Lo que el cognoscitivismo no entiende del conductismo 9685620016, 9789685620017

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Lo que el cognoscitivismo no entiende del conductismo
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Lo que el Cognoscitivismo no entiende del Conductismo

/. A. Robinson

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Introducción

Gracias por su interés en este libro. Por una u otra razón a todos nos importa conocer acerca del comportamiento. Frecuentemente nos preguntamos por qué otros o nosotros mismos nos comportamos como lo hacemos. La psi­ cología ofrece varias respuestas que podemos clasificar en dos grupos: las que intentan explicar el comportamiento refiriéndo­ se a la mente (explicaciones cognitivas, mentalistas) y aquellas que lo explican refiriéndose al medio con el que interactuamos (explicaciones conductistas). Escribimos1 este libro esperando que sea útil para entender las diferencias entre estas dos posturas psicológicas: el cognoscitivismo2 (mentalismo,3 psicología cognitiva4) y el conductismos (psicología conductual,5 análisis de la conducta7). Aunque el libre está escrito para el público en general, y por ello evitamos un lenguaje técnico y sofisticado, también lo escri­ bimos pensando en los estudiantes de las carreras de psicología, educación, lingüística, filosofía y otras disciplinas interesadas en la conducta o comportamiento humano.8 Queremos dejar claro que sólo para propósitos de accesibili­ dad, abordamos de manera muy informal —una carta escrita 15

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

por un ex-estudiante de psicología— las diferencias entre cognoscitivismo (mentalismo) y conductismo. Por supuesto, para conocer a fondo las diferencias entre estas dos perspectivas psi­ cológicas se requiere un análisis mucho más detallado que el que aquí presentamos. De antemano ofrecemos disculpas tanto a conductistas como a cognoscitivistas por utilizar términos coloquiales u ordinarios al referimos a sus respectivos campos. Consideramos que el uso de estos términos es una manera efectiva de introducir al públi­ co en general a la psicología y lograr que todos disfruten de los beneficios de esta ciencia. Todos, no sólo quienes tuvieron el privilegio de estudiar psicología en una institución educativa. Por supuesto, esperamos que este libro motive al lector a profundizar en su contenido. Pero ¿por qué puede ser importante para una persona no in­ teresada en psicología, conocer las diferencias entre el cognoscitivismo y el conductismo? ¿En qué sentido puede ser útil este tema, al parecer tan académico, para el lector no especializado? Las diferencias entre la concepción cognitiva (mentalista) y la conductista acerca de nuestro comportamiento, tienen varias y relevantes implicaciones personales y sociales. Nuestro con­ cepto acerca de los demás, de nosotros mismos y la sociedad, será totalmente diferente, si nos basamos en una filosofía men­ talista o en una conductista. Por supuesto, estas diferencias re­ percuten en nuestro comportamiento cotidiano — la manera de concebir la vida y de vivirla, de observar y responder a nuestra conducta y a la de otros. También en la forma como organiza­ 16

In t r o d u c c ió n

mos la sociedad e intentamos mejorarla — estrategias de cambio social y planeación de prácticas culturales. Consideremos muy brevemente estas diferencias: En térmi­ nos generales, podemos decir que para los cognoscitivistas, nuestro comportamiento —definido por ellos sólo como lo que hacemos y decimos— está causado por la mente. Para los cognoscitivistas, la mente es una entidad autooriginada, inmate­ rial, autónoma e independiente de las influencias del medio; por lo tanto, los cambios en nuestro comportamiento dependen de modificar nuestra mente, de cambiar los procesos mentales que se realizan dentro de ella. Para el cognoscitivista, la mente se modifica cuando se trans­ forman los procesos que ocurren en ella, y estos por su parte se transforman cuando nosotros queremos que sucedan estos cam­ bios, cuando así lo decidimos o escogemos, lo cual representa también un proceso mental. Si nos basamos en el cognoscitivismo, podemos concluir lo siguiente: "Seremos mejores personas y tendremos una mejor sociedad cuando nuestra mente cambie". Algunas de las preguntas que se formula el conductista con respecto al cognoscitivismo son: ¿específicamente que se en­ tiende por mente? Si afirmamos que la mente cambia cuando cambiamos los procesos mentales ¿cómo se cambian estos pro­ cesos? Si decimos que nosotros mismos los cambiamos ¿por qué llegamos a querer, decidir o tener la intención de cambiarlos, en un momento y condiciones determinadas? ¿Cómo sabemos que nuestra mente cambió o que cambió la de otros? y sobre todo, 17

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¿cómo podemos cambiar nuestra mente, si el mismo cognosciti­ vísima afirma que es autónoma e ininfluenciable por el medio?

En contraste, desde el punto de vista conductista, nuestro comportamiento —que incluye además del hacer y decir, el pen­ sar y el sentir,9 — es producto de nuestra interacción con el me­ dio. Por lo tanto, para los conductistas el cambio conductual de­ pende de modificar el medio con el que interactuamos. El medio es modificable y por ello es posible cambiar la con­ ducta. Para el conductista no hay mente autónoma o indepen­ diente que transformar. Si nos basamos en el conductismo afirmamos: "Seremos me­ jores personas y contribuiremos a la construcción de una mejor sociedad, cuando cambiemos el medio con el cual interactua­ mos. Cuando las consecuencias de nuestras conductas pro-per­ sonales y pro-sociales sean reforzantes; cuando éstas promue­ van, fomenten y mantengan estos comportamientos". En este punto, es importante aclarar que para el conductis­ mo, medio no es lo que nos rodea —el entorno o el ambiente que estudian los ecólogos—, sino todo aquello que afecta nuestro comportamiento.

Al escribir este libro también hemos pensado en aquellas personas que aunque disfrutan la reflexión filosófica, no poseen conocimientos amplios sobre psicología. Esperamos que para ellos su contenido sea de utilidad.

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In t r o d u c c ió n

Planeamos este libro como interactivo y modificable. Pensa­ mos ir aumentando o disminuyendo la información contenida en él, con base en las sugerencias, aclaraciones y críticas de nuestros lectores. Esperamos las suyas.

Podríamos haber escogido otro título para este libro, por ejemplo: a) "Procesos cognitivos anómalos: una explicación de la con­ ducta de mal interpretar el conductismo radical". b) "Malentendidos sobre el conductismo radical: una expli­ cación cognitiva". c) "Representaciones mentales sobre el conductismo en los psicólogos cognoscitivistas". d) "Problemas cognitivos involucrados en el proceso mental de no entender el conductismo radical". Todos estos títulos son igualmente apropiados, ya que hacen alusión a una terminología mentalista y señalan desde el marco de la psicología cognitiva una posible explicación de por qué el conductismo es malentendido por la mayoría de los cognosciti­ vistas. Por el lado del conductismo otros títulos podrían haber sido: a) "Malentendidos cognoscitivistas sobre el conductismo: un análisis conductual". b) "Malentender el conductismo: una conducta reforzada culturalmente". c)

. "Malentender el conductismo: como una conducta de evi­

tación y escape". 19

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

Todos estos títulos son igualmente apropiados, ya que se re­ fieren a una terminología conductual e indican, desde el enfo­ que conductista, una posible explicación de por qué los cognoscitivistas han malentendido al conductismo.

Gracias de nuevo por su interés en este libro. Esperamos que no únicamente lo lea, sino que lo disfrute (le sea reforzante) y su lectura lo motive a leer la obra de B. F. Skinner y de otros conductistas.10 Principalmente, deseamos que le ayude a cono­ cer su propia conducta, la de otros y, como consecuencia, a vi­ vir mejor y así contribuir a la construcción de una sociedad más apropiada para todos.

J. A. Robinson Noviembre, 2003 Comunidad Los Horcones www.loshorcones.org .mx [email protected]

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In t r o d u c c ió n

1. Este libro, como cualquier otro, es producto de la cooperación de muchas personas, por ello utilizo el pronombre nosotros y no el yo. 2. Cognoscitivismo. Para el cognoscitivismo, el objeto de estudio de la psicología es la mente, los estados y procesos mentales. La men­ te se conceptúa generalmente como un sistema mediante el cual se procesa información. 3. Mentalismo. Cualquier enfoque psicológico, antropológico, so­ ciológico y biológico hacia la conducta humana, que la considere como resultado de estados o procesos mentales. Dado que para el cognoscitivismo la conducta es resultado de even­ tos intemos llamados psíquicos o mentales, decimos que es una psico­ logía mentalista. 4. Psicología cognitiva. Enfoque psicológico que se centra en el es­ tudio de la cognición: procesos mentales superiores como conocer, comprender, procesar información, decidir, hacer juicios, etcétera. La psicología conductual también estudia fenómenos como el cono­ cer, comprender y otros procesos cognitivos, pero los considera eventos conductuales, no eventos mentales autoiniciados y localizados en otra dimensión. 5. Conductismo. Filosofía déla ciencia natural de la conducta. Exis­ ten diferentes versiones de conductismo. En este libro nos referimos únicamente al conductismo radical. El conductismo radical es la filosofía de la ciencia análisis de la con­ ducta. Se le llama radical porque afirma que pensar y sentir son com­ portamientos y por ello también objeto de estudio de una ciencia de la conducta. 6. Psicología conductual. Enfoque psicológico que define la psico­ logía como la ciencia natural de la conducta. Define conducta o com­ portamiento como cualquier acción del individuo, sea observable para otros o no. Por "acción" no nos referimos a eventos o movimientos or­ gánicos. La conducta (comportamiento) no es un evento orgánico. 7. Análisis de la conducta. Es la ciencia natural de la conducta. 8. En este libro empleamos indistintamente las palabras "conducta" 21

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y "comportamiento". 9.

Nótese que definimos conducta como todo lo que un

organismo hace. En el caso de las personas incluye: hablar, pensar y sentir. Tradi-cionalmente, el término "conducta" sólo se refiere a acciones manifies-tas. Para el conductismo radical, el término "conducta" incluye tanto las acciones manifiestas, como las no manifiestas —las acciones obser vables sólo por la persona que se comporta. A las acciones manifiestas también se les conoce como descubiertas; y a las acciones no manifiestas como encubiertas. Manifiesta o no mani-fiesta, descubierta o encubierta, son términos que sólo se refieren

a la observabilidad de la

conducta, no a que unas conductas ocurran en una dismensión diferente a la que ocurren otras. 10.

Es importante que los estudiantes de psicología conozcan

sobre la ciencia análisis de la conducta y su filosofía, el conductismo, a tra-vés de las fuentes primarias. Al final de este libro, además de la biblio-grafía, incluimos la referencia de los 19 libros escritos porB. F. Skinner.

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I

Hace 20 años dejé mi pueblo para ir a la ciudad a estudiar psicología. La primera semana viví en una casa de asistencia pa­ ra estudiantes, localizada tan lejos de la universidad que diaria­ mente perdía algunas horas en el transporte. Días después tuve la suerte de encontrar un departamento justamente al lado de la universidad. De hecho, me tomaba cinco minutos llegar cami­ nando a la facultad de psicología. Ese mismo día hablé con el dueño, firmé el contrato, pagué por adelantado dos meses de alquiler, me mudé y dediqué el resto del día a limpiarlo. El departamento — me contaron los ve­ cinos— había sido desalojado un par de días antes por un estu­ diante de psicología, que por alguna extraña razón, dejó la uni­ versidad y regresó a su pueblo. Justamente lo contrario a lo que yo hacía ahora. Mientras limpiaba entusiasmado mi nuevo hogar, encontré debajo del colchón —un lugar "secreto" para todos, aunque por todos conocido— un sobre grande y amarillo. Éste no tenía re­ mitente, ni destinatario. Primero pensé tirarlo a la basura, como lo había hecho con un par de zapatos viejos, varias botellas de vino y cerveza —va23

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cías por supuesto—, dos o tres trozos de pan con hongos que encontré en el horno y un queso añejo, ya no consumible. Tomé el sobre, le sacudí el polvo y lo guardé dentro del ca­ jón de un pequeño escritorio de madera, al lado de la que sería mi cama, pensando en revisar su contenido esa misma noche. Ese día pasé varias horas barriendo y limpiando el departa­ mento, y acomodando mis libros en un librero que improvisé con ladrillos y madera. Mientras hacía todo esto, pensaba fre­ cuentemente en mi familia y amigos, particularmente en mi ma­ dre. La imaginaba diciéndome: "Muy bien. Un estudiante debe ser ordenado y limpio". Veía claramente su cara y gestos. Después de ir por algo para cenar y ensuciar la cocina por primera vez, me recosté en la cama. Al ver el escritorio recordé el sobre que había encontrado por la mañana. Decidí sacarlo del cajón y leerlo. Lo abrí con mucho cuidado, pues suelo romper su contenido. Dentro había otro sobre que decía con letras gran­ des:

Para ti, que vas a estudiar psicología.

Inmediatamente pensé que se trataba de una broma. Gerar­ do, mi mejor amigo, pudo colocar el sobre bajo el colchón sin que yo me diera cuenta, pero ¿cómo se enteró de que yo alqui­ laría este departamento? ¿Podría Gerardo predecir de manera tan confiable mi comportamiento? Descarté esta posibilidad y abrí el segundo sobre. Contenía 56 cuartillas escritas con letra pequeña. En medio de la primera página estaba escrito con le­ 24

LO QUE

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tra manuscrita y tinta negra, lo siguiente:

"Mis descubrimientos y frustraciones al estudiar psicología"

¿Quién escribiría esto? —me pregunté, asustándome al leer la palabra "frustración". En ese momento recordé al maestro de lógica de segundo año de secundaria que solía decirnos: "Aunque es obvio que la palabra 'perro' no muerde, a veces la palabra por sí sola puede hacernos sentir miedo y hasta correr". Pasé a la siguiente hoja, con ella comenzaba propiamente el escrito. Tenía subrayadas algunas palabras. Más tarde advertí que todas ellas se referían a eventos considerados como menta­ les por la psicología, por ejemplo: pensar, sentir, imaginar, per­ cibir, decidir, creer, etcétera. El escrito también contenía recuadros que parecían contener las ideas más importantes. Dado que este escrito me hizo reflexionar sobre la psicología, sobre mi comportamiento y el de otros, y sobre conceptos psico­ lógicos tan básicos como "m ente" y "conducta", a continuación transcribo el escrito para ti, sin quitar ni agregar una palabra. Espero que disfrutes su lectura tanto como yo.

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II

Para ti, que vas a estudiar psicología.

Quizá te resultó extraño encontrar este sobre debajo del col­ chón/ y probablemente te será más extraño aún su contenido. Viví en este departamento durante 18 meses y 18 días, el mismo tiempo que estudié psicología en la universidad. D ejé para ti es­ to que escribí en mis últimos días de estudiante. Espero que te guste: Antes de inscribirme a la carrera de psicología, era muy po­ co lo que había escuchado y leído sobre esta ciencia. Todavía re­ cuerdo la primera vez que leí la palabra "psicología": fue en la sección dominical de un diario de mi pueblo. Me pareció extra­ ño que la 'pe' y la 'ese' estuvieran juntas y que sólo se pronun­ ciara la 'ese'. También recuerdo la primera vez que escuché hablar sobre psicología: fue durante una conferencia en bachillerato; como parte de la clase de orientación vocacional un psicólogo nos ha­ bló sobre su trabajo en un hospital psiquiátrico. Después de cla­ ses escuché varios comentarios sobre la conferencia y me di cuenta de que cada uno de nosotros entendió de forma diferen27

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te lo que dijo el conferencista: Raúl concluyó que los psicólogos trabajan sólo en hospitales psiquiátricos; mientras que Martha pensó que trabajan en colegios con estudiantes. Para Carolina la psicología era una ciencia; mientras que para María sólo era una parte de la medicina. Yo entendí que era todo esto. Desde ese día comencé a interesarme por la psicología. A menudo leía, ha­ blaba y pensaba sobre temas relacionados con ella. Un año después, al acabar bachillerato, me vi en la necesidad de decidir cuál carrera estudiar. Mi padre quería que estudiara arquitectura y mi madre, medicina. "Los médicos siempre tie­ nen clientes porque siempre hay enfermos, además tu padre y yo pronto necesitaremos un médico" —decía mi madre. "Todas las personas necesitan un lugar donde vivir, siempre tendrán que construir casas y edificios" —decía mi padre. Para sorpresa de ambos, decidí estudiar psicología. Cuando se los comuniqué, mi padre dijo: —Estoy de acuerdo con que estudies esa carrera, pero dime ¿qué vas a hacer para sostenerte económicamente? —El mundo va de mal en peor y cada día habrá más perso­ nas que necesiten ayuda para solucionar sus problemas —le contesté. Confieso que ni yo mismo creí lo que dije, porque una cosa es necesitar ayuda, otra pedirla, y todavía otra es pagar por ella. Antes de ingresar a la carrera de psicología reflexioné acerca de las ventajas y desventajas de estudiar esta carrera, consideré los pros y contras de estudiarla en determinada universidad. Escribí a varías instituciones solicitando información, leí cuida­ 28

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dosamente lo que me enviaron. Analicé los posibles problemas de inscribirme ese mismo año o esperarme al siguiente. Al pen­ sar sobre todo esto estaba, por así decirlo, conversando conmi­ go mismo, formulándome preguntas y respondiéndolas, plan­ teándome problemas y solucionándolos, al igual que lo haría si estuviera dialogando con alguien más. Asimismo, en el proceso de tomar la decisión de estudiar psicología, me imaginaba lo que sería ser un estudiante de esta carrera o un psicólogo profesional. Me veía sentado en el pupi­ tre, escuchando al profesor, yendo en mi propio automóvil a la universidad, viviendo por mi cuenta en un departamento y sin­ tiéndome un estudiante universitario. Como psicólogo me ima­ ginaba observando la conducta de otros en alguna escuela u hospital, interpretándola, explicándola y ¿por qué no?, modifi­ cándola. Me imaginaba enseñándole a un niño a hablar y escri­ bir, a un adolescente a resolver sus problemas y a una pareja a relacionarse mejor. En fin, al imaginarme todo esto veía a otros y a mí hacer lo que en realidad en ese momento no estábamos haciendo. Al imaginar lo que hacía un psicólogo, recordaba al­ go que sólo había leído y visto en fotografías, ya que nunca ha­ bía observado directamente su trabajo. Así, basado en todo lo que pensé, finalmente decidí estudiar psicología e inscribirme en una universidad en particular. Mis amigos decidieron ingresar a otras carreras en diferentes uni­ versidades. Era claro que cada uno de nosotros tomó su propia decisión porque así lo quiso, por su propia voluntad. Todos ejercimos lo que la profesora de ética llamó " libre albedrío". 29

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

Ante todas estas circunstancias, consideré que tenía la sufi­ ciente inteligencia para tomar una decisión correcta y que po­ seía la suficiente creatividad como para disminuir, o incluso eli­ minar, aquellas inconveniencias relacionadas con estudiar psi­ cología fuera de mi pueblo. Por ejemplo, planeaba resolver el problema económico alquilando un departamento con otros amigos, pagaríamos el alquiler entre todos. Buscaría vivir cerca de la universidad, para ahorrarme el transporte. También tenía suficiente conocimiento sobre mí, como para comprometerme a elegir sólo a compañeros que me facilitaran estudiar y evitar a aquellos a los que no les falta excusa para divertirse. "Entraré a la universidad para estudiar, no para divertirme como lo hice en secundaria y bachillerato", me repetía. Al decidir estudiar psicología, me sentí libre, en el sentido de que nadie me había obligado a estudiarla o amenazado si no lo hacía.

Saberlo

provocó

que

me

sintiera satisfecho, feliz

autorealizado; en pocas palabras, me sentí con dignidad y mérito. Además, el hecho de salir de mi pueblo y estudiar en la ciudad implicaba —por lo menos de esta manera lo sentía— cierta valentía, un espíritu emprendedor o una actitud de apertura al cambio. De todo esto estaba muy satisfecho y consciente, aunque posteriormente, para mi sorpresa, advertí que algunas razones que me hicieron estudiar psicología no las había percibido en aquel momento. Las razones habían sido inconscientes o sub-conscientes, es decir, no observadas por mí.

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III

El primer semestre cursé varias materias, entre ellas: Histo­ ria de la Psicología y Psicología Cognitiva. Mi primera sorpresa al caminar por el campo de la psicolo­ gía fue descubrir que no sólo existe una psicología, sino varias, y que aunque todas buscan la respuesta a la misma pregunta: ¿por qué los organismos —principalmente los humanos— se comportan como lo hacen?, cada una de ellas proporciona una respuesta muy distinta; algunas veces contradictoria. Debo confesar que este descubrimiento me hizo sentir bastante inseguro, ¿a quién de todos mis profesores le debía creer?, ¿cómo sabría que una explicación sobre la conducta era mejor que otra? El segundo descubrimiento que realicé dentro de la carrera y que me impresionó desfavorablemente, fue escuchar a mis pro-fesores criticarse negativamente unos a otros. Todavía recuerdo cuando nuestro profesor de psicología cognitiva habló sobre conductismo. Nos advirtió que nos cuidá­ ramos de esta psicología, porque niega rotundamente la exis­ tencia de los procesos mentales, como el pensamiento, razona­ miento, percepción, imaginación, etc. Entre otras críticas nega31

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tivas, nos dijo que el conductismo considera al ser humano co­ mo una máquina o un robot que responde sólo a estímulos. Pa­ ra los conductistas —enfatizó— no hay nada en nuestro interior, el hombre es una "caja negra" vacía. Los conductistas cosifican y deshumanizan al hombre. También recuerdo que antes de terminar la clase nos animó para ayudar a la psicología a continuar en su esfuerzo de "recu­ perar la mente" que los conductistas habían ignorado, perdido o escondido por años. "Ellos estudian únicamente la conducta, olvidándose de lo esencial: la mente", —nos dijo molesto. Al escucharlo, me pregunté cómo podía el conductismo atreverse a negar la existencia de algo que es tan obvio como los pensamientos y los sentimientos. Por supuesto —y en ese mo­ mento sentía pena reconocerlo— , no le creí a mi profesor. Era imposible que existiera un sistema de psicología tan estúpido como para negar que las personas pensamos y sentimos. De he­ cho, ésta fue la primera vez que dudé de la preparación de un profesor y de la seriedad de una institución universitaria. Entre paréntesis, quiero decirte que para demostrar que sí pensamos y sentimos, subrayé hasta esta parte del manuscrito —como te habrás dado cuenta— muchas de las cosas que pensé y sentí antes de estudiar psicología. Si gustas puedes regresar y leerlas. Es claro que todos pensamos y sentimos, ahora mismo tú y yo lo estamos haciendo.

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LO QUE

EL COGNOSCITIVISMO NO ENTIENDE ACERCA DEL CONDUCTISMO

Es claro que tanto tú, como yo, todos pensamos y sentimos.

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IV

Los primeros meses en la carrera de psicología m e recorda­ ron al maestro de secundaria que impartía la materia de reli­ gión. Con frecuencia se refería a sus creencias, desprestigiando o descalificando las de otros. Para él su religión era la única ver­ dadera. "Los que no crean, se condenarán" —nos insinuó varias veces en sus clases. Pocos de mis compañeros notaban el comportamiento dog­ mático de algunos de nuestros profesores en la facultad. Me da­ ba la impresión de que la mayoría únicamente escuchaba la cla­ se y aceptaba cómodamente lo que los profesores decían, sin in­ terés alguno por aprender. En relación a los profesores, en general, ellos no estaban mo­ tivados para enseñar; a la mayoría no le interesaba realmente que nosotros aprendiéramos psicología. Quizás impartían cla­ ses únicamente por obligación, o por miedo a perder su empleo. En resumen, descubrí que en ia universidad nos comportá­ bamos — tanto estudiantes como profesores— de la misma ma­ nera que lo habíamos hecho en la secundaria; por no decir en la primaria.

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Cada vez que asistía a clases me preguntaba: ¿Por qué no existe una mejor educación? ¿Por qué no hay mejores estudiantes y profesores?

Igualmente algunos profesores de psicología me recordaron los discursos de la mayoría de los políticos, quienes en busca de votos a su favor, desprestigian y critican agresivamente a otros candidatos y partidos. Profesionales compitiendo contra otros para ganar adeptos. Todo esto me condujo a pensar que la psicología —por lo menos tal como se enseñaba en ese año y en esa facultad— era un conjunto de dogmas e ideas políticas, no de hechos científi­ cos sobre el comportamiento. En un libro que consulté para escribir un trabajo sobre la función del psicólogo, leí un párrafo que a menudo recuerdo: "La psicología no es ni debe ser cuestión de creencias, no es una religión ni un sustituto de la misma. La psicología es una cien­ cia, trata con hechos, no con creencias (aunque estudia la con­ ducta de creer y el comportamiento religioso). Los psicólogos no tenemos por qué agredimos unos a otros al exponer nuestras posturas, sino simplemente describirlas. Es necesario que nues­ tras teorías sean criticadas y esto debe contribuir a una constan­ te revisión de las mismas. Si no dudamos de nuestras teorías, la psicología no progresará como ciencia".

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LO QUE EL COGNOSCITIVISMO NO ENTIENDE ACERCA DEL CONDUCTISMO

Toda teoría científica debe ser constantemente revisada. Es un error hacer de una teoría científica, un dogma

En el primer semestre de la carrera de psicología, al escuchar a mis profesores y observar el efecto de lo que nos enseñaban, llegué a la siguiente conclusión: Si una escuela o facultad de psicología desea realmente lo mejor para sus estudiantes, los profesores deben exponer objetivamente cada enfoque psicoló­ gico. Informar honestamente a los alumnos sobre lo que propo­ nen los representantes de cada postura psicológica en particu­ lar, no sobre lo que ellos interpretan.

Conocemos una escuela o sistema de psicología cuando lee­ mos directamente las obras de sus exponentes, no las descrip­ ciones de estos sistemas en los libros de texto de psicología ge­ neral.

Es tan probable que un profesor cognoscitivista presente mal al conductismo, como que un profesor conductista presen­ te mal al cognoscitivismo.

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V

El mismo día en que el profesor criticó severamente al con­ ductismo, me dirigí a la biblioteca de la facultad; que al igual que. todas las que había visitado, parecía más un museo de ar­ queología del conocimiento que una fuente de información ac­ tualizada. Busqué un diccionario de psicología, había varios. Tomé uno y localicé la palabra "conductismo". A continuación transcribo la definición proporcionada por el diccionario: "E l conductismo es un sistema de psicología que niega la existencia del pensa­ miento y los sentimientos, considera al hombre como una caja negra. El conductismo es una doctrina psicológica que afirma que la conducta está determinada irremediablemente por el am­ biente; en consecuencia, el ser humano no es un ser libre, ni dig­ no, tampoco es autónomo, no tiene mérito ni voluntad. El con­ ductismo es antihumanista". Al leer esto me di cuenta de que el profesor tenía razón, y me arrepentí de haber creído que mentía. Hojeé un poco más el dic­ cionario buscando palabras al azar (complejo de Edipo, comple­ jo de Electra, ello, superyó, etc.), unos minutos después salí de la biblioteca. 39

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Al caminar por el pasillo principal de la facultad pensaba: "Si para el conductismo las personas no pensamos ni sentimos, entonces, ahora mismo, para esta escuela psicológica no estoy pensando ni sintiendo, ¡qué tontería!" Al bajar las escaleras rumbo a casa, me pregunté: "¿Cómo puede el conductismo negar la existencia de lo que es tan evi­ dente; de algo que hago en este momento, al igual que observo que estoy caminando?" No podía aceptar que una corriente psi­ cológica afirmara esto. Decidí regresar a la biblioteca pensando que quizá me había equivocado de palabra, o tal vez —por me­ ra coincidencia— mi profesor era el autor del diccionario que había consultado. Tomé otro diccionario, busqué la palabra "conductismo" y leí: "El conductismo es un sistema psicológico que explica la conducta humana sólo en referencia a los estímulos... Para el conductismo, toda conducta humana es refleja, por ello no exis­ te la creatividad; no existe el 'yo', ni la conciencia... Para el con­ ductismo el comportamiento humano es similar al de cualquier otro organismo; mera cuestión de estímulos y respuestas. No existen la intención ni el propósito". Cerré bruscamente el diccionario y lo dejé caer sobre la me­ sa; el ruido se escuchó por toda la biblioteca. Algunos de los es­ tudiantes voltearon a verme. Sólo me disculpé con un gesto. ¿Cómo podía existir una psicología tan simplista, elemental, ingenua y reduccionista? —me pregunté empleando por prime­ ra vez estas palabras recién aprendidas en clase. ¿Cómo el con­ ductismo puede negar el hecho de que los seres humanos pen40

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EL COGNOSCITIVISIMO NO ENTIENDE ACERCA DEL CONDUCT1SMO

sainos y sentimos? Me quedé un momento sentado, sin pensar, m ejor dicho, sin advertir que lo hacía. Después me acerqué a la ventana. Dado que la facultad estaba situada en una colina, era posible ver la ciudad perfectamente, incluyendo el edificio donde vivía mi novia. Pensé en ella, probablemente estaba allí. Sentí deseos de verla. Entonces oí que una mujer con una voz muy dulce me preguntó: —¿Está ocupado este lugar? — No, si quieres puedes sentarte —contesté automáticamen­ te, viendo los libros que ella colocó sobre la mesa; entre éstos, un libro azul de pasta dura y brillante cuyo título se podía leer fácilmente: Introducción a la psicología cognitiva. En ese instante recordé que ese era precisamente el título de uno de los libros que el profesor recomendó en clase. Volteé a verla, era muy atractiva —demasiado, diría yo— pa­ ra no haberla visto antes. "¿Estudiará psicología o estará en otra carrera?" —me pre­ gunté extrañado. Ella colocó el bolso de piel sobre la mesa, se recogió el cabe­ llo y se sentó justamente frente a mí. Su perfume me recordó a mi novia. "¿Qué podría hacer para conocerla?" — pensé, olvidándome por completo de mis investigaciones sobre el conductismo y, parcialmente, de mi novia. Quizá pedirle que me permitiera ver uno de sus libros po­ dría funcionar como estrategia para iniciar la conversación y de 41

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allí una amistad; con suerte, algunas cosas más podrían des­ prenderse. —Hola, ¿me permites un momento el libro azul? — le pre­ gunté tratando de ser lo más simpático posible. —Sí, seguro, puedes tomarlo. Mientras buscaré otros que ne­ cesito — me contestó sonriendo y se dirigió rápidamente a los estantes. La seguí con la mirada y me gustó su cuerpo. Lo tomé — por supuesto, me refiero al libro azul— y busqué en el índice el tér­ mino "conductismo", páginas 13, 26, 270. En la página 13 decía: "El conductismo niega la existencia de procesos mentales, como el conocer, el razonar y el memorizar. También niega la existen­ cia de sentimientos como el amor y la felicidad". En la página 26 decía: "El conductismo considera al hombre como una caja negra, vacía, hueca". En la 270: "El conductismo afirma que el hombre es como una máquina que responde automáticamente a los estímulos. Es un autómata, un títere". Recordé los términos que el profesor utilizó para describir al conductismo: "mecanicista y positivista".

Cerré el libro y busqué a la chica. Se había perdido entre los estantes; y aunque darle las gracias hubiera sido una buena ex­ cusa para verla de nuevo, preferí salir de la biblioteca y serle fiel a mi novia. Bajé las escaleras y salí de la facultad pasando por la cafete­ ría, que como siempre, estaba contaminada con humo y ruido. "Esta cafetería acabará por matar a estudiantes y profesores, 42

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fumadores activos y pasivos" —pensé. Caminé rumbo a la calle y tomé el autobús. Necesitaba con­ versar con mi novia, sentirla cerca. Estando ya en el autobús, advertí que no había sido cons­ ciente de todo lo que hice para llegar al lugar donde me encon­ traba. ¿Cuándo había abierto la puerta'de la biblioteca? ¿Cuán­ do bajé las escaleras? ¿Cuándo subí al autobús?... No tenía la menor duda, había hecho todo esto inconscientemente. De algu­ na manera, mis pensamientos acerca del conductismo habían si­ do incompatibles con darme cuenta de mis otras acciones. Pero para el conductismo nada de esto importaba, incluso ni siquie­ ra existía; por la sencilla razón de que no era observable para otros; al menos eso era lo que el profesor de psicología cognitiva nos había enseñado esa mañana y lo que yo había confirma­ do al consultar algunos libros esa tarde.

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VI

Al día siguiente, el profesor criticó de nuevo al conductismo y se refirió a Skinner como un fascista que proponía el control y la manipulación despótica del ser humano, una persona que in­ cluso había propuesto diseñar una sociedad como la descrita en las novelas Un Mundo Feliz y La Naranja Mecánica. — Para Skinner —dijo mi profesor con una gran seguridad— la sociedad ideal es aquella donde los ciudadanos son condicio­ nados como los perros de Pavlov; una sociedad totalmente ba­ sada en el reflejo condicionado. A esta sociedad Skinner la lla­ mó Walden Dos (Skinner, 1948/1976). En verdad me sentí incómodo por escuchar tantas críticas, y más cuando observé la indiferencia de mis compañeros. "¿Por qué el ataque de mi maestro es tan personal, tan agre­ sivo?" — me pregunté. Fuera quien fuera Skinner, ningún psicó­ logo merecía esto. Entonces, y me atrevo a confesarlo ahora, sentí miedo de ser un estudiante universitario, miedo al descubrir la forma tan drástica en que un profesor de psicología puede influir en la opinión que nosotros los alumnos, nos formamos sobre un en­ foque psicológico en particular y, todavía más serio, la influen45

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

cia que él puede ejercer en la decisión que tomamos sobre el ti­ po de psicología que vamos a aceptar o rechazar. Desde ese día en adelante muchos de mis compañeros aso­ ciaron la palabra conductismo con "control despótico", "m ani­ pulación", "reduccionismo", "antihumanismo" y se declararon, sin conocer sobre conductismo, abiertamente anticonductistas. Entre paréntesis: unos días después pude explicar la conduc­ ta de mis compañeros. Sin que lo que escribo a continuación tenga una connotación negativa, sin que se concluya que yo creo que el ser humano es un animal como cualquier otro, mi interpretación fue la siguien­ te: la conducta "repulsiva" (sentir rechazo) de mis compañeros hacia el conductismo, fue condicionada, como la conducta de salivar de los perros de Pavlov. Un estímulo neutro para ellos, como lo era la palabra "conductismo", fue apareada por el pro­ fesor con estímulos que ya provocaban conductas de rechazo en mis compañeros ("reduccionismo", "manipulación", "antihu­ manismo", "control despótico de la conducta", etc.), de manera que el estímulo "conductismo" llegó finalmente a funcionar co­ mo estímulo condicionado para provocar rechazo, una aversión por el conductismo.

Al salir de clase, Roberto y Martha me dijeron: "Nos hemos dado cuenta de que nos identificamos con la psicología huma­ nista, no con la conductista. Creemos, que en el mejor de los ca­ sos, el conductismo está bien para explicar la conducta de los animales, como las ratas y las palomas dentro de la caja de Skin46

LO QUE EL COGNOSCITIVISMO NO ENTIENDE ACERCA DEL CONDUCTISMO

ner, pero no la de las personas en el mundo real; porque noso­ tros tenemos mente y ellos carecen de ella". No contesté a su co­ mentario; sólo sonreí y verifiqué mi suposición pavloviana. —Y tú, ¿qué opinas sobre lo que nos dijo el profesor sobre el conductismo? — me preguntaron saliendo ya de la facultad. Preferí quedarme callado y continuar bajando los escalones. En esem om énto no tenía una respuesta que me satisficiera, pe­ ro en realidad no creía (aunque todavía no sabía exactamente la razón o razones) lo que había escuchado en clase. No creía que el conductismo, ni Skinner fueran lo que nuestro profesor nos había dicho.

"¿Por qué el ataque de mi profesor hacia a Skinner era tan personal, tan agresivo?"

No creía que el conductismo, ni Skinner fueran lo que nues­ tro profesor nos había dicho.

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VII

Al día siguiente, esperé al profesor en la puerta de su cubí­ culo. Al verme se sorprendió y aún más cuando le pedí que me recomendara un libro escrito por el propio Skinner donde él ne­ gara que las personas pensamos y tenemos sentimientos. El pro­ fesor titubeó: "No tiene caso que leas a Skinner, es basura. Ade­ más, el conductismo ya ha sido superado por la ciencia cognitiva. El conductismo ha muerto, dejémoslo sepultado en paz". Afortunadamente sus palabras tuvieron en mí el efecto con­ trario, desde ese día me sentí más atraído por la obra de Skin­ ner, más motivado para conocer sobre el conductismo. Al salir de clases me dirigí a la biblioteca de la facultad, su­ bí las escaleras corriendo y al llegar a la puerta me sentí cansa­ do. "No he hecho ejercicio últimamente —pensé— estoy per­ diendo condición y eso no está nada bien". Entonces me propu­ se comenzar a correr al día siguiente, aunque estaba seguro de que por alguna razón no cumpliría con mi promesa. ¿Por qué generalmente es tan difícil hacer lo que uno se propone? —me pregunté— . ¿Qué dirían la psicología cognitiva y la conductista al respecto? ¿Estarían de acuerdo con la explicación?, y sobre to­ do ¿tendrían una técnica efectiva para modificar este comporta49

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

miento? Entré a la biblioteca, que en contraste con la cafetería, estaba vacía. Esto me hizo recordar la insistencia de mi abuelo en la lectura. "Los libros — decía— nos muestran el mundo y lo que somos; lo triste es, que aunque hemos aprendido a leer, no he­ mos aprendido el giisto por hacerlo. Las escuelas han fracasado en muchos aspectos, sobre todo en enseñar a los estudiantes el gusto por la lectura". Me dirigí a los estantes donde se localizaban los libros de psicología, busqué por unos minutos algún libro de Skinner, pe­ ro no encontré ninguno. Estaban los libros de Freud, de Fromm, de Adler, de Jung y de otros psicólogos famosos, pero ninguno de Skinner. Le pregunté por ellos al encargado de la biblioteca y me di­ jo: "Mira, creo que hace tres o cuatro días recibimos dos libros de un autor llamado Skinner o Steiner, no recuerdo bien el nom­ bre; pero todavía no están clasificados. Si quieres los busco y te los presto, pero sólo para que los leas aquí". — Sí, seguro, te lo agradezco —le contesté extrañado por su amabilidad. El encargado sonrió y se dirigió a un librero de ma­ dera localizado justamente a su espalda. Unos minutos después colocó dos libros sobre el mostrador y amablemente (cosa que también me extrañó) dijo: "Aquí es­ tán. Como te dije, son dos. El autor es Skinner; no Steiner como pensé". Le agradecí y me dirigí apresuradamente hacia una mesa. Uno de los libros se titulaba: Ciencia y conducta humana, y el otro 50

LO QUE EL COGNOSCITIVISIMO NO ENTIENDE ACERCA DEL CONOUCTISMO

Sobre el conductismo. Como siempre, me senté cerca de una de las ventanas más grandes de la biblioteca de manera que pudiera ver la ciudad. El día estaba tan despejado que era posible ver hasta los barrios más alejados. Aunque la ciudad me gustaba, extrañaba mi pue­ blo. Entonces, recordé lo que nos había aconsejado el profesor de filosofía en bachillerato: "Cuando quieran conocer a un autor recurran a sus obras, no a los libros de sus críticos; a las fuentes primarias, no a las secundarias". Abrí distraídamente el libro Ciencia y conducta humana y leí en el índice lo siguiente: Capítulo X. Emoción Capítulo XIV. El análisis de casos complejos Capítulo XV. Autocontrol Capítulo XVI. Pensamiento Capítulo XVII. Los hechos internos en una ciencia natural Capítulo XXII. Eventos privados

Después abrí Sobre el conductismo y lo primero que leí en las páginas 13 y 14 fue lo siguiente:

He aquí, por ejemplo, algunas de las cosas que usualmente se dicen del conductismo, o que se dicen de la ciencia del comportamiento. Yo creo que están erradas. 1. Ignora la conciencia, los sentimientos y los estados de la mente. 2. Descuida el bagaje innato y afirma que todo el comportamiento

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se adquiere durante la vida del individuo. 3. Formula el comportamiento simplemente como un conjunto de respuestas ante los estímulos, representando así a la persona como un autómata, un robot, un títere o una máquina. 4. No intenta explicar los procesos cognoscitivos. 5. No da lugar a la intencionalidad o el propósito. 6. No puede explicar la realización creadora, por ejemplo en el arte o en la música, la literatura, la ciencia o las matemáticas. 7. No le asigna un papel al yo o al sentido de sí mismo. 8. Es necesariamente superficial y no puede manejar las profundi­ dades de la mente ni de la personalidad. 9. Se limita a la predicción y al control del comportamiento y no in­ vestiga la naturaleza esencial del ser humano. 10. Trabaja con animales, particularmente con ratas blancas, pero no con personas, y, por tanto, su descripción del comportamiento humano se reduce a los rasgos que el hombre comparte con los ani­ males. 11. Sus resultados bajo el control del laboratorio no se pueden du­ plicar en la vida diaria, y, consecuentemente, lo que tiene que decir acerca del comportamiento humano en el mundo es metaciencia sin respaldo. 12. Es extremadamente simple y es ingenuo, y sus hechos son tri­ viales o ya bien conocidos. 13. Es más cientifista que científico. Simplemente, emula a las cien­ cias. 14. Sus realizaciones tecnológicas se hubieran podido lograr con el empleo del sentido común. 15. Si sus argumentos son válidos, deben aplicarse también al mis­ mo científico del comportamiento, y, por ende, lo que él dice es so­ 52

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lamente aquello que él ha sido condicionado a decir y puede no ser cierto. 16. Deshumaniza al hombre; es reduccionista y destruye al hombre en cuanto hombre. 17. Solamente se interesa en principios generales, y por eso descui­ da, la.condición única del individuo. 18. Es antidemocrático por necesidad, porque la relación entre ex­ perimentador y sujeto es manipulativa, y, por tanto, sus resultados pueden ser utilizados por dictadores y no por los hombres de bue­ na voluntad. 19. Considera ficciones las ideas abstractas tales como la moralidad o la justicia. 20. Es indiferente al calor y a la riqueza de la vida humana, e incom­ patible con la creación y la fruición del arte, la música y la literatu­ ra y con el afecto por el prójimo. Estos argumentos representan, en mi opinión, un extraordinario malentendimiento de los alcances y de la importancia de una em­ presa científica (Skinner, 1977b, p. 13 y 14).

Al terminar de leer lo anterior me sentí tan cansado que me recosté sobre la mesa. Lo que había leído era, sin duda, una prueba irrefutable de que tanto el profesor como los dicciona­ rios que había consultado mentían. — ¡Mentiras! ¡Extraordinario malentendido! —dije casi gri­ tando, y volví a abrir el libro Ciencia y conducta humana.

En el capítulo sobre emoción, página 191, leí que la emoción es una predisposición a actuar de manera determinada. En este 53

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capítulo Skinner se refiere a miedo, ira, frustración, enojo, ale­ gría, tristeza, etc., pero su posición conductista queda muy cla­ ra cuando afirma que las emociones no son causas del compor­ tamiento. Así, para subrayarlo, el conductismo no niega que las emociones existen, como mi profesor lo había dicho en clase, si­ no que únicamente niega que ellas sean causa de nuestro com­ portamiento.

Las emociones existen, pero no son causa de nuestro com­ portamiento. Las emociones son comportamiento.

En el capítulo titulado: "El análisis de casos complejos" leí: "Un hecho dado puede ejercer, al mismo tiempo, dos o más ti­ pos de efectos sobre la conducta" (Skinner, 1977a, p. 233). Esto significa que un evento del medio —estímulo— puede hacer más probables varias conductas, o que varios eventos —estímu­ los— pueden hacer más probable una misma conducta. Leyendo a Skinner quedaba claro que para el conductismo el ser humano es un sistema biológico, no mecánico. La función de un evento como estímulo varia dependiendo del estado del or­ ganismo. El mismo evento no tiene la misma función de estímu­ lo para todos los individuos, o para el mismo individuo en di­ ferentes condiciones. Por lo tanto, algo que ocurre en el medio nos afecta en determinada forma, no sólo por sus característi­ cas, sino por nuestras propias características y el contexto en

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LO QUE EL COGNOSCJTIVISMO NO ENTIENDE DEL CONDUCTISMO

donde todo esto ocurre. Un objeto o un evento que ahora fun­ ciona como estímulo, mañana puede no serlo.

Los seres humanos no somos máquinas que funcionamos de igual manera ante las "mismas" circunstancias.

La función de un evento como estímulo, no es independien­ te del organismo al que afecta, ni del contexto donde se presen­ ta. Un "mismo" estímulo puede tener diferentes efectos en dife­ rentes personas y en diferentes contextos. Por ejemplo, el estí­ mulo "conductismo" tiene diferente función tanto para mí, como para mis profesores. Ellos y yo decimos y pensamos dife­ rentes cosas al escuchar la palabra "conductismo".

En otra parte del mismo capítulo, Skinner escribe: "Dos o más procedimientos pueden combinarse para dar lugar a un efecto común" (Skinner, 1977a, p. 236). Para el conductismo el comportamiento tiene una causalidad múltiple. La psicología conductual no es una psicología de estí­ mulo-respuesta, como nos enseñó el profesor logrando que to­ dos mis compañeros lo creyeran. No afirma que a cada estímu­ lo le corresponda una respuesta y sólo esa, porque no conside­ ra al estímulo como un evento cuya función sea independiente del organismo al que afecta y del contexto donde ocurre. El

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H o rco nes

comportamiento no está "atado al estímulo" dice Skinner. La conducta respondiente o refleja representa una mínima parte del comportamiento general de un individuo. En el refle­ jo, un mismo estímulo incondicionado provoca siempre una misma respuesta. Pero aun en este caso, el estímulo incondicio­ nado provoca o deja de provocar la respuesta, dependiendo del estado en que se encuentre el organismo. También otros estímu­ los pueden adquirir la función de provocar la respuesta refleja: funcionar como estímulos condicionados. La conducta operante (no refleja) también llamada "volunta­ ria" constituye la mayor parte de nuestro repertorio conductual. Actuamos, no tanto como respuesta a los estímulos que están inmediatamente antes de la conducta, sino por aquellos que la siguieron en el pasado (consecuencias).

"Incluso aunque hayamos condicionado a una paloma a es­ tirar el cuello, no lo estirará si no está hambrienta" (Skinner, 1977a, p. 98). El organismo no es un simple receptor del medio, sino que participa dándole función de estímulo a un evento u objeto. El medio no actúa independientemente del organismo al que afecta.

La psicología conductual no es una psicología de estímulorespuesta.

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Lo QUE

EL COGNOSCITIVISMO NO ENTIENDE DEL CONDUCTISMO

En relación al término respuesta Skinner señala:

El término 'respuesta' no es, por tanto, del todo apropiado... Una respuesta que ya se ha producido no puede, desde luego, predecir­ se o controlarse. Podemos predecir solamente que ciertas respues­ tas similares se producirán en el futuro. La unidad de una ciencia predictiva no es, por tanto, una respuesta, sino una clase de res­ puestas. La palabra 'operante' es la que utilizaremos para designar esta clase. El término pone de relieve el hecho de que la conducta opera sobre el medio para producir consecuencias (Skinner, 1977a, p. 94).

Cada uno de nosotros es un individuo único, así como lo es cada uno de nuestros comportamientos. En este sentido, cada cosa que hacemos, decimos, pensamos o sentimos es única, no se repite, aunque aparentemente sea similar a otra. Lo anterior contradecía completamente lo que nuestro profe­ sor nos había dicho en clase: "Para el conductismo no existe la unicidad de la persona".

Para el conductismo cada persona es diferente, única c irre­ petible.

En relación a la conducta como objeto de estudio, Skinner es­ cribe: "La conducta es un tema difícil, no porque sea inaccesi­ ble, sino porque es extremadamente complejo. Puesto que se

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trata de un proceso más que de una cosa, no puede ser retenido fácilmente para observarla. Es cambiante, fluida, se disipa" (Skinner, 1977a, p. 45). Aunque ésta no es un definición de con­ ducta, para Skinner la conducta o comportamiento no es un evento simple, una respuesta o movimiento orgánico (muscular, glandular, etc.), como nuestro profesor nos lo había dicho.

La conducta es un proceso no una cosa.

Con la palabra control Skinner no se refiere a "manipulación" del ser humano. Control es un término científico que se refiere a la manipulación de variables independientes para observar si ocurren cambios en las variables dependientes. Este tipo de ma­ nipulaciones se realizan también en biología, química y física para obtener los datos suficientes en sus respectivos campos.

En la ciencia de la conducta, "control" no significa manipu­ lación del ser humano.

En el capítulo XV sobre autocontrol leí: "Frecuentemente, el individuo controla parte de su propia conducta cuando una res­ puesta tiene consecuencias conflictivas, cuando conduce, al mismo tiempo, a un reforzamiento negativo y a otro positivo" (Skinner, 1977a, p. 258).

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LO QUE EL COGNOSCITIVISMO NO ENTIENDE DEL CONDUCTISMO

Quedaba claro que las personas no somos espectadores pasi­ vos de nuestra conducta —no solamente observamos qué ocu­ rre— , sino que podemos controlarla, establecer objetivos en nuestra vida y actuar para lograrlos. En este sentido tenemos "voluntad", tenemos "intenciones" y "propósitos". Las personas no somos objetos en el mundo; participamos como sujetos en él. En cambio, el profesor nos había dicho algo muy distinto: "el conductismo es completamente ambientalista, para esta filosofía los seres humanos estamos obligados a com­ portarnos como lo hacemos — somos seres pasivos ante el am­ biente o, mejor dicho, reactivos—, no podemos hacer absoluta­ mente nada para comportarnos de otra manera".

El conductismo no es ambientalismo. Somos seres capaces de actuar y cambiar nuestro medio; somos sujetos, no objetos.

El medio afecta nuestro comportamiento y éste al medio. La relación es recíproca, bidireccional.

En el capítulo sobre pensamiento, Skinner concluye dicien­ do: "El presente análisis debería conducir a una mejora de los métodos educativos. Si nuestra descripción del pensamiento es en esencia correcta, no existe ninguna razón para que no poda­ mos enseñar a un hombre a pensar" (Skinner, 1977a, p. 283).

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"Enseñar a pensar",¿qué significaba esto? Pensar es una con­ ducta, no un fenómeno "m ental", y este comportamiento no ca­ rece de importancia para Skinner. Podemos enseñarle a una per­ sona conceptos abstractos, a analizar y solucionar problemas, a pensar crítica y lógicamente, a describir apropiadamente lo que observa, incluyendo su propio comportamiento; podemos ense­ ñarle a responder pensando de maneras novedosas (ser creati­ vo), a reflexionar y a conocerse a sí mismo (autoconocimiento).

Pensar es comportarse. Aprendemos a pensar de una mane­ ra u otra.

Skinner inicia el capítulo XVII, titulado "Los hechos internos en una ciencia natural", con la siguiente frase: "Cuando deci­ mos que la conducta es una función del ambiente, el término 'ambiente' se refiere a cualquier hecho del universo capaz de afectar al organismo" (Skinner, 1977a, p. 284). Así, para el conductismo, "ambiente o medio" es cualquier hecho que afecta la conducta. Puede ser un estímulo físico, quí­ mico, orgánico o social (la conducta de otros). "Ambiente" no es un término ecológico, no es el entorno fí­ sico o biológico en cuanto tal, ni las cosas que se encuentran a nuestro alrededor, sino todo lo que afecta nuestro comporta­ miento.

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Lo QUE

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Medio es todo lo que afecta nuestro comportamiento.

El medio incluye, desde la estimulación causada en mi cuer­ po por la silla donde estoy sentado, hasta la estimulación cau­ sada al leer un poema o un ensayo científico.

Otra cita del capítulo XVII es:

Un hombre puede ver u oír unos 'estímulos que no se encuentran presentes', de acuerdo con el esquema del reflejo condicionado: puede ver a X, no solamente cuando X está presente, sino también cuando está presente cualquier estímulo que con frecuencia haya acompañado a X (Skinner, 1977a, p. 292).

Esto me ocurría frecuentemente cuando esperaba a mi novia: cualquier persona que veía a lo lejos y tenía cierto parecido a ella, pensaba que en realidad lo era. También la recordaba cuando olía su perfume; como cuando olí el perfume de la joven que vi en la biblioteca. Independientemente de que ésta fuera o no una explicación simplista o incompleta del pensamiento, Skinner no negaba — como nos había dicho el profesor— la existencia del pensamien­ to. En la página 335 de su libro Ciencia y conducta humana, Skin-

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ner señala: "podría considerarse al amor como la tendencia de dos individuos a reforzarse mutuamente, pudiendo dicho refor­ zamiento ser, o no, de tipo sexual" (Skinner, 1977a, p. 335). Skinner habla de amor y ofrece una definición provisional — por supuesto— del mismo. Al terminar de leer todo esto me pregunté: ¿Qué tipo de res­ ponsabilidad dice tener un profesor —o un autor— cuando le miente al estudiante o al lector?, ¿cuando en lugar de informar, desinforma? ¿Por qué una persona se comporta de esta manera? ¿Podría la ciencia de la conducta explicar la conducta de distor­ sionar o malentender el conductismo, o tendría que recurrir a la psicología cognitiva en busca de una explicación?

Malentender y distorsionar el conductismo son comporta­ mientos. ¿Por qué ocurren? ¿Qué los mantiene?

Mire el reloj, habían pasado casi tres horas. Tomé los libros y le pedí de favor al encargado de la biblioteca que me los presta­ ra por un par de días o, de ser posible, por una o dos semanas. —No creo que alguien se interese por este autor —le dije— además, te puedo dejar mi credencial o alguna otra identifica­ ción. El encargado aceptó de buena manera y me los prestó por una semana. Lo cual me pareció extraño. Las bibliotecas gene­ ralmente no prestan libros que aún no han sido clasificados.

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VIII

Durante los siguientes días sólo leí a Skinner y tomé apuntes sobre lo que consideraba importante. Pasé horas en mi departa­ mento, casi sin comer; incluso dejé de asistir a clases. Gradualmente todo comenzó a ser más comprensible para mí. Skinner no era el único psicólogo dentro del conductismo ni el primero, aunque sí su mejor expositor hasta el momento. Descubrí que el conductismo propuesto por Skinner es radi­ cal, no porque niegue la existencia del sentir y el pensar (proce­ sos emocionales y cognitivos), ni porque sea dogmático o rígido (como decía mi profesor), sino al contrario; es radical precisa­ mente porque admite el pensar y el sentir como tema de estudio de la psicología, definida como ciencia natural de la conducta. Por lo tanto, queda claro que desde una perspectiva conductista, pensar y sentir son comportamientos y no entidades "men­ tales" que ocurren en otra dimensión, mucho menos fenómenos sobrenaturales.

Pensar y sentir son comportamientos.

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C o m u n id a d Lo s H o r c o n e s

El conductismo es radical porque incluye (no porque exclu­ ye), el pensar y el sentir como objeto de estudio científico.

Por otra parte, aprendí que la ciencia de la conducta —a la que Skinnerha contribuido de manera significativa a lo largo de su vida—, no es una acumulación de sus ideas u opiniones so­ bre el comportamiento; sino de datos que él y otros conductistas han obtenido en el laboratorio, en experimentos rigurosa­ mente controlados. Por esto es incorrecto utilizar, como lo hacía mi profesor, el adjetivo "skinneriano" para referirse a la ciencia de la conducta. La ciencia de la conducta está en constante progreso, debido a la contribución de muchos investigadores en el campo aplica­ do, experimental, teórico (conceptual) y en el metodológico. La ciencia de la conducta no es propiedad de Skinner ni de alguna otra persona.

Dado que la ciencia de la conducta, como cualquier otra ciencia, está en constante progreso, decir que ésta no explica de­ terminado fenómeno significa únicamente que hasta ahora no lo hace.

Con respecto a la crítica que mi profesor hizo acerca de que Skinner investigó el comportamiento sólo de organismos no hu­ manos. Skinner comenta lo siguiente:

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Existen muy buenas razones para empezar con casos sencillos, avanzando solamente en la medida en que el poder del análisis lo permita. Si esto significa, como parece significar, que se empiece con animales, indudablemente el énfasis se pone en aquellas carac­ terísticas que las personas y los animales tienen en común. Sin em­ bargo, hay una ventaja, pues solamente de esta manera podemos estar seguros de qué es lo exclusivamente humano (Skinner, 1977b, p. 205).

En ninguna parte de sus libros Skinner afirma que los seres humanos somos semejantes a las ratas o a las palomas, como nos había dicho con tanta seguridad nuestro profesor. ¡Era impresionante como todo esto contradecía lo que nos enseñaban en la facultad!

Una cosa es estudiar la conducta de los organismos no hu­ manos, y otra es decir que estos organismos son iguales a los humanos.

Para el conductismo las personas no somos iguales a las ra­ tas ni a las palomas. Ni ellas son iguales a nosotros.

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El conductismo metodológico que J. B. Watson presentó en 1913, en su artículo: "Psicología como la ve el conductista" (Watson, 1913), parece negar los estados mentales. En cambio, el conductismo radical no sólo afirma su existencia (definiéndolos como comportamientos), sino también los considera objeto de estudio de la ciencia de la conducta. El conductismo radical no es positivismo lógico, de manera que acepte únicamente como objeto de estudio científico aque­ llo que puede ser observado por más de un observador. Skinner no perteneció al llamado Círculo de Viena.

Es indudable que observamos comportamientos propios que otros no pueden observar, como el pensar y el sentir; pero el he­ cho de que otros no puedan observar estos comportamientos, no significa que estos no existan. El verbo "observar" no se limita a lo que es públicamente ob­ servable, es decir, a la conducta que pueden observar otros. También observamos nuestras conductas encubiertas. Ahora, por ejemplo, tú estás leyendo, lo cual implica que estás dicien­ do para ti mismo cada una de las palabras de este texto, tal co­ mo lo harías si estuvieras leyendo para otros, la diferencia es que ahora lees encubiertamente. Leer es una conducta que pue­ de ser manifiesta o encubierta.

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Lo QUE

EL COGNOSCITIVISMO NO ENTIENDE ACERCA DEL CONDUCTISMO

Una conducta es observable cuando otras personas, o la mis­ ma que se comporta, es capaz de observarla. Así, cuando se dice que la ciencia de la conducta sólo estudia la conducta observa­ ble, implicamos que estudia tanto las conductas observables por otros, como las que únicamente una persona puede obser­ var.

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IX

Una tarde, cansado de leer y escribir, salí a caminar por el campus de la universidad. Llovía y un olor a tierra mojada inundaba el ambiente, evocándome mi casa, mejor dicho, mi in­ fancia. Al pasar justamente frente al edificio de psicología, salían dos de mis mejores amigos: Martha y Roberto. Ambos se veían felices como siempre. — ¿Qué pasó contigo? —me preguntó Roberto— , te hemos extrañado en clase. —Creimos que habrías salido de la ciudad —agregó Martha. — No. Estaba aquí, pero haciendo algo más importante — les dije mientras saludaba a ambos. —¿Algo más importante que asistir a clases? — preguntó Martha extrañada. — Sí — contesté sin hacer más comentarios. Dimos algunos pasos en silencio. Era tiempo del cambio de clases y una gran cantidad de estudiantes caminaba en todas di­ recciones. — ¿Vienes con nosotros a tomar un café? —me preguntó Ro­ berto. 69

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

—Sí, gracias —le contesté— . Si quieren, ahí podría contarles sobre lo que he estado haciendo. —¡Seguro, nos gustará saberlo! —dijo Martha tomándole ca­ riñosamente la mano a Roberto. Al estar en la cafetería, ella inició la conversación. —Entonces, nos vas a contar lo que te ha sucedido. Te escu­ chamos. —Miren, lo que he estado haciendo esta última semana es es­ tudiar —les dije sonriendo. —¿Estudiar? ¡Cómo, si no estamos en período de exámenes! —me contestaron al unísono. — Bueno, no he.estado preparándome para algún examen, si­ no leyendo a Skinner. —¿A Skinner? —preguntó Roberto inmediatamente. —Sí, a Skinner y me ha gustado mucho lo que he aprendido sobre la ciencia de la conducta y el conductismo, en sus... — Entonces te gustan las ratas y las palomas —interrumpió Martha burlándose. — Bueno, es verdad que me gustan los animales, pero lo que estoy leyendo ahora no se refiere precisamente a ellos, sino a conducta humana, a cómo describirla y explicarla científica­ mente... —Mira —interrumpió Roberto colocando su mano sobre mi hombro— , escucha bien lo que te voy a decir: la conducta hu­ mana, lo que hacemos todos nosotros, depende de nuestra men­ te, nosotros mismos controlamos la conducta, la autodirigimos. Tú haces lo que quieres y deseas. Yo hago lo que quiero, lo que 70

LO QUE EL COGNOSCITIVISMO NO ENTIENDE DEL CONDUCTISMO

deseo. Por ejemplo: Amo a Martha y ella a mí porque queremos amamos, estudiamos psicología porque lo deseamos, venimos a clase porque así lo decidimos. Al igual que venimos a este café porque nos gusta. Si no nos gustara, no estaríamos aquí. Tene­ mos intenciones y actuamos conforme a ellas. Por esta razón, no me digas que somos animales que respondemos a estímulos, co­ mo lo dice Skinner o su inspirador Pavlov. Comprende que so­ mos libres. ¡Somos libres! —repitió en voz alta, retirando la ma­ no. Por un momento me quedé callado. No sabía qué contestar. ¿Cómo podía Roberto no darse cuenta de que su comporta­ miento era resultado de su interacción con el medio? ¿Cómo era posible que no se diera cuenta de que lo que trataba de hacer conmigo era precisamente cambiar mi conducta (mi manera de hablar y pensar sobre el conductismo y Skinner) o como él pre­ fería decirlo, cambiar mi mente? Entonces pensé preguntarle: Si en este lugar te sirvieran café con un sabor desagradable, en una taza sucia y las sillas no estuvieran cómodas; si se tardaran una hora para atenderte, si te cobraran de más, o simplemente a Martha no le gustara el lugar, ¿tú querrías venir? Pero no le pregunté. No tenía deseos de discutir en ese mo­ mento, prefería continuar caminando, por eso únicamente con­ testé: — Bueno, eso es lo que tú crees sobre el conductismo. Pero dime ¿has leído alguna vez un libro de Skinner? — No, —contestó disgustado— afortunadamente no tengo necesidad de leerlo. Leyendo los libros de texto de psicología, 71

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

escuchando a nuestros profesores, en pocas palabras, asistiendo a clases, uno aprende lo que es el conductismo y lo que Skinner llama "Ciencia de la Conducta". — ¡Asistiendo a clases! —repitió Martha casi gritando. Roberto sonrió y yo preferí ignorar la indirecta. —Bueno, creo que es necesario leer a Skinner directamente —respondí en la forma más calmada posible— . Los profesores pueden decirnos algo que es falso o enseñarnos sus malentendi­ dos y prejuicios. Roberto vio de reojo a Martha, y ella sonrió. —Creo que es difícil que alguien que está identificado con la psicología cognitivanos presente objetivamente al conductismo o viceversa... y aquí en la facultad no hay profesores que sean conductistas —agregué. Roberto se acomodó en la silla y me miró fijamente. Me sen­ tí como un niño acusado por sus padres, volteé a ver a Martha y ella continuaba sonriéndole a Roberto. —Independientemente de lo que tú pienses, lo que te digo es la verdad. Es una lástima que no quieras entenderlo —me dijo finalmente Roberto. Me recargué en la mesa. Sentía como si hubiera confesado que estaba leyendo un libro prohibido, a un autor hereje. Pasa­ ron unos segundos que me parecieron minutos. —Bueno, lo que quieras hacer con tu vida es tu decisión — me advirtió Martha molesta—, pero te aseguro que tendrás pro­ blemas si no entregas trabajos y presentas exámenes. Por suerte, en ese momento llegaron algunos amigos, y tan­ 72

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to Martha como Roberto comenzaron a conversar con ellos. Es­ cuchándolos me di cuenta que en general sus temas de conver­ sación no me agradaban, dicho técnicamente, no me eran lo su­ ficientemente reforzantes como para mantenerme charlando con ellos. Por ello, sentí ganas de irme, y finalmente opté por despedirme y continuar con mi caminata. Llegué a la explanada central de la universidad y admiré de nuevo el edificio de la biblioteca. Cada vez descubría nuevos di­ bujos en sus muros. Me senté en una banca y comencé a pensar de nuevo sobre el conductismo. ¿Por qué no se entendía a Skinner? ¿Por qué tanto desprecio hacia el conductismo? Saqué mi pequeña libreta del bolsillo de la camisa y escribí el siguiente recuadro:

Forma tradicional o mentalista de explicar la conducta: Pienso — > entonces — > actúo. Siento — > entonces — > actúo. Quiero o deseo — > entonces — > actúo. Tengo una intención...... > entonces — > actúo. En pocas palabras, lo que pienso, siento, quiero, deseo o intento me hace actuar o comportarme como lo hago. Así, si pienso en mi novia — > entonces -> le hablo por telé­ fono. Siento que la quiero — > entonces — >l e digo "te quiero" y le doy un beso.

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Pero, me pregunto: ¿qué me hace pensar y sentir algo?, ¿qué me ha hecho pensar en mi novia y sentir que la quiero?, ¿cuál es el origen de mi intención?

En cambio para el conductismo, lo que pensamos y sentimos no son las causas de nuestra conducta, porque todavía es nece­ sario explicar porqué pensamos y sentimos como lo hacemos. Todavía es necesario explicar estos comportamientos.

LAS EXPLICACIONES DE NUESTRA CONDUCTA BASA­ DAS EN LO QUE PENSAMOS O SENTIMOS SON INCOMPLE­ TAS, FICTICIAS, CIRCULARES.

Desgraciadamente, todavía abundan en psicología este tipo de explicaciones, y la mayoría de los psicólogos creen que con ellas realmente explican la conducta, el comportamiento huma­ no. Un problema aún más grave es que ellos enseñan esta creen­ cia al público por medio de cientos de conferencias, clases, li­ bros, revistas y artículos en los diarios. Como resultado, hoy en día casi todas las personas creen que se comportan como lo ha­ cen, porque en ellos existe algo que llaman mente, un ente que contiene las creencias, pensamientos, deseos, intenciones, pla­ nes, recuerdos, imágenes, representaciones, etcétera. La afirmación del público y de la mayoría de los psicólogos es esta: "Si antes de comportarnos de determinada manera, lo

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pensamos — tenemos la intención o propósito— y lo queremos —sentimos el deseo, las ganas de hacerlo— entonces, lo que pensamos y sentimos es la causa de nuestro comportamiento". Recordé una frase en latín que aprendí en la clase de etimo­ logías en secundaria: "Post hoc, ergo propter hoc", la cual signifi­ ca: "Después de esto, luego a causa de esto". El maestro nos ex­ plicó que ésta es una falacia porque no siempre lo que precede a un acontecimiento es la causa del mismo. Gran parte de la psicología se construyó y se continúa cons­ truyendo con base en esta falacia, apoyada en el mito de las cau­ sas mentales de la conducta. Y esto es lo que los estudiantes de psicología aprendemos en la universidad; se nos enseña a "ex­ plicar", mejor dicho a creer que explicamos la conducta propia y la de otros refiriéndonos a la mente. En los siguientes recuadros presento ejemplos de CIRCULARIDAD EXPLICATIVA o PSEUDO-EXPLICACIONES:

Decimos que yo escribo esto y tú lo lees, porque así lo "que­ remos" o "deseamos"; y afirmamos que así lo "queremos" y "deseamos", porque estamos escribiendo y leyendo esto.

Decimos que Pedro discute y golpea a Roberto, porque tiene "sentimientos agresivos"; y afirmamos que Pedro tiene "senti­ mientos agresivos", porque observamos que discute y golpea a Roberto.

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C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

Decimos que María se equivoca al leer y escribir, porque tie­ ne "dislexia"; y afirmamos que tiene "dislexia", porque obser­ vamos que se equivoca al leer y escribir.

Decimos que Roberto se comporta como lo hace, porque tie­ ne "pensamientos o ideas irracionales"; y afirmamos que tiene "pensamientos o ideas irracionales", porque se comporta de esa manera.

Decimos que Susana no aprende a sumar debido a su "esti­ lo cognoscitivo", y afirmamos que tiene este "estilo" porque no aprende a sumar.

Analizando cada uno de los ejemplos anteriores encontra­ mos muchas preguntas sin respuesta, por ejemplo; ¿Qué hizo que yo quisiera o deseara escribir esto, o que tú quisieras o de­ searas leerlo ahora? ¿Qué provocó los sentimientos agresivos de Pedro? ¿Qué produjo la "dislexia" de María? ¿Qué hizo que Ro­ berto "pensara irracionalmente"? ¿Cómo se originó el "estilo cognoscitivo" de Susana? ¿Acaso todos estos "estados o proce­ sos m entales" se autooriginaron, se iniciaron sin alguna razón?

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La explicación cognitiva de la conducta es circular; es una pseudoexplicación porque recurre a entidades mentales, que en el caso de que existieran, necesitarían ser explicadas.

Si decimos que no hay necesidad de explicar estos estados mentales porque ellos se autooriginan, entonces admitimos que tenemos una "m ente" que se comporta como le viene en gana, una mente que quiere y piensa cuando quiere querer y pensar, una mente que no hay forma de influir o cambiar; en otras pa­ labras, somos víctimas de ella. Y si decimos que los estados mentales que causan un comportamiento fueron originados por otros estados mentales, entonces continúa el problema de cómo se originan los estados mentales productores de otros. Pero to­ davía existe otra "explicación" que ofrecen aquellos que se nie­ gan a terminar con la mente: a la mente la controla el "yo". Yo quiero pensar y sentir algo, entonces pienso y siento ese algo. Pero ¿qué hace al "yo" querer pensar o sentir algo en ese mo­ mento particular? ¿Un "yo" que controla a la mente o una men­ te que controla a un "yo"?

Si algo que ocurre en la mente origina la conducta, entonces, ¿qué origina lo que ocurre en la mente? Si yo soy el que quiero pensar y sentir algo ¿cuál es la razón para quererlo y sentirlo en ese momento y no en otro?

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En cambio, si explicamos el comportamiento desde una pers­ pectiva conductista, y decimos que lo que se conoce como "es­ tados mentales" se origina como resultado de nuestra interac­ ción con el medio (de lo que nos ocurre en nuestra relación con el mundo); entonces, es el medio — incluyendo el que nosotros hemos construido— el que necesitamos cambiar para controlar nuestra "mente" con todo lo que hemos depositado en ella du­ rante siglos.

Los cognoscitivistas ofrecen "explicaciones" incompletas porque tratan de "explicar" el comportamiento refiriéndose a eventos —lo que sentimos y pensamos— que requieren a su vez de una explicación.

De pronto comenzó a llover. Algunos estudiantes corrían a resguardarse en los pasillos techados, o dentro de los edificios. Guardé mi libreta de notas en el bolsillo para evitar que se mo­ jara y comencé a caminar hacia mi departamento. Mientras caminaba volví a pensar en el ejemplo de mi novia. Para el conductismo, la explicación de mi conducta de hablarle por teléfono no está en el hecho de que "pienso en ella y quiero hablarle" — eventos mentales para los cognoscitivistas—, sino en aquello que me hace "pensar en ella y querer hablarle". V, ¿qué me hace pensar, querer, desear o tener la intención de hablarle en este preciso momento? Probablemente el que hoy es viernes por la tarde, o quizá que vi una chica en la biblioteca

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que tenía el cabello como ella, o porque está lloviendo o; sim­ plemente, porque estoy tan enamorado que cualquier cosa que veo, escucho o hago me la recuerda. Es obvio que lo que pensamos y sentimos es efecto de lo que nos sucede en nuestra relación con el medio, en nuestra interac­ ción con los eventos que ocurren en la vida diaria.

Pensar y sentir son efectos, no causas. Son comportamien­ tos.

Llegué al departamento completamente mojado. Preferí ba­ ñarme antes de cambiarme de ropa. Esto me hizo recobrar fuer­ zas. Tan pronto salí del baño revisé lo que había escrito en el cuaderno e hice algunas correcciones.

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X

En su libro Sobre el conductismo Skinner señala: "Pensar es comportarse, el error consiste en colocar el comportamiento en la mente" (Skinner, 1977b, p. 100). Por lo tanto, el error no es de­ cir que pensamos —puesto que todos lo hacemos— , sino colo­ car esta conducta en un "lugar": la mente. Entonces, para el conductismo, cuando contamos del uno al cinco, y sólo decimos uno, dos, tres, y el cuatro y el cinco única­ mente lo pensamos, nos estamos comportando en los dos casos.

Pensar es comportamiento.

En relación al "inconsciente", Skinner dice lo siguiente: "Lo que el conductismo rechaza es el inconsciente como agente, y, desde luego, también rechaza la mente consciente como agente" (Skinner, 1977b, p. 143). Es decir, una mente originadora y con­ tenedora de la conducta. La conducta puede ser inconsciente, lo mismo que las varia­ bles de las cuales es función —"motivación inconsciente"— . Pe­ ro, para el conductismo, el término "inconsciente" significa "no

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C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

observable", no se refiere a algo que ocurre en otra dimensión. En este sentido, la conducta y las razones no observadas (des­ critas), son inconscientes. De hecho, gran parte de nuestra conducta y sus razones (causas o variables) son inconscientes. Freud descubrió que a menudo nos comportamos sin saber por qué lo hacemos, o de­ cimos que lo hacémos por razones que no son ciertas. Para Freud estas razones están en una dimensión diferente a la di­ mensión en la que ocurre la conducta que influyen. En cambio para el conductismo las razones están en la misma dimensión que el comportamiento.

El "inconsciente" y el "consciente" no son algo; no están en la mente ni en el cerebro.

A propósito de inconsciente, recuerdo que en una clase don­ de el profesor nos hablaba de psicoanálisis, uno de mis compa­ ñeros le preguntó: — ¿Dónde está el inconsciente? — En la mente —respondió el profesor. — Y, ¿dónde está la mente? — En el cerebro. — Entonces, cuando pienso, ¿lo hago con la mente o con el cerebro? —preguntó mi compañero. — Con... la mente — contestó el profesor, aunque vaciló en su respuesta. — ¿Podemos pensar sólo con la mente, sin el cerebro? ¿Exis­

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te la mente sin el cerebro? — preguntó mi compañero. El profesor viendo el reloj contestó: — Que lástima, la clase ha terminado, mañana continuare­ mos con esta interesante discusión. Al salir de clases pensé: "S i el conductismo dice que pensar es un comportamiento, ¿dónde ocurre este comportamiento?, ¿dónde está lo que pienso?, ¿con qué pienso? ¿Será acaso en el lugar que los cognoscitivistas llaman mente? o ¿Será la mente lo que utilizo para pensar como utilizo mi mano para saludar? Observando que caminaba me pregunté: Cuando doy un pa­ so hacia el frente, ¿dónde está u ocurre el paso que estoy dan­ do? Y volví a dar otro paso y me pregunté: ¿dónde? Unos pasos más adelante me contesté: ocurre al momento de darlo; el paso existe sólo cuando ocurre. No está en algún lado de donde sur­ ge para darlo, ni permanece en un lugar después de darlo. Asimismo, pensar es un comportamiento, y existe sólo cuan­ do ocurre. No lo sacamos de un lugar que llamamos mente, o de alguna parte de ella llamada memoria. Pero es evidente que nadie puede dar un paso sin piernas — pensé— , pero las piernas no son el paso. Tampoco puedo salu­ dar con mi mano si no tengo mano, pero saludar con la mano no es la mano, ni está en la mano. El saludar es un comportamien­ to y éste existe sólo cuando ocurre. En ese momento pasé por la librería de la universidad y en­ tré para preguntar si tenían el libro Sobre el conductismo. Sí, acaba de llegar, está en la sección de psicología — contes­ tó el encargado— . Lo localicé rápidamente, pero al ver el precio, 83

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

decidí leerlo allí mismo. Casi al final del libro, Skinner aclara perfectamente lo que es y no es el conductismo radical:

Podría decirse que el conductismo metodológico y ciertas versiones del positivismo lógico ignoran la conciencia, los sentimientos y los estados de la mente, pero el conductismo radical no 'decapita al or­ ganismo' de esa manera; no 'barre el problema de la subjetividad debajo del tapete'; no 'mantiene una metodología estrictamente conductista tratando los informes de la introspección simplemente como comportamiento verbal'; y no se elaboró para 'permitir que la conciencia se atrofie' (Skinner, 1977b, p. 199).

El conductismo no "decapita al organismo", no elimina la subjetividad. El conductismo radical no ignora la conciencia, los senti­ mientos o los estados de la mente; sino que los conceptúa como comportamientos.

Orden en que ocurren los eventos del medio y los conductuales según el cognoscitivismo y el conductismo:

La forma cognitiva de ordenar los eventos conductuales y del medio es la siguiente: Veo un perro -........ > pienso que me puede m ord er------- >siento miedo------- > corro.

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L o Q U E E L C O G N O SC IT IV ISM O NO EN TIEN D E D EL C O N D U C T ISM O

La forma conductista de ordenar estos eventos es la siguien­ te: pienso que me puede morder. Veo un perro

siento miedo. corro.

Tanto el pensar, como el sentir y el correr fueron efectos de ver al perro. Es obvio que si no hubiera visto —u oído ladrar— al perro, no pensaría que puede morderme, ni sentiría miedo, ni correría. El estímulo "perro" tiene efectos múltiples sobre mi comportamiento. Pero ¿por qué un perro hace que yo me comporte en esta for­ ma? La explicación está en mi historia de interacción con el perro, de lo que me ha sucedido al interactuar con estos animales, de mi experiencia con ellos. Es el medio el que moldea y mantiene la conducta, el que nos hace comportarnos como lo hacemos. Pero hablando con más precisión, no es "el medio" el que afecta nuestra conducta, la tu­ ya y la mía, sino que son "tu medio" y "m i medio" los que la afectan. No hay un medio igual para todos. Por ejemplo, cada lec­ tor puede entender de manera distinta lo que he escrito en estas páginas.

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Mi conducta es el producto de mi relación con mi medio, y tu conducta es producto de tu relación con tu medio. EL MEDIO SIEMPRE ES PERSONAL. CADA UNO DE NOSOTROS INTER ACTÚA CON SU MEDIO, NO CON EL MEDIO.

Un "mismo" evento puede tener diferente función o efecto en la conducta de diferentes personas, y de la misma persona en diversas circunstancias.

Lo que interesa a la ciencia de la conducta es la función del medio, no el medio.

Recordé el ejemplo que nuestro profesor utilizó para tratar de demostrarnos que el medio no tiene que ver con la conduc­ ta. En una clase nos preguntó: "¿Cómo puede explicar el conductismo el hecho de que en una misma familia, todos los her­ manos y hermanas se comportan en forma diferente? ¿Cómo puede ser, si todos fueron criados en el mismo medio familiar?" Estaba claro que el profesor no definía "medio" como lo ha­ cía el conductismo. Para éste cada hermano es influido por un medio diferente. Medio es lo que afecta la conducta de cada per­ sona, en este caso, a cada hermano en particular, no el entorno o el ambiente familiar.

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XI

Llegamos a sentir amor por una persona en función de lo que nos sucede al interactuar con ella, no porque de nuestro co­ razón, o de otra parte de nuestro cuerpo, surja repentinamente el sentimiento que llamamos "amor". Por supuesto, pensamos que queremos a una persona, pero no lo hacemos porque en al­ guna área de nuestro cerebro se originen milagrosamente los pensamientos amorosos. Por ello, si la persona que ahora amamos nos trata mal —nos ignora, critica, reprocha, prefiere la compañía de otros, etc.—, comenzaremos gradualmente a dejar de sentir el amor que sen­ timos, comenzaremos a dejar de quererla. Pero antes de dejar de amarla es muy probable que sintamos tristeza, coraje o frustra­ ción y otros sentimientos asociados con la retirada o pérdida de un reforzador positivo poderoso. Todos ellos son sentimientos provocados por la extinción. Así, para el conductismo los sentimientos existen, pero ni la felicidad, ni el amor, ni la tristeza, como ningún sentimiento, se autooriginan o automantienen. Lo que sentimos es siempre re­ sultado de nuestra interacción con el medio. Algo debe suceder para sentir algo. 87

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

N inguna persona es con d u ctualm en te autosuficiente, apren­ dem os principalm ente d e otros a ser com o som os. N ecesitam os de los dem ás para ser nosotros. N uestra con d u cta — hacer, decir, p en sar y sentir— no existe independientem ente del m edio. Lo que som os cada uno de nosotros, n u estra m an era de ser, es producto d e la interacción con nuestro m edio; principalm en­ te co n el medio que form an nuestros sem ejantes. En pocas palabras: Llegam os a ser lo que som os al relacio­ narnos con lo que no som os.

El co n d u ctism o no es una filosofía que co n sid era al ser h u ­ m ano com o un su jeto aislad o del m un d o, con una "m e n te " ininflu en ciab le, sino: un ser hu m an o en el m undo, en con tin u a interac­ ción con el m un do y en con stan te evolu ción . M ed io y con d u cta form an un todo. En este sentido el co n ­ d u ctism o es h olístico .

M edio y co n d u cta form an un tod o. La conducta no ocurre en el vacío.

¿A caso el co n d u ctism o su b v alo ra al ser hum ano cu and o afir­ ma que el co m p o rtam ien to de un in d iv id u o es pro d u cto de su relació n con el m u n d o , cuando dice que existim os en relación

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con el m edio? Para mí la resp u esta es la sigu ien te: "N o se n o s su b v alo ra, sino q u e se n o s concibe en realidad com o lo q u e so ­ m os: se res en co n stan te in teracció n co n el m undo; seres q u e al relacio n am o s con el m edio, "ap ren d em o s a ser". "B io ló g ica y co n d u ctu alm en te som os p rodu cto de in te ra c c io ­ n e s ", es u na afirm ación que la m ayoría de las p erso n as, in c lu ­ yendo entre ellas a p sicólogos, no acepta. Pero ¿por qué querem os ser au tosu ficien tes, en el sen tid o de creer que no estam os relacionados con nada ni nadie? ¿P o r qué querem os ser "e sp e c ia le s ", en el sentido de ser in d ep en d ien tes de la n atu raleza? ¿C óm o se ha reforzad o n u estra co n d u cta de au toen g ran d ecim ien to , de arrogan cia, de sen tim o s seres s u p e ­ rio res a tod o lo qu e existe? ¿No será qu e h em o s in v en ta d o la "m e n te " al tratar de dem ostrar n u estra "s u p e rio rid a d ", en n u estro intento de ser especiales? M e form ulaba estas y otras preguntas sin sab er qué c o n te s ­ tarm e. ¿A qu ién recu rriría, si en la facultad n in g ú n p ro feso r p o ­ día in form arm e sobre estos tem as? N o ten ía o tra o pción , lo ú n i­ co que p o d ía h acer era con tin u ar leyendo a Skinner.

¿No será nuestra arrogancia, mejor dicho, las con d icion es que m antienen la conducta arro gan te, lo que nos ha hecho d es­ cu id ar e ign orar el hecho de que el m edio influye en n u estro com p ortam ien to?

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C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

En general, h oy ya no se cree qu e una persona se com porta de una m anera extraña porqu e está poseída por el dem onio. Sin em bargo, se co n tin ú a pensando que se com porta com o lo hace porque está poseída por entidades in ternas, m entales. Se dice que en la m ente se origina la m aldad y la bondad , la guerra y la paz, el odio y el amor, etc. ¡La m ente om nipresente y om nip otente!

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X II

En su libro Sobre el condu ctism o, Skin n er señala:

D urante veinticinco siglos, la gente se ha p reocu p ad o p or los sen ti­ m ientos y la vida m ental, pero sólo recientem ente se ha m o strad o algún interés p or un análisis más preciso del papel del am biente. La ignorancia de este papel ha con d u cido, en prim er lugar, a ficciones m entales y se ha p erpetuado por la práctica explicativa a la q u e da lugar (Skinner, 1977b, p. 26).

¡V einticinco siglos ignorando el m edio! ¡D os m il q u in ien to s añ os preocu p án d on os p or la m ente! ¿C óm o estaría la h u m an id ad , si desde entonces, hubiéramos diseñad o n u estro m edio, nuestras p rácticas so cio -cu ltu rales de m anera q u e fo m en taran las con d u ctas h u m an itarias y no las anLihum anitarias, el convivir, no la violencia? ¿C óm o sería a c tu a l­ m e n te n u e stra civ ilizació n , si h u biéram os en tend id o desd e el p rincipio que lo que se llam a "m e n te " no existe m ás allá de los procesos co n d u ctu ales qu e calificam o s co m o "m e n ta le s", y que estos procesos no se au toorig in an sin o qu e ocu rren com o p ro ­ ducto de la in teracció n del individuo con su m edio? Por m i p ar­ te, estaba segu ro de que todo estaría m ejor, in teractu aríam o s

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con un m edio social y no social m ucho m ás reforzante; no sólo sob rev iv iríam os com o esp ecie, sino que h abríam os aprendido a convivir com o personas. Pero ¿por q u é in ven tam os la m ente e ignoram os el m edio? ¿Por qué co n tin u am o s bu scand o en la m ente la causa de nues­ tro co m p o rtam ien to ? Q u izá lo h acem os para poder ju stificar n u estros erro res, para tener a la m ano, m ejor dicho en la cabe­ za, algo qué cu lp ar, una ju stifica ció n para evad ir n uestra res­ p o n sab ilid ad de cam biar el m ed io donde vivim os, el m edio con el que al in teractu ar aprendem os. P or ejem plo, si afirm am os que la guerra se origina en la "m en te de los h o m b res" (algo que afirm an la m ayoría de lo s p sicó lo g os y políticos), en ton ces no aten d erem o s las co n d icion es — el m ed io — que hacen m ás pro­ bable la co n d u cta agresiva; m u cho m enos m od ificarem os estas co n d icio n es, de las que, ev id en tem en te, n u estro co m p o rtam ien ­ to agresivo es fu n ció n . O tros ejem p lo de referirnos a la m ente para ju stific a r el no cam b iar el m edio es el sigu ien te; E d u cam os in co rrectam en te a un n iñ o, lo co n sen tim os en to ­ do; le d am os lo que qu iere sin im p o rtar cóm o lo pid a, le en se­ ñam os a ser d ep en d ien te; en fin, lo m alcriam os. D esp u és, cu a n ­ do su co m p o rtam ien to es in so p o rtab le, afirm am os que se co m ­ porta de esta m an era porque tien e u na "m en te in d ó cil" o quizá " p e r v e r s a ", p o rqu e en su "m e n te " no existen la o b ed ien cia ni el resp eto por los d em ás, ni la s "b u e n a s in ten cio n es"; porqu e tie­ ne d esv iad o s o d isto rsio n ad o s los p en sam ien to s; en resum en, cu lpam os a su m en te, en lu gar de cam biar la form a en que lo

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tratam os. De igual m anera decim os que si una persona no tolera d ife­ ren tes op in io n es que la suya, en ton ces n ecesita "a b rir su m en­ te" cam biar la que tiene por una "m en te ab ierta". "C a m b io de m en ta lid a d ", "m en te b rilla n te ", "m en te crea tiv a ", etc., d ecim o s ord inariam ente, sin percatarnos de lo qu e ello im plica.

¿Será la mente tan sólo una invención para justificar nuestra falta de acción responsable?

"Inven tar" es una conducta. "In ven tar la m ente" puede ser interpretada com o una conducta de escape o evitación. Creer en la m ente es una conducta reforzada.

Al final del libro Sobre el C on ductism o, Skin n er señala que los seres hum anos atendem os y bu scam os cosas en el m undo, res­ p on d em os a "a b stra c cio n e s" o "c o n c e p to s ", solu cion am os p ro­ b lem as, clasificam o s, ordenam os y reord enam os inform ación, d escrib im os cosas, descu brim os reglas, y todos estos son com ­ p o rtam ien tos; por lo tanto, no ocurren en el "m u nd o m isterioso de la m ente". R epito, para el conductism o, lo que los co g n o scitiv istas lla­ m an "p roceso s m en tales" son procesos conductuales, es decir,

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cond uctas (por ejem plo: las con ductas de pensar, percibir, aten ­ der, decid ir, razonar, crear, recordar), pero no son "e n te s m en ta­ les". A claro, con cebir y estudiar estos procesos com o conductuales no im p lica, en ninguna form a, redu ccionism o, sim p lifica­ ción o subvaloración del ser hum ano; no sign ifica en m odo al­ guno restarle d ign id ad , sino que im plica identificar estos even ­ tos p re cisa m e n te por lo que son — eventos con d u ctu ales— y describirlos en form a tal que pu edan ser an alizad o s o estu d ia­ dos efectiv am en te. Por su p u esto , no sólo p o r co lo car la p alab ra "co n d u cta " an ­ tes d el n o m b re de un "p ro c e so o estado de la m e n te " éste deja de ser " m e n ta l" y pasa a ser un o b jeto de estudio de la ciencia de la cond ucta. En relació n a esto, recuerdo una con versación en la cual alg u ien decía bu rlán d ose del con d u ctism o: "E s m uy sen cillo , le llam am o s 'co n d u cta' a un 'p roceso m ental' y los p ro­ blem as entre los cognoscitivistas y los con d u ctistas se term i­ n an ". R ecuerdo tam bién que en la clase de gram ática en la escuela p rim aria, aprendí que un verbo se puede sustantivar, es decir, tran sfo rm ar en un sustantivo. Por ejem plo, el verbo "a te n d e r" se sustantiva en "la aten ció n ". Es obvio que existe la acción, la con d u cta de atender, pero "la a te n ció n " solam ente es una palabra, un verbo hecho su stan ­ tivo. A l u tilizar esta palabra inventam os lo que llam am os: "la a ten ció n ". V am os aún m ás lejos cuand o d ecim os que una p erso ­ na atien d e porqu e tiene "a te n ció n ", percibe porque tiene "p e r­ ce p ció n ", etc. Y después am pliam os la ficción, cuando co n clu i­ 94

Lo Q U E

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m os que sí tiene algo, en to n ces ese algo debe estar lo ca liz a d o en algu na parte, y com o no sabem os dónde, inventam os un lu g ar: la m ente. P or lo tan to, la atención, la percepción, la im agin ación , etc., están en la m ente.: un recipiente in esp acial cap az de co n te n e r to­ do.

¿Será que a la m ayoría de los psicólogos, en su afán de ofre­ cer una explicación del com portam iento hum ano, se les olvid ó la gram ática?

Y con tinu an d o con la p ráctica de su stan tiv ar verbos, es claro que cuand o el verbo "p e n sa r" se su stan tiv a, se tran sform a en algo, se con vierte en "e l p en sam ien to ". Por lo tanto, "e l pensa­ m ien to " sólo es un verbo hecho sustantivo. Lo que existe es la acción o el com portam iento de pensar. El argum ento anterior pu ede aplicarse para elim in ar una gran can tid ad de en tid ad es que la psicología co n sid era com o objeto de estudio — p rocesos co n v ertid o s en cosas que n o ex is­ ten— . Tem as que había estu d iad o a lo largo de m i carrera. A p ro p ó sito de g ram ática, es sorprendente que h aya qu ien es afirm an que las reglas g ram aticales son innatas, que están en n uestra m ente o cerebro al nacer. ¡H asta esto se ha colo cad o en la m ente! U na m ente que no sólo es om n ip oten te sino o m n is­ ciente. U na m ente que todo lo contiene, puede y sabe.

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P ero, si no existe la m ente en to n ces, ¿dónde está la m em oria? ¿D ón d e está la con d u cta an tes de ocurrir? P ara el conductism o la resp u esta es la sigu iente: La con d u cta sólo existe cuand o ocu­ rre. A ntes de d ar un paso, de decir "buen os d ía s", antes de p en ­ sar en la fiesta a la que asistim o s ayer o de sen tir alegría por re­ co rd a rla ; n in g u n a de estas co n d u ctas existe. La con d u cta existe ú nicam ente cu and o ocurre, no existe en el m undo de la m ente, com o ideas, recu erd o s, copias, n i rep resen tacio n es m entales; ni en el cerebro — com o co n exio n es o redes n eu ron ales. La co n d u cta no se p o see; no se tien e com o se puede tener un objeto en la m ano; no p o seem o s co n ocim ien tos o in form ación ; no tenem os n i una idea, una creen cia; una actitu d , un recuerdo; ni una copia o rep resentación d el m undo dentro de n osotros. C on ocem os, creem os, reco rd am o s e im aginam os, pero estas con d u ctas co m o cu alq u ier otra ocu rren pero no las poseem os. C u an d o ap ren d em os un co m p o rtam ien to es n u estro o rg an is­ m o el que cam bia. Lo qu e p o seem o s es un o rg an ism o cam biad o, y por ello, un organism o que resp o n d e d iferente ante ciertas cir­ cu nstan cias. Dadas estas circu n stan cias nos co m p o rtam o s de cierta form a.

La con d u cta no está den tro d e nuestro organism o, ni em er­ ge de él.

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Si decim os "m a m á ", el sonido "m am á " no existe a n te s de pronunciarse, ni tam poco antes de m over mi m ano y decir adiós existe esta conducta. Es cóm ico im aginarnos con tod as las palabras dentro de nuestro cuerpo y con todas las form as de de­ cir adiós.

Pero que quede claro, el conductism o no n ieg a la ex isten cia de la m em oria, entendida com o conducta de m em o rizar o de re­ cordar; sino qu e niega una m em oria m u ltialm acén , dond e se guardan o archivan pensam ientos, recuerdos, ideas, im ágenes, etcétera.

M em orizar y recordar son con d u ctas. Algo que hacem os no algo que tenem os.

"E l m und o m isterioso de la m ente" era una frase que recor­ daba en cad a clase que tom aba en la facultad . La m ayo ría de

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C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

m is p ro feso res hablaban em ocionados de ese m undo y casi to­ dos m is co m p añ eros se m aravillaban de su m isterio. ¿Por qué n o s gusta el m isterio, la ficción? ¿Por qué som os a m an tes de los m itos?

F recu en tem en te, las explicaciones sencillas sobre el com p or­ tam iento no son tan atractivas com o las explicaciones com p lica­ das.

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X III

Skinner in icia el cap ítu lo X V II de su libro C iencia y condu cta hum ana, titulado: "L os hechos in tern os en una ciencia n a tu ra l", con las siguientes palabras:

Cuando decim os que la con d u cta es una función del am biente, el térm ino 'am biente' se refiere a cualquier hecho del u niverso capaz de afectar al organism o. Sin em bargo, parte del un iverso se en cu en ­ tra den tro del organism o m ism o (Skinner, 1977a, p.284).

Para S k in n er esta parte del u niverso es privada. Pero el con d u ctism o radical no acep ta que este u niverso p ri­ vad o — even tos o hechos privados com o las con d u ctas de pen­ sar y sentir— , sean de una n aturaleza distinta a los eventos pú­ b lico s o m anifiestos. Las con d u ctas públicas de h ablar y cam i­ n ar no son de n aturaleza d istin ta a la con d u cta de p en sar sobre lo que leem os o a lo que sentim os cuand o vem os a una persona que querem os. Para Skinner, los térm inos "p ú b lic o " y "p riv a d o " se refieren sólo a la accesibilid ad de los even to s conductuales. Si el evento sólo es observable por la m ism a persona que se co m p o rta, en­ tonces le llam am os "p riv a d o "; si puede ser o bserv able para 99

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

otros le llam am os "p ú b lico ". P rivad o y público no sig n ifica " in ­ tern o" o "e x te r n o ", "su b je tiv o u o b jetiv o ", "in v isib le o v isib le" en el sen tid o de p o seer una n atu raleza in m aterial o m aterial. A sí, el p en sar y sen tir son con d u ctas p riv ad as, no fen óm en os que ro tu lam o s "m en ta les".

Para el conductism o, los térm inos "p riv a d o " e "in te rn o " no significan "m en tal", ni los térm inos "p ú b lico" y "e x te rn o " sig­ nifican " n o m ental".

P ara el co g n o scitiv ism o , las "accio n es o rep resen tacio n es m en tales" d esem p eñan un papel cau sal en la o rgan izació n y realizació n de la con d u cta. Los co g n o scitiv istas afirm an que "la cau sa o el origen de la co n d u cta se en cu entra en la m en te". En cam bio, para lo s con d u ctistas, la co n d u cta no se origina en la m ente, sino que es pro d u cto de la in teracción del in d iv i­ duo con su m edio. U n a co n d u cta específica es resultado de un p ro ceso selectiv o del m edio sobre la conducta g en eral del in d i­ viduo. Los co m p o rtam ien to s que tienen ciertas co n secu en cias — refo rz a n te s— , se estab lecen o ap ren d en ; los dem ás se extin ­ guen. U n a p regu nta que frecu en tem en te m e p lan teaba al escu ch ar a m is p ro feso res era: ¿cóm o saben m is profesores co g n o scitiv is­ tas que la m en te existe? P or su p u esto que n i ellos ni n ad ie ha observad o la m ente. E llos in fieren su existen cia a p artir de la

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con d ucta que observan en ellos m ism os o en otros. O b serv an su con d ucta de p en sar (analizar, crear, tom ar d e cisio n e s, razonar, im aginar, etc.) y la colocan en un lugar: la m ente. N o co n fo rm es con esto, le co n fieren a la "m e n te " la función de co n tro la r la cond ucta. Si observ am os que una persona resu elv e un p ro b lem a de m atem áticas, decim os que la solución fue producto de un pro­ ceso co n d u ctu al que ella observó y nosotros no. Si so m o s n oso ­ tros los que resolvem os el problem a, entonces sí p o d em os ob­ servar este proceso. D escribirlo así no constituye un problem a para el co n d u ctism o , puesto que no se dice que lo s procesos co n d u ctu ales de pensar sean m entales. El p roblem a se presenta cu and o d ecim os que estos procesos ocurren en la m ente y son p rod u cid os por ella; en breve, el problem a se p resen ta cuando in ven tam os un ente inm aterial — la m ente— para lo ca liz a r la con d u cta y originarla. A co n tin u ación ofrezco dos ejem p los para clarificar lo an te­ rior: U n in d iv id u o que dejó sus lentes en el cajón d el escrito rio , los b u sca allí y no en otro lugar, no porque sepa o crea q u e están en el cajón ; sino que los busca en ese lugar, sabe y cree que están ahí, porque en el pasado la m ayoría de las veces los ha en con ­ trado en el cajón y no sobre la m esa o en la cam a. U na persona corre ante un perro no porque "ten g a o sienta m ied o "; sino porqu e el perro es un estím ulo que controla su con d ucta de co rrer y sentir m iedo. Seguro que algu nas p ersonas sienten ante el p erro un estad o co rp o ral al que llam am o s "m ie ­ 101

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d o "; pero este estado corporal es un efecto del estím ulo "p erro " y no la causa de correr. En pocas palabras, no es el m ied o lo que las hace correr, es el perro. Sentir m iedo es un efecto de ver al perro. Si qu erem o s exp licar porqu é el perro le p ro vo ca m ied o a un in d iv id u o y n o , p o r ejem p lo , cariño, n ecesitam os recu rrir a la h isto ria de in teracció n de ese individuo en particu lar con los perros (lo que le ha su ced id o al in teractu ar directa o in d irecta­ m en te con esto s anim ales). C o n resp ecto a tom ar d ecision es, hacem os una cosa y no otra, no porqu e tengam os "cap acid ad de d ecid ir" o "lib re albe­ d río ", sino p o r las co n secu en cias que hem os obtenido en el p a ­ sad o p o r d ecid ir en form a igual o sim ilar a com o lo hacem os ahora.

Para el cogn oscitivism o "p en sam o s" porque tenem os en n u estra m ente "hab ilid ad es de p en sam ien to"; "som os creati­ v o s" porque tenem os en nuestra mente "habilidades creativas", "d ecid im o s" porque tenem os lo que se llama "lib re albedrío", etc. A cada con d u cta se le encuentra una causa mental.

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X IV

Luego de reflexionar acerca de todo lo que leí en los lib ro s de Skinner, llegu é a la conclusión de que la m ente no existe, y que nunca ha existido más allá de la p alabra que u tilizam o s para n om brar una cantidad de procesos con d uctuales p rivad o s (pro­ cesos que el cognoscitivism o llam a "m e n ta le s")- P ero com o lo m encioné anteriorm ente, para el conductism o estos e v en to s son privados porque únicam ente son observad os p ara el p ro p io in­ dividuo que se com porta, no porque sean de distin ta n atu rale­ za que lo s eventos públicos, que las co n d u ctas que otros obser­ van. Antes de continuar, quiero aclarar que lleg ar a la conclu sión de que la m ente no existe, no significa afirm ar que no p ensam os ni sentim os. Tam bién qu iero decirte que com etí un error al decir al prin­ cipio del cap ítu lo que: "L u eg o de pen sar acerca ...co n clu í...". Es un error porqu e lo que pen sé no es la cau sa de m i co n d u cta de "c o n c lu ir ". Por supuesto que pensé algu nas cosas y deduje otras, pero el pen sar no se autoinició en m í, sino fue efecto de lo que leí en los libros de Skinner, de lo que escuché en clase y de otros eventos que m e ocurrieron al relacionarm e con el m edio. 103

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

No pienso y luego concluyo, sino interactúo con el medio y co m o resultad o, pienso y concluyo.

Pero ¿cu áles son las ven tajas de in ven tar la m ente e in ferir su fu n cio n am ien to a partir de la con d u cta? ¿C uáles son las v en ta­ jas de co lo car el "p en sar, im aginar, creer, razo n ar..." en un lugar que llam am os "m e n te " y no co n sid erarlo s com o co m p o rtam ien ­ tos? ¿Por qué no hem os d ejad o de creer en el m ito de la m ente? Mi resp u esta es la sigu ien te: N o nos atrevem os a d ejar de creer en la m e n te porque qu izá sea lo últim o qu e n o s queda pa­ ra co n sid erarn o s seres esp eciales, p or no decir superiores. Ya aceptam os que la Tierra no es el centro del Sistem a Solar com o una vez lo creim o s y defendim os por tantos siglos. Tam bién d escu brim os que nuestro organism o no es único en la n atu rale­ za, que n u estros procesos biológicos no son d istin to s de los pro­ cesos biológ icos de otros seres vivos. Pero ahora n os resistim os a acep tar que n u estro conducta existe com o producto de nues­ tra in teracció n con el m edio, de la acción selectiv a de éste sobre el co m p o rtam ien to ; que el co m p o rtam ien to es un even to n atu ­ ral no un fen óm en o que sucede aislad o del resto del m undo. Q uerem os ser una "esp ecie esp ecial" y dentro de ella, in d iv i­ duos esp eciales, por ello, creo yo, in ven tam os la m ente. Pero si se trata de ser esp eciales, no es la "m e n te " lo que nos co lo caría en este lugar, sino el hecho de tener lenguaje, de ser cap aces de form ar una cu ltu ra y co n tin u arla de g eneración en generación. 104

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Todo esto era suficien tem ente claro, pero ¿p or qué m i p ro fe ­ sor de psicolog ía cog n oscitiv a no lo entend ía? Q u izá n u n ca le­ yó a Skinner, o sólo se lim itó a leer a sus crítico s. Tal vez, u tili­ zando térm in os cog noscitiv os, sus "p roceso s co g n itiv o s son a n ó m a lo s", y tiene una percepción selectiva que lo hace a d q u i­ rir y alm acen ar sólo los con ocim ien tos sobre el co n d u ctism o que le son co n ven ien tes, aqu ellos que respaldan sus creen cia s. "P ercep ción se le ctiv a ", "p ro ceso s co g n itivo s su p eriores a n ó m a ­ lo s " rep etía ca d a vez que pensaba en tan exten so m alen ten d id o .

D ías d esp u és com prendí lo que significa que el co n d u ctism o sea una filo so fía d eterm in ista sobre la conducta: Los fen ó m en o s psico ló g ico s, com o todos los fenóm enos n atu rales, tien en ra z o ­ nes para existir, son fu n ció n de otros eventos. Por alg o o cu rren o d ejan de ocurrir, lo cu al sign ifica que están d eterm in ad os. Pero "d e te rm in ism o " no es p ara el co n d u ctism o sin ó n im o de pesim ism o, fatalism o, p red estin ació n , o p red eterm in ism o. P re­ cisam ente por ser determ in ista, el con d uctism o es una filo so fía optim ista sobre el com portam iento. D adas ciertas co n d icion es, p o d em os p red ecir el com portam iento y, por lo m ism o, actu ar desde ahora co n fo rm e a ello, por ejem p lo: n ecesito p rep ararm e p ara el exam en de m añana; p ero sé qu e si esta tarde acep to sa­ lir con mis am igos, no estudiaré. D adas estas condiciones, estoy p red icien d o m i conducta. Por lo tanto, me voy a estu d iar a un lu g ar donde ellos no me encuentren. Al h acerlo cam bio m i m e­ dio, arreglo las co n d icion es para que sea m ás p ro bable que ú n i­ cam ente o cu rran las conductas que deseo. 105

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

C am biam os las condiciones con las que interactuam os y así h acem os m ás o menos probables ciertos com portam ientos.

Un fenóm eno natural com o la conducta, es función de otros eventos.

D eterm inism o no es sinónim o de predestinación, predeterminismo o de fatalismo.

El con d u ctism o es una filosofía optimista sobre la conducta hum ana. P odem os cam biar el medio y la conducta.

Im a g in ém o n o s viviendo en un m undo desordenado, donde los eventos n atu rales no están determ inados, donde las estrellas y p lan etas, in clu y en d o el Sol y la Tierra, se m ueven errática­ m ente por el u niverso; un m undo donde a la pregunta "¿có m o está s?" a v eces es correcto con testar "b ie n " y otras responder "4 0 añ os" o " e l caballo corre por el cam p o ". Im aginem os que sin razón alg u n a, alguien ríe y luego llora, o llegam os a querer a una p erso n a en un seg u n d o y la odiam os al sigu ien te, inde-

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p end ientem ente de su com portam iento. Im aginem os q u e a ve­ ces es correcto leer un texto en español de izquierda a d erecha y a veces en dirección contraria. Im aginem os pues, un m undo donde lo que pensam os n o tiene que v er n ada con n u e s tra his­ toria, ni con la situ ación en la que nos encontram os en ese mo­ m ento. Un m undo donde los sentim ientos ocurren de rep en te y sin relación al contexto. ¿Cóm o pudiéram os vivir en ese m un do tan azaroso? Es evid ente que no es posible nuestra e x isten cia en m edio de tanto azar. Pero afortu nadam ente existe un orden, y los ev en to s n atu ra­ les — in clu y end o la con d u cta— están d eterm in ad os: u na vez da­ das ciertas co n d icion es, resulta m ás o m enos p ro b ab le que un evento en p a rticu lar ocurra. En ciertas circu nstancias es apro­ piado com p ortarse de determ inada form a, y en otras es n ecesa­ rio com portarse de m anera m uy distinta. Ni n u estro profesor co g n o scitiv ista ni nosotros podem os d esvestirnos, can tar o acostarnos a dorm ir en el salón, en lugar de im p artir o tomar clases (aunque a algunos nos gustaría hacerlo). Tanto él, como nosotros, nos com portam os de acuerdo a las circu n stan cias don­ de estam os.

N uestra con d u cta está determ inada, pero no predestinada. Podem os m odificarla cam biando el medio.

La posición de los astros cuando nacem os no señala nuestro destino. Todos podem os aprender nuevas con d u ctas y desa­ prender otras.

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Q u ed a claro al leer a Skinner, que para el con ductism o, los seres h u m a n o s no som os, en n in g ú n sen tid o esclav os de las cir­ cu n stan cias, porque p od em os actu ar y ca m b iarlas; podem os co n stru ir n u estro destino y no solam en te esperarlo. El m ism o térm ino de con du cta operan te — acuñad o por S kin n er— lo im p li­ caba: " e l m edio no sólo op era sobre n u estra co n d u cta, sino tam ­ bién n u e stra con d ucta op era sobre el m edio".

C on o cer cóm o influye el medio en nuestra conducta nos h a­ ce libres. Ig n o rar o negar esta influencia no es libertad.

H ice un dibujo que p ara m í representa la relación recíp roca y co n stan te entre la co n d u cta y el m edio.

N o lo h ice circu lar porqu e n u n ca regresam os al m ism o m e­ dio y n u n ca u n a in stan cia de co n d u cta es ig u al a otra, aunque en algu nas o casio n es lo parezca. H eráclito tenía razón: "N ad ie se b a ñ a dos veces en el m ism o río ".

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XV

Todo lo que había leído h asta ahora en los libros de S k in n er m e p arecía m uy claro. Los seres hum anos h acem os las co sas que tienen com o con secu en cia even to s "ag ra d a b les" — llam ad o s téc­ n icam en te "re fo rz a d o res p o sitiv o s "— ; o las cosas que n os q u i­ tan o reducen eventos "d esa g ra d a b les" — llam ados técn icam en ­ te "refo rz a d o res n eg ativ o s". D ejam os de h acer las cosas que ya no tienen co n secu en cias "a g ra d a b le s", así com o las que ya no nos q u itan o red u cen even to s "d e sa g ra d a b les". Tam bién d ejam os de h acer lo que tiene com o co n secu en cia eventos "d e sa g ra d a b les" — castig ad o res p o sitivo s— o que eli­ m in an o reducen eventos "a g ra d a b le s" — castig ad o res n eg ati­ vos— . Los seres hu m anos n aturalm en te escapam os o evitam os estar expuestos a lo que no nos g u sta, a lo que nos es av ersiv o. No tenía por qué dudarlo, el com portam iento de cad a uno de n osotros, incluyendo la conducta an ticond u ctista de mi pro­ fesor y m i conducta procon d u ctista, están su jetas a estas leyes o p rin cip io s co n d u ctu ales y a sus com plejidades. Tanto m i p ro fe­ sor com o otros que se exp resan m al del conductism o lo h acen porque, de alg u na form a, esta conducta está reforzada. 109

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

En una o ca sió n , al observar a m i profesor im partir su clase, me h ice la sigu ien te pregunta: "¿Q u é le p asaría si en ten d iera al co n d u ctism o , si p o r alguna razón lo d ejara de m alen ten d er?" Y me respond í: " L e su ced erían varias cosas, entre ellas, d ejaría de obtener ap robación (reforzam ien to social) de aquellos, que co ­ mo él, m alen tien d en al co n d u ctism o . Tam bién se d aría cuenta de que todo lo que aprendió sobre la 'm en te o m n ip oten te' ya no le resu lta ú til p ara 'e x p lic a r' el com portam iento, y que gran parte de lo que estu d ió sobre psicolog ía no es verdadero. En p o ­ cas p alab ras, le sería aversiv o este descu brim iento. P or lo tanto, es m ás p ro b ab le que ev ite este av ersiv o , a que se exponga a é l". Con b ase en todo esto, ¿cam b iaría mi profesor? Lo dudo. ¿C am ­ biaría yo en e sas circu nstancias? Tam bién lo d u do, porque por p en sar d iferen te a mis co m p añ eros de clase, yo m ism o ahora su­ fro su rechazo y esto de ningu na m anera es agradable.

Toda co n d u cta que tiene com o consecuencia el escap ar o evitar aversivos, está reforzad a; es decir, se m antendrá o cu ­ rriendo.

Con resp ecto al papel que desem peña lo orgán ico (el cere­ bro) en la co n d u cta, entendí lo sigu iente: tod a con d u cta (lo que h acem os, d ecim os, pen sam os y sen tim o s) tiene un fundam ento, una b a se o su strato biológ ico, pero éste no es la conducta, ni m ucho m enos, la cau sa de la m ism a.

L o Q U E E L C O G N O S C IT IV IS IM O N O E N T IE N D E A C E R C A D E L C O N D U C T IS M O

La conducta no es el cerebro, ni está en él, no existe en n in ­ guna d e su s 100,000 millones de neuronas ni en sus im p resio ­ nantes e intrincadas conexiones.

Lo que el cognoscitivism o llam a "p rocesos m entales o p sico ­ ló g ico s ", son procesos conductuales. P or supuesto, to d o p ro ce­ so co n d u ctu al tiene b ases o sustratos biológicos (a tod a a ctiv i­ dad con d uctual la "aco m p añ a" una actividad cereb ral). P ero un proceso co n d u ctu al no es, ni se explica, refirién d on os a un pro­ ceso b iológico. El p rofesor de p sico fisio lo g ía nos h abía explicado e sto m uy bien : "C u an d o una persona dice 'm am á ', por supu esto alg o su­ cede en su cerebro y en otras partes de su cuerpo (en su b o ca), pero lo que sucede no es su co n d u cta de decir 'm am á' sino el co­ rrelato biológico de esta conducta. Por lo tanto: ni la p alab ra 'm am á' ni el efecto de ésta en o tras p erson as, están en el cere­ bro. Los n eu robiólogos descubren las bases de la co n d u cta, p e ­ ro no la exp licación de la m ism a".

La conducta no se origina ni ocurre en el cerebro, ni en lo que se conoce como mente. Decir que toda conducta tiene una base o sustrato biológico no es lo mismo que decir que la con d u cta tiene una causa bio­ lógica.

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C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

H istóricam en te las cosas sucedieron así: de las explicaciones m íticas-su p ersticiosas de la conducta, pasam os a las exp licacio­ nes m íticas-m en tales y de éstas a las explicaciones m íticas-cerebrales. S u p e rstició n -----------> M en te-----------> Cerebro De un niño que se com portaba de m anera extraña, prim ero se dijo que lo h acía porque tenía un dem onio dentro de él, lue­ go se re ch a z o esta explicación y se dijo que no tenía un d em o­ nio sino una m ente enferm a, luego que no era ni el dem onio ni la m en te en ferm a la cau sa de su com p ortam ien to sino su cere­ bro que no funcionaba bien.

P ero que qu ed e claro, para evitar que este m alen tend id o con tinú e: El co n d u ctism o no nieg a la im portancia de las in ves­ tig acion es en el cam po de la neu rociencia. Esta d iscip lin a cien­ tífica nos o fre ce y nos ofrecerá, valiosos con ocim ien tos de lo que su ced e o rg án icam en te cuando una con d u cta ocurre, de lo que su ced e e n tre los even to s del m ed io (estím ulos) y la co n d u c­ ta (resp u esta); y entre ella y su efecto en el m edio (la co n secu en ­ cia) y el efecto de la consecuencia.

XVI

D ía a día la p o sició n co n d u ctista lleg ó a ser m ás co m p ren si­ b le p ara m í. A noté varias cita s de Skin n er en un pliego de cartu lin a que coloqu é en la p u erta de mi h abitación , de m an era que fuera m ás probable leerlas. Al h a ce r esto co m en cé a ap licar en m í m ism o lo que apren d ía de la cien cia de la conducta: podem os h acer m ás o m enos p rob a b le la ocurrencia de una conducta m odifican do lo que está antes o despu és de ella. Entre las citas que co lo qu é en la pu erta estaban las sig u ien ­ tes: "Q u ien es dicen que una ciencia del com portam iento es de­ m asiado sim ple e ingenua, con frecuencia m uestran un co n o ci­ m ien to d em asiado sim ple e ingenuo de lo que es la cien cia" (Skinner, 1977b. p. 207). Sob re lo p ersonal y p rivado de lo que sentim os tenía an ota­ da ésta otra: "en este sentid o, nuestras alegrías, pen as, am ores y odios son exclu sivam en te n u estro s... una pequeña parte del u niverso es privada respecto a cad a in d iv id u o " (Skinner, 1977a, p. 284). Para el co n d u ctism o cada uno de nosotros es un individuo

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d istin to , la h is to ria de in te ra cc ió n de cad a p erso n a en relació n con el m e d io es d iferen te, p o r ello , u n m ism o ev e n to n o nos a fe c ta a ca d a u n o de n o s o tro s de ig u a l m an era. A n te u n p e rro u na p e rso n a p u ed e g rita r y c o rre r; o tra , a p ro ­ x im a rse y a c a ric ia rlo . La d ife re n c ia e n la c o n d u c ta se e x p lic a re ­ firié n d o n o s a la h isto ria p e rso n a l, a lo que le ha o c u rrid o a cad a u n o de e llo s al in te ra ctu a r con p erro s. El p erro no tie n e la m is­ m a fu n c ió n d e e s tím u lo p ara am b as p e rso n a s. E llas no h an ten i­ d o las m is m a s " e x p e r ie n c ia s " con resp ecto a esto s an im a les. Se d ice q u e p ara el co n d u c tism o , el in d iv id u o es un en te p a ­ siv o a n te las in flu e n c ia s d e l m e d io . U n a c ita que d e sm ie n te lo a n te rio r es la s ig u ie n te : "N o s o tr o s n o so m o s sim p le m e n te 'c a p ­ ta d o re s' d e l m u n d o qu e n o s ro d ea ; re s p o n d e m o s a él de m a n e ­ ras p e c u lia re s d e b id a s a lo qu e h a su ce d id o cu an d o h e m o s e s ta ­ d o en c o n ta c to co n é l" (S k in n e r, 1977b . p. 75).

P ara el co n d u ctis m o , los seres h u m a n o s no so m o s c a p ta d o ­ res, ni sim p le s recep to res del m ed io.

E n se g u id a , u n a cita en re fe re n cia al m a le n te n d id o tan g e n e ­ ra liz a d o de q u e el c o n d u c tism o d e s h u m a n iz a al h o m b re: "E l c o m p o r ta m ie n to es e l lo g ro de u na p erso n a , y p a rece qu e p riv a ­ m o s a l o r g a n is m o h u m an o d e a lg o q u e le e s n a tu ra l cu a n d o a p u n ta m o s m á s h a cia las fu en tes a m b ie n ta le s de su c o m p o rta ­ m ie n to . N o

lo

d e s h u m a n iz a m o s . Lo d e s -h o m u n c u liz a m o s "

Lo

Q U E E L C O G N O S C m V I S M O N O E N T IE N D E D E L C O N D U C T IS M O

(S k in n e r, 1 9 7 7 b , p. 215). C o n su lté el d iccio n a rio y e n co n tré q u e la p a la b r a "h o m ú n c u ­ lo " s ig n ifica h o m b re cillo . El h o m b re c illo es la m en te, a lg u ie n qu e está d e n tro de n o so ­ tros y n os dice q u é h acer o no h acer, un c o n se je ro in terio r, que sin o fre ce rle n a d a a cam b io , n o s ay u d a a d ecid ir. L o cu rio so es — p e n sé — ¿có m o v am o s a e x p lic a r la c o n d u c ta de e ste hom bre in te rn o , de este c o n se je ro d e sin te re sa d o ? ¿A ca so él n e ce sita otro h o m b re c illo d e n tro de él, una m ente d en tro de otra m e n te ? U n a cita que m u estra el in terés de S k in n e r p o r la persona y el m u n d o es: El h om bre sig u e co n stru y en d o m áq u in as que lo d esh u m an izan , p rescin d ien d o d e co m p o rtam ien to s que co n trib u y e n a su condición de person a, p ero tam bién está p ro cre a n d o a un ritm o peligroso, es­ tá a g o ta n d o los recu rso s del m u n d o, está co n ta m in a n d o el am bien­ te y está h acien d o m uy p oco p o r su p e ra r la a m e n a z a de una h eca­ tom be n u clear (Skinner, 1977b, p. 216).

Al le e r esta cita siem p re m e p lan teab a d o s in te rro g a n te s, la p rim e ra : ¿P o d ría el m en ta lism o ser una e x p lic a c ió n de la d esh u ­ m a n iz a c ió n d e l ser h u m an o ? S i — au nq u e sea p a ra d ó jico , p o r­ qu e se d ice que es la m ente lo qu e h ace r a c io n a l al ser h u m a­ no— , yo c o n sid e ro qu e la in v en ció n de la m en te co n d u jo a la h u m a n id a d a b u s c a r las so lu cio n e s de sus p ro b le m a s en un lu ­ g ar q u e no e x is te , y n u n ca en el m ed io co n el cu a l el ser h u m a­ n o in te ra ctú a co n sta n te m e n te . D eb id o a e sta d e sv ia c ió n n o h e­ m os sid o ca p aces de en señ ar y a p re n d e r c o n d u c ta s h u m an ita115

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

rías. A sí, ju s tific a m o s n u estro co m p o rta m ie n to d estru cto r, a fir ­ m a n d o q u e e x is te " u n a in c lin a c ió n h a c ia la d e stru cció n en la m en te de lo s s e re s h u m a n o s " , ju s tific a m o s el u so del ca stig o y de la a m e n a z a d ic ie n d o que " e l h o m b re es re sp o n sa b le de lo qu e h a ce , p u e s to qu e en su m e n te tie n e la 'v o lu n ta d ' y el 'lib re a lb e d r ío ' que re q u ie re p ara o p ta r e n tre el b ien y el m a l". L a s e g u n d a in te rro g a n te q u e m e p la n te a b a al leer la cita a n ­ terio r, era: ¿ P o r qu é e n la fa c u lta d lo s p ro feso res h a b la n de p s i­ co lo g ía h u m a n is ta y p s ico lo g ía c o n d u c tista ? ¿E n qué crite rio s se b a s a n p ara d iv id ir la p s ic o lo g ía en " h u m a n is ta " y " c o n d u c tis ­ ta " , a ca so el c o n d u c tis m o n o es h u m a n ism o ? B u sq u é la d e fin ició n de " h u m a n is m o " en d iferen tes d ic c io ­ n a rio s y las r e s u m í co m o sig u e: Es h u m a n ista q u ien u b ica al ser h u m a n o co m o v a lo r y p re o cu p a ció n cen tra l. El h u m a n ism o a fir ­ m a la ig u a ld a d de to d o s los seres h u m a n o s. E l h u m a n ism o re­ co n o c e la d iv e rs id a d p e rs o n a l y cu ltu ra l. El h u m a n ista b u sca el c o n o c im ie n to p o r e n cim a d e lo a c e p ta d o e im p u e sto co m o v e r­ d ad a b so lu ta , e llo im p lica u n a c o n tin u a rev isió n de tod o lo e s­ ta b le c id o . S e r h u m a n is ta es u n estilo de v id a, es a su m ir co m p ro ­ m isos de lu c h a p a c ífic a co n tra la d is c rim in a c ió n y la v io len cia. P a ra m í to d o esto d e fin e p e rfe c ta m e n te a B. F. S k in n e r y al co n d u c tism o .

El co n d u ctis m o es h u m an ism o , un h u m an ism o realista.

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Lo

Q U E E L C O G N O S C IT 1 V IS M O N O E N T IE N D E D E L C O N D U C T IS M O

T a m b ién c o m p re n d í que la cie n c ia de la c o n d u c ta n o ha d e s ­ c u b ie rto tod o a ce rca de un ev en to tan c o m p le jo co m o lo es el c o m p o rta m ie n to h u m an o , y que ésta es u n a cie n c ia en co n sta n ­ te p ro g re so , co m o la física , la q u ím ica y la b io lo g ía .

La ciencia de la co n d u cta es una cien cia en co n sta n te

pro­

greso.

O b v ia m e n te , aú n h a y m u ch o que co n o c e r s o b r e el m u n d o in an im ad o y el m u n d o an im ad o , lo m ism o que d el m u n d o co n d u ctu a l (p sic o ló g ic o ). N in g u n a cien cia tien e re s p u e s ta a tod as las p re g u n ta s y es claro que cad a resp u esta p la n te a n u ev as in te­ rro g a n tes.

N in g u n a cien cia exp lica co m p letam e n te su o b jeto d e e stu ­ dio.

O tra cita que m e p a re ció su m am en te im p o rta n te y que a c la ­ rab a el m a le n te n d id o de que el co n d u c tism o es u n a a n tifilo s o fía es la sig u ie n te : "N o p o d e m o s d e cir que la cie n c ia d el co m p o rta ­ m ien to h ay a fra ca sa d o , p u es ap en as se la h a e n sa y a d o . Y no h a ­ b rá un e n sa y o ju s to m ien tras no se h aya e n te n d id o claram en te

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C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

su filo s o fía " (S k in n e r, 1977b , p. 2 2 4 ). Y p o r ú ltim o , en m i lista a p a re c ía esta cita: " E n la co n ce p c ió n c o n d u c tista , a h o r a el h o m b re p u e d e co n tro la r su p ro p io d e stin o p o rq u e co n o c e lo qu e d eb e h a c e r y có m o h a c e rlo " (Sk in n er, 19 7 7 b , p. 2 2 5 ). A fo rtu n a d a m e n te la c ie n c ia de la co n d u c ta p u e ­ de a y u d a rn o s a c o n tro la r n u e s tro d e stin o — el m e d io que v ie ­ n e — . N o te n e m o s qu e ser su s v íctim a s, n o h a y un m ed io p re d e ­ te rm in a d o . P o r s u p u e sto , p a ra S k in n er, " d e s tin o " no es alg o que ya está allí, e s c r ito en el tie m p o fu tu ro , alg o q u e n os está e s p e ­ ra n d o . La c o n d u c ta no está p re d e s tin a d a p o rq u e p o d em o s m o ­ d ifica r e l m e d io d e l c u a l es fu n ció n .

"E n la c o n c e p c ió n c o n d u c tis ta , ah o ra el h om b re p u e d e co n ­ tro lar su p ro p io d estin o p o rq u e co n o ce lo q u e debe de h a ce r y có m o h a c e rlo ." (Skinner, 1 9 7 7 , p .2 2 5 ).

T o d o esto e ra e v id e n te p ara m í, p ero ¿ p o r qu é n o lo era p ara mi p ro fe so r? ¿ C u á l era la ra z ó n d e su c o n d u c ta de m a l p re s e n ­ tar el c o n d u c tis m o ? ¿C ó m o e s ta b a re fo rz a d a esta co n d u cta ? C o n s id e r é n u e v a m e n te la p o s ib ilid a d d e que m i p ro fe so r tu ­ v iera a lg ú n p r o b le m a — h a b la n d o en té rm in o s co g n itiv o s co m o los u tiliz a d o s p o r él en su s c la s e s — co n la fo rm a có m o a d q u iría y p r o c e s a b a la in fo rm a c ió n so b re S k in n er, so b re el c o n d u c tism o ra d ic a l y la c ie n c ia d e la c o n d u c ta ; o tal v e z alg ú n p ro b le m a co n la m a n e ra c o m o re p re s e n ta b a e s ta in fo rm a c ió n en su m e n te , co-

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L O Q U E E L C O G N O S C IT IV IS IM O N O E N T IE N D E A C E R C A D E L C O N D U C T I S M O

mo

la

tra n sfo rm a b a ,

u tiliz a rla en un

a lm a ce n a b a

m o m en to

y

re cu p e ra b a

p ara

d eterm in a d o , p o r ejem p lo, al

im p a rtir clases. ¿ P e ro q u ié n se a tre v e ría a d ecírselo ? P o r lo m e n o s yo no m e se n tía ca p a z en ese m o m en to , to d a v ía era im p o rta n te p ara m í a sistir a la u n iv ersid a d , o b te n e r b u e n a s c a lific a c io n e s y u n títu lo p ro fe sio n a l.

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X V II

P a ra d ó jic a m e n te , en tre m ás aclarab a m is d u d as s o b re el co n d u ctism o , m ás d e sco n fia b a de la in fo rm a ció n q u e m e b rin d ab an m is p ro feso res so b re la p s ico lo g ía , o m e jo r d ich o , so b re las p si­ co lo g ía s. F in a lm en te m e p reg u n té: ¿q u é caso tie n e a p ren d er so ­ b re alg o qu e en realid ad n o existe?, ¿n o es ésta u n a m an era, que m u y bien p o d ría m o s ro tu la r co m o " u n iv e r s ita r ia " , de p erd er el tiem p o ? P e o r aú n , q u izá tam b ién lo q u e m e e n s e ñ a b a n acerca de Freud y d el p sico a n á lisis era fa lso , in clu so lo qu e m e d ecían d el m ism o c o g n o scitiv ism o . ¿C ó m o n o d u d a rlo ? A m e n u d o reco rd ab a lo q u e había dicho m i amigo Gerardo u n a n o c h e en el b ar: "L a carrera de p sico lo g ía e s de resisten cia y no de v e lo cid a d , y ad em á s, uno n u n ca sa b e cu a l e s la p ista por d o n d e d eb e c o rre r". Tam bién re co rd a b a la e s tro fa de u n poem a qu e e scrib í: " Y an te n o s o tr o s / lo qu e p en sa m o s q u e era c ie n c ia / cad a sem estre se co n v irtió en m ito lo g ía / !O h t r is t e z a !/ !O h tris­ te z a !". P or m i p a rte ya no podía resistir, e sta b a c a n s a d o . Lo que re a lm e n te d e seab a era dejar la u n iv e rsid a d y re g re s a r a casa.

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C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

"Y an te n o s o tro s , lo que p e n sam o s que e ra cie n cia , ca d a se­ m estre se co n v irtió en m ito lo g ía ...".

S in e m b a rg o , sentía la n e c e s id a d de te rm in a r la ca rre ra y o b ­ ten er un títu lo . N o sabía e x a c ta m e n te p o rq u é, pero lo c o n s id e ­ rab a im p o rta n te . Q u iz á m is p a d re s m e h ab ían e n se ñ a d o a creer qu e e s tu d ia r u n a ca rre ra u n iv e rsita ria era u n o de los o b je tiv o s p rio rita rio s e n la v id a, q u iz á cre ía qu e sólo co n u n títu lo sería ca p a z de s o s te n e rm e e c o n ó m ic a m e n te o d e m o s tra r a lo s d em ás y a m i m ism o q u e sa b ía alg o . F u e ra lo qu e fu era, esta s c re e n c ia s era n a p re n d id a s, n o h a ­ b ía n s u rg id o e n m í de la n a d a . P ro b a b le m e n te no sólo m is p a ­ d res, sin o ta m b ié n m is a m ig o s y p ro fe s o re s m e h a b ía n e n s e ñ a ­ do a cre e rlo de esta fo rm a. ¡Es o b v io , to d o s a p re n d e m o s de to ­ d o s! E n to n ce s , ¿p o r q u é n e g a r q u e el m ed io a fe c ta n u e s tra c o n ­ d u cta ?

Las cre e n c ia s, sean ra cio n a le s o irra cio n a le s, se a p re n d e n . N u n ca h a ce m o s o d ejam o s d e h a ce r alg o p o r n u e stra s cre e n cia s, sin o que h a ce m o s y d ejam o s d e h a ce r a lg o , o cre e m o s y d ejam os d e cre e r en a lg o , co m o re s u lta d o d e n u estra in teracción con el m ed io. D ejam os d e tener una cre e n c ia irracio n al y a p re n d e m o s una racion al d eb id o a n u estra in te ra c ció n co n el m ed io, el cu al, al­ g u n a s veces in clu y e la c o n d u c ta d e algu n as p erso n as relev an ­ tes, p or ejem plo: un b u en a m ig o o el tera p e u ta .

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L O Q U E E L C O G N O S C IT IV IS M O N O E N T IE N D E A C E R C A D E L C O N D U C T I S M O

P a ra m í a h o ra es e v id e n te q u e lo q u e p en sam o s o creem o s no es la ca u sa de n u estro co m p o rta m ien to , sin o q u e s o n co m p o rta ­ m ie n to s q u e to d a v ía n ecesita m o s exp licar. A p re n d e m o s a p en sar, a creer o d u d ar de d e te rm in a d a s co ­ sa s en n u e stra v id a; en m i caso p articu lar, a d u d a r a ce rca de c o n tin u a r en la u n iv ersid a d , a creer q u e te rm in a r u n a carrera y o b te n e r un títu lo es im p o rtan te. A d e m á s, d ejan d o de lad o to d as estas re fle x io n e s so b re p sico ­ lo g ía ¿A c a s o el te n e r u n títu lo en n u estras m an o s s ig n ific a sab er m á s sob re co n d u cta h u m an a? E n e so s d ías m e sen tí m uy m al. N o ten ía id ea de cu ál sería m i fu tu ro d en tro o fu era de la p sico lo g ía . E stab a, p o r así d e cir­ lo , d e s o rie n ta d o . F in alm en te, m is am ig o s, e s p e c ia lm e n te m i n o ­ via, lo n o ta ro n . A lg u n a s v e ces, lo qu e sen tim o s se o b se rv a en lo q u e h acem o s — m e d ijo m i n o v ia — . H ace m eses qu e te veo m u y d istra íd o . ¿Ya n o q u ie re s e sta r co n m ig o ? ¿M e h as d ejad o de q u e re r? E ra v e rd a d , fre cu e n te m e n te cu a n d o e sta b a co n e lla p en sab a en o tra co sa , no e sta b a allí to ta lm en te. Lo m ism o o cu rría cu a n ­ do a sistía a clases y o ía a m is p ro fe so re s, no lo s escu ch ab a. La ra z ó n era la sig u ie n te : E stab a can sad o de o ír h a b la r de la m en ­ te. ¡N o h abía d e cid id o estu d iar p sico lo g ía p orqu e m e g u stara la m ag ia, sino la cien cia!

M u ch a s v eces estu v e a p u n to de d ecirle a m i p ro fe s o r de p s i­ c o lo g ía co g n itiv a que no era v erd ad lo qu e n os e n señ a b a , que su s a firm a c io n e s so b re el co n d u c tism o y S k in n e r era n co m p le ­ 123

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

ta m en te fa ls a s , e q u iv o c a d a s, q u e h a b ía lle g a d o a se r p ro fe so r sin e stu d ia r, q u iz á p or un s im p le a c c id e n te o p o r in flu e n cia s de sus a m ig o s qu e ten ía n p u e sto s im p o rta n te s en la u n iv ersid a d . U n d ía, a m e d ia clase d e p s ic o p a to lo g ía , n o to le ré ta n ta s c r í­ ticas al c o n d u c tism o , en to n ce s, m e le v a n té d el p u p itre y cam in é h a c ia él co n la in te n c ió n de to m arlo d el b ra z o y h a ce rlo c o n fe ­ sa r an te la c la s e que m e n tía . A fo rtu n a d a m e n te m e p u d e c o n tro ­ la r a tie m p o , m e a rrep en tí en el tray ecto y m e d esv ié h a cia la p u e rta . M ás ta rd e, el p ro fe so r m e p reg u n tó p o r qu é h a b ía s a li­ do d e cla se tan de im p ro v iso , le co n testé: " L o sie n to , m e u rg ía ir al b a ñ o " . A c e p to qu e yo ta m b ié n le m en tí.

U n a n o c h e , en u n a c a fe te ría , al e sta r ley en d o C ien cia y co n ­ d u c ta h u m a n a , p en sé qu e la m a y o ría de las u n iv e rsid a d e s e n s e ­ ñ a n e x a c ta m e n te lo qu e la s o c ie d a d , tal y co m o es a h o ra , n e c e ­ s ita p a ra m a n te n e r s e ; au n q u e lo qu e se en señ e p u ed e ser fa lso , in clu s o , a v e c e s en co n tra d e la su p e rv iv e n cia de la e s p e c ie h u ­ m a n a y de o tr a s e sp ecies. P or e je m p lo : n o s e n se ñ a n a co n stru ir in d u stria s s in im p o rta r su efecto e c o ló g ic o , n o s e n señ a n a u tili­ zar el c o n o c im ie n to para lo g ra r un e n riq u e c im ie n to p erso n a l sin im p o rta r lo so cial. L a u n iv e rs id a d no es c rític a , m u ch o m en o s a u to c rític a . Tem e al c a m b io , in c lu s o en su o rg a n iz a c ió n in te rn a . Las u n iv e rsid a ­ d es, co m o o tr o s cen tro s de e stu d io , re ch a z a n las e x p lica c io n e s c o n d u c tista s so b re el co m p o rta m ie n to de lo s e stu d ia n te s y de los p r o fe s o re s (en térm in o s co n d u c tu a le s : " n o les son re fo rz a n ­ tes s in o a v e r s iv a s este tip o de e x p lic a c io n e s "). El m e n ta lism o se 124

L O Q U E E L C O G N O S C IT IV IS IM O N O E N T IE N D E D E L C O N D U C T IS M O

e x tie n d e p o r sus a u la s, p a sillo s y fa c u lta d e s. L o s p ro feso res a firm a n qu e los e stu d ia n te s n o estu d ia n p o rq u e le s falta " v o ­ lu n ta d " , " g a n a s " , " m o tiv a c ió n ", " in ic ia tiv a " ...,

o porque su

" m e n te " e stá d o rm id a o in activ a. Los e stu d ia n tes afirm an que su s p ro fe s o re s no en señ an p o rqu e carecen de u n a "p a sió n p o r en señ ar, no q u ieren ni d esean en señ ar, les falta u n a actitu d p o ­ sitiv a h a cia la e d u c a c ió n ". A m b o s se refieren al c o m p o rta m ie n ­ to co m o fu n ció n de sus estad o s m en tales, pero n o se cu estion an e l p o rq u é existen estos "e sta d o s m e n ta le s ". ¿P o r qué lo s e s tu d ia n te s no estu d ia n y lo s p ro fe s o re s no en ­ se ñ a n ? L e í u n a rtícu lo del p erió d ico de la u n iv e rs id a d titu lad o "U rg e u n ca m b io de m e n ta lid a d ". E xtraig o : " L o s p ro b lem as e d u ca tiv o s de n u estra m áxim a casa de estu d io s se resolverán cu an d o , tan to estu d ian tes co m o p ro feso res, c a m b ie n su m anera de p e rc ib ir la e d u c a c ió n ". Y m e p reg u n to : si el p ro b le m a es de p e rc e p ció n , ¿cóm o p o d em o s ca m b ia r lo que p e rc ib im o s? P a ra e l co n d u ctism o es c la ro qu e todo lo q u e lo s estu d ia n tes y p ro fe so re s p ie n sa n , p ercib en y sien ten , d e p e n d e de lo qu e les ha o cu rrid o y les ocu rre al e stu d ia r y al en señ ar. S u s p e n sa m ie n ­ tos, p e rc e p cio n e s y se n tim ie n to s no están ni lo c a liz a d o s, ni se o rig in a n en sus " m e n te s " o en sus cereb ro s. S i las con d u ctas de a p re n d e r y de e n se ñ a r están lo s u fic ie n te m e n te re fo rz a d a s, a m ­ b o s s e n tirá n y p en sarán de m an era m uy d istin ta . A l te rm in a r m i tercera taza de ca fé , co m e n c é a v e r e s to s p u n ­ tos to d a v ía m ás claros. Es lógico, se n o s e n se ñ a a co n sid era r que n u estra co n d u cta se in icia d en tro de n o so tro s m ism o s porqu e así se ju s tific a que nos cu lp em o s, y qu e por e llo n o s ca stig u e­ 125

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

m o s al c o m p o r ta m o s "in a p r o p ia d a o d e s v ia d a m e n te ". L as in s titu c io n e s , las p rá c tic a s so cia les y cu ltu ra le s q u ed an sin r e s p o n s a b ilid a d . Toda cu lp a reca e en el in d iv id u o , en su " m e n t e " , en p o ca s p a la b ra s se d ice q u e es la m e n te la que e s tá " e n f e r m a " , n o el m ed io . En e ste s e n tid o , e l co n ce p to tra d icio n a l de lib e rta d , de un ser h u m a n o a u tó n o m o e in in flu e n c ia b le p o r su s circu n sta n c ia s, e s ­ tá e s tr e c h a m e n te re la c io n a d o con la p rá ctica de cu lp a r y c a s ti­ gar, p rá c tica s g e n e ra liz a d a s en n u estra cu ltu ra . El m e n ta lism o es la filo so fía b á s ic a de la c u ltu ra o ccid e n ta l, la c u a l está b a s a d a en la c u lp a b ilid a d y en el co n tro l p u n itiv o de la c o n d u c ta h u m a n a ; en un c o n c e p to de " lib e r ta d " , en el cu a l se h a ce m ás p ro b a b le la a g re s ió n y se m a n tien e u n a so cied a d qu e d is ta m u c h o d e ser a p ro p ia d a p a ra el ser h u m a n o y su en to rn o . P o r lo tan to, p a ra s o b re v iv ir tal co m o es ah o ra, es o b v io que la cu ltu ra fo m e n ta rá siem p re u n a p s ic o lo g ía m e n ta lista o co g n itiv a. E s d ifíc il, p o r no d e cir im p o sib le — p e n sé — , q u e el co n d u ctism o p u e d a s e r a ce p ta d o d en tro de u n a cu ltu ra fu e rte m e n te a r r a ig a d a en el m e n ta lism o . P ara m í, co m o p ara S k in n er, no h ay m ás a lte r n a tiv a qu e c a m b ia r la c u ltu ra , p la n ific a rla , h a c e r d e s ­ de e l p r in c ip io u n a n u e v a . A lg o de esto h a b ía le íd o en el c a p ítu -lo v e in tio c h o del lib ro C ien cia y c o n d u c ta hu m an a.

P ara ju stificar el c u lp a r a una p erson a y p o d e r ca stig a rla , es n e ce s a rio p rim ero co n ce b irla c o m o libre. Para co n ce b irla com o lib re, es n e ce s a rio c o lo c a r en ella la "ca p a cid a d d e d e cid ir", sin n in g u n a in flu en cia, in clu so de su p ropia h istoria.

126

Lo

Q U E E L C O G N O S C IT IV IS M O N O E N T IE N D E D E L C O N D U C T I S M O

P ara m an ten er la cu ltu ra tal y co m o está ah o ra es n ecesario el m en talism o , la p sico lo g ía co gn itiv a.

¿N o será la inven ción d e la m ente el p ro d u cto d e una cu ltu ­ ra q u e b u sc a so b reviv ir, sin im p o rta r la s u p e rv iv e n cia de la e s­ pecie h u m an a y d e todas las d em ás esp ecies?

C u a n d o la su p erv iv en cia de una filosofía es m á s im p ortan te que la su p e rv iv e n cia del se r h u m an o y de su a m b ie n te , o cu rre lo que ahora o b servam os en n u estra cu ltu ra .

C on resp ecto a la co n cep ció n co n d u ctista de " c u lp a b ilid a d " p en sé lo sig u ie n te : el h e ch o de que p a ra el c o n d u c tis m o no se a ­ m o s cu lp a b le s de n u estro c o m p o rta m ie n to , no s ig n ifica que p o ­ d am os h a c e r lo que n os ven ga en gana, sin im p o rta rn o s o tras p e rs o n a s o n u e stro en to rn o . T a m p o co s ig n ific a q u e las c o n s e ­ cu e n c ia s se a n in n e c e sa ria s p ara a p ren d er o d e sa p re n d e r co m ­ p o rta m ie n to s .

La co n d u c ta es m o ld e a d a y m an ten id a (se le ccio n a d a ) p o r el m ed io . Sin co n secu en cias no h ay co n d u cta se le ccio n a d a .

127

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

E l co n d u c tism o no a firm a — co m o n o s h a b ía d ich o n u estro p ro fe so r en su s cla se s— q u e las p e rso n a s no so m o s re s p o n s a ­ bles de lo qu e h a c e m o s , d e c o m p o rta rn o s "b ie n " o " m a l" , co m o a s e sin o s o h é r o e s . Es claro qu e la c o n d u c ta del h é ro e req u iere c o n s e c u e n c ia s p a ra m o ld e a rse y m a n te n e rse , así co m o tam b ién la

c o n d u c ta

d el

a sesin o

req u ie re

de

co n se c u e n cia s

p ara

d ism i-n u ir o e x tin g u irse . D e a lg u n a fo rm a , esta s co n se c u e n cia s tien en q u e o cu rrir p a ra q u e la c o n d u c ta se p resen te o d eje de p re se n -ta rse . Ya sea a p ro p ia d a o in a p ro p ia d a , n u e s tra c o n d u c ta afecta a lo s d e m á s y p o r s u p u e sto , lo s o tros re s p o n d e n a e lla — d an co n ­ s e c u e n c ia s — ; en este s e n tid o , s o m o s re sp o n sa b le s y por ello , " m e r e c e d o r e s " de la s c o n s e c u e n c ia s , q u e a su vez, m o ld ean y m a n tie n e n los co m p o rta m ie n to s a p ro p ia d o s ; o qu e e lim in a n o sim p le m e n te red u cen lo s co m p o rta m ie n to s in a p ro p ia d o s. C o n r e s p e c to a u n a cu ltu ra m e n ta lis ta , co m o lo es la cu ltu ra o ccid e n ta l, s ó lo p o d ría d ecir q u e to d o s, in clu y e n d o c o g n o scitiv ista s y c o n d u c tis ta s , s u frim o s su s e fe c to s a v e rsiv o s. La cu ltu ra a c tu a l es, h a s t a c ie rto p u n to , irra c io n a l. P a ra la m a y o ría de las p e rso n a s, la v id a c a re c e d e se n tid o . D ich o en té rm in o s co n d u c­ tista s, " la v id a n o es lo s u fic ie n te m e n te re fo rz a n te ". M ás tard e m e di cu e n ta d e q u e o tro s p s ic ó lo g o s , a d em á s de S k in n e r a fir­ m an lo m ism o .

Las p r á c tic a s m e n ta lista s d e la cu ltu ra a ctu a l no h an lo g ra ­ d o la fe lic id a d p ara el se r h u m an o .

128

Lo

Q U E E L C O G N O S C IT IV 1 S M O N O E N T IE N D E D E L C O N D U C T 1 S M O

E sp e ra m o s que la m en te n os h aga fe lices y o lv id a m o s ca m ­ b ia r las circu n sta n c ia s d o n d e v iv im o s. R ecu rrim o s a u n h om bre in tern o p a ra " e x p lic a r " n u estro co m p o rta m ie n to y "p u e s to qu e el h o m b re in te rn o no o cu p a esp a cio , se le p u ed e m u ltip lic a r a v o lu n ta d " d ice Skin n er. E s m uy fácil in v e n ta r una ca u sa m en tal p ara c a d a co m p o rta ­ m ien to y creer que con ello se e x p lica d ich o co m p o rta m ie n to .

A l no sab er cóm o exp licar una co n d u cta , in v e n ta m o s la m ente co m o ca u sa ; cream os los e stad o s y p ro ce so s m en tales. La m en te es una ficción.

A l leer a S k in n e r co m p ren d í qu e lo qu e la p s ic o lo g ía llam a " m e n te " , es un en te n o -d im e n sio n a l (in m a te ria l), qu e se au too rig in a y p e rp e tú a sin n in g u n a in flu e n cia del m e d io . C o n se cu e n ­ tem en te, p a ra la p sico lo g ía m e n ta lista , la s p rá c tic a s fa m ilia res, e d u ca tiv a s, e co n ó m ic a s, p o lítica s y re lig io s a s de la cu ltu ra d o n ­ de v iv im o s no in flu y en o in flu y en m u y poco en n u e s tro co m ­ p o rta m ie n to . N ad a ex iste m ás allá de n u estro s p ro c e s o s m en ta­ les a u to c o n stru id o s e in in flu e n cia b le s. N ad a e x is te m ás allá de una m en te a u tó n o m a , co m p letam en te re s p o n s a b le de la co n ­ d u cta , h asta de su p ro p ia creació n . "C re a c io n is m o p sico ló g ico — p en sé— , aú n p eo r que el c re a c io n ism o b io ló g ic o " .

Dos cre a cio n ism o s: el b iológico y el p sico ló g ico .

129

C o m u n id a d Lo s H o r c o n e s

P en san d o m ás sobre lo an terio r con clu í: si la m ente es inm a­ terial, en ton ces sería p osible que tam bién fu era in m ortal y, por qué n o, d ivina. Por lo tanto, la p sico lo g ía que estudia la m ente sería, por así d ecirlo , una especie de religión: el estudio m od er­ no del alma. Q u izá para evitar esto y poder p resen tarse com o ciencia, la p sico lo g ía había secu larizad o el alm a co n v irtién d o la en m en te, y lu eg o, o frecien d o una v ersió n m o d ern a de la m is­ ma: la m ente funcionan d o com o un ordenador. Pero ¿por qué no respetar las diferencias entre cien cia y fe? ¿Por qué no d eja­ m os el alm a y e l m undo esp iritu al a la religión ?

L a psicología transform ó el alm a en mente, y luego la m ate­ rializó haciéndola cerebro. De la secu larización del alm a a la fisiologización de la m en­ te.

El co n d u ctism o es una filosofía, no es una religión. No considera co m o explicaciones del co m p o rtam ien to aquellas que se refieren a en tidades sob renaturales, a even tos que suceden en o tras dim ensiones.

Dejemos que la religión estu d ie el alm a, no la h agam os ob­ jeto d e estu d io de la psicología com o u n a ciencia. Esto no signi­ fica que el co n d u ctism o rechace la religión, que los co n d u ctistas no tengan creencias o que no respeten las creencias de otras personas.

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L O Q U E E L C O G N O S C IT IV IS IM O N O E N T IE N D E A C E R C A D E L C O N D U C T IS M O

Al leer a Skin n er en ten d í que si se nos en señ a que n uestra conducta está in flu id a por el m ed io, en tonces, tendrem os la res­ ponsabilidad de cuidar el m edio o las circu nstancias donde vi­ vim os, de planearlas en tal form a que h agan posible los com ­ portam ientos que caracterizan a un ser hum ano m ejor, y por ello, a una m ejor sociedad. Con respecto al uso de la ciencia aprendí que así com o la fí­ sica y la bio lo g ía hacen p osible un m undo m ás co n fo rtable — aunque no para todos— , la ciencia de la co n d u cta puede co n tri­ bu ir sign ificativam ente a la constru cción de un m undo más re ­ forzante: un m undo donde im porten m ás las p erso n as qu e las cosas; el progreso hum ano, m ás que el progreso m aterial; la co n vivencia y la com unidad, y no el ind iv id u alism o eg oísta. El com p ortam iento hum ano no se m odifica tratan do de cam ­ biar el cerebro o el co razó n , sino m o d ifican d o el m edio. Esto, por supuesto, com o lo he señalado tantas veces, no sig n ifica que para los conductistas no existan los pen sam ien tos ni los senti­ m ientos, tam poco significa un deseo obsesivo de plan eación del m edio, un control absoluto sobre todas las variables que afectan nuestro com portam iento, m ucho m enos sign ifica que otros co n ­ trolen nuestro m edio a su favor. El con d uctism o no propone una sociedad to talitaria, sino una sociedad donde cada uno de sus m iem bros participen en la toma de decisiones que de alguna u otra form a le van a afectar. D ecisiones que atañ en a cad a ciu d ad an o com o h abitan te de la ciudad (polis).

13!

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

Un m undo m ejor no es necesariam ente un m undo totalm en­ te planeado, y nunca un m undo donde el individuo no tenga control sobre su medio.

Es la m en ta b le el tiem po qu e ha perd id o la h u m an id ad — y co n tin ú a p erd ien d o — in ten tan d o en señ ar co m p o rtam ien to s p ro-sociales, tra ta n d o de m od ificar lo que ella m ism a in ven tó y llam a "m e n te ". ¡C u án tas cosas p ositivas se podrían lograr en to ­ das las instituciones de la sociedad

— educación, familia, go­

bierno, e co n o m ía— con una aplicación ap ro p iad a (hum anista) de una ciencia de la conducta!

La ap licación hum anista de todas las ciencias puede p reve­ nir y solucion ar eficazm ente nuestros problem as.

"A p lica r la cie n cia tom ando en cu enta el bien de las p erso­ n as" m e repito esta frase cuando observo tanto su frim iento. C uando m e e n cu en tro con tan tos que no tienen un lu gar para vivir, ni algo p a ra com er, cu an d o p ienso en los m iles de niños que m ueren d ia ria m en te por falta de servicios m édicos. A m enudo d e se o que la ciencia de la conducta se apliqu e pa­ ra el ben eficio de todos, in clu y en d o al am biente. Pero al refle­ xionar sobre ello, m e doy cu en ta de lo d ifícil que es para la cu l­ tura actual, a ltam en te in d iv id u alista y com petitiva, aplicar el

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Lo Q U E

E L C O G N O SC 1 T 1 V IS M O N O E N T IE N D E D E L C O N D U C T 1 S M O

co n ocim ien to cien tífico sobre la conducta hum ana para b e n e fi­ cio de la esp ecie hum ana y de todas las especies. Lo o b serv o cla­ ram ente con la aplicación de la tecnología derivada de la física, de la quím ica y de la biología. ¿Q uién puede afirm ar que estas ciencias han sido utilizadas totalm ente para el b en eficio d el ser hum ano y de su entorno?

A l princip io del libro Ciencia y conducta hum ana, S k in n er afir­ ma: La H istoria pone de relieve la irresponsabilidad con que se ha utili­ zado la ciencia y sus aplicaciones. El poder del hom bre p arece ha­ ber aum entado desproporcionadam ente a su prudencia. N unca ha estado en mejor situación para crear un mundo sano, feliz y p ro­ d u ctivo; sin em bargo, quizás nunca el panoram a ha sido tan oscu­ ro (Skinner, 1977a, pp. 35, 36).

Construim os la realidad. Somos creadores, no víctim as; p ro ­ ductores, no productos de las circunstancias. Por ello es posible h acer un m undo m ejor para todos.

La aplicación apropiada de la ciencia de la co n d u cta nos conduce a ser mejores personas y, por ende, a una mejor socie­ dad.

133

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

F recu en tem en te pienso en una socied ad ideal, una sociedad que tom e en cu e n ta los h allazg o s de una ciencia de la con d u cta para co n stru irse, para m ejo rar cada una de sus prácticas y lograr un m u n d o m ejor para todos, y m e pregunto: ¿Será ésta la d escrita por S k in n e r en su novela Walden D os? E n ton ces im ag in o a m uchos seres hum anos con stru yen d o co o p erativ am en te su destino, no esp eránd olo com o víctim as.

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X V III

O bv iam ente, no es p osible cam biar lo que una persona pien­ sa o siente si no se cam bian las circu nstancias, el m edio con el que d icha persona interactú a. Sólo para dar un ejem plo: vivir en la ciudad, dentro de un d ep artam en to lo calizad o en un edificio de varios pisos y no en m i pueblo; con versar con m is am igos, o b serv ar lo que hacen; lo que m i profesor me enseña y lo que leo, todo esto influye n otoriam en te en lo que pienso. Mi novia y m is padres tienen aún más in flu en cia en lo que siento. Por su p u esto , esto no significa que desde un punto de vista con d u ctista, los seres hum anos seam os esclavos del m edio, sim ­ p les entes pasivos o títeres m anipulados por otros; sin o que nuestro com portam iento está in flu en ciad o por circu nstancias que n oso tros m ism os p odem os cam biar. Som os, por así d ecirlo, creadores y constru ctores del m edio, no sus víctim as; aunque nos convertim os en sus víctim as cu an ­ do construim os un m edio sin tom arnos en cu en ta a nosotros m ism os y a las dem ás especies, como d esgraciad am en te ocurre ahora en la cu ltu ra occidental. R epito, para mí es notorio que después de varios m eses de estu d iar psicolog ía y de relacionarm e con nuevas personas, he 135

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

cam biad o m i m anera de pensar sobre algunas cosas. Tam bién observo este cam bio en otras p ersonas, por ejem plo en R oberto y M artha. Pero ¿por q u é no qu erem os acep tar que apren d em os a pen ­ sar com o lo h acem o s, que lo que pensam os no se au to o rig in a y que som os in flu id o s co n stan tem en te por el m edio? L os an trop ólogos culturales lo confirm an cada v ez que ob­ servan y estu d ian los m edios cu ltu rales. Es evid ente que las personas tienen diferentes form as de p en sar en cu ltu ras d ife­ rentes.

R econ o cer que som os influidos p or nuestras circunstancias no significa p erd er nuestra dignidad ni n u estra libertad; al con­ trario, significa ser más dignos y libres.

La ig n o ran cia no es, ni ha sido n u n ca, la libertad.

En el ca p ítu lo XXVHI, del libro C iencia y conducta hum ana, ti­ tulado "P la n ifica c ió n de una cu ltu ra ", Skinner propone la n ece­ sidad de p lan ificar la cu ltu ra. "Q u izá la contribu ción m ás im ­ p ortan te que u n a ciencia de la co n d u cta puede hacer a la valo ­ ración de las p rá ctica s cu ltu rales es in sistir en la n ecesidad de e x p e rim e n ta ció n " (Skinner, 1977a, p. 457). Pod em os ap licar la

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L O Q U E E L C O G N O S C IT IV IS M O N O E N T IE N D E D E L C O N D U C T IS M O

cien cia de la con d ucta al diseño de p rácticas cu ltu rales más ap rop iad as para el ser hum ano y su m edio. El co n d u ctism o no es una filosofía acrítica de la cu ltu ra o so ­ cied ad a ctu a l. Para con stru ir u n m und o m ejor para to d o s,, el co n d u ctism o propone una n u ev a cultura dond e im p orten m ás las p erso n as que las co sas; la vida que la destrucción. U n a cu l­ tura donde la ciencia — p rincipalm en te la ciencia de la co n d u c­ ta— se ap liqu e para ben eficio del ser hum ano, no en su p erju i­ cio. P ero ¿para quién es reforzante cam biar la so cied ad , sobre to­ do cuand o vem os lo que le sucede a qu ienes intentan h acerlo ? A d em ás, es evidente que la sociedad actu al provee su ficien ­ tes reforzad ores a sus m iem bros para que co n tin ú en en ella sin cam biarla. La m ayoría de mis am igos, fam iliares y otros co n o ci­ dos están, hasta cierto punto, conform es con su forma de vida, con las p rácticas cu ltu rales a las que están expu estos, y si están in con form es lo están únicam ente al n ivel verbal; se quejan de esto y de lo otro sin actu ar para cam biar la cultura. En general, la con d u cta de los que vivim os en la cultura occid ental está re­ forzada con dinero o con la atención de los dem ás. "A s í es el m undo y hay que vivir en la realid ad ; sin dinero nos qu ed am os solos y nos m orim os de ham bre" — d ecim os. Para esta m anera de p en sar el con d u ctism o es am enazante, com o lo fue la visión de C opérnico del universo, el d eterm in ismo de Freud y la teoría de la evolución de D arw in. Esta últim a aún continúa siendo rechazada por m uchas personas. ¿N o podría ser esta am enaza la razón por la que la cien cia de

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C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

la con d u cta se m alen tiend e? Tendem os a escap ar y a ev itar lo que nos a m en aza; entonces, m alen ten der el con du ctism o puede in­ terpretarse co m o una con d u cta de escape o evitación. B ien , todo e s to y otras cosas ocurrieron a lo largo del prim e­ ro, segu nd o y tercer sem estre de m i carrera. A l term in ar éste ú l­ tim o m e sentí p erd id o, m ás aún cu and o m i novia com enzó a alejarse a cau sa de m is "id eas co n d u ctistas". No m e gusta que leas a Skinner, te vas a convertir en una persona sin sen tim ien ­ tos — m e rep etía. F in alm en te, u na m añ an a m e dijo lo que n u n ca h u biera que­ rido escuchar: "Y a no te quiero, no tiene ningún caso con tin u ar con n u estra relació n , te siento m uy extrañ o, d em asiado lejos de mí para q u e re rte ". R ecu erd o q u e pude exp licar cabal y co n d u ctu alm en te todo lo que había su ced id o . Sabía p erfectam en te bien có m o había ex­ tinguido e in clu s o , algu nas veces, h asta castig ad o (por su p u es­ to por castigo no m e refiero a castig o físico) su con d u cta de es­ tar conm igo, su co n d u cta de quererm e. Pero no por el hecho de ser cap az de e x p lica rlo sen tí m enos dolorosa su partida. Con es­ te ro m p im ien to en ten d í m ás al con d u ctism o; co n firm é p erfecta­ m ente que lo q u e sentim os depende de lo que n os suced e al in­ teractuar con n u estro m edio. Ella m e quiso, m ien tras su co n ­ ducta de qu ererm e fue reforzad a; m ien tras hicim os y hablam os cosas a g ra d a b les; m ien tras nos com p ren d im os, escu cham os y nos b rin d am o s aten ció n de m uchas m aneras. Tan pronto se d es­ continu aron e sto s refo rzad o res, dejó de quererm e. 138

Lo

QUE EL COGNOSCITIVISIMO NO ENTIENDE DEL CONDUCTISMO

Era obvio que ni nuestro am or n i su d esam o r h ab ían su rgid o de la nada; am bos se con stru yeron co m o producto de n u estra in teracción. P or m i parte, su fría porque había perd id o un refo r­ zad or p ositivo de enorm e calidad, porque la había p erd id o. Me preguntaba constantem ente: ¿Q ué siente ella en estas circu n s­ tancias?

El am or y el desam or surgen de nuestra interacción, no de la nada.

O bservar com o científico la luna, un atardecer y las e stre ­ llas, no quita la posibilidad de sentirlas com o poeta.

El hecho de que un dentista conozca científicam ente lo que es un dolor de m uelas, no reduce su dolor de m uelas cuando él lo siente. Explicar las razones del dolor no es lo m ism o que eli­ m inarlo.

A nalicé los sentim ientos provocados por perder a m i novia, d esd e una persp ectiva co g n o scitiv ista y desde una con d u ctista. R esum í el análisis en la sigu ien te form a:

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C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

La exp lica ció n co g n oscitivista es:

El hecho d e perd erla — > produce m i creencia de que sin ella no podré v iv ir — > esta creen cia tiene com o efecto un esta-do em ocional (sen tirm e triste o d ep rim id o). A sí, la causa de sentirm e triste no es q u e perdí a m i novia, si­ no que creo q u e n o pod ré vivir sin ella: m i creencia. Por lo tan­ to, si qu iero d e ja r de sentirm e triste, necesito cam biar esta creencia.

En cam bio, la exp licació n co n d u ctista es:

creer que no pod ré v iv ir sin ella. El hecho de p erd erla p ro d u ce

un estado em ocional (sentirm e triste o deprim ido).

P or lo tanto la cau sa de sentirm e triste es que p erd í a m i n o ­ via. Tam bién p e rd e r a m i n ovia es la ca u sa de creer que no po­ dré vivir sin ella. A h o ra bien, si qu iero d e ja r de creer que no p o d ré vivir sin ella y de sen tirm e triste, debo lo g rar que el hecho de perder a mi n ovia deje de fu ncionar com o un estím ulo que me provoca 140

Lo

Q U E E L C O G N O S C IT IV IS IM O N O E N T IE N D E D E L C O N D U C T IS M O

am bas con d uctas. Sea cu al sea la estrategia para lo g rarlo , ésta n ecesariam ente involucra un cam bio en el m edio. Era evid en te que durante el prim er año de m i ca rrera había en tend id o un poco más de p sicolog ía, au nque casi n a d a a los psicólogos. A m enudo m e preguntaba: ¿Cóm o es p osible que la m ayoría de ellos — no sólo en mi u niversidad sino en todo el m undo— m alentendían y m al p resentaban a Skinner, al con d uctism o y a la cien cia de la con d u cta? Me percaté de la existencia de m uchos m alos en ten d id o s al co n su ltar libros de texto de p sico lo g ía, al leer artícu lo s en revis­ tas y h ojear libros de autoayuda. C asi todos, por no decir que todos, in form aban mal al lector sobre estos tem as — ya sea por añadir algo que no es cierto o por om itir algo que es im p o rtan ­ te.

Se mal presenta un enfoque psicológico cuando se dice que es lo que no es (adición), o cuando no se dice lo que es (om i­ sión).

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X IX

U na noche, sintiéndom e m uy desesperado, escribí una carta a m is padres contándoles lo que me sucedía. R ecu erd o que al escrib irla lloré; no sé si por el hecho de que eran m is padres a qu ienes les describía lo que sentía, por haber decid id o d ejar la u niv ersid ad , o por perder a m i novia. P robablem ente estas tres razones ju n to con otras me habían hecho llorar. F u e en esta oca­ sión cuand o confirm é que no es fácil conocer las causas reales de una con d u cta, que no siem pre observam os y p o d em os des­ crib ir lo que hacem os, decim os, pensam os y sentim os, m ucho m enos saber exactam ente por qué nos com p ortam os com o lo hacem os. En fin, descubrí, que generalm ente som os in co n scien ­ tes; seres que no observam os n u estro com p ortam iento ni sus causas. N o esperé la respuesta de m is padres y dos días d espués — precisam en te el día de mi cu m p leañ os— tom é el tren rum bo a casa. U nas h oras antes de salir del d ep artam en to, rom pí una por una las hojas con los ap u ntes tom ados en clase y reconstru í to­ dos m is planes. En resum en: regresaría al pueblo y me d ed ica­ ría al cam po, ayudaría a mi padre en la siem bra de tabaco, qui143

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

zás era m ás fá cil ser ag ricu lto r que psicólogo. M ien tras g u ard ab a los libros pen sé en todos los estud ian tes de p sico lo g ía, p rin cip alm en te en m is am igos. D eseaba com par­ tir con ellos lo q u e m e h abía su ced id o, pero ¿cóm o? ¿D ebería h a b la r con ca d a uno de ellos? o, ¿escrib ir una carta donde n a ­ rrara d eta lla d am en te tod o lo que m e suced ió a i estu d iar p sico ­ logía? Tal vez esto últim o fu ncionaría, ya que frecuen tem ente aprend em os ley en d o o escu ch an d o sobre lo que les suced ió a otros, de la e x p erien cia de otros. S k in n e r d ice: " E l valor de sup erv iven cia que tien e el co m ­ p ortarse com o otros se com portan parece o b v io " (Skinner, 1979b, p. 46). A l d ecid ir irm e a casa, tam bién d ejaba la universidad a la que tú asistes a h o ra , así com o a la m al presentada p sicología co n d u ctu al y q u iz á — porqué no d ecirlo— a todas las dem ás psico lo g ías. A h o ra q u iero d ecirte que al tom ar la d ecisió n de d ejar la u n i­ v ersid ad , en realid ad me sen tí lib erad o . En térm in os con d uctu ales, escapo de algunos estím ulos aversiv os. Pero tam bién p ierd o una gran can tid ad de reforzad ores p ositivos de calidad: mis am ig o s y am ig as. S ie n to triste z a por d ejar a m is co m p añ eros. Ellos se qu edan ap ren d ien d o a c re e r que la existen cia de una con d u cta se exp li­ ca cuand o nos referim o s a la m ente o al cerebro, cuand o com pa­ ram os al ser h u m a n o con un ord enad or, con una m áquina d on ­ de los estím u lo s entran (input sensorial), se procesan, alm ace­ nan, recobran, y las resp u estas salen (ou tp u t). 144

LO Q U E

E L C O G N O S C IT 1 V IS M O N O E N T IE N D E D E L C O N O U C T IS M O

"Q u é p arad ó jico es el m undo de la psicolog ía — p ie n so — aqu ellos que critican a los conductistas de ser m ecan icistas y re­ d u ccion istas, son quienes en realidad lo son ". A ntes de term inar esta carta, quiero decirte a ti que vas a es­ tu d iar p sicología, que ojalá su contenido te sirva para conocer lo que un estudiante piensa y siente al estu d iarla no p recisa­ m ente com o una ciencia, sino com o "u n conjunto de m ito s" que aún sobreviven a principios del siglo XXI. Q uizá tam bién te sirva para en tend er que una genu in a com ­ p rensión de la conducta hum ana no depende de la can tid ad de co n stru cto s hip otéticos que inventan los p sicólog os, ni de la can tid ad de térm inos técnicos o sofisticad os que u tilizan al des­ cribir la cond ucta o al tratar de explicarla; sino de la d eterm in a­ ción ob jetiva de las variables de las cuales la conducta de los or­ ganism os — hum anos o no— es función; de la com probación ex­ p erim en tal de lo que se afirm a o niega acerca del co m p o rta­ m iento. O dicho en palabras de Skinner: "n o es el p sicólogo con d uctista, sino el cognoscitivo con su m odelo de la m ente com o una com pu tad ora, quien representa al hom bre com o una m áq u in a" (Skinner, 1977a, p. 106).

No hay enfoque o paradigm a psicológico m ás m ecanicista que aquel que com para al ser humano — y a lo que se conoce co ­ mo m ente— con un simple sistema de procesam ien to de infor­ mación, con una com putadora.

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C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

N o ta

A ntes de te rm in a r qu iero d ecirte que no escrib í lo an terio r para ofender, n i para in vitarte a o fen d er a los psicólogos cogn oscitivistas, ni para d esp restig iar al cognoscitivism o u otro en­ foque p sico ló g ico que no sea el con d u ctista; sino para aclarar los m alo s en ten d id o s sobre la cien cia de la co n d u cta y el conductism o que la m ayoría de los p sicó lo g os no con d u ctistas en ­ señan a sus estu d ian tes y a sus lectores. Tam poco lo escribí pa­ ra d efen d er a S k in n er com o un "g u rú " o "íd o lo ", com o un psi­ có lo g o que sa b e y ha dicho todo lo que se puede saber y decir sobre el co m p o rtam ien to . N o escrib í e s to con u n "en tu siasm o m isio n ero " para co n v er­ tir al lecto r al co n d u ctism o ; sino para p resentar la p osición con­ d u ctista radical de una m anera que pu eda ser entendida por un m ayor n úm ero de personas. P or su p u esto , todavía soy un estu d ian te y tú, que lees este escrito, d ebes co m p ren d er que no sé m ucho de con d u ctism o ni de co g n o scitiv ism o . N o sé m ucho ahora, pero aprenderé. Te in­ vito a ap ren d er junto con m igo, sobre todo estu d ian d o d irecta­ m ente a los p rin cip ales exponentes de cada enfoque p sico ló g i­ co, a su s fu n d ad ores. Te in vito tam bién a d isfru tar el co n o ci­ m iento sobre p sico lo g ía por sí m ism o, no ú nicam ente com o un m edio para o b te n e r buenas calificacio n es y un títu lo p ro fesio ­ nal. C reo que el co n o cim ien to n o es propied ad de las escuelas o u niv ersid ad es. C reo que precisam ente por ello, la ed u cación en 146

LO Q U E

E L C O G N O S C IT IV IS IM O N O E N T IE N D E A C E R C A D E L C O N D U C T IS M O

el m und o se en cu en tra en un estad o tan deplorable. P ara ap ren ­ der, hay que estud iar y, afortu nad am en te en cu alq u ier lu g ar se puede estudiar, no sólo d en tro de los m uros de una escu ela o in scrito en una universidad.

V erd ad eram ente creo que los sim patizantes de cu a lq u ier en-foque o corrien te psicológica tienen el derecho de creer lo que deseen, pero no el derecho de confundir a nadie acerca de otros enfoques.

M e gusta co n ocer sobre p sico an álisis en cu alq u iera de sus version es: me gustan el d eterm inism o de Freud y el en foqu e cu ltu ra l y h u m an ista de From m . Incluso me in teresa co n o cer so­ bre la p sico lo g ía cognoscitiva; me im p resiona la can tid ad de pa­ labras que u tilizan los psicólog os cog noscitiv istas para decir lo que se puede decir con una o dos palabras. D isfru to ver cómo ellos evitan a toda costa el h acer notoria la in flu en cia d el m edio en el co m p o rtam ien to . Tam bién m e gusta la p sico lo g ía que se au tonom bra h um anista. C reo que la psicología es para el ser hu­ m ano, para que cada uno de nosotros llegue a ser una mejor persona. En fin, creo que com o estu d ian tes d ebem os con ocer todo los en fo qu es psico ló g ico s. Q uizás alguna vez tengam os u na p sico­ logía unificada. Con respecto a expresarm e mal de la m ente, quiero decirte que lo anterior es lo que creo acerca de ella, y lo creo porque o b ­ 147

C o m u n id a d L o s H o r c o n e s

servo el su frim ien to que ha cau sado y con tinú a cau san d o este invento, este m ito tan acep tad o por todos. Q u izá para ti sea lo contrario: que s e a la m ente lo que p u ed e salvar a la hum anidad y que por no creer en ella, n i sab erla controlar, con tinu arem os sufriendo. Sin ceram en te ad m ito tu punto de vista, al fin y al ca­ bo ninguna de n u estras posturas p sico ló g icas es un dogma. P e­ ro in sisto , por qu é no m ejor cam biar el m ed io con el que al in­ teractu ar apren d em os, por qué no m ejor ed u carn os y educar a las n u ev as g e n era cio n es, que referim o s a la m ente com o causa de nuestro co m p o rtam ien to y cu lp arla por nuestro sufrim iento.

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XX

Así, con esta nota term ina el escrito que en contré d ebajo del colchón en el departam ento que alquilé hace más de 20 años, cuand o m e atreví, como tú, a estu d iar psicología.

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