Marx en el siglo XXI
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Marx en el

siglo XXI

La vigencia del(os) marxismo(s)

para comprender y superar el capitalismo actual

José Cademártori Orlando Caputo Leiva Theotonio Dos Santos Claudio Lara Cortés Claudio Katz Manuel Riesco Elvira Concheiro Bórquez Carlos Nelson Coutinho Osvaldo Femández Jorge Gonzalorena Michael Lowy Jaime Massardo Lucio Oliver Francesca Savoia Emir Sader Jorge Arrate

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Ciencias Polícicas 1

CIENCIAS HUMANAS

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Vidal Molina, Paula (Comp.) Marx en el Siglo XXI: La vigencia del (os) marxismo(s) para comprender y superar el capitalismo actual [texto im preso]/ Paula Vid al Mal ina; Claudia Drago Camus; Tomás Moul ian Emparanza. -1ª ed. - Sa ntiago: LOM ediciones, 2011. 326 p.: 14x21,5 cm.- (Colección Ciencias Humanas) ISBN: 978- 956-00-0281-5 1. Filosofía Marxista l. Título. 11. S erie. Dewey: 335,5.-- cdd 21 Cutter : V648m Fuente: Agencia Catalográfica Chilena

© LOM EDICIONES Primera edición, 2011 ISBN: 978-956-00-0281-5 RPI: 209.244 EDICIÓN Y COMPOSICIÓN LOM ediciones. Concha y Toro 23, Santiago TELtFONO: (56-2) 688 52 73 I FAX: (56-2) 696 63 88 E-MAIL: /om@/om.c/ 1 WEB: www.lom.cl DISEÑO DI! COLECCIÓN Estudio Navaja IMPRESO EN LOS TALLERES DE 1.0M Miguel de Atero 2888, Quinta Normal TELtFONOS: 716 9684 - 716 9695 I Impreso en Santiago de Chile

FAX: 716

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Índice INTRODUCCIÓN l 11 ARTÍCULOS l 23 l. La crisis del capitalismo

y sus diversas interpretaciones marxistas l 25 Los marxistas y el capitalismo del siglo XXI

JOSÉ CADEMÁRTORI 1 27 La importancia de Marx para el estudio de la economía mundial actual

ORLAND O CAPUTO LEIVA l 43 Crisis estructural y crisis de coyuntura en el capitalismo contemporáneo

THEOTONIO DOS SANTOS 1 71 La crisis mundial. Marx y los principales dilemas de los economistas marxistas occidentales

CLAUDIO LARA CORTÉS 1 87 Interpretaciones de la crisis

CLAUDIO KATZ l 117 Marx, el más grande entre los grandes

MANUEL RIESCO l 135 11. Desafíos y actualidad de Marx hoy en América Latina l

159

Las izquierdas y la praxis emancipadora en la América Latina de hoy

DRA. ELVIRA CONCHEIRO BÓRQUEZ l 161 La era neoliberal y la hegemonía de la pequeña política

CARLOS NELSON COUTINHO l 183 Mariátegui y el marxismo

OSVALDO FERNÁNDEZ l 197

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� El marxismo frente a los grandes desafíos del presente J O RCE CONZALORENA l 211 Progreso destructivo: Marx, Engels y la ecología MICHAEL

LOWY 1 231

A propósito de la actualidad del pensamiento de Marx. Marxismo y filosofía de la praxis JAIME MASSARDO l 245

Marx: actualidad de las contribuciones teóricas de 1857 para la interpretación crítica del capi�alismo contemporáneo LUCIO OLIVER Y FRANCESCA SAVOIA

1 265

Aventuras del tema del desarrollo en el marxismo EMIR SADER

129�..

Gramsci: recuerdos de lectura

J ORCiE ARRATE l 317 Biografía mínima autores/as l 325

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Marx era el hombre más odiado y más calumniado de su tiempo. Los gobiernos, lo mismo los absolutistas que los republicanos, le expulsaban. Los burgueses, lo mismo los conservadores que los ultrademócratas, compedan a lanzar difamaciones contra él. Marx apartaba todo esto a un lado como sifueran telas

de araña, no hada caso de ello; solo contestaba cuando la necesidad imperiosa lo exigfa. Y ha muerto venerado, querido, llorado por millones de obreros de la causa revolucionaria, como él, diseminados por toda Europa y América, desde las minas de Siberia hasta California. Y puedo atreverme a decir que si pudo tener muchos adversarios, apenas tuvo un solo enemigo personal. Su nombre vivirá a través de los siglos, y con e1 su obra.

F. ENGELS. Discurso ante la tumba de Marx, 17 de marzo de 1883.

Introducción

¿Vigencia de los marxismos, hoy? La obra de Marx surge en el contexto de la vigorosa Revolución Industrial que iba a transformar la faz del mundo como nunca antes había ocurrido. No fue casualidad que la Inglaterra donde desarrolló la mayor parte de su obra fuera el centro y motor de aquellas transformaciones. Ubicado en el epicentro de aquel momento, supo captar las raíces profundas de toda una época e incluso vislumbrar y bosquejar fenómenos que ocurrirían, según lo reconocen hoy hasta economistas clásicos, siglos después. En el siglo XX la caída de los socialismos reales mostró, según algunos, el "triunfo" del capital y con ello también varios fueron los que abandonaron a Marx y el marxismo como fuente inspiradora para levantar proyectos societa­ rios alternativos al capitalismo. El marxismo quedó reducido a una posición muy marginal al interior de aquellas universidades que lo mantuvieron y por otra pane, al interior de muchos movimientos sociales y políticos, se redujeron las categorías marxistas utilizadas en su comprensión y práctica política, siendo reemplazadas por otras perspectivas o posturas eclécticas. Con la hegemonía neoliberal fueron pocos los que se atrevieron a levantar a Marx y su legado como una de las fuentes fundamentales para entender y transformar la sociedad. Pero una vez que el capitalismo ha mostrado su incapacidad para resol­ ver los grandes problemas de la humanidad, llevándonos a los límites de la supervivencia planetaria, acrecentando las brechas entre ricos y pobres, excluidos e incluidos, en su afán de expandirse y convertir todo en mercancía, el marxismo cobra nuevamente vida gracias a su capacidad para enrique­ cerse en correspondencia con las dinámicas del momento histórico actual. La obra de Marx surge en circunstancias históricas concretas, la era del capital como la llama Eric Hobsbawm, y por más que el capitalismo decimo­ nónico se distancie del globalizado del siglo XXI, la importancia e influencia

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de Marx durará mientras éste se mantenga. Así, la vigencia de Marx no está solo en que entrega las claves para interpretar el capitalismo, sino también para transfurmarlo; esto significa que apona herramientas analíticas para comprender la lógica del capital y los elementos de los cuales se pueden nutrir las masas para enfrentarlo y construir otro modo societario. Estos dos ámbitos se constituyen en la potencia de los marxismos, tanto de ayer como de hoy. Como dice Hobsbawm, Marx ha vuelto a la vida de la mano de los propios capitalistas, quienes han visto en él su capacidad para concebir, con más de 150 años de anticipación, algunos de los trazos financieros globalizados que adquiriría la economía mundial a fines del siglo XX y comienzos del siglo XXI, y si bien no fue el único que pensó una sociedad sin e�plotación

y alienación, "sí fue el que la expresó con mayor fuerza que nadie y sus palabras mantienen el poder para inspirar"' hoy.

Preguntarse por la vigencia del marxismo hoy puede parecer un ejercicio de voluntarismo o afán arqueológico para aquellos que decretaron su "derrota" con la caída del Muro de Berlín y la disolución de la URSS. Desilusionados

de su fi'acaso en la realidad, volcaron su mirada para otros campos, como si no hubiera existido desde décadas antes una crítica al interior del pro­ pio marxismo capaz de ver las problemáticas, errores y horrores de la vía soviética al socialismo. Olvidando que la experiencia soviética era una de las puestas en práctica posibles del legado marxista, sin duda significativa e

innegable, perdieron de vista que, más allá de ello, el marxismo podía seguir

siendo -como señaló Sartre- el horizonte crítico insuperable de nuestro

tiempo. El fracaso de los socialismos reales ha hecho pensar a muchos que el marxismo perdió vigencia, sin embargo, todo dice que no es asi, puesto que el capitalismo ha demostrado su incapacidad para superar los problemas que él mismo genera. Por ello es que la contribución de Marx sigue estando vigente en cuanto realiza una crítica histórica demoledora a la sociedad capitalista y a la lógica del capital, elaborando a su vez, una teoría de su superación. No obstante, el apone de Marx debe ser leído a través de las tradiciones marxistas, que en su interior presentan gran diversidad. Como señala Borón,2 por más rico que

sea el legado de su fundador, a este hay que "sumarle los apones de quienes Erlc Hobsbawm. La crisis del capiralismo y la imponancia acrual de Marx 150 años después de los Crundrisse. Entrevista, en Slnpermiso, 2008. Consultada el 20/01/2011 en http:// www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=2081 2

Atillo Borón (2006). ·Por el necesario (y demorado) retorno al marxismo·. En La teoría Mandsra Hoy, CLACSO consultado el 20/01/2011 en http://bibliotecavirtual.clacso.org. ar/ar/libros/campus/mancis/Claselnaugural.pdf

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tras sus huellas ( ...) lo fueron desarrollando en un proceso inacabado que llega hasta nuestros días". Así el marxismo tiene una historia y las ideas de Marx tienen los limites de su tiempo, pero su método-como decía Lukács-, que es aprehender la dinámica de lo real, que conserva y renueva, permite dar cuenta de las nuevas determinaciones de lo real. Esta pluralidad de la historia del marxismo es lo que permite hablar de corrientes del marxismo, divergentes en su interior, y no de un texto sagrado -al estilo del DIAMAT soviético- al que se debe recurrir. Un mapeo actual del marxismo, que en términos generales Perry Andersons había descrito en los años setenta para el marxismo occidental, da cuenta de su vuelco a lo académico y su vinculación con debates filosóficos junto a la pérdida de la unidad de la militancia o la praxis política y de la economía, como ejes de preocupación teórico-política. En este marco, distingue entre las venientes representadas por: a) la Escuela de Frankfurt, b) la Anglosajona, donde una versión fuene es el marxismo analítico junto a la tradición culturalista y el trotskismo, c) la francesa, con las diferencias entre el althusserianismo y sus derivados, junto a la herencia dejada por Sanre, d) la escuela italiana de la filosofía de la praxis, con el mayor exponente: Gramsci; e) la escuela de Budapest, con la figura de Lukács y here4eros como Mészáros, y f ) la escuela de América Latina, que en su interior contiene la figura de Mariá­ tegui como un exponente central y precursor de una reinterpretación desde Latinoamérica, la tendencia guevarista, de la teología de la liberación y la educación popular. De modo sintético, en el caso chileno, su proceso histórico no fue ajeno a la influencia del marxismo, especialmente desde 1933 hasta 1973 alcanza usos y desarrollos plurales, donde emergen varias escuelas que se diferen­ cian analíticamente y que poseen también un correlato panidario, que se desdibujará con el golpe militar y especialmente a partir de la década de 1990. Estos desarrollos plurales del marxismo en Chile se caracterizan por un criterio epistémico, que es la posición frente a la teoría y por las diferencias paradigmáticas que vienen a ser la posición en la teoría. En el marxismo chileno, ambos puntos de vista se combinan dando por resultado quefrente a la teoría o el ámbito epistémico se ubica el marxismo como método y que en las diferencias paradigmáticas se concibe como teoría. La primera piensa en formas de conocer que pueden dar lugar a genera­ lizaciones y leyes, concibiendo un marxismo abieno, es decir, una teoría en proceso de construcción y sin respuestas acabadas, donde se observa la 3

Perry Anderson. Consideraciones sobre el marxismo occidental. Siglo XXI editores. 1979, México.

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influencia de la l�tura del joven Lukács. Esta posición, políticamente posee dos referentes: el Partido Socialista de antaño y el Movimiento de Acción Popular Unitaria (MAPU) de fines de los años

60.

En cambio, en la segunda división que concibe al marxismo como teoría, es decir, como un conjunto sistemático de elaboraciones y de generalizacio­ nes sobre el capitalismo, el socialismo y la revolución, se ubica la posición marxista-leninista con dos vertientes: la soviética seguida por el Panido Comunista y la castrista emergente en los años sesenta, representada políticamente por el Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR). Aquí, las diferencias se darían no a nivel epistémico, sino a nivel paradigmático, es decir, con diferencias dentro de un ámbito especifico y circunscritas a la teoría de la revolución, esto es, al nivel del proceso revolucionario, con los problemas de las condiciones y de los medios de lucha, ya que en lo que tiene que ver con la necesidad estructural del socialismo, el nivel de los fines y su evolución, junto al estatuto de la teoría, no surgen mayores diferencias. Para la escuela marxista-leninista soviética existe una primacía de la estructura sobre la acción y la conciencia de las masas, una suerte

de etapas que es preciso cumplir para alcanzar la nueva sociedad. Por su lado, la tendencia castrista se diferencia porque se basa en un análisis del desarrollo del capitalismo chileno derivado de una versión de la teoría de la dependencia generada por los intelectuales extranjeros Andrew Gunder Frank, Theotonio Dos Santos y Ruy Mauro Marini, que más allá de sus dife­ rencias de interpretación, niegan el carácter feudal de la economía chilena originaria, con consecuencias en lo político y diferenciaciones con el Partido Comunista chileno, en tanto se incorpora la lucha armada como estrategia. Estos trazos del desarrollo marxista chileno hasta 1973 se conjuga también con la etapa de esplendor de la izquierda chilena. Hoy en Chile -si bien no ha desaparecido el marxismo- posee un reducido desarrollo teórico y político, lo cual plantea desafíos importantes para retomar su fuerza crítica, tanto para comprender la realidad global y las particularidades que adquiere el capitalismo en Chile como para apuntar a transformar la sociedad actual. Y en este sentido, las sucesivas crisis aparecidas desde fines del siglo XX hasta la fecha son uno de los fenómenos visibles que deben obligar a la izquierda a retomar las enseñanzas de Marx. Especialmente a partir de la crisis económica desarrollada el año 2008, se pone en el tapete la necesidad de los marxistas de volver a la preocupa­ ción por la dimensión económica a nivel mundial de modo de comP,render las particularidades que adquiere el capitalismo posterior a la década de . los setenta y la urgencia de impulsar nuevamente bosquejos societarios alternativos para la humanidad, reconociendo los errores cometidos en el

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pasado en anteriores intentos. Por ello la critica debe ser radical, de fondo y no meros acomodos a la estructura imperante; debe incluir la crítica a aquellas tendencias que dieron por muerto todo proyecto emancipatorio,

ya que no es posible pensar otro modo societario sin volver a poner en cir­ culación los grandes relatos capaces de contener en su interior la diferencia. La vuelta al marxismo da cuenta de la existencia de una lógica del capital

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que se mantiene; no se puede desconocer que sigue existiendo la explotación del trabajador, la competencia y la necesidad de valorización del capital, los ciclos de expansión y recesión económica, como también la contradicción entre el proceso socializado de producción y el carácter privado o a-social del control de la producción, contradicción que Marx analizó y diagnosticó hace más de un siglo. Sin embargo, sin duda el capitalismo junto a sus particularidades y ma­ nifestaciones socio-históricas ha variado a lo largo de la historia. En ese sentido, sus características entre los siglos XIX y principios del siglo XX, hasta la Segunda Guerra Mundial, son muy distintas a la que se inaugura a partir de esa época y se extiende hasta principios de la década de

1970,

caracterizada por una mayor intervención del Estado en la economía, el surgimiento de mayores niveles de consumo junto a la expansión del sector servicios, como también de importantes cambios en el nivel de desarrollo tecnológico y en la organización del trabajo, situación que variará desde comienzos de la década de 1970, en que se manifiestan nuevas características del capitalismo identificadas como neoliberalismo. El capitalismo surgido a partir de la década de

1970 se distingue de sus

momentos anteriores por: Una fase de agotamiento de la etapa de crecimiento y desarrollo, como fue el producido posterior a la Segunda Guerra Mundial,4 asimismo se impone una aceleración de la mundialización, generando crisis en los llamados Estados Nacionales. En coherencia con ello, se promueve el desarme de los Estados benefactores y los servicios públicos, pero paradójicamente éste adquiere un rol centralizado de control y coerción a través de su aparato policíaco y penal, criminalizando la pobreza. A su vez se impone la desregulación mundial de las economías para permitir la producción, circulación y reproducción cada vez más ampliada y mundializada del capital; se abren las fronteras nacionale�. quedando en evidencia una lógica privatizadora y generadora de fusiones y concentraciones de capital oligopólicas o monopólicas. En el

4

La tasa de crecimiento del PIB entre 1950 y 1973 de los pa(ses industrializados fue aproximadamente de un 4,81. En Historia Econ6mica Mundial. Francisco Comin; Mauro Hernández; Enrique Llopls. Editorial Crltica, España. 2009.

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ámbito del trabajo y la organización de los aparatos productivos, éstos se

flexibilizan y preéarizan, se hace "más" flexible el trabajo, a diferencia de

lo existente hasta la década de los 70, permitiendo la deslocalización de la producción. Acompaña a ello la innovación tecnológica especialmente centrada en la infonnática y las comunicaciones, que vienen a incidir en

la baja del trabajo industrial, generando un aumento en los servicios y un crecimiento en el desempleo permanente o temporal ya sea formal o informal y del desempleo estructural. Es un capitalismo donde los intereses privados

están enlazados fuertemente a los representantes políticos, subordinando

a éstos a la lógica del capital. En ese sentido, lo político tiende a reducirse o pulverizarse, evidenciando claras marcas de individualismo, competencia

y pérdida del horizonte de lo político como esfera de transfonnación social profunda. Otra consecuencia del capitalismo en su fase actual es la supe­

ración de los límites planetarios, atentando contra la sustentabilidad de

éste; así aparece con mayor inminencia la crisis ecológica y su depredación

ambiental o los desequilibrios de los ecosistemas, como consecuencia de

su afán de valorización del capital, de la búsqueda obstinada de beneficios.

El presente h'bro intenta recoger diversas miradas acerca de la vigencia de

los marxismos para interpretar el capitalismo actual, entendido éste como un modelo de desarrollo que pone en su centro la lógica del mercado. A la vez, intenta visibilizar y volver a poner en circulación a varios autores y

autoras que se adscriben a alguna de las tradiciones marxistas o usan alguna de sus categorías. Sin duda, ello significa hacer un esfuerzo por poner en

el centro la teoría económica marxista y los problemas claves que plantean

a esta teoría, las contradicciones y tendencias del capitalismo de nuestro tiempo en el corto, mediano y largo plazo.

Como piensa Gramsci, una tradición se construye y sostiene con la con­

tinuidad de los cuadros culturales e intelectuales. Asi, diversos autores y

autoras chilenos y extranieros han acogido la invitación a pensar los desafíos del marxismo hoy desde sus distintos campos. Cada uno/a de ellos/as posee

una trayectoria importante de producción académica y de lucha política en el contexto latinoamericano. Para los compiladores es un profundo orgullo

poner este material a disposición de todos aquellos que, como dice Perry

Anderson, aún no han bajado la cabeza ante el poder del capital.

Los articulas que a continuación reseñamos brevemente se posicionan

diferenciadamente frente a la temática del libro, abarcando un amplio

espectro de contribuciones.

. Por una parte, un conjunto de artículos se refiere al tema de la crisis del

capitalismo en su más reciente expresión desatada por la llamada "burbuja

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inmobiliaria" de EE.UU. y las variadas y hasta contradictorias interpretaciones

de ella en diversos economistas marxistas y liberales:

El artículo de José Cademértori, titulado Los Marxistas y el Capitalismo del Siglo XXI, subraya que Marx no se equivocó en predecir que los asalariados

constituirían la mayoría de la población activa en los paises del capitalismo

maduro, y que en el capitalismo del siglo XXI, el proletariado se convierte

en la clase mayoritaria a nivel mundial, aun presentando ésta importantes

cambios. Para mostrar aquello, José revisa los orígenes en que Marx y En­ gels escribieron, pero también se sumerge en las actuales condiciones del

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capitalismo, donde la clase asalariada muestra importantes cambios y la burguesía se esfuerza por mantener y acrecentar sus privilegios, trayendo al mismo tiempo éxito para ellos y descontento de gran parte de la ciudadanía frente al capitalismo, incluso en aquella población de los paises de la Europa oriental una vez insertos en el capitalismo. Agrega que la mayor recesión de fines de la primera dé.cada del siglo XXI ha traído graves consecuencias

para la población en general, con consecuencias tanto en el reordenamiento

económico mundial como de América Latina.

El texto de Orlando Caputo La importancia de Marx para el estudio de la economía mundial actual, comienza reconociendo que la utilización de

las ideas de Marx para interpretar y desarrollar la economía en los diversos

experimentos socialistas ha sido desafortunada e incluso contradictoria con esas mismas ideas, así como en el campo no socialista la interpretación de intelectuales y partidos declarados marxistas no ha sido más acertada. En

este contexto el autor presenta la crítica a interpretaciones marxistas sobre el capitalismo actual: rescata de Marx sus planteamientos sobre la economía

mundial, el importante papel asignado a la distribución y su relación con la producción; y el no cumplimiento en las últimas décadas de la ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia señalada por Marx.

Theotonio Dos Santos, en su artículo titulado Crisis estructural y crisis de coyuntura en el capitalismo contemporáneo, sitúa la idea de que una crisis estructural o de largo plazo del modo de producción capitalista, ya aparece

en el Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política de Marx. Avanza el texto dando cuenta de mecanismos identificados por Marx para

que el modo de producción capitalista pueda sobrevivir oponiéndose a la tendencia de la caída de la tasa de ganancia. En primer lugar se encuentra

la necesidad de imponer el dominio monopólico de los mercados. El se­

gundo es que para mantener una tasa elevada de ganancia en condiciones

monopólicas es necesario apoyarse en fuerzas productivas cada vez más socializadas. En tercer lugar, Marx bosquejó el rol del comercio exterior y

del sistema colonial. Dos Santos luego se adentra a mostrar las temáticas

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y aciertos de su obra que resume en una trilogía, para después sumergirse en el análisis de la crisis económica del 2008, que es donde entran en crisis las soluciones impuestas por el neoliberalismo y los aciertos de las tesis de sus obras. Claudio Lara, en su texto La crisis mundial. Marx y los principales di­ lemas de los economistas mandstas occidentales, plantea que el desarrollo del marxismo a lo largo de décadas ha ido configurando diversas escuelas de interpretación marxista respecto a amplios campos, y en particular respecto a las características del capitalismo y sus crisis periódicas. A lo largo del desarrollo de esas interpretaciones respecto del capitalismo se ha producido un forcejeo entre Marx y el marxismo, entre quienes defienden a toda costa 'su' ortodoxia y aquellos que intentan enriquecer la teoría de las crisis con nuevas aportaciones a partir de la realidad. Este trabajo se propone reflexionar sobre este forcejeo en el campo del marxismo occidental, hoy agudizado por la crisis global. El artículo de Claudio Ir las constantes controversias que sobre esa base se desarrollan en el plano de las ideas, sino también, y de manera muy signi­ ficativa, por los avances y retrocesos que experimentan las propias luchas de los explotados a escala mundial, los cuales contribuyen decisivamente a forjar el clima intelectual prevaleciente en cada periodo de la historia. En efecto, los grandes progresos que conocen tanto la difusión de las ideas socialistas como la organización y movilización de los trabajadores, pani­ cularmente en Europa, a fines del siglo XIX e inicios del siglo XX, estimulan un desarrollo pujante del marxismo en manos de una nueva generación de intelectuales revolucionarios: Kautsky, Plejanov, Labriola, Lenin, Luxem­ burgo, Hilferding, Trotsky y muchos otros. Del mismo modo, la vergonzosa capitulación de la socialdemocracia ante la fuerte oleada de chovinismo que se extiende por Europa en vísperas de la Primera Guerra Mundial, asestando un golpe profundo a las perspectivas revolucionarias precisamente en los escenarios en que parecían abrirse sus mejores posibilidades y en que por

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ello mismo estaban cifradas las mayores expectativas, desplazará a partir de entonces el eje de la revolución hacia escenarios en que las perspectivas del socialismo resultaban ser mucho menos promisorias, arrastrando en las vicisitudes de ese desplazamiento al propio desarrollo del marxismo. Fue así que, en las condiciones creadas por la gran crisis del capitalismo que condujo a la Primera Guerra Mundial, y como una "ironía de la historia", la revolución logra triunfar no en las avanzadas economías industriales de Alemania, Francia o Inglaterra, sino en la vasta y atrasada Rusia. El marxismo, lo más avanzado del pensamiento social de la época, va a germinar y dar sus frutos haciendo posible el nacimiento de un Estado obrero solo allí donde las anacrónicas estructuras sociales y el retraso de la ciencia y tecnología apenas han permitido la existencia de un aún joven y relativamente débil proletariado industrial. En definitiva, el fracaso, en frío y en caliente, de la revolución proletaria en Occidente va a desplazar el derrotero de la misma hacia las zonas pe­ riféricas del capitalismo, donde el ideario socialista de emancipación del trabajo se verá por una parte desprovisto de la base material necesaria para aproximarse de manera significativa a la construcción de una sociedad sin clases y, por la otra, fuertemente entrelazado con las sentidas aspiraciones de independencia y dignificación nacional fraguadas bajo las condiciones de opresión y explotación a que los pueblos de esas regiones se ven some­ tidos por parte de las grandes potencias coloniales y neocoloniales. Se va a producir así, en los hechos, una suerte de simbiosis entre el socialismo como proyecto de emancipación de clase de los trabajadores asalariados y un ferviente nacionalismo, principalmente gravitante entre las jóvenes

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generaciones intelectuales, y en el que éste último terminará por opacar al primero.

La revolución de octubre en Rusia, la primera y a la postre más influyente de esas experiencias, efectivamente logra romper la cadena imperialista por su "eslabón más débil", gracias a la clarividencia y decisión política de sus principales lideres, pero animados estos últimos no por la ilúsión de ..construir el socialismo en un solo país", sino con la esperanza de que su ejemplo pudiese ser seguido poco después, y en condiciones materialmente más propicias para llevar a cabo el gran proyecto histórico emancipador, por el más poderoso proletariado de occidente. Sin embargo, como tales expectativas a la postre no se consuman, el mo­ vimiento revolucionario ruso se verá prontamente enfrentado a la necesidad de intentar avanzar hacia el socialismo a partir prácticamente de la nada, en un vasto imperio, conformado por múltiples nacionalidades y que ha sido completamente devastado por las inconmensurables penurias que le acarrearon, primero, su participación en la Primera Guerra Mundial y, luego, la despiadada y cruenta guerra civil que las antiguas clases dominantes, con el activo respaldo de las potencias imperialistas, lograron desatar en contra de la naciente república de los soviets. En esas condiciones terribles de aislamiento y pobreza generalizada, se va constituyendo de manera insensible un nuevo modo de organización social que llegará a ser a la postre solo

un remedo del socialismo hasta

entonces imaginado y anhelado por Marx y los marxistas. Desprovistos de las competencias técnicas requeridas para tornar provechoso el ejercicio del poder, los revolucionarios rusos se verán obligados a apoyar la gestión civil y militar del nuevo aparato de Estado nada menos que en los antiguos

burócratas y especialistas de la época del Zar dispuestos a colaborar con el nuevo régimen.

Pero, indudablemente, esa colaboración no va a ser gratuita: tras su incor­ poración por conveniencia al Partido, la burocracia continuará detentando las posiciones de privilegio de que siempre había gozado, tanto en el plano social como político. Los resguardos inicialmente ideados para neutralizar los riesgos que conlleva dejar en sus manos las tareas del "Estado prole[a­ rio" van cediendo poco a poco y las medidas de excepción adoptadas para enfrentar el explosivo descontento de la población ante las penurias de la situación y las desigualdades se van tomando de duración indefinida. Como expresión de los intereses de esta burocracia, se desarrolla y consolida entonces de manera gradual en el seno del régimen surgido de la revolución una reacción conservadora que desplaza del poder a los trabajadores, alterando, a su vez, la propia fisonomía [eórica, política y

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organizativa del partido que en nombre del socialismo había impulsado y orientado esa gran transformación social. La más clara expresión política de dicha reacción conserva4ora la constituirán el programa y los métodos de la fracción encabezada por Stalin, que termina imponiendo su control discrecional sobre la vida del partido y del Estado, ahogando toda forma de democracia. Lo que se proclama entonces como la ªdictadura del proletaria­ do" no es ya, en realidad, otra cosa que la dictadura que los funcionarios del Estado y del Partido ejercen, en su nombre, sobre las masas trabajadoras. Se consuma asf, de manera casi insensible, una nueva y fenomenal derrota política del movimiento obrero y la causa del socialismo. Solo que ella no se traducirá en una restauración inmediata del capitalismo, sino en el establecimiento de un régimen de despotismo burocrático que impone su control sobre una economía centralmente planificada y que se viste con ropajes sedicentemente revolucionarios. La justificación ideológica de esta metamorfosis, que desplaza el proyecto socialista original de autogobierne de los trabajadores a través de instancias de democracia directa como los soviets y emplaza en su lugar un sistema de decisión política totalitario, la proveerá el constructo estaliniano bautizado con la fraudulenta denomi­ nación de ªmarxismo-leninismo". Dado, por otra parte, el rol de liderazgo que el partido ruso ejerce sobre el joven movimiento comunista que se articula internacionalmente a partir y en tomo a la revolución bolchevique, este proceso de mutación política e ideológica va a terminar contaminando también al conjunco de los parti­ dos comunistas. Se abre paso entonces una concepción del socialismo, del partido revolucionario y de la política de clase completamente espuria, que ya nada tiene en común con la que en su momento hicieron suya Marx y los marxistas. Sin embargo, salvo en los pequeños grupos revolucionarios que se atreven a denunciar dicha falsificación, será ella la que se va a terminar imponiendo como la más ampliamente aceptada expresión politica del "marxismo". Sin duda, el reconocimiento y aceptación de este "socialismo realmente existente", en el marco de un movimiento comunista que rinde culto a Stalin y que se encuadra ideológicamente en los rígidos marcos del nuevo catecismo "marxista-leninista", se verá facilitado por los incuestionables éxitos que alcanza la economía planificada en los mismos momentos en que el capita­ lismo atraviesa por la peor crisis de toda su historia y, posteriormente, por el gran ascendiente politico alcanzado por una Unión Soviética que emerge finalmente victoriosa al término de la Segunda Guerra. No obstante, las contradicciones sociales inherentes a los regímenes bu­ rocráticos irán minando inexorablemente su dinamismo y estabilidad. Las

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crecientes demandas de participación, de mayor igualdad, transparencia y l ibertades cívicas no pueden ser acogidas por un régimen pol ítico basado en la discrecionalidad, la desigualdad, el hermetismo y la ausencia de li­ bertades. La econo mía, por su parte, agotada ya su dinámica fase inicial de crecimiento exten s ivo, necesita ahora de l a concreción de tales demandas p olícicas para poder desarrollarse de la m anera intensiva que los nuevos logros de la ciencia y la técnica posibilitan y reclaman. Los confl ictos se agudizan y e l régimen burocrático com i e n z a a desco mponerse , s i n q u e pueda ofrecer, d a d o s u carácter socialmente parasitario, una posibilidad cierta de autorreforma. La desafección de l a població n trabajadora respecto de las "democracias populares" s e torna cada vez más clara y b eligerante, anunciando s u inmi­ nente desmoronamiento. Ello constituye, además, la demostración más clara y concluyente de que dichos regímenes n ada tenían e n común con lo que en el marco del pensamiento marxista se ha dado en llamar "dictadura del proletariado". En tales condiciones, marcadas por la ausencia de u na a lternativa política de avance hacia el comunismo, la única salida visible va a ser a la postre la restauración del capitalismo, lo que finalmente ocurrirá b ajo el l iderazgo de algunas figuras de la propia burocracia "comunista". Se confirma así, de manera dra mática, que la historia "no hace nada por s í misma". El imperi a l i s m o y l a s hurguesías anu n cian entonces no solo el " fin del

comunismo", sino también de la historia. Los partidos comunistas, por su p arte, que ven romperse de manera tan traumática confianzas e ilusiones largamente c ultivadas, entran e n una profunda crisis y los amplios sectores de exp lotados que habían logrado ser influidos por ellos caen presa de la confusión y la desesperanza. Con la misma ceguera e inconsistencia con que antes identificaron el marxismo vivo y creador de M arx y de Lenin con el escolástico y petrificado " marxismo - leninismo" de Stalin, muchos de sus antiguos intelectuales y dirigentes observan ahora perplejos cómo "se caen las catedrales" y comienzan a plegarse al coro de los que anuncian la definitiva "muerte del marxismo". Otros solo atinan a explicar la debacle como fruto de simples "errores", confirmando así lo alejados que siempre estuvieron de razonar sobre el s ignificado de los acontecimientos históricos en términos marxistas. En medio de tanta confusión, son pocos los que parecen reparar en el hecho de que los ll amados "socialismos reales " fueron bautizados así por los propios burócratas para marcar precisamente su discancia con ese socialismo profundamente democrático, igualitario y plebeyo que concibieron y por el cual siempre lucharon Marx y los marxistas, incluidos e ntre estos últimos

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los que estuvieron a la cabeza de la revolución de octubre y que terminarían siendo l uego en su mayor parte ejecutados por la b u rocracia estalinista. Por lo tanto, la falsa pero insistente asociación que por tanto tiempo se ha hecho entre los fracasados regímenes burocráticos del socialismo realmente inexis­

ten te y el marxismo no pasa de ser una falacia o u n a interesada estratagema propagandística de los enemigos de la revolución, interesados en proyectar el merecido descrédito de aquellos sobre este último. E l m a rx i s m o a nte los g r a n des retos del p resente Tras la crisis y desplome de los "socialismos reales", el sistema imperialista se yergue victorioso y parece tener ahora todo e l mundo a sus pies. Pero, a pesar de ello, la resistencia popular a sus políticas de dominio recrudece por doquier y la influencia del marxismo en muchos lugares del planeta s e revaloriza y gana nuevas fuerzas. ¿Cómo explicar esta situación aparente­ mente paradójica? Basta observar con cierta detención la realidad del mundo actual y razonar con u n mínimo d e coherencia para entenderlo. El fracaso de las experiencias revolucionarias, que fueron d esplazadas primero por los "socialismos reales" y que se saldaron finalmente con e l desplome de éstos, representó, a lo sumo, el de algunos intentos por contribuir a resolver, al menos en parte, los grandes males e ngendrados por el capitalismo en el mundo de hoy. Pero esos males, que por lo demás no cesan de agudizarse, siguen enteramente en pie y representan el principal problema y la principal amenaza que encara actualmente la humanidad. En e fecto, s i ingenuamente algunos pensaro n que con la caída de los regímenes burocráticos e l mundo ganaría e n s eguridad al dejar atrás la Guerra Fría, fue porque ignoraro n el carácter inhere ntemente expansivo y belicoso de las tendencias de desarrollo del capitalismo, en las que se anida la exacerbación del confl icto y, finalmente, la guerra. Basta mirar l o que ha acontecido en el mundo en sus últimos veinte años para desengañarse. No hemos vivido un periodo de paz, sino de guerras extremadamente crueles y destructivas, alimentadas todas ellas por la insaciable búsqueda de ga­ nancias, los conflictos de interés y el afán de dominio que las tende ncias de desarrollo del capitalismo recrean a cada paso. Es ello lo que explica que, a pesar del término de la Guerra Fría, el presupuesto militar en el mundo, lejos de haberse reducido, haya alcanzado, por el contrario, cifras record. ¿Y qué decir de la exclusión, la pobreza y la d esigualdad social o de la catástrofe ambiental que se desarrolla ante nuestros ojos? Lo cierto es que la humanidad se enfrenta hoy al inmenso desafío, mayor que nunca en el pasado, de hacer frente y resolver estos y otros gravísimos

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problemas. Aparentemente se trata de ámbitos de problemas que, por su propia especificidad, surgen y se desarrollan de manera independiente unos respecto de otros. Así los abordan y presentan las formas de pensamiento dominantes e incluso una parte de aquellas que surgen como una expresión de protesta frente a ellos. Pero en verdad todos estos graves problemas solo representan manifestaciones diversas de un mismo y profundo mal. Por sus previsibles y dramáticas consecuencias, todos ellos son conjuntamente expresivos de la formidable crisis civilizatoria generada por las tendencias autodestructivas del desarrollo capitalista, tendencias que permiten esta­ blecer las conexiones que existen entre ellos y que solo desde una visión científico-social rigurosa, comprensiva, dialéctica y global del mundo, resultan efectivamente visibles. Tal visión es, precisamente, la que solo la

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