Lingüística, interacción comunicativa y proceso psicoanalítico [1]

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PROLOGO

En su tarea actual él doctor Liberman postula una fundomentación epistemológica para el quehacer psicoanalítico, la que se lograrw. a través d e la construcción de un método evaluativo. Este consiste en la indagación de la sesión psicoanalítica como diálogo, en el investigar la secuencia de los circuitos comunicacionales que en ella se cumplen. Elabora para ello un modelo operativo en el que quien en un primer momento es observador participante, operador comprometido activamente en el campo, pasa a posteriori y por la apertura de un segundo circuito, a convertirse en el evaluador de la situación con la finalidad de estructurar una estrategia d e complementaridad entre terapeuta y paciente. Esta complementaridad apunta al logro de un diálo­ go progresivamente provisto de sentido, en el que se dan suce­ sivos acercamientos a una lectura correcta d e la realidad. Proponer un método evaluativo para el psicoanálisis que per­ mita establecer una conexión entre los hechos o datos de la base empírica y los enunciados psicoanalíticos, implica un compromiso con una praxis en la que la experiencia del descubrimiento ana­ lítico, de esa totalidad que es la sesión, conceptualizada a partir de una crítica y una autocrítica, logra una realimentación y afuste de la organización conceptual, lo que revertirá necesariamente en una mayor operatividad d e las técnicas instrumentales. Elige el doctor Liberman la vía d e abordaje más apropiada al centrar su atención en el análisis de los procesos d e feed-back en el circuito de interacción comunicativa. Es precisamente por esa modificación mutua de emisor y receptor, manifiesta a través de distintos códigos expresivos, que podemos determinar si se ha logrado o no ese acontecer dialéctico, totalizante y operativo que constituye la sustancia d e la relación bicorporal y tripersonal a la que denominamos vínculo analítico.

Con este libro, al que su autor considera una continuidad y profundización de su trabajo anterior y al que yo encuentro, quizás precisamente por ser una profundización, cualitativamen­ te diferente, penetra el doctor Liberman en el campo de la pla­ nificación, a la que definimos como la concepción estructural que integra las técnicas operacionales para provocar una situa­ ción de cambio. Es decir que el terapeuta abandona el azar, evalúa logísticamente su acción y la regula tácticamente para hacerla eficaz. Se convierte así en un artesano que con la capa­ cidad crítica que emerge del campo mismo de su tarea práxica perfecciona cotidianamente su instrumento. No puede resultar extraño que hablemos de planificación en psicoanálisis, ya que el terreno de la terapia psicoanalítica es el campo en el que se enfrentan dos estrategias: la de la enfer­ medad y la de la salud. El doctor Liberman propone él uso de un instrumento desti­ nado a impedir que el tratamiento se convierta, como muchas veces sucede, en la lucha estéril y dilemática de dos estrategias suplementarias, que tienen el común denominador de la omni­ potencia y la enfermedad. La tarea consiste, por el contrarió, en la convergencia d e esfuerzos para la configuración de una estrategia conjunta y complementaria. Soy consciente d e no mencionar en este prólogo muchas de las ideas originales desarrolladas por el doctor Liberman en esta obra que se inscribe dentro de una nueva línea del pensamiento psicoanalítico, destinada a darle continuidad y autonomía en el contexto de las ciencias del hombre. Aperturas como las que plantea el doctor Liberman, al cumplir los postulados básicos configuradores d e una ciencia, al hacer la tarea analítica situacional y operativa, arrancan al psicoanálisis de la mitología y de la estereotipia a la que desafortunadamente una generación insistió en condenarlo. He insistido en el tema de la evaluación y la planificación, ya que me impactó la coincidencia d e la actual orientación de mi indagación en psicoanálisis; la construcción de una criteriología analítica. La continuidad que da a sus investigaciones el doctor Liberman hacen prever una progresiva profundización de su tarea, con un esquema conceptual enriquecido por aportes interdisciplinarios. Hace nueve años, al prologar “Comunicación en terapéutica psi­ coanalítica” dije que esperaba para el doctor Liberman una nue­ va vuelta de espiral, La lectura de esta obra me permite com­

probar que mi espectativa se na cumplido. Esto no me impide, sino que por el contrario me estimula a esperar para él y para mí nuevos desarrollos en el proceso dialéctico al que aspira lle­ gar nuestro pensamiento. D r. E n r iq u e P ic h ó n - R iv iere Buenos Aires, octubre de 1970

UNA NOTA INTRODUCTORIA

Desde hace aproximadamente quince años el centro de mi in­ terés lo constituye la investigación en psicoanálisis. Efectúo esta tarea en forma individual y en el contexto de las supervisiones de mis colegas, pero en esta exposición psicoanalítica deseo hacer saber que son fundamentales mis experiencias con grupos de co­ legas que me hicieron posible ensayar diversas formas de abor­ dar este tipo de investigación en el psicoanálisis que preconizo. Mantengo desde los comienzos de esta labor un supuesto bá­ sico que consiste en considerar s la “sesión psicoartelítica" co mo la únjca ..manera de Indagación, Esto permite a la vez com­ plementar la investigación que, nasta un limite determinado, re­ alizamos los psicoanalistas cuando indagamos y operamos con otra metodología en la que nos hallamos incluidos al establecer un circuito de interacción comunicativa con el paciente. Quedan entonces netamente diferenciadas 1) la investigación del incons­ ciente del analizando mediante la aplicación metódjy en _____ * 7 '1 i _______ j _____ • ■z T í / I T T T i* la besío\ üooanaMtica, en la que están iuvolu -tus perso­ gas —pacientely analista- realizando un diálogo en un contexto determinado, y 2 ) este otro métouo —indag torio de la sesión psicoanalítica- que permite la prueba de v 'li^ación de la labor que cada una de los -participantes ha realizado en la sesión. A poco de comenzar con esta investigación tomé clara cons­ ciencia de que la evolución de un paciente depende en sumo grado (además de las condiciones en que se presenta al trata­ miento) del esquema con el cual el analista indaga y opera du­ rante el curso de las sesiones. Los resultados obtenidos de estas experiencias aparecieron publicados, al cabo de varios años de trabajo, en mi libro sobre L a comunicación en terapéutica psicoanalítica. Pude corroborar así las ideas que al respecto sos­ tenía en nuestro medio Enrique Pichón Riviére.

Fueron para mí un estímulo notorio para proseguir con esta línea de trabajo las respuestas favorables que encontró mi pu­ blicación en los trabajos de muchos de mis colegas argentinos y también en los medios psicoanaliticos de algunos otros países. Pero lo que me resultó gratamente inesperado fue que las ideas allí expuestas resultaron también de utilidad para médicos clíni­ cos, psiquíatras y psicólogos en sus mas variadas áreas de tra­ bajo. Todo esto fue lo que me decidió a efectuar esta otra pu­ blicación que yo considero como un desarrollo de la anterior. Han transcurrido ocho años de la aparición de La comunica­ ción en terapéutica psicoanalítica y en este lapso creo haber lo­ grado enriquecer y sistematizar las múltiples hipótesis de traba­ jo a las que tuve que recurrir para alcanzar el grado de organi­ zación y coherencia que exige una exposición psicoanalítica del tipo que desarrollaré. En La comunicación en terapéutica psicoanalítica inicié mi ex­ posición ubicando a un agrupamiento de disciplinas que permi­ tían investigar en la comunicación humana las relaciones entre las "personas” que emiten mensajes (fuentes) y las “personas” (destinos) que los reciben y que por el hecho de recibirlos ya están comprometidas en el circuito comunicativo. En el caso de recibirlos (decodificarios) tienen que acusar recibo de haberlos captado utilizando para ello una respuesta (encodificación) que de alguna manera tiene que indicar al emisor que los mensajes han sido recibidos, y también qué sentido les adscribe la “perso­ na” receptora (destino) del mensaje. El proceso comunicativo termina siempre y cuando la primera de ellas (fuente, ahora transformada en destino) a su vez acuse recibo de haber reci­ bido la respuesta. De esta manera tenemos tres pasos en un ciclo de interacción comunicativa: X envía un mensaje a Z; si el mensaje llega a Z (destino de dicho mensaje), éste último debe hacer saber a X que lo recibió y además qué sentido le adscribió al mismo. Una vez que este segundo paso ha sido efectuado, se completa el proceso comunicacional, debiendo X acusar recibo de haber recibido dicho mensaje. Esto fue estable­ cido por C. E. Shanon por medio de un circuito que se denomina “modelo de comunicación”, de esta manera: ruido

i

n en --------- .elección de canales par* Fuent« del mensaje --------- >ub“ 1 un código transmitir la comunicación destino dei mensaje--------- > desciframiento

De acuerdo a lo dicho anteriormente estos pasos se repiten tres veces: 1) X es fuente y Z es destino; 2) Z es fuente y X des­ tino, y 3) X es nuevamente fuente y Z es nuevamente destino. Estos pasos, aplicados a la comunicación en el contexto de la terapéutica psicoanalítica, me permitieron en mi libro ante­ rior tomar en consideración las perturbaciones que, por motiva­ ciones inconscientes, podrían ocurrir en los distintos momentos del proceso comunicativo; de allí que el subtítulo del primer ca­ pítulo de mi publicación de entonces llevase este encabezamien­ to: “Teoría de la comunicación y teorías psicoanalíticas de las neurosis'’. En dicho capítulo, entre otras cosas, formulé lo que transcribo a continuación: “El psicoanálisis tiene una manera específica de fundamentar las construcciones que son utilizadas para interpretar los hechos *; la historicidad de la situación analítica acerca un tanto el método psicoanalítico al experimento de las ciencias naturales (Ezriel). “El investigador formado adecuadamente posee cierto grado de objetividad y puede establecer formulaciones descriptivas ba­ sándose en los múltiples matices que va descubriendo día a día en el curso de los tratamientos psicoanalíticos. “Esto, a su vez, le permite desarrollar un conjunto de for­ mulaciones explicativas mediante la discriminación de lo que es realmente significativo como expresión de fuerzas inconscientes comprometidas en el fenómeno que se está estudiando y del cual el propio investigador es partícipe. “La transposición del enfoque a-histórico predominantemente descriptivo al enfoqué genético-evolutivo da lugar a este des­ arrollo de formulaciones predominantemente explicativas. Freud ■las denominó construcciones, e involucran una constelación causal." Más adelante afirmé: “La naturaleza del objeto de investiga­ ción en psicoanálisis, así como también su método, son incom­ patibles con las leyes sencillas de causa-efecto; además, la cuantificación de los fenómenos no puede ser hecha por medio de números, aunque sí, como luego veremos, por medio del estudio de las respuestas a las interpretaciones transferenciales, estable­ ciendo series comparativas entre las capacidades de simboliza­ ción previa y posterior a un esclarecimiento interpretativo. “A pesar de la especificidad del psicoanálisis como ciencia, éste no permanece aislado de las otras disciplinas; por el contrario, Nota 7. —Ob. cit., nota ai pie, p. 120 —"Beyond the Pleasure Principie”, Sí. E d .. XVIII. d s . 21-22. —Ob. cit., p. 9. Klein, M. “On Identification”, en Our Adult W orld and Other Bssays, Ed. William Heinemann, Medical Books, 1963, p. 55. —“El duelo y su relación con la psicosis maníaco depresiva”, Íní. J. Psycho-Anal., 1951, XXXI. Liberman, D., L a comunicación en terapéutica psicoanalítica, Eudeba, Buenos Aires, 1964, p. 253. —Ob cit., cap, II. —Ob. cit., p.156. Macalpine, I., “The Development of the Transference”, T he Psychoanalytic Quarlerly, XIX, 1950, 4, p. 501. Nagel, E., L a estructura d e la ciencia, Paidós, Buenos Aires, 1968, p. 32. Nunberg, H., “Transference and Reality”, Iní. J. Psycho-Anal., XXXII, ps. 1-9. Rickmann, J., S elected Contributions to Psycho-Anal,, 1951, p. 218. Winnicott, D. W.,“Metapsycliotogical and ClinicalAspects ofRegre­ sión within the Psychoanalytical Set Up”, Thw ugh Paeditrics to P sy choanalysis, Londres, Tavistock, 1958. Wisdom, J. O., "Psych'o-Analytic Technology", en Psychoanalytic Clinical Intei'pretation, Louis Paul, The Free Press of Glencoe Coller, Macmillan Ltd., Londres, 1963, ps. 143-161. Wolstein, B., Transference, Gruñe & Stratton, Nueva York, 1954, ps. 3-4. —Ob. cit., ps. 5-11. —Ob. cit., p. 123.

Capítulo III EL PSICOANÁLISIS COMO CIENCIA EMPIRICA

1. Consideraciones introductorias

En el Capítulo I de este libro sostuve que teníamos dos ma­ neras de investigar en psicoanálisis, y que para articularlas necesitaba a la vez articular las teorías de la enfermedad y la curación por el método psicoanalítico. Afirmé que para pasar de los meros enunciados de los protocolos, en los que se des­ cribía “un caso clínico”, a formulaciones de nivel elevado de abstracción, en las que ya no aparecían los datos iniciales de las mismas, necesitaba un nivel intermedio de hipótesis entre los primeros y las segundas. Destaqué que para eso debía tener en cuenta los contextos del proceso analítico y que los mismos estaban establecidos en la siguiente relación íncjy*iva, a saber: 1) la situación analítica; 2) el encuadre analítico y 3) los elementos lingüísticos (y todo lo que acompaña ál “habla” de ambos participantes). Llegué a la conclusión de que era en este último contexto, el más res­ tringido, donde podíamos encontrar los “Indicios de los cambios transferenciales en el proceso analítico”. Tales indicios tienen un valor pronóstico en la terapéutica psicoanalítica, a la vez que modifican los clásicos postulados metapsicológicos. Esto me condujo, en el Capítulo II, a sostener que los analistas actuales necesitamos ineludiblemente, junto a la “formación psicoanalítica”, “estar informados” para llevar a cabo la tarea de actualizar y delinear el psicoanálisis de nuestros días como una ciencia autónoma y empírica; que para establecer este puente entre lo que suceae en los “tratamientos psicoanalíticos y lá

posibilidad de decir qué es lo que ocurre en los mismos, nece- ! sitamos pasar de los enunciados casuísticos a generalizaciones i empíricas, las que consisten en hipótesis inferidas por deducción que tienen tanto más valor cuanto más preciso y restringido es ] el universo de los elementos que connota, pero al mismo tiempo con un amplio espectro de pacientes incluidos en dichas gene- í ralizaciones, las cuales serán consideradas válidas hasta tanto no ¡ se refute dicha validez. .íi Mientras que las generalizaciones empíricas, inferidas por deducción, corresponden al método hipotético deductivo (tal como lo ha formulado Popper )5 yo considero que los datos ini- j cíales a partir de los cuales pueden extraerse dichas generalizacio- i. nes empíricas por inferencia deductiva, tienen vigencia “si y sólo i¡ si" emergen de elementos que han sido tomados exclusivamente de i la sesión psicoanalítica, vale decir, de los tres contextos indu- ; sivos a los que hice mención en el capítulo I. Además, considero ¡ que sólo es posible estudiar la transferencia en su desarrollo y evolución, siempre y cuando tomemos la disposición que trae el analizando a transferir; las diferentes maneras en que la misma ; se ‘expresa dependen a su vez de los estímulos emanados de la “ persona del analista, de la forma como enfoca a su paciente y de un conjunto de estímulos que son inherentes al encuadre y a la situación analítica. Todo esto constituye un enfoque ope­ racional del método psicoanalítico de indagación de lo incons­ ciente, concebido a la manera de Carnap y los positivistas modernos. Sólo con este enfoque es posible obtener datos ini­ ciales para emitir generalizaciones empíricas (hipótesis inferidas ¡ deductivamente), enunciados psicoanalíticos que entren dentro del campo de la ciencia y no del dogma. Por lo tanto, en este Capítulo III, habrá una articulación entre dos formas de concebir la actividad del investigador científico que formula én forma coherente y sistematizada hipótesis posi­ bles de “observabilidad” (Carnap) (3a) y que se mantienen vigentes mientras no aparezca un solo caso que las invalide (Popper) (28a), Puesto que be. mencionado las generalizaciones empíricas y la forma en que se llega a ellas, se impone que haga una refe­ rencia al método hipotético deductivo y su relación con la forma en que encara su investigación el psicoanalista.

2. El método hipotético deductivo y la investigación en psicoanálisis Según Popper (28b), el hombre que se encuentra desarrollan­ do cualquier actividad científica, ya sea teórica o experimental, “propone enunciados o sistemas de enunciados” y los contrasta paso a paso. En las llamadas “ciencias empíricas”, el científico construye hipótesis o sistemas de teorías, “que contrasta con la experiencia por medio de observaciones y experimentos”. Considero que esto también define la actividad que desarrollan analizando y analista, pero que sólo ocurre cuando el proceso tiene un sentido terapéutico y es alcanzado en su plenitud en el nivel de consciencia, ya sea por uno o por el otro de los participantes, o también por ambos en forma complementaria, cada vez que se logra un esclarecimiento durante ei proceso psicoanalítico. Por parte del paciente, esta actividad se manifiesta cada vez que él logra “establecer una hipótesis acerca de sí mismo” y de “la actividad que desarrolla con el terapeuta durante la sesión”. En cambio, desde la perspectiva del terapeuta, Ja hipótesis alcanzada se refiere a un nuevo descubrimiento acerca de quién es la per­ sona a la que está tratando y también de “quién es éV’ para la persona a quien está aplicando la terapia psicoanalítica. El mismo método de establecer “hipótesis o sistemas de teo­ rías” posibles de ser contrastadas se utiliza cuando el terapeuta indaga en el diálogo de las sesiones realizadas. El material que permita corroborar o refutar las hipótesis puede provenir del segmento de tratamiento realizado y/o también de las nuevas sesiones por realizar. Sin embargo, no basta con establecer esta semejanza general entre la actividad del analista cuando investiga y la de otros cien­ tíficos teóricos o experimentales. Fienso que para comprender aca­ badamente la forma en que se desarrolla la investigación psico­ analítica como investigación científica, es importante adentrarnos un poco más en los conceptos de Popper, cuyas ideas acerca de la lógica de la investigación me han resultado sumamente útiles. Vale la pena tomar en cuenta más detalladamente algunas ideas de este autor sobre el método hipotético deductivo y en especial sobre la base empírica antes de referirme a cuánto hay de similar con este método en la labor de los psicoanalistas, y en especial en Ja obra de Freud, y a qué posibilidad hay ahora de recurrir a él en nuestra investigación científica. Como lo

veremos más adelante, la utilización explícita del método “hipo­ tético deductivo” en el establecimiento de enunciados tiene an­ tecedentes en la obra de Freud. Precisamente, Popper es quien ha expuesto en forma explícita el valor de este método y de la base empírica en la investiga­ ción científica, aunque sin referirse al psicoanálisis, del cual estuvo alejado. Por lo tanto, me parece oportuno continuar con las considera­ ciones de este autor referentes a las características de la lógica que, a su juicio, emplea el científico. Sus ideas difieren radi­ calmente de las de otras comentes metodológicas y episte­ mológicas. Antes de proseguir, quiero situar a este pensador en un texto psicoanalítico en el que se recurre a autores que están fuera del ámbito con que nos manejamos habitualmente, pero cuyas opi­ niones es importante tomar en consideración, ya que ellos se ocuparon de estudiar en qué consisten las operaciones lógicas que el científico lleva ,a cabo para desano1lar una experiencia que permita llegar a enunciados y teorías a las que puedan considerarse científicas. Popper es el representante extremo de la posición deductivista en ciencia y se opone, a mi juicio con mucha razón, a la lógica inductiva que tiene, aún hoy en día, mucho peso en la metodología científica. El método hipotético deductivo, a mi entender, es “eF instrumento de trabajo que se da,en forma implícita cuando estamos en condiciones óptimas do libertad interior y podemos permitirnos utilizarla para esta­ blecer hipótesis psicoanalíticas acerca del paciente (durante la tarea) y acerca de un conjunto de cambios que el paciente y el analista han átravesado. Popper suministra también una serie de criterios referidos a la base empírica en las ciencias que me parecen muy útiles con respecto al psicoanálisis. Con respecto al psicoanálisis, quiero que el lector sepa que la agudeza metodológica de Popper se diluyó cada vez que hizo alguna referencia apresurada al mismo. Estas, afortunadamente, fueron pocas; a título meramente ilustrativo, en sus comentarios acerca del artículo de Carnap sobre “Testabilidad y significado” (29b), al referirse a su “aserción archimetafísica” (luego volve­ remos sobre la controversia Popper-Carnap), dice, en una nota incluida a continuación, lo siguiente: “no es necesario creer en el carácter científico del psicoanálisis (el cual, creo, se encuen­

tra en una fase metafísica) para diagnosticar que el fervor antimetafísico del positivismo es una forma de asesinato del padre”. Sin embargo, sus ideas acerca del razonamiento hipotético deductivo son útiles en psicoanálisis para que éste aumente su status como ciencia. Los conceptos siguientes se asemejan mu­ cho a los que sustentan implícitamente (en la mayoría de los casos) el modo de trabajar de un psicoanalista. Como hemos visto, Popper considera que el hombre de ciencia propone enuncia­ dos o sistemas de enunciados y los contrasta por medio de observa­ ciones y experiencias. Define su posición en estos términos: “La teoría que desarrollaremos en las páginas que siguen se opone directamente a todos los intentos de apoyarse en las ideas de una lógica inductiva. Podría describírsela como la teoría del método deductivo de contrastar o como la opinión de que. una hipótesis sólo puede contrastarse empíricamente y únicamente después de que ha sido formulada. "Para poder desarrollar esta tesis (que podría llamarse deductivismo, por contraposición al inductivismo), es necesario que ponga en claro primero la distinción entre la psicología del co­ nocimiento, que trata de hechos empíricos, y la lógica del conocimiento, que se ocupa exclusivamente de relaciones lógicas. Pues la creencia en una lógica inductiva se debe, en gran parte, a una confusión de los problemas psicológicos con los epistemo­ lógicos; y quizá sea conveniente advertir, de paso, que esta con­ fusión origina dificultades no sólo en la lógica del conocimiento, sino en su psicología también.” Descarta do sus consideraciones sobre la lógica del conoci­ miento la psicología de los procesos de la adquisición de dicho conocimiento, tema que fue y es objeto de investigación en tratamientos psicoanalíticos, que hay que deslindar de las con­ sideraciones que hicieron los que trataron los aspectos lógicos del conocimiento desde un ángulo totalmente diferente (21, 19a, 19b). Para Popper, es necesario distinguir entre la psicología de los 6 Se habrá observado ya que empleamos las expresiones contraste, contmstación, contrastar, som eter a contraste, etc., para traducir los términos ingleses test, testing, to test, etc. Los autores de habla inglesa —incluyendo al de esta obra— utilizan también to contrast, pero puede verterse sin di­ ficultad —e incluso más conforme a su sentido— por contraponer o contra­ ponerse. (N. del T .)

procesos de adquisición de conocimientos (que deja fuera de consideración) y los métodos con los que dichos conocimientos son examinados con el fin de ponerlos a prueba una y otra vez y verificar si resisten o no la prueba de validación. Popper dice textualmente: “Hé dicho más arriba que el trabajo científico consiste en proponer teorías y en contrastarlas. "La etapa inicial, el acto de concebir o inventar una teoría, no me parece que exija un análisis lógico ni sea susceptible de él. La cuestión acerca de cómo se le ocurre una idea nueva a una persona —ya sea un tema musical, un conflicto dramático o una teoría científica— puede ser de gran interés para la psi­ cología empírica, pero carece de importancia para el análisis lógico del conocimiento científico.” Popper realiza un gran acierto al advertir que, al formular los enunciados de experiencias perceptivas con base empírica, hay que evitar confundir la psicología con la lógica de dichos enun­ ciados. Como me interesa dejar muy claro este punto prefiero transcribir unas frases del texto mencionado (28c) que contri­ buirán para aclarar lo que aquí estoy encarando. “Pocos pensadores se han preocupado tan profundamente por el problema de la base experimental como Fríes (Neue oder anthropo-logische Kritik der Vernunft (1828 a 1831). Este decía que, si es que no hemos de aceptar dogmáticamente los enun­ ciados de la ciencia, tenemos que ser capaces de justificarlos; s¡ exigimos que la justificación se realice por una argumentacón razonada, en el sentido lógico de esta expresión, vamos a parar a la tesis de que los enunciados sólo pueden justificarse por medio de enunciados; por tanto, la petición de que todos los enunciados estén justificados lógicamente (a la que Fríes lla­ maba la ‘predilección por las demostraciones’ ) nos lleva forzo­ samente a una regresión infinita. Ahora bien, si queremos evitar tanto el peligro del dogmatismo como el de una regresión infi­ nita, parece que sólo podemos recurrir al psicologismo; esto es, a la doctrina de que los enunciados no solamente pueden justi­ ficarse por medio de enunciados, sino también por la experiencia perceptiva. Al encontrarse frente a este trilema —o dogmatismo o regresión infinita, o psicologismo—, Fries (y con él casi todos Jos epistemólogos que querían dar razón de nuestro conocimiento empírico) optaba por el psicologismo: según su doctrina, en la experiencia sensorial tenemos un ‘conocimiento inmediato’ con el cual podemos justificar nuestro ‘conocimiento mediato’ (es

decir, el conocimiento expresado en el simbolismo de un len­ guaje); y este último incluye, desde luego, los enunciados de la ciencia.” (28e) Toma en consideración que para alcanzar algún conocimiento acerca de los hechos, la experiencia sensorial ha de ser la única "fuente de conocimiento” de todas las ciencias empíricas. Esto lo conduce a pensar que “La ciencia no es más que un in­ tento de clasificar y describir este conocimiento perceptivo, estas experiencias inmediatas de cuya verdad no podemos dudar:

es la presentación sistemática de nuestras convicciones inmediatas. ”En mi opinión, esta doctrina se va a pique con los problemas de la inducción y de los universales: pues no es posible pro­ poner un enunciado científico que no trascienda lo que podemos saber con certeza ‘basándonos en nuestra experiencia inmediata’ (hecho al que nos referimos con la expresión ‘la trascendencia inherente a cualquier descripción’ —es decir, a cualesquiera enunciados descriptivos—): todo enunciado descriptivo emplea nombres (o símbolos, o ideas) universales, y tiene el carácter de una teoría, de una hipótesis.” (28f).

3. El desarrollo de los sistemas deductivos científicos y el “crecimiento mental” del niño: una equiparación de ambos procesos planteada por Bion Todos estos conceptos, que pertenecen a la lógica deductiva de Popper, han ejercido una gran influencia sobre Bion, en es­ pecial en sus últimos trabajos. Como a la vez por su preparación Bion constituye en el ámbito psicoanalítico la persona que des­ cubrió que nuestros sistemas de razonamiento en psicoanálisis están muy cerca de lo que Popper expuso al referirse a la acti­ vidad del investigador científico, es necesario hacer una mención a sus ideas, Pero además existe otra razón para ello. Bion cons tituye en el movimiento psicoanalítico argentino una figura de mucho valor. Aunque algunos de sus puntos de vista sean cues­ tionados, lo cierto es que su influencia se nota desde hace varios años entre nosotros, y la misma culminó con la intensa labor peisonal que desarrolló en 1968. Otra razón de bastante peso

para explicar su influencia sobre el psicoanálisis en la Argentina, consiste en el hecho de que la obra de Bion constituye, en gran medida, la continuación de toda una línea de pensamiento de M. Klein, en especial la de los artículos publicados a partir de 1946 en adelante.* Es por todas estas razones que me voy a extender sobre algu­ nos puntos que Bion expuso en su libro Aprendiendo de la.ex­ periencia, porque en el mismo se encuentran los antecedentes de una de las bases metodológicas que me resultaron de utilidad. En el Capítulo X X III de su libro Aprendiendo de la experien­ cia ( la ) , Bion dice, siguiendo a Poincaré, que el proceso de crear una fórmula matemática que tenga algún valor, da lugar a un nuevo resultado en el que se unen elementos conocidos desde hace tiempo, pero dispersos hasta ese momento, y que logra introducir orden donde hasta ese entonces teníamos la apariencia de desorden. Dice que nuestra mente es frágil y que los únicos hechos que despiertan nuestra atención son aquellos que introducen orden en la complejidad del mundo. Utiliza el término “hecho seleccionado” para describir lo que experimenta el psicoanalista en el proceso de síntesis; el aar nombre a un elemento es una manera de particularizar el “hecho seleccionado”. Do la exposición que Bion hace en el capítulo mencionado, surge lo siguiente: un ‘Jiecho seleccionado” confiere una nueva coherencia a “hechos seleccionados” previos. Cuando se alcanza un conjunto sucesivo de reordenamientos al establecer nuevas coherencias, le es posible al investigador dar un paso importan­ te: puede formular un sistema deductivo científico. Bion emplea el término “realización” ( I b ) en el sentido que tendría si se dice que la geometría euclidiana de las tres dimen° Es interesante señalar que M. Klein pronunció una conferencia en la Sociedad Psicoanalítica Húngara en julio de 1919, titulada “El desarrollo de un niño” (19c, 19d). En la primera parte de la misma, que denominó “La influencia del esclarecimiento sexual y la disminución de la autoridad sobre el desarnollo intelectual de los niños”, la autora hace un estudio de la evolución de los intereses del niño cuando, al igual que el científico, pasa por un período en que formula preguntas sobre el nacimiento, la exis­ tencia de Dios, su propia existencia, la delimitación de sus derechos, el deber, querer y poder, etcétera.

siones posee ]as estructuras tridimensionales del espacio como una de sus “realizaciones” *. En la realización se unen fenómenos como resultado del des­ cubrimiento de un “hecho seleccionadp”. Lo característico del "hecho seleccionado” es la experiencia emocional ( l e ) , a dife­ rencia de la “realización”, en la que cristaliza dentro de, la mente el descubrimiento que se ha realizado del “hecho seleccionado” * * No hay que confundir los “hechos seleccionados” que se van reestructurando y que pueden permitir la formulación de un sistema hipotético deductivo científico, con una realización; ésta puede o no estar presente en el sistema hipotético deductivo científico. Los “hechos seleccionados”, por sí mismos, sirven para que el hombre acumule experiencias con el fin de explicar o dar significado a una hipótesis que puede estar formulada en uno o más términos abstractos. Sirven para los fines de comunicar y compartir experiencias y compararlas con otros “hechos selec­ cionados”. A veces los “hechos seleccionados” son utilizados para que dichas experiencias emocionales permitan la cristalización de ílgunas de ellas (realización), pero ésta de por sí no constituye ni es indispensable para la formación de un sistema hipotético deductivo. Las ideas que rigen el manejo lógico de los elementos en un ‘‘sistema deductivo científico” pueden o no tener alguna “reali­ zación”. En el caso de que ésta aparezca en alguna estructura lógica del sistema deductivo científico, se asemeja en forma apro­ * En la traducción castellana se acerca este término al significado de una objetivación o existencia material. 00 E. Rodrigué, cuando aborda el tema de la definición lógica del descu­ brimiento, parte de la base de que insight y descubrimiento son sinónimos. Se interesó por la definición lógica del descubrimiento con el fin de destacar que se trata de un problema estructural. Para este autor, descubrir implica abstraer de un determinado universo de fenómenos una forma lógica que una a esos elementos, hasta ese momento desconectados, de un modo signi­ ficativo. Esto significa haber encontrado una ley. La invención, según E. Rodrigué, consiste en una operación inversa, generalmente complementa­ ria y ulterioi' al descubrir. A partir de la forma lógica ya abstraída, se concibe una nueva instancia que ejemplifique la abstracción. (E l artículo al que me refiero fue publicado previamente en 1959, Revista d e Psicoaná­ lisis, XVI, 2, y leído en la Asociación Psicoanalítica Argentina en 1958.) He sintetizado estos conceptos expuestos por E. Rodrigué entre nosotros por­ que él, años antes que Bion, se acercó m ucho a lo que Bion desarrolló des­ pués cuando se refirió a los descubrimientos científicos con un enfoque hipotético deductivo, aunque Rodrigué no lo hizo de una manera tan ter­ minante.

ximada a la verdadera red de relaciones que por su naturaleza se encuentra inseparablemente unida al mismo sistema deductivo científico (Id ). Para dilucidar el término “sistema deductivo”, o “Sistema de­ ductivo científico” Bion ( l e ) dice que emplea esta expresión en la misma forma como lo utilizó Braithwaite en su libro titu­ lado La explicación científica. Por razones didácticas prefiero transcribir el comienzo del capítulo segundo del mismo, en donde Braithwaite dice lo siguiente (2 ): “Una teoría científica es un sistema deductivo en el que se si­ guen lógicamente consecuencias observables de la consideración conjunta de hechos observables y el conjunto de hipótesis funda­ mentales del sistema; por tanto, todo estudio de la naturaleza de una teoría científica es estudio de la del sistema deductivo que se utilice en ella. Dedicaremos el presente capítulo a la lógica interna de los sistemas deductivos científicos. “Todo sistema deductivo consiste en un conjunto de proposi­ ciones (que llamaremos proposiciones iniciales ) del cual se si­ gan, de conformidad con principios lógicos, todas las demás proposiciones (que llamaremos proposiciones deducidas); de éstas, unas se siguen de modo inmediato del conjunto de propo­ siciones iniciales, otras se siguen inmediatamente de otras que, a su vez, se siguen inmediatamente dé las proposiciones iniciales, y así sucesivamente. De modo que toda proposición del sistema se sigue, ya inmediata, ya mediatamente, del conjunto de pro­ posiciones iniciales, y toda proposición deducida de un sistema deductivo aparece al final de una cadena de pasos deductivos que comienza con el conjunto de proposiciones iniciales; la ca­ dena que lleve a una proposición particular cualquiera puede ser larga o corta, pero tiene siempre una longitud finita, de suerte que dicha proposición se alcanza siempre tras un número limi­ tado de pasos de deducción inmediata”. Volviendo a Bion, pienso, siguiendo las ideas de Popper, que todo lo referido al contexto del descubrimiento puede ser enfo cado desde dos puntos de vista que son opuestos. Por un lado, desde el campo de las investigaciones psicológicas de la adqui­ sición de conocimientos, como ocurre en el caso de la expe­ riencia emocional del descubrimiento del “hecho seleccionado" enfoque que se opone al estudio de los sistemas deductivos

científicos, que deben ser adscriptos exclusivamente al dominio de la lógica. Lo que Bion denomina “realización” puede ser objeto de con­ sideración por parte de los estudios de la psicología evolutiva, por parte del enfoque psicoanalítico del desarrollo de los proce­ sos del pensar (por ejemplo, adquisición del pensamiento con­ ceptual), y también objeto de estudio de la lógica, según sea el contexto en el cual se considere a los modos de razonar y en especial a las falacias que constituyen la utilización del pensar en formas de razonar lógicamente incorrectas. Nosotros, los psico­ analistas, constantemente nos vemos frente a falacias de todo tipo, especialmente en pacientes que tienen rasgos de carácter según los cuales utilizan determinadas argumentaciones para inducir determinadas respuestas en el terapeuta. Esto lo reto­ maré más adelante cuando me refiera a la entropía en el diálogo analítico y su relación con la reversión de la perspectiva. De las lectura de Aprendiendo de lo experiencia en general y de varios de sus capítulos en especial ( l f ) se desprende que es posible diferenciar entre las experiencias emocionales que po­ dríamos adscribir al contexto del descubrimiento del “hecho seleccionado” y de la “realización”, por una parte (que pueden ser estudiadas psicológicamente), y la formación de los “sistemas deductivos científicos”, por otra (que puede ser estudiada lógi­ camente) *. Además, de lo anterior se infiere que siempre el niño durante sn proceso de “crecimiento mental” y el hombre de ciencia que aporta progresos al conocimiento humano, operan con estos mismos instrumentos. Esto merece ser tomado en cuenta porque de ser así se hace coherente el común denominador en el modo de funcionamiento mental con que tanto el terapeuta como el nnalizando operan cada vez que el proceso de elaboración cul­ mina en un insgiht. Esto explicaría la semejanza, en lo atingente a los aspectos formales, que se observa en analizando y analista cuando ocurre dicha elaboración, que adscribo al cre­ cimiento mental que conduce al insight, que se da a manera de “cresta” o "pantallazo”, según lo expresado en un trabajo en colaboración**, y podría adscribir el término “realización”, en * Un complemento de este enfoque apareció publicado en la Revista de Psicoanálisis, XXIV, 1, 1967, como resultado de la elaboración d e , León Grinberg y colaboradores. * * Para ver esta relación entre elaboración e insight consultar un trabajo realizado en conjunto con Grinberg, Langer, y E. y G. Rodrigué. (1 7 )

la que se extrae un beneficio tangible y efectivo de una expe­ riencia que termina por cristalizar en la mente. Ahora bien, tanto la elaboración como el insight se dan en analizando y/o analista, cosa que dependerá del grado de dispo­ sición hacia el desarrollo, en el caso del paciente, y de la pericia, en el caso del terapeuta. A la vez, para este último el descubrimiento en la interacción con el paciente tiene implicancias desde el punto de vista de la lógica de la investigación científica. Es a esto a lo que me re­ feriré brevemente en el próximo apartado, antes de volver a con­ siderar el tema del psicoanálisis como ciencia empírica según lo concebían otros investigadores (además de Bion), y en especial Freud.

4. Consecuencias de elaboraciones e insights en ambos y entre ambos participantes: posibilidad para el analista de establecer generalizaciones empíricas

Sí el lector observa, en la sesión transcripta en el capítulo anterior, mi primera interpretación, la intervención del paciente que siguió a la misma, que lleva el número . VI, la segunda in­ terpretación que emití y por último la intervención del paciente que lleva el número IX, podrá constatarse que el descubrimiento en la interacción con el paciente tiene implicancias desde el punto de vista de la lógica de la investigación científica. En cada uno de estos enunciados de dicha sesión se puede ver cómo, según los momentos, la persona del analizando o del ana­ lista abstraen ciertos elementos de experiencias previas y de ex­ pectativas que se han establecido a raíz de las mismas. En cada una de las dos intervenciones del analizando y tam­ bién de las dos intervenciones del terapeuta, se observa, cómo se consolidan experiencias nuevas en las que se preserva algo de la experiencia original. Lá respuesta del paciente que sigue a la primera interpretación muestra cómo adquirió la capacidad de pensar utilizando conceptos abstractos (al decir abstracto, me estoy refiriendo a términos que están alejados de la experiencia inmediata). Por ejemplo, cuando el paciente despejó una in-

eógnita que consistía en lo siguiente: buscar una relación hu­ mana desexualizada ( “amiga” ) en donde no podría encontrarla (“esposa”-condición femenina). Como dije en el capítulo anterior, mi segunda interpretación estaba basada en una predicción que consistió en una serie de deducciones que me condujeron a la siguiente generalización empírica por medio de una inferencia deductiva: cada vez que por alguna intervención mía; el analizando lograba operar con categorías abstractas y develar una incógnita, yo esperaba que esto lo condujera a que se revelase una verdad acerca de sí mismo que le iba a resultar dolorosa, que dicho dolor le resul­ taría intolerable, y que por las características paroxísticas (epileptoides) de su persona, iba a realizar impulsivamente una ac­ tuación en la transferencia en la que todos sus medios de comuni­ car información iban a operar en sentido inverso, es decir, entra­ rían en conjunción para destruirse y destruirme a mí como fuente y destino del mensaje. Si yo deseo que este conocimiento

logrado con el paciente trascienda de la experiencia clínica y posibilite un progreso en él psicoanálisis, tengo que aventurar­ me y hacer un enunciado en el cuál extiendo este conocimiento estableciendo la siguiente generalización empírica: todos aque­ llos pacientes masculinos con defensas obsesivas estereotipadas y que tienen como motivación básica impulsos criminosos ma­ tricidas, cada vez que el terapeuta junta en una interpretación los afectos dispersos que trascienden los controles obsesivos, ad­ quieren un insight en donde la emisión verbal de una verdad dolorosa motivará una actuación destructiva en la sesión, en la cual los analizandos utilizan todos los medios d e expresión en un sentido inverso, para lograr d e esta manera la destrucción del estado óptimo por el que momentos antes atravesaron cuando fueron emisores de alto nivel de organización dirigiendo men­ sajes que eran claramente captados por el destino (el terapeuta). Este tipo de formulación fue lo que me llevó, al comienzo de este capítulo, en que me propuse hablar del psicoanálisis como ciencia empírica, a decir que tenía que pasar de enunciados ca­ suísticos a generalizaciones empíricas, y que para eso era ne­ cesario que hiciese referencias al método hipotético deductivo y su relación con la forma en que encara su investigación el psicoanalista. Este tipo de enunciados (generalizaciones empíricas) tiene una función en el sistema teórico psicoanalítico, ya que consti­

tuye un nivel de teoría general y cercano a los datos iniciales (datos que, como luego expondré, extraigo a partir de la semió­ tica), y que a su vez une estos últimos con las definiciones operacionales que son la etapa previa a los términos teóricos psicoanalíticos; en este caso, “tánatos”. La definición operacional de “Eros y el instinto de muerte”, siguiendo a Ellis, la expuse en el capítulo anterior, al hablar del ejemplo clínico. Ahora bien, habíamos establecido en el apartado anterior có­ mo Bion utilizó el método hipotético deductivo en psicoanálisis. Pienso que algo similar puede descubrirse si se considera la obra de algunos psicoanalistas, comenzando por Freud.

5, Las ideas de Freud sobre el psicoanálisis como ciencia empírica

Existen numerosas peticiones por parte de Ferud de que se le conceda al psicoanálisis el mismo rigor que se le adjudicó a cualquier otra ciencia en desarrollo (6a), (6 b ), (6 c ), (6d ), (6e), ( 6 f), ( 6g ); en varios de estos pasajes también llama la atención acerca de cómo el público en general abre juicios apresurados sobre el tema, sin tener el mínimo suficiente de conocimientos. Esto lo atribuye a que el psicoanálisis compromete aspectos del hombre que escapan a su control, por lo que origina reacciones afectivas que lo inhabilitan para situarse con la misma objetivi­ dad y benevolencia con la que se ubica ante otras disciplinas científicas que no lo comprometen. Entre otras cosas, considera que por encarar psicoanalíticamente la religión como una ilu­ sión, de hecho también se lo ha situado como algo que rivaliza con ella, cuando en realidad lo único que hace el psicoanálisis es tomar también a la religiosidad como una manifestación in­ herente a las características específicas del desarrollo humano: su infancia prolongada. Alusiones de naturaleza más o menos semejante las hace ex­ tensivas a los mismos psicoanalistas en varios pasajes de la ‘‘His­ toria del movimiento psicoanalítico” (7a), (7b ), (7c) y también en su autobiografía (7d) y en su estudio sobre “El análisis profano" (7 f), (7g ).

Al final de su estudio autobiográfico (7 e), insiste en que el psicoanálisis debe ser reconocido como ciencia autónoma. Deseo transcribir textualmente un fragmento acerca .. .a actitud de Freud ante la ciencia psicoanalítica (8 ), en donde dice: "Esta teoría ocupa en la historia del psicoanálisis un lugar especial, designando en ella un viraje; con ella ha cumplido el análisis el paso desde un procedimiento terapéutico a una psi­ cología abisal. La teoría de los sueños es también, desde enton­ ces, lo más característico y singular de nuestra joven ciencia; algo impar en el acervo general de nuestro saber, un dominio nuevo conquistado a las creencias populares y a la mística. La singularidad de las afirmaciones que hubo de sentar le ha con­ fiado el papel de un schiboleth, cuyo empleo decide quién pue­ de llegar a ser un adepto del psicoanálisis y a quién ha de per­ manecer por siempre inaprehensible. Para mí mismo fue un seguro asidero en aquellos tiempos difíciles en que los hechos ignotos de las neurosis solían confundir mi juicio inexperimentado aún. Siempre que comenzaba a dudar de la exactitud de mis vacilantes conocimientos, cada vez que lograba entender un sueño absurdo y embrollado en el sujeto, se renovaba mi con­ fianza de hallarme en buen camino.” Basándose en su creciente experiencia con pacientes en tra­ tamiento psicoanalítico, cuando escribió "El psicoanálisis profa­ no” diferenció entre la psicología académica de su época, y el psicoanálisis como ciencia autónoma que, al privilegiar la in­ fluencia de los proceso? inconscientes, requería una serie de hi­ pótesis que a su vez exigen la creación de nuevos términos. A título ilustrativo, veamos su forma de razonar. Para defen­ der el carácter distintivo de lo que Freud denominó como “Ego” y “Ello”, ya que los términos de la psicología le resultan abso­ lutamente inadecuados, dice lo siguiénte: “Y no intente usted venirme ahora con literatura en lugar de ciencia, Cuando alguien me habla de lo subconsciente, no acierto a saber si se refiere tópicamente a algo que se encuentra en el alma, por debajo de la consciencia, o cualitativamente a otra consciencia, a una especie de consciencia subterránea. Lo más probable es que el mismo que emplea tal palabra no vea clara­ mente su alcance. La única antítesis admisible es la de lo cons­

ciente y lo inconsciente. Ahora bien; sería un error de graves consecuencias creer que esta antítesis coincide con la diferen­ ciación de un Ego y un Ello. Por mi parte, lo celebraría mucho, pues tal coincidencia facilitaría en extremo el camino de nuestra teoría; pero no es así. Todo lo que sucede en el Ello es y per­ manece inconsciente, y sólo los procesos desarrollados en él Yo pueden llegar a ser conscientes. Pero no todos, ni siempre ni necesariamente, pues partes muy considerables del Yo pueden permanecer inconscientes duraderamente. ’ El devenir consciente de un proceso anímico es algo harto complicado. No puedo por menos de e.-nonerle —de nuevo dog­ máticamente— nuestra hipótesis sobre el caso. Recordará usted mi anterior descripción del Yo como la capa exterior, periférica, del Ello. Suponemos ahora que en la superficie más extema de este Yo se encuentra una instancia especial, directamente vuelta hacia el mundo exterior; un sistema, un órgano cuyo estímulo produce el fenómeno al que damos el nombre de consciencia. Este órgano puede ser excitado tanto desde el exterior por loa estímulos del mundo externo, que llegan a él con ayuda de los árganos sensoriales, como desde el interior por las sensaciones rurgidas en el Ello o los p;ocesos desarrollados en el Ego”. Freud (9 a ), (9b ) ,( 1 0 ) hizo algo más que defender al psico­ análisis para que se le reconociese su carácter de ciencia. En diferentes oportunidades sostuvo que se trataba de una ciencia empírica y que no abarcaba sistemas cerrados. Tenía mucha prensión de que se la incluyese en un sistema filosófico, y dijo que, al igual que en toda ciencia, la experiencia, en este caso terapéutica, seguramente modificaría muchas de las hipótesis vigentes en un momento dado. Él desaconsejó investigar sobre material clínico de un paciente, mientras éste estuviese en aná­ lisis. Pero consideró que cuando se supiese más sobre lo incons­ ciente, la investigación dentro de la terapia, que reconoció que presentaba ciertas limitaciones, podría ser factible de realizar fuera de la misma, aún cuando el paciente estuviese en análisis. Mi opinión es un tanto extrema: sostengo que no Solamente se puede, sino que ahora se debe hacerlo. Más adelante, en este libro, pienso fundamentar por qué y cómo esto puede ser lle­ vado a cabo. A esta altura de nuestro siglo considero que nosotros, los psi­ coanalistas, debemos reconocer una propia injuria narcisista que

nntes adscribíamos a la humanidad por parte del psicoanálisis.

Tenemos que reconocer qus los últimos desarrollos de la comu­ nicación humana en general, y del “habla” en especial, deben ser instrumentos de auxilio para poder pensar mejor en lo que ha­ cemos y hacérselo saber mejor a los demás. Pero, volviendo a Freud, pienso que, además de lo ya mencio­ nado, éste posee otrás afinidades, no tan amplias y generales, sino más específicas, con la forma como concibe Popper el que­ hacer científico desde un punto de vista metodológico. En su ensayo titulado "El análisis y la medicina”, en el apar­ tado II (7 h ), Freud toma el siguiente camino para explicar cuáles son los propósitos del psicoanálisis y qué es lo que hace e] psicoanalista para llevarlos a cabo con el paciente: opta por exponerlo dogmáticamente, como si fuese algo ideológicamente concluido, aunque advierte que ni fue antes ni era entonces (1926) algo así; todo lo contrario, al igual que Popper dice que para construir los conceptos psicoanalíticos. mantiene un contacto ininterrumpido con la observación y que para transmi­ tir los cambios que se van introduciendo en la teoría tiene que recurrir a conceptos con los cuales él dice que “viste” la pre­ sentación de sus ideas y que si, en lugar de hacerlo en ese mo­ mento lo hubiese tenido que hacer años antes, seguramente lo hubiera hecho de distinta manera. Con respecto al párrafo en que alude a la forma en que ex­ plica los propósitos del psicoanálisis al paciente y cómo los lleva a cabo el analista, podemos ver que Freud “opta”, es decir, toma una decisión y con ello coincide con Popper, quien considera que, para establecer reglas adecuadas a su “método empírico” posibles de ser demarcadas, es indispensable tomar una deci­ sión metodológica. Freud tampoco creía que la forma como presentaba sus con­ vicciones actuales era la manera última y definitiva de hacerlo. Entonces, para decirle al interlocutor imaginario la distancia entre la ciencia empírica psicoanalítica y el hombro que encara .'.icha tarea afirma lo siguiente: “La ciencia no és revelación, y aunque muy lejos ya de sus comienzos, carece todavía de los caracteres de precisión, inmu­ tabilidad e infalibilidad a los que aspira el pensamiento humano. Pero así y todo, es lo único que poseemos. Si a ello añade usted que nuestra disciplina es aún muy joven, habiendo nacido casi

con el siglo actual, y que se ocupa de una de las materias más arduas que pueden plantearse a la investigación humana, no le será difícil adoptar la actitud justa para oírme.” Como el interlocutor imaginario con quien él dialoga en este trabajo, lo conmina a que estipule en qué se diferencia el psico­ análisis de la psicología, en qué consiste ese “fundamento co­ mún” hasta ahora no tomado en cuenta por la psicología aca­ démica de su época, y a qué cosa él denomina el “aparato aní­ mico" y además cuál es su composición, Freud dice que pue­ de explicarle lo que es el aparato anímico, pero que solicita que no se le pregunte cuáles son los materiales que entran en su composición. Entonces dice textualmente esto: "Es ésta una cuestión tan indiferente para la Psicología como puede serlo para la Óptica el que las paredes de un anteojo sean de metal o de cartón. Dejaremos, por lo tanto, a un lado el punto de vista material. No así, en cambio, el espacial, que ha de sernos muy útil. Nos representamos, en efecto, el descono­ cido aparato dedicado a las funciones anímicas como un instru­ mento compuesto de varias partes, a las que denominamos ins­ tancias, cada una de las cuales cumple una función particular, teniendo todas, entre sí, una relación espacial fija. Esta rela­ ción espacial, o sea la determinada por los conceptos de ‘delan­ te’, 'detrás’, 'superficial' y ‘profundo’, no tiene en un principio, para nosotros, más sentido que el de una representación de la sucesión regular de las funciones.” A mí me resulta evidente la afinidad del modo de conceptualizar de Freud en dicho artículo, con lo que nos enuncia con más claridad Popper, al proponer la objetividad de la base em­ pírica (28g) cuando dice que hay que "distinguir netamente entre ciencia objetiva, por una parte, y nuestro conocimiento, por otra.” A título de ejemplo, nos encontramos con que Freud se cues­ tiona en determinada época, cuánto hay de veracidad o de ilusión en los “traumas infantiles" que recordaban en un mo­ mento de] análisis sus pacientes; se cuestiona así el conocimiento que él tiene hasta un momento dado frente a los nuevos hechos que se le presentan. De esta manera, hace una contrastación en fcsa etapa de su obra, privilegia la situación fantaseada y esto

tiene consecuencias en su actitud técnica. En estas circunstan­ cias y en algunas otras (aunque esto no ocurrió siempre, lamen­ tablemente), Freud trató de que los propios conocimientos, ad­ quiridos en su autoanálisis, lo preservasen de que sus conflictos no resueltos invadiesen toda una nueva sistematización teórica que él iniciaba pero que tenían que seguir desarrollando otros. Considero que en gran parte Freud pudo lograr esto, aunque por momentos dejó hiatos al no reíormular sus desarrollos teó­ ricos previos cada vez que iba cambiando su concepción de los pares antitéticos instintivos o postulados básicos. En cambio, en lo atingente a las limitaciones de su conocimiento, tenía bas­ tante consciencia de ello, y en varias oportunidades hizo refe­ rencias a cambios que necesariamente ocurrirían como conse­ cuencia del incremento en el conocimiento de los procesos in­ conscientes. De esta manera, distinguió entre sus propios co­ nocimientos y la ciencia objetiva. Ahora bien, si queremos que el psicoanálisis se constituya en mayor grado en una ciencia objetiva, debemos examinar deta­ lladamente el problema de la objetividad de la base empírica. Popper, al referirse a la objetividad de la base empírica de una ciencia, se ocupó muy especialmente de distinguir entre, por un lado, la contrastación o la crítica de un enunciado cien­ tífico, una hipótesis o una conjetura, y, por otro lado, la defensa de ese enunciado contra las dudas (28b). Este autor, al tratar la objetividad de la base empírica, toca de cerca un problema que ha sido encarado por una serie de psicoanalistas que se ocuparon de buscar criterios de validación de las interpretaciones.0 Pero este tema lo desarrollaré en los apartados siguientes.

6. El problema de la validación en psicoanálisis

Para nuestros fines como psicoanalistas creo conveniente se­ guir textualmente lo que se pregunta Popper: cómo criticamos del mejor modo posible nuestras propias teorías (o hipótesis o conjeturas) en lugar de defenderlas contra las dudas. 4 Wisdom, Kubie, Isaacs, Ezriel.

Este autor propone un camino que merece ser reproducido textualmente porque es precisamente el camino que emplea el terapeuta (la mayoría de las veces sin proponérselo) y también el propio paciente cuando en un momento dado realiza un “insight"’ en la sesión que completa los pasos que ha seguido el terapeuta, el cual encuentra como respuesta que el paciente, en un momento dado, ha puesto en funcionamiento esta capa­ cidad de emitir hipótesis acerca de su propia persona. Dice Popper(28g): “Existe solo un camino para asegurarse de la validez de una cadena de razonamientos lógicos, y es el de ponerla en la forma más fácil de contrastar: la descomponemos en muchos pasos pe­ queños y sucesivos, cada uno de los cuales sea fácilmente com­ probable por quienquiera esté impuesto en la técnica lógica o matemática de transformar cláusulas; si después de hecho esto alguien sigue planteando dudas, lo único que podemos hacer es pedirle que señale un error en algún paso de la demostración o que vuelva a estudiarla de nuevo. En el caso de las ciencias empíricas, la situación es poco más o menos la misma. Cual­ quier enunciado científico empírico puede ser presentado (es­ pecificando los dispositivos experimentales, etcétera), de modo que quienquiera esté impuesto en la técnica pertinente pueda contrastarlo; si como resultado de la contrastación rechaza el enunciado, no quedaremos satisfechos en caso de que nos hable de sus sentimientos de duda, o de la convicción que alberga con respecto a sus percepciones: lo que tiene que hacer es formular una aserción que contradiga la nuestra, y damos ins­ trucciones para contrastarla; dado que no sea capaz de hacer tal cosa, lo único que podemos hacer es pedirle que vuelva a considerar —quizá con más atención— nuestro experimento, y que piense de nuevo.” Pero, antes de proseguir con los criterios de validación en psicoanálisis, prefiero tomar en consideración el problema de las condiciones necesarias para realizarla, a lo que aludo en los próximos apartados.

7. Investigación y terapéutica Pienso que para poder referimos en forma adecuada al pro­ blema de la validación en psicoanálisis, debemos examinar antes el campo donde es posible establecer las bases empíricas de las hipótesis, los enunciados y ias conjeturas desarrolladas en un sistema hipotético deductivo. En una publicación ulterior a su libro sobre transferencia, que he citado anteriormente, Wolstein (38a) distingue tres nociones que él considera básicas para explorar lia estructura de los suce­ sos psicoanalíticos dentro de los límites inherentes a la expe­ riencia de la indagación terapéutica. Estas tres nociones son' 1) el campo experimental de la terapia que es la fuente profun­ da y el campo operativo de todas las psicoterapias; 2) la expe­ riencia de la terapia psicoanalítica que resulta de transforma­

ciones d e este campo de terapia d e acuerdo con la estructura de la indagación psicoanalítica; y 3) la estructura psicoanalítica por medio d e la cual es posible observar, definir, transformar, explicar e interpretar. Yo considero que la indagación en la terapia ocurre cuando las disposiciones de paciente y analista convergen en un interés mutuo. Según mi modo de entender las cosas, esto ocurre cuando sucede un encuentro entre un paciente con las mejores disposicio­ nes a la curación y un analista con la mejor capacitación para ubicarse, establecer un contacto con el paciente y emitir inter­ pretaciones cuyas hipótesis subyacentes tengan como requisitos las condiciones que Popper solicita al referirse a la lógica de la investigación científica. En estas condiciones, “si y sólo si” se despierta en el analiIizando una disposición determinada hacia un tipo de evolución, es factible tener indicios observables que nos sirvan como datos iniciales para el establecimiento de generalizaciones empíricas. Se trata, pues, de un enfoque operacional de los datos iniciales Má'i adelante, al referirse Wolstein a la estructura de la in­ dagación (38b), enuncia los siguientes pasos que constituyen ía estructura do la indagación psicoanalítica. “Estos son: 1) Observación directa de experiencias totales; 2) definición operativa de términos empíricos; 3) formu’ación de postulados generales;

4) teoría integradora de la explicación, y 5) metapsicología o metáfora interpretativa”. Los aspectos que Wolstein considera en el punto 1) y que han sido bien delineados en 2) pueden ser transformados en 3) y dar lugar a hipótesis explicativas en 4.) que en el punto 5) dejarán traslucir, según mi manera de Interpretar las cosas, los esquemas referenciales y el sistema de valores del terapeuta. Este punto lo retomaré más adelanté cuando me refiera al abordaje de la indagación en la terapia y la indagación de la terapia, utilizando los procesos semióticos en la comunicación que acontece en el diálogo analítico. Por ahora no quiero per­ der la oportunidad que se me presenta para reproducir algunos desarrollos que realicé en una ocasión (22), los cuales se apro­ ximan bastante, de hecho, a las formulaciones de Wolstein. El método analítico debe despertar las disposiciones del analizando hacia un tipo de evolución, y sólo en estas condiciones es posible obtener indicios observables’ que sirvan como datos iniciales para el establecimiento de hipótesis sobre el proceso de cura­ ción por el método psicoanalítico. Por mi parte, en el trabajo al que aludo, esbocé una complementación entre la estructura de la interpretación y la es­ tructura del comportamiento transferencial en un momento da­ do, según la secuencia en que se pueden entremezclar las es­ tructuras de comportamiento que vienen a continuación. Esto ine servirá como antecedente para otro paso que voy a exponer por primera vez en el capítulo siguiente; pero veamos primero cómo lo expuse en la oportunidad mencionada. “Ruesch (33) estableció una clasificación de tipos psicopatológicos basados en la modalidad comunicativa en la relación bipersonal. Estas denominaciones se ajustan mucho mejor al ca­ rácter dramático de los fenómenos tal cual se nos presentan en la situación analítica. ”En los últimos años (23) me he dedicado a correlacionar el enfoque de la teoría de la comunicación con las respuestas transferenciales y también con las ansiedades básicas y con los con­ ceptos de •fantasía inconsciente. Esto me permitió formular enunciados psicoanalíticos en los que uno práctica y teoría, par­ tiendo de las formulaciones descriptivas de los hechos sucedidos en la sesión psicoanalítica y llegando a unas formulaciones explicativas causales en las que se expresa la motivación genético-histórica de los fenómenos observados.

"Veamos cuáles son las equivalentes entre la nomenclatura de Ruesch basada en los fenómenos de comunicación con la no­ menclatura psicoanalítica clásica basada en los enfoques histórico-genéticos tal y como aparece en el texto de Fenichel (14). Persona demostrativa Persona atemorizada y huidiza Persona lógica Persona de acción Persona depresiva Persona infantil Persona observadora y no participante

Histeria de conversión (carácter histérico) Histeria de angustia (carácter fóbito) Neurosis obsesiva (carácter obsesivo) Personalidades psicopáticas (perversiones e impulsión neurótica) Ciclotimia. Depresión neurótica. Psicosis maníaco-depresiva Organo-neurosis (enfermedades psicosomáticas) Esquizoidea. Esquizofrenia

"Cada uno de estos tipos de ‘persona’ tiene características específicas de comportarse en la situación analítica, hecho que está determinado por el punto de fijación predominante en el curso de su desarrollo y que es precisamente al cual el pacien­ te regresa al establecerse la transferencia en la situación ana­ lítica. Además de este punto de fijación predominante todo pa­ ciente presenta, en proporciones variadas, otros puntos de fi­ jación que entran en actividad en diferentes momentos de su evolución en el curso del tratamiento. 'Cuando digo que cada uno de estos puntos de fijación, re­ activado durante la regresión transferencia!, determina carac­ terísticas de comportamiento diferentes incluyo en esta afirma­ ción: a) la existencia de diversos tipos o modelos de sistemas de comunicación; b ) diferencias cualitativas en la forma de es­ tablecerse la relación transferencial entre una estructura y otra; c) diferentes proporciones de transmisión de información por medios extraveibales y verbales, y también considero que d) establecen para cada paciente y para cada momento de la evo­ lución de la transferencia diferentes enfoques en la técnica inter­ pretativa de forma, contenido y dosaje. 'Xa ‘persona observadora no participante’, la ‘persona depre­ siva’ y la persona infantil’, por su fijación ,en los niveles oral

primario y secundario que corresponden a etapas preverbales del desarrollo, y a un momento de la evolución en que no se ha delimitado el propio sujeto y la otra persona como figuras totales, desarrollan un tipo d? transferencia en donde predomina la comunicación preverbal ° y en la que al terapeuta se le adju­ dica de una manera concreta el rol de una parte del propio paciente. Al examinar los protocolos de sesiones psicoanalíticas realizadas por mí y por otros psicoanalistas he podido compro­ bar que cuando la relación transferencial se ha establecido en esas condiciones el terapeuta interpreta en término de partes y de efectos que produce en cada una de dichas partes. ’ En el caso do la ‘persona observadora no participante’ el te­ rapeuta debe utilizar en forma instrumental mecanismos histé­ ricos; al hacerlo así las interpretaciones tienen un alto grado de dramaticidad, una gran riqueza en el manejo de los símbolos y abarcan a la vez lo que ocurre dentro del cuerpo del paciente y lo que éste adjudica que ocurre en el cuerpo del terapeuta; otro tanto podemos decir en lo que se refiere a la mente. En el plano de clivaje interpersonal el mensaje contenido en la in­ terpretación debe incluir informaciones acerca de cómo el te­ rapeuta percibe que es observado y escuchado por el paciente. ”La ‘persona depresiva’ se caracteriza por introyectar masi­ vamente al terapeuta, y de esa manera los sistemas de comu­ nicación se superponen. Siendo también observadora pero par­ ticipando emocionalmente de lo que se le interpreta se debe formular la interpretación apoyándose en un fenómeno transfe­ rencial que pueda ser ubicado en el interior del paciente. Ade­ más, por la superposición de los sistemas de comunicación es necesario que la interpretación incluya una diferenciación clara entre el pronombre yo (referido al terapeuta) y el usted (re­ ferido al paciente), de manera tal que pueda establecerse un plano de clivaje en el que pueda diferenciarse yo, lo mío; us­ ted, lo suyo y Jo nuestro (plano de clivaje que corresponde al sistema de comunicación interpersonal). "La ‘persona de acción’, cuyo punto de fijación predominante es el anal sádico expulsivo, utiliza el proceso de comunicación con una finalidad aloplástica. En esos casos el analista inter­ •

Nota de 1970: Más adelante ubicaré estos elementos como formando del contexto fonológico del “habla”, que está constituido a su vez por os rasgos fonéticos del idioma y por los accidentes del mismo componente preverbal.

preta los mensajes no verbales y la verbalización del paciente como acciones destinadas a provocar un impacto tal que el te­ rapeuta pase a convertirse en una prolongación del propio pa­ ciente y en la interpretación aparece como tema central ‘la ne­ cesidad de manejar al terapeuta para determinados fines, o bien el temor de ser manejado por el terapeuta para sus propios fines’. 'L a interpretación en estos casos debe ser una descripción ordenada y objetiva del comportamiento verbal y no verbal del paciente en términos de acción. El contenido de la misma pue­ de parecer obvio para el terapeuta y pensar que para el paciente psicopático esta interpretación realizada sobre algo tan mani­ fiesto puede resultar carente de significado. En realidad eso no es así. Ocurre que el paciente es incapaz de pensar en forma yerbal acerca de los hechos que él actúa en la sesión e interretar así es deccdificar en símbolos verbales el material verai y no verbal que él ha suministrado en términos de acción. "Cuanto más orden incluya la interpretación en el caos contratransferencial que promueve el psicópata, tanto mayor es el si­ lencio reflexivo que acompaña al emergente a la interpretación.”

E

Expuse entonces el siguiente ejemplo: “En la sesión anterior un paciente con rasgos psicopáticos se encontró accidentalmente con una persona conocida que había sido compañero de estudios en la Facultad. Al verlo llegar lo invitó a sentarse en la sala de espera como si él mismo fuese el analista que recibía a una persona de su amistad. 'En la sesión siguiente este analizando llega diez minutos larde y el lapso transcurrido hasta que el analista lo hace pasar al consultorio lo consideró como si aquél lo hubiese hecho esperar a su vez cinco minutos. Se acostó. Lo primero que dijo fue que ‘se sintió muy mal de tener que esperar'. ' El analista le interpretó la negación y proyección de la culpa por medio de una actuación en la transferencia en la que el paciente se convertía en el analista que le reprocha el abandono del que había sido objeto por otra parte del paciente, y la adjudicación al terapeuta de la persona culpable del abandono que correspondía al propio paciente que en esos momentos es­ taba sufriendo la culpa de haber llegado tarde. "Para los fines de esta comunicación el centro de interés reside en el criterio para interpretar la actuación en la trans­

ferencia de la culpa por el abandono al objeto. E n estos casos, según hemos señalado más arriba, la meta que se , persigue con la interpretación es establecer el orden en el caos originado por la violencia de la identificación proyectiva en la relación trans­ ferencial. La interpretación exacta,- completa, oportuna y ade­ cuada en cantidad es aquella que está formada por una catego­ rización descriptiva de los hechos en donde se encuentra for­ mulado un hecho central, que es la denominación de lo que el paciente está haciendo con el terapeuta al tomar la situación analítica como campo para la actuación de los conflictos que no puede enfocarlos utilizando el pensamiento verbal. La des­ cripción de dichos hechos ordenados en categorías en las que se encuentran claramente delineados en forma verbal, por el terapeuta que le interpreta, lo que hace y los detalles de cómo lo hace, es la interpretación exacta y completa que suministra al paciente aquello de lo que él carece y que consiste en la utilización del proceso del pensar con la finalidad de establecer categorías en las actuaciones caotizantes. Esta categorización permite a] paciente el acceso a un orden y lo hacen reflexionar acerca de sus actuaciones reconocidas, verbalizadas y conceptualizadas por el terapeuta. 'L a interpretación incluyó los siguientes mensajes: "a) Ud. llegó 10 minutos tarde ”b ) Yo soy quien lo esperó a Ud. hoy. ”c) También yo soy quien espera el pago que aún no llegó. (E l analista unió en su descripción de los hechos la actuación de] paciente categorizando el retraso en pagar y en llegar atra­ sado a la sesión; además individualizó quién era el que se atra­ saba y quién de los dos sufría el impacto del atraso). ”E1 paciente respondió diciendo que sí, que eso era cierto. Lue­ go permaneció en silencio. (Este silencio es un progreso tera­ péutico porque uno de los principales obstáculos que tuvo fue su imposibilidad de permanecer en silencio en las sesiones pen­ sando durante un lapso en lo que el analista le interpretaba.) Recordó luego la sesión anterior. En el momento de irse se había sentido preocupado pero no sabía por qué. Luego dijo que antes de la sesión anterior al estar afeitándose tuvo temores de haberse dañado una verruga y que ésta podría cancerificarse, Esto si bien le ocurrió antes de la sesión anterior le empezó a preocupar luego de salir de la sesión; pensaba que se iba a morir.

”E1 analista le hizo una interpretación de la culpa por la 'usur­ pación de la identidad realizando la siguiente descripción: ”a) en la sesión anterior usted tuvo aquí lo que usted llama su vicio’, que consiste en ‘estafar’; ”b) ‘estafar’ para usted es hacer eso que hizo la vez anterior cuando recibió aquí en mi casa, a su compañero de estudios que vino aquí, a mi casa y a quien usted lo recibió y lo hizo sentar como si usted fuera yo recibiéndolo a él en su casa. (E l amigo era quien sufría la estafa porque me vino a buscar a mí y lo encontró a usted recibiéndolo.) ”E1 paciente nuevamente permaneció reflexionando en silencio y esta vez verbalizó su pasado miedo hipocondríaco a la muerte por la verruga cancerificada diciéndole que cuando pensó dete­ nidamente en lo que se le había dicho, y al reflexionar y compiobar que todo había ocurrido así, súbitamente sintió deseos de desaparecer de ‘este consultorio’. La interpretación descriptiva, ■gestáltica’, que no era sino una crónica para el terapeuta de los hechos acaecidos, para el paciente significaba una verdad muy reveladora que movilizaba el sentimiento inconsciente de culpa­ bilidad y los deseos de muerte. ”Cuando la regresión transferencial se estabiliza en los niveles oral primario, oral secundario y anül primario, la identificación pioyectiva masiva en el terapeuta, la superposición de los siste­ mas de comunicación transforman las funciones de comunica­ ción; el paciente transmite entonces sus mensajes en términos de codificación analógica, predominando la emoción o bien la an­ siedad (ruido) como defensa ante dicha emoción en la trans­ misión de los mensajes. Aunque el paciente verbalice el mensaje se transmite más por los elementos no verbales de la verbalización y cuando en esos casos el paciente verbaliza con fluidez el len­ guaje verbal no transmite información sino que se trata del lenguaje de acción destinado a obtener un efecto premeditado en el terapeuta. Esto ocurre en las psicopatías. ”En cambio cuando la regresión transferencial transcurre en los niveles anal secundario, fálico y edípico, las identificaciones proyectivas masivas están controladas y reguladas por las defen­ sas obsesivas y por la utilización adecuada de la ‘angustia señal y por el mecanismo de represión que en estas condiciones tienen un significado instrumental en el proceso de comunicación e interacción, puesto que contribuyen a establecer límites entre el sistema de comunicación intrapersonal del paciente, el sistema de

comunicación interpersonal y el sistema intrapersonal del tera­ peuta. En estas condiciones el paciente puede asumir mejor su rol como tal en la situación analítica y además conservar su identidad a la vez que permite al terapeuta asumir su rol y percibir su identidad. ”La ‘persona lógica’ cuyo punto de fijación es el nivel anal-sá­ dico retentivo, etapa del desarrollo en que aparecen los medios verbales de la comunicación, presenta una línea demarcatoria rígida entre el sistema de comunicación intrapersonal e interpersonal utilizando técnicas obsesivas en el manejo del pensamiento y del lenguaje. ”En el material de estos pacientes la comunicación verbal es titilizada para aislar lo que ocurre en el interior del paciente de lo que ocurre entre analista y paciente y lo que suponen que ocurre en el interior del terapeuta; cuando este aislamiento fra­ casa estos pacientes presentan mecanismos de anulación para res­ tablecer la delimitación rígida entre los sistemas de comunicación. "Mientras que en los casos señalados anteriormente existen proyecciones e introyecciones masivas que dan lugar a superpo­ siciones en los sistemas de comunicación, en la ‘persona lógica’ los mecanismos de anulación, aislamiento y formaciones reactivas establecen defensivamente la delimitación entre los tres sistemas de comunicación que he señalado. "Cuando los mecanismos obsesivos son demasiado intensos esta situación es utilizada con propósitos defensivos; el paciente utili­ za todo este conjunto de sistemas de comunicación, de roles e identidades, que constituyen un aspecto formal de la situación analítica y lo incluye en sus propios sistemas obsesivos que lo protegen de su ansiedad frente a los cambios. "Para conceptualizar la interpretación a pacientes con estruc­ turas obsesivas en lugar de apelar a un ejemplo, expondremos en forma de gráfico y en columnas, qué es lo que le transmite el paciente al analista, cómo percibe la información, cómo la evalúa y cómo decodifica los mensajes verbales y no verbales para transmitir la interpretación que origine una mutación en la estructura del paciente * • Si bien en el Capítulo IV hago un cotejo entre los lenguajes teóricos psicoanalítico, comunicacional y semiótico, aquí quiero adelantar que he con­ siderado, cuando me referí al paciente, al Yo como el Ego de la estructura del aparato psíquico; en cambio, cuando empleo los términos “lenguaje de órgano” y “lenguaje de acción”, estoy utilizando la manera en que

ANALISTA PACIENTE R

E

e c e p c ió n

T

v a c u a c ió n

r a n s m is ió n

( Presente > ■yo" que participo Identificación de’ 1) Totalidad de y repite en la trans­ analista con los experiencias pre­ e fe c to s que él vias ferencia produce en eí ' yo" del paciente.

(Interpretación: con­ tenido y forma) Recursos analógicos del lenguaje digital Modelos m entales para la interpreta­ ción en términos de “aquí ahora - con­ migo”

2 ) Experiencias Roles adjudicados a] como paciente. analista. Lenguaje de organc y lenguaje de acción. Codificación gica

Recursos analógicos del lenguaje digital pile] relato del p a ­ ciente. L o pasado referido al presente

analó­

Codificación digital Identificación cor del pa­ ciente que refata el presente y re­ Lenguaje discursivo cuerda el pasado "Yo’’ que se ubserva y verbaliea lo que (Pasado) siente, piensa y re­ cuerda. C

o m p r e n s ió n

Preconsciente

3 ) Experiencias V erbalización en con otros pacien­ tiempo pasado, en tes sucesión causal, de lo que el paciente 4 ) Experiencias repite en la transfe­ previas con e! rencia, explicando i! mismo paciente. motivo sentido y la finalidad de la repe­ tición. C

o m p r e n s ió n

E

x p l ic a c ió n

Inconsciente

exponen sus ideas los psicoteiapeutas que emplean el modelo de interacción comunicativa. Otro tanto puedo decir con respecto a los términus “codifi­ cación analógica” y “digital” que corresponden a las representaciones po­ tenciales do estímulos o respuestas bajo la forma de acciones o actitudes y frases, en este caso emitidas por el analizando. E l sentido de las flechas expresa la dirección que tienen lo que emana

“En los pacientes que establecen en la relación transferencial re­ laciones objetales en un nivel histérico como es el caso de la 'persona atemorizada y huidiza’, o estructura fóbica, y de la ‘persona demostrativa’ o estructura histérica (conversión) los sistemas de comunicación están perfectamente delineados, des­ provistos de la rigidez que presenta la estructura obsesiva, y existe una sincronización entre los mensajes no verbales y los mensajes verbales, sincronización que solamente se perturba por la aparición de angustia en el primer caso y por la conversión somática en el segundo caso. En estos casos las interpretacio­ nes se formulan en términos de objetos totales, tal como corres­ ponde al nivel de regresión transferencial. ”En estos casos el terapeuta debe utilizar instrumentalmentf sus técnicas esquizoides para poder observar mucho, participar poco, poder formular en la interpretación grandes conjuntos de símbolos y recodificarios en un lenguaje muy abstracto. Para estos casos las interpretaciones deben ser cortas, con pocas pa­ labras que incluyan la riqueza del contenido latente del paciente, la dosificación escasa y el momento para interpretar es fácil­ mente detectado porque la estructura histérica señala muy bien los momentos en que es receptivo. "Como conclusión podemos afirmar, según los estudios reali­ zados por los autores, en colaboración con un grupo de analistas que se dedicaron al estudio de las características de las interpre­ taciones exactas, correspondientes al nivel de regresión transfe­ rencial, que el analista procede como un organizador (transmisor de información) de lo ,desorganizado (entropía, regresión y fi­ jación a los modos de funcionamiento del proceso primario) y un desorganizador de lo organizado (defensa contra la ansiedad del analizando en términos no verbales, en el casillero superior, y lo verbalizado por el mismo, una vez que ambos componentes son registrados (recepción), elaborados (evaluación) y luego interpretados (transmisión) por el analista. Si se examina la relación entre los casilleros supeiior e in­ ferior de la columna “paciente’’ y los casilleros superior e inferior de la columna “transmisión del analista’ , resulta que se reconoce que ha habido una transmutación en la interpretación de todo lo que había emanado de! paciente. Por ejemplo, lo que el paciente ha dicho aparece como acontecimiento en el "aquí-ahora-conmigo”, acontecimiento que trasciende el lenguaje ver­ bal. En cambio, lo que el paciente hace o deja traslucir que le pasa en el cuerpo y/o actitudes postúlales aparece en la interpretación como relato verbalizado de acontecimientos que se han dad'o en sucesión seriada en el transcurso de la vida hasta ese momento.

por medio del proceso secundario) con una actitud de rápida adaptabilidad a los cambios ( registros interpretativos adecuados a registros de estructuras) y una constancia en su información verbal al paciente.” Los términos comunicacionales, tales como el de ‘codificación, serán retomados para ser explicados en el próximo capítulo, cuan­ do me refiera a los postulados de la comunicación y a los campos de los procesos semióticos. Con este tipo de complementación interpretativa a la que aludo en dicho trabajo, se despiertan las disposiciones a la evo­ lución del paciente por el método psicoanalítico. Gran parte de esta complementariedad con la estructura de la interpretación puede ser creada por inferencia deductiva. Ahora bien, retomando la línea expositiva, considero que si la única forma en que es posible validar las interpretaciones y sus hipótesis implícitas, tal como lo exigiría Popper, es recurriendo a un enfoque complementario (según mi modo de ver) de ca­ rácter operacional (tal como lo desarrolla Carnap para las cien­ cias) de la transferencia, vale la pena aludir, aunque sólo sea para dejar esclarecidas las cosas, a la posibilidad de integrar ambos enfoques, el de Carnap y el de Popper, en psicoanálisis.

8. El método hipotético deductivo y la concepción operacional en psicoanálisis Tal como lo he señalado en el Capítulo II, yo me decidí por adoptar el criterio operacional para el establecimiento de gene­ ralizaciones empíricas y la formulación de definiciones. Al tratar el carácter metodológico del lenguaje de observación, del lengua­ je teórico y de las reglas de correspondencia, me apoyo en Rudolf Carnap (3 b ), quien sostuvo que el principio del operacionalismo dice que un término es empíricamente significativo sólo cuando se puede dar una definición operacional de él. Popper (28i) entra muchas veces en controversias con Carnap, ya que piensa que los requisitos que los positivistas modernos conside­ ran admisibles en sus sistemas de enunciados elementales de experiencias, referidos a “juicios de percepción”, a “cláusulas pro­ tocolarias”, entre otras razones por el criterio de demarcación

entre ciencia y metafísica implicado de este modo, pertenecen a la lógica inductiva que Popper rechaza •. Yo no me propongo profundizar en este sentido, ya que no me concierne directamente como psicoanalista, pero sí tengo la ne­ cesidad de dejar establecida la controversia entre Popper, por un lado, y Camap y Ellis, por otro. Este último desarrolló las ideas de Camap en psicoanálisis.

La utilización que yo hago, por un lado, del opetadonalismo de Camap como una de las formas de significar la transferencia re­ duciéndola en extensión a la sesión, y la utilización, por otro lado, de los enunciados con base empírica, siguiendo los crite­ rios que establece Popper, no entran en contradicción; más aún, no me resulta concebible efectuar estos últimos sin recurrir a un enfoque operacional de la transferencia. Para aclarar aún más: adjudicar al paciente una “disposición” a transferir con la cual él concurre al tratamiento e incluir el mé­ todo psicoanalítico aplicado a un paciente como un estímulo para que dicha disposición se ponga en evidencia, todo esto consti­ tuye la concepción operacional de la transferencia y tiene la ventaja de que tomar en cuenta el método (reglas y normas para investigar el inconsciente), significa incluir como estímulo tam­ bién nuestros rasgos personales y nuestra manera de aplicar el método i Camap, en la concepción operacional de su última época, se ha distanciado mucho del empirismo lógico de los pri­ meros momentos. En esta época, en que empleaba el operaciohalismo en sentido restringido, consideraba que todos los con­ ceptos teóricos debían ser definibles en términos de lenguaje de observación y todas las proposiciones teóricas debían ser tradu­ cibles a este mismo lenguaje de observación. La concepción actual de Camap y muchos otros se fue am­ pliando. En sus últimos escritos, dentro del lenguaje teórico, considera posible trazar un límite adecuado que separe lo que es significativo desde el punto de vista científico, de lo que carece de significación. Es decir, trata de diferenciar qué es metafísica y qué es ciencia. Por lo tanto, ahora admite que una parte del lenguaje teórico tenga significación, y es entonces que sus discípulos de esta época pudieron extender este empirismo lógico para un enfoque operacional en psicología y en psicoaná­ lisis, Esto ha sido posible porque las ideas de Carnap permiten agrupamientos entre el lenguaje teórico y el lenguaje de observa­ * Para más datos sobre esta controversia, ver Popper (29b ).

ción, e hipótesis intermedias que llama reglas de correspondencia, que tienen tanto términos teóricos como términos posibles de ser observados. El Carnap de esta última época no interfiere la in­ corporación de conceptos científicos en nuestro sistema dual de lenguaje (por un lado, el coloquial con el paciente en la sesión y por ótro 'ado las generalizaciones empíricas que podemos es­ tablecer partiendo de los lenguajes que paciente y terapeuta han utilizado en segmentos de sesiones, que son los datos inicia­ les para dichas generalizaciones empíricas). A mi entender, cualquier enunciado científico psicoanalítico tiene significación si posee correlaciones explícitas que van desde los datos iniciales, pasando por las generalizaciones empíricas, y que ascienden de nivel hasta llegar a las proposiciones básicas, alejadas de la ex­ periencia del diálogo analítico. Así, pata determinar si un lenguaje teórico ( L t) es significativo o no Carnap, exige que las definiciones implícitas en el mismo estén relacionadas con una determinada teoría (T ). Dicha teoíía (T ) debe contener postulados que constituyen las leyes fun­ damentales de la ciencia. En cambio no tiene significación como (L t) cualquier tipo de descripción de un hecho único. La naturaleza del proceso psicoanalítico trasciende la oposición entre “un hecho único” (como diría Carnap) versus los enun­ ciados en “lenguaje teórico significativo”, que llevan implícitos un conjunto de leyes. El''proceso terapéutico psicoanalítico se mueve en un universo de leyes, muchas de las cuales aún están por descubrirse, y permite hacer generalizaciones empíricas que trascienden los meros “enunciados protocolaíes” equivalentes al ‘Ahecho único”. De esta manera, las generalizaciones empíricas constituyen enunciados que tienen las características de “observabilidad” y en los que intervienen términos teóricos que incluyen postulados establecidos en una conjunción entre la concepción operacional de la transferencia en el proceso terapéutico y las inferencias de­ ductivas que podemos realizar tomando como punto de partida lo que ha acontecido en dicho proceso. De esta manera creo que los psicoanalistas que posean un básico de información metodológica dejarán de perder tiempo discutiendo acerca de si “Eros y Tánatos existen o no”. Por ejemplo, el término teórico (L t) "libido” puede ser con­ siderado como un postulado que incluye la representación mental de los estímulos procedentes de ciertas partes del cuerpo (zonas

erógenas); muchas veces ha sido utilizado como un refe­ rente de las características de la sexualidad en la especie huma­ na en sentido amplio. Otras veces se lo utilizó para aludir a las características del establecimiento de tensiones de necesidad que hacen que en determinada edad y circunstancias, dos per­ donas del sexo opuesto se elijan entre sí para establecer un vínculo dinámicamente estable en el que organizan y comparten una serie de actividades, una de las cuales es la relación genital; en este caso el término libido también es utilizado para connotar lo que permite que la pareja evolucione simultáneamente como tal en las sucesivas crisis del ciclo vital, lo que también suministra experiencia para que cada uno de sus integrantes como individuo sobrelleve las crisis que por su naturaleza son inherentes a la “persona” misma como individuo, excluido de la relación de pareja, más allá de que esté unido o no en pareja. También se lo emplea para aludir a lo que permite la amistad entre dos o más seres humanos, para referirse a un elemento que preserva la cohe­ sión, integración y diferenciación de funciones desde un organismo a un grupo humano en el curso de su desarrollo, etcétera. De esta manera, “libido” es un postulado que entra bajo dife­ rentes alternativas, como término teórico puro; es en función fle su base empírica que será posible darle significación y con­ trastarlo con el fin de ver cuánto soporta la prueba de refutación. Volvamos ahora a las formas de validación en psicoanálisis si­ guiendo el criterio de Popper. Comenzaremos por examinar las ideas de Freud al respecto. Luego de este examen, que realizaré en el próximo apartado, analizaré, en los siguientes, algunos escollos que se encuentran en partes de la misma obra de Freud, para llevar a cabo dicha validación, ya que por momentos concibe a la transferencia y a la compulsión repetitiva en forma operacional y por momentos no.

9. Hipótesis, deducciones y su validación en la obra de Freud En 1937, en su ensayo “Construcciones en psicoanálisis”, Freud ( l i a ) se aproxima mucho al modo de pensar de Popper cuando, apartándose del estudio de los significados del material

del paciente, se cuestiona a sí mismo cómo pueden ser confir­ madas o refutadas las conjeturas que los analistas realizan acerca de una secuencia de sucesos infantiles, por el modo de responder el paciente a dichas conjeturas, que él denomina “construcciones”. En primer lugar, establece ciertas analogías y diferencias con e1. trabajo del arqueólogo. Si dejamos transitoriamente de lado las diferencias y tomamos la analogía arqueológica que da Freud para sus construcciones, encontraremos en estos párrafos tex­ tuales de dicho ensayo y en algunos desarrollos realizados en otras obras, que el medo en que Popper somete a prueba de refutación las hipótesis científicas es similar al modo que utiliza Freud. Dice Freud ( l l b ) : ‘Tero así como el arqueólogo construye las paredes del edificio a partir de los cimientos que han permane­ cido, determina el número y la situación de las columnas a par­ tir de las depresiones en el suelo y reconstruye las decoraciones y pinturas murales partiendo de los restos encontrados en las ruinas, lo mismo hace el psicoanalista cuando deduce sus con­ clusiones de los fragmentos de recuerdos, de las asociaciones y de la conducta del sujeto. Los dos tienen un derecho innegable a reconstruir, con métodos de suplementación y combinación, los restos que sobreviven. También los dos están sujetos a co­ munes dificultades y fuentes de error. Uno de los problemas más arduos que se presenta al arqueólogo es la determinación de la antigüedad de sus hallazgos; y si un objeto aparece en algún nivel particular, con frecuencia queda por decidir si correspon­ de a aquel nivel o si ha sido llevado a él por algún trastorno posterior”. Un ejemplo de la forma en que Freud refuta sus conjeturas aparece en sus consideraciones ulteriores al caso Dora, donde manifiesta que, por haber quedado fijado a la idea de que.:,la paciente veía en él al padre y no poder cambiar esta hipótesis de la transferencia, se vio impedido de comprender el material onírico, donde la paciente le anunciaba que lo iba a abandonar porque veía en él al señor K„ con todas las implicancias infan­ tiles que esto tenía. Strachey (11c) también mostró que un ejemplo en Freud de una construcción incorrecta se menciona al comienzo de la sección III de la historia clínica del Hombre de los lobos (12a). Lo que sigue después, “El sueño y la experiencia primor­ dial” (12c), es un ejemplo de una puesta a prueba de validación

de una serie de conjeturas (construcción) que aquí resulta, en cambio, corroborada. Volviendo al artículo “Construcciones en psicoanálisis” y al párrafo transcripto, podemos decir que Freud describió cómo piensa el hombre de ciencia que desarrolla, luego de su práctica analítica, una serie de conjeturas, las que buscan reconstruir la sucesión de hechos pasados. En uno de los pasajes de sus “Cons­ trucciones en el análisis” ( l i d ) dice que al realizarlas no tene­ mos garantías de no cometer errores y aún hasta de poner “en peligro el buen éxito del tratamiento cuando cometemos errores presentando una construcción que es incorrecta”. Se pregunta entonces qué podemos hacer para comprobar si hemos cometido un error (11c) y esperar la oportunidad en que podamos cambiar una construcción por otra para corregirlo. Se responde que debe examinar la respuesta del paciente cuando el analista le formula la construcción. Este modo de contrastar las construcciones es mucho más adecuado que el empleado en el caso del Hombre de los lobos, en "El sueño y la experiencia primordial”, el cual se basa en la certificación real por el paciente de la ocurrencia de un suceso construido hipotéticamente por el analista. “De este modo —prosigue Freud en “Construcciones en psi­ coanálisis” ( l i e ) —, la construcción errónea desaparece como si nunca se hubiera hecho, y en realidad tenemos muchas veces la impresión de que, tomando prestadas las palabras de Polonio, nuestra falsedad ha sido vituperada por la verdad.” Aquí la ac­ titud de Freud me resulta parecida a la de Popper cuando éste considera que una hipótesis pierde su validez cuando falla una única vez, a pesar de haber sido corroborada muchas veces antes. Volvamos ahora a Freud. Éste examina los distintos tipos de respuesta para establecer cuáles de ellas invalidan y cuáles con­ firman una construcción (serie de conjeturas). Freud concluye que tanto una aceptación explícita ( l l f ) como un rechazo manifiesto no dejan de ser ambiguos. Freud cuestio­ na el “sí” del enfermo como algo ambiguo, ya que puede signi­ ficar un reconocimiento de la corroboración de la construcción, pero también puede carecer de significado o aún más, ser una i espuesta “hipócrita”. La misma ambigüedad rige para los “no”. Freud deduce, al realizar esta labor de “puesta a prueba” de sus construcciones, un método que debe ser empíricamente de gran utilidad, ya que lo empleamos en la práctica, a veces sin damos cuenta, y otras veces durante las supervisiones, quizá con

más consciencia, y que consiste en lo siguiente: “Una confirmación igualmente valiosa está implicada (expresada esta vez positiva­ mente) cuando el paciente contesta con una asociación que con­ tiene algo similar o análogo al contenido de la construcción” ( llg ) . Ahora bien, pienso, como lo hemos visto en el apartado anterior, que sólo con un enfoque operacional de la transferencia es po­ sible llevar a cabo la tarea de validación. Pero en este sentido encontramos obstáculos en algunos desarrollos de Freud referi­ dos a la compulsión repetitiva, que en cierta medida se oponen a esta línea teórica. Examinemos el problema en detalle.

10. Un acercamiento a la reformulación operacional del concepto de compulsión repetitiva en el contexto de la situación analítica

Volviendo al artículo “Construcciones en psicoanálisis”, con­ sidero que Freud limita la analogía entre a.queología y psicoaná­ lisis al tomar en consideración lo infantil en el pre:ente de la relación transferencial. Si se toma en cuenta la repetición transfarene; al, el psicoanalista trabaja, en este sentido, en mejores condiciones que el arqueólogo. Pero Freud también se cuestiona si no existen hechos que contrarrestan esta ventaja del psicoanalista sobre el arqueólogo; para esto último tiene dos argumentos de bastante peso, a saber: que los objetos psíquicos son mucho más complicados que el material arqueológico y que nuestro conocimiento de lo que podemos esperar es aún in.uficiento en sus estructuras más de­ talladas. Siendo así las cosas, afirma que mientras para el ar­ queólogo la reconstrucción es la meta de su tarea, para el analista sólo es una labor preliminar. Yo no comparto esta distinción tan tajante entre reconstrucción e interpretación, puesto que toda interpretación psicoanalítica, sea descriptiva y causal o aún solamente descriptiva, contiene una hipótesis subyacente en donde, por definición, al considerar lo infantil en el presente transferencia], queda implícita una “construcción”, tenga o no consciencia el terapeuta de los efectos que su intervención puede producir. Esto adquiere más vigencia

aún cuando pasamos de conjeturar sobre el paciente durante la sesión, al método que yo propuse y que consiste en establecer nuevas hipótesis acerca de la sesión. Para fundamentar esta última afirmación remito al lector al Capítulo I, en donde dejo, establecido que la repetición en la transferencia ocurre cuando el terapeuta acompaña al paciente de alguna manera, inadvertida para él, durante la sesión misma. Lo que en psicoanálisis se denomina “compulsión a la repe­ tición” consiste principalmente en acciones que se repiten con el terapeuta o con otras personas que por alguna razón se convierten en un estímulo motivador de pautas de comportamiento comu­ nicativo de menor nivel de organización y diferenciación. Esto se manifiesta con más intensidad dentro de la sesión psicoanalí­ tica y ante el terapeuta, que fuera de la misma. Habitualmente no se explícita esta situación. Las razones por' las cuales ocurre esta potenciación (o realimentación positiva) de la desorganización las he expuesto en el punto 4 del Capítulo I. Este es el motivo por el cual el paciente, cuando el proceso psicoanalítico ocurre, impresiona como más enfermo e infantil (como se suele decir algunas veces) en la sesión que afuera. Este enunciado puede ser relacionado con un enunciado opucs lo. Todo lector que haya tenido un cierto grado de experiencia como terapeuta, quizá recuerde haberse asombrado ante casos de pacientes que eran considerados como “cooperadores”, con “insight” en la sesión, pero que fuera de ella, y esto resulta un descubrimiento sorprendente, tienen síntomas psicóticos eviden­ tes para las personas ajenas al medio familiar (o aún para algunos familiares). En estos casos el paciente ha estado apaciguando al terapeuta con una supuesta cooperación destinada a evitar una internación con tratamientos biológicos. Por supuesto que, a diferencia de lo que sucede en el caso anterior, aquí no ha ocurrido un proceso terapéutico. A e tos casos puede aplicarse lo que he dicho al referirme al incremento ele entropía (Capítulo I). Adelantándome un tanto en mi exposición, puedo decir que el estudio comparativo de los estilos lingüísticos, en el contexto de la situación analítica, permite objetivar si es que en un tra­ tamiento el analizando ha revertido o no la perspectiva, tal como la describió Bion.° “ Equiparo la reversión de la perspectiva (Bion) n! "proceso iatroi'énico”, -> > v -y» MENSAJE . — >■

decodificador

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señal

MENSAJE

in an acute schizophrenia”, Int. J. Psychohal, Londres, vol: X X X II, 2.

resuelto, la aflicción y la tristeza dan lugar a la avidez y a la envidia. "Expondré en columnas separadas las cualidades del objeto frustrador (pecho malo) y la gama de los afectos que he encon­ trado, según sea la zona erógena y la fantasía inconsciente pre­ dominante en un momento dado de la situación transferencial. ”He extraído estas denominaciones del lenguaje que emplean los pacientes habitualmente, cada vez que logran reconocer den­ tro ae sí un sentimiento o una emoción dados, una vez que han superado su confusión entre comunicación intrapersonal y co­ municación bipersonal. ”La resolución de estas fantasías inconscientes provoca un enriquecimiento en las capacidades del paciente; cada una de estas capacidades tiene también cierto grado de especificidad, según sea la modalidad de las cualidades del objeto superyoico de la fantasía inconsciente, de las emociones o sentimientos de­ presivos y esquizoides correspondientes. En la siguiente columna figuran en el mismo orden las cualidades correspondientes a estas fantasías en la madurez emocional. "Modalidad oral recep­ tiva,

Pecho que alimenta; alegría de vivir.

"Modalidad oral caní­ bal. 'Modalidad anal expul­ siva.

Pecho que discrimina; autocrítica.

"Modalidad anal reten­ tiva.

''Modalidad fálico-uretral. "Modalidad genital.

Pecho que protege; capacidad de soportar la pér­ dida de afecto. Pecho que controla; capacidad de conservar o abandonar objetos con la finalidad de encontrai nuevas posibilidades de salida ante un conflicto dado. Pecho que regula la acción y reacción con los ob­ jetos externos; regulación del optimismo, con­ servación de la capacidad de confiar, ambición. Pecho que preserva la identidad; capacidad de proteger y desarrollar metas futuras. basadas en experiencias logradas.

”La denominación de ‘pecho’ para funciones y cualidades del yó’ maduro emocionalmente no deja de ser inadecuada, ya que se trata de antiguas relaciones objetales asimiladas al ‘yo‘; si las he conservado al hacer la enumeración, ha sido por motivos puramente expositivos. Tampoco dejo de tener en cuenta que

esta consideración de las emociones y sentimientos difiere de la manera habitualmente considerada tanto en psicología clásica como en las conceptualizaciones que han hecho los autores psicoanalíticos que se ocuparon de teorizar acerca de la emoción y los afectos. "Considero que mi punto de vista tiene especial interés para todos aquellos que aspiran a lograr formulaciones teóricas con­ cordes con los hechos que se presentan cuando se toman én consideración el concepto de fantasía inconsciente y los procesos de comunicación e interacción en la relación transferencial al aplicar el método psicoanalítico.” Volviendo a la figura 3, en la línea inferior se encuentran ubicados los casilleros 1-6 que corresponden a las funciones decodificadoras y encodificadoras del ego, que ya han sido seña­ ladas en la figura 1 de este mismo capítulo. La hilera horizontal que va de (O j) a (G ), corresponde a la hipótesis de las diferentes primacías que asumen las zonas eró­ genas hasta la maduración genital biológica. Además, los fac­ tores y funciones del mensaje verbal (R. Jakobson) tienen una cierta previdencia relativa en cada caso: los erotismos orales se relacionan con dos estilos de mensaje verbal centrados en la fuente que luego voy a destacar (ver capítulo V I); el erotismo anal retentivo corresponde al mensaje centrado en el factor referencial, el anal primario expulsivo se relaciona con el mensaje verbal centrado en el destino. Los mensajes verbales correspondientej al factor canal tienen un nexo con el erotismo fálico y por último, el componente genital corresponde al mensaje centrado sobre el mensaje. La desorganización de las zonas erógenas afectaría al factor metalingüístico y a la utilización de los códigos. Así, pues, en la hilera superior horizontal, están representadas seis posibilidades motivacionales básicas que en la literatura analítica aparecen denominadas como "pecho malo” que pue­ den adquirir diferencias cualitativas, en cuyo caso la motiva­ ción será de distinta naturaleza. En la hilera vertical izquierda aparece representado el enfo­ que genético evolutivo, según el cual se van sucediendo una serie de pautas que se imbrican entre sí. Yo postulo que la or­ ganización de las zonas erógenas ocurre en forma seriada y escalonada. En el casillero superior aparece representado en 0¡

el pecho que priva como 'la motivación mas destructiva, ya que el pecho ausente sería como la suma de ser devorado, dre­ nado, ahogado, envenenado y despedazado. Cada una de las cualidades de “pecho malo” aparecen con denominaciones, muchas de las cuales surgieron de los propios pacientes cada vez que recorrían, en forma escalonada, la ela­ boración de la ansiedad ante los cambios. Esta ansiedad con­ siste en una sedación de angustias paranoides (vivencia de ser objeto de un ataque “envidioso” ) que, si son elaboradas exi­ tosamente, aparecen representadas como una sucesión de mo­ dificaciones cualitativas que empezarían con la envidia y ter­ minarían con el extrañamiento, para luego pasar a las ansieda­ des depresivas en sentido inverso, de la despersonalización a !a nostalgia, a través de la cosmovisión pesimista (“nada bueno me espera para el futuro” ), la desesperanza ( “ya nada bueno puede salir ni de mí ni de nadie”), la humillación (“tengo que inclinarme ante el mandato de la realidad”, que el paciente experimenta como una verdad); la resignación ( “dar a cada uno lo que es de uno”), para culminar, en la cúspide del duelo, co­ mo nostalgia, al dar lo perdido por perdido y sentir el dolor por la ratificación y el reconocimiento del objeto perdido expe­ rimentado una y otra vez como algo definitivamente ausente. Todo esto es una reformulación connotativa de lo que M. Klein denota como ansiedades paranoides y depresivas. Si se une la nostalgia a la relación del sujeto con su propia temporalidad, se configura la capacidad de observar sin parti­ cipar, como resultado de poder sufrir y penar y salir enriquecido con un cúmulo de experiencias dolorosas y/o placenteras ha­ bidas y/o perdidas. Haber logrado con plenitud la capacidad correspondiente a esto nivel significa haber obtenido previamente el manejo de las demás funciones yoicas, de 6 a 1, y cada paso que no se elaboró sería una motivación que trae aparejado un déficit en una o más de dichas funciones y el hiperfuncionamiento defen­ sivo de las restantes. . De esta manera surgen los “estilos” como los datos iniciales de la defensa siempre y cuando el repertorio de "estilos” sea. restringido. Estas defensas suplen lo que no se ha consolidado. En el curso del ciclo vital, dichas capacidades yoicas son reque­ ridas en distintos grados; 6 y 5 en el adulto joven, y 1 en el anciano.

Si observamos los cambios que aparecieron en el paciente que denominé Juan, vemos que éste expresa un amplio espectro de estas motivaciones que van desde el odio asesino envidioso hasta una formulación en donde pone en palabras fantasías in­ herentes a afectos oral-canibalistas (resignación) cuando logra tomar distancia dentro de sí y decir que se ha dado cuenta de que por buscar una amiga y una esposa no tenía ni lo uno ni lo otro o bien, como lo veremos en el último capítulo: “Pierdo la paciencia, me adelanto y quiero ser el sabelotodo”. También expondré en dicho capítulo final la humillación exteriorizada como “un no querer pedir la escupidera”, aunque el decirlo significaba aceptar el momento por el que estaba atravesando, en el cual necesitaba ser asistido porque no tenía aún suficiente control de las ansiedades persecutorias de sentir que su rostro exhibía ante la mirada del otro emociones que él no podía ocultar (vergüenza). Quisiera advertir que estos nombres de las emociones sólo son vigentes en tanto aparecen emitidos por el paciente como desenlace de todo un trabajo analítico previo; a veces, en lugar de un nombre aparecen frases, como en los ejemplos que he mencionado. Estos nombres contienen una hipótesis acerca del estado de la propia persona que el paciente puede emitir como expresión manifiesta de las disposiciones innatas que mencio­ naré en el capítulo VI, cuando me refiera al proceso terapéutico como algo que permite desarrollar disposiciones a generar ma­ trices verbales. Estos nombres, mientras no se haya atravesado por las fases de cambio correspondiente, no se relacionan, cuando son pro­ nunciados por el analizando en la sesión¡ con sus significados lexicales. Asi, por ejemplo, suele ser muy común que un pacien­ te utilice la palabra “envidia” para referirse a Ja “admiración”. Los que yo he elegido para denominar las emociones han sido pronunciados por los mismos pacientes en condiciones óptimas dentro de su tratamiento psicoanalítico. Ahora bien, para terminar de comprender la figura 3, quisie­ ra señalar que, para mí, la fase genital (g ) sólo surge des­ pués de la latencia. A partir de entonces, comienza a inver­ tirse el orden de las funciones y los estilos requeridos a medida (jue el sujeto va atravesando satisfactoriamente las sucesivas cri­ sis vitales. De esta manera comienza una dirección inversa que

Térmicos Mecánicos Químicos

Intrauterino (40 semanas)

P ren atal

Respuestas a “mensajes”

Neonato (Nacimiento hasta los 3 meses)

F

Táctiles Auditivos Visuales , Olfato, gusto Lenguaje de acción (sistema nervioso autónomo)

a se

oral

F . o r a l secu n d . Niñez (3 meses hasta 2 (canibálista) años)

F. ANAL PRIM A R. (expulsiva) F. ANAL SECUND. (retentiva) I f Infancia (2 a 5)4 años)

F ase

V Infancia (6 a 12 años)

L

fÁ lic a

Com plejo d e E dipo a t e n c ia

Respuestas a * mensajes"

M a n e jo

Cabeza, ojos > manos Tronco y dedos Rodillas, pies de acción (S. N.

de

Lenguaje Central)

Lenguaje verbal Comunicación con una perso­ na a la vez Comunicación en grupo, con preferencia por pares con similitud d e ed ad y sexo

Adolescencia

Relaciones impersonales con diferentes grupos, co­ municación con el sexo opuesto

Adulto joven (19 a 25 años apro­ ximadamente )

Aprendizaje y m anejo d e reglas y roles com plejos y heterogéneos, dependencia con personas mayores y más diversas

Adulto m ediano (25 a 45 años apro­ ximadamente )

Cúspide d e la com unicación con menores y mayores, cam bio d el “tol" d e receptor y pasaje a “status’' de mayor responsabilidad (mayor transmisión)

Adulto mayor (45 a 65 años)

Increm ento d e la transmisión d e información D eciiián-poder

Edad d e retiro (65 a 80 años)

Preparación para el retiro d el poder Tratamiento sim bólico y global d e los aconteci­ mientos

Vejez (80 años en adelan­ te)

Vida considerada retrospectivamente Recuerdos tempranos

va desde la sincronización entre la idea, la acción y el afecto, hasta la capacidad de observar sin participar. En el curso del ciclo vital y en sus relaciones con el exterior, por efectos de procesos de maduración y de aprendizajes, el individuo al evolucionar, cambia de circuitos comunicativos y también de ubicación en dichos circuitos. Esto se observa en la figura 4. Cada época en un individuo presenta una crisis vital deter­ minada, tema que ha sido encarado por Erikson (9 ) aunque sin relacionarlo con las ansiedades tempranas. De esta manera, hay disposiciones hacia determinados conflictos dependientes de las circunstancias externas que pueden presentarse a lo largo del ciclo vital. Estas circunstancias externas, según el momento del ciclo vi­ tal, intervienen como estímulos motivadores de disposiciones a que se manifiesten con más intensidad tanto perturbaciones co­ mo talentos o habilidades transmitidos por vía genética y tam­ bién motivados por conflictos infantiles sin resolver. Pero aún falta, para terminar de esclarecer mis ideas acerca del simbolismo, desarrollar algunas hipótesis sobre su conexión con la estructura del aparato psíquico. d. La simbolización tj ki estrtictura del aparato psíquico En la figura 1, las partes b) y e ) aludían al lugar que le adjudico a las funciones que he descripto dentro del aparato psíquico, entre el polo perceptual y el motriz. Ya he desarrollado algunas hipótesis referidas a la relación entre estas funciones, los símbolos y la comunicación. Me faltaría explicar qué entiendo yo por aparato psíquico en relación con la simbolización y la comunicación. En otra oportunidad (30) utilicé el siguiente gráfico (figura 5 ), en el cual están expuestas mis ideas al respecto, que en la actualidad considero conveniente explicitar. Si se toma en consideración lo dicho en el capítulo III acerca de las reglas de correspondencia entre distintos niveles de hi­ pótesis, podrá observarse que la parte derecha del gráfico co­ rresponde a un nivel intermedio de hipótesis que incluyen algún dato empírico y enunciados teóricos que tienen su correspon­ dencia en los términos teóricos puros, ubicados en la parte iz­ quierda del gráfico.

He incluido en la ampliación de la representación del “aparato psíquico” la convergencia e integración de las polaridades “na­ turaleza” y “cultura”. Una de las características de esta conver­ gencia es que en la mente humana ( que ha superado por mucho el sistema del acto reflejo) se encuentra estructurado un cúmulo de experiencias (resultados de la memo.ia: datos y remembran­ zas) que a su vez se reorganizan bajo la forma de “paquetes de información”. Estos son estructuraciones productos de experien­ cias vividas y a su vez elaboradas inconscientemente y constitu­ yen el “símbolo” inconsciente en sentido estrictamente psico­ analítico. El aparato psíquico reconsiderado de esta manera corresponde a dos de las tres redes (sistemas intrapersonales) que se es­ tablecen en la relación bicorporal que constituye la terapia analítica. Lo que está por arriba del cuadro es la representación del mundo en el cual está incluida la persona con su cuerpo; lo que está por debajo corresponde al cuerpo de la persona a lo largo de su ciclo vital en relación a la parte derecha del gráfico; en cambio, a la izquierda está representada, debajo del cuadro, la temporalidad como abstracción en donde aparece incluida la primera serie complementaria, que abarca la transmisión de in­ formación genética más la relación madre-feto. La adición de ambas forma la constelación causal constitucional en el sentido de Freud. Los ítems incluidos en el rectángulo inferior izquier­ do corresponden a universos agrupados según el nombre de las disciplinas que los estudian y que están fuertemente influidos por los factores genéticos. Dichos ítems se modifican por la transmi­ sión de mensajes a nivel químico y hormonal por el medio inter­ no materno. Siguiendo con la parte izquierda del gráfico tenemos la se­ gunda serie complementaria, que consiste en la adición de la primera serie más las crisis infantiles con dos diversos desenlaces posibles, uno de ellos patógeno y promotor de neurosis y/o psi­ cosis y otro de crecimiento y promotor de nuevos crecimientos. En esta segunda serie complementaria está incluida en forma teórica la constelación causal de enfermedad y/o salud por efec­ to de las contingencias de la interacción entre cultura y persona. En la parte superior izquierda está situada la hipótesis causal de la tercera serie complementaria que corresponde a las con­ tingencias que se dan entre la interacción de la segunda serie

SISTEMAS DE COMUNICACION /N

MUNDÓK^

3? SERIE COMPLEMEifTA R IA DISPOSICION A LA NEUROSiS 4G O NFLIcfo ACTUAL DESENCADENANTE

CAPACIDAD DE FORMAR RELACIONES DE OBJETO (CON INDIVIDUOS Y GRUPOS) CONSTANCIA EN LAS RELACIONES DE OBJETO PERCEPCION DE LO TRANSMITIDO (¡ntrapersonal)

REPRESENTACION DE FRASES VERBALES (mundo externo presente)

SISTEMA ACUSTICO FUERZAS SOCIOLOGICAS

REPRESENTACION PLAS1 ICA (mun^o externo presente)

MOTIVACIONES REACCIONES

- FIJACION

PROCESOS FISICOS

^CONSERVACION

CONDUCTA DEL ORGANISMO COMO MEDIO DE ADAPTACION Y

RECONOCIMIENTO LOCALIZACION

/fv

2? SERIE COM PLEMENTARIA CONSTITUCION+CRJSIS INFANTILES

REPRESENTACION S IM BO LIC A (C U E R P O i - MENTE • M UNDO - TIEMPO \ Y ESPACIO EN LAS TRES i AREAS) \

DISPOSICION A ^A NEUROSIS

REPRESENTACION DE O RG ANO S (CUERPO)

% ’

ffiANSMIStON DE INFORMAC ON POR LA CULTURA tftANSMISlO'N DE í FORMAC

ON POR L A H E R E N C IA

T R A N S M IS IO N ( ¡n tra p e rs o n a l)

1? SERIE COMPLEh i ENTARIA 'IV E N C IA MADRE FETÓ + HERENCIA = CONSTITUCION I

DE LO P E R C IB ID O

'jy_______A

ORGANOS SISTEMAS FUNCIONES M OLECULAS Y ATO M O S SUBATOM ICAS ELECTRONES NUCLEOS

BIOLOGIA FISIOLO G IA

1. . 2. 3. 4. 5.

BIOQ UIM IC A BIOFISICA FISICA

TIEMPO: CtCLO VITAL F ig u ra 5

VISUAL AUDITIVA TACTIL OLFATIVA G USTATIVA

6. 7. 8. 9. 10.

KíNESTESICA CENESTESICA TERMICA DOLOROSA EQUILIBRIO

complementaria y las circunstancias que favorecen el crecimien­ to o la enfermedad a partir del “naufragio” del complejo de Edipo. Los sistemas de comunicación aparecen para indicar que la persona abarca una red de sistema intrapersoual de co­ municación (flechas verticales de la izquierda), y un siste­ ma interpersonal (flechas horizontales de la derecha). Las flechas de la izquierda son una representación de algo que co rrespondería a las relaciones intraestructurales e intersistémicas (niveles de consciencia). Lo que está a la izquierda y a la derecha del óvalo central es una representación gráfica de las relaciones mencionadas más los sistemas de codificación, ha­ ciendo la expresa salvedad de que las hipótesis teóricas están en la totalidad izquierda del gráfico, mientras que a la derecha se encuentran expuestas hipótesis de nivel intermedio y auxilia res (por ejemplo, las de las fases de la memoria), que tienen en sus enunciados un dato inicial observacional. Haciá el centro superior del cuadro están representados el tiempo y el espacio euclidiano en forma abstracta en donde se ubican los diversos sistemas interpersonales en los que la per­ sona tendrá que interactuar en el curso de su ciclo vital. Esto tiene su correspondencia en la parte superior derecha, en donde aparecen hipótesis intermedias acerca de lo que se mantiene constante y cambiante en las relaciones interpersonales durante toda la vida. Esto último es lo que está desarrollado en el grá­ fico 4, que estipula al individuo con sus funciones a lo largo del ciclo vital. Siguiendo del lado derecho, podemos decir que a partir de las primitivas percepciones que se configuran por diferentes ca­ nales perceptuales que interactúan entre sí; empiezan a fijarse las huellas mnémicas a las que Freud se refirió al hablar del punto de vista topográfico y económico Con lo que ahora sa­ bemos sobre memoria, yo pienso que las hue'las mnémicas en sentido freudiano pueden ser consideradas como el producto final compuesto por representaciones de sucesos, llamadas “datos de la memoria”, más la atmósfera psíquica que rodeaba a dichos sucesos y que recibe el nombre de “remembranza’'. Estos resul­ tados de la memoria son el producto de sucesivas fases de la me­ moria que, a partir de la percepción, se reconocen con el nombre de fase de fijación, conservación, reconocimiento y localización. Estas fases son las que permiten que algo sea recordado una vez

que ha sido olvidado, en cuyo caso se van recorriendo los jalo­ nes en forma inversa. Esto tiene importancia para un aspecto del tratamiento analítico que consiste en pasar de la repetición a los datos y remembranzas, de manera tal que la persona está tanto más y mejor analizada en la medida en que tenga más sentido del tiempo vivido en el curso del ciclo vital. Por estar comprometido el cuerpo como tal en la evolución y organización del proceso de formación de símbolos, es que el Ello tiene que figurar como una estructura que mediatiza el ni­ vel inconsciente con las sensaciones corporales. Es una repre­ sentación mental de sucesos corporales en donde está la repre­ sentación de la transmisión de información genética, más todas las disposiciones en germen que en determinadas condiciones pueden activarse y entonces pasar a ser partes del Yo. El Ello es algo más que un reservorio. En este esquema apa­ rece como una estructura hipotética disposicional que, de acuer­ do a las contingencias del ciclo vital, pondrá o no de manifiesto determinadas; disposiciones que estaban de alguna manera la­ tentes. En el aparato psíquico de la persona adulta con un óptimo nivel de funcionamiento, las representaciones de órgano están fuera del nivel de consciencia, formando parte del Ello y con­ tribuyendo a la configuración del símbolo, que yo ubicaría, en este modelo, entre el Yo y el Ello. A'medida que la represen­ tación de órganos se va reestructurando e integrando con las representaciones de los hábitos corporales (representación plás­ tica) y la representación de los contextos dígito-verbales, podemos decir que se organiza un universo de símbolos que en el curso del desarrollo pasan a ser determinantes de nuevas experiencias que a su vez son reestructuradas. Con este proceso el Ello se va transformando en Yo. En un mismo nivel horizontal se hallan la segunda serie com­ plementaria y el sistema de organización simbólica. Tocamos aquí un punto básico, ya que de la existencia y organización de ambos depende que el desarrollo futuro de la persona se realice a partir de cimientos sólidos que le permitan sobrevivir a la desintegración psicótica frente a situaciones caóticas. Por ejemplo, un bebé puede consolidarse o no a pesar de tener res­ puestas maternas que son arbitrariamente posesivas e indife­ rentes según los estados cambiantes de la madre, con lo cual se relativiza también el concepto de madre esquizofrenizante.

De allí que el sistema de representación de símbolos consti­ tuye una constelación ubicada en la parte más inconsciente del Yo, en la cual están estructurados acontecimientos del cuerpo, de la mente y de sucesos con el mundo externo en distintos tiempos y espacios. Yo considero que ésta es la mejor forma de conceptualizar el símbolo desde el punto de vista de lo que resulta de los datos del diálogo psicoanalítico. La censura, término teórico freudiano utilizado a partir de 1900, se encuentra ubicada en la misma forma como lo efectuó Freud (16) al diagramar su esquema del “aparato psíquico”, en en donde trató de integrar el punto de vista estructural y el punto de vista topográfico. El punto de vista económico se mantuvo vigente. La “censura” la ubicó en niveles del precono­ ciente muy vecinos a lo inconsciente y forma parte del ‘'Yo” es­ tructural como algo que se encuentra muy lejano de la percep­ ción consciente. El “Yo” concebido estructuralmente es la sede de los meca­ nismos de defensa, de los cuales la censura podría considerarse una forma general de abarcarlos, aunque Freud estableció en su esquema del aparato psíquico una barrera entre lo incons­ ciente reprimido (porque alguna vez fue consciente) y lo in­ consciente no reprimido (porque nunca llegó a ser consciente). De cualquier manera, el “Yo” estructural erige mecanismos de defensa para amortiguar conflictos provenientes de la realidad exterior, del Superyó y del Ello. Por lo tanto tenemos mecanismos de defensa frente al mundo externo, frente al Superyó y frente al Ello. Esto, por supuesto, no se da en un nivel empírico de una manera tan esquemática. Siempre existe el predominio de un tipo de mecanismo de defensa, porque la ansiedad que moviliza a dichos mecanismos puede provenir predominantemente de una de las tres áreas que Freud denominó como las “servidumbres def Yo” (14a). Estas diferencias cualitativas según sea el pre­ dominio de uno u otro tipo de mecanismo de defensa pueden observarse en los rasgos patológicos de carácter: así, por ejem­ plo, la generosidad patológica es una defensa frente a la angustia despertada predominantemente desde e] Superyó. Un segundo tipo de defensa se observa en las formaciones reactivas frente a los impulsos sádicos que se considera procedentes del Ello. Estas defensas son las que dan rasgos de hipocresía a la relación con los demás. Por último, los “escotomas” y las actitudes evi-

tativas, están en relación con sucesos ubicados en el mundo ex­ terno, que despiertan angustias y movilizan defensas. Los mecanismos de defensa son quizá los niveles de hipótesis que en psicoanálisis se pueden enunciar utilizando juntos ele­ mentos del lenguaje teórico y datos iniciales de la base empírica; ellos permiten poner también en evidencia el concepto operacionalista de la relación transferencial tal _cual lo he enunciado en el capítulo III. La cada vez mayor “densidad” de las barras de las areas perceptuales sirven para graficar el grado creciente de complejidad e integración de las mismas, en tanto el Yo se aleja del cuerpo y se acerca al mundo. El Superyó aparece como algo que es inconsciente más una arte que es preconsciente, que obra a martera de una “barreora” de determinados estados para pasar a vivir otros. En los estados patológicos, se hacen más evidentes sus indicios en el comportamiento. Por ejemplo, en el caso del paciente con ge­ nerosidad patológica, que tiene que rendir un tributo al tera­ peuta suministrándole mucha información sin pretender nada a cambio. Si el paciente a su vez se defiende de tal estado de sumisión, decimos que establece mecanismos de defensa frente a su Superyó, del cual en el estado habitual no se tiene cono­ cimiento más que a través de las oscilaciones del humor, que pueden adscribirse a estados de bienestar o malestar en los que la conciencia moral, la conciencia de los valores y la autoobservación sólo pueden ser detectadas por indicios. Habiendo señalado una función autoobservadora y siendo la propia persona sujeto y objeto de la observación es que aparecen, entre Yo y Superyó, ubicadas funciones de percepción y trans­ misión. En los estados de despersonalización esto se hace muy evidente. El término teórico Superyó incluye también al Ideal del Yo. Según mi esquema de trabajo, ambos comienzan su evolución como dos objetos separados (perseguidor e idealizado) y fina­ lizan la misma con una fusión. Ambos objetos pasan a constituir una estructura organizada de percepción y comportamiento que tiene el sujeto en la relación consigo mismo y con los demás. En el Superyó-Ideal del Yo están ubicadas las partes de la propia persona que tienen una escala de valores ética y estética, y una función de autoobservación y regulación del comporta­ miento en relación con los demás.

S

Más adelante, en el capítulo octavo, en la parte en la que me refiero a los aspectos semánticos de la comunicación humana y a sus distorsiones, me voy a extender más sobre este aspecto del Superyó -Ideal-del Yo. En el mismo están comprometidas la escala de valores y 1^ percepción de los afectos que dan al propio sujeto una imagen cambiante de sí mismo y del mundo que lo rodea, El Superyó-Ideal del Yo abarca desde la representación de órganos hasta las representaciones de frases verbales. Por lo tanto, todo el Superyó tiene que cubrir un territorio que se ex­ tiende desde los confines de la representación inconsciente de órgano hasta las representaciones de frases verbales con sentido, que son las más cercanas a la consciencia. Cuando las tres es­ tructuras rio están sobrecargadas de conflicto, estas partes del Superyó están fuera del nivel de consciencia, aunque no por eso dejan de motivar las opciones y los sistemas de valores en una persona en un momento dado; en cambio, cuando se hacen pató­ genas tenemos, por ejemplo, que la representación del hígado engloba al padre y al pene del padre (representación simbólica) como conciencia que amenaza con castrar (matar) a la persona y polariza determinados hábitos corporales (representación plás­ tica-codificación analógica), por ejemplo un ritual defecatorio de significado punitivo, y también atrae la representación de frases verbales (codificación digital) como mañerismos en el len­ guaje. En relación con este último punto, puedo citar un tra­ bajo de Kasl y Mahl (22) que detectaron que la estructura de la frase “[(no puedo) (hacerlo/pensarlo/decírselo/decidirlo)]” era un indicio de impotencia genital. En estos casos la representación de órgano asume las funcio­ nes del Superyó, transforma la organización de los códigos y al­ tera la formación del sistema de símbolos. En las histerias de conversión, en cambio, la representación frase “[he perdido mi virilidad]” es representada plásticamente (codificación analógica) como inhibiciones en hábitos y Com­ portamientos en determinados contextos, por lo cual dichos con­ textos hacen claudicar la representación de la potencia genital. Esto se puede simbolizar por un comportamiento en el cual el rendimiento disminuye puesto que esta área de actividad es vivenciada como un estar e;:puesto a ser dañado físicamente en forma definitiva. Así, por ejemplo, tuve ocasión de observar hace años el caso de un buen jugador de fútbol en el cual se hizo manifiesto que penetrar en el área penal era exponerse nueva­

mente a ser dañado físicamente por haber sido eficiente durante muchas oportunidades. Por eso fue enfrentado por los jugado­ res del bando contrario con “jugadas ilícitas”. Entonces los ju­ gadores adversarios en el área penal eran para él agentes pu­ nitivos. Evitaba el área penal, o bien si penetraba era ineficiente, y se consideraba con poca fuerza para hacer un gol, por lo que se declaraba impotente (castrado). En este caso podemos ver un ejemplo de la correlación entre datos y remembranzas reprimidos pero que desde lo inconscien­ te pasaban a ser elementos motivadores de evitaciones o ineficiencias en sus hábitos (codificación analógica) correspon­ dientes a un desempeño óntimo aue había 'llegado a adquirir deportivamente como goleador, según eludiese o entrase en de­ terminada parte codiciada y peligrosa de la cancha (el área penal). En este caso, un sistema de reglas que tiene el mismo valor que las reglas de la lengua, pasa a ser atraído por debajo del nivel de censura (en psicoanálisis decimos que las represen­ taciones de frases y conceptos son atraídas por el proceso pri­ mario), de tal manera que el deporte pasa de un sistema de normas y reglas para disputarse el triunfo a adquirir el carácter de un símbolo de la lucha contra el padre. Se convierte en un símbolo en donde hacer un gol desde el área penal es a la vez un parricidio a quemarropa y un incesto. Como las estructuras simbólicas invadieron el nivel de consciencia, el deporte como tal cambió de significación. Estas modificaciones motivaron di­ cha conversión en el desempeño deportivo con el beneficio se­ cundario de transformarse en un miembro del equipo inofensivo para el adversario (ya no lo lesionaban los defensores enemigos), a la vez que era repudiado por sus propios compañeros puesto que les desorganizaba el juego. Siguiendo con las reglas de correspondencia los resultados de la memoria, consignados en el costado derecho del gráfico, se relacionan con las hipótesis teóricas de transmisión y recepción de mensajes interestructurales entre Superyó-Ideal del Yo como estructura que compone un sistema y el Ego inconsciente, pues­ to que está por debajo de la censura. El indicio de las hipótesis impuras y de las teóricas correspondientes a este nivel está categorizado como “sentimiento de culpabilidad inconsciente”, “ne­ cesidad de castigo” y como término más cercano a la base em­ pírica con el nombre de “masoquismo moral”, “masoquismo eró-

geno”, "masoquismo femenino" "fracaso en el éxito” “diátesis traumática", etcétera, Las angustias y las emociones las ubico en una zona interme­ dia entre las tres estructuras psíquicas, que están comprometidas en dichas angustias y emociones. Las angustias y emociones inconscientes tienen peso como motivadoras de los comportamientos señalados y se hacen ins­ trumentales en la elección del estilo de vida en la medida en que lós resultados de la memoria, transformados por el terapeuta por medio de encodificaciones digitales, motivan en el paciente respuestas que consisten en frases que resultan ser estructuras semánticas de complejidad y adecuación creciente, ya que cons­ tituyen enunciados que incluyen hipótesis sobre su propia per­ sona que el analizando emite de tanto en tanto, cada vez que asistimos a transformaciones intra y heteró estructurales cuan­ do se resuelve con un buen desenlace un ciclo conflictivo transferencia!. Los resultados de la memoria, que son más cercanos a la base empírica, siguiendo nuestra hipótesis operacional del psicoaná­ lisis como la ciencia del proceso terapéutico psicoanalítico, tienen su correspondencia en un cambio que consiste en transforma­ ciones que se operan en el código lengua en un nivel inconsciente y también en nuevos establecimientos de sistemas de valores. El dato más cercano a la base empírica de esta transformación intersistémica está dado por las transformaciones en las estruc­ turas sintácticas, la morfología (género, número, variaciones en tiempo de verbo, flexiones, etcétera) que a su vez posibilitan mayores y mejores estructuras semánticas verbales con un in­ cremento de proposiciones subordinadas dentro de un conjunto de proposiciones coordinadas. Freud, al tratar estos puntos, los ha enunciado como propo­ sición de alto nivel por una parte y por otra refiriéndose a los cambios de comportamiento de analizandos. Lo que yo acabo de formular es una hipótesis psicoanalítica de nivel intermedio que establece nexos entre procesos que ocurren en los tratamien­ tos y lós enunciados teóricos de Freud. Estos nexos consisten en asentar las bases empíricas de enunciados teóricos de Freud tales como el que postula que, como resultado del tratamiento psicoanalítico, donde estaba el Ello tiene que estar el Yo, y lo que funcionaba rigiéndose por las leyes de lo inconsciente tiene

que reestructurarse integrándose a los modos de funcionamiento del preconsciente. La parte comprendida entre codificación digital y percepción consciencia (PC c) permanece libre con la finalidad de dejar establecido que hay un amplio “espacio” preconsciente disponible rara que funcionen en forma instrumental los llamados “meca­ nismos de defensa”. Gracias a la “represión”, por ejemplo, po­ demos evocar algo y descartar otras cosas, ya que de no ocurrir así tendríamos un trastorno de la memoria tal como sucede en las hipermnesias. Otro tanto podemos decir de la negación funcional para poder participar de un espectáculo sin sentir que es una situaciióm en la cual no hay una gratificación concreta. La idea de la participación funcional de los mecanismos de defensa en e] des­ empeño de un individuo está esbozada por Freud en “El males­ tar en la cultura” (15) y desarrollada como analogía explícita ruando en el “Block maravilloso” (14b) compara la consciencia a la parte de celuloide transparente de anotadores que llevaban ese nombre. La parte correspondiente a la impresión con Jtinta Correspondería a todo el “espacio” en blanco en donde constan­ temente aparecen y desaparecen percepciones. Los mecanismos de defensa funcionales podemos representarlos por la siguiente analogía: para que se vayan presentando las imá­ genes sucesivas en la pantalla de un aparato de televisión, exis­ ten unas ondas que a manera de escobillón borran la precedente. Así, las imágenes son discontinuas, y si el lector desea consta­ tado, puede ubicarse frente a un televisor encendido, abrir y cerrar los ojos varias veces, y podrá ver que Jas imágenes “saltan”, tal como en las primeras épocas del cine. En cambio, si abre y cierra los ojos ante la pantalla cinematográfica, no verá dicho salto porque no hay necesidad de ondas que funcionen como escobillones barredores porque la sucesión de imágenes en las películas de la actualidad está muy comprimida y da una ilusión de continuidad total. Esto tiene un nexo con el óvalo lateral derecho del dibujo, en si cual aparece una parte graficada en líneas cortadas para indicar que se encuentra en otra dimensión, con lo cual vol­ vemos a retomar el eje oercepción-motricidad, pero ahora de una irnnera más organizada. Todos nosotros tomamos en cuenta los efectos que nuestras acciones (mensajes) producen sobre los demás (percepción de lo trasmitido y sus efectos en la regula­

ción de las relaciones interpersonales); además, lo que hacemos con otros más las respuestas percibidas por parte de éstos des­ piertan emociones y sentimientos que son captados y regulados para proteger nuestro funcionamiento mental así como con lo ante­ rior protegemos el funcionamiento mental de los demás. En el comportamiento criminoso el otro pasa a ser la víctima de una acción destructiva y, tal como lo formuló P. Heimann (19), sin empatia. Existe en este caso un deterioro de la percepción de lo transmitido. En cambio, en el extremo opuesto está e] caso de las personas que se dañan a sí mismas en la relación con los demás y en lugar de cuidar la evaluación que constituye la preservación de la red intrapersonal sufren en sus funciones corporales. En este caso, el fracaso de la regulación del sistema intrapersonal afecta a uua o más funciones corporales, ubicadas en el extremo in­ ferior del diagrama. En este sentido nos encontramos, por ejem­ plo, con oscilaciones de tensión como “barómetro” de tensión en un grupo de empresarios. El sistema acústico merece una consideración especial. Es algo inherente a todo un patrimonio cultural del cual un individuo es un jalón más dentro de un conjunto de generaciones que se van sucediendo. Por esto considero que vale la pena incluir aquí unos párrafos de Freud respecto a la función y el desarrollo del lenguaje. Dice Freud ( 17a ) en su obra póstuma Moisés if la religión monoteísta: “el ser humano tiende a valorizar sus actos intelec­ tuales y por efecto de una sobrevaloración considera que puede modificar la realidad externa”. Luego agrega: "En el fondo, toda magia —nrecursora de nuestra técnicarepoda en esta precondición. También cabe incluir anuí toda magia de las palabras así como la convicción del poderío implí­ cito en el conocimiento o en la pronunciación de un nombre. Aceritamos que la omnipotencia del pensamiento expresó el or­ gullo de la humanidad por el desarrollo del lenguaje, facultad que tuvo por. consecuencia tan extraordinario estímulo de las ac­ tividades intelectuales. Abriósele al hombre el nuevo reino de la espiritualidad en el cual lograron preeminencia las ideas, los recuerdos y los procesos del raciocinio en oposición a las acti­ vidades psíciuicas inferiores, cuyos contenidos son las percep­ ciones inmediatas de los órganos sensoriales. Esta fue, sin duda,

una de las etapas más importantes en el camino hacia la huma­ nización del hombre”. También en la misma época aparece una referencia a la fun­ ción del lenguaje y la verificación de la realidad. El siguiente fragmento cía mucha preeminencia al sistema acústico ubicado del lado de la función y de las estructuras Superyó-Ideal del Yo. Siguiendo las ideas de muchos lingüistas modernos, considero que la percepción por el propio sujeto y desde los demás de los in­ tervalos distinguibles de una lengua determinada, imprime a la personalidad del hablante determinadas cualidades, a la vez que lo dota de ciertas características. Dice Freud ( 17b) en su Esquema del psicoanálisis, de 1938, lo siguiente: “La situación más simple que se pudiera imaginar sería la de que todos los procesos conscientes se hallarían en la periferia del Yo y todo lo demás estaría en el Yo inconsciente. Éste puede ser el estado predominante en los animales. Pero en el hombre hay una complicación adicional por medio de la cual los procesos internos del Yo pueden llegar a tener la cualidad de conscientes. De esto se encarga la función del lenguaje que acopla los conte­ nidos del Yo con los residuos mnémicos de las percepciones vi­ suales y aún de las auditivas. Debido a ello la periferia percep­ tiva del estrato cortical puede también ser excitada mucho más desde el interior, de tal modo que acontecimientos internos como los imaginativos y los ideativos pueden hacerse conscientes siendo necesario un mecanismo especial para distinguir entre las dos po­ sibilidades. Este mecanismo se conoce como verificación de la realidad. La ecuación percepción=realidad (mundo externo) no es válida ya. Los errores que pueden aparecer fácilmente, y así ocurre corrientemente en los ensueños, se denominan alu­ cinaciones. ”E1 interior del Yo que contiene sobre todo los procesos del pensamiento, tiene la cualidad de ser preconsciente. Esto es ca­ racterístico y privativo del Yo. Sería una equivocación, sin em­ bargo, creer necesaria una conexión con los residuos mnémicos del lenguaje como condición esencial del estado preconsciente. ”A] contrario, ese estado es independiente de cualquier cone­ xión con ellos, aunque la presencia de la misma hace posible la suposición de la naturaleza preconsciente de un proceso. El

estado preconsciente, caracterizado en primer lugar por tener acceso a la consciencia y, además, por su conexión con los resi­ duos del lenguaje, es, no obstante, algo peculiar; su naturaleza 1 1 0 se deduce solamente de estas dos características”. Ahora bien, todo lo formulado en estas cuatro partes del apar­ tado sobre simbolización permiten vina mejor comprensión de los procesos semióticos en la comunicación humana, que estu­ diaré a continuación,

7. Los postulados de la comunicación humana articula­ dos con los procesos semióticos

Morris (34) consideró a la semiótica como la teoría de los sig­ nos y fue uno de los que la subdividió en tres áreas: pragmática, semántica y sintáctica. En este enfoque, la relación que mantienen analista y anali­ zando con las señales que reciben y los mensajes que transmiten a través de las señales que emiten, pertenece al campo de la pragmática; la relación entre el proceso analítico como signifi­ cante y los significados que le adscribe el analizando y la relación entre el material suministrado por el paciente, que constituye el significante, y los significados que el analista le adscribe, perte­ necen al campo de la semántica; y las opciones que cada uno de ellos hace al seleccionar y estructurar determinadas señales del código verbal para transmitir los ingredientes verbales de los mensajes, comprenden el campo de la sintaxis. Esto ocurre “si y sólo si” existe un campo común de experiencia entre ambos integrantes del diálogo. Freud, en sus escritos técnicos, se ocupó predominantemente de los aspectos pragmáticos del diálogo analítico. En la Inter­ pretación de los sueños se nos revela como un estudioso de los «significados latentes del contenido manifiesto, lo que corresponde a. la semántica, y por último, en sil Metapsicología, en las diversas partes de su obra que se refieren al preconsciente y al proceso secundario, cubre el área sintáctica. Me impresionó notablemente, en su obra “Más allá del principio del placer”, el enfoque con que Freud va describiendo la organización del “habla” del niño

que juega con el carretel y la aparición de las primeras frases, y su similitud con el enfoque de la gramática generativa de Chomsky, a la que recurriré cada vez que me sea factible para la evaluación de los cambios en el proceso terapéutico. (Ver en el ensayo de Freud “Más allá del principio del placer” (1 3 ), cómo el niño que juega con un carretel evoluciona hasta configu­ rar una “gramática” que se refiere a las significaciones de adentro-afuera, presencia-ausencia). Yo considero, y así trataré de demostrarlo en los próximos capítulos, que el enfoque semiótjco, tomando en cuenta la sin­ táctica, la semántica y la pragmática de la comunicación humana, eí fundamental para comprender el carácter de los mensajes y las señales que intercambian analista y paciente durante las sesio­ nes, y para poder reclasificar “tipos” dé pacientes a partir de su comportamiento comunicativo en las sesiones. Pienso que una de las bases de las reformulaciones que deseo presentar en este libro se asienta sobre estos tres enfoques de la semiótica: la sintáctica, la semántica y la pragmática en términos de un “hablante” y un “oyente” en la situación analítica. El dominio del diálogo analítico rebalsa los esquemas que pueden suministrar las “psicologías”. Ya en una oportunidad hice una reformulación que me fue de suma utilidad, incluyendo hallazgos de nuestra época provenientes de la cibernética y de un conjunto de conocimientos que fue agrupado bajo el nombre de “teoría de la comunicación”. Dicha "teoría” abarca cualquier interacción en donde organismos o máquinas intercambian infor­ mación. Fue así que se consideraron las distintas características de los circuitos comunicativos que, en el caso de la comunicación humana, pueden estudiarse desde un contexto muy amplio ( “co­ municación masa”: periodismo, televisión) hasta un contexto de comunicación en grupos reducidos. Yo lo he aplicado al grupo formado por dos participantes que constituyen una pareja donde uno de ellos es objeto de una psicoterapia con caracteres que permiten ubicarla, dentro del grupo de las psicoterapias, como psicoanalítica. De esta manera la interacción entre ambos par­ ticipantes pasó a tener una primacía en todo tipo de enunciado clínico, técnico o teórico. Los seis postulados que emití al publicar mi libro anterior, ba­ sados en una reformulación de lo que Ruesch y Bateson ( influidos por las ideas de Wiener, el padre de la cibernética) expusieron para la comunicación humana en general y para un tipo especial

de psicoterapia no psicoanalítica, a mí me resultaron de sum? utilidad. Los enuncié de la siguiente manera: I. Sistemas de comunicación y estructuras de comportamiento en la situación analítica. Mensajes verbales y extraverbales. Verbalización, acción y emoción. II. Funciones de comunicación. El concepto de “aparato psí­ quico” de Freud considerado desde el punto de vista de las funciones de comunicación. III. Lenguaje y códigos. Lenguaje discursivo (verbal), len­ guaje de acción y lenguaje somático. La interpretación psicoanalítica como proceso de codificación. IV. Contenido e información. Grado de incertidumbre capaz de disminuir por la información contenida en la indicación. V. Metacomunicación e instrucción. La interpretación transfe­ rencial en términos de “roles”. Situación y encuadre analítico co­ mo una unidad organizada de experiencias y conducta (Gestalt). VI. Corrección, realimentación y respuesta (feed-back). Trans­ ferencias positiva v negativa como reguladoras o desintegradoras del diálogo. Con la finalidad de integrar estas seis hipótesis con los proce­ sos semióticos y con las hipótesis psicoanalíticas recuerdo al lec­ tor lo ya dicho acerca de que el concepto de símbolo, tal cual lo utilizamos en psicoanálisis, tiene una acepción diferente a la que se le adscribe en lingüística. Ahora voy a resumir mis desarrollos previos acerca del inter­ cambio de señales y mensajes con su específica relación signifi­ cante-significado en el proceso psicoanalítico, más allá de qué entendemos por “símbolos”. En estas condiciones, sabiendo lo que es símbolo y señal para los lingüistas, y la denominación distinta que le damos nosotros, permanece en pie la naturaleza de la in­ teracción comunicativa del proceso analítico. En varias oportunidades sostuve que en la situación analítica intercambiamos mensajes en la medida en que somos emisores de señales que en nuestro caso particular pueden estar en un nivel cercano a lo consciente, o bien totalmente alejado de la consciencia; en la condición única del diálogo analítico, esto es especialmente vigente para el paciente que, estando acostado en el diván, sin ver al destinatario, al cual le va adjudicando roles, emite señales inconscientes en las que el terapeuta capta mensa­ jes inadvertidos por el analizando. El terapeuta recibe las señales

que, siguiendo la nomenclatura de C. W. Morris (2 0 ), puedo deno­ minar estímulos que transportan los mensajes. En general, estos es­ tímulos pueden transportar mensajes ya sea dentro del propio aparato psíquico, tal como ocurre en el proceso primario de la elaboración onírica, o bien entre paciente y terapeuta cuando aquél se encuentra emitiendo mensajes por medio de estímulos que emanan del habla articulada, de los elementos paraverbales que acompañan la emisión del “habla”, de los cambios posturales, de la actitud que mantiene mientras permanece en la sesión y en términos generales de todo un conjunto de estímulos que incluyen su vestimenta, su estado físico, etcétera. He escrito la palabra estímulos para respetar la nomenclatura que Morris emplea, pero que corresponde a lo que yo denomino “señales”, que transportan “mensajes” inadvertidos por el emi­ sor-paciente. A diferencia de Morris, tratándose de un diálogo entre dos seres humanos, prefiero omitir la palabra “signo” que él emplea, y utilizar el término señal para todo tipo de estímulo \erbal, para verbal, gestual y postural, y el término “mensaje”, que como dije es inconsciente en su significado para el paciente en el encuadre psicoanalítico. Es por medio de este intercambio entre señales y mensajes en un diálogo asimétrico que se da en el curso del tiempo (proceso), que comienza la formación de nuevas estructuras simbólicas durante el análisis, cuyos indicios de cambio y crecimiento en la persona del paciente se detectan por un incremento en la adecuación y el desempeño en el habla articulada tomando en cuenta las tres áreas semióticas. El analista en tanto receptor capta el manojo de señales su­ ministrado por el paciente, lo estructura y lo decodifica, pasando a adquirir las características de un significante que, unido a otro significante, adquiere para el analista el significado de la expresión concreta de conjunto de señales que recibe del paciente que las emite; la inversa también es cierta cuando el analista es el emisor de señales y el analizando las capta como significantes a los cuales él les adscribe a su vez un significado. Las señales indican la pertenencia a significantes a los cuales quien las recibe les adscribe un significado. Cuando el analista formula una interpretación, tiene que transformar los significa­ dos que él le ha adjudicado al material del paciente en un con­ junto de significantes (que transportan mensajes) con mayores posibilidades de combinar las estructuras sintácticas del idioma y por ende con un incremento en la capacidad para expresar

mensajes más y mejor organizados. A dicho proceso se lo deno­ mina encodíficación. Entonces la interpretación psicoanalítica es el producto de una transformación por medio de la cual las res­ puestas verbales de la interpretación transportan un nuevo uni­ verso de significados (por medio de significantes del área verbal). Es de esta manera como se puede incrementar el conocimiento del analizando por medio de estructuras-frase con nuevos univer­ sos semánticos, que a su vez preparan el campo para que el paciente puede configurar una proposición en donde está con­ tenida una hipótesis mucho más adecuada acerca de su pro­ pia persona con una mayor adecuación sintáctica, semántica y pragmática. Hecho este resumen, entraré de lleno en el campo de la se­ miótica, que se refiere a todos los procesos que incluyen el manejo de las señales y los mensajes. Abarca tres campos que se incluyen cada uno dentro de los que le siguen. Ellos son: a) Sintaxis, o la relación de las señales con otras señales; b ) Semántica, o la relación de las señales con los hechos u objetos que designan; c ) Pragmática, o la relación de las señales con quien las utiliza. Al establecer una correlación entre las hipótesis de la comuni­ cación y los procesos semióticos, me he encontrado con lo si­ guiente: que en la hipótesis I, que se refiere a los sistemas de comunicación y las estructuras de comportamientn, se incluyen el campo restringido de la sintáctica, el de la semántica y el campo más amplio de la pragmática. La hipótesis II incluye las funciones de atención y percepción y la utilización de las experiencias pretéritas e inconscientes, co­ rrespondientes al campo sintáctico y semántico, y la hipótesis III, según mi punto de vista, incluye el campo semántico al re­ ferirse a los significados que paciente y terapeuta adscriben a los significantes indicados por las señales intercambiadas. Yo consi­ dero que en el caso de la sesión psicoanalítica es conveniente atribuir a la lengua, y por extensión a la acción y a los estímulos somáticos, las características de señales que intercambian entre sí analizando y analista y que ellos consideran como indicadores de su pertenencia a determinados significantes. Hechas estas estipulaciones, voy a reformular más ampliamen­ te los seis postulados que es necesario tomar en cuenta en la

interacción comunicativa transferencial y que, reconsiderados en términos de la semiótica de la comunicación humana, tendrán mucho valor para distinguir, entre otras cosas, rasgos diferencia­ les éntre “estilos” de comportamiento transferencial. Esto también tendrá consecuencias en la formalización de “estilos” en el abor­ daje técnico del paciente y permitirá una apertura a una posible r.ueva metapsicología.

1. Sistemas de comunicación

Éstos constituyen estructuras de comportamiento interpersonal que abarcan a la manera como analizando y analista se expresan sintácticamente, según la forma en que combinen las cadenas de significantes del “habla” articulada humana. En segundo lugar, incluyen los aspectos fonológicos * del “habla” considerados como otros significantes con nuevos significados (semántica), y por último, qué nexo mantiene el “hablante” entre su propia persona y lo que él emite (pragmática). Así, los sistemas de comunica­ ción tienen en diversa proporción los tres ingredientes de los procesos semióticos, predominando el primero sobre el segundo y el tercero. De esta manera, considero que los pacientes que construyen frases con detrimento del ritmo, la intensidad, la modulación y la altura, estarían situados, desde el punto de vista semiótico, ramo emisores de estructuras sintácticas en las que se prescinde del criterio de significación, a menos que se trate de personas que están efectuando progresos en su análisis y Van generando nuevas maneras de construir gramáticas. En las personas en quienes la emoción invade la capacidad de ajustarse a las normas de las categorías gramaticales de su lengua nativa, los diversos elementos que componen la masa fónica del habla humana adquieren primacía sobre el lenguaje articulado. Un chasquido de lengua reflejando fastidio puede ser decodificado por el terapeuta como el indicio de que el paciente está expresando sufrimiento porque siente que se le hace objeto de * Siguiendo a Ullman (4 8 ), establezco una oposición entre fonética, que interesa a otras personas que se dedican a reeducación foniátrica o profeso­ res de idioma, y fonología, que se refiere a los significados de los elementos verbales y paraverbales a los que luego haré mención.

una privación arbitraria de una “dulce ilusión” (el chupete) que se le ha convertido en una “amarga” verdad. También el comportamiento del emisor, con respecto a lo que él ha emitido puede tener diferentes características, Por ejem­ plo, puede preocuparse excesivamente por las consecuencias de lo que ha emitido al terapeuta ( “¿lo habré dañado?”, “¿me llevará el apunte?”, “se lo dije; que se las arregle, él sabrá”). II. Funciones d e comunicación Incluye a los dos sistemas intrapersonales de comunicación. Para conceptualizar esto me ha sido útil la esquematización del aparato psíquico topográfico-estructural de Freud, al que he tra­ tado de agregar una nueva dimensión consistente en otro plano que atraviesa al anterior y que se encuentra representado por un sistema que tiene un polo motor y o to perceptual, tal como lo he descripto en el apartado anterior. Desde el punto de vista .semiótico incluye la categorización de Jakobson del predominio de determinados factores y funciones del habla ( que luego expon­ dré) y las diferentes primacías que pueden privilegiar determi­ nados datos de la percepción, tal como aparecen representados en los casilleros del 1 al 6 en la figura 1, de páginas atrás. Este plano abarca predominantemente la sintaxis y también el grado de categorización en que la persona ha estructurado su sistema de valores (estructuras semánticas); de acuerdo a ello posee un código ético y estético, ya que una persona tiene com­ prometidos sus modos de conferir significados a los datos que emite y recibe según su sistema de valores. Bateson ha estudia­ do este aspecto en particular fuera de los contextos en los cua­ les operamos. En cambio, los aspectos pragmáticos se encuentran minimizados a la regulación que el hablante tiene con su propia habla, puesto que a medida que una persona va hablando, se va escuchando a sí misma (realimentación positiva y/o negativa) y modificando consiguientemente. III. Código y lenguajes Este postulado, reconsiderado a la luz de la naturaleza de lus procesos semióticos, presenta como primacía el área semántica.

En este punto conviene destacar que el analizando posee tres manera netamente diferenciables de normas de expresarse o de entender a los demás. Ellas son: a) el lenguaje articulado; b) la musculatura volun­ taria (por medio de gestos y actitudes posturales) y c) la mus­ culatura lisa que se rige por el sistema nervioso autónomo. De esta manera, si nos imaginamos al paciente como emisor, decimos que él posee una gama infinita de posibilidades, y tam­ bién limitaciones cuando está conflictuado para transmitir mensa­ jes con significados por medio de significantes que se exteriori­ zan combinándose entre sí de la manera más diversa. Tratándo­ se de una exposición psicoanalítica, me parece útil considerar este punto y reiterar una vez mas que en el contexto psicoanalítico necesitamos diferenciar entre lo que voluntariamente el paciente nos quiere transmitir y lo que involuntariamente ade­ más nos transmite. También, y esto es muy importante, hay que distinguir entre los significados que él adjudica a nuestras pala­ bras, a nuestros silencios, a las características personales que nos diferencian de los demás. Estos rasgos individuales son los que permiten que todos aquéllos que saben quiénes somos, nos re­ conozcan y nos distingan de los demás y nos adjudiquen distin­ tos valores, según la persona y las circunstancias en que dich% persona está con nosotros. E l analizando se encuentra compren­ dido entre una de las tantas personas con quien nos reunimos y que nos individualiza. Para este último caso interesa tener muy en cuenta que el vínculo que el paciente mantiene con nosotros transcurre en un contexto muy diferenciado de cualquier otro tipo de relación humana; las reglas y normas y la forma en que nosotros nos ceñimos y también requerimos que el analizando cumpla para aplicar el método psicoanalítico, dan a esta pareja terapéutica xasgos marcadamente distintivos comparados con cualquier otro tipo de relación. Voy a tratar en forma conjunta los postulados siguientes; re­ cuerdo al lector que son: IV. Contenido e información; V. Meíflcomunicación e instrucción sobre el uso d e los comunicado, y

VI. Realimentación positiva y negativa, corrección y respuesta. Ruesch afirma que un mensaje puede considerarse como pe .leedor de contenido cuando emisor y receptor pueden lograr un cierto acuerdo tomando en consideración los eventos cuyo monto de incertidumbre puede ser despejado por determinado universo

de señales. Ahora bien, se dice que una afirmación, por ejemplo, tiene contenido y transmite información cuando disminuye el monto de incertidumbre. Por el contrario, cuando la afirmación es tan amplia que abarca todo el universo de incertidumbre, de manera tal que el mensaje transmitido no descarta ninguna de las opciones incluidas en dicho universo, entonces, si bien dicha afirmación tiene contenido, carece de información El contenido y la información deben guardar uua relación de inclusión entre sí para que la información tenga significado para quien la recibe. Así, por ejemplo, si alguien pregunta acerca del lugar en donde estamos, y dicha pregunta ocurre dentro de los límites de la Capital Fedéral, cosa sabida por el que formula la la pregunta, si el que responde dice: en la ciudad de Buenos Aires, la respuesta tiene contenido pero el grado de informa­ ción es cero. En cambio, tendrá más información cuanto más se estipule la zona de la ciudad, el nombre de la calle, la cercanía a una avenida que se presupone que el que formula la pregunta conoce, etcétera; el contenido de la respuesta tiene entonces un grado de información creciente. En cambio, de haber ocurrido lo primero, en caso de tratarse de una persona que acaba de llegar al país, y antes de preguntar hace saber su situación y aclara que no sabe en qué zona del país está, este sector de la pregunta tiene carácter metacomunicativo. De tal manera, con este ejemplo creo haber dejado acla­ rados los postulados IV y V. Si ocurren una serie de malos entendidos y quien recibe la pregunta cree que se están burlando de él, existen dos posibili­ dades: si el que pregunta incluye quién es él y su condición de íecién llegado, este agregado metacomunicativo puede realimentar negativamente el enojo del que recibe la pregunta. Entonces efectuará una corrección, se reubicará frente al mensaje y la per­ sona que formuló dicho mensaje-pregunta, y dará una respuesta adecuada, Pero si a su vez, la persona extranjera se enoja, en lugar de ocurrir lo anterior, sucederá una realimentación positiva creciente y el sistema de comunicación se rompe. Como vemos, en IV, V y VI tienen primacía lo pragmático, en segundo lugar lo semántico y con un valor mucho más secunda­ rio aparece el aspecto sintáctico. A continuación procuraré realizar una aplicación del enfoque semiótico al estudio de los datos iniciales de una paciente. Perc antes quiero señalar que para ello no basta sólo con transcribí!

en forma textual lo que la analizanda dice, sino que también es necesario describir los rasgos del sonido inherentes al “habla” con los cuales ella puede expresar sus contenidos al analista. En la situación de emisor, tal como ocurre con la analizanda en este caso, ubico los componentes fonológicos rodeando a la sintaxis. En cambio, desde el punto de vista del receptor, él recibe un conjunto de sonidos en Jos que distingue sílabas que forman pa­ labras, que a su vez se incluyen en frases. Por lo tanto, los com­ ponentes fonológicos del “habla” de la paciente, aparecen para el analista, cuando es receptor, entre el área pragmática, puesto que se refiere a su relación con el mensaje, y el área semántica, ya que se relaciona con el adscribirle sentido a las señales recibidas. En el gráfico siguiente el lector podrá tener una representa­ ción más ciara de lo que expuse (figura 6 ). Entre los rasgos generales que se toman en cuenta en el “habla'’ del paciente, se encuentran variaciones en el ritmo, la altura, la velocidad y la modulación; dejo de lado otras categorizaciones del “habla”, que también permiten detectar otros grados de dis­ torsión. En la mayoría de los casos las distorsiones en el “habla” evidencian una ruptura de defensas, y son estos componentes fonológicos los que nos permiten en gran parte captar significados inconscientes, determinar estrategias y tácticas para aproximamos técnicamente al paciente. Si el habla se integra de diversas ma­ neras, según sea el caso, con los contenidos verbales, los gestos y las actitudes posturales, podemos percibir de una manera es­ pontánea la forma más adecuada y el momento más oportuno para comunicar al paciente los significados que inconscientemen­ te ha posibilitado captar. Sobre este tema me extenderé en el Capítulo VI. Pasemos ahora al breve análisis de un material. La paciente que voy a estudiar, a la que llamaré Estela, inició su análisis a los 36 años. En la. entrevista dijo que sentía “un fracaso en su adaptación” y que por eso se "había aislado social­ mente”. También dijo que sus relaciones afectivas eran pobres y que era “frígida”. Para los fines que me propongo en esta contribución, es un indicio de sumo valor el que se refiere a la relación entre la pa­ ciente y su propia utilización del “habla” en una primera entrevis­ ta. Una distorsión en el cam po pragmático pone en tela de juicio desde la base el valor informativo de lo que se dice, y el valor

Componeni!]

fonológico

Componente^ fonológico

semántico de toda la información. La paciente se expresaba con una sintaxis impecable, independientemente de que todo lo que dijo fuese cierto. Estos indicios muestran una falta de compromiso emocional. De no haber ocurrido esta falta de compromiso, ella lo hubiese expresado con alteraciones sintácticas, tales como interrup­ ciones en medio de las frases y palabras entrecortadas, y el término "frigidez” habría aparecido expresado en un lenguaje más coloquial. Se expresaba creyendo que el analista consideraba que ella debía tener emociones intensas. No se cuestionaba qué valor tenía el término “frigidez sexual” si no había pasado por la ex­ periencia contrastante en otras relaciones genitales. El término “frígida”, tal como Estela lo empleó, no tenia la oposición de sentido consistente en grados de “sensibilidad va­ ginal” — “frigidez”. Quizá correspondiese a esta oposición idiosincrática: “invulnerable” — “vulnerable”. Por lo tanto, es necesario que me pregunte: autotitulars© “frígida”, aunque seguramente lo fuese, ¿no sería una manera de establecer un supuesto vínculo ilusorio con el terapeuta? Hoy en día, con la divulgación de ma­ terial de lectura referido a problemas sexuales, el término “frigi­ dez”, utilizado en una primera entrevista, es semánticamente difícil que tenga un valor informativo. Desde un enfoque prag­ mático puedo conjeturar que esta persona había adscripto al te­ rapeuta un dogma psicoanalítico, y esto la inducía a proponer un falso acuerdo. Seleccionaba de un trozo de información psicoanalítica obte­ nida de diferentes fuentes, un fragmento de sus conocimientos intelectuales, y lo convertía en un dogma que debía ser incues­ tionable tanto para ella como para el terapeuta. Creo que es de suma utilidad destacar este hecho porque si lo consideramos como un indicio de una patología, evitamos errores que empeorarían el pronóstico por nuestra causa. Le adjudica­ ríamos a la paciente un grado de consciencia de enfermedad que en realidad no poseía. En cambio, si privilegiamos su tono impactante y la selección de temas, es muy probable que captemos el motivo y la finalidad del comportamiento verbal de Estela. Comprendemos entonces que las palabras de la paciente (señales) no tenían por finali­ dad suministrar información; que la elección de los temas, el léxico que utilizaba y sus afirmaciones enfáticas buscaban pene­ trar y tomar posesión del terapeuta, satisfaciendo quizá su deseo de ser varón y poseer a una mujer.

8. Una reconsideración de los datos iniciales del diálogo analítico desde el punto de vista de los factores y las funciones en la comunicación humana y de la gramá­ tica generativa

Comprendo que todo este conjunto de hipótesis sobre el cual a su vez he desarrollado hipótesis psicoanalíticas propias, puede resultar un tanto abrumador. He realizado y también he exigido al lector todo el esfuerzo de este andamiaje teórico porque al fin de cuentas puedo así sentar criterios diagnósticos y pronósticos de grados de analizabilidad. A la vez estos desarrollos me per­ miten reubicar algunos contextos de la obra de Freud, lo que a mi juicio constituye una nueva forma de enfocar sus escritos. Yo estoy tomando como objeto de indagación el “habla” y las pausas que analista y analizando intercambian entre sí, con la finalidad de tener una idea más clara y concisa de los cambios que efectuamos en nuestros pacientes.. En mis desarrollos considero necesario recurrir a la teoría de los factores y las funciones del mensaje verbal, tal como la es­ tipuló Román Jakobson (20) y a la gramática generativa. Esto me permitirá a la vez pasar del material de la sesión al vocabu­ lario teórico específico del psicoanálisis. Expondré ahora la teoría de los factores y las funciones del mensaje verbal. Advierto al lector que el término “funciones” de Jakobson no debe ser confundido con el término funciones de comunicación que ya he estudiado. Tuve acceso a los trabajos de Román Jakobson (15), un lingüis­ ta cuyos conceptos me resultaron de sumo valor, porque un grupo de investigadores argentinos (49, 50, 51) que se ocupan de la co­ municación humana desde una perspectiva psicosocial, tomaban muy en cuenta sus aportaciones. Román Jakobson distinguió seis factores y seis funciones que pueden adquirir predominio en todo acto de comunicación ver­ bal, y que, de acuerdo a lo observado, nos resuelve a los psico­ analistas problemas relacionados con la distorsión pragmática V ✓ semántica. Sus ideas me permitieron establecer conceptos acerca de los estilos del “habla” del paciente, las diversas opciones del tera­ peuta para captar (decodificar) el mensaje y la elección de la

forma más adecuada para transmitir el contenido de la interpre­ tación ( en codificación); este tema es muy importante y merece ser objeto de un estudio exhaustivo que por ahora dejo esbozado. C o n texto

referencia] F

a ctores

funciones

F

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C ontacto

pática CÓDIGO

metalingüística

La fuente envía un mensaje al destinatario. Para ser operante, el mensaje requiere ante todo un contexto al cual remite, con­ texto que hace que el destinatario esté en condiciones de apre­ hender el mensaje, que puede ser verbal, o susceptible de ser decodificado, transformado y encodificado en forma verbal. El mensaje requiere un código que sea común —en todo o al menos en parte— a la fuente y al destinatario (o, en otros térmi­ nos, al encodificador y al decodificador del mensaje). Finalmente, el mensaje requiere un contacto , un canal físico y una conexión psicológica entre fuente y destino, contacto que permite estable­ cer la comunicación. Por supuesto que estos seis ingredientes no se dan en forma aislada sino que coexisten en diversas proporciones, aunque siem­ pre en el lenguaje del analizando puede detectarse la primacía de una de las funciones con su correspondiente factor sobre las restantes. Tales conceptos pueden resultar útiles a todo psiconnalista capaz de distinguir cuál es la función que adquiere primacía para diagnosticar la estructura del mensaje verbal. Yo encontré que, tomando un nivel de teoría un tanto más general, estos factores y funciones pueden superponerse a los casi­ lleros 1 a 6 de las funciones del ego, que corresponden a esti­ los distintos. Los estilos en 1 y 2 corresponden a mensajes centrados predo­ minantemente en el factor fuente y la función emotiva; la diferen­ cia entre ambos consiste en que mientras en 1 (esquizoidía) ha ocurrido una disociación entre la mente y las representaciones de los afectos ligados a estímulos provenientes del cuerpo, en 2 (cirloidía) la disociación es distinta, entre figura y fondo. En el

casillero 3 (acción) ubico los mensajes en donde predomina el factor destino y la función conativa. En 4 (toma de decisiones) ubico el factor contexto y la función referencial como predomi­ nantes en el mensaje verbal. En 5 y 6 corresponde situar al factor contacto y a la función pática. En 7 (sincronización) co­ rresponde ubicar como predominantes a los mensajes centrados sobre el mismo mensaje (óptimo de redundancia, por ejemplo el mensaje publicitario); esto tiene su representación en el nivel verbal cuando, como dije, predomina el factor mensaje y la fun­ ción poética. Quedan fuera en esta clasificación el factor có­ digo y su función metalingüística. La función metalingüística, que me será de utilidad para ubicar un tipo especial de trastorno de la base pragmática de los proce­ sos semióticos, alude al hecho de que constantemente emisor y receptor tienen que verificar si están utilizando el léxico de una misma sintaxis y si persiste el universo común de significados para asegurarse de la persistencia del diálogo. Estas consideraciones serán retomadas cuando me refiera a los trastornos del “habla” y como consecuencia del pensar. Veamos ahora el siguiente fragmento del material de la pa­ ciente recién mencionada, Estela, que estudiaré con el esquema teórico de los factores y las funciones. Posteriormente, a partir de este mismo material, iré formulando enunciados con niveles progresivos de teorización, alejados de la experiencia, que enri­ quecerán el vocabulario teórico psicoanalítico y a la vez nos per­ mitirán volver a la práctica clínica con un mejor repertorio de maneras de abordar la relación transferencial. En una sesión de la primera época de su análisis, la paciente tenía ubicado en el terapeuta algo de lo que era egosintónico cuando se presentó a la entrevista. Pero ahora era sentido como proveniente de la persona del analista. Veamos el material. “A veces tengo miedo de ser snob. Me desprecio a mí misma por lo que soy. (Hizo un silencio y prosiguió:) Hay quien piensa: sí, es una snob. Y yo no sé si soy o no soy. ¿Quién me puede decir que préfiera fregar cacerolas en vez de estar tranquila le­ yendo un lib ro ? ... (en forma crecientemente enfática prosiguió). Hace más de quince días que no tenemos relaciones con mi mari­ do. ¿Usted cree que tengo angustia adentro? No. No me va a decir que eso es normal. . . ¡Ay, tengo un revoltijo en la cabeza, bárbaro!. . . ¿Sabe qué sensación tengo ahora? Una que tuve muy

pocas veces: éxtasis, placer, satisfacción de acá (abdomen) hasta acá (pecho); pareciera .. . como de vacío. ¡Cuántas veces lo he buscado en los librosl No sé si lo describí bien: una cosa muy linda que se siente adentro y que da bienestar a todo el físico. Tengo la sensación de que se mueve la cama en un terremoto. En casa me pasa muchas veces, como en los temblores.” En la primera frase aparece un mensaje cuya función es pre­ dominantemente conectiva, cuya finalidad es contrarrestar un rol adscripto al terapeuta, quien adquiere características de un Superyó que la enjuicia por ser “snob”. La segunda frase es predominantemente emotiva y está centra­ da sobre la analizanda misma, con el añadido de que el signifi­ cante "me desprecio a mí misma” es producto de la introyección del terapeuta que no le anuló el miedo; por lo tanto, el significa­ do latente es: “usted me desprecia a mi”. El silencio es una espera en la que la analizanda mantiene la función pática. Tiene una finalidad; es una nueva espera de ser apaciguada. Lo que sigue a esto es un mensaje en el que inter­ vienen las funciones conativa, poética y emotiva, cuyo significado puede ser considerado como la expresión del dolor de ser degra­ dada como "snob”; es el terapeuta, al cual denomina “quien”, el que piensa eso de ella. Luego de los pasos anteriores aparece una duda, ya que no sabe si es ella quien piensa eso del analista o viceversa. Se ha operado un pasaje en donde aparece cuestio nando a quién debe referirse el calificativo “snob”. Esta duda (significante) corresponde a un ataque secreto. El analista es secretamente descalificado como “snob”, y por eso el significado de su interrogación siguiente (significante) corresponde a una afirmación según la cual, si ella es denigrada por el terapeuta que ataca su femineidad (fregar cacerolas), ella a su vez contraataca al terapeuta acusándolo de denigrar lo corporal e idealizar lo intelectual. En estas condiciones aparece una conjunción de mensajes con funciones emotivas y poéticas. Esto último se observa en el monto de redundancias que explica el origen de una disposición mas­ turbatoria desencadenada por un autoimpacto acústico. Para que esta disposición a la masturbación (condición necesaria) se des­ encadene, necesita como condición suficiente crearse un contexto en donde la función referencial opera en forma de ataque a los aspectos femeninos de sí misma, identificada proyectivamente

en el terapeuta. Es así como puede experimentar el placer mas­ turbatorio mencionado, como efecto de una atmósfera de estar hablándole con redundancia y de sí misma a un receptor frío y hostil. Las frases finales son afirmaciones referidas al pasado, puesto que la depresión ulterior a la masturbación la desconecta del vínculo con el terapeuta y entonces lo reemplaza por una evoca­ ción del goce materno en la escena primaria que ella añora. Quiero dejar sentado que ésta es una primera experiencia de aplicar la teoría de los factores y las funciones de los mensajes verbales. Quizá pueda resultar cuestionable. También con toda intención he introducido vocabulario teórico psicoanalítico y con­ jeturado sobre la fantasía inconsciente que se genera en la sesión para poner de manifiesto lo que he mencionado antes cuando afirmé que es posible realizar enunciados generales. Uno de ellos podría ser el que menciona la disposición a la masturbación, en términos de conjunción de determinados mensajes y ataque mas­ turbatorio a la identificación proyectiva de los aspectos hostiles de sí misma ubicados en el analista. En cuanto a la gramática generativa de Chomsky, considero que sólo es útil cuando en el tratamiento encontramos indicios para realizar una generalización empírica de las disposiciones a la reparación ( término teórico del lenguaje psicoanalítico kleiniano). Pienso que sólo para este caso específico hay que recurrir a la gramática generativa de Chomsky. Sostengo que puede con­ siderarse que la meta de la terapia psicoanalítica es lograr una nueva adquisición de estructura de frase; cada estructura puede ser denominada una “gramática” que o no se ha desarrollado (fijación) o, en caso de haberse desarrollado, se encuentra fuera de funcionamiento (regresión) antes de surgir en el tratamiento. De esta manera, reformulo el punto de vista genético evolutivo desde el enfoque del tratamiento psicoanalítico, tal como antes lo hice con el punto de vista económico (27). Con la finalidad de aclarar las ideas de Chomsky, voy a apar­ tarme un tanto del psicoanálisis y referirme a la perspectiva de la gramática generativa. De esta manera creo que tendré más base para realizar enunciados a partir de casos en indagación psicoanalítica. En su libro Aspectos de la teoría de la sintaxis (5 ), N. Choms­ ky dice: “al hablar de gramática generativa sencillamente me

refiero a un sistema de reglas qae en forma explícita y bien defi­ nida asigna a las oraciones descripciones estructurales. Evidente­ mente, cada hablante de una lengua ha aprendido e internalizado una gramática generativa que expresa su conocimiento de esa lengua. Esto no significa que tiene consciencia de las reglas de la gramática, ni que pueda llegar a tener consciencia de ellas, ni que sus afirmaciones acerca de su conocimiento intuitivo de la lengua sean necesariamente exactas. En su mayor parte cual­ quier gramática generativa interesante tratará los procesos men­ tales que están mucho más allá del nivel de consciencia real o aún potencial; más aún, es bastante evidente que los informes y puntos de vista del hablante acerca de su conducta y capacidad pueden estar equivocados”. Las ideas de Chomsky fueron expuestas en forma clara y sin­ tética en dos artículos que aparecieron en la publicación tri­ mestral Diógenes. Uno de los dos artículos fue escrito por el propio Chomsky (6 ) y el segundo de ellos por Bach (1 ). A continuación realizaré una recopilación de estas ideas que fueron mencionadas repetidas veces en el curso de este libro, ya que considero que su inclusión en este momento será de utilidad para una mejor comprensión de las bases que he tomado para la evaluación de los indicios del proceso psicoanalítico, en la que estos aspectos de la lingüística actual tienen mucho valor. En su artículo titulado “Algunas constantes en la teoría lingüís­ tica” (6 ), Chomsky señala que las investigaciones actuales sobre el lenguaje han vuelto a dar preferencia a ciertos problemas rela­ cionados con la estructura de las lenguas y con la psicología del conocimiento*. Chomsky no considera que esto constituya una verdadera innovación sino que la generación actual se está pre­ ocupando por el aspecto “creador” del lenguaje. Refiriéndose al hablante de la actualidad, cosa que nos con­ cierne mucho a los psicoanalistas, afirma que dicho aspecto crea­ dor a nivel del lenguaje de uso corriente exterioriza “una proli­ feración ilimitada de formas y una independencia de expresión con relación a la acción puramente refleja, por efecto de un es­ tímulo inmediato”. Esto lo llevó a considerar que “todo sucede como si el sujeto que habla, inventando la lengua a medida que se expresa o redescubriéndola a medida que la oye hablar a su alrededor, hubiese asimilado a su propia sustancia pensante un * El destacado es mió.

código genético que determina a su vez la interpretación semánti­ ca de un conjunto indefinido de frases reales expresadas u oídas”. Considera a estos hechos “como si se dispusiera de una gramá­ tica generativa de su propia lengua”. Dicha gramática es capaz de explicar cualquier frase real posible y dar todas las instruc­ ciones que se refieran al código genético de la lengua (referente al sentido, al contenido semántico de la frase y a su forma y es­ tructura fonológica). Entonces "la interpretación semántica 1/ la

fonológica se determinan en función de reglas que sólo adquieren un carácter general y un valor explicativo si la gramática gene­ rativa asigna a las frases que somete a su análisis una correspon­ dencia con un sustrato estructural”. Veamos ahora un enunciado de Chomsky que toma del lado do la lingüística algo que de alguna manera realizamos nosotros en nuestra práctica interpretativa. Para Chomsky, estas gramáti­ cas tienen que ser capaces de “explicar en forma satisfactoria la interpretación semántica y la interpretación fonológica de las frases y hacer una descripción de la manera con que ambas in­ terpretaciones se asocian en el uso de dichas frases”. Un hecho de mucha relevancia para establecer qué nexos pue­ den existir entre estas sugerencias y las experiencias universales infantiles por las que atraviesa toda la especie humana es que aún las gramáticas generativas de lenguas que están muy aleja­ das entre sí, son comparables “y hasta idénticas en puntos muy importantes*. Chomsky cita que lo que más llama la atención de estas co­ mentes actuales de la lingüística reside en los siguientes puntos que yo voy a desglosar: 1) el aspecto creador de las mismas; 2) los fenómenos lingüísticos están sustentados por sistemas de estruc­ tura abstracta; 3) dichos sustratos estructurales son de naturaleza universal y 4) los modos de percepción y de adquisición de co­ nocimientos tienen implicaciones innatas con respecto a lo que cr. percibido y a lo que es aprendido. Chomsky encuentra los orígenes de esta posición en corrien­ tes filosóficas cartesianas del siglo xvi y xvii. Estas corrientes no fueron nunca refutadas sino que cayeron en el olvido para las generaciones previas de los estudiosos actuales del lenguaje. En ellas encontró Chomsky que se distinguía, tal como él mismo lo hizo, entre “estructuras superficiales” (organización de la ora­ ción como fenómeno físico) y “estructuras profundas” (el sustrato estructural semántico de la oración como algo abstracto).

su libro sobre la lingüística cartesiana Chomsky sintetiza algunas de sus principales ideas, desarrolladas en obras previas. Algunas de tales ideas me parecen muy valiosas para enfocar de una manera distinta el diálogo analítico, en relación con la ca­ pacidad de generar un habla basada en “procesos mentales que es­ tán mucho más allá del nivel de consciencia real o aún potencial”. Siguiendo las hipótesis desarrolladas en obras anteriores, Choms­ ky afirma, en el libro ya mencionado, que “el lenguaje tiene un aspecto interno y otro externo. Se puede estudiar una frase desde el punto de vista de cómo exprese un pensamiento o desde e] punto de vista de su apariencia física, es decir, desde el punto ele vista de su interpretación semántica o de su interpretación fonética. “Utilizando una terminología reciente, podemos distinguir entre la ‘estructura profunda’ de una frase y su ‘estructura, superficial’. La primera es la estructura abstracta básica que determina su interpretación semántica; la segunda, la organización superficial de unidades qué determinan la interpretación fonética y que se relaciona con la forma física de la expresión efectiva . . . No es preciso que las estructuras profundas y superficiales sean idén­ ticas” (7a). Más adelante agrega (7 b ): “La estructura profunda que sirve de base a la proposición: Dios invisible ha creado el mundo vi­ sible, se compone de tres proposiciones abstractas, cada una de las cuales expresa un determinado juicio simple, aunque su forma superficial.expresa sólo la estructura sujeto-atributo. Desde luego, esta estructura profunda sólo es implícita, no se expresa sino que está sólo representada en la mente”. Estas tres proposiciones abstractas son: “Dios es invisible”; “Dios ha creado el mundo”, y "el mundo es visible”. La estructura que encierra el contenido semántico es, pues, un sistema de tres proposiciones que se hallan presentes en el in­ telecto al ser emitida y al ser comprendida la oración real Ahora bien, ¿cómo ocurre el pasaje de la estructura profunda, abstracta, a la estructura superficial, fonética? Chomsky afirma :■ “Podemos . . . [describir] la sintaxis de una lengua en términos de dos sistemas de reglas: un sistema de base que genera estructuras profundas y un sistema transformacional que las conduce a estructuras superficiales. El sistema de base consiste en reglas que generan las relaciones gramaticales fun­ damentales con un orden abstracto (las reglas de nueva redacción

de una gramática de estructura de frases); el sistema transforma (ional consiste en reglas de supresión, nueva colocación, adi­ ción, etcétera” (7 C)Este conjunto de reglas permiten el pasaje de la estructura profunda a la superficial. Existen, pues, tres componentes de una gramática: sintáctico, semántico y fonológico. El componente sintáctico de una gramática debe especificai para cada oración una estructura profunda que determina si interpretación semántica, y una estructura superficial que deter­ mina su interpretación fonética. La primera de ellas está inter pretada por el componente semántico; la segunda por el com­ ponente fonológico. El componente sintáctico especifica un grupo infinito de objeto: abstractos formales, cada uno de los cuales incorpora toda la infor­ mación necesaria para la interpretación de una oración particular E l componente fonológico de una gramática determina la forms fonética de una oración generada por las reglas sintácticas. E: decir, relaciona una estructura generada por el componente sin táctico con una señal representada en forma fonética. El componente semántico determina la interpretación semánticí de una oración. Es decir, relaciona una estructura generada poi el componente sintáctico con una cierta representación semántica Tanto el componente semántico como el fonológico son puramenii interpretativos. Cada uno utiliza la información que le brindan lo: componentes sintácticos con referencia a los formantes, sus pro piedades inherentes y sus interrelaciones en una oración dada. Aunque las lenguas puedan diferir en los procedimientos di transformaciones gramaticales, las estructuras profundas que re presentan el contenido semántico se consideran comunes —dici Chomsky—, en virtud del principio generalmente admitido di que las operaciones de la mente humana tienen un carácter uni versal. Las estructuras profundas reflejan las operaciones di la mente humana. Chomsky sostiene que el auge actual por esta clase de proble­ mas coincide con el resurgimiento de teorías del conocimiento fuertemente impregnadas de racionalismo. Sostiene que resulta muy provechoso buscar modelos que contengan el código gené­ tico de la lengua, código al que denomina reglas de una gramá­ tica generativa, y utilizar toda esta información para interpretar un signo percibido con los datos obtenidos con un muestreo pre­ vio. De esta manera, entonces, las estructuras profundas son to-

talmente abstractas y están unidas a las estructuras superficiales por un complicado juego de reglas^ de transformaciones. Chomsky examina dos hipótesis contradictorias. Se plantea si las gramáticas de las lenguas natürales (que no sólo son comple­ jas y abstractas sino también limitadas dentro de su variedad) son verdaderamente el fruto de la cultura, como parece creerse, o bien si son el resultado de una simple diferenciación de un es­ quema innato fijo, previo a la adquisición progresiva de datos, secuencias, relaciones y nuevas asociaciones. Sostiene que hoy va es posible construir gramáticas generativas precisas y capaces de establecer vinculaciones entre “semantemas” y “fonemas” en una infinidad de combinaciones posibles, lo que cumple al menos una de las condiciones previas para llevar a cabo cualquier pro­ yecto que tenga una aplicación lingüística práctica. En su artículo “Lingüística estructural y filosofía de la ciencia”. Bach (1 ) establece una oposición entre dos conceptos de Ja in­ vestigación científica, tino de ellos, que puede llamarse bacanianó, consiste más o menos en ponfer como objeto de la ciencia la obtención de un conocimiento objetivo del mundo. La observaciói: vinculada a la experiencia es la única base, según esta forma de ver la investigación científica, con la cual es posible estable­ cer un edificio científico seguro. Con este tipo baconiano de in­ vestigación se parte de afirmaciones verdaderas acerca de acon­ tecimientos -eales y se procede con el método inductivo a generalizaciones limitadas. El otro concepto del método científico lo rotula Bach como kepleriano. En lugar de la prudencia baconiana, de atenerse es­ trictamente a los hechos y desconfiar de las teorías y las hipótesis, la posición kepleriana ve sobre todo en la creación de hipótesis la expresión de una actividad creadora que se eleva hasta hipó­ tesis muy generales. Esta posición fue defendida por Popper y es por la que yo me decidí. Más adelante Baoh pasa a tratar las contribuciones al estudio de la lingüística realizadas por Chomsky. Textualmente dice: “Para expresarlo sucintamente, Chomsky desvió la lingüística de la pregunta: ‘¿Qué reglas estrictas del método convendría aplicar para garantizar que podremos poner en evidencia las verdaderas propiedades de lenguas particulares o del lenguaje en general?’, para volver nuestra atención hacia la pregunta: ‘¿Qué propiedades deben tener las teorías grama­ ticales para ser susceptibles de suministrar predicciones valedeías y verificables en lo concerniente a las lenguas individuales y

cuál es el más pequeño común denominador aplicable, en el conjunto de las propiedades así definidas, que permita acuñar teorías relativas a cada una de las lenguas individuales, y de allí llegar a predicciones demostrables ( o al menos, eliminar aque­ lla cuya falsedad es vei'ificable) en lo que respecta a las estruc­ turas comunes a todas las lenguas?’ La revolución de Chomsky presenta analogías tanto con la de Copérnico como con la de Kant. "Una gramática, en el sentido en que Chomsky la entendía, presenta notables analogías de estructura con una teoría formal de las matemáticas. En realidad, y a excepción de las reglas de conmutación, que constituyen el aporte personal y característico de Chomsky (probablemente sólo como una reserva transitoria) una gramática puede presentarse bajo la forma precisa de un sistema denominado Post (cuando este último se expresa bajo forma sistemática), o bien, de manera equivalente, como un tipo particular de máquina abstracta (más restringida, sin duda, que una máquina del tipo imaginado por Turing, aunque en la actua­ lidad no esté claro todavía en qué medida y de qué manera es más restringida * ) . Una teoría formal de matemática se presenta como un conjunto coherente de axiomas, postulados, primeros principios, dotados de reglas explícitamente formuladas para permitir la extracción de nuevas proposiciones y definir nuevos términos partiendo del conjunto primitivo; también comprende una serie abierta de proposiciones así derivadas, llamadas teo­ remas. De la misma manera, una gramática consiste en un juego primitivo de Objetos formales ( strings), que suministran los hilos conductores, en un conjunto de reglas de método que permite dividir nuevos hilos desde la madeja de origen, y en un conjunto de reglas ( metateóricas) que especifican de qué manera el mé­ todo así definido debe ser aplicado, cómo deben obtenerse las proposiciones ulteriores que podrán ser formuladas respecto de los hilos derivados (circuitos secundarios, dermed or generated strings), etcétera. Naturalmente, un sistema de tal naturaleza es infinitamente más complejo que una teoría lógica o matemática ordinaria y, en virtud de razones igualmente comprensibles, nin­ guna teoría gramatical, construida sobre este modelo, cualquiera que fuera la lengua que tratara, está hoy en día próxima a alcan­ zar una descripción completa. No tengo el propósito de exten­ derme sobre los diferentes aspectos de esta teoría (por ejemplo, sobre la diferencia-entre* la parte sin tá ctica y la fo n o ló g ica o sobre * Sobre la máquina de Turing, ver Miller ( 3 3 ) .

los diferentes niveles que conviene observar en la sintaxis, así como tampoco sobre las cuestiones relativas al anexo semántico ala gramática, que recién comienza a dar resultados interesantes). Mas en un sentido que no violenta mucho la verdad, puede de­ cirse que las proposiciones atinentes a la lengua sometida al análisis son completamente comparables a los teoremas, en un sistema matemático.” Volviendo ahora al mismo Chomsky, recordemos que diferencia una estructura superficial (fonética) y una profunda (abstracta) en una oración. Ambas se conectan a través de una serie de re­ glas sintácticas que permiten pasar de las estructuras semánticas profundas a las estructuras fonéticas. Estas reglas sintácticas permiten las transformaciones de la estructura profunda en la estructura superficial. Al estudiar estas reglas, Chomsky afirma que la propiedad más formal de las emisiones es su separación (bracketing) en constituyentes de varios tipos, es decir, la es­ tructura arbórea asociada con ellas. Entre estas estructuras po­ demos distinguir varios tipos, por ejemplo: 1) 2) 3) 4) 5)

construcciones construcciones construcciones construcciones construcciones

anidadas, autoengarzadas, de ramas múltiples, de ramas izquierdas, de ramas derechas.

Estos tipos distintos de construcciones permiten conectar de al­ guna manera diversas estructuras semánticas simples. Recuér­ dese el ejemplo “Dios invisible creó el mundo visible”. Veamos un ejemplo de cada uno de estos cinco tipos de cons­ trucciones: 1) Construcción anidada [Vi al hombre (que conocem os ) durmiendo en el parque)]. 2) Construcción autoengarzada [Vi al hombre (que conocemos (que fue a Ja China)) dur­ miendo en el parque]. 3) Construcción de ramas múltiples [(Juan), (Pedro) y (José) fueron (al cine) y (al teatro)]. 4) Construcción de ramas izquierdas [El hombre ( que mi tía vio en la ventana (que está abierta) ), es una sombra], 5) Construcción de ramas derechas

[Conozco al hombre (que fue al cine (que inauguraron el día (que te conocí)))]. Mencionaré ahora los requisitos que Chomsky establece para la adquisición personal de estructuras lingüísticas verbales, que se refieren a diversos modos de ir adquiriendo opciones en los modos de significar. Este punto considero que corresponde a la formación de estructuras semánticas. Según Chomsky, una teoría de la estructura lingüística debe tener: 1) una teoría fonética individual que defina la noción de “ora­ ción posible”; 2 ) una definición de “descripción estructural”; 3 ) una definición de “gramática generativa”; 4) un método para determinar la descripción estructural de una oración, dada una gramática; y 5) una mánéra de evaluar gramáticas propuestas alternativas. JLa segunda petición que Hace Utiomsky se retiere ya no a los requisitos de una teoría de la estructura lingüística, sino a una teoría lingüística independientemente de su significado. Esto corresponde a la capacidad de generar reglas y normas para la combinación de unidades distinguibles de frases que no pueden ser violadas, independientemente de que tengan o no significa­ ción. Este aspecto corresponde, según pienso, al área sintáctica. Una teoría lingüística debe proveer; 1) una enumeración de clases Oí, 02 de posibles oraciones; 2) una enumeración de clases d e¡, d e^, de descripciones estructurales posibles; 3 ) una enumeración de clases gx, ga de posibles gramáticas generativas; 4 ) una especificación de una función f tal que haya una des­ cripción estructural d e f (t, /) destinada a la oración o i por una gramática Gj, por medio de los arbitrarios i, /. 5) una especificación de una función m tal que (m i) sea un integral asociado con la gramática G x como su valor (el número más alto, pongamos por caso, indicará el valor más bajo). Él tercer requisito que Chomsky formula de una manera ex­ plícita se refiere a la relación entre el usuario de una lengua y

la misma, y corresponde, según, mi modo de enfocar el tema, al área pragmática. Como el psicoanálisis se realiza por medio del habla, en este caso yo tomo en cuenta estos tres aspectos referi­ dos a la expresión verbal. Et tercer requisito postula que un niño que tiene capacidad para aprender un lenguaje, debe poseer: 1). una técnica para representar las señales que recibe (con­ fiere de esta manera significados a los significantes de los mensajes admitidos por ese conjunto de señales que él es­ tructura. Puede decir entonces íntegramente “sí” o “no”,

3) alguna delimitación inicial de clases de posibles hipótesis sobre la estructura del lenguaje (que le servirá para dife­ renciar las emisiones afirmativas de las negativas); 4) un método para determinar cuál de las posibles hipótesis sobre la estructura del lenguaje está implícita en relación con cada oración (es decir, siguiendo nuestro ejemplo, el reconocimiento del significado negativo y del significado afirmativo), y 5) finalmente, un método para seleccionar una de las presu­ miblemente infinitas hipótesis que provienen de 3 y que son compatibles con los datos lingüísticos primarios. En resumen, el niño debe tener una noción previa de las posi­ bilidades del. lenguaje, en este caso con respecto a “sí” y a “no", que le permita reconocer las emisiones que le son dirigidas y i su vez, emitirlas en forma adecuad? Por fin, a vía de ejemplo, señalaré que, según Chomsky, se puede comenzar provechosamente la investigación de una gra­ mática generativa con el análisis cuidadoso del tipo de infor­ mación que se presenta en la gramática tradicional. Si adopta­ mos este procedimiento heurístico, consideremos lo que dice la gramática tradicional acerca de una oración sencilla tal como:

la sinceridad puede asustar al niño. Con respecto a esta oración, la gramática tradicional podría dar información de los siguientes tipos *: * En la versión castellana seguimos la nomenclatura de M. Mantcordo de Rosetti, La gramática estructural en ¡a escuela secundaria, Kapelusz, 1968.

i) ésta es una oración (O ); puede asustar al niño es una cons­ trucción endocéntrica verbal (CV) que consta de la frase verbal (F V ) puede asustar y la construcción exocéntrica (C E ) al niño; ¡a sinceridad es una construcción endocéntrica sustantiva (CS). La construcción exocéntrica al niño está compuesta por al, con­ tracción de una preposición subordinante (Sub) y un Modifica­ dor Directo (M D ), seguida por un Término (T ); la CS la sin­ ceridad está compuesta por un MD y un núcleo (N ); además, la y el son Artículos ( Art.); puede es un verbo y asustar un Verboide. ii) la CS la sinceridad funciona como el Sujeto de la oración, mientras que la CV puede asustar al niño funciona como el Pre­ dicado de la oración; la CE al niño funciona como objeto directo (O D ) de la FV, y la FV puede asustar como un núcleo; existe relación gramatical Sujeto-Verbo entre el par (sinceridad-puede asustar) y relación gramatical Verboide-OD entre el par (asus­

tar-niño). iii) El S niño es un Sustantivo Contable (diferente del Sustan­ tivo Medible manteca y el Sustantivo Abstracto sinceridad) y un Sustantivo Común (a diferencia del Sustantivo Propio Juan y del Pronombre él); más aún, es un Sustantivo Animado (a diferencia de libro) y un Sustantivo Humano (a diferencia de abeja); asus­ tar (frighten) es un Verbo Transitivo (a diferencia de ocurrir), y no permite la omisión del Objeto (a diferencia de leer); puede adoptar un Aspecto Progresivo (a diferencia de saber y poseer); permite Sujetos Abstractos (a diferencia de comer, admirar), y Objetos Humanos (a diferencia de comer, escribir). Adoptemos ahora tentativamente la teoría del componente base bosquejado antes, desde el punto de vista de una gramática generativa. La base generará marcadores de frases bases. Si definimos la base de una oración como la secuencia de marcadores de frase bases que la subyace, podemos pensar que la base de una oración está delineada dentro de la oración por medio de las reglas de transformación, que dan automáticamente a la oración un mar­ cador de frase derivado (en última instancia una estructura superficial) durante el proceso. Para hacerlo más concreto, considérese un componente base que genera los marcadores de frase ( l ) - ( 3 ) del ejemplo siguien* te. El marcador de frase base ( 3 ) ; con una diferente elección del verbo, sería la base de la oración “Juan fue examinado por un especialista”. El marcador de frase (1) sería la base de la oración

“el hombre fue despedido”, si lo modificáramos de manera tal de omitir la O como determinante asociado con hombre. En este caso, a la transformación pasiva, sigue la omisión del agente no especificado. Así como está, sin embargo, y para formar la base de una oración, el marcador de frase base (1 ) debe ser suplementado por otro marcador de frase, una de cuyas transformaciones llenárá la posición de O en (1 ) y así servirá como cláusula re­ lativa que califica a homhre. De manera similar, (2 ) por sí sola no puede servil- como base de una oración porque la O que apa­ rece en el complemento verbal debe ser reemplazada por la trans­ formación de algún otro marcador de frase. En realidad, sin em­ bargo, la secuencia de marcadores de frase bases (1 ), (2 ), (3 ) es la base de la oración bien formada: 4) El hombre que indicó a Juan que sea examinado por un especialista fue despedido. La “historia transformacional” de (4 ), que se deriva desde sus bases, podría estar representada, informalmente, por el dia­ grama siguiente * : 1) A despidió al hombre. 2) El hombre indicó algo a Juan. 3) Un especialista examina a Juan. I. Transformación pasiva (T P ) de (3 ) : Juan es examinado por un especialista. II. Inclusión de (I 3) en (2 ). III. Transformación por sustitución (T S ): "algo” por I 3. El hombre indicó a Juan —Juan es examinado por un especialista. IV. Transformación por elisión (T E ) que elimina uno de los dos “Juan”. V. Transformación de régimen verbal (T R V ) que 1 ) mo­ difica el verbo de I 3 según el modo (indicativo por subjuntivo: se cambia “es” por “sea”), y 2) agrega "que” al verbo "indicó”. VI. De I, II, III, IV, y V resulta: “El hombre indicó a Juan que sea examinado por un especialista”. VII. Inclusión de VI en 1: "A despidió al hombre — El hom­ bre indicó a Juan que sea examinado por un especialista.” * El análisis transformacional de la oración castellana ha sido realizado por David Maldavsky.

VIII. Transformación de relativo (T R ): “hombre” sustituido por “que”: “A despidió al hombre que indicó a Juan que sea examinado por un especialista”. IX. Transformación pasiva (T P ) con elisión del agenti; (T E A ): “El hombre que indicó a Juan que »ea exami­ nado por un especialista fue despedido”. Siguiéndo a Chomsky, pues, es posible estudiar las estructuras sintácticas que se generan en el paciente. Estos conceptos, a mi juicio, permiten formular un replanteo del preconsciente desde el punto de vista estructural. Cuanto mayores sean los progre­ sos logrados por un paciente en un tratamiento psicoanalítico, mayor capacidad tendrá para generar estructuras profundas com­ plejas, que permitan emitir estructuras superficiales con gran riqueza en sus transformaciones de distinto tipo, y en las cuales, como resultado de este proceso, se integren diversos tipos de juicios simples. Considero que esta primera tentativa de aplicar los conceptos de Chomsky en el psicoanálisis podrá resultar útil para referirse de otra manera a lo que Freud afirmó al aludir a que una meta del tratamiento es que donde estaba el Ello pase a estar el Yo. Teniendo esto en cuenta, podemos analizar en tres pacientes (Estela, ya mencionada, Luis y Julián) las primeras frases de las sesiones a, las cuales, según veremos, contienen en su mayoría oraciones simples o coordinadas, sin subordinaciones. De ma­ nera tal que la estructura profunda es casi igual a la superficial, ya que son pocas las transformaciones que se han debido efectuar. En forma inversa, las primeras oraciones de las sesiones b mues­ tran una estructura profunda muy rica en transformaciones, en subordinación y oposición. Esto lo veremos en parte en el próximo apartado.

9. Examen de los datos iniciales de los modos de repa­ ración En el apartado “El analista como usuario de las señales que recibir y emite. Un enfoque semiótico”, me referí a las seis fun­ dones que actúan en un ego idealmente plástico, y que pueden servir como elementos para tipificar distintos procesos de repa­

ración. En los casos clínicos que expongo a continuación, po­ dremos ver los datos iniciales a partir de los cuales fue posible efectuar dicho planteo.

Paciente 1 La paciente del primer caso, tal como ya lo vimos, comenzó sil análisis a los treinta y seis años y dijo que sentía un fracaso en su adaptación que la condujo a un aislamiento social, pobres relaciones afectivas y frigidez en sus relaciones genitales.

Sesión a. En el siguiente fragmento de sesión, de comienzos de su tratamiento, se aprecia un predominio de la utilización de ingredientes del lenguaje de acción en su comunicación verbal; buscaba así estimular y polarizar la atención del analista, al pro­ curar crearle expectativas de profundizar en el conocimiento de su psicopatología de la vida erótica; esto era una manera de configurar una manipulación tendiente a inocular la privación afectiva y erótica que le resultaba muy difícil de detectar en sí misma sin inyectar en el analista. También pudo verse que esto ocurría cada vez que el lenguaje articulado tenía una apariencia de dar información cuando en realidad era un vehículo (falo) para la intrusión en la mente del terapeuta que escuchaba las respuestas aludidas. Con voz aguda, fuerte y hablando de una manera rápida, Es­ tela dijo en esta sesión, que en parte he estudiado poco antes con otro enfoque: “A veces tengo miedo de ser snob. Me desprecio a mí misma por lo que soy. (Hizo un silencio y prosiguió:) Hay quien pien­ sa: Sí, es una snob. Y yo no sé si soy o no soy. ¿Quién me puede decir que prefiera fregar cacerolas en vez de estar tranquila leyen­ do un lib ro ?... (En forma crecientemente enfática prosigue:) Hace más de quince días que no tenemos relaciones con mi mari­ do. ¿Usted cree que tengo angustia adentro? No. No me va a decir que eso es normal... ¡Ay! tengo un revoltijo en la cabeza ¡bárbaro!. . . ¿Sabe qué sensación tengo ahora? Una que tuve muy pocas veces: éxtasis, placer, satisfacción de acá (abdomen) hasta acá (pecho); pareciera. 1. como de vacío. ¡Cuántas veces lo be buscado en los libros! No sé si lo describí bien: una cosa muy linda que se siente adentro y que da bienestar a todo el

físico. Tengo la sensación de que se mueve la cama en un terre­ moto. En casa me pasa muchas veces, como en los temblores.” Hay que tener cuidado de no confundir el texto con lo contextual que sutilmente contiene este tipo de verbalización. La utilización del lenguaje articulado como vehículo para la intru­ sión resultó detectable por la manera fluida y rápida de hablar; las pausas estaban destinadas a hacer decir a la terapeuta las interpretaciones que ella quería y también a auscultar en ella el efecto de sus propias palabras. Para aclarar más este punto nos vamos a referir al significado contextual transferencial de una parte del material que transcribimos textualmente. Ella temía que los otros se diesen cuenta de sus comunicacio­ nes verbales superficiales ("snob”) y que por eso fuese despre­ ciada. La utilización del pronombre relativo “quien” en el si­ guiente material, seguida por la afirmación de ser una snob, era una manera de devolverle a la analista el desprecio con que ella revestía el silencio de la terapeuta. Tenía que contrarrestar la creencia de que la terapeuta la consideraba una “fregona”, a lo que ella sutilmente refutaba hablando de lo cómodo que es leer un libro. Al no tener respuesta, trató de atraer la atención de la analista y la incluyó ( “no tenemos”) hablándole de su per­ turbación sexual matrimonial, todo dicho en el mismo tono. La pregunta que luego le formuló era una intrusión destructiva en la mente de la terapeuta, pero la paciente dijo que era “ella mis­ ma” quien estaba destruida ("tengo un revoltijo”). Con esto procuraba contrarrestar que la analista le interpretase precisa­ mente el ataque realizado a la capacidad pensante “tranquila” de la misma terapeuta, mediante la pregunta intempestiva previa. Esta agresión fue seguida por otra tendiente a confundir, adscri­ biendo a la analista una afirmación a la que ella a su vez contestó ( “no me va a decir que esto es normal”), y luego continuó la inoculación verbal emitiendo una afirmación enmascarada como pregunta ( “¿Sabe qué sensación tengo ahora?”). Todo lo que sigue a continuación tiene que ser tomado de esta manera, puesto que de lo contrario el terapeuta sucumbe a los manejos verbales del paciente. Destacaré que pienso que este manejo verbal puede considerarse equivalente a un “lavado de cerebro” motivado por intensas ansiedades persecutorias ubicadas en la mente, el cuerpo y las palabras del terapeuta. El vehículo de este manejo se de­ tecta en el contenido manifiesto de lo que aparenta ser un len­ guaje articulado informativo.

Hemos desarrollado todo esto para prevenir al lector de sentirse tentado a adscribirle al texto transcripto toda una gama de sig­ nificados; en esta apariencia que emerge al leer el texto escrito, reside la dificultad que también amenaza al terapeuta cuando escucha, si se deja llevar por su hábito de considerarlo verbalizaciones tal como se dan cuando el paciente asocia libremente.

Sesión b. E l fragmento que sigue corresponde a una sesión de cuatro años después, cuando se había operado un cambio en su comportamiento afectivo y erótico; esto se puso de manifiesto en la relación transferencial por una mejoría en la capacidad de transmitir información por medio del lenguaje verbal. En este fragmento, informaba acerca de algo en que se captaban, en forma latente o manifiesta, sus diferentes estados de ánimo; sus frases transmitían mensajes que procuraban hacer saber y hacer pensar acerca de lo que a ella le ocurría. La lectura del texto transcripto puede tomarse ya como un pensar acerca de sí misma, sea por medio de determinados objetos que la representaban o cuando explícitamente construye frases en donde ella se incluye como sujeto y objeto de la experiencia psicoterapéutica. El men­ saje ya no estaba destinado a inocular expectativas en la mente del terapeuta, sino a despertar pensamientos acerca de las emo­ ciones que ella estaba sintiendo en esos momentos en la sesión. Al entrar comentó: "Qué linda su alfombra nueva. Estoy muy contenta porque mi hija empezó el análisis y está chocha ¿Se da cuenta que a una se le cumpla una cosa así?. . . Como se habrá dado cuenta, lo aue más me importa, lo que más me llena la cabeza, es mi hija. Yo me doy cuenta que estoy muy bien. Y no porque esté siempre contenta ni de buen humor. (Luego de una pausa prosigue:) Pero estoy bien. Le comttnico doctora, que somos dueños de un terreno en X.. y vamos a empezar a construir.” En otro fragmento de material, correspondiente al final de esta misma sesión, con referencia al marido ausente en ese mo­ mento dijo: “Me gustaría poder entenderme mejor con él, no como esa noche en que me daba cuenta de que él me estaba esperando, en la cama, pero no pude acercarme. . . Nunca en mi vida he estado diez días igual; pero ahora es un estado completamente distinto al que tenía antes. Siempre que digo antes, es antes del análisis; no es un estado de amargura, de sentirme una basura;

no, es otra cosa, dentro de todo es una dulce angustia... una dulce soledad . . . una dulce espera . . . ” Si se observa el segundo fragmento, puede captarse cómo la angustia señal depresiva ante la separación y la percepción de í lis limitaciones pasaban a ser instrumentadas, con lo cual se establecía una sincronía entre el pensar acerca de lo que sentía y la adecuación en la elección de los modos de expresión verbal, La paciente evidenciaba su capacidad para recordar con nos­ talgia el pecho total perdido-analista y para percibir cuándo estaba con ella y cuándo no, en la medida en que sentía que el análisis era un vínculo constante y estable, y que subsistía a los cambios. Podía diferenciarse en el tiempo e instrumentar el lenguaje articulado con una finalidad expresiva, poética. Al mismo tiempo, era capaz de diferenciar claramente un antes y un después, con los estados de ánimo correspondientes. Tam­ bién podía reflexionar acerca de su conducta con otras personas.

Paciente 2 Se enfoca a continuación el caso de Luis, un paciente con una estructura defensiva, que presentó como motivo de consulta una indecisión para hablar, principalmente en grupos sociales; para contrarrestar este síntoma, se imponía una "orden de hablar” v do “hacerlo a la perfección”. Creía que solamente así podría l’egar a “no sentirse mal”. No se daba cuenta si tenía interés en hacerlo y si sabía el tema sobre el cual se estaba tratando. Ha­ blar bien, "a la perfección”, se había convertido en un fin. El sentido y el significado del hablar se habían desvirtuado. Todo esto era una manera de controlar un pánico aniquilante que le imoosibilitaría rehabilitarse ante sí mismo y ante los demás, Volviendo a su fachada obsesiva, creía que la salud mental se adquiría formulando frases correctas o bien imponiéndose "no decir nada”. Los efectos de esta convicción le significaron un control tiránico sobre partes de sí mismo y sobre todas aquellas personas que por sus rasgos se avenían a ser confundidas con sus rartes tiranizadas. No toleraba oscilaciones emotivas en sí mismo y en dichas personas, y era tal la fuerza de su ilusión de pensar y hablar a la perfección que no tenía consciencia de la privación a la cual se sometía y sometía a todas aquellas personas que exteriorizasen algún ingrediente emotivo en su comportamiento. El punto de partida de la reparación en el tratamiento psicoanalítico consistió en transformar los mecanismos de defensa de aislamiento entre emoción, percepción y pensamiento verbal

pura que de esa manera tomase consciencia de su síntoma, que cuntenía las fantasías de fracaso, pánico y pérdida arriba se* ñaladas. Sesión a. Ya más adelantado en su tratamiento, el paciente pudo establecer contacto con las partes de sí mismo que conte­ nían necesidades corporales (la sed, por ejemplo), y en un mo­ mento dado pudo lograr una sincronización entre percepción de la tensión de necesidad, y localización del deseo para poder uti­ lizar así el proceso del pensar y pedir y obtener el objeto ne­ cesitado. En una ocasión, el paciente posibilitó que el terapeuta tuviese Ja evidencia de que él tenía capacidad de planear el pedido. En un momento de la sesión manifestó que se sentía súbitamente inteiesado por la luz que se filtraba “por la cenefa”, señalando la luz difusa colocada sobre un cortinado que tenía ante su vista. El terapeuta captó que seguramente se estaba refiriendo a algo que tenía que ver con la garganta y que había omitido el término "garganta de luz”, que a su vez incluyó en una inter­ pretación que se refería a deseos orales sentidos en su garganta que el paciente dejaba entrever, y que proyectivamente había ubicado en la garganta de luz y las zonas adyacentes por las características plásticas de esa parte de la habitación. Como respuesta, el paciente se quedó en silencio, dijo que se sentía mal, se incorporó y pidió un vaso de agua porque tenía sed. Consideramos que esto último constituye un escalón en su pro­ ceso de reparación. Sesión b. Ya más adelantado el proceso de reparación, el pa­ ciente fue capaz de desarrollar una descripción que a su vez nos permite conceptuaüzar sus múltiples aislamientos entre necesi­ dad fínica', motivación, representación plástica de los órganos im­ plicados en esta motivación v la decisión en la elección de los términos para adecuar su verbalización. Lo hizo en los siguientes términos: "Hay algo de remordimiento por haber desperdiciado las pri­ meras épocas de mi vida, por ser cerebral. . . Yo antes sentía que me venía una emoción que era desviada luego por un pensamienfp que me desviaba luego del segundo y así , cuando quería ha­ blar, lo que salía no tenía nada que ver con lo que sentía antes . . . Es difícil separar ahora el cuerpo de la mente: son insepara­ bles...” Así comenzó a describir la especificidad de sus procesos de

duelo por las -muchas pérdidas a raíz de estas defensas patoló­ gicas que aún son observables en las partes no destacadas del -"gmento. Prosiguiendo este trabajo de duelo, dijo lo siguiente: " ,. . Sí, desde varios días que vengo pensando con mi mujer en tener un hijo; ella aún está medio insegura pero creo que no por mucho tiempo creo que ella también tiene que desprender­ se de su herencia infantil. . . Últimamente me he preguntado por. qué he sido seco con mi padre. . . Lo siento cada vez más alejado de mí, ya no más apoyándome como un palenque ac¡en> tro; es como la bajante de un río .. . desprenderse de él me duele. . . es como un dejar de verlo como papá, como padre, y pasar a verlo como persona, como alguien común . . . ” Más ade­ lante prosiguió: “Hace unos días estuve pensando en eso . . . me acuerdo de cuando saqué el título [de abogado] del cilindro para tramitar el paso a la escribanía; en ese momento evoqué una serie de cosas muy cargadas de afecto: la graduación, la ju ra . . . Creo que se está acercando el fin cuando se ve al ana­ lista como persona com ún.. . (se pone las manos sobre los ojos). Es la primera vez que estoy casi llorando en sesión. . . ” Podía captar en sí mismo los deseos de ser padre; detectar que había identificado proyectivamente en su mujer su antigua relación objeta! entre las estructuras y funciones tiránicas y ti­ ranizadas de sí mismo, aunque esto no sería “por mucho tiempo”. Esta previsión fue plenamente confirmada por el paciente cuan­ do en una secuencia muy expresiva puso de manifiesto que él ya no aislaba (sequedad) a su padre, y que concebía a la persona actual que era él y a la que era su padre. Esto tiene el significado de “graduarse” de hijo del padre, concebido por la madre; simultáneamente, con la emoción expresada por el llanto sincronizó, mediante la corrección: “papá-padre”, la ex­ presión verbal adecuada al contexto de la sesión. Vemos cómo al realizar un descubrimiento crítico, ocurre en el paciente una caída de la omnipotencia, tal como lo describe E. Rodrigué. El proceso de reparación culminó con la emisión verbal de un concepto, paternidad, sincrónico con una emoción, la del reen­ cuentro con el padre como tal, y el lenguaje expresivo (ahora adecuado y espontáneo) fue el corolario de todo el trabajo que el terapeuta motivó en él. Todo este mensaje en conjunto es una reparación al terapeuta porque el paciente acusó recibo de los cambios logrados con su ayuda.

Paciente 3

En el tercer caso se trata de Julián, un paciente con una eSj tructura histérica y técnicas psicopáticas de manejo, con mar* cada tendencia al acting out. Consultó po„ dificultades para pensar, inconstancia y problemas en las relaciones interpersonales. Sesión a. En un fragmento de sesión de comienzos de análisis se evidencia un lenguaje que transmitía vivencias oniroides cuya función era inoculatoria. Este caso tiene algo en común con el primero: características de acting out verbal con un significado inoculatorio. Pero mientras en el primer caso la función inocu­ latoria del habla estaba destinada a aniquilar la capacidad del terapeuta de captar los significados, en este caso la erotización de los sueños diurnos encontraba en el contexto de la situación analítica una motivación para que tales sueños diurnos, trans­ formados en palabras, hiciesen sentir al paciente la ilusión de un apareamiento erótico heterosexual con la terapeuta, en un estado de fascinación (gestación); de esta manera, su compor­ tamiento verbal en la sesión era el reverso de su comportamiento heterosexual actual y pasado. El paciente había promovido en sus relaciones de pareja la convicción de que él no deseaba despertar interés en su compañera, mientras que en la sesión procuraba con su acting out solamente promover en la terapeuta la convicción de que deseaba despertar interés. Pero si logra­ ba tal cosa, nuevamente experimentaba otra pérdida, porque enmudecía esta vez al objeto, de manera tal que nunca logra­ ría configurar un diálogo analítico fértil. La inhibición de la capacidad para enviar un mensaje en el cual la acción, la idea y la expresión del afecto se combinasen adecuadamente, se debía a un splitting patológico frente al objeto; ante la posibilidad de ser fascinado por él, se disociaba y esterilizaba como espec­ tador lúcido pero no participante. En la sesión le ocurría lo contrario. Mediante el acting out verbal inoculatorio erótico se transformaba él mismo en el objeto de fascinación de la terapeuta, la disociaba por medio de un hablar que transmitía imágenes plásticas propias de sus sueños diurnos, y que ejercía una influencia estética esterilizante en el pensar de la analista para la respuesta terapéutica. En una sesión de comienzos del tratamiento, por ejemplo, dijo, tras retirar el almohadón: “Me quedé dormido. Estaba durmiendo, me desperté a la hora apropiada pero tenía ganas de seguir. ¡Ahí El sábado se

comprometió mi hermano. Estos últimos días los pasé muy bien. Estoy contento. Recibí una citación de la Facultad, de lina profesora de matemática, no sé qué quiere, no hice el curso. Recien estaba en casa una sirvienta que estuvo en casa hace quince años, era medio loca, epiléptica; una cosa rarísima. Hace un año, un día se quedó dura. Vino a casa y se quedó dura diez minutos, imposible moverla. Antes no creo. Mientras es­ tuvo en casa estaba bien. Tal vez hace veinte años, en realidad oíla trabajaba en !a casa de mi tía. Era irresponsable y buenísima. No mataba una mosca. Quien mató moscas fui yo. . . ” Sesión b. En la segunda sesión, con un año de intervalo, se puede sintetizar el cambio experimentado en un mayor control obsesivo. Ahora emite palabras después de haber pensado en silencio; si antes había un franco predominio de la inoculación fascinante que esterilizaba, en esta segunda sesión el propio pa­ ciente podía realizar formulaciones verbales, hasta cierto mo­ mento en que ocurría en la sesión la mutilación (castración) de su pensamiento verbal, cuando no sabía y se desesperaba para hacer saber algo a la analista para que ésta pudiese ayudarlo a terminar de definirlo en sí mismo. En esos momen­ tos, el paciente estaba angustiado porque no podía expresar francamente gratitud, como quería hacerlo, y además fascinado por lo que él mismo se había escuchado decir poco antes. En el fragmento dijo lo que sigue: “(Silencio) . . . Pensaba que es cómodo su sillón. Ayer estuve hablando con Alicia. En realidad lo que yo quiero lograr de ella es una especie de amor incondicional como lo tenía de ma­ má cuando era chicó, que me quería, haga las cosas bien o mal. Yo le reprochaba a ella que era poco comunicativa, y yo no quiero que sepa nada de mí, que me quiera como soy, pero ni siquiera ella sabe cómo soy. En realidad ayer cuando estaba con ella trataba de aclarar las cosas y voy a seguir. Aparte, trataba de explicarle de cómo estoy ahora [inestable], y de mis antecedentes para que sepa quién soy. . . Yo dejo entrever cosas que no son. Yo cuando hablo, aunque no miento digo las cosas que no son. . . Ahora, doctora, yo estoy, no sé. Si no estudio me voy a quedar muy corto. Tendría que estudiar algo para desarrollar algo. No estoy bien, no estoy bien. Pero dudo qué estudiar, yo estoy pensando . . . ” En la primera sesión el contacto emocional que lo angustiaba llevaba al paciente al acting out y al uso de técnicas psicopáticas

para paralizar la percepción de afectos y depositarlos en otros. Él actuaba en lugar de sentir o pensar. Usaba la contradicción: “irresponsable-buenísima”, y el ritmo maníaco del relato para fascinar al analista. Solamente queremos agregar aquí que el acting out consistía además en traer temas y personajes a la manera de un material onírico. Tergiversaba el significado de la regla fundamental y producía fascinación por traer una temática única (el despertar, la unión erótica y la muerte en el orgasmo), presentada en frag­ mentos dispersos en circunstancias de lo más disímiles. En el segundo fragmento había un esbozo de reparación con disminución del bloqueo emocional que antes impedía que el analista fuese testigo de cómo hacía fracasar a su pareja con él. Cuando dijo: “Tendiía que estudiar a lg o ... pero dudo qué estudiar, yo estoy pensando. . . ”, se ve la capacidad para toleiút dentro de sí la duda. Esto es uu índice de su evolución hacia la capacidad de reflexión, aun cuando tenía angustia (“No estoy bien, no estoy bien”). Su duda esbozaba un cierto mar­ gen de probabilidad de freno al desgaste que le ocasionaba su vtrbalización empobrecedora. Ahora el lenguaje verbal tendía a la búsqueda de ingredientes para cumplir con su función co­ municativa. Cuando dijo: “Qué cómodo es ese sillón”, realizó una referencia a la percepción corporal (comodidad). Ahora ya podía emitir la palabra “doctora”, que expresa una noción de contraste situacional, de conflicto intrapsíquico e interpersonal. Tras un análisis sintáctico de las primeras oraciones de las sesiones a y b de cada uno de los pacientes, realizaré una serie de consideraciones a partir de los resultados de dichos análisis, en especial del correspondiente al caso 1. Respondiendo a un pedido mío, de que realizara el análisis sintáctico de las oraciones antedichas, David Maldavsky ha f.xplicitado lo siguiente con respecto a Estela:

Abreviaturas O: oración Suj : sujeto ST: sujeto tácito Predic.: predicado CS: construcción endocéntrica sus­ tantiva CA: construcción endocéntrica ad­ jetiva

CV: construcción endocéntrica ver­ bal CE: construcción exocéntrica N : núcleo MD: modificador directo Comp.: complemento OD: objeto directo O I: objeto indirecto

C: circunstancial (C T : de tiempo; CL: de lugar, etcétera) subord.: subordinante coord.: coordinante T : término Pledicat.: predicativo FV: frase verbal &: sustantivo A: adjetivo

Sesión a

V : verbo. Adv„: adveibfc Art.: artículo Prep.: preposición Reflex.: reflexivo Pron.: pronombre Conj.: conjunción O': proposición subordinada

JO

1)

vsrbold«

A

vecea

tengo

miedo

de

ser

“De una manera algo informal podemos decir, con respecto a las peculiaridades de la hablante coloquial 1, que en Oal, Oa2 y Oa3 los verbos seleccionados 1) tienen la característica de estar conjugados en priméra persona del singular, o bien 2), cuando están conjugados en tercera persona dél singular, son impersonales (hay), o se combinan con un sujetó indefinido (“quien”), o un sujeto tácito que representa a la hablante (“ella”). Se observa un verbo reflejo (el signo de reflejo, por otra parte, está reforzado). .

BT (lmp«r»on«l)

I

Pradle

CV.

■00

Pradic

A H*y

i

rN i .0 _

i

Onfálico)

lllUA Relativo

/

\

-P re dlc

ST

quien

CV —

Predica!

I

CA Sí

QT

MD

piensa art.

una

'N

1 1

AOi

1 1

snob

"Además, entre los verbos seleccionados predomina el verbo ser, conjugado o no. El único adjetivo que la hablante intro­ duce (en O a l) es una voz inglesa ( “snob”). Se advierte también la absoluta carencia de un término que denote la existencia del interlocutor. "Desde el punto de vista fonológico, en O al, Oa2 y Oa3 la palabra final es aguda y con un predominio de la vocal “o”. "En cambio O bi, Ob2 y Ob3 presentan características distin­ tas. En O bi se omite el verbo. Se observa un término que

o 3)

/

\ P red.

\ C. Causa ST

Me

desprecio

a

pron.



denota la existencia del interlocutor ( “su”) Además aparecen dos adjetivos en idioma castellano. Los adjetivos son numerosos también en Ob2. En esta oración observamos además la aparición del verbo “estar” y del verbo “empezar”, uno en primera y tercera persona singular y el otro en tercera persona singular. Aparecen también el pronombre posesivo “mi”. El sujeto de la 0b3 es “usted”. Esta oración se presenta en forma de interroga­ ción. Desde el punto de vista de la combinación, en la misma la hablante omite una parte, que aparece entre corchetes. Se ob­ serva la aparición de un objeto indirecto ( “a una”) con un término indeterminado. Los dos verbos son cuasi reflejos. "Comparativamente, la combinación en O bi, Ob2 y Ob3 es mucho más rica en recursos que la que aparece en Oal, Oa2 y Oa3”.

Sesión b 1)

Pred.

Suj.

ST

Pred

-C Causa

CV-

/

N

\

Predica!

CA En Estoy adv

muy

Subord.

contenía porque

A partir de los “datos iniciales” constituidos por el informe acerca de las peculiaridades sintéticas y morfológicas de la hablante Estela, realizado por D. Maldavsky, puedo desarrollar una serie de hipótesis psicoanalíticas. La omisión del “usted” altera la relación sujeto objeto vínculo: usted - yo - de usted a mí. Tomando en cuenta el área pragmática, sostengo que la pa­ ciente Estela le ha adjudicado al silencio del terapeuta el sig­ nificado siguiente: “yo consideró que "usted es una snob. Me lo callo y le provoco miedo”. Sobre este supuesto adjudicado al silencio, Estela emite una construcción en la cual se superponen las redes o sistemas comunicacionales. El sistema intrapersonal del terapeuta se ha internalizado dentro del sistema intraper­ sonal de Estela. La internalización ha recaído sobre el SuperyóIdeal del Yo y como consecuencia Estela responde a un silencio

Signo de cuasi refl.

Frase verbal

O ' --------Suj.

V

S

O”

Se

da

cuenta

[ de

CV

MO

00

es

/ \

MD

N

Pron.

relat

\o

que

significa ]

• Suj.

que

tajantemente condenatorio expresando que dentro de ella hav un sujeto que la toma como objeto de desprecio. Sostengo qu es Estela quien ha absorbido la introyección porque, según ti informe, en la segunda oración aparece un sujeto indetermiDad ( “quien” ) que piensa que una tercera persona (tácita), que e ella, es “snob”. Esta segunda oración es un pasaje del contri-1 de la identificación proyectiva ( oración primera) a la frase tei cera, en donde el informe del análisis de la estructura sintáetic de la oración señala que abundan los pronombres reflexivo:, Esto, más el excesivo número de verbos en primera persona, a lo que se añade el hecho de que cuando el verbo está conjugad en tercera persona el sujeto es impersonal, tácito o indetermi nado, todo lo cual constituye los datos iniciales, nos permife pasar a una inferencia deductiva de un segundo nivel acerca del término narcisismo connotado de la siguiente manera: la per­ sona de Estela posee una relación especial con una parte de sí misma, la que contiene al Superyó y al Ideal del Yo. Según afirmé al explicar el gráfico la codificación y los valores pro­ vienen del Superyó-Ideal del Yo, que en este caso funcionan de acuerdo a la persona del terapeuta instalado como objeto en dicha estructura. Esto me permite realizar la siguiente generalización empírica connotativa: Todas las personas que pierden el vinculo entre ellas mismas y las demás y las incorporan como objetos que monopolizan el sentido de los valores éticos y estéticos, se de­ nominan, en términos teóricos puros, rasgos orales del carácter dominados por la ambivalencia y la introyección. He hecho un pasaje de niveles solicitando información sobre los datos iniciales para dar un sentido más preciso a un término teórico que en caracterología psicoanalítica corresponde a lo que Abraham de­ nomina como personas que sufren “heridas narcisístas” y se defienden de las mismas mediante una introyección en el Superyó (en este caso) que a su vez promueve defensas en el Yo contra los ataquei de esta instancia y que son las que aparecen como indicios en el informe del análisis sintáctico. En la OaS ya la defensa del Yo fracasa puesto que, al igual que un melancólico, el objeto "a mí misma” sucumbe al autorreproche (autodesprecio). E l subordinante “por” y el término ‘lo que soy” constituyen la base empírica correspondiente al enunciado teórico (FreudAbraham) que afirma que en el melancólico “la sombra del objeto perdido cae sobre el Yo”.

No seguiré realizando un análisis exhaustivo de los demás ejemplos, que abren nuevos campos sobre la relación entre los datos iniciales y el lenguaje teórico. Con la colaboración de Maldavsky he tratado cíe extenderme en una formulación que haga lo más asequible posible al lector psicoanalítico esta tarea que resume el propósito de todo el libro. Por ello, me limitaré ahora a suministrar los datos iniciales del informe de Maldavsky y a desarrollar muy breves comenta­ rios sobre los mismos. “Veamos un enfoque gramatical de las O al, Oa2 y Oa3, y Obi y Ob2 del hablante Luis.

Sesión a 1) Pred.

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“Con respecto al hablante Luis, las Oal, Oa2 y Oa3 reflejan una estructura simple, pobreza de vocabulario y de organización sintáctica. La Oa2 y la Oa3 tienen una estructura muy similar, alga más compleja (por el mero hecho de repetir parte de la estructura) la Oa3. Además se repiten palabras: 'pensaba’, 'mis padres’, etcétera. Mientras en O al el sujetó es ‘cabeza’ y el verbo

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está en presente, en Oa2 y Oa3 el sujeto está tácito y el verbo en pasaao. Sintácticamente ]as oraciones son correctas. ”En cambio, O bi y Ob2 presentan una mayor riqueza de vocabulario y de organización sintáctica, especialmente la se­ gunda. La construcción de las oraciones es deficiente. En Obi, por ejemplo, debería decir por haber sido cerebral’ en lugar de 'por ser cerebral’. En Ob2 debería decir ‘desviada luego por un pensamiento que era desviado por un segundo’, en lugar de ‘desviada luego por un pensamiento que desviaba del segundo’. ’Tor lo demás, es incorrecto el uso del ‘Hay’, verbo en pre-

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sente, al comienzo de O bi, que puede ser sustituido por ‘siento’ o ‘tengo’. Este verbo de O bi es impersonal. E n la_misma Obi. el verbo “haber’ aparece nuevamente, ahora en su forma de in­ finitivo; esta vez, sin embargo, el sujeto está tácito. Lo mismc ocurre con ‘ser’. "Los verbos de Ob2 están conjugados todos en pasado. "Desde el punto de vista de la combinación, es interesante señalar que en Ob2 la misma maíriz del verbo de Oa2 y Oa3 aparece en un sustantivo (‘pensamiento’), pero en Ob2 está rodeada por un conjunto muy amplio de semas, entre los cuales meden jerarquizarse tres características: a) El comienzo y el ] inal de Ob2 es prácticamente igual, aunque invertido: To antes j sentía - sentía antes; b ) la ‘emoción’ aparece como algo que 'viene’, y c) existe una rica coordinación témporo-causal detei minada por los siguientes semas: ‘antes’, luego’, ‘y*, ‘así’, ‘cuand'J y ‘antes’.” . A partir de este informe sintáctico realizado por D. Maldavsky, yo considero que a un psicoanalista le puede resultar de suma utilidad tomar en cuenta el siguiente supuesto para formular una serie de hipótesis, que aquí sólo esbozo: :odo paciente qiio en sesión está monopolizado por la intención consciente de en­ contrar la palabra justa, padece de un proceso consistente en una

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sustitución sucesiva de palabras en las que el primer elemento de la cadena que contenía la emoción es reemplazado por otro. Pero en tanto este último contiene también una partícula de lo que fue omitido, debe ser sustituido por otro, y así sucesivamen­ te. De esta manera, la palabra o frase expresada está despojada tic toda emoción, y por ello puede ser pronunciada. A todo este engranaje de sustituciones u omisiones de palabras y/o frases corresponde el término teórico analítico “mecanismo de defensa de anulación”. Al revés de lo que ocurre con otro tipo de pacientes, los que padecen este proceso, cuando comienzan a generar realmente estructuras más complejas, emiten frases con oraciones sintác­ ticamente incorrectas, aunque muy ricas en cuanto a la dimen­ sión semántica. "Veamos un enfoque gramatical de las O al y Oa2, y O bi, Ob2 y Ob3 del hablante Julián.

Sesión a 1)

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‘‘Con respecto al hablante Julián, en Oal y Oa2 encontramos verbos conjugados en tiempo pasado. Hay varias frases verba­ les. Los verbos (salvo ‘desperté’ ) no indican tanto acciones como estados. Todos los verbos tienen como sujeto tácito la primera persona del singular. Además, hay dos verbos cuasi reflejos. Hay una alternancia de verbos en pretérito indefinido (‘quedé’, 'desperté') y en pretérito imperfecto ( ‘estaba’, ‘tenía’ ). En Ob2 hay una elisión final del verboide ‘durmiendo'. "Falta toda referencia al interlocutor y localización espacial precisa de los hechos. ”En O bi hay dos verbos conjugados. El primero, en primera persona del singular, en pretérito imperfecto; el segundo, en tercera persona del singular, en presente, Se observa una refe­ rencia a su interlocutor ( ‘su’ ). A diferencia de lo que ocurre en Oal, en O bi el adjetivo ( ‘cómodo’) no indica un estado anímico propio ( ‘dormido’), sino una característica del objeto. ”En Ob2 encontramos una localización temporal de un hecho

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