Maximas Militares De Napoleon (1828)

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MÁXIMAS MILITARES DE

NAPOLEÓN.

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MÁXIMAS MILITARES

NAPOLEÓN, infaman oí cíw&fíítWi : I .(1 :', ,.:.:.-.

MADRID: LIBRERÍA de mitar, CALLE DEL PRINCIPE.

1828.

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Cuando un ejército marcha á conquistar un pa\s, conviene que tenga sus dos alas apoyadas en paises neutrales , ó en gran des obstáculos naturales, como rios ó cordilleras de montes; pe ro puede suceder que. solo esté apoyada una dé sus alas, y aun que entrambas se hallen sin de fensa. En él primer caso, un ge

1 ¿eral engríe no tiene que cuir dar sino de que no le rompan su ejército por el frente: en el segundo debeapoyarse en el cos tado que se halla sostenido; y en ''>'•'> X.

Con un ejército inferior en número, inferior en caballerea y en artillería, es menester evi tar una batalla general , suplir la falta de gente con la rapidez de las marchas , la de artillería con la calidad de las maniobras, y la inferioridad de la caballería con la buena eleccion de posi

i4 ciones. En semejante situacion es de mucha importancia la dis* posicion moral del soldado. • ::. !■•!> ..'

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El operar por direcciones dis tantes entre sí y sin comunica ciones, es una falta que comun mente hace cometer otra. La columna destapada no tiene ór denes sino para el primer dia; sus operaciones en el segundo dependen de lo que haya suce dido á la columna principal ; por lo cual tendrá, segun las circunstancias , ó que perder tiempo para esperar órdenes , ó que obrar á la aventura y sin concierto. Se debe, pues, tener por principio asentado que un ejército ha de mantener siem pre todas sus columnas reunir

15 das, de manera que el enemi go no pueda introducirse entre ellas: cuando por cualquiera ra zon no se ha seguido esta má xima , es menester que los cuer pos destacados sean indepen dientes en sus operaciones; que marchando sin vacilar y sin nue vas órdenes se dirijan hacia un punto fijo, enel cual deben reu nirse; finalmente, es menester que estos cuerpos esten espues tos lo menos que sea posible á ser atacados separadamente. A 11. '

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Un ejército no debe tener mas que una línea de operacio nes ; es menester conservarla con empeño, y no abandonarla sino cuando obliguen á ello cir cunstancias de marca..

i6 i. ,>-..:>. xiii. - ■ Las distancias que deben me diar entre los cuerpos de ejéicito dependen de las localidades, de las circunstancias y del ob jeto en que se pone la mira. ■ ¡ ¡. .''.!.•.: :••':•... •i> *•. • -;• ¡iüKIYji- •o¡íi¡>¡:r.l ; .¡

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En las montanas hállanse á cada paso infinitas posiciones, estrenuamente fuertes por sí mis mas, las cuales es menester guar darse mucho de atacar. El ta lento en esta clase de guerra con siste en ocupar campamentos ó á los costados ó á la espalda del enemigo, de manera que no le quede mas que la alternativa de abandonar sus posiciones sin combatir para tomar otra mas

TÍ7 atras, ó de 9alir de ellas para ata carnos. En la guerra de monta ña es una desventaja el atacar; aun en la guerra ofensiva el ar te consiste en no tener sino com bates defensivos) y en obligar al enemigo á atacar* ' .-. j: • •XV. La gloria y el honor de las ar mas es el primer deber que ha de tener siempre á la vista un general que presenta ó acepta Ta batalla; la conservacion de los hombres no es mas que un deber secundario ; mas al mis mo paso en el denuedo y en. la audacia , en la ostinacion eStá cifrada la salvacion de los hom bres. En una retirada, sin con tar el honor de las armas, se pierde frecuentemente mas gen

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te que en dos batallas; por está razon no se debe nunca deses perar mientras permanecen al gunos valientes al pie de las banderas: con esta conducta se -consigne ó se merece conseguir la victoria. ¡ .. (,• . ; .r> i';;

XVI Es una máxima militar bien esperimentada el no hacer lo que quiere el enemigo, so/ppor Ja razon de que él lo desea ; se debe, pues, evitar el campo de batalla que él ha reconocido y estudiado; es menester poner aun mas cuidado en evitar el que él ha fortificado, ó donde se ha atrincherado. Es una con-secuencia de este principio el no atacar jamas de frente una posicion , que se puede conse-

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guír atacándola por los flancos ó por la espalda.

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.• ]Eft;una guerra de marchas y jBvqlitciooes , para escusar una batalla contra un ejército supe rior, es menester atrincherarse todas las tardes , y colocarse siemp*^ en una buena posicion üeíensiva. Las naturales que se hallan ordinariamente no pue den, sin los auxilios del arte, po ner un ejército á cubierto de la superioridad de otro mas nume roso*: : j;...¡ /.'/..¡ •;.:.."'.." . .„;.. XYllh i...:» .i.i i!'í .. '.

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Si un general ordinario que ocupa una mala posicion, se ve sorprendido por un ejército su perior, po tratará de salvarse

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por otro camino que el de una retirada; pero un gran capitán librará su salvacion en su osa día, y marchará denodado al encuentro del enemigo. Con este ínovimierito aturde á sú'adversario; y si este se muestra irre soluto' en su marcha, un gene ral hábil qué sabe aprovecharse de esta indecisión momentánea, puede cobrar esperanzad funda das de victoria, ó alo menos na>cer sUya la jornada maniobran do: por la noche puede atrin cherarse ó replegarse á una po sicion mas favorable. Con esta conducta atrevida mantiene el honor de las armas , parte muy esencial de la fuerza de un ejér cito, :.''.i .••' '-'• i' ••'

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-Una de las operaciones mas

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delicadas de la guerra eá él tr'ánr sito de la defensiva ala ofensiva* iz. .. \ .;: : r>> .:: ; ;::. ;

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"No se debe. abandonar su lí nea de operaciones; pero el sa ber mudarla cuando las circuns tancias lo autorizan, es una de las maniobras mas difíciles del arte de \a guerra. Un ejército que muda hábilmente su línea de operaciones , engaña al ene-; migo, el cual no sabe yá donde; están sus propias espaldas, ni cuales son los puntos débiles de. aquel para amenazarle por ellos, -.".•

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Cuando un. ejército lleva ea pos de sí todo el tren necesario para sitiar, y grandes convoyes

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de 'heridos y enfermaos, débe^té» mar los caminos mas cortos que sea posible para aproximarse cuanto antes á sus depósitos. XXII. •>.: ' . ')

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. El arte de asentar un campo en una posicion no es otra cosa que el arte de formar una línea de batalla en la misma posicion. PaTa esto es menester que todas las máquinas que sirven para lanzar proyectiles esten corrien tes y bien situadas; es menester elegir una posicion que no esté dominada y que no pueda ser circundada ni ladeada ; es me nester en fin que esta , en cuan to sea posible, domine y en vuelva las posiciones inmediatas. c -' .

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»3 XXIII. Cuando ocupamos una posU cion en que el enemigo amenaza envolvemos, es necesario reu nir prontamente nuestras fuer zas, y amagarle con un movi miento ofensivo; con esta ma niobra le impediremos que se desguarnezca y que venga á aco sarnos por los flancos^ en el ca* So que juzguemos indispensable1 el pelear en retirada. . XXIT. •Una máxima de guerra qu¡f no se debe nunca edhar.en ©1^ vido es, que se deben retiñir los acantonamientos en el pun to mas lejano y mas á cubierto del enemigo, sobre todo cuan

t4 do este se presenta de improvi so. De esta manera habrá tiem po para reunir todo el ejército antes que el enemigo pueda ata car. *i: ,.. . •. . . -r -•: i;:. •.■•.:. XXY> , Cuando dos ejércitos estan en batalla, y el uno tiene que ha cer su retirada sobre un puente, mientras el otro puede retirarse sobre todos los puntos dela cir cunferencia, todas las ventajas estan de parte de . qste. último. Entonces es cuando un general debe ser audaz, dar grandes gol pes, y hacer evoluciones rápidas y atrevidas., principalmente so bre los flancos de su enemigo?, en su mano tiene la victoria* XXVI. . El general que hace obrar se-

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paradamente á cuerpos que no tienen entre sí ninguna comu nicacion , en frente de un ejér cito que tiene un centro comun, y cuyas comunicaciones son fá ciles, procede de una manera contraria á todos los buenos principios. XXVIL

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.Cuando un ejército es arro jado de su primera posicion, es menester que el punto señalado á sus columnas para rehacer se esté bastante distante para 3ue ei enemigo no pueda impeírselo; porque lo mas funesto que puede suceder, es que tas columnas sean atacadas separa damente antes de su reunion. XXVIII. lío se debe hacer ningun des 2

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tacamente la víspera del dia de una batalla, porque en el curso de la noche puede variar el esr tado de las cosas, ya sea por los movimientos de retirada del ener roigo , ó ya por la llegada de grandes refuerzos que le pon gan en estado de hacer guerra ofensiva, con lo cual las dispo siciones prematuras que se hu biesen tomado podrian volverse funestas á sus autores. XXIX.

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Es una regla general qué cuan do se quiere dar una batalla se deben reunir todas las fuerzas sin despreciar ninguna: de un batallon pende á veces el éxito de una jornada.

a7 XXX. V

No hay temeridad mayor ni mas contraria á Jos principios dela guerra que la de hacer una marcha de flanco por d• lante de un ejército que tiene sus rea les bien asentados, sobre todo cuando este ejército ocupa al turas , al pie de las cuales hay que desalar. /' XXXI. • Cuando un general proyecte dar una grau'i batalla , haga de manera que todas las probabi lidades, todas las contingencias esten á su favor y le prometan la victoria, especialmente si tie ne que haberlas con un gran ca pitan; porque ¡desdichado de él

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síes derrotado, aunque se halle en medio de sus almacenes, cer ca de sus plazas fuertes! XXXII. El deber de una vanguardia no consiste en avanzar ó retro ceder, sino en maniobrar. Debe estar compuesta de caballería libera , sostenida por una reser va de caballería de línea y de batallones de infantería con sus baterías para sostenerlos. Es me nester que sean tropas escogi das las de la vanguardia, y que los generales , oficiales y solda dos sepan todos perfectamente la táctica que necesitan , cada uno segun su grado. Una tropa que no estuviese bien instruida, no serviría en la vanguardia sino de engorro.

29 XXXIII. Es contrario á los usos de la guerra el introducir los parques y la artillería gruesa en un des filadero, sin haberse de antema no apoderado del estremo opnesto: en caso de retirada emba razarán y se perderán. Un gene ral que sepa su deber los dejará en una buena posicion y con venientemente escoltados hasta hacerse dueño de la salida del desfiladero. XXXIV. L .

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Es un principio que no se debe olvidar, el que entre los diferentes cuerpos que forman la línea dé batalla, no se dejen intervalos por donde el enemi-



3o go pueda penetrar, á no ser en el caso que se trate de hacerle caer en algun lazo. XXXV. Los campos de un mismo ejér cito deben siempre estar situa dos de manera que puedan sos tenerse mutuamente. XXXVI. Cuando el ejército enemigo se halla cubierto por un rio so bre el cual tiene muchas cabezas de puente, es menester guar darse de atacarle de frente; esta disposicion diseminaria nuestro ejército, y nos espondria á ser cortados. Lo que conviene ha cer en este caso es formar co lumnas en escalones y aproxi-



3i marse en esta disposicion al rio que se quiere pasar, de suerte que el enemigo no pueda atacar ninguna otra columna , sino la mas avanzada, sin tener él mis mo que descubrir su flanco. Du rante este tiempo las tropas li geras seguirán la orilla del rio; y cuando se haya determinado el punto por donde se quiere pasarle, es menester dirigirse á él rápidamente y echar el puen te. Es necesario ademas obser var que este punto debe siem pre estar distante del escalon de frente , á fin de engañar al ene migo. XXXVII. En el momento en que somos dueños de una posicion que do mina la ribera opuesta, adqui rimos muchos medios de facili

3a

tar el paso de un rio , sobre to do si esta. posicion tiene bastan te estension para colocar en ella .un gran número de piezas de ar tillería. Esta ventaja es menor si la anchura del rio es de mas de trescientas toesas ; porque no llegando la metralla á la ribera opuesta , las tropas que defien den el paso pueden facilmente desfilar y ponerse á cubierto del fuego. Lo que sucederá enton» ceses, que si los granaderos encargados de pasar el rio para proteger Ja construccion del puente pueden llegar á la otra ribera , serán destruidos por la metralla del enemigo, porque sus baterías, colocadas á dos cientas toesas del desembocade ro del puente, estan bastante á tiro para hacer un fuego muy mortífero , aunque distantes mas

35 de quinientas toesas de las ba terías del ejército que quiere pa sar, de suerte que tiene entera mente á su favor la ventaja de la artillería. Asi es que en este easo el paso no es posible sino cuando se consigue sorprender al enemigo, y hay una isla in termedia que proteja las tropas que acometen , ó cuando hay un recodo ó ángulo muy entrante que permita establecer baterías que crucen los fuegos del ene migo en la gola ó garganta. Esta isla ó este recodo forman natu ralmente una cabeza de puente, y hacen que la ventaja de la ar tillería sea para el ejército que ataca. Cuando un río tiene menos de sesenta toesas, y el ejército que quiere pasarlo es dueño da wina posicion que domina sobre

34 la ribera opuesta, las tropas que «e envían á la otra banda, estan do bajo la proteccion de la arti llería, se hallan con tantas ven tajas que si el rio forma un pe queño recodo es imposible para el enemigo el impedir la cons truccion del puente. En este ca so los mas hábiles generales , cuando han podido prever el proyecto de su enemigo , y lle gar con su ejército al punto por donde trata de pasar, se han contentado con oponerse al pa so del puente* Siendo este un verdadero desfiladero, es me nester colocarse formando un semicírculo en deTredor de su estremidad y desfilar para res guardarse del luego de la ribera Opuesta á distancia de trescien tas ó cuatrocientas toesas.

35 XXXVIII. Es dificil impedir el paso de un rio á un enemigo que tiene tren de puente. Cuando el ejér cito que se opone al paso tiene por objeto el cubrir un sitio, al punto que el general adquiere la certidumbre de que no pue de impedirlo, debe tomar sus medidas para llegar antes que el enemigo á una posicion in termedia entre el rio que de fiende y la plaza que cubre. XXXIX. En la campaña de 1 645 sé vio Turena arrinconado con su ejér cito al pie de Philipsbourg por un ejército enemigo muy nu meroso: no halló puente sobre

36 el Rhin ; pero se aprovechó del terreno que media entre el rio y la plaza para asentar en él su campo. Esto debe servir de leccion á los oficiales de Inge nieros, no solo para la cons truccion de las plazas fuertes, sino tambien para la de las ca bezas de puente ; es' necesario dejar un espacio entre la plaza y el rio , de manera que sin en trar en ella , lo cual comprome tería su seguridad, pueda un ejército; rehacerse y colocarse entre la plaza y el puente. Un ejército que viéndose persegui do se retira sobre Maguncia, está necesariamente comprome tido, pues. se necesita mas de un dia para pasar el puente , y el recinto de Castei es demasia do reducido para que pueda nn ejército permanecer en él sin

. 57 estar muy apretado: se hubiera debido dejar doscientas toesas entre la plaza y el Rhin. Es muy esencial que las cabezas de puen te en los grandes rios se hagan conforme á este principio j por gue en otro caso serán de poco auxilio para proteger el paso de un ejército en retirada. Las ca bezas de puente, segun se en señan en las escuelas militares, no son buenas sino paralos rios pequeños en que no es largo el desfiladero.. ..*...... i XL. Las plazas fuertes no son me"* nos útiles para la guerra defen siva que para la ofensiva. Ver dad es que no pueden por sí so las detener un ejército ; pero son un escelente medio para petar

38 dar, embarazar, debilitar é in quietar á un enemigo vencedor. XLL No hay mas que dos medios de asegurar el sitio de una pla za, el uno consiste en comenzar por deshacer el ejército enemi go que cubre la plaza, alejarle del campo de operaciones, y arrojar sus reliquias á la otra parte de algun obstáculo natu ral , ya sea de montañas , ó ya de un gran rio : vencida esta primera dificultad, es menester colocar un ejército de observa cion detras de este obstáculo natural hasta que esten conclui dos los trabajos del sitio y to mada la plaza. Mas si se quiere tomar esta á la vista de un ejér cito de socorro, sin arriesgar

39 una batalla , es menester estar provisto de un tren de sitio, te ner municiones y víveres para el tiempo que se calcule debe durar este , y formar sus líneas de contravalacion y circunvala cion , aprovechándose de las lo calidades, como alturas, bos ques, pantanos, inundaciones. Ño habiendo entonces necesi dad de mantener ningunas co municaciones con las plazas de depósito, no se trata ya sino de contener el ejército de socorro: en este caso se forma un ejérci to de observacion que no le pierda de vista, y que barreán dole el camino de la plaza tenga siempre tiempo para llegar á sus flancos ó á su retaguardia, si el enemigo lograse ocultar un dia de marcha; finalmente, apro* vechándose de las líneas de con

¿¡o travalacion, se puede emplear una parte del cuerpo sitiador para dar batalla al ejército de socorro. Por lo cual , para sitiar una plaza á la vista de un ejér cito enemigo es necesario cubrir el sitio con líneas de circunvaí. lacion. Si el ejército es bastante fuerte para que despues de ha ber dejado delante de la plaza un cuerpo cuadruplo de la guar nicion, tenga todavía tanta gen te como el ejército de socorro» puede alejarse mas de una jor nada de marcha; pero si este destacamento es inferior en nú mero , debe colocarse no mas distante del sitio que una pequaña jornada militar, á fin de poder replegarse sobre sus lí neas ó recibir socorros en caso de ataque: si los dos ejércitos de sitio y de observacion reu-

4f nidos iw> son superiores sino iguales en número al de socor ro, el ejército sitiador debe per manecer todo en las líneas ó cerca de ellas, y ocuparse en los trabajos del sitio para llevar le adelante con toda la activi dad posible. v XLIL Feuquiere lia dicho que no se debe nunca esperar al enemigo en las líneas de circunvalacion. Es un error; nada puede ser ab soluto en la guerra, y no se de be reprobar en todos los casos el partido de esperar al enemi go en las líneas de circunvala^ eiou. .•..'"' '• XIÜILos que proscriben las líneas

de circunvalacion, y todos los socorros que el arte del ingenie ro puede ministrar , se privan sin motivo de una íuerza y de un medio auxiliar que nunca es perjudicial, antes casi siempre útil , y frecuentemente indispen sable. Sin embargo, es menes ter confesar que los principios de la fortificacion de campaña necesitan ser mejorados; esta parte importante del arte de la guerra no ha hecho ningun pro greso desde los antiguos; aun se puede asegurar que es en el dia inferior á lo que era hace dos mil años. Se debe, pues, alentar á los oficiales de Inge nieros á que perfeccionen esta Í>arte importante de su arte, y a pongan al nivel de las otras.

43 XLIV. Cuando las circunstancias no permiten dejar una guarnicion suficiente para defender una ciudad fortificada donde se po dría tener un hospital y alma cenes, se debe á lo menos ha cer todos los esfuerzos posibles para poner la ciudadela á cu bierto de un rebato ó de una sorpresa. . ,• „. ; XLV.

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Una plaza fuerte no puede proteger la guarnicion y dete ner al enemigo sino durante un cierto tiempo: pasado este, y destruidas las defensas de la pla za , la guarnicion tendrá que rendir las armas. Todos los pue

blos civilizados han estado de acuerdo sobre este punto, y no ha habido nunca discusion sino sobre lo mas ó menos que debe defenderse un gobernador antes de capitular. Hay sin embargo generales, y Villars es uno de ellos, que piensan que un go bernador no debe nunca ren- ' dirse, sino que en el último es tremo debe hacer saltar las for tificaciones, y aprovecharse de la oscuridad de la noche para abrirse paso por en medio del ejército sitiador. En el caso en que no sea posible volar las for tificaciones, se puede siempre salir con la guarnicion y salvar los hombres. Los comandantes que han adoptado este partido» se han unido á su ejército con las tres cuartas partes de la guar nicion.

45 XLVI. Las llaves de una plaza valen por lo menos tanto como la li bertad de su guarnicion, cuan do esta está resuelta á no salir sino libre; por lo cual es siem pre mas ventajoso conceder una capitulacion honrosa á una guar nicion que ha hecho una resis.* tencia vigorosa , que esponerse á los trances de un asalto. r

XLVIJ. La infantería , la caballería y la artillería no pueden pasar la una sin la otra ; deben , pues, es tar acantonadas de manera que puedan siempre socorrerse en caso de sorpresa. .....'

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xLvm. La formacion en batalla de la infantería ha de ser siempre en dos filas , porque el fusil no per mite tirar sino en esta disposi cion , y es cosa averiguada que el fuego de latercera fila es muy imperfecto , y aun perjudicial al de las dos primeras. A las dos rfilas en que se forme la infante ría se. ha de añadir la que se lla ma esterior ó fila de observa cion , que tendrá un noveno del total de las tres, ó uno por toesa: á doce toesas detras de los flancos es menester colocar una reserva. XLIX. El método de interpolar pe lotones de infantería con la ca

47 ballena es yicioso, y no ofrece sino inconvenientes. La caballe ría pierde su movilidad ; emba?razada en todos. sus .movimien tos se ve privada dé su impul sión; la infantería misma está comprometida, porque al pri mer movimiento de la caballe ría queda sin apoyo. La mejor manera de proteger la caballería es apoyar su flanco. .. i j

Las cargas de caballería sou igualmente buenas en cualquie ra tiempo que se den , ya sea ai {principio , al medio ó al fin de a batalla; deben darse todas las veces que es posible hacerlo so bre los flancos de la infantería, especialmente" cuando esta se halla empeñada de frente. .•'

48 LI. A la caballería toca coronar la victoria , seguir el alcance al enemigo, é impedirle de reha cerse. •:-:.•• 'i' . . i : :v . ' •.•.•:■ LII. . • .. ! La artillería es mas necesaria á la caballería que á la infante ría, porque la primera no vuel ve los fuegos que recibe, y no puede pelear sino á arma blan ca. Para remediar este inconve niente se ha inventado la arti llería ligera ó de á caballo. La caballería debe siempre tener consigo sus baterías, ya sea que ataque, ya que permanezca en posicion, ó bien se rehaga. LUÍ. Asi en marcha como en posi-

cion , la mayor parte de la arti llería debe estar con las divisio nes de infantería y caballería; el resto debe colocarse de reserva. Una pieía de artillería debe te ner consigo trescientos cartu chos, sin comprender el cajoncito; es poco mas ó menos lo que se consume en dos batallas. •:. -

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Las baterías deben colocarse en las posiciones mas ventajo sas, y lomas adelante que sea posible respecto á las líricas de la infantería y de la caballería; p«ró no tanto que puedan verse comprometidas. Es bueno que las baterías dominen tanto so bre la campaña cuanto tiene de alto la plataforma ; es menester que esten descubiertas á dere 3

5o cha y á izquierda, de manera que sus fuegos puedan ser di rigidos á todos lados. LY. Un general debe evitar el>meter su ejército en cuarteles de refresco ó descanso, cuando tie ne la facilidad de reunir alma cenes de víveres y forrages, y satisfacer de este modo las ne cesidades del soldado» . -¿ LVI. Un buen general, buenos cua* dros , buena organizacion , bue na instruccion, disciplina seve ra hacen buenas tropas, sin me ter en cuenta la causa por que pelean. Sin embargo, el fanatis mo, el amor dela patria, la glo*

5i ría nacional pueden inspirar grandes sentimientos á solda dos jóvenes.

LtlI. Cuando una nacion carece de cuadros y de un principio de or ganizacion militar, dificilmente podrá organizar un ejército.. . LVIII. La constancia en soportar las fatigas y las privaciones es la primera calidad del soldado; el valor no es mas que la segun da. La pobreza, las privaciones Íla miseria son la escuela del uen soldado. . ¡ i.j :.; ; i •'.' i L1X.

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Cinco cosas hay de que. no

5a conviene nunca separar al sol dado: su fusil, sus cartuchos, su mochila , sus víveres para cuatro chas alo menos, y sus herramientas de gastador. Re dúzcase su mochila al menor volumen quesea posible, si se juzga necesario , pero que el sol dado la tenga siempre consigo.

Es menester inducirá los soldados,;por cuantosmedios sean posibles, á que permanezcan en el servicio; lo cual se conseguirá fácilmente mostrando mucho aprecio á tos; soldados viejos. SeFia tambien conveniente aumen tar la paga en proporcion de los años de servicio , porque se co mete una grande injusticia en no pagar mas un veterano que un recluta. .'•.>'. • - • > ">i¡

53 LXL Tío son las arengas en el mo mento del fuego las que bacen .valientes á los soldados : los ve teranos apenas las escuchan , y los reclutas las olvidan al pri mer cañonazo. Si las alocucio nes y discursos son de alguna utilidad T es solo en el curso de la campaña, para destruir las in sinuaciones perniciosas, los ru mores falsos, mantener el buen espíritu en los reales , y minis trar materiales á las charlas de los vivaques. La orden del dia, que ha de ser impresa, debe lle nar estos diferentes objetos. lxil.

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Las tiendas de campaña no

54 son sanas : vale mas que el sd!dado vivaquee, porque duerme con los pies al fuego, el cual seca prontamente el terreno en que se acuesta; unas tablas ó un poco de paja es lo que basta para abrigarle del viento. Sin embargo, Jas tiendas son nece sarias para los gefes , que necesitan escribir y consultar el ma pa; es menester, pues,: darlas á los oficiales superiores , y orde-r narles que no duerman nunca en ninguna casa. Las tiendas son un objeto de observacion para el estado mayor enemigo : le dan indicios ó datoi del número de nuestras tropas y de la posicion que ocupamos. Pero un ejército ordenado en dos ó tres líneas de vivaques, no deja percibir a lo lejos mas que una humareda que el enemigó confunde coa

55 las nieblas de la atmósfera; es imposible contar el número de los fuegos. LXIII. Las luces que dan los prisio neros deben ser apreciadas en su justo valor ; el soldado ape nas ve mas que su compañía, y el oficial puede á lo mas dar cuenta de la posicion ó de los movimientos de la division á que pertenece su regimiento. Asi que , el general en gefe no debe tomar en consideracion las declaraciones que se arran• cana los prisioneros, sino cuan do estan. concordantes con las relaciones de la vanguardia , pa ra justificar sus conjeturas sobre la posicion del enemigo.

56 LXIV* >

'. '.;..'' i.-

Nada es mas importante en la guerra que la unidad en el mando; por lo que, cuando no se hace la guerra sino á una sola potencia, no conviene te ner mas que un solo ejército que obre sobre una sola línea, y mandado por un solo geíé. LSV*'•'-.i V •./..':

De tener muchos consejos, y de disertar en ellos , ya profun da, ya ingeniosamente, resulta rá lo que ha resultado en todos los siglos cuando se ha seguido semejante camino; se acaba en tonces por: tomar el peor parti do, que en la guerra es casi siempre el mas cobarde , ó si se

quiere, el mas prudente. La ver dadera prudencia de un general consiste en una determinacion enérgica. • •i. ' '.. LXVI. £n la guerra solo el gefe com prende la importancia de cier tas cosas, y él solo puede con su voluntad firme y sus luces superiores vencer todas las di ficultades, ....';.' LXVII, Autorizar á los generales y oficiales á que entreguen las ar mas en virtud de una capitula cion particular, ofrece inconve nientes y riesgos incontestables en cualquiera otra posicion que no sea la de la guarnicion de 3*

58 .una plaza fuerte. Destruyese el espíritu militar de una nacion, abriendo esta puerta á los infa mes y cobardes , á los hombres tímidos , y aun á los valientes que pueden ser alucinados. En una situacion estraordinaria se necesita una resolucion estraor dinaria; cuanto mas ostinada sea la resistencia de un cuerpo armado , tanta mas probabili dad tendrá de ser /socorrido ó de romper. ¡Cuántas cosas que Earecian imposibles han sido echas por .hombres resueltos que no tenían otro efugio que la muerte! ! LXVIIÍ. Ningun soberano , ningun pueblo , ningun general puede estar seguro mientras tolere que

59 los oficiales capitulen en campo raso , y rindan Jas armas en virtud de un contrato favorable á los individuos del cuerpo que mandan, pero contrario á los intereses del resto del ejército. Sustraerse del peligro para ha cer mas aventurada la situacion de sus camaradas, es evidente mente una villana cobardia ; se mejante conducta deben repro barla. la». leves militares, decla rarla infame , y condenar á los delincuentes á la. pena capital. Los generales , los oficiales y los soldados que en una batalla han salvado su vida por medio de una capitulacion, deben ser diez mados: el que manda rendir las armas, y los que obedecen son igualmente traidores, y mere cen la pena de muerte.

6o LX1X. No hay mas que una manera honrosa de ser hecho prisione ro de guerra, que es cuando á uno le cogen separado de sus compañeros, y cuando no es ya posible servirse de ías ar mas : entonces no hay condicio nes, porque no puede haberlas con el honor; pero una nece sidad absoluta obliga á rendir-' se prisionero. :.¡.^a- .,:.'...'i LXX. La conducta de un general en un país conquistado está rodea da de escollos : si es duro irrita a sus enemigos y aumenta el número de estos; si es blando, infunde esperanzas que hacen.

6t resaltar mas las vejaciones y los abusos inevitablemente anejos al estado de guerra. Un conquis tador debe emplear alternativa mente la severidad, la justicia y la blandura, yá para sosegar las sediciones, ya para preca verlas. ' ' '•:. ";> '': " * LXXI. 'Cuando un general se aprove cha de las luces adquiridas en el servicio de su patria, para ha cerle la guerra y entregar sus antemurales á las naciones estrangeras, comete un crimen que rio admite ninguna discul:>a , reprobado por las leyes de a religion, de la moral y del honor. LXXII. Un general en gefe no deja

6» de ser responsable dé sus faltas en la guerra , porque haya reci bido una orden de su soberano ó del ministro, cuando el que la da está lejqs; del. campo de operaciones, y conoce mal ó no conoce absolutamente el último estado de las cosas. De donde resulta que es culpable cual quier general en gefe que se encarga de ejecutar un plan que es malo en su sentir; debe re presentar sus razones, .insistir en que se mude el plan, y fi nalmente hacer su dimision an tes que ser el instrumento de la ruina de su ejército: es igual mente culpable todo general en gefe que en virtud de órdenes superiores da una batalla , con venciólo de que la pierde. En este último caso debe negarse á obedecer, porque una orden mi-

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litar no exige una obediencia pa siva sino cuando emana de un superior, que al tiempo de dar la se halla presente en el teatro de la guerra: como entonces está instruido del estado de las cosas puede escuchar las objeciones y dar las esplicaciones necesa rias al que debe ejecutarla. Mas si un general en gefe recibe una orden absoluta de su sobera no para dar una batalla, con nn mandamiento espreso de ce der la victoria á su adversario y dejarse arrollar, ¿debe por ventura obedecer? No: si el ge neral comprende la utilidad de una orden tan estraña, debe eje cutarla; pero si nola compren de , debe resistirse á obedecer.

64 LXXIIL

..i(•.

La primera calidad de un ge neral en gefe es tener una cabe za fifia, que reciba de los obje tos impresiones exactas ; no de be dejarse deslumhrar con las buenas ó malas noticias; las sen saciones que recibe sucesiva ó simultáneamente en el curso de un día, deben clasificarse en su memoria, de manera que no ocupen mas lugar que el que merecen ocupar; porque la ra zon y el juicio son el resultado de la comparacion de muchas sensaciones tomadas 'en igual consideracion. Hay hombres que forzados por su constitucion fí sica y moral forman en su cabe ra de cada cosa un cuadro com pleta por mas dotados que es-

65 ten por otra parte de saber, de talento , de valor y otras buenas prendas, la naturaleza no los ha destinado al mando de los ejér citos y ala direccion de las gran des operaciones de la guerra. ¡

LXXIV. >.

Conocer bien la carta topo gráfica , entender la parte de lo9 reconocimientos, pulir las ór denes que se espidan, presentar con sencillez los movimientos mas compuestos de un ejército: tales son las partes que deben distinguir al oficial destinado al servicio de gefe de estado ma yor.. ' .;;••:' r.''v . LXXV. ; .. - Es del deber de un general de artillería el conocer el porm'

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yor de las operaciones del ejér cito, pues que está obligado á surtir de armas y municiones á las diferentes divisiones de que se compone. Sus relaciones con los comandantes de artillería que estan en los puestos avan zados, deben ponerle al corrien te de todos los movimientos del ejército; y de este conocimiento debe depender la conducta que ha de observar respecto al par que general. :..'.. LXXVI. Reconocer ligera y sagazmente los desfiladeros y los vados, pro porcionarse guias seguros, in terrogar al cura y al maestro de postas, tener rápidas inteligen tes con los habitantes, despa^ ;ar espías, interceptar las car

67 tas del correo, traducirlas, ana lizarlas; finalmente, responder á todas las cuestione^ del gene ral en gefe cuando llega con todo el ejército: tales son las cuali dades que debe tener un buen oficial de puesto avanzado. LXXVII. La guia que siguen en su con ducta los generales en gefe, es su propia esperiencia ó el ins tinto de su ingenio. La táctica, las evoluciones, Ja ciencia del oficial de ingenieros y la del de artillería, pueden aprenderse en los tratados de estos ramos; pe ro el conocimiento de la táctica en grande no se adquiere sino con la esperiencia y con el es tudio de la historia de las cam pañas de todos. los grandes *aldas , establecerse y hacerse úerte en álgün puesto que sea como un centre) fijo, capa^ de sos tener todos los movimientos qué se hagan en adelante. Es nece sario tambien hacerse dueño de los grandes rios» de los pasos, y desfiladeros T y formar s.u línea de comunicacion apoderándole, dejas fortalezas por medio de.

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sitios , y de la campaña por me dio tle batallas; ipiles es un prc¿ yecto quimérico el imaginarse qué' se púédéri 'hacer grandes cortq'üista's sin combatirá Final mente, para mantener las con quistas se necesita saber emplear oportühamé'nte - la fuerza y la blañdu.raí l0'.''.'! •" i '.'.'.

Pag; 12. Un general en geíedehe pre guntarse á sí miamo mocha» veces al día: si se presentase ei enemigo á mi frente,» mí derecha ó á mi izquierda , ¿ qué es lo tjiteI'yo haría?. ..... .. .v

En la campaña de 1758 Ja posicion del ejército prusiano en Hohenkirch,: 'dominada por las baterías del enemigo, que chupaba todas las alhiras, era sumamente viciosa; sin embar-

gó , Federico , qtoe íeía' su reta guardia artíéñai&dá pW'e1!' cner¿ ipéf' üé ilaudoti'/. pWrnariecM seíá días'' én''íésteué>«mp'(>l'¿iil trata» de rectificar su posi'cioírí. Aun parece que ort'fveia. tódo¡ él pe ligro en qué se hallaba, pues q^üe el ^ariscaMíauíi, despues de háüe*' má^fe?ádo lfol&Ta lííjtíriepárá at¡ft?dí%t$mariécer/; «érpréttdio á' lósprosiaínós érí ftu campo arttes que se. hubie sen puesto eri disposicion de* defenderse1, /asi. Iés. qHíe' : fUerorí circunvalados ''cWmpífefarnente^ No obsíanfeV logró \redeWcB e* féctuarsu. retirada fcón"órdebr pero despues de haber perdido diez mil hombres , muchos ge nérales y casi tbda su artilfería.' Si el mariscal Datin hubiese liéTado adelante con mals audacia k ventaja conseguida , el rey1 de

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pFusía ¡np . hiciera . podido ja mas reface* s"u,&ér.citq; gUjbuega.je^tx:eliíaíe.^Ív^0de l?S>B4>it gros á que Je¡Ka^ia (espu^to. si* ^prevision/ „.. 'ítí.í[\r.? ., 'J, _..rA pesar ^de esta, el .marisca} d^' Sajoif i^ija dicho que había ¥*.%{ ¡ MapiV&&L sus disposiciqnes e& denostado, y sí las muda. en presencia de *

n3 su adversario lo es tambien. » Me parece que un general que hiciese estribar el buen éxi to de un* batalla en semejante principio, se espondria á per der mas que ganar; porque si tiene que haberlas con un ad versario hábil y pronto en ma niobrar, podrá este mny bien hallar tiempo para aprovechar se de las malas disposiciones que se hayan tomado antes que puedan ser rectificadas. §« IX.

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Pág. 13. .La fuerza de.wn ejército-,. al modo que la cantidad del movimiento en la mecánica', se gradúa por la masa multi plicada por la celeridad . - . >« . ........ ..,^ '

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l'-i (r{'l¡'\'' LJ '''' '•'''

• La celeridad, dice ¡Mont,eeucullí, es buena parajnantenetf. secretas las operaciones de un

irá

presencia del enemigo en éL ter ritorio frances, logró sin ém* bargo suplir su inmensa inferio ridad cqn maniobra»: rápidas y bien c'onibiriadas. Las ventajas conseguidas en Champ-Auberf, Montmirail,Montereau yReims empezaban á restablecer la par te moral del ejército frances: los numerosos reclutas de que se componía comenzaban á mos trar la firmeza y subsistencia de que fes daban ejemplo :Ios regi mientos viejos,; ¡cuando la toma: de Parts, y'la asombrosa revo lucion que produjo, forzaron á Napoleon á deponer las armas. Este.: resultado ¿ependió más bien de la fuerza de las circuns tancias que de una, necesidad ab* soluta; porque Napoleon, tras-i ladándose al otro ladodel: Loira, podia fácilmente unirse con Jo»

ejércítois de litis AÍ^es y dé los Pirineos, y volver á parefeer-e» el ¿campo ;de ^batalla con- ciéo mito combatientes. 'Está : 'fUérteá era-biárt«-&úficlént¿> p^W&dvér la»l probabilidad fes &l sa tffivoí?, tanto mas cuánto los: ejérfeitoa de los soberanos4alíados manio braban en el terriiorío., tettiiettde á la espalda todas las plazas fuertes de Frapcia y d$> Italia. -JiMg-Jg

Í1V i.ÚH(]HMi

§. XI.

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Pág. 14. jy operar por direcciones dis» tautes entré si y sin comunicaciones y ei tina falta que ■ep»ivinm«¡itfi liaoe cometer otra. La columna destacada n cierto. .,.....,.., , . ........ . ¡..■»:..

El ejército austrmeo'á las ór

denes"> del feld-níáriseal > Alvi»^..sq .dividió^ e;a dos, cuerpos gue> debian obrar independienteniente. para. juntarse en segui da-■ djianjte , de: ,Mánfcua. El ' pri* í$er0fc, uuya fuferaa eía de cual pentay cinco mil ¡hombres * que¿ dabaá las ojenes dé Alvinzi; debia. desembocar ! por Monis5a4da¡»-yi caerse :sloJire lasposit ciáis*»! que • eL «jérCito; frances ocupaba en el Adige. El segun do cuerpo , á >Ias"> órdenes del general Proyera, .estaba. desti nado á obrar sobre elbajo Adi ge para ir1 á levantar elibloqueo de MáníÜa'.:$apdlédn , instruido de los movimientos del enemi go, pero sin conocer todaVia sus proyectos , se contentó con re concentrar sus masas, y dar or dena las tropas de que estuvie sen prontas á maniobrar. Entre-

no tanto recibió el general en gefe del ejéreito frances nuevas no ticias, que le hicieron conocer que el cuerpo que babia desem bocado por la Coronna : sobre Monte-Baldo trataba de juntar se con su caballería y su artille ría, Iaí cuales , despues de ha? ber pasado el Adige por Dolce, se dirigían 'á. la; meseta de Rív©? li por la calzadaque pasa á Jftcanola. Napoleón juzgó desde entonces, que una vez dueño, de la meseta podía opctaei$e á esta. union ,: y convertir ¡á su: fa vor todag las contingencias, d# la iniciativa:. hizo', pues, poner las tropa» ¡en marphá , y á las dos de la mañana ocupaba ya esta importante posicion. Apo derado del punto de reqnionde las columnas austríacas, corres pondió la fortuna á sus buenas

disposiciones ; rechazó todos los atá'ques'del enemigo , hizo siete mil prisioneros* y cogió doée piezas dtf' artHféría'i y muchas banderas: •'J>t'.> •'. 'iM'.f '.''V ■ ^ Eran 1¿> dos de 1*tarde? y.e»taba ya gaíiácta la batalla de Rí voh,ouandtj*upo Napoleón que él general Proveía feabia pasado t4 Adige ehABghiari^y se diri gía hacia Mantua ; abandona á Sus' iugar-tenienVes eí cuidado de seguif el alcance á la» tropas de' MtfM en sti' retirada , y se pone él mismo á la Cabeza de üfla.division' para ¡venir' á frus trar los proyectos de Provera. Por medio de üna'Wiírcha rápi da ,' logra otra vez tomar la ini ciativa con ventaja, é impedir que la guarnicion de Mantua se reuna con el ejército de socor ro; ademas de esto, el cuerpo

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encargado del bloqueo , ufano y gozoso de pelear á la vista del vencedor de Rívoli, forzó á la guarnicion á volver á entrar en la plaza, al paso que la division de Victor, olvidando las fatigas de una marcha forzada , atacó con ímpetu el frente del ejér cito de socorro , mientras algu nas tropas que salieron de las líneas de San Jorge 'la acosaban por el flanco, y el cuerpo de Augereau , que habia seguido Ja marcba del general austríaco , la atacaba por la espalda. Cer? eado Provera por todas partes, tuvo que capitular; Estas; dos batallas costaron al Austria tres mil hombres entre muertos y heridos, veinte y dos mil pri sioneros , cuarenta y seis piezas de artillería, y veinte y cuatro banderas. . . •» .' i.,. > 6

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§. XII. Pág. 15. Un ejército no debe tener mas que una: línea de operaciones ; es menester conservarla con empeño, y no abandonar la sino cuando obliguen á ello circunstan cias de marca. ...............

Es necesario, dice Montecueulli , que la línea de comunica cion de un ejército esté segura y bien establecida; porque todo ejército que se aleja de su linea de operaciones , y que no tiene cuidado de mantener abierta y asegurada esta vía de correspon dencia, camina por el borde de un precipicio y busca su ruina, como lo acredita la esperiencia con infinitos ejemplos. En efec to, si el camino por donde lle gan los víveres y los socorros de hombres y municiones no está bien asegurado; si los al

iI:'-../'> . ' •> í . \ • '. \ Pág. 16. Las distancias diax pnlre los Cuerpos de den dé Tas localidades , de cia* y ck.1 objeto' en que se

que deíien me. ejército depen las circunstan pone la mira.

r:Caiándo u» i ejército marcha distante del enemigo;, se pueden disponer sus ! columnas en las calzadas, de manera que no se desatienda la artillería ni los bagages; mas si marcha para com batir, es menester que los dife rentes cuerpos se formen en co-

>'i a 4 lumna cerrada en el orden de batalla; los generales deben ademas ; ouüdar que las cabezas de' tas oolurrinas: que deben ata car reunidas1 no: se adelanten unas á ofrasy y que al acercar se al campo¡ de batalla establez can entre sí las distancias nece sarias para desplegarse. Las mar chas que se hacen para ir á com batir , decia Federico , exigen mucha precaucion 5 asi es que encargaba mucho á sus genera les que estuviesen ,m'uy preca vidos, y que reconociesen el terrenoi de distancia en distan cia, á fin de tomar. la ¡iniciativa para apoderarse de las 'posicio nes que pueden favorecer un ataque. . • ::f^¡ Es opinion de muchos- gene rales , que en una retirada con viene reconcentrar sus fuerzas

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y marchar en columna cerraca, sí aquellas son todavía bastantes pata volver á tomar la ofen siva ; pues por ¡este medio se puede facilmente* formaren tai talla cuando se halla u^a po sicion favorable, ya para dete., ner al enemigo cuando se espe ra auxilio, ya para atacarle si n© está en estado de, entrar :en concíbate. Tal fue la retirada de Moreau despues que el ejercito austro-ruso pasó el Adtla. El ge neral frances, despues de haber cubiertola evacuacion dé Milan, .vino á' tomar posicion entre 'el Po y el Tanaro.j su campo, que se apoyaba en Alejandría y en Valencia , dos plazas escelentes, tenia.la ventaja de cubrir los caniinos de Turin y de Savouna, por donde podía. efecfuari'isü. retirada , en caso que no logra

ts6 sel juntarse con el cuerpo de Macdonald,. quien había recibi do orden .de salir del reino de Jíápoles y apresurar su. marcha para ^cdveriálToscana. Forzado Morecbírá^ábahdonar esta: posi cion, a consecuencia de Ja in surreccion del Piamonte y la Toscana , se retiró sobre Asti, donde supo. que su comunica cion con la ribera.de Genova acababa de ser cortada con la toma de Ceva. Despues de ha ber hecho inútiles esfuerzos pa ra recobrar esta plaza, vio. que no podía salvarse sino metién dose en las montañas: para con seguirlo i, hizo marchar hacia Francia por la garganta de Fenestrellé todos los bagages y la artillería' gtfuesai: en seguida, abriéndose >paso por el monte •de: San Bernardo, llegó, á Laano

i27

con la artillería de campaña y el poco tren que había conser vado. Con esta sabia marcha conservó su comunicacion con la Francia, hallándose en dis posicion de observar los movi mientos del ejército de Ñapo les , á fin de facilitar la union, dirigiéndose á los puntos nece sarios con todas sus fuerzas reu nidas. Macdonald, que no podía esperar el buen éxito de su mar cha sino reconcentrando su pe queño ejército , omitió sin em bargo esta precaucion , y lue derrotado en tres combates su cesivos al pasar el Trebia; de este modo, con la lentitud de su marcha hizo infructuosas las medidas de Moreau para reunir los dos ejércitos en las llanuras del Po ; y su retirada , despues de brillantes é inútiles esfuerzos

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en el paso del Trebia, hizo que se" frustrasen las disposiciones que Moreau había tomado para venir á socorrerle. La inaccion del ge neral Souvarou permitió al fin al generalfrances efectuarsu union con las reliquias del ejército de Ñapoles. Reconcentrado el ejér cito frances en el Apenino , to davía se puso en situacion de defender las posiciones impor tantes de la Liguria , hasta el momento en que las vicisitudes de la guerra le abriesen camino para convertirla en ofensiva. Cuando un ejército t de resul tas de una batalla decisiva , ha perdido su artillería y sus tre nes, y por consiguiente no está ya en estado de acometer, ni aun de poder detener al enemi go qué le persigue, parece que entonces es mas ventajoso divi-

Una buena campaña de evo luciones fue la que hizo el ma riscal de Turena contra el conde de Montecuculli en 1675. Como el ejército imperial hubiese to mado sus disposiciones para pa sar el fihin por Estrasburgo, dióse prisa Turena, y habiendo echado un puente sobre el mismo rio cerca de la aldea de Ottenheirn , tres leguas mas arriba de Estrasburgo , pasó el Ilhin, y vino á acampar con su ejército cerca de la pequeña ciudad de Vilstet, de que se apoderó. Esta posicion cubría el puente de Es trasburgo, de suerte que con esta evolucion cortó Turena á su adversario el paso de esta ciudad. Habiendo hecho Mon tecuculli un movimiento con todo su ejército, manifestó que rer amenazar el puente de Ot

i38 tenheim , por el cual traia el ejército frances sus víveres de la alta Alsacia. Al punto que Turena hubo adivinado la inten cion del enemigo, dejó un des tacamento en Vilstet, y se diri gió rápidamente con todas sus fuerzas sobre la aldea de Althenheim. Esta posicion intermedia entre los dos puentes que que ría guardar, le daba la facilidad de socorrer al uno y al otro de estos dos puestos antes que el enemigo tuviese tiempo para forzarlos. Con esta maniobra frustró los proyectos de su ad versario. Convencido Montecuculli de que no podia hacer nin guna tentativa feliz contra los dos puentes , resolvió pasar el Rhin mas abajo de Estrasburgo, y para conseguirlo volvió á to mar su primera posicion en Of

i3g fenburgo. El mariscal de Turcna, que seguía todos los movi mientos del ejército austríaco, volvió tambien el suyo al cam po de "Vilstet. Entretanto, como esta tentativa del enemigo hu biese hecho conocer al general frances el peligro á que se ha bía espuesto por haherse aleja do de su puente , le obligó á acercarse al de Estrasburgo, á fin de no tener que cubrir un espacio tan grande. Montecuculli, que había perHA7 un tren de puente á los magia /-ados de Estrasburgo, pasó á Scherzheim' para recibirle; mas Turená dejó otra vez burlados sus intentos, tomando posicion en Freistett, ocupando las islas del Rhin, y haciendo en seguida construir una estacada. Finalmente, en toda esta campaña obligó Tu-

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rena al enemigo á seguir su ini ciativa: logró tambien por me dio de una marcha rápida, cor tar á Montecuculli la •comunica cion con la ciudad de Offenburgo , de donde traia sus basti mentos; y hubiera conseguido impedir la union del general austríaco con el cuerpo óe Caprara, si una bala de cañon no hubiese terminado la vida de este grande hombre. ... -: . .í v gi ¡yVIIL> ."•{> ..' '.j'l ir' 'fori..''. i\Ol~ .'r¡:.n .. '.¡ Pág. t?. Si «n general ordinaírtfl qr.í ocupa una jnala posicion se ve sorpren dido por un ejército superior, no tratara de salvarse por otro camino que el de una retirada; pero un .gran capitan librará si» salvacion en su osadía , y marchará deno dado al encuentro 'del enemigo. . ;i. ,>'.' I.'.. i .¡r'.> (;'..'. .l;¡ .» íl.i . . . .¡.>j.I,

En 1 653 fue sorprendido el mariscal de Tureua por el prin

«¿I eipe tle Conde en una posicion en que su ejército se hallaba comprometido: podía retirándo se cubrirse con el Poma, que tenia la facilidad de pasar en Perona, de que no distaba sino rnedia Jegua; pero temiendo el mariscal que este movimiento de retirada tuviese una influen cia funesta sobre la parte mo ral de su ejército, prefirió librar su salvacion en la osadía, y raarchó al encuentro de los ene migos con fuerzas muy inferio res. Despues de una legua de marcha halló una posicion ven tajosa , donde se puso en dispo sicion de esperar el combate: eran las tres de la tarde: los es pañoles fatigados no se resolvie ron á atacar; y corno por la nocke se hubiese cubierto Turena oou atrincheramientos , creye

i4** ron los enemigos que no debían ya correr los riesgos de una ba talla, y levantaron el campo. §. XIX. Pág. 20. Una de las operaciones mas delicadas de la guerra es el tránsito dela defensiva á la ofensiva. . .

.

El que quiera penetrarse de lo mucho que puede el genio y la audacia para hacer pasar á un ejército de la guerra defen siva á la ofensiva, debe estudiar la primera campaña de Napo leon en Italia. El ejército de los aliados, mandado por el gene ral Beaulieu, tenia cuanto podía hacerle formidable : su fuerza era de cuarenta mil hombres, con doscientas piezas de arti llería, mientras el ejército fran ces apenas tenia treinta mil

i 43 nombres , y no llevaba consigo sino treinta cañones á lo mas. Hacia mucho tiempo que no se daba al soldado racion de carne, y aun la de pan no era segura: la infantería estaba mal vestida: la caballería mal montada y en el estado mas lastimoso: todos los caballos de tiro habian pe recido de miseria, de manera que el servicio de la artillería no se hacia ya sino con machos; finalmente, hubieran sido nece sarios grandes medios pecunia* rios para remediar tantos males, y la penuria del erario era tal que el 'gobierno no pudo dar mas que doa rail luises en metá lico para abrir la campaña. No podia, pues, el ejército frances vivir mas tiempo en el pais en que se hallaba, y era necesario avanzar ó retroceder. Gonocien

1 44 do Napoleon la ventaja de sor prender al enemigo al princi pio de la campaña con algun golpe decisivo , trató primero de dar mejor temple á la parte moral del soldado: en una enér gica alocucion á sus tropas, les hace ver que una muerte oscu ra las amenaza si permanecen sobre la defensiva : que de la Francia nada tienen que espe rar, pero de la victoria todo. La abundancia , les dice, está en" las fértiles llanuras de la Italia: soldados, ¿ osfaltará va lor ó constancia? Aprovechán dose del momento de entusias mo que acaba de inspirar á sus tropas , reconcentra sus fuerzas para echarse con todas sobre los diferentes cuerpos del ejér cito enemigo. Como luego des pues las batallas de Montenotte,

i45 Millesimo y Moadovi hubiesen aumentado ;k confianza que el general en gefe habia infundido al soldado, fue tan asombrosa la mudanza en las disposiciones morales de este, que un ejér cito, que popos d.ias antes acam pado sobre áridos peñascos se veia aniquilado diaria' y visible mente por la miseria, estendia ahora sus miras ambiciosas á la conquista de toda la Italia. , Un mes despues de Ja apertura de la campaña habia terminado Napoleon la guerra con el rey de Cerdeña, y conquistado todo el Milanés. Ricos acantonamien tos hicieron luego que el solda do frances olvidase la miseria y las fatigas, consecuencias na turales de esta marcha rápida; al paso que una administracion vigilante empleaba todos los re-

7

i 46 cursos del páis para organizar el material del ejército, y pro porcionar los medios necesarios para que volviese á coger nue vos laureles.

§. XX. . • ••.■ver .', ....

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Vig. 21. No se debe abandonar su línea de operaciones ; pero el saber mudarla, cuando las circunstancias lo autorizan. , es una de las maniobras mas difíciles del arte de la guerra

Federico ha mudado algunas veces su línea de operaciones en medio de una campaña; pero tenia la facilidad de hacerlo, pues maniobraba entonces en el centro de la Alemania , país abundante , en que podía hallar donde quiera con que remediar las necesidades de su ejército, en el caso en que le cortasen

1 47 sus comunicaciones con la Prusia. £1 mariscal de Turena, en la campaña de 1646, abandonó tambien enteramente su línea de comunicacion á los aliados; pero hacia entonces , lo mismo que Federico , la guerra en el centro de la Alemania ; marcha ba con todas sus fuerzas reuni das, y ademas, habiendo toma do. á Rain., aseguró una plaza de depósito que podia servir de base á sus operaciones. Con ma niobras ingeniosas y atrevidas forzó en seguida al ejército im perial á abandonarle sus alma cenes, y á volver á entrar en el territorio austriaco para to mar cuarteles de invierno. Me parece con todo eso que semejantes ejemplos no son para imitados sino cuando se conoce bien el grado de capacidad de

-i48 su adversario , y sobre todo cuando no hay que temer una insurreccion en el pais donde se establece el teatro de la guerra.

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Pag. 2 1. Cuando un ejército lleva ea pos de sí todo el tren necesario para si tiar , y grandes convoyes de heridos y «rí fennos , debe tomar los caminos mas cor tos que sea posible para aproximarse cuan to antes á sus depósitos.*

Donde principalmente impor ta observar esta máxima, es en aquellos paises cuyas partes estan eortádas unas de otras por montañas ó por bosques y pan tanos ; porque detenidos á cada paso los trenes y convoyes en los desfiladeros, puede el enemi go , maniobrando con destreza, dispersar facilmente las escol tas , ó atacar con seguridad de

Buen éxito al ejército entero, cuando por la naturaleza del terreno se ve obligado á mar char en una columna de mu cha estension. >.:.¡. ' . '.•.. ..».;..:• , §. XXIX. Pág. 26. Es una regla general que cuan do se quiere dar una batalla se deben reu nir todas las fuerzas sin despreciar nin guna : de un batallón pende á veces él éxito de una jornada. ' ¡. ".('..

Creo no será inútil observar que la prudencia aconseja se ñalar detras de la línea de re serva el punto en que los diver sos destacamentos deben jun tarse á la masa del ejéreito, por que si por causas imprevistas no pudiesen reunirse antes de

i 66 empezarse la batalla, no con viene esponerlos á tropezar con el grueso de las fuerzas ene migas , en el caso en que hu biese precision de hacer un mo vimiento retrógrado. Es bueno tambien hacer de modo que el enemigo no tenga noticia de es tos refuerzos, á fin de servirse de ellos para darle golpes decisi vos. Un socorro que llega á tiem po , decia Federico , asegura el buen éxito de una batalla, por que el enemigo lo creerá siem pre mas fuerte que es, y por esta razon se desalentará. §. XXX. Pág. 27. No hay temeridad mayor ni mai contraria á los principios de la guerra que la de hacer una marcha de flanco por delante de un ejército que tiene sus reales bien asentados , sobre todo cuando este

167 ejército ocupa alturas , al pie de las cua les hay que desfilar.

Por haber echado en olvido esta máxima, perdió Federico la batalla de Kollin en la prime ra campaña de 1757. Los pru sianos , como quiera que hu biesen hecho prodigios de valor, perdieron con todo quince mil hombres y una gran parte de su artillería , al paso que la pér dida de ios austríacos no pasó de cinco mil hombres. El resul tado de esta batalla fue todavia mas desgraciado , puesto que el rey de Prusia se vio obligado á levantar el sitio de Praga y á evacuar la Bohemia. • Tambien perdieron los fran ceses la vergonzosa batalla de Rosbach , por haber hecho una marcha de flanco en presencia

'

i68 del ejército prusiano. Esta mar cha imprudente era tanto mas reprensible cuanto el príncipe de Subisa , que mandaba el ejer cito írances, habia llevado la negligencia hasta el punto de maniobrar en presencia del ene migo, sin tener ni vanguardia ni flanqueadores ; asi es que su ejército, cuya fuerza era de cin cuenta mil hombres, fue desba ratado por seis batallones y treinta escuadrones. Perdió sie te mil hombres, veinte y siete banderas y gran número de pie zas de artillería: los prusianos no perdieron entre muertos y heridos sino trescientos hom bres. Asi que, por haber olvi dado este principio, que no se debe nunca hacer marchas de flanco delante de un ejército formado en batalla, perdió Fe

i69 derico en Rollin su ejército , y Subisa en Rosbach su ejército y &U honor.

•Vig. 27. Cuando un general proyecte dar una gran batalla , haga de manera que todas las probabilidades , todas las con tingencias esten á su favor y le prometan la victoria, especialmente si tiene que ha berlas con un gran capitan , porque ¡ des» dichado de él si es derrotado , aunque se halle en medio de sus almacenes, cerca de sus plazas fuertes!

Se debe hacer la guerra sin dejar nada á la ventura, ha di cho el mariscal de Sajonia , y en esto principalmente se re-. conoce la habilidad de un ge neral; mas cuando ya se ha da do una batalla, es menester sa ber sacar partido de la victoria, y sobre todo no contentarse-coi» haber ganado el campo de ba talla , segun es antigua usanza. 8

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Por esta negligencia en llevar al cabo el primer triunfo conse guido, se vio forzado el ejército austríaco , despues de haber ga nado el campó de batalla de Marengo, á evacuar al día siguien te toda la Italia. El genera] Melas, viendo á los franceses en retirada , dejó la direccion de los movimientos del ejército a su gefe de estado mayor, y se retiró á Alejandría para descan sar de las fatigas de la jornada. El coronel Zach, no menos con vencido que su general de que ya no había ejército frances sino soldados huidos ,y que nada res taba que hacer sino seguirles el alcance, formó ias divisiones en columna de marcha, de manera que el ejército imperial espera ba la orden de proseguir su marcha victoriosa en una dis-

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posicion que no tenia menos de una legua de fondo. Eran ya cer ca de las cuatro cuando el ge neral Desaix se juntó al ejército frances con su division : su lle gada restableció algun tanto el equilibrio de las fuerzas ; sin embargo, Napoleon estuvo per plejo un momento sobre si se resolvería á tomar otra ye z la actitud ofensiva, ó bien á utili zar este cuerpo para asegurar su retirada. El ardor que mostra ban las tropas de volver á la car ga, disipó luego su irresolucion: recorreél mismo rápidamente el frente de sus divisiones , y diri giéndose á los soldados, les dice: Es bastante retrocederpara hoy: sabeis que siempre hago noche en el campo de batalla. Respon de el ejército con un grito uná nime, que le parece á Napoleon

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un presagio de la victoria. Vuel ve este á tomar la actitud ofen siva; y la vanguardia austríaca, sobrecogida y amedrentada al ver una masa formidable que desemboca de improviso por un punto, donde muy poco antes no se descubrían sino fugitivos, da la vuelta y se echa en desor den sobre el grueso de la co lumna : bien pronto se vio el ejército austríaco atacado impe tuosamente por el frente y por los flancos , y puesto en com pleta derrota. En la campaña de 1 760 esperimentó el mariscal Daun en la batalla de Torgau casi la misma suerte que Melas. La posicion del ejército austríaco era escelente: tenia su izquierda en Tor gau , su derecha en la meseta de Siptitz , y su frente cubierto

I73 por un grande estanque. Fede rico formó el proyecto de flanq\iear la derecha para atacarla por la espalda ; y para conseguir.» lo dividió su ejército en dos cuerpos; el uno, á las órdenes de Ziethen, para atacar de fren te siguiendo las Orillas del estanque; y el otro, á cuya cabe za marcho el mismo., para flan quear ia derecha de los austría cos. Mas como el mariscal Daun hubiese tenido noticia de las maniobras de su adversario, mu dó de frente por medio de una contramarcha , y se halló asi en situacion de rechazar los ata ques de Federico, á quien for zó á retirarse. Estos dos cuerpos del ejército prusiano habían obrado sin comunicacion ; sin embargo, el general Ziethen, por el ruido que se iba alejando,

*?4 infirió que el rey había sido ar rollado , y empezó un movimien to por su izquierda para tratar de unirse á él. Mas habiendo tropezado cinco batallones de la reserva, aprovechóse el ge neral prusiano de este refuerzo para volver á ponerse sobre el pie de guerra ofensiva : renueva, pues, el ataque vigorosamente, apodérase de la meseta de Siptitz, y poco despues ocupa todo el campo de batalla. Se había ya puesto el sol cuando el rey de Prusia recibió la noticia de este feliz acontecimiento: dio la vuel ta á toda prisa , aprovechóse de la noche para reorganizar las re liquias de su ejército, y al dia siguiente de la batalla se apode ró de Torgau. Estaba el maris cal Daun recibiendo enhora buenas por su victoria, cuando

175 supo que el ejército prusiano faabia vuelto la cara con vigor y felicidad á los que acababan de forzarle á la retirada: ordenó al punto la suya, y al despuntar el día repasaron los austríacos él Elba , habiendo perdido doce mil hombres , ocho mil prisio neros y Cuarenta y cinco piezas de artillería. . .'•..... ! Despues de la batalla de Marengo , el general Melas , sin embargo de hallarse efl medio de sus almacenes y de sus plá.zas fuertes, se \ió forzado á abandonarlo todo para salvarlos restos de su ejército. El general Mack capituló despues de la ba talla de Ulm , como quiera que estuviese entonces en el centro de su pais. Los prusianos , des pues de la batalla de Jena , á pesar de sus almacenes y reser

i76 vas, y los franceses despues de la de Waterloo se vieron forza dos á rendir las armas. De don de se puede deducir que des pues de haber perdido una ba talla, el mayor mal no es la pér dida de los hombres y del mate rial, sino el desaliento , que es la consecuencia inevitable de una derrota. Como el valor y la confianza recrezcan en el ven cedor á proporcion que dismi nuyen en el vencido, es indis pensable que, cualesquiera que sean los recursos de un ejérci to, se convierta una retirada en derrota, si el general en gefe no reune el genio á la audacia, la firmeza á la perseverancia pa ra: volver á entonar la parte mo ral de su ejército. 1 ..•r•;.

' '77 §. XXXIL Pág. ¿i. El deber de una vanguardia no consiste en avanzar ó retroceder , sino en maniobrar. Debe estar compuesta de caba llería ligera , sostenida por una reserva de caballería de linea y de batallones de in fantería con sus baterías para sostenerlos.

Federico era de opinion que una vanguardia debe compo nerse de destacamentos de tro pa de cada arma: es menester que el que la mande sepa elegir con inteligencia sus campamen tos , y que por medio de nume rosas patrullas tenga por mo mentos noticia de lo que pasa en el real enemigo. El deber de una vanguardia, durante la guer ra, no es combatir, sino obser var al enemigo á fin de cubrir los movimientos del ejército. En las retiradas debe cargar con vi 8*

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gor ,y procurar envolverlos bagages y los cuerpos aislados que persigue: para llenar este objeto conviene reforzarla con todos los escuadrones disponibles de caballería ligera. §. XXXIII. Pág. 29. Es contrario á los usos de U guerra el introducir los parques y la arti llería gruesa en un desfiladero, sin haberse de antemano apoderado del estremo opues to: en caso de retirada embarazarán , y so perderán.

liada es mas engorroso para la marcha de un ejército que el llevar muchos bagages. En la campaña de 1796 abandonó Napoleon su tren de sitio al pie de ios muros de Mantua , des pues de haber clavado las pie zas de artillería y roto las cure ñas: con este sacrificio adquirió

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la facilidad de hacer maniobrar rápidamente su pequeño ejérci to, á fin de tener ea todas par tes la iniciativa y la superiori dad sobre las fuerzas numero sas, pero divididas, del maris cal Wurmser. El general More&tf;en su retirada á Italia en i 799, precisado á maniobrar por las montañas , prefirió separarse de todo su parque de reserva, que dirigió á Francia por lia gargan ta de Fenestrelle, antes que em barazar su marcha llevando con sigo los trenes. Semejantes ejem plos son de imitar; porque si por la rapidez de las marchas y la facilidad de reconcentrar sus fuerzas en los puntos decisivos se consiguela victoria, el mate* rial de un ejército se repone bien pronto; pero al contrario, si uno es vencido y forzado á

1 8o retirarse, con dificultad podrá salvar sus trenes, y se debe fe licitar el que ha tenido la pru dencia de abandonarlos á tiem po, pues que no hubieran ser vido sino para aumentarlos tro feos del enemigo. . " í »V) í.Ü'.j! ' ' ; '...'.'u ;.r¡ ..;.. •:§. XXXIV. Pag. 29. Es un principio que no se debe olvidar , el que entre los diferentes enerpos que forman la línea de batalla no se dejen intervalos por donde el enemigo pue da penetrar, á rió.ser eri el casó que se trate de nacerle caer en algun fazo. "

En la campaña de 1757 el príncipe de Lorena , que cubría á Praga con el ejército austría co , echó de ver que los prusia nos trataban de dar mas osten sion á su frente, de manera que sobresaliese á su ala derecha, con el objeto de envolverle por

i8i el flanco y por la espalda: orde nó al punto que la infantería de esta ala hiciese un cuarto de conversion hacia atras, de ma nera que pudiese formarse en escuadra ó ángulo recto á la estremidad del centro. Mas esta marcha, ejecutada en presencia del enemigo, no estuvo exenta de algunos desórdenes; las ca bezas de columnas, que habian marchado con demasiada rapi dez, se prolongaron mucho , y habiéndose formado en segui da por la derecha, dejaron un grande intervalo cerca del án gulo saliente. Habiendo Fede rico advertido este yerro, dióse prisa á sacar partido de él: or denó al cuerpo del centro, man dado por el duque de Bevern, que se introdujese en este vacio, y esta maniobra fue decisiva pa-

1 8a »a el éxito de la batalla. El prín cipe de Lorena , derrotado y perseguido, se retiró á Praga con pérdida de diez y seis mil hom bres y doscientas piezas de ar tillería. ; i. Se debe notar sin embargo que no conviene introducirse en los intervalos que presenta un ejército en batalla , sino cuan do se tiene á lo menos una fuer za igual á la del enemigo , y se puede hacer sobresalir el frente al de uno de sus flancos, por que solo entonces se puede es perar cortar el ejército por su centro para atacar separadamen te sus dos alas. Mas cuando nues tro número es inferior , nos esf)onemos á ser contenidos por as reservas y destruidos por las alas del enemigo, que puede entonces desplegarse sobre nues

r83 tros flancos para envolvernos. Por medio de esta evolucion ganó el mariscal de Berwick la batalla de Almansa en la cam paña de 1 707 en España. El ejereito anglo-portugues, á las ór denes demilordGulloweg, vino á sitiar á ViJIena; pero el ma riscal de Berwick , que manda ba el ejército frances y español, dejó su campo de Montealegre, y se dirigió á aquel pueblo para hacer levantar el sitio. Al apro ximarse Berwick, el general in gles que deseaba dar la batalla, salió á recibirle en las llanuras de Almansa. El éxito estuvo mu cho tiempo indeciso ; mas como la primera línea del cuerpo man dado por el duque de Popoli hu biese sido rota, el caballero de Asfeld , que mandaba la segun da , dispuso sus masas de ma

i8/4 pera que formasen intervalos entre sí; y cuando los ingleses que seguian el alcance á la pri mera línea llegaron á sus reser vas, se aprovechó de la confu sion en que se hallaban para ata carlos por el flaneo, y los des hizo enteramente. El mariscal de Berwick , viendo el feliz re sultado de esta maniobra , abre el frente de su línea de batalla, y desplegándose sobre los flan cos del enemigo, ai mismo tiem po que las reservas sostenían el ataque sobre el frtnte y la ca ballería maniobraba á la espal da , consiguió el triunfo mas completo. Milord Galloway, he rido y perseguido, á duras pe nas pudo reunir las reliquias de su ejército, y las hizo entrar en la plaza de Tortosa.

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Pág. 30. Los campos de un mismo ejér cito deben siempre estar situados de mane ra que puedan sostenerse mutuamente.

En la batalla dfe Dresder, en la campaña de i8i3, el campo delos aliados á la orilla izquier da del Elba era enteramente de fectuoso, aunque colocado en alturas dominantes, pues que se hallaba cortado por una que brada muy escarpada; de suer te que el ala izquierda se halla ba enteramente aislada respecto al centro y á la derecha. Esta .viciosa disposicion no se ocultó al ojo penetrante de Napoleon, que dirige al punto toda su ca ballería y dos cuerpos de infan tería sobre la izquierda del ene migo , la ataca con fuerzas su

1 86 periores, la desbarata y le hace diez mil prisioneros , sin que pueda ser socorrida. „ §4 XXXVI. Pag. 30. Coando el ejército enemigo se halla cubierto por mi rio sobre el cual tiene muchas cabezas de puente , es me nester guardarse de atacarle de frente: esta disposicion diseminaría nuestro ejército y nos espondria á ser cortados •

i. . .

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Si se ocupa una ciudad ó una aldea en la ribera opuesta á Ja eñ que está el enemigo , es ven tajoso elegir este sitio para pun to de paso , porque es mas facil cubrir el parque de reserva, los trenes del ejército, y ocultar los trabajos del puente en una ciu dad que en campo raso. Es tam bien una gran ventaja efectuar el paso de un rio en frente de una aldea cuando está débil

1 87 mente guarnecida por el ene migo , porque al punto que la vanguardia ha desembocado en la otra ribera puede forzar este puesto, colocarse en él , y por medio de algunas obras defen sivas convertirle prestamente en cabeza de puente : por este medio se asegura al resto del ejército la facilidad de efectuar el paso. §. XXXVII. Pág. 31. En el momento «n que somos dueños de una posicion que domina ldf ribe ra opuesta, adquirimos muchos medios de facilitar el paso de un rio , sobre todo si esta posicion tiene bastante estension pura colocar en ella un gran numero de piezas de artillería.. . . . . ~ ~- .' í .-J'iuU i"."J- .•".

Federico ha dicho que el pasl& de los grandes rioa en presen cia del enemigo es una de las operaciones mas delicadas de

i88 la guerra. El buen éxito en tal caso estriba en el secreto, en la rapidez de las evoluciones y en la puntual ejecucion de las órdenes dadas para. los movi mientos de cada division ; pues para superar este obstácu/o en presencia del enemigo y sin su noticia, no solo es necesario que las disposiciones esten bien tomadas, sino tambien que sean ejecutadas sin confusion. Pág. 33. Cuando un rio tiene menos de sesenta toesas, y el ejército que quiere pasarlo es dueño de una posicion que do mina sobre la ribera opuesta , las tropai que se envian á la otra banda , estando bajo la proteccion de la artillería , se ha llan. con tantas. ventajas, que si el rio forma un peqneño recodo es imposible para el enemigo el impedir la construccion del

fáJmy/.owsíKiíji^.

...

En la campaña de i^o5 en Italia, queriendo el príncipe Eu

i89 genio de Saboya ir á socorrer al príncipe de Piemonte, bus caba un punto favorable para forzar el paso del Adda, guar dado por el ejército frances al mando del duque de Vendoma. El príncipe Eugenio, despues de haber elegido una posicion ventajosa, hizo plantar una ba tería de veinte cañones en una posicion que dominaba la ri bera opuesta, y por medio de atrincheramientos paralelos que hizo levantar en la pendiente de esta eminencia , puso su infan tería á cubierto del fuego del enemigo. Se trabajaba con ar dor en la construccion del puen te cuando se presentó el duque de Vendoma con todo su ejér cito; quiso en el primer pronto oponerse á los trabajos del puen te ; mas , despues de haber exa

igo minado la posicion del príncipe Eugenio, lo tuvo por imposible: por esta razon colocó su ejér cito fuera del alcance de las ba terías de este general, apoyan do sus dos alas en el rio, de ma nera que formaban un arco, cu ya cuerda era el Adda. El maris cal, que habia cubierto su po sicion con atrincheramientos y con troncos y ramas, podía car gar las columnas segun fuesen saliendo del puente, y derrotar las asi sucesivamente. Eugenio, reconocida la posicion de los franceses, tuvo el paso por im posible , y por la noche levantó el campo, despues de haber he cho retirar el puente. Con una maniobra semejante, en la campaña de i809, forzó el archiduque Carlos al ejército frances á volver á entrar en la

*9' isla de Lobau, despues de ha ber desembocado en la orilla izquierda del Danubio. La mar cha del archiduque era entera mente concéntrica; amenazaba atacar á Gros-Aspern por su de recha, á Esling por su centro, y á Enzersdorí por su izquierda: su ejército, que tenia sus dos alas apoyadas en el Danubio, formaba una semicircunferen cia en derredor de Esling. Na poleon hizo atacar el centro de la línea de batalla de los aus tríacos , y le rompió ; pero des pues de haber forzado la prime ra línea, se vio rechazado por las reservas. Los puentes sobre el Danubio acababan de ser ar ruinados ; muchos cuerpos y los parques de artillería estaban aun sobre la orilla derecha, y este contratiempo, unido á la

*9* posicion ventajosa del ejército austríaco, impelió á Napoleon á ordenar la retirada sobre la isla de Lobau: esta isla, en que hacia construir muchas obras de campaña, presentaba todas las ventajas de un escelente campo atrincherado• §. XXXVIII. - Pág. 3í. Es difícil impedir él paso de un rio á un enemigo que tiene tren de puente. Cuando el ejército que se pone al paso tiene por objeto el cubrir un sitio , al punto que el general adquiere la certidum bre de que no puede impedirlo , debe to mar sus medidas para llegar antes que el enemigo á una posicion intermedia entre el rio que .defiende y la plaza que cubre.

Se puede aun añadir que esta posicion intermedia debe ser re conocida de antemano, y loque es mejor, atrincherada; porque el enemigo no podrá hacer un

movimiento ofensivo sobre el cuerpo destinado á los trabajos del sitio , sino cuando haya ar rollado este ejército de observa cion, el cual, defendido por su campo, puede esperar el mo mento fayorable para atacar por el flanco ó por la espalda. Este ejército , atrincherado asi, tiene ademas la ventaja de estar re concentrado , al paso que el ene migo tiene que hacer desta camentos, si quiere cubrir su puente y vigilar sobre los mo vimientos del ejército de ob servacion para atacar el sitio en sus líneas , sin esponerse ya á ser flanqueado ó atacado por la espalda , ya á ver su puente amenazado. .

§. XXXIX. Pág. 36. En la campaña de ÍS45 se vio

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»94 Turena arrinconado con su ejército al pie de I'ilipsburgo por un ejército enemigo muy numeroso: no halló puente sobre el Rhin ; pero se aprovechó del terreno que media entre el rio y la plaza para asentar en él su campo

£1 mariscal de Sajonia en la campaña de r645, despues de haber pasado el Moldaw para ir á atacar un destaraento de catorce mil hombres que ve nían á meterse en Praga > dejó rail hombres de infantería en las márgenes' del rio con orden de atrincherarse encuna altura que se hallaba en frente de la cabeza de puente. Con. esta pre caucion aseguraba >su retirada y la facilidad de repasar el puen te sin desorden, reuniendo su division entre esta altura atrin cherada y la cabeza de puente. No sabemos si los generales de los tiempos modernos han ig

. . J95 norado estos ejemplos, ó si han creído supérfluas estas precau ciones. §• XL. Pág. 37. Las plazas fuertes no son me nos útiles para la guerra defensiva que para la ofensiva. Verdad es que no pue den por sí solas detener un ejército; pero son uo escelente medio para retardar, em barazar, debilitaré inquietar aun enemigo vencedor. ¡i \ . :'•.

Los sucesos brillantes de las potencias aliadas en la campáña*de i8í4, han dado á muchos militares una idea falsa del va lor real de las plazas fuertes; Jjíis masas' formidables que atra vesaron el Hhin y los Alpes en esta época , permitieron dejar numerosos destacamentos que bloquearon las plazas fuertes que cubren las fronteras de la Francia, sin que el ejército que marchaba sobre la capital per-

r

i96 diese su superioridad numéri ca: asi es que este ejército pu do obrar sin temor de ver ame nazada su retirada. Mas en nin guna otra época de la historia de la guerra se han visto los ejércitos de todas las potencias de la Europa marchar combi nados y animados de un mismo deseo para obtener uu solo re sultado: el cordon de fortale zas que rodea la Francia no podia menos de hacer el papel pa sivo que ha hecho durante esta campaña. Me parece muy im prudente el creer que se pue de atravesar impunemente una frontera defendida por nume rosas plazas de guerra, y com batir dejándolas á la espalda., sin haberlas previamente sitiar do , ó á lo menos bloquedo con fuerzas suficientes.

. r97 §. XLT. Pág. 38. No hay mas que dos medios de asegurar el sitio de una plaza : el uno consiste en comenzar por deshacer el ejér cito enemigo que cubre la plaza , alejarle del campo de operaciones . y arrojar sus reliquias á la otra parte de algun obstáculo natural , ya sea de montañas, ó ya de un gran rio.

Cuando se sitia una plaza, dice Montecuculli, no se debe tratar de situarse en frente del punto mas débil de la plaza, sino en el mas favorable para esta blecer el campo y ejecutar los proyectos que se han formado. Esta es tambien la máxima del mariscal de Berwick: enviado en 1 706 á Niza para ponerla si tio, se determinó á atacar por el lado de Montalban , contra los consejos de Vauban , y aun con

io8 tra las órdenes del Rey : no te niendo á su disposicion sino un pequeño ejército , debió empe zar por asegurar su campamen to; lo cual consiguió constru yendo reductos en las alturas, de manera que quedase barrea do el espacio comprendido en tre el Var y el Paillon que apo yaban sus flancos. Por este me dio se puso á cubierto de una sorpresa, porque teniendo el duque de Saboyala facilidad de desembocar de improviso por la garganta de Tende, era ne cesario que el mariscal pudiese reunir sus fuerzas para salir rá pidamente al encuentro del ene migo y atacarle antes que hu biese tomado posicion : obran do de otra manera , la inferiori dad de sus fuerzas le hubiera obligado á levantar el sitio.

*99 Estando el mariscal de Sajo rna sitiando á Bruselas cen so los veinte y ocho mil hombres, contra una guarnicion de doce mil , recibió aviso de que el príncipe de Valdeck reunía sus acantonamientos para hacer le vantar el sitio. No teniendo bas tantes fuerzas para formar un ejército de observacion, vino el mariscal á reconocer un campo de batalla á orillas del riachuelo de Voluwe, y dio todas las dis posiciones necesarias para que su ejército se dirigiese alli rápi damente en caso que el enemi go se aproximase; de este mo do se ponia en disposicion de recibir al enemigo sin inter rumpir los trabajos del sitio.

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§. XLII. Pág. 41. Feuquiere ha dicho que no *e debe nunca esperar al enemigo en las lí neas de circunvalacion. Es un error

Durante el sitio de Mons en 1691, el príncipe de Orange reunió su ejército y avanzó has ta Nuestra Señora de Hall, mos trando intencion de socorrer la plaza. Luis XIV, que mandaba este sitio en persona, tuvo un consejo de guerra para delibe rar sobre lo que babria que ha cer en caso que el príncipe de Orange se aproximase: el ma riscal de Luxemburgo fue de parecer que se permaneciese en las líneas de circunvalacion, y este parecer fue adoptado por el consejo. El mariscal sentaba como principio, que cuando el

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ejército sitiador no es bastante fuerte para guardar todo el rue do de la circunvalacion, debe salir de las líneas para ir á com batir al enemigo ; pero cuando bay fuerza suficiente para acam par en dos líneas en derredor de la plaza , vale mas aprove charse de un buen atrinchera miento, tanto mas cuanto por este medio no se interrumpe el sitio. En 1 658 estaba el mariscal de Turena sitiando á Dunkerque, y tenia ya abierta trinchera, cuando el ejército español, alas órdenes de Don Juan de Conde y Hocquincourt, se presentó á la vista de aquella plaza , y to mó posicion junto á las Dunas á una legua de las líneas del si tiador. Turena tenia la superio ridad del número, y sin em9* .jt....

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Largo se decidió á salir de las líneas; pero este mariscal tenia tudas las ventajas sobre su ene migo , porque este carecia de artillería, y su superioridad en caballería le era inútil , pues el terreno no era favorable para esta arma; era, pues, de mucha importancia el derrotar el ejér cito español antes que tuviese tiempo para atrincherarse y re cibir su artillería. Todas las com binaciones del mariscal de Turena quedaron justificadas con la victoria que consiguieron los franceses en esta batalla. El mariscal de Berwick, al sitiar áFilipsburgo en i733, te nia que temer que el príncipe Eugenio de Saboya viniese á atacarle antes de concluir el si tio con todas las fuerzas del Im perio: despues de haber dispues

ao3 to las tropas destinadas al si lio, formó el mariscal con el resto de su ejército un cuerpo de observacion destinado á hacer frente al príncipe Eugenio , ya quisiese atacar el ejército en sus líneas, ya hacer una diversion sobre el Mosela ó sobre el alto Rhin. Habiéndose presentado el príncipe Eugenio á la vista del ejército sitiador, algunos oficia les generales no fueron de pa recer de esperar al enemigo en las líneas, sino de salirle al en cuentro y atacarle. Sin embar go , el mariscal de Berwick , que pensaba como el duque de Luxemburgo, que un ejército que puede defenderse por todas par tes con buenos atrincheramien tos no puede ser forzado , per sistió en mantenerse en sus lí neas. La esperiencia hizo ver

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que este era tambien el sentir del príncipe Eugenio, porque no osó atacar los atrinchera mientos, lo que no hubiera de jada de hacer si hubiese tenido la esperanza de forzarlos. §. XLIII. Pág. 41. Los que proscriben las línea» de circunvalacion , y todos los socorros que el arte del ingeniero puede ministrar, se privan sin motivo de una fuerza y de un medio auxiliar que nunca es perjudi cial , antes casi siempre útil , y frecuente mente indispensable

El que es inferior en núme ro, ha dicho el mariscal de Sa jorna, no resistirá detras de los atrincheramientos cuando el enemigo emplea todas sus fuer zas para romper por algunos puntos; el que es igual en fuer za, tampoco resistifá; el que es

ao5 superior no tiene necesidad de ellos: ¿á qué fin, pues, se ha de tomar el trabajo de hacerlos? Sin embargo , á pesar de esta opinion de que los atrinchera mientos son inútiles, el maris cal deSajoniaha hecho muchas veces uso de ellos. En i797, habiéndose presen tado los generales Provera y Hobenzollern para hacer levantar el sitio de Mantua, donde esta ba encerrado el mariscal Vurmser, se vieron detenidos por las líneas de contravalacion de San Jorge : este ligero obstáculo bas tó para dar á Napoleon el tiem po suficiente para llegar á Rívoli con el fin de frustrar la empresa de aquellos generales. Napoleon creia tambien que por haber despreciado la precau cion de atrincherarse por me

ao6 dio de líneas, hubo que levan tar el sitio en la campaña pre cedente. §. XLIV. .. ,. Pág. 43. Cuando las circunstancias no permiten dejar una guarnicion suficiente para defender una ciudad fortificada donde se podria tener un hospital y almacenes, se debe á lo menos hacer todos los esfuer zos posibles para poner la cindadela á cu bierto de un rebato ó de una sorpresa.

Ningun temor inspiran algu nos batallones desparramados en una ciudad; pero encerra dos en el recinto mas estrecho de una ciudadela imponen res peto. Asi que, me parece nece saria esta precaucion, no solo en las plazas de guerra , sino donde quiera que se han for mado almacenes y depósitos de heridos: á falta de ciudadela se

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debe elegir un barrio de la ciu dad que sea mas á propósito para la defensiva , y atrinche rarse en él de manera que se pueda poner la mayor resisten cia posible. §. XLV. Pág. 43. Una plaza fuerte no puede pro teger la guarnicion y detener al enemigo siuo durante un cierto tiempo: pasado esto, y destruidas las defensas de la plaza , la guarnicion tendrá que rendir las armas. Todos los pueblos civilizados han estado de acuerdo sobre este punto , y no ha ha bido nunca discusion sino sobre lo mas ó menos que debe defenderse un gobernador antes de capitular

Los franceses en 1705, si tiados en Haguenau por el con de de Thungen, no se veian en estado de sostener el asalto. No pudiendo el gobernador Pe»¡, que se babia distinguido con

ao8 una vigorosa defensa, tener es peranza de conseguir capitula cion sin rendirse prisionero de guerra, se resolvió á abrirse paso con las armas en la mano para salir de la plaza. A fin de asegurar el secreto de su em presa , engañar al enemigo, y conocer al mismo tiempo el ánimo de los oficiales subalter nos, reune Peri un consejo de guerra ,, en que anuncia que es tá determinado á morir en la brecha: en seguida, so pretesto del estremo en que se halla, ha ce á toda la guarnicion estar sobre las armas; y por la no che, despues de haber dejado solo algunos soldados para que tiroteasen desde la brecha , da orden á la guarnicion de po nerse en marcha, y sale de Haguenau silenciosamente. El mas

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feliz suceso coronó esta audaz resolucion , y Peri llegó á Sa-vern sin haber sufrido la menor pérdida. En los tiempos moder nos son dos gloriosas defensas, la del general Massena en Ge nova, y la de Palafox en Zara goza. Él primero sale con ar mas y equipages y todos los ho nores de la guerra; el segundo no se rinde sino despues de ha ber sepultado su guarnicion ba jo los escombros de la ciudad, que defiende de casa en casa, hasta que la hambre y la muerte hacen de absoluta necesidad el rendirse. Este sitio tan honroso para los franceses , como para los españoles, es uno de los mas memorables de la historia de la guerra: Palafox ha hecho ver, durante este sitio, todo lo que se puede esperar de la obstina

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cion y del valor para prolongar la defensa de vina plaza fuerte. La verdadera fuerza está en la voluntad : asi es que en mi sen tir , cuando se trata de nombrar un gobernador, se debe tener menos consideracion á sus ta lentos que á su caracter; por que sus partes mas esenciales son el valor, la perseverancia y el rendimiento patriótico; debe sobre todo estar dotado del ta lento de infundir entusiasmo y ardimiento , no solo á la guar nicion, sino tambien á toda la poblacion de la plaza; sin lo cual, por grande que sea el arte con que se bayan multiplicado las obras defensivas ¿ se verá la guarnicion reducida á Capitular despues de haber sufrido el pri mero, ó á lo mas el segundo asalto.

§. XLVI, Pág. 45. Las llaves de una plaza valen por lo menos tanto como la libertad de su guarnicion cuando está resuelta á no salir sino libre ; por lo cual es siempre mas -ven tajoso conceder una capitulacion honrosa á una guarnicion que ha Lecho una resis tencia vigorosa , que esponerse á los tran ces de un asalto.

El mariscal de Villars lia di cho que el gobernador de una plaza de guerra no debe nunca alegar como escusa de su capi tulacion que quiere conservar las tropas del Rey. Toda guarni ción que mostrare firmeza , no será prisionera de guerra; por que no hay general que , segu ro de entrar en una plaza por asalto, no quiera mas conceder una capitulacion que aventurar se á perder mil hombres para rendir gentes obstinadas.

§. XLVII. Pág. 45. La infantería , la caballería y la artillería no pueden pasar la una sin• la otra ; deben , pues, estar acantonadas de manera que puedan siempre socorrerse en caso de sorpresa

Un general , ha dicho Fede rico , debe poner toda su inten cion en asegurar la tranquili dad de sus acantonamientos, á fin de que el soldado, libre de toda inquietud , pueda descan sar de sus fatigas. Para conse guir este objeto, se debe cuidar que las tropas puedan rápida mente formarse en un terreno reconocido de antemano: que los generales esten con sus di visiones ó sus brigadas , y que el servicio se haga en todas par tes con exactitud.

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El mariscal de Sajonia es de opinion que no conviene apre surarse á salir de sus acanto namientos, sino esperar que el enemigo se haya aniquilado con marchas, á fin de echarse sobre él con tropas frescas, cuando las suyas estan ya fatigadas. Creo sin embargo que seria ar riesgado el considerar esta opi nión como una máxima, por que hay muchas circunstancias en que toda Ja .ventaja está en la iniciativa., sobre todo cuan do habiéndose visto el enemigo precisado á estender sus acan tonamientos por la escasez de víveres, se le puede atacar an tes que haya tenido tiempo de reconcentrar sus fuerzas.

ai4 §. XLVIII. Pág. 46. La formacion en batalla de la infantería ha de ser siempre en dos filas, porque el fusil no permite tirar sino en esta disposicion , y es cosa averiguada que el fuego de la tercera fila es muy imperfecto y aun perjudicial al de las dos primeras. . .

Me parece que si las circuns tancias exigen que una línea de infantería se forme en cuadro. la disposicion en dos filas será bien tenue para resistir al cho que dela caballería; por inútil que parezca la tercera fila para los fuegos de hilera , es sin em bargo necesaria para reempla zar los hombres que caigan ea la primera ó segunda fila; de lo contrario habrá que cerrar las hileras , y dejar entonces inter valos entre los pelotones, de que no dejará la caballería de

2l5 aprovecharse. Me parece tam bien que dispuesta la infantería en dos filas , las columnas se hallarán muy prolongadas cuan do se haga una marcha por el flanco. Detras de los atrinche ramientos, si se halla mas ven tajoso colocar la infantería en dos filas, es conveniente poner la tercera de reserva : para uti lizarla , se la enviará á reempla zar la primera cuando esta se halle fatigada, y cuando se em piece á notar que el fuego ca rece de vivacidad. No me tomo la libertad de hacer estas obser vaciones, sinorporque en .un librito apreciable, tuuladp De la infantería , se propone la dis posicion en dos filas como la mas ventajosa; verdad es que el autor lo prueba con una in finidad de escelentes razones ,

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pero insuficientes para satisfa cer las objeciones que se le podrían poner. §. XLIX. Pág. 46. El método dé interpolar pelo tones de infantería con la caballería es vi cioso , y no ofrece sino inconvenientes. La caballería pierde su movilidad: embara zada en todos sus movimientos se ve pri vada de su impulsion , r.^ :~.?»i » .

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Lo mismo siente el mariscal de Sajonia: la debilidad aneja á este orden basta por sí sola, dice este gefe, para intimidar á los pelotones de infantería, porque ¿Snocen que son perdi dos si la caballería es derrotada; por otra parte la caballería, que habia contado con el socorro de la infantería , y que apenas haga un movimiento algo pre-

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ci pitado la verá desaparecer, se llenará de turbacion y aturdi miento. El masiscal de Turena y los generales de su tiempo han dispuesto alguna vez sus tropas de esta manera^ pero me parece que esto no bastaba para empeñar á un autor moderno á presentarla como ventajosa en sus Consideraciones sobre el arle de la. guerra. Mucho tiempo há que este orden rio. está-ven uso , y desde la invencion de la artillería ligera juzgo que es hasr ta ridículo el proponerle* ii'. 'i , • •'''l« •¡í:ilv> / {.,„•»

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I'ág. 47. Las cargas de caballería son igualmente buenas en cualquiera tiempo que se den , ya sea al principio , al me dio ó al fin de la batalla ; deben darse todas las veces que es posible hacerlo so bre los flancos de la infantería, especia l-

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mente cuando esta se halla empeñada de frente.

El archiduque Carlos, ha blando de la caballería, reco mienda el dirigirla en masa al punto decisivo cuando ha llega do el momento de aprovechar se de ella, esto es, cuando pue de atacar con certeza de buen éxito. Como la caballería por la vivacidad de su paso puede obrar sobre toda la línea en un mismo dia, el general que la manda debe, en cuanto sea po sible, reuniría en grandes ma sas y evitar el dividirla en des tacamentos demasiado numero sos. Cuando la naturaleza del terreno permite emplear la ca ballería en todos los puntos de la línea, es entonces ventajoso el formarla en columna detras

aig de la infantería , en una posi cion desde donde pueda facil mente dirigirse a donde quiera 3ue el caso lo exija. Si la cabaería tiene que cubrir una po sicion , debe estar colocada bas tante desviada para. alcanzar en una carrera las tropas que vi niesen á atacar esta posicion. Si está destinada á cubrir el flan co de la infantería, debe tam bien por el mismo motivo estar colocada á cierta distancia. Sien do el efecto de la caballería pu ramente ofensivo, se debe te ner por regla el formarla á una distancia suficiente del punto en que debe empeñarse en la refriega, para que pueda tomar carrera y llegar con la mayor impulsion que sea posible. En cuanto á la reserva de caballe ría no debe ser empleada sino

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al fin de una batalla, ya para completar el triunfo , ya para proteger un movimiento de re tirada. Napoleon dice que en la batalla de Waterloo la caballe ría de la guardia que formaba su reserva , entró en la refriega. contra sus órdenes ; y se queja de haberse visto privado, desde las cinco de la tarde, de este auxilio, que bien empleado le había asegurado tantas veces la victoria. ' .: ' .§• LT. Pág. 48. A la caballería toca coronar . la victoria , seguir el alcance al enemigo, é impedirle de rehacerse.

Es de la mayor importancia que un general, ora vencedor, ora vencido , tenga algunos es cuadrones de caballería de re serva , ya para aprovecharse de

aai la victoria, ya.para asegurar la retirada; porque muchas veces se. ha visto que batallas decisi vas han sido de poco provecho para el vencedor por cuanto ca recía de caballería para llevar adelante sus triunfos, y quitar á su adversario la posibilidad de rehacerse. Cuando se persi gue á un ejército en retirada, á sus ílancos principalmente es á donde se deben dirigir las ma sas de caballería , si son sufi cientes para cortarle la línea de retirada. t : §• LII. Pág. 48. La artillería es mas necesaria á la caballería que á la infantería, porque la primera uo vuelve los fuegos que re cibe , y no puede pelear sino al arma blanca.

La artillería ligera es una crea

222

cion de Federico : el Austria no tardó en introducirla en sus ejércitos, pero de una manera imperfecta. Hasta el año de i 792 no fue adoptada esta arma en Francia, donde rápidamente se la hizo llegar al punto de per feccion en que se halla actual mente. Son inmensos los ser vicios que ha hecho durante las guerras de la revolucion , y se puede decir de alguna manera que ha dado otra forma á la táctica , puesto que por su mo vilidad puede trasladarse con rapidez á todos los puntos en que la artillería puede produ cir un efecto decisivo. Napoleon ha dicho en sus Me morias, que una batería que si gue al enemigo á la prolonga, que le domina y bate oblicua mente, puede tener una influen

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cía decisiva en la victoria; asi, pues , fuera de que la artillería ligera es necesaria para asegurar los flancos de la caballería , y preparar el buen éxito de una carga por medio del efecto que produce la metralla, estas dos armas deben tambien estar jun tas para trasladarse rápidamen te á los puntos en que es ven tajoso establecer baterías. La ca ballería en este caso encubre la marcha de la artillería, protege su colocacion, y la defiende de los ataques del enemigo. §. Lili. Pág. 48. Asi en marcha como en posi cion , la mayor parte de la artillería debe estar con las divisiones de infantería y caballería; el resto debe colocarse de re serva '

Cuanto mejor es la infantería tanto mas importante es apo

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yarla con baterías para econo mizarla ; es tambien necesario que la artillería aneja á las di visiones marche delante, por que esto influye en la parte mo ral del soldado , que ataca con mas confianza cuando está se guro de que los flancos de la columna estan cubiertos con la artillería. La reserva de esta úl tima debe ser empleada en un momento decisivo y en gran masa, porque entonces es difí cil que el enemigo ose empren der nada contra ella, porque apenas hay ejemplo de que una batería de sesenta cañones haya sido tomada por una embestida de infantería ó una carga de caballería , á no ser que no tu viese apoyo y estuviese en el caso de ser facilmente flanquea da ó rodeada.

aa5 §. LIV. Pág. 49. Las baterías deben colocarse en las posiciones mas ventajosas , y lo mas adelante que sea posible respecto á las líneas de la infantería y de la caballe ría ; pero no tanto qne puedan verse com prometidas

Puede citarse como un ejem plo la batería de diez y ocho ca ñones que cubría el centro del ejercito ruso en la batalla de Moskwa (Borodino). 5u colo cacion en un mogote que do minaba en todas direcciones , le daba tal fuerza que ella sola bas tó para tener indeciso por mu cho tiempo el ataque vigoroso que hicieron los franceses por la derecha de los enemigos. Dos veces rota la izquierda del ejér cito ruso, otras tantas volvió á recobrar su primera posicion, i o*

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girando en derredor de esta ba tería como si fuese su eje. Ata cáronla los franceses por dife rentes veces y con una intre pidez sin igual , y al fin se apo deraron de ella, pero despues de haber perdido algunos de ios cuerpos mas escogidos , y á los generales Montbrun y Caulincourt: la toma de esta batería influyó de una manera decisiva en el movimiento retrógrado de la izquierda del ejército ruso. Se puede también citar el efecto terrible que en la campaña de 1 809 produjeron las cien piezas de artillería de la guardia que dirigió el general Lauriston en la batalla de Wagram contra la derecha del ejército austríaco.

227

§. LV. Pág. .50. Un general debe evitar el me ter su ejército en cuarteles de refresco ó descanso cuando tiene la facilidad de reu nir almacenes de víveres y forrages , y sa tisfacer de este modo las necesidades del soldado.

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Una gran ventaja que resulta de tíner el ejército en un cam po, es qtte se puede con mucha mas facilidad dirigir el espíritu de la tropa y mantener en ella la disciplina. El soldado acantona do se entrega gozosamente al reposo, y aficionándose dema siado á este genéremele vida, teme volver á entrar en cam paña: lo contrario sucede en un campo, donde el tedio y una disciplina severa le hacen de sear que se abra luego la cam paña á fin de interrumpir la

aa8 uniformidad del servicio con los variados acontecimientos que presenta la guerra. Un ejér cito acampado está por otra parte mas á cubierto de una sorpresa que en sus acantona mientos , cuyo defecto es casi siempre el ocupar un espacio de terreno demasiado estenso. En el caso en que haya pre cision de tomar acantonamien tos, el marques de Fouquieres encarga mucho que se elija un campo en el frente de la línea, y que á menudo se reunan en el las tropas, ya de improviso para averiguar si el servicio se hace con vigilancia, ya con el solo objeto de reunir los. dife rentes cuerpos. .•.' '::■"iin']'t•jJ'"

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§. LVI. Pág. £0. Un buen general , buenos cua dros , buena organizacion , buena instruc cion , disciplina severa , hacen buenas tro pas , sin meter en cuenta la causa por que pelean

Esto me parece mas aplicable á los soldados que á los ofi ciales, porque no siendo la guer ra una cosa natural al hombre, es. foiaoso.que los que discuten sus causas sean impelidos á ha cerla por una pasion cualquiera que sea. Es necesario mucho entusiasmo^ mucho afecto y ren dimiento de las tropas hacia el gefe que las manda para que un ejército haga cosas grandes en una guerra en que no tiene nin gun interes: se halla et,to bas tante probado por la flojedad

a3o con que obran ordinariamente las tropas auxiliares cuando no son arrastradas por el ascendien te que sobre ellas ejerce su ge neral. . : f . ' .'...../.'. ; .'¡' .. .

§. iivri.Pág. Si. Cuando una nacion carece de cuadros y de un principio de organizacion militar , difícilmente podrí organizar un ejército. ':

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Es una Verdad incontestable, sobre todo cuando se trata de un ejército destinado á comba tir segun el sistema de las guer ras modernas, en que el buen éxito depende principalmente del orden, de la exactitud y de la rapidez de las maniobras. §. LVIIL Pííg. SI. La constancia en soportarlas fatigas y las priyaciones es la primera c«.

23í lidad del soldado ; «1 valor no es mas que la segunda. La pobreza, las privaciones y la miseria son la escuela del buen soldado.

El valor no es privativo del veterano ; el recluta le tiene tam bien, pero mas momentáneo: con el hábito del servicio, y con las muchas campañas adquiere el soldado aquel esfuerzo que hace soportar sin quejarse las fatigas y las privaciones de la guerra ; la esperiencia le enseña entonces á suplir lo qu< «.-' fal ta ; se contenta con lo que pue de proporcionarse , porgue sabe que no se consigue un buen re sultado sino por medio de una fierseverancia sostenida. Napoeon pocha decir con razon que la miseria es la escuela del buen soldado , porque no hay nada comparable con la desnudez y la miseria del ejército de los Al

a3a pes cuando tomó él su mando, asi como nada se puede com parar con los triunfos brillantes que obtuvo con este mismo ejército en la primera campaña de Italia. Las tropas que ven cieron en Montenotte , Lodi, Castigliorie, Bassano, Areola y Rívoli, pocos meses antes veían desertar , por no tener víveres, batallones enteros cubiertos de andrajos.

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§. UX.

Pag. ál.íinco cosas hay de que no con tiene nunca separar al soldado : su fosil, sus cartuchos , su mochila , sus víveres para cuatro dias á lo menos, y su 'herra mienta de gastador

Es una fortuna que Napoleon haya reconocido la ventaja de dar á los soldados una herra mienta de gastador, porque su

a33 autoridad servirá para contra* restar á los que. ridiculizan á cuantos han propuesto lo mis mo. TJua hacha ciertamente no embarazará mas al. soldado de infantería que el sable que in útilmente lleva al lado, y le se-: rá mucho mas útil. Las que se distribuyen por compañía, y con que en campaña se hace por fuerza cargará los paisanos, no tardan en perderse; asi es, que cuando es necesario acam par, muchas veces es muy di fícil hacer leña y abarracarse por íalta de instrumentos nece sarios. Al contrario, dando la hacha como parte del arma mento del soldado, se verá siem pre obligado á tenerla consigo; y un gefe de cuerpo, ya quiera atrincherarse en una aldea, ya establecer barracas en un cam-

234 po, no tardará en palpar las ven tajas de esta innovacion. Una vez adoptada la hacha , acaso se conocerá la necesidad de dar azadones y palas á algunas com pañías, y sobre todo se echará de ver cuan ventajoso será en tonces el atrincherarse mas á menudo. • En las retiradas particular mente es muy importante atrin cherarse cuando se ha llegado á una buena posicion : un cam po atrincherado no solo facilita á un ejército perseguido los me dios de rehacerse, sino que tie ne ademas la ventaja de que si está fortificado de tal modo que el enemigo no se resuelva á ata carlo, no dejará esto dedar tono á la parte moral de las tropas, que padece mucho en una re tirada , y proporcionar al gene

235 ral en gefe recursos para volver á ponerse sobre el pie de guer ra ofensiva , aprovechándose de las primeras disposiciones vicio sas que vea tomar á su adversa rio. Se sabe que Federico, en la campaña de 1761, circunva lado por Jos dos ejércitos de ru sos y austríacos , cuyas fuerzas . reunidas eran cuadruplas de ias suyas , salvó sin embargo su ejército atrincherándose en el campo de Buntzelvitz. . . §. LX. Pág. .52. Es menester inducir á los sol dados por cuantos medios sean posibles á que permanezcan en el servicio; lo cual se conseguirá facilmente mostrando mucho aprecio á los soldados viejos.

Algunos escritores modernos han propuesto, por el contrario,

a3G que se abrevie la duracion del servicio, á fin de hacer militar sucesivamente á toda la juven tud: pretenden obtener por este medio alistamientos en masa de gente ejercitada y capaz de re chazar con buen éxito una guer ra de invasion. Por brillante que parezca á primera vista seme jante sistema de fuerzas milita res, creo sin embargo que pue de ser combatido con fuertes argumentose en primer lugar, el soldado fatigado del servicio minucioso de guarnicion, y del yugo de la disciplina, no ten drá mucho gusto en volver á comenzar muy luego que haya recibido su licencia; tanto mas cuanto despues de haber ser vido el tiempo prescrito creerá haber llenado los deberes de todo ciudadano para con su pa-

tria : restituido á sus hogares, se casa, toma un estado, pierde rápidamente el espíritu militar, y queda bien pronto inhábil para la guerra. Al contrario , el soldado que sirve mucho tiem po se aficiona á su regimiento como á una nueva familia ; ol vida el yugo de la disciplina, se habitua á las privaciones de su estado, y acaba por hallar agradable su existencia. Casi. to dos los oficiales que han hecho la guerra conocen la diferencia que hay entre los soldados vie jos y los nuevos , ya para sopor tar las fatigas de una larga cam paña, ya para atacar con la san gre fria que acompaña al ver dadero valor, ó para rehacerse cuando un cuerpo ha sido re chazado y desordenado. Montecuculli ha dicho que

«38 se necesita tiempo para disci plinar un ejército, aun mas para aguerrirle, y mucho mas para hacer soldados viejos. Por esto recomienda que se haga mucho aprecio de los guerreros viejos, que se conserven con mucho empeño , y que se tenga siem pre en pie bastante número de ellos. Me parece, pues, que aun no es bastante el aumentar la paga del soldado á proporcion de los años de servicio , sino que seria necesario ademas dar le una señal de distincion que le asegurase privilegios suscep tibles de alentarle á encanecer bajo las banderas, y sobre todo a encanecer con honor. §. LXI. Pág. 63. No son las arengas en el mo-

fo mento del fuego las que hacen valientes á los soldados: los veteranos apenas las es cuchan , y los reclutas las olvidan al pri mer cañonazo.

. .. Influye mucho, siu embargo, en el ánimo del soldado el pen samiento del general en gefe, espresado de una manera enér gica. En el ataque de Hornbec en 1703, viendo el mariscal de Villars que las tropas avanza ban flojamente , se abalanza él mismo y se pone á su cabeza: / Qué es esto, soldados ! les dijo: ¿ Habrá de ser necesario queyo, mariscal de Francia, sea el pri mero que suba para hacer la escalada, si quiero que se ata que? Estas pocas palabras des pertaron el valor de las tropas: oficiales y soldados se arrojaron á competencia sobrelos baluar tes, y la ciudad fue tomada

24o

por asalto casi sin pérdida. Es bástanle retroceder pare. hoy: sabeis que siempre hago noche en el campo de batalla, decía Napoleon recorriendo las filas en el momento en que se determinó á volver á tomar h actitud ofensiva en la batalla de Marengo. Esta brevísima alocu cion bastó para reanimar el ar dor del soldado , y hacerle ol vidar las fatigas de una jornada, .en que casi todas Jas tropas ha bían ya entrado en combate. .-...-

§. LXII. n

t1 jg. 53. Las tiendas da campana no son sanas: vale mas que el soldado vivaquee, porque duerme con los pies al fuego , el cual seca prontamente el terreno en que se acuesta: unas tablas ó un poco de paja es lo que*le basta para abrigarle del viento . .

La ventaja reconocida de vi-

ss4« vaquear es un motivo mas para añadir la herramienta del gas tador á las armas del soldado, pues por medio de la hacha y de la pala podrá facilmente ha cer sus barracas. He visto algu nas hechas con ramas de árbo les, cubiertas con céspedes, en que se estaba completamente al abrigo de la lluvia y del frio, aun en la estacion mas cruda. §. LXIII. Pág. 55. Las luces que dan los prisio neros deben ser apreciadas eu su justo va lor: el soldado apenas ve mas que su com pañía , y el oficial puede á lo mps dar cuen ta de la posicion ó de los movimientos de la division á que pertenece su regimiento . . -i

Montecuculli advierte sagaz mente que los prisioneros de ben ser interrogados separada mente, á fin de reconocer .por if

la coincidencia ó la discordan cia de sus respuestas si tratan ó no de engañar con relaciones falsas. En general , las preguntas que se hacen á los prisione ros deben encaminarse á saber los recursos del enemigo, y al gunas veces ciertos pormenores sobre las localidades. Federico encarga que se amenace á los Ímisioneros con ser pasados por as armas si se percibe que ten gan la intencion de dar infor mes falsos. §. LXIV. Pág. 56. Nada es mas importante en la guerra que la unidad eu el mando ; por lo que , cuando no se haee la guerra sino i una sola potencia , no conviene tener mas que un solo ejército que obre sobre una tola linea , y mandado por un solo gefe . . .

Los triunfos , dice el archi-

a/,3 duque Garlos i, do se consiguen sino por medio de esfuerzos si multáneos dirigidos á un mis mo punto, de resoluciones ener gicas, y de. una gran prontitud en la ejecucion. Es raro que muchos hombres, aumque quie ran llegar afc tüistaá fití'; se ha llen perfectamente de acuerdo sobre los medios que se han de emplear para conseguirlo ; y si la voluntad de uno solo no triunfa de lá oposicion de los demas', carecerán de unidad en la ejecucion de sus operaciones, y no lograrán lo que se han pro puesto. Es inútil apoyar esta máxima con ejemplos, que son demasiado frecuentes en la his toria: Eugenio y Malborongh no hubieran sido tan felices en las campañas que han dirigido de acuerdo, si la intriga y la

244 divergencia de opiniones no hu biesen desorganizado constan temente los ejércitos desus ene migos. $. LXV. -;v • l'.íg. .K. De tener machos consejos , y de disertar en ellos , y.a profunda, ya in geniosamente , resultará lo que ha resul tado en todos los siglos caando se ha se guido semejante camino ; se acaba enton ces por . tomar el peor partido , que en la guerra es casi siempre el mas cobarde, ó si se quiere , el mas prudente. .'.... '. . . .

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El príncipe Eugenio solia de cir que los consejos de guerra no son buenos sino cuando se busca una escusa para no em(>render nada. Esta es tambien a opinion de Villars. Un gene ral en gefe debe, pues, evitar el juntar un consejo en las ocasio nes peligrosas, y limitarse á con sultar separadamente á los mas

a45 esperimentados de sus oficiales generales, á fin de instruirse con sus consejos ¿ y decidirse en se guida conforme á su propio sen tir. Cierto es que de este modo "se hace responsable del partido que va á tomar; pero tiene la ventaja de obrar segun su pro pia conviccion, y de estar segu ro de que el secreto de sus ope raciones no será divulgado, co mo sucede ordinariamente cuan do son discutidas en un consejo de guerra. ' ...-.¡ rr: .■ " : ' • §. LXVI. Fag.' !>1'. En la guerra solo el gefe compremle lá importancia de ciertas cosas , y él solo puede cou su voluntad firme y sus luces superiores veücer todas las dificul tades. '.'-

El hombre que obedece ,