Lecturas y juegos para los más pequeños
 9788490238523

Table of contents :
Portada
Créditos
Dedicatoria
Índice
CAPÍTULO 1 INTRODUCCIÓN Y JUSTIFICACIÓN PEDAGÓGICA DE LA OBRA
1. Estrategia de grandes objetivos
2. Mirando al pasado
3. Aprendizajes tempranos
3.1. El juego, método por excelencia
3.2. Algo de historia
3.3. Escolarización obligatoria
4. Ámbitos de aprendizaje en la Educación Infantil
4.1. Ámbito familiar
4.2. Adquisición del vocabulario
4.3. Ámbito escolar
4.4. Familia-escuela
4.5. Conclusiones
5. Ratahílas y poesías, bienes necesarios
5.1. Cómo iniciar retahílas y poesías en la escuela
5.2. Cómo practicar en familia
5.3. Escuela de padres
5.4. Frases de reflexión
CAPÍTULO 2 PLANTEAMIENTO DIDÁCTICO
1. Generalidades
2. Precisiones
3. Destinatarios
4. Objetivos
5. Valores
6. Procedimientos
CAPÍTULO 3 RETAHÍLAS Y JUEGOS
Retahíla y juego 1. ¡A la virulé, a la viruleta!
Retahíla y juego 2. Niño caballero
Retahíla y juego 3. Cucufato garabato
Retahíla y juego 4. Pajarito, pío, pío
Retahíla y juego 5. ¿Qué sucede en esta casa?
Retahíla y juego 6. Rataplam, Rataplam
Retahíla y juego 7. La momia bailona
Retahíla y juego 8. Tengo, tengo, tengo...
Retahíla y juego 9. Cucú, cantaba la rana
Retahíla y juego 10. La pastora y el pastor
Retahíla y juego 11. Porompompom
Retahíla y juego 12. El grillito, gri, gri, gri…
Retahíla y juego 13. ¡Pum, pum, pum!
CAPÍTULO 4 RATAHÍLAS Y POEMITAS PARA MEMORIZAR
1. Ponemos a trabajar la memoria
2. Poemitas
3. Sugerencias
3.1. Escribimos a medias
3.2. Muro de los poemas
3.3. Poemitas voladores
CAPÍTULO 5 RETAHÍLAS Y POEMITAS PARA ESCENIFICAR
1. Breve Introducción
2. Procedimientos
3. Escenificaciones
3.1. El pajarito desobediente
3.2. Las tres ovejitas
3.3. Un pajarito nadador
3.4. El duende de la papelera
3.5. ¡Ponte el casco, tontorrón!
3.6. Un gatito travieso
3.7. La luna lunera
3.8. Zapatitos rosa
3.9. La cara de la luna
3.10. El patito cojo
Epílogo
Bibliografía

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ISABEL AGÜERA ESPEJO-SAAVEDRA

LECTURAS Y JUEGOS PARA LOS MÁS PEQUEÑOS Retahíla y poesía como estrategia

EDITORIAL CCS

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Página web de EDITORIAL CCS: www.editorialccs.com © Isabel Agüera © 2010. EDITORIAL CCS, Alcalá, 166 / 28028 MADRID Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra sólo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra. Diseño de portada: Olga R. Gambarte Ilustración de portada: Daniel M. Simón Composición Digital: Safekat ISBN (epub): 978-84-9023-852-3

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A mis ocho nietos, en especial a Ramón, el más chiquitín, un sueño de luz y color que vuelve a ser ilusión en mi vida.

Este libro es un juguete que aquí viene y allá va. A la una y a las tres, cógelo, ábrelo y empieza a jugar y a leer, mientras yo cuento una, dos… ¡hasta diez!

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ÍNDICE Portada Créditos Dedicatoria CAPÍTULO 1

INTRODUCCIÓN Y JUSTIFICACIÓN PEDAGÓGICA DE LA OBRA 1. Estrategia de grandes objetivos 2. Mirando al pasado 3. Aprendizajes tempranos 3.1. El juego, método por excelencia 3.2. Algo de historia 3.3. Escolarización obligatoria 4. Ámbitos de aprendizaje en la Educación Infantil 4.1. Ámbito familiar 4.2. Adquisición del vocabulario 4.3. Ámbito escolar 4.4. Familia-escuela 4.5. Conclusiones 5. Ratahílas y poesías, bienes necesarios 5.1. Cómo iniciar retahílas y poesías en la escuela 5.2. Cómo practicar en familia 5.3. Escuela de padres 5.4. Frases de reflexión CAPÍTULO 2

PLANTEAMIENTO DIDÁCTICO 1. Generalidades 2. Precisiones 3. Destinatarios

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4. Objetivos 5. Valores 6. Procedimientos CAPÍTULO 3

RETAHÍLAS Y JUEGOS Retahíla y juego 1. ¡A la virulé, a la viruleta! Retahíla y juego 2. Niño caballero Retahíla y juego 3. Cucufato garabato Retahíla y juego 4. Pajarito, pío, pío Retahíla y juego 5. ¿Qué sucede en esta casa? Retahíla y juego 6. Rataplam, Rataplam Retahíla y juego 7. La momia bailona Retahíla y juego 8. Tengo, tengo, tengo... Retahíla y juego 9. Cucú, cantaba la rana Retahíla y juego 10. La pastora y el pastor Retahíla y juego 11. Porompompom Retahíla y juego 12. El grillito, gri, gri, gri… Retahíla y juego 13. ¡Pum, pum, pum! CAPÍTULO 4

RATAHÍLAS Y POEMITAS PARA MEMORIZAR 1. Ponemos a trabajar la memoria 2. Poemitas 3. Sugerencias 3.1. Escribimos a medias 3.2. Muro de los poemas 3.3. Poemitas voladores CAPÍTULO 5

RETAHÍLAS Y POEMITAS PARA ESCENIFICAR 1. Breve Introducción 2. Procedimientos 3. Escenificaciones

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3.1. El pajarito desobediente 3.2. Las tres ovejitas 3.3. Un pajarito nadador 3.4. El duende de la papelera 3.5. ¡Ponte el casco, tontorrón! 3.6. Un gatito travieso 3.7. La luna lunera 3.8. Zapatitos rosa 3.9. La cara de la luna 3.10. El patito cojo Epílogo Bibliografía

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1. INTRODUCCIÓN Y JUSTIFICACIÓN DE LA OBRA

1. ESTRATEGIA DE GRANDES OBJETIVOS He podido comprobar en mi larga vida profesional, por un lado, y como madre, por otro, que nada hay más cercano al niño que las retahílas y poemillas de sus juegos. En ellas están presentes todos y los mejores ingredientes imprescindibles para dar significado a sus intereses, movimientos, palabras, etc. ¿Qué madre, por ejemplo, para lograr que su bebé abra la boca y coma, con la cuchara en la mano no ha formulado palabras rimadas como las siguientes: Abre la boca, niño tragón, abre la boca que viene el avión? ¿O qué madre, abuela, etc. no ha repetido para lograr los primeros movimientos de las manitas de su bebé, aquello de Cinco lobitos tiene la loba, etc.? De ahí que un maestro no pueda dejar pasar esta estrategia, mediante la cual, y con una metodología bien organizada, pasará, ante todo, por ser globalizadora, creativa, lúdica y eminentemente participativa, propiciando así competencias que de cara al futuro de sus alumnos, tanto escolar como laboral, llegado el día, los harán personas válidas e insertas en la realidad del mundo que nos rodea. Es cierto y admitido que la lecto-escritura, más que de edades, depende de la madurez individual de los alumnos, de forma que hay alumnos que a los 5 años, por ejemplo, pueden leer e incluso escribir con más soltura que alumnos de más edad. No obstante, valiéndonos de la generalidad y apoyándonos en la psicología, los niños aprenden a muy corta edad todo aquello por lo que se sientan motivados. Recuerdo, al respecto, a uno de mis nietos que nació y vivió sus primeros años en una zona de nuevas construcciones en las que se levantaban grandes y numerosas grúas. Desde que tenía meses, el movimiento de aquellas gigantescas máquinas lo embelesaba de forma que podía pasar largos ratos mirando desde su sillita de bebé. A medida que fue creciendo,

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las grúas eran su juguete preferido: las tenía en cuentos, juguetes de todos los tamaños, colores, etc. Sus primeras palabras seguidas fueron: «Quiero subirme a una grúa». Y en fin, hoy día, con 5 años, sabe de grúas mucho más que yo. Tanto las poesías como las retahílas, adivinanzas, etc., si de alguna manera tienen relación con el entorno de los alumnos, las captarán por su fuerza expresiva y magia y máxime si van acompañadas de alguna melodía, ilustración gráfica, etc. o sencillamente, hacemos que sean partícipes activos con movimientos, palmadas, saltos, etc. Por otra parte, la gran importancia de estas estrategias estriba en los muchos y grandes objetivos que abarca como vocabulario, expresión corporal, psicomotricidad, expresión oral, comprensión y otros muchos que veremos más adelante.

2. MIRANDO AL PASADO Son muchas y muy buenas las obras dedicadas a promover la lectura de retahílas y poesías en el aula, pero esta actividad que hoy viene a resultar una obviedad, no siempre fue así. Personalmente recuerdo cómo poesías y retahílas pertenecían más al ámbito exclusivo de juegos o a largos y penosos aprendizajes de verbos, tablas, etc., que a motivación y prácticas de aprendizaje. Las enciclopedias de entonces, si acaso, incluían, a modo de ilustración, alguna adivinanza, trabalenguas o poemillas de carácter moralizante como aquel que nunca he olvidado y que decía: «Un pie cruel pisó una malva y ésta, que ignora lo que es venganza, lo aromatiza con su fragancia». En aquellos años los cuentos de los hermanos Grimm protagonistas en exclusiva, ni tan siquiera se leían en los colegios, se transmitían de generación en generación, de padres a hijos por vía oral. Los míticos hermanos sólo se dedicaron a recopilar y a escribir historias, cuentos que corrían el riesgo de ser olvidados, perdidos o convertidos en simples mitos sin valor alguno, como sucede con las tradiciones meramente orales. Así también los recurrentes cuentos de Andersen con sus tintes religiosos y representativos de situaciones sociales. De esta manera, y en aquellos años, la poesía y las retahílas estaban devaluadas o eran ignoradas como lectura para niños. No obstante, el género natural por excelencia de los pequeños es la poesía en todas sus formas, ya que está íntimamente ligada, como hemos repetido, con lo lúdico, tan cercano al proceso de aprendizaje del lenguaje como venimos explicando Hoy día, con el auge alcanzado por la literatura infantil, coincidente con el concepto que se ha ido asentando sobre la infancia como una etapa de desarrollo humano propia y específica de estos años, los libros de poesía y retahílas van proliferando, si bien durante años, no muy lejanos, casi tenían como única referencia de autores a Gloria Fuertes, la cual decía que escribir para niños tenía una gran responsabilidad, ya que lo que se pretende es despertar en ellos el amor por la vida, por la gente, las plantas, los animales,

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pero sin dejar el humor ni la fantasía porque la risa es muy necesaria. Constantemente repetía: «Hay adultos que nunca han sido niños y son seres penosos». Sin pretenderlo, tuvo un gran afán pedagógico, ya que consiguió que se aprendieran conceptos escribiéndolos en verso. Personalmente, me recuerdo como niña de cancioncillas rimadas que me hacían soñar con un no sé qué mágico, y pasados ya tantos años, observo el mismo efecto en los niños de ahora. Canciones de corro con letras absurdas, pero que motivan y promueven el juego. Por ejemplo, recuerdo aquella que decía: «Rum, rum, qué es ese ruidito que anda por ahí, que de día, que de noche, no me deja dormir». Ciertamente, y puede que dada mi gran fantasía y el contenido rimado de las canciones de corro o de otros juegos como el de saltar la comba al compás de retahílas, me provocaba gran ilusión, como creo que a todos los niños y niñas. No hace mucho me editaron una obra para los más pequeños, llamada precisamente Chiquitines, y me ha emocionado, que no sorprendido, comprobar cómo niños y niñas de 8 y 9 años, con el libro en la mano, trataban de memorizar poemitas de cuatro versos y, sobre todo, cómo lograban escribir cosas parecidas, lo cual he considerado altamente significativo a todos los niveles, decidiéndome a poner en marcha la presente obra, con la que pretendo crear una buena herramienta para maestros y padres, al tiempo que un libro de lectura para los niños. En ello voy a poner trabajo pero, sobre todo, como siempre que escribo para niños, mucha ilusión y creatividad. Podemos, pues concluir que los niños tienen con las retahílas y poesías sus primeros contactos con la riqueza, vigor y plasticidad de la lengua.

3. APRENDIZAJES TEMPRANOS 3.1. El juego, método por excelencia Hace unos días, con el fin de enseñarle a diferenciar a las personas por el sexo, mi hija hablaba a su hijo de 4 años. Ella, con el mayor énfasis posible, le decía: Papá es hombre y mamá, mujer. El pequeño, avispado que es, interrumpió y como un autómata repetía: Y el tito Ramón es hombre, y la tita Amalia es mujer, y la tita Belén es mujer... ¿Y la abuela?, preguntó mi hija, más bien por hacerle caer en la cuenta de mi presencia. El pequeño, mirándome de pies a cabeza, y tras vacilar unos instantes, exclamó: ¡La abuela es niña! La verdad es que me emocionó la respuesta por aquello de Vigil: «La mayor alabanza que se puede hacer de un hombre, de una mujer en este caso, es compararlo con un niño».

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Tanto mi hija —maestra también— como yo, nos quedamos sorprendidas con la ocurrencia. Mi hija insistió: ¿Y por qué la abuela es niña? ¡Ea...!, exclamó, porque me juega mucho. Por supuesto, era fácil razonar tan singular ocurrencia: la relación que siempre he mantenido con él ha sido de total y absoluta actitud de juego. Creo que ni en un sólo momento de los que paso en su compañía, el juego esté ausente, y con el juego, de una manera natural y totalmente espontánea, aprende y se divierte. Cuando nos referimos a los aprendizajes tempranos, considero en plena vigencia las palabras de Froebel en su obra La Educación del Hombre, que, si bien fueron escritas hace más de 140 años, por su claridad y penetración son extraordinarias. Dice: «El juego es el nivel más alto del desarrollo del niño. Es la expresión espontánea del pensamiento y de la sensibilidad, una expresión exigida por su vida interior [...]. A esa edad, el juego no es nunca trivial, es serio y profundamente significativo. Es necesario que sea apreciado y estimulado por los padres, ya que en su libre elección, el niño revela la futura vida de su mente a cualquiera que tenga intuición para la naturaleza humana. En esta etapa, las formas de juego son la esencia de todo el futuro, ya que en ellas se desarrolla y revela la persona completa con sus cualidades mentales más sensibles». Curioso el que los romanos llamaran a sus escuelas ludus (juego). Vaya, pues, por adelantado que el juego en Educación Infantil es, de cara a los aprendizajes tempranos, el método natural por excelencia. Pero tras esta especie de prólogo, que me parece imprescindible para situarnos en el tema, conviene hacer una breve reflexión por la vieja historia de lo que ha sido en otros tiempos la educación y los aprendizajes de los más pequeños.

3.2. Algo de historia Al respecto recuerdo, mis primeros tiempos de niña, cuando sólo las madres, las mujeres campesinas, trabajadoras de aquellos tiempos, recluían a sus hijos pequeños en las célebres escuelas llamadas «Amigas», «Migas» por aféresis y por aquello del paralelismo diminutivo. Allí, los pequeños, con sus respectivas sillitas a ristre, quedaban «depositados» al cuidado de alguna persona amiga o conocida, y allí, en adormecidos canturreos de oraciones y números, pasaban las horas. Los más afortunados, los que podían permanecer en el hogar, eran remitidos a sus respectivos y sexistas juguetes o a los cuidados de avispadas niñeras que los mantenían a raya a base de tremendas historias de terror. Después llegaron mis tiempos de maestra y los parvulitos, que si bien ocuparon un lugar dentro de los centros, la atención que se les prestaba era tan mínima que, por lo general, al último maestro que se incorporaba se le asignaba dicha clase sin más objetivo que la buena voluntad que a cada tutor/a se le ocurriera y que, en la práctica, quedaba reducida al aprendizaje de la lecto-escritura.

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Concepciones erróneas, y eso lo sabemos todos los que, de una forma o de otra lo hemos vivido, sobre el papel que juega la escuela en el proceso de desarrollo y socialización, habían dejado relegados los primeros años de vida de los niños y niñas a una educación exclusivamente doméstica, primero, y a una peligrosa dejadez, tras la creación de las escuelas para párvulos, después. Desde el comienzo de la escolarización obligatoria, la escuela se ha visto como un lugar de aprendizajes, referidos a conocimientos y habilidades específicos que la sociedad valora útiles para ingresar en el mundo adulto, a la vez que como institución socializadora que posibilita la influencia ideológica y moral. De esta concepción, los niños pequeños fueron considerados poco aptos para lo uno y para lo otro. En la actualidad, por un conjunto de razones —largas de explicitar— se empieza a considerar también la Educación Infantil como un contexto de desarrollo y progreso personal en general.

3.3. Escolarización obligatoria De ahí que la educación temprana, previa a la escolarización obligatoria, tras una larguísima historia de marginación, sea considerada ya como una faceta de la vida susceptible de ser escolarizada. Para darnos cuenta de la importancia que tiene el comprender al niño en estos primeros años, quizá sirva como modelo la opinión de Pestalozzi, que llegó a las mismas conclusiones cuando escribió en Cómo Gertrudis enseña a sus hijos: «Intenté averiguar el momento exacto en que el niño comienza a aprender y en seguida me convencí de que este momento coincidía con el de su nacimiento. A partir del momento en que se vuelve sensible a las impresiones externas, la naturaleza se convierte en su maestra». De estas afirmaciones, y las madres de ello podemos dar buena cuenta, podemos concluir: es claro que el aprendizaje comienza al nacer. Basta observar cómo los bebés, mediante el llanto, reclaman la atención a sus necesidades básicas; mediante el olfato, reconocen a sus madres; mediante los sonidos, los colores, la luz, etc. van aprendiendo a descubrir el mundo. Pero, para comprender al niño o a la niña en edad preescolar, necesitamos conocer las experiencias por las que pasa, previa su escolarización y, por supuesto, en ella, ya que, este conocimiento será el que nos ayude a contribuir de forma eficaz y definitiva a su evolución social, física, emocional, moral e intelectual.

4. ÁMBITOS DE APRENDIZAJE EN LA EDUCACIÓN INFANTIL 13

De lo anteriormente expuesto se deduce que son dos los ámbitos en los que necesariamente deben tener lugar los aprendizajes tempranos: familia y escuela. Para que el niño madure psíquicamente necesita la frecuente y eficaz estimulación de los padres y educadores. Luego, si bien tratemos estos ámbitos por separado, ambos deben converger y complementarse. Doble período de relajación podemos considerar —familia-escuela— en el que la estimulación psicosocial mejora la motivación para el aprendizaje del lenguaje y el desarrollo psíquico en general.

4.1. Ámbito familiar Para que el niño, al ingresar en la Escuela Infantil, asimile los conocimientos, se requiere que haya tenido cierto tipo de experiencias y, en este sentido, el nivel cultural general del hogar determina su nivel de información. Por otra parte, su lenguaje será más fluido si procede de un ambiente familiar en el que, tanto padres como demás miembros, propician encuentros, paseos, excursiones, viajes, comidas, etc. Y nada tiene que ver el nivel económico para alcanzar mayores o peores cuotas de motivación. Hay padres de un estatus social alto cuyos hijos carecen de motivación en detrimento de su normal desarrollo, por permanecer ellos mucho tiempo alejados del hogar y de la íntima convivencia con los pequeños. Doman en su libro Cómo multiplicar la inteligencia de su bebé dice: «Hace casi un cuarto de siglo, pausadamente, siempre pausadamente, se inició la revolución pacífica. Fue, y es, la más pacífica de las revoluciones de todo el mundo. Posiblemente es la más importante y gloriosa de todas las revoluciones. El objetivo de dicha revolución pacífica, dar a todos los padres el conocimiento necesario para hacer que sus hijos sean profundamente inteligentes, profundamente capaces y deliciosos, y conseguir de ese modo un mundo profundamente humano, cuerdo y decente». Si bien las aportaciones de Doman deberían ser obligadas para cualquier educador de Educación Infantil, personalmente opino que la primera etapa, la que normalmente transcurre en el hogar, es de tal transcendencia para el futuro del niño, que un simple manual, con ejemplarizaciones concretas y prácticas acerca de su conocimiento en aspectos generales, debería ser de obligado estudio para todas las parejas que aspiren a engendrar hijos y «ejercer» de padres. Y es que la naturaleza nos dota de momentos únicos, de etapas de especial receptividad y capacidad para determinados aprendizajes útiles para el desarrollo psicoevolutivo, pasados los cuales es sumamente difícil, por no decir imposible, dar marcha atrás. Dichos momentos o etapas, vienen secuenciados, de forma que la pedagogía en general, y la doméstica en lo que le corresponde, debería estar muy atenta, no sólo a su aparición, que suele ser espontánea, sino a su estimulación y total

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aprovechamiento. Pero, a mi entender, tanto en la casa como una vez iniciada la asistencia a los centros de Educación Infantil, se práctica una especie de dinámica de inhibición inconsciente de todos y cada uno de los auténticos intereses presentes en los pequeños, obstaculizando así los naturales canales de percepción. Infinitas, creo, son las veces que bien he escrito o verbalizado mi opinión de que el hogar es el aula por excelencia en todas las edades. No obstante, los educadores — padres y maestros— no enseñamos nada. Transmitimos, eso sí, lo que somos. Y me viene al respecto el recuerdo de una madre que me comentaba: «No sé qué hacer para que mi pequeño no sea tan sensible. Llora por cualquier cosa y ni las películas de dibujos animados puede ver sin sentirse identificado con el más débil. Su padre y yo le hablamos y tratamos de que comprenda, pero... ¡mi madre dice que a mí me pasaba lo mismo! —concluyó ella misma—, y me sigue pasando, aunque procuro que él no se dé cuenta». Yo afirmaría que los pequeños intuyen, perciben, imitan, aprenden y guardan, posiblemente para el resto de sus vidas, palabras, gestos, actitudes... que, inconscientemente, la mayoría de las veces, reciben de sus padres. Cuando mis hijos eran muy niños, murió mi madre. De vez en cuando, me sentía en la necesidad de llevar flores al cementerio. Normalmente, los niños se quedaban con mi marido, pero, en una ocasión —fiesta de Todos los Santos— él estaba ausente. Yo me debatía en una rancia concepción acerca de la muerte y de los cementerios, sobre qué hacer para evitar que los niños se impresionaran. Sin que mediaran más explicaciones, les dije: «Vamos a ir a llevarle flores a la abuela». Y, con ellos de la mano, sobrecogida yo, entramos en el cementerio. Mi hijo de 5 años, exclamó: «¡Qué jardín más bonito! Aquí la abuela tiene que vivir muy contenta». Desconcertada, por los infundados temores que me habían torturado, callé, pero mi hija mayor, de 6 años, añadió: «¡A lo mejor esto no es un jardín, porque mamá está muy seria!». En un hogar donde las disputas entre los padres sean frecuentes, donde el padre pase poco tiempo, donde la madre ande obsesionada con el trabajo y los problemas cotidianos, donde el orden excesivo reduzca los espacios de juego, donde las prisas y el estrés sean la tónica dominante, los niños percibirán una gran inseguridad, miedo, frustración y hasta una incipiente agresividad, manifiesta, de forma creciente, a lo largo ya de toda su vida. Un pequeño de 6 años me comentaba: «No sé qué le pasa a mi madre que por mucho que le chillo, no me oye». Creyendo yo que pudiera ser sorda, le dije: «A lo mejor tiene alguna enfermedad en los oídos». «Entonces, añadió, ¿por qué oye a mi padre, cuando le habla en voz baja?» La madre —investigué— tenía siete hijos y andaba siempre de cabeza. ¡Claro que oía a su pequeño!, pero no lo escuchaba. Como ya he dicho, hasta hace poco tiempo, la madre y el pequeño grupo social que componía la familia eran los depositarios de la responsabilidad del desarrollo de los niños, proceso que no se diferenciaba del más básico de la crianza. Alimentación,

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descanso, salud, vestido y cuidado físico en general, se deslizaba, sin distinción de intencionalidad ni explicitación, la función educativa, que en general se concretaba en que los niños conocieran y dominaran hábitos de conducta dentro de los propios procesos de crianza, a saber, «niño calla; niño come; niño da las gracias; niño da un beso; niño el pipí se hace en el váter, etc. Conductas, a veces, contraproducentes, si se tiene en cuenta que a estas edades no conviene imponer a los pequeños trabajos, actividades, actitudes que no deseen o que, una vez motivados, no practiquen voluntariamente. Lo cual, como es obvio, no está reñido con la buena educación que debemos inculcarles y, sobre todo, como he dicho anteriormente, transmitirles. De todas las funciones educativas que el grupo familiar realiza con los niños pequeños, la que más se va a relacionar posteriormente con las actividades de la escuela es el proceso de desarrollo de lenguaje, en la medida en que es una adquisición simbólica sobre la que se insertará toda la actividad escolar posterior.

4.2. Adquisición de vocabulario Y al llegar a este punto, quiero detenerme por la importancia que conlleva este proceso —adquisición de vocabulario— como sus correspondientes: comprensión y comunicación. En este sentido, y en mis muchas incursiones experimentales a todos los niveles educativos, he podido comprobar cómo los niños en general, y en este caso los más pequeños, en especial, dicen, saben muchas palabras en comparación con las pocas que comprenden y pueden incorporar a su sistema de comunicación, sin provocar la risa, unas veces, por su ingenuidad o la severa rectificación por su barbaridad. Damos por comprendidas palabras que los pequeños repiten, pero que de ninguna manera saben su significado. Recuerdo otra anécdota, divertida, dada su ingenuidad, pero que confirma la importancia de que el lenguaje no sólo son palabras aprendidas, sino, ante todo, palabras, vocabulario comprendido. En este caso, la pequeña tenía 8 años. Una mañana me asaltó en la fila de entrada a clase: «Ayer —me dijo— fui a visitar a mi madre al hospital porque la han operado de trompas, pero la nariz la tiene lo mismo que siempre. Yo no sé, entonces, para qué se ha operado». Es un gravísimo error el que cometemos los adultos al creer que los niños comprenden cualquier cosa que les digamos, si con anterioridad no se la hemos explicado. Yo misma, en múltiples ocasiones, he caído en dicha falta, provocando reacciones insólitas, como me sucedió en cierta ocasión que, encargada de llevar a la guardería a mi nieto de 4 años, tras un espacioso desayuno, se me ocurrió exclamar, a fin de que acelerara, una expresión coloquial entre los mayores: ¡Corre que nos pilla el toro! Mi nieto, despavorido, corrió a refugiarse en mis brazos, gritando: ¡No, no…! ¿Dónde está el toro? De sobra es sabido que los niños aprenden palabras que oyen pero, ¿acaso escuchan su significado? Con frecuencia decimos de algunos pequeños que hablan que parecen

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viejos. Yo me pregunto, ante esta expresión de creencia de que estamos ante un niño prodigio: ¿sabe acaso lo que dice o como lorito repite? Los padres primero, pues, la escuela al tiempo también, deben estar muy atentos a que el vocabulario crezca en número de palabras comprendidas, más que en número de palabras repetidas. Además del vocabulario es importante que los padres se preocupen del aspecto psicomotriz, propiciando, en ello, una incipiente autonomía: hacer pipí sin ayuda, atarse los zapatos, abotonarse la camisa, lavarse las manos, peinarse, etc. La mayoría de las madres, sobre todo, encargadas de estos quehaceres, por cuestión de tiempo que necesitan abreviar, son las que prefieren hacer ellas todo lo relacionado con la autonomía de los pequeños. No obstante, convendría que no descuidaran el potenciar prácticas que, desarrollando capacidades, colaborarán a que el pequeño sea menos dependiente, ganando así en autonomía. Las prácticas educativas familiares van influyendo de forma importante y bien que lo notan los profesores en los niños y niñas, porque cuando éstos llegan a la escuela han hecho ya su efecto, que puede ser positivo y haber ayudado al niño en su desarrollo personal o haber limitado potencialidades, como anteriormente ya he mencionado, que el niño tenía al nacer y que como ser humano le corresponden. En general, las citas que más valoro son aquellas personales que, como fruto de la observación y reflexión, nacen en el corazón y se traducen en palabras. Sin embargo, humildemente, reconozco que las hay tan buenas que, en determinadas ocasiones, es difícil superarlas, amén de que son viva expresión de lo que uno quiere comunicar. Así, refiriéndose a los muchos beneficios que puede reportar la familia en todos los sentidos, Funck-Bretano dice: «El amor de la familia es la única semilla del amor de la patria y de todas las virtudes sociales». Y esto es absolutamente cierto. Personalmente, me creo reproducción no de mis maestros de escuela que, por supuesto, algo me enseñaron, sino de aquella escala de valores vivida profundamente y transmitida como por ósmosis de los excelentes padres que tuve. Pero hoy día, la mayoría de los padres relegan por completo en los profesores, no sólo el aprendizaje de contenidos, sino lo que es mucho más importante, la educación, el fomento de hábitos, la disciplina, las buenas costumbres... Y por experiencia de muchos años en la enseñanza puedo afirmar que esto es imposible, cuando no se da una perfecta comunión de objetivos e intereses entre familia y escuela, cuando la familia no colabora. La familia, por antonomasia, es testigo de los principales —para mí lo son todos— eventos de la vida del niño. Luego, la familia debe estar preparada y atenta para que no se produzcan lagunas que puedan transformarse con el tiempo en auténticos mares de confusión y oscuridades. No olvidemos que el aula de la vida, por excelencia, es primero

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el hogar; después, y de forma simultanea, también la escuela. Con lo cual nos situamos en el segundo gran ámbito, si bien ambos se completarán siempre y máxime en estas edades en las que el pequeño no puede, de ninguna manera, ser comprendido, a nivel escolar, sin el previo conocimiento familiar.

4.3. Ámbito escolar Y con respecto a la primera escolarización de los pequeños, hace unas semanas, y para empezar, haré alusión a un artículo mío, publicado en el diario CÓRDOBA en mis asiduas colaboraciones y que titulé: «El horario escolar para los más pequeños». Dicho artículo fue todo un éxito. En él hacía alusión a una muy ilustrativa anécdota que presencié y era todo un exponente de lo que puede ser para los más pequeños la llegada a la escolaridad: en la plaza de una urbanización, a las siete de la tarde, cuando todavía no habían atrasado la hora, una madre, medio a rastras, se llevaba a su hijo, al tiempo que le repetía: «Tienes que acostarte temprano. Hay que madrugar para el colegio». El pequeño, así arrancado de sus juegos y amigos, a gritos repetía: «¡Pues yo no quiero ir al colegio, ni quiero colorear...!». La mujer comentaba con otras madres: «¡Con lo contento que estaba los primeros días!». Para mí que, a pesar de la muchos libros escritos, los muchos congresos, seminarios, conferencias, etc. sobre Educación Infantil, el tema de los aprendizajes sigue siendo una manida forma de mal entender lo que son los niños a estas edades. De ninguna manera, creo yo, se les puede exigir a niños de 3, 4 o 5 años, el mismo horario que a los mayores, e incluso que a los adultos. Con frío, con lluvia, viento... caiga lo que caiga, a las nueve en punto hay que estar en la escuela. Entiendo que puede haber madres que, por razones de trabajo, tengan que dejar a sus hijos, tal vez antes de las nueve, si fuera posible, pero eso sería factible dentro de unos márgenes flexibles de tolerancia convenidos. Otro aspecto de los aprendizajes, válido y necesario a todas las edades pero que se hace imprescindible en la Educación Infantil es el de educar con respeto sumo a la unicidad de los alumnos, algo sabido y practicado, de toda la vida, por algunos maestros, pero que al estar recogido en la LOGSE parece emerger como algo novedoso a lo que nos referimos con especial énfasis, llegado el caso, pero, ¿quiénes de verdad lo toman en consideración a la hora de programar estrategias, métodos, etc.? Todo maestro, sea del nivel que sea, previo a cualquier aprendizaje, debe estudiar, observar y detectar qué cualidades, qué capacidades, qué hábitos o actitudes tendrá que potenciar, estimular o corregir, pero siempre desde el alumno concreto y siempre desde la motivación y estrategias que fomenten, en todo momento, la autoestima. El maestro debe saber que su principal tarea es la de fomentar el pensamiento divergente: la creatividad... De ninguna manera podemos transferir —cosa fácil para el maestro, si se tiene en cuenta la ductilidad de la infancia— el modelo de lo que nosotros somos. Cada niño es único e irrepetible, verdad que viene a reforzar la idea de la

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unicidad. Muchas y variadas son las opiniones acerca de lo que hay o no hay que enseñar a los pequeños: lectura, sí; lectura, no; etc. Para mí, en cuanto a aprendizajes tempranos se refiere, lo fundamental que habría que lograr es que fueran felices, que aprendieran a vivir desde su mundo mágico, desde su creatividad, desde sus intereses, desde lo que son, en definitiva, y desde lo que comprenden. «Mi hija de cinco años —me comentaba una madre— me ha hecho pasar hoy un susto impresionante. Resulta que, roja como un tomate, aguantaba la respiración y no contestaba a ninguna de mis angustiosas preguntas acerca de averiguar qué le pasaba. Al fin habló: “No quiero respirar —dijo sollozando— porque nos ha dicho la señorita que cada vez que respiramos mueren miles de negritos”.» La madre, indignada, repetía: «No hay derecho; estas cosas no se les pueden decir a niños tan pequeños». Y llevaba razón. Los maestros de Educación Infantil, más que los de cualquier otro nivel, deben medir bien lo que dicen y pensar si lo que dicen puede ser comprendido por los pequeños. Y esto es así, incluso para lo que nos parecen inocentes cuentos. Un pequeño lloraba por la noche terriblemente asustado recordando el cuento de «Los tres cerditos», narrado por la maestra aquel día. Imaginaba que también el lobo podía llegar a su casa. No podemos olvidar que los niños a tan corta edad entienden literalmente todo lo que les decimos. No pueden distinguir entre metáfora o ficción y realidad. Y son demasiadas veces las que incurrimos en este error, que puede ser inconsciente, pero de ahí la pedagogía, la psicología que como mínimo debe conocer el profesor de Educación Infantil. En mis primeros años de magisterio, madre ya de mi hija primera, compartía espacio escolar con una compañera, soltera, encargada del aula de «párvulos» en aquellos años. Prácticamente estábamos en un descampado alejado de las casas y sin medio de comunicar con las familias. Un día, a un pequeño se le presentó una colitis tremenda. Su maestra, mi compañera, entró en mi clase despavorida: ¡No lo soporto! —exclamaba—. ¡El niño está hasta las trancas y con un olor irresistible! Efectivamente, el pequeño de 5 años, avergonzado, tiritando de frío y, como ella había dicho, chorreando caca por todo su cuerpo, estaba allí, de pie, con la cabeza agachada y repitiendo en un constante lloriqueo: mamá, mamá. Sinceramente, no se trataba de saber quién era mejor maestra, sino de mejor entender al pobre pequeño. Imaginé que fuera mi hija y, sin pensarlo dos veces, lo limpié como pude y lo lié en una bufanda, hasta que a la hora de salir llegó su madre. Quiero decir con esto, que el maestro de Educación Infantil, si bien no debe «derretirse», sí dilatarse y salir al paso, como lo haría un padre o una madre ante cualquier problema que de alguna manera pueda hacer sufrir o alterar la necesaria felicidad de los pequeños.

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4.4. Familia-escuela Y llegado este punto se hace imprescindible la confluencia escuela-familia. Desde luego, no podemos plantearnos un proyecto educativo que no incorpore de forma adecuada las relaciones de la escuela, la familia y el contexto social inmediato o comunidad. Pero sobre todo los niños de estas edades no pueden ser comprendidos sin el adecuado conocimiento y complicidad del doble ámbito familia-escuela. Por otro lado, la familia necesita a la escuela y la escuela tiene mucho que aprender de las prácticas educativas familiares, siquiera sea por la experiencia acumulada en los primeros años de vida. De aquí que sin una buena comunicación familia-escuela el desarrollo, los aprendizajes que buscamos para los pequeños pueden verse alterados. Al maestro de Educación Infantil le hace falta conocer y comprender los sistemas de crianza, los valores, los hábitos y las costumbres de las familias de niños y niñas para saber interpretar sus características, sus necesidades, sus posibilidades... En todos los tramos de la escolaridad —ya lo sabemos—, la comunicación familia, escuela y sociedad es positiva, pero en la que nos ocupa es incuestionable, insustituible y sumamente necesaria de cara al presente y, sobre todo, de cara al futuro. El niño pequeño, por su heteronomía, no puede ser comprendido fuera de su contexto. El contexto familiar nos da las claves de la personalidad y la disponibilidad educativa del niño y en el contexto escolar dichas claves deben ser el punto de arranque y la constante interpretación de todo lo que se refiere a su educación y aprendizaje.

4.5. Conclusiones Creo que, tanto desde la familia, como desde la escuela, habría que plantearse programas, cuya metodología fomentase el juego espontáneo. Es difícil dar una definición sobre qué es el juego que nace del niño, de la niña, con la misma fluidez que el agua de la fuente. No obstante, yo lo entiendo como una actitud compartida, ante todo lo que va pasando por la vida de los pequeños, de forma que las experiencias de juego con los padres, hermanos o amigos se guardan en la memoria desde principio de la existencia y constituyen una historia de placer y autosuficiencia. Ahí, precisamente, radica su gran valor educativo. La conceptualización teórica de Piaget nos permite estar seguros de que cuando el niño realiza juegos espontáneos está en el buen camino para que su desarrollo natural se encuentre felizmente con el aprendizaje. Ojalá todos, y en especial los educadores de los más pequeños, entendieran las palabras de R. Tagore, cuando dice: «Cada niño, al nacer, nos trae el mensaje de que Dios no ha perdido aún la esperanza en los hombres». Esperanza que no puede ser fallida por la mala gestión de padres y maestros.

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Creo que, al respecto, es igualmente válida una frase personal: lo primero y principal que habría que enseñarles a los niños es a ser felices y para ello nada mejor que propiciar el que a los mayores nos consideren tan niños como ellos, porque eso equivaldría a entenderlos, a interpretarlos en todas y cada una de sus ingenuas manifestaciones.

5. RETAHÍLAS Y POESÍAS, BIENES NECESARIOS Es vertiginosa la deshumanización, la pérdida de sensibilidad, de imaginación y fantasía en la que vivimos inmersos. No hay tiempo para cultivar y pagar cuotas que conllevan dedicación, relax, atención, ayuda... a los hijos y dedicación del profesorado, perdido en complicados libros de texto que, muy lejos de la realidad que son los alumnos, se convierten en auténticos dictadores de la educación y enseñanza. ¿Cuántos padres y maestros dedicamos diariamente o semanalmente —¡algo es algo! — un tiempo a compartir con nuestros hijos, alumnos, lecturas reposadas, una audición musical o sencillamente un paseo por el jardín más cercano? Para los pequeños, por muchas razones que ya hemos apuntado pero que a continuación analizaremos, retahílas y poesías son un bien necesario que se debe propiciar, tanto desde el ámbito familiar como escolar. Por otra parte sucede que constantemente, y con razón, nos quejamos de la pérdida de valores en la sociedad actual. No obstante, poco o nada hacemos por propiciarlos, cuando, como en el caso de la poesía, no sólo es una cuestión de lenguaje, sino también, y esto es muy importante, de estética e incluso ética. Sólo se transmite lo que se es y unos padres, unos maestros que no aman, que no eligen, que no distinguen dónde y cómo encontrar belleza, difícilmente colaborarán al transfer que necesariamente debe producirse para que una determinada línea de actuación se reproduzca en el otro. La retahíla y la poesía son un bien necesario por otra razón poderosa: con ellas dotamos a los pequeños de recursos y fórmulas defensivas a las constantes agresiones de que son objeto ya —y lo seguirán siendo cada vez más— por la corriente ambiental en la que viven como actores y espectadores de unos medios de comunicación, cada día más cáusticos, demoledores, cada día más al alcance de todos y de todo, ya que prevalece una especie de conjura para exterminar lo más hermoso que tiene el ser humano: su capacidad de crear, de sentir, de amar la belleza que emana de todo lo creado. A veces (S. Sweig) no es nada más que una puerta muy delgada la que separa a los niños de lo que llamamos mundo real, y un poco de viento puede abrirla. Yo añadiría: abrirla y destruir ese fantástico mundo mágico que los envuelve cada vez, desgraciadamente, por menos tiempo.

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De ahí que tanto padres como maestros deberíamos estar atentos a esta estrategia, mediante la cual, y con una metodología bien organizada, se les puede enseñar, desde la globalización, los contenidos del currículo, tanto conceptuales como procedimentales y actitudinales. ¡Pena que con tanta indiferencia asistamos al espectáculo del huracán que, sin piedad, derriba tan frágiles defensas! Si en cada niño nace la humanidad, en cada niño deberíamos sembrar las más exquisitas semillas, con vistas a lograr una sementera de futuro donde las estrellas vuelvan a ser noche; y los jardines, lugares de paseo y encuentro; y la música, suave deleite de sueños; y los pueblos y ciudades, lugares de esparcimiento y trabajo donde vivir como personas. Es cierto que los hombres y mujeres nos hemos transformado, en aras de la técnica, el progreso... en máquinas de destrucción de este mundo, paraíso que Dios puso virgen en nuestras manos. Colaboremos, en la medida que nos sea posible, a evitar la hecatombe que se nos aproxima. Los niños son la esperanza.

5.1. Cómo iniciar retahílas y poesías en la escuela Es muy normal, y los maestros reiteradamente podemos verificarlo, que los alumnos, cuando llegan a cursos superiores donde, según currículo, es preciso abordar el tema de la poesía, precisamente desde lo más arduo y complicado —rimas, estrofas, métrica, recursos, figuras, etc.—, si no han conectado anteriormente con ella, la viven como algo lejano, complicado, inaccesible, por donde no tienen más remedio que pasar, cuando el profesorado, olvidado de que nadie los enseñó, que nadie los motivó, que jamás tuvieron en sus manos un libro de poesía o retahílas, rotundos y convencidos de que pueden hacerlo, les ordenamos: «Escribir poesías». Cada día son más frecuentes las convocatorias de poesías para escolares y es curioso comprobar cómo se esfuerzan los pequeños por escribir lo que consideran poesía por el mero hecho de encontrar palabras terminadas en -ado o en -ido, y que de forma rimada —creen ellos— son suficiente para sus objetivos, ¡Qué lamentable recurso éste de implantar algo que requiere un aprendizaje previo, una motivación, una dedicación desde las más tempranas edades! Versos —si es que se pueden llamar así— tan grotescos, tan despiadadamente ofensivos para la vista y al oído, tan, al mismo tiempo, conmovedores, por el esfuerzo y buena voluntad que denotan el desamparo pedagógico que revelan. De ahí mi decisión, tan antigua como mi historia en la enseñanza, de que los niños, desde los primeros años, encuentren en retahílas y poesías elementos integrantes en la cotidianidad de sus vidas y, sobre todo, de sus juegos. «Mi abuela —le decía mi nieto de cuatro años a sus compañeros de clase— es “escribidora” y contadora de muchos juegos. A mí me gusta el de la momia bailona que le pica el culo y se rasca con un rulo.» La maestra, una veterana en Educación Infantil me llamó: «¿Qué es eso que cuenta tu nieto de la momia bailona, que todos los niños se lo han aprendido?».

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Efectivamente se trataba de una simple retahíla más de las muchas de mis libros, con las que lo entretenía cuando su madre me lo dejaba. En el lenguaje, para los más pequeños la poesía, o mejor la retahíla, poesía más plana, de reiterados estribillos, de mayor ritmo y musicalidad, tan significativa y que de una forma creativa incita al juego, al movimiento, a los gestos, expresión de un mundo de fantasía, valores y sueños, debería ser de obligado aprendizaje, pero sin apartarnos un ápice de lo lúdico espontáneo y creativo. Sencillos pareados, a base de juegos. Un sencillo ejemplo, nos puede situar en la pista de por dónde podíamos ir, si bien, el objetivo fundamental de esta obra es, precisamente, el ofrecer el qué y el cómo. Lo veremos en la tercera parte. MAESTRO: repite varias veces y con ritmo, por, ejemplo, el siguiente estribillo: ¡A la lima y al limón / cinco euros y un jamón! ALUMNOS: repiten con palmadas: ¡A la lima y al limón / cinco euros y un jamón! MAESTRO: Va corriendo don Ramón… ALUMNOS: repiten subiendo y bajando los brazos: ¡A la lima y al limón / cinco euros y un jamón! MAESTRO: Lo atropella un camión… ALUMNOS: repiten sentándose y levantándose: ¡A la lima y al limón / cinco euros y un jamón! Palabras como estas: melón, cabezón, chichón, camión, cajón y muchas más pueden dar lugar a otras actividades. — Comprensión: significado de las palabras lima, limón, jamón, camión, etc. — Memorización: al menos del estribillo, si bien pueden ampliar algunos versos. — Escenificación: un grupo repite estribillo y unos cuantos alumnos simulan que corren, que los pilla un camión, etc. — Gesticulación (sin palabras): repiten sin palabras pero tratando de comunicar la retahíla. —

Globalización: áreas como Circulación vial —lo atropella un camión—, Naturaleza —lima, limón—, Matemáticas —cinco euros—, Lenguaje —nombres de personas: Ramón, etc.

— Etc. Cada uno de estos apartados puede servir de centro de interés para charlar con los pequeños y que vayan adquiriendo conciencia de conocimientos, vocabulario, expresión oral, psicomotricidad, etc. Incipientes competencias de cara a ir enriqueciendo su formación tanto conceptual como actitudinal.

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Y así, con lecturas poéticas seleccionadas para cada edad y una creciente serie de actividades, irán adquiriendo, familiarizándose y amando la poesía. Cuando cada uno de mis nietos fueron bebés, para dormirlos, les canturreaba retahílas que yo me inventaba. Hay una que todos recuerdan con cierta nostalgia, a pesar de sus pocos años, y me la repiten de vez en cuando. Dice así: Un pajarito hizo su nido en la cunita de mi cariño. / ¡Fuera, pajarito —dice su mamá—, fuera de aquí! / que mi niño tiene sueño y quiere dormir. Un pajarito puso su huevo en la cunita de mi niño bueno. / ¡Fuera, pajarito — dice su papá—, fuera de aquí! / que mi niño tiene sueño y quiere dormir. Etc. En realidad, como he dicho, fueron muchas, pero esta del pajarito hasta se la tuve que dibujar cuando fueron algo mayores y, a modo de cuento, repetírsela una y otra vez. Justificación más que importante de la presente obra en la que el cuerpo principal de ella son, precisamente, poesías, retahílas y hasta miniteatrillos, transformados en sencillos y divertidos juegos. Inserto algunas de las viñetas de aquella inolvidable retahíla del pajarito y que por su gran sencillez pueden servir de ejemplo de hasta dónde puede llegar la imaginación, motivación de un pequeño, ante unas retahílas y unos dibujitos.

Un pajarito hizo su nido… ¡Fuera, pajarito, fuera de aquí…! Un pajarito puso su huevo… En la escuela se debe aprender a vivir, y vivir hoy es algo mucho más que supervivir. Nuestros alumnos deben prepararse para muchos y difíciles campos. Éste de entender, amar la poesía, leerla, escribirla... es un reto que todo maestro debe marcarse sin pausa y sin tregua; cuanto antes, aunque eso sí: respetando los procesos de aprendizaje, sin acelerar el ritmo y acortando el tiempo de su niñez, tiempo irrecuperable y que, al precipitarlos al mundo de los adultos, podemos dejar profundos vacíos que jamás podrán llenarse. No me extiendo más en este apartado ya que el maestro interesado en el cómo más exhaustivo, podrá encontrarlo en todas y cada una de las propuestas de la tercera parte de esta obra.

5.2. Cómo practicar en familia

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Si como hemos dicho retahílas y poesías son un bien necesario para los pequeños, la familia no puede quedar al margen de tan excelente estrategia. Deberían, pues, valorar, conocer y practicar con los hijos de una forma sencilla, natural y espontánea. Para ello, en primer lugar, como para todo, nada más eficaz que unos padres iniciados, que fueran lectores de poesías y estuvieran sensibilizados para valorar y ponderar todo lo bello de este mundo. Pero obviando está realidad, voy a intentar exponer sencillas fórmulas para todos los que, con buena voluntad y poca formación en esta materia, quieren pero no saben cómo abordarla, aunque esta obra es tan válida para profesores como para padres. — Practicar el juego de las palabras rimadas. Por ejemplo, para que coman se les repite algo así: «Come, come, comilón, que te crezca el barrigón». Si la comida está muy caliente: «Humo, humito, vete de aquí y te daré un besito». Si preguntan cosas transcendentes como «¿Por qué no baja el abuelo del cielo?»: «Abuelo, abuelito, de un salto, te doy un besito». Si andan muy despacio: «Corre, cepillo, que te pillo». — Lectura de poesías o retahílas en dinámica de grupo. Así, una vez seleccionada la retahíla, repetirla a coros. Por ejemplo: el niño dice: «¡Kikirikiii!». El padre, la madre o ambos contestan: «¡Canta el gallo en el corral!». El niño: «¡Kikirikiii!». Los padres: «¡Vete, gallo, a otro portal!», etc. — Jugar a las adivinanzas, trabalenguas, conjuros, tonterías... El tema de las tonterías es muy divertido. Palabras sin sentido: por ejemplo, «chachichecho mortadelo», «dori pandori», etc. (De hecho, a cosas parecidas hemos recurrido todos los padres alguna que otra vez: «Cinco lobitos...», «Vino una gallinita y puso un huevo...», «Las cabritas Juan Solano...»). De esta manera los pequeños se van habituando, no sólo a escuchar las palabras rimadas, sino que les divierte el ritmo, la gracia, el disparate en definitiva, con el que se logra una perfecta conexión significativa con sus intereses y máxime si los padres participan activamente acompañándolos y guiándolos en estos primeros contactos con retahílas y poesías. En cualquier caso, a la familia compete el iniciar y el colaborar, algo totalmente posible, cuando se pone ilusión y voluntad, porque poesía y música es para los pequeños la voz de quién los ama. Maestros y padres prestemos atención a los pequeños en el sentido de dotarlos del mayor número de bienes que nos sea posible. Comprendo, no obstante, que para muchos padres las cuestiones pedagógicas quedan lejos, muy lejos de su alcance. De ahí que en el siguiente punto, y refiriéndome a posibles «Escuelas de padres», formule algunas reflexiones útiles para un sustancioso debate.

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5.3. Escuela de padres — Si el maestro o maestra de sus hijos es de los que enseña a escribir y leer poesía, ¿piensa que es una pérdida de tiempo necesario para otras materias como, por ejemplo, las Matemáticas? — Si su hijo tuviera, por mandato de clase, que escribir una poesía y le pidiera ayuda, ¿cómo lo haría? — ¿Tiene en su casa libros de poesía? — ¿En alguna ocasión o con algún motivo ha escrito o leído para alguien una poesía? — ¿Recuerda si alguna vez, cuando su hijo era bebé, le canturreó alguna retahíla para hacerle reír, por ejemplo? — ¿Piensa, si es padre, que la poesía, la retahíla y ese tipo de cosas es más bien tema de niñas? — ¿Entra en sus cálculos regalar, por ejemplo, para su cumpleaños un libro de poesías a sus hijos? Como he dicho, creo que cada uno de estos puntos puede dar lugar a un formativo debate que nos lleve a concluir cómo la mayoría de padres, sobre todo, jamás han tenido contacto con lecturas poéticas y puede que hasta las consideren innecesarias para el crecimiento personal, en el sentido formativo, y más propias del género femenino.

5.4. Frases de reflexión — A poco que recapacitemos, caeremos en la cuenta de que la rima y el ritmo están totalmente vinculados al proceso psicoevolutivo de la infancia. — Prevalece una especie de conjura para exterminar lo más hermoso que tiene el ser humano: su capacidad de crear, de sentir, de amar la belleza que emana de todo lo creado. — La poesía es sentir hondo, pensar alto y hablar claro (Duque de Rivas). — La poesía se ha de apreciar primero como pura sonoridad, leerla y releerla como una especie de música; y no dar sentido ni intención a lo que se lee hasta que se ha dominado el sistema de sonido. Si no existe, el poema no es nada (Valery). — Lo maravilloso de la infancia es que cualquier cosa, en ella, es maravillosa (Chesterton). — Los pedagogos americanos y rusos que esperan un progreso de la disminución de la importancia de la familia, son más ciegos que todos los ciegos (Keyserling). — Cuando decimos poemas —decía un pequeño de 6 años—, me hago feliz.

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— Del cole no me gusta nada —contestaba un preescolar—. Sólo la canción de... Yo soy un grillito... Y la relación podría ser interminable, pero me daría por satisfecha sin con todo lo expuesto, adquiriéramos mayor conciencia de los bienes que, a veces por ignorancia, dejamos de propiciar a nuestros hijos o alumnos.

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2. PLANTEAMIENTO DIDÁCTICO

1. GENERALIDADES Para empezar este apartado, tengo que volver a repetir que, retahílas y poemitas, con sus repetitivos estribillos, con su ritmo, rima, musicalidad, incitación al juego, etc., son el mejor procedimiento para lograr los objetivos que, por excelencia, son los principales en estas edades. ¿Quién de los mayores no recuerdan aquellas tardes de nuestra edad escolar cuando pasábamos horas canturreando absurdas cantinelas que todavía siguen vivas en nuestras memorias? Cuando menos lo espero, me sorprendo repitiendo en mis adentros: «Al colegio que ya es hora, vamos pues…», o aquello de «España limita al norte», etc. De ahí que si los motivamos a la lecto-escritura y no precisamente con una obligada responsabilidad de aprender, sino como divertida forma de jugar, expresarse, relacionarse, etc., los niños empezarán a percibir todo lo relacionado con el lenguaje, como algo placentero a lo que desearán acceder por deleite. De todas formas, no podemos perder de vista que también la retahíla es una herramienta de información y aprendizaje. Palabras sencillas que pueden ser, o no, usuales en el vocabulario de estas edades y que siempre habrá que detenerse en ellas para repetir, aprender a pronunciar y saber su significado. Es por todo esto que su metodología precisa de un planteamiento didáctico exhaustivo que nos sirva de guía para saber el qué y el cómo.

2. PRECISIONES 1. Hay que tener muy en cuenta, a la hora de trabajar las propuestas, la edad del

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alumnado, ya que esta obra, si bien está dedicada a los más pequeños, puede ser de gran utilidad para Primaria. Y es por ello que el abanico de actividades derivadas puede dilatarse hasta donde creamos necesario. 2. La globalización, que debe conllevar cada propuesta, dependerá, de igual forma, del nivel de los alumnos y es por ello que en la presente obra, me limitaré a juegos y escenificaciones. No obstante, señalaré puntos importantes para relacionar cada retahíla o poemita con toda clase de competencias. 3. Los objetivos y valores que reseñe en este apartado serán válidos para todas las propuestas. Es decir, sería absurdo ir repitiendo prácticamente lo mismo en cada una de ellas. 4. Tener siempre en cuenta lo imprevisible de cara a flexibilizar cualquier procedimiento por importante que nos parezca.

3. DESTINATARIOS La presente obra está pensada, en especial, para los más pequeños. No obstante, como dije anteriormente, puede ser de gran utilidad para los primeros cursos de Primaria, ya que tanto la retahíla como la poesía deben ser objeto, no sólo de repeticiones, lecturas y juegos, sino que, paso a paso, deben de aprender a escribir sus propios textos que si bien al principio pueden resultar sólo ripios, tiempo habrá de ir corrigiendo y perfeccionando. Como ejemplo de hasta dónde pueden llegar alumnos que empiezan a muy temprana edad a trabajar retahílas y poesías, valga esta retahíla-poemita de una de mis alumnas — una de entre los 40 alumnos que igualmente escribían: La gallina Catalina se ha tomado una aspirina, come trigo, come pan, come pipas, come flan, come roscos de San Blas. La gallina Catalina, ¡cacaracá, cacaracá! Agua bebe sin cesar, en la fuente, en el río, en las nubes y en el mar. La gallina Catalina medio ahogada anda ya que, de tanto beber agua, ya ni pía, ya ni corre,

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sólo duerme en el corral. Y otra más, con dibujo incorporado, de un pequeño:

POESÍA A MI MAESTRA Mi señorita es buena, fantástica y encantadora. A ella le gusta mucho la creatividad, y quiere que nosotros seamos creativos. Por eso nos manda escribir cuentos, hacer poesías, dibujos y otras cosas más, y yo le dedico esta poesía y dibujo en prueba de cariño y amistad. David Sánchez / 8 años

Mi maestra Aunque parezca un poco extraño que niños de 8-9 años escriban estas cosas, son auténticas y reales. Tengamos en cuenta que estos alumnos empezaron en primero de Primaria —6 años— a escuchar y repetir poemitas como estos: 1 El cuco de mi reloj

2 Tengo dientecitos

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3 En la punta de la nariz

está loco de remate. A las doce de la noche come pipas con tomate.

para masticar las cositas buenas que me da mamá.

la luna tiene un lunar, por las noches se lo veo mi goma se lo va a borrar.

Fue tal el éxito de aquellos poemitas que me sentí motivada a escribir muchos más. Y así nació mi obra de gran utilidad en las aulas de Infantil, titulada Jugar y Crear. También y como consecuencia, una segunda obra de sencillas retahías que fueron igualmente válidas para infinidad de juegos y aprendizajes. Un ejemplo, que con música incorporada, sirvió para un programa de vídeos que nos grababan directamente en la clase, fue la siguiente retahíla: Dino, dino, dinosaurio. Dino saurio dino, dino, ¿dónde vas con mi pepino? Voy corriendo hacia el molino con morcilla, con tocino, con un rico cebollino, con la rueda de un vespino, don el rabo de un gorrino. Dinosario, dino, dino. De-vuél-ve-me-mi-pe-pi-no.

4. OBJETIVOS 31

En primer lugar, debemos tener en cuenta tres objetivos fundamentales con respecto a la práctica en el aula de retahílas y poesías. A saber: — Son un medio de adquisición de la información. — Son elemento de ocio y disfrute. — Son herramienta de aprendizaje. Teniendo en cuenta estas consideraciones implícitas en todas y cada una de las propuestas, podemos citar, como objetivos generales: — Tratar de motivar la lecto-escritura, así como promover una expresión oral, enriquecimiento y comprensión del vocabulario, psicomotricidad, etc., de acuerdo con los intereses más significativos de los alumnos. —

Seleccionar poesías adecuadas a cada nivel (tres, cuatro y cinco años) motivadoras y representativas de cada centro de interés programadas a lo largo del curso.

— Elaborar imágenes representativas que ilustren el texto poético para facilitar el aprendizaje de la retahíla o poesía. — Acercar a los alumnos y las alumnas a la poesía, despertando su interés y aprecio por los textos poéticos. — Interpretar y leer imágenes. — Reproducir oralmente las retahílas o poesías trabajadas. — Desarrollar la actitud de escucha en la reproducción de textos orales. — Potenciar la percepción visual y auditiva. — Desarrollar la capacidad de observación, atención y memoria. — Disfrutar con las creaciones plásticas. — Identificación de algunas palabras escritas muy significativas para el niño. — Reconocimiento y valoración del lenguaje oral como instrumento para comunicar sentimientos e ideas. — Interesarse por el lenguaje escrito y valorarlo como instrumento de información y disfrute.

5. VALORES Creo que este apartado no debe quedar reducido a una serie de palabras, referidas a valores que son, como mínimo, repetitivas de toda obra de carácter pedagógico que cae en nuestras manos.

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Por ello quiero llevar al lector a una seria reflexión acerca de la importancia y necesidad de educar y transmitir valores. En fechas pasadas, y desde páginas de un periódico del que soy asidua colaboradora, refiriéndome a la posmodernidad, señalaba como atributo muy notable la carencia de valores, tema por otra parte recurrente en nuestros días: autoridades gubernamentales y educativas urgen en la necesidad e importancia de que las instituciones ofrezcan no sólo información sino una formación de los valores. Y ahí están los cursos, conferencias, seminarios, escritos, etc. dedicando tiempo, dinero y todo tipo de reclamos con relación al tema. Pero desafortunadamente los grandes avances de la ciencia y tecnología han hecho que el centro de la educación se reduzca únicamente a la transferencia de información. Sí, se ofrece una información científica, preferentemente informativa, que descuida el aspecto de la formación, la cual proporciona al hombre el sentido y transcendencia que puede tener su vida. Es decir, en aras de un rápido y vasto aprendizaje se olvida la necesidad de proporcionar al alumno una visión adecuada del hombre y del universo que lo orientará en función del porvenir (revista Academia). Pero, ¿qué es un valor? ¿Cómo definirlo? ¿Se trata de algo nuevo? Podemos decir que un valor es una especie de principio que eleva a la persona a niveles superiores y que, a pesar de sus vehementes e improvisados progenitores, nada tienen de nuevo: son las de siempre y valen siempre. Son constantes en el pasado, en el presente y en el futuro, una característica de los valores, que olvidamos o ignoramos, luego no hay que inventarlos, sino reconocerlos, transformarlos y aceptarlos. Es decir, los valores están ahí, pero hay que verlos y transformarlos para que puedan ser aceptados. Un sencillo ejemplo nos puede situar en el punto de partida. La caridad hacia el prójimo no se ha perdido; sencillamente se ha transformado, dados los cambios que experimenta la sociedad. De nada serviría decir a los alumnos de hoy que hay que ser caritativos, lo cual de alguna manera marca diferencias, sino que hay que ser solidarios y eso equivale a decir que tenemos que ser conscientes y justos donde descubramos una necesidad del orden que sea. Todo esto, extrapolable a los padres por excelencia, no se consigue «predicando». Los valores, ¡tantos y tan necesarios e importantes!, hay que generarlos, propagarlos, transmitirlos. No basta con hablar de ética, pongo por caso, si padres y maestros, en infinidad de pequeñas cotidianidades, con sus palabras, gestos y comportamientos, se alejan en absoluto de toda honestidad y moralidad. Desde mi modesta opinión, reivindico, como siempre en educación, una reflexión seria y responsable. Si para los alumnos, los hijos, los valores son padres y maestros, hagamos de nuestras vidas auténticas obras de arte. Sólo en esas «playas» podrán bañarse con la placidez de aguas limpias de toda contaminación. Y tras estas consideraciones, ¿qué valores tratamos de transmitir en la presente obra?:

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Tolerancia. Autoestima. Amistad. Justicia. Igualdad. Amor. Creatividad. Responsabilidad. Alegría. Etc.

Un capítulo aparte merecería la palabra como valor y máxime teniendo en cuenta que será, a lo largo de esta obra, el vehículo que más nos aproxime a los alumnos. Por ello, me detengo en un artículo, que escribí no hace mucho y que voy a resumir aquí. Lo titulé «La palabra devaluada». Vivimos tiempos en que la imagen va sellando palabras, y se agiganta, mostrándonos la rentabilidad del mirar sin mayor esfuerzo. La palabra expresa el pensamiento y el sentimiento de nosotros, los seres humanos. De hecho, la palabra nos hace diferentes del resto de los seres que habitan el planeta. Y la palabra es verdadera, según la visión india, cuando hay plena correspondencia entre lo que se dice y lo que se hace. La palabra encuentra verdadero valor cuando se ve reflejada en la realidad. Esta reflexión, sencilla y hasta elemental, es algo devaluado en estos tiempos posmodernos donde cada vez se habla menos, ya que la palabra ha perdido el valor como base en las relaciones sociales. El precio de esta circunstancia no es otro que la incomunicación, la desconfianza, el aislamiento... La palabra ha perdido su sentido de tal manera que ya no importa lo que se dice, sino quién lo dice y dónde se dice. A. Regino Montes, acerca del tema, escribe: «La palabra fue perdiendo referencias, experiencias, valor de uso, y se ha convertido en un bien vapuleado, pasible de saqueos éticos, juramentos falsos, promesas por las que ya nadie reclamará cumplimiento. Y ese es el fondo sobre el cual nos constituimos como personas, despojado de contenido. ¿Qué construimos cuando nos construimos? Ese proceso de pérdida del valor de la palabra, ese vaciamiento, es el mismo que sufrió la subjetividad, la conciencia histórica. Y cuando hablamos ya no somos nosotros los que se expresan, hablamos en los términos permitidos, diciendo lo que se espera que digamos. El lenguaje ha pasado a ser el lenguaje de los vencedores, del poder, una herramienta mentirosa, cómplice…». Hay palabras que si no fuera por ellas, o por su contenido esencial donde va implícito un lírico significado, serían más bien un abismo de la abstracción del existir, cayendo en el gélido y penoso océano de lo anónimo, de lo no sido, de lo inexistente, del absoluto vacío, de la nada más aséptica, de la muerte triunfante, de lo no acaecido como rotunda

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eternidad, del asesinato más vil de un tiempo sin sustancia. Con ellas dejamos constancia de un beso lento y dulce, fruta emergiendo de un paréntesis de labios, en viaje metafísico hasta la posada sinuosa de otra boca. Con ellas perfilamos la musicalidad de una mirada cuyos ojos profundos son capaces de crear en los nuestros un aluvión henchido de metáforas. Con ellas describimos un poético atardecer, almibarado instante, por donde se trasluce un abanico de tonos que no son, sino un himno de colores hipnotizando al horizonte que termina por involucrarse en ellos, hasta acabar en perfecta fusión y diluirse. Con ellas podemos viajar por el aire mermando las distancias, entrar en el fondo de un ser, en las habitaciones de su intimidad más recóndita, tatuando con nuestro decir ese lienzo absorbente ubicado en su memoria. Con las palabras, sí, renacemos de nuevo en cada instante, o morimos menos, o retardamos la muerte mientras nosotros nos hospedamos en ese oasis esencial donde es pleno su significado. Finalmente: «Los valores se necesitan para construir un proyecto de vida digno que llene de sentido nuestra existencia». Y no olvidemos que los valores no se deben imponer, sino que deben ser descubiertos por los chicos y, para que tengan peso y sean eficaces, los alumnos deben descubrir el valor que existe detrás de cada uno de ellos. El sistema educativo está plagado de normas anacrónicas que no responden a valores genuinos y que deben revisarse.

6. PROCEDIMIENTOS Resumiendo, los procedimientos generales para trabajar a lo largo de esta obra, los situaría en los siguientes niveles: — — — — —

Lecturas. Estribillos. Juegos. Vocabulario. Memorización.

De forma abreviada, me voy a referir, valiéndome de un ejemplo, a los niveles citados. 1. El maestro lee la retahíla Tengo un conejito parandula, parandulero que gasta sombrero parandula, parandulero guantes de acero parandula, parandulero

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gafas de montero parandula, parandulero ¡Vaya conejito con salero! parandula, parandulero ¡Si parece un señor puñetero! parandula, parandulero Etc. 2. Los niños repiten estribillos El estribillo, sin significado, pero divertido para los alumnos, «parandula, parandulero», lo repetirán: — Con cierta musicalidad y ritmo. — Con palmadas. — Levantándose y sentándose al compás de las palabras. — Palmearán con el compañero. — Dando pequeños saltos al compás de las palabras. — Subiendo y bajando los brazos. — Acompañando con golpecitos en la mesa. — Acompañando con golpecitos de los pies. — Abriendo y cerrando los ojos. — Alternando palabras y silencios a indicaciones del profesor. Por ejemplo, dicen todos: parandula. El profesor indica silencio. Omiten la palabra parandulero. A una nueva indicación, repiten de nuevo, pero esta vez omitiendo la palabra parandula y repitiendo, parandulero. Etc. — Agachándose y levantándose. — Alternado palmadas y golpecitos en la mesa. — Y un largo etcétera. que los profesores podrán ampliar, ya que las posibilidades son casi infinitas. 3. Juegos En este apartado no me voy a detener, ya que en la obra cada retahíla o poema lleva su respectivo juego. No obstante, como ilustración y siguiendo con el ejemplo, veamos algo muy elemental: Los alumnos formarán dos grupos. Uno repite siempre el estribillo. Otro —puede ser el maestro— va simultaneando cada versito de la retahíla. Así:

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— — — —

Grupo uno: Tengo un conejito… Grupo dos: (Al compás y con ritmo) parandula, parandulero... Grupo uno: (Gesticulando) que gasta sombrero… Grupo dos: parandula, parandulero...

Y así se puede repetir varias veces. Los grupos pueden cambiarse de forma que todos repitan todo. Si los alumnos están ya iniciados en la lectura, el estribillo, como mínimo, se escribirá en la pizarra y los alumnos lo copiarán. También se les puede sugerir que busquen palabras, aunque no tengan sentido, que rimen con farandulero y hagan un lista. Por ejemplo, puchero, zapatero, lechero, etc. 4. Destacamos vocabulario y globalizamos De la retahíla que nos ocupa podemos destacar palabras como conejito, sombrero, guantes y/o gafas. Lo primero será tratar de que las pronuncien correctamente. Después, procurar que las comprendan. Seguidamente se puede globalizar con temas como animales domésticos y salvajes, mascotas…; los ojos, la cabeza y otras partes del cuerpo; uso de gorras y sombreros para protección solar; aseo de manos y enfermedades a través de ellas; etc. También se pueden sugerir diversas actividades plásticas: — — — — —

Dibujo de distintos tipos de gafas. Dibujar monigotes con gafas. Dibujarles a imágenes de periódicos o revistas, gafas y sombreros. Hacer sombreros de papel. Siluetear las manos y ponerle cara.

Darle escrita la palabra, por ejemplo, parandula y que la ilustren con algo que les sugiera. 5. Si se trata de alumnos que ya saben leer y escribir el procedimiento puede ir algo más allá, si bien las anteriores sugerencias pueden ser válidas para cualquier edad. A continuación, cito sencillos procedimientos para el supuesto indicado. —

El maestro escribe en la pizarra palabras de rima sencilla. Por ejemplo: Sevillasilla.

— Los alumnos las repetirán con ritmo y en voz alta, alternando: Sevilla-silla, sillaSevilla. — De forma voluntaria, los alumnos saldrán a la pizarra, bien para continuar con rimas similares, por ejemplo: villa-pilla, bien para sugerir otras nuevas, por

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ejemplo: queso-beso. — También pueden combinar palabras de las escritas en varias rimas similares. Por ejemplo: silla-pilla. — Los alumnos irán escribiendo en sus respectivos cuadernos todas las rimas que vayamos componiendo en la pizarra. — Cuando se haya escrito el número que consideremos suficiente, pasaremos a formar estribillos, uniendo dos grupos de las rimas que hayamos escrito. Por ejemplo: Sevilla-silla, silla-Sevilla. O más sencillo aún para empezar y como ya citamos anteriormente: «A la lima y al limón». — Una vez elegido el estribillo, los alumnos formarán vocabulario de palabras que rimen con dicho estribillo. Por ejemplo: jamón, cajón, melón, etc. — Con el vocabulario confeccionado entre todos, comenzarán a escribir sencillos pareados. Por ejemplo: A lima y al limón / como pipas con jamón. / A la lima y al limón / me paseo en camión, etc. — Seguidamente se puede pasar a la lectura por parte de cada alumno de sus composiciones, que servirán para elegir, por mayoría, las que resulten más del gusto de todos. — Con las elegidas se puede formar una larga retahíla que, escrita en la pizarra, servirá para leer, escribir y repetir todos de las formas más variopintas. — Es casi de obligada necesidad, tratar de ponerle música y ritmo para que los alumnos puedan cantar y bailar. — Se puede terminar con una bonita ilustración de cualquier cosa. Un ejemplo de retahílas, entre cientos de ellas, logradas por el procedimiento indicado, pueden ser las siguientes: 1

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Estribillo elegido:

Estribillo elegido:

Patatilla-patatá / patatilla-patatón

Agüita-gua /Agüita-gua

Retahíla:

Retahíla:

Patatilla-patatá patatilla-patatón. Por allí viene Gonzalo con helado de limón. Patatilla-patatá patatilla-patatón.

Agüita-gua / Agüita-gua mi niño va a beber. Agüita-gua / Agüita-gua en vaso de papel. Agüita-gua / Agüita-gua bailando con Raquel.

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Por allí viene Ramón con un queso y un jamón. Patatilla-patatá patatilla-patatón. Etc.

Agüita-gua / Agüita-gua mi niño va a jugar. Agüita-gua / Agüita-gua mi niño va a bailar. Etc.

Sinceramente, extraordinario el resultado obtenido siempre que he puesto en marcha esta apasionante actividad. Los alumnos, con mucho ritmo y graciosos movimientos, las repetían sin cansarse. No me resisto a resumir con un esquema los pasos citados para facilitar a los profesores interesados el proceso seguido. Empezamos por la base para ir ascendiendo. Como verán, he suspendido en el esquema pasos que están sumamente comprendidos.

Derivadas de los procedimientos son muchas las actividades resultantes de tan sencillas estrategias, pero creo, como siempre, que todos los maestros pueden superar mis sugerencias y los animo convencida del éxito pedagógico. Y la sugerencia, objeto de esta obra: las letras de poemas y retahílas se pueden escenificar en forma de divertidos juegos, como veremos en la tercera parte.

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3. RETAHÍLAS Y JUEGOS

RETAHÍLA Y JUEGO 1

¡A LA VIRULÉ, A LA VIRULETA! Leemos estrofa por estrofa y los alumnos repiten. Será igual en todas las retahílas. ¡A la virulé / a la viruleta! Toca el mono la trompeta. ¡A la virulé / a la viruleta! Me paseo en bicicleta. ¡A la virulé / a la viruleta! Duerme y ronca la veleta. ¡A la virulé / a la viruleta! Ponte ya la camiseta. ¡A la virulé / a la viruleta! ¡Y a correr con la maleta! ¡A la virulé / a la viruleta! ¡Cómo sube la cometa! ¡A la virulé / a la viruleta!! Yo me como una croqueta. ¡A la virulé / a la viruleta! Tú te pones la peineta.

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¡A la virulé / a la viruleta! Quítate ya la careta. ¡A la virulé / a la viruleta! Ya está bien de cuchufleta. Vamos todos a jugar / ¡a correr y a pillar!

Juego Niños y niñas, agarrados o de la mano de dos en dos y formando corro o fila, repiten el estribillo, ¡A la virulé, a la viruleta!, con ritmo y sin soltarse de las manos, dando un pequeño salto y girando el cuerpo a derecha e izquierda. Se pueden hacer tantos grupos como estrofas, a fin de que cada dos niños canturreen una, pero siempre repitiendo todos el estribillo: ¡A la virulé, a la viruleta! También pueden ir apareciendo, en un simulado escenario, por parejas y canturreando: ¡A la virulé / a la viruleta! TODOS: (Agarrados de la mano de dos en dos y girando el cuerpo de izquierda a derecha y viceversa en pequeños saltos.) ¡A la virulé, a la viruleta! PAREJA 1: (Simulando el toque de trompeta.) Toca el mono la trompeta TODOS: (Siempre de igual forma.) ¡A la virulé / a la viruleta! PAREJA 2: Me paseo en bicicleta. (Simulan pedaleo de bicicleta.) TODOS: ¡A la virulé / a la viruleta! PAREJA 3: Duerme y ronca la veleta. (Simulan dormir sobre las manos juntas.) TODOS: ¡A la virulé / a la viruleta! PAREJA 4: Ponte ya la camiseta. (Simulan que se visten.) TODOS: ¡A la virulé / a la viruleta! PAREJA 5: ¡Y a correr con la maleta! (Simulan que corren con una pesada maleta en las manos.) TODOS: ¡A la virulé / a la viruleta! PAREJA 6: ¡Cómo sube la cometa! (Simulan que la cometa está muy alta. Miran hacia arriba y señalan.) TODOS: ¡A la virulé / a la viruleta! PAREJA 7: Yo me como una croqueta. (Simulan que comen.)

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TODOS: ¡A la virulé / a la viruleta! PAREJA 8: Tú te pones la peineta. (Simulan que se colocan en la cabeza una peineta.) TODOS: ¡A la virulé / a la viruleta! PAREJA 9: Quítate ya la careta. (Simulan quitarse una careta y poner otra cara.) TODOS: ¡A la virulé / a la viruleta! (Deshacen las parejas y corretean jugando.) Ya está bien de cuchufleta. / Vamos todos a jugar / ¡a correr y a pillar! Si la retahíla resulta larga, se puede acortar por donde se desee.

Sugerencias — Se puede simular trompetas de papel y jugar a tocar las trompetas de Semana Santa por ejemplo: Pi-pa-para-pipa… — Tendidos en el suelo, podemos imitar el pedaleo de las bicicletas. — Utilidad de las bicicletas. — Peligros de las bicicletas. — Hacer sencillas cometas o cariocas y tratar de hacedlas subir en el patio de recreo. — Hablar de alimentos como croquetas, tortas, pan, etc., alimentos que puedan llevar algún ingrediente en común. — Peligros de comer demasiado: la obesidad y sus consecuencias. — ¿Qué es una peineta? — Clases de peinetas. Se pueden dibujar. — ¿Cuándo se suelen poner las peinetas? — Hacer alguna peineta de cartulina. — Maletas y bolsos: utilidad. — Viajes, etc.

RETAHÍLA Y JUEGO 2

NIÑO CABALLERO A un puchero zapatero cayó un sapo puñetero y en mi plato pirulero lo encontré con un sombrero.

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¡Hola, niño caballero! Como tú comer yo quiero del puchero zapatero. ¡Fuera, fuera de mi plato! ¡Fuera, fuera que te mato! Ya me voy, niño gruñón. Que te pique un moscardón que te saque un buen chichón. Al puchero del Señor cayó una bonita flor y en mi plato pirulero la encontré con el romero. ¡Hola, niño caballero! Soy rosa del jardín del amor y de tu plato pirulero un poquito comer quiero. Si eres rosa primorosa del jardín del amor, toma y come con mi tenedor. Así estará más gordo el puchero del Señor. ¡Hola, niño caballero! —dijo el sapo puñetero—. ¡Yo te pedí comer primero comer de tu plato pirulero. ¡Fuera, fuera de mi plato! ¡Fuera, sapo que te mato! Yo sí comparto el tenedor —dijo la rosa— con ese sapito hambriento que es criatura del Señor. Lleva razón la flor —dijeron todos—. Llamemos al sapito puñetero

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y que coma también del puchero pirulero.

Juego Se forma un grupo de niños y niñas, que pueden ser todos los alumnos menos dos: uno representará al sapito y otro a la rosa del Señor. Los alumnos pueden estar sentados en el suelo o sobre la alfombra, simulando que están a la mesa para comer. Sería conveniente que tuvieran platos y cubiertos de plástico o cartón. Y todos, como una sola voz y gesticulando, con ritmo, irán repitiendo los textos que les corresponden GRUPO DE NIÑOS: (Gesticulan mostrando los platos.) A un puchero zapatero / cayó un sapo puñetero / y en mi plato pirulero / lo encontré con un sombrero. (Entra un niño simulando ser un sapo y, dando saltos, se dirige a todos.) SAPO: ¡Hola, niño caballero! Como tú comer yo quiero / del puchero zapatero. GRUPO DE NIÑOS: (Agitando los brazos y empujándole suavemente.) ¡Fuera, fuera de mi plato! / ¡Fuera, fuera que te mato! SAPO: (Con mal tono.) Ya me voy, niño gruñón. / Que te pique un moscardón / que te saque un buen chichón, que te entre sarampión. (Sale el sapo.) GRUPO DE NIÑOS: Al puchero del Señor / cayó una bonita flor / y en mi plato pirulero / la encontré con el romero. (Entra la flor y se dirige también al corro.) FLOR: ¡Hola, niño caballero! / Soy rosa del jardín del amor / y de tu plato pirulero / un poquito comer quiero. GRUPO DE NIÑOS: (Con el tenedor en la mano.) Si eres rosa primorosa / del jardín del amor, / toma y come con mi tenedor. / Así estará más gordo / el puchero del Señor. (Le dan los tenedores.) (Entra de nuevo el sapo.) SAPO: ¡Hola, niño caballero! ¡Yo te pedí comer primero / comer de tu plato pirulero. GRUPO DE NIÑOS: (Detrás del sapo, gesticulando, repiten y salen.) ¡Fuera, fuera de mi plato! ¡Fuera, sapo que te mato! (Sale el sapo.)

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FLOR: Como soy flor del jardín del amor / yo comparto el tenedor / con ese sapito hambriento / que es criatura del Señor. GRUPO DE NIÑOS: Lleva razón la flor. / Llamemos al sapito puñetero / y que coma también del puchero pirulero. (Se ponen todos de pie y llaman a voces.) Sapito del sombreo, ven de nuevo a nuestro plato / no te pillo, no te mato / te daremos tenedor / y comerás como un señor. (Entra el sapito dando saltos y con su sombrero.) Puchero, zapatero comeré con mi sombrero / y por ello doy gracias / a este niño caballero. (Al decir estas últimas palabras, se coloca delante de algún niño o niña y hace una media reverencia. Al repetir el juego, el niño o niña elegido será el que haga de sapo.)

Sugerencias — Dibujar sapito y flor. — Hacer sombreros de papel. — Aprender a manejar la cuchara y el tenedor. — Andar a saltitos. — Dibujar silueta de cuchara y tenedor. — Etc.

RETAHÍLA Y JUEGO 3

CUCUFATO GARABATO Un garabato hice en el papel le puse ojos, le puse manos, le puse pies. Y el muy tuno cogió mi zapato y de un salto echó a correr. ¿Dónde vas, Cucufato Garabato, dónde vas con mi zapato? Voy en busca de Teresa para darle una sorpresa para hacerle una promesa.

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Cucufato Garabato, ¿dónde vas con mi zapato? ¿Y quién es Teresa? ¿Y qué es una sorpresa? ¿Y qué es una promesa? ¿Y qué es una cereza? ¿Y qué una silla o una mesa? ¡Cateto! ¡Ignorante! De castigo, ponte de rodillas y reza. No me quieres contestar, Cucufato Garabato, yo te pinté con cara y manos, yo te pinté sin zapato. ¡Vale, vale! Es tan sólo por un rato que voy buscando al señor gato. Que me quiero retratar con bigote de verdad. ¡No me importa, no me importa!, Cucufato Garabato. De-vuél-ve-me-mi-za-pa-to. ¡Allá va, niño mentecato! Allá va tu querido zapato.

Juego (Se forman dos grupos.) El grupo 1, que será el más numeroso, puede permanecer sentado o colocarse de pie en un lado del aula. Cada alumno tendrá en la mano uno de sus zapatos. El grupo 2, que representa a Cucufato Garabato, está como ausente en otro rincón. GRUPO 1: (Gesticulando y mostrando, con cada palabra, los nombre citados en la retahíla: ojos, manos, pies, etc.) Un garabato hice en un papel le puse ojos, le puse manos, le puse pies. Y el muy tuno me quitó un zapato. y de un salto echó a correr.

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(Entra Cucufato corriendo y le quita el zapato al primero que encuentra.) GRUPO 1: (Haciendo lo mejor posible la entonación interrogativa.) ¿Dónde vas, Cucufato Garabato, dónde vas con mi zapato? GRUPO 2: (Dando saltos rítmicos.) Voy en busca de Teresa para darle una sorpresa para hacerle una promesa. GRUPO 1: (Repiten voceando.) Cucufato Garabato, ¿dónde vas con mi zapato? ¿Y quién es Teresa? ¿Y qué es una sorpresa? ¿Y qué es una promesa? ¿Y qué es una cereza? ¿Y qué una silla o una mesa? GRUPO 2: (Sin dejar de dar saltitos.) No sabes nada, chiquillo, mi amiga es Teresa, mi regalo, una sorpresa, mi palabrita, una promesa, mi fruta preferida, una cereza. ¡Anda y de penitencia, una salve, reza! GRUPO 1: (Enfadados.) No me quieres contestar, Cucufato Garabato, yo te pinté con cara y manos, yo te pinté sin zapato. GRUPO 2: (Sin dejar de dar saltitos.) ¡Vale, vale! Es tan sólo por un rato que voy buscando al señor gato. Que me quiero retratar con bigote de verdad. GRUPO 1: (Cada vez más enfadados.) ¡No me importa, no me importa tu retrato!, Cucufato Garabato. De-vuél-ve-me-mi-za-pa-to. GRUPO 2: (Arrojando el zapato.) ¡Allá va, niño mentecato!

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Allá va tu querido zapato. Que yo sólo soy un garabato con bigotes de gato que ya se va con su retrato.

Sugerencias Son muchas y variadas. Citamos algunas: — Pensar en una promesa que hacer al compañero. — Preparad una sorpresa para los papás. — Dibujar garabatos y ponerles ojos y boca en algún lugar céntrico del dibujo. — Dadle el dibujo de un gato o dibujarlo en la pizarra para que lo copien y le pongan unos grandes bigotes. — Describir y dibujar clases de zapatos que se usan para determinadas ocasiones. Por ejemplo, para la lluvia, para patinar, para no tener frío, hacer deporte, estar en casa, etc. — Memorizad, por ejemplo: Cucufato-garabato-Cucufato-pelagatos. — Aprended o, al menos, rezad la salve. — Etc.

RETAHÍLA Y JUEGO 4

PAJARITO PÍO, PÍO Pajarito, pío, pío, ¿dónde vas tan de mañana...? Voy buscando, pío, pío, el lacito de mi hermana. Pajarito, pío, pío, ¿dónde vas tan despistado? Voy buscando, pio, pío, el barquillo de mi helado. Pajarito, pío, pío, ¿dónde vas con tanta prisa...? Voy buscando pío, pío, al curita de la misa.

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Pajarito, pío, pío, ¿dónde vas tan elegante...? Voy buscando pío, pío, una gorra de almirante. Pajarito, pío, pío, yo quiero saber dónde vas. Voy volando pío, pío, ¿no lo ves? deja ya de preguntar. ¡Vale, vale! Pero deja de buscar y ven con nosotros que vamos a jugar, al corro las patatas, al corro la ensalá.

Juego (Se forman seis grupos. De ellos, cinco irán preguntando y uno, hará de pajarito.) Aparece primero el pajarito buscando por todo el escenario. Seguidamente, van entrando grupos, que lo rodearán para formular su pregunta. GRUPO 1: (Entonando bien la interrogación y expresando curiosidad.) Pajarito, pío, pío, ¿dónde vas tan de mañana...? PAJARITO: (Haciendo como que busca y agitando los brazos como si fueran alas.) Voy buscando, pío, pío, el lacito de mi hermana. GRUPO 2: (Con entonación y gesticulando.) Pajarito, pío, pío, ¿dónde vas tan despistado? PAJARITO: (Sin dejar de buscar.) Voy buscando, pío, pío, el barquillo de mi helado. GRUPO 3: (De igual forma entonan y gesticulan.) Pajarito pío, pío, ¿dónde vas con tanta prisa...? PAJARITO: Voy buscando pío, pío, al curita de la misa.

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GRUPO 4: (Mostrando curiosidad.) Pajarito, pío, pío, ¿dónde vas tan elegante...? PAJARITO: (Mirándose de pies a cabeza en gesto coqueto.) Voy buscando pío, pío, una gorra de almirante. GRUPO 5: (Rodeando al pajarito.) Pajarito, pío, pío, yo quiero saber dónde vas. PAJARITO: (Se detiene y un poco se enfada.) Voy volando pío, pío, ¿no lo ves? deja ya de preguntar. TODOS LOS GRUPOS: (En tono conciliador y rodeando al pajarito.) ¡Vale, vale! Pero deja de buscar y ven con nosotros que vamos a jugar, al corro las patatas, al corro la ensalá. (Se dan la mano y entonan.) Al corro de las patatas, al corro de la ensalá. Si entras no sales, si quieres escapar, saldrás de rodillas o prenda pagarás. (Este juego del corro se puede escenificar de formas muy variopintas que dejo a iniciativa del profesor.)

Sugerencias — — — — — — —

Repetir onomatopeyas: gato, perro, gallo, gallina, rana, timbres, ronquidos, etc. Distinguir sonidos: por ejemplo, ambulancia, coche de bomberos, policía, etc. Hacer lazos de papel y ponérselos en la cabeza, en el cuello, en el brazo, etc. Andar de forma elegante. Hacer o dibujar gorras de papel. Diferencias entre gorras y sobreros. Utilidad de las gorras.

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— Jugar a cortas carreras de rodilla como se indica al final del juego.

RETAHÍLA Y JUEGO 5

¿QUÉ SUCEDE EN ESTA CASA? ¿Qué sucede en esta casa? ¡Que se casa Nicolasa con el hijo de Tomasa! ¿Qué sucede en este barrio? ¡Que se caga mi canario en el moño de Rosario! ¿Qué sucede en el gimnasio? ¡Que hace circo don Ignacio con chaqueta de payaso! ¿Qué sucede en el jardín? ¡Que ha llegado don Joaquín a cambiarse un calcetín! ¿Qué sucede en la bañera? ¡Que una niña puñetera se tragó la jabonera, para hacer pompas de jabón. que le salen por las orejas y se las traga el corazón! ¡Jajá, jejé, jojó!

Juego (Se forman dos grupos que se colocarán frente a frente. Sus intervenciones respectivas las harán voceando como si no oyeran bien y siempre con entonación y gesticulando.) GRUPO 1: ¿Qué sucede en esta casa? GRUPO 2: ¡Que se casa Nicolasa con el hijo de Tomasa! GRUPO 1: ¿Qué sucede en este barrio?

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GRUPO 2: ¡Que se caga mi canario en el moño de Rosario! GRUPO 1: ¿Qué sucede en el gimnasio? GRUPO 2: ¡Que hace circo don Ignacio con chaqueta de payaso! GRUPO 1: ¿Qué sucede en el jardín? GRUPO 2: ¡Que ha llegado don Joaquín a cambiarse un calcetín! GRUPO 1: ¿Qué sucede en la bañera? GRUPO 2: ¡Que una niña puñetera se tragó la jabonera, para hacer pompas de jabón que le salen por las orejas y se las traga el corazón! TODOS: (A grandes carcajadas.) ¡Jajá, jejé, jojó!

Sugerencias — Citar el nombre del barrio del que proceden los alumnos o familiares. — Simular una boda, desfilando por el aula. — Repartidles hojas de periódico y que traten de disfrazarse, como mejor puedan, de payasos. — Recordad y cantad canciones de los payasos de la televisión. — Que se quiten los calcetines y se los vuelvan a poner. — Dibujar un jardín. — Citar objetos que se encuentran próximos a la bañera o que son necesarios para bañarse. — Pensad y citad nombres que acaben en asa, como Tomasa, casa, pasa, etc. — Etc.

RETAHÍLA Y JUEGO 6

RATAPLAM, RATAPLAM

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¡Rataplam, rataplam...! En un cuento me he perdido. ¡Rataplam, rataplam...! ¿Cómo me podré escapar...? ¡Rataplam, rataplam...! Voy buscando y no encuentro, ¡Rataplam, rataplam...! ni el principio ni el final. ¡Rataplam, rataplam...! Yo me tengo que escapar ¡Rataplam, rataplam! de este cuento disparate ¡Rataplam, rataplam! sin principio ni final. Si te quieres escapar ¡Rataplam, rataplam...! de mi cuento disparate ¡Rataplam, rataplam...! abre la puerta ¡botarate! ¡Rataplam, rataplam...! ¡Es verdad! ¡Es verdad! ¡Rataplam, rataplam...! ¡Ya encontre la puerta! ¡Rataplam, rataplam...! ¡Y por ella salgo ya! Se acabó el… ¡Rataplam, rataplam...!

Juego (Se forman dos grupos. Uno está compuesto por la mayoría de los alumnos. Otro, por el resto, si bien queda a merced del gusto de cada profesor/a.) GRUPO 1: (Simulando tocar el tambor, o con un tambor de verdad, darán vueltas por el escenario en actitud de búsqueda al tiempo que marcan el paso y repiten las estrofas.) ¡Rataplam, rataplam...! / En un cuento me he perdido. / ¡Rataplam, rataplam...! /

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¿Cómo me podré escapar...? / ¡Rataplam, rataplam...! / Voy buscando y no encuentro, / ¡Rataplam, rataplam...!, / ni el principio ni el final. / ¡Rataplam, rataplam...! GRUPO 2: (Entran en fila «tocando también el tambor» y cruzan el escenario y salen, marcando, de igual forma, el paso.) Si te quieres escapar /¡Rataplam, rataplam...! / de mi cuento disparate / ¡Rataplam, rataplam...! / abre la puerta ¡botarate! / ¡Rataplam, rataplam...! GRUPO 1: (Como si nada hubieran oído, siguen dando vueltas y buscando, al tiempo que siguen marcando el paso y tocando el tambor.) ¡Rataplam, rataplam! / Yo me tengo que escapar / ¡Rataplam, rataplam! / de este cuento disparate / ¡Rataplam, rataplam! / sin principio ni final / ¡Rataplam, rataplam! GRUPO 2: (Vuelven a entrar al igual que lo hicieron anteriormente, pero esta vez se quedan de frente al público repitiendo su estrofa.) Si te quieres escapar /¡Rataplam, rataplam...! / de mi cuento disparate / ¡Rataplam, rataplam...! / abre la puerta ¡botarate! / ¡Rataplam, rataplam...! GRUPO 1: (Dejan de tocar el tambor y se quedan boquiabiertos contemplando al grupo dos. Después, reanudan el toque del tambor y se colocan ordenadamente junto al grupo dos. Repiten.) ¡Es verdad! ¡Es verdad! / ¡Rataplam, rataplam...! / ¡Ya encontré la salida! / ¡Rataplam, rataplam...! / Abro la puerta / ¡Rataplam, rataplam! / ¡Y por ella salgo ya! / Se acabó el… ¡Rataplam, rataplam! Y ahora toca palmear: plas-plas-plas. (Aplauden y salen todos.)

Sugerencias — Tocar el tambor, que puede ser simplemente una caja, y simular que desfilan en procesión. —

Botarate significa algo así como despistado. Que piensen y digan palabras sinónimas.

— Dibujar cosas que empiecen por bo-, como bola, botijo, borrico, bono, etc.

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Jugar a hacer mimos: quedarse boquiabiertos, quedarse dormidos, quedarse asustados, quedarse sorprendidos, etc.

— Jugar a «Ratón que te pilla el gato». Harán un corro y niño y niña, simulando ratón y gato, tendrán que correr entrando y saliendo en el corro, hasta escapar o ser pillado. —

Hacer palmas de diversas formas: aplaudiendo una actuación, por ejemplo, enseñando a un bebé, llamando la atención, etc.

— Además del tambor, que piensen, dibujen y digan objetos que sirven para hacer ruido en determinadas ocasiones. Por ejemplo, panderetas, castañuelas, platillos, etc.

RETAHÍLA Y JUEGO 7

LA MOMIA BAILONA A la momia bailona le pica una oreja y como no tiene manos le rasca una oveja. A la momia bailona le pica el culo y como no tiene manos le rasca un mulo. A la momia bailona le pica la nariz y como no tiene manos le rasca una lombriz. A la momia bailona le pica la barriga y como no tiene manos le rasca una hormiga. A la momia bailona le vamos a comprar manitas de trapo que se puedan rascar y mande los bichos a pasear.

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Juego (Se forman cuatro grupos. Uno para cada estrofa. Estarán todos presentes en el escenario y gesticularán, al tiempo que repiten, con ritmo, la estrofa correspondiente.) GRUPO 1: (Arrascándose en una oreja.) A la momia bailona / le pica una oreja / y como no tiene manos / le rasca una oveja. GRUPO 2: (Se vuelven de espaldas y se rascan el culo.) A la momia bailona / le pica el culo / y como no tiene manos / le rasca un mulo. GRUPO 3: (Rascándose la nariz.) A la momia bailona / le pica la nariz / y como no tiene manos / le rasca una lombriz. GRUPO 4: (Rascándose la barriga.) A la momia bailona / le pica la barriga / y como no tiene manos / le rasca una hormiga. TODOS: (Se cogen todos de la mano y juegan y canturrean, agachándose y levantándose al repetir: ¡A la bim, a la bam! ¡A la bim, a la bam!) ¡A la bim, a la bam! / A la momia bailona / le vamos a comprar / ¡A la bim, a la bam! manitas de trapo / que le puedan rascar / ¡A la bim, a la bam! / y mande a los bichos a la playa y a pasear. / ¡A la bim, a la bam, a la bim, bom, bam!

Sugerencias — Los alumnos, por pequeños que sean, suelen saber qué es una momia, pero en cualquier caso se les puede explicar. — Con hojas de periódico, sugerirles que se «conviertan» en momias. También se puede hacer eligiendo a un voluntario y entre todos, vestirlo de momia. — Dibujar: oveja, mulo, lombriz, hormiga. — Señalar diferencias notables, por ejemplo, entre la oveja y la lombriz o entre el mulo y la hormiga. — Reconocer productos derivados de la oveja. — Enseñarles a canturrear: «Tengo, tengo, tengo, tú no tienes nada», etc.

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— Nombrar partes del cuerpo: cabeza, tronco y extremidades. — Dibujar cada una de estas partes. — Citad ocasiones en las que se exclama lo de: «¡A la bim, a la bam, a la bim, bom, bam!». — Cosas que pueden producir picor: picaduras de mosquitos, alergias, otros insectos, etc. — Remedios contra los picores, etc.

RETAHÍLA Y JUEGO 8

TENGO, TENGO, TENGO… Tengo, tengo, tengo. Tú no tienes nada. Tengo tres ovejas en una cabaña. Una me da leche, otra me da lana y otra me mantiene toda la semana. Tengo, tengo tengo, tengo. ¿Qué tienes tú? Tengo pies y manos para trabajar, tengo inteligencia para estudiar, tengo, y quiero mucho, a papá y mamá.

Juego (En esta ocasión, tres niños o niñas representarán a las ovejas; dos o tres, formarán un segundo grupo y el resto de los alumnos de la clase, el grupo primero.) GRUPO ALUMNOS 1: (Cantado con la música de la misma letra.) Tengo, tengo, tengo. / Tú no tienes nada. / Tengo tres ovejas / en una cabaña. / Una me da leche, /otra me da lana / y otra me mantiene / toda la semana. (Van entrando las ovejas una a una.)

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OVEJA 1: (Entra balando y recitando.) ¡Beee! Yo soy la ovejita que da lana para que estés calentito en la calle y en la cama. OVEJA 2: (Entra de igual forma.) Y yo soy la ovejita que leche muy rica te da para que crezcas pronto y te puedas casar. OVEJA 3: Y yo soy la oveja de la mantequilla. ¡Qué rica, qué rica, chiquilla, las tostadas con pan y mantequilla! GRUPO ALUMNOS 1: (Vuelven a cantar.) Tengo, tengo, tengo. / Tú no tienes nada. / Tengo tres ovejas / en una cabaña. / Ya las has conocido, / ya las has escuchado, / ¿qué tienes tú niño resalado? GRUPO DE ALUMNOS 2: (Cantando, gesticulando y escenificando cada cosa que van diciendo.) Tengo pies y manos para trabajar, / tengo inteligencia para estudiar / y si fuera poco, tengo mucho más, / tengo, y quiero mucho, a mamá y papá. TODOS: (Se cogen de la mano y juegan al corro, canturreando con alguna musiquilla conocida. Por ejemplo: «Tengo una muñeca, vestida de azul…») ¡Qué ricos somos, esa es la verdad! Lo tenemos todo por papá y mamá. / Venid, ovejitas, venid a jugar / a esta rueda loca del piripipí, del piripipá. (Se incorporan las ovejitas y juegan al corro.) ¡Qué ricos somos, esa es la verdad! Lo tenemos todo por papá y mamá. También las ovejas, esa es la verdad, nos dan cositas buenas, ¡qué ricas están! Pan con mantequilla —¡mmm!— voy a merendar; pan con queso —¡mmm!— voy a cenar.

Sugerencias — Imitar el balido de las ovejas y el sonido de otros animales como, por ejemplo, vaca, cabra, etc. — Organizar una merienda a base de pan, mantequilla y queso. (Cada alumno, previo comunicado de la actividad a los padres, puede llevar estos alimentos o cualquier derivado de la oveja, como un mechón de lana, un botellín de leche, etc.) — Dibujar las ovejitas, por ejemplo, con su pastor o cerca del portal de Belén. — Pensar y citar otros animales que nos pueden dar leche, mantequilla y derivados. — Alimentos naturales, congelados, enlatados, etc. — Propiedades de la leche de vaca, por ejemplo, y cuándo y cómo debe tomarse. — Visitar, si es posible, una vaquería para que vean, sobre todo, el ordeñe. — Utilidades de la lana, por ejemplo: telas, mantas, colchones, etc.

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— Chucherías y perjuicios del exceso de las mismas. — Dibujar, colorear y recortar, por ejemplo: jerseys, rebecas, abrigos, mantas, etc. y ponedle como marca una ovejita. — Investigad si saben algo sobre la oveja DOLLY y, en cualquier caso, se les puede explicar, sencillamente, como un trabajo logrado para que haya animales iguales en todo e incluso podemos mostrar la imagen de dicha oveja que, posiblemente, hayan visto en televisión.

DOLLY

RETAHÍLA Y JUEGO 9

CUCÚ, CANTABA LA RANA Cu-cú, cantaba la rana, cu-cú, debajo del agua, cu-cú, pasó un caballero, cu-cú, con capa y sombrero, cu-cú, pasó una señora, cu-cú, con traje de cola, cucú, pasó una mofeta, cucú, con tufo y trompeta, cu-cú, pasó un elefante, cu-cú, de trompa elegante, cu-cú, pasó un marinero, cu-cú, vendiendo romero, cu-cú, le pidió un ramito, cu-cú, no le quiso dar,

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cu-cú, se metió en barco, cu-cú, se fue a navegar. Cu-cú, cu-cá, llegamos al final.

Juego (En esta ocasión se pueden formar grupos para ir repitiendo las estrofas de la retahíla y designar niños y niñas que harán el papel de caballero, señora, elefante y mofeta. Los grupos pueden estar sentados al fondo del escenario e intervenir en orden. Los designados para otros papeles, irán entrando y saliendo en el escenario cuando les corresponda.) GRUPO 1: (Colocados al fondo del escenario y haciendo palmas al ritmo de la retahíla, irá repitiendo las estrofas y cantando con la música de… «Cucú, cantaba la rana».) Cu-cú, cantaba la rana, / cu-cú, debajo del agua, / cu-cú, pasó un caballero, / cu-cú, con capa y sombrero... (Entra y pasa por el escenario, caminando lentamente, un niño vestido con capa y sombrero. Hace una reverencia al público y sale.) GRUPO 2: (Repite de igual forma.) Cu-cú, cantaba la rana, / cu-cú, debajo del agua, / cu-cú, pasó una señora, / cu-cú, con traje de cola… (Entra y sale la señora con traje de cola y hace lo mismo que el caballero: se detiene, saluda y sale.) GRUPO 3: (Siempre cantan de igual forma.) Cu-cú, cantaba la rana, / cu-cú, debajo del agua, / cucú paso una mofeta, / cu-cú, con tufo y trompeta... (Entra un niño imitando los movimientos de la mofeta y repitiendo en el escenario como sus compañeros precedentes.) GRUPO 4: (De igual forma, cantando.) Cu-cú, cantaba la rana, / cu-cú, debajo del agua, / cu-cú, paso un elefante, / cu-cú, con trompa elegante... (Pasará por el escenario y saludará un supuesto elefante haciendo gala de gran trompa.) TODOS LOS GRUPOS: Cu-cú, vamos a callar, / cu-cú, vamos a dormir, / cu-cú, que ha llegado el fin. / Cu-cú vamos a pedir / que entra la señora, que entre el caballero, que entre el elefante que entre la mofeta y que todos juntos toquemos la trompeta… (Se colocan las manos en la boca e imitan toque de trompeta.) ¡Tararí! ¡Tararí! ¡Fin, fin, fin!

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(Este juego no se corresponde exactamente con la retahíla que hemos leído que fue como yo la escribí, pero los alumnos, que se divirtieron de lo lindo, añadieron infinidad de versitos que no incluyo en el juego.) Y una anécdota que nos sitúa en la realidad de lo que verdaderamente son los niños. Estas actividades eran grabadas desde el aula y en directo por una televisión municipal. El día que representamos esta retahíla, entre otros juegos, el niño que hacía de mofeta, tropezó y se cayó. Fue un simple resbalón sin más del que se levantó y tras el que continuó su actuación, pero la caída de Fran —era su nombre— fue de tal impacto cómico que, a pesar de los muchos años transcurridos, cuando me encuentro antiguos alumnos de aquel curso, todos me recuerdan lo bien que lo pasaron con el dichoso resbalón. Y, por supuesto, las carcajadas de aquel día me enseñaron que todo lo que incita a la risa es el mejor procedimiento para que los alumnos aprendan y no olviden.

Sugerencias — Señalar qué distingue a un caballero de cualquier otro hombre. — Reflexionar sobre las formas de vestir los hombres a lo largo de los años. — Diferencias entre capas, abrigos, bufandas, etc. — ¿Por qué a determinadas mujeres se les llama señoras y a otras no? ¿Será cuestión de dinero, de edad, de educación, etc.? — ¿Qué es un traje de cola? — ¿Quiénes lo usan y para qué? — Aprender, si no la saben, la canción del elefante: Un elefante se balanceaba sobre la tela de una araña. Como veía que no se caía fue a buscar otro elefante. Dos elefantes se balanceaban sobre la tela de una araña. Como veían que no se caían fueron a buscar otro elefante. Tres elefantes se balanceaban sobre la tela de una araña. Como veían que no se caían fueron a buscar otro elefante. Etc.

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— Pueden escenificar esta canción. — Explicadle qué es una mofeta y mostrar imágenes para que las dibujen.

Mofeta — Explicadle que las mofetas huelen tan mal porque sus glándulas anales segregan un líquido fétido, que utilizan para rociar a su enemigo cuando se ven amenazadas. Es un olor tan fuerte, que puede durar varios días. Viven en madrigueras y durante el invierno entran en un pequeño letargo, pero sin llegar a ser una hibernación completa. — Aprender qué son madrigueras, nidos, etc. — La abubilla, otro animal que se defiende con el mal olor. — Etc. Como en todas las retahílas, son muchas las actividades globalizadoras que se pueden llevar a cabo.

RETAHÍLA Y JUEGO 10

LA PASTORA Y EL PASTOR La pastora y el pastor comen papas con arroz beben leche con sardinas y pasean a las gallinas por las plazas y las esquinas. ¡A la una y a las dos, que pase la rosa del Señor!

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¡A la una y a las tres! Somos pastor y pastora. Somos pastora y pastor, ¡que viva, que viva la Madre de Dios! ¡A la una y a las dos, que pase la rosa del Señor! La pastora y el pastor están locos de remate a las doce de la noche comen pipas con tomate. ¡A la una y a las dos, que pase la rosa del Señor! ¡A la una y a las cuatro! Somos pastora y pastor. Somos pastor y pastora, ¡que viva, que viva Nuestra Señora! ¡A la una y a las dos, que pase la rosa del Señor! La pastora y el pastor ¡qué sé yo lo que les pasa! que se pegan pepinazos con las puertas de su casa. ¡A la una y a las dos, que pase la rosa del Señor! ¡A la una y a las cinco! Somos pastora y pastor. Somos pastor y pastora, ¡que viva, que viva, la madre superiora! ¡A la una y a las dos, que pase la rosa del Señor! La pastora y el pastor son graciosos, son alegres. ¡Sí señor!

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¡Que pase, que pase y se quede la rosa del Señor! Que al pastor y a la pastora los queremos invitar. Y que todos juntos bailemos el ¡cha, cha, cha!

Juego (A excepción de dos niños que representarán a la pastora y el pastor, el resto, con saltadores —pequeños cordeles para saltar— entrarán en fila saltando y repitiendo las estrofas. Cuando les toque a la pastora y al pastor, dejan de saltar. Deben ir todos a un tiempo.) (Todos, saltando individualmente cada uno con su saltador, repiten: La pastora y el pastor / comen papas con arroz / beben leche con sardinas / y pasean a las gallinas / por las plazas y las esquinas.) PASTORA Y PASTOR: (Entran. Se colocan delante de todos, que habrán dejado de saltar a la comba, y sin cesar de dar alegres saltos repiten): ¡A la una y a las dos! / Somos pastor y pastora. / Somos pastora y pastor / ¡que viva, que viva la Madre de Dios! / Y ahora, ¡vámonos! (Salen pastora y pastor y todos vuelven a saltar a la comba repitiendo:) La pastora y el pastor / están locos de remate / a las doce de la noche / comen pipas con tomate. PASTORA Y PASTOR: (Vuelven a entrar pastora y pastor dando saltos de igual forma que anteriormente.) ¡A la una y a las dos! / Somos pastora y pastor. / Somos pastor y pastora / ¡que viva, que viva Nuestra Señora! / Y, ¡venga!, ¡vámonos ahora! De igual forma, se irán simultaneando los alumnos todos saltando a la comba, y la pastora y el pastor dando saltos hasta terminar la retahíla. Al final de cada intervención, todos dejan de saltar, se cogen del brazo de dos en dos y, con ritmo de baile, canturrearán repetidamente el estribillo: ¡A la una y a las dos, que pase la rosa del Señor! Finalmente, todos repetirán: ¡A la una y a las dos y a las tres / esta historia se acabó de una vez. / Somos pastor y pastora. / Somos pastora y pastor / que una, que dos y que tres / ¿quieres que te lo repita otra vez? / Somos pastora y pastor. /

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Somos señora y señor / y sí, nos pasa algo importante: nos tenemos mucho amor. / Juguemos al corro en el jardín del Señor. (Se agarran todos de la mano y cantan: Jardinera, tú que entraste en el jardín del amor...)

Sugerencias — Simular con hojas de periódico que son pastoras y pastores. — Citar formas de comer, por ejemplo, el arroz y las patatas: arroz con leche, con pollo, con mariscos, etc.; patatas fritas, guisadas, asadas, etc. — ¿De dónde pueden proceder las pipas que se suelen comer? — Peligro para los más pequeños. — Mostrarles la siguiente imagen y que opinen acerca de lo que piensan que de verdad se parece a un pastor de los que ellos puedan haber visto o imaginado. — Citar nombres de vírgenes. Por ejemplo, la Virgen del Carmen, la Dolorosa, etc. — Que observen este dibujo, lo coloreen y opinen sobre lo que ellos han visto o imaginan sobre pastores.

PASTOR PARA COLOREAR

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RETAHÍLA Y JUEGO 11

POROMPOMPOM El maestro lee y los alumnos repiten: Porompom pón, poropo, porompom pero, peró, poropo, porom pompero, peró, poropo, porompom pon. Ya comienza el juego de santa Teresa que cada cual mueva la cabeza. Porompom pón, poropo, porompom pero, peró, poropo, porom pompero, peró, poropo, porompom pon. Ya comienza el juego de San Rafael que cada cual mueva sus pies. Porompom pón, poropo, porompom pero, peró, poropo, porom pompero, peró, poropo, porompom pon. Ya comienza el juego de santa María que cada cual mueva la barriga. Porompom pón, poropo, porompom pero, peró, poropo, porom pompero, peró, poropo, porompom pon. Ya comienza el juego de la madre Ana que cual, cada cual baile sevillanas. Porompom pón, poropo, porompom pero, peró, poropo, porom pompero, peró,

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poropo, porompom pon. Ya comienza el juego de santa Isabel. que todo el mundo toque la pared. Porompom pón, poropo, porompom pero, peró, poropo, porom pompero, peró, poropo, porompom pon. Ya comienza el juego de santa Eloísa que a todo el mundo le entre la risa. Porompom pón, poropo, porompom pero, peró, poropo, porom pompero, peró, poropo, porompom pon. Ya se acaba el juego del porompompero. Ya se acabó el juego del pirimpimpim que todo el mundo se eche a dormir.

Juego Todos los alumnos entran en el escenario o, sencillamente, en el aula, zapateando y palmeando el estribillo: Porompom pón, poropo, porompom pero, peró, / poropo, porom pompero, peró, / poropo, porompom pon. La mitad de la clase, que llamaremos grupo 1, se simultaneará con la otra mitad, que llamaremos grupo 2, para ir repitiendo las estrofas. Todos y todas harán los respectivos movimientos y zapatearán el estribillo. Veamos cómo: TODOS: (Zapateando y palmeando.) Porompom pón, poropo, porompom pero, peró, poropo, porom pompero, peró, poropo, porompom pon. GRUPO 1: Ya comienza el juego de santa Teresa

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que cada cual mueva la cabeza. (Todos y todas moverán la cabeza.) TODOS: (Zapateando y palmeando.) Porompom pón, poropo, porompom pero, peró, poropo, porom pompero, peró, poropo, porompom pon. GRUPO 2: Ya comienza el juego de San Rafael que cada cual mueva sus pies (Todos y todas moverán de forma libre los pies.) TODOS: (Zapateando y palmeando.) Porompom pón, poropo, porompom pero, peró, poropo, porom pompero, peró, poropo, porompom pon. De esta forma se irán simultaneando las estrofas en la que todos participarán con movimientos libres y divertidos. Finalmente, se quedarán como dormidos en la posición que prefieran.

Sugerencias — Esta retahíla se presta mucho al baile, por lo que una buena sugerencia sería organizar, por ejemplo, un concurso de bailes, bien de forma individual, bien por grupos. — Crear un cancionero de canciones populares. — Rescatar letras de canciones antiguas, como por ejemplo, A la lima y al limón, yo no tengo quien me quiera… — Escenificar algunas de estas canciones. —

Crear estribillos, partiendo de palabras disparatadas, como por ejemplo, chachichecha, natalilla-natalero, etc.

— Entrenarse en hacer giros con la cabeza para fortalecer las cervicales. — Tendidos en el suelo, hacer como que pedalean en bicicleta. — Sugerir narraciones que provoquen risa. Por ejemplo, chistes, parodias, etc. — Hablar de los beneficios de la risa, así como de cuándo y cómo es conveniente, etc.

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— Dibujar caras con expresión de risa y otras con expresiones contrarias. — Etc.

RETAHÍLA Y JUEGO 12

EL GRILLITO GRI, GRI, GRI El grillito gri, gri, gri se ha tomado una pastilla y canta que canta en lo alto de una silla. El grillito gri, gri, gri se ha tomado un purgante y canta y se estira como si fuera un gigante. El grillito gri, gri, gri se ha comido una manzana y en vez de cantar croa como una rana. El grillito gri, gri, gri se ha comido una sandía y canta que no cesa ni de noche ni de día. El grillito gri, gri, gri se ha comido un chicharrón y ha dejado de cantar por ansioso y por glotón.

Juego Interviene toda la clase desde sus respetivos sitios y puestos en pie. TODOS: (Canturreando y con ritmo.) El grillito gri, gri, gri se ha tomado una pastilla y canta que canta en lo alto de una silla. (A un tiempo, se subirán en sus respectivas sillas.)

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El grillito gri, gri, gri se ha tomado un purgante y canta y se estira como si fuera un gigante. (A un tiempo, y desde lo alto de la silla, se estirarán lo más que puedan.) El grillito gri, gri, gri se ha comido una manzana y en vez de cantar croa como una rana. (Se bajan de las sillas y andarán a saltitos imitando a las ranas, al tiempo que imitarán también el croar.) El grillito gri, gri, gri se ha comido una sandía y canta que no cesa ni de noche ni de día. (Repetirán, a una indicación del profesor/a, el gri, gri, gri de los grillos hasta nueva indicación para silenciar.) El grillito gri, gri, gri se ha comido un macarrón y ha dejado de cantar por ansioso y por glotón. (Permanecerán en absoluto silencio durante unos instantes.)

Sugerencias — Iniciar una conversación acerca de los grillos, ya que posiblemente los conozcan o los hayan oído cantar. — Mostrarles la siguiente imagen de Lourdes-Bego y que hagan lo siguiente:

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— Tratar de dibujarlo en una hoja de papel. — Distinguir alas, patas y antenas. — Si hay posibilidad, ponerles el vídeo siguiente: . — Explicarles que el sonido lo producen los machos frotando las alas delanteras una contra la otra. Este chirrido es escuchado por las hembras, con los oídos, que se encuentran en las patas delanteras. Los chirridos son diferentes en cada especie para que cada individuo pueda encontrar su propia especie. — Contarles el cuento de Pinocho, con Pepito grillo. — Mostrarles al simpático Pepito grillo en este dibujo:

— Otros insectos cantores: la chicharra, la cigarra, el saltamontes, etc. — Hablar de medicamentos: su conveniencia y peligro (pastillas, cápsulas, etc.). — Dibujar frutos como la sandía, el melón, la manzana, etc. — Explicarles qué es un purgante y para qué se tomaba. — Etc.

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¡PUM, PUM, PUM! ¡Pum-pum, pum-pum! llaman a la puerta, ¡Pum-pum, pum-pum! ¿quién será a estas horas? ¡Pum-pum, pum-pum! Son unas señoras ¡Pum-pum, pum-pum! con moño y turbante ¡Pum-pum, pum-pum! y ropa elegante, ¡Pum-pum, pum-pum! pasen adelante ¡Pum-pum, pum-pum! sin hacer ruido ¡Pum-pum, pum-pum! que ya estoy dormido. ¡Pum-pum, pum-pum! No quieren pasar, ¡Pum-pum, pum-pum! quieren merendar ¡Pum-pum, pum-pum! chocolate y pan. ¡Pum-pum, pum-pum! Dile a las señoras ¡Pum-pum, pum-pum! que esto no son horas, ¡Pum-pum, pum-pum! que se vayan ya ¡Pum-pum, pum-pum! sin hacer ruido ¡Pum-pum, pum-pum! Que ya estoy cansado ¡Pum-pum, pum-pum! y al fin hemos ya llegado.

Juego Esta retahíla es muy relajante ya que pueden intervenir todos los niños sin necesidad de moverse de sus respectivos sitios.

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El procedimiento es muy sencillo. Se pueden formar dos grupos. Por ejemplo: niños y niñas de cara a un orden sin tener que moverse. El grupo de niños, puede ser el que repita, dando golpecitos en la mesa y canturreando: ¡Pum-pum, pum-pum! El grupo de niñas, canturreando con la musiquilla de «Cucú, cantaba la rana», irán repitiendo los versos de la retahíla. Después, se pueden alternar, de forma que sean las niñas las que den los golpecitos del ¡Pum-pum, pum-pum! y los niños repitan los versos. Decía que es relajante porque este tipo de repeticiones llega a constituir una especie de cadencia que, por experiencia con mis nietos bebés, acaba prácticamente por provocarles sueño o relajación, que es de lo que se trata. Hay que insistir en que los golpecitos sean al compás y todo el juego se haga con ritmo.

Sugerencias — — — — — — — — — — —

Explicar qué es el turbante y quién se lo pone o ponía y para qué. Explicar qué es un moño y quién suele y por qué se peinan con moño. Dibujar monigotes con moño y turbante. ¿Qué distingue a una señora de otra que no lo es? Distinguir ropa elegante de ropa ordinaria. ¿Cuándo y para qué se usa la ropa más elegante? Amigos y visitas. ¿Cómo deben hacerse las visitas: avisar, en horas prudentes, etc.? ¿Cuándo y por qué se suele estar cansado? ¿Qué se puede hacer para descansar? Etc.

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4. RETAHÍLAS Y POEMITAS PARA MEMORIZAR

1. PONEMOS A TRABAJAR LA MEMORIA Las facultades, todas, y es algo tan conocido que no es necesario insistir en ello, se desarrollan con el ejercicio. Si no practicamos el andar, en poco tiempo comprobaremos cuánto nos cansamos y qué limitados nos sentimos. Si dejamos pasar los días sin practicar, por ejemplo, la mecanografía, cuando lo hagamos, comprobaremos cómo hemos perdido velocidad y calidad, etc. La memoria, devaluada en estos tiempos y en algunos sectores, no podemos obviarla, ya que es un valor que cultivar porque mediante ella tendremos conciencia presente en el recuerdo de aquellas cosas que nos son de importancia en nuestras vidas. Por eso, desde las más tempranas edades, hay que comenzar a cultivar dicha facultad para que crezca y se desarrolle sin prisa y sin pausas. Son muchas las estrategias que podemos llevar a cabo. Me voy a referir tan sólo a algunas de ellas, amén de los poemitas que incorporo a continuación muy fáciles para memorizar y repetir en cualquier momento. Veamos algunas estrategias: — — — — — — —

Recordar, por ejemplo, la cena del día anterior. Recordar nombres de primos, amigos, etc. Recordar días de cumpleaños, Reyes, Navidad, etc. Recordar personajes de los dibujos animados. Recordar días que no hay colegio. Recordar números de teléfonos de sus casas. Recordar nombres de frutas.

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— Recordar nombres de sus calles, número de piso, planta, etc. Muchas, sencilla y variadas prácticas que, puestas en común, ayudarán a ejercitar la memoria. Los poemitas que siguen son muy del gusto de los pequeños, por lo que podrán aprenderlos y memorizarlos a base de repetirlos.

2. POEMITAS

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Podría citar muchos más, pero remito al lector a mis obras editadas, donde podrá encontrar todo tipo de estrategias para promover el juego y la lectura.

3. SUGERENCIAS No me resigno a pasar por alto algunas estrategias que sigo recientemente con mis nietos, que saben ya escribir, amén de las muchas llevadas a cabo con los alumnos.

3.1. Escribimos a medias — Les regalo un bonito cuaderno y les propongo que entre ellos y yo escribamos un libro de poemitas. Para ello, elijo las caras posteriores de las hojas, que suelen gustarles menos, y escribo algo así como: En la punta de la nariz, / la luna tiene un lunar, / por las noches se lo veo, / por las noches nada más. — Ellos y ellas pueden escribir lo que quieran en su respectiva cara de hoja, pero les propongo que, si quieren, sigan el ya iniciado por mí. — Y el resultado, por ejemplo, de este poemita fue el siguiente. Una de mis nietas escribió: El lunar de la luna / yo se lo quiero robar / y con mi goma de nata / se lo voy a borrar. Mi nieto de 10 años, escribió: La luna no tiene lunar / pero con mi lápiz rojo / se lo voy a pintar. Y así hasta agotar el tema de la luna, pero después ellos iniciaron otros que yo seguí. Por ejemplo, mi nieta de 9 años escribió: Mariposa rosa preciosa / te regalo un jazmín, te regalo una rosa. Yo lo seguí. Escribí: Mariposa rosa preciosa. / Préstame tus alas que quiero volar / y llevarle un beso / a la Virgen del Pilar. — Sinceramente alucinante la experiencia.

3.2. Muro de los poemas — También podemos proponerles escribir en lo que yo llamo «Muro de los poemas». Consiste en una cartulina que les preparo con renglones y recuadros. Pueden

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escribir poemitas o hacer dibujos. — El resultado es un precioso mural para leer, recitar y memorizar. — Entre otras muchas sugerencias, les propongo concursos de poemitas ilustrados. — En la página siguiente presento algunos resultados.

3.3. Poemitas voladores Consiste en escribir sencillos, poemitas en octavillas. Una vez que tengamos bastantes preparadas, las doblamos lo más posible sin que se rompan y decimos a los alumnos que las vamos a lanzar para arriba y que deben coger el mayor número de ellas que puedan. Después, en corro, deben leerlas e igualmente doblarlas y volver a repetir el juego.

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Si los alumnos no saben leer, será el maestro el que vaya leyendo y logrando que todos las repiten y memoricen. Y más todavía. Otra estrategia puede ser la siguiente: — Se escriben los poemitas, como en la vez anterior, en octavillas. — Sentamos a los alumnos en la alfombra en forma de corro. — Ponemos los poemillas en el centro del corro, pero con la cara escrita boca abajo. — Por orden, los alumnos, como hacen cuando juegan a los cromos, tratarán de levantar el máximo de octavillas posibles. — El maestro, si no saben leer, irá leyendo los poemitas e igualmente los alumnos repetirán y memorizarán. Y pasamos ya a la última parte, si bien las posibles actividades, de cara a que los pequeños cultiven la memoria, pueden ser infinitas.

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5. RETAHÍLAS Y POEMITAS PARA ESCENIFICAR

1. BREVE INTRODUCCIÓN Muy breve, sí, porque creo que todo está dicho. No obstante, y aunque he dudado en incorporar esta cuarta parte, me he decidido al fin, ya que creo que las representaciones, propiamente dichas, y muy breves, como se requieren para los más pequeños, pueden ser un buen complemento para esta obra. No voy a entrar en las muchas ventajas que las escenificaciones en el aula conllevan para los alumnos. Me limitaré tan sólo a sugerirlas como la mejor forma de dar protagonismo a todos y cada uno de los pequeños, con lo cual estaremos promoviendo grandes valores pero tal vez más que ninguno, la autoestima y la seguridad, valores tan importantes y necesarios sobre todo para aquellos alumnos retraídos, tímidos y con un gran sentido del ridículo, algo que, en exceso, les perjudica. Como repito en todas mis obras de teatro, no hace falta escenario, ni disfraces, ni fiesta alguna. Debe ser una práctica habitual en el aula, sin que sea obstáculo para poder hacerlas a otros niveles de cara a los padres y compañeros del centro.

2. PROCEDIMIENTOS Al igual que con retahílas y poemitas, las intervenciones pueden ser individuales o colectivas, es decir, que cada personaje puede estar representado por un grupo de alumnos, algo conveniente de vez en cuando, ya que da oportunidad a todos que, al sentirse arropados por el grupo, relajarán su tal vez particulares miedos, vergüenzas e inseguridades.

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Es conveniente que aprendan y memoricen, paso a paso, las intervenciones y que lo hagan de forma coral, armónica y expresiva. Sería conveniente grabarlos para que se oigan y caigan en la cuenta de posibles fallos, siempre mejorables. A veces, si queremos imprimirle al guión mayor fuerza expresiva, pueden usar sencillas caretas que representen a los personajes, caretas que les podemos dar fotocopiadas para que las recorten. Si los alumnos son algo mayores, pueden hacerlas ellos mismos en cartulina. Y poco más. Elegir, eso sí, los guioncitos que veamos más apropiados para cada circunstancia y tratar de mantener con ellos una sencilla conversación sobre personajes, temas, etc. Vamos, pues, a los graciosos y divertidos miniteatrillos.

3. ESCENIFICACIONES 3.1. El pajarito desobediente NARRADOR: (Grupo de niños y niñas que repiten a coro y con ritmo.) Un pajarito se fue a la carretera y le rompió un ala una moto puñetera. El pajarito lloraba, lloraba mucho porque no podía volar. PAJARITO: (Puede ser un solo niño o varios. Llorando y gritando.) ¡Bua, bua, bua! ¡Quiero ir con mi mamá! NARRADOR: Y Gabriel, un niño bueno, con cuidado lo cogió, con una tirita el ala le curó. GABRIEL: (Poniéndole tiritas en el brazo.) Ya estás curado, pajarito, ya puedes volar. Pero ya sabes que tienes que hacer caso de tu mamá. PAJARITO: Es verdad, pero yo sólo quería jugar. Se me fue la pelota a la carretera y me rompió el ala una mota puñetera. GABRIEL: ¿Y aprendiste la lección? PAJARITO: ¡Claro que sí! Nunca, nunca más correré tras el balón. Me lo dice mi mamá y lleva mucha razón. TODOS A CORO: Un pajarito se fue a la carretera y le rompió un ala una moto puñetera. El pajarito lloraba, lloraba mucho porque no podía volar.

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Un niño lo salvó y el pajarito aprendió la lección: No se puede ir a la carretera detrás de un balón.

3.2. Las tres ovejitas NARRADOR: Tengo tres ovejas en una cabaña… Una me da leche, otra me da lana y otra mantequilla para la semana. ¿Qué más quiero pedir? Con mis tres ovejitas, me siento feliz. Me dan alimento, me dan calor y yo me siento orgulloso de ser su pastor.

OVEJA 1: ¡Beee! Yo soy la ovejita que da lana para que estés calentito en la calle y en la cama. Para que no tengas frío, cuando llega el invierno y te quedas arrecio. OVEJA 2: Y yo soy la ovejita que leche muy rica te da para que tus huesos sean fuertes, crezcas y te puedas casar. Leche caliente, leche fresquita, ¡qué buena, qué rica! OVEJA 3: Y yo soy la oveja de la mantequilla, ¡qué rica, qué rica, chiquilla! Te levantas y ¡hala! Tostadas a tope de sabrosa mantequilla. TODOS: Ovejitas de la leche, ovejitas de la lana, ovejitas de la mantequilla. ¡Qué maravilla! ¡Corred, comed hierba, engordad y balad que cositas buenas nos tenéis que dar. LAS TRES OVEJAS: Eso queremos, eso deseamos, pero difícil, ¡muy difícil, lo ponen los humanos! TODOS: ¿Y eso cómo es? ¿Qué estáis queriendo decir? Nada entendemos, hablad por favor. Hablad claro y levantad la voz.

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LAS TRES OVEJAS: Los campos desiertos de hierba están, por culpa de los fuegos que arrasan nuestros pastos, por culpa de la gente sin responsabilidad. TODOS: ¡Ay, qué pena, ay, qué dolor! ¡Cómo somos los humanos! ¿Podemos, acaso, los niños echaros una mano? LAS TRES OVEJAS: Lo primero conocer que la naturaleza es la madre que nos da de comer. Lo segundo, educarse y educar, que por nada del mundo se debe contaminar. Y una cosita tercera: más leche y mantequilla y menos chucherías que os ponen obesos con sus sobradas calorías. TODOS: ¡Que sí, que no, que vaya hermosa lección que nos dieron las ovejitas de la leche, de la lana y de la mantequilla de cada mañana.

3.3. Un pajarito nadador NARRADOR: Un pajarito se quiso bañar / a orillas del río, a orillas del mar. / Su mamá le dice, dándole una voz: MAMÁ: Así, no; ponte ahora mismo el flotador. NARRADOR: Y el pajarito contesta... PAJARITO: ¡No quiero flotador! Me quiero bañar como un gran señor. MAMÁ: Te puedes ahogar —le dice su mamá—. Eres pequeñito; no sabes nadar. PAJARITO: Pero tengo alitas, ¡ja, ja, ja! Y puedo volar. ¿Acaso no lo sabes, querida mamá? MAMÁ: ¡Claro que lo sé! Pero tú no sabes la verdad, que las alas no sirven, si no sabes volar. PAJARITO: Llevas razón, mamá. Enséñame a volar, enséñame a nadar, enséñame a ser bueno, obediente y divertido. Enséñame a ser pajarito servicial que a otros

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pajaritos enseñe a nadar y a volar.

3.4. El duende de la papelera NARRADOR: A Luis le gustaba arrancar hojas del cuaderno y tirarlas a la papelera. Cuando el maestro se distraía, ¡pimba! Hojas que volaban y los cuadernos con las pastas solas se quedaban. LUIS: (Con papeles en las manos hace pelotas y las arroja a la papelera.) Las hojas de mi cuaderno, pelotas pueden ser y con ellas encesto una y otra vez. Así me divierto y dejo de estudiar que es aburrido para reventar. NARRADOR: Un día el maestro dejó a Luis sin recreo y él tan contento, en la clase solo se quedó. MAESTRO: (Enfadado.) ¡No hay para ti recreo! Aquí te quedarás a estudiar y trabajar. LUIS: (Hablando en voz baja.) ¿Se cree el profe que me va a asustar? ¡Ahora encestando, de rechupete, me lo voy a pasar! NARRADOR: Y no sólo de sus cuadernos sino también de los demás, arrancaba hojas y… LUIS: ¡Jajaja! ¡Qué bien me lo voy a pasar! NARRADOR: Pero algo extraño sucedió. Una voz de la papelera salió. LUIS: (Asustado.) ¿Quién va? ¿Quién anda por ahí escondido? Que salga quien sea y se las vea conmigo. DUENDE: Soy el duende de la papelera y harto me tienes ya de tantas y tantas hojas que derrochas sin cesar. LUIS: ¿Y te crees que me vas asustar? Por muy duende que seas, de la papelera no saldrás. DUENDE: Niño irresponsable y fanfarrón, para nada te quiero asustar, pero sí darte una lección. El papel es un valor que hay que saber gastar, que se recicla también y que hay que conservar. Trabajo les cuesta comprarlo a tus papás y hay muchos niños en el mundo que darían cualquier cosa por una hoja nada más.

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LUIS: Creo que llevas razón, duendecillo de la papelera. Te prometo de verdad, palabrita de honor, cuidar bien mis cuadernos que, como dices, son un gran valor. NARRADOR: Y así, aquel niño que derrochaba papeles, aprendió a valorar las cosas que usamos y se pueden reciclar.

3.5. ¡Ponte el casco, tontorrón! NARRADOR: Miguel Ángel era un gran ciclista. Todos los días, se colocaba su equipo para salir a pasear, pero el casco no le gustaba y siempre, a escondidas de sus padres, se lo dejaba atrás. Un día organizaron una gran competición en el barrio con un largo recorrido por toda la ciudad.

MIGUEL ÁNGEL: ¡Bien, bien, seguro que voy a ganar! Ahora mismo me voy a apuntar. NARRADOR: Y Miguel Ángel fue a la sede de vecinos que era la promotora y pidió que lo apuntasen. MIGUEL ÁNGEL: Quiero apuntarme a la carrera, quiero ser el primero en llegar, quiero llevarme el premio… ¿Cuántos euros me van a dar? PRESIDENTE DE VECINOS: No corras tanta muchacho, que lo más importante es participar… MIGUEL ÁNGEL: ¡Sí, sí, pero sé que voy a ganar! La bici manejo que vuela, la tengo bien enseñada, con ella paseo todas las mañanas. PRESIDENTE DE VECINOS: ¡Está bien, chaval! No te olvides del equipo completo preciso e importante para participar. NARRADOR: Llegó el día y la hora señalada para la competición. Chavales de todas clases concurrieron preparados al lugar señalado. Cientos de bicicletas se echaron a correr y se pusieron en marcha, entre ellas la de Miguel Ángel, que para sus adentros se repetía... MIGUEL ÁNGEL: Yo no preciso del casco, yo soy crack. ¡Tengo que ganar, tengo que llegar el primero y esto está chupado, mis contrincantes son porrinos y yo un súper a su lado!

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NARRADOR: Y al comenzar la carrera, como era mucho el pelotón, nadie a José Luis veía, pero a medida que se distanciaban, la gente entre sí se decía... GENTE: ¡Ese chico no lleva casco! ¡Lo deben eliminar, que se ha saltado las normas y eso se debe penalizar! NARRADOR: Pero el Jurado sí lo vio y entre todos tomaron una sabia decisión. JURADO: ¡Qué iluso y tontorrón, chaval! Seguro que va a ganar, pero el premio perderá por no cumplir con las normas de rigor: el caso es necesario.

3.6. Un gatito travieso NARRADOR: Un gatito travieso se encontró una pelota y, ¡vota que vota! de su casa se alejó y un perro lobo ¡vaya susto que le dio!

PERRO LOBO: Ya te pillo, ya te mato, tonto gato. Te quitaré la pelota, ¡bota que bota! Ya te pillo, ya te mato tonto gato. NIÑOS: ¡Corre, corre gatito travieso! Que te busca tu mamá, que como te descuides el perro te comerá.

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GATITO: ¡Socorro, socorro! Me subiré en mi pelota y, ¡vota que vota! a mi casa llegaré y al perro lobo con la boca abierta dejaré.

3.7. La luna lunera NARRADOR: La luna, lunera se baña en el mar con biquini de seda y flotador de cristal. CALAMAR: ¡Qué guapa estás! Contigo me quiero casar. ¡Mira cuántos brazos tengo para trabajar y para darte abrazos en el fondo del mar! CABALLITO DE MAR: Si te casas conmigo, luna del mar, ¡a galope, galope, te llevaré a pasear! BOQUERÓN: Yo soy pequeñito —dijo un boquerón—, pero si te casas conmigo te daré mi corazón. TIBURÓN: ¡Fuera, fuera pequeñajos! —dijo un tiburón—. Se casará conmigo esta preciosidad y haré que sea la reina, la reina del mar. NARRADOR: Pero la luna coqueta con biquini de seda y flotador de cristal, les dijo a todos… LUNA, LUNERA: Yo no me quiero casar. Mi reino es el cielo y el vuestro es el mar. Bajé a bañarme, a jugar con las olas… ¡Adiós, adiós; me voy ya, boqueroncito bueno, cariñoso calamar, galante caballito y tiburón fanfarrón!

3.8. Zapatitos rosa NIÑOS: Zapatitos rosa Me compró mamá Zapatitos rosa

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Para bailar. MARIPOSA: Zapatitos rosa Me voy a poner Para enamorar A la rosa y al clavel. NIÑOS: Mis zapatitos rosa Dejé en la ventana Y una mariposa Se los llevo muy de mañana. ¡Son míos, mariposa presumida! Devuélvemelos ya Que tengo que bailar. MARIPOSA: Voy corriendo a enamorar A la rosa y al clavel, De vuelta te los traigo al amanecer. NIÑOS: Zapatitos rosa Me compró mamá Zapatitos rosa Para bailar.

3.9. La cara de la luna CORO 1: En la punta de la nariz la luna tiene un lunar. Por las noches se lo veo por las noches nada más. CORO 2: En la punta de la nariz la luna tiene unas gafas. Por las noches se las pone y me hace mucha gracia. CORO 3: En la punta de la nariz la luna no tiene nada, pero en mi cuaderno la pinto como me da la gana.

3.10. El patito cojo CORO 1: Un día nació un patito que sólo una pata tenía. Con muletas andaba y nadar no podía.

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Pero era feliz en el bosque y con las flores se divertía.

CORO 2: Su mamá lloraba mucho y repetía: ¡Qué pena de mi hijo que no es como los demás! ¡Que sólo tiene una pata y mal puede caminar!

CORO 3: Pero un día llegó un médico y sin pensarlo lo operó. Le puso la pata que le faltaba y ya tenía las dos.

CORO 4: Y muy contento se fue corriendo al agua a nadar, a jugar… Y la mamá, muy contenta, ya no lloró más.

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Epílogo Y termino con la impresión de haber trabajado en una buena causa: la de hacer felices a los más pequeños jugando y aprendiendo, memorizando y representando. También con la seguridad de haber proporcionado al profesorado y los padres una buena obra para compartir con sus pequeños. Y creo que mis presentimientos están más que justificados, ya que, la primera en gozar con ella, al tiempo que la escribía, era yo que, metida en la piel de los más pequeños, los imaginaba sentados en la alfombra o en sillitas, como tantas veces he compartido con ellos estas experiencias, con las caras radiantes de felicidad en una sonrisa que me transportaba a la dimensión sublime de la mejor belleza: la de las almas que no han perdido la magia por lo sencillo, alegre e ingenuamente divertido.

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Bibliografía Obras de las que soy autora Dino, dino. Editorial Litopress. Chiquitines. Narcea. Cuentos y escenificaciones para Primaria. Editorial CCS. Creatividad y Lenguaje. Narcea.

Páginas web de interés . . . .

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Índice Portada Créditos Dedicatoria Índice CAPÍTULO 1 INTRODUCCIÓN Y JUSTIFICACIÓN PEDAGÓGICA DE LA OBRA 1. Estrategia de grandes objetivos 2. Mirando al pasado 3. Aprendizajes tempranos 3.1. El juego, método por excelencia 3.2. Algo de historia 3.3. Escolarización obligatoria 4. Ámbitos de aprendizaje en la Educación Infantil 4.1. Ámbito familiar 4.2. Adquisición del vocabulario 4.3. Ámbito escolar 4.4. Familia-escuela 4.5. Conclusiones 5. Ratahílas y poesías, bienes necesarios 5.1. Cómo iniciar retahílas y poesías en la escuela 5.2. Cómo practicar en familia 5.3. Escuela de padres 5.4. Frases de reflexión

CAPÍTULO 2 PLANTEAMIENTO DIDÁCTICO 1. Generalidades 2. Precisiones 3. Destinatarios 4. Objetivos 5. Valores 6. Procedimientos

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CAPÍTULO 3 RETAHÍLAS Y JUEGOS

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Retahíla y juego 1. ¡A la virulé, a la viruleta!

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Retahíla y juego 2. Niño caballero Retahíla y juego 3. Cucufato garabato Retahíla y juego 4. Pajarito, pío, pío Retahíla y juego 5. ¿Qué sucede en esta casa? Retahíla y juego 6. Rataplam, Rataplam Retahíla y juego 7. La momia bailona Retahíla y juego 8. Tengo, tengo, tengo... Retahíla y juego 9. Cucú, cantaba la rana Retahíla y juego 10. La pastora y el pastor Retahíla y juego 11. Porompompom Retahíla y juego 12. El grillito, gri, gri, gri… Retahíla y juego 13. ¡Pum, pum, pum!

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CAPÍTULO 4 RATAHÍLAS Y POEMITAS PARA MEMORIZAR 74 1. Ponemos a trabajar la memoria 2. Poemitas 3. Sugerencias 3.1. Escribimos a medias 3.2. Muro de los poemas 3.3. Poemitas voladores

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CAPÍTULO 5 RETAHÍLAS Y POEMITAS PARA ESCENIFICAR 83 1. Breve Introducción 2. Procedimientos 3. Escenificaciones 3.1. El pajarito desobediente 3.2. Las tres ovejitas 3.3. Un pajarito nadador 3.4. El duende de la papelera 3.5. ¡Ponte el casco, tontorrón! 3.6. Un gatito travieso 3.7. La luna lunera 3.8. Zapatitos rosa 3.9. La cara de la luna 3.10. El patito cojo

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Epílogo Bibliografía

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