Los Induni: orígenes de una familia de emigrantes suizos y su contribución a la imaginería, ornamentación y arquitectura en Costa Rica y Panamá (1908-2008) [1 ed.]

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Los Induni

Orígenes de una familia de emigrantes suizos y su contribución a la imaginería, ornamentación y arquitectura en Costa Rica y Panamá (1908-2008)

Guillermo E. Alvarado Induni Carlos MI. Alvarado Induni

Academia Costarricense de C i e n c i a s Genealógicas

San José, Costa Rica Setiembre 2008

Alvarado Induni Guillermo E. Alvarado Induni Carlos MI. Los Induni: Orígenes de una familia de emigrantes suizos y su contribución a la imaginería, ornamentacióri y arquitectura en Costa Rica y Panamá (1908-2008) 1 ° edición-San José. Costa Rica ISBN

9968-9514

1. Costa Rica / Los Induni: Orígenes de una familia de emigrantes suizos / 2. Historia / 3. Genealogía Primera edición, 2008 E D I T O R I A L L I B R E R I A A L M A MÁTER

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JA

Los Induni

Contenido Presentación 1. Introducción

9 11 *

2. La cristalización del libro en sus manos 19 Agradecimiento s 25 3. Los Orígenes 29 4. De Suiza a Costa Rica 41 5. Costa Rica a finales del siglo XIX y principios del XX 59 El Puerto de Limón y el Ferrocarril del Atlántico 64 San José y sus servicios 69 6. Los descendientes 75 Los Induni y sus descendientes 81 La vida cotidiana de los Induni en el Barrio Santa Lucía .104 7. Labores y obras 113 A. Obras y construcciones con soporte bibliográfico 1 Las compañías Andreoli e Induni, e Induni Hermanos 122 Santiago de Puriscal: Intento fallido hacia la agricultura..132 Edificio "Castillo Azul" 135 Escuela Presidente Porras, Panamá 139 Iglesia de San Antonio de Padua, Curridabat 143 Basílica de Nuestra Señora de Los Ángeles, Cartago 145 Basílica de Nuestra Señora de las Piedades, Naranjo 151 La fábrica de tubos "alcarraza" y La Sociedad Productos Caribe Ltda 156 7 La Iglesia de la Agonía del Santo Cristo de

Esquipulas, Alajuela 161 B. Obras y construcciones sin soporte bibliográfico, pero con tradición oral 164 La Estación del Ferrocarril al Atlántico 164 La Casa de los Leones, Paseo Colón 165 Edificio de Correos en San José 167 Teatro Variedades 170 Antigua residencia de la familia Jiménez de la Guardia ...171 Teatro Induni 173 Teatro Raventós 176 Monumento de La Piedad, Lourdes de San Pedro de Montes de Oca 177 Escuela Juan Rafael Mora Porras 181 Iglesia de Atenas, sus barandas y fuentes del parque 184 La Iglesia, kiosco y cementerio de Esparza 186 8. Tambor y Dominical: La gran aventura y tragedia familiar 9. Panamá: Un país de nuevas oportunidades 10. El regreso de los descendientes a Suiza El viaje a Suiza de las dos hermanas Induni-Arquín Otras visitas y contactos 11. Epilogo Apéndices Apéndice 1: Glosario Apéndice 2: Los Induni y sus descendientes en Costa Rica y en Panamá Apéndice 3: Glosario de Dichos y Expresiones familiares de los Induni-Arquín Referencias 8

189 221 233 235 242 247 255 260 275 285

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PRESENTACIÓN "Indaga en tu pasado para entender tu presente".

Tara entender quiénes somos y adonde vamos, hay que saber de dónde venimos.

Se dice que desde eCaño 1850, grupos de suizos empezaron a emigrar de su nación para radicarse en un territorio muy lejano y tropícaC, muy diferente a su país en cuanto a cuCtura, pero casi tan pequeño como eCsuyo. Muchos de eCCos vinieron en caCídad de docentes y científicos. Uno d eCCos fue eC científico y fíCósofo don Tnr Títtíer. LC Señor Títtíer fomentó La creació Instituto Meteoro Cógíco, reaCízó eC Levantamiento deCmapa de Costa Tica y contribuyó a fundar eC 3jerb~arío NacíonaC. Jue así como uno de cerros más aCtos deípaís, eC Cerro Títtíer (2869 m) en La CordíCCera de TaCamanca, fue nombrado en su honor.

¿Aprovechando Las condiciones semejantes de supuebCo, Cos primeros suizos se sintieron admirados y atraídos hacía una región, que es mu conocida por una canción costarricense que compara a Costa Tica con "La Suiza centroamericana". Cabe destacar que en Ca Suiza de TurríaCba, que cuenta con tierra fértíC, frescos pastízaCes, hermosas montañas y un cCíma apropiado para La ganadería de Ceche, Cos helvéticos, Cíe audacia, vieron una oportunidad en eCCa.

ECseñor ¿Adriano VormondOrué, oriundo deC cantón de yaudfue uno de sus príncípaíes fundadores. "Empezó eC desarroCCo de La producc de quesos, enseñando su elaboración a Los empleados de una finca y compartiendo una agradabíe pasión con aqueCCos amantes de este producto. Vejó como Legado sus recetas, que invitan a probar esos deCícíosos y famosos quesos, distinguidos por su pecuñar aroma y su deleitable sabor. ¿Además, esa región ofrecía apropiadas condiciones para La ganadería de Cecde, permitiendo asi realizar la importación de ganado suizo de raza Scñwyz. Estos dos ejempCos son solamente algunos de una serie de destinos muy interesantes.

Les deseo una buena lectura de la presente monografía de unafamíCía de emigrantes suiz Cos Induni en Costa "Rica y Tanamá y sus contribuciones a La sociedad de sus nuevas patrias. Gabriela Nützi Sulpizio Embajadora de Suiza San José, 29 de octubre del 2007

Capítulo 1

Introducción *

COMFÉ0ÉIAT!ON S B I S S E

j \E

E I D 6 E H 0 S S E N S C H A F T (ONFUEtAZIOKE

SVIZZEIA

PASSEPOBT I PASS PASSAPOBTO |

Tasaporte

suizo de don Augusto

Induni

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"Tras cultivar [Francisco Ulloa] en su juventud esa herencia natural [hacia la imaginería] bajo la guía de artistas como Tomás Povedano, los maestros Induni y Teodorico Quirós, ..." «

C

Cordero, 1986, La Nación

uando se inicia una historia, un artículo científico, un reportaje periodístico o bien un libro, lo que priva es el hecho de tratar de dejar constancia de la experiencia o manera de pensar del que escribe, a través de un relato o cadena de hechos que se han desarrollado en el transcurso de un periodo determinado, el cual se considera que en mayor o menor grado ha sido y podrá ser relevante tanto para las presentes como para las futuras generaciones. El hecho de poder tener el disfrute de escribir un relato familiar, que nació de la recopilación de una serie de hechos y anécdotas que se fueron transmitiendo por la tradición oral, sin importar que se escribiera para un público limitado, sin ningún estilo literario estereotipado y por el puro gusto del que lo realiza, produce una sensación de total satisfacción. En nuestro caso, lo que nos motivó fue la existencia de unas extrañas pero reales raíces sanguíneas que nos han ligado con la ciudad de Lugano, ubicada en el pequeño pero maravilloso país de Suiza. Y es que a inicios del siglo pasado desde ese lugar de Suiza partieron en 1906, 1908 y 1923, cuatro jóvenes aventureros que los unían cercanos lazos familiares, en busca de mejores oportunidades laborales pero más que eso, tratando de conocer el Nuevo Mundo, que para ese entonces era el imán de todos los que ambicionaban fortuna y

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aventura. Esos cuatro mosqueteros fueron: Agostino Cario Induni Ferrari (1881-1956), Venanzio Induni Ferrari (1875-1941), Aurelio Induni Fasola (1903-1965) y Pió Luigi Albonico Induni (1906-1964). Por razones que más adelante detallaremos, llegaron a establecerse en Costa Rica, y años después continuaría uno de ellos y sus descendientes en el hermano país de Panamá, en donde se extendió una rama de los Induni en la ciudad de Chitré. Ninguno de ellos regresó a su tierra natal, y sus progenitores tampoco visitaron el Nuevo Continente, por lo que nunca volvieron a verse, al menos en este mundo. Así sus padres descansan en un pequeño cementerio de la ciudad de Lugano sin que durante su vida transitoria tuvieran más contacto que una serie de cartas y fotografías que ligaban en el tiempo y el espacio a las familias separadas por el gran océano Atlántico. Nuestra intención primordial es la de dejar en blanco y negro, una serie de hechos relevantes a nivel familiar, pero por que no, incluso un legado arquitectónico y artístico, que muy pronto podría quedar en el olvido, envuelto en grandes conjeturas y hasta contradicciones. Este efecto ya se ha ido haciendo presente debido a que el tiempo -que nada perdona- se ha encargado de que la mayoría de las personas que mantenían las bases fidedignas para plasmar estos relatos, ya no se encuentran entre nosotros, todo simplemente como parte de la cadena de la vida. Aunque nuestra madre en sus ratos de remembranzas y muy en especial cuando el paso de los años ya marcaba su andar, nos había relatado un sinnúmero de anécdotas, no fue sino a inicios del 2005, un lustro después de su partida, cuando posterior a un tradicional y reconfortante partido de baloncesto sabatino entre hermanos y sobrinos de la descendencia Alvarado-Induni, acordamos que era el momento de iniciar esta tarea -una idea que ya teníamos de muchos años atráscomo un recuerdo de todos aquellos relatos que por largos años escuchamos no solo de boca de nuestra madre, sino de sus hermanos, quie-

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nes habían aderezado cada una de las historias con un particular sentido del humor hacia la vida. Hay grandes recuerdos que, de una u otra forma, han revoloteado en nuestros pensamientos durante muchos años en todos aquellos que llevamos el apellido Induni. Tales remembranzas han sitio transmitidos a sus descendientes y a los hijos de éstos sobre las diversas labores y odiseas que realizaron estos cuatro caballeros suizos, allá en los albores del siglo pasado. Por otro lado, el haber intentado buscar nuevos horizontes en lugares tan alejados de San José como las playas de Tambor y Dominical, los poblados de Esparza y de Puriscal, o más aún en Chitré y Las Tablas, en el vecino país de Panamá, le imprimieron a sus vidas y a quienes les acompañaron, grandes experiencias que las llevarían por el resto de sus vidas. Un número de obras han permanecido en el anonimato para la mayoría, no solamente de los costarricenses, sino hasta de sus familiares, sin saber que muchas de ellas fueron creación propia de estos cuatro aventureros. Muy pocas personas, por no decir que casi nadie, conocen los nombres de quienes adornaron las fachadas de muchas de nuestras edificaciones importantes, que todavía al día de hoy se mantienen en pie y forman parte del paisaje urbano y rural de nuestro país, e inclusive del patrimonio histórico y arquitectónico. No sería de extrañar que las personas creyeran que son estatuas o esculturas compradas en el extranjero o en alguna marmolería de antaño. Lo que si es seguro, es que son bastantes los ticos y foráneos que han visitado las basílicas de Los Ángeles en Cartago y la de Naranjo en Alajuela y admirado su belleza o varios estadistas y personalidades que han recorrido el Castillo Azul. Allí está la mano de los Induni y es justo en donde queremos dejar constancia de algunos de los aportes que ellos, como

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constructores, imagineros y arquitectos empíricos, dejaron en esta parte austral de América Central, plasmados en yeso, cerámica y otros tipos de materiales. Cuatro generaciones en un siglo descienden directamente de los emigrantes Induni que arribaron a Costa Rica y posteriormente a Panamá (para detalles, ver Apéndice 2). En un país como el nuestro, en donde abundan los fenómenos naturales pero no los levantamientos políticos, cada generación tiene su propio terremoto o fenómeno natural asociado. Los primeros emigrantes Induni vivieron el terremoto de Cartago en 1910 y el paso del cometa Halley en todo su esplendor ese mismo año. Le correspondería a la primera generación (nuestros tíos y tías Induni-Arquín) el tener que dormir por varias noches a la luz dé la luna en el patio de su casa a raíz del terremoto de Orotina de 1924 y su gran cantidad de fuertes réplicas, o fueron testigos de la tragedia ferroviaria del Río Virilla en la mañana de un 14 de marzo de 1926. Nuestros hermanos y primos hermanos mayores (segunda generación) vivieron un enjambre verdadero de chapulines, por lo que parte de la población capitalina tuvo que salir y ahuyentarla con ruidosas ollas y tarros un 19 de setiembre de 1948, y más importante aún fue la pesadilla del desarrollo de la Guerra Civil de 1948, que aunque duró cinco semanas, caló hondo en las personas. Los primos hermanos menores y los primos segundos mayores (tercera generación, y claramente las precedentes), tuvieron la erupción del Irazú de 1963 (y sus 30 meses de caída de cenizas) y la del Arenal de 1968, así como el terremoto de Tilarán de 1973. La mayoría de la tercera generación tienen los sustos dejados por terremotos de sobra: Sábado Santo en 1983, Alajuela y Puriscal en 1990 y el famoso de Limón en 1991, así como un eclipse total de Sol el 11 de julio de 1991. A ello agregamos el arribo del nuevo siglo y tercer milenio.

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La cuarta y última generación, está todavía sin ver una nueva crisis sísmica o volcánica...Sin embargo, las cuatro últimas generaciones, han estado a la espera del mencionado terremoto de Nicoya, pronosticado hace más de 25 años..., ya algunos han partido teniendo la dicha de no haberlo vivido. Aparte de lo mencionado anteriormente, varías décadas después, algunos de los descendientes de los Induni-Arquín, Induni-Rodríguez y Albónico-González, han regresado a visitar parte de sus raíces en la provincia suiza de Ticino, continuando con una amistad y lazos difíciles de explicar, dado que la mayoría de los que sobreviven son primos terceros, cuartos y hasta quintos. Del mismo modo lo han hecho varios de nuestros coterráneos lejanos de Suiza, los cuales han venido a compartir entre nosotros en este pequeño país. Cuando este tipo de cosas suceden y uno tiene una edad en el apogeo de la madurez, es que se necesitan de ciertos elementos (fotografías, cartas, pasaportes, historias ajenas) que nos ligen a nuestras raíces, para tratar de comprender a los familiares y allegados que estuvieron en este mundo con un objetivo más allá que el de simplemente procrear. Y es allí en donde el espíritu jovial de la Sra. Rosa Arquín Céspedes, esposa y fiel compañera de don Augusto Induni, fue heredado a todos sus hijos (nueve de diez que llegaron a la etapa adulta), dejando tras de sí una estela contagiosa de un profundo amor hacia la vida, la naturaleza, así como a sus progenitores e hijos. De igual modo, ante las etapas difíciles, la hermandad que los unía, les dio las fuerzas necesarias para sobrellevarlas y sobrepasar las pruebas y tropiezos que la vida les deparó. Independientemente de las vicisitudes que se presentaron, la imagen que la mayoría de sus herederos recordamos fue de una época llena de un profundo amor entre ellos, de ayuda mutua, alegría y de

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actividades cargadas de gran humor acompañados por bailes, bromas y disfraces, muy en particular entre las décadas de los sesentas a los ochentas, todo ello desarrollado con gran ingenio y creatividad por nuestros tíos y tías. Como parte de todo este legado, es que queremos dejar constancia de los recuerdos y vivencias de nuestros predecesores, a un siglo de la primera llegada de los Induni a Costa Rica.

Sobra demás decir, que estas notas están dedicadas a los descendientes de los Induni, residentes en Costa Rica, Panamá y Suiza, dado que estamos ligados en algún grado de consanguinidad con esta primera oleada que arribó a principios del siglo pasado, quienes nos dejaron j un mosaico de recuerdos de todo tipo y muchas anécdotas. í ¡

En qué grado dejen correr su imaginación y los granos de azúcar j o de sal que les quieran agregar, se los dejamos a ustedes y a aquellos I que nos quieran acompañar en este humilde recorrido histórico y artístico. Guillermo E. Alvarado Induni y Carlos MI. Alvarado Induni San José, 2 de agosto de 2008

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Capítulo 2

La cristalización del libro en sus manos

Denuncio

minero de don Augusto

Induni

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"Y que todo esto [el amor que se profesaban nuestros padres], tanto a Ustedes como a nosotronos sirvan de ejemplo, del hogar que ellos formaron "

P

Carta de Adela Induni a sus hermanos en Dominical, 2 de abril de 1934

ara iniciar esta aventura, es decir la de transcribir los hechos narrados por las familias por décadas en líneas electrónicas en "blanco y negro", tuvimos que recurrir a diversos medios. En primer lugar, comenzar a entrevistar a la única sobreviviente, hija de la primera emigración de los suizos con apellido Induni, es decir nuestra tía Magdalena Induni Arquín, a quién cariñosamente llamamos todos doña Nena o simplemente Nena, nombre con el cual la seguiremos mencionando en la mayor parte del libro, tal y como ella misma lo manifestó como deseo. Después tomamos en consideración los relatos de los primos, quienes tenían conocimiento de hechos y anécdotas narradas por sus padres, que de una u otra forma conocieron muy de cerca las vivencias, incluyendo allegados que pudieron compartir diversas experiencias de trabajo con los Induni. Igualmente, se contó con la colaboración de los familiares residentes en Panamá y en Suiza, en la búsqueda de documentos, fotografías y tradición oral. Todo lo anterior se trató de poner en orden cronológico, particularmente a la serie de recuerdos distanciados en el tiempo. Paralelamente, vino la de cotejar los hechos y sucesos con las cartas manuscritas o a máquina de escribir, tarjetas postales, pasaportes, recortes de periódicos y pasajes en libros, que sobrevivieron al paso de los años, distribuidas como un naipe entre varios familiares, y en tres países diferentes. Se visitaron instituciones y centros (Registro de la Propiedad, Archivos Nacionales, Municipalidades, Cementerios) que pudiesen sal21

vaguardar documentación (denuncias y escrituras legales), que nos hablaran de las propiedades y su localización, fechas de compra o venta, las personas involucradas, los aspectos sobre su construcción, cronología y sus estilos arquitectónicos, así como su importancia dentro de la época pasada y presente. De igual manera se hizo con la fecha y lugar de nacimiento, bautismo y defunción de los involucrados y familiares allegados. Entre los sitios consultados, tenemos las arquidiócesis, iglesias y sus parroquias (Archivos Arquidiocesanos de la Curia Metropolitana, las iglesias de Esparza, Palmares, Naranjo, La Agonía de Alajuela, Curridabat, San Pedro, Guadalupe, Basílica de Los Angeles, etc.), la Administración del Cementerio General de San José, los archivos de las Bibliotecas Carlos Monge Alfaro, Luis Demetrio Tinoco, Arquitectura y Artes Dramáticas, Ciencias Sociales, todas ellas de la Universidad de Costa Rica, la Biblioteca Nacional, la Biblioteca de la Universidad Nacional, la del Liceo de Costa Rica, la Escuela Juan Rafael Mora, la Escuela Mauro Fernández, el Archivo Nacional, Sección de Microfilm de los Archivos del Registro Público de Costa Rica, Archivo Universitario de Sabanilla, el Archivo Central de la Municipalidad de Montes de Oca, el Castillo Azul, así como la Biblioteca y Municipalidad de Cartago. También, se consultaron libros especializados en historia, geografía y arquitectura, revistas informativas de diversa índole y prensa escrita, entre otros. La herramienta de la Internet fue igualmente utilizada para búsqueda rápida de aspectos generales o tener una idea de la información que existía en los diversos aspectos acá tratados. En particular resaltamos la Wikipedia de la organización Wikimedia Foundation, Inc. Referente a la forma de escritura de nombres propios, en varios casos el lector verá que algunos aparecen escritos de diferente manera a como estamos acostumbrados. Esto se debe a que se trató de respetar hasta donde se pudiera la ortografía original de ciertos nombres

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extranjeros, particularmente de aquellos que vivieron y murieron en Suiza. Por ejemplo, Filippo y Maddalena, nombres de nuestros bisabuelos, en lugar de Felipe y Magdalena, como también se les escribía; o como son los casos de Venanzio o Venancio, Anna o Ana, Luigi como Luis, Caterina como Catalina, entre varios ejemplos. De igual modo, en italiano los nombres no se tildan, aunque al esp'añolizarlos los tildamos, a modo de ejemplo Pió Albónico en lugar de Pió Albonico. Por ello, en varias ocasiones hemos escrito ciertos nombres en su lengua original sin tilde, por ejemplo, María. Otros nombres en cambio, fueron escritos de diversa manera no solo por la misma persona, sino por sus abogados en documentos oficiales u otros tipos de medios (periódicos, revistas, etc.). Tal es el caso de a quien en adelante llamaremos don Augusto (nuestro abuelo materno), pero cuyo nombre aparece escrito de las más diversas formas: Agostino (su nombre de bautismo), Agustino, Agustín o Augusto, siendo éste último como le conocieron sus familiares y como le llamaremos en la mayor parte del libro. El estimable lector debe de tener presente otro aspecto y es que en Suiza, al igual que muchos países europeos, en los Estados Unidos y en algunos países de Sudamérica (p.ej. Argentina), las personas tan solo suelen tener el apellido paterno, y cuando las mujeres se casan, cambian su apellido paterno por el del cónyuge. En Costa Rica, en cambio, las personas deben de poseer dos apellidos (paterno y materno) y no pierden el materno con el matrimonio. Por ello, los extranjeros al arribar y establecerse en Costa Rica, deben de agregar además el apellido materno para su establecimiento oficial. Así, don Augusto aparece despuésfirmándosecomo Induni Ferrari, situación que tuvieron que adoptar sus otros tres parientes suizos. De igual modo, muchas de las transcripciones textuales antiguas de cartas o inclusive documentos oficiales o periodísticos, contienen numerosos errores ortográficos y tipográficos, que en la mayoría de los casos se han respetado con miras a darle un marco histórico más

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acorde con la época, su entorno y con la propia persona. Ello genera un delicioso aspecto virtual de poderse adentrar más en la persona que narra. En ciertos casos, se ha utilizado el sic (que en latín significa así) dentro de algunas frases textuales, para dar a entender que la palabra empleada está mal escrita o es inexacta en el documento original. En otros casos, se han utilizado los paréntesis cuadrado? cuando se ha agregado algún dato de importancia con el fin de ubicar mejor al lector dentro del contexto de una frase textual. Sin embargo, los errores de escritura en ciertas cartas eran tales, que nos tomamos la libertad de editar partes para darle más fluidez y claridad al texto. Igualmente, se trató de visualizar cómo era Suiza y Costa Rica a finales del siglo XIX e inicios del XX, para emular en cierto grado las percepciones e impresiones que tuvieron los actores -nuestros familiares- sobre su entorno geográfico, ambiental y grado de desarrollo en infraestructura (líneas viales, servicios, medio de transporte, tipo de construcción), así como los acontecimientos políticos, económicos y naturales (p.ej. terremotos) que afectaron en mayor o menor grado el país. A modo de ejemplo, los terremotos en nuestro país no solo afectaron significativamente la infraestructura, la economía y a las personas, sino que también, activaron las compañías constructoras y generaron profundos cambios en los estilos arquitectónicos y en las técnicas constructivas reforzadas. Después vino el enriquecimiento con la documentación fotográfica de muchos de los protagonistas, obras y paisajes antiguos o contemporáneos, mapas y rutas, para complementar visualmente la obra. Y bueno, a ello le acompañó el calvario de revisar los capítulos una y otra vez, la totalidad del libro para ver su coherencia y tratar de eliminar contradicciones históricas y espacio-temporales, pasarlo a revisores para corrección de estilo y forma, editarlo y revisar las "galeras", todo esto dentro de un proceso editorial normal de nueve meses, para tratar de ofrecer calidad, veracidad y elocuencia narrativa, en la medida de lo posible y claramente dentro de nuestras limitaciones.

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Pese a que nos hemos esforzado por revisar cuidadosamente el texto varias veces, nos disculpamos si en algún punto del libro, existe algún aspecto cronológico o narrativo no del todo correcto o 100% apegado a la verdad. Para paliar este aspecto, tratamos que las narraciones que obedecen a un personaje en particular, fuesen leídas y corregidas por uno o varios familiares cercanos. La idea final del libro en sus manos, es la de narrar en forma cronológica una serie de hechos que desencadenaron la venida de cuatro suizos aventureros a principios del siglo pasado, no la de juzgar ni traer a la luz aspectos oscuros, propios de todas las familias. Más bien, hemos tratado de enaltecer y resarcir la vida, éxitos, anécdotas, cualidades y obras de ellos y algunos de sus descendientes, en el sumario de un siglo desde su arribo.

Agradecimientos Debemos agradecer a aquellas personas que hicieron posible esta recopilación y recuento histórico-anecdótico. El elaborar una lista de nombres e instituciones siempre resulta peligroso por el hecho involuntario de olvidar a alguien o alguna fuente de información, pero tratamos de hacerla lo más completa posible. En primera instancia y de modo particular, debemos agradecer a don Mario Vargas y a su señora doña Magdalena (Nena) Induni, quienes aportaron valiosa parte narrativa de vivencias propias y un sinnúmero de recuerdos, que debimos posteriormente cotejar con los documentos encontrados en diversos lugares para ubicarlos en una secuencia cronológica. Resultaron muy amenas las horas que pasamos en su compañía trayendo a memoria recuerdos de antaño, aunado a vivencias recientes y anécdotas paralelas a la presente compilación. Rosa María Iglesias Induni suministró valiosísima documentación postal que permitió reconstruir con buen grado de precisión y

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detalle, tanto cronológico como espacial, los hechos que acontecieron durante la aventura en Playa Dominical, uno de los momentos más impactantes y críticos en la historia de nuestros tíos y tías, así como d nuestra madre. Aún hoy día, más de 70 años después, no deja de sorprendernos todas esas cartas, que nos ayudaron a entender mejor el espíritu caritativo y tesonero de las personas que vivieron dicha aventura, y el por qué de su amor hacia la vida y persistencia de hierro tenaz. Claramente, un número nutrido de familiares aportaron detalles de la más diversa índole, desde fotografías, recortes de periódicos, tradición oral y vivencias, hasta las traducciones de textos en otros idiomas, particularmente el italiano. Entre ellos tenemos a Teresita y Alejandro Alvarado Induni, Rosa y Venancio Induni Barrantes, Mercedes Flores Arrieta, Silvia Elena y Mauricio Induni Flores, Juan Rafael (Johnny) Herrera Induni, Grace y Mary Vargas Induni, Carlos Andrés e Irene Alvarado Quesada, Hugo y Rita Induni Rodríguez, Dunia Induni Ávila, Marta (qdDg) y Max Solano Induni, Rosa Rodríguez Vargas, Helvetia y Sergio Andrés Albónico González Yolanda González Murillo, Nicolás Pió Albónico Getz y Juan Ignaci Alvarado Echeverría, entre muchos otros.

Antonio Luigi Induni Gianola, uno de nuestros más cercanos contactos en Suiza, brindó valiosa información sobre la genealogía de los Induni, búsqueda de documentos oficiales en Lamone, antiguas cartas, tarjetas postales y documentación fotográfica. Silvia Elena Induni, junto con los parientes panameños de la familia Induni-Rodríquez, particularmente Caly y Adela Induni Rodríguez, suministraron documentación histórica, fotográfica y documental, que complementaron la obra en dicho país vecino. Igualmente, Bolívar Induni y José Collado Barrera apoyaron en lo anterior.

El soporte histórico y documental en Costa Rica fue iniciado por el arqueólogo Alexander Rodríguez, quien colaboró en una fase inicial co

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la búsqueda de información en archivos de iglesias, bibliotecas, instituciones, etc., labor que fue continuada por la antropóloga Andrea Mata Benavides. Sin su ayuda, no se habría podido documentar tan sustancialmente el presente libro. Pese a ello y en paralelo, nosotros realizamos nuestra propia búsqueda a modo de ratón de biblioteca, como solía decir nuestra madre, hecho que nos llevó tres años y medio hasta cristalizar el libro que usted posee en sus manos.

La ayuda desinteresada que quisieron dar las siguientes personas de diversas instituciones, enriqueció significativamente con documentos históricos el presente libro: Ana I. Herrera S. (Teatro Mélico Salazar), Susy Moreno (Correos de Costa Rica), Ricardo Ruiz González (Castillo Azul), Presb. Alfonso Molina (Iglesia de Naranjo), Sonia Alvarado Venegas (Librería Oficina Parroquial Iglesia de la Agonía de Alajuela), Franco Fernández Esquivel (Historiador de Cartago), Jorge Zarate y José María González (Escuela Mauro Fernández), Alexander Chacón Z. y Alvaro Ramírez S. (Ladrillera Caribe). Igualmente, Guido Sáenz (exministro en dos períodos del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes), Flor M. Delgado, George Jones y Tatiana Zúñiga, suministraron documentos e información adicional. Jean Tournon, Giovanna Civelli y Natalia Ruiz suministraron datos históricos sobre París, ItaliaSuiza y Panamá, respectivamente. Varias personas aportaron detalles anecdóticos o contemporáneos de gran riqueza humana, tales como Rafaela Gómez Villalobos, Francisco (Paco) Rodríguez, Carmen Carpió Fonseca, Elias Sánchez, Brunilda Hilje Quirós, María Isabel Valencia Valencia, Olga Sandí Valencia y Melba Pinto de Brenes. Teresita Alvarado Induni y Lupita Echeverría Perera se tomaron su tiempo para revisar la totalidad del libro. Antonio L. Induni igualmente colaboró con la revisión de los capítulos 1, 2, 3, 4 y 10. Las contribuciones de todos ellos fueron de gran valor al visualizar aspectos que ya nosotros no podíamos ver por estar inmersos dentro de la obra. El Dr. Yves de la Goublaye de Ménorval R., Presidente de la Academia

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Costarricense de Ciencias Genealógicas, aportó comentarios al capítulo 3 y al apéndice 2, siendo el presente trabajo un aporte a esta Academia. La arquitecta e historiadora, Ofelia Sanou, revisó y aportó valiosos comentarios al capítulo 7. Jeisson Chaves Gamboa confeccionó elegantemente las figuras. De igual modo, Marcia Cordero, Jochen Bundschuh y Rafael Barquero ayudaron en el "escanéo" adicional de algunas fotografías y figuras. La Embajadora de Suiza en Costa Rica, Gabriela Nützi Sulpizio, y la Jefa alterna de Misión, Doris Wálchli Giraud, colaboraron con la presentación del libro. Guillermo Carvajal Alvarado, Juan Carlos Vargas Araya y Edgar Gutiérrez Chinchilla, de la Editorial Alma Máter, no escatimaron tiempo ni recursos para mejorar la presente obra. Finalmente, pero no menos importante, queremos manifestar nuestro cariño y reconocimiento a las familias suizas que han tomado su tiempo, dedicación y cariño para atender a los ticos que han ido a Lugano, entre muchas, tenemos a Olimpia Induni (qdDg), Riña (qdDg) y Luciana Albónico (qdDg), Anita y Antonio L. Induni, Lucia y Rocco Induni, Carmen y Luigi Bentoglio, Adela y Valentino Genini, Laura Binetti, Ivan Bernasconi, María Luisa (Cuchi), Numa, María y Giovannina Induni (qdDg), Marilena y Tarcisio Induni. Para todos ellos, nuestra gratitud.

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Capítulo 3

Los orígenes

•Ubicación de La Casa Roja de Los Induni

en

Lamone

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"El famoso puente de la Cara, bajo la casa roja Induni que permitía el tráns al fondo del Pré, fue muchas veces removido y muchas veces reconstruido, hasta que quedó abandonado. En Ostarietta, el río llegaba hasta el puente Cara por la calle cantonal entre las casas InduniGiannini, llevando vastos pedazos de tierra, inundándolo y transform un lecho de grava."

M

Sarinelli (1941, en II Municipio, 1988), Lamone

ediante la búsqueda del recorrido de las personas y su familia, vamos recopilando de cada generación una parte de su historia, su mestizaje e hibridación cultural, sus logros, sus tropiezos y particularmente su empeño por encontrar mejores horizontes, siendo este el legado de lo que hoy somos y el lugar donde nos encontramos. Lo anterior abarca el estudio del origen de las familias y sus apellidos, conociéndose como Genealogía El origen del apellido Induni puede ser tan antiguo como el año 450 a.C, época de las colonizaciones de los gálatas o galos, es decir los celtas que se fueron al oriente europeo, ocupando el actual territorio del norte de Italia y el sur de Suiza (territorios ticinenses) en el 390 a.C. Los celtas habitaron la parte central de Europa durante 800 años, principalmente entre el 700 a.C. y el año 100 d.C, siendo después ocupados y derrotados paulatinamente por los romanos a partir del 240 a.C, para finalmente anexarse al Imperio en el siglo primero de nuestra era. De origen Suizo, se escribía al parecer como Inxuni, registrado en Eligernate y Magliaso en Ticino; pasó posteriormente a Italia a la Comune di Robecchetto, Milán, Roma, Turín y Bérgamo; esta rama italiana tomó la forma Induno. Después se extendió a Barcelona, Cataluña, México, Uruguay, Argentina, Estados Unidos, Costa Rica y Panamá. 31

Acerca del significado del apellido, existen dos posibles etimologías, en particular cuando se busca la parte histórica de la pequeña ciudad italiana de Induno Olona hacia el año de 1200 d.C. (http://www.comune.induno-olona.va.it/storia/index.html): 1) Origen Galo-Céltico (pueblos antiguos del occidente de Europa, actual territorio francés), ya que la palabra "Dunum" indicaba un lugar fortalecido usualmente sobre una colina. 2) Proveniencia del latín "In Dunis" que significaría "entre la dunas", por las características morfológicas del territorio, particular- ' mente de una gran llanura aluvional y glaciar del río Olona.

Mapa de ubicación de principales localidades europeas mencionada Dichas lomas que emulan dunas, llamadas por los geólogos morrenas, más bien son el resultado de los depósitos de sedimentos glaciares, dejados por el paso de antiguas lenguas de hielo (ver Glosario al final), modelados durante su último gran avance en esta región, hecho que aconteció entre los 18.000 y los 20.000 años atrás (Giovanna Civelli, com. escrita, 2006). Tan solo de modo comparativo, morrenas glaciares menos espectaculares podemos encontrar en los valles que circundan el cerro Chirripó (3820 m), en la cordillera de Talamanca de Costa Rica.

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En 1539 se menciona por primera vez el apellido escrito como Induno, y ya para 1569 se hablaba de Giovanni Antonio Induni, originario de Genesterio, un pueblito al norte de Stabio, justo cuando América estaba siendo conquistada y colonizada. Aún hoy día existe el poblado llamado Induno Olona en el norte de Italia con unos 10.000 habitantes (similar a la Fortuna de San Carlos en Costa Rica), y muy cerca de allí (unos 25 km, es decir a media hora en vehículo) se encuentra la pequeña comunidad suiza de Stabio, con tan solo 4000 habitantes en el año de 2006, y una superficie de 612 hectáreas y 355 m de elevación. De allí es justamente de donde son originarios todos los Induni, localizado aproximadamente a un kilómetro de la frontera con Italia, siendo uno de los poblados más al sur de Suiza.

El Escudo de Armas de Los Induni. 33

Con el establecimiento del apellido toponímico Induni, le siguió su Escudo de Armas de nuestra raíz familiar. Dentro del arte de explicar los escudos de armas, denominado blasón, el escudo de los Induni está conformado por tres margaritas de plata con botones de oro y un fondo azur (azul oscuro). El lambrequín (u adorno) cubre el casco y baja por los cantones diestros y siniestros (costados). La genealogía directa de nuestra familia se remonta tan atrás como la fecha de nacimiento de Filippo Induni un 16 de octubre de 1779, quien se casó con Anna María Vittori, que nació un 19 de agosto de 1780. De dicha unión viene al mundo Antonio Induni (9 de junio de 1808 - 13 febrero de 1885), quien se casó con Teresa Maspoli (24 de abril de 1817 -11 de mayo de 1873). Ellos arribaron a Lamone el 11 de noviembre de 1835 y procrearían a Filippo Giuseppe Induni (naci- j do un 30 de mayo de 1839), Giovanni Antonio (2 de julio de 1845) y i María Luigina (5 de octubre de 1847). Giovanni Antonio Induni f Maspoli partió para América en 1869. Nuestra relación genealógica más directa la tenemos cuando Filippo se casa un 7 de marzo de 1865 con Maddalena Ferrari (que nació un 6 de noviembre de 1842), quienes serían nuestros bisabuelos por el lado materno. Ellos engendran 9 hijos: María Giuseppa Teresa (12 de junio, 1867), Luigia Giuditta (21 de octubre de 1868), María Claudia Teresa (27de agosto de 1870), Giovanni Antonio (27 de noviembre de 1871), Catterina (30 de junio de 1873), Giuseppe Venanzio (6 de marzo de 1875), Amelia Sofía (3 de diciembre de 1876), Luigia Giuseppina (9 de noviembre de 1878), y Agostino Cario (27 de abril de 1881). Todos ellos fueron nuestros tíos abuelos y el último nuestro abuelo materno. Tan solo para ubicarnos un poco mejor, en particular para aquellos que lo conocen, Giovanni Antonio sería el abuelo de Antonio L. Induni, nuestro gran amigo y contacto en Suiza, quien sería primo cuarto de nosotros los autores. De igual modo, Giovanni Antonio sería

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I papá de Aurelio y el abuelo de los Induni Rodríguez. Por otro lado, la Induni Ferrari (1873-1940) se casó con Francesco Albónico 1876-1945), quienes llegarían a ser los padres de Pió Albónico. María Giuseppa Teresa falleció en 1920 y Luigia Giuditta murió 5 años. Amelia Sofía se casó con Luigi Cerutti y María Claudia Teresa se casó el 15 de febrero de 1896 con el Sr. Ronchetti Ersilio, tiendo de Lamone sin que se tenga noticias de ella. Toda la anterior línea genealógica la podemos resumir de la iente manera (ver también Apéndice 2), en donde representamos MI letra itálica o cursiva los nombres que tratamos en extenso en la esente obra: Filippo Induni-Anna María Vittori Antonio Induni-Teresa Maspoli Filippo Giuseppe Induni-Maddalena Ferrari María Giuseppa Teresa Luigia Giuditta María Claudia Teresa Giovanni Antonio Catterina Pió Albónico Induni Giuseppe Venanzio Amelia Sofía Luigia Giuseppina Agostino Cario Los Induni-Arquín Giovanni Antonio Aurelio Induni Fasola En un libro sobre la historia de la comunidad de LamoneCadempino en Suiza, de 1941 (Sarinelli, 1941, en II Municipio, 1988) se lee:

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"II famoso Ponte della Cara, sotto la casa rossa Induni che permetteva il transito ai fondi Pré di la, venne piú volte asportato e piú volte rifatto, finché venne abbandonato. Ad Ostarietta il fiume era arrivato fino al ponte Cara sulla strada cantónale tra le case Induni-Giannin asportandovasti appezzamenti di térra, allagandole e trasformandonealtri in letto ghiaioso" Su traducción sería:

"El famoso puente de la Cara, bajo la casa roja Induni que permitía el tránsito al fondo del Pré, fue mu veces removido y muchas veces reconstruido, hasta que quedó abandonado. En Ostarietta*, el río llegaba hasta el puente Cara por la calle cantonal entre las casas Induni-Giannini, llevando vastos pedazos de tierra, inundándolo y transformándolo en un lecho de gr

Lápida en el Cementer de Lamone con las fotografía nuestros tíos abuelos Giovanni Antonio Induni (1871-1930) y su esposa María (1875-1952), y nuestros bisabuelos Filippo Giuseppe Induni (1839-1905) y su esposa Maddale na Ferrari (1842-1926). (Fotografía cortesía de Teresita Alvarado Induni).

* Ostarietta es un pueblito o barrio de Lamone.

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La casa roja de los Induni fue originalmente habitada por el abuelo de Antonio L. Induni, llamado Giovanni Antonio, quien era hermano de don Augusto y de don Venanzio Induni Ferrari, y fue el padre de Aurelio Induni Fasola. Dicha casa era una carnicería y fue transformada en un restaurante llamado "Fonda Antiguo Vedeggio", por el río que pasaba por allí. El papá de Antonio L. Induni, llamado Quinto, se hizo cargo del restaurante en 1936 y el propio Antonio Luigi igualmente vivió allí (Antonio L. Induni, com. escrita, 2007). Lamone, por su parte, es el pueblo de donde partió nuestro abuelo y los que le siguieron en su aventura sin retorno hacia América. Hoy día es un pueblo con unos 1700 habitantes, pero a inicios del siglo pasado tenía apenas unas 300 personas.

La Casa Roja de los Induni en Lamone, hacia 1930 (Cortesía de Antonio L. Induni). 37

Para ubicarnos geográficamente, debemos de aclarar que Suiza está conformada por la confederación de 26 cantones (un equivalente de provincias nuestras), dentro de la cual Ticino (forma como se escribe en italiano, español e inglés, Tessin en alemán y francés) es uno de ellos, ubicado al sur, estando casi circundado por Italia (al este, oeste y sur). Por ello, prácticamente el idioma oficial es el italiano (con excepción del municipio de Bosco/Gurin), constituyendo junto con algunas regiones de Grisones, la llamada "Suiza italiana". Colocado al sur de los Alpes Lepontinos, se encuentra regado por el Río Ticino de norte a sur y desagua en el Lago Mayor de donde se vierte en Italia para desaguar en el Río Po. Hasta 1878, las ciudades de Bellinzona sobre el Río Ticino, Locarno en el Lago Mayor y Lugano junto al lago del mismo nombre, eran alternativamente cada seis años las capitales de Ticino, justo cuando la población ticinense total era de tan solo 126.750 habitantes, aproximadamente un 43% de la población de Costa Rica de ese entonces (Cortambert, 1909; Wikipedia, 2006). Lugano, el distrito más populoso de Ticino, siempre ha sido una bella ciudad ubicada al pie del lago glaciar limitado por riscos escarpados, paisaje de singular belleza esculpido durante la última era glaciar (hace unos 20.000 años). En el presente, el paso de las cuatro estaciones anuales emulan, como copiado al carbón, ni más ni menos a la tierra de HeidL.La gente es tranquila, lo mismo que su vida. Limita con Italia ubicándose su frontera a tan solo unos 10 km en línea recta y colinda con las ciudades y poblaciones italianas de Milán y de Como. Ostarietta (un barrio o pequeño poblado de Lamone), lugar en donde vivía don Augusto, en ese entonces se caracterizaba por casas antiguas con fundación rocosa. Hoy día una autopista pasa justo en el lugar donde vivía don Augusto. Pese a ello, estos parajes aparentemente pacíficos y majestuosos, de vez en cuando se veían sometidos a desastres naturales tales como aludes de nieve, derrumbes rocosos y crecidas de losríos.A modo de ejemplo, el 24-25 de setiembre de 1927, la región de Ticino (que para

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1920 poseía 153.457 habitantes), fue afectada severamente por lo que se denomina un "aluvión" o crecida del río. En ese entonces, tan solo para enmarcarnos brevemente sobre las actividades en dicha provincia, tenemos que era próspera, con su fábrica de máquinas de ferrocarril, gran desarrollo en líneas ferroviarias, un pueblo mecamente agricultor, el cual en sus ratos de esparcimiento se dedicaba al alpinismo, motociclismo y otros deportes (Grossi, 1996).

Lugano al día de hoy (Cortesía Mary Vargas Induni). 39

Capítulo 4 0

De Suiza a Costa Rica

La Ópera de Taris (Cortam6ert,

1909)

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"Tal y como le he dicho en otras cartas, y como se lo he dicho al Presidente de la República [don Juan Raf Mora] a través de mi amigo Ram Páes, [Costa Rica] es la Suiza de Mundo,..." '

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Carta de Thomas Francis Meagher en su recorrido por Costa Rica, 24 de abril de 1858.

l relato concerniente a este capítulo no sabemos exactamente cuándo empieza y las personas que podrían saberlo ya no están con nosotros; sumado a lo anterior, tenemos que los documentos son muy escasos y en muchos casos...nunca existieron. Tan solo podemos especular, armando un gran rompecabezas que será siempre incompleto y en el cual muchas de esas piezas que aún quedan poseen aristas ya dañadas por^elpaso del tiempo. Por ello debemos más que todo dejar correr nuestra imaginación y unir las piezas a modo de una cubrecama del siglo pasado...en pequeños retazos de una fina tela.

Quizás podríamos empezar a decir que la mayoría de los gobernantes costarricenses, entre 1825 y 1925, fomentaron la llegada de emigrantes europeos a nuestro país, dado que los consideraban como portadores de una cultura superior y con ello podrían acelerar el desarrollo económico y cultural de Costa Rica (Ventura y Sibaja, 1991).

Regresando a Suiza, pese a que Ticino era una de las provincias con relativo menor poder adquisitivo y desarrollo, era un país europeo modelo colocado en un buen nivel de la civiüzación moderna de aquellos días, y claramente de ahora. Nuestros familiares, al parecer estaban relativamente bien acomodados desde el punto de vista económico y con actividades diversas. Administraban a finales del siglo XIX e inicios del XX una fábrica de zapatos llamada "Calzoleria di Filippo Induni e Figli" (Zapatería de Filippo Induni e Hijos), que le daba s 43

vicio a los operarios del Ferrocarril de Gottardo. De igual modo, tenían a su cargo el correo local de Lamone desde 1874, inicialmente administrado por Filippo Induni y el último en ocupar dicho cargo, un siglo después, fue Rocco Induni. Además, en la década de los años veintes se dedicaban a la agricultura. Con ello queremos demostrar lo versátiles que eran en sus actividades y conocedores de diferentes campos. En el pueblito de Cadempino era común que la gente trabajara en la escultura de imágenes y moldes. Sin embargo, en el país vecino de Italia desde 1880, pero particularmente a partir de 1887, la economía entra en crisis en los más diversos campos (agrícola, construcción, banca, etc.), agravando los problemas internos (huelgas, emigración al sur), y para colmo de males las malas cosechas de 1898 (Aguilar, 1989; Bariatti, 2000).

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Factura de la Fábrica de Zapatos de Filippo Induni y su hijo, en Ostarie con fecha 8 de julio de 1901 (Cortesía de Antonio L. Induni).

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La casa de don Augusto Induni en Lamone, Suiza, vendida en 1960. En su lugar pasa una autopista construida en 1964 (Fotografía cortesía de Antonio L. Induni).

Desconocemos si fue ésta inestabilidad económica fronteriza, o e espíritu aventurero de don Augusto Induni, las que le motivaron a buscar nuevos horizontes en otros países. Así, a principios del siglo XX da inicio nuestra historia, con una mínima cantidad de francos suizos, una simple bicicleta, y un impulso incontenible de satisfacer sus gran45

des deseos de buscar oportunidades en otros lares. Este recorrido lo inició en Lamone y después de un tiempo indeterminado llegó a París (Francia) en donde trabajó en la construcción de un teatro para la ópera.

Teatro Opera Comique en París (Fotografía cortesía de Carlos Andrés Alvarado Quesada).

En cuanto a cuál fue el teatro en el que supuestamente trabajó don Augusto en París, la Ciudad Luz llena de cultura y arte, no está del todo claro y mucho menos su actividad o rol específico. Dos posibles candidatos existen a saber: el primero y el más conocido es La Ópera de París, al cual la mayoría de sus descendientes la habían señalado como candidato. Dicha institución real fue fundada a fines del siglo

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XVII, y estuvo en varios sitios. El famoso teatro que se conoce hoy fue construido en 1860 por orden del emperador Napoleón III, pero inaugurado después de su caída, alrededor de 1873. Este importante teatro, obra del arquitecto Garnier (llamado también Palacio Garnier), tuvo varias campañas de restauración, pero las más importantes se dieron ya muy avanzado el siglo XX, en especial en los años 1960 y 1990, por lo que parece no pudo haber sido dicha construcción en la que él debió de haber trabajado, a menos que fuese en obras de manipostería menores. La segunda alternativa es que el estado francés tenía otro teatro para el arte lírico. Este teatro del siglo XVIII fue totalmente destruido por un incendio y reconstruido por completo alrededor de 1900, lo que se conoce ahora como Opera Comique, Salle Favard. Dicho teatro, en cambio, si se vislumbra como el candidato en donde don Augusto pudo haber trabajado, adquirido experiencia y perfeccionado sus dones artísticos, en los albores del siglo XX. Sin embargo, en las rápidas consultas que se realizaron allí, no aparece el nombre de don Augusto. El París del siglo XIX, fue visitado por Gottardo Induni, quien nació en Suiza el 7 de octubre de 1858, siendo un reconocido escultor, estudiante de Vincenzo Vela, quien expuso en la Academia Real en 1887. Desconocemos el grado de consanguinidad de dicho artista con don Augusto, pero perfectamente podría uno imaginarse que pudo ser un contacto valioso en ese entonces, o divagando aún un poco más, hasta un mentor o meta a emular. Con Francia atrás, don Augusto regresó nuevamente a Suiza donde comenzó a programar y darle forma a su nueva odisea. Esta vez su rumbo era América, por lo que a sus 25 años, probablemente sin mucho pensarlo, se embarcó en el puerto de Ñapóles hacia el Nuevo Mundo, más específicamente a algún país sudamericano ya fuera Venezuela o Argentina, dado que no se tiene certeza de su destino

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final. Aunque la tradición oral así lo dicta, nos queda la gran duda de si en realidad él se dirigía para Sur América o si es que el barco de vapor tenía el nombre de alguno de estos países. En efecto, en ese entonces existían barcos trasatlánticos con nombres tales como Venezuela, Bolivia o Montevideo, para poner algunos ejemplos.

Trabajo escultórico sobre una chimenea realizado por don Augusto I en 1906 (previo a su partida hacia Costa Rica) en la casa de Francesco Albónico, Cadempino, Suiza (Fotografía de Berta Induni Arquín). Un almohadón de plumas de ganso elaborado por su mamá, doña Maddalena, le acompañó en esta nueva odisea, el cual le sirvió de cabecera a bordo del trasatlántico, que debió de partir aproximadamente en noviembre de 1906, situación que se deduce de sus expedientes matrimoniales de febrero de 1908, cuando se dice textualmente: "Hace 15 meses salió de su país...". Dos o tres semanas tuvo que haber durado la travesía del barco de vapor, pero carecemos de detalles precisos al respecto. Se dice que por un desperfecto, el barco requería reparaciones inmediatas en Puerto Limón. Emigrantes europeos contemporáneos, relatan similares

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hechos: su supuesto destino final a Sur América, el desperfecto mecánico del barco y su reparación en Puerto Limón (ver p.ej. Ventura y Sibaja, 1999). ¿Una verdad o pretexto para ingresar y poder radicarse en Costa Rica? Muy probablemente don Augusto conocía de previo sobre la existencia de la colonia italiana de esa época, que para ese entonces ya era de consideración en nuestro país y más específicamente en la Avenida 10. En dicha avenida, amplia para la época y muy cerca del centro capitalino, se encontraban instalados una serie de italianos que probablemente ya habían atravesado por situaciones similares a las que él traía, valga decir de emigrante en busca de un mejor rumbo, aventura y la experiencia de conocer el nuevo continente. Entre estas personas destacan los señores Pascual Cajiao, Entiguiano Montañini, Adriano Arié, Napoleón Fucigna y Alfredo Andreoli Cerré, entre otros. Fue justamente con el italiano don Alfredo Andreoli Cerré (18661933), nacido en Bologna, y cantero de oficio, con el que entabló una amistad muy estrecha en sus primeros años, llegando incluso en 1907 a constituir una empresa conjunta de cemento armado, hecho al cual nos referiremos con más detalle en el capítulo 7. Tal y como lo comenta Aguilar (1989), lo que resulta indiscutible es que los italianos que decidieron quedarse en Costa Rica, no sólo se dedicaron al desarrollo de sus oficios, sino que fueron en mucho verdaderos maestros artesanos, que enseñaron a los costarricenses el arte de sus oficios.

Igualmente de forma especulativa, pero con cierto grado de fundamento, el establecimiento de don Augusto Induni en la Avenida 10 y más específicamente en el Barrio Santa Lucía, muy probablemente se vio favorecida debido a que en las cercanía del Cementerio General ya existían una serie de fábricas (marmolerías) para el trabajo lapidario y de imaginería. En ese entonces, los mausoleos y tumbas con esculturas era algo muy tradicional y propio de la clase alta, viendo don Augusto un nicho apropiado para fijar su residencia y asentar su vocación de escultor.

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Es muy probable que su donicilio temporal en San José haya sido en la casa de habitación de alguno de estos italianos que de una u otra forma ya habían logrado una aceptable estabilidad en nuestro país. Al parecer según consta en sus documentos matrimoniales, los primeros 5 meses posteriores a su arribo estuvo instalado en los alrededores de la Parroquia del Carmen para después trasladarse cerca de la Parroquia de la Merced. Un hecho que puede servir de soporte a lo anterior es que dos de sus tres testigos de matrimonio en 1908, aseguraron conocerlo desde hacía tiempo: el Sr. Alfredo Andreoli decía que desde hacía 4 años (es decir al menos desde febrero 1904) y el Sr. Entiguiano Montañini que desde muy pequeño. En efecto, en 1904 don Alfredo se muda de Cartago (vivía allí al menos desde 1891) hacia San José (ver Bariatti, 2000). Si esto fuese cierto -y no una mentira piadosa como testigos de matrimonio-, entonces es probable que la aventura no haya sido tan casual, en oposición a lo que la tradición oral nos habla sobre un desperfecto en el barco en que viajaba, sino más bien algo ya planeado y que don Augusto tenía contactos en Costa Rica previo a su llegada. Desgraciadamente, las personas que nos lo pudieran aclarar, ya se llevaron la verdad a sus tumbas. Además, debemos recordar que para don Augusto hasta ese momento el idioma español era algo nuevo en su vida. Sin embargo, debido a que dominaba el italiano, el francés y el alemán, siendo estos los tres idiomas oficiales de su Suiza natal, esto no debió de haber sido ningún problema para él, más por la cercanía idiomática del italiano con el español. Por todo esto, es que suponemos que su estadía al lado de las personas anteriormente mencionadas debió de ser más que placentera. Don Augusto Induni atrajo como un imán a su hermano Venanzio de 33 años en 1908, y posteriormente a sus sobrinos Aurelio Induni Fasola, sobrino de don Augusto por parte de un hermano, y Pió Luigi Albónico Induni, sobrino por parte de una hermana, quienes cuando llegaron a Costa Rica a mediados de 1923 tenían 20 y 17 años, respectivamente. Para ese entonces, don Augusto tenía 42 años mientras que su hermano Venanzio contaba con 48 años. 50

La familia Induni-Fasola en Suiza en 1923. Sentados, Giovanni Antonio Induni, su esposa Maña Fasola y en el centro su hijo sacerdote Ricardo. De izquierda a derecha en la fila de atrás, sus otros hijos: Filippo, Pietro Olimpia, Aurelio y Quinto (Cortesía de Antonio L. Induni). Al parecer la situación de trabajo en Suiza no era favorable a inicios de los años veintes del siglo pasado, dado que posterior a la Primera Guerra Mundial (1914-17), el pueblo helvético sufrió el desempleo, la reducción de salarios y la inflación, por lo que las exportaciones suizas tuvieron una caída de grandes dimensiones, que llevó al país a una grave crisis, particularmente entre 1920 y 1923 (Ventura y Sibaja, 1991). Por ello, estos dos jóvenes se aventuraron a probar una mejor suerte en Costa Rica, en donde no solo encontrarían a sus tíos ya establecidos, sino un mundo nuevo que conquistar. Todos ellos murieron en Costa Rica, tierra que les dio acogida y lecho eter51

no: don Augusto a sus 73 años, Venanzio a sus 66 años, Aurelio con 62 años recién cumplidos y Pió con tan solo 58 años.

La familia Albónico-Induni en Suiza en 1918. De izquierda a Catterina Induni Ferrari con su esposo Francesco Albónico, Luig Luigina, Pió Luigi (Cortesía de Sergio A. Albónico González). Pese a que con seguridad todos ellos debieron de adaptarse en cierto grado a "raras" costumbres locales, sus espíritus viajeros pudieron haberles curtido el carácter para acostumbrarse a lo que viniera. Se dice que los que partieron más jóvenes, es decir Aurelio y Pió, no regresaron puesto que no aplicaron para el servicio militar (que se debe realizar a los 20 años), pero quizás más fuerte aún, fue el simple hecho de que echaron raíces perennes en esta parte del mundo y dejaron igualmente acá sus semillas. Sin embargo, como veremos más adelante, para algunos de ellos la vida les jugó fuerte y las condiciones económicas no les permitieron aspirar a tan deseado anhelo, la de nuevamente reunirse con sus familiares. Tan solo un hermano de Pió

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Albónico, el Sr. Luigi Albónico, lo visitó poco antes de su muerte. Tendrían que pasar varias décadas para que sus descendientes visitaran sus raíces. Costa Rica, ¿la Suiza Centroamericana? Dentro del marco anterior resulta válido el preguntarnos de dónde nace, por quién y cuándo, la afirmación o frase que enmarca histórica y geográficamente a estos dos pequeños países: "Costa Rica, la Suiza Centroamericana". Dicha frase nunca ha sido vista con buenos ojos por nuestros vecinos centroamericanos y muchas veces ni por los mismos costarricenses, dado que se nos ha atribuido como parte de nuestra petulancia y arrogancia, y prácticamente como un invento de los ticos para diferenciarnos del resto de los países de la región ístmica. Lo que pocos conocen, es que en realidad tiene su germen más allá en el tiempo de lo que nos imaginamos y no fue acuñada por ningún costarricense, estando muy alejado de lo que la tradición popular local y regional lo sugiere (ver por ejemplo, Silesky, 2007). En efecto, por lo menos desde 1858 se le conoce con dicho atributo a nuestro país, tal y como se desprende de una carta de Thomas Francis Meagher dirigida a su amigo Charles Daly (en Quesada, 2001) con fecha del 24 de abril de 1858, en donde se puede leer:

"Tal y como lo he dicho en otras cartas, y como se lo he dicho al Presidente de la República a través de mi amigo Ramón P Suiza del Nuevo Mundo,..." Posteriormente, Cari Schwalbe escribe en 1888 (en Quesada): "Todo el altiplano [se refiere al Valle Central] constituye en realidad una sola ciudad, construida muy extensamente, similar a Zurich con los pueblos y ciudades junto al Lago de Zurich, donde se pasa imperceptiblemente de un sitio a otro. [...] El ferrocarril es el niño problemático de la Suiza centroamericana." 53

Es de agregar que el escritor y periodista estadounidense Hamilgton Wright, también escribiría en 1917 (Quesada, 2001):

Las glorias de los Alpes o de los Andes, de las Rocosas canadienses o estadounidenses, no superan, en mi opinión, a la,de la Suiza América Central. Desde el cráter cubierto de lava del terrible v Irazú se pueden ver los dos océanos. En un día despejado, cuan nubes están bajas, este se puede apreciar sobre los panoramas má notorios: campos blancos de niebla hasta donde alcanza la vista, bajo la luz radiante y brillante de las altiplanicies tropicales, una luz que no disminuye en intensidad a pesar de las nieblas del horizonte. Y al caer la noche pueda que se observe el sol de cerca, muchas veces engrandecido, como una bola de fuego derretido, hundiéndos mares de nubes púrpuras, rojas y blancas." Finalmente, cual costarricense no ha escuchado una bellísima canción popular cuyo estribillo principal repite pegajosamente la siguiente nota: "...por ser tan linda Costa Rica la llaman, la Suiza centroamericana, por ser tan linda Costa Rica la llaman, la Suiza centroamericana..." Y quien podría decir que esta hermosa canción, que hemos entonado en diversas ocasiones, particularmente fuera de nuestro terruño, acompañados de una fuerte melancolía y nostalgia, llamada Linda Costa Rica, fue compuesta por el nicaragüense Tino López Guerra, a quien le debemos el elogio magnífico a nuestra tierra. Las afirmaciones anteriores y su comparación con el país europeo valederas o no según las diferentes opiniones- están basadas en una serie de hechos y circunstancias que los propios viajeros extranjeros, tales como John Baily en 1850; Thomas Francis Meagher en 1858; Ed. Pougin en 1860-62; Wilhelm Marr en 1863; Frederick Boyle en 1868; Cari Schwalbe en 1888; Maurice Waleffe en 1912, Maurice de Périgny en 1912 y

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Hamilgton Wright en 1917, entre muchos otros, encontraron, vivieron y pudieron relatar la Costa Rica de mediados del siglo XIX e inicios del XX, vigentes en gran parte hasta nuestros días. Las razones de peso que estos viajeros plasmaron en sus escritos, por las que llegaron a considerar a Costa Rica como la Suiza centroamericana son, a saber: a) Muchas de las naciones centroamericanas eran víctimas de revoluciones, mientras que Costa Rica se daba el lujo de permanecer en una tranquilidad perfecta. b) Establecimiento de la Universidad de Santo Tomás en 1850. c) Fue el primer país en América Central en establecer un banco en 1857. d) Único estado de América Central cuyos productos figuraron en 1860 en la exposición de Londres. e) Inauguración oficial en 1868 de la cañería en San José y del servicio de telégrafos, y en 1880 del sistema telefónico. f) Establecimiento del servicio de luz eléctrica en 1884, siendo San José la primera ciudad centroamericana con este servicio. g) Construcción de las líneas de ferrocarril al Caribe (1871-1890) y al Pacífico (1897-1910). h) Riqueza relativamente bien distribuida, seguridad social y ciudadana. i) Libertad de culto y educación (para ser ciudadano o militar se requería saber leer y escribir). j) Leyes comparativamente equitativas para los géneros, y una relativa emancipación de la mujer, dentro del contexto de la época y en comparación con otros países del istmo e inclusive de Europa. k) Belleza y limpieza de las personas pese a la pobreza de muchas de ellas. I) Gobiernos progresistas con la creación de tributos, reglamento de finanzas y una organización interior adecuada. II) Cerveza de buena calidad.

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Y, ¿cuáles fueron las razones para que todo esto se diera en esta región pese a su pobreza y aislamiento con respecto a otros países? El belga Ed. Pougin opina en 1863 al respecto (ver Quesada, 2001):

"Afines de la dominación española Costa Rica e considerada como la más pobre de las posesiones de la Corona. Desde el siglo pasado, como consecuencia del miedo que inspiraban las invasiones de los bucaneros, se habían destruido los camin desde el interior hacia el litoral atlántico; separada de las o provincias o estados que formaban la Capitanía Genera Guatemala a través de extensas selvas vírgenes, Costa Ric totalmente abandonada, si no olvidada.

Resulta que en 1821, en la época de la Declar de la Independencia, este país no tentaba la codicia de políti aventureros. Mientras que el resto de las Américas españolas víctima de revoluciones, la población costarricense disfru una tranquilidad casi absoluta y casi olvidada de Europa, llegando a la condición en que se encuentra hoy d Seguidamente, el inglés Frederick Boyle publicó en 1868 lo siguiente (Quesada, 2001):

"De la prosperidad grandiosa y creciente del país no pued caber la menor duda. Solo esperamos que la peligrosa inestabilidad de las demás repúblicas esté definitivamente erradicada y que Costa Rica continúe progresando mientras el Turrialba y volcanes hermanos dejen los cafetales en paz. —En suma, supongo que de las colonias de España ahora libres, Costa Rica es la únic que puede mostrar una historia de prosperidad desde el mismo día de la Independencia. ...En ningún país del mundo probablemen riqueza esté tan bien distribuida como en esta república muchas fortunas considerables entre los cultivadores, y pocas realmente grandes, pero la gente trabajadora también

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participado del súbito aumento de la riqueza; y lo que nosotr llamamos "las clases peligrosas " -aquellas cuya posición cam constantemente, que no tienen ni pasado ni futuro- no se conocen en Costa Rica. Por eso es que las revoluciones son tan súbitas y efectivas; todos están por el orden y la prontitu

No obstante, tal y como lo apunta Silesky (2007), quien a raíz de una consulta que un grupo de periodistas centroamericanos le efectuaron a mediados del 2007, sobre si todavía los ticos se creían la Suiza centroamericana, él les aclaró que no, dado que "no teníam nieve, ni producíamos relojes, ni vacas con cencerros, no éram tuales, ni ordenados, no planificábamos nada, ni contábam nas carreteras, ni buen sistema de trenes, ni un buen aeropuerto en general: ni un ordenado transporte público. Eso sí, teníamos común: nuestra neutralidad absoluta en conflictos bélicos,..." Con ello hemos querido clarificar una serie de hechos históricos y culturales, promovidos por nosotros los ticos, por el cual los extranjeros nos bautizaron ya hace 150 años o más con la frase, Costa Rica, la Suiza Centroamericana.

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Capítulo 5

Costa Rica a finales del siglo XIX y principios del XX

ferrocarrilaCAtlántico

(Bol fomento,

1913)

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"...Hay un edificio público, el primero encuentran los viajeros al llegar a nuestra capital [San José], el cual, más que un edificio público parece un rancho de un cac indio o lavadero, o haciendo mucho favor, fábrica de jabón.

¿Quieren ustedes saber cuál es? Pues más ni menos la Estación Central Ferrocarril, propiedad de los "cultísi ingleses..."

E

Eco Católico de 1898

n este apartado consideramos importante incorporar una visión de lo que encontró o más bien deslumbró a don Augusto y sus parientes suizos, para tomar una decisión tan importante como fue la de terminar radicándose en este pequeño terruño sin nunca más retomar a su tierra natal.

De igual modo quisimos tratar de adentrarnos en cómo era y cómo vieron a la Costa Rica de principios de siglo. Sin embargo, resulta difícil el poder ubicarse en una ciudad después de haber transcurrido un centenar de años, que de una u otra forma han absorbido parte de esas vivencias que llenaban el día a día de esta pequeña tierra llamada Costa Rica. Intentaremos, no obstante, de la manera más objetiva describir brevemente ese "sabor" propio de nuestra patria que en todo su esplendor fue la carta de presentación para que un europeo que llegó a finales de 1906, seguido de otros familiares pocos años después, lo motivara a dejar hondas raíces que han perdurado hasta nuestros días.

Debemos de recalcar que don Augusto y sus parientes llegan al final de una nueva era de desarrollo costarricense, la cual se caracterizó por el apogeo de la República Liberal (1870-1914) y sus ideales de orden, progreso y civilización. Para lograr esos objetivos, los liberales llevaron a cabo una serie de reformas en el estado, entre otras, se pro61

pició la intervención de capital extranjero (británico y estadounidense por ejemplo) para obras de infraestructura, actividad bananera en la zona de Limón, lo que trajo el surgimiento de nuevos núcleos de clase media y de mano de obra agrícola asalariada, condiciones favorables para la ubicación de europeos. También, la oligarquía liberal apoyó l emigración, privilegiando a los europeos y estadounidenses, y en menor grado sudamericanos, pero rechazando a otros grupos. Los extranjeros fueron determinantes en la economía agraria, la pequeña industria, casas comerciales, educación, así como incentivar las artes y las ciencias, el influir en el establecimiento de élites.

Para 1905, recién se terminaba el ramal del ferrocarril de Alajuela a Ciruelas, que junto con otros hechos ayudó a que Costa Rica ocupara en ese año el sexto lugar en movimiento comercial en Latinoamérica. El final del período está marcado por los terremotos d Cartago (1910) y por el inicio en 1914 de la Primera Guerra Mundial (Sanou y Quesada, 1998a; Bariatti, 2000; González, 2004).

En 1927 la proporción de extranjeros en la población alcanzó un máximo de casi un 10%, cifra que se había mantenido reducida entre un 2,20 y 2,59% en la segunda mitad del siglo XIX (DGEC en Hall, 1984). Con el fin de comprender un poco mejor el entorno socio-económico que encontraron los recién llegados desde Suiza, debemos recordar que Costa Rica se vio afectada por diversos movimientos huelguísticos a partir de 1874, tanto entre los trabajadores extranjeros como los nacionales, particularmente entre los períodos comprendidos de 1909-11, 1917-21 y 1928-34 (de la Cruz, 2005). Entre 1880 y 1920, la oferta de trabajadores aumentó por el incremento poblacional, pero la demanda de mano de obra decayó posteriormente debido a la baja en el crecimiento de las exportaciones de café, lo que ayudó a incrementar el choque social en las décadas d 1920-1940. Destaca entre ellas la huelga de 1920 por la jornada de 8 horas de trabajo y el aumento salarial del 20% (Viales Hurtado, 2005).

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El costo de los productos en general, a partir del917 fue hacia arriba sufriendo la moneda una gran devaluación entre 1917 y 1919 (Barrantes et al., 2005). Así, ante el problema del desempleo a principios de 1920, saltará a la luz una tipología vetusta sobre la pobreza: la diferenciación entre pobres verdaderos y con problemas para encontrar sus soluciones (enfermos, viejos, huérfanos, etc.), y ios pobres obreros que ven desmejorar su condición ante el desempleo (Viales Hurtado, 2005). En efecto, entre 1920 y 1940, el mundo capitalista entró en una grave crisis económica. No se había aún recuperado de la Primera Guerra Mundial (1914-1917) cuando tuvo que sufrir los efectos de la crisis económica producida por la caída de la Bolsa de Valores de Nueva York en 1929. Costa Rica no estuvo exenta a ello y también vivió una situación de inestabilidad económica sumamente grave, que se inició un poco más tarde que en los países europeos. Comenzó a mediados de 1929 y llegó a su grado de máxima intensidad en los años 1931-33. A modo de ejemplo, en 1931 los comerciantes costarricenses consideraban que, en promedio, las ventas habían disminuido en un 60% con relación al año anterior. Esto se tradujo en baja de salarios, el despido de empleados y la quiebra de muchos negocios, especialmente de los pequeños empresarios (industriales y comerciantes). El sector capital tuvo que consumir parte de sus ahorros, en tanto que el pequeño propietario, acostumbrado al crédito, se vio obligado a vender sus propiedades a muy bajo precio (Salazar, 1995; Botey, 2005a, b). La banca suprimió los créditos para el comercio y se produjo la intervención de los acreedores, el acaparamiento por los bancos y productores en grande de café, banano y caña de las fincas de los pequeños propietarios. Las dimensiones sociales de la crisis económica se reflejaron en el desempleo, especialmente en el sector de la economía de exportación, en la agudización de los problemas de vivienda, salud, hambruna, y en el deterioro de las condiciones de vida de amplios sectores de la población. La respuesta inmediata del Estado fue aumentar

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los impuestos indirectos, suspender puestos y reducir salari (Barrantes et al., 2005; Botey, 2005b). Se comenta que para ese ento ces, la gente no tenía trabajo, y muchos que trabajaban en obras púb cas, duraban trabajando hasta 6 meses sin recibir salario. *

El Puerto de Limón y el Ferrocarril del Atlántico El desarrollo de Limón está fuertemente ligado a la construcc de su línea férrea (1871-1890), que logró unir al Valle Central co costa Caribe, bajo la responsabilidad de la Railway Company por plazo de 99 años a partir de su conclusión según acuerdo del gobie de Próspero Fernández (1882-1885) y Minor Cooper Keith. El 12 diciembre de 1887 llegaron al país 756 nuevos trabajadores italian para colaborar con su construcción (Aguilar, 1989), que fructificó c el primer recorrido el 7 de diciembre de 1890, gracias al arduo trab jo de muchos costarricenses y extranjeros.

Para 1905 se evidencia que el desarrollo de la infraestructura de ciudad de Limón ya se encontraba consolidado y era el puerto importante de la República. El aspecto de la ciudad era descrito co joven, floreciente, apacible y alegre. De sur a norte la ciudad esta dividida por seis avenidas, y de oeste a este, por nueve calles bien de neadas, rectas, anchas y de buena construcción. El centro de atracci y poderío económico estaba definido por los patios del ferrocarril, oficinas centrales de la United Fruit Company, la estación de tren, sobresaliente Aduana, el edificio de la Gobernación y otros inmueb que destacaron por su verdadero gusto artístico. El mercado fue con truido alrededor de 1895 por el gobernador de Limón, el Sr. Balvane Vargas Molina, de allí el nombre que fue dado al Parque de Lim como Parque Vargas, y los almacenes comerciales principales perten cían particularmente a los reconocidos empresarios Minor Keith Lindo Brothers. El Parque Vargas se convirtió en el centro de reun nes y recreación del pueblo limonense, ofreciéndose conciertos mu cales. Ya para ese entonces, el tajamar se extendía desde el oeste de

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patios del ferrocarril, bordeando la aduana y la zona de la ciudad hasta el extremo norte. Debido a la construcción del ferrocarril y posteriormente con la actividad bananera, una fuerte emigración hacia el Caribe contribuyó a convertir sus selvas en plantaciones. Mientras que en 1903 se exportaron medio millón de racimos, en 1913 la cifra fue de 11 millones, convirtiéndose nuestro país en el mayor exportador de banano en el mundo. Lo anterior deja entrever la forma de como el área bananera se amplió y su lógico incremento de mano de obra, tanto emigrante como nacional (Meléndez, 1983). Debido a este gran auge, Limón se constituyó en una provincia más de Costa Rica en 1909.

Una sección del Parque Vargas y su tajamar en el Puerto de Lim frente los hospitales y el telégrafo (Fotografía Boletín de Fomento, Año N°6,1913).

Por su papel de puerto bananero, Limón creció bajo la influencia del estilo Victoriano caribeño, resultado de la influencia de multiplicidad de lenguajes arquitectónicos, cuyos referentes se ubican en las colonias inglesas de ultramar, y que se mantiene y particulariza hasta 65

nuestros días. En 1905 también se inauguró el hospital para sustituir uno anterior que estaba ubicado frente al Parque Vargas, y para 1907 se tenía el Hospital de la Caridad y otro perteneciente a la compañía del ferrocarril. Su población en ese entonces ascendía a unos 3500 habitantes, siendo el inglés y el español las dos lenguas que más se hablaban. Se profesaban dos religiones (Católica-Romana y Protestante), así como dos escuelas oficiales, cuatro mixtas y privadas dirigidas por extranjeros (De Lines, 1907; de Périgny, 1912, en Quesada, 2001; Sanou y Quesada, 1998b; Vives, 2004). Limón, con un importante movimiento comercial para la república, estaba comunicado con la capital por una línea férrea de 170 km. Dada la intervención de la United Fruit Company, motivó que Puerto Limón se constituyera en el primer cuarto de siglo en una de las ciudades más bonitas de Costa Rica, perfectamente saneada y con todos los adelantos de las ciudades modernas de ese momento. Los edificios eran -y siguen siendo- casi todos de 2 y 3 pisos, construidos en ese entonces de madera o de cal y canto (calicanto), espaciosos, cómodos y elegantes.

Vista panorámica del ferrocarril al Atlántico (Limón-S lo debieron de visualizar a principios de siglo los primeros Induni (Fotografía procedente de El Lector Costarricense, 1912). 66

Quisiéramos percibir y trasladarnos a la primera impresión que debieron de sentir nuestros familiares suizos al llegar a Costa Rica, en particular cuando atracó el barco que transportaba a don Augusto a Puerto Limón. Este fue el primer contacto que él tuvo con tierras costarricenses y aunque bien nos hubiera gustado podernos trasladar a ese pasado, el Sr. Hildebrando Martí, en un libro de la época (De Lines, 1907) elocuentemente narra lo siguiente: "Ningún viajero que haya llegado á [sic] las playas de Limó dejado de sentir una deliciosa suspensión delante del magníf táculo del puerto. No es el azul del mar, tan brillante como el Ñapóles; no es el azul del cielo, peculiar de los trópicos; no es el dor de las cercanas llanuras donde se cimbrean gallardos cocoteros, ni los diversos colores de los edificios lo que produce tan maravilloso efecto. El secreto está en la iluminación del aire que lo armoniz la iluminación del aire, independiente, por decirlo así, de la luz m del sol. Cuando se va uno alejando del puerto, no parece que la nave sigue en la misma línea de la ciudad, sino que se eleva á la regió éter puro: tal me parecía a mí cuando desde la cubierta del vapor templaba la sorprendente escena.

Y para coronar la naturaleza tan primoroso paisaje, colocó a entrada del puerto la isla de Uvita, que parece destacándose de del mar. En ella está colocado el faro, cuyo fanal alcanza hasta la di tancia de 14 kilómetros.

El aspecto de la ciudad, joven y floreciente, es apacible y alegre; comienza en el extremo noreste; va creciendo principalmente en una sola dirección, hacia el oeste, donde casi se ven los edificios codea empujarse, arremolinarse y pisarse como seres vivientes. El flujo y reflujo continuo y siempre creciente de inmigrantes la hace, por días mudar deforma, figura yfisonomía,como niño que está creciendo." De igual modo, el recorrido en ferrocarril que don Augusto y los que le siguieron realizaron, debió de ser muy similar al que percibimos 67

nosotros cuando viajábamos en dicha ruta, hecho que se desprende al comparar con las narraciones de viajeros de principios del siglo XX. El tiempo de traslado entre el puerto y la capital debió de ser de al menos 6 largas horas -cuidado sino más...-, tal y como lo describe el Conde Maurice de Périgny en su viaje a fines de agosto de 1909 (Périgny, 1912, en Quesada, 2001) entre selvas,ríoscaudalosos, plantaciones de banano, poblados desarrollados a ambas vías férreas, profundos cortes en rocas y hermosos paisajes con aire primitivo y tropical, imágenes que eran diametralmente diferentes a las que él estaba familiarizado de montañas con una morfología alpina glacial. 2001):

Maurice de Waleffe escribe al respecto en 1912 (Quesada,

"Y el paso del tren hace acudir a pelotones de negritos todos desnudos, con el vientre abultado; chapotean bajo la lluvia, nos sacan la lengua, nos tiran cascaras de banano, mientras que sus madres llevan sobre la cabeza canastas con pinas que nos ofrecen con una amplia sonrisa.

Cuando el tren abandona estas llanuras encantadas para elevarse en la región montañosa donde está edificada la capital del pa se deja los paisajes de Ceilán para pasar a los del Cáucaso Engadin. Todavía es muy hermoso, aunque más familiar para un oj europeo. El camino flanquea los torrentes y los precipicios sobre puentes de hierro vertiginosos. Aquí terminan los bananeros y los negros. Allí comienzan los cafetales y la población indíg

Poco a poco aquello se va poniendo feo. La vegetación arrala. Grandes valles pedregosos extienden su aridez melancólic entre potreros bastante escasos y que no tienen nada de exótico...Cimas rocosas ahora aprisionan el horizonte echando ilusiones en un féretro de piedra, bajo un cielo de plomo. ¡Evoco mis peores recuerdos de Noruega!".

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Sin embargo, a su llegada a San José, don Augusto debió de toparse con el edificio que albergaba la estación central de ferrocarril, que era de construcción mixta (ladrillo y bahareque con techo de teja), siendo uno de los peores en presentación tanto era así que apareció publicado en el Eco Católico de 1898 el siguiente artículo:

"...Hay un edificio público, el primero que encuentran los viaje ros al llegar a nuestra capital, el cual, más que un edificio público parece un rancho de un cacique indio o lavadero, o haciendo mucho favor, fábrica de jabó ¿Quieren ustedes saber cuál es? Pues ni más ni menos la Estaci Central del Ferrocarril, propiedad de los "cultísimos ingleses..." A pesar de las protestas ciudadanas por el mal estado de la Estación del Ferrocarril, la compañía hizo caso omiso de ella y no fue sino hasta 1907 cuando se inició su construcción y se finalizó en 1908 con una nueva terminal ferroviaria, más acorde con las necesidades de ornato y adelanto en la capital. Una vez concluida, en cambio llegaría a ser un icono del paisaje urbanístico de la ciudad capital, teniendo un impacto socio-cultural de enorme importancia, debido a la multiplicidad de funciones y servicios que ofrecía la estación. San José y sus servicios En 1907, la ciudad de San José tenía una población de 26.682 habitantes desglosados de la siguiente manera según los cuatro distritos a saber (Álvarez y Duarte, 2000): el Carmen: 5375 habitantes, La Merced: 6310 habitantes, Hospital: 8834 habitantes y Catedral: 6163 habitantes. Para el 31 de diciembre de 1908 el censo indicó que Costa Rica poseía 361.779 habitantes (Périgny, 1912, en Quesada, 2001). La ciudad para el período de 1889-1920 se consolida como tal y adquiere su carácter, construyéndose gran cantidad de edificios públicos y otras obras, destacándose el Bulevar de la Calle de la Estación

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(posteriormente llamada Avenida de las Damas), principal arteria de entrada y salida de personas y mercancías de la capital, la Fábrica Nacional de Licores (1856), el Parque de la Estación, hoy Parque Nacional (1874), la Catedral Metropolitana (1878), el Parque Morazán (1887), el Asilo Chapuí (1890), el Teatro Variedades (gruñera construcción en 1891), el Colegio Superior de Señoritas (1893), El Hospital San Juan de Dios (1895), el Monumento a los Héroes de 1856, conocido ahora como Monumento Nacional (1895), Edificio Metálico (1896) y el Teatro Nacional (1897). Con el nuevo siglo tenemos varias obras importantes tales como el Liceo de Costa Rica (1903), la construcción de la antigua Biblioteca Nacional (1908) y La Penitenciaria Central (1908). De igual modo, se inicia el crecimiento hacia el sur y oeste y se tiene la construcción del edificio de Correos y Telégrafos (1917) y el templo de la Música (1919). Entre 1890 y 1910, San José vio transformadas sus plazas en parques, encerradas con rejas o muros de piedra, lo cual junto con la popularización de los kioscos, en su mayoría de madera (normalmente prefabricados y vendidos por catálogo desde Inglaterra), dieron una nueva connotación especial y de embellecimiento de las zonas verdes, que proliferaron en ese entonces en el país (Sanou y Quesada, 1998b), siendo importante destacar que en el Parque Morazán se realizaban corridas de toros alrededor de 1907 (Quesada, 2001), las cuales conservamos hasta nuestros días como las tradicionales "corridas a la tica". En relación al alumbrado eléctrico, desde 1884 se había inaugurado en San José, siendo la primera ciudad de Centroamérica en contar con el maravilloso invento de Tomás A Edison; para 1889 se tenían 76 lámparas colocadas en las cercanías del Parque Central. Pese a ello, en el año de 1907 el alumbrado público necesitaba del antiguo servicio de los serenos. Pero la electricidad para uso doméstico aún en la década de 1930 era escasa y reservada para sitios céntricos, fábricas y muy selectas viviendas, más solo utilizable durante la noche (Álvarez y Gómez, 2000).

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Un suburbio de San José, con la torre del Observatorio Meteoro Instituto Geográfico Nacional a la izquierda y la Iglesia La Sol fondo (Fotografía Boletín Fomento, Año III, N° 8,1913).

El Teatro Nacional en 1907 (Fotografía de El Lector Costarricense, 1907). Para 1868 fue inaugurada oficialmente la cañería en la Plaza Principal donde se colocó una fuente de hierro traída de Inglaterra, 71

dando por muchos años un hermoso adorno a la ciudad de San José, la cual hoy en día se conserva frente a la Biblioteca Carlos Monge Alfaro, en la Universidad de Costa Rica. En las décadas posteriores a la inauguración de la cañería, los edificios públicos y las viviendas del sector central de San José, se vieron en la obligación de,instalar un sistema de cloacas o desagües interno, sin embargo, estas seguían convergiendo en las quebradas que atravesaban la ciudad, lo que producía grandes focos de infección. Fue así como en el año 1907 se autorizó un empréstito de un millón doscientos mil colones para la construcción de cloacas, canalización de aguas y nuevas cañerías entubando las aguas desde su naciente hasta los tanques y de estos al resto de los alrededores de San José. De igual modo, es importante recordar que desde 1863 Costa Rica emite su primera estampilla y el telégrafo fue instalado en 1868. En 1880 se instala el sistema telefónico y para 1894 se instalaron dos teléfonos para uso público en la capital. Para el año 1917, todos los anteriores servicios eran utilizados con mucha regularidad y con un buen funcionamiento para la época por todos los pobladores del Valle Central, dándose la construcción del Edificio de Correos y Telégrafos. Con el incremento de las exportaciones en el mercado mundial, las actividades comerciales en la ciudad de San José generaron paulatinamente grandes cambios en el aspecto urbano. En 1871 el Consejo Municipal Josefino aprobó un contrato para macadamizar las calles de cuarenta cuadras de la ciudad, es decir la utilización de piedra quebrada (lastre) que se esparcía en los caminos con el fin de mejorar el tránsito de todo tipo de vehículos y bestias en las calles. Simultáneamente, se fueron construyendo las aceras con el objetivo de dar una buena imagen a la ciudad (Álvarez y Gómez, 2000). Para 1904, como una política de ordenamiento urbano debido al continuo crecimiento de la ciudad, el municipio elaboró una nueva nomenclatura de calles y avenidas; "las calles a partir de la central al

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este llevarán la numeración impar y al oeste la par. Las avenidas tir de la central al norte, llevarán la numeración impar y al sur l (Municipal, 1904, en Álvarez y Gómez, 2000; ver también Castro y Castro, 2005). Cabe mencionar que anterior a esta disposición, todas las vías se denominaban calles. Para 1907 el ordenamiento vial de nuestras calles en la ciudad de San José era de las más organizadas con respecto al resto de Centroamérica y evidenciaba futuros avances, ya que se dejaba ver con la apertura y el ensanchamiento de un sinnúmero de nuevas calles y avenidas distribuidas en los alrededores del corazón de San José. Pese a todos estos adelantos, la capital no era bonita ni atractiva para los extranjeros, teniendo, sin embargo, algo especial que prolongaba su estadía a los visitantes. Maurice de Waleffe describe en 1912 la impresión que se llevara unos años antes (Quesada, 2001):

"La capital de Costa Rica es una decepción. Su magn ferrocarril termina en una aldea de 25.000 campesinos, perdida en la montaña. Eso es San José. ¿ Cuál charlatán me habría las casas allí desaparecían entre las rosas? Son sin duda las las que desaparecen entre las casas, bajas y uniformes, que parecen viviendas de obreros. El hotel es un alberge mal cuidado. Si aquella es, oh América Central, la más bella de tus capitales, ¿qué serán las otras? ¿Y qué podrán estas ciudades pigmeas con las colosales Nueva York y Chicago? Continúa relatando:

"La capital de Costa Rica tiene mala presentación. El novato llegar, sale al balcón del albergue deficiente que se atreve a llamarse "Palace-Hotel", contempla el único tranvía cuyo trole sobrepasa techo de las casas, pequeñas y bajas, y en seguida se le viene a uno un solo deseo: ¡irse!

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Pero despierten el otro día en la magnífica luz de las altu sobre el Trópico, presentes las cartas que les permitirán entra intimidad de algunas familias distinguidas, aprecien el humor dulce y sonriente del costarricense, la singular gracia de la costarricense, la temperatura primorosa, la perspectiva favorable dé las calles que se abren paso todas sobre montañas azuladas como el fondo de un cuadro, en fin, el raro esplendor de la hora cotidiana donde las nubes que se ciernen sobre el Atlántico y las que se ciernen sobre Pacífico se reúnen en torno a las cordilleras para formar, bajo que se acuesta, un dosel de gloria inefable, una apoteosis inverosím de flores y de llamas, y ustedes comenzarán a modificar de ca rabo su primera impresión. Al cabo de tres días, verán norm aquí el resto de la vida." Creemos que con las palabras de este viajero y aventurero, contemporáneo a don Augusto, y atando todo lo dicho previamente, comprendemos claramente el por qué nuestro abuelo y los que le siguieron echaron raíces perennes en este terruño, y el cariño incondicional que le profesarían por siempre a este país, siendo patente su contribución a la arquitectura e imaginería, tal y como veremos en los siguientes capítulos.

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Capítulo 6

Los descendientes

Casa en donde nacieron La mayoría de Los (cade 16, Ave. 10)

Induni-Arquín

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"Adornaron a doña Rosa los méritos su virtud y de la abnegación por ser diga en amor para sus hijos a quienes educó con intenso cariño"

E

La Prensa Libre, 20 de marzo de 1934

n la Avenida 10 de la ciudad capital de San José, en lo que hoy conocemos como Barrio Bolívar o Barrio de Las Ánimas, una familia costarricense de apellidos ArquínCéspedes vivía frente a donde hoy día está la Iglesia de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo (más conocida con su antiguo nombre de Las Ajumas). En ese vecindario, don Juan Arquín había contraído matrimonio con doña Adela Céspedes, y de tal unión nacieron tres hijos: Hortensia (conocida como Tencha), Víctor (más conocido como Tío Quilo) y Rosa. Sin embargo, Doña Adela enviudó de don Juan Arquín y después de algún tiempo se casó en segundas nup cias con don Ramón Castro, no existiendo descendientes de esta unión. Antes de contraer matrimonio con doña Adela Céspedes, don Ramón Castro convivió con una señora de apellido Navas, con quien tuvo dos hijos, Ramón (conocido como Ramoncito) y Alberto (conocido como Beto), los cuales tenían como actividad primaria un negocio comercial de Pulpería y Cantina llamado "El Bebedero", que estaba situado frente a la Iglesia de Las Ánimas. Actualmente, existe en ese lugar La Marmolería Villalta, que conserva en su fachada los detalles originales de su ornamentación.

Al quedar viudo don Ramón Castro de la Señora Navas, se casó con doña Adela Céspedes continuando con el negocio ya establecido, El Bebedero. Allí trabajaban los hijos de don Ramón y la hija de doña Adela, quien sería nuestra abuela, Rosa Arquín Céspedes. Cuentan que en el patio de su casa existía una gruta con una virgen a la que ella se encomendaba diariamente, solicitándole el favor de poder casarse prontamente. Lo anterior se debía a que Rosa trabajaba arduamente y 77

estaba cansada de laborar en esa actividad, que le demandaba gran cantidad de tiempo y su ambiente no era el más apropiado. Por esa misma época, ya don Augusto Induni se había logrado establecer en las inmediaciones del Barrio Las Ánimas y frecuentaba periódicamente durante las noches el establecimiento El Bebedero, lugar que reunía a buena parte de los moradores del mencionado barrio. Es un hecho que fue en este local donde se iniciaría el noviazgo entre los jóvenes Augusto Induni Ferrari y Rosa Arquín Céspedes, lo cual finalmente se cristalizaría en un compromiso formal y un posterior matrimonio religioso.

Las amonestaciones, un requerimiento previo al matrimonio para demostrar que ambos eran solteros y no tenían impedimento alguno, empezaron a anunciarse el 3 de febrero de 1908 en presencia de los testigos, los señores Alfredo Andreoli, Entiguiano Montañini y Benjamín Porras. La señorita Rosa no firmó el documento de las Amonestaciones, según dice el acta "por no saber"..., al parecer refiriéndose a que no sabíafirmar.Referente a don Augusto, los expedie tes matrimoniales de la Curia Metropoütana (Acta 214) agregan:

"...residente de esta capital [San José] en la parroquia de la Merced. Hace 15 meses salió de su país, viniendo a residir en l parroquia del Carmen, 5 meses y actualmente hace 10 meses vive en la parroquia de la Merced". "No había hecho la primera confesión pero lo va a hacer p y no ha podido ya que 3 proclamas deben correr en su país, porque desea efectuar su matrimonio afines de este mes y no había tiempo de esperar contestación Los testigos de las amonestaciones fueron: "Alfredo Andreoli, casado constructor, italiano, vecino de San José. Tiene 4 años de conocer a Induni y un año de tratarlo ya que trabajan juntos.

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Don Entiguiano Montañini, casado, italiano, picapiedrero, vecino de esta cuidad. Consta que el pretendiente es soltero porque lo conoce desde muy pequeño. Benjamín Porras, soltero, artesano, vecino y hace un año con al novio que le ha dicho que es soltero ".

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Fotogra de matrimonio de don Augusto Indunicon doña Rosa Arquín, 29 de febrero de 1908 (Fotografía cortesía de Berta Induni Arquín).

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Finalmente, la ceremonia religiosa se llevó a cabo en la casa de la novia en San José un 29 de febrero de 1908, a las 8 p.m. de un año bisiesto (Expedientes matrimoniales de la Curia Metropolitana, caja 151, acta 214), en presencia de los testigos, los señores Alfredo Andreoli (casado), y Juan Zeledón (soltero), ambos artesanos. Don Augusto tenía 26 años (próximo a sus 27 años) y su consorte la seño rita Rosa contaba con tan solo 16 años. Mientras que ella era hija de Juan Arquín (fallecido) y de Adela Céspedes, ambos costarricenses, e novio lo era de don Filippo Induni (fallecido) y doña Maddalena Ferrari, ambos suizos.

Aunque suene extraño y hasta risible para las generaciones actuales, se dice que la novia después de efectuada la ceremonia matrimonial en horas de la noche, quería regresar al lado de su madre, ya que a sus 16 años su idea sobre lo que era el compromiso matrimonial adquirido, versaba únicamente en ayudarle en los quehaceres diarios a su consorte -es decir a don Augusto-, correspondientes a lavar la ropa y alistarle de comer, y nada más... esto sucedía claramente en los albo res del año 1908. Y bueno, cuando supo que el matrimonio implicaba otras cosas, el mismo se cristalizó en 10 hijos...

Bandeja de plata (21 x 10 x 4 cm) utilizada para guardar monedas de oro de antaño. Este recuerdo es el único regalo de la boda Induni-A aún se conserva (Cortesía de Juan Ignacio Alvarado Echeverría).

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Los Induni y sus descendientes Con la llegada de los cuatro jóvenes suizos a inicios del siglo pasado, se fue extendiendo a modo de una tupida enredadera su descendencia hasta nuestros días. Es por ello que a continuación hablaremos brevemente de cada una de esas ramas, actores principales del presente libro y su historia durante el pasado siglo. Por el momento, cualquier Induni que viva en Costa Rica o en Panamá está emparentado en algún grado de consanguinidad entre sí. Cuatro generaciones en total al día de hoy son el fruto de la venida de estos aventureros. La lista de los descendientes de los Induni, tanto en Costa Rica como en Panamá, es extensa (ver Apéndice 2), por lo que el apellido no parece desaparecer aún de la América Central austral. Agostino Cario Induni Ferrari (conocido como don Augusto por sus familiares o Agustín en algunos documentos): Nació el 27 de abril de 1881 en Lamone*, Suiza, lugar en donde pasó gran parte de su juventud. Como dato interesante en su pasaporte aparece como fecha de nacimiento el 28 de abril, y en su Acta de Matrimonio más bien detallan el 24 de abril como día de su nacimiento. Sin embargo, en su acta de bautismo se puede leer que fue bautizado el 28 de abril de 1881 con un día de nacido, es decir el 27 de ese mismo mes. Por lo anterior tomaremos como dato correcto de su fecha de nacimiento la que menciona su acta de bautismo, siendo sus padres Filippo Induni y Maddalena Ferrari. Agostino Cario (su nombre verdadero y original), aparece escrito en documentos oficiales, periodísticos y en cartas como Agustino, Agustín o Augusto, como le conocieron sus familiares. Interesante es el hecho de que aunque Agustín, nombre que aparece con mayor frecuencia en los documentos, se trata más bien de un diminutivo en el dialecto del norte de Italia y de Lamone, con el cual se denomina a los *En el pasaporte está puesto como Stabio (lugar de origen) y no donde nació, que fue verdaderamente Lamone.

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Augustos o Agostinos, es decir de "Gustin" o bien "Agustín", españolizado. Con toda probabilidad, sus hermanos y sobrinos suizos, residentes en Costa Rica, y sus amigos tútiles* más allegados, le llamaban así de cariño, y por ello, muchas de las veces aparece así citado, incluso en documentos oficiales o hasta para referirse a sí mismo.

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Constancia de bautismo de Augusto Induni, en Lamone, Suiza, del 28 de abril de 1881 (Cortesía de Antonio L. Induni). Don Augusto tenía una estatura de aproximadamente 1,65 m, de tez blanca, ojos azules, cabello castaño oscuro, frente ancha y constitución fuerte. En cuanto a su carácter era de poco sonreír con faccio- A nes serias muy marcadas, un pésimo genio y en ocasiones gruñón, que y con el pasar de los años cambió a algo más loable. Su lengua materna fue el italiano, sin embargo, dominaba el francés y el alemán. Después G de su llegada a Costa Rica aprendió el español, manteniendo siempre un marcado acento en su pronunciación. Se desenvolvió en Costa RÍCÍ y Panamá como un reconocido empresario e industrial, dedicado a 1Í ll construcción y modelación de imágenes. Entre sus pasatiempos predi lectos, era el tocar la bandolina** junto con sus familiares suizos, 1¡ ma natación en losríosy el mar, y esporádicamente la cacería. Se casó coi Rosa Arquín Céspedes con la cual tuvo 10 hijos a saber: Amérigc c Miguel, Adela, Américo Antonio, Lidia, Berta, Aida, Orlando cun hab

*Término que debió de nacer a finales del siglo XIX con que se refiere a aquellos emigrar tes procedentes de Italia y que nace de ¡tuttilij, que significa "todos allí" (Aguilar, 1989). *En **Conocida también como bandola, bandolín, mandolín o mandolina (ver Glosario). ^

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Augusto, Magdalena y Stanley. Después de viudo, tuvo un hijo en Panamá llamado Bolívar. Murió un 18 de julio de 1956 a la edad de 7 años en San José de Costa Rica y sus restos descansan en el Cementerio General de San José al lado de su esposa y de sus dos primeros hijos, Amérigo y Adela.

Augusto Induni Ferrari en 1927 (46 años), alrededor de 1931 (50 años) y en 1937 (56 años). Giuseppe Venanzio Induni Ferrari:

Hermano de don Augusto Induni Ferrari, a quien sus sobrinos lo llamaban Tío Venancio*, pero sus familiares suizos lo conocía como Lin. Nació un 6 de marzo 1875 en Lamone, Suiza, donde pasó la mayor parte de su juventud. Un 25 de abril de 1908 partió hacia Costa Rica en un barco cuyo destino final era Buenos Aires, Argentina, atracando en Puerto Limón el 8 de mayo del mismo año con 33 años ya cumplidos. De pelo castaño, que después fue canoso, ojos azules, hablaba al menos claramente el italiano y el español. Al lado de don *En la mayoría de los documentos nacionales aparece su nombre escrito con c, dado que fue españolizado.

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Augusto se desenvolvió en Costa Rica en las áreas de la construcción y modelación de imágenes y su pasatiempo fue el elaborar zapatos de madera con una capita de cuero (tipo suecos) en lo cual pasaba largas horas de entretenimiento. Nunca se casó, sin embargo, vio a sus sobrinos y sobrinas, hijos de don Augusto, como sus propios y verdaderos hijos. Murió de un colapso cardiaco el 28 de marzo de 1941 a las 2:15 horas de la mañana, con 66 años recién cumplidos, recibiendo los Santos Sacramentos en el Hospital San Juan de Dios y siendo sepultado ese mismo día a las 10:30 a.m. Su cuerpo descansa en el Cementerio General al lado de su sobrino Pió.

Y de don Venanzio Induni ¿qué más podemos decir? Resulta ser que como habíamos comentado, él nunca se casó. Lo anterior se debió fundamentalmente a una historia similar a la de los cuentos de Hadas pero sin un final feliz. Al parecer, don Venancio había dejado su gran amor en Suiza, la señorita Angiolina Fasola, a quien le enviaba fre-

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cuentemente cartas con dinero para su viaje a Costa Rica, pero los familiares de la novia nunca se las entregaron por causas que desconocemos, pero que nos podemos imaginar. La parte aún más triste de la historia continúa cuando el padre de Angiolina tenía una deuda de 1000 francos, con la familia Bottinelli, y como un pacto de caballeros a la antigua, se acordó saldar la deuda si se casaba Angiolina con Provino Bottinelli. Ella pensando que su amado había hecho su vida en el nuevo continente, y con el fin de salvar a su familia, después de un cierto tiempo se casó. Cuenta la historia que después de la boda, lanzó el anillo de compromiso que le había dado Venanzio a las profundidades del lago de Lugano, como un hecho de desprecio hacia su amado.Venanzio por los iguales, pensó que ella lo había olvidado ya que nunca recibía respuesta a sus misivas, pese al envío masivo de cartas, y más aún cuando se enteró de que ella había contraído nupcias, sintiéndose traicionado. Angiolina fue una señora buena y bondadosa con los pobres; tuvo nueve hijos con su cónyuge. Venanzio por su parte nunca se casó y no le entregó su amor a ninguna otra persona. La otra causa que también palió fue que se entregó en cuerpo y alma a sus amados sobrinos, los Induni-Arquín, protegiéndolos a modo de un segundo padre, y en muchos casos sustituyéndolo. En el primer aniversario de su muerte, el periódico La Prensa Libre del 27 de marzo de 1942 (pág. 7) publicó lo siguiente: Ha de rememorarse mañana el primer aniversario del fallecimiento del siempre recordado señor don Venancio Induni Ferrari, elemento muy estimado de la colonia italiana radicado entre nosotros. El señor Induni fue un valioso exponente del obrerismo, distinguiéndose siempre por su caballerosidad y compañerismo y destacándose como un hábil operario en la fabricación de alfarería de artefactos de alcarraza, en la empresa industrial de alfarería que su hermano don Augusto instaló en esta capital. Con ocasión de este triste aniversario, hacemos llegar por este medio a sus familiares nuestra renovación del pesar, haciéndolo en modo muy especial a nuestro amigo don Augusto Induni, hermano del extinto.

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Aurelio Induni Fasola: Hijo de Giovanni Antonio Induni Ferrari y de María Fasola Panini, y sobrino de don Augusto y de don Venancio Induni. Nació el 24 de abril de 1903 en Lamone, Suiza. Partió a sus 20 años, junto con su primo Pió del puerto de Genova un 23 de julio de 1923'con rumbo a Colón (Panamá), y debió de arribar a Costa Rica desde su partida al menos unas 2-3 semanas después. Era delgado, de una estatura promedio (1,70 m), pelo castaño ondulado. Tranquilo en su carácter, muy afable, educado y ameno para hablar, además muy visionario, noble y caritativo. Sus pasatiempos predilectos eran el de tocar acordeón, guitarra y bandolina, al grado que formaba parte de un conjunto musical en su tierra natal. Le gustaba igualmente cantar y se le recuerda por la canción italiana que entonaba una y otra vez en sus días de nostalgia, llamada Santa Lucía: Sul mare Luccica L'astro d'argento Placida e' Tonda Prospero il vento, Venite all'agile Barchetta mia. Santa Lucia Santa Lucia... Tal y como lo comenta su hija Rita Induni, resulta curioso que la canción habla de alguien que navega sobre el mar y que está extasiado al contemplar el reflejo de la luna sobre el agua y el tranquilo oleaje, casi sin lugar a dudas lo que él debió de haber sentido cuando llegó a Genova. En efecto, en la tarjeta postal que él envió a sus padres desde allí, les describe el mar como grande y tranquilo, siendo la primera vez que veía el océano para despedirse por siempre de su tierra. Fabricaba sus propios zapatos. Tenía el italiano como lengua materna, aunque hablaba también el francés y un poco el alemán y el

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inglés, amén del español que lo aprendió en Costa Rica. A su llegada a Costa Rica trabajó en construcción y en la modelación de imágenes al lado de sus tíos don Augusto y don Venancio. Trabajó en las minas de oro del Desmonte (Montes del Aguacate, Alajuela) en donde conoció a la que llegaría a ser su esposa de por vida, doña Josefa Rodríguez Arias (conocida como Chepita), con quien contrajo matrimonio un 16 de enero de 1937. Posteriormente, por un tiempo relativamente corto, trabajó en la Compañía Bananera, y después se trasladó en 1941 a la ciudad de Esparza, Puntarenas. Allí vivió la mayor parte de su vida y tuvo 7 hijos: Hugo, Plinio Ramón (qdDg), quien murió siendo un niño, Yolanda (qdDg), Plinio, Diego (qdDg), Ricardo y Rita.

Aurelio Induni Fasola en 1922 (19 años) y en 1965 (próximo cumplir sus 62 años).

En 1959, se trasladó a vivir a Alajuela en donde trabajó como relojero, haciendo verdaderos relojes suizos de buena calidad y diseños muy creativos, pese a no contar con herramientas ni maquinaria espe-

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ciahzada. Sin embargo, nunca se adaptó al país, a sus costumbres ni a su alimentación...la nostalgia por su tierra natal y familiares, lo atormentaron toda su vida. Murió en la ciudad de Alajuela por asfixia a raíz de un infarto un 27 de abril de 1965, y sus restos descansan en el Cementerio de la Santísima Trinidad, en la Trinidad, de Alajuela al lado de su esposa e hija.

La orquesta Lamonese Express en 1922. El primero de la izquierda es Aurelio Induni con 19 años, un año antes de su partida hacia Costa Rica en 1923. Dos de los ocupantes poseen una bandolina, instrumento muy gustado por nuestros familiares suizos (Fotografía cortesía de Rita M. y Dunia M. Induni). Pió Luigi Albónico Induni: Nació un 20 de enero de 1906 en Cadempino, Suiza, primo hermano de nuestros tíos y tías. Estudió mecánica y electricidad en el Tecnológico de Fribourg, Suiza. Se embarcó en el puerto de Genova un 23 de julio de 1923 junto con Aurelio Induni, a la edad de 17 años, teniendo por escala el Puerto de Colón en Panamá. A su llegada al 88

Puerto de Limón, se trasladaron a San José en un tren bananero. Una persona excepcional en inteligencia, artista innato, humilde, callado, caritativo, con un criterio muy amplio de la vida, viviendo el presente. Hablaba italiano, el dialecto ticinense, inglés, francés, alemán y español.

Trabajó con los hermanos Induni en la construcción e imaginería y después en su propio negocio llamado Productos Caribe, en donde se fabricaban los llamados "tubos de "alcarraza" y de otros implementos de construcción. Llegó inclusive a patentar una máquina hidráulica Pressoil que el mismo inventó en 1950, década en la cual compró uno de los dos primeros televisores en el país, cuando ni siquiera existían canales de televisión en Costa Rica. Mediante una gran antena instalada en una torre, podía recibir los canales de Cuba. Fue miembro fundador y ex-presidente de la Cruz Roja Costarricense de Esparza. Se dedicó a importar productos italianos (Campari, confites Peruggina, 89

etc.), demostrando su esfuerzo por mantenerse ligado a su cultura y costumbres. Le encantaba la cacería de palomas y tepezcuintles, la cocina de tradición ticinence (polenta con conejo, el rissotto, etc.), la minería empírica y era un asiduo lector. Tocaba bandolina y acordeón. Contrajo nupcias con Yolanda M. González un 13 de. diciembre de 1941, con quien tuvo como hijos a Helvetia María Catalina, Francisco José, Rosina del Carmen y Sergio Andrés. Sus padres fueron Francesco Albónico y Caterina Induni; murió el 28 de noviembre de 1964 a sus 58 años de un cáncer pulmonar, tiempo después de habérsele extraído un pulmón en Nueva Orleáns. Sus restos descansan en el Cementerio General de San José al lado de su Tío Venancio y de una hija suya que murió antes de ser bautizada.

Tarjeta postal enviada a sus familiares en Suiza por Aurelio Induni y Pió Albónico desde el puerto italiano de Genova, un 23 de julio de 1923 c do venían con rumbo a Costa Rica (Cortesía de Antonio L. Induni). Más que lo que nosotros podamos escribir, transmitimos más bien lo que uno de los periódicos del cantón de Ticino, escribió a raíz de la muerte del Sr. Pió Albónico Induni:

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CADEMPINO acuerdo de un emigrante

En forma imprevista y sorpresiva nos llegó America Central la luctuosa y triste noticia dé la muer Sr. Pío Albónico, cadempinese por nacim elección, quien emigró a esas tierras hace m Su hermano Luigi, nuestro amigo, quien regresó de Costa Rica en donde visitó a su ahora difunto al cual lo ligaban estrechos vínculos de sangre y a pesar de la distancia que los separaba, no imágenes vivas y actuales de su hermano filmadas su estadía. E\e áe nuestro amigo Luigi a Am hace algunos meses, fue un acontecimiento qu podía limitar a ser un asunto privado de fam gran interés para toda nuestra gente emigración era, hasta hace unos poc elemento vital para muchas regiones nuestras, la unión e integración de comunidades lados de los océanos. Las voces y las im dos cadempineses cruzaron el Atlántico p antiguos recuerdos de infancia y refrescar los v una amistad reciproca. De la lejana América eco de sentimientos, siempre presentes, de un origen, casi un último saludo antes del doloroso

Al amigo Luigi Albónico, le enviamos n das expresiones de simpatía y de condolencias

De igual modo, el periódico La República (martes 1 d de 1964, pág. 9) comentó sobre el duelo.

CADEMPINO

Recuerdo de un emigrante En forma imprevista y sorpresiva nos, llegó de América Central la luctuosa y triste noticia de la muerte del Sr. Pió Albónico, cadempinese por nacimiento y elección, quien emigró a esas tierras hace más de 40 añ Su hermano Luigi, nuestro amigo, quien regresó hace poco de Costa Rica en donde visitó a su ahora difunto familiar, al cual lo ligaban estrechos vínculos de sangre y sentimientos, a pesar de la distancia que los separaba, nos trajo imágenes vivas y actuales de su hermano filmadas durante su estadía. El viaje de nuestro amigo Luigi a Améri hace algunos meses, fue un acontecimiento que no se podía limitar a ser un asunto privado de familia. Fue de gran interés para toda nuestra gente ya que la emigración era, hasta hace unos pocos años, un elemento vital para muchas regiones nuestras, tal como la unión e integración de comunidades enteras a am lados de los océanos. Las voces y las imágenes de dos cadempineses cruzaron el Atlántico para renovar antiguos recuerdos de infancia y refrescar los vínculos de una amistad reciproca. De la lejana América ha llegado el eco de sentimientos, siempre presentes, de un país de origen, casi un último saludo antes del doloroso desenlace. Al amigo Luigi Albónico, le enviamos nuestras renovadas expresiones de simpatía y de condolencias. De igual modo, el periódico La República (martes 1 de diciembre de 1964, pág. 9) comentó sobre el duelo.

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Dos ejemplos de las diferentes actividades, habilidades e ingenio de Pió Albónico Induni: Certificado de la Patente de Inventos de una má hidráulica Pressoil en 1950 y un esquema de los tubos de "alcarraz mejorado (Cortesía de Helvetia Albónico González).

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María Rosa de la Trinidad Arquín Céspedes. Esposa de don Augusto y nuestra abuela materna, nació un 16 de diciembre de 1892, siendo bautizada el 18 de diciembre de ese mismo año en la Parroquia de la Merced por el presbítero Santiago Zúniga y como padrinos de bautismo tuvo a don Bernardino Casasola y doña Andrea Castro. Sus padres fueron don Juan Arquín y Adela Violeta Céspedes, ambos feligreses de la Parroquia de la Merced. De estatura media y tez morena con un carácter alegre y siempre sonriendo ante las diferentes situaciones, que en muchas ocasiones hacía suya de las bromas, lo cual contrarrestaba con la seriedad y el poco humor de su

Lago de La Sabana: Izquierda a derecha, de pie: Adela Céspedes (n bisabuela), Rosa Arquín (nuestra abuela), Socorro Castro y su marido, último Ramón Castro. Abajo: María Cristina Fonseca (con Tina Carpió), Adela, Berta, Lidia Induni Arquín, Emilia Castro y Induni Arquín. La fotografía tomada en 1919 (Cortesía Ro Barrantes). 93

esposo. Siempre se dedicó a sus hijos y tuvo una disposición incondicional para su marido, acompañado a lo anterior su entrega hacia las demás personas. Murió un 18 de marzo de 1934 y sus restos reposan junto a los de su esposo y sus dos primeros hijos en el Cementerio General de San José. Del matrimonio Induni-Arquín nacieron 10 hijos y dadas las necesidades de trabajo así como las políticas educacionales en la mayoría de los hogares costarricenses de inicios del siglo XX, ellos únicamente lograron obtener el título de conclusión de los Estudios Primarios. Los nombres completos y algunos detalles que les caracterizaron son los que resaltaremos a continuación: Amérígo Miguel Ángel: Nació un 14 de enero de 1909 a las 11 a.m. y sus padrinos de bautismo fueron Adriano Arié* y su esposa Mercedes Cascante. En el índice de bautismos de la Merced (Curia Metropolitana) y en el Registro Civil (Tribunal Supremo de Elecciones) aparece inscrito como Amérígo aunque en el Cementerio General de San José su nombre está escrito como Américo. Murió a la escasa edad de los 3 años recién cumplidos y fue enterrado el 13 de mayo de 1912 en la bóveda de la familia Arquín, donde posteriormente descansaron sus padres. Según referencias familiares, el infante probablemente murió debido a una enfermedad bronco-pulmonar severa de evolución aguda (bronconeumonía), que se complicó a tal grado que obligó a un procedimiento quirúrgico (traqueotomía) por aparente obstrucción de las vías respiratorias superiores. No se descarta la posibilidad de que dicho cuadro patológico hubiese sido producto de una difteria, dada la alta incidencia de muertes infantiles en esa época, ocasionadas por dicha enfermedad. Por haber sido el mayor de la familia Induni Arquín, aunado a su fallecimiento a tan corta edad, en realidad fue poco o relativamente nada lo que sus familiares sabían de Amérígo Miguel Ángel, y no es hasta ahora que presentamos datos cronológi*En el acta de bautismo aparece escrito como Cirie.

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cos como la fecha de su nacimiento y de sepultura, que eran desconocidos por todos sus familiares.

Amérígo In (1909-1912), de un año de edad (Cortesía de Rosa Induni Barrantes).

Adela Magdalena Mercedes: Siempre se le conoció con el nombre de Adela y nació el 24 de diciembre de 1910 a las 9 a.m. siendo sus padrinos de bautismo don Adriano Arié y Mercedes Cascante de Arié. Sus años de juventud los pasó en el Barrio Santa Lucía y siempre se le recuerda por su gran elegancia, aristocracia y distinción que sobresalía en su época. Tuvo la oportunidad de vivir, en su edad adolescente, de la gran bonanza que disfrutaba la familia Induni Arquín, pudiendo recibir una mejor educación incluyendo sus clases particulares para aprender a tocar piano. Se

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casó con Valentín Yglesias Woucters de donde nació Rosa María Iglesias* Induni, siendo ella nuestra prima mayor y única hija de este primer matrimonio ya que doña Adela quedó viuda a los pocos años de su matrimonio. Posteriormente, nuestra Tía Adela tuvo su segundo hijo, Felipe Induni Arquín. Más tarde se volvió a casar con Luís Muñoz Garbanzo (conocido como Macho Rey) un 1 de junio de 1946, de donde nació su hija Luisa María Santana Muñoz Induni. Adela murió en San José el día 3 de noviembre de 1953 a la temprana edad de 42 años y su cuerpo descansa en el Cementerio General de San José al lado de sus padres y su hermano mayor, Amérígo. En el novenario de su muerte, un periódico capitalino escribe:

"Por su acendrada moral, por su educación, por sus nobles sen mientos y por su espíritu caritativo, doña Adela fué [sic] una dama muy apreciada en nuestro medio.". ..."Dentro de su hogar brillaron de continuo los atributos indispensables a efecto de que sus hijos aprendieran en la austeridad de sus costumbres, en su profundo credo católico y en su gentileza, las normas de urgencia para ganar buena voluntad y cariño en el vivir de cada persona." Américo Antonio: Nació en la ciudad de San José el 28 de marzo 1913 a las 9 a.m. destacándose por su elevado peso (unas 16 libras) al momento de su nacimiento, siendo sus padrinos de bautismo don Ramón Castro y doña Adela Céspedes. De espíritu jovial, amoroso y querido por todos los que lo conocieron, tenía entre sus múltiples virtudes el tocar dulzaina y bandolina. Excelente cocinero y un enamorado de los abrazos, las sonrisas y los tangos, los cuales disfrutaba no solo al escucharlos sino bailando junto con su hermana Berta. Por motivos de trabajo de su Tío Venancio, se trasladó a la Ciudad de Alajuela a realizar ciertas obras de construcción, labor que desarrolló el resto de su vida con gran empeño y dedicación. En esta provincia se casó con doña Socorro *Notará el estimable lector de que el apellido lo escribimos Yglesias al referirnos al Sr. Valentín, e Iglesias al referirnos a su hija Rosa. Por causa que desconocemos, se pasó de un modo de escritura al otro y así se mantiene y respeta en el presente libro.

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Barrantes Cabezas (conocida por los familiares como Coyo) fijando su residencia definitiva en la ciudad alajuelense. De este hogar nacieron sus tres hijos: Rosa María, Venancio y Andrés. Murió en la ciudad de Alajuela el 15 de mayo de 1995 a la edad de 82 años y su cuerpo descansa en el Cementerio Jardines del Recuerdo (Heredia) al lado de su esposa.

De izquierda a derecha, Américo, Tío Venancio, Adela, Berta, Lid en los regazos de doña Rosa y don Augusto en el extremo derecho (Fotografía tomada alrededor de 1920, cortesía de Marta Solano Induni).

Albercia Lidia Socorro: Nació el 17 de febrero de 1915 a las 4 a.m. siendo sus padrinos de bautismo don Ramón Castro y doña Adela Céspedes. La mayoría de la gente la conoció como Lidia y un reducido grupo familiar la llamaba 97

Yiya. Por otro lado, aunque en el registro aparezca inscrita como Albercia Lidia, ella mencionaba que su nombre era Lidia Helvetia. En cuanto a su personalidad transcribimos dos párrafos de un pequeño artículo inédito por el co-autor de la presente antología con relación a su vida y legados, titulado: . "Gratos Momentos..." "...fue el alma alegre, sincera y sus manos siempre estuvieron dispuestas a -dar sin recibir- tanto dentro de la familia Induni como con un sinnúmero de gente sin parentesco alguno...

...como recuerdo verla ser el alma de toda actividad familiar que se desarrollaba por aquellos tiempos sacando rápidamente el arte poder convertir cualquier situación en un chiste agradable, ameno simpático..." Carlos MI. Alvarado Induni Febrero 17, 2006 Se casó con Rodolfo Herrera Castillo y tuvo como hijos a Rodolfo (qdDg) y Juan Rafael (conocido por todos como Johnny). Murió en la ciudad de San José el 17 de mayo de 1991 a la edad de 76 años y sus restos descansan en el Cementerio Jardines del Recuerdo (Heredia) al lado de su esposo e hijo. María Berta del Carmen: Nació a las 7:30 a.m. de un 27 de abril de 1917 en la ciudad de San José, precisamente el mismo día en que su padre estaba cumpliendo sus 36 años de edad. Sus padrinos de bautismo fueron Valentín Esteban y Adela Céspedes de Arquín pasando sus años de infancia y juventud en los alrededores del Barrio Santa Lucía en las cercanías de Avenida 10. De temperamento un poco cortante, reservada y de convicciones firmes. Nuestra madre además leía y releía los libros con una emoción envidiable, siendo su pasatiempo predilecto la lectura, en particular sus nove98

las de adolescencia del escritor español Rafael Pérez y Pérez, incluyendo cualquier otro tipo de literatura que llegara a sus manos. Acompañado a lo anterior, tuvo un fino oído para la música con lo que siempre soñó el poder tocar piano perfectamente. Tema también una gran facilidad para crear y recitar versos, no pudiendo dejar pasar la oportunidad de escribir un pequeño párrafo de su poesía preferida: A SOLAS Ya murieron las rosas en el huerto; el campo verde lo secó el verano, y mi fe en ti, como mi amor, ha muerto. Ismael Enrique Arciniegas Se casó con Francisco Alvarado Salazar y tuvo 5 hijos: Teresita, Francisco, Alejandro, Carlos Manuel y Guillermo Enrique. Murió un 8 de marzo del 2000 próxima a cumplir los 83 años de edad. Sus restos descansan junto a los de su esposo, en el Cementerio General de San José. Aída María Teresa: Se le conoció como Aída y nunca como Aída* según consta en su fe de bautismo. Nació en San José el 17 de diciembre de 1919, siendo sus padrinos don Antonio Portugués y doña Iris Zurigno. Al igual que todos sus hermanos, sus años de juventud los pasó en el Barrio Santa Lucía. Mujer de gran porte, belleza y carisma, que fueron acompañados por sus ojos claros de una mirada especial, característica que conservó hasta ya entrados sus años dorados, teniendo como complemento su bondad y un gran corazón hacia los demás. En su casa siempre estuvieron las puertas abiertas tanto para el familiar como para el extraño, pudiendo encontrar el apoyo incondicional para que sus peticiones fueran escuchadas. Se casó con Pedro León Solano Arrieta, y tuvo seis hijos: Pedro León, Aida Inés, Marta Cecilia (qdDg), Sergio Augusto, Valentín y Vinicio Antonio (qdDg). Murió el 1 de enero de 1998 y su cuerpo descansa en el Cementerio de La Piedad en Desamparados (San José). *Su nombre viene del hecho de que a don Augusto le gustaba la Marcha Triunfal de Aída de Giuseppe Verdi, tal y como lo relataba nuestra madre.

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Orlando Venancio Jesús: Siempre se le conoció por su primer nombre. Nació el 8 de diciembre de 1921 a las 0:00 horas en la ciudad de San José, siendo sus padrinos de bautismo don Francisco Hernández y doña Ester Rivas. De baja estatura y contextura gruesa, tenía una chispa de alegría sorprendente. Aventurero, trabajó en varios oficios, incluso estuvo en la Isla del Coco en busca del afamado tesoro; sin embargo, su trabajo principal fue durante mucho tiempo en la torre de control del Aeropuerto Internacional el Coco (hoy día Aeropuerto Internacional Juan Santamaría), en labores meteorológicas. Como pasatiempo tocaba el

De izquierda a derecha, Lidia, Aida, doña Rosa, Orlando junto a ella, Adela, Américo y Berta (Fotografía tomada afinalesde 1922 o inicio 1923, cortesía de Marta Solano Induni). 100

acordeón con gran destreza y en sus últimos años aprendió de manera sorprendente a tocar órgano, recordándosele por los bailes familiares que amenizaba con un entusiasmo envidiable. Se casó a los 26 años con Carmela Soto Arguello de la ciudad de Alajuela, provincia donde fundó su hogar, no dejando descendencia. Murió el 20 de noviembre de 1990 próximo a cumplir sus 69 años, descansando'sus restos en el Cementerio Central de Alajuela al lado de su esposa. Francisco Agustín:

Se le conoció como Agustillo por sus familiares ticos o Augusto por los panameños, y por sus hermanos varones como "Fariña" (en alusión a uno de los miembros de la serie televisiva La Pandilla o Los Pequeños Traviesos) debido a que era el más moreno de todos los hermanos. Nació en la ciudad de San José el 24 de enero de 1924 a la 1:00 a.m. (aunque en su acta de bautismo lo inscribieron como nacido el 25 de enero), siendo sus padrinos de bautismo don Venancio Induni y doña Adela Céspedes. Sus años de juventud los pasó en el Barrio Santa Lucía, pero siendo todavía un adolescente de 13 años se trasladó a Panamá, a donde se encontraba su padre, posiblemente un 13 de junio de 1937 en un barco que transportaba un circo llamado "El Atayde". Allí establecería su residencia definitiva en la ciudad de Chitré. De baja estatura y con un gran parecido a su hermana Berta no solamente en lo físico sino también en su pensamiento y carácter retraído. El pana-tico tenía una panadería hacia el año 1955, trabajó igualmente en soldadura, pero se le identifica particularmente por su trabajo como mecánico de mantenimiento en la fábrica de Ron Seco Herrerano y Ron Abuelo en Chitré (cabecera o capital de la provincia de Herrera), en la hermana República de Panamá. Posteriormente, se independizó al adquirir un tractor para luego complementarlo con un camión al cual bautizó con el singular nombre de "El Solitario". En su juventud, en la década de los años sesentas y aprovechando sus ratos libres, le gustaba jugar fútbol, siendo guardameta del equipo de Chitré. Su pasatiempo principal fue el disfrutar de realizar esculturas de barro

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en sus horas de ocio. Se casó con Nivia Rodríguez Castañeda de la ciudad de Chitré, y tuvo como hijos a Salvador (Caly), Rosa Adela, Franklin, César y Michael Stalin. Murió el 24 de abril del 2001 y su cuerpo reposa en el Cementerio de Chitré al lado de su esposa. Lía Magdalena Socorro: Única descendiente de don Augusto y de doña Rosa que permanece a nuestro lado, y a quien hemos conocido cariñosamente como Nena. Nació el 3 de julio de 1926 a las 4:30 p.m. en la ciudad de San José siendo sus padrinos de bautismo don Salvador Gaspar (al parecer más bien llamado Osbaldo Salvatore Gaspar) y doña Adela Céspedes. Por haber quedado sin su madre a la temprana edad de 7 años vivió con algunas de sus hermanas no solo en el Barrio Santa Lucía, sino también en otros sitios de la ciudad de San José y Alajuela. En cuanto a su carácter, tiene un humor inigualable, lleno de un espíritu emprendedor y siempre positivo, envidia de todos sus sobrinos y allegados, siendo aún el corazón de las fiestas familiares a sus 82 años de edad. De ojos claros y cabellos dorados durante su niñez y juventud, características que heredó de sus genes europeos. Su pasatiempo principal ha sido hasta el día de hoy el de mantenerse en gran forma física, realizando todo tipo de actividades y ejercicios, siendo por varios años su gran delirio la práctica de la natación durante la llamada tercera edad o edad de oro, en la cual obtuvo medallas por su participación en competencias del Adulto Mayor. Se casó con Mario Francisco Vargas Barquero, y tuvo cuatro hijos: Daisy María, Mario Alberto, Grace María y María de los Angeles. Alpino: Siempre se le conoció como Stanley y cariñosamente sus familiares le decíamos Tati, naciendo un 15 de noviembre de 1932 a las 7 p.m. En el índice de Bautismos de la Merced (Curia Metropolitana), en sus cédulas de identidad y en el carné de la CCSS (Caja

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Costarricense del Seguro Social) aparece su nombre oficial como Alpino, pero se aclara en otro renglón de dichas constancias de identidad que es "conocido como Stanley", nombre que justamente adoptaremos a lo largo de la lectura como oficial y más usado. Al parecer al momento del bautismo, el sacerdote no quiso que le pusieran Stalin dadas las condiciones religiosas y políticas imperantes en asocio con el dictador ruso de ese entonces. De un espíritu siempre alegre, amoroso, ameno y amante de la cocina, viajó por varias ciudades del país en busca de proyecciones laborales, incluso estuvo trabajando en la ciudad de Chitré, Panamá, donde establecería una fábrica de embuti dos, siendo su mayor trayectoria laboral dentro de la Compañía Nacional de Fuerza y Luz en nuestra capital. Se casó en primeras nupcias con María de los Ángeles Hidalgo Vargas (conocida como Maruja) y tuvo como hijas a Sonia y Aida Rita. Posteriormente, se casaría civil en segundas nupcias con Mercedes Flores Arrieta y tuvo por hijos a Mauricio y Silvia Elena. Murió el 29 de octubre de 1990 próximo a cumplir sus 58 años y sus restos descansan en el Cementerio Principal en la Ciudad de Tres Ríos (Cartago), junto a un hijo suyo que murió antes de nacer. Bolívar Antonio Induni Peralta: Después de enviudar don Augusto de doña Rosa en el año de 1934, anduvo en diversas labores en Costa Rica y posteriormente se dirigió a la ciudad de Chitré en Panamá. En esa ciudad convivió con la seño ra Marciliana Peralta García y de dicha unión nació Bolívar Antonio un 24 de marzo de 1947. De temperamento hiperactivo y carácter fuerte, Bolívar trabajó por mucho tiempo en la Fuerza de la Guardia Nacional de Panamá, manteniendo como pasatiempos los trabajos en ebanistería. Formó su hogar al lado de doña Bienvenida Saavedra Vergara con quien tuvo cuatro hijos: Edda Yariela, Danixia Lizeth, Bolívar Antonio y Mercedes. De otra unión con la Sra. Silvia Marina Arrocha Bellio nacieron: Ilka Marina, Carla Sugey e Indira Masiel. Actualmente se encuentra pensionado por el Seguro Social Panameño. En los últimos años se ha establecido un acercamiento algo mayor,

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especialmente con los Induni Rodríguez residentes en Chitré y con varios de los descendientes de los Induni en Costa Rica. La vida cotidiana de los Induni en el Barrio Santa Lucía No podemos dejar de recalcar que nuestros tíos y tías tal y como se ha dicho, heredaron de su madre Rosa la gran jovialidad, muchas veces acompañadas de bromas menores, el deleite de una risa espontánea, y el deseo incontenible por el buen baile. De su padre Augusto heredaron algunos caracteres propios de los europeos, tales como los ojos claros en nuestros tíos Aida, Orlando, Nena y Stanley, o el cabello rubio tan solo en nuestra Tía Nena. La vida cotidiana de los Induni Arquín transcurrió en un ambiente muy familiar, amistoso, lleno de gran amor y armonía, que lograron imprimir con gran ejemplo don Augusto y doña Rosa. Es de acotar que entre 1910 y 1928, la recién fundada familia Induni poseía cierta solvencia económica y las cosas parecían marchar bien, tanto es así que hacia el año 1928 don Augusto tenía un carro Ford, algo bastante inusual para ese momento. La bonanza se traducía en toneles de vino tinto, cenas elaboradas con distintas clases de quesos y variados tipos de panes, embutidos y polentas entre otros, bondades que esta familia lograba compartir con el necesitado y en muchas ocasiones con el viajero o boyero esporádico, amén de los trabajadores de la fábrica de cerámica, que disfrutaron en diversas oportunidades de un refrescante vaso de vino tinto con huevos preparado con gran esmero por doña Rosa. No podía faltar durante las noches de luna, la plática amena y educativa acompañada por los sonidos melosos de la pianola y una bandolina. Igualmente, resulta importante el mencionar que casi todos los hijos del matrimonio Induni Arquín nacieron en el Barrio Santa Lucía, en una pequeña casa de pocos metros cuadrados y que tan solo la providencia la ha mantenido en pie. Al poco tiempo, y con el auge de su empresa, don Augusto logró comprar otras casitas contiguas a la men-

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cionada. Fue así como a principios de 1926 don Augusto logró construir la casa donde nacieron Nena y Stanley, y posteriormente construir el Teatro Induni. En ese lugar pasaron sus años de infancia y juventud, e inclusive algunos de ellos vivieron ahí hasta que llegó el momento de dejar el hogar por motivo de matrimonio.» El inmueble se ubicaba en la avenida 10 (llamada en ese entonces como Calle del Panteón y después como calle de los Cementerios), calle 16, N° de manzana 50, lote N° 3 (Folio N° 155, Finca N° 0638), con un frente de 12,45 m y fondo de 39,70 m de longitud máxima, para un área total de 484,64 m2 (la propiedad era asimétrica) y una construcción de 110,37 m2. Era una hermosa y elegante casa de bahareque, madera y ladrillo, perteneciente al distrito Hospital (San José), que se componía de los siguientes aposentos: tres cuartos, un zaguán, una sala, un baño, una cocina y un comedor grande; al fondo existían unas gradas para bajar a la fabrica de tubos que la familia tuvo por mucho tiempo. Es importante hacer notar que existían grandes comodidades en dicha casa de habitación, inclusive su servicio sanitario con tanque de agua, algo poco común para la época. La casa, con los arreglos de nivelación realizados en la Avenida 10, quedó algo elevada con respecto a la calle principal, y por ello, se le construyó un puente que la unía a la vía pública. El puente lo debieron de haber hecho alrededor de 1926, siendo la novedad en ese entonces y un punto de referencia dentro de los vecinos del Barrio Santa Lucía, el cual tenía por leyenda Induni Hermanos. En dicho puente se reunían nuestras tías, incluyendo a nuestra madre y sus amigas más allegadas, como fue el caso con la Sita. Rafaela Gómez, quien tuvo una verdadera amistad con las hermanas Induni-Arquín. Allí sentadas en sus barandas todos los domingos, tomaban su tiempo para charlar sobre los acontecimientos de la semana y de hecho a "confidenciar" los asuntos amorosos. Años después (finales de los cuarentas e inicios de los cincuentas), la Avenida 10 se bajó nuevamente de nivel, demoliéndose el mencionado puente. 105

En el libro fotográfico del Banco Nacional de Costa Rica (1972), se l "La Avenida de los Cementerios hacia el este desde la Calle 16a, en 1921. Barrio Santa Lucía. A la izquierda estaba la Cerámica de los her Induni". Abajo una fotografía tomada aproximadamente en la mism posición en noviembre del 2007 (Guillermo Alvarado Induni).

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Vale la pena mencionar que la Avenida 10 de principios del siglo pasado hasta inicios de la década de los años veintes, era de lastre y mucho más angosta de lo que es hoy en día, con una gran cantidad de árboles a ambos lados que fueron eliminados para dar paso a la ampliación de dicha vía. Tenía un ambiente muy familiar ya que, en su gran mayoría, los vecinos eran propietarios de sus viviendas desde inicios del siglo pasado. En aquel entonces, la mencionada avenida fue de tránsito casi obligatorio para todas aquellas personas que asistían a un sepelio, debido a que los funerales religiosos en San José se realizaban en la Iglesia de la Merced. Posterior a la ceremonia, el cortejo fúnebre tomaba la calle 12 hacia el sur para continuar luego por toda la avenida 10, ya fueran hacia el Cementerio Obrero, el Calvo, el de los Extranjeros*, o bien el Cementerio General de San José (declarado patrimonio Histórico y Arquitectónico de Costa Rica; Ley 7555, decreto 28769-C, Gaceta 139, 19 de julio del 2000). Dicho sector fue también de transito obligatorio a miles de sonoras carretas, que en filas interminables iban y venían de San José hacia la ciudad de Puntarenas, transportando café nuestro Grano de Oro de ese entonces. Muchos boyeros, como lo habíamos mencionado anteriormente, pernotaron en el hogar de los Induni, disfrutando de sus amables atenciones. Contiguo a donde años después se llegaría a construir la Iglesia de Las Animas**, había un tanque de agua a modo de bóveda para suplir a las personas del barrio. Además, el lugar constituía la morada final para aquellos que padecieron la temida peste dando lugar al cementerio del Cólera***, en donde todavía a finales de los treintas los niños * Para el siglo XTX se tenía la costumbre de enterrar únicamente a los católicos en los cementerios y darles sepultura eclesiástica. Por ello, se mandó a construir un cementerio para los extranjeros no católicos y los llamados hijos naturales. ** La Iglesia de Las Ánimas, conocida en 1974 como Templo Expiatorio de Las Animas y a partir de 1985 como Templo de la Preciosísima Sangre de Cristo, no existía para ese entonces, siendo construida hacia el año de 1950. *** La peste del cólera sobrevino después de la batalla de Rivas (Nicaragua, 11 de abril de 1856) y fue traída por nuestros soldados a territorio costarricense. Dejó como saldo aproximado de 10 000 muertes (8-10% de la población), muriendo en promedio unas 140 personas por día (Hilje, 2006). El cementerio General, tal, como lo conocemos, nace finalmente en 1862 después de muchas proposiciones con respecto a su localización y aspectos administrativos.

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jugaban de escondido entre las bóvedas que se construyeron para los difuntos de tan terrible enfermedad. Se dice también que en dicho lugar se llegaron a fusilar a personas y que durante la construcción de la calle 20, debido a la remoción de tierras, salían partes de los esqueletos. Después, este último cementerio fue una plaza de fútbol, y finalmente el Padre Valenciano lo reclamó para aprovecharlo en parte para lo construcción de la Iglesia de Las Animas, hoy oficialmente conocido como Templo de la Preciosísima Sangre de Cristo. Otra característica de la Avenida 10 de inicios del siglo pasado es que, en la esquina del Templo de la Preciosísima Sangre de Cristo, se encontraba un ramal del tranvía que tenía como destino el Paseo Colón para realizar conexiones hacia otras localidades. Según lo relata la historiadora Isabel Avendaño, la red del tranvía se extendía por un total de 14,3 km, de los cuales un segundo tramo partía de este tendido férreo del Paseo Colón hacia el sur por la calle 20 y se dirigía a los cementerios, el cual estuvo en uso desde 1900 hasta por lo menos 1908 (Avendaño, 1988). Dicho tendido tenía especial aceptación el 2 de noviembre, Día de los Fieles Difuntos, dada la visita de gran cantidad de josefinos a sus difuntos en los diferentes cementerios que existen en esa zona. En esos años era costumbre el irse de cacería de palomas, uno de los pasatiempos favoritos para los recién llegados de Suiza, quienes lo realizaban en unos lomeríos llamados El Alto, situados entre la carretera vieja que une a Escazú y Santa Ana, lo que posteriormente se llegaría a llamar hasta nuestros días como el Alto de las Palomas. Otra costumbre muy común era que durante las tardes del fin de semana, las mujeres se paseaban tomadas del brazo, desde la Avenida 10 hasta el antiguo Teatro Moderno (Calle 2, Ave. 6 y 8) devolviéndose nuevamente. Quisiéramos también rescatar una tradición que nació y se estableció exclusivamente en la Escuela Mauro Fernández, la cual consistía

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Arriba la Avenida 10 en abril de 1928 mirando hacia el oeste, antiguamente llamada "Cuesta de los Cementerios" se observa a la derecha el puente de Los Induni (Fotografía Compañía Nacional de Fuerza y Luz, 1971). Abajo, la misma toma en noviembre del 2007. En el lugar del antiguo puente se encuentra el negocio Vértice (Guillermo Alvarado Induni).

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en realizar un festival dedicado a las aves, que se efectuaba a finales del año lectivo. Tal y como nos lo relatan los señores Jorge Zarate (Director de la Escuela Mauro Fernández) y José María González (exdirector de dicho centro y actual Director de la Escuela del Llano de Alajuelita), dicha iniciativa nació en 1926 después de que la directora de esa institución, la Niña Anita Tristán, recibiera de un alumno un reportaje periodístico. En éste se narraba que estudiantes que visitaban el Parque Morazán mataban con flechas (resorteras) a los pájaros que hacían de ese lugar su morada diaria. La maestra indignada con tal acción y conciente de que esos niños serían el futuro del país, organizó anualmente la actividad del "Día del Pájaro". Para cuando nuestra madre cursaba tercer grado, salió disfrazada de ave junto con un compañero de grado, que con el paso del tiempo fue el Dr. Óscar Tristán, dirigidos en aquel entonces por su maestra la Niña Ángela Garnier. Sin embargo, pese al entusiasmo que pudiesen tener los estudiantes de primaria de ese entonces, no todos podían salir disfrazados para tal celebración, dado que un atuendo bien elaborado costaba la elevada suma de tres colones..., monto que no estaba al alcance de la gran mayoría de los estudiantes. Durante el festejo, los niños de primaria recogían las flechas y las introducían con sus ügas en un palo de escoba, para finalmente quemarlas en el centro del patio de la escuela. Adicionalmente, en el parque de la iglesia de La Merced se compraban diferentes pájaros que eran liberados de sus jaulas. Las maestras, entre ellas la Niña Ángela Garnier y la Niña Anita Tristán (tía de don Óscar Tristán, previamente mencionado), les enseñaban a los niños y niñas el siguiente himno dedicado a los pájaros que nos lo transmitieron nuestros tíos Mario y Nena:

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HIMNO A LOS PÁJAROS En la vida no tienen los hombres más derechos que los pajarillos, hoy por eso el deber nos obliga no privarlos de su libertad. . Hoy se encuentra feliz nuestra escuela de poder con su gran intención derramar por los aires la dicha de esos seres pendientes de amor. Los pobrecillos en las prisiones sienten nostalgia y en sus canciones cantan al mundo que allá en la selva está su bien, y desde lo alto verán conmigo la pequenez de la especie humana que en todas partes nos encarcelan siguiendo un mundo cruel y vulgar. En el atardecer de la vida de nuestra madre, Berta Induni, tuvo la grata oportunidad de poder reunirse nuevamente con el Dr. Tristán en su casa en el Paseo Colón (Ave. 1 bis, calle 24 y tope) en compañía de sus consortes, y un familiar cercano de cada lado, que tenían en común la carrera de geología. El encuentro y la plática que se dio allí, resultaron sumamente amenos y nuevamente salió a relucir la agradable anécdota con su compañero de grado disfrazado de zopilote, y la velada estudiantil 60 años atrás. Fue la única vez que se reunieron y conversaron...al menos en esta tierra.

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Capítulo 7

Labores y obras

Diseño de

horno a cargo de Tío Mbónico Induni

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Capítulo 7

Labores y obras

Diseño de horno a cargo de Tío JACBáníco Induni

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"...las obras de reforma, efectuadas con mucha pericia por los señores Induni Hnos., están todo de acuerdo con los consejos del Ingeniero. con maestría, digna de encomio, aprove ron los refuerzos para dejar más esbeltas y hermosas las torres, suprimiendo la desproporción del cuerpo primero con la relación altura, dándolas uniformidad y aspecto ma tuoso."

L

L. Fernández, en J. del Olmo, 1929: Naranjo y su Iglesia.

a arquitectura costarricense de la primera mitad de siglo XX se debatió en medio de una serie de modificaciones de transición, transformación y aceptación de los procesos de internacionalización que reflejaron los momentos de grandes cambios y crisis sociales, así como el desarrollo institucional y político del país. En el contexto internacional, las guerras mundiales y la depresión económica de 1929-1933 afectaron la economía, a pesar de ello, a nivel nacional se lograron algunas soluciones para responder a los nuevos retos sociales, de crecimiento urbano y desarrollo del Estado (consolidación de la estructura territorial y administrativa), así como en lo religioso se logra implementar la definición de parroquias (véase Garnier y Venegas, 1998). Dentro de este período se distinguen tres etapas arquitectónicas (Garnier y Venegas, 1998) que a continuación mencionaremos brevemente y dentro de los procesos sociales que las generaron, nos interesan las dos primeras. La primera etapa (1910-1923) fue disparada por los sismos más importantes de la primera mitad de siglo, los terremotos de Cartago (dos en 1910) y muchos otros similares pero de relativa menor incidencia, entre ellos los terremotos de Toro Amarillo-Sarchí (1911, 1912). Ello conllevó a una profunda revisión de los procesos constructivos y

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de nuevas tecnologías, lo que generó que en dicha etapa se reconstruyeran, restauraran y remodelaran gran cantidad de obras públicas e iglesias, condición que claramente aprovecharon los hermanos Induni. La segunda etapa (1924-1940) se inicia con el gran terremoto de Orotina (1924), y se caracteriza por una extensa obra civil en donde se consolidan nuevas formas de producción arquitectónicas, coincidiendo con el climax de la crisis económica a nivel mundial, de la cual don Augusto Induni no escapó ileso. En la tercera etapa (1941-1945) se originó el movimiento moderno de la arquitectura, con una profunda revisión y transformación de los estilos arquitectónicos incluyendo sus funciones sociales, aspectos que se salen del ámbito de nuestros objetivos. Lo aprendido por don Augusto en su país de origen y su desempeño por diferentes países europeos, particularmente en Francia, fue un complemento fundamental para poder desarrollarse en Costa Rica, país que estaba necesitado de personas que vinieran a darle un impulso a la construcción de edificios y casas, incluyendo su decoración así como la modelación de imágenes. Este bagaje de conocimientos fue probablemente un motivo suficiente para que se le invitara a trabajar dando clases en el Liceo de Costa Rica en los inicios del siglo pasado, aunque se desconoce de qué versaban las lecciones que impartía, su tiempo de permanencia y fecha exacta. Resulta muy probable que estas hayan girado alrededor de las artes en la parte de diseño, perspectiva y molduras. Efectivamente, en unas de las memorias del Centenario de la Fundación del Liceo de Costa Rica (1887-1987), aparece en la página 70 y dentro de la lista de tutores que ejercieron hasta 1937, que don Augusto formó parte del selecto grupo de profesores de esta benemérita institución de Enseñanza Media (S.N., 1987).

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Resulta importante el recordar que don Augusto estuvo en tres ocasiones distintas en el hermano país de Panamá y su ciudad capital (1914, 1923-24, 1937-51), pero particularmente se desenvolvió en Chitré (capital de la Provincia de Herrera), en Las Tablas (capital de la provincia de Los Santos), a una media hora de Chitré,.así como en Guararé (distrito de Los Santos, muy cerca de Las Tablas). Su residencia en Costa Rica así como esas diferentes temporadas en Panamá, dejaron huella de sus construcciones como lo relataremos en los siguientes párrafos. Las obras de don Augusto y quienes le acompañaron, principalmente arquitectónicas, escultóricas y ornamentales de exteriores e interiores, fueron agrupadas y descritas en el presente libro dentro de dos grandes grupos, con base en el grado de soporte documental, tradición oral y su mayor o menor verificación: A. Obras y construcciones con soporte bibliográfico. B. Obras y construcciones sin soporte bibliográfico, pero con tradición oral. A continuación se expondrán en orden cronológico las principales obras y empresas de los Induni, algunas de ellas soportadas de una rica documentación bibliográfica, que efectivamente demuestra fehacientemente que ellos participaron en su elaboración y concepción (caso de obras descritas dentro del Grupo A), mientras que de otras tan solo poseemos la tradición oral familiar, la cual puede ser muy fuerte y consistente entre los entrevistados, o en caso contrario muy endeble. Lo anterior puede deberse a que en muchas situaciones fueron contratados para restauraciones o para darle los acabados finales a las fachadas (casos del Grupo B). El Cuadro 1 presenta un resumen de las principales obras en que participaron los Induni, cuyos detalles se explican a lo largo de todo

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este capítulo. Resalta el hecho de que varias obras fueron declaradas Patrimonio Nacional, no solo en Costa Rica, sino en Panamá también. La mayoría de las esculturas de los Hermanos Induni, quizás por su influencia suizo-italiana, eran modeladas en materiales blandos, yesos y arcillas, utilizando poco la piedra y las maderas nacionales, representando en su mayor parte el arte imaginero, auxiliando la liturgia romana y el celo religioso de los feligreses. Sus esculturas fueron imágenes de ángeles y querubines, la Virgen María, algunas pocas de San Juan Bosco con los niños o algún santo en particular. Los ángeles confeccionados por ellos generalmente eran en escala natural o incluso ligeramente superior a la humana, produciendo un delicado sentimiento de intimidad y fuerza expresiva. La creación de imágenes religiosas fue una de las fuentes de nuestras artes plásticas.

Mapa de ubicación de las diversas ciudades y pueblos mencionados la parte central de Costa Rica y la línea de ferrocarril del Pacífic Caribe. Irónicamente, la labor artística y constructora de los Induni no se ha visto muy reflejada en su descendencia. Tan solo don Américo Induni se dedicaba a la construcción, Luciana Albónico en Suiza hacía hermosas pinturas. Más recientemente, Nicolás Pió Albónico Getz,

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nieto de don Pió, es artista de profesión, desenvolviéndose como pintor, escultor y escritor, probablemente reflejo de los genes de su abuelo y tíos abuelos de Lugano. Un hecho interesante es que en Suiza existe una gran empresa de construcción con más de 450 personas en planilla, fundada por Pierre Induni en 1917, llamada en 1935 Pierre Induni e hijos, y para 1970 como Induni & Cié S.A., en la actualidad con sede en Genova. También se tiene en Suiza la empresa internacional Induni-Ferrovial, o la Induni's Building Conservation, bajo la persona de Bruce Induni de la Universidad de Bournemouth que ofrece detalles sobre la conservación de los materiales desde el punto de vista arquitectónico e histórico. De acá lo rescatable, independiente si existe o no un linaje, es lo ligado que están, más allá de la casualidad, varios de los Induni a aspectos artísticos, constructivos, arquitectónicos y de conservación. Igualmente desconocido para la familia costarricense y panameña es el hecho de que existe un actor italiano, Luis Induni (1920-1979), quién participó en múltiples películas italianas y españolas. Sin embargo, se desconoce el grado de parentesco, si es que existe. Más detalles al respecto, ya sean sobre este artista de cine o sobre compañías constructoras a cargo de los Induni en el ámbito internacional, pueden consultarse mediante el Internet.

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Cuadro 1: Obras principales en donde participaron don Augusto Induni Ferrari, Venado Induni Ferrari, Aurelio Induni Fasola y Pió Albónico Induni. Nombre Estación Ferrocarril al Atlántico, San José

Fecha

Arquitecto / Ingeniero

Constructor y comentarios sobre los Induni

Estilo arquitectónico predominante

Patrimonio Nacional

*1908

Jaime Carranza

La tradición oral habla que don Augusto Induni participó en la ornamentación

Ecléctico

29 de julio, 1980

Jaime Carranza

Al menos las esculturas de los leones de la entrada fueron realizados por don Augusto







Compañía Andreoli e Induni, construcción y ornamentación

La Casa de Los *1910y Leones, San José remodelaciones Edificio Castillo Azul, San José Edificio de Correos y Telégrafos, San José

•1912

•1914-1917 Arq. Luis Llach y A.L. Moreno

Victoriano 20 de octubre, románico 1995 richardsoniano

The English Construction Co. Al parecer los Induni participaron en la ornamentación

Modernismo (Ecléctico con aires franceses)

Árt Nouveau o

Reliquia de valor histórico (14 de octubre, 1980)y Patrimonio (20 de octubre, 1995)

Teatro Variedades, San José

**1917

Arq. Francisco Gómez

Tradición oral habla de la participación de los Induni

Neobarroco

20 de octubre, 1995

Escuela Presidente Porras (Panamá)

•1924



Don Augusto Induni participó en la construcción



Patrimonio Nacional Histórico de Panamá

Casa Jiménez de la Guardia, San José

**1924-25?



Ornamentación

Ejemplo del

17 de diciembre 1998

Teatro Induni, San José

•1925?



Los Induni lo construyeron

Iglesia de San Antonio de Padua, Curridabat

**1926

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Art Nouveau

Clásico con alegorías

Arq. Teodorico Ornamentación de la fachada Ecléctico con Quirós y estatuas por parte incursión en el clasicismo con de los Induni mezcla románica y neocolonial



Basílica de Los Ángeles, Cartago Basílica de Nuestra Señora de las Piedades Naranjo La Piedad San Pedro de Lourdes de Montes de Oca

**1927-28 Arq. Luis Llach e Construcción de la fachada y Ecléctico con 16 de octubre Ing. José Fabio los ángeles por parte de elementos franceses de 1990 Garnier los Hermanos Induni e influencia neogótica ••1928-1929



Hermanos Induni

*1932

Escuela Juan Rafael Mora, San José

«1934-1935

Fachada Iglesia de Atenas fuentes de agua y barandas del Parque

••1937?

Igelsia de La, **1939 Agonía del Santo Cristo de Esquipulas Alajuela



Tradición oral habla de don Augusto Induni y su participación en dicha imagen

Ecléctico con capiteles clásicos con remates neocoloniales





Tradición oral habla de Ejemplo del la participación directa Art decó pero en de los Induni en la general tiene forma de ornamentación templo clásico griego con columnas con tambores con un neomanerismos Pió Albónico Induni y Aurelio Induni Fasola

Ing. Clodomiro Fallas Sibaja

Iglesia, parque y •1943-1944 Kiosko del Parque de Esparza

Productos Caribe-La Ladrillera

Ornamentación fachada torres, ángeles, etc., por parte de los

••1947-2008

Ornamentación de la faenada e interiores, incluyendo los ángeles, por Aurelio y Américo Induni y probablemente Pió Albónico

Frontón neocolonial con mezclas clásicas

Tradición oral habla de la El kiosko con participarán directa de columnas dóricas Pió Albónico y pero en general Aurelio Induni ecléptico. La iglesia posee un frontón clásico Pió Albónico con la colaboración de Aurelio Induni

* Construcción ** Remodelación de fachada

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A. Obras y construcciones con soporte bibliográfico Las compañías Andreoli e Induni, e Induni Hermanos Como se ha mencionado anteriormente, una de las principales cualidades de los recién llegados Hermanos Induni fue la construcción de casas y edificios con decoración, levantamiento de mausoleos y bóvedas, esculturas de diversos tamaños, adornos para diferentes iglesias y especialidades en cemento armado. Dada la diversidad de labores que desarrollaban es que fundan la compañía Andreoli é Induni y la fábrica de tubos alcarraza. Inicialmente fue un taller de ornamentación y construcción asociado con el Sr. Andreoli, el cual se fue consolidando tanto es así que para mayo de 1907 se estaba montando un laboratorio, que en sus propias palabras dice:

San José, 25-5-1907

Queridísima M

TLC día de tu onomástico que está presente no Co deb aunque esté Lejos, aC contrarío siempre te recuerdo con fuerza yfervor. SAdjunto encontrarás 45francos, sonpocosp sí un día podré estar bien instalado y fuera de Los gastos que tengo (muCtípCícaré La suma).

Tsto no te impedirá pasar este dichoso día con elpensamiento revuelto de quien te manda unidas todas Las más beCCas felicitaciones y muchos años de feCicidad

También tener un día eCmás beClo consuelo de verme jove y con una buena fortuna ganada con mí propio sudor y coraje. TaC vez más pronto de Lo que pienses nos veremos sí nuestra

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saCudnos Co permite. "Entonces pasaremos tu fiesta con eíáni más en paz, alegres y con toda La famíCía contenta de finalmente [Legando aCtan deseado anhelo tuyo y mió.

Tu comprenderás ahora estoy pasando un momento d de dinero por motivo que yo con mí socio estamos construyendo un Laboratorio, que ya teníamos mucho trabajo y ten 600 a 700 francos de gastos por semana, aunque no podemos saíímos mucho deí rango, tenemos que marchar siempre Cínea recta para afrontar todos Los gastos y atender eC tra Tronío te mandaré mí foto con mí socio de trabajo que buena persona, estimado y honrado en todo.

¿Adjunto después recibirás periódicos de aqu bajos míos. Tor otra parte no puedo escribir que orde eí automóvíC* que está también en buena fe pasamos nuestros días bien y ganando bastante dinero.

Le he escrito a Lín y taCvezpronto Lo veré a éC también carta de ¿Antonio**, agradezco sus consejos y Las noticias deC país. No me queda otra que desearte Las cosas más bellas siempre. Tu hijo ¿Augusto

TscríBeme a esta di Induni, Tresso ¿MapoCeón Jucígna y Tortugués, San José, Costa R *Aunque la redacción de la carta original no es clara -y por ende su traducción-, parece que

don Augusto estaba deseoso de adquirir un automóvil. **Lin era como se le conocía a Guiseppe Venanzio Induni Ferrari, y Antonio se refiere a Giovanni Antonio Induni Ferrari, el abuelo de Antonio L. Induni, nuestro familiar y gran amigo en Suiza.

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Dado lo bien que estaba desarrollándose la empresa, los socios Alfredo Andreoli Cerré y Augusto Induni Ferrari decidieron formalizar el negocio mediante un escrito el 12 de mayo de 1908, en donde se oficializa legalmente la sociedad que llamarían "Andreoli e Induni". En la escritura de dicha empresa se estableció que ambos socios son gerentes y que el capital social es la suma de 2*000 colones. Se dice además en su artículo cuarto que: "el objeto de la Compañía es contratar trabajos en piedra y en cemento armado y construcciones en general con todos los ramos que comprenden." Y en su quinto artículo se establece que: "Cada uno de los otorgantes puede retirar semanalmente para sus gastos personales la suma de veinte colones y en caso de enfermedad siempre tiene derecho a retirar esa cuota. Anualmente pueden los socios retirar sus ganancias de acuerdo con el inventario y balance que se hará cada fin de año." Dicha sociedad se establecería por un período no menor a los cinco años (de mayo de 1908 a mayo de 1913), y así, prácticamente de la noche a la mañana, se habían convertido en grandes figuras del negocio en nuestro país siendo tan notable su éxito que procedieron a imprimir elegantes hojas de papel de carta con un atractivo logotipo de la empresa. La leyenda que incluía dicha presentación dice lo siguiente:

CONTRATISTAS Y CONSTRUCTORES ESPECIALIDAD EN CEMENTO ARMADO Construcción de Casas con decoración externa é inter MAUSOLEOS Y BOVEDAS

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La Fábrica Andreoli & Induni y su emblema en Ave. 10, unos 150 m a de la Iglesia Las Animas. De izquierda a derecha, Alfredo Andreoli, Augusto Induni con su hijo Amérígo, y las señoras Adela Césp gra de don Augusto) y Rosa Arquín. Se pueden ver los trozos de má para trabajar en la Fábrica, cuyo nombre se logra reconocer levement el costado superior izquierdo: Andreoli & Induni. Fotografía toma noviembre de 1910 (Cortesía de Antonio L. Induni). Sin embargo, por alguna diferencia o problema que desconocemos, o simplemente por querer probar suerte por separado, la Sociedad Andreoli & Induni no renovó el contrato una vez que caducó en mayo de 1913. 125

Ya para esta época la situación económica de don Augusto a través de sus negociosflorecíacada día más, tanto es así que en una de sus cartas, fechada el 27 de febrero de 1914, enviada a su madre doña Maddalena Ferrari, le menciona que entre sus planes se encuentra el envío de cierta cantidad de dinero así como el poder visitarla a corto plazo, según podemos deducir del siguiente párrafo de la mencionada carta:

"enparticular espero unirme con vos para eí próximo mes de junio donde ayudar hacer ía corta deíheno y purificar un poco eímaí humor" La fábrica se ubicaba en avenida 10, calles 18 y 20, frente a la casa N° 1832 de don Alberto Vargas Villalta, de la Iglesia Las Ánimas, unos 150 m al este, a mano izquierda, y había crecido a tal punto que ya contaba con una planilla de 80 trabajadores con horarios tanto diurnos como nocturnos, tal y como lo menciona don Augusto en su carta de febrero de 1914. Don Augusto se preocupaba por el cemento, las arcillas y las mejores mezclas para producir las piezas apropiadas en calidad, consistencia y superficie. Buscaba barros adecuados por acá y por allá...probaba las piedras y las arcillas para ver su consistencia, color y dureza. A diferencia de lo que la gente no veía en un simple terrón de arena o barro, él visualizaba la escultura potencialmente oculta en el material...No podía predecir en lo que se traduciría, pero escarbando y viendo su consistencia, ya se podía imaginar si sería una obra celestial o tan solo un tubo de alcarraza. Don Augusto buscaba un tipo de tierra para generar tubos vidriosos por lo que andaba comprando terrenos con barros particulares, pero del mismo modo los dejaba abandonados sin seguimiento alguno, no encontrando nunca el barro adecuado.

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En algún momento no claramente establecido, los Induni se dedicaron a la elaboración de los mal llamados tubos de alcarraza*, utilizados para el sistema de conducción de aguas, particularmente las negras. Nosotros en nuestra niñez jugábamos en la casa de nuestra Tía Nena en Ave. 10 con los tiestos vidriosos de dichos tubos, donde una vez llegó a ser una próspera y productiva fábrica con muchos empleados laborando. Para ese mismo año de 1914, don Augusto viaja a la Ciudad de Panamá donde se reúne con el presidente de esa hermana nación del sur, el Dr. Belisario Porras, aunque se desconocen los detalles precisos de dónde nace dicha invitación (ver descripción sobre la Escuela Presidente Porras y el Capítulo 9).

En pleno apogeo y desarrollo de la industria de don Augusto, en 1926 se realiza una exposición eñ Roma, Italia denominada "Esposizione Fiera Campioni Internazionale, Roma", es decir la Exposición de la Feria de Muestras Internacionales, en donde l empresa de los Hermanos Induni participó con sus productos, obteniendo una medalla de plata y un diploma, que les fue entregado el 8 de octubre de 1926.

*Los accionarios definen alcarraza a una vasija modelada en arcilla porosa y poco cocida. Por una causa que se desconoce, en nuestro medio se le llamó tubos de alcarraza, a lo que en realidad corresponden a tubos de gres, una técnica que consiste en cocer arcillas a elevadas temperaturas, dando como producto un tubo vidrioso y muy poco absorbente (para más detalles, ver Glosario). Por ello, se le empleaba para la conducción de aguas negras. Resulta interesante el ver que en un denuncio minero (17 noviembre, 1958), don Pió Albónico habla de tubos gres-cerámico, es decir que sí se conocía el término correcto pero no se empleaba dentro del público. Esta técnica fue sustituida posteriormente por la tubería de plástico PVC a inicios de los ochentas (Guido Sáenz y Alexander Chacón, com. verbal, 2007).

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En la medalla se puede leer lo siguiente en una de sus caras: T S T O S I Z I O N T

TITHSA

C S K M T I O N I

En la otra cara la descripción es la siguiente: I n d u n i Mérmanos S a n José C.K.. Troduzíone ItaCíana ID InternazíonaCe liorna

El Certificado de Participación de dicho premio fue firmado por el Secretario de Asuntos Internacionales, Luis Leganin, y al día de hoy éste se conserva bastante deteriorado por el paso de los años, no obstante, aún se logra leer: Tsjjosízíone Tromossa

f i e r a Campíoní InternazíonaCe daCCXnte

NazíonaCe

d e Troducuzíone S e m p e r e t llCteríus Induni

- Homa

1926

d i Trojpaganda ItaCíana Trogredí

Mérmanos

Presidente del Comitato Esecutivo II Secretario De igual modo, se reconocen en la barcaza las banderas de los 23 países participantes sobresaliendo la de Italia en su popa, como país sede y teniendo por fondo el Vaticano con un sol naciente. De izquierda a derecha y de arriba hacia abajo tenemos: Bolivia, Cuba, El Salvador (o Nicaragua*) y Costa Rica, país sin identificar, Colombia, Portugal y Panamá, Francia, Inglaterra, República Dominicana y Uruguay, Yugoslavia, España, Venezuela y Brasil, Guatemala, Estados Unidos, Argentina y Chile, Perú, y Ecuador. *La indefinición en la identificación se debe a que el escudo dibujado en el pabellón del pergamino posee caracteres duales de ambos países. De hecho, mientras que algunas banderas no poseen escudos, otras los poseen pero modificado con respecto al actual y oficial (p.ej. España, Venezuela y Ecuador).

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Certificado del premio obtenido en la "Esposizione Fiera Campioni Internazionale en Roma, 1926, muy dañado por el paso del tiempo. Su tamaño es de 74 cm de largo por 57 cm de ancho (Fotografía Guillermo Alvarado Induni).

Las dos caras de la moneda de plata obtenida por Induni Hermanos en Roma en 1926 (Cortesía de Rosa Rodríguez Vargas). 129

Resulta interesante anotar que ya en 1909 el costarricense Juan Ramón Bonilla gana con su escultura "El caminante" la medalla de la LXXIX Exposición Internacional de Arte en Roma (Ferrero, 1991). Con ello se resalta como Roma era un centro en donde se exponían las obras de arte nacionales y otros logros similares, tal y como les correspondió su turno a los Induni años después. Igualmente notorio y de gran coincidencia, resulta el hecho de que en junio-julio de 1925, se realizó una exposición de los productos costarricenses en Lausanne, Suiza, en correspondencia con la I o Feria Internacional de Productos Coloniales y Exóticos (Quesada, 1993). Así nuestro país estaba incursionando en dichos campos a nivel internacional, y particularmente en Europa central.

Como se ha venido mencionando, con el continuo y creciente negocio de los Hermanos Induni, ellos vieron la necesidad de establecer una nueva alianza y así en el año de 1928 fundan la Sociedad INDUNI Y HERMANO, estando destinada a la construcción de grandes obras. En el Registro Nacional de Sociedades se lee que Induni y Hermano (Cédula jurídica 3-104-001749. Tomo 0013. Folio 500. Asiento 04413. Microfilm de referencia N 01749. Asiento 1.0 1/4/75): "Los señores Agustín casado y Venancio soltero ambos Indun Ferrari mayores, contratistas, suizos y de este vecindario, otorgan que convienen en constituir entre ambos una sociedad comercial colectiva " La duración estipulada era de cinco años, mas cinco años de prorroga. Se conformó el 13 de setiembre de 1928 a las 18 horas, y el Notario fue don Tobías Zúñiga Montufar. Para este negocio de construcciones, aportaron el capital de cincuenta mil colones en efectivo por partes iguales de veinte mil colones, más dos fincas valoradas en cinco mil colones cada una, situadas ambas propiedades en el distrito del Hospital, tercero del cantón, primero de esta provincia. 130

La finca de don Agustín estaba registrada en el tomo 451, folio 273, N° 29438, asiento 7, registro de propiedad, como un terreno cultivado de café. La finca de don Venancio estaba registrada en el tomo 892, folio 396, finca 38729, asiento 13, registro de propiedad, descrito'el terreno es un solar. Sin embargo, resulta importante el mencionar que debido a la depresión económica de 1929-1933, y sus repercusiones en nuestro país, hicieron que la empresa entrara en serios problemas de liquidez. Todo lo anterior condujo que en el año de 1933 ya habría quebrado y oficialmente el 17 de setiembre de. 1938 a la Sociedad Induni Hermanos se le venció el plazo de operación sin haberse renovado nuevamente. En el avalúo del catastro de La República, la propiedad de la Ave. 10 de don Augusto (Folio 155, Finca N° 0638, Hospital 3656.164) se describe aproximadamente en 1920 como una casa de habitación de bahareque, ubicada en la manzana N°50, Lote N°3, con un frente de 12,45 m y un fondo de 39,70 m, para una superficie edificada de 110,37 m2, con un área de construcción de 484,64 m2 (la propiedad era asimétrica, puesto que con las dimensiones descritas de frente y fondo, el área rectangular sería de 494 m2). Acá fue posiblemente en donde se trasladó la fábrica de tubos, quizás en 1913, propiedad dentro de la cual se construiría en 1926 la casa en la que nacerían nuestros tíos Nena y Stanley. Cabe mencionar que su socio original de 1908, y el cual también había logrado una posición privilegiada dentro del mercado costarricense, funda una sociedad entre 1929 y 1931 con el nombre de ANDREOLI y ANDREOLI HERMANOS y se menciona lo siguiente (Bariatti, 2000):

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Alfredo ANDREOLI. Depósito de materiales de construc Taller de carpintería con tornos y calados modernos. Especialidad e puertas y ventanas. Calle Alfredo Volio, 250 varas al Sur de la Metropolitana. ANDREOLI HERMANOS. Contratistas constructores de casas y edificios. Especialidad en construcciones de cemento armado. Importación directa de materiales de construcción. San Jo Para 1930, don Alfredo Andreoli era uno de los 170 socios con que contaba la Sociedad Italiana de Mutuo Socorro, y no solo dio su aporte a la comunidad italiana, sino que además construyó el subterráneo del Mausoleo Italiano en el Cementerio General de San José (Bariatti, 2000), habiéndose también mencionado en la participación de la construcción del Teatro Nacional inaugurado en 1897 (Fischel, 1992). Santiago de Puriscal: Un intento fallido hacia la agricultura Según consta en documentos del Archivo Nacional, el 16 de noviembre de 1910 don Alfredo Andreoli y don Augusto Induni en conjunto con la Sita. Josefa Várela Bolandi (institutriz o profesora de enseñanza), compraron una finca de 32 hectáreas, 35 áreas, 80 centiáreas y 12 centímetros cuadrados, en Santiago de Puriscal, lo cual representa aproximadamente unas 46 manzanas. La propiedad colindaba al norte con el río Grande*, al sur con la calle en medio de la Sra. Elena Jiménez y sin calle con terreno de Pedro Solís; al este con terreno del mismo Sr. Solís y de Escolástico Robles, y al oeste con Francisco Pérez. La finca estaba inscrita en el Registro de la Propiedad en el tomo 646, folio 356, número 36.456, asientos 5 y 6. Aunque en los documentos se dice que estaba cultivada, no se tiene claro qué tipo de sembradíos tenía. Se describe que es un terreno de breñones y que estaba destinada a explotarse. •Observando el mapa topográfico a 1: 50.000 del Instituto Geográfico Nacional, y con base en las descripciones dadas por el catastro, en realidad no se trataba del Río Grande sino de una riachuelo significativamente menor, llamado Quebrada Grande. Las búsqueda por parte de los autores de localizar casi un siglo después a los descendientes de los vecinos colindantes, resultaron infructuosas.

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Mientras que los señores Andreoli e Induni eran dueños cada uno de una cuarta parte, la Srta. Várela era dueña de la mitad. Sin embargo, cuando se compró dicha propiedad al Sr. José Pinto Fernández, la misma estaba hipotecada por 300 colones por el Sr. Juan María Segreda Solera a favor o como deudor del Sr. Rafael Dengo Bertoral. Por ello, los nuevos dueños (Andreoli-Induni), debieron de cancelarla un 22 de marzo por que si no se remataría el terreno.

Rancho en Puriscal construido de hojas de "corozo". Escenas similares a esta debieron de haber visto la familia Induni y don Alfredo Andreoli en el terreno que compraron en Puriscal en 1910 (Fotografía del Boletín de Fomento, Año III, N° 6,1913). En un documento fechado 18 de abril de 1918 y firmado en Santiago de Puriscal, se ve como el Sr. Lorenzo Salas A. se compromete a pagarle a don Augusto la suma de 250 colones en un plazo de 133

5 meses a partir de esta fecha, por trabajos de siembra de plátano y caña en dicha propiedad. Fue allí en uno de esos viajes familiares alrededor del año de 1918, cuando don Augusto junto con su familia se traslada a Santiago de Puriscal para poder sacarle un mayor provecho a dicho terreno. En esa odisea fue en donde a nuestra madre Berta, próxima a cumplir un año de edad, la picó un "papalomoyo", situación por la cual tuvo que ser tratada con nitrato de plata, generándole gran dolor, según se lo relataron a ella años después. La cicatriz en su muñeca del brazo izquierdo, la llevaría toda su vida como un recuerdo imborrable de dicha incursión. Hacemos ver que el viaje en ese entonces á dicha región dilataba varias horas, primero muy probablemente en ferrocarril hasta Río Grande o Turrubares, y después a pie, caballo o carreta. Y es que tenemos que tener presente que poblados tales como Turrúcares, Río Grande, Atenas, Puriscal, Turrubares y Esparta (hoy Esparza) adquirieron importancia y fueron polos de desarrollo socio-económico, disparados con el establecimiento del ferrocarril al Pacífico (para detalles, ver Ulloa, 1997). Los siguientes pasos en relación a este terreno, sus actividades y dueños no son claros. Al parecer la finca quedó en el olvido y abandono, apareciendo nuevamente mencionada en documentos oficiales el 18 de noviembre de 1943, cuando nuestra Tía Adela Induni, viuda de Iglesias, firma un contrato en donde estipula que tratará de ubicar a don Augusto, presente en Panamá desde hacía 6 años, para poder vender la mitad de dicha propiedad por un monto de 2000 colones. El Sr. Hernán Hernández Muñoz, vecino de Turrúcares, accede a comprarla y en señal de trato adelanta la suma de 345 colones. Dicho dinero vino a representar un respiro temporal para todos los problemas económicos que estaban pasando los Induni-Arquín en ese momento. Con ello terminamos lo que pudimos recabar de esta historia y su fallida incursión en la agricultura.

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Edificio Castillo Azul Se encuentra ubicado en el cantón Central de la provincia de San José, al costado norte del Museo Nacional, en el alto de Cuesta de Moras, entre la avenida Primera y la Central. Ocupa una,posición privilegiada en el paisaje urbano josefino, lo que le ha permitido ser admirada, apreciada y evaluada por miles de transeúntes quienes a lo largo del tiempo atraviesan diariamente esa arteria de nuestra capital. A solicitud de don Máximo Fernández Alvarado, candidato del partido Republicano, se construyó este inmueble, que después se llegaría a bautizar como el Castillo Azul, el cual fue ocupado por su dueño. Sin embargo, la fecha de su edificación ha variado según diferentes historiadores como se denota a continuación: el año de 1912 está establecida por la mayoría (Bermúdez, 1989; Gutiérrez, 1994; Obregón, 1995), algunos hablan de 1914-17 (Garnier y Venegas, 1993), mientras que unos aducen que debió de haberse dado en 1908 (Vargas y Zamora, 1999; Santana et al., 2004). El último año propuesto está fundamentado en que para diciembre de 1908, los partidarios del Lic. Fernández se reunieron para solicitarle que mantuviese la candidatura, aún cuando él había decidido retirarla y apoyar a Ricardo Jiménez Oreamuno, tal y como al parecer lo demuestran fotografías de la época (Vargas y Zamora, 1999). Por nuestra parte, no encontramos fotografías u otros datos concretos o fuentes primarias que apoyen o denieguen tal aseveración. Puesto que se sabe que la propiedad fue adquirida el 25 de octubre de 1907 por el Sr. Fernández (Vargas y Zamora, 1999), debemos de pensar que para lograr construir su nueva casa de habitación -lo que después se llamaría el Castillo Azul-, se requirió demoler no solo la sencilla vivienda de adobes que existía al momento en dicha propiedad, sino el realizar con antelación los planos en París, adquirir los granitos y pisos en el extranjero con su respectiva importación en barco, y construir la obra de dos pisos, tarea que no se realizaba en 135

aquellos tiempos en un corto lapso. Por ello, no resulta fácil pensar en el año de 1908 como fecha de su construcción, y más bien optamos por la de 1912 amparados a la placa puesta en el propio Castillo Azul, Directorio de La Asamblea Legislativa, y los datos del reconocido historiador Jaime Gutiérrez.

Castillo Azul durante su construcc por la Compañía Andreoli & Induni (Fotografía del Libro Azul).

Los planos y las especificaciones técnicas fueron realizados por la Casa Hennebique de París, Francia y su construcción estuvo a cargo de la Compañía Andreoli e Induni siendo el contratista el Sr. Alfredo Andreoli. El inmueble inicial era de 1500 m2 y consta de 2 pisos edificados en concreto armado o reforzado, "granito" en sus bases (en realidad son lavas del tipo andesitas con biotita) y madera. Este edificio no presenta una simetría definida, sino que establece un conjunto de formas diversas que da origen a una arquitectura irregular, con un buen gusto en sus acabados y la calidad de los materiales (Santana et al., 2004).

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Su estilo es europeo, entre colonial y moderno pero con un fuerte aire mediterráneo, en donde el granito italiano de sus interiores y los pisos andaluces decoraron la hermosa mansión de seis salones. Su arquitectura fue comparada con la de un castillo europeo dado que en la época en que se construyó en San José no había construcción semejante (Bermúdez, 1989; Obregón, 1995). Esta casa es un ejemplo de las variantes de la arquitectura victoriana conocida como arquitectura victoriana románica richardsoniana, siendo de esta influencia tanto en su disposición estética como funcional^ mezclando los elementos decorativos del estilo italianizante como balaustradas, columnas y ménsulas y el ritmo aritmético de lo románico (Garnier y Venegas, 1993). Su nombre proviene de dos versiones: la primera que la bandera del partido político de don Máximo Fernández era de ese color y la segunda que la residencia poseía una cúpula de vidrio en tonos azules que fue destruida en 1932 con el alzamiento militar conocido como el "Bellavistazo" (Vargas y Zamora, 1999). Debido a que los acontecimientos militares de ese entonces no pasaron a más, se edificó al parecer el monumento de La Piedad, en Lourdes de San Pedro de Montes de Oca en ese mismo año (ver apartado correspondiente a dicha obra). Esta casa sirvió de residencia o casa presidencial a varios mandatarios: Alfredo González Flores (1914-1917), Federico Tinoco (19171919), Juan Bautista Quirós (1919), seguido por Francisco Aguilar Barquero (1919-1920), y en algún momento se dice que fue la casa del Dr. A. Perry. En 1923 se vendió al Gobierno de los Estados Unidos de América por la suma de $ 30.000, en donde fungió como sede de la Legislación de los Estados Unidos de América por espacio de 31 años. Se modificó la construcción por cuestiones de seguridad, colocándose un doble piso de madera, vigas antisísmicas, las salas se convirtieron en oficinas y estudios. En 1954, los estadounidenses se la vendieron al Dr. Carlos Manuel Gutiérrez Cañas por un monto de $ 40.000, pero él invirtió casi un millón de dólares para reacondicionarla en sus formas originales incluyendo los muebles.

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Píaca en Castillo Azul. En ella se lee que dicho inmueble fue construido por la empresa Andreoli e Induni en 1912 (Cortesía de Andrea Mata Benavides).

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Finalmente, la Asamblea Legislativa decidió adquirirla a finales de 1989 por 0 861.000.600 para albergar allí el despacho del Presidente de la Asamblea y las oficinas del Directorio Legislativo, también para ser usada como sede de actos protocolarios y así conservar dicha obra (Bermúdez, 1989; Obregón, 1995: 531-532). En la actualidad es sede del directorio de la Asamblea Legislativa, y en ella se encuentra una placa conmemorativa a su adquisición del 7 de noviembre de 1989 que dice, entre otras cosas: Esta legendaria mansió fue construida en el año 1912 por la empresa "Andreoli e Induni".

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El 20 de octubre de 1995 fue incluida dentro de los bienes patrimoniales estatales según Ley 7555. Por su valor histórico y arquitectónico, se le debería de dar a dicho inmueble su debida restauración y reforzamiento estructural antisísmico (ver detalles de ésta índole en Santana et al., 2004).

Castillo Azul en la actualidad (Fotografía cortesía de Carlos Andrés Alvarado Quesada). Escuela Presidente Porras, Panamá La Escuela Presidente Porras se edificó en honor al ilustre gobernante nacido en Las Tablas y uno de los políticos más impolutos, es decir limpio y sin mancha alguna, que ha tenido el país vecino de Panamá, el Dr. Belisario Porras, quien fue gobernante en tres diferentes periodos: 1912-1916, 1918-1920 y 1920-1924.

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Siendo gobernante de la República de Panamá, El Dr. Porras compró a la familia Velásquez Espino una amplia casa en el poblado de Las Tablas, ubicada en la parte alta de una loma dominado por un potrero, en donde dormían y sesteaban los hatos de cabras, siendo llamado el lugar por la juventud de ese entonces como "El Perú", lugar donde se edificó la Escuela Modelo, a cargo de nuestro abuelo y de quien se dice:

"Allí se colocó la escuela modelo, cuyo constructor fue un seño Suizo llamado Agustín Indume [sic], quien con la honrada fé [sic] de hacer una buena obra, ilustró o enseño al señor Antonino Zambrano (oriundo de Santo Domingo), sobre la composición de los materia y medidas para hacer los ladrillos que se usarían en las paredes;...." (de Alba, 1982). El escudo de Panamá que se encuentra en la parte principal del edificio fue confeccionado a mano por don Augusto. Trabajaron además como supervisores y capataces los señores Moisés Espino y Claudio Víquez, obra que tuvo un costo aproximado de unos 100.000 balboas. Está construida de ladrillo y piedra y para ese entonces se trabajaba con herramientas rudimentarias (pala, coa o azada y piqueta), complicándose la labor debido a que tuvieron que utilizar dinamita para remover las rocas duras y grandes piedras y así poder cimentar el nuevo edificio. La Escuela Modelo, llamada así por el propio Dr. Porras, fue inaugurada un 20 de setiembre de 1924 por el Dr. Octavio Méndez Pereira en nombre del nuevo gobierno recién entrante de esa época, quien no solo cortó la cinta, sino que dejó grabada la siguiente inscripción: "Esta Escuela Modelo será como un Atalaya de luz bajo el acrópolis Tableño "

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Esta frase se conserva en el estandarte de la Escuela y en una placa de bronce enviada por el ilustre Tableño, fijada en la fachada principal del plantel (de Alba, 1982). Dicha obra ha servido al cultivo intelectual de muclias generaciones de esa región y aún hoy en día continua con esa labor habiendo sido declarada Patrimonio Histórico Nacional de Panamá. Además, a finales de 1923, don Augusto construye una hilera completa de tumbas en el antiguo cementerio del centro de Chitré. Desgraciadamente, de esta hilera de aproximadamente 10 tumbas, únicamente quedan tres en pie. También, realizó un San Juan Bosco y otras imágenes y caras. De igual modo, en algún momento no determinado (entre su segunda visita de 1923-1924 y su última y prolongada estadía a partir de 1937), construyó el Arco de Ladrillo de la Feria de Azuero en la provincia de Los Santos.

Escuela Belisario Porras, Panamá. El Dr. Belisario (1856-1942), fue veces presidente de Panamá, y gran amigo de don Augusto Indu (Cortesía de Alex Mora Monge).

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Tumbas construidas por don Augusto Induni en Chitré, Pan durante su estadía entre 1923 y 1924 (Cortesía de Alex Mora Monge

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Iglesia de San Antonio de Padua, Curridabat El primer templo de Curridabat fue construido de paja en 1575 y la primera piedra de la iglesia fue colocada en 1909 por el entonces Obispo Monseñor Juan Gaspar Stork, siendo párroco Anselmo Palacio, cura que estuvo al frente de la construcción de tan importante obra, muy en especial para la comunidad de Curridabat. Posteriormente, su fachada se quiso remodelar y fue así como en el año de 1925 se inician tales acciones según consta en el siguiente párrafo:

"el 9 de mayo de 1925 empezaron a demoler la fachada de ladrillo y en agosto comenzaron los trabajos de construcció conformidad con los planos del arquitecto Teodoríco Qui (Eco Católico, 1933).

El arquitecto y pintor Teodorico Quirós recibió su educación superior en los Estados Unidos de Norteamérica bajo el influjo nacionalista de los primeros años del siglo XX. A pesar de ello y de haber impulsado la pintura paisajista costarricense, asumió dentro de sus actividades la de arquitecto ecléctico, incursionando en el caso de la iglesia de Curridabat en el clasicismo (Woodbridge, 2003). Según consta en los Archivos Arquidiocesanos de la Curia Metropolitana, entre el 23 de enero y 25 de mayo de 1926 se extendieron una serie de especificaciones sobre la contabilidad de dicha fachada (Vicaría 6, Caja 4, Documento 24, Contabilidad, 1920-1928). En estos documentos se menciona que se encargaron trabajos a don Augusto, de estatuas y ornamentación para la fachada principal, incluyendo una estatua de San Antonio de Padua, la cual se distingue sobre la puerta principal de dicha iglesia y en la parte superior de la imagen sobresale la siguiente leyenda: Esta es la casa de Dios -y la puerta del cieloAño del Señor MCMXXVI 143

Correspondiendo dicho número romano al año de 1926. La anterior labor estuvo a cargo de don Augusto Induni Ferrari devengando por este trabajo un monto aproximado de al menos 01550. ¿Y quién se iba a imaginar que más de 81 años después de su finalización, el periódico La Nación en su apartado En Detalle (Hernández, 2007) iba a sacar como parte de esta columna la adivinanza de a dónde está ubicada dicha imagen? Otro dato interesante de esta iglesia, es que se erigió en honor al monje portugués consagrado como San Antonio de Padua hace 776 años, quién tuvo la canonización más rápida en la historia de la religión católica.

La fachada de la Iglesia de Curridabat y la escultura de San Antonio de Padua, construidos bajo la mano de don Augusto Induni en 1926 (Cortesía de Andrea Mata Benavides). La iglesia es de un estilo mucho más simple, sobrio y menos adornado o cargado en detalles que las basílicas de Nuestra Señora de Los Ángeles en Cartago o de Nuestra Señora de las Piedades de Naranjo. Presenta tres ángeles en su parte superior con las alas extendidas, con 144

tamaños algo superior al humano normal, sobresaliendo la estatua de San Antonio sosteniendo al Niño en sus brazos, de la cual hacíamos mención. La Iglesia de Curridabat, con su frontón quebrado, es un templo con mezcla clásica con románico y neocolonial. Aunque la inauguración de la fachada principal de la Iglesia de San Antonio de Padua en Curridabat fue en ese mismo año de 1926, la inauguración final y oficial de la iglesia fue hasta 1931 ó 1933, no teniendo a ciencia cierta la fecha exacta debido a que no hay claridad en las fuentes consultadas. La comunidad invirtió 0 133.217 en su construcción.

Basílica de Nuestra Señora de Los Ángeles, Cartago El santuario de la Virgen de Los Ángeles desde que se edificó la primera humilde ermita en 1639*, ha sido destruida y reconstruida en varias ocasiones, ya sea por deterioro o por los efectos de los terremotos, siendo el terremoto del 4 de mayo de 1910 el que destruyó completamente el templo. Fue por ello que entre 1912 y 1922 la Junta Edificadora tomó la tarea de reconstruirla nuevamente (ver Gomes, 2007).

El proyecto del diseño de la planta estuvo a cargo del arquitecto Luis Llach, y una vez levantada la obra, le hacía falta una fachada artística del frontispicio que le hiciera honor a tan magna y sagrada obra. La fachada fue igualmente diseñada por Llach pero modificada en su decoración en 1927 por el arquitecto José Fabio Garnier, quién además fue el director de la obra durante todo el tiempo que duró su construcción, por recomendación de la Junta Edificadora (Mata, 1930 González, 2004). Dicha fachada está elaborada de cemento armado reforzado con varillas de acero, quedando la obra terminada por completo a finales de 1929 (Garnier y Venegas, 1998).

Así, en el libro de Jesús Mata Gamboa titulado 'Monograf Cartago'(1930), aparece una fotografía de don Venanzio Induni como contratista de la fachada de la Iglesia de la Virgen de Los Ángeles. *La aparición de la Virgen está oficialmente reportada para un 2 de agosto de 1635.

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Correspondiendo dicho número romano al año de 1926. La anterior labor estuvo a cargo de don Augusto Induni Ferrari devengando por este trabajo un monto aproximado de al menos 01550. ¿Y quién se iba a imaginar que más de 81 años después de su finalización, el periódico La Nación en su apartado En Detalle (Hernández, 2007) iba a sacar como parte de esta columna la adivinanza de a dónde está ubicada dicha imagen? Otro dato interesante de esta iglesia, es que se erigió en honor al monje portugués consagrado como San Antonio de Padua hace 776 años, quién tuvo la canonización más rápida en la historia de la religión católica.

La fachada de la Iglesia de Curridabat y la escultura de San Antonio de Padua, construidos bajo la mano de don Augusto Induni en 1926 (Cortesía de Andrea Mata Benavides). La iglesia es de un estilo mucho más simple, sobrio y menos adornado o cargado en detalles que las basílicas de Nuestra Señora de Los Ángeles en Cartago o de Nuestra Señora de las Piedades de Naranjo. Presenta tres ángeles en su parte superior con las alas extendidas, con 144

tamaños algo superior al humano normal, sobresaliendo la estatua de San Antonio sosteniendo al Niño en sus brazos, de la cual hacíamos mención. La Iglesia de Curridabat, con su frontón quebrado, es un templo con mezcla clásica con románico y neocolonial. Aunque la inauguración de la fachada principal de fa Iglesia de San Antonio de Padua en Curridabat fue en ese mismo año de 1926, la inauguración final y oficial de la iglesia fue hasta 1931 ó 1933, no teniendo a ciencia cierta la fecha exacta debido a que no hay claridad en las fuentes consultadas. La comunidad invirtió 0 133.217 en su construcción.

Basílica de Nuestra Señora de Los Ángeles, Cartago El santuario de la Virgen de Los Ángeles desde que se edificó la primera humilde ermita en 1639*, ha sido destruida y reconstruida en varias ocasiones, ya sea por deterioro o por los efectos de los terremotos, siendo el terremoto del 4 de mayo de 1910 el que destruyó completamente el templo. Fue por ello que entre 1912 y 1922 la Junta Edificadora tomó la tarea de reconstruirla nuevamente (ver Gomes, 2007).

El proyecto del diseño de la planta estuvo a cargo del arquitecto Luis Llach, y una vez levantada la obra, le hacía falta una fachada artística del frontispicio que le hiciera honor a tan magna y sagrada obra. La fachada fue igualmente diseñada por Llach pero modificada en su decoración en 1927 por el arquitecto José Fabio Garnier, quién además fue el director de la obra durante todo el tiempo que duró su construcción, por recomendación de la Junta Edificadora (Mata, 1930; González, 2004). Dicha fachada está elaborada de cemento armado reforzado con varillas de acero, quedando la obra terminada por completo a finales de 1929 (Garnier y Venegas, 1998).

Así, en el libro de Jesús Mata Gamboa titulado 'Monograf Cartago'(1930), aparece una fotografía de don Venanzio Induni como contratista de la fachada de la Iglesia de la Virgen de Los Ángeles. *La aparición de la Virgen está oficialmente reportada para un 2 de agosto de 1635.

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Además, se agrega que: "El contrato de la construcción de la fachada fué firmado el 4 mayo de 1927* por la Junta Edificadora y los señores don Augusto y don Venancio Induni, dándose principio a los trabajos el día 15 d junio, una vez que la Curia Metropolitana dio su consentimiento." Continúa relatando: "Componían la Junta en aquel entonces los señores Presb Calderón, Presidente: don Ramón Jacinto Rivera, vicepresiden Vocales, don Eligió Mata, don José María Ivankovich, don Luis Ga y don Joaquín Siles, quienes encontraron aceptable la propuesta de los señores Induni por la suma de 67 000, cantidad que hubo luego de modificarse en contrato adicional, con el agregado de 19 000 colones mas por las deficiencias anotadas en el contrato primitivo, en el que resultaba la fachada bastante pequeña, razón por la cual hubo de agrandarse tanto por lo alto como por lo ancho." De igual modo, en el Boletín del Santuario Nacional de Nuestra Señora de Los Angeles de agosto de 1927, aparecen las fotos de Venacio y Augusto Induni, en donde se dice al pie de esta: Los Hermanos Induni, contratistas de la portada, ya muy acreditados dentro y fuera del país. Pero no solo ellos participaron, sino también sus sobrinos, Pió Albónico y Aurelio Induni. En total, el monto del contrato fue de 0 86.000, una cifra nada despreciable para la época, la cual con seguridad podría equivaler a más de un centenar de millones de colones de hoy día. Entre octubre de 1927 y enero de 1929 se le pagó la suma de 0 46.000 a los Hermanos Induni, teniendo por adelanto de dinero cifras tan altas como de 0 11.000 y 0 15.000 en 1927, seguidos por pagos entre 0 1000 y 0 2000, por concepto de la fachada, según se desprende de los libros * Como dato casual, resulta ser que el contrato se firmó exactamente 17 años después de que la iglesia fue destruida por el terremoto de Cartago.

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