Más allá del dilema de los métodos

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Elssy Bonilla-C astro

Penélope Rodríguez Sehk

Más allá del dilema de los métodos

C o n te n id o

Agradecimientos__________ 117I Prólogo a la segunda edición Prólogo a la tercera edición Introducción

PARTE

121 1

f25]

h il

1

£1 conocimiento de la realidad social C AP Í TUL O

1

E l conocim iento científico de la rea lid a d social A manera de apertura: una llamada de atención a los investigadores [47 1 La capacidad humana para conocer la realidad social [sol El desarrollo de la ciencia en la perspectiva de la mentalidad cuantitativa [54I Las ciencias sociales y la cuantificación

[56]

Realidad social, orden social y comportamiento Aspectos objetivos de la realidad social [60I Aspectos subjetivos de la realidad social Diferentes formas de conocimiento de la realidad social [631 Cuantificación y cualificación de la realidad social 1661 Los conceptos y sus referentes empíricos Síntesis [71 1 capítulo 2 M étodos cu antitativos y cu alitativos Método científico o mecanicismo del conocimiento I77I Descripción de los métodos [83 ]

Concepto y realidad

[83]

[62!

[6 8 ]

[60 1

La lógica reconstruida y la lógica en uso

[89]

Diferencias entre los métodos cuantitativos y cualitativos [901 Limitaciones y alcances_________ 1981 Síntesis Í102I c a p í t u l o

i

M ás a llá d el dilem a d e los métodos PARTE

|ios 1

2

Estrategias metodológicas cualitativas CAPÍTULO 4 E l proceso d e investigación cualitativa El investigador como herramienta de conocimiento 1120 1 Etapas del proceso [125 1 Exploración de la situación [126 1 El problema de investigación El diseño

[128]

[132!

Configuración de la muestra Tamaño de la muestra

[133]

[1 v>1

Estrategias de muestreo cualitativo

[137]

I-a recolección de los datos cualitativos

[140I

Organización, análisis e interpretación de los datos [14 11 La conccptualización inductiva o inducción analítica 1143 1 Síntesis

Í145I

c a p í t u l o

5

Recolección de datos cualitativos Configuración del equipo investigador |149 1 Montaje y preparación del trabajo de campo [150I Definición de objetivos y actividades [151 [ Herram ien tas pa ra la recolección Ix)s datos cualitativos

[157!

[157]

La entrevista cualitativa

[159]

Modalidades de entrevistas cualitativas

[161 ]

Entrevistas individuales a profundidad

[163]

La entrevista narrativa

[180 1

Entrevistas a grupos focales

\1911

Entrevista individual por computador en tiempo real [212] Sugerencias para entrevistar a niños y a personas mayores [216 ] La observación

[227]

Componentes de una situación social Tipos de observaciones

Habilidades del observador

[236]

El registro de la observación

f 237 [

Síntesis

[229]

12331

I240I

c a p í t u l o

6

M a n ejo de datos cualitativos La organización durante la recolección de datos 12431 Trascripción de la información [245 ] Categorización inductiva y codificación [251) Análisis de los datos cualitativos [260I Interpretación de los datos cualitativos |2681 Validez y confiabilidad: criterios de rigor y responsabilidad pública en la investigación cualitativa \2721 Validación de los datos cualitativos [276! Val idación duran te el proceso de recolección Validación durante el análisis y la interpretación 12821 Validación durante la producción de resultados [289] Reflejando la validez del estudio en el informe final I290I Confiabilidad de los datos cualitativos

[293I

[279 1

Manejo comput(trizado de los datos cualitativos I294I Tipos de programas 12961 ;Cuál programa elegir?

[298]

Ventajas y desventajas de los programas de computador para el análisis de datos cualitativos 13021 Síntesis PARTE

[309I

^

Lecciones metodológicas a partir de dos procesos investigativos CAPÍTULO

7

La transición dem ográfica en C olom bia E l problema analizado [317I Objet i vos del estudio [318] E l diseño de la investigación [318 ] E l análisis cuantitativo [320 1 El análisis cualitativo [324] Consideraciones teóricas: ubicación conceptual del problema [326I Diseño del estudio

[328]

Instrumentos para la recolección de la información cualitativa (331) El análisis de la información y la construcción de categorías analíticas Principales resultados del estudio cualitativo Lecciones metodológicas c a p í t u l o

[333]

[335] [338 1

8

Efectos socioeconóm icos d e la m a la ria en C olom bia Propiedades del problema analizado [341] Objetivos del estudio [343 1 El diseño de la investigación [343 ] La articulación de las metodologías cualitativas y cuantitativas I343J La aproximación interdisciplinaria

[3451

Configuración del equipo de investigación [346) Participación de la comunidad

[346]

La in formación y el análisis de los datos Información sobre los efectos [350! Instrumentos

[348 1

[351!

Manejo de la información cuantitativa de los efectos

[354)

Recolección y manejo de la información cualitativa

I354I

El significado de la investigación para la comunidad [3561 La dinámica de interacción entre el equipo investigador y la comunidad

[358J

La investigación como factor de cambio 13601 Lecciones metodológicas

[361)

EPÍLOGO

L o s d e sa fío s im p o sterg a b le s d e las cie n cia s sociales Conocim iento para un desarrollo incluyente y la com prensión integral d e la pobreza I367I Prim er desafío: repensar el desarrollo [368] Segundo desafío: comprensión integral de la pobreza (372] ¿Qué miden los indicadores de pobreza? [373I Las necesidades básicas vs. La calidad de vida Reflexión de cierre: conocer científicamente a partir de las diferencias [376 ]

B ib lio g ra fía

[379I

íiulicc de autores citados índice analítico

[4 11!

14051

[3751

A la m em o ria de m is padres, Soledad C astro D íaz y Luis E duardo Bonilla Flórez A m is padres, A sia y A n to n io A l gran am igo, m en tor y colega M iguel Salas

ítalo

c a lv i n o seis p r o pu esta s para

el

pr ó x im o m il e n io

jo rg e lu is b o rg es EL

s te p h e n w. h a w k in g o e l

ii i s t o r i a t i e m p o d e l

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BANC l o s

Cerré los ojos, los abrí. Entonces vi el Aleph... vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, y en la tierra otra vez el Aleph y en el Aleph la tierra, yi mi cara y mis visceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo.

aleph

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En los momentos en que el reino de lo humano me parece condenado a la pesadez, pienso que debería volar como Perseo a otro espacio. No hablo de fugas al sueño o a lo irracional. Quiero decir que he de cambiar mi enfoque, he de mirar al mundo con otra óptica, otra lógica, otros métodos de conocimiento y de verificación. Las imágenes de levedad que busco no deben dejarse disolver como sueños por la realidad del presente y del futuro...

a g u j e r o s

n egao s

Los científicos actuales describen el universo a través de dos teorías parciales fundamentales: la teoría de la relatividad general y la mecánica quántica. Desafortuna­ damente, sin embargo, se sabe que estas dos teorías son inconsistentes entre sí: Ambas no pueden ser correctas a la vez. No obstante, si descubrimos una teoría completa con tiempo habrá de ser, en sus líneas maestras, compren­ sible para todos y no únicamente para unos pocos cientíñcos. Entonces todos, filósofos, científicos y la gente corriente, seremos capaces de tomar parte en la discusión de por qué existe el universo y por qué existimos. Si encontramos una respuesta a esto, sería el triunfo definitivo de la razón humana, porque entonces conoceríamos el pensamiento de Dios.

Es indudable que una obra culminada es el producto de un gran número de personas que participan de diferentes maneras a lo largo del proceso de trabajo y creación. En el caso particular de este libro, las autoras asumen la respon­ sabilidad por el contenido, pero desean agradecer y recono­ cer de manera muy especial las ideas, la colaboración, las lecturas críticas y otros diferentes apoyos a las siguientes ins­ tituciones y personas: A Colciencias, por haber patrocinado el estudio hace diez años, a partir del cual se consolidó el presente escrito. A la Universidad de los Andes, el contexto institucional de este trabajo intelectual y a Ediciones Uniandes. A Rodrigo Parra y a Alfredo Molano, sociólogos colom ­ bianos; a Rod Watson, sociólogo de la Universidad de Manchester y al médico-psiquiatra Michael Weiss, investigador de la Universidad de Harvard, quienes compartieron de ma­ nera generosa algunas de sus experiencias como investiga­ dores ‘ irreverentes’ con los métodos convencionales de abordar la realidad social. A Miguel Salas, el gran mentor, tristemente fallecido en i995> por impulsarnos a publicar la primera edición de este libro. Fue él quien nos convenció de que un libro se acaba de pulir con las críticas de los lectores, y que era imperdo­ nable utilizar nuestra falta de tiempo, como excusa para elu­ dir la responsabilidad de compartir nuestro trabajo con otros investigadores. En 1995, poco después de su fallecimiento, prometimos que, de publicarse una nueva edición del libro, ésta sería en su homenaje. Diez años después estamos cum ­ pliendo con nuestro amigo y mentor. A Carmen Elisa Flórez y Rafael Echeverri con quienes realizamos durante casi cinco años el Estudio sobre Transi­ ción Demográfica que se reseña en la tercera parte del libro. A Patricia Rosenfield y Carol Vlassoff, Coordinadoras [1 7 ]

del Programa Kspecial de Investigaciones y Entrenamiento en Enfermedades Tropicales

(td r

por su sigla en inglés), de

la Organización Mundial de la Salud que financió las inves­ tigaciones; al médico Alejandro Rodríguez; a los econom is­ tas Harold Banguero, Luz Stella Kuratom i, Karen M arie Mokate, Carlos M olina, M arta García, Norbelli Escarria, Fabio Chacón, Claudia Vallejo, José Cortés, Giorgio Bocca­ ccio; a la socióloga Martha Rodríguez y a las antropólogas Maria Eugenia Villamizar y Liliana González, integrantes de los equipos de los estudios que se recogen en el libro sobre Los Efectos Socioeconómicos de la M alaria en Colombia, rese­ ñado también en la tercera parte. A Matilde Garzón, Nelly Peñaranda, Rebeca Lizarazo y Rosalba Cortés, responsables de la trascripción del manus­ crito de la primera edición. A Fernando Chaparro, Director de Colciencias en 1995, año de la Primera Edición y a Ligia Echeverri, Profesora T i­ tular y Asesora de la Rectoría de la Universidad Nacional en ese momento, por sus comentarios, significativamente vigen­ tes sobre el contenido del libro titulados, en su orden: “Aporte (del libro) al desarrollo y consolidación de las ciencias so­ ciales en el país” y contribuciones del trabajo para “ Una re­ flexión crítica de los procesos metodológicos”. Para esta tercera edición fueron determinantes las lec­ turas críticas, los aportes y/o las sugerencias de las profeso­ ras e investigadoras Elizabeth Ungar e íngrid Bolívar de la Universidad de los Andes, María Elvia Domínguez de la Uni­ versidad Nacional, y Elizabeth Castillo de la Universidad del Cauca. Asimismo, queremos agradecer los aportes de Caro­ lina Carrillo, candidata a Magíster en Psicología con énfasis en Psicología de la Salud de la Universidad Nacional quien, como muchos otros estudiantes de pregrado y postgrado, encontró útiles las sugerencias metodológicas propuestas en la segunda edición, para organizar y analizar la información cualitativa que sustenta su trabajo de tesis que le permitió

cum plir con este requisito para graduarse. Nuestros agrade­ cimientos también a Marie Claire Binder de la Maestría en Lingüística Aplicada a la Enseñanza del Inglés de la Univer­ sidad Distrital Francisco José de Caldas, por sus aportes como estudiante y usuaria del libro para mejorar esta terce­ ra edición. A Moisés Meló de Editorial Norma, por su amistad des­ de las épocas de Sociología en la Universidad Nacional, el apoyo decidido para la segunda edición (primera edición del libro con Norm a) y sus sugerencias para sacar adelante esta versión revisada. A María del Rosario Aguilar de Editorial Norm a, por el estímulo y respaldo para esta tercera edición, segunda de Norm a, a Jazmine Güechá Sabogal y a Blanca Villalba del Equipo Técnico de la Editorial por el eficiente y oportuno trabajo para facilitarnos el acceso a los archivos y resolver las consultas editoriales y también a Yecid Giovanni Muñoz por la preparación de las galeras. A Eduardo, el compañero que ha compartido solidaria­ mente las agendas de una docente e investigadora y las au­ sencias durante los trabajos de campo, pero quien también me ha respaldado, criticado y alertado para no perder el hilo de una producción científica pertinente y que no renuncie a la búsqueda de sentido. A Juan Pablo y M auricio José, quienes cuando niños y adolescentes compartieron el tiempo de su mamá con los quehaceres de la docencia y de la investigación, y que paula­ tinamente - y ahora como jóvenes profesionales con postgrad os- la retan, la cuestionan y la estimulan para que mantenga su compromiso de conocer para transformar, y le dan pis­ tas conceptuales y metodológicas desde sus propias discipli­ nas, para que atisbe con imaginación y rigurosidad al otro lado del espejo, continuando con las conversaciones de las épocas en que leíamos a Alicia, al Principito, a la Historia sin Fin o a el History Book, la Historia (danesa) del Capital para [1 9 ]

Niños, y ahora con las discusiones de todos los libros que se­ guimos leyendo y releyendo. A María Inés Mendoza Cardoso, por com partir sus co­ nocimientos y orientarnos hacia discusiones conceptuales y metodológicas de punta sobre ciencia y tecnología, y tam ­ bién por introducirnos en sus lecturas sobre el

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.

A Shalila y a Philippe, por el espacio y el silencio pro­ digados con respeto durante las largas jornadas dedicadas a la escritura de esta nueva edición. A todos nuestros lectores a lo largo de estos diez años, porque gracias a ellos las ideas plasmadas en tinta toman vida, y adquieren el verdadero sentido para el cual fueron creadas. Finalmente, aunque resulte inusual, las autoras quere­ mos agradecer a las circunstancias de la vida que nos unie­ ron hace más de quince años, las cuales nos permitieron fortalecer una amistad leal y una honesta relación com o co­ legas, que nos posibilitaron superar las barreras geográficas y atravesar virtualmentc el océano que actualmente nos se­ para, con el fin de lograr esta tercera edición.

Para nosotras como autoras la preparación de la segun­ da edición entusiasma de manera especial y plantea reflexio­ nes que consideramos pertinentes compartir con nuestros lectores y lectoras. Es indudable que la amplia acogida de la primera edición de 1995 refleja el interés de los investigado­ res y los estudiantes de ciencias sociales por explorar la rea­ lidad social mediante los recursos de los métodos cualitativos sin renunciar a la posibilidad de cuantificar, pero dando prelación al conocimiento de los fenómenos a partir de los pa­ rám etros que los definen y determ inan. El uso del libro evidencia también la importancia de com partir con la co­ munidad académica los procesos de investigación, para que se traduzcan en experiencias de referencia para otros estu­ diosos de lo social. Dado que la mayoría de los asuntos tratados en la pri­ mera edición se mantienen vigentes, se decidió no hacer cambios mayores con excepción de la revisión del capítulo sobre el Manejo computarizado de datos cualitativos, tema en el cual se han hecho avances recientes que prometen recur­ sos ágiles para manejar grandes volúmenes de información, superando así uno de los cuellos de botella del m anejo de datos cualitativos. En este prólogo se desea reiterar el papel y la responsabilidad del investigador en el conocimiento de lo social y presentar algunas ideas que se discuten en esce­ narios internacionales donde se reflexiona sobre la pertinen­ cia y el significado de este conocimiento, como factor esencial de transformación de un presente bastante incierto. El fortalecimiento de la investigación en ciencias socia­ les es un reto impostergable, porque los problemas que le atañen están lejos de resolverse, se tornan cada vez más com ­ plejos e involucran crecientes sectores de población tanto en los países en vía de desarrollo como en los desarrollados. Finalizando el presente milenio (edición 1997), cuando se es[ 21 ]

peraba que los avances científicos y tecnológicos propiciarían un desarrollo humano y un desarrollo social acordes con los logros alcanzados en esas esferas, nos encontramos perple­ jos y casi paralizados ante escenarios cada vez más empobre­ cidos, más violentos, menos solidarios y más desorganizados, como si hubiéramos perdido la capacidad de dar respuestas creativas, oportunas y efectivas, así com o el sentido de la orientación y la brújula para recuperarlos. Uno de los aspectos más preocupantes en este contexto es el desconocimiento o el conocimiento superficial que te­ nemos de los problemas sociales, porque desafortunadamen­ te los investigadores han transformado los medios en fines y han estado más interesados en aferrarse a las reglas del método que en incursionar en la complejidad de lo social para conocer la realidad a partir de sus rasgos esenciales. Dos aspectos fundamentales no son tenidos en cuenta de manera sistemática por los estudiosos de las ciencias so­ ciales. El primero se relaciona con la necesidad de propiciar un cambio radical en el pensamiento de lo social, que permi­ ta superar las generalizaciones estandarizadas y sobresimplificadas de realidades no sólo muy complejas sino también muy contradictorias. Com o plantea Am artya Sen (1996), “ muchas de las premisas derivadas de las lecciones em píri­ cas, parecen haberse sostenido más por el uso de una infor­ mación selectiva e incluso muchas veces por la reiteración de enunciados, que por una validez derivada de un examen crítico de las mismas.” La investigación social ha caído en la trampa de dar prelación a las tendencias generalizantes que excluyen lo específico y lo diferente por considerarlos atípicos. Esto, en un período de la historia en que lo específico y lo diferente parecen ser la clave para comprender por qué los * Amartya Sen (i996),“ Development Thinkingat the Beginning of the 21 st Century”. Documento presentado en IDB Conference Development Thinking and Practice, Washington, Septiembre 3-5,1996.

grandes modelos teóricos han perdido la capacidad de ex­ plicación y de predicción. En la práctica los resultados de las investigaciones no están operando com o marcos adecuados para diseñar, hacer seguimiento y evaluar los cambios socia­ les, dado que los diagnósticos que se elaboran apuntan más a los resultados de los problemas que a las causas subyacen­ tes de los mismos. Es lo que ocurre por ejemplo con el grave asunto de la pobreza, sobre la cual la preocupación se ha centrado de manera reiterada en cóm o medirla más que en establecer qué es lo que se está midiendo. El segundo aspecto que impide un mayor impacto de las ciencias sociales es que éstas parecen haber olvidado los elementos éticos implícitos en las relaciones sociales y que por lo tanto subyacen a los procesos mismos de investiga­ ción. Se han dejado de lado preguntas claves sobre el tipo de sociedad que se está construyendo, sobre lo que debería ser incuestionable en términos de equidad y desarrollo sosteni­ do, y sobre las contradicciones que fundamentan sociedades que pretenden ser democráticas pero que operan con m o­ delos de desarrollo y políticas altamente excluyentes. Al dar prelación a las reglas del método se ha aceptado que sean estas las que rijan de manera determinante el proceso de co­ nocimiento de lo social, y no el comprom iso ético del inves­ tigador. De esta forma se transforman los medios en fines y se subordina el com promiso de los investigadores a las exi­ gencias de instrumentos que no siempre son sensibles para captar la trama sinuosa de relaciones sociales basadas en in­ tereses diversos frecuentemente opuestos e irreconciliables. Con esta manera de proceder se está pasando por alto que, en últimas, quien toma las decisiones sobre qué y cóm o co­ nocer es el investigador, independientemente de qué tan avanzados sean los métodos que utilice. No tener en cuenta los dos aspectos mencionados atrás limita seriamente el desarrollo de marcos conceptuales que sean históricamente pertinentes, y dificulta el refinamiento [2 3 ]

del método de investigación, para que sea posible el paso de la descripción de la realidad social cuantificable, a la com­ prensión y explicación de los factores que la determinan, los cuales -d ad a la naturaleza de lo social- son difícilm ente cuantificables. No obstante, estos aspectos son cruciales para el análisis de lo social y constituyen desafíos que un científico social comprometido no puede continuar eludiendo, porque, como ha señalado Carlos Fuentes, “ no estamos en el fin de la historia, sino que hemos llegado al final de las disculpas” Com o se planteaba en la primera edición de este libro, el reto que enfrentan los investigadores no se refiere a su capacidad de cuantificar o de cualificar, sino a su habilidad para usar los recursos que ofrecen las diferentes perspecti­ vas m etodológicas para entender la realidad social en sus múltiples dimensiones, teniendo en cuenta las contradiccio­ nes que determinan su dinám ica y funcionam iento. Esto significa, como se insiste en diferentes apartes del trabajo, que quien finalmente conoce es el ser humano, y que su capaci­ dad de comprender depende del reconocimiento explícito de los alcances y los límites de su producto intelectual. El inves­ tigador es por lo tanto el sujeto que escudriña de manera sistemática la realidad social y el método es sólo un recurso, porque su capacidad intelectual, afinada por una sólida for­ mación histórica y académica y su propio compromiso de entender para transformar, son los aspectos que a la larga determinan la capacidad explicativa de sus indagaciones. A partir de estas consideraciones se desea advertir a los lectores sobre los alcances reales de las técnicas que se deta­ llan y explican en la obra, e invitarles a que no interrumpan, en tanto les sea posible, su formación integral y las reflexio­ nes sobre la ética que deberían acompañar toda artesanía del conocimiento. Elssy Borrilla-Castro Penélope Rodríguez Sehk Bogotá, julio de 1997

[24 ]

Con gran satisfacción entregamos hoy la tercera edición de este libro, una feliz oportunidad para conmemorar su pri­ mera publicación hace diez años, en abril de 1995» por el Cen­ tro de Estudios de Desarrollo Económico ( c e d e ) , de la Facultad de Economía de la Universidad de los Andes (Editorial Pre­ sencia). En 1997 la Editorial Norma y Ediciones

u n ia n d e s

publicaron la segunda edición y la primera del Grupo Edito­ rial Norma, con distribución nacional e internacional, que le abrió al libro las puertas a un público más amplio. Desde en­ tonces, se ha convertido en material de consulta para un buen número de investigadores sociales, y en texto recomendado para las cátedras de metodología de diversos programas uni­ versitarios. La aventura de escribir una tercera edición parecía en sus comienzos una empresa inviable y arriesgada. Inviable, por las circunstancias personales de las autoras al momento de poner en marcha el proyecto. Elssy Bonilla-Castro acaba­ ba de regresar al país, tras un largo período ausente de C o­ lombia, durante el cual coordinó el Instituto Interamericano de Desarrollo Social

(in d e s )

del

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de República Dom ini­

cana para form ar gerentes sociales, y colaboró con algunos gobiernos en el diseño de políticas y estrategias para combatir la pobreza y la exclusión que está descomponiendo los ci­ mientos mismos de nuestras así llamadas democracias lati­ noamericanas. Se encontraba entonces en pleno período de readaptación, tratando de hacer efectivas sus intenciones de contribuir, desde diferentes espacios, con la construcción de un país pensado con metas reales de equidad y sostenibilidad. Por su parte, Penélope Rodríguez se hallaba, y aun se encuen­ tra, ausente del país por razones personales, incursionando en campos nuevos pero tremendamente provocadores como la literatura y el trabajo voluntario con pacientes termina­ les, viviendo en el archipiélago más alejado del mundo, don[2 5 ]

de la tierra está todavía en proceso de form ación, gracias a los constantes flujos de lava que descienden hasta el océano. Un lugar donde el pasado colonialista está tan vivo en la mente de los colonizados, que los extranjeros son vistos con sospecha, y donde los nativos de esas tierras, herederos de sus ancestros, rinden todavía culto a la colérica diosa de los volcanes. Dadas las circunstancias personales de las autoras, el trabajo debía realizarse entonces a distancia, encontrán­ donos tan sólo en el ambiente solitario del ciberespacio y las comunicaciones virtuales. Por otra parte, el proyecto de una tercera edición se vis­ lumbraba también como arriesgado, pues se trataba de m o­ dificar un libro que había mantenido un exitoso nivel de aceptación por diez años consecutivos. Cuáles capítulos m o­ dificar y cuáles conservar, eran decisiones que debían sope­ sarse con cuidado, para incorporar lo nuevo sin amenazar la coherencia y el tono didáctico del libro, cualidades que habían pesado en su favor hasta entonces. No obstante las dificultades, actualizar el libro y recon textual izar de manera crítica lo que significa hacer in­ vestigación social en el presente, era la respuesta a un com ­ promiso personal adquirido por las autoras hace ya varios años, para impulsar la formación de nuevas generaciones de investigadores. Estamos convencidas que es en estas nuevas generaciones en las que descansa la esperanza futura de ge­ nerar un conocimiento menos cauto, que indague de manera integral y creativa las complejas dimensiones que constitu­ yen nuestra realidad social en América Latina. De igual m odo, la nueva edición era un reto que debía­ mos enfrentar las autoras, dados los importantes avances ocurridos a nivel mundial en el campo de la investigación social en general, pero sobre todo en el terreno de la investi­ gación cualitativa. A pesar de las resistencias que todavía provoca en algu­ nos sectores esta perspectiva metodológica, es innegable que

lo cualitativo gana más terreno cada día, modificando cadu­ cas estructuras curriculares responsables de la formación de investigadores sociales. No solamente son ya numerosas las revistas internacionales especializadas en temas relacionados con este enfoque. La comunidad académica de investigado­ res cualitativos también se consolida de manera acelerada, a través de congresos, grupos de discusión, y eventos acadé­ micos de reconocido prestigio. Asimismo, todo un sector de la industria computacional se ha especializado en los últi­ mos años, para generar productos de informática que res­ pondan a las cada vez más exigentes dem andas de esta comunidad científica. Infortunadamente, tales avances, evidentes en los paí­ ses desarrollados, no lo son tanto en los países en vías de desarrollo. En estos países son todavía hegem ónicos los modelos tradicionales de acercamiento a la realidad social, a pesar de la comprobada limitación de los mismos para dar cabal cuenta de ella. Tal hegemonía se mantiene no sólo en los entes nacionales, responsables de generar la información requerida para el diseño de políticas orientadas a las pobla­ ciones más vulnerables. También se refleja en la academia, donde aún son pocos los programas universitarios que ofre­ cen cursos especializados en esta perspectiva metodológica, que vayan más allá del nivel básico. Es indudable que para lograr cierta destreza en el m anejo de la metodología cuali­ tativa, se requiere una secuencia de cursos tan o más inten­ sa que la que se ofrece para entrenar a los estudiantes como investigadores cuantitativos. Sin embargo, son pocos los pro­ gramas que ofrecen esta formación de manera sistemática y rigurosa. La presente edición surge entonces en respuesta a una urgente necesidad personal de las autoras por alterar tal iner­ cia, y llamar la atención -u n a vez m ás- sobre la inaplazable exigencia de ampliar la perspectiva con la cual se aborda la realidad social, para poder entenderla en sus dimensiones [2 7 ]

objetivas y subjetivas. El mundo de vida humano es un m un­ do cargado de sentido, de significados atribuidos y aceptados por la cultura de la cual hacemos parte. Dichos significados están en la base de las dinámicas sociales, en torno a las cua­ les se estructura la cotidianidad de las personas. A pesar de las diferencias individuales que parecen separarnos de mane­ ra irreconciliable, la construcción intersubjetiva de sentido tiende a reducir tales diferencias, y a aumentar las semejan­ zas entre los miembros de grupos sociales y culturales especí­ ficos. Este es el gran aporte de la metodología cualitativa: el descubrimiento de que no se necesita censar a la población entera, o seleccionar grandes muestras de la población, para comprender los patrones de significado en torno a los cua­ les se organiza el comportamiento de los individuos. El len­ guaje humano es el vehículo a través del cual se socializa el pensamiento y los modos de actuar. Entender lo que expre­ san las personas a través del lenguaje, es acceder a ese mundo común construido, no solamente para conocerlo, sino inclu­ sive para transformarlo y, algunas veces, infortunadamente, para manipularlo. De este hecho se dieron cuenta hace ya varias décadas los expertos en mercadeo, quienes, a partir de unas pocas indagaciones profundas con algunos grupos representativos del sector al cual quieren llegar con sus productos, ponen en marcha de manera altamente efectiva, la sociedad de m er­ cado, con costosas pero efectivas campañas publicitarias, las cuales responden y construyen también los gustos, los de­ seos y preferencias de los consumidores. ¿Cómo es posible que, basados en la opinión de unas pocas personas, sean ca­ paces de movilizar el comportamiento consumista de cientos de miles de ellas? ¿Por qué, de otro lado, cuando el objetivo es por ejemplo comprender los problemas de las poblacio­ nes más vulnerables, para diseñar políticas sociales, los in­ vestigadores siguen confiando tan fielmente en métodos que demandan encuestar de manera superficial a cientos de per­

sonas, para cuantificar la realidad, con exclusión de otros mé­ todos que podrían enriquecer la comprensión de la misma? El culto inercial a la cuantificación, y la consecuente oposición a integrar la dimensión cualitativa en el conoci­ miento de lo social, no se deriva de la eficacia del primer m odelo para generar un conocimiento confiable sobre la realidad que estudia. Se sustenta, en cambio, en la resisten­ cia de algunos sectores a introducir cambios radicales, que trastornen el cóm odo orden institucional y cuestionen la form a com o se han ‘venido haciendo las cosas’ por años. Indagar con detenimiento la dimensión subjetiva de la rea­ lidad social es, en su sentido más literal, subversivo, en tan­ to abre un espacio para que se escuchen las palabras de aquellos a quienes se ha querido invisibilizar tras oscuras cifras, estadísticas, e innecesariamente complejos modelos de medición. Hace diez años, cuando lanzamos con timidez la prim e­ ra edición de este libro, queríamos compartir nuestras ex­ periencias de investigación, abriendo las cajas negras de estos procesos para dar cuenta de los abordajes conceptuales, las estrategias metodológicas, los aciertos y los problemas que habíamos enfrentado con nuestros estudios de la transición demográfica y las enfermedades tropicales. Estudios en los cuales buscábamos una comprensión integral de los proble­ mas desde sus realidades cuantificables y no cuantificables, pero igualmente objetivas. Nos sentíamos pioneras en cami­ nos del conocimiento que pocos querían transitar, en tanto preferían correr en la dirección del conocimiento científico avalado por las comunidades científicas internacionales y ob­ viamente por las nacionales. Una década después, es estim u­ lante m irar a nuestro alrededor, más allá de las fronteras nacionales, y observar que las autoridades de las corrientes de la ciencia convencional, reconocen de manera creciente los límites de la cuantificación y plantean la urgencia de co­ nocer los problemas sin escindir lo objetivo y lo subjetivo, [2 9 ]

porque es imperativo abordar de manera integral problemas como los de la pobreza desbocada y un desarrollo que no se traduce en progreso, pero sí en exclusión. Lo anterior implica un cambio conceptual y metodo­ lógico, pero por encima de todo cuestionar la mentalidad de la cuantificación en la que se originó la ciencia desde hace más de ocho siglos. Un cambio de paradigma en el pensa­ miento humano toma varias generaciones, y por eso es ur­ gente empezarlo ahora que las ciencias sociales enfrentan una verdadera crisis de credibilidad, porque sus diagnósti­ cos y proyecciones van por un lado y las realidades estudia­ das van por otros. El asunto no se resuelve “ agregando” lo cualitativo para complementar. Por el contrario, un cambio real demanda la construcción de otras formas de pensar, de otros científicos sociales que no le teman a la incertidumbre de soltar “ lo malo conocido”, para tom ar como referencia de sus procesos de conocimientos los parámetros de la realidad, aunque estos desborden las reglas convencionales de unas ciencias sociales que cada vez tienen menos sintonía con las múltiples, heterogéneas y crecientemente conflictivas reali­ dades que estudian. Con esta tercera edición querem os, entonces, seguir aportando nuestro grano de arena, para que las nuevas ge­ neraciones de investigadores encuentren alternativas nove­ dosas de producir un conocimiento social que examine la realidad de manera integral, a pesar de las dificultades que ello encierre, en lugar de segmentarla y falsearla para aco­ modarla a las necesidades del método. Esperamos que este trabajo estimule la imaginación de los investigadores y es­ pecialmente la de los jóvenes, para que emprendan la aven­ tura de viajar al otro lado del espejo. Elssy Bonilla-Castro Penélope Rodríguez Schk

Bogotá e Hilo-Hawai, 2005

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Una imperiosa necesidad de reflexionar críticamente sobre la propia actividad investigativa, desarrollada sin in­ terrupción por más de una década, fue el origen de este libro cuya tercera edición entregamos hoy a los lectores. Dadas las condiciones que enmarcan el quehacer cien­ tífico, los investigadores tienen pocas posibilidades de re­ flexionar sobre los resultados de su propio trabajo intelectual, lo cual dificulta la construcción de cuerpos de conocimien­ to sobre la realidad del país. Si bien es cierto que las publi­ caciones en las diferentes áreas sociales se han incrementado de manera significativa en los últimos diez años, y algunos de estos trabajos tienen repercusiones internacionales, la mayor parte de los estudios concluyen con informes finales presentados a las entidades financiadoras, los cuales tienen poca difusión o no trascienden los círculos de las evaluacio­ nes institucionales. En esas condiciones, es muy difícil acu­ mular conocimiento y ponderar su calidad académica y su pertinencia para fundamentar otras formas de ver, planear y trabajar por un futuro, comprometido con una transfor­ mación social, cuya urgencia y derrotero hayan sido ayuda­ dos a percibir y a plasm ar por una producción científica rigurosa y dimensionada históricamente. Desandar el cam ino cuando se ha terminado una in­ vestigación, para dar razón ya no de los resultados sino del proceso, es como abrir una caja negra en la cual todo el an­ damiaje metodológico-interpretativo implícito, ha quedado en penumbras incluso para los mismos responsables del es­ tudio. La ausencia de reflexión crítica sobre el proceso investigativo se hace evidente desde la elección misma del marco conceptual que guiará el estudio. Por lo general, los investi­ gadores plantean los aspectos teóricos pertinentes para su trabajo a partir del marco conceptual que han seleccionado, [3 1 ]

pero no dan cuenta de las razones para ubicarse en una de­ terminada perspectiva, no se exponen perspectivas concep­ tuales alternativas, ni se hacen explícitas decisiones claves inherentes a la conceptualización misma del problema de investigación. Es decir, no se presenta la información que evidencie la transparencia de los procedimientos seguidos para pasar inductivamente de la realidad a la teoría, o deduc­ tivamente de la teoría a la realidad, según la postura epistemo­ lógica asumida. Tampoco se presentan de manera explícita las razones teóricas, metodológicas y prácticas subyacentes a la selección de un determinado enfoque de conocimiento de lo social. Consecuentemente, la racionalidad inherente al proceso de recolección, organización, análisis e interpreta­ ción de resultados queda también en la penumbra. Dada esta forma de proceder ¿cómo puede el investiga­ dor garantizar a la comunidad científica la validez de su tra­ bajo intelectual, si no hace un monitoreo del proceso de investigación? ¿Qué sentido tienen en este contexto las medi­ ciones de validez y confiabilidad de los resultados reportados, si no se demuestra la rigurosidad del proceso de recolección de la información y la construcción del dato? Las respuestas a estas preguntas y otras por el estilo que podrían formularse, indican que aún es incipiente un ejercicio sistemático que permita a los investigadores, revisar o examinar los aspectos metodológicos que guiaron los procesos de indagación, aná­ lisis e interpretación. Este manual busca precisamente poner a disposición de los interesados, un análisis crítico de los procesos m etodo­ lógicos seguidos en dos investigaciones en las que participa­ ron las autoras y dirigidas por una de ellas, con el fin de com partir las lecciones derivadas de este trabajo con otros investigadores. Esta revisión se orienta a dilucidar la perti­ nencia y la validez del uso de métodos cualitativos y cuanti­ tativos en el conocimiento de la realidad, ilustrando, a partir de las experiencias que se analizan, sus alcances y lim itacio­

nes como enfoques de trabajo para comprender la com ple­ jidad del comportamiento social. El primer estudio que se documenta críticamente, co­ rresponde al análisis de la transición demográfica en Colom ­ bia y sus efectos en la familia y en la población femenina (Flórez, Bonilla-Castro y Echeverri, 1990). Aunque la natu­ raleza del problema demandaba un abordaje integral que tuviera en cuenta sus dimensiones cuantitativas y cualitati­ vas, en este estudio, dichos enfoques se manejaron de m a­ nera paralela y no de form a articulada y sus resultados desafortunadamente no se retroalimentaron, lo cual limitó la posibilidad de explicar el fenómeno estudiado de forma más totalizante. El segundo estudio reseñado buscaba determinar los efectos económicos y sociales de la malaria en dos com uni­ dades colombianas (Bonilla-Castro etal., 1991). A diferencia del estudio anterior, en este caso los métodos se manejaron buscando la integralidad durante todo el proceso de inves­ tigación, logrando así una visión más profunda del proble­ ma, por lo cual las lecciones metodológicas que se derivan son especialmente pertinentes para los objetivos que se per­ siguen en el presente trabajo. Esta investigación sirvió de referencia para estudios sobre el problema realizados en otros países con malaria, y para un análisis posterior de la incidencia del cólera en los individuos, las familias y las co­ m unidades afectadas, así com o para la estim ación de un modelo macroeconómico sobre el costo de esta última en­ fermedad en el Producto Interno Bruto (pib).

La discusión sobre los métodos cualitativos y cuantitativos involucra diversos temas filosóficos y epistemológicos, así como una serie de consideraciones sobre las potencialida­ des y limitaciones de los métodos de recolección de datos con [3 3 ]

los que se asocia cada uno de los enfoques. Un análisis deta­ llado del dilema sobre la validez científica de cada uno de los métodos desborda el alcance de este libro, que tiene objeti­ vos más modestos y bastante pragmáticos. No se espera de ninguna manera abordar exhaustivamente los problemas epistemológicos subyacentes a cada método. La literatura disponible sobre estos asuntos es bastante am plia y no se quiere ser redundante al respecto. Tampoco se quiere pro­ fundizar en debates para los que otros colegas cuentan con mayores ventajas com parativas para hacerlo. Se busca sí com partir conocimientos y experiencias sobre cóm o hacer estudios sobre problemas concretos captando sus dimensio­ nes objetivas y subjetivas, e integrando en todo el proceso de investigación los métodos de conocimiento cuantitativo y cualitativo. El debate sobre el método más apropiado para estudiar la realidad social ha ocupado la atención de diversos pensa­ dores e investigadores y ha devenido en una permanente inquietud en el desarrollo de las ciencias sociales desde sus mismos inicios. En los últimos diez años, y ante las restric­ ciones evidentes y las crisis derivadas de un abordaje que da prioridad a lo mensurable “ por sobre todos los hechos”, la aproximación cualitativa rigurosa es cada vez más dem an­ dada y cuenta con crecientes adeptos, incluso en instancias de “ cuantificadores puros”. Estos pasos son tímidos todavía y se dan insistiendo en una visión un tanto peyorativa de la realidad subjetiva. Los evidentes vacíos de conocimiento, que han llevado por un lado a conclusiones científicas cuestio­ nadas por las tendencias empíricas reales y, por otro, a la pro­ yección y planeación de futuros inciertos y perversos para nuestras sociedades, están terminando por im poner la bús­ queda de nuevos caminos. Aunque dichos caminos se nutren de las corrientes convencionales, sus restricciones pueden ser controladas y posiblemente superadas con otras propuestas, si se reconoce explícitamente que la realidad es objetiva-sub-

jetiva y por lo tanto, los métodos de conocimiento deben ser suficientemente sensibles para captarla de manera total y no arbitrariam ente escindida entre lo cuantificable y lo no cuantificable. Avanzar en esta dirección no es fácil pues tal decisión toca el meollo de uno de los aspectos más candentes del dile­ ma de los métodos, pertinente al estatus científico de los métodos cualitativos. Las reglas de juego que respaldan las comunidades científicas y las universidades, han llevado a que los científicos sociales se vean abocados a asegurar cre­ dibilidad y reconocimiento entre sus colegas, circunscribien­ do su trabajo a las dimensiones cuantificables de lo social, negando en la práctica las no cuantificables, aun a costa de navegar contra la corriente de los hechos e incluso del mis­ mo sentido común. Desafortunadamente, la frecuente falta de rigurosidad de quienes rechazan a ultranza la cuantificación, sin argumentos ni prácticas transparentes, ha contri­ buido a reforzarla y este pobre servicio es irresponsable ética, política, científica y socialmcnte hablando. Una perspectiva cualitativa laxa, no es la propuesta en este libro. Mas allá de todos los debates, el conocimiento actual de problemas sociales de gran envergadura, com o por ejemplo los temas del desarrollo y la pobreza, hace cada vez más evi­ dente que el predominio de la cuantificación en detrimento de la cualificación ha llevado a enfatizar en los aspectos for­ males de los problemas, simplificándolos de tal manera que se dificulta su comprensión y se inhibe la posibilidad de con­ frontarlos en sus dimensiones estructurales. Preocupados por la tarea de medir y generar indicadores, los investigado­ res han perdido la noción de las dimensiones centrales de los problemas que estudian, lo cual restringe de manera alar­ mante el alcance de sus interpretaciones. La investigación desubicada filosófica e históricamente es irrelevante y se tor­ na en una parodia del conocim iento. i. El retorno a los métodos cualitativos se explica en parte por [3 5 ]

Además de la necesidad de comprender integralmente la realidad social en sus dimensiones cualitativas y cuanti­ tativas, en esta edición se insiste también sobre el papel del investigador para romper con una tradición de conocimien­ to en la que predomina, com o dice Tum er (1985:15), la ce­ guera intelectual y el uso de las teorías con mente cerrada. Las teorías indudablemente son importantes desde las pers­ pectivas referenciales y de acumulación del conocimiento. Com o sostiene este autor,“ el investigador debe derivar de la teoría lo que sea pertinente a la luz del problema estudiado y seguir adelante con sus propios esfuerzos creativos”, e in­ dudablemente, desde la perspectiva de este libro, con un en­ trenamiento riguroso e inspirado en el compromiso por la posibilidad de una sociedad organizada mediante un pacto que abra espacio a los distintos intereses, inherentes a la esen­ cia de la diversidad social. Un futuro incluyente es posible, pero tenemos que poner las manos, la voluntad y el cerebro en la tarea de construirlo, y los científicos sociales están en el momento de ubicarse en el primer tum o del cambio. Sólida formación intelectual, rigurosidad metodológica, compromiso con la transformación hacia sociedades equitati­ vas e incluyentes, e imaginación para captar la realidad social en sus propios términos, son las dimensiones que determinan el perfil de un investigador en la era del conocimiento y la infor­ mación. Una era en la que el futuro debe definirse de acuerdo con los logros alcanzados por la humanidad, los cuales se con­ centran de manera significativa en los últimos cincuenta años. Los padres de las ciencias sociales se referían, en sus orígenes, a una realidad y a unas reglas de juego que hoy es-

las frustraciones de grupos importantes de investigadores, de­ rivadas de la imposibilidad de lograr un conocimiento que se nutriera también de los factores históricos y espaciales que ex­ plican la realidad, hste punto, tratado por autores como Ragin (1987) y Bryman (1988), se desarrolla en el capítulo cuarto del libro.

tan casi totalmente superadas, y trabajaban con herram ien­ tas de conocimiento rudimentarias comparadas con las que ofrecen actualmente el desarrollo humano de algunos sec­ tores de nuestras poblaciones, y el desarrollo de la ciencia y la tecnología para el mismo campo del saber. Hace diez años, por ejemplo, el trabajo virtual era casi un sueño; en la actua­ lidad no sólo es posible, sino de práctica obligatoria y eso ha implicado un verdadero salto en los procesos de conocimien­ to, pero especialmente en la difusión de los mismos, aspec­ to fundamental para la circulación y la legitimación de la ciencia. Hoy, parodiando a McLuhan, se puede decir que el conocimiento de lo local es global y este último incide cada vez más en las indagaciones del primero, y lo contrario tam ­ bién es posible, siempre y cuando, el reconocer las diferen­ cias que marcan diversos intereses e identidades locales no sea catalogado como un trabajo “ parroquial.” El libro plantea una crítica que se hace transversal en todas sus secciones, referida a la primacía cuantificadora en las ciencias sociales, rastreando sus orígenes históricos has­ ta el surgimiento de la mentalidad matemática que desem­ boca en el “ culto” a la cuantificación. El predominio de esta mentalidad por más de ocho siglos la hace aparecer como única e incuestionable, com o parte de un culto, de una ve­ neración. El objetivo de esta contextualización histórica es registrar hechos y razones por las cuales la sociedad occiden­ tal se vio impelida a cambiar una forma cualitativa de perci­ bir la realidad a una cuantitativa. Desconocer el surgimiento y el dom inio alcanzado por la mentalidad cuantitativa ha llevado a “ creer,” durante este largo tiempo, que la cuantifi­ cación es la

ú n ic a

forma de aproxim ar el conocimiento de

lo social. Con el análisis sobre el origen de la ciencia y de las cien­ cias sociales, se refuerza y “acredita” la propuesta del libro sobre la necesidad impostergable de integrar las perspecti­ vas cuantitativas y cualitativas, para que coexistan “ respetán[3 7 ]

dose una a otra”, y reforzándose mutuamente, como crite­ rio sitie qua non para dar cuenta cabal de la realidad social. Lo cuantitativo y lo cualitativo deben observarse con ópti­ cas no excluyentes para poder conocer lo social de manera integral.

Aunque en esta tercera edición se mantiene la lógica y la es­ tructura de las publicaciones anteriores, se incorporan nue­ vas secciones con el fin de am pliar y actualizar los debates epistemológicos, conceptuales y metodológicos, según los desarrollos de los últimos diez años. El libro consta enton­ ces de tres secciones, las cuales comprenden los siguientes temas generales: El conocimiento de la realidad social (par­ te i), las estrategias metodológicas cualitativas (parte 11), lec­ ciones metodológicas a partir de dos procesos investigativos (parte m ). La tercera sección cierra con una reflexión sobre los retos de los científicos sociales en el presente (epílogo). La Parte i, está integrada por tres capítulos. El Capítu­ lo i, sobre el conocimiento de la realidad social, se introdu­ ce llamando la atención sobre un asunto imperativo: conocer la realidad a partir de sus propios parámetros. Este objetivo debe buscarse de manera consciente y explícita, consideran­ do los alcances de la capacidad humana para conocer la rea­ lidad y las implicaciones de la mentalidad cuantitativa en la ciencia y en las ciencias sociales de manera específica. Se ana­ lizan las relaciones entre la realidad social, el orden social y el comportamiento, y entre los conceptos y sus referentes em­ píricos. En el Capítulo 2 se caracterizan los métodos cuali­ tativos y cuantitativos y se destacan sus diferencias, sus alcances y sus restricciones. En el Capítulo 3 se plantea que el debate debe ir más allá del asunto sobre la pertinencia y la validez de los métodos, para dar prelación a una estrategia

de conocimiento que haga posible una visión integral de la realidad a partir de sus diferentes dimensiones e intereses. En la Parte 11 se abordan estrategias metodológicas cua­ litativas y se enfatizan sus relaciones con los métodos cuanti­ tativos. Esta parte se centra en los métodos cualitativos que son determinantes para un conocimiento integral de la reali­ dad y cuyas herramientas pueden usarse también para dise­ ñar los proyectos, recoger, sistematizar, analizar e interpretar la información de investigaciones cuantitativas. En el C apí­ tulo 4, que es el primero de la Parte 11, se discute el proceso de investigación cualitativa considerando el papel central del investigador como herramienta del conocimiento y las eta­ pas del proceso. Se incluyen tres secciones sobre el porqué, el qué y el cómo de la formulación del problema de la inves­ tigación, el diseño del proyecto de investigación y el muestreo cualitativo. La recolección de datos cualitativos se aborda en el Capítulo 5, introducido con una sección nueva sobre la im ­ portancia determinante de esta etapa para generar un proce­ so de conocimiento fundado en datos rigurosos y de calidad; se abordan en detalle las diferentes modalidades de entrevista cualitativa, se amplían las discusiones sobre la entrevista focal y la observación, y se presentan herramientas nuevas para recoger información mediante la entrevista computarizada en tiempo real, las orientadas a reconstruir historias de vida con recomendaciones específicas para entrevistar niños y personas de la tercera edad. El Capítulo 6, que cierra esta parte, cubre el manejo de los datos cualitativos, aspecto altamente pertinente también para trabajar datos cuantitativos. Se des­ taca en esta sección que el m anejo y análisis de los datos no es una tarea lineal, sino que se inicia desde la recolección misma de la información y cubre todo el proceso de la inves­ tigación y se desarrollan aspectos pertinentes a la trascripción, la categorización inductiva y la codificación. Se detallan consi­ deraciones metodológicas sobre el análisis y la interpretación

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de los datos cualitativos con criterios de validez y confiabilidad, resaltando la responsabilidad pública del investigador cualitativo. Se actualizan los aspectos pertinentes al manejo computarizado de los datos cualitativos, resaltando los di­ ferentes programas en uso, sus ventajas y sus restricciones. En la Parte m se presenta la revisión crítica detallada de cada una de las dos investigaciones que se examinaron para derivar las lecciones metodológicas que dieron origen a este libro. El objetivo de estos últimos capítulos es explicitar la lógica subyacente al desarrollo de las investigaciones que fundamentan el libro y evidenciar el proceso de toma de decisiones de tipo metodológico. En esta edición se resalta la vigencia de los temas que fueron estudiados, así com o la de los abordajes conceptuales y metodológicos. En el Epílogo se reta a los investigadores a asumir los desafíos inherentes a una investigación en ciencias sociales que sea rigurosa y que responda a la urgencia de producir un conocimiento con poder transformador. Se exponen, a manera de ejemplo, dos problemas determinantes para la construcción de sociedades integradas y sostenibles y sobre los cuales algunos científicos sociales ya han sugerido nue­ vos caminos. Estos son: los problemas del desarrollo y el de la pobreza y exclusión. Para finalizar y, a m anera de síntesis, es importante explicitar cuatro consideraciones fundamentales que guían las reflexiones que se presentan en este libro: 1. Las dim ensiones cualificables y cuantificables del mundo objetivo no deben percibirse como realidades excluyentes. Por lo tanto los métodos de investigación cualitativos y cuantitativos deben utilizarse como herramientas comple­ mentarias de indagación. Los métodos pueden verse como complementarios, o como no complementarios, pero la rea­ lidad es una integrada y eso es lo que prima. 2. El criterio más adecuado para seleccionar un méto­ do está determinado, en primera instancia, por la naturale­

za del problema que se investiga. En otras palabras, el méto­ do no debe im poner cóm o se estudia la realidad, sino que por el contrario, son las propiedades de la realidad las que deben determinar el método o los métodos a ser usados*. 3. El reto que enfrentan los investigadores no estriba en la capacidad de cualificar o cuantificar separadamente un fe­ nómeno social para comprenderlo en una u otra dimensión, sino en cuantificarlo y cualificarlo simultáneamente, para aprehenderlo en todas sus dimensiones sin escindir la reali­ dad, lo cual es arbitrario desde las premisas mismas de la ciencia y falsea el conocimiento científico. 4. Lo cuantitativo y lo cualitativo se conocen con los mismos cinco sentidos. No existe un sexto sentido para cua­ lificar. De ahí que los investigadores, para hacer bien su tra­ bajo que tiene profundas im plicaciones éticas, sociales y políticas, deban esforzarse por superar el simple conocimien­ to que tienen sobre métodos. Un buen científico social cono­ ce las relaciones históricas y culturales que contextualizan a los sujetos y las situaciones estudiadas, y está en condiciones de comprometerse con un proceso conceptual y m etodoló­ gico riguroso, para producir resultados que capten los di-

2. F.n el análisis socioeconómico de una enfermedad, por ejemplo, se debe simultáneamente cualificar y cuantificar el problema para poder comprenderlo en su complejidad. En el caso de la lepra, se pueden cuantificar los efectos económicos que acarrea. Pero para tener una apreciación adecuada deben también considerarse los aspectos relacionados con el estigma, que acarrea problemas psicológicos y sociales y que hacen es­ pecialmente traumática la experiencia para el enfermo,con re­ percusiones de tipo ético, moral y social que no pueden ignorarse (VVeiss, 1990). En los estudias sobre la discriminación social, por ejemplo la subordinación femenina, se deben bus­ car las razones de tipo cultural e ideológico que sustentan y reproducen la situación, así como sus expresiones cuantitati­ vas reflejadas en la discriminación salarial, la segregación la­ boral, los rendimientos desiguales de la inversión en educación por sexo, etc. [4 1 ]

ferentes intereses de sociedades altamente heterogéneas, re­ conociendo que el conocimiento es poder para el cambio o para la inercia social.

Más allá del dilema de los métodos

PARTE

I

E l conocimiento de la realidad social

CAPÍ TULO

1

El con ocim ien to c ie n tífic o de la realid ad social

A manera de apertura: una llam ada de atención a los investigadores

La regla de o ro del m étodo científico es abo rdar el co ­ nocim ien to d e la realidad social a p artir de sus propios parám etros. Los individuos, sus hogares, sus grupos de re­ ferencia, sus com unidades y las relaciones que tejen son realidades concretas y específicas. Los m iem bros de una co m u nidad se relacionan entre sí, con la sociedad más am plia, con los diferentes niveles del Estado y con el p o ­ der político, según sus m últiples especificidades, las cua­ les sustentan heterogeneidades y diferencias com o las de clase, género, etnia, región y edad: diversidades que no se traducen en riqueza, sino en pobreza y exclusión, com o lo dem uestran rigurosos estudios recientes’ . Un/a buen/a 3. Una de las heterogeneidades sociales referidas en esta par­ te, es la pertinente a las relaciones desiguales de poder entre mujeres y hombres en nuestras sociedades, lo cual incide ne­ gativamente en la situación y posición de la mujer y contribu­ ye por ejemplo, a la “ invisibilización” de las contribuciones de las mujeres en el campo de la ciencia. La poca visibilidad de las mujeres en la ciencia puede estar íntimamente relacionada con aspectos culturales inherentes a la división sexual del tra­ bajo. Un estudio sobre la participación de las científicas colom­ bianas en los procesos de producción de conocimiento en el país, puede consultarse en Bonilla-Castro (1999). Aún como miembros activos de las comunidades científicas, las mujeres [4 7 ]

investigador/a debe hacer evid en te la fo rm a co m o esta tram a de relaciones heterogéneas se traduce en intere­ ses diversos, co n fro n tado s y excluyentes, los cuales d e­ term in an las posibilidades de las person as para am pliar sus capacidades y h abilidades y para tener la libertad de “ hacer y ser” en contextos dem ocráticos qu e supuesta­ m ente deben garantizarles sus derechos ciu dadan os . Esta es la regla de oro del m étodo científico: conocer la realidad respetando sus particularidades. Sin em bargo, en la práctica, la preocupación de la ciencia no es el estu­ dio de las especificidades y las diferencias de lo real, sino las abstracciones en los niveles m ás altos posibles, para poder sustentar los grandes sistemas teóricos generales. Al asignarles valores m atem áticos abstractos, lo concreto pierde relevancia al igual que los individuos, sus identida­ des e historias personales que los hacen únicos. Los grandes sistem as teóricos - e n palabras de Turner (19 8 5:30 )-“ han capturado la im aginación de los cien­ tíficos sociales” desde los inicios m ism os de las ciencias

y su producción de conocimiento también pueden ser oculta­ das. Al respecto puede citarse el conocido caso de Rosalind Franklin, la científica británica a quien no se otorgó el Nobel en 1962 por su trabajo innovador y riguroso para descifrar el AD N , a pesar de que sus fotografías con rayos X y sus análisis, permitieron este descubrimiento. Uno de los ganadores del Nobel, que tuvo acceso no autorizado a los datos en proceso de su colega, la llamó'Ma dama obscura del a d n ”, para despres­ tigiarla como persona y no como científica y restar peso a su capacidad investigadora, con argumentos ajenos a los que se supone deben fundamentar la rigurosidad propia de estos con­ textos. Ver Brenda Maddox (2002) y James Watson (1980). 4. Con el único fin de agilizar su lectura, a lo largo del texto no se usará la doble expresión de género, pero con esta nota se desea llamar la atención sobre esta restricción del lenguaje con el que pensamos y nos comunicamos. Este es un indicador de la negación de las diferencias entre mujeres y hombres y de las dificultades para captarlas en todas las esferas de la vida social.

sociales cu an do, para ad q u irir estatus científico, to m a­ ron co m o referente las ciencias naturales en el m arco de la m en talidad m atem ática q u e se hace p red o m in an te d esde hace casi och o siglos. Tales sistem as teóricos, d o ­ m inados por este tipo de m entalidad, difícilm ente ca p ­ tan las com plejidades de la realidad. Por el con trario, lo qu e hacen es encerrarla en una especie de “ caja negra” con in form ación expresada m atem áticam ente, la cual se relacion a con sus referentes co n creto s de una m anera m uy am bigua. La m entalidad m atem ática n o sólo ha determ in ado la m an era de h acer cien cia, sino tam b ién la fo rm a de pensarnos, de vern os a nosotros m ism os, a los otros y al en to rno en el qu e nos desenvolvem os. Y es precisam en ­ te esta h egem onía en la fo rm a de percibir la realidad, la qu e ha in validado la p ro d u cció n de un co n o cim ien to científico don de los in dividuos, sus hogares, sus gru pos de referencia, sus com u nidades y sus relaciones sociales sean valoradas para incluirlas a p artir de sus diferencias. Un con ocim ien to que propicie la con strucción de socie­ dades equitativas y sostenidas. Sin em bargo, es evidente que tal hegem onía comienza a resquebrajarse a fuerza de dem ostrar el alcance lim ita­ do del conocim iento resultante de sus indagaciones. Este es el contexto en el que se enm arca la “ llam ada de aten­ ción” a los investigadores para que reconozcan los alcan ­ ces de la ciencia y las reglas del m étodo en el terreno de lo social. El análisis de estos asuntos epistem ológicos es fu n ­ dam ental para la form ación de investigadores sociales, pero desborda los alcances de este libro. Sin em bargo, una p ublicación sobre m étodos de investigación en ciencias sociales debe empezar por alertar a los investigadores sobre la im periosa necesidad de com prom eterse con la prod u c­ ción de un conocim iento que capte tanto las diferencias y heterogeneidades, com o las dim ensiones subjetivas que [4 9 ]

hacen parte de la totalidad social, las cuales pueden ser sujeto de un con ocim ien to riguroso, aun que no sean expresables m atem áticam ente. “ El llam ado de aten ción ” sobre los alcances de las ciencias sociales para co n ocer la realidad se desarrolla con m ás detalle a continuación, considerando tres aspec­ tos fundam entales: la capacidad h um an a para conocer la realidad social, el desarrollo de la ciencia en la pers­ pectiva de la m entalidad cuantitativa y, las im p licacio­ nes d e la cu an tificación en las ciencias sociales. La capacidad humana para conocer la realidad social “ Para el hom bre entender el m undo es reducirlo a lo hum ano, pon ién do le su sello ? dice A lb ert C a m u s en E l M ito de Sísifo (citado por C rosby, 1998:29). “ El deseo más pro fu n d o de la m e n te -c o n tin ú a C a m u s - incluso en sus o peracio n es m ás co m plejas, co rre pareja con el sen ti­ m iento del hom bre ante su universo: una insistencia en el con ocim ien to, una apetencia de claridad.” Sin em b ar­ go, tal apetencia de claridad se ve lim itada p o r los p ro ­ pios instrum entos con los qu e la naturaleza ha dotado al sujeto h um an o para conocerla: los sentidos. Por esta razón, ni el con ocim ien to de la realidad natural, ni el de la realidad social se adecúan ‘a la m edida’ de aquello a ser conocido, sino qu e aquello a ser co n ocid o se reduce a la “ capacidad hum an a” de ob servar a p artir de la vista, el oído, el olfato, el tacto y el gusto. En otras palabras, el lí­ m ite del co n o cim ien to h u m an o es p rop o rcion al a los instrum entos con que contam os para percibir la realidad. Los sentidos, que nos otorgan la facultad de percibir la im presión de los objetos exteriores m ediante ciertos ó r­ ganos, son la base del co n o cim ien to del sentido com ún el cu al, co m o se verá m ás a delan te, es h asta n uestros tiem pos la base del con ocim ien to científico.

En el contexto de la m entalidad cuantitativa, lo que hizo posible el con ocim ien to científico de la realidad fue la d ecisió n de acceder, casi de m anera exclu siva, a los aspectos m ateriales y m ensurables qu e percibim os con los sentidos. Esto en sí m ism o no es problem a. El pro­ blem a estriba en ign o rar qu e tal decisión im po n e lím i­ tes y serias restriccio n es a la capacidad de co n o ce r la realidad en su totalidad y especialm en te la d im en sión subjetiva, m otor del co m po rtam ien to hum ano*. Lo que no se puede percibir con los sentidos se califica - p o r o p o ­ sición a lo o b je tiv o - com o subjetivo, pero con un sesgo de significación im plícita qu e le quita su referente de rea­ lidad, dándose a entender con esto que no es una dim en ­ sión a la cual se pueda acceder d e m anera rig u ro sa a través del m étodo científico. Lo subjetivo se clasifica en ­ tonces en una “ categoría residual” de las “ cosas” que no son cu antificables “ a pesar de que la investigación cu ali­ tativa es p o r en cim a de todo o b jetiva” (K irk y M iller, 19 8 6 :10 ).

El dilem a sobre la inclusión o exclusión de la dim en ­ sión subjetiva está en el origen m ism o de las ciencias so ­ ciales. C o m o se sabe, en estas disciplin as el sujeto y el

5. Según Marvin Minsky, Director del Laboratorio de Inteli­ gencia Artificial del Instituto Tecnológico de Massachusetts,"en ninguna parte está escrito que la inteligencia humana sea el punto de llegada del presente. Creo que nuestra inteligencia se encuentra a mitad de camino entre el simio y el ordenador”. Para los posthumanistas nuestra especie no representa el fin de la evolución sino el principio, dado que el desarrollo tecno­ lógico permite avizorar la transformación radical de nuestros cuerpos biológicos para potenciar y expandir sus capacidades, superando (lo que para estos investigadores son) “ las limita­ ciones como la enfermedad y la vejez.” Desde esta óptica se hacen obvias las restricciones inherentes a los límites de la ca­ pacidad para conocer la realidad. Estos argumentos son pre­ sentados en “¿Evolución: Año Cero?”, UN Periódico, noviembre 14,2004, p. 24. Ver: unperiodico [email protected]. [5 1 ]

“ objeto” de la investigación son el m ism o ser hum ano, un asunto cuyas im plicaciones ponen en duda la posibilidad m ism a de una ciencia social que responda a las exigencias de la objetividad científica. (Ion el ánim o de despejar esta duda, las ciencias sociales le apostaron a la rigurosidad del método, pretendiendo de esta m anera controlar la in ci­ dencia de los valores personales en el proceso de generar conocim iento “ objetivo” en disciplinas “ de h um anos es­ tudiando hum anos.” (Turner, 1985:25). A unque la realidad social es, por decir lo m enos, la unidad de lo objetivo y lo subjetivo, en las ciencias socia­ les, po r razones com o las anteriores, se ha dado prelación a conocer y m edir lo objetivo, aun si no se tiene m uy cla­ ro a qué refiere esta observación escindida. Esta m anera de conocer ha tenido im plicaciones perversas en la co m ­ prensión científica de m uy graves problem as sociales y ha llevado a predecir unos escenarios sociales esperables, pero term inam os estrellándonos con los opuestos, tal com o fre­ cuentem ente sucede con los estudios sobre el desarrollo y la pobreza (Sagasti y Deudeling, 1995). I.as dim en sion es subjetivas de lo social no estim u ­ lan los sentidos d e la m ism a m anera que las dim en sio ­ nes objetivas, dado el funcionam iento m ism o del cerebro pero, hasta el presente, éste es el m edio de co n o cim ien ­ to h um an o de toda la realidad s o c ia l. A pesar de esto, las experien cias subjetivas son determ inantes de las o b jeti­ vas, p o r lo cual el co n o cim ie n to del co m p o rtam ie n to h u m an o y las relacion es sociales, o b se rvan d o sólo lo

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. Esta manera de conocer esta íntimamente relacionada con el funcionamiento del cerebro. Para Uinás (2002:112), “siem­ pre, y esto es general, para todos los sentidos, el cerebro solo acepta las propiedades específicas del mundo externo que es­ timulan los órganos sensoriales y la transmisión de estos'mensajes’ se realiza por medio de la actividad eléctrica neuronal, como el único sistema posible.”

objetivo, se traduce en un con ocim ien to parcial y m uy frecuentem ente d istorsion ado de la realidad social. Este es el caso de los estudios de la pobreza, por ejem plo, en los que se aborda el problem a exclusivam ente desde las con d icion es m ateriales, con lo cual se lo entiende sólo parcialm ente, se m inim izan o ign oran sus causas y sus repercusiones, se desorienta la tom a de decisiones para co n fro n tarlo y, en ocasiones, se llega incluso a respaldar o pcion es que agravan la situación qu e se quiere superar. En la era del conocim iento, parece paradójico hablar de las lim itaciones de la capacidad hum an a para co n o ­ cer, m ás aún co n sideran do los im portan tes avances que han o cu rrid o en las ciencias naturales en las últim as d é ­ cadas, con todo y las restricciones recon ocidas p o r alg u ­ nos de sus m ás co n n o tados científicos. Sin em bargo, en el contexto de las ciencias sociales, don d e el sujeto es el o bjeto de su propia reflexión» las lim itacion es im p u es­ tas p o r el m étodo son evidentes. C o m o se am pliará más adelante, la naturaleza de la realidad social es objetiva y subjetiva, y aun que los sentidos no nos perm itan acce­ d er directam ente a la dim en sión subjetiva, no po r ello d eja de existir ni de ser determ inante en la con strucción de la realidad objetiva. C o m o señalaba C am us, el h om ­ b re red uce lo h u m an o p ara co n o cerlo. Las reglas del m étodo científico se establecen para garan tizar rigu ro ­ sidad en esa pequeñ a parcela de la realidad que le es d a ­ ble con o cer m ed ian te los sen tidos. En el pro ceso , se pierde de vista que una y otra son decisiones hum anas qu e lim itan su capacidad de conocer. Si se quiere co n o ­ cer la realidad social en sus p ro pio s térm in os, para en ­ tenderla en su com plejidad, es im prescindible abordarla co m o un todo objetivo/subjetivo, así co m o con nuevas propuestas orientadas a sofisticar los m arcos con ceptu a­ les y los instrum entos para captarla.

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El desarrollo de la rienda en la perspectiva de la mentalidad cuantitativa En el p eríod o tran scurrido entre 1250 y 1600, la so ­ ciedad occidental “ buscaba im po n er sentido a la ex p e­ rien cia, para d ar a la v id a una m ed id a de fiab ilidad y reducir así, aun que no pud iera abolirías del todo, las incertidu m bres fun dam en tales y aterradoras de la vid a” (W illiam J. B ou w sm a, citado p o r C rosby, 1998:57). E u ­ ropa específicamente, experim entaba un cam bio pro fu n ­ do en su m entalidad, “ se encontraba en la prim era etapa de la creación d e la ciencia y la tecnología que serían las glorias de su civilización” ) '“em pezaba a decidirse (al m e­ nos en parte), a tratar el un iverso en térm in os de cu an ­ tos un iform es en una o m ás características, cu an tos que a m en u do se con cebían dispuestos en líneas, cu adros, círculos y otras form as sim étricas: pentagram as, p elo to­ nes, colum n as de libro m ayor y órbitas plan etarias”. “ El occidente renacentista decidió percibir visualm ente y de una vez, una parte tan gran d e de la realidad com o fuera posible, rasgo que desde entonces y durante siglos ven i­ deros sería el distintivo de su cultura” (Crosby, 1998:1521). H acien do una síntesis de los planteam ientos de este autor, el cual se citará en extenso en este apartado dada la relevancia de sus planteam ientos, puede decirse que la con cepción del universo en cuantos, po r una parte, y la necesidad de percibir la realidad en extenso, p o r la otra, son los procesos que están en la base del surgim ien to de una m entalidad cuantitativa. La in fluen cia d eterm in an ­ te d e esta m entalidad en las ciencias sociales fue posible gracias a qu e se lograron resultados co m o los siguientes: U nión d e las m atem áticas)' la m edición: El logro in ­ telectual distintivo de la época consistió en jun tar las m a­ temáticas y la m edición y aplicarlas a la tarea de entender

la realidad perceptible p o r los sentidos. Ix>s occiden ta­ les supusieron de m uy buena fe qu e dicha realidad era tem p o ral y espacialm en te u n ifo rm e y que, p o r tanto, podía som eterse a sem ejante exam en . ¿Que n om b re va ­ m os a dar a esta afición p or d ividir las cosas, las energías, las costum bres, y las percepciones en partes un iform es y contarlas? ¿Reduccionism o, o cuantificación? (Crosby, 1998:21-22). Predilección p o r la precisión y la cuantificación: “ M uy d espacio, tentativam ente, y con frecuencia de m od o in ­ consciente, los occiden tales com en zaro n a im p ro visar una nueva visió n de la realidad partiend o de elem entos heredados y de la experiencia del m om ento, que a m en u­ d o era com ercial. El naciente m odelo nuevo, com o lo lla­ m a rem o s, se distin g u ía p o r la im p o rtan cia cada vez m ayor que daba a la precisión , a la cu antificación de los fenóm enos físicos, y a las m atem áticas” (Crosby, 1998:57). Institucionalización de la u niversidad y el mercado. Los principales artífices del m odelo nuevo eran gentes de ciu d ad, los ciu dadan os inquietos que “ pasaban sus h o­ ras de trab ajo en uno de dos centros: la universidad y el m ercado” (C rosby, 1998:57). La ciencia surge y avala en este proceso la institucionalización de la universidad y el con jun to de relaciones econ óm icas qu e se hacían d o ­ m inantes en una sociedad de m ercado. Validación del modelo cuantitativo. “ La ventaja inicial de los europeos radicaba en el surgim iento de un m odelo de realidad, el m odelo cuantitativo qu e fue desplazando el viejo m odelo cualitativo. Para pensar la realidad se em ­ pleaban de m anera creciente térm in os cuantitativos. El m odelo cuantitativo p erm itió con trolar la in certidum ­ b re, reducir la posibilidad de extraviarse y con fu ndirse en el rein o d e una realidad variab le, co m o la pensaba Platón, al precio de “ elim in ar todas las cualidades per-

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ccptibles”, que es la form a com o A ristóteles percibía los procesos de m edición m atem áticos (Crosby, 1998:21-23). Búsqueda de los sistemas teóricos generales. La idea de un sistem a teórico general con capacidad de explicar todo lo social en un sólo m arco co n ceptu al, puede rastrearse desde los com ienzos de las disciplin as socia­ les. Estos intentos han fallado reiterativam ente porqu e, com o lo señala Turn er (19 8 5:31),“ in volucra el desarrollo altam ente técnico de m odelos m atem áticos sobre diver­ sos rangos de tópicos específicos”, torn an do el quehacer científico en una práctica “ m u y técnica y esotérica”, que pon e en cuestión la m ism a objetividad de la ciencia. (Ver G eorge Ritzer, citado po r Turner, 1985:31). Los sistem as teóricos generales que propon en a n a­ lizar lo social a p artir de patrones de co m po rtam iento regulados por leyes del tipo de las leyes naturales, han dificultado de m anera significativa, cuando no distorsio­ nado, la com pren sión de la realidad social. Los grandes m o d elos qu e por d e fin ició n b uscan la gen eralización , construyen vision es abstractas que dificultan e incluso im piden entender el m u n d o social concreto en sus p ro ­ pios térm in os, es decir con sideran do la situación social relativa y las situaciones de poder y frecuentem ente de exclusión en que se desenvuelven n úm eros significativos de gru po s sociales y sus m iem bros. Las ciencias sociales y la cuantificación La perspectiva de la m entalidad cuantitativa ha sig ­ n ificado un gran dilem a para las ciencias sociales. Para cu m plir con las prem isas de esta m entalidad y con las exi­ gencias del m étodo científico, desde sus inicios d iscip li­ nas com o la eco n om ía y la sociolo gía, han ten ido que deslindar conceptual y m etodológicam en te en la p rác­ tica científica, lo in dividual de lo social, lo m icro d e lo m acro, lo qu e puede m edirse de lo qu e no puede m edir­

se. Al escindir, para conocer científicam ente, estas dim en ­ siones qu e están esencialm ente articuladas en la realidad em p írica, las ciencias sociales han term in ado d isto rsio ­ n ando el o bjeto m ism o del conocim iento. Utilizando las ¡deas de T illy (1984), puede aseverarse qu e las abstracciones resultantes del con ocim ien to cien ­ tífico de la realidad social, en el m arco de esta mentalidad cuantitativa, corren el riesgo de estar vaciadas de su m is­ m o referente em pírico para poder form ular las teorías de “ las grandes estructuras, los largos procesos y las co m ­ paraciones en orm es”. En otras palabras, para estru ctu ­ rar los grandes sistem as teóricos don de la diversidad, la heterogeneidad y los opuestos intereses sociales no tie­ nen cabida. Los conocim ientos científicos de lo social son tan abstractos, que crecientem ente devienen en esqu e­ m as conceptuales ajenos a la realidad social referida o, lo que es aun m ás serio, tan generales que distorsionan las especificidades qu e definen la realidad m ism a, ro m ­ piendo otra regla de o ro del m ism o m étodo científico: respon der p o r la fidelidad de los indicadores, a p artir de los cuales se m iden las variables que hacen operativos los conceptos form ulados en las hipótesis. En lu gar de respetar los parám etros que definen lo real y adaptar las herram ien tas conceptuales y m eto d o ­ lógicas para captar dichos parám etros en su com plejidad, las ciencias sociales han reducido la realidad para forzarla dentro de las exigencias del m étodo. Este uso acrítico del m étodo ha conducido a generar un conocim iento distor­ sion ado d e la realidad social, dan do lugar a una verd a­ dera crisis en las ciencias sociales. Los “ co n o cim ien to s rigurosam ente científicos” sobre lo social van por un lado y las condiciones de vida reales de las personas, van por el otro. A un qu e esta crisis está lejos de ser reconocida, los científicos sociales se encuentran h oy frente a un desafío [5 7 ]

que no habían tenido en otro m om ento: decidirse de una vez po r todas a conocer la realidad social tom ando com o referente las con dicion es em p íricas concretas -cu a n tifi­ cables y no cu antificables- de vid a de las poblacion es es­ tu diadas. N o es a d m isib le ni ética, ni cien tíficam en te seguir tolerando que esos “ conocim ientos rigurosam ente científicos” sobre nuestras sociedades, sus procesos, sus instituciones y sus m iem b ros vayan en co n travía de lo que sucede concretam ente con la vida de las personas, sus hogares, sus com u nidades y sus sociedades. A su m ir este desafío puede tener repercusiones no solo en la rigurosidad y la validez del conocim iento, sino tam bién en el afin am iento de las m ism as ciencias socia­ les y de sus m étodos. A sim ism o, para responder a tal reto el investigador social debe tener, en p rim e r lugar, un c o ­ nocim iento de las heterogéneas, diversas, e inequitativas condiciones de vid a de las poblacion es que estudia y de los intereses frecuentem ente en frentados qu e se derivan de esta heterogeneidad. En segundo lugar, debe contar con una sólida fo rm ación en ciencias sociales en cu al­ quiera de sus disciplinas, con ocer las diferentes p o sicio ­ nes con ceptu ales y de política del tem a q u e estu dia, y d o m in ar los m étodos de investigación social qu e le per­ m itan generalizar, sin perder de vista la especificidad de lo social. Pero sob re todo, debe tener la capacidad de validar de m anera eficiente los resultados de sus trab a­ jos, co n fron tán dolos con lo que sucede en la vid a co n ­ creta de las poblaciones estudiadas. Este es su parám etro de referencia. Las ciencias sociales están fallando en sus análisis, y sus con clusion es no son necesariam ente confiables. Las sociedades están ah í, debatién dose en co n d icion es de m uy alta incertidum bre, las cuales cuestionan la eficien ­ cia, la eficacia y la sostenibilidad de los resultados de las investigacion es. Es o b vio qu e n o puede cu lp arse a las

ciencias sociales de las fallas del desarrollo y del em pobre­ cim ien to creciente de nuestras sociedades. Pero ta m p o ­ co puede ign orarse que han ju gad o y siguen ju g an d o un papel clave en el “ m odelaje” y la planeación del desarrollo de las m ism as, especialm ente desde m ediados del siglo veinte, aun que los investigadores sociales no parecieran estar conscientes de esto. Tal influencia se ha ejercido con b ase en los resultados de investigaciones, supuestam en ­ te rigurosas, verificables y confiables, enm arcadas en teo­ rías de corto, m ediano y largo alcance, que p o r su énfasis en la generalización, ignoran -c o m o ya se d ijo - la especi­ ficid ad y la heterogeneidad de los intereses concretos de los diferentes g ru p o s sociales. C o n estos diagnósticos de expertos, las ciencias sociales han ausp iciado la predic­ ció n y la to m a de decision es claves para el d esarro llo social, político y econ óm ico y por lo tanto han incidido directa o indirectam ente en la calidad de vida de las per­ sonas. U na parte m u y sign ificativa de los países desarro ­ llad os y m uchos en proceso de desarrollo, p o r ejem plo, d iseñan sus políticas y tom an decisiones de acciones p ú ­ b licas que afectan la vida de todos sus ciu dadan os, con b ase en los resultados de las estim aciones de los m odelos de eq u ilib rio general, en los cuales la realidad se plasm a en su n ivel m ás alto de abstracción, al igual qu e las per­ sonas qu e viven en esa realidad. Por lo tanto, la in flu en ­ cia del con ocim ien to social en la calidad del desarrollo y en la calidad de vida de las personas es determ inante. En síntesis, y com o se analizará con m ás detalle en el siguiente apartado, la realidad social es una totalidad con dim en sion es objetivas y subjetivas y la ob jetividad científica exige qu e las dos sean tenidas en cuenta, p o r­ qu e el co m po rtam iento social explícito está cargado de valo racio n es im plícitas que lo con d icion an y lo hacen posible. Las ciencias sociales no son un fin en sí m ism as, [5 9 ]

sino un m ed io de co n o cim ien to y, crecien tem en te de con ocim ien to para la tom a de decisiones que orientan el desarrollo de nuestras sociedades. Para co n trib u ir de una m anera ética a la generación de este tipo de co n o ci­ m iento, los científicos sociales tienen que arriesgarse a am pliar sus m arcos perceptuales para captar la realidad en todas sus dim en sion es, y afinar, adecuar y hacer in ci­ sivos sus m étodos d e investigación, según se recom ien ­ da a lo largo del libro. Realidad social, orden social y com portam iento

El desarrollo del ser h um an o supuso el ro m p im ien ­ to del orden natural al que están sujetos los seres vivos pero, para garan tizar su sob reviven cia en co n dicion es in ciertas, co n stru yó un o rden c u ltu ra l'. Este o rd en a ­ m iento se expresa en una realidad social ob jetiva, y se m antiene en el tiem po m ed ian te el establecim iento de una serie de pautas que regulan el co m portam iento, las cuales tam bién hacen parte de la dim en sión objetiva de esta realidad. La fo rm a co m o los in dividuos y las colec­ tividades asim ilan los aspectos objetivos, a p artir de c o ­ nocim ientos y valores, se expresa en un nivel tam bién real pero subjetivo. Aspectos objetivos de la realidad social D os aspectos son determ inantes para com pren der lo social co m o una realidad objetiva. Por un lado están las instituciones, es decir las pautas de com portam iento estandarizadas qu e son aprehendidas com o guías d e la con ducta social y que perm an en tem ente se reiteran en

7. Lorite (1982) hace un análisis de la forma como las leyes del instinto fueron reemplazadas por normas culturales para la preservación del orden social.

el transcurso de la vida cotidiana; p o r el otro, se en cuen ­ tra el lenguaje com o canal de la vida social. Las pautas de conducta que con figuran la cultura, en el sen tid o m ás am p lio , se tran sm iten a los n uevos m iem b ro s de una sociedad m edian te la socialización , d uran te la cual lo norm ativo se presenta co m o una rea­ lid ad dada, b astan te análo ga a la realidad del m u n d o natural. D e acuerdo con B erger y Luckm an n (1979), las instituciones son percibidas p o r los m iem b ros de la so­ ciedad co m o realidades inalterables y eviden tes po r sí m ism as, lo cual hace posible en cierta m anera, hab lar de un m un do social com o una realidad n o histórica y dada, a la cual se enfrenta el in d ivid u o , de m odo análogo a la realidad del m un do natural. El m un do institucional se experim en ta co m o una realidad o b jetiva, p o rqu e tiene una historia que antecede al n acim iento del in dividuo y no es accesible a su m em oria biográfica. Para qu e el orden social tenga una dirección y sea estable, se debe institucionalizar al m áxim o el co m p o r­ tam ien to de m anera tal que éste se haga previsible y por lo tanto controlable. En el m arco de estas pautas de co m ­ portam ien to institucionalizado, se espera qu e los m iem ­ b ros de la sociedad desem peñen los roles que les han sido asign ados y qu e se fundam entan prioritariam en te en los patrones establecidos po r la división social del trabajo, el sexo, el parentesco y la posición en la estratificación social. La internalización de estos roles es un com ponente b ásico de la fo rm a com o el ser h um an o conoce lo social y del tipo d e co m po rtam ien to q u e debe esperar de las otras personas. Por su parte, el lenguaje opera com o canal de la vida social en este proceso de con ocim ien to. La m ayoría de las interacciones qu e fundam entan la estructura y el o r­ den social tom an la fo rm a de intercam bios y tran saccio­ nes lin gü ísticas entre los m iem b ro s de una sociedad [61 ]

(G arfin kel, 1986). El lenguaje así con cebido no es sola­ m ente un instrum ento de co m u nicación sino tam bién de con ocim ien to. En un sentido am plio, el lenguaje se d efin e co m o un fen óm en o social y tam b ién co m o un con jun to de prácticas y acciones sociales. El uso del len­ gu aje es una fo rm a d e co n d u cta activa. D e hecho, los intercam bios lingüísticos sirven para definir las activida­ des qu e tienen lu gar en con textos in stitu cio n alizad os tales com o la fam ilia, la escuela, la iglesia, etc. (W atson, 1991). El lenguaje juega un papel determ inante en el p ro ­ ceso de legitim ación de las instituciones sociales, porque introduce una lógica al m u n d o social objetivado, y p o r­ que perm ite con struir la estructura d e la legitim ación. Aspectos subjetivos de la realidad social D e acuerdo con lo expresado hasta ahora, “ en todas las sociedades las person as se organizan continuam ente en form as com plejas con el fin de producir instituciones, actividades cooperativas y estructuras sociales que a d ­ quieren una vida y una estabilidad propias” (Schw artz y Jacobs, 19 8 4 :4 6 2-4 6 3 )^ 1 parecer, según señalan los m is­ m o s autores “ se p uede h ab lar acerca de las m etas, los m otivos, las fun ciones y las características de las socie­ dades, las instituciones y otras totalidades sociales, com o si existieran objetiva e in dependientem ente de las per­ sonas que las com po n en [ ... ] L os seres h u m an os se o r­ ganizan a sí m ism os en relaciones sim bióticas intrincadas para fo rm ar entidades m ayores qu e ellos m ism o s” La exploración de las razones po r las cuales los in ­ dividuos, incluso aquellos m uy disím iles entre sí, se co m ­ portan de form a relativam ente h om ogénea, con duce a diferentes teorías sobre la existencia d e una intersubjetividad, es decir, de un m u n d o de realidades sociales co­ nocido en com ún, que se en cuentra subyacente y explica la m anera co m o operan los aspectos objetivos de la rea­

lidad social. La con strucción de una realidad in stitucio­ nal y la fo rm ulació n de un orden social se fundam entan en una interacción social que ha sido definida co m o “ una actividad com u nicativa significativa entre las personas qu e in volu cra un trab ajo interpretativo m u tu o” (C u ff, Payne et a i , 1985:151). La vida cotidiana se m antiene porqu e se concreta en rutinas institucionalizadas y se reafirm a continuam ente en la interacción del in d ivid u o con o tro s individuos. La realidad se in tern aliza y p erm an ece en la co n cien cia, m edian te procesos sociales que son posibles gracias al m anejo de diferentes niveles de con ocim ien to que infor­ m an sobre las acciones qu e em pren den los individuos. Estos niveles de conocim iento, im plícitos en el co m ­ portam ien to de los m iem bros de una sociedad, co n figu ­ ran la dim en sión cualitativa de esta realidad. D iferentes form as de conocim iento de la realidad social

Para Berger y Luckm ann (1979), el con ocim ien to es la certidum bre de qu e los fenóm enos son reales y poseen características específicas. En este sentido (recon o cida­ m ente sim plista), dichos térm in os tienen relevancia tan­ to para el h om b re de la calle com o para el filósofo. El h om b re de la calle vive en un m un do que para él es real y sabe con diferentes grados de certeza qu e este m un do posee tales o cu ales características. El filóso fo p o r s u ­ puesto planteará preguntas acerca del carácter últim o de e s a ‘realidad’ y e s e ‘co n o cim ien to ’. Estos figuran entre los m ás an tiguo s in terrogan tes del p ensam ien to h u m an o co m o tal. Los autores m encionados consideran varios tipos de co n o cim ien to s que delim itan a su vez diferentes niveles de legitim ación . Estos son: el incipiente, el rudim en ta­ rio, el explícito y el de los universos sim bólicos. [6 3 ]

El C onocim iento in cip ien te se presenta cu an d o se transm ite un sistem a de objetivacion es lingüísticas de la experien cia h um an a. Es preteórico, pero con stitu ye la base del ‘con ocim ien to’ autoevidente, sobre el que des­ cansan los niveles de conocim ien to subsiguientes. C o m ­ prende explicaciones sencillas referentes a cóm o se hacen las cosas, las cuales generalm ente son las respuestas d a ­ das a los porqués. Equivale en gran m edida al cu erpo de norm as de co m po rtam ien to básico tran sm itido d u ra n ­ te la prim era etapa de socialización. El n ivel de Conocim iento ru dim entario se basa en proposicion es teóricas qu e hacen referencia a esquem as explicativos m uy pragm áticos y qu e se relacionan d irec­ tam ente con acciones concretas. Los proverb ios, las m á ­ xim as m orales sentencíales, las leyendas y los cu en tos populares pertenecen a este conocim iento. Es parte fu n ­ dam ental del ‘co n o cim ien to del sentido com ú n ’ que los individuos y los grupos utilizan com o vehículos de com u ­ nicación y rigen la vida cotidiana en niveles más prim arios. El Conocim iento teórico explícito, legitim a el sector institucional en térm inos de un cuerpo de conocim ientos diferenciado. Se apoya en el desarrollo de teorías especia­ lizadas y su adm inistración está a cargo de legitim adores tam bién especializados, por lo cual trasciende la ap lica­ ción pragm ática y tiende a convertirse en teoría pura. El con ocim ien to sim bólico tom a la form a de patrones de sign ificación, que se refieren a realidades qu e no son e x ­ plícitas en la experiencia cotidiana, aunque corresponden al m un do co n o cid o en co m ú n , porqu e con figura la rea­ lidad intersubjetiva. Este co n ocim ien to fundam enta la interacción y el com portam ien to acoplado de los in d i­ vid u o s q u e hacen parte de una determ in ada situación social. El conocim iento puede ser visto, categorizado y pos-

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tulado según C uff, Paync e t a i , (1985), teniendo en cuenta el in ten to del h om b re de p en sar en sí m ism o y en su m un do, m ediante el plan team ien to de diversas p regu n ­ tas que son básicam ente las siguientes: • ¿Cuáles son los presupuestos que se form ulan?, es decir, ¿cuáles son los puntos intelectuales de partida de d ich o con ocim iento? • ¿Cuáles son los tipos de preguntas qu e se hacen? ¿Q ué tipo de conceptos se utilizan para hacer estas p re­ guntas? ¿Q ué métodos se em plean para explorar el m u n ­ do? ¿Cuáles son las clases de respuestas, explicaciones o soluciones que se dan a las preguntas que se hacen? A p artir de estas preguntas tam bién es posible esta­ blecer varias form as de con ocim ien to que difieren más o m en os en térm in os de las respuestas a dichas p regu n ­ tas, las cuales representan distintas m aneras de conocer el m undo, que no son necesariam ente excluyentes. Según los autores, estos tipos de con ocim ien to son el científico, el m atemático, el filosófico, el literario, el del sentido co ­ m ún, el religioso, etc. Estas son diversas m aneras de com ­ prender la realidad y tienen distin tos fines, po r lo cual no deben ser jerarquizadas en ningún orden de im portan ­ cia. La diferencia entre el conocim iento científico y las otras form as de con ocim ien to estriba en que el p rim ero p ro ­ po n e aplicar reglas m etodológicas sistem atizadas para co m pren der la realidad. “ Son apenas un o s pocos los que se dedican a la in terpretación teórica del m un do, pero todos viven en el m u n d o ” (B erger y Luckm an n , 1979). D ado qu e el co n o cim ien to es un fenóm en o social, un producto social, independientem ente del tipo de co ­ n o cim ien to a qu e se haga referencia, tan to el co n o ci­ m iento del sentido com ún preteórico, es decir, lo que la gente conoce com o realidad en su vida cotidian a, com o el co n o cim ien to científico, están d eterm in ados h istóri-

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cam entc y tienen un va lo r incuestionable co m o puntos de referencia del co m po rtam iento y del orden social. Todos los m iem b ro s de una sociedad tienen uno o m ás tipos de con ocim ien to de la realidad qu e les p e rm i­ te desenvolverse e in teractuar con o tra s perso n as. D e hecho, el co n o cim ien to del sentido com ún constituye el ed ificio de sign ificados sin el cual ninguna sociedad p o ­ dría existir. Es un referente determ inante de la conducta social y por lo tanto, tam bién es una vía de acceso p riv i­ legiada para co m pren der el porqu é del co m p o rtam ien ­ to en una situación social específica. Cuantificación y cualifícación de la realidad social

La sociedad posee, según lo discutido an terio rm en ­ te, una facticidad objetiva que es interpretada po r sus m iem b ros en sign ificad os sub jetivos. Es justam en te el carácter dual de lo social en térm in os de facticidad o b ­ jetiva y sign ificado subjetivo, lo que constituye su reali­ dad su i getieris. La realidad fáctica puede ser abordada con alguna validez con m étodos sim ilares a los de las ciencias n atu ­ rales, m ientras que esto no es fácilm ente viable con los significados subjetivos, e incluso puede no serlo del todo. La realidad social fáctica objetiva es cuantificable, m ien ­ tras qu e el sign ificado social debe ser cu alificable p o r su propia naturaleza. Sin em bargo, dado que la realidad social es un todo integrado de facticidad objetiva y de sign ificados su b je­ tivos, la posibilidad de que el con ocim ien to pueda jugar su verdadera fun ción de entender, para tran sform ar, d e ­ pende de que la realidad social sea captada en su existen­ cia sui generis y no sesgada por una fo rm a de hacer ciencia social, en la que se acepten com o válidos ú n ica­ m ente los procesos de las ciencias naturales, o aquellos

qu e se derivan acética m en te de estos procedim ien tos, co m o se analizó en detalle al com ienzo de este capítulo. Dada la influencia de los presupuestos y los m étodos de las ciencias naturales, el én fasis desde la perspectiva del con ocim ien to científico se ha cen trado tradicio n al­ m ente en la com pren sión de la realidad o b jetiva, desco­ nociendo la d im en sión subjetiva de la realidad social e incluso a costa de perder, de m anera esencial, la capaci­ d ad de explicar el p orqu é d e la facticidad social ob jeti­ v a. La cu an tificación po r la cu an tificació n y n o p o r el co n o cim ien to de la realidad, así com o el uso de estadís­ ticas cada vez m ás elaboradas y com plejas, ha ejercido po r décadas un verdadero hechizo sob re un im portante sector de científicos sociales, quienes incluso sacrifican su capacidad analítica en aras de satisfacer los presupues­ tos de las técnicas estadísticas para o rgan izar y relacio­ n ar los datos. La tecnología es una valiosa herram ienta m etodológica siem pre y cu an do no se con vierta en un fin en sí m ism a. E l investigador científico es insustituible en la tarea de in terpretar esa in fo rm ación y generar, a partir de ella, reflexiones conceptuales sobre esa realidad. Si estas dos últim as tareas no se lo gran , la investigación científica pierde sentido, independientem ente de lo re­ finados que sean los in strum entos de m edición. El m étodo científico puede distinguirse de otras apro­ xim acion es en dos aspectos fundam entales interrelacionados: i) Debe tener una relevancia em pírica dem ostrable en el m u n d o real. 2) Debe utilizar deliberadam en te p ro ­ cedim ientos claros, qu e no solam ente m uestren la fo r­ m a co m o fueron o b ten id o s lo s resultados, sin o que tam b ién sean lo suficien tem en te específicos para que o tros investigadores puedan intentar repetirlos, es decir, revisarlos con los m ism os u otros m étodos, con el fin de co n fro n tar los resultados (C u ff, Payne et a i, 1985). El con ocim ien to científico in volucra reglas y proce[6 7 ]

dim ientos para dem ostrar la ‘garan tía em p írica’ de sus hallazgos, de m an era tal qu e pueda ev id en cia r la c o ­ nexión entre las afirm acion es que se hacen y lo qu e está pasan d o o ha p asado en el m u n d o real. La relevan cia em p írica y los procedim ien tos claros son los supuestos fundam entales inherentes a cualquier conocim iento cien­ tífico. O tras distinciones pertinentes al tipo de m étodo o al tipo de resultados son m eram ente extensiones de estos dos criterios b á s ic o s . Los conceptos y sus referen tes em píricos

Los conceptos son ideas abstractas que co rresp o n ­ den a form as diferentes de interpretar el m un do , y por lo tanto orientan y delim itan la dirección que tom e la in ­ vestigación. Todas las ciencias sociales ofrecen percepcio­ nes particulares, m aneras de m irar el m un do social que perm iten o propician la con strucción de estrategias sis­ tem áticas y disciplinadas para tratar de entender los as­ pectos de ese m undo. C uff, Payne et al. (1985), consideran que los conceptos utilizados por las diversas ciencias so ­ ciales tienen una gran sign ificación, p o rqu e las p ercep­ cion es q u e se hacen del m u n d o , las pregu n tas qu e se hacen sobre la realidad social, la form a com o se fo rm u ­ lan dichos interrogantes y las respuestas que se obtienen, están m oldeadas p o r los conceptos que se em plean.

8. Cuff, Payne et a i (1985), señalan que las diferencias entre el conocimiento científico, el religioso, el literario, el matemáti­ co, el filosófico, etc., se refieren a sus supuestos básicos. En úl­ tima instancia, estos supuestos sirven para justificar o para apuntalar una forma particular de comprender y pensar la rea­ lidad. Según los autores, en cualquier forma de comprender el mundo se parte de unos presupuestos, se plantean preguntas con base en unos conceptos determinados y se utilizan unos métodos específicos para explorar la realidad.

C o m o los conceptos “ correspon den a propiedades dad as, a características abstraídas de lo real” (B rio n es, i9857)> lo qu e se puede captar del m u n d o concreto d e ­ pende significativam ente del equipaje conceptual qu e se utilice para abordar lo em pírico. Para com prender la rea­ lidad, las diferentes perspectivas de las ciencias sociales d esarrollan sus pro p io s cu erp o s conceptuales. A sí po r ejem plo, la sociología, con posturas conceptuales y p o ­ líticas diferentes, visualiza y define a la sociedad com o producto de un consenso en torn o a un orden determ i­ nado; com o producto de un conflicto de intereses de cla­ se; com o resultado de un orden negociado; m ediante la interacción sim bólica entre el in d ivid u o (yo) y la socie­ dad; o com o construida a partir de su carácter autoorganizativo que genera un o rden en el cu rso de la actividad m isma. El sign ificad o de los conceptos en la investigación social ha sido desarrollado entre otros p o r G o etz y Leco m p te (1984), para qu ien es los m arcos teó rico s y los sistem as conceptuales involucran orientaciones filo sófi­ cas, qu e im plícita o explícitam en te están íntim am ente ligadas en todas las fases de la investigación. Tanto los m étodos de investigación propiam en te dich os, com o las d ecisiones m etodológicas y las técnicas para la recolec­ ción de in fo rm ació n , se derivan de los sistem as con cep­ tuales qu e sirven de referencia a los investigadores para d efin ir y abordar el problem a estudiado. La form u lació n conceptual de una realidad social puede ser pun to de partida, com o en los m étodos cu an ­ titativos, o m eta de llegada, com o en los m étodos cu ali­ tativos. Este es un o de los fun dam en tos abordado a lo largo del presente trabajo. Sin em bargo, en esta sección se adelantan algunas consideraciones que tienen p ro fu n ­ das im plicacion es m etodológicas en el estudio de la rea­ lidad social. [6 9 ]

E n el m étodo cuantitativo los conceptos devienen en variables clasificatorias, identificables de m anera ex ­ cluyente y susceptibles de m edición. C u an d o un inves­ tigador selecciona un tópico de investigación, lo form ula conceptualm ente y enum era las variables que debe exa­ m inar, con fro n tan do de m anera inm ediata la pregunta sobre có m o serán m edidas. Aun qu e esas variables se e x ­ presan en form a cuantitativa o de categoría, y su m ed i­ ción no constituye un problem a, el investigador deberá d esa rro lla r un co n ju n to de co n jetu ras antes de po d er con fro n tar em p íricam en te la pregun ta de la investiga­ ción. Existe una p ro fun da con fu sión en relación con la naturaleza de la m ed ición en ciencias sociales y sobre lo que dice y n o dice dicha m edición respecto al fenóm eno que se está exam inando. Según Franklin y O sborne (1971: 118 ), “ la m ed ición no provee in fo rm ación de todas las cualidades que caracterizan el fenó m en o qu e se m ide, p orqu e ésta de hecho es un proceso de abstracción que necesariam ente se basa en un co n jun to lim itado de p ro ­ piedades”. Por tal razón, según los autores citados, los investigadores deben resolver dos interrogantes fu n d a­ mentales. En prim er lugar, si el proceso de m edición refle­ ja las propiedades y relaciones que se buscan desentrañar de lo concreto. En segun do lugar, si el pro cedim ien to reporta lecturas em p íricas sim ilares en aplicaciones rei­ teradas. La prim era correspon de a la pregunta altam en ­ te refractaria sobre la validez de la m edida y la segunda plantea el problem a de su confiabilidad. Para Franklin y O sb orn e (1971), si se pudiera dar una respuesta afirm ati­ va a la cuestión de la validez, la duda sobre la co n fiab ili­ dad q u edaría p or lo tanto resuelta. Los investigadores están m enos equipados para resolver el prim er in terro­ gante, dado que la validez depen de de qu e las p ro p ie­ dades del fen ó m en o seleccio n adas para ser m ed id as,

correspon dan a parám etros esenciales del evento estu­ diado y no a aspectos m arginales del m ism o, lo cual des­ afortunadam ente sólo se com prende cuando se concluye la investigación. Desde la perspectiva del m étodo cualitativo, los con­ ceptos no son el punto de arran que del proceso de inves­ tigación sino la m eta a la que se puede llegar a p artir de descripcion es no estructuradas de la realidad, según sea co m p ren d id a e in terpretada p o r los in d iv id u o s. Tales descripcion es sobre la m anera com o el m un do es co n o ­ cid o y pensado p o r los m iem b ros de un gru p o y sobre los im pulsos, deseos y m otivacion es de las personas, de­ ben hacer posible qu e el científico capte las razones que subyacen al co m po rtam ien to ob servado y, po r lo tanto, sus propiedades subjetivas esenciales. En con clusión , en los m étodos cuantitativos el pro ­ blem a m etodológico central se relaciona con la m edición de los conceptos qu e orientan teóricam ente el proceso de conocim iento. En los m étodos cualitativos, en cam ­ bio, se explora el contexto estu diado para lograr las des­ crip cio n es m ás d etalladas y com p letas po sibles de la situación , con el fin de explicar la realidad subjetiva que subyace a la acción de los m iem bros de la sociedad. Síntesis

D e la discusión planteada en los apartes anteriores deben tenerse en cuenta los siguientes aspectos co m o es­ pecialm ente im portantes: E n p rim e r lugar, la realidad n atural y la realidad social son dos entidades diferentes. La p rim era está d e ­ term in ada por leyes que fun dam en tan la búsqueda de relaciones de causalidad entre los fenóm en os. La segun ­ d a, se con figura a p artir de n orm as de com portam iento n egociadas o frecuentem ente im puestas, que en su o ri­ gen son esencialm ente diferentes de las leyes naturales. [7 1 ]

La realidad social es un producto h um an o y co m o tal no está sujeta a leyes in m o dificab les.sin o a grandes tenden­ cias institucionalizadas de com portam ien to que varían con el tiem po y con las diferentes culturas. El m an ten i­ m iento de estos m arcos in stitucio nales depen de de la posibilidad de im pon er un orden al com portam iento, lo cual generalm ente lleva im plícito qu e deban aceptarse intereses sociales de gru p os específicos, que se presentan com o depositarios del bien co m ú n y se validan y pe rp e­ túan co m o tales. La realidad social es incierta en esencia porque com o producto cultural, el ser h um an o tam bién puede tran s­ fo rm arla. C u a n d o se co n ceptu alizan las leyes sociales com o si tu vieran las m ism as características de las leyes naturales, se ‘ reifica’ la realidad social, porqu e se ignora que es un pro d u cto cultural y que co m o tal puede ser cuestion ado y m odificado p o r los gru p o s cu yo co m p o r­ tam iento regula. Insistir en abordar su estudio cien tífi­ co desde la perspectiva de la ‘legalidad n atu ral’, im plica la b úsqueda de leyes sociales falseadas en su base. Los pro b lem as de validez, co n fiab ilid ad y o b jetivid ad , tan im p o rtan tes en la in vestigación en cien cias n aturales deben serlo tam bién en las ciencias sociales, pero con un sign ificado diferente. Es decir, qu e no acepte d e m anera acrítica una eq uivalencia total entre la realidad natural con sus leyes naturales y la realidad social con sus leyes sociales. Esta eq uivalencia no es dem ostrable em p írica ­ m ente y, p or lo tanto, los m étodos de con ocim ien to de cada realidad pueden ser referentes para los procesos de indagación, pero n o son necesariam ente equivalentes, tal com o se discutirá en el p ró x im o capítulo. En segun do lugar, la realidad natural só lo tiene una d im en sión : la objetiva, po r lo cual los procesos de ca m ­ bio se pueden predecir m ediante el con ocim ien to de las

leyes que rigen los fenóm en os de la naturaleza. D e h e­ cho, un propósito central de la investigación en las cien ­ cias n aturales es el d escu b rim ien to d e la interrelación entre los distin tos fenóm en os, b uscan do d escu b rir las leyes que rigen su interacción y sus tran sform acion es en el tiem po. En este contexto, es pertinente ubicar los co n ­ ceptos de causalidad, generalidad, replicabilidad, ley, etc., tan frecuentem ente utilizados com o punto de referencia po r la investigación social cuantitativa. C o m o la realidad social tiene dim ensiones objetivas y subjetivas, existen aspectos de la realidad social que pueden exam in arse con los criterio s cien tíficos de las ciencias naturales. Sin em bargo, la dim en sión subjetiva puede ser ign orada o m anipulada en su propia n atura­ leza, cu an d o la realidad social sólo se exam in a con m é­ to d o s cu antitativos. P or lo tanto, el problem a no debe estrib ar en establecer qu é m étodo de co n o cim ien to es m ejor, sin o cuál es el m ás pertinente para explicar la rea­ lidad social. Incluso el reto del investigador social debe­ ría ser el d esarrollo de su capacidad analítica y de sus co n o cim ien to s para em plear los m étodos de m anera in ­ tegrada qu e le posibiliten co m pren d er la realidad social en sus dos dim en sion es esenciales, a saber: la cu an titati­ va y la cualitativa. En tercer lugar, el ser h u m an o es el sujeto que g e ­ nera co n o cim ien to científico, tanto de la realidad n atu ­ ral com o de la social. Es decir, que la posibilidad real de cu alqu ier tipo de con ocim ien to está m ediada po r la c a ­ pacidad hum ana para percibir, exp lo rar e in terpretar la realidad. Si bien en el caso de las ciencias naturales el investigador es un ob servad or externo a los problem as qu e analiza, en las cien cias sociales, el in vestigador es parte y producto de los problem as qu e estudia. Esta si­ tuación plantea interrogantes epistem ológicos, m etodo-

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lógicos y técnicos qu e frecuentem ente son ign orados en los procesos de producción de conocim iento. C o m o lo ha señalado Kuhn (1970), los científicos son seres h um an os con creencias, valores y prácticas, q u ie­ nes incorporan a sus com unidades científicas de referen­ cia estas creencias, valores y prácticas. En la búsqueda de objetividad cien tífica’ se reconoce que los intereses del investigador pueden distorsionar su visió n de la realidad, p or lo cual es necesario desarrollar m ecanism os que co n ­ trolen este sesgo. La objetividad opera co m o garantía de la n eutralidad del investigador frente al o bjeto d e estu ­ dio. Sin em bargo, vale la pena preguntar ¿Cuál es en la práctica concreta la posibilidad real de qu e un científico social proceda de m anera totalm ente neutral? ¿Se satis­ face plenam ente este requisito, o sólo se afirm a que se ha procedido objetivam ente? Finalm ente una propuesta de reflexión. Cabria p re­ guntarse, en el contexto de la crisis de credibilidad que enfrentan g ru p o s recon ocidos de científicos naturales, ¿de qué m anera los parám etros de objetividad y total im ­ parcialidad científicas pueden ser viables en las con dicio­ nes históricas actuales? Se denuncia de m anera creciente que com u nidades científicas recon ocidas m u n d ialm en ­ te están pro ducien do en contextos altam ente con tam i­ n ados de intereses n o científicos qu e pon en en tela de ju icio aun su p ro pia honestidad com o ciu dadan os . C o n esta pregunta de nin gun a m anera se busca ju s ­ tificar y propon er un con ocim ien to científico que no sea 9. Se hace referencia a los debates públicos sobre la honesti­ dad y la transparencia de los procesos de investigación cientí­ fica, seguidos por algunas profesionales de las ciencia*; naturales en Hstados Unidos. C u an d o la com petencia p o r el prestigio personal y por el acceso a fondos de investigación reem plaza un quehacer científico critico, los riesgos de aflojar las exigen­ cias del m étodo científico son d esafortunadam ente m u y altos (ver Tim e, “ C risis in the Labs”, agosto 26 ,19 9 1, pp.44-51).

riguroso. Esta es una dim en sión sin e qua tioti del co n o ­ cim iento científico, cu alqu iera que sea la realidad que se estudie y el m étodo qu e se utilice. Lo que se quiere in d i­ car, es la urgen te necesidad de revisar los p rocesos de pro d u cció n d e co n o cim ie n to cien tífico, en aras de la m ejo r com pren sión posible de la realidad que se estudia -n a tu ra l o s o c ia l- con el fin de poder co n tin u ar ap u n ­ talan do el desarrollo h um an o y el desarrollo social. Pero fun dam en talm en te se llam a la atención a los científicos sociales qu e aceptan co m o parám etros de con ocim ien to los de las ciencias naturales, para que evalúen críticam en­ te estos m arcos de referencia, no sólo en térm in os de las propuestas conceptuales, cognoscitivas y de m étodo, sino tam b ién , en térm in os de los prod u cto s de la práctica científica. Esta inquietud abre paso al p ró x im o capítulo, qu e se centrará en los m étodos de investigación en las ciencias sociales. F in alm en te una propuesta para pensar y actuar. “A gu d izar” la capacidad de com pren d er lo cualitativo, hace ineludible qu e el investigador re-conozca los lim i­ tes de la capacidad hum ana para con ocer la totalidad de la realidad social afincándose en los cinco sentidos y unas reglas del m étodo. El con ocim ien to de la realidad social en su totalid ad , in clu yen d o su dim en sió n cu alitativa, dem an da a los investigadores o cu p arse d isciplin ad a y perm anentem ente p o r una sólida fo rm ació n acad ém i­ ca, ser explícitam ente rigurosos en sus procesos de inves­ tigación , dar cu en ta de los m ism o s y, p o r sob re todo, asum ir su com prom iso social de generar un con ocim ien ­ to que tenga el po d er (con ocim ien to es poder según la fam o sa frase d e F o u cau lt), p ara ap u n talar un cam b io hacia sociedades equitativas, no excluyentes y sostenibles. Un decidido com p rom iso con un con ocim ien to para la tra n sfo rm a ció n hacia un d esarro llo social y h u m an o sostenibles, h ará posible tam bién qu e los científicos so[7 5 ]

cíales logren em p ezar a co n tro lar la in certidum b re de lo descon ocid o, razón ultim a de la cien cia desde sus m is­ m os orígenes.

CAPÍ TULO

2

M étodos cuan titativos y cualitativos

La posibilidad, el uso o la necesidad de cu antificación en ciencias sociales dan origen a una larga polém ica y a lo qu e K aplan (1971) ha deno m in ado co m o las m ísticas de la cantidad y de la cualidad. Según la prim era, sólo aq u e­ llo qu e puede ser expresado cuantitativam ente m erece el n om b re d e co n o cim ien to verdadero o científico. La se­ gun da cree ver en los núm eros algo negativo o in com ­ patible con la naturaleza m ism a del o bjeto de estudio de las ciencias sociales. Este capítu lo parte de una conceptualización sobre lo que se entiende por m étodo científico en las ciencias sociales. C o n cluye con la propuesta, fo rm ulada y prac­ ticada po r algu nos investigadores, de in tegrar los m éto ­ d o s cu an titativos y cualitativos de fo rm a sistem ática y creativa, para en riquecer y hacer posible la com prensión de la realidad social en sus dim ensiones objetivas y su b ­ jetivas. M étodo c ien tífico o mecanicism o del conocim iento

El m étodo científico predom inan te en las ciencias sociales es el hipotético-deductivo, lo que im plica que los científicos de cualquier disciplina están básicam ente p ro ­ ban do h ipótesis a p artir de un dob le referente: “ el cuer[77]

po conceptual de un lado y la realidad concreta que se estudia del otro lado ” (CufT y Payne, 1985:190). El m éto­ do científico se aplica prim ordialm en te para fun dam en ­ tar, ju s tific a r y respald ar h ipótesis específicas qu e se deducen de un m arco conceptual. D e ahí qu e según es­ tos auto res, los in vestigadores estén m ás preocupados p o r evid en ciar qu e su trab ajo es científico, es decir, por expo n er la fo rm a co m o cu m plen con las reglas del m é­ todo, que con las características qu e determ inan la rea­ lidad que quieren conocer. C o n la fo rm ació n y en tren am ien to pro fesion al se enseñan los m étodos co m o si fueran instrucciones que seguidas cuidadosam en te, perm iten ‘ensam blar* la rea­ lidad qu e se estu dia. D e esta m anera, se asum e qu e el investigador joven tiene la garantía de pod er llegar a co n ­ clusiones aceptadas en su disciplin a científica y valid a­ das po r el queh acer de sus p ro pio s m aestros. El m étodo se traduce en un con jun to de postulados, reglas y n o r­ m as qu e son institucionalizadas por lo qu e Kuhn (1970) d enom in ab a co m o la co m u nidad científica socialm ente reconocida. El m étodo científico así aceptado jerarquiza, o rdena y regula un proceso objetivo, que debe ser satis­ fecho por un in vestigad or‘ n eutral’. D esde esta perspec­ tiva, la garantía de objetividad para captar un fenóm eno social según sus propiedades y su d in ám ica, depende de la fidelidad con qu e se siga la regla del m étodo. U na de las m ayores falacias en la fo rm ació n de los investigado­ res es la creencia de que el m étodo reem plaza la fo rm a ­ ción integral y la capacidad de pensar, de co m pren der y de interpretar. El apren dizaje de reglas, técnicas estadís­ ticas y sistem as in form áticos sofisticados, ni reem plaza, ni puede ir en desm edro de una fo rm ación integral del investigador. Esta es la que le perm ita reflexion ar sobre la sociedad, teniendo en cuenta sus dim en sion es h istó­

ricas y las con tradiccion es entre los intereses de los d is­ tintos gru pos sociales. Los m étodos de investigación científica en las cien ­ cias sociales han caíd o en un árid o m ecan icism o, d e ri­ vad o de un ejercicio en el qu e el instrum ento es el fin en sí m ism o y no un m edio de con ocim ien to, y la realidad social concreta a ser con ocida es un pun to de referencia nom inal. La capacidad de las herram ien tas usadas para captar fielm ente la realidad, la calidad de la in form ación (com o referente de propiedades y de relaciones entre las propiedades), la form a com o se construyen las bases de datos y el m o d o co m o se pasa de éstas al análisis y a la interpretación, son procesos que no se sopesan en su sig­ n ificado real, aun que de ellos depende directam ente la validez del con ocim ien to producido. N o sorprende entonces que C u ff y Payne (1985:225) consideren que en el contexto de la aplicación del m éto ­ d o hipotético d eductivo,el prin cipal problem a que debe en fren tar el investigador es entonces el de “ convencer a sus colegas profesion ales de que sus hallazgos, d escrip­ cion es y explicacion es están garantizadas por un uso es­ tricto de las reglas m etodológicas aceptadas”. Esta form a de avalar el con ocim ien to deja en la pen u m b ra el traba­ jo sistem ático y cu idadoso involu crado para asegurar la fidelidad de los referentes em p íricos que captan las p ro ­ piedades del fenóm en o estudiado. La m ecanización de los procesos de investigación en las cien cias sociales han llevad o , así m ism o , a qu e los m arcos teóricos de los cuales se deducen las hipótesis, sean aceptados tam bién de m anera acrítica y ahistórica. C o n frecuencia se parte de revisiones de literatura, en las qu e preocupa m ás detectar las ‘tendencias conceptuales de m oda’ qu e la pertinencia de éstas para reflexionar de m anera sistem ática, apropiada y creativa sobre el proble-

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m a social qu e se estudia. Por esta razón, no es de extra­ ñar que, tradicion alm en te, la lógica qu e guía el paso de los conceptos a las hipótesis quede en la penu m bra, au n ­ qu e en el p roceso cien tífico esta sea tan im p o rtan te, com o el paso de las h ipótesis al referente em pírico. La cien cia tiene co m o m eta “ d e sc u b rir” aspectos d esconocidos o hacer claros con ocim ien tos “ d u d osos” y, p o r lo tanto, el m étodo cien tífico no p uede reducirse sim plem en te a la aplicación d e un recetario de n orm as inviolables. L os asun tos teó ricos y m eto d o lógico s son inseparables y por lo tanto, los supuestos qu e fun dam en ­ tan el cu erp o conceptual del que se derivan las hipótesis deban hacerse explícitos con nitidez y transparencia. Esto es fundam ental porqu e el cu erp o de co n o cim ien to u ti­ lizado com o m arco de referencia influye en la percepción que logre el investigador del p rob lem a qu e in daga, en tanto qu e determ ina las preguntas q u e se fo rm ulan, las respuestas qu e se buscan y lo que es m ás im portan te, las que finalm ente se responden y tam bién las que se dejan de responder. El perfil de un buen investigador está determ inado tanto po r sus h abilidades m etodológicas, co m o por el do m in io qu e tenga de los enfoques conceptuales in h e­ rentes a sus intereses de con ocim ien to. Esto im plica re­ con o cer qu e “ existen d iferen cias p ro fu n d a s en tre los procesos m entales in volu crados en la producción de la teoría abstracta y los pertin en tes a la recolección de la in form ació n ” y negarlas co m o señala T u m er (1985:27), “es subvertir el proceso del descubrim iento científico.” El m étodo usad o de m anera rigurosa, pero sin encasillar, propicia tam bién que el investigador desarrolle una disci­ plina m ental adecuada para desenvolverse con seguridad tanto en los niveles conceptuales, co m o en los em píricos propiam en te dichos. La m ayoría de los textos sobre m étodos y técnicas,

incluso algu nos elaborados p o r investigadores con una im p o rta n te trayecto ria, se escrib en “ con la in ten ción básica de ayudar, a estudiantes avan zados y a investiga­ d ores que trabajan en ciencias sociales, a resolver m uy v ariad o s problem as qu e se presentan en el p roceso de investigación” (B rio n es, 1985:5). Por esta razón, “ evitan tratam ien tos generales que caigan fuera del ám bito m e­ tod o lógico ”, en tanto que se considera “ que m uchas ve­ ces producen confusión en la búsqueda de las soluciones requeridas por los problem as de investigación” (Briones, 1985:5). El au to r reconoce qu e su exposición n o debe to ­ m arse co m o un a adhesión positivista, ni m ucho m enos co m o una recom endación al uso acrítico de estos p ro ­ ced im ien tos y su giere qu e “ el in vestigad o r debe estar atento de m anera continua a los posibles errores y des­ viacion es a los cuales puede co n d u cirlo el uso in discri­ m in ado de algunas técnicas de investigación social.” A pesar de esto, su m anual m etodológico, co m o m uchas o tras publicacion es po r el estilo, se centran en “ la ex p o ­ sición de diversas técnicas de recolección y análisis de d atos, apropiadas para ciertos niveles de la realidad so ­ cial y d estin adas a tra ta r p ro p ied ad es susceptib les de expresión cu antitativa”. Esto, porqu e con sidera q u e “el propósito final del proceso de conocim iento involucrado en la investigación consiste en dar una explicación de esa situación (situación p rob lem ática), m ediante la identi­ ficación de la legalidad que los rige” (B rion es, 19 8 5:1-12). El m étodo fo rm al propuesto desde la m entalidad cu antitativa estricta, puede estar frenando los procesos de co n o cim ien to de lo social, en tanto qu e se m antiene en línea con los qu e sarcásticam en te se han ro tu lad o co m o “ los m ás sofisticado tratados m etodológicos de la sociología tem prana” refirién dose a los propuestos por D urk heim , W eber y otros (Turner, 1985:29). Para el autor (19 8 5:7), estas propuestas m etodológicas siguen tenien[81]

do vigencia, n o po r su pertinencia para com pren der las sociedades actuales, sino porqu e algunos “ teóricos socia­ les gastan tiem po releyéndolos y ca n a liz á n d o lo s co m o padres canonizados, en detrim ento de un desarrollo co n ­ ceptu al”, con pertin en cia actual. Un pun to central qu e se pierde de vista en la gran m ayoría de m anuales m etodológicos es que la realidad social se rige po r leyes culturales que cam bian h istó ri­ cam ente, y qu e ningún m étodo garantiza qu e las relacio­ nes sociales sean adecuadam ente percibidas, a m enos que el investigador tenga una form ación integral, que le per­ m ita pensar e in terp retar la realidad a p a rtir de sus parám etros h istóricos y culturales. El m étodo científico no sustituye este requisito. “ Los qu e creen poder ap ren ­ der a hacer investigación social con form án d ose con es­ tu diar las técnicas de investigación deben desengañarse: es necesario exp lo rar las teorías y ad qu irir el hábito de reflexionar antes de precipitarse sobre el cam po de estu­ dios o sobre los datos, aun que se em pleen las técnicas de análisis más com plejas” (Q uivy y Cam penhoudt, 2004:48). La solución de los problem as que se presentan en el proceso de investigación requiere que n o se desarticule la relación entre la con cepción del m un do del investiga­ d o r y la teoría y el m étodo que usa. D e lo con trario, se reduce el problem a del con ocim ien to científico a cu es­ tiones de m etodología y se propicia una fo rm ació n cien ­ tífica ingenua, acrítica y fundam entalm ente replicadora. L os in vestigadores deben co n o cer los d ilem as no resueltos sobre los que se fundam enta el quehacer cien ­ tífico convencional. Esto no sólo puede ayudarles a abor­ d ar los problem as que enfrentan duran te el proceso de investigación, sino que tam bién les puede ayudar a e v i­ tar el uso de los recursos m etodológicos com o si fueran productos acabados. El avance científico y el de los cien ­ tíficos de los países en desarrollo, dependen de qu e los

investigadores tengan un d o m in io evidente de su h isto ­ ria y su cu ltura, así co m o un excelente co n o cim ien to de los m arcos conceptuales y m etodológicos a su d isp o si­ ción . D e esta m anera y con una práctica sistem ática y bien planeada, podrán asum ir un papel crítico y creativo en los procesos de com pren sión de la realidad en la que se desenvuelven. U n o de los m u ch o s d ilem as q u e qu edan o cu ltos cu an do se evitan los que se han llam ado ‘tratam ientos generales ajen os al ám bito m eto do ló gico’, se relaciona con el problem a de decidir cu án do y có m o cu an tificar o/y cu alificar la realidad social para conocerla. Para to ­ m ar tal decisión el investigador debe tener m u y claro que los m étodos de co n o cim ien to pueden ser cualitativos y cu an titativos, que cada uno d e ellos se sustenta en su­ puestos diferentes, qu e no son recursos excluyentes, que la totalidad de la realidad social no se agota con la cuantificación y qu e un n úm ero sign ificativo de fenóm enos sociales sólo puede cu alificarse y otros pueden cuantificarse sólo si, previam ente, han sido cualificados. Descripción de los m étodos

Concepto y realidad Insistiendo en lo planteado en el C a p ítu lo i, debe recordarse que de la investigación cu antitativa deriva el grueso de su in spiración intelectual de las ciencias n atu ­ rales y de ciertas tendencias del p o sitivism o en particu ­ lar. A un qu e corrientem ente se considera la investigación cu an titativa co m o p o sitivista, n o es el p o sitiv ism o en abstracto lo que ha llevado a algunos investigadores de las ciencias sociales a optar p o r el cam in o de la investi­ gación cualitativa, sino su tendencia m ás general a tom ar co m o punto de referencia m etodológica los m étodos de investigación de las ciencias naturales. [8 3 ]

C o m o se señala en el D iagram a 2 .1, la investigación cuantitativa, en su form a ideal, parte de los cu erpos teó­ ricos aceptados p o r la com u nidad científica, los cuales perm iten fo rm u lar hipótesis sobre relaciones esperadas entre las variables que hacen parte del problem a que se estudia. C on tin ú a con el proceso de recolección de in ­ fo rm ació n con base en conceptos em p íricos m edibles, d erivados de los conceptos teóricos con los qu e se co n s­ truyen las hipótesis conceptuales. C o n clu id a esta etapa se procede a analizar los datos, presentar los resultados y determ in ar el grado de sign ificación de las relaciones estipuladas entre los datos. Este proceso h ipotético-deductivo se inicia, co m o su n om bre lo indica, con una fase de deducción de las h ipótesis conceptuales y continúa con la operacion alización de las variables, la definición de los indicadores, la recolección y el procesam iento de los datos, la interpretación y la in ducción . D uran te este paso se busca con trastar los resultados em p íricos con el m arco conceptual que fun dam en ta el proceso d educti­ vo, con m iras a aceptar o rechazar las hipótesis. I.a investigación cualitativa, p o r el co n trario, se d e ­ riva y ha sido estim ulada por escuelas qu e son fu n d a ­ m en talm en te diferen tes de las qu e p ro p u gn a n p o r la orientación cuantitativa. La prin cipal característica de la investigación cualitativa es su interés p o r captar la reali­ dad social ‘a través d e los o jo s’ de la gente que está sien ­ do estudiada, es decir, a p artir de la percepción que tiene el sujeto de su p ro pio contexto. El investigador induce las propiedades del prob lem a estu diado a p a rtir de la form a com o “ orientan e interpretan su m u n d o los in d i­ viduos qu e se desenvuelven en la realidad qu e se ex a m i­ na” (B ry m an , 1988:69 y 70). P or lo tanto, el m étodo cu alitativo n o parte de su ­ puesto s d e riva d o s teó ricam en te, sin o qu e b usca con -

D IA G R A M A 2.1 LA E STRU C TURA LÓ G IC A DEL P RO C ESO DE IN V E ST IG A C IÓ N C U ANTITATIVA

FASES PRINCIPALES

— Teoría

i -

•Deducción

Hipótesis

' Operacionalización

\l/ Observaciones recolección de datos

. Procesamiento

s i'

de datos

Análisis de datos

•Interpretación

\y Resultados

- Inducción

[8 5 ]

ceptu alizar sobre la realidad con base en el co m p o rta ­ m iento, los conocim ientos, las actitudes y los valores que guían el co m po rtam iento de las personas estudiadas. El proceso de investigación cualitativa explora de m anera sistem ática los con o cim ien to s y valores qu e com parten los in d ivid u o s en un determ in ado con texto espacial y tem poral. Esto im plica qu e no aborda la situación em ­ pírica con h ipó tesis d educidas con ceptu alm en te, sino que de m anera inductiva pasa del dato observado a iden­ tificar los parám etros n orm ativos de com portam iento, que son aceptados po r los in dividuos en contextos espe­ cíficos históricam en te determ inados. El papel de la teoría en cada perspectiva T anto en el m étodo cualitativo co m o en el cu an ti­ tativo, la articulación del dato em pírico con la teoría, bien sea co m o pun to de llegada o de partida es bastante laxa. En el caso de la investigación cuantitativa, se ha c r i­ ticado qu e aun que se argum en te lo co n trario, de hecho lo qu e se busca es exam in ar conceptos que escasam ente se d erivan de algu n a teoría ( C u ff y Payne, 1985). D e acuerdo con B rym an (1988:22), la revisión de la literatura de investigaciones previas relacion adas con el concepto o con ceptos u tilizad os en la in vestigación , se em plea usualm ente co m o sustituto de un cu erpo teórico. Según este autor, con frecuencia las h ipótesis n o se derivan de una teoría com o tal, sino de una revisión de investigacio­ nes anteriores que han usado el concepto qu e se busca explorar. A un qu e en sus p ro pios fun dam en tos se confiere un papel central a la teoría en los m étodos cuantitativos, en la realidad esta función se ha distorsionado. De hecho, lo que se recom ienda en libros de texto pertinentes es que “ el tratam iento del problem a d e investigación, m ed ian ­

i l

te la aplicación del m étodo adecuad o requiere una d eli­ m itación conceptual o ubicación en un contexto teóri­ co ” (B rio n es, 1985:13* 14)- Tal m arco resulta de una selección de los aspectos m ás im p o rtan tes del cu erp o teórico general, referidos al tema estudiado y el cual debe determ in ar la selección de los conceptos claves para fo r­ m u lar el problem a. In fortun adam en te, este paso se ha hecho equivalente a la selección y defin ición de los co n ­ ceptos em pleados en la form ulación de las hipótesis (que deben ser verificables), conceptos que deben ser operacio n alizad o s, es decir, fo rm u la d o s según su referente em pírico. El asunto de la m ed ición se ha resuelto casi exclu si­ vam ente desde la operacionalización de las variables con un referente em pírico y esto ha oscurecido e incluso ob s­ tacu lizado qu e el prob lem a a estu diar se inserte en el cu erp o teórico pertinente. La teoría es defin ida de m a ­ nera sim plista y esquem atizada com o una serie de rela­ ciones postuladas entre varios conceptos que se form ulan co m o hipótesis. El concepto es una dim en sión de la rea­ lidad afin ada en sus térm in os m ás básicos o fu n d a m en ­ tales, y una o p eració n es un referente em p írico de un co n cep to (H aven s, R o g ers y L ip m an , 19 6 5:18 -21). Esta noción de teoría centrada en el concepto facilita el p ro ­ ceso de m ed ición , pero reduce la capacidad explicativa de las teorías sociales. Lo que es m ás serio aún, lim ita el alcance de la teoría a las necesidades de m edición y p ro ­ picia la operacion alización de los conceptos, no en tér­ m in o s d e las propiedades de la realidad qu e se estudia, sino para facilitar la cuan tificación de aquellas d im en ­ siones que interesan al investigador. La capacidad exp li­ cativa de estos procedim ien tos m etodológicos es p o r lo tanto m uy lim itada, y la presentación de los resultados se reduce a dar cuenta de los niveles de sign ificación de

[8 7 ]

los cálculos estadísticos, para aprobar o d esaprob ar h i­ pótesis. En el caso de la investigación cualitativa, se critica el em p leo de los con ceptos co m o si fu eran referentes em p íricos fijos aplicad os al m u n d o real y se prop o n e el uso de ‘conceptos sensibilizadores’ que provean un sen ­ tido general de referencia y o rien tación para aproxim ar las instancias em píricas (Blum er, 1954:7). Desde esta pers­ pectiva, la con exión entre el concepto y el dato im plica que el prim ero establece una serie de señales generales que guían el trab ajo del investigador en un d eterm in a­ do cam po de ‘estudio’. El concepto debe refinarse p au la­ tinam ente con tro lan d o el riesgo de ‘reificarlo’, es decir, de que pierda la relación con el m un do real. En la p rá c­ tica, la investigación cualitativa m u y a m en u do carece de una orien tación m ínim a tanto en térm in os con ceptu a­ les co m o en lo referente a objetivos concretos y se co n ­ funde con un proceso exp lorato rio para registrar todo lo que acontece. Esto conduce a qu e se recopilen g ra n ­ des cantidades de in form ación, sin criterios selectivos, lo cual d ificulta la creación de arch ivos y hace d ifícil y a veces im posible el m anejo, análisis e interpretación de los resultados . Supuestam ente, la inducción analítica basada en la observación de la realidad, debe proveer a los investiga­ dores del con ocim ien to necesario para desarrollar cu er­ pos teóricos qu e capten los esquem as interpretativos de los g ru p o s estudiados. Sin em bargo, en la realidad estas aproxim aciones a la teoría quedan frecuentem ente esbo­ zadas y no form uladas. C o m o indica B rym an (1988:91), los investigadores cualitativos son h oy am bivalentes en

10. Un análisis sobre la aplicación de los m étodos cualitativos en las ciencias sociales puede consultarse en C astillo (2003) y Langebaek (2003).

relación con el papel qu e debe ju g a r la teoría en la inves­ tigación. D e m anera creciente se recom ienda qu e los investi­ gadores que usen m étodos cualitativos recurran a la teo ­ ría, no com o pun to de referencia para gen erar hipótesis sino co m o instrum ento que guíe el proceso de investi­ gación desde etapas iniciales del proceso. El reto que debe asum irse es, entonces, no perder de vista qu e el co n o ci­ m iento qu e se busca co m o pun to de referencia es el de los in dividuos estudiados y n o exclusivam ente el avala­ do por las com u nidades científicas. La lógica reconstruida y la lógica en uso Tanto los defensores de los m étodos cuantitativos co m o aquellos de los m étodos cualitativos enfrentan un p ro fu n d o distan ciam ien to en lo qu e pro p o n en co m o m étodo de con ocim ien to y la fo rm a co m o o peran en la vida real. N orm alm en te unos y otros actúan con base en una lógica reconstruida, que refleja una im agen ideali­ zada de la práctica cien tífica. M ayo r aten ción debería darse a lo que Kaplan (1964) define com o la lógica en uso, es decir, las características reales de las prácticas de los científicos durante el proceso investigativo. D esafortuna­ dam ente co m o ya se señaló, la lógica en uso se explícita m uy raram ente en los in fo rm es de las investigaciones, “ p o rqu e el investigador (cualitativo o cuantitativo) está m ás preocupado po r m o strar la form a en que su trabajo satisface los cánones del m étodo científico, según la apro ­ xim ación qu e utilice, o sea la lógica reconstruida, que por describ ir detallada y específicam ente las circunstancias del trabajo investigativo en la práctica y la incidencia de éstas en la ap licació n d e las reglas m eto d oló gicas del en fo q u e seleccion ado” (C u ff y Payne, 1985:191).

[8 9 ]

Diferencias entre los m étodos cuantitativos y cualitativos

A lgun o s de los prin cipales contrastes entre los m é­ todos cualitativos y cuantitativos ya han sido presen ta­ d o s en los ca p ítu lo s a n terio res, h acien d o referencia especialm en te a la fo rm a co m o se percib e la realidad social y a las propuestas específicas sobre cóm o con ocer­ la. En esta sección se hará m ención de los aspectos que según los expertos diferencian estos dos m étodos de in ­ vestig ació n , sigu ien d o las dim en sio n es señ aladas po r B rym an (1988:94-126), pero revisadas según la lógica en uso derivada de la experiencia de las investigaciones que se reseñan en los capítu los 7 y 8. D e acuerdo con las con sideracion es de la Tabla 2.1, los m étodos cualitativos y cuantitativos pueden con tras­ tarse teniendo en cuenta aspectos co m o los siguientes: 1.

Rol de la investigación. Para los investigadores que

cu an tifican, el m étodo cualitativo juega un papel p refe­ rentemente exploratorio o com plem entario. E n el prim er caso les perm ite un con ocim ien to previo detallado de la situación estudiada lo cual les facilita fo rm u lar las h ip ó ­ tesis, delim itar los referentes em p íricos de los conceptos y d iseñ ar la estrategia d e reco lección d e in fo rm ació n (población a estudiar, qué datos necesitan y có m o deben recogerlos). En el segundo caso se usa el en foq ue cu ali­ tativo para interpretar los resultados obtenidos con d a ­ tos cu an titativos, cu an d o estos d e m anera reiterada se quedan cortos para explicar los fenóm en os estudiados. En los d o s casos se em plea con el único fin de agregar, pero no se valora el m étodo en sus propios térm in os, ni tam poco se usa para lograr una com prensión integral del problem a. Tal es el caso de los estudios cuantitativos de la pobreza qu e se analizan con m ás detalle al final del li­ bro, en los cuales, algunos de sus autores, reconociendo [9 0 ]

TABLA 2.1 A L G U N A S D IF E R E N C IA S ENTRE LOS M É TO D O S DE IN V E ST IG A C IÓ N CUALITATIVA Y CUANTITATIVA

1. Rol de la investigación cualitativa* 2. Compromiso del

Investigación

Investigación

cuantitativa

cualitativa

Exploratorio-

Exploratorio-

Preparatorio

Interpretativo

Objetividad acritica

El significado social

Neutra, sujeta a los

Cercana, sujeta a

cánones de la medición

los cánones de

investigador 3. Relación entre el investigador y

la comprensión

el sujeto 4. Relación entre teoría/ concepto e

Deductiva, confirma

Inductiva, busca

o rechaza hipótesis

comprender los ejes

investigación

que orientan el comportamiento

5. Estrategia de

Estructurada

investigación

6. Alcance de

No estructurada y estructurada

Nomotemáticos

Ideográficos

Externa al actor,

Socialmente construida

los resultados 7. Imagen de la realidad social

regida por las leyes

por los miembros de la sociedad

8. Naturaleza

Numéricos y confiables

Textuales, detallados

de los datos

* Esta dimensión no es considerada por Bryman. Para el presente trabajo también se definieron las correspondientes a los numerales 6 y 8. Fuente: Tabla adaptada de la presentada por Bryman (1988:94).

lo inadecuado de los resultados,“ propon en adicionar en los análisis “ o tras dim en sion es pertenecientes a la esfera sim bólica-relacion al: la cu ltural, la sociorgan izativa y la política”, com o ‘com plem en to ’ de los análisis basados en la línea de pobreza y las necesidades básicas insatisfechas [91]

(ver B anco M undial, 2004). El análisis cualitativo para com plem entar no resuelve el problem a de com prensión, pero sí dem erita la perspectiva d e investigación cu alita­ tiva. 2. C o m p ro m iso del investigador. El in vestigador cuantitativo está com prom etido p rin cipalm en te con el m étodo, el cual se usa de m anera bastante acrítica, p o r­ que asum e qu e este recurso m etodológico garantiza el estudio ob jetivo y le perm ite con trolar sus sesgos pe rso ­ nales. El investigador cu alitativo, p o r el con trario, reco­ n oce qu e la ‘d espe rso n a liz a ció n ’ n o es p o sib le , y qu e, com o m iem bro de una sociedad, tiene com prom isos que no necesariam ente coinciden con los de los in dividuos que estudia. Por esta razón su m eta es trabajar con estos últim os d e m an era co m p ro m etid a, p ara p e rm itir qu e aflore y se pueda sistem atizar la vivencia y el con ocim ien ­ to qu e ellos tienen de su realidad. Los investigadores cualitativos usan el m étodo cu a ­ litativo para captar el con ocim ien to, el sign ificad o y las interpretaciones que com parten los in dividuo s sobre la realidad social que se estudia y es defin ida com o un p ro ­ ducto histórico, es decir, validada y tran sform ada por los m ism os sujetos. Sus análisis se centran en m uestras cu a ­ litativas co m o las que se discuten en la segunda parte del libro, en trabajo con gru p os pequeños o en casos que se seleccionan, cu idan do de que no sean excepcionales sino representativos de las tendencias de com portam iento que organizan la vida social en el contexto analizado. La se­ lección sólo es posible después de lo grar la aceptación y el com p rom iso de la com u nidad estudiada. 3. Relación entre el investigador y el sujeto. Los m é­ to dos cu an titativo s no exigen con tacto d irecto con la población que se estudia. In cluso se recom ienda m a n ­ tener una distancia entre los dos para facilitar la n eu ­ tralid ad y la o b jetiv id a d . D ado qu e p o r lo g en eral se

seleccionan grandes m uestras de poblaciones, los in stru­ m entos para recoger in form ación son aplicados po r g ru ­ pos de encuestadores o entrevistadores en trenados por el equipo responsable de la investigación. El investigador incluso puede proceder al análisis e interpretación de los datos sin haber tenido necesariam ente ningún contacto d irecto con la situación . El concepto de realidad social puede llegar a ser, paradójicam en te, bastante abstracto y a m enudo es el resultado de los supuestos qu e se m a­ nejan y no d e las relaciones concretas qu e con figuran la tram a social . Los investigadores cu alitativos, en cam b io , tienen qu e desarrollar una com u nicación directa perm anente con los sujetos investigados, porque su interés im plica de hecho co m pren der el co n o cim ien to que ellos tienen de su situación y de sus con dicion es de vida. En el diálogo del investigador cualitativo con el in ­ vestigado , el p rim e ro no debe d e sp o ja rse del co n o ci­ m ien to y de las h ab ilid ad es que se d erivan de su form ación académ ica. El problem a de relacionarse en pie de igualdad con las com unidades estudiadas no se resuel­ ve m ediante la negación del con ocim ien to y de la id en ­ tid ad del investigador, sin o m ed ian te la fo rm a en que logre reflexionar sistem áticam ente con el sujeto estudia­ d o, sobre las dim ensiones cognitivas e interpretativas del asunto qu e se investiga. C o n frecuencia se supo n e, erró ­ neam ente, qu e en la investigación cualitativa el investi-

u . Es frecuente la construcción de diversos escenarios de una m ism a realidad social proyectada en el tiem po, según variacio­ nes en la cantidad de algunas variables o en la presencia o a u ­ sencia de ellas. Estas proyecciones reflejan alternativas de sociedad que son teóricam ente viables, pero no necesariamente realidades em píricas, ni aún para el periodo futuro en qu e se proyectan. Ver, por ejem plo, Banguero (1980). [9 3 ]

gador opera co m o una tabula rasa. Por el con trario, los procesos de cualifícación son altam ente exigentes en for­ m ación académ ica y experiencia que perm itan, co n cep­ tu al y m eto d o ló gicam en te, d iseñ ar y co n d u c ir un proceso d e investigación orien tado a lo grar una c o m ­ prensión creativa pero sistem ática de la ‘ lógica’, la ‘ racio­ nalidad cultural’ y las restricciones im plícitas y explícitas, que organizan y o rientan el co m po rtam iento social. En el libro se insiste que, desde la perspectiva cu ali­ tativa, el investigador busca captar la fo rm a com o los actores construyen y com pren den su realidad. Sin e m ­ bargo, debe llam arse tam bién la atención sobre el hecho de qu e los actores m ism os no lo hacen de m anera au tó ­ nom a, libre o espontánea con base en sus propios inte­ reses. D e m uchas form as, los actores han “ apren dido ” y asim ilado una com pren sión de la realidad a partir de un m arco n orm ativo inherente al o rden am ien to social que im pregna toda su realidad, el cual se transm ite en el h o ­ gar, la escuela, los m edios de com u nicació n m asiva, etc. ¿N o cree una gran m ayoría de los pobres, p or ejem plo, que la solución a sus problem as es un asunto de ingre­ sos, o de satisfacer necesidades básicas? ¿Entienden aca­ so, o han asim ilado las nocion es de libertad, de derechos a ser garantizados, de capacidades y de oportu nidades, tan determ inantes en su condición social y económ ica? Sí, los actores construyen su realidad, pero no n e­ cesariam ente a partir de sus propios intereses, y una gran m ayo ría de ellos n o tiene el p o d e r para in cid ir en las d ecision es qu e determ in an sus vid as y las de sus d e s­ cendientes. Un buen in vestigado r cu alitativo n o debe perder de vista el sign ificad o determ inante de estas res­ tricciones en la vida de los in dividuos, los hogares y las com unidades estudiadas. Tam poco puede desconocer los intereses diferentes, opuestos y frecuentem ente su b o rd i­ nantes en las relaciones de género entre h om b res y m u-

jcre s, entre d iferen tes g ru p o s socio econ ó m ico s, entre diferentes g ru p o s étnicos, o entre diferentes gru po s de edad. 4. Relación entre la teoría/concepto y la investiga­ ció n . Este aspecto ya se desarro lló en detalle an terio r­ m ente. Por lo tanto, aqu í sólo cabe agregar que, com o señala B rym an (1988:98),“ el contraste entre la investiga­ ción cuantitativa que verifica la teoría y la cualitativa que d eja em erger la teoría de los datos no es un corte preciso co m o se asum e tan frecuentem ente”. Los investigadores m ás experim en tados utilizan im plícita o explícitam ente la inducción y la deducción de m anera sim ultánea, pa­ san do de la o b servació n de la realidad o de la reflexión teórica, según el caso, a fo rm u lar preguntas con ceptu a­ les o em p íricas que guían la exploración de lo concreto, o el análisis crítico de los cu erpos teóricos. 5. Estrategias de la investigación. Siguien do el a n á ­ lisis de Sale et a i (2002), las estrategias pueden caracte­ rizarse a la luz de aspectos co m o los siguientes: 1) Cada m étodo está basado en un paradigm a, o sea, en un con jun to d e presunciones referentes a la realidad y, po r lo tanto, in volucran visio n es diferentes de los fe ­ n ó m en o s qu e se estudian y estrategias m eto d oló gicas diferentes. 2) En el paradigm a cuantitativo se asum e la posición de que la realidad objetiva está regulada por leyes y que los fenó m en os sociales son cu antifícables y expresables en in dicadores em píricos. La m eta de la investigación es m ed ir y an alizar las relacion es de causalidad entre las variab les en un m arco supuestam en te libre de valores (D en zin y Lincoln, 1994, citado po r Sale et al., 2002). El investigador y el “ o bjeto” investigado son entidades in­ dependientes. Se asum e que el investigador puede estu diar los fe­ n óm en os sin in fluirlos o ser in fluido p o r ellos (G u b a y [9 5 ]

Lincoln, 1994:10, citado por Sale el al., 2002). Para este a u ­ tor, la objetividad del investigador es garantizada por téc­ nicas com o el m uestreo al azar (que da a todos los sujetos de la po b lación estudiada -u n iv e r s o - la m ism a p o sib ili­ dad de ser in cluidos en las m uestra), po r las propuestas de investigación altam ente estructuradas, por el uso de instrum entos de recolección de in fo rm ación precodificados que buscan respuestas a las m ism as preguntas, y p or procesos de sistem atización e interpretación estadís­ tica de la in form ación que perm ite el m anejo de grandes volúm enes de datos. La rigurosidad y validez del proceso es eviden ciado p or indicadores de precisión, confianza y replicabilidad de los resultados. A un qu e con esta preocupación po r la objetividad se busca d em ostrar qu e em píricam en te se captó la realidad en sus propios térm in os, las m edidas de rigurosidad dan cuenta del proceso m etodológico y no de los aspectos ep istem o lógicos. Tales p rocesos son d ifícilm en te c o n ­ trolables p o r un in vestigado r respo n sab le de to do el p ro ceso de in d agació n , el cual in vo lu cra eq u ip o s de encuestadorcs, de codificadores y de analistas estadísti­ cos, qu ien es no tienen el co n o cim ie n to suficien te del diseño del proyecto ni de sus fun dam en tos conceptuales y m etodológicos. 3)

D esde el paradigm a cu alitativo, a lo largo del li­

bro se señalan y sustentan aspectos com o los siguientes: (1) la realidad se con struye socialm ente, es histórica y cam bia constantem ente; (2) O ntológicam ente hablando se acepta que existen m últiples “ verdades” basadas en la p ropia con strucción de la realidad (ver al respecto los plan team ien tos de Sale et al. (2002); (3) La realidad se construye socialm ente y po r lo tanto cam bia con stante­ m ente (punto tratado po r Berger y Luckm ann, 1979); (4) Las poblacion es estudiadas son sujetos y no objetos de

co n o cim ien to y (5) Se da prelación a lo específico, lo d i­ ferente, lo único y no a lo generalizable. 6.

A lcance de los resultados. Por lo general se señala

qu e un aspecto qu e diferencia los m étodos cualitativos d e los cuantitativos es la posibilidad de generalizar los resultados. B rym a n (1988), co n sid era qu e el m étodo cuantitativo se fundam enta en un m odo de razonam ien­ to nom otem ático, m ientras qu e el cualitativo es ideográ­ fico. El en foq ue nom otem ático está basado en n orm as de precisión acordes con procesos en qu e los resultados qu e se rastrean están claram en te delim itados. Busca es­ tablecer resultados generales tipo ley, que se presentan siem pre y cu an do se construyan indicadores qu e ‘o p eracionalicen fielm ente’ los conceptos, y se cu m pla con los requisitos de m edición que exigen condiciones estableci­ das de representatividad y de rigurosidad en la recolec­ ción e in terpretación de los datos. Este procedim ien to d ebe seguirse estrictam ente porque, co m o señala Kerlinger (1965:11), “ el ob jetivo básico de la ciencia es la teoría, es decir, la fo rm ulació n de explicaciones generales basa­ das en un con jun to de conceptos in terrelacionados, que presentan una visió n sistem ática del fenóm en o qu e se estudia con el propósito de explicarlo y predecirlo ”. La investigación cu alitativa es ideográfica porqu e busca las n ociones, las ideas com partidas qu e dan senti­ do al co m po rtam iento social. Su objetivo es p ro fu n d i­ z ar en el fen ó m en o y n o n ecesariam en te generalizar. C o m o se verá en la segunda parte de este libro, existe una creciente preocupación entre los investigadores que usan m étodos cualitativos po r asegurar una representatividad d e criterio , au n q u e no n ecesariam ente estadística. Por esta razón buscan seleccionar m uestras a p artir d e ‘p a ­ rám etros’ que caracterizan una determ inada población, algu nos de los cuales pueden derivarse del análisis basa-

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do en m uestras estadísticam ente representativas (Flórez, Echeverri, Bonilla-Castro, 1990). C o m o se reconoce la he­ terogen eid ad d erivad a de d iferen tes in tereses sociales (clase, etnia, raza, género, edad, etc.) la perspectiva cu ali­ tativa pondera sus hallazgos confrontando las diferencias. 7. Im agen de la realidad social. Este punto fue tra ­ tado en detalle en el capítu lo anterior, razón po r la cual aquí sólo se destacan algunos de los principales co n tras­ tes de las d os perspectivas. D esde el en foq ue cu antitativo, la realidad social es d efinida co m o si fuera exterio r al in dividuo , visualizada com o un orden social sim ilar al orden n atural (B rym an , 1988:102 y 103). D esde el en foq ue cualitativo, la realidad social es el resultado de un proceso interactivo en el que particip an los m iem b ro s de un g ru p o para n ego ciar y renegociar la con strucción de esa realidad. La co m p le ji­ dad d e los procesos de com u nicación e interacción in ­ herentes a las relaciones sociales y sus repercusiones en el co m po rtam ien to de los in dividuos, son p reo cu p acio ­ nes cen trales d e escuelas del co n o cim ie n to q u e usan m étodos cualitativos, tales co m o la etn om etodología y el in teraccion ism o sim bólico (W atson, 1991). 8. La naturaleza de los datos. Los datos cuantitativos son frecuentem ente visualizados com o ‘d uro s’, rigurosos y confiables, m ientras qu e los cualitativos son caracteri­ zados co m o ‘ b lan d o s’, im p recisos y n o generalizables. M uy a m enudo se piensa que los datos cuantitativos ca p ­ tan aspectos superficiales pero perm iten algún nivel de generalización, en tanto qu e los cualitativos hacen refe­ rencia a la esencia de los fenóm en os sin im po rtar su fre­ cuencia. Lim itaciones y alcances

Las d iferen cias entre los m éto d os cu an titativo s y cualitativos se fundam entan en distintas concepciones de

la realidad social y en el m odo de conocerla cien tífica­ m ente, así com o en las h erram ientas m etodológicas que se em p lean para abo rd arla. E stas d iferen cias son e v i­ dentes desde la perspectiva de sus en u nciad os, pero la a p licación estricta de d ich o s en u n ciad os es m u y p ro ­ blem ática. En la p ráctica, los in vestigadores acercan e incluso articulan sus m étodos, buscan do refinar sus ca­ pacidades para captar, analizar e interpretar la problem á­ tica social. Este ‘p ré stam o ’ de técn icas se presen ta de m anera creciente co m o una propuesta pragm ática que trata de superar las lim itaciones inherentes a la cualificación o la cu an tificación estricta de lo social. En el debate sobre los alcances y la capacidad de cada m étodo, se asum e que se practica una correspondencia total entre la p osició n ep istem o lóg ica y el m éto do de investigación propuesto por cada uno de ellos (B rym an , 1988:118). N o obstante, el m ism o autor se pregunta si a esta posición le correspon de una práctica rigurosa en la m anera com o la investigación es conducida. C onceptual­ m ente los m étodos son defin idos com o m odelos de p ro ­ cesos de investigación m utuam ente excluyentes, pero esta posición no es com partida en fo rm a u n án im e po r todos los pensadores. En la práctica, no siem pre es posible ap li­ ca r d e m an era rigu ro sa los precep tos m eto d o ló gico s po rqu e se reconoce que las reglas a seguir, en m uchos casos, interfieren con el con ocim ien to de la realidad so ­ cial. C ad a vez se reconoce m ás que uno y otro m étodo tienen puntos fuertes y débiles y qu e debe darse prelación a los in strum entos qu e ofrezcan m ayo r capacidad para gen erar conocim iento. Los partidarios de cada m étodo com parten un p u n ­ to débil en tanto son incapaces de d em ostrar que la p o ­ sición epistem ológica que defienden guía realm ente el proceso de in dagación . D esafortun adam en te, com o lo han m anifestado diferentes autores, los investigadores [9 9 ]

operan con base en supuestos de ín dole m uy variad a, pero no revisan de m anera rigurosa si la lógica que usan en los procesos concretos de indagación, valida o invalida los supuestos científicos que deseen aceptar y seguir. El debate sob re los m éto dos, qu e ha co pado duran te un largo p eríod o la atención y los esfuerzos de los investi­ gadores, n o puede resolverse exclu sivam en te con re­ flexion es intelectuales, sino con una pon deración crítica de los aportes concretos im putables a cada m étodo, para p ro d u cir co n ocim ien to social válido. C ada vez m ás se insiste en qu e nin gun o de los m étodos tiene validez u n i­ versal para resolver satisfactoriam ente los problem as de la investigación. Se considera que son las propiedades del problem a las que deben determ in ar la perspectiva más conveniente. Para responder a estas lim itaciones se recu ­ rre con frecuencia creciente a la trian gulación, que co n ­ siste en articu lar técnicas d e investigación cualitativas y cuantitativas, con el fin de ilu m in ar y hacer visibles los diferentes aspectos de la realidad social estudiada. Esta tarea no es posible si se usan de m anera excluyente los m étodos, puesto que cada uno privilegia algunas d im en ­ siones de la realidad en detrim en to de otras (CufF y Payne, 1985:218). P or consiguiente, la integración de técnicas requie­ re qu e no se pierdan de vista los presupuestos sobre la realidad social inherentes a cada m étodo, teniendo en cuenta qu e el cu an titativo hace énfasis en las dim en sio ­ nes objetivas, es decir, en los aspectos institucionalizados y el cualitativo en los subjetivos, es decir, en la percep­ ción del co m p o rtam ie n to regu lado. La trian gu lació n requiere que se m antenga la con exión entre las po sicio ­ nes ep istem ológicas y los m étodos de recolección de d a ­ tos (B rym an , 1988:124). Esto im plica que el investigador tenga claro que las consideraciones epistem ológicas, sub ­ yacentes a cada m étodo, no perm iten que éstos se utili­

cen indiscrim inadam ente. La escogencia de uno u otro m étodo significa que se aceptan p osicion es específicas sobre la realidad social y la m anera de estudiarla y> cu an ­ d o se decide po r la trian gulació n, estos supuestos deben respetarse. El gran reto estriba en la capacidad de a rti­ cu lar los hallazgos, para que la interpretación no resulte en reflexiones paralelas sin retroalim entación, lo cual no resolvería el problem a qu e se busca superar con la trian ­ g ulación. N o debe perderse de vista qu e cada apro xim ació n m etodológica busca tam bién superar sus propias lim i­ taciones. A sí po r ejem plo, la investigación cuantitativa ha sido criticada por la visión estática de la realidad, en tanto exam in a las co variacion es entre variab les en p eríod os restringidos, sin tener en cuenta el flujo de eventos que las contextualizan. Esta crítica es pertinente, pero desco­ noce el reciente desarrollo de técnicas de investigación y m odelos estadísticos, que perm iten análisis din ám icos de los cam b io s qu e puede experim en tar una población en el tiem po. Este es el caso, po r ejem plo, de los m odelos d e riesgo proporcion al que fueron utilizados en la inves­ tigación sobre la tran sición dem ográfica en C olom bia, qu e se reseña en el capítu lo octavo. En esa sección será posible o b servar que el diseño y la aplicación de estas técnicas buscan captar la dinám ica del problem a y cuantificar el peso de los cam b io s qu e experim en tan las v a ­ riables en el tiem po. Esto es posible en tanto se cualifican even to s para p o d e r cu an tifica rlo s. L o s in vestigadores cualitativos tam bién recurren cada vez m ás a program as co m p u ta riza d o s para facilitar el o rd en a m ien to d e los datos y sop esar la frecuencia de algu nos eventos. En este caso se cuantifica la presencia de determ in ados co m p o r­ tam ientos para poder cu alificar patrones culturales, a s­ pecto qu e se detalla en la segunda parte del libro.

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Síntesis

El análisis de las diferencias m ás com únm en te señ a­ ladas entre los m étodos cualitativos y cuantitativos pone en evidencia que las propiedades determ inantes de cada m étodo en la práctica no se satisfacen a cabalidad. Esto obedece al sign ificativo distanciam ien to entre lo que se supone que debe hacerse, en estricto sen tido m eto d o ló­ gico, y lo qu e sucede en la praxis de la investigación, o sea, entre la lógica en uso y la lógica reconstruida. El in ­ cu m plim ien to de los cánones científicos no ha cu estio­ n ado su validez, factibilidad y pertinencia para producir con ocim ien to sobre la realidad social. Las razones para m anten er esta co n trad icció n pueden ser d e d iferen te índole y un análisis exhaustivo del problem a desborda los objetivos de esta o b ra, aun que existen d os co n side­ raciones q u e no pueden d ejar de resaltarse. P or un lado, el hecho de que la form ación m etodo ­ lógica se centra en la parte instrum ental. Por esta razón m uchos investigadores sociales no son conscientes de las lim itaciones de la lógica reconstruida frente a la lógica en uso. D e otro lado, quienes establecen los parám etros de la lógica de la investigación científica reconstruida, no están n ecesariam en te in vo lu crad o s en la p ro d u cció n concreta de co n o cim ien to social. Este d ivorcio im p o si­ bilita la validación en la práctica de los preceptos m eto ­ d o ló gico s. N o obstan te, son los investigadores qu e de m anera sistem ática pro ducen co n o cim ien to s sob re la realidad social, quienes paulatinam ente han ido d e lim i­ tan d o las d e ficien cias y b o n d ad es d e cada una de las aproxim aciones m etodológicas. En consecuencia, se han visto abocados a abordar los problem as que investigan con los recursos m etodológicos cualitativos o cu an tita­ tivos que m ejo r se avienen a las propiedades de la situ a­ ción y de los sujetos que estudian, dan do prelación a la necesidad de con ocer lo social de m anera totalizante y

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no al problem a de có m o conocer esa realidad. C o n esta d ecisión se acepta, de m anera explícita o im plícita, que la indagación científica no puede ign orar el co n ocim ien ­ to que tienen de su realidad los sujetos que la con stru ­ yen, la m antienen y la tran sform an . Esta articulación de los recursos más eficientes de los m éto d o s cu alitativo s y cu an titativos, co n o cid a co m o trian gulació n, busca fortalecer el proceso de gen erar co ­ n ocim ien to de la realidad social a p artir de la experien ­ cia acum u lada de los investigadores. Sin em bargo, esto exige que los investigadores exam in en los pilares de la lógica reconstruida a la luz de la lógica que supuestam en­ te tienen en uso. La posibilidad de articu lar las dos pers­ pectivas m etodológicas se ilustra en los capítulos 7 y 8, en donde se pon e en evidencia la lógica em pleada en dos investigaciones concretas, en las cuales la naturaleza de las preguntas form uladas dem andaba un m anejo b alan ­ ceado de las dim ensiones objetivas y subjetivas, así com o una integración de las técnicas cualitativas y cuan tita­ tivas.

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Material chroniony prawem autorskim

CAPÍ TULO

3

Más allá d el d ilem a de los m étodos

Según el m aterial revisado para este libro, el dilem a entre cu alificar o cu an tificar se relaciona con la lógica recons­ truida, es decir, con el m étodo de investigación ideal para producir conocim iento científico y no con la lógica en uso, q u e ex p licita lo q u e en efecto h acen lo s investigadores en el transcurso de sus indagaciones. El exam en cu id a ­ d oso del m étodo qu e se em plea para pasar deductiva­ mente de los m arcos conceptuales a la realidad concreta, o in ductivam ente d e esta últim a a la conceptualización de lo real, desafortun adam en te no ha con stitu ido el es­ pacio referencial para evaluar el grado en el que se satis­ facen en la p rá ctica las ló gicas del co n o cim ie n to que fun dam en tan los m étodos cuantitativos y cualitativos. Se ha señalado que ni los investigadores qu e optan po r los m étodos cualitativos, ni los qu e eligen los m éto ­ d o s cu an titativos, p o d ría n co n fro n tar una evaluación sistem ática del m o d o co m o la lógica en uso satisface los presupuestos de la lógica reconstruida, o sea aquella que creen que fundam enta lo que hacen (B rym an , 1988). E n este debate, los defen sores de cada m éto d o se sustentan en las debilidades del o tro y n o en las posibles fortalezas de aquel que defienden. C o n sid eran , de m a­ nera subjetiva, que el m étodo de co n o cim ien to que uti­ lizan es el m ejo r sin preocuparse p o r d em ostrar en qué [105]

basan sus argum en tos. Es decir, qu e en su proceder co n ­ creto, violentan las reglas del conocim iento científico que aceptan co m o válidas. Las d iscusion es sobre el dilem a dan m ás im portan cia al m étodo para gen erar co n o ci­ m iento, qu e al problem a m ism o de conocer la realidad social, que po r sus propiedades es al m ism o tiem po o b ­ jetiva, subjetiva, com pleja y din ám ica. El m étodo cuantitativo ha qu edado bastante lim i­ tado por alcances de la m edición estadística, qu e es su p rin cipal herram ien ta de trabajo. R agin (1987: C ap. v n ) a qu ien se cita en extenso po r la pertinencia de sus co n ­ sideraciones, pon e en claro este problem a. Yo fu i entrenado, como la mayoría de los científicos socia­ les norteamericanos actuales, para usar las técnicas estadís­ ticas tnultivariadas cada vez que fuera posible. Sin embargo, frecuentemente me abocaba a la situación de que estas téc­ nicas no eran adecuadas para responder algunas de las pre­ guntas que me interesaban. Por lo general, mis intereses substantivos y mis intereses personales me conducían a es­ tablecer hipótesis relativamente complejas sobre patrones de interacción estadística. No obstante, los conjuntos de datos comparativos (cross national data) accesibles, eran relati­ vamente pequeños y limitaban severamente ¡a posibilidad de un análisis comparativo. ¿Cuándo se puede legítimamen­ te comparar dos naciones!’ Los métodos estadísticos estimu­ lan al investigador a aumentar el tamaño de su muestra, ignorando o dejando de lado los problemas de comparabilidad. Este sesgo era especialmente frustrante para mí, por­ que desestimulaba la posibilidad de responder interrogantes sobre los aspectos históricos, culturales o geográficos que definen un fenómeno social. Frecuentemente el deseo de usar las técnicas estadísticas, determina la formulación de las preguntas científicas. En lugar de tratar de determinar cuáles son los diferentes contextos en los cuales una causa

determinada se relaciona con un tipo de resultado, los científicos sociales buscan en cambio, calcular la influencia promedio de una causa en diferentes contextos. Conven­ cionalmente los científicos sociales prefieren preguntas tnacro y generalizaciones empíricas comparables y de largo alcance. Como resultado, es ampliamente aceptada la reformulación de preguntas de investigación que se sujeten a los cánones de las técnicas estadísticas. (Énfasis en bastar­ dilla, añadido por las autoras) La principal herram ienta del m étodo cuantitativo es la m ed ición de los fenóm en os sociales, lo cual supone d erivar de un m arco conceptual, pertinente al problem a analizado, una serie de hipótesis qu e expresan relaciones esperadas entre las variables form uladas en form a deduc­ tiva. Estas relaciones conceptuales se exam in an y ponen a pru eb a m ed ian te el a n álisis de la in teracción entre indicadores que operan com o referentes em píricos de los conceptos. La m anip ulación de la realidad, qu e esto su ­ pon e, es controlada con técnicas de validació n y co n fia­ bilidad, desarrolladas para tal fin. El paso de los supuestos conceptuales a los referentes em p íricos puede d esd ib u ­ jarse hasta torn arse en un ejercicio que no se fo rm ula según los fun dam en tos de la lógica en la qu e supuesta­ m ente se sustentan. Los in vestigadores caen tan frecuen tem en te en la ‘ ilusión m etodológica’ de ser rigurosos con el m anejo de indicadores, qu e no pueden dem ostrar si operacion alizan em p íricam en te y con q u é grad o de fid elid ad , los conceptos que pretenden m edir. Por ejem plo, m iden la pobreza en relación con la capacidad m onetaria de co m ­ pra de unas canastas básicas, arbitrariam en te definidas, sin tener en cuenta criterios esenciales pertinentes a g a ­ rantizar los derechos de las person as con su valo r u n i­ versal. [107]

En el en fo q u e cu antitativo, el paso de lo conceptual a lo em p írico puede d arse sin qu e haya una relación es­ tricta en tre la teoría y la realidad , pero p ocas veces se reporta co m o un paso en falso entre el concepto y el in ­ dicador que lo operacionaliza. Los investigadores sociales caen en este error, con frecuencia y de m anera desaper­ cibida, porqu e con fían en el m étodo científico, calculan y trabajan con in dicadores que en efecto m iden, pero el asunto es que no hay certeza sobre qué de la realidad es lo que se m ide. La p reocupación po r la validez, la confiab ilidad y la co n sisten cia in tern a de la m ed id a ha deven ido en un ritu al que practican casi todos los in ­ vestigadores cu an titativo s, pero los resultados de este ejercicio son estériles si en el proceso previo de o p era cion alizar un concepto n o tienen en cuenta p o r lo m e­ nos, las dim en sio n es h istó ricas del fen ó m en o q u e se estu dia. In fo rtu n a d am e n te , con m ucha frecu en cia el poder analítico del investigador social cuantitativo se li­ m ita a pro b ar o rechazar hipótesis, exam in an do la rela­ ción entre indicadores que no tienen respaldo em pírico. 1.a preocupación por interpretar y explicar los resul­ tados de la investigación cuantitativa es m uy lim itada por la form a co m o se usan los m étodos respectivos. Los d a ­ tos se m anejan de m anera escueta en expresiones pred o­ m inantem ente n um éricas y descontextualizadas de las con d icion es h istóricas, sociales y eco n ó m icas qu e les otorgan sentido cognitivo. Esta distorsión ha sido a g u ­ dizada por el afán de aplicar m étodos de análisis estadís­ tico, cada vez m ás exigentes en té rm in o s del m an ejo exclusivam ente n um érico del dato. Sin em bargo, el problem a no es la estadística en sí, que com o h erram ien ta de análisis puede facilitar el p ro ­ ceso d e con ocim ien to, sino la m anera co m o se recogen, se construyen y se m an ip u lan in dicadores n um éricos. Lam entablem ente, los grandes expertos en estadística se

despojan m ás de lo que fuera deseable de sus capacidades intelectuales, analíticas e interpretativas -irrem plazab les en un buen in vestigad o r- para dar paso exclusivo al m a ­ n ejo estadístico de la in fo rm ación. En la producción de co n o cim ien to científico, todas las instancias in volu cra­ das en la producción , el m anejo y el análisis de los datos d eberían ser respo n sab les de un a m u y in fo rm ad a re­ flexión intelectual sobre la calidad de estos y de las rela­ ciones entre los diferentes indicadores. N o se pretende negar la capacidad de las técnicas estadísticas para organizar, m anejar y relacionar grandes cantidades de datos. Lo que se desea es alertar sobre el peligro de usarla com o sustituto de la capacidad cogn o s­ citiva del in vestigador bien en trenado. La inteligencia artificial, p o r desarrollada que se encuentre, no reem pla­ za la inteligencia hum ana que es la única capaz de co n o ­ cer la realidad social con struida po r el hom bre. Sustituir la capacidad analítica del investigador po r los in stru ­ m entos que el h om b re m ism o ha creado para co m p ren ­ d er la realidad social, es tergiversar el proceso m ism o del conocim iento. Los investigadores que usan el m étodo cualitativo b uscan entender una situación social com o un todo, te­ n iendo en cuenta sus propiedades y su dinám ica. P ro p o ­ nen un proceso inductivo que trate de dar sentido a la situación según la in terp retación de los in fo rm an tes, intentando no im p o n er preconceptos al problem a a n a ­ lizado. Su punto de partida son o b servaciones específi­ cas, con base en las cuales rastrean patrones generales de com portam iento. Las categorías o las d im en sion es que organ izan la situación , y que deben captarse para poder a rm ar el análisis, em ergen de la observación abierta, y se van depuran d o a m edida qu e el investigador com p ren ­ de m ejo r los p arám etro s q u e organ izan el c o m p o rta ­ m iento de la realidad que investiga. [109]

El m étodo cu alitativo se orien ta a p ro fu n d izar en algunos casos específicos y no a generalizar con base en gran d es vo lú m en es de datos. Su p re ocu p a ció n n o es p rio rita ria m e n te m edir, sin o d escrib ir textualm en te y analizar el fenóm en o social a p artir de sus rasgos deter­ m inantes, según sean percibidos p o r los m iem b ros de la situación estudiada, pero sin caer en la in gen uidad de pensar que estas percepciones n ecesariam en te reflejan fielm ente los intereses de los sujetos estudiados. El inves­ tigador cualitativo debe estar en capacidad de vislum brar y determ inar, hasta don de sea posible, la desviación en ­ tre las percepciones de sus sujetos estudiados y sus inte­ reses concretos esperables. Un buen investigador debería determ in ar p o r ejem plo, qué tan distantes están las per­ cepciones de los sujetos estudiados, de las qu e tendrían en una situación en la que se les respetaran sus derechos ciudadanos. A un qu e parece com plicado, son escenarios que no son difíciles de construir, si existe el co m p ro m i­ so “de n o pasar entero”, ni cu an do se cu an tifica, ni cu an ­ do se cu alifica. El in vestigado r no p u ed e id ealizar el significado de las percepciones y del conocim iento de los sujetos investigados. Por el co n tra rio , debería estar en condiciones de validarlos históricam ente, confrontando estos datos con las m etas sociales qu e se proponen en las po líticas sociales, en los plan es de d e sa rro llo y en las m ism as cartas constitucionales. L am en tablem en te, n o siem p re los in vestigadores que usan el en fo q u e cualitativo son lo suficientem ente sistem áticos y organ izad os, y tam poco tienen un sen ti­ do p o n derado del nivel de detalle que requieren las des­ cripcion es. Este hecho se deriva de la ausencia de reglas del con ocim ien to científico que sistem aticen el proceso, p o r lo cual se procede sin una propuesta m etodológica que guíe la investigación y sin un diseño básico que fa ­ cilite una exploración abierta pero m etódica de lo real.

A un qu e existe una preocupación creciente por estable­ cer delineam ientos m etodológicos básicos, el proceso de investigación cualitativa es generalm ente disperso y des­ o rdenado, p o r lo cual se dificulta el establecim iento de las relaciones entre unas propiedades de la realidad con o tras y se concluyen resultados bastante casuísticos que no b uscan explicar el and am iaje social. Frecuentem ente se presentan co m o resultados del análisis descripciones no procesadas, po r lo cual el dato es m u y poco d ep u ra­ d o e incluso puede m antenerse intangible, aun que pa­ ra d ó jicam e n te p o r su riqu eza debería facilitar una in terpretación de la realidad social de alta fidelidad. Los defensores de la investigación cuantitativa han centrado sus esfuerzos en el refinam iento de la m edición y han perdido de vista de m anera preocupan te las pro ­ piedades de la realidad que conocen y la lógica del co n o ­ cim iento que utilizan. Los investigadores cualitativos, por o tro lado, han qu erid o d ar prefación a la realidad según es percibida p o r sus actores, pero pecan al proceder de m anera desordenada. A m b o s gru p o s de investigadores trabajan de m anera bastante arbitraria y contraviniendo los fundam entos de las lógicas y los m étodos qu e acep­ tan para la indagación social. El m étodo m ism o parece haber deven ido en el pro ­ blem a. En la perspectiva cuantitativa, con vencionalm en ­ te se ha ido im po n ien do una gran rigidez que lim ita en form a considerable la capacidad creativa e interpretativa del investigador, con reglas sobre cóm o conocer, que m uy a m en u do no dan prio ridad a las propiedades de la rea­ lidad social . En la perspectiva cualitativa, la laxitud del

12. K uhn(i97o),al describir los procesos convencionales de va­ lidación del conocim iento científico, ha puesto en evidencia el papel qu e juega la m ism a com unidad científica para contro­ lar la producción pertinente y para decidir quienes pertenecen o pueden p erten ecer a d icha com u nid ad . Este control ha

[mi

m étodo ha restado la posibilidad de co m pren der el en ­ granaje norm ativo qu e sustenta lo social, porqu e a p e­ sar de su p ro puesta de una co m p ren sió n totalizante, profun diza en los casos pero carece de las h erram ientas que perm itan en co ntrar y evid en ciar las relaciones so ­ ciales qu e conectan dichos casos y los hacen representa­ tivos de una totalidad. Se da prelación a la d im en sión subjetiva de la realidad que difícilm ente es m edible, pero el paso sistem ático que perm ite relacionar lo subjetivo con la in stitu cio n alización n o rm ativa o b jetiva en qu e éste se fun dam en ta está lejos de darse, y tal vez n o sea viable dentro de los lím ites de sus propias reglas. P aradójicam ente, lo qu e está sucediendo es qu e el investigador ha perdido la capacidad de penetrar e inter­ pretar la realidad con el uso excluyente de los m étodos. En el caso de la investigación cuantitativa, el investiga­ d o r pierde su po d er analítico en aras de satisfacer las res­ tricciones q u e im pon en las reglas de la m edición. En el cualitativo, el investigador pierde su capacidad in terpre­ tativa, p orqu e es desbordado p or un volum en de datos d esordenados en los cuales es m uy difícil seguir la pista a la form a com o o peran y se im pon en los sistem as n o r­ m ativos que regulan la conducta social. Las experiencias concretas evidencian d e m anera pragm ática que las li­ m itacio n es de cada m étodo p o d rían su p erarse si se buscan sus com plem en tariedades, sin ign orar sus d ife­ rencias. Esto p erm itiría captar las dim en sion es sub jeti­ vas y o b jetivas de lo real en fo rm a co n ju n ta y trazar, sim ultáneam ente, las bases para desarrollar m étodos de investigación social m ás sensibles.

significado tam bién un gran poder, no sólo en térm inos del m étodo, sino del conocim iento m ism o y lo qu e es m ás im por­ tante, del uso social de dicho conocim iento.

A m anera de síntesis, en la Tabla 3.1 se com paran algunos de los supuestos de las lógicas reconstruidas que establecen los m étodos cualitativos y cuantitativos. C o ­ m o puede ob servarse, aun que algu nos de estos p o stu la­ d os pueden p o r p rin cip io ser excluyentes, en especial en lo referente a la concepción del m un do, a la relación teó­ rica y al em pleo de los conceptos, estas diferencias no se m antienen cu an do se exam in an las lógicas en uso. E l dilem a entre los m étodos cuantitativos y cu alita­ tivos puede reducirse, com o se ha dem ostrado hasta aquí, a la preocupación po r establecer cuál de los m étodos es m ejo r en sí m ism o. Sin em bargo, en térm in os cien tífi­ cos el dilem a debería reform u larse para in dagar có m o puede lograrse una m ejo r co m pren sió n de la realidad social. C o m o ya se dijo anteriorm ente, la realidad social es un producto h um an o con dim en sion es objetivas (in h e­ rentes a la in stitu cio n alizació n , la legalidad y la c o n ­ serv a ció n de un o rd en h istó rico m o d ificab le) y con dim ensiones subjetivas (relacionadas con la fo rm a com o el hom bre conoce c interpreta la realidad que él co n stru­ ye). La influencia de los m étodos del conocim ien to de las ciencias naturales ha im plicado que las ciencias sociales aíslen artificialm ente com ponentes de la totalidad social qu e son inseparables. Este corte tajante y arb itrario es posible en tanto se desconozcan las diferencias fu n d a ­ m entales entre am bas realidades. Se ign o ra qu e el h o m ­ b re con struye la realidad social y qu e por lo tanto ésta es dinám ica y transform able. N o puede olvidarse que quien conoce cu alqu ier realidad y quien produce y aplica cual­ q u iera de los m étodos científicos, es el m ism o ser h um a­ no que la construye. U n o de los prin cipales objetivos de este libro es lla­ m ar la atención sobre la urgencia de retom ar la realidad social en sus p ropio s térm in os, es decir, respetando su [113]

TABLA 3.1 C O M P A R A C IÓ N DE LA S LÓ G IC AS R E C O N ST R U ID A S DE LA IN V E ST IG A C IÓ N CUALITATIVA Y C U ANTITATIVA*

Investigación

Investigación

cualitativa

cuantitativa

1 . Visión del

Un orden dinámico creado por la

Un orden mecánico y esta­

mundo social

acción de los participantes cuyas

ble en el cual los factores

significaciones e interpretaciones

causales afectan tos resul­

personales guian sus acciones.

tados predecibles, inde­ pendiente de las acciones de los miembros.

2. Relación

Formulación de las teorías.

Verificación de las teorías.

3. Empleo

Conceptos sensibles que buscan

Conceptos operacíonales

de conceptos

capturar y preservar los significa­

planteados lógicamente en

dos y las prácticas de los partici­

dimensiones medibles liga­

pantes.

das a la teoría.

con la teoría

4. Forma de

Descripciones textuales de lo ob­

Numéricos expresados se­

los datos

servado.

gún las propiedades cuantificables de los datos.

5. Método

Evidencia heurística orientada a

del análisis

determinar el valor real de las di­

Prueba de hipótesis.

ferentes fuentes de datos.

6.

Tipos de

hallazgos

Interpretaciones de la realidad

Relaciones entre las variables

social estudiada en su forma na­

(con frecuencia causales), las

tural y según el dinamismo de la

cuales son establecidas a par­

vida social.

tir de la teoría formal y no ne­ cesariamente por la realidad empírica referida.

* Adaptado de Kielhofner, G. (1982).

totalidad y sus propiedades inherentes, con cualquiera de los m étodos de conocim iento. Explícita e im plícitam ente se ha propuesto qu e una alternativa viable en las co n d i­ ciones presentes es la articu lación de los m étodos cu an ­ titativos y cualitativos. Esta recom endación, que de hecho se está dan do en la práctica, aum enta la posibilidad de co n o cer lo social a p artir de las bon dades de cada uno de los enfoques qu e han sido docum entados. A un qu e la tarea indudablem ente es am biciosa, sólo la práctica podrá in dicar cuál es la m ejor opción de p ro ­ ceder, según el p ro b lem a qu e se estudie y las circ u n s­ tan cias en q u e se realice la in d agació n . El reto de los investigadores n o estriba en ah on d ar en las diferencias lógicas form ales de cada m étodo, sino en ex plo rar y d e ­ term inar las posibilidades reales para que estas d iferen ­ cias se sustenten en la praxis de conocer lo social. Al nivel de las técnicas y los m étodos de análisis, la co m p lem en ­ taried ad de los m éto do s no só lo es po sible, sino m uy enriq uecedora para afin ar y hacer m ás incisiva la cap a­ cidad de com pren sión del investigador. Q uedan planteadas dos preguntas cuyas respuestas desbordan el alcance de este trabajo. La prim era se re­ fiere a las im plicacion es ep istem ológicas de esta articu ­ lación entre los m étodos. La segunda consiste en indagar hasta dónde la evidente dificultad para aplicar de manera estricta y aislada los preceptos de cada m étodo en reali­ d ad no es un in dicio de las lim itaciones inherentes a las lógicas en sí m ism as, aspectos que se reflejan en las d e ­ bilidades de sus procedim ientos. El dilem a no haría en ­ tonces referencia a los m étodos, sino a las lógicas de las qu e se derivan y, en su solución , las ciencias sociales y la filosofía deberían darse la m ano, sin o lvid ar que el gran interrogante de trasfondo de nuevo se refiere a una in­ qu ietu d bastante p ragm ática: ¿C uáles deberían ser las razones últim as del con ocim ien to científico de lo social? [115]

Material chroniony prawem autorskim

PARTE

II

Estrategias metodológicas cualitativas

Material chroniony prawem autorskim

CAPÍTULO

4

El proceso de in vestiga ció n cu alitativa

A lo largo d e los capítu los anteriores se han descrito las características m ás im portantes de los m étodos de inves­ tigación cualitativa y cuantitativa, desde el punto de vista conceptual y de los niveles de la realidad que cada uno aborda. A p artir de esta sección la exposición se centra en el abordaje cualitativo propiam ente dicho. Se com ien ­ zan a in troducir orien tacion es prácticas para la puesta en m archa de un proceso de investigación cualitativa, sin perder de vista los elem entos teóricos sobre los cuales se sustenta. El papel fun dam en tal qu e juega el investigador en cada una de las etapas del proceso investigativo en este abo rd aje m eto do ló gico, así com o el carácter flexible y sensible al contexto de los diseños d e investigación cu a ­ litativa, conform an los tem as m ás relevantes del presente capítulo. C o m o se ha in dicado en diferentes secciones del li­ bro, la investigación cualitativa intenta hacer una ap roxi­ m ación global de las situaciones sociales para explorarlas, d escrib irlas y co m p ren d erlas de m an era in ductiva. Es decir, a p artir de los co n o cim ien to s qu e tienen las d ife­ rentes personas involucradas en ellas y no deductivam en­ te, con base en hipótesis fo rm uladas por el investigador externo. Esto supone que los in dividuos interactúan con los otros m iem bros de su contexto social com partien do [ 119 ]

el significado y el con ocim ien to que tienen de sí m ism os y de su realidad (B o n illa-C astro , 1989)D ado que este co n o cim ien to cualitativo sólo es ac­ cesible al investigador cu an d o com pren de el m arco de referencia particu lar del gru p o estudiado, la definición de las etapas del proceso investigativo no se hace al m a r­ gen o en form a independiente de una exploración de la situación qu e se quiere analizar, ni del con tacto perso­ nal con las personas in volucradas en ella. Por otra parte, en la investigación cualitativa las eta­ pas no son excluyentes sino que operan en un verd ade­ ro p ro ceso de racio cin io in d u ctivo e in teractivo, sin separar tajantem ente la caracterización de la situación , la form u lación del problem a, el diseño m etodológico, la con figuración de la m uestra, la recolección, la organ iza­ ción , el análisis y la interpretación. Así p o r ejem plo, d u ­ rante el proceso de recolección de in form ación los datos se organizan y analizan en form a c o n tin u a r o n el fin de garantizar su representatividad y validez, así com o para orien tar la búsqueda de nuevas evid en cias que p ro fu n ­ dicen la com prensión del problem a, lo aclaren o lo carac­ tericen con m ayo r precisión. E n síntesis, la investigación cualitativa es un proceso en don de las etapas se retroalim entan y se co n fro n tan perm an en tem en te, co m o se analiza en este capítulo. El in vestigador como herram ienta de conocim iento

En cu alqu ier proceso de in dagación , la h abilidad y el en trenam iento del investigador son elem entos claves para garantizar la calidad del trabajo. Sin em bargo, en los estu d io s qu e se ab o rd an con m éto dos cu alita tiv o s, el entrenam iento académ ico, la experiencia y la capacidad del investigador son aún m ás determ inantes. La posibilidad de apro xim arse a una situación so ­

cial de m an era in d u ctiva, y de caracterizarla según la in terpretación y el con ocim ien to de los in dividuos que interactúan y dan fo rm a a unos determ in ados tipos de com portam iento, depende casi en su totalidad de la ca­ pacidad del investigador. Tal es su im p o rtan cia qu e se a firm a que él es la prin cipal h erram ienta en los estudios cualitativos (A n drade, Shedlin y B o n illa-C astro , 1987)C o n tra rio a lo que con vencionalm en te se cree, es nece­ sario que en este tipo de indagación se proceda con gran destreza y h abilidad, fun dadas en una sólida form ación académ ica que perm ita id entificar fo rm as alternativas para plantear y abo rdar un problem a con las h erram ien ­ tas m etodológicas m ás adecuadas a las propiedades de éste. D e ahí que, en la form ació n de un investigador cu a ­ litativo, deba hacerse énfasis en las siguientes caracterís­ ticas: 1. C rea tivid ad y crítica. H ace referencia a la cap aci­ d ad del investigador para usar críticam en te los m étodos convencionales, co n fo rm e a las particu laridades h istó ri­ cas y espaciales de la situación qu e se estudia. Esta cap a­ cidad crítica, unida a una buena dosis de creatividad para subsanar las lim itacion es del m étodo, debe perm itir que el investigador logre, entre otros, los siguientes resultados: • U na visión totalizante del p rob lem a incluyendo sus d im en sion es cualificables y cuantificables. • Una red efín ició n de la relación del investigador con los sujetos, fun dam en tada en el respeto hacia la per­ cepción y la interpretación qu e las personas y los gru po s tengan de su propia realidad. • El desarrollo y afinam iento de sus habilidades per­ son ales y las de su eq u ip o in vestigador para escuchar, m irar, captar y revisar lo observado, haciendo explícito lo im plícito, de tal m anera qu e la in form ación pertinente se registre y se procese en fo rm a sistem ática. 2. C a p acida d de crítica inform ada. La actitud crea[ 12 1 ]

tiva y crítica no im plica qu e el investigador se com porte com o una tabula rasa, sino com o un indagador m etódico y entrenado. A un qu e la investigación cualitativa d em an ­ da una alta participación de la com unidad, el investigador no debe despojarse de sus con o cim ien to s y habilidades sino qu e debe evitar im pon erlos, asegurándose de no in ­ validar el conocim iento que com parten los m iem bros de la situación social qu e se analiza. Las partes involucradas en el proceso de investigación cualitativa deben p o d e r‘ negociar’ un verdadero co m p ro ­ m iso para que se propicie un diálogo entre personas que tienen diferentes tipos de con ocim ien to sobre una m is­ m a realidad. ‘ Los científicos descalzos’, qu e dejan de lado las ventajas com parativas qu e les ha dado su en tren a­ m iento académ ico, niegan a la com u nidad estudiada la posibilidad de entender otras form as de ‘racio n alid ad ’ que ordenan la sociedad com o un todo. C om p ren d er las reglas qu e organ izan el fun cionam ien to de su sociedad y determ inan históricam ente las condiciones en que ellos se desenvuelven debe ser un o de los prin cipales pro d u c­ tos que obtengan los sujetos de la situación analizada. 3.

Entrenam iento académ ico y experiencia. La fo r­

m ación m etodológica qu e b rin dan las ciencias sociales hace énfasis, casi de m anera exclusiva, en el entrenam ien­ to de m étodos cuantitativos, p rivilegian do una sola a l­ ternativa para acceder al con ocim ien to científico. Dicha concepción orienta la indagación en torn o a los parám e­ tros de ob jetividad, validez y con fiabilidad, con el fin de apro xim ar y m anejar los problem as a nivel em pírico, de form a racion al y ordenada, buscando captar los referen­ tes m edibles de los conceptos. El en trenam iento conven­ cional se centra, p o r lo tanto, en el m anejo de las técnicas para pasar del nivel conceptual a su referencia en el m u n ­ do concreto. A un qu e suene paradójico, se ha evid en ciado que el

(122]

investigador que m aneja con pericia algunas de las herra­ m ientas propias de la m etodología cuantitativa, puede abordar con m ayor seguridad una investigación cualitati­ va. El investigador bien entrenado en m étodos cu an tita­ tivos, debe estar en capacidad de com prender a cabalidad las lim itaciones de éstos y debe estar dispuesto a buscar fo rm as alternativas y sistem áticas de trabajo. Su fo rm a ­ ción metodológica básica, usada sin dogm atism o, le sirve de b rújula cu an d o se aventure a rom per la rutina del co ­ nocer científico con vencional con estrategias novedosas y aborde de m anera creativa la situación qu e estudia para com pren derla en su com plejidad. U no de los grandes riesgos qu e corre un investiga­ d o r n o en trenado previam ente en el m anejo conceptual y o peracion al de lo em p írico es qu e obtenga resultados am bigu os o que se lim ite a d escrib ir lo que ob serva, sin lo grar co n tro lar ni organ izar los datos así a d quirido s y sin tener algún m argen d e seguridad de qu e estos sean cualitativam ente válidos y confiables. Por esta razón, con frecuen cia el alcan ce d e los resultado s rep ortad os no supera la narración de los casos particulares analizados y, m uchas veces, ni siquiera se tiene la certeza d e contar con toda la in fo rm ació n pertinente. El d escon ocim ien ­ to de l a ‘ representatividad cualitativa’ de las ob servacio ­ nes reseñadas, restringe el análisis cualitativo a la sim ple descripción casuística, lo cual im pide al investigador ela­ b o rar inductivam ente una conceptualización de la situa­ ció n y del pro b lem a estudiado. Es decir, q u e se deja a m ed io cam in o el proceso de co n o cim ien to cualitativo. Se desconfía de los m étodos cualitativos porqu e en su uso p redo m ina una p ro d u cció n po co sistem ática y rigurosa, derivada de la práctica inadecuada que el in ­ vestigador hace de estos recursos m etodológicos y no de lim itaciones inherentes al m étodo m ism o. M uchos inves­ tigadores, con una form ación m etodológica inapropiada, [ 123 ]

presum en estar usando estrategias cualitativas, po r co n ­ siderar erróneam ente que lo cualitativo es la negación de un proceso sistem ático con reglas propias, lo que ha des­ prestigiado este recurso de con ocim ien to. La form ación académ ica, así sea dentro de los cánones convencionales, es un requisito indispensable para usar el m étodo cu ali­ tativo de m anera tal qu e el investigador pueda inducir un con ocim ien to reflexivo del asunto exam in ado y no sólo presentar com pilaciones de casos fortuitos que p u e­ den ser interesantes pero que co n figu ran , en el m ejo r de los ca so s,‘datos en b ruto ’ qu e no se analizan, ni se inter­ pretan para pro d u cir con ocim ien to científico de la rea­ lidad social. 4.

E l investigador cualitativo: una persona y un profe­

sional. Los aspectos centrales de las técnicas cualitativas -flex ib ilid ad , creatividad, sistem atización, agudeza para entender las relaciones entre fenóm enos sociales aparen ­ tes, e tc .- son factores que enfrentan al investigador cu a ­ litativo con un desafío que debe en carar creativam ente pero no de m anera caótica. El in vestigador qu e em p lea m éto do s cu alitativo s debe, al m ism o tiem po, m antener el control de sus o p i­ niones con respecto a la situación estudiada y adem ás, debe op erar de m anera flexible y creativa, con el fin de o btener provecho de todas las oportu n id ad es de o b ser­ vación qu e se presenten durante la recolección de datos en el cam po. Esto im plica que para ejercer un com pleto ‘control de calidad’, deba realizar un esfuerzo continuo para estar consciente de la form a co m o sus valores per­ sonales pueden distorsionar lo que ve, lo que oye y lo que registra, así co m o las decisio n es sob re el a n álisis y la interpretación de la inform ación. El análisis crítico con s­ tante del proceso personal de tom a de decisiones, o rien ­ tado a m o d ificar o focalizar el plan de investigación, o a

utilizar diferentes procedim ien tos, es otro requisito d e­ term in an te para el uso adecuad o de m étodos cu alita­ tivos. E n resum en, debido al énfasis en la capacidad p e r­ sonal inherente a las técnicas cualitativas, el investigador se convierte en el prin cipal instrum ento de la investiga­ ción. Él es el responsable directo de todo el proceso, desde el diseño y planeación de la investigación, hasta la reco­ lección , o rgan iz ació n , análisis e in terpretación de los datos. D ado que la calidad de los resultados depen de en g ran m edida de las h abilidades personales y p rofesion a­ les, así com o de su experien cia, el investigador cualitati­ vo debe desarro llar una gran capacidad para captar la in fo rm ació n sob re los rasgos esenciales qu e dan identi­ d ad a la situación estudiada, según las percepciones de los sujetos qu e interactúan en dich o contexto. Etapas del proceso

A un qu e los m étodos cualitativos se aplican con un esquem a abierto de indagación que se va refinando, p u n ­ tu alizando o am plian do según lo que el investigador va co m pren dien do de la situación , el proceso debe in iciar­ se con un plan de trabajo referencial. La fase inicial de la investigación cualitativa consiste entonces en el diseño de este plan referencial, el cual posibilita tener una visión d e co n ju n to d e toda la investigación y v islu m b ra r las d iferentes etapas involucradas. La plan eación del p ro ce­ so equivale a la bitácora de exploración que debe seguirse para lo grar con ocer la realidad qu e se estudia. Sin b itá­ co ra, la investigación cualitativa fracasa explícitam ente (cuando se hace evidente para el investigador), o im plí­ citam ente (com o sucede m uy frecuentem ente), sin que el investigador lo adm ita o caiga en cuenta de lo estéril de su em presa en térm in os de gen erar conocim iento. A

[ 125 ]

m anera de síntesis, en esta parte se hará referencia a los pasos m ás relevantes que deben ser satisfechos cuando se diseña una investigación cualitativa. C o m o se observa en el D iagram a 4.1, la investigación cualitativa es un proceso de ‘entradas m últiples’ que se retroalim entan con la experiencia y el con ocim ien to que se va ad qu irien d o de la situación . Según este diagram a el m éto d o cu alitativo se fu n d am en ta en tres grandes m om en tos que incluyen siete etapas. Los tres períodos son: 1. La definición de la situación a investigar, que a b a r­ ca la exploración d e la situación, la form ulación del p ro ­ blem a de investigación, el diseño propiam en te dich o y la preparación del trabajo de cam po. 2. E l trabajo de cam po que co rrespon de al período de recolección y organ ización de los datos. 3. La identificación d e patrones culturales que o rgan i­ zan la situación y qu e co m pren de tres fases fun dam en ­ tales: el análisis, la in terpretación y la conceptualización inductiva. Las prin cipales características de las siete etapas del proceso de investigación cualitativa se detallan a co n ti­ nuación. E xploración d e la situación

Este es un requisito fundam ental para refinar la fo r­ m ulación del problem a de investigación y p o r lo tanto decidir sobre los m étodos qu e se deben usar. Es igu al­ mente determ inante para tom ar decisiones sobre la co n ­ form ación de la m uestra, los instrum entos de recolección pertinentes y para la planeación p relim in ar del trabajo de cam po. L o s siguientes son aspectos que deben tenerse en cuenta en esta etapa: d eterm in ar cuáles son las p ro p ie­ dades del problem a que deben abordarse cualitativam en­ te ]

D IA G R A M A 4.1 EL P R O C E SO DE LA IN V E ST IG A C IÓ N CUALITATIVA

Diseño: Elssy Bonilla-Castro y Penélope Rodríguez.

te; establecer si el problem a se agota en sus dim en sion es cualitativas o si es necesario cu an tificar algu no s de sus com pon entes; delim itar las dim en sion es de la realidad qu e deben ser con ocidas con el fin de dem arcar los ejes de la investigación, los cuales deben ser ajustados durante todo el proceso; buscar una apro xim ació n co m preh en ­ siva, lo cual no significa necesariam ente q u e se preten ­ da agotar toda la realidad, sino que se puedan detectar los prin cipales parám etros que la estru ctu ran . Esas d i­ m ensiones específicas no se definen com o equivalentes a la totalidad social, sino com o pun tos de entrada para com prenderla. [ 127 ]

El prim er can on que debe cu m plirse en cualquier proceso d e investigación, pero específicam ente cuando se usan m étodos cualitativos, es la form ulación clara del problem a a p artir de sus propiedades esenciales. D e otra m anera la investigación se iniciará sin rum b o estableci­ do, porqu e el diseño depende de esta caracterización. Un problem a fo rm u lad o de m anera adecuada no solam en ­ te delim ita el cam po d e in dagación ; tam bién dinam iza y pone en m archa todo el proceso investigativo, en ta n ­ to perm ite prever desde el diseño hasta la recolección y el análisis m ism o de la in form ación . La form u lación d e un problem a de investigación es el resultado de un intenso proceso reflexivo po r parte del investigador, el cual tom a tiem po e im plica ex plorar tan ­ to la situación pro b lem ática co m o el n ivel d e co n o ci­ m iento existente a la fecha. El problem a de investigación tom a usualm ente la form a de una pregunta que indaga un aspecto de la realidad sobre el cual se quiere am pliar el nivel de com pren sión alcanzado. Sin em bargo, la fo r­ m ulación de dich a pregunta no es una tarea sim ple. De hecho, es com ún que investigadores con poca exp erien ­ cia co n fu ndan entre preguntas que indagan sobre el a s­ pecto de la realidad que se desea com prender y preguntas que hay que fo rm ular con el fin de ob tener dicha co m ­ prensión. Las p rim eras, de acuerdo con Schram (2003), son preguntas de investigación; las segundas, son las que se realizan en una entrevista, es decir, las qu e indican al investigador el tipo de in fo rm ación qu e requiere *.

13. El problem a de investigación de uno de los estudios rese­ ñados en el capítulo octavo de este libro fue el siguiente: ¿Cuál es el im pacto socioeconóm ico de la m alaria en los hogares de una com unidad ru ral con alta incidencia de la enferm edad? Dada la com plejidad del problem a, el cual com prendía dim en­ siones biom édicas, culturales, económ icas y sociales, este de-

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E l problem a antecede al m étodo y n o al contrario. En otras palabras, no se decide sobre la elección de un m étodo sin antes haber defin ido el problem a de investi­ gación . En consecuencia, n o hay preguntas cualitativas o cuantitativas en sí m ism as. H ay preguntas de investi­ gación cuya naturaleza exige qu e se em plee un m étodo o el otro, o una com binación de los dos. Se elige una apro­ xim ación cualitativa o cuantitativa porque así lo requiere el problem a, dado el tipo de co n o cim ien to que se espe­ ra gen erar con el estudio, y no al contrario. D e acuerdo con Schram , es m ás conveniente e m ­ plear un a ap roxim ación cu an titativa si el o b jetivo del problem a de investigación es: • P robar o establecer relaciones causa-efecto. • Establecer la frecuencia de o cu rren cia de un fe ­ n óm en o particular. • Realizar una com paración entre grupos o una re­ lación entre variables, con el fin de establecer una asociación o una relación de causalidad. • Predecir consecuencias. Por el co n trario , las preguntas de investigación que exigen una apro xim ació n cualitativa son aquellas cuyo o b jetivo es: • D ocu m en tar casos o eventos reales. • En ten der el sign ificad o qu e atribuyen las p e rso ­ nas a sus vidas y experiencias. • C o m p ren d er las in fluencias del con texto sobre las acciones y los co m po rtam iento s de los in d i­ viduos. • Identificar los procesos que dan lugar a los even ­ tos y las acciones en el contexto estudiado. b ió abordarse tanto en sus dim ensiones cuantitativas com o cualitativas, y en cada dim ensión se form u laron preguntas es­ pecíficas orientadas a com prender el im pacto de la enferm e­ d ad de m anera integral.

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• En ten der la relación entre una escena particu lar y su am bien te social m ás am plio. C o m o afirm an Fossey et a l , (2002), en el abordaje cualitativo los problem as de investigación enfatizan en tres aspectos: Prim ero, en el lenguaje co m o m ed io para ex plorar procesos de com u nicació n y patrones de in te­ racción dentro de un g ru p o social particular. Segundo, en la descripción e in terpretación de sign ificad os su b je­ tivos atrib uidos a situaciones y acciones. Tercero, en la con strucción de teoría a través del descub rim ien to de patrones y con exion es en los datos. En consecuencia, las preguntas de investigación que conducen a la decisión de em plear m étodos cualitativos son básicam ente de tres tipos: 1) Descriptivas. Preguntas que indagan sobre lo que sucede en térm in os de com portam ientos y eventos o b ­ servables. 2) Interpretativas. Las que buscan ex plorar el sign i­ ficado de estos asun tos para las personas involucradas. 3) T eóricas. Las qu e se d irigen a ex a m in ar cóm o pueden explicarse esos asun tos (M axw ell, 1996, citado p or Schram , 2003). Las preguntas de investigación en los estudios cu a ­ litativos com ienzan típicam ente con expresiones del tipo: Cómo, Cuál, o Q ué, m ás que con térm in os del estilo: Por qué, En qu é m edida, o Q ué tanto. Los siguientes son ejem ­ plos planteados po r Schram sobre la form a narrativa que tom an los problem as de investigación en las investiga­ ciones cualitativas: • ¿Q ué acciones y eventos sociales específicos es­ tán ocu rrien d o en este contexto particular? • ¿Cuál es el sign ificad o d e los eventos, las a ccio ­ nes y las ideas para las person as in volucradas en esa situación y cóm o estas com pren sion es in flu ­ yen en sus com portam ientos? (130]

• ¿C ó m o los eventos, acciones y sign ificados son afectados por las circunstancias particulares en las qu e ocurren? • ¿C ó m o los acontecim ientos reflejan patrones de co m portam iento, sign ificad o o interacción? • ¿C óm o se relaciona lo que sucede en este contex­ to co m o un todo (p. ej. un salón de clase), con lo que sucede en otros niveles del sistem a den ­ tro del m ism o contexto o p o r fuera de él (el co ­ legio, la fam ilia, la co m u n idad, etc.) A un qu e desde la perspectiva de la lógica reconstrui­ da los problem as de investigación aparecen co m o el p u n ­ to de partida de los estu dios, sean estos cu alitativo s o cuantitativos, desde el pun to de vista de la lógica en uso la form ulación del problem a es el resultado de un pro­ ceso relativam ente com plejo, el cu al, com o se dijo ante­ riorm en te, exige una exploració n previa de la situación a estudiar, y una indagación del conocim iento alcanzado hasta el m om ento. Lo anterior es especialm ente cierto en el caso de los estudios cualitativos, cuya flexib ilid ad de d iseño y sensibilidad al contexto perm iten ir estructuran­ d o y m odifican do la pregunta a lo largo del proceso de in m ersión en la situación investigada. En otras palabras, en los estudios cualitativos las preguntas de investigación e v o lu cio n a n en respuesta al con texto, a lo s datos y al análisis. Es usual en este tipo de abordaje que el investi­ g ad or parte de pregun tas am plias que indagan sobre el contexto global, cuyo propósito es ganar profundidad en la com pren sión . A m edida qu e recoge in fo rm ació n re­ levante a tales preguntas, el in vestigador las refina, las vuelve m ás específicas, y p o r lo tanto m ás útiles para g u iar de una m anera m ás en focada el m uestreo y la re­ colección subsiguiente de los datos. El p roceso de focalizació n del pro b lem a debe ser [ 131 ]

m o strado claram ente cu an do se pasa de la lógica en uso a la lógica recon stru ida. C o m o advierten Fossey et al. (2002), cuando se presenta el reporte final de un estudio, el lector debe po d er percibir claram en te la fo rm a co m o se fue refinando el p rob lem a de investigación hasta lle­ gar a la o las preguntas específicas. A sim ism o , debe p o ­ der visualizar la articulación entre dichas preguntas y los objetivos del estudio, las decisiones de m uestreo, la re­ colección de d atos y el análisis. E xp lic itar el p roceso otorga claridad al pun to de partida del estudio, lo cual ayuda al lector a evaluar qu é tanto los propios supuestos e interpretaciones del investigador fueron in fluenciados p or las observaciones realizadas y la in form ació n reco­ gida. Asim ism o, la evidencia presentada en el reporte de investigación, in dican do el apren dizaje que ha ex p e ri­ m en tado el investigador tras el en cuen tro con el p roce­ so m ism o de investigar, le provee autenticidad a los datos y le da confianza al lector de que efectivam ente las pers­ pectivas de los particip an tes han sido adecuadam ente captadas y por lo tanto están representadas en los resul­ tados del estudio. E l diseñ o

A diferencia de lo que sucede en las investigaciones cuantitativas cuyos diseños tom an alguna de las form as preestablecidas p or el m ism o m étodo (experim entales, cuasi experim entales, correlaciones, m ultivariados, etc.), en la investigación cualitativa cada diseño puede con si­ d erarse co m o único. En los d iseñ o s exp erim en tales o correlaciónales, afirm a Lloyd-Jones (2003), el investiga­ d o r se adhiere a reglas y secu en cias p redeterm in adas, independientem ente de los datos que vayan em ergien ­ do y del análisis de la in fo rm ació n . A sim ism o , el papel del in vestigador es in dep en dien te o está sep arad o del cam po de indagación.

E n contraste, dada la naturaleza del m étodo cu ali­ tativo, el diseño no con figura un m arco fijo e in m odificable, sino un pun to de referencia qu e indica qué se va a exp lo rar (objetivos), cóm o debe procederse (la estrate­ gia), qu é técnicas se van a utilizar (la recolección) y qué tipo de análisis se planea realizar con los datos. A un qu e se espera qu e el diseño se vaya ajustando duran te el p ro ­ ceso, ninguna etapa debe iniciarse sin tener claram ente delim itados el qué, el có m o y una apreciación tentativa de los resultados eventuales. Los diseños cualitativos son interactivos, dinám icos y em ergentes. En ellos el problem a, los objetivos, las es­ trategias de recolección, los datos, el análisis, la interpre­ tación y la validación están in extricablem ente tejidos a lo largo del proceso de investigación. C o m o se d ijo a n ­ terio rm en te, el in vestigado r cu alitativo es el p rin cip al in strum ento en el proceso investigativo, quien debe es­ tar cercano a la situación b ajo estudio y a las personas in volucradas en ella, y debe ejercer con tin u am ente sus habilidades reflexivas y evaluativas para el análisis de los datos y la tom a de decisiones relacionadas con la d irec­ ció n del siguiente paso a tom ar en la investigación. Configuración d e la m uestra

El proceso de m uestreo es radicalm ente diferente en los estudios cuantitativos y cualitativos. En los prim eros, la m uestra se selecciona con base en ciertas variables de la p ob lación defin idas con anticipación al trab ajo de cam po, utilizando m étodos aleatorios. En este abordaje m etodológico, después de operacionalizar los conceptos, es decir, d e tra d u c irlo s en té rm in o s qu e puedan ser m ediblcs u observables em píricam en te, se determ inan las características qu e debe tener la m uestra para lograr una representatividad estadística de la pob lación a estu­ diar. El objetivo de seleccionar m uestras representativas [ 133 ]

es garan tizar que los resultados de la investigación p u e­ den ser gen eralizab as, es decir, que reflejan la situación de una po rció n significativa de la población. Por el contrario, en los estudios cualitativos la m ues­ tra no se selecciona, se configura, es decir, se va estru ctu ­ ran d o a través de las d iferen tes etap as del p roceso de recolección d e datos. Las variables con base en las cu a ­ les se con figu ra la m uestra n o se predeterm in an ; estas sólo pueden identificarse después de una prim era inm er­ sión explo rato ria en la situación , y aún después de esta prim era indagación dichas variables pueden ir cam b ian ­ do a lo largo del proceso. Por o tra parte, los conceptos no se operacion alizan, pues no se parte de ellos sino que van em ergiendo de m anera inductiva a partir de los m is­ m os datos. M ás qu e representatividad estadística, lo que se busca en este tipo de estudios es una representativi­ dad cultural, es decir, se espera com pren der los patrones culturales en torn o a los cuales se estructuran los co m ­ p ortam ien tos y se atrib uye sentido a la situación bajo estudio. Por su parte, en estos estudios no se espera e x ­ trapo lar o generalizar los resultados hacia la población en general. El objetivo es desarrollar una teoría qu e p u e­ da ser aplicada en otros casos. Esto no sign ifica que los resultados cualitativos no puedan n un ca ser generalizables. C o m o se analiza en el capítu lo seis, la sem ejanza entre la din ám ica de la situación estudiada y o tras que com partan rasgos com unes, la posibilidad de corroborar los resultados del estudio en cuestión con otros realiza­ dos previam ente, y cierta presunción de universalidad del fenóm en o investigado, son algunos hechos qu e pueden proveer credibilidad a las generalizaciones provenientes de estudios cualitativos (M axw ell, 1996). Finalm ente, en lugar de probabilístico el m uestreo cualitativo es fu n d a­ m entalm ente de dos tipos: intencional y teórico, com o se analiza más adelante.

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D ado que una preocupación básica en los estudios cualitativos es obtener in form ación detallada y extensa sobre la situación o bjeto de estudio, las dos co n sid era­ ciones claves qu e guían los m étodos d e m uestreo cu ali­ tativo son: adecuación y suficien cia (Fossey, e ta l., 2002). U na m uestra adecuada es aquella co n fo rm ad a p o r las personas o gru p o s m ás representativos de la com unidad, quienes están en capacidad de proveer la m ayor cantidad de in form ación posible sobre el problem a de estudio. El criterio de suficiencia se refiere a un m uestreo exh au sti­ vo de todas las posibles fuentes de in form ació n (perso­ nas, lugares, eventos, tipos d e datos, tiem pos, etc.) para respon der a la pregunta de investigación y ob tener una descrip ción com prehensiva del fenóm en o estudiado. D e acuerdo con Fossey y colaboradores, no es n e­ cesario establecer un núm ero m ín im o fijo de participan ­ tes para co n d u c ir investigación cu alitativa sólid a, sin em bargo, se necesita recolectar in fo rm ación suficien te­ m ente p ro fu n d a para d e scrib ir en detalle la situación objeto de estudio. En consecuencia, recoger inform ación p o rm en o rizada de una sola persona podría ser a decua­ d o y suficiente para describ ir la h istoria de vida de esa persona, m ientras que en trevistar a un sólo m iem bro de un eq u ip o es in su ficien te si el o b jetivo del estu d io es co m p ren d er, p o r ejem p lo, las p rácticas d e diferentes equipos m édicos en un contexto clínico particular. D ado qu e n o se predeterm ina un tam año fijo de m uestra, el m uestreo en la investigación cualitativa con tin ú a hasta qu e se desarrollen p o r com pleto cada una de las catego­ rías que vayan em ergien do, co m o se am pliará m ás a d e­ lante. En o tras palabras, el m uestreo no cesa hasta tanto n o se hayan ex p lo rad o todas las diferen tes fuentes de in fo rm ació n pertinentes a cada categoría y se haga ev i­ dente qu e co n tin u ar en trevistando o realizando obser[ 135 ]

vacio n es es redundante. C u an d o los patrones se vuelven recurrentes o no surge nueva in fo rm ació n , se considera que se ha pro ducido una saturación en los datos, la cual hace irrelevan te segu ir in co rp o ra n d o n uevos p a rtic i­ pantes. A pesar de qu e en los estudios cualitativos no se re­ quiera predeterm in ar un tam año fijo de m uestra, en el contexto de un a propuesta de investigación éste es siem ­ pre un asunto problem ático. Las reglas qu e rigen la d i­ nám ica de los com ités evaluadores en las entidades que financian investigación exigen qu e los proyectos especi­ fiquen claram ente tanto el tipo co m o el n úm ero de su ­ jetos y las fuentes de in form ació n que se van a in cluir en el estudio. Tal exigencia se deriva, en parte, de la necesi­ dad p o r parte d e dichas entidades de evaluar los costos de las propuestas. Sin em bargo, lo que en realidad refle­ ja tal dem anda es la h egem onía de un único m odelo de evaluación basado en el paradigm a cuantitativo. A p e­ sar de qu e la perspectiva cu alitativa adquiere cada día m ás im portan cia en el contexto d e la investigación so ­ cial a nivel m un dial, salvo contados casos dicho parad ig­ m a no ha tenido la incidencia necesaria en los niveles institucionales que fin ancian la investigación, para m o ­ d ificar los m odelos convencionales de evaluación y co s­ teo. D ada la exigencia d e predeterm in ar un tam año de m uestra, la fase explo rato ria en los diseños cualitativos debe realizarse antes de escrib ir un proyecto de investi­ gación. Solam ente con ocien do el terreno puede el inves­ tig a d o r p ro yectar un “ m arco m u e stral” tentativo, en tanto ha exp lo rad o la situación d e una m anera pre lim i­ nar y sabe cuántos segm entos poblacionales deberían ser abordados, en cuántos lugares es pertin en te hacer la in ­ dagación , cu án tos tipos de fuentes de in fo rm ación hay disponibles, y cuántos períod os deberían tener en cu en ­ ta. Por ejem plo, puede ser qu e para el estudio en cu es­

tió n sea relevante en trevistar a las person as p o r género, ed ad, nivel educativo, etc., pero tam bién por el nivel de fam iliaridad que tienen con el prob lem a, o quizás po r el tipo de o pin ion es qu e se intuye se presentan en el co n ­ texto (favorables, desfavorables, indiferentes), o p o r la form a com o sienten que el problem a en cuestión les afec­ ta o no, etc. C ad a un o de estos aspectos co n fig u ra un segm ento poblacion al. D eterm in ados todos los posibles segm en tos pob lacion ales es m ás sencillo aven tu rar un n úm ero probable d e in form an tes a entrevistar, al tiem ­ po que deja ver a los evaluadores que el investigador tie­ ne un co n o cim ie n to p re lim in a r del terren o qu e se d ispone indagar posteriorm ente en m ayor detalle. C u á n ­ tas entrevistas realizar en cada segm ento es un asunto m ás difícil de especificar de antem ano. En las en trevis­ tas focales, com o se analizará en el siguiente capítulo, se recom iendan d o s grupos po r segm ento, a m en os qu e las visiones de los dos sean radicalm ente diferentes, en cuyo caso debe seguir con form án d ose gru po s en ese segm en ­ to hasta que la in form ación sea redundante. En el caso de las entrevistas cualitativas individuales no se ha d efi­ n id o n in gún n úm ero d efin itivo, pero a lgu n os autores coinciden en que el n úm ero típico de sujetos en los es­ tu dios cualitativos no es m ayor a cuarenta. Estrategias de muestreo cualitativo

D e acuerdo con Patton (1990), to do s los tipos de m uestreo en la investigación cualitativa deberían en cua­ d rarse b ajo el rótu lo gen eral d e m uestreo in tencional, a u n q u e haya n u m erosas va riacio n e s del m ism o '4. Sin

14. El m ism o Patton (1990) describe 15 estrategias para selec­ cio nar m uestras intencionales a saber: M uestreo de casos ex­ trem os o desviados, m uestreo intensivo, muestreo de variación m áxim a, m u estras hom ogén eas, m uestreo de casos típicos, [137]

em bargo, en la literatura m ás general, adem ás del m u es­ treo in ten cio n al se m en cion a una segun da estrategia denom inada m uestreo teórico, el cual, según Sandelowski et al. (1995, citados po r C oyn e, 1997), no es m ás qu e una fase posterior del m uestreo intencional. En realidad, afir­ man estos autores, en todo proyecto cualitativo se e m ­ plean estrategias de m uestreo in ten cio n al y teórico, solam ente que el un o precede al otro. El m uestreo intencional o selectivo se refiere a una decisión hecha con anticipación al com ienzo del estudio, según la cual el investigador determ ina con figu rar una m uestra inicial de in form an tes que posean un co n o ci­ m iento general am plio sobre el tópico a indagar, o in fo r­ m antes qu e hayan vivid o la experiencia sobre la cual se q u iere ah on dar. En esta p rim e ra fase de m uestro, se contactan intencionalm ente personas y grupos represen­ tativos de la com u nidad qu e se crean están en co n d icio ­ nes de pro cu rar la m ayor cantidad de in form ación , con quienes se revisará la relevancia de los tem as a in cluir en las posteriores entrevistas. El objetivo en esta etapa es co n fo rm ar una m uestra que refleje la m ayor variabilidad posible en relación con características pertin en tes al estu dio tales co m o : raza, clase, género, o cu alq u ier o tra característica relevante para el estudio. A l m axim izar la represen tación d e un rango de in form an tes y perspectivas sobre un tem a, se espera garan tizar qu e se tengan en cuenta los pun tos de vista de gru p os m arginales q u e usualm ente no son re­ presentados.

m uestreo intencional estratificado, m uestreo de casos críticos, muestreo encadenado o “ bola de nieve”, m uestreo por criterio, m uestreo basado en la teoría, m uestreo oportunístico, casos qu e confirm an o refutan categorías, m uestreo intencional al azar, m uestreo de casos políticam ente im portantes, muestreo de conveniencia.

D os de las estrategias d e m uestreo in tencional, pre­ sentadas po r Fossey et al. (2002), son el m uestreo bola de nieve y el de casos extremos. En el prim er tipo de muestreo, se p id e a los participantes identificar otros in form antes a quienes conozcan directam ente, cuyas características en cajen en los o b jetivos del estudio. Esta estrategia se utiliza cu an do se dificulta el acceso a los in form an tes, y aun que es m uy útil tiene la debilidad de depender de la calidad de la red de con ocidos de los participan tes y de producir m uestras bastante hom ogéneas. En el m uestreo de casos extrem os, los participan tes se eligen porqu e su experien cia o co n o cim ien to es atípico o inusual, de una m an era tal qu e es relevante para el estudio. El m uestreo teórico, p o r su parte, com ienza in m e­ diatam ente después de haberse recolectado y revisado los p rim eros datos, una vez em ergen de ellos los prim eros códigos o categorías . Las categorías iniciales orientan la decisión de hacia dó n d e d irig ir el siguiente m uestreo. M ás que variables com o edad, sexo u otras características personales, en esta fase la m uestra se con figura de acuer­ do al d esarrollo de las categorías en la teoría em ergente. En otras palabras, la codificación de los datos en b ruto qu e debe ir haciéndose desde el com ienzo de la recolec­ ció n , es un paso previo para decidir qu é datos recoger después y dón de buscar la m uestra. D ecidir dó n d e hacer el m u estreo de acu erd o con los có d ig o s y categorías em ergentes, es lo que se considera m uestreo teórico, el cu ál, co m o puede deducirse, in volucra de todos m odos el com ponente de m uestreo intencional. La nueva m ues­ tra se con figura para exp lo rar en detalle las categorías em ergentes, lo que im plica buscar a las person as con un propósito.

15. El procedim iento para codificar y categorizar la in fo rm a­ ción cualitativa se explica en detalle en el siguiente capítulo.

El m uestreo teórico para cada categoría cesa cu an ­ do ésta se satura, se elabora y se integra dentro de la teo­ ría qu e va em ergien d o . El o b jetivo de recolectar m ás datos para ex a m in ar las catego rías y sus relacio n es es asegurarse de qu e cada categoría cu m ple con el criterio de representatividad. D ada la flexibilidad en este pro ce­ d im ien to para seleccionar las m uestras, el investigador puede hacer cam b io s d e planes y énfasis desde etapas m uy tem pran as en el p ro ce so de in vestigació n , de tal m odo que los datos recolectados reflejen adecuadam ente la situación bajo estudio (C o yn e, 1997). C on sid eran d o que la m uestra se con figura para elab orar y refinar cate­ gorías, el proceso puede ob ligar incluso a cam b iar p re­ guntas de la entrevista m ien tras el estudio progresa. Las categorías em ergentes pueden tam bién conducir al inves­ tigador a buscar a sus inform antes en localidades diferen­ tes a las previstas inicialm ente. En síntesis, el m uestreo teórico consiste en seleccionar m uestras con base en co n ­ ceptos que han p rob ad o ser relevantes para la teoría que se está desarrollando. En el siguiente capítulo se presentan ejem plos co n ­ cretos sobre el proceso de con figuración de las m uestras, cu an do se recoge la in form ació n a través de gru p o s fo ­ cales. L a recolección d e los d ato s c u a litativo s

El siguiente capítu lo se dedica po r entero a este te­ m a. En este apartado se quiere solam ente enfatizar que el proceso de recolección de in form ación debe realizarse siguiendo un patrón previam ente determ inado en el d i­ seño, qu e perm ita pasar de las observaciones m ás su per­ ficiales de la organización form al, a los aspectos subjetivos pertinentes al m odo co m o los in dividuos interpretan su realidad objetiva.

E n el proceso de recolección, el investigador debe estar seguro de que avanza progresivam ente, pasando de lo ‘o b vio ’, a niveles cada vez m ás profu n d os de la situ a ­ ció n qu e se exam in a. Este avance secuencial en el co n o ­ cim iento de la realidad según sea visto por sus m iem bros, es uno de los rasgos más sobresalientes de los m étodos cu alitativos. A un qu e a prim era vista pueda parecer un proceso un tanto caótico, com parado con las etapas cla­ ram en te d e fin id as del m étodo cu an titativo , el d iseñ o d ebe garantizar un proceso sistem ático que perm ita, por un lado, captar in fo rm ación sobre los aspectos m ás d e ­ term inantes de una realidad y, po r otro, ir chequeando la validez de las observaciones tentativas, a p artir de dis­ tintas fuentes de o b se rvació n o d e diferen tes técnicas para exam in ar una m ism a situación. O rganización, a n álisis e in terp retació n d e los datos

Esta etapa se inicia con jun tam en te con la recolec­ ció n de la in form ación. O rgan izar significa docum entar, arch ivar, ch eq u ear y ‘ lim p ia r’ el dato desde el m ism o m o m en to en que éste es registrado. En los estudios cu a ­ litativos la in fo rm ación debe organizarse a m ed id a que se recoge, con los siguientes fines: • Hacer un m onitoreo perm anente de los datos re­ colectados y evitar sob revalo rar una determ in a­ da situación a costa de su b valorar otra. Cuan do la in fo rm ación sobre un asunto im portan te e m ­ pieza a ser reiterativa o red un dan te, co m o se anotó anteriorm ente, es necesario suspender la indagación adicional del m ism o para evitar datos en exceso, los cuales no aportan elem entos an a­ líticos reales y en cam bio hacen m ás dispendioso el m an ejo de datos cualitativos que son de p o r sí volum in osos.

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• D eterm in ar la dirección del m uestreo de acuer­ do con las categorías iniciales que van em ergien ­ do d e los datos. • Seguir la pista a rasgos nuevos del fenóm eno que pueden ser centrales en su con figuración y p a ­ san desapercibidos en una recolección d eso rde­ nada. • Identificar desde la m ism a recolección las cate­ gorías analíticas potenciales a ser exam in adas en la etapa del análisis. La organ ización de la in fo rm ación su pon e un p ro ­ ceso de focalización p erm anente del proceso de investi­ gación cualitativa, lo cual significa que deben realizarse continua y sistem áticam ente las siguientes tareas: • D elim itar el estudio con sideran do qué interesa, qué se puede hacer y sobre qué asuntos se desea profundizar. • D esarro llar preguntas analíticas: C uáles d e los interrogantes origin ales son relevantes, cuáles se deben reform u lar y cuáles deben excluirse. • Planear sesiones de recolección de datos de acuer­ do con las pistas que van surgien do en el pro ce­ so, con el fin de con trolar la indagación. • Reseñar sistem áticam ente las ideas ejes qu e su r­ gen durante la recolección, las cuales pueden servir de base para establecer las m atrices del análisis. • Revisar periódicam ente el registro de las observa­ ciones para ir identificando patrones de co m po r­ tam iento que indiquen los puntos referenciales para la interpretación. • C o n fro n tar y validar las ideas y tem as con d ife­ rentes‘ inform antes claves’ que sean representati­ vos de la situación estudiada y puedan p on derar la pertinencia de las percepciones registradas. • F o rm u lar paulatinam ente escenarios tentativos ( 142 ]

de la situación , usan do la in fo rm ació n parcial dispon ible, lo cual perm ite ir elab oran do un p a ­ noram a que se va aju stan do en el proceso. Esto tam bién puede rem itir a la b úsqueda de evid en ­ cias m ás precisas antes de con cluir la etapa de re­ colección. El análisis de los datos está d eterm in ado p o r las c a ­ racterísticas del problem a y po r las preguntas qu e o rig i­ naron la in vestigación y se adelan ta d u ran te todo el estudio. El análisis es un producto del proceso de reco­ lección en el cual es necesario do cu m en tar diariam ente las entrevistas, las observaciones y la in form ación secun­ daria (archivos y m ateriales escritos), así co m o repasar los datos, con fro n tarlos y con siderar diferentes form as para clasificarlos. La etapa de recolección no puede co n ­ cluirse hasta qu e exista la certeza de qu e se tiene toda la in fo rm ac ió n necesaria para resp o n d er las pregun tas planteadas. O tros d o s requisitos que deben ser satisfe­ chos son el de la validez cu alitativa y el de la fidelidad de la in form ación para aprehender la realidad estudiada. En el capítu lo seis se am plían los tem as relativos a la o rg a ­ nización , análisis e interpretación de datos cualitativos, así co m o al problem a de la validación y con fiabilidad de los m ism os. L a con ceptu alización in d u ctiva o inducción an alític a

Parte de reconocer qu e ningún o bjeto concreto es d escrip tib le de m anera exh au stiva, por lo cual sólo es posible una descripción selectiva de sus características esenciales. Esta selección se fundam enta en la iden tifi­ cación de los sistem as sociales y culturales qu e o rg an i­ zan la in teracción d e los m iem b ro s en un a situación dada. Las características esenciales de los fenóm en os in ­ vo lucrados en un sistem a social y cultural particu lar no pueden ser identificadas m ediante un proceso deducti[ 143 ]

v o (id en tifican d o un a clase a p rio ri), ni tam p o co po r m edio de la inducción enum erativa (el estudio su p e rfi­ cial de las características de los objetos de un a clase p re­ defin ida). Solam ente pueden ser detectados m ediante la inducción analítica, esto es, estudiando a profundidad un n úm ero reducido de casos, para descub rir las p ro p ied a­ des esenciales del fenóm eno que está siendo considerado. Para T h o m a s y Zn an ieck i (citados po r H am m ersley, 1990), la inducción analítica busca separar lo esencial de lo accid en tal, con el fin de fo rm u la r gen eralizacion es aplicables a situaciones sim ilares. N o se pretende fo rm u ­ lar leyes causales universales, qu e son aquellas qu e id en ­ tifican las con dicion es necesarias y suficientes b ajo las cuales ocurre un determ inado fenóm eno, com o se supo­ ne que acontece en las ciencias naturales. Se asum e, en cam bio, qu e en situacion es sociales o rganizadas en to r­ no a patrones in stitucionales sim ilares a los ob servados en la realidad estu diada, es altam en te posible qu e sus m iem bros se com porten de m anera análoga. Esto, siem ­ pre y cuando la situación estudiada y aquella sobre la cual se busca predecir el com portam iento, tengan anteceden­ tes históricos, es decir, tem porales y espaciales co m p a ­ rables. La conceptualización inductiva depende de la representatividad del caso o los casos seleccionados. D e ahí que la escogencia de los casos deba p artir de un co n o ­ cim ien to de los p arám etro s que organ izan el co m p o r­ tam ien to y debe ser revisad a p ara evitar sesgos en el proceso de generación de con ocim ien to inductivo. Para este fin existen diferentes estrategias co m o p o r ejem plo la búsqueda de casos negativos según recom ienda Lindsm ith (citado por H am m ersly, 1990). D ado que la verifi­ cación de una teoría científica equivale fundam entalm ente a la im p o sib ilid a d d e p ro b ar qu e está eq u ivo cad a, su d em ostración es m ás efectiva m ediante el exam en p re­

ciso de aquellos casos en los cuales parece m ás débil, o de aquellas instancias qu e parecen contradecirlo. Síntesis

En este capítulo se hace énfasis en tres aspectos cen­ trales que generalm ente se consideran ajenos a la investi­ gación cuando se utilizan m étodos cualitativos. P rim ero, la form ación académ ica del investigador es la garantía de la seriedad del proceso y p o r lo tanto de la calidad de los resultados qu e se obtienen en la investigación. El p ro ce­ so de investigación es planeado y a la vez exploratorio, con etapas que se retroalim entan y ajustan a m edida que se avanza en la com pren sión del problem a. Finalm ente, la conceptualización inductiva del fenóm en o analizado parte de sus propiedades esenciales identificadas en el proceso del estudio. A pesar de qu e generalm ente n o se cu m plen de m anera satisfactoria, estos son tres req uisi­ tos sitie qu a non qu e deben cu m p lirse cu an do se usan m étodos cualitativos.

[ 145 ]

Material chroniony prawem autorskim

CAPÍTULO

5

R ecolección de datos cualitativos

La calidad, la validez y la pertinencia de los resultados en una investigación dependen del proceso de recolec­ ció n de in fo rm ación. A un el problem a m ejo r form ulado o el diseño de investigación más rigurosam en te p lan ifi­ cado pierden su sentido si n o se realiza una preparación cu id adosa, detallada y organ izad a del trab ajo de cam po, si no se cu en ta con los in stru m en to s ad ecu ad os para ob servar la com pleja realidad social, y si el investigador carece de las habilidades exigidas para el m anejo de d i­ chas herram ien tas. Los datos -y a sean estos cuantitati­ vos o cu alitativo s- representan la “ realidad em pírica” que el investigador q u iere conocer, pero si d ich o s datos se registran d e m anera inadecuada, todo el pro ceso de in ­ vestigación pierde legitim idad, y ni aun los m étodos de análisis m ás sofisticados pueden rem ediar un proceso de recolección deficiente. Pero el p eríod o de recolección de in form ació n no sólo es im portan te desde el punto d e vista de la investi­ gació n , sin o tam bién desde la perspectiva de los actores cuya realidad se espera conocer. Para el caso de las inves­ tigaciones cualitativas, esta es la etapa del estudio en la cual las personas involu cradas en la situación estudiada se convierten en los verdaderos protagon istas del proce­ so investigativo; el m o m en to en el qu e los actores nos [147]

perm iten escuchar -c o n su propia voz y en sus propias p a la b ras- las narracion es a través de las cuales se exp re­ san sus con ocim ien tos, sus actitudes, las prácticas socia­ les, sus h istorias personales, sus con dicion es de vida, los sueñ os, las frustraciones, las exclusiones, inequidades y vuln erabilidades de las qu e han sido objeto, pero ta m ­ bién sus fortalezas y potencialidades. La recolección de datos es el lugar de encuentro en ­ tre un investigador qu e desconoce la realidad a la que se está aproxim an d o (aun qu e cuenta con el en tren am ien ­ to m etodológico y está equipado de herram ien tas co n ­ ceptuales, h istóricas y políticas con las cuales ab o rd ar dicha realidad), con un sujeto que tiene el co n ocim ien ­ to vivencial de la situación social exam in ada (la cual no siem pre es justa ni equitativa, y en la que coexisten inte­ reses diferentes y con frecuencia contradictorios). Es este un encuentro en el qu e investigador e investigado tienen intereses particulares en juego, y es responsabilidad del investigador facilitar el proceso para qu e las dos partes coincidan en un interés m utuo: gen erar el co n o cim ien ­ to m ás preciso y m enos falseado de la realidad bajo es­ tudio. Un co n o cim ien to qu e, adem ás de satisfacer la cu rio sidad académ ica po r co m pren der dicha realidad, proporcion e una in form ación objetiva y válida, para que quienes tienen en sus m anos la tom a de decisiones, p u e­ dan tran sform ar los factores que afectan la vida de a q u e­ llos que usualm ente son sujetos de estudio de las ciencias sociales. D ado que la sensibilidad del dato cualitativo para captar las propiedades n o cu antificables de un p ro b le­ m a social depende tanto de la preparación cuidadosa del trabajo de cam po, co m o de los instrum entos para ob ser­ var la realidad social y d elin ear los parám etros qu e e x ­ plican un determ in ado co m po rtam iento o situación, en este capítu lo se abordan estos dos aspectos. Se presen­

tan los fun dam en tos m etodológicos de los in strum en ­ tos em pleados con m ás frecuencia po r la com u nidad de investigadores cu alitativos, ilustrando la exposición con ejem plos derivados de los dos procesos de investigación q u e se reseñan en la parte tercera de este trab ajo . Las experien cias y lecciones derivadas de la revisión crítica d e dich os procesos proveen elem entos didácticos para o rien tar de una m anera práctica al investigador d u ra n ­ te esta etapa del trab ajo investigativo. Configuración del equipo investigador

A diferencia de las investigaciones cuantitativas que em plean com o prin cipal instrum ento la encuesta, y en las qu e el eq uipo encuestador n o participa en el diseño de la investigación o lo hace m argin alm en te, las investi­ gacion es cualitativas exigen la particip ación del grupo, d esde el m om en to de la defin ició n del problem a a in ­ vestigar. De hecho, en el trabajo de cam po cada integran­ te d ebe estar tan fam iliarizad o con los o b jetivo s de la indagación com o si fuera el investigador prin cipal, pues su función no se lim ita a ob tener unos datos o a fo rm u ­ lar unas preguntas. C ad a uno debe com p artir una a cti­ tud sim ilar para abo rdar y entender la realidad a p artir de las percep cio n es de la p ob lación estu diada, lo cual d em anda su interés por entender la problem ática que se investiga, así co m o un en trenam iento previo para des­ envolverse con h abilidad, respetando las opin ion es de la población. D esde esta p erspectiva, el in vestigador p rin cip al debe co n stitu ir y gu iar el eq u ip o sobre la base de una co labo ració n in fo rm ad a pero no forzada. Para esto es necesario que actúe co m o coordin ador, m ed iador y fa ­ cilitador, para generar un proceso de co m u nicación con el gru p o que propicie qu e sus integrantes com partan los o b jetivo s y el proceso global de la investigación. [ 149 ]

D ado el interés po r lograr una visión com prehensiva de la realid ad , se req uiere la in teg ración d e eq u ip os in terdisciplinarios, con sideran do qu e el abordaje global exige el co n cu rso de distintas áreas del con ocim ien to. D e term in a r el sign ificad o de la in terd iscip lin aried ad supone un reto para el equipo. C ad a uno debe visualizar el aporte que puede hacer desde su disciplin a particu lar para captar la dim en sión de la realidad que le com pete, sin perder de vista la unidad. Esto exige el establecim ien­ to de unos objetivos y de una m etodología com ú n. Por tal razón es indispensable que el equipo p articip e desde el com ienzo del proceso, dado qu e el éxito en la investi­ gación cualitativa depende de qu e sea posible crear un espacio de d iá lo g o in te rd iscip lin a rio , d o n d e n inguna perspectiva se subordine a otra sino que p o r el con trario se com plem enten m utuam ente. La preocupación central del trabajo interdisciplin ario en la investigación cu alita­ tiva no debe ser la im posición de ninguna disciplin a en particular, sino el esfuerzo po r entender las distintas y com plejas dim ensiones del problem a, las cuales d em an ­ dan aproxim acion es derivadas de m arcos conceptuales y m etodológicos diversos pero no excluyentes. D e las con sideracion es anteriores se deduce que el esfuerzo m ás im portante del investigador principal debe orientarse a generar una verdadera dinám ica de trabajo en equipo, de tal m odo qu e las actividades se realicen de esa fo rm a y que ésta sea la im agen qu e se proyecte a la com u nidad estudiada. Esto es posible m ediante un d iá ­ logo perm anente sobre los avances del trabajo de ca m ­ po y de la form a com o se generan los diferentes procesos de percepción duran te este período. M ontaje y preparación del trabajo de campo

Un aspecto determ inante del diseño es la planeación (150]

m etódica de cada una de las salidas al cam po, req ueri­ das para ob tener la in form ación pertinente. La flexib ili­ dad inherente al diseño de investigación cualitativa no significa im provisación. Por el contrario, el carácter abier­ to y exp lo rato rio de tales estudios, así co m o la variedad y la com plejidad de las situaciones qu e se exp lo ran , ex i­ gen una pro gram ació n clara y la m ayo r preparación del e q u ip o in vestigador, para em p lear eficien tem en te el tiem po y los otros recursos disponibles para el estudio. U n a vez co n figu rad o el eq uipo de investigación, al plan ificar el trab ajo de cam po, el investigador prin cipal d ebe co n siderar en detalle la defin ición clara de los o b ­ jetivos, las etapas qu e deben cu b rirse y las actividades a d esarrollar en cada salida de cam po. D efin ición d e o b je tiv o s y activ id a d e s

C on el fin de determ in ar los objetivos de las salidas de cam po, el eq uipo debe hacer el esfuerzo de visualizar y prever con anticipación todas las posibles situaciones qu e se presentarán durante su estadía en la com u nidad. N o rm alm en te los ob jetivo s no se lim itan a recolectar in fo rm ac ió n , dad o qu e antes d e co m e n za r esta lab or deben establecerse una serie de contactos y reuniones que garanticen la aceptación del gru p o en la zona. C on el fin de p lan ificar el tiem po y las actividades de la m anera más eficiente, se recom ienda la elaboración de guías de trab ajo de cam po, las cuales pueden aju star­ se según el proceso diario, sin desatender los objetivos principales. En las Tablas 5.1 a 5.5 se m uestran los esqu e­ m as que guiaron tres de las salidas qu e se h icieron a la co m u nidad de La Tola (N ariñ o), don de se realizó el es­ tu d io sob re m alaria que se reseña en detalle en el ca p í­ tu lo 8. Para cada visita se analiza la relación en tre las actividades program adas en la guía y las actividades rea­ lizadas efectivam ente. Esta co m paració n ofrece una idea [ 151 ]

TAB LA 5.1 G U ÍA DE A C T IV ID A D E S D U R A N T E LA P R IM E R A S A L ID A DE C A M P O 25 de agosto -11 de septiembre de 1987

OBJETIVOS - Reconocimiento del terreno. - Obtención de información sobre características socioeconómicas y culturales de la población. - Diseño de estrategias para informar sobre el estudio e involucrar a la comunidad en el proceso investigatho.

REQUERIMIENTOS ESPECÍFICOS DE INFORMACION - Principales actividades económicas. - Percepciones de la comunidad sobre la malaria. -Tiposde hogares. - Uso y distribución del tiempo

INSTRUMENTOS - Observación y registro en diarios de campo. - Entrevistas con informantes claves. - Reuniones con la comunidad.

Fuente: Bonilla-Castro ef al. (1991). El efecto de la malaria en los hogares de La Tola. Documentación archivos trabajo de campo. más depurada sobre có m o se puede ir adecuan do en la m archa el plan propuesto para cada un o de los períod os de la recolección. En la Tabla 5.1, correspondiente a la p rim era visita, se usó una guía bastante explo rato ria, d ad o qu e se des­ conocían en gran parte las con dicion es de la com u nidad y la form a co m o sería posible tener acceso a ella. Poste­ riorm ente, al analizar los logros obtenidos con base en los datos recolectados y en los diario s de cam po de cada m iem b ro del equipo, se delim itaron d os grandes o b jeti­ vos los cuales defin irían las siguientes salidas de cam po. Estos fueron, el trab ajo con la co m u nidad y el trabajo de recolección de in form ación propiam en te dicho, co m o se observa en la Tabla 5.2.

TABLA 5.2 ACTIVIDADES REALIZADAS DURANTE LA PRIMERA SA U D A D E CAMPO 2 5 de agosto - 1 1 de septiembre de 1987 PLAN BASICO SEGUIDO 1. Contactos informales con maestros y lideres de la comunidad. 2. Contactos con los sectores representativos de la comunidad. 3. Reflexiones colectivas sobre la forma como la comunidad percibía la investi­ gación y su interés en la misma. ACCIONES ADELANTADAS 1. Por decisión tomada en las reuniones colectivas, se seleccionó un equipo de voluntarios de la comunidad denominado “ Comité de Investigación de La Tola' (Cu), principal puente entre el equipo C ot-S ai* y la población estudiada, dado que era visto como su representante. 2. Actividades con el Cu a. Explicación y evaluación detallada de los objetivos de la investigación y su pertinencia para la comunidad. b. Exploración de conocimientos sobre malaria. c. Explicación del Sem sobre transmisión de malaria. d. Definición de tareas del Cu. Temas que explorarían pof subgrupos: - Activi­ dades de la comunidad • Tipos de familias - Canasta familiar - Uso de re­ medios caseros. e. Reporte de resultados de los datos obtenidos por cada grupo. Promedio de casas visitadas 150. f. Entrenamiento en el manejo de los datos. g. Reuniones con toda la comunidad para informar sobre el proceso. h. Diagnóstico de los principales problemas de la comunidad y en particular de la malaria, a partir del sondeo general realizado por el Cu. Discusión y definición sobre posibles acciones preventivas. BALANCE GENERAL 1. Se obtuvo un perfil de todas las actividades que realizan los habitantes. 2. Se detectaron los principales temas que deben explorarse sobre conocimiento de malaria. 3. Se conformó un grupo de la comunidad que participaría durante todo el pro­ ceso ¡nvestigativo.

* El equipo de investigación estuvo conformado por una economista, una antropóloga. una socióloga y una psicóloga, todas investigadoras del Centrode Estudiossobre DesarrolloEco­ nómico (Cedí), así como por asistentes estudiantes del último semestre de economía de la Universidad de los Andes y por un grupo de microscopías y supervisores del Servicio de Erradicaciónde Malaria (Sem). Fuente: Bonilla-Castroet al. (1991). Documentaciónarchivostrabajode campo. [ 153 ]

TABLA 5.3 GUÍA DE ACTIVIDADES DURANTE LA SEGUNDA SALIDA DE CAMPO 1 7 de noviembre • 9 de diciembre de 1987 OBJETIVOS • levantamiento del Censo de la Comunidad. • Entrevistas cualitativas sobre percepción de la enfermedad. • Aplicación y seguimiento de encuestas de consumo alimenticio diario. • Diagnóstico epidemiológico. CRONOGRAMA 17 - 18 de nov.

Traslado a la zona

17 -30 de nov.

Toma de muestras serológicas por el Sím

18 de nov.

Reuniones con la comunidad. Informe sobre objetivos de la visita y recuento última visita

19 de nov.

Reunión con el Cu

20-21 nov.

Entrenamiento encuestadores miembros del Crr Aplicaciones

22 de nov.

Organización trabajo de campo

22-30 nov.

Seguimiento encuestas de consumo

23-26 nov.

Censo (Cit y Ctoe)

23 de nov.-5 de dic.

Entrevistas de percepción

Descanso equipo externo (domingo)

6 de dic.

Descanso

7-9 dic.

Regreso a Bogotá

10 de dic.

Reuniones con la comunidad. Balance del trabajo de campo

Fuente: Bonilla-Castro et al. ( 1 9 9 1 ) . Documentación archivos trabajo de campo.

A p artir del balance de esta salida d e cam po se refinaron los in strum ento s de recolección y se definieron objetivos y actividades m ás específicas co m o se observa en la Tabla 5.3, correspon dien te a la segunda salida. Sin em bargo, la evaluación de la situación de la com u nidad al llegar a la zona obligó a reajustar el cron o gram a com o se observa en la Tabla 5.4. A dem ás de las guías generales que reorganizaban el trab ajo de todo el eq uipo , cada m iem b ro contaba con una guía particu lar en la cual se detallaban sus respon(15 4 ]

TABLA 5.4 A C T IV ID A D E S R E A LIZ A D A S EN LA SE G U N D A S A L ID A DE C A M P O

PLAN BÁSICO SEGUIDO 17 de nov.

Salida de Bogotá - llegada al Charco*.

18 de nov.

Llegada a La Tola.

Reunión con el Cit

7 p.m. • 9 p.m. Informe Ce k -Scm, objetivos segunda visita. Informe Cu sobre actividades realizadas en el periodo intervisita {campañas de saneamiento. gestiones institucionales para guardería, etc.).

19 de nov.

Programación de actividades y responsabilidades del CtoE y el Sem durante la visita. Toma de muestras, identificación de enfermos, control a positivos.

ACCIONES ADELANTADAS Y AJUSTE DEL CRONOGRAMA Recolección d e in form ación 19 de nov.-4 de dic.

Toma de muestras.

20 de nov.-7 de dic.

Análisis de muestras y control a casos positivos. Recolección información canasta familiar.

20-21 de nov.

Curso de entrenamiento encuestadores censo.

23 de nov.- 4 de dic.

Censo.

29 de nov.-7 de dic.

Entrevistas de percepción.

Trabajo con la com unidad 19 de nov.

Reunión con los profesores y los colegios.

20 de nov.

Reunión con el Cu. ¡untas de acción comunal y líderes para aclarar expectativas con respecto a la investigación y despejar dudas por interferencia en campaña política.

6-7 de dic.

Reuniones finales y balance del trabajo adelantado con la comunidad.

8 de dic.

Salida para Bogotá.

BALANCE GENERAL 1. La comunidad y el equipo externo avanzan en la comprensión del problema. 2. Se caracterizó la composición y el costo de la canasta familiar. 3. Se aplicó el censo a todos los hogares de la comunidad. 4. Se recogió información sobre la percepción del problema.

* Cabecera municipal Fuente: Bonilla-Castro et al. ( 1 9 9 1 ) . Documentación archivos trabajo de campo.

[1 5 5]

TABLA 5.5 ANÁLISIS CUALITATIVO (Observación - Entrevistas a profundidad) TERCERA SALIDA DE CAMPO 11 de abril ■ 10 de mayo de 1988 12-30 de abril 1 . Hacer una descripción detallada de cada hogar: a. Características del enfermo b. Ciclo de vida del hogar c. Condiciones de la vivienda d. Categorización por el consumo del hogar e. Esquema del uso de tiempo de los miembros del hogar f. Esquema del reajuste del tiempo por la presencia de la enfermedad (se tendrá en cuenta la incapacidad, el reemplazo y el cuidado) 2. Entrevistas a profundidad a los enfermos diagnosticados como positivos y se­ guimiento detallado de las actividades realizadas durante la recuperación: - Entrevistas a las personas que cuidan y reemplazan al enfermo - Seguimiento a enfermos de la visita anterior 1-9 de mayo 3. Hacer el análisis del impacto en el interior de los hogares agrupando por: a. Relaoón de parentesco del enfermo (jefe, cónyuge, hijos» otros parientes) b. Actividad principal del enfermo (mercado, oficios domésticos, estudiantes, sin ocupación) c. Número de enfermos en el hogar {uno, dos y más) Nota: En cada uno de los grupos se deberá observar qué tanto difiere la inca­ pacidad en términos de extensión, en el reajuste del tiempo, en el costo direc­ to {gastos atribuidos a la enfermedad) y en el costo indirecto {ingresos dejados de percibir). Asi mismo, buscar posibles relaciones entre el tipo de paludismo, el nivel de nutrición y la incapacidad. Fuente: Bonilla-Castro e t al. ( 19 9 1) . Documentación archivos trabajo de campo.

sabilidades específicas. U n ejem plo de estas guías se p re­ senta en la Tabla 5.5, en el cual se definen los req u e ri­ m ientos de in form ació n cualitativa, en la tercera visita a la com unidad. C o m o puede deducirse, el diseño de guías de trabajo no sólo perm ite establecer un cron o gram a de activid a­ des sino adem ás constituye una estrategia para visualizar el cu rso que ha seguido la investigación, el cu m plim ien 1156 ]

to parcial o total de algunos objetivos y los vacíos o defi­ ciencias que deben abo rd arse en las siguientes salidas. Para garan tizar el cu m plim ien to de estos planes de a cti­ vidades, el equipo investigador debe reunirse diariam en ­ te al final de cada jo rn ad a , con el o bjeto de evaluar las tareas realizadas y pro gram ar las subsiguientes. Herram ientas para la recolección

A lo largo de este lib ro se ha llam ad o la atención sobre la conveniencia y la necesidad de in tegrar los m é­ to d o s de investigación, con el fin de lo grar una visión totalizadora del problem a, in cluyendo sus dim ensiones cualificables y cuantificables. Las particu laridades in h e­ rentes a cada una de estas d im en sio n es determ in an el em pleo de instrum entos de recolección apropiados, bien sea para p ro d u cir datos n um éricos basados en el conteo y en la m ed ición , o datos textuales basados en la n arra­ ció n y la descrip ción . Sin em bargo, dado qu e el interés principal de este libro es presentar una reflexión sistem á­ tica y crítica sobre el abordaje cualitativo, en las siguientes secciones se hace una breve reflexión sobre la naturaleza de los datos cualitativos y se expon en dos de los in stru­ m entos más utilizados para recoger este tipo de in form a­ ción a saber: las entrevistas cualitativas (in dividuales y a g ru p o s focales) y la observación. L os d ato s c u a litativo s

A diferencia de los datos cuantitativos qu e son n u ­ m érico s, los datos cu alitativo s son textuales y pueden to m ar alguna de las siguientes fo rm as: a) D escripcion es d etalladas de situaciones, eventos, personas, in teraccio­ nes y com portam ientos observados directam ente o a tra­ vés de m ed io s au d io visu ales - s i el in stru m en to que em pleam os para captu rar la realidad es la o b servació n [157]

b) N arracion es que hacen las personas sobre sus ex p e­ riencias, actitudes, creencias y pensam ientos - s i el in s­ trum ento utilizado es la entrevista en cu alquiera de sus diferentes m o d alid ad es-; y c) extractos o pasajes enteros de d o cu m en to s, cartas, o registros - s i la in form ació n proviene de fuentes secundarias (B onilla-Castro, 1985)-. En este capítu lo nos con cen trarem os en los d os p rim e­ ros tipos de instrum entos. C uan do se busca con ocer el m un do tom an do com o referencia el pun to de vista de las personas, es necesario conocer las actividades diarias, los m otivos, los sign ifi­ cados, las em ociones y reacciones de los individuos. En este tipo de apro xim ació n se parte del supuesto de que el m iem b ro de una sociedad, de una com u n id ad , es el experto de su p ro p io m un do, vive así, lo conoce y sabe com o describirlo de m anera adecuada. El investigador no busca p o r lo tanto descu b rir aspectos del m u n d o real d esconocidos para las personas, sino captar lo qu e saben los actores, ver lo que ellos ven y com pren der co m o ellos com prenden. C o n el fin de tener acceso a este con o cim ien to lo m ás fielm ente posible, los datos cualitativos deben reco­ gerse p o r m edio d e instrum entos que perm itan registrar la in fo rm ació n tal y co m o es expresada, verbal y no ver­ balm ente, p o r las person as involu cradas en la situación estudiada. A sim ism o , es fun dam en tal registrarla de tal m od o que pueda recuperarse de m anera fácil y ord en a­ da para su revisión y análisis. D e acuerdo con Watson (1991), la in form ación recuperable (retrievabledata) per­ mite inspeccionar repetidam ente los detalles de situacio­ nes y secuencias de la conducta observada, y analizar con m ayor precisión las características de una organización social d eterm in ada. A sí m ism o, posibilita p u b licar los datos de form a tal que los lectores puedan tener acceso

a ellos directam en te y ch eq u ear la in terp retación del analista. Los datos cu alitativo s pueden recogerse entonces utilizando una gran variedad de instrum entos tales c o ­ m o: grabacion es d e entrevistas individuales y a gru po s focales; registro escrito y grabación con video de o b ser­ vaciones de eventos particulares; testim onios escritos de las personas con respecto al tem a que se investiga; foto­ grafías sobre secuencias de conductas; h istorias de vida; d o cu m en ta ció n escrita tales co m o actas, recortes de prensa, reportes de actividades, in form es de periódicos, etc. A con tin u ación se describen dos de los in strum en ­ tos que m ás se utilizan a saber: la entrevista cualitativa y la observación. La e n tre v ista c u a litativa

D e acuerdo con Gaskel (2000:144), la entrevista cu a­ litativa es un in tercam bio de ideas, sign ificad os y sen ti­ m ien tos sobre el m u n d o y los even tos, cu yo p rin cip al m ed io son las palabras. Es una interacción en la cual se exploran diferentes realidades y percepciones, donde el investigador intenta ver las situaciones de la form a com o la ven sus inform antes, y com prender porqué se com por­ tan de la m anera en que dicen hacerlo. Es, en sus pala­ b ras, “ un a em presa com ú n en la cual se co m p arten y n egocian realidad es”. En tanto el sign ificad o no es un asunto p rivado , sino qu e está in fluen ciado por un o tro - y a sea éste concreto o im a g in a d o - tanto los in fo rm an ­ tes co m o el en trevistador están, en diferente m odo, in ­ vo lucrado s en la producción de conocim iento. “ Q uizás, es solam ente cu an do h ablam os qu e sabe­ m os lo que pensam os,” dice Gaskel (2000:45), y en eso radica la esencia de las entrevistas cualitativas: en e x p lo ­ rar en detalle el m un do personal de los entrevistados, en

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hacer de ellos el centro de la escena, y en crear el am biente p ro p icio para qu e surja una narración de su pasado y su presente. En el cu rso d e una in teracció n así, dice este autor, es fascinante escuchar a lo largo de la n arrativa en construcción cóm o algunos elementos se recuerdan bien, otros no tanto, y có m o algu nos detalles e in terpretacio­ nes pueden sorp ren der inclusive a los m ism os en trevis­ tados. Las entrevistas exitosas son aquellas que abren un espacio para que se escuchen nuevas voces y se perciban nuevas perspectivas, co m o si se abriera una brecha en un cu arto o scu ro para qu e entre la luz. Son aquellas que perm iten ir m ás allá de las experien cias particulares de los in form an tes y son capaces de m o strar “ el hilo de c o ­ nexión entre nosotros, los otros y aquellos en la m itad,” dice D illey (2000:136). El pun to de partida del abordaje cu alitativo, com o se ha planteado en diferentes partes de este libro, es que el m un do social no es un hech o dado sin problem atizar, sino qu e se construye activam ente por las personas en su vida diaria, aun que tal con strucción n o siem pre se rea­ lice b ajo con dicion es establecidas p o r ellos. Estas co n s­ trucciones form an la realidad de las personas, su m undo de vida. La entrevista cualitativa es entonces el punto de entrada del científico social para co m pren der el m undo de v id a de los in fo rm an tes, en tan to p ro vee los datos básicos para entender las relaciones entre los actores so ­ ciales y sus situaciones. P osteriorm ente, el investigador deberá in co rpo rar m arcos interpretativos para entender las n arracion es de los actores, en térm in os m ás co n cep­ tuales o abstractos, con el fin de o btener una co m p ren ­ sión refinada de las creencias, las actitudes, los valores y las m otivacion es que subyacen a los com portam ientos de las personas en contextos sociales particulares (Gaskel, 2000).

E n los estudios cualitativos, las entrevistas tienen el dob le propósito de recon stru ir la perspectiva del grupo estudiado, al tiem po que obtienen la in form ació n nece­ saria para responder el problem a de investigación. Por lo tanto, durante las entrevistas el investigador no sola­ m ente tiene la tarea d e hacer ju sticia a las perspectivas del g ru p o estudiado, sino que adem ás debe vin cu lar d i­ chas perspectivas perm anentem ente con las preguntas de la investigación. A m edida q u e tran scurre la conversa­ ción , el investigador debe analizar lo que está recibiendo, evaluar si la in form ación está respondiendo a las pregun ­ tas de la investigación, si debe o no con tin u ar sobre una m ism a línea de cuestio n am ien to o tópico, o si ya sabe suficiente, etc. (M aso y Wester, 1996). Modalidades de entrevistas cualitativas

D ependiendo del núm ero de personas involucradas en la interacción, las entrevistas cualitativas pueden ser individuales o en gru p o s focales. Según el grado d e pre­ cisión requerido para captar la in fo rm ació n , las entre­ vistas individuales, a su vez, pueden tom ar alguna d e las siguientes form as: entrevista in fo rm al co n versacion al, entrevista estru ctu rada con una guía y entrevista estan­ darizada. Todas las m odalidades de entrevistas cu alita­ tivas, sin em bargo, m antienen el form ato de preguntas abiertas con el fin de pro p iciar que los entrevistados e x ­ presen, en sus propias palabras, la perspectiva personal sobre el tem a (Patton, 1990). En la entrevista inform al conversacional o no estruc­ tu rada , las preguntas se fo rm u lan en torn o a un asunto qu e se explora am pliam en te, sin usar ninguna guía que delim ite el proceso. N o se espera obtener in form ación sistem ática sin o p o r el co n tra rio , captar el m argen de variabilidad en la in fo rm ació n que reportan las p e rso ­ nas. Esta m odalidad es pertin en te al com ienzo de una [161]

investigación (cuando se quiere favorecer una co m u n i­ cación m ás cercana y profun da con las personas y para darse a con ocer); cu an do el ob jetivo es aclarar o en ten ­ d er m ejo r algu na situación sobre la qu e se están reali­ zando ob servaciones; y cu an do se necesita exp lo rar de m anera general el lenguaje y el co m po rtam iento de un grupo , con el fin de diseñ ar entrevistas m ás estru ctu ra­ das. Es igualm ente útil cu an do se espera que el en trevis­ tado elabore librem ente una narración detallada de algún evento particular, con poca in tervención p or parte del entrevistador. Esta m odalidad de entrevista individual no estructurada con ocida co m o entrevista narrativa, se e x ­ pon drá en detalle m ás adelante. En la entrevista estructurada con una g u ía , el inves­ tigador ha definido previam ente un con jun to de tópicos que deben abordarse con los entrevistados y aun que el entrevistador es libre d e fo rm u lar o d irigir las preguntas de la m anera que crea conveniente, debe tratar los m is­ m o s tem as con todas las perso n as y garan tizar qu e se recolecte la m ism a in fo rm ació n . La gu ía d e entrevista procu ra un m arco de referencia a p artir del cual se p lan ­ tean los tem as pertin en tes al estu dio, perm ite ir p o n ­ d e ran d o qu é tanta m ás in fo rm a c ió n se necesita para p rofun dizar un asunto y posibilita un proceso de reco­ lección m ás sistem ático y po r lo tanto un m ejo r m anejo de la in fo rm ació n . Este tipo de entrevistas puede reali­ zarse ya sea cara a cara, o, m ás recientem ente, a través de m edios electrónicos com o el internet. Estas d o s m o d a ­ lidades se expo n drán en detalle en este capítulo. La entrevista estandarizada, organ iza y form aliza aún m ás el proceso de recolección, en tanto el investiga­ d o r establece no solam ente los tópicos, sino el orden y la form a com o deben plantearse las preguntas. Este tipo de entrevistas es pertinente cu an do hay m ás de un a per­

son a responsable de recolectar la in fo rm ació n y p o r lo tanto se aum enta el riesgo de variación entre los en tre­ vistadores. Entrevistas individuales a profundidad

Q uienes m ás conocen una situación particu lar son aquellas personas qu e cotidian am en te la viven. Esta es un a con sideración qu e debe gu iar la recolección de la in fo rm ación cualitativa dado que no hay otra fo rm a de acceder a los patro n es de co n o cim ien to cu ltu ra l, sin o escu ch an do y o b servan d o lo qu e las p erson as dicen y hacen, a p artir del p ropio m arco de referencia que em ­ plean los in d ivid u o s qu e están sien do en trevistados y o b servados. La entrevista cualitativa in dividual se cen ­ tra en el con ocim ien to o la o pin ión personal sólo en la m ed ida en que dicha o pin ión pueda ser representativa de un con ocim ien to cultural m ás am plio. En este senti­ d o, las entrevistas individuales a p rofun didad son el in s­ tru m en to m ás a d ecu ad o cu an d o se han id en tificad o in fo rm an tes o personas claves dentro de la com unidad. D ada la posición qu e o cu pan , la edad o la experiencia qu e tienen, estos inform antes son definidos com o ‘co n o ­ cedores o experto s’, p o r lo cual puede considerarse que sus opin ion es son representativas del con ocim ien to cu l­ tural com partido p o r el gru p o en cuestión.

E l papel d el en trevistad o r En la in vestigación cu alitativa el in vestigador, en calidad de entrevistador, es ante todo un facilitador del proceso de com u nicación entre dos personas; su papel es in d u cir p ro fu n d id a d y detalle en las o p in io n es del entrevistado, in spirar confianza, escuchar activam ente y atender tanto el co m po rtam iento verbal com o el co m ­ portam ien to n o verbal de la persona que habla. C o m o

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indican A n drad e, Shedlin y B o n illa-C astro (1987), estar atento y ofrecer retroalim entación a los co m en tarios del entrevistado, no sólo le aclara al entrevistador la perspec­ tiva del sujeto, sino que tam bién le perm ite al en trevis­ tado pon d erar y evaluar sus propias ideas. E ntrevistar es un proceso co m plejo en el cual el in ­ vestigador debe realizar - e n m en o r o m ayor g ra d o - por lo m en os cinco actividades sim ultáneas, las cuales le im ­ plican po n er en m archa diferentes patrones de p ensa­ m iento. D ebe escu ch ar lo qu e el en trevistad o está dicien do m ien tras observa có m o lo dice; co m p arar esta in form ación con lo que sabe el m ism o investigador (por entrevistas previas u otros estu dios); con trastar lo que dice la persona con las preguntas del resto de la guía; estar atento al tiem po y evaluar si hay qu e alejarse un po co de la guía de preguntas o seguirla al pie de la letra; y o fre­ cer retroalim entación para que el entrevistado reflexio­ ne, clarifique o pro po rcio n e una explicación m ás am plia sobre el tema en discusión (D illey, 2000). Es decir que el investigador debe altern ar una actitud de escuchar p a si­ vam ente, con una actitud activa orien tada a im pulsar el diálogo y a lo grar un diagnóstico. A dem ás, debe prestar atención a las m otivacion es del in form an te, para gen e­ rar el am biente que resulte có m o d o al entrevistado para presentar la in form ación. A un qu e con el tiem po se vuelve una lab or intuitiva, entrevistar, al com ienzo, es una tarea abru m ado ra que suscita in com odidad o n erviosism o po r parte del entre­ vistad or novato, sentim ientos con tra los cuales la única solución es realizar entrevistas con frecuencia, y en d i­ ferentes contextos. D e acuerdo con D illey (20 0 0), la regla de o ro de los entrevistadores es hablar veinte po r ciento del tiem po de una entrevista y escuchar el ochenta p or ciento restante. Por lo tanto, la habilidad m ás im portan te y la m ás d ifí­

cil de aprender es la de saber escuchar, pues dicha h ab i­ lidad requiere m ucho m ás q u e em p lear el sen tido del o ído: Necesita contacto visual, com prensión del lenguaje co rpo ral, atención m ental constante tanto al contenido (las palabras) com o al contexto (las em ociones) de lo que se dice y lo qu e n o se dice, y habilidad para m anejar la incom odidad que pueden producir los silencios po r par­ te del in form an te. C o n frecuen cia, los silencios son el tiem po que necesita el entrevistado para recordar o pro­ cesar pensam ientos y em ociones, p o r lo que es im p o r­ tante que el entrevistador sepa responder a esos silencios con contacto visual y lenguaje co rp o ral, con el fin de fa ­ cilitar el tran scu rrir de la conversación. Tan im portan te co m o saber escuchar, es aprender a escuchar neutralm ente, lo qu e significa qu e el investiga­ d o r debe estar preparado para aceptar cualquier respues­ ta posible sin reaccion ar p o sitiva o n egativam ente. La n eu tralid ad ante las respu estas del en trevistad o , para evitar in tro ducir sesgos e in validar la in form ació n reco­ lectada, es otra “ regla de o ro ” aceptada tradicion alm en tc p o r la m ayoría de investigadores. Sin em bargo, al aum entar la com plejidad de los pro­ blem as sociales investigados, algunos de los cuales tocan aspectos tan sensibles com o la v io lació n a los derechos h um an os, la cada vez m ayo r segm en tación , segregación y exclusión social de gru p o s enteros de la po b lación , y los efectos de los conflictos políticos y de las guerras, al­ gun os investigadores encuentran cada vez m ás difícil ser fieles a la n orm a d e oro de la n eutralidad científica. Un ejem plo interesante de esta situación es analizado po r Pryke (2004), quien n arra com o, en m edio de su estudio sobre form ación de identidad nacional entre serb io s in ­ gleses , se en co n tró atrapado entre serle fiel a la norm a 16. Los em igrantes serbios que escaparon de la Yugoslavia de T ito en 1945 y llegaron a Inglaterra entre 1947-8.

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de la n eutralidad (para n o po n er en riesgo la investiga­ ción ), y sus p ro pio s prin cipios, m ientras escuchaba a los in form an tes ju stificar o negar acciones atroces co m eti­ das p o r los serbios en K osovo y C roacia, duran te las re­ cientes guerras en Yugoslavia. A un qu e en su estudio el a u to r n o fo rm u ló pregun tas directas sob re lim pieza étnica, violacion es m asivas, u otro tipo de actos atroces com etidos po r los com patriotas de los entrevistados, las pregu n tas abiertas pro p iciaro n el espacio para qu e se tocaran estos tem as. A nte la justificación o negación de tales hech os p o r parte de los in fo rm an tes, el im pulso inicial del en trevistador fue guardar silencio y retornar a las pregu n tas sob re las exp erien cias pasadas de los em igrantes serbios en Inglaterra, las cuales eran m enos reactivas. Sin em bargo, el guardar silencio puso al inves­ tigador en conflicto con la m ism a investigación, en tan ­ to sentía que de algún m odo era cóm plice de la negación de las atrocidades co m etidas.“ Independientem ente de lo que fuera a hacer con los datos en últim a instancia -d ic e el a u to r- parecía que con m i silencio yo estaba realmente favoreciendo la justificación de la peor m asacre en E uro­ pa desde 1945.” (p.10, párrafo 5.2) En consecuencia, el investigador optó po r contrastar lo que decían los entrevistados con datos objetivos que documentaban los hechos que aquellos negaban. Por ejem ­ plo, investigaciones previas con sobrevivientes dem ostra­ ban con hechos qu e las violacio n es m asivas a m ujeres fueron llevadas a cabo po r las fuerzas serbias especial­ m ente en Bosnia entre el 1992 y 1993, no solam ente com o actos de guerra sino co m o estrategia de lim pieza étnica. Si en una entrevista la persona negaba que hubieran o cu ­ rrido tales violaciones m asivas, el investigador con tin u a­ ba la entrevista con una serie de preguntas encam inadas a contrarrestar la perspectiva del in form an te ofreciendo

in form ación y visiones alternativas. De acuerdo con Pryke, aun que tal estrategia n o facilitó ni hizo m ás placen ­ teras las entrevistas, fue exitosa en po n er al descubierto las creencias de los in form an tes de un m o d o qu e quizás una serie de preguntas más neutras no lo hubiera logra­ do. El autor reconoce qu e tal estrategia en traña peligros pero afirm a que, en ciertos casos, vale la pena correr el riesgo dados los hech os y asuntos m orales en juego. U na p o sició n sim ila r fue la plan teada p o r P ierre Bourdieu (citado por Pryke, 2004) en su investigación “ El peso del m u n d o ” (2000). En dicho trab ajo B ourdieu re­ vela com o él y sus colaboradores, durante las entrevistas, ofrecían a los in form an tes interpretaciones alternativas a las que ellos habían planteado previam ente, las cuales eran in co rpo radas tam bién en el análisis de los datos. La inten ción de B o u rd ieu y su g ru p o era co n trarrestar la confusión de los m arginados y desplazados po r la globalización , pues en la perspectiva de estos investigadores, la entrevista debe ser tam bién un proceso a través del cual el sociólogo po dría ayu dar al en trevistado a cuestionar su falsa conciencia sobre los tem as tratados. Tanto el caso de Pryke com o el de B ou rd ieu traen de n uevo a discusión la relación entre n eutralidad cien ­ tífica y objetividad. D entro de los paradigm as conven­ cion ales de hacer cien cia, la una es p rerrequ isito de la otra. Sin em bargo, en el estudio de Pryke es evidente que al dejar a un lado la neutralidad sobre el asunto investiga­ do, lo que el investigador estaba buscan do al co n fron tar a sus inform antes era precisam ente captar objetivam ente la realidad com o ésta se presentó -c o n violació n de d e ­ rechos y todo lo qu e la a c o m p a ñ ó - y no com o la veían las person as qu e pretendían ju stificar com portam ientos qu e son socialm ente inaceptables. O sea que la o b jetivi­ d ad exige a veces qu e haya situacion es en las cuales el

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in vestigador no p uede ser n eutro. La n eu tralid ad no im plica visión parcial y m en os cu an do se aplican m éto­ dos cu alitativos. El investigador co n o ce los derechos y sabe cu án d o estos son vio lad o s. A ctu a r co m o sin o lo supiera es sesgado. U na discusión m ás a fon do sobre qué tan neu tro e im pasible debe ser un en trevistado r para garan tizar la objetividad de los hallazgos, es una tem a que excede los objetivos de este libro. Sin em bargo, debe recordarse que, cu alqu iera sea la opción del entrevistador, tal decisión debe docu m en tarse y hacerse explícita en el in form e del estudio, así co m o cu alqu ier sospecha que tenga el inves­ tigador sobre la introducción de posibles sesgos en algún pun to del p roceso de recolección de los datos. Por otra parte, si el en trevistador se en cuentra en una situación sim ilar a la descrita p o r Pryke (2004), pero 110 está interesado en am enazar la validez de sus datos de la form a en que lo hizo este investigador, existen algu ­ nas estrategias para preguntar cu an do el entrevistador tiene una crítica im plícita hacia las opin ion es del in fo r­ m ante pero no quiere contradecirlas. U na de esas tácti­ cas consiste en h acer de “ abogado del diab lo ” es decir, en asum ir una posición opuesta para ayu dar al en trevista­ do a exp lo rar su posición . El investigador hace explícita la lógica del in fo rm an te p arafrasean do cru dam en te lo que acaba d e decir, o exageran do un argum en to suyo y después se lo devuelve al in dividuo para revelarle su d e ­ bilidad o la inconsistencia de su postura. M ás adelante se expon drán algunas tácticas sim ilares para redactar y fo rm u lar preguntas en el contexto de la entrevista cu a ­ litativa.

E l papel del entrevistad o La entrevista cualitativa es una interacción inusual entre dos personas desconocidas, en la cual un in dividuo

pregunta y se espera qu e el otro p roporcio n e respuestas sob re un tópico elegido por el entrevistador, al cual el entrevistado quizá no ha prestado m ucha atención con a nterio ridad. D e acuerdo con G askel (2000), en una si­ tuación atípica y desigual com o ésta, es esperable qu e el entrevistado tenga dudas y esté a la defensiva; puede no saber qué rol debe jugar, si debe o n o con fiar en el e n ­ trevistador, y si puede decir lo qu e siente en realidad. La in clinación usual es qu e el entrevistado siga las reglas de la con versación cotidiana y se lim ite a responder lo que sospecha que puede ser relevante e in form ativo , y a a su ­ m ir una posición que encaje con una autoim agen p a rti­ cular. Para lograr ir m ás allá de este rol estático, com enta este autor, el en trevistador debe ser capaz de establecer una relación de confianza a través de la form a com o hace las preguntas, utilizando reforzam iento verbal y no ver­ b al, y m ostrán dose relajado. Para que los in form an tes se sientan có m o d o s d u ran te la en trevista, a firm a D illey (20 0 0), ellos deben sentir confianza en sus habilidades de responder las preguntas y tener claridad sobre com o sus experien cias encajan en el estudio. A m edida qu e se d esarrolla la co m u n icació n , es m ás pro b ab le que el e n ­ trevistado tam bién se relaje y expan da su pensam iento para reflexionar y hablar sobre tem as que vayan m as allá d e o p in io n es su p erficiales, y es m en os p ro b ab le que ofrezca racionalizaciones q u e se acom oden a la norm a (G askel, 2000). En síntesis, para que una entrevista sea exitosa des­ de el punto de visla del entrevistado deben cum plirse por lo m en os tres condiciones a saber: estar m otivado a par­ ticipar en la entrevista, con ocer el rol que debe ju g a r y tener accesible la in form ación requerida. En su ya clásico trabajo, C an n ell y Kahn (1969) analizan estas co n d icio ­ nes, las cuales se presentan brevem ente a con tin uación : j. M otivación. La disposición a cooperar es una con[ 169 ]

dición necesaria para garantizar el éxito de una en trevis­ ta. Las cartas de in vitación, las reuniones con la co m u ­ nidad y las visitas personales a in dividuos influyentes en la lo calid ad son a lgu n os de los m ed io s para in fo rm ar sob re la investigación y su pertin en cia, así co m o para m otivar la participación de los entrevistados. Es clave que en este período se haga énfasis en el carácter confidencial de la in fo rm ació n y se describan de m anera precisa los objetivos del estudio y los beneficios que se pueden d eri­ var del m ism o, con el fin de m otivar a los participantes. 2. Conocim iento d el rol. Es im portan te que una vez qu e el en trevistad o con ozca los o b jetivos del estu dio, entienda plenam ente las expectativas del papel qu e ha aceptado asu m ir co m o in form an te y la im portan cia de su con trib u ció n para lo grar los objetivos d e la investiga­ ción. 3. Accesibilidad. Sign ifica que el in fo rm an te tiene la in form ación requerida, puede expresarla claram en te y tiene tiem po dispon ib le para la entrevista. El investiga­ d o r debe asegurarse de que la person a entiende lo que se le pregunta y está en capacidad de proveer los datos que se le solicitan. La in form ació n puede resultar in ac­ cesible bien sea p o rqu e no se recuerda o po rqu e no se entiende el lenguaje del entrevistador, quien en este caso tiene la responsabilidad de usar el lenguaje del en trevis­ tado. Sin em bargo, aun que el en trevistado esté interesa­ do en particip ar en el estudio, conozca el rol y posea la in form ación que se le solicita, puede o m itir detalles rele­ vantes bien sea porqu e el tem a en cuestión hace parte de los asu n tos qu e se dan p o r h ech o en la co m u n id ad , o porqu e le puede parecer qu e si expresa su opin ión real está sien do descortés o po co educado. Para evitar que tales lim itaciones conduzcan a inferencias inválidas so ­ bre los eventos estudiados, el investigador debe asegurar­

se de no aceptar nada p o r hecho, in dagar asiduam ente po r todos los detalles qu e pueda proveer el entrevistado, y recordarle repetidam ente al in form an te qu e está en li­ b ertad de expresar sus o pin io n es y que n o hay respues­ tas correctas o incorrectas.

P lan ific ació n de las en trevistas y diseño de la g uia de p reguntas A pesar de ser la co m u nicación un hecho prevale­ ciente en la vida diaria, no po r ello es un asunto sim ple. M en os sim ple aun es estru ctu rar una entrevista cuyo fin es gen erar un tipo especial de co m u nicació n orientada a establecer co n exio n es y hacer inferen cias para co m ­ prender la vida de los otros. D e ahí que -e n el contexto g en eral de la in v e stig a ció n - deba prestarse la m ism a atención y destinarse el m ism o tiem po al diseño y a la plan ificación de las entrevistas, qu e se reservan a la ela­ b o ració n del m arco conceptual y al análisis de los datos. A sim ism o , debe con tarse con suficien te tiem p o para p racticar y evaluar la fo rm a de entrevistar y corregir los erro res iden tificados, antes de co m en zar el trab ajo de cam p o (D illey, 2000). C o m o afirm a G askel (2000:40), “ en una entrevista exitosa, detrás de una conversación natural y casi casual a sim ple vista, hay un entrevistador m uy bien preparado”. U na parte fun dam en tal en el proceso de planificar las entrevistas es la relacionada con el diseño de la guía de tópicos o protocolo de preguntas. Una buena guía es el prod u cto de una co m b in ación d e d iferen tes a ctiv i­ dades tales com o: lecturas críticas sobre la literatura m ás pertinente al problem a de investigación, reconocim iento del cam po en el que se realizará el estudio (el cual in clu ­ ye observaciones y algunas conversaciones prelim inares con actores claves), discusiones con colegas que conocen el tem a, y un p o co de p en sam ien to creativo (G askel, [17 1]

2000). Una buena guía debe proveer un m arco cóm odo para la discusión y un esquem a p relim in ar para el a n á­ lisis po sterio r de las trascripcion es. D ebe actu ar com o una ayuda de m em o ria para qu e el investigador recuer­ de em plear el lenguaje co tidian o de la vida d iaria de las personas. En tanto guía, el investigador debe ser flexible al su rg im ien to de tem as n o previstos q u e pueden ser im portantes. C u an d o esto sucede, la guía debe m o d ifi­ carse para las entrevistas subsecuentes. Igualm ente, p u e­ de suceder que algunos tópicos pueden com en zar a ser poco im portantes y deban irse descartando a m edida que se avanza en la indagación D epen diendo de la m odalidad de entrevista selec­ cionada, el investigador puede elegir entre una guía gene­ ral de tem as, o un cu estion ario de preguntas específicas sobre las cuales espera obtener in form ación. Una guía de tem as consiste en un co n jun to de encabezam ientos de párrafo s, a los cuales acude el investigador cada vez que siente que debe avanzar al siguiente punto. C ad a en ca­ bezam iento de párrafo actúa com o un pun to de apoyo cu an d o parece qu e se ha ago tad o un tem a d u ran te la entrevista, com o señal de que allí hay una agenda a seguir. Si se colocan m in utos al frente de cada encabezam iento, la guía actúa com o un recordatorio para llevar control del tiem po. La entrevista es un acto com u nicativo; el en trevis­ tador es un o de los actores. Las preguntas constituyen el guión pero, com o todo buen actor, el investigador debe conocer sus líneas antes de qu e se levante el telón, reco­ m ienda D illey (2000). D e ahí que sea im portante m em orizar la guía, co n ocer la progresión d e las pregun tas y fam iliarizarse con el flujo de las m ism as para con ducir la conversación de m anera focalizada. Es igualm ente re­ com en dable aprender a pregun tar de m anera pro gresi­ va, con el fin d e gen erar respuestas m ás extensas y una

m ayo r reflexió n p o r parte de los in fo rm an tes. C o n el o b jetivo de ir estableciendo la capacidad del in form an te para respon der y hacerlo sen tir a gusto, es preferible c o ­ m enzar las entrevistas con preguntas cerradas sobre in ­ form ación d em ográfica, co m o se detalla m ás adelante. Las pregun tas q u e pretenden llegar al fo n do de có m o las person as construyen y experim en tan el m u n ­ do n o tienen una sola respuesta, p o r lo tanto es bueno con tar con una guía qu e provea varios form atos o esti­ los de preguntas para ab o rd ar los tem as m ás com plejos. A co n tin u ación se sugieren algu n as reco m en dacio n es sobre tipos de pregunta, secuencia en qu e deben fo rm u ­ larse y nivel de detalle. Tipos d e pregunta. En la entrevista cualitativa, el tipo de preguntas varía de acuerdo con los objetivos del estudio y los requerim ientos de in fo rm ació n , y pueden in d agar sob re diferen tes aspectos tales co m o : co n o ci­ m ien tos, o pin io n es, co m p o rtam ie n to s, sen tim ien to s, características dem ográficas, etc. En la Tabla 5.6 apare­ cen seis tipos de preguntas con los ejem plos co rresp o n ­ dientes. Secuencia d e las preguntas. Es recom endable co m en ­ zar las entrevistas con preguntas descriptivas sobre com ­ p ortam ientos, activida des o experiencias, es decir, con tem as qu e n o se presten a controversias, que requieran poca m em oria e interpretación y sean fáciles de contestar. Una vez qu e se han descrito experiencias, es m ás sen ci­ llo indagar p o r o pin io n es, sentim ientos y co n o cim ien ­ tos. Las preguntas d e tipo personal y dem ográfico por lo general tienden a in com o dar al en trevistado, m ás aún si son m u y privadas. La redacción de las preguntas. C o n el fin de fo r­ m ular preguntas que m inim icen la predeterm inación de las respuestas se sugiere tener en cuenta las siguientes recom endaciones: [ 173 ]

TAB LA 5.6 TIPO DE P REG U N TAS PA R A ENTR EV ISTAS CUALITATIVAS

1. Preguntas sobre experiencias o comportamientos: indagan sobre lo que hace o ha hecho una persona (experiencias, comportamientos, acciones y activida­ des). • Ej.: ¿Cómo es un día suyo cuando alguno de sus familiares está enfermo en cama? 2. Preguntas sobre opiniones: lo que las personas piensan sobre algún tópico par­ ticular. ¿Qué cree usted acerca de...? ¿Cuál es su opinión sobre...? 3. Preguntas sobre sentimientos: el objetivo es entender la respuesta emocional de las personas a sus experiencias y pensamientos, procurando no confundir sentimientos con opiniones. • ¿Cómo se siente usted ante esa situación? (ansiosa, feliz, con miedo, segu­ ra, intimidada, etc.). 4. Preguntas sobre conocimientos: indagan aspectos que la persona sabe espe­ cíficamente. • ¿Qué precauciones deben tomarse para evitar accidentes en su lugar de tra­ bajo? 5. Preguntas sobre sensaciones: se refieren a lo que la persona ve, oye, huele, toca, etc., en una situación particular. - ¿Cómo es el aspecto físico de su barrio? - ¿Qué cosas ha escuchado sobre la campaña de vacunación? 6 . Preguntas de carácter histórico o demográfico: identifican las características personales del informante. - ¿Cuando nació? - ¿Cuántos años tiene? -¿Dónde vive? Fuente: Andrade, Shedlin y Bonílla-Castro (1987:59).

P lantear preguntas abiertas. C o m o se m en cion ó a n ­ teriorm en te el objetivo de estas preguntas es perm itir al entrevistado responder en sus propios térm inos, cu id an ­ do de no presuponer im plícitam ente categorías de res­ puesta. U n ejem plo de pregunta aparentem ente abierta que, sin em bargo, in cu rre en el erro r m en cion ado es el siguiente: ¿Q ué tan satisfecho se encuentra con la aten ­ ción recibida? En este caso se supon e qu e ya existe algún

gra d o de satisfacción y p o r lo tanto la p erso n a puede respon der con una categorización (m u y satisfecho, m e­ d ian am ente satisfecho, insatisfecho, etc.) Las preguntas abiertas deben p erm itir a la persona seleccionar sus p ro ­ pias categorías d e respuesta. Por ejem plo: ¿Q ué o p in a usted de la atención recibida?, ¿cóm o se siente?, etc. E n algu n as ocasio n es, sin em b argo , es pertin en te fo rm u lar preguntas qu e presuponen las respuestas, so­ bre todo cuando se abordan tem as m uy íntim os que pue­ den afectar profundam ente al entrevistado. Por ejem plo, en una investigación sobre co n sum o de drogas puede ser m ás adecuado pregun tar directam ente: ¿Cuántas veces ha consum ido cocaína en la últim a semana?, que pregun­ tar: ¿Ha co n sum ido cocaína últim am ente? C o m o se e x ­ plica m ás adelante, la pregunta dicótom a requiere que la persona decida si adm ite o no un tipo de com portam ien ­ to com o propio - s e r un con sum idor, p o r e je m p lo - y tie­ ne la o pción de desviar la respuesta o evitarla. El prim er tipo de pregunta, en cam bio, p resu po ne que la persona se co m porta de una m anera determ inada, lo plantea d i­ rectam ente y evita que el entrevistado se sienta ‘juzgado’. Igual sucede cu an d o se indagan tem as sobre sexualidad, aborto, planificación fam iliar, etc. Preguntarle a una per­ sona: ¿Q ué tipo de anticonceptivos em plea usualm ente? puede ser m en os in có m od o que preguntarle: ¿Ha utili­ zado algún tipo d e m étodo anticonceptivo? E vita r preguntas dicótomas. Este es el tipo de pregun ­ tas que induce respuestas de sí o no, y po r lo tanto red u ­ ce las posibilidades de que la persona profun dice en sus descrip cio n es. P or ejem plo: ¿Fue esta una experien cia im portan te para usted? ¿Cree usted que la com u nidad debería particip ar m ás activam ente?, etc. El en trevista­ d o r debe estar atento para no caer en este tipo de p re­ guntas pues, por lo general, sin darse cuenta, continúa

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form u lan d o m ás y m ás preguntas dicótom as que im p o ­ sibilitan cam b iar el patrón a preguntas abiertas. Las pre­ guntas anteriores po d rían reform u larse de la siguiente m anera: ¿C óm o ha sido su experiencia en esta situación? ¿Cuál es su opin ión sobre la p articip ación de la co m u ­ nidad?, etc. Form ular preguntas singulares. Esto significa que de­ be hacerse referencia a una sola idea p o r pregunta, para que el entrevistado sepa claram ente qué se le está pregun­ tando y el en trevistador pueda tener la certeza de cuál interrogante se está respondiendo. Por ejem plo, pregun ­ tar al m ism o tiem po: ¿En su opinión cuáles son los prin ­ cipales problemas de la comunidad, cóm o se han manejado, qué soluciones plantea usted?, n o sólo crea tensión y co n ­ fusión en el entrevistado, sino que adem ás puede pro vo ­ car que el entrevistador pierda el control de la conversación. Para em plear el tiem po de la form a m ás eficiente es co n ­ veniente focalizar las preguntas y presentarlas con algún criterio secuencial. Evitar preguntar p o r qué. C o m o indica Patton (1990), preguntar porqués supon e una relación causa-efecto, un m u n d o orden ado y una racionalidad. Pedir a las p e rso ­ nas que hagan inferencias causales puede gen erar m ú l­ tiples posibilidades de respuesta dado que las razones por las cuales las personas piensan, hacen o sienten algo, o las causas de alguna situación o problem a pueden ser tan variadas com o infinitas. Preguntar po r ejem plo: ¿Por qué cree usted que las personas de la co m u nidad no p a rtici­ pan más activam ente? puede in ducir cu alquiera de es­ tas respuestas: porqu e no tienen tiem po, porqu e la gente es así, porqu e están aco stum b rad os a que todo se lo h a ­ gan, porqu e no se les ha in fo rm ado , etc. Si el investigador está realm ente interesado en en ­ con trar algunas razones puede plantear la pregunta sin em plear la palabra p or qué, com o en el siguiente ejem plo:

He oído que la comunidad ha logrado mejorar su situa­ ción debido a la participación de algunas familias. ¿Qui­ siera contarme cómo ha sido esto? (Preguntas adicionales: ¿Quiénes han participado? ¿Qué podría hacerse para motivar a las otras familias a participar?) El problem a con lo s ‘porqués’ radica principalm ente en la dificultad para analizar la variedad de respuestas qu e m uchas veces apuntan a diferentes aspectos de un m ism o tem a. Incluir preguntas de ‘simulación'. A lgunas veces es útil d ar al en trevistado a lgu n o s in d icio s o señales sob re el nivel de respuesta que se espera de él. U na form a de ha­ cer esto es plantear un ju eg o de roles pidién dole al in ­ fo rm an te qu e responda co m o si fuera alguien distinto a él o ella, p o r ejem plo: Supongamos que yo soy alguien completamente nuevo aquí y quisiera saber cómo es esta comunidad. Si usted fuera un guía de turistas, ¿qué aspectos del pueblo le gus­ taría que yo conociera? Este tipo de preguntas coloca al entrevistado en el rol de experto, ayuda a reducir la tensión en la entrevis­ ta y anim a a los entrevistados a contestar con m ás segu­ ridad. La Tabla 5.7 sintetiza algunas de las reco m en dacio­ nes qu e deben tenerse en cuenta en la redacción de las preguntas para entrevistas cualitativas. Realización de la entrevista

La entrevista se inicia con la presentación del inves­ tig ad o r quien explica en térm in os sim ples y ágiles el objetivo de la m ism a. Los principales m ensajes que debe d ejar claros son: tem as a tratar en la entrevista; utiliza[ 177 ]

TAB LA 5.7 C Ó M O REDACTAR LA S PREG U N TAS Sugerencias generales: 1. Las preguntas cortas son las mejores. 2. Las preguntas deben exponerse con claridad, es decir: a. Evitar palabras que puedan tener varios significados; b. Evitar preguntas que encierren dos res­ puestas o dos alternativas; c. Especificar el tiempo, el lugar y el contexto cuando se requiera. 3. Las preguntas deben ser relevantes para el tema general de la investigación: no preguntar algo que después no se sabrá cómo manejar. 4. Cuando el tema no es muy familiar para el entrevistado, o se tiene la duda al respecto, se debe comenzar por hacer una corta explicación inicial. 5. Es preferible hacer preguntas pertinentes a la experiencia inmediata y concre­ ta del entrevistado.

6. Se deben evitar las insinuaciones o los términos parcializados o prejuiciados. 7. No asumir que el entrevistado está de acuerdo con el entrevistador o en des­ acuerdo. Preguntárselo directamente. Fuente: Bonilla-Castro (1987). Material didáctico del Seminario sobre métodos de evaluación cualitativa, Ctt*. Universidad de los Andes (mimeo).

ción de la in fo rm ació n ; confidencialidad de la conversa­ ción y razones por las cuales debe grabar el contenido de la e n tre v is ta '. El en trevistado r debe tam bién d ejar en claro que la in fo rm ació n que necesita es im po rtan te y qu e él n o es experto en el asunto porqu e las respuestas relevantes son las del entrevistado. T am poco debe a su ­ m ir el papel de alguien totalm ente in gen uo o ignorante d e la situación , p o rqu e puede gen erar en el in form an te la sensación de que sus respuestas no serán entendidas. Es recom endable em plear frases m uy cortas y co m p ren ­ sibles. Frases largas al com ienzo de la con versación p u e­ den desenfocar la in dagación y gen erar abu rrim ien to y ansiedad en el entrevistado.

17. Por lo general se justifica la grabación aludiendo a la ne­ cesidad por parte del investigador de m antener su atención en lo qu e dice la persona m ás qu e en escribir, así com o a la im ­ portancia de tener un registro fiel de las palabras, las cuales pueden tergiversarse si el investigador se atiene a su m em oria.

El am biente físico y las lim itaciones de tiem po deben tenerse en cuenta al m om ento de plan ificar la entrevista. Deben preverse interrupciones y la form a com o se m ane­ jarán . Si las con dicion es n o son m uy favorables (porque la en trevista debe h acerse en tiem po m u y lim itad o o p o rq u e el sitio es b u llicio so y con m uchas in te rru p ­ cio n es), el en trevistador debe m an ejar con flexibilidad la situación evitan do generar m ás tensión en el entrevis­ tado. Es im portante m antener el control de la entrevista n o sólo en té rm in os del tiem p o , sin o d e la d in ám ica m ism a d u ran te la ch arla. El co n tro l se m an tien e si el investigador sabe claram ente lo que quiere conocer, si realiza las preguntas adecuad as y si facilita la retro ali­ m en tación verbal y no verbal a la persona entrevistada. C o m o recom iendan A n drad e, Shedlin y B o n illa-C astro (1987), es im portante plan ificar un final claro para la en ­ trevista. Tanto el en trevistador com o el entrevistado n e­ cesitan experim en tar cierta sensación de con clusión al final de la conversación, para lo cual es útil hacer una breve revisión de los logros obtenidos, recon ocien do la co n trib u ció n del en trevistado a la investigación. En este m om en to el investigador debe expresar de n uevo qu e la in fo rm ació n es con fiden cial y puede dar un os m in utos para responder cualquier pregunta que tenga el entrevis­ tado. Teniendo en cuenta qu e un aspecto central de la in­ fo rm ación cualitativa es que esta debe s e r ‘ recuperable’, el entrevistador tiene qu e estar m uy atento para realizar correctam ente las grabaciones y clasificar los cassettes con la identificación del entrevistado, el tem a tratado, el lu ­ gar y la fecha de la entrevista. En la Tabla 5.8 se presenta un resum en de la guía de entrevista estructurada qu e se aplicó en el estudio sobre la transición dem ográfica en C olom bia, el cual se explica en detalle en el capítu lo 8 de este libro. La entrevista ori[179]

ginal consta de 98 preguntas abiertas divididas en 13 te­ mas a saber: separación, tam año de la fam ilia, esp ad am ien to, sexu alid ad , abo rto , m atern idad, plan ificación fam iliar, corresidencia, m igració n , trabajo, relaciones de poder, relaciones in trafam ¡liares y particip ación . C ad a entrevista tenía una duración apro xim ada de 2 a 3 horas y era grabada en su totalidad. La entrevista narrativa’* La entrevista narrativa es un tipo particu lar de en ­ trevista in d ivid u al a p ro fu n d id a d , n o estru ctu rad a , a p a rtir d e la cu al se an im a al in fo rm an te a con tar una historia sobre un evento particular del contexto social del cual hace parte, cuyos hechos son o bjeto de estudio de la investigación en cuestión. El uso de la entrevista n a ­ rrativa, com o instrum ento cualitativo para g en erar c o ­ n o cim ien to so cial, se basa en la co n vicció n de qu e las com u nidades, los gru p o s sociales y las culturas m a rg i­ nales narran historias con palabras y significados que son particulares a sus experiencias y estilos de vida, las cu a ­ les reflejan la perspectiva sobre el m un do que habitan. Las n arracion es reconstruyen acciones y contextos; no solam ente revelan el lugar y el tiem po en el qu e ocurren los hechos, sino tam bién las m otivaciones y el sistem a de orien tacion es sim bólicas de los actores in volucrados en las historias ( Jovchelovich y Bauer, 2000). C o m o afirm an los autores citados, con tar historias es un a fo rm a elem en tal y un iversal de co m u n icació n h um an a, qu e o cu rre de m anera natural, independiente-

18. D esarrollada inicialm ente p o r el sociólogo alem án l:ritz Schütz en 1977, la entrevista narrativa se hizo accesible al in­ glés gracias a Jovchelovich y Bauer (2000), cuyo artículo es la base de las ideas que se exponen en esta sección. Para una d es­ cripción m ás detallada de la técnica se sugiere revisar la fuen­ te citada.

TABLA 5.8 R E S U M E N DE E N T R E V IST A B A PRO FU N DIDAD. T R A N SIC IÓ N D E M O G R Á F IC A

PRESENTACIÓN Los temas que vamos a tratar se refieren al matrimonio, la separación, la crianza de los hijos. 0- Vamos a grabar la conversación porque si lo hacemos por escrito podríamos demorar más de 4 horas y no queremos abusar de su tiempo. Todo lo que usted nos diga es muy importante para nuestro estudio que busca entender los distintos cambios que ha tenido nuestro país en los últimos 20 años. Iniciar grabación pregunta 1. Registrar por escrito gestos, posturas, silencios y cualquier otra observación que considere importante.

T EM A S S ep a ració n (total preguntas: 15) - Se dice que: 'h ay muchas parejas que tienen problemas pero no se separan por los hijos*. ¿Qué opina usted de esto? • Se d ke que: 'h ay muchas mujeres que no se separan por temor a vivir solas". ¿Qué opina usted de esto? S exu alid ad (total preguntas: 5) - Algunos dicen que: "las parejas sólo deben tener relaciones sexuales cuando desean tener hijos" ¿usted qué opina de esto? A borto (total preguntas: 8) - ¿En qué casos considera usted que la mujer debería abortar? M aternidad (total preguntas: 10) - ¿Cómo es la relación que tiene usted con sus hijos? ¿Qué diferencias encuen­ tra con la relación que tenía con su mamá? Planificación fam iliar (total preguntas: 10) - Según su opinión, ¿quién en la pareja debe tomar la decisión de evitar el em­ barazo? - ¿Qué opina acerca de que sus hijas solteras utilicen algún método para evitar el embarazo? Trabajo (total preguntas: 1 1 ) Se dice que el hombre debe responsabilizarse económicamente del hogar y la mu­ jer de las tareas de la casa. ¿Qué opina usted de esto? R elacio n es d e p o der (total preguntas: 6) ¿Qué piensa usted de los hombres que maltratan a sus esposas o compañeras? Participación (total preguntas: 7) - ¿Qué opina usted de la siguiente afirmación: 'L as mujeres no deben meterse en política, porque la política es sólo para los hombres'. (Otros temas: tamaño de la familia (5), espaciamiento (2), corresidencia (5), mi­ gración (3), relaciones familiares (9).) Fuente: Flórez, Bonilla-Castro y Echeverry (1990). Archivo de instrumentos.

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m ente de la educación y de las com petencias lin gü ísti­ cas de las personas. El acto de con tar una h istoria es re­ lativam ente sim ple: consiste en u b icar en secuencia un con jun to de personajes, realizando acciones y vivien d o una serie de experiencias. Sin em bargo, una narrativa no solam en te co m p ren d e la d im en sió n cro n o lóg ic a (se­ cuencia de episodios). Posee tam bién una dim en sión no cro n o ló gica relacion ad a con la con stru cció n de una tram a, la cual es esencial en la con figuración de una es­ tru ctu ra n arrativa. Es la tram a la qu e le da coherencia y sentido a los eventos in dividuales, a la vez que provee el con texto para en ten der a cada un o de los actores, los eventos, las descripciones, los propósitos y las m oralejas que co n fo rm an una historia. Q ué con tar y qué ocultar, có m o co n tarlo, y qué contar prim ero, son operaciones relacionadas con el sentido qu e le da una tram a a la n a ­ rrativa. A un qu e la vida hum ana y la m ayoría de los fen ó ­ m enos sociales fluyen sin com ienzos ni finales precisos, advierten los autores citados, para darle sentido a tales eventos y entender lo que está pasan do hay qu e co lo car­ les un com ienzo y un fin al, y es la tram a la qu e m arca la tem poralidad de la historia. La n arració n de h istorias tiene tres características prin cipales. La prim era es el énfasis en los detalles: el n a ­ rrado r necesita d ar in form ació n detallada para hacer la tran sición entre un evento y otro. Entre m en os sepa la persona qu e escucha, m ás detalles siente el n arrado r que debe dar. Segun da, la fija c ió n en lo im portante: el n arra ­ d o r de historias selecciona aquellos rasgos del evento que son relevantes de acuerdo con su perspectiva. Tercera, la necesidad de cerra rla historia, un evento central m en cio ­ n ado en la n arración tiene qu e reportarse por co m p le­ to, con un com ienzo, una m itad y un final.

Utilidad de las entrevistas narrativas

Estas entrevistas son particularm ente útiles en pro ­ yectos con las siguientes características: 1. A qu ellos cuyo objetivo es investigar eventos es­ pecíficos, con frecuencia problem áticos, relacio­ n ados po r ejem plo con asuntos políticos locales. 2. C u an d o hay diferentes actores en juego en la si­ tu ación estu diada. D iferen tes g ru p o s sociales construyen diferentes historias y son estas diver­ gencias las que perm iten com prender la d in ám i­ ca real de los eventos. 3. Estudios que co m b in an historias de vida y co n ­ textos socio-históricos. Por ejem plo, narraciones de historias personales sobre la guerra, el exilio político o la persecución, las cuales reflejan co n ­ textos sociales, políticos e históricos más am plios, sobre los cu ales se fun dam en tan las b io grafías personales. El pa pel d el entrevistador

La en trevista n arra tiv a , en sus co m ien zo s, su rg ió m otivada po r una crítica al esquem a de pregunta-respuesta de las entrevistas convencionales, en el cual es el en trevistador quien im po n e la estructura de la in terac­ ción , selecciona los tem as, ordena las preguntas y frasea las preguntas en su lenguaje particular. Por el contrario, en la entrevista narrativa se espera que la influencia del en trevistador sea m ín im a, con el fin de respetar al m á xi­ m o la perspectiva del in form an te. D icha perspectiva se revela m ejor en las historias cu an do el entrevistado em ­ plea su propio len guaje espontáneo en la n arració n de los eventos, p o r lo que se aconseja al entrevistador ev i­ tar cu idado sam en te im p o n er cu alq u ier otra fo rm a de len guaje diferen te a la utilizada p o r el in fo rm an te. El am bien te en el que se realiza la entrevista debe tam bién [183]

organizarse de tal m odo qu e se reduzca la influencia del investigador sobre el entrevistado. Planificación de la entrevista

E l en trevistador no diseña una estru ctu ra de en tre­ vista con an ticipació n , ni utiliza una gu ía co m o tal. El form ato de pregunta-respuesta que caracteriza a las en ­ trevistas convencionales es reem plazado en la entrevista narrativa po r el esquem a p ro pio qu e va tom an do la na­ rración de la h istoria. Lo único qu e prepara el investiga­ d o r con anterioridad es un tópico central inicial, el cual actúa a m anera de in troducción y de estím ulo para des­ en caden ar la n arració n . La preparación de este tópico d em anda tiem po y atención. El entrevistador debe tener una com pren sión p relim in ar del evento sobre el cual va a solicitar la n arració n , tanto para identificar los vacíos que requiere llenar, com o para lo grar fo rm u lar de m a­ nera con vin cen te un tópico central inicial qu e incite al in form an te a co n stru ir un a n arración que se sostenga p o r sí m ism a, sin qu e haya qu e estim u larla m ediante pregu n tas qu e in terru m p an el flu jo de la h isto ria. La com pren sión p relim in ar del evento la logra el investiga­ d o r a través de fam iliarizarse con el cam po de estudio, de leer do cu m en to s pertinentes al tem a, hacer in daga­ ciones in fo rm ales y to m ar nota de rum ores qu e estén circulan do sobre los hechos que con form an el evento. A p a rtir de dicha in d a ga ció n , adem ás del tópico central inicial, el investigador elabora -e n sus propios té rm in o suna serie de preguntas que reflejan sus intereses en rela­ ción con el problem a de investigación. Tales preguntas las form ula el entrevistador al final de la entrevista, cu an ­ do el narrador term ina de con tar la historia, y solam ente si tales tem as no fueron abordados duran te la narración, asegurándose de plantearlas en el len guaje p ro p io del entrevistado.

Realización de la entrevista

La entrevista n arrativa tiene cuatro fases a saber: Fase i. Inicio. Una vez expuesto el objetivo general del estu dio y d e solicitar perm iso al en trevistado para grabar, se le exp lica brevem en te la técnica (n arración in in terru m pida de una historia) y se presenta el tópico central inicial. D e acuerdo con Jovch elovich y B au er (20 0 0), para desencadenar una narración rica en deta­ lles y asegurar el interés del in form an te a lo largo de la entrevista, en la in corporació n del tópico central in icial el investigador debe asegurarse de que este: 1. A pele a la experien cia del entrevistado. 2. Sea sign ificativo en térm inos personales, socia­ les o com u nitarios. 3. N o haga m en ción a los intereses particu lares que el entrevistado pueda tener sobre el even ­ to en cuestión, con el fin de evitar qu e tom e una posición desde el com ienzo. 4. Sea lo suficientemente abierto com o para perm i­ tir al inform ante desarrollar una historia larga. 5. N o plantee fechas, nom bres o lugares. Estos d a ­ tos deberían ser m encionados únicam ente por el in form an te com o parte d e los asuntos rele­ vantes qu e hacen parte de su estructura n arra ­ tiva. Fase 2. N arración p rin cip al. U na vez co m ien za la n arración esta n o debe in terrum pirse hasta qu e no haya un cierre claro, es decir hasta que el entrevistado haga las pausas y las señ ales qu e m arcan el fin de la historia. C u a n d o el in fo rm an te m arq u e el fin , el en trevistado r puede preguntar: “ ¿Es esto todo lo que quiere contarm e?” . . “ ¿H ay algo más qu e quiera decirm e? D uran te la n arra­ ción el en trevistador se abstiene de hacer cu alqu ier co[185]

m en tario o intervención distinta a señales verbales y no verbales qu e indiquen al entrevistado qu e está escuch an ­ do atentam ente ( us i” “y a veo”, “entiendo” efe.),o a in dica­ ciones explícitas que le anim en a con tin u ar la narración. F.l entrevistador puede, sin em bargo, tom ar notas para preguntas posteriores, si tal acto no in terrum pe la n arra­ ción. Fase 3. Preguntas. Esta fase com ienza tan pro n to la narración ha llegado a un final ‘n atu ral’. El objetivo es ob ten er datos con cretos ad icio n ales y d arle un cierre com pleto a la historia. D e acuerdo con lo que el en trevis­ tador ha escuchado, revisa las preguntas preparadas con anticipación y plantea aquellas cu yos tem as no fueron tocados en la n arración , utilizando el m ism o lenguaje que ha em pleado el in form an te a lo largo de la historia. Estas son algunas de las reglas recom endadas po r Jovche­ lovich y B au er (2000), para esta fase: • N o fo rm u lar preguntas sobre o pin ion es p e rso ­ nales, actitudes o causas, qu e inviten al narrador a buscar justificacion es o a elab orar racion aliza­ ciones. Evitar preguntar “ ¿Por q u é ...

form ular

únicam ente preguntas relacionadas con los even­ tos: “ ¿Q u é sucedió después o, antes d e ... ?” • Solam ente plantear aquellas preguntas referidas al evento y al problem a de investigación. N o p ro ­ p iciar la n arración de historias paralelas que des­ víen la atención del problem a de estudio. • Evitar crear un clim a de in terrogatorio, no señ a­ lar co n tradiccio n es en la n arrativa, para evitar in ducir racion alizacion es m ás allá de las qu e se den espontáneam ente. Fase 4: Conclusión d el diálogo. E s usual que al te rm i­ nar la entrevista y apagar la grabad ora se con tin ú e con

una charla m ás in form al y relajada. Este tipo de conver­ sación con frecuencia arroja luces sobre las d escrip cio ­ nes form ales hechas durante la narración, y algunas veces provee in fo rm ació n valiosa para la posterior interpreta­ ció n de los datos. D uran te esta fase el investigador ya puede realizar preguntas del estilo “ p o r q u é”, las cuales p od rían ser un pun to de entrada para el análisis poste­ rior. Para no perder esta in fo rm ación que surge de m a­ n era espo n tán ea al term in ar la en trevista, se acon seja tener una libreta de notas lista para registrar lo hablado en estas conversaciones inform ales. Inconvenientes de la técnica

D ado el tipo de reglas que guían el uso de este tipo d e en trevistas, se pueden p resen tar algu n o s de los si­ guientes inconvenientes: j. D ificu ltad p o r parte d el entrevistador para m a n ­ tener el rol de “ ingenuo". El entrevistador espera obtener una narración com pleta sobre el evento qu e está estu­ diando en cada entrevista que realiza, y en cada una debe sim ular qu e conoce poco del tema para que el in fo rm an ­ te narre en extenso su visió n de los hechos. Sin em bar­ go, es irrealista pensar que el entrevistado no asum a que el entrevistador ya sabe algo de la historia, más aún cuan­ d o sabe qu e ella o él no es el p rim e r en trevistado. En consecuencia, es posible que la person a decida no m en ­ cio n ar asuntos que dé por conocidos. Si el investigador intuye qu e el in form an te está actuando sobre tales su ­ puestos, debe tom ar nota para pedirle qu e llene los va ­ cíos al final de la n arración . 2.

D ificu ltad para controlar los intereses y las expec­

tativas personales del entrevistado. Independientem ente de lo que asegure el en trevistador al com en zar la entre[187]

vista, cu an d o se realizan estudios en contextos políticos problem áticos, es probable qu e el in form an te sospeche que el investigador tiene una agenda oculta. Si es este el caso, es usual qu e el en trevistado asum a o bien una p o ­ sición defensiva en relación con el con flicto - y co n vier­ ta la entrevista en un escenario para expon er su posición con pro pó sito s que exceden los intereses de la investiga­ c ió n - o qu e asum a un a p o sición p ositiva tratan do de com placer al entrevistador, supo n ien do que sabe qué es lo que el entrevistador quiere escuchar. Cualquiera de las dos posturas puede in validar la in form ación . Por lo tan ­ to, si aún después de que el en trevistador asegura al en ­ trevistado que su rol com o agente externo lo hace neutral a la situación , este asum e de todos m odos una actitud defensiva, el investigador deberá evaluar si incluye o e x ­ cluye esta in form ación. 3. D ificu ltad para estandarizar la fa se de inicio. La entrevista narrativa coloca un peso im portan te en la e x ­ posición del tópico inicial del cual depende en gran parte la calidad de toda la n arración posterior. D icha exp o si­ ción inicial depen de prin cipalm en te de las habilidades personales del investigador para persu adir al in form ante a n arrar en extenso lo cual, p o r un lado, tiende a gen e­ rar ansiedad en el investigador y, p o r la otra, dificulta la participación de otros entrevistadores. En consecuencia, debe destinarse suficiente tiem po no solam ente para re­ dactar el tópico inicial, sino tam bién para ponerlo a pru e­ ba, para practicar la m ejo r fo rm a de presentarlo, y para en trenar a los otros entrevistadores (si el estudio lo d e­ m anda). 4. D ificultad para m antener la regla de no preguntar a lo largo d e la narración. 1.a entrevista n arrativa se desa­ rro lló prin cip alm en te para estu d io s relacion ad os con

política local y para investigación biográfica. Sin em bar­ go, de acuerdo con Jovchelovich y B au er (2000), la regla d e no preguntar no parece fun cionar igual de bien siem ­ pre en otro tipo de investigaciones. D e ahí qu e el inves­ tigador deba estar fam iliarizado con el tipo de evento que va a investigar antes de d ecidir si esta es la m ejor técnica para recolectar los datos. C o m o se indica a continuación, si la entrevista dem anda dem asiadas preguntas para que la narración con tin ú e, quizás no es ésta la técnica más ad ecuada para esc problem a de investigación en p a rti­ cular. 5.

Dificultades para controlar la duración de la n a ­

rración. A un qu e n arrar h istorias sea una h abilidad u n i­ versal, no toda situación social con duce a p ro ducir una n a rra ció n con fiab le. Un in d ica d o r d e la calidad d e la entrevista es la d u ració n de la n arración . N arracion es m uy cortas o una entrevista ausente de n arració n , in d i­ ca una falla en el m étodo, bien sea porqu e no es el apro­ piado para el tipo de situación bajo estudio, o para el tipo de in form antes con el que se cuenta. Por ejem plo, entre m ayor sea la distancia entre el in form an te y el centro de la acción, m ás débiles serán las n arracion es. Estar in vo ­ lucrado en la situación parece ser un factor relevante en la producción de historias. Sin em bargo, es posible que la ausencia d e n arració n p o r parte d e un g ru p o o cu rra co m o rechazo a hablar sobre el tem a, lo cual expresa una posición específica de dich o gru p o frente al evento. Sin im p o rtar qué tan ricas en detalles sean las e x ­ perien cias sob re las q u e se solicita un a n arració n , hay algunas situaciones que escapan al con trol del en trevis­ tador, las cuales pueden afectar el tam año y la calidad de la historia. Por ejem plo, personas que han exp erim en ta­ d o trau m as severos pueden n o estar en ca p acid ad de verb alizar tales exp erien cias. A u n q u e n a rra r tiene un [189]

efecto sanador, tam bién tiene el efecto de revivir el d o ­ lo r y la ansiedad asociada con el evento. En estos casos, el traum a silencia al narrador. En otros casos, hay co m u ­ nidades que m antienen una genuina cultura del silencio, el cual se considera preferible a hablar. En tales casos la n arració n será breve o inexistente. F in alm en te, está el caso de situacion es don de los intereses de un g ru p o m i­ litan en con tra de la producción de historias. A qu í el s i­ len cio obedece a una decisión p o lítica bien sea com o estrategia de defensa, o com o reacción a la desconfianza que produce el investigador. Existen situaciones en las que o cu rre lo con trario: una sobreproducción de narración. Esta puede darse, por ejem plo, cuando el in form an te padece cierto tipo de a n ­ siedad, la cu al le im pulsa a un n arra r co m p u lsiv o y a m ovilizar una vivida im aginación con poca relación con los even tos reales. Tal so b rep ro d u cció n puede servir com o m ecanism o de defensa para evitar al in form an te con fro n tar los asuntos reales qu e están en juego. Situ a ­ ciones com o estas deben ser evaluadas cuidadosam ente p o r el investigador. A lgu n as veces la n arració n puede d etonar respuestas psicológicas inesperadas qu e no son m anejables p o r el eq uipo de investigación. En este caso, co m o en todas las situacion es de investigación, deben aplicarse con sideracion es éticas. A l m om en to de decidir sob re el em pleo de esta téc­ nica de entrevista, deben tenerse presente las d ificulta­ des inherentes a la m ism a planteadas anteriorm ente, de tal m odo que n o se utilice de una m anera ingenua o irres­ ponsable, al tiem po qu e puedan preverse acciones para reducir el im pacto de alguna de dichas lim itaciones so ­ bre la calidad de los datos.

Entrevistas a grupos focales

Parafrasean do la descrip ció n de lo que H aberm as considera co m o un espacio público ideal, Gaskel (2000), define la entrevista a grupos focales com o un debate abier­ to y accesible a todos, en el cual los tem as en discusión son de preocupación com ú n , don de se om iten las d ife­ rencias de estatus entre los participan tes y el debate se fundam enta en una discusión racional. Racional -a d v ie r­ te el a u to r- n o indica falta de apasionam iento. Lo que insin úa este térm in o es que la discusión tom a la form a de un in tercam bio de visiones, ideas y experiencias, que b ien pueden ser expresadas de m anera em ocional, pero d on de n o se privilegia ninguna posición , o ningún in ­ d ivid u o en particular. Los gru p o s focales constituyen entonces un espacio público ideal para com prender las actitudes, las creencias, el saber cultural y las percepciones de una com u nidad, en relación con algún aspecto p articu lar del problem a qu e se investiga. A p artir de una discusión con un g ru ­ po de seis a doce personas, quienes son guiadas p o r un entrevistador para expon er sus conocim ien tos y o p in io ­ nes sobre tem as considerados im portantes para el estudio, la entrevista a grupos focales es un m edio para recolectar, en po co tiem po y en pro fu n d id ad , un volum en sign ifi­ cativo de in form ación cu alita tiv a '. Por sus características se ha con vertido en uno de los principales instrum entos de los m étodos de'in dagación rápida’ (R apid Assessm ent Procedures), desarrollados para obtener inform ación ágil

19. La técnica fue desarrollada originalm ente en el contexto de la industria privada para conocer e influenciar el com porta­ m iento y las actitudes de los consum idores, en el área de “ in­ vestigación de m ercado”. Sin em bargo, cada vez m ás se está reconociendo la utilidad potencial de los g ru pos focales en la investigación social y en la evaluación cualitativa de program as sociales (Schearer, 1983:407).

[ 191 ]

que posibilite d ar respuesta en el corto plazo a las urgen ­ tes n ecesidades sociales qu e se in vestigan y, al m ism o tiem po, responda de m anera rigurosa a las exigencias del m étodo cien tífico . En tanto estim ula a los participan tes a hab lar entre ellos, a co m p a ra r im presion es y experien cias y a reac­ cion ar a lo que otras personas del g ru p o dicen, Gaskel (20 0 0), con sidera que la entrevista a gru po s focales es una interacción social m ás genuina que la entrevista in ­ dividual. El gru p o es un ejem plo de una unidad social m ín im a en acción, es una entidad en sí m ism a, por lo que los sign ificados y representaciones que surgen allí están m ás in fluen ciados po r la naturaleza social de la in terac­ ción de g ru p o que p o r las perspectivas individuales. En la interacción de g ru p o ocurren procesos que no se ven en las entrevistas individuales: se puede p ro d u cir e m o ­ ción , hum or, espontaneidad y apuntes creativos. En g ru ­ po, las personas tienden a tom ar m ás riesgos, a m ostrar m ás polarización en las ideas, y a m overse hacia p o sicio­ nes m ás extrem as. Sin em bargo, a pesar de sus ventajas, la entrevista a gru p o s focales n o siem pre es el in strum ento m ás a p ro ­ piado para recolectar datos cualitativos. A la h ora de ele­ gir entre entrevistas individuales o grupales debe tenerse en cu en ta la n aturaleza del prob lem a a investigar, los objetivos del estudio, los tipos de in fo rm an tes y las h a ­ bilidades y preferencias personales del investigador, en ­ tre otros aspectos. En la Tabla 5.9 se presentan una serie de criterios que pueden o rien tar la selección de una u otra técnica de entrevista. Para garan tizar qu e la in form ació n recolectada sea válida y representativa del con ocim ien to cultural de la com unidad que se estudia, las entrevistas a grupos focales

20. Ver Long et al. (1988).

[ 192 ]

requieren una plan eación cuidadosa en térm in os de la selección de los sujetos qu e co n fo rm arán los grupo s, del proceso de convocatoria a las sesiones, del diseñ o de la g u ía de pregun tas y del m a n e jo del g ru p o d u ran te la entrevista. A co n tin u ación se expo n e cada una de estas actividades p o r separado, y se sugieren algunas recom en­ d acion es qu e son producto de las lecciones derivadas de las diferentes experien cias de investigación reseñadas en este libro. T A B LA 5.9 CRITERIO S PARA ESC O G ER ENTRE G RU PO S FOCALES 0 EN TREVISTAS IN D IV ID U A L ES Entrevista individual Si el

G rupos focales

objetivo de la entrevista e$:

• Explorar a profundidad el mundo

• Ayudar al investigador a ubicarse en

de vida de los individuos.

el terreno y a conocer el lenguaje local.

• Realizar estudios de caso con

• Explorar el rango de actitudes,

entrevistas repetidas en el tiempo.

opiniones y comportamientos en

• Probar un instrumento o un

relación con el problema. • Observar el proceso de consenso

cuestionario.

y desacuerdo. • Agregar detalles del contexto a los hallazgos cuantitativos. Si el tem a está relacionado con: • Experiencias individuales

• Asuntos de interés público o

detalladas, decisiones personales*

preocupación común (política, medios

y biografías.

de comunicación, comportamiento

• Asuntos particularmente sensibles

del consumidor, nuevas tecndcgías, etc.)

que puedan producir ansiedad.

• Asuntos relativamente desconocidos o hipotéticos.

Si los

informantes:

• Son difíciles de reclutar, por ejemplo

• No son de procedencia muy distinta

ancianos o incapacitados* madres con

como para que se inhiba la partíapación

hijos pequeños, personas enfermas, etc. durante la discusión del tema. • Pertenecen a alguna élite o grupo de alto estatus y difícil acceso. • Son niños menores de siete años. Fuente: Traducida y adaptada de Gaskel (2000:48). [19 3 ]

Para defin ir los criterios de selección de los grupos que co n form arán la m uestra, es indispensable caracte­ rizar prim ero la población estudiada en térm in os d e m o ­ gráficos, socioecon óm icos y culturales. Variables com o la edad, el sexo, la ed ucación , la estratificación , las o cu ­ paciones de las personas, los distintos grupos étnicos, etc. son algu nos de los parám etros qu e deben considerarse en el p ro ceso de id e n tifica r los d iferen tes segm en tos poblacionales, a p artir de los cuales escoger los m ás re­ presentativos y pertinentes para obtener la in form ación requerida. En el estudio socioeconóm ico de la malaria por ejem ­ plo, se hizo una caracterización dem ográfica y socioeco­ n óm ica de la co m u n idad, la cual perm itió identificar la distribución y configuración de segm entos poblacionales p o r sexo, edad, ed ucación y actividades (Tabla 5.10 ). Te­ niendo en cuenta que una p reocupació n fundam ental del estudio era indagar sobre los diferentes tipos de co n o­ cim ien to en to rn o a la causa, el m an ejo y la prevención de la en ferm edad, se identificaron en un p rin cip io tres gru p o s de inform antes que se con sideraron particu lar­ m ente relevantes para captar dicha in form ación , po r el tipo de con ocim ien to que p odrían tener, dada la o cu p a ­ ción que desem peñaban. Estos grupos eran: las cu ran de­ ras, los expen dedores de m edicam entos y los profesores de escuelas y colegios. A p artir d e estas subm uestras se con form aron gru p o s focales teniendo en cuenta la edad y el sexo de los participantes, con el fin de que cada g ru ­ po fuera lo m ás h om ogéneo y representativo posible. Al analizar esta p rim era in form ación , y dado que en el es­ tu dio de efectos so c ioecon ó m ico s la ocu p ació n de las person as era una variab le defin itivam en te relevante, se con form aron gru pos focales con base en este parám etro, com o se observa al final de la Tabla 5.10.

TABLA 5.10 M U EST R EO DE G R U PO S FO C ALES E STU DIO SO C IO E C O N Ó M IC O D E LA M A L A R IA E N L A T O L A

C A RA C TE RÍSTIC A S DE LA C O M U N ID A D 1. D em ográficas* 2. E c onóm icas** a. Sexo a. Actividades asalariadas Hombres:

50.4%

• Agricultores

Mujeres:

49.0%

- Jornaleros

7 -17 :

39.9%

- Comerciantes

18-45:

40.5%

b. Edad

- Obreros de aserrío - Profesores

46-59:

9.9%

- Empleados públicos

60 y más:

9.7%

- Trabajadores domésticos - Curanderos

c. Educación

• Expendedores de droga

b. Actividades no asalariadas

Ninguna:

40.2%

Primaria incompleta:

25.4%

• Ayudantes familiares

Primaria completa:

24.8%

• Amas de casa

Bachillerato:

8.9%

Técnica:

0.8%

• Estudiantes

G RU PO S FOCALES SELEC C IO N A D O S - Curanderas

40-70 años

- Profesoras

2 5-35 años

- Profesores

25-45 años

- Expendedores de medicamentos

30-50 años

- Hombres agricultores y jornaleros

35-50 años

- Hombres comerciantes y obreros

35-50 años

- Mujeres amas de casa

35-50 años

- Mujeres estudiantes

15 -2 0 años

- Hombres estudiantes

15 -2 0 años

- Niños y niñas

8 - 13 años

TOTAL Prom edio personas por grupos

2 grupos 1 grupo 1 grupo 1 grupo 2 grupos 2 grupos 2 grupos 2 grupos 1 grupo

1 grupo 15 grup o s focales 10 personas

* Datos Censo La Tola, 1987. ** Datos obtenidos en reuniones con grupos de la comunidad e informantes clave. Fuente: Bonilla, e f al.. (19 9 1) Op. dt.. Archivos, Informes de trabajo de campo.

[1 9 5 ]

D ebe advertirse qu e el ob jetivo de seleccion ar los grupos a partir d e ‘ variables ejes’ no es buscar una represen tatividad estadística, com o se in dicó en el capítu lo anterior. Se espera en cam b io delim itar los espacios de interacción social que se organizan de una m anera más o m enos hom ogénea, en torn o a una experiencia co m ­ partida y validada culturalm ente po r las personas, la cual puede fun dam en tar el co n o cim ien to que tienen sobre aspectos que los afectan en tanto colectividad, tal com o puede ser el caso d e una en ferm edad com o la m alaria. C o m o se indicó en el capítu lo anterior, el m uestreo para la recolección de datos cualitativos en general y para cap­ tar in fo rm ació n p or m edio de gru p o s focales, es inten­ cional. Se realiza a p artir de identificar esos espacios de organización social en los qu e interactúan las personas, y de supon er que quienes form an parte d e cada espacio com parten entre sí un con ocim ien to y una experien cia sim ilar, y pueden co m p artir algunos de esos elem entos con los otros sectores poblacionales. El diagram a 5.1 p erm ite visualizar gráficam ente lo expuesto anteriorm ente. En esta figura, U representa el bagaje cultural de la com unidad y A y B son las experien ­ cias y conocim ientos particulares, con respecto a la enfer­ m edad, de dos segm entos de la com unidad (por ejem plo, curanderas y expendedores de m edicam entos). Los espa­ cios rayados sim bolizan el co n o cim ien to específico de cada su b grupo y el espacio cu ad ricu lad o contiene ele­ m entos que pueden co m p artir los dos gru pos entre sí. Los círculos m ás pequeños sim bolizan el conocim ien to de cada gru p o focal el cual es representativo de cada seg­ m ento (g i y G2 ). El trabajo de indagación po r m ed io de las entrevistas a grupos focales consiste entonces en iden­ tificar esos elem entos del con ocim ien to y la experiencia, específicos a cada uno, y con trastarlos con los del o tro o

D IA G R A M A 5.1 ESPA C IO S CULTURALES DE C O N O C IM IE N T O SO B R E LA M A L A R IA Se gm e n tos p ob lacionale s y g ru p o s sociales

los otros gru p o s seleccionados, b uscan do sem ejanzas y diferencias. E n la exploración sob re causas de la m alaria se en ­ con tró, p o r ejem plo, qu e si bien tanto el gru po de cu ran ­ d eras co m o el de expen d ed ores h ab ían escu ch ado las explicacion es sobre el proceso de tran sm isión de la e n ­ ferm edad a p artir de la picadura del zancudo (con o ci­ m ien to m éd ico rep resen tado en la in tersecció n ), las cu ran deras explicaban las causas prin cipalm en te a p a r­ tir de eventos ‘ m ágicos’ co m o ‘el m al de o jo ’ (los cuales fo rm an parte de un co n o cim ien to cultural validado por la tradición ), m ien tras que en los expen dedores de m e­ d icam en to s p red o m in ab a el co n o cim ien to cien tífico tran sm itid o p o r las cam pañ as antim aláricas para ex p li­ ca r las causas. C o n el fin d e ch eq u ear la rep resen tatividad de la in fo rm ación reportada se recom ienda co n fo rm ar m íni-

[197]

m o dos gru p o s focales po r segm ento poblacion al y a m ­ pliar el n úm ero si surge in fo rm ación significativam ente diferente o contradictoria entre los dos gru p os en trevis­ tados. Para asegu rar la h o m o g en eid ad in tern a de los g ru p o s y, al m ism o tiem po, la rep resen tativid ad del segm ento pob lacion al de referencia, los sujetos pueden escogerse al azar y ser entrevistados brevem ente para d e­ term in ar si califican o no dentro del grupo . Sin em b ar­ go, en ocasiones, por las m ism as características culturales de las po b lacion es, se tienden a fo rm ar gru pos focales espontáneam ente, sin m ucha plan ificación anticipada. En estos casos, es recom endable no opon erse a tal ten ­ dencia, sino trab ajar con estos gru p o s focales ‘naturales’, y posteriorm en te, a p artir del análisis de la in form ación obtenida, d ecidir sobre la validez y representatividad de la m ism a o, por el con trario , sobre la necesidad de co n ­ fo rm ar n uevos gru po s según los criterios establecidos. D e igual m odo, aunque convencionalm ente los gru ­ pos focales se conform an buscando que las personas sean descon ocidas entre sí, esta no es siem pre una precondición . D e hecho, recuerda Gaskel (20 0 0), hay ocasiones en las que cierta fam iliaridad trae ventajas. E studios so ­ bre culturas organizacionales, o agrupam ien tos sociales particulares, po r ejem plo, se b enefician m ás si se hacen con personas qu e com partan un am bien te o un espacio com ú n. En estos casos, el autor citado recom ienda que el m oderado r asum a el papel de un ob servado r ingenuo, quien conoce poco de la situación en virtu d de su cali­ dad de agente externo, y pida a los in fo rm an tes que le enseñen, le den in form ación o instrucciones sobre asu n ­ tos particulares. Este es un rol atractivo para las p e rso ­ nas quienes, a m edida qu e individual y colectivam ente explican al extrañ o la situación , van gen eran do co n o ci­ m iento pertinente para co m pren der el problem a de un m odo m ás fácil que si se hicieran preguntas concretas.

Convocatoria a las sesiones

La lab o r de identificar y convocar a las personas que deberán fo rm ar parte de los gru po s exige tiem po y cu i­ dado. D e ahí qu e esta actividad deba realizarse p o r lo m en os con dos sem anas de anticipación , de tal m anera qu e el investigador pueda tener la certeza de que las per­ son as seleccionadas son representativas de los sectores poblacionales, d e acuerdo con los parám etros definidos previam ente. En el proceso de convocatoria el investiga­ do r debe ir en secuencia, evaluando la disponibilidad real d e los particip an tes potenciales para acceder a fo rm ar parte de los grupos, m otivando e in form ando claram ente sobre la im portan cia de la colaboración y el destino de los datos (ver D iagram a 5.2). A m enos que se requiera cierto nivel de fam iliaridad entre los participantes, com o se anotó anteriorm ente, lo ideal es que los in form antes no se conozcan entre sí, ni sepan con anticipación el tema qu e se va a tratar en la entrevista. A sí m ism o, n o deben tener experien cias previas en sesiones de gru p o focal en torn o a problem as sim ilares a los de la investigación para la cual se están entrevistando. La guia de entrevista

T eniendo en cuenta los requerim ientos de in fo rm a­ ción , el investigador debe p reparar una guía de tópicos o tem as generales qu e le perm ita co n d u cir la discusión y p rofun dizar en los aspectos m ás relevantes para el es­ tudio. En la Tabla 5.11 se presenta un ejem plo de guía de entrevista, la cual puede contener prin cipios, a firm acio ­ nes, preguntas cortas, pequeños párrafos o resúm enes de situaciones qu e m otiven la particip ación . La guía n o es un esquem a rígido sino un m ed io para asegurar qu e la in form ación fluya de m anera lógica y flexible sin descui­ d ar los objetivos de las entrevistas.

[199]

D IA G R A M A 5.2 P RO C ESO D E CO N V O C ATO R IA. G R U P O S FO CALES

TABLA 5.11 G U ÍA 1 EN TR EV ISTAS G R U P O S FO C ALES ASP EC T O S P SIC O SO C IA L E S D E LA M A L A R IA

TEM A 1 Concepto salud-enferm edad En algunos momentos de nuestras vidas, hemos estado enfermos, o algún ser querido, pariente o amigo, ha estado enfermo. Recuerdan ustedes que han sen­ tido o pensado en esos momentos: Tópicos aclaratorios: • ¿Es distinto si el enfermo es un niño o una persona mayor? • Con frecuencia sólo nos damos cuenta de lo que significa nuestra salud cuan­ do nos enfermamos. ¿Recuerdan alguna ocasión en la que hayan pensado sobre lo que significa tener buena salud? ¿Qué cosas han pensado?

T E M A II Concepto de "cuida do del e nferm o" Cuando estamos enfermos o algún pariente o amigo se enferma, tratamos de hacer algo para recobrar la salud. ¿Qué cosas hacen o harian ustedes en caso de malaria? Tópicos aclaratorios: • ¿Alguien les ha dicho qué hacer? • ¿Qué tratamiento es más efectivo? • ¿Quién cuida al enfermo? • ¿Qué hace el que cuida? • ¿Se cuida igual a todos los enfermos? • Tiempo que se inviene en el cuidado • Costo emocional (angustia, responsabilidad por el enfermo)

T EM A III Conocim iento sobre el paludism o o malaria ¿Algunos de ustedes han estado enfermos de paludismo o conocen personas a las que les ha dado paludismo? ¿Alguno de ustedes quisiera contarme algo so­ bre esta enfermedad? Tópicos aclaratorios: • ¿Con qué otros nombres la conocen? • ¿Por qué le da a uno malaria? • ¿Qué le pasa a una persona cuando le da malaria? • ¿Cómo queda una persona que ha estado enferma de malaria? • ¿Cómo afecta a los familiares el que un miembro de la familia se enferme de malaria?

Fuente: Bonilla-Castro e f al. (19 9 1). Archivos de datos cualitativos.

[201]

Dinámica d e la entrevista.

Las entrevistas a gru pos focales tienen d o s co m p o ­ nentes esenciales: el contenido de la in fo rm ac ió n ,‘ lo que se d ice’, y el p roceso de co m u n icació n , ‘có m o se d ice’. M ien tras el contenido depen de en gran parte de los tó ­ picos defin id os en la guía de entrevista, el proceso es el resultado del m anejo del gru p o que hace el entrevistador para gen erar un clim a de integración entre los p a rtici­ pantes. El proceso se refleja prin cipalm en te en co n d u c­ tas no verbales (in terrupcio n es, risas, p osturas, gestos, com u nicación visual, etc.) y en el tipo de relaciones que establecen los m iem bros entre sí (atracción, rechazo, es­ tablecim iento de posiciones dom inantes, subordin adas o neutrales, etc). El análisis del proceso d e gru p o es im po rtan te no sólo para am pliar la com pren sión de la in form ación ver­ bal reportad a, sino adem ás para entender m ejor el co m ­ p o rta m ien to d e la po b lació n bajo estu dio. C o m o se anotó anteriorm ente, la d in ám ica de discusión en g ru ­ po potencia el surgim ien to de pautas de conducta que reflejan patrones cu lturales n orm ativos (roles, p o sicio ­ nes, redes de com unicación, preferencias y rechazos, con ­ senso ante situaciones, etc.) El pa p el del entrevistador

Las sesiones de g ru p o focal no sólo perm iten o b te­ ner sim ultáneam ente una gran cantidad de in form ación de varias personas, sobre un tem a específico. Tam bién hacen posible captarla en un contexto que tiende a ‘ re­ p ro d u cir’, a nivel m icro, la din ám ica de pensam ien to y de aceptación de la n o rm atividad cu ltural cotidiana que orienta el co m po rtam iento del g ru p o estudiado. Por lo tanto, la con ducción de entrevistas focales dem an da que el responsable de realizarlas sea experto tanto en el m a ­

n ejo de entrevistas individuales co m o en las técnicas de d in ám ica de grupo. E l entrevistador de gru po s focales es en realidad un m o d erad or de la discusión , una de cuyas prin cipales ca ­ racterísticas es que no debe dar po r hecho nada de lo que d igan los in fo rm an tes. El com en tario m ás com ú n del m o d erad or después de las intervenciones de los p a rtici­ pantes debería ser: “¿Q u é quiere usted d ecir cuando a fir­ ma q u e ... ?” O “¿A q u é se refiere cuando dice q u e ... ? De igual m odo, cu an do los entrevistados m uestran acuerdo o desacuerdo hacia algún tem a en discusión , es co n ve­ niente siem pre am p liar la respuesta: “ Usted dice qu e esa explicación no le gusta. ¿ C u á les la razón?” En estos casos el m oderador debe interpelar a los o tro s m iem bros del gru p o para con ocer sus respectivas o p in io n es sobre el asun to . El m o d e ra d o r puede tam b ién p e d ir ejem p los concretos cu an do se m en cion an asuntos generales, e in ­ dagar p o r m ás ejem plos en el grupo : “ £/ Sr. X nos dio este ejem p lo ... ¿Podría usted (dirigiéndose otra persona) p e n ­ sar en otro ejem plo?” (G askel, 2000). En la Tabla 5.12, se especifican las fun ciones del e n ­ trevistad or para garan tizar qu e la d in ám ica del gru p o facilite el reporte de la in fo rm ació n requerida. Se reco­ m ien da tener el apoyo de un ob servador-asistente cuya tarea prin cipal es tom ar nota sobre el proceso de la in te­ racción entre los m iem bros y sobre aspectos p ertin en ­ tes al sitio, al n ú m ero de p articip an tes, los no m b res, características de los entrevistados, etc. (Tablas 5.13 y 5.14) C o n base en la percep ció n del proceso, el o b se rvad o r asistente puede graficar socio gram as en los cuales se re­ flejen los patrones de interacción que afloran duran te la en trevista, los cu ales son p a rticu la rm en te útiles para an alizar po sterio rm en te la in fo rm ació n y ch eq u ear la validez de los datos. D ado lo co m plejo que resulta regis-

[2 0 3]

TABLA 5.12 F U N C IO N E S DEL EN TR EV ISTADO R 1. Presentar los temas de discusión. 2. Dirigir al grupo. Formular preguntas adecuadas y reaccionar neutralmente a los comentarios. 3. Estar atento a las reacciones de los participantes y estimularlos a intervenir. 4. Escuchar cuidadosamente y guiar la discusión de manera lógica. 5. Generar confianza en el grupo para ganar profundidad en las respuestas.

6.

Ser flexible y abierto a sugerencias* interrupciones y a comentarios negativos.

7. Controlar sutilmente el tiempo.

8.

Controlar el ritmo de la reunión.

9. Observar la comunicación no verbal de los participantes y responder a la misma.

TABLA 5.13 FU N C IO N E S DEL O B SE R V A D O R -A SIST E N T E 1. Tomar nota sobre las características de la comunidad y del grupo. 2. Registrar información pertinente al proceso de la entrevista. 3. Participar discretamente en alguna de las siguientes situaciones: - Para reto­ mar comentarios que no hayan sido atendidos por el entrevistador. - Para su­ gerir un tema o una pregunta nueva relevante para el estudio. - Para recordar al entrevistador alguna pregunta de la guia. - Para retomar el control del gru­ po en caso de presentarse conflictos.

ira r toda la in form ación no verbal, para aplicar esta téc­ nica se recom ienda escoger dos o tres m om en tos d e la entrevista po r períod os que fluctúen entre cin co y diez m in utos cada uno. Los pasos a seguir en la construcción de un socio gram a se ilustran en la tabla 5.15. Estructura d e la entrevista

A unque el am biente que se debe respirar en este tipo de entrevistas es el de una reunión aparentem ente in fo r­ m al, la conducción exitosa de la m ism a requiere una ri­ g u ro sa p re p ara ció n del proceso , d a d o q u e to d o s los

TAB LA 5.14 G U ÍA DE O B SE R V A C IÓ N ■ EN TR EV ISTAS FO CALES

Fecha__________________________

Hora: Inicia: — Finaliza: _ Duración:,

1. Nombre de la comunidad:______________________ Breve descripción:_____________________________ 2. Lugar de la reunión:____________________________ Breve descripción:_____________________________ 3. Número de participantes:_______________________ Nombres y características (edad, sexo, etc.) a . __________________________________________ b. ___________________________________________ d. e. 4. Dinámica del grupo: • Nivel de participación • Interés, cansando, aburrimiento • Lo que hace reír a los asistentes • Opiniones más generalizadas • Vocabulario local • Sociograma

eventos que acontecen duran te la sesión pueden incidir en la calidad de la in form ación reportada. E l lugar, p o r ejem plo, debe ser escogido cu idadosa­ m ente para evitar factores perturbadores que distraigan la atención e interrum pan el ritm o de la reun ión . El en ­ trevistador organiza a los entrevistados en form a de cír­ cu lo , con el fin d e qu e to dos pu ed an co m u n icarse fácilm ente entre sí y para con trolar qu e n o se establez­ can posicion es dom in an tes en el grupo. El m an ejo del tiem po es otro elem ento fu n d am en ­ tal para garan tizar el éxito de la entrevista. L os en trevis­ tados deben percibir claram ente tres m om entos durante la sesión: el inicio, el proceso y la fin alización, y p o r nin[205]

TABLA 5.15 P ASO S EN LA C O N ST R U C C IÓ N DE UN S O C IO G R A M A

1. Diagramar la distribución espacial del grupo e identificar a cada persona. 2. Registrar la frecuencia de las intervenciones orales (quién habla más), su di­ rección (quién habla a quién) y la secuencia del proceso de la entrevista (dón­ de se produjeron silencios* risas, tensiones* etc.).

G U ÍA DE REG ISTRO Orijcn

Dcuino

A

»

D

--------------------------------------------------------------------------D

A

(silencio)

-H -

3. Calcular la frecuencia de intervenciones (columna izquierda) (A = 1, D = 1,B = 1 C=2, etc.) 4. Diagramar la dirección de la comunicación

© 5. Analizar el sociograma

&

gún m otivo debe prolongarse el tiem po program ado, que usualm ente va d e una hora y m edia a dos horas. C om o se detalla en la Tabla 5.16 cada segm ento de la entrevista tiene una estructura defin ida de la siguiente m anera: en p rim e r lugar, el en trevistad o r se presen ta e in tegra al g ru p o , pro pician do que se conozcan entre sí; explica los o bjetivos de la reu n ión , su rol y el del observador, y lo qu e se espera de los entrevistados; establece las reglas de la discusión , aclara las razones p o r las cuales debe gra­ b arse la in form ación y recuerda la con fiden cialidad de los datos. A con tin u ación inicia la con versación com en ­ tando algún tem a fam iliar para los entrevistados con el fin de ir generando un clim a de participación . Los tem as se van focalizando d e los m ás generales a los m ás p a rti­ cu lares, destin an do un tiem p o eq u ivalen te para cada tópico, hasta cubrirlos todos (en la la b ia 5.17 se describen algu nas técnicas para facilitar el m an ejo de los tem as). A l con cluir la reun ión , el entrevistador solicita a los participantes form ular dudas o preguntas que hayan sur­ g ido durante el proceso, responde las inquietudes, agra­ dece la colaboración y se despide del grupo. Finalizada la entrevista el m o derador y el ob servador-asistente deben revisar y com pletar las notas tom adas duran te la sesión. D ad o qu e en estas entrevistas los gru p o s siguen las m is­ m as etapas de cu alqu ier g ru p o (form ació n , co n fro n ta ­ ció n , asign ación de roles, cohesión, diso lu ció n ), la fase final en un a entrevista a grupos focales tom a la form a de una especie de duelo, que com ienza tan p ron to se apaga la g rabadora y se agradece la p articip ación de todos. En estos m om en tos suelen darse una serie de con versacio­ nes sem iprivadas entre algunos m iem bros del gru p o o con el m o derado r, en las cuales se ofrecen explicaciones o expansiones d e ¡deas que se discutieron, pero sobre las cuales alguna person a n o qu iso profundizar. Es en esos m o m en to s cu an d o en el investigador desearía tener la [2 0 7 ]

TABLA 5.16 E STRU C TURA DE LAS ENTR EV ISTAS A G RU PO S FO CALES

Iniciación 1. Presentación del entrevistador, del observador-asistente y de los entrevistados. 2. Explicación de los objetivos de la entrevista, la utilidad de la información, el destino de los datos y su confidencialidad. 3. Instrucciones sobre la dinámica a seguir, justificar la razón de grabar la discu­ sión y enfatizar la importancia de expresar abiertamente las opiniones. 4. Aclarar que ni el entrevistador ni el observador son expertos y que el objetivo de hablar con el grupo es aprender de su experiencia.

D esarrollo de la entrevista 5. Comenzar con temas generales y neutros relacionados con la vida cotidiana del grupo para inducir más fácilmente la participación de todos desde el co­ mienzo.

6.

Ir focalizando los temas hasta indagar aquellos específicamente relevantes para el estudio.

7. Resumir brevemente la discusión y pedir a los entrevistados reflexionar sobre puntos que no se hayan abordado.

Cierre d e la entrevista

8.

Indicar que la entrevista ha finalizado y dar un tiempo para responder pre­ guntas o inquietudes del grupo.

9. Agradecer la participación, recordar el valor de la información reportada y su confidencialidad, despedir al grupo. 10. Revisar y completar las notas tomadas durante la entrevista.

g rabado ra todavía encendida para captar esos apuntes valiosos de ú ltim o m inuto. D ado qu e esto no es posible, se recom ienda tom ar nota de estas conversaciones in m e­ diatam ente después de qu e los asistentes han aban do n a­ do el lugar de reunión. Ayudas para conducir las entrevistas

La entrevista a gru p o s focales es una técnica m uy versátil qu e perm ite usar recursos adicionales a la guía de preguntas. D e hecho, el en trevistador puede em plear

TABLA 5.17 TE C N IC A S P ARA EL M A N E J O DEL G RU PO FO CAL Con el fin de formular adecuadamente los temas o preguntas especificas para motivar la discusión se recomiendan las siguientes técnicas:

1. Clarificar. Después de que una pregunta ha sido respondida por un partici­ pante, repetir dicha respuesta para profundizar más en ella (por ej.: ¿podría contarme más sobre... ¿qué quiere usted decir cuando afirma que...?). 2.

Sustituir. Cambiar la presentación de una pregunta, empleando palabras di­ ferentes pero sin modificar el sentido original (por ej.: “ ¿cuáles son los sínto­ mas de la malaria?'’ o '¿ q u é le da a las personas cuando tienen malaria?-).

3.

Reorientar. Aprovechar la última respuesta dada por una persona y rehacer la pregunta dirigiéndose a otra persona, llamándola por el nombre. Es parti­ cularmente útil para animar a los participantes pasivos. (Señora Andrea (par­ ticipante), usted nos ha dicho que lo mejor para curar la malaria es tomar infusiones de hierbas... y usted doña Angela {quien no ha hablado) ¿qué le da usted a sus hijos cuando se enferman?).

4.

Neutralizar. Cuando hay un participante dominante; evitar contacto visual con él, solicitar una participación más activa del resto de los asistentes o pe­ dirle de manera cortés que permita hablar a los demás.

5.

Inducir altruismo. El entrevistador reconoce no saber nada sobre el tema y sobre la necesidad de recoger la opinión de todos para aprender más sobre el mismo.

6. Congraciarse con el experto. Cuando inevitablemente se presentan sin ser invitados especialistas en el tema, es conveniente explicarles, antes de comen­ zar la reunión, el objetivo de la entrevista y pedirles que se limiten a escuchar para que después brinden sugerencias al entrevistador. 7.

Recursos visuales. Utilizar fotos o dibujos para estimular la discusión.

Fuente: Adaptado de Scrimshaw e f a i (19 8 8 :2 1-2 2).

a yudas tan variadas co m o la asociación libre, los juegos de roles, tarjetas escritas o pintadas, fo tografías, recor­ tes de revista o cu alqu ier otro estím ulo que prom ueva la d iscusión y m otive a las personas a usar la im agin a­ ció n y a d esa rro lla r ideas sobre el asun to investigado (G askel, 2000). La asociación libre es útil para identificar la varie­ dad de conceptos relacionados con un tem a en particu ­ lar. Esta técnica puede in corporarse al com ienzo de la discusió n d e una m anera n atural, con un com en tario [2 0 9 ]

co m o el sigu ien te: “ Sobre este asunto se ha especulado bastante últim am ente. C u ando ustedes piensan en [ . . . ] ¿qué es lo p rim er qu e se les ocurre? ¿Q ué palabras o frases les llegan a la m ente?'1. A p artir de la discusión qu e se desarrolle en torn o a los tópicos evocados po r los en tre­ vistados, el m od erad o r puede ir con ducien do al gru po a los tem as m ás específicos de la entrevista. Las tarjetas con frases, palabras o d ibujos, así com o las foto grafías y los recortes de revista son útiles para descubrir criterios de categorización entre los participan­ tes. U na m anera de em plear estas ayudas es la siguiente: se colocan en el centro del gru p o -s o b r e un a m esa o en el p is o - los estím ulos en los cuales se representa o se h a ­ bla del tema sobre el cual se va a discutir. Los estím ulos deben ser d e un tam año adecuado y estar colo cados de tal form a que todos los participan tes puedan verlos. La entrevista se inicia pidiendo al grupo que los organice en dos conjuntos. Usualm ente, al com ienzo del ejercicio las personas dem andan más in form ación sobre los criterios sobre los cuales deben organ izar los estím ulos. En estos casos el en trevistador debe lim itarse a sugerirles que eli­ jan la característica qu e les parezca m ás relevante para agru p ar las fotos o las tarjetas. G askel (20 0 0), advierte que es usual que este tipo de tareas genere al prin cipio d isco rd an cias qu e con duzcan a la solicitu d de a clara ­ ciones p o r parte de algu nos m iem b ros, o a la sugerencia de n uevos reagrupam ien tos por parte de otros. Sin e m ­ bargo, a m edida que las personas van llegando a algún consenso, van desarrolland o y explicitan do el criterio de categorización. Al final del ejercicio, el m o derado r puede pedir aclaracion es adicion ales y preguntar si hay otras fo rm as en las qu e pueden ser organ izad os los estím ulos presentados, al tiem po qu e enfoca la entrevista hacia la discusión de los tópicos con signados en la guía de p re­ guntas.

Los ju egos de roles, p o r su parte, son recursos que deben ser usados únicam ente por entrevistadores a los qu e les guste y se sientan cóm od o s con las representa­ ciones teatrales. Para incorporar esta técnica se pide a dos o m ás m iem bros del g ru p o actu ar roles en los que se re­ presente una situación que refleje el tema sobre el que se va a discutir después. M ien tras tanto, los otros p a rti­ cipantes actúan com o observadores a quienes se les so­ licita al final hacer com entarios pertinentes a la actuación qu e acaban de presenciar. Lo que se actúa y se dice d u ­ rante la representación n o sólo es una fuente valiosa de in form ación en sí m ism a, sino que tam bién ayuda a abrir la discusión sobre el tem a. C u an d o se em plea la técnica de juego de roles, es esencial con tar con el apoyo de por lo m en os o tro entrevistador qu e actúe co m o observador para que registre la in form ació n sobre la actuación. Ventajas d e las entrevistas a grupos focales

D ado el proceso que se genera duran te las sesiones, la prin cipal ventaja de las entrevistas a gru pos focales es qu e perm iten ch equear la validez de la in fo rm ació n , en el m ism o m om ento en qu e se está recolectando. El hecho de pod er revisar perm an en tem ente el cu rso que tom a la d iscusión perm ite evaluar la confiabilidad de la in form a­ ció n , es decir, pon d erar si las opin ion es se orientan en el sentido del tema que se explora o, po r el contrario, se han m alentendido y distorsionado las preguntas. En este caso el entrevistador puede aclarar el tópico, reorientar la dis­ cu sión y garantizar que las personas respondan a lo que se está indagando. Por otra parte, el consenso o acuerdo del g ru p o en torn o a apreciaciones qu e reflejen el co n o cim ien to cu l­ tural, pro po rcion a pistas al entrevistador para evaluar la representatividad de la in fo rm ació n reportada. En otras palabras, una vez que las personas están in volucradas en [ 2 11 ]

la discusión , cuando surgen tem as o apreciaciones atípicas o po co relacio n ad as con el co n o cim ien to cu ltural general, es m uy probable que el m ism o gru p o desaprue­ be o niegue la validez de esos com en tarios o, en el caso con trario, es usual que los integrantes expresen verbal y gestualm ente un acuerdo o con sen so sob re el tem a en cuestión. En síntesis, la entrevista a gru p o s focales constituye un in stru m en to a d ecu ad o para ob tener in fo rm ació n cualitativa rápida, op o rtu n a, válida y poco costosa, que perm ita entender los procesos de con strucción de sen ti­ do de la realidad cultural com partida por los m iem bros de un gru p o específico. D e ahí que, co m o se m encionó anteriorm ente, esta técnica es uno de los m étodos de in ­ dagación rápida que contribuye de m anera m ás eficiente a com pren der situaciones sociales com plejas y heterogé­ neas, con la rigurosidad de las reglas del m étodo científico, p ropician do el paso de lo explícito a los aspectos cu ltu ­ ralm ente im plícitos en los pro b lem as que se investigan. Entrevista individual por computador en tiempo real

L o s re c u rso s ca d a vez m ás lim ita d o s p a ra la in ­ vestigación so c ial a escala m u n d ia l h an o b lig a d o a los investigadores a ponerse al día en materia de avances tec­ nológicos, con el fin de diseñar estrategias novedosas que reduzcan costos sin sacrificar la calidad de la in fo rm a ­ ción requerida. Es en este contexto qu e surgen n o sola­ m ente los program as para analizar datos cualitativos por co m p u tad o r (los cuales se presentan en el siguiente ca­ pítu lo), sino tam bién program as para recolectar los m is­ m os datos. G racias a los avances tecnológicos en m ateria de co m u nicaciones a través del com pu tador, los investi­ gadores sociales están pud ien do acceder cada vez más a n uevas form as d e recolección de datos cu alitativos, las cuales van desde cu estion ario enviados p o r correo elec-

tron ico, hasta entrevistas in dividuales y a gru p os a tra­ vés del Internet realizadas en tiem po real, pasando por el acceso cada vez m ás sofisticado a fuentes secundarias de in fo rm ació n , las cuales eran inaccesibles y costosas hasta hace relativam ente po co s años. La entrevista in dividual en tiem po real a través del Internet fue desarrollada en el D epartam en to de C ie n ­ cia Política de la Universidad Nacional de Australia (Chen y H in ton , 1999). El m étodo surgió co m o respuesta a la necesidad de un proyecto en el cual los investigadores requerían entrevistar grupos de diseñadores de políticas, quienes se en contraban a distancias m uy lejanas, p o r lo que las tradicionales entrevistas cara a cara o aun p o r te­ léfono resultaban econ óm icam en te inviables. En térm in os sencillos, en este tipo de entrevista se em plea una página de internet a m anera de pantalla en ­ tre el investigador y el informante. El investigador es capaz de preguntar en tiem po real y de alm acen ar la discusión en un archivo que actúa co m o una trascripción p erm a­ nente de la entrevista. El in form an te responde a la p re­ gunta y rem ite la in fo rm ación al en trevistador una vez term ina de ingresar la in form ación requerida. Cada n ue­ v a respuesta va aparecien do en la parte su p erior de la pantalla, m ientras las respuestas anteriores se van a lm a­ cen an do en el archivo de trascripción. Tanto las pregun ­ tas co m o las respuestas se transm iten en bloque, lo que h ace q u e pase un tiem po entre el m om en to en qu e el investigador pregunta y el m om ento en que el in fo rm an ­ te responde. Este tiem po de espera que ro m pe el flujo de la conversación, así co m o la ausencia de com u nicación no verbal entre el en trevistador y el in form an te se seña­ lan com o dos de las debilidades de esta té c n ic a '. 21. Una descripción porm enorizada de la técnica excede los lím ites de este libro. Para revisar los detalles técnicos para el uso d e este recurso se recom ienda consu lar la fuente citada

[2 1 3 ]

D ada la im portan cia de la cercanía física entre in ­ vestigador e investigados en el en foq u e cu alitativo, esta técnica parecería im pon er serias restricciones al m éto ­ do. Sin em bargo, aseguran los autores citados, la ausen ­ cia física del en trevistado r puede ser útil para llegar a personas qu e desean conservar algún grado de an on im a­ to, a in dividuos adversos a reuniones físicas, o para en ­ trevistar in fo rm an tes que no tienen el tiem po para estar físicam en te accesibles para el investigador. A sim ism o, este tipo de entrevistas puede ayu dar a superar algunos problem as que surgen cu an d o se hacen estudios transculturales, especialm ente en aquellos casos don de es cu l­ tu ralm en te in ap rop iad a la in teracción física entre personas de diferente género, raza o religión. Dada la n a ­ turaleza gráfica de las páginas en el internet, esta técnica parece tam bién ser m u y útil para entrevistar jóven es u otros gru p o s susceptibles a páginas web diseñadas crea­ tivam ente, pues el investigador puede crear la página de la entrevista de una fo rm a tal que m otive a sus in form an ­ tes (gráficas anim adas, im ágenes de fondo, textos co lo ­ reados, etc.). N o obstante, debe lim itarse el uso de estas ayudas porqu e páginas m u y com plejas podrían d ificu l­ tar la interacción si hay in com patibilidad de program as entre el co m p u tad or del en trevistador y el del en trevis­ tado. P or el co n tra rio , las en trevistas p o r intern et son poco atractivas para in form an tes que tengan tem or de estar siendo ‘vigilado s’, especialm ente si no com prenden m uy bien el m anejo de las operacion es po r internet y te­ m en que sus m ensajes estén siendo grabados en secreto p or alguien m ás. Este tipo de entrevistas puede tam bién en la sigu iente d irección , la cual da acceso gratis al artícu lo, así com o al cód igo iit m l para la entrevista en línea, incluyen­ d o in stru cciones de requerim ientos de servidores: chttp:// www.socresonline. org. uk/socresonline/4/3/chen.htm l>

exclu ir a aquellos in form antes que p o r su estatus se sien­ ten o fen d id o s ante el uso de un m étodo de entrevista im personal. De igual m odo, puede excluir a entrevistados potenciales quienes, aun teniendo acceso al com putador, sienten cierta aversión hacia la tecnología, o carecen de las destrezas requeridas para m anejarla y n o están d is­ puestos a aprender nuevos program as. La entrevista en línea se ha desarrollado en los últi­ m os años para conducir tam bién grupos focales especial­ mente en el área de mercadeo” . En este tipo de entrevistas se conecta en red a un gru p o de in form an tes con el fin de realizar discusiones con la ayuda de un m oderador. D entro de las desventajas identificadas p o r las em presas que utilizan esta técnica se m encionan la pérdida de toda la in fo rm ación no verbal, el aum en to en la disposición de los participan tes a expresar o pin io n es negativas, y el requerim ien to de una cuidadosa revisión de los antece­ dentes de los participantes. Entre las ventajas se rep or­ tan la reducción en los costos, la objetividad de los sujetos gracias al a n o n im ato que tienen, la ausencia de barreras geográficas, y la agilidad para el análisis pues se ob via el paso de trascripción. Las anteriores lim itaciones relativas a esta técnica de entrevista deben considerarse con detenim iento antes de elegirla co m o una opción para recolectar los datos. Sin em bargo, es claro que los avances tecnológicos en m ate­ ria d e co m u n ic ac io n e s a través de co m p u ta d o r van a co n tin u ar afectando los procesos tradicionales de reali­ zar investigación social en los años p o r venir. D e ahí la

12 . l.as siguientes son algunas de las com pañías que han co ­ menzado a ofrecer inform ación com ercial basada en el concep­ to de “ g ru pos focales en línea” : Strategic Focus Inc., Insights O nline, c l t Research Associates, Com m on Knowledge, Cyberd ialoge, G reenfteld O n lin e y T he X erox B usin ess Research G roup.

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im po rtan cia de p e rm itir a las nuevas gen eraciones de investigadores el acceso a un en trenam iento crítico y ri­ guroso en el m anejo de este tipo de herram ien tas, que les posibilite el acceso a la in fo rm ación qu e se requiere para com pren der la cada vez más com pleja y globalizada realidad social en la cual se desenvuelve el m un do actual. Sugerencias para entrevistar a niños y a personas mayores

Las técnicas para realizar entrevistas cualitativas se presentan usualm ente co m o si hubieran sido diseñadas pensando en un “ m odelo” de en trevistado, el cual co m ­ parte ciertas características con el investigador. Por lo general, cu an do se habla de la persona a en trevistar se la im agina com o un in dividuo adulto, con una m em oria adecuada para recordar eventos pasados, y un nivel alto de atención co m o para perm an ecer quieto una h ora o m ás resp o n d ien d o pregun tas d e m an era consistente. Tales características no son com partidas p o r los niñ os o los ancian os; ellos n o en cajan en este m odelo de en tre­ vistad o, y sin em b argo son dos p o b lacion es objeto de estudios en las ciencias sociales, en tanto juegan un p a­ pel relevante tanto en la asim ilación co m o en la tran s­ m isión de con ocim ien to cu ltural. Por lo tanto, cuando la m uestra a entrevistar deba estar con form ad a por n i­ ños o po r personas m ayores, las técnicas con venciona­ les de entrevista deben adaptarse para hacerlas flexibles a las características d e estas pob lacion es, co m o se d eta­ lla a con tin uación . Entrevistas a menores

Investigar la vid a de los niñ os plantea una serie de asun tos m eto d o ló gico s relacio n ad os con el co n sen ti­ m iento, el acceso a ellos, la privacidad y la co n fiden cia­ lidad, los cuales deben considerarse con cu idado desde el diseño m ism o del estudio (M authner, 1997). El prim er

problem a a contem plar tiene qu e ver con el hecho de que los adultos, usualm ente, no com partan la con cepción de los investigadores de qu e los niñ os tienen derecho a la privacidad. Tal incom patibilidad de percepciones dificul­ ta el acceso del en trevistador a los m enores y afecta los resultados, pues es distinta la in form ación qu e proveen los niñ os cuando están en presencia de sus padres. S o ­ los, en cam bio, revelan asuntos qu e no contarían d elan ­ te de la fam ilia. Si bien la restricción de tener que acceder a los niñ os en h orarios de colegio es una dificultad m a­ yor, afirm a M authner, es aún m ás difícil acceder a ellos en las casas, don de los padres actúan co m o guardianes. O bten er in form ació n con fiable en el contexto del hogar es casi im posible cu an do las m adres quieren estar p re­ sentes, pues ejercen con trol sobre las respuestas de los n iñ os, en especial cu an d o desean m antener una cierta im agen pública de la fam ilia. Una estrategia sencilla para n ego ciar privacid ad y ob ten er un espacio aparte para en trevistar al niño es alu dir a la necesidad de evitar el ru id o qu e p u ed a afectar la gra b a ció n , así co m o para preven ir posibles in terrupcion es que distorsion arían la calidad de los datos. En investigaciones de fam ilia, en las cuales los investigadores necesitan h ablar con todos los integrantes del hogar, ya sea en con jun to o p o r separa­ d o, es im portan te que cada m iem b ro se sienta seguro de qu e sus com en tarios serán estrictam ente confidenciales. D e otro m odo, aun que se obtenga el perm iso para e n ­ trevistar a los jóven es y los m enores en p rivado , estos no hablarán abiertam ente de asuntos qu e los pongan en si­ tuación de riesgo ante sus padres. Por otra parte, debe recordarse que el rol de inves­ tig ad o r n o existe de m anera n atural en el m u n d o c o ­ n o cido por los n iñ o s, po r lo qu e el en trevistado r debe utilizar térm in os com prensibles que le perm itan al m e­ n o r entender la función del investigador y el objetivo de [2 1 7 ]

am biente adecuado para qu e los niños se sientan en co n ­ fianza para hablar pues, com o afirm a M authner (1997:21), “ cu an d o se les abre el espacio, las voces de los niñ os se expresan p o r sí m ism as claram en te”. Entrevistas a personas mayores

Los estudios qu e involucran a personas de edad con frecu en cia tienen co m o ob jetivo la recon stru cción de eventos pasados que form an parte de la b iografía de los individuos, los cuales están relacionados con el proble­ m a de investigación. Este tipo de estudios retrospectivos es, con frecuencia, objeto de fuertes críticas, dados los problem as inherentes a la recordación de las personas, los cuales tienen qu e ver no solam ente con la pérdida de la m em o ria , sin o tam b ién con el hech o de qu e con el tiem po las experien cias pasadas tienden a rep rim irse o a mezclarse entre sí. En consecuencia, tales estudios corren un alto riesgo de p ro d u cir datos im precisos, parciales o sesgados, poniendo en duda la validez de la investigación. C o n sid era n d o entonces que el p rin cipal in con ve­ niente para entrevistar a personas mayores es la dificultad para recuperar in form ación pasada, en este apartad o se presenta una alternativa m etodológica orien tada a co la­ b orar con los entrevistados en el proceso de ordenar cro ­ n ológicam ente la in form ación requerida. La alternativa consiste en realizar las entrevistas cualitativas con el ap o ­ yo de la m atriz de historia de vida. La estrategia de co m ­ binar los dos m étodos fue propuesta e im plem entada por Parry y colaboradores (1999), en un estudio realizado por ellos con setenta fu m ad ores y exfu m ad ores d e edades com pren didas entre los 65 y los 85 años, cu yo objetivo era explorar la relación entre eventos vitales y la conducta de fum ar a lo largo de los años . 23. En este subcapítulo se presentan los aspectos más relevantes d e la técnica. Una descripción detallada de la m ism a puede

A un qu e la m atriz de h istoria d e vida se utiliza p re­ dom in an tem en te en estudios cuantitativos, los autores citados dem uestran qu e dicha técnica es tam bién útil en estudios cualitativos cu yo interés sea obtener in fo rm a ­ ción retrospectiva sobre algún tem a particu lar, y en es­ pecial cu an d o la m u estra debe estar co n fo rm a d a p o r person as m ayores de e d a d '4. E n pocas palabras, la m atriz de h istoria de vid a es una cu adrícula qu e consta de och o colum nas y un n ú­ m ero de filas proporcion al a la edad del in form an te, la cual se va llenando a m an o a m edida que la person a va pro po rcio n an do los datos solicitados, aun que la in fo r­ m ación se graba sim ultáneam ente. C o m o se o b serva en la Tabla 5.18, en la prim era colum na d e la m atriz se van anotando las fechas (en intervalos de cinco años) com en ­ zando con la fecha del nacim ien to del in form an te. Hn la siguiente colum n a se coloca la edad a in tervalos de 10 años. La tercera colum na va registrando los eventos e x ­ tern o s (in d icad o res in d irectos) sob resalien tes para la p erso n a en las fechas anotadas (p o r ejem plo, un nuevo presidente, algún evento social o p olítico destacado, el inicio o el fin de una g uerra, la m uerte de algún p e rso ­ naje fam oso, etc.), así com o eventos externos relacion a­ d os con el m ism o tema de estudio (fecha en que salió una

consu ltarse en Parry, O dette; T h o m so n , C aro lyn y Fowkes, G e rr y (1999) “ Life C o u rse Data C ollection : Q ualitative Interview ing using the Life G rid ”. Soáological Research Online, vol. 4. no. 2, < http://www.socresonlinc.org.Uk/socrcsonlinc/4/ 2/parry.htm l>. 24. En el estudio sobre Transición Dem ográfica qu e se presen­ ta en la tercera parte del libro, se utilizó esta técnica para reco­ ger datos cuantitativos sobre la inlluencia de la historia de vida de las m ujeres (sus condiciones en cada punto específico del tiem po) en la ocurrencia de los eventos dem ográficos relacio­ nados con el proceso de form ación de su fam ilia (m atrim onio, nacim iento del prim er hijo, etc.). [221]

ley proh ibien do el co n sum o de cigarrillos en ciertos lu ­ gares, por ejem plo, para el caso del estudio que se reporta aquí). En las siguientes colum nas se van anotan do a co n ­ tecim ientos vitales en las diferentes áreas de la vida del in form an te (fam ilia, trabajo, diversión, salud, vid a d o ­ m éstica, etc), qu e la persona asocia con tales fechas. Se m encionan aquí asuntos co m o nacim ientos de los hijos, m uertes de personas cercanas, enferm edades, cam bios de em p leo , d e residencia, etc. Los even tos registrados en estas colum n as constituyen los in dicadores directos. En la últim a co lum n a, referida a la conducta de fum ar en el estudio citado, se registraban fechas significativas para la persona, com o p o r ejem plo, cuándo com en zó a fum ar y cu án do hizo algún o algunos intentos po r dejarlo. C u a n d o se em p lea la m atriz de h isto ria d e vida com o apoyo a la entrevista cualitativa, el proceso de re­ colección de datos tiene dos m om entos. Prim ero debe com pletarse una m atriz para cada entrevistado, identi­ ficando con la person a la ed ad y los eventos indirectos y directos m ás sign ificativos que recuerda en cada p e río ­ do de cin co años. Antes de com en zar la captu ra de estos datos cron ológicos, el entrevistador explica la m atriz al in form an te, le indica có m o se utilizará para identificar eventos y experien cias especiales a lo largo de su vid a y le solicita perm iso para grabar. Esta prim era ap ro xim a ­ ción , que consiste básicam ente en colocar fechas a even ­ tos claves y orden arlos cron ológicam en te, dem anda un esfuerzo con jun to entre el en trevistador y el en trevista­ do. Es un proceso lento en el cual el entrevistador, con calm a, trab ajan do a través de la m atriz, puede co n tras­ tar eventos en diferentes áreas y con struir una im agen de la trayectoria de vid a de los in form an tes, co m o se puede ver en el siguiente extracto de una de las entrevistas rea­ lizadas po r P arry y cois. (1999: parágrafo 3.5):

TABLA 5.18 EJEM PLO DE M A T R IZ DE HISTO RIA D E V ID A Fechas

Edad

Eventos externos

19 10 19 15 1920 1925

Familia

10

20 ^

1945

30 J

Material chroniony prawem

1985 1990 1995

Salud

Fumar

La familia se cambia de ciudad

1935 1940

1975 1980

vida doméstica

Nace

1930

1950 1955 1960 1965 1970

Trabajo / diversión

Nacimiento hermano Nacimiento hermana

}

Deja el colegio Ingresa al servicio civil Deja el servicio civil II Guerra Mundial

40

Secase ■Primer hijo -Segundo hijo ■Tercer hijo ■Cuarto hijo -Quinto tujo Muere la mamá Hija-hospital

Comienza a fumar 2 semana No fuma en el traba/o

I>

Retoma golf

J

50 Apolo 60

Muere primer hijo Hija se casa Muere el padre Cuñado se va del país Se casa segunda hija

autorskim

2000 Fuente: Traducida y adaptada de Parry y íols. (1999: parágrafo 2.6).

Fumaaprox. 10 -15 a la semana Mas de 5 al día Másete 10 al día

La hija se muda

Primer y más fuerte ataque al corazón Operación angina

70 80

El esposo fuma

Las dos hijas regresan a vivir a la casa por un año.

Segundo ataque al corazón

Aumenta a 20 al día Reduce un poco el consumo

El esposo deja de fumar. Hijo de¡a de fumar Informante de¡a de fumar

a identificar el año exacto en que había dejado de fumar. En ocasiones, narran los autores, los m ism os in fo rm an ­ tes pedían m irar la m atriz para corroborar datos y fechas: Entrevistador:

¿Dejó de fum ar entonces antes de su cáncer de seno?

Informante:

Un minuto... No, fue después del cáncer de seno. Eso fue en 1990, o sea que yo tendría 60 años, ¿cierto?

Entrevistador:

63

Informante:

60, porque esto fue en ¡998. Fueron como 6... 8 años desde que me dio cáncer, y eso fue en 1990.

Entrevistador:

¿Entonces tendría 63 en esa época... ?

Informante:

Sí, sí, tiene razón, estaba confundiendo todo.

En resum en, de acuerdo con los autores citados, la m atriz de historia de vida es una h erram ienta útil para con d u cir entrevistas cualitativas con personas de edad, p or las siguientes razones: 1.

Facilita la recordación del asunto bajo estudio en

relación con un rango de eventos y experiencias en las vidas de los in dividuos, a la vez qu e perm ite focalizar la búsqueda de los datos. Preguntar con fechas exactas a u ­ m enta la precisión de lo qu e se recuerda. 2.

C o n trib u ye a una m ayor com pen etración entre

el en trevistador y el entrevistado dado qu e se requiere la cooperación del in form an te para llenar la m atriz y re­ con struir su b iografía. Este esfuerzo co n jun to puede ser m u y estim ulante pues a pesar de qu e po r m om en tos la tarea parece difícil, al final la m atriz com pleta es la e v i­ dencia de una tarea conjunta llevada a cabo exitosamente. 3.

Perm ite a los entrevistados reconstruir y reflexio­

nar sobre sus biografías, dada la cantidad de tiem po que se les provee para elab orar subjetivam ente y reinterpre-

tar los eventos pasados. A sim ism o , el hecho de que son los in form an tes qu ien es seleccionan sus propias e x p e ­ riencias de vida para con struir la m atriz, da perm iso al en trevistador para p ro fu n d izar en ellas sin tem o r a to ­ ca r áreas m uy sensibles o d olorosas para la persona. 4.

Posibilita a los in form an tes tom ar control sobre

el cu rso de la entrevista y la construcción de sus b io gra ­ fías. Les perm ite inclusive d e scub rir asociaciones entre eventos en sus vidas que no habían con siderado p revia­ m ente, lo cual hace qu e esta entrevista sea m uy diferen ­ te a las entrevistas tradicion ales, do n d e la m ayoría de las asociacion es las descubre el investigador después de re­ cogidos los datos, duran te la fase del análisis. L a observació n

D e acuerdo con A tkinson, C o ffey y Delam ont (2003), la vida social es actuada y n arrada, y es necesario reco­ nocer tanto las cualidades actuadas que se pueden o b ­ servar, com o las cualidades habladas de la vida social que se obtien en a través de un relato. D e ah í qu e tan to la o bservación com o la entrevista sean instrum entos igual­ m ente im p o rtan tes a la h ora de q u erer d a r razón del m undo de vida de los grupos poblacionales investigados. M ien tras la entrevista perm ite acceder a las n arraciones qu e hacen las personas sobre la realidad b ajo estudio, la observación perm ite al investigador conocer directam en­ te el contexto en el cual tienen lugar las actuaciones de los in dividuos y, p o r lo tanto, le facilita acceder al co n o ­ cim ien to cultural de los gru p o s a p artir de registrar las acciones de las person as en su am biente cotidiano. A u n q u e d iferen tes entre sí, los d os in strum en to s com parten aspectos com unes que deben tenerse en cu en ­ ta. Si bien es cierto qu e las en trevistas in d ivid u ales o g rupales consideran solam ente la perspectiva de los su ­ jetos sin indagar p o r el contexto físico inm ediato, m ien[2 2 7 ]

tras la ob servación enfatiza este ú ltim o aspecto, la fo r­ ma que tom a la in form ación captada con uno y otro ins­ tru m en to no es tan radicalm en te d iferen te en los dos casos. D e acuerdo con los autores citados, “ un ‘evento’ en el m undo social no es algo que sucede: es algo qu e se hace que suceda. Tien e un com ienzo, una fase interm edia, y un final. Está diferen ciado de la corrien te d e actividad que lo rodea, pero la estructura del evento y la capacidad del observador de reconocerlo tom an esencialm ente una forma narrativa.” (Atkinson.Coftey y Dclam ont, 2003:108). Por lo tanto, la d istin ció n radical entre ‘eventos’ qu e se observan y descripcion es que se n arran no es tan rígida com o aparenta. A sim ism o, es evidente que para entender las form as de vida y los tipos de acción social en un contexto dado, así co m o la actuación práctica en la cotidianidad de las personas, es im prescin dible acu d ir a la o b servació n. Sin em bargo, advierten A tk in so n ,C o ffey y D elam ont (2003), tam bién es necesario reconocer que las form as de hablar -in clu yen d o narraciones de en trevista- son en sí m ism as ejem plos de acción social. Las personas hacen cosas con las p alab ras y las n arrativas. L os in d iv id u o s utilizan narraciones biográficas para ejecutar acciones sociales. A través de ellas construyen sus propias vidas y las de los otros; justifican y legitim an acciones pasadas, presentes y futuras; form ulan explicaciones; y localizan sus propias accio n es d en tro d e m arco s de referencia socialm ente co m partidos, de tal m odo que no se pueden considerar tales narracion es com o privadas. Por el con trario, refle­ jan el m arco cu ltural del cual hacen parte. En esta sección, se hará entonces énfasis en las cu a ­ lidades actuadas de la realidad social que necesita ob ser­ var el in vestigado r para resp on d er a su p ro b lem a de investigación. O bservar, con un sentido de indagación

D IA G R A M A 5.3 C O M P O N E N T E S B Á SIC O S DE U N A SITU AC IÓ N SO C IA L

portam ien to, tiem po y espacio), debe ir en riquecien do p rogresivam en te el rango de o b servació n , in cluyendo com ponentes adicionales com o p or ejem plo los objetos, los sen tim ien tos, el tipo de relaciones que establecen las personas, los objetivos que persiguen con los co m p o rta ­ m ientos, etc. En un nivel m ás detallado resulta co n ve­ niente adem ás descom poner el com portam iento en actos (acciones sim ples)»actividades (conjunto relacionado de actos) y eventos (conjunto de actividades) (ver D iagram a 5.4). Un análisis detallado sob re estrategias para o b ser­ var patron es de in teracción en situacio n es sociales se puede consultar en Lofland (1976). Para d irigir la observación de m anera eficiente, de tal m odo que pueda obtener in form ación válida y veraz, el investigador debe form ularse preguntas que lim iten el rango de estím ulos perceptuales y le perm itan focalizar su atención en los aspectos más relevantes. Las p regu n ­ tas básicas para describ ir una situación social son por ejem plo: ¿Quién es el actor?, ¿qué está haciendo?, ¿d ó n ­ de?, ¿qué está tratando d e lograr?, etc. En la Tabla 5.19

D IA G R A M A 5.4 C O M P O N E N T E S A D IC IO N A L E S DE U N A SITU A C IÓ N SO C IA L

aparece una lista de preguntas abiertas y descriptivas para indagar por cada uno d e los com pon entes de una situa­ ción social. Por ejem plo, en el estudio de T ransición D em og rá­ fica que se describirá en detalle en el capítulo octavo, una preocupación fundam ental era entender las condiciones m ateriales en las cuales las m ujeres realizaban el trabajo dom éstico y, específicam ente, la disponibilidad de recur­ sos con los qu e contaban las trabajadoras para d esarro ­ llar sus d iferen tes tareas. C o n este fin se realizaron observaciones, de las cuales se presenta la descripción re­ sum ida de un segm ento en la Tabla 5.20 especificando actor, actividad, espacio, objetos y secuencia de actos. D efinir los elem entos a observar posibilita organizar las diferentes dim ensiones que con form an una situación y adem ás perm ite entender el m odo co m o se interrelacionan los com ponentes de esa situación . La interacción se puede representar en la m atriz qu e se m uestra en la

[2 3 1 ]

TABLA 5.19 P REG U N TAS PARA C O N D U C IR LA S O B SE R V A C IO N E S

Ador:

¿Quién?

Acto:

¿Hace qué?

Personas significativas:

¿Con quién?

Relaciones:

¿En qué tipo de relación (visual, táctil, verbal, etc.)?

Contexto:

¿En qué situación?

Medio físico:

¿Dónde?

Objetos:

¿Qué tecnología y artefactos se usan?

Tiempo:

¿Cuánto tiempo dura y cuál es la secuencia de la acción?

Objetivo:

¿Qué están tratando de lograr?

Sentimientos:

¿Qué emociones y sentimientos se están expresando?

Fuente: adaptado de Spradley (1980:78).

TABLA 5.20 EJEM PLO DE UN SE G M E N T O DE O B SERV ACIÓ N "E stu d io T ra n sició n D e m o grá fica " Actor:

Mujer rural de 30 años.

Actividad:

Preparación y consumo de alimentos.

Espacio:

La cocina: es pequeña, oscura y carece de ventilación. La estufa es de carbón y es el único mueble en este espacio. Para cocinar y comer se emplea el mismo espacio.

Objetos:

La preparación de alimentos se hace con herramientas como cucharas de madera o plástico. Hay un molino manual y una olla a presión. No se observan más utensilios.

Secuencia de La mujer sirve la comida a los que van llegando. actos:

Cada persona toma la comida a horas diferentes. - El hombre desayuna solo. - La mujer come en la cocina de pie ante la estufa o sentada en el piso, cuando los otros han terminado. - Cada uno recoge su plato y lo lleva al lavaplatos pero la mujer es la responsable de lavarlos.

Fuente: Flórez, Bonilla-Castro y Echeverri (1990). Archivo de datos cualitativos.

Tabla 5.21, la cual se construye a p artir de las respuestas a los interrogantes ilustrados en la Tabla 5.19. Tipos de observaciones

U n aspecto determ inante en la planeación del tra­ bajo de cam po es d e fin ir el tipo de observación que se q u iere realizar. D ado s los req uerim ien tos de in fo rm a ­ c ió n , las o b servacio n es varían dep en d ien d o de los si­ guientes criterios: G rado en el cual se involucra el investigador. El o b ­ servador puede com penetrarse totalm ente hasta conver­ tirse en un integrante del gru p o estudiado (observación participan te total), o perm an ecer co m o espectador aje­ no a la situación (ob servación no participante). Procedim ientos em pleados p ara registrar la inform a­ ción. El o b servad o r p uede a n o tar directam en te lo que sucede a m edida que transcurren las accion es, o puede u tilizar cám aras d e v id e o para film ar las escenas m ás im portantes. Este fue el procedim ien to em pleado en el estu dio de T ransición D em ográfica m en cion ado ante­ riorm en te, para o b servar el uso del tiem po de las m u je­ res en las diferentes actividades cotidianas (ver protocolo de in fo rm ación Tabla 5.22) D uración de las observaciones. Pueden ir desde las m uy sim ples de duración lim itada (una h ora, un día), co m o en el caso de la investigación reseñada, en la cual los períod os de film ación eran de una o dos horas y es­ taban restringidos a m om entos particulares del día, hasta observaciones de largo plazo (m eses y años) com o en la investigación antropológica cuya característica principal es qu e los o b se rvad o re s co m p arten viven cialm en te la cu ltura que están exam inando. E nfoque d e la observación. El ob servad or se ap ro xi­ m a a la situación social de m anera gradual o progresiva, partiend o de observaciones abiertas-exploratorias cuyo [2 3 3 ]

TABLA 5.21 M A T R IZ DE P REG U N TAS D ESC RIP TIV AS P ARA IN T ER R ELA C IO N A R ELE M EN TO S DE O B SERV ACIÓ N

ESPACIO

OBJETOS

ACTIVIDADES

TIEMPO

ACTORES

ESPACIO

OBJETO

ACTOS

¿Puede describir en

¿De qué maneras está

¿Cuáles son todas las

¿Cuáles son todas las

detalle todos los luga­

el espacio organizado

formasen queelespa-

formas en que el espa­

res?

por los objetos?

cíoestá organizado por

do está organizado por

los actos?

las actividades?

(Dónde están locali­

¿Puede describir en

¿Cuáles son todas las

¿Cuáles son todas las

zados los objetos?

detaáe todos los ob­

formas en que se

formas en las que se

jetos?

usan los objetos en

utilizan los objetos en

losados?

las actividades?

¿Cuáles son todos los

¿Cuáles son todas las

¿Cuáles son todos los

¿Puede describir en

lugares donde se rea­

formasen que las ac­

lugares donde se rea­

detalle todas las acti­

lizan las actividades?

tividades incorporan objetos?

lizan las actividades?

vidades?

¿Dónde se observan

¿De qué formas afec­

¿Como se ubican los

¿Cómosedistrbuyen

períodos?

ta el tiempo a los

actos en los peno-

las actrvidades en los

objetos?

dos?

pen'odos?

¿Cuáles son todas las

¿Ojales son todas las

¿Cómo se involucran

¿Dónde están ubica­ dos los actores?

OBJETIVOS

SENTIMIENTOS

ACTIVIDADES

formas en que los

formas en las que los

los actores en las ac­

actores usan los ob­

actores realizan ac­

tividades?

jetos?

tos?

¿Dónde se realizan

¿Cuáles son todas las

¿Cuáles son todas las

¿Qué actividades se

los objetivos?

formas en las cuales

formas en las que los

orientan a cumplir

los objetivos incluyen

objetivos involucran

objetaos?

el uso de objetos?

actos?

¿Dónde se manifies­

¿Qué sentimientos

¿Cuáles son todas las

¿Cuáles son todas las

tan diíerentes senti­

conducen a emplear

formas en las que los

forros en las que los

mientos?

cuáles objetos?

sentimientos afectan losados?

sentimientos afectan las actividades?

(continúa)

TABLA 5.21 (continuación)

EVENTOS

TIEMPO

ACTORES

OBJETIVOS

SENTIMIENTOS

¿Cuáles son todas las

¿Qué cambios espacia­

¿Cuáles son todas las

¿Cuáte son todas las

¿Qué lugares están

formas en que el espa­ cio está organizado por

les ocurren en el tiem­

formas como los acto­

formas como se rela­

asocados con los sen­

po?

res usan el espacio?

cionan los objetivos

timientos?

los eventos?

con el espacio?

¿Cuáles son todas las

¿Cómo se utilizan los

¿Cuáles son todas las

¿Cómo se utilizan los

¿Cuáles sen todas las

formas en las que se

objetos en los dife­

formas como los ac­

objetos para cumplir

formas como los ob-

utitaan k>5objetos en

rentes momentos?

tores usan los obje­

los objetivos?

|etos evocan senti­

los eventos?

tos?

mientos’

¿Cuáles son todas las

¿Cómo varían las ac-

¿Cuáles son todas las

¿Cuáles son todas las

¿Cómo las activida­

fotmas en las que las

trvKlades en d tiem­

formas como las ac­

formas como las ac­

des involucran senti­

actividades forman

po?

tividades involucran

tividades involucran

mientos’

actores?

objetaos?

parte de los eventos?

¿Cómosedstrtxiyen

¿Puede descnbr en

¿En qué momentos

¿Cómo se relacionan

los eventos en los

delate todos los pe­

aparecen los actores?

los objetivos con los

periodos?

riodos?

¿Cómo se involucran

¿Cómo se cambian

¿Puede describir en

¿Qué actores se aso­

¿Cuáles son los senti­

los actores en los

los actores en el

detalle todos los ac-

cian con qué objeti­

mientos expresados

eventos’

tiempo, o en diferen­

tonjs?

vos?

por los actores?

¿Cuáles sen todas las

¿Cuándo se evocan sentimientos?

períodos?

tes momentos?

¿Cómo se reladonan

¿Qué objetaos están

¿Cómo afectan los

¿Puede descnbr en

los eventos?

estableados en qué

Oferentes objetivos a

detalle todos los ob­

formas en las que los

períodos?

los actores?

jetivos?

objetivos evocan sen­ timientos?

¿Cuáles son todas las

¿Cómo se relacionan

¿Cuáles son todos los

¿De qué formas los

¿Puede describir en

formas en las que los

los sentimientos con

sentimientos expresa­

sentimientos influyen

detalle todos tos sen­

sentimientos afectan

los diferentes perío­

dos por los actores?

a los objetivos?

timientos?

los eventos?

dos?

Fuente: Traducido y adaptado de Spradley (1980:82). [235]

D IA G R A M A 5.5 N IV E LES D E O B SE R V A C IÓ N

Observaciones cníocadas

Observaciones selectivas

_________ I

Fuente: Spradley ( 1980:34)

El registro de la observación

Los registros observacionales consisten en notas de cam po, grabaciones, fotos, objetos, o cualquier elem en­ to que docum ente la situación social estudiada. Es aco n ­ sejable d iseñ ar con antelación p rotocolos o guías de observación que delim iten el tiem po y las unidades a ob-

TABLA 5.23 H A B ILID A D E S DEL O B SER V A D O R CIENTÍFICO Capacidad de concentración durante las observaciones. Saber escribir descriptivamente evitando interpretar la situación observada. Diferenciar entre detalles importantes y triviales. Ser capaz de enfocar la atención selectivamente para hacer explícitos los pro­ cesos que normalmente pasan desapercibidos para el común de la gente.

Poder enfocarse en los detalles sin perder la perspectiva global de la situación observada. Experimentar subjetivamente la situación y al tiempo desempeñarse como es­ pectador objetivo de la misma. Refinar la capacidad de introspección para poder entender mejor las reglas que organizan un contexto cultural determinado. Saber cómo registrar tanto las observaciones objetivas como sus apreciaciones subjetivas.

[23 7 ]

TABLA 5.24 PROTOCOLO DE O B SERV ACIÓ N E STU DIO SO C IO E C O N Ó M IC O DE LA M A L A R IA Casa # __________________________________ lo calidad____________________ Jefe de h o g ar__________________________________________________________

Fecha___________________________ Hora___________________________ Observador______________________________

Instrucciones. A continuación aparece una lista de aspectos que usted debe observar y registrar durante su visita a los hogares que se le han asignado. Consigne sus observaciones en las hojas anexas incluyendo cualquier conver­ sación que mantenga con la persona que lo reciba. 1 . CONDICIONES DOMICILIARIAS Y PERIODOMICILIARIAS a. Paredes, puertas, techo, ventanas* habitaciones b. Estado del terreno sobre el que está construida c. Estado de las acequias d. Área circundante (monte, rio, carretera, etc.) 2 . MEDIDAS PREVENTIVAS a. Uso de toldillo (material, modo de colocarlo, protección que ofrece, etc.) b. Protección paredes y ventanas (cubiertas con papel, anjeo, etc.) c. Tratamiento de acequias (cómo lo hacen) d. Secado de charcos e. Fumigación f. Tratamiento de basuras g. Tratamiento del agua (¿los tanques de almacenamiento están tapados?, recipientes o latas con aguas estancadas, etc.) 3 . HÁBITOS a. ¿Dónde estudian los jóvenes? b. ¿Dónde juegan los niños? c. ¿A qué hora salen? d. ¿A qué hora se levantan? e. ¿Animales domésticos en el domicilio? f. ¿Qué lugares emplean como baño?

e in terp retar la in fo rm ac ió n qu e está recogien do. Un buen d iario de cam po es un recurso in sustituible para captar la lógica subyacente a los datos y com pen etrarse con la situación estudiada según lo que se pro po n e en el siguiente capítulo. D esafortunadam ente el d iario de [2 3 9 ]

TABLA 5.25 REG ISTRO ESCRITO DE LAS O B SE R V A C IO N E S En el proceso de escribir las notas de campo referidas a la observación se reco­ mienda: - Identificar a la persona que habla para evitar refrasear y malinterpretar lo que dicen los informantes. - Registrar las palabras tal y como son expresadas evitando traducirlas al voca­ bulario del investigador. - Utilizar un lenguaje concreto para describir las observaciones. Las notas de cam­ po deben ser expandidas e ilustradas con detalles específicos.

cam po es una herram ien ta de trab ajo que los investiga­ d ores utilizan cada vez m en os, a p esar de qu e puede constituir una verdadera radiografía del proceso de re­ colección y co n trib u ir a afin ar su capacidad analítica del problem a. S ín t e s is

En este capítu lo se han expu esto tres de los in stru­ m entos m ás frecuentem ente em pleados en la recolección de datos cualitativos: la entrevista in dividual, en trevis­ tas a grupos focales y la observación en espacios cu ltu ­ rales específicos. O tras fuentes posibles d e in form ación cualitativa son los archivos, el m aterial d e prensa, regis­ tros b iográficos y autobiográficos, recursos audiovisuales com o películas o videos, m aterial fotográfico, etc. Se le ha dado un énfasis especial a las entrevistas y a la o b servació n po r dos razones prin cipales. En prim er lugar, porqu e posibilitan establecer una relación inter­ personal y un a co m u nicació n cara a cara entre el inves­ tigador y los sujetos estudiados, aspectos determ inantes de la investigación cualitativa, tal com o se explicó en el capítulo tercero de este libro. En segundo lugar, porqu e son instrum entos ágiles que perm iten in dagar en poco tiem po los aspectos más

relevantes del problem a investigado, con la ventaja ad i­ cio n al d e q u e e l investigador p u ed e chequear sobre la m archa la calid ad y la validez de la inform ación recolec­ tadas, y p o r lo tanto p uede revisar y reorientar el proceso en la dirección correcta, si se detectan vacíos o deficiencias en los datos. Lo anterior tiene im plicaciones positivas no sólo en térm inos de reducir los costos de las investiga­ cion es, sino tam bién en el sentido de perm itir generar in fo rm ació n o p o rtu n a para to m ar decisiones que den respuesta en el corto plazo, a los problem as sociales, los cuales deben ser descritos o diagnosticados con m iras a su solución. En el siguiente capítu lo se explican en detalle algu­ nos procedim ientos para organizar, analizar, interpretar y validar la in form ación cualitativa, de tal m odo que ésta se con vierta en un ‘pro ducto ’ útil, tanto en térm in os de la generación de un conocim ien to científico, com o en su capacidad para in cidir efectivam ente en las situaciones sociales que analiza.

[2 4 1 ]

CAPÍTULO

6

M anejo de los datos cualitativos

C o m o se explicó en el capítu lo qu in to, el proceso de in ­ vestigación cualitativa no sigue una dirección lineal en la que cada fase cu lm in a antes de iniciarse la siguiente. En este tipo de abordaje, la o rgan ización, el análisis, la interpretación y la validación de los datos no se conciben co m o etapas exdu yen tes sino co m o actividades interrelacionadas que realiza el investigador de m anera continua, a m edida que se com pen etra con la situación estudiada (ver D iagram a 4.1, C ap ítu lo 4). N o obstante, con el fin de presentar la exposición de m anera ordenada, a con tin u ación se analizan po r sepa­ rado los procedim ientos relativos a la organización de los datos, al análisis, a la in terpretación y a la validación de la in form ación. La organización durante la recolección de los datos

O rgan izar los datos duran te la recolección sign ifi­ ca, ante todo, hacer explícita la lógica subyacente a estos, de tal m o d o qu e no quedan ‘ fuera del co n tro l’ del inves­ tigador, quien deberá evaluar periód icam en te los vacíos en la in form ación y gen erar las estrategias para co m p le­ tarla y garantizar su validez. C o m o se m encionó anterior­ m ente, el d iario de cam po puede ser un recurso clave que

[24 3 ]

perm ita al in vestigador tener d o m in io del p roceso de indagación científica. C o n el fin de agilizar el m anejo y la revisión de los datos duran te el trab ajo d e cam po, es recom endable ela­ b o rar protocolos qu e resum an las actividades realizadas en cada visita, en los cuales se especifican aspectos com o los siguientes: personas, situacion es o eventos iden tifi­ cados; principales tem as que fueron explorados; pregun ­ tas que quedaron sin respon der; form ulación de nuevas hipótesis, etc. En las Tablas 6.1 y 6.2 se presentan m odelos de p ro ­ tocolos para o b servaciones, entrevistas y docum en tos. Una copia de estas h ojas debe identificar cada paquete de notas correspon dien tes a tem as específicos, al trab a­ jo de cam po d iario o a etapas de la recolección. Los protocolos hacen posible ir decantan do los d a ­ tos sin perder inform ación y archivarlos de un m odo que sean m anejables. D e este m odo , al co n clu ir el tiem po destinado a la recolección, el investigador ya tiene p a r­ cialm ente organ izad a, analizada y validada la in fo rm a ­ ción. Sin esta labor de chequeo periódico, el investigador

TABLA 6.1 M O D E L O HOJA R E S U M E N DE S A L ID A DE C A M P O

Tipo de contacto

Lugar

Fecha

Fecha codificación

Entrevista grupo Entrevista individual

1.

Principales temas identificados

2.

Preguntas de investigación que se respondieron

3.

¿Qué información no se logró recoger?

4.

¿Nuevas hipótesis? Supuestos

5.

Otras aspectos importantes que deben registrarse

6.

Actividades para la próxima visita

TAB LA 6.2 M O D E L O HOJA R E S U M E N D O C U M E N T O No. documento _________________________ Fecha de revisión _______________________ Lugar del cual se t o m ó __________________ 1. Nombre o descripción del documento 2. ¿Con qué eventos o hechos se relaciona? 3. ¿Cuál es la importancia del documento? 4. Breve resumen del contenido

no p o dría tener la certeza acerca d e la cabalidad e in te­ g rid ad de cada gru p o de datos y po r lo tanto no podría d ar po r term inada la fase de recolección. La organización de los datos en esta etapa term ina con la conversión de toda la in fo rm ación recolectada en form a de m aterial escrito, el cual contiene la trascripción detallada de las entrevistas, las ob servaciones, las notas de cam po y los resúm enes de d ocu m en tos. El con jun to de esta in form ació n transcrita constituye el un iverso de análisis a p artir del cual el investigador com ienza la eta­ pa de codificación y categorización inductiva, cu yo fin es reducir el volum en de datos, o rden án dolos en torn o a patrones de respuesta que reflejen los prin cipales p a ­ rám etros culturales qu e estructuran el conocim ien to del g ru p o estudiado. C om o se analiza más adelante, en la fase de cod ificación , los procesos de organ ización y análisis se retroalim entan perm anentem ente. Trascripción de la in form ación 24

Las trascripcion es de los datos verbales o a u d io v i­ suales son un com ponente fundam ental en el proceso del 25. Por consid erarlas altam ente pertinentes, esta sección se ha elaborad o principalm ente a partir de las reflexiones de Judith Lapadath en su artícu lo “ Problcm atizingTranscription:

[24 5 ]

el investigador espera d ar n oción de la realidad bajo es­ tudio. D esde antes de in iciar la trascripción de datos tex­ tuales, el investigador debe to m ar decision es com o las siguientes: ¿D ebe trascribirse todo independientem ente de su pertinencia, o hay que seleccionar lo m ás relevante? ¿Q ué tanta in fo rm ació n n o verbal se va a registrar? ¿Se deben in cluir por ejem plo risa, suspiros, toses, in terru p ­ ciones, pausas? ¿Qué hacer con los segm entos inaudibles? ¿C ó m o identificar conversaciones q u e se superponen? ¿C ó m o identificar la in fo rm ació n no verbal en el texto para d iferen ciarla del habla? ¿Hn qué lu gar de la h oja ubicarla? Decisiones sim ilares hay que tom ar para el caso de datos audiovisuales. Al trascribir po r ejem plo m ate­ rial televisivo, hay qu e tom ar decisiones sobre có m o des­ crib ir las im ágenes visuales, si se incluyen o n o pausas y vacilacion es en el habla, có m o describir efectos especia­ les co m o luces o m úsica, etc. C o m o se in dicó en el capítu lo anterior, dada la n a­ turaleza m ism a de la in form ación cualitativa, la cantidad de d atos reco lectado s es a b ru m ad o ra y n o todo s son pertinentes para los objetivos del estudio. Por esta razón, d ecidir cuál in form ación verbal y n o verbal incluir y cuál excluir es crucial para hacer viable el análisis de los datos. La trascripción es el p rim e r paso para d epurar la in fo r­ m ació n , seleccion an do cu idado sam en te los datos m ás relevantes qu e reflejen los propósitos del investigador. El reto estriba en reducir los datos selectivam ente, preser­ vando su potencial para hacer interpretaciones valiosas, pero cu id an d o de que la selectividad n o sea ni im plícita ni azarosa. C ada decisión sobre qué in cluir y qu é excluir en la trascripción debe fun dam en tarse, dejan do por es­ crito las razones de tal decisión. D e este m odo, el inves­ tigador puede garantizar consistencia a lo largo de todas

[2 4 7 ]

las trascripcion es bien sea que el trab ajo esté a su cargo o en m anos de asistentes. La calidad del análisis cualitativo depende en b u e ­ na m edida de la calidad de la trascripción de los datos y esta, a su vez, depende de la calidad de los datos recolec­ tados. D e ahí la im portan cia de tener en cuenta las s i­ guientes con sideracion es gen erales para m a xim iz ar la calidad y p or lo tanto la utilidad de la trascripción: • Asegurar grabaciones de alta calidad. Es im p o r­ tante contar con excelentes eq uipo s de audio y video, m icrófo n o s adecuados para cada tipo de situación , un m anejo experto de los aparatos, reducir el ruido de fo n do y, cu an d o se em plean cám aras de video, estar atento a las decision es que se tom an duran te la grabació n (¿A quiénes se incluye y p o r qué? ¿Cuál es la razón para rea­ lizar un cam b io súbito de plano? ¿Por qué dete­ nerse en algún gesto en particular?, etc). • D ecidir qué trascribir, dependiendo de los objeti­ vos del estudio. Si el con ten ido de la in form ación es m ás im portan te qu e el proceso o la in fo rm a ­ ció n n o verb al, se p u ed e p o r eje m p lo d ecid ir trascrib ir sólo la parte de las respuestas que se relacionan con los tem as específicos de la en tre­ vista, registrar la in form ación no verbal m ás re­ levante y elab orar resúm enes de los com entarios “ sueltos” que hacen parte de la conversación pero no son tan pertinentes para el tem a en cuestión.

26. Por ejem plo, m icrófon os de solapa para entrevistas perso­ nales, m icrófon os inalám bricos para el caso de estudios con niños que se están m oviendo m ientras hablan, m icrófonos que registren en diferentes direcciones para entrevistas a gru pos focales, etc.

adelante. El segundo nivel se refiere al análisis de la in ­ form ación en fun ción de las preguntas y los objetivos de la investigación; y el tercero a la identificación de p a tro ­ nes culturales, los cuales orientan el ejercicio de interpre­ tación de los datos cualitativos. D e acuerdo con Kelle (1997), la categorización de inform ación textual es un proceso cognitivo com plejo en el qu e el investigador está perm anentem ente tom ando decisiones qu e van a d eterm in ar el reorden am ien to de los datos y po r ende su utilidad para el análisis final. Los códigos que se asignan a su bcon jun tos de textos no re­ presentan hechos en sí m ism os, sino “ perspectivas” del investigador, las cuales son m u y tentativas al com ienzo de la catego rizació n . D ich o p roceso no es una lab o r m ecánica. Por el co n trario es allí, en la design ación de un cód igo a un texto, don de el investigador com ienza a identificar posibles relaciones entre los datos, em ergen ­ cia de patron es, con tradiccion es, explicacion es p lau si­ bles, etc. Segu ir la pista a cada un a de estas ideas es una lab o r dispendiosa pero invaluable, la cual se está ag ili­ zando en la actu alidad gracias a los p ro gram as de co m ­ p utad or para el análisis de datos cualitativos. C o m o se revisará en detalle al final de este capítu lo, algu nos de estos p ro gram as perm iten ir escribiendo ayudas de m e­ m oria sobre cada una d e las ideas que van surgien do en torn o a los datos, a m edida qu e son caracterizados y co ­ dificados. Tales ayu das de m em o ria pueden ir un idas a los textos codificados, a la lista de códigos o a otros m e­ m os, lo cual perm ite tener una visió n m uy continua del tipo de razonam ientos a los cuales va dan do lugar el p ro ­ ceso de codificación. La categorización se inicia defin ien do la unidad de análisis a p artir de la cual descom pon er la in form ación. Si bien algunos estudios pueden requerir llegar al detalle de elegir co m o un idad de análisis palabras por separado,

es m ás conveniente seleccion ar expresiones o proposicio­ nes referidas a los temas del estudio, d ad o que esta u n i­ dad p erm ite no perder de vista el con ten ido origin al. En el caso de m aterial audio visu al, la decisión sobre cuál va a ser la unidad de análisis debe tom arse desde antes de com en zar la trascripción de las im ágenes. Si se está a n a ­ lizando m aterial televisivo puede decidirse, p o r ejem plo, qu e la unidad de análisis será cada tom a de la cám ara en la que aparezca inform ación relevante para el objetivo del estudio. C ada tom a en cuestión deberá ser descrita tan ­ to en térm in os del m aterial verbal com o de la in fo rm a ­ ció n visual relevante (trascripcion es estas que se hacen usualm ente a dos colum n as). Posteriorm ente, a cada to ­ m a deberá asign ársele el có d ig o co rre sp o n d ie n te a la categoría a la cual pertenezca, de una m anera sim ilar a co m o se procede con la in form ación verbal-textual (R o ­ se, 2000). La categorización puede realizarse de una m anera d eductiva, inductiva o abductiva. En el prim er caso, las categorías descriptivas se derivan de las variables conte­ nidas en las hipótesis y son un reflejo directo de la teo­ ría y del problem a b ajo estudio. Este es el procedim iento seguido en el análisis de con ten ido convencional, cuyo o b jetivo fin al es cu an tifica r los datos cu alitativo s con m iras a generalizar los resultados estadísticos calculados a p artir d e ellos .

28. F.n la form a com o se ha em pleado convencionalm ente, el análisis de contenido es un m étodo para estudiar las com u n i­ caciones de una m anera sistemática, objetiva y cuantitativa, que perm ite m edir las variables estim ando la frecuencia de respues­ tas (palabras o frases relativas a los tem as estudiados). En p o ­ tencia, según K erlinger(i983) tod os los m ateriales escritos pueden ser cu antifícados asignando núm eros de m anera n o ­ m inal (contando el núm ero de tem as qu e caen en cada cate­ goría) u ordinal (ordenando las respuestas p o r rangos).

[2 5 3 ]

En el segundo caso, las categorías ‘em ergen ’ to tal­ m ente de los datos con base en el exam en de los patrones y las recurrencias presentes en ellos. La categorización inductiva no tiene co m o fin reflejar la teoría sino el m ar­ co de referencia cultural del gru p o estudiado y con sti­ tuye el fun dam en to de la investigación etnográfica*9. Una tercera form a de razonam iento que puede guiar la con strucción de categorías es la inferencia abductiva. Kelle (1997), analiza este tipo de inferencia en co m p ara­ ción con la in ducción . D e acuerdo con este autor, en la inducción cualitativa, un fenóm en o es descrito (o exp li­ cado) in cluyén dolo dentro de una categoría o regla que ya existe. En otras palabras, aun que la categoría em erja de los datos y n o de una teoría, dicha categoría es de a l­ gún m odo fam iliar al investigador, n o con tradice la v i­ sión de la realidad que con oce o la que está estudiando. Por el co n tra rio , la in feren cia a bd u ctiva se basa en el descubrim iento de eventos anó m alos o sorpresivos para los cuales hay qu e crear conceptos o reglas desconocidas hasta ese m om ento. La inferencia abductiva requiere que

29. F.l principal exponente de esta m etodología es Sprad ley ( 1979 .19 8 0 ) . En sus trabajos ya clásicos, “ Participant Observation” y “ T he Ethnographic Interview ”, el autor presenta en detalle las m etodologías de análisis de dom inio taxonóm ico y com ponencial, los cuales perm iten identificar categorías a par­ tir de los propios datos lingüísticos recolectados. El análisis de dom inio descom pone la inform ación en unidades descriptivas m ínim as (palabras o térm inos) y los agrupa por sim ilaridad en categorías conceptuales sim ples. F.I análisis taxonómico se concentra en la estructura interna de algunos dom in ios iden­ tificando todos los posibles subconjuntos presentes en ellos, con m iras a generar clasificaciones exhaustivas qu e perm itan conocer en profundidad la dinám ica de los com portam ientos cotidianos. El análisis com ponencial se concentra en el análisis de las diferencias o contrastes entre categorías. Una presenta­ ción m inuciosa de estas m etodologías puede consultarse en las fuentes citadas.

el investigador se vea en la tarea de revisar, m odificar y, en ocasiones, aban do n ar creencias, prejuicios y preconcepciones teóricas en relación con el evento en cuestión. En la inferencia abductiva se com b in an de una m anera creativa hechos nuevos e interesantes con con o cim ien ­ to teórico p r e v i o '. E l análisis reflexivo de investigaciones cualitativas recientes, y en particular de las que se reseñan en la tercera parte de este libro, perm ite plan tear la conveniencia de integrar elem entos de los tres procedim ien tos descritos anteriorm ente. Es decir, p artir de unas categorías tenta­ tivas fundam entadas en el m arco conceptuadlas pregun­ tas de investigación, los supuestos, las áreas problem as o los tem as claves del estudio (categorías deductivas), y p o sterio rm en te, con b ase en la revisió n cu id ad o sa de todo el m aterial, identificar aquellas categorías que em er­ gen d e los m ism os datos bien sea de m anera inductiva o abductiva. E n el estudio sobre los efectos socioecon óm icos de la m alaria, p o r eje m p lo , la in fo rm ac ió n cu alitativa se o rd en ó in icialm en te en o ch o sub co n jun to s de datos o categorías, derivadas de las preguntas con signadas en la guía de entrevista y los protocolos de o b servación. Las respuestas relativas a cada tema se agruparon identifican­ d o las fuentes de in form ació n y se orden aron por co m ­ putad or en m atrices, com o la que aparece en la Tabla 6.3. En este nivel de categorización se procedió d e m anera d eductiva. P osteriorm ente, la lectura detallada de los datos or-

30. Para que el investigador pueda captar esta “ dim ensión des­ conocida y no prevista” debe estar bien entrenado, proceder de m anera sistem ática y estar atento al surgim iento de d im ensio­ nes nuevas del fenóm eno estudiado, para no descartarlas com o si fueran espurias, en tanto no responden a lo “ esperado” en el proyecto de investigación. [2 5 5]

TABLA 6.3 P R IM E R A C ATEG O R IZAC IÓ N IN F O R M A C IÓ N G RU PO S FO CALES (Esquem a de matriz) CATEGORÍAS

FUENTES

INICIALES (Deductivas)

Grupo 1

Grupo 2

Grupo 3

Grupo A

Concepto salud-enfermedad Cuidado del enfermo Costos-cuidado Conocimiento paludismo Tratamiento Prevención Condiciones intradomiciliarias Condiciones periodomiciliarias

denados en estas m atrices, p erm itió detectar patrones im p lícitos, no tan evid en tes a sim p le v ista, los cuales sugerían la con strucción de nuevas categorías descrip ti­ vas para analizar la in form ació n de m anera m ás p reci­ sa. En este caso se procedió inductivam ente. Por ejem plo al analizar los datos agrupados b ajo la categoría ‘con cep­ to salud-enferm edad’ (prim era fila de la Tabla 6.3), se ob ­ servó que las respuestas hacían referencia a tem as tan variado s com o los siguientes: requisitos para tener b u e ­ na salud, causas de las en ferm edades, prevención de las en ferm edades, etc., y p o r lo tanto, la in fo rm ació n debía d escom p o n erse en u n idades m ás sim p les, a p a rtir de

TABLA 6.4 C ATEG O R ÍA SA L U D -E N F E R M E D A D

CATEGORÍA DEDUCTIVA

PROPOSICIONESAGRUPADAS PORTEMAS

Concepto Saludenfermedad

- La salud depende de la tranquilidad - Laalimentación influye. Si unose ali­ menta mal, se enferma • Hay que ir donde el médico - El aseo de la casa es importante para mantener salud

CATEGORIAS INDUCTIVAS

COOIGOS

Requisitos para tener salud

REO-MI

- A la gente no le gusta ir donde el médico

Actitudes hacia la medianaconvenoonal

A£T-M£0

- Los niños se enferman porque los dejan solos - Unose enferma por andar por la calle

Causas enfermedad

CAUSAS

- La salud es lo más necesario - Con salud uno puede trabajar

Definición salud

D€f*5M

- Hayque cuidarse en el monte de las culebras - Los alimentos deben quedar bien cocidos - Lavar bien la loza y la ropa para no coger infecciones

Prevención

PREV

Sentimiento Enferme­

«NI-ESf

- Cuando me enfermé no podía hacer nada; pensé morirme

dad

- Uno se siente angustiado porque no puede trabajar y no tiene plata • Uno enfermo se siente acomplejado • Uno enfermo se siente preocupado • Cuando uno está sano se siente alegre - M i esposa se angustió mucho cuando me enfermé

Fuente: Bonilla-Castro ef al. (1991). Archivo de datos cualitativos.

[257]

TABLA 6.5 C A T EG O R ÍA S Y C Ó D IG O S P ARA EL A N Á L IS IS CUALITATIVO E stud io M alaria

CATEGORÍAS

CÓDIGOS

1

Concepto general de salud-enfermedad

SAL-Etf

2

Causas-enfermedad

CAUS-íNF

3

Actividades no realizadas cuando hay enfermos

IMCAP

4

Reemplazo

REEM

5

Cuidado

CIAD

6

Redes familiares

RfD-FAM

7

Sentimiento ante enfermedad propia y de otros miembros

SENHMF

8

Sentimiento ante la muerte

SENT-MUCR

9

Experiencia pasada sobre el paludismo

M -m

10

Conocimiento sobre el paludismo

coN-toi

11

Síntomas

SINT

12

Causas paludismo

caus-pal

13

Señales para reconocer el paludismo

SKW-PW

14

Automedicación

AUTOM

15

Cura

CUR

16

Percepción efectividad cura

ÍF-CUR

17

Percepción curación

PERC-CUK

18

Secuelas

SK

19

Lugar donde se enferma más la gente

UMHNF

20

Población que más se enferma

POBI

21

Período en el que se enferma más la gente

TlfMP

22

Cómo se afecta el hogar cuando hay enfermos de malaria

IMPAC

23

Prevención

PR£v

24

Percepción, efectividad, medidas preventivas

PÍR-PflEV

25

Percepción sobre labor del

SEM

26

Patrones de comportamiento en la familia

PM-WM

27

Comportamiento infantil

CPTO-ltf

28

Impresiones sobre los habitantes

IMPR

29

Manejo del tiempo

man-t

30

Consumo

cons

31

Descripción general viviendas (intra y periodomicilio)

VM

32

Particularidades algunas ocupaciones

OCllP

33

Relación con la comunidad

COMUN

34

Participación comunitaria

PAR-COM

35

Problemas de la comunidad

PflOfl-COM

36

Creencias sobre las mujeres

CR-MU

37

Creencias sobre hombres

CR-HOM

38

Creencias sobre enfermedades

CR-CNF

39

Creencias sobre la muerte

CR-MUER

40

Costumbres otras enfermedades

COS-ÍMF

41

Costumbres sobre la muerte

COS-MUER

42

Costumbres sobre expresión de sentimientos

cos-sent

43

Costumbres sobre el vestido

COS-VÍS

44

Costumbres sobre bautizos

cos-wu

sem

Fuente: Bonilla-Castro e f al. { 19 9 1) . Archivo de datos cualitativos.

categorías inductivas que ordenaran de una m anera más detallada los datos, co m o se o bserva en la Tabla 6.4. En este estu d io particu lar, el a n álisis in ductivo p e rm itió gen erar a p artir de las och o categorías deductivas in icia­ les 44 categorías inductivas, las cuales se presentan en la Tabla 6.5 con sus códigos correspondientes. C uan do la codificación se realiza con la ayuda de un p ro gram a de co m p u tad o r para m anejo de datos cu ali­ tativos, los códigos no solam ente in dican la categoría a la cual pertenece el texto sino tam bién la ubicación del p á rrafo o la frase d en tro de la trascrip ció n glob al (el núm ero de la línea). Los códigos se alm acenan jun to con la ubicación o dirección de los textos correspondientes, de tal form a que con el n om b re del código el investiga­ d o r puede localizar toda la in fo rm ación posible perte­ neciente a un tópico en particular. D ichos program as no solam ente perm iten u n ir códigos a textos; algu nos p o ­ sibilitan crear vínculos entre un código y otro. Cuan do se com ienza a fraccio n ar la in form ación , es usual qu e el investigador se en cuentre con textos que, aun que perte­ necen a una categoría ya defin ida, se insinúan com o de un nivel diferente que obliga a crear una subcategoría. Los program as de com pu tado r m ás avanzados, com o los qu e se presentan al final de este capítu lo , p erm iten la inclusión de un código dentro de uno m ás general, o la su b d ivisión de un código en varias subcategorías m ás refinadas. A sim ism o, estos p ro gram as proveen ayudas para graficar jerarq u ías de códigos e in cluso para visu a ­ lizar redes de códigos en form a de cadenas o circuitos m ás co m plejos (Kelle, 1997). Sin em bargo, co m o se deduce d e lo expu esto en los apartes anteriores, asignar códigos a la in form ación cu a ­ litativa no es un procedim ien to m ecán ico o rutin ario, co m o puede ser el asign ar n úm eros a un co n ju n to de variables en el caso de los datos cuantitativos. El ejercicio [259]

de n o m in ar conjuntos de datos cualitativos dem anda un proceso de análisis qu e im plica: • Identificar los elem entos esencialm ente co m u ­ nes a ellos (no siem pre explícitos); • C rear subconjuntos de datos de tal m odo que los elem entos de uno no pertenezcan a o tro; y • ‘C o n stru ir’ un concepto qu e designe lo m ás fiel­ m ente posible su pertenencia a esa categoría. En la Tabla 6.6 se proponen algunas sugerencias para convertir de m anera inductiva, datos cualitativos en ca­ tegorías descriptivas y en la Tabla 6.7 se presenta una lista con tipos de códigos que pueden servir co m o guía de acuerdo con las características de la in fo rm ació n reco­ gida. Es im p o rta n te reco rd ar qu e la catego rizació n o codificación debe iniciarse tan pronto se tengan los p ri­ m eros datos en form a de textos escritos, duran te la eta­ pa d e reco lección y n un ca dejarla para el fin al. C rear códigos antes de cada nueva salida de cam p o le facilita al investigador ir en focan do su atención hacia los aspec­ tos m ás relevantes de la situación estu d iad a, según el análisis de los datos recogidos en las etapas anteriores. A sí m ism o, le va in dican do cuáles categorías son irrele­ vantes, cuáles son definitivas y cuál es su grad o de sign i­ ficación para recon stru ir la n orm atividad cultural de la situación estudiada. A nálisis de los datos cualitativos

Una vez categorizada y codificada la in form ación, es decir, fraccio n ad a en sus co m po n en tes m ás sim ples y o rgan izad a en los arch ivos correspon dien tes, se in icia una labor de recom posición de los datos, seleccionando las categ orías m ás relevan tes para d ar respuesta a las prin cipales preguntas y objetivos del estudio. La in fo r­ m ación contenida en cada categoría se analiza, es decir,

D IA G R A M A 6.2 A R C H IV O DE DATOS C O D IF IC A D O S

vos con el cód igo correspondiente. El p ro gram a arroja listas de textos im presos clasificados según estos códigos. El análisis se hace a p artir de estas listas im presas, en las cuales deben estar especificadas las fuentes de in fo rm a ­ ció n (sujetos según edad, sexo, ed u cació n o cu alqu ier variable relevante con base en la cual se hayan seleccio­ nad o los inform antes). El análisis cualitativo requiere que el investigador se sum erja en los datos agrupado s en cada categoría y los lea rep etid am en te, en fo cán d o se en los o b jetivo s y las preguntas a responder. El análisis de los datos cualitativos no es una lab or qu e pueda delegarse en nadie, es respon ­ sabilidad absoluta del investigador en tanto el sentido qu e logre sacar a los m ism os depende del m arco analíti­ co con el qu e ha co n ducido la búsqueda de la in fo rm a ­ ción . Es en el análisis cualitativo donde las habilidades cogn itivas del investigador se ponen a prueba en tanto no se cuentan con instrucciones escritas ni fo rm ulas es­ tablecidas que lo guíen. Sin em bargo, es posible em plear algunos recursos que faciliten el proceso de orden ar los datos para visualizarlos y poder así analizarlos con m i­ ras a su interpretación. A lgun os de estos recursos se ex ­ ponen a con tin uación . [26 3 ]

i.

Listas d e conteo. Consisten en seleccionar todas las

respuestas d adas a un tema y o rden arlas, con tan d o el núm ero de veces qu e se repiten. El objetivo de esta téc­ nica no es deducir porcentajes o establecer una m agn i­ tud, sino organ izar las respuestas jerárquicam ente, de tal m odo qu e se puedan excluir aquellas que aparezcan ais­ ladas. En la Tabla 6.8 aparece un ejem plo de estas listas.

TABLA 6.8 S ÍN T O M A S D E M A L A R IA REPO RTADO S C O N M A S FR EC U EN C IA 1.

Dolor de cabeza

2.

Fiebre

3.

Frió

4.

Dolor en las articulaciones y los músculos

5.

Escalofríos

6.

Mareos

7.

Vómitos

8.

Diarrea

9.

Dolor de oído

10. Dolor en el hígado 11.

Inflamación del estómago

2. Taxonomías. Son clasificaciones m ás detalladas de la in fo rm ació n con ten ida en las subcategorías. Sirven para visualizar los datos y para com en zar a detectar re­ laciones entre ellos. En el D iagram a 6.3 se presenta una taxon om ía que o rdena las respuestas referidas a los tra ­ tam ientos qu e em plean las person as para con fro n tar la m alaria. 3. R edes causales o cadenas lógicas d e evidencias. Son otro recurso gráfico para analizar relaciones entre co n ­ ju n to s de respuestas y para detectar la racionalidad su b ­ yacente a la d in ám ica de los co m po rtam iento s referidos a alguna situación particular. Por ejem plo, un supuesto del m odelo de incidencia presentado en el D iagram a 6.1, m u estra qu e los co m p o rtam ie n to s realizados p o r las

D IA G R A M A 6.3 T A X O N O M ÍA DE TR ATAM IEN T O S PARA LA M A L A R IA

p erson as para preven ir o cu rar la en ferm edad de m odo efectivo dependen, en parte, de su habilidad para reco­ n o cerla, es decir, para d etectar las señales correctas y aceptarlas co m o in dicios de la enferm edad. En la Tabla 6.9 se presenta un resum en de la in form ació n archivada en la subcategoría ‘ recon ocim ien to de la en ferm edad’, a p artir de la cual se constituyó la cadena de co m p o rta ­ m ientos que aparece en el D iagram a 6.4. C o m o se puede o bservar, los térm in os de la cadena no son propiam en te

TABLA 6.9 R E C O N O C IM IEN T O E N F E R M E D A D (Fragm ento-resum en) "A veces uno se siente con fiebre o dolor de cabeza y se toma una Aspirina, o una Novalgina o un Mejoral. Yo no fui al médko y con eso se me pasó. Si me vuelve la fiebre tomo lo que me sirvió la primera vez, si no me calma debo ir al puesto de salud a que me tomen la muestra de sangre porque puede ser palu­ dismo. A veces uno toma Aralen (droga antimalárica) y si se calma es que era paludismo pero después vuelve la fiebre y tiene uno que ir al puesto de salud ( ...) Cuando uno está en el monte y se enferma, se entretiene tomando una pas­ tilla a ver si le pasa y si no hay que bajar al puesto de salud (...) Cuando se sien­ te fiebre se toma la pastilla para sudar y si no es paludismo, enseguida se quita. Se esperan 2 ó 3 días y si sigue la jaqueca se busca al médico. Si se pasa con la pastilla se economiza la consulta".

[2 6 5]

D IA G R A M A 6.4 C A D E N A DE C O M P O R T A M IE N T O S PA R A RE C O N O C E R LA E N F E R M E D A D Y B U SC A R ATE N C IÓ N M É D IC A

Material chroniony prawem

• Persisten shtcmas

Aumenta sospecha

► Desaparecen —► shtomas temporalmente

Se cree que ■ era malaria pero ya se

- FVsisten shtcmas

Sospecha

-*•

Atención médica

La enfermedad se detiene

Se suspenden —► drogas

No se busca atención médea

Posible reaparioon de síntomas

Muestra de sangre

Atención médica

La enfermedad se detiene

Muestra de sangre

—►

PRESENCIA . ■ AUTOMEDICACJÓN DE SÍNTOMAS OTRO TIPO DE ►DROGAS

■ Desaparecen - * shtomas deínitivamente

-►

-►

Más allá del dilema de los métodos

DROGA ’ ANTlKAlARtCA

autorskim

diferente a los en ferm o s de acuerdo con la posición de estos en el hogar (jefes hom bres, cónyuges o niños). Para analizar en detalle esta relación se hizo una m atriz en la cual se cruzaron dos categorías: posición del en ferm o en el h ogar y tipo de atención. A su vez, la prim era catego­ ría se dividió en jefe, cónyuge, niños y la segunda en aten­ ción casera y atención m édica. Se seleccionaron todos los com en tarios qu e hacían referencia a estas variables y se colocaron en las celdas de la m atriz. El análisis de estos datos se presenta en la m atriz que aparece en la Tabla 6.10 don de se observa que los patrones de incapacidad y cu i­ dado son diferentes según las características del enferm o. Las listas de conteo, las taxon om ías, las cadenas de evidencia y las m atrices descriptivas son algunos d e los recursos útiles para analizar los resultados con m iras a describirlos n arrativam ente. En la siguiente etapa el in ­ vestigador avanza del nivel descriptivo al interpretativo, en el cual intenta establecer relaciones conceptuales que dim ensionen la pertinencia cultural de los hallazgos para d ar una visió n integral del problem a estudiado. Interpretación de los datos cualitativos

L os datos cu alitativos categorizados, analizado s y d escritos exh au stivam en te, tal co m o se exp u so en los apartes anteriores, deben ser representados con ceptu al­ m ente a través de una nueva red de relaciones entre sus partes constituyentes para intentar com prender el porqué de los resultados obtenidos. A un qu e p o r la m ism a naturaleza del m étodo cu ali­ tativo no se ha fo rm u lad o una m anera taxativa para in ­ terpretar los datos, sí existen algunas pautas generales que pueden gu iar la etapa teórica-interpretativa. El proceso puede darse m ás o m en os de la siguiente fo rm a: a) des­ crip ción de los hallazgos aislad os; b) identificación de

relaciones entre variables; c) form u lació n de relaciones tentativas entre los fenóm en os; d) revisión de los datos en búsqueda de evidencias qu e corrob oren o invaliden los supuestos qu e gu ían el trab ajo ; e) fo rm u la ció n de explicacion es sobre el fenóm en o y f) identificación de esqu em as teóricos m ás am p lio s qu e co n textualicen el patrón cultural identificado. En cualquier caso, el analista d ebe asegurarse de que la evidencia sustenta sus inter­ pretaciones, apoyán dose y ejem plificand o con las citas textuales consignadas en sus datos. A m anera de ejem plo, para ilustrar el proceso ante­ rior, en el recuadro a continuación se analiza paso a paso la interpretación de los resultados sobre ‘ m alaria e in ca­ pacid ad ’, a p artir de la descripción presentada an terio r­ m ente en la m atriz de la Tabla 6 .10. C on cretam en te se expo n e el hallazgo referido al co m po rtam iento d iferen ­ cial de los m iem bros del h ogar con respecto a la decisión de incapacitarse. En síntesis, la interpretación de los datos cualitativos es un proceso d in ám ico que se nutre de todo el trabajo de inducción analítica iniciado desde el m om ento m ism o de la recolección. Interpretar es buscar sentido y en co n ­ trar significado a los resultados, explicando las tendencias descrip tivas y buscan do relaciones entre las diferentes dim en sion es qu e perm itan con struir una visión integral del problem a. Una cultura no es una sum atoria de partes, sino un sistem a de sign ificad os que están integrados en un patrón norm ativo institucionalizado, co m o se indicó en los p rim eros capítulos. Estos patrones n orm ativos se d enom in an tam bién tem as culturales, orien tacion es valorativas, ethosy visió n del m un do y orien tacion es cognitivas. En cierta form a la labor interpretativa tiene com o fin últim o aprehender esta visión totalizante en to rn o a la cual un gru po organ iza sus com portam ientos.

[2 6 9 ]

Más allá del dilema de los métodos

"E J E M P L O DE IN TERPRETACIÓN DE DATOS CU ALITATIV O S"

Prim er paso Selección d e datos contenidos en la categoría *Incapacidad" (Fragmento-resumen) “ Es más grave que el hombre se enferme porque él trabaja y la mujer no. Es el responsable del hogar. El hombre es más débil, se le debe cuidar más porque es el hombre de la casa. Si se siente enfermo, debe irse a la cama inmediatamente". “ la mujer que más se cuida, se enferma más rápido. Si uno se siente con fiebre y no le pone atención y sigue haciendo los ofkíos* el cuerpo se en­ durece y la fiebre se va. la mujer no debe acostarse por cualquier cosa porque el marido la abandona si la ve débil. Cuando me voy a la cama es porque estoy realmente mal. El hogar queda abandonado y no hay quién haga las cosas'.

Se gu n d o paso Descripción A diferencia de los hombres, jefes de hogar, quienes se incapacitan ante los primeros síntomas, las cónyuges posponen su incapacidad hasta que la infección esté en un nivel avanzado.

Tercer paso Relaciones entre variables La posibilidad de incapacitarse y de posponer las actividades depende de las características del enfermo (variable 1) y de la forma como se perciben los diferentes efectos en el bienestar económico y emocional de la familia (variable 2).

C uarto paso Revisión de datos Centradas en la búsqueda de más evidencia que sustente esta hipótesis.

[270]

(a>nlimia)

Validez y con fiabilidad: criterios de rig o r y responsabilidad pública en la investigación cualitativa

I.a ciencia no es un asunto privado, ella o pera en el d o m in io de lo público, tiene una responsabilidad pú b li­ ca que cu m p lir y, en consecuencia, está llam ada a rendir cuentas sobre el resultado de sus indagaciones, las cu a ­ les deben ser susceptibles de ser som etidas a escrutinio público de quien así lo dem ande. Independientem ente del m étodo em pleado, cualquier aseveración que se haga en n om b re de la ciencia en general y de las ciencias so ­ ciales en particular, debe estar sustentada con evidencias sólidas que sean accesibles al público receptor o b en efi­ ciario de la investigación. Pertinencia y utilidad de las investigaciones, así com o la confianza de que los resul­ tados ofrecidos po r ellas representan la realidad estu dia­ da, son algu n o s de los criterio s q u e debe cu m p lir la ciencia para respo n der con la respon sabilidad pública que le com pete. D e los hallazgos de la investigación en ciencias sociales se espera no solam ente qu e estos sean relevan tes', sino tam bién que sean legítim os y vayan más allá de un ejercicio de la im agin ación del investigador. C o n el fin de hacer realidad este ú ltim o requisito en las investigaciones cualitativas, se espera que el investigador coloque un esfuerzo adicion al para asegurar la calidad de su estudio, im plem en tan do estrategias rigurosas a lo largo del proceso de investigación qu e garanticen la va ­ lidez de sus resultados. C o m o se ha enfatizado de d ife­ rentes m aneras a lo largo del libro, sin rigor, cualquier

31. Un indicador de la relevancia de un estudio es por ejem ­ plo su capacidad para dem ostrar el hallazgo de resultados n o ­ vedosos -b ie n sea en relación con algu na teoría o con el conocim iento de sentido co m ú n - que transform en la perspec­ tiva tradicional con la cual se haya entendido un problem a par­ ticular.

dad , adm isibilidad, seriedad, tran sferibilidad, son algu­ nos de los térm in os que se han creado para sustitu ir los de con fiabilidad y validez (M orse et a i t 2002). Tal p ro li­ feración de térm inos, sin em bargo, arguyen los autores citados, ha tornado la situación confusa y, en últim as, han d eterio rado la habilidad para asegurar rigo r en la inves­ tigación. C o m o resultado de tal falta de claridad, en los últim os años com enzaron a introducirse estándares para evaluar la calidad de la investigación una vez concluida, en función de los resultados y no de todo el proceso, lo cual va en contravía de la investigación cualitativa en sí m ism a, cuya m ayor fortaleza es justam en te la po sibili­ dad que ofrece de evaluar la calidad de los datos, las des­ crip cio n es o las interpretaciones a m edida que se avanza en la indagación. Por últim o, la tercera posició n -co m p a rtid a po r las a u to ra s- es la qu e con sidera que ‘validación y confiabilidad* con tin ú an siendo conceptos adecuados para guiar a los investigadores cualitativos en la b úsqueda del rigor necesario para garantizar la legitim idad d e sus resulta­ dos, aun que las estrategias para lograr tal objetivo son diferentes en las dos tradicion es m etodológicas. A utores co m o M orse y colaboradores (2002) con sideran que los investigadores que se han negado a reconocer la centralidad de la validez y la confiabilidad han fo m en tado sin darse cuenta la noción errón ea de qu e la investigación cualitativa es poco confiable y válida p o r carecer de rigor. La razón d e las qu ejas cada vez m ás frecuentes entre los investigadores cualitativos ante las dificultades que e n ­ cuentran para obtener fin anciación, ser publicados o ser tenidos en cuenta p o r los diseñadores de políticas y los responsables de ejecutarlas, se debe -se g ú n los autores cita d o s- a qu e los resultados cualitativos no se co n side­ ran todavía co m o investigación em pírica sólida, p o r lo

[27 5 ]

cual, en opin ión de ellos, ‘validez’ y ‘confiabilidad’ son los únicos criterios apropiados para adjudicarle rigo r a la investigación cualitativa A con tin u ación se analiza cada criterio po r separa­ do y se presentan las estrategias m ás co m ú nm en te e m ­ pleadas en la investigación cualitativa para asegurar que los resultados sean válidos y confiables.

V a lid a c ió n de los d a to s c u a lita tiv o s E n térm in os sencillos, la validez hace referencia al nivel de credib ilid ad o veracidad de las descrip cion es, in terpretacion es y co n clu sio n es de un estu dio , el cual debe reflejar po r una parte el grado de coherencia ló g i­ ca interna de los resultados del estudio y, p o r la otra, la ausencia de con tradiccion es con resultados de otras in ­ vestigaciones o estudios bien establecidos. A sim ism o, la validez indica no sólo el grad o en el cual los resultados reflejan la situación estudiada (validez interna) sino tam ­ bién el nivel de aplicación de las conclusiones a grupos sim ilares (validez externa). C redib ilidad o veracidad no significan, co m o advierte M axw ell (1996), que existe una verdad objetiva contra la cu al tengan qu e ser co m p ara­ dos los hallazgos del estudio. Tales conceptos se refieren al hecho de que el investigador, a lo largo del proceso de

33 M axw ell (1996} asegura qu e la taita de atención explícita al asunto de la validez es una razón com ún por la cual se recha­ zan m uchas propuestas de investigación en los institutos de financiación de proyectos. De ahí que el tema de la validación deba considerarse com o parte integral del diseño de investi­ gación, advierte el autor, pero no com o un sim ple recuento de buenas intenciones, o com o una lista de chequeo sacada de un libro de texto, sino com o una reflexión cuidadosa que m ues­ tre a los evaluadores qu e el investigador ha reflexionado seria­ mente sobre las principales am enazas a la validez de su estudio y tiene contem pladas las estrategias requeridas para evitar que tales am enazas sesguen el estudio.

tra, si el esqu em a d e categorización está fu n cion an d o o no, si las con jeturas tienen sustento real en los datos o debe desecharlas, etc. La m ayor am enaza a la validez de un estudio es entonces la falta de sensibilidad y p e rsp i­ cacia del investigador para evaluar la calidad del pro ce­ so. Estas fallas pueden deberse a falta de con ocim ien to, a una incapacidad para saber escuchar lo qu e dicen los datos, para abstraer, sintetizar, o para ir m ás allá de los aspectos técnicos de la co dificación, entre otras razones (M orse y cois., 2002). D ado el papel tan p redo m inan te que juega el inves­ tig a d o r en todo el proceso, así de d eterm in an te es su particip ación en la in troducción de sesgos en el estudio. In terp retar even tos aislad os co m o si fu eran patron es generalizables, sob revalo rar la in fo rm ació n proveniente de person as que tienen un estatus alto en la com u nidad, ‘quedar atrapado ’ en las percepciones y explicaciones de los in fo rm an tes atípicos, seleccionar datos qu e encajen en sus teorías, preconcepciones y valores, o in flu ir con su presencia sobre el g ru p o estudiado (reactividad), son algunos los sesgos qu e puede p ro vo car el investigador. Estos son efectos inherentes a la person a y p o r lo tanto no se pueden elim inar. Sin em bargo, el investigador sí debe estar en capacidad de reconocerlos y de identificar có m o la existencia d e tales sesgos podría afectar la va li­ dez del estudio, así com o de prever estrategias para n eu ­ tralizar su efecto. En resum en, la validez en la investigación cu alitati­ va es el resultado de la integridad profesional y la co n ­ d ucta ética del m ism o investigador, así co m o de su perspicacia y habilidad para saber dó n d e y có m o im plem entar estrategias para validar y verificar sus resultados, com o las que se presentan a con tin uación .

i.

C onfigurar la muestra. C on siste en asegurarse de

qu e las principales características del gru p o bajo estudio estén realm ente representadas en el gru p o de in fo rm an ­ tes. C o m o se m en cion ó en el C ap ítu lo 4, en los estudios cualitativos este aspecto es m ás relevante qu e el tam año de la m uestra en sí m ism o. La configuración de la m ues­ tra (equivalente al concepto de “ selección de la m uestra” en los estudios cuantitativos), es un proceso iterativo en el cual se van agregando inform antes hasta que se alcance la saturación y haya evidencia de qu e nuevas o b servacio ­ nes no agregan nada m ás al análisis.

TAB LA 6.11 C RITER IO S G EN E R A LE S P ARA EVALU AR V A LID EZ EN LOS E ST U D IO S CUALITATIVOS

Neutralidad

¿Qué tan objetivos son los datos? ¿En cuáles indagaciones pudieron haberse introducido sesgos? ¿Están los datos disponibles al público? ¿Las afirmaciones o juicios están documentados con evidencia, de tal modo que se pueda afirmar Que no son tan sólo opiniones del investigador? ¿Hay más de un observador? Si es asi, ¿hay consistencia entre ellos y en la interpretación de los datos?

Involucramiento con

¿Elperiodo de observación fue suficiente para

el lugar o la situación lograr captar las idiosincrasias y patrones culturales de la comunidad? ¿fve suficiente como para ver sí el comportamiento observado era conestente en el tiempo y no algo atlpico? Comunicación

¿Se estableció comunicación con otros

entre colegas

profesionales para tener otra perspectiva de lo observado? (continúa)

[27 9 ]

(continuación)

Triangulación

¿Se obtuvieron datos de diferentes fuentes, diferentes observadores, dife/entes historias escritas? Si fue asi, ¿se encontraron comunalidades, percepciones conestentes?

Chequeo con los

¿Los datos e interpretaciones fueron continuamente

miembros del grupo estudiado

revisados con bs participantes del estudio para garantizar exactitud de las observaciones?

Material de referencia ¿Se empteó suficiente material de apoyo (registros de archivo, lecturas, o cualquier otro material que esté disponible al público)? ¿Están las fuentes documentadas? ¿Se india con claridad cómo se emplearon dichas fuentes? ¿Se informa sobre fuentes disponibles que no fueron utilizadas y se explican las razooes de no usarlas? Generalización

¿Se cuenta con suficiente documentación de tal forma que otro investigada pueda replicar el estudio? ¿Pueden los resultados aplicarse a otras muestras, o a otras situaciones y contextos?

Análisis de casos

¿Se han tenido en cuenta todos los casos conocidos?

negativos Credibilidad

¿Qué tanta confianza tiene el lector en los hallazgos del estudio?

Fuente: Traducida y sintetizada de Newman y Benz (1998:50-56).

2.

R evisar los efectos del investigador. I.a presencia de

un observador extrañ o puede generar tensión y ansiedad entre las person as que particip an en una investigación. Algunas veces puede producirse una resistencia im plícita o explícita, cu an do se desconfía o sospecha del trabajo de investigación y se percibe al investigador com o alguien extern o qu e ‘espía’ a la co m u n id ad . En estos casos los inform antes tratarán de no com u nicar sus intereses o de distorsion ar la in fo rm ació n para acom odarse a la visión del investigador. Las personas tam bién pueden asum ir que el investigador ya sabe todo lo qu e debía saber, dado

[280]

qu e ha p erm an ecido un tiem po en la zona y ha conver­ sado con m uchas person as de la com u nidad. Para evitar qu e el in vestigador ‘q u ede atra p ad o ’ en la perspectiva local y pierda su pun to de vista, o pueda volverse ‘c ó m ­ plice’ de los actores locales m ás visibles pero no necesa­ riam en te rep resen tativos, es reco m en d ab le: trad u cir sentim ientos o sensaciones en conceptos qu e le p e rm i­ tan lo grar una perspectiva m ás transparente de lo que está o b servan do; recoger la m ism a in form ación con d i­ ferentes m étodos (trian gulació n ); discutir sus hallazgos prelim inares con diferentes gru po s de la co m u nidad y m ostrar las notas de cam po a otros lectores externos pero in fo rm ad o s de la situación que estudia. In d u d ab lem en te qu e los efectos del in vestigado r dejan de tener un peso im portan te cu an do la investiga­ ció n es particip ativa y los sujetos in volu crados en la si­ tuación com parten el interés y los objetivos del estudio. La investigación social en los países en desarrollo, cre­ cientem ente orien tada a com prender una situación para transform arla, debe partir de una negociación previa con la co m u n idad, no sólo para obtener la anuencia del g ru ­ po para realizar el estu dio, sin o tam bién con el fin de diseñ ar y co n d u cir el proceso de m anera qu e la co m u ­ nidad participe activam ente. Esto enriquecerá la recolec­ ció n , el análisis y la interpretación de los datos y dará pertinencia h istórica al estudio, en tanto facilitará que la co m u nidad tam bién tenga un m ejo r co n o cim ien to de sí m ism a, de sus potencialidades y de la form a co m o p u e­ de com prom eterse con su propia tran sform ación . 3.

Ponderar la evidencia. Es necesario sopesar la cali­

dad de la inform ación, para lo cual debe tenerse en cuenta: • Los in form an tes. I.os datos provenientes de in ­ form antes qu e conocen el tema y están co m p ro ­ m etidos con el estudio garantizan la calidad de la in fo rm ació n que se recoge. [2 8 1 ]

• La circunstancia en que se recoge la inform ación. Los datos que se recogen a p artir de contactos rep etid os qu e son d e p rim era m an o , y q u e se derivan de observaciones directas, son m ás ‘fie­ les’ que aquellos recogidos solam ente en una v i­ sita, o qu e son o b ten id os con person as q u e lo hacen forzadam ente. V alidación d u ra n te e l a n álisis y la in terp retació n

4. Verificar la rep resen ta tivid ad de los dalos. Para evitar aseveraciones qu e no estén fun dam en tadas en la in form ación recolectada, se deben exam in ar cu idado sa­ m ente los hallazgos que reflejen situaciones atípicas, y qu e pueden p roven ir de la selección d e in fo rm an tes, even tos o pro cesos n o rep resen tativos de la situación estudiada. Estos sesgos o cu rren cu an do el investigador sobrevalora los datos, o generaliza a p artir de o b se rva ­ ciones de situaciones singulares. C uan do se sospecha que la evidencia qu e fun dam en ta la fo rm ulació n de los p a ­ trones es débil o insuficiente, se debe am p liar el u n iver­ so de estudio increm entando el n úm ero de casos. D e no ser esto posible, se debe prescindir del resultado o señ a­ lar qu e está in su ficien tem en te docu m en tad o. T odo lo anterior no im plica qu e el investigador no esté alerta a captar eventos qu e sean in dicadores de tendencias n ue­ vas qu e se estén presentando, en cuyo caso los datos no son atípicos, sino pistas de los rum b o s que puede estar tom an do la d in ám ica de la sociedad duran te el período del estudio. 5. R evisar el significado d e casos m arginales. Esta es­ trategia busca in crem en tar la validez de los resultados obtenidos, m ediante la revisión de casos qu e n o ‘en ca­ jan ’ con la línea analítica o in terpretativa. Estos ‘casos d esviantes’ o ‘ m argin ales’ pueden referirse a personas, situaciones, com entarios, tratam ientos, eventos, etc. y es

sean in con sisten tes con dich a co n clu sió n . Se trata de buscar evidencia qu e refute lo dado p or cierto. Si se en ­ cuentra esta evidencia debe fo rm ularse una conclusión alternativa que contem ple la nueva in form ación . A u n ­ que la ausencia de evid en cia negativa no es una prueba irrefutable, sí constituye un m ed io para a um en tar la va ­ lidez de las conclusiones. 9. Triangulación. En su concepción original, la trian ­ gulación hace referencia al estudio de un m ism o fen ó ­ m eno integrando m étodos cualitativos y cuantitativos. Sin em bargo, en ocasiones, el térm ino se ha em pleado en el con texto de la m eto d olo gía cu alitativa para in dicar tam bién contraste de resultados m ediante el uso de infor­ mantes, fuentes de inform ación u observadores diferentes. En este apartado se analiza en extenso la trian gulación com o integración de los dos m étodos. La decisión de in tegrar los m étodos cualitativos y cuantitativos para in crem entar la validez de un estudio es previa al diseño m ism o de la investigación y no es una decisión basada exclusivam ente en con sideracion es m e­ todológicas. C o m o advierten Erzberger y Prein (1997), tal decisión responde a cu idadosas reflexiones teóricas so ­ bre la naturaleza del cam po b ajo estudio, las cuales co n ­ ducen a pensar que la realidad a indagar no es susceptible de ser captada cab alm ente con el em p leo d e una sola perspectiva. En consecuencia, la triangulación im plica el uso de in strum entos diferentes (entrevistas para captar datos cu alitativo s y en cuestas para los cu an titativos), recolección de datos distintos (textuales o audiovisu ales en un caso, n um éricos en el otro) y técnicas de análisis diferen tes (an álisis in terpretativo para los p rim e ro s y estadísticas para los segundos). T rian gular no es an ali­ zar los m ism os datos con técnicas diferentes (n o es p o ­ sible aplicar estadísticas a los datos textuales obtenidos m ediante en trevistas, ni utilizar análisis in terpretativo

tre los hallazgos em p írico s, n o se puede en co ntrar una com plem en tariedad. En el D iagram a 6.5 diseñ ado por Erzberger y Prein (1997) se o bserva m ejo r esta noción de com plem en tariedad. El tercer caso, el de la disonancia, o cu rre cu an do los hallazgos obtenidos m ediante los dos m étodos n o ‘en ca­ jan*. En otras palabras, cu an do las dos representaciones de la realidad com binadas no parecen producir una im a ­ gen coherente e incluso puede ser in com patible con los supuestos teóricos que fundam entaron la triangulación. Esta situación puede co n d u cir o bien a revisar o m o d i­ ficar los supuestos teó rico s p re vio s, o u tilizar n uevos supuestos o teorías qu e hasta el m o m en to no se habían vin culado nun ca con el fenóm eno bajo estudio, pero que son capaces de explicar la s ‘an om alías’ detectadas'4. C o ­ m o advierten los autores citados, los hallazgos disonantes conducen con frecuencia a im portantes descubrim ientos creativos, en tanto sugieren áreas para nuevos análisis. El concepto para explicar hechos nuevos y co n tradictorios es el de abducción (sobre el que se habló brevem ente en la sección de codificación). L a abducción consiste en e x ­ plicar fenóm enos nuevos o sorprendentes estableciendo relaciones con teorías existentes qu e hasta entonces se

34. D urante el estudio de m alaria se presentó la siguiente si­ tuación en la cual los datos cuantitativos y cualitativos pare­ cían no encajar. De acuerdo con la percepción subjetiva de los in form antes, era m ás costoso para el hogar si el enferm o era el hom bre, pues él era el proveedor económ ico y, al contraer m alaria, la seguridad de la fam ilia se veía am enazada. Sin em ­ bargo, los prim eros resultados cuantitativos de las encuestas in dicaban que el costo m ás alto en el hogar se producía cu an ­ d o la enferm a era la mujer. En este estudio se partió del supues­ to de que la unidad para m edir im pacto de la enferm edad en los hogares no era el d inero (el cual circula poco en com u n i­ dades pobres com o la estudiada) sino el tiempo (el recurso más

D IA G R A M A 6.5 TR IA N G U L A C IÓ N C O M P L E M E N T A R IA

D IA G R A M A 6.6 DE LA D IS O N A N C IA A LA C O M P L E M E N T A R IE D A D EN LA TRIA N G U LA C IÓ N

Supuestos teorkoi

TAB LA 6.12 IN F O R M E DE P R O G R E SO P RESEN TADO A LA C O M U N ID A D TERCER P ER IO D O DE REC O LEC C IÓ N DE DATOS 11 de a b r il- 10 de m a yo de 1988. (Ejemplo) CARACTERISTICAS DE LOS ENFERMOS Información presentada: La mayor parte de los enfermos tiene entre 7 y 16 años como se observa en el siguiente cuadro:_________________________________ Edad

No. de enfermos

0

16

4

7

16

19

17

35

11

36

50

7

5 1 y más TOTAL

2 43

Comentarios de las personas: 'lo s que más se enferman son los jóvenes. Uno se da cuenta, apenas entran al colegio caen enfermos, como si fuera una epidemia*. *No se sabe por qué será, tal vez porque todo el área al lado de los colegios vive encharcada, el agua no circula por las acequias y se llena de zancudos*. "O será porque como no hay baños, van al monte detrás de las escuelas y ahí los pican". Esta información fue también validada posteriormente por medio de observación directa de las zonas de los colegios.

afecte a nadie, ni genere problem as entre las personas, en cuyo caso debe valu arse la pertinencia de em plear o no esta estrategia de valid ació n ". R e fle ja n d o la va lid e z d e l estu d io en e l in form e fin a l

11.

Eviden cia r la transparencia en los procedimientos.

C ada uno de los pasos qu e el investigador siguió d u ra n ­ te la investigación para garan tizar la validez del estudio debe d ocu m en tarse cuidadosam en te, de tal form a que pueda reconstruir el proceso en el in form e final. I-a d o ­

35. Gaskel y Bauer (2000), por ejem plo, recom iendan no usar esta técnica en situaciones extrem as en las cuales confrontar los resultados con los inform antes podría tener un efecto ad ­ verso sobre el estudio. Si por ejem plo se está estudiando el uso abusivo del poder -d ice n los au to res- es probable que los ac[2 9 0 ]

cu m en tación cuidadosa de cada paso es la única fo rm a de garantizar transparencia y claridad en el procedim ien­ to. La transparencia se logra a través de proveer de scrip ­ cion es detalladas sobre: la selección y características de los in form an tes; la guía de tópicos de la entrevista; los m étodos de recolección de la in fo rm ació n , los tipos de entrevista, y las estrategias de verificación propiam en te d ich a s. El rec o n o c im ien to e x p lícito p o r p arte del in ­ v estigad o r de aquellas situacio n es qu e am en azaro n la validez en algún pun to del proceso, así com o de los c o ­ rrectivos im plem entados para neutralizar dichas am en a­ zas y garan tizar la legitim idad de las conclusiones, es un in d icad o r de transparencia. 12. Descripciones sólidas. Los in fo rm es de investiga­ ció n cualitativa deben ser ricos en el uso de fuentes ver­ bales que respeten al m áxim o las características del habla de los inform antes. D e este m odo, el lector tiene elem en­ tos para aceptar las aseveraciones e interpretaciones que o frece el investigador, al ob servar qu e las interpretacio­ nes se fu n d am en tan en datos reales, al tiem po qu e le perm iten cap tar el sen tid o d e la situ ació n estu diada co m o si estuviera inm erso en ella. 13.D eterm in ar e l nivel generalización interna de los resultados. La validez descriptiva, interpretativa y teó ri­ ca de las con clusion es de un estudio depende de qu e sus resultados puedan generalizarse al gru p o o com u nidad b ajo estudio, considerados estos co m o un todo. Si se está estu dian do p o r ejem plo el patrón de interacción entre el p rofesor y los estudiantes en un sólo salón de clases, la co m pren sió n de d ich o salón co m o un to do se vería

tores rechacen el punto de vista del investigador si lo perciben com o alguien que está censurando su conducta. En tales casos la consulta podría incluso am enazar la independencia de la investigación y sería preferible obviarla.

[2 9 1 ]

- U sar categorías descrip tivas lo m ás con cretas y precisas posibles. - Trabajar en equipo. - Pedir la colaboración de los sujetos in form antes para con firm ar la ‘o b jetivid ad ’ de las notas o apuntes de cam po. - E m p lear m ed ios técnicos audiovisu ales (videos, fotografías, etc.), de tal m anera que la in fo rm ació n p u e­ da ser revisada y analizada p o r otros investigadores. A un qu e los estudios cualitativos difícilm ente p u e­ den ser replicados dada la variab ilidad inherente al tipo de fenóm en os que se abordan desde esta perspectiva, no obstante el investigador puede d esarrollar una serie de estrategias que faciliten a otros investigadores la co n duc­ ción de estudios sim ilares, co m o po r ejem plo: - Precisar el nivel de participación y la posición asu ­ m ida po r el investigador en el gru p o estudiado. - Identificar claram ente a los inform antes. - D e scrib ir d etalladam ente el con texto en qu e se recogen los datos. - D escribir los m étodos de recolección de in fo rm a ­ ción y de análisis, de tal m anera qu e otros investigado­ res puedan u sar el in fo rm e fin al co m o guía (G o etz y Lecom pte, 1984). Manejo com putarizado de datos cualitativos

El uso de program as de co m pu tado r para el m anejo de datos cualitativos ha tenido un avance tan acelerado en los últim os veinte años, que ha llegado a convertirse en un cam po de estudio en sí m ism o, con su propia red de proyectos, congresos y listas de discusión po r Inter­ net. D e hecho, hay quienes afirm an qu e este cam po p u e­ de ser visto actualm ente co m o el de m ayo r desarrollo en el contexto de la m etodología cualitativa (Kelle, 2000).

clara e incluso po co pulida. Por esta razón , el proceso m ism o de categorización de los datos y de com pren sión del sign ificado de los textos es una tarea que no puede ser com putarizada; es una lab or que dem anda un cu id a ­ d o so tra b ajo con ceptu al cu yo ún ico respon sab le es el m ism o investigador. Sin em bargo, hay actividades m e­ cánicas in volucradas en el análisis interpretativo relacio­ n adas con el m anejo de textos, para las cuales el apoyo de los p rogram as de co m pu tado r es fun dam en tal sobre todo cu an d o el estu dio ha d em an d ad o recolectar una abundante can tidad de in form ación. Tipos d e p rog ram as

M ackensen y W ille (1999) identifican tres generacio­ nes de pro gram as d e co m p u ta d o r para m an ejar datos cualitativos a saber: - L a p rim era generación está co n fo rm a d a po r los procesadores d e palabras y las bases de datos, los cuales facilitan el trab ajo de seleccionar, cortar y pegar textos, y g u ard ar la in fo rm ació n en arch ivo s in dependientes, con nom bres que correspon den a las categorías creadas p o r el investigador. A un qu e han sido m u y útiles, estos p rogram as no tienen la flexibilidad que se requiere para el m anejo co m plejo de datos textuales. - L o s p ro gram as qu e se crean a co m ienzos d e los och en ta, los cuales constituyen la segunda generación, adem ás de agilizar los procesos de indexación y de co r­ tado y pegado de textos, desarrollan nuevas ayu das para la codificación y recuperación de los m ism os. Los n u e­ vos pro gram as perm iten p o r ejem plo crear archivos con todos los fragm en tos de textos asign ados a una catego­ ría d eterm in ad a, y co n ectar los textos a “ m em o s” o a cu alqu ier o tro tipo de in form ación que haya ido crean ­ do el in vestigad o r d u ran te la lectura del m aterial. La posibilidad de anexar ayudas de m em oria a los fragm en ­ te )

utilidad se puede retener in form ación sobre la narración y sobre el proceso. Inclusive se pueden com b in ar estas con exion es entre segm entos con las con exion es hechas entre categorías, lo cual asegura que las inferencias que se hagan so b re catego rías pueden susten tarse con las observaciones de los datos*6. 3.

Pegar variables que identifican a los sujetos, a segm en­

tos d e textos para hacer una recuperación selectiva. En un estudio sobre división del trab ajo p o r género, el investi­ gador puede estar interesado po r ejem plo en recuperar solam ente frases sobre trabajo dom éstico expresadas por las m ujeres o frases sobre trabajo dom éstico expresadas p or los h om b res con el fin de realizar co m p aracio n es entre las percepciones qu e sobre el tema tienen los en ­ trevistados. ¿C u ál p ro g ra m a e le g ir ?

C o m o sucede con la tecnología inform ática en ge­ neral, d o n d e los n uevos pro d u ctos superan a los an ti­ guos, torn an do a estos últim os en obsoletos y lim itados en m uy po co tiem po, igual o cu rre con los p rogram as para análisis d e datos cualitativos. Perm anentem ente se están diseñ ando nuevos program as o creándose nuevas versiones de los antiguos. A m edida qu e los productores han ganado m ás co n o cim ien to sobre los procesos cogn itivos involu crados en el trab ajo de categorización in ­ ductiva, y han tenido m ás claridad sobre la can tidad de actividades im plicadas en dicha labor, así co m o sobre los requerim ientos particulares de los investigadores, de la m ism a m anera han au m en tad o la co m p lejid ad de los

36. Para una m ayor explicación de este procedim iento se pue­ de consultar: Ian, Dey. “ Reducing Fragm entation in Qualitative Research” en Kelle, U d o (1995), C om puter-A ided Q ualitative Data j4 nalysis, Londres:

sag e

Publications.

program as, al tiem po que han intentado hacerlos m ás am igables al usuario. A la hora de elegir un program a, en lugar de pregun ­ tar si hay uno que sea el m ejor, el investigador y su equipo deben considerar cuidadosam en te el nivel de fam iliari­ d ad que tienen con los com putadores, la naturaleza de los datos a ser analizados, los tipos de análisis que se q u ie­ ren realizar, y el estilo analítico personal, entre otros as­ p ecto s. En la Tabla 6 .13 se presen ta un a lista de los p ro gram as m ás usados en la actualidad, con sus especi­ ficaciones y direcciones de internet correspondientes. Sin em bargo, por la velocidad con la que se está desarrollan ­ d o este cam po, cu alqu ier in form ación qu e se provea al respecto corre el riesgo de desactualizarse en m uy poco tiem po, de ahí que una fuente apropiada para acceder a in fo rm ació n actualizada sea el internet3'. A la fecha, sin em bargo, hay cierto consenso en que los program as de la tercera generación son los que m ás a yu d as o frecen , y den tro de esta categoría nud

* is t ,

a t l a s . ti

y

parecen ser los que están a la van gu ardia . Ba-

r ry (1998) ofrece algu no s elem entos para apoyar la deci­ sión entre cuál de estos dos paquetes elegir, teniendo en cuenta po r una parte el diseño estructural de los pro gra­ m as, y p o r el o tro la co m plejidad del proyecto d e inves­ tigación. A la h ora de elegir un pro gram a, aconseja esta a u ­

37. B arry (1998) y Lee y Esterhuizen (2000), recom iendan la siguiente página: http://w ww.soc.surrey.ac.uk/caqdas. 38. Ejem plos concretos de investigaciones en las cuales se des­ crib e el uso de

n u d

* is t

pueden consultarse en Buston (1997)

y en M acM illan y M cLachlan (1999). (H ay acceso gratis a estos artículos p o r internet en la revista “ Sociological Research O n ­ line", si se accede po r servidores qu e no pertenezcan a institu­ ciones académicas. La dirección es: http://wwYv.socrcsonline.org. uk/ socresonline/2/3/6.htm l). [2 9 9 ]

tora, el potencial usuario debe hacerse preguntas com o las siguientes: ¿Q ué tipo de estructura de program a pre­ fiero, una sim ple y secuencial o una de redes com plejas? ¿U na qu e sea m ás visual o espacial, o una m ás verbal? ¿Q ué tanta experien cia tengo en el uso de p ro gram as de co m pu tad o r para m an ejo de datos cualitativos? ¿Prefie­ ro una form a de trabajar altam ente estru ctu rada, o m e siento có m o d o trab ajan d o con cierto nivel de incertid um b re, pues tengo la paciencia para desarrollar solu ­ cion es creativas? C o m o se m encionó anteriorm ente, a m edida que los p ro gram as se vuelven m ás com plejo s en su estructura, al m ism o tiem po los responsables d e su diseño se han preocupado por hacerlos m ás am igables y, p o r lo tanto, m ás fáciles de aprender a m anejar. En este sentido, a t l a s . ti

es el que tiene la estructura d e hipertexto m ás

co m pleja y es el m ás fácil de m anejar en tanto o pera de un m odo m ás visual y espacial, con gran parte de las fu n ­ cion es o rgan izad as de fo rm a gráfica. A sim ism o , al ser principalm ente un program a de hipertexto, perm ite con­ servar la noción de totalidad, es más flexible y din ám ico y p rom ueve form as de pensam iento reflexivas. Sin e m ­ bargo, po r esta m ism a flexibilidad puede generar proble­ m as de in certidum b re pues no es tan claro saber dón de em p ezar con el análisis. Por su parte, n u d * i s t tiene una estru ctu ra m ás lineal, m ás secuencial, es predo m in an te­ m ente verbal y deja m en os lugar a la incertidum bre. La co m p lejid ad del d iseñ o de investigación es un factor determ inante a la hora de elegir un program a. El d iseño de investigación m ás sim ple generalm ente es de corte transversal, se realiza en un p eríod o relativam ente corto, consiste en un g ru p o hom ogéneo de particip an ­ tes, una m uestra pequeña, y un único m étodo de reco ­ lección de datos (p. ej. entrevistas a profu n d id ad ). Los d iseños m ás com plejos pueden tener algunas de las si[3 0 1 ]

guien tes características: m uestras gran d es y h eterogé­ neas, un com pon ente lo n gitu d in al, diferentes tipos de datos, y equipos grandes de investigación. P or ser m ás estru ctu rado y sistem ático, n u d * i s t es m ás adecuado para proyectos com plejos. Por ejem plo, si el estudio es de corte longitudinal, el program a perm ite analizar los datos según el tiem po en el que se recolecta­ ron. Si em plea datos cualitativos y cuantitativos, n u d * i s t tiene unas ayudas especiales para im po rtar in form ación cuantitativa con ocida en un caso y utilizarla en el an áli­ sis de los datos cualitativos. A sim ism o , perm ite que d i­ ferentes investigadores, ubicados en lugares distintos con com putadores diferentes, codifiquen al m ism o tiem po y después com binen el trabajo realizado utilizando la fu n ­ ción “ M erge” (F u sio n ar). Las o p cio n e s sofisticad as de búsqueda que ofrece n u d * i s t pueden usarse para exp lo ­ rar los datos con detenim iento, segm entando la in fo rm a­ ción en cu alqu ier n úm ero de variables o categorías que se requiera. En estudios con una gran can tidad de datos, n u d * ist

p erm ite au to m atizar parte del p roceso (p o r

ejem plo, en entrevistas a gru po s focales se puede esta­ blecer un cód igo para agru p ar todas las intervenciones de un m ism o m iem bro del grupo ). P or la facilidad de o peració n de a t l a s . ti, este p ro ­ gram a es m ás conveniente si se cuenta con poco tiem po para aprender a utilizarlo, y es m ás útil en el caso de p ro ­ yectos sim ples. V entajas y d esv en ta ja s d e los p rog ram as d e com p utador p a ra e l an á lisis d e d ato s c u a litativo s

El in greso de la tecnología in fo rm ática al cam po de la m etodología cualitativa no ha estado libre de reservas. D e hecho, a pesar de tener los program as m ás de veinte años de existencia, su uso n o es tan generalizado co m o se esperaría. M uch os investigadores cualitativos co n ti­

núan prefirien do los procesadores de palabras para las tareas de codificación d e los datos y creación de arch i­ vos, y son pocas las universidades qu e han in co rpo rado en sus cu rrícu lo s cu rsos para en tren ar a los estudiantes en el m anejo de estos paquetes, de m anera sim ilar a com o se los entrena en el uso del s p s s o del s a s para el análisis estadístico de datos cuantitativos. Si el investigador no ha tenido el tiem po suficiente para entrenarse en el m a­ n ejo de este tipo de pro gram as, sin las presiones de fe­ chas d e ven cim ien to para en tregas d e pro yecto s, es im posible hacer un uso adecuado de ellos y hasta p u e­ den llegar a convertirse m ás en un obstáculo qu e en una ayuda. La resistencia a usar los program as de co m pu tado r para el análisis de datos cualitativos parece pro ven ir ju s ­ tam ente del descon ocim ien to de los m ism o s y del poco tiem po del qu e se d ispo n e para entrenarse en su m an e­ jo. Ch ristine B arry (1998) encontró que quienes m ás des­ confían de estas herram ientas son quienes m en os las han usado, entrando en una especie de círculo vicioso, según el cual, el no uso de la tecnología alim enta los tem ores y los conceptos errón eos hacia los p rogram as, lo que a su vez refuerza en estas personas la negativa a usarlos. Una vez qu e los investigadores se fam iliarizan con la tecn o­ logía -a firm a esta a u to ra - las percepciones negativas son rem plazadas p o r entusiasm o, dada la form a com o dichos program as agilizan el trabajo. Sin em bargo, un uso in ex­ perto de ellos puede con ducir a atribuirles m ás valo r del qu e realm ente tienen, desconociendo, com o ya se dijo, su utilidad com o sim ples h erram ientas. C o m o afirm a la a utora, “ he escuchado a m ás de un investigador novato afirm ar que su m étodo de análisis es el program a n u d * i s t , co m o si n u d * i s t fuera una perspectiva ep istem ológica” (B arry, 1998:4). Los investigadores qu e han vencido sus p ro pio s te[3 0 3 ]

cuantitativo de datos cualitativos; o que pueden co n tri­ b uir a una h om ogeneización en los m étodos para an ali­ zar la in form ació n y llegar a convertirse en una cam isa de fuerza que lim ita la capacidad analítica del investiga­ d o r40. A un nivel más técnico, algunos usuarios aseguran experim en tar dificultades y frustraciones en el ap ren d i­ zaje y uso de estos program as, en contrán dolos en o ca ­ siones dem asiado com plejos para la clase de análisis que quieren realizar (Lee y Esterhuizen, 2000). Los autores a favor de los p ro gram as coinciden en a firm ar que es la falta de entren am ien to y de exp erien ­ cia lo que podría conducir a una hom ogeneización en los m étodos de análisis más que los program as en sí m ism os. Por el co n trario , un investigador experim en tado, rigu ­ rosam ente entrenado en el m an ejo de esta tecnología y de la m etodología cualitativa en general, es m ás pro b a­ ble que tom e lo que m ás le convenga de los program as para unas fases del proceso, pero utilice m étodos no com pu tarizados para otras. Por ejem plo, puede em plear un program a co m o n u d * i s t para co dificar y alm acen ar la in fo rm ac ió n , para hacer co m p aracio n es entre fra g ­ m entos ubicados en distintas partes que estén relacion a­ d os entre sí, reorden ar los códigos y pegar m em os a los datos y , al m ism o tiem po, a cudir a los procesadores de palabras para hacer un análisis tem poral de la in fo rm a ­ ció n , si le interesa ver la secuencia narrativa de m anera integral. D e igual m odo, es posible que este m ism o in ­ vestigador prefiera elaborar diagram as o cuadros a m ano para la fase de teorización y de búsqueda de sentido de

40. Coffey, H olbrook y Atkinson (1996) analizan el tem a de la uniform idad en el análisis de los datos cualitativos y sugieren alternativas que reflejen una diversidad en el m arco analítico e interpretativo, al tiem po qu e resalten las enorm es posib ili­ dades qu e ofrece la tecnología inform ática en la actualidad.

[3 0 5 ]

los códigos, y volver luego al procesador de palabras para el análisis final. La co m b in ació n d e m ed ios electrónicos y m an u a­ les es in cluso con siderada im prescin dib le p o r algu nos autores, po r ejem plo cu an d o se están analizando datos recogidos a través de entrevistas a gru p o s focales. C o m o ya se m en cion ó en el capítu lo correspon dien te, en este tipo de entrevistas la in fo rm ació n sobre el p roceso de interacción entre los m iem bros del gru p o es tan im p o r­ tante co m o la referida al con ten ido de la com u nicación. De acuerdo con C atterall y M aclaran (1997), en este tipo de entrevistas la in form ació n sobre procesos no se p u e­ de captar una vez se codifica y se desarticula la in fo rm a ­ ción en categorías separadas. El sentido del proceso sólo se capta leyendo varias veces la trascripción com pleta de las entrevistas, siguien do la pista a los textos de cada in ­ d iv id u o p a rticu la r en el co n texto d e los co m e n tario s de los o tros participantes. Por lo tanto, los autores reco­ m ien dan co d ific ar las trascrip cio n es po r co m p u tad o r para el análisis del con ten ido de las intervenciones, pero sim u ltán eam en te co d ific ar las tra scrip cio n e s a m ano para visualizar el proceso. Para los in vestigado res en tren ad o s en el m étodo cualitativo y en el m anejo de este tipo de h erram ientas co m p u tacio n ales, los p ro g ra m a s, m ás q u e cam isas de fuerza, han sido in stru m en to s m u y útiles que les han p erm itido lib erar m ucho del tiem po dedicado a la d is­ pendiosa tarea de co d ificar y organ izar archivos por ca­ tegorías, a la lab o r d e a n álisis e in terp retación de los datos. Sin em bargo, esta ganancia d e tiem po sólo es p o ­ sible si, com o ya se ad virtió , el investigador y su equipo han apren dido a m anejar con suficiente anterioridad el pro gram a elegido, y han llegado a un consenso sobre el uso que le van a d ar en el contexto del proyecto. Esperar a la fase de codificación para aprender a usar cu alquiera

datos. La sob recodifícación y la co d ificació n ritualista que hacen perder de vista la necesidad de in terpretar la in fo rm ació n son, en o p in ió n de R ich ard s (20 0 2), las m ayores consecuencias negativas no intencionadas del uso de los pro gram as de com pu tador. Por lo tanto, el em pleo de los m ism os exige al investigador m antener un alto nivel de autorreflexión y de m on itoreo sobre la fo r­ m a co m o está utilizando el p ro gram a para evitar caer en esos errores. E n tanto el co m pu tador se ha asociado trad icio n al­ m ente con ideas co m o sistem aticidad, objetividad y ri­ gor, el uso d e p ro gram as de co m p u tad or le ha otorgado cierta reputación a la m etodología cualitativa, criticada en el pasado p o r su naturaleza poco sistem ática (Kelle, 1997)- Sin em bargo, el solo uso de los p rogram as n o ase­ gura calidad, objetividad o rigo r m etodológico. Investi­ gadores con poca experien cia, y algu nas veces incluso evaluadores o personas responsables de financiar proyec­ tos, tienden a creer que el sim ple em p leo de un p ro g ra ­ m a de co m pu tado r confiere al estudio m ás credibilidad o solidez m etodológica, dán dole m ás im portan cia a la h erram ien ta qu e a la cap acid ad del in vestigado r para describir su m étodo de una m anera articulada. A su m ir que un program a de co m pu tado r confiere credibilidad au to m ática a un proyecto p uede gen erar expectativas irrealistas que p odrían afectar profun dam en te la prácti­ ca de la investigación cualitativa. Por lo tanto, escribir en un proyecto sim plem en te que los datos serán o fueron analizados con un program a determ inado (p. ej. n u d * i s t o A T L A S .ti) no debe adm itirse com o una descripción m e­ todológica concluyente. G ilb ert (2002) señala que en lu ­ gar de red ucirse, la d escrip ció n m eto d o ló gica de un proyecto cu alitativo debe ser m ás am p lia, cu idadosa y detallada cu an do se ha utilizado un p ro gram a de co m ­ putad or para el m anejo de los datos. D ebe establecerse

una clara articulación entre los objetivos del estudio y las elecciones d e ayuda en el program a, así co m o entre los datos y los diferentes hallazgos. En resum en, el em pleo de estos p rogram as de com pu tad or no debe convertirse en excusa para reducir el nivel de rigor y transparencia m etodológica que debe caracterizar a los estudios cu ali­ tativos. Por el con trario , un uso sabio y cauteloso de es­ tas herram ien tas in fo rm áticas puede sin duda perm itir am p liar el con ocim ien to sobre dim en sion es de la reali­ d ad , cuya co m p ren sió n es m ás p ro fu n d a desde una a pro xim ación cualitativa. Síntesis

D ar sentido a la inm ensa cantidad de in form ación qu e se recolecta en los estudios cualitativos es el p rin ci­ pal desafío que enfrentan los investigadores qu e eligen esta o pción m etodológica. El entusiasm o qu e caracteri­ za la fase de recolección, dada la cercanía del investiga­ d o r con sus in form antes y con la situación estudiada, así co m o el deseo po r co n o cer m ás sob re el p ro b lem a de investigación, tiende a decaer en esta etapa. La perspec­ tiva de con vertir docenas de h oras de grabación y ob ser­ v a ció n en un cu erp o coh eren te de d ato s m an ejab les parece al com ienzo una tarea abru m ad ora. D e ahí la im ­ portancia de co n tar con estrategias qu e orienten la b ú s­ q u eda d e sen tid o de la in fo rm a c ió n , co m o las qu e se presentan en este capítulo. A dem ás de su gerir reco m en ­ daciones para organizar la in form ación desde la fase m is­ m a de recolección, en la prim era parte de este capítulo se dan orientaciones sobre la trascripción de los datos así co m o in dicacion es para categorizar y co dificar la in fo r­ m ación con m iras al análisis e interpretación de la m is­ m a. A p artir d e ejem plos concretos se ¡lu stra la form a co m o pueden presen tarse visu alm e n te los resultados para describirlos narrativam ente, y se sugiere paso a paso [3 0 9 ]

una estrategia para in terpretar los datos y en contrar p a ­ trones culturales que perm itan entender los co m p o rta ­ m ientos estudiados desde una perspectiva global. La segunda parte del capítu lo se concentra en uno de los asuntos más delicados en el cam po de la m eto do­ logía cualitativa: có m o garan tizar que los resultados o b ­ ten idos son v á lid o s y co n fiab les. D e acuerdo con la posición planteada en este libro, la validez y la con fiabilidad son criterios necesarios para asegurar rigo r y res­ p o n d er con la respon sab ilid ad p ú b lica q u e tiene la investigación científica en general y la investigación cu a ­ litativa en particular. El capítu lo term in a con una e x p o ­ sición detallada sobre los program as de com putador para analizar datos cualitativos, acom pañada de una reflexión crítica sobre el efecto que tienen los acelerados avances tecnológicos com putacionales en este cam po, sobre la in­ vestigación social.

PARTE

III

Lecciones metodológicas a partir de dos procesos investigativos

lo siete, dada la n aturaleza del prob lem a, este debía a bo rdarse tanto en sus d im en sion es cualitativas com o cuantitativas. D esafortun adam en te, a pesar de recoger­ se y analizarse los datos desde estas d o s perspectivas m e­ todológicas, p o r las concepciones m ism as subyacentes al diseño, en el que lo cualitativo tenía un carácter co m p le­ m entario, no se logró un a integración de los m étodos. Por el co n tra rio y co m o se señaló en los p árrafo s precedentes, en la investigación sobre los Efectos So cio ­ econ óm icos de la M alaria en C o lo m b ia -p resen tad a en el capítu lo o c h o - la caracterización del problem a co n ­ d u jo a un diseño qu e exigía no solam en te integrar los m étodos desde etapas m u y tem pranas del estudio, sino tam bién los aportes de diferentes disciplinas sociales. En este caso fue exitosa tanto la con figuración de un eq u i­ po in terdisciplinario, com o la retroalim entación qu e se lo gró entre los resultados cu alitativos y cu an titativos. Una lección de estos estudios refiere a que el asunto no es “ agregue lo cualitativo y mezcle,” tal co m o se ha criti­ cado en las dos p rim eras parte de este libro. A un qu e es innegable el sign ificado de las estrategias m etodológicas para a rticu la r los co n o cim ie n to s d e las d im en sio n es cu an tificables y no cu an tificables, el éxito depende de m anera determ inante de la m entalidad y el enfoque con­ ceptual con los que se seleccionan y form ulan los p ro ­ blem as. A b rir las cajas negras de los procesos de investiga­ ción es el resultado de la decisión de asum ir un co m p ro ­ m iso por m ostrar logros y fallas. Se espera que cada lector pueda d erivar de allí las lecciones qu e considere perti­ nentes, para proceder con la m ayor rigurosidad posible, dan do prio rid ad a la realidad y pon ien do el m étodo al servicio de aquélla con el fin com prenderla en aras del bienestar de las personas, los hogares y las com u nidades estudiadas. [31 5 ]

t a s lecciones m etodológicas derivadas de uno y otro estudio m otivaron la publicación de este libro po r p ri­ m era vez hace diez años. D ichas lecciones, así co m o las investigaciones que las m otivaron, siguen vigentes hoy en día y se ponen nuevam ente a disposición de los inte­ resados, para qu e las analicen y sopesen a la luz de sus intereses personales y con la ayuda de las h erram ientas conceptuales y m etodológicas revisadas y actualizadas en las dos prim eras partes de este libro.

CAPÍ TULO

7

La tran sición d em o gráfica en Colom bia

El problem a analizado

En esta investigación se explora la transición d em o­ gráfica en C olo m b ia, proceso que co m pren de el cam b io de tasas altas a tasas bajas de natalidad y m ortalid ad, el cual se in ició hacia finales de los años treinta, alcanzó su m áxim a intensidad entre 1960 y 1978 y con tin u ó po r lo m enos hasta finales de siglo. En el exam en cu idadoso del problem a se detectaron cinco propiedades fundamentales del fenóm en o, que determ in aron el diseño del estudio: 1. La com plejidad del contexto en el cual se enm arca la transición dem ográfica relacionada con otros cam bios estructurales tales co m o: Las tendencias del desarrollo socio econ ó m ico ; los planes de desarrollo social del E s­ tado, especialm ente los relacion ad os con la educación y la salud; la urbanización creciente del país; el crecim iento industrial de la po sguerra y, a p artir de los años sesenta, la oferta de servicios privados de planificación fam iliar. 2. La heterogeneidad del proceso por región y por estrato social, diferenciación que persistió aun en su fase de estabilización hacia finales del siglo. 3. Los cam b ios en la estru ctu ra de la población por edades, con sus efectos socioecon ó m ico s directos sobre la com posició n y los procesos de fo rm ació n de la fam i-

[31 7 ]

las tres com idas diarias, es abordado en el estudio a tra ­ vés de la m ujer. El análisis de la transición se adelantó en dos etapas. La prim era consideró la transición urbana en Bogotá. La segunda exam in ó el proceso en el sector ru ­ ral, en localidades de los departam entos de C undinam arca y Boyacá, de don de provenía el 8o po r ciento de los inm igrantes a la capital, según los resultados del estudio urbano. Para seleccionar a las m ujeres que iban a ser es­ tudiadas se diseñó una m uestra estratificada de hogares urb an os y o tra d e los h ogares rurales. En la Tabla 7.1, donde se presentan las m uestras estratificadas po r regio ­ nes, se observa que en total se entrevistaron 1.074 m u je­ res en el área urbana y 1.111 en la rural, las cuales incluían m ujeres de la cohorte joven , es decir las que estaban te­ niendo los h ijos después de la transición y de la cohorte m ayor, que tuvieron sus hijos antes de la transición. C on estas m uestras se adelantó el estudio longitudin al sobre los aspectos económ icos y dem ográficos de la transición. Posteriorm ente se seleccionaron subm uestras de 50 m u-

TABLA 7.1 C A R A C T ER ÍST IC A S DE LAS M U JE R E S E N TR EV ISTAD AS

ÁREA Urbana

Rural Estrato

Estrato

Cohorte ¡oven

Bajo

Medio

Alto

258

188

164

422

Total

Bajo

Medio

Alto

Total

132

578

145

180

208

533

187

145

496

179

204

195

578

375

27 7

1074

324

384

403

lili

0 5 -2 9 ) C oho rte mayor (45-49) Total

Fuente: FI6rez. Echeverri y Bonilla-Castro (1990:44 y 49; Cuadros 1 y 2). [3 19 ]

jeres para el análisis cu alitativo de co n o cim ie n to s y percepciones y con diez de ellas se reconstruyó el uso co ­ tidian o de su tiem po y el de su cón yuge en los casos per­ tinentes. El análisis cuantitativo

D esde el enfoque cuantitativo se deseaba aproxim ar el din a m ism o del pro ceso de fo rm ació n de la fam ilia, buscando m irar de m anera interrelacionada las variables que operaban en cada una de las fases qu e d em og ráfica­ m ente se con sideran determ inantes, es decir, su fo rm a ­ ción y su co n solidació n . Esta perspectiva d em ográfica asum e que los patrones de fecundidad están in fluen cia­ d os, en p rim e r lugar, p o r los patron es d e n upcialidad (edad de la m ujer en su prim era un ión y las característi­ cas del p rim e r m a trim on io) y, en segundo lugar, p o r los patro n es de exp an sió n (p e río d o tra n scu rrid o entre el n acim ien to del prim er h ijo y los in tervalos entre cada nacim iento). El enfoque utilizado es m uy poco convencional p o r­ que se orien tó desde la perspectiva de la historia de vid a sobre el desarrollo h um an o. D e acuerdo con el equipo investigador respon sab le de esta p arte, dich o en foq ue hacía p o sible tener una perspectiva h istó rica de largo plazo, susceptible de p ro d u cir un análisis m ás din ám ico de los cam bios dem ográficos, en contraste con otros m o ­ d elos qu e se cen trab an en m ed id as a cu m u lativas y de corte transversal. Se consideraba que “ desde la perspecti­ va de la h istoria de vida se podía describ ir el co m p o rta ­ m iento de la m ujer com o una conducta que se desarrolla continuam ente a través de su vida, a m edida qu e crece y envejece en su am bien te social. Este am biente social se determ ina p o r sus experiencias y oportu nidades relacio­ nadas con la com u nidad, el estatus económ ico, el estatus dentro de la fam ilia y las restricciones norm ativas y b io ­

lógicas sobre el co m po rtam ien to sexual y gen eracional” (Flórez, E cheverri y B o n illa-C astro , 1990:32). Esta perspectiva posibilita ob servar la influencia de la historia de vida de cada m ujer (sus condiciones en cada pun to específico del tie m p o ) en la o cu rren cia de los even to s d e m og rá fico s relacio n ad os con el p ro ceso de fo rm ació n de su fam ilia (m a trim o n io , n acim ien to del prim er h ijo, etc). M ás que el análisis usual de un proce­ so acum u lativo (prom ed io de hijos nacidos vivos), por m ed io de la historia de vida se puede analizar la p ro b a ­ b ilidad de o cu rren cia de eventos (tran sicion es), que in ­ fluyen en la reproducción (m atrim o n io, fecundidad), así co m o los factores que a su vez afectan dicha ocu rren cia (tran sicion es) duran te las diferentes etapas del p eríod o vital de las m ujeres. C ada historia de vida se reconstruye de m anera tal q u e refleje los even tos sucedidos desde el n acim ien to hasta el m om en to de la encuesta, sin desconocer que la vida de las m ujeres es d in ám ica y con tin ú a después de la en trevista. A lgun as m ujeres h abían co m p letad o su prim er m atrim on io, dado a luz su p rim e r y su segundo h ijo, y realizado otras tran siciones d em ográficas al m o ­ m en to de la en trevista, m ien tras que o tra s n o h abían cu m p lid o una o m ás etapas en ese m om en to, pero p o ­ drían com pletarlas m ás tarde. Por ejem plo, una m ujer sin h ijo s en el m o m en to de la en trevista, po d ría d ar a luz después de ésta. Para m anejar este problem a se recurrió a los m odelos de tablas de vida de riesgo proporcion al, qu e controlan el desfase de las h istorias de vida entre las coh ortes, en los análisis longitudin ales. Estos m odelos hacen posible con siderar las situaciones que no han sido experim en tad as en el m om en to del estudio, m ediante estim aciones cu antificables de los efectos m ultivariad os de dos o m ás variables independientes. 1. O peracion alización de las variables. Las variables [3 2 1]

pertinentes a la form ación y a la expan sión de la fam ilia se operacion alizaron de acuerdo con los siguientes c r i­ terios: - Cam bios en el proceso de form ación de la fam ilia. H istorias com pletas de fecun didad y nupcialidad de to ­ das las m ujeres casadas o solteras*1. - Cam bios en la expansión d e la fa m ilia . R egistros co rrespo n dien tes al p rim e r em b arazo, el segun do y el tercero m irados separadam ente. Para las m ujeres casadas o en unión se analizaron todos los em barazos y para el prim er h ijo se supon ía qu e este suceso dependía de la edad y el tiem po transcurrido desde el m atrim o n io. Para las solteras sólo se analizó el prim ero y se supo n ía qu e el evento dependía únicam ente de la edad. En la Tabla 7.2 se presenta un esb ozo de la fo rm a co m o se m an ejó el p rob lem a en su co n jun to y la operacion alización de las variab les in clu id as en el análisis. D e m anera su cin ta p uede señ alarse qu e en am b o s análisis las variab les se operacionalizaron de tal m odo que pudieran ser m edidas y utilizadas com o in dicadores directos o com o p ro xi de los aspectos pertinentes a la relación entre la transición y la form ación de la fam ilia. 2.

La In fo rm ación : El instrum ento usado en la re­

colección. Tanto en el estudio urban o co m o en el rural se utilizó básicam ente el m ism o instrum ento para ob te­ ner in form ació n sobre la historia de vida de las m ujeres. La entrevista se diseñó en un fo rm ato estru ctu rado que

41. El m odelo ajustado de Coale fue usado para estim ar la edad prom edio del prim er m atrim onio en cada cohorte, lo cual fue especialmente im portante para las mujeres de la cohorte joven, algunas de las cuales aún continuaban solteras. La idea de su com portam ien to probable a partir de los prom edios asi esti­ m ados, perm ite visu alizar estadísticam ente tendencias del com portam ien to de las cohortes (Flórez, Echeverri y B on illaCastro 19 9 0:10 6).

TABLA 7.2 V A R IA B L E S IN C L U ID A S EN LOS M O D E L O S DE FO R M A C IÓ N Y E X P A N SIÓ N DE LA FA M IL IA EN C O L O M B IA Algunas propiedades del problema Area : VARIABLES

URBANA

RURAL

Cohorte:

Jóvenes

Mayores

Jóvenes

Mayores

Estrato:

1 2 3

1 2 3

1 2 3

1 2 3

1 . N ivel ed u cativo Ninguno Primaria incompleta Primaria completa Secundaria incompleta Secund. completa o más 2 . Experiencia laboral Ninguna En industria En servicios Trabajo en el hogar En agricultura 3 . E statu s ocupacional No trabaja Trabajo sin remuneración Trabajo remunerado 4. O rigen Urbano Rural 5 . Lugar d e residencia Urbano Rural

6. Uso

d e planificación fam iliar

Ninguno Métodos modernos Métodos tradicionales 7. Edad al m atrim onio* A los 22 años o antes Después de los 22 años

* G ru p o s de edad que se modifican para el análisis del segundo y el tercer em baraza Fuente: Rórez, Echcverri y Bonilla-Castro ( 1990). C ua dro 33. adaptado para este trabajo

TABLA 7.3 E S Q U E M A DEL IN STRU M EN TO P ARA LA H ISTO RIA DE V ID A

1 . C ara cterísticas del hogar Para todas las personas que vivían en el hogar se solicitó información sobre parentesco, edad, sexo, estado civil actual, trabajo remunerado, responsabili­ dad en el trabajo doméstico y el cuidado de los niños, e ingresos en el mes anterior a la entrevista. 2 . C ara cterísticas de lo s pad res Lugar de nacimiento, nivel educativo, la ocupación de cada uno de ellos cuando tenían entre 15 y 20 años. 3 . C ara cterísticas d e la m ujer en trevistad a R esid encia. Fecha, lugar de residencia de los padres en ese momento y mi­ gración, considerando los sitios y la edad o la fecha de los traslados. Educación. Asistencia y nivel educativo: primaria, secundaria, superior, otros. Para cada nivel se indagó por edades de ingreso y culminación de cada ciclo; curso, edad y razones de retiros definitivos* o suspensiones temporales de los ciclos. A ctiv id a d es d el hogar. Responsabilidades asumidas por lo menos en los últimos seis meses, edad comienzo de estas actividades, dedicación actual, edad de interrupción, suspensiones temporales. Trabajo remunerado. Actividades remuneradas en dinero o especie durante sets meses consecutivos; motivos de retiro o suspensión; historia de la experien­ cia laboral (ocupaciones, rama de actividad), posición ocupacional, edad de inicio de cada experiencia. Nupcialidad. Estado civil actual, diferentes uniones considerando la edad al inicio de cada una y la edad y las razones para terminar cada unión. Fecundidad. Hijos nacidos vivos y para cada uno de ellos nombre, fecha de nacimiento, sexo, meses de lactancia, fecha de defunción si es pertinente. Can­ tidad de embarazos inconclusos y para cada uno año de ocurrencia y razón. Planificación fam iliar. Conocimiento y uso de métodos anticonceptivos de­ terminando el tipo de métodos y el año de inicio y suspensión para cada tipo. C orresiden cia. Determinada por edad y las personas con quienes vivía en cada período: padres/ hermanos, cónyuges/hijos* otros parientes, otros no pa­ rientes. Número de hermanos o hijos en cada año de la vida. 4. M atriz d e la histo ria d e vid a. Se reconstruyó por año y edad desde el na­ cimiento hasta los 49 años para las mayores y hasta los 29 para las jóvenes, con la información recogida para cada entrevista según se indicó en el nu­ meral 3 de esta tabla. Fuente: f lórez, Echeverri y Bonílla-Castro, 1990. Esquema del instrumento confiden­ cial aplicado para el estudio longitudinal en mayo de 1984 en Bogotá.

[3 2 5 ]

fue seleccion ada d e acuerdo con los p arám etro s de la población estudiada evid en ciados en los prim eros resul­ tados del análisis dem ográfico, así com o en térm in os de la edad, el estrato social y la región, los tres aspectos d e­ term inantes del análisis de la transición.

C onsid eraciones te ó ric a s: u b ic ació n c o n c e p tu a l d e l p ro b le m a Este estudio no era fácil de concretar, porqu e en el proceso de g en erar con ocim ien to sobre sí m ism as y so ­ bre las co n dicion es sociales en q u e están inm ersas, las m ujeres frecuentem ente expresan lo que otros perciben de ellas y no necesariam ente lo que ellas piensan de sí m ism as. Este es evidentem ente un o de los aspectos cen ­ trales de cualquier tipo de subordin ación , y en el caso de la m u jer esto sign ifica qu e ella se identifica y se ubica en el m un do no con sus propias categorías, sino con las que otros generan para tal fin. Para d elim itar teóricam en te el estu dio, se trabajó con el supuesto de qu e si bien la realidad social es co n s­ tru ida po r los in dividuos, h om bres y m ujeres participan de m anera diferente en dicha con strucción . Se co n side­ raba -sig u ie n d o la sugerencia de m uchos a u to re s- que el ser h um an o ha fun cio nado continuam ente co m o un sujeto que, con sus co n o cim ien to s y sus acciones, se ha con figurado a sí m ism o en un o bjeto de conocim iento. En este proceso, sin em bargo, no todos los m iem bros de la sociedad participan de m anera h om ogénea, y estas d i­ ferencias han sido in troducidas y legalizadas con vio len ­ cia sobre el sujeto que es excluido de la posibilidad de p ro d u c ir con ocim ien to. En este con texto se con sidera que los orígenes de la discrim inación de género están ín ­ tim am en te relacio n ad os co n la exclu sión de la m ujer com o sujeto de con ocim ien to, lo cual ha im plicado que ella se perciba a sí m ism a con categorías cogn itivas ses­

gadas en su base, po r las exigencias del m antenim iento de un orden social qu e requiere del control de su descen­ dencia y por lo tanto de su sexualidad. Este control ha fun d am en tado y validado una división social del trab a­ jo p o r sexo y ha determ in ado el desem peñ o social de la m ujer y la m anera co m o esta se percibe y se valora. El proceso d e exclusión de la producción de co n o ­ cim iento se basa en dos ejes com plem entarios de violen ­ cia: la totalizante y la excluyente. La violencia totalizante d el sujeto elim in a la d im en sión aleatoria del and am iaje cu ltural, e introduce la idea de un orden social in m odificable co m o si n o fuera un pro d u cto h u m an o (Lorite, 1986:37). Esta elim inación con figura de hecho un eje que ‘ reifica’ lo social, según la concepción de B erger y Luckm ann (1979). La violencia excluyente d el sujeto se fu n d a ­ m enta en la tendencia a elim in ar espacios alternativos posibles de realización del ser h um an o com o tal. C o n ­ secuentem ente, reduce las d iferen tes po sib ilid ad es de co n o cim ien to a un orden único, lo cual opera co n co m itan tem en te con un a in stan cia de pod er qu e rechaza y excluye otras posibilidades de con o cim ien to 4'.

42. ‘ La naturaleza* de la m ujer ha sid o com prom etida en cada una de estas dinám icas com plem entarias. En la prim era h o m ­ bres y m ujeres han sido som etidos al engranaje del poder de representaciones institucionalizadas de la realidad, qu e se han im puesto com o adecuadas, absolutas e inm odifícables. En la segunda, la m ujer - a diferencia del h o m b re - no ha sido sujeto activo en la configuración de esas determ inaciones, sólo ha sido objeto d e l saber y d el p o d e r e jercid o p o r el hom bre {L orite, 1986:38) (Enfasis en bastardilla, añadido). C o m o la naturaleza hum ana es un prod u cto social, ser hom bre y ser m u jer con identidad de género im plica, socialm ente hablando, qu e ser hom bre y ser m ujer son realidades b iológicas y convenciones sociales. La m ujer ha sido excluida del proceso de elaboración de conocim iento com o sujeto pensante y ha devenido en o b ­ jeto de conocim iento. Esto significa tam bién qu e se niegue la potencialidad de ser individuos capaces de elaborar su propio

[327 ]

A n alizar las percepciones qu e las m ujeres tenían de sus vidas im plicaba explorar un espacio de conocim iento m u y com plejo, en ajen ado debido precisam ente a la p o ­ sición sub ordin ada d e la m u je r en el proceso de co n o ci­ m ien to y de elab oració n de in terpretacion es. D ada la naturaleza del problem a, se requería un diseño m eto d o ­ lógico que perm itiera captar las ideas y las posicion es de las poblaciones estudiadas, con un control cuidadoso del pun to de vista del investigador. Se requería p o r un lado poder acceder a m arcos conceptuales im plícitos y de n o ­ tados y, p o r otro, d iseñ ar los in stru m en to s adecuad os tanto para co n d u cir la o b servación de algunos aspectos de la vid a cotidian a, co m o para elab orar con las m uje­ res una reflexión sistem ática de diferentes aspectos de sus vidas. C on cluida la ob servación , se hacía necesario ta m ­ bién gen erar procedim ien tos para organizaría, basados en la lógica de las entrevistas. Esto requería la delim ita­ ción de categorías analíticas, qu e perm itieran la recons­ tru cción de la realidad , según las p e rcep cio n es de las m ujeres entrevistadas. A la luz de las consideraciones anteriores, se decidió focalizar el estudio usando co m o referencia los p o stu la­ dos conceptuales y m etodológicos de la etn om etodología, perspectiva que busca a proxim ar la com pren sión de

espacio vital probabilístico. Según Lorite, (1986:38), Mel sujeto m ás excluido a través de toda la historia por la violencia tota­ lizante; el sujeto m ás som etido a la ‘naturalidad creada', el su ­ jeto que, en d efinitiva, nunca tuvo posibilidad de ser sujeto de saber y de poder ha sido la m ujer. N o porque no haya poseído un espacio de actividad o porque no haya tenido una identi­ dad política, jurídica o religiosa, sino porque esa configuración y la delim itación de su espacio de realidad, ha sido determ i­ nada p o r el hom bre, a partir de los esquem as en qu e ha enca­ ja d o la naturalidad hum ana”.

patrones de sign ificado válidos para los diferentes g ru ­ pos defin idos en la investigación, según la procedencia regional, el estrato social y la edad de las entrevistadas. C o m o se explicó en detalle en el C ap ítu lo 6, una de las tarcas más difíciles en un análisis cualitativo es la de o rgan izar y po n er en orden un corpus de datos qu e se com pon e de anotaciones textuales no num éricas, extraí­ das de los testim onios individuales expresados librem en­ te sin precodificaciones del entrevistador. D ado que en esta época los program as de com pu tado r para m anejar datos cualitativos n o eran de uso corriente, la organ iza­ ción de los datos se realizó m anualm ente. Las respues­ tas ob tenidas se trascrib ieron en tarjetas debidam ente identificadas (n om b re de la entrevistada, edad, lugar de residencia, tem as y subtem as), las cuales se organizaron en un archivo tem ático. D uran te el proceso de trascrip ­ ción se prestó atención a la identificación prim aria de los elem entos organizativos qu e le dieron sentido a la res­ puesta. U na vez concluida la trascripción , los investiga­ dores que estaban preparando el análisis e interpretación de la in form ación se reunieron con todo el equipo inves­ tigador para con ducir un exam en detallado del m aterial, con el fin de con fro n tar y verificar la validez de los ele­ m entos que se identificaron com o centrales en el pro ce­ so de trascripción . A l finalizar el chequeo, se excluyeron algunos tem as que el eq u ip o en su con jun to n o estim ó pertinentes y se agregaron otros qu e habían pasado des­ apercibid os en la p rim era etapa. Se prestó atención cu i­ d adosa a los segm en tos, fases y u n id ad es d e trabajo/ acción que parecían particu larm en te significativas en la con figuración de las vid as de las m ujeres estudiadas. Fstc exam en p erm itió la identificación prelim in ar de las categorías de com portam iento de las m ujeres en ­ trevistadas. Hstas categorías fueron depuradas y refina­ das, en una prim era etapa, en reuniones de validación de

D IA G R A M A 7.2 D IST R IB U C IÓ N DE A C T IV ID A D EN U N D lA M U JER JOVEN ESTRATO ALTO*

1

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* Separada, tiene dos hijos, vive con unos amigos. Fuente: Flófez. Echeverri y Bonilla-Castro (1990:201).

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y dinero o en mensual, etc)? especie? D: Dinero Parentesco: ES: Especies C ónyuge I TV:Traba*o vuelto CF:Cormimo Famiar Hijo,hija. [ — ► S i ____ tío, etc. P: Periodo N o ____ (10 ) Ninguno (10 )

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9. ¿Cuánto recibe por cosecha, remonta, mes. etc.)?

10. Contrata jornaleros para

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D: Dinero ES: Especies P: Período

Se aplica para las actividades independientes

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[3 5 3 ]

1 1 . ¿Cuántas personas en promedio contrata por actividad?

decir, que si bien la in form ación se organizó inicialm ente a p artir de tem as tentativos deducidos de m odelos a n a­ líticos, p o sterio rm en te se gen eraro n in d u ctivam en te otras categorías de datos. Este proceso se realizó m ed ian ­ te la identificación de los prin cipales com ponentes del sistem a conceptual de referencia de los in form an tes so ­ bre los diferentes asuntos tratados. Para in iciar el proceso de análisis e interpretación, las categorías se organizaron en m atrices de clasificación, com o la del ejem plo presentado en la Tabla 6.3 del C a ­ pítulo 6, las cuales perm itieron visualizar relaciones en ­ tre las accio n es de lo s in d ivid u o s y la in flu en cia del contexto socioecon óm ico en el com portam iento. C o n el fin de captar algún grado de hom ogeneidad en las res­ puestas y con m iras a po d er proyectar los resultados más allá del alcance de los casos estudiados, se aplicaron fu n ­ d am entalm ente las técnicas de conteo, de con strucción de cadenas lógicas de evidencia y la com paración entre resultados d erivado s de los análisis cuantitativos, y los generados po r el análisis cualitativo, cu an do era p e rti­ nente. El sign ificado de la investigación para la comunidad

Los dos año s de trabajo con jun to de la com unidad de La Tola y el eq uipo investigador

c e d e -se m

p ro d u je­

ron resultados qu e trascendieron los objetivos específi­ cos de la investigación d e los efectos de la m alaria. Para cada una de las partes, el proceso adelan tado tuvo im ­ plicaciones y sign ificados particulares qu e vale la pena revisar con algún detalle. En el caso de la com u nidad, su participación en la investigación representó, en prim er lugar, distanciarse de su cotidian idad para po d er pensarla y reflexion ar sobre

ella. Esta experien cia inherente a cu alqu ier actividad de generación de conocim ien tos cob ró un sentido vital en la com u nidad. Poner en discusión el asunto de la salud, ante el cual las personas son tan vulnerables, significó que se adelantara un cuestion am ien to am plio de los p rin ci­ pales problem as de La Tola. A un qu e algu no s m iem bros de la com u nidad expresaron que conocían las lim itacio ­ nes de sus condiciones de vid a, sin em bargo, m anifesta­ ron que la investigación les había p erm itid o ‘pensar sobre sí mismos* al m o tivarlo s a elab orar una reflexión siste­ m ática m ás com pleta de su situación. Con sid eraban que a pesar de la cotidian idad de sus problem as, antes de la investigación no lograban definirlos claram ente ni resol­ verlos a p artir de sus propias acciones. El con ocim ien to detallado y organizado de las características de sus h oga­ res, de las actividades qu e desarrollaban sus habitantes, d e los tipos de fam ilias existentes, de la incidencia y el im pacto de la m alaria, de los problem as de autom edicación y del saneam iento am biental y sus experiencias para o rganizarse y actuar com o gru p o investigador perm itie­ ron a la co m u nidad p on derar su capacidad para incidir d irectam ente en la solución de sus problem as. El estudio de la m alaria les posibilitó con ocer con m ayor claridad cuáles eran sus lim itaciones, pero especialm ente cuál era la fortaleza qu e se derivaba de su capacidad de o rg an i­ zarse y m ovilizarse para resolver los problem as d e la c o ­ m unidad. La p articip ación activa en la investigación facilitó tam b ién a la co m u n id ad en ten der el sign ificad o de la in fo rm ació n obtenida. El trab ajo realizado en el p ro ce­ so de recolección sign ificó que las personas involucradas aprendieran a aplicar técnicas (tales com o cuestion arios y encuestas) y recibieran en trenam iento sobre có m o or­ ganizar y analizar los datos. La com u nidad tam bién lo-

[3 5 7 ]

nidad se apropiaran del conocim ien to generado y lo u ti­ lizaran para m ejo rar sus condiciones de vida. L a in vestig ación com o fa c to r d e cam bio

F inalm ente, otro aspecto qu e debe tenerse en cu en ­ ta, al reflexionar sob re el papel del investigador en este tipo de estudios, tiene qu e ver con las características de los co m pro m isos qu e se establecen institucionalm ente y con las com unidades. Esta reflexión retom a una antigua discusión sobre la n eutralidad del papel que debe ju g ar el científico so ­ cial frente al alcance de su inserción en las com unidades. Por lo general, las investigaciones que im plican la p a rti­ cipación com u n itaria conllevan necesariam ente que el investigador se involucre en las din ám icas propias de la vida de la población, aun en aspectos aparentem ente aje­ nos al estudio. Esto no sign ifica que el investigador deba perder su carácter ‘académ ico’, ni d ejar de lado los o b je­ tivos del estudio. En el caso de La Tola no se siguieron po sicio n es m eto d o ló gicas q u e sign ificara n un total desdibujam ien to de la figura del investigador, para co n ­ vertirse en ‘ uno m ás de la co m u n id ad ’, ni tam poco a q u e­ llas que supusieran una neutralidad y un a objetividad que generalm ente se alcanzan sólo de m anera aparente. Por el co n trario, se hizo necesario en contrar un cam ino que hiciera viable la integración creativa del eq uipo y la com u nidad sin gen erar expectativas inalcanzables para las person as o para los m iem bros del equipo de investi­ gación. A m anera de conclusiones sobre el sign ificad o que tuvo la p articip ación para cada una de las partes in volu ­ cradas en la investigación, p o dría decirse qu e para la co­ m u n id ad el proceso im plicó: • La elaboración d e un con ocim ien to global y o b ­ jetivo sobre su realidad.

de trabajo e incluso hizo perder de vista algunas pistas im portan tes para la com pren sión del problem a. Esto se evid en ció p o sterio rm en te con la revisió n crítica de la m etodología qu e se adelantó para este libro. Estos ca m ­ b io s dem an d aron tam b ién esfu erzos adicio n ales para retom ar la lógica de la organ ización y el análisis de los d atos e in cluso a lgu n o s paquetes d e in fo rm ació n no pudieron ser utilizados. D esafortunadam ente, la perm a­ nencia de todos los m iem b ros del eq u ip o no se puede garantizar, lo cual am erita qu e se contem plen desde el com ienzo de la investigación altern ativas para sortear estos im previstos. En síntesis, para el eq uipo investigador, la p artici­ pación en el proceso sign ificó: • O btener la m ejor in form ación sobre el problem a de la m alaria en los hogares, n o sólo en térm i­ nos del im pacto determ in ado económ icam ente, sino tam bién en la form a com o la población lo percibe y evalúa. • C om p ren d er la im portan cia de gen erar co n oci­ m ientos orien tados hacia la acción. • Poner en práctica, ju n to con la com u n idad, una d in ám ica de p a rticip ación gracias a la cu al se cum plieron tanto los objetivos académ icos com o los de la pob lación estudiada. Tal vez un o de los lo gro s m ás im p o rta n te s fu e la posibilidad de cuestionar la concepción convencional de con ocim ien to y las relaciones de pod er que se estable­ cen tradicion alm en te en el proceso de investigación, las cuales lim itan y frecuen tem en te im p id en un p roceso co m partido para estudiar y captar una situación social a p artir de parám etros diferentes.

[36 3 ]

EPÍLOGO

Los desafíos impostergables de las ciencias sociales

E P ÍL O G O

C on ocim ien to para un desarrollo in clu yen te y la com prensión in te g ra l de la pobreza

En los cam pos del con ocim ien to inherentes al d esarro ­ llo social y a la co m pren sió n in tegral de la pobreza es im postergable qu e las ciencias sociales asum an el reto de ro m per con la inercia de la tradición , para dar prelación a la com presión de la realidad a p artir de su co m p le ji­ dad concreta y no a las grandes abstracciones con va li­ dez gen eral, pero frecuen tem en te vacías de referentes em p írico s dem ostrables. A su m ir estos desafío s im plica de p a rtid a qu e las ciencias sociales irrum pan con defin icion es de p rob le­ mas, procesos de investigación, resultados y d iagn ósti­ cos im agin ativos y pertinentes, qu e les perm itan dejar atrás la investigación qu e se hace con la “ óptica de m ás de lo m ism o ”, e im pulsen, con el po d er del co n o cim ien ­ to, el cum plim iento de com prom isos sociales qu e hoy no parecen posibles. Po r ejem plo, crecer econ óm icam en te, pero con un pacto social, traducido legítim am ente en un pacto fiscal, qu e garantice los derechos de todas las per­ sonas po r encim a de sus diferencias. En fren tar estos desafíos puede darle a estas ciencias un n uevo aire y sacarlas de la crisis resultante de su falta de pertinencia y eficacia, para form ular las preguntas que perm itan respuestas hacia un conocim iento tran sform a­ dor. D esde los in icio s de estas cien cias, los cien tíficos sociales se fincaron en la m entalidad cuantitativa y for[36 7 ]

m ularon reglas m etodológicas para co n tro lar la incertid u m b re de lo d e scon o cid o m ed ian te la m ed ició n . Si em bargo, paradójicam en te, los en foq ues conceptuales y m etodológicos han llevado, a una gran m ayoría de esta com u nidad científica, a un callejón sin salida m arcado p or resultados inciertos, incom pletos e incluso erróneos. En esta sección se discuten entonces dos desafíos: Repensar el desarrollo con una nueva óptica y plantear y abo rdar una com pren sión integral de la pobreza. Con el prim er d esafío se ilustran, sin p ro fu n d iz a r en ellas, algunas reflexiones de punta sobre el desarrollo integral, con el fin de hacer visibles las propuestas con las que se construyen algunos de los escenarios conceptuales y m e­ todológicos pertinentes, las cuales pueden servir de marco teórico de referencia para los investigadores interesados en asu m ir los retos de con ocim ien to planteados en este cam po, dado qu e tienen repercusiones sign ificativas en la co m pren sió n de o tros prob lem as sociales. En la re­ flexión sobre el segundo desafío, se evidencian las d eb i­ lidades teóricas y em píricas de la fo rm a convencional de co m p ren d er la pob reza, b u scan d o h acer evid en te los vacíos y las distorsiones del co n ocim ien to, qu e a pesar de sus fallas protuberantes, fun dam en ta las cuentas y las estadísticas n acionales, así com o la fo rm u lació n de las políticas públicas para superar la pobreza. Prim er desafío: repensar el desarrollo

P arodian do el título del co n o cido libro de R o sm a ry T h o rp (1998), Progreso, pobreza y exclusión, que la au to ­ ra usa para caracterizar los resultados de su análisis de la h istoria econ óm ica de A m érica Latina y el C a rib e en siglo x x , se pro p on e a los investigadores sociales el reto de exam in ar su quehacer científico, para em pezar a p ro ­ d u cir y a divulgar am pliam en te con ocim ien to riguroso, que perm ita m o n itorear los avances y prenda o p o rtu n a ­

m ente las alertas para revisar los procesos, introducir las correcciones necesarias y co n trib u ir de m anera decisiva a evitar qu e se pierda o tro siglo de progreso y desarrollo hum ano. H aciendo una crítica a las concepciones inade­ cuadas e inaceptables de desarrollo, A m artya Sen plan ­ tea que los errores no se validan a punta de repetirlos y que, p o r lo tanto, es un im perativo ético corregirlos. Es hora de cu estion ar la tradició n de aceptar cuer­ pos de conocim iento aparentem ente rigurosos, pero que no resisten un exam en en el que el problem a sea o b ser­ v ad o en sus diferentes dim en sion es. Esto im plica pasar de una predom inante m entalidad de cuantificación “ restrin gida-rem edial” que m u y frecuentem ente docum enta resultados perversos, a otra de cu an tificación -cualificació n in n o va d o ra y co m p ro m e tid a , qu e p erm ita una m ejor com pren sión de los procesos, para asegurar resul­ tados qu e se traduzcan en bienestar y en derechos h u ­ m an o s g aran tizad os. L os cien tífico s sociales están en m ora de invalidar, p o r in dem ostrable em píricam en te, la co n cep ció n del cam b io social a p artir de un pro greso abstracto la cu al, a pesar de los retrocesos de las d os ú l­ tim as “ décadas perdidas,” sigue ten ien do validez. U na h istoria del desarrollo qu e avanza en zigzag n o respalda la ¡dea de un avance sostenido y en cam b io oculta el h e­ cho co m pro b able de que hoy una gran m ayoría de las poblacion es del m u n d o están peor qu e hace cien años .

49. A lgu n os cien tíficos sociales, com o Sagasti y D eudeling (>995)> han usado las m etáforas para ilustrar la evolución de los indicadores de bienestar social, en países que iniciaron en condiciones equivalentes y en el tiem po arrojan resultados m uy d iferentes. A n alógicam ente definen cu atro escen arios en el logro del bienestar de la población: Vuelo del cóndor, para los países que lograron m ejorar con el tiem po; delfín herido, para los que evidencian alguna m ejora sostcnible pero no lograron m antenerla; fénix renaciente, para los que cayeron en un pri-

[ 369 ]

Según O cam p o (20 0 13:34 ), “ existen form ulacion es alternativas de la ¡dea de qu e el desarrollo debe abarcar en fo rm a sim ultán ea to do s los elem en tos de la tríada desarrollo-equidad-dem ocracia”,“ pero ninguno la enca­ ja m ejor qu e el concepto m odern o de derechos h um a­ nos.” Estos deben entenderse en su doble acepción. Por un lado refieren a los “ derechos civiles y políticos, que garantizan la auton om ía in dividual frente al poder del Estado y la participación en las decisiones públicas” y, por o tro, a los “ derech os eco n óm ico s, sociales y cu lturales que responden a los valores de igualdad, solidaridad y no discrim inación”.

universalidad, indivisibilidad e inter­

dependencia d e estos conjuntos de derechos representan, sin lugar a dudas, el fu n da m en to ético de toda política de d e ­ sa r ro llo ” (É n fasis añadido) La visió n integral del desarrollo desde la perspecti­ va de la tríada desarrollo, equidad y dem ocracia, tiene en el trasfon d o según el au tor (2001:36) “ la tríada sociedad, Estado, m ercado” con sideran do qu e “ el desarrollo inte­ gral se logra m ucho m ejor b ajo el p red o m in io de la so­ ciedad, no bajo el p redo m inio del m ercado (sociedad de m ercado ), ni del Estado (estatism o). A ctualm ente existe un verdadero consenso sobre la necesidad de crecer eco n óm icam en te para asegurar el desarrollo social y h u m an o integrales y sobre la necesi­ dad de a rticu la r las políticas eco n ó m icas y sociales (B o n illa-C astro et a i , 2002). En este contexto, deberían plantearse y respon derse preguntas claves co m o las si­ guientes: ¿Cuáles pueden ser los tipos de crecim iento que propician equidad y sostenibilidad? Y ¿cóm o pueden in­ cid ir con capacidad de decisión los diferentes actores be­ neficiados, especialm ente los m ás m arginales, para que en cuenta los derechos hum anos, que de acuerdo con Dasgupta son determ inan tes para el d esarrollo hum ano. (C itado por N ussbaum y Sen, 1998).

[3 7 1 ]

com prender la pobreza com o una falla de las capacidades básicas, m ediante el uso de los indicadores m ás tradicio­ nales del ingreso in adecuado, “ lo qu e im po rta es tom ar nota de las variacion es interpersonales e intersociales en la relación entre los ingresos y las capacidades”. En este caso se evidencia qu e la perspectiva conceptual determ i­ na la com pren sión del prob lem a, m ás allá de los in d ica­ d ores usados. Para Sen el en fo q u e de las capacidades perm ite captar estas variacion es altam ente significativas, aun con indicadores de restricciones de ingresos, en tanto que las

nbi

y las l p dejan estas variaciones desapercibidas,

dan do una idea de hom ogeneidad qu e es incorrecta, en tanto qu e las oportunidades y los éxitos individuales son m u y diversos aun entre los pobres. R eflexión de cierre: conocer cien tíficam en te a partir de las diferencias

E studiar la realidad a p artir de la diversidad, es tal vez una de las estrategias m ás eficientes para lo grar los retos propuestos a los investigadores sociales. Para Sen, “ en cualquier cálculo social, en el que las ventajas in d iv i­ duales sean particularm ente importantes, estas constituyen un espacio (de conocimiento) potencialmente significativo” (N ussbaum y Sen, 1998). E studios sobre el d esarrollo y la pob reza (y sobre otros tem as), que rom pan con la inercia de “ m ás de lo m ism o ”, que hagan las pregun tas pertinentes para res­ po n d er de m anera rigurosa có m o poner en m archa un proceso tran sfo rm ad o r hacia la equidad y la sostenibilidad, responden a los retos que enfrentan los científicos sociales para hacer históricam en te pertin en te su trab a­ jo de investigación científica. C o m o puede deducirse de los planteam ientos del epílogo, los escenarios de trabajo son m últiples, desafiantes y p o r lo tanto trem en dam en ­ te ]

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ÍN D IC E

A n drad e, Sally 1 2 1 , 16 4 .17 4 .

DE A U T O R E S

C IT A D O S

¡79

A n d rean o , R. 348 A ristóteles 56 A tkin son , Paul 227-228. w s B anguero, H arold 22 B arry, C h ristin e A . 2qq. y>3 -so 4 Bauer, M . 2 73-274 ,230 Bauer, M . W. 1 8 0 ,18S-186, i8q Benz, C aro lyn R. 2 8 0 ,292 Berger, Pcter 6 i. 6 í. 65, q 6 , 327 Biklen , S. K. 261 Blum er, H erbert SS Bogd an , R . 261 B o n illa-C astro , E lssy 33. 47. q8. 120-121, is2. H 4-156, is8, 164. 174 . 17 8 - 17 0 . 181. 20 1. 2 3 2 . 236, 2 S7 - 2 S8 . 262, 267, 3 iq. 321 - 323 . 32 S- 33 q. 34 1 , 37 1-37 2

B ourdieu , P ierre 162 Bouvvsma J. W illiam 54 B rio nes, G u illerm o 6o, 8 1.8 7 B rym an , A . 3 6 ,8 ^ 86^ 8!^ qo-q i, qs. q7-ioo. io s Cagatay, N ilufer 314 C am pen h ou d t, Luc van &i C am u s, A lbert so. SJ C an nell, C . 162 C astillo, Eli/abeth a s [40 5 ]

C atterall, M . ¿06 C h en , P. 213 C oale, A . 322 C offey, A. 3 0 S C o yn e, 1m elda T. 138, 140 Crosby, A lfred VV. 50, H , 22 C u ff, E . C . 63, 65, 6 7 -6 8 ,7 8 -7 9 ,8 6 ,8 2 . U2ü D asgupta, P. 371 D elam on t, Sara 227-228 D eudelin g 52 ,3 6 2 D enzin, N orm an 2 5 D ijk, Teun A . van 274 Dilley, P atrick 16 0 ,16 4 ,16 9 .17 1-17 2 D u rk h eim , E m ile 8o. Echeverri, Rafael 3 3 . 0 8 ,18 1. 2 3 2 , 2 3 6 , 3 1 9 , 3 2 1 - 3 2 3 , 325,33633 9

Elson, D ian e 314 Erzberger, C . 28 4 -28 6 .2&Ü Esterhuizen, Lea 29 9 -30 0 , 3 0 4 - 3 ° 5 >3° 7 Flórez, C arm en Elisa 3 3 ,2 L iSla

23 6 ,3 1& 32 1-.32.3, 32 5 >

33 6-33 9

Fossey, E llie 1 3 0 ,13 2 ,13 5 ,139 Foucault, M ichael z í Fow kes, G e rry 2 21 Franklin, B. } . jq Franklin, R o salin d 48 Fuentes, C arlo s 24 G arfm ke H arold 62 G askell, G . is9-i6 o, 16 9 ,17 1.19 1-19 3 .19 8 ,20 3 ,2 0 9 -2 10 , 274 ,230 G ilb ert, L in da S. 304,307-30 8 G oetz, 1. 69,29 4 G u b a, Egon G . 25 Flaberm as, Jürgen 1 2 1 H am m ersley, M . 14 4 [4061

273-

H avens, A . Eugene 8z H elm in iak, T. 34S H im m elw eit, Susan 314 H in to n , S. M . 2i¿ H o lb ro o k, B. 305 H ub erm an , M ichel A . 26 1,2 6 7 ,2 8 3 H urtado, Elene 202 Ian, D ey 238 Jacobs, Jerry 62 Jovchelovich, S. 180. 18S, 186. i8q K ahn , R . 162 K aplan , Ab rah am ¿ j , 82

Kelle, Udo 252,254,252. 22ái í2ÍL 22S Kerlinger, Fred N . t)7. K ielhofner, G . ¡ 1 1 K irk, Jerom c, 5i K uh n , T h o m as S. 74 ,78 , m Langebaek, C ari H en rik SS Lapadath , Judith 245-246 Lecom pte, M . 6 2 . 2 2 1 Lee, R aym o n d M . 2(>q-300,304 -30 5,30 7 L in coln , Y. S. qs,

5 Z;

ÍÍÍL. Z Z3 j

Sli SÉi §2i 9 SL I 2 2 i

108,

122- 123. 148. 357- 358. 377

científico 50-51, 57-58,67-68. Z i Z í social 52 co n sum ism o 2z conteo, listas de 264 convergencia 285 credibilidad 276 C roacia íú á cuan tificación so, 55-56 , 6 7 , ZZ cu erpo teórico 25 C u n d a y (C o lo m b ia) 313

1 1

análisis de w -4 0 , 8 4 , 2 ¿¿ l~ái U ¿ °°> i ° >3 5 5 » É bases de

29.

b landos 28 cualitativos 2 1 , 4 0 , 1 4 0 , 1 5 7 - 1 59 codificados 263 cuan titativos i s ¿ du ro s 28 em p íricos in terpretación de 2 i

12á i 355

m anejo de w -40, organ ización d e 2 4 ^ , 2 4 5 recolección de

8 l 346

d educción 2 5 d em ografía 33 derechos h um an os 3Z ! d esarrollo ^

52, S9 - 6 o, ¿ i ^67-^68,3 70 -371,376

h u m an o ¿20 d escripción Discourse a n d Society 274 d iscrim in ación ¿26 d iscusión 12 1 d iseño 120, m - m . 14 1» iso disonan cia 285, 2üñ eco n om ía 56 , 345 econom ía del cuidado 314 encuestador 2 L 26 enferm edad m anejo de 345 tropical 344 en tom ología 346 en trenam iento 122 entrevista i28¿ n 7 - n 8 , 14 0 ,16 6 -16 7 ,16 9 -17 1,17 7 ,17 9 ,2 2 7 , 322 [4 1 3]

a g ru p o focal

iq i - i