Los adverbios en -mente del español de hoy y su función semántica de cuantificación 9783865278470

Estudio basado en el estructuralismo funcionalista que pone de relieve el hecho de que la función de cuantificación va m

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Los adverbios en -mente del español de hoy y su función semántica de cuantificación
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Table of contents :
ÍNDICE
AGRADECIMIENTOS
PRÓLOGO
CAPÍTULO I. ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN: DEL ADVERVIO EN GENERAL, DE LA CATEGORÍA ADVERBIO, DEL ADVERBIO EN -MENTE EN PARTICULAR
CAPÍTULO II. ADVERBIOS ADJETIVALES
CAPÍTULO III. RESTRICCIONES LÉXICAS Y CAPACIDAD DE INTENSIFICACIÓN DE LOS ADVERBIOS EN -MENTE CON BASE ADJETIVA DE SUFIJO -BLE
CAPÍTULO IV. ADVERBIO MODIFICADOR DE SUSTANTIVO
CAPÍTULO V. ADVERBIOS EN -MENTE CUANTIFICADORES
CONCLUSIONES GENERALES
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Silvia Beatriz Kaul de Marlangeon Los adverbios en -mente del español de hoy y su función semántica de cuantificación

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LINGÜÍSTICA IBEROAMERICANA Vol. 16 DIRECTORES: Gerd Wotjak y Eberhard Gärtner Centro de Investigación Iberoamericana Universidad de Leipzig María Teresa Fuentes Morán Universidad de Salamanca CONSEJO DE REDACCIÓN:

Valerio Báez San José; Ignacio Bosque; Henriqueta Costa Campos; Ataliba T. de Castilho; Ivo Castro; Violeta Demonte; Luis Fernando Lara; Lúcia Maria Pinheiro Lobato; Elena M. Rojas Mayer; Rosa Virginia Matos e Silva; Ramón Trujillo; Mário Vilela

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Silvia Beatriz Kaul de Marlangeon

Los adverbios en -mente del español de hoy y su función semántica de cuantificación

Iberoamericana



Vervuert



2002

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Die Deutsche Bibliothek - CIP - Cataloguing-in-Publication-Data A catalogue record for this publication is available from Die Deutsche Bibliothek

Reservados todos los derechos © Iberoamericana, Madrid 2002 Amor de Dios, 1 – E-28014 Madrid Tel.: +34 91 429 35 22 Fax: +34 91 429 53 97 [email protected] www.iberoamericanalibros.com © Vervuert, 2002 Wielandstrasse. 40 – D-60318 Frankfurt am Main Tel.: +49 69 597 46 17 Fax: 49 69 597 87 43 [email protected] www.vervuert.com ISBN 84-8489-042-2 (Iberoamericana) ISBN 3-89354-786-X (Vervuert) Depósito Legal: Impreso en España por Publidisa Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico sin cloro

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ÍNDICE

Agradecimientos

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Prólogo

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Capítulo I Estado actual de la cuestión: del adverbio en general, de la categoría adverbio, del adverbio en -mente en particular 1. Del adverbio en general 1.1. Relación entre categoría y clase 1.2. Crítica coseriana a la crítica de la concepción semántica de las categorías verbales 1.3. Vicios de las clasificaciones tradicionales 2. De la categoría adverbio 2.1. Definiciones del adverbio como categoría idiomática de la lengua española. Diferentes posturas 2.2. El adverbio como categoría residual 2.3. Complemento circunstancial y adverbio 2.4. Toma de posición frente al estudio de Dietrich 2.4.1. Pronombres de oración 2.4.2. Palabras morfemáticas como equivalentes sintánticos de adverbios 2.5. Funcionamiento del adverbio en los estratos de la estructura sintáctica 2.6. Síntesis 3. Del adverbio en -mente en particular 3.1. Índole de composición o de derivación de los adverbios lexicales en -mente 3.1.1. -mente: como segundo miembro de un compuesto 3.1.2. -mente: como sufijo de derivación 3.1.3. Origen de la construcción 3.2. Adverbios en -mente de modo o manera 3.2.1. Matices de los vocablos modo o manera 3.2.1.1. Modo o manera como propiedad sintáctica 3.2.1.2. Modo o manera como clase de naturaleza semántica 3.2.1.3. Modo o manera como correlato de un adjetivo 3.3. Clasificación semántica de los adverbios lexicales en -mente 3.4. Funciones sintácticas de los adverbios en -mente 3.4.1. Función circunstancial

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3.4.1.1. Adverbios redundantes 3.4.2. Función modalizadora y cláusula comentario 3.4.2.1. Adverbios no omisibles relacionados con el modus 3.4.2.2. Adverbios omisibles relacionados con el modus 3.4.2.2.1. Especificadores del valor de verdad de la oración 3.4.2.2.2. Ilocutivos o evaluadores de la enunciación 3.4.2.3. Adverbios relacionados con el dictum 3.4.2.3.1. No omisibles limitadores 3.4.2.3.2. Omisibles valorativos 3.4.2.4. Modalizadores de constituyente 3.4.3. Adverbio en -mente como conjunción 3.4.4. Función sintáctica modificadora 3.5. Función semántica modificadora de la significación de una propiedad 3.6. Restricciones para la adverbialización en -mente 3.7. Síntesis Capítulo II Adverbios adjetivales 1. Planteo del tema 2. Propiedades sintácticas, semánticas y pragmáticas, y posible equivalencia con adverbios en -mente 2.1. Adverbios provenientes de adjetivos axiológicos y dimensionales 2.2. Prevalencia del sentido figurado en los adverbios adjetivales 2.3. Intensidad de los adverbios adjetivales como cuantificadores y como modalizadores valorizantes 2.4. Primer grupo 2.5. Segundo grupo 2.6. Tercer grupo 2.7. Cuarto grupo 3. Adverbios adjetivales como adverbios oracionales asertivos 4. Conclusiones Capítulo III Restricciones léxicas y capacidad de intensificación de los adverbios en -mente con base adjetiva de sufijo -ble 1. Comportamiento del sufijo -ble y posibilidades del adjetivo y adverbios derivados frente a la norma lingüística

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2. Restricciones léxicas 3. Gradualidad de los adjetivos deverbales en -ble 3.1. Graduabilidad de un adverbio 3.2. Capacidad de graduación de un adverbio 3.3. Ejemplificación 3.4. Sinopsis 3.5. Norma de expectación de incremento de la capacidad de graduación de un adverbio por graduación de éste 3.6. Norma de expectación de capacidad de graduación de un adverbio modal 4. Corpus 5. Análisis 5.1. Primer grupo: subgrupos a1, a2, a3 y a4 5.2. Segundo grupo 5.3. Tercer grupo 5.3.1. Toma de posición frente a Varela Ortega (1992) 5.3.2. Límite de gradualidad del adjetivo deverbal y máxima intensificación de la propiedad modificada 5.3.3. Cuatro adverbios de prefijo in-, exaltadores de sus adjetivos-bases 5.3.4. Resumen del comportamiento del prefijo in5.3.5. Valor pragmático adicional de los adverbios del tercer grupo 5.3.6. Máxima intensificación de la propiedad por los adverbios del tercer grupo 6. Conclusiones Capítulo IV Adverbio modificador de sustantivo 1. Interferencias y superposiciones que afectan la categoría sustantivo 2. Subdivisión de la categoría sustantivo en substantiva absoluta y substantiva adiecta 2.1. Sustantivos no adyectos de origen adjetival 2.2. Caracterización del concepto de sustantivo adyecto 2.3. Comportamiento de los sustantivos adyectos y de los de origen adjetival frente a la cuantificación 2.4. Clases de sustantivos adyectos 2.5. Razón de la modificación de un sustantivo adyecto por un adverbio

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2.6. Adverbios cuantificadores de sustantivos adyectos, por intensificación o atenuación del grado 2.7. Acotaciones temporales a sustantivos adyectos 2.8. Adverbios de aproximación, pleonásticos y restrictivos, modificadores de sustantivos o de sintagmas nominales 2.9. Expresiones estandarizadas 3. Conclusiones

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Capítulo V Adverbios en -mente cuantificadores 1. Una forma de cuantificación: la cuantificación nominal 2. Otra forma de cuantificación: la cuantificación de una propiedad por un adverbio. Prolegómenos 3. Relaciones entre un adverbio cuantificador y la propiedad modificada 3.1. Análisis de cada tipo de relación 3.1.1. Oximorónica 3.1.2. De Solidaridad Léxica (Frase hecha) 3.1.3. Filonímica de intensificación del grado 3.1.3.1. Frase hecha 3.1.3.2. Cliché (discurso paraepimónico) 3.1.4. Filonímica de enfatización 3.1.5. Coalescente del grado 3.1.5.1. Intensificación del grado y atenuación del grado 3.1.5.2. Escala pragmática de la gradación del adjetivo 3.1.5.3. De frecuencia indeterminada y de frecuencia determinada 3.1.5.4. De especialización 3.1.5.5. Aspectual 3.1.5.6. Pleonástica 3.1.5.7. Enfática 3.1.5.8. De punto de vista 3.1.5.9. De restricción 3.1.5.10. De aproximación 3.1.5.11. Numeral 3.1.5.12. Literaria enfática 5. Conclusiones

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Conclusiones generales

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Referencias bibliográficas

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AGRADECIMIENTOS

• A los Profs. Dres. Elena Rojas Mayer y Eugenio Coseriu, directores de mi tesis, por su generosa dedicación, cordial disposición y permanente estímulo y, sobre todo, por haberme honrado con su amistad. • Al Prof. Dr. Ignacio Bosque, por haber tenido la amabilidad de enviarme una reseña bibliográfica y de leer y comentar el capítulo “Restricciones léxicas y capacidad de intensificación de los adverbios en -mente con base adjetiva de sufijo -ble”. • A la Prof. Dra. Marta María Baralo Ottonello, por el denuedo y diligencia puestos en conseguirme cuantioso material bibliográfico. • Al Analista en Computación Germán Enrique Regis, por haber tenido la gentileza de ejecutar el diseño computacional del Continuo de cuantificación del Capítulo V y realizar el pertinente programa con creatividad y esmero. • Al Prof. Dr. Gerd Wotjak, por su generosa invitación a publicar en esta Serie.

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PRÓLOGO

BORGES: “Sí, claro y a veces les salían las cosas por equivocación. Tenía un amigo payador, Paredes, que hizo estos versos: Y a usted, compañero Borges, lo saludo enteramente Sentí que era una linda idea de saludo total y le pedí que lo repitiera. Entonces Paredes dijo: Y a usted, compañero Borges, lo saludo cordialmente No se había dado cuenta del hallazgo anterior y lo cambió”. Barone ( 1996, 63)

Hay, en el diálogo anterior, dos adverbios en -mente: el primero, cuantificador, y el segundo, formulario y ritual. La pérdida de vuelo poético señalada por Borges se puede explicar con el auxilio de la pragmalingüística, que nos ayuda a develar los razonamientos y presuposiciones de los hablantes. En nuestro caso el uso del adverbio cordialmente es una valla o mecanismo suavizante respecto de enteramente, ya que las implicaturas que surgen están relacionadas con la fuerza de cortesía verbal: el payador, al usar el segundo adverbio, prefiere violar estratégicamente las máximas de cantidad y de relación y resguardar la de cualidad (Grice, 1975), convencionalizando la expresión a fin de preservar su propia imagen y, sobre todo, la del escritor, de cuyo lado está el poder. La explicación pragmática puede complementarse con el análisis de otro aspecto por resolver y que concierne de modo específico al adverbio enteramente, el cual está comprometido con la función semántica de cuantificación de la propiedad que modifica. Tal cuantificación debe entenderse como explicitación de una cantidad calificada, determinada o indeterminada, de una cosa. Esa función semántica atañe preponderantemente a los adverbios en -mente, a los adverbios adjetivales y a los de cantidad no terminados en -mente. Sin embargo, no tendremos especialmente en cuenta éstos últimos por haber sido tradicionalmente estudiados por las gramáticas (cfr. Alcina Franch y Blecua 1975 y 1983) y por ser, por derecho propio, cuantificadores de la propiedad por ellos modificada.

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Prólogo

Nuestro estudio pondrá de relieve el hecho de que la función de cuantificación va incluso más allá del posible significado de cantidad del adverbio modificador. Los adverbios en -mente han sido analizados en varias tesis y artículos, aunque con propósitos diferentes del que nos anima, pues se han centrado preferentemente en aspectos sintácticos, morfológicos; y, en menor medida, semánticos, pragmáticos y textuales; pero no han abordado el poder cuantificador que el adverbio en -mente o el adjetival ejercen sobre la propiedad que modifican y que para nosotros constituye el objeto de estudio. Dicha función de cuantificación puede ser desempeñada, ora por adverbios que expresan ideas de cantidad, intensidad, reiteración o continuidad, ora por adverbios que, independientemente de su contenido léxico, comunican a la propiedad que modifican, ideas de evaluación, valoración, énfasis o graduación (intensificación o atenuación de su grado). Adoptamos los postulados teóricos del estructuralismo funcionalista (Coseriu, 1986, passim) y su método analítico que parte de las unidades de lengua (invariantes) para llegar a los hechos de habla, los cuales pueden justificarse por las unidades mismas. El fundamento previo es el saber originario de los hablantes y del propio lingüista en cuanto hablante. Abordaremos el análisis desde un punto de vista sincrónico y funcional, centrado en un sistema homogéneo: la lengua común o lengua de uso hiperdialectal (Coseriu, 1986, 304). Si bien el objeto de la descripción es la lengua en cuanto técnica libre y sincrónica del discurso, cuando sea preciso –por ejemplo en el capítulo V– al considerar el continuo de cuantificación de la propiedad modificada por el adverbio en -mente, tomaremos en consideración el análisis del discurso repetido. Nuestro punto de vista semántico se complementará con el pragmático para explicar adecuadamente el uso de los adverbios cuantificadores en la comunicación. El corpus de adverbios de nuestro estudio incluirá los normales de la lengua común. Ahora bien: por ser los adverbios en -mente una categoría de formación libre, aunque con ciertas restricciones como veremos en el cuerpo del trabajo, los diccionarios no registran todos los existentes y de hecho omiten algunos muy usuales. Por otra parte, consignan algunos que han quedado fuera de la norma actual. Así, por ejemplo: no figura en el DRAE (1992), aunque sí en Moliner(1987) el adverbio posiblemente. Tampoco figura en el DRAE (1992): atentamente, ampliamente, deliberadamente ni mayoritariamente; pero sí el desusado mayormientre o los poco usados atentadamente o abdicativamente. El presente trabajo, versión de la tesis doctoral defendida en 1999 en la Universidad Nacional de Tucumán, Argentina, bien podría denominarse “Los adverbios en -mente del español de hoy, según Coseriu”.

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Prólogo

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Ciertamente, éste es un estudio de esa categoría verbal, a la luz de la Teoría Funcional del prestigioso lingüista Eugenio Coseriu, fundador de la Escuela de Tübingen. Hasta donde sabemos, es ésta la primera aplicación amplia de variadas teorías de su vasta obra a aspectos relativos al adverbio. En efecto, presiden el capítulo I y vertebran todo el trabajo su Teoría de las Categorías Verbales, su Teoría General del Hablar, sus Principios de Sintaxis Funcional y sus Principios de Semántica Funcional. En el capítulo II se aplica su Teoría de las Solidaridades Léxicas, en los tres tipos fundamentales: Afinidad, Selección e Implicación. El capítulo III se consagra a temas concernientes a la norma en el dominio lexical: las casillas vacías y aspectos de Gramática Constitucional. En el capítulo IV, que ofrece nuestra teoría inaugural de los substantiva adiecta, a partir de un concepto introducido por Coseriu (1978, 137), al tratar de la modificación adverbial de esos sustantivos, se aplica la Teoría de Coseriu acerca de la Determinación Nominal. Finalmente, el capítulo V se nutre de sus Principios acerca del Discurso Repetido y de la Sintaxis Relacional, y de sus Tesis sobre Lenguaje y Poesía. Obviamente, también han contribuido a formar o conformar nuestras opiniones sobre los diversos temas, los demás valiosos autores consignados en las Referencias Bibliográficas. La redacción de esta obra culminó en febrero de 1999; no abarca, por consiguiente, aportes posteriores de autores considerados en el Estado de la Cuestión (capítulo 1), como, por ejemplo, las contribuciones de Kovacci en el capítulo 11 de la Gramática Descriptiva de la Lengua Española, dirigida por Bosque y Demonte, cuya primera edición es de octubre de 1999.

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CAPÍTULO I ESTADO ACTUAL DE LA CUESTIÓN: DEL ADVERVIO EN GENERAL, DE LA CATEGORÍA ADVERBIO, DEL ADVERBIO EN -MENTE EN PARTICULAR

1. Del adverbio en general El común denominador de la mayor parte de los estudios sobre el adverbio es el énfasis en su heterogeneidad. La heterogeneidad que se advierte en tal categoría o que se le atribuye proviene de las siguientes actitudes: 1) partir de la clase de los adverbios para definir su categoría u homologar clase con categoría. Ello ha traído aparejado: 2) atar el concepto de adverbio a una tradición gramatical difusa, no siempre pertinente como pauta teórica, 3) priorizar su función sintáctica, 4) definir el adverbio por exclusión, como categoría residual, 5) identificar complemento circunstancial con adverbio. La primera cuestión implica en rigor las cuatro restantes. Coseriu (1978, 50-79) ha establecido la distinción entre categorías verbales o partes de la oración o del discurso1 y clases verbales. Este autor ha demostrado que las categorías sustantivo, adjetivo, verbo y adverbio son universales, lo que no implica ninguna generalidad histórica, pues no se definen en el plano de una lengua determinada, sino del lenguaje en general. Lo que sigue es una síntesis del pensamiento de este autor. Dichas categorías, que corresponden al nivel de la teoría en que se definen los conceptos de la sustantividad, la adjetividad, la verbalidad y la adverbialidad, son modos significativos determinados de antemano

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En este contexto oración ha de tomarse en su sentido etimológico de discurso y no en el de proposición o frase; consiguientemente, por partes de la oración debe entenderse partes o modalidades del decir o del discurso. En tal sentido, para Moreno Cabrera (1991, T I, 283 y ss.) son diferentes las partes del discurso y las partes de la oración: entre las primeras sitúa las categorías verbales representadas por clases formales de elementos significativos y entre las segundas, incluye unidades complejas mayores que las palabras: el sintagma nominal y el sintagma verbal.

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Capítulo I

para ciertas funciones discursivas. Estos modos de ser de las palabras en el discurso no son algo físicamente observable sino sólo pensable; se dan en la actividad lingüística concreta. Únicamente en el hablar se puede afirmar que tal palabra corresponde a tal o cual categoría. Es decir, las categorías son valores, significados, no formas, que pueden darse en palabras, oraciones o expresiones. Por lo contrario, la lengua como sistema no involucra ninguna palabra concreta. De una lengua determinada sólo puede describirse cómo se presentan sus esquemas formales o categorías idiomáticas idiosincrásicas. Son siempre las categorías semánticas las que justifican los esquemas y no a la inversa. La falta de precisión en la delimitación de las categorías (y la consiguiente confusión de éstas con clases) deriva de la gramática tradicional que estableció convencionalmente clases de palabras como categorías, según diferentes criterios (unas veces morfológicos, otras sintácticos, otras semánticos, o una mezcla de ellos). 1.1. Relación entre categoría y clase Si se clasifican las preposiciones, conjunciones, artículos, pronombres, interjecciones en unidades paralelas con sustantivos, adjetivos, verbos y adverbios, se confunden categorías verbales con clases de palabras. Juzgamos indispensable continuar con el pensamiento de Coseriu (op. cit.): Las clases correspondientes a las categorías verbales no pueden constituirse sobre la base de significado léxico, sino sobre la base del significado categorial. Si se indica con F la forma física, con L el significado léxico y con C el significado categorial, las palabras abstractas pueden constituirse: a) como puras formas F (por ejemplo: claro); b) como formas léxicas FL (por ejemplo: claro “bañado de luz”) independientes del significado categorial; c) como formas categoriales FC (por ejemplo: claro adjetivo y claro adverbio), y d) como FCL (por ejemplo: claro “bañado de luz”, adjetivo y claro “con claridad”, adverbio). Estas palabras (claro en el ejemplo) pueden quedar constituidas como FC (por ejemplo, adverbio) porque la categoría otorga la estructura conceptual que correlaciona a sus miembros por tener todos el mismo modo significativo o categorial de ser, luego de lo cual pueden admitir clases o clasificaciones. Baste un ejemplo para demostrar que no se puede homologar categoría y clase: existen en la lengua clases de palabras que no tienen significado catego-

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Estado actual de la cuestión

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rial, no son partes del discurso, por lo contrario, constituyen de por sí textos enteros, por ejemplo, sí, no empleadas para afirmar o negar. 1.2. Crítica coseriana a la crítica de la concepción semántica de las categorías verbales Bosque (1993, 35 y ss.) critica la concepción semántica de las categorías gramaticales derivada de la filosofía aristotélica porque no ayuda en la determinación de las clases sintácticas de palabras: “Los sustantivos designan objetos físicos, como casa, pero también procesos, como envejecimiento; estados, como inocencia; o acciones como destrucción”. Al respecto Coseriu (1978, 62-63) opone la siguiente argumentación frente a este tipo de críticas: “Y es también motivo de varios equívocos que se comprueban en la crítica y teoría de las categorías verbales, como las de afirmar que ‘independientemente de la forma, palabras como hambre, sueño, huida, conversación, deberían considerarse como verbos, porque designan procesos’; que palabras como rapidez, belleza, grandeza ‘designan cualidades sin ser adjetivos’, o que en lumière du soleil y lumière solaire se dice ‘lo mismo’ con el nombre soleil y con el adjetivo solaire; que el sustantivo puede significar ‘cualidad’, por ejemplo, belleza y ‘proceso’, por ejemplo, llegada; que verdure-verdoyer marche-marcher expresan ‘la misma noción’, etc. En todas estas afirmaciones, que quisieran ser objeciones contra la índole semántica de las categorías verbales, se confunde, por un lado, el ‘significar’ con el ‘designar’ y, por otro, el significado léxico con el significado categorial, el qué con el cómo de la significación. Y ellas carecen de fundamento, justamente porque las categorías verbales no corresponden a diferencias con respecto al qué, sino con respecto al cómo: a diferencias en el modo de la concepción in der Weise der Erfassung. Si así no fuera, habría que preguntarse seriamente si las palabras acción y verbo (que ciertamente significan acción y verbo) deben considerarse como verbos, y por qué las palabras cualidad y adjetivo (que más que ninguna otra significan cualidad y adjetivo) no son adjetivos”.

1.3. Vicios de las clasificaciones tradicionales Moreno Cabrera (1991, T I, 386 y ss.) explica que desde Dionisio de Tracia hasta la actualidad, las clasificaciones que se han hecho sobre las partes del discurso han estado viciadas por dos factores principales: a) tomar como base de referencia una sola lengua e intentar transplantar a toda costa la clasificación obtenida a todas las lenguas posibles; b) adoptar un punto de vista lógico, psicológico y no puramente lingüístico.

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Capítulo I

Esto ya lo había advertido Coseriu (1978, 57) cuando explica el error de partir de una lengua para establecer generalidades históricas, porque la universalidad de las categorías pertenece al lenguaje en general: los significados categoriales no pueden definirse en el tal o cual lengua determinada, ya que corresponden al plano del habla en cualquier lengua. 2. De la categoría adverbio El hecho de que numerosos autores consideren el adverbio como el habitual cajón de sastre del resto de las categorías o el pariente pobre de la lingüística, se ha visto compensado recientemente por las declaraciones de otros de que “el adverbio está de moda”2 o que los adverbios “después de pasar por un prolongado olvido, siguen atrayendo cada vez mayor interés en la lingüística actual”3. Para el desarrollo de este tema seguiremos en lo fundamental el artículo “Adverbes, Pro-adverbes et morphèmes, à la lumière de la thèorie des parties du discours d’Eugenio Coseriu” de Dietrich (1991-92) sobre el adverbio, basado en la teoría de las partes del discurso de Coseriu. 2.1. Definiciones del adverbio como categoría idiomática de la lengua española. Diferentes posturas En primer término, nos circunscribiremos a las definiciones del adverbio para la lengua española pues nuestro objeto de estudio está dentro de esta categoría idiomática. La falta de unanimidad en dichas definiciones es producto de la heterogeneidad de los criterios que pretenden definir el adverbio en una lengua dada, sean de orden ora morfológico, ora sintáctico, ora semántico. La postura tradicional ha sido tener en cuenta el criterio morfológico o la invariabilidad del adverbio; así, para Nebrija (1492) el adverbio y las interjecciones eran una misma cosa: “partezillas”. Para la Gramática de la Real Academia Española (1931, 131): “El adverbio es una parte invariable de la oración que sirve para calificar o determinar la significación del verbo o la del adjetivo, y a veces, la de otro adverbio”. Observemos que esta característica morfológica de la invariabilidad se complementa con una distinción de tipo sintáctico. En el punto [169] la

2 Cfr. lo dicho por Guimier (1991a) en el Prefacio de “Les états de l’adverbe”, Travaux linguistiques du CERLICO. 3 Cfr. el prólogo de Wotjak (ed.) (1996) de En torno al adverbio español y los circunstantes, Tübingen, Narr.

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Estado actual de la cuestión

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Gramática Académica (ib.,133) realiza una división de los adverbios por su forma, en simples y compuestos, y por su significación, en adverbios de lugar, de tiempo, de modo, de cantidad, de orden, de afirmación, de negación y de duda. Queda evidenciado, pues, que tanto la definición cuanto la clasificación están fundadas sobre la base de criterios heterogéneos. Entre los autores que ponen de relieve el criterio sintáctico en la definición del adverbio del español mencionamos a Bello, Gili Gaya, Alarcos Llorach, Alcina Franch y Blecua, Marcos Marín, Barrenechea, Kovacci. En 1847 Bello (1977, 47) decía: “El adverbio es un signo de orden inferior: modifica modificaciones”. Esta ubicación del adverbio en un sistema jerárquico coincide con la posición de estudiosos del inglés o el francés: según lo señalado por Guimier (1991b, 29-33), Harris (1972) [1796] define los adverbios como “atributos de atributos” o “atributos de segundo orden”; Jespersen (1924), en su teoría de los rangos, sitúa los adverbios como elementos de rango terciario y Guillaume (1971/4), como palabras que tienen un régimen de incidencia externa de segundo grado (los verbos y los adjetivos son las palabras cuyo régimen de incidencia externa es de primer grado). Gili Gaya (1961, 99) establece: “Los adverbios son también dependientes, no del substantivo, sino del adjetivo o del verbo”. Estas definiciones funcionales del adverbio son importantes pues revelan sintácticamente (como categorías idiomáticas) su modo de ser categorial: atributo o propiedad de segundo orden. Alarcos Llorach (1994, 128) define: “En sentido estricto, adverbio designa una clase de palabras invariables en su significante y a menudo indescomponibles en signos menores, destinadas en principio a cumplir por sí solas el papel de adyacente circunstancial del verbo. Esta función no impide que además, dentro de un grupo unitario nominal, se presente el adverbio como adyacente de un adjetivo o de otro adverbio distinto”.

Alcina Franch y Blecua (1975 y 1983, 700) definen: “La clase de los adverbios tiene justificada su existencia funcionalmente por estar constituida por palabras que actúan como términos terciarios con relación a verbos o adjetivos (términos secundarios) y a otros adverbios o, en términos de la Psicomecánica del lenguaje de Guillaume, por ser incidentes de segundo grado”.

La Gramática Académica (1931, 131) señalaba esto mismo al decir que el adverbio “sirve para calificar o determinar la significación del verbo o la del adjetivo, y a veces la de otro adverbio”. Marcos Marín (1972, 215) define: “El adverbio es un modificador de modificadores; un dependiente de otro dependiente” (es decir, de un adjetivo, verbo, u

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otro adverbio; Jespersen: palabra de tercer rango); y agrega: “Los adverbios pueden dividirse en dos grupos, según su significación: conceptuales y pronominales”. Las tres últimas definiciones de Alarcos Llorach, Alcina Franch y Blecua, y Marín, aunque con matices en la consideración de otros criterios como los morfológicos y los semánticos, tienen como punto común el de poner de relieve el papel funcional del adverbio. Agregamos la de Barrenechea (1986, 21-22): “Aunque tengan funciones privativas (modificadores directos de adjetivos, de sí mismos o de construcciones exocéntricas equivalentes), ellas [las funciones] no caracterizan a toda la categoría, pues sólo un número reducido son capaces de llenarlas. Los adverbios tienen en cambio la función fundamental de ser modificadores circunstanciales del verbo, pero la comparten con el sustantivo en conexión directa, y con el adjetivo y el sustantivo en conexión indirecta. Por consiguiente será necesario referirse a dicha función con una indicación que elimine las categorías sustantiva y adjetiva por la imposibilidad del adverbio de figurar en otros tipos de modificadores verbales. Definición: Los adverbios son las palabras que tienen las funciones privativas de modificadores directos de adjetivos, de sí mismos y de construcciones exocéntricas equivalentes, y la función no privativa de modificador de verbo, sólo con carácter de circunstancial”.

Definición similar a la que adopta Kovacci (1990, 95): “Tienen las funciones privativas de atributo de adjetivo y de atributo de otro adverbio o de construcciones equivalentes (adjetivas o adverbiales): Este traje es sumamente caro. Viniste demasiado tarde. Salió muy de mañana. Sin embargo, estas funciones son propias sólo de ciertos adverbios (en general los terminados en -mente y los de cantidad). En cambio, los adverbios tienen una función no privativa pero fundamental (pues la cumplen todos): la de circunstancial. Y si bien la comparten con el sustantivo y el adjetivo, los adverbios quedan identificados por no cumplir otras funciones de aquéllos en el predicado”.

Hay que destacar en estas últimas dos definiciones, la adopción de criterios rigurosos con el punto de vista morfosintáctico, excluyendo cualquier otro para atenerse a la función o relación de los constituyentes entre sí y con la construcción en la que están incluidos. Por lo contrario, Álvarez Martínez (1992, 11) contempla todos los criterios en su definición del adverbio:

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“El adverbio es una ‘parte de la oración’, es decir, desempeña una función sintáctica en ella, no manifiesta variación de género, ni de número, por lo que no puede ir acompañado por el artículo. Sí admite, sin embargo, diferentes grados (gradación). Su función característica es de complemento circunstancial o aditamento, aunque también puede encontrársele como complemento de un adjetivo o de otro adverbio, y como elemento nuclear o central de una frase nominal. En cuanto al significado, el adverbio sitúa en el tiempo, en el lugar, e indica el modo o la cantidad. Además, permite expresar la conformidad, la duda o la no conformidad con lo enunciado”.

Bosque (1993, 127) sostiene: “No es ninguna novedad que la clase de los adverbios es la peor definida en las gramáticas, por lo que tampoco es de extrañar que la ausencia de detalle –y hasta de coherencia en no pocas caracterizaciones del adverbio– salte inmediatamente a la luz en cuanto se intenta dibujar sus límites. Probablemente no es casualidad que la única ‘parte de la oración’ a la que la gramática académica no dedica un capítulo es el adverbio, y tal vez tampoco lo sea el que en este librito hayamos de comparar los adverbios con casi todas las demás categorías”.

Por nuestra parte, intentaremos emprender este estudio con menor escepticismo, creemos que el camino queda desbrozado al abordar esta categoría como un modo significativo, como decíamos al comienzo, según lo establece la teoría de Coseriu. Fuera del marco de la lingüística española, mencionamos la opinión de Geckeler porque este autor enfatiza el punto de vista semántico. Geckeler (1993, 266) cita una definición del adverbio con base semántica, la de Restaut (1756): “Qu’est-ce un Adverbe? C’est un mot qui sert à modifier ou déterminer la signification d’un autre, ou qui en exprime quelque circounstance, et qui présente de lui-même une idée distincte, sans être susceptible de régime”. [¿Qué es un adverbio? Es una palabra que sirve para modificar o determinar la significación de otra o que expresa cualquier circunstancia de ésta y que presenta por sí misma una idea distinta, sin ser susceptible de régimen]4.

Geckeler analiza, sobre la base de esta definición, los tres criterios que le parecen relevantes para una definición semántica del adverbio: 1) modificar la significación de una palabra, 2) determinar la significación de una palabra, 3) expresar alguna circunstancia;

4 Todos los textos citados en lenguas extranjeras, según las ediciones consultadas, van seguidos de una traducción personal entre corchetes.

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advierte, sin embargo, que en la tradición gramatical, los criterios de orden semántico de “modificar”, “determinar” y “circunstanciar” tienden a deslizarse hacia una interpretación sintáctica: baste pensar en los complementos circunstanciales de la gramática tradicional y en los “circunstantes” de Tesnière (1959), definidos sintácticamente.

2.2. El adverbio como categoría residual Quisiéramos referirnos al porqué se ha considerado el adverbio una categoría residual. Guimier (1991b, 12) da cuenta de la historia del adverbio. En la cultura griega, que desarrolló la teoría de las partes del discurso, el adverbio aparece en la última etapa correspondiente a los gramáticos alejandrinos. Dionisio de Tracia lo denomina “epirrhema” o palabra invariable aplicada al verbo. Desde el comienzo tuvo una definición negativa porque se la consideraba como palabra invariable que no era ni preposición ni conjunción, incluso se llegó a usar el término “pandektes” o “receptáculo universal”, para caracterizarla.

2.3. Complemento circunstancial y adverbio Como última consideración antes de proseguir el análisis a partir del artículo citado de Dietrich (1991-92) nos referiremos a la identificación de complemento circunstancial con adverbio, tal vez porque el adverbio sea el que más frecuentemente se ha asociado a la función circunstancial. Así la RAE (1931) se refiere a la “subordinación adverbial” y la misma RAE (1973) habla de “subordinación circunstancial”. Porto Dapena (1993,14) ha señalado que no siempre el adverbio es un complemento verbal y, por tanto, circunstancial; por lo cual no hay que confundir categoría con función: el adverbio es una categoría que, entre otras, desempeña la función de circunstancial; a su vez, la función puede ser desempeñada por elementos no adverbiales.

2.4. Toma de posición frente al estudio de Dietrich Este autor (op. cit., 21) se propone reducir la clase de los adverbios de la lengua francesa a aquéllos que acrediten integrarla y establecer otras clases de palabras que no son adverbios. Para lograr ese propósito aplica la teoría de las categorías verbales de Eugenio Coseriu, la cual le permite seleccionar los elementos adecuados entre los considerados como adverbios por las gramáticas y diccionarios.

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Además de tener en cuenta la distinción coseriana entre clase y categoría verbal, ya comentada por nosotros (cfr. 1.1.), Dietrich se apoya en otra distinción de Coseriu (1978, 133): hay tres clases de palabras que pertenecen al léxico, entendido éste como la totalidad de las palabras de una lengua que corresponden a la organización inmediata de la realidad extralingüística. Estas tres clases son: 1) palabras lexemáticas, que estructuran y representan la realidad extralingüística, como, por ejemplo, hombre, bosque, blanco, correr, etc.; 2) palabras categoremáticas (pronombres), que presentan sólo la forma de estructuración de lo extralingüístico (que funcionan, por tanto, como sustantivos, adjetivos, etc.), pero que no representan ninguna materia extralingüística determinada, como, por ejemplo, yo, éste, aquí, ahora; 3) palabras morfemáticas (o instrumentales), que no funcionan de modo inmediato como configuradoras del mundo, sino sólo, en relación con otras palabras, en la estructuración del hablar, como, por ejemplo, y, o, sobre, en, sí, no, etc.. Dietrich (op. cit., 22) sostiene que los categoremas pueden representar (sustituir) todas las clases lexicales y las categorías lingüísticas, “même si elles n’ont pas d’autre forme d’expression que le pronom” [...aún si ellas no tienen otra forma de expresión que el pronombre] y que, sobre todo, pueden servir de soporte de la función sintáctica de complemento circunstancial, por ejemplo: y, en, del francés. Agrega Dietrich: “À la lumière de la théorie des catégories verbales d’Eugenio Coseriu, il vaudrait donc mieux parler, dans les cas mentionnés, de “pro-circonstants” plutôt que d’“adverbes pronominaux”. Ce ne sont pas des pro-noms, au sens strict du mot, et ce ne sont pas non plus des adverbes. Nous tenons beaucoup à ne pas confondre la fonction syntaxique du complément circonstanciel avec l’adverbe, classe lexicale, qui peut exercer cette fonction syntaxique, mais ne coïncide certainement pas avec elle” (La cursiva es nuestra). [A la luz de la teoría de las categorías verbales de Eugenio Coseriu, sería mejor, pues, en los casos mencionados hablar de “pro-circunstantes” más que de “adverbios pronominales”. No son pro-nombres en el sentido estricto del vocablo y tampoco son adverbios. Tenemos mucho interés en no confundir la función sintáctica del complemento circunstancial con el adverbio, clase lexical, que puede ejercer esta función sintáctica, pero no coincide ciertamente con ella].

Concordamos plenamente con ese autor en no confundir la categoría del adverbio con la función sintáctica que él pueda ejercer, como hemos coincidido en señalar en 2.3., pero disentimos en cuanto a que el adverbio deba ser necesariamente una palabra de clase lexical. Justamente Coseriu (op. cit., 134) precisa que “las categorías verbales (sustantivo, adjetivo, verbo, adverbio), corresponden a una distinción que se entrecruza con la distinción entre palabras lexemáticas y categoremáticas”. Enfatizamos que no hay oposición entre categoría y

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categorema: las categorías verbales son significados categoriales y las palabras categoremáticas contienen siempre significado categorial5. Por tanto, si el categorema se puede presentar como sólo forma de estructuración de lo extralingüístico, él puede ser o sustantivo o adjetivo o verbo o adverbio; luego no podemos restringir la definición de adverbio a los adverbios lexicales: hay pronombres que son adverbios, como, por ejemplo: aquí, allá, no tienen significado léxico porque no designan ninguna realidad delimitada como tal. En cambio, son categorías de una realidad, posiciones en el espacio con respecto al hablante, pero no dicen nada con respecto a esta realidad, sólo la sitúan. El siguiente esquema ilustra lo que venimos diciendo: significado instrumental Adverbios categoremáticos

significado categorial

significado instrumental

Adverbios lexicales

significado categorial

significado instrumental

significado léxico

Para justificar la conformación del cuadro con esos tres tipos de significado remitimos a Coseriu (1978, 138), quien explica que la clasificación de las pala-

5 Debemos remitirnos nuevamente a Coseriu (1978, 208) para explicar tres tipos de significado: léxico-categorial e instrumental. El significado léxico corresponde al “qué” de lo aprehendido, sin ninguna determinación ulterior. Así, por ejemplo, en las series rico-riqueza-enriquecer, pobre-pobreza-empobrecer, el significado léxico es el que es común a las unidades de cada una de las series, pero distinto en rico-pobre, riqueza-pobreza, enriquecer-empobrecer. El significado categorial corresponde a diferencias “en el modo de aprehender” (Husserl); así, el significado categorial es el que es diferente en cada unidad dentro de las series rico-riqueza-enriquecer, pobre-pobreza-empobrecer, pero que es el mismo en rico-pobre; riqueza-pobreza; enriquecer-empobrecer. “Sustantivo”, “adjetivo”, “verbo”, “adverbio” son significados categoriales. Las palabras pronominales (yo, tú, éste, ésta, esto, aquí, así) tienen sólo significado categorial, y no tienen significado léxico: no son “lexemas”, sino puros “categoremas”. El significado instrumental es el significado de los instrumentos gramaticales (“morfemas”), o sea, de los instrumentos empleados para las construcciones gramaticales, y, ello, independientemente de si se trata de formas ligadas a otras unidades (desinencias, sufijos, etc.), de “modificaciones” o de “palabras”. Así, -s en español mesa-s tiene el significado instrumental de “pluralizador” del mismo modo que la modificación o -ö en alemán Kloster → Klöster, mientras que la en la mesa, tiene significado “actualizador”.

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bras en lexemáticas, categoremáticas y morfemáticas, si bien se apoya en la distinción entre significados léxico, categorial e instrumental, no coincide con ella: las palabras morfemáticas tienen exclusivamente significado instrumental, pero el significado instrumental se da también en los morfemas gramaticales, no sólo en las palabras morfemáticas; las palabras categoremáticas concretas tienen siempre significado categorial, pero pueden tener , además, significado instrumental y las palabras lexemáticas concretas se clasifican como tales por el significado léxico, pero normalmente tienen también significado categorial y pueden funcionar asimismo como instrumentos. 2.4.1. Pronombres de oración Las palabras morfemáticas sí (en la totalidad de los casos) y no (en la gran mayoría de ellos) son pronombres de oración, que expresan valores ónticos6 del enunciado (afirmativo o negativo) y, por tanto, no son adverbios. Por ejemplo: Sí, quiero. Juan sí vino. No, Juan no cometió el delito. Juan no faltó a clase.

Observemos que tanto sí como no se aplican a todo el contenido de la oración y le imprimen una modalidad enunciativa afirmativa o negativa, respectivamente. El comportamiento de no ofrece características particulares. Antepuesto al núcleo verbal, generalmente es pronombre de oración: Juan no faltó a clase.

Se niega un predicado antes afirmado o implicado, por lo cual se considera una negación metalingüística, subtipo de negación relativa que se opone a la absoluta del siguiente ejemplo: –¿Viniste ayer? –No,

6 Según Coseriu (1978, 209), el significado óntico es el valor existencial asignado en la intención significativa al “estado de cosas” presentado en una oración; así, Juan lee y Juan no lee tienen el mismo significado sintáctico, pero diferentes significados ónticos. “Afirmativo”, “negativo”, “interrogativo”, “imperativo” (referidos a oraciones) son significados ónticos que se dan en el plano de las oraciones.

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en que la sola emisión del no constituye un acto completo de enunciación. Cfr. Moreno Cabrera (1991, T I, 588). Pero también el no antepuesto al núcleo verbal puede configurar una negación descriptiva, subtipo de negación relativa que ocurre cuando se caracteriza negativamente alguna entidad, sin que se produzca la negación como rechazo de una predicación anterior (Moreno Cabrera, 1991, T I, 589). Por ejemplo: Los pájaros no tienen mamas.

Por nuestra parte también incluimos en este subtipo de negación descriptiva ejemplos tales como: No deseo que lo haga,

que no podemos considerar como negación de: Deseo que lo haga.

Por lo contrario, el no sólo atañe a deseo, y es no deseo el que rige a que lo haga: Entendemos que nuestra mente no concibe primero el desear y luego le aplica la operación de negación, sino que de modo indisoluble se plantea el no desear. En estos casos, que incluimos en la negación descriptiva, la palabra morfemática no tiene el valor de prefijo negativo7, no el de pronombre de oración. La palabra no también puede anteponerse a sustantivos y adjetivos, casos en los cuales sigue siendo una palabra morfemática con valor de prefijo negativo. En este sentido adherimos a la opinión de Alarcos Llorach (1994, 131). Los dos primeros siguientes ejemplos son suyos: Tacha lo no pertinente. Acordaron la no beligerancia. Es una respuesta no oportuna.

En el contraste entre no pertinencia e impertinencia, no oportuna e inoportuna se patentiza el valor de prefijo negativo de no. 2.4.2. Palabras morfemáticas como equivalentes sintácticos de adverbios Las palabras morfemáticas que equivalen sintácticamente a adverbios son instrumentos gramaticales carentes de significado categorial adverbial y siempre 7 La diferencia entre no e -in es que el primero tiene valor gramatical de negación y el segundo, valor paragramatical.

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poseen significado instrumental. Eventualmente pueden tener significado léxico; por ejemplo: vez, palabra lexemática que funciona como instrumento en la expresión tal vez, equivalente sintáctico del adverbio quizá8. Debemos enfatizar que las palabras morfemáticas son una clase de palabras, no una categoría verbal (no toda clase de palabras tiene valor categorial: no lo tienen, por ejemplo, ni las preposiciones ni los artículos ni las conjunciones). Las palabras morfemáticas objeto de nuestro análisis ora pueden representar por sí solas el estrato del texto o ser parte de otros estratos como analizaremos en 2.5. Pero siempre están relacionadas con el adverbio, categoría verbal, porque comparten distribuciones sintácticas análogas (por el significado instrumental) y designaciones análogas. A veces resulta problemático entender el funcionamiento de las palabras morfemáticas complejas porque las unidades de lengua que las conforman pueden presentar diversos grados de gramaticalización, al punto de haber perdido autonomía léxica. Así, ciertas unidades, v.gr.: en un santiamén, de bruces, ya sólo son perífrasis léxicas: santiamén y bruces no registran ningún uso fuera de estas perífrasis. Las perífrasis léxicas (Coseriu, 1986, 302), son significados del saber idiomático que corresponden a unidades lexemáticas (palabras) de la técnica libre del discurso; en nuestro caso, en un santiamén corresponde a rápidamente. Sin embargo, entre la perífrasis y el lexema contextualmente equivalente sólo se produce un hecho de designación: se trata de sinónimos cognitivos o paráfrasis (Coseriu, 1981, 31), es decir, que estos signos diferentes tienen un mismo designatum y, no de un hecho de significación con significado único al que corresponden dos o más formas, como ocurre con los sinónimos de lengua. Las palabras morfemáticas que aquí tratamos pueden encontrarse ora fuera de la estructura de la frase, caso de los llamados adverbios de frase (por supuesto, desde luego), ora dentro de la estructura de la frase, caso de los llamados adverbios preposicionales (paralelamente a, alrededor de) y de las frases sustantivas (con seguridad), que expresan circunstancias, es decir, frases sustantivas que funcionan como circunstantes. Estas palabras morfemáticas o instrumentales están, pues, al servicio del significado sintáctico o estructural (significado de las construcciones gramaticales) y aparecen determinadas por el acto de hablar, no por la lengua (como el género o el número). Como hemos visto, muchas de ellas, por ejemplo, por supuesto, desde luego, en suma, tal vez, poco a poco, están totalmente gramaticalizadas: se trata de combinaciones fijas o perífrasis léxicas.

8 El funcionamiento de un ítem léxico como palabra instrumental no permite aseverar que “se trata de unidades que no son lexemáticas” (Cfr. Martín Zorraquino, 1994, 557).

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Otras conforman un paradigma sintagmático compuesto de preposición y sustantivo, que admite variación de su término y generalmente expresan modo, como con alegría, con nitidez o sin dudas, sin vacilación. Independientemente de esos usos designativos como los de modo, cada combinación de preposición y sustantivo tiene una función semántica propia en la lengua española; así con x significa: “[...] algo así como y x está presente, estando presente x. Si se trata de la presencia de una materia, de un instrumento, de un acompañante o de un sentimiento, es algo que en la construcción con x, como tal, simplemente no se dice. En efecto, tales precisiones dependen de las combinaciones léxicas y, en el fondo, del conocimiento de las cosas designadas” (Coseriu, 1978, 120 y ss.).

Según este autor con x es un co-presencial que puede tener diferentes designaciones secundarias; por ejemplo: con azúcar (en cuanto materia); con su amigo (en cuanto compañía); con inquietud (en cuanto modo); con un cuchillo (en cuanto instrumento). Dualmente interpretamos nosotros que sin x significa “y x está ausente”: es un ausencial que puede corresponder a varias designaciones: sin azúcar (en cuanto materia); sin su madre (en cuanto compañía); sin pestañear (en cuanto modo); sin teléfono (en cuanto instrumento). Pero el contenido unitario de lengua de con x o de sin x no es una síntesis de las posibilidades designativas, sino la función primaria y más general de “copresencial” o de “ausencial”, respectivamente, y son las designaciones lo secundario, según sean los significados léxicos combinados. Muchas de estas combinaciones de preposición y sustantivo, también son fijas y sirven para expresar circunstancias de tiempo (a veces, de tanto en tanto), modo (de balde, de rechupete, a regañadientes), lugar (sobre el tapete, en torno), etcétera. Otro tipo de palabras morfemáticas en distribución complementaria está integrado por: de manera, de modo y en forma, que, a diferencia de las que acabamos de describir, no son autocontenidas en su valor designativo, pues son parte de paradigmas sintagmáticos con un adjetivo, los cuales equivalen, desde el punto de vista de la designación, a adverbios en -mente: de manera dulce, equivalente a dulcemente; de modo brusco, equivalente a bruscamente, en forma suave, equivalente a suavemente;

es decir, son los equivalentes analíticos del adverbio en -mente, para la designación de modo.

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Ello no implica que todo adverbio de modo en -mente admita esta paráfrasis analítica, por ejemplo: mortalmente: adverbio de modo, pero no se puede decir “de modo mortal” porque no conviene al concepto, pues lo mortal no tiene modo ni tiene capacidad de realizar nada, por eso el DRAE (1992) indica para mortalmente: 1) de muerte; 2) con deseo de ella, de modo que la cause espiritual o corporalmente.

Volviendo a Dietrich (op. cit., 23) coincidimos con este autor en que el léxico no tiene categorías estancas y que un lexema se puede gramaticalizar, es decir, puede pasar su contenido lexical al plano instrumental, como, por ejemplo, muy que pasa al estrato de morfema con valor de elativo. Asimismo concordamos (ib., 28-29) en que, desde el punto de vista funcional, las palabras morfemáticas que pueden funcionar fuera de la estructura de la frase se tocan con los adverbios de frase lexicales y con los conectores de frase (o palabras morfemáticas que ligan los enunciados entre sí). Concordamos también en que los circunstantes lexicales ilimitados como: con mis amigos, en la pasada fiesta, etc., no son adverbios sino complementos circunstanciales. Lejano a partir de lejos, cercano a partir de cerca y casos como tempranamente a partir de temprano y otros menos frecuentes como bastantemente a partir de bastante y adredemente a partir de adrede son ejemplos contrarios a la opinión de Dietrich (ib., 24) acerca de que el adverbio no figura jamás como base de derivación, ora de adjetivos ora de adverbios. También disentimos respecto de que el adverbio sea siempre el resultado de la derivación de un adjetivo, es decir, el producto del desarrollo9 de un adjetivo. Ello no es en absoluto necesario porque hay adverbios básicos, como, por ejemplo, bien o mal, que ya no se entienden de ningún modo como desarrollos de bueno o malo, o el caso de también, tampoco, despacio y apenas, que no derivan de bases adjetivas. Es así como diferimos de la definición de adverbio de Dietrich (ib., 24) como “un lexème, mais un lexème secondaire, dérivé de l’adjectif de base” [un lexema, pero un lexema secundario, derivado del adjetivo de base], y su corolario metodológico que enuncia:

9 Cfr. Coseriu (1978, 231 y 1981, 179), quien sostiene que el desarrollo es un procedimiento de formación de palabras desde el punto de vista del contenido. Implica siempre un cambio de la categoría verbal del término primario desarrollado (un sustantivo se vuelve verbo o adjetivo, un verbo se vuelve adjetivo o sustantivo, etc.). Por ejemplo: bello Æ belleza.

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“Le corollaire méthodique qu’il faut déduire de cette base théorique pour identifier et délimiter l’adverbe, est le suivant: ne peut pas être un adverbe le mot qui ne soit pas un lexème et qui ne soit pas formé, c’est-à-dire dérivé, à l’aide du morphème adverbial” [El corolario metodológico que es necesario deducir de esta base teórica para identificar y delimitar el adverbio es el siguiente: no puede ser un adverbio la palabra que no sea un lexema y que no esté formado, es decir, derivado con la ayuda del morfema adverbial].

Tampoco nos convence la idea de que el adverbio sea una forma gramatical del adjetivo subyacente, como la formación del plural o del comparativo, ni que esta interpretación se corrobore por el hecho de que no se forman el comparativo y el superlativo del adverbio a partir de un positivo adverbial. Admitir que el adverbio, en español, sea una forma gramatical del adjetivo subyacente sería considerar el adverbio como una categoría gramatical, como una función del adjetivo y no como lo que es: una categoría verbal. 2.5. Funcionamiento del adverbio en los estratos de la estructura sintáctica Otro fenómeno de naturaleza sintáctica concerniente al adverbio, es el relativo al funcionamiento de esta categoría en un determinado estrato de la estructura sintáctica. Coseriu (1989a, 22 y ss.) sostiene que estos estratos son en orden ascendente, los siguientes: texto frase u oración cláusula grupo de palabras palabra morfema

Pueden variar de una lengua a otra y sólo dos de ellos son necesariamente universales: el estrato de morfema y el de frase u oración. Sin embargo, en nuestra lengua la palabra constituye un estrato gramatical autónomo. El adverbio, siendo palabra, puede funcionar en el correspondiente estrato de palabra y en los demás estratos, es decir, puede subordinarse o superordinarse de acuerdo con las propiedades de esos estratos.

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El funcionamiento de muy como elemento mínimo comprueba la típica subordinación o hipotaxis10 de un adverbio como palabra morfemática con valor de elativo. Cada grupo de palabras compuesto de adverbio y preposición como los siguientes: contrariamente a, frente a, paralelamente a, alrededor de, independientemente de, constituye una palabra morfemática que funciona como preposición y, por tanto, el adverbio (como palabra) y todo el grupo está subordinado al estrato de morfema. Asimismo un adverbio se subordina al funcionar por sí solo como palabra morfemática en su papel de conector textual que explicita relaciones inter-oracionales o inter-secuenciales, como, por ejemplo, entonces en: –¡No respondió mis llamadas, no contestó mis cartas! –Entonces déjalo tranquilo;

y los ordenadores discursivos (que hacen una metarreferencia del propio discurso) primeramente y finalmente en: Primeramente diré que... Finalmente informaré...

Fuentes Rodríguez (1996) estudia la sintaxis de los relacionantes supraoracionales. Los caracteriza como elementos provenientes de la gramaticalización de otros elementos del sistema: al perder éstos sus características funcionales, se especializan en la conexión. Para Fuentes Rodríguez (ib., 11) “[...] son, pues, signos que tienen significante y significado, aunque éste en el plano relacional, basándose en las presuposiciones de contenido entre los segmentos que unen. Pero, además, hay que establecer una caracterización sintáctica de los mismos. No entran en las clases de palabras tradicionales. Por ello hay que estudiarlos separadamente.” “Pertenecen a la clase de los adverbios o expresiones adverbiales, aunque su función no coincide con la descrita para estas unidades”.

A continuación presenta la autora las características que conforman un subsistema propio dentro de los conectores:

10 Hipotaxis: propiedad en virtud de la cual una unidad de un estrato superior puede funcionar en uno inferior (Coseriu, 1989a, 30).

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1) 2) 3) 4) 5)

son elementos necesarios en toda comunicación; no tienen función dentro de la oración; no pueden ser focalizados; se sitúan en el margen oracional; tienen movilidad dentro del enunciado que sigue, sin perder el valor conector, y 6) pueden combinarse con conjunciones. Resume diciendo que categorialmente pertenecen a los llamados adverbios o expresiones adverbiales, pero a un grupo de ellos: los relacionales supraoracionales, cuya misión es conectar dos unidades textuales; que esa conexión no implica hablar “de la dicotomía subordinación-coordinación, porque esa perspectiva de análisis tiene como marco la oración”, Fuentes Rodríguez (ib., 15). Nuestra postura, por lo contrario, sostiene que se suspende la condición de adverbio cuando funciona como conector supraoracional, pues se subordina por la propiedad de la hipotaxis al nivel de morfema, como cualquier conjunción, permitiéndole entablar una relación de parataxis11 entre unidades de un mismo estrato superior: enunciados textuales. Por ejemplo: el ya mencionado entonces, que puede funcionar como continuador de texto (especialmente en narraciones infantiles) o como conector explicativo, o marcador de consecuencia (cfr. el ejemplo precedente). Otros ejemplos de adverbios que pueden operar como conectores textuales son: así, además, inclusive. Fuentes Rodríguez sostiene que son signos cuyo significado se sitúa en el plano relacional, lo cual implica reconocer que su significado es sólo instrumental como el de las palabras morfemáticas o instrumentales (cfr. 2.4. y 2.4.1.) pues como sostiene Coseriu (1978, 133) las palabras morfemáticas “no funcionan de modo inmediato como configuradoras del mundo, sino sólo, en relación con otras palabras, en la estructuración del hablar”. Las palabras morfemáticas tampoco son adverbios sino una clase de palabras. Por otra parte, esos instrumentos, las conjunciones, no se limitan al plano de las oraciones: como hemos

11

Parataxis: propiedad en virtud de la cual dos o más unidades de un estrato funcional pueden ser combinadas en ese mismo nivel para constituir en el mismo estrato una nueva unidad susceptible de contraer relaciones sintagmáticas propias de las unidades simples de este estrato. Lo que caracteriza a la parataxis es, por consiguiente, que las unidades combinadas son en ella equivalentes desde el punto de vista gramatical (ninguna determina a la otra) y que la unidad resultante de la combinación es también gramaticalmente equivalente a las unidades combinadas: no pertenece a un nivel superior, sino al mismo nivel de estructuración. Así dos palabras coordinadas permanecen en el nivel de la palabra y no constituyen un grupo de palabras como unidad gramatical de un nivel inmediatamente superior. (Coseriu, 1989a, 34).

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visto, uno de los estratos de estructuración gramatical posible es el texto, cuyas unidades, los enunciados textuales, pueden conectarse entre sí por la propiedad de la parataxis que también concierne al estrato textual y determina su cohesión. Un adverbio puede superordinarse, o sea, funcionar en un estrato superior al estrato de palabra: es el caso del adverbio de frase que funciona como cláusula comentario de una cláusula comentada, generalmente en función de modalizador, como ciertamente en: Ciertamente, puedo ir.

Remarcamos que es el mismo adverbio y no otro homófono el que funciona en el nivel de cláusula: se trata de una diferencia sintáctica, no categorial. Esto mismo puede ser expresado por una combinación fija que funciona como palabra morfemática: Por supuesto, puedo ir.

La cláusula comentario también se puede subordinar y funcionar dentro de la oración: Claro está que puedo ir.

Acabamos de ver cómo el adverbio, perteneciente al estrato de palabra, pasa al nivel de cláusula por superordinación o hipertaxis12. Asimismo puede pasar al de texto. Ello ocurre, por ejemplo, cuando el adverbio constituye una respuesta a una determinada pregunta: –¿Vendrás mañana? –Naturalmente.

o cuando expresa acuerdo con lo manifestado anteriormente: –Es una habitación cómoda. –Seguramente.

Observemos aquí que los adverbios naturalmente y seguramente son variantes designativas de la palabra morfemática sí porque justamente los hechos de designación son de discurso o texto (Coseriu, 1981, 131).

12 Hipertaxis es la propiedad en virtud de la cual una unidad de un estrato inferior puede funcionar en otros superiores (Coseriu, 1989a, 28).

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Es así como naturalmente o seguramente pueden equivaler a sí, claro, claro está, evidentemente, por supuesto, desde luego, sin duda, ciertamente, por cierto, así es, tal cual13. Reafirmamos que son hechos de discurso y no de lengua y sólo equivalentes en ese plano, en el cual el comentario se transforma en un inciso del texto (Coseriu, 1989a, 25). En el ejemplo respectivo, seguramente representa la modalidad afirmativa de la enunciación. Por hipertaxis funciona en el nivel de texto (es un acto completo de enunciación) y por antitaxis14, al tiempo que elide el contenido proposicional del enunciado, el hablante toma partido al expresar su acuerdo particular con respecto a lo dicho por el interlocutor. Esto prueba que seguramente es equivalente a sí, sólo en el plano de la designación, pero no en el de la significación. Un adverbio puede funcionar dentro del grupo de palabras por antitaxis material15: lisa y llanamente; clara y rotundamente. Otro hecho de antitaxis (funcional y material) se presenta en el segundo de los dos siguientes ejemplos, respecto del primero de ellos: 1) Ganó con alegre despreocupación. 2) Ganó alegre y despreocupadamente.

La información lingüísticamente comunicada y cifrada gramaticalmente comprende aquí dos caracteres de una acción: En 1) se describe la despreocupación con que se acomete la acción de ganar y la alegría con que se asume dicha despreocupación. En 2) cesa la interrelación entre la despreocupación y el modo alegre de ella y los dos adverbios pasan a calificar por separado la acción verbal. Este ejemplo y otros, como: 3) Actuó con firme nobleza. 4) Actuó firme y noblemente.

muestran claramente la interfaz entre la gramática y la pragmática, porque la antitaxis es un recurso textual, que por el desglose de la actividad de los adver-

13

Cfr. Martín Zorraquino (1994, 552-590) aunque no concordamos, según venimos explicando, en denominar a todos ellos como adverbios. 14 Según Coseriu (1989a, 39-40) la antitaxis funcional es aquélla en que la unidad sustituyente, además de representar la unidad sustituida, tiene una función propia del dominio de la sustitución. 15 Antitaxis material: aquélla en que la unidad sustituyente tiene la misma función que la unidad sustituida (Coseriu, 1989a, 39).

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bios, la cual se torna independiente, si bien transmite la misma información del caso en que uno de los vocablos se refiere al otro, sirve al efecto pragmático de intensificación a causa de la doble calificación de la acción del verbo por parte de los dos adverbios. 2.6. Síntesis El adverbio es una de las cuatro categorías verbales universales. Expresa el cómo de la aprehensión del mundo extralingüístico como propiedad de propiedades, de igual manera que el sustantivo expresa como ente ese modo de aprehensión, y el adjetivo y el verbo lo expresan como propiedades de los entes. Los adverbios lexicales poseen juntamente los significados léxico y categorial; mientras que los adverbios categoremáticos, o bien pertenecen a la clase de los pronombres, por ejemplo, así, aquí, o a la clase de los numerales, por ejemplo, primeramente. Para que una palabra sea adverbio debe poseer significado categorial de tal. Por consiguiente, las palabras morfemáticas no son adverbios, sino instrumentos gramaticales carentes de significado categorial; sin embargo, pueden ser sintácticamente equivalentes a adverbios y, muchas veces, son paráfrasis o sinónimos cognitivos de ellos. El adverbio puede funcionar en el estrato de palabra y en los demás estratos de la estructura sintáctica por subordinación o superordinación de acuerdo con las propiedades de los estratos. Puede funcionar como conector supraoracional, porque en virtud de la propiedad de la hipotaxis, se subordina al nivel de morfema como cualquier conjunción, entablando una relación de parataxis entre las unidades textuales combinadas; también puede superordinarse como comentario en el nivel de cláusula o en el de texto y, asimismo, puede funcionar como grupo de palabras por antitaxis. 3. Del adverbio en -mente en particular 3.1. Índole de composición o de derivación de los adverbios lexicales en -mente En la nutrida bibliografía sobre los adverbios en -mente se destacan dos posturas, en principio opuestas, acerca del status del morfema -mente: la de los que ven en él el segundo miembro de una palabra compuesta y la de los que lo consideran un sufijo. Sobre esta base nos proponemos una narración sucinta de los enfoques representativos y la posibilidad de una explicación conciliadora, pues nos parece

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que la clave del dilema se resuelve en una perspectiva combinada, diacrónica y sincrónica que permite examinar los patrones semántico-gramaticales que caracterizaban este morfema en el pasado para justificar la situación y tendencia actual de esta unidad. La Gramática de la Real Academia Española es ilustrativa de los puntos de vista que intentamos reseñar. En su versión oficial de 1931 considera los adverbios en -mente palabras compuestas16. El Esbozo de 1973 se ubica en una postura intermedia y la versión de Alarcos Llorach de 1994 los examina como palabras derivadas17. Para la GRAE (1931,135-137), los adverbios acabados en -mente son frases adverbiales, ablativos absolutos expresivos de la manera, término y fin de las acciones humanas. En estas oraciones reducidas a su menor expresión aparece el sustantivo “mens”, equivalente a “el alma”, “la mente” o “la intención” del hablante, asociado al adjetivo o participio atributivo que le precede. Afirma en el ítem g): “Estos adverbios, como se deduce de todo lo dicho, son voces compuestas”. En el Esbozo de (1973,200-201) se incluye provisionalmente la morfología del adverbio en -mente en la morfología del adjetivo, aunque se aclara que la formación en -mente por sus particularidades acentuales, morfológicas y sintácticas se separa de la composición y de la derivación, con lo cual no se asume una postura categórica, si bien se destacan los rasgos indicadores de la formación de estos adverbios que aluden a su status de compuesto: “1º) La posibilidad de emplear el simple adjetivo en vez de la forma adverbial cuando ésta aparece coordinada con otro adverbio en -mente: pura y simplemente, en vez de puramente y simplemente. 2º) El mantenimiento de la acentuación prosódica en los dos componentes del adverbio, y por lo tanto, la aplicación al adjetivo de las reglas generales relativas al acento ortográfico: sutilmente, cortésmente, débilmente, erróneamente. 3º) La concurrencia de la formación adverbial en -mente con locuciones adverbiales de modo en las que aparece la preposición con: hábilmente = con habilidad, lo que procede del origen instrumental de dicha formación”. Finalmente en la versión patrocinada por la Real Academia, de Alarcos Llorach (1994,129) se expresa que el adjetivo adopta para la función adverbial un significante derivado mediante la terminación -mente que se agrega a la forma femenina o indiferente del singular, con lo cual estamos en la postura que considera los adverbios en -mente como palabras derivadas.

16 Los compuestos constituyen una unidad semántica que mantiene relaciones sintácticas semejantes a las que presenta una estructura frástica. Lang (1992, 91). 17 Los morfemas derivativos son sufijos que producen un cambio semántico respecto del primitivo y conllevan un cambio de clase sintáctica. Lang (1992, 23).

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3.1.1. -mente: como segundo miembro de un compuesto Para Bello (1977,145) los adverbios de esta terminación son frases sustantivas adverbializadas. Alonso y Henríquez Ureña (1984,T II, 168) hablan de adverbios compuestos formados con adjetivos en terminación femenina y -mente. Alcina Franch y Blecua (1975 y 1983, 707) aseveran que el sentimiento de composición de estas palabras es patente para el hablante, pues mantiene los acentos de las dos palabras componentes. Hockett (1976, 246), dentro del marco del descriptivismo norteamericano, al estudiar los compuestos españoles en términos de construcciones afirma que una clase muy especial la constituyen los adverbios en -mente, linderos entre la morfología y la sintaxis, que deben tratarse como compuestos porque el adjetivo no modifica el significado del sustantivo ni está en coordinación con él: son frases exocéntricas en que el constituto resultante no pertenece a la clase de los sustantivos ni a la de los adjetivos, es decir, no pertenece a la clase formal de ninguno de sus constituyentes inmediatos. Por su parte, en el marco de la morfología generativa, Zagona (1990,9-30) analiza el status de los elementos constituyentes de los adverbios en -mente. Sólo admite la modificación de -mente por parte del adjetivo precomponente cuando -mente significa “manera”. Así lentamente = de manera lenta. Sin embargo, Zagona señala un gran número de excepciones a esta interpretación: cuando son adverbios de modalidad u orientados al hablante, como probablemente, cuando expresan grado, como completamente. Ello prueba, según Zagona, que -mente no tiene un significado uniforme y, por tanto, constituye un primer argumento en contra de la interpretación derivacional de -mente como sufijo. La autora cree plausible la interpretación del compuesto como una categoría predicativa continente de una relación entre la cabeza o núcleo que selecciona un argumento y éste: -mente expresa el argumento externo o sujeto del adjetivo-predicado, base del adverbio en -mente: Probablemente equivale a X es probable. Zagona aduce que el compuesto, como un todo, no es semánticamente exocéntrico (predicado de un argumento faltante)18, sino que el adjetivo es semántica y gramaticalmente el núcleo del compuesto. Ello permite predecir restricciones selectivas de ítems lexicales específicos en un entorno sintáctico dado.

18 Hay que hacer la salvedad de que, exocéntrico, en términos de Hockett, sólo se refiere a la estructura sintáctica, mientras que en términos semánticos, en cuanto concierne a los compuestos, se aplica a una persona o a una clase que no se nombra en ese compuesto (cfr. Coseriu 1978, 243).

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La autora reconoce que Bosque (1987) ofrece un argumento potente en contra del tratamiento del adjetivo como núcleo de la construcción, basado en la posibilidad de omisión de -mente en construcciones coordinadas. En efecto, en Bosque (1987, 97b) leemos este ejemplo: La boda más ceremoniosa y solemnemente celebrada. Bosque propone el tratamiento de -mente como núcleo del compuesto19 sobre la base de que sólo los núcleos pueden ser nulos. Zagona contrapone a este fenómeno el del parámetro de sujeto nulo del español, manteniendo su postura de que el núcleo del compuesto es el adjetivo y -mente es el sujeto, con posibilidad de anularse sólo en estructuras coordinadas. 3.1.2. -mente: como sufijo de derivación En la postura de los que consideran -mente como un sufijo de derivación citamos entre otros a Egea (1979, 105-115 y passim); García Page (1991,149 y passim) y (1993,312); Baralo Ottonello (1994, 87-96 y passim); Varela Ortega (1992, 8284); Scalise (1987, 120-121). Lang (1992, 211-212), sostiene que el español posee varios sistemas de adverbialización. Uno fundamental es la adjunción de -mente a adjetivos. Según Lang es un caso de confluencia entre flexión y derivación, dado que el sufijo -mente se añade con frecuencia a bases adjetivas al modo de la morfología flexiva paradigmática, pero al mismo tiempo, este sufijo cambia la categoría gramatical de la base. Ejemplos: a) asidua → asiduamente ligero → ligeramente violento → violentamente b) ignorante → ignorantemente veloz → velozmente original → originalmente.

a) Esta adjunción se realiza en la forma neutralizada femenina singular “a” cuando el adjetivo presenta los morfemas de género concordantes o/a; b) si el adjetivo termina en -e o en consonante, sólo se agrega el sufijo invariable -mente. También fija su género en femenino, aunque el adjetivo no presente moción genérica, cuando recibe el morfema de elativo: facilísimamente.

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Advertimos que este autor rescata la etimología del compuesto a partir del sustantivo femenino latino “mens-mentis”, empleado como ablativo instrumental y precedido por un adjetivo o participio en construcción atributiva.

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El sufijo derivado -mente no sólo se une a adjetivos simples sino también a compuestos: grandilocuentemente; a adjetivos con sufijación previa: quijotescamente; a adjetivos generados a partir de adverbios: lejanamente, tardíamente, despaciosamente. Coseriu (1981, 138-139 y 179-180) considera los adverbios en -mente términos desarrollados o productos de un desarrollo20: blanco-blancura-blanquearblancamente. Para este autor el sufijo -mente funciona como transpositor mediante el cual el adjetivo se convierte en adverbio. En este proceso se produce degradación semántica del transpuesto, lo que determina que no sea perfectamente idéntico a su base en su contenido léxico y, por otra parte, implica una etapa de generalización de la significación. A este respecto aportamos el siguiente ejemplo: cáustico: 1. adj. dícese de lo que quema y destruye los tejidos animales. 2. fig. mordaz, agresivo; cáusticamente: de manera acre, mordicante, vemos que sólo mantiene el sentido figurado. Bosque (1993, 128-129), al considerar la obtención de adverbios a partir de adjetivos, indica que el proceso puede ser fonológico, morfológico o sintáctico, según las lenguas. En español se debe exclusivamente al procedimiento morfológico de la adjunción del morfema derivativo -mente. Luego este autor participa de ambas actitudes: a) la de los que consideran -mente como núcleo de un compuesto y b) la de los que lo tratan como un sufijo de derivación. 3.1.3. Origen de la construcción No obstante nuestro punto de vista sincrónico, debemos examinar la etapa inicial de la conformación de tales adverbios ya que las distinciones que venimos observando pueden encontrar su explicación en el origen de esta construcción. Se trata de conjugar la historia con el sistema actual porque “[...] la lengua representa el medio de comunicación que proyectó el hombre desde los primeros días de la historia cuando tuvo la necesidad de acercarse a otro. Porque se trata de una actividad que está ineludiblemente condicionada por la sociedad, el lugar, las características culturales, económicas y políticas predominantes, así como los conocimientos, tendencias y gustos de cada uno de los interlocutores de los diversos actos de habla que tuvieron lugar a lo largo de la historia” (Rojas, 1996, 15).

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“El desarrollo es la relación entre lexemas idénticos expresados por categorías verbales diferentes: su fórmula es “lexema A + sustantivo” _ “lexema A + verbo” _ “lexema A + adjetivo” _ “lexema A + adverbio” (no necesariamente en este orden)” Coseriu (1981, 138).

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Como ya se dijo, -mente tenía un sentido de “espíritu”, “intención”, “propósito”, y sintagmas tales como simulata mente o intrepida mente del latín clásico indicaban una cierta disposición mental por parte del sujeto de la proposición. Dyer (1972, 303) explica que los varios significados de modo (caso ablativus modi) permitían flexibilidad para la formación de adverbios sintéticos a través de una extensión general semántica. En el latín legal, el reemplazo de “modo” con su amplio espacio semántico por el psicológico “mente” puso la manera concreta de realizar una acción en una relación causal respecto de la disposición de espíritu del autor. Por su parte, Lapesa (1959, 48-49) atribuye a la influencia del cristianismo el crecimiento de los compuestos adverbiales debido a que se incrementa como conducta el análisis de la propia conciencia y el afán por ver en los actos la intención con que se realizaban. Es así como los escritores del latín cristiano emplean el adjetivo con el ablativo de “mens” para describir disposición de espíritu, carácter, sentimientos. En este sentido, recordamos lo señalado por Coseriu (1973, 248) de que por su mismo modo de darse, los cambios sólo pueden entenderse como procesos constituidos por actos intencionales y finalistas. Dyer (op. cit., 304) sostiene que los verbos usados con este tipo de perífrasis tienen sujetos personales y muchos denotan un pensamiento concertado o un proceso mental: perfecta mente credentes. Vossler (1922), citado por Dyer, sugiere que los hablantes del latín coloquial transfieren los aspectos populares de los significados específicos de modo al vocablo abstracto -mente, el cual también les sirve para describir relaciones externas como primeramente. El latín tardío libresco sólo retiene el lado intelectual de -mente. La evolución semántica de este componente fue un proceso gradual. La perífrasis que tenía valor de adverbio se va fijando progresivamente a medida que el sentido propio de -mente se va desvaneciendo, asevera Väänänen (1971, 201). La reducción de -mente al status de sufijo debió de tener lugar en el período romance. Refiere Dyer que en la Primera Crónica hay un grupo de adverbios que describen relaciones externas de orden, tiempo, espacio y junción. Con ellos -mente no transmite manera ni disposición. Es en este momento en que surgen dos claros extremos: uno en el cual la fuerza de -mente es vivamente sentida y otro en el cual es un mero sufijo. Al primero se asocian adjetivos normalmente abstractos, conceptuales; al segundo, concretos, exteriores: vemos cómo este proceso es de adaptación de la lengua a las necesidades expresivas de los hablantes. A lo precedentemente expuesto queremos agregar la opinión de Nilsson-Ehle (1941, 9) de que es normal que la disposición de espíritu de un sujeto se muestre en su manera de actuar y así la expresión de dicha disposición llega naturalmente a implicar, al mismo tiempo, una caracterización de la acción. En el desarrollo gradual de esta locución, la caracterización de la acción misma pudo convertirse en su función predominante; en palabras de Meier (1973, 106) “o sufixo -mente não só transfere a palavra para outra categoria gramatical, mas também lhe altera

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o sentido: em lugar de significar uma maneira de ser, chega a significar uma maneira de agir” (el sufijo -mente no sólo transfiere la palabra a otra categoría gramatical, sino también le altera el sentido: en lugar de significar una manera de ser, llega a significar una manera de actuar). Interpretamos, pues, que desde el punto de vista diacrónico, fue un proceso irreversible de gramaticalización del elemento léxico -mente. En este pasaje del léxico a la gramática, el elemento léxico cambió su entidad, se transformó en un indicador gramatical, un transpositor adverbial. En la terminología de Moreno Cabrera (1996, 204) se trata de un proceso lexicogenético y sintactotélico. Al vaciarse de contenido léxico mediante la gramaticalización lexicogenética, aumentan sus posibilidades funcionales. Sin embargo, para algunos casos que señalaremos en el capítulo V, referido al continuo de cuantificación de la propiedad modificada por el adverbio en -mente, una nueva ocurrencia del fenómeno en la sincronía actual, esta vez respecto de todo el compuesto (el adverbio en -mente) lo vacía de contenido lexicalizándolo y lo lleva a formar parte de unidades léxicas que, según el contexto, se convierten en expresiones fijas, como rematadamente loco o jurar solemnemente: el resultado de esta doble aplicación del fenómeno instaura, por consiguiente, el proceso inverso: sintactogenético y lexicotélico, pues la palabra denotadora pasa a formar parte integrante de la denotada. El proceso se encamina hacia el polo léxico, por lo cual todo el fenómeno resulta bidireccional: del léxico a la sintaxis y de ésta a aquél. Esta situación que describimos nos recuerda la concepción coseriana del lenguaje como ε>νε´ργεια, es decir, la continua construcción del sistema lingüístico. Coseriu (1973, 109), afirma: “La lengua se rehace porque el habla se funda en modelos anteriores y es hablar-yentender; se supera por la actividad lingüística porque el hablar es siempre nuevo; y se renueva porque el entender es entender más allá de lo ya sabido por la lengua anterior al acto. La lengua real e histórica es dinámica porque la actividad lingüística no es hablar y entender una lengua, sino hablar y entender algo nuevo por medio de una lengua”.

3.2. Adverbios en -mente de modo o manera Los adverbios de modo o manera en -mente constituyen, con arreglo al criterio categorial (cfr. 1.1.) una subclase de adverbios lexemáticos cualificativos, como una de las formas materiales en que se manifiesta más frecuentemente la categoría adverbio para expresar el modo de realización de una acción, de desarrollo de un proceso, de atribución de una propiedad o de evaluación del hablante del hecho que comunica.

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Capítulo I

La clase de los adverbios de modo abarca también adverbios lexemáticos no terminados en -mente, que son ora adverbios de modo básicos (no desarrollados), como, por ejemplo: bien, mal; ora adverbios llamados cortos o adjetivales, como, por ejemplo: despacio, fuerte, etc. (y a los cuales dedicamos el capítulo II). Por otra parte existen adverbios de modo o manera no lexemáticos, sino categoremáticos, como así, como, tal; y adverbios en -mente que no son de modo, aunque figuren con esta indicación en el DRAE (1992), como, por ejemplo: ulteriormente, que es de tiempo, frecuentemente, de frecuencia, enteramente, de cantidad, etc.. Clase de los adverbios de modo (constituida sobre la base del significado categorial)

– – – –

subclase de adverbios de modo lexemáticos en -mente adverbios de modo básicos adverbios cortos o adjetivales adverbios de modo categoremáticos

Clase de palabras morfemáticas que pueden asumir la designación de modo (una misma designación correspondiente a diferentes funciones semánticas)

– – – – – –

con (x) sin (x) de modo (x) de manera (x) en forma (x) perífrasis léxicas que actúan como variantes designativas o sinónimos cognitivos de adverbios de modo

Por cierto, el rótulo de adverbios de modo o manera ha sido utilizado tradicionalmente por gramáticas y diccionarios de la lengua para clasificar en general los adverbios en -mente. El Esbozo de la GRAE (1973, 200) declara: “La mayor parte de los adjetivos españoles, cualquiera sea su origen, variables o no variables, genéricamente poseen la propiedad de formar adverbios de modo mediante su agrupación con el morfema -mente”. (No considera la Academia que con este morfema se pueden formar adverbios que no son de modo). Alcina Franch y Blecua (1975 y 1983,707) refiriéndose a los adverbios en -mente, expresan: “Casi todos estos adverbios, por su componente fijo, son de modo”. Si bien es irrefutable la verdad literal de este enunciado, en el sentido de que casi todos los adverbios en -mente son de modo y de que los adverbios en -mente de modo deben esta propiedad a su componente fijo, no es menos cierto que la aseveración induce a creer que por tal componente fijo todos los adverbios en -mente deban ser de modo. En el mismo sentido, García Page (1993, 312-313) sostiene:

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“La peculiar constitución morfológica que caracteriza al conjunto de signos en -mente ha propiciado que sea aislado del resto de los elementos adverbiales y se estudie aparte como un grupo muy particular. Todo signo de este tipo se compone de una unidad léxica adjetival, que se neutraliza simultáneamente en las formas femenina y singular, y de un elemento sufijal invariable -mente. Tan característica es la terminación de estos adverbios (el morfema -mente) que viene a constituirse no pocas veces en un índice de que el elemento a que se añade pertenece a la clase de los adjetivos calificativos, o, dicho de otro modo, de que el término que lo contiene es uno de los tradicionales adverbios de manera”.

La fuerte asociación del morfema -mente en la idea de modo o manera proviene del proceso histórico ya explicado en 3.1.3., por el cual, al perder ese morfema el sentido de espíritu, intención o propósito se convirtió en un transpositor adverbial muy productivo, que en la generalidad de los casos, conlleva la idea de modo o manera. Reconocemos también que tal identificación se ve favorecida por la abundante creación neológica de adverbios de manera en -mente en la lengua literaria y en el registro coloquial del español de hoy. Prueba de esto son los siguientes ejemplos que contemplan diferentes variedades diatópicas (por la procedencia de sus autores) intentando abarcar el diasistema de la lengua: “¿Sueño o no sueño? Estoy en el istmo donde la vida muere y donde la muerte vive. He caído en lo eterno. Innocuamente: es un colchón infinito de vacío” Juan Filloy (1996, Noche, 27) “A lo lejos, el mar gime paquidérmicamente una plúmbea melopea” Juan Filloy (1996, Naufragio, 41) “El cielo se desmorona en paliza de fuego. Cada rayo solar es una vara candente, jugosamente inflamada” Juan Filloy (1996, Siesta, 143) “...blanco, blanco, impolutamente blanco” Juan Filloy (1973, Obituary, 131) “Ojos los ojos que te siguen trampas hambrientamente abiertas” Osvaldo Guevara (1990, 25) “Comienza a responder chacotonamente” Juan Floriani (1988, 39)

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“Los dioses de todas las religiones son hirsuta y desaforadamente celosos del amor que se les debe...” Luis Franco (1959, 64) “La extravagancia y la malignidad, sobre todo si coinciden con el gran éxito social o político, suelen ser tomadas miopemente como índices de personalidad incontestable” Luis Franco (1959, 207) “...son los que crean las modas que las muchedumbres más o menos explotadas siguen rebañegamente” Luis Franco (1959, 87) “Todo estaba vacío, muerto y mudo, caído, abandonado y decaído Todo era inalienablemente ajeno” Pablo Neruda (1971, 207) “...después de abanicarse un rato cansinamente con un paipai...” Miguel Delibes (1989, 39) “...estoy entre batatas y papas y colifloreamente, con chicas cola de pato” Santiago Vega (1998)

Como vemos, para un escritor, el adverbio de modo en -mente constituye un valioso medio de expresión pues el neologismo que admite una interpretación de modo es lingüísticamente posible; hecho que determina que la clase de los adverbios de modo o manera resulte una clase privilegiada y muy productiva. “Y se re usan adverbios de modo terminados en -mente, y a veces, para colmo, se usan ‘malísimamente mal’, como aquella ciudadana a la que en un noticiero se la escuchó decir ‘sindudamente’” Carlos Ulanovsky (1994, 31-32) “y esto lo digo peronísticamente hablando” Carlos Ulanovsky (1994, 99) “No me lo digas tan jodidamente porque me jode muchísimo” Carlos Ulanovsky (1994, 119) “Estoy macanudamente mal” Carlos Ulanovsky (1994, 160)

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“El Jefe de Gabinete recibió orondamente al principal sospechoso de la muerte de José Luis Cabezas” Chacho Álvarez TN 18-5-98 “Así que Ud. exprofesamente calla eso” Juez Ortiz Iramain en el juicio por María Soledad Morales (1997) “Soy supermente feliz” Prof. Arias en el Programa de Mirtha Legrand 18-12-97 “y etc., etc., etcéteramente” (Observación casual) “Hace cinco días que estamos anegadamente acá” (Inundados de Goya, Corrientes) TN 20-4-98 “...en pos de una sociedad mediáticamente adulta” (Monografía de estudiante de la carrera de Ciencias de la Comunicación) “Y si no se cree, aquí está el siguiente ascetismo de estilo; hay que estudiar, dice, a los que ‘la población española entiende personal y grupalmente por izquierda’. Ese vocablo no parece inglés, aunque sí es tal idioma el que está sugiriendo la formación de adjetivos y adverbios tan sorprendentes como grupalmente (¿de grupo o grupa?),...” Fernando Lázaro Carreter (1997, 309) “Pues bien, desde hace algunos años, nuestro neolenguaje neopolítico se ha enriquecido con un instrumento de precisión japonesa: valorar positivamente (o negativamente)” Fernando Lázaro Carreter (1997, 326)

Contra lo que predica Cassany (1993, 153), los adverbios en -mente no sólo pertenecen a registros formales sino al estilo coloquial. Se los usa vivamente como prueban los textos anteriores, inclusive en casos en que se incurre en confusiones semánticas como lo testimonia Lázaro Carreter en lo que sigue: “¡Pobres hablantes, ya que no pobre idioma! En el Congreso de Cáceres, los medios por antonomasia nos han preguntado a unos y a otros: ¿Qué tal se habla en España? Pues, ¿cómo se va a hablar, si un concejal madrileño ordena paralizar una obra cautelosamente, confundiendo este vocablo con cautelarmente?” Lázaro Carreter (1997, 417)

Por nuestra parte agregamos los siguientes ejemplos de confusiones, que atañen al saber elocucional o “saber hablar en general” (Coseriu, 1986, 272).

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“Nos hemos reunido esporádicamente” (por espontáneamente) Discurso pronunciado en una marcha a favor del Comisario Gómez (Caso Cabezas). Crónica TV 5-2-97 “A esas leyes hay que declararlas insalvablemente nulas” (por insanablemente) Hija del desaparecido periodista R. Walsh. TN 2-3-98 “Me encuentro visiblemente emocionado” (La expresión sólo es posible para referirse a un tercero y no para predicar de uno mismo) TN 19-3-97

Proseguimos con usos redundantes: “¿Cómo hacemos para explicarle a la gente que vive cotidianamente todos los días con nosotros?” (Piqueteros de Neuquén). TN 31-3-98 “Me parece que están cobrando excesivamente mucho” Control vehicular. TN 31-3-98 “El propósito es rechazar la privatización enérgicamente con todas nuestras fuerzas” (Observación casual)

A estos ejemplos de redundancia agregamos los que expone Vigara Tauste (1992, 161): “y por fin pude verla en versión original y totalmente íntegra” “No abundan las personas que dominan completamente una lengua”

Al corpus de ejemplos precedentes, agregamos algunos de los aportados por García Page (1991,152), quien estudia la motivación contextual en formaciones léxicas anómalas del adverbio en -mente. Estas formaciones anómalas no son previsibles en lengua estándar, aunque frecuentes en el discurso literario y en el lenguaje coloquial. Ambos tipos de lenguaje se caracterizan por su fuerza creativa y su mayor grado de libertad expresiva: Tu vida maneja los prodigios tan tuyamente como el calor de tus ojos (P. Salinas, III, 29)

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Quienquiera diría no lo estáis. Pero, en verdad estáis muertos. Flotáis nadamente detrás de aquesa membrana. (C. Vallejo, 133)

Y, por nuestra parte, añadimos: El tiempo pasaba verde, verde, verdemente. (L. Devetach, 1992, 10) He pensado a menudo en todo esto, mujermente agobiada de plumeros (M. E. Walsh, 1994, 163)

Como se ve, las anomalías provienen de formar el adverbio sobre base no adjetiva o sobre base adjetiva no propicia a la adverbialización21. Brindamos además el siguiente ejemplo de motivación contextual para la formación anómala del adverbio en -mente: –¿Es la mejor menta que probaste? –Totalmenta (Propaganda para chicles sin azúcar de la marca Top Line)

La propaganda consigue su efecto perlocutorio al referirse al producto mediante el uso transgresivo de este pseudo-adverbio que permite asignar, al mismo tiempo, el valor óntico afirmativo de la respuesta y un valor adicional de palabra compuesta elativa. 3.2.1. Matices de los vocablos modo o manera Según hemos analizado en 3.2., la clase de los adverbios de modo en -mente está constituida sobre la base del significado categorial. No obstante, a los vocablos modo o manera les han sido atribuidos varios matices, como han señalado Gary-Prieur (1982, 15-22) y González García (1996, 115-125). Sintéticamente, esos matices son:

21

Nos referiremos en general a las restricciones de formación que sufren los adverbios en -mente en el apartado 3.6. y dedicaremos el capítulo III específicamente a las restricciones léxicas y capacidad de intensificación de los adverbios en -mente con base adjetiva de sufijo -ble.

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Capítulo I

1. Propiedad sintáctica o criterio formal de identificación de los adverbios como circunstantes de la acción expresada por el verbo: en este sentido modo o manera equivalen a circunstancia (como palabras del metalenguaje gramatical). 2. Modo o manera definen una clase de naturaleza semántica. 3. Los adverbios de modo o manera son el correlato de un adjetivo de la misma base léxica o de uno expreso o sobreentendido por el contexto, en predicaciones resultativas. 3.2.1.1. Modo o manera como propiedad sintáctica Entre los que siguen el criterio que plantea diferenciar valores funcionales para los adverbios de modo, se encuentra Ole Mørdrup (1976,317-333). Este autor divide los adverbios en -mente en dos grupos principales: los adverbios de frase y los adverbios de manera. Los primeros se caracterizan por el hecho de que modifican toda la frase, mientras que los segundos, por modificar sólo una parte de ésta. Para distinguir un grupo del otro, ese autor adopta criterios sintácticos, inspirándose en Greenbaum (1969), establece una docena de ellos. A continuación citamos los más importantes: 1. La posibilidad del adverbio (de frase) de figurar delante de una oración que contiene una negación: Afortunadamente, María no se fue. 2. La posibilidad o imposibilidad del adverbio (de frase) de servir de respuesta afirmativa a una pregunta total, criterio con que distingue dos subgrupos: el de los disyuntivos y el de los conjuntivos, respectivamente (disjuncts y conjuncts para Greenbaum, 1969). Sobre la base de su ejemplificación ofrecemos esta otra: • Adverbio disyuntivo: –¿Te gusta este vestido? –Ciertamente.

• Adverbio conjuntivo: Cambiaron el horario. Consiguientemente no pude hacer el giro.

3. La posibilidad del adverbio (de manera) de ser foco de la negación:

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María no ha trabajado negligentemente, sino diligentemente.

o de ser foco de la interrogación: María ha trabajado ¿negligentemente o diligentemente?

Además, Mørdrup distingue cinco subgrupos dentro de los adverbios de modo: 1. De sujeto-frase, que sitúa próximos a los diyuntivos de actitud. Los diferencia el hecho de que los adverbios de sujeto-frase exigen un agente: Tontamente, María no ha querido responder.

2. De sujeto-manera, numeroso grupo de adverbios cuyo adjetivo base es compatible con un nombre de persona: Ansiosamente, la joven madre miraba a su pequeña hija.

3. De verbo-manera1, los que modifican sólo al verbo: Trabaja intensamente.

4. De verbo-manera2, los que están ligados al verbo de modo que se vuelve imposible separarlos: Lo hirió mortalmente.

5. De punto de vista: Legalmente hablando, se trata de un cohecho.

Pero Mørdrup enfrenta algunos problemas con esta clasificación, porque muchos de los adverbios pueden figurar en más de una clase y los criterios sintácticos con que emprende su labor se desbaratan una y otra vez. Mørdrup termina por admitir que el agregar nuevos criterios de delimitación parece conducir a nuevas subdivisiones, lo cual lo lleva a reflexionar acerca de si es posible continuar por esta vía, que desemboca en grupos cada vez más pequeños. Al fin del trabajo se plantea la cuestión de lo que, a su criterio, son adverbios homónimos, como los de los siguientes ejemplos que adaptamos al español: a) Naturalmente, María no respondió

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y b) María no respondió naturalmente.

El adverbio en a) es un disyuntivo y en b), un adverbio de sujeto-manera. Prosigue Mørdrup diciendo que, si se consideran las dos ocurrencias (de naturalmente en nuestro ejemplo) como de adverbios homónimos, sería difícil explicar los lazos evidentes que existen entre ellos: “En outre, pour rendre compte de la signification de ces deux adverbes, il faut de toute façon distinguer entre le sens propre de l’adverbe et ce qui est dû à la fonction qu’assume cet adverbe”. (Mørdrup, ib., 332) [Además, para dar cuenta de la significación de estos dos adverbios, es necesario de todos modos distinguir entre el significado propio del adverbio y aquél debido a la función que asume ese adverbio.]. Aunque su punto de partida sea sintáctico, Mørdrup llega a la conclusión de que se trata de dos ocurrencias de un mismo adverbio que tiene fundamentalmente el mismo significado, pero que puede asumir funciones sintácticas diferentes. 3.2.1.2. Modo o manera clase de naturaleza semántica Si manera define una clase de naturaleza semántica dentro de la categoría adverbio, el punto de mira cambia radicalmente. Para la tesitura sintáctica modo o manera es equivalente a circunstancia y, como tiempo, cantidad, lugar, etc. son tipos de circunstancia, todas las significaciones posibles del adverbio se subsumen en la general de manera. En cambio, para la tesitura de que modo o manera defina una clase de naturaleza semántica, cualquier adverbio de ella es independiente de la función sintáctica que él pueda ejercer y de la categoría del vocablo sobre el cual incida: Caminaba lentamente. Dulcemente maternal. Felizmente, llegó esta mañana.

3.2.1.3. Modo o manera como correlato de un adjetivo La analogía adverbio de modo-adjetivo ha sido analizada, entre otros, por Bosque (1993) y por González García (1996). Bosque (ib., 139) se pregunta: “[...] ¿por qué sustituimos los adjetivos, que en principio denotan cualidades de los individuos, por adverbios de modo, que en principio denotan la manera en que se pre-

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sentan los acontecimientos o se realizan las acciones?” y agrega: “Lo que estos comportamientos muestran es el hecho de que la lengua concibe las propiedades de los individuos como ‘modos de ser’ o de presentarse éstos, es decir, las ‘cualidades’ de los objetos vienen a ser conceptualizadas como las formas en que se muestran o en que aparecen. Por eso podemos sustituir insoportable por así o de esa manera”: Juan es insoportable. Juan es así.

Prosigue diciendo Bosque que la sustitución de adjetivos por adverbios de manera es apropiada tanto en las predicaciones en que se atribuyen propiedades a los individuos, como en las que denotan estados alcanzados o resultados de procesos, para poner de manifiesto la existencia o el mantenimiento de dichos estados o resultados. Por ello, los verbos estativos, estar y los pseudocopulativos como, por ejemplo, quedar, resultar, seguir, encontrarse, permanecer, etc., son los apropiados para recibir adjetivos valorativos, como espléndido, estupendo, horrible, magnífico o los correspondientes adverbios de modo; unos y otros predican de los resultados de las acciones o los procesos, como en los siguientes ejemplos: Seguía espléndido. Seguía espléndidamente. La falda te queda magnífica. La falda te queda magníficamente.

Comenta Bosque que en estas oraciones los verbos no son de acción y, por ende, no tiene sentido hablar de maneras de realizarlos y que cuando se trata de acciones o procesos no existe la posibilidad de usar adverbios que prediquen de los resultados; si tal cosa ocurre, esos adverbios predicarán de la acción misma: lo comprueba considerando salir ora como verbo estativo: “resultar”; ora como verbo de movimiento: “ir fuera”. Salió airoso de la prueba. Salió airosamente de la prueba.

En los dos casos salir equivale a resultar y es un verbo estativo. En cambio en: El agua sale bien,

salir es un verbo de movimiento y el adverbio bien se predica de la acción misma y no del resultado de llevarla a cabo.

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Capítulo I

Observemos nosotros que bien y buena no se excluyen ni se implican mutuamente: el agua puede salir buena y bien, o buena pero no bien, o bien pero no buena o ni buena ni bien. El tratamiento exclusivamente sintáctico que de este tema hace González García (1996), no nos parece acertado: su emparejamiento adjetivo-adverbio en una misma invariante funcional intenta explicar la extensión de algunos adverbios de modo a funciones reservadas a los adjetivos: sostiene este autor que más que ante una posibilidad del adverbio como categoría, se trata de una extensión funcional para la cual sólo son aptos un número limitado de adverbios, como así, bien, mal. Según González García nada impide que estos adverbios característicamente modales avancen más en su camino hasta llegar a actuar como modificadores de nombres (función del adjetivo por antonomasia): No merecía un reproche así.

A nuestro entender no se distingue nítidamente que así es una palabra con significado instrumental y categorial, pero no léxico, y como el pronombre es nombre de todo, cuando modifica al sustantivo, es un adjetivo. En nuestro capítulo IV estudiaremos la incidencia de adverbios sobre sustantivos adyectos. Tales adverbios tienen una función predicativa de personas, pero para nosotros no se trata de una extensión funcional del adverbio a funciones propias del adjetivo, sino de la naturaleza de sustantivo adyecto que permite ser modificado por un adverbio, como allí explicaremos. En nuestro capítulo II analizaremos la equivalencia entre adverbios cortos o adjetivales y adverbios en -mente. Respecto del tema que estamos tratando, queremos considerar los casos de construcciones de adjetivos predicativos con verbo no estativo y la equivalencia de ellas con las del correspondiente adverbio en -mente: El viejo calló pensativo. El viejo calló pensativamente. El niño duerme tranquilo. El niño duerme tranquilamente. Mientras trabaja María canta alegre. Mientras trabaja María canta alegremente. Contestó airado. Contestó airadamente.

Hernanz Carbó (1988, 7-29) estudia los complementos predicativos del español y señala que los adjetivos en función de complemento predicativo y los

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adverbios que les corresponden no siempre se hallan en la distribución complementaria de los ejemplos precedentes, ya que existen casos como: * Hablaron temerarios en la reunión

frente a Hablaron temerariamente en la reunión; * Respondió inteligente a la pregunta

frente a Respondió inteligentemente a la pregunta;

y * María observó furiosamente la escena

frente a María observó furiosa la escena.

Las restricciones aspectuales que afectan a los adjetivos temerarios o inteligente provocan la agramaticalidad del respectivo ejemplo, pues el verbo conjugado, soporte de la predicación primaria, desecha la valencia [-perfectivo] de los citados adjetivos cuando éstos se le adjuntan como predicados secundarios, y sólo admite adjetivos [+perfectivos] (como furiosa) para actuar como predicados secundarios. Lo expuesto es todo lo que la autora ilustra a este respecto y nos sirve de base para generalizar en torno de esos casos de distribución complementaria con verbos no estativos, como dormir y adjetivo predicativo o adverbio de modo: El niño duerme tranquilo. El niño duerme tranquilamente.

Inferimos, efectivamente, que en estos contextos, adjetivo predicativo subjetivo y adverbio de modo son equivalentes cuando la calificación del modo que el adverbio opera, expresa simultáneamente el estado del individuo sujeto de la acción o del proceso. Esta condición de sujeto es esencial: no existe igual procedimiento respecto de los predicativos objetivos. Así como:

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Capítulo I

El niño duerme tranquilo

se puede parafrasear: a) El niño duerme. Y b) El niño está tranquilo. El niño duerme tranquilamente

se puede parafrasear por: a) El niño duerme. Y b) Su dormir es tranquilo;

de lo cual se deriva que, sólo estando tranquilo cuando duerme el niño puede dormir tranquilamente. 3.3. Clasificación semántica de los adverbios lexicales en -mente Ejemplo representativo

Clase Adverbios de modo

..............................................................................

dulcemente

Adverbios de cantidad

– idea general de cantidad ................................... atenuadores ............................. – graduadores intensificadores – pleonásticos ..................................................... – numerales ......................................................... – restrictivos .......................................................

grandemente parcialmente excesivamente exactamente doblemente solamente

Adverbios de tiempo ..............................................................................

recientemente

Adverbios de frecuencia

determinada .......................................................... indeterminada ......................................................

semanalmente continuamente

Adverbios de relación

espacial ................................................................ ordinal ..................................................................

lateralmente primeramente

Hacemos la presente clasificación sobre la base categorial y los valores léxicos de cada grupo de adverbios; sin embargo debe tenerse en cuenta que ella sólo

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puede ser tentativa y no exhaustiva, porque no se trata de clases estancas ni exclusivas, sino que dependen de determinaciones contextuales y situacionales22. Así, la idea de tiempo se matiza con la de cantidad en la idea de frecuencia, que portan adverbios como diariamente; la valoración subjetiva y las ideas de cantidad y de modo se traslapan en adverbios como magníficamente o perfectamente; las ideas de modo y de grado se conjugan en adverbios como razonablemente; las ideas de tiempo y de orden se combinan en adverbios como posteriormente, etc. Aunque la mayoría de los adverbios lexicales en -mente se pueden clasificar como de modo, también podemos delimitar otras varias clases que tradicionalmente han sido reconocidas por las gramáticas. Los adverbios de cantidad comprenden varios subtipos según su especialización en ideas de graduación, compleción, incompleción, número, etc.. A esos subtipos dedicaremos especial atención en el capítulo V, referido al continuo de cuantificación de la propiedad modificada por el adverbio en -mente. Más interesante que clasificar los adverbios en -mente por el contenido semántico de su base lexemática, lo cual, como queda dicho, depende de determinaciones contextuales, es subdividir en paradigmas sintácticos el comportamiento de la relación entre adverbio modificador y propiedad modificada, y estudiar esa relación dentro de cada paradigma. Se comprobará por ejemplo, que una importante función semántica del adverbio, que trataremos sistemáticamente en el referido capítulo V, a saber: su capacidad de cuantificación de la propiedad en que incide, se da en numerosos sintagmas en que el adjetivo base del pertinente adverbio no expresa idea de cantidad. 3.4. Funciones sintácticas de los adverbios en -mente Los tres tipos principales de funciones sintácticas ejercidas por los adverbios en -mente son: 1) función circunstancial 2) función modalizadora o modificadora de modalidad

actitud del hablante ante lo enunciado actitud del hablante ante la enunciación

3) función modificadora

22 La determinación contextual (Coseriu, 1986, 196-198) significa determinación de una unidad por otras unidades, es decir, determinación recíproca entre las unidades que se realizan en un acto lingüístico o en un discurso. La determinación situacional, en cambio, depende del contexto extralingüístico.

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No hablamos de función conectora de los adverbios porque, en tal caso, no nos referimos a adverbios, sino a palabras morfemáticas (conjunciones). 3.4.1. Función circunstancial Es la más conocida y la primera que surge en nuestra mente cuando pensamos en los adverbios en general y en los adverbios en -mente en particular; y nos remite a la etimología de su denominación: ad verbum. La función circunstancial está reservada a la modificación del verbo. Concordamos con Barrenechea (1986, 22) en que la función sintáctica fundamental de cualquier adverbio y, en particular, de uno terminado en -mente es la circunstancial o modificadora de verbo. Ella no es privativa de la categoría, sino compartida con el sustantivo en conexión directa, y con el adjetivo y el sustantivo en conexión indirecta; por ejemplo: Trabajó intensamente. Trabajó ayer. Trabajó el lunes. Trabaja por abnegado. Trabaja por altruismo.

Alarcos Llorach (1994, 258) y (1970, 220-221) la denomina aditamento o adyacente circunstancial. Este autor define: “Consideramos aditamento los segmentos de una oración cuya presencia o ausencia no afecta a la estructura esencial de aquélla y que además gozan de cierta movilidad de situación. Son elementos relativamente marginales, que añaden, adicionan algo al contenido global manifestado, sin perturbar la estructura de la oración ni la de sus elementos esenciales, o sea, el sujeto y el predicado. La función de aditamento puede ser desempeñada por unidades autónomas y mínimas (que serían los verdaderos adverbios), o bien por cualquier sintagma o grupo sintagmático conmutable por aquéllas”.

Mediante el siguiente ejemplo ilustramos cómo el aditamento no modifica la estructura del predicado: Juan aprende fácilmente la lección.

Frente a Juan aprende la lección,

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en que la conmutación del adverbio por cero no perturba dicha estructura. La Gramática Generativa, según el modelo chomskiano de Rección y Ligamiento, diferencia los adjuntos (circunstanciales) de otros complementos seleccionados o subcategorizados por el verbo. Al respecto Hernanz y Brucart (1987, 233, 267 y 271) sostienen que, dentro de la tradición gramatical, la frontera entre complementos subcategorizados y no subcategorizados aparece trazada con relativa nitidez. Citan, por ejemplo las denominaciones que diferentes autores usan para indicar esta oposición: Lyons (1968 ,358): complementos y adjuntos; Tesnière (1959, cap. 4): actantes y circunstantes; y Alcina Franch y Blecua (1975 y 1983, 885 y ss.): integrables y elementos regidos vs. elementos autónomos. En contra de lo que a primera vista podría parecer, Hernanz y Brucart sostienen que los límites entre una y otra clase de complemento no siempre resultan fácilmente trazables. Analizan pares como: a) Juan se portó bien, y b) Juan conduce bien;

aparentemente en ambas oraciones se expresan circunstancias de modo, sin embargo, si se elide el adverbio: a) * Juan se portó, y b) Juan conduce,

se advierte que la supresión de un complemento implicado en la significación del verbo acarrea consecuencias sintácticas y semánticas en la oración resultante y que la prueba de la elisión proporciona una base adecuada para distinguir entre complementos subcategorizados y los que son ajenos a ello, es decir, los circunstanciales. Otros ejemplos: Aquella dama vestía elegantemente. * Aquella dama vestía. Juan se comportó amablemente. * Juan se comportó.

El mismo fenómeno ha sido analizado por Porto Dapena (1993,13), quien sostiene que el circunstancial o aditamento, al carecer de valor actancial o argumental es más marginal respecto del verbo que el suplemento: Si el suplemento se elimina puede hacer inviable la oración porque se modifica la estructura del predicado: Los niños se encuentran en el patio. * Los niños se encuentran.

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Capítulo I

Este autor también insiste en que circunstancial es una función y que puede estar representado por un adverbio, aunque los adverbios no siempre son complementos verbales ni todo circunstancial admite la conmutación por adverbio; así, por ejemplo: Fui al teatro con Pepita.

Kovacci (1986, 89) precisa: “El circunstancial pertenece al sistema de modificaciones verbales y se caracteriza por a) contraer relación sólo con el verbo (a diferencia del predicativo); b) no admitir representación por pronombres en caso objetivo (a diferencia del objeto directo y del objeto indirecto); y c) no transformarse en la conversión oración activa / oración pasiva (a diferencia del objeto directo y del agente)”.

3.4.1.1. Adverbios redundantes Es concomitante con lo que venimos tratando la cuestión de por qué algunos adverbios son redundantes respecto del verbo. Así como hemos analizado algunos casos en que el verbo selecciona obligatoriamente un adverbio como actante, suplemento o argumento, y otros, en que el verbo es indiferente respecto del adverbio, que se comporta como un circunstante, aditamento o adjunto, es decir, como miembro facultativo; también hay casos en que el verbo rechaza el adverbio por redundante, por ejemplo en: *reiterar nuevamente *reincidir nuevamente.

En estos casos se reproduce algún rasgo distintivo de la matriz léxica del verbo sin llegar a constituir una unidad idiomática con él y sin poseer sentido figurado, al contrario de lo que ocurre con los adverbios adjetivales, como analizaremos en el cuerpo del trabajo. Por ejemplo, los casos de reiterar o reincidir, presentan como rasgo distintivo la iteración y la determinación de esos verbos mediante adverbios como nuevamente o repetidamente, que lexematiza dicho rasgo, se torna innecesaria. 3.4.2. Función modalizadora y cláusula comentario La función modalizadora ha sido analizada para el español, entre otros, por Kovacci (1980-81), (1986) y (1992), Barrenechea (1979), Espinal (1987),

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(1989a), (1989b), Fuentes Rodríguez (1987), Egea (1979), Moreno Cabrera (1991), Hernanz y Brucart (1987), Garrido Medina (1997), Thielemann (1996). A los adverbios que ejercen esta función se los ha denominado: adverbios oracionales; de actitud oracional; atributos oracionales; adverbios de frase; adverbios de modalidad o modales; operadores pragmáticos de actitud oracional, y en la lingüística anglosajona: disjuncts o modal adjuncts. La mayor parte de los estudios actuales sobre el adverbio se ha concentrado en estas funciones adverbiales, ya no de circunstancial, sino de modificador de todo el contenido proposicional del enunciado. Veamos los siguientes ejemplos: a) b) c) d) e)

Sinceramente, Juan estudió siempre. Juan estudió siempre, sinceramente. Juan, sinceramente, estudió siempre. Juan estudió, sinceramente, siempre. Juan estudió siempre sinceramente.

La unidad adverbial sinceramente es idéntica desde el punto de vista léxico y categorial, aunque no funcional: mientras que en e es un circunstancial o modificador restrictivo porque se une al núcleo sin juntura, en a), b, c y d es modificador de modalidad23 o no restrictivo, es decir, marcado por juntura interna (Kovacci, 1986, 89). En a, b, c y d el adverbio no forma parte de la proposición, no es un elemento ni del sujeto ni del predicado, sino externo o marginal situado en el estrato de la cláusula comentario (Coseriu, 1989a). La función sintáctica de atribuir modalidad está reservada para los adverbios en -mente, a los que constituyen la clase semántica de los adverbios de modo: sin resignar su pertenencia a esta clase, ejercen aquella función manifestando la actitud del hablante. Un mismo adverbio de modo puede desempeñar una función de modificador de modalidad en un contexto y una función de circunstancial en otro, como en estos ejemplos respectivos: a) Desgraciadamente, todo acabó. b) Todo acabó desgraciadamente. 23

Modalidad: término empleado por Bally (1950, 3) y definido como la forma lingüística de un juicio intelectual, de un juicio afectivo o de una voluntad que un sujeto pensante enuncia a propósito de una percepción o de una representación de su espíritu. En cada frase hay que distinguir el dictum o contenido representado y la modalidad. La modalidad epistémica subjetiva del lenguaje (Lyons, 1980, 732) concierne a las inferencias del hablante, lo que el hablante sabe, cree, opina acerca de las proposiciones que suscribe o cree verdaderas. En otros términos, la cualificación que el hablante hace del componente digo-que-es-así de su enunciado.

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Sus correspondientes paráfrasis: a) Por desgracia, todo acabó. b) Todo acabó de modo desgraciado,

que no admiten conmutación entre sí, muestran una diferencia funcional del adverbio, indicadora, no de un cambio de significado léxico y categorial, sino de un plus de significado pragmático o interpersonal: al mismo tiempo que se transmite un mensaje, la cláusula comentario y la cláusula comentada se organizan como un evento interactivo que involucra explícitamente al hablante. Efectivamente, para Coseriu (passim) el significado pragmático se refiere al valor y sentido de la información que se da en una oración y a la manera cómo la información se sitúa con respecto a otras informaciones en un discurso. Como vemos, en el estrato funcional de cláusula comentario y cláusula comentada, el hablante comunica información en la proposición comentada y actitudes, puntos de vista, valoraciones, creencias, a través del adverbio-comentario. La cláusula comentario (Coseriu, 1989a) es el ámbito de la metafunción interpersonal24 (Halliday, 1985) y de la modalidad de la enunciación y del enunciado25 (Maingueneau, 1980). Ella se expresa, entre otros recursos, por medio de adverbios en -mente como modalizadores de la actitud del hablante ante el enunciado o de la actitud del hablante ante la enunciación. Justamente el estrato de cláusula permite ese margen de subjetividad explícita del hablante. Por medio de la cláusula comentario él puede acotar el campo de validez veritativa, puede marcar sus puntos de vista o restringir su afirmación, pregunta, petición, etc. Como dice Gutiérrez Ordóñez (1997, 40), se trata de señalar, mediante la función de tema o tópico26, el universo del discurso o como

24 La metafunción interpersonal, junto con la ideacional y la textual, son los componentes funcionales abstractos del sistema lingüístico. Son áreas de potencial de significado que están implicadas en todos los usos del lenguaje. Precisamente, la metafunción interpersonal es el componente mediante el cual el hablante se inmiscuye en el contexto de situación, tanto para expresar sus propias actitudes y juicios como para tratar de influir en las actitudes y comportamientos de los otros (Halliday, 1985). 25 La modalidad de la enunciación corresponde a una relación interpersonal, social y exige una relación entre los protagonistas de la enunciación. Las modalidades del enunciado se caracterizan por la manera en que el hablante sitúa el enunciado en relación con la verdad, la falsedad, la probabilidad, la certidumbre, la verosimilitud, o en relación con juicios apreciativos (Maingueneau, 1980). 26 Nosotros preferimos denominar, en términos generales, tema, ya que tópico es un tipo de tema. También hay temas textuales e interpersonales (Halliday, 1985) En este punto nos concentramos en el tema interpersonal (función modalizadora del adverbio).

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asevera Stubbs (1987, 32) es la capacidad del hablante de salirse del sistema y comentarlo. Por ello la cláusula comentario apunta a la propia organización del texto. 3.4.2.1. Adverbios no omisibles relacionados con el modus El hablante por medio del adverbio de la cláusula comentario puede expresar gradación del discurso aseverativo (para reforzar la modalidad aseverativa o negativa o dubitativa o de probabilidad de ocurrencia del estado de cosas descripto por el enunciado). Son ejemplos de adverbios en -mente en esta función: seguramente, probablemente, posiblemente, difícilmente, usualmente, etc.; también algunos sinónimos de adverbios en -mente: quizás, acaso y sinónimos cognitivos (palabras morfemáticas u otras expresiones) como: tal vez, con seguridad, casi seguro que, sin duda, a lo mejor, etc. Kovacci (1980-81) y (1992) ha estudiado este grupo como adverbios relacionados con el modus, no omisibles, índices de actitud del hablante. Ellos “[...] conforman una escala semántica que gradúa la duda o la conjetura desde la aproximación a la certeza hasta la aproximación a la negación. Estos grados están marcados también por el modo verbal: seguramente, de polaridad positiva, se construye con indicativo, difícilmente, de polaridad negativa, rige subjuntivo o bien tiempos ‘irreales’ del indicativo (los futuros) y equivale a probablemente no; los demás adverbios aceptan indicativo y subjuntivo, graduando así la expresión hacia un polo o el otro de la escala. Si el adverbio es la única marca de actitud, su omisión puede cambiar la modalidad de la oración o bien puede acarrear su agramaticalidad” (Kovacci, 1992, 160).

Esta autora da el siguiente ejemplo para ilustrar cómo la ausencia de marca de actitud provoca agramaticalidad: Tal vez les inquiete mi conocimiento de la isla. (A. Bioy Casares, La invención de Morel, 37) * Les inquiete mi conocimiento de la isla.

Kovacci afirma que estos adverbios admiten la paráfrasis con ser y el adjetivo predicativo correspondiente al adverbio, más el dictum en forma de proposición sustantiva sujeto: Es posible que hubiera entrado en alguno de aquellos cines.

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En nuestro enfoque semántico-pragmático, la cláusula comentario y la cláusula comentada, organizadas como evento interactivo, permiten al hablante escoger estratégicamente entre varios grados de certeza, en algunos casos como vallas performativas (Brown y Levinson, 1978) que operan para evadir compromisos del hablante o suposiciones del oyente. Más aún, el hablante puede elegir otra estrategia: la paráfrasis impersonal con ser, con la cual pasa su argumentación a otro estrato: el de oración o frase y a otro plano: el de la impersonalidad. El hablante elude así responsabilidad personal por su enunciado, ya que no exhibe su actitud abiertamente ante lo que expresa, con lo cual puede ejercer control (Fowler, 1983) sobre el oyente. No da lo mismo decir: a) Juan se escapó del colegio,

a decir: b) Posiblemente, Juan se escapó del colegio

o a decir: c) Es posible que Juan se escapara del colegio.

En b al modalizar el enunciado mediante un operador adverbial, el hablante pone estratégicamente una valla a la fuerza ilocutoria de a y la cambia: va de una modalidad de certeza a una de duda. En c el hablante usa la estrategia de la impersonalización para indicar al oyente que no desea verse involucrado en el enunciado27, manteniendo la modalidad dubitativa (incluso mitigadora del dictum). Todo ello corrobora lo que afirman Brown y Levinson (1978, 286) acerca de la naturaleza no arbitraria del estilo expresivo: “In short, language usages are tied to strategies rather than directly to relationships, although relationships will be characterized by the continued use of certain strategies”. [En resumen: los usos del lenguaje están atados a estrategias más que a relaciones sociales, aunque las relaciones sociales estarán caracterizadas por el uso continuo de ciertas estrategias]. 3.4.2.2. Adverbios omisibles relacionados con el modus Dentro de la clase de adverbios relacionados con el modus, además de los de índice de actitud, que acabamos de ver, Kovacci (1992,161.), sitúa los adverbios

27

Estrategia apropiada al estilo de los contextos formales.

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omisibles (porque las oraciones con el adverbio implican la oración sin él). Al conjunto de los adverbios omisibles relacionados con el modus Kovacci los escinde, a su vez, en dos subconjuntos: el de especificadores del valor de verdad de la oración y el de adverbios orientados hacia el hablante o el oyente. 3.4.2.2.1. Especificadores del valor de verdad de la oración Ejemplos de especificadores del valor de verdad de la oración: verdaderamente, indudablemente, ciertamente, realmente, etc. Verdaderamente, María era una madre abnegada,

oración que implica: María era una madre abnegada,

y admite la paráfrasis en que el adverbio se corresponde con el predicativo: La verdad es que María era una madre abnegada.

A veces estos adverbios, como dice Kovacci, pueden alternar con sí como confirmatorios del hilo del discurso: –¿Es Carreras el que canta? –Sí / efectivamente / ciertamente.

Y junto con sí pueden contradecir enunciados negativos: –¿No te molestan los ruidos? –Sí, indudablemente (que) me molestan.

3.4.2.2.2. Ilocutivos o evaluadores de la enunciación Ejemplos de adverbios orientados hacia el hablante o el oyente son: francamente, sinceramente, honradamente, confidencialmente, categóricamente, claramente, lisa y llanamente, etc. Este grupo no admite la paráfrasis con ser más predicativo: Francamente, me molesta tu actitud. * Es franco que me moleste tu actitud.

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Se puede construir, en cambio, afirma Kovacci, una paráfrasis con un verbo que describa el acto mismo de decir: Digo francamente que me molesta tu actitud.

Kovacci (1992, T II, 163) afirma: “Estas características muestran que el adverbio es el modificador del componente ‘decir’ de la modalidad” y “Dado que estos adverbios se refieren al ‘decir’ del hablante, son independientes de la ‘actitud’ adoptada por aquél”. Por ello son compatibles con otras modalidades, además de la aseverativa; por ejemplo: Sinceramente, (ojalá) que tengas éxito. (desiderativa)

También son compatibles con la interrogación retórica: Honradamente

¿quién podría saberlo? (= nadie podría saberlo) ¿podía saberlo yo?) (= yo no podía saberlo)

Con la interrogación no retórica el adverbio varía en su orientación y se dirige al ‘decir’ del interlocutor en su respuesta: Francamente, ¿te gusta este cuadro?

Por nuestra parte, a todos los adverbios de este apartado, caracterizados por referirse al decir, los situamos en una subclase autónoma: la de los adverbios en función ilocutiva o evaluadora de la enunciación, que revelan la actitud del hablante u oyente ante la enunciación (cfr. cuadro de 3.4.) Coincidimos con el criterio de Moreno Cabrera (1991, T I, 360) respecto de los adverbios ilocutivos que especifican una condición del acto locutivo asociado a la oración; en (1991, T II, 395) afirma que los adverbios oracionales en uso ilocutivo como francamente afectan a las explicaturas28 de orden superior. En la misma postura coinciden Fuentes Rodríguez (1987) y Ducrot (1980). Kovacci comprueba que para cada adverbio de este grupo es inviable la paráfrasis con ser y que todos ellos son modificadores del componente decir de la modalidad e, inclusive, compatibles con otras modalidades. Recalquemos nosotros que hay independencia de la actitud del hablante relativa a lo enunciado, pero no la hay respecto del decir o acto de la enunciación, el

28 Explicatura o supuesto explícitamente comunicado en la Teoría de la Relevancia de Sperber y Wilson (1986).

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cual queda efectuado por el adverbio: Francamente, no me parece bien lo que haces;

el hablante dice con franqueza que no le parece bien... : la aserción queda así realizada por parte del hablante. En Sinceramente ¿te veré pronto?

el hablante expresa su deseo de que el oyente responda con sinceridad al contenido proposicional que le interroga; mediante el adverbio promueve esa actitud del oyente ante su propia futura enunciación; además el adverbio modaliza exhortativamente la enunciación del hablante. Los adverbios de este grupo generalmente ocurren en contextos de pedidos, críticas o exhortaciones; si bien están referidos al oyente, acompañan un dictum de modalidad interrogativa. 3.4.2.3. Adverbios relacionados con el dictum Kovacci estudia además los adverbios relacionados con el dictum, que forman dos subconjuntos: el de adverbios no omisibles o limitadores de ese dictum y el de adverbios omisibles valorativos. 3.4.2.3.1. No omisibles limitadores Ejemplos de adverbios no omisibles limitadores son: deportivamente, musicalmente, políticamente, filosóficamente, televisivamente, etc.; pueden conmutarse por expresiones equivalentes en la designación: Desde el punto de vista... Según el punto de vista... De acuerdo con el punto de vista... Desde una perspectiva...

Por ello son también conocidos como adverbios de punto de vista o subjuntos (Quirk et alii, 1985). Su ámbito es el dictum: deben ser interpretados como un comentario del hablante desde la perspectiva en que él considera válida la proposición. En palabras de Kovacci (1992, 158): “El adverbio señala un dominio nocional dentro del cual se interpreta el resto de la oración”.

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Por ejemplo: Teóricamente, es una idea bien concebida.

3.4.2.3.2. Omisibles valorativos Afirma Kovacci (1992, 159) que mediante ellos el hablante efectúa una valoración subjetiva del contenido del dictum. Ejemplos de tales adverbios son: lógicamente, felizmente, curiosamente, naturalmente, lamentablemente, etc. Lamentablemente, perdimos el avión.

Por la dicha función pragmática de expresar una evaluación subjetiva del hablante, estos adverbios generalmente aparecen en posición inicial. Como afirma Kovacci , empero, esos adverbios pueden omitirse, sin que cambie la significación del núcleo oracional. 3.4.2.4. Modalizadores de constituyente Todos los casos precedentes conciernen al dominio de la oración (ya se refieran a su dictum o a su modus). A continuación nos ocuparemos de otros casos en que los adverbios modalizan algún constituyente de la oración: – Graduadores de duda o conjetura. Por ejemplo: Abordó un tópico

seguramente probablemente

tratado por su maestro.

– Orientados hacia el hablante o el oyente. Por ejemplo: Este asunto es francamente desagradable.

– De punto de vista. Por ejemplo: Este producto ha sido dermatológicamente testeado.

3.4.3. Adverbio en -mente como conjunción El adverbio en -mente, a nivel de palabra morfemática como conjunción, puede asumir un valor textual e intervenir en la organización del mensaje. Como tal,

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puede indicar que la proposición que une es una secuencia de la materia discursiva, por ejemplo: inicialmente, primeramente, sucesivamente, finalmente, etc.. Además el adverbio subordinado en función conjuntiva puede indicar, respecto de una proposición previa, que la que sigue es: – Resultado o conclusión: Consecuentemente...

O – Precisión: Más precisamente...

3.4.4. Función sintáctica modificadora No todos los adverbios tienen la función privativa (Barrenechea, 1986, 21), es decir, sólo desempeñada por esta categoría, de ser modificador directo de adjetivo, de participio, de otro adverbio, de construcción exocéntrica equivalente (adjetiva o adverbial) e, inclusive, de sustantivos adyectos (cfr. cap. IV). En general esta función está reservada a los de cantidad y a los adverbios en -mente. Los adverbios en -mente pueden ejercer esta función privativa modificadora. Por ejemplo: ridículamente tacaño extremadamente arriesgado exactamente aquí totalmente en contra únicamente en lugares habilitados completamente asno

Pero les está vedado el ser modificadores de otro adverbio en -mente: * inútilmente tristemente29,

aunque no, de uno de otra clase:

29

ment.

A diferencia del francés que admite esta modificación; por ejemplo: drôlement lente-

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escrupulosamente bien.

El adverbio en -mente puede ir en aposición con otro adverbio, como: así, tranquilamente.

También puede recibir modificadores. Por ejemplo: muy tranquilamente. 3.5. Función semántica modificadora de la significación de una propiedad Las funciones sintácticas modificadora y circunstancial de un adverbio en -mente, quedan ambas incluidas; sin embargo, desde el punto de vista semántico, dentro de la función semántica modificadora de la significación de una propiedad. Precisamente en nuestro capítulo V trataremos del poder cuantificador de los adverbios en -mente cuando desempeñan esa función semántica modificadora, sea como graduadores (atenuadores o intensificadores), sea como pleonásticos, restrictivos, etc. 3.6. Restricciones para la adverbialización en -mente El presente tema ha sido estudiado, entre otros, por Moignet (1963), Meier (1973). Egea (1979), Varela Ortega (1992), García Page (1991), (1993), y Baralo Ottonello (1994). En principio el sufijo -mente se agrega a bases adjetivas, pero no todo adjetivo es capaz de desarrollar un adverbio en -mente. Señalamos las siguientes restricciones para la adjunción de -mente a la base adjetiva: – – – –

Adjetivos posesivos: * tuyamente. Adjetivos demostrativos: * aquellamente. Adjetivos indefinidos: * algunamente. Adjetivos numerales: * segundamente (primeramente ha perdido el carácter de numeral, es un ordenador discursivo). – Adjetivos relacionales, que denotan origen, pertenencia, o filiación: * francesamente30 * capitalistamente * pirenaicamente.

30

Cfr. Varela Ortega, 1982, 83.

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– Adjetivos relativos a la edad: viejo * viejamente joven *jovenmente. – Adjetivos calificativos que denotan color: rojo * rojamente o forma: cuadrado *cuadradamente. – Los adjetivos estativos: soltero * solteramente enfermo * enfermamente. – Adjetivos deverbales como lleno > * llenamente, sin embargo el sentido figurado lo asume pleno > plenamente. Los adjetivos calificativos que denotan dimensión como alto, bajo, ancho, largo, delgado, etc. dan un adverbio en -mente, pero sólo con sentido figurado o de intensificador, desprovistos de significación concreta. Por ejemplo, altamente es intensificador del grado porque proporciona un límite metafórico en: Estoy altamente satisfecho de su comportamiento;

• bajo hace bajamente que sólo retiene el aspecto psicológico: “cualidad de vil o despreciable”, • estrecho da estrechamente que retiene el sentido de “íntimamente”, etc. Dedicaremos el capítulo III a las restricciones que sufren los adjetivos deverbales en -ble, ya que ellas conciernen a nuestro estudio. 3.7. Síntesis Respecto del adverbio en -mente en particular, hemos expuesto las dos posturas acerca del status del morfema -mente: o bien como segundo miembro de un compuesto, o bien como un sufijo de derivación; dentro de ésta última, para Coseriu, -mente es un transpositor adverbial. Hemos conciliado ambas posturas en una perspectiva sincrética, diacrónica y sincrónica. También hemos visto la clasificación tradicional de los adverbios en -mente como adverbios de modo o manera, identificación favorecida por la abundante

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creación neológica, apta para la interpretación de modo. Y hemos señalado cómo los adverbios en -mente pertenecen no sólo al registro formal sino también al coloquial. Hemos mencionado las ya conocidas restricciones de formación que sufren los adverbios en -mente; sólo nos ocuparemos en el capítulo III de las que atañen a nuestro objeto de estudio. También hemos recordado los varios matices atribuidos a los adverbios de modo o manera: como propiedad sintáctica, como clase semántica, como correlato de un adjetivo. Hemos hecho una clasificación de los adverbios en -mente según el criterio categorial y los valores léxicos de cada grupo de adverbios y hemos señalado las limitaciones de ella. Asimismo hemos reseñado los tres tipos principales de funciones sintácticas de los adverbios en -mente: circunstancial, modalizadora y modificadora. En relación con la segunda, hemos analizado el estrato funcional de la cláusula comentario. Finalmente señalamos que la función semántica modificadora de la significación de una propiedad incluye las funciones sintácticas modificadora y circunstancial.

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CAPÍTULO II ADVERBIOS ADJETIVALES

1. Planteo del tema Los adverbios adjetivales del español, así nombrados por su homonimia con los respectivos adjetivos o por su carencia de morfema identificatorio, equivalen a los adverbios en -mente en algunos casos, pero no en otros. El objetivo del presente análisis es explicitar la razón de ello y dar cuenta de su función de cuantificación. Esta clase de adverbios ha sido comentada desde el punto de vista diatópico y diafásico por Kany (1969) y Vigara Tauste (1992); desde el punto de vista diacrónico por Pottier (1968), ha sido descripta por Alcina Franch y Blecua (1975 y 1983) y Martínez (1994a) y analizada por Luján (1980) y Bosque (1993), entre otros. En cuanto a los datos, nuestro corpus reúne los ejemplos citados en los estudios precedentes y los propios. Luján (op. cit. 152 y ss.) opone los adverbios adjetivales a los adjetivos adverbiales (predicativos adjetivos). Ambas formas aparecen en construcciones similares; las primeras, en ejemplos del tipo: Juan camina rápido Juana camina rápido

Las segundas, en ejemplos del tipo: El maestro llegó cansado La maestra llegó cansada

en que rápido es adverbio (invariable) mientras que cansado-a es adjetivo (variable). El conjunto de adverbios adjetivales es pequeño. Luján ofrece esta lista aproximada: alto - bajo - quedo - recio - divino - horrible - calmo - despacio - ligero - rápido - lento - claro - confuso - fuerte. En nuestra opinión habría que excluir calmo y despacio: el primero es siempre adjetivo y el segundo, si bien es adverbio, no es adjetival. Además agregamos estos otros: feo, fijo, delgado, fino, grueso, firme, infinito, suave, duro, flojo, parejo, apretado, limpio, sucio, largo, distinto, breve, igual, justo, primero, seguro, bárbaro, liviano, pesado, sano, chiquito, estupendo, tupido, sabroso, fatal, exacto, cierto, textual, perfecto, correcto, brillante, recto, raro, derecho, fácil, lindo, bonito, salteado, seguido,

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genial, fenómeno, caro, barato, torcido, magnífico, patente; y estas dos conjunciones de adverbios adjetivales: duro y parejo, y largo y tendido. Bosque (op. cit., 130-133) comenta que casi todas las gramáticas españolas mencionan este tipo de adverbios, pero ninguna se pregunta en qué se diferencia la sintaxis de estos adverbios de la de los correspondientes adverbios en -mente. Bosque separa los adverbios adjetivales en dos grupos, atendiendo a sus propiedades sintácticas. En un primer grupo incluye a los que no modifican al verbo como lo haría un adverbio, sino que juntos constituyen una unidad idiomática o complejo verbal que precisa léxicamente la significación del verbo, hecho que se evidencia cuando intentamos separar el adverbio (citamos sus ejemplos): Hay que pisar (firmemente / firme). Habrás pisado, pero no (firmemente / * firme). Cuando hayas de pisar, hazlo (firmemente / * firme).

En un segundo grupo, sitúa este autor a los que se acomodan mejor a la sintaxis de un adverbio: volar alto, trabajar duro: Volaban, pero no muy alto. Trabajaban, aunque no muy duro.

2. Propiedades sintácticas, semánticas y pragmáticas, y posible equivalencia con adverbios en -mente 2.1. Adverbios provenientes de adjetivos axiológicos y dimensionales Señalemos previamente que Kerbrat-Orecchioni (1986,110 y ss.), en su estudio acerca de la subjetividad del lenguaje, divide los adjetivos subjetivos evaluativos entre los que expresan juicios elogiosos o peyorativos, llamados axiológicos y los que no, llamados no axiológicos. Asimismo restringe la noción de Chabrol (1973) de modalizadores valorizantes a los procedimientos significantes que indican el grado de adhesión del sujeto hablante a contenidos enunciados. Nosotros preferimos denominar adjetivos dimensionales a los no axiológicos, porque expresan una dimensión material, como largo y corto, respecto de la longitud; alto y bajo, respecto de la altura; fino y grueso, respecto del espesor o del diámetro; rápido y lento, respecto de la velocidad de una acción o un movimiento; y fuerte y quedo, respecto de la intensidad de la voz; todos los cuales ofician también de adverbios; y como caliente y frío, respecto de la cantidad de calor, y abundante y escaso, respecto de la materia o sustancia referida; los cuales son sólo adjetivos.

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También entre los adjetivos evaluativos axiológicos, que expresan un juicio de valor positivo o negativo según la cosmovisión el hablante, los hay meramente adjetivos como bueno, esbelto y pretencioso; y los hay que ofician de adverbios, como limpio, sucio, divino y fatal. En cuanto a los adverbios a que dan lugar los adjetivos evaluativos de una u otra índole, empecemos por observar que derecho, hondo, justo y rápido, cuyos correspondientes adjetivos son dimensionales, tienen significado primitivo en: Fue derecho a su casa ¡Respire hondo y mantenga la respiración! Llegó justo cuando partía el tren Pesó justo una tonelada

y Luis trabaja rápido.

Los tres primeros adverbios, empero, tienen significado figurado en: Fui derecho al grano Cuando se fue respiré hondo

y El aumento vino justo.

Ir derecho con sentido figurado significa ir directamente, sin rodeos. En respirar hondo el adverbio especializa el sentido figurado del verbo respirar: animarse, cobrar aliento, aliviarse de un trabajo, una opresión o un agobio. Venir justo expresa el efecto positivo que algo causa. Rápido tiene sentido primitivo; salvo este adverbio y derecho, hondo y justo, cuando tienen sentido primitivo, los restantes adverbios correspondientes a adjetivos dimensionales siempre se usan en sentido figurado y, por consiguiente, toman un valor axiológico en el sintagma de que forman parte, por lo cual la dicotomía axiológico versus dimensional de los adjetivos evaluativos deja de tener sentido cuando éstos mudan su categoría por la de adverbio. En ésta lo fundamental es su función evaluativa, que transparenta la subjetividad del hablante, es decir, la ya mencionada función de modalizadores valorizantes, que nosotros extendemos a esta categoría de adverbios adjetivales. 2.2. Prevalencia del sentido figurado en los adverbios adjetivales Respecto del diferente funcionamiento de la lengua relativo a usos primitivos y figurados, Bosque (1982, 130 y ss.) sostiene que entre las unidades de la len-

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gua no literal o técnica libre del discurso se establecen relaciones de sinonimia o antonimia que forman parte del sistema lingüístico, pero que este tipo de sinonimia o antonimia no se da en la lengua literal. Dicho autor ejemplifica, entre otros, con los pares de adjetivos alto y elevado, y profundo y hondo que siempre son sinónimos en la lengua no literal, pero al pasar al plano figurado deshacen su sinonimia. Con respecto a los adverbios adjetivales, insistamos en que su categoría se vale sobre todo de los sentidos figurados y en este plano las relaciones de sinonimia o antonimia son idiosincrásicas. Así, por ejemplo: alto, recio y fuerte son sinónimos, por una parte, y también lo son bajo, suave y quedo, por la otra, cuando todos ellos modifican al verbo hablar, y obviamente cada uno de los tres primeros es antónimo del correspondiente, entre los tres últimos. Estas sinonimias y antonimias son exclusivas del lenguaje figurado. Por otra parte, limpio que, como adjetivo significa sin mancha o sin impurezas o sin polvo, trueca este significado por el de honrado o escrupuloso, cuando adquiere categoría de adverbio en jugar limpio. Análogamente su antónimo sucio, en jugar sucio, toma el significado figurado de tramposo, antónimo de honrado en este código figurado. Hemos reunido la siguiente nómina de adverbios adjetivales de base dimensional: alto, bajo, quedo, fuerte, ligero, rápido, lento, delgado, fino, grueso, hondo, pesado, liviano, justo, largo y la conjunción de adverbios largo y tendido. Para ambos términos de esta conjunción y para todos los precedentes adverbios existe el correspondiente adverbio en -mente. En la generalidad de los casos, tanto para el adverbio adjetival como para el adverbio en -mente, el significado figurado prevalece sobre el recto y, además, el significado del adverbio en -mente diverge del correspondiente al adverbio adjetival en cuanto depone la capacidad de expresar dimensión material. Por ejemplo alto, en rayar alto, confiere a rayar el significado de sobresalir o distinguirse en la acción; altamente, en altamente complacido, significa complacido en gran manera; largo, en durar largo, y largamente, en largamente esperado, tienen el sentido figurado de por mucho tiempo. Tanto el adverbio adjetival largo como el adverbio en -mente largamente conservan el matiz dimensional de longitud de su base adjetiva, aunque truecan la magnitud espacio por la magnitud tiempo1.

1

Precisamente Moignet (1963, 183) señala: “Il résulte des faits de langue que nous venons d’exposer que la condition de l’adverbialisation consiste dans l’aptitude sémantique de l’adjectif à transcender le plan spatial. Sont productifs d’adverbes les adjectifs qui peuvent, par sémantisme propre, s’appliquer à des procès, qui sont de l’ordre temporel; sont improductifs ceux qui, par sémantisme propre, sont confinés au plan de l’espace” [Resulta de los hechos de lengua que acabamos de exponer que la condición de adverbialización consiste en la apti-

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El sentido figurado de los adverbios adjetivales de base dimensional se alcanza precisamente por autorreferencia de dichos adverbios al sentido recto de dicha base dimensional. Por ejemplo: alto, en rayar, picar, pegar, apostar, hablar evoca metafóricamente la dimensión de altura. Asimismo hondo, en El orador caló hondo en ese tema,

significa que tal tema fue tratado con un rigor, una profundidad, con una versación muy grandes, de modo de satisfacer y aun de superar, las expectativas del hablante y del oyente. El adverbio adjetival hondo recala en su base adjetiva dimensional para alcanzar el sentido figurado que posee el sintagma caló hondo y comunica a este sintagma una dimensión real de la cuantía o exactitud del análisis, a través de una reminiscencia de su capacidad de dimensión material de la profundidad. Otro tanto cabe decir, si se sustituye el adverbio adjetival hondo por el adverbio en -mente hondamente en el mismo enunciado: El orador caló hondamente en ese tema

Hondo, en el primer ejemplo, y hondamente, en este último, conservan, así sea metafóricamente, la dimensión material de profundidad de su adjetivo base. Justamente, entre todas las dimensiones materiales, son las de la hondura y la de la velocidad las únicas transferibles del adjetivo dimensional al adverbio adjetival y al adverbio en -mente, y esto sólo cuando tales adverbios son modificadores de un verbo de movimiento o de proceso dinámico. Por ejemplo, no es el caso de hondamente, en habló hondamente emocionado y donde, por ende, la primitiva dimensión de profundidad del adjetivo se trueca en dimensión de cantidad de la emoción. Corolario: Los adjetivos de dimensión material de hondura y velocidad (hondo, rápido, lento) transfieren al adverbio adjetival y al adverbio en -mente su sentido primitivo de dimensión material, sólo cuando estos adverbios modifican a verbos de movimiento o de proceso dinámico y, en todo otro caso, toman sentido figurado. En cambio, los adjetivos de dirección, altura o precisión (derecho, alto, justo) transfieren al adverbio adjetival los dos sentidos: primitivo y figurado, éste último lo alcanzan por autorreferencia de dichos adverbios al sentido recto de la base dimensional. Por su parte, los correspondientes adverbios en -mente sólo

tud semántica del adjetivo para trascender el plano espacial. Son productivos de adverbios los adjetivos que pueden, por semantismo propio, aplicarse a procesos, que son del orden temporal; son improductivos aquellos que, por semantismo propio, están confinados al plano del espacio].

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conservan el sentido figurado y se convierten en adverbios graduadores de la propiedad con independencia de la posible índole dinámica de ella. Esto explica por qué el adverbio en -mente desarrollado a partir de un adjetivo de dimensión espacial cambia ésta por la dimensión temporal o se vuelve intensivo (cfr. respectivamente los casos ya expuestos de largamente y altamente). 2.3. Intensidad de los adverbios adjetivales como cuantificadores y como modalizadores valorizantes Es el momento de enunciar la tesis del presente capítulo: Los adverbios adjetivales comparten un rasgo común de intensidad que representa un elemento de subjetividad evaluativa del hablante y por el cual ejercen función de cuantificación sobre la propiedad en que inciden. Ese rasgo común compartido es, en gran parte de las ocurrencias, la mayor intensidad de la propiedad expresada por todo el sintagma frente a la expresada meramente por el núcleo y, en los casos restantes, es la menor intensidad de la propiedad del sintagma frente a la del núcleo. A este respecto, entendemos por intensidad de la propiedad modificada, el grado o presencia de ella que el adverbio indica, y que, por ende, puede ser mayor o menor que aquel con el que de ordinario se manifiesta, sin la intervención del adverbio2. Como la atribución de una intensidad mayor o menor a una acción comporta un juicio de valor por parte del hablante, tales adverbios cumplen, a nuestro criterio, la función pragmática de modalizadores valorizantes, pues transparentan la subjetividad del hablante como evaluativos axiológicos en actos de habla preponderantemente asertivos. Resumiendo lo hasta aquí reseñado, diremos que adjetivo y adverbio adjetival son categorías diferentes con significados categoriales diferentes, a pesar de su homonimia. Además presentan significados léxicos diferentes, los adjetivos pueden tener significados primitivos o figurados, para los adverbios adjetivales prevalecen los figurados en función de su finalidad pragmática de ser modalizadores valorizantes, y por la vía de sentido figurado, pueden llegar a formar unidades de discurso repetido. Egea (1979, 176), al estudiar los adverbios de intensidad terminados en -mente, modificadores de verbos, sostiene que cualquier verbo de acción es intensificable.

2

Especialmente en el capítulo V veremos, en cambio, que la intensificación del grado de la propiedad modificada por el adverbio en -mente siempre es un aumento de la intensidad, conferido por el adverbio.

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En nuestro caso, la gran mayoría de los verbos asociados a adverbios adjetivales son verbos de acción o de proceso. Por lo general, unos y otros contienen el rasgo [+ grado] en su matriz semántica. Ello determina que el adverbio adjetival otorgue al verbo redundancia semántica. Tendremos ocasión de comprobarlo al aplicar a estos adverbios la teoría de las “Solidaridades Léxicas” de Coseriu (1981), quien sostiene (pág.151) que se trata de “fenómenos sintagmáticos condicionados paradigmáticamente; se fundan en el hecho de que una unidad en un nivel cualquiera de un paradigma funciona en otro paradigma como rasgo distintivo”. La clase de los adverbios adjetivales, única en cuanto todos ellos comparten un rasgo común de intensidad, admite una subdivisión en los siguientes cuatro grupos, según sus diferentes posibilidades colocativas con el verbo, es decir, conforme a la determinación del verbo (lexema determinado) por el rasgo de intensidad que tales adverbios expresan: 1. El adverbio es el lexema determinante que funciona como rasgo distintivo del verbo con el que se combina. 2. El adverbio está contenido como rasgo complementario del verbo con el que se combina, y tiene valor de intensificador en un paradigma binario de opuestos, uno de cuyos términos actualiza con exclusión del otro. 3. El adverbio está implicado como rasgo complementario del verbo y, respecto del significado de éste, funciona como intensificador marcado. 4. El adverbio no denota grado. 2.4. Primer grupo hilar delgado / fino pisar firme caer bajo calar hondo

Como podemos observar, está constituido por “frases hechas” o “discurso repetido” (Coseriu, 1981, 113-118). Ello se explica porque el rasgo semántico desarrollado a partir del verbo, funciona como forma de intensidad que completa la significación del verbo, al tiempo que la cuantifica restringiéndola y otorgándole valor metafórico. Dicho valor resulta apropiado para calificar al sujeto del enunciado. Las perífrasis léxicas o unidades léxicas cuasiaspectuales que integran este primer grupo no admiten dislocación. Así, en hilar delgado, o hilar fino (discurrir con sutileza o proceder con sumo cuidado)3, hilar posee el rasgo 3 Las variantes delgado y fino presentan el mismo grado de intensidad y las mismas relaciones tautológicas.

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delgado: significa reducir a hilo alguna fibra, y el hilo es una hebra larga y delgada. En calar hondo (penetrar las intenciones de alguien, penetrar en el meollo de una cuestión), calar (atravesar o penetrar) tiene el rasgo hondo, pues cuando se atraviesa algo, se lo hace de lado a lado y cuando se penetra alguna cosa se entra hondo en ella. A tal punto constituyen perífrasis léxicas, que admiten ser modificadas como unidades por adverbios en -mente: Juan cayó bajo rápidamente al dejarse corromper.

Otro aspecto por destacar es que estas perífrasis léxicas con adverbio adjetival intensificador no constituyen redundancia al contrario de lo que ocurriría con otros verbos como: descollar (* alto) plantarse (* firme)

que ya éstos contienen directa y explícitamente esas determinaciones en su matriz semántica como rasgo distintivo: descollar significa sobresalir, ser más alto que lo que está alrededor; y plantarse, ponerse de pie firme ocupando un lugar o un sitio. Los casos de este primer grupo son unidades que guardan entre sí una relación de solidaridad unilateral (Coseriu, ib., 152) en que “el contenido del lexema determinante está contenido como rasgo distintivo en el lexema determinado”: es una determinación interna. Volvemos al ejemplo de Bosque (cfr. 2.1.) para tratar la sintaxis y la semántica de este grupo y su relación con los adverbios en -mente. Hay que pisar (firmemente / firme).

En este ejemplo son equivalentes, pero como adverbios enfatizadores de la propiedad, pues firme ha perdido el rasgo de intensidad para significar un modo de pisar enfático. Por otra parte, en esta expresión no hay sujeto agente al que pueda referir la unidad léxica de verbo y adverbio. En cambio en: Juan pisa (firmemente / firme), los adverbios no son equivalentes. En Juan pisa firmemente el alcance del adverbio llega hasta el verbo como un modo de pisar enfático que tiene incidencia en la extensión de la propiedad modificada; en Juan pisa firme hay una calificación conjunta de la unidad verbo-adverbio en el sujeto agente; tiene el sentido de resaltar lo permanente de un rasgo de la personalidad de Juan e incide en la intensión de la propiedad.

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Por el contrario, en Juan pisa muy firme, se expresa intensificación de una circunstancia tácitamente concebida como transitoria: la gradación de la intensidad cifrada en el adverbio muy supone una consiguiente degradación en la permanencia de esa propiedad expresada por pisa firme como unidad. Si se quisiere expresar la mucha firmeza en el pisar de Juan como condición habitual de su personalidad, se aplicaría el adverbio siempre: Juan pisa siempre muy firme. En Juan pisa firme el adverbio siempre queda sobreentendido por parte del hablante y oyente. Concluimos que para este primer grupo el matiz diferencial entre el uso del adverbio adjetival y el posible adverbio en -mente es que este último refleja una circunstancia de modo, en tanto que aquél señala una propiedad del agente que excede o trasciende esa circunstancia y ello se explica por la naturaleza calificativa de la idea verbal de verbo y adverbio como unidad idiomática. Con respecto a: Habrá pisado, pero no (firmemente / * firme),

se entiende que, desgajada la unidad de la frase sólo es gramatical el adverbio firmemente porque lo que se quiere expresar, es precisamente la manera enfática de pisar. Sin embargo en lenguaje-eco, como en el diálogo de este ejemplo: –Juan ha pisado firme en su empresa –Habrá pisado, pero no firme,

la construcción es perfectamente gramatical porque se hace un empleo anafórico del discurso repetido pisar firme con el propósito de refutar cordialmente la aseveración que antecede. En construcciones imperativas del tipo: Cuando hayas de pisar, hazlo, (firmemente / firme),

se evidencia cómo el adverbio de modo añade este rasgo al verbo pisar confiriéndole el carácter de foco contrastivo. 2.5. Segundo grupo Escogemos algunos ejemplos representativos:

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Capítulo II

jugar volar pegar tirar

limpio-sucio

alto-bajo

hablar

alto-bajo recio-suave fuerte-quedo pausado-rápido

cantar

divino-horrible

comer

ligero-lento pesado-liviano salteado-seguido

trabajar pasar andar comprar vender

rápido-lento

caro-barato

Este grupo presenta solidaridades multilaterales (Coseriu, ib., 152) porque los verbos determinados por la clase de los intensificadores que constituyen paradigmas binarios de opuestos se oponen a otros verbos por el rasgo distintivo del clasema “intensidad entre opuestos” como rasgo complementario. Se trata de una determinación externa que se añade al contenido entero del lexema determinado y se establece una afinidad. Estas solidaridades constituyen paradigmas: limpio-sucio dicho para juego, lento-rápido dicho para trabajo/actividad, divino-horrible dicho para canto/actuación, etc.

Los lexemas determinantes limpio-sucio que determinan al verbo jugar no pueden sustituirse, por ejemplo, por los lexemas del paradigma alto-bajo, que determinan a los verbos volar, pegar o hablar. Como en este último ejemplo, varios de estos paradigmas binarios de opuestos convienen a diferentes verbos. El archilexema común a todos los campos binarios de lexemas determinantes es la oposición extrema en la calidad del resultado del proceso descripto por el

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Adverbios adjetivales

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verbo determinado. Dicho archilexema funciona como rasgo distintivo en cada verbo determinado, por lo cual la mencionada afinidad se muestra como caso particular de una selección (Coseriu, ib., 154). Este segundo grupo concierne al dominio propio de los verbos intransitivos y, en cada caso, el adverbio es un término resultativo que caracteriza al objeto interno implicado por el verbo al mismo tiempo que le atribuye un extremo de intensidad entre dos opuestos. El pertinente adverbio en -mente, por lo contrario, sólo describe el modo o la circunstancia en que se cumple la acción o actividad indicada por el verbo. El adverbio adjetival caracteriza el resultado del proceso. Asimismo queda indirectamente calificada la índole física o moral del ser animado-sujeto. La sintaxis de los adverbios adjetivales de este segundo grupo es la normal de un adverbio modificador de verbo, porque tales adverbios, a diferencia de los del primer grupo, no constituyen complejos verbales léxicos con sus correspondientes verbos. Ellos equivalen a los adverbios en -mente; excepto alto y bajo, casos en que los adverbios adjetivales se usan ora para una dimensión física ora para una función intensificadora-metafórica y no hay registro de uso de sus formas en -mente4. 2.6. Tercer grupo En el corpus tenemos los siguientes ejemplos: hablar claro ver claro equivocarse feo respirar hondo trabajar duro trabajar duro y parejo5 mirar fijo venir ir

4

derecho

Para las restricciones léxico-semánticas en la productividad de adverbios en -mente cfr. Baralo Ottonello, M. (1994), Moignet (1963) y Egea (1979). 5 Cuando dos adverbios adjetivales se enlazan mediante una conjunción, como en largo y tendido o duro y parejo, ambos adverbios adjetivales permanecen invariables, a diferencia de la conjunción de adverbios en -mente, en que el primero de ellos se abrevia: pura y exclusivamente.

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Capítulo II

soplar (se) toser comer

fuerte

hablar largo y tendido venir justo disfrutar manejar atender actuar

bárbaro

comer sano discutir chiquito ganar terminar limpiar

fácil

sonar raro bailar flojo / suelto alegrarse infinito rayar alto

Este tercer grupo también presenta, al igual que el segundo, solidaridad multilateral (determinación externa) y afinidad entre verbo y adverbio. El clasema es intensificación marcada como realce. En este tercer grupo, podemos considerar un paradigma constituido por el uso del verbo como verbo libre (grado neutro) y el correspondiente uso marcado por el adverbio adjetival (grado intensificador). La sintaxis de estos adverbios es la usual de modificadores de verbos. Aunque acaezcan casos de discurso repetido, como rayar alto, alegrarse infinito, trabajar duro y parejo, hablar largo y tendido o sonar raro, estas lexicalizaciones no se incluyen en el primer grupo porque la solidaridad es multilateral, es decir, la determinación del verbo por la clase del lexema determinante (adverbio adjetival) es externa o añadida al contenido ya dado del verbo o lexema determinado. Ilustramos con un ejemplo de este tercer grupo, la posición del adverbio adjetival, el cual aparece inmediatamente pospuesto al verbo, posición que también puede ocupar el adverbio en -mente:

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Juan habló claro Juan habló claramente

El adverbio en -mente, sin embargo, tiene mayor libertad de colocación: puede intercalarse algún complemento entre el verbo y el adverbio, como en el ejemplo de García Page (1993, 316): Juan habló de su extraña relación claramente * claro,

posición que no admite el adverbio adjetival, como lo señala ese autor. Nosotros agregamos que, cuando el verbo se elide, sólo puede ir el adverbio en -mente: Pedro habla rápido, Juan, lentamente.

2.7. Cuarto grupo Es el caso excepcional de los adverbios primero e igual en usos como: Llegó primero, Me da igual, Vino igual, que escapan a nuestro propósito de análisis. 3. Adverbios adjetivales como adverbios oracionales asertivos Finalmente los adverbios adjetivales pueden funcionar como adverbios oracionales asertivos. Así: justo, seguro, bárbaro, estupendo, exacto, cierto, perfecto, correcto, macanudo, genial, magnífico. Aparecen como respuestas elípticas de asentimiento o de adhesión, incluso entusiasta, de lo expresado por el interlocutor, y se corresponden con los respectivos adverbios en -mente excepto: genial, estupendo y magnífico, cuyos adverbios en -mente no son los usuales y convencionales para estos actos de habla. 4. Conclusiones De los cuatro grupos de adverbios adjetivales presentados, los tres primeros participan del rasgo intensidad que los habilita para la función de cuantificación. La intensificación que producen estos adverbios se cifra en la repetición semántica de un rasgo ya presente en el verbo; o en una atribución complementaria; caso éste en que va acompañado de rasgos semánticos de modo o manera y es equivalente al pertinente adverbio en -mente.

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Capítulo II

La intensificación es tautológica en los adverbios del primer grupo; y marca un rasgo de intensidad en el resultado del proceso, en los del segundo y tercer grupos. Todos los adverbios adjetivales de los tres grupos estudiados denotan de modo directo o indirecto un elemento de subjetividad evaluativa del hablante, por lo cual cumplen con la función de modalizadores valorizantes. El adverbio adjetival manifiesta de modo intensivo las propiedades de la acción o proceso expresados por el verbo. Ello da lugar a juicios de valor sobre el sujeto de la proposición o sobre el resultado de la acción o proceso, pues los adverbios adjetivales capaces de calificar agentes se aplican también a las acciones resultantes. Por último, un 20% de adverbios adjetivales provenientes de adjetivos dimensionales pueden evocar metafóricamente dimensiones espaciales por autorreferencia al sentido recto de la base, aptitud de que carecen los respectivos adverbios en -mente.

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CAPÍTULO III RESTRICCIONES LÉXICAS Y CAPACIDAD DE INTENSIFICACIÓN DE LOS ADVERBIOS EN -MENTE CON BASE ADJETIVA DE SUFIJO -BLE

1. Comportamiento del sufijo -ble y posibilidades del adjetivo y adverbio derivados frente a la norma lingüística Es posible adjuntar el sufijo -mente a adjetivos derivados verbales cuya adjetivación se ha realizado por medio del sufijo de derivación afectadora -ble. Esta denominación es empleada por Moreno Cabrera (1994, T II, 451) para indicar que este sufijo, cuyo significado general se puede parafrasear como capaz de ser +, que puede ser +, que merece ser + participio pasivo, expresa la posibilidad de que algo sea sometido a la acción o proceso que denota el correspondiente verbo; por ejemplo: coleccionar → coleccionable. Obviamente este procedimiento concierne al sistema de la lengua, no a su norma: no hay registros castellanos de * trabajable ni * enviable1. El sufijo -ble aparece frecuentemente con bases verbales transitivas que conllevan el argumento de tema, el cual, al formarse el adjetivo, ocupa la posición sintáctica de sujeto, por ejemplo: Estos fascículos son coleccionables.

Casi siempre ese sufijo contrae una relación pasiva con su tema: coleccionable “que puede ser coleccionado”. Algunas pocas veces tiene una relación activa: durable “que dura”, en otras ocasiones una significación ora activa, ora pasiva: insensible: “que carece de sensibilidad”; “que no puede ser sentido”, y en otras una media: incansable “que no se cansa”. Tal sufijo presenta, además, una gran productividad, tanto en formaciones adjetivas lexicalizadas, como en construcciones ad hoc. Sin embargo, la base adjetiva a que da lugar no es en igual medida apta para derivar adverbios en -mente. Algunas de estas construcciones ad hoc se originan en los sustantivos

1 La norma y el sistema corresponden al plano de la técnica virtual de la lengua funcional (la técnica realizada es el habla). El sistema, al contener las oposiciones distintivas, abarca, como técnica virtual abierta, todo aquello que sería posible en una lengua aunque no se encuentre realizado en la norma. Ésta, en cambio, sólo contiene aquello que es realización tradicional efectiva (Coseriu, 1986, 316 y ss.).

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Capítulo III

adyectos tratados en 2.7., cap.IV, como por ejemplo, papable, presidenciable, casos que no presentan el adverbio en -mente. El conjunto de adjetivos en -ble y adverbios en -mente de ellos derivados configuran alguno de los siguientes casos, según exista: a) La pareja de adjetivos contrarios y la pertinente pareja de adverbios; por ejemplo: favorable / desfavorable → favorablemente / desfavorablemente.

b) La pareja de adjetivos contrarios y sólo el adverbio correspondiente al polo concebido como positivo; por ejemplo: razonable / irrazonable → razonablemente.

c) La pareja de adjetivos contrarios y sólo el adverbio correspondiente al polo concebido como negativo; por ejemplo: alterable / inalterable → inalterablemente.

d) Sólo el adjetivo base positivo y el correspondiente adverbio; por ejemplo: amable → amablemente.

e) Sólo el adjetivo base negativo y el correspondiente adverbio; por ejemplo: incansable → incansablemente.

f) La pareja de adjetivos, sin ninguno de los adverbios, por ejemplo: viable / inviable → Ø.

g) Sólo el adjetivo base positivo y no el correspondiente adverbio; por ejemplo: alabable → Ø.

h) Sólo el adjetivo base negativo y no su adverbio; por ejemplo: inestancable → Ø.

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No nos ocuparemos de los casos f), g) y h) por la inexistencia en ellos de adverbio en -mente. Estos casos, así como los anteriores, excepto el caso a), están comprendidos en el tema general de las lagunas lingüísticas correspondientes al dominio lexical, algunas accidentales y otras condicionadas (Geckeler, 1974). Como afirma Coseriu (1981, 127) “no cabe asombrarse si, en ciertos desarrollos y en ciertas derivaciones, ‘se salta’, por así decir, un grado, es decir que un término existente implica un término ‘inexistente’”; es el caso de incansable, que da incansablemente y que supone * cansable y de implacable que da implacablemente y que supone * placable existente en latín (placabilis), pero no en nuestra lengua, posibilidades del sistema no creadas por la norma.

2. Restricciones léxicas Las restricciones léxicas, objeto de este estudio, que en la lengua estándar sufren los adjetivos deverbales en -ble para combinarse con el sufijo -mente, son un caso particular de las que afectan a los adjetivos deverbales en general. Egea (1979) las ha tratado a propósito de adjetivos deverbales prefijados negativamente. Este autor (ib., 131) sostiene que la derivación adverbial negativa o privativa por medio de los prefijos a-, des-, in- (con sus variantes i-, im-) se fundamenta en el hecho de que estos prefijos se consideran intensificables de por sí y que el adverbio creado por la prefijación es semánticamente apropiado. Agrega (ib., 138) que la forma negativa antónima tiende a adverbializarse más fácilmente que la positiva, sobre todo cuando el adjetivo base termina en -ble, con pocas excepciones como probablemente o sensiblemente. Por nuestra parte, observamos que los adjetivos deverbales de sufijo -ble no admiten el prefijo privativo de origen griego a-; en cuanto al prefijo in- y sus variantes, sólo manifiestan aquí valor negativo, no privativo. Advertimos también que ninguno de los prefijos a-, des-, in-, es intensificable y ni siquiera intensificador. Oportunamente expondremos nuestro criterio acerca de la intensificación que ocurre por el uso del adverbio en -mente con base adjetiva de sufijo -ble. No caben dudas acerca del valor semántico del adverbio obtenido por este procedimiento, propio del sistema de la lengua, pero es obvio que la creación de tal adverbio no proviene del proceso de prefijación sino del de sufijación: es a la base adjetiva de sufijo -ble, ya prefijada, a la que se añade el sufijo -mente; se trata de un término desarrollado, producto, a su vez, de un desarrollo y una modificación (Coseriu, 1981, 179 y ss.). Precisamente, de acuerdo con Coseriu, la modificación (prefijación en nuestro caso) no implica una función específica del término primario modificado, a diferencia del desarrollo, que implica un cambio de categoría verbal: el adjetivo se hace adverbio.

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Capítulo III

Cfr. también Varela Ortega (1992, 55) para la noción de palabra existente y el análisis de palabras complejas. Contrariamente a lo afirmado por Egea, no parece que el corpus de adverbios en -mente de base adjetiva terminada en -ble muestre preferencia por los de prefijo negativo: ellos representan sólo una leve mayoría del repertorio (51% del corpus expuesto en 3.4.). 3. Gradualidad de los adjetivos deverbales en -ble Los adjetivos deverbales en -ble, generen o no adverbios en -mente, reconocen una natural gradualidad, esto es, la posibilidad de expresarse por grados, ya que el significado capaz de, indicado por el sufijo adjetivador, es susceptible de fluctuar desde la mucha capacidad hasta la capacidad nula; esta última se presenta cuando el adjetivo aparece prefijado negativamente (cfr. infra 5.3.). 3.1. Graduabilidad de un adverbio Estriba en la posibilidad de que la modalidad que expresa sea aumentada o disminuida mediante algún adverbio cuantificador, como nada, poco, bastante, muy, demasiado. 3.2. Capacidad de graduación de un adverbio Consiste en la posibilidad que aquél tiene de indicar el grado o el quantum con que la propiedad modificada se manifiesta. 3.3. Ejemplificación Para ilustrar la graduabilidad (3.1.) y la capacidad de graduación (3.2.) de un adverbio tomemos el caso de razonablemente que, como adverbio graduable, significa “conforme a la razón” y expresa el modo, pero no el grado, de la propiedad en que incide; por ejemplo: Una ley razonablemente inspirada.

Como adverbio graduador o de grado de la propiedad que modifica, razonablemente significa, empero, “más que medianamente” y, por ende, expresa no

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sólo el modo sino también el grado en que se presenta la propiedad modificada; por ejemplo: Dictó una conferencia razonablemente documentada.

No obstante, la primera acepción de razonablemente: “conforme a la razón” también puede expresar simultáneamente modo y grado de la propiedad modificada, si dicho adverbio, a su vez, está graduado, como en Una ley muy razonablemente inspirada.

Aquí, en efecto, la cuantificación del modo razonable, que el adverbio atribuye a la inspiración con que se ha sancionado la ley, brinda, por añadidura, una información acerca del grado que dicha inspiración ha alcanzado: ésta queda aumentada por el incremento que recibe aquel modo. A fortiori, la segunda acepción de razonablemente: “más que medianamente”, esto es, la faz de graduador de este adverbio, se ve incrementada, si él mismo recibe graduación, como en Dictó una conferencia muy razonablemente documentada.

Hay adverbios incapaces de recibir graduación como, por ejemplo: irremediablemente.

3.4. Sinopsis Recordemos estos usos del adverbio razonablemente en una u otra acepción y función: • Como adverbio graduable no graduado, que expresa modo pero no grado: Una ley razonablemente inspirada.

• Como adverbio graduable graduado, que expresa a la vez modo y grado: Una ley muy razonablemente inspirada.

• Como adverbio graduador no graduado, que expresa preponderantemente grado: Dictó una conferencia razonablemente documentada.

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Capítulo III

• Como adverbio graduador graduado, que expresa grado con intensidad: Dictó una conferencia muy razonablemente documentada.

3.5. Norma de expectación de incremento de la capacidad de graduación de un adverbio por graduación de éste La capacidad de un adverbio de graduar la propiedad a que se refiere se incrementa a fortiori si dicho adverbio, a su vez, está graduado.

3.6. Norma de expectación de capacidad de graduación de un adverbio modal Un adverbio que expresa meramente modo, pero no grado de la propiedad modificada, pasa automáticamente a graduarla, si él mismo recibe graduación. Por ejemplo: desagradablemente altivo vs muy desagradablemente altivo.

En la primera frase se indica un modo de la altivez, en cambio la altivez de la segunda, presenta un grado mayor de la altivez que el de la primera.

4. Corpus Lo extraemos del DRAE (1992), del Diccionario Inverso (1987) y del Diccionario de Uso del Español (1987), y dentro de este repertorio recogemos las unidades de uso efectivo en la lengua común. Desechamos por tanto unidades como: irrefragablemente, o espantablemente. Tenemos en cuenta la estructura y no la arquitectura de la lengua, es decir, nuestro punto de vista atañe a las relaciones entre los términos de una lengua funcional o sistema homogéneo: la lengua común; dejamos de lado, por tanto, el conjunto de dialectos, niveles y estilos de lengua que constituyen la lengua histórica (Coseriu, 1981, 118-123). Dividimos en tres grupos nuestro corpus de adverbios en -mente de base adjetiva terminada en -ble, según los criterios a) al e) enunciados en 3.1. El primer grupo corresponde al criterio a); el segundo, a los criterios b) y d) y el tercero, a los criterios c) y e).

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1.er grupo (criterio a) a1): agradablemente desagradablemente apaciblemente desapaciblemente creíblemente increíblemente explicablemente inexplicablemente favorablemente desfavorablemente perceptiblemente imperceptiblemente probablemente improbablemente a2): sensiblemente insensiblemente visiblemente invisiblemente a3): afablemente inefablemente a4): posiblemente imposiblemente revocablemente irrevocablemente variablemente invariablemente

2.o grupo (criterios b y d) b): inteligiblemente noblemente palpablemente razonablemente responsablemente tolerablemente d): abominablemente aborreciblemente admirablemente amablemente confortablemente considerablemente deleitablemente deplorablemente detestablemente entrañablemente establemente honorablemente horriblemente lamentablemente laudablemente loablemente miserablemente notablemente ostensiblemente pasablemente perdurablemente plausiblemente preferiblemente recomendablemente risiblemente saludablemente terriblemente venerablemente

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3.er grupo (criterios c y e) c): incomparablemente indeciblemente innumerablemente imponderablemente impasiblemente imperceptiblemente imperdonablemente imperturbablemente inaccesiblemente inalterablemente incomprensiblemente inconsolablemente incontrastablemente incorregiblemente indefectiblemente indeleblemente indisolublemente indispensablemente indisputablemente indivisiblemente indubitablemente indudablemente ineludiblemente inevitablemente inexcusablemente inexorablemente infaliblemente inflexiblemente inmejorablemente innegablemente insaciablemente inseparablemente insufriblemente invenciblemente inviolablemente irreductiblemente irremediablemente irremisiblemente irreparablemente irresistiblemente e): implacablemente incansablemente infatigablemente

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Capítulo III

5. Análisis 5.1. Primer grupo: subgrupos a1, a2, a3 y a4 Consta de los subgrupos a1, a2, a3 y a4 que pasamos a describir. Subgrupo a1) Está constituido por parejas de adverbios antónimos graduables provenientes de adjetivos antónimos graduables. Ante todo, respecto del concepto de antonimia, referiremos a los siguientes autores: Lyons (1980, 254 y ss.); Moreno Cabrera (1994, T II, 281 y ss.) y Gutiérrez Ordóñez (1992, 131-133). Lyons sostiene que el término técnico corriente para la oposición significativa entre lexemas es el de antonimia, que la oposición binaria es uno de los principios más importantes que gobiernan la estructura de las lenguas, como un reflejo lingüístico de la tendencia humana universal a categorizar la experiencia por medio de contrastes binarios. Los opuestos léxicos presentan una distinción entre opuestos graduables, y no graduables o complementarios. Para éstos últimos la predicación de cada uno de ellos implica a la negación del otro: por ejemplo, X está vivo implica a X no está muerto y X está muerto implica a X no está vivo. Por lo contrario, para los graduables, como, por ejemplo: caliente, frío, la predicación del uno implica a la negación del otro: X está caliente implica a X no está frío y X está frío implica a X no está caliente; pero la negación del uno no suele implicar la afirmación del otro: X no está caliente no implica necesariamente que X está frío, ni X no está frío permite deducir que X está caliente (pues, en ambos casos, X puede estar tibio). Como observa Moreno Cabrera, siguiendo a Cruse, los pares de opuestos no graduables o complementarios presentan una división exhaustiva de su dominio conceptual. Sin embargo estos autores no los consideran antónimos, noción que restringen a los pares de opuestos graduables. Al respecto hemos optado por el criterio de Lyons y Gutiérrez Ordóñez, distinguiendo dentro de los antónimos los graduables y los complementarios. En parejas de adjetivos tales como favorable / desfavorable o probable / improbable, tanto el polo positivo como el negativo presentan gradualidad y conforman campos antonímicos de posiciones simétricas: muy improbable, improbable, nada probable, poco probable, probable, muy probable, probabilísimo; y muy desfavorable, desfavorable, nada favorable, poco favorable, favorable, muy favorable, favorabilísimo. Los correspondientes adverbios en -mente también conforman campos antonímicos de posiciones simétricas más restringidos: muy improbablemente,

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improbablemente, probablemente, muy probablemente; muy desfavorablemente, desfavorablemente, poco favorablemente, favorablemente, muy favorablemente. En el subgrupo a1 la función del adverbio correspondiente al adjetivo deverbal prefijado con in-, en cuanto a comunicar modo u otorgar grado a la propiedad sobre la cual incide, depende del contexto; por ejemplo, en Una ironía imperceptiblemente deslizada,

el adverbio no gradúa ni cuantifica el “deslizarse” de la ironía: sólo da un modo de éste. En Un postre imperceptiblemente condimentado con canela,

el adverbio cuantifica la condimentación, es decir, la cualidad expresada por el participio: no expresa un modo de ella, sino un grado, el más exiguo. En este mismo subgrupo a1 muchas parejas constan de un polo negativo con prefijo des-, que tiene el mismo valor negativo de in-, pero no otorga al correspondiente adverbio en -mente la potestad de intensificar la cualidad que modifica; valga el ejemplo comentado en 3.6. Subgrupo a2) Está constituido por estas dos parejas de adverbios provenientes de parejas de adjetivos antónimos graduables: sensiblemente / insensiblemente y visiblemente / invisiblemente. En ciertos contextos dichos adverbios conservan acepciones de su base adjetiva que los hacen funcionar como antónimos graduables; en otros contextos, en cambio, retienen acepciones de su base adjetiva que los hacen funcionar como anantónimos (esto es, como no antónimos) graduables, dando, sin embargo, una falsa impresión de antonimia. Los adjetivos sensible e insensible han fraguado su antonimia en su etimología latina respecto del verbo sentire, mientras que los pertinentes adverbios en -mente sólo preservan dicha antonimia cuando sensiblemente significa “con dolor, pesar o pena” e insensiblemente significa “de manera insensible”. En Un proceso sensiblemente lento,

respecto de Un proceso lento,

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Capítulo III

hay un incremento en el grado de la cualidad expresada por el adjetivo; esto es, un incremento de la lentitud, debido al adverbio, el cual, a la vez, comunica su modo a dicha lentitud: “una lentitud fácilmente apreciable”. Ese incremento en la cualidad del adjetivo incide naturalmente sobre el ente proceso al que se aplica todo el sintagma sensiblemente lento; de suerte que hay que atribuir al adverbio, además de la modificación del adjetivo en modo y en grado, esa retroacción sobre proceso que dicha modificación provoca. En Sensiblemente perturbado por la noticia,

frente a Perturbado por la noticia,

y en Progresa sensiblemente,

frente a Progresa,

el adverbio comunica un modo y otorga un grado al participio y al verbo sobre los cuales incide. En Insensiblemente comenzó a actuar insensiblemente con él,

la primera ocurrencia de insensiblemente significa “gradual y lentamente” o “imperceptiblemente”, y la segunda ocurrencia significa “de manera insensible”, es decir “sin sentir dolor, pesar o pena”. Por consiguiente, el primer uso es anantónimo de sensiblemente, en ambas acepciones fundamentales de este último, a saber: “de manera fácilmente apreciable” o “con dolor, pesar o pena”; y el segundo uso de insensiblemente es antónimo de sensiblemente en la segunda acepción que acabamos de consignar para éste. En una y otra ocurrencia sólo comunica modo y no grado al verbo sobre el que incide, comenzó o actuar. Con el mismo significado antónimo de sensiblemente que acabamos de referir, en Insensiblemente frío ante el anuncio,

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por contraposición a Frío ante el anuncio,

insensiblemente comunica un modo y otorga un grado al adjetivo frío. Caso análogo al de sensiblemente e insensiblemente es de la pareja visiblemente e invisiblemente, provenientes de los adjetivos visible e invisible, antónimos en latín y solo antónimos en castellano en cuanto visible tiene la acepción “que se puede ver”, pero anantónimos, en los casos en que visible tiene la acepción de “tan cierto y evidente que no admite duda”. El adverbio visiblemente en Se sonrojó visiblemente

significa “de modo visible”, en la primera acepción de visible; en cambio, en Con un llanto visiblemente auténtico,

significa “de manera evidente”, es decir, aquí el adverbio conserva la segunda acepción de visible. En el primer caso, visiblemente es antónimo de invisiblemente, pero no en el segundo. Sólo en contextos en que insensiblemente o invisiblemente son antónimos de sensiblemente y visiblemente, respectivamente, el adverbio de prefijo in- fija el límite mínimo de ocurrencia de la propiedad del adjetivo base sensible o visible en estos campos graduales de un solo sentido para la intensificación: insensiblemente, poco sensiblemente, sensiblemente, muy sensiblemente; e invisiblemente, poco visiblemente, visiblemente, muy visiblemente. Una discrepancia, empero, se presenta: Frente a la agramaticalidad de * muy invisiblemente tenemos muy insensiblemente en ejemplos como Lo trató muy insensiblemente,

en los cuales el cuantificador que recibe el adverbio incrementa su contenido semántico conforme lo señalamos en 3.5. Subgrupo a3) Está constituido por la única pareja de adverbios anantónimos afablemente e inefablemente que provienen de adjetivos anantónimos en la sincronía actual, aunque antónimos (no complementarios) desde un punto de vista etimológico, en que el término negativamente prefijado no indica la ausencia de la base posi-

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Capítulo III

tiva, sino que, por lo contrario, exalta su presencia. Afable: antiguamente: “que se puede decir o expresar con palabras” y de aquí, actualmente: “agradable, dulce, suave en la conversación y en el trato”. Inefable: primitivamente: “que no se puede expresar con palabras” y de aquí: “de tal naturaleza o tan grande que no se puede expresar con palabras”. Por ello lo inefable puede ser concebido como “lo muy altamente afable”, por lo cual instaura una hipérbole de la propiedad indicada por el adjetivo base (volveremos con una interpretación similar en el punto 5.3.3. a propósito de cuatro adverbios del tercer grupo). Afablemente: “con amabilidad”, “con afectuosidad” e inefablemente: “de manera inefable” dan lugar a la secuencia ternaria ascendente: afablemente, muy afablemente, inefablemente en que la cualidad base de que el adverbio proviene recibe dos grados de intensificación, siendo el último el límite máximo posible de ella. Inefablemente sólo se aplica a participios de verbos léxicamente solidarios. Cuando ello acontece, tal adverbio maximiza el grado del contenido adjetival de dicho participio y, a la vez, minimiza la referencia al modo como se cumple la acción del verbo; por ejemplo:

inefablemente

expresado argumentado transcripto narrado transmitido

En estas ocurrencias la expresión, argumentación, transcripción, narración o transmisión, han alcanzado el mayor grado de excelencia y el modo como en ellas se produce resulta irrelevante. Paradójicamente, cuando en los mismos usos anteriores el adverbio, a su vez, queda modificado por el cuantificador muy, todo el sintagma muy inefablemente, en lugar de expresar el mayor grado de excelencia, expresa sí, uno muy alto, pero no el más alto. Al ser cuantificado el adverbio, éste resigna su capacidad de maximizador y sólo se realiza como incrementador: muy inefablemente expresado indica que la expresión ha sido muy buena o, si se quiere, excelente, pero no la más excelente. Esta disminución en el grado de la propiedad se corresponde con un aumento de información acerca del modo como ella se cumple: muy inefablemente expresado también puede interpretarse “de un modo muy inefable”. Indica, pues, un énfasis del modo como se produce la expresión, pero no un aumento de ésta. Cuando inefablemente se aplica a adjetivos calificativos como bello, sereno, armonioso, ese adverbio lleva estas cualidades a su límite máximo y rehúsa ser graduado, a su vez, por el cuantificador muy.

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Subgrupo a4) Consta de parejas de adverbios opuestos complementarios (y, por ende, no graduables) provenientes de adjetivos opuestos complementarios, que plantean una división exhaustiva de su dominio conceptual, como lo hacen variablemente / invariablemente. Por ejemplo: Invariablemente adicto a su jefe

tiene el sentido de “siempre adicto” y viene a funcionar como superlativo de muy adicto, por lo cual maximiza la propiedad modificada (cfr. infra 5.3. el comportamiento de estos maximizadores que constituyen el polo negativo de antónimos complementarios). Respecto de imposiblemente, cuya única acepción según la Vigésima Primera Edición del DRAE es “con imposibilidad”, y ante la ausencia de este vocablo en el Diccionario de Uso del Español de Moliner, el único ejemplo de uso, probablemente natural y propio que se nos ocurre, es en función de adverbio oracional con oración regida tácita en respuestas lacónicas, opuesto al que tiene en igual circunstancia el polo positivo de su pareja. Por ejemplo: –¿Podríamos llegar a coincidir? –Imposiblemente.

5.2. Segundo grupo Integran el segundo grupo los adverbios positivos, carentes de antónimos, cuya base adjetiva de sufijo -ble, o bien: • criterio b) produce antónimo por prefijación, pero no admite éste el sufijo -mente como, por ejemplo, razonable, cuyo antónimo irrazonable no forma * irrazonablemente; o bien • criterio d) no produce antónimo por prefijación, como, por ejemplo, amable no admite * inamable o * desamable. Además de razonablemente, el criterio b) aporta a este segundo grupo los cinco adverbios siguientes, y sólo éstos: inteligiblemente, noblemente, palpablemente, responsablemente y tolerablemente. Inteligiblemente conserva las dos acepciones fundamentales del adjetivo base inteligible, a saber: “comprensible” y “que se oye clara y distintamente”. Ejemplos de estas dos acepciones presentes en el adverbio son, respectivamente:

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Capítulo III

Por favor, explíquese inteligiblemente

y A pesar de su sufrimiento, habló inteligiblemente.

En ambos el adverbio indica meramente un modo de cumplirse el proceso designado por el verbo. Razonablemente, en su acepción “más que medianamente”, y los cuatro restantes adverbios mencionados, noblemente, palpablemente, responsablemente, presentan una rarefacción semántica (Coseriu, 1978, 27) respecto del adjetivo base. Así, la referida acepción de razonablemente relega la otra de “conforme a la razón”; noblemente sólo retiene de noble lo atinente a lo moral: “preclaro”, “ilustre”, “excelente” y no lo concerniente a “linaje”; palpablemente desdeña de palpable “que se puede tocar con las manos” y sólo conserva “patente” o “evidente”; responsablemente omite las acepciones de “culpable” o “responsable de cierta cosa” y sólo retiene la de “con cuidado y atención”, por lo cual pasa a significar “con sentido o conciencia de la propia responsabilidad”; por último, tolerablemente relega “susceptible de ser soportado” en favor de “no tan malo para rechazarlo en absoluto”, por lo cual viene a significar “no mal del todo”. A estos seis adverbios que el criterio b) inserta en el segundo grupo y a los restantes de éste introducidos por el criterio d) convienen naturalmente las normas de expectación de 3.5. y 3.6., a saber: La capacidad de un adverbio de graduar la propiedad a que se refiere se incrementa a fortiori si dicho adverbio, a su vez, está graduado. Un adverbio que expresa meramente modo, pero no grado de la propiedad modificada, pasa automáticamente a graduarla, si él mismo recibe graduación. Todos los adverbios de este segundo grupo son graduables en el sentido de 3.3.1., es decir, tienen la posibilidad de que la modalidad que expresan sea aumentada o disminuida mediante algún adverbio cuantificador, como nada, poco, bastante, muy, demasiado. En los contextos en que estos adverbios presentan capacidad de graduación según 3.2., o sea, donde tienen la posibilidad de indicar el grado o el quantum con que la propiedad que modifican se manifiesta, esa capacidad de graduación sirve a los propósitos de ora de intensificación ora de atenuación. A su vez, los intensificadores se separan en incrementadores y maximizadores. Los incrementadores impulsan el grado neutro a un punto superior en la escala, como, por ejemplo, palpablemente en Un procedimiento palpablemente reñido con la ética

o considerablemente en

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considerablemente limpio.

Los maximizadores señalan el punto más alto de la respectiva escala, como, por ejemplo, terriblemente en terriblemente habladora,

sublimemente en sublimemente hermosa,

entrañablemente en entrañablemente querido

o admirablemente en admirablemente confeccionado

o admirablemente ingenioso.

Ejemplos de atenuadores son: razonablemente en evaluar razonablemente

o razonablemente tasado

y tolerablemente en tocar el piano tolerablemente

o drama tolerablemente representado.

Estos atenuadores razonablemente y tolerablemente forman parte de un subcampo léxico gradual de valoración media; se oponen por los rasgos “por encima de la media de aceptación” vs. “por debajo de esa media”; ambos están contenidos en el archilexema “valoración media”; en el mismo sub-campo, a

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Capítulo III

pasablemente le corresponde un grado neutro. No es nuestro propósito extendernos sobre la tipología del campo léxico de valoración en que están incluidos estos adverbios; simplemente, basten esos ejemplos para destacar cómo el sistema de la lengua establece una zona de significación continua entre estas unidades léxicas de contenido valorativo. En este segundo grupo es la base positiva, intrínsecamente variable, la que produce el adverbio en -mente. Asimismo la mayoría de estos adverbios apenas trasunta su origen verbal; por ejemplo, considerablemente o notablemente, no conservan el significado de “considerar” o de “notar” y han lexicalizado el significado de “con gran abundancia y cuantía”. Por otra parte, queremos destacar como rasgo común al segundo grupo de adverbios: el hecho de que el adjetivo base pierda su potencialidad pasiva proveniente del sufijo -ble, por ejemplo: admirable: “digno de ser admirado” y admirablemente: “muy bien”; amable: “digno de ser amado”, “complaciente” o “afectuoso” y amablemente: “con amabilidad”; aborrecible: “digno de ser aborrecido” y aborreciblemente: “con antipatía o con aversión”. Unos pocos adverbios como entrañablemente, horriblemente, y terriblemente provienen de adjetivos que carecen en la sincronía de potencialidad pasiva a pesar del sufijo -ble.

5.3. Tercer grupo Se conforma con los adverbios negativos carentes de contrario, cuya base adjetiva de sufijo -ble presenta el prefijo in- (o una de sus variantes im- o i-); por ejemplo: innegablemente, imperdonablemente e irreductiblemente. Corresponde a los criterios c) y e). Como en este tercer grupo el prefijo in- indica negación (no ausencia ni carencia) de la base deverbal no prefijada, expresa en realidad la imposibilidad de la acción señalada por el verbo contenido en la base. Rasgo común a todo este tercer grupo es que el desarrollo del adverbio preserva la potencialidad pasiva que a su base deverbal otorga el sufijo -ble. Entre los adverbios de este tercer grupo correspondientes al criterio c) hemos querido destacar un subgrupo inicial de cuatro, a saber: indeciblemente, imponderablemente, innumerablemente e incomparablemente cuya base adjetiva de prefijo in- eleva al máximo la cualidad expresada por la base deverbal positiva, como luego explicamos. Para el restante subgrupo de adverbios, su base adjetiva constituye el polo negativo de un par de adjetivos contrarios complementarios. En ellos la base prefijada negativamente aminora al mínimo, hasta su ausencia, la cualidad expresada por la base deverbal positiva, como ya veremos.

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Pero tanto en aquéllos como en todos éstos del tercer grupo, el correspondiente adverbio en -mente lleva al máximo la graduación de la propiedad que el adverbio mismo modifica en la frase en la cual está inserto. El adverbio así formado adquiere un claro matiz intensificador-maximizador. 5.3.1. Toma de posición frente a Varela Ortega (1992) Según esta lingüista (ib.,84): “Los autores que se han ocupado de estas formaciones adverbiales de las lenguas romances coinciden en que los adjetivos deverbales que permiten la afijación de -mente son aquellos en los que el primitivo origen verbal apenas se transparenta en el adjetivo”. Por lo que concierne a los adjetivos deverbales de sufijo -ble no podemos subscribir el anterior criterio porque los que traslucen su origen verbal están aproximadamente en paridad con los que no lo traslucen. En nuestro corpus, al lado de agradable o amable, que han sufrido un proceso de lexicalización total, tenemos: tolerable, innegable, visible que sí dejan traslucir su origen verbal. Agrega dicha autora “...el adjetivo base no debe contener la idea de acción si ha de recibir el adverbio en -mente”. Efectivamente es lo que ocurre con nuestras bases de adjetivos deverbales de sufijo -ble. A continuación manifiesta Varela Ortega: “Es posible, pues, argumentar (vid. Varela: 1989) que la diferencia entre adjetivos que admiten -mente y los que no lo admiten reside en una distinción de carácter aspectual. Los adjetivos que proyectan el aspecto perfectivo [delimitado] (vid. Tenny: 1987), caracterizados por una estructura argumental consonante con este rasgo, serán los candidatos potenciales a la adverbialización”.

Por lo contrario, constatamos que no ocurre así en nuestro corpus de adjetivos deverbales de sufijo -ble: Nuestro enfoque conviene tanto a los de modo de acción permanente o imperfectivo, que son la gran mayoría del tercer grupo (por ejemplo: dudable / indudable, mejorable / inmejorable o disputable / indisputable), como a los de modo de acción desinente o perfectivo (por ejemplo: separable / inseparable, saciable / insaciable). Agrega Varela Ortega (ib.): “...es plausible suponer que los prefijos negativos anulan el aspecto perfectivo [no-delimitado], incompatible con la adverbialización”. Aun interpretando que se ha querido referir al aspecto imperfectivo [no delimitado], debemos insistir en que la gran aptitud de los adjetivos en -ble de prefijo in- para recibir el sufijo -mente se debe a la negación de la cualidad deverbal

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Capítulo III

que ese prefijo produce, es decir, a la dilución de la acción expresada por el verbo, y no al aspecto perfectivo o imperfectivo de la base deverbal prefijada.

5.3.2. Límite de gradualidad del adjetivo deverbal y máxima intensificación de la propiedad modificada Ya Moignet (1963, 191), al estudiar el papel del prefijo in- de los adjetivos en able, -ible, -uble del francés, había señalado que este prefijo suprime el carácter potencial de la noción verbal implicada en estos adjetivos y la vuelve estática, por tanto, apta para calificar procesos susceptibles de adverbialización. Por nuestra parte agregamos un segundo efecto: el adjetivo deverbal fija su gradualidad en un límite propicio para que el adverbio desarrollado produzca la máxima intensificación de la propiedad que modifica.

5.3.3. Cuatro adverbios de prefijo in-, exaltadores de sus adjetivos-bases En los cuatro adverbios del subgrupo inicial del tercer grupo, el prefijo in-, como en el caso de imponderablemente o incomparablemente, instaura una hipérbole de la propiedad o cualidad indicada por el adjetivo base. En efecto: lo imponderable puede ser concebido como lo tan altamente ponderable que ya huelga ponderarlo y lo incomparable, como lo tan excesivamente comparable, en el sentido de que resiste cualquier comparación o sale airoso de ella, que ya se concibe como imposible de comparar. Las parejas de adjetivos de este subgrupo no funcionan como términos complementarios, ni desde el punto de vista semántico, ni desde el punto de vista pragmático. Los vocablos con prefijo in- no son los opuestos de sus adjetivos bases, sino sus exaltadores: muy lejos de indicar la ausencia de esas base positivas, indican su superlativa presencia. En rigor expresan el límite posible de intensificación de su ocurrencia, de tal modo que no establecen una división exhaustiva de su dominio conceptual, como en el caso de las parejas de complementarios, ni campos antonímicos de posiciones simétricas, como en las parejas de antónimos graduables, sino un campo gradual de un solo sentido para la superlación.

5.3.4. Resumen del comportamiento del prefijo in-: De acuerdo con lo observado acerca del papel de in- diremos que influye de dos modos diferentes sobre la base modificada:

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1) expresa la imposibilidad de la acción señalada por el verbo base; 2) provoca el cese de la gradualidad que el sufijo -ble otorga a la base verbal y, de esta manera, fija en el límite mínimo, para la generalidad de los casos, y en el máximo, para el subgrupo especial de los cuatro adverbios referidos, la variabilidad del adjetivo deverbal positivo, lo cual propicia que el adverbio en -mente de base deverbal negativa alcance un poder intensificador de la propiedad a que se refiere.

5.3.5. Valor pragmático adicional de los adverbios del tercer grupo Con respecto a algunos adverbios del tercer grupo, como por ejemplo, indefectiblemente e incansablemente, es el vocablo parasintético el que posee valor pragmático y cultural positivo y el vocablo base, ni se produce siquiera en la norma: (cfr. * defectible), o la pareja de adjetivos antónimos trueca sus valores de positividad-negatividad. Así lo indecible aplicado a un hecho o cosa expresa una cualidad deseable, fuera de lo común y adquiere valores de positivo intensivo que recoge el adverbio: indeciblemente es casi sinónimo de extraordinariamente; por ejemplo, indeciblemente simpático. En otros ejemplos de este grupo, el valor pragmático adicional del adverbio en -mente puede ser una indicación circunstancial de la posible frecuencia, además de una intensificación; por ejemplo: infatigablemente estudiado; indefectiblemente sostenido o invariablemente postergado no sólo quieren decir muy estudiado o muy sostenido o muy postergado, sino también que la frecuencia del acto (estudiar, sostener, postergar) ha sido abrumadora, ha llegado al extremo.

5.3.6. Máxima intensificación de la propiedad por los adverbios del tercer grupo Finalmente intentaremos explicar por qué las propiedades modificadas por los adverbios del tercer grupo alcanzan el más alto grado de intensificación: el de maximización. Conjeturamos que es la invariabilidad de la correspondiente base deverbal lo que le fija un límite máximo o un límite mínimo propicios para la intensificación de la propiedad que el adverbio modifica; por ejemplo: indeciblemente simpático = muy simpático,

en que indecible es el límite máximo de la base deverbal decible;

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inmejorablemente bueno = muy bueno,

en que inmejorable es el límite mínimo de la base deverbal mejorable. Si consideramos, por ejemplo, la siguiente escala de variación (graduación) de un adjetivo deverbal, que modifica una cualidad fija: de una belleza muy olvidable; + de una belleza olvidable; de una belleza poco olvidable; de una belleza inolvidable, –

comprobamos que, a medida que el polo positivo va accediendo a su límite por atenuación de su contenido semántico en la escala descendente, la cualidad modificada se va intensificando hasta alcanzar su grado máximo, que corresponde al polo negativo del adjetivo deverbal empleado. Así inolvidablemente bella expresa el último valor en la escala ascendente de graduación del adjetivo modificado, ciertamente superior a muy bella y, al menos, equivalente a bellísima, a tal punto que inolvidablemente bella no acepta intensificador * muy inolvidablemente bella. De modo similar se comportan todos los adverbios del tercer grupo y los prefijados por -in de parejas complementarias del primer grupo. En cambio, cada uno de los adverbios en -mente de parejas del primer grupo correspondientes a bases de antónimos graduables es también graduable, al punto de admitir el cuantificador de grado muy: muy increíblemente. Igualmente son asimismo graduables todos los adverbios del segundo grupo, como amablemente, que también admite cuantificador de grado: muy amablemente. 6. Conclusiones De los tres grupos analizados, el segundo y el tercero ilustran los casos de los adverbios que sufren restricciones de formación a partir de la base adjetiva en ble. Constatamos que, cuando la adverbialización de estos adjetivos deverbales es posible, para la mayoría de los casos de los grupos segundo y tercero ese proceso otorga al adverbio desarrollado alguna capacidad de graduación que sirve a los propósitos ora de intensificación, ora (en menor proporción para los del segundo grupo) a los de atenuación de la propiedad modificada por el adverbio. Por ello estos adverbios cuantificadores son naturalmente idóneos para expresar esas funciones de valoración. En los grupos segundo y tercero, el desarrollo del adverbio se caracteriza respectivamente por la supresión o la preservación de la potencialidad pasiva que su base deverbal recibe del sufijo -ble.

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Observamos también que, además de la explicación semántica, en algunos ejemplos debemos recurrir a consideraciones pragmáticas, de acuerdo con parámetros de naturaleza cultural. Así hemos visto, por ejemplo, que indefectiblemente tiene valor pragmático cultural positivo y que ni siquiera se produce en la norma el vocablo * defectible; también hemos observado que indefectiblemente sostenido, además del valor muy sostenido contiene también la indicación de que la frecuencia del acto de sostener ha sido extrema.

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CAPÍTULO IV ADVERBIO MODIFICADOR DE SUSTANTIVO

1. Interferencias y superposiciones que afectan la categoría sustantivo El estudio de Coseriu (1978) acerca de las categorías verbales o partes de la oración sostiene que sólo hay en las lenguas cuatro tipos de significados categoriales: sustantivo, adjetivo, verbo y adverbio, que aprehenden el cómo del mundo extralingüístico. Por tanto, el significado categorial es un modo universal del lenguaje que puede definirse independientemente de tal o cual lengua. En una lengua determinada, sólo se puede comprobar y describir la expresión formal de dichas categorías como categorías idiomáticas, las cuales pueden presentar fusiones o subdivisiones. Desde un punto de vista formal, no debe plantearse qué es el sustantivo o el adverbio en una lengua dada, sino cuál es el modo material como en ella suelen manifestarse esas categorías. Siguiendo a Coseriu (1978) en las categorías idiomáticas o esquemas formales pueden presentarse: a) interferencias, cuando la misma forma admite esquemas distintos por corresponder a diferentes significados categoriales, por ejemplo: el médico / el análisis médico;

b) superposiciones, en que dos o más categorías tienen esquemas parcialmente comunes, por ejemplo: el próximo presidente / el próximamente presidente

y c) interferencias y superposiciones simultáneas, por ejemplo: el sabio alemán,

en que ningún rasgo formal indica si hay que entender sabio como sustantivo y alemán como adjetivo o viceversa. 2. Subdivisión de la categoría sustantivo en substantiva absoluta y substantiva adiecta La categoría verbal de sustantivo admite una subdivisión entre substantiva absoluta o nomina rerum (sustantivos primarios), que designan especies inme-

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Capítulo IV

diatas de la realidad, como hombre, árbol, cielo y substantiva adiecta (sustantivos secundarios), como padre, doctor, señor (Coseriu, 1978, 137). Sin embargo, veremos oportunamente que, dependiendo del contexto, los primeros pueden convertirse en los segundos, sin ser posible el paso inverso. Centraremos nuestra atención en los substantiva adiecta: en estos nombres la función denominativa que les es propia depende de su relación con otro referente. En los usos primitivos tal referente es un ser animado humano y cuando esos usos involucran a alguno de los sustantivos madre, padre, hijo y hermano, también el referente puede ser un animal. En todo otro caso, el uso es figurado. Por ejemplo, el sustantivo madre: La madre de Juan se fue. La madre descuidó a sus lobeznos. Sevilla es madre de forasteros.

Alcina Franch y Blecua (1975 y 1983, 500), en sus observaciones acerca del nombre, señalan: “La función sustantiva o adjetiva que corresponde a la doble función denominativa y predicativa del significado, respectivamente, atenúa su especificidad cuando su referente es el hombre, y se mantiene adecuadamente delimitada cuando su referente son los animales o cosas en general” (la negrita es nuestra).

Tales aseveraciones son atinentes a la descripción del fenómeno señalado por Coseriu de los substantiva adiecta, sustantivos para los cuales es relevante la función predicativa, porque, a nuestro entender, el sustantivo adyecto, al remitir a un sustantivo absoluto que es nombre de una especie inmediata de la realidad, como profesor remite a hombre y esposa, a mujer, se comporta como un nombre que, a la postre, afecta a un sustantivo y esto le otorga un contenido adjetival respecto de aquél. Tal contenido le es conferido, pues, por ese procedimiento de referencia implícita a substantiva absoluta. En los sustantivos adyectos, se confirma la capacidad del hablante de poder destacar en el hablar como propiedad lo que ya es un modo de ser “cosa”.

2.1. Sustantivos no adyectos de origen adjetival Antes de describir los tipos de substantiva adiecta consideraremos ciertos sustantivos no adyectos de origen adjetival que funcionan según una u otra índole. Trataremos de dilucidar por qué ellos no son substantiva adiecta. En la bibliografía hay abundantes referencias a tales nombres. Los que conciernen a perso-

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na, Bosque (1993, 106 y sgtes.) los describe como la oposición de clases frente a propiedades. El autor señala una serie de propiedades de las personas que en español son suficientemente representativas como para formar clases de individuos. Ellas son: a) Características físicas: muchas de las cuales son defectos, como ciego, cojo, manco, jorobado, etc., pues esas características diferenciadoras son apropiadas para delimitar clases entre los individuos. Otras son propiedades físicas sensoriales, como caminante, viejo, joven, pequeño. b) Características morales o anímicas: justo, pecador, criminal, fiel. c) Grupos de profesionales: industrial, administrativo, ejecutivo, científico, vigilante, médico. d) Rasgos sociales: liberal, católico. Reflexiona Bosque (íb., 109) que la conversión de una propiedad en clase requiere de condiciones extralingüísticas, pues las clases son etiquetas denominativas que tienen sentido cuando se considera que esas propiedades identifican un tipo de persona aislable por el hecho de poseerlas. Los sustantivos de origen adjetival concernientes a persona, dan cuenta, pues, de la conversión de una propiedad en la clase que constituye su extensión. Sin desconocer la obvia sustantivación de un adjetivo que entabla este proceso, nuestra lengua considera para la misma forma, por ejemplo, joven un mismo significado léxico y diferentes significados categoriales (sustantivo o adjetivo) según sea su función en el contexto.

2.2. Caracterización del concepto de sustantivo adyecto Los substantiva adiecta, en cambio, no provienen de adjetivo alguno y el significado dado por la lengua coincide con su modo de ser sustantivo: son sustantivos definitorios de clase, o sea, intrínsecamente sustantivos, no extensiones de propiedades, aunque sí continentes de propiedades que afectan, en definitiva, al sustantivo absoluto al cual refieren. Por ello los sustantivos adyectos y los sustantivos de origen adjetival relativos a personas tienen como rasgo común la posibilidad de funcionar predicativamente acerca de personas; por ejemplo: Juan es alcalde (adyecto) Juan es médico Juan es un viejo

(de origen adjetival)

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2.3. Comportamiento de los sustantivos adyectos y de los de origen adjetival frente a la cuantificación Un rasgo diferenciador entre los sustantivos adyectos y los de origen adjetival, personales o de objeto, es su comportamiento frente a la cuantificación: los primeros la admiten siempre, como trataremos exhaustivamente en 2.6. Los sustantivos de objeto o no personales derivados de adjetivos como, por ejemplo, patronal, exprimidor, por designar especies inmediatas de la realidad, de aprehensión universal objetiva, no admiten la cuantificación de la cualidad que expresan (* muy patronal, * bastante exprimidor) sino tan sólo su cualificación (patronal responsable, excelente exprimidor). Cuando tales nombres de origen adjetival relativos a objetos aparecen cuantificados: una actitud muy patronal es índice de que el nombre manifiesta su categoría de adjetivo. Con los sustantivos personales de origen adjetival la cuantificación o bien impide la conversión de la propiedad en clase, manteniendo incólume la categoría de adjetivo en predicación atributiva como en Juan es muy viejo,

o bien modifica al sustantivo ya logrado por dicha conversión en una predicación identificativa con el verbo ser o con los aspectivos de ser como tornarse o ponerse, como en Juan no es tan buen psiquiatra, pero es muy médico. No se ponga tan ejecutivo, hombre.

Como dejamos expuesto, los sustantivos de origen adjetival atinentes a persona, en cuanto sustantivos, sólo admiten la cuantificación en predicaciones identificativas y los de cosa nunca admiten cuantificación. Por otra parte, queremos recordar el aserto de Bosque (1993, 185) acerca de que el artículo en español no cambia las relaciones categoriales intrasintagmáticas, para el cual aporta estos ejemplos de Briz: Los verdaderos ricos Los verdaderamente ricos

en que ricos es sustantivo en el primero, por lo cual admite adjetivo, y es adjetivo en el segundo, por lo cual admite adverbio. Aquí quisiéramos agregar que, a diferencia de lo que acontece con ciertos adjetivos sustantivables como ricos, que de acuerdo con el contexto pueden funcionar con una u otra función, los sustantivos adyectos modificados por adver-

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bios lo son sin pérdida de su condición de tales; en resumen: cuando un adverbio modifica a un nombre, éste último se comporta como adjetivo o sustantivo adyecto, o sustantivo de origen adjetival en predicación identificativa. 2.4. Clases de sustantivos adyectos Los sustantivos adyectos designan: a) tratamientos: señorita, señor, amor, tesoro, patrón; b) relaciones de parentesco o afecto: esposa, cuñado, novio, hija; c) profesiones u oficios: gobernador, profesor, monja, juez, arquitecta, leñador; d) características físicas, morales, intelectuales o sociales: zorro (persona astuta); perro (persona malvada); asno (persona poco inteligente); roble (persona fuerte); seda (persona suave); cráneo (persona inteligente); torbellino (persona inquieta); almíbar (persona muy dulce); gavilán (hombre que acosa a una mujer); lince (persona sagaz), etc. Según ilustran los ejemplos precedentes ciertos nomina rerum o nombres primarios que designan animales o cosas, se usan en función predicativa de personas como nombres secundarios o substantiva adiecta. Tales expresiones constituyen metáforas mediante las cuales se atribuye a las personas alguna propiedad que la pauta cultural concibe como modélica o primordial del animal o cosa aludidos. En este uso predicativo, los sustantivos son o bien términos peyorativos o bien elogiosos, es decir, subjetivos. Se trata de una subjetividad sistematizada, pero exterior al sistema léxico y gramatical (Coseriu, 1981, 105). Son hechos que en el hablar no están determinados por el conocimiento del lenguaje sino por un conocimiento extralingüístico, cultural. Excepto el caso d) de nomina rerum aplicados a personas, los sustantivos adyectos no son metáforas codificadas, sino sustantivos de significado primitivo, cuya referencia es una persona, no una cosa. Se podría pensar, por ejemplo, que palmito en tener un buen palmito por tener un bello rostro es un sustantivo adyecto, pero éste es un uso figurado, una extensión del significado primitivo, para referirse a cara o rostro de mujer, no un sustantivo adyecto, como lo es señora respecto de mujer; aunque señora pueda ser usado, eventualmente, con sentido figurado. Con respecto a la designación antonomástica de personas, de intención peyorativa, el procedimiento de composición lexemática (Coseriu, 1978, 239 y sgtes.) resulta productivo: caradura, cascarrabias, sabelotodo, matasanos, picapleitos, sacamuelas, chupatintas. Conciernen sobre todo a la designación de profesiona-

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Capítulo IV

les como abogado, médico, dentista, burócrata, que tienen despectivos fijados, lexicalizados por la actitud cultural tradicional de la comunidad hacia esas profesiones. 2.5. Razón de la modificación de un sustantivo adyecto por un adverbio Antes de tratar la modificación de un sustantivo adyecto por un adverbio, permítasenos observar que plantean la modificación de un adverbio por un sustantivo, sintagmas tales como mar adentro, cuesta arriba, horas después, días antes, etc. analizados por Martínez (1994b, 83 y ss.). Se trata de construcciones en que el adverbio es el núcleo (de la construcción), no el modificador del sustantivo, y éste es un adyacente ora cuantificador como en los casos de horas después, días antes; ora no cuantificador como en mar adentro, cuesta arriba donde existe una cierta solidaridad entre el sustantivo y el adverbio de tipo locativo descriptivo no deíctico: el sustantivo se refiere al lugar donde se desarrollan los hechos y el adverbio señala el límite ad quem de ese lugar. Sin embargo, estas expresiones quedan fuera del objeto de nuestro análisis ya que se pueden considerar como circunstanciales. Para contestar al interrogante de por qué los sustantivos adyectos admiten adverbios modificadores, analicemos los dos ejemplos siguientes: 1) la noche antes, 2) cabalmente profesor.

Ante todo, adviértase la diferencia entre 1) y expresiones de carácter fijo (discurso repetido) como días antes, en que el sustantivo cuantificador generalmente se expresa en plural y sin artículo. Por el contrario, en la noche antes, antes no es adverbio sino adjetivo, equivalente a anterior y como tal modificador atributivo de noche. En 2), como era dable esperar, el adverbio funciona como adverbio porque modifica la cualidad subyacente en el sustantivo adyecto, es decir, el quantum adjetival de éste que hemos señalado en 4.2. y que lo convierte en un sustantivo con adjetivación interna. Se concibe entonces que el adverbio modifique al sustantivo y que éste seleccione un modificador adverbial. Dado que el adverbio es al verbo como el adjetivo es al sustantivo, y puesto que el adjetivo y el verbo tienen la predicación como propiedad compartida, el adverbio también puede referirse al adjetivo y, pudiendo modificar un adjetivo, puede aplicarse a lo adjetivo contenido en lo sustantivo. Y, así, el que algunos adverbios puedan funcionar como predicados de individuos deja de ser un hecho sorprendente, a diferencia de la opinión de Bosque (1993, 139).

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Los adverbios cabalmente y verdaderamente en cabalmente profesor y verdaderamente profesor cuantifican la manera en que se presenta la propiedad de ser profesor, optimizándola o destacándola, dentro de la clase profesor. Del mismo modo el adverbio poco en poco profesor indica una presencia exigua de tal propiedad. El sustrato sustantivo de profesor permite concebir la correspondiente clase y, dentro de ella, el sustrato adjetivo de profesor, convenientemente modificado por el adverbio, señala los individuos de tal clase que ostentan dicha propiedad en un determinado grado. Es así como funciona la gradación de un sustantivo adyecto por un adverbio. Los sustantivos absolutos aplicados a personas en predicación atributiva, como en los siguientes ejemplos: a) b) c) d) e) f)

Juan es una piedra; Juan es un asno; Juan es un hombre; Juan es completamente asno; Juan es muy hombre, y Juan es bien niño1,

deben, ipso facto, ser considerados substantiva adiecta. A fortiori la incidencia de adverbios sobre tales sustantivos sólo es posible en cuanto ellos se comportan como nomina adiecta en el contexto, con independencia de que puedan ser nomina rerum en otro contexto como en: el asno es un animal cuadrúpedo. En otras palabras, sólo hay incidencia de adverbios sobre sustantivos adyectos, sean éstos adyectos propiamente dichos o bien se trate de sustantivos originariamente absolutos que, por obra del contexto, han perdido su carácter absoluto y han adquirido adyectidad. Recalquemos que, en nuestro enfoque la aparición del adverbio modificador sólo es posible por la concepción del sustantivo modificado como nomen adiectum: es la índole de nomen adiectum que hace propicia la intervención del adverbio y no ésta la que otorga tal índole, o sea que de ninguna manera son los cuantificadores los que provocan la “adjetivación” de sustantivos. 2.6. Adverbios cuantificadores de sustantivos adyectos, por intensificación o atenuación del grado Si, como hemos explicado, lo que modifica el adverbio es una propiedad intrínseca del sustantivo, es decir, lo adjetivo contenido en lo sustantivo, esa propie-

1 Adviértase la diferencia entre bien niño y niño bien. Esta última es una expresión designativa antonomástica que significa: “joven de familia acomodada un tanto vacuo y presuntuoso”.

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Capítulo IV

dad es graduable, como en cualquier adjetivo calificativo. La posición prenominal es la adecuada para estos modificadores adverbiales, cuantificadores del grado. Todos ellos, a nuestro entender, podrían subsumirse a los especializadores de que habla Coseriu (1989b, 305), porque precisan los límites extensivos dentro de los cuales se considera lo determinado. Si bien pudiera pensarse que el contenido adjetival de un sustantivo adyecto admitiría modificadores adverbiales de frecuencia o modo, creemos que ello no ocurre (* repetidamente director de orquesta o * amablemente joyero), debido al substrato propiamente sustantivo de esos nombres. Las formas pronominales existenciales indefinidas negativas nada y nadie son sustantivos desde el punto de vista categoremático. Consideramos que su naturaleza anafórica, como en el caso de los substantiva adiecta, los habilita para recibir cuantificación adverbial de intensificación, como en: No había absolutamente nada. Absolutamente nadie le hará cambiar su conducta;

o de atenuación, como en: Casi nadie le creyó.

Estas formas pronominales asociadas al adverbio absolutamente, sirven para la intención comunicativa de lograr énfasis expresivo de efecto superlativo. Nada, nadie, ninguno, sostienen Alcina Franch y Blecua (1975 y 1983, 647), introducen en el discurso lo que no existe o la negación de lo que equivocadamente se considera existente. Encontramos que tal negación puede ser débilmente invalidada, como en casi nada, casi nadie, casi ninguno, casi ninguna, declarada en forma neutra, como en nada, nadie, ninguno, ninguna o asegurada con énfasis apodíctico, como en absolutamente nada, absolutamente nadie, absolutamente ninguno, absolutamente ninguna. Por ello y por tratarse de formas pronominales, es decir, supletorias del nombre, aun no siendo susceptibles de clasificarse como nomina adiecta, estas formas admiten la gradación de la cantidad negativa o del número negativo de la realidad aludida por el hablante; gradación que se expresa por medio de los dos adverbios cuantificadores: casi y absolutamente. Mutatis mutandis, para las formas sustantivas existenciales indefinidas todo, todos quedan con esto explicados los casos de débil invalidación de la totalidad como en casi todo, casi todos, la declaración neutra de ella, como en todo, todos, y su declaración enfática como en absolutamente todo, absolutamente todos. 2.7. Acotaciones temporales a sustantivos adyectos Abordemos ahora el análisis de otro tipo de construcción con adverbio modificador y núcleo sustantivo adyecto.

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Hay ciertos sustantivos adyectos, relativos al ejercicio de profesiones, oficios, cargos o dignidades, en que el acervo cultural del hablante descubre, o a los cuales atribuye un contenido verbal, evidenciado por el correspondiente lexema en el caso de los sustantivos deverbales2. Tales son, por ejemplo: gobernante, ministro, actor, leñador, alcalde, profesor, rey. A la adjetivación interna propia de los sustantivos adyectos se superpone en estos casos ese contenido verbal. Y con ello se presenta la posibilidad, y de hecho se realiza, de que haya adverbios que modifiquen uno u otro de los aspectos subyacentes en el sustantivo adyecto. Los que inciden en su contenido verbal son exclusivamente de tiempo y los que modifican el aspecto adjetival son cuantificadores graduadores. Así, por ejemplo, existen construcciones del tipo: el entonces rey, el antiguamente leñador, el próximamente presidente.

Cuando se aplican acotaciones temporales a sustantivos adyectos encontramos que ellas pueden adscribirse a la determinación nominal denominada localización por Coseriu (1989b, 302 y sgtes.). Ésta consiste en la denotación de un ente enteramente determinado en una circunstancia real determinada. Por su parte Bosque (1993, 142 y sgtes.) analizando el par El actual primer ministro del Japón El actualmente primer ministro del Japón

sostiene que el adjetivo actual no califica al sustantivo denotando sus propiedades intrínsecas ni un estado alcanzado, sino que sitúa temporalmente la predicación que el sustantivo realiza. No encuentra diferencia entre el uso del adverbio y el del adjetivo; explica: “[…] los adverbios sólo son apropiados cuando el sustantivo designa predicados –generalmente de persona– cuyo significado está específicamente vinculado a un estado temporal como ocurre con las ocupaciones, cargos, actividades u otras atribuciones que llevan asociados límites cronológicos (cfr. por tanto * la actualmente carretera de Barcelona)”.

2

Este contenido verbal atribuible a ciertos sustantivos adyectos explicaría la aplicación neológica del sufijo -ble a contextos formales no propios, de bases sustantivas como, por ejemplo: presidenciable, papable, alcaldable, rectorable, etc.

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La negrita en la cita de Bosque y en la paráfrasis que la precede es responsabilidad nuestra: quiere poner de manifiesto la referencia implícita a sustantivos adyectos que pueden predicar acerca de personas. Observemos ahora los ejemplos que siguen: a) El actual primer ministro del Japón opina que... b) El actualmente primer ministro del Japón opina que... c) El actual primer ministro del Japón, Fulano de Tal, opina que... d) El actualmente primer ministro del Japón, Fulano de Tal, opina que... e) Fulano de Tal, actual primer ministro del Japón, opina que... f) Fulano de Tal, actualmente primer ministro del Japón, opina que...

Si el sintagma que contiene el vocablo que refiere al tiempo no es aposición ni núcleo de una aposición como en a) y b), ese vocablo puede ser un adjetivo o equivalentemente su correspondiente adverbio en -mente, como esencialmente ha señalado Bosque (ib.). Es preciso reconocer, empero, que b) es menos usual que a); d) no es usual y e) y f) son igualmente normales y usuales. Si núcleo y aposición truecan sus papeles, como e) frente a c) y f) frente a d), el vocablo en cuestión, adjetivo o adverbio, cuando figura en la aposición es anafórico respecto del núcleo y, recíprocamente, cuando figura en el núcleo, es catafórico respecto de la aposición. Sin embargo, es evidente que f) es la construcción normal y corriente y que d) tiene muy poca ocurrencia, si es que tiene alguna. En resumen: con el uso de adverbios es más frecuente la aposición; la construcción apositiva con adjetivo puede ser anafórica o catafórica, mientras que con adverbio es anafórica solamente. Señalemos también que la agramaticalidad de * la actualmente carretera de Barcelona frente a la gramaticalidad de el actualmente alcalde de Madrid proviene de que carretera, a diferencia de alcalde, no es un sustantivo adyecto y por tanto no tiene la facultad de predicar, sino sólo de designar un ente de la realidad como cualquiera de los substantiva absoluta. No obstante, existe un procedimiento sintáctico que hace cesar la agramaticalidad de la modificación adverbial temporal del sustantivo y consiste en que éste oficie de apósito, como en: Los legionarios atravesaron la Via Ignatia, actualmente carretera de Barcelona. Esa ruta, antiguamente camino del inca, se ha borrado parcialmente.

En estas construcciones apositivas, generalmente destinadas a brindar dos denominaciones o precisiones de un mismo ente, correspondientes a distintas épocas, el sustantivo-apósito, por remitir al sustantivo-núcleo, ejerce una función atributiva que lo vuelve apto para ser modificado por un adverbio. Ese

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adverbio se encarga de una de las dos precisiones temporales del ente, siendo la otra natural por el contexto. 2.8. Adverbios de aproximación, pleonásticos y restrictivos, modificadores de sustantivos o de sintagmas nominales Consideremos ahora el grupo de adverbios a los que, según Bosque (1993, 144) y García-Page (1993, 321-322) conviene la denominación general de adverbios de aproximación y precisión, aunque, para nosotros, se trata de dos grupos perfectamente diferenciados: el de adverbios de aproximación, entre los cuales incluimos apenas, casi, aproximadamente y escasamente, de los consignados por dichos autores, y el de adverbios pleonásticos (denominación de que daremos razón aquí y que justificaremos en 3.1.5.6. del capítulo V), entre los cuales esos autores mencionan a exactamente y justamente y a los que nosotros añadimos precisamente. A estos dos grupos agregamos un tercero, de adverbios restrictivos, integrado, entre otros, por solamente (sólo) y únicamente. Los siguientes ejemplos ilustran la incidencia de estos adverbios sobre sustantivos o sintagmas nominales: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10. 11. 12. 13.

Duró aproximadamente tres horas. Duró tres horas aproximadamente. En la sala había ocho profesores aproximadamente. Juan es apenas profesor; está lejos de ser un maestro. María es casi concertista. Trabajó exactamente tres horas. Trabajó tres horas exactamente. Precisamente Juan la recibirá. En una época la Iglesia tuvo justamente dos pontífices. Solamente los niños en edad pre-escolar pueden ingresar. De ellos, únicamente Juan estudia Lingüística. Trabajó solamente tres horas. Trabajó tres horas solamente.

Los ejemplos 1 y 2 para los adverbios de aproximación, 6 y 7 para los pleonásticos y 12 y 13 para los restrictivos, muestran la libertad de colocación del respectivo adverbio: antes del sintagma que contiene el cuantificador o después de él. Adverbios de aproximación. El ejemplo por antonomasia, aproximadamente, es el único de estos adverbios que no incide directamente sobre un sustantivo,

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sino que lo hace sobre un sintagma nominal que consta de un cuantificador y de un núcleo sustantivo, de cosa o adyecto, como en 1, 2 y 3. Sintagmas de este tipo también pueden ser modificados por otros adverbios de aproximación porque la presencia del cuantificador del sustantivo vuelve propicia, cuando no necesaria, la limitación de la extensión que dicho cuantificador comunica. Aún en el caso en que el núcleo del sintagma sea un sustantivo adyecto como en 3, el adverbio de aproximación no le modifica su sustrato adjetival, sino que acota la extensión de todo el sintagma sobre el que incide. Adverbios pleonásticos. Preferimos este nombre al de precisión porque, desde un punto de vista semántico, nada agregan, salvo énfasis, acerca del elemento sobre el cual inciden. Su función pragmática es la de focalizar tal elemento. Cfr. los ejemplos 6, 7, 8 y 9. Adverbios restrictivos. También su función pragmática es la de focalizar el elemento sobre el que inciden. Cfr. los ejemplos 10, 11, 12 y 13. Desde el punto de vista semántico, son cuantificadores que restringen la extensión de la clase a que pertenece tal elemento. Advertimos una diferencia entre los adverbios pleonásticos y los restrictivos de los siguientes ejemplos: Justamente dos horas: indica dos horas y ni un minuto menos y ni un minuto más (se acota inferior y superiormente la duración); mientras que Solamente dos horas: indica sólo dos horas y ni un minuto más (se acota superiormente la duración). La diferencia semántica redunda en una diferencia pragmática, lo cual ubica el análisis de estos adverbios en una interface semántico-pragmática: en ambos casos el adverbio focaliza el sintagma numeralnominal, pero en el primero la expectativa del oyente es neutra, mientras que en el segundo, el oyente tiene la expectativa de que podría haber durado más. Bosque (1980, 118) ha estudiado el principio escalar de los cuantificadores en la negación. Dichos cuantificadores sitúan el elemento sobre el que inciden en un punto determinado de una escala. Siguiendo el tratamiento pragmático de Fauconnier para los superlativos cuantificadores, Bosque explica que si la proposición indicada por la secuencia “Juan puede levantar un peso X1” es cierta, sin otra información complementaria, concluimos que si “X2 es más liviano que X1”, Juan puede levantar también X2. Esta deducción no puede ser una implicación, sino una implicatura ya que no deriva de la estructura lógica. Por diferentes razones de forma, tamaño, etc., un peso más liviano que otro puede ser más difícil de levantar. Desde el punto de vista gramatical, uno de los extremos de una escala de peso, por ejemplo, su punto más alto es el peso más pesado y se expresa mediante un superlativo. De este modo el superlativo adquiere valor cuantificativo.

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Bosque (ib., 102) también estudia la función de términos de polaridad negativa como los adverbios restrictivos únicamente, solamente y exclusivamente. Son también cuantificadores que sitúan el elemento sobre el que inciden en una cierta escala valorativa de naturaleza pragmática. Así, por ejemplo, en el caso de solamente se debe acudir a una inferencia pragmática (ley de atenuación): solamente o sólo se encuentra en proximidad escalar con poco que el hablante conoce ímplicitamente, según una escala valorativa pragmática. Es esta hipótesis y no la que busca la negación en el carácter exclusivo de sólo, la que puede explicar la agramaticalidad de oraciones como * De entre aquellos cinco, sólo cuatro moverán un dedo por Juan.

2.9. Expresiones estandarizadas En el caso de enunciados como, por ejemplo, salida únicamente, emergencias únicamente o estacionamiento gratis se trata de expresiones estandarizadas y contextualizadas socio-culturalmente. El adverbio no modifica al sustantivo, sino al verbo implícito o supuesto por “carteles” de este tipo (o sea: “por aquí sólo puede salirse”; “aquí se tratan sólo emergencias”; “aquí el estacionamiento es gratis”). 3. Conclusiones En este estudio hemos comparado la naturaleza de los sustantivos de origen adjetival y la de los adyectos, planteando la decisiva oposición entre ellos como extensiones de propiedades y como continentes de propiedades, respectivamente. Hemos expuesto como rasgo común de unos y otros, la posibilidad de funcionar predicativamente acerca de personas; y como rasgo diferenciador, su comportamiento frente a la cuantificación. En efecto, los sustantivos adyectos la admiten siempre porque lo adjetivo contenido en lo sustantivo reconoce grados: apenas profesor, cabalmente profesor. También ocurre así con las formas pronominales existenciales indefinidas negativas nada y nadie o ninguno, sustantivos desde el punto de vista categoremático: casi nadie, absolutamente nada. Los sustantivos de origen adjetival, en cambio, ofrecen dos posibilidades: a) si son sustantivos de objeto o no personales derivados de adjetivos no admiten cuantificación, sino sólo cualificación; cuando los nombres aparecen cuantificados es índice de que ellos manifiestan su categoría de adjetivo: una actitud muy patronal; b) con los sustantivos personales, la cuantificación, o bien impide la conversión de la propiedad en clase: Juan es muy viejo, o bien modifica al sus-

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tantivo ya logrado por la conversión de la propiedad en clase, en una predicación identificativa con ser o con aspectivos de ser: Juan es muy médico. Sostenemos que la incidencia de adverbios sobre sustantivos ocurre preponderantemente en cuanto éstos se comportan como nomina adiecta, con independencia de que puedan ser nomina rerum en otros contextos: Juan es muy lince. También hemos analizado cómo ciertos sustantivos adyectos, a cuyo contenido adjetival se superpone uno verbal, pueden ser modificados por adverbios temporales: el entonces rey; y cómo en este tipo de usos, la construcción más frecuente es la aposición, inclusive para nombres que se dan a las cosas, el adverbio se encarga de otorgar una precisión temporal al ente. Finalmente hemos considerado el grupo de adverbios de aproximación, pleonásticos y restrictivos que inciden sobre sustantivos, eventualmente adyectos.

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CAPÍTULO V ADVERBIOS EN -MENTE CUANTIFICADORES

1. Una forma de cuantificación: la cuantificación nominal Sabemos que en las lenguas o “estructuraciones semánticas del mundo extralingüístico” (Coseriu, 1989a, 12) hay elementos léxicos que se refieren a los entes y otros que se utilizan para atribuirles propiedades o, lo que es lo mismo, elementos que sirven, respectivamente, a estas funciones del significado: denominativa o del nombrar y predicativa o del decir. A cada una de estas funciones ejercidas, respectivamente, por expresiones referenciales y expresiones predicativas, se les puede asignar expresiones cuantificadoras. Además, los nombres del saber lingüístico son conceptos o signos virtuales que en el hablar concreto denotan objetos, transformando la designación potencial en designación real o denotativa (Coseriu, 1989b, 293). Coseriu (ib.) y Moreno Cabrera (1987), entre otros, han estudiado la determinación nominal como función lingüística que concreta las referencias de las palabras usadas en la denotación de entes. El primer autor explica: “[...] corresponden al ámbito de la determinación todas aquellas operaciones que, en el lenguaje como actividad, se cumplen para decir algo acerca de algo con los signos de la lengua, o sea, para ‘actualizar’ y dirigir hacia la realidad concreta un signo ‘virtual’ (perteneciente a la ‘lengua’), o para delimitar, precisar y orientar la referencia de un signo (virtual o actual)” (Coseriu, 1989b, 291).

Refiriéndose precisamente a la determinación nominal, Coseriu (1989b, 298) especifica cuatro tipos de operaciones: actualización, discriminación, delimitación e identificación. Dentro de la discriminación sitúa a la cuantificación: “operación mediante la cual se establece el número o la numeralidad de los objetos denotados”. La cuantificación nominal es la usualmente tratada por las gramáticas (cfr. Alarcos Llorach (1994) y Alcina Franch y Blecua (1975 y 1983)), porque esa noción de cuantificación, como sostiene Lyons (1980, 296) es inherente a la estructura léxica de las lenguas humanas, pues el nombre como categoría primaria universal presupone la individuación y la enumeración.

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Capítulo V

2. Otra forma de cuantificación: la cuantificación de una propiedad por un adverbio. Prolegómenos Moreno Cabrera (1991, T I, 369), por su parte, nos dice que también es posible realizar cuantificaciones dentro del sintagma verbal: “Si en el sintagma nominal se cuantifican conjuntos de individuos, en el sintagma verbal se cuantifican eventos”. A continuación acuerda denominar esta cuantificación cuantificación adverbial. Lamentable e inevitablemente este acuerdo plantea un parangón entre determinación nominal (en la cual se subsume la cuantificación referida a entes) y cuantificación adverbial (referida a eventos). Dado que la determinación nominal determina nombres, el título “cuantificación adverbial” induciría a creer que se cuantifican adverbios; pero el mismo autor aclara (ib., T II, 204): “es evidente que necesitamos establecer algún tipo de cuantificación sobre esos conjuntos de tipos de acciones, estados o procesos denotados por los verbos, de modo análogo a como haríamos dentro del sintagma nominal”. Para nosotros la denominación “cuantificación adverbial” resulta, además, inapropiada porque queremos ocuparnos preponderantemente, desde el punto de vista semántico, de la modificación de una propiedad mediante un adverbio, esté la propiedad expresada por un sustantivo, un adjetivo, un participio, un verbo u otro adverbio. No aplicaremos aquí la Semántica de Eventos (Moreno Cabrera 1994, T II, 203 y sgtes.) por una parte, porque escapa al objetivo de nuestro análisis y, por la otra, porque aquella formalización concierne fundamentalmente a oraciones que indican acciones en las lenguas naturales. Deseamos aclarar que en la bibliografía consultada no hay desarrollos explícitos sobre el presente tema. Algunos autores, como Bosque (1990) y (1993), Nilsson-Ehle (1941), Egea (1979) y García Page (1993), han presentado valiosos aportes sobre aspectos parciales que consideraremos en una explicación integradora. No concierne a nuestro objeto de estudio la cantidad determinada o definida no calificada de una cosa, como, por ejemplo: Cuatro litros de leche,

ni la cantidad indeterminada o indefinida no calificada de una cosa, como, por ejemplo: Tiene todo cuanto necesita,

ni, por cierto, el otro concepto más usual de cantidad como número de cosas, como, por ejemplo:

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Adverbios en -mente cuantificadores

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Hay siete árboles.

Sólo trataremos de la cantidad calificada, determinada o indeterminada, de una cosa, como, por ejemplo, trabajar excesivamente o proceso altamente riesgoso. Consideramos, pues, la cantidad como una medida, implícita en la casi totalidad de los casos, de la extensión o intensión de una propiedad, respecto de alguna pauta cultural o elemento de apreciación subjetiva de nuestro universo de creencias. Coherentemente entendemos la cuantificación como una explicitación de dicha cantidad, que indica qué porción de una cosa se encara en cada caso o cuál es el contenido ocasional de la propiedad en cuestión. La cuantificación por un adverbio en -mente de la propiedad sobre la cual incide configura una escala o continuo (que se expone en cuadro aparte) y en que la relación entre adverbio modificador y propiedad modificada fluctúa dentro de dos campos netamente diferenciados: el de la intensificación del grado de la propiedad, que pone el acento en la cantidad presente de ella y el de la enfatización de la propiedad modificada, que pone el acento en la cualidad o modo con que ella se manifiesta. Por ende hablamos de cuantificación de una propiedad por un adverbio, aún en el caso en que la idea de cantidad esté por completo ausente en la base lexemática de dicho adverbio, como, por ejemplo, en increíblemente hermosa o perdidamente enamorado. Por derecho propio, son cuantificadores de la propiedad sobre que inciden: por una parte, los adverbios cuya base lexemática expresa idea de cantidad, como, por ejemplo, grandemente, enormemente o inmensamente y, con mayor razón, aquéllos cuya base lexemática de cantidad es vehículo para la apreciación subjetiva, como, por ejemplo, exageradamente o excesivamente; por otra parte, los adverbios en que el adjetivo base trasunta idea de intensidad, como, por ejemplo, fuertemente, abrumadoramente, o, por antonomasia, intensamente; y, por último, los adverbios cuya base adjetiva indica idea de reiteración, continuidad o permanencia, como, por ejemplo, asiduamente, reiteradamente, continuamente o permanentemente. Las combinaciones que estudiamos, en general de dos palabras, pertenecen sintácticamente al estrato del grupo de palabras (Coseriu, 1989a, 22). Sus constituyentes se manifiestan relacionados semánticamente de modo unidireccional y el significado de la construcción compleja es el significado estructural o sintáctico o significado de una combinación gramatical. Está comprendido dentro del significado gramatical (Coseriu, 1989a, 19-20 y 6) u organización semántica del decir en una lengua. Estos grupos de palabras tienen por significado estructural la atribución de una propiedad (invariante funcional de lengua) en construcciones de modificación, cuyo modificador es cuantificador y cuyo núcleo es lo cuantificado.

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Capítulo V

3. Relaciones entre un adverbio cuantificador y la propiedad modificada Las relaciones semánticas entre palabras en una expresión compleja, según Moreno Cabrera (1994, T II,272), pueden guardar relaciones de tautonimia, xenonimia y filonimia. Por nuestra parte rescataremos el concepto y la denominación de relación de solidaridad léxica (Coseriu, 1981, 143 y sgtes.) en lugar de la tautonímica de Moreno Cabrera. Ella se establece cuando el modificador repite un rasgo contenido en el núcleo. A la relación xenonímica preferimos denominarla oximorónica por constituir una relación semántico-sintagmática entre dos antónimos. Ella ocurre cuando existe una contradicción entre sendos rasgos del núcleo y del modificador. Mantendremos el nombre de relación filonímica para aquélla caracterizada por la ausencia de las dos anteriores, pero la restringiremos a los siguientes dos grupos: en el primero, concerniente al fenómeno de la intensificación del grado, incluiremos las frases hechas del discurso repetido que expresan intensificación, sin solidaridad léxica, y los clichés del discurso paraepimónico (que definiremos en 3.1.3.2.); en el segundo grupo, concerniente al fenómeno de la enfatización de la propiedad modificada, consideraremos las frases hechas del discurso repetido que expresan enfatización, sin solidaridad léxica. En compensación, introduciremos una cuarta relación que llamaremos coalescente y que abarcará trece tipos de coaliciones, a saber: de intensificación propia del grado; de atenuación del grado; de frecuencia indeterminada; de frecuencia determinada; de especialización; aspectual; pleonástica; de aproximación; de restricción; enfática; de punto de vista; numeral y literaria enfática. Cada una de estas relaciones crea un paradigma de sintagmas (Coseriu, 1989a, 22) o paradigma estructural. Estos paradigmas conforman un continuo estructurado y diferencial de acuerdo con la mayor o menor rigidez de combinación entre seleccionador o elemento determinante o modificador-cuantificador y seleccionado o elemento determinado o núcleo cuantificado, según que las construcciones estén plasmadas por el principio de la elección abierta de la técnica libre del discurso o el principio del discurso repetido. La base de comparación es la cuantificación de propiedades. En cuanto a la posición del adverbio cuantificador dentro del sintagma, hay estas posibilidades: a) el cuantificador se antepone al núcleo adjetivo, sustantivo o adverbial, como en enormemente útil, cabalmente profesor, precisamente aquí; b) con los participios, según se privilegie el contenido adjetival o verbal de éstos, el adverbio se antepone o pospone, respectivamente, como en totalmente aclarado, aclarado totalmente; y c) con los verbos va pospuesto, sólo se antepone en estructuras marcadas, como en recordar vagamente, constantemente repetía, respectivamente. Este capítulo se inscribe dentro de la Gramática Relacional (una de las tres secciones de la gramática; las otras dos son la Constitucional y la Funcional).

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Adverbios en -mente cuantificadores

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Esta Gramática Relacional concierne a las unidades de designación expresadas por significados diferentes, es decir, que funcionan en cuanto significados de lengua en paradigmas diferentes y, por consiguiente las relaciones que subsisten entre estos paradigmas desde el punto de vista de la designación para expresar funciones designativas análogas (Coseriu, 1989a, 16). Dicha gramática intenta responder al cómo del empleo gramatical.

3.1. Análisis de cada tipo de relación 3.1.1. Oximorónica En esta relación existe contradicción entre el rasgo exigido por el adverbio modificador o seleccionador y el que presenta el núcleo seleccionado o modificado, por ejemplo: celestemente material, trémulamente firmes. Los adverbios aquí empleados, con intención poética, provocan una atenuación de la propiedad que modifican, pero, paradójicamente, dicha atenuación no va en desmedro de esa propiedad, sino que produce un efecto pragmático de realce o sutilización de ella. El poder cuantificador del adverbio, inicialmente atenuador y finalmente intensificador, deriva precisamente de entablar una relación oximorónica y ésta aparece porque, si bien el adverbio comunica un mero modo de realización a la propiedad, le atribuye uno tan inesperado que llega a lo antagónico provocando intensificación de su grado. Esto es lo propio de la plena funcionalidad poética del lenguaje como lenguaje des-automatizado (Coseriu, 1985, 203). Esta relación se presenta sobre todo con núcleos adjetivos e incide en la intensión de la propiedad modificada.

3.1.2. De solidaridad léxica (Frase hecha) Todos nuestros ejemplos de esta relación están plasmados por frases hechas, es decir, estructuras fijas que pertenecen al discurso repetido (Coseriu, 1986, 297 y ss.). Entre todos los tipos de relaciones por considerar, el caso de la solidaridad léxica es el único en que los constituyentes del sintagma truecan funciones al pasar del análisis de la relación semántico-sintagmática determinada por la estructura sintáctica, al análisis de la relación semántico-sintagmática condicionada paradigmáticamente, como explicaremos a continuación: En la relación semántico-sintagmática condicionada por la estructura sintáctica que presenta el sintagma herméticamente cerrado, el determinante de la modi-

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Capítulo V

ficación es el adverbio herméticamente y la palabra determinada o modificada por él es el participio cerrado. La relación de solidaridad léxica dentro de ese sintagma, empero, consiste en la determinación semántica del lexema determinado herméticamente por medio del lexema determinante cerrado. Lo cerrado está contenido en lo hermético, porque hermético no se aplica a otra cosa que no sea un cierre. De otro modo: lo hermético es uno de los rasgos posibles, no necesarios, del contenido cerrado: es el más afín con éste, porque lo hermético tiene como rasgo distintivo a lo cerrado. Hermético implica a cerrado o, lo que es igual, cerrado determina a hermético, pero no a la inversa. Esta unidireccionalidad de la relación, unida a los argumentos precedentes, sientan el carácter de solidaridad léxica de implicación (Coseriu, 1981, 154-155) del sintagma herméticamente cerrado. El adverbio herméticamente es el límite máximo en la siguiente escala idiosincrásica de gradación (paradigma de los modos de cerrar): aceptablemente cerrar

normalmente

el frasco,

enérgicamente herméticamente

en que el cambio del modo que el respectivo adverbio produce, se corresponde con un incremento en el grado de la propiedad expresada por el verbo. Por presentar el rasgo más afín al contenido del verbo cerrar, el adverbio herméticamente constituye ese límite máximo y produce la intensificación de la propiedad de cerrar, como un maximizador de ella, que afecta la intensión o contenido de ésta. Análisis semejantes reciben los otros ejemplos de solidaridad léxica que consignamos en el cuadro del continuo de cuantificación de la propiedad modificada por el adverbio en -mente, en adelante, simplemente continuo. Repárese en la diferencia entre: indisolublemente unidos en matrimonio, en que se manifiesta una relación de solidaridad léxica y legalmente unidos en matrimonio en que no se da tal relación de solidaridad léxica; en el segundo ejemplo, el adverbio sólo comunica modo al participio, pero no hay cuantificación intensificadora; sólo hay una relación enfática por la tematización del adverbio, porque también podría decirse en modo neutro: unidos legalmente en matrimonio. Esta relación se da con núcleos participios o verbos.

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3.1.3. Filonímica de intensificación del grado Se presenta, por una parte, en frases hechas del tipo: rematadamente loco o fabulosamente rico y, por la otra, en clichés del tipo: coincidir plenamente, estrictamente indispensable. La relación filonímica de intensificación del grado se caracteriza por una afinidad de co-ocurrencia entre el término seleccionado y el adverbio seleccionador. Tal co-ocurrencia es permanente, o sea, está congelada, en las frases hechas y es relativamente estable en los clichés.

3.1.3.1. Frase hecha La que aquí mencionamos es una estructura fija que configura discurso repetido, como la presentada en 3.1.2.; pero, a diferencia de esta última, tiene valor conceptual único, carece de solidaridad léxica y, en la mayoría de los casos, el adverbio se puede permutar por un morfema de elativo en la técnica libre: rematadamente loco = loquísimo fabulosamente rico = riquísimo;

En los restantes casos del paradigma la frase hecha tiene valor intensivo; por ejemplo: celosamente guardado o llorar desconsoladamente.

3.1.3.2. Cliché (discurso paraepimónico) Con el vocablo paraepimónico, que hemos formado con las voces griegas παρα´ (junto a) y ε> πιµονη´ (repetición), queremos indicar el discurso inmerso en el proceso lexicolético de que habla Moreno Cabrera (1996) (cfr. cap. I, 3.1.3. de nuestro trabajo); es decir, la estructura que, sin ser todavía discurso repetido, tiende a él. Ejemplo arquetípico de discurso paraepimónico es el referido cliché, estructura muy usual, fijada, aunque no internamente, para la situación del decir, que tiende a configurar discurso repetido, mas, a diferencia de la frase hecha, es susceptible de cierta variación. Son variantes de los ejemplos consignados de clichés, las siguientes estructuras paradigmáticas pertenecientes a la relación coalescente (que luego trataremos): coincidir totalmente y absolutamente indispensable; sin embargo, aquéllos presentan el mayor número de ocurrencias. El hablante entiende que puede pasar de un paradigma a otro manteniendo las equivalencias en la designación.

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Capítulo V

En casos como el de la frase hecha densamente poblado y los de los clichés exquisitamente perfumado e impecablemente vestido, el núcleo-participio constituyente del sintagma nada podría aportar por sí solo, salvo redundancia o perplejidad, al ente o a la propiedad modificados por dicho sintagma. Efectivamente, enunciados como Ciudad densamente poblada, Colonia exquisitamente perfumada, Juan estaba impecablemente vestido,

diluyen su sentido al de una redundancia: ciudad poblada, colonia perfumada,

son redundancias inesperadas y Juan estaba vestido

está muy lejano del respectivo enunciado anterior y sólo podría tornarse relevante en una referencia a un campo de nudistas. Todo lo cual es prueba concluyente de que esos adverbios satisfacen pragmáticamente presupuestos normales del universo cognitivo de los hablantes. Reconocemos que la pérdida semántica que provoca la supresión del adverbio en Un ambiente exquisitamente perfumado

no es tan traumática por la índole del núcleo ambiente, que no presupone que deba estar perfumado. Escogemos el ejemplo de un adverbio que, ora puede ser elemento integrante de un sintagma en el paradigma de frases hechas, ora integrante de un sintagma en el paradigma de clichés léxicos, según sea la modificación que aporta al otro elemento del sintagma. El adverbio rematadamente se aplica sólo a adjetivos de sentido despectivo y equivale a muy. Constituye cliché en Tabaco rematadamente malo

o en Niño rematadamente tonto,

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y sólo moldea frase hecha con el adjetivo loco, al cual intensifica hasta su límite máximo, deparándole el valor conceptual de loco sin remedio, loco de atar.

La filonimia de intensificación del grado se da entre un adverbio y un núcleo que puede ser adjetivo, participio o verbo. En las relaciones oximorónica, de solidaridad léxica y filonímica de intensificación del grado correspondiente al paradigma de frases hechas, el adverbio potencia la intensión de la propiedad que afecta. 3.1.4. Filonímica de enfatización Sólo se presenta en frases hechas del tipo: debidamente notificado dermatológicamente testeado inversamente proporcional

o evoluciona favorablemente.

En analogía a lo dicho en 3.1.3. para la relación filonímica de intensificación del grado, la relación filonímica de enfatización también se caracteriza por una afinidad de co-ocurrencia entre el adverbio modificador y el término modificado, sea éste último adjetivo, participio o verbo. Es el análisis de las frases hechas (estructuras fijas) correspondientes a una o a otra filonimia el que permite explicar su escisión en intensificación del grado y en enfatización. En las primeras, el adverbio constituyente del sintagma equivale a un morfema de elativo de su núcleo adjetivo. Mientras que en las segundas, el adverbio transmite a su núcleo adjetivo o verbal idea de énfasis que sirve a los propósitos, a menudo traslapantes, de precisar, destacar, restringir o poner en foco dicho núcleo. Estos propósitos son modos sutiles de cuantificar la propiedad modificada, precisiones cualitativas de ésta y no aumentación cuantitativa, como ocurre en la intensificación del grado, según veremos en el apartado 3.1.5.1. Resta decir que el énfasis de muchas frases hechas de la filonimia de enfatización permite al hablante expresar una experiencia previa, reflejo de una pauta cultural, acrisolada precisamente en la frase hecha. Así por ejemplo, la notificación de una disposición que atañe a un sujeto tiene como expectativa el que sea una notificación

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Capítulo V

en debida forma; un cosmético tiene como índice de seguridad y confianza, el que sea dermatológicamente testeado y la evolución esperada de un enfermo debe ser de signo favorable. En estas frases hechas, el énfasis es producto de la afinidad semántica, reflejo de la pauta cultural. 3.1.5. Coalescente del grado En esta relación la co-ocurrencia del adverbio y el núcleo no responde a un patrón fijo, sino a la necesidad de establecer un quantum o medida de la realidad denotada, es decir, la extensión cuantitativa de ella. Todos los ejemplos de esta relación en sus trece paradigmas pertenecen a la técnica libre del discurso (Coseriu, 1986, 297), o sea, al principio de la elección abierta, opuesto al principio del discurso repetido. 3.1.5.1. Intensificación y atenuación del grado A la relación coalescente de grado corresponden dos paradigmas: uno de intensificación del grado y otro de atenuación del grado. En cada sintagma de uno u otro, el adverbio procura, respectivamente, la intensificación o la atenuación de la propiedad que modifica; por ejemplo: regar abundantemente y adherirse parcialmente. En la inmensa mayoría de los casos la intensificación es directamente superlación y los respectivos adverbios son maximizadores, como en: increíblemente hermosa atrozmente calumniado

y enormemente difícil.

Entre los casos de atenuación existe el siguiente de infralación: mínimamente logrado

en que el adverbio es minimizador por antonomasia. En la mayor parte de estas combinaciones, el grado que el adverbio comunica a la propiedad en que incide proviene de que su base adjetiva posee la idea de cantidad, como, por ejemplo en enormemente difícil, o de límite, como en increíblemente hermosa; en otros casos, menos usuales, en que dicha base adjetiva contiene la idea de valoración, como en atrozmente calumniado, es precisamen-

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te el modo del adverbio el que lo faculta para atribuir grado a la propiedad que modifica. En todos los casos, el uso del adverbio responde a sentimientos o percepciones del hablante, a su intención pragmática de evaluación o a su deseo de expresar acuerdo o desacuerdo. El proceso de cuantificación del grado presenta, como hemos dicho, una polaridad de intensificación o atenuación de la cantidad en que se presenta una propiedad. Muchos autores que nombran adverbios de intensidad a los adverbios de cantidad desconocen, pues, dicha polaridad. Para Ayer (1885) mencionado por Nilsson-Ehle (1941, 125): “Les adverbes d’intensité s’appellent aussi adverbes de quantité, mais la quantité, comme le nombre, s’applique aux substantifs, et l’intensité aux verbes et aux adjectifs: l’intensité est le degré de force de l’action ou de la qualité”. [Los adverbios de intensidad se llaman también adverbios de cantidad, pero la cantidad como el número se aplica a los sustantivos y la intensidad a los verbos y a los adjetivos: la intensidad es el grado de fuerza de la acción o de la cualidad.]

Bally (1909,182), también mencionado por Nilsson-Ehle, con otros matices expresa: “La notion d’intensité prise dans son acception la plus large, cette notion est impliquée dans toute comparaison des faits de langage, [...] la différence quantitative ou d’intensité est une de ces ‘categories’ générales que nous appliquons à tous les objects de nos perceptions et de nos pensées; [...]” [La noción de intensidad, tomada en su acepción más amplia, está implicada en toda comparación de los hechos de lenguaje [...] la diferencia cuantitativa o de intensidad es una de las “categorías” generales que aplicamos a todos los objetos de nuestras percepciones y de nuestros pensamientos.]

La valoración o sentido apreciativo preside el proceso de intensificación o de atenuación de la propiedad mediante un adverbio porque la idea de magnitud, la impresión agradable o desagradable que se tenga de algo, la tendencia a favor o en contra de ello, la satisfacción o decepción que aquello pueda causar, quedan reflejadas en el alto o bajo grado que el adverbio asigne a la propiedad. En dicha asignación, pues, está presente una idea de cantidad como en enormemente difícil, de límite como en increíblemente hermosa, de valoración emotiva como en atrozmente calumniado o de comparación implícita respecto de un hito de referencia del universo cognitivo de los hablantes, como en un niño no mayormente travieso. En suma, advertimos la siguiente relación constante: cuando la base lexemática del adverbio en -mente posee idea de cantidad, límite o valoración, la adver-

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Capítulo V

bialización en -mente lo convierte en adverbio de grado, por consiguiente, la incidencia de tales adverbios sobre cualquier adjetivo, participio u otro adverbio o construcción exocéntrica equivalente, realza o atenúa el grado de la propiedad modificada. La intensificación o atenuación de una propiedad se da por grados que sirven para medirla, es decir, para expresar la cantidad presente de dicha propiedad. Ahora bien, la atribución de cantidad mediante un adverbio de modo en -mente se hace en forma implícita en la casi totalidad de los casos y sin total desprendimiento del contenido cualitativo del adverbio por lo cual el proceso queda atrapado en una polaridad cualitativo-cuantitativa. Un requisito indispensable para la graduación es la variabilidad con discontinuidad de la propiedad y la posibilidad de ordenar sus valores en una sucesión creciente o decreciente. Aun dentro del paradigma por antonomasia de la intensificación propia del grado, se reconoce una discontinuidad en la intensificación del grado que manifiestan sus sintagmas. Sin embargo, los paradigmas de sintagmas del continuo que corresponden al campo de la intensificación del grado de la propiedad modificada y al de la atenuación de éste, exhiben esa intensificación o atenuación sobre diferentes propiedades, aunque aproximadamente en un mismo grado para cada sintagma constitutivo del respectivo paradigma. A su vez, cada una de las propiedades de cada sintagma de cada paradigma del referido campo de graduación de la propiedad admite también un continuo que evidencia su variabilidad como propiedad, sujeta a la posibilidad de recibir graduación. Consideremos, a continuación, la siguiente escala de graduación de la cualidad expresada por el adjetivo deverbal probable. Ella muestra en un continuo una doble dicotomía: la de lo cuantitativo vs lo cualitativo, y la del proceso de atenuación vs el proceso de intensificación.

Incremento de la atenuación

Incremento de la intensificación

nada escasamente poco bastante ø muy altamente sumamente absolutamente

Decremento de la cualidad probable Incremento de la cualidad

El sector de los cuatro primeros grados corresponde al proceso de atenuación de la cualidad; expresada en grado neutro, de valor ø, por la quinta posición. Esa

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atenuación va in crescendo desde el cuarto grado hasta el primero y para ellos, por consiguiente, la cualidad va in diminuendo. El sector de los cuatro últimos grados siguientes al neutro, corresponde al proceso de intensificación de la cualidad. El incremento de esa intensificación se corresponde con un incremento, del mismo sentido, de la cualidad. En el primer sector mencionado se alude más al quantum con que se concibe realizada la cualidad de probable, mientras que en el segundo sector se resalta el quam con que la cualidad se manifiesta. Podemos inferir también que se presentan más adverbios en -mente para expresar intensificación que para expresar atenuación. Veamos esto mismo con un verbo:

escasamente poco moderadamente

Decremento del proceso regar Incremento del proceso

ø suficientemente abundantemente mucho exageradamente

Incremento de la atenuación

Incremento de la intensificación

Constatamos que, a diferencia del caso anterior de la cualidad, en éste la covariación sólo resalta el quantum del proceso, tanto en el sector de la atenuación como en el de la intensificación. En general, si observamos el funcionamiento de los modificadores graduadores intensificadores mucho/muy, advertimos que mucho está predeterminado para verbos, mientras que muy lo está para adjetivos, participios o adverbios. De acuerdo con la descripción de los intensivos hecha por Alcina Franch y Blecua (1975 y 1983, 652), nosotros interpretamos que tal distribución proviene de que mucho representa la gradación absoluta de un quantum respecto de la totalidad, gradación conveniente para medir un proceso, mientras que muy representa la gradación de una cualidad implícita o elíptica relativa a un hito de comparación. Observemos además que la cuantificación sobre verbos admite adverbios como grandemente, que, por lo contrario, no incide sobre adjetivos, por ejemplo: El temporal afectó grandemente las cosechas; pero * grandemente útil.

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Capítulo V

En cambio es gramatical decir: sumamente útil o enormemente útil.

Grandemente a partir de grande da idea general de cantidad; ello no lo habilita para modificar un adjetivo, ya que si éste va a recibir modificación cuantificadora mediante un adverbio en -mente, ésta expresará grado, ora en el sentido de la intensificación, ora en el de atenuación, pero no mero quantum sino conjuntamente quantum y quam de la propiedad que modifica. También por esta razón cuantitativa-cualitativa que concierne a los adverbios en -mente, el incremento del modo o el proceso de alcanzar un límite sirven a los propósitos de la intensificación/atenuación. Por ejemplo: altamente expresa idea de límite metafórico o figurado de la altura; exageradamente, cuya base expresa la idea de sobrepasar cierta proporción o sumamente (en sumo grado), conformado sobre un superlativo, son aptos para otorgar grado a la propiedad adjetiva modificada. Por ello, excesivamente belicoso quiere decir “muy belicoso”, pero no: “belicoso en exceso”, porque esta idea supondría la muy extraña para nuestra pauta cultural de “belicoso en grado normal”. En cambio dormir excesivamente significa dormir mucho, con exceso. Tampoco enormemente útil quiere decir “útil en gran cantidad”, sino muy útil ni altamente riesgoso, “riesgoso en gran altura”, sino muy riesgoso, en el sentido de que el riesgo ha sobrepasado el límite. Corolario: cuando el adverbio modifica al adjetivo potencia su quam, cuando modifica al verbo, potencia su quantum. Esta capacidad del adverbio en -mente proviene del natural proceso de rarefacción semántica del término desarrollado. 3.1.5.2. Escala pragmática de la gradación del adjetivo En la página siguiente expondremos una escala pragmática de la gradación del adjetivo, lograda mediante recursos léxicos y sintácticos, aplicados a los neutros antónimos: bueno-malo. Dicha escala es sólo indicativa, no aspira a ser exhaustiva. Descubrimos cómo los cuantificadores sitúan al adjetivo sobre el que inciden en una posición determinada de la escala y las posiciones que corresponden a los comparativos de superioridad de uno y de inferioridad de otro son homótopas, aunque de ninguna manera equivalentes. Tal es el caso de: Pedro es menos malo que Juan, de uno, y Juan es más bueno que Pedro, del otro;

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Atenuación de malo e intensificación de bueno

+ +

bueno maximizador

óptimo archibueno/superbueno buenísimo minimizador

mínimamente malo muy bueno re bueno/bueno-bueno superlativo

nada malo

superlación

infralación

sumamente totalmente completamente absolutamente extremadamente

demasiado bueno mejor que comparativo de inferioridad

menos malo que

más bueno que

comparativo de superioridad

tan bueno como/igual de bueno que precisamente bueno comparativo de igualdad malo

regular

bueno



razonablemente bueno aceptablemente bueno bastante bueno más o menos bueno comparativo de igualdad

tan malo como/igual de malo que

más o menos bueno un poco bueno algo bueno casi bueno

comparativo de superioridad

comparativo de inferioridad

peor que

superlación

superlativo

muy malo malísimo

maximizador

extremadamente absolutamente completamente (variantes combinatorias totalmente sumamente de grado)

malo



Intensificación de malo y atenuación de bueno

minimizador

infralación

menos bueno que poco bueno nada bueno mínimamente bueno

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o la correspondiente homotopía: Pedro es menos bueno que Juan, de uno, y Juan es peor que Pedro, del otro.

La escala también muestra superlativos de positividad y de negatividad; dentro de la superlación reconocemos un grado maximizador, modificador en grado extremo de la propiedad, que sólo se consigue con el adverbio en -mente. Y sirve al propósito de intensificación de la propiedad. Igualmente acontece con el grado minimizador, dentro de la infralación, modificador en grado extremo de la propiedad para la atenuación de ella. Desde el punto de vista de la intención del hablante, se acercan los procedimientos de intensificación de lo bueno y de atenuación de lo malo por una parte, y de intensificación de lo malo y de atenuación de lo bueno, por la otra. Por ejemplo: nada bueno es atenuación de bueno, sin embargo, pragmáticamente es asimilable a malo; del mismo modo nada malo es atenuación de malo y pragmáticamente asimilable a bueno. Por nuestra idiosincrasia cultural, la gradación de una determinada cualidad se expresa habitualmente mediante una escala dispuesta en un eje vertical, por analogía con escalas de índole física, ética o social. En efecto, solemos atribuir la posición de ARRIBA a entidades como la altura y la bondad, la virtud, la racionalidad, la felicidad, el poder, el control, etc. y la posición de ABAJO a lo bajo, la maldad, el vicio, la emotividad, la tristeza, la impotencia, la debilidad, etc.1. La gradación de nuestro esquema incrusta polos equicuánticos de distinto sentido, es decir, que expresan intensidad o atenuación. Estas denominaciones se pueden entender de modo absoluto o relativo: malísimo es una intensificación de malo como buenísimo lo es de bueno, pero desde un punto de vista relativo, hay una máxima atenuación de la bondad en malísimo y en buenísimo una máxima atenuación de la maldad. Como explicamos, desarrollamos la antonimia axiológica bueno-malo en un eje vertical, cuyo semi-eje superior señala, a la vez, la intensificación de lo bueno y la atenuación de lo malo y cuyo semi-eje inferior indica simultáneamente la atenuación de lo bueno y la intensificación de lo malo. Los puntos equidistantes del grado neutro (regular) entre ambas cualidades, situados en distintos semiejes, son equicuánticos, es decir, expresan el mismo grado de intensificación de la cualidad positiva o de atenuación de la negativa, en el semi-eje superior; y de atenuación de la cualidad positiva o de intensificación de la negativa, en el semieje inferior. Otras inferencias que extraemos de esa representación escalar:

1

Este tema es concomitante con el de las metáforas orientativas (Lakoff, 1979, cap. IV).

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– Demasiado bueno se acerca a la superlación de lo bueno, pero resulta una expresión peyorativa en relación con la posesión de la cualidad; otro tanto ocurre con su superlativo maximizador: excesivamente bueno. Como sostienen Brown y Levinson (1978, 271), ciertos marcadores de evaluación positiva como demasiado o excesivamente pueden adquirir implicaturas estandarizadas que invierten su sentido positivo. Por nuestra parte agregamos que, recíprocamente, marcadores de evaluación negativa como horrorosamente en horrorosamente simpático invierten su sentido negativo. Se comprende, pues, que en la cuantificación que producen estos marcadores ad hoc prevalece la función pragmática sobre la semántica. – Existen más recursos para expresar intensificación que para expresar atenuación y más grados para lo bueno que para lo malo. – Adviértase que la maximización del grado de la propiedad en cuestión por medio de un adverbio en -mente dispone de variantes combinatorias. – Corroboramos lo expresado por Moreno Cabrera (1991, T I, 253) en el sentido de que la forma sintética del superlativo supone un grado de posesión de la cualidad mayor que la analítica. Escalas pragmáticas análogas pueden también reproducirse para otros pares de antónimos del tipo: fuerte-débil; lindo-feo; gordo-flaco; etc.. – A tal punto esta escala es pragmática, que la gramática sólo ha podido contemplar parcialmente dicha gradación, al fijar los tres grados del adjetivo: positivo, comparativo y superlativo (analítico y sintético). La lengua ofrece posibilidades de gradación léxica en sus campos léxicos que son estructuras paradigmáticas constituidas por unidades léxicas en oposición, según el eje de la selección (Coseriu, 1981, 170); por ejemplo: helado, frío, tibio, caliente, hirviente. También la lengua ofrece posibilidades de gradación mediante procedimientos de prefijación y sufijación del adjetivo, por ejemplo: archimalo, extrafino, hiperactivo, supersecreto, resalado, requetebien, ultra rápido, malazo, malote. Muchas de las formas hiperbólicas conseguidas por estos procedimientos morfológicos tienen equivalencias designativas con adverbios en -mente: hiperdiscutir

equivale a

superautomático supersecreto

a a

discutir excesivamente exageradamente; totalmente automático absolutamente secreto, etc.

Alarcos Llorach (1994, 85) asevera que la gradación se expresa analíticamente en español por un cuantificador antepuesto al adjetivo: poco, nada, casi, algo, menos, demasiado, tanto, tan, más, y con la sustantivación de éste último para el

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superlativo relativo: el más alto. Para el superlativo absoluto o elativo el cuantificador originario es muy, aunque desde el siglo XVI se generalizó en la lengua una formación en -ísimo, equivalente a la latina. En pocos casos heredados del latín, la expresión de la cuantificación se hace en forma sintética: mejor, peor, mayor y menor. –La escala pragmática de gradación del adjetivo revela también que la intensificación de lo bueno y la atenuación de lo malo son estrategias comunicativas complementarias para preservar la imagen del oyente o del hablante. Las equivalencias del contenido proposicional de los enunciados sirven a opuestos propósitos comunicativos: si el hablante tiene la intención de cuidar la imagen de su interlocutor, intensificará lo bueno y atenuará lo malo, si, en cambio, desea afectar aquella imagen, atenuará lo bueno e intensificará lo malo. 3.1.5.3. De frecuencia indeterminada y de frecuencia determinada Los adverbios cuantificadores intervinientes en los sintagmas tanto del paradigma correspondiente a la relación de frecuencia indeterminada como al paradigma de la de frecuencia determinada expresan cantidad de repeticiones de un evento en un cierto lapso. Las oposiciones distintivas entre unos y otros radican en que los adverbios de frecuencia indeterminada efectúan una determinación implícita del número de repeticiones de un evento y no delimitan el intervalo, mientras que los de frecuencia determinada efectúan una determinación explícita de aquel número y delimitan el intervalo. Por ejemplo, al paradigma de frecuencia indeterminada pertenece el sintagma: Asiduamente visitado.

y al de frecuencia determinada, el sintagma: Visitar diariamente.

Como vemos, la cuantificación de la ocurrencia del proceso es el rasgo común a los dos tipos de frecuencia. Los adverbios de uno y otro paradigma afectan la extensión de la propiedad, pero los de frecuencia indeterminada otorgan intensificación a la propiedad que modifican, mientras que no lo hacen los de frecuencia determinada. La cuantificación del número de ocurrencias que opera un adverbio de frecuencia determinada como diariamente es, sin duda, mayor que la que operan los adverbios de frecuencia indeterminada asiduamente o frecuentemente; sin

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embargo, la intención pragmática del hablante otorga intensificación a estos últimos y ninguna, al primero, en que esa mayor frecuencia mantiene un aspecto neutro, incluso con respecto al énfasis. La relación de frecuencia indeterminada se presenta, sobre todo, con adjetivos perfectivos, participios y verbos y la de frecuencia determinada, con verbos. 3.1.5.4. De especialización Según estudiamos en el apartado 2.6. del capítulo IV, los adverbios pertenecientes a los sintagmas del paradigma de especialización como, por ejemplo: completamente asno, verdaderamente profesor,

por ser adverbios cuantificadores-intensificadores de sustantivo adyecto, es decir, de lo adjetivo contenido en lo sustantivo, resultan especializadores que precisan los límites extensivos dentro de los cuales se consideran los entes determinados. 3.1.5.5. Aspectual Esta relación se establece entre un adverbio de cantidad como, por ejemplo, completamente, enteramente o parcialmente y un adjetivo perfectivo como, por ejemplo, lleno, vacío o descalzo. El adverbio, denominado aspectual por Bosque (1990, 193), modifica la extensión del adjetivo. Según ese autor, los adjetivos perfectivos derivan de participios pasivos que denotan el resultado de una acción o de un proceso, es decir, el estado que éstos alcanzan, y precisamente el adverbio modifica dicho estado, eventualmente hasta conseguir anularlo, como en parcialmente lleno, lo cual plantea una interesante paradoja semántica. También comenta Bosque (ib.) que el contraste entre un adverbio de aspecto, como completamente, y otro de grado, como absolutamente, salta a la vista en pares como: absolutamente magnífico * completamente magnífico.

La propiedad de “ser magnífico” no es el resultado de un estado alcanzado, por ello se puede graduar, pero no “completar”, porque carece de un argumento

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resultativo eventivo que legitime el proceso hacia el estadio final, o sea, de un argumento que denote una acción que desemboque en un resultado. En lo que no concordamos con Bosque, es en que adverbios como completamente, enteramente o parcialmente se empleen exclusivamente para denotar procesos que se puedan completar. En efecto, si bien en: La región X está completamente seca,

el adverbio completamente indica el resultado de un proceso, en cambio en: La región X es completamente seca,

seca no es un adjetivo perfectivo, ni completamente, un adverbio cuantitativo de aspecto. Por lo contrario, seca es un adjetivo imperfectivo, denotador de una propiedad característica de la región: la región X es intrínsecamente seca y no ha sido secada como resultado de un proceso (aunque tal vez así haya ocurrido por agentes naturales o artificiales en la realidad extralingüística) y con el adverbio de grado completamente se indica que no queda resquicio o porción de X que no posea la cualidad expresada por el adjetivo. Como vemos, la aspectualidad o gradualidad de tales adverbios de cantidad no les es inherente, sino que les está conferida por el contexto. Por consiguiente, no es adecuado fijar en su denominación, una de sus dos posibilidades. 3.1.5.6. Pleonástica En esta relación la función pragmática del adverbio dentro del sintagma es focalizar el núcleo sobre el cual incide, poniendo estratégicamente en evidencia la máxima cooperativa de calidad (Grice, 1975), es decir, constituyéndose en prueba adecuada de que dicho núcleo es declarado con verdad y que ello debe quedar exento de duda para el oyente. Ejemplos: Exactamente hoy. Precisamente aquí.

El núcleo del sintagma puede ser un adjetivo, un participio, un adverbio, una construcción nominal, o una construcción exocéntrica subordinante/término (construcción de preposición seguida de término)2.

2

Cfr. Kovacci (1986, 18-19).

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Al comunicar su modo al núcleo, el adverbio explicita la cantidad o medida de la extensión ocasional de la propiedad que el núcleo expresa, y de ello deriva una cuantificación de dicha propiedad, cuya índole es la enfatización. Frente a ésta, el aporte semántico es exiguo, razón por la cual conviene el nombre de pleonástica para la relación. Los sintagmas de este paradigma se prestan, más que los de ningún otro en el continuo para respuestas lacónicas en que ofician de textos completos, que remiten a la enunciación. Cuando éste es el caso, el adverbio interviniente, además de otorgar énfasis a la propiedad que modifica, modaliza la enunciación, especificando las condiciones de sinceridad del acto de habla y declarando el grado de justeza, precisión o exactitud del decir. Esta otra función pragmática se superpone a la ya señalada de focalizar el núcleo sobre el cual incide. 3.1.5.7. Enfática Ésta es la relación por antonomasia del campo de la cuantificación enfática. El énfasis que el adverbio comunica a la propiedad modificada proviene de que la base adjetiva de aquél corresponde al tipo axiológico, que enuncia un juicio de valor, como en: realmente rojo o verdaderamente rojo,

y, eventualmente, además, un compromiso emocional del hablante respecto del objeto denotado, como en: felizmente incluido o desear vivamente.

Esta relación se entabla entre un adverbio y una propiedad expresada por un adjetivo, un participio o un verbo. Por ejemplo, en: 1) Esta manzana es realmente sabrosa

frente a 2) Esta manzana es sabrosa

ya 3) Esta manzana es muy sabrosa,

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en 1) el adverbio realmente comunica un modo a la propiedad sobre la cual incide: el modo como cabe esperar que se presente en la realidad, con los atributos del sabor normal de una manzana; de ello surge un énfasis de la propiedad con respecto a 2). En 3), en cambio, el adverbio muy es un intensificador del grado de la propiedad. Igual cometido que 1) pueden cumplir frente a 2): 4) Esta manzana es verdaderamente sabrosa y 5) Esta manzana es ciertamente sabrosa.

En cambio en: 6) Esta manzana es especialmente sabrosa,

se intensifica el grado y así 6) es equivalente a 3).

3.1.5.8. De punto de vista En esta relación participa un adverbio de modo que señala el campo de referencia de la propiedad modificada, es decir, incide en su extensión, como, por ejemplo: históricamente estudiado, matemáticamente clasificado, teóricamente posible.

Al señalar el particular punto de vista o aspecto desde el cual tiene lugar la propiedad, el adverbio cumple con la función pragmática de focalizador-enfatizador.

3.1.5.9. De restricción Los adverbios que entablan esta relación, por ejemplo: únicamente hoy, solamente socios,

son cuantificadores que restringen la extensión de la propiedad del elemento en que inciden o la de la clase a que éste pertenece. Su función pragmática es la de ser focalizadores-enfatizadores.

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3.1.5.10. De aproximación Los adverbios que establecen esta relación acotan la extensión del núcleo sobre el que inciden. Éste puede ser una construcción endocéntrica de un adjetivo numeral cuantificador que afecta a un sustantivo, como en: aproximadamente dos kilos,

o una construcción exocéntrica, como en: Se renovó la concesión aproximadamente por dos años.

El énfasis proviene de que el adverbio de aproximación limita la extensión del adjetivo cuantificador del sustantivo. El adverbio participante marca que el hablante cumple especialmente las máximas de calidad y de cantidad.

3.1.5.11. Numeral La relación se establece entre el adverbio doblemente y un adjetivo o participio. Por ejemplo: Doblemente injusto.

El adverbio numeral cuantificador otorga énfasis a la propiedad. Doblemente es el único numeral entre los adverbios en -mente, ya que primeramente funciona como ordenador textual. En ocasiones el hablante puede usar como numerales: triplemente, cuádruplemente, etc., pero no son habituales en la norma lingüística.

3.1.5.12. Literaria enfática Su paradigma corresponde al discurso literario, dentro de la técnica libre del discurso, y sus sintagmas constituyen grupos de palabras impredictivos en lenguaje desautomatizado. El adverbio logra el énfasis de la propiedad que modifica por alguna de estas dos vías: ora por lo novedoso de la combinación sintagmática, que puede llegar a la incompatibilidad semántica entre la propiedad modificada y el adverbio; como en:

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Capítulo V

Llorar heridamente (Pablo Neruda),

ora por el rompimiento de restricciones de formación propias del adverbio en -mente, como en: erguida ecuestremente en mi espinazo (C. Vallejo, ejemplo tomado de García Page (1991, 158)).

Aquí el adverbio incurre en la anomalía de tomar como base léxica un adjetivo relacional. 5. Conclusiones En los numerosos y diversos paradigmas del continuo de cuantificación, la ocurrencia de sintagmas en que el adjetivo base del pertinente adverbio expresa idea de cantidad es realmente exigua; ello prueba que la capacidad de cuantificación de un adverbio excede con creces la posibilidad de que su base lexemática exprese cantidad. Si esta última posibilidad se da, necesariamente el adverbio ejerce cuantificación de la propiedad sobre la cual incide; pero también se produce cuantificación en una abrumadora mayoría de casos en que la base léxica del adverbio no expresa cantidad. Hay cinco índoles de cuantificación de la propiedad modificada por el adverbio, a saber: 1. 2. 3. 4. 5.

Intensificación del grado Atenuación del grado Enfatización Cuantificación del aspecto perfectivo Medida de la ocurrencia

La segunda, cuarta y quinta corresponden a sendos paradigmas; las dos restantes abarcan numerosos paradigmas: la de intensificación, los primeros siete y la de enfatización fluctúa entre el décimo y el décimo quinto y sobre el décimo séptimo y decimoctavo. La de intensificación y la de atenuación constituyen las dos posibilidades de la graduación de la propiedad que el adverbio afecta. En el continuo hemos incluido deliberadamente ejemplos comunes a paradigmas distintos, señalados con el mismo color, para poner de manifiesto que participan de las correspondientes diversas índoles.

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Adverbios en -mente cuantificadores

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Los paradigmas correspondientes a cada una de las dieciocho relaciones expuestas en el continuo de cuantificación de la propiedad modificada por el adverbio en -mente, muestran que no existe ruptura entre la sintaxis prefabricada y la sintaxis creativa; esa inexistencia de ruptura está cifrada en los siguientes hechos: – Las tres primeras y las dos últimas columnas del continuo dan cuenta de la máxima literalidad del discurso, es decir, de la ausencia de paráfrasis, lo cual las enfrenta a las columnas del discurso ordinario de la técnica libre del discurso. Asimismo dentro del discurso literal esas tres primeras columnas del continuo se enfrentan a las dos últimas, pues las primeras afectan la intensión de la propiedad mientras que esas dos últimas inciden en la extensión de dicha propiedad. Cada sintagma de cada uno de esos tres primeros paradigmas se interpreta conceptualmente como un todo, mientras que cada sintagma de los dos últimos paradigmas del continuo se interpreta compositivamente. Todos los paradigmas del continuo tienen, sin embargo, como base de comparación, la cuantificación por el adverbio de la propiedad modificada. – Dentro del discurso literal se enfrentan la sintaxis prefabricada de las frases hechas del discurso repetido con la máxima libertad expresiva del discurso literario: por una parte, las frases hechas de solidaridad léxica y filonimia versus el oxímoron, y, por la otra, las frases hechas de la filonimia versus la coalescente literaria enfática. Esa máxima fijación con esa máxima libertad, lejos de constituir una paradoja, confirman la impresión de que tanto las frases hechas propiamente dichas como los clichés, que están en proceso de convertirse en ellas, advienen a la lengua singularmente y son adoptados socialmente por su éxito expresivo. También las creaciones del discurso literario nacen singularmente, pero, a diferencia de aquéllas, permanecen en estado de hápax, de discurso no incorporado socialmente. – El proceso lexicotélico ya señalado al fin de 3.1.3. del capítulo I oficia de puente entre la sintaxis creativa y la prefabricada. La unidad estudiada en el continuo, es decir, el grupo de palabras perteneciente a un mismo estrato de estructuración gramatical: adverbio y propiedad por él modificada, exhibe una gama de variación que fluctúa desde la frase hecha y congelada a la frase productiva e impredictible, según se encuentre amparada, en mayor o menor medida, por el principio del discurso repetido o el principio de la sintaxis creativa. – Finalmente, las funciones pragmáticas de los sintagmas consignados en diecisiete de los dieciocho paradigmas como unidades de intersección de estructura, función y uso, sirven primordialmente a los propósitos de evaluación o acuerdo-desacuerdo para expresar sentimientos de satisfacción, insatisfacción, decepción, etc. en marcos interactivos. Se exceptúa el paradigma relativo a la

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Capítulo V

frecuencia determinada, cuyos sintagmas expresan cuantificación de la propiedad sin enfatización de ella. Al estar exentos de subjetividad, se inhiben para aquellas funciones pragmáticas. –Por otra parte hemos expuesto la escala pragmática de la gradación del adjetivo que exhibe cómo el grado maximizador sólo se consigue con el adverbio en -mente y cómo la gradación de un adjetivo puede iluminarse desde el enfoque pragmático que muestra las reales estructuras del uso en una visión superadora de los tradicionales grados del adjetivo expuestos por las gramáticas.

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CONCLUSIONES GENERALES

El adverbio, una de las cuatro categorías verbales universales, expresa el cómo de la aprehensión del mundo extralingüístico, como propiedad de propiedades. Para que una palabra sea adverbio debe poseer significado categorial de tal. Los adverbios lexicales poseen juntamente significados léxico y categorial. Los adverbios categoremáticos, o bien pertenecen a la clase de los pronombres, o bien a la clase de los numerales y sólo poseen significado categorial. Existen instrumentos gramaticales carentes de significado categorial, pero sintácticamente equivalentes a adverbios y, muchas veces, son equivalentes designativos o sinónimos cognitivos de ellos. El adverbio puede funcionar en el estrato de palabra y en los demás estratos de la estructura sintáctica por subordinación o superordinación, de acuerdo con las propiedades de los estratos. Los adverbios en -mente del español de hoy son adverbios lexicales y términos desarrollados. En ellos el sufijo -mente funciona como transpositor adverbial. Desde el punto de vista diacrónico, significó un proceso de gramaticalización lexicogenético y sintactotélico: al vaciarse de contenido léxico se transformó en un indicador gramatical o transpositor adverbial. En la sincronía actual, se advierte que, en numerosas ocasiones, todo el adverbio en -mente se vacía de contenido, en un proceso inverso, sintactogenético y lexicotélico, que lo lleva a formar parte de expresiones fijas, como rematadamente loco o jurar solemnemente. Dentro de la clase de los adverbios en -mente del español se pueden establecer subclases semánticas, según los valores léxicos de cada grupo de adverbios. Tales subclases son independientes de la función sintáctica que los adverbios puedan ejercer y de la categoría del vocablo sobre el cual incidan. Sin embargo, las clasificaciones semánticas nunca pueden ser ni exhaustivas (no son clases estancas) ni exclusivas (la mayoría de los adverbios puede participar de más de una clasificación, según determinaciones contextuales y situacionales). Una de las principales subclases, la de los adverbios de modo o manera, resulta muy productiva para la creación neológica, aún para formaciones anómalas, no previsibles en lengua estándar y frecuentes en el discurso literario y en el lenguaje coloquial. Los tres tipos principales de funciones sintácticas ejercidas por los adverbios en -mente son: función circunstancial, función modalizadora o modificadora de modalidad y función modificadora. Las funciones sintácticas modificadora y cir-

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Conclusiones generales

cunstancial quedan ambas incluidas, desde el punto de vista semántico, dentro de la función semántica modificadora de la significación de una propiedad ya que la propiedad puede estar expresada por un sustantivo adyecto, un adjetivo, un participio, un verbo u otro adverbio. Dentro de la función modificadora de la significación de una propiedad hemos tratado la función de cuantificación, entendida como explicitación de una cantidad calificada, determinada o indeterminada, de una cosa. Consideramos dicha cantidad como medida, implícita en la casi totalidad de los casos, de la extensión o intensión de una propiedad, respecto de alguna pauta cultural o elemento de apreciación subjetiva de nuestro universo de creencias. La cuantificación por un adverbio en -mente de la propiedad sobre la cual incide configura una escala o continuo en que la relación entre adverbio modificador y propiedad modificada fluctúa dentro de dos campos netamente diferenciados: el de la intensificación del grado de la propiedad, que pone el acento en la cantidad presente de ella y el de la enfatización de la propiedad modificada, que pone el acento en la cualidad o modo en que ella se manifiesta. Por ende hablamos de cuantificación de una propiedad por un adverbio, aún en el caso en que la idea de cantidad esté por completo ausente en la base lexemática de dicho adverbio, como, por ejemplo, en increíblemente hermosa o perdidamente enamorado. Nuestro análisis ha enfocado este aspecto no considerado sistemáticamente hasta lo presente. El continuo de cuantificación queda enmarcado dentro de la Gramática Relacional, que trata de las unidades de designación expresadas por significados diferentes. Dentro de dicho continuo hay cinco índoles de cuantificación de la propiedad modificada por el adverbio, a saber: 1. 2. 3. 4. 5.

Intensificación del grado Atenuación del grado Enfatización Cuantificación del aspecto perfectivo Medida de la ocurrencia.

La de intensificación y la de atenuación del grado constituyen las dos posibilidades de la graduación de la propiedad que el adverbio afecta. Esa graduación se puede poner en parangón con la cuantificación por enfatización de la propiedad: La cuantificación por graduación consiste en la posibilidad que el adverbio tiene de indicar el grado o el quantum con que se manifiesta la propiedad sobre la cual incide, mientras que la enfatización carece por completo de la idea de graduación o de aumentación o disminución cuantitativas y su fuerza expresiva sirve a los propósitos, a menudo traslapantes, de precisar, destacar, restringir o

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Conclusiones generales

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poner en foco la propiedad en cuestión, como modos sutiles de cuantificarla, dando precisiones cualitativas de ella. Los paradigmas correspondientes a cada una de las dieciocho relaciones expuestas en el continuo de cuantificación de la propiedad modificada por el adverbio en -mente, constituyen nuestra comprobación de que no existe ruptura entre la sintaxis prefabricada y la sintaxis creativa. El proceso lexicotélico ya señalado al fin de 3.1.3. (cap. I) oficia de puente entre la sintaxis creativa y la prefabricada. La unidad estudiada en el continuo, es decir, el grupo de palabras perteneciente a un mismo estrato de estructuración gramatical: adverbio y propiedad por él modificada, exhibe una gama de variación que fluctúa desde la frase hecha y congelada a la frase productiva e impredictible, según se encuentre amparada, en mayor o menor medida, por el principio del discurso repetido o el principio de la sintaxis creativa. Las funciones pragmáticas de los sintagmas consignados en diecisiete de los dieciocho paradigmas, como unidades de intersección de estructura, función y uso, tienen por fin primordial la evaluación o acuerdo-desacuerdo del hablante. Los adverbios adjetivales, por su rasgo común de intensidad, también ejercen función cuantificadora de la propiedad en que inciden. Tres de los cuatro grupos considerados denotan, de modo directo o indirecto, un elemento de subjetividad evaluativa del hablante, por lo cual cumplen con la función pragmática de modalizadores valorizantes. El adverbio adjetival manifiesta de manera intensiva las propiedades de la acción o proceso expresadas por el verbo. Ello da lugar a juicios de valor sobre el sujeto de la proposición o sobre el resultado de la acción o proceso, pues los adverbios adjetivales, capaces de calificar agentes, se aplican también a las acciones resultantes. Los adverbios en -mente derivados de base adjetiva de sufijo -ble habían sido estudiados hasta ahora en cuanto a la noción verbal implicada en el adjetivo deverbal base. La constatación que aportamos a este tema es que también la base adjetiva del adverbio reconoce una natural gradualidad que sirve a los propósitos de intensificación o atenuación de la propiedad modificada por todo el adverbio. Recopilamos los siguientes rasgos comunes a los adverbios deverbales carentes de antónimos. Los positivos, que constituyen el segundo grupo de 4. (cap. III): a) apenas trasuntan el origen verbal de su base y pierden la potencialidad pasiva proveniente del sufijo -ble; b) son graduadores enfatizadores de la propiedad que modifican y c) son graduables. Los negativos, que configuran el tercer grupo de 4. (cap. III):

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Conclusiones generales

a) preservan la potencialidad pasiva de su base deverbal, b) son graduadores maximizadores de la propiedad en que inciden y c) no son graduables. Todos estos adverbios cuantificadores son naturalmente idóneos para expresar funciones de valoración. En el capítulo IV hemos brindado nuestra teoría original de los sustantivos adyectos, a partir de este concepto introducido por Coseriu (1978, 137). Ella explica por qué los sustantivos admiten siempre adverbios cuantificadores, modificadores de lo adjetivo contenido en lo sustantivo. También hemos comparado la diferente naturaleza de los sustantivos de origen adjetival y la de los adyectos, planteando la decisiva oposición entre ellos como extensiones de propiedades y como continentes de propiedades, respectivamente; además de su diferente comportamiento frente a la cuantificación. En suma, inferimos la siguiente norma de expectación: en la casi totalidad de los casos (con la excepción de los de frecuencia determinada), el proceso semántico de cuantificación cumple la función pragmática de evaluación. Los adverbios en -mente del español de hoy son una categoría idiomática con significado instrumental, léxico y categorial, muy bien delimitada. Mucho se ha escrito ya sobre ellos y hemos comprobado a través de la lectura de una extensa bibliografía cómo ellos han atraído y siguen atrayendo el interés de los lingüistas. Esperamos que nuestra contribución, inaugural de algunos temas como el del continuo, el de los sustantivos adyectos y el del aspecto cuantificador tanto de los adverbios derivados de adjetivos de sufijo -ble como de los adverbios adjetivales, suscite el interés de otros por continuar la tarea, en algunos casos, apenas delineada y en todos, perfectible.

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