Los sirgueros de la Virgen sin original pecado 9783954872411

Edición, por primera vez íntegra, de esta novela pastoril, una de las primeras en su género de la Nueva España, original

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Spanish; Castilian Pages 252 Year 2013

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Los sirgueros de la Virgen sin original pecado
 9783954872411

Table of contents :
ÍNDICE
LA PASTORIL INMACULISTA
LOS SIRGUEROS DE LA VIRGEN SIN ORIGINAL PECADO
LA PASTORIL ACADÉMICA
EL «AUTO DEL TRIUNFO DE LA VIRGEN Y GOZO MEXICANO»
BIBLIOGRAFÍA

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BIBLIOTECA INDIANA Publicaciones del Centro de Estudios Indianos Universidad de Navarra Editorial Iberoamericana Dirección: Ignacio Arellano y Celsa Carmen García Subdirector: Juan M. Escudero Coordinadora: Pilar Latasa Comité asesor: Trinidad Barrera, Universidad de Sevilla Miguel Donoso, Universidad de los Andes, Santiago de Chile Andrés Eichmann, Universidad de Navarra y Academia Boliviana de la Lengua Paul Firbas, Stony Brook University Pedro Lasarte, Boston University Raúl Marrero-Fente, University of Minnesota Alfredo Matus, Academia Chilena de la Lengua Rosa Perelmuter, University of North Carolina at Chapel Hill Sara Poot-Herrera, University of Santa Barbara, California José Antonio Rodríguez Garrido, Pontificia Universidad Católica del Perú

Biblioteca Indiana, 37

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FRANCISCO BRAMÓN

LOS SIRGUEROS DE LA VIRGEN SIN ORIGINAL PECADO



EDICIÓN DE TRINIDAD BARRERA (Estudios de Trinidad Barrera, Gema Areta y Jaime J. Martínez)

Universidad de Navarra - Iberoamericana - Vervuert - Bonilla Artigas Editores 2013

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Este libro ha sido financiado por los proyectos FFI 2009-11526 y FFI 2012-32087, concedidos por el Ministerio de Economía y Competitividad. Dirección General de Investigación Científica y Técnica. Derechos reservados © Iberoamericana, 2013 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 - Fax: +34 91 429 53 97 © Vervuert, 2013 Elisabethenstr. 3-9 – D-60594 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 - Fax: +49 69 597 87 43 [email protected] www.ibero-americana.net © Bonilla Artigas Editores S.A. de C.V., 2013 Cerro Tres Marías # 354 Col. Campestre Churubusco C.P. 04200, México D.F. [email protected] www.libreriabonilla.com.mx ISBN 978-84-8489-780-4 (Iberoamericana) ISBN 978-3-95487-327-2 (Vervuert)

Depósito Legal: M-29919-2013 Diseño de la serie: Ignacio Arellano y Juan Manuel Escudero Imagen de la cubierta: cuadro Abrazo ante la Puerta Dorada (Nº. Inv. 00170) © Museo de América, Madrid Diseño de la cubierta: Marcela López Parada Impreso en España Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro.

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ÍNDICE

La pastoril inmaculista . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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Los Sirgueros de la Virgen . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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La pastoril académica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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El «Auto del triunfo de la Virgen y gozo mexicano» . . . . . . . . . . . . . . . .

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Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

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LA PASTORIL INMACULISTA

Es también hora de las aves sonoras y sirgueros dulces, que en suave gorjeo celebran la concepción purísima de María (SV)

Cuando Francisco Bramón publica la novela pastoril Los Sirgueros de la Virgen sin original pecado (México, 1620) ya la Nueva España contaba con otro precedente ilustre en el género, Siglo de Oro en las selvas de Erífile (1608) de Bernardo de Balbuena. Ahora bien, la intencionalidad de una y otra es muy diferente, ya que no sería desacertado si dijéramos que la novela de Bramón es la única novela pastoril divinizada de las letras novohispanas, al menos no conocemos ninguna otra hasta la fecha. Sí que tenemos casos en la península, sin ir más lejos Pastores de Belén (1612) de Lope de Vega, aunque podrían señalarse además otros títulos que toman lo pastoril para trasladarse a un contexto religioso, son los casos de la Primera parte de la clara Diana a lo divino (1599) de Bartolomé Ponce, o, con posterioridad a todas las citadas, Vigilia y octavario de San Juan Bautista (1679) de Ana Francisca Abarca de Bolea. Como ha señalado Castillo, más que de divinizaciones —salvo el caso de Ponce— habría que hablar de «obras de pastores espiritualizadas, en las que la temática pastoril se somete al adoctrinamiento, en la que los personajes hablan y se convierten en auténticos cristianos»1. En el caso de Bramón los pastores que recorren los «jardines mexicanos» son devotos defensores de la «inmaculada concepción» de María y sobre esa temática2, de total actualidad en aquellos años, gira toda la novela que transcurre en los días previos a la celebración de la festividad inmaculista.

1

Castillo Martínez, 2005, p. XVII. El tema es de tal actualidad que incluso Lope lo lleva a las tablas en La limpieza no manchada (1618). 2

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BRAMÓN, ESCRITOR CRIOLLO Lamentablemente, pocos datos tenemos sobre Francisco Bramón, y los que tenemos se deben sobre todo a Humberto Maldonado Macías3. Sabemos que era criollo, nacido en la Nueva España —como así lo deja entrever en el Prólogo de su obra—, pero no podemos precisar la fecha de su nacimiento, aunque sí la de su muerte, concretamente el 1 de mayo de 16644. Había sido nombrado consiliario de la universidad en 1619, como se califica en su novela, y desde 1618 era bachiller y clérigo «de corona y grados», recibiendo las órdenes sacerdotales en la capellanía de Mixquic. En ese mismo año, pero meses después, concursó para la cátedra de Retórica de la Universidad de México, sin éxito, dato que refiere con cierta amargura en el Prólogo, cuando dice que su obra vino «a aliviarle de una cansada oposición, dejando el popular concurso y ambigüedad de amigos, que los más de este calamitoso tiempo son fingidos griegos» (p. 45). Más adelante pone en boca de Anfriso, su álter ego, estas otras palabras explicativas de su venida al espacio rústico: Solo fue a dar larga y alivio al trabajado pensamiento de una oposición que en la real y florentísima Academia mexicana, con grande aprobación de hombres sabios y doctos, hice; adonde mostré el trabajo mucho y continuas vigilias mías en la demostración de mis estudios (p. 122)5.

Su preocupación por la envidia salpica varios momentos de su novela, utilizando el personaje de Zoile, el «fiscal Zoile» lo llama, como símbolo: [...] y no que en estos nuestros calamitosos tiempos está desenfrenado el apetito de Zoile, de suerte que tiene su mayor dicha en solo roer y ladrar como envidioso perro las obras que por humildes que sean, merecen grande honor y estima, por haber costado excesivo estudio y continuas vigilias (pp. 214-215).

Su fama de poeta ya le había llevado a participar en 1618 en el certamen poético de los plateros que él mismo menciona en su libro: «y sé que en un 3 Maldonado Macías, 1992. Beristáin y Souza, en su Biblioteca Hispanoamericana septentrional (1816-1821), lo cita como «natural de la Nueva España». 4 Gracias al libro de asiento de la Cofradía de San Pedro, a la que pertenecía Bramón desde 1631. Datos proporcionados por Maldonado Macías, 1992, p. 54. 5 Remitimos al texto de la novela aquí editado, citaremos en el interior del trabajo con indicación de la página.

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certamen que los artífices plateros dedicaron a esta Señora...» (p. 135)6. Hacia 1654 ya tenía el grado de licenciado7, cuando participa de nuevo en otro certamen poético en el que queda en cuarto lugar. Con anterioridad, hacia 1633, sabemos que era presbítero, predicador y confesor en la congregación de la Anunciata del colegio de la Compañía de Jesús8. Hoy día podemos añadir además que el mismo año de la publicación de su libro pide permiso a las autoridades competentes para que «setenta cuerpos del dicho libro» pasen «a los reinos del Pirú»9, de los que el marqués de Guadalcázar, que siendo virrey de la Nueva España había otorgado la licencia de su novela, sería nombrado virrey en 1622. No tenemos más datos al respecto excepto la autorización para el envío, fechada en julio de 1620.

EL LIBRO Y SUS PRELIMINARES La novela de Bramón, publicada en abril del año 1620 —ésa es la fecha que la imprenta Juan de Alcázar consigna al final del libro—, está dirigida al obispo de Michoacán, D. Baltasar de Covarrubias, fraile agustino, y consta de la licencia del virrey, por seis años, pese a que el libro sólo tenía una de las dos aprobaciones finales. Las dos aprobaciones que referimos son, concretamente, la del franciscano fray Victoriano Esmir, dada en diciembre de 1619, y la del fraile agustino Gonzalo de Hermosillo, unos meses después, en febrero de 1620. Así como la segunda responde a los tópicos de rigor, no haber nada contra la fe católica ni las buenas costumbres, la primera se detiene en la obra con estas palabras: [...] hallo que su dulce canto es digno se celebre, pues en él —como en copiosa silva— hallará el poeta realzados conceptos, el curioso en qué deleitarse, el sabio qué advertir, y el pastor sencillo canciones con que entretener la soledad del prado, olvidando aquellas que tantos han escrito (p. 41).

Muestra una preocupación por el público lector, distinguiendo entre letrados y rústicos, y dando una aprobación general a los diferentes gustos 6 Composición que pone en boca de Palmerio al finalizar el segundo libro.Véase la reproducción más adelante. 7 Aunque todos los que le dedican una composición en los preliminares de su libro lo califican de licenciado, ¿es error o se graduó en el ínterin? 8 Traslosheros, 2008, p. 92. 9 De Sarlo, 2013, p. 201.

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del momento califica el libro de «silva» por la libertad que en él se respira, al mezclarse el verso con la prosa y los conceptos teológicos con los arcos triunfales o las fiestas de novillos, amén de la composición teatral que la culmina. Como en una silva o ensalada confluyen elementos diversos que facilitan la satisfacción de un público variopinto, aunque en este caso todos apuntan a un mismo fin. La dedicatoria al obispo de Michoacán, cuyo escudo de armas figura en la portada del libro, pareciera dar a entender el origen michoacano de Bramón o cuando menos su vinculación estrecha con ese sitio, si hemos de hacer caso a la metáfora de la planta y la flor con que inicia dicha dedicatoria: Antes que la flor brotara, señor ilustrísimo, del fruto que hoy mi tierno entendimiento ha producido, tenía en vuestra señoría ilustrísima dueño propio, como señor que es de la tierra donde produció la planta que hoy, a la sombra que deseaba para defensa de los desenfrenados vientos, se llega gananciosa de tener amparo en vuestra señoría ilustrísima (p. 42).

Ya desde este instante muestra Bramón su preocupación por poner su obra al abrigo de «mordaces labios» y preservarla «del apetito de Zoile», sombra temible que acompaña de forma intermitente su discurso, pues el miedo a la envidia y a la maledicencia no deja de atormentarlo más allá del prurito retórico. Dicha preocupación, además de la experiencia personal, podría ponerse también en relación con el malestar que asola la clase letrada a principios de 1619, enraizada en las disputas entre detractores (dominicos) y defensores (el resto de las órdenes religiosas) del misterio de la Inmaculada, sumado al desacuerdo por el fallo emitido por los jueces en el certamen poético de los plateros, así como por los gastos excesivos de aquellos fastos. Dicha situación llegó a plasmarse a través de versos que fueron auténticos dardos disparados de uno y otro lado. Con el peso de la gloria de las celebraciones y la resaca posterior, escribe y publica Bramón su novela, para la que desea un lugar «seguro de borrascas». El Prólogo al lector comienza con una defensa de la poesía que remite, como es habitual en este tipo de la defensas, a nuestro primer padre Adán, y luego citará a san Pablo, a Sila, a Cristo-Cisne en el momento de su muerte, y a otros teólogos de los primeros tiempos de la Iglesia. Vuelve de nuevo a la Antigüedad trayendo a colación otro personaje tópico ligado al verso, al rey profeta y músico David, y en relación con él al profeta Eliseo. Se detiene especialmente en Cicerón, concretamente en su Tosculanas, y en Aristóteles. Éstas son prácticamente las fuentes que cita a propósito del don de la

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poesía-música. Dicha digresión, no demasiado tediosa si la comparamos con otras defensas del verso en ese mismo siglo, concluye con la alusión a los estilos heroico y humilde. A continuación, enlaza con la intención que le ha guiado a la hora de escribir este libro —líneas citadas más arriba— y la temática elegida: Entretuve, pues, el pensamiento en un milagroso sitio, pedazo de cielo, entre sencillos y sin doblez pastores, en ocasión que el instante dichosísimo festejaban de María. Y viendo cuán singular y heroico era el objeto que se ofrecía, por hacer mi estilo tal —respecto del asunto venciéndome a mí mismo— grabé empresas, levanté conceptos —tenues por ser míos—, descrebí placeres y compuse rimas (p. 45).

Su Prólogo reúne sintéticamente las dos partes características del mismo, la preceptiva y la presentativa. Termina anunciando un nuevo libro, consagrado a Marte, por tanto a asuntos guerreros, quizás un poema épico, como hizo también Balbuena con su Bernardo, pero lo cierto es que debió de quedarse en la idea o al menos no ha sido localizada hasta el momento ninguna otra obra de Francisco Bramón, ni tampoco tenemos referencias documentales. Las composiciones laudatorias que la acompañan son cinco: cuatro sonetos, del doctor Rodrigo Muñoz, del almirante Andrés Lariz, de Gerónimo de Cuevas Girón y de un amigo religioso anónimo, respectivamente; además de unas redondillas del primero de ellos. Todos inciden en la temática del libro y en la importancia de este canto a la Virgen y en su mentor Bramón que, cual nuevo y cristiano Orfeo con el que es comparado, canta y «suspende el mundo» con sus «sirgueros» o jilgueros, metonimia del «canto», al tiempo que la Virgen lo alumbra.

ESTRUCTURA Y ARGUMENTACIÓN Los Sirgueros de Bramón, de marcado carácter didáctico y doctrinal, es una obra esencialmente híbrida: la variedad de metros, la inserción de episodios bíblicos y la inclusión de un auto teatral en el interior de la obra misma son elementos más que suficientes para detectar esa hibridez, característica muy común en las obras novohispanas en prosa. El 12 de septiembre de 1617 el papa Paulo V, a instancias del rey Felipe III, dicta un decreto, Sanctissimus, en defensa del misterio de la Inmaculada

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Concepción de la Virgen10. Los festejos se sucedieron en todo el orbe católico y muy especialmente en España, pero también en la Nueva España11. Los plateros de la capital mexicana, como hicieron los sevillanos12, organizaron un concurso de poesía, altares, mascaradas y procesión en honor de la Virgen Inmaculada, de la que mandaron hacer una imagen colada que regalaron a la catedral, y transcurrieron dos días de festejo bajo la mirada celosa del arzobispo Juan Pérez de la Serna. De estos datos nos da cuenta la novela en varios momentos, y muy especialmente en esta glosa de Palmerio: TEXTO La platería os retrata en plata virgen, y es bien retratar en plata a quien es más limpia que la plata. GLOSA De un escogido metal virgen, Dios os retrató, y en vos empleó su caudal, pues la liga consumió del pecado original. Dios de todo os asegura siendo tan hermosa y pura, y en vos su precio quilata, y dél con vuestra hermosura la platería os retrata. Bien es que artífices tales estén mirando a tal blanco, pues da su vista señales que el retrato es limpio y blanco y de subidos metales. 10 Pou y Martí, 1931. Habrá que esperar a 1854 para que sea declarado dogma de fe por el papa Pío IX. 11 No sólo en México, tenemos datos del impacto en Quito, Lima, etc. Sobre los datos para México, cfr. Breve Relación de fiestas, que los artífices plateros, vecinos de México, celebraron a la Purísima Virgen María, el día de su inmaculada Concepción. Año 1618, impresa en 1619 (en Jiménez Rueda, 1945). 12 Sanz, 1995.

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Para ser bien estampada, pues sois vos la preservada, venga Eloy, que será quien os sacará retratada en plata virgen y es bien. Y como en vos se atesora de vuestro bien la grandeza, vuestra concepción señora muestra al mundo su pureza, pues en gracia se mejora; y en el retrato defiende que cuando así en plata atiende el retratar tanto bien, es porque ven quien pretende retratar en plata a quien de hoy más se llame dichosa. Tan gran arte pues que forma el retrato de la esposa a quien Dios le dio la forma, en cielo y tierra preciosa. Alegre la platería con tal retrato este día publica y a voces trata que en su concepción, María es más limpia que la plata (pp. 169-171).

O este otro romance, de claros tintes personales, en el que se da una relación de fiestas y viene a poner fin al Libro Segundo: Los artífices famosos que renombre eterno alcanzan, por las obras de sus manos, y más por la que hoy retratan, viendo de Dios el milagro en su concepción sin mancha, toda hermosa la dibujan en lo mejor de sus almas.

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Gozoso más el deseo de ver tan graciosa infanta, convida a la platería se le dedique a sus aras; busca nuevos instrumentos con que poder retratarla, y en manos de Torres deja, saque perfecta la estampa. Previnieron tantas fiestas para una sola, que espanta ver gastos tan voluntarios en que sus pechos se bañan. Tales fuegos le dedican que las esferas más altas piensan que fraguan estrellas, para esmalte de sus capas. Rayos parecen las luces que a los cielos se abalanzan, y las que corren por tierra sólo el mormullo arrebatan. Salen escuadras vistosas de mancebos, que sus galas a Febo dan que mirar, que contemplar a las damas. De sus colores azules, adornan cifradas capas, y los penachos jugando su nuevo gozo declaran. Parece puso el pincel con donaire y gracia tanta la naturaleza en ellos, que su compostura agrada, cual representa a Filipo de tantos mundos monarca, cual al pontífice Paulo, a quien Dios de vida larga. El suelo besan las telas, que su color de escarlata mas linde a los frisones cuando por las calles pasan. triunfo componen arcos, los pensamientos levantan,

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que los Saguntos y Menfis viendo tal grandeza callan. Todas sus calles matizan, dibujan puertas, ventanas, porque el ornato de aqueste dé, al de enfrente, semejanza. Ofrecen costosos premios a las musas mexicanas, porque sus venas descubran el oro de su alabanza. Con tal júbilo eternizan los nombres que en hombros carga, dé hoy más la diosa parlera que ellos dan viento a sus alas. Bien es artífices nobles que deis materia a la fama; porque el non plus ultra llegue a ser asombro de España. Yo pido a Dios por tal gasto os dé de sus prendas caras con el oro de la gloria, por donde el tiempo no pasa; y que en eterna memoria de alma y vida así lograda quede el blasón de tal obra, sin que el tiempo la deshaga, que con tal retrato hacéis inmortales las hazañas de artífices que dedican a Dios, la niña de plata (pp. 171-173).

La novela de Bramón, al tiempo que da cumplida cuenta de estos festejos y del fasto que llevaban aparejado, es toda ella un homenaje más a la alegría generalizada en la sociedad del momento por el decreto papal concepcionista que tantas disputas había ocasionado entre órdenes religiosas13. Hay que tener presente que además de alegoría religiosa es, como apunta Anderson Imbert, una novela de claros tintes autobiográficos que ponen de relieve el don poético de Bramón, ya demostrado en un certamen previo y 13 Curiosamente las aprobaciones son de un agustino y de un franciscano; además, el obispo de Michoacán era agustino.

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que es referido en el romance antes citado, que canta Palmerio, aunque es Anfriso, anagrama de Francisco («y que frisa al que recibí cuando la Iglesia nuestra madre me conoció por hijo»), quien refleja más ceñidamente al autor. La elección del nombre, en clara intertextualidad con el Anfriso de la Arcadia de Lope de Vega, es disfraz, como en aquel, de un personaje de carne y hueso cuyos puntuales y académicos datos jalonan el texto, confundiéndose lo dicho en el Prólogo, que firma Bramón, con lo dicho en la obra, que rubrica Anfriso. La edición de 162014 está formada por 12 hojas y 161 folios en octavo. Está integrada por tres partes o libros. El primero comprende 78 folios, y debido a un error de paginación se repite la numeración de los folios 74 y 75, pero el contenido es distinto (lo que arrojaría, si la numeración fuera correcta, 80 folios). Una imagen de la Virgen, coronada, con la Luna a sus pies y con el niño en brazos15 sirve de enlace al Libro Segundo, que abarca 51 folios (79-129). El Tercero, el más corto, con sólo 32 folios (130-161), lo ocupa casi en su totalidad el llamado «Auto del triunfo de la Virgen y gozo mexicano», que se ha reproducido como pieza independiente en múltiples ocasiones. La numeración del folio 155 aparece erróneamente como 151, pero el contenido es diferente. No había sido editada de forma completa hasta la fecha. Como bien apunta Traslosheros, la novela de Bramón «es un árbol dentro del bosque de la literatura moral, edificante, de intención pedagógica, que gobernó los mejores intelectos de toda la monarquía de España en el siglo XVII»16. Así hay que entender el sentido de la misma, el objetivo primordial es mostrar, con datos, a los lectores del momento, siendo los primeros los pastores oyentes, la ausencia de pecado original en el mismo momento de la concepción de la Virgen. El culto y la alabanza dominan todo el relato, y cualquier otro asunto aparece subordinado a ése y adquiere una importancia mínima, como el caso del enamoramiento de Menandro hacia Arminda. Con esta finalidad clara y directa, próxima a veces al sermón —no en balde el sacerdote Sergio17 explica algunos conceptos en la segunda parte, como a su vez había hecho el pastor Anfriso en la primera—, Bramón elige

14 No hay datos que permitan suponer que hubo más ediciones, siendo por tanto la única edición completa de la obra hasta el presente. 15 Posiblemente sea una imagen de la Virgen de los Remedios. 16 Traslosheros, 2008, p. 93. 17 Sergio es otro álter ego de Bramón, además es hombre de Iglesia como éste. Su aparición en el texto es abrupta, sin explicaciones irrumpe y sin explicaciones sale.

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el molde de la pastoril como el más adecuado para aportar su grano de arena a un debate candente en aquellos momentos tanto en su tierra como en la península18. Tres obras pastoriles son señaladas en el interior de los Sirgueros, directamente la Arcadia de Lope de Vega y El pastor de Fílida de Gálvez de Montalvo, indirectamente Tragedias de amor de Juan de Arce Solórzeno. No hay rastro de la pastoril de Balbuena, aunque sí referencias a la grandeza de la capital mexicana, en términos que nos recuerdan la otra obra del obispo de Puerto Rico («populosa ciudad, asombro del mundo, tesoro de riquezas, cifra de hermosura, dechado de ingenios y milagro de milagros»). La obra está estructurada en función de un recorrido o viaje que hacen los pastores hasta el lugar donde se celebrará la festividad de la Inmaculada en la tercera semana de diciembre, con la apoteosis del espectáculo teatral. Termina la novela, una vez finalizados los festejos, con la despedida de Marcilda; ella se despide de todos y todos de ella, y sólo sabremos que Anfriso ha llegado a su Real Academia al día siguiente, acompañado de Menandro, para laurear sus sienes. Dicho recorrido, que abarca sobre todo los dos primeros libros ya que el tercero se abre con la llegada al templo, origina el encuentro con otros pastores, que se encaminan al mismo sitio, o la despedida ocasional de algunos, en suma, encuentros y reencuentros que van engrosando el número de los que se dirigen, cual peregrinos, al templo para oír misa y contemplar el posterior espectáculo del «Triunfo de la Virgen y gozo mexicano» que pondrá fin a los festejos. Ese caminar que orienta el relato propicia el canto, la conversación, el relatar lo que se ve y se vive o bien las pausas de las digresiones. Ese movimiento hacia un lugar fijo que va desde un espacio abierto a otro cerrado, del prado al templo, y finalmente del templo a la ciudad, estructura el relato en función del amanecer y el anochecer que marca el paso de los días hacia un lugar concreto; el grupo, cada vez más numeroso, se muestra progresivamente también más enfervorizado, por toda la carga doctrinal que el camino lleva aparejada y la que posteriormente se recibirá ante el templo: desde las empresas de Anfriso, en la primera parte, a los jeroglíficos explicados por el venerable Sergio en la segunda, amén de otras digresiones al hilo, así como el importante auto de la tercera.

18 La bibliografía sobre el tema es inmensa, pero remitimos al trabajo de Sanz (1995), puesto que hace una relación de festejos en Sevilla relativos a la Inmaculada de corte similar a los presentados en la novela de Bramón.

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La novela mezcla la prosa con el verso19 —en una rica variedad de estrofas cultas y populares—, y las leyendas bíblicas frecuentan tanto los relatos pastoriles como los sonetos, romances o redondillas. La erudición que muestra Bramón remite en primer lugar a los textos sagrados, al Antiguo Testamento, al Génesis, al Eclesiástico, a los Salmos de David, al Cantar de los Cantares, a los Evangelios, en definitiva, a la Vulgata. Refiere tanto leyendas apócrifas como genealogías bíblicas, como ocurre con la larga lista de la descendencia de José en la segunda parte, pero entre sus fuentes religiosas también debieron figurar libros como el Abecedario virginal de excelencias del Santísimo Nombre de María (Madrid, 1604) de Antonio Navarro, donde hemos podido rastrear muchas de las explicaciones de las empresas de Anfriso entre los 228 nombres de María, así como el Sermón de la Purísima Concepción de la Virgen María del doctor Francisco Núñez Navarro, catedrático de Teología, dado en Écija el 2 de julio de 1615 y publicado en Sevilla en ese mismo año. También es posible identificar muchos de estos apelativos marianos en las tarjas que rodean el retablo de la Virgen de los Remedios en su capilla mexicana, según explica en su libro el fraile Luis de Cisneros20. Es posible además que consultara los numerosos Speculum disponibles, los léxicos eclesiásticos o las Etimologías de san Isidoro, enciclopedias de uso común en su época. Textos leídos, himnos, oficios litúrgicos y quizás también, por qué no, la contemplación de algunas pinturas de la Inmaculada que ya reflejaban a su alrededor mucha de la simbología explicada por Anfriso, como la pintura mural del convento franciscano de Huetjozingo, del siglo XVI, o la famosa tela de Juan de Juanes de 1540. No menos importantes son sus referencias al mundo clásico, siendo Ovidio, en sus Metamorfosis, el poeta más citado, pero también lo son Horacio, Marcial, Virgilio, Homero, la filosofía de Aristóteles, la de Platón. El caudal de la mitología clásica halla eco y correspondencia en sus espacios, así como el conocimiento de la astronomía y la emblemática.Toda la novela está preñada de erudición, que se cuela en las digresiones y símiles que la nutren. 19

El estudio de las composiciones poéticas de la novela merecen estudio aparte que será realizado en el futuro dentro del marco del proyecto en el que se inserta esta publicación 20 El padre fray Luis de Cisneros explica prolijamente dichas tarjas en los capítulos XII y XIII del Libro I de su obra Historia del principio y origen, progresos y venidas a México y milagros de la Santa Imagen de Nuestra Señora de los Remedios extramuros de México (1621). Ésa es la fecha de publicación pero estaba redactado con anterioridad. Es posible que Bramón, que conocía a Cisneros y que sin duda conocía esta iglesia, se haya inspirado en su decoración para las empresas, jeroglíficos y adornos del arco.

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Como en otras novelas pastoriles divinizadas, proliferan los juegos, acertijos, jeroglíficos o enigmas, que deben ser descifrados o adivinados, con el fin de informar a los lectores sobre el misterio de la Inmaculada, una función pedagógica que está siempre omnipresente. De ahí que apreciemos un conceptismo sacro no siempre fácil de desgranar, ya que tampoco son ajenos los ecos de la tradición cabalística, de tanta resonancia en fray Luis de León, san Juan de la Cruz o santa Teresa de Jesús, para descifrar algunos símbolos. El espacio, como corresponde a la bucólica, está marcado por su condición de amenidad, lugar propicio para el canto, el baile y juegos de diversa naturaleza, habitado por idealizados pastores, mucho de ellos con una gran cultura, en este caso religiosa y bíblica pero también clásica, conocedores de los secretos de la música y el canto que, como veremos, no lamentan la pérdida de un amor terrenal sino cuestiones más trascendentales. Sí se canta al amor, pero al de María: [...] y ellos olvidados por entonces de sus pasiones amorosas y celosos pensamientos, que a los más firmes y constantes amadores del peso de su ser y discreción derriban y enajenan, solo se ocupaban en fomentar y levantar de punto el nuevo regocijo que tanto se dilató por sus generosos pechos, que si hablaban, las pláticas eran de María (p. 131).

No hay cabida aquí para el desarrollo de amores humanos; es más, cuando Anfriso manifiesta a Florinarda que no es a ella a quien ama sino a la Virgen, aquélla se siente aliviada de que ese amor no sea hacia otra mujer terrenal; pálida e incipiente es la historia de amor entre Menandro y Arminda, y desde luego no encontrará el lector nada parecido a enredos amorosos como era habitual en la pastoril clásica, ni presencia de magos que arreglen situaciones de forma maravillosa. El único amor que tiene cabida aquí es el divino, y ése es el manifestado por unos y otras, por encima de sus particulares sentimientos humanos. No obstante se vive y se discute y aún se cuelan reflexiones sobre la amistad y el amor entre seres humanos, de gran congruencia en momentos puntuales del relato, es el caso de Anfriso explicándole a Menandro qué significa ser «amigo del alma»: Sólo, dijo Anfriso, con la confirmación de dos recíprocas voluntades, que por el particular logro de su afición se unan entre sí, de tal suerte que sólo entre las dos viva, si decirse puede, un cuerpo. De donde procede que llamen a dos amigos del alma los que ven su mucha amistad y unión que respecto della se hacen una, cuerpo y alma; y ésta es la amistad que más propriamente puede tener tal nombre; que la que milita al contrario no lo es (p. 128).

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O más adelante, cuando Anfriso explica los efectos del amor a Menandro, que se está enamorando de Arminda, de claros ecos neoplatónicos, a la sombra de León Hebreo: «mas primero advierte que el igualarse las voluntades no es otra cosa que una simpatía que en sí suelen tener, mediante la amistad que tienen los planetas o los efectos del amor» (p. 133). El texto se mueve entre un narrador externo y varios narradores internos, narradores-protagonistas que toman la palabra para contar algún tema o dialogar con otros pastores, la mayoría de las veces. En medio de esas conversaciones se cuela la voz del narrador, que matiza los espacios, lugares o actitudes de tal o cual personaje, y enlaza a unos con otros, una importante labor de ilación del texto donde el pastorear pasa a un segundo o tercer plano, con algunas alusiones a lobos acechantes de tiernos e inocentes rebaños.También debemos al narrador externo los inicios y cierre de cada libro, haciendo coincidir la llegada de la aurora en los comienzos y la llegada de la noche en los finales, con independencia de que en cada libro transcurra más de un día: la «hermosa aurora» (Libro Primero), la «rosada aurora» (Libro Segundo) y «el alegre día» (Libro Tercero) saludan los inicios de cada una de las tres partes, así como «el haber recogido el Sol de todo punto sus claros rayos» (Libro Primero), la «gozosa noche» (Libro Segundo) y el «fuese el Sol» (Libro Tercero) cierran cada una de ellas respectivamente. Un camino donde cantar y contar corren paralelamente, en unos cantos que responden a otros o a cualquier discurso que se acaba de proponer, la mayoría sobre cuestiones teológicas alusivas a la Virgen, aunque en otros momentos simplemente se le pide al de al lado que cante y rellene el ocio bucólico y el tiempo libre. Un despliegue de instrumentos, ritmos y formas, practicados por estos rústicos y/o cultos pastores, embaraza la prosa. Los dos primeros libros se desarrollan según una mecánica muy simple en función del paso de las horas o días, armados en función de unos cuadros o escenas que van señalando la entrada o salida de los pastores-personajes en el espacio feliz. El Libro Tercero, al estar constituido sobre todo por la contemplación del auto sacramental, admite menos movimientos, y contrasta su estatismo frente al dinamismo —siempre relativo— de los anteriores. La pareja de pastores protagonistas de la novela son Anfriso y Marcilda21, ambos son cultos, sabios y conocedores de enigmas. Anfriso en realidad es un falso pastor, que llega al campo proveniente de la ciudad con el fin de entusiasmar y animar al gremio pastoril a que participe en la festividad de 21 Ese protagonismo paritario y sobre todo la importancia dada a la pastora, similar a la del pastor, es rasgo próximo al tratamiento dado por Montemayor a la novela pastoril.

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diciembre y pronto se funde en animada compañía con el resto, especialmente gracias a Marcilda, que había dado muestras de conocer su obra22. Éste no sólo despliega sus empresas en los 26 nombres —más bien calificativos— de María, sino que compone el auto sacramental final. No queda atrás Marcilda, cuya primera digresión acerca del pecado de Adán deja admirado a Palmerio, pero quizás su obra magna sea el arco cuajado de simbología que idea para la conmemoración, ese «parto del entendimiento» que se sitúa en la puerta principal del templo, que necesitará de la explicación del venerable Sergio, el único que no es pastor físico aunque sí metafórico, al ser un hombre de Iglesia. Además de Sergio, la pareja protagonista, con sus empresas y su arco, apelan al recurso de la predicación y de la escena: Anfriso glosa oralmente lo desplegado en el árbol y compone un auto de clara finalidad edificante; Marcilda idea la suntuosidad ornamental del arco y Sergio explica lo allí referido; todos comparten el mismo auditorio, los otros pastores que visualizan lo narrado por aquéllos.

LIBRO PRIMERO. LOS JEROGLÍFICOS Y EMPRESAS MARIANAS DE ANFRISO Los primeros en salir a escena son los pastores Marcilda y Palmerio, que inauguran la obra. Ella va a tener un papel principal en toda la novela, pues es la que organiza la fiesta a la Virgen, la que dispone el cortejo, distribuye funciones, etc. Su protagonismo es compartido con Anfriso. Florinarda es la siguiente pastora en entrar en escena, pronto sabremos que había puesto los ojos enamorados en Anfriso, sin éxito. Le siguen en importancia los pastores Menandro y Arminda, que hacen aparición en la segunda parte del libro, y el resto son pastores y pastoras que constituyen un conjunto heterogéneo de jóvenes sin protagonismo destacado, aunque algunos son señaladas por sus nombres y emparentadas con Marcilda (Elisa, Aura, Gerarda). La aparición de Marcilda, la primera en entrar, viene precedida de un pórtico próximo al locus amoenus, «un milagroso sitio de hermosuras y transformaciones» donde está con su ganado un «pimpollo de hermosura, pastora en edad perfecta» a la que cubren las más perfectas cualidades como ser humano y como mujer:

22 Antes de que haga aparición Anfriso, Marcilda había cantado una canción «que compuso Anfriso».

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[...] en sus razones dulces, sabia y elocuente; en su grave y recogida vista, apacible; en sus palabras, amorosa, y en ellas muy medida; grave en su presencia; y en cualquier inclinación y arte, tan avisada y sagaz, que la celebraban por oráculo de aquel ameno y rico prado (p. 52).

Nuestra sabia pastora no entretiene su ocio en trivialidades y juegos vanos, como es típico de la novela pastoril, sino que está apesadumbrada y llorosa pensando en el pecado original, y entona su canto con un soneto cuyos inicios recuerdan el soneto I de Garcilaso, pero no para recordar el amor perdido, sino la pérdida del paraíso por el pecado de nuestro primer padre. Palmerio, que la oye, acuerda con ella que la causa de su llanto es «tan grande y tan justa [...] que bien tenemos que llorar amarga y tristemente». Con la presencia de estos dos pastores se da la primera digresión, no se olvide que una de las principales características de la pastoril es la digresión extensa sobre variadas materias, y ahora corresponde a Marcilda, que lleva el peso doctrinal de la novela, junto con Anfriso, hablar largo y tendido sobre el pecado de Adán. Basándose en el Génesis relata desde la formación del primer hombre por Dios hasta la tentación del demonio y la expulsión del paraíso. Palmerio le pregunta a veces o apostilla otras, y ella siempre tiene la respuesta oportuna. Con la llegada de la noche concluye esa primera escena23, ambos se despiden, y Marcilda entona una canción (soneto) sobre la culpa de Eva, tema que ha dejado en suspenso. Este excurso sobre el pecado original está legítimamente justificado, pues, además de la importancia que va a tener el pecado original en la defensa de María como Inmaculada, también los Padres de la Iglesia, remontándonos a san Justino, difundieron la idea de María como nueva Eva. La segunda escena, segundo día, se abre con una bella estampa del amanecer y la aparición del otro gran protagonista, Anfriso, a quien el narrador nos lo presenta como ducho y avezado en la primordial función que desarrollará: «Había ya escrito letras, grabado cifras y pintado ingeniosos jeroglíficos, ordenados a levantar su pensamiento» (p. 61). Como en la entrada de Marcilda, una canción (soneto) es su carta de presentación, siendo rápidamente interpelado por Florinarda, «pastora de tiernos años», que en amigable conversación le pregunta qué le lleva a esos prados. Anfriso le explicará sus primeras grabaciones en el olivo, relativas a la salutación del arcángel Gabriel a la Virgen. Las letras A. M. son acompañadas por el primero de los jeroglíficos de Anfriso, el 23 El hacer coincidir una escena con el transcurso de un día es rasgo habitual en la pastoril de Sannazaro.

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huerto cerrado, la vara y el Sol, símbolos marianos por excelencia. A raíz de este momento se produce el encuentro con Marcilda y Palmerio, aunque es de suponer que ya se conocían, como se ha dicho. Si Anfriso muestra alegría, no menor es la de Marcilda, que en clave parece recordarnos el remanso que significa para Anfriso-Bramón encontrarse en este lugar y con este objetivo, después del borrascoso pasado inmediato: «No desea más Anfriso, dijo Marcilda, el navegante, después de haberse visto sumergido y anegado en las confusas olas del borrascoso y turbado piélago, el puerto, fin de trabajos tantos, que deseaba yo ver este alegre día» (p. 69). Los cuatro pastores se sientan y toma la palabra Anfriso, que, en una larga digresión, explica a sus oyentes embelesados el significado del libre albedrío, para terminar proponiéndoles el plan: celebrar el misterio de la concepción sin original pecado de la Virgen el domingo tercero de diciembre. Es aquí cuando se expresa claramente el fin que ha llevado a Anfriso al lugar. Rápidamente toma la palabra Marcilda, que acepta encantada la propuesta, dispuesta a gastar lo que sea necesario y a comunicar el evento a otras pastoras para que se sumen al acto, y adelanta lo que planea: «la puerta principal del templo con un levantado arco triunfal adornaré con gracia, y esta empresa, si gustas, he de hacer, trazar y disponer según la rustiquez de mi corto y humilde ingenio» (p. 71). No quedan atrás los otros dos oyentes, que prestos se disponen a colaborar: Palmerio ofrece preparar fuegos artificiales y traer a estos prados a otros jóvenes pastores; Florinarda, por su parte, promete una fiesta con juegos entre novillos y vaqueros; Anfriso, la preparación de un breve discurso de recitación para los jóvenes zagalejos, y más adelante añade que preparará también una pieza teatral. Tras todas estas propuestas, Palmerio le pide a Marcilda que continúe con el hilo del asunto del pecado original y sus consecuencias para el género humano, que había quedado inconcluso el día anterior. Todos intervienen en la conversación, como es lo habitual, aclarando o pidiendo aclaraciones hasta que de nuevo se pone el Sol y el día termina como siempre, con la recogida en las cabañas, no sin antes concertar cita para el día siguiente. En esta ocasión es Florinarda quien entona una canción de despedida, y, por su parte, Palmerio y Marcilda, que van en otra dirección, entretienen el camino con otra canción al unísono, que estimula el que Florinarda y Anfriso a su vez entonen una nueva canción a dos voces. Un momento del texto de gran importancia coral. El tercer día se abre, como siempre, con un brillante despertar que respira alegría y regocijo, y que reúne a los pastores en torno a Anfriso, quien se dispone a explicar las empresas grabadas en el árbol, pero así como Flo-

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rinarda y Marcilda acuden, no lo hace Palmerio, por lo que deciden aplazar para el día siguiente la explicación y entretener el ocio del día con canciones: Anfriso canta el romance alusivo a la peregrinación a la Virgen de los Remedios24, seguido luego con otros cantos entre los tres mientras hacen el camino hacia sus cabañas. Cuando se estaban despidiendo, Marcilda divisa a Palmerio y le pide explicaciones de su ausencia, a lo que éste responde con un largo romance en el que cuenta su visión-aparición de la Virgen en sueños. Ahí se da por finalizado el día. La cuarta jornada la ocupa enteramente la explicación de las 26 empresas por parte de Anfriso, mientras los otros tres pastores escuchan sin intervenir. Finalmente Anfriso se dirige a su auditorio y dice: Quisiera, caros pastores, haber con estas empresas hecho alarde del grande celo que, al misterio sacrosanto de que he tratado siempre con quilate de amor y reverencia, he tenido. Quisiera haber, con este trabajo mío, mostrado en parte los merecimientos y privilegios de que nuestra gran Señora, desde el dichoso instante de su concepción purísima, por altos títulos tuvo, mereció y gozó. Quisiera dejar impresa en vuestras voluntades la devoción mucha que a esta Virgen singular por muchas causas se ha de tener; y más cuando festividad tan grande celebramos (p. 121)25.

Curiosamente, una vez terminadas las explicaciones, Palmerio pregunta a Anfriso las razones que le han llevado a venir a estos prados dejando la capital, y es entonces cuando refiere esa oposición que había hecho en la Academia mexicana, aunque no le apetece hablar mucho del tema y pronto desvía la conversación al asunto central. Con el final del día, Anfriso templa su instrumento y toca una canción (soneto) en el que recoge, verso a verso, los 26 apelativos a la Virgen, la diseminación recolectiva perfecta. Así se cierra el primer libro, que ha tenido una duración de cuatro jornadas, pero sin duda lo más llamativo de esta parte son las empresas de Anfriso. Guiado por el afán pedagógico y con la intención de ilustrar a sus oyentes en las excelencia de María, Anfriso graba 26 empresas en un olivo, árbol de por sí significativo desde el punto de vista simbólico. Práctica pastoril la 24 La elección de la Virgen de los Remedios pareciera indicar una inclinación de Bramón por la imagen de los «gachupines» frente a la de Guadalupe, considerada símbolo de los criollos. Ambas imágenes tenían gran arraigo en la Nueva España; a la primera se le rogaba en momentos de sequía, y a la segunda, cuando había períodos de inundaciones. 25 La insistencia en el «quisiera» recuerda las fórmulas del sermón.

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de grabar los nombres de las amadas en las corteza de los árboles que vemos en muchas novelas del género, aunque, en este caso, la temática hace derivar hacia una amada muy particular. Previamente a estas empresas, Anfriso graba en la corteza de este árbol dos letras (A. M.), inocente acertijo que, tomando el modelo al uso, no remite al nombre y apellido de un amor terrenal sino a la salutación del ángel a María. Dicha grabación viene acompañada de lo que Anfriso llama un «jeroglífico»: un huerto cerrado y una vara terminada en una flor de almendro con un mote en latín, inspirado en los Salmos de David, y una letra. Ambas simbologías se repiten poco después, en las empresas 18 («cerrado güerto») y 23 («vara sin nudo del divino enjerto»)26. No conforme con estos dos símbolos marianos tan conocidos, «grabé —dice— en el otro árbol vecino del primero un agudo e ingenioso jeroglífico», en este caso un Sol con una estrella en la frente, acompañado de dos motes y letra. También en este caso preludia otra empresa posterior: «de su luz centella». El Sol es una de las imágenes astrales que acompañan la representación iconográfica de la Virgen, siendo frecuentes las imágenes lumínicas asociadas a María: Sol, luz, rayo, centella, estrella, imágenes todas ellas de larga tradición que se remonta, entre otros, a Venantius Fortunatus, que en siglo VII comparó a María con una iglesia cuyas vidrieras lucen a la luz del día. Los tres jeroglíficos señalados remiten respectivamente a la virginidad de María, a su pureza inmaculada y a su intercesión a favor del género humano. Jeroglíficos que, como los emblemas y acrósticos, encierran sincréticamente un conocimiento hondo que se transmite por medio de la palabra que los revela. A modo de emblemas, aunque difieren de éstos al no llevar epigrama, las «empresas» que desplegará Anfriso a continuación constan de un dibujo y una explicación oral, con lo que concurren así dos sistemas de diferente naturaleza, el icónico y el verbal.Ya Paulo Jovio (1534) advirtió que la «empresa» es una imagen acompañada de un mote pero carente de epigrama. El interés por los aspectos icónicos lo marca también Cristóbal Suárez de Figueroa en su Plaza universal de todas ciencias y artes, donde define la empresa como «composición de cuerpo pintado y mote, para apuntar algún particular proposición del hombre»27. Una unión, la de la imagen visual 26

Estudio aparte requerirá el análisis de las duplicaciones de simbologías marianas apreciadas en el libro entre las empresas de Anfriso, el arco de Marcilda y el auto sacramental, una clara insistencia repetitiva que además de afianzar el mensaje pudiera conectar con la teoría de los pliegues tan caras al Barroco. 27 Suárez de Figueroa, 1629, p. 11. La primera edición es de 1615.

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con la verbal, que dota de mayor realce a la empresa y que Anfriso exprime en beneficio de las lindezas de María. De las 26 que graba28 y explica, la mayoría son letanías prelauretanas y están en buena parte inspiradas en el Antiguo y Nuevo Testamento. En su conjunto podríamos agruparlas de la siguiente forma: —símbolos astrales: «aurora alegre», «de su luz centella», «plateada Luna», «de la mar estrella»; —símbolos vegetales y odoríferos: «cedro consagrado», «frondosa oliva», «palma levantada», «vara sin nudo», «mirra escogida», «ámbar derramado»; —símbolos arquitectónicos y funcionales: «lucida torre», «cerrado huerto», «jardín florido», «del Sol alcázar», «escala de Jacob», «ejército formado», «espada que degüella»; —símbolos especulares: «de Dios retrato», «de su amor traslado», «Madre de Dios»; —símbolos virginales: «de mujeres la flor», «mujer bendita», «celestial doncella», «sin mancha espejo», «en gracia concebida». El último, «de culpa original sois preservada», es la conclusión lógica de todos los anteriores. La mayoría de estas empresas está inspirada en el Cantar de los Cantares o en episodios bíblicos como el «cerrado huerto» del rey Asuero29. Más tarde, los Padres de la Iglesia fueron dando forma a estos símbolos, cristianizándolos y pasando algunos de ellos a las letanías lauretanas o más, ampliamente, como ha señalado De Sarlo, a las letanías peruanas puestas en circulación por san Toribio de Mogrovejo, arzobispo de Lima entre 1581 y 1606, atribuidas a él y aceptadas por la Iglesia en 160530. 28 Si bien al principio se habla siempre de imágenes grabadas en el olivo, al final de sus explicaciones dice el narrador: «recogieron sus rebaños y el discreto Anfriso los títulos, motes y declaraciones de lo grabado en las frescas y verdes cortezas de la arboleda», lo que presupone el despliegue de un sistema de signos externos en apoyo a lo «escrito» y lo «contado». 29 La historia de Asuero y Ester se relata en el Libro de Ester (cap. XV). 30 Aproximadamente éstas serían las correspondencias: Stella Maris (LP, 30)/De la mar estrella (SV, 14); Speculum iustitiae (LP, 35)/Sin mancha espejo (SV, 11); Pulcra ut luna (LP, 47)/Plateada Luna (SV, 7); Ut sol electa (LP, 49)/Del Sol alcázar (SV, 5); Deo dilecta (LP, 50)/De su amor traslado (SV, 2); Rutilans aurora (LP, 55)/Aurora alegre (SV, 9); Cedrus fragrans (LP, 62)/Cedro consagrado (SV, 8); Myrrha conservans (LP, 63)/ Mirra escogida (SV, 20); Balsamum distillans (LP, 64)/Ambar derramado (SV, 10); Palma virens gratiae (LP, 66)/Palma levantada (SV, 22);Virga florens (LP, 67)/Vara sin nudo del divino injerto (SV, 23); Oliva speciosa (LP, 69)/Frondosa oliva (SV, 21); Hortus conclusus (LP, 75)/Cerrado huerto (SV, 18) (Sarlo, 2013, pp. 209-211).

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LIBRO SEGUNDO. EL ARCO DE MARCILDA Al inicio se da cuenta de que han transcurrido cuatro días («Cuatro veces amaneció con rostro alegre la rosada aurora...») y que estamos instalados en el quinto, momento en el que surge un nuevo pastor, Menandro, que rápidamente se convertirá en «amigo del alma» de Anfriso. Su acta de presentación es una canción que Anfriso le oye, apreciando en ella «la suavidad de los bien cantados versos», lo que le lleva a acercarse y a rendirle su pleitesía: «Yo, dijo Anfriso, quedo tan vuestro aficionado, que os habéis de servir de mí» (p. 128). Se produce así una conversación de elogios mutuos que termina refrendada por un amistad «que otro que la muerte no podrá dividir», según Menandro. Mientras conversaban oyeron por el prado un sin fin de instrumentos musicales que despertaron en ambos ese espíritu poético tan habitual en el género, entonando de forma cruzada y al hilo del tema central unos epigramas sobre la culpa. A continuación y con el deseo de marcar los tiempos narrativos sin llevarnos a error, nos informa el narrador que con anterioridad habían pasado unos días —sabemos que son cuatro— en los que cada uno estuvo entretenido con los preparativos que había prometido. Poco a poco van llegando y reuniéndose allí los pastores de las tierras vecinas para juntos encaminarse al lugar de los festejos, y aparece entonces un grupo de cuatro zagalas, todas primas de Marcilda, una de la cuales, Arminda, dejará prendado a Menandro, quien intentará abordarla sin demasiado éxito, lo que acarrea una conversación entre los amigos sobre los efectos del amor. Finalmente, Arminda responde a Menandro y todos se enzarzan en amigable conversación sobre la fiesta y, como siempre, la alegría, las risas y el regocijo se manifiestan a través del canto que comienza con una canción (soneto) de Anfriso de contenido bíblico. Siguen llegando pastores de otros lados y Anfriso de nuevo retoma el canto como signo de gozo, en esta ocasión con un romance cuyo final coincide con la llegada a la alquería de Marcilda, mientras que, en animada conversación, caen la noche y el sueño. Termina así la primera jornada. «La deseada hora de las aves» anuncia el nuevo día y con éste Menandro, desasosegado, pregunta a Anfriso qué le ha parecido Arminda, a lo que el amigo le responde positivamente, mientras el narrador nos hace notar el contraste entre las preocupaciones terrenales de Menandro frente a la de los otros pastores preocupados por cuestiones teológicas, cuestiones que entretienen el tiempo hasta llegar a la hora de la comida.Todos vienen a reunirse en torno a Marcilda, que solicita a Anfriso una nueva canción. El repicar de las campanas del templo los pone en alerta:

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[...] publicando haber llegado la hora dichosísima para dar principio a nuestras fiestas, y así con regocijo todos, en orden, vamos a ofrecer en sus aras a Dios la ofrenda que a Él tanto agrada, que es la pureza de nuestras almas, que hoy se festejan con el nuevo júbilo que estos prados, selvas, sotos, valles, riberas y montañas ofrecen a la que así hoy celebramos, ajena de pecado original en el primer instante de su concepción dichosa (pp. 145-146).

Ella es quien coordina la llegada al templo, el orden de las filas y de las personas. Cantos, danzas y flores salpican esa procesión encaminada por los cuatro protagonistas principales, Marcilda, Anfriso, Florinarda y Palmerio. En pequeña escala se reproduce aquí todo el protocolo de una festividad pública, sólo que en esta ocasión se celebra la «llegada» de la Virgen María, como si de una princesa o virreina se tratara. La teatralización del espacio está ya dispuesta. A la llegada, el narrador nos informa del adorno del templo, citando en primer lugar ocho jeroglíficos destinados a probar la concepción inmaculada de María. Luego vendrá la descripción del suntuoso arco de Marcilda, que todos contemplan embelesados pero pocos lo entienden, lo que origina que el sacerdote Sergio se preste a explicarlo a los visitantes. Con el fin de su explicación cae la noche y todos se dirigen a la alquería de Marcilda, no sin antes comentar los conceptos/pinturas que acababan de ser explicados, inclinándose cada uno por el que más le había satisfecho. La música y el canto de Palmerio, primero de una glosa y luego de la composición premiada en el concurso de plateros, pone fin al Libro Segundo. Han sido dos jornadas solamente, pero entre el final del Libro Primero y el Segundo han transcurrido esos cuatro días, que han permitido, entre otras cosas, el adorno del templo con el arco. Larga e importante es la tradición de los arcos triunfales, tanto en España como en los virreinatos, durante estos siglos. Cualquier acontecimiento social, personal o eclesiástico, ligado a los poderes fácticos, motivaba estas creaciones efímeras; hasta la propia Sor Juana Inés de la Cruz rinde tributo con su célebre Neptuno alegórico, o Sigüenza y Góngora en su Teatro de virtudes políticas. Según Sigüenza, desde 1528, con la llegada de la primera audiencia española a la Nueva España, se empezaron a erigir arcos y portadas triunfales, acompañados de procesiones, justas, saraos e incluso la representación de alguna pieza dramática, como ocurre aquí. Una exhibición, a menor escala, es la que idea en su totalidad Marcilda al levantar su arco: si lo normal era que con estos eventos se concretizara el poder virreinal, en el caso que aquí nos ocupa se trata de afianzar la inmaculada concepción de la

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Madre de Dios.Ya Maravall avisaba que «a través de estas representaciones o exhibiciones plásticas de todo tipo se pretendía conseguir algo más [...], se quería infiltrar en las conciencias un contenido doctrinario»31, lógicamente es por la vía afectiva por donde se recibe el didactismo doctrinal. Si bien el público ciudadano estaba habituado a estos ámbitos de representación y su lenguaje, no es tan seguro que lo estuvieran los rústicos pastores que contemplan el arco de Marcilda, lo cual no es óbice para que se muestren admirados y expectantes, formándose así un falso triángulo de corte teatral entre Marcilda, que expone su obra; la homenajeada, la Virgen, tema de la exposición; y el público, los pastores que ven, oyen y admiran, pero no se puede olvidar un cuarto elemento, el pintor que traduce en imágenes los conceptos de la pastora. Estos arcos eran un compendio de sabiduría de sus autores, un vasto despliegue de erudición lleno de complejidades simbólicas y alegóricas donde la lengua latina y la española coexistían y donde el vasto caudal de signos remitía a variadísimas fuentes, que iban desde las referencias bíblicas a las grecorromanas, sin olvidar la cábala o la filosofía, de ahí que la presencia de jeroglíficos, empresas o emblemas fueran habituales. Sin llegar a la complejidad de los arcos de Sor Juana o Sigüenza, sí que podemos afirmar que el arco de Marcilda tiene también su dificultad manifiesta en la prosa —la descripción del arco— y en la poesía de los emblemas —incluida en el mote y el epigrama— que formaban parte de los lienzos del arco, manejando al unísono la lengua latina y la española. Igual importancia reviste la imagen visual, es decir, la pintura y arquitectura del arco. Arquitectura, pintura, poesía, emblemática y alegoría destinadas a mostrar la grandeza del evento que reúne a los personajes. Como en todos los arcos triunfales, la analogía es uno de sus principios rectores que unen lo real con lo metafórico. Para esta «suntuosa» tarea convoca a los mejores pintores, entre ellos un «sin segundo Zeuzis cuyos famosos pinceles hablaban por su mudo autor, con la eminencia y crédito de su perfección y estima, los cuales con destreza y arte puso en las tablas y lienzos del arco suntuoso» (p. 130). Si el arco de Marcilda tiene un pintor privilegiado, también goza de un exégeta destacado, un hombre de Iglesia que domina por igual la lengua latina, las fuentes bíblicas y un vasto saber ligado a su oficio, pero previamente a la descripción del mismo, el narrador nos cuenta:

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Estaba el templo de muchas y diferentes colgaduras adornado, y con curiosos altares y otros ornatos bien compuestos. Fuera de estos y otros muchos adornos, había repartidas por la capaz iglesia muchas tarjas, entre las cuales había ocho de otros tantos jeroglíficos ingeniosos, cuyo intento, como el de las demás, era probar que fue la concepción de María libre de cualquiera ley rigurosa y estatuto fuerte (p. 147).

Dichos jeroglíficos, acompañados de su mote en latín y su letra en castellano, son efectivamente ocho: la mano del cielo y la tierra, el ave fénix, el lucero matutino —con ecos de la empresa «aurora alegre»—, el rosal, la estrella del mar —que nos remite a la empresa «de la mar estrella»—, el alcázar del Sol —que nos remite a la empresa «del Sol alcázar»—, el árbol regado por las corrientes de agua celestiales y, finalmente, el Sol naciente iluminando la Tierra. Tomados todos de referencias bíblicas, como hemos marcado en las notas, les guía la misma finalidad, bien conocida a estas alturas de la novela, expresada ahora mediante símbolos que insisten e iluminan el objetivo, bien con la repetición, bien con otra simbología paralela, como son los casos del rosal o el ave fénix. A continuación vendrá la descripción arquitectónica del arco, apoyado en cuatro columnas jónicas: «La obra de este arco era en forma de tres entradas arqueadas, de suerte que la de en medio subía más que las colaterales». Lo inicia con los símbolos de los cuatro evangelistas sobre las cuatro basas, que son considerados desde el siglo I como símbolos de las cuatro características de Cristo y de los cuatro Evangelios. A partir de san Agustín se representan de esta forma: como ángel con rostro humano (Mateo), toro (Lucas), león (Marcos) y águila (Juan). De acuerdo con Covarrubias, los apóstoles en general son comparados a las águilas, por cuanto extendieron las alas de su predicación por todo el orbe, de ahí que diga: «Hoy los cuatro coronistas/ adelgazan bien sus plumas». A continuación situará sobre la cornija la pintura de la descendencia de la Virgen32, siguiendo el Evangelio del Pseudo Mateo, que culmina con la imagen visual de la Señora, «vestida del Sol y adornada de sus atributos», con José a un lado y el Hijo al otro, conjunto visual que se reproduce con frecuencia en las pinturas de la Inmaculada. Sobre este lienzo se dibujaba otro cuerpo del arco, dividido en tres partes: en el medio las once esferas celestiales —los once cielos— y el Sol en su cuarto cielo, a su

32 Cuando posteriormente lo explica el venerable Sergio, habla de la descendencia de José, aunque como se dice en la novela «y diciendo la descendencia del esposo se dice de la esposa» (p. 157).

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derecha la aurora, y al otro lado, un ejército formado. Superior a este cuerpo figuraba otro dividido en dos partes: la descripción de la corte del rey Asuero con la llegada de su esposa Ester, por un lado; el Sol y la Luna con el mote tomado del profeta Abacuc, por otro; encima de estos dos lienzos había otro que mostraba un altar con el Santísimo Sacramento, y una cinta por orla. En el frontispicio del arco se pintó la ciudad santa de Jerusalén. Este arco estaba rematado por siete33 símbolos-atributos de la Virgen (oliva, ciprés, rosal, lirio, fuente, huerto y palma). La descripción sigue un orden de gradación de abajo a arriba que culmina con la apoteosis de los símbolos marianos. Algunos de los conceptos explicados en el arco ya eran conocidos por las empresas de Anfriso, tales como «ejército formado» o «aurora alegre». Todos ellos son debidamente glosados por el sacerdote Sergio que, como hombre de Iglesia, muestra una extensa erudición eclesiástica. La écfrasis se enseñorea en esta parte al igual que lo hizo en las empresas de Anfriso34.

LIBRO TERCERO. EL «AUTO DEL TRIUNFO DE LA VIRGEN», BROCHE DE LA OBRA El libro se abre con los requiebros de Menandro a Arminda y los preparativos para la misa que una vez oída da paso a la representación del Auto, que ocupa prácticamente toda esta parte. Al terminar la representación aún los pastores quedan contemplando el escenario del teatro, sus adornos y motes, y finalmente el grupo de pastores se dispersa para ir a la alquería de Marcilda a comer y a continuar la fiesta con los otros divertimentos acordados: fiestas de novillos, danzas, bailes, juegos, tiros de barra que completarán el ocio en tanto llegue la noche y se ponga fin al festejo. Al día siguiente viene la despedida de Marcilda y la marcha de Anfriso y Menardo a la ciudad, a laurearse Anfriso35 en la Facultad de Cánones. El tiempo transcurrido es de un día completo y al día siguiente sucede la partida. Desde tiempo atrás se ha discutido sobre si el auto incluido en este libro era obra de Bramón o no, ya el propio Yáñez, en la versión resumida que hizo de la novela, no mostraba mucha simpatía por ella, aunque sí por el auto, y consideraba que, al ser de mejor calidad que el resto, podría no ser de 33

No olvidemos el valor cabalístico del número siete, la ley divina que rige el uni-

verso. 34

Sobre este tema, cfr. Aracil, 2013 y Barrera Parrilla, 2013. ¿Podría tomarse este lauro como símbolo de la licenciatura de Bramón-Anfriso, lo que explicaría la dualidad de su condición de bachiller y licenciado? 35

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Bramón, opinión que también mantiene Martínez Baracs. A día de hoy no hay razones evidentes que permitan negarle la paternidad más allá de conjeturas, y estoy de acuerdo con Anderson Imbert en ver «que el libro tiene una unidad cerrada de autor y de estructura. No solo la novela y el auto son interdependientes, sino que en esa interdependencia reside el mayor valor de Los Sirgueros. Es la novela de la creación de un auto»36. El auto está formado por cuatro partes: 1. El Prólogo antecedido por la música, que es una loa. 2. El Reino y derrota del Pecado donde se pueden distinguir cuatro momentos: a) la confrontación del pecado con Caín; b) el diálogo del pecado con el profeta Jeremías y el gracioso Edonio; c) el diálogo del Pecado con el patriarca José; y, tras el interludio musical, 4) la aparición de la Virgen que derrota totalmente al Pecado. 3. La Apoteosis, donde se pueden señalar el parlamento del Reino Mexicano, el diálogo del Reino Mexicano y el Tiempo, el descendimiento del trono y aparición de la Virgen, y el diálogo de los ciudadanos con Ella. 4. La danza final o mojiganga. Es en estas dos últimas partes donde se aprecia más cabalmente el sello criollo: en trajes, personajes, colores, instrumentos musicales, danzas, vocabulario; un mestizaje criollista que pone a la obra en su contexto de tiempo y lugar. Es evidente que su carácter doctrinal va acorde con el resto del libro. La insistencia en el pecado original, además de estar al servicio de la finalidad inmaculista le permite conectar con el principio del Libro Primero y la larga digresión de Marcilda. Los personajes alegóricos son destacados y la pieza en sí, de marcado carácter dialogado —afín con el resto— constituye un broche perfecto al servicio de la intención central de la novela, pero además es coherente con la importancia en ella de lo visual, que enlaza con las empresas de Anfriso y al arco de Marcilda, pues todo deber ser visto y oído, de ahí que «ver37, oír y creer» estén fuertemente entrenzados. Estamos de acuerdo con Aracil cuando plantea el sentido de esta pieza dramática especialmente por su representación, «lo que supone incluir tanto el diálogo dramático como una minuciosa descripción de su puesta en escena»38. La variedad de metros empleada en el auto es superior a la advertida en el resto de la obra, y la amenidad y buena arquitectura de la pieza la convierten en una obra destacada del teatro novohispano, que ha despertado gran 36

Anderson Imbert, 1960, p. 29. No hay que olvidar que la pintura sagrada llama a la devoción. 38 Aracil, 2013, pp. 172-173. 37

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interés de la crítica. Entre sus muchos valores, destacaría la novedad que implica su marcado sello autóctono, por la perfecta combinación que en él se hace de la tradición española, la criolla y la indígena: zagales con ropaje mexicano, caciques con sus preciosas ropas y el Reino Mexicano: [...] requísimamente vestido con una tilma de plumería y oro, costosamente guarnecida. Las demás ropas que sacaron, que fueron zaragüeles y cacles, estaban de rico oro bordadas. Llevaba, como los seis, en el brazo izquierdo, un rico escudo con un vistoso plumero de muchas y diversas plumas, que más realzaban el adorno de la persona. En el escudo llevaba sus propias armas grabadas, que son una águila sobre un tunal con esta letra: Pues tal luz le da María, renovarela en su día (p. 212).

Un escudo que, con los símbolos patrios, acompaña la inscripción mariana que invita a los mexicanos al baile para celebrar el triunfo de María sobre el pecado. La religión católica y sus preceptos son asumidos por el pueblo como parte constitutiva de su formación, el «tocotín» en honor de la Virgen triunfante. Danza, baile, fiesta, espectáculo barroco al servicio de todos y en el que todos participan en una clara «arcadia» sin conflictos, con su centro desplazado a los «jardines mexicanos». Ésa es la lección última de una obra que consideramos muy bien orquestada y cuya valoración es muy superior a la que le diera Agustín Yáñez en su día.

ESTA EDICIÓN De la edición de 1620, la única que vio la luz, sabemos de la existencia de dos copias, una en la Biblioteca de la Universidad de Carolina del Norte y otra en la de San Antonio, Texas (EE UU), procedentes del original que se encuentra en la Biblioteca John Carter (Universidad de Brown), según figura en los lomos. El de la John Carter es el único ejemplar que hemos podido localizar, y en él está basada esta edición. Agustín Yáñez39 nos habla de un ejemplar propiedad de D. Federico Gómez de Orozco que le sirvió a él para su edición, mientras que González Boixo40 nos refiere otro ejemplar en la Biblioteca Luis Leal de la Universidad de Standford (California), hoy día inencontrables. De cualquier forma ésta es

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Yáñez, 1944. González Boixo, 2002.

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la primera edición completa41 de la obra desde la fecha de su publicación a principios del siglo XVII. En la transcripción hemos corregido algunos errores tipográficos (postores por pastores, corrupo por corrupto, sobarano por soberano, agumentos por argumento, pude por puede), modernizado la puntuación y la acentuación, regularizado el uso de mayúsculas y minúsculas y desarrollado las abreviaturas (las palabras con virgulillas, q> que, pa> padre, co> con, vetura> ventura, ya sea por nasalización o como forma de reducir una palabra muy común), pero hemos mantenido las contracciones della, dese, dél, desta, etc.; la s líquida (sciencia); las vacilaciones propio/proprio; fragante/fragrante; huerto/güerto; ahora/agora; así/ ansí; la oscilación vocálica de las átonas (descrebí, mormoré, escrebí, milifluo); la s final en la segunda persona del singular del pasado y las palabras que, aunque en desuso, siguen figurando en el DRAE. Se ha regulado el uso de y e i (ayre, parayso), q y c (quanto, qual), b y v, (embidioso), c, z y ç (braço, ponçoña, dize), I, x y j (Ieremías, exército, dixe, dexo), h (avía, oy, contraher, atraher), v y u según su valor consonántico o vocálico (vn, vno), hi, g y j iniciales (hieroglífico, geroglífico, hierarquía, Hierusalem) y los innumerables casos de seseo y/o ceceo (sensillo, cençura, acresentamiento, sociego, aplauzo, proesas, etc.). Se ha singularizado la doble s (assí), la duplicación de vocales ee o consonantes ll, ff, cc antes de a, o, u, así como la doble n y m (fee, illustrísima, peccado, innocente, summo), las grafías latinizantes ch, th, ph (Christo, theología, paranimpho, céphiro,), los grupos consonánticos cultos (asumpto, accento, distinctos, augmento transladado, redempción, sancto, psalmo, ceptro, etc.) a no ser que se conserven las palabras actualmente como arcaísmos (baptismal, demonstración, absconder).

41 En 1944 Agustín Yáñez transcribe parcialmente la obra y esta edición resumida es la que se ha manejado hasta la fecha, con sus consiguientes zonas oscuras. Debemos decir que realiza una buena transcripción modernizada de las partes de la novela que él selecciona, con muy escasos errores de lectura que hemos señalado en su momento. El auto sacramental, que cubre prácticamente toda la tercera parte, ha sido reproducido en otras muchas ocasiones como texto autónomo.

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Quiero dar las gracias a todo el equipo que ha formado y/o forma parte de los proyectos FFI2009-11526 y FFI2012-32087, a José Manuel Camacho por su colaboración en la transcripción del texto, a Isabel Terán por su ayuda en el intercambio de materiales, a Jaime Martínez por su apoyo en las correcciones de esta edición y muy especialmente a Gema Areta, por tantas conversaciones e intercambio de ideas a lo largo de esta proceso. Trinidad Barrera (Universidad de Sevilla)

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LICENCIA Don Diego Fernández de Córdoba, marqués de Guadalcázar1, virrey lugarteniente del rey nuestro señor, gobernador y capitán general desta Nueva España, y presidente de la Audiencia y Cancillería Real, que en ella reside, etc. Por cuanto el bachiller Francisco Bramón me ha hecho relación que él ha compuesto un libro intitulado Los Sirgueros2 de la Virgen sin original pecado, y para que salga a luz y se comunique, me pidió mandase darle licencia para poderle imprimir.Y por mí se mandó lo viese el padre fray Victoriano Esmir, lector de Teología, del convento de San Francisco desta ciudad, para que lo viese y diese su parecer. El cual le dio de que se podía imprimir, por no haber en él cosa contra nuestra santa fe católica y buenas costumbres. Atento a lo cual, por la presente doy licencia al dicho bachiller Francisco Bramón para que, por tiempo de seis años, él o la persona que tuviere su poder, tan solamente pueda hacer imprimir e imprima el dicho libro, precediendo licencia del Ordinario3 deste arzobispado. Y mando que durante el dicho tiempo otra ninguna persona le pueda imprimir, so pena de docientos4 pesos de oro común y de perder los libros, moldes y adherentes que se le hallaren, aplicado todo por tercias partes, cámara, juez y denunciador. Y mando que en ello no se le ponga impedimento ni contradicción alguna. Fecho en México, a 28 del mes de enero de 1620 años. MARQUÉS DE GUADALCÁZAR

1 Diego Fernández de Córdoba: marqués de Guadalcázar y conde de las Posadas (Sevilla, 1578-Guadalcázar, Córdoba, 6 de octubre de 1630), fue virrey de la Nueva España entre 1612 y 1621, y del Perú entre 1622 y 1629. 2 sirguero: «jilguero» (DRAE). 3 La licencia del Ordinario era la autorización dada por el vicario u ordinario de la diócesis para imprimir. 4 Forma en desuso.

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Por mandado del Virrey LUIS DE TOVAR GODÍNEZ5 En México, 24 de febrero de 1620 años, el señor doctor Diego de León Plaza, provisor de este arzobispado, etc., en confirmación de la aprobación del padre maestro fray Gonzalo de Hermosillo, dijo que daba y dio licencia para que se pueda imprimir el libro de Los Sirgueros de la Virgen. El doctor LEON PLAZA LUIS CRUZADO6 ERRATAS7 Fol. 2, pág. 1 «eloqnte», di «eloquente». Fol. 3, pág. 1 « suejeta», di «sujeta». Fol. 6, pág. 2, l.1. añide «y le sacó una costilla». Fol. 35, « de aquel», di «aquel». Fol. 43, pág. 1. «retato», di «retrato». Fol. 45, pág. 1. «tener», di «temer». Fol. 65, pág. 1. «adversidad», di «diversidad». Fol. 71, pág. 2 «sobera», di «soberana». Fol. 72, pág. 1, «granduza», di «grandeza». Fol. 73, pág. 2, «delas», di «que de ellas». Fol. 137, pág. 1, «llora», di «llorar».

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Escribano (secretario) de la Gobernación y Guerra en Nueva España, cargo que ejerció hasta 1648. 6 Notario de la Nueva España. 7 Dichas erratas han sido tenidas en cuenta en el interior de esta edición con su consiguiente regularización.

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APROBACIÓN del Padre Fray Victoriano de Esmir, Lector jubilado en Teología, en el convento de San Francisco de México. Remitiome vuestra excelencia, señor excelentísimo, el libro intitulado Los Sirgueros de la Virgen sin original pecado, que compuso el Bachiller Francisco Bramón, y habiéndolo visto y examinado hallo que su dulce canto es digno se celebre, pues en él —como en copiosa silva— hallará el poeta realzados conceptos, el curioso en qué deleitarse, el sabio qué advertir, y el pastor sencillo8 canciones con que entretener la soledad del prado, olvidando aquellas que tantos han escrito.Y así por esto, como por no ir contra nuestra fe inviolable y costumbres castas, me parece puede darle vuesa excelencia la licencia que pide. En San Francisco de México, 8 de diciembre, 1619. Fray VICTORIANO ESMIR Lector jubilado en Teología APROBACIÓN del padre maestro Fray Gonzalo Hermosillo9, definidor de la Orden de San Augustín y catedrático en propriedad de Sacra Escritura en esta Real Universidad de México. Por comisión del señor doctor Diego de León Plaza, provisor de este arzobispado de México, vi este libro, título: Sirgueros de la Virgen; autor: el bachiller Francisco Bramón. Y demás de no haber en él cosa que desdiga de nuestra santa fe católica y buenas costumbres, es útil para que las almas devotas tengan con que aumentar su devoción y entretenerse honesta y santamente —cosas que pocas veces se hallan juntas en una misma obra—. Y así juzgo que se le debe dar la licencia que para imprimirle pretende. En San Sebastián de México, 23 de febrero de 1620. Maestro fray GONZALO DE HERMOSILLO

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Comienzan aquí los innumerables casos de oscilaciones entre s/c, c/s y ç/s que se observan en el texto y que hemos normalizado tal como decimos en la introducción. 9 Juan Gonzalo de Hermosillo y Salazar nació en México y profesó en la Orden de los Ermitaños de San Agustín haciendo votos solemnes en el convento de México en 1583. Obtuvo el grado académico de licenciado en Teología, según algunos, mientras otros afirman que sólo obtuvo el grado de maestro en la Facultad de Teología. Egiara le adjudica el grado de doctor. El 20 de octubre de 1620 el papa concedía un nuevo obispado con sede en Durango del que fue nombrado primer obispo.

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Al Ilustrísimo y reverendísimo señor don fray Baltasar de Covarrubias10, del Consejo de su Majestad, obispo de Mechoacán11.

DEDICATORIA Antes que la flor brotara, señor ilustrísimo, del fruto que hoy mi tierno entendimiento ha producido, tenía en vuestra señoría ilustrísima dueño propio, como señor que es de la tierra donde produció12 la planta que hoy, a la sombra que deseaba para defensa de los desenfrenados vientos, se llega gananciosa de tener amparo en vuestra señoría ilustrísima, pues le da crédito un príncipe en quien la claridad del linaje resplandece, la Minerva de las sciencias se deleita y la grandeza del ánimo se acrisola. Reciba pues vuestra señoría ilustrísima el pequeño don que, rústico yo, humildemente ofrezco, que gozando del auxilio y protección de vuestra señoría ilustrísima serán mis sirgueros suaves a las gentes y libres de mordaces labios, e13 yo con tal protección seguro de borrascas14 y rico de mercedes. N.S.G.15, etcétera. BACHILLER16 FRANCISCO BRAMÓN17

10

Baltasar de Covarrubias: canónigo regular de la Orden de San Agustín, natural de México. En 1601 fue propuesto para ocupar el obispado de Asunción del Paraguay, del que tomó posesión a principios de 1602. Años más tarde lo sería de Nueva Cáceres, en Filipinas, y en 1608 fue trasladado al obispado de Michoacán, donde falleció en 1622. 11 Mechoacán: palabra náhuatl con la que los aztecas o mexicanos denominaban al paradisíaco territorio, ubicado en el Occidente de México, en el que se asentó el señorío Purépecha o Michhuaque, gobernado por el irecha (llamado caltzontzin por los mexicas). Hoy día es uno de los estados mexicanos: Michoacán. 12 Forma de pasado registrada en algunos textos de los siglos XVI y XVII. 13 Son frecuentes la utilización de e copulativa en lugar de y. 14 El miedo a la envidia y a la maledicencia es preocupación recurrente en todo el texto y explícitamente desde el Prólogo al lector, con el recuerdo del personaje de Zoile. 15 Nuestro Señor Guarde... 16 bachiller: grado menor de los estudios universitarios. 17 En aquel entonces consiliario de la Real Universidad de México, es decir, consejero, tal como dice en la portada del libro.

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PRÓLOGO AL LECTOR

Suelen los fatigados ingenios, lector benigno, del trabajo que las vigilias de mayores estudios traen consigo, buscar para divertirse prados deleitosos, fuentes cristalinas, céfiro saludable, plática apacible y ocio entretenido. Tal vez les deleita el ánimo la armonía sonora de dulces instrumentos, tal las zampoñas de rústicos pastores y tal la milagrosa consonancia de las rimas. Costumbre, estimada de muchos y de sabios con justos renombres y títulos, engrandecida. Adán, para consuelo de sus trabajos, ¿quién duda cantaría versos con que hiciese más fáciles y tolerables sus tristezas?, pues como dice Horacio: Inopem solatur et aegrum avertit morbos, metuenda pericula pellit18.

San Pablo y Sila19, en los calabozos de su prisión, cantando y respondiendo a veces en dos coros alabanzas del Señor, espantaban sus penosos males. El mismo Dios, cual divino y soberano cisne acercándose a su muerte20, cantó versos la noche de su pasión y así dice san Mateo21 en el capítulo 26: Himno 18 Epístolas de Horacio, Libro II: consuela al enfermo y al indigente... aleja las enfermedades, expulsa los terribles peligros. En realidad está tomado de este largo fragmento horaciano: «inopem solatur et aegrum./Castis cum pueris ignara puella mariti/disceretun depreces, vatem ni Musa dedisset?/Poscitopem chorus et praesentia numina sentit,/caelestis implorata quas docta prece blandus,/avertit morbos, metuenda pericula pellit». 19 Silas o Silvano: profeta y misionero de origen judío y ciudadanía romana, compañero de san Pablo en sus viajes misioneros. 20 El canto o lamento del cisne a punto de morir ha quedado como símbolo de la última palabra del que se aproxima a la muerte, de ahí que simbólicamente remita a las últimas palabras de Cristo en la cruz. 21 San Mateo: uno de los cuatro evangelistas.

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dicto. San Gregorio Nacianceno22, san Ambrosio23, el angélico doctor santo Tomás de Aquino, san Buenaventura24 y otros, que sería largo referir, para su alivio, no se tuvieron en menos por ser poetas; ni por ser consumadísimos teólogos dejaron este divino espíritu de la poesía, ni menoscabaron las musas la alteza de sus cuestiones escolásticas. Confirma este pensamiento el sonoro y regalado verso de las divinas rimas y canciones heroicas del rey profeta David25, pues con el dulce metro suyo, por alivio celebraba los triunfos de sus victorias, el arrepentimiento de sus culpas, la miserable condición humana, las costumbres de sus tiempos, la antigüedad y hazañas de sus mayores y, finalmente, a Adán llorando su caída, a Cristo quejándose de sus perseguidores y a la Iglesia pidiendo favor contra sus enemigos.Y porque no parezca gastar en esto muchas hojas, baste para corroboración de lo propuesto, que para profetizar a los ejércitos de Israel el santo profeta Eliseo26 y levantar el espíritu y disponerse a la profecía, mandó le trujesen un músico que le recrease el ánimo.Y dice el sacro texto: Cum caneret psaltes facta est super (Elys)eum manus Domini27, que en oyendo la armonía de la canción, profetizó luego Eliseo. De suerte es este don soberano que, aunque Tulio28 en el libro 2 de sus Tosculanas29 —de cuyo parecer es Platón en el libro 2 de su República— lo excluye y aborrece, en el libro 4 de las Tosculanas cuenta de los pitagóricos que con este recreo aliviaban sus cansados ingenios.Y Aristóteles en el libro 1, Problemas30, dice que naturalmente se deleita el hombre en el metro y 22

San Gregorio Nacianceno: uno de los grandes Padres de la Iglesia. Arzobispo cristiano de Constantinopla, del siglo IV. 23 San Ambrosio de Milán (340-397): teólogo y orador. 24 San Buenaventura (1218-1274): Juan de Fidanza, más conocido como san Buenaventura, teólogo franciscano. Fue proclamado doctor de la Iglesia católica en 1588 y apodado «doctor seráfico». 25 David: padre del rey Salomón. Rey de Israel entre 1012 y 972 a.C., fue el fundador de la nación israelita. Pastor, músico y guerrero —luchó contra el gigante Goliat—. Destacó como poeta y compositor de los Salmos. 26 Eliseo: profeta que vivió en Israel hacia el año 850-800 a.C. y que sucedió al profeta Elías durante el reinado de los reyes. 27 «Mientras cantaba un salmo la mano del Señor se posó sobre él». 28 Marco Tulio Cicerón (106 a.C.-43 a.C.): jurista, político, filósofo, escritor y orador romano. 29 Tusculunae Disputationis: conjunto de cinco libros escritos alrededor del año 43 a.C. en su villa de Tusculum, donde Cicerón reflexiona sobre la muerte, el dolor, la aflicción, etc., con desaliento. 30 Problemas o Problemata: uno de los tratados atribuidos a Aristóteles consistente en un amplio conjunto de preguntas y respuestas acerca de cuestiones médicas, científicas y de la vida cotidiana.

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música. Y si en algún tiempo excluyeron este milagroso alivio, fue por la razón que el mismo Tulio señala, diciendo que en sus tiempos no era tan casta que a las políticas costumbres de la república conviniese. Mas, siendo como debe de ser casta, ajena de corrupción respecto del escogido asunto, será con justo título celebrado, teniendo el poeta —como retórico— por objeto todas las cosas de que se puede versificar con arte, ornato y medida, en cuya conformidad entiendo el verso del salmo 17 que dice: Cum sancto sanctus eris, etc. Et cum perverso perverteris31. Así que si el poeta se aplica a cosas altas, divinas y heroicas, será heroico y estimado; y al contrario, si fuere en el objeto suyo humilde y profano amando la compañía de los perversos, será perverso. El asunto que el celo de tan grande festividad me ofreció fue por divertirme y dar vado al ingenio que en los estudios mayores de Filosofía y Cánones —en que recebí32 con general aplauso el lauro del trabajoso triunfo— felizmente han aprobado, y a aliviarle de una cansada oposición, dejando el popular concurso y ambigüedad de amigos, que los más de este calamitoso tiempo son fingidos griegos33. Entretuve, pues, el pensamiento en un milagroso sitio, pedazo de cielo, entre sencillos y sin doblez pastores, en ocasión que el instante dichosísimo festejaban de María. Y viendo cuán singular y heroico era el objeto que se ofrecía, por hacer mi estilo tal —respecto del asunto venciéndome a mí mismo—, grabé empresas, levanté conceptos —tenues por ser míos—, descrebí placeres y compuse rimas, lo cual todo al tribunal de tu censura sin arrogancia presento. Mas siendo la piedad, como debe ser, juez de aquesta causa, vivo confiado que el mordaz Zoile34, fiscal de la envidia, probará nada, pues en mi defensa, después de la del cielo, tengo el escudo y favor de príncipe tan ilustre, como es el que hoy me alienta y ennoblece mi obra, en cuyos loores falta el levantado espíritu. Recibe con amor estos pensamientos, que en pago del buen hospedaje que les hicieres procuraré en breve deleitarte con los discursos del trágico soldado, y libro de los más entretenidos que haya tomado puerto y abrigo en tus piadosas manos.

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«Con un santo, serás santo y con un perverso, te pervertirás». Son frecuentes en México, en esta época, las vacilaciones de timbre en las vocales átonas: recebir, descrebir, escrebir, mormurar, etc. 33 Su lamento sobre la falsedad de los amigos podría ponerse en relación con su preocupación por la envidia y la maledicencia. Alude al engaño del caballo con que los griegos conquistaron Troya. 34 Zoile: personaje antiguo, famoso por sus críticas a Homero, que ha pasado a la historia como ejemplo de envidioso y maldiciente. 32

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De dos partos de mi entendimiento muy bien es el primogénito siga el espíritu e inclinación en esta parte, y que el segundo, siguiendo el militar estruendo, se incline a Marte; con los cuales dos diferentes asuntos —confiado en tu benigna censura— conseguiré la gala de aquel heroico verso del poeta: Omne tulit punctum, qui micuit utile dulci35.

35 Omne tulit punctum, qui miscuit utile dulci (Horacio, Ars poetica, verso 343): «ha obtenido un apoyo unánime quien mezcló lo dulce con lo útil».

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El DOTOR RODRIGO MUÑOZ36 AL LICENCIADO37 FRANCISCO BRAMÓN Que suspenda las penas infernales Orfeo con su voz yo no lo creo38, la vuestra sí, Bramón, cristiano Orfeo, las esferas suspende celestiales. Vuestros sirgueros, músicos reales de la Virgen, nos cantan el trofeo; vuestro divino acento, vuestro empleo, estiman y festejan los mortales. Sirgueros de la Virgen sin mancilla, a los cielos suspende el canto vuestro, mas es del cielo el coro y la capilla que canta con Bramón vuestro maestro, que a la Virgen sin mancha solemniza por quien su nombre y fama se eterniza.

DEL MISMO Vuestra limpia concepción, madre de Dios, oigo cantan los sirgueros, que discantan al son que entona Bramón. 36 Probablemente se refiera al doctor Rodrigo Muñoz de la Zarza, distinguido protomédico mexicano y familiar del Santo Oficio de la Inquisición en la Nueva España. Según Martínez Baracs (2007) fue autor de Floresta latina, culta en honra y alabanza de dos bellísimas plantas y santísimas vírgenes, Lucia y Petronila, por unos aficionados suyos, México, 1623. 37 Licenciado: «el que ha recibido en alguna Facultad el grado para poderla enseñar y ejercitar, como persona aprobada en ella» (Cov.). Curiosamente, al comienzo del libro se dice que ha sido escrito por el «bachiller» Francisco Bramón y, sin embargo, aquí es calificado de «licenciado»; es posible que terminase sus estudios durante el proceso de escritura. 38 Alusión al mito de Orfeo que con sus cantos descendió a los infiernos para rescatar a su amada Eurídice.

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Sirgueros que canta al alba en su primero arrebol, al alba, madre del Sol, hace salva39 porque es salva de mácula original. Con voz dulce y canto grave os canta salva esta ave, ave fénix virginal. Vuestros sirgueros sonoros, cantando en nuestros confines, imitan los serafines que se responden a coros. Cantad, sirgueros divinos, al dulce son y reclamo de Bramón, y dese40 el bramo de sus cantos peregrinos. Que son, pienso, estos sirgueros serafines disfrazados, que acentos tan regalados del cielo son mensajeros. Mensajeros de la gloria y del glorioso blasón que hoy ha ganado Bramón, por tan pura y limpia historia. Goce Bramón la corona del laurel,Virgen, por vos, que espero la dará Dios a quien sin mancha os pregona.

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hacer salva: «demostración de reconocimiento» (Cov.). «De ése», de Bramón. «Bramo», de bramar, juego de palabras con el apellido del

autor.

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EL ALMIRANTE ANDRÉS LARIZ41 AL LICENCIADO FRANCISCO BRAMÓN Canta, dulce Bramón, el orbe sienta el plectro42 de tu lira sonorosa, que el rubio Apolo, oyéndola, no osa templar la suya ni cantar intenta. Oyéndote, el infierno se lamenta y el cielo de su reina victoriosa la gloria canta, y suerte venturosa con que a sus pies la sierpe vil afrenta. De tu plectro divino está celoso el cielo con sus nueve jerarquías, suspenso el mundo y su terreno grave. ¡Oh, nuevo Orfeo, sin igual famoso! Pues mueves cielo y Tierra en nuestros días con tus sirgueros y armonía suave.

DON GERÓNIMO DE CUEVAS GIRÓN AL LICENCIADO FRANCISCO BRAMÓN Llevaba el aire en dulce melodía ecos suaves con sonoro acento, y al blando mormurar del manso viento daba en retorno al gusto la armonía. Retumbando en mis cuevas parecía que el alto y estrellado firmamento,

41 Alfonso Méndez Plancarte (1964) lo cita como poeta considerable, poniendo entre comillas su cargo y nombre, sin más datos. En el Archivo General de Indias figura una carta de audiencia relativa al parecer de la Audiencia de México sobre los méritos del almirante Andrés Lariz Durango, fechado el 18 de marzo de 1610 y duplicado el 28 de abril de 1611. 42 plectro: «en poesía, inspiración, estilo» (DRAE).

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con uno y otro célico instrumento, cielo la Tierra en tal placer volvía. No quedó el pensamiento al fin frustrado, pues con prodigio raro y nuevo en ella, sirgueros de la Virgen han cantado. Volaban su región hermosa y bella, y si bien para el cielo se han criado, primero por Bramón nacieron della.

UN AMIGO RELIGIOSO AL LICENCIADO FRANCISCO BRAMÓN Un canto sonoroso en metro grave cantan, a coros, hoy dulces sirgueros en el ameno prado, que ofreceros pudo Bramón con plectro tan suave. El cielo a quien del triunfo gloria cabe, suspenso, da más luz a sus luceros y escucha enriquecido tantos fueros, cuantos dicen gozó la Virgen ave43. Admírase y contempla el peregrino estilo en el decir, cuya armonía de su Helicón44 suspende la alta cumbre. Y viene a confesar que por divino el mundo le eterniza, pues María a su pluma prestó sagrada lumbre.

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Posible alusión al palíndromo Ave-Eva que Alfonso X el Sabio cantó en loor de Santa María, en la Cantiga 60: «Entre Ave y Eva hay un gran contraste... Eva nos encerró los cielos sin darnos la llave, y María forzó sus puertas con el Ave» (Cantigas). 44 Helicón remite al monte situado entre el Parnaso y el Citerón, al dios del monte homónimo y también a un instrumento de viento.

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LIBRO PRIMERO DE LOS SIRGUEROS DE LA VIRGEN sin original pecado

En el más alegre y bien matizado lienzo, que el pincel valiente de la ingeniosa naturaleza adornó con las transformaciones fabulosas que en heroico metro celebra Ovidio en sus metamorfoseos45 del tierno Adonis, a quien himnos en Fenicia46 se cantaban, por ser de su rey natural príncipe heredero, de acanto47 convertido, de real mancebo, en florida planta; de Narciso48 enamorado de su propria belleza, en los cristales de la clara fuente donde tiernamente se miraba; de Jacinto49, a quien Apolo quitó la vida, y en flor de su nombre convirtió; y de otras alegres y fragantes flores que guarnecen, bordan, esmaltan y matizan el precioso manto, con que la gallarda Flora50, a quien deidad bien diferente de su costumbre se atribuye, enamorando deleita los delicados sirgueros, dulces ruiseñores y calandrias agradables, y requebrando cautiva los desatados cristales de Ciané51, ninfa de Sicilia, cara 45 Alude a las famosas Metamorfosis de Ovidio, libro muy citado en estas páginas. En este caso se trata de la metamorfosis de Adonis, convertido en flor, anémona, tras su muerte. Su historia la cuenta Ovidio en el Libro X. En adelante, Met. 46 Fenicia: nombre de una antigua región del Oriente Próximo, en la costa oriental del Mediterráneo, que comprendía áreas de la actual Líbano, Siria e Israel. 47 acanto: «yerba que produce las hojas grandes, anchas, gruesas, lisas y hendidas, las cuales son de color verde oscuro» (Aut.). 48 Alusión al mito de Narciso, enamorado de su propia belleza y convertido en la flor que lleva su nombre, tras su muerte (Met., Libro III). 49 Jacinto: hermoso joven amado por el dios Apolo que en sus juegos le causó involuntariamente la muerte con el disparo de un disco; el mismo Apolo convirtió su sangre en la flor que lleva su nombre (Met., Libro X). 50 Flora: diosa de las flores, de los jardines y de la primavera. 51 Ciané: náyade de Sicilia, da nombre al lago que habitaba. Se opuso a Plutón tras el rapto de Proserpina.

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compañera de la robada Proserpina52; de Aretusa53, de Alfeo54 perseguida, y de Diana55, transformada en fuente; y recogiendo en las hojas de los blancos jazmines y encarnadas rosas, las perlas que la hermosa Aurora56, fiel mensajera del vecino día —que pintando el oriente de rojos resplandores, remonta de la confusa noche la imagen y el retrato del ya vencido Caos57— ensarta en las rubias trenzas del padre de Faetonte58. En éste, pues, milagroso sitio de hermosuras y transformaciones tantas guarnecido, apacentaba un rebaño tierno de ovejas que guardaba, y recogía el pensamiento animoso de conseguir la más heroica empresa que alcanzar pudiera, Marcilda, pimpollo de hermosura, pastora de edad perfecta; en sus razones dulces, sabia y elocuente; en su grave y recogida vista, apacible; en sus palabras, amorosa, y en ellas muy medida; grave en su presencia; y en cualquier inclinación y arte, tan avisada y sagaz, que la celebraban por oráculo de aquel ameno y rico prado. Entre las siestas, que a la sombra de un hojoso plátano, en agradable plática, que con su buen discurso tenía, cuyas respuestas daba el pensamiento, en una que a más heroica consideración, gallardamente había levantado el sutil ingenio, llegó a considerar la pérdida tan grande que de la original justicia tuvo Adán, nuestro primer padre, y haber causado, por inobediente al divino y justo precepto, muerte general a la humana y frágil naturaleza, 52 Proserpina: hija de Ceres y Júpiter, diosa cuya historia es la base del mito de la primavera. Fue raptada por Plutón para casarse con ella y vivir en el Hades. Equivale a la diosa griega Perséfone. Las historias de Proserpina, Aretusa y Alfeo están recogidas en Ovidio (Met., Libro V). 53 Aretusa: náyade cazadora, hija de un dios fluvial arcádico. 54 Alfeo: uno de los oceánidas, dios del río homónimo del Peloponeso; era hijo de Océano y Tetis, como la mayoría de los ríos. Según Pausanias, Alfeo era un apasionado cazador que se enamoró perdidamente de la ninfa Aretusa, una cazadora del séquito de Artemisa que se había prometido a sí misma permanecer virgen el resto de su vida; por esto, la ninfa rechazó las pretensiones del oceánida y huyó a la isla de Ortigia, cerca de Siracusa; allí se transformó en la fuente que lleva su nombre, para librarse de su acosador. Alfeo se transformó entonces en el río Peloponeso, y cuentan que sus aguas se internan en la tierra y viajan hasta Ortigia para unirse a las de su amada. Ovidio ofrece otra versión según la cual Alfeo era un río de Arcadia donde se bañaba Aretusa que, sorprendida por el dios, huyó corriendo y pidió auxilio a Artemisa; la diosa se apiadó de ella y la convirtió en un manantial que corre bajo tierra hasta la isla de Ortigia. 55 Diana: Artemisa entre los griegos, diosa de la caza. 56 Aurora: deidad que personifica el amanecer. 57 Caos: descendiente de la Oscuridad, abismo oscuro. Caos y la Oscuridad conciben a la Noche, el Día, el Érebo y el Éter. Ovidio describió al Caos como rudis indigestaque moles (Met., Libro I). 58 Faetonte: relativo a Faetón, hijo de Helios y de Clímene (Met., Libro II).

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que tan triste caso con lágrimas de sangre amargamente llora, de suerte que en él perdió el dichoso estado de la inocencia, rico de bienes de la gracia y cierto de la gloria; y juntamente, el gozo de la amenidad y deleite del ya cerrado paraíso, gustando sin remisión el amargo cáliz de nuestro fin temido, el cual, si no pecara, tan suave fuera que en tránsito amoroso fuéramos trasladados del terrenal jardín de la gloria, sin que los senos del obscuro limbo ocupasen tantos de sus descendientes. Acompañaba tan alta y profunda consideración con suspiros tiernos, nacidos de lo más recogido del pecho; que tanta lástima tenía, que enternecida con esta meditación, fue causa que en los ojos mostraran su ternura, derramando, en vez de lágrimas desatadas, perlas que se iban por unos floridos jacintos engastando, y por el prado perdiendo, si ella con un blanco lienzo el hilo del menudo aljófar que se esparcía no detuviera y añudase, ya que el dolor sosegó y el llanto, por olvidar la pena y suspender los aires que retozaban con las transformadas hebras de la ingrata Dafnes59 y de la afligida Driope60, junto a los dulces y floridos lotos.Templó su lira y acompañada de sonoro acento, cantó ansí: Marcilda Si a contemplar me paro el triste estado61 de la humana miseria, que en mí ha sido causa de que tal vez haya sentido así del mal el mismo fin logrado, los años que el vivir han sustentado miro sin logro ausentes y en olvido haber quedado y de ellos no tenido sino llorar presente su cuidado. ¡Oh, vida, por Adán así sujeta!, pluguiera a Dios que la dé el alma al punto, que libre pudo estar sin que pecara, 59

Dafnes: nombre mitológico de una ninfa, protagonista de un desgraciado amor con Apolo, huyendo del cual quedó convertida en un árbol de laurel (Met., Libro I). 60 Según Ovidio, siendo niño Anfiso, la ninfa Driope se fue al monte, cerca de un lago de aguas cristalinas, con la intención de hacer un sacrificio en honor a las ninfas, cegada por un árbol de brillantes flores arrancó algunas para llevárselas a su hijo, pero el árbol era la ninfa Lotis, quien se enojó y transformó a Driope en otro árbol semejante (Met., Libro IX). 61 Claros ecos de Garcilaso de la Vega en los inicios del soneto I.

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obedeciendo a Dios, de la perfecta justicia original en su trasunto, la ley, por mí y por él, no quebrantara.

Suspendiendo el prado, el ánimo suspendió de otro pastor, que recogiendo sus ovejas bajaba por una quebrada a los cristales de una clara fuente, donde el ganado caluroso se refrescase. Llamábase Palmerio, y conociendo al dueño de la agradable voz, fue donde Marcilda estaba con sereno y apacible rostro, que en parte representaba la imagen del silencio. Saludola Palmerio, y ella, como avisada en todo, le respondió con los proprios términos que la salutación pedía: —Oí, dijo Palmerio, gallarda Marcilda, los últimos acentos de tu rima, dichoso yo en haberlos oído, y desgraciado, pues no pude entender el principal asunto de tus versos. —Sabrás, Palmerio, respondió Marcilda, que el intento dellos, que al son de mi destemplada lira y consonancia oístes62, fue llorar nuestro lamentable estado por causa de la desobediencia de Adán, primer padre que conocimos. —Es tan grande, dijo Palmerio, la causa de tu llanto, y tan justa, que a todos nos ha causado tan general dolencia, que bien tenemos que llorar amarga y tristemente. Mas ya que nuestros rebaños, sin tener hambriento lobo que les rodee, con sus bidentes63 tiernos y delicados afeitan esta florida y bien matizada alhombra64 de diversas flores y delicada yerba; cuéntame, Marcilda, agora, cómo entró el pecado de Adán, que vamos heredando de unos en otros, sin que haya remisión en librarnos de su primer prisión, y cuánto, pues tan avisada eres, tuvo Adán el colmo de la original justicia, gozando la gloria terrenal del paraíso. —Oye, dijo Marcilda, que con la rustiquez de mis palabras, toscas y groseras, si como tu quisieras no pudiere, a lo menos como yo acertare satisfaré a tu curiosa pregunta. Lleguémonos más a aquella fuente, que parece que convertida en llanto con un suspirar tierno y delicado sus deseos muchos nos demuestra, para que en su compañía, a la sombra de su apacible arboleda, entranzada65 con los rubios lazos del rubio Delo66, tengas el deseado fin de esta cuestión en la memoria. 62 En este libro, casi todas las formas verbales de la segunda persona del singular del pasado llevan la s final que hemos optado por mantener como rasgo particular. 63 bidentes: «antiguamente, ovejas» (DRAE). 64 alhombra: «es lo mismo que tapete» (Cov.). Alfombra. 65 entranzada: derivado de «tranzar», «entretejer tres o más ramales cruzándolos alternativamente para formar un solo cuerpo alargado» (DRAE). 66 Delio: sobrenombre de Apolo.

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Llegáronse a la fuente los dos curiosos y después de una meditación breve, dijo Marcilda: —Viendo la Majestad Divina la obra de sus poderosas manos se complació en ella, que dijo que todo cuanto había criado y formado era bueno; y así, después de las criaturas todas, dijo el Divino Consistorio: hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza, porque la fábrica67 del hombre era maravillosa, siendo la cifra68 y mapa de todas las criaturas. Hizo Dios al hombre a su imagen y semejanza, y le dio aquello que de su parte era, porque él, de la suya, hiciese por donde se conformase en la semejanza. Pecó Adán y por su pecado, el que era semejante a Dios, se hizo semejante a las bestias, quedando como borrada la imagen, más no quedó sin voluntad y libre albedrío, ni sin lo natural que corresponde a imagen, pero quedole eso estragado y como borrado. —La causa porque Adán pecó, dijo Palmerio, quisiera saber más clara. —Si callaras Palmerio, respondió Marcilda, lo hubierais ya sabido. Toma mi consejo, ni culpes al que habla ni lo interrumpas, déjale decir, que él tendrá cuidado de cumplir lo prometido; agora ten silencio y escucha: constituido el hombre en la forma e imagen de semejanza de Dios, para que presidiese a los peces del mar, a las aves del aire y animales de la tierra, levantado el rostro al cielo, a diferencia de los demás animales que están y andan los rostros inclinados a la tierra, con proporción de miembros milagrosa, cuya hermosura de rostro levantado al cielo excedía a cualquier otra cosa por singular que fuese, no con vellosa piel ni diferentes plumas, ni con agudas uñas ni feroces colmillos con que defenderse porque a la fábrica del hombre desdecía; y aquello que en los animales es particular perfección e inclinación, corresponde en el hombre, industria y sabiduría; y a tanto llegó el hombre a semejanza de Dios que, como Dios es señor del cielo, de la tierra y de todo lo criado y obedecido de todos, así el hombre, en cierta manera, constituido por señor de las criaturas terrenas a las cuales pudiera mandar y ellas obedecer, diole Dios autoridad de principio porque, como respecto de la creación es Dios principio de los hombres, así Adán fue principio de todos ellos por la generación. En fin, en Adán y en cualquier hombre están, como en Dios —en su tanto y en la manera que lo finito y limitado puede remedar y participar aquello infinito— eminentemente todas las criaturas cifradas y, por esta razón, se llama microcosmos, lo mismo que mundo abreviado. Esta admirable compostura natural que Dios dio a nuestro primer padre, Adán, 67 68

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fábrica: «construcción» (Aut.). cifra: «compendio» (Aut.).

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fue de una material tan vil, tan flaca y quebradiza que otro artífice que Dios no pudo ni podrá hacer de tal materia tal compuesto. Sacar del mar, precioso metal rico de quilates, una obra que tanto por la materia como por la forma sea estimada, no es tan gran muestra de arte, cuanto sacar del limo y barro de la tierra una obra tal, cual la que has visto en mi discurso, obra al fin de tales manos como las de Dios. Formó Dios a Adán, como ya sabes, del limo de la tierra e inspiró en él el espíritu de la vida en cuyo instante tuvo vital principio con la infusión del alma, y Dios, como su criador, quiso le pagase tributo y pecho; y para esto le puso un precepto, no difícil de guardar, sino de cumplir muy fácil, supuesta la mucha y buena ayuda de costa de virtudes y gracia que para ello le había dado; y fue que de la fruta del árbol que estaba en medio del paraíso, llamado de la sciencia del bien y del mal, no comiese; mandole que no lo quebrantase, pena de ser borrado del libro de la vida. Después de este precepto, trujo Dios a todos los animales para que les diese nombre según su naturaleza; y Adán, que la condición y propiedad sabía de cada cual por divina providencia, los nombró con los nombres que propriamente les convenían; y por darle compañía, que estar sólo era desproporción para el hombre, quiso formar a Eva; y así, el mismo día de la creación del hombre, infundió a Adán un dulce sueño y le sacó una costilla y la llenó de carne, dando con ella forma a la primera mujer. Paseábase, pues,Virago69 por el paraíso... —Perdona Marcilda, dijo Palmerio, que quiero preguntarte quién fue Virago, si es que fue la primera mujer, Eva se llamó. —Antes que pecase, respondió Marcilda, se llamó Virago, que es lo mismo que varonil o que fue formada de varón; más después que pecó, llamose Eva, que quiere decir madre de todos los vivientes, nombre que su esposo Adán con singular misterio le había puesto cuando despertó del sueño; y primera vez que la vio la llamó Virago, más después de salir desterrado del paraíso, Eva. Algunos, en sus etimologías, dicen que llamar Adán a su esposa Eva fue por la mancha, porque significa Eva lo mismo que «con mancha». Paseábase nuestra primer madre por el paraíso complaciéndose con la diversidad de árboles, frutos, plantas, flores, ríos, fuentes, arroyos, aves, peces y animales. Llegó, nunca la mujer llegara, al medio del paraíso donde el árbol de la fruta del precepto estaba plantado; alzó los ojos y, viendo su belleza, lo consideraba, acordándose del mandato divino, cual sería, entre sí curiosamente imaginaba, la causa de haberle Dios mandado no le comie69 Virago: en la tradición bíblica fue el primer nombre que Adán dio a Eva (Génesis 2:23). En adelante Gn.

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sen, pena de muerte; dilatando este pensamiento no hallaría, a mi ver, con qué satisfacer su más que curioso deseo. Entre los demás animales que Dios crió para los diversos fines que vemos, como para arar el buey, para cazar el perro, etcétera, crió una culebra a quien tomó por instrumento nuestro mayor enemigo vistiéndose de ella. Halló ocasión el demonio para hacer su hecho, viendo que Eva con curiosidad miraba el árbol de la fruta prohibida, que si la mujer no diera, por curiosa, ocasión, quizá no se atreviera a poner acechanzas a la naturaleza humana. —¿Qué es la razón, señora, entró diciendo el demonio por boca de la serpiente, que Dios os pusiese precepto que no comiésedes de todo árbol de este ameno paraíso? —¿Luego fue, dijo Palmerio, quien primero mintió en el mundo? —Sí, respondió Marcilda, porque Dios no les mandó que no comiesen de todo árbol ni de todo fruto, sino de uno sólo que fue el que plantó en medio del paraíso, y así en las palabras primeras con que dio principio a la maldad de su traición, fueron demonstrativas de su cautelosa pretensión. —Si Eva entendiera, dijo Palmerio, fácilmente conociera el proceder la pregunta de una clara y manifiesta mentira. —Si en eso advirtiera, respondió Marcilda, también le había de causar escrúpulo que hablase una serpiente, pues participaba de Adán el conocer la naturaleza, condición y propriedad de todos los animales, aves, peces, plantas, flores, piedras y todo lo criado, estando cierta que fuera del hombre ningún animal tenía la orgánica disposición ni aptitud de formar razones pronunciando el concepto de su pasión con preguntas y respuestas. —Bien conoció Eva, prosiguió Marcilda, la mentira pues respondió con un mentís, diciéndole no ser así el precepto que Dios les había puesto sino que comiesen de todo árbol del paraíso, con que del árbol que estaba en medio dél no comiesen de su fruto, y añidió Eva, ni le tocasen, que fue muy gran mentira, que Dios no les prohibió el tocarle, sino el comerle. De donde saco yo haber sido el primer pecado que hubo en el mundo, el de la mentira, y haberle cometido Eva. Otra mentira, pues, dijo Eva, que puso duda en lo que Dios expresamente había dicho. Eva dijo: «si comemos dél, podrá ser que nos vea la muerte», habiéndoles Dios dicho que infaliblemente morirían. Oyó, según pienso, esto el demonio y, sentido de que Eva lo cogiese en mentira, y aunque es duro de sufrir un mentís entre dos iguales, sentiolo mucho el demonio por ser de condición soberbia y haberle desmentido una mujer sin fuerzas; más por salir con la suya, disimuló y sufrió la pena y sentimiento de haber sido desmentido; y por sentir a Eva de su parte, replicó:

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—Andad que no moriréis, antes tened por cierto que en la hora que comiéredes del fruto de este árbol, se os abrirán los ojos y seréis como dioses, sabiendo del bien y del mal; que Dios que os puso este precepto, fue de envidia vuestra y de vuestro acrecentamiento. —Si Eva advirtiera, dijo Palmerio, fácilmente se librara de tan terrible tentación, más cegose con la vanagloria y deseo de ser lo que por naturaleza no podía, depravose la voluntad y cayó en error de entendimiento. Levantó los ojos y miró el árbol, agradole su vista, pareciéndole que sería su fruta mucho más sabrosa que la de otro cualquier árbol, tomó de ella y comió. Ya queda Eva en pecado quebrantando el precepto y, en el mismo instante, enemiga de Dios, que en comiendo el fruto dio puerta al pecado y entrada franca a la muerte. Sabriale la fruta a Eva y como tanto amaba con amor recíproco a su consorte, esposo y compañero, Adán, lo buscaría; y hallándolo, con tiernas y amorosas palabras, blandos requiebros y razones regaladas, le diría comiese de aquel fruto, dulce al paladar y al gusto regalado. —¡Oh, esposo, le diría, en quien mi voluntad tengo cifrada, y a quien más que a mí amo y estimo!, para confirmación de nuestras dos conformes voluntades, confirmando aquel tu primer requiebro, hazme un favor, siendo el primero que te pido después que de tu carne y hueso fui por mano del Altísimo, formada. Preguntaríale Adán qué demandaba, prometiéndole imposibles de dificultades, y las mayores que él conocería. —Que gustes, dijo Eva, de esta fruta que te traigo por buena; comí della, es dulce, sabrosa y porque más me entre en provecho, la has de gustar, que sé yo y estoy en ello confiada, te agradará su dulzura y diferente sabor de todos los demás del ameno y hermoso paraíso. Por no entristecer a Eva, comió y pecó Adán. —Espera un poco Marcilda, dijo Palmerio, y repara que dijiste que Eva, con palabras tiernas y blandas, movió a Adán. —Sí, dijo Marcilda. —Pues pregunto yo, dijo Palmerio, entre estos requiebros faltarían unas lágrimas, lloradas más por ablandar que por necesidad con que, enternecido Adán, se sujetó a comer la fruta vedada. Riose Marcilda de Palmerio viendo la maliciosa pregunta y dijo: —Usan las mujeres muchas veces de estas armas para ablandar, mover y rendir al hombre, pero no tuvieron en esta ocasión su principio hasta que, pecando Adán, dio entrada a las lágrimas, de que después las mujeres tanto se han valido.

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—Es cierto, dijo Palmerio, que para rendir a un hombre basta una lágrima de una mujer enternecida y así, aunque sin lágrimas, enternecido Adán le hizo el favor, tan a nuestra costa, que pedía Eva. —Más, ya que pecaron nuestros padres, ¿fueron como dioses? —No sólo no fueron dioses, respondió Marcilda, pero después de haber pecado se hallaron desnudos, sintiendo sus cuerpos el70 rebelión de haberse conjurado contra la majestad divina, habiendo quebrantado el precepto. —Que mucho, dijo Palmerio, que si ellos se habían rebelado contra Dios, el cuerpo se rebelase contra ellos. —De suerte fue, dijo Marcilda, que ellos tenían vergüenza de sí mismos y, hallándose desnudos, se cubrieron con hojas de higuera, que fue el árbol que más cerca hallaron. —Luego, dijo Palmerio, la fruta de la higuera fue prohibida. —No, dijo Marcilda, que, según es opinión más asentada, fue manzano71 (esto está puesto en opinión por la incertidumbre que hay sobre qué fruto fuese). Mas a mi corto entender, parece que tal árbol no fue, de los que escribieron, conocido; la razón es porque si desterró Dios del paraíso a Adán, maldijo a la serpiente y condenó a Eva que pariese a sus hijos con dolor, también desterraría al árbol del paraíso, quedando seco y sin aptitud y poder para reverdecer y echar semilla para conservación de su especie. Esto recibe como parecer mío, que lo infalible de esto no consta. —Bien me parece, dijo Palmerio, tu parecer, mas prosigue con lo que falta a su promesa, que se borda ya de crepúsculos el cielo y empiezan a humear las más encumbradas chozas de la aldea y las sombras de los montes caen ya mayores. —Resta agora, Palmerio, dijo Marcilda, a nuestro intento, saber de paso, qué tiempo estuvo Adán en gracia, gozando la amenidad del paraíso y, según lo más probable y cierto, fueron siete horas. Dejemos para mañana el tratar de este pecado que heredamos todos y llaman original porque tengas cuidado de venir a hacerme compañía. —Que mayor gozo podré yo tener Marcilda, dijo Palmerio, que oír tu plática tan agradable, y ser instruido y enseñado del delicado ingenio, de que la pródiga naturaleza francamente te enriqueció.

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Hemos respetado los casos de concordancias tal como aparecen en el texto. La tradición apócrifa del Antiguo Testamento (Gn. 3: 6-8) narra cómo Eva tomó el fruto del árbol prohibido y lo dio también a Adán para que lo comiese. En el Génesis, sin embargo, no se menciona ningún manzano. 71

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—Vamos, y mientras a las dos sendas, dijo Marcilda, donde nos hemos de apartar y despedir llegamos, quiero, por pagarte en algo la voluntad mucha que me tienes, templar mi lira y a la armonía suya acompañar con mi destemplado aliento, discantando un agudo y heroico epigrama sobre la mucha culpa que en el quebrantar el precepto tuvo Eva, que compuso Anfriso. Marcilda Cuando de aquella, ¡ay, Dios!, de aquella ingrata madre, el retrato mira el alma mía, recuerda la memoria el dulce día, que inobediente al bien, su mal dilata. La causa que en su culpa así maltrata, con gusto venenoso la alegría, que en ella, a no pecar se concedía, su dicha en su mudanza desbarata. ¡Oh, madre!, dijo, ¡oh, Eva!, que en desvelo de tu desgracia a Dios, inobediente, la estima pierdes de su misma alteza. Mas quien a ti mostrara el desconsuelo, que en la mortal causaste humana gente, pudiera ser huyeras su bajeza.

El silencio de la apacible noche no había bien llegado a las puertas del occidente en compañía de la hermosa dama72 del dormido Endimión, en Latmio, monte de Caria; la regalada armonía de las parleras y risueñas aves no había bien hecho salva a la gallarda aurora, que iba en seguimiento del lucero matutino, esparciendo del Sol las doradas hebras, sobre las blancas cumbres de los empinados montes y soberbios riscos; cuando el pastor Anfriso, con un ancho cuchillo de talla, en las cortezas de los frescos y diferentes árboles de su ameno sitio, grabando en ellos agudos pensamientos,

72 Alusión a Selene, la Luna, amada de Endimión, quien fue un hermoso pastor de Asia Menor. Era tan hermoso que Selene pidió a Zeus que le concediese vida eterna para que nunca la dejase; alternativamente, Selene confió y amó tanto a Endimión que él tomó la decisión de vivir para siempre durmiendo. Zeus lo bendijo otorgándole un sueño eterno y cada noche Selene lo visitaba donde estaba enterrado, en el monte Latmio, cerca de Heraclea de Caria, en Asia Menor.

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explicaba y producía a luz la preñez de sus delicados y sutiles conceptos para que, cuando el oriente de rubios resplandores guarnecido abriese sus doradas puertas por donde el carro de mil bellezas esmaltado hace su cuotidiano curso73, dando luz y resplandor a la tierra, guiado del señor de Delos, saliese con nueva bizarría; los pastores, que a las faldas de aquellos trepados montes y nevadas cumbres repastando sus ganados pasan los días, viesen y contemplaran, no enigmas74, no obscuras empresas, ni pinturas como las de los egipcios, sino altos y profundos misterios, dirigidos de una voluntad votiva a una singular devoción, que con los hijos de su pensamiento ofrecía a la más hermosa serrana, que valles, montes, prados, tierra y cielo han visto ni verán. Bien parecía verdadero amante, pues el nombre de quien tanto veneraba, quería que fuese de todos tan conocido como honrado. Había ya escrito letras, grabado cifras y pintado ingeniosos jeroglíficos75, ordenados a levantar su pensamiento.Vio que ya la aurora había descubierto su rostro de requiebros lleno, y por dar principio a explicar sus conceptos, templando su instrumento, pidió silencio a las aves y dijo: Anfriso Cuando de nieve, perlas en las flores, naciendo el alba vierten, así adornada la tierra deja y Tetis76 afrentada huye de su belleza a los primores, hermoso Febo en rojos resplandores entonces muestra de su luz sagrada, la vida en su virtud más renovada y en prado fértil bellos sus colores.

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Faetón, hijo de Helios, le pide a su padre conducir el carro de fuego que ilumina el mundo, pero desciende demasiado y calcina a la Tierra, y Zeus lo fulmina con un rayo. 74 enigma: «oscura alegoría o cuestión y pregunta engañosa e intrincada, inventada al albedrío del que la propone» (Cov.). Los enigmas formaban parte de la narratio y de las extensas digresiones de la novela pastoril; por medio de ellas los pastores —y lógicamente los autores de las obras— mostraban su erudición y agudeza. 75 Alternan en el libro las formas hyerolífico y gerolífico, siempre sin g interna. Ambas formas se utilizaban, aunque raramente, en su época. «Expresión del concepto y lo que se quiere decir, por figuras de otras cosas que se ofrecen a la vista» (Aut.). Díaz Rengifo (1606) lo define como «figura significativa de otra cosa ordinariamente sagrada. Se declara con lema o letra...», p. 177. 76 Tetis: ninfa del mar, una de las cincuenta nereidas.

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Estos efectos varios en el suelo causan planetas de diverso clima, en su fruto mostrando su hermosura; mas el alba del Sol que habita el cielo, tanto de Adán sin culpa se sublima, que ahuyenta la tiniebla su luz pura.

Suspenso Anfriso con la suavidad de los versos, contemplando el concepto descubrió que por las floridas faldas del cercano monte bajaba la hermosa Florinarda, pastora de tiernos años, embrazando77 la honda para atajar la pretensión atrevida que un lobo confiado en sus uñas tenía, esperando al paso al rebaño inocente, que con la guarda de su pastora iba confiado; tirole Florinarda y ahuyentó dél con dichosa suerte la condición hambrienta, a vueltas del burlado espíritu. Fue mucho el gozo que recibió Anfriso viendo el donaire y gracias con que Florinarda aseguró el pasto tan a costa del burlado lobo; púsose en pie porque viéndole, la pastora, ufana de la suerte, guiaría a donde él, a quien ya había conocido, la esperaba; saliole al encuentro, la boca llena de requiebros y brotando risa, dándole las saludes y el parabién del buen suceso; iguales fueron las palabras y cortesías que Florinarda volvió a Anfriso; y después de aquellas, dirigidas a los términos de buena urbanidad, le dijo: —¿Cómo, Anfriso, saliste al prado tan de mañana?, ¿por ventura tardábase la Aurora y la saliste a requebrar?, ¿por ventura pedías con Ovidio a Fósforo78 que volviese el día?, ¿o por ventura será, y entiendo lo más cierto, haber salido a levantar el espíritu, despertando el ingenio que en ti es el mayor deleite, causa de salir a visitar alamedas, prados, jardines, deshojando flores y componiendo guirnaldas, y oír mormurar las fuentes, brillar sus aguas, correr los mansos ríos y claros arroyuelos, oír jugar con las ramas los traviesos aires, de agradarle las pláticas de los inocentes zagalejos, de los no maliciosos pastores y zagalas bellas, ninfas de estos apacibles valles, adornadas de discreción, donaire y gracia? Mas yo, gallardo Anfriso, te ruego no permitas ande tan vaga con el pensamiento, pues de mí conoces la voluntad tan llana con que deseo darte gusto. Si merezco tal favor, dime qué causa habrás tenido para salir antes que la aurora diese a las plantas su rocío, al prado, de quien, si en él cabe sentimiento, el de Chipre está envidioso. 77

embrazando: antig., «abrazando» (DRAE). Fósforo: Héspero, Eósforo o Fósforo, era hijo de Eos y de Astreo y personificaba al lucero del alba. 78

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—Si gustas, Florinarda, dijo Anfriso, saber el fin de haber madrugado y salido a gozar de esta amenidad y frescura, oye, que pues tu rebaño está entretenido con estas esmeraldas, donde el menudo aljófar destilado espera del Sol recién nacido los calientes rayos para convertirse, aunándose en el cuerpo de la Tierra de donde subió a congelarse en la región del aire, y el ameno sitio nos convida, acerquémonos a aquel frondoso olivo, por dos cosas: por estar más descansados y porque yo mejor descubra si por la senda del pino veo bajar a Palmerio, acompañado de la hermosa Marcilda, que ha días que en su busca entretengo el día, y supe ayer de Filis, que lo más del día estuvieron en la fuente del ciprés; y si bajan hoy a ella, es fuerza que de allí los descubra. —¿Días ha, dijo Florinarda, que los buscas? —Sí, respondió Anfriso. —Pues en muchos días, dijo Florinarda, ¿no los has hallado? —No, respondió Anfriso, que han guiado sus ganados lejos de sus cabañas, buscando fértiles y abundosos pastos. —Pues bien estamos aquí, dijo Florinarda, que si a la fuente del ciprés bajaren no pueden dejar de ser vistos y pondrás fin a tu cuidado. Siéntate y dame razón de tu madrugada, que en dilatarlo me aumentas el deseo y dilatas el gozo de saberlo. —Es el amor de tal especie y condición, Florinarda, dijo Anfriso, que ni se pueden ocultar, ni dejar de dar demonstración del nuevo accidente que ocupa con pasión el noble y generoso corazón del hombre. Es el amor como el fuego, que no puede estar escondido ni encarcelado, antes busca resquicio por donde salir y descubrirle, o como considero yo al Sol, cuyo oficio es descubrir su rostro, dando luz a la Tierra; tal vez por la densidad de nubes, que entoldan el cielo de pardo y melancólico velo, no baña el rostro de la húmeda Tierra tan alegremente como cuando de lleno en lleno, hiriéndola con sus rayos, la festeja: mas el Sol, que hiriendo las densas nubes no deja de romper y mostrar su rostro a la madre común de mil naciones, con tan grandes efectos, como en las riquezas que el mundo tiene, vemos cada día. Suele al amor ponérsele un nublado obscuro, que congelan las varias exhalaciones de impedimentos, que al mejor tiempo se levantan, padeciendo eclipsis, que causa mediante los efectos varios, que proceden de contrarias influencias y diversos climas, entre el amante y la cosa amada; mas como el amor es casi de la calidad del Sol y fuego elemental, busca por donde romper la obscura nube que le impide el gozar su bien, ya a sus principios, ya poco después, o ya a los últimos términos de su dicha y buena suerte; de modo que tarde

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que temprano el amor que no se puede encubrir, se manifiesta.Yo amo, estimo, reverencio y adoro....Y suspendiéndose Anfriso, dijo Florinarda: —¿A quién? —No a ti, dijo Anfriso, no te dé cuidado, ni entiendas que eres tú el objeto de mi amor; que a quien yo amo tanto la amó un rey que por verla y verse en su traje, preso de amores de la divina Virgen, bajó a la tierra y se estrechó en la aldea con el hábito de hombre, donde esta sin igual doncella moraba. —A mucho te atreves Anfriso, dijo Florinarda, en poner tu amor en persona en quien un rey puso la afición; y en decir absolutamente que es sin igual, es escusada arrogancia, pues sabes que la franca y generosa naturaleza hizo mercedes sin colmo a las serranas bellas y hermosas zagalas de estos valles y floridas sierras. —No te precipites, Florinarda, dijo Anfriso, y advierte que en la singular y divina Señora en quien, indigno yo, tengo depositado el amor de reverencia y cifradas mis esperanzas, es la Virgen de las vírgines, la fuente de aguas vivas, el espejo de toda pureza, aquella que no vistió el manchado paño de que nos vistimos, sino de brocado rico de tres altos; aquella que no se calzó menos que con luz de creciente Luna, y no tranzó el cabello menos que de estrellas rutilantes; y es tan gallarda y su hermosura tan ajena de comparación, que un rey, qué digo, Dios, autor de esta hermosa fábrica, inclinando los cielos, descindió y encarnó en sus puras y virginales entrañas para nacer hombre en el siglo. Él, que ante todos los siglos y sin principio, era Dios, igual al Padre, según la Divinidad; y querer yo decir su belleza con proprios términos será querer tener más atrevido pensamiento que el que tuvieron las mayores columnas de la Iglesia de Dios pues tratando de esta Señora, así sobre la dignidad como sobre la hermosura, títulos y excelencias suyas, suspenden sus discursos llamándola madre de Dios79, cuya dignidad y soberano renombre encierra y comprehende la mayor alteza de misterios que el limitado entendimiento puede alcanzar; que como es imposible que un pigmeo toque de la octava esfera las guiñadoras estrellas desde lo más ínfimo de la tierra, así es imposible que yo pueda decir el profundo piélago de excelencias y dignidades que en María hay: mar en quien los caudalosos mares y veloces ríos entran y no rebosa, mar en que se embarcó el mismo Dios para obrar la alta redención del género humano; y poner mi afición con la reverencia debida en esta Señora es querer que, mediante tan bo79 Ya es proclamada así en el Concilio de Éfeso (431), canon I, y ratificada en los posteriores concilios.Véase más adelante la empresa «Madre de Dios».

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nancible mar, llegue con próspero viento, venciendo los cosarios y piratas de navegación, al puerto dichoso de la gloria. Amo a esta Señora como a Madre que se apiada de las necesidades de sus hijos; pídole mercedes, como a reina liberal y franca; muéstrole mi causa como a sabia y solícita abogada; confío en ella como en quien es, por lo que vale con su Hijo y por lo que de Él puede alcanzar, la fuente y manantial de la misericordia. ¿En quién mejor puedo hallar premio de mi amor que en María? Porque ¿qué cosa hay más noble que ella?, ¿qué cosa más hermosa a quien el mismo resplandor escogió por pura?, ¿qué virginidad como la suya?, ¿qué cuerpo como el suyo, tan sin resabio de cuerpo?, ¿quién más grave y compuesta en sus palabras?, ¿quién más humilde de corazón?, ¿quién más atenta al clamor, a la necesidad y suspiro del pobre ni qué amor hay como el suyo? —¡Oh, venturoso Anfriso!, agora que sé que María es a quien amas, estoy envidiosa de ti, que de hoy más tu compañía seguir pretendo, para que me instruyas en tan casto y soberano amor. Entendía yo que alguna pastora de estos floridos prados, de quien formaba quejas con celosos pensamientos, la causa de tu amor sería; no porque el lince ciego haya con tu amor mi pecho enriquecido, cuanto porque hubiese pastora que te mereciera. —¿Por qué, pregunto yo, escribiste en este olivo en cuya sombra estamos, estas dos letras que son A. y M.80? —Porque en ellas, dijo Anfriso, se renueva en la memoria el misterioso requiebro que esta Virgen madre oyó del paraninfo81 Gabriel, que fue «Dios te salve, María». La causa de que grabase estas letras en este profundo olivo82 es que quiero significar que cuando el paraninfo saludó a María, ya Dios estaba piadoso, Dios de misericordia y no Dios de venganzas; y el olivo es símbolo de piedad y así está propriamente grabado en esta corteza el soberano principio de la misteriosa salutación en que se obró la encarnación del Verbo eterno. La causa de haber salido tan de mañana al prado es por esculpir y grabar el nombre benditísimo de María en quien tengo librado el logro de mis esperanzas, deshaciendo en ellas las nubes que el mundo, con sus deleites y pasatiempos falsos, suele ofrecer con que tal vez, en ánimos flacos, impide al espíritu la dulce contemplación de los cielos; y más, en 80

A. M.: Ave María, palabras de salutación del arcángel San Gabriel (Lucas 1: 28). paraninfo: «comúnmente se toma de aquel que anuncia alguna felicidad» (Aut.). Con el significado de anunciador de una felicidad aparece hoy día en el DRAE. 82 La elección del olivo no es casual, pues es un árbol de grandes significados simbólicos para el cristianismo y aun en la Biblia: una rama de olivo trajo la paloma al arca de Noé tras el diluvio, Jesús entró en Jerusalén entre ramos de olivo, el huerto de Getsemaní donde Jesús oró era de olivos, etc. 81

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tiempo que más heroica y singularmente se celebra, de su concepción sin mancha, el gracioso instante celebrado, a lo que creo, de los ángeles, con himnos y loores, a cuya contemplación grabé en la corteza de aquel árbol un jeroglífico con el cual explico este privilegiado instante. Pinté un güerto cerrado83, por ser la Virgen güerto cerrado, y en él una vara derecha84 y un ñudo, y en su punta y cogollo una flor de almendro, porque esta flor no teme al invierno, fuera del güerto al pecado en forma de culebra buscando resquicio por donde entrar, mas como es güerto que Dios cerró no hay puerta para el pecado. Sumote es: virga directionis: virga regni tui85 (sal. 44)86, cuya letra dice: Dios de ñudo preservó aquesta vara, que quiso fuese gloria al paraíso donde el pecado no entró.

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En el Abecedario virginal de excelencias del santísimo nombre de María de Antonio Navarro, 1604, se explica la significación de «huerto cerrado» de la siguiente forma: «Deste vergel y paraíso recreable y huerto de dulce y espiritual entretenimiento fue también figura lo que se dice en el libro de Esther, donde se lee que mandó el rey preparar un grande banquete en un huerto suyo donde con grande majestad dio una opulenta comida. Por este rey Asuero es entendido Dios, Rey de reyes y Señor de señores el cual en el amenísimo y frutosísimo vergel de las entrañas virginales de la Virgen María hizo un convite al género humano ofreciendo el Padre Eterno al Verbo divino para que fuese divinal y opulentísimo banquete y diese pan celestial a los hombres. Este es aquel huerto cerrado que jamás se abrió, de quien habló el rey Salomón en los Cantares por la perpetua virginidad que hubo en esta Señora» (p. 217). En el Cantar de los Cantares 4:12 aparece la mención al «Hortus conclusus» (eres jardín cercado...). En adelante CC. En dos ocasiones aparece el jeroglífico «huerto cerrado» a propósito de las pinturas de la ermita de la Virgen de los Remedios que describe Cisneros, 1621. 84 También la Virgen es vara: «Fue esta valerosa Señora figurada en la vara de Moisés (...) Es María vara que tiene un aguijón en que los demonios son heridos y huyen a más correr (...) dando a entender cuán rendido y sujeto queda Satanás al dominio y señorío de la Virgen que por ello es figurada en la vara que significa potestad y poder (...) y ello denota la I que es la quinta letra de su nombre» (Abecedario, pp. 137-138). La vara de almendro se asocia al florecer de la vara de Aarón y su fruto, símbolos del favor divino, de ahí que la almendra sea atributo de la Virgen. En la pintura de la época son famosas las Vírgenes enmarcadas en la «almendra o mandorla».También se puede traer a colación la alusión a la vara de Jesé (Ezequiel 7: 10): «Virga Jesse floruit». 85 «La vara de tu severidad: la vara de tu poder». 86 Se está refiriendo, en esta cita y en las siguientes, a los Salmos del rey poeta David.

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Vara fue María desde el instante de su concepción, lisa, derecha y sin ñudo, que aunque el tronco de cuyo origen viene fue ñudoso, dejando ñudo original a todas sus ramas; María, aunque rama dél, sale derecha y tanto que admira ver rama de un tronco tal, como fue nuestro primer padre, tan florida y hermosa. Mas que mucho que María salga tan gallarda, si antes que los cielos tuviesen principio estaba ya concebida en la mente de Dios, siendo la primogénita de todas las criaturas, teniendo el primado en todo el mundo, sobrepujando a los más excelentes, en gracia, y aventajados, en privilegios. Así para probar verdad tan llana como es el ser concebida desde el principio sin principio de las eternidades de Dios, tan hermosa y sin mancha, como yo confieso y creo, por la dignidad tan alta de nuestra divina princesa, grabé en el otro árbol vecino del primero un agudo e ingenioso jeroglífico. Pinto un Sol87 luminoso y resplandeciente en cuya frente está una clara estrella. El mote es el símbolo de los apóstoles y dice: Lumen de lumine88, y la letra: El principio sin principio desde su ser escogió la estrella que preservó.

Otro mote a este jeroglífico hallo en el profeta rey, en el salmo 35, que dice: Et in lumine tuo videbimus lumen89. Mote que a mi parecer prueba ser María sin pecado original, y porque su luz provino de la luz y porque en María, como en luz participada, vimos a Dios y Dios, que es luz verdadera, estuvo con María dándole más resplandor, y en la luz repugna haber obscuridad, y siendo María luz que participa de la luz y está en la luz, no se puede hallar en ella átomo de obscuridad ni tiniebla. Cuando Anfriso daba fin a declarar sus conceptos, venía mostrando la suavidad de su voz y suave armonía con unos agradables versos la bella Marcilda, acompañada de Palmerio, por las faldas de la cercana sierra. Oyendo el 87 María es también Sol, símbolo mariano que aparece ya en el siglo VII: «Esta es más hermosa que el sol porque aunque el sol material sea tan rutilante y claro, como vemos, la claridad y hermosura de la Virgen fue mucho mayor pues fue claridad y hermosura de gracia (...) así como el sol procede de lo alto y real, también María procedió de linaje alto y real (...), María es Sol y madre del Sol de justicia» (Abecedario, p. 210). Son frecuentes las imágenes lumínicas asociadas a la Virgen María: Sol, luz, rayo, centella, estrella, imágenes de larga tradición que se remonta, entre otros, a Venantius Fortunatus, que en siglo VII comparó a María con una iglesia cuyas vidrieras lucen a la luz del día. 88 «Luz de luz». 89 «Y en tu luz, vimos la luz», Salmos 35:10.

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sonoro acento de la bien templada lira, al eco de la voz, alzó la vista Anfriso y conoció a Marcilda y Palmerio, y aplicando el oído, oyó que cantaba así: Marcilda En las cumbres de los santos habita la hermosa niña y dando muerte al pecado, sale en gracia concebida. En Sión90 está firmada vestida del blanco día, y en la casa de los justos pasa en descanso la vida. En Jacob91 descanso goza, que es entre todos bendita, y dando muerte al pecado sale en gracia concebida. Está cual cedro92 ensalzada, en los campos cual oliva, cual ciprés en monte santo y cual la mirta93 escogida. Cual la rosa en Jericó94 de la gracia prevenida, y dando muerte al pecado, sale en gracia concebida.

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Sión: originariamente era una fortaleza jebusea conquistada por el rey David a donde se había traslado el Arca en tiempos del rey Salomón. Más tarde pasó a designar la ciudad, sus habitantes y, con el tiempo, ha pasado a significar la idea de Jerusalén como centro espiritual del pueblo judío. 91 Jacob: patriarca bíblico, hijo de Isaac y Rebeca. Tuvo doce hijos que dieron lugar a las doce tribus de Israel. 92 LaVirgen es cedro, oliva, ciprés, mirta o murta, rosa de Jericó, todos ellos reconocidos emblemas que son atributos de María, concretamente de la «Tota pulchra» en cuyas pinturas aparecen estos y otros símbolos rodeándola. 93 mirta: mirto o murta, arrayán. 94 Jericó: antigua ciudad de Cisjordania, el lugar donde los israelitas volvieron de su esclavitud en Egipto, dirigidos por Josué. La rosa de Jericó es una planta originaria de los desiertos de Arabia y de las proximidades del mar Rojo, estando presente también en Palestina y Egipto. Es muy resistente a la desecación y muy conocida, dando lugar a muchas leyendas. En la Biblia existen varios pasajes que hacen referencia a la rosa de Jericó, como en Eclesiástico («Elogio de la sabiduría», 24: 17-19: «Crecí [...] cual brote de rosa en Jericó; como magnifico olivo en la llanura...»).

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A un mismo tiempo dio fin Marcilda a su agradable canto y no a la gracia con que había cantado, y llegó a donde Anfriso y Florinarda estaban. Anfriso, como más interesado, fue quien a Marcilda dijo así: —El sediento campo en el mayor rigor del abrasado estío no espera con más deseo el copioso parto de las preñadas nubes, que yo esperaba vuestra presencia; y después de haberle refrescado el campo y haber bebido frescos y caudalosos ríos, no siente más gozo que el que yo he recibido con haberos visto. —No desea más, Anfriso, dijo Marcilda, el navegante, después de haberse visto sumergido y anegado en las confusas olas del borrascoso y turbado piélago, el puerto, fin de trabajos tantos, que deseaba yo ver este alegre día. —Mucho más alegre me considero, dijo Anfriso, pues con vuestra vista doy fin al cuidado grande que de veros tenía; y pues el prado con su ameno pasto entretiene vuestras ovejas, y la sombra de esta arboleda es apacible, y el suelo salpicado de frescas rosas, y todo junto finalmente nos convida a que pasemos aquí el día, sentémonos y os diré la causa de buscaros. —Bien me parece, dijo Palmerio, lo que dice Anfriso, que aquí podremos pasar en su agradable plática y elocuentes razones parte del día. Sentáronse Marcilda, Palmerio, Florinarda y Anfriso, y estando suspensos todos, dijo Anfriso: —Es nuestro entendimiento un copioso y fértil árbol plantado en el jardín de nuestro libre albedrío, a quien las caudalosas corrientes de nuestra voluntad con abundancia bañan, cuyas cercas son del temor y honor divino. Mientras estuviere bien cercado, su fruto será dulce y suave, digno de la mesa de su proprio dueño y señor, por pago y buena correspondencia de haberle plantado, regado y cultivado; mas si por desgracia las cercas se desmoronan y vienen con ruina al suelo, el fruto antes dulce, que se ponía en la mesa del señor, tan campesino y silvestre vendrá a ser, pereciendo de tal suerte el árbol, que sólo servirá para materia del voraz y abrasador fuego. Es introducción aquesta, pastoras mías, para que mejor abracéis la conclusión de mi breve plática. Averiguado principio y por sí conocido es que todos estamos vestidos y adornados de entendimiento, que en unos es más delicado y en otros menos; y de libre albedrío, en algunos tan libre que apenas reconocen a quien los hizo señores de su propria voluntad para que libremente hiciesen aquello que ella les dictase, mas conociendo el bien y el mal. Con la propuesta metáfora conoceréis con facilidad mi intento, y para que el árbol que está en el jardín de vuestro albedrío plantado de fruto con suavidad y colmo, necesarias son las cercas de honor y temor divino; que con guarda semejante, después de la flor del deseo, el fruto de la obra llegará

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con sazón a estimarse, puesto en la mesa de Dios, proprio dueño y señor de nuestras buenas acciones. La ocasión más dichosa que hallar podríamos ha amanecido en nuestro horizonte con la deseada festividad de la concepción sin mancha de aquella que pudo en sí tener a quien los cielos no podían con su fortaleza sustentar. Cercad vuestros jardines con el honor divino temiendo de su justicia el rigor que las obras de nuestra fragilidad, por gracia en Dios, merecen. Brote la flor de un deseo tan casto que el opimo fruto, en abundante cosecha, llegue a la mesa de un tan alto príncipe, como es el Hijo de esta soberana y sin igual princesa. Olvidad vuestros amorosos requiebros, suspended los delicados suspiros, apead vuestras pasiones tiernas, enjugad las derramadas lágrimas, despertad el gozo con nuevos regocijos, festejad tan heroico instante al dulce acento de sonoras liras y en el mayor placer de vuestros gustos, con armonía delicada y consonancia alegre, se cante, celebre y diga que María, Virgen y Madre, fue libre de culpa y preservada, por alto misterio, de original pecado. Ésta es la causa, Marcilda hermosa, para buscarte, que conociendo tu delicado ingenio, celebraras aquesta festividad, satisfaciendo a mis deseos que tanta confianza tienen de lograrse con tu mucha sabiduría y discreción. Tiempo es de hacernos lenguas, de multiplicar razones, de producir palabras y dirigirlas a esta divina e imperial señora. Ea, Palmerio, Florinarda, Marcilda, ocasión os trujo el cielo, ¡oh, dichosos siglos!, en que mostréis el mucho amor que siempre habéis tenido a la concebida en gracia, dedicadle cantos, ofrecedle95 vuestros pensamientos, consagradle las mayores proezas que pudiéredes, sacrificadle vuestra voluntad y de vuestros ganados lo más granado y, en congregación, todos celebrad este graciosísimo instante que yo me ofrezco a decir, según que mi poco caudal bastare, algunas de sus excelencias muchas; yo os cantaré agradables rimas, yo desataré algunas dificultades que se ofrezcan. Prevenid mil fiestas, que el domingo tercero de diciembre pretendo que celebremos con la solemnidad posible aquesta festividad. No han sido los pasados siglos más dichosos que el presente96 y por esta razón somos nosotros venturosos, gozando tan felices días; nosotros somos de los escogidos para celebrar estas solemnidades, nosotros llevaremos la gala y lauro en voluntad, en deseo y en afición de misterio tan alto y la llevaremos después de las obras ilustres, dignas que serán de palma de las bien celebradas fiestas, entre las más grandiosas que 95

Metátesis, ofrecelde. Pensamiento opuesto al expresado en la famosa arenga del Quijote a los cabreros (cap. XI): «Dichosa edad y siglos dichosos aquellos a quien los antiguos pusieron nombre de dorados...». 96

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los ricos pastores de estos alegres prados, de estas tajadas sierras y de estas vecinas y fértiles riberas. Tan bien supo Anfriso atraer las voluntades de los ya conformes oyentes, que pareció había encendido en ellos el mismo amor y celo que él tenía, pues levantándose Marcilda, dijo placentera: —Anfriso, mi mayor gozo es que tan venturoso tiempo haya llegado en que con mis pastoras pueda, según mi deseo, celebrar tan alto triunfo. Traza, manda, ordena, que si los bienes que me dio fortuna poco avara fueren necesarios, alegre yo los gastaré, disponiéndolos en singular aumento de tan justos regocijos. Ánimo imperial me anima en tiempo que el consumirlos en actos semejantes es, con aumento y conocido logro, acrecentarlos. La puerta principal del templo con un levantado arco triunfal adornaré con gracia, y esta empresa, si gustas, he de hacer, trazar y disponer según la rustiquez de mi corto y humilde ingenio. —Tu, Marcilda, respondió Anfriso, tienes suficiente caudal y bienes muchos no sólo de fortuna, mas de discreción, ingenio y sabiduría, con que levantar los conceptos de tu suntuoso arco, y conozco las obligaciones muchas que de hoy más te tengo por el mucho ánimo con que tu voluntad sencilla a mi deseo celoso has ofrecido. No pienses será oculta la liberalidad de tu persona, que en memoria perdurable y eterna quedará estampada, sin que el borrón obscuro del tiempo pueda con tristes velos obscurecerlas; y como los fabulosos cuentos en láminas de eternidad han sido escritos por ingenios tan delicados y autores graves como es el de los discursos del peregrino Eneas97, el del amoroso poeta98 en sus elegías fúnebres, preceptos amorosos y transformaciones de dioses, hombres, plantas y animales; y como cada día leemos deleitándonos, refrescando a la memoria los heroicos hechos y singulares hazañas de valerosos héctores99 y nuevos alejandros100, no faltará quien por aliviar cuidados de mayores estudios, por ocio y entretenimiento concedido, traslade nuestras pláticas en estos verdes prados escritas101, pues 97

Eneas: protagonista de la Eneida de Virgilio. Alude al poeta latino Ovidio. 99 Se refiere al personaje que inmortalizó Homero en la Ilíada. 100 Toma como referencia a Alejandro Magno. 101 Alude a la posibilidad de que lo narrado y sucedido en aquellos prados (mexicanos jardines) quede impreso en un libro, como otros acontecimientos lo han sido en las obras que refiere. La inserción de Anfriso, álter ego de Bramón, reclamando para su obra la gloria y difusión que otras obras peninsulares han tenido, apunta a la conciencia de estar en la otra orilla del centro de la cultura, pero no por ello las obras de ese lado atlántico deben ser menos dignas de ser recordadas pues, como dice unas líneas más adelante, «en 98

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hubo quien, de los pastoriles requiebros que el río Sil oyó en sus riberas, hiciese Églogas102; quien celebrase al pastor de la hermosa Fílida103; y quien del otro enamorado Anfriso y amada Belisarda, pastores de la Arcadia104, con tan levantado espíritu los suspiros tiernos en divino metro festejase pues en estos mexicanos jardines y abundosas lagunas vemos cada día ingenios tan floridos que al mundo admiran, viendo con la grandeza y ánimo que a las aras de Minerva se dedican, de los cuales bien informada está la redondez del orbe, pues los estima, como es justo, por hombres en todas facultades, sciencias y artes famosísimos; de éstos, pues, Marcilda, no faltará quien al acento de su lira celebre tu grandeza, para que conociéndote el mundo haga inmortal tu nombre, pues das materia suficiente para perpetua forma. —Si Marcilda, dijo Palmerio, toma a su cargo el arco triunfal, yo al mío recibo los artificiosos fuegos y el convocar para solemnidad tan alta de estos ufanos prados, verdes sotos, profundos valles y frescas riberas, los pastores más envidiados que envidiosos, los zagales de juveniles galas compuestos y en tiernos suspiros entretenidos. —Yo, dijo alegre Florinarda, ofrezco para después que las fiestas del templo lleguen a su fin, los más feroces novillos que los diestros y animosos vaqueros, con ánimo y osadía puedan, como suelen, después de sus entretenidos juegos de correr, saltar y lidiar, venciendo su natural braveza. —Yo, ¿qué ofreceré, dijo Anfriso, sino del caudal poco que en mí depositó naturaleza, valiéndome dél, al presente un breve discurso, que los tiernos zagalejos reciten con su natural gracia después de haber oído los devotos pastores el inexhausto y divino sacrificio de la Misa? —Tiempo bastante tenemos agora, dijo Palmerio, hermosa Marcilda, en que puedas proseguir el comenzado hilo de tu asunto, que tienes desde ayer suspenso por causa de haber llevado el gallardo Febo su lucido carro a nuestros distantes antípodas. estos mexicanos jardines y abundosas lagunas vemos cada día ingenios tan floridos que al mundo admiran, viendo con la grandeza y ánimo que a las aras de Minerva se dedican, de los cuales bien informada está la redondez del orbe pues los estima, como es justo, por hombres en todas facultades, ciencias y artes famosísimos». Este orgullo nacionalista habría que conectarlo con la aparición del Reino mexicano en el auto final. 102 Probablemente esté aludiendo a la obra Tragedias de amor (1607) de Juan de Arce Solórzeno, libro de pastores que habitan las orillas del río Sil. A esta obra le guía una intencionalidad de tipo moral en las cinco alegorías que su autor coloca al final de ella, aplicada a cada una de las églogas en las que se divide. 103 Alusión a la obra El pastor de Fílida (1582) de Luis Gálvez de Montalvo. 104 Alusión a La Arcadia (1598) de Lope de Vega.

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Anfriso, con Florinarda, ayudaron al ruego de Palmerio; y Marcilda, obligada de los tres, concediendo a su petición, haciendo la debida salva y viendo que sepultados en silencio estaban, abrió el nácar de sus rojos labios, derramando dellos estas perlas: Todos con Adán pecaron por el pecado que a Dios inobediente, tan a nuestra costa, cometió; y pecamos todos en él porque fue principio, padre y cabeza de nuestro linaje humano y así heredamos la pena de la culpa, convirtiéndonos en la tierra, materia de que fuimos criados y formados; como Adán se convirtió y resolvió en el polvo de nuestra primera compostura, sentencia que Dios pronunció en el proceso criminal, que en la audiencia de su divinidad y eterno consistorio se trató, entre la justicia, fiel ministro de Dios, fiscal que acusaba al miserable Adán, reo culpado en el delito, que contra la augusta y cesárea majestad divina a las siete horas de ser criado quebrantando el precepto cometió. —Fallamos, dice el juez recto y severo, que debemos condenar y condenamos a Adán y a todos sus descendientes por justas causas y delitos suyos a perpetuo destierro del terrenal paraíso de deleites, y a que del sudor de su penoso trabajo gane y adquiera su natural y necesario sustento, y a que después de sus días se convierta en polvo y tierra de que fue formado, que es tierra y en tierra se ha de volver. —Ya sé, dijo Palmerio, cuán bien se cumple esta sentencia, pero mi deseo pide satisfacción a una duda que se me ofrece, que es si en el instante que somos formados contraemos el pecado de nuestro padre que llaman original. A esa duda, por hacerme placer y porque más satisfecho quedes, responderá Anfriso, si gusta de satisfacer tu duda y mi deseo e instruirnos con su elocuente disciplina. Los cumplimientos que entre los cuatro pasaron, por no ser necesarios a esta narración desnuda de cosas superfluas que poco le van tan aseguido asunto, dejo a cargo del silencio que el mío sólo me obliga a decir que Anfriso hubo de satisfacer la duda de esta suerte: Contraese el pecado y culpa original en aquel mismo instante que el alma se une con el cuerpo y la unión del cuerpo y ánima es en el instante que tiene fin la organización de miembros, nervios y arterias que componen y forman la milagrosa máquina del cuerpo; y en aquella junta y contacto que se celebra entre el cuerpo y alma entra el pecado original. Muchas veces suelen manuales y caseros ejemplos declarar obscuras doctrinas que de repente, oídos en pocos despiertos ingenios, causan alguna confusión que en

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algunos es suficiente a dejar perder la inestimable presea105 y joya cuantiosa de un delicado punto. Mi doctrina explicaré brevemente con este ejemplo: es el cuerpo, antes que se le infunda el alma, cual una vela dispuesta a recebir el calor del fuego, mas, cuando se le aplica dándole la comunicación del fuego y luz, arde la vela y empieza a vivir; en el mismo instante que la luz en la vela con el principio del arder entró, por infusión de aquel natural fuego, vino el alumbrar. Así, pues, es el cuerpo una vela apta para el calor, el cual es el espíritu de vida que es la alma, y así luego que entra en el cuerpo siente la pena del cautiverio porque luego que puso la alma el pie en el cuerpo, a modo de decir, la embargó el fiel ejecutor de la justicia de Dios106. Florinarda, que a todo estuvo atenta, dijo, según lo que Marcilda en su proposición universal dijo, que todos en Adán pecaron, no reserva persona, como en esta proposición.Todos nacieron para morir, la cual proposición es más verdadera que la que afirma que todos en Adán pecaron y haciéndola verdadera comprehendes, en el pecado de Adán, a la Virgen nuestra Señora, dando en ella culpa original. —Advierte Florinarda, dijo Anfriso, que Marcilda no tiene intención de dar a la Virgen sacratísima pecado original, que el decir que todos en Adán pecaron es porque habló de los que no gozan, por alto y soberano misterio, exenciones y privilegios. María, nuestra Señora, gozó los más profundos y levantados privilegios que criatura humana ni angélica ha gozado ni gozará. —Luego, dijo Palmerio, el zagal Baptista107, el esposo y virgen José y el melancólico Jeremías108, que alcanzaron tantos privilegios y excelencias, fueron concebidos en gracia. —La consecuencia, respondió Anfriso, no vale, que esos tres santos que refieres no fueron libres de contraer este pecado, sino santificados a los tres y a los seis meses después de sus concepciones por la gracia que Dios les comunicó para tal efecto, que fue la que por razón de santificación obró en 105

presea: «joya» (Cov.). Anfriso expone la teoría tomista de la unidad del alma y del cuerpo, utilizando la metáfora del cuerpo como vela alumbrada por el fuego que es el alma y finalmente el cuerpo como cárcel del alma. La idea del alma como aliento y fuego viene desde tiempos remotos. 107 San Juan Bautista. 108 Jeremías: profeta hebreo (650-586 a.C.), contemporáneo de Ezequiel. Es autor del libro que lleva su nombre, del Libro de los Reyes y del Libro de las lamentaciones. «Los Trenos son lamentaciones fúnebres por alguna calamidad o desgracia. Se toman por antonomasia las del profeta Jeremías» (Aut.). A lo largo de su vida tuvo que soportar muchas calamidades. 106

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ellos tal excelencia de merced en su virtud singular. Agora quiero que entendáis que cuando se canta de María que sus fundamentos están con gracia tanta en las cumbres de los más altos y levantados montes, se ha de entender ser estos santos los encumbrados montes, y primero habéis de considerar que después de la preservación no hay grado más alto que la santificación pues si la Virgen sobrepuja en merecimientos y mercedes por la gracia que en Dios goza, a estos soberanos montes y demás santos, será preservada, pues si fuera santificada, en razón de la santificación, fuera igual a estos santos. María tiene sus fundamentos sobre los términos de la santificación, gozando más soberano privilegio que por la dignidad de madre de Dios se le concede, y esta excelencia, título y renombre es ser concebida sin pecado original; y siguiendo el pensamiento, digo que la mayor perfección que se halló en cada santo de por sí y en todos juntos tuvo mayor perfección de gracia y favor en María, nuestra Señora, que en todos ellos. Por gozar el colmo de los favores, prerrogativas y excelencias que Dios le pudo conceder, según lo que convino, para más levantar, engrandecer y estimar al divino relicario del Verbo que, hecho carne por nuestro provecho, había de estar en él encerrado por el espacio de nueve meses, siguiendo en ellos el orden natural de la nueva naturaleza que tomó. —Si la materia que Dios tomó, dijo Florinarda, para formar a nuestros padres estaba incorrupta sin que llegase a ella la corrupción de la materia que había de sacar un compuesto tal, cual convenía para formar el cuerpo de la soberana Virgen, madre escogida de aquel inmenso Dios que en el cielo tiene Padre igual a sí y en él no conoce madre, ¿conociéndola en la tierra, que es cuanto a la humanidad suya, había de ser maldita? No, que si para el menor y para el esclavo fue buena, más razón corría que la materia de la reina y señora fuese más limpia, pura y escogida, y como jamás dio entrada al pecado, no fue su santísimo cuerpo corrupto, pues vemos que la causa de morir y corromperse los cuerpos es el pecado; y siendo como fue María, sin pecado, no murió como los hombres mueren con dolor, convirtiéndose en tierra. Esta Señora, ni en vida ni en muerte sintió dolor, ni tuvo enfermedad corporal y si murió fue de amores, siendo en cuerpo y alma trasladada de este siglo de tiempo al infinito de gloria y al trono que el Padre, Hijo y Espíritu Santo le tenían labrado desde el principio, que no tuvo principio, de su eternidad en que asiste en presencia del consistorio sempiterno ofreciendo como piadosa Madre nuestras causas a su Hijo que no le niega lo que pide para que nos conceda la perdida joya, por nuestro triste estado, de la gracia, riqueza del alma que en Dios vive.

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—Bien por cierto ha dicho Florinarda, dijo Marcilda, e yo, según la doctrina de Anfriso, quedo sin duda. Bien haya el caudal tan rico de ingenio, tan generoso y noble, bien hayan labios que tales perlas derraman. —Bien haya, dijo Palmerio, tan graciosa plática. —Bien hayan, dijo Anfriso, tales pastores pues ofreciendo a Dios el fruto de sus árboles, lo alaban, celebran y festejan en sus solemnes festividades y agora en la de la concepción graciosa de su benditísima Madre. —Ya, devotos pastores, dijo Marcilda, el Sol por las puertas del ocaso recoge sus trenzas de oro, a quien viene siguiendo la desgreñada noche, cubriendo nuestros prados de tristes y melancólicos lutos; y los balidos de nuestras pintadas ovejas y tiernos corderillos nos avisan nos acerquemos a nuestras cabañas y albergues, a entregarnos en manos del sueño, descansado, amigo y compañero del silencio mudo y apacible. Por cierto, dijo Anfriso, el Sol podía detenerse siglos enteros para no interrumpir el gusto que tanto recreo causa en las almas; mas pues es fuerza suspenderle, ten cuidado, Marcilda, que mañana en este lugar nos veamos, que gustaré mostraros, pastores míos, estos grabados árboles en honor de la que celebramos. —Dichosa, dijo Marcilda, me llamaré en tener ventura tanta, gozando de los felices partos de tu entendimiento, con tan altos preceptos cultivados. Levantáronse los cuatro y, aprestando las hondas, guiaron los rebaños a sus enramadas chozas y cabañas. Florinarda, a petición de Anfriso, por entretener el camino templó un rabel109 en que tenía singular destreza y, suspendiendo los aires, que atentos la escuchaban, suspendió a los tres que oían estos versos o redondillas menores que con particular gracia cantaba: Florinarda Linda entre mujeres es la nazarena, bella y agraciada de color morena. La culpa de Adán dejó ya vencida, que Dios para sí la tuvo escogida.

109 rabel: «instrumento músico de cuerdas y arquillo, es pequeño y todo de una pieza, de tres cuerdas y de voces muy subidas. Usan de él los pastores con que se entretienen» (Cov.).

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Si deste pecado hubiera el rigor visto, ella muriera de mortal dolor. Fuera convertido su cuerpo sagrado en tierra si hubiera en ella pecado. Aunque era de tierra, preservola Dios, que esto convenía hacer a los dos. Como no pecó en cuerpo y en alma, a los cielos sube con gloriosa palma. Esta hermosa Virgen, que es hija de Ana, siempre anduvo linda, aun entre semana, tan limpia y gallarda sale cada día, que tal hermosura sólo es de María. Toda sin pecado sale y escogida, pues es ella sola de Dios prevenida.

Cantó así Florinarda, y siguiendo el intricado camino Palmerio y Marcilda se despidieron de Anfriso y Florinarda con caricias y cumplimientos muchos; y por no sentir la soledad que a tales horas con la ausencia del Sol en los desiertos hay, templaron sus instrumentos y cantaron así: Palmerio y Marcilda Hermoso el señor de Delos entre la nieve del alba, mezcló el oro de sus rayos sacando aljófar en sartas. Cubrió con sus claros visos la bella y fresca mañana,

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bordando de nuevo gloria las más sublimes montañas. La hermosura de su rostro dejó a la tierra gallarda, que vierte el jazmín y rosa entre olores de Pancaya110. De nuevo arrebol el cielo viste de precioso nácar, mostrando nuevos celajes ya de azul, ya de escarlata; cuando extiende sus madejas por la derretida plata, los campos enriqueciendo de perlas y de esmeraldas; salió dando envidia al prado el día en brazos del alba, cuando a la hermosa María concibe Ana en sus entrañas. Los cielos la festejaron con divinas alabanzas, por ser la sola escogida que viste ropas de Pascua; y viéndola Dios tan linda, tan hermosa y agraciada, le dice que es toda pura y que no hay en ella mancha; y así, con tan buen testigo, como es de Dios la palabra, no hay que dudar pues de Dios hoy sale canonizada. Punto en boca y confesar que es María preservada, pues Dios dice que es sin culpa, que es ser concebida en gracia.

Florinarda y Anfriso, viendo que Palmerio con Marcilda daban alivio al cansancio de su corto viaje, con particular y sano acuerdo templaron sus instrumentos en que singular destreza los dos tenían, y oyéndolos las ovejas

110 Pancaya: región imaginaria, fertilísima en aromas, situada distintamente según los autores de la Antigüedad.Virgilio habla de ella en el Libro II de las Geórgicas.

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que llevaban en su compañía, la ninfa amada de Narciso repitió estos últimos acentos111 en preguntas y respuestas que los dos cantaban: Florinarda ¿Tuya es Anfriso la fiesta que celebran nuestros prados, que tanto los pechos mueve que es de los cielos milagro? Anfriso Florinarda, es de María, madre del Verbo encarnado, la toda hermosa zagala sin original quebranto. Florinarda ¿Cómo sin mancha esta Virgen del original pecado salió, si es hija de Adán en quien los hombres pecaron? Anfriso La escogió Dios para sí vistiéndose de su paño, que aunque Adán manchó la pieza, quedó limpio este pedazo. Florinarda ¿Cómo Dios a esta Señora redimió, si nunca el lazo de la culpa la detuvo naciendo de mil esclavos? Anfriso Con más alta redención Dios la redime antemano, dando el rescate a su tiempo y así Dios la ha preservado. 111

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Se refiere a la ninfa Eco.

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Florinarda ¿Pues la concepción de Cristo y de María en un caso, no puede ser que difiere el autor de lo criado? Anfriso Son distintas concepciones, Dios por derecho que es santo, María es por privilegio, concebida en otro grado. Florinarda ¿Luego podrá dispensar, puesto que haya dispensado, de contraer esta mancha con que todos nos manchamos? Anfriso Sólo dispensó en María, que habiendo de ser su claustro era bien que fuese pura, más limpia que el Sol más claro.

Con estas preguntas y respuestas suspendiendo el prado que escuchaba atento sus delicados conceptos y fútiles argumentos, ya que de todo punto había cerrado la noche, cada uno se fue a su albergue a esperar de la siguiente luz los claros rayos, que tanto hermosean el florido rostro de los amenos y deleitosos prados. El prado, con la confusa presencia de la noche, quedó solo y mudo; los lobos cuidadosos buscaban en quien ejecutar su fiereza, afilando las uñas, con uno y con otro rodeo a las partes donde descuidadas las ovejas estaban esperando la veloz vuelta del ligero día; los perros vigilantes alerta pasaban la noche en guarda; los pastores en sus pajizos oteros atalayaban; otros en sus aforrados pellicos recogidos; otros, a quien el duro hierro del instable y poco sagaz Cupido niño había roto el tesoro más guardado del sosiego, rondaban padeciendo cuidadosos, mostrando sus pasiones pretendían llegar al colmo de sus amorosas pretensiones; otros, y lo más común, del trabajoso día desmembrados, representaban la imagen, con el sueño, de la infalible y verdadera muerte.

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Del gallardo Febo la alegre aurora bordaba los argentados crepúsculos de diversos resplandores, desensartando el menudo aljófar de sus ricas sartas sobre las verdes y hojosas esmeraldas de la risueña tierra, despertando con su venida deseada los recogidos pajarillos, que tanto con la armonía de sus consonancias sobre las más floridas ramas la festejan, a cuyo acento los recogidos zagalejos del sueño despertaban, saliendo de sus chozas a darse los buenos días y a recibir los calientes rayos del Sol, que ya rayaba por las plateadas cumbres de los altos y soberbios montes, entretenidos con su tosco y pastoril sustento, que a buenas ganas con sus tiernos dientes magullaban. A su ordinario canto despertaron nuestros regalados sirgueros, que con el alegre día, cansados de la perezosa noche, dejando sus cabañas y olvidando por el breve espacio del presente días sus pajizas chozas, estribando en sus cayados, cuyos ñudos de marfil bruñido en mayor estima acreditaban, con los curiosos zurrones de necesarias viandas bastantemente proveídos, y finalmente con sus ingenios claros y sutiles, que éstas y otras más curiosas pláticas pasaban entre ellos, que el buen natural que pródiga naturaleza comunica no puede ser oculto, aunque el traje y condición pretenda por la humildad del estado encubrir. Cuidado Anfriso con la explicación de sus empresas, llegó primero al señalado asiento, y hallándose solo, en contemplación profunda entretenido, se llegó a oír el dulce murmurar de una clara fuente que repartía de sus desatados cristales, por un arroyuelo manso, a una bien compuesta mesa de murtas y arrayanes, haciendo con sus enmarañadas vueltas gracioso laberinto, cuyas márgenes y orillas, de alegres flores salpicadas, mostraban, más ufanas que solían, particular recreo con la agradable presencia del pastor Anfriso, que con la vista de este rico prado se había por un rato suspendido; a quien Florinarda, gozosa de hallarle, saludó con los buenos días; volvió Anfriso, descuidado, y viendo a Florinarda, le dio la bienvenida con los términos que a su cortesía correspondían. Estando en ello llegó Marcilda con particular regocijo de los dos, que ya esperaban, y viendo que del Sol los rayos con rigor herían a la opima y abundante tierra, levantando de ella húmidos vapores, y no pareciese112 Palmerio, de que penoso Anfriso les dijo a Marcilda y Florinarda: —Ya Palmerio, pastoras mías, no gozará por hoy de nuestra presencia, ni nos hará con la suya compañía; placer mucho recibiera si hoy nos visitara, y nosotros, las toscas y rudas cortezas de estos ya grabados árboles, mas conozco en vosotras, y particularmente en Marcilda, el sentimiento de la 112

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parecer: «hallarse o encontrase lo que se había perdido» (Cov.).

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ausencia de Palmerio, a cuya contemplación y respeto suspenderé hasta la luz siguiente explicar los conceptos de sus empresas, que de algún accidente oprimido estará de salir al cuotidiano113 ejercicio imposibilitado. —Agradezco, dijo Marcilda, intención tan buena en que tu deseo y amor que con todos tienes y muestras cada día; suspende pues la plática hasta mañana, que viniendo Palmerio gozará della. Y pues en igual paraje de cielo tiene el Sol su curso, razón será dar a los cuerpos el sustento que ya piden. Sentáronse los tres a la sombra de un copado árbol que hacía compañía al manso arroyo de la nativa fuente, y sacaron de los zurrones las prevenidas viandas con que satisfacieron la hambre que por entonces afligía, y con los dulces cristales de la sed que importunaba. Por pasar entretenidos la rigurosa siesta, rogó Florinalda a Anfriso les cantase aquel celebrado romance que compuso con título de carta que los pastores de los Altos enviaron a la Virgen de los Remedios114, mostrando el sentimiento de la ausencia que hizo cuando vino a la catedral mexicana a remediar la abrasada tierra, que hecha bocas humilde al cielo pedía clemencia y agua para apagar la mucha sed. —Repítele, Anfriso, dijo Marcilda, y renovarás en la memoria de aquel heroico acto de la solemne procesión que desde su casa a la catedral de México se hizo, a los once de junio, del año pasado de diez y seis115. —Por cierto, dijo Florinarda, mostró nuestro pastor vigilantísimo los quilates muchos de su pía devoción y ánimo generoso, pues vino a pie desde el suntuoso alcázar de esta Señora hasta su Iglesia, que hay casi tres leguas, bajando peñas, pisando riscos, cortando prados y sembrando bendiciones. Anfriso, al son de su instrumento, dijo así: 113

cuotidiano: «cotidiano» (DRAE). Esta imagen, la más antigua del continente americano, fue hecha en el siglo XVI por un desconocido artesano español. Es de madera estofada y mide 27 cm. de alto. Se le sobreponen vestidos, coronas y una Luna bajo sus pies. La imagen fue traída de España por el soldado Juan Rodríguez de Villafuerte, quien acompañó a Hernán Cortés en su viaje de conquista. Cuenta la leyenda que durante la retirada en la Noche Triste abandonaron todo lo necesario para facilitar la salida y por ese motivo la pequeña imagen fue escondida bajo un maguey. Fue encontrada en 1540 por el indio Juan Ce Cuautli (Juan del Águila Tovar, tras su cristianización) quien la llevó a su casa en San Juan Totoltepec, una villa cercana. La basílica de esta Virgen se encuentra en Naucalpán. La pugna entre la Virgen de los Remedios, gachupina, y la Virgen de Guadalupe, criolla, desencadenó ríos de tinta y mucha controversia. Cf. Bravo Arriaga, 1997. 115 Alude a la procesión de la Virgen, que tuvo lugar en esa fecha, para pedirle que acabara con la sequía. Al ser estos datos verídicos permitiría suponer la fecha de 1617 como la de redacción del libro. 114

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Anfriso Aquí, divina María, contemplando vuestras sierras, que vierten lágrimas vivas cuya causa es vuestra ausencia; pasamos con soledad, dando al cielo dos mil quejas, los días que ha que faltáis de enriquecer estas breñas, porque ya el Sol con sus rayos nuestras cumbres no festeja, ni esmalta con sus diamantes la noche, la octava esfera, ni las aves en capilla el nacimiento celebran de la aurora que esparcía en las blancas conchas, perlas; ni ya el céfiro sutil en las florestas se alegra, ni flores produce hermosas la que a los hombres hereda. Alegrámonos Señora, que con tal placer y fiestas, conociendo quien vos sois, os celebran como a reina; sabemos por relación de Anfriso, que es quien se acuerda de consolarnos, que estáis bien servida y muy contenta y que el pueblo mexicano con debida reverencia os visita desde el alba hasta esconderse el planeta; que las religiones todas, todas en horas diversas, van humildes a pedir con boca y alma, clemencia;

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como asiste el gran pastor de la mexicana Iglesia116, mientras dura el Sol, postrado ante vuestra real presencia; como la Iglesia a sus horas en dulce canto os requiebra diciendo que sois sin mancha, de original culpa ajena; que paseáis todos los días el alcázar que os enseña su pastor, cuando en las manos debajo de palio os lleva. Bien sabemos que os halláis con el cuidado de Serna117, que es Argos118 tan cuidadoso que no duerme porque vela. Volved los ojos a vernos, volved la vista a estas selvas, prados, fuentes, riscos, altos, que todos veros desean; si Juan119 estuviera vivo, el natural de esta tierra, él hubiera ido a buscaros, y sin vos, no se viniera; ahora120 van a visitaros de todas nuestras aldeas los pastores con presentes, y a demandaros las nuevas del cuando habéis de volver, que todos tristes esperan, teniendo para ofreceros del corazón las riquezas.

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Se refiere al arzobispo de México en aquel entonces, citado por su apellido unos versos más adelante. 117 Se trata de Juan Pérez de la Serna, arzobispo de México entre 1613 y 1627, que tuvo fama de docto y muy celoso en asuntos religiosos. 118 Argos: el gigante de los mil ojos. 119 Probablemente aluda a Juan del Águila Tovar, nombre cristiano del cacique otomí que encontró la imagen de la Virgen de los Remedios tras veinte años oculta en el cerro de Otoncopolco. 120 Alternan las formas agora y aora.

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Volved Virgen palestina a vuestra casa primera, volved divino ciprés, ciudad de Dios dad la vuelta; huerto121 cerrado, venid, jardín de amor, daos ya priesa; nácar de la perla, Cristo; del mar bonancible, estrella; del celestial paraíso, que de toda virtud lleva sacro fruto, sois morada y nube de gracia llena. Trono donde Dios asiste, vergel en que se recrea, casa del Sol que deshace con sus rayos las tinieblas; y pues de remedios sois la fuente, sacra doncella, fertilizad nuestros campos, nuestros prados, nuestras eras. Volved, que esperando estamos, a vuestros Altos, princesa, con que daréis nueva gloria, entre alegre primavera; y mientras que estáis ausente, lloraremos con endechas, esperando que haya tiempo que todos veros merezcan. Fecha en los Altos, a quince de junio, y de nuestras penas al principio del sentir la ausencia de vuestra idea.

La suavidad de la voz y gravedad del canto deleitó los ánimos de las dos gallardas pastoras que, atentas, escuchaban, renovando en la memoria la solemnidad de las fiestas que el canto refería. Mas como el Sol llevase a las ondas del océano los ligeros caballos de su carro, recogiendo a mucha priesa los esparcidos resplandores que en los profundos valles, floridos prados, deleitosas vegas, verdes alamedas, tajadas peñas, tenebrosas grutas, procelosas 121

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Alternan las formas güerto y huerto.

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aguas y demás circuito de la tierra que media con la vista, al nacer hubiese repartido, recogiera, dieron silencio y fin a sus entretenidas pláticas, y guiando con los rebaños a sus cabañas por entretener el intricado camino, templaron los tres sus instrumentos, a cuya consonancia cantaron estos versos: Anfriso Salve, divina Princesa, madre del eterno Ungido, autor de milagros tantos, como se escriben de Cristo. Marcilda Salve,Virgen escogida, a quien llamó el paraninfo llena de gracia y tan [limpia]122 que jamás tuvo delito. Florinarda Salve, cerrado jardín, más bello que el paraíso, que en aquel entró el pecado y aquí nunca halló resquicio. Anfriso Vos sois el arca de cedro, no en figura sino al vivo, do la vara prodigiosa se guardó y el pan bendito123. Marcilda Vos sois la Débora124 fuerte, que quebráis al enemigo

122 En la edición consultada, así como en las copias, hay un borrón que impide leer con total claridad la palabra, que deducimos pueda ser «linda» o «limpia», elegimos la segunda opción en atención a «delito». 123 Se refiere al Arca de la Alianza. La Virgen María simboliza en el Nuevo Testamento el Arca de la Alianza, ya que albergó el Verbo de Dios hecho carne. 124 Débora: profetisa y cuarta juez de Israel.

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la frente, quitando en ella de la soberbia los bríos. Florinarda Vos sois la que sola pudo por tener tan noble hijo, de la culpa original ser preservada en el siglo.

Llegar al fin de aqueste canto y a despedirse fue a un mismo tiempo; y prometiendo ir al siguiente día al frecuentado sitio y parlera fuente, con mil caricias, alegres, se despidieron. Marcilda iba cuidadosa de la ausencia de Palmerio e ya que a un ameno sitio de fresca arboleda acompañado llegaba, reparó en un pastor que guiaba con sus ovejas hacia donde ella iba; y andando poco espacio conoció ser Palmerio, con cuya vista puso treguas a las engendradas sospechas que de su ausencia la afligían, y pareciéndole que venía el pastor despacio, le hizo señas que apresurase más sus pasos. Palmerio, que conoció a Marcilda, llegó presuroso, a quien ella ricibió de aquesta suerte: —La ausencia tuya ha sido suficiente causa que en mi naciera un singular cuidado de saber el fin que tuvo no acompañarnos hoy, sabiendo que explicaba Anfriso lo grabado en las cortezas de aquella hermosa arboleda; y así, deseosa de saber la causa, te pido me des cuenta dónde pasastes el día, a quién acompañastes y en qué te entretuvistes, dejando otro tan entretenido día como el pasado. —Sosiegue tu cuidado, dijo Palmerio, que al son del instrumento quiero responderte.Y prosiguiendo su camino hizo resonar su templada lira y, con espíritu poético, cantó así: Palmerio Abrió el balcón de su oriente mostrando el rostro esmaltado la Aurora, porque ya Febo reverberó en sus palacios, salpicando de requiebros y aljófar aquestos prados, dando nuevas que ya el día apresuraba su paso. Salí al campo, ¡oh, gran ventura! y he un sueño más grabado,

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que otra vez me vi dormido cuando soñé este milagro: vi una pastora más bella que el más hermoso retrato que mira el Sol en las fuentes, cuando más enamorado; llevaba en la mano diestra, dando al aire matizados los colores de sus trenzas, con las aljabas, el arco; puso en él luego una flecha y en disposición los brazos tiró, y rompiéndome el pecho hirió en lo más guardado. Dijo: Palmerio, yo soy la ninfa de aquestos campos que dejando a Amor dormido le quité despojos tantos; con punta de oro tiré porque ya que enamorado te sientas, ame y estime quien te adora tus cuidados. ¿Cómo se llama, le dije, la corteza dese árbol? Te dirá —dijo— que Dios su nombre en él ha grabado. Junto de un ciprés me vi, alcé los ojos llorando, vi cinco letras que forman de María el nombre santo; busqué la ninfa que apenas hubo el arco disparado, cuando se absconde en los cielos, no sé si lo llame agravio; volví al ciprés y leí aqueste nombre sagrado, consolándome leía ya de priesa, ya despacio. Soñé que se abría el cielo y sus ángeles bajando en la rama del ciprés sembraban floridos mayos,

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y un ángel hermoso luego llegaba a mí, y con un dardo de serafín encendido me abrió el pecho, y despertando me vi lleno de alegría, y al Sol vi cerca el ocaso; levanteme, y con mi lira dije al ciprés este canto: Guardad de María, ciprés sagrado, el nombre, que jamás tuvo pecado.

Admirada Marcilda del suceso, lo llamó una y mil veces dichoso en haber gozado de tan alta suerte, y le rogó que al siguiente día no se detuviese ni dejase de ir a gozar de la explicación de Anfriso, día que había de ser muy deleitoso y de gusto. Palmerio lo prometió, y así, alegres, se despidieron, admirados cada cual del nunca oído suceso. Rayaban las nevadas cumbres de los trepados montes los rojos rayos del amoroso amante —dios Apolo— de la esquiva Dafne, que centelleando de su rostro alegre se extendían sobre la verde falda de Flora, diosa de las flores; gorjeaban las avecillas unas con otras, saltando de una verde a otra fresca rama; los dulces arroyuelos y fuentes cristalinas vían por dónde ir regando los floridos pastos para que, logrando sus esperanzas, comunicar pudieran las agradables pláticas y sonoras canciones de los sencillos zagales y pastores. Cuando Anfriso, con Florinarda, llegó al lugar que de sus pláticas gozaba, y mientras Marcilda y Palmerio llegaban, estuvieron tratando cuán justo y pío sea creer que la concepción de María, señora nuestra, fue libre de pecado original y cómo nuestro santísimo Paulo V, de loable memoria, había por su breve —dando licencia que se celebre la Inmaculada Concepción125— 125 Paulo V emite en 1616 un breve, Regis Pacificis, y en 1617, la nueva constitución Sanctissimus Dominus Noster, favorable en el que prohíbe de manera oficial que alguien niegue públicamente la Inmaculada Concepción. En 1615 había concedido indulgencias a la oración a la Inmaculada Concepción. Estos datos y los siguientes, relativos a los papas Sixto IV o Pío V, son todos ciertos. La batalla teológica se remonta a los pronunciamientos de Sixto IV (1476), que extiende la fiesta de la Concepción a toda la Iglesia latina, con oficio litúrgico propio. En 1484, Inocencio VIII aprobó la Orden de la Purísima Concepción, nacida en España. Los Reyes Católicos hicieron consagrar el monasterio de San Jerónimo a la Concepción de Nuestra Señora en 1492 y fundaron la hermandad nobiliaria de la Pura y Limpia Concepción en el convento franciscano. En 1613, desde el púlpito, un predicador dominico habló en Sevilla contra la opinión

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admitido el pío celo de la devoción cristiana, y cómo antes que Su Santidad el papa Sixto IV y otros muchos pontífices sumos, con Pío V, habían concedido a la cristiandad muchas y copiosas indulgencias, celebrando con proprio oficio la concepción inmaculada de María, reina de los ángeles126. No tardaron mucho Marcilda y Palmerio, que llegando juntos causaron en Anfriso particular recreo, y más sabiendo la causa de la ausencia del pasado día. En silencio todos sepultados esperaban el deseado principio de la explicación de las empresas, y así Anfriso, llegándose al primer árbol, dijo127: de la Concepción Inmaculada de María. La reacción popular no se hizo esperar: se organizaron novenas, misas, procesiones, luminarias, repiques y todo tipo de actos de desagravio que se prolongaron hasta 1615. Por medio de la palabra (sermones) y de la imagen (grabado y pintura) se magnifica el fervor inmaculista, y con estos medios la devoción a la Virgen Inmaculada enciende la conciencia colectiva. Se publican libros y se escribe mucho acerca de este acontecimiento extraordinario: sermones, oraciones, pláticas, triduos, poemas, comedias, relatos históricos, etc. La nómina de escritores, predicadores y poetas marianos es grande. La obra de Bramón se inserta en esa corriente. 126 En la representación iconográfica de la Virgen Inmaculada es lugar común colocar alrededor de ella símbolos como el Sol, la Luna, la porta coeli, un cedro, un rosal, un pozo, un árbol, un jardín, una estrella, un lirio, un olivo, una fortaleza, un espejo, una fuente, una ciudad, etc. Muchos de ellos van a ser colocados por Anfriso en el árbol y explicados o glosados a sus oyentes. También Marcilda rematará su arco con ellos. 127 A partir de aquí y hasta el final del Libro Primero, Anfriso explica 26 empresas grabadas en la corteza del árbol, alusivas a la Virgen, alguna de las cuales coincide con las letanías lauretanas y peruanas. Quince de ellas figuran entre los 228 nombres de María que recoge fray Antonio Navarro en su Abecedario virginal de excelencias del santísimo nombre de María, 1604, libro muy utilizado también por otros autores de la época. Todas las empresas grabadas por Anfriso son muy conocidas y van unidas simbólica o alegóricamente a los atributos de la Inmaculada Concepción. Dichas alegorías remiten a tres temas sobre todo, a la virginidad de María (celestial doncella, huerto cerrado, frondosa oliva o palma levantada), a su pureza inmaculada (sin mancha espejo, lucida torre o vara sin nudo) o a su papel de intercesora ante el género humano (escala de Jacob, de la mar estrella, Madre de Dios). La Virgen Tota Pulchra se representa rodeada de emblemas, alegorías e inscripciones, símbolos de su virginidad, tema que se desarrolla primero de forma literaria y, luego, pasa al dominio del arte plástico.También es importante tener en cuenta que en la obra del fraile Luis de Cisneros, Historia del principio y origen, progresos y venidas a México y milagros de la Santa Imagen de Nuestra Señora de los Remedios extramuros de México, 1621, en los capítulos XII y XIII del Libro I, al hablar de las pinturas que tienen las paredes de la ermita de la Virgen de los Remedios, recoge una gran cantidad de símbolos en relación con la Virgen, entre los cuales hemos seleccionado y enumerado a continuación los aludidos directa o indirectamente en esta novela, que son: huerto cerrado, escala del cielo, flor, espejo sin mancha, puerta del cielo, casa de Dios, elegida como el Sol, ciprés, estrella del mar, rosal, hermosa como la Luna, oliva fructífera, luz de luz, madre del amor hermoso, palma, cedro, águila real, ave fénix, lirio y mirra escogida.

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—Grabé en aqueste tronco un hermosísimo retrato de la estampa de la singular doncella María, nuestra Señora, y para retratarle, como mejor supe, representé en mi idea la mayor hermosura que el sutil y delicado ingenio en sí puede representar, y con tal idea iba la mano en su pulso temerosa, siguiendo lo representado. Bien veréis cómo el rostro muestra en sí gravedad, serenidad, compostura y apacibilidad, de128 cuya hermosura fácil será de colegir que si los retratos, efigies y trasuntos que los pinceles de humanas y temerosas manos, guiados con la celebrada destreza de los conocidos y admitidos preceptos, dejan en parte, ya que no en todo, la hermosura que cada día en sus lienzos vemos trasuntada y —con admiración que causa— contemplamos. El pintor129, Dios, soberano maestro, cuyas obras le dan la mayor fama, que con sus comunicadas propiedades y virtudes, según sus obligaciones, pueden; con el pincel valiente de su omnipotencia retrató a la soberana María, madre suya, con tantas perfecciones que mancha, mácula o señal no se puede hallar en tan singular retrato porque, habiendo de ser para el rey de las eternidades, es cosa llana y fácil de creer que todo el resto de su sabiduría, según que conveniese, se había de emplear en sacarle con singulares perfecciones. Una imagen pintó el famoso Apeles130 de la diosa Venus, madre de Cupido, con notable perfección que de todos cuanto la miraban, nacían dos alabanzas: la primera a Apeles y la segunda a la diosa; al pintor por la estampa, y a la estampada Venus por la gracia, que según los pinceles de nuevo le comunicaron, naciendo en ellos mayor afecto de reverenciarla. ¡Oh, más que divino Apeles y, sin comparación, diestro y soberano pintor, Dios!, que con la destreza del poder infinito de vuestra omnipotencia, después de la idea en vuestro entendimiento de ab initio131 guardada, retratastes en tiempo, según que convino, a aquella que casi fuera adorada por diosa, si en vos no se conociera ser proprio el título de verdadero Dios y no de cosa criada, con cuantas más justa razón y heroico renombre seréis glorificado, viendo la hermosísima estampa de aquella, que pasando —mediante la gracia y celestiales dones de que la enriquecistes— los límites de humana naturaleza, llegó a vencer los más abrasados serafines, puros espíritus, que desde el instante de su concepción fue preparada para 128

En el original se repite «de», pensamos que es errata. Podría ser «desde» pero faltaría la «s». 129 El «Deus Pater pintor». Desde la Antigüedad, la vista es el sentido más noble, el más dotado de divinidad, a través de él se contempla la obra del Deus pintor. 130 Apeles: pintor de la Antigüedad (Colofón 325 a.C.-Cos 308 a.C.), conocido por su relación con Alejandro Magno. Son profusas las referencias a él en la época de nuestro manuscrito como ejemplo de maestría pictórica, por ejemplo, en Lope de Vega. 131 Ab initio: desde el comienzo.

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habitación de vuestra divina Majestad, por ser la estampa de tales manos y ser tan alta, no habrá quién se atreva a dudar si fue libre de la sombra y tinieblas originales, siendo Madre verdadera de la que fue luz del mundo. El pintor, pastores míos, cuando ha de poner el pincel en la tabla para exceder al arte con su trasunto, busca un ejemplar de donde sacar lo más perfecto que en él hay para conseguir y alcanzar su virtuosa pretensión. Escríbese de Zeuzis132, pintor famoso, que habiendo de retratar la estampa de una de las diosas, que su perniciosa y engañada gentilidad adorna133 por verdaderas, juntó las doncellas en quien la franca naturaleza depositó milagrosas perfecciones, mostrando su pincel valiente, y de cada una dibujó lo más perfecto y acendrado con que sacó la obra de sus manos tan bien acabada, que mereció el nombre y fama de que justamente era digno. Así Dios, Zeuzis sin segundo, habiendo de hacer este retrato, sacó lo más perfecto y acendrado de las gracias todas que en puras criaturas estaban repartidas y añidió muchas más con que quedó la imagen tan singular, tan linda y tan hermosa, que no lo podía ser tanto si no hubiera sido criada para madre de Dios. Ahora pregunto yo si otro más sutil en el arte que el excelente Zeuzis, queriendo señalarse en el primor de un divino retrato, viendo de otro alguna perfección, dando fuerzas al pincel en la alteza de su imagen, ¿no sacará al vivo lo más perfecto que en la idea de su imaginación, casi milagrosamente, había contemplado? Esto casi le sucede a Dios con el pincel en la mano para tan soberano retrato, que habiendo sacado lo más perfecto de todos los santos juntos, saca en parte de sí la sin igual pureza, que por ser quien es, de su proprio ser tiene, y no comunicada, y comunica a la obra que está perfeccionando, según qué pudo caber en criatura, para que sin excepción alguna sea, por todas partes, con perfección acabada. Esto dijo Anfriso de su primera empresa de que gozosos sus pastores dieron buen principio al alegre día, y Marcilda que sumo gozo recibía, alzando los ojos a unas letras que estaban junto a la grabada imagen en la misma corteza, y leyendo vio que así decían: DE DIOS RETRATO134. ********* 132

Zeuxis de Heraclea: exquisito pintor del siglo V a.C. En el original «adorva», posible errata por «adarva» (pasma) o «adorna». Elegimos la opción segunda por ser muy común en la época la inversión de la n/v entre los tipógrafos. 134 La idea de la Virgen como retrato de Dios aparece desarrollada en el Sermón de la Purísima Concepción de la Virgen María del doctor Francisco Núñez Navarro, catedrático de Teología, dado en Écija el 2 de julio de 1615 y publicado en Sevilla en ese mismo año: 133

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En esta corteza arde milagrosamente una encendida llama por la cual significo que aquel fuego de amor con que Dios nos amó tan vivo, tan caritativo, le tuvo, aunque muy lejos de igualar su viveza y grandeza, esta soberana princesa, que si Dios murió de amores, también su madre murió de puro amor, no temiendo la muerte, que el morir sólo fue un tránsito, un pasar de esta vida a la vida eterna.Y aunque la Virgen, por la preservación de la gracia de Dios, fue libre del pecado que en Adán causó la muerte del alma y cuerpo y así en sus descendientes por la inobediencia, cuando los días de la vida de esta Virgen divina llegaron al último fin, no temió la muerte, del modo que si no fuera libre de este pecado pudiera temer. Siendo el amor de la Madre como el del Hijo, en la manera que ella pudo imitarle, siendo pura criatura, procedería casi de unos mismos efectos que siendo el amor del Hijo tan puro y acendrado, por el consiguiente será puro el amor de la Virgen madre y así quien podrá dudar de que fue DE SU AMOR TRASLADO135. ********* En la tabla de este árbol grabé la efigie del cuerpo de una hermosa mujer con el primor que supe y pude, queriendo representar por ella esta singular Señora por razón de ser madre de Dios porque, cuando el paraninfo Gabriel la llamó bendita entre todas las mujeres, la comprehendió en el número de mujeres con razón distinta; que si la llamó mujer fue con la prerrogativa de bendita, ésta fue la palabra última de la salutación del ángel; y no sólo él la llamó mujer bendita, más yendo a las montañas de Judea a visitar a Elisabet su prima, llevando en sus entrañas a la palabra de Dios para que, gozoso, el niño Juan en el claustro de Elizabet, su madre, adorando al infante Jesús por singular privilegio, quedase santificado. Entonces, pues, Elisabet le dijo: «bendita tu entre todas las mujeres»; y estando predicando Cristo, nuestro «Y más siendo la Virgen retrato de lo que Cristo es en cuanto hombre...» (p. 12). Pocos años después, en la obra del sacerdote carmelita José de Jesús María (1562-1628), Historia de la vida y excelencias de la Sacratísima Virgen María, nuestra Señora, Amberes, 1625, en el Libro I, cap. XVIII, se dice: «así como en lo corporal era su hijo un retrato de su madre, así en lo espiritual era la Virgen un retrato de Dios, tan semejante a él que como de la perfección de la obra es engrandecida el artífice, así de la obra que Dios había hecho en la Virgen era el mismo Dios engrandecido». 135 La Iglesia aplica a la Virgen el título de «Madre del amor hermoso», pues toda ella es una réplica viviente de la Sabiduría Eterna que culmina en el amor que el Hijo asocia a su madre. Está inspirado en el Eclesiástico 24: 24.

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Señor, una mujer se levantó de medio de todo el pueblo y le dijo a grandes voces: «bendito sea el vientre en que anduvistes y los pechos que mamastes». Entre las razones que pasaron entre las dos primas, dijo María: —Bienaventurada me llamarán las gentes porque el Señor ha obrado en mí sus grandezas, llenándome de títulos, renombres y privilegios. De aquí coligiréis cuán hermosa fue esta Señora pues de Dios y de las gentes sale bendita, en contraposición de la mujer primera que fue por su pecado maldita, y ser la Virgen bendita, por boca del ángel, y llena de gracia, claro está, que la culpa de Adán no había de tocarla pues afirman Cecilio y Tesifón136, fundados en la plenitud de gracia de María, que fue sin culpa original, diciendo no le dijera el ángel a la Virgen: «Dios te salve, llena de gracia», si hubiera contraído el pecado original. Para más inteligencia de lo grabado escribí estas letras, que dicen ser la Virgen MUJER BENDITA137. ********* Ya veis en este árbol una imagen grabada, con grave, sereno y apacible rostro, de una hermosísima doncella, trasunto de la Virgen que la Iglesia llama singular, la más pura que los cielos sustentan y la más acendrada que los encendidos serafines, la Virgen de toda mancha virgen, aquella que no vio el pecado sino para quebrarle la cabeza. Doncella humilde, prudente, casta y tanto que su mirar compuesto fue suficiente a enamorar al mismo Dios, hiriéndole con su vista el corazón; y siendo, como fue, virgen de todo actual y venial pecado, virgen sería del original pues a boca llena la llamamos Virgen. Sólo este nombre,Virgen por antonomasia, se entiende de María pues en diciendo la Virgen vamos en conocimiento de la madre de Dios y así los sacratísimos apóstoles, en su concilio, dicen hablando de María: aquella Virgen, aquella María, aquella santa fue preservada de pecado original, etcétera. Es tan alto y soberano este nombre y término, Virgen, que para significar la pureza, valor y estima de alguna cosa le dan título de virgen, como en los metales vemos cada día, que en siendo un pedazo de oro de levantados quilates, le dicen ser oro virgen y por la misma razón a la plata acendrada, plata virgen. Gozando pues María, como goza, del renombre de Virgen, po136

Cecilio y Tesifón: dos de los siete varones apostólicos de Santiago. En la oración del Ave María se recoge el saludo del arcángel a María: «bendita tú eres entre todas las mujeres» (Lucas 1:28), salutación que corrobora su prima Elizabet: «bendita tu eres entre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre» (Lucas 1:42). 137

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dremos decir ser plata libre de la escoria de Adán, virgen y tan virgen que solamente recibió aquel acendrado grano de oro del Verbo eterno con que mereció ser el purísimo metal para que Dios labrase su morada y retrete138, y juntamente el admirable vaso en que la sabiduría eterna, pródiga —si así se sufre decir—, liberal y franca, se mostró; y siendo una misma cosa virgen y doncella139, la imagen dibujada es trasunto de la CELESTIAL DONCELLA. ********** Volved los ojos a este suntuoso alcázar grabado en este cedro y con atención contemplad al Sol que tiene en su estrado, trono y asiento de majestad; y si entre las canciones, que al suave acento de vuestras sonoras liras, rabeles y otros instrumentos músicos, que tal vez en la soledad amarga de los prados con alivio acompaña al pensamiento alegre o melancólico y triste, habéis celebrado los palacios del rubio Apolo, que con cultos y heroicos versos el amoroso poeta140, entre las transformaciones de los dioses y criaturas suyas, superstición de aquella gentilidad, con tanta gallardía describe que incita a mi tosco acento, con el posible estilo, trasladándolos de sus latinos versos a los nuestros heroicos castellanos, referirlos: De altas columnas el alcázar era, del Sol hermoso que del oro rubio las llamas imitaban al carbunclo, el techo de marfil era bruñido, eran sus puertas dos de tersa plata venciendo a la materia lo formado, etc.

La referida grandeza en comparación de este sublime alcázar que celebramos no merece ser su sombra, por ser tanta la diferencia que del uno al otro hay, que este celebrado trono del padre Febo es una triste, pálida y tenebrosa gruta en su cotejo. El alcázar que el sabio y prudente rey Salomón con tanta admiración y espanto de las gentes, para mayor mostrar la grande-

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retrete: «el aposento pequeño y recogido en la parte más secreta de la casa y más apartada» (Cov.). 139 Así considerada por los hebreos. Ya en los Padres de la Iglesia se insiste en la virginidad de María. 140 Una vez más se refiere a Ovidio, quizás el poeta latino más citado por Bramón.

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za y poder de su majestad, suntuosamente fabricó141, adonde en el discurso del tiempo que duró la obra no se oyó golpe alguno, ni llega ni se puede comparar al majestoso alcázar de Dios que es María, nuestra Señora. ¿Qué palacio puede la industria y saber del hombre considerar que alcance en su comparación a la grandeza del divino alcázar del Verbo eterno y alcázar del Sol de justicia, Dios? Más acendrado y hermoso que el otro celebrado del poeta, más suntuoso que el que edificó el pacífico rey Salomón; porque habiendo de ser morada del verdadero Sol era conveniente fuese fabricado por las manos del más primo artífice que hubiese. ¿Quién, pregunto yo, más primo que Dios, que fue quien labró y adornó, con solamente su palabra, esos cielos de tanta hermosura, del Sol, Luna, estrellas y planetas por el amor de Jesús y María? Las columnas de este alcázar no son como las otras del Sol ni de Salomón, que son de materia criada y sujeta a corrupción y término limitado, porque tienen por columnas los poderosos brazos de Dios en quienes mostró su omnipotencia. La pureza mucha que tuvo obrada por la gracia, mediante la voluntad divina, es el oro que dio el lustre a este palacio de Dios, Sol radiante que con sus claros y hermosos rayos esparce la confusa obscuridad de la noche triste de la culpa, que pretendió obscurecer con sus tinieblas la hermosura de este alcázar que Dios, mediante la preservación con la plenitud de gracia, ilustró para su habitación en la tierra. Eran tan fuertes las tachonadas puertas de este templo santo que nunca las pudo quebrantar la culpa, que como era morada solamente para Dios no se abrieron jamás para que entrase a morar en él quien menos que el Príncipe de la Gloria fuera. Si en aquel palacio del Sol sobrepujaba a la materia la forma, ¿qué forma hallaremos que tanto sobrepuje a la materia de nuestra humanidad que la forma de la sacratísima María? Pues siendo de tierra sus efectos no lo fueron pues en ella no se convirtió; y por ser forma tan bien acabada, con tantos títulos de gloria vino a ser aquella que venciendo a la materia alcanzó a ser DEL SOL ALCÁZAR142. ***********

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Alusión al famoso templo mandado edificar por el rey Salomón en la colina del Moriá, también famosa fue la construcción de su palacio. 142 Sobre la Virgen María como tabernáculo de Dios o casa de Dios (Abecedario, pp. 218 y ss.). María es «Porta coeli, civitas Dei» («Sueño de Jacob», Gn. 28: 17). «Gloria se dice de ti, ciudad de Dios» (Salmos 87 [86]: 3).

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En esta corteza hallaréis grabada la forma representativa de un encendido fuego y fuera dél una lucida estrella, jeroglífico que prueba ser María una centella del fuego del amor divino143. Consume el fuego todo aquello que no es puro y acendrado y siendo centella María de este fuego que es Dios, ¿cómo admitiría en sí género de culpa participando los efectos del fuego? El fuego nunca faltaba del templo, siempre ardía delante de la majestad de Dios, siempre María fue fuego acendrado que dio luz y resplandor por la participación de los rayos de la divina gracia. Es centella de aquel fuego que sin consumir hacía arder la zarza y del otro fuego que abrasó el monte de Siná144, cuando bajaba las tablas de la ley Moisés. Figura es el fuego de la majestad de Dios, por ser el mayor de los elementos y el primero cuyos efectos encierran singulares misterios; luego María será pura, acendrada y sin mácula, siendo por merecimiento de la gracia que Dios le comunicó, desde el instante de su concepción santísima DE SU LUZ CENTELLA. ********* Esculpido dejo en esta corteza el planeta más cercano —y fuera del Sol—, más luminoso, más ardiente que goza de los hermosos resplandores del capitán y gobernador de los planetas; jeroglífico con que pretendo significar la plenitud de gracia que María, Luna soberana, tuvo en el instante de su concepción, que como es común opinión Dios crió este planeta menor para que presidiese a la noche en su plenilunio, en su creciente y en la abundancia de la participación de la luz del Sol que le comunicaba, y no en sus primeros días. Así cuando formó, crió y escogió Dios a la imperial María, Luna hermosa y resplandeciente145, fue en el plenilunio de las gracias, excelencias y privilegios que el Sol Dios influyendo en ella los rayos de su divina luz y hermosura, ahuyentó las tinieblas del original pecado. La Luna propriamente, desatando su nombre, significa aquella que sola luce de noche, ¿quien mejor que María lució con tanto resplandor en la noche triste en que nos vimos concebidos en pecado? Porque si la emperatriz María es Luna, que es lo mismo que la que resplandece en la noche, desterrando las 143

Sobre la Virgen María como fuego flamígero (Abecedario, pp. 264 y ss.) Sinaí. 145 Ya en el Génesis se narra cómo la Luna fue creada para dominar la noche. En la iconografía mariana se representa la Luna a los pies de María, asociándose este emblema con el dogma de la Inmaculada, «Pulchra ut luna» (CC 6:10). 144

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tinieblas de la culpa con la gracia que de los graciosos rayos del Sol verdadero participaba, de creer es que —verificándose la denominación del vocablo— pues la llama el esposo escogida como el Sol y hermosa como la Luna, sería al instante de su concepción Luna en su creciente, Luna que lució y resplandeció en medio de la noche obscura y tenebrosa de la culpa que en Adán tuvo su primer origen. Mas la Luna es símbolo de la singular belleza y hermosura, cuya luz serena y apacible recrea la vista, deleita el ánimo, hermosea el cielo, aparta las confusas tinieblas, alegra el orbe, enriquece la tierra y finalmente engendra en los vivientes particular gozo, contemplando la hermosura y belleza de este planeta. ¡Cuán propriamente viene a la inscripción de este atributo aquello que los antiguos decían de la Luna! Y era que la Luna no era otra cosa que un pedazo de plata bruñida y puesta en el primer cielo; lo mismo decían del Sol, que era un pedazo de oro. La inscripción de lo grabado dice: PLATEADA LUNA. ********* Lo grabado en aqueste tronco y corteza es un cedro escogido y levantado de cuyas propriedades muchas pretendo sacar argumento para nuestra pretensión loable; y empezando a seguirle digo que el cedro es árbol perpetuamente verde, oloroso, levantado, amigo de las aguas, incorruptible, en cuya sombra no moran las espantosas fieras e indomables bestias sino las suaves, sonoras y regaladas calandrias, sirgueros, ruiseñores y otras aves. Es la hermosura de María, en su concepción inmaculada, un cedro tan levantado que llega hasta entrarse por las puertas del cielo, perpetuamente verde, cedro que venciendo la aspereza del invierno de la culpa quedó para siempre en verdor eterno, con frescor y fragrancia; cedro levantado que, donde los demás árboles —significados por los santos— llegan con sus cogollos, extiende sus raíces. Cedro es María146, plantado a las corrientes de la perenne fuente de la gracia que con tantos favores y auxilios lo baña, riega y fertiliza, con cuya dulzura se extendió tanto que vino a ser el árbol más apacible y que más agradó a Dios pues en su sombra que deseaba, descansó. El ser incorruptible es proprio de este árbol, ajeno de carcoma, y como es cierto que en todo discurso de su vida no tuvo actual pecado por cierto, también se 146 «Por el cedro es entendida la virginidad de María, a Dios apacible y muy olorosa como el cedro» (Abecedario, p. 203). La Virgen es «cedrus exaltata» (Eclesiástico 24: 17: «Como cedro me he levantado en el Líbano»).

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puede tener que menos le tendría cuando delicado y tierno, siendo como es, árbol tan libre de recibir carcoma y corrupción. Cedro es en cuya sombra jamás estuvo la indomable bestia de la culpa, sino los sirgueros dulces y aves regalas y sonoras de las gracias; cedro al fin de que Dios había de hacer el techo y cumbre del alcázar en que se había de aposentar en las entrañas de la Virgen la pureza y majestad de Dios. ¡Cuán propriamente le compete147 a María este título de cedro en la disposición graciosa y a la vista agradable, como lo es el monte Líbano, excediendo a la altura de su dignidad y prerrogativas a todas las criaturas de cielo y tierra, como el cedro se aventaja a todos los árboles! Cedro es María cuyo cogollo llega a los cielos porque su principio fue de cielo y cedro que abscondió en sí la flor de la divinidad, cubriéndola con su naturaleza. Por estas y otra razones congruentes, hallo ser María, en su concepción santísima, como fue a Dios CEDRO CONSAGRADO. ********* Si el pincel del pintor artificioso hubiera con la variedad de sus muchos y diversos colores realzado lo grabado en esta talla, fácil de conocer sería el nacimiento de la bizarra y gallarda Aurora, pintura con que deseo satisfacer al comenzado asunto. Cuando el alba de tantos gozos llena, abundante de hermosura, con el risueño y alegre rostro, abriendo los balcones rasgados del lucido palacio del Sol, dispuntando con sus tiernos rayos, párpados de sus ojos, en las cercanas y opacas nubes, vistiéndolas de realzados ropajes de primaveras guarnecidos, ahuyenta de la confusa noche la obscuridad y tinieblas dejando con su alegría enriquecido el orbe de buenos días, de abundante luz y de general placer y regocijo; lo mismo considero yo a María cuando empezó a levantarse cual Aurora148 en su concepción, que llena de gracia, abundante de dones y rica de privilegios, rayó, con los rayos que de la divina 147

En el original, por error, compite. «¿Quién es ésta que va subiendo cual aurora naciente, bella como la luna, brillante como el sol, terrible como un ejército formado en batalla?» (CC 6: 10). En las empresas, «del Sol alcázar», «plateada Luna» y «ejército formado» resuenan los ecos de estos versos. Uno de los nombre de María es «aurora de la mañana» (Abecedario, pp. 124 y ss.), basada en la segunda letra de su nombre, A. Esta prefiguración fue recogida por muchos literatos del Siglo de Oro: Lope de Vega en Pastores de Belén (1612); Alejandro Arboreda en El más divino remedio y Aurora de San Ginés (1681 c.), Calderón de la Barca o Góngora, entre otros. Sobre una imagen concreta de la Aurora y su leyenda, trata la obra de Cáncer y Moreto, La Virgen de la Aurora (1648 c.). 148

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gracia participaba, las entrañas de Ana su dichosa madre llenándolas de alegría por tener en sí la más hermosa niña que jamás en el mundo se alcanzó a ver, desterrando la noche triste y melancólica en que concebidos como esclavos del pecado por el dilito de Adán, hombre inobediente al singular precepto, dejando al mundo gozoso y enriquecido de ver presto el logro de sus esperanzas con el prometido de profetas y de tantos justos esperado, que cual Sol de la Aurora había presto de salir sin que la noche —que hemos dicho de la culpa—, que esperaba viese la luz, viese el Sol, ni el nacimiento de la aurora, María; y así como al nacer el alba se recogen los ñublados de la noche, se esconden las fieras espantosas y quedan las aves nocturnas vencidas y desastradas con tanta luz, así del mismo modo al concebirse María, que es cuando se empezó a levantar, se recogieron las tinieblas del pecado, se escondió149 el monstruo de la culpa, quedó vencida y deslustrada la ave nocturna del original delito, saliendo María con singular victoria, que en Dios alcanzó, de la horrible pitón, fiera indomable, que de la primer culpa que en el mundo hubo tuvo su principio. El título de lo grabado dice: AURORA ALEGRE. ********* Un vaso de oloroso ungüento derramado es lo que grabé en esta corteza, atributo que al enamorado esposo dio su casta y divina esposa y que ella, por serlo, tengo por cierto que participa. Ungüento de cuyo olor fragrante150 el maligno espíritu de la culpa vencido, con dolor suyo y gloria de María, triste huyó; olor que sólo fue dedicado para el olfato de Dios y, como entre los olores151 el ámbar es más estimado, llamé a este ungüento efuso152 ÁMBAR DERRAMADO. ********* Fácil es de conocer este grabado espejo, atributo con que la pureza de María, soberana Señora nuestra, bastantemente queda significada, a lo me-

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Alternan las formas esconder y absconder. Alterna con «fragante». 151 María es «ámbar odorífero» (Abecedario, pp. 171 y ss.) 152 Participio de efundir: «verter en abundancia». No es un término frecuente, aparece en dos ocasiones en Lope de Vega, en El peregrino en su patria (1604) y en las Rimas sacras (1614), con el sentido de «derramado». Del lat. effusu. 150

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nos a nuestro entendimiento. En el espejo se representa todo aquello que en forma dispuesta se le pone delante y se le ofrece. Tal vez faltala representación respecto de algún impedimento, ya de mancha o por estar la lumbrera del cristal empañada. Dios quiso verse -digámoslo así- un día al espejo, y así crió a María y María para él, viendo que era tan transparente la lumbrera, tan limpia y tan hermosa que él sólo era digno de mirarse en ella. Este espejo sólo Dios pudo verse en él y este espejo sólo pudo tener por dueño a Dios. Espejo que jamás tuvo ni pudo tener, mediante la gracia de Dios, mancha de culpa original, que desde el instante de su concepción santísima fue limpia, hermosa y transparente, y así Dios pasa por ella para preservarla como los rayos del Sol pasan por el cristal, dejándolo hermoso y sin detrimento, de tal suerte que parece que está con toda su hermosura, todo el resplandor de tal planeta, ilustrando. ¿Qué Sol más luminoso pasó por el puro cristal de María que Dios? Como el luciente rayo de su etérea lumbre daba, y de contino153, en el nevado cristal de María, estuvo tan hermoso, tan lindo, que bajó Dios del cielo porque así convino, a verse en él y tomar su forma, cubriendo su divinidad, el mote dice: SIN MANCHA ESPEJO154. ********** Una cortadora espada grabó la aguda punta del cuchillo en esta corteza, a cuya explicación se ofrecen los tajantes filos que a cercén155 llevaron la soberbia cabeza de Holofernes156. Ocurre a la memoria el misterioso acero que traspasó las sienes del confiado Sisara157, de cuyas bien sabidas historias inferir podremos con cuanta más facilidad cortaría la cabeza a la culpa, la 153

de contino: continuamente. María es «speculum sine macula», inspirado en el Libro de la Sabiduría, 7: 26: entre las propiedades de la sabiduría está la de ser «el espejo sin mancha del actuar de Dios». 155 a cercén: «enteramente y en redondo» (DRAE). 156 Holofernes: general asirio a las órdenes de Nabucodonosor II, decapitado por la judía Judit para salvar a su pueblo del asedio de sus tropas. En la pintura se ha representado frecuentemente esta escena. La acción de Judit ha sido comparada en muchas ocasiones como prefiguración de la Virgen María venciendo al pecado, a la serpiente, al mal, en definitiva, como aquí se compara. La historia de Judith y Holofernes, así como la de Sisara y Jael aparecen representadas en las pinturas de la paredes de la ermita de los Remedios (Cisneros, Libro I, cap. XII). 157 Sisara: era un general del ejército de Jabín, rey de Hazor, que fue muerto a manos de Jael, que le clavó una estaca en la cabeza mientras dormía. La simbología es la misma que en el caso anterior. 154

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divina Judit y Débora soberana, traspasando las sienes del original pecado. Espada por una y otra parte aguda que con un filo, mediante el poder y gracia de Dios, cortó la cabeza al original, y con el otro, al actual pecado. María es aquella prometida que había de cortar a la serpiente su cerviz soberbia158, y espada que guarda el paraíso en que se ha de plantar el árbol de la vida, y espada puesta en las poderosas manos de Dios, cuyo brazo fuerte de guerra, corta y taja, con la cortadora espada de la concepción inmaculada de su santísima Madre, la mísera culpa que pretendía —confiada en que María era descendiente por naturaleza del padre universal— alcanzar con su tósigo y veneno a esta soberana y privilegiada princesa que saliendo hoy tan gallarda goza de altos títulos, renombres, prerrogativas y admirables atributos, entre los cuales, por ver a los pies la culpa, la llamo ESPADA QUE DEGÜELLA. ********** Una lucida torre bien pertrechada y fortalecida pretendí labrar en esta corteza cuando grabé la forma que en ella se os representa, sacando el ejemplar de la otra que el sacro espíritu trae a símil y comparación del cuello de la Virgen, de quien penden mil escudos que son las armas de los fuertes. Edificada con sabiduría y torreada con fuertes e incontrastables baluartes llama el esposo en sus canciones a María torre de David159, fuerte y pertrechada, no casa humilde, no pajiza choza sujeta a los soberbios vientos, desatados torbellinos y furiosos huracanes, no casa sujeta a las influencias de los contrarios elementos, como los hijos de Adán que son, al concebirse, unas obscuras cuevas y tenebrosas grutas. Con mesterioso acuerdo se le atribuyó a María el atributo de torre de David y más al cuello, que es lo más vecino y inmediato a la cabeza y ser por quien descienden las influencias della al cuerpo; María es la más vecina, la más inmediata a Dios por quien como por arcaduz descienden al cuerpo místico de la Iglesia las gracias, los favores y privilegios de que goza. Torre funda en la misma sabiduría y en el Espíritu Santo, torre a contraposición de nuestras humildes chozas que al primer viento caen en tierra, torre de quien penden los escudos de los valerosos, cuales fueron las armas con que el ángel venció al dragón, de 158

María es «espada contra el demonio» (Abecedario, pp. 194 y ss.). María es alegóricamente «Turris David» que remite a «tu cuello es la torre de David de la que penden mil escudos» (CC 4: 4). También se explica en Abecedario, pp. 62 y ss. 159

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inocencia y pureza, acompañado con humildad y reconocimiento a Dios; y las armas de la fortaleza con que los mártires hicieron sacrificio, a Dios, de sus vidas; y las armas de la fe en los apóstoles y pureza en las vírgines. De estas armas fortaleció Dios a María recogiéndolas en ella para que fuese la sala de sus armas en que se había de armar contra el infierno y para que se descubriesen las gracias y dones que dio a su Madre; y finalmente, para que se viese que ningún enemigo la venció sino que siempre salió cantando la gala de la victoria, triunfando de toda suerte de enemigos, que es el arcaduz que recogió la gracia de la fuente de aguas vivas; y así en el instante de su concepción Dios la amó más a ella que a los demás santos, contemplando en ella su futura Madre, para cuyo fin la armó y fortaleció con tantas gracias, como vemos, que de David estuvo la LUCIDA TORRE. ********* La tabla verde de este opaco y encumbrado árbol tiene, según lo que en él grabó, la forma de un proceloso océano en cuyas salobres y amargas ondas del pecado nos anegamos; y esta estrella que en esta parte superior está, a quien dan nombre de Estrella de la Mar160 y quien más en sus proprios términos la nombra, dice ser el Norte161. Estrella inmoble162 —que propriamente este nombre estrella significa cosa estable, firme y fija—, en su sitio, solamente en su epiciclo y ámbito tiene algún movimiento, aunque parece que no muda lugar. El Norte es guía de los mareantes para que movidos por él, vengan al debido puerto que pretenden; la Estrella de la Mar, a nuestra vista, aunque parece pequeña y la menor de todas, siendo como es grande, y ocupa muy gran distancia del cielo. Mas el Norte tiene junto a sí siete estrellas que se mueven en torno dél, razón de llamarle Septentriones163. Este nombre, María, a quien tanto dignamente reverenciamos, es lo mismo que si dijéramos —en lenguaje hebraico— mi iluminadora, la que les alumbra, la mirra del mar o la 160

María es «estrella de la mar» (Abecedario, pp. 18 y ss.). Este simbolismo está tomado de un himno litúrgico medieval. Según san Isidoro en sus Etimologías, María es «iluminatrix, sive stella maris. Genuit enim lumen mundi. Sermone autem Syro María domina nuncupatur, et pulchra; quia Dominum genuit» (VII, 10, 1) 161 La estrella polar. 162 inmoble: «inmovible, estático» (Aut.). 163 Con este nombre se conocía entre los romanos a la Osa Mayor y a la Osa Menor por estar constituidas por siete estrellas que simulaban un carro tirado por siete bueyes; por la referencia a la Estrella Polar se supone que se refiere a la Osa Menor.

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estrella del mar. Decir que es María el Norte, estrella y guía de la mar, es título singular y lleno de misterios pues sabemos que esta soberana estrella, María, tiene, como el Norte, lugar más alto, superior y eminente sobre todos los ángeles y bienaventurados; y si el Norte es inmóvil y solamente en su epiciclo y ámbito tiene algún movimiento, aunque parece que no muda lugar, la Virgen hermosísima nazarena, tiene gloria consumada según el cuerpo; los demás santos y bienaventurados, como les falta la gloria del cuerpo, con la esperanza están, con el deseo de alcanzar la gloria del cuerpo. En María procedió, según lo que yo entiendo, de no haber estado sujeto al cuerpo ni menos haber sido esclava de la culpa, pues su compuesto físico e inmaculado siempre estuvo puro y hermoso y con gloria; y si el Norte es guía de los navegantes, María es nuestra sacratísima estrella, en quien puestos los ojos los mareantes164 del peligroso piélago de esta vida, sacándolos de ella en medio de sus borrascas en la firme tabla de la gracia, que intercediendo con su hijo les alcanza, lleva al puerto deseado del perdurable gozo, del eterno descanso y de infinita gloria; y si el Norte parece una pequeña estrella, la Virgen soberana, princesa en sus proprios ojos, pareció humilde esclava del Señor; pero cuanto más se humilló, tanto más la levantó e ilustró y la puso más gloriosa al lado de la humanidad de Cristo; y si el Norte tiene siete estrellas que se mueven en torno dél, la Virgen santísima tiene siete ángeles supremos que, asistiendo a Dios, también asisten obedeciendo a su voluntad y haciendo su mandamiento. Séame lícito, amigos oyentes, hablar otro poco de esta singular y radiante Estrella de la Mar y sobre el nombre que a María propriamente corresponde y a la Madre Virgen con grande conveniencia se le aplica, porque así como la estrella, sin corrupción suya, echa el resplandor así, sin detrimento suyo, entró en el cuerpo, que con el resplandor de la plenitud de gracia halló prevenido. Ésta es aquella estrella que nació de Jacob, cuyo resplandor iluminó todo el ámbito de la Tierra, y resplandeció en los ahítos cielos y en lo ínfimo de la Tierra, ilustrando las tierras y dando calor más al entendimiento que a los cuerpos y, fomentando las virtudes, deshace y descompone los vicios. Ésta es aquella preclara y hermosa estrella sobre este mar espacioso, levantada, resplandeciendo en méritos e ilustrando en ejemplos. Con esto entiendo que he explicado el mote y título que dice: DE LA MAR ESTRELLA. ********* 164 mareante: «navegante. Que profesa el arte de la navegación» (DRAE). Nos recuerda el apelativo de «navegante» dado a Anfriso por Marcilda, cuando llega al espacio rústico.

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La fresca y húmeda corteza de estotro árbol ayudó a sacar casi florido ese oloroso y deleitable jardín. Jardín de Dios donde bajó al esclarecer la Aurora el divino y soberano amante a ver si había florecido y halló flores que, venciendo al invierno de la culpa, habían brotado y esparcido fragrantes olores con el rocío que la gracia copiosa tuvo; jeroglífico con que se probará haber estado siempre María hermosa, linda y florida, llena de gracia y que jamás sintió el hielo y rigor del primer pecado. ¡Oh, imperial María, jardín deleitoso donde el dulce y amoroso céfiro del amor divino, espíritu soberano, dulcemente sopló, aromatizando las hermosas flores vuestras, apartando de ellas las espinas, que a Dios tan bien parecieron! Pues, con la previsión de tan alto triunfo, quiso ser de vuestra rama el copioso fruto, participando, por mi provecho, la naturaleza que dio al género humano. Viendo pues en vos favores tantos, os quise llamar JARDÍN FLORIDO165. ********* Los labios del amado esposo166 quisieron un día requebrar a su querida esposa y produciendo al acto la intención, le dijo ser hermosa como la Luna, escogida como el Sol y terrible como un ejército de soldados bien formado y a punto de dar la batalla. El cual pensamiento pretendí, con mi capacidad tan corta, explicar cuando grabé en la ancha tabla de este árbol la multitud de hombres que en ella veis, representando con orden y disposición militar un concertado ejército. Pensamiento es éste para otra ocasión que la de hoy más necesario. Sólo pienso decir que llamar el gallardo amante a su requebrada María, ejército167, fue por las muchas gracias que desde el primer instante de su concepción —por singular y divina providencia— tuvo, con que venció la original, la actual y venial culpa. Ejército formado es cuyo general, Dios, dio al enemigo el asalto al alba, al concebirse esta divina María, frustrando las esperanzas del pecado, que al paso primero de la vida esperaba encubierto, para sujetar así, como a nosotros sujeta, escureciéndola con sus confusas tinieblas. El título dice: EJÉRCITO FORMADO. ********* 165

María es huerto de recreación (Abecedario, pp. 63 y ss.). También se aprecian ecos de «Fons hortorum», fuente de los huertos, pozo de aguas vivas (CC 4:15). 166 Clara alusión al Cantar de los Cantares, como se ha dicho. 167 María como «ejército bien ordenado» (Abecedario, pp. 230 y ss.) y en CC 6:10.

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Esta escala que veis en este árbol, diferentemente de los otros grabada, y en su verde tronco esculpida, es imagen de aquella milagrosa que el santo patriarca Jacob168 en sueños, por particular misterio y revelación divina de altos y soberanos secretos, contempló tan llena de ellos, que la explicación a sus profundos y singulares atributos queda, de mi parte, pobre de razones y falta de agudezas. Figura es de la singular María y Señora nuestra, cuyas alabanzas y concepción purísima celebramos, para que con el aumento de devoción tan viva eche más profundas raíces, en el celebrar con piadoso celo, el instante en que fue María concebida, cuya causa y estímulo de amor es el principal motivo que a tantos ha levantado el espíritu, remontándose con tanta ligereza en heroico vuelo hasta los más escondidos retretes de las escrituras sagradas, hallando a cada paso con qué fortalecer su devoción loable. A éstos, pues, quisiera, humilde yo, con mis temerosas alas, fuerzas flacas y espíritu sencillo, seguir, si en la grandeza de su curso no, a lo menos en la generosidad del afecto sí; con el cual, prosiguiendo mi comenzado discurso, pasaré en silencio el modo con que Jacob vido visión tan milagrosa y solamente haré alto en los puntos que viere ser más a mi intento. En la obscura y tenebrosa noche del pecado con cuyas tinieblas estuvimos tristes y afligidos, se vio esta milagrosa escala de María que tocaba con la extremidad inferior la Tierra y con la superior el cielo, bajando y subiendo ángeles por ella con júbilos y alegría de tan alta concepción, tal cual en la humana naturaleza jamás se vio ni verá, pues los misterios de nuestra copiosa redenciónse han celebrado, según todo lo necesario para ella; y viendo recién concebida en el vientre de la dichosísima Ana la mayor maravilla que imaginar se pudo, hicieron fiestas en los cielos. Sobre la humana naturaleza de María está la extremidad inferior y la superior en la dignidad suprema de ser Madre del mismo Dios que la crió. Estaba en lo superior de la escala Dios, viendo cuán hermosa era, los ángeles viendo cosa tan sobrenatural, antes de saber el misterio, paréceme que a su modo preguntarían con estilo angélico, ignorando lo que en Dios sólo, antes de ser revelado, es oculto, quién sería la que venciendo nuestra fragilidad gozaba tanto de Dios por la muchedumbre de las comunicadas excelencias y dones, con el aumento tan general de gracia. Hallaban por respuesta a sus preguntas ser la recién concebida, por lo inferior de la escala, la hija del Padre eterno, la madre del Verbo que en sus entrañas, claustro limpio, se haría 168 Efectivamente la escala aparece en sueños a Jacob y establece el enlace entre la morada de Dios, el cielo, y la Tierra. Se ha interpretado, entre otros sentidos, como la encarnación del Verbo y como imagen de la Virgen.

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hombre, y esposa del Sacro Espíritu de amor; aquella a quien Dios saca de Caná169 para constituirla por señora de Mesopotamia170, aquella de quien es Dios, digámoslo así, su ángel de guarda desde el instante de su concepción hasta cumplirse la palabra prometida; y aquella, finalmente, que en gracia de Dios y libre de original pecado, fue concebida.Viéndola, pues, tan hermosa, bajaban los ángeles a darle el parabién del nuevo ornato, llamándola la que sola pudo alcanzar y merecer tan alto y singular favor; y así, cuando al uso de la perfecta edad del cuerpo —y entonces— llegó, esta divina señora, ¿qué sacrificios, qué ofrendas de la voluntad de su espíritu, tan lleno de Dios, al mismo que así quiso criarlo, no haría?, ¿ofrecería experimentando en sí con luz del cielo sus efectos y con el alma de su divina pureza siempre?, ¿dedicaría haciendo del favor de su misericordia gracias y recompensas al Señor altísimo, que en el conocimiento de su divino saber, por su eternidad, conoció en ella aquello mismo que fue servido de darle por su gracia celestial? Mas el nombre de Jacob es lo mismo que planta o el que ase de la planta a otro para derribarle y echarle en tierra ¿quién mejor que María derribó a la culpa y dio zancadilla?, ¿a quién la hermosa Rebeca quiso con más extremos y muestras de maternal afición que a Jacob?, ¿a quién la gracia llenó más de méritos por gracia que a María, que mediante sus copiosos efectos pudo derribar el pecado? Esta Señora, pues, llena de tantos privilegios —entendidos por los escalones de la escala misteriosa— que gozaba es con propiedad llamada, por excelencia y alto renombre, como aquí escribí: ESCALA DE JACOB. ********* Cerró Dios el paraíso cuya figura es éste171 aquí en la tabla de este frondoso y opaco pino con primor grabado, y puso en guarda suya un serafín para que defendiera la entrada al ya desterrado dél, Adán, y su descendencia guardase el árbol único de la vida y, estando cerrado, no entrase en él la culpa. Atributo es éste que la Iglesia con divino acuerdo da a María, güerto donde el Espíritu Santo plantó el estimado y milagroso árbol de la vida y

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Canaán fue la tierra prometida conquistada por los israelitas. Puesto que Canaán es epónimo de la tribu de Judá y del reino del mismo nombre que fue destruido por Nabucodonosor, deportando gran parte del pueblo judío a Mesopotamia, pudiera explicarse que Bramón diga que María fue sacada de Canaán para convertirse en señora de Mesopotamia. 171 Se refiere al grabado. 170

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güerto en que se halló aquel sazonado y suave fruto ofrecido por víctima y holocausto al Padre Eterno, por la salud y remedio del necesitado linaje humano; fruto que había con su dulzura de regalar el gusto que el primero depravó causando en él la dentera, que de unos en otros sin remisión alguna vamos, al entrar en la vida, heredando; y así este divino fruto, Dios verbo humanado, fácil es de confesar que había de nacer de vara hermosa a quien el invierno de la culpa no hubiese sus siempre verdes hojas marchitado; y si en tal güerto172 se halló tal fruto, ¿cómo en él entraría el pecado, siendo güerto que Dios cerró y preservó de todo desenfrenado viento y bestia indomable y dragón soberbio? Bien que quiso el defecto en Adán entrar en güerto tan cerrado y queriendo poner por obra la causa del apetito que la privación le negaba, se halló en la calle y, dando en contorno una y muchas vueltas, jamás halló puerta o resquicio por donde despedir el tósigo de su ponzoña. Entendió la astuta y cálida serpiente que era María tan fácil de conquistar como la mujer primera que sin resistencia se sujetó a la culpa que hoy lastamos173. Aquí, pues, en este güerto no está Eva sino el ave celestial, no la puerta por donde entró el pecado sino la que sin abrirse nos dio la vida, no la madre de pecadores sino la abogada de ellos que es madre de gracia y fuente de misericordia, pues lo es del autor de la gracia y abismo de misericordias, Cristo, la que nos ampara con la contrahierba, atriaca174 del cielo, y libra, en los peligros de nuestra peregrinación, de las redes y lazos del conocido enemigo de toda acción virtuosa y vida santa. La inscripción de lo grabado dice: CERRADO GÜERTO. ********** La naturaleza humana se compara a la hermosura de la flor que en su beldad natural permanece sólo cuanto en pasar tarda la sombra del Sol que acaba en occidente, por la poca estabilidad de su belleza. En el tronco del fértil árbol —a que en seguimiento de nuestros conceptos al medio día habemos175, con general aplauso nuestro y dicha, llegado—, ya que en perfec172

Véase nota 83 donde se explica el atributo de «huerto cerrado». lastar: «padecer en pago de una culpa» (DRAE). 174 triaca: «en desuso, confección farmacéutica usada de antiguo y compuesta de muchos ingredientes y principalmente de opio. Se ha empleado para las mordeduras de animales venenosos» (DRAE). En Cov. triarca, atriaca: «medicamento eficacísimo compuesto de muchos simples, los más de ellos venenosos». 175 Mantenemos la forma original frente a «hemos». 173

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ción no, en la mejor forma que supe, grabé muchas y diversas flores y, en lo más levantado de ellas, sobrepujándolas, una blanca azucena que de todas se señorea con la belleza que en lo grabado se deja ver; y tan fragrante que en ella la amorosa ave del Espíritu Santo hizo su morada escogiéndola para sí. Por muchas propriedades, condiciones y efectos se estima la flor, conociendo en ella gran parte de la divina providencia.Argumento de la mucha sabiduría de Dios es las diversas virtudes que en las flores puso, para más mostrar su infinita omnipotencia y ser el verdadero criador y señor absoluto de todo lo criado en la redondez del orbe, lo cual sujetó al hombre con el conocimiento de la naturaleza de todas las cosas; y así, con su industria, conoció que la flor se estima por singular y se conoce su grandiosidad en el número, en la figura, en la hermosura y en el color. ¡Qué diversidad de flores! Al salir la gallarda Aurora con risueño semblante su florida falda vierte y esparce por el ameno jardín de la tierra, siembra por aquel rico prado, produce en el vergel alegre y borda de menudas rosas, tajadas peñas, profundos valles, encumbrados montes y espaciosos paraísos; allí brotan nevadas azucenas, allí jazmines blancos, nacen rosadas flores, leonados claveles, jaspeados alhelíes, junquillos rojos, lirios morados, plateadas mosquetas, narcisos locos, jacintos bellos, adónides176 claros, clicíes177 celosas, retamas amarillas, gualdos girasoles, mirtos carmesíes, olorosos cantuesos y diversas flores tan olorosas como alegres. No fue poco retórico quien comparó nuestra hermosura y vida a las de las flores. Flor de nuestro jardín es la gracia corporal, la belleza, la gentileza, adorno y hermosura con que adornamos y componemos la máquina de los cuerpos; a quien más realza el uso racional con que parece agraciar nuestras acciones para mayor alabanza de nuestro criador Dios eterno. Están en el nombre de flor muchos argumentos que incitan al alma a su contemplación, a cuya causa da ocasión que de su belleza incline la voluntad a sacar della lo dulce que en sí promete tener, calificando así en esto mi intento. La fragrancia de las flores es mucha, la suavidad de ellas amigable, el color milagroso, la hermosura escogida, la grandeza sublime, la blandura suave y la ternura delicada; y siendo como es, la flor, símbolo de toda beldad, gracia y hermosura, acordaos de las celebradas hijas del paciente y después próspero profeta Job, estimadas por flores tales que, cuales ellas por su belleza, en aquel tiempo otras en la tierra no se hallaron; tres fueron y singu-

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Adónides: derivado de Adonis. Nombre de una planta en francés. La ninfa Clicíe fue una enamorada de Apolo, desdeñada por éste se convirtió en heliotropo o girasol, buscando siempre su luz. 177

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lares sus tres nombres: Díes, Cacies y Cornustibia. Día178 es la primera flor, blanca, hermosa y linda179; Cacies, flor tan fragrante, cual el árbol proprio de canela180; Cornustibia, flor escogida, flor, digámoslo así para la vista pues Cornustibia181 es lo mismo que fuerza de alcohol y vista182. De lo dicho, pues, quiero y pretendo levantar de punto el celo santo que piadosamente cree que la concepción de María fue sin contraer la culpa de Adán, nuestro progenitor primero; y así, para este intento, os he representado en éste, como en los demás árboles, por sus pinturas, la fuerza de razones que a nuestra conclusión se ofrecen. Si la flor, amigos, se estima por el número, por la figura, etc. ¿qué rosa, qué flor hallaremos con todas estas excelencias como la Virgen? Flor en el número única pues cual ella ni se vido otra ni tendrá segunda, flor en su color nazarena, flor florida, flor singular, sin mancha, olorosa y tan suave que llegó al olfato de Dios. Comparo yo esta señora con la diversidad de flores que a nuestra oración se ofrecen, de cuyas singulares virtudes se puede proseguir nuestro discurso. Mas por medir tiempo, lugar y orador voy epilogando muy seguidos pensamientos que se ofrecen por no parecer, en lo que tanto deseo agradar, molesto. Mas llegando al fin de lo comenzado, digo que una flor con otra era símbolo de alegres paces y en varias acciones con tejidas guirnaldas de frescas flores se coronaban; en la antigüedad con flores daban las bien recibidas nuevas del florido verano. Todas estas y muchas más grandezas y efectos maravillosos que de las naturales flores en su beldad he referido, vence la singular, en olor divina flor, María, que sin ofensa del riguroso invierno de la culpa, que así en los humanos marchita el primer fruto que por ello se había de coger, se antepuso en su virtud, mediante la gracia de su Criador, el divino fruto que sin agravio del original defecto ofreció, en su singular concepción, en recompensa, al cielo; y no sin mucho misterio es María flor y flor que a las flores de Job, al día y a sus hermanas, se aventajó; flor que al más claro día dejó, con la influencia de más copiosa luz, de gracia sobrepujada, al más fragrante olor, deslustrado; y la más encumbrada vista, dejó corta.

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Se refiere a Díes. El nombre de la primera hija de Job suele traducirse por Paloma o Paloma pequeña. 180 Cassia es el nombre de una flor aromática, de ahí su asimilación a la flor de la canela. 181 El nombre de la tercera hija se puede traducir también como «cuerno de antimonio», que era un producto que utilizaban las mujeres para pintarse los ojos. 182 Job 42: 13-14: «Y tuvo además catorce hijos y tres hijas. A una le puso el nombre de Paloma, a la otra de Casia y a la tercera el de Cuerno de afeites». 179

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Estas y otras muchas virtudes tiene esta flor, que es de vida —no como fingían los antiguos, y por ellos Ovidio del trasformado Adonis—, y que brotó el fruto celestial. Flor que al concebirse en el capullo dichoso no la carcomió el gusano de la culpa, pues sabemos que el gusano no carcome la rosa hasta haber desplegado sus hojas en el capullo un tiempo recogidas ¿cómo a esta flor había de carcomer si brota en el paraíso de la gracia, donde jamás entró el pecado? Menos la roe después de haber nacido, pues sabemos que en toda su vida no tuvo actual o venial pecado. Luego, según todo lo dicho, quedará probado nuestro intento, que es flor tan pura, tan hermosa, que la Iglesia, aprovechándose del nombre flor, explica y dice ser la Virgen flor entre las flores que han brotado y brotarán; plantada en Jericó; venciendo en número otras divinas flores virginales, pues en número es la sola entre todas.Virgen flor, sobrepujando en figura y forma hermosa todas las floridas plantaciones, levantándose en color porque el Sol, Dios, le dio más de lleno en lleno los rayos de su gracia, siendo en hermosura más bella y libre de la fealdad que pudo el pecado darle; y, así, es flor toda hermosa, fresca y nunca marchita, echando y despidiendo de sí olor suave y celestial, pues vemos que a la fragrancia dél llegan todos sus aficionados más que a la de otras flores. Estas pequeñas flores aquí grabadas son las tiernas vírgines que con los concedidos privilegios divinos han sido en la vida claros Días, son también las Casias que al olor de sus virtudes las han seguido muchas, haciendo floridos vergeles, y con título de la concepción de María, y son las Cornustibias, cuyas altas revelaciones las han hermoseado. Sobre estas flores, pues, sale la flor María183, que es la que con mayores aumentos de gracia se levantó en lugar tan eminente como fue ser madre de Dios, concebida sin original pecado y ser, diciendo el título, en sus excelencias, privilegios y grandezas: DE MUJERES LA FLOR. ******** De una en otra empresa, de uno en otro atributo y de uno en otro árbol habéis llegado a éste en que grabé un vaso de mirra, atributo que la Iglesia santa, por el Espíritu Santo en paz regida, atribuye a la divina Señora, asilo 183

Ambrosio Autperto († 778) proclama a María Inmaculada porque de ninguna manera estuvo corrompida; verdadero jardín de delicias, donde se encuentran toda clase de flores y los perfumes de las virtudes; jardín también cerrado que ni los ataques insidiosos, ni las trampas del enemigo han podido violar ni corromper.

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de estas fiestas; y aunque literalmente se entiende de la sabiduría en sentido acomodativo, habla de la Virgen. Ya por comparación se llama cedro en el Líbano, ciprés en Sión, palma en Cades184, plantación de rosa en Jericó, oliva fructífera en los campos, plátano florecido cerca de las corrientes de las aguas en frescos y deleitosos prados, preciosa bálsamo y aromático cinamomo185 y escogida mirra que dio su olor, excediendo en la suavidad todo otro que fuese más excelente y regalado, en holocausto a Dios186. Es la mirra símbolo de la humanidad y se prueba de los dones que los santos Reyes Magos ofrecieron al niño Dios,Verbo humanado en los palacios de un portal sin abrigo y un pesebre pobre: oro, como a rey; encienso, como a Dios; y mirra, como a hombre. Si bien os acordáis, sencillos pastores, cuando a la sombra del árbol en que quedó grabada la Estrella de Mar estuvimos, dije que María es lo mismo que mirra de la mar; y en esta conformidad viene bien el atributo de mirra escogida, que es decir que fue escogida entre toda la naturaleza humana para que, cual mirra escogida, diese en su concepción misteriosas señales de elección divina. Mujer escogida antes que concebida por ser la primogénita ante toda criatura, y la fuerza de nuestro intento se puede probar que, siendo escogida cual mirra antes que tuviese distinción el orbe de sus tinieblas, y antes que Adán pisase el paraíso, cuando se llenó el tiempo, había de gozar la excelencia de elección tan sobrenatural y divina, siendo por tantas causas necesariamente escogida; y así como escogida y pura habitó en la presciencia187 de Dios ab eterno188, por divina y admirable previsión, y en sus milagrosos cielos, 184

Cades o Gades: «Nicolás de Lyra dice que Cades es cierto lugar donde las palmas crecen» (Abecedario, p. 198). Confluye con la palabra «Engadi» («crecí como palmera en Engadi»), creándose cierta confusión en las citas. 185 cinamomo: «especie de árbol preciosísimo, que algunos piensan ser el de la canela» (Cov.). Aparece con mucha frecuencia en las Sagradas Escrituras. 186 Eclesiástico, «Elogio de la sabiduría», «sus gracias», 24: 17-21: «Crecí como un cedro en el Líbano y como un ciprés en los montes del Hermón; crecí como una palmera en Engadí y como los rosales en Jericó; como un hermoso olivo en el valle, y como un plátano, me elevé hacia lo alto.Yo exhalé perfume como el cinamomo, como el aspálato fragante y la mirra selecta, como el gálbano, la uña aromática y el estacte, y como el humo del incienso en la Morada». En Abecedario: «Dizen pues que la mirra es muy olorosa, figura de mucho olor que dio de sí María y su buen crédito y fama fragante que se extendió en todo el mundo...» , pp. 62 y ss. La relaciona con la letra M de su nombre. 187 presciencia: «conocimiento de las cosas futuras» (DRAE). 188 ab aeterno: desde el comienzo de los tiempos. La Virgen es elegida con anterioridad a su nacimiento, escogida antes de haber nacido. Proverbios 8: 22: «Ab aeterno ordinata sum»; Eclesiástico 24: 9: «Ab initio et ante saecula creata sum».

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y habitando en ellos, es fuerza que había de ser santa en cuerpo y alma. El título de esto aquí grabado dice: MIRRA ESCOGIDA. ******** Si en un natural olivo hubiera de grabar algún misterioso pensamiento que a su naturaleza correspondiese, pudiera excusar el más sublime de mi intento, acomodándole por su bello fruto, el que a la vista siempre alegre ofrece admiración, digna de pensarse y no con poco misterio, pues había de ser blanco de la divina sabiduría, por la que en Dios se considera copiosa de secretos y misterios singulares. Entre los atributos de María, como dije poco ha, se halla el de oliva fructífera189, el cual encierra varias excelencias y privilegios que todos predican alabanzas de la Virgen santísima, libre de pechos y exenta de leyes. Mas porque sepáis de paso algunas de las muchas propriedades de la oliva, quiero pediros atención y ánimo benévolo para aplicarlas después a nuestro piadoso celo y misterio de que hablamos. Es la oliva fértil, hermosa y fructífera, símbolo de paz, de misericordia, de humildad, de eternidad y de obediencia. La oliva fértil fue María pues, con el fruto que dio, fue suficiente a ser fructífera y hermosa; y lo es tanto que, viéndola Dios, trató de dar salud mediante ella al linaje humano. Es oliva de tanta belleza que se plantó en los amenos campos de la gracia siempre floreciendo en ella, sin marchitarse. Es tan gallarda oliva, que dio la rama de misericordia naciendo de ella para cuyo fin se puede creer que la preservó Dios de toda culpa porque, habiendo de dar al mundo a Dios misericordioso, siendo madre de misericordia y piedad, primero la usaría en ella que en otra alguna criatura, y no me convenceré con la tácita objeción que dice que la misericordia que Dios usó con María fue en cuanto a la preservación de la culpa actual y no del original pecado, porque de muchos santos se escribe que no perdieron la gracia, que en las aguas del baptismo alcanzaron mediante los singulares colmos de divino favor que para efectos tales se les comunicó. María es tan hermosa oliva que mayor humildad que la suya con más alta soberanía, no se puede hallar pues, cuanto más humilde se mostraba, más la ensalzaba el remunerador de tan soberana virtud. María es oliva de verdor 189 María como «oliva fertilísima» (Abecedario, pp. 206 y ss.), «gallarda oliva»: oliva speciosa (Eclesiástico 24: 19). Como «oliva fructífera» aparece en la primera tarja que describe Cisneros a propósito de las pinturas de las paredes de la ermita de los Remedios.

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eterno trasplantada de aqueste valle donde extendió sus ramas con incrementos de gracia, a los jardines sin fin amenos, deleitosos y perdurables. Por particular misterio fue comparada a la oliva, atributo que en su concepción inmaculada los valientes Zeuzis dejan para memoria eterna en sus tablas y excelentísimos dibujos.Ya que no grabé la oliva en su corteza, escribí en ella su proprio y misterioso nombre: FRONDOSA OLIVA. ********* La palma es bien conocida de todos a quien, como ya he dicho algunas veces, es comparada la Virgen, nuestra Señora, por muchos y singulares secretos de que la divina providencia la enriqueció. No es necesario advertiros que la forma de lo grabado en el árbol que tenéis delante y tan vecino a la oliva es una florida palma, cuyas propriedades, en breve suma, enriquecen mi pensamiento que estriba en seguido discurso de tan heroico asunto. Es condición de la palma estar plantada cerca de las aguas y no sólo se contenta con las copiosas y naturales pluvias, mas apetece abundantes corrientes de las dulces aguas. Con sola esta propiedad se podía dar punto y rasgo a este milagroso atributo. María, palma hermosísima190, no se concibió, no creció, no dio el fruto con las pluvias que los hijos de Adán —después de quedar mediante el agua baptismal limpios de aquella primer mancha y culpa que dél, como de primer padre, heredaron— gozan y tienen alcanzado, en virtud de tan alto sacramento, el esfuerzo celestial de la gracia, con que el alma renovada en ella tiene y goza de nueva vida sirviendo al Señor que la crió. Antes, con más colmadas mercedes y favores, se levantó esta soberana palma, que dio por fruto al mismo Dios, el cual viendo que la naturaleza de la palma apetece agua, así la llenó de aguas de divinas y abundantes corrientes con que se extendió con crecidas y hermosas ramas de honra y paz. Es la palma amada del Sol; María, palma fresca de verdor eterno, no sólo del Sol es amada, mas es trono suyo, alcázar suyo y Madre suya; y así, como los rayos le daban cerca y de lleno, secó la humedad de la tierra húmeda de nuestra naturaleza; mas el peso en la palma es causa de que sea más alta, más encumbrada y más fructífera. María, palma santísima, sustentó el peso 190 María es «palma victoriosa» (Abecedario, pp. 198 y ss.). La imagen de la palma aparece en la iconografía religiosa de la Virgen María aún niña acompañada de su madre, santa Ana.

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que la máquina de los cielos no pudieron sustentar, y con tal peso llegó a encumbrarse hasta pasar las esferas más estrelladas con título y renombre de la excelencia de madre de Dios. Es la palma jeroglífico de la victoria; y así, cuando María sale concebida, es propriamente palma con que la Iglesia canta, muestra y publica el triunfo de la victoria conseguida tan a costa de la emponzoñada serpiente; y, en señal de tanta gloria, canta que fue María, en el santísimo instante de la concepción, sin mancha, llena de gracia y madre de la vida. Por la orla de esta grabada palma escrebí su proprio nombre: PALMA LEVANTADA. ********* Una vara sin ñudo191 es la que en estotra corteza de su florido tronco os represento, liso y sin ñudo; y fue sin él por ser de la raíz de Jessé192.Vara con enjerto de otra naturaleza distinta, sola concedida a Dios, que habiendo de hacerse hombre para que el linaje humano tuviese reparador de la quiebra de Adán a Dios, desconocido, buscó una virgen según que a su deidad sacrosanta conviniese en quien encarnar, y habiendo de unir a sí este divino Señor nuestra naturaleza, la crió y formó tal cual; ya que no igual a Él, a lo menos tal que fuera de Dios otra no se pudo hallar tan pura, hermosa y sin mancha; pues cuando por la gracia celestial preservante a esta divina señora mereció en la semejanza de vara sin ñudo, con misterioso enjerto, que así en esta demonstración represento, dar a Dios el Verbo divino de la naturaleza humana aquella forma que en Dios eterno, por razón de su divinidad, no podía en Él caber, como no cupo, para que movido de misericordia y amor nuestro, Dios y hombre diese el remedio que al linaje humano convenía para su redención, librándole del feudo de la culpa que en Adán tuvieron todos, pagando por ella tan rigurosa pena, de la cual y de su mancha, esta singular, sagrada y soberana Virgen, quedó libre por divina disposición del inefable Señor, Dios inaccesible, que así dispuso criarla para tan alto misterio, en tan heroico efecto y colmo de misericordias, participando la bendita señora por Madre suya la excelencia de Madre y tal cual es ser del Altísimo, Dios y hombre, quedando en alteza de merecimientos con una casi seme-

191 María como «vara hermosa». Véase también la nota 89, donde se explica este atributo. 192 Jessé: según la Biblia es el padre del rey David.

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janza de Dios, en todo aquello que fuera de ser Dios, por tal dignidad mereció con justo título y renombre. El mote de esta vara dice: VARA SIN NUDO DEL DIVINO ENJERTO. ******** Con nueva y debida consideración, grabé en esta escogida corteza el retrato de la fecunda Virgen madre193, con el racimo abundante de la prometida tierra de la gloria, fruto generoso de sus sacratísimas entrañas; y para mejor seguir el comenzado asunto y seguido intento, confesando que la madre soberana, María, fue exenta de todo rigor de leyes que al humano linaje oprimen, quise tratar, de paso y con un discurso breve, de la suma alteza, heroico título y excelente dignidad de ser madre de aquel Rey Eterno, Dios, por quien las fábricas milagrosas de cielo y tierra tuvieron existencia en sus proprias cosas. Atrevimiento grande, arrogancia mucha, presunción de ingenio es querer sulcar194 las ondas tan profundas como inmensas del nombre ilustre de madre de Dios. Cosa mucho más difícil que conocer la senda que deja el águila real en el curso de su vuelo, el rastro que deja la culebra en la piedra o el camino que la ligera nave por los espumosos cristales del piélago profundo del mar; y finalmente, que es lo más difícil, querer rastrear el paradero y fin del desenfrenado curso del mancebo en su adolescencia; más con aquellas fuerzas, que en sí conoce gozar un encendido y amoroso celo cual el mío, de alabar, bendecir y engrandecer a la sin igual princesa de cielo y tierra, emperatriz María. Ya que de los retóricos la facundia falte, de los dialécticos los argumentos y los ingenios sutiles de los filósofos, habré necesariamente, implorado el divino auxilio, de trajinar la inmensidad de las excelencias de este océano profundo de merecimientos, gracias y dones sobrenaturales, que por heroico título y grandeza de ser madre de Dios dignamente goza y comprehende. Desde el principio de Dios, que es sin principio, ab eterno y antes de la creación de los siglos, mostró en tan admirable elección, teniendo en su inmenso saber e incomprehensible195entendimiento, el divino señor, Dios 193

María como «madre de Dios» (Abecedario, pp. 123 y ss.). San Ambrosio atribuye a María, a título de privilegio estrictamente personal, una plenitud de gracia cuyo fundamento está en la calidad de ser Madre de Dios. 194 sulcar: en desuso, surcar. 195 comprehender: en desuso, comprender.

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inescrutable, prevista la sin igual alma de la que a sus divinos ojos cautivó en dulces prendas los lances de su agudeza; pues siendo de Dios en ver más sutiles y agudos que a nuestro modo de decir tienen los linces, vio, previniendo al fin, cómo Dios en el entendimiento de su infinito saber, a María, Virgen pura, para madre suya, por su gracia libre de la culpa del primer hombre que en el ser de la naturaleza humana había de ser, de quien todos los mortales tendrían su origen y principio participando la naturaleza que en él, como en fundamento, recibieron; de la cual esta divina señora y madre de Dios sólo participó de ella aquella parte que, por razón de su descendencia, era fuerza tener, según el ser humano, de naturaleza en el cuerpo donde su bendita alma estuviese depositada para el efecto milagroso e inefable misterio de la divina encarnación del Verbo eterno, Hijo de Dios. A cuya causa esta divina Virgen alcanzó, por la misericordia del sólo poderoso y admirable Dios que la crió, el ser —aunque de la descendencia de Adán— libre del feudo, tributo y paga que sus hijos pagan desde el día de su infelice inobediencia, teniendo esta celestial María, señora nuestra, la gracia del brazo poderoso de tal Dios, amparo, escudo y libertad en tan necesario lance. Pues ser así, mediante su soberana disposición y madre de Dios, bien le dice tal prerrogativa, tal dignidad, tal gracia, tal preservación, tal bien, tal don, tal misericordia, tal excelencia, tal grandeza, tal abismo de virtudes y, últimamente, tal privilegio de ser madre, y madre de Dios. Estas y otras muchas razones se me ofrecen para inferir dellas la inmunidad que a la Virgen196concedemos, de ser en su concepción santísima, cuya basa197 y fundamento se funda en la alteza de la dignidad de ser madre de Dios en quien, fuera de otras prerrogativas y excelentes virtudes, hallo tres congruencias tan sólidas y macizas de las —si el tiempo me ayudara y el sujeto no desflaqueciera—, casi con evidencia dejara llana la doctrina de mi piadoso intento, mas tocando solamente el punto —que otros más acrisolados ingenios que el presente, con más facundia suya, den más profundos alcances— señalaré las congruencias fundadas en la dignidad, que he dicho, de madre de Dios. La primera tiene fundamento en haber dependido la concepción de Cristo, hecha por obra del Espíritu Santo, de la de María, madre suya; la segunda, en la oposición que dice la maternidad suprema de María con la de nuestra primera madre Eva, para amparo de los muchos daños que al mundo vinieron mediante la 196

A partir de aquí se repiten, con idéntica numeración, pero con contenido distinto, los folios 74 y 75, que reproducimos. 197 basa: «el asiento que guarnece, y en el que estriba y se afirma la columna, estatua u otra cosa» (Aut.).

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primera mujer. Fue la mejor, la más alta, más heroica y santa mujer, María predestinada, y ¿dónde? en el corazón de Dios que velaba. No como Eva que fue formada del lado del varón dormido; Eva198, amándose a sí propria y despreciando a Dios, quedó hecha una confusa Babilonia, habitación de culpa; María, despreciándose a sí misma y empleándose en amor de Dios, quedó hecha divina Jerusalén, alcázar, trono, morada de la plenitud de toda sciencia, gracia y sabiduría de Dios. La tercera en el fin para que obtuvo tan alta dignidad, que fue para restaurar —como a Dios le pareció convenir— en ella el estado de la inocencia que se perdió en Adán; ésta, pues, gozó María porque el pecado no se jactanciase de haber escurecido el estado de la inocencia tan loable, y el divino intento de Dios no se deslustrase y malograse, sino que resplandeciera en una verdadera descendiente de Adán, engendrada por obra de varón, deudora de la culpa, por naturaleza, aunque preservada del contagio de ella, por la gracia. Esto, pues, he dicho, pastores míos, sobre la dignidad de ser madre de Dios. Si aquí falté a la explicación de excelencia tan alta es por ser la ocasión ardua, el punto dificultoso, el ingenio limitado y las fuerzas pocas, más supla vuestra discreción que será tanta que no calumniará el discurso, tan lleno de un deseo celoso de la honra que dignamente debemos dar a María, por la dignidad tan heroica que hemos celebrado, de ser MADRE DE DIOS. ***** Ser madre de Dios dije ser dignidad sola, por merced de su Hijo, debida a la graciosa Virgen María y así se le debe solamente a ella ser, por gracia, libre de la culpa. En este retrato declaro más intensamente, con el discurso que sigo, la Suma Alteza de madre de Dios, pues si bien en calificación de su merecimiento se consideran las dignas de misterio, palabras santas, cuanto graves y apostólicas, que en concilio santo los apóstoles celebraron en Jerusalén, estando entonces viva la Virgen soberana, conforme rectifican las láminas que en el monte santo de Granada199 se hallaron y hablan de esta 198 Alude a la consideración de María como nueva Eva vencedora de todo pecado, como anuncia el dogma de la Inmaculada Concepción. 199 En 1492 se fundó la primera hermandad del mundo consagrada a la Inmaculada Concepción de María. Fue en Granada y se estableció en el convento de San Francisco del Real Sitio de la Alhambra, desde el que se trasladaría, hacia 1524, al monasterio de la Concepción del Albaicín. En 1595 se organizó la primera procesión del mundo con una imagen de la Inmaculada. Fue a raíz de los hallazgos del Sacro Monte que, desde un

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divina concepción, las cuales, así bien ponderadas, son y serán siempre merecedoras de su digna consideración, a cuya causa os las refiero: «Aquella Virgen, aquella María, aquella santa fue preservada del pecado original en el primer instante de su concepción, y libre de toda culpa, y quien así no lo sintiere, no alcanzará la salud eterna». Y según esto que así os he referido, quien mereció la dicha tan sobrenatural entre todas las mujeres, bien quedará probado el intento de este punto. Sabemos que Dios, nuestro Señor, no entra en alma que esté sujeta al pecado y sea esclava de la culpa, porque siendo como es tan puro, tan sin mancha y sin fealdad, no puede entrar en cosa que lo sea; cuando el ángel saludó a María le dijo que el Espíritu Santo sobrevernía200 en ella, que fue decirle que segunda vez le haría sombra la gracia del divino y amoroso Espíritu porque la primera obumbración201 fue al instante que fue concebida por ser el primer paso que en esta vida dio. —Esto del primer paso, dijo Marcilda, dejadlo202 para mí que en el arco lo pienso declarar con una nueva empresa. —Yo, por cierto, dijo Anfriso, suspendo ya el concepto por oírte y verlo mejor declarado en la empresas dignas de tu ingenio, mas mi pensamiento es decir que de los ya explicados atributos se puede corroborar la fuerza de esta verdad, pues todos ellos declaran nuestro intento. San Juan203 vido una mujer vestida del Sol, coronada de estrellas y calzada de la Luna, esta mujer fue imagen de María, que cuando fue concebida estrenó el vestido rozagante de pureza, siendo estimada por reina por la singular corona con que se coronó, postrando a sus pies la menguante Luna de poca estabilidad que Adán tuvo en el primer estado de donde provino la tiniebla, que escurece al alma en su primer instante. ¡Qué bien el milifluo

primer momento, incluyeron entre las reliquias y cenizas martiriales, discos de plomo en los que se explicaba una suerte de sincretismo entre la fe católica y musulmana. Declarados falsos, lo que sí dejaron en la ciudad fue un lema y una creencia colectiva, que la Virgen, desde el momento de su concepción en el vientre de su madre, santa Ana, fue preservada del pecado original. 200 Hasta aquí la información contenida en los folios duplicados. 201 Aparece en dos ocasiones en san Juan de la Cruz, La llama de amor viva (15781584); la primera vez dice: «obumbración quiere decir tanto como hacimiento de sombra»; en el segundo caso se refiere, como aquí, a la acción del Espíritu Santo sobre la Virgen. En la lengua portuguesa existe obumbrar, con este significado: nublar, cubrir de sombras, oscurecer. 202 Metátesis: dejaldo. 203 Imagen contenida en el Apocalipsis 12: 1-2 de san Juan.

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amante Bernardo204 —a quien ofrezco la prenda de mí mismo en mis acciones todas— tratando de María, en el día de su gloriosísimo triunfo y subida a los cielos! Sobre las evangélicas palabras de aquella fiesta, levantó su espíritu diciendo: «Preguntarme al más curioso y sutil de ingenio por qué en este evangelio no se hace mención de Lázaro»; y responde que porque se entienda que jamás la Virgen, castillo roquero en que Dios entró, tuvo pecado; y en otra ocasión dijo que el privilegio que dio Dios a María no se le ha dado a otra criatura y que es tan singular y heroico que para explicarle no hay palabras. Mas el regalado esposo llama a María lirio entre espinas, las cuales fueron el santo Joaquín y dichosa Ana por haber sido concebidos en pecado. María lirio que aunque nació y se concibió entre espinas fue graciosa, suave y delicada, y así el esposo andaba con cuidado preservando este lirio; y, así, cuando se concibió, inclináronse las sombras y salió el día. El día fue la soberana Virgen pues en ella hallaremos al Sol Dios iluminando con los rayos de su divina gracia tan hermoso día y requebrándole pues le dice: «¡Qué hermosa que eres! ¡Qué hermosa que eres!», palabras que en sí comprehenden y encierran un misterioso sentido; y no contento el esposo205 con estos requiebros, después de haberle dicho que sus ojos eran cuales de paloma, sin lo intrínseco que está escondido; sus madejas y cabellos, como los rebaños de cabras que subieron del monte Galaad; sus dientes, como rebaños trasquilados que subieron del baño en quien no hay esterilidad por tener los hijos doblados; sus labios, como una cinta de grana; sus palabras, dulces; sus mejillas, como un pedazo de granada; su cuello, como la torre de David, que está edificada con fosos y contrafosos y de quien penden las armas de los valerosos. No contento, pues, con esto, le dice, como si dijera, que pretendo alabar cada parte de tu cuerpo, amada y dulce esposa mía, si eres tan hermo204

Se refiere a san Bernardo de Claraval (1090-1153), santo francés de vocación mariana que compuso muchas oraciones a la Virgen. Fue el último Padre de la Iglesia. Él fue quien compuso aquellas últimas palabras de la Salve: «Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Virgen María». Lo llamaban el «doctor boca de miel», de ahí lo de «melifluo». 205 Tomado casi literalmente del capítulo 4 del Cantar de los Cantares, donde se ensalza la belleza deslumbrante de la amada. Dice así: «El Amado (1-7): ¡Qué hermosa eres, amada mía, qué hermosa eres! Tus ojos son palomas, detrás de tu velo. Tus cabellos, como un rebaño de cabras que baja por las laderas de Galaad. Tus dientes, como un rebaño de ovejas esquiladas que acaban de bañarse: todas ellas han tenido mellizos y no hay ninguna estéril. Como una cinta escarlata son tus labios y tu boca es hermosa. Como cortes de granada son tus mejillas, detrás de tu velo.Tu cuello es como la torre de David, construida con piedras talladas: de ella cuelgan mil escudos, toda clase de armaduras de guerreros. (...) Eres toda hermosa, amada mía, y no tienes ningún defecto».

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sa que no hallo en ti mancha alguna por ser la más limpia, linda y agraciada de cuantas han nacido. Con aprobación tan grande, quién dudara ya que no sea día y día tal que inclinase las sombras del pecado. —Vos,Virgen, dijo Anfriso, pues sois la hermosísima de las mujeres, suave y hermosa como Jerusalén y una sola en más perfección; levantad un nuevo espíritu y espíritu doblado, que diga, que confiese —en aquella parte que agora la Iglesia católica así concede tener esta verdad— que sois, como yo tengo y piadosamente creo, concebida en gracia, que negarlo será descaecer de este propósito y debida reverencia. Ya los pastores y zagales de estos alegres prados, valles y riberas, al son de sus instrumentos, con dulces consonancias y agregación de voces, tienen en su corazón y pecho grabado con letras perdurables difíciles de borrarse dellos y para sin fin este singular misterio lleno de tantas prerrogativas, celebrando el gracioso instante en que fuistes EN GRACIA CONCEBIDA. ********* De estas y otras muchas razones, sacra Emperatriz, he pretendido sacar por conclusión evidente que siendo retrato de Dios, traslado de su amor, mujer bendita, doncella celestial, alcázar del Sol, centella de su luz, Luna plateada, consagrado cedro, alegre Aurora, derramado ámbar, espejo sin mancha, espada que degüella, torre lucida, estrella del mar, florido jardín, formado ejército, escala de Jacob, güerto cerrado, la flor de mujeres, mirra escogida, oliva frondosa, levantada palma; del divino enjerto, sin ñudo vara; madre de Dios y en gracia concebida DE CULPA ORIGINAL SOIS PRESERVADA. ********** Quisiera, caros pastores, haber con estas empresas hecho alarde del grande celo que, al misterio sacrosanto de que he tratado siempre con quilate de amor y reverencia, he tenido. Quisiera haber, con este trabajo mío, mostrado en parte los merecimientos y privilegios de que nuestra gran Señora, desde el dichoso instante de su concepción purísima, por altos títulos tuvo, mereció y gozó. Quisiera dejar impresa en vuestras voluntades la devoción mucha que a esta Virgen singular por muchas causas se ha de tener; y más cuando festividad tan grande celebramos. Porque no fuera bien recibido,

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como en La Aurora de Cristo206 leí, si viéndoos en algún aflicto o necesidad urgente invocando a María le dijerais: «agora, agora Señora hay necesidad de vuestro socorro, ayudadme, Emperatriz soberana, favorecedme, Virgen Madre, sacadme en paz de este riguroso trance en que me veo. Yo soy, Señora, aquel que en un tiempo defendí que fuistes esclava de la culpa que por la mujer primera entró en el linaje humano, atalando207 y destruyendo el dichoso estado de la inocencia». Antes, defendiendo su pura concepción, la obligaréis a que os sea delante de la majestad de su Hijo, juez benigno en el día de la aflicción, verdadera abogada que intercediendo por nosotros llegaréis a tener el gozo cumplido en la bienaventuranza, y quisiera que el caudal poco de mi ingenio fuese tal que hubiera satisfecho a la fineza de mi deseo. Mas es la materia tan alta, sus misterios tan profundos, la ocasión difícil de vencer que acorta, abate y humilla al más sutil y delicado pensamiento. —Es Anfriso, dijo Marcilda, el humillarte, levantar más de punto el celo santo tuyo. Bien has mostrado el tiempo consumido en el florido prado de las letras. —Si ya el Sol, caudillo de las estrellas y nuestro capitán, dijo Palmerio, no tocase a recoger, de paso te preguntara el haberte venido a estos prados, dejando la populosa ciudad, asombro del mundo, tesoro de riquezas, cifra de hermosura, dechado de ingenios y milagro de milagros208. Respondiole Anfriso y dijo: —Sólo fue a dar larga y alivio al trabajado pensamiento de una oposición que en la real y florentísima Academia mexicana, con grande aprobación de hombres sabios y doctos, hice; adonde mostré el trabajo mucho y continuas vigilias mías en la demostración de mis estudios. —Atrevimiento grande, dijo Florinarda, es el de los españoles en hacer, en el breve espacio de veinte y cuatro horas, alarde de su caudal preciosísimo, poniéndose en manos de la avara o liberal suerte. —Dejemos por agora, dijo Anfriso, esta plática porque al dichoso intento de lo tratado en el discurso de este día corresponda y llegue al fin de esta insigne y comenzada obra, por lo que en sí merece y no por méritos proprios míos, aunque mi deseo sea el que ya habéis visto e feriado para dar así glorioso 206

Poema épico (1616) de Luis de Belmonte Bermúdez (Sevilla 1587?-Madrid 1650?). 207 atalando: «en desuso, talando» (DRAE). 208 Alusión a la capital mexicana descrita brevemente en similares tonos a los que Bernardo de Balbuena había señalado en su Grandeza mexicana (1604).

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triunfo, mostrando que si el amor en mi alma mostró aqueste efecto por el ardiente que a la Virgen divina, madre de Dios y señora nuestra, tengo, con justa remuneración dueño de ella y de lo que en mí puede haber de caudal, esto mismo ofrezco, esto le dedico, que tanto cuanto el blanco tiene de grandeza, tanto su valor acrisola, dándole de su estima a la poca que respecto de mi posible en mis flacas fuerzas considero, mas el don crece por la ofrenda y más a quien se ofrece, no quedando en mis alientos ocioso el pretender, de nuevo, otro cualquier trabajo, que en todo tiempo sea por mí, de la voluntad que así yo debo y de su culto divino respecto de su justa veneración. Luego, sin más dilatar las horas del ligero tiempo, por haber recogido el Sol de todo punto sus claros rayos, recogieron sus rebaños y el discreto Anfriso los títulos, motes y declaraciones de lo grabado en las frescas y verdes cortezas de la arboleda; y templando su instrumento tocó y cantó así: Anfriso De dios retrato, de su amor traslado, mujer bendita, celestial doncella, del Sol alcázar, de su luz centella, plateada Luna, cedro consagrado. Aurora alegre, ámbar derramado sin mancha espejo, espada que degüella, lucida torre, de la mar estrella, jardín florido, ejército formado. Escala de Jacob, cerrado güerto, de mujeres la flor, mirra escogida, frondosa oliva, palma levantada. Vara sin ñudo del divino enjerto, madre de Dios, en gracia concebida, de culpa original sois preservada209..

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Se recogen en los versos del soneto las 26 empresas que acaba de explicar.

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LIBRO SEGUNDO DE LOS SIRGUEROS DE LA VIRGEN, sin original pecado

Cuatro veces amaneció con rostro alegre la rosada aurora, enriqueciendo los vistosos prados de netas perlas y menudo aljófar, y otras tantas aquel, que en luz excede a los demás planetas, mostró su claro rostro en el espejo de las cristalinas fuentes, en cuyos arroyuelos de flores matizados cantaban, a dos coros, alegres consonancias los sonorosos sirgueros, dando la bienvenida de la luz, de tantos deseada. Primero que nuestros ya conocidos pastores se juntasen, a pasar, como solían, las calurosas siestas, en tan castas y discretas pláticas, cuando del quinto día despuntaban los dorados hilos de sus ardientes rayos por las más altas cumbres de nevada plata coronadas, rayándolas de rojos y diversos visos, y enjugando la humedad de la triste y macilenta noche, en lo alto de una cercana sierra, que parecía de olorosas flores un bien compuesto ramillete, oyó Anfriso, que con el sutil aliento de la mañana entretenido, en frescura deleitosa, estaba con dulces coloquios él en su pensamiento, a las floridas faldas de esa vistosa y apacible sierra, una suave lira que después de haber hecho salva a la armonía de las garridas aves, siguió su natural voz al instrumento del que le tocaba, con los siguientes versos: El retrato de pureza, del mismo Dios el traslado, Virgen sois, siendo dechado de la perfecta belleza. Dios como inmenso pintor, de sí tomó el ejemplar, que quiso que singular fuese el retrato y labor;

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y así más linda os sacó que la más casta criatura: pues viendo vuestra hermosura para madre os escogió; y tan pagado de veros su amor os rindió despojos, que os hizo niña en sus ojos para mejor defenderos. No permitió que ni un grano de terreña en vos entrase, que antes que el polvo llegase, os defendió con su mano. Siendo Virgen escogida para ser claustro sagrado, no hay duda que sin pecado, sois en gracia concebida. Que quien mereció del Padre tal abono, mereció la excelencia que alcanzó de ser de Dios,Virgen madre. Dios con su inmenso poder por madre no os escogiera, si primero en vos no viera ser la bendita mujer. Así a vuestro ser ofrece la gracia que dél proviene, que la vuestra en él la tiene, y en él se goza y merece. Merecéis y tenéis tanto por ser, y siendo de Dios, esposa y madre, que vos casi seréis otro tanto; y ésta es la razón más fuerte probando vuestra limpieza,

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que gozando tal alteza tuvistes tan alta suerte. Hallo pues por conclusión que siendo de Dios la esposa, hija y madre, sois hermosa sin mancha en la concepción.

Alegre Anfriso de haber oído la suavidad de los bien cantados versos, se determinó a buscar el dueño de la voz que tanto resonó en sus oídos, y por ser el asunto y objeto de ellos el mismo a cuyas fiestas producía, con mayor logro, el prado, flores; las fuentecillas, perlas; el alba, aljófar; el Sol, doradas trenzas de su rubia madeja; el cielo, amigable aspecto; los elementos, cada cual de su parte con alegres efectos, alegría; y los pastores todos, celosa y santa devoción. Subió no con trabajo, por ser la subida fácil a semejantes intentos, y halló al pie de un piramidal ciprés un zagal, gallardo mancebo, pimpollo de la juventud lozana, adornado de gracia, compostura, gravedad, donaire y de buen talle, con un pellico de terciopelo carmesí, cuyos aforros eran de armiños blancos, tintos en copos de nieve helada, con un cayado de negro y trasparente ébano, con ñudos de marfil bruñido y en sus manos una curiosa zampoña, en que no se conoció, ni hubo jamás otro igual a su mucha destreza. Llegó Anfriso donde el zagal entretenido con su instrumento estaba, y saludándole le dijo: —Ha sido, zagal gallardo, tan amorosa la voz y tan regalada, que a la armonía de la suave zampoña vuestra acompañó, que a mí, que a las faldas salpicas de rosas estaba de esta sierra, entretenido con unos toscos pensamientos míos, y el tiempo entretenía esperando de unos amigos pastores su agradable presencia, me obligó a subir y buscar si ángel era o acento humano quien tan dulces rimas esparcía por las copadas selvas, floridos riscos, y pobres peñas; y hallando que sois vos el dueño dél, por las señales que bien lo demuestran, os doy por dos causas el merecido parabién: la primera, por emplearos en misterio tan alto, digno de la armonía y consonancia de angélicos instrumentos, y digno que los nuestros, con calificadas canciones de floridas vegas, se celebre cuanto a nuestras fuerzas fuere posible, ya que igualen al colmo de su merecimiento; y la segunda, por la regalada voz con que tales versos cantastes con destreza. —He oído vuestras secretas razones, dijo el zagal gallardo, y estoy corrido de que vos, pastor afable y señor mío, la rustiquez de mi canción y disonancia de mi pobre espíritu y humilde aliento tanto hayáis celebrado, no

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habiendo en mí ni en él cosa digna de actual memoria; y si memoria alguna merecen, será por defender la concepción sin mancha de María, Virgen y madre de Cristo señor nuestro, diciendo ser libre del contagio original. —Yo, dijo Anfriso, quedo tan vuestro aficionado, que os habéis de servir de mí, ocupándome en todo aquello que hallaréis ser yo capaz y apto de cumplir vuestro deseo, con la fiel ejecución de vuestro gusto. —¿Cómo, dijo Menandro, nombre proprio del gallardo zagal, podré yo a merced tanta mostrarme con obras agradecido si ellas faltan, que son donde las finezas del amor y voluntad se hallan? —Sólo, dijo Anfriso, con la confirmación de dos recíprocas voluntades, que por el particular logro de su afición se unan entre sí, de tal suerte que sólo entre las dos viva, si decirse puede, un cuerpo. De donde procede que llamen a dos amigos del alma210 los que ven su mucha amistad y unión que respecto della se hacen una, cuerpo y alma; y ésta es la amistad que más propriamente puede tener tal nombre; que la que milita al contrario no lo es. —El nombre de que gozáis es el que deseo saber para en ausencia teneros presente en mi memoria, que el mío es Menandro, y de hoy más a las aras de nuestra amistad le ofrezco con su dueño, y dedico, para que por él conozcáis a quien más que a sí os desea amar y servir. —Estoy agradecido, dijo Anfriso, de voluntad tan grande como es la que me habéis mostrado en vuestras razones, que si con declarar mi proprio nombre os sirviera en algo, aunque tuviese imposibles de dificultades los venciera todos por deciros que a quien habéis de mandar y quien más a serviros se os dedica es Anfriso; y no es llamarme Anfriso, respecto de otro celebrado por el padre de las musas, sin segundo Apolo, y de nuestros tiempos famoso poeta Belardo, en su pastoril Arcadia211; mas por ser nombre correspondiente y que frisa al que recibí cuando la Iglesia nuestra madre me conoció por hijo, reengendrándome con las aguas de la vida y Espíritu Santo. —Anfriso, dijo Menandro, nuestra amistad será tanta, que otro que la muerte no podrá dividir, ni desatar el lazo que agora con estos abrazos hará el amor, que de una y de otra parte hay. Abrazáronse los dos nuevos amigos con grandes cortesías, y dijo Anfriso, después de sus muchos cumplimientos:

210 Resuenan ecos del concepto de amistad según la filosofía de Aristóteles (Ética a Nicómaco, Libros VIII y IX). 211 Se refiere a la Arcadia (1598) de Lope de Vega.

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—Libre os veo, Menandro, de apacentar por estos prados algún rebaño de tiernas ovejuelas; y así después de pediros me digáis quien sois, y dónde con tan festivo pellico y aderezo se guía vuestro viaje, de mí oiréis lo mismo que sé, que os daré gusto, por ser natural el desear saber cosas semejantes a los que en estos y otros tales parajes se encuentran y saludan. En esto estaban Anfriso y Menandro, cuando la diversidad de instrumentos de liras, rabeles, flautas, zampoñas, añafiles212, sonajas213 y tamboriles, que resonaban por todo el valle, alegrándolo con el confuso y agradable acento, despertó en ellos un espíritu poético de que arrebatados, olvidando su comenzada plática, al son de su lira y zampoña bien templadas, bajando la sierra al espacioso prado, satirizaron con dos agudos epigramas, dignos de ingenios tales, a la culpa por no haber podido con su veneno, tósigo y ponzoña llegar a manchar la pureza de María en su concepción santísima. Menandro, a ruegos de Anfriso y por complacerle, cantó primero así: Menandro Huye maligno a tu centro, que hablando para los dos no te irá bien si con Dios quieres tener otro encuentro. No esperes con tu braveza a María, que el veneno que has escondido en tu seno no dañará su pureza.

—Con gracia mucha, dijo Anfriso, satirizastes a la culpa, y por participar de la que a tus versos tienes oye, a la misma culpa, mi satírico epigrama: Anfriso Tu faz nos dice quien eres, no prometes cosa buena, que en su concepción te enfrena la bendita entre mujeres. Dios te puso en tal estado, astuta infernal serpiente, 212

añafil: «género de trompeta, igual y derecha, sin vueltas de que usaban los moros, era de metal, como las demás, y las reales de plata» (Cov.). 213 sonajas: «un cerco de madera que a trechos tiene unas rodajas de metal que se hieren unas con otras y hacen un gran ruido (Cov.)».

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pues quiso quiebre tu frente, hoy, su madre sin pecado.

Con el fin de este epigrama llegaron los dos Orfeos214, Anfriso y Menandro, al matizado prado, que parecía que en la luz presente amaneció más ufano con ropas de hermosa primavera, por hacer alarde y muestra del mucho gozo con que en las nuevas fiestas se regocijaban sus pastores. Los días que dije que se pasaron sin que nuestros pastores se juntasen como solían, gastaron en todo aquello que a las fiestas era necesario, cada cual según lo prometido. Marcilda había convocado los más famosos en el arte del pintar, y entre ellos un sin segundo Zeuzis, cuyos famosos pinceles hablaban por su mudo autor, con la eminencia y crédito de su perfección y estima, los cuales con destreza y arte puso en las tablas y lienzos del arco suntuoso, que a la puerta del templo de la sacratísima María —en que el honor debido al culto de esta Virgen celebraban— levantó con adorno singular y majestad heroica, la noble y devota Marcilda. El cuidadoso Palmerio, dejando los proprios y patrios umbrales, convocó de las cercanas aldeas y riberas los aficionados pastores y zagalas bellas, para que con el grandioso número de los allegados al célebre concurso de acto tan devoto, más el ánimo de cada cual se recrease, y el amor en ardientes y celosas llamas de sí mismo con las muestras tan divinas abrasado se endiosara. Florinarda previno de sus estancias un buen número de feroces novillos y los más embravecidos que en toda la comarca por su antigua y furiosa casta por tales eran celebrados, para que los vaqueros, en lances venturosos y suertes dichosísimas en aquella lid, diestros los rindiesen en sus juegos. Recogido como pudo, Anfriso escribió un acto del triunfo de María y gozo mexicano, que el día de tanto gusto y regocijo los zagales tiernos, en presencia de todos, recitaron con ingeniosa arte y gracia mucha, participando de aquella de que su autor les comunicó en la obra. Este día que Anfriso halló a Menandro en la cumbre de la vecina sierra, era cuando al siguiente esperaban todos por ser la víspera del dichoso en que las fiestas deseadas se habían de celebrar; a cuya fama, de lo más remoto de estas lagunas, prados, valles, montañas y riberas, a donde resonó su trompa, vinieron sus pastores; no contentos de venir solos trujeron sus infantes zagalejos, que articulando apenas sus razones, publicasen las muchas alabanzas de María con dulces consonancias y motetes215, al son de sus concordes 214

Alusión al canto de Orfeo, ver preliminares. motete: «compostura de voces cuya letra es alguna sentencia de lugares de la Escritura. Cántase en las iglesias catedrales los días domingo y festivos, teniendo 215

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instrumentos, de acordadas liras y rústicas zampoñas; y ellos olvidados por entonces de sus pasiones amorosas y celosos pensamientos, que a los más firmes y constantes amadores del peso de su ser y discreción derriban y enajenan, sólo se ocupaban en fomentar y levantar de punto el nuevo regocijo que tanto se dilató por sus generosos pechos, que si hablaban, las pláticas eran de María, y en vez de producir palabras esparcían flores, derramando perlas de sus labios. Las graciosas pastoras sólo se entretenían en el cuidado del logro de las ordenadas fiestas, que dirigían a la que por soberanos merecimientos alcanzó ser libre de toda mancha de pecado. Iba con Menandro Anfriso a la alquería de Marcilda, que más por suya recibió esta fiesta, tan piadosa como justa y tan justa como loable. No lejos del fin de la jornada hallaron en el fresco estrado, que una fuentecilla, a quien llaman los cristales de Narciso, había con sus perlas humedecido, y la madre tierra, rica de flores, había matizado, cuatro hermosísimas zagalas, que si como fingen las historias fabulosas de las doncellas que a la casta Diana216 acompañaban fuese verdadero cuento, no era esta diosa digna de que trasuntos tales de hermosura y pasmo de beldad le hiciesen compañía, antes ella se llamara una y muchas veces dichosa en asistir a su presencia para cumplir la voluntad de cada una, ya en las umbrosas selvas, ya en la entretenida caza, ya en sus olorosos jardines y vergeles, y ya como más familiares en sus baños, cuyas aguas por ser para tales milagros de belleza, podían servir para cristales limpios y sin mancha, en que el Sol mirase su siempre regocijado rostro. —¿Qué te parece, dijo Menandro a Anfriso, de estas cuatro maravillas, que yo bien siento en mí que son ángeles en figura humana que vienen a celebrar con nosotros estas gloriosas fiestas?; lleguémonos más cerca y sepamos de ellas, donde van, si llevan el viaje que llevamos y, si le siguen, con licencia tuya pretendo y gusto acompañarlas. —Llevar tan costosos pellicos, dijo Anfriso, y tanto adorno de patenas217,

consideración a que la letra sea del rezado de aquel día; y porque se ha de medir desde el alzar hasta la hostia postrera, se dijo motete, sentencia breve y compendiosa» (Cov.). 216 Diana: en la mitología romana, Diana era la diosa virgen de la caza y protectora de la naturaleza. El propio Júpiter la armó con arco y flechas y la hizo reina de los bosques; le dio como comitiva un numeroso grupo de hermosas ninfas que debían hacer votos de castidad, y con quienes se dedicaba a la caza, su ocupación favorita. 217 patena: «una lámina ancha que antiguamente traían a los pechos con alguna insignia de devoción, que al día de hoy tan solamente se veían entre las labradoras» (Cov.).

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cercillos218, ajorcas219 y nuevos manteos220, no denota menos de que van a gozar de aquestas fiestas; llega, pues, que en trato lícito y de cortesía está puesto ofrecerles el acompañarlas. Llegó Menandro cortésmente y comedido mucho, descubriéndose; se levantaron ellas correspondiendo a las saludes y ofrecimientos de Menandro y Anfriso, que también las saludó y se les ofreció no con menos razones que Menandro. Suspensas ellas y suspensos ellos, unas a otras y el uno al otro se miraban. Menandro, algo tierno como zagal gallardo, dijo después de la suspensa consideración de las pastoras: —Puede tanto, bellas, y hermosas pastoras, la fuerza de vuestra hermosura y gracia que sin resistencia rinde los más valientes ánimos y tibias voluntades de unos y otros pechos, como el día de hoy por dichosa suerte siento, en amorosos grillos vuestros, encarcelada y sujeta mi voluntad, que de hoy más será para serviros en todo aquello que según mis fuerzas pudiere, siendo de vuestro gusto. No dieron muestra ni señal alguna las recogidas zagalas, salteadas en ocasión dichosa de los dos nuevos amigos, Anfriso y Menandro, que el ofrecimiento aceptaban; antes más suspensas consigo mismas, cada cual confería el trance en que se hallaban, y con silencio, casi, respondían, desdeñando a Menandro, cuando él más rendido se juzgaba; y así él, con mayor discreción, les dijo: —Tan venturoso me considero de gozar vuestra presencia, que tanto me deleita, como desgraciado en haber sido causa de suspender vuestro entretenimiento. No quisiera que yo hubiese sido quien vuestro mucho placer y gusto suspendió. —Natural condición, dijo Anfriso, es de castas y recogidas doncellas retirar la vista del objeto que mover suele a complacerse en él a la propria voluntad, cuando en presencia suya hallan varones a quien extrañan, ya por su natural condición e ya por la comunicación poca que con ellos han tenido. —Estas serán, dijo Menandro, las causas que nos suspenden de nuestra dicha, que con mano liberal y franca nos ofreció la suerte. —Sí, dijo Anfriso.

218 cercillos: «anillos de las orejas con sus pinjantes de que las mujeres han usado de tantos siglos atrás» (Cov.). 219 ajorca: «los que por otro nombre llamamos manillas, que son los cercos de oro o plata que se traen en las muñecas y junturas del brazo y la mano» (Cov.). 220 manteo: «ropa de bayeta o paño que llevaban las mujeres, de la cintura abajo, ajustada y solapada por delante» (DRAE).

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—Pues, dijo Menandro, el conocimiento de cualquier cosa hasta llegar a su principio ¿no es difícil? —Mucho, dijo Anfriso. —¿Cómo, dijo Menandro, se llegará a este principio? —Con la voluntad, dijo Anfriso, de una y de otra parte. —Y a estas voluntades, ¿quién las dispondrá?, dijo Menandro. —Difícil mucho, dijo Anfriso, es responder a esta pregunta por no saber con propriedad satisfacerte, mas entiendo que alguna causa intrínseca que para tal efecto dispone las voluntades. —Y esta causa, dijo Menandro, ya que mueve una voluntad, ¿mueve a la que se le inclina? —No siempre, dijo Anfriso, que las más veces sucede amar una voluntad y aborrecer la amada. —Efectos tales son, dijo Menandro, del rapaz arquero221, según las fabulosas historias. —Sí, dijo Anfriso. —¿Hay alguno, dijo Menandro, con que lo pruebes? —Sí, dijo Anfriso, y yo te la contaría porque descansases de tu contienda si la ocasión lo sufriese, mas primero advierte que el igualarse las voluntades no es otra cosa que una simpatía que en sí suelen tener, mediante la amistad que tienen los planetas o los efectos del amor222. —Tiempo es ya, gallardos pastores, dijo Arminda, una de las cuatro zagalas, de romper nuestro silencio y satisfacer en parte a nuestras muchas obligaciones; mas primero quisiera decir mi parecer en la causa que traéis entre manos, que es lo mismo que vos —señalando a Anfriso— habéis por verdad afirmado; mas sabed que mi voluntad tan solamente se inclina a mostrarse a vuestro honroso trato agradecida, como lo están también mis compañeras. Mas si como entiendo yo vais a gozar de las publicadas fiestas a la concepción santísima de María, a donde nosotras vamos, por el camino si gustáis os contaré, al son de mi instrumento, la historia fabulosa que poco ha tocastes, del burlado Apolo por la astuta Dafnis; y supliendo mis defectos —los que entiendo puede tener por ser muchos— con vuestra grande discreción, satisfaré a vuestro apetito. 221

Cupido. Según la tradición tomista el amor es inclinación y búsqueda de lo bueno y hermoso, idea que estaba ya en Platón (Banquete); así, el amor es movimiento, impulso, natural inclinación. La tradición sobre el tema pasa también por Aristóteles (Ética a Nicómaco) y León Hebreo (Diálogos de amor), quien lo asocia a las esferas celestes. 222

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—Yo, dijo Menandro, quedo, bellísima pastora, tan obligado que no sé cómo pueda corresponder a merced tan singular que así recibo, quiera el cielo confrontar de suerte nuestros planetas, que sean las voluntades una. —Quiera el cielo, dijo Arminda, que la venida a este prado sea cual mi buena suerte. —Si vos, dijo Menandro, os halláis pagada, ¿qué dejáis para mí, si no contenta con robarme los pensamientos me lleváis el alma? —Recordad Menandro, dijo Anfriso, que ya el día iguala sus balanzas, y prosigamos nuestro camino; que mientras vos con Arminda hablabais, de Elisa supe cómo todas cuatro son primas de Marcilda, y son a las fiestas convidadas; allá, más despacio, seguiréis el amoroso pleito comenzado. —¡Oh, nuevas venturosas!, dijo alegre Menandro, ¡oh, dichoso yo y dichoso Anfriso, que tal gozo me ha causado! Vamos, pastor amigo, prosigamos nuestra favorable dicha; y vosotras, bellas pastoras, admitid nuestra compañía pues todos vamos con un mismo intento a gozar en estos alegres prados tantos regocijos, en día que en vez de flores brotan tanta gallardía como tengo presente. —Cuando en estos valles, prados y riberas sólo se oye el nombre santísimo de María, no será acertado, discreta Arminda, dijo Anfriso, que rompamos los aires con fabulosos versos de transformadas Dafnes, de enamorados Apolos, ni de siempre verdes laureles, teniendo materia tan copiosa en que levantar el pensamiento, demás que vuestra mucha curiosidad no vendrá sola, sino abundante de levantados conceptos con que levantar de punto el más agudo que las pastoras de estas comarcas tengan apercibidos.Yo quiero, en lugar de tu fábula, en justa recompensa, referiros una alegre y levantada canción en que el instante se celebre de la que fue en gracia y amistad de Dios por voluntad divina sin mancha de Adán concebida, pues no será la ofrenda tan humilde que no realce el quilate del valor al peso igual de su estima; así que al cantarla en vuestra presencia no es más de ensayarla, prosiguiendo con tan dulce caminar la senda de nuestro intento al rico albergue de Marcilda, pues en el espacio que nos falta para darle fin tendremos, en su deleitoso canto, suave entretenimiento. Holgáronse Arminda y las demás pastoras por oír la regalada y sonorosa voz del diestro Anfriso, y mucho más por el sublime y heroico pensamiento que en concepto regalado, agudo y difícil, la referida canción mostraba, cuando al templado en sutiles cuerdas instrumentos suspensos, todos colgados de los labios de Anfriso, en profundo silencio recogidos, así Anfriso la cantaba:

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Anfriso El que en el don del sacerdote Aarón223 dichoso hizo, y en la fe a Abraham, cual por Raquel224 Jacob fue con Labán225, y en el esfuerzo igual, fuerte, un Sansón. El que, deshecho, al ídolo Dagón226 puso a sus pies, y de su culpa a Adán libró muriendo, como vio san Juan, y en vellocino el fuerte Gedeón227. Tuvo victoria en él Aminadab228, y en él, la de paciente, el santo Job, y en sus visiones, gloria, Ezequiel229. En él su vida convirtió Rahab230, y en gracia concebida, de Jacob fue aquella estrella, ave de Gabriel.

—Habéis tocado, dijo Menandro, en tan sublimes versos diferentes historias divinas, que si el tiempo no fuera corto había de celebrar este soneto; demás de que por sí sólo está probado y bien conozco la dificultad que tiene el género de estas composiciones, y sé que en un certamen que los artífices plateros dedicaron a esta Señora, le pidieron, encarcelándole con estos forzosos consonantes, por composición difícil231. —Es lo tanto, dijo Anfriso, que las tales composiciones suelen tener tantos conceptos como versos, y de los mejores por la mayor parte son disyuntivos, y unos versos de otros en el pensamiento muy distintos; seguir un 223

Aarón: primer sumo sacerdote de Israel, hermano mayor de Moisés. Raquel: esposa de Jacob, hija de Labán. 225 Labán: padre de Raquel y tío de Jacob, quien, según el Génesis, lo engañó dándole primero, como esposa, a su hija Lía en lugar de a Raquel, lo que le obligó a trabajar otros siete años para su tío Labán. 226 Dagón: dios filisteo del mar. 227 Gedeón: juez mayor y guerrero de la antigua Israel. 228 Aminadab: padre de Elizabet, la mujer de Aarón. 229 Ezequiel: sacerdote y profeta hebreo, exiliado a Babilonia, que ejerció su ministerio entre el 595 y el 570 a.C. 230 Rahab: ramera que colaboró con Josué para la caída de Jericó. 231 Se está refiriendo a la rima consonante del soneto. 224

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concepto es la gracia, y más cuando están en su libertad los consonantes y se buscan los que más realzan la obra. —Más pertenece esta cuestión, dijo Arminda, para Academia que para pastores y en el prado; suspéndase pues por agora, que estamos ya a vista de la alquería de Marcilda; que el sonoro boato que oímos es el que nos da alegres nuevas de la mucha alegría que tienen nuestros prados. Por otra senda algo apartada se descubrieron otros regocijados pastores, que todos con un mismo deseo se juntaban a la celebridad de aquestas fiestas. Esto para Anfriso era de mucho interés, por haber sido la causa e instrumento de que estos pastores se regocijasen con tales fiestas; y no pudiendo sosegar el gozo que en su alma se regocijaba, pidió silencio, y a Elisa con su instrumento le acompañase hasta llegar al fin de su camino; y concordando los dos acordes instrumentos, la voz de Anfriso rompió el silencio así: Anfriso Las obras de Dios inmensas, que por él fueron criadas, se vieron con perfección en tierra, fuego, aire y agua. Todas bendigan a Dios y la angélica substancia, en himnos perpetuos cante con gloria sus alabanzas. Las aguas del cielo digan, al son de sus consonancias, motetes, y las virtudes aleluyas consagradas. El Sol, la Luna y estrellas, el luminoso, ellas claras a Dios bendigan, pues fueron para aqueste fin formadas. El invierno y su rocío cuando cae por las mañanas a Dios bendigan, pues fue autor de grandezas tantas. El fuego con el estío a Dios, pues él fue su causa, celebren y sus efectos de amor abracen las almas.

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El frío, lluvia y la nieve, como derretida plata, a Dios bendigan, pues es autor de cosas tan altas. Los claros días, las noches, en tinieblas sepultadas, no tengan silencio en dar a Dios infinitas gracias. Rayos, nubes, luz, tinieblas, tierra y mar con sus mudanzas le confiesen, y los montes, riscos y peñas tajadas. Fuentes claras, dulces ríos, peces de varias escamas, aves de plumas diversas, bestias que en la tierra pastan, hijos de los hombres todos, pastores, reyes, monarcas, a vuestro Rey bendecid, y hoy a su Madre sin mancha, que con el fiat232 que dijo para criaros, estaba escogida aquesta Virgen, que es de Dios limpia morada. Hoy bendecid a María, que es de Dios la madre santa, que si sale hoy concebida, de ab initio es preservada.

Con éste, agradable fin le dio Anfriso a su canto, celebrado de Menandro, Elisa, Arminda, Aura y Gerarda, y por estar ya en los umbrales de Marcilda suspendieron la entretenida plática. Marcilda, que la venida de Anfriso cuidadosa por horas deseaba, le salió a recibir con el gozo de tenerle en su presencia, derramando de la concha de sus labios floridas rosas y delicadas perlas. —Seas, Anfriso, le dijo Marcilda, tan bien llegado como fuiste, por verte, deseado; cuidadosa yo de tu venida y afligida por tu ausencia, esperaba el dichoso día en que con fin de mi esperanza viese tu deseada presencia, para con ella levantar de punto nuestro buen celo en alabar, engrandecer y bendecir la concepción, que celebramos, de María nuestra Señora. 232

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Voz latina: hágase.

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—Yo, Marcilda, dijo Anfriso, no menos deseoso las mías entretenía por ver ya el acto, que a Dios será acepto, de mañana, en que se gozase tu grandeza mucha, que por singular publica todo aqueste valle. Llega tu, dijo a Menandro, que Marcilda es ésta, aquella que tan aficionada se muestra a María; la mujer que con más contento, con más gusto y más voluntad da muestras del entrañable amor que a este santísimo misterio ha mostrado. —Yo, dijo Menandro, que a las voces de la loable fama, que de estas fiestas por las riberas caudalosas del otro segundo y cristalino Betis233 tan placentera daba e yo gozoso oía, dejando a mis pastores su proprio oficio y natural ejercicio del pasto de sus encomendados rebaños, y a mis vaqueros el feroz ganado, sólo yo, con mi pensamiento entretenido, dejé, por gozar de esta grandeza, mis heredades, quintas, albergues y pajizas chozas; y no contenta mi suerte y buena dicha que a tales fiestas viniese solo, como dije, de mi pensamiento acompañado, me ofreció la honrosa compañía de Anfriso, tan cortada a mi corazón, que por ello una y muchas veces me juzgo por dichoso, y cuando la ventura se muestra favorable, no hace punto en el favor primero, antes sigue con prósperos vientos la bonanza, cual engolfada nave en las entrañas del mar bonancible y quieto: tal fue pues mi segunda dicha, gozando de la conversación y compañía de Arminda, vuestra prima, y demás zagalas, milagros de hermosura, a más pasó mi dichosa suerte, pues me trujo al puerto de mi deseo, a donde he llegado, y por ser vos quien en hacer estas fiestas más se muestra a María aficionada, aunque Anfriso goza muy gran parte en ellas, os doy el parabién por tal grandeza. —Pastor tan discreto como gallardo, dijo Marcilda, si con felices y prósperos vientos navegastes, y con favores tantos de fortuna tocastes el dichoso puerto, como vos llamáis a vuestro deseo, él será sólo el bien afortunado en llegar, cual principal miembro al cuerpo que componen los ya congregados pastores, de tanto bien gananciosos, para sublimar y engrandecer tales fiestas; si los proprios prados dejáis por los extraños, por tal fin, por ello merecéis alabanza eterna.Yo vuestra venida agradezco, como es razón, y tanto cuanto a mí misma por ella me doy alegres nuevas de tal ventura. En esta alquería, de majestad y pompa pobre, de ánimo y voluntad rica, con sencillo pecho hallaréis por vuestro seguro güésped, mejor que los otros del poeta, al deseo de regalar vuestra persona, y las obras de su ejecución serán, aunque pocas y flacas, enderezadas a daros gusto y a serviros. 233 Alusión al río sevillano con el nombre que los romanos le dieron, Betis, hoy conocido con el nombre árabe, Guadalquivir, muy citado en textos literarios, especialmente en la poesía.

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Ya de la guiñadora Venus el rostro que en el tercer móvil tiene su asiento se vio desde la Tierra; ya mil y veinte y dos diamantes que matizan el turquesado manto de la esfera octava234 contaban los astrólogos; ya en las espejadas ondas bañaba sus veloces caballos y se recreaba en los elíseos campos235 el luminoso padre de la luz; y ya el silencio del casi mudo tiempo hizo señal de haber llegado cabeceando el sueño a tentar a los más fuertes, más vigilantes y a más trabajos rendidos y sujetos, y a consolar con la ya cercana noche a los cuidadosos galanes, al falso dios por sus efectos inclinados, y a regalar a los fatigados con el corporal cansancio oprimidos, cuando después de unas entretenidas razones que entre Marcilda, Anfriso, Menandro, Arminda y demás pastores ya congregados, para el siguiente día se trataron, despidiéndose unos de otros, de Marcilda fueron hospedados; dieron todos los cuerpos al descanso por el dulce sueño que deseaban; descansaron los que pudieron, y los que no, despertaron a sentir de sus pasiones los muchos y diversos efectos. No con quietud durmió Marcilda, de quien pendían tantas obligaciones. No con descanso Anfriso, viendo los muchos jueces que cada día del polvo de la tierra se levantan, con razón temería el día venidero en que había de sacar obra propria suya a luz, expuesta al paladar de tantos y a ser condenada por quien quizás no lo entiende. Esto en Anfriso causaba gran cuidado, volviendo y revolviendo en su pensamiento muchas y diferentes razones, dichos y sentencias de sabios de la edad pasada; mas aquella que no se le podía caer del pensamiento fue un epigrama del satírico Marcial236, que en nuestro modo y lenguaje castellano suena así: «Zoyle, para que estemos pagados y no nos debamos el uno al otro: tu roe mis versos que yo roeré los tuyos»; y en este pensamiento nuestro Anfriso gastó parte de la noche, que quiso con él, como si dijéramos, ir de paz; mas viendo lo contrario, casi se determinaba a herir por los mismos filos y defenderse. La deseada hora de las aves despertó a los pastores, en silencio sepultados; y así Menandro luego que vio del alba la luz primera quiso contemplar de su Arminda el rostro deseado, y para ello se fue en busca de su nuevo 234

La Octava Esfera, según Ptolomeo, es la esfera de las estrellas fijas que rodean el firmamento, fuera de la órbita de Saturno. Las estrellas de puntos en la Octava Esfera se pensó inicialmente que eran fijas —así llamadas estrellas fijas— proporcionando el telón de fondo contra el cual los movimientos de los planetas podrían ser medidos. 235 Parte de los infiernos. Los Campos Elíseos eran el lugar sagrado donde las sombras de los hombres virtuosos y los guerreros heroicos llevaban una existencia dichosa y feliz, en medio de paisajes verdes y floridos. 236 Marcial: poeta satírico latino (40-104), de origen hispano, famoso por sus Epigramas.

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amigo Anfriso, que había madrugado por ver el risueño semblante de la rosada aurora. Llegó Menandro donde Anfriso estaba y, saludándole con los buenos días, le preguntó a Menandro, Anfriso, cómo había pasado con el nuevo hospedaje la perezosa noche, y él le respondió que con mucho gusto, por muchas causas y razones que para ello habían dichosamente ocurrido; y de unas en otras palabras llegaron a tratar de Marcilda, que antes no habían podido; y Anfriso le dijo: —¿Qué te ha parecido, Menandro amigo, de Marcilda?, ¿es por ventura discreta, es sabia? —No, respondió con desenfado Menandro. —¿Por qué?, dijo Anfriso. —Porque es la misma discreción, gracia y hermosura. —Bien usastes, dijo Anfriso, el concepto del sutil poeta Marcial. —No sé, dijo Menandro, más conceptos que decir con llaneza que dudo que naturaleza, por franca y liberal que se quiera mostrar, pueda adelantarse más en otro singular compuesto; que si se busca discreción, la tiene Marcilda; si sabiduría, goza de ella; si hermosura, es agraviarla llamando hermosa a otra en su comparación. —No sin misterio mucho, dijo Anfriso, la celebra este prado por Delfos237 del gallardo Apolo. Anfriso, cuidadoso con la representación de sus versos, dejó a Menandro en plática con otros muchos ingeniosos pastores, que con el nuevo júbilo brotaban dulces razones, pláticas amorosas y melifluas palabras; y se fue a donde ya sus tiernos zagalejos le esperaban. Menandro, apasionado de la bella Arminda, con suspiros mudos, que en lo más oculto del corazón engendraba con mil amorosos pensamientos y requiebros tiernos, della se querellaba y, por el culto y majestad de la fiesta, con el velo del honor divino y natural respeto encubría. Bien diferentes eran las materias que los discretos pastores, por no sentir del perezoso tiempo los lentos pasos, que para unos con pies de plomo caminaba, y para otros iba con ligeras alas, en sí trataban; cual agudamente proponía, dificultando sus razones; cual con la capacidad de su delicadeza procuraba satisfacer a la razón de duda, desbaratando, según le parecía, las propuestas dificultades; entre los cuales dos, más avisados, trataban un punto tan galano como sutil, levantando este pensamiento: que la creación de Adán fue antes que la tierra quedase maldita; mas que el segundo y mejor Adán, Cristo, por más alta 237 Delfos: lugar donde estaba un famoso oráculo, dentro del templo dedicado al dios Apolo.

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razón, no había de haber sido formado de tierra maldita, sino de tierra que fuese cielo, pues el primer Adán, como fue de la tierra, no dejó de mostrar su mala inclinación; mas que Cristo, Adán recuperador de la quiebra del primero, había de salir, brotando gracias, del cielo virginal, puro y sin pecado de María, su madre santísima. —Dicho es éste, dijo uno de ellos, según que he oído del apóstol san Andrés238, que afirma que la tierra de que fue formado Cristo nunca en ningún tiempo jamás fue maldita, y aquesta palabra jamás no admite excepción, ni que alguna vez hubiese mancha o pecado porque desde el primer instante que fue concebida, fue para madre de Cristo, Verbo eterno y antes de su concepción escogida. —No sólo desde aquel instante, respondió otro, pero antes que Dios formase ni criase a Adán. ¡Oh, cuán buena razón se me ofrece para corroborar nuestra conclusión, que es para mí casi de fe, según con el amor que la he recibido! Rogáronle todos que la dijese y él, que lo deseaba, dijo: en tratando de cualquier pecado no hemos de comprehender a María; porque a Ella se le concedió más gracia que a los demás para vencer a todo pecado, pues había de concebir y parir al que no le tuvo. —Demás, dijo otro, que sabemos con evidencia que en lo restante de su vida santa, en cuerpo y alma, no le tuvo, y así podemos decir que pues en la edad adulta no tuvo pecado, menos le tendría en la infancia, y sin temor pienso afirmar que fue María libre de todo pecado y de la corteza de la culpa. —Yo quiero que oigáis mi concepto, dijo otro no menos discreto que el primero, prometieron silencio todos, y dijo: anduvo tan cortesana, noble y obediente a su autor la naturaleza al instante de la concepción de María, que dejó a la gracia que obrase en realzar y levantar aquel compuesto en grado tan alto y eminente, que fue propriamente obra milagrosa, obra de gracia y obra sobrenatural; y como abundó en ella la gracia, ahuyentó la serpiente de aquella obra, que casi en la pureza parecía Dios. —No hay que andar por las ramas, dijo otro, sino tener por cierto que fuera de Jesús y María nos concebimos y nacemos en pecado. —¿Quien jamás, dijo el que había hablado primero, vido ni oyó ni se pudo persuadir que un singular arquitecto239 labrase y edificase un suntuoso 238

San Andrés: primer discípulo que tuvo Jesús, junto a san Juan Evangelista. Era hermano de Simón Pedro. 239 El Gran Arquitecto del Universo es el nombre simbólico con el que, más tarde, la masonería se refirió al Principio Creador o Causa Primera, independientemente de que ésta se interpretara desde un punto de vista teísta o deísta.

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alcázar, cuya obra le diese muy gran fama por haberle labrado con arte, primor y majestad, y que este tal, viendo tal grandeza, lleno de placer y gozo, quisiese entrar a vivir en él, y al ponerlo por obra, cerrándole las puertas, no le consintieran entrar dellas adentro, antes dejándole en la calle, le diesen motivo a sentir trance tan amargo y de notable sentimiento?, ¿hay alguno que lo haya oído, visto, ni se persuada a ello?, ¿quién será, pues, en la ocasión presente el arquitecto sino Dios, a quien el pecado cierra las puertas de nuestros edificios por la culpa que desde Adán pagamos? Mas el alcázar majestoso que Dios labró para su habitación es María, y así por injusticia grande juzgo yo, que si el arquitecto labró desde la primer piedra el alcázar para habitar en él, le prohíban habitarle ¿quién tal puede imaginar, pues, cómo a Dios, divino arquitecto, había el pecado de prohibir habitase en María, templo sacrosanto? —Bien pudiera yo, dijo otro, con humanas leyes probar esto mismo si fuera a nuestro estado lícito; mas porque alguno no nos mormure por el puesto en que estamos, sólo podemos aprovecharnos de las razones más congruentes y eficaces. Contentos pues los pastores con la demostración de sus conceptos y rudos argumentos, fueron llamados de Marcilda para que diesen a los cuerpos el natural sustento, y necesario. Allí se juntaron todos tan galanes y compuestos, que en mirarlos se recreaba el espíritu. Los unos a los otros se favorecían con los más apetitosos y regalados bocados que se les pusieron para satisfacer al apetito. Comía Arminda, y Menandro la miraba; amaba él, y ella le entendía; suspendíase él, y ella más suspensa lo notaba. Anfriso, que se asentó a su lado, lo advertía, reparando en ello más que otro. —Suspende Menandro, le dijo como pudo, por tu vida, la pasión y accidente que de tu misma discreción te priva; pon silencio a tu mirar rindiendo, que estás en puesto que todos conozcan al blanco de tu afición. —¡Oh, Anfriso, dijo Menandro, cómo es fácil al libre dar consejos! —¡Y cuán difícil, respondió Anfriso, el no admitirlos los dolientes! Estas y otras razones pasaron entre los dos, y Arminda no quitaba un punto la vista de ellos, hasta que Elisa lo advirtió a Arminda, con que se recogió en la vista y compuso, como estaba ya Menandro. Alzáronse las mesas y quedaron en entretenida plática; y porque más gustasen todos de ella, pidió Marcilda un instrumento, y poniéndolo en manos de Anfriso, encarecidamente le pidió cantase una canción que había para este fin compuesto. Holgose Anfriso que Marcilda le pidiese aquello en que él recibía placer notable, y recorriendo al instrumento con perfección templado, para levantar su voz pidió silencio, y viendo a todos que estaban ya gratos, benévolos y suspensos, dijo:

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Anfriso Socorred, gran Señora, mi osadía porque defienda ya el dichoso instante en que sin culpa fuistes concebida, que teme por no ser, cual de otro Atlante240, mi débil fuerza, y acobardar podría el ingenio sutil, pues sois vestida del mismo que da vida. Alentad mi deseo a que cante el trofeo, que de Luzbel vencido en rota frente, gozáis glorioso pues vuestro pie al luciente farol segundo tiene por calzado, en la mayor creciente que el Sol, de lleno en lleno, le ha bañado. Vestida del ropaje y ornamento, que el Sol se viste más que el cielo hermoso, salís tan agraciada, que admirados los puros cortesanos, ¡qué glorioso, dicen, asombro es éste, qué portento de virtud se levanta, qué encumbrados dones así sagrados de gracia sublimada! ¡Oh,Virgen preservada de toda ofensa, pues que vuestro estado Dios inefable libra del pecado que Adán dejó, con pena del delito, del amargo bocado a que le trujo, ay cielos, su apetito! Sois el prodigio singular del cielo, y la que esposa llama al dulce esposo, llena de la pureza que enamora de sus ojos lo bello; y más gracioso, él mismo que así os ama, con tal celo desde ab eterno os quiso, y con vos mora siendo del Sol aurora,

240 Atlante o Atlas: gigante condenado por Zeus a soportar sobre sus hombros la bóveda del cielo para separarla de la Tierra.

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que en la sublime esfera gozó la luz primera, que en gozarla os formó ser escogida, con gloria coronada y luz ceñida, libre de común ley porque él decreta que quien es su querida al fuero universal no esté sujeta. Mas que no pudo obrar de Dios la mano, pues que con gracia, ¡oh Virgen, preservante!, al concebiros hace al olio puro seáis divino vaso, en un instante, sois de virtud la pura luz, que en vano el fiero encarcelado en centro obscuro quiso apagar seguro, consiguiendo victoria. Mas él su triste historia lloró vencido y más, perdió el tributo que los hijos de Adán por estatuto pagan de aquella herida venenosa, y vos, con mejor fruto, en vuestra concepción sois toda hermosa. La sola Virgen sois, y soberana obra que Dios ha hecho más lucida, a quien Sión con himnos engrandece, y a gloria de su amor así convida a vos, el que os adora tanto gana, que de dicha su suerte se enriquece, que en ella resplandece de su valor la estima, viendo que la sublima vuestro divino amante, que entre flores, sin que temáis del tiempo los rigores, la que gozáis os dio sola hermosura, con divinos favores como en él merecéis por ser su hechura. Ejemplo de virtud, retrato al vivo, del mismo amor de Dios, que en la belleza del alma pura vuestra, aquel quilate del rubio y virgen oro en la pureza,

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puso del precio incomparable altivo, que a nuestro bien así por su rescate, dio vida en el combate del venenoso diente de la antigua serpiente, teniendo en Dios, en quien la gracia inmensa eterna vive, parte en la defensa, que en vos por él se ven efectos tales, dando en la recompensa el triunfo al cielo, el gozo a los mortales. Canción, si de la ofrenda que en ti misma contemplo eres sagrado templo, la Madre del segundo en el ser trino te asegura el camino; pues así en su virtud dichosa alcanzas, con favor peregrino, ser su gloria, decir sus alabanzas.

Así dio fin a su canción Anfriso, y los oyentes, suspensos del ingenioso rima, admirados, una y muchas veces con atención alegres le miraban, celebrando ya los versos, ya el culto, ya la suavidad de la regalada voz; mas como de ella estuviesen cautivos y pagados, le pedían les cantase otra de sus muchas obras; pero en particular Florinarda le pidió, rogando, una glosa que al certamen que en honor de María habían los plateros241 publicado. Anfriso, por darle gusto, prometió cantarle aquella noche, que sería entretenida y de gusto; y junto con ella un romance, tan bueno como en aquel juicio desgraciado, aunque gozó por premio una amatista fina, engastada en una sortija. —Ya del templo el dulce resonar de los instrumentos, repique de campanas y boato sonoroso, dijo Marcilda, suena en nuestros valles, publicando haber llegado la hora dichosísima para dar principio a nuestras fiestas, y así con regocijo todos, en orden, vamos a ofrecer en sus aras a Dios la ofrenda que a Él tanto agrada, que es la pureza de nuestras almas, que hoy se festejan con el nuevo júbilo que estos prados, selvas, sotos, valles, riberas y montañas ofrecen a la que así hoy celebramos, ajena de pecado original en el primer 241

En 1617 se organizó un certamen poético dedicado a la Inmaculada Concepción, motivado por el decreto del papa Paulo V, que fue organizado por el gremio de los plateros mexicanos y en el que participó Bramón. Se produce aquí la identificación Anfriso-Bramón.

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instante de su concepción dichosa; y porque cause más devoción este singular acto nuestro y más edifique y componga a los que a él con curiosidad concurrieren, el orden que se ha de llevar sea que los zagalejos, que apenas pueden articular con perfección razones con cabales acentos, vayan respondiendo a coros a aquello que Libio, pico de oro, aunque tierno zagal, fuere en dulce consonancia cantando en celebridad de este misterio; después se seguirán todos los pastores lozanos y gallardos, con ramos verdes y floridas rosas en las manos, significando su mucho gozo, de dos en dos, con gravedad y silencio; después las zagalas tiernas, con sonoros instrumentos, cantando gozos de la concepción de María, defendiendo ser sin mancha original; las pastoras, con flores en las manos, irán en procesión vistosa. A todos satisfizo Marcilda con el propuesto orden, y así, con el mismo que se dispuso, fueron al templo, causando a la vista placer, y al espíritu singular afecto, y devoción a este misterioso día. Cantaba Libio y respondían los zagales; entonaba Gerarda —a quien por más tierna hicieron maestra de este coro— y proseguían las zagalas. Otros pastores iban delante de todos danzando; otros, esparciendo flores; otros, con pomos de olorosas aguas rociaban los caminos, de floridos arcos adornados; y otros, sembrando letras, regocijaban a aquellos que devotos los miraban, entre las cuales fueron, las que gusto dieron, aquestas: Virgen, pecado de Adán, ¿qué lince humano halló en vos si sois la madre de Dios? Libre es María y decreta la ley que no esté sujeta. Es Sol María y tan sola que fue en gracia concebida, pues della nació la vida. Es María tan hermosa que Dios la llamó su esposa. La tierra de promisión es María a quien cultiva, para que en ella Dios viva toda gracia y perfección.

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Por Adán, en tal moneda, da el precio el linaje humano y la Virgen ni en un grano.

Estas y otras letras esparcían, con grande regocijo de los presentes pastores que como a reliquias estimaban, y una y muchas veces repitiéndolas leían. Llegaron al templo en que ya los eclesiásticos devotos esperaban la venida de Marcilda, Anfriso, Florinarda, Palmerio y demás pastores que habían de concurrir a las solemnes vísperas, que cantaron con arte, destreza, armonía y dulce acento, al son de muchos y diversos instrumentos, que sus famosos y singulares menestriles242 tocaron, arrebatando con su espíritu los ánimos que atentos escuchaban. Estaba el templo de muchas y diferentes colgaduras adornado, y con curiosos altares y otros ornatos bien compuestos. Fuera de estos y otros muchos adornos, había repartidas por la capaz iglesia muchas tarjas243, entre las cuales había ocho de otros tantos jeroglíficos ingeniosos, cuyo intento, como el de las demás, era probar que fue la concepción de María libre de cualquiera ley rigurosa y estatuto fuerte. Pintose en la primera tarja un brazo, con resplandores, que salía del cielo, y llegaba a otro que salía de la tierra y le daba la mano; con el mote, como los demás, latino, y la letra española: Mote Mane diluculo244, sal. 45 Letra Antes que la culpa llegue, Dios le amanece temprano, dando del poder la mano.

Pintábase en otra tarja un ave fénix245 remontada hasta las nubes, y en la tierra un milano humilde y sin alas: 242

menestriles: «hombres que tocan instrumentos de viento en las iglesias» (DRAE). tarja: «tablita o chapa que sirve de contraseña» (DRAE). 244 Al despuntar la aurora. En Salmos 46 (45): 1, v. 6 dice David: «Deus in medio eius non commovebitur, adjuvabit eam Deus mane diluculo», palabras que cifran la primera santificación de la Virgen. 245 En el libro Defensorium inviolatae virginitatis Mariae, Zaragoza, 1490, reproducido en 1910, se realizó una contribución impresionante a favor de la tesis de la Inmaculada 243

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Mote Dum transeam246 Letra Hoy la concebida fénix, con su vuelo soberano, sin alas tiene al milano.

Pintose por jeroglífico tercero el lucero matutino, y más abajo tres pequeñas estrellas: Mote Ascendens super eos247 Letra Son estrellas, y María es más pues vino a ser día.

En la cuarta tarja, de muchos colores matizada, estaba un rosal con una grande y hermosa flor, cual la de Jericó, y a un lado dos manos juntas, como que orando pedían al cielo: Mote Unam petii a Domino, hanc requiram248 Letra Pide el limbo que una sea sin mancha, la que a Dios cuadre, y Cristo ofrece a su Madre.

Estaba en otra tarja pintada una estrella que iba amaneciendo por el mar, y el Sol desde su oriente le daba, con sus rayos, copioso resplandor: Concepción de la Virgen. Su autor, Francisco de Retz, recoge suposiciones consistentes en fábulas referentes a los reinos animal y vegetal, así como antiguas narraciones tomadas de diferentes autores, graciosamente expresadas por medio de la pintura o de la xilografía, e introdujo símbolos nuevos como el ave fénix, el pelícano, el león, etc. 246 «Hasta que cruce» (Deuteronomio 2, 29). 247 «Ascendiendo sobre ellos». 248 Salmos 27 (26): 4 del rey David: «Una sola cosa le pido al Señor y es lo único que persigo».

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Mote Stella maris249 Letra El Sol despide sus rayos al formar aquesta estrella que se ha enamorado della.

Pintose un alcázar con la puerta cerrada y encima dél un resplandeciente Sol, y en la puerta dél el pecado, a quien una serpiente significaba: Mote Eritque claussa principi250 Letra Al príncipe del pecado está cerrada esta puerta, que fue para Dios abierta.

Pintose un árbol fresco y hermoso, regado con unas copiosas corrientes que bajaban del cielo: Mote Non potest arbor bona, malos fructus facere251 Letra El árbol que Dios regó fue cual el fruto que dio.

Pintose en otra tarja un agudo jeroglífico, y fue un Sol252 que salía por el hermoso oriente dando con la luz de sus rayos en la Tierra, donde había muchas aves, y entre días una que recebía los primeros rayos del Sol con que sus doradas plumas, haciendo diferentes visos, la vista recreaban. El mote se aplicó de Isaías, en el cap. 48: 249 Estrella del mar. Es muy usual la invocación de súplica a la Virgen: «Ave Maris Stella», contenida en el Salterio o versión parafrástica de los Salmos de David. 250 «Y estará cerrada para el príncipe» (Ezequiel 44: 1). 251 Mateo 7: 18-20: «Un buen árbol no puede producir malos frutos». 252 Las imágenes del Sol, la Luna, el pozo, etc., aplicadas a la Virgen son en su mayoría de origen medieval.

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Gloriam meam alteri non dabo253. Letra Los rayos de luz primera goza entre todas María, y a ella le amanece el día.

Dieron a las solemnes vísperas fin gozoso con alegres chanzonetas254 y amorosas canciones, y los pastores, regocijados con el célebre concurso que a tan ilustres fiestas habían tenido, y viendo el particular ornato que la iglesia y claustros habían tenido, unos a otros se explicaban, como mejor podían, la interior alegría que bañando sus pechos recreaban los espíritus. Estas y otras tarjas los más ingeniosos vían, cuidadosos de ver el arco suntuoso, parto del entendimiento de Marcilda, que en la puerta principal del templo estaba levantado, cuya forma era lo siguiente: En cuatro columnas jónicas, que sobra basas cuatro y contrabasas estribaba, en toda razón de arquitectura se levantó un arco suntuoso, de figura proporcionada, labrado y bien compuesto, según los preceptos de tal arte. La obra de este arco era en forma de tres entradas arqueadas, de suerte que la de en medio subía más que las colaterales, en cuyas cuatro basas se pintó la insignia del coronista san Mateo, que es un ángel con rostro humano; la del divino evangelista san Lucas, que es un toro; la del soberano secretario san Marcos, que es un león; y la del amado discípulo en celestiales secretos san Juan, que es un águila255, y en cada una un verso de esta redondilla: Hoy los cuatro coronistas adelgazan bien las plumas256, pues para salir a vistas refieren lo mismo en suma.

253 «No daré mi gloria a otro», Isaías 42: 8. Isaías fue uno de los profetas mayores de Israel del siglo VIII a.C. 254 chanzoneta: «los villancicos que se cantan las noches de Navidad en las iglesias en lengua vulgar, con cierto género de música alegre y regocijado» (Cov.). 255 Son considerados desde el siglo I como símbolos de las cuatro características de Cristo y de los cuatro Evangelios. A partir de san Agustín se representan de esta forma, como ángel con rostro humano (Mateo), toro (Lucas), león (Marcos) y águila (Juan). San Juan Evangelista recibió el apodo del «Águila de Patmos». 256 De acuerdo con Covarrubias los apóstoles son comparados a las águilas por cuanto extendieron las alas de su predicación por todo el orbe.

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Sustentaban las cuatro columnas la cornija del arco en cuyo friso se escribió una sentencia, trasladada del capítulo primero del Eclesiástico, que dice: Ipse creavit illam in Spiritu Sancto257.

Había sobre la cornija un grande lienzo, en que se pintó la descendencia de la Virgen, como refiere en su primer capítulo el evangelista san Mateo, y al fin dél a María nuestra Señora vestida del Sol y adornada de sus atributos, como en su concepción la pintan, retratan y figuran, a cuyo lado inferior e izquierdo estaba su esposo José, y al derecho, en lugar más eminente y superior, el Verbo eterno humanado, requebrando a su Virgen madre con estas palabras del capítulo séptimo del Cantar de los Cantares: Quam pulchri sunt gressus tui in calceamentis filia principis258.

Y en otra tarja, en lengua castellana: Hija del rey, en tus pasos eres tan hermosa y casta, que ser quien eres te basta.

Y a otro lado: De capitanes y reyes viene la que sola reina por gracia en Dios, y así es reina exenta de todas leyes.

Sobre este lienzo corría otro segundo cuerpo del arco, en partes tres repartido cuanto cogía la distancia de cada portada, en el lienzo de en medio se pintaron las once esferas259 con sus signos y planetas, y el Sol hermoso y gallardo en su cuarto cielo, en cuyo contorno estaba este mote: 257

Eclesiástico 1: 9: «El mismo la creó en el Espíritu Santo». «Qué bellos son tus pasos en los calzados, hija del Príncipe» (CC 7: 2). 259 Según la concepción tolomeica-aristotélica del universo, el cosmos se dividía en diferentes esferas celestes que, partiendo del centro, la Tierra, dibujaban concéntricamente los diferentes niveles en los que se movían los astros. Tras la Tierra y la Luna y sus ciclos se ubicaban once esferas concéntricas hasta llegar a la esfera divina o cielo eterno donde moraban los bienaventurados por la presencia de Dios. 258

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Electa ut Sol260

Y en una tarja en lengua nuestra castellana: Después del que es uno y trino luce el Sol, éste es María, y es tan bello pues el día nació deste Sol divino.

Al lado derecho, en otro lienzo estaba, con gracia y hermosura mucha, pintado el nacimiento de la aurora, cuyo mote era: Aurora consurgens261.

Y en otra tarja estaban estos versos: De la noche desgraciada de Adán tuvo el fin glorioso María, porque su esposo quiso fuese preservada. Fue libre en su poderío siendo de Dios clara aurora, de las dulces aves hora y hora del virgen rocío.

En otro lienzo estaba un ejército de soldados en disciplina y orden militar a punto de guerra, con este mote: Terribilis ut castrorum acies ordinata262.

Y en una tarja estos versos:

260 «Elegida como el Sol». Está referido al Cantar de los Cantares, 6: 10, donde también aparece las expresiones: «aurora consurgens, electa ut sol, pulchra ut luna, terribilis ut castrorum acies ordinata», simbología que va a ser referida ahora a la Virgen. Estos símbolos astrales aplicados a la Virgen están recogido también por el Apocalipsis (12: 1,8) de san Juan y en san Justino (siglo II) en los Diálogos con el judío Trifón. 261 «La naciente Aurora o el despertar de la Aurora». Véase nota anterior. 262 «Terrible como un ejército ordenado para la batalla» (CC 6: 10).

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Sois ejército formado en vuestro poder terrible, y como sois invencible la gloria se os ha cantado.

Subía sobre este cuerpo otro, no menos en concepto y pintura que los demás, en dos partes repartido, en el primero se pintó al rey Asuero en su real trono, con majestad y grandeza acompañado dando la mano a la reina, cuyo mote así decía: Ego sum frater tuus noli metuere non morieris263. Letra No muere la Ester divina siendo libre su persona, que por reina, la corona del rey a su triunfo inclina.

En el otro lienzo se pintó en un hermoso cielo un luminoso Sol y una clara Luna con este mote, de Abacuc264, cap. 3: Sol et Luna stiterunt in habitaculo suo265.

Y en una tarja: Luna y Sol con niebla alguna perder su luz no se ha visto, el Sol escogido es Cristo, su madre la hermosa Luna.

Superior de estos dos lienzos estaba otro, no mayor que el espacio que el arco y portada principal tenía, en él se pintó un suntuoso altar, y en él el Santísimo Sacramento, y en una cinta por orla del altar estas palabras del libro primero de los Macabeos266: 263

«Yo soy tu hermano, no temas, no morirás» (Libro de Esther, cap. XV). Abacuc: el octavo de los doce profetas menores. Autor de una profecía en la Biblia, el Libro de Abacuc se compone de 56 versos, divididos en tres capítulos. 265 «El Sol y la Luna se detuvieron en su habitáculo». 266 Es un libro deuterocanónico del Antiguo Testamento que, junto con el siguiente, Libro segundo de los Macabeos, pone fin al apartado histórico de los textos sagrados. Este 264

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Et aedificaverunt altare novum secundum illud quod fuit prius267.

Y más abajo: Et posuerunt super mensam panes268.

Y en una tarja: Dos altares sin pecado Dios de la tierra formó, Adán fue el uno y pecó, y el otro fue preservado. En el preservado al Padre, Cristo empezó el sacrificio, y se mostró tan propicio con él como con su madre.

En el frontispicio y remate del arco se pintó una ciudad santa, cual aquella que vido san Juan en su Apocalipsis que bajaba del cielo, con este mote: Et ostendit mihi civitatem sanctam Hierusalem descendentem de caelo269.

Y en una tarja estos versos: Ciudad que de Dios se nombra, fundada en zafiros claros, Virgen sois, pues para honraros el Sol Dios venció la sombra.

Los remates de este arco eran siete, en él estaban pintados los más principales atributos que a la concepción santísima de esta Señora se atribuyen,

libro, compuesto hacia el año 100 a.C., refiere los acontecimientos que van desde la ascensión al trono de Antíoco IV Epífanes, en el año 175 a.C., hasta la muerte de Simón, el último sobreviviente de los hermanos Macabeos, en el 134 a.C. El autor es desconocido pero sin duda se trata de un judío de Jerusalén. 267 «Y construyeron un nuevo altar según el que hubo antes». 268 «Y pusieron sobre la mesa los panes». 269 «Y me mostró la santa ciudad de Jerusalén descendiendo del cielo».

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ya la frondosa oliva, ya el levantado ciprés, la rosa de Jericó, el lirio, fuente, güerto y palma. Estaban en contemplación absortos los más de los pastores, a su modo interpretando el pensamiento de aquello que los pinceles en emblemas y empresas declaraban. Mas viéndolos el sacerdote venerable Sergio, conociendo el deseo mucho de los circunstantes, les habló así: —No tengo a maravilla ni me admiro que os halléis suspensos, mirando la grandeza que se ofrece y representa, y que no tengáis noticia de su propria significación; si atentos escucháredes, mientras que del Sol la clara lumbre no nos falte, satisfaré a vuestros deseos, que entiendo son de hoy más muy aficionados al misterio y fiesta que vamos celebrando. A una quisieron responderle todos, si Palmerio no les ganase por la mano, diciéndole cuan agradecidos estaban de su buen propósito, y que recibirían sus palabras con tanto amor como ellos tenían a la fiesta, a sus palabras, y a su persona, y más cuando con sus razones, casi divinas, más se endiosaba el espíritu. —Quisiera pues, amigos, dijo Sergio, ser tan melifluo en el razonar de mis periodos que os deleitara en el ofrecido discurso de este breve rato, mas supliendo de vuestra discreción el talento en lo presente, veréis cuán movido voy y enderezado a engrandecer el primer instante de María, y causaros con esto que se ofrece algún recreo a las almas. Todos, por no entretener el tiempo en cumplimientos y que después faltase, con un profundo callar le respondieron, y así Sergio prosiguió de esta manera: —En estas cuatro basas en que esta máquina se levanta se ofrecen las insignias de los cuatro sagrados evangelistas, que tanto adelgazaron las plumas para engrandecer la vida, milagros y excelencias de nuestra soberana princesa, que es lo mismo que declaran aquellos versos, y dicen: Hoy los cuatro coronistas adelgazan bien las plumas, etc.

En el friso de este arco se trasladaron del libro del Eclesiástico unas palabras, que cierto me causan gran consuelo viendo que bien hablan a nuestro propósito, pues su sentido es decir que María fue criada en Espíritu Santo, que es lo más que se puede decir a este propósito; y así, si la Virgen santísima se crió en Espíritu Santo ¿habrá duda en su limpieza? No, pues el divino Espíritu la llenó de gracia, y hizo que venciendo a la naturaleza fuese en gracia de Dios concebida.

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En este primer lienzo que está sobre la cornija bien se echa de ver, por lo retratado, ser la descendencia de María, según refiere el divino secretario y evangelista san Mateo, en el principio de su milagrosa historia. Dios, soberano rey y autor de lo criado, se dice que escribió dos libros milagrosos, el uno de las criaturas, y el otro de la Sagrada Escritura. El primero fue escrito en esta forma, poniendo en las criaturas las muestras de su inmensa sabiduría y admirable disposición; el segundo, de la Escritura Santa, por medio de sus escogidos coronistas, mostrando en él la bondad de su infinito e inscrutable poder y amor que siempre tuvo al hombre, en cuya conformidad se reduce a este segundo libro el de la generación de Jesucristo, donde a la primer hoja hallamos ser Cristo nuestro Señor, por la naturaleza humana que unió a la divina descendiente de Adán, para que con misterio tan soberano, así pudiésemos entrar en la gloria para que fuimos criados. Este, pues, segundo, procede así: Adán270 engendró a Abel, Abel engendró a Set, Set engendró a Enós271, Enós engendró a Cainán272, Cainán a Malaleel273, Malaleel engendró a Jared274, Jared engendró a Enoc275, Enoc —está en compañía de Elías en el paraíso para predicar contra el antecristo276 y alcanzar corona de martirio— engendró a Matusalén277, Matusalén engendró a Lamec278, Lamec engendró a Noé279, Noé a Sem o Melquisedec, Melquisedec engendró a Arfaxad280, Arfaxad engendró a Salé, Salé engendró a Heber281, Heber a Péleg, Péleg engendró a Reu o

270 Manícula en el texto para resaltar la importancia de la enumeración, según Génesis, de toda la descendencia de Adán, a través de su hijo Abel. 271 Gn. 4: 25 y ss. 272 Gn. 4: 17-22. 273 Gn. 5: 12-17. 274 Jared o Yered. 275 Gn. 5, figura relevante en leyendas judías posteriores. 276 Anticristo: contra Cristo. «Así aquel hijo de perdición (y como San Pablo lo llama) homo peccati, que vendrá contrario a Cristo antes del juicio, a engañar a la gente» (Lexicón ecclesiasticum latino-hispanicum, de Diego Ximénez Arias, 1566). 277 Gn. 5: 21-25. 278 Gn. 4: 23. 279 Uno de los diez patriarcas, el héroe del diluvio (Gn. 8, 20) y de la primera alianza con Dios tras el diluvio, padre de Sem, Cam y Jafet (Gn. 9: 20-27) de donde proceden todas las razas, según el Antiguo Testamento. 280 Rey de los medos, figura en la genealogía de Cristo. Salé, en la lista de los semitas, fue hijo de Arfaxad y padre de Heber (Gn. 11, 12:15). 281 Fue el padre de Péleg, del cual proceden los arameos y los hebreos (Gn. 11: 14 y ss.).

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Ragau, Ragau engendró a Sarug, Sarug engendró a Nacor, Nacor engendró a Taré282, Taré engendró a Abraham, Abraham engendró a Isaac, Isaac engendró a Jacob283, Jacob engendró a Judás, Judás engendró a Farés, de Tamar284, Farés engendró a Esrón, Esrón engendró a Arán, Arán engendró a Aminadab285, Aminadab engendró a Naasón, Naasón engendró a Salmón, Salmón engendró a Booz (cuya madre fue Rahab), Booz engendró a Jessé, Jessé engendró a David rey, David engendró a Salomón en la mujer que fue de Urías llamada Betsabé, Salomón engendró a Roboán, Roboán engendró a Abías, Abías engendra a Asá, Asá a Josafat, Josafat engendró a Jorán, Jorán engendró a Ocozías, Ocozías engendró a Joas, Joas engendró a Amasias, Amasias engendró a Ozías, Ozías engendró a Joatán, Joatán engendró a Acaz, Acaz engendró a Ezequías —que fue buen rey—, Ezequías engendró a Manasés, Manasés engendró a Amón, Amón engendró a Josías, Josías engendró a Jeconías, Jeconías engendró a Salatiel, Salatiel engendró a Zorobabel, Zorobabel a Abiud, Abiud engendró Eliaquín, Eliaquín engendró a Azor, Azor engendró a Sadoc, Sadoc engendró a Aquín, Aquín engendró a Eliud, Eliud a Eleazar, Eleazar engendró a Matán, Matán engendró a Jacob, Jacob engendró a José, esposo de María que parió al Verbo eterno, hijo de Dios hecho carne, que se llamó Cristo286. Era costumbre en la Escritura Sagrada no hacer mención de las mujeres, María y José eran descendientes de una tribu y diciendo la descendencia del esposo se dice de la esposa. Hállanse en este linaje y genealogía de Cristo tres mujeres, Tamar, Rahab y Betsabé, y no hay que maravillar que mujeres tales se nombren en esta descendencia. Tamar, con el deseo de concebir y ser madre, se fingió mujer liviana y se puso donde Judás su suegro la viose y

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Sarug, Nacor, Taré (Gn. 11: 24-25). Abraham, Isaac, Jacob son quizás los personajes o patriarcas bíblicos más conocidos. El sacrificio que Abraham iba a hacer de su hijo Isaac ha sido comentado repetidas veces; y Jacob, hijo de Isaac y Rebeca (Gn. 24: 62; 25: 11), que usurpó la primogenitura a su hermano Esaú (Gn. 3: 30), fue el padre de las doce tribus de Israel (Gn. 29, 31; 35:16 y ss.). Judá, su hijo, lo tuvo con su esposa Lía. 284 Farés nació de la unión de Tamar con su suegro Judá (Gn. 38, 1par 2, 4). 285 En su casa depositó David el Arca de la Alianza después de la muerte de Uzá. 286 Toda la genealogía siguiendo la línea del hijo de Abel, Set, es correcta y las referencias a estos personajes bíblicos figuran en el Antiguo Testamento y especialmente en Pseudo Mateo, de donde probablemente la tome Bramón. Esta genealogía, aunque más larga, nos recuerda la representación iconográfica del árbol de Jessé como parte del ciclo genealógico de María que acompaña algunos cuadros (Mateo 1: 1 y ss.). 283

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pecara con ella, como sucedió. Rahab287 fue mesonera o ramera, Betsabé288 notorio es que fue adúltera, y no falta algún curioso que diga haber sido cómplice en la muerte de su marido Urías, mas la muerte de este soldado le estuvo bien para encubrir su adulterio289. El misterio que tiene el señalarse estas mujeres en esta genealogía es para que se entienda, que pues Cristo nacía de pecadores, su nacimiento era para bien y provecho dellos; o porque estas mujeres tuvieron hijos de singulares proezas y virtudes. Es también para que no recibamos menosprecio de tener pobres y menesterosos en nuestros linajes, ni menos nos hemos de afligir viendo que no procedemos de padres reyes, monarcas y potentados; ni al contrario nos hemos de gloriar si descendemos de altos y conocidos linajes, si en nosotros faltan virtudes que son quien más realzan y ennoblecen los linajes; y al contrario, los vicios escurecen y desdoran las personas que los admiren. Está la Virgen nuestra Señora en lugar más eminente con que significa que por santos y justos que haya en esta descendencia, por davides cortados al corazón de Dios, abeles inocentes, josías rectos y amigos de Dios, salomones sabios, y jacob favorecido, no llegan todos, ni cada uno de por sí, ni todos juntos, a las gracias, excelencias y privilegios que esta señora goza, desde el primer instante que puso el pie en el mundo; y así, aquellas palabras que el verbo humanado dice a su madre son, como si dijera, hija del príncipe, que gracioso andar tienes con tu nuevo calzado, que sin tropezar, que sin caer, te levantas y vas con aumento de hermosura pisando los desiertos de tu naturaleza. Palabras son con que requiebra el esposo a su enamorada esposa, y para levantar más de punto el requiebro usa de llamarla hija del príncipe. Requiebro que entre los otros amorosos, que en otras ocasiones había dicho, no le había usado: de paloma sí, de hermana sí, de querida y de esposa, mas hija del príncipe sólo cuando le ve a los pies, y considera sus pasos bien ordenados: y éstos cuando los dio, sino en su concepción santísima, que es cuando echamos el primer paso en esta vida. Dios, como rey poderoso, estableció la ley que nos condena, en que todos en su concepción tropiezan y se lastiman hasta que se fortalecen en las aguas vivas de la gracia, que son las del baptismo, y así Dios como legislador divino derogó la ley para que su rigor y fuerza no comprehendiese a su madre santísima. 287

Así ha pasado a la historia bíblica. Seducida por David, su figura, marcada por el adulterio y la lujuria, ha sido de gran interés en la pintura del Renacimiento y el Barroco, famoso es el cuadro de Rubens Betsabé y David. 289 Manícula en el folio cuando refiere el caso de adulterio. 288

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Es por muchas razones María hija del príncipe, mas donde mejor se echó de ver fue en su concepción, por el parentesco de hija, de madre y de esposa de Dios, siendo Virgen pura y santísima: y así, viendo el día de hoy los graciosos pasos que en su concepción tenía, empieza con este requiebro a celebrarlos viendo que todos los hijos de Adán, en sus primeros pasos tropezando, se quebraban los ojos, y María quedaba en pie triunfando de la culpa. Hija del príncipe, le dice, qué hermosa que estás con éste tu nuevo andar, que por ello te pueden alabar las hijas de Jerusalén; hija del príncipe que por serlo quedas en pie; la primer criatura, descendiente de Adán, que sale tan hermosa eres tú, y con tanto donaire pisas la cabeza a la serpiente que pretendió derribarte por la primera mancha, que con justa causa te podemos una y muchas veces llamar hija del príncipe por tus reales pasos, pues por el colmo de la gracia comunicada cantas esta sin igual victoria; y así, bastante señora ser hija del príncipe Rey y Señor de las eternidades, para salir con tanta gracia aún en el andar, como con la que saliste en tu concepción santísima, que el ser hija de tal Señor, como dicen los versos, te aseguró de caer, como no caístes, y así dijo en esta conformidad muy bien el que escribió: Hija del rey, en tus pasos, etc.

Los versos de la otra tarja, amigos pastores, explican la inmunidad de esta Señora, por ser descendiente de tantos reyes, capitanes y gobernadores: De capitanes y reyes viene la que sola reina, etc.

Levantad la vista y con atención mirad ese milagroso pensamiento, que en el lienzo de más arriba se os representa, y hallaréis la esfera cómo los astrólogos alcanzan y consideran; mas de los siete cielos en particular, apercebid el orden y hallaréis que está en el primero la Luna y en el segundo Mercurio, en el tercero el planeta Venus, en el cuarto el Sol, en el quinto Marte, en el sexto Júpiter y en el séptimo Saturno; y primero es necesario entender el mote que dice: escogida como el Sol. El Sol tiene su lugar y asiento en el cuarto cielo donde conoce tres planetas superiores y tres inferiores, así pues María santísima es escogida como el Sol, que tiene por superiores sólo tres planetas y por inferiores otros tres, los superiores son las tres divinas personas de la Santísima Trinidad, a quien sólo reconoce María por superiores, y las inferiores son figura de las jerarquías de los ángeles, a quien por gracia excede este soberano Sol, en pureza, hermosura y dotes comunicados

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de perfección graciosa. Pues si María es Sol escogido, y está levantado sobre los coros de los ángeles, y es la persona más conjunta a Dios, ¿cómo en Ella podía haber entrado la mancha del primer hombre? pues siendo como el Sol, ajena de recibir fealdad o mácula aunque baje a la tierra, quedó tan hermosa que ella es la sola escogida, la preservada y sola quien, en los soberanos efectos suyos, con justo renombre y título merece ser Sol luminoso, donde jamás se vido obscuridad alguna. Lo dicho en breve es el sentido de aquellos versos que dicen: Después del que es uno y trino luce el Sol, éste es María, y es tan bello pues el día nace290 de este Sol divino.

Ya que con atención oístes del pasado jeroglífico su sentido, escuchad atentos del siguiente el así declarado pensamiento: una famosa pintura es ésta que ofrece el nacimiento de la aurora, como dice el mote, con cuyo jeroglífico bastantemente quedara probado, a lo que yo presumo, ser el primer instante de María, por gracia, dichosísimo.Valiéndonos pues del significado proprio de la aurora, digo que es lo mismo que hora dorada, hora del rocío, hora de las aves, principio del día y fin de la noche. Estas cuatro significaciones son bastantes y suficientes para probar nuestro contento, que si es María hora dorada fue por dos razones, la primera, porque los rayos del Sol Dios hirieron en ella tan de lleno que quedó clarificada y hermosa, que resplandeció el oro de los quilates de la mucha pureza que tenía comunicada del divino y poderoso Señor. La segunda, por el misterio sacrosanto de la encarnación del Hijo de Dios, el Verbo eterno, que el oro de su divinidad santísima, estrechándose en el vientre de la siempre virgen, encerró en la hora dichosa que el paraninfo la291 anunció la embajada de nuestro remedio. Es también hora del rocío, de la gracia copiosísima, por otras dos razones, ya porque en la hora que Ana concibió a María tuvo esta divina Virgen como quien se concebía para madre del Verbo eterno, Dios humanado, aquella gracia que el omnipotente Dios dispuso tuviese para el efecto de ser tal madre de Dios, y al mismo instante de infundirle la benditísima alma, tan llena de los dotes de su misericordia, le comunicaría la preservación, por la gracia, 290 Anteriormente, «nació». Se advierte cierto descuido al repetir los versos. Ocurre también más adelante. 291 Laísmo.

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en aquel primero original pecado, que el hombre tiene por la culpa de Adán en los primeros lances de su vida enseñoreado; y ya porque después de su nacimiento, y haber llegado a edad de concebir a su mismo criador, sobrevino en ella la plenitud de gracia y recebió, por inefable misterio y obra del Espíritu Santo, al rocío virgen de la palabra eterna. Es también hora de las aves sonoras y sirgueros dulces, que en suave gorjeo celebran la concepción purísima de María. ¡Cuantas aves han cantando, en dulces himnos, ser esta Señora la sola preservada!, ¡oh, si cantase ya el ruiseñor suave!, ¡oh, si le oyera yo para que en la dulzura de su canto el gozo del más aficionado colme el de su deseo, con el alegre fin de tan alto intento!, ¡oh, mil veces dichoso el tiempo en que el claro día se ha de celebrar, universalmente, esta concepción de María!, ¡quién gozará tanto gozo y tanta alegría en glorioso triunfo, donde de todo punto se recreará el espíritu que en Dios tiene logradas sus esperanzas! Aquí pudiera, amigos circunstantes, traeros y referiros nuevas y devotas consideraciones y admirables profecías; y el contrapunto del sutil Escoto292 con que contrapunteó más de doscientos argumentos, mas veo que me llaman otras obligaciones, y el tiempo con ligeras alas velozmente corre y, a más andar, nuestras sombras crecen y la noche se avecina. Es la aurora fin de la pasada noche y principio del alegre día, fin del llanto y principio del gozo, fin de las tinieblas y principio de la luz. Con cuanta más razón se puede llamar María aurora, pues cuando salió concebida tuvo fin la obscura y desgraciada noche de la culpa, amaneciendo en ella el día del sumo gozo a quien los celestes espíritus festejaron con júbilos y divino acento, preguntándose unos a otros quién era aquella que tan hermosa subía del desierto, calzada de la Luna, vestida del luminoso y resplandeciente Sol, y quién era aquella que se levantaba, como gallarda Aurora, dando fin a la noche obscura del pecado y, con tanto resplandor de gracia, cual claro día rompiendo la obscuridad, se mostraba hermosa para que después della la luz eterna la siguiese alumbrando a aquellos que carecían de ella. Para satisfacer estas preguntas no faltó quien respondiendo dijo que esta divina aurora era María, aquella que quebrantando la cerviz del pecado triunfó de la culpa, y ahuyentando las tinieblas de la temerosa noche fue concebida, por divino favor, libre del primer defecto en Adán para concebir, siendo siempre Vir292

Juan Duns Escoto (1265-1308) sobresalió entre los grandes maestros de la doctrina escolástica por el excepcional papel que desempeñó en la filosofía y en la teología; brilló especialmente como defensor de la Inmaculada Concepción frente a los grandes doctores de la Edad Media que se mostraban desconfiados o contrarios ante el misterio de la concepción inmaculada de la Virgen.

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gen, al autor de ella; y así con justo título goza el nombre de Aurora, cuya significación declaran aquellos versos que dicen: De la noche desgraciada de Adán tuvo fin glorioso María, porque su esposo quiso fuese preservada, etc.

Fácil es de conocer qué signifique haber, en el otro lienzo, pintado un formado ejército, puesto a punto de guerra, bien repartidos los soldados, y el campo en militar disposición, cuyo mote dice: terrible como un formado ejército. Misterio singular es el que se encierra en llamar a la Virgen santísima ejército bien repartido y terrible a la vista del enemigo, ejército puesto a punto de venir a rompimiento con el contrario, con ánimo de sacar de la batalla la mejor parte con el triunfo de la victoria.Viendo la atrevida culpa que había quedado vencedora de todo el linaje humano, se juzgaba haber vencido sin exceptuar a alguno, a todos los descendientes de Adán; mas el día de la concepción de María halló el desengaño, pues antes que él cantase la gala de su triunfo con rompimiento suyo, la cantó María, pues en tan necesario trance le ayudó la divina diestra del Altísimo, formando a esta Virgen por las gracias y privilegios que se le comunicaron, como un bien formado ejército y así, con justo acuerdo, se llama ejército terrible, como bien lo muestran los versos de aquella tarja que dicen: Sois ejército formado en vuestro poder terrible, que293 como sois invencible la gloria se os ha cantado.

En este trono, dijo Sergio, que está en aquel lienzo de mano derecha, está la propria imagen del rey poderoso Asuero y de la hermosa reina Ester294, cuando promulgó la ley rigurosa en que a todos los hebreos condenaba a 293

Anteriormente, «y como sois invencible». Ester: reina del imperio persa, casada con Asuero quien, bajo su influjo, salva a los judíos que residían en Persia de la matanza planeada por Amán. Ester había ocultado al rey su procedencia judía, pero se ve obligada a contársela al ser perseguida por Amán. Es el episodio que se relata aquí. Su historia ha sido muy utilizada en la literatura y en la pintura, aparece recogida también en la descripción de las pinturas de la ermita de los Remedios (Cisneros, 1621, L. I, cap. XII). 294

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muerte. Mas porque sepáis la historia quiero referirla, lugar que no se puede pasar en silencio en esta ocasión de tanto regocijo, y no recibáis molestia el deteneros, pues la ocasión lo pide. Notificó el rey Asuero y promulgó, por las causas que le movieron, que los hebreos sin remisión muriesen; oyendo pues este riguroso decreto, afligida Ester por ser una de ellos, mostraba con lastimosas lágrimas el sentimiento grande que sentía, y por salir de aquella angustia y aflicción, pues la animaba ser segunda en la persona real, se determinó hablar sobre su libertad al rey. Vistiose ropas preciosísimas y con sereno rostro y grave, representando bien la majestad de su persona, entró con dos criadas, recodada en la una, y la otra le llevaba la falda. Estaba Asuero en su real trono con corona y cetro, severo, terrible, cuya encendida vista desmayaba a los más favorecidos, más valerosos, y valientes de su imperio. Llegó casi sin aliento Ester, pálida y desmayada, y en viéndola Asuero, despulsado, no como juez riguroso mas cual esposo manso y benigno, apriesa, sin detenerse, saltadas las lágrimas en un príncipe recogidas, entendiendo ya la causa del sentimiento, bajó de su trono, y dándole la mano a Ester que estaba desmayada, le dijo las palabras que allí están escritas: —Yo, Ester, soy tu hermano, no tienes que temer pues no morirás, que esta ley no habla de ti ni se estableció por ti, sino por los demás, no para la reina, mas para los vasallos: no sois vos una de todos, mas una fuera de todos, porque el rey no viste de lo que todos sino de lo particular; y por más sosegar a Ester, en señal de lo dicho, puso sobre su cuello su cetro real, que fue la honra mayor con que la pudo honrar, lo mismo le sucedió con Mardoqueo295, cuando no sabiendo qué honra hacerle, se aconsejó con Amán y salió determinado que le diese el rey su corona y cetro y lo vistiese de púrpura y lo paseasen por la ciudad con mucha pompa, y uno de los más potentados fuese en alta voz diciendo: —Así honra el rey a quien quiere honrar. Lo dicho en breve suma se entiende, el día de hoy, de la sin igual soberana Ester, María, pues la preservación de la divina gracia le dio la mano, la corona y el cetro real para que el rigor de la ley universal quedase derogado, no comprehendiendo en ella, no a la hermana del rey, sino a la hija, madre y esposa, pues Dios, soberano monarca, os preservó, divina señora, que no morieseis habiéndose dado ya el pregón de nuestra general muerte. ¡Quien podrá pasar en silencio este favor tan grande con que obrando la gracia os libró de toda culpa, en que si 295 Mardoqueo: primo de Ester y, además, su padre adoptivo, al acogerla y criarla cuando sus padres murieron. Mardoqueo le pidió a Ester que interviniera ante Asuero a favor de los judíos.

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Dios no os favoreciera preservándoos, por la miseria nuestra cayerais!, mas como Dios os escogió por madre de Cristo, Señor nuestro, os coronó con la gloria de este triunfo, pues así os quiso honrar, viendo los muchos méritos que en vos había para obrar tan gran favor, y así con tal cetro y tal corona salistes tan hermosa que os arrebatastes los ojos de Dios, pues él, de vuestra vista, se sintió rendido. —Esto se me ha ofrecido, amigos pastores, por no hacer largos discursos en este pensamiento, perdonad la cortedad del estilo, que advirtiendo el lugar donde estamos, hallo por mejor y más seguro quedar corto que adelantarme a más de aquello que es en nuestro traje permitido. La explicación de la pintura declara aquella tarja, que convida con sus versos, que son éstos: No muere la Ester divina siendo libre su persona, etc.

El Sol y la Luna, dice el mote en lo que así se representa, tuvieron firme el curso de su movimiento, estando siempre en su morada y habitación, sin temer ofensa alguna de adversidad contraria. Misterioso por cierto es el mote referido, pues si bien se considera declara abundosamente su mismo pensamiento, que así según su proprio sentido dice: el Sol y la Luna estuvieron en su habitación, lugar en que parece que Abacuc profeta habló de esta misma festividad que celebramos, pues del Sol fácil es de conocer que en cierta manera significa a Dios, Sol verdadero de justicia, que en la gloria de su eterno día bien se deja entender no puede faltar del ser y curso soberano que por sí mismo, según su naturaleza en sí tiene, y siempre firme estará por el día de su eternidad; y no sólo este mote así dicho tiene este sentido, pues del Verbo eterno, Dios, hijo del inmenso Padre en cuanto su humanidad santísima se entiende maravillosamente, pues según su naturaleza es inefable, siendo desde el punto de su divina concepción su alma gloriosa; y viendo la esencia divina no hubo, ni pudo haber, quien a este divino Sol de justicia, Cristo, perturbase el orden de su curso sagrado, maravilla sobrenatural, y que advierte a mi propósito en el intento de mi discurso, que la humanidad de Cristo, por obra del divino espíritu, formada en las entrañas de la sola purísima Virgen María, llena de la gracia que el paraninfo le anunció y tuvo. Claramente se muestra que la Luna es esta divina señora, que en virtud de la claridad de la luz excelsa y eminente que el Sol Dios le comunicó, estuvo firme en el curso de su pureza, por la gracia que en él mereció, alcanzando el no descaecer della, pues en el principio de mostrar la que fue su concepción, quedó libre y ajena de la ofensa que la culpa de Adán le pudo

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dar, teniendo en el brazo de su omnipotencia el estar firme por su gracia, en la dignidad de ser preservada della, y en el orden de su curso quedar, no sólo como Luna en la mayor participación de la copiosa luz, sin menguante, sino con la belleza que el Sol, y no material por ser él la fuente de la claridad, le concedió. Esto así dicho se ha enderezado a probar la hermosura de dos concepciones santas, aunque la primera, de fe creemos y confesamos; y la segunda, por amor y celo que tenemos a María con piadoso afecto admitimos, aguardando el dichoso tiempo en que todos la celebremos. Con deciros los versos de este lienzo pasaremos al siguiente, los versos dicen así: Luna y Sol con niebla alguna, perder su luz no se ha visto, el Sol escogido es Cristo, su Madre la hermosa Luna.

Bien sé que me preguntaréis, dijo Sergio, el intento de haber pintado, en día de la concepción de la Virgen singular, un altar y en él aquel divino Padre que da vida eterna, pues si bien advertís el pensamiento hallaréis ser este altar figura de María Señora nuestra; y así para que estéis en el punto debéis estar con atención un rato. Entre los libros de la Sagrada Escritura hay uno intitulado de los Macabeos, y en el libro primero de aqueste refiere el texto sagrado las guerras que Antíoco tuvo con los hebreos, talándoles los campos, profanando sus altares y templos, y trata cómo Judas Macabeo alcanzó otras muchas victorias, reedificando en su restauración los templos y altares en que los enemigos, adorando a sus dioses, sacrificaron. Mas Judas no permitió que en el altar de los holocaustos, que así por esta causa habían estimado en mucho, se sacrificase otra vez porque sacrificaron en él los enemigos a la ceguedad de sus dioses, y entró en divino acuerdo y dijo lo mismo que está allí, en aquella cinta escrita, e hicieron otro altar nuevo de la forma que el primero y de la misma materia, y pusieron sobre él los panes y sacrificio. Dios nuestro Señor formó al primer hombre, llenole de gracias, prerrogativas y excelencias, figura que es del altar primero, mas como el enemigo le conquistase sacrificó en él, por su pecado, perdiendo el lustre y resplandor de gracias que siendo todo de Dios tenía. Restaurando pues Dios al hombre, no quiso ofrecer sacrificio en altar manchado y profanado por la culpa, y así formó otro altar nuevo de la materia de que fue el primero, y para sí mismo lo guardó de modo que en él, sólo Dios, el Verbo eterno humanado, sacrificó al Padre el sacrificio de sí mismo para después ofrecerse en el de la cruz, en su muerte de infinito precio y valor. Adán, como he

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dicho, fue el altar primero; y María, el segundo; mas Dios de tal suerte lo guardó que sólo él pudo sacrificar en altar tan puro y sin mancha de la del primero, que tanto cundió. En altar en que Dios había de empezar el sacrificio que aprovechó a la común salud del género humano: no era a su majestad eterna, según su alteza licitó, si se permite hablar así, sacrificar en ara asquerosa y manchada, sino en ara que sobrepujase en pureza a la substancia angélica, como sobrepujó la hermosura de María a todo lo criado, siendo digno altar del soberano Melquisedec296, sacerdote eterno. Aquella tarja que declara el pensamiento dice: Dos altares sin pecado, Dios de la tierra formó, Adán fue el uno y pecó, y el otro fue preservado.

En el frontispicio y remate de este arco suntuoso se ha pintado aquello que un singular espíritu en Dios, bien instruido y en soberanos misterios arrebatado, podía, según su mejor sentido, con la claridad que era a tal pensamiento necesario, explicaros; así, antes que a sus principios llegue, quiero en breve suma deciros que esta ciudad aquí representada es conforme a aquella misteriosa, que en levantado vuelo en la alta sima de un encumbrado monte vio en divino espíritu la águila, caudal del evangelista profeta santo, apóstol escogido y secretario de aquellos profundos secretos, que en Dios conoció, en revelación de la que el mismo Dios quiso que alcanzase para diversos fines y misterios. Antes que esta ciudad santa de Jerusalén viese el profeta, dice que vido un cielo nuevo y una tierra nueva, y la nueva y santa ciudad que bajaba del cielo adornada y compuesta, como que esperaba ya las bodas de su esposo, y luego, dice el santo, oí una voz que dijo: —Veis aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y habitará con ellos, y serán su pueblo, y Dios será su Dios y les quitará las lágrimas de sus ojos, y ni habrá muerte, llanto, ni dolor; y más abajo describe divinamente esta ciudad santa de Jerusalén así: y me mostró un ángel la ciudad santa de Jerusalén, que bajaba del cielo con claridad de Dios, y su resplandor era semejante a una piedra preciosa como blanco alabastro o jaspe y cristal bruñido, y tenía un muro grande y profundo, bien fundamentado, con doce 296 Melquisedec: en el Antiguo Testamento, notable sumo sacerdote, profeta y líder que vivió después del diluvio y durante los tiempos de Abraham. Es considerado señor de la paz y la justicia.

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puertas, y en cada una dellas un ángel, y repartidas por las cuatro partes del mundo, tres a oriente, tres a poniente, tres al septentrión, y tres al mediodía; y los cimientos de esta ciudad eran de piedra preciosísima y la ciudad era de un oro acendrado de altos y ricos quilates sin liga y mezcla, y semejante al vidrio transparente, lucido y sin mancha. Esta ciudad no carece de Sol ni Luna porque la claridad de Dios la ilustra y hermosea y en ella no entró y no ha de entrar cosa de pecado, sino toda la mayor pureza que se hallare. Ciudad de Dios es la sacratísima Virgen, como a boca llena canta la Iglesia, ciudad que bajó del cielo adornada para las bodas de su esposo, ciudad en cuyo tabernáculo celebró Dios las paces con los hombres, con su redención copiosa, haciéndonos de su pueblo escogido, llamándose su Dios perpetuamente, con que ya en él alcanzó vida la muerte que Adán causó al mundo. Ciudad donde más campeó la madrugada del Sol de la gracia pues la llenó toda de su luz y resplandor, entrando sus divinos rayos por las puertas de sus potencias, en quienes para más conservación y defensa suya estaban ángeles que defendían la entrada a todo aquello que no siendo Dios quería entrarla, y es digno de advertir que los misteriosos fundamentos de la ciudad santa eran de piedra preciosísima ya por su fortaleza e ya por su estima, pues ¿los fundamentos de la ciudad santa de María habían de ser sobre tierra movediza? Ni por imaginación, pues su esposo le dice que la ha de edificar sobre zafiros, que serán las piedras de sus fundamentos, zafiros; y estos fundamentos en María ¿no significan su concepción santísima, tan bien fundada y pertrechada, que no pudo ser rendida de la mayor fuerza que enemigo alguno trujo para entrar en ciudad que pretendía? A esto alude, si bien os acordáis, aquello que dijimos poco antes de agora, de los primeros pasos de la hija del príncipe, que es María; y si es la ciudad de Jerusalén de oro virgen y sin liga, y semejante al vidrio cristalino, sin mancha, y es figura de María, la figurada más hermosa ha de ser y lo es, pues si para compararla busca el evangelista lo mejor que hay en el mundo y dice que era de oro fino y de oro puro, y oro de muchos quilates, así que María en su pureza excedió a la mayor que pudo tener criatura alguna; y si aquella ciudad bajó del cielo, la alma de María bajó también de allá, adornada con las joyas de la preservación y dotes comunicados de copiosa gracia para que, venciendo con su hermosura el mal natural nuestro, fuese digna habitación del Dios que la crió para encarnar en ella el Verbo eterno del Padre, por nuestro remedio; y no os parezca duro de creer que bajase María del cielo, pues fue criada antes que toda criatura y habitaba en los retretes del cielo, pues estuvo en la mente de Dios antes que cualquier cosa llegase a tener la forma que apetecía, y así le viene bien a María ser esta ciudad divina, y la

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que hoy nos descubre el santo profeta de la ley de gracia y no carece de la claridad del Sol y de la Luna, pues Dios, autor de toda luz y fuente de ella, la llenó de resplandor, pues con tanta hermosura parecía un vidrio brillante y sin mancha. Por fin de aqueste pensamiento digo que fue tan guardada que en ella sólo Dios entró, siendo quien para sí la fundó, en la fortaleza y hermosura de zafiros. Los versos de aquella tarja dicen: Ciudad que [de]297 Dios se nombra fundada en zafiros claros, etcétera.

Esto así dicho fue lo mismo que al padre venerable Sergio se le ofreció decir sobre la declaración de los conceptos del arco de Marcilda, de que todos recibieron singular placer y gozo en oírlos. Ya de la escasa luz que por los resquicios del occidente permitía Febo gozase la amada tierra en tan solemnes fiestas y regocijos, tuvo causa bastante Sergio de recogerse a su acostumbrado descanso; porque ya los fatigados y cansados miembros temblaban del espacio grande que sobre las flacas columnas había, la máquina del anciano cuerpo, estribado. Despidiose de los pastores, muy sus aficionados desde entonces, con palabras amorosas, dejando impreso en ellos un fervoroso afecto de este misterio en que los pechos castísimos se bañaban, y así confesaban a voces, con la rudeza de sus pocos polidos argumentos, fuertes mucho, ser la concepción de María, inmaculada; y no fundaban sus razones menos que con decir que pues Dios escogió madre, en ningún tiempo había de permitir que cayese, antes le daría, como le dio, la mano para que entrase, como dicen, con buen pie en esta vida, donde resplandeció con los muchos favores de gracia que por el merecimiento de ser madre de Dios tuvo comunicados. —¡Oh, quien pudiera, si pudiera yo, con el rudo pincel de mis palabras, ya que no con última perfección, a lo menos en bosquejo y dibujo, sacar un lienzo del sin igual amor que cobraron a la concepción sin mancha de María! Nuestros ya regocijados pastores viendo que el Sol de todo punto había recogido el resplandor de su madeja, se volvieron solemnizando aquestas fiestas en diversos corros, bailes y regocijos entretenidos; llegaron todos placenteros a la alquería de Marcilda que estaba, de diferentes fuegos, coronada, y juntos todos, en una ancha y espaciosa cuadra, preguntó Palmerio a Anfriso que le había parecido de aquel pensamiento del nuevo altar que Judas Macabeo hizo para sacrificar de nuevo a Dios. 297

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Falta «de» (que de Dios se nombra).

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—Digno, respondió Anfriso, de consideración, por ser argumento de mucha fuerza; porque si los Macabeos no quisieron ofrecer sacrificio en el altar que habían manchado los gentiles, ¿por qué Dios había de sacrificar en altar semejante? —Y cuál, prosiguió Palmerio en sus preguntas, os pareció amigos pastores mejor concepto entre los otros. —Respondió uno, el pensamiento de la hija del príncipe; otro dijo, el de Ester; otro dijo, el del Sol; Menandro dijo, el del Sol y la Luna fue excelente y el de la ciudad de Dios famoso, y entre los jeroglíficos fue el del árbol, regado con la copiosa corriente de la gracia. La hermosa Arminda, que con apacible semblante, haciéndose dueño de todos, oía con más benevolencia a Menandro, dijo: —Ya es llegada la hora Menandro en que con la suavidad de tu instrumento, acompañado del de Palmerio, se cumpla la prometida palabra de cantarnos la difícil glosa y celebrado romance que por dar relación de las muchas fiestas que los nuevos Lisipos298 hicieron a la concepción de María se compuso y cómo Palmerio, dice, fue premiado. —Resuene pues, dijo Menandro, de cada cual la lira, a cuyo sonoro acento oiréis lo prometido. Templaron los instrumentos Palmerio, Arminda y Menandro, y después de una breve meditación, dijo Palmerio así: TEXTO La platería os retrata en plata virgen, y es bien retratar en plata a quien es más limpia que la plata. GLOSA De un escogido metal virgen, Dios os retrató, y en vos empleó su caudal, pues la liga consumió del pecado original.

298 Lisipo: escultor clásico griego nacido en Sición, Peloponeso, en el 370 a.C. y fallecido hacia el 318 a.C. Junto a Escopas y Praxíteles están considerados los tres grandes escultores de la segunda fase del clasicismo.

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Dios de todo os asegura siendo tan hermosa y pura, y en vos su precio quilata, y dél con vuestra hermosura la platería os retrata. Bien es que artífices tales estén mirando a tal blanco, pues da su vista señales que el retrato es limpio y blanco y de subidos metales. Para ser bien estampada, pues sois vos la preservada, venga Eloy299, que será quien os sacará retratada en plata virgen y es bien. Y como en vos se atesora de vuestro bien la grandeza, vuestra concepción señora muestra al mundo su pureza, pues en gracia se mejora; y en el retrato defiende que cuando así en plata atiende el retratar tanto bien, es porque ven quien pretende retratar en plata a quien de hoy más se llame dichosa. Tan gran arte pues que forma el retrato de la esposa a quien Dios le dio la forma, en cielo y tierra preciosa. Alegre la platería con tal retrato este día publica y a voces trata 299 San Eloy: platero o aprendiz de platero que llegó a ser obispo de Noyon y Tournay (Francia). Nació hacia el año 588.

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que en su concepción, María es más limpia que la plata.

Dio fin a la glosa el regocijado Palmerio con general aplauso y gusto de todos, viendo cuán propriamente glosó el verso tercero, que en opinión de algunos sin interrogante era imposible se glosase, y viéndolo tan claro en la referida glosa, alabaron el concepto y le pidieron cantase el romance prometido, y así Palmerio dio principio, con estos versos, al deseado canto: Palmerio Los artífices famosos que renombre eterno alcanzan, por las obras de sus manos, y más por la que hoy retratan, viendo de Dios el milagro en su concepción sin mancha, toda hermosa la dibujan en lo mejor de sus almas. Gozoso más el deseo de ver tan graciosa infanta, convida a la platería se le dedique a sus aras; busca nuevos instrumentos con que poder retratarla, y en manos de Torres300 deja, saque perfecta la estampa. Previnieron tantas fiestas para una sola, que espanta ver gastos tan voluntarios en que sus pechos se bañan. Tales fuegos le dedican que las esferas más altas piensan que fraguan estrellas, para esmalte de sus capas.

300

El apellido Torres remite a una firma de plateros muy conocida en México cuya presencia llega hasta el siglo XVIII. Probablemente se trate de Miguel Torres de Hena, platero y balanzario mayor de la Real Caja de la Ciudad de México, según datos del Archivo de Notarias de la Ciudad de México, 1616/06/17 (Catálogos de Documentos de Arte 29. Protocolos III, UNAM, 2004).

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Rayos parecen las luces que a los cielos se abalanzan, y las que corren por tierra sólo el mormullo arrebatan. Salen escuadras vistosas de mancebos, que sus galas a Febo dan que mirar, que contemplar a las damas. De sus colores azules, adornan cifradas capas, y los penachos jugando su nuevo gozo declaran. Parece puso el pincel con donaire y gracia tanta la naturaleza en ellos, que su compostura agrada, cual representa a Filipo301 de tantos mundos monarca, cual al pontífice Paulo302, a quien Dios de vida larga. El suelo besan las telas, que su color de escarlata mas linde a los frisones cuando por las calles pasan. triunfo componen arcos, los pensamientos levantan, que los Saguntos y Menfis303 viendo tal grandeza callan. Todas sus calles matizan, dibujan puertas, ventanas, porque el ornato de aqueste dé, al de enfrente, semejanza. Ofrecen costosos premios a las musas mexicanas,

301

Felipe III (1578-1621), rey de España. Paulo V (1552-1621). 303 Menfis: fundada alrededor del 3050 a.C. por el primer faraón de Egipto, Menes. Durante gran parte de la historia egipcia, Menfis fue la ciudad más importante del país y el centro económico del reino, capital indiscutible desde la dinastía I a la VIII. Se estima que Menfis fue la ciudad más poblada del mundo hasta el año 2250 a.C. 302

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porque sus venas descubran el oro de su alabanza. Con tal júbilo eternizan los nombres que en hombros carga, dé hoy más la diosa parlera que ellos dan viento a sus alas. Bien es artífices nobles que deis materia a la fama; porque el non plus ultra llegue a ser asombro de España. Yo pido a Dios por tal gasto os dé de sus prendas caras con el oro de la gloria, por donde el tiempo no pasa; y que en eterna memoria de alma y vida así lograda quede el blasón de tal obra, sin que el tiempo la deshaga, que con tal retrato hacéis inmortales las hazañas de artífices que dedican a Dios, la niña de plata.

En estas y otras canciones dulces, en regalada voz y armonía celebrada, entretuvieron la gozosa noche, habiendo con espléndido convite satisfecho a la obligación forzosa de sustentar los cuerpos, que por puntos piden su natural sustento; mas habiendo el sueño convidado con su descanso, después de muchos y diferentes juegos, se dedicaron todos gozosísimos al regazo de la quietud amable y deseada.

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LIBRO TERCERO DE LOS SIRGUEROS DE LA VIRGEN, sin original pecado

En medio del Helicón304 cristiano, en compañía de sus piadosas musas, se halló el pastor Anfriso cuidadoso de la nueva empresa, que con el divino celo suyo procuraba saliese en dulce rima, celebrando el escogido asunto de sus versos; cuando con diferentes visos los matutinos crepúsculos esmaltados con la lumbre mayor, primera antorcha, dieron nuevas que el alegre día descubrió su Oriente, a cuya luz dejaron los ya despiertos pastores el entretenido sueño que apetecían, y oyendo de las garridas aves la consonancia suave y que deleita, a Dios dedicaron del presente gozo la víctima de sus obras. El lastimado Menandro salió en busca de su buen y fiel amigo Anfriso, y a los primeros pasos suyos encontró con su buena dicha, que le ofreció a la discreta Arminda que a la gallarda Venus podía dejar en admiración suspensa; saludola Menandro como pudo, por el sobresalto grande que en su presencia grave recibió. Salió Arminda de tres colores vistosos bien aderezada: de pajizo, verde y rosado305, cuyo pellico era vistosísimo en extremo, a quien el rico adorno de patenas, ajorcas y cercillos más hermoseaba; y aquello que más en ella relucía era la perfección de su agradable rostro.

304

El monte Helicón estaba junto al monte Parnaso y ambos estaban dedicados a Apolo pero aquí, curiosamente, es un Helicón cristiano (al igual que hace Lope de Vega en el Isidro), adecuándolo a la temática de esta obra, de corte religioso, ya que trata de la concepción inmaculada de la Virgen. Si el Helicón es cristiano, por lógica habla a continuación de «piadosas» musas. 305 Sobre el significado simbólico de los colores en la literatura áurea, véanse los poemas de Gutierre de Cetina «Es lo blanco castísima pureza...» y de Eugenio de Salazar «Denota fe lo blanco y su pureza...».

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—Del Sol me espanto, bella Arminda, dijo Menandro, que viendo en vos hermosura tanta, quiera atrevido pasear nuestras riberas, pensando en ellas ser adorado como fue en Delos; y no me admiro quiera proseguir su intento, pues como ciego va de vuestra luz confuso y deslustrado, en demanda del distante ocaso, para esconderse en sus floridos Campos Elíseos. —Ya, Menandro, respondió Arminda, he conocido en vos el deseo que tenéis de agradarme, por vuestro noble y cortesano pecho; y agradeciendo voluntad tan grande, os pido que no levantéis tanto de punto la beldad que a mis ojos es poca y a los vuestros mucha, de suerte que venga de tan alto a un miserable precipicio, con el manifiesto desengaño en que halléis una aparente hermosura; mas acompañada de la castidad que siempre he profesado. En semejantes coloquios pasaron un rato de la mañana tierna, mientras Marcilda, cuidadosa, disponía en orden lo necesario para la majestad de tantos regocijos. Las muchas galas de nuestras pastoras dieron notable gusto a aquellos que con curiosidad miraban aquestas fiestas. Los colores que vistió Marcilda fueron blanco, azul y encarnado; Elisa sacó dos colores que mejor que ella campeaban306 por ser sumamente blanca, y fueron rojo y verde; Aura salió de morado y blanco; Gerarda, de leonado y amarillo; Griseida, de una primavera vistosa; y todas ellas iban de peregrina hermosura revestidas. No vistieron menos galas los pastores y zagales, pues era día de hacer alarde de ellas. Ya del templo el dulce repicar de las campanas, el resonar de las trompetas, el deleitar la armonía de diversos instrumentos congregó a todos aquellos que en sus alquerías, cortijos, quintas, heredades, chozas y cabañas esperaban la hora acostumbrada para ver y oír el sacrificio de precio infinito; y viendo que con el «Sálvete Dios, Madre Santa...» daban principio a la solemne misa, de rodillas todos la oyeron, recibiendo al fin de ella, los más devotos, regando con sus lágrimas el suelo, el Pan de vida eterna; y dadas con devoción las gracias al Señor, alegres se sentaron, deseosos de ver el Triunfo de la Virgen, en representación de los zagales, y cuando el silencio estuvo en su lugar, cantó la música así: En el Sol puso su estrado la eterna sabiduría, cuando concibió a María sin original pecado. 306 campear: «es lucir mucho, como la cosa que está en tierra rasa, que de muy lejos se divisa, y así hacen las colores sobre los campos, que las relievan y hacen lucir» (Cov.).

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El Sol por naturaleza tan hermoso es, que no tiene mancha alguna, pues proviene su luz de toda limpieza. Este Sol queda ilustrado viendo el Sol de aqueste día, pues hace salga María sin original pecado. Eclipsis no ha padecido el Sol en quien Dios está, que sabe el pecado ya que este Sol es prevenido; pues viene a ser traslado al Sol del hermoso día, cuando concibe a María sin original pecado. Cantó la música con destreza, y luego salió el Prólogo, ricamente aderezado307, y dijo así: Llamó Dios a Jeremías, según cuenta el sacro texto, para que el pueblo dijese altos y graves secretos. Temió el profeta y, humilde, en presencia de Dios puesto, le dijo: «Ah, ah, ah, Señor, niño soy para tu pueblo. No sé hablar, soy balbuciente; ser profeta no merezco; veisme aquí: mi voluntad, a la que es vuestra, sujeto». Lo mismo, senado ilustre, en esta ocasión contemplo, cuando la alta devoción me llama, de este misterio. Si respondo que soy niño308, en el caudal pobre y tierno, 307

aderezado: «adornado, preparado» (Aut.) Cfr. el auto sacramental «Farsa del sacramento del entendimiento niño», Códice de autos viejos, 1988. 308

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a que no pase me obliga de la A primer rudimento. En ella quiero quedarme por sus profundos secretos, que levantando las fuerzas elevan al pensamiento. A.Ya no puedo decir más309, que considero el inmenso piélago310 y mar de virtudes que encierra, según entiendo. Virgen, vos la primer letra sois del humano alfabeto, siendo vuestro eterno Hijo alfa y omega del cielo. Que aunque Eva fue la primera, con el borrón de su yerro convirtió una letra en otra, lo perfecto en imperfecto. Mas como sois tan hermosa, de letra hicistes tal trueco, pues convertistes en A la E de nuestro destierro. Letra del amor es A, de aquel amor que el eterno Esposo tuvo a María, pues le dio de gracia el lleno. Principio y fin de alegría, cuyo principio venciendo, a la culpa original pronosticó buen suceso. Es sin por ser sin segunda, que tan alto privilegio sólo le gozó María por ser sin mancha el compuesto. Aurora cuya belleza nos prometió tan buen tiempo,

309

El verso, tal como aparece en la edición de 1620: «A. Ya no puedo decir más», resulta hipermétrico. 310 piélago: «lo profundo del mar. Por extensión un negocio dificultoso de concluir» (Cov.).

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que de ella, esparciendo rayos nació el claro dios de Delos. Ave contrapuesta a Eva, ave que gozó el requiebro de toda hermosa, y a Dios bajó del cielo encubierto. Si Eva sin mancha y sin culpa, al recibir alma el cuerpo, de toda gracia fue llena, que fue soberano acuerdo. Vos,Virgen, que sois mejor que nuestros padres primeros, con mayor colmo tendréis de toda la gracia el sello. Probar pudiera lo dicho; mas no enfadaros pretendo: sólo daros aquel gusto que pretende mi deseo. Nuestro intento es celebrar la concepción, que ab eterno, por Dios, sin culpa de Adán, fue más limpia que los cielos. Todos aplicad al acto la voluntad, que os prometo daros un rato de gusto por una hora de silencio. Con grande reverencia se despidió el Prólogo, y luego se oyeron en el vestuario muchos y diferentes instrumentos; y por una de tres puertas que había en el teatro, salió el Pecado original, que causó horror en ver su espantable figura, vestido como en famosos versos cuenta Ovidio, luchando con Caín, que venía como pintan a nuestros primeros padres después de haber pecado.

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Pecado:

¿Qué pretendes, si mis brazos te tienen de aquesta suerte?

Caín:

Pretendo darte la muerte y hacerte entre ellos pedazos.

Pecado:

¿Sabes quién soy?

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Caín:

Sé que fuistes quien a mi padre rindió, de modo que en ti perdió la gracia, como ya vistes.

Pecado:

Pues si sabes quién yo soy, qué ¿me pretendes vencer? ¿por dicha eres la mujer a quien esperando estoy?

Caín:

De Adán soy hijo ¿qué miras? y he de vengar a mi madre, ya que no fue hombre mi padre para vencer tus mentiras. No pienses que es paraíso este lugar donde estás; si allí ganastes lo más, no en esta tierra que piso. Dime si eres tan valiente, tan osado y atrevido, ¿por qué llegastes fingido en figura de serpiente? pues difícil a los dos padres míos, por su daño, fue creyendo en el engaño ser semejantes a Dios.

Pecado:

Deja agora tus quimeras, que es en vano persuadirme.

Caín:

Y a mí es difícil rendirme.

Pecado:

Si entendiera que de veras lo decías, no tardara un instante sin que luego vieras cómo en este juego mucho más que esto ganara.

Caín:

Estás con una victoria tan ufano, que no hay quien pueda sufrirte.

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Pecado:

Ahora bien: date a prisión, que no hay gloria ni gracia en aqueste instante; todos sois hijos de Adán, y por él, ellos cairán hasta que otro los levante.

Caín:

¿No veremos el decreto y causa por qué me prendes?

Pecado:

Esto ignoras, pues entiendes del quebrantado precepto311, el rigor, causa y pena, y que en ti, como heredero que eres de Adán, y el primero, ejecuto, y Dios lo ordena.

Caín:

¿Cuándo yo pequé, si agora al maternal aposento llego, pues que de mi aliento no he gozado aún media hora? Y siendo menor de edad ¿cómo me puedes prender, ni cómo pude ofender la soberana bondad?

Pecado:

Adán tu padre, por sí y sus hijos quebrantó el precepto, y así yo vengo a ejecutar en ti.

Caín:

Ya no quiero poner duda en lo que tan claro está, pues tendrás, cual parte ya, otra razón más aguda. Yo me confieso rendido del más infame tirano, que fue con victoria ufano

181

311 Aunque la edición de 1620 señala claramente las formas decreto/precepto, sin embargo, la rima exige la reducción del grupo consonántico de la segunda (precepto>preceto), forma que aún hoy puede encontrarse en el habla vulgar de ciertas regiones de España.

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cuando dél fui yo vencido; mi padre causó este estado: Dios se lo perdone, amén, pues perdiendo tanto bien, dio causa a tan gran pecado. Pecado:

Caín, ¡ya no estás tan bravo!

Caín:

Si estoy en mí mismo ajeno ¿cómo he de estar?

Pecado:

¡Oh, qué bueno!

Caín:

Por no serlo soy tu esclavo.

Pecado:

Deja razones y ahorra de argumentos y disputas, que te espera, de mi grutas, prisión, cárcel y mazmorra. Entró Caín en la cueva del Pecado, que estaba de tres colores tristes pintado, al modo que suelen pintar la entrada del infierno; y el Pecado se quedó en la puerta y dijo:

Pecado:

Formó con su poder, de Dios alteza, a su forma divina trasladado, al padre universal, tan si pecado, que fue de Dios milagro su pureza. De sus gracias mirando la grandeza, el lago de la envidia alborotado descompuso la unión con un bocado, que en su gusto dejó por su flaqueza. Y vino por la culpa a tal miseria, que en llanto convertido, amargamente lloró el estado lleno de desgracia. Y aunque triste miraba la materia en otro ser trocada, diferente, diole el remedio Dios, y fue su gracia.

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Salió un mancebo gentil hombre, que representaba al profeta Jeremías, con un criado graciosísimo naturalmente, cuyo nombre era Edonio, en hábito de peregrinos. Edonio:

¿Pues por esto has de llorar?

Jeremías:

¿No es causa bastante aquesta?

Edonio:

Si lo es, será molesta; mas yo me quiero alegrar.

Jeremías:

Hoy que empiezo la jornada para llegar a la vida, donde es fuerza la caída, ¿qué llore, Edonio, te enfada? Pues sabes bien que el cosario312, nuestro enemigo, y pirata, mal al pasajero trata, siendo de todos contrario. ¿No he de llorar? ¿no es razón el gemir, pues al camino llegamos, donde adivino quedaremos en prisión? El dolor que así recibo es tal, por nuestro pecado, que cual tú, soy condenado al mal de que soy cautivo.

Edonio:

De verte tan insufrible con tu llanto, me fatigo.

Jeremías:

De este mayor enemigo librarse será imposible.

Edonio:

Que llorar tienes tan triste, cuando el cielo, con celajes, al aire, de sus ropajes, esmalta, compone y viste.

312

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cosario: «el que anda a robar por la mar, pirata» (Cov.).

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Jeremías:

Nuestro pecado me tiene llorando tan duro afán.

Edonio:

Mira que dice el refrán que tiempo tras tiempo viene.

Jeremías:

Si tras tiempo viene tiempo y viene el tiempo con tasa, advierte que cuanto pasa es cosa de pasatiempo. Salió fuera de su cueva el Pecado.

Pecado:

Envídele313 con mi punto314; Eva quiso, y descartó la carta que Dios le dio de soberano trasunto315. Revidé316, y ella, de presto317 quiso, y entrole318 figura319, —al fin, mujer sin cordura—, con que perdió todo el resto320. Conoció mi punto, y luego que vio sus luces321 abiertas322, lloró y hallose por puertas323, por haber perdido el juego.

313

envidar: «cuasi invitar, porque el que envida está convidando al compañero con quien juega con el dinero» (Cov.). 314 punto: «valor, que según el número que le corresponde, tiene cada una de las caras de la baraja o de las caras del dado» (DRAE). 315 trasunto: «imitación exacta, imagen o representación de algo» (DRAE). 316 revidar: «reenvidar» (DRAE). 317 de presto: «prontamente, con presteza» (DRAE). 318 entrar: «en el juego de naipes, tomar sobre sí el empeño de ganar la puesta, disputándola según las calidades o leyes de los juegos» (DRAE). 319 Desde el momento que interpretamos que estamos ante un juego de cartas, de acuerdo al «envidar» del inicio (y no envidiar, como lee Yáñez, 1944) leemos «figura» y no «segura»,, como hace Yáñez. 320 resto: «en los juegos de envite, es aquella cantidad que separa el jugador del demás dinero para jugar y envidar» (Aut.). 321 luz: «dinero» (DRAE). 322 abrir: «huir, salir precipitadamente» (DRAE). 323 por puertas: «en extrema pobreza» (DRAE).

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Jeremías:

Ya el ministro que ejecuta el decreto soberano en todo el linaje humano ha salido de su gruta.

Edonio:

¿A dónde está?

Jeremías:

¿No le ves entre aquella parda peña?

Edonio:

Él, sin duda, me despeña si no me escapo por pies. Aquí es el temor: allega a hablarle con cortesía, si de tu propria osadía el valor no te la niega; y si acaso porfiare en querer llevarte preso, yo llevaré del suceso las nuevas, si me escapare. ¿Qué temes?, ¡oh! , pese a mí, que por vida...

Jeremías:

Calla, Edonio.

Edonio :

¿Qué he de callar, si un demonio nos sale a saltear324 así?

Pecado:

¿Quién va allá?

Edonio:

Yo estoy turbado.

Pecado:

El uno y otro es romero.

Edonio325:

Cuál será aquel caballero de los míos muy preciado...

185

324

saltear: «robar» (Cov.). Edonio empieza a recitar el romance de don Manuel Ponce de León y el moro Muza (Pan-Hispanic Ballad Project), reproducido en (consultado el 29-01-2013). Posiblemente Edonio está anunciando un enfrentamiento violento entre el Pecado y Jeremías como el que se 325

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Pecado:

¿Quién es éste a quien no ha dado temor mi mucha fiereza?

Edonio:

...que me traiga la cabeza de aquel moro renegado...

Pecado:

De haberle visto he quedado lleno de pena y de enojos.

Edonio:

...que delante de mis ojos a cuatro ha alanceado...

Pecado:

Por fuerza ha de ser vasallo, éste, de la dicha mía.

Edonio:

...y sus cabezas traía en el pretal del caballo...

Pecado:

¿Cómo viene éste jugando y calla el que está con él?

Edonio:

Oído lo ha don Manuel, que se andaba paseando...

Pecado:

Yo estoy reprimiendo en vano mis fuerzas bien conocidas.

Edonio:

...que de unas viejas heridas no estaba del todo sano...

Pecado:

¿Quién me tiene acobardado y quien mi valor impide?

Edonio:

...apriesa las armas pide, y en un punto se había armado...

Pecado:

¿Cómo me reprimo y callo siendo yo mismo el furor?

narra en el romance; por otra parte, es posible entrever una nota de humor que surge del contraste entre el valor del caballero que acude valientemente a hacer frente al moro en el romance y la cobardía del gracioso.

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Edonio:

...y delante el corredor arremete su caballo...

Pecado:

De que me tenga burlado estoy corrido y confuso.

Edonio:

Con la gran fuerza que puso la sangre le ha reventado...

Pecado:

De aqueste frío abrasado ¿cómo reprimo las llamas?

Edonio:

...gran lástima le han las damas de verle tan maltratado...

Pecado:

Bien puedo aquesto estorbarlo, antes que a dicha revuelva326.

Edonio:

Todos dicen que se vuelva, mas él no quiere aceptarlo...

Pecado:

Su mal término ha causado que yo esté cual fiero toro.

Edonio:

...derecho va para el moro, que está en la plaza parado...

Pecado:

Ya la paciencia he acabado: no puedo ser más sufrido.

Edonio:

El moro, desque lo vido, de esta manera le ha hablado...

Pecado:

Hombre mortal, que procuras engañarme, si no fueras inocente, a fe que vieras cómo de esas tus locuras pagabas los desatinos. ¿Quién sois? ¿De qué estáis callados?

326

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187

revolver: regresar.

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FRANCISCO BRAMÓN

Jeremías:

De ver que estén salteados del cielo dos peregrinos.

Pecado:

¿Cómo os llamáis?

Jeremías:

Jeremías.

Pecado:

¿Y vos?

Edonio:

Yo me llamo... ¡qué se yo327!, ¡por Dios que se me olvidó!

Jeremías:

Déjate de boberías.

Pecado:

Ya sabéis cómo gustastes el tósigo del veneno, de que Adán os dejó lleno el camino que tomastes. Y ésta es la forzosa venta donde a la primer jornada la serpiente emponzoñada es güésped que os aposenta.

Edonio:

Con tal güésped, Barrabás328 se podrá quedar en ella, pues al que pasa degüella sin miedo o temor jamás.

Jeremías:

Bien sé que por descendiente del hombre que se olvidó de su Dios, cuando perdió la gracia, soy delincuente; ¿mas por qué tanta crueldad se ha de tener con sus hijos?

327

En la edición de 1620, entre la respuesta de Jeremías y la de Edonio, el Pecado vuelve a preguntar: «¿Y vos?». Se trata evidentemente de una errata que rompe la estructura métrica y resulta innecesaria para el desarrollo del diálogo. 328 Barrabás: prisionero condenado a ser crucificado, a quien Poncio Pilato liberó, en lugar de a Jesús, por petición del pueblo judío.

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Pecado:

Necios estáis, y prolijos, habiendo hecho tal maldad. ¿Qué pensáis?, ¿qué estáis hablando?, ¿os parece cosa nueva ir a gemir en la cueva donde os voy encarcelando? Id, que entre aquellas barrancas se descubren los resquicios de mis pardos edificios, cuyas puertas jamás francas329 vieron sus grutas obscuras.

Edonio:

¡Que quiera aqueste atrevido tenerme tan oprimido!

Pecado:

Vil hombre ¿de qué mormuras?

Edonio:

Paréceme que está lejos y allá no podré llegar que me suele fatigar la gota, aunque es mal de viejos; ¿para qué me quieres tú y a un hombre tan sin provecho?

Pecado:

Sosegará así mi pecho.

Edonio:

Sosiéguete, Bercebú330.

Pecado:

Hombre vil, hombre pobrete, de hoy más por ti se dirá que aquel mal pleito tendrá que a voces todo lo mete.

Edonio:

Como en el mal te señalas, tan insufrible y protervo331, no puedes ya, como el cuervo, ser más negro que sus alas.

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329

franco: «desembarazado, libre, sin impedimento alguno» (DRAE). Belcebú: demonio, uno de los siete príncipes del infierno. 331 protervo: «obstinado en la maldad, perverso» (DRAE). 330

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Pecado:

Basta, que me descalabras332 no temiendo mi rigor.

Edonio:

Es que al buen entendedor la bastan pocas palabras.

Pecado:

Quiero sufrir el baldón333 —aunque quién lo imaginara—, que es mejor vergüenza en cara que mancilla en corazón334.

Jeremías:

Vamos al punto, Pecado, ¿qué quieres?

Pecado:

Tu esclavitud.

Edonio:

¿De qué sirve la virtud que de profeta la ha dado Dios acto, puro e inmenso?

Pecado:

En este primer instante, sin que alguno lo quebrante, es fuerza pagar el censo; después tendrá mil favores saliendo de aquesta culpa, a quien no vale disculpa al no sentir sus rigores.

Jeremías:

En conclusión, pertinaces no hemos de ser.

332

descalabrar: «causar daño o perjuicio» (DRAE). baldón: «vale denuesto o palabra afrentosa con que damos en rostro al que menospreciamos y tenemos en poco» (Cov.). 334 Gonzalo Correas comenta de la siguiente manera el sentido del refrán «Más vale vergüenza en cara, que mancilla en el corazón»: «Que por cortedad de hablar no se deje de intentar y pedir o tratar lo que se desea, no que de esa ansia en el corazón; que es mejor saber el sí o el no y no perder por no pasar un poco vergüenza», Vocabulario de refranes y frases proverbiales, 1992, p. 304. 333

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Pecado:

Con razón; mas aquesta inclinación, virtud, Jeremías, haces.

Edonio:

Criatura infame, abatida, principio de mi dolor, cancerbero, roedor de nuestra dicha perdida, centro de envidia, y abismo de tormentos y mentiras; si de nosotros te admiras, ¿por qué no tú, de ti mismo? De tu maldad no me espanto, ni menos de tu braveza; mas ¿por qué de esa fiereza no has de recibir espanto? Tu condición es maligna335 para habitar yo en ella, pues tiene siempre querella del hombre que se le inclina.

Pecado:

Tratadme bien, y con honra.

Edonio:

¿Por ventura la merece quien solamente apetece nuestra general deshonra? Un traidor vil y cruel, cuya ponzoña y veneno guarda, cual fuego, en el seno, para abrasarnos con él, ¿cómo quieres que te llame, pues nombre mejor no he hallado que el propio tuyo: Pecado?

Pecado:

Calla, siervo vil e infame.

Edonio:

Ser siervo yo lo consiento; mas de quién, bien lo sé yo,

191

335 Como ya se ha señalado anteriormente en otros casos semejantes, para que la rima entre maligna/inclina sea correcta, es necesario suponer una pronunciación vulgar en la que el grupo consonántico se ha simplificado: maligna>malina.

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pues soy del que me crió con soberano talento. Pecado:

De ser tu dueño me alabo.

Edonio:

Mientes porque mi Criador es verdadero Señor, de quien seré fiel esclavo.

Pecado:

Ninguno libre será de cuantos vienen por ley; sólo es libre a quien el rey, libertad, por gracia, da. Aquél es siervo, os prometo, que de Dios está olvidado, siendo esclavo del pecado, a quien estará sujeto. Vosotros, hijos de ira336, sois esclavos de mí mismo, metidos en el abismo de confusión y mentira. Agora, profeta, ignoras que ya en llorar no consiste el remedio; no estés triste; ¿de qué, Jeremías, lloras?

Jeremías:

Es bien gemir y llorar estando así desterrado, y por el primer estado, afligido, suspirar. Puesto que está nuestra vida en una prisión penosa por haber sido alevosa a la bondad ofendida, llorar pienso, pues pequé contra mi Dios, gravemente, cuando por ti, hecho serpiente, contrario de Dios quedé.

336 Efesios 2: 2: «también nosotros todos vivimos en otro tiempo, envueltos por las concupiscencias de nuestra carne, siguiendo sus apetitos carnales y depravados pensamientos, siendo por naturaleza hijos de ira lo mismo que los demás».

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¡Cómo no podré mostrar de mi llanto algún dolor, pues de mi pena mayor, fue aqueste el primer pesar! Parécete culpa, agora, que es de triste corazón quien con tan grande ocasión y por tantas causas llora. ¡Ay de mí! qué hechura siendo del mismo Dios, he perdido su imagen y he merecido esto que voy padeciendo. Y más tristes, mis sentidos están entre sí turbados, que son muchos los llamados y pocos los escogidos337. Pecado:

Entrad, no lloréis, profeta, que allá tendréis compañeros, que son muchos prisioneros los que este brazo sujeta.

Edonio:

E yo tengo obligación de entrar donde no quisiera, que antes me holgara que fuera ciego en aquesta ocasión.

Jeremías:

Edonio, por pasatiempo tienes nuestra desventura.

Edonio:

Señor, en prisión tan dura quiero entretener el tiempo.

Pecado:

Ya es hora de entrar adentro donde no vale la excusa, y es tan cierto, que no excusa, cual fuego, el ir a su centro. Jeremías se hincó de rodillas y, mirando al cielo, dijo:

337

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Mateo 22: 14.

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Jeremías:

Señor, la paga no niego que os debe mi inobediencia; mas que conmigo clemencia uséis, os pido y os ruego. Yo, captivo ya, suplico que juzguéis mi humilde pecho. Pues voy a pagar el pecho y todo a vos me dedico. No pierdo la confianza del buen logro de mi dicha, pues sé que en vos mi desdicha podrá alcanzar la bonanza. Yo no soy mío, mas vuestro, y como tal entro y callo, que entre los humildes hallo que a Dios tienen por maestro. Levantóse Jeremías. Ministro de Dios ¿es hora?

Pecado:

Sí, Jeremías, entrad.

Edonio:

¿Quién, viendo tanta crueldad, no gime, lamenta y llora? Entró Jeremías, y Edonio, por la puerta de la gruta donde entró Caín, y el Pecado al paso338, y salió el patriarca san José, vestido como en sus tiempos se vestían los escogidos, y dijo:

San José:

Qué mal me recibe el cuerpo, qué pasiones me entristecen, que al principio de mi vida me empozoñó la serpiente.

Pecado:

¿Quién sois, decidme?

San José:

José, descendiente de los reyes

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al paso: «sin detenerse» (DRAE).

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que ennoblecen mi linaje. Tú ¿quién eres?, ¿qué pretendes? Pecado:

Quiero que sepas, José, cómo he venido a prenderte por la culpa original de Adán, hombre inobediente.

San José:

Yo ¿cómo puedo ser preso siendo hidalgo, descendiente de reyes y hombres tan justos, que no temieron la muerte?

Pecado:

El venir de esa prosapia es para mí un accidente y a ti poco te aprovecha, pues no puedes defenderte. Al paso estoy esperando a toda la humana gente, porque el mandamiento habla con todos los descendientes de Adán, tu padre, que fue quien los hizo delincuentes, y aunque significa aumento José339 de este nombre advierte que antes de ser rescatado340, el aumento no se entiende: que el aumento verdadero de toda gracia procede.

San José:

Riguroso estás conmigo.

Pecado:

¿Riguroso te parece teniendo tan grande culpa? Fuéralo, si bien lo adviertes, dispensando con algunos; mas si a todos comprehende

339

Gn. 30: 22-24: «Acordose entonces Dios de Raquel, la escuchó y la hizo fecunda. Concibió, pues, y parió un hijo y dijo: “Dios me ha quitado la afrenta”, y le llamó José pues dijo: “Que me añada Yavé otro hijo”». 340 rescatado: liberado de un peligro; en este caso, del pecado.

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la ejecución del mandato, ¿qué rigor hay?

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San José:

Pues consiente Dios en tal ejecución, yo obedezco.

Pecado:

Obedece, que esta sentencia se dio al hombre.

San José:

¡Cuán diferente, si Adán no pecara, fuera este trance!

Pecado:

Así procede, después que pecó tu padre, en todos.

San José:

¡Qué triste suerte vemos al ser concebidos!

Pecado:

José, mucho me entretienes con tus diversas quimeras; ¡date a prisión!, ¿qué pretendes?, ¿libertad? Es imposible, que ya te he dicho que tienes parte en aqueste delito.

San José:

Si la defensa compete al natural, ¿no es razón querer que ella me aproveche?

Pecado:

Ea, José, no pretendas lo que no se te concede, que la culpa original primero en el alma prende.

San José:

¡Oh, pecado! Dios envíe quien la cabeza te quiebre y te arrodille a sus plantas, pues aquesto y más mereces.

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Pecado:

Enojado estás.

San José:

Sí, estoy.

Pecado:

No aguardes que te consuele.

San José:

¿Pues tú a mí, que tengo a Dios?, pecado, qué mal te entiendes.

Pecado:

Mira, José, que no es bien que aquesta causa se lleve por tal rigor, pues yo soy a quien ya sujeto vienes.

San José:

Soberbio Pecado, mira que te engañas, que no puedes sin la voluntad divina hacer todo el mal que quieres.

Pecado:

José, solamente quiero que me pagues, pues me debes, que en este trance, la fuerza que ya ves, es quien me mueve.

San José:

Por suspender las querellas de un ejecutor tan fuerte, voy a esperar en tu cárcel que de Dios la gracia llegue.

Pecado:

A más no poder es eso.

San José:

Soberbio estás.

Pecado:

Tú, obediente.

San José:

A ti no: a Dios lo estoy; y aunque agora me encadenes, saldré de prisión gozoso, y entiendo que será breve.

Pecado:

Entra agora a ser mi esclavo, y sal cuando tú pudieres.

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FRANCISCO BRAMÓN

Llevó el Pecado a san José, y luego salieron tres músicos y cantaron así: Cuando el hombre en el pecado original se entristece, más en gracia resplandece el templo de Dios sagrado. Siendo el poder infinito, actos infinitos obra, y más en aquesta obra en quien Dios no vio delito. Y gozando del primado que ella entre todas merece, más en gracia resplandece el templo de Dios sagrado. Como a Dios no hay imposible, obras milagrosas hace, y entre ellas, de Adán deshace, por gracia, el ñudo terrible. Como en su madre ha mostrado, que cuanto más la engrandece, más en gracia resplandece el templo de Dios sagrado. Salió el Pecado a la puerta de su gruta, al tiempo que se descubría con solemnidad un suntuoso trono, ricamente aderezado, que estaba en medio del teatro, en que apareció una hermosísima zagala que representaba a la Virgen nuestra Señora en el instante de su pura concepción, y el Pecado, al paso que hablaba, iba poco a poco acercándose al trono. Pecado:

341

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¿Es la aurora, el Sol, el día, y descendiente de Adán, que cuantos por aquí van no llevan tanta alegría? ¿Quién sale en su concepción esparciendo tantos rayos? Flores producen, y mayos, su gracia y su perfección. Parece que me ha desecho341 la gracia de su persona,

Desechado.

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la majestad y corona de mi ser, con tal despecho, que temo perder mi estado; mujer parece; mujer dicen que me ha de vencer, que está así profetizado. Afuera, vano temor que me ocupas el sentido; dispierta, no estés dormido, ¡oh tú, invencible valor! ¿De quién temo?, ¿quién reporta mis pasos?, ¿quién me detiene? Tanto temor ¿de do viene, que mi soberbia se acorta? ¿No soy yo quien no ha dejado hombre a vida342, al concebirse, sin que pueda resistirse cada cual de este pecado? Pues ¿cómo temor en mí puede haber? ¿Es imposible, y a mis ojos, insufrible, el ver tal luz por aquí. Si de Adán los descendientes han alcanzado perdón, no era mucho que afición muestra Dios a delincuentes. Y según es de piadoso, habrá hecho las amistades, que es la bondad de bondades; del alma, pastor celoso. Aquí se oyó grande armonía de instrumentos y se vido la Virgen. Pecado:

¿Qué canciones, qué instrumentos sonoros van por el aire, que con tal gracia y donaire elevan los pensamientos? Cantó la música:

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dejar a vida: dejar con vida.

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Venga norabuena tan gracioso día, pues de gracia llena sale en él, María.

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Pecado:

No puede ser, que primero será sin duda mi esclava; que este acento que la alaba será de algún agorero.

Música:

La gloria en el cielo cantan a la infanta, cuando ella en el suelo la culpa quebranta.

Pecado:

La culpa soy no vencida, antes seré victoriosa, que a ella también venenosa le fue la primer comida.

Música:

Del eterno Padre es Hija escogida, es del Hijo madre, de amor prevenida.

Pecado:

No puede ser; que ese rey, que en el prevenirla viene, el poder dado me tiene en Adán, según su ley.

Música:

Viene de tres reyes, cada cual la abona, pues vence las leyes su ilustre persona.

Pecado:

Reyes, monarcas, señores, de mí no se han escapado; que aunque reyes, del pecado vienen a ser agresores.

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Música:

Del original343 queda victoriosa: Dios le da el caudal con que sale hermosa.

Pecado:

¿Cómo es eso, si en Adán pecó la naturaleza humana, y por su bajeza le ha venido tal afán?

V. María:

Pecado, yo soy el día y el ave de gracia llena; a la vista de Dios, buena, y soy su esposa María. No vengo yo con la escoria que le dejó Adán al hombre, antes vengo para en nombre de Dios cantar la victoria. No soy de Adán heredera; madre del segundo, sí344; y por ello merecí no ser hoy tu prisionera. Antes que pecara el padre de todo el género humano, Dios me escogió de su mano para ser, de su Hijo, madre. Dios salió muy de mañana, antes que hubiese desgracia, dejome llena de gracia, más divina que no humana. Al hombre salió más tarde; era ya nacido el Sol, que a su primer arrebol le manda Dios que me guarde. Si Adán en tiempo nació, yo ab eterno fui escogida y con gracia prevenida, pues de culpa me libró.

201

343

Pecado original. La idea de que por un hombre, Adán, se perdió el ser humano, y que por otro, un segundo Adán, será salvado, aparece recogida en Corintios 15: 21-28 y en Romanos 5: 19. 344

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FRANCISCO BRAMÓN

Tuve en Dios tanto valor, que fui la primer criatura que en Él ganó la hermosura de un soberano primor. Vara sin ñudo soy yo, plantada en jardín eterno donde, sin temer invierno, la flor fragrante quedó. El alfa y omega soy en concepción tan sin mancha345, pues tu veneno no mancha la materia donde estoy. Pecado:

Hete escuchado, María, los ojos puestos en tierra, por ser tan fuerte la guerra que me hace tu gallardía, que no he osado alzar la vista a ver el rostro que tienes, que con la gracia que vienes, no puede haber quién resista. Tristes acentos prevengo con que llorar mi tristeza; triste yo, que a tal bajeza por tu sacro triunfo vengo. Hoy me siento sin ponzoña y estoy sin rabioso seno, que siento que mi veneno ni te hace mal, ni emponzoña.

María:

¿Sientes mucho mi victoria?

Pecado:

Si de todos la he cantado ¿no he de sentirla?

María:

Pecado, no, pues es de Dios la gloria.

345 Aunque con esta expresión se suele hacer referencia a Dios (en Apocalipsis 1: 8 se dice: «Yo soy el Alfa y el Omega, dice el Señor Dios»), en este caso se hace referencia a que María fue la primera y última persona humana que fue librada del pecado original.

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Pecado:

¿Qué dicha puedo tener en los demás que he vencido, si en este instante he perdido la que me dio otra mujer?

María:

Por ella vino la muerte y por mí vendrá la vida.

Pecado:

Sí vendrá, pues ya perdida tengo yo la de mi suerte.

María:

Di ¿no fue sin culpa Eva en justicia original?

Pecado:

Por no haber entonces mal parece mi causa aprueba.

María:

Antes que Eva soy criada, y antes que el hombre en el mundo ni ángel malo en el profundo hubiese, soy preservada. Ven, Pecado, que a mi planta te he de poner por despojos, pues Dios puso en mí sus ojos, y Dios por mí te quebranta346.

Pecado:

Ya es vencido Lucifer, ¡ah! del infierno; María es en el mundo, y el día nacerá de esta mujer.

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Púsose el Pecado a los pies de María y ella le pisó la frente; y con regocijo mucho de instrumentos se corrió la cortina del trono y cubrió a la Virgen triunfante; y luego por otra puerta salió, ricamente vestido, un gallardo mancebo que representaba el Reino Mexicano, con galas, que naturalmente parecía la persona misma, cuya persona representó acompañado de algunos indios, y dijo: R. M.: 346 347

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De esta fértil laguna347

quebrantar: «traspasar, violar una ley, palabra u obligación» (DRAE). El lago Texcoco.

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las márgenes sagradas piso ufano de ver que la fortuna dichosa aumenta con su franca mano el reino en que blasona, con su cetro imperial, mi real persona. Paso gozoso en ella lo mejor de mi vida, contemplando, en dicha de mi estrella, la heroica alteza de que estoy gozado, siendo sagrario santo adonde a Dios eterno se honra tanto. El príncipe dichoso me llame el mundo, pues merezco348 gozar el deleitoso jardín del cielo, cuyo suave fresco alegre trae la aurora, y de nuevo ropaje el aire dora. Aquí la rica mina me rinde parias de las rojas hebras del Sol que las anima, en dispuesta materia allá en sus quiebras, y a veces las desata, mezclando el oro con la blanca plata. Aquí de mis riquezas ofrezco parte al ínclito Felipo349 pues yo de sus grandezas a recibir el logro me anticipo, rogando al claro cielo a su cetro sujete todo el suelo. Aquí de ardientes rayos que abrasan al ligero pajarillo, entre abriles y mayos, al olor del jazmín y del junquillo, en céfiros suaves, gozaré de la sombra y de las aves. Estaba al lado izquierdo del teatro, hermosamente hecha, una alegre floresta en quien diversas aves, canciones, en su metro, repetían; aquí, 348 En la edición de 1620: meresco, evidente ejemplo de seseo, lo que ajusta la rima consonante del sexteto-lira. 349 Felipe III (1578-1621), rey de España.

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en un curioso asiento de fragrantes flores guarnecido, se asentó el Reino Mexicano; y en lo alto, por un artificio que se hizo, apareció un venerable anciano que representaba el Tiempo, y hablando con el Reino Mexicano, dijo: Tiempo:

Reino poderoso, escucha, que la embajada a que vengo pide me des de tu amor las reliquias del silencio.

R. M.:

Venerable padre, dime quién eres, que en fe prometo de quien soy, de obedecerte; habla, que te escucho atento.

Tiempo:

A mí, monarca invencible, todos me llaman el Tiempo, que paso con ligereza y a lo pasado no vuelvo. A cuya causa estas alas350 baten los aires ligeros y, caminando en sus hombros, parto, llego, corro y vuelo. Y porque más bien conozcas de mi curso el movimiento, muchos por siglos me cuentan haciendo, de siglos, evos351. Por años, meses, semanas, días, horas y momentos, saben mi curso y adónde el fin que pretendo llevo. No faltó quien con tres rostros me retratase en un templo; de lo que será y ha sido, y del presente que vemos. Unos dicen que soy proprio

350

Posiblemente hace referencia a unas alas que debían adornar al actor durante el momento de la representación, de acuerdo con la iconografía propia de la época: «Uomo vecchio alato [...] Si fa alato, secondo el detto Volat irreparabile tempus» (Ripa, 1992, p. 439). 351 evo: «duración de las cosas eternas» (DRAE).

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para estafeta o correo; que corro tal, que en un punto atrás toda vista dejo. Otros, no sé yo por qué, me dan de mujer extremo, pues soy casi para todos que bien me gastan, muy bueno. Para quien me estima y honra soy mina de mucho precio; no lo soy para el perdido; antes al malo, perverso. Nunca mi fue vuelve a ser, que no puedo hacer tal trueco; y así aquel que me gozare, mire su dicha o su riesgo. Yo, pues, dichoso he llegado, más alegre y más contento que otra vez, a tu laguna, a quien nueva dicha ofrezco. Nuevas de gozo te traigo, nuevo placer te presento, por ti la paz solicito cuando en verte me recreo.

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R. M.:

Tiempo amigo, ¡quién pudiera decirte cuánto agradezco voluntad como la tuya, que es del amor rico empleo! Nueva de gozo me ofreces, de gloria me das aumento, cuando yo, para pagarte, pobre y sin caudal me veo. Más obligado me tienes, más tuyo me considero, con callar te pago más, pues más que callar no puedo.

Tiempo:

Deja cumplimientos, deja de tu generoso pecho agradecer mi venida.

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R. M.:

Prosigue, que yo obedezco.

Tiempo:

Después de edades cansadas, después de largos deseos, después de esperanzas muchas y después de mil consuelos que tuvo el limbo, esperando la clemencia de los cielos, por gracia sin mancha alguna —que fue divino misterio—, se concibió la princesa Virgen, que es madre del Verbo, que por amores del hombre lo fue en divino supuesto; y aunque la culpa de Adán manchó los del universo, deslustró sus propia dicha, quebrando su claro espejo, María, que en gracia excede por singular privilegio a toda humana criatura, venció al pecado soberbio, quebrantando de esta culpa el fiero, arrogante cuello, que a tantos va sujetando cuantos se van concibiendo.

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Aquí se descubrió el trono y la Virgen, triunfante de la culpa. Alza la vista y contempla de tal empresa el trofeo, pues de esta Virgen, las plantas así le tienen sujeto352. Oye del cielo los gozos, escucha sus instrumentos, que «Santa, Santa», publican con soberanos requiebros. Ya Paulo, pastor divino del cristianísimo apero, 352 Es elemento propio de la iconografía barroca concepcionista la imagen de la Virgen pisando a la serpiente como símbolo de su victoria sobre el pecado original.

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piadosamente permite la celebre, en Dios, el pueblo353. Corriose la cortina. Triunfo tan alto celebra, gran señor, que no eres menos que las primeras Españas que dan a Dios grato incienso. De mi venida a tu corte ésta es la causa, y si excedo de mi obligación y oficio, voyme de placeres lleno. Fuese el Tiempo. R. M.:

Tiempo, Tiempo, escucha, aguarda, advierte, detente, espera, detén tus alas veloces, que de mí fuera me dejas. No le des, aire, el aliento que ha menester su carrera; pare su ligero curso; ruégale que a verme vuelva. Cielos, no estéis rigurosos; mirad que el alma desea celebrar tan sacro triunfo, en cuyas glorias se aniega, que siento tanto el rigor de ausencia, que muero por no hallarme en su presencia. Laguna, si acaso tienes, de verme, tan triste pena, búscale entre tus palacios y consagradas doncellas.

353 La polémica que recorre España entre maculistas e inmaculistas se trasladó a Roma, con el apoyo del propio Felipe III. En 1617 Paulo V resuelve a favor de los segundos permitiéndoles seguir con su devoción mientras que a los primeros, aunque no se les condena, sí se les prohíbe defenderla en público. No obstante, la victoria fue incompleta, porque el papa no accedió a hacer una declaración dogmática sobre el tema de la Inmaculada Concepción de la Virgen.

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Dile que peno por verle, dile que estoy tal, que apenas de la pasada alegría mi dicha mayor se acuerda. Y dile cuánto he sentido y cuánto dolor me aqueja ver mi suerte así lograda y su partida tan cierta, que siento tanto el rigor de ausencia, que muero por no hallarme en su presencia. Prados vestidos de glorias, soberbios riscos, y peñas: si los secretos del cielo escucháis con mis tristezas, así blandas a mi ruego, si es posible en mis endechas sintáis que el dicho tiempo, de mis ojos se me ausenta, mirad si acaso la dicha, que a veces feliz se muestra, os le ofrece, que yo tengo el alma triste, deshecha, que siento tanto el rigor de ausencia, que muero por no hallarme en su presencia. Fuese el Reino Mexicano y sus vasallos, y salieron por la misma puerta dos ciudadanos, y dijeron:

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Ciud. 1:

Muchos son los regocijos de tal monarca a tal reina.

Ciud. 2:

Qué mucho, si del pecado quebró la infernal cabeza.

Ciud. 1:

Grandes son los atributos que muestran bien su pureza.

Ciud. 2:

Parte de ellos, Dios, su esposo, usa cuando la requiebra.

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Ciud. 1:

Cuando la llama paloma, misterios muchos encierra.

Ciud. 2:

También a renglón seguido, la llama hermosa y perfecta354, que tal requiebro es decirle que es sin segunda, primera: una, en quien los dos extremos de principio y fin se encierran; perfecta, pues ella sola es quien de Adán las tinieblas, por la gracia que en Dios tuvo, dejó por ella deshechas.

Ciud. 1:

Ciudad fundada en carbunclo355 es también, que su pureza en la obscura noche dio de su nueva luz la muestra. Y más, que es el nombre proprio, el Señor Dios es en Ella, de donde saco que siempre estuvo de gracia llena356.

Ciud. 2:

Los átomos bulliciosos de Febo, gallardo cuenta, con las estrellas del cielo, y al mar la menuda arena; el Sol en el puño abarca, bien esparcidas sus hebras; la Luna cubrir pretende con una nube pequeña, quien el piélago357 sagrado tratar puramente piensa, de la Concepción sin mancha que en Dios gozó esta Princesa. Y así, que México muestre

354

CC 6: 9: «Única es mi paloma, única mi perfecta» («Una est columba mea, perfecta mea»). 355 carbunclo: «rubí» (DRAE). Era símbolo de la dignidad real. 356 Lucas 1: 28: «Salve, llena de gracia, el Señor es contigo». 357 piélago: «lo profundo del mar» (Cov.).

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de su cifra las riquezas; haga alarde de su gozo, y de su gloria, reseña; que convoque sus provincias, y que todas le obedezcan; que en Dios abrasen su pecho, cuando más en Él le tenga. No es mucho, pues de su celo es ésta la menor prenda, siendo erario de virtudes, que más que otro las enseña. Ciud. 1:

Ya el templo, en quien Dios se agrada, se descubre, cuyas puertas dejan atrás las de Oriente, por más que hermoso amanezca; donde el logro del deseo más endiosado, se estrena con la suerte de esta gloria, que en tal retrato contempla.

Ciuds. 1 y 2:

Entremos, que el regocijo en nuestro gusto se muestra, dando el salve a nuestros labios, con que a la Virgen celebra.

Fuéronse los dos ciudadanos, y luego se oyó, por un rato, una diversidad de instrumentos, que regocijaba el acto suntuoso, de tantos regocijos. Salieron muchos zagales ricamente vestidos con el ropaje mexicano, con flores e instrumentos en las manos, en orden concertados y haciendo profundas reverencias al trono de la Virgen, que estaba descubierto. Después salieron seis principales caciques, que son los nobles y de buen linaje, con preciosísimas ropas aderezados; y después de ellos, el Reino Mexicano requísimamente vestido con una tilma358 de plumería359 y oro, costosamente guarnecida. Las

358

tilma: «mej. Manta de algodón que llevan los hombres del campo a modo de capa, anudada sobre un hombro» (DRAE). 359 El arte de la plumería fue una de las expresiones más características de la civilización azteca.

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demás ropas que sacaron, que fueron zaragüeles360 y cacles361, estaban de rico oro bordadas. Llevaba, como los seis, en el brazo izquierdo, un rico escudo con un vistoso plumero de muchas y diversas plumas, que más realzaban el adorno de la persona. En el escudo llevaba sus propias armas grabadas, que son una águila sobre un tunal362, con esta letra: LETRA Pues tal luz le da María, renovarela en su día.

Con debida reverencia hicieron acatamiento a la persona real de la triunfante Virgen; sacaron diversidad de instrumentos que usan en esta danza, entre los cuales aquel que es más necesario se llama teponaztle363, que es de palo, y todo de una pieza, muy bien labrado, güeco, y sin cuero ni pergamino por de fuera, con cierta hendedura o muesca por lo alto; tocase con palillos, aunque son los extremos delicados, por ser de algodón. De otro instrumento usan, que es mayor que éste: alto más que hasta la cinta, redondo, güeco, entallado por de fuera y pintado; en su boca tiene un ancho parche de cuero de venado, bien curtido y estirado, que, apretado, sube, y, flojo, abaja el tono; tocase con las manos, aunque con trabajo. Concertados estos y otros instrumentos, dieron los siete principio a una vistosa danza, que llaman, los mexicanos, netotiliztle, y en nuestro vulgar, mitote o tocotín. Es danza que para relación y escrita no tiene gracia y donaire, que le comunican aquellos que diestramente deleitan en ella con sus agradables vueltas, reverencias, entradas, cruzados y paseos. Como lo hicieron maravillosamente estos siete mexicanos, que excediendo y dejando atrás el arte, dieron suficientes muestras que sólo los movía y animaba el celo de su gozo y triunfo sacrosanto de la sin culpa concebida. Al paso que danzaban, unos diestros músicos cantaron, al son de los instrumentos, así: Bailad, mexicanos; suene el tocotín, pues triunfa María con dicha feliz. 360

zaragüelles: «calzones muy anchos y largos» (DRAE). cacles: palabra de origen náhuatl, sandalia de cuero usada en México. 362 tunal: higuera de tunas, nopal. Símbolo de México. 363 Teponastle: palabra náhuatl, instrumento musical indígena, parecido a un tambor pequeño. 361

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Coged frescas flores del rostro de abril; haz el de guirnaldas de blanco jazmín. Mirad que es la madre del fuerte David; hermosa y más linda que fue Abigail364. El alma endiosada le vengo a servir, pues triunfa María con dicha feliz. Sacad ricas joyas con oro de Ofir365; de vuestras riquezas el suelo vestid. En dicha sagrada, podéis recibir el triunfo divino que vemos aquí. Cantad aleluyas a Dios, que es sin fin, pues triunfa María con dicha feliz.

Con mucho gozo y general aplauso de los oyentes, dieron fin a la vistosa danza, haciendo una profunda reverencia a la Virgen, teniéndole también este solemne acto del Triunfo de la Virgen y gozo mexicano. Miraban los gustosos pastores el mucho adorno del bien vestido teatro, ya, en su medio, el trono suntuoso donde apareció la Virgen, cuya puerta estaba en forma arqueada, en cuya cornisa se leían estas palabras del profeta, en el salmo 82: Tu confregisti capita draconis366.

364

Abigail: moabita, tercera esposa del rey David. Tenía fama de mujer juiciosa y de buen ver. La historia de Abigaíl se narra en Samuel 1: 25. 365 Ofir: lugar mencionado en la Biblia, famoso por su riqueza, del que se suponía le llegaban al rey Salomón grandes cantidades. 366 «Tu quebraste las cabezas del dragón» (Salmos 73: 14).

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A otros le placía ver la triste gruta del Pecado, que estaba en lo último del teatro con horribilidad que en su forma y pintura tenía, en cuya puerta estaban estas palabras esculpidas del mismo rey David, salmo 32: Non salvatur rex per multam virtutem367.

Otros se entretenían en ver la puerta que estaba entre el trono y la gruta, que fue por donde salieron los que se iban concibiendo, y tenía estas letras del salmista, salmo 80: Vos autem sicut homines moriemini368.

La suntuosa puerta por donde salió el Reino Mexicano, que estaba al lado izquierdo, convidaba con su adorno a que todos se mirasen en ella; había en ella, con letras de oro esculpidas, estas palabras del Cancionero Real, salmo 29: Exaltabo te Domine quoniam sucepisti me369.

Recreaba a otros la hermosura mucha de la floresta que estaba en el fin del teatro, al lado de esta puerta, por la curiosidad con que estaba adornada con tanta diversidad de plantas, flores, aves y otras cosas, que con su bien dispuesta proporción más engrandecían tan florida arboleda, que sus orillas representaban a la laguna mexicana, a donde salía el personaje introducido a deleitarse. El demás cuerpo de teatro estaba con ricas colgaduras aderezado, en cuyo medio, en un rico dosel, estaba una tarja con este periodo del capítulo séptimo del Eclesiástico, que admirablemente dice: Noli quaerere fieri iudex, nisi valeas virtute irrumpere iniquitates370.

Palabras que se habían de esculpir y grabar en nuestra memoria, y así hubiera menos atrevimiento de censurar aquello que gravemente y con seriedad escriben los más calificados ingenios, que en todos tiempos en sí han celebrado; y no que en estos nuestros calamitosos tiempos está desenfrenado 367

«No vence el rey por su gran valor» (Salmos 32: 16). «Pero vosotros moriréis como hombres» (Salmos 81: 7). 369 «Te glorificaré Señor porque tu me has acogido» (Salmos 30: 2). 370 «No aspires al cargo de juez, no sea que no puedas extirpar las injusticias» (Eclesiástico 7: 6). 368

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el apetito de Zoile de suerte que tiene su mayor dicha en sólo roer y ladrar como envidioso perro, las obras que por humildes que sean, merecen grande honor y estima, por haber costado excesivo estudio y continuas vigilias. A esta causa grabó Anfriso la sentencia del sabio. Con estos y otros motes adornó el teatro, Anfriso, que procuró este día dar más gusto que otras veces. Fuéronse los pastores con el orden que vinieron, y nuevo gozo, con la gallarda Marcilda, a su alquería, a donde a todos en espléndido convite regaló. La hermosa Florinarda y sus vaqueros habían ya aderezado donde los más diestros lidiasen los novillos que estaban para tal acto dedicados y encarcelados. Llegó pues la hora de la lid, y estando en sus lugares todos, con aclamo y regocijo de ellos, por las venturosas suertes, se jugaron. Otros pastores la tarde entretuvieron, ya con danzas, ya con cantares, corriendo y diestramente tirando la barra, ganando premios que ofreció Florinarda. Fuese el Sol a llevar las nuevas de tan heroicas fiestas y generosos pechos al contrapuesto horizonte, que, deseoso de saberlas, alegre le esperaba, y nuestros pastores de las fiestas se despidieron. Anfriso le rogó a Menand[r]o le esperase hasta el siguiente día, para volverse a sus patrias riberas. Estimó Menandro la amistad de Anfriso, por gozar más de la presencia de su aficionada Arminda. Florinarda, por estar de su alquería cerca, se fue aquella noche con Palmerio y otros. El siguiente día se despidieron tiernamente todos de Marcilda, y ella de todos, y Menandro de Arminda, prometiéndose una voluntad y amor recíproco. Llegó Anfriso a su Real Academia el siguiente día y, acompañado de Menandro, coronó sus sienes con el verde laurel de la Facultad de Cánones371. LAUS DEO372

En México, con licencia del señor marqués de Guadalcázar, virrey desta Nueva España, y del ordinario deste arzobispado de México. En la imprenta del licenciado Juan de Alcázar, en la calle de Santo Domingo, pared en medio de la Santa Inquisición. Acabose, sábado 4 de abril. Año 1620. 371

El ejemplar al que hemos tenido acceso lleva escrito a mano: «Celestial Virgen» y, a continuación, una firma. 372 «Gloria a Dios» o «Alabado sea Dios». Frase latina que se coloca al final de un libro.

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Los Sirgueros de la Virgen sin original pecado (México 1620), del bachiller Francisco Bramón, consiliario de la Real Universidad de México, dedicada al obispo de Michoacán, fray Baltasar de Covarrubias, con el escudo de armas de su posible mecenas en la portada, forma parte de la lucha por la definición dogmática de la Inmaculada Concepción de la Virgen, hito esencial de la espiritualidad barroca. Los Austrias españoles consideraban a la Virgen especial protectora de la Monarquía Hispánica, convirtiendo la reivindicación de la cuestión inmaculista en una batalla por el prestigio del rey católico1. Icono superlativo del arte religioso de la Contrarreforma, la doctrina inmaculista inundó de citas visuales las referencias textuales cuyos relatos ecfrásticos2 codifican inmensas redes de estructuras condicionales desde esa causa noumenon. Del conjunto de nexos causales que Los Sirgueros acumula se destrenza en primer lugar la Real Universidad de México, por lo que creemos imprescindible el acercamiento a la vida universitaria de su autor, a priori biográfico3 que surge como determinación originaria, comparecencia del dato del comienzo. En las adelantadas conclusiones de Enrique Anderson Imbert a su crítica interna de Los Sirgueros de la Virgen sin original pecado planteaba ya «la curiosa metamorfosis de un género: la novela pastoril se hace sacropastoril y pastoril-académica. He aquí una novela pastoril que es también alegoría religiosa, autobiografía y antología lírica del autor»4.

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Ver Carrió-Invernizzi, 2008, p. 87. Ver Hopkins, s. f., p. 8. 3 La biografía de Francisco Bramón se encuentra compilada por Maldonado Macías y Traslosheros Hernández. 4 Anderson Imbert, 1960, p. 33. 2

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La Universidad de México fue fundada por real cédula de 21 de septiembre de 1551 firmada por el príncipe Felipe con todos «los privilegios, franquezas y libertades que ha y tiene el estudio e universidad de la ciudad de Salamanca, con las limitaciones que fuésemos servidos...». Su solemne Inicio, el 3 de junio de 1553, estuvo a cargo del catedrático de Retórica Francisco Cervantes de Salazar5. Desde su fundación, y como demuestran los estudios de historiografía universitaria cuando el modelo de una universidad se propone para otra, la organización salmantina fue adaptada a las circunstancias y realidades de ese «Reino Mexicano» que, acompañado de sus indios, Bramón convierte en poderoso personaje del auto sacramental en su Libro Tercero. Es esta realidad colonial la que, como estudia Mariano Peset, transforma la organización y el equilibrio —o la pugna— de poderes de la universidad mexicana bajo el control del virrey y la Audiencia. Las distintas reformas y estatutos que la guiaron (las del oidor Pedro Farfán en 1580, el arzobispo Pedro Moya de Contreras en 1586, el virrey marqués de Cerralvo en 1626, y el obispo de la Puebla de los Ángeles Juan de Palafox y Mendoza en 1645, entre las más importantes) no hicieron sino regular las peculiaridades de la universidad mexicana con respecto a la peninsular. Fue una de las pocas universidades americanas que, encomendada al virrey y a la Audiencia desde su fundación, no se erigió bajo el control directo de la autoridad eclesiástica ni de ninguna orden religiosa, aunque la Iglesia, a través del cabildo y del propio arzobispo, empezaría a disputarles el control de la corporación. Felipe II limitó el poder de los clérigos regulares (muy dependientes por la natural fidelidad a su comunidad y al papa), fortaleciendo la formación universitaria del clero secular más sujeto a la Corona, para crear, según Margarita Menegus, «un vasto cuerpo de clérigos al servicio del rey, que no sólo se hicieron cargo del gobierno espiritual de los naturales, sino que también intervinieron directamente en diversos asuntos concernientes al gobierno temporal, al lado de los alcaldes mayores y corregidores»6. El bachiller Francisco Bramón obtuvo el 18 de marzo de 1618 la capellanía que había dejado al morir Francisco Rodríguez de los Ríos, recibiéndola de parte del arzobispo Juan de la Serna7. Según el auto notarial aportado por 5

Ver Luna Díaz, 1996, pp. 13-21 y Peset, 1996a, pp. 49-73. Menegus Bornemann, 2001, p. 23. 7 A partir de 1618 son frecuentes las disputas entre los poderes civiles y eclesiásticos del virreinato, cuya crisis política provocó el rompimiento de las relaciones entre el virrey, la Audiencia y el arzobispo Juan Pérez de la Serna. Si la Audiencia se quejaba 6

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Humberto Maldonado Macías y «suscrito en el pueblo de Mesquique» con la fecha antes consignada se asientan esos datos sobre «el bachiller Bramón —clérigo de corona y grados, según allí se especifica—»; la cédula agrega que, con aquel beneficio, «el religioso obtendría el “orden sacro”, pues por entonces aún no disponía del título de presbítero y sólo poseía el grado de clérigo en órdenes menores.[...] el arzobispo deja muy claro que el beneficiario de aquella fundación debía ser el “capellán perpetuo” que habría de administrarla [...]». Maldonado Macías informa que por «otro auto que figura después del documento anterior, fechado tres días después en el pueblo de Ixtapaluca8, sabemos que toma posesión canónica de esa capellanía, cuyas misas se deberían rezar en la Catedral Metropolitana de la ciudad de México, según las disposiciones impuestas por su fundador»9. Es este bachiller, presbítero y consiliario quien escribe Los Sirgueros de la Virgen sin original pecado. La Universidad de México tenía una estructura de gobierno repartida entre el rector, «cabeza» de la universidad y presidente de los órganos colegiados; el maestrescuela catedralicio, delegado del poder papal, encargado de conferir los grados mayores, y los claustros como órganos colegiados donde estaban representados los distintos sectores de la institución. Había tres tipos de claustros: el de consiliarios, el de diputados (o de hacienda) y el pleno10. Bramón, al ser electo consiliario, «quizá por primera ocasión» con fecha del 10 de noviembre de 1619, como consignan los libros capitulares11, y anota Humberto Maldonado Macías12, formaba parte del claustro pleno, supremo consejo resolutivo y legislativo que reunía a todos las instancias del gobierno universitario: el rector y el maestrescuela, consiliarios, diputados, catedráticos y demás doctores. Siguiendo los estatutos salmantinos, el claustro de consiliarios fija la participación de los estudiantes mexicanos en la gobernanza académica al ser

de las medidas tiránicas con las que el marqués de Guadalcázar gobernaba la Nueva España, no menos importantes fueron sus choques frontales con el arzobispo, a quien acusó de usurpar la jurisdicción real y de explotación de los indígenas. Por su parte, el marqués de Guadalcázar rompió con el arzobispo en septiembre de 1620 por los derechos episcopales en las parroquias indígenas, controladas por las órdenes religiosas (ver Pérez Puente, 2000, pp. 121-122). 8 Mesquique e Ixtapaluca son pueblos de la provincia de Chalco, que pertenecía al arzobispado de México.Ver Vázquez Vázquez, 1968, pp. 49-50. 9 Maldonado, 1992, p. 51. 10 Ver Pérez Puente, 2001, pp. 30-36. 11 Plaza y Jaén, 1993, p. 260. 12 Maldonado, 1992, p. 52.

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el encargado de la elección del rector (llevada a cabo anualmente y por voto secreto), la provisión de cátedras y de nuevos consiliarios. Su ejercicio, igual que el del rector, duraba un año, al término del cual el claustro designaba a los sucesores en los cargos de rector y consiliarios (con posibilidad de reelección). Según Lorenzo Mario Luna Díaz y Armando Pavón Romero (principales especialistas de este claustro) los consiliarios, como representantes de los intereses del grupo estudiantil, tenían un destacado papel en la organización de los estudios y en la dirección política que tomó la universidad. Del periodo analizado, desde 1553 al segundo rectorado de Farfán, subrayan el nacimiento de una conciencia gremial estudiantil ligada al grupo de estudiantes de cánones, porque «fueron ellos los que se mantuvieron como consiliarios en el gobierno de la universidad y quienes primero reclamaron su derecho a ocupar la rectoría. Fue también de entre su número que surgieron los primeros relevos para las cátedras». Los consiliarios constituyen un grupo con intereses específicos cuyas acciones no son un mero reflejo de las pugnas entre las fuerzas mayores del espectro político colonial, Especificidad que está constituida acaso por la indefinición del futuro de los individuos de ese grupo, lo cual les impide aliarse de una vez por todas con un bando determinado, sea éste el del partido de la audiencia, el del arzobispo, el del cabildo metropolitano [...] o el de las órdenes religiosas. Por lo tanto, su interés como grupo se manifiesta, por una parte, en su tendencia al control de los mecanismos internos de la corporación y, por otra, en su necesidad de encontrar oportunidades de promoción externas a la universidad. Por descontado, las posibilidades de una carrera quedaban limitadas a las burocracias civil y eclesiástica. En esta medida, los escolares —lo que vale decir, los consiliarios que representan sus intereses, bien que no «democráticamente»— estaban dispuestos a alinear sus fuerzas con quien mejor pudiera favorecer sus aspiraciones. Sin duda, éstas eran más fácilmente promovidas, en cuanto a expresión de un grupo, y no sólo de individuos, al identificarse con la corporación universitaria13.

Los consiliarios debían ser ocho estudiantes matriculados en la universidad y por lo menos con dos cursos jurados, esto es, tomados. Pero Leticia Pérez Puente explica que durante los treinta primeros años del siglo XVII el cargo fue limitado a los bachilleres; por lo tanto, los estudiantes cursantes no podían ser consiliarios, sino sólo aquellos que contaban con el grado 13 Luna Díaz y Pavón Romero, 1996, p. 42. La primera edición de este memorable artículo apareció en Universidades españolas y americanas. Época colonial, Valencia, CSIC/ Generalitat Valenciana, 1987, pp. 329-350.

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menor de bachiller (los grados mayores eran los de maestros, licenciados y doctores), dándose preferencia a los bachilleres canonistas y teólogos, y con una tendencia a la exclusión de los médicos y los simples legalistas y artistas. A estas limitaciones «se sumó la edad; si bien las constituciones especifican que la edad mínima para ser consiliario era de 24 años, se estableció como costumbre 30, un factor más de de la selección de personas que participarían en el gobierno de la corporación»14. Según anota Cristóbal Bernardo de la Plaza y Jaén en su Crónica de la Real y Pontificia Universidad de México, escrita en el siglo XVII, en su Libro Tercero, capítulo XXV, «De la elección de Rector del Dr. Dn. Bartolomé González Soltero y lo que sucedió en su tiempo», [...] y habiendo jurado de votar fielmente y rectamente conforme a dichos Estatutos, tuvo el Dr. Dn. Bartolomé González Soltero, nueve votos, con que salió electo nemine discrepante por Rector de esta Real Universidad. Se le mandó dar aviso de la elección, y se eligieron por Consiliarios a los bachilleres Juan Pérez de Oyanguren, Juan de Barrientos, Jerónimo de Salmas, Juan Matías Flores, Francisco Gramón15, García de Avalos, Juan de Manzanares y Juan Fernández de Palencia, los cuales aceptaron al Rector y Consiliarios e hicieron el juramento que se acostumbra: fue admitido en Claustro Pleno por Rector de esta Real Universidad, dicho Dr. Dn. Bartolomé González Soltero, y los Doctores, Maestros y Bachilleres Consiliarios, juraron de obedecerle en las cosas lícitas y honestas16.

Finalmente será este bachiller, elegido como consiliario, el que aparece en la portada de Los Sirgueros de la Virgen sin original pecado, y así lo ratifican la licencia del marqués de Guadalcázar «al dicho bachiller Francisco Bramón», las aprobaciones del padre fray Victoriano de Esmir y fray Gonzalo de Hermosillo y la dedicatoria del autor al obispo de Michoacán, firmada por el «bachiller Francisco Bramón». Sin embargo, el Prólogo al lector comienza con un primer recuerdo sobre sus estudios universitarios: «Suelen los fatigados ingenios, lector benigno, del trabajo que las vigilias de mayores estudios traen consigo, buscar para divertirse [...]»17 (p. 43), que después ampliará de la siguiente manera:

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Pérez Puente, 2000, p. 55. Según Maldonado Macías, es evidente que se trata de la misma persona. 16 Plaza y Jaén, 1993, p. 260. 17 Citaremos siempre por nuestra edición y para mayor comodidad incluiremos la paginación en el interior del texto. 15

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[...] El asunto que el celo de tan grande festividad me ofreció fue por divertirme y dar vado al ingenio que en los estudios mayores de Filosofía y Cánones18 —en que recebí con general aplauso el lauro del trabajoso triunfo— felizmente han aprobado, y a aliviarle de una cansada oposición, dejando el popular concurso y ambigüedad de amigos, que los más de este calamitoso tiempo son fingidos griegos (p. 45).

La Universidad de México contaba con las Facultades de Filosofía (entonces llamada Artes),Teología, Cánones, Leyes y Medicina.Todas ellas concedían el grado menor de bachiller y los mayores de licenciado, maestro y doctor, aunque, como advierte Armando Pavón Romero, «[...] en la Facultad de Artes, no existía el doctorado, por ser considerada facultad menor, entonces el grado máximo era el de maestro»19. Si los cinco poemas que le dedican (después del Prólogo antes mencionado) el doctor Rodrigo Muñoz (con dos composiciones), el almirante Andrés Lariz, don Gerónimo de Cuevas, y un amigo religioso, lo son al licenciado Francisco Bramón, nuestro autor quiso colocar en primerísimo lugar el honor de haber sido nombrado consiliario (lo que presupone el grado de bachiller). Las razones de su apreciación del grado menor frente a los mayores pudieran estar en las importantes funciones desempeñadas por los consiliarios en la política universitaria, la evidente conciencia corporativa y la más que apreciable posibilidad de ascenso en su carrera académica y eclesiástica. Por otro lado, y como aclara Armando Pavón Romero, el grado menor de bachiller era el único que se obtenía luego de cursar las materias indicadas en cada facultad y, por tanto, era considerado «el de importancia»20. Cristóbal Bernardo de la Plaza y Jaén detalla que [...] nuestros Bachalarios, habiendo sido examinados por la fuerza y rigor de los argumentos, se les concede facultad con este lauro, para subir en Cátedra de la facultad del laureado, y exponer en ella a los autores de su facultad, para presidir actos y dar respuesta a los argumentos y dificultades, poder obtener y regentar 18

Entendemos que Bramón debe estar refiriéndose a los grados mayores, ya que la Facultad de Filosofía (Artes) era calificada de «menor» frente a las otras cuatro «mayores» (Teología, Cánones, Leyes y Medicina). Sin embargo la Facultad de Artes era una de las más pobladas, pues era requisito obtener el grado de bachiller en ella para ser admitido en las Facultades de Teología y Medicina. Ver «Organización y prácticas académicas», en La Universidad novohispana en el Siglo de Oro: a cuatrocientos años de El Quijote, ed. M. P. Martínez López-Cano, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2006, p. 39. 19 Pavón Romero, 2001, p. 53. 20 Pavón Romero, 2003, p. 289.

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Cátedra, y acabados sus cursos y pasante, siendo examinados y aprobados para poder obtener el mayor lauro, que es el de las Infulas Doctorales, complemento y corona del triunfo de los certámenes y trabajos literarios21.

Sin embargo, no hay que olvidar, siguiendo a Leticia Pérez Puente, que un bachiller puede seguir «en las aulas universitarias tomando cursos o sólo realizando las llamadas pasantías, que consistían, para el siglo XVII, en que el aspirante a grado mayor tenía que cubrir un lapso de tiempo de cuatro años en la Universidad como requisito para la obtención de dicho grado»22. La investigadora advierte que la inmensa mayoría de los consiliarios de la primera mitad del siglo XVII tenían de dos a tres grados de bachiller, algo explicable porque «para adquirir el grado en Teología, había que ser graduado en Artes»; por otra parte, las Facultades de Cánones y Leyes también estaban vinculadas, «los bachilleres en cánones podían graduarse en leyes si tomaban dos cursos de esta facultad» y viceversa, aunque la combinación más común entre los consiliarios sea la de Cánones y Teología, pues «dichas facultades ofrecían mayores posibilidades de promoción dentro de la jerarquía eclesiástica»23. Entre los teólogos y canonistas (estudiantes que desde el principio predominaron) era habitual la presencia del clero novohispano, cuyo crecimiento se encontraba fomentado por la Corona no sólo para la evangelización, sino también por cuestiones de gobierno. La preeminencia que Bramón le otorga a su elección como consiliario pudiera entenderse como acción y reacción de aquella «cansada oposición, dejando el popular concurso y ambigüedad de amigos que los más de este calamitoso tiempo son fingidos griegos». De ella también nos da noticia Cristóbal Bernardo de la Plaza y Jaén, Libro Tercero, capítulo XXII, donde «Prosigue la materia del pasado y de las provisiones de Cátedras que se ofrecieron»: La Cátedra de Substitución de Retórica vacó por haber cumplido los cuatro años de la lectura en ella, el Br. José de Islas. En el tiempo de los edictos se opusieron los Bachilleres Cristóbal de Olivares, Sebastián de Aberrusca, Gaspar de los Reyes, Francisco Gramón, Jacinto López. Leyeron de las Oraciones de Cicerón, y en estas lecciones no se acostumbraban argumentos. Acabados los actos literarios, a tres de Noviembre de dicho año, se precedió a la votación de esta Cátedra.Tuvo el Br. Gaspar de los Reyes, cincuenta y ocho votos, Cristóbal 21

Plaza y Jaén, 1993, p. 42. Pérez Puente, 2000, p. 61. 23 Pérez Puente, 2000, p. 63. 22

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de Olivares, veinte y cuatro, Francisco Gramón, veinte, Sebastián de Aberrusca diez y nueve, Jacinto López, veinte y siete. No se votó esta Cátedra con cursos y calidades. Se le adjudicó al Br. Gaspar de los Reyes con treinta y un votos personales de exceso, y se le mandó dar posesión temporalmente por cuatro años, con el salario que tuvo su antecesor José de Islas. Tomó posesión en nueve de Noviembre de este año, quieta y pacíficamente. Fueron testigos los Bachilleres Gaspar de Arri Arévalo y Andrés de Inostrosa24.

Los catedráticos, uno de los componentes fundamentales de la universidad, tenían a su cargo «no sólo la formación académica de los estudiantes, sino la habilitación de éstos para la obtención del grado inicial, de bachiller». El salario, la reducción del calendario de trabajo con un sustituto que pudiera terminar el curso académico, la jubilación y su participación en el claustro de diputados que lleva los asuntos económicos fueron algunos de sus privilegios25. En la Universidad de México existían tres tipos de cátedras: las cátedras vitalicias o en propiedad; las cátedras temporales, que vacaban cada cuatro años; y las cátedras de sustitución, «es decir, aquellas que aun siendo de propiedad vacaban cuadrienalmente por jubilación del catedrático. Estas cátedras eran leídas entonces por el sustituto y eran proveídas cada cuatro años hasta la muerte o renuncia del titular»26. Al ser una cátedra de Retórica y no pertenecer a ninguna facultad (cátedra sueltas como las de Gramática, Matemáticas y Lengua Mexicana), siendo además de sustitución, carecía del prestigio de las otras, por lo que al no ser ambicionada por los doctores debía ser relativamente sencillo para los bachilleres llegar a ser catedráticos en ellas. Aunque a una cátedra podían presentarse tanto estudiantes como graduados se fue haciendo costumbre el ingresar con el grado mínimo de bachiller, pero con la condición de obtener los grados mayores en tiempos específicos, la licenciatura seis meses después de haber obtenido la cátedra y el doctorado luego de otros seis meses27. La destacada participación de bachilleres opositores durante la primera mitad de siglo XVII tiene que ver con su mayor número, y con las evidentes vinculaciones con el claustro de consiliarios. A la cátedra de substitución de Retórica del 3 de noviembre de 1618 sólo se presentaron bachilleres, por lo que hay que pensar que para entonces Bramón no había alcanzado los grados mayores, aunque con la pasantía ya iniciada los consiguiera después. 24

Plaza y Jaén, 1993, p. 253. Pavón Romero, 2001, pp. 42-45. 26 Pérez Puente, 1998, p. 18. 27 Pavón Romero, 2001, p. 46. 25

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De los tres procedimientos para designar catedráticos, el derecho de patronato (ejercido por el virrey y la Audiencia), el concurso de oposición —donde los votantes eran los propios estudiantes— y el nombramiento por claustro pleno28, la oposición fue el mecanismo más habitual. En líneas generales, el recuento de votos atendía a los votos personales (que no tienen problema alguno pues son las papeletas que existen con el nombre del votado), y a los cursos y calidades, ambos en complicados cálculos según baremos establecidos29. La oposición de Bramón no fue «con cursos y calidades» (si los opositores no pedían que se votase la cátedra por este método se hacía con los votos personales) por lo que al no depender de los cursos y calidades de sus votantes sólo contaba con el respeto, la admiración y simpatías despertadas o los compromisos adelantados (la compra de votos era práctica habitual, como lo es la apostilla sobre haber ganado una cátedra «quieta y pacíficamente» o «sin contradicción»). Es aquí donde se comprende el comentario sobre la «ambigüedad de amigos», al tiempo que se puede establecer en una suerte de causalidad retrospectiva lo que supuso para Bramón la elección de consiliario (al menos en la restauración de su orgullo herido). La portada de nuestra obra guarda relación con el formato que tenían las tesis para obtener los grados y que consistían, según Francisco de la Maza, [...] en una hoja grande de papel, impresa por un solo lado, comenzando por la dedicatoria al padrino, que generalmente era el Virrey, el Arzobispo, o algún gran señor o el fraile superior de un convento. El escudo del padrino encabezaba la tesis, ya solo o acompañado del escudo del aspirante y fuéronse adornando, al transcurrir de los siglos, con grabados, ornatos tipográficos, variaciones enormes de tamaños de letras y orlas cada vez más complicadas30.

Creemos que Los Sirgueros depende absolutamente de aquel «trabajado pensamiento» de Bramón para llevar a buen término sus estudios universitarios alcanzando las máximas distinciones: los cursos de bachillerato, la 28

Pavón Romero, 2001, p. 45. «En líneas generales el cómputo se hacia por cursos y calidades, si bien éstas se reducían por cada dos a un curso. Las calidades eran ser bachiller y ser sacerdote. Los cursos se contabilizaban sumando a quienes tenían un curso, otro más, y a quienes más de uno, dos más; los bachilleres los que tenían, pero nunca más de los necesarios para obtener el grado. La calidad de ser bachiller por Salamanca —no por otra universidad— o sacerdote suponían medio curso. Una serie de reglas establecía el valor de los votos de los canonistas en Leyes o viceversa y otras especialidades que no creo oportuno recoger aquí» (Peset, 1996b, p. 196). 30 Maza, 1944, pp. 14-15. 29

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oposición a cátedra, y las pasantías de los grados mayores. Entre los habituales exámenes de suficiencia académica que tuvo que realizar se encontraban las «lecciones» que debían desarrollar los candidatos a grados, que para licenciados y doctores eran elegidas al azar de entre tres temas previamente seleccionados del temario propuesto. «La disertación sobre el punto elegido solía imprimirse y se le conocía como tesis. Algunos candidatos, incluso, mandaban imprimir no sólo la tesis, sino otros puntos desarrollados en sus lecciones. Las tesis debían ser replicadas o contestadas por algunos doctores de la facultad, por lo que debían entregarse poco antes de la ceremonia»31. Mientras que para los bachilleres el padrino era un doctor en la Facultad en la que se concedería el grado, el «padrino de insignias» en los grados mayores solía ser un personaje poderoso del virreinato. La universidad como razón limítrofe será incluida plenamente en la capacitación creadora y recreadora de Bramón al ser el lugar del que proviene Anfriso, el álter ego de Bramón, cuando al final del Libro Primero sabemos por Palmerio que ha abandonado «la populosa ciudad, asombro del mundo, tesoro de riquezas, cifra de hermosura, dechado de ingenios y milagro de milagros», para venirse a ese «florido prado de las letras», según describe Marcilda, y, como confiesa Anfriso, por «dar larga y alivio al trabajado pensamiento de una oposición que en la real y florentísima Academia mexicana, con grande aprobación de hombres sabios y doctos, hice; adonde mostré el trabajo mucho y continuas vigilias mías en la demostración de mis estudios» (p. 122). Comentario que provoca en Florinarda el sentido recuerdo de su oposición, que sigue el modelo salmantino: «Atrevimiento grande [...] es el de los españoles en hacer, en el breve espacio de veinte y cuatro horas, alarde de su caudal preciosísimo poniéndose en manos de la avara o liberal suerte» (p. 122). Con el regreso de Anfriso finaliza el Libro Tercero y Los Sirgueros de la Virgen sin original pecado: Anfriso le rogó a Menandro le esperase hasta el siguiente día, para volverse a sus patrias riberas. Estimó Menandro la amistad de Anfriso por gozar más de la presencia de su aficionada Arminda. Florinarda, por estar de su alquería cerca, se fue aquella noche con Palmerio y otros. El siguiente día se despidieron tiernamente todos de Marcilda, y ella de todos, y Menandro de Arminda, prometiéndose una voluntad y amor recíproco. Llegó Anfriso a su Real Academia el siguiente día y, acompañado de Menandro, coronó sus sienes con el verde laurel de la Facultad de Cánones (p. 215).

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El trabajo literario realizado en la pastoril por Bramón tiene como feliz recompensa el poder mayor del lauro en la Facultad de Cánones, que bien pudiera haber sido el grado de doctor por ser sus insignias doctorales: el traje en raso negro o terciopelo y, encima, la muceta y la borla del bonete en verde (para Teología, blanco; Leyes, rojo; Artes, azul y Medicina, amarillo). Según De la Plaza y Jaén, la Facultad de Cánones estaba dedicada a «explicar la mente de los Capítulos del Derecho Canónico»32, por ello creemos que Los Sirgueros de la Virgen sin original pecado enlaza con las diversas colecciones de decretos eclesiásticos, integradas en el Corpus iuris canonici. Su base fundamental era el Decreto, recopilación realizada por Graciano en el siglo XII, a la que se añadieron posteriormente otras obras como las Decretales de Gregorio IX, el Sexto y las Clementinas. Así, los canonistas debían estudiar este conjunto de leyes emitidas por los poderes eclesiásticos y confirmadas por el papado, decisiones pontificas donde se esclarecían cuestiones doctrinales y de disciplina, aunque no limitadas exclusivamente a los asuntos espirituales o religiosos33. La publicación, el 12 de septiembre de 1617, del decreto Sanctisimus Dominus Noster por el papa Paulo V, con la prohibición de la defensa pública de que la Virgen fuera concebida con pecado original, tuvo que ser especialmente importante para Bramón, quien lo incluirá en su breve repaso del itinerario dogmático mariológico con los pronunciamientos de Sixto IV y Pío V34. Este decreto parece haber sido el desencadenante temporal de la obra de Bramón, quien hacia atrás recogerá la procesión de la Virgen de los Remedios, y hacia delante la oposición, las fiestas universitarias y su 32

Plaza y Jaén, 1993, p. 20. Ramírez González e Hidalgo Pego, 2001, pp. 70-84. Un bachiller en Cánones debía tener profundos conocimientos en Derecho Eclesiástico: «[...] cinco cursos, en cinco años, de la cátedra de “Prima” de Cánones, uno de la de “Vísperas”, dos en la de Decreto, uno en la de Instituta y otro en Clementinas» (Maza, 1944, p. 6). Para conseguir la licenciatura, después de la pasantía, debían hacer el examen público llamado «Repetición», cuyas lecciones para Cánones, sobre un texto elegido al azar, eran sobre los libros de Decreto y las Decretales. 34 Hasta su conversión en dogma por el papa Pío IX el 8 de diciembre de 1854 el camino fue largo y tortuoso. Como resume Bramón: «[...] estuvieron tratando cuán justo y pío sea creer que la concepción de María, señora nuestra, fue libre de pecado original y cómo nuestro padre santísimo Paulo V, de loable memoria, había por su breve —dando licencia que se celebre la Inmaculada Concepción— admitido el pío celo de la devoción cristiana, y cómo antes que Su Santidad el papa Sixto IV y otros muchos pontífices sumos, con Pío V, habían concedido a la cristiandad muchas y copiosas indulgencias, celebrando con proprio oficio la concepción inmaculada de María» (pp. 89-90). 33

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elección como consiliario. La fecha de 1617 será consignada por Marcilda cuando recuerde la procesión del «año pasado de diez y seis» (p. 82). Los Sirgueros de la Virgen sin original pecado integra numerosas materias tratadas por el Derecho Canónico que debieron de interesar al presbítero, fundamentalmente en el Ius decretalium, como por ejemplo todo lo concerniente al celibato clerical tratado en «De vita et honestate clericorum» (Liber Tertius,Titulus I), «De cohabitatione clericorum et mulierum» (Liber Tertius, Titulus II), «De clericis coniugatis» (Liber Tertius, Titulus III), «De peculio clericorum» (Liber Tertius, Titulus XXV) de las Decretales. Es en este contexto en el que podemos situar toda aquella temprana digresión de Anfriso sobre el amor ante Florinarda, y su determinante confesión: «No a ti [...] no te dé cuidado, ni entiendas que eres tú el objeto de mi amor; que a quien tanto yo amo [...] es la Virgen de las vírgines, la fuente de aguas vivas, el espejo de toda pureza, aquella que no vistió el manchado paño de que nos vestimos [...]» (p. 64). La amistad de Anfriso con Marcilda, a quien busca porque «conociendo tu delicado ingenio, celebrarás aquesta festividad, satisfaciendo a mis deseos que tanta confianza tienen de lograrse con tu mucha sabiduría y discreción» (p. 70), es producto del distintivo trato con las mujeres sabias, aquellas que supieron aprovechar la religiosidad como espacio expresivo de libertad. Los Sirgueros se abre con el discurso oracular de Marcilda sobre el pecado original, es ella la primera presencia del locus amoenus que deleitan «delicados sirgueros, dulces ruiseñores y calandrias agradables» (p. 51), la que recita un soneto que atrae a Palmerio, quien no pudiendo entender «el principal asunto de tus versos» será instruido y enseñado por el sorprendente ingenio femenino en plática teológica. Antes de despedirse y por la mucha voluntad mostrada, Marcilda canta un epigrama (otro soneto) compuesto por Anfriso. Al ámbito universitario de Bramón pertenece también la festividad y trascendencia de la Inmaculada Concepción, cuando después de contar el perdido concurso a cátedra (cuyo texto antes copiado cerraba el capítulo) Cristóbal Bernardo de la Plaza y Jaén inserta el capítulo XXIII, Libro Tercero, sobre «De la primera fiesta de la concepción de Nuestra Señora la Virgen María». En él se da noticia del claustro pleno celebrado el 7 de noviembre de 1618 donde se trató de la «fiesta de la Concepción Purísima de Nuestra Señora la Virgen María», para cuyo efecto el día antes «se había publicado un certamen literario por Dn. Marcos Baldecillo, a quien se había cometido como Secretario de dicho certamen y dándosele trescientos pesos para los premios que se habían de repartir»», pendientes del lugar de la celebración de la fiesta y de la previsión de los gastos fueron

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[...] discurriendo si se había de celebrar en la Iglesia Catedral de esta Ciudad o en la Capilla de dicha Real Universidad. Se determinó se hiciese con gran solemnidad, demostración y autoridad, en dicha Real Universidad, aderezando para este efecto todos los corredores del patio de ella, poniéndose cuatro altares en los ángulos; y para el modo y disponer dicha fiesta, se nombraron comisarios que cuidasen del dicho aderezo y determinasen los gastos que se habían de hacer, nombraron por el Colegio de la facultad de Teología al Dr. Dn. Mateo de Illescas, y por el de Leyes al Dr. Dn. Juan Cano, Catedrático de Prima de dicha facultad. Por el de Cánones al Dr. Juan Fernández de Celi, Catedrático de Sexto, y por el de Medicina al Dr. Dn. Diego Martínez de los Ríos, Catedrático de Vísperas de dicha facultad; a los Padres Maestros Fr. Luis de Cisneros de Nuestra Señora de la Merced y Fr. Juan de Grijalva del Señor Sn. Agustín, a los cuales el Claustro Pleno dio comisión, poder y facultad en forma, para poder ordenar y mandar y hacer los gastos necesarios para las dichas fiestas y cosas concernientes a ella [...]35.

Pero la festividad provocó un intenso debate en el claustro porque, asimismo, se trató si sería conveniente y muy necesario que [...] en la dicha festividad se jurase por todos los Doctores y Maestros el defender para siempre la opinión de la Limpieza de la Concepción de Nuestra Señora, y con muy grande solemnidad; y no solamente se acordó se hiciese el dicho juramento, pero que se hiciese Estatuto para que todos los que recibiesen grados mayores y llevasen Cátedras en este Real Universidad hiciese el dicho juramento, en que vino todo el Claustro sin faltar ninguno; y para mayor autoridad, demostración y solemnidad de esta fiesta, se suspendiese su celebración hasta después de la Epifanía del año de seiscientos y diez y nueve, para lo cual ofreció el Dr. Juan Fernández de Celi, mandar recitar en la dicha Real Universidad y festividad, dos comedias a su costa, y el Dr. Cristóbal del Hierro, si fuesen necesarios, cien pesos de sus bienes36.

Como vemos, la consecuencia más importante de la celebración festiva fue el cambio estatutario de los juramentos a realizar, al entender además que Como de esta Insigne y Real Universidad hemos discurrido, que la sabiduría fabricó casa para sí, y la sabiduría es María Santísima Nuestra Señora, quedó determinado fuese la celebración del Misterio de su Concepción Purísima en su Casa y Real Universidad, y que se adornasen los ángulos de esta Casa, que tiene su fundamento en las columnas referidas en el Libro primero. 35 36

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Plaza y Jaén, 1993, p. 254. Plaza y Jaén, 1993, p. 254.

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En nuestra Señora se hallan más propias estas columnas de los siete dones de temor de Dios, que es el principio de la sabiduría y entendimiento, sabiduría de Consejo y Fortaleza, de piedad y ciencia, a quien llenó el Espíritu Santo, se hallarían en medio del Consejo de la Congregación de los eruditos Doctores y Maestros del Claustro Pleno; y fue de la misma Señora por ser tan suya la prudencia y fortaleza, hallamos determinado por tan Ilustre Universidad se celebre tan alto y divino Misterio, como el de la Concepción Purísima de Nuestra Señora la Virgen María, prometiendo se hiciese juramento y quedase por Estatutos el defender tan buena opinión, determinando hacer esta fiesta por principio del año de mil seiscientos y diez y nueve, para que, habiendo ofrecido pocos días antes los Reyes Magos a su Preciosísimo hijo los dones y riqueza que tenían, los Doctores y Maestros de esta Real Universidad ofreciesen, con demostración y afecto, sus deseos y fervores, sin poner límite al gasto y costo de esta celebración, queriendo algunos por sí solos exceder en los afectos y deseos de su voluntad en tan solemne Misterio37.

A las fiestas descritas en el capítulo XXIV se convidaron a «las Religiones [...], a los Doctores, Maestros y Consiliarios», quienes el domingo 3 de febrero de 1619, a las 9 de la mañana «asistieron a la misa y sermón, y juramento de la defensa de la opinión de la limpieza de Nuestra Señora la Virgen María, y de no recibir en el gremio de esta universidad a quien no lo jurase; y el lunes siguiente a la dicha hora, a otra misa, y a la comedia que en la dicha Universidad se ha de hacer.Y el martes siguiente, a otra misa, y por la tarde a la reelección sobre dicho juramente, y al sarao que después de él ha de hacer». Después del juramento, por la tarde hubo una «máscara de seis cuadrillas», por lo que se invitó a todos los estudiantes de la universidad «para el que mejor invención sacase, se le daría una pieza de plata de veinte pesos, y al que mejor letra diese en dicha máscara, seis cucharas de plata; al que sacase mejor música en carro aderezado con buena inventiva, un salero que valiese cincuenta pesos». La comedia representada fue sobre el «Misterio de la Concepción», se convidaron «todos los días de las fiestas y para ver repartir los premios» al Exmo. señor marqués de Guadalcázar, «asistió la Ciudad los días que no asistió el Señor Virrey [...] El último día, sobre tarde, tuvo la reelección del juramento de defender la limpieza de Nuestra Señora la Virgen María el Pe. Maestro Fr. Luis de Cisneros, Catedrático de Propiedad de Vísperas de Teología», y después del solemne sarao, por la noche, «grandes invenciones de fuego»38. 37 38

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Plaza y Jaén, 1993, p. 255. Párrafo final de dicho capítulo XXIII. Plaza y Jaén, 1993, pp. 256-257.

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Con el juramento, en un misal de los Santos Evangelios, del rector, doctores y maestros en defender «la opinión de Nuestra Señora la Virgen María, concebida en gracia sin pecado original» quedaba firmemente establecido y ordenado por los «Estatutos de esta Real Universidad, que no se admitiese ninguno a su gremio ni se le diese grado mayor sin que primero jurase lo expresado en el Estatuto y Ley Municipal de la Universidad»39. Por ello, esta Ilustre Academia iba «produciendo y creando cada día, admirables y diestros sujetos, defensores de este Soberano Misterio»40. Entre ellos se encontraba Francisco Bramón, quien bien pudo haber asistido a las fiestas referidas, las cuales tuvieron lugar poco antes de ser elegido consiliario, teniendo que realizar el juramento acostumbrado. De hecho, es Cristóbal Bernardo de la Plaza y Jaén quien reproduce la secuencia vital de nuestro autor: la oposición en el capítulo XXII, las fiestas universitarias de la Inmaculada en los capítulos XXIII y XXIV, y la elección como consiliario en el capítulo XXV. Esta secuencia histórico-temporal está enriquecida por la participación de Bramón en los certámenes poéticos que convocó, hacia 1618, el gremio de plateros de la Ciudad de México en honor de la Inmaculada Concepción, que a través de Palmerio glosa en el Libro Segundo. El dogma inmaculista fue uno de los muchos acontecimiento organizativos de la vida religiosa y de sus fiestas, entre las que se encuentran la dedicación de iglesias, consagración de nuevos santuarios, renovación de capillas, fundación y traslados de conventos, presentación y traslados de reliquias, fiestas de órdenes religiosas, de gremios a su patrón, autos de fe, rogativas, beatificaciones y canonizaciones..., a las que habría que sumar las fiestas fijas del calendario litúrgico y las compartidas con el poder político como 39 Los Sirgueros de la Virgen sin original pecado es una obra comprometida con el juramento universitario del dogma inmaculista como condicionante de la obtención de los grados. Hay que decir que el cambio estatutario no estuvo exento de polémica: Plaza y Jaén anota que, el 15 de julio de 1624, se presentó en claustro pleno una provisión en nombre de la Orden de Santo Domingo de la Provincia de Santiago pidiendo la confirmación de lo proveído con respecto a si podían ascender los religiosos de dicha orden a los grados de licenciados y maestros en Santa Teología, interpretando «no embargantes que estuviesen impedidos por sus particulares constituciones y profesión de defender la opinión de la Limpia Concepción de Nuestra Señora, sin pecado original, considerando que el Estatuto que hizo la dicha Universidad no se podía entender con los que estaban legítimamente impedidos, como son los religiosos de la dicha Orden, y que como lo hizo lo pudo muy bien interpretar, considerando al motu propio de su Santidad que tiene la dicha Orden, para que los religiosos de ella puedan entre sí tratar y disputar de la dicha opinión, y que no sean molestados ni perturbados por ello» (p. 279). 40 Plaza y Jaén, 1993, p. 257.

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bodas, bautizos, muertes, exequias, entradas, recibimientos, etc. El teatro y la fiesta barrocas fueron testimonios máximos del dirigismo político-social y plataformas superlativas para la subordinación a una sociedad jerárquica, aunque funcionaban ya como categorías autónomas lo cierto es que, según señala José María Díez Borque, existe una permeabilidad de fronteras entre sus espacios, siendo el auto sacramental ejemplo paradigmático del encuentro fecundo entre fiesta y teatro. Si atendemos al esquema general de los elementos integrantes de la fiesta pública que proponen F. dell’Arco y S. Carandini: artífice, proyecto, elementos literarios, materiales, técnica, «escenario», comprobamos la proximidad, y aun confusión, de teatro y fiesta: pero a la vez, observamos que se altera la función y sentidos de cada uno de ellos: el texto puede ser elemento secundario en la fiesta, el espacio (templo o calle) adquiere, aun con su engalanamiento que cambia el significado primero, una funcionalidad distinta; en el vestido se hacen más visibles valores de ritualización y ostentación y, en especial, actor y público se hacen respectivamente participante y receptor-participante41.

La vinculación entre fiesta y teatro en Los Sirgueros de la Virgen sin original pecado es más que evidente al proponer Anfriso, en el Libro Primero, a los escogidos pastores la celebración de fiestas en honor de la concepción sin mancha de María «el domingo tercero de diciembre» (p. 70) —Marcilda promete levantar un arco triunfal en la puerta principal del templo, Palmerio se encargará de los fuegos artificiales y de convocar al pueblo, Florinarda organizará una corrida de toros, y Anfriso escribirá «un breve discurso, que los tiernos zagalejos reciten» después de la misa—, que finalizan con la representación del auto El Triunfo de la Virgen de Anfriso en el Libro Tercero. Pero el dogma inmaculista, con su potente iconografía serializada en tópicos visuales y batalla teológica (forma y fondo), se complica en México con lo que Francisco Miranda Godínez ha llamado los «cultos fundantes» de la Virgen de los Remedios y de Guadalupe: es decir, la conexión profunda que alberga Los Sirgueros no sólo con el misterio y discusión teológica, sino también con esa «narrativa hierofánica» descrita por Antonio Rubial García42 como la difusión del culto alrededor de una imagen y su santuario, modelando así la pertenencia al terruño y creando en muchas ocasiones verdaderos ciclos narrativos y propagandísticos de una determinada iconografía. 41 42

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Díez Borque, 1986, p. 20. Rubial García, 2002, pp. 331-341.

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Entre sus textos mayores se encuentran la Historia del principio, origen, progresos y venidas a México y milagros de la Santa Imagen de Nuestra Señora de los Remedios extramuros de México (México, 1621) del mercedario fray Luis de Cisneros43, La Milagrosa invención de un tesoro escondido en un campo, que halló un venturoso cacique, y escondió en su casa, para gozarlo a sus solas: patente ya en el Santuario de los Remedios en su admirable imagen de Ntra. Señora; señalada en milagros, invocada por patrona de las lluvias, y temporales; defensora de los españoles, abogada de los indios, conquistadora de México, erario universal de las misericordias de Dios, ciudad de refugio para todos, los que a ella se acogen. Noticias de su origen, y venidas a México; Maravillas, que ha obrado con los que la invocan; Descripción de su Casa, y Meditaciones para sus Novenas del jesuita Francisco de Florencia (México, 1685) y Lo máximo en lo mínimo, la portentosa imagen de Nuestra Señora de los Remedios, conquistadora y patrona de la Imperial Ciudad de México (México, 1808) de Ignacio Carrillo y Pérez. De este modo, el conceptismo inmaculista se interrelaciona dentro del discurso pastoril de Bramón con ese culto mayor de Los Remedios, fundante de la religiosidad mariana mexicana y por ello con un potente carácter identitario, cuando en el Libro Primero Anfriso recite, cumpliendo la petición de Florinarda, «[...] aquel celebrado romance que compuso con título de carta que los pastores de los Altos enviaron a la Virgen de los Remedios, mostrando el sentimiento de la ausencia que hizo cuando vino a la catedral mexicana a remediar la abrasada tierra, que hecha bocas humilde al cielo pedía clemencia y agua para apagar la mucha sed»; petición avalada por Marcilda porque así «renovarás en la memoria aquel heroico acto de la solemne procesión que desde su casa a la catedral de México se hizo a los once de junio, del año pasado de diez y seis» (p. 82). La procesión de la Virgen de los Remedios desde su ermita —situada «a mas de dos leguas distante de la Imperial México, á la parte del Poniente» en un collado «nombrado Totoltepec, que en el idioma nahual ó mexicano, quiere decir Cerro de Paxaros, por los muchos que en aquel sitio habia»44, según Ignacio Carrillo y Pérez— a la catedral de México, para conjurar una sequía, se transforma desde el instante festivo propuesto por Anfriso (mediatizado por

43 Quiero agradecer al padre Francisco Miranda la gentileza del envío de su renovada edición crítica, de próxima publicación, de la obra de Luis de Cisneros. También, y muy especialmente, a D. Julio César Ramírez Rodríguez, jefe del Departamento de la Biblioteca Luis González, de El Colegio de Michoacán, quien hizo las gestiones oportunas para que me fuese remitido el texto. 44 Carrillo y Pérez, 1808, pp. 40-41.

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la «ocasión más dichosa» amanecida en «nuestro horizonte», p. 70) en renovada memoria de «la solemnidad de las fiestas que el canto refería», como indican las dos gallardas pastoras (p. 85). Aprovechando el horizonte católico (e universitario) de la festividad inmaculista como ocasión propiciatoria Anfriso propone unas fiestas (que esperan sean las más grandiosas de todas las celebradas) cuya organización y ejecución son el argumento de la novela porque «no faltará quien por aliviar cuidados de mayores estudios, por ocio y entretenimiento concedido, traslade nuestras pláticas en estos verdes prados escritas» (p. 71). Así, el romance a la Virgen de los Remedios, fechado en «los Altos, a quince/ de junio» (p. 85), adelanta no sólo un inmediato modelo festivo que concentra la complejidad de la experiencia mariana, sino que franquea (es una epístola) la constancia de la subversión académica («por divertirme y dar vado al ingenio»). El poeta Anfriso, liberado de la ciudad y de su Academia que tantos disgustos le habría de procurar, canta a la Virgen de los Remedios, a quien el «pueblo mexicano» manifiesta divina reverencia, asistida por «el gran pastor/ de la mexicana Iglesia», y a la que «la Iglesia a sus horas/ en dulce canto os requiebra/diciendo que sois sin mancha,/de original culpa ajena» (p. 84). El libro de fray Luis de Cisneros, terminado en octubre de 1616, fue publicado en la «imprenta del Bachiller Juan Blanco de Alcázar, junto a la Inquisición año de 1621», la misma que el 4 de abril de 1620 había editado Los Sirgueros. Nuestros autores también compartían vida académica, pues, como hemos visto, fray Luis de Cisneros formaba parte como comisario de las fiestas a la Inmaculada organizadas por la Universidad en 1918. Cisneros había obtenido sus grados de licenciado y maestro45 en Teología el 30 de enero y el 1 de marzo de 1609 respectivamente46, y el 17 de junio de 1609 se encuentra asistiendo al claustro pleno. Sabemos que opositó a la cátedra de Sagrada Escritura, que ganó el «Pe. Maestro Fr. Gonzalo de Hermosillo, de dicha Orden del Señor San Agustín, de que tomó posesión en cuatro días del mes de Febrero de mil seiscientos catorce, sin embargo de la contradicción del Pe. Maestro Fr. Luis de Cirneros»47. Que de nuevo oposita y gana la cátedra de sustitución de Víspe45 Los grados de maestro y doctor eran equivalentes, y la diferencia entre ellos es de matiz. Según indica Pavón Romero, en la Facultad de Teología «los frailes, en virtud de sus votos de humildad, no solían aceptar los doctorados y se contentaban con los grados de maestro. Pero en ambos casos los maestros tenían los mismos derechos que los doctores» (2001, p. 53). 46 Muñoz Delgado, 1996, p. 330. 47 Plaza y Jaén, 1993, p. 236.

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ras de Teología, de la que toma posesión el 14 de mayo de 161748, volviendo a concursar ya para dicha cátedra de propiedad consiguiendo su titularidad el 4 de diciembre de 161749. Sin poder disfrutar mucho de su cátedra y nada del libro impreso sobre los milagros y maravillas de la Virgen de los Remedios, muere Cisneros el 30 de diciembre de 1619. Creemos en el anclaje de Bramón con Cisneros, docto en cátedra y púlpito, erudito predicador del que se recuerdan sus sermones de Cuaresma, y primer investigador del culto y devoción de la Virgen de los Remedios. Francisco Bramón quizás contempló aquella tercera y apoteósica traída de la imagen de la Virgen de los Remedios desde su ermita a la Ciudad de México en 1616 (narrada por Cisneros desde los capítulos Sexto al Trece del Libro Segundo), cuya iniciativa corresponde al virrey marqués de Guadalcázar, acordada con el arzobispo de México, Juan Pérez de la Serna. Es entonces cuando Anfriso da voz a ese «sentir la ausencia» de los pastores al haber abandonado la Virgen sus campos y breñas, para convertir la simulación barroca del menosprecio de corte y alabanza de aldea en una sutil anamorfosis que escapa siempre a la fijeza. Como sujeto desplazado, Anfriso adopta el manifiesto discurso aparentemente ajeno o indiferente (de encargo) que lo implica desde la pulsión de simulacro, y que funciona como verdad camuflada del dogma inmaculista. La trayectoria desde la ermita de los Remedios, «vuestra casa primera», a la catedral se adelanta necesariamente como alegoría de un sujeto que anhela igual que los pastores un regreso. Bramón necesita volver a su Real Academia, cuya Sala de los Actos Literarios estaba coronada con una imagen de Nuestra Señora la Virgen María, con un dístico escrito al pie del lienzo: Te quia Conceptam Sceleris sine Labe tuetur Mexici Atheneo Vera Minerva fave50.

Gema Areta Marigó (Universidad de Sevilla)

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Plaza y Jaén, 1993, p. 246. Plaza y Jaén, 1993, p. 247. 50 Plaza y Jaén, 1993, p. 257. 49

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Como es sabido, la historia del teatro durante el primer siglo del virreinato de la Nueva España es básicamente la historia de una frustración: son frecuentes las referencias y muy pocos los textos que han llegado hasta nosotros de lo que debió ser una realidad social y literaria muy destacada. En efecto, desde los primeros años de la presencia española en México, podemos documentar la existencia de representaciones, que irían en aumento a medida que se fue configurando el nuevo orden colonial. Si bien al principio la manifestación más importante fue el teatro misionero, destinado a la conversión de los indígenas, como es lógico el teatro que se desarrolló durante el siglo XVI y primeras décadas del XVII se dirigía principalmente a la población de origen español. En este sentido, la crítica tradicionalmente distingue las que fueron sus dos manifestaciones principales: el teatro de colegio, especialmente organizado en torno a los centros regidos por la Compañía de Jesús, y el teatro criollo, pensado para un público más amplio y que solía representarse con ocasión de celebraciones civiles, relacionadas con el matrimonio o nacimiento de algún miembro destacado de la familia real, la llegada de un nuevo virrey, etc., o religiosas, en coincidencia con las principales festividades, especialmente con la fiesta del Corpus. Sin embargo, ambas manifestaciones presentan no pocas similitudes: en los dos casos se trata de un teatro de carácter fundamentalmente religioso, si bien su manera de abordar los asuntos cambia respecto del teatro evangelizador, puesto que los espectadores a los que se dirige ya compartían plenamente las creencias y valores de la religión católica y, en todo caso, se trataba no tanto de convertirlos cuanto de reforzarles en su fe y corregirles en sus vicios.

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No obstante, cada vez más se irán incorporando otros elementos, como el humor, bien en forma de entremeses que se representaban de manera separada, bien formando parte de la propia representación. Además, en función de su carácter didáctico, era frecuente que presentase un carácter alegórico. Por otra parte, sobre todo en un primer periodo, se trataba de un teatro en el que predominaba el carácter discursivo sobre el espectáculo, si bien, a medida que pasó el tiempo, se fue enriqueciendo con otros elementos como la música, los bailes, los juegos de tramoyas, etc. No obstante, también se pueden distinguir diferencias entre ambas manifestaciones: mientras que el teatro criollo, debido a que se dirigía a un público amplio, se expresaba en romance, el jesuítico solía ser, en todo o en parte, en latín (si bien también en este caso cada vez se irá imponiendo de manera más decidida el castellano como lengua principal pese a las quejas de las propias autoridades de la Compañía). Por otra parte, mientras que el primero es básicamente un teatro en verso, en el segundo podían mezclarse prosa y verso. La gran mayoría de las obras que nos han llegado lo han hecho en manuscritos que se conservan en cartapacios a menudo misceláneos. Muy pocas, sobre todo durante los primeros años, alcanzaron las prensas y, cuando lo hicieron, no fue por iniciativa de sus autores, sino porque tuvieron la suerte de encontrar un mecenas, como ocurrió con los Coloquios espirituales y sacramentales de Hernán González de Eslava, editados póstumamente, en 1610, por su amigo Fernando Vello de Bustamante; o porque entraron a formar parte de alguna relación de fiestas, como ocurrió con El triunfo de los santos, uno de los principales ejemplos de teatro jesuítico novohispano, que se incluye en la Carta que hizo el padre Pedro de Morales sobre las fiestas que organizó la Compañía de Jesús en México con motivo de la llegada de un gran número de reliquias, obsequio del Papa Gregorio XIII1, publicada en 1579. Sin duda un caso extraordinario es el del «Auto del Triunfo de la Virgen y gozo mexicano», que se ha conservado formando parte de Los Sirgueros de la Virgen sin original pecado (México, 1620). Se trata de una novela pastoril a lo divino en la que Francisco Bramón, su autor, ha sustituido la tradicional problemática sentimental, encarnada en las diversas historias de los personajes, por un único tema de gran actualidad en su momento: la exaltación de la Inmaculada Concepción de la Virgen. De esta manera, al renunciar a la tradicional estructura de las novelas pastoriles, conformada en torno a las sucesivas historias sentimentales que iban 1

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entrelazándose, el autor se enfrentaba a la necesidad de encontrar un sistema que le permitiera evitar la monotonía y dotar a su obra de la necesaria variedad tan del gusto de la época. Con este fin, dispuso una estructura que se caracteriza por la acumulación de elementos dispares2. Algunos de ellos eran ya tradicionales en el género, como la mezcla de prosa y verso; otros, en cambio, resultan más originales, como la importante presencia de emblemas, de un sermón e, incluso, de una obra de carácter teatral escrita por el pastor Anfriso detrás del cual se esconde el propio Bramón. Aunque a los ojos de un lector actual puede sorprender la presencia de una obra dramática dentro de un texto novelesco, no lo era en absoluto para uno de la época.Y es que la novela pastoril había tenido desde sus orígenes un marcado carácter misceláneo al acoger en su interior numerosos elementos ajenos al universo bucólico, incluidos algunos teatrales, como puede verse, por ejemplo en El pastor de Fílida (1582) de Luis Gálvez de Montalvo o en la Arcadia (1598) de Lope de Vega, donde se insertan églogas representables. Pero es que, además, esta característica era habitual en todo tipo de textos narrativos de la época.Valgan como ejemplos los casos de la Silva de aventuras (1565) de Jerónimo de Contreras, en cuya estructura se suceden varios textos dramáticos, El peregrino en su patria (1604) de Lope de Vega, que concluye cada uno de sus cuatro primeros libros con un auto sacramental, o los Cigarrales de Toledo (1624) de Tirso, que incluye ni más ni menos que tres comedias. Por otra parte, conviene recordar que la novela se presenta también como la relación de unas fiestas en honor de la Inmaculada de las muchas que se convocaron en aquellos años.Y que era habitual que en ella las representaciones teatrales desempeñaran un papel importante, como ya hemos señalado en relación con El triunfo de los santos. En realidad, no tenemos datos que nos permitan asegurar que los festejos a los que se refieren Los Sirgueros se llevaran realmente a cabo ni que la obra fuese representada alguna vez, por lo que la opción más verosímil a día de hoy es que se trate de una ficción literaria creada por Bramón con el fin de dar mayor variedad a su novela. La terminología que se usaba durante el Siglo de Oro para definir los distintos géneros teatrales a menudo resulta poco precisa; sin embargo, a partir del título de la pieza de Bramón, «Auto del Triunfo de la Virgen y gozo mexicano», podemos deducir ya algunas de las características que van a definir la obra y que eran propias del teatro religioso que predominó en España e Hispanoamérica durante esos años. Por lo que respecta a «auto», se trata de 2

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un término genérico que normalmente hacía referencia a obras de tema religioso (aunque en ocasiones se usa también en el teatro profano), de breve extensión y de carácter grave3. Por otra parte, el término «triunfo» remite a un tipo de espectáculo de origen latino que había sido recuperado por el Renacimiento italiano, de donde pasó a España. Entre nosotros fue adaptado especialmente por los jesuitas de acuerdo con su proyecto cultural y espiritual: Sin poder precisar que pudieran constituir un subgénero dramático, sí parece que [...] se han de relacionar con el concepto que este término tenía en la antigüedad clásica, es decir, el recibimiento a un general victorioso [...]. La obra dramática se convertiría de esta manera en una exaltación de un determinado aspecto religioso o virtud cristiana4.

En otro orden de cosas, el «Auto del triunfo» se presenta como un auto en verso en el que, como era habitual, predominan claramente los metros y estrofas castellanos (redondillas, romances, romance hexasílabo, etc.) sobre los italianos (sexteto-lira, soneto). Este tipo de obras suele presentar una estructura tripartita: un prólogo, el cuerpo de la pieza y una parte final musical con canciones y bailes5. En el caso concreto que nos ocupa, la parte central está organizada, como veremos, en torno a dos ideas que son las que se recogen en el propio título del Auto: por una parte, la que gira en torno al dominio del Pecado sobre los hombres y su derrota ante la Virgen; por otra, la apoteosis de la Inmaculada y la exaltación de su culto en la Nueva España. Debido a la propia naturaleza novelesca de la cornice en la cual se inserta el auto, será el propio narrador quien nos vaya conduciendo durante el desarrollo del espectáculo y quien nos irá proporcionando toda una serie de informaciones de gran importancia. Como señala Beatriz Aracil, en realidad no son realmente acotaciones teatrales, sino parte de un relato de carácter ecfrástico que detalla la propia representación a la que estamos asistiendo6. Así, por ejemplo, será él quien nos informe de que, una vez que se sentó el público, empezó el espectáculo con una canción con la que, seguramente, se pretendía ganar el silencio del público al tiempo que se presentaba el tema de la representación. Funciones ambas que desarrollará de manera más perfecta el prólogo que viene a continuación. 3

Pérez Priego, 2005, p. 137. Menéndez Peláez, 2004, p. 13. 5 Pérez Priego, 2004, p. 104. 6 Aracil, 2013, p. 175 4

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Efectivamente, aparece en escena el Prólogo, que mediante una fórmula cuya finalidad es la captatio benevolentiae, cuenta cómo el profeta Jeremías, cuando fue llamado por Dios, respondió que no era capaz de cumplir lo que se le mandaba porque era un niño y no sabía hablar. De la misma manera, él se considera inhábil para presentar un misterio tan grande como el de la Inmaculada Concepción de la Virgen. Es más, por ser un menor sin apenas letras, afirma que no puede pasar de la letra A; sin embargo, inmediatamente desarrollará su argumentación sobre la función corredentora de la humanidad que la teología católica reconoce a María a partir de la ya tradicional contraposición Ave-Eva7. Su monólogo termina solicitando «una hora de silencio» a cambio de «daros un rato de gusto». Una vez que se ha retirado del escenario, de nuevo el narrador toma la palabra para indicar que, con acompañamiento musical, sale el Pecado original luchando con Caín. Pero su función no es sólo indicar las salidas y entradas de los personajes o la presencia de la música, sino que va mucho más allá. Por ejemplo, en ocasiones, sus palabras nos permiten entender cómo se imaginaba Bramón la recepción de su obra. Así, nos informa de que la aparición del Pecado «causó horror [al] ver su espantable figura». Además, nos podemos hacer una idea sobre cómo se imaginaba la caracterización de los personajes. Por ejemplo, el Pecado debía ir «vestido como en famosos versos cuenta Ovidio». Casi con toda seguridad, Bramón está haciendo referencia a la descripción del monstruo con forma de serpiente que aparece al principio del Libro Tercero de las Metamorfosis: «Una selva se erguía jamás violada por el hacha, y en medio de ella una caverna [...] en cuya oquedad se escondía una serpiente de Marte, provista como ornamento de una cresta de oro; le brillan de fuego los ojos, todo su cuerpo está hinchado de veneno; y tres lenguas le culebrean, en tres filas se erizan sus dientes...»8. De manera parecida, se nos comunica que Caín «venía como pintan a nuestros primeros padres después de haber pecado» (p. 179). Hay que tener en cuenta que para un teatro como éste, en el que el elemento didáctico era fundamental, resultaba muy importante que el público pudiese identificar a cada personaje con la mayor rapidez. Precisamente para ello la caracterización externa y el vestuario resultaban recursos muy útiles; de hecho, se cuidaba de manera muy especial la riqueza de los vestidos, pues era parte fundamental para el éxito de una representación. Pero también se podía 7 8

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Meleno Moneo, pp. 117-121. Ovidio, p. 74.

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conseguir por otros procedimientos; por ejemplo, en numerosas ocasiones es el propio personaje (o su interlocutor) el que indica explícitamente su nombre: PECADO: CAÍN: CAÍN:

¿Sabes quién soy? Sé que fuiste quien a mi padre rindió [...] De Adán soy hijo, ¿qué miras? (pp. 179-180)

A partir de este momento, Bramón dramatiza la idea de que, como consecuencia de la desobediencia de Adán, toda la humanidad quedó sujeta al poder del Pecado desde incluso antes de nacer. Para ello vemos cómo éste somete a tres personajes bíblicos: dos del Antiguo Testamento: Caín y Jeremías y otro del Nuevo, san José; de esta manera abarca toda la historia sagrada desde el origen del hombre narrado en el Génesis hasta el momento inmediatamente anterior al nacimiento de Jesús, instaurador de la Nueva Ley de la Gracia. Todos intentan disputar, si bien no con mucha energía, pues los argumentos del Pecado resultan indiscutibles y todos tienen que someterse a su poder, si bien los dos últimos haciendo explícita su esperanza en la bondad divina. Sin duda, la escena más larga y rica en elementos teatrales es la que protagonizan, junto al Pecado, Jeremías y Eudonio. De nuevo, el narrador informa al público de la naturaleza de los personajes: el profeta se presenta como «un mancebo gentilhombre»; además, aparece representado a través de su caracterización más popular: los lamentos. Por su parte, Edonio será «un criado graciosísimo». Exteriormente, ambos han de ir vestidos «en hábito de peregrinos». Por si hubiera alguna duda, además, el Pecado les preguntará su nombre. Esta caracterización de Jeremías y Edonio da pie a un debate muy vivo en el que el primero vuelve sobre las principales ideas ya expuestas sobre el pecado original y las consecuencias que tuvo sobre todos los hombres por ser descendientes de Adán; al final, como no podía ser de otra manera, ambos personajes acabarán asumiendo que no pueden oponerse y aceptarán entrar en la gruta del Pecado. Resulta evidente, por tanto, que la presencia del gracioso no se justifica tanto por una necesidad interna de la trama, como por la conveniencia de evitar en lo posible la aridez que comporta el debate teológico. De esta manera, el humor es una cesión del autor que, con el fin de favorecer el adoctrinamiento, recurre a la vieja fórmula del deleitar aprovechando.

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Así, pues, como tal criado, Edonio se presenta cobarde y locuaz. En relación con la primera característica, para evitar caer en las garras del Pecado, recurre a cualquier tipo de tretas. Así, lo mismo alega que padece de gota y que para qué quiere a alguien tan sin provecho como él, que finge ignorarle y empieza a cantar una canción cuyos versos se intercalan con un parlamento del Demonio, que deja ver su sorpresa ante esta situación: «¿Cómo viene éste jugando?». En realidad, lo que Edonio está recitando es el romance «Cuál será aquel caballero / de los míos muy preciado...». Como es sabido, los romances llegaron a América casi desde el mismo momento de la conquista y su difusión era general en la sociedad novohispana, como se ve en su presencia en la poesía y el teatro de la época. En el caso que nos ocupa, Bramón ha querido potenciar la comicidad de la escena mediante el contraste entre el valor mostrado por D. Manuel Ponce de León que, herido, no duda en acometer contra el moro Muza y la cobardía del gracioso, que intenta pasar desapercibido ante una situación de peligro. Por otra parte, elemento fundamental de su caracterización es un lenguaje popular cargado de refranes («Mira que dice el refrán / que tiempo tras tiempo viene», «Es que al buen entendedor / le bastan pocas palabras», «Es mejor vergüenza en cara / que mancilla en corazón», etc.), expresiones populares («me escapo por pies»), etc. Al tiempo que Jeremías y Edonio entran en la gruta del Pecado, aparece en escena el patriarca san José, «vestido como en sus tiempos se vestían los escogidos». De nuevo es el propio personaje quien se identifica ante el público a instancias de su interlocutor: PECADO: SAN JOSÉ:

¿Quién sois, decidme? José [...] (p. 194)

San José se sorprende de que él, descendiente de reyes y hombres justos, esté sometido al Pecado. La respuesta de éste vuelve a insistir sobre la misma idea ya reiterada anteriormente: «porque el mandamiento habla / con todos los descendientes / de Adán, tu padre, que fue / quien los hizo delincuentes» (p. 195). San José acepta la voluntad divina, pero anuncia que «saldré de prisión gozoso / y entiendo que será breve» (p. 197). La soberbia del Pecado está a punto de ser derribada: tras una breve pausa musical en la que se anuncia la inminente venida del «Templo de Dios sagrado». En efecto, sale de nuevo de su cueva al tiempo que se descubre un trono en medio del teatro en el que se sienta una hermosa «zagala» representando

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a la Virgen en el momento de su concepción. La escena crea confusión en él y temor, pues sabe que «[...] mujer /dicen que me ha de vencer, / que está así profetizado» (p. 199). Mientras suena una canción en honor de la Virgen, liberada por Dios del pecado original, el Pecado reivindica su poder sobre todos los descendientes de Adán y, por tanto, también sobre ella. Será la propia María la que se encargará de recordar su naturaleza libre de cualquier culpa ab eterno por voluntad divina estableciendo la oposición Adán-Jesús, «No soy de Adán heredera; / madre del segundo, sí» (p. 201), paralela a la otra, ya comentada, Eva-Ave: «Por ella vino la muerte / y por mí vendrá la vida» (p. 203). El triunfo de la Virgen es total, como nos recuerda el narrador: «Púsose el Pecado a los pies de María y ella le pisó la frente» (p. 203). Con esta imagen se acaba la primera parte del auto, y empieza la segunda, en la que, sin abandonar en ningún momento la idea alrededor de la que gira toda la obra, y toda la novela, la representación dará un vuelco: «salió, ricamente vestido, un gallardo mancebo que representaba el Reino Mexicano, con galas, que naturalmente parecía la persona misma, cuya persona representó acompañado de algunos indios» (p. 203). La representación iconográfica de México se enriquece con las referencias de su parlamento a la riqueza del lugar donde se asienta (la laguna, el clima privilegiado, etc.), así como a las minas de oro y plata, cuyas riqueza ofrece al gran rey Felipe. En un escenario, representación del locus amoenus, se sentará e iniciará un diálogo con el Tiempo, cuya presentación corre a cargo del mismo personaje de acuerdo con la iconografía propia de la época. Así, por ejemplo, la referencia a las alas aparece recogida por Cesare Ripa en su Iconología: «Uomo vecchio alato [...] Si fa alato, secondo el detto Volat irreparabile tempus»9. El Tiempo viene a anunciar al Reino Mexicano la buena nueva del nacimiento de aquella que fue predestinada por Dios para vencer al Pecado (en este momento vuelve a descubrirse el trono con la Virgen pisando al Diablo) y la decisión del papa Pablo V de permitir que los cristianos celebren la Inmaculada Concepción. Se retiran de escena y aparecen dos Ciudadanos que reiteran sus alabanzas a la Virgen recordando algunos de los atributos que suelen identificarla: paloma, hermosa y perfecta, ciudad fundada en carbunclo, etc. Salen y la música anuncia la entrada de muchos zagales vestidos a la manera indígena y acompañados de seis principales caciques ataviados ricamente a su modo, así como del Reino Mexicano, también él vestido a la manera tradicional de 9

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Ripa, 1992, p. 439.

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los aztecas. En su brazo lleva un escudo con el emblema de México, el águila sobre la tuna, que está adornado con una letra. «Pues tal luz le da María, / renovarela en su día» (p. 212). De esta manera, se respeta la forma habitual de empezar el desfile triunfal: con el estandarte del personaje al que se rinde homenaje acompañado de una letra. Después de hacer una reverencia a la imagen de la Virgen, acompañándose de instrumentos típicos como el teponaztle y otros, inician la danza del «mitote o tocotín» al tiempo que los músicos cantan alabanzas a la nacida sin pecado: Bailad, mexicanos; suene el tocotín, pues triunfa María con dicha feliz (p. 212).

Se trata de una danza tradicional que los aztecas bailaban en honor de su rey y en la que solían participar personas de alto rango, de ahí que Bramón haga referencia a los «caciques». Tras la conquista, los primeros misioneros se valieron de ella para favorecer la participación de los indios en todo tipo de actos y celebraciones y, así, aparece descrita por varios cronistas. Posteriormente pasó a ser incluida en las representaciones teatrales. La primera vez que nos consta que esto ocurrió fue precisamente en el auto de Bramón, pero posteriormente sería recogido también por Matías Bocanegra en su Comedia de San Francisco de Borja y por Sor Juana Inés de la Cruz en la Loa del auto El Divino Narciso, entre otros. Lo mismo que los indios utilizaban este baile como alabanza y reconocimiento a su rey, en el auto, Bramón la convierte en un acto a través del cual se quiere representar la veneración a la Inmaculada Concepción de las dos repúblicas que constituían la sociedad novohispana: la formada por criollos y españoles, y la de los indios. Sin duda, el tocotín con el que se cierra el Triunfo de la Virgen ha sido la parte de los Sirgueros que ha merecido más atención por parte de la crítica, que ha visto en ella un ejemplo de ese naciente criollismo, como expresión de la propia especificidad, que se estaba gestando en la Nueva España. No acaso el tiempo situará a México al mismo nivel que España: «que no eres menos / que las primeras Españas» (p. 208). Con esta representación, Bramón cierra su novela de manera que, de hecho, el Libro Tercero (y último) de Los Sirgueros dedica, si exceptuamos una

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breve introducción y un, más breve si cabe, epílogo final, a la representación del «Auto del triunfo de la Virgen». Gracias a este recurso propio de la narrativa de su época, nos ha llegado un ejemplo del teatro que se realizaba en América durante finales del siglo XVI y principios del XVII, y del grado de complejidad, formal e ideológica, que había alcanzado. Jaime Martínez Martín (UNED)

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