Las Verdaderas Historias Del Descubrimiento De La Nueva España

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LAS

VERDADERAS HISTORIAS DEL

DESCUBRIMIENTO D E LA

NUEVA ESPAÑA LAS EXPEDICIONES DE

HERNÁNDEZ DE CÓRDOVA Y GRIJALVA

JOSÉ ENRIQUE ORTIZ LANZ

C Á M A R A D E D IP U T A D O S

L X III LEGISLATURA

PORTADA "A ME R I G Í PARS QUARTA. S I V E, IN SIG N IS & ADMIRANDA H ISTO RIA DE REPERTA PRIMUM OCCIDENTALI IN D IA Á CHRISTOPHORO COLUMBO ANNO M. C C C X C II..." , EN NOVAENOVI O R B IS H ISTO RIA E, THEODOR DE BRY, FRÁNCFORT, 1 594. GRABADO COLOREADO A MANO, 2 9.9 X 20.9 CM. COL. ©09887 JOHN CARTER BROWN LIBRA RY, BROWN U NIVERSITY. PP. 2-3 MAPA DEL C A R IBE, LA LUCAYA APARECE A L NORORIENTE DE CUBA, Y GUANAJA, NO REPRESENTADA, ESTARÍA AL SUROESTE DE ESA IS LA , EN DIRECCIONES OPUESTA. "OCCIDENTALIS AM ERICAE PARTIS, V EL, EARUM REGIONUM QUAS CHRISTOPHORUS COLUMBUS PRIMU D ETEXIT TABU LA CHOROGRAPHICAE MULTORUM AUCTORUM S C R IP T IS , PRAESERTIM VERO EX HIERONYMI B EN Z O N I...", EN NOVAE NOVI O R B IS H ISTO RIA E, THEODOR DE BRY, FRÁNCFORT, 1 59 4. COL. © B75808559 JOHN CARTER BROWN LIB R A R Y, BROWN UNIVERSITY.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España. Las expediciones de Hernández de Córdova y Grijalva, 1517-1518 Primera edición, 2018. © Cámara de Diputados, LXIII Legislatura. Avenida Congreso de la Unión, no. 66, Col. El Parque, Del. Venustiano Carranza, C.P. 15960, México, D.F. © Pámpano Servicios Editoriales, S.A. de C.V. Avenida Paseo de la Reforma, no. 505, piso 33, Col. Cuauhtémoc, Del. Cuauhtémoc, C.P. 06500, México, D.F. © D E L TEXTO:

José Enrique Ortiz Lanz © DE LAS IMÁGENES:

Archivo General de Indias, Sevilla, España Archivo General de la Nación, México Instituto Nacional de Antropología e Historia, México Javier Hinojosa John Cárter Brown Library, Brown University, Providence, e u a Mapoteca Manuel Orozcoy Berra, México Servicio Geográfico del Ejército, Madrid, España Servicio Histórico Militar, Madrid, España SmithsonianAmericanArtMuseum, Washington D. C., e u a Rusk Museum, Amsterdam, pb The British Library, Londres, r u The British Museum, Londres, r u

CRÉDITOS Coordinación editorial: Enzia Verduchi Diseño y cuidado editorial: Roxana González y Luis Parra / Vaivén Taller de ideas Corrección de estilo: Isaura Leonardo Ilustraciones: David Canul

Impreso y hecho en México / Printed and made in México

CONTENIDO

9

PRESENTACIÓN Dip. Em m a M argarita Alem án Olvera Presidenta del Consejo Editorial H. Cámara de Diputados

11

INTRODUCCIÓN José Enrique Ortiz Lanz

18

I LAS COSAS ACAECIDAS

:?i

FRANCISCO HERNÁNDEZ DE CÓRDOBA

89

JUAN DE GRIJALVA

258

II FUENTES

37?

III ANTÓN

437

BIBLIOGRAFÍA

9

PRESENTACIÓN

na de las teorías más acabadas sobre el origen de la vida en el planeta tierra sostiene que todo se originó en el mar. Fue en el fondo de los océanos donde se crearon las condiciones necesarias para que aflorara una existencia básica, la cual con el pasar de los siglos habría de sofisti­ carse para ampliar sus horizontes hasta alcanzar las costas y continuar con su imparable desarrollo ya en suelo ñ rm e. A partir de ese momento la tierra se fue poblando y las formas de vida fueron evolucionando. Y es que el mar es una puerta que conduce a nuevos horizontes. El México mestizo que somos hoy, también se originó en gran medida en el mar. Hace quinientos años llegó una cultura ajena y lejana a la natural de estas tierras americanas. El encuentro y la asimilación no fueron sencillos, pero al paso de décadas y siglos de convivencia y entendimiento —no ajenos a episodios traumáticos—ambas culturas se hubieron de fundir en una sola para fecundar un nuevo pueblo. Es así como nació nuestro país. Si bien la historiografía relativa al descubrim iento, exploración y conquista del te rri­ torio de lo que actualmente es México se centra en la expedición comandada por Hernán Cortés, por ser la de mayor relevancia política al haber alcanzado el corazón del im perio m esoam ericano más avanzado de su tiempo, en estos días en los que conmemoramos los quinientos años del encuentro de dos culturas, se hace necesario hacer una revisión m i­ nuciosa de las dos expediciones que precedieron a Cortés. Francisco Hernández de Córdoba salió de Cuba y alcanzó por primera vez la península de Yucatán en 1517, adentrándose en la inmensidad de sus paisajes para llevar de regreso a la isla caribeña objetos y personas que dieran fe del descubrimiento de aquella nueva tierra. Las de­ scripciones orales que se hacían de la península estaban cargados de tal ensueño, que las au­ toridades españolas apostadas en Cuba prepararon con celeridad la siguiente expedición a Yu­ catán, la cual—ante la prematura muerte de Hernández de Córdoba—Diego Velázquez encargó a Juan de Grijalva, pariente suyo y persona de su total confianza. Grijalva, guiado por la estela que había dejado la aventura de Hernández de Córdoba, llegó a Yucatán en 1518, logrando llevar sus exploraciones más hacia el oeste hasta el territorio de lo que hoy es Tabasco, penetrando en él a través del río que hoy lleva su nombre. Posterior­ mente, Grijalva bordeó por la línea costera del golfo de México hasta llegar al río Pánuco, dejando constancia de su paso por varios puntos costeros que sirvieron de referencia para la siguiente expedición que Velázquez habría de encomendar a Hernán Cortés. Y

es que la expedición de Cortés, narrada por Bernal Díaz del Castillo en su obra Historia

verdadera de la Conquista de la Nueva España, es consecuencia de los viajes previos realizados por Hernández de Córdoba y Grijalva. No se puede conquistar lo que no se ha descubierto an­ tes. En este sentido el esfuerzo editorial que ahora presentamos, pretende dotar de la misma relevancia histórica de la que goza la crónica de Díaz del Castillo, los registros geográficos de estos dos navegantes castellanos, quienes tendieron los primeros puentes para el encuentro de dos culturas que, sin saberlo, al encontrarse por primera vez dejarían la simiente de un pueblo que hoy se yergue orgulloso de sus raíces mestizas. Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España. Las expediciones de Hernández de Córdoba y Grijalva,

i^ t j- i^ i8 ,

autoría de José Enrique Ortiz Lanz, es una obra que contribuye

a reforzar el acercamiento histórico al periodo germinal de la nación mexicana. La exuberante historia de nuestro país merece revisarse y ampliarse para que pueda llegar a las nuevas generaciones de mexicanos fungiendo como un puente que comunique distintas épocas. Después de todo, ésa es la noble función de los libros con un contenido histórico: tras­ cender en el tiempo para unir a las generaciones del mañana con los acontecimientos del ayer. Dip. Emma Margarita Alemán Olvera Presidenta del Consejo Editorial LXIII Legislatura de la Cámara de Diputados

11

INTRODUCCIÓN

a Cámara de Diputados del H. Congreso de la Unión, en su LXIII Le­ gislatura, consciente de la relevancia que tiene la investigación, la preservación y el conocimiento de hechos históricos de prim era im ­ portancia para el pais, me ha pedido que escriba un libro por la con­ m em oración de los 500 años del encuentro y desencuentro que se produjeron con las llegadas de la expedición de Francisco Hernández de Córdoba, en 1517, prim ero a la región maya peninsular, y después la de Juan de Grijalva, en 1518 , a esa mism a zona, para luego continuar la exploración golfo de México adentro. Sin embargo, éste no es un tratado de historia. Debo aclarar que no soy historiador y por respeto a la disciplina y a los historiadores que se han ocupado del tema propongo que esta obra sea vista como un novedoso ejercicio de difusión de la historia, que si es mi especialidad. Después de muchos años de trabajar en los museos del Instituto Nacional de Antropología e Historia

( in a h ) ,

m i verdadera alma mater, creo que he aprendido que

la form a de relatar es tan importante como el cuidado y la exactitud de los contenidos, lograr un texto equilibrado y que aporte m ateriales frescos que puedan ser leidos por diversos tipos de públicos es un reto paralelo al de crear un museo, una exposición o una estructura narrativa. La obra está concebida, en ese sentido de diversidades, en tres niveles: el primero, des­ criptivo e interpretativo a manera de cuento. El segundo en forma de ensayo, que permite confrontar y mostrar las concordancias, discrepancias y datos complementarios obtenidos de los dieciocho textos seleccionados como básicos para entender estos dos importantes años de la historia mexicana. El tercero presenta las transcripciones de esos dieciocho textos, sin intervenciones más allá de su modernización en algunos casos, para facilitar la lectura. La idea del conjunto es entonces que el libro pueda ser visto como tres capas o niveles en los que cada uno puede llegar a la inform ación tan detalladamente como quiera o nece­ site. De este modo, es una obra abierta a jóvenes y público en general en la que se plasman muchas de las ideas que en los años posteriores a la Conquista se volvieron recurrentes. Al mismo tiempo, la prim era capa cuenta con el sustento para que los más interesados puedan encontrar en una segunda las diversas posiciones y, finalmente, los expertos puedan con­ frontar y revisar las fuentes en forma ágil y concentrada en la tercera parte. En cuanto a la selección de las dieciocho obras, es importante resaltar que la bibliogra­ fía y los textos que narran el viaje de Cortés rebasan por mucho ese número, no sólo en el siglo xvi, sino hasta hoy dia. Es importante acotar también que la obra sólo trata de los viaj es de Francisco Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva y voluntariamente excluyo el del conquistador por ser de un nivel y abundancia que requerirían al menos un libro, si no es que más, a fin de poder dar cuenta de otros tres años fundamentales en la historia nacional, los que van de 1519 a 15 31. Con estas nuevas formas de aproximarse al conocimiento histórico, la H. Cámara de Diputados no sólo conmemora, sino que moderniza las formas de difundir y profundizar en el conocimiento de nuestro pasado.

LAS CONTRADICCIONES Y AFIRMACIONES, O CÓMO LEER VARIOS TEXTOS A LA VEZ

Las cosas acaecidas es un ejercicio singular. Una vez que el lector haya sido capturado por la historia o sólo por partes de ella, puede ir a este ensayo, que es un compendio totalmente diferente. En este caso, se trata de hacer un análisis de las dieciocho narraciones que se en­ contraron fundamentales para el tema. Estas crónicas, documentos, cartas e historias, en­ tonces, son confrontadas para tratar de hallar las coincidencias y diferencias, sin olvidar las

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participaciones de algunos autores de los siglos xix y xx, quienes tuvieron una función muy importante en la creación de los mitos y las "verdades” que hasta el momento se conocíany que de algún modo se han quedado como una parte sólida de la memoria mexicana. Las sorpresas de este ejercicio han sido mayúsculas; por momentos pareciera que se cuentan historias diferentes, en otras, las copias de unos a otros son frecuentes, con resul­ tados disparejos y que pueden confundir y hacer dudar a cualquier historiador y, aún más, a un lector no avezado en los temas que se narran. Saltan en prim er término las dudas en cuanto a cuál fue la primera población avistada por la expedición de Hernández de Córdoba: para muchos, lo cual parece cierto, la isla de Mujeres, como fuera llamada entonces. Empero, hay dos voces discordantes de gran im ­ portancia: Bartolomé de las Casas, que se confunde y señala Cozumel, error atribuible a la mezcla de la primera llegada con la de Grijalva; y la más extraña, la de Diaz del Castillo, quien señala directamente el arribo a Ecab, en la costa oriental del actual estado de Quin­ tana Roo, sin mencionar las islas. Podemos seguir con las enumeraciones de dudas y equívocos que provoca nuevamente la obra de Bartolomé de las Casas, quien duplica el patrón de diseño de las esculturas y parte de las experiencias que los exploradores vivirán en Campeche, dias más tarde, en esta población de la costa oriental de la península de Yucatán. Pareciera, pues, que las serpien ­ tes —que a los ojos poco conocedores de los españoles devoraban a un personaje—habrían existido en dos lugares, como si fuese una tipología estética: error otra vez reconocible, pero que se presta a más complicaciones. El recibimiento en Campeche que los prim eros cronistas califican de cálido y afectuoso es trastocado en la obra de Bernal Diaz del Castillo y otras para llegar a un enfrentamiento en el que, de nuevo, parece revolver y mezclar los sucesos de las dos expediciones con una supuesta abrupta conclusión como la tuvo la de Grijalva, pero aparentemente no la de H er­ nández de Córdoba. En esa m ism a sección, Diaz del Castillo confunde dos ciudades y da lugar a una falsa inform ación que seria repetida por los historiadores del siglo xix para dar paso a más mezclas: Champotón, el lugar del gran enfrentam iento entre mayas y los soldados de Hernández de Córdoba es entonces transportado a Potonchán, una de las ciudades más im portantes del área chontal y donde Grijalva es recibido por el cacique que dio nom bre a la región, Tabasco. Los brillantes momentos que se vivieron en ese rio, que tomó el nom bre de Grijalva, son m enospreciados por Diaz del Castillo y relegados a hechos casi sin im portancia, temas que por fortuna pueden ser matizados con la lectura de las p ri­ m eras obras sobre el tema. Champotón se vuelve un tema recurrente de los equívocos. En el viaje de Grijalva, s e ­ gún el prim er bloque de cronistas, la buena hospitalidad campechana es transformada en escenario de guerra, batalla que no es señalada en num erosísim os textos modernos, tal vez porque Las Casas se muestra dubitativo sobre si este enfrentam iento sucedió en Campeche o en Champotón, segunda población por la que se acaba inclinando Diaz del Castillo y que llevó a los historiadores del siglo xix a confundirse y optar por el silencio. El mismo asentamiento champotonero es escenario de un combate más, al regreso de la ex­ pedición de Grijalva, en la cual el templo que se encontraba en una isleta frente a la costa es tomado por las fuerzas españolas, las cuales, al final, no se atreven a desem barcar y del cual tampoco se habla hoy en dia. La llegada al rio Banderas y la confusión de esta zona con el área justo enfrente de la isla de Sacrificios y la que tomaría el nombre de San Juan de Ulúa es también recurrente entre la obra de Bernal Diaz del Castillo y las anteriores. Tal pareciera que hubo dos desembarcos y tengo la sospecha de que fue uno, sólo el segundo, y que Diaz del Castillo cae una vez más en el olvido explicable por la producción de una obra tan posterior a los sucesos. Debemos recordar que él escribió casi cincuenta años después de ocurridos los hechos; es obvio y justificable que se alteren muchos detalles tras tanto tiempo. En fin, Las cosas acaecidas es un ejercicio interesante de confrontación y comparación de fuentes en el que la última palabra nunca podrá ser dicha mientras existan las p osibili­ dades de hallazgos de olvidados documentos que ayuden a esclarecer los errores, om isio­ nes, silencios y contradicciones hasta ahora publicados.

Francisco Hernández de Córdoba,

BASES PARA NUEVAS LECTURAS

En la sección Fuentes se pueden encontrar dieciocho versiones de los documentos que se usaron para construir esta narración, algunos de ellos muy difíciles de conseguir o raros. He procurado incluir un siglo de ellos, es decir, inicia con las Instrucciones dadas a Hernán Cortés en Santiago de Cuba, en 1518 , para venir a las nuevas tierras descubiertas, expedidas un día antes de la llegada de Grijalva a esa ciudad, con lo cual se confirma la salida de la tercera nueva expedición y que el mando de este viaje era encomendado a Cortés. Continúa con la prim era Caita emitida por el Ayuntamiento de la Villa Rica, de 1519 y termina con la obra de Torquemada, de 16 15. Un lapso de casi un siglo en el que si no fueron los únicos textos que se ocuparon del tema, seguramente fueron los más influyentes y difundidos en su momento. En general, podemos notar varios momentos de la historiografía de los viajes de explora­ ción y reconocimiento emprendidos por los españoles en esos dos años. En prim er térm i­ no, los documentos emitidos casi después de iniciada y concluida la Conquista se mueven en al menos dos líneas: la primera dedicada a reivindicar las acciones y la libertad de acción que Hernán Cortés cometió al traicionar a quien le había enviado y pagado gran parte de la flota en la que viajó, el teniente de gobernador de la isla Fernandina (Cuba): Diego Velázquez, el gran perdedor de esta historia, por lo que desvirtuar y opacar los logros de este gobernante y, por tanto, de Francisco Hernández de Córdoba y Juan de Grijalva era fundamental. A esta intención clara de borrar o desdibujar partes fundamentales de la historia y de la memoria de estas dos prim eras expediciones se suman las cartas que exaltan las tierras descubiertas con una fantasía desbordada, lo que tuvo varios efectos y es muy seguro que no sólo im presionó a soldados, m arineros y viajeros de las Indias —como se llamaba entonces a espacio americano—, sino que llegó a los más altos niveles. Antonio de Herrera, cronista real, nos narra, por ej emplo, cómo tras las noticias de las tierras encontradas por Francisco Hernández de Córdoba se desata un gran interés que mueve al mismo almirante de Flandes, M onsieur de Gebres, a solicitar al rey Carlos V le hiciese merced "de aquella tierra o isla grande que se avisaba que se había descubierto que ya decían Yucatán, porque se quería disponer a gastar algo de su hacienda para ir o enviar a poblarla de gente flam enca” ,1 misma que le fue concedida. Este movimiento fue neutralizado por un pleito interpuesto por el almirante de Indias, en ese entonces cargo ya en manos del hijo de Cristóbal Colón: Diego. A este recurso legal se aunó la muerte de Monsieur de Gebres, por lo que los cuatro o cinco navios de campesinos flamencos que ya estaban en Sanlúcar, listos para emprender el via­ je transoceánico, tuvieron que tornar a su puerto de origen, probablemente Am beres. Un giro de la historia que estuvo a punto de cambiar el curso de la memoria mexicana. A estos prim eros momentos de discursos de justificación y de maravilla se añade un documento muy importante: el Itinerario de la arm ada..., publicado en 1530. Se trata de un recuento del viaje de Grijalva escrito por uno de los miem bros de la expedición, es proba­ ble que el m ism ísim o capellán y encargado del cuidado religioso de la tropa, Juan Díaz. Es curioso cómo dos miembros de la expedición del mismo apellido: el padre Díaz y el soldado Díaz del Castillo, dejaron testimonios tan diferentes en tiempo y contenido. Hasta la Historia de las Indias, escrita por fray Bartolomé de las Casas en 156 1, nos en ­ contramos con diversas historias bastante congruentes y acordadas entre sí, como las de Gonzalo Fernández de Oviedo, Alonso de Santa Cruz o Francisco López de Gomara, cada una con aspectos interesantes que dan luces sobre estos viajes. Sin embargo, la última obra, la de López de Gomara, fue tan criticada por Díaz del Castillo, al punto de decir que una de las razones de haber escrito la Verdadera historia... era para desmentir a este autor, que pese a la descalificación del cronista, tiene un mérito pocas veces señalado. La obra de Las Casas adquiere un valor excepcional, no sólo por su postura en clara de­ fensa de las comunidades y los derechos indígenas, sino por su conocimiento en primera persona de los dos protagonistas de este libro: Hernández de Córdoba y Grijalva, con quie­ nes tuvo contacto escrito y largos coloquios personales, con lo cual su relación adquiere un valor excepcional como testigo de prim era mano. Si bien no acompañó las expediciones, como el autor de la carta de 1530, el escritor del Itinerario y Díaz del Castillo y su singular obra, tuvo a los capitanes como compañeros y, en sus palabras, tam bién como amigos, por lo cual nos da ciertos juicios de valor y personales únicos. Sin esta descripción, el conocí-

1 Historia general de los hechos de los castellanos en las islas y tierra firm e del mar océano, escrita por Antonio de Herrera cronista mayor de su majestad de las India s y cronista de Castilla, en cuatro décadas, desde el año de 1492 hasta 1531, publicada en 1601, L. II, cap. XIX.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

miento que tendríamos de Hernández de Córdoba y Grijalva sería meramente anecdótico y limitado a su actuación en ese escaso par de años. Esta obra marca un cambio en las visiones sobre las Indias y es un trabaj o muy cuidado en el cual el encomendero, fraile y cronista, además de gran conocedor de varias culturas americanas, nos lega una serie de datos y apreciaciones de prim era mano, no sólo por su visión que trata de incluir la otra parte del "descubrim iento” y a los "descubiertos” , que conformaban un mosaico cultural con mucha profundidad, devolviéndoles el respeto que m erecían no sólo como obj eto de la mirada, sino como seres humanos pensantes y con una larga historia y grandes culturas. Casi de manera simultánea surge otro trabajo muy interesante logrado por otra brillante mente española que vino también a radicar a la Nueva España, por lo que no sólo conoció el ambiente castellano y español sino que de primera mano había interactuado con las pobla­ ciones indígenas, el bachiller Francisco Cervantes de Salazar, quien añade al conocimiento de los personajes de las expediciones algunos datos sobre las tensiones y los enfrentamientos que se produjeron en este aparente bloque cohesionado, de modo particular en la expedición de Grijalva, en la cual el ordenado y militar pensamiento del joven capitán le llevó a conflictos con el piloto Alaminos; el capellán de la flota Juan Díaz; los capitanes de las otras naves, como Pedro de Alvarado, Francisco de Montejo y Alonso Dávila; además de un claro alejamiento de todos los soldados y marineros que vieron en varios puntos de su itinerario la oportunidad de hacerse de oro fácil y presionaban para que Grijalva diese la orden de poblar, lo que contra­ decía las instrucciones especíñcas que había recibido por escrito de Velázquez. En ñn, la tardía obra de Díaz de Castillo tiene el valor testim onial y el detalle y la forma absolutamente cuidadas, pero, como ya he mencionado, cae a veces en errores y contradic­ ciones. Es sin lugar a dudas una de las obras angulares del siglo x v i mexicano y una obligada referencia, pero que, insisto, no es del todo infalible, por lo que su confrontación con otras fuentes es indispensable. Un aspecto a resaltar es el valor de verdad casi absoluta que se le da en el siglo x i x , lo que llevó a diversos historiadores muy serios a repetir datos dudosos; así, la obra del soldado cronista no sólo cobra importancia como relator, sino como in sp i­ rador de muchas obras que ahora son leídas como libros de texto, sin cuestionamientos. Quizá una de las últimas sorpresas sea la obra de Herrera, que si la obra de Torquemada mereció que Miguel León-Portilla expresara que era una "crónica de crónicas” , creo que tiene todavía un poco más de valor, al no sólo limitarse a los datos que ya eran conocidos e incorporar elementos de la historia española y europea que agregan un matiz complem en­ tario a esta obra de obras del descubrimiento. Como toda narración, este trabajo no pretende m ostrar verdades absolutas; presenta solamente la diversidad de visiones y a veces de contradicciones que caracterizan al actuar humano y las interpretaciones que los demás le damos. Es una invitación a la búsqueda, a la reflexión y a profundizar en uno de los momentos más relevantes de la historia de la humanidad, en ese cruce de miradas que derivó en el conocimiento y también en el des­ conocimiento y la falsiñcación del otro, del "descubierto” , del cual desafortunadamente no tenemos relaciones y textos que nos ayuden a devolver la extrañeza con la que fueron recibidos tan extraños hombres barbados.

ANTÓN, UN PILOTO QUE RECOBRA LA VOZ

En este escrito se plasma un acabado ejercicio para llegar a todos los públicos y atraer nue­ vos lectores hacia este tipo de trabajos: los jóvenes y adultos que deseen escuchar una n a­ rración y una prim era aproximación a la época y al tema podrán seguirla en una estructura relatada en forma de cuento -.Antón. Esta parte de la obra en sí misma tiene varios objetivos: poruña parte, rescata una de las olvidadas figuras del momento: Antonio o Antón de Alam inos, quien fuera el piloto de las tres prim eras expediciones al territorio que ahora es México y que si bien es parte del ejer­ cicio nemotécnico de las escuelas, junto a otros nom bres de pilotos, soldados y capitanes, nunca había sido usado en nuestro país como personaje para narrar un momento histórico de prim era importancia y del cual él fue testigo y participante directo.

Francisco Hernández de Córdoba,

Por otra parte, Antón de Alam inos, como personaje permite que, mediante la ficción,

>5

PP. 16-17 "L A D ISC IPLIN A M ILITAR DE OUTINA CUANDO

que se puedan dar visiones más personales de la historia sin incurrir en interpretaciones

VA A LA GUERRA", EN GRANDES VOYAGES, IMPRESO POR JOHANN FEYERABEND, EN 1 609,

o falsedades, porque, en el fondo, es un protagonista inspirado en una sólida personalidad

D E T H E0 D 0 R DE BRY A PARTIR DE NOTAS Y DIBU JO S REALIZADOS POR JACQUES LE MOYNE

real: tenemos sus declaraciones ante un notario en 1522 que nos perm iten conocer que

DE MORGUES, FRÁNCFORT, 1 591. GRABADO COLOREADO A MANO, 1 5.2 X 20.9 CM. CO L

el piloto se había ya transformado en ganadero y tenía 47 años en ese momento, a las que se suman diversas observaciones y comentarios de los cronistas consultados, siem pre de carácter interpretativo. A l mismo tiempo, sin traicionar los datos que conocemos del piloto, lo he incluido como narrador de un relato que me permite dar una lectura personal de los hechos histó­ ricos relatados en las crónicas y cartas, muchas veces contradictorias entre sí y que de otro modo habrían movido a confusión o dejado demasiadas dudas al lector no conocedor del tema. No es una historia oficial, es una narración que por medio de una persona se vuelve tan objetiva como puede ser cualquier relato humano, siem pre desde una perspectiva y con matices e intereses propios. Esta parte de la obra proporciona una herramienta nueva para el uso escolar. En un país en el que la lectura de com prensión es deficitaria, crear cuentos con profundidad históri­ ca, pero que puedan interesar a los jóvenes o personas no especializadas y plantear dudas, reflexiones, pensamientos y, por qué no, discusiones que propicien el intercambio escolar y fam iliar y favorezcan el diálogo, el juicio y la reflexión es ya un reto, y el resultado, por menos que sea, una aportación. Las personas que resulten interesadas en el tema, pueden pasar entonces a otros nive­ les dentro del mismo documento, en un ejercicio de búsqueda y estructura por capas que desde la superficie nos lleve a las raíces profundas de la historia.

'¡'08915-19 JOHN CARTER BROWN LIBRARY, BROWN UNIVERSITY.

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CAPÍTULO 1

LAS COSAS ACAECIDAS

Claramente aparece, cuando en las historias falta el fundamento y principio de la narración2de las cosas acaecidas, que queda todo confuso y encandilado. ..3

FRANCISCO HERNÁNDEZ DE CÓRDORA

.. .No hubo llegado Francisco Hernández de Córdova a La Habana o puerto de Carenas, cuando llegó a la Corte el aviso del descubrim iento de Yucatán, el cual ensalzaron por gran d ísi­ mo, aunque no tanto como pareció desp u és.. .4

LOS MOTORES DEL DESCUBRIMIENTO DE LA PENÍNSULA (O COMO SE CREÍA, LA ISLA) DE YUCATÁN

a isla de Cuba, llam ada entonces Fernandina, vivía en 15 17 un se ­ rio problem a: los duros trabajos estaban acabando con la población o rig in a ria tain a, y algunos cro n istas, en tre ello s p rin cip alm en te Bartolom é de las Gasas, señ alaban que la m in ería y los trabajos de recolección de productos vegetales, denom inados granjerias, dentro

FRAY BARTOLOMÉ DE LAS CASAS LO DEFINIÓ COMO: "CAPITÁN DE TODOS AL DICHO FRANCISCO HERNÁNDEZ [DE CÓRDOBA], PORQUE ERA MUY SUELTO Y CUERDO, Y HARTO H Á B IL , Y DISPUESTO PARA PRENDER Y MATAR INDIOS". LA EXPEDICIÓN A SU MANDO ZARPÓ DE CUBA EN FEBRERO DE 1517 PARA ENCONTRARSE CON LA PENÍNSULA DE YUCATÁN Y LA CIVILIZACIÓN MAYA. COL. PRISMA ARCHIVO/ALAMY.

de los cuales destacaba la elaboración del añil —el preciado coloran­ te que se buscaba para el color azul—, habían im puesto u n fuerte cam bio en las condicio­ nes de vida traducido en una altísim a m ortandad indígena. A ñ os m ás tarde, ese cultivo se in troduciría de m anera intensiva en la pen ínsu la de Yucatán con los m ism os desastrosos resultados. En palabras de u n viejo conquistador, Ju an Gano: .. .estas provincias de Yucatán son la tierra m ás pobre y m ísera que hay en las In dias, por no haber en ella gran jerias con que aplicarse los hom bres, y de diez años a esta parte se ha d escu ­ bierto una gran jeria de añil que es en harto prejuicio para estos naturales, porque para haberlo de sacar ha de ser con fuerza de gran cantidad, y en tiem po que se hace las rozas para el añil es en el m ism o tiem po que los indios están ocupados en sus labranzas y sem enteras, y por la saca de indios que se hace dejan de hacer sus m ilpas y sem enteras, a cuya causa ha habido grandes ham bres y apocam iento en los naturales, y causa de haber habido m ortandad entre ellos, y si la dicha gran jeria no cesase, sería causa de perderse estas p ro vin cias, porque no tan solam ente los natu rales se m ueren ; m ás aún, los que usan de esta gran jeria están p ob rísim o s y adeuda­ dos, porque son m ás las costas que la gan an cia.. .5

Los españoles em pezaron a em pren der viajes a las islas vecinas para: s a lte a ry ro b ar las gentes naturales que en ellas v iv ía n ... Tenía in ten to 6 Diego Velázquez, s e ­ gún él decía, que si las tierra s o islas que se d escu b riesen fu ese n tales y de oro tan ricas, que allí h u b iesen de ir a p ob lar esp añ o les, no sacaría de ellos p ara traer a la de Cuba los in d ios, sino que allí los iría a convertir de la m anera que en esta E spañola,7y en aquella, y en las otras, él y los dem ás lo h iciero n , h acién d o les antes b la sfe m a r el nom bre de Cristo, m atándolos en

2 En el original, racontamiento. 3 Hernán Cortés, "De la justicia y regimiento de la rica Villa de la Vera Cruz a la reina doña Juana y al emperador Carlos V, su hijo. 10 de julio de 1519", en Cortos y documentos (Mario Hernández Sánchez-Barba, introd.), Editorial Porrúa, México, 1963. p. 2. 4 Herrera, op. c i t , d. II, l. II, cap. XIX. 5Juan Cano, "Relación de Tinum y Te mozón", en Mercedes de la Garza (coord.), Relaciones históricogeográficas de la Gobernación de Yucatán (Mérida, Valladolidy Tabasco), t. II, México, un am , 1983. p. 159. 6 Propósito, intención, designio. 7 La Española, conformada por los actuales Haití y Santo Domingo.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

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IN D U STRIA T E X T IL EUROPEA (IZ O ). MOLINO DE AZÚCAR (A R R IB A ); TAREAS MUY PESADAS PARA

y esto llam aba ir a sus islas y tierra s a convertirlos y hacer a Sus Altezas servicio. Pero si las

LAS POBLACIONES AMERICANAS. GRABADOS FRANCESES DEL SIGLO X V III. COL. JE O L.

tierras no ten ían oro, que p or consiguiente las estim aban p or inútiles y p erd id as, ten ía por sacrificio para D ios y servicio de Sus A ltezas, saltear y p ren d er toda la gente dellas, y traerlos p or esclavos y consum irla toda en las m inas y en las otras gran jerias, como de las dem ás de arrib a se ha harto dich o.8

8 Fray Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias, t. IV, Imprenta de Miguel Ginestra, Madrid, 1876, cap. XCVI. 9 Es una frase mía haciendo alusión a las ideas de Las Casas. 10 Cf. Pedro Mártir de Angleria, Décadas del Nuevo Mundo. Vertidas del latín de la lengua castellana por el Dr. D. Joaquín Torre Asensio quien diólas a las prensas como homenaje al cuarto centenario del Descubrimiento, Editorial Maxtor, Valla dolid, España, 2012. 11 Cf. Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdéz, Historia general y natural de las Indias. Islas y tierra-firme del mar Océano, t. II y III, Imprenta de la Real Academia de Historia, Madrid, 1853. 12 Alonso de Santa Cruz, Crónica del emperador Carlos V entre 1550-1552 (Francisco de Laiglesia y Auser, pról.), Imprenta del Patronato de Huérfanos de Intendencia é Intervención Militares, Madrid, 1920. 13 Cf. Francisco López de Gomara, La historia general de las Indias y todo lo acaecido en ellas desde que se ganaron hasta ahora y la conquista de México y de la Nueva España, col. Aventureros, Editorial Plaza Editorial Inc., eua, 2 0 1 1 . 14 Fray Diego de Landa, Relación de las cosas de Yucatán (Angel Maria Garibay K., introd.), col. Biblioteca Porrúa, núm. 13, Editorial Porrúa, México, 1959. p. 7. 15 Cf. Gonzalo Cervantes de Salazar, Crónica de la Nueva España (Zelia Nuttall, pról.), The Hispanic Soriety of America, Tipografía de la Revista de Archivos, Madrid, 1914.

Es decir, al igual que en otros momentos de Conquista, la idea de la educación r e ­ lig io sa con m iras a la salvació n de las alm as de los co n sid erad o s p ecad ores y d e s ­ validos indígenas fue una justificación para capturarlos y llevarlos por la fuerza a ser usados com o m ano de obra, sin m ayor rem u n eración que su "cuidado y educación en la fe ” ,9 m ism a que era, desde luego, descuidada y precaria. De esta opinión, que la prim era expedición de Francisco Hernández de Córdoba tenía como objeto prim ordial la captura de indígenas para llevar a cabo los trabajos en sus haciendas, son la Carta del Regimiento de la Villa Rica de la Vera Cruz y la historia de Las Casas. Un segundo m óvil m encionado en las crón icas, b o jar o d escu b rir y rescatar, es decir, com erciar, es el señalado de d iversas form as p or Pedro M ártir de A n g le ria :10 buscar nuevas tierras y Gonzalo Fernández de Oviedo11 y A lonso de Santa Cruz:i:í para descubrir. Mucho más prudentes, al señalar ambas posibilidades, la de la captura de in ­ dígenas o la del descubrimiento y comercio, son Francisco López de Gomara,13 Diego de Landa14 y Francisco Cervantes de Salazar.13

¿CÓMO SE FORMÓ LA EXPEDICIÓN DE HERNÁNDEZ DE CÓRDOBA?

Uno de los puntos en discusión a lo largo del siglo xvi es si el teniente de la isla de Cuba, Diego Velázquez, había mandado o no a Francisco Hernández de Córdoba y si había p a­ gado él la expedición. Esta argum entación no era gratuita: de ella dependían de quién eran los derechos del descubrim iento de las nuevas tierras y qué nom bres habían sido usados en ese proceso de "apropiación legal” .

23

Francisco Hernández de Córdoba,

Todos los cronistas de ese momento coinciden en m encio­ nar a tres em prendedores: Francisco Hernández de Córdoba, Lope Ochoa de Caicedo y Cristóbal Morante; conquistadores, ciudadanos y antiguos vecinos ya de la isla de Cuba, donde te­ nían granjerias que requerían mano de obra fresca. Es probable que cada uno de ellos haya pagado su propio barco, que fueron dos carabelas y un bergantín—este último más ligero y ágil, pero con m enor capacidad—, en el orden que son mencionados. A estos tres navios se sumaba una barca pagada por el propio Diego Velázquez, según nos dicen López de Gomara y Cervantes de Salazar copiándolo casi literalm ente, para poder decir el teniente de la isla que había tenido participación en la expedición, en el eventual caso que tuviese éxito. Esta barca "llevaba pan y herram ientas y otras cosas a sus m inas, y tra­ bajadores, que si algo trajesen le cupiese” . La Carta del Regi­ miento de la Villa Rica de la Vera Cruz, contraria a los in tereses de Velázquez, concede que el teniente de la isla podía tener una cuarta parte en el ñnanciam iento de la expedición. Diego Velázquez, en palabras de Las Casas hace: "Capitán de todos al dicho Francisco Hernández,16 porque era muy suel­ to y cuerdo, y harto hábil, y dispuesto para p ren der y m atar indios; llevaron por piloto a un m arinero llam ado A ntón A la ­ m inos, el cual, los tiem pos pasados, siendo él m ozoy grumete, había navegado y hallándose con el Alm irante viejo, prim ero que descubrió las Indias, cuando descubrió a Veragua17 el año de 5 0 ? ” . La p resen cia de A lam in os com o piloto experim entado y su p articipación en

LAS EMPRESAS DE DESCUBRIMIENTO Y CONQUISTA DEL TERRITO RIO AMERICANO NO

uno de los viajes de Colón como grumete o paje es subrayada, así como su lugar de origen:

CONSIDERARON LAS VISIONES INDÍGENAS.

el puerto de Palos de la Frontera.

NOVAE MOVI O RB IS H ISTO RIA E, THEODOR DE

PORTADA DE "AMERICAE PARS QUINTA", EN BRY, FRANCFORT, 1 59 5. GRABADO COLOREADO

La tripulación estaba compuesta por un núm ero de españoles que oscila entre 10 0

A MANO, 3 0 .2 X 21.3 CM. CO L '¡'34724-1 JOHN CARTER BROWN LIBRA RY, BROWN UNIVERSITY.

(Las Casas)18 y 110 (Fernández de Oviedo, López de Gomara y Cervantes de Salazar).19 A dem ás de los tres capitanes, iba un veedor o contador: Bernandino Iñiguez de la Cal­ zada, como representante real que en el relato de H errera es transform ado en Bernardino Núñez, natural de la villa de Santo Dom ingo de la Calzada/0 Los navegantes, m arineros y soldados tenían dos m odalidades de contrato, Las Casas aclara: " .. .y todos a sueldo o a partes, que es decir que tuviesen su parte, cada uno, de los indios que salteasen, y del oro y de otros provechos que h u b ie se n .. Para el cuidado espiritual, después de haber zarpado de Santiago de los Caballeros: " .. .fueron a la villa de San Cristóbal de La Habana y rogaron a Alonso González, clérigo, que se em barcase con ello s, por llevar algún sacerdote que les dijese m isa y adm inistrase los sacram en tos... ” .,:í El costo de la expedición fue en su mayoría cubierto por los capitanes, quienes, según Las Casas: "Dada licen cia, puso cada uno de ellos 1,5 0 0 o ? ,o o o castellan o s/3 com pran o fletan dos navios y un bergantín, y provéenlo de pan cagabi/4 tocinos de puerco y carne salada, y agua, y leñ a y lo dem ás n ec esa rio ... ” .,s

¿HACIA DONDE NAVEGAR?

Del rumbo de la expedición hay tam bién varias teorías: el prim ero en establecer una hipó­ tesis es Santa Cruz, quien dice que: " .. .para que descubriese cierta parte de la tierra firm e que D. Bartolomé Colón, Alm irante de las Indias, prim eram ente había comenzado a des­ cubrir, el cual como fuese, descubrió cierta tierra que llam aron Y u c a t á n . E s t a noticia se tratará más tarde, y si bien dudo que el nom bre de Yucatán ya se usara, es posible que los herm anos Colón hayan oído de la tierra de los mayas, o el Mayab. E n tanto, López de Gom ara señala: " ... que para traer esclavos de las islas Guanaxos a sus m inas y gran jerias, como se apocaban los naturales de aquella isla, y porque se los

5 De quien aclara Las Casas que era: "harto amigo mío". 7 La costa atlántica de las actuales Nicaragua y Costa Rica. 3 Cf. Las Casas, op. cit ,T. IV, cap. XCVI. 3 Cf. Fernández de Oviedo, op. c i t ; López de Gomara, op. cit. y Cervantes de Salazar, op. cit. 3 Herrera, op. c i t , d. II, l. II, cap. XVII. 1 Las Casas, op. c i t , t. IV, cap. XCVI. ■Herrera, op. c it , d. II, l. II, cap. XVII. 3 Un castellano era equivalente a una sexta parte de una onza de oro, por lo que estaríamos hablando de entre 250 y poco más de 333 onzas de oro, cerca de siete kilogramos de oro, aproximadamente. 4 Cazabe, torta que se hace en el Caribe y otras regiones americanas con una harina sacada de la raíz de la mandioca o yuca; debido a que se conservaba con facilidad, fue particularmente usada en las embarcaciones europeas como sustituto del pan. 5 Las Casas, t. IV, cap. XCVI. 5Santa Cruz, op. c it., cap. VI.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

*4

MAPA M ARÍTIM O DEL GOLFO D E MÉXICO E IS L A S DE AMÉRICA PARA E L USO DE LOS NAVEGANTES DE ESTA PARTE DEL MUNDO, THOMAS LÓPEZ Y JUAN DE LA CRUZ, 1 755. COL. ©SHM-37 SERVICIO HISTÓRICO M ILITAR, ARCHIVO GENERAL M ILITAR DE MADRID (IH C M ).

vedaban echar en m inas y otros duros trabajos. Están las Guanaxas cerca de H onduras y so n h o m b res m ansos, sim ples y pescadores, que ni usan arm as ni tien en g u erras... ’V 7 Las Gasas retom a la declaración de Santa Cruz, al rem em orar las palabras de H er­ nández de Córdoba ante Velázquez, cuando éste pide: " .. .que les diese licen cia para ir a saltear indios donde quiera que los hallasen, o en las islas de los Lucayos, aunque ya estaban, como arriba hubo aparecido, destruidas; pero todavía creían poder topar, r e ­ buscándola, algunos escondidos, o de otras partes de las descubiertas. . .'V 8 Por último, Cervantes de Salazar, va más allá, pues prim ero establece que la expedición iba rum bo a las Guanajas, en la costa cercana de Honduras, pero que: .. .de esta m anera salió Fran cisco H ernández del puerto de Santiago de Cuba, el cual, estando ya en alta m ar, declarando su pensam iento, que era otro del que parecía, dijo al piloto: "no voy a b u scar lucayos (lucayos son in d io s de rescate) sino en d em anda de una buena isla, para p ob larla y ser go bern ad or della; porque si la d escu b rim o s, soy cierto que an sí por m is s e r ­ vicio s com o p o r el favor que tengo en Corte con m is deudos, que el rey me h ará m erced de la go b ern ación de ella; por eso buscadla con cuidado, que yo os gratificaré m uy b ien y os haré en todo ven tajas entre todos los dem ás de nu estra co m p añ ía.39

S in em bargo, tanto M ártir de A n g lería , como Fernández de Oviedo, establecen que la ruta de la em barcación fue hacia el cabo de San Antón o san Antonio, el extremo más occidental de la isla de Cuba y a donde no sería necesario dirigirse si se fuera hacia las Lucayas —las actuales Baham as—, para lo cual h abría bastado una n avegación hacia el norte, partiendo de La Habana. En cambio, el cabo era un punto necesario de alcanzar si se pensaba viajar hacia el su­ roeste, hacia Yucatán, o solamente al sur, en caso de querer ir directamente a las Guanajas. En ese punto, el último en ser tocado del territorio cubano, al decir de M ártir de A n glería, era u n : " .. .m uy a propósito para rep arar las naves, hacer aguada y leñ a” 3° y en cuanto al rum bo, Fernández de Oviedo aclara que: " ...d e s d e el cabo de San A ntón, que es lo último al Occidente de la isla, y corrieron la vía del Sudoeste, que es el viento que está entre Mediodía y P on ien te.. .” ,Sl es decir, fueron con dirección a la península. Díaz del Castillo todavía abunda más en detalles y establece que: 27 López de Gomara, op. c it., cap. LII. 28 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. XCVI. 29 Cervantes de Salazar, op. c it., L. II, cap. I. 30 Mártir de Anglería, op. c it., 1. I, cap. Unico 31 Fernández de Oviedo, op. cit., 1. XVII, cap. III.

...e n ocho días del m es de Febrero del año de m il y q uinientos y diez y siete años s a li­ m os de La H abana, y nos h icim o s á la vela en el puerto de Jaruco, que así se llam a entre los In dios, y es la banda del N orte, y en doce días doblam os la de San A n tón , que p o r otro nom bre en la isla de Cuba se llam a la tie rra de los G uanataveis, que son unos In d ios como

Francisco Hernández de Córdoba,

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ALEGO RÍA DEL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA, REPRESENTADA CON ESTA MUJER SORPRENDIDA EN LA HAMACA POR CRISTÓBAL COLÓN, MIENTRAS QUE AL FONDO UNOS ANTROPÓFAGOS COCINAN RESTOS HUMANOS. EN ELLA SE MEZCLAN ANIM ALES EUROPEOS Y AMERICANOS. AMERICEN AM ERICU S RETEXIT, "AMÉRICA", S. NOVA REPERTA, JO HANNES STRADANUS, IMPRESO POR THEODOR GALLE, CA. 1 588-1612. GRABADO, 20 X 26.9 CM. CO L « 1 9 5 7 ,0 4 1 3 .3 5 FIDECOMISARIOS DE THE B R IT IS H MUSEUM.

salvajes. Y doblada aquella punta, y puestos en alta m ar, navegam os á nu estra ven tura hacia d ond e se p on e el S o l, s in sa b e r b a jo s, n i c o rrie n te s , n i qué v ie n to s su e le n s e ñ o re a r en aqu ella altura, con gran des riesgos de nuestras p e r s o n a s .. .33

LAS GUANAJAS, LOS MAYAS Y LA CONFUSIÓN DE COLÓN

Gomo hem os visto, de todas esas hipótesis la más viable es la de las Guanajas, esas islas habían sido descubiertas por los herm anos Cristóbal y Bartolom é Colón, y donde habían atrapado una em barcación m aya,33 según relata Las Casas: ...a s í que, h abien d o saltado el A delantado en esta isla de los G uanajes o G uanaja, llegó una canoa llen a de in d io s, tan luenga como una galera y de ocho p ies de ancho; ven ía cargada de m ercaderías de Occidente y debía ser, cierto, de tierra de Yucatán, porque está cerca de allí, obra de 3o leguas o poco m ás. Traían en m edio de la canoa un toldo de esteras, hechas de palm a, que en la N ueva E sp añ a llam an petates; dentro de debajo del cual ve n ía n sus m u jeres e h ijo s y h acen d ejas y m erca d e ría s, sin que el agua del cielo ni de la m ar las p u d iese m ojar cosa. Las m erca d e ría s y cosas que tra ía e ra n m uchas m antas de algodón m uy pintadas de d iversos colores y labores, y cam isetas sin m angas, tam bién pintadas y labradas de los a lm a i­ zares con que cub ren los h om b res sus vergü enzas, de las m ism a s p in tu ra s y la b o re s. Item , e sp ad as de p alo , con un as can ales en lo s filo s y a llí apegadas con pez e hilo ciertas navajas de p ed ernal, hachuelas de cobre para cortar leñ a y cascabeles y unas patenas, y criso les para fu n d ir el cobre; m uchas alm en dras de cacao, que tien en por m oneda en la N ueva E sp añ a y en Yucatán y en otras partes. Su bastim ento era pan de maíz y algunas raíces com estibles, que debían ser las que en esta E spañ o la llam am os ajes y batatas y en la Nueva E spaña cam otes. Su vino era del m ism o maíz, que p arecía cerveza. Venían en la canoa hasta veinte y cinco hom bres, y no se osaron defender ni huir, viendo las barcas de los cristianos; y así los trajeron en su canoa a la nao del A lm irante; y subiendo los de la canoa a la nao, si acaecía asirlos de sus paños m enores, m ostrando mucha vergüenza, luego se ponían las m anos adelante, y las m ujeres se cubrían el rostro y cuerpo con las m antas, de la m anera que lo acostum braban hacer las m oras de Granada con sus alm alafas. De estas m uestras de vergüenza y honestidad quedó el A lm iran te y todos m uy sa tisfe ­ chos, y tratáronles b ien , y tom ándoles de aquellas m antas y cosas vistosas, p ara llevar por m uestra, m an dóles dar el A lm iran te de las cosas de Castilla en recom pensa, y d ejóles ir en su canoa a todos, excepto un viejo , que p arecía p erso n a de p ru d en cia, para que le diese aviso de lo que h abía por aquella tierra, porque lo p rim ero que el A lm iran te in q u iría p or señas era,

32 Bernal Díaz del Castillo, Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España, 2 vols., Genaro García (ed.), México, 1904, cap. II. 33 Noticia que podría ser la que ratifique la aseveración de Santa Cruz, de la que hablamos arriba, en la que se menciona que los Colón supieron de Yucatán.

C H R I S T O T E I ,

c o l o t s t u s

Francisco Hernández de Córdoba,

27

m ostrán doles oro, que le d iesen nuevas de la tie rra donde lo h u biese; y porque aquel viejo le señaló haberlo hacia las p rovincias de O riente, p or eso lo detuvieron y lle vá ro n lo , puesto que no le entendían su lengua. D espués, diz que lo en viaro n a su tierra; no sé yo cómo pudo volver

CRISTÓBAL COLÓN EN UNA REPRESENTACIÓN BARBADA. CHRISTOFEL COLOLUS, ARNOLDUS MONTANUS, EN DE NIEUW E EN ONBEKENDE WEERELD, IMPRESO POR JACOB VAN MEURS, ÁMSTERDAM, 1671. COL. JEO L.

a ella quedando solo y sin canoa, y quizá 10 0 leguas y 2 0 0 de m ar lejos de su casa. A nd and o p o r aquí el A lm ira n te , todavía creía que h abía de h allar nueva del Catay34 y del G ran Can,35 y que aquellas m antas y cosas pintadas com enzaban a ser el p rin cip io de ello y que tanto él deseaba. Y com o le veían los in d ios con tanta solicitu d pregu ntar dónde había oro, y debíanle hartar de m uchas palabras, señalándole h aber mucha cantidad de oro por tales y tales tie rra s, y que traían coronas de oro en la cabeza y m an illas de ello a los p ie s y a los brazo s, b ie n gru esa s; y las silla s y m esas y arcas fo rrad a s de oro y las m antas tejid as de brocado, y esto era la tie rra den tro, h acia el C a tay o ...36

A l parecer, el error al preguntar de dónde venía el oro, que era del oriente de las Guanajas, indujo a que los Colón se inclinasen por la navegación hacia esas partes, cuando en realidad estaban a las puertas del mundo maya. Es muy probable que el almirante haya comentado ésa y otras posibilidades con su paje y grumete, Antón de Alam inos, que 15 años después tenía la oportunidad de probar la navegación hacia el occidente de esas islas. La teoría de las G uanajas com o destino de la exped ición es recu rren te. Un testigo de la Probanza sobre las causas que se dieron a la suplicación de las provisiones del veedor Cristóbal de Tapia, de 15 ? ? , apenas cinco años de pasado el suceso, declara: .. .que al tiem po que este testigo vino a la isla de Cuba, que se dice Fernandina, que puede haber cinco años, a la sazón había venido a la dicha Isla el dicho Fran cisco Flernández de Córdoba, con ciertos navios de una arm ada en que h abía ido p or capitán para las islas de los Lucayos, la cual arm ada dizque era del dicho Francisco Flernández de Córdoba, e de Lope Ochoa e de Cristóbal M orante, e a la sazón que allí llegó, este testigo oyó decir a u n ó que se dice Sant Juan e a otras personas que habían ido en la dicha arm ada, que yendo a las islas de los Lucayos, con tiem po,37 que les hizo, vin iero n e aportaron a la tierra que dicen es Y u ca tá n ...38

Sin em bargo, un testim onio relevante —por ser un testigo p resencial de p rim era im ­ portan cia- es el proporcionado por el propio piloto de la expedición, Antón de Alam inos, en la Probanza sobre las causas..., de 15 ? ? , quien declara que:

.después de fecha la dicha

arm ada, dijeron los dichos Francisco Hernández de Córdoba e sus com pañeros a este testigo, que pues era piloto y había ido a descubrir otras veces, que vin iese con la dicha arm ada en busca de tierra nueva, e así lo hizo e aportaron en la parte que se dice Yuca­ tán. . ,” .39 Respuesta que tiene ciertas ambigüedades, pero que establece con claridad que el destino del viaje no eran las Guanajas, sino el descubrim iento de "tierra nueva” .

EL INCIERTO VIAJE

Después del cabo de San Antón, la flotilla entró al canal de Yucatán, una zona que divi­ de Cuba de la península y que se caracteriza por una fuerte corriente. La navegación en ese m om ento, sin cartas de navegación que indicaran la posición de bajos o a rre ­ cifes era difícil y requería la atención y vista de los pilotos. La p rim era declaración al respecto, recogida en la Probanza sobre las causas..., de 15 ? ? , pareciera que establece que el descubrim iento fue un accidente, el segundo testigo, Pedro Prieto, declara que: " .. .y yendo a los dichos Lucayos con tiem po contrario que les hizo, vin ieron e aportaron a la tierra que dicen es Yucatán.. ,” ,4° con lo que se establece la idea de un tem poral que podría haber desviado a las em barcaciones de su rumbo sur hacia las Lucayas, a un su ­ roeste, con el cual la llegada a la costa de la península era casi seguro. En cam bio, M ártir de Angleria señala:

.Entre el céfiro41 y el ábrego,4* viento que los

españoles llam an sudoeste, al cabo de seis días vieron tierra, durante el cual tiempo dicen que recorren solamente sesenta y seis leguas,43 y anclaban donde quiera que les cogía la puesta del sol, no fuera que, errantes por m ar desconocido, se estrellaran es escollos o se fueran a pique dando en bajos de are n a .. ,” .44 Fernández de Oviedo da una cifra más

34 Nombre que Marco Polo dio a parte de China. 35 Kan o ja n , palabra mongola para máximo gobernante. 36 Las Casas, op. c i t , t. II, cap. XX. 37 Temporal. 38 Cristóbal de Tapia, "Probanza sobre las causas que se dieron a la suplicación de las provisiones del veedor Cristóbal de Tapia. México, abril y mayo de 1522" (Edmundo O'Gorman, ed. y pról.), en Boletín del Archivo General de la Nación, t. IX, núm. 2, México, 1938, p. 194. 39 Tapia, op. c i t , p. 231. 40 Tapia, op. c it., p. 195. 41 Viento del poniente suave y apacible. 42 Voz "céfiro": "1. m. Viento templado y húmedo del sudoeste, que trae lluvias.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=OAVeMdO 43 Cálculo de distancia bastante errado: cerca de 363 km, contra los poco más de 194 que en realidad hay entre el cabo de San Antonio a Isla Mujeres. Mártir de Angleria, op. c it., 1. 1, cap. Unico.

44

28

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

am plia, aunque el m ism o núm ero de días: "Y donde a seis días que dieron principio a su navegación, vieron tierra, y habrían andado hasta sesenta y seis o setenta leguas; y aquella tierra que prim ero vieron era de la provincia de Y ucatán.. ,” .4S Las Gasas, por el contrario, cambia el número de días al reducirlos a cuatro, pero sigue considerando una distancia mayor al rango de los anteriores y vuelve al tema de la form a de navegación tan cuidadosa, ya que al partir de " .. .el cabo de San Antón, desde allí anda­ ban de día lo que podían, y bajaban las velas de noche, que llam an estar al reparo, por navegar por m ar que no sab ían y por no dar en tierra o bajos o peñas de noche, industria de prudentes m arineros, y finalm ente, al cabo de cuatro días que habían, según su parecer, andado, con las paradas dichas, 70 o 80 leguas, llegaron a una isla g r a n d e . 46 La descripción de Cervantes de Salazar es la más detallada y llen a de im aginación sobre esa navegación: ...A cep tan d o el piloto las prom esas y ofrecim ientos, anduvo m ás de cuarenta días47 arando la m ar y no hallando cosa que le pareciese bien. Una noche, al m edio della, estando la carabela con bonanza, la m ar sosegada, la luna clara, la gente durm iendo y el piloto envuelto en una bernia48 oyó chapear49 unas m arecitas5° en los costados de la carabela, en lo cual conoció estar cerca de tierra y llam ando luego al contram aestre51, dijo que tom ase la sonda y m irase si había fondo, el cual, como lo halló, dijo a voces: "d ’ondo, fon d o” , tornando a preguntarle el piloto "en qué brazas” ,53 respondió "en vein te” ,53 m andóle el piloto que tornase a sondar, en ten d ien ­ do por la respuesta que estaban cerca de tierra. Muy alegre se fue el piloto al capitán Francisco Flernández, diciéndole: "señ o r, albricias, porque estam os en la m ás rica tierra de las In d ias” ; preguntándole el capitán: "¿C óm o lo sa b é is? ” , respondió: "porque, siendo yo pajecillo de la nao en que el alm irante Colón andaba en busca de esta tierra, yo hube un librito que traía, en que decía que, hallando por este rum bo fondo, en la m anera en que lo hem os hallado ahora, h allaríam os grandes tierras m uy pobladas y muy ricas, con suntuosos edificios de p ied ra en ellas y este librito tengo yo en m i caxa” . Oyendo esto el capitán, teniendo por cierta la ventura que buscaba, dijo a voces: "N avega la vuelta de tierra que, vista, saltarem os a ella y si así fuere lo que decís, no habréis perdido nada y crecerem os los dem ás que estuviere escrito” . Navegando otro día, a la s diez de la m añana, con grande alegría vieron t ie r r a ...54

V ersión que dista de la de Díaz del Castillo, que parece m ás real: .. .Y doblada aquella punta [el cabo de San A n tó n ], y puestos en alta m ar, navegam os á nuestra ventura hacia donde se pone el Sol, sin saber bajos, ni corrien tes, ni qué vientos suelen se ñ o ­ rear en aquella altura, con grandes riesgos de nuestras p ersonas; porque en aquel instante nos vino una torm enta que duro dos días con sus noches, y fue tal que estuvim os para nos perder: y desde que aboninzó,55 yendo por otra navegación, pasados veinte y un días que salim os de la isla de Cuba, vim os tie rra de que nos alegram os m ucho, y d im os m uchas gracias á D ios p or ello ; la cual tierra jam ás se había descubierto, n i h abía noticia de ella hasta e n to n c e s...56 45 Fernández de Oviedo, op. cit., 1. VII, cap. III. 46 Las Casas, op. cit.f t. IV, cap. XCVI. 47 Aseveración totalmente imposible. Cuarenta días sin rea baste amiento de agua dulce era imposible en la época. Como máximo el agua potable podía conservarse más allá de diez días. 48 Manta de abrigo hecha de un tejido basto de lana, de varios colores. 49 Chapotear, producir ruido el agua. 50 Pequeña marea. 51 Voz "contramaestre": "2. m y f. Mar. Oficial de mar que dirige la marinería.", RAE, disponible en: http://dle.rae.es/?id=AaGQAmL 52 Unidad de medida de profundidad usada en cartografía marina, equivalente a 1,829 metros. 53 A unos 36 metros. 54 Cervantes de Salazar, op. c i t , l. II, cap. I. 55 Abonazó, se serenó. 56 Díaz del Castillo, op. c it., cap. II. 57 Herrera, op. cit., d. II, l. II, cap. XVII.

E n concordancia con Díaz del Castillo, H errera propone que: "...S u c e d ió le s una torm enta que duró dos días en la que p en saron p erderse, y al cabo de veintiuno [el día ? i] de navegación, en que anduvieron con mucho tiento, porque de noche bajaban las velas y se estaban al reparo, por andar por m ares que no se sabían. V ieron tierra, de que se alegraron y d ieron m uchas gracias a D io s.. .”37

NO OS ENTIENDO: YUCATÁN

Sobre el origen del nom bre de la nueva tierra: Yucatán, en varias version es se insiste en que se debió a un malentendido, pues la carencia de traductores hizo que los errores y las am bigüedades fueran constantes. M ártir de A ngleria señala: .. .se encon traron con un territorio m uy grande, desem barcaron y fu eron recibidos con h o s­ pitalidad p or los naturales. Los nuestros, por gestos y señ ales, preguntaron cuál era el nom bre

Francisco Hernández de Córdoba,

de toda la provincia, y ellos respondieron : Yucatán, que en su lengua significa: No os entiendo.

29

LAS EXPEDICIONES DE COLÓN SE VOLVIERON UN REFERENTE EN LOS LIBRO S DE V IAJERO S

Los nuestros pensaron que Yucatán era el nom bre de la provincia y por este caso desde entonces

POSTERIORES. EN ESTE CASO, "COLÓN PRESENTA UNA RELACIÓN DE SU V IA JE AL REY Y LA REINA

quedó y quedará perpetuam ente el nom bre de Yucatán.38

DE ESPAÑA. GRABADO PARA EL LIBRO DE LOS V IA JE S DE DRAKE", SIGLO X V II. COL. JEO L.

En cambio, en la Probanza sobre las causas..., de 15 ? ? , en la cual participan varios tes­ tigos presenciales del descubrim iento, entre los cuales estaba el piloto Antón de A lam i­ nos, desde la m anera en que fue elaborada la pregunta III, quedó claro que había muchas dudas en torno al prim er descubrim iento. El cuestionam iento se elabora en los sigu ien ­ tes térm inos: .. .Iten 39 si saben, creen, vieron o oyeron decir que y el dicho Francisco H ernández, partió de la dicha isla, [...] y descubrió cierta tierra doscientas leguas la costa arriba de esta donde al p re ­ sente estam os, la cuál el creyó que se llam aba Yucatán aunque hasta ahora no se ha tenido ni se tiene noticia del tal nom bre, ni lo hay entre los in d ios; e luego como saltó entró como descu­ brid or de ella, en nombre de su M ajestad, tomó e aprehendió la posesión de la dicha tierra, en p resen cia de los que allí estaban.60

Claro, esta pregunta desde su redacción nos lleva a enfatizar la segunda parte: que la posesión de la tierra se hizo en nombre de los reyes de España, la reina Juana y su hijo Carlos, y no de Diego Velázquez, ya que esta probanza tenía como objetivo desarticular las pretensiones del teniente de Cuba sobre Nueva España, ya en manos de Cortés, quien con habilidad movía los hilos, pero no, aparentemente, en este tipo de documentos legales. A sí, el prim er testigo, de apellido M artín, establece que esa pregunta: " ...la sabe como en ella se contiene porque este [...] testigo vino en la dicha armada, por m aestre61 de un navio de ellos, [ _] y aportaron en la costa que dicen que es de Yucatán, y unos indios que llevaba el dicho Francisco Hernández en la dicha armada decían que aquella tierra se decía Yucatán, y que ellos eran naturales de la dicha tierra, pero que este testigo no

58 Mártir de Anglería, op. c i t , 1.1, cap. Unico 59 Para hacer distinción de artículos o capítulos en una escritura u otro instrumento, o como señal de adición. 60 Tapia, op. c it., p. 184. 61 Hombre al que, después del capitán, le correspondía antiguamente el gobierno económico de las naves mercantes.

¿T, Jn i, jV? T w m jffl’llliMiiiini' rutj'

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Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

PP. 30-31 CARTE DES PROVINCES D E TABASCO, CHIAPA, VERA PAZ, GUATIMALA, HONDURAS E T YUCATAN. S IT U É E S DANS L ' AM ERQ UE.. . , JACQU ES-NICOLAS B E L L IN , EN H IST O IR E GENERALE D ES VOYAGES, DE ANTOINE F R A N G IS PRÉVOST, T. X I I , NÚM. 6 , LA HAYA, 1 7 5 5 . AGUAFUERTE, 23 X 3 6 CM. COL. JE O L.

EL MAR ERA VISTO COMO UN ESPACIO LLENO DE M ARAVILLAS Y SO RPRESAS, DONDE UNA NUBE DE PECES VOLADORES PODÍAN PASAR POR ENCIMA DE UNA CARABELA. "P ISC ES IN MARI A LA T I", THEODOR DE BRY, 1 59 4. GRABADO COLOREADO A MANO, 1 6 .7 X 20 CM. COL. ©09887 JO HN CARTER BROWN LIB R A R Y, BROWN U N IVERSITY.

sabe si se llam aba ni llam a ahora a s í... " .b* Por su parte, Pedro Prieto, el segundo testigo, añade: "...p o rq u e este testigo ni los otros que vin ieron en la dicha armada, no sabían ni saben cómo se llam aba la dicha tierra, más de cuando un indio que el dicho Francisco Hernández traía, dijo que se decía Yucatán; e cuando el dicho Francisco Hernández e otros, e este testigo con ellos, saltaron a la dicha t ie r r a ...” .63 Andrés de Monjaraz, otro testigo, establece: ".. .este testigo, aunque hace tres añ o s... que está en estas partes, nunca oyó decir a los indios naturales de estas partes que hay tierra que se dice Yucatán... ” .64 Es decir, no se conocía entre los indígenas ese nombre. Un testigo más, Hernández de Alaniz, agrega que los indios que dieron el nom bre de Yucatán no venían desde Cuba: " .. .porque así lo dijeron dos indios que traía en la dicha armada, que tom aron en la punta de Potonchán.. ,” ,6s lo cual es la verdad más probable, ya que en una form a fragmentada Bernal Díaz del Castillo ratifica este hecho, aunque no fu ero n los dos mayas p rision eros en Potonchán, sino en Catoche. Ésta es la prim era m ención de Díaz del Castillo: 2 Tapia, op.c it., p. 189. 3 Tapia, op.c it., p. 195. 4 Tapia, op.c it., p. 208. 5 Tapia, op.c it., p. 220. 6 Según Silvia Terán, et al., se trata de la Manihot esculenta Crantz, una planta perteneciente a las Euphorbaceae, domesticada de manera independiente en el norte del Amazonas y en México. Es conocida como yuca y en maya se denomina ts'íim. Cf. Silvia Terán, et al., Las plantas de la milpa entre los mayas. Disponible en: http://www.mayas.uady. mx/exposiciones/exp_044444. html 7 Probablemente se refiere a la segunda parte de la palabra, tan, que podría estar vinculada en maya con su traducción de "en medio de alguna cosa", como significado de pertenencia, o para referirse al lenguaje: t'an en maya, según el Diccionario Maya Cordemex. MayaEspañol. Español-Maya (Alfredo Barrera Vázquez, dir.), cordemex, México, 1980. p. 833. 8 Esta es una diferente versión del origen de la palabra Yucatán, un poco más creíble. 9 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. VI. 0 Landa, op. c i t , cap. II, p. 4.

.. .y asim ism o les m ostraban los indios los m ontones que hacen de tierra donde p o n e n y sie m ­ b ran las p lan tas, de cuyas raíces hacen el pan cazabe, y llám anse en la Isla de Cuba: yuca,66y los ind ios decían que las h abía en su tierra, y decían Tale67 por la tierra, que así se llam a la en que las p lan tab an , de m an era que Y u ca con Tale q u iere d e c ir Y u ca ta n .68 D ecían los e sp a ñ o le s que estaban hablando con el Diego Velázquez, y con los In dios: Señ o r, dicen estos In dios que su tierra se llam a Yucatan, y así se quedó con este nom bre, que en su propia lengua no se dice así. Y quedarse ha aquí, y diré adelante los trabajos que me acaecieron a m í, y á tres so ld a d o s...69

Diego de Landa entra en detalles y abunda en el tem a. Sin em bargo, hay una gran discrepancia entre las version es paleográñcas que se han usado para leerlo. Dado que la versión editada por Porrúa, en 19 59 , tiene un faltante que hace ilegible la lectura del p á­ rrafo,70 he optado por consultar para esta sección la versión en español y francés p u b li­ cada por p rim era vez en 18 6 4 , tras el descubrim iento del m anuscrito original, que dice: ...Q u e esta provincia se llam a en lengua de los indios Ulumil Cuz y Etel Ceh, que quiere decir tierra de pavos y venados, y que tam bién le llam an Peten, que quiere decir isla, engañados por las ensenadas y bahías dichas. Que cuando Francisco H ernández de Gordoba [sie] llegó a esta

Francisco Hernández de Córdoba,

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tierra saltando en la punta que él llamó Cabo de Cotoch, halló ciertos pescadores indios y les preguntó que tierra era aquella; y que le respondieron Cot'och, que quiere decir nuestras casas y nuestra patria, y que por esto se puso este nom bre a aquella punta, y que preguntándoles más por señas que cómo era suya aquella tierra, respondieron ci u than que quiere decir, dícenlo y que los españoles la llam aron Yucatan y que esto se entendió de uno de los conquistadores viejos llam ados Blas H ernández que fue con el Adelantado la prim era vez.71

Esta notoria confusión de palabras y malos entendidos con los mayas, llevados a Cuba por los expedicionarios, queda de m anifiesto en otro capítulo del propio Díaz del Castillo en el que narra cómo -cuand o acude ante Diego Velázquez- después de su regreso escucha que éste m enciona que la tierra se llam a Yucatán, con cierto sarcasmo, declara: " ...y yo riendo le respondí, ¿que quién le puso nom bre Yucatán? que allí no le llam an así. Y dijo, M elchorejo7* el que trajiste lo dice. Y yo dije: m ejor nom bre sería la tierra donde nos m a­ taron la mitad de los soldados que fuim os, y todos los dem ás salim os h e rid o s.. ,” .73 El cronista Santa Cruz insiste en el tema del m alentendido lingüístico, y proporciona por p rim era vez un dato curioso, el nom bre cristiano dado a esa tierra, que no tuvo tanto éxito como el de Yucatán [Hernández de Córdoba]: "com o fuese, descubrió cierta tierra que llam aron Yucatán, porque preguntando allí a los naturales de la tierra por el nom bre de ella respondieron Yucatán, que en su lengua suena como 'no os entiendo’ , y pensando ellos que se llam aba así, la llam aron siem pre Yucatán, la cual voz se le ha quedado por nom bre, aunque tam bién le pusieron nom bre Santa M aría de los R e m e d io s...” .74 Después de Landa, López de Gomara ofrece mayores detalles, quien asienta que no fue en el prim er lugar donde se nom bró a la tierra recién descubierta, sino pasados ya un par de días, después de navegar por cabo Catoche, otro error lingüístico del que h a­ blarem os más adelante, cuando: " .. .un poco más adelante hallaron ciertos hom bres, que preguntados cómo se llam aba un gran pueblo allí cerca, dijeron tectetan, tectetan, que vale por no te entiendo. Pensaron los españoles que se llam aba así, y corrom piendo el vocablo, llam aron siem pre Yucatán, y nunca se le caerá tal nom bradía73. . ,” .76 Otra interpretación de la segunda mitad del siglo xvi es la dada por el Cabildo de la ciudad de M érida, quienes dan la versión de que cuando la expedición de Hernández se encontraba en Ecab y al preguntar los españoles: ...q u é tie rra era ésta, en ten d iero n los in d io s que les p reguntaban dónde estaba Ecab, r e s ­ p o n d iero n señ alan do con la m ano tolo quitan [tolo'kitan], que q u iere d ecir allá adelante, y los esp añ oles en ten d iero n Iucatán, que así lo llam an algunos. Em pero G aspar A n tonio

[Chi], indio natural de esta tierra , gram ático y lad ino77 en la lengua castellana, dice ha hallado en unos verso s antiguos d é lo s in d ios que llam aban a esta su patria Luquitán y, corrom pido el vocablo gen eralm en te Y u c a tá n .. ,78

Las in te rp retac io n e s del vocablo Y u catán 79 se acrecen taro n sob re todo en el s i ­ glo xix. Por ejem plo, W illiam Prescott80 cita a Bernal Díaz del Castillo81 y establece: "que la palabra se deriva de un vegetal, llam ado yuca y tale, el de un collado en que se planta; en tanto, continúa Prescott: M. [Frederick] W aldeck,8* encuentra una etim ología mucho m ás plausible en la derivación de la palabra in dia Ouyonckatan: oí lo que d icen ” .83

LA ISLA DE LAS MUJERES

Las dudas en torno a cuál fue la prim era parte del actual territorio mexicano visitado por Hernández de Córdoba han sido tam bién abundantes. Todo parece inclinarse a la actual Isla M ujeres, en las cercanías de Cancún, pero las confusiones se han sucedido desde épo­ cas muy tem pranas. Comencemos por la fecha. En ese sentido, el prim ero en dar un dato es Porras, uno de los testigos de la Probanza sobre las causas..., de 15 ??, quien establece que: " .. .y allí saltó en tierra el dicho Francisco Hernández de Córdoba con otros muchos cristianos que con él iban, [el] prim ero día del marzo del m il e quinientos e diez e siete añ o s... ” .84 Fecha que posteriorm ente es ratificada por el propio Bernal Díaz del Castillo.

71 Fray Diego de Landa, Relation des choses de Yucatan (Abad Brasseur de Bourbourg, trad.), Arthus Bertrand Éditeur, París, 1864. pp. 7-8. 72 Hablaremos más delante de la captura de Melchor y Julián. 73 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. VII. 74 Santa Cruz, op. c it., cap. VI. 75 Fama, reputación. 76 López de Gomara, op. c it., cap. LII 77 Voz "ladino": "1. adj. Astuto, sagaz, tai mado", Diccionario de la lengua española, ra e , disponible en: http:// dle.rae.es/?id=MmZovyA 78 Melchor Pacheco, Juan de Aguilary Francisco Tamayo Pacheco, "Relación de la dudad de Mérida", en Mercedes de la Garza (coord.) , op. c it., p. 84 79 Antes de entrar en las más cercanas, es interesante una versión muy antigua que deberia ser tenida en cuenta, la de Melchor Pacheco, Juan de Aguí lar y Francisco Tamayo Pacheco: "...y preguntando los españoles qué tierra era ésta, entendieron los indios que les preguntaban dónde estaba Ecab, respondieron señalando con la mano tolo quitan [tolo'kitan] que quiere decir allá adelante, y los españoles entendieron Iucatán, que así lo llaman algunos. Empero, Gaspar Antonio, indio natural de esta tierra, gramático y ladino en la lengua castellana, dice ha hallado en unos versos antiguos de los indios que llamaban a esta su patria Luquitan y, corrompido el vocablo se llama generalmente Yucatán...", Pacheco, De Aguilary Tamayo Pacheco, op. c i t , t. II, p. 84. 80 William Prescott, Historia de la Conquista de México, t. I, Ediciones Mercurio, Madrid, España, 1928. pp. 223-234. 81 Díaz del Castillo, Bernal, op. c i t , cap. VI. 82 Frederick Waldeck, Viaje pintoresco y arqueológica o a la Provincia de Yucatán, 1834 y 1836 (Manuel Mestre Ghigliazza, trad.; Hernán Menéndez Rodríguez, pról.), col. Mirada Viajera, Conaculta, México, 1996. p. 2 5 . 83 Prescott, op. c it., p. 145. 84 Tapia, op. c it., pp. 223-224.

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Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

LA DISTANCIA MÁS CORTA ENTRE CUBA Y MÉXICO ES LA QUE VA DEL CABO DE SAN ANTONIO A IS L A M U JERES, LA RUTA SEGUIDA POR ALAMINOS EN E L V IA JE DE HERNÁNDEZ DE CÓRDOBA. MAPA DE 1872 DE LA M ARINA DE EUA, REALIZADO POR R. PLATT. ABAJO , UN CORTE QUE MUESTRA LA GRAN PROFUNDIDAD DEL CANAL. COL. JE O L.

Casi de m anera contem poránea, la carta con la Nueva noticia del país que los españo­ les encontraron en el año de ifé i llam ado Yucatán, u n docum ento en el que no se puede fiar, añade: .. .desde la isla de Cuba navegaron 52 leguas y encontraron una isleta85 y encontraron en ella no m ás que dos m ujeres viejas, las que dicen son religiosas. Y cuando q uieren guerrear, uno con otro, los señ ores de los países que están en la m ism a región, envían p or las dichas dos m u je re s v ie ja s, a fin de que les d igan si te n d rá n victo ria uno. D ich as m u je re s so n grandes bru jas y conjuran al diablo. Entonces viene hacia ellas y h abla con ellas p erson alm en te, en figura de diablo. Lo que d icen ellas a los que han enviado p or e lla s ...86

Las novedades que encontraron los españoles en tierras peninsulares eran muchas. Acostum brados a las poblaciones indígenas del Caribe que acostumbraban ir sem idesnudos y no tener formas de organización social muy complejas o una arquitectura en piedra, el nuevo territorio les maravillaba. En palabras de Fernández de Oviedo: .. .y aquella tierra que p rim ero vieron era de la p rovincia de Yucatán, en la costa de la cual había algunas to rres de p ied ra no altas. Estas son las m ezquitas o adoratorios de aquellas gentes id ó ­ latras; estos edificios están asentados sobre ciertas gradas, las cuales to rres estaban cubiertas de paja, y en lo alto de algunas de ellas h abía verduras de árboles de fruta, pequeñ os, como 5La cual podría tratarse de Isla Mujeres. 5Anónimo, Nueva noticia del país que los españoles encontraron en el año de 1521 llamado Yucatán, unam , 1940, publicado originalmente entre 1521 y 1523. p. 7. 1Voz taina para saya o falda interior de tela blanca. 3 Toballa o toalla. 3 Fernández de Oviedo, op. c it., I. XVII, cap. III. 5Cada uno de los altos o pisos de una casa. 1 La palabra podria referirse a plazas, como espacios públicos, plagas, en español antiguo, o a placas, las planchas que, colocadas en algún sitio público, sirven de guía, orientación, anuncio, prohibición, o como recuerdo de una efemérides, es decir, estelas como placas conmemorativas.

guayabos y otras arboledas. V ieron gente vestida de algodón con m antas delgadas y blancas y con zarcillos en las orejas y con patenas y otras joyas de oro al cuello y tam bién con cam ise­ tas de colores, así m ism o de algodón; y las m ujeres cubiertas las cabezas y pechos, y con sus naguas87 y unas m antas delgadas, como velos, en lugar de tovalla88 o m an to ... Tornando a la historia, así como estos cristianos h ubieron lenguas de estas gentes, y vieron que la costa de aquella tierra era grande, acordaron de dar vuelta a dar la nueva de lo que habían visto ; porque com o vieron tan poblada la tierra y tan gran d e, no se atrevió tan poca gente a quedar en e lla .. ,89

Palabras que son prácticam ente com unes con las de Santa Cruz, quien explica: ...y los de la A rm ad a v ie ro n en ella ed ificio s de cal y canto, con to rres y casas con so b rad o s,90 y p lacas91 y calles em p ed rad as, y la gente cubierta de vestid u ras de algodón labrad as de d i­ versas m an eras, y las m u jeres cubiertas de la cintu ra abajo del m ism o paño, y las cabezas

Francisco Hernández de Córdoba,

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y los pechos con lienzos m ás delgados, trayendo m uchas joyas de oro m uy b ie n labrad as, y v iero n s e r los in d ios religio so s y frecu en tad o res de los tem p lo s, aunque id ólatras, y trataban ju stic ia en las contrataciones que h acían sin d in ero s, y el capitán procuró de p asar de este pueblo en a d e la n te .. .93

E n cam bio, López de Gom ara da m ayores detalles, como las salinas cercanas, y por prim era vez el nom bre de las M ujeres, al e scrib ir que: ...P artió se, pues, Francisco H ernández y ..., fue a dar consigo en tierra no sabida ni hollada de los nuestros, donde hay unas salinas en una punta que llamó de las M ujeres, por haber allí to ­ rres de piedra con gradas y capillas cubiertas de m adera y paja, en que p or gentil orden estaban puestos m uchos ídolos que parecían m ujeres. M aravilláronse los españoles de ver edificio de piedra, que hasta entonces no se había visto, y que la gente se vistiese tan rica y lucidam ente, ca93 tenían cam isetas y m antas de algodón, blancas y de colores, plum ajes, zarcillos, bronchas94 y joyas de oro y plata, y las m ujeres cubiertos pecho y cabeza.. ,95

Sobre el tem a del nom bre dado a la isla, Landa esclarece: .. .y que [Francisco H ernández de Córdoba] llegó a la Isla de M ujeres [a la] que él puso este nom bre por los ídolos que allí halló de las d iosas de aquella tie rra com o A ixchel, Ixchebeliax, Ixbunic, Ixbunieta, y que estaban vestid as de la cintura abajo y cubiertos los pech os como usan las in d ias; y que el edificio era de p ied ra, de que se esp antaron, y que h allaron algunas cosas de oro y las to m aro n .96

S in em bargo, el erro r m ás grave sobre el p rim er desem barco lo comete Las Gasas, quien confunde la expedición de Hernández de Córdoba con la de Grijalva y a isla M uje­ res con Gozumel, tem a que le ha valido una fuerte crítica a su de todos modos relevante trabajo, en el cual, fuera del erro r del nom bre, parece muy válido e inform ado, ya que fue amigo de am bos capitanes y tuvo inform ación escrita u oral de los dos. E n sus palabras: .. .llegaron a una isla grande que los in d io s llam aban y llam an Gozumel, y los esp añ oles le p u siero n Santa M aría de los R em ed ios , porque les ayudase a saltear las gentes que en sus casas v iv ía n ... llegán dose a la isla y costeando p o r la rivera de ella, buscando puerto donde su rg ir o ech ar anclas, y no lo halland o, m andó ir el capitán con 4 5 h om bres en las barcas, y llegó en ellas cerca de un pueblo gran de que desde la m ar h ab ían visto, y com o los in d ios de él v ie ro n que los esp añ oles iban hacia allá, sa liero n a re c ib irlo s m uchas canoas llen as de ellos, y todos fajados por la cintura,97 y de allí abajo cubiertos con unos paños o mantas de a l­ godón, y con sus arm as, arcos y flech as y rodelas; llegando a las barcas com enzaron a hablar p o r señ as a los esp añ oles, com o p regun tánd oles q u ién eran y qué q uerían , y junto con esto dándoles ciertas calabazas de agua, com o entend iend o que los que navegan, siem p re, lo p r i­ m ero que q u ieren de tie rra es agua, d iéro n les tam b ién maíz m olido en p ella98 y m asa, de que su elen h acer unas com o zahinas99 o p o lead as,100 cuasi com o bastim ento p ara cam ino y para necesid ad ; el capitán les dio una cam isa de algodón. V iero n los in d io s en una de las barcas un indio de Cuba que llevaban consigo los esp añ o les, al cual p o r señ as p id ie ro n que se lo d iesen , p ara que tra je se m ás h arin a o m ás m asa de m aíz y m ás agua; el capitán se lo dio y m etiéron lo en sus canoas y fu é r o n s e .. ,101

A esta confusión se suma la de Díaz del Castillo, quien, al parecer, no habla del prim er desem barco en Isla M ujeres y comienza a describir los hechos que coinciden con los de los otros cronistas, que suceden tres días después, cuando están frente a Gonil, en el cabo Catoche y de los que nos ocuparem os en el siguiente apartado. En cam bio, Torquem ada retom a las fuentes an teriores y nos dice una vez m ás que: ...y esta jo rn a d a pasó de lo o rd in a rio y llegó a d e sc u b rir la tie r ra de Y u catán, costa h a s ­ ta e n to n c es no c o n o c id a n i h a lla d a de n u e stro s c a ste lla n o s, d on d e en u n a p u n ta h a b ía u n as m uy gran des y buenas salin as y las llam ó de Las M u je re s,103 p o r h ab er allí to rres de

92 Santa Cruz, op. c it., cap. VI. 93 Significa: Porque. 94 Según el Diccionario de la lengua española de la ra e es una palabra en desuso que equivale a joyas o adornos de metales o piedras preciosas. 95 López de Gomara, op. c it., cap. LII. 96 Landa, op. c it., p. 7. 97 El taparrabos sea anuda desde la cintura, por lo que daría un efecto de faja. 98 Masa que se une y aprieta, regularmente en forma redonda. 99 Palabra española para tratar de explicar el atole: gachas, comida compuesta de harina cocida con agua y sal, que se puede aderezar con leche, miel u otro aliño, o puches de harina que no se dejan espesar. 100 Harina cocida en agua con sal. 101 Las Casas, op. c i t , t. IV, cap. XCVI. 102 El dato de las salinas en Isla Mujeres es confirmado por Juan de Cárdenas en la "Relación de Tekom y Ecab", en las Relaciones histérico-geográficas..., en la cual declara: "...Está de este pueblo [Ecab] una isla que llaman la Isla de Mujeres ocho leguas [casi 33 km] de él hada el sureste, y es una isla pequeña que tiene tres leguas de contomo [poco más de 12 km]; en ella no hay pobladón, aunque parece que antiguamente estaba poblada la dicha isla, porque en ella hay algunos edifidos antiguos; en esta Isla de Mujeres, hay dos salinas, las cuales se han perdido por causa de no beneficiarse...", en Mercedes de la Garza (coord.), t. II, op. c i t , p. 231.

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Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

103 Juan de Torquemada, Monarquía indiana, de los veinte y un libros rituales y monarquía indiana, con el origen y guerras de los indios occidentales de sus poblazones, descubrimiento, conquista, conversión y otras cosas maravillosas de la mesma tierra (Miguel Léon-Portilla, coord.), iih , unam, México, 1 9 7 5 , 1. IV, cap. III. 104 Robert Wagner, The Discovery o f New Spain in 1518, by Juan de Grijalva, The Cortes Society, Pasadena, eua, 194 2 . p . 1.

105 Ecab, según Chamberlain, uno de los dieciséis kuchkabal o estados en los que estaba dividida la península en ese momento (Cfr. Robert S. Chamberlain, Conquista y colonización de Yucatán, 1517-1550, México, Porrúa, 1982, p. 15.). En la "Relación de Tekom y Ecab", de Juan de Cárdenas, se establece que el pueblo de Ecab está a cuarenta leguas de Valladolid, poco más de 167 km: "...hada levante, en la mar que los mareantes llaman este paraje el cabo, ocho leguas [poco más de 33 km] de Conil, donde surgen algunos barcos que van a Honduras y vienen a los puertos de esta villa. Está el asiento de dicho pueblo en un lugar alto de la mar, en tierra rasa, que se divisa el dicho pueblo cuatro leguas de la mar; es la tierra negra donde están poblados, aunque en algunas partes arenisca, y es tierra enferma...", De Cárdenas, en Mercedes de la Garza (coord.), t. II, op. c i t , p. 231. 106 Algunos historiadores como Chamberlain, op. c i t , p. 15, piensan que se trataba de Tulum, la antigua Zamá; sin embargo, se trata más bien de Conil, en la región del cabo Catoche. 107 (N. del T.) Eso significa principalmente el adjetivo recutitus, el circuncidado, el que tiene cicatrices; también podrá significar el efecto de otra operación análoga y más grave, y asimismo algún género de inmoralidad de aquellos pobres indios, tan degenerados y caídos de la condición humana. El autor les aplica bastantes veces ese calificativo, y no es tan fácil determinar siempre el sentido propio. Es evidente que el traductor no confrontó esa información con otras fuentes. A este punto hay que releer todo el texto Décadas del Nuevo Mundo, para encontrar el libro V, capítulo único: "...casi al mismo tiempo que aparejaba aquella armada de las cuatro carabelas, destinó otra de una carabela acompañada de un bergantín, con cuarenta y cinco hombres. Estos trataron violentamente a los naturales que son idólatras e inmorales... Próximas a la costa hay muchas islas pequeñas... de una de éstas se llevaron trescientos indígenas inocentes de ambos sexos... Dejaron allí el bergantín con veinticinco hombres, que se ocupaban en cazar más indígenas... De la isla próxima se llevaron como liebres quinientos de ambos sexos, pensando que tenían derecho cumplido para hacerlo, por la misma causa, porque estaban circuncidados (re c u titi)..." , Mártir de Angleria, op. c it., pp. 321-322. Es evidente que Diego Velázquez y secuaces manejaron la información enviada a España para hacer ver a los indígenas como circuncidados y, por lo tanto, sospechosos de judaismo y susceptibles de ser esclavizados, tanto a hombres como a mujeres con ese falso argumento, tema que muchos otros cronistas, como Diego de Landa, desmintieron y afirmaron que no era cierto. 108 Mártir de Angleria, op. c it., I . I, cap. Unico.

p ied ras con grad as y ca p illa s c u b ie rta s de m ad e ra y p aja , en las cu ales esta b a n p u estos p o r m uy a rtificio so o rd en m uchos íd o los que p are c ía m u je re s. M a ra villá ro n se lo s e sp a ­ ñ o les de v e r e d ificio s de p ie d ra que h asta en to n ces no se h a b ía n visto p o r aqu ellas islas y que la gen te se v istie s e tan ric a y lú cid a m e n te; p o rq u e te n ía n ca m ise ta s y m an tas de a lgo d ó n b la n c a s y de c o lo re s, p lu m a je s, z a rc illo s y jo yas de oro y p lata, y las m u je re s c u ­ b ie rta s pech o y c a b e z a .. .lo3

Algunos historiadores del siglo xx, como Wagner, se m ostraron dubitativos en torno a si fue Isla M ujeres el prim er lugar tocado por la expedición. A sí, declara que fu e: " ... p o si­ blem ente descubierta por Hernández de Córdoba, y llamada así porque probablem ente los hom bres se habían ido a la tierra firm e, o por los ídolos de m ujeres que fueron en ­ contrados en e lla ... ” .104 Es evidente que cualquiera de las dos posiciones es correcta, pero pudiera haber una tercera, la de las sacerdotisas m encionadas en la Nueva noticia del país que los españoles encontraron en el año de ifé i llamado Yucatán, publicada entre 15 3 1 y i 5 ? 3 .

EL CABO CATOCHE; ECAB Y CONIL

El viaje continuó navegando hacia occidente, y en unos pocos días las naves ya esta­ ban en la costa continental. La prim era descripción del tema es de M ártir de Angleria, quien establece que: " ...a su p rin cip io le llam aron E ccam p i;103 se d irig ie ro n a un pueblo sito en la playa y tan grande que los nuestros le llam aron Cairo, por E l Cairo, capital de E gipto.106 Encontrando: ...c a s a s con to rres, tem plos m agn íficos, cam inos arreglados con orden, y plazas, y que h abía allí feria s y com ercio. Las casas son de p ied ra o hechas de lad rillo y cal con arte e industria. A l p rim er piso de las casas y a las p rim eras h abitaciones se sube por doce o diez escaleras, y están cubiertas no sólo de tejas, sino tam bién con pajas largas y tallos. Se h ic ie ro n m utuos regalos; los b árb aro s d ie ro n a los nu estros globitos de oro y joyas hechas de oro, m uy lin d am en te form ad as, y los n uestros les regalaro n vestid os de seda y lana, tam bién cuentas de cristal y cascabeles de latón, dones m uy agradables p ara ellos p or los p eregrin o s. N uestros esp ejos los estim aban poco, porque ellos los tien en m ás b rillan tes, de ciertas piedras. A qu ella gente va vestida, no de lana, que no tien en rebaños, sino de algodón, pintado de m il m odos y varios colores. Las m u jeres van vestid as desde la cintura h asta los talo n es, y con d iferen tes velos se cu bren la cabeza y los pech os, y cuidan pudorosam ente de que no se le s vean los p ie s o las ca n illa s. F recu en tan los te m p lo s; los p rin c ip a le s a rreglan cam inos desde sus p rop ias casas hasta ellos; dan culto a los ídolos y están circun cidad os (recutiti) , 101 aunque no todos. V iven con leyes y n egocian con sum a fid elid ad , pero haciendo cam bios sin d in e ro .. . 108

López de Gom ara, sobre la m ism a tem ática narra con otras palabras:

Francisco Hernández de Córdoba,

...no paró allí, sino fuese a otra punta, que llam ó de Cotoche,109 donde andaban unos p esca ­ d ores, que de m iedo o espanto se retiraro n en tie rra y que respo n d ían cotohe, cotohe, que quiere d ecir casa, pensando que les preguntaban por el lugar para ir allá. De aquí se le quedó

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UNO DE LOS TEMPLOS VISTOS POR HERNÁNDEZ DE CÓRDOVA EN IS LA MUJERES QUE CONFUNDIERON CON TORRES. REVISTA MONUMENTAL RECORDS, EDITADA POR HENRY MASON BAUM, V. I , NÚM. 5 , MAYO DE 1 900, P. 147. COL. JEO L.

el nom bre al cabo de aquella tierra. A llí se h allaron cruces de latón y palo sobre m uertos; de donde arguyen algunos que m uchos españ oles se fu eron a esta tie rra cuando la destrucción de E sp añ a h echa p o r los m oros en tiem po del rey don Rodrigo; m ás no lo creo, pues no las hay en las islas que nom brado hem os, en alguna de las cuales es necesario, y aún forzoso, tocar antes de llegar allí, yendo de a c á .. .llc

Inm ediatamente después el tema sigue siendo poco m encionado, ya que, por ejem plo, Santa Cruz, com enta que: " ...y descubrieron hacia occidente las provincias de Cam i111y M ayan... 11,’\ R eferencia muy breve, pero de gran utilidad, ya que m enciona p or p rim era vez lo que podría parecer la antigua provincia de Ecab, en el extremo nororiental de la península, para después hablar de una gran región que él engloba en Mayan y que corres­ pondería a lo que conocem os como Mayab. Con Las Gasas, quien es el siguiente cronista en orden tem poral, con todo el cuidado que debem os ten er con su garrafal erro r de confundir el p rim er desem barco de H er­ nández de Córdoba con el de G rijalva, podem os tom ar una larga cita en la que parece d escrib ir el p rim er contacto verdadero con un gobernante y las em barcaciones mayas: .. .lu cié ro n se a la vela p o r la costa o rib era de la m ar abajo, y en traron en una b ah ía o e n s e ­ nada de m ar, desde la cual viero n en tie rra un pueblo gran d e113 con m uchas casas blancas, de que se ad m iraron com o cosa nunca vista, n i pudiendo im agin ar lo que era. L legáron se los navios h asta m edia legua de la tie rra y saltó el capitán con 85 h om bres en ella; los in d ios, desde que los viero n , saliéro n lo s a re c ib ir hasta 5 0 0 de ellos sin arm as algunas, y con s e ñ a ­ les de m ucha b en evolen cia, entre los cuales ven ía un p rin cip al que d eb ía ser capitán, el cual p o r señ as les dijo que se fu esen con ellos al pueblo. Salió tam b ién otro señ or, viejo , que a lo m ism o les indujo a que fu esen , y éste, p o r ven tu ra, era el rey; los esp añ oles se fu ero n al pueblo con el que los convidaba, y el señ o r viejo entra con m ucha gente en vein te canoas, que p o r ven tu ra las h in c h ía n 114 m ás de otros 3o o , y fu ese a v e r ío s n a v io s ...115

Esta parte de la historia Díaz del Castillo la cuenta del siguiente modo, aunque debemos hacer la aclaración de que Las Casas habla de la visita a dos poblaciones: Ecab y Conil, en la prim era no había intención de atacarles y en la segunda visitaron la población, mientras que Díaz del Castillo solo se rem ite a una, por lo que es difícil entender en su historia qué parte se refiere a cuál de las dos ciudades, aunque es probable que sea a la prim era. Volviendo al soldado cronista: ...y desde los navios vim os un gran pueblo, que al p arecer estaría de la costa obra de dos leguas; y viendo que era gran población, y no habíam os visto en la isla de Cuba pueblo tan gran de, le p u sim o s p or nom bre el G ran Gayro.116 Y acordam os que con él en un navio de m enos porte se acercasen lo que mas pudiesen á la costa á ver qué tierra era, y a ver si había fondo p ara que p u d iése m o s a n clar ju n to á la costa: y u n a m añ an a, que fu e ro n cuatro de m arzo, vim os v e n ir cinco canoas grandes llenas de In dios naturales de aquella población, y ven ían á rem o y vela. Son canoas hechas á m anera de artesas, y son grandes de m aderos gruesos, y cavadas p or desde dentro, y está hueco, y todas son de un m adero macizo, y hay muchas de ellas en que caben en pie cuarenta y cincuenta Indios. Quiero volver á m i materia. Llegados los In dios con las cinco canoas cerca de nuestros navios con señas de paz que les hicim os y llam ándoles conlas m anos, y capeándoles con las capas para que nos viniesen á hablar, porque no teníam os en aquel tiem po lenguas que entendiesen la de Yucatán, y m exicana; sin tem or ninguno vin ieron , y entraron en la nao capitana sobre treinta de ellos; á lo s cuales dim os de com er cazabe,117 y tocino, y á cada uno un sartalejo de cuentas verdes, y estuvieron m irando un buen rato los navios; y el m as principal de ellos, que era cacique, dijo por señas que se quería to rn ar á em barcar en sus canoas, y volver á su pueblo, y que otro día volverían, y traerían m as canoas en que saltásem os en tierra: y ven ían estos In dios vestidos con unas chaquetas de a l­ godón, y cubiertas sus vergüenzas con unas m antas angostas, que entre ellos llam an maltates,

109 Quizá una de las respuestas más interesantes en torno a esta etimología viene de las Relaciones histórícogeográficas de la Gobernación de Yucatán, en las que Pacheco, De Aguilary Tamayo Pacheco aclaran que: "...toparon con unos indios de cabo de Cotoche [cabo Catoche] y les hablaron, y como no entendían la lengua, entendiendo que les preguntaban de dónde eran respondieron los indios a los indios Ecab cotoche [Ecab k'otoch], que quiere decir somos del Cab [Ecab]...", en Mercedes de la Garza (coord.), t. II, op. c i t , p. 84. 110 López de Gomara, op. c it., cap. I. II. 111 Quizá se refiera al kuchkabal llamado Ecab. La confusión puede venir de que Conil era una de sus puertos principales. 112 Mayab. 113 Seguramente se trataba de Ecab, la pobladón prindpal del kuchcabal ya mencionada y que tenía el mismo nombre, asentamiento que en la segunda mitad del siglo xvi era encomienda de Juan Cárdenas. Ver: Juan Cárdenas, "Relación de Tekom y Ecab", en Mercedes de la Garza (coord.), op. c i t , t. II, p. 2 3 1 . 114 Henchían, llenaban un espado hasta su límite. 115 Las Casas, op. cit., t. IV, cap. XCVII. 116 Gran Cairo, algunos historiadores lo han identificado en Tulum, yo tengo mis reservas, probablemente fuera la capital del kuchkabal (los estados mayas del siglo xvi) de Ekab, porque antes Las Casas cita otro pueblo grande que podria ser Conil, situado un poco más al oriente o levante, como también afirma el encomendero Juan de Cárdenas en su "Relación de Tekom y Ecab", en Mercedes de la Garza, op. c it., t. I I, p. 2 3 1 . 117 Pan o tortilla gruesa hecho con harina de yuca o mandioca.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

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PP. 38-39 EN ESTE PLANO, LA PARTE NORORIENTAL TODAVÍA SE MARCAN LAS REGIONES DE ECAB Y CONIL, LAS PRIM ERAS DE T IE R R A FIRME PENINSULAR VISITADAS POR HERNÁNDEZ DE CÓRDOVA. MAPA DE LA INTENDENCIA DE

y tuvim oslos por hom bres mas de razón que á los Indios de Cuba; porque andaban los de Cuba con sus vergüenzas de fuera, excepto las m ujeres que traían hasta que les llegaban á los m uslos unas ropas de algodón, que llam an n agu as.. .llS

YUCATÁN, ANÓNIMO, 1 77 4. REF. 9 7 7 . TIE R R A S , V. 0 0 7 8 . ©ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN (AG N ), MÉXICO.

Las Gasas cuenta que a continuación: .. .llegaron 16 canoas de indios, los cuales por señas les dijeron que se fuesen con ellos al pueblo, lo cual h icie ro n los esp añ oles y con ced ieron de buena voluntad, y los últim os en sus barcas y los otros en sus canoas y fueron juntos, y en el cam ino les anocheció cerca del pueblo, en una punta que hacía la tierra entrando en la m ar, saltaron los españoles a dorm ir en tierra y los indios durm ieron junto a ella en sus canoas, y como era cerca del pueblo, en toda la noche no h icieron sino ir y ven ir indios a hablar y estar con los indios de las canoas. A la m edianoche v i­ niero n dos dellos con sus arcos y flechas por tierra, y viéndolos un español que velaba su cuarto y que se m etían entre ellos, lavantóse y arrem etió a ellos con la espada sacada y dando voces; levántanse todos los españoles, y arrem etieron con los indios que estaban junto en las canoas. No supe los que alcanzaron, m ataron e h irieron , m ás de que todos los que pudieron huyeron y dejaron 14 canoas con sus arcos y flechas; argumento harto claro que no tenían p or entonces pensam iento de acom eter ni h acer daño a los e sp a ñ o le s ...119

COMIENZA LA CAPTURA DE ESCLAVOS Y LAS FALSAS NOTICIAS DE ORO

E n el orden relatado por Las Gasas, los días siguientes están llenos de acontecim ientos, como la captura de los prim eros esclavos, en este caso prisioneros por quienes se exigía rescate, desde luego, en oro: ...o tro día de m añana vieron ve n ir los españoles dos canoas y dentro nueve hom bres, y lleg a­ dos a tierra , el capitán de los españoles los hizo p ren d er y atar sin por qué ni para qué, sino para h acer h ed er13°to d a la tie rra su nom bre. Hízolos in terrogar uno au n ó , apartados, m ostrándoles oro de la isla de Cuba, y preguntándoles si en aquella tierra h abía de aquel m etal. ¡M irad qué evangelio com enzaba a predicarles y qué señas les daba que había en el cielo, un solo y ve rd a ­ dero Dios! Todos conform es respo n d ieron que lo había en unas provin cias que nom braban Gubey Comi, señalando y nom brando los ríos donde lo sacaban; esto sabido, m andó soltar el capitán a uno de los nueve, diciendo que fuese a tra e r el indio que habían llevado el día pasado; y los ocho envió a los navios y los echaron en cadenas. E speraro n dos días, y como no volvió, quizá teniendo legítim o im pedim ento, partiéronse los españoles p or tierra, la costa abajo, y los navios cerca de tierra p or la m ar, hasta cerca de un pueblo grande que viniendo por la m ar habían visto ; allí vin iero n ciertos indios en una canoa, haciendo a los españoles señ ales de paz y preguntóles a qué ven ían o qué era lo que querían en tierras que no eran suyas, respondió el capitán que si les daban oro les daría un indio suyo que allí tenía, porque los dem ás de los nueve iban en los navios, los indios d ijero n por sus señas que desde a tres días se lo traerían. Volvieron al tercer día en una canoa seis indios y trajeron como m edia diadem a y una patena de oro bajo, y dos gallinas asadas de las grandes de aquella tierra, y maíz hecho pan131 lo cual todo d ieron al capitán Francisco Flernández y él les dio el indio, los cuales d ijero n que el otro día volverían por los otros ind ios que les ten ían presos y les traerían taquín, que entendieron ser otro oro fino (a lo bajo llam an mazca). Los españoles los esperaron, según dijeron, seis o siete días, y como no vin iero n acordaron de no entrar en aquel pueblo, sino irse por la costa abajo del Norte de la isla, llevando las barcas y el bergantín junto a tie rra ; de allí veían la playa y rib era de la m ar llen a de indios. V iero n por el cam ino m uchos ciervos y en unas casas p eq u e­ ñas h allaron m uchas piedras labradas de cantería, y ciertas vigas grandes labradas de cuatro esquinas. Yendo de esta m anera descuidáronse los del navio, donde iban p resos los siete in ­ dios, y así quebraron la cadena en que tenían los pies o los pescuezos y echáronse a la m ar, y fuéron se. Pesó mucho al capitán la huida de los siete indios, y pareciéndole que tenía n ece­ 118 Díaz del Castillo, op. c it., cap. II. 119 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. XCVI. 120 Enfadar, cansar, ser insoportable. 121 Tortillas.

sidad de algún indio, para inform arse dónde pod ría desde allí ir, trabajó de saltear otros, y viendo dos estar sentados en la playa, fue a ellos y prendió el u n o , el cual trujo a la isla de Cuba; preguntóle allí si sabía que en aquella isla h ubiese oro (que era toda su predicación y ansia de

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Francisco Hernández de Córdoba,

DESDE UN PRIN CIPIO LAS REPRESENTACIONES EUROPEAS TRATARON DE PONER EN DESVENTAJA A LOS INDIOS AMERICANOS AL REPRESENTARLOS COMO SALVAJES SEMIDESNUDOS, EN CONTRASTE CON EL APARATO EUROPEO. "HERNANDO CORTÉS LLEGÓ A MÉXICO EN 1 51 9", GRABADO DEL SIGLO X V I. COL. JEO L.

convertir a aquellas gentes, como todos nuestros herm anos siem pre preten dieron) respondió el indio que lo había, de ello labrado com o a rrie le s133 para los dedos, y cadenas tan gruesas como una de h ierro que allí en el navio vio, y que h abía otras joyas grandes y d iv e rs a s ...133

POBLACIONES MAYAS

Las descripciones de los puertos mayas son material muy escaso y útil. Quien proporciona mayores detalles de la sorpresa que era para los españoles encontrar arquitectura de piedra es Bartolomé de las Gasas, al narrar: ...e n tra ro n en el pueblo los esp añ o les, y v ie ro n que era m uy gran de y de m uchas casas p e ­ queñas cubiertas de paja, y las m ás de ellas cercados los solares y circu ito s de p ied ra seca de una vara en alto y de vara y m edia en ancho, entre los cuales h abía m uchos árboles de m uchas fru tas, h ab ía ta m b ié n una casa de cal y canto, ed ificad a a m an era de fortaleza, del todo lo cual los españ oles se adm iraban , en especial viendo casas y ed ificios de cal y canto como cosa que nunca en estas In d ias se h abía v is t o ...134

122 Parece una forma antigua de arríales, arriaces, empuñaduras para las espadas, pero también ornamentos. 123 Las Casas, op. c i t , t. IV, cap. XCVI. 124 Ibídem.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

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VISITANTES EN LOS TEMPLOS

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En ese sentido, la obra de Las Lasas describe: ...vu e lto el señ o r viejo , que h ab ía en las canoas ido a ver los navios, convidó a los esp añ oles a que fu ese n con él a su casa, el cual los m etió dentro de u n gran solar cercado de la m ism a m an era de p ied ra, donde estaba en un patio un árbol grueso nacido y allí estaban colgadas nueve coronas blancas y en cada una, una ban d era p eq u eñ a; estaba cerca del dich o árb o l u na m esa an ch a de cal y canto de tre s o cuatro gradas en alto y en cim a de ella un h om bre de bulto hecho de lo m ism o , que ten ía la cabeza colgada sobre las d ich as g rad as, y dos an im ales de bulto de cal y canto que le com ían p o r la barriga, eso m ism o h abía una sie rp e muy grande y que ten ía en la boca atravesada una figu ra de león; estaban tres palos h incad os en el suelo lleno de p e d e rn a ­ le s, lo cual según p areció , y los in d ios señ alaro n ten ían p ara cortar en cim a de ella, a algunos que ju sticiab an , las cabezas, p orq u e h ab ía en ella san gre fre sc a . V ie ro n en el ejido junto al dicho corral, m uchas cabezas de in d io s que ju sticia b a n allí, y puesto que p a r e c ía y se juzgaba entonces ser aquel lugar donde se ejecutaba ju sticia, porque no se

p o r t a d a de l a c a r t a e n v ia d a d e s d e

sabía hasta entonces que sa crifica se n a los ídolos h o m b res, como lo h acían en la Nueva E s-

LA IS LA DE CUBA DE IN D IA S ..., EN 1 519, c o n l a m ás a n t ig u a r e p r e s e n t a c ió n d e l

pañ a, pero d espués de sabido d ijéram os que no era de ju stic ia sino de sa crificio s, a lo cual

DESCUBRIMIENTO, UNA PEQUEÑA XILO G RAFÍA. a l o s o j o s de l o s v i a j e r o s l o s e d if ic io s ANTIGUOS PARECÍAN TORRES DE CIUDADES e u ro p e a s , c o l . j e o l .

d ecim os que p o r aquella tie rra de Yucatán, que está junta, cuatro leguas de m ar en m edio con la dicha isla, puesto que algunos h om bres sacrificaban , pero m uy pocos, y así aquel lugar d e ­ b ía ser lugar de ju stic ia de m alh echores y tam b ién donde sacrificab an los tom ados en guerra a sus d io ses. V iero n asim ism o junto a lo de arrib a, una casa de cal y canto hecha, com o una cám ara con una puerta, delante de la cual ten ían puesto un paño de algodón de m uchos c o ­ lo res, dentro de la casa o cám ara, estaban siete u ocho bultos de h om bres h echos de barro cocido, y junto a e llo s cosas arom áticas y o d o ríficas como in cien so o estoraque135. . . 136

En esta descripción es interesante el parecido que se establece entre las esculturas del prim er templo y aquellas encontradas en Campeche. A sí, tenem os una figura humana que sale por dos anim ales (en lugar de ser tragada) y la gran serpiente de cuyas fauces emergía un jaguar. Am bas figuras que encontraremos en la descripción del templo principal campechano. Adem ás de este parecido en el programa decorativo, es evidente que la fun ­ ción es semejante como sitio de sacrificios y que tanto desconcertara a los visitantes, ya que pensaron que se trataba de un lugar de justicia y castigo. Es probable que se trata de un error, lo cual no sería extraño, que ésta fuera la descripción de Campeche que se repite, o en todo caso de una tipología com ún en varias ciudades - ta l vez p ortu arias- vinculadas con los rituales de sacrificio.

ESPACIOS VEDADOS

La inform ación de Las Casas continúa con la prohibición para entrar al resto del área de los tem plos: 5 Árbol de la familia de las estiracáceas, de cuatro a seis metros de altura, con tronco torcido, hojas alternas, blandas, ovaladas, blanquecinas y vellosas por el envés, flores blancas en grupos axilares, y fruto algo carnoso, elipsoidal, con dos huesos o semillas. Con incisiones en el tronco se obtiene un bálsamo muy oloroso, usado en perfumería y mediana. 6 Las Casas, op. c i t , t. IV, cap. XCVII. 7Ibídem.

...s a lid o s de allí, fu ero n a v e r y c o n sid e ra r el pueblo p o ru ñ a calle, donde v ie ro n una calza­ da de p ied ra, y allí los in d io s se p u siero n delante de los esp a ñ o le s, p o n ié n d o le s las m anos en los p ech os, d icién d o les p o r señ as que no p asa sen de allí, p ero el capitán de los e sp a ­ ñ o les d ecíales que los d eja se n p asar; y m erec ie ra que luego allí lo m ataran, y los ech aran a tod os de su tie rra y p u eblo , pues p o rfia b a en tie rra y casa ajen a to m ar m ás lic e n c ia de la que el dueño le d ab a.137

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Francisco Hernández de Córdoba,

MUCHOS CRONISTAS Y D IBUJA N TES NO CONOCIERON EL TERRITO RIO AMERICANO POR LO QUE SUS REPRESENTACIONES ESTÁN LLENAS DE ELEMENTOS FANTÁSTICOS MEZCLADOS CON OTROS VERDADEROS. "NATIVOS AM ERICANOS", EN DE NIEUW E EN ONBEKENDE WEERELD, ARNOLDUS MONTANUS, IMPRESO POR JACOB VAN MEURS, ÁMSTERDAM, 1 67 1. GRABADO, 1 2 .8 X 1 6 .5 CM. COL. © 01631-67J0H N CARTER BROWN LIB R A R Y, BROWN U NIVERSITY.

Im poniéndose sin ningún respeto a sus an fitriones, los castellanos.- "...p a s a ro n aquella calzada; hallaron en una calle una casa de cal y canto, a m anera de fortaleza, de ?3 gradas1*8 en alto, tan anchas que podían sub ir diez personas juntas hasta lo más alto:1*9 esta vista, no curaron n i osaron de sub ir o entrar en e lla ...” .l3° A l continuar el recorrido por: ...o t r a calle adelante, donde h allaron otra fortaleza de cal y canto, p eq u eñ a, de la cual vieron salir a un indio cargado con una arca de m adera, pequeña, a cuestas; no su pieron lo que en ella iba, m ás que vieron que un indio sólo no la podía llevar y se m etió otro debajo d ella p ara ayu­ darle a llevarla, puesto que p or las cosas después vistas por allí y p or toda la Nueva España, las que decían fortalezas eran tem plos de los ídolos y aquella arca debía ser su Sancta sanctorum o relicario, donde debía estar algún prin cip al de sus dioses, de p ied ra hecho o de p alo .131

Estas cajas con los bultos sagrados del linaje de los gobernantes reunían huesos, textiles y testim onios de sus ancestros con deidades fundadoras y eran lo más sagrado que p o­ seían, ya que sobre esa caja se justificaba la genealogía y el poder de los señores.

DOS FINALES PARA UNA HISTORIA: PAVO Y DESPEDIDA FORZADA

En las crónicas de Las Gasas y Bernal Díaz del Castillo hay una fuerte división entre la descripción de las actitudes de los mayas durante la visita a esta población. A sí, según el prim ero, fueron tratados am istosam ente y despedidos por la fuerza. Y, en sus palabras, los visitantes continuaron su recorrido: .. .pasaron los españoles por el pueblo, m ás adelante, que tenía m ás de 1,0 0 0 casas, y como los indios veían que sin acom eter ni tom arles las fortalezas, que creían que eran, se pasaban, v i­ niéronse por ellos sin arm as, los rostros alegres y benévolos, y haciéndoles señales de paces, y todos juntos se volvieron, como si fueran de mucho tiem po conocidos y amigos, al principio del pueblo, por donde habían entrado, y fuera se asentaron todos debajo de un grande árbol. A llí, un hijo del señ o r y una m u jer trajeron al capitán de los españoles una gallina cocida, de las g ran ­ des como pavos, y ciertas carátulas de oro fino, y vieron m uchos ind ios con granos de oro por fundir, como de la tierra lo sacan, que traían colgados de las orejas; vieron muchas colm enas de

8 Medida de longitud de origen romano, equivalente a dos pasos y medio, más o menos 74 cm. La altura del templo, de acuerdo a esta interpretación es de poco más de 17 metros. 9 De acuerdo con ese cálculo, el ancho de la escalera seria mayor a 17 metros. 0 Las Casas, op. c i t , t. IV, cap. XCVI. 1Ibídem.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

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LA INCOMPRENSIÓN DE LAS REPRESENTACIONES DE LOS PUEBLOS DEL MÉXICO ANTIGUO FUE UNA CONSTANTE EUROPEA HASTA BIEN ENTRADO EL SIGLO X IX . ANTIGÜEDADES MEXICANAS, GRABADOS ESTADOUNIDENSES. COL. JE O L.

m adera llenas de abejas dom ésticas y mucha m iel, de la cual trujeron a los españoles muchas ca­ labazas , y era muy blanca y muy excelente. Y es aquí de saber, que en ninguna parte de las Indias que están descubiertas se ha visto que tengan colm enas dom ésticas, ni las procuren o cultiven, sino en aquella isla de Gozum ely en la de Yucatán, que es tierra firm e, a la cual está pegada ella.133

Finalm ente, los an fitriones preguntaron: .. .al capitán, por sus señas, qué era lo que quería, respondióles que agua para beber; los indios les m ostraron un pozo em pedrado y redondo, bien hecho y de muy buena agua, a donde los e s ­ pañoles se fueron a dorm ir, y de allí tom aron toda el agua que para sus navios era necesaria. V e­ láronse aquella noche los españoles y no m enos los indios su pueblo, con mucha diligencia vela­ ban. Venido el día, salieron todos los indios del pueblo, arm ados, con sus arcos y flechas, rodelas y lanzas, rodearon el pueblo p or la parte donde los españoles estaban, enviaron tres a decirles que se fuesen a sus navios o barcos, y así por señas se lo notificaron, con amenazas que si no se iban los flecharían y harían daño; los españoles obedecieron su mandado y fuéronse a em barcar a sus barcas y en ellas a los navios, y alzaron sus velas y fueron por la ribera de la isla costeando.133

SEGUNDO FINAL: LA MUERTE POR ACERO LLEGA A TIER RA S MAYAS

E n cambio, un final alterno es el que propone el belicoso Díaz del Castillo, quien establece que el combate fue necesario y de cómo se robaron el bulto sagrado de esa población. Esta descripcióny los hechos posteriores en las expediciones de 15 17 y 15 18 parece que enfatizan que la técnica preferida de los mayas fuese la celada, la emboscada. A l respecto, es conve­ niente aclarar que los mayas tenían formas particulares de combate, no necesariamente la lucha frontal como en los ejércitos occidentales era la norma. Una de las estrategias favorita (al igual que en Europa cuando se determ inaba que el enem igo tenía una fuerza mayor) era la emboscada. Según Bernal Díaz del Castillo, los hechos se dieron del siguiente modo: ...o tro día por la m añana volvió el m ism o cacique a los navios, y trajo doce canoas grandes con m uchos Indios rem eros, y dijo p or señas al capitán, con m uestras de paz, que fuésem os a su p ueb lo, y que nos darían com ida, y lo que hubiésem os m enester; y que en aquellas doce canoas podíam os saltar en tierra. Y cuando lo estaba diciendo en su lengua, acuérdam e que decía con escotoch, con escotoch,l3* j quiere decir, andad acá á m is casas; y por esta causa pusim os desde 132 Las Casas, op. cit, t. IV, cap. XCVII. 133 Ibídem. 134 Konex otoch significa: "vamos a mi casa".

entonces por nom bre á aquella tierra Punta de Gotoche, y así está en las cartas del m arear. Pues viendo nuestro capitán, y todos los dem ás soldados, los m uchos halagos que nos hacia el caci­ que para que fuésem os a su pueblo, tomó consejo con nosotros, y fué acordado que sacásem os

Francisco Hernández de Córdoba,

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nuestros bateles de los navios, y en el navio de los m as pequeños, y en las doce canoas saliése­ m os á tierra todos juntos de una vez; porque vim os la costa llen a de Indios que habían venido de aquella población: y salim os todos en la prim era barcada. Y cuando el cacique nos vio en tierra, y que no íbam os a su pueblo, dijo otra vez al capitán por señas, que fuésem os con él a sus casas, y tantas m uestras de paz hacia, que tom ando el capitán nuestro parecer, para si iríam os, o no; acordóse p ortod o s los m as soldados, que con el m ejor recaudo de arm as que pudiésem os llevar, y con buen concierto fuésem os. Llevam os quince ballestas, y diez escopetas (que así se llam aban escopetas y espingardas en aquel tiem po) y com enzam os á cam inar por un camino por donde el cacique iba p or guía con otros m uchos In dios que le acom pañaban. E yendo de la m anera que he dicho, cerca de unos m ontes b reñ o so s,135 comenzó á dar voces, y apellidar el ca­ cique para que saliesen a nosotros escuadrones de gente de guerra que tenían en celada136 para nos m atar:137 y á las voces que dió el cacique, los escuadrones vin ieron con gran furia, y com en­ zaron á nos flechar de arte, que á la prim era rociada de flechas nos h irieron quince soldados, y traían arm as de algodón, y lanzas, y rodelas, arcos, y flechas, y hondas, y m ucha piedra, y sus penachos puestos,138 y luego tras las flechas vin ieron á se juntar con nosotros pie con pie, y con las lanzas á m anteniente139 nos hacían mucho mal. Mas luego les hicim os huir como conocieron el buen cortar de nuestras espadas, y de las ballestas, y escopetas, el daño que les hacían, por m anera que quedaron m uertos quince de e llo s .. .14°

EL ROBO DEL BULTO SAGRADO

E n los tem plos mayas y de otras m uchas culturas del M éxico antiguo se guardaban las reliquias de deidades y restos -h u e so s o ropa, por eje m p lo - de los fundadores de los li­ najes o de personajes principales en el gobierno de las p oblaciones y de sus élites, junto con algunos objetos preciosos, dentro de los cuales podía haber sin duda el codiciado o ro . Sin el m ayor m iram iento, a los ojos españoles, aquello que era lo m ás sagrado de los adoratorios fue objeto de codicia; Bernal Díaz nos narra: ...u n poco m ás adelante donde nos d iero n aquella refriega, que dicho tengo, estaba una p la ­ ceta, y tres casas de cal y canto, que eran adoratorios donde ten ían m uchos ídolos de barro, unos como caras de dem onios, y otros como de m u jeres, altos de cuerpos, y otros de otras m alas figuras, de m an era, que al p arecer estaban haciendo sod om ías141 unos bultos de In dios con otros; y dentro en las casas ten ían unas arquillas hechizas de m adera, y en ellas otros ídolos de gestos d iabólicos, y unas p aten illas143 de m edio oro, y unos p in ja n tes,143 y tres d ia­ dem as, y otras piecezuelas á m an era de pescados, y otras á m anera de ánades de oro bajo. Y d e s ­ pués que lo hubim os visto, así el oro, como las casas de cal y canto, estábam os m uy contentos porque habíam os descubierto tal tierra ; porque en aquel tiem po no era descubierto el Perú, n i aun se descubrió hasta d espués de diez y seis a ñ o s.144

Para luego contar con toda naturalidad que: " .. .en aquel instante que estábamos ba­ tallando con los Indios, como dicho tengo, el clérigo González iba con nosotros, y con dos Indios de Cuba se cargó de las arquillas, y el oro, y los ídolos, y lo llevó al n avio.. ,” .14S

DE COMO JULIAN Y MELCHOR, LENGUAS MAYAS, SE INCORPORARON (A LA FUERZA) A LA EXPEDICIÓN

Adem ás del hurto de las reliquias, los españoles no tenían el m enor m iram iento en el se­ cuestro de las personas. El único que con su particular sensibilidad señaló el daño que este hecho provocaba en seres hum anos con fam ilias y sentim ientos de pertenencia a una comunidad fue Bartolomé de las Gasas. Esta indiferencia hacia las vidas de los indígenas la podem os notar en cómo Bernal Díaz del Castillo narra la m anera como la expedición captura dos habitantes de esta región, quienes fueron llevados a Cuba. De M elchor no sabem os nada, excepto que es tal vez el autor del nom bre de Yucatán, tem a que se tratará cuando veam os cóm o fuero n recib idos los dos m ayas en Cuba por Velázquez.

5Tierra quebrada entre peñas y maleza. 6 Celada: emboscada de gente armada en paraje oculto. 7 Aquí hay una contradicción básica con la carta de Cortés y las relaciones de Mártir de Angleria, como si se tratase de otra historia, señalan que no sólo fueron bien recibidos, sino que intercambiaron abrazos y: "...Se hideron mutuos regalos; los bárbaros dieron a los nuestros globitos de oro y joyas hechas de oro, muy lindamente formadas, y los nuestros les regalaron vestidos de seda y lana, también cuentas de cristal y cascabeles de latón, dones muy agradables para ellos por los peregrinos..." Mártir de Angleria, op. c it , 1.1, cap. Unico. 8 Según algunos testigos de la Conquista a tierras mayas, como Diego Sarmiento de Figueroa, en la Relación de Popolá, Sinsimato, Samyol. Tixholop y Tixmukul; los habitantes del Mayab: "... peleaban con arcos y flechas, puestas en ellas unas puntas de pedernales, y, sus rodelas tejidas de varas de palo redo, y sus lanzuelas enastadas con sus puntas... andaban desnudos con solo una tira larga, que ésta les servía de cubrirles sus vergüenzas, colgándole dos colas, una detrás y otra adelante, en las cuales traían mucha plumería; los cabellos largos y trenzados con hilo y plumería de colores...", Diego Sarmiento de Figueroa, "Reladón de Popolá, Sinsimato, Samyol. Tixholop y Tixmukul", op. cit., en Mercedes de la Garza (coord.), t. II, op. c i t , p. 217. 9 Con toda la fuerza y firmeza de la mano. 0 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. II. 1A los ojos cargados de tabúes, ver figurillas sexuadas, colocadas unas juntas a otras, podía fádlmente llevara confusiones penosas como la acusadón de sodomía, uno de los pecados más castigados en el mundo ocddental de la época, pero del cual, luego veremos, los indígenas tenían conodmiento y sólo en algunas culturas era permitido. 2 Pequeñas bandejas de metal dorado donde se deposita la hostia durante la misa, o laminillas o medallas que se usaban como alhaja o adorno. Cf. Voz "patena", Diccionario de la lengua española, r a e , http://dle.rae. es/?id=S8SeBXM 3 Colgantes. 4 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. II. 5Ibídem.

4,6

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

A LA FALTA DE RÍOS S U PER FIC IA LES , LOS PRIMEROS V IAJERO S TARDARON EN COMPRENDER QUE LA PENÍNSULA DE YUCATÁN CUENTA CON GRAN CANTIDAD DE AGUA EN CENOTES Y POZOS. D IB U JO DE T. TAYLOR EN L E S ANCIENNES V ILLES DU NOUVEAU MONDE: VOYAGES D'EXPLORATIONS A U M EXIQU E E T DANS L'AMÉRIQUE CENTRALE, DE DÉSIRÉ CHARNAY, L IB R A R IE HACHETTE ET C IE, P A R ÍS, 1 88 5. COL. JE O L.

En cambio, Julián acompañó a Grijalva en su viaje y se convirtió en su traductor hasta que, como verem os mucho más adelante, logra escapar. Volviendo a B e rn a l:" .. .y en aquella escaramuza prendim os dos Indios, que después se bautizaron, y volvieron cristianos,146 y se llamó el uno Melchor, y el otro Julián, y entrambos eran trastravados147 de los ojos. Y acabado aquel rebato acordam os de nos volver á em barcar, y seguir las costas adelante descubriendo hacia donde se pone el sol. Y después de curados los heridos, comenzamos á d a r v e la s ...” .148

EL PROBLEMA DEL AGUA Y EL POZO DE LA CONQUISTA DE CAMPECHE

El abastecim iento de un navio y de una flota no es tema sencillo. En una época en la cual la conservación de los bastim entos era muy precaria, el agua representaba un problem a m ayúsculo y vital. Se transportaba en toneles y barriles de m adera y e n algunas vasij as de barro cocido y generalm ente, dependiendo de varios factores, después de 10 días de al­ m acenam iento se empezaba a poner rancia, a los

15 días ya era casi im posible de beber.

Las condiciones de esta expedición en m ateria de transporte de agua eran muy p re ­ carias, según nos dice Díaz del Castillo: .. .y en quince días que fuim os de esta m anera, vim os desde los navios un pueblo, y al parecer algo grande, y había cerca de él gran ensenada y bahía; creim os que había rio, ó arroyo, donde pudiésem os tom ar agua, porque teníam os gran falta de ella: acabábase la de las pipas, y vasijas que traíam os, que no venían b ien reparadas, que como nuestra arm ada era de hom bres p o ­ bres, no teníam os dinero cuanto convenía para com prar buenas p ip a s ..., aunque supim os que por otro nom bre propio de Indios se dice Cam peche:149 pues para salir todos de una barcada,150 acordam os de ir en el navio m as chico, y en los tres bateles b ien apercibidos de nuestras arm as, 6 Con el hecho de bautizarlo, los españoles pensaban que un ser humano adquiría una religión. 7 Cruzados, bizcos. 8 Díaz del Castillo, op. c it., cap. II. 9 Es importante recalcar que aparece como Campeche, lo más pareado a CanPech y no Ah-Kin-Pech como los historiadores del siglo xix y parte del xx han querido ver. 0 Cada uno de los viajes de una barca. 1 Con todo el cuidado que requería la situación, sobre todo después del intento de emboscada anterior. 2 Díaz del Castillo, op. c it., cap. III.

no nos acaeciese como en la punta de Cotoche; porque en aquellos ancones, y bahías m engua mucho la m ar, y por esta causa dejam os los navios anclados m as de una legua de tierra, y fuim os á desem barcar cerca del pueblo, que estaba allí un buen paso de buena agua, donde los natu­ rales de aquella población ven ían y se servían de él: porque en aquellas tierras, según hem os visto, no hay ríos, y sacam os las pipas p a ra la s h en ch ir de agua, y volvernos á lo s navios: yaq u e estaban llenas, y nos queríam os em barcar. Y después de estas pláticas que dicho tengo, nos d ie ro n p o r señ as que fu ésem o s con ellos á su p ueblo, y estuvim os tom ando consejo si ir ía ­ m os: acord am os con bu en con cierto de ir m uy sobre a v iso .151 Pues ya m etid a n u estra agua en los navios, y em barcados en una bahía como portezuelo que allí e sta b a .. ,15*

Francisco Hernández de Córdoba,

47

De esta descripción podem os notar que para el antiguo Campeche uno de los lugares de abastecim iento de agua era el pozo situado en las afueras de la población, pero con seguridad en una distancia todavía lo suficientem ente cercana para poder hacer el viaje llevando el agua cargada en cántaros y otros recipientes. Esto ubica al fam oso Pozo de la Conquista, al que todavía se refiere la tradición, en las cercanías de la Erm ita levantada a fin es del siglo xvi como el lugar más probable para que la expedición de H ernández se abasteciera, sitio que volvería a ser visitado por G rijalva y donde se llevó a cabo mucha de la acción m ilitar entre cam pechanos y castellanos, como verem os más adelante. W agner notó con claridad el problem a que significaba el agua en la península, en sus palabras: .. .E sta es la p rim era expedición en m i conocim iento que tuvo p roblem a con los nativos por el agua. H asta ese m om ento, todos los lugares descubiertos por los españoles en las In dias O ccidentales estaban b ien abastecidos de agua y este artículo no ten ía valor. E n cam bio, las cond iciones de Yucatán eran distintas y el agua era escasa. H ernández probablem ente no se planteó esto y sin duda nunca pensó en la p osib ilid ad de pagar a los ind ios por el agua que n e c esita b a . T om ar un a g ran can tid ad de agua de lo s pozos sig n ific a b a p riv a r a los n ativos de ella y posib lem ente p recip itarlo s en una alarm ante p osterio r e sca sez ... A ñ o s m ás tarde, las expedicion es en lugares secos com enzaron a te n e r problem as con los nativos cuando tr a ­ taron de tom ar el agua sin p erm iso . Los españoles p en saro n que el agua era gratis como el aire para los que llegaban p rim ero pero en todos las region es secas y áridas, el agua fue una fuente de p roblem as sin f in .. ,153

La dificultad para abastecerse de agua queda de m anifiesto en los datos que p rop or­ ciona la Relación de la ciudad de M érida: " .. .Río no hay ninguno en toda esta tierra, ni m ás de una fuente pequeña, que está treinta leguas134 de esta ciudad, dos leguas133 de la villa de San Francisco de Campeche, ni hay agua alguna que corra sobre la tierra. El agua que se bebe en esta ciudad [de Mérida] y en todas las provincias es de pozos, algunos de los cuales hallaron los españoles ab ierto s... ” .136

DOMINGO DE LÁZARO

Sobre la llegada de la exp ed ició n de H ernández de Córdoba a Cam peche se ha e s c r i­ to mucho y revisado poco. Com encem os en orden cronológico: la prim era noticia de cuándo se llegó a esta antigua población la da Pedro M ártir de A n gleria, quien establece que: " . . .al cacique le llam aron Lázaro,137 porque en el día de Lázaro llegaron a aquella tie r r a ...” .138 De este com entario podem os establecer dos cosas claras, que la llegada fue el Dom ingo de Pascua, llam ado de Lázaro, y que el cacique, arbitrariam ente, recibió el m ism o nom bre. Lo que es ratificado por Fernández de Oviedo: " .. .este lugar o pueblo que he dicho, le puso el nom bre Francisco Hernández, y se nom bró el Cacique de Lázaro [porque el día de san Lázaro llegaron los cristianos a esta tie rra ], a denotar que como Cristo nuestro Salvador resucitó a Lázaro, así iban los cristianos con su sagrada fe a despertar y resu ­ citar estas gentes de la m uerte en vida, de perdidos a salvarlos y reducirlos a la religión cristiana, y allí p asaron hasta quince leguas ad elan te.. ,” 139 y Santa Cruz, "al cual lugar llam aron Lázaro por haber llegado allí el tal d ía ... ” l6° al que se sum an López de Gom ara, Las Gasas, Cervantes de Salazar y Bernal Díaz del Castillo, quienes se pronuncian casi con iguales palabras. Prim ero, establezcam os qué es el Dom ingo de Lázaro; es una fiesta católica diferente al día de san Lázaro, que se celeb ra el 17 de d iciem b re, la p rim era corresp on d e a una fecha m ovible denom inada Dom ingo de Lázaro, el antepenúltim o de la Pascua, antes del Dom ingo de Ram os y el Dom ingo de la Pascua de Resurrección. En esta fecha variable se conm em ora el m ilagro por el cual Cristo devuelve la vida a Lázaro, acción que según el Nuevo Testamento m arcó su destino al ponerlo en la m ira del Sanedrín, el concejo o asam blea de sabios judíos (Jn., 11. 4 7 -5 3 ).161

153 Wagner, op. c it., p. 5. 154 123 kilómetros. 155 Poco más de 6 kilómetros. 156 Pacheco, De Aguilary Tamayo Pacheco, en Mercedes de la Garza (coord.), 1.1, op. c i t , p. 70. 157 AL igual que en el primer documento, la Carta del Regimiento de la Villa Rica de la Vera Cruz, se insiste en que el nombre impuesto al cacique es Lázaro. No obstante, se establece que la provincia es Campeche (CanPech), mientras que en la Carta de 1519 se dice que ese es el nombre de la población. Es muy probable que ambas a severadones sean verdaderas y no excluyentes. El nombre de la provinda y de la pobladón eran el mismo. 158Mártir de Angleria, op. c it., I. II, cap. Unico. 159 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. III. 160 Santa Cruz, op. c it., cap. VI. 161 "47 Entonces los prindpales sacerdotes y los fariseos convocaron un condlio, y dedan: ¿Qué hacemos? Porque este hombre hace muchas señales. 48 Si le dejamos seguir así, todos van a creer en El, y los romanos vendrán y nos quitarán nuestro lugar y nuestra nadón. 49 Pero uno de ellos, Caifás, que era sumo sacerdote ese año, les dijo: Vosotros no sabéis nada, 50 ni tenéis en cuenta que os es más conveniente que un hombre muera por el pueblo, y no que toda la nadón perezca. 51 Ahora bien, no dijo esto de su propia inidativa, sino que siendo el sumo sacerdote ese año, profetizó que Jesús iba a morir por la nadón; 52 y no sólo por la nadón, sino también para reunir en uno a los hijos de Dios que están esparddos. 53 Así que, desde ese día planearon entre sí para matarle".

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

Entonces, ¿cuándo fue la Pascua del 1 5 1 7 7 cuándo la llegada a Campeche? E n el caso de la segunda, el libro de W agner refiere que en la versión de Orozco y B erra16* se e s­ tablece que fue el día 2,2, de abril (y no de marzo como se celebra en la actualidad en Cam peche), el tercer dom ingo antes de Pascua, opinión que presenta en m i perspectiva varios problem as. Varias tablas lunares establecen que el Domingo de Pascua de ese año se celebró el 1? de abril, por lo que la llegada a Campeche fue el 39 de marzo, como en su m om ento estableció el propio W agner,163 dos sem anas antes de la gran fiesta católica de la B esurrección de Cristo. De hecho, lo anterior tiene sentido en cuanto a los días que se señ alan en las n arra­ ciones. A sí, según las fuentes y el propio Wagner, tendríam os una aproxim ación a la bitácora de la expedición de 15 17 en la tabla 1.

T A B LA 1 F in es de feb rero

S alid a del puerto de Santiago, Cuba

\ 8 de feb rero .

S alid a de La H abana

1 12 de feb rero

Paso p o r el cabo de San A n tón

Díaz del C astillo, Historia verdadera de la C o n qu ista ..., cap. II

^ 20 de feb rero 1 de marzo

Las Casas, Historia de las In dias, t. IV, cap. XCVI

Díaz del C astillo, Historia verdadera de la Conquista..., cap. II W agner, p. 26

Llegada a Isla M ujeres

Díaz del C astillo, cap. II Porras, Probanza sobre las causas..., de 1522

(21 días d espués de in ic ia r la navegación)

A vistam ien to de tierra, en Punta Catoche (tom a de posesión )

4 de marzo

E ncuentro con las canoas de cabo Catoche

5 de marzo

R egreso de las canoas

W agner, Carta del Regimiento de la VUla Rica de la Vera Cruz, p. 26.

Díaz del C astillo, Historia verdadera de la Conquista..., cap. II Díaz del C astillo, Historia verdadera de la Conquista..., cap. II

162 Manuel Orozco y Berta, Historia antigua y de la Conquista de México, t. IV, Tipografía de Gonzalo A. Esteva, México, 1880. p. 20. 163 Wagner, op. c it., p. 79, en Las Casas, es la nota 9. 164 " ... Hiriéronse a la vela el miércoles en la tarde, o el jueves por la mañana, antes de la Semana Santa, dejando a los indios de Campeche muy contentos y ellos saliendo bien pagados..." Las Casas, op. cit., cap. XCVIII. 165 Díaz del Castillo menciona que salidos de Campeche: "...comenzamos a navegar seis días con sus noches con buen tiempo, y volvió un Norte que es travesía en aquella costa, el cual duró cuatro días con sus noches que estuvi mos para dar al través; tan recio temporal hacia, que nos hizo anclar la costa por no ir al través, que se nos quebraron dos cables, y iba ganando á tierra el navio. 0 en qué trabajo nos vimos! que si se quebrara el cable, íbamos á la costa perdidos, y quiso Dios que se ayudaron con otras maromas viejas, y guindaletas. Pues ya reposado el tiempo, seguimos nuestra costa adelante, llegándonos á tierra cuanto podíamos para tomar á tomar agua, que (como he dicho) las pipas que traíamos vinieron muy abiertas, y asimismo no había regla en ello; como íbamos costeando creíamos que do quiera que saltásemos en tierra, la tomaríamos de jagüeyes y pozos que cavaríamos. Pues yendo nuestra derrota adelante vimos desde los navios un pueblo... Llámase este pueblo Potonchán"; op. cit., cap. III.

i

Com bate en Catoche 0

W agner, Carta del Regimiento de la

sus cercan ías

VUla Rica de la Vera Cruz, p. 26

i '

1 3 - 1 4 de marzo

U ltim a aguada en Catoche 0 en la costa norte de Yucatán

de la Conquista..., cap. III

\

(15 días antes de llegar a Cam peche) 20 de marzo

Com bate 15 días d espués

W agner, Carta del Regimiento de

Díaz del C astillo, Historia verdadera

la Villa Rica de la Vera Cruz, p. 26 29 de marzo

i

Llegada a Cam peche, p oblació n que es llam ada Lázaro.

D om ingo de Lázaro en num erosas ve rsio n e s y según la Sem ana Santa de ese año W agner, Carta del Regimiento de

i

la Villa Rica de la Vera Cruz, p. 26

■ 1 - 2 de abril

S alid a de Cam peche

m iércoles 0 ju eves d espués de su llegad a.164 1 de abril

Las Casas, Historia de las In dias, cap. X C V III

W agner, Carta del Regimiento de la Villa Rica de la Vera Cruz, p. 26

2 -3 de abril

Llegada a Cham potón

Cálculo de acuerdo con Las Casas, Historia de las In d ia s, cap. XC V III

I\ ■

W agner, Carta del Regimiento de la

f

d é la Conquista..., cap. III

10 de abril

1 1 - 1 2 de a b ril165

Villa Rica de la Vera Cruz, p. 26 Díaz del C astillo, Historia verdadera

Francisco Hernández de Córdoba,

49

1

3 - 4 de abril

B atalla de Cham potón

Cálculo de acuerdo con Las Casas, Historia de las In dias, cap. XC V III

^ 11 de ab ril

W agner, Carta del Regimiento de la Villa Rica de la Vera Cruz, p. 26

1 3 - 1 4 de abril

Díaz del C astillo, Historia, verdadera. de la Conquista..., cap. III

í 1 6 - 17 de abril

1

18 - 1 9 de abril

¡ 1 6 - 1 7 de abril

Parada en ¿E stero de los Lagartos?

Díaz del C astillo, Historia verdadera. de la Conquista..., cap. V

Torm enta en la costa norte de la p en ín su la

Díaz del C astillo , Historia verdadera. de la Conquista..., c a p . V

Parada en La F lo rid a

W agner, Carta del Regimiento de la Villa Rica de la Vera Cruz, p. 26

1 2 0 - 2 1 de abril

■ 18 de abril

Í

Díaz del C astillo , Historia verdadera. de la Conquista..., cap. V Pasaje de los bajos de los M ártires

2 1 de abril

20 de abril

la Villa Rica de la Vera Cruz,p. 26 Díaz del Castillo, Historia verdadera. de la Conquista..., cap. V I

Regreso al puerto de

W agner, Carta del Regimiento de

Carenas (La H abana)

la Villa Rica de la Vera Cruz, p. 26

22 de ab ril ( ¿ ? ) 166

■ Mayo

W agner, Carta del Regimiento de

Díaz del C astillo, Historia, verdadera. de la Conquista..., cap. V I M uerte de H ernández

W agner, Carta del Regimiento de

de Córdoba

la Villa Rica de la Vera Cruz.

P rin cip io s de m ayo167

Díaz del C astillo, Historia, verdadera. de la Conquista..., cap. V I

¿QUIÉN ES LÁZARO?

Desde el inicio de las narraciones hay una gran confusión entre el nombre de la población a la que se llega y el de su cacique. A sí, en la carta "De la justicia y regim iento de la rica Villa de la Vera Cruz a la reina doña Juana y al em perador Garlos V, su hijo. 10 de julio de 15 19 ” , escrita apenas dos años después de sucedidos los hechos, se establece que: "...d o n d e al señor de él pusieron por nom bre Lázaro... ” .l68 Posición que es afirmada por Pedro M ártir de Algería en sus Décadas del Nuevo Mundo, publicadas tam bién en fecha muy temprana, en 15 2 1, en las cuales declara que: " .. .al cacique le llam aron Lázaro,169 porque en el día de Lázaro llegaron a aquella tierra... ” .17° M ientras que Cervantes de Salazar, décadas después, establece que: " ...y saltaron en tierra el Dom ingo de Lázaro, a cuya causa llam aron a aquella tierra L á z a r o . 171; dato mantenido por Landa: " .. .y que de ahí [de Cotoch] dieron vuelta, hasta la bahía de Campe­ che donde desem barcaron [el] domingo de Lázaro y que por esto la llam aron Lázaro... ” ;1T* posición que es confirm ada por Las Casas: " .. .al cual puso el capitán nom bre, pueblo y puerto de Lázaro, porque entraron en él domingo de Lázaro.. ,” 173 y el propio Díaz del Cas­ tillo: " .. .faltó el agua, hubim os de saltar en tierra junto al pueblo, y fué un Domingo de Lá­ zaro, y á esta causa le pusim os este n om b re.. ,” .174, tema que es retomado por Herrera: " ... Saltaron en tierra Domingo de Lázaro y por esto llam aron al pueblo de este n om bre... ” .17S Entonces, ¿Lázaro es el nom bre dado al pueblo o al cacique? Las posiciones aparen­ tem ente contradictorias no son excluyentes y van aparejadas al caso de Champotón, en el que se produce la m ism a confusión en algunas de las fuentes. Una vía conciliatoria es que ambas declaraciones sean ciertas y que hayan dado el nom bre de Lázaro a los dos: a la población y al cacique.

166 Realmente no hay una indicación de cuánto duró la navegación de los bajos de los Mártires hasta La Habana, pero podemos suponer que fue relativamente rápida. 167 En palabras de Bernal Díaz del Castillo: "...se fué nuestro capitán Francisco Hernández por tierra a la villa de Santispíritus, que asá se dice, donde tenía su encomienda de indios, y como iba mal herido, murió dende allí a diez días que había llegado a su casa...", op. cit., cap. VI. 168 Cortés, op. cit., p. 6. 169 Al igual que en el primer documento, la Carta del regimiento de la Villa Rica de la Vera Cruz..., se insiste en que el nombre impuesto al cacique es Lázaro; sin embargo, a diferencia, se establece que la provincia es Campeche (CanPech), mientras que en la Carta de 1519 se dice que ese es el nombre de la población. 170 Mártir de Angleria, op. c it., I. II, cap. Unico. 171 Cervantes de Salazar, op. c it., I. II , cap. I. 172 Landa, op. c it., p. 7. 173 Las Casas, op. c it , t. IV, cap. XCVIII. 174 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. III. 175 Herrera, op. c i t , d. II, l. II, cap. XVII.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

5o

MONUMENTO DE LA PRIM ERA M ISA EN CAMPECHE, PODRÍA TRATARSE DEL ROLLO 0 PICOTA, UNA COLUMNA FUNDACIONAL QUE SE COLOCABA EN LAS PLAZAS DE LAS POBLACIONES IMPORTANTES Y EN DONDE SE LEÍAN LOS EDICTOS Y PROCLAMAS, ADEMÁS DE SER LUGAR DE SENTENCIAS Y CASTIGOS. FOTO: C & P, 1 91 0. COL. JE O L.

PRIMERAS MISAS

¿Cuándo fue la p rim era m isa en tierra firm e? Es una pregunta muy com pleja porque no tenem os el dato preciso, pero tan sen cilla de contestar de este modo: con toda segu ri­ dad, antes de que Hernández de Córdoba llegara a Campeche. Si partim os que, desde el tercer viaje del A lm irante Cristóbal Colón, realizado entre 14 9 8 y 15 0 0 , se conocieron porciones de Sudam érica, en particular de la actual Venezuela, y durante el cuarto una buena parte de los territorios que se engloban ahora en Centroamérica, entre 15 0 ? y 1504, es evidente que las m isas se celebraron cuando menos trece años después de lo que supone la tradición cam pechana. A hora bien, si restringiéram os nuestro campo de búsqueda al territorio que conform a hoy México, aun así encontraríam os que la expedición de 15 17 tocó tierra el 1 de abril. Con esa base, tendríam os que, al m enos, ese domingo en Isla M ujeres se llevó a cabo una m isa y el día 8, siguiente domingo, en cabo Catoche, ya en tierra firm e de lo que ahora es México. Adem ás, habría al m enos otros dos domingos 15 y zz con celebraciones religiosas en la costa norte de Yucatán, además de las fiestas del santoral que se celebraran adicional­ m ente; desde luego no sabem os si estas liturgias se desarrollaron en la nave capitana o en tierra; ninguno de los cronistas habla de ello y, por lo tanto, es muy aventurado afirm arlo o negarlo. Por lo anterior, sería muy difícil poder ratificar, con una base histórica, que la prim era m isa en tierra firm e se llevó a cabo en Campeche, tal y como quiere la tradición. Si esto fuera así, ¿de dónde surgió esta tradición? A l leer a Bernal Díaz del Castillo (y a Diego López de Cogolludo,176 quien le copió fielm ente) en la península pareciera que hubo una idea de la Conquista basada solamente en estas dos historias. Pero ninguno de los dos m enciona la prim era m isa en Campeche ni en otro lugar durante el viaje de H er­ nández de Córdoba. D espués de rev isar tanto a los cron istas del siglo xvi com o a vario s de los m ás im ­ portantes en el siglo xix, nos damos cuenta de que este tema en la historiografía local es relativam ente reciente. La prim era m ención visual es una postal de Cicero & Pérez, los fotógrafos que hicieron una de las series más importantes de postales sobre Campeche a in icios del siglo xx, en particular en 19 1 o . En una de ellas se puede apreciar la fachada 176 Cf. Diego López de Cogolludo, Historia de Yucatán, Comisión de Historia, Gobierno del Estado de Campeche, Campeche, 1955. 177 Véase: Campeche. Celebración de la memoria (Enzia Verduchi, ed.), Gobierno del Estado de Campeche, México, 2010. 178 Nazario Quintana Bello, "Descubrimiento de Ah-Kin-Pech", en Ah-Kin-Pech, Revista mensual, año I, núm. 1 1 ,1.1, coracec, Campeche, 1985. p. 102.

y la portería del antiguo templo de San Francisco con la leyenda: "M onum ento de la p r i­ m era m isa en Cam peche, 15 17 ” .177 A l p arecer, otra de las p rim eras m en cion es escritas es la de un pie de foto en un artículo de Nazario Quintana Bello, publicado en 19 38 , quien m uestra un ángulo del portal del tem plo de San Francisco y m enciona: " .. .la legendaria iglesia de San F ran ­ cisco. D istínguese, al fren te, la colum na conm em orativa de la prim era m isa en la que ofició el capellán A lonso González el zz de m a r z o . 178 Como hem os visto, el dato de la llegada no es correcto, ya que el Dom ingo de Lázaro fue el día zy ; la m en ción al capellán

Francisco Hernández de Córdoba,

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es correcta, el m ism o religioso que hem os visto se robó (con poco apego a sus m anda­ m ientos) el bulto sagrado del tem plo de cabo Catoche. Sobre esa columna incorporada forzadamente al portal del antiguo convento no existe m ás docum entación que la establecida por la tradición. Es probable, por su form a, que se trate del rollo o picota que estuvo alguna vez en la plaza del antiguo puerto, lugar de lectura de los edictos reales y de las ejecu cion es, com o la de Ju an Venturate, en 1597, el traidor que ayudó a entrar a la población a W illiam Parker, uno de los prim eros corsarios ingleses en llegar a Campeche, pero estamos otra vez en el campo de la especu­ lación. La colum na existió en la plaza del puerto, como se puede ver en varios planos, simplemente no sabemos si es la misma, aunque es muy cercana en estilo a aquellas usadas en el siglo xvi para ese fin.

¿CAMPECH O AH KIN PECH?

Desde hace muchos años se ha dado la polémica en torno al nombre original de Campeche. Las posiciones han ido cambiando entre Campech o KanPechjAh-Kin-Pech oAh-Kim-Pech-, verem os en qué contexto. Las menciones históricas van en este orden. En la Carta de 15 19 se dice Campeche,179 tal cual; al igual que en las Décadas del Nuevo Mundo de M ártir de A n g lería de 15 2 1, con la diferencia entre ambas que se ha señalado: en la prim era se habla de la población y en la segunda, de la provincia, designaciones tampoco excluyentes si vem os el caso de otras regiones político-adm inistrativas, llam adas kuchkabal, que Antonio Benavidesl8° equipara a jurisd icció n o provincia; así por ejem plo, la ciudad principal de Ecab o Ekab, en la región noriental de la península era tam bién Ecab; o M aní, tam bién con capital en la población de ese m ism o nom bre.181 En 15 35 , Fernández de Oviedo llam a a la población Campecho-, que para la siguiente publicación, hecha entre 15 5 0 y 15 5 ? por Alonso de Santa Cruz, pasa a Capecho-, que un año después, en 1553, en la obra de López de Gomara vuelve a ser Campeche. Pero la obra de Las Casas publicada en 15 6 1 es contundente y clarísim a: " ...a l pueblo que estaba en la ribera, pueblo grande y de multitud de gente, llamado Campéche [sic], la penúltima sílaba la rg a .. ,” .l8:í Es decir, Las Casas no sólo afirm a una vez más el nom bre de Cam peche sino que adem ás nos d ice, en form a elocuentem ente escrita, dónde va el acento, la form a fonética de la palabra; apelativo que es ratificado en las obras de Cervantes de Salazar y Bernal Díaz de la década siguiente. Incluso, en las Relaciones Histórico-geográficas de la Gobernación de Yucatán, escritas a inicios de la década de los ochenta del siglo xvi, se habla de Canpeche. Por ejem plo, Juan de Urrutia, al hacer un recuento de la conquista de Yucatán como testigo presencial, m en­ ciona que: " .. .y el dicho Fran cisco de M ontejo entró en esta G obernación por capitán ge n eraly Justicia Mayor, y yo, el dicho Juan de Urrutia, por alférez general de la gente de a caballo. Y llegados al prim er pueblo de indios de esta Gobernación, que se llam a Chanpotón [Cham potón], con la gente que con él v e n ía ... y desde allí vino al pueblo de Canpeche [C am pech e]...” .183 E n ese sen tido, la d eclaración de Blas González, otro participan te directo en la Conquista señala que Canpeche no es sólo el nom bre de la población, sino tam bién el de la provincia en la que éste estaba: " .. .y estando en la dicha provincia de Canpeche [Cam ­ peche], que era de mucha población, tuvim os con los indios m uchos recuentros184 de guerra, en m anera que nos vim os en gran aprieto, por no ser más de diez hom bres de a caballo y treinta o cuarenta p e o n e s ...” .183 La prim era m ención que he encontrado aAh-Kin-Pech es tan tardía como la obra La monarquía indiana de Torquemada, que fue escrita en 15 9 ? y i 6 i 3 , en la cual señala: " .. .de Yucatán fue Francisco Hernández a Campeche, que los indios llam aban Q uinpech.. ,” ,186 es decir, después de 75 años de realizado el viaje de Hernández; por lo cual los in form an­ tes directos de la Conquista estaban ya muertos y sólo se podía hacer investigación de archivo o tom ar lo que habían escuchado sus contem poráneos, quienes no presenciaron el momento.

179 Cortés, op. cit., p. 6. 180 Antonio Benavides Castillo, Geografía política de Campeche en el siglo xvi, col. Antologías, s. Historia, México, in a h , 1 9 9 1 . p . 1 5 . 181 El libro más recomendado en este sentido es Ralph L. Roys, The Political Geography o f the Yucatan Maya, Carnegie Institution of Washington, Pub. 6 1 3 , Washington, eua, 1 9 5 7 . 182 Las Casas, op. cit., t. IV, cap. XCVIII. 183 Juan Urrutia, "Relación de Chahuacha, Chichi mi lá y Chancenote", en Mercedes de la Garza (coord.), op. c it , t. II, p. 2 4 3 . 184 Reencuentros: choque de tropas enemigas en corto número, que mutuamente se buscan y se encuentran. 185 Blas González, "Relación de Ichmul y Tikuch", en Mercedes de la Garza (Coord.), op. c i t , t. II , p. 2 9 6 . 186 Cf. Juan de Torquemada.

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En la historiografía del siglo xix se afianza esta última declaración, con la nota al pie que pone en su monum ental obra uno de los m ás im portantes investigadores de ese tiempo, Manuel Orozco y Berra, quien en su Historia antigua y de la conquista de México, establece "C am p ech e... en lengua maya K im p ech .. .’V 87 A firm ación que es ratificada por otro de los historiadores más im portantes de ese momento en la península; Juan Francisco M o­ lina Solís, quien repite:

. .era esta población que se divisaba, el pueblo de A h K in Pech,

como le llam aban los naturales, y que hace siglos es conocida en el mundo civilizado con el nom bre de C a m p e c h e . 188 A partir de ese m om ento, com ienzan las repeticiones sin m ayor revisión, como, por ejem plo, Alfonso Luis Velasco, en un libro básico sobre Campeche establece que: . . . a l a lleg ad a de los esp añ o les a la p en ín su la, ésta se en con trab a d ivid id a en Estad os in d e ­ p en d ien tes go b ern ad os bajo un sistem a m on árq u ico , p ero u n id o s u nos con otros p ara la d efe n sa com ún. Uno de ello s era el de A c a n u l,189 cuya capital era K im p ech (que sig n ifica en len gu a m aya cu leb ra y lagarto, según Orozco y B erra ). Estos E stad os fu ero n con sid erad os p o r los esp añ o les com o p ro v in cia s, y en la de A can u l, llam ad a m ás tarde de C am peche, fun dó M on tejo, com o se ha dich o, la ciudad del m ism o n o m b re, que es la co rru p ció n de la p alab ra K im p e c h .. ,19°

Ya en p len o siglo xx, y sobre todo después de 19 8 7, con la fu n d ació n del Club^4 h.Kin-Pech, destinado a conm em orar los cuatrocientos años de la fundación de la poblac ió n y en la que en su mom ento escrib ieron las m ejores plum as de la región, se afianzó ese nom bre como la etim ología "verd ad era” de Cam peche, aunque siem p re dejando un m argen de duda. Jo sé T. Lanz Gutiérrez, señala: ...la historia enseñ a que cuando el capitán don Francisco Flernández de Córdoba y el piloto don A ntón de A lam inos, llegaron a nuestras playas, contem plaron una población de agreste pero ordenado caserío levantado en dilatado valle form ado por la curvatura de verdes y eleva­ das colinas y bañada por las aguas del m ás apacible m ar, llam ando a esta población "Lázaro” prim eram ente, por ser el día de Lázaro el de su arribo, pero denom inada más tarde Cam peche, al castellanizar las voces mayas AH KIN PECH o CAN PECH , con el que los naturales, entre quienes p erm anecieron p or tres días, agasajados y obsequiados, nom braban a la p o b lació n .. ,191

Si esa es la línea histórica del nom bre de la población, ¿cuál es el correcto?, pregunta que nos lleva a analizar ambas posiciones, que podrían ser válidas. Ante todo, en el caso de las etimologías directas que se han querido aplicar a la palabra^4h. Kin Pech, llama la aten­ ción una que me enseñaron todavía en la segunda mitad del siglo xx en esa ciudad, a la cual se le traducía con cierta incomodidad como "lugar de sol y garrapatas” , en el entendido de 187 Manuel Orozco y Berra, Historia antigua y de la conquista de México: 4, pte. La Conquista, Tipografía de Gonzalo A. Esteva, t. IV, México, 1880, p. 20. 188 Juan Francisco Molina Solís, Historia del descubrimiento y conquista de Yucatán, con una reseña de la historia antigua de esta península, Imprenta y litografía R. Caballero, Mérida, México, 1896. p. 30. 189 Ah-Canul, el lugar de la familia apellidada Canul, era otra región que se encontraba más al norte, con capital en Calkiní. 190 Alfonso Luis Vela seo, Geografía y estadística de la República Mexicana, t. XVI: "Geografía y estadística del estado de Campeche", México, Oficina Tipográfica de la Secretaria de Fomento, 1895. p. 12. 191 José T. Lanz Gutiérrez, "La fundación de Campeche", en Revista Ah-KinPech, año 1, núm. 5, I o de julio de 1937, Campeche, coracec , 1985, p. 33. 192 Héctor Pérez Martínez, "Ah-KinPech", en Revista Ah-Kin-Pech, año 1, núm. 1 ,1 de marzo de 1937, Campeche, CORACEC, 1985. p. 5.

que la palabrapech. es designativa de este ácaro. Sin embargo, al tiempo que se formaba el mito deAhkimpech, como se le empezaba a llamar, algunas mentes brillantes de la década de los treinta y cuarenta del siglo xx empezaron tam bién a dar señales en otro sentido. En un artículo publicado en esa m ism a revista, Ah-Kin-Pech, tomado del prólogo de Héctor Pérez Martínez a la Historia y crónica de Chac-Xulub-Che, se percata de que Pech, además de ser una traducción de garrapata, es uno de los apellidos mayas frecuentes en la península. Lo cual le lleva a expresar: " .. .la autoridad de la fam ilia Pech en Yucatán, pues, se rem onta a buena cuenta de años anteriores a la llegada de los españoles; esa mism a antigüedad está garantizada en las referencias que hace Pedro Sánchez de Aguilar en su Informe contra Idolorum Cultores del obispado de Yucatán” .193 Efectivam ente, Sánchez de Aguilar, nacido de uno de los prim eros conquistadores de Yucatán, el año de 1555, en la villa de Valladolid, dice al respecto: .. .gob ern ában se p o r señ o re s, como duques y condes que llam an batabes, que son caciques: cuyos hij os y d escend ientes les sucedían en ese o fic io , y a falta de ellos entraba el m ás cercano p arien te de su san gre, com o fu ero n los X iú es de M aní, los Cocom es de Zotuta, los Peches de C o n c a l... y otros m uchos señ o res que no me acuerdo, los cuales no te n ían r e y ... M ás hasta qué punto lleg aron a d om in ar [los P ech], se revela en el hecho que ello s d iero n nom bre,

Francisco Hernández de Córdoba,

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d esp u és, a dos de las p ro vin cias m ás im portantes en que estaba d ivid id a la p en ín su la en el m om ento de la Conquista: ellas eran las de K in Pech o Cam peche (hoy Cam peche) y la de Q uepech. A d em ás, uno de los Pech, N ahau Pech, fue gran sacerdote de A h K in , cargo de los m ás cerrad os en la te o -a risto c ra c ia nativa y al que sólo ten ían acceso h om bres de lim pio lin aje y colocados m uy p or en cim a de las p erso n as de vulgar con d ición . [E sta es la ún ica re fe re n c ia escrita que tenem os a u n hom bre que se p o d ría llam ar A h k ’in P e ch ]193

Si Pérez Martínez fue muy atinado al establecer como parte de la etimología de Cam ­ peche, al apellido Pech,194 es interesante que, pese a esa idea, al momento de la llegada de los españoles el poder en la región lo tenía la fam ilia Canul, como lo establece Benavides: " ... los linajes de las fam ilias rectoras son especialm ente interesantes. Los Canul de Ah Canul y Canpech, los Pech de Cehpech,193 los Cocom de Sotutay los Can de Chetumal p e r­ tenecían a grandes linajes am pliam ente difundidos por toda la pen ín su la.. .’V 96 Sin em ­ bargo, como m encionó Pérez Martínez, el anim al totémico vinculado a los Pech quedó consolidado en dos regiones, Quehpech y Canpech, la prim era posiblem ente vinculada al venado (kéeh) y la segunda a la serpiente, o linaje (kaan) de los Pech. El tema del animal totémico de la fam ilia Pech es evidente con la descripción de Pero García, uno de los encom enderos de la región en la segunda mitad del siglo xvi, quien de­ clara que: " ... Campeche es nom bre de un ídolo que traía en la cabeza por insignia una cu­ lebra enroscada y en la cabeza de la culebra una garrapata... ” 197 Sin embargo, al ser el único testigo en describir esta representación, queda en duda si efectivamente la serpiente tenía al animal protector de la fam ilia en la testa, pero es un testimonio válido e importante. Como verem os más adelante, se habla de serpientes en el templo de la población del Cam­ peche antiguo, pero nadie m enciona al que podría ser el nagual o espíritu protector de los Pech; no obstante, esta descripción explicaría con mucha precisión el nom bre Canpech. Con respecto al segundo, que podría ser tam bién válido, es conveniente decir que el nom bre Ah Kin, más allá de "el lugar de sol” que nos enseñaron en décadas anteriores, rem ite a una jerarquía, la de un sacerdote: e lA h k ’in. Eso queda evidente en num erosos escritos, pero uno de los más antiguos es la Belación de Tahdiu,198 " .. .Adoraban al ídolo.. .al cual acostum braban ofrecer pan y gallinas y carne de venado cocida, y lo recibía el sacerdote que ellos llam aban A h kin [Ahk’in ]...” o todavía más específico, como establece Juan Farfán, el viejo, otro de los antiguos com ­ pañeros de M ontejo en la Conquista, quien dice: " .. .tenían otro [que gobierna] que ellos llam an A h Kim [Ahk’in], que es en castellano sacerdote. A éste obedecían, aunque no tan bien como a los Batabos [Batab199], sino que les tenían respeto porque éstos agoraban y adivinaban los tiem pos que habían de tener, si habían de ser buenos o m alos y si había de haber ham bre o abundancia de m antenim ientos...” .,0° A lo que añade Giraldo Díaz de Alpuche que éste: .. .les d eclaraba los tiem p os en que h ab ían de sem b rar e iban los in d io s a to m ar p arecer se h abía de h ab er bu en año, y si h abía de llover, y tom aba este sacerdote pan am asado y cocido de maíz y en las m anos subíalo h acia el cielo y siem p re les d ecía que h abían de ten er su p e r­ abund an cia de com ida y buenos años, y les daba buena esperanza sin saberlo cierto porque le d ie sen algo , y así le p resen tab an gallin as de la tie rra y cacao, que es una fru ta que sirve de m oneda, y m antas de algodón y unas cuentas coloradas que tam b ién sirv en de m oneda, y a estos sacerd otes y A h k in es [A hk’in ], que es en su lengua, te n ían ellos en m ucho, y estos A h K in es [Ah Kin] ten ían lib ro s de figuras por donde se regían , y allí ten ían señ alad os los tie m ­ pos que h ab ían de sem b rar y coger e ir de caza y a la gu erra, y se en ten d ían unos sacerdotes con otros y se esc rib ía n p o r figu ras y sabían lo que h abía sucedido m uchos años a tr á s .. .301

Con base en todo lo anterior, es claro que^4h. Kin Pech se refiere a un sacerdote de ape­ llido Pech, del cual no tenem os noticia si existió m ás allá de la persistencia de su nom bre y la referencia que da la crónica de Sánchez de Aguilar, citada antes, y que podría ser una de las personas que recibieron a la expedición de Hernández de Córdoba, o tam bién tra­ tarse de un hom ónimo, ya que debe haber habido más de un sacerdote de apellido Pech en el momento de la Conquista.

193 Ibídem. 194 El hecho de que se trate de un apellido y no de una traducción del apellido, es decir pech = garrapata, queda también de manifiesto en la Relación de la ciudad de Mérida hecha por el cabildo esa ciudad, en donde se afirma que la dudad de Mérida estaba entre cuatro provincias que: "...tomaron el nombre de los señores que las poseían...", Aguilar, Tamayo y Pacheco, "Relación de la ciudad de Mérida", en Mercedes de la Garza (coord.), op. c i t , t. I, p. 65. 195 Por ejemplo, en Diego de Santillán habla de que "...el gobernador del dicho pueblo [Chubulná, en la provincia de Quehpech] se llama Juan Pech, cacique natural del dicho pueblo, hijo de Antonio Pech y nieto de Ahtzam [Ah Itzam] Pech, cacique y señor que fue de dicho pueblo...", Santillán, Diego de, Relación de Chubuná, Hunucmá, Tixkokob, Nolo, Mocochá y Buctzotz, en Merced de la Garza (Coord.), op. c it , 1.1, p. 399. 196 Ibídem , p. 27. 197 Pero Garda, "Relación de Tabi y Chunhuhub", en Mercedes de la Garza (coord.), op. c i t , p. 163. 198 Juan de Magaña Arroyo, "Reladón de Tahdziú", en Mercedes de la Garza (coord.), op. c i t , p. 389. 199 Antes Farfán ya había explicado que: "...estos indios en tiempos de su gentilidad, no tenían amo, ni tenían quien les pidiese tributo como ahora. Tienen por señores y gobernadores a un Batab que ellos llaman, que en nuestra lengua castellana quiere dedr capitán; éste les gobierna y manda. Tienen otro que ellos llaman Acuchcabes [Ahkuch Kab] que quiere dedr segunda persona que del que los gobierna..." Juan Farfán, el viejo, "Reladón de Kanpocolché y Chocholá", en Mercedes de la Garza (coord.), op. c i t , p. 319. 200 Ibídem. 201 Giraldo Díaz de Alpuche, "Reladón de Dzonot", en Mercedes de la Garza (coord.), op. c it., t. I I, p. 86.

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HASTA ENTRADO EL SIGLO XX E L CARÁCTER DE LA ARQUITECTURA DOMÉSTICA TRADICIONAL SE MANTUVO EN ALGUNAS PARTES DE LA POBLACIÓN DE CAMPECHE. CASAS DE PAJA (GUANO) Y BAJA REQ U E. DETALLES REGIONALES, FOTO: COMPAÑÍA MÉXICO FOTOGRÁFICO MF, CA. 1 9 3 5 . COL. JE O L.

En fondo, las dos palabras Canpech y Ah Kin Pech podrían referirse a sujetos diferentes. A m i modo de ver, la más verosím il para la población es la prim era, vinculada con el linaje de los Pech, y con la representación de la deidad que se guardaba en su tem plo principal. La segunda, en cambio, podría ser el nom bre de un sacerdote al que algún español conoció y que fue partícipe del momento en el encuentro en 15 17 , de donde se tomó por error como el nom bre de la población, ya que fue com ún que los españoles de ese momento confun­ d ieran los lugares con los nom bres de los caciques, tal como hizo en repetidas ocasiones en Campeche y Champotón, Pedro M ártir de Angleria.

LIBRETAS DE IMPRESIONES CONTRADICTORIAS SOBRE CAMPECHE

Uno de los prim eros elem entos en llam ar la atención de los viajeros fue el tamaño de la población. A sí, M ártir de A ngleria, nos dice que: " ... por ñ n les pareció bien echar anclas a ciento diez leguas, en la provincia que se llam a Campeche, población que tiene tres m il casas. . . " ?°* tam año considerable para la época, noticia que es ratificada por Fernández de Oviedo: " .. .pero anduvieron todavía hasta llegar a una provincia, llam ada Campecho, donde vieron un lugar de hasta tres m il casas con gente innum erable, que salían a la costa m aravillados de ver tan grandes navios como los n u estro s.. .’V 03 Si hiciéram os un cálculo rápido, estamos hablando de casi 15 000 habitantes (cinco integrantes de cada núcleo en una casa), Campeche era un asentamiento que tenía en el mo mentó de la Conquista un número apenas m enor al de los habitantes de la ciudad a fines del siglo xix, cuando, según el cálculo de Velasco,, °4 en todo el partido de Campeche había en 18 9 5 ,3 6 ,5 0 0 habitantes. E l segundo aspecto que se destaca en las d escrip cion es, en un p rim er m om ento, es el recibim iento cordial del cual fueron objeto, palabras como las de M ártir de A ngleria: "...ab razáron se unos a otros am igablem en te...” ,oso en las de López de Gomara: "...a lle ­ gábanse a los esp añ oles; unos les tocaban las bravas otros la ropa, otros tentaban las esp ad as, y todos se an daban hechos bobos alred ed o r de e llo s... ” ., °6 Los escritores de la p rim era mitad del siglo xvi trataron de reconstruir lo so rp ren ­ 202 Mártir de Angleria, op. c it., I. II, cap. Unico. 203 Fernández de Oviedo, op. c it., I. XVII, cap. III. 204 Vela seo, op. c it., p. 74. 205 Mártir de Angleria, op. c it., I. II, cap. Unico. 206 López de Gomara, op. c it., cap. LII. 207 Mártir de Angleria, op. c it., I. II, cap. Unico.

dente y novedoso que debió haber sido para los habitantes de la ciudad la llegada de seres tan extraños, ésta queda clara en palabras como las de M ártir de A ngleria: " .. .los bárbaros adm iraban atónitos el arte náutico de los nuestros, la grandeza de las em barca­ ciones, velas, aparejos y demás. Guando oyeron el tronar de los cañones que se descar­ garon, y sin tiero n el olor de hum o y azufre ardiendo, les parecía que enviaba rayos el c ie lo .. .” ., °7 Relato que coincide en gran m edida con el de Fernández de Oviedo:

Francisco Hernández de Córdoba,

...p e ro an d u viero n tod avía h asta lleg a r a una provincia, llam ada Cam pecho, donde vieron un lugar de hasta tres m il casas con gente in n u m e­ rable, que salían a la costa m aravillados de ver

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GRABADO DE UN FRAGMENTO ESCULTÓRICO MAYA QUE REPRESENTA A UN PERSONAJE QUE EMERGE DE LA BOCA DE UNA SERPIEN TE, PROBABLEMENTE UN ANCESTRO; EN LE S ANCIENNES V ILLES DU NOUVEAU MONDE DE CHARNAY, QUE RETOMA JOHN L. STEPHENS EN V IA JE A YUCATÁN 1 841-1842. COL. JEO L.

tan grandes navios como los nuestros (puesto que eran pequeñas carabelas), y estaban esp an ­ tados así en ve r la form a de las velas, como de las jarcias y de todo lo dem ás; y mucho m ás queda­ ban adm irados de oír algunos tiros de lom b ar­ das, y ver el humo y olor de azufre; todo aquello les daba im aginación que era lo m ism o que lo truenos y rayos que caen de las nubes.308

A este p rim er grupo de cronistas que esta­ blecen la buena recepción que se les dio a los viajeros pertenece el de Diego de Landa, un tes­ timonio fundamental, ya que debemos recordar vivió durante un largo tiem po en la península de Yucatán y convivió con los conquistadores: " .. .y que fueron b ien recibidos por el señ or, y que los in dios se espantaban de ver [a] los españoles y les tocaban las barbas y p erson as” .,09 Curiosam ente, estas relaciones corresp on den grosso modo con las descripciones que los dem ás cronistas, excepto aquellas publicadas después de 15 6 6 . Es decir, las de C er­ vantes de Salazar, Díaz del Castillo, Herrera*10 y Torquemada form an otro bloque opuesto, en el cual, se plantea con diversos m atices que los cam pechanos si bien recibieron a los españoles, no se m ostraron tan conform es e incluso le pusieron térm ino a su estadía. Contradicción que me lleva a plantear que hay dos historias que, en general, se co rres­ ponden con diversos m atices y finales. La prim era, aquella sostenida hasta 15 6 1, de un gran recibim iento pacífico con un banquete apoteótico y la segunda, coincidente a p artir de la publicación de Cervantes, en las que participan sobre todo la declaración angular de Díaz del Castillo y en m enor grado aquella de Torquemada. En esta nueva historia hay un sesgo más interesante en el cual los mayas tienen una m ayor capacidad de reacción ante lo novedoso de la llegada y lo m anifiestan al oponerse a una ocupación, pero tengo varias sospechas que surgen de la confusión que comete Bernal entre la expedición de Hernández de Córdoba y la de Grijalva, y de la cual nos ocuparem os más tarde, m ism o que es retomado sin más por Herrera, con una tónica muy semejante, demasiado, a lo sucedido a Grijalva: " .. .Salieron de un adoratorio diez hom bres con mantas blancas muy largas, con los cabellos negros, largos y revueltos, que no se podían esparcir; llevaban braserillos de barro en que echa­ ban anime*11 y entre ellos dicen copal y sahum aron a los castellanos, diciéndoles que se fuesen de su tierra porque los matarían. Comenzaron luego a tocarlas bocinas,i:\ picos*13, trom petillas y atabalejos*14 de gente de gu erra.. .” ,1S Para concluir el m ism o H errera que: " .. .los castellanos, que aún los heridos de Cotoche no estaban sanos, de los cuales se habían muerto dos, se fueron retirando a la marina, con buen orden, siendo siem pre seguidos de los dos escuadrones y sin pérdida ni daño se em barcaro n ... ” .,l6 Este aparente error llevó a dos de los historiadores angulares del siglo xix, uno a nivel nacional y otro local, M anuel Orozco y Berra y Ju an Francisco M olina Solís a reescrib ir la historia tom ando a Bernal como la base, sin atenerse a los dem ás cronistas, entre los cuales, la opinión de Las Casas es fundamental, porque, como ya he dicho, además de ser amigo cercano de Hernández de Córdoba, el expedicionario le mandó una larga carta para que intercediera por él ante el rey donde se hacía relación de su viaje. Orozco y Berra repite muchas de las partes de Bernal Díaz del Castillo, como el im ­ probable tema de que los cam pechanos sabían la nacionalidad de los viajeros, y que al volver a tom ar a Díaz del Castillo: "...se ñ a la ro n con la mano que si veníam os de hacia dónde nace el sol y decían: Castilan, castilan y no m irábam os bien en la plática castilán, castilán .. .” .,17A lo que él añade de su propia mano: " .. .Ahora es obvio para nosotros

208 Fernández de Oviedo, op. c i t , 1. XVII, cap. III. 209 Landa, op. c it., p. 7. 210 Herrera toca el tema de forma superficial: "...Acudía mucha gente: hombres, mujeres y niños, que por maravilla los miraban y entre ellos se sonreían...", op. cit., d. II, l. II, cap. XVII. 211 Resina o goma de diversas espedes botánicas de Oriente y América usadas generalmente en mediana y droguería. 212 Caracolas. 213 Probablemente se refiera a vasijas de barro, pitos, que emiten sonido al soplarse a través de un pico del mismo material, como silbatos. 214 Tambores pequeños de madera. 215 Herrera, op. cit., d. II, l. II, cap. XVII. 216 Una vez más, podemos notar cómo se confunden en esta segunda historia los sucesos de las dos expediciones. Herrera, op. cit., d. I I , l. II , cap. XVII. 217 Orozco y Berra, op. c it., pp. 20-21.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

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DESDE EL PERIODO CLÁSICO MAYA LAS SERPIEN TES FORMARON PARTE DE LA ICONOGRÁFIA DE MUCHAS CIUDADES. REMATE DE ALFARDA DE LAS ESCALERAS DE LA PIRÁM ID E DE KUKULCÁN O EL CASTILLO DE CHICHÉN ITZÁ . POSTAL DE LA DÉCADA DE 1 94 0. COL. JE O L.

com prender el sentido de esta palabra; ya se tome por corrupción de Castilla o m ejor dicho de castellano, la pregunta iba relacionada con las profecías de Kukulcan acerca de los hom bres blancos y barbados, y con el conocim iento que ya tenían de los castellanos desde el naufragio de Gerónim o de Aguilar y de sus com pañ eros... ” .,ia Comentario que me parece en ambos sentidos gratuito y precipitado, pues no hay evidencia de ninguna de las dos afirm aciones. El prim ero en citar las supuestas profecías de la llegada española al Mayab es Diego de Landa, pero no en nombre de Kukulcán, sino con otra deidad más oscura, Vamonché: .. .que como la gente m exicana tuvo señ ales y p rofecías de la venida de los españoles y de la cesasión de su m ando y religión , tam bién las tu vieron los de Yucatán algunos años antes de que el adelantado M ontejo los conquistase; y que en las sierras de M aní, que en la provincia de Tutul Xiu, un indio llamado A h Caníbal, de oficio Chilám , que es el que tien e a su cargo dar las respu estas del d em onio, les dijo p ú blicam ente que pronto serían señ oreados p or gente extranj era, y que les p redicarían un Dios y la virtud de un palo que en su lengua llam an Vamon­ ché, que quiere decir palo enhiesto de gran virtud contra los d em o n io s.. .319

E l m ism o fraile franciscano y cronista añade otra supuesta profecía: .. .que el sucesor de los Cocom es, llam ado don Ju an Cocom , después de bautizado, fue h o m ­ bre de gran reputación y m uy sabio en sus cosas y b ien sagaz y entendido en los naturales; y fue m uy fam ilia r del autor de este lib ro, fray Diego de Landa y le contó m uchas antigüedades y le m ostró un libro que fue de su abuelo, h ijo del Cocom que m ataron en M ayapán, y en él estaba pintado un venado; y que aquel su abuelo le h abía dicho que cuando en aquella tierra entrasen venados gran des, que así llam aban a las vacas, cesaría el culto a los d ioses; y que se h abían cum plido porque los esp añ oles trajero n vacas g ra n d e s..

Con todas estas aseveraciones forzadas, queda claro que las p ro fecías de K ukulcán fueron otra form a de dom inación y justificación de la im posición española: la ideológi­ ca, a la cual volverem os con el tem a de las cruces. Siguiendo a Bernal, es im portante señ alar que Orozco y Berra es el historiador que creó m ucha de la tónica con la cual se trató el tem a de la Conquista durante el ñ n del siglo xix y buena parte del xx, se fundó casi exclusivam ente en las palabras de Bernal Díaz del Castillo y no ponderó el posible erro r que el cronista pudo com eter entre 15 17 y 218 Ibídem. 219 Landa, op. cit., cap. XI. 220 Ibídem.

15 18 . El señala que casi de inm ediato sa lié ro n lo s sacerdotes - o p a p a s-, como p refiere llam arles, de un tem plo, con carrizos encendidos y un gran acom pañam iento de soldados

Francisco Hernández de Córdoba,

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LAS SERPIENTES COMO ANIM ALES CAPACES DE MOVERSE ENTRE EL MUNDO SUBTERRÁNEO, EL SUELO Y EL CIELO FUERON CONSIDERADOS ANIM ALES SAGRADOS. DECORACIÓN DE PÓRTICO EN CHICHÉN ITZÁ , DIBUJO DE T. TAYLOR BASADO EN UNA FOTOGRAFÍA DE CHARNAY. COL. JE O L.

m ayas, por lo cual, "tem erosos los castellanos con el recuerdo del cabo Catoche, reco ­ gieron sus pipas**1 y se m etieron en las n a o s ...” .*** A su vez, Juan Francisco Molina Solís, trataba de conciliar la idea de un recibimiento amigable con la de la adm onición hecha por los sacerdotes de abandonar la población con la amenaza de un ataque armado. A sí, guiado por el soldado viajero, éste señala: .. .repuestos del susto que les causaron las arm as de fuego [después de una dem ostración de la artillería que h abía ordenado H ernández de Córdoba], ofreciero n a los españoles otro e sp ec­ táculo, am a n e ra de alegoría, para explicarles que, si b ie n io s habían recibido con b en evolen ­ cia cual visitantes o h uéspedes, no se tenía intención de dejarles p osesionarse del territorio. A p areciero n dos escuadrones de indios guerreros arm ados a estilo maya, con sus capitanes a la cabeza, y cuando form ados estaban en la plaza, llegaron otros indios cargados de carrizos con que p repararon una hoguera. E n este instante salieron del tem plo cercano diez sacerdotes vestidos con mantas largas y blancas de algodón y con los cabellos colgando sobre los h om ­ b ros, desgreñados y em papados de sangre. Llevaban en las m anos b raseros de barro llenos de fuego y en los que se espolvoreaba copal, se acercaron solem n em ente a los españoles, y sahum ándoles la cara, le ponían las m anos en los pechos, y les decían por señas que se fuesen de su p a ís. A l m ism o tiem p o , se pren día fuego a la hoguera de los carrizos y los escuadrones de guerreros y la multitud de gente curiosa que poblaba la plaza p rorru m pieron en gritos y ala­ ridos, en silbos y gestos belicosos, todo lo cual era acom pañado p or el estruendo de bocinas, pitos, trom petas y atabales. La escena era adecuada para intim id ar al m ás valiente, y con m ayor razón al pequeño grupo de españoles que se habían deslizado en aquel pueblo de tres m il casas que podía contar con algunos m iles de habitantes, los cuales, en aquel día, se había duplicado con los que de las cercan ías acudieron por cu rio sid a d .. .3!l3

Es recomendable leer a los demás cronistas y el viaje de Grijalva para entender cómo se equivocaron nuestros historiadores al tomar de guía sólo a Díaz del Castillo. En general, considero que una historia más creíble es la de Las Casas, en la que se habla del amigable recibimiento y del banquete, del recorrido por la ciudad y otros episodios, comercio de oro incluido, pero en el que al final, cuando los antiguos campechanos se daban cuenta de que la visita se prolongaba, los instaban a dejar la población; historia que es ratificada en la Carta del Regimiento de la Villa Rica de la Vera Cruz, de 15 19 , el documento más cercano a los hechos, que literalmente relata como Hernández: " .. .saltó en un pueblo que se dice Cam peche, donde al señ or de él pusieron por nom bre Lázaro... Y porque los naturales de la dicha tierra no los consintieron estar en el pueblo y tierra,**4 se partieron de allá y se fue la costa a b a jo ...” .**3 Esta es la tesis que m anejó Robert S. C ham berlain en 19 4 8 y

221 Los barriles con los cuales estaban tomando agua. 222 Orozco y Berra, op. c it., pp. 20-21. 223 Molina Solís, op. c it., pp. 31-32. 224 En esta carta no se menciona un recibimiento cordial, si bien se hace entrega de regalos, los testigos indican con elocuencia que no los dejaron entrar a la población. Algunos de ellos, como el propio Chamberlain declaran que "...allí hallaron los españoles más pruebas de la elevada cultura y bien ordenada sociedad de los mayas. La gente de esta dudad se mostró amigable, pero al mismo tiempo les hideron ver claramente que no deseaban la permanenda de los redén llegados..." Robert S. Chamberlain, Conquista y colonización de Yucatán, 1517-1550 (Alvaro Domínguez Peón, trad.; J. Ignacio Rubio Mañé, pról.), Editorial Porrúa, núm. 57, México, 1982. p. 14. 225 Cortés, op. cit., p. 6.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España



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l i t o g r a f í a s a le m a n a s d e l s ig lo x i x que REÚNEN FRUTAS DE DIVERSAS PARTES DEL m undo, de l a p e n ín s u la de y u c a tá n se DISTINGUEN LA ANONA 0 SARAMUYO, LA g u a ya b a , e l c a im it o , e l cHicQZAPOTE o z a p o te Y EL AGUACATE, ENTRE OTROS. COLECCION: JEO L.

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que considero sigue vigente: " ... [Hernández de Córdoba] descubrió otra gran población, Campeche; allí hallaron los españoles más pruebas de la elevada cultura y bien ordenada 1

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sociedad de los mayas. La gente de esta ciudad se mostró amigable, pero al m ism o tiempo J

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les hicieron ver claramente que no deseaban la perm anencia de los recién llegados

BANQUETE CAMPECHANO

E n el tema en el cual hay casi unanim idad ( a excepción de Bernal) es el banquete de b ien ­ 6 Chamberlain, op. cit., p. 15. 7 Los pavos representaron un problema de traducción, por ejemplo, Wagner señala que en la versión por él empleada, realizada por Francis Augustus Mac Nutt, De Orbe Novo, "Década IV", l. 1 y 2, pp. 6-11, se usó la palabra peacock, que si la traduci mos al español, corresponde al pavo real, ave que no es originaria de América. 8 Criadas en patios, pajareras y jaulas. 9 Seguramente se refiere a los jaguares. 0 En el área cuando menos hay cinco tipos de felinos: jaguares (Panthera onca), pumas (en dos variedades: la onza, yaguarundí o gato moro, el puma yagouaroundi, diferente a su pariente al Puma concolor, el león de montaña, que también puede encontrarse en esta área), ocelotes (iLeopardus pardalis), jaguarcillos (gato montés o de monte, el Lynx rufus) y tigrillos (Leopardus tigrinus oncilla). 1 Los puercos de monte americanos son una familia de mamíferos placentarios, los tayasuidos, del orden a rti odáctilos. : Mártir de Angleria, op. c it., I. II, cap. Unico. 3 Fernández de Oviedo, op. c it., I. XVII, cap. III. 4 Por cierto, este autor usa una palabra más compleja para describir a los guajolotes o pavos de Indias: gallipavos. 5 López de Gomara, op. c it., cap. III.

venida proporcionado a los españoles por los cam pechanos, en el que seguram ente por prim era vez los recién llegados conocieron el sabor de muchas especialidades gastronó­ m icas de la región. A sí, M ártir de A ngleria cuenta que: "...e l cacique hospedó a los nuestros con ben ign i­ dad y m agnificencia en su palacio. Después de haber comido al estilo de ellos, que tienen pavos” 7 y aves cebadas,” 8 y tam bién cam pesinas y de los bosques, y acuáticas, perdices, codornices, tórtolas, ánades, gansos y conejos, y además lobos, leones,” 9 tigres,,3° zorras y cuadrúpedos de cam po, como jab alíes,,Sl cíe rvos y lie b re s... ” ,,3:í lo cual en una versión m ás m oderada, como las de Fernández de Oviedo y Santa Cruz, que se reducen a: " ... con todo eso, salieron algunos cristianos en tierra, e hiciéronles fiesta, mostrando placer de los ver, y trajéronles de com er muchas y muy buenas aves, que son no m enores que pavos y no de m enos buen sabor, y otras aves, así como codornices, y tórtolas, y ánades, y ánsares, y ciervos y liebres, y otros anim ales. Pero porque, cuando se hable particular­ m ente de esta Tierra Firm e, se dirán todos los géneros de anim ales y aves, pasarem os a lo d em ás.. .’V 33 Es evidente que M ártir (la cita de Santa Cruz es muy sim ilar) trata de hacer una lista de anim ales, m ientras que Fernández se lim ita a los más usuales, que son los que probablem ente saboreáron los castellanos. A esa suma de m anjares, López de Gomara*34 añade, " ... mucho pan de maíz y frutas... ” ,,3s que deben haber sido un gran cambio para los navegantes sujetos a una dieta de carnes saladas y pan cazabe. E l m ism o Las Casas es partidario de la idea del banquete, ya que m an ifiesta que: " .. .prin cipalm en te el rey o señ or del pueblo o de la tierra m ostró con verlos gran con ­ tentam iento; m an dóles traer de com er, trajéro n les m ucho de su pan de m aíz, m ucha

Francisco Hernández de Córdoba,

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carne de venados, muchas liebres, perdices, tórtolas, gallinas muchas de las de papada,*36 no menos y quizá más excelentes que pavos,*37 frutas y otras cosas de las que ellos tenían y podían traer para en ello agradarles.. ,” .*38 A l final, Torquemada tam bién refiere al apetitoso banquete. Gomo el ya m en cion ad o, el ún ico que olvida tales sabores es el testigo presencial de las expediciones, Bernal Díaz del Castillo, lo cual nos mantiene en la duda de que o él tenía razón y se rep i­ tieron los hechos en las expediciones de Hernández de Córdoba y Grijalva, o todos los demás estuvieron equivocados y se copia­ ron sin usar otras fuentes - lo cual, sabemos, no fue así, al menos en el caso de varios de ello s-.

VIAJEROS DESCONCERTADOS EN UNA CIUDAD MAYA

D esde las D écadas... de M ártir de A n g le ría se h abla de un pueblo im portante donde: "...ta m b ié n aquí las casas están hechas con cal y can to. . . ” ,*39 pero el tem a que ocupa casi todas las d escrip cion es es la visita a un tem plo que para los p rim eros cron istas represen tó una gran incógnita, sin em bargo, como hem os visto antes, la d escrip ción del tem plo de cabo Catoche coincide en buena m edida con el de Cam peche, tem a que nos ha hecho p en sar en una extraña tipología o en u n erro r, pues se trata del m ism o sitio, que los cronistas no sup ieron ubicar con claridad.

LOS PAVOS ERAN DESCONOCIDOS EN EUROPA. EL LLAMADO PAVO DE MONTE NO ERA UNA

M ártir de A nglería, con la inform ación de los prim eros exploradores, pensó m ás en

ESPECIE DOMÉSTICA Y UNA PRESA MUY BUSCADA POR EL SABOR DE SU CARNE. AL NO

un lugar de justicia que un tem plo de sacrificios: " .. .próxim os al suelo había tres palos

TENER NOMBRE PARA ELLOS, FUERON LLAMADOS GALLINAS DE PAPADA. "M ELLEAGRIS OCELATA",

cruzados por otros tre s, sostenidos con p ied ras. En aquel lugar castigaban a los reos ,*4° y

LIZARD S E ., SIGLO X IX . COL. JE O L.

en prueba de ello , vieron colocadas innum erables flechas ensangrentadas y rotas, y hue sos de m uertos arrojados al corral v e c in o .. ,” .*41 A lo largo del siglo xvi esta percepción se va m odificando con el conocim iento de los rituales de sacrificio en la Nueva España, en modo que ya, a inicios del siglo siguiente, Torquemada afirm a con elocuencia que se usaban para fin es religiosos y que: " ... estaba todo lleno de sangre de hom bres sacrifica­ dos, según usanza antigua de estas tie rra s.. ,” .*4* Pero en la descripción de M ártir de A n glería, sabem os que: ...fu e ro n conducidos los nuestros con acom pañam iento regio a una en cru cijad a espaciosa sita a un lado del pueblo, donde les m ostraron una plataform a cuadrada de cuatro escaleras, levantada de m árm ol, parte con betún resisten te, parte de p ied recitas, sobre la cual había esculpido un sim ulacro de h om bre, y adheridos a él dos cuadrúpedos desconocidos que, cual p erros rabiosos p arecían q u erer despedazar el vien tre del hom bre de m árm ol. Junto al sim u ­ lacro, hay una serpiente form ada de betún y p ied recitas, de cuarenta y siete pies de larga,*43 de gruesa como un buey grande, devorando a u n león de m árm ol, y rociada de sangre fre sc a ...*44

El prim er tema a destacar es la estructura del templo, ligeramente diferente a los del periodo clásico que conocemos, en los que una escalera en general es la que conduce al tem plo que corona la estructura piram idal. Basándose en las descripciones, se trataría de una estructura de cuatro escaleras, alto y cuadrado, que López de Gomara califica de: " ... torre joncillo*43 de piedra cuadrado y gradado...”*46 que conducía al santuario (el cual, por cierto, no se m enciona); Las Casas, más que usar el despectivo de torre, usa ya que era: " ...u n a torre, o com o to rre, cuadrada, de can tería hecha, y blanqueada, con sus gradas [escaleras]; debía ser su templo por lo que después se ha visto en toda la Nueva España y G uatem ala...” *47 y Bernal Díaz del Castillo destaca sus dim ensiones: " ...ll e ­ váronnos á unas casas muy grandes que eran adoratorios de sus ídolos, y estaban muy b ien lab radas de cal y can to ...” .*48

6 Guajolotes o pavos. 7 Pavos reales, que eran los conocidos en Europa. 8 Las Casas, op. cit., t. IV, cap. XCVIII. 9 Mártir de Anglería, op. c it., I. II, cap. Unico. 0Seguramente prisioneros capturados para este fin. 1 Mártir de Angleria, op. c it., I. II, cap. Unico. 2Torquemada, op. c it., I. IV, cap. III. 3 Poco más de 13 metros de largo. 4 Mártir de Angleria, op. c it., I. II, cap. Unico. 5Torrecilla. 6 López de Gomara, op. c it., cap. LII. 7 Las Casas, op. c i t , t. IV, cap. XCVIII. 8 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. III.

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LOS ARTISTAS EUROPEOS LEYERON LAS CRONICAS CON RESULTADOS FANTASIOSOS COMO ESTA REPRESENTACIÓN DEL TEMPLO DE CAMPECHE. "IDO LES DE CAMPECHE ET DE YUCATAN", EN VOORSTELUNGEN VAN RITU ELEN VAN INDIANEN U IT NICARAGUA, BERNARD PICART, ÁMSTERDAM, 1 72 3. GRABADO, 33 X 22 CM. COL. JEO L.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

E n la parte su p erio r destacaban dos deidades que han generado varias fan tasías: el prim ero constituido p oruñ a figura antropomorfa que los viajeros pensaban estaba siendo devorada por dos anim ales. M ártir de Angleria no tiene el dato sobre qué tipo de seres pudieran ser y los califica como cuadrúpedos; López de Gomara opina que eran: " .. .dos fieros anim ales a las hijadas,*49 como que le co m ian .. .’Y S° Las Gasas define qué tipo de anim ales acompañaba a la representación que: " ... Estaba en lo alto de ella un idolo gran­ de que con dos leon es o tigres que parecia com erlo por los ija r e s ...” ;,si m ientras que Diaz del Castillo no da detalles, pero habla del contexto, como pinturas y esculturas: " .. .y tenian figurados en unas paredes muchos bultos de serpientes y culebras, y otras pinturas de Ídolos, y al derredor de uno como altar lleno de gotas de sangre muy fre sc a ... Un dato extraño, seguram ente mezcla Campeche y Champotón, Landa m enciona: " ...e n Campeche hallaron un edificio dentro del m ar,,s3 cerca de tierra, cuadrado y gradado,S4 todo, y que en lo alto estaba un ídolo con dos ñ eros anim ales que le com ían las ijadas, y una sierpe largay gorda de piedra que se tragaba un león; y que los anim ales esta­ ban llenos de sangre de los sacrificio s... ” .,ss Con base en los hallazgos arqueológicos en el área campechana y otras partes de la cultura maya antigua, más que tratarse de una figura que es devorada, estoy seguro de que

3 Cada una de las dos cavidades simétricamente colocadas entre las costillas falsas y los huesos de las caderas. 5 López de Gomara, op. cit.f 1. II, cap. Unico 1 Las Casas, op. c it , t. IV, cap. XCVIII. - Díaz del Castillo, op. c it., cap. III. 5 Esta es la la confusión principal: el templo dentro del mar estaba en Champotón, como veremos muy claramente más adelante. 5Con escalinatas en sus cuatro costados. 5 Landa, op. c it., p. 7. 5 Poco más de 13 metros de largo. J Mártir de Angleria, op. c it., I. II, cap. Unico.

se trata de una representación humana que emerge de las fauces de un par de anim ales, la representación de las fauces m etafóricas del infram undo, tal como sucede en los relieves de Balam kú y en otras obras tanto arquitectónicas com o escultóricas y en representa­ ciones en pintura y cerámica. La segunda figura que desconcertó a los visitantes españoles es, en palabras de M ár­ tir de A n gleria (y López de Gom ara, quien copia casi literalm ente al an terio r): " .. .junto al sim ulacro, hay una serpiente form ada de b etú n y piedrecitas, de cuarenta y siete pies de larga,,s6 de gruesa como un buey grande, devorando a un león de m árm ol, y rociada de san gre fr e s c a ...” .,S7 Estructura que Las Casas m antiene en form a muy sim ilar: "...y una sierpe o anim al que tenía sobre cuarenta pies en largo, y como un grueso buey [de ancho] que tragaba un ñ ero león; todo de piedra muy b ien labrado. Estaba todo asaz

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Francisco Hernández de Córdoba,

LA COMPLEJIDAD DE LAS DEIDADES MAYAS AÚN REPRESENTA RETOS PARA LOS INVESTIGADORES. EXCAVACIÓN CON UNA LÁPID A DE LA QUE EMERGE UN PERSONAJE DE UNA REPRESENTACIÓN QUE COMBINA RASGOS FELINOS Y SERPENTINOS. FOTOGRAFÍA ESTEREOSCÓPICA, CA. 1 92 0. COL. JEO L.

ensangrentado de sangre de los hom bres que allí se ajusticiaban o sacrificab an ... ” .,s8 Bernal no da m ayores datos pero sí aclara que.- " ... según pareció en aquella sazón habían sacrificado a sus ídolos ciertos In d ios, para que les d iesen victoria contra nosotros, y andaban m uchos Indios e Indias riéndose, y al parecer muy de paz como que nos venían á ver: y como se juntaban tantos, tem im os no hubiese alguna zalagarda*39” . Esta segunda figura corresponde a lo que podría tratarse de la deidad principal de la población, seguram ente una representación de la serpiente kaanpeech. Las atribuciones a las serpientes como seres m alignos es una concepción occidental que llegó justo con la Conquista y cargados sobre todo de la m entalidad judeocristiana en la cual se le asocia al mal, a la víbora que envenena el Paraíso y a la representación del mal que acaba derrotada al pie de la V irgen María. A ntes, en el mundo am ericano y en otras culturas era una de las figuras arquetípicas más arraigadas en el pensam iento hum ano: "...e m e rg ie n d o de las aguas p rim a­ rias con m ovim ientos en form a de ese, dando vueltas en espiral o enrollándose sobre sí m ism a, atacando a una velocidad de relám pago o desapareciendo hábilm ente en su huida y desapareciendo en un santiam én, la serpien te entra en nuestras m itologías como creadora, progenitora y destructora cósm ica y ser sagrado” .,6° No olvidemos que está vinculada a figuras como la del faraón egipcio, coronando su frente o en los b as­ tones de los m édicos griegos m ediante el gran sanador A sclepios, pero sobre todo la representación anim al de muchas deidades como Zeus, Apolo, Perséfone, Hades, Isis, K a liy Shiva, entre otras. E n general, de ese modo prim igen io, está vinculada como conectora cósm ica: " ...E l reino del infram undo de los m uertos dónde, según los m itos, resid en las serpientes es tam bién el fecundo suelo del que em erge la nueva vida, u n lugar de curación, iniciación y revelació n ... V 61 E n el mundo maya la serpien te fue desde épocas muy tem pranas reverenciada como represen tación de deidades a las que se le asociaba, pero sobre todo vinculada al in fra ­ mundo y las capacidades de gen eració n y regeneración de vida y como parte de los ritos

258 Las Casas, op. c it , t. IV, cap. XCVIII. 259 Voz "zalagarda": "1. Cf. Emboscada dispuesta para coger descuidado al enemigo y dar sobre él sin que recele. [...] 4. coloq. Astucia maliciosa con que alguien procura engañar a otra persona afectando obsequio y cortesía.", Diccionario de la lengua española, ra e , disponible en: http:// dle.rae.es/?id=cIJ0gz3 260 Kathleen Martin (ed.), El libro de los símbolos. Reflexiones sobre las imágenes arquetípicas, Madrid, Taschen, Madrid, 2011. p. 194. 261 Martin, op. c i t , p. 196.

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Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

GRABADO QUE COPA UN DINTEL ESCULPIDO DE YAXCHILÁN, LOS PERSONAJES PARECIERAN LLEVAR EN LAS MANOS CRUCES, CUANDO SON ELEMENTOS SIM BÓLICOS DEL E JE CÓSMICO. DISEÑO DE P. S E L L IE R , REALIZADO SOBRE UNA FOTOGRAFÍA DE CHARNAY, PARA L E S ANCIENNES V IL L E S DU NOUVEAU MONDE, 1 88 5. COL. JE O L.

in iciáticos y de com unicación con el m undo habitado por los ancestros. En algunos estudios recien tes de ciudades ligeram ente an teriores a la Conquista, como Mayapán, podem os notar que: " ...la p resen cia generalizada de serpientes esculpidas en la zona c e n tra l... Algunas veces estas esculturas in dican tem plos con colum nas de serpientes y en otros casos dem u estran la im p ortan cia de las esculturas de deidades em plum adas y otras serpien tes en los espacios públicos de la ciudad” .,6:í La antigua ciudad de Cam ­ peche parece haber tenido características sem ejantes con una deidad p rincip al vin cu ­ lada a la serpiente.

262 Marilyn A. Masson y Carlos Peraza Lope, Kukulkan's Realm. Urban Life at Ancient Mayapán, University Press of Colorado, Boulder, Colorado, 2014. pp. 474-475. 263 La supuesta presencia de cruces en el área maya ha sido motivo de análisis de varios historiadores. El propio Wagner plantea que la mencionada existencia podria deberse a un afán cristiano de encontrar señales de ese tipo, para inmediatamente referirnos a la llamada "Cruz de Palenque", el tablero de uno de los templos situado en la Plaza de las Cruces, en las que él señala se encuentra un símbolo de Quetzalcóatl y con los vientos portadores de lluvia, por lo que la cruz era un emblema de fertilidad. Ahora sabemos que la forma de cruz es una variante de la representación del cosmos y que en efecto es un motivo decorativo frecuente no sólo en la escultura, sino que pasó a las artes populares, como el bordado, tradición en donde se mantuvo viva esta representación. Cf Wagner, op. cit., pp. 77-78. 264 La idea de la presencia de Cristo antes de la Conquista se tomó como posibilidad desde el siglo xvi y fray Diego Durán no tiene empacho en identificar a Santo Tomás como el evangelizador de Mesoamérica. Ver: Alfredo López Austin, Hombre-Dios. Religión y política en el mundo náhuatl, i i h , unam , México, 1989. p. 17. 265 Mártir de Algeria, op. c it., 1.1, cap. Unico.

LAS CRUCES MAYAS, FALSAS INTERPRETACIONES DE SÍMBOLOS DESCONOCIDOS

La religiosidad fue u n tem a capital en el siglo de la Conquista. Durante mucho tiem po el com plejo y diverso pensam iento maya desconcertó a los occidentales y en particular los castellanos, los cuales después de la R econquista com enzaron a in clin arse clara­ m ente por una negación absoluta al mundo islám ico, judío y a cualquier form a de d i­ feren cia con el credo católico, como las religion es del M éxico antiguo, las cuales, como es obvio, fu ero n ráp idam en te rechazadas y tachadas com o id o latría y, adem ás, fu e r ­ tem en te cargadas con ideas com o la de obra del d iablo, pecado y, en con secu en cia, m otivo para ju stificar su destrucción, rechazo y castigo a los que m arginalm ente las siguieran practicando. A sí, en un p rincip io, en búsqueda de elem entos que vin cularan la religiosidad c ris ­ tiana con las m uestras de cultura y antigüedad encontradas en el área maya, se trató de encontrar sím bolos cristianos en donde no existían, ya desde Pedro M ártir, se dice que en la estancia de H ernández de Córdoba en cabo Catoche: " .. .V ieron [los esp añ o­ les] cruces;*63 y preguntándoles por m edio de los in térpretes de dónde habían tomado aquello, d ijeron algunos que había pasado por allí u n hom bre h erm o sísim o ,,6é que les había dejado aquella in sign ia en m em oria suya; y otros dijeron que había m uerto en sem ejante obra (opificio) u n hom bre m ás reluciente que el sol. No se sabe nada de c ie r­ t o .. .” .,6s Relato sobre el cual se construirán m uchas de las fantasías con respecto a los mayas, como la que fuese la tribu perdida de Israel o la supuesta p resen cia del apóstol Tom ás, como predicó Fray Servando Teresa de M ier y que le valiera la cárcel en 179 4. Pero volviendo a Cam peche, como relata Fernández de Oviedo, esta población no fue ajena al pensam iento religioso fantástico de los conquistadores:

63

Francisco Hernández de Córdoba,

...e n tre estas gentes se h allaron cruces, según oyó al piloto que he dicho, A ntón de A lam inos;

PALENQUE CONFUNDIO A LOS V IAJERO S CON EL TEMA DE LAS CRUCES, EL TABLERO DEL TEMPLO

pero yo téngolo p or fábula, y si las había, no pienso que las h arían por p en sar lo que hacían, en

DE LA CRUZ FUE VISTO COMO UNA ESCENA DE ADORACIÓN A ESE SÍMBOLO CRISTIANO,

hacerlas, pues que en la verdad son idólatras, y como ha parecido por la experiencia ninguna

CUANDO ES UN ÁRBOL CÓSMICO. GRABADO DE CH. GOUTZWILLER EN LESA N C IEN N ES V ILLES

m em oria tenían o había entre aquella generación de la cruz o pasión de Cristo, y aunque cruces

DU MOUVEAU MONDE, 1 885. COL. JEO L.

h ubiese entre ellos, no sabrían por qué las hacían; y si lo supieran en algún tiem po (como se debe c re e r), ya lo habían olvidado.. .366

El m undo de las supuestas cruces m esoam erican as es ratificado en Cam peche tam ­ bién por Bernal Díaz del Castillo, quien dice: " . . . y a otra parte de los ídolos tenían unas señales como a manera de cruces, pintados de otros bultos de Indios. De todo lo cual nos adm iram os como cosa nunca vista, ni o íd a .. .’V 67 Tam bién H errera nos deja testim onio de la historia de las cruces en el M éxico an ti­ guo al hablar del tem plo de Cozumel: " .. .cuya form a era de una torre cuadrada, ancha del pie y hueca en lo alto con cuatro grandes ventanas, con sus corredores y en lo hueco que era la capilla estaban ídolos y a las espaldas estaba una sacristía adonde se guarda­ ban las cosas del servicio del tem plo, y al pie de este estaba un cercado de piedra, y cal, alm enado y enlucido y en m edio una cruz de cal, de tres varas en alto, a la cual tenían por el Dios de la lluvia, estando muy certificados que no les faltaba cuando devotam en­ te se la p edían y en otras partes de esta isla y en m uchas de Yucatán se viero n cruces de la m ism a m anera y pintadas y no de latón, porque nunca lo hubo, como dice Gom ara, sino de piedra y palo y aunque el m ism o Gom ara que de haberse hallado cruces en esta parte de las Indias argüyeron algunos que muchas gentes se fueron allí cuando los moros ocuparon España y en otra parte se dice que no se pudo saber de dónde tom aron aque­ llos in d io s la señ al san tísim a de la Cruz, con tanta devoción porque no hay rastro en Cozumel, ni aún en otra ninguna parte de las Indias Occidentales que se hubiese en ellas predicado el E van gelio... ” .,68 El uso de las supuestas cruces ha sido en años recientes asociado a dos tem as que, es cierto, son recurrentes en las representaciones mayas, aunque con otra idea del todo diferente. Por un lado, las plantas de maíz sagradas, como sím bolos de fertilidad y rege­ neración, tal como es el caso de los relieves en los tem plos vinculados a la Plaza del Grupo de las Cruces, en la actual Palenque. Otra rep resen tació n asociada a este sím bolo es la X , que puede se r visto tam b ién como el cruce de dos diagonales (la cruz de san A n drés), que está a su vez íntim am ente relacionada con la concepción cósm ica de los rum bos del U niverso y es u n elem ento

5Fernández de Oviedo, l. XVII, cap. III. 1 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. III. 3 Herrera, op. c it., d. II, l. II I , cap. I.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

64

EL ORO Y LA PLATA FUERON ASOCIADOS A LAS TIERR A S RECIÉN D ESCUBIERTAS. EN ESTA ALEG O RÍA, AM ÉRICA ARROJA OBJETOS DE LOS PRECIADOS METALES MIENTRAS ES CARGADA EN

decorativo y sim bólico muy frecuente en diversas ciudades y program as decorativos de fachadas de tem plos de Cam peche.

UNA CONCHA, COMO VENUS, SALIDA DEL MAR; ARNOLDUS MONTANUS, 1 67 1. GRABADO, 2 9 .5 X 1 7 .8 CM. COL. © 01631-001 JOHN CARTER BROWN LIB R A R Y, BROWN UNIVERSITY.

ORO DE CATOCHE Y CAMPECHE, EL GRAN MOTOR DE LOS CONQUISTADORES

Una de las razones más fuertes para que se m ovieran en pocos años varias expediciones hacia los territorios de las antiguas culturas que ocupaban lo que ahora es M éxico fue, después de la p rim era intención de capturar esclavos, la búsqueda de oro que se obtenía de una m anera aparentem ente fácil -au n q u e llena de p e lig ro s- por m edio del "rescate” , el com ercio injusto en el que a cambio de objetos elaborados en m ateriales preciosos se les daba a los indígenas baratijas, m etales y telas que valían poco en España. A sí, al hablar del viaje de Hernández de Córdoba, los redactores de la Carta enviada al rey de E spañ a en 15 19 , decían que: "...s a ltó en un pueblo que se dice Cam peche, donde al señor de él pusieron por nom bre Lázaro, y allí le dieron dos mazorcas*69 con una cadena (o tela),7° de oro por cama,*71 y otras cosillas de oro” .,7í No existe una relación clara de las piezas de oro entregadas por el cacique o los h a b i­ tan tes de Cam peche a H ernán dez de C órdoba en este v ia je , aunque so n frecu e n tes las m enciones a que la cantidad otorgada fue suficiente para que pocos años después en la Probanza sobre las causas..., seguida a la llegada de Cristóbal de Tapia a la Nueva E s­ paña en 15 ? ? , una de las preguntas buscara afirm ar que: " .. .cuando lleg áro n las noticias de la nueva tierra con oro, el ten iente de gobern ador de la isla Fern an din a, Cuba, en contra de la voluntad de su verdadero descubridor, «procuró e dijo haber él descubierto la dicha tierra» . .." López de Gomara en 1553 narra que: " .. .de Yucatán fue Francisco Hernández a Campe­ che. Salió a tierra, tomó am istad con el señ or, rescató m antas, plum as, conchas de can ­ grejos y caracoles, engastados en plata y oro, según usanza de todas aquellas tie rra s... ” .m Ya para los años sesenta del siglo xvi el tem a oscilaba entre la clara descrip ción de Las Casas que nos dice que los cam pechanos: " .. .trajeron m uchas piezas y joyas de oro, que por cuentas y espejos, y tijeras, y cuchillos, y cascabeles, y otras bujerías*73 de las que solem os darles, rescataron o conm utaron...

y los que dudaban de ese com ercio, como

Cervantes de Salazar, que confiesa: " ...d e allí fue Francisco Hernández a Cam peche, lugar grande, el cual, (como d ije), llam ó Lázaro, p or llegar a él el Dom ingo de Lázaro. Salió en tierra, tomó am istad con el señ or y rescató allí (aunque esto no lo tengo por muy cierto ). . . ” ,,7? poco a poco, la m em oria del com ercio y de la obtención de oro por esa vía comenzaba a desdibujarse, aunque todavía Torquemada, en el siglo xvii, siguiendo a López de Gom ara, m enciona que Hernández: "...s a lió a tierra, tom ó am istad con el señ or y rescató m antas, plum as y caracoles engarzados en plata y o r o ...” . De cualquier m odo, la cantidad de oro obtenida en Cam peche no debe haber sido despreciable, pues además de lo rescatado en cabo Catoche, Campeche fue la única ciudad en donde los españoles pudieron com erciar. El oro obtenido bastó para despertar la 269 La r a e indica que la palabra viene originalmente del árabe y en esa época se usaba para designar a una porción del lino o lana ya hilada y recogida del huso. Cf. Diccionario de la lengua española, ra e . 270 En la versión digital se citan ambas posibilidades: cadena o tela; en la edición impresa de Porrúa se habla únicamente de una tela. Es probable que se refiera a una lámina delgada. 271 Modificado en la edición de Porrúa, tal vez se refiera al asiento.ditorial Porrúa, México, 1982. p 272 Frase no mencionada por Wagner; tanto la versión digital como la impresa de Porrúa con cuerda n. 273 Tapia, op. c it., p. 185. 274 López de Gomara, op. c it., cap. LEI. 275 Mercadería de estaño, hierro, vidrio, etcétera, de poco valor y precio. 276 Las Casas, op. cit., t. IV, cap. XCVIII. 277 Cervantes de Salazar, op. cit., I. II, cap. I. 278 Torquemada, op. c i t , l. IV, cap. III.

cod icia de Diego Velázquez e hizo que p en sara en una segunda expedición , ya con el objetivo de "rescate” más claro.

EL COMPLICADO VIAJE A CHAMPOTÓN

E n la actualidad podría parecer que los casi 60 kilóm etros de distancia que separan a am bos puertos son cosa de nada, se recorren en minutos. En aquella época, vía m arítim a, sin saber qué escollos o bajos se podrían hallar tal vez podría tom ar como m áxim o dos días, pero sería muy d ifícil im aginar los diez días que m enciona B ern al Díaz del C as­ tillo, días que les tomó llegar, como se m enciona en su capítulo III: .. .Pues ya m etida nuestra agua en los navios, y em barcados en una bahía [Cam peche] como portezuelo que allí estaba, com enzam os á navegar seis días con sus noches con buen tiem po, y volvió un Norte que es travesía en aquella costa, el cual duró cuatro días con sus noches que

66

LA CONFUSIÓN ENTRE LOS NOMBRES CHAMPOTÓN

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

estuvim os para dar al través; tan recio tem poral hacia, que nos hizo anclar la costa p or no

Y POTONCHÁN EN LA OBRA DE BERNAL DÍAZ DEL CASTILLO DURANTE MUCHO TIEMPO ERRARON

ir al través, que se nos q u ebraron dos cables, e iba garrando379 á tierra el navio. ¡ Oh, en qué

A LOS HISTORIADORES. AHORA SABEMOS QUE SON DOS POBLACIONES LEJANAS ENTRE S Í,

trabajo nos vim o s! que si se quebrara el cable, íbam os á la costa p erd id o s, y quiso Dios que se

Y LA BA H ÍA DE LA MALA PELEA SE REFIERE A LA PRIM ERA. MARGEN DERECHA DEL RÍO

ayudaron con otras m arom as380viejas, y guindaletas.381 Pues ya reposado el tiem po, seguim os

CHAMPOTÓN, ANÓNIMO, CA. 1920. COL. CAVA.

nuestra costa adelante, llegándonos a tie rra cuanto podíam os para to rn ar á tom ar agua, que (com o he dicho) las pipas que traíam os vin ie ro n muy abiertas, y asim ism o no h abía regla en ello; como íbam os costeando creíam os que do qu iera que saltásem os en tierra, la tom aríam os de jagü eyes383 y pozos que cavaríam os. Pues yendo nuestra derrota383 adelante vim os desde los navios un pueblo, y antes de obra de una legua de él hacia una ensenada que p arecía que 279 Voz "garrar": "Dicho de un buque: Cejar o ir hada atrás arrastrando el ancla, por no haber esta hecho presa, o por haberse desprendido.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=IwYgXuA 280 Voz "maroma": "1. f. Cuerda gruesa de esparto, cáñamo u otras fibras vegetales o sintéticas.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=OSrdjLb 281 Voz "guindaleta". "1. f. Cuerda de cáñamo o de cuero, del grueso de un dedo.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http:// dle.rae.es/?id=Jq5Ls55 282 Voz "jagüeyes", "2. m. Arg. Cubar Méx., Perú, Ven. Balsa, pozo o zanja llena de agua, ya artifidalmente, ya por filtradones naturales del terreno.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http:// dle.rae.es/?iD=MIQDNWv 283 Voz "derrota": "3. f. Aer. y Mar. Rumbo o direcdón que llevan en su navegación las embarcaciones o las aeronaves.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http:// dle. rae.es/?iD=CJSTw2j| CJ UUztT 284 Díaz del Castillo, op c i t , cap. III. 285 Viento que es perpendicular a la costa. 286 Malas. 287 Herrera, op. c i t , d. II, l. II, cap. XVII. 288 Según Ralph Roys, la versión más aceptada actualmente, la provinda era Chacan Putún. 289 Mártir de Anglería, op. c it , l. II, cap. I. 290 Las Casas, op. cit., I. IV, cap. XCVIII.

abría rio, o arroyo, acordam os de su rgir junto a é l ...384

Estos diez días son copiados por H errera, quien establece: "Y habiendo navegado seis días, volvió un Norte, que es travesía383 en aquella costa, que en cuatro días los tuvo para perd erse. Sosegada la tormenta, procuraron de allegarse a la costa para tomar agua, porque las vasijas eran ruines386 e iban un casi abiertas y así les duraba el agua pocos d ía s... ” .387 La prim era duda que salta en las descripcion es an teriores es que la expedición h a­ bría navegado seis días con buen tiem po sin haber dado con Ghampotón. Esta es una aparente seria inexactitud en el texto de Díaz del Castillo, pues como decía poco antes, en dos días, cómo m áxim o y aun con vientos contrarios, se podría llegar de un lugar a otro. Aunada a esta falta de congruencia entre espacio y tiem po, Díaz del Castillo añade que tuvieron u n gran tem poral de cuatro días, ése sí muy posible por la dirección de los vientos señalados, que los llevó a la deriva y amenazó con hacer que su nave se estrellara en la costa, p or lo que la navegación según él duró diez días com pletos. E n la tabla I se encontrará el cálculo según Bernal Díaz del Castillo y las interpretaciones posibles si concediéram os estos diez días, lo que lleva de todos m odos aú n a diferencia con Wagner. N inguno de los dem ás cron istas m enciona este detalle de la torm enta a la que tien en los castellanos que hacer fren te; así, por ejem plo, M ártir de A n glería refiere que: " ... de allí cam in aron quince m illas, siem p re al O ccidente, y en traro n en una p ro vin cia llam ada A guani388. . . ” 389 y Las Casas habla de u n recorrido sin m ayores accidentes: " ... dejando a los indios de Campeche muy contentos y ellos saliendo b ien pagados [con el oro com erciado]; fu ero n de allí la costa abajo, 10 o 1? leguas, a otro puerto y pueblo muy grande llam ado C ham potón.. ,” .39°

Francisco Hernández de Córdoba,

67

La tercera fecha posible de la llegada a Champotón la establece Wagner, siem pre sobre la base de Díaz del Castillo, pero tom ando únicam ente nueve días como el tiem po de la navegación y el tem poral que m enciona el propio Díaz del Castillo, por lo que, según este historiador, la fecha sería la del 10 de abril de ese 1517.

¿CHAMPOTÓN O POTONCHÁN?

Las confusiones en torno a esta población se suceden al igual que pasó entre los nom bres de Campeche y su gobernante. De hecho, ni siquiera el nom bre de la provincia manejada en las fuentes coincide con otros datos históricos ya publicados. Fernández de Oviedo cita que de Cam peche: "...p a s a r o n hasta quince leguas adelante, y llegaron a otra p ro ­ vincia que los indios llam an A gu an il.. ,’Y 91 nom bre que es ratificado por Santa Cruz: " ... de aquella provincia [Campeche] fueron a otra llamada A g u an il... 'Y 9* En otras fuentes y libros podem os saber que la provincia era Champutún.:í93 Casi a con tin u ació n , v ien e el p roblem a del n om bre del puerto y de su dirigen te. D esde 15 19 , la carta "D e la ju stic ia y regim ien to de la rica villa de la V era Cruz a la rein a doña Ju an a y al em p erad or C arlos V, su h ijo ” , m en cion a ya que: " ...s e p a r ­ tie ro n de allá y se fue la costa abajo hasta diez leguas, donde tom ó a saltar en tierra jun to a otro pueblo que se llam a N ochopobón,94y el se ñ o r de él C ham potón” ;,9S a los dos añ os, Pedro M ártir de A n g le ria dice: " ...c u y a p o b lació n se ap ellid ab a M oscob o ,9 y el cacique Capotón,*97 con acento en la ú lt im a ...’Y 98 trece años d esp u és, en 15 3 5 , Fernández de Oviedo asien ta p rácticam en te los m ism os datos: " . . . y el p r in ­ cip al p ueblo de ella se dice M oscobo, y el rey o cacique de aquel se ñ o río se dice C h ia p o to n ...’Y 99 A p en as hasta 15 5 3 , con la obra de López de G om ara, com ienza a re o rie n tarse la inform ación en el sentido que ahora la conocemos, al afirm ar que: " .. .de Campeche fue Francisco Hernández de Córdoba a Champotón, pueblo muy grande, cuyo señor se lla­ maba M ochocoboc, hom bre guerrero y esforzado... ” ,3o° sentido que ya es seguido por las C asas, cuando dice que llegaron a un p ueb lo: " ... llam ado Cham potón, la últim a [sílaba] lu e n g a ...” y Cervantes de Salazar: " ...d e Cam peche fue a Cham potón, pueblo grueso, cuyo señ or se llam aba M ochocoboc, hom bre de g u erra.. .” .301 Quizá la historia m ás difundida sea la que escribió Landa, quien afirm ó: "...q u e desde Cam peche en tendieron que había cerca u n pueblo grande que era Cham potón,3o:í donde llegados hallaron que el señ or se llam aba M ochcouoh,3°3 hom bre belicoso que lanzó a su gente tras los esp a ñ o le s.. . ” .304 Bernal vuelve a la form a anterior.- "Llám ase este pueblo P o to n ch an ...” ;3°s para f i ­ nalm ente Torquem ada volver a copiar casi de modo literal a López de Gom ara y decir: " .. .de Campeche pasó a Champotón, pueblo grande, cuyo señor se llam aba Mochocoboc, hom bre guerrero y esforzad o.. .” .3°6 Es de notarse que todos los cronistas coinciden en palabras cercanas a Ghampoto, Ghiapoton, Champoton, etcétera; excepto por Bernal Díaz, quien cam bia el orden de las partes de la palabra para llegar a Potonchán. Después la obra de López de Cogolludo,307 publicada por prim era vez en 16 8 8 , volvió a tom ar ese dato de Bernal. Esta confusión llevó a m uchos historiadores serios a plantearse la m ism a pregunta e in clin arse por el dato de Díaz del Castillo, como es el caso de W agner.308 Estoy seguro de que estos cronistas e historiadores com etieron un erro r al confundir el prim ero, Cham potón, puerto de la península de Yucatán, con Potonchán, población que Díaz del Castillo tam bién visitó con la expedición de G rijalva y que Cogolludo copió sin contrastar la in form ación con otros cronistas. Potonchán era una de las ciudades principales de Acalán-Tixchel, cercana a la desem ­ bocadura del río G rijalva y donde después se fundó la villa de Santa M aría de la V ictoria, en el actual Tabasco. Según Scholes y R oys,3°9 esta población era una de las de m ayor im portancia de esta provincia y donde probablem ente se hablaba o entendía el chontal; estaban, en apariencia, bajo su control otras poblaciones como Gentla, Taxaual y algunos asentam ientos más sobre el m encionado río.

291 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. III. 292 Santa Cruz, op. c it., cap. VI. 293 Be navi des, op. c it., p. 67. 294 Machocobon en la traducá ón de Wagner, op. cit, p. 31. 295 Champoto, siguiendo a Wagner, quien señala que los nombres están al revés. Según ese autor, el nombre del pueblo fue probablemente Champotón, aunque Orozco y Berra menciona aludiendo a Bernal Díaz- que el nombre maya de la población era Potonchán. Cfr. Orozco y Berra, op. cit. 296 El que seguramente es una mala pronunciación del actual Moch Cohuó celebrado como cacique de este pequeño puerto. 297 Aquí se complica la información vertida desde la carta de 1519 pues se contrapone a todas las informaciones subsecuentes. Según Wagner, los nombres indígenas en las Décadas..., de Mártir de Angleria, están mal escritas: en su opinión y coincidente con Orozco y Berra, Capotón (en la traducá ón inglesa del latín, Chiapotón en la de Wagner) es el nombre de la población y no el del cacique. El problema de la traducá ón del maya (interpretado en español al latín, para luego ser pasado al español o el inglés, nos lleva a esas diferencias); op. c it., p.35 298 Mártir de Angleria, op. c it., 1.1, cap. único. 299 Fernández de Oviedo, op. cit., l. XVII, cap. III. 300 López de Gomara, op. c it., cap. LII. 301 Cervantes de Salazar, op. cit., l. II , cap. I. 302 Champoton, en la versión original de Landa, op. cit., 1864, t. II I, p. 18. 303 Mochcovoh o Mochcouoh, en la versión original de Landa, op. cit, 1864, t . II I, p. 18. 304 Landa, op. c it., cap. II I , p. 7. 305 Bernal Díaz del Castillo, op. c it , cap. III. 306 Torquemada, op. c i t , l. IV, cap. III. 307 Cf. López de Cogolludo, op. cit. 308 Wagner, op. c it., p. 1. 309 France V. Scholes y Ralph L. Roys, The Maya Chontal Indians o f AcalanTixchel. A Contribution to the Histoty and Ethnograpgy o f the Yucatan Peninsula, University of Oklahoma Press, Norma, 1968. p. 36.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

68

TABLA II LOS NOMBRES DE CHAMPOTÓN EN LAS FUENTES

----------------------------AÑO ^ 9

FUENTE De la ju sticia y regimiento de

CIUDAD

GOBERNANTE

N ochopobón

Cham potón

M achocobon

Champoto

Pedro M ártir de A n gle ría

M oscobo

Capotón

Gonzalo Fernández

M oscobo

Chiapoton

la rica villa de la Vera Cruz a la reina doña Ju a n a y al emperador Carlos V, su hijo. 10 de julio de 1519 (traducción de W agner al inglés) 15 2 1 ! 535

de Oviedo ! 553

Francisco López de Gom ara

Cham potón

M ochocoboc

15 6 0

Diego de Landa

Cham poton

M ochcovoh 0 M ochcouoh

15 6 1

B artolom é de las Gasas

Cham potón

No m encionado

1 5 6 0 - 15 6 6

Fran cisco Cervantes

Cham potón

M ochocoboc

Poto nchan d Primero

No m encionado

de Salazar 15 6 0 - 15 6 8

B ern al Díaz del Castillo

(bahía de la M ala Pelea) 1 5 9 2 - 16 13

Ju an de Torquem ada

Cham potón

M ochocoboc

¿QUIÉN FUE MOCH COUOH?

De la tabla II podem os destacar que el nom bre del líd er de la defensa maya, como ahora lo conocem os, no fue m encionado en la p rim era mitad del siglo xvi, sino que se confun­ día la població n con su gobern an te, e in cluso esta m en ción es confusa, con apelativos como Nochopobón, M achocobóno Moscobo. Entonces, ¿cuándo comenzó a conocerse al dirigente de Cham potón con el nom bre usado actualmente? Es obvio que el origen de tal nom bre se deba a la m en ción que hizo Landa, cronista por dem ás autorizado y co ­ nocedor del m undo maya, debido a su p erm anencia en Yucatán y su largo contacto con los mayas. S in em b argo , resu lta cu rio so que en bu en a parte del sig lo xix tam poco se u só su nom bre, desde Prescott a Orozco y Berra, sino hasta el libro de Molina Solís, quien dice: " .. .Llam ábase el puerto, Potonchán, y allí residía el cacique de la p rovin cia,310 hom bre aguerrido y belicoso, apellidado Moch Couoh, de la fam ilia de los Couohes, que reinaba en Potonchán, como los Xius en M aní, los Peches en Conkal, los Cocomes en Sotuta, los Cheles en Dzidzantún, los Kupules en Zací y los Cochuahes en Ichm ul... ” .3l1 Una de las prim eras versiones verificadas sobre ese nom bre la da Benavides, quien expresa que en Champotón, al momento del encuentro, en 15 17 y 15 18 : " . . .el rector era M och ("lisiado”) Couoh. Un siglo más tarde todavía se m encionaba a los Couoh como una de las fam ilias de caciques más im portantes de Yucatán.. .'V 1* 310 Según Ralph Roys, la versión más aceptada actualmente, la provincia se denominaba Chacan Putún. 311 Molina Solís, op. c i t , p. 35. 312 Benavides, op. c i t , pp. 68-69. 313 En Alfredo Barrera Vázquez (dir.), op. c i t , p. 525.

Pero detengámonos un poco más en ese nom bre. Según el Diccionario Maya Cordemex, en efecto, el nom bre Moch equivaldría a el m anco, tullido o lisiado de m ano, p ierna o dedos,3'3 que podría darnos alguna indicación sobre alguna característica física del go­ bernante de Champotón, como es el caso del gobernante de Cozumel que después se dirá, que había perdido los dedos del pie p o ru ñ a m ordida de tiburón y que recibió a Grijalva.

Francisco Hernández de Córdoba,

CHAMPOTÓN, UNA RECEPCIÓN QUE OSCILA ENTRE LO AMISTOSO Y LO HOSTIL

Desde la prim era descripción, la carta "D e la justicia y regim iento de la rica villa de la Vera Cruz a la reina doña Juana y al em perador Garlos V, su hijo. 10 de julio de i5 i9 ” establece que la llegada de los castellanos a la capital de esta nueva provincia no fue desde un inicio mala, sino que establecieron un lim ite a su avance y su perm anencia nocturna: " .. .y alli fueron bien recibidos de los naturales de la tierra, mas no los consintieron entrar en su pueblo y aquella noche durm ieron los españoles fuera de las naos en tierra; y viendo esto los naturales de aquella tierra, pelearon otro dia en la m añana con e llo s... ” .3'4 M ártir da una versión un poco más completa: " ...e s te régulo3'3 m iraba hostilm ente a los nuestros, y les preparó emboscadas con una estratagema. Guando le pidieron agua, indicaron que habia una fuente.3'6 al otro lado de un collado3'7próxim o, adonde se iba por sendas estrechas. Observando en su frente que cam biaba de color3'8y que llevaban arcos y flechas,3'9 echaron de ver el engaño y rehusaron los nuestros seguir más adelante. Fernández de Oviedo sostiene una historia sim ilar en la que Hernández cae en una emboscada: " .. .y pensaron que, como los indios que he dicho, no les hicieron mal, antes se alegraron de su venida, que asi lo hicieron estos otros; pero no estaban de ese parecer; antes no querían que los cristianos saltasen en tierra, y m ostrábanse feroces en m anera de resistencia con sus arcos y flechas, y ellos pintadas las caras y frentes de colores diversos; y pensaron una cautela3*0para matar a los cristian os.. ,” .3:í' Los siguientes cronistas, Santa Cruz y López de Gomara se pronuncian ya sin conce­ siones hacia una posible prim era recepción, y describen un mal recibim iento desde un inicio. A si, el prim ero dice que: " ...d e aquella provincia fueron a otra llam ada Aguanil3,:í do pagaron bien el escote3*3 del buen recibimiento pasado, porque los indios les resistieron muy b ien la en trad a... ” ,3:í4 m ientras que el segundo com enta la actitud del gobernante: " .. .el cual no dejó rescatar a los españoles, ni les dio presentes ni vitualla como los de Cam peche, n i agua, sino a trueco de s a n g r e . 3,3 Las tres descripciones capitales para entender esta parte de la historia son nuevamente las de Landa, Las Gasasy Diaz del Castillo. El prim ero concluye: "...F ran cisco Hernández viendo en lo que habia de parar; y que por no m ostrar poco ánim o, puso tam bién a su gente en orden e hizo soltar la artillería de los n avios... ” .3:í6 M ientras que el segudol aclara que el asentam iento estaba: .. .m uy adornado de casas de p ied ra con sus m árm oles de ella m ism a, b ien señ alad os, como p od ían ser en España. Saltó el capitán Fran cisco H ernández en tie rra con la m ás gente que llevaba, y entonces vin iero n a ellos m uchos indios con sus arm as y con ciertas hachas de m etal, con que debían estar en sus rozas y h aciendas trabajand o; preguntároles por señ as qué q u e­ rían ; resp o n d ieron los n uestros que buscaban agua. Los in d ios les señ alaro n que se fu esen h acia el pueblo, y que por el cam ino h allarían un río y se h artarían de agua. Fu eron como les d ijero n , y h allaron u n pozo muy b ien em pedrado en un gran llano, que llam am os, por vocablo de los ind ios en esta isla Española, gabana;337 du rm iero n allí aquella noche sin pasar adelante, porque viero n desde allí una gran labranza con una casa y m uchas gallinas de las de papada. Otro día de m añana, estando aún los esp añ oles en el dicho campo llano o gabana, vin ie ro n a ellos ciertos in d ios, entre los cuales vino uno que traía un collar de cuentas de oro, que deb ía ser el rey o señ o r p rin cip al. El capitán le dijo p or señ as, si se lo q u ería ven d er o trocar, o como acá usam os decir, rescatar, m ostrándole ciertas sartas de vid rios de colores, que poco y nada le agradaron, y así se fue con los o tro s .. .338

De lo anterior, podem os afirm ar lo siguiente: P rim ero: los españoles no fueron reconocidos en un p rim er mom ento como in va­ sores, ni como m enciona Bernal Diaz del Castillo, según verem os más adelante, se les llam ó castilán: castellanos. De hecho, al parecer, los mayas que se acercaron a los v ia ­ jero s ven ian sólo con sus instrum entos de labranza. Segundo: al saber que los viajeros querían agua, les señalaron el lugar de un pozo, con la idea que tom arían el liquido y se m archarían.

314 Cortés, op. c i t , pp. 6-7. 315 Rey de un territorio pequeño y atrasado. Cfr. voz "reyezuelo", Diccionario de la lengua española, r a e . Disponible en: http://dle.rae. es/?id=VkQexL8 316 Un lugar de aprovisionamiento de agua. 317 Voz "collado": "Tierra que se levanta como un cerro, menos elevada que un monte.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http:// dle.rae.es/?id=9o2nmfq 318 Que estaban pintados, un ritual vinculado con las deidades protectoras para celebrar el combate. 319 Wagner precisa que como los indígenas estaban armados y usando su pintura facial de guerra, hizo que los españoles cayeran en sospechas. La traducáón que él rita, la de Mac Nutt, dice literalmente: "...but the natives had painted their faces and were armed with bows and arrows..." Franris Augustus Mac Nutt, De Orbe Novo, citado en Wagner, op. c i t f p. 38. 320 Estrategia. 321 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. III. 322 Aquí el autor comete un error, pues Chakan Putum es el nombre que la mayoría de los historiadores ha asignado a la capital de esa región, ahora conocida como Champotón. Probablemente, la confusión es con UaymiL, la provincia situada justo en el lado opuesto de la península, al norte del actual Chetumal, ya que ambas regiones eran colindantes hacia el centro de la península. 323 Parte o cuota que corresponde a cada uno por el gasto hecho en común por varias personas. 324 Santa Cruz, op. c it., cap. VI. 325 López de Gomara, op. c it., cap. LII. 326 Landa, op. c it., cap. III , pp. 7-8. 327 Sabana, efectivamente una palabra de origen caribe para designar una llanura, en especial si es muy dilatada y no tiene vegetación arbórea. 328 Las Casas, op. c it , t. IV, cap. XCVIII.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

7o

SEGÚN ALGUNAS DESCRIPCIONES, LOS MAYAS DE CHAMPOTÓN ESTABAN TRABAJANDO SUS MILPAS A LA LLEGADA DE LOS EUROPEOS, LO CUAL ES MUY V IA B L E POR LA ÉPOCA DE LA TUM BA, ROZA Y QUEMA PARA PREPARAR LOS TERRENOS. GRABADO DE M EUNIER, BASADO EN UNA FOTOGRAFÍA DE CHARNAY, SIGLO X IX . COL. JE O L.

Tercero: los españoles, en lugar de hacer lo dicho, decidieron quedarse en tierra, junto al pozo (y de hecho, parece que tenían intenciones de seguir hacia la población), y pasaron finalm ente ahí la noche. Lo anterior podría parecer una ocupación a ojos de los mayas, quienes les habían preguntado y recibieron como respuesta que sólo querían reabastecerse de agua. Cuarto: el cacique M och Couoh, con su collar de oro que le identificaba, les salió a hacer frente y se negó a com erciar con ellos, por ejem plo, con la venta de su valioso orn a­ mento y recib ir a cambio las cuentas verdes de vidrio que le ofrecieron. A l final, se retiró de la sabana donde se encontraban. A l parecer, los expedicionarios sí lograron tom ar agua, ya que Bernal Díaz del Castillo m enciona que: "...L lá m ase este pueblo Potonchán, henchim os nuestras pipas de agua, m as no las pudim os llevar, ni m eter en los bateles, con la mucha gente de guerra que cargó sobre nosotros: y quedarse ha aquí, y adelante diré las guerras que nos d ie ro n ... ” Y 9 E n cam bio, H errera, casi excepcionalm ente se libera de las explicaciones de Díaz del Castillo y da una versión propia que concilia un poco las prim eras descripciones con la del com bate: " .. .Preguntaron que si iban de donde salía el sol33°, respon dieron que si y con esto se retiraron (porque era casi noche) a ciertas casas y los castellanos por la m ism a causa, acordaron de quedarse a l lí...” .331

LA GUERRA QUE SE NOS DIO 9 Díaz del Castillo, op. c it., cap. III. 0 Que si venían de donde salía el sol, otra vez la historia que los mayas sabían o esperaban la llegada de los viajeros del oriente, vinculados con el supuesto regreso de Kukulkán, como herramienta de sujeción y justificación ideológica. 1 Herrera, op. cit., d. II, l. II, cap. XVII.

El rechazo dado a los españoles, con tal organización pese a la disparidad de la tecnología em pleada, sorprendió a los invasores, tan acostum brados a las poblaciones caribeñas, con m enor grado de form ación en el arte y las estratagem as de la guerra. El p rim er obstáculo que los españoles tuvieron fue una em boscada, técnica en la cual los mayas parecen muy experim entados, por la form a en que se peleó contra los in va­ sores en tiem pos de la Conquista. Fernández de Oviedo la narra así:

Francisco Hernández de Córdoba,

71

...d ijé ro n le s que en trasen p o r agua (que se la p ed ían los n u estro s); pero que estaba lejos, d esviada de la costa dentro en tierra ; y en señ áb an les el cam ino de ciertas sen das estrechas y sospech osas; y como vieron que los cristianos rehusaron ir adelante p or el agua, y sintieron que eran en ten d id os, com enzóronlos a flech ar, y los esp añ oles se d efe n d iero n anim osam ente y m ataron e h iriero n algunos de los contrarios; pero com o los enem igos eran m uchos, fuéles forzado tornarse a em barcar y m ás que de paso, porque les m ataron veinte cristianos e hirieron m ás de otros trein ta; y así m ism o fue h erid o el capitán F ran cisco H ernández, y si adelante p asaran , n in gún cristian o quedara con la v id a .. .333

El combate fue muy dispar, con la tecnología y las arm as españolas, con grandes p é r­ didas para los mayas, los cuales, sin em bargo, al parecer, no retrocedieron pese al daño que la pólvora y el acero causaban. Gomo señala López de Gomara: .. .Francisco H ernández, p or no m ostrar cobardía y p or saber qué arm as y ánim o y destreza ten ían aquellos indios bravosos, sacó sus com pañeros lo m ejor que pudo, y m arin eros que to ­ m asen agua, y ordenó su escuadrón para p elear si no la consintiesen coger. M ochocoboc, por desviarlos de la m ar, que no tuviesen tan cerca la guarida, hizo señas que fuesen detrás de un collado,333 donde la fuente estaba. T em iéron lo s nuestros de ir allá p or ve r los indios pintados, cargados de flechas y con sem blante de com batir, y m andaron soltar la artillería de los navios p or los espantar. Los in d ios se m aravillaron del fuego y humo se aturdieron algo del tronido, m ás no huyeron; antes arrem etiero n con gentil denuedo y concierto, echando en siendo con ellos dispararon las ballestas, arrancaron las espadas y a estocadas m ataron m uchos, y como no h allaron h ierro , sino carne, daban la cuchilladaza que los hen dían p or m edio, cuanto m ás cortarles piernas y brazos. Los ind ios, aunque nunca tan fieras h eridas habían visto, duraron en la pelea con la p resen cia y ánim o de su capitán y señ or, hasta que ven ciero n en la batalla.334

En este m ism o tenor se sostiene Las Gasas, quien insiste prácticam ente en los m ism os puntos: el tem or in spirad o por la desconocida pólvora, el daño que causaba el m etal sobre las p ieles apenas preparadas para ese tipo de com bate y la enjundia y resistencia de la población de Champotón: .. .y oído tirar lom bardas de fuego, que les parecía echar truenos del cielo, y turbar los elem en ­ tos, no veían la hora que de sí y de sus tierras, como peligrosa vecindad, aparatados), con una trom peta sonando, y dando gran grita, con sus arcos y flechas y tablachinas335 de las de m edias lunas, de oro, y con m uchos cascabeles, vin ieron con ím petu y ferocidad a echarlos. Los esp a­ ñoles que no saben su frir en tales tiem pos grita de indios, por mucho que las voces alcen, como los conocían desnudos y al cabo llevar lo peor por la m ayor parte, y en especial que el capitán Francisco H ernández, como arriba dijim os, muy suelto y de buen ánim o, sálenles al encuentro, y asiéronse todos; los unos y los otros, y con grande ánim o pelearon cuatro horas, cayendo de los indios en tierra, m uertos, m uchos, cuantos p od ían d esajarretar336 y d esb arrigar con las espadas y alancear con las lanzas, y a saetadas con algunas ballestas que llevaban. Los indios no p or eso desm ayaban, sino con sus arcos y flechas clavan los españoles, y luego dieron un fle ­ chazo au n ó , que iba sin rodela, p or la barriga, del cual luego allí m urió; adelantóse otro español algo de los otros, p o r señ alarse, al cual tam bién m ataron y h iriero n a todos los d e m á s...337

En este sentido, el testim onio de Landa es coincidente: " .. .hizo soltar la artillería de los navios; y que aunque a los indios les fuera nuevo el sonido, humo y fuego de los tiros, no dejaron de acom eter con gran alarido ; y los españoles resistieron dando muy fieras heridas y matando a muchos. Pero que el señ or anim ó tanto [a los indios] que hicieron retirar a los esp añ o les.. ,” .338 El m ayor detalle lo proporciona Bernal Díaz del Castillo, superviviente de esa expe­ d ición, quien relata que: ...Y estando en las estan cias y m aizales, p o r m í ya dich as, tom ando n u estra agua, vin ie ro n p o r la costa m uchos escu ad ron es de In d ios del pueblo de Potonchán (que así se dice) con

332 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. III. 333 Tierra que se levanta como un cerro, menos elevada que un monte. 334 López de Gomara, op. c it., cap. LII. 335 Tipos de zarcillos, pendientes. 336 Cortar las piernas por el jarrete, la parte alta y carnuda de la pantorrilla, hada la corva, reverso de la rodilla. 337 Las Casas, op. cit., t. IV, cap. XCVII. 338 Landa, op. c it., cap. II I, p. 8.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

7*

sus arm as de algodón, que les daba a la ro d illa, y con arcos y flech as, y lanzas, y rod elas, y espadas hechas a m an era de m ontantes339 de a dos m anos, y h on d as, y p ied ras, y con sus p e ­ nachos de los que ellos su elen usar, y las caras pintadas de blanco y p rieto, en alm agrad o s,340 y ven ían callando, y se vien e n derech os a n o sotros, com o que nos ven ían a ve r de paz, y p or señ as nos d ijero n , que si ven íam os de donde sale el sol, y las p alabras form ales según nos h u b iero n dicho los de Lázaro.341 castilan, castilan : y resp o n d im os por señ as, que de donde sale el sol ven íam os. Y, entonces p aram os en las m ien tes343 y en p en sa r que pod ía ser aquella plática; porque los de San Lázaro nos d ijero n lo m ism o ,343 m as nunca en ten d im os al fin que lo decían. S e ría cuando esto pasó, y los In d io s se ju n taban, a la h ora de las A ve M a ría s,344 y fu éron se á unas ca se rías;345 y nosotros p u sim o s velas346 y escuchas, y buen recaudo, porque no nos pareció b ien aqu ella ju n ta de aquella m an era. Pues estando velando todos ju ntos, oím os v e n ir con el gran ruido y estruendo que tra ía n p o r el cam ino, m uchos In d ios de otras sus estancias, y del pueblo, y todos de guerra. Y desde que aquello sen tim os, b ien entendido ten íam os, que no se ju n taban p ara h acern o s n in gún b ien ; y entram os en acuerdo con el c a ­ p itán , que es lo que h aríam os: y unos soldados daban p o r con sejo , que nos fu ésem o s luego a em barcar; y com o en tales casos suele acaecer, unos d icen uno, y otros d icen otro, hubo p arecer, que si nos fu éram os a em barcar, que como eran m uchos In d io s, d arían en n o so ­ tro s, y h ab ría m ucho riesgo de n u estras vidas: y otros éram os de acuerdo, que d iésem o s347 en ello s esa noche; que com o dice el re frá n , q u ien acom ete, vence: y p o r otra parte veíam os, que para cada uno de nosotros h abía trescien to s In d ios. Y estando en estos con cierto s, am a ­ n eció, y d ijim o s unos soldados á otros, que tu viésem os confianza en D ios y corazones muy fu ertes p ara p elear; y d espués de nos en com en d ar á D ios, cada uno h iciese lo que p udiese p ara salvar las vidas. Ya que era de d ía claro, vim os v e n ir p o r la costa m uchos m as escu ad ro ­ nes gu errero s; con sus ban d eras ten d id as, y p en ach os, y tam b o res, y con arcos, y flech as, y lanzas, y ro d elas, y se ju n taro n con los p rim ero s que h ab ían venid o la noche antes; y lu e ­ go h echos sus escu ad ro n es, nos cercan p or todas p artes, y nos dan tal rociad a de flech as, y varas, y p ied ras, con sus h on d as, que h irie ro n sobre ochenta de n u estros soldados, y se ju n taro n con nosotros pie con p ie, unos con lanzas y otros flech an d o , y otros con espadas de navajas, de arte, que nos traían a m al andar, puesto que les dábam os buen a p rie sa 348 de estocadas y cuchilladas, y las escopetas, y ballestas que no p arab an , unas arm ando y otras 339 Voz "montantes": "3. m. Espadón de grandes gavilanes, que es preciso esgrimir con ambas manos, que solo ha sido empleado después por los maestros de armas para separar las batallas demasiado empeñadas.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=Pj2jSJ5 340 Pintados de rojo almagre. Podía ser con arallas con contenido de óxido de hierro o con achiote -bija- o bixa, en español antiguo. 341 Los de Campeche. 342 "Parar en mientes" es una expresión equivalente a poner atención, fijarse en algo. 343 Es evidente que se corrió la noticia de los recién llegados y sus propósitos, por ello sabían ya que eran castellanos, castilan, como les llamaban. 344 A las seis de la tarde o, en otras ocasiones, al anochecer. 345 Casas de labor. 346 Guardias. 347 Combatiésemos. 348 Rebato, escaramuza o pelea muy encendida y confusa. 349 Luego que, así que. 350 Clamaban o gritaban. 351 AL halach winik, al jefe o capitán. Según el Diccionario Maya Cordemex: "al hombre de hecho (de mando)", op. c i t , p. 175. 352 Díaz del Castillo, op. c it., cap. IV. 353 Generalmente los sayos eran prendas de vestir holgadas y sin botones, hasta la rodilla; los sayetes seguramente es para indicar que eran más cortos, probablemente hasta las ingles. 354 Pacheco, De Aguilar, Tamayo Pacheco, op. c it., en Mercedes de la Garza (coord.), 1.1, p. 67.

tiran d o: y ya que se apartaban algo de n o sotros, desde que349 sen tían las gran des estocadas y cuchilladas que les dábam os, no era lejo s, y esto fue p o r m ejor fle c h ar y tira r al terren o a su salvo: y cuando estábam os en esta batalla, y los In d io s se ap ellid ab an ,350 decían en su le n ­ gua: al calachoni, al calachoni,351 que q u iere d ecir, que m atasen al capitán, y le d iero n doce flechazos, y á m í me d iero n tres; y uno de los que me d iero n , b ie n p eligroso , en el costado izquierdo que me pasó á lo hueco; y á otros de nuestros soldados d iero n gran des lanzadas, y á dos llevaron vivos, que se decía el uno A lo n so Bote, y el otro era un portugués v ie jo .353

LOS ROSTROS DE LA GUERRA

Si bien los mayas tenían varias arm as, a la luz de la tecnología española eran poco e fi­ cientes. Una de las descripciones m ás com pletas de cómo se hacía la guerra la da el Ca­ bildo de la ciudad de M érida en la segunda mitad del siglo de la Conquista: .. .las arm as con que los in d io s p eleab an en la gu erra eran arcos de palo y fle ch as de cañas delgadas con puntas de p ed ern al; otros p ele a b an con ro d elas y lanzas del tam año de dardos arro jad izo s que te n ían las puntas tostadas y de p ed ern al; otros tira b a n p ied ras con h ondas. L levab an p ara d efe n sa del cuerpo una tira de lienzo de algodón angosta y m uy larga con que d aban m uchas vueltas al cuerpo y le apretaban m uy recio ; otros llevab an u nos sayetes353 sin m angas acolch ados con algodón. Y p o r m o strar fero cid a d y p arece r m ás fie ro s y valien tes se e m b ijab an de negro y con alm agre los ojos y n arices y todo el ro stro , cuerpo y brazos. Las o rejas h orad ad as y en ellas m etidos un os cañutos con unas fald etas h ech as de un m etal com o de h oja de lata que te n ía b rillo de oro, y u saban tra e r cabello s largo s com o m u jeres, y p ara p ele a r unos los soltab an y otros los ataban en d iferen tes m an eras, cada uno com o le p arecía m ás b ra v o s id a d .. ,”354

Francisco Hernández de Córdoba,

LA DOLOROSA RETIRADA

"ESCENA DE GUERRA EN LA LADERA", EN AMERICAE PARS QUINTA N O BILIS & ADMIRATIONE PLENA H IERO N YM IBEZO N I M EDIOLAN EN SIS SECUNDAS SETIO N IS

D esde la p rim era carta "D e la ju sticia y regim iento de la rica villa de la Vera Cruz a la

HISPAN O RU M ..., THEODOR DE BRY, 1595.

reina doña Juana y al em perador Garlos V, su hijo. 10 de julio de 15 19 ” queda clara la do-

COL. '¡'34724 JOHN CARTER BROWN LIBRARY,

GRABADO COLOREADO A MANO, 15.1 X 1 8 .8 CM. BROWN UNIVERSITY.

lorosa d errota que los esp añ oles su frie ro n en Cham potón: " ... en tal m anera que m u ­ rie ro n vein te y seis esp añ oles y fu ero n h erid o s todos los otros. F in alm en te, viendo el capitán F ran cisco Fernández de Córdoba vien do esto, escapó con los que le q u e­ daron a acogerse a las n a o s ...” .333 Pocos años desp ués, M ártir de A n g leria relata la dificultosa huida hacia las em barcacio n es, encalladas p or la bajam ar: " ...lo s b á rb a­ ros atacaron a los n uestros, d isem in ados y d esp reven id os, y en la huida m ás de m il los destrozaron, atascándose los n uestros en la playa cenagosa (pues lo es allí el m a r); m ataron a flechazos a vein tid ós, y a la m ayor parte de los otros los h ir ie r o n ...” .336 El tem a de la derrota se volvió, entonces, incluso u n argumento político en contra de Diego Velázquez, ya que la expedición acabó en mala situación. De hecho, la Probanza sobre las causas..., de 15 3 3 , establece como prem isa, en su pregunta IV, si: "...sa b e n , etcétera, que los naturales de aquella tierra desbarataron al dicho Francisco Hernández e a la gente que llevaba, e se volvieron a la dicha isla F ern a n d in a ...” . Las respuestas p ro ­ porcionan otros datos interesantes: ...A I respecto , el p rim ero en re sp o n d er G inés M artín, dijo "que es verd ad que en el dicho que el dicho Fran cisco H ernández e este testigo e los otros que con él vin ie ro n e saltaron en la dicha tierra , p elearon con los in d ios natu rales de ella, e los dichos in d ios los d esbarataron e se vo lviero n a la d ich a isla de Cuba, do h abía ve nido, porque este testigo, como dicho ha, se halló en la dicha arm ada e saltó en la dicha tierra , y el dicho Fran cisco H ernández, y se halló en el dicho desbarato; e que es verd ad que a la sazón , cuando p artie ro n de Cuba e cuando vo lviero n en la dicha arm ada, era ten ien te de go b ern ad or en ella el dicho Diego V elásquez, y es verd ad que este testigo a la sazón oyó d ecir al dicho Diego Velásquez que d ecía que p o r él

5 Cortés, op. c i t , p. 7. 6 Mártir de Angleria, op. c it., L. II, cap. Unico.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

74

LA BATALLA DE CHAMPOTON SE RESOLVIO POR

e en su n om bre h abía ido el dicho Fran cisco H ernández a d escu brir, e que h abía descubierto

EL VALOR DE LOS COMBATIENTES MAYAS QUE NO SE AMEDRENTARON POR EL USO DE LA PÓLVORA

la dicha tie rra de Yucatán, e así lo d ecía fran cam en te el dicho D iego Velásquez, porque es

Y EL ACERO DE LAS ARMAS. "M OLI HISPANOS ADGREDIUNTUR, PRAEFECTUM EORUM CEDUNT:

verdad que a este testigo e a los otros que h abían venido en la dicha arm ada les pesaba porque

TANDEM TAMEN FUGANTUR. SED Á RECENTIBUS IN D IS O PPRESSI, DENUO VINCUNTUR, ACCEPTO

decía lo susodicho el dicho Diego Velásquez, porque ellos lo habían descubierto e sabían que el

TAMEN SU BSID IO , QUI EX PRAELIO INCOLUMES EVASERANT, DISCEDUNT", THEODOR DE BRY,

dich o D iego V elásqu ez no h a b ía fech o la d ich a arm ad a, sin o lo s c o n te n id o s en la te rc e ra

FRÁNCFORT, 1 59 5. GRABADO COLOREADO A MANO, 1 5 .5 X 18.9 CM. COL. ©34724 JOHN

pregunta antes de esta, porque al dicho Fran cisco H ernández no se le oyó d ecir a la sazón,

CARTER BROWN LIB R A R Y, BROWN UNIVERSITY.

porque no estaba allí donde el dicho Diego Velásquez lo decía, porque oyó d ecir a A ntonio de A la m in o s, que vino p o r piloto de la dicha arm ada, que el dicho Fran cisco H ernández d ecía e ten ía voluntad de en viar a E sp añ a a h acer relació n a su A lteza cómo él h abía descubierto la dicha tie rra de Yucatán, y p o r ello le diese m erced es y que lo d ejaba de h acer p o r no ten er p ara ello d in ero s; y que oyó d ecir a m uchas perso n as en la isla de Cuba de cuyos nom bres no se acuerda que el dicho D iego Velásquez h ab ía dado u n pueblo de in d io s al dicho Fran cisco H ernández porque d ijese y otorgase que él le h abía enviado a d escu b rir la dicha tie rra de Yucatán e que era suya la arm ada y p o r cosa cierta era y es ten ido en la dicha isla de Cuba h ab er pasado así e lo contenido en la dicha p re g u n ta .. ,357

Pedro Prieto, el segundo testigo en com parecer, añade un dato sobre el núm ero de víctim as españolas de la resistencia en Champotón: " ...e m urieron allí veinte e cinco españoles; y así desbaratados se volvió el dicho Francisco Hernández a la dicha isla de C u ba.. ,” ,3s8 afirm aciones que son ratificadas por Benito de Béjar. El núm ero de muertos españoles, entonces, oscila entre los ?6 citados en 15 19 ; m ien ­ 1Tapia, op. c it., pp. 190-191. 3Tapia, op. c it., p. 195. ' Mártir de Anglería, op. c i t , l. II, cap. Unico. 5Tapia, op. c i t , p. 200.

tras que M ártir de Anglería m enciona a ? ? 3s9 y la Probanza sobre las causas..., eleva el dato otra vez a 35 .360 Este núm ero dism inuye con López de Gomara: " .. .y al em barcar mataron a flechazos veinte españoles e h irieron más de cincuenta, y prendieron dos, que después

Francisco Hernández de Córdoba,

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sacrificaro n ...” ,361 aunque coincide con M ártir si consideram os los muertos en el m o­ mento y los capturados - c a s i por seguro, como el cronista m enciona, sacrificados poste­ riorm en te-. Dato que es confirm ado por Las Gasas: ...viénd ose los españoles todos, o los m ás, h erid os y m al, com enzáronse a retraer h acia las barcas, lo cual fu era m ejor hacer al p rin cip io , cuando vieron los indios determ inados a e ch ar­ los de sus tierras, pues ya les habían consentido tom ar o b eber agua, por la que preguntaban, y no era sino to m ar achaque363 para en trar en tie rra y señ o río ajen o, y los in d io s no les hacían in ju ria alguna en no con sen tir que m ás en su tierra tardasen, pero porque no ib an a hacer b ien alguno, sino a lo que arrib a queda b ien probado, (y estas fueron siem pre sus obras, entrar y estar y tom ar las hacien das, y las p erso n as, y la libertad de ellas, y los señ oríos que nunca les p erten ecieron , a p esar de sus du eños), h acián seles de m al d ejar el cebo de oro que veían, y q u isieron de ello cargar, y por eso se aventuraron, confiando en los estragos que en estas islas habían perpetrado; así que retrayéndose los esp añoles, todos o los m ás h erid os, hacia las barcas; y los ind ios con gran ím petu y vigor tras ellos, h irién d o les cada paso, como en la playa h u biese mucho cieno y las barcas, estu viesen poco m enos que atoradas, y los h erid os fu ese n m uy lastim ados, d etuviéronse algo en em barcar, porque los m arin eros no se daban a m anos a m eterlos a cuestas en las b arcas; finalm ente m ataron allí 20 de los esp añoles, y el capitán con los que escaparon quedaron m ás m uertos que vivos, y ninguno quedara con vida si un poco m ás se ta rd a ra n .. ,363

Otro buen cronista que apunta datos en este sentido es el propio Diego de Landa, obispo de Yucatán y quien sostuviera largas conversaciones tanto con los mayas como con los conquistadores de esta región: " .. .y que mataron a veinte, h irieron a cincuenta y p rendieron dos vivos que después sacrificaro n .. ,” 364 E l dato m ás dram ático y detallado lo proporcion a Bern al Diaz, no solo p or su clara d escrip ción del m iedo del m om ento, sino por los sucesivos pasos que se fu ero n dando en la muy m al lograda evacuación del puerto, con su bajam ar tan pronunciada y playa enlodada. De hecho, el núm ero de m uertos se duplica363y los sufrim ien tos son m ás detallados, aunque él no deja m em oria del daño y la cantidad de m uertos que debieron causar entre los mayas con el acero y la pólvora: ... Pues viendo nuestro capitán que no bastaba nuestro buen pelear, y que nos cercaban m uchos escuadrones, y venían m ás de refresco del pueblo, y les traían de com er y beber, y muchas fle ­ chas, y nosotros todos h eridos, y otros soldados atravesados los gaznates, y nos habían muerto ya sobre cincuenta soldados: y viendo que no teníam os fuerzas, acordam os con corazones muy fuertes rom per p or m edio de sus batallones, y acogernos a los bateles que teníam os en la costa, que fue buen socorro; y hechos todos nosotros un escuadrón rom pim os por ellos. Pues oír la grita, y silvos, y vocería, y priesa366 que nos daban de flecha, y a m antiniente367 con sus lanzas, h iriendo siem pre en nosotros. Pues otro daño tuvim os, que como nos acogimos de golpe a los bateles, y eram os m uchos, íbanse a fondo, y como m ejor pudim os, asidos a los bordes, m edio nadando entre dos aguas llegam os al navio de m enos porte que estaba cerca, que ya venía a gran p risa a nos socorrer; y al em barcarse h irieron m uchos de nuestros soldados, en especial a los que iban asidos en las popas de los b ateles, y les tiraban al terrero ,368 y entraron en la m ar con las lanchas, y daban a m antiniente a nuestros soldados: y con mucho trabajo quiso Dios que esca­ pam os con las vidas de poder de aquella gente. Pues ya em barcados en los navios, hallam os que faltaban cincuenta y siete com pañeros con los dos que llevaron vivos, y con cinco que echam os en la m ar, que m urieron de las h eridas, y de la gran sed que pasaron. Estuvim os peleando en aquellas batallas poco m as de m edia hora. Llám ase este pueblo Potonchan, y en las cartas del m arear le pusieron por nom bre los pilotos y m arineros, Bahía de M ala Pelea. Y desque369 nos vim os salvos de aquellas refriegas, dim os m uchas gracias a Dios: y cuando se curaban las h e r i­ das los soldados, se quejaban mucho del dolor de ellas, que como estaban resfriadas con el agua salada, y estaban muy hinchadas y dañadas, algunos de nuestros soldados m aldecían al piloto A ntón de A lam inos, y a su descubrim iento y viaje, porque siem pre porfiaba que no era tierra firm e, sino isla: donde los dejaré ahora, y diré lo que m as nos acaeció .. ,37°

361 López de Gomara, op. c it., cap. LII. 362 Pretexto o escusa. 363 Las Casas, op. cit., t. IV, cap. XCVIII. 364 Landa, op. c it., cap. III , p. 8. 365 Otro error más de Bernal Díaz del Castillo, el número de muertos no fue tan elevado. Baste recordar lo dicho en la carta "De la justicia y regimiento de la rica villa de la Vera Cruz a la reina doña Juana y al emperador Carlos V, su hijo. 10 de julio de 1519", apenas dos años después de sucedida la derrota: "... viendo pues el dicho capitán cómo le habían muerto más de la cuarta parte de su gente y que todos los que le quedaban estaban heridos...", Cortés, op. cit., p. 7, de lo que volvemos a las cifras antes mencionadas por casi todos, en un número que oscilaba entre 22 y 26 fallecidos a consecuencia de la batalla. 366 Batalla, combate. 367 Voz "manteniente": "1. loe adv. desús. Con toda la fuerza y firmeza de la mano.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=0H6ARoJ 368 AL blanco, objeto que se ponía para tirar. 369 Luego que, así que. 370 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. III.

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Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

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de la tierra de Yucatán, y llegaron a ella el día de la A scen sió n del Señ or, que aquel año cayó a trece días del m es de m a y o . 676 Cervantes de Salazar coincide con ese tema: ...p a sa n d o ad elante, vio que la tie rra se acababa y cóm o los in d io s le h ab ían dicho verd ad de que era isla , p o r lo cual d eterm in ó de atrav e ­ sar a la otra tie rra que se p arecía y le h ab ían dicho que era Y ucatán, y llegado a ella, la fue costeando, y vio com o cerca de la m ar p arecían algunos p u eblo s to rread o s y que sus e d ificio s eran de p ie d ra y cal, lo cual no m en os les p arecía que la isla de Gozum el. Y endo tod avía c o s ­ tean d o, aconteció que, h abien d o un d ía navegado al oeste y no roeste, otro d ía cuando am an eció, se h a lla ro n todos los navios adonde h ab ía estado el d ía antes p o r la m añ ana, y fue la causa que las aguas c o r rie n ­ tes que p o r aquella p arte h abía, ve n ía n de h acia el puerto de H onduras y Caballos, las cuales co rría n h acia aqu ella p arte con gran velocid ad , p o r lo cual, to rn an d o a navegar, lleg aro n a un a b ah ía que la m ar h acía, a m an era de laguna en la tie rra , y ten ien d o el piloto sosp ech a que era algún estrecho que apartaba y d ivid ía la u n a tie rra de la otra, p orfió a entrar cuanto pudo con los navios hasta que d iero n en poca hondura, de m an era que no p u d iero n p asar ad elante, p o r lo cual, el capitán m andó sacar algunos bateles y que en ello s fu ese alguna gente a d esc u b rir lo MUCHAS DE LAS REPRESENTACIONES EN PIEDRA

que de ahí en adelante h abía. Fu ero n , y desp ués de h ab er andado m ucho, no d escu b rie ro n

Y CERÁMICA QUE LOS V IA JERO S VIERON, DEL SIGLO XV I A L X IX , ESTUVIERON INTERPRETADAS

cosa notable, y de can sad o s, se v o lv ie ro n .. ,677

Y SU JETA S A LA PRO PIA ESTÉTICA. GRABADO EN VOYAGE PITTORESQUE E T ARCHÉOLOGIQUE DANS LA PROVINCE D7UCATAN (A M ÉRIQ U E CENTRALE) , PENDANT L E S ANN ÉES 1834 E T 1 83 6, DE JEAN FRÉDÉRIC WALDECK, PARÍS, 1 8 3 8 . COL. JE O L.

A l retorno, vuelven a Gozumel, según Juan Díaz, donde perm anecen un par de días. Este calendario no coincide con el propuesto por Fernández de Oviedo (ver tabla 4): .. .D o m in ica siguiente. Este día tom am os por esta costa hasta recon o cer otra vez a la isla de Santa Cruz, en la cual volvim os a d esem b arcar en el m ism o lugar o pueblo en que antes h a ­ bíam os estado; porque nos faltaba agua. D esem barcados que fuim os no encontram os gente ninguna, y tom am os agua de un pozo, porque no la hallam os de río; aquí nos proveim os de m an agi, que so n fru to s de árb o les de la gran deza y sab o r de m elo n es, y asim ism o de ages, que so n ra íce s com o zan ah o rias al com er; y de u n gías, que son a n im a les que en Ita lia se llam an schiraú. Perm an ecim os allí hasta el m artes, e h icim os vela y to rn arn os a la isla de Y u ­ catán por la banda del N o rte .. . 678

UNA INDIA DE JAMAICA

A lgun os cron istas com o Fernández de Oviedo y Cervantes de Salazar relatan el e p i­ sodio de la jam aiq u in a que había naufragado con una em barcación en esa parte de la costa del Caribe. A diferencia de aquellos que mencionaban que la m ujer estaba en Cozumel, como Díaz del Castillo, Fernández de Oviedo cita el 11 de mayo como aquella del rescate de la náufraga: .. .yendo así a la vela este día, quedóse atrás una carabela, y am inó las velas cerca de tierra , y pensó el capitán Joh an de G rijalva que estaba encallada, y entró luego en la barca de su nao capitana con los que le p areció, y fue a sab er qué necesidad ten ía ese navio. Y como llegó, d ijé ro n le lo s del navio que h abían visto un cristiano desde aquella carabela, que h abía venido p o r la costa m ás de dos leguas tras ellos, llam ánd olos, y que p o r eso habían surgido p o r r e ­ cogerle. El capitán, oído esto, fue la vuelta de tierra y llegado a la costa, vio cuatro cristianos 676 Las Casas, op. c i t , t. IV, cap. CIX. 677 Cervantes de Salazar, op. c it., I. II, cap. IV. 678 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia ..., op. cit. 679 Fondeada.

desnudos dentro del agua, y con una india en una canoa; y el capitán se alegró mucho pensando que e ran c ristia n o s que estab an p erd id o s en aqu ella isla ; y cuando a ello s lleg ó , h alló que e ra n todos de aquel navio que estaba su rto,679 y decían que por m andado del capitán A lonso D ávila h abían salido en socorro del cristiano que decían haber visto; los cuales h abían salido a nado, y la india, que con ellos estaba, era el crisitian o , que habían pensado que lo era, y

Francisco Hernández de Córdoba,

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que los ven ía llam ando p or la costa. Y el capitán recogió estos cristianos y los puso en aquella c arab ela, de dónde h a b ía n salid o a nado; y él se vo lvió a su nao capitan a, llevan d o consigo a la in d ia; la cual dijo que era natural de la isla de Jam aica, y que h abía ido a aquella isla con otros in d ios, y que algunos dellos los h abían m uerto los in d ios de aquella tierra, y los que d ellos habían quedado, se habían ido huyendo no sabía dónde; y que a ella la h abían tom ado para servir della, y que como h abía conocido a los cristian os, se había venido en pos de las carabelas, porque la gente de aquella isla la trataban m al y no quería estar con e llo s ...68°

Cervantes toma en buena m edida las palabras de Oviedo: .. .viendo el capitán que en la isla de Cozumel no h abía resisten cia y que p od ría vo lver a ella cuando q uisiese y le p areciese, proveyéndose de algunas cosas, se tornó a em barcar para c o s­ tear la isla y d escu b rir m ás tierra , e yendo así, viero n desde lejos una p erso n a que desde la costa les hacía señas con un paño. A cercán d o se, viero n ser una ind ia, la cual ven ía dando voces y haciendo señ as tras los navios para que la recib iesen . El capitán m andó echar un batel y que en él fu ese B ern ard in o Vázquez de Tapia, el cual la tom ó y m etió en el batel, y traíd a al capitán, dijo que ella y otros in d ios, con una brava torm enta, h ab ían dado en aquella costa y que su tierra estaba de allí m ás de trescien tas y cincuenta le g u a s.. .6Sl.683

Por su parte, Bernal Díaz del Castillo precisa que la m ujer de Jam aica se encontraba en Cozumel y no en la costa, cam ino a la bahía de la A scención, como m encionan los an teriores cronistas: .. .y estándoles aguardando [en el pueblo de C ozum el], vino una in d ia moza de buen parecer, y com enzó a h ab lar la lengua de la isla de Jam aica, y d ijo, que todos los in d ios e in d ias de aquella Isla y pueblo se habían ido a los m ontes de m iedo, y como m uchos de nuestros so ld a­ dos o yo entendim os m uy b ie n aquella lengua, que es la de Cuba, nos adm iram os, y la p regu n ­ tam os que cómo estaba allí, y dijo que h acía dos años que dió al través con una canoa grande en que iban a pescar diez ind ios de Jam aica a unas isletas, y que las corrien tes les echaron en aquella tierra , y m ataron a su m arido, y a todos los m as in d ios jam aicanos, sus com pañeros, y los sacrificaron a los ídolos: y desde que la entendió el capitán, como vió que aquella In dia sería buena m ensajera, envióla a llam ar los ind ios y caciques de aquel pueblo, y dióla de plazo dos d ías p ara que v o lv ie se : p o rq u e los in d io s, M elch o rejo y Ju lia n illo que llev a m o s de la p un ta de Cotoche tuvim os tem or, que apartados de nosotros se h u irían a su tie rra y por esta causa no los enviam os a llam ar con ellos; y la in d ia volvió [al] otro día, y dijo que nin gún indio n i in d ia q u ería ven ir, por m as palabras que les d e c ía ... [ ...] y la in d ia de Jam aica se fue con n osotros, y seguim os nuestro v i a je ...” .683

Torquemada retoma la narración de Díaz del Castillo y aporta algunos datos adicionales: ...Saltó Ju an de G rijalva en tierra , pero no lo aguardaron los in d io s que se fu ero n huyendo al m onte. [A JPareció una in d ia de Jam aica, que les habló en su lengua, la cual con una te m ­ pestad de m ar h abía aportado allí con nueve com pañ eros que sa liero n a p escar y cayeron en m anos de aquellos bárbaros y los m ataron a todos, d eján d ola a ella, y G rijalva la envió a que llam ase los m orad ores de la isla. No q u isie ro n v e n ir y fu éron se los nuestros adelante, lleván do se la in d ia c o n sig o .. . 684

GRIJALVA Y ALAMINOS, UNA NUEVA LUCHA DE PODER

Es muy probable que el celo de Grijalva por tratar de im poner un orden m ilitar en la flota le hubiese llevado a enfrentarse con muchos m iem bros de la tripulación, tal vez dem asia­ dos. Uno de los puntos claros en estas tensiones internas es el suscitado entre el capitán general y el piloto m ayor, una especie de segundo de a bordo, de cierta edad y muy ex­ perim entado, con capacidad de tom a de decisiones que al parecer se contraponían a los deseos del joven líd er y por quien no tenía respeto. Fernández de Oviedo narra sobre este desencuentro:

680 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. X. 681 Casi 2,000 kilómetros. 682 Cervantes de Salazar, op. c i t , l. II, cap. III. 683 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. VIII. 684 Torquemada, op. c it., I. IV, cap. IV.

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Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

fícele i : 4,000,QW,

LA COSTA NORTE DE LA PENÍN SULA DE YUCATÁN, A B IER TA A L NORTE, REPRESENTA ALGUNOS PELIGROS EN CASO DE SOLTARSE ALGÚN TEM PO RA L ADEMÁS, LA EXISTEN CIA DE UNA BARRA CONTINUA HACE MÁS D IF ÍC IL LA COMUNICACIÓN CON T IE R R A . MAPA DE 1 88 5. COL. JE O L.

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_______ ___ — 60Milea,

.. .y yendo p o r la costa de esta isla de Gozumel, que com o es dicho ya se llam aba Santa Cruz, u n m artes, once de m ayo, requ irió el piloto m ayor, A n tó n de A la m in o s, al capitán Jo h a n de G rijalva que le dejase h acer su oficio, en lo que tocaba a la navegación, pues que él iba p or piloto m ayor de la arm ada, so 6®5 ciertas p rotestacion es; y el capitán respo n d ió que era c o n ­ tento de d ejarlo h acer su oficio en todo lo que el piloto m an dase y d ijese , que convenien te fu ese a la navegación de aquella arm ada, excepto en aquellas cosas que el capitán viese que él se apartaba o era fu era de lo que d eb ía h a c e r .. ,686

Las discusiones entre capitány piloto, tras la tregua por el avistam iento de la india de Jam aica, continuaron. Según Fernández de Oviedo, A lam inos ese m ism o día presentó su renuncia a Grijalva, la cual no fue aceptada, pero que muestra el grado de deterioro de la relación: " .. .El m ism o día hizo otro requerim iento el piloto mayor, Antón de A lam inos, al capitán, en que dijo que él no estaba ni venía tal para que pudiese dar buena cuenta del cargo que llevaba, n i estaba para ello, y que por tanto pedía y requería a otra persona quien él quisiese, y que desde entonces se desistía del cargo de piloto m ayo r.. ,” .687 G rijalva, con descend iente y com pren sivo, perdon ó el arrebato y trató de arreglar las cosas, aunque su puesto le p erm itía hacer el cam bio y n om brar piloto m ayor a a l­ guno de los otros tres navegantes que estaban en las dem ás em barcaciones. Fernández de Oviedo señala: ...e l capitán le dijo y respo n d ió que n i él le quitaba n i q u ería q uitar su cargo y oficio, antes le d ecía que lo h icie se, com o era obligado, p ara que diese buen a cuenta de sí y de su oficio; y así en req u erim ien to s se pasó parte de aquel día. Desto h abía poca n ecesid ad p ara la h isto ria, 685 Bajo. 686 Fernández de Oviedo, op. c it., L XVII, cap. X. 687 ídem. 688 Descortés, fuera de lugar. 689 Vara o palo encorvado y muy largo al cual está asegurada la vela latina en las embarcaciones de esta clase. 690 Fernández de Oviedo, l. XVII, cap. X.

porque son cosas de poca sustan cia y de m en or sab o r para el que lee; m ás son de calidad y aviso p ara los que navegan y tien en cargo de alguna arm ada p ara a p ren d er a s u frir, porque es cierto que es m en ester m ucho ju icio y p acien cia p ara com portar un m arin ero d esco m e­ d id o 688 (de los cuales hay m ás que no b ie n criad os). Ved que p rop ósito de piloto, y en qué tiem po se andaba en req u erim ien to s, b ie n p u d iera él to p ar con capitán que lo ah orcara de una e n te n a .689 Pasem os a lo d e m á s.. . 690

Francisco Hernández de Córdoba,

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EL NOMBRE DE IS LA M UJERES QUIZÁS TIEN E SU ORIGEN EN LA LEYENDA DE UNAS SUPUESTAS AMAZONAS QUE HABITABAN ESTA IS LA . GRABADO DE F. CATHERWOOD, EN V IA JE A YUCATÁN 1841-1842, DE JOHN L. STEPHENS, 1 84 3. COL. JEO L.

LA COSTA

D espués del fracaso de esa exploración, los viajero s volvieron sobre sus pasos. La Carta enviada desde la isla de C uba..., indica: "fin alm en te llegam os a una isla llam ada Cozumel, com o habíam os term inado el agua y no encontrábam os person a alguna. To­ m am os agua de algunos pozos, algunos gruesos higos y c a r n e ...” .691 E n este sentido, Landa sólo m enciona: " .. .y que d iero n la vuelta a toda la costa hasta llegar otra vez a C h am p o tó n ...” .693 Tanto en los relatos de Ju an Díaz y de Fernández de Oviedo los diarios de viaje son muy porm enorizados y nos p erm iten conocer algunos detalles de los sitios avistados. E n am bos el punto más relevante es la con fusión de A n tón de A lam in os, quien buscaba llegar a Campeche ( " ...y van en demanda del cacique Lázaro, señor del pueblo llam a­ do C am peche.. . ” ) 693 para obtener una vez más la ayuda de los pobladores, como había sucedió con H ernández de Córdoba y, por un m al cálculo del piloto m ayor, llegan a Cham potón, uno de los sitios m enos deseados por la experiencia anterior. E n la Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia ..., señala: "D espués el m artes fuim os en dirección de Yucatán, hacia la estrella del Norte. Sobre una m ontaña estaba un bello castillo. El cual, dijo el intérprete, era habitado por m ujeres y no por hom bres, las cuales son amazonas por generacion es. . . ” ,694 Sobre el avistam iento de Isla M ujeres, Fernández de Oviedo, añade: " . . . y el lunes siguiente en la tarde pareció una punta, en que había dos edificios como torres, la una muy ancha, y la otra de m anera de hum illadero,693 como u n chapitel sobre cuatro p ilares, y muy blancos, y tam bién había otros ed ificios, y toda la tierra de hasta allí era llana, Y d en de696 en adelante alta, y su rgieron los n a v io s... ” .697 A q uí probablem ente se esté hablando de Isla M ujeres, com o m enciona Díaz: " .. . y anduvim os por la costa, donde encontram os una muy herm osa torre en una punta, la que se dice se r habitada por m ujeres que viven sin hom bres; créese que serán de raza de A m azo n as... ” .698 El tem a de los seres fantásticos que poblaban el territo rio que apenas se in iciaba a d escu b rir está llen o del im aginario m edieval de los españoles. E l capitán general D ie ­ go Velázquez, un hom bre con cierta cultura, al dar sus in stru ccion es al capitán Cortés le dice que indague: " . . . a qué parte están las am azonas, que dicen estos in d ios que con vos llev á is, que están cerca de a l l í . . . ” ,6" al tiem po que: " ...in q u ir id la calidad de las gentes, porque dizque hay gente de orejas grandes y anchas, y otras que tien en la cara com o p e r r o s ...” .700 Cervantes de Salazar, basandose en el relato de Fernández de Oviedo, aclara:

691 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la c u a l..., op. c i t , p. 27. 692 Landa, op. c it., cap. III , p. 8. 693 Las Casas, op. c it., I. IV, cap. CIX. 694 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la cu a l..., op. c it , p. 27. 695 Voz "entena", "1. f. Lugar devoto que suele haber a las entradas o salidas de los pueblos y junto a los caminos, con una cruz o imagen". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=FgebOpQ 696 Desde, desde allí. 697 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. X. 698 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. . , op. cit. 699 Velázquez, "Las instrucciones dadas por Velázquez, gobernador de Cuba, a Cortés...", en Prescott, op. c it , p. 387. 700 ídem.

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Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

LA COSTA NORTE DEL ACTUAL QUINTANA ROO A MEDIADOS DEL SIGLO X IX , MUY CERCA DE CONIL, UNA DE LOS PUEBLOS QUE QUIZÁ VISITÓ HERNÁNDEZ DE CÓRDOBA Y FUE VISTA POR LA GENTE DE GRIJA LVA . GRABADO DE F. CATHERWOOD EN V IA JE A YUCATÁN 1841-1842, DE JOHN L . STEPHEN S, 1 8 4 3 . COL. JE O L.

...d e allí, costeando la costa de Yucatán, vo lviero n al a isla de Cozum el... D esde allí, tornando a n a vegar, atravesan d o la costa de Y u catán p ara v e rla y c e rc a rla tod a y sa b e r lo que en e lla h abía, llegaron a una punta que salía a la m ar, sobre la cual estaba un edificio de cal y canto, que, saltando los nuestros en tierra, supieron ser un tem plo de grande devoción, donde venían a h acer oración y sacrificio s m u jeres de religión , p or lo cual, el capitán llam ó aquella punta la Punta de las M ujeres. No faltó quien dijo que en aquella tie rra h abía am azonas aunque los nuestros nunca las viero n , porque d ecía algunos ind ios que con la ven id a de los esp añoles se h abían retirado la tierra a d en tro .. .7C1

UN BAUTIZO DE SIGLOS

Quizá una de las sorpresas más grandes en torno al viaje de Grijalva alrededor de la p en ín ­ sula de Yucatán sea el cam ino en el cual va descubriendo tal cantidad de edificios antiguos y nuevos, paisaje totalmente inusual para unos viajeros acostumbrados a poblaciones ca­ ribeñas de arquitectura perecedera. Herrera apunta contundente: "Em barcados los caste­ llanos, como se ha dicho, fueron navegando por costa viendo con mucha maravilla grandes y hermosos edificios de cal y canto con muchas torres altas, que de lejos blanqueaban y pa­ recía bien, por lo cual y por no haber visto en todas las Indias hasta entonces, y por lo que de las cruces queda referido, dijo Grijalva que hallaban una nueva E sp añ a.. .10* El mismo H errera, más adelante, m enciona que cuando los viajeros estaban en San Ju an de Ulúa: "estando ya certificados que aquellas regiones eran tierra firm e y en ellas había grandes poblaciones, confirmados en llamarlas Nueva Españ a.. ,” .7°3 Este dato es de la m ayor relevancia, pues sería un precedente sobre las noticias que adjudicaban a H ernán Cortés ese nom bre. Las citas posicionaban a la Segunda Carta como el origen del nom bre de la Nueva España: .. .por lo que yo he visto y com prendido [a] cerca de la sim ilitud que toda esta tierra tiene a E sp a­ ña, así en la fertilidad como en la grandezay frío s que en ella hace, y en otras m uchas cosas que la equiparan a ella, me pareció el m ás conveniente nom bre para esta dicha tierra era llam arse la Nueva España del m ar Océano; y así, en nom bre de vuestra m ajestad se le puso aqueste n o m ­ bre. H um ildem ente suplico a vuestra alteza lo tenga por b ien y m ande que se nom bre a s i...7°4

1 Cervantes de Salazar, op. cit., L. II, cap. IV. : Herrera, op. c i t , d. II, l. I I I , cap. I. 3Ibídem , d. II, 1. III., cap. VII. 4 Cortés, "Segunda Carta. 30 de octubre de 1520", op. c it., p. 114.

Lo anterior no es excluyente, es claro que los prim eros en hacer la com paración entre España y el nuevo territorio fueron los m iem bros de la expedición de Grijalva y que el nom bre y paragón se popularizó en Cuba entre los m iem bros de la tripulación de Cortés, donde había m uchos integrantes del p rim er y segundo viajes, aunque es curioso que

Francisco Hernández de Córdoba,

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LA EXISTENCIA DE DEPÓSITOS DE AGUA S U PERFIC IA LES EN LA PENÍNSULA DE YUCATÁN, LAS AGUADAS Y LOS CENOTES A BIERTO S, SON POCO FRECUENTES EN LA PROXIMIDAD DE LA COSTA. GRABADO DE F. CATHERWOOD EN V IA JE A YUCATÁN 1 841-1842, DE JOHN L. STEPHENS, 1 8 4 3 . COL. JE O L.

Velázquez no m enciona ese nom bre en sus Instrucciones dadas a Cortés sino que habla de dos regiones: la isla de Yucatán, Santa M aría de los Rem edios, y la punta de Ulúa, Santa M aría de las Nieves. No obstante, es muy probable que de los expedicionarios fuese reto­ mado por el conquistador y dado de hecho a la tierra, pues en el párrafo anterior pareciera que se disculpa y pide al rey que lo tome a bien. Landa m enciona tam bién el nom bre ya dado a la Nueva España, como una región determ inada que -grosso m o d o - parece coin cidir con Yucatán y la región de Veracruz: " ...y en este viaje d escubrieron la Nueva España, y P á n u c o ,y T a b a sc o ...” .7°s Otra conclusión in teresante de las com paraciones es que la característica de la a r ­ quitectura es con siderada tanto como las costum bres, la organización social y política, y la com p lejid ad de sus artes. Cabe m en cio n ar que en el p árrafo de C ortés, los e le ­ m entos señalados como com parativos son naturales (fertilidad, d im en sion es, clim a). ¿Cóm o le e r entonces esto? Una p osibilid ad es que C o rté s -c o n su habilid ad d ip lo m á­ t ic a - evitó m en cion ar los p rim eros aspectos, para que ante los ojos de sus enem igos en la corte no pareciera que estaba tratando de ap ropiarse de una Nueva E spañ a más rica y m ayor en d im en sion es, contraviniendo la autoridad real y pon ién dose a la altura de su gobernante.

EN BUSCA DE LAZARO

Ju an Díaz, el clérigo, declaró que en el cam ino: ...se veían cerca otras to rres al parecer con pueblos: m as el capitán no nos dejó saltar en tierra. En esta costa se veía gente y m uchas hum aredas una tras otra: y anduvim os por ella buscando al cacique o señ or Lázaro, el cual era un cacique que hizo m ucha honra a Fran cisco Fernández, capitán de la otra arm ada, que fue el p rim ero que d escubrió esta isla y entró en el pueblo. Dentro del dicho pueblo y asiento de este cacique está un río que se dice río de Lagartos: como estábam os muy necesitados de agua, el capitán nos m andó que bajásem os a tierra para ve r si h abía en ella agua, y no se halló; pero se reconoció la tie r r a .. . 706

Existe una contradicción im portante en esta descripción: que en el pueblo y asiento de Cam peche estaba un río que llam aban de Lagartos. Es una confusión con el hom ó­ nim o todavía existente en la costa de Yucatán o era el nom bre de algún río cercano a Cam peche, lo cual podría llevar al río Verde, a unos cuantos kilóm etros de Cam peche, en donde efectivam ente existe agua dulce, pero en el contacto con el m ar y en la costa cubierta de m anglares es d ifícil aprovisionarse de ella.

5 Landa, op. c it., cap. III ., p. 8. 6 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia ..., op. cit.

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Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

Otra posibilidad es que se tratase de una nueva confusión en este viaje entre Cam ­ peche y Cham potón, ya que m ás adelante, en la Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia ..., se m enciona: ...S e veían otros p u eblos, pero nuestro capitán quiso que bajáram os a tie rra p ara buscar a u n cierto señ o r llam ado cacique Lázaro, el cual hizo m uchos h o n o res a Fran cisco H ernández cuando hizo el p rim e r viaje y d escubrió la p en ín su la de Yucatán; porque ten íam os urgente n ecesid ad de agua y p o r eso h icim os b ajar a algunos com pañ eros a tie r r a ... N uestro in té r­ p rete nos dijo que estábam os cerca del pueblo de dicho rey, y así nos fu im os y cam inam os durante dos m illas hasta una to rre ju nto al m ar: El capitán hizo arm ar cien h om bres y lle v a ­ m os 5 piezas de a rtillería y 12 escopetas y así bajam os a t ie r r a ...7"7

Ju a n Díaz, en su relato, continúa: " ...n o s p areció que estábam os cerca del dicho cacique, y anduvim os p or la costa y llegam os a él; y surgim os a cosa de dos m illas de una torre que estaba en el m ar, a una m illa del lugar que habita el dicho cacique. El capitán m andó que se arm asen cien hom bres, con cinco tiros y ciertos arcabuces para saltar en tie r r a ... ” .7°8

LA BATALLA: ¿CAMPECHE O CHAMPOTÓN?

E n esta parte de la historia del viaje de G rijalva hay dos posicion es, la que habla de que en Cam peche fue donde se les dio batalla, seguida por buena parte de los cronistas, entre ellos casi todos los contem poráneos a los hechos, incluida la detallada relación de Fernández de Oviedo; y aquella sostenida por otros muy relevantes, como Díaz, Las Casas y Díaz del C astillo, de que el enfrentam iento otra vez fue en Cham potón y desem ­ bocó en la apresurada huida de los españoles. La prim era postura es la sostenida por la relación de hechos más antigua, escrita en 15 19 , al año siguiente de los acontecim ientos. La Carta enviada por el Ayuntamiento de la Villa Rica señala: .. .d esd e allá se vo lviero n p o r la dicha costa p o r donde h abían ido hasta doblar la punta de la dicha tierra , y p o r la parte del norte de ella navegaron h asta llegar al dicho puerto C am ­ p ech e, que el señ o r de él se llam a Lázaro, donde h abía llegado el dicho Fran cisco Fernández de Córdoba p ara h acer su rescate que p o r el dicho Diego Velázquez le era m andado, como p o r la m ucha necesid ad que ten ían de to m ar ag u a .. .7°9

M ártir de A nglería, tres años después, establece que: " ...e l piloto A lam inos siguió con las naves al ya conocido lado boreal. M archaron al m ism o pueblo Cam peche y al ca­ cique Lázaro, al cual habían ido los prim eros el año pasado; recibidos con agrado fueron invitados a que pasaran al pueblo; pero les pesó la in vitación .. ,” .71° Fernández de Oviedo proporciona más detalles en torno a la confusión de Alam inos entre Campeche y Champotón y su relato resulta valioso para com prender el error: ...y otro día, sábado p o r la m añ an a, v ísp e ra de Pascua del E sp íritu Santo, su rgieron a par de unas playas de arena, y allí el piloto m ayor desconoció la tierra , y dijo que el pueblo de Lázaro quedaba atrás diez o doce leguas, y que allí, donde estaban, era el pueblo de Cham p oton [sie], donde h abían m uerto la gente al capitán F ran cisco H ernández el año antes, en el p rim e r d escu brim ien to desta tierra ; y que a dos casas que atrás quedaban en una punta 707 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la c u a l..., op. c i t , pp. 27-28. 708 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. . , op. cit. 709 Cortés, op. cit. , p. 8. 710 Mártir de Anglería, op. c it., I. III, cap. I. 711 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. X.

era el pueblo de Cham poton [sie].. ,711

Fernández de Oviedo evidencia la llegada a Cham potón y la necesidad de hacer aguada en Cam peche: . ..y porq u e tra ía n ya gran de n ecesid ad de agua no h ab ía donde to m arla, aco rd aro n de to rn a r atrás a b u scar el pueblo de Lázaro, y si no p u d iese n allí to m arla, que se tom ase en

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Francisco Hernández de Córdoba,

Cham poton, p en sand o que el piloto m ayor decía la verd ad ; y así vo lvie ro n atrás el dom ingo que se contaron v e in titré s d ías del m es de m ayo,

EN LA COSTA DE CAMPECHE, PARTICULARMENTE EN LAS ISLAS COMO JA IN A , ERA FRECUENTE ENCONTRAR RESTOS DE FIGURAS DE BARRO. FIG URILLA MASCULINA, JA IN A , PERIODO CLÁSICO TARDÍO. 2 4 .4 X 11 X 6 .5 CM. FOTO: JA V IE R HINOJOSA.

p rim e r día de Pascua del E sp íritu Santo, y h a ­ b ien d o andado b ie n seis legu as, h a llá ro n lo s p i­ lotos que no h acían bu en cam ino y que el piloto m ayor se engañaba, y que el pueblo de Lázaro estaba ad elante, y que no h ab ían b ie n re c o n o ­ cido la tierra . Y el piloto m ayor vino en c o n o c i­ m iento de su error, y dijo que era verdad lo que lo s otros d ecían ; y dijo m ás, que el pueblo de Lázaro estaba de allí quince o vein te leguas a d e ­ lante, y así el lunes siguiente el capitán y el piloto m ayor y el escrib an o se p asaro n al navio que se d ecía San ta M aría de los R em ed io s, porq ue era m en o r o p ed ía m en o s agua, y p o r p o d erse a lle ­ gar m ás con él a la tie rra , y aquel d ía en la tarde su rgió , y con alguna gente y el capitán salió a tie rra a v e r si h allaba agua, porque h acía dos o tres días que la gente b eb ía vino p or falta della, y no la h allaro n sino cién agas, y to rn á ro n se a los n avios. Otro d ía, m artes vein ticin co de m ayo, sa lie ro n de allí los navios en dem and a del pueblo de Lázaro, y al tiem p o que el sol se e n tra ­ ba, lleg aro n a su rg ir ju n to al p u eblo, y desde los navios se veían en el pueblo y p o r la costa m ucha g e n t e ...713

La versión de Alonso de Santa Cruz tam bién coincide: " .. .y de esta isla se partieron para Yucatán y vin ieron a parar en el pueblo donde antes había ido Francisco Hernández de Córdoba,7'3 en el cual no recibieron tan buen tratam iento como pensaban, m ostrán­ dose los indios muy ásperos y queriéndoles p rohibir el agua... ” .7'4 La p rim era afirm ación de que la batalla fue en Cham potón es del clérigo Juan Díaz, relación publicada en 15 3 0 , poco después de los hechos y pudo ser la que influyera en el otro sentido: " .. .nos pareció que estábamos cerca del dicho cacique [Lázaro], y anduvimos por la costa y llegam os a él; y surgim os a cosa de dos m illas de una torre que estaba en el m ar, a una m illa del lugar que habita el dicho cacique. El capitán m andó que se arm asen cien hom bres, con cinco tiros y ciertos arcabuces para saltar en t ie r r a ...” .713 Respecto a lo anterior, es im portante resaltar dos hechos: prim ero, usa cláram ente la expresión "nos pareció que” , como hem os visto la confusion de Alam inos entre ambas poblaciones era grande. En segundo térm ino, se habla de la torre que -se g ú n verem os un más ad elante- cuando Grijalva ataque Champotón, será un elemento estratégico claro. López de Gom ara es breve y sostiene que en Cham potón se libró la segunda batalla: " .. .arrim ados a tierra, fueron a Cham potón, donde fuero n m al recibidos, como F ran ­ cisco H ernández... ” .7'6 De la m ism a opin ión es Cervantes de Salazar, aunque con cierta am bigüedad que no queda clara sino hasta la últim a frase: ...d e s d e allí fu ero n navegando por la costa m uchos días hasta que se viero n en gran n e c e ­ sidad de agua, y q u eriéndola tom ar, determ in aro n de acercarse a tierra, y porque hallaban siem p re m enos fondo, acordóse que fu esen adelante los navios m ás pequeñ os. Yendo así ya legua y m edia de la tierra , los navios que iban delante com enzaron a rastrear por el arena y lam a, tanto, que salía la señal para arriba, p o r lo cual acordaron dar la vuelta al a m a r, pero no lo pudieron h acer con tanta presteza que p rim ero no se viero n en m uy gran de peligro. F in a l­ m ente, salien do con m uy grande trabajo, tornando seguir su cam ino costa a costa, llegaron donde el m ar hacía una vuelta hacia la tierra , que p arecía p u erto, y allí el piloto A la m in o s, que fue el que h abía llegado allí con Fran cisco Llernández de Córdoba, reconoció ser la tierra de C am peche, de donde los in d ios h abían echado a Fran cisco L lern án d ez.. ,7'7

712 Ídem. 713 Claramente se hace mención de Campeche. 714 Santa Cruz, Crónica del emperador Carlos V ..., op. c i t , cap. VII. 715 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. . , op. cit. 716 López de Gomara, op. c it., I. LII, cap. XLIX. 717 Cervantes de Salazar, op. c it., I. II, cap. IV.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

E l testim onio de las Gasas -q u e hubiera sido decisivo, pues suele ser atin ad o - r e ­ sulta dubitativo, finalm ente se inclina por Champotón, pero deja en claro que existe una p osición contraria: ...y porque el piloto m ayor de la arm ada no tuvo buena m em oria de la tierra que él había d e s ­ cubierto con Francisco Flernández, el año pasado, y no reconoció el sitio donde el pueblo del cacique Lázaro estaba, y así anduvo e rra d o , creyendo que lo h abía pasado y quedaba atrás, y al cabo de vueltas y revueltas, vído su yerro , p o r tanto lo que aquí ahora se dirá, m ás creó que les acaeció en el pueblo de Cham potón, donde m al h irie ro n a Fran cisco Llernández y m ataron los 20 esp añ oles, que era el pueblo de Lázaro, aunque algunos d ijero n el c o n tra rio .. ,7lS

Cervantes de Salazar tam bién es poco claro, pero deja entrever que se trata de Cham ­ potón:

. .finalm ente, saliendo con muy grande trabajo, tornando seguir su camino costa

a costa, lleg aro n donde el m ar hacia una vuelta hacia la tierra, que p arecia puerto, y alli el piloto A lam in os, que fue el que habia llegado alli con Francisco H ernández de Córdoba, reconoció ser la tierra de Campeche, de donde los indios habian echado a Fran ­ cisco H ernández... ” ,7'9 Los testim onios de Landa y Bernal Diaz del Castillo son los más contundentes de que la batalla se llevó a cabo en Champotón. En palabras de Landa: " .. .hasta llegar otra vez a Champotón donde sobre tomar agua les mataron un hombre y les hirieron cincuenta, entre ellos a Grijalva, de dos flechas, y le quebraron diente y medio. Y por que asi se fueron y nom braron a este puerto el Puerto de la M ala Pelea.. ,” .73° Y Diaz del Castillo menciona: "...p u e s vuelto a em barcar, y yendo por las derrotas731 pasadas (cuando lo de Francisco Hernández de Córdoba) en ocho dias llegamos en el paraje del pueblo de Champoton [sic], que fue donde nos desbarataron los indios de aquella provincia, como ya dicho tengo en el capitulo que dello h a b la.. ,” .733 Para concluir, Torquem ada coincide en que arrib aron a Cham potón: " .. .y al cabo de ocho dias de navegación llegaron el la paraje del pueblo de P oton chán .. ,” .733

LOS SUCESOS DE LA BATALLA

Desde 15 19 se em pezaron a dar detalles de este gran enfrentam iento. La Prim era Carta de R elación al em perador Carlos V m enciona: . ..y luego que los v ie ro n v e n ir los n atu rales de la tie rra se p u siero n en m an era de batalla fu era de su pueblo p ara los d efe n d er la en trad a, y el capitán los llam ó con una len gua e in té rp rete que llevab a y v in ie ro n ciertos in d io s a los cuales hizo e n ten d er que él no ve n ía 718 Las Casas, op. c it., 1. IV, cap. CX. 719 Cervantes de Salazar, op. c i t , L. II, cap. IV. 720 Es interesante que esta es la primera y única mención a la antigua mención de Champotón como la bahía de la Mala Pelea. Landa, op. c it., cap. II I , p. 8. 721 Rumbos, derroteros. 722 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. IX. 723 Torquemada, op. c i t , cap. IV. 724 En cambio, Chamberlain precisa: "... Grijalva esperaba que en Campeche tendria amistosa acogida, pero los guerreros mayas se reunieron rápidamente en gran número y sonando sus trompetas de concha de caracol y tocando sus tambores se aprestaron al combate. A pesar de esto, Grijalva desembarcó al día siguiente con fuerte escolta para obtener agua. Los mayas fueron derrotados, no sin pérdida para los españoles, y por lo tanto los nativos abandonaron su dudad. Grijalva no pudo indudrlos a que retomaran. Los españoles permanederon en Campeche dos días, y luego navegaron hada el sur..."; op. cit.f p. 15. 725 Cortés, op. c i t , pp. 8-9.

sin o a re scatar con ello s de lo que tu vieran y a to m ar aguaje, y así se fue con ello s h asta un jagü ey de agua que estaba ju nto a su pueblo y allí com enzó a to m ar su agua y a les d ecir con el dicho farau te que le s d ie ra n oro y les d arían de las p re se a s que llevaban . Y los in d io s, desde que aquello vie ro n , com o no te n ían oro que le d ar d ijéro n le que se fu ese n , y él les rogó le s d eja se n to m ar su agua y que luego se iría n , y con todo eso no se pudo de ellos d e ­ fe n d e r sin que otro d ía de m añ an a a h ora de m isa los in d io s no com enzasen a p ele a r con e llo s, con sus arcos y fle ch as y lanzas y ro d elas p o r m an era que m ataron a u n esp añ ol e h irie ro n al dicho capitán G rija lb a y a otros m uchos, y aqu ella tarde se em b arcaro n en las carabelas con su gente sin e n trar en el pueblo de los d ich os in d io s734 y sin sa b er cosa de que a vu estras reales m ajestades ve rd ad era re la ció n se p u d iese h a c e r .. ,735

E l cam bio de actitud de los mayas se deba quizá a Ju lián , el traductor, quien pudo in form arles sobre la violencia y el arm am ento español. Bespecto a ello, Fernando F lo ­ res señala: ...P o r su p arte, los in d io s m an daron un em isario p ara d ecirn o s que no siguiéram o s a d ela n ­ te p o r su país y que n i siq u ie ra p erm an eciéram o s allí m ás tiem po. Sospech am os que esto sucedió p or culpa del in térp rete, pues consta que se salió de ahí y trató de h u ir, pero no lo

Francisco Hernández de Córdoba,

pudo h acer porque in te rvin ie ro n los guardias nativos y p o r ese m otivo les in form ó que no -

LLEGADA DE UNA FLOTA ANTE UNA POBLACION IN D IA . PROTEGIDA DE LOS VIENTOS DEL NORTE,

sotros íbam os a ser atentos con e llo s ..

LA COSTA DE LA SONDA DE CAMPECHE ES PARTICULARMENTE B A JA , A S Í QUE LAS NAVES TENÍAN QUE ANCLAR A LO LEJOS Y SE LLEGABA A TIE R R A EN B A JELES 0 BARCAS. GRABADO DE

Por los testim onios acotados, los acontecim ientos tienen el siguiente orden: el desem ­

THEODOR DE BRY, SIGLO X V I. COL. JEO L.

barco; el prim er diálogo con los intérpretes y el perm iso para únicam ente tom ar agua; el intento de com erciar; la lentitud en el proceso del aguaje, tal vez hecho a propósito para estar más tiem po y entrar en la población; la cerem onia para poner un ultimátum a los invasores; la batalla y la derrota de los mayas; y el abandono del sitio por los españoles.

EL DESEMBARCO

E n la Carta enviada desde la isla de Cuba de I n d ia ..., se m encionan las dificultades para aproxim arse a la costa: ...A la m añ ana sigu ien te, m uchos in d ios com enzaron a gritar y a tocar algunos tam bores junto a algunos gu erreros b ie n arm ados; nosotros nos escon d im os en lu gar seguro y algunos su b iero n sobre u n "D alto” , colocam os la artillería en tie rra y la gente a p ie. A p en as de día, nuestros barcos p u siero n en tie rra cien h om b res, vim os d espués un escu ad rón de in d ios y nuestro capitán m andó a su in térprete h acia ellos p ara que les d ijera que nosotros no q u e ­ ríam os gu erra, sino solam ente agua y que d espués nos ir ía m o s .. .737

E n el Itinerario de la arm ada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. ., atribu i­ do a Ju an Díaz, se señala: ...o tro d ía de m añana, y aún toda la noche, sonaban en tierra m uchos tam bores, y se oían grandes gritos, como de gente que vela y hace guardia, pues estaban b ien apercibidos. A n tes J

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del alba saltam os nosotros en tie rra y nos arrim am os a la torre, donde se puso la artillería, y

7” Flores' ° P-c,t' P- 46-

727 Qq^ q enviada desde la isla de Cuba

de india, en la cual..., op. cit., p. 28.

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Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

toda la gente quedó al p ie; y los esp ías de los in d ios estaban cerca m irándon os. Las barcas de los navios vo lviero n p o r el resto de la gente, que h abía quedado en la nave, que fu ero n otros cien h om bres, y aclarando el día vino un escuadrón de in d io s .. .738

E n el párrafo de Díaz se m enciona una torre que ocupa una posición estratégica, pero el pasaj e s e desarrolla en la costa y no en una isla, como la que caracterizaba a Cham ­ potón, que verem os más adelante. Es evidente que los españoles bajaron preparados para un com bate, como M ártir de A n glería apunta: ...y to d a la noch e se oyó m ucho ru id o , com o q u ie n estab a en ve la , y ta ñ ía n ta m b o res o tro m p e tas o cosas que so n a b a n , s in se p o d e r d ete rm in a rlo c ierto de lo que e ran . Pero esa m ism a noch e el cap itán a p e rc ib ió a su g en te, p ara sa lta r en tie r ra antes que fu e se de día, al cuarto d el a lb a ,739 p o r p o d e r e n tra r m ás s in p e lig ro ; y a sí puesto en ve la , y o rd en an d o su sa lid a, to d a la noch e con m uy g e n til án im o y vo lu n tad p ara lo que su c ed ie se e stu v ie ­ ro n esp e ra n d o el tiem p o y la h o ra p ara se d e se m b a rc a r, com o le s fu e se dada la señ al p o r el c ap itán , to d os a p unto de gu e rra, com o gente que p e n sa b a n h a b e r m e n e ste r las m an os y la s a r m a s ...730

Fernández de Oviedo ofrece m uchos detalles: ...m ié rc o le s, v e in tisé is días de mayo de m il q u in ien tos diecioch o, casi dos h oras antes que fu ese de día, al cuarto del alba, el capitán Jo h a n de G rijalva se em barcó en el batel de la nao capitana con toda la gente que pudo cab er en él; y m andó que los otros capitanes p articu la ­ res de los otros navios h ic ie se n lo m ism o en sus barcas con toda la gente que en ella cupiese, y así saliero n e n tie r ra lo m ás secreto y sin ruido que les fue p o sib le, y sa ca ro n tre s piezas de a rtillería , y m uy concertadam ente sin ser sen tid os sa liero n junto a una casa que estaba en la costa. Pero antes que los cristian os saltasen e n tie r r a , sa liero n ciertos in d io s de a p ar de aqu ella casa, y paso a paso se fu ero n hacia su pueblo junto a la m ar, callando, y p arecían ser m uchos. Salien do en tie rra el gen eral G rijalva y los otros capitan es y gente junto a la casa, se asentaron dos tiro s vueltas las bocas h acia donde aquellos se h abían ido, y p u siéron se guardias y cen tin elas, y la otra gente estuvo ju nta y m uy sobre aviso, en tanto que las barcas vo lvían a los navios por m ás gente. Y en tanto que se h acía de d ía claro, p arecían junto a la m ar hacia el pueblo en fren te de donde estos cristian o s estaban, un batallón de m uchos in ­ dios hablando unos con otros m uy alto, pero b ie n se oían, cuando quiso am anecer to rn aron los bateles y barcas con m ás gente de los n uestros, y d esem b arcad os se ju n taro n con los que h ab ían salido p rim ero . Y luego fue de día y se viero n m ejo r los in d ios, los cuales eran m uchos y arm ados todos, unos con arcos y flech as, otros con rodelas y lanzas p eq u eñ as; y h acían adem anes y m uestras de q u erer acom eter a los cristian o s, y am enazábanlos y se ñ a la ­ b an que se fu ese n y no p asasen a d e la n te ...731

Las Casas es m inucioso y a lo largo de su narración plantea la posibilidad de que el desem barco hubiese sido tanto en Cham potón como en Cam peche: ...lle g a ro n , pues, al dicho pueblo (que como d ije, creo que fue Cham potón, y no el de Lázaro) y su rgieron con sus cuatro navios, cuanto m ás cerca p u dieron anclar, una tarde. Los ind ios, com o viero n los navios, salieron in fin ito s a la playa, y com o de la brega que tu vieron con Fran cisco H ernández quedaron lastim ados y escarm en tados, aunque ellos tam bién le h ic ie ­ ro n no chico daño, según quedó arrib a declarado, toda aquella noche se velaron , haciendo grandes estruendos con sus trom petas y atabales, y m uchos instrum entos que so n a b a n .. J 3ft 728 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. . , op. cit. 729 Dos horas antes del amanecer. 730 Mártir de Anglería, op. cit.r l. III, cap. I. 731 Fernández de Oviedo, op. c it., L. XVII, cap. XI. 732 Las Casas, op. cit., t. IV, cap. CX.

Las Casas continúa relatando una serie de detalles que suceden, como la prioridad de ir en busca de agua: ...G rija lv a con su gente, acord aron de saltar e n tie r ra e ir al pueblo con color de coger agua, o con verd ad si ten ía necesid ad , que fue tam b ién el tem a de Fran cisco H ernández, y para

Francisco Hernández de Córdoba,

m ás seguram ente sa lir, aunque no con d iscreció n , p ara que fu ese sin escándalo y m enos tu rb ación de los in d io s que estaban en su tie rra y casas p acífico s, lo que d eb ie ro n m ucho m irar, saltaron e n tie r ra antes de que am aneciese. M an ifiesto es que los in d io s se h abían de tu rb ar y te n e r veh em ente sosp ech a que aquella gente nueva les ven ía a h acer m al, en e sp e ­ cial habiendo padecido los daños pasados que Fran cisco Flernández les hizo, si este pueblo era Cham potón, y si era el de Lázaro bastaba te n e r noticia que sus vecin o s h ab ían recibido aquellas m alas obras p ara se alterar y recatar, m ayorm ente, saltando en su tie rra y pueblo, sin su licencia, y de noche. Salieron, pues, a tierra y p u sieron junto del pueblo, ciertos tiros de a rtillería , y com o los in d ios, que velab an el pueblo y andaban junto a la playa, los viero n , vánse p ara ellos con sus arm as, arcos, y flech as, y lanzas, y ro d elas, d icién d o les p o r sus m e ­ neos y señ as que se fu esen de su tierra , y haciendo acom etim ien tos, como am enazas que q u erían dar en ello s; entonces el capitán G rijalva com enzó ante los esp añ oles a h acer p r o ­ testacio n es y ju stific a r su hecho, diciendo que fu ese n testigos, como no ven ía él, n i ellos a h acer m al a aquellas gentes, sino a to m ar agua de que te n ían necesid ad y p agársela, y otras p alabras, harto p rop in cu as733 al viento, y de nin gún efecto para excusar los daños y m ales que d espués s u c e d ie ro n .. ,734

E l fraile dom inico de Las Gasas concluye con una am onestación y u n reclam o al com portam iento de los conquistadores: .. .m irad a q u ién p on ía p o r testigos de sus p rotestam ien tos, y qué aprovech ab an no e n te n ­ d ién d olo s los in d ios que estaban en sus casas, quietos, vin ien d o gente tan extraña y b e lic o ­ sa, y que tanto daño les h abía hecho el año pasado, y no entrando, com o d icen, p o r la puerta, pues no les p id iero n licen cia para entrar en su tierra ; dem ás de h ab er entrado de noche, la cual entrada era m an ifiesto que h ab ían de en gen d rar en los ánim os de aquellos ju sto y r a ­ zonable tem or y so sp e c h a .. J 35

El tono de Las Gasas es m antenido por Cervantes de Salazar, quien pareciera recordar las palabras y el discurso que Grijalva declaró ante sus capitanes: ...s u rg ie r o n en aquella punta que h acía pu erto, y aquel día todo y la noche siguien te el capitán hizo sacar los bateles y que los capitan es y p erso n as p rin c ip a le s de los otros navios v in ie se n h acia el suyo p ara tratar y co m u n icar lo que se ría b ie n que se h ic ie se , y estando tod os ju n to s, el capitán le s d ijo así: "S e ñ o re s y am igos m íos: Y a veis la n ecesid ad gran de que de to m ar agua ten em o s, y que estam os e n tie r ra donde los m orad ores d ella so n m uchos y en em igos n u estro s, com o p arece p o r el m al tratam ien to que h ic ie ro n al capitán A lon so H ernán dez de C órdoba, com o p o r sus ojos vio el piloto A la m in o s, que está p resen te. R ie s ­ go veo y p elig ro , de una parte y de otra, p ero p arécem e, salvo vuestro m ejo r c o n sejo , que d eb em os antes re c ib ir la m uerte de n uestros en em ig o s, p rocu ran do la c o n servació n de nuestra vida, que de pusilánim os y flacos dejarnos m orir de sed, pues no hay género de mayor cobardía que d ejarse el h om bre m atar no haciendo la re siste n cia (aunque faltase esperanza de ven cer) que es obligado en ley natu ral, y así, si, que ellos obligados a h acer el deb er, yo d eterm in o que m añ an a, antes que am anezca, salgam os los que cu piéram o s en los b ateles, y puestos en tie rra , en viarem o s p o r la dem ás gente, y así, puestos a punto p ara re sistirle s si nos a co m etie re n ” . A cabando de hablar el general, como los capitanes y la dem ás gente prin cip al ten ían el m ism o propósito que su caudillo, con alegre sem blante vin iero n todos en su parecer, y así, otro día, m uy de m añana, se puso p or obra lo que el general había ord en ad o.. ,736

Bernal Díaz del Castillo se aparta de lo antes expresado y com enta: .. .y como en aquella ensenada m engua mucho la m ar, ancleam os los navios [a] una legua de tierra, y con todos los bateles desem barcam os, la m itad de los soldados que allí íbam os, junto a las casas del pueblo, y los indios naturales de él, y otros sus com arcanos, se ju ntaron todos com o la otra vez, cuando nos m ataron sobre cincuenta y seis soldados, y todos los m as nos h i­ rieron , según dicho tengo en el capítulo que dello h a b la .. .73z

Próximas, cercanas. Las Casas, op. c i t , t. IV, cap. CX. ídem. Cervantes de Salazar, op. c i t , 1. II, cap. IV. Díaz del Castillo, op. c i t , cap.. IX.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

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AUNQUE CON PROTECCIÓN SU FICIENTE DE LOS RECIOS VIENTOS DEL NORTE, EL PUERTO DE CAMPECHE ERA DE MUY BAJO CALADO Y MÁS AÚN S I SE PRESENTABA EL FENÓMENO DE LA BAJAM AR. FOTO: ANÓNIMO, CA. 1 91 5. COL. JE O L.

H errera, sigu ien do a Diaz, añade: "...lle g a r o n al p araje del pueblo de Potonchán, d iero n fondo a una legua de tierra, p or la m ucha m enguante de la m ar, y con todos los bateles desem b arcaro n los soldados, cerca de ciertas casas y los in d io s so b e r­ bio s p or h aber echado de su tierra a la gente de Fran cisco H ernández de Górdova, se h allaban b ien arm ados y dispuestos para d efen d er a los castellanos la d esem b ar­ c a c ió n ...738” .739 Y Torquem ada: " ...d ie r o n fondo a una legua de tierra, p or la m ucha m enguante de la m ar y con todos los bateles desem barcaron los soldados cerca de unas casas; y los in d ios so b erb io s, p or h aber echado antes de su tierra la gente de F ra n c is­ co H ernández, se h allaban b ien arm ados y dispuestos para d efen d er a los castellanos la d e se m b a rc a c ió n ...” .740

DIALOGOS, MISA Y PERMISO PARA TOMAR AGUA

El dia siguiente, un jueves oq de m ayo, como registra la cronología establecida por F e r­ 8 El desembarco. 9 Herrera, op. cit., d. II, L. III, cap. I. 0 Torquemada, op. c i t , l. IV, cap. IV. 1 Es probable que se refieren a la pintura corporal que se usaba para la guerra, en este caso, al menos a los dos registrados: el rojo y el negro, como indica Alonso Rosado, "Reladón de Dzan, Panabchen y Muña", en Mercedes de la Garza (Coord.), op. c i t , 1.1, p. 25. Por su parte, Juan Magaña, "Reladón de Tahdziú", en Mercedes de la Garza (Coord.), op. c it , 1.1, p. 390; mendona: "...y traían el cuerpo untado con alamgre llamado en su lengua choben [ch'oben]...". Este color, según Diego Briseño, en Mercedes de la Garza (Coord.), op. c it , 1.1, p. 442, señala una diferenda: "... como las más veces andaban desnudos y se embijaban cada día con tierra colorada que había minas de ella...", al parecer este era el color cotidiano, y "...cuando hadan sus ayunos y penitendas se embijaban de negro..." 2 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia ..., op. cit. Sin embargo, Díaz del Castillo, en el capítulo IX de La historia verdadera de la conquista de la Nueva España, mendona que iban de tres colores: rojo, negro y blanco. 3 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la c u a l..., op. c i t , p. 28.

nández de Oviedo y según la Carta del Ayuntamiento de la Villa Rica, escrita al año s i­ guiente de los hechos: ...o tro día de m añ ana sa liero n [los gu erreros m ayas] y se h ic ie ro n en tres escu ad ro n es, y traían m uchas flech as y arcos; y los dichos ind ios iban vestidos de co lo res:741 nosotros está ­ bam os apercibidos. V in ie ro n u n herm ano y un h ijo del cacique a d ecirnos que nos m arch áse­ m os, y el in térprete les resp o n d ió: que a otro día nos iríam o s y que no q ueríam os guerra, y así nos q u ed a m o s.. .743

E n la Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia ..., se m enciona: ...A van zam o s hasta otra to rre, pero los in d ios d ijero n que regresáram o s y tom áram os agua en otra p eq u eñ a fuen te que habíam os dejado atrás de n osotros, pero el agua era tan poca que no la p od íam os tom ar. Nos d irigim o s entonces, hacia ellos, en e sc u a d ró n ... Los in d io s, e n ­ to n ces, se d etu vieron fren te a nosotros a uno o dos pasos de nuestro capitán. H abían traído agua, una gallin a cruda y m uchas otras vivas. El capitán les pidió oro y los in d io s le tra je ro n u na m áscara de m ad era dorada, dos pedazos de oro de poco va lo r y nos p id ie ro n que nos fu éram os porque no q u erían que b eb iésem o s a g u a .. ,743

E l Itinerario de la arm ada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia ..., escrito por Ju an Diaz, en 15 3 0 , narra:

Francisco Hernández de Córdoba,

13 9

...n u e stro capitán m andó a la gente que callase, y al intérprete que les d ijese: que no q u e­ ríam os guerra, sino solam ente tom ar agua y leñ a, y que al punto nos m archaríam os: y luego fu ero n y vin ie ro n ciertos m en sajero s, y creim os que el intérprete nos engañaba, porque era natural de esta isla y pueblo; pues com o viese que le hacíam os g u a rd iay no se podía ir, llo ra ­ ba, y de esto tom am os m ala sospecha; p o r últim o h ubim os de seguir en ordenanza la vuelta de otra torre que estaba m ás adelante. Los ind ios nos d ijero n que no p rosiguiéram o s, sino que retroced iésem os a tom ar agua de una p eñ a que había quedado atrás, la cual era poca y no se podía coger, y seguim os nuestro cam ino la vuelta del pueblo deteniéndon os los indios cuanto podían, y así h ubim os de llegar a u n pozo donde Francisco Fernández, capitán de la otra arm ada, tom ó agua el p rim e r v ia je .. ,744

Esta declaración nos pone ante dos novedades: prim ero, que uno de los intérpretes era no solo de esa región (que en el relato se denomina isla, ya que recordemos que Yucatán era considerado tal) y tam bién de ese pueblo, lo que se contrapone a todo lo que sabíamos sobre Ju lián y M elchor que -com o vim os an tes- fueron capturados en cabo Catoche y no en Cam­ peche. Tal vez la confusión se deba a que ambos hablaban en maya yucateco, el idioma en el que es probable se comunicaban en Campeche, aunque con algunas variantes. En segundo térm ino se menciona el pozo del cual se aprovisionó Hernández de Córdoba en Campeche, ya que durante el fallido desem barco de la prim era expedición no tuvieron posibilidades de tom ar agua; esta carencia los puso en una situación precaria en el viaje de regreso. M ártir de A n g lería es parco en el tem a del diálogo, ya que antes del ultim átum puesto a los in vasores m enciona sólo lo siguiente: "...a p e n a s am aneció, se acercaron los bárbaros y llam aron a nuestros in térpretes cubanos, cuyo idiom a si no es el m ism o, es p a rie n te ...743” .746 M ártir de A n g lería subraya el hecho de que el pozo es el lím ite establecido p or los m ayas y cómo deben perm an ecer una noche prácticam ente en vela: .. .a tiro de p ied ra del pueblo m andaron p arar a los n uestros los ind ígen as, y que se m arch a­ ran. Los nuestros p id iero n que se les d ejara tom ar agua antes de m archar. Les m ostraron un pozo747 que h ab ían dejado a la espalda, d icién d oles que de allí p od rían tom ar agua pero de otra parte de modo ninguno. Pasaron la noche en el campo próxim o al pozo. Los b árbaros e n ­ traron en desconfianza; como tres m il h om bres arm ados acam paron no lejos de los nuestros. Unos y otros pasaron la noche sin dorm ir; aquellos tem iendo que los nu estros in v a d ieran el p u eblo , y los n u estro s que los b árb aro s le s atacaran de rep en te, excitaban a los soñolientos con el sonido de las trom petas y el ruido de los ta m b o re s.. ,748

Fernández de Oviedo establece algunos cam bios como plantear que el discurso que Grijalva dirigió a sus capitanes fue ya en tierra firm e, en vez de haber sido la noche anterior, como antes señalaron Las Casas y Cervantes de Salazar: ...esta n d o así, dijo el general a los otros capitanes y a todos los cristian os que él no ven ía a h acer m al ni daño a aquellos in d ios, n i a otros algunos de las otras islas, ni de cuantas en el viaje d escu briese, ni a tom arles cosa alguna contra su voluntad; y que a este efecto h abía hecho pregon ar ciertas ordenanzas, como atrás quedó dicho, según a todos les era notorio; y que al p resen te, por la extrem ada necesidad que ten ían de agua, h abían saltado en tierra, p ara p ed irla a los ind ios del pueblo de Lázaro y rogarles que se la d ejasen tom ar pagándosela y dándoles p o r ella alguna cosa; de m an era que ellos quedasen contentos, porque aquella gente y pueblo no se alterasen , ni los cristian os re cib iese n daño en tom arla; y que p or tanto les m andaba y rogaba y requ ería, so las penas que les ten ía puestas, que ninguno se d e so r­ denase y saliese de su batalla a hablar ni contratar con los in d ios ni a otra cosa alguna, sin su expresa licen cia; porque haciéndolo así, se h aría lo que sus Altezas m andaban, y lo contrario haciendo, in cu rrían en las penas que tom an puestas, y se ejecu tarían en los tran sgreso res e inobedien tes en todo y por todo, porque de otra m an era, no se p od ría efectuar lo que todos deseaban. En tanto que este razonam iento hizo el general a su gente, los in d ios perseverab an en sus fiero s adem anes, haciendo m uestras de q u erer p elear y acom eter a los c ristia n o s... [ ...] entonces el capitán m andó a la len gu a Ju liá n , que era natural de la m ism a tie rra , que

744 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. . , op. cit. 745 Los intérpretes cubanos a los que se refiere son Julián y Melchor, los mayas capturados en Cabo Catoche. El idioma maya yucateco que hablaban era quizá similar al campechano. 746 Mártir de Anglería, op. c i t , l. III, cap. I. 747 Denominado "Pozo de la Conquista" aún existe, se encuentra en la parte noreste de la dudad de Campeche, del otro lado de la ría de San Frandsco y muy cerca de la Ermita. 748 Mártir de Anglería, op. c i t , l. III, cap. I.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

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llam ase a los in d ios y les d ijese que él ni los cristian os no ven ían a h acerles m al n i daño algu­ no ni a tom arles cosa alguna, sino a ser sus am igos y darles lo que traían. Y como los ind ios lo en ten d iero n , salieron algunos dellos de entre la otra m ultitud y llegáronse hacia los e sp a ñ o ­ les m uy cerca, y la lengua les tornó a decir lo m ism o que les h abía dicho, y que los cristianos no q u erían entrar en su pueblo, si ellos no holgasen dello, n i qu erían sino agua p ara la gente y navios, y que se la pagarían, y que a s ilo d ijese n a su calachuni7*9 (que como tengo dicho, así llam an al rey o cacique o señ o r p rin cip al de todos): Y luego les fue enseñado algún rescate y les d ijeron para qué era cada cosa de las que así les m ostraron, y diéronles algunas cosas; y los in d ios respo n d ían que su calachuni y ellos holgaban que tom asen agua, m ás que tom ada se fuesen, y que ellos tam bién querían ser sus am igos, m ás no querían que entrasen en su pueblo. Y la lengua, p or m andado del capitán, replicó que así se h aría, y que tom ada el agua, se e m ­ b a rc a ría con su gen te; y en to n ces aq u ellos p articu la re s in d io s se fu e ro n , y con las m an os llam aban a los cristian os que fu esen en pos de ellos. La casa que he dicho era blanca y de p ied ra b ien edificada; y deb ía ser casa de oración, porque dentro della h abía ciertos gem ís o ídolos, en que aquellos in d ios adoran (que todos son id ó latras).750

A este punto, vien e la prim era m ención sobre una m isa y su posible ejecutante: Juan Díaz, el clérigo de la expedición. E n el relato de Díaz de 15 3 0 no se incluye este dato y parecería que él no es quien oficia, lo que ha puesto en duda que sea el sacerdote el autor del Itinerario de la arm ada del rey católico a la isla de Yucatán, en la I n d i a . .y el capitán m andó a un clérigo que iba en la arm ada que dijese m isa, p rim ero que de allí pasase, y así se vistió para celebrar y dijo m isa, la cual los cristian os oyeron con mucha d evo ció n y a vista de los in d io s ...” .731 Seguidam ente de la m isa, los esp añ oles avanzan hacia las áreas m ás cercanas a la población, lo que provoca la m olestia entre los m ayas que viero n que el acuerdo no era respetado: .. .y después de acabado el oficio divino, m ovieron el general y su gente paso a paso en buen orden hacia donde los indios estaban, para ir a un pozo que allí había de buena agua, y lo indios hacían señas que se tornasen y no pasasen adelante; y la lengua Ju lián les decía que no hubiesen tem or, que no ib an sino a to m ar agua. Y luego to rn a ro n a d ecir que fu esen (según la lengua decía), y así llegó nuestra gente a un pozo que estaba en un llano pequeño junto a la costa e n ­ frente del pueblo, y allí asentaron real en to rn o del pozo para tom ar el agua, la cual se puso luego por obra por los m arineros y grum etes que la sacaban, y la gente bebía de buena gana, porque venían con mucho deseo della, p or la falta que les había h ec h o .. .753

Las arm as y vestidos que Fernández de Oviedo describe son cercanas a aquellas que vieron los conquistadores que acom pañaron a Montejo "el Mozo” un par de décadas des­ pués, relatadas en las Relaciones geográfico-históricas de la provincia de Yucatán-. ...y p or entre ciertas arboledas y boscaje que h abía entre el pueblo y aquel llano p arecían m uchos in d ios, y otros por delante de los árboles, arm ados de sus arcos y flech as en sus c a r­ cajes, y algunos de aquellos arqueros traían dos carcajes llen os de saetas, otros traían rodelas y lanzas pequeñ as y cortas, y p o r m edio de los cuerpos traían m uchas vueltas de vendas o listo n es de algodón tan anchos, como una m ano (y torcid os quedaban tan gruesos como el dedo pulgar de la m ano), y traían dadas al cuerpo en to rn o a la p erso n a veinte o trein ta vueltas p o r la cintura; y de aquel tan ceñ id ero pende un cabo con que cubren sus vergüenzas, en tal 749 Halach uinik. 750 Fernández de Oviedo, op. cit., l. XVII, cap. XI. 751 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. . , op. cit. 752 Ibídem. 753 Es una descripción muy detallada del taparrabos o ex maya, aunque al parecer, para el uso cotidiano era de muchas menos vueltas. Véase: Alfredo Barrera Vásquez (dir.), Diccionario Maya Cordemex, op. cit. 754 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. XI.

m an era, que con facilidad pueden sacar d espués sus m iem bros para o rin ar, soltando aquel cabo del ceñ id ero, o para h acer cám ara, porque aquel cabo que pon en p or braga viene p o r la h orcajadura entre am bos los m uslos, desde las espaldas al vien tre, a dar una vuelta o atadura en las otras vueltas que están en to rn o al cu erpo.753 Esto p en sá b a n lo s cristian os que traían en lugar de corzas o arm as defen sivas; pero no es sino su acostum brado h á b ito .. ,754

En torno a las escasas protecciones que traían los mayas para las arm as españolas, Fernández agrega: " .. .y el gentil-hom bre mancebo destos indios más vueltas de ceñidor trae de la m anera que es dicho. Verdad es que pelando, no les pesaba tanto que la saeta

Francisco Hernández de Córdoba,

14 1

o herida diese en tales ceñidores, como en las otras partes de la persona; pero todo lo dem ás de los cuerpos traen d esn u d o..

733

A LOS OJOS MAYAS, LAS MISAS DEBEN HABER SIDO CEREMONIAS EXTRAÑAS. EN ESTA ILUSTRACIÓ N, DURANTE LA CONSAGRACIÓN, UNO DE LOS MOMENTOS MÁS SOLEMNES, LOS

Fernández relata, además de las características físicas del asentamiento maya, algunos

INDÍGENAS LEVANTAN LOS BRAZOS COPIANDO LOS MOVIMIENTOS DEL SACERDOTE. GRABADO DE

elem entos defen sivos, como una palizada hacia el mar:

THEODOR DE BRY, SIGLO X V II. COL. JEO L.

.. .esta gente de los in d ios estaban por la parte de en cim a del pueblo y p o r bajo del hasta el m ar, que era todo claro y no había m on te, y ten ían h echa una palizada, a m an era de albarrada, p ara fortalecer el pueblo p o r aquella parte que esta d efen sa estaba, la cual sería de altura de u n estado756de un hom bre poco m ás o m en o s, hecha de m adera, muy b ien puesta, y por dentro o de la otra parte d ella estaba m ucha gente de in d io s, arm ados de la form a que es dicho, y tam b ién andaban alguno d ellos por la parte de fu e r a .. ,757

A p artir de ese m om ento las em bajadas para solicitar a los invasores que se retiren del pozo son frecuentes: ...y com enzóndose a tom ar el agua y h en ch ir ciertas pipas della, de rato en rato ven ían indios desarm ados al capitán general, y hacían que la lengua Julián dijese a los cristianos que se fuesen, que no querían que estuviesen m ás allí; y el capitán hacía que les respond iese la lengua que, en tom ando se el agua, se irían, y que no les habían de hacer m al ni e n o jo , y que así lo d ijesen a su calachuni, y que le rogaba que vin iese a v e rie , que le quería hablar y ser su amigo y darle de lo que traía. Y con esto se tornaban y decían que iban a se lo decir, y vueltos decían que luego vend ría, y que tom asen agua y se fuesen los cristianos, y parecía que holgaban de la respuesta de los nuestros, y llegaban a m irar a los cristianos y re ía n s e .. ,758

A d iferencia de la detallada relación de Fernández, Las Gasas en este pasaje es breve, plantea casi todas las acciones que llevaron un par de dias como si hu biesen sucedido de m anera sim ultánea:

5ídem. 5Cerca de 1.67 metros, equivalente a seis pies castellanos. 7 Fernández de Oviedo, op. c i t , 1. XVII, cap. XI. 3ídem.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

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E L POZO DE LA CONQUISTA, EN LOS ALREDEDORES DE LA ERMITA DE CAMPECHE, ES DONDE HERNÁNDEZ DE CÓRDOBA Y GRIJALVA SE APROVISIONARON DE AGUA. EN ESTE SITIO PUDO ESTAR EL CAMPAMENTO DE LOS IBÉRIC O S Y CERCA SE R EA LIZ A R ÍA EL COMBATE ENTRE CAMPECHANOS Y ESPAÑOLES. FOTO: MF, CA. 1 9 4 5 . COL. JE O L.

.. .hace d ecir al indio que traían consigno de la isla de G ozum el... que no les quería hace mal alguno, sino tom ar agua y salirse de su tierra, ellos les m ostraron un pozo, que estaba del p u e ­ blo u n tiro de p ied ra, diciendo que la tom asen de allí y se fu esen luego; van los m arineros y grum etes con las p ipas, jo rrá n d o la s,759 e h in ch en las otras va sijas que ten ían ; p arecién d oles que se tardaban m ucho, o juzgando que se h acían reacios, dában les, con am enazas y acom e­ tiendo como que les qu erían tira r las flech as, p rie sa que se fu esen , y p orfiando mucho los in d ios en esto, y los esp añoles no y é n d o se .. .76°

Situación com pletam ente diferente a la de Cervantes de Salazar que abunda en un poco m ás de detalles, desde que inicia la jornada con el desem barco: .. .Otro día, b ie n de m añana, los n u estros, conform e a lo que el día antes se les h ab ía dicho, sacaron los bateles y p u siero n los tiro s en ellos. Entrado el gen eral con los dem ás capitanes y gente que supo ap u n to de gu erra, saltaron e n tie r ra , y, antes que fu ese b ie n de día, los que quedaban en los navios se ju n taro n con los que p rim ero h abían saltado, y así, todos ju ntos, lleg aron a un edificio com o teatro, que estaba cerca de la costa donde G rijalva q u isie ra que luego se d ije ra m is a .. J bI

Esta es la segunda m ención a una m isa en lo que podría ser Cam peche, después de la de Fernández de Oviedo, cerem onia que se vio accidentada: "...p o rq u e el día antes había avisado a Jo an Díaz, clérigo, que sacase el ornam ento para cuando fuese m enester, y como en aquel lugar, m ás que en otro, había aparejo para que todos oyesen m isa, y en ­ tendió que el sacerdote se había olvidado de sacar el ornam ento, riñóle con más cólera de la que fuera razón, diciéndole algunas palabras ásperas que a todos los de la com pañía pesó y pareció m a l...” .763 Cervantes de Salazar aprovecha para hacer u n discurso de tono m oral en el cual e s ­ tablece la posibilidad de un castigo divino a G rijalva, aunque éste acabe m ostrando un serio y profundo arrepentim iento: ...p o r lo cual parece que perm itió Dios que, peleando con los in d ios, le d iero n un flechazo en la boca que le d e rrib a ro n tre s d ien tes y al no llev a r cerrad a la boca, com o él co n fesó , le 759 Un término marítimo que se refería a arrastrar. 760 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. CX. 761 Cervantes de Salazar, op. cit., I. II, cap. V. 762 ídem.

p asara la flech a; lo cual, en ten d ien d o él que h ab ía sido p o r su pecado, com o p úblicam en te h a b ía afren tad o al sa ce rd o te , a sí p ú b lic a m e n te , dando e je m p lo de h o m b re a rre p e n tid o , le p id ió p erd ó n , tratánd olo de ahí en adelante com o lo d eb en se r los p u estos en tal d ig n i­ dad. Esto es lo m ás cierto que aconteció a G rijalva con el sacerd ote, p u es, antes que otra

Francisco Hernández de Córdoba,

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cosa re sp o n d ie se ni se h ic ie se , envió p o r el orn am en to, y re vistié n d o se , com enzó la m isa, a m edio de la cual asom aron en gran con cierto m uchos escu ad ro n es de in d io s, y m archando en son de gu erra, lleg aro n a un tiro de ballesta763 del ed ificio donde la m isa se decía. Los n u estro s no se a lte ra ro n ...764

E l desenlace del amago de ataque maya -c o m o narra C ervan tes- se resuelve fin a l­ m ente con el diálogo: ...a ca b á n d o se la m isa, el capitán hizo p o n e r en ord en a su gente, con los tiro s de cam po765 d elan te, y deseand o h ab lar con los en em igos de paz, fu ese poco a poco h acia e llo s, h a ­ ciend o señ ale s de paz. Gomo los in d io s v ie ro n que los n u estro s se ib an acercand o, ellos se fu ero n , poco a poco, retrayen d o , h asta que los nuestros lleg aro n h asta donde estaba un poco de agua m uy bu en a, y com o el intento de G rijalva y de los suyos era h artarse de agua y p ro v ee r los navios d ella, m andó h acer alto, y así, b e b ie ro n todos h asta que se h artaro n , porq ue la sed , con la falta de agua, h ab ía ido en aum ento. Luego, com o el capitán vio que los in d io s no acom etían , no quiso él acom eterlos, p ara co n vid arlos a paz y am istad; antes, en el entretanto, m andó que se tra je se n va sijas p ara llev a r agua a los n avios, en lo cual se ocup aron aquel día y otros d o s ...766

Tomo la cita de H errera porque añade un dato interesante, el hecho de que los españo­ les hu biesen aprendido las ventajas de la protección de las ropas gruesas: "estofadas de algodón” , como m enciona, para protegerse de las flechas sin tener que usar los m olestos petos y cotas de metal. .. .dando grandes voces y con estruendo de sus trom petillas y atabalejos y aunque con unos falcon etes que llevaba en las barcas, les p u siero n mucho espanto, como cosa por ellos jam ás vista. En acercándose las b arcas, com enzaron a tira r con las ondas y a flech ar, entrando en el agua a h e rir a los castellanos con sus lanzas, pero salidos de los bateles con gran diligen cia a cuchilladas y estocadas, les h icie ro n p erd er tierra, porque si b ien la fu ria y m ultitud de las flech as era grande, los castellanos escarm entados de lo pasado ya com enzaban a u sar las m ism as arm as d efen sivas, estofadas de algodón, que u saban los in d io s, con que no fue tan grande el daño de las flech as y con todo esto quedaron h erid os sesen ta soldados, m uertos tres y el capitán Juan de G rijalva con tres flechazos, que el uno le quebró dos dientes, porque en p elear nunca fue el p ostrero. Llegados los barcos con los castellanos que h abían quedado en los navios, los ind ios d ejaron el campo y los castellanos fu ero n al pueblo, curaron los h e ­ rido s, en terraron a los m uertos y no h allaron m ás de tres h om bres, porque con la ropa toda la gente se h abía h u id o .. .77

Díaz del Castillo, H errera y Torquem ada se pronuncian, en cam bio, por un com ba­ te apenas desem barcados. D espués de revisar todos los relatos an teriores considero que los tres se equivocan. H errera y Torquem ada porque copian la estructura de Díaz del Castillo y Díaz del Castillo por el tiem po que deja tran scu rrir, casi cincuenta años, entre lo vivido y lo escrito, pese a ser testigo presencial. Los otros cronistas se equivo­ caron por sus testim onios recopilados con tanta prontitud, a uno o pocos años después de sucedidos los hechos.

LA TARDE: COMIDA, COMERCIANTES Y ESPÍAS

Esta rispidez entre los invasores que se habían posesionado del pozo, demasiado cerca de la población, no fue im pedim ento para m antener ciertas form as, la Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia. .., acota: " .. .Aquel m ism o día en la tarde vin ieron a divertirse con nosotros, trajeron pan que llam an maíz, pero querían que aquella m ism a noche p artié­ sem os, pero como nos quedamos, entonces hicieron guardia.. .” .768 De la crónica de Díaz se estim a que la hospitalidad no se perdió y les fueron llevados alim entos a los españoles:

763 Existen muchas variables pata determinar la distanda de un tiro de ballesta antigua, pero podría estaren cerca de 150 metros. 764 Cervantes de Salazar, op. c it., I. II , cap. V. 765 Probablemente se refiera a los arqueros o los arcabuceros. 766 Cervantes de Salazar, op. c it., I. II , cap. V. 767 Herrera, op. c it., d. II, l. II I , cap I. 768 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la c u a l..., op. cit., p. 28.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

14 4

.. .los ind ios llevaron al capitán una gallin a cocida769y m uchas cru d as, y el capitán les preguntó si ten ían oro para cam biar p or otras m ercad erías, y ellos trajero n una m áscara de m adera do rada y otras dos piezas como patenas de oro de poco valor, y nos d ijero n que nos fuéram os, que no q uerían que tom áram os agua. E n esto al oscurecer vin ie ro n los ind ios a regalarse con nosotros, trayendo m aíz, que es la raíz77° de que h acen el p an ,771 y asim ism o algunos p an e c i­ llo s773 de la dicha raíz; m as todavía rogaban que nos fuésem os, y toda aquella noche h iciero n m uy b ien su vela y tu vieron buena g u a rd a .. ,773

Fernández de Oviedo se expresa sobre la hospitalidad, pero mencionando con mayor cla­ ridad que era una forma de comercio informal que se había establecido entre ambos grupos: .. .y traían algunas de las frutas de las que tien en, y tortillas y bollos774 de maíz, y otras cosas de com er, y dábanlas a los cristianos, y en trueco desto daban ellos a los indios algunas contezuelas de vidrio de colores y otras cosillas de poco valor, y lo recibían con gran gozo, e iban con ello corriendo a los otros indios y se lo enseñaban los unos a los otros, como m aravillados de verlo, y así tornaban otros con m ás cosas de com er o maíz, porque les diesen aquellas cuentas; y al son de un tam borino y flauta que en el real de los cristianos se tañía, venían m uchos dellos a verlo tañer, y estaban espantados de oírlo, y algunos dellos hubo que bailaron al son de la fla u ta .. ,775

Los mayas no cesaron en su em peño de enviar em bajadas que urgían a los invasores a alejarse de la población: " .. .pero de rato en rato no cesaban de decir que se fuesen los cristianos, y siem pre el general con la lengua les daba por respuesta que tomada el agua, se irían , y otras buenas palabras, por nos los enojar ni alterar, y prom etiéndoles que el día siguiente se ir ía n .. ,” .776 La situación llevó a que el propio herm ano del gobernante se aproxim ara para d e­ m andar a los españoles el desalojo de sus tierras, aunque recibió a cam bio un discurso sobre reyes y gobernantes que por seguro le fue muy ajeno y oscuro, aunque retórica­ mente los hispanos estaban pidiendo una eventual sum isión: .. .y en esto vin ie ro n ciertos in d ios, y en ellos decían que ven ía un herm ano del calachuni, al cual y a los que con él ven ían , les hizo d ecir el gen eral, p o r la lengua Ju lián , com o en los rein os de Castilla h abía un m uy poderoso rey y señ or, cuyo vasallo él era y aquellos cristian os, y que en otra isla que se decía H aití h abía un gran señ o r que se decía el alm irante, y en T ierra Firm e otro, y en la isla de Cuba otro, que se decía el señ o r Diego Velázquez (por q uien el general y a q u e llo s c ristia n o s que allí estab an , v e n ía n p o r su m an d ad o ), y que el otras m uchas isla s y partes h abía un gobernador, gran calachuni o cacique, que hacía mucho b ien y m ercedes a la gente e in d ios de todas aquellas tierras y los favorecían y d efen d ían de todos sus enem igos, y que los tales gobernadores y alm irante y capitanes, y otros m uchos señ ores y grandes gentes todos eran vasallos del gran rey de Castilla, a qu ien m uchas generacion es sirven y obedecen; y que él a todos tien e en ju sticia y hace m uchos b ien es y m erced es, y que así les h aría a ellos, si q u erían ser sus am igos y v a s a llo s .. ,777

Las in com pren sion es continuaron con el tem a del com ercio, los españoles esp era­ ban la llegada de m uchos objetos de oro, m ism os que no existían. El discurso de G ri­ 769 Pavo o guajolote. 770 Como en las islas se comía el pan de batata, el cazabe, Díaz supone que el maíz era también una raíz. 771 Tortilla, el pan de cazabe es delgado, pero no tanto como este alimento mesoamericano. 772 Podría referirse a tamales ya que lo diferencia del anterior. 773 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. . , op. cit. 774 Quizá se refiera a los tamales. 775 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap XI. 776 ídem. 777 ídem. 778 Fernández de Oviedo, op. c it., I. XVII, cap. XI.

jalva continúa m eloso, pero en la práctica ofende a los cam pechanos con el desprecio a los productos que les llevaban y que ellos seguram ente consideraban que era lo que los recién llegados solicitaban: ...y que si algo le d iesen que se lo p agaría, y que si tra ía n oro, p erlas o p ied ras p recio sas y otras cosas b u en as y las q u ería n re scata r, que lo tra je se n y se le s d a ría p o r ello otras jo yas y p reseas que los cristian os traían , y m ostróseles m uchas cosas de rescate para que lo viesen. Y la lengua d ecía que resp o n d ían que sí traerían , e iban y to rn aban in d ios y no tra ía n nada, salvo unas patenas delgadas redondas de cobre dorado, que se las to rn aron a dar y les d ijero n que aquello no era oro ni valían nada ni las q u erían los cristian os. Po r m an era que de cuanto trajeron , ninguna cosa se les tom ó, sino una patena como de guanin, p or la cual se dio rescate, con que fue contento el que la tra jo .77®

Francisco Hernández de Córdoba,

EL DIA SIGUIENTE

'45

LA DIVERSIDAD DE TR A JES Y ORNAMENTOS DE LAS SOCIEDADES DEL MÉXICO ANTIGUO, COMO LA MAYA, DEBIERON IM PRESIONAR A LOS V IAJERO S QUE SE ENCONTRABAN POR PRIMERA

Aunque no tenem os una cronología clara, en la Carta enviada desde la isla de Cuba de

VEZ CON COMUNIDADES ORGANIZADAS EN

In d ia ... se m enciona las acciones al día siguiente:

DE PRIN CIPIO S DEL SIGLO XX. COL. JEO L.

FORMA COMPLEJA. LITO GRAFÍA ALEMANA

... A l a m añ ana sigu ien te v in ie ro n tres escoltas fren te a nosotros con vestid os de d iferen tes colores. T raían m uchos arcos de m adera h echos a la m an era de arcos in g leses, con los cu a­ les tira ro n m uchas flech as; n o sotros nos detuvim os m ien tras llegó un indio con el h ijo del se ñ o r de aquella p en ín su la. N os dijo que nos fu éram os y nuestro in térprete les dijo que no q ueríam os guerra, que al otro día nos iríam os. M ás tarde vin ie ro n m uchos h om bres (indios) a ve r n uestras a rm a s... Los h om bres nuestros estaban in q u ietos porque el capitán no los d ejab a com batir con aquellos in d io s .. ,779

E l retraso en los acuerdos era evidente, los mayas se desesperaban ante la lentitud con la que los navegantes se aprovisionaban de agua: ...y d ecían que ib an a llam ar al calachuni p ara que hablase al gen eral, pero nunca vin o, antes siend o ya tarde, d espués de m ed io d ía, com enzaron a am enazar de nuevo a los cristian o s y em bragaban780 sus rod elas y m ostrab an que q u erían p elear contra los n u estro s, y com enza­ ro n a p o n e r saetas y flech as en los arcos, y daban silvo s,781 y hacían fiero s sin h aberles dado causa alguna, y p arecían que q u erían com enzar a p elar m uchas veces con denuendo, y el gen eral con la lengua procu rab a de aplacarlos, y req u eríales que no com enzasen la batalla n i otra fuerza ten tasen contra él, que otro d ía a m ed io d ía se iría n los cristian os todos. Y d icién d oles esto, tornábase a asegu rar p o r otro poco de e s p a c io ...783

Por otra parte, la situación en el cam pam ento era de extrem a vigilancia: ...lo s esp añ oles estaban atendiendo puestos en ord en de batalla, y asestados dos tiro s m e ­ dianos de bronce y una lom barda de h ierro hacia los in d ios, y dos escopeteros y algunos b a ­ llesteros, y los dem ás esp añoles ten ían espadas y rodelas, y algunos con lanzas jin etas783y daragas,784 apercib id os y sin m udarse de su escuadrón. Desde a poco to rn aron los in d ios a sus vanas ferocid ad es, y fue tanta su desvergüenza y tem eraria osadía que cobraron de la p a ciencia de los nuestros y de su su frim iento que com enzaron a tira r algunas flech as contra los cristian os, y los capitanes y los otros soldados decían que ya no era b ien que tal bellaq u ería y descom edim ien to se com portase a aquella gente bestial. Y el general los refren ó e hizo estar quedos a los cristian os, y volvió con la lengua a requ erirles que no h icie sen m al ni tirasen , porque si no lo h acían así, los cristian os m atarían a m uchos d ellos, y que no qu erían sino

9 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la c u a l..., op. c i t , pp. 28-29. 0 Abrazaban. 1Silbidos. 2 Fernández de Oviedo, op. c i t , 1. XVII, cap. XI. 3Voz "jineta": "2. f. Lanza corta con el hierro dorado y una borla por guarnición, que en lo antiguo era insignia de los capitanes de infantería.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http:// dle.rae.es/?id=MTJgpmX|MTMD6DX 4Adargas, escudos ligeros, hechos de diversas capas endurecidas de cuero o cáñamo.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

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tom ar agua e irse otro día luego, como les h abía dicho. E hizo sus p rotestaciones785 con ellos, acordándoles que el rey m andaba que no se les h iciese m al, sino fu esen los ind ios agresores y m alos, com enzando la p elea; y aún tom ó testim onio este general de sus protestaciones por m edio e in terpretación de la lengua Julián.

E n un gran esfuerzo de pacien cia, los m ayas, ante la actitud no agresiva de los in va­ sores, seguram ente decid ieron esp erar al día siguiente, y según Fernández de Oviedo: ...d ich o esto estuvieron quedos los indios y se retrajeron ya puesto el sol, y se com enzaron a ir unos en pos de otros a su pueblo, y no salieron de él p or esta noche; m ás velábanse con sus ata­ bales y tam bores toda la noche, y oíanse bocinas y otro son, a m anera de trom petillas, y hacían otros estruendos, como de gente que estaba en vela. Y los cristianos pusieron el recaudo que les convino para su gu ard ay vela, y ordenadas sus rondas y centinelas, como gente diestra y ap erci­ bida, pasaron aquella noche, sin cesar por eso el ejercicio de sacar agua, porque el pago era ruin y no tenía mucha, y era m enester espacio para h en ch ir las vasijas y llevarlas a lo s n a v io s...786

En el Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia ..., de Díaz, de 15 3 0 , se ratifica dicha situación: " ... en esto ya tarde volvieron los indios a vista de nuestro ejercito, y toda la gente estaba desesperada porque el capitán no los dejaba pelear con los indios. Los cuales aquella noche estuvieron asim ism o con buen a guarda. Cervantes de Salazar establece que los mayas estaban tratando de ganar tiem po para recib ir refuerzos y el envío de espías al cam pam ento: .. .los indios, visto que los nuestros habían asentado junto a los pozos, pusieron su real788 c e r­ ca de una arboleda grande un tiro de ballesta de los nuestros, y, según después pareció tenían determ inado de p elear con los nuestros, lo cual suspendieron hasta que llegaron tres o cuatro escuadrones de mucha gente que esperaban, por dar m ás a su salvo la batalla; pero no osando aún con esto d eterm in arse, por ve r que los nuestros se estaban en el lugar que habían to m a­ do, pensando que debían ser m ás de los que parecían, enviaron algunos indios, como espías, para que reconociesen el lugar de los españoles y viesen cómo estaban fortalecidos y las arm as y gente que había, a lo s cuales el capitán y los dem ás, por su m andado, recibieron y trataron muy bien , y dándoles algunas cosas de las de Castilla, les d ijeron por señas que dixesen a su señor que ellos no venían a hacerles mal ni a quitarles sus haciendas, ni dar otra pesadum bre, sino tener su m istad y contratar con ellos, y a tom ar de aquella agua que había en aquellos pozos.

Los in d ios resp on d ieron en pocas palabras, con m uestra de enojo, que no había para q u é ...789

UN RELOJ DE HUMO

Desde 15 19 , la Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia ..., establece el com plejo ritual de advertencia e invocación em pleado por los mayas: ...A l día sigu ien te p o r la m añ ana nos m an daron d ecir nuevam ente que nos fu éram os y el capitán les respond ió que no pod íam os p artir ráp id am ente, pero que nos d ieran un poco m as de tiem p o. E llo s p u siero n una teja con ciertos p erfu m es en m edio de un fuego y nos d i­ je ro n que nos fu éram os antes que se term in ase el hum o. El capitán ordenó h acer fuego con 785 Declaraciones. 786 Fernández de Oviedo, op. c it., L. XVII, cap. XI. 787 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. . , op. cit. 788 Campamento. 789 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. . , op. cit. 790 Carta enviada desde la isla de Cuba de Indiaf en la cu a l..., op. c it , p. 29.

la a rtillería y se dio m uerte a tres in d io s. D espués los nuestros saltaro n a tie rra e h icie ro n algunos p risio n e ro s con todos los f u s ile s ...790

E n el Itinerario de la arm ada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia ..., Díaz ratifica la idea de que los mayas dieron su palabra fin al y p usieron lím ite a la estancia de los invasores con u n sistem a com plejo, un portaincensario con el correspondiente plato o recipiente en el que ardía copal, con el que se fijó en el ñ n del humo el plazo de perm anencia: " . . . y a otro día de m añana se ap ercib ieron y puestos en ordenanza

Francisco Hernández de Córdoba,

volvieron a decirnos que nos fuésem os; y al punto pusieron en m edio del campo un tiesto con cierto sahum erio, diciéndonos que nos fuéram os antes que aquel sahum erio se consum iese, que de no hacerlo así nos darían g u erra.. ,” .791 Lo m ism o, con algunas variantes, es contado por M ártir de A ngleria: "...h a b ien d o encendido entre uno y otro escuadrón una antorcha de in cien so,793 les am enazaron con m atarlos si no se apresuraban a m archarse antes de que la antorcha se apagara, y protestaban que no querían h u ésp ed es...” .793 Por su parte, Fernández de Oviedo relata el pasaje pausada­ mente partiendo de la fecha: .. .otro día, ju eves, vein tisiete días de m ayo, p o r la m añ ana se aca ­ bó de to m ar el agua que les pareció les bastaba a los que ten ían cargo della, y los in d ios com enzaron a sa lir del pueblo p o r entre los árboles y bo scaje, y p o r la albarrad a que es dicho, en gran n ú ­ m ero d ellos y sin com paración m ás m uchos de los que se h abían visto el día de antes y arm ados de la m an era que está dicho; y de entre todos sa liero n dos in d io s y com enzaron a señ ala r con las m anos a los cristian o s que se fu ese n de allí y no e s ­ tu viesen m ás donde estaban. Y uno de aquellos in d ios se hizo m ás adelante con una lum bre

EN LA ZONA DE LOS RÍOS Y LAGUNAS SE DESARROLLÓ UNA CIVILIZACIÓ N COMPLEJA Y LLEN A DE LOGROS TANTO MATERIALES COMO IN TAN G IBLES. GRABADO DE PORTAINCENSARIO EN VOYAG E PITTORESQUE E T ARCHÉOLOGIQUE DANS LA PROVINCE D'YUCATAN (A M ÉRIQ U E

e n cen d id a y en su lengua dijo ciertas p alabras y p ú sola sobre una p ied ra y tornóse atrás para

CENTRALE) , PENDANT L E S ANN ÉES 1834 E T 1836,

los otros de su hueste; y el general G rijalva preguntó a Ju lián , la lengua, qué cosa era aquello, y

COL. JE O L.

DE JEAN -FRÉD ÉRIC WALDECK, PA RÍS, 1 83 8.

dijo que eragu aym aro, sahu m erio que ofrecían a sus íd o los, a q u ien h acían oración para que los h iciese victo rio so s con tra él y con tra los cristian os; y que así lo acostum braban, cuando q u erían dar batalla a alguna gente, y que en acabándose de ard er aquella lum bre, com enza­ rían la p elea y los acom eterían sin falta, y así pareció p o r la ob ra d espués. El general m andó a la lengua que les d ijese que no lo h icie sen , pues que él no les h abía hecho m al ni enojo alguno, n i los c ristian o s, y que estu viesen quedos, que aquel día en la tarde se iría con su gente; y así se lo requ irió m uchas veces, com o lo h abía hecho el día a n te s .. ,794

Sin embargo, los gestos amables del lado maya continuaron, en tanto ardió el copal, así Fernández de Oviedo comenta: .. .y luego v in ie ro n al real ciertos in d io s con algunas gallin as y las d iero n al gen eral, y él las recibió y halagólos y dijo que le trajesen m ás; que él se las pagaría todas m uy bien. Pero estado en esto, se acabó de ard er aquella p rotestación de fuego, y se com enzaron en continente de a lterar los in d io s que estaban a p ar del bosque y albarrad a, y los otros que estaban con el gen eral le d ejaron y se fu ero n presto a los oíro s, y d iero n luego una grita gran de y m uchos silvo s, tirand o m uchas p ied ras y fle c h a s .. ,795

Las Gasas se pronuncia brevem ente en el m ism o sentido: __ salieron dos indios de su escuadrón y fu eron hacia los españoles, uno de los cuales llevó una cosa com o hacha encendida, y púsola encim a de una p ied ra, hablando en su lengua, como poniendo térm in o , según después p areció, dentro del cual sino se fu esen les darían guerra; el térm in o fue hasta que se apagase o se acabase la lu m b re, y como apagada o acabada la lum bre no se fuesen , dan luego con grande alarido los in d ios en e llo s .. .796

Por su parte, Cervantes de Salazar ofrece algunos datos sobre supuestas frases ex­ p resadas por uno y otro lado: .. .al segundo día, perseverando en su p rop ósito, en viaro n tres o cuatro m en sajero s, por los cuales d ijero n al capitán que qué h acían allí, que se fu esen ; si n o , que los ech arían p o r fuerza. El capitán respo n d ió que en acabando de to m ar el agua se iría , y que no re c ib iese n p e s a ­ dum bre si se d etu viesen algún d ía en h acer el aguada, porque ya les h ab ían dicho que no ve n ía n a h acerles enojo.

791 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. . , op. cit. 792 El incienso es de origen africano y asiático; en Mesoamérica se usaba el copal como resina aromática. 793 Mártir de Angleria, op. c it., I. III, cap. I. 794 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. XI. 795 Ibídem. 796 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. CX.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

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Desta m anera, fu eron y vin iero n tres o cuatro veces, llevando la m ism a respuesta al ca­ pitán, hasta que, no pudiéndose ya su frir los indios, no habiendo acabado de tom ar el agua los nuestros, enviaron m ás m en sajeros, diciendo que luego a la hora se fuesen, si no, que los m atarían a todos. El capitán respondió que ya acababan de hacer el aguada y que luego se irían, y volviéndose al escribano con quien solían hacer sem ejantes actos, le pidió delante los cap i­ tanes y otras p erson as, estando presen tes los ind ios, le diese p or testim onio que él y los suyos no venían a hacerles m al, y que si, defendién dose, los ofendiesen, fuese a su culpa, porque él y los suyos no habían venido sino por a g u a y a contratar con ellos, s ilo tu viesen p or bien. Esto dio a en ten d er el capitán, lo m ejor que pudo, a lo s m en sajero s, y así, se fu ero n luego; incontin en te vin ie ro n otros con uno com o brasero de b arro, con lum bre y ceniza, do delante del os nuestros echaron cierto sahum erio que hacía m ucho humo y olía b ien , y p o n ié n d o ­ le cerca del capitán, le dixeron : "los en el entretanto que este sahum erio se acaba, porque, donde no, m o riréis lu ego” . El capitán, viendo que ya se le iban desvergonzando, con rostro airado, les requ irió delante el m ism o escribano que estu viesen quedos y le dejasen acabar de to m ar agua, pues estaban donde no les ofend ían en cosa, y que él no se iría hasta que h ubiese acabado de tom ar agua, pues estaban donde no les ofen d ían en cosa, y que él no se iría hasta que h u biese acabado de tom ar el agua, pues era cosa que ninguna nación le pod ía negar a otra no habiendo p recedido e n e m ista d .. ,797

EL JUICIO DE UN HUMANISTA

Pocas m entalidades europeas entendieron la afrenta y la introm isión que supuso la Con­ quista para los antiguos habitantes del territorio am ericano. Uno de los mayores d efen ­ sores de la voz indígena fue el fraile Las Casas, por ello sorprenden las declaraciones de Fernández de Oviedo: ...d e aquí se notan estas cosas que ah ora d iré. Lo p rim ero , que esta gen te, aunque salvaje, viendo en trar en su tierra gente extraña y con m ano arm ada, no es de culpar su alteración, sino de loar su su frim ien to , y ya con buenas palabras y p o r la in d u stria del capitán esp eraron a que los cristian os tom asen el agua, p rom etiénd oles que al otro día luego siguiente se irían , y que tom ada y llegado otro día, lo d ifería n para la tarde, usaron del rem edio de las arm as para no s u fr ir con tra su vo lu n tad los h u ésp ed es que no con o cían y a ello s era n tan nueva m a ­ n e ra de h om bres. Lo segundo, es notable cosa aquella protestación del sahum erio inviolable, pues que la lengua avisó que sin falta acabado de ard er aquel fuego o sacrificio hecho a sus d ioses, indubitadam ente com enzaría la batalla, como se h iz o .. ,798

LA PRIMERA BATALLA DE CAMPECHE

Finalm ente el humo se extinguió y los mayas notaron que los intrusos no intentaban reti­ rarse y se preparaban para el combate. Un año después de sucedido el combate, en 15 19 , en la Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia ..., se m enciona: " .. .Los indios mataron a uno de los nuestros e hirieron a 40, así partimos y regresam os a nuestro campamento y por aquel día ya no vim os ningún indio, porque tenían miedo de la artillería, para ellos des­ conocida. En la noche vino un indio con una máscara de oro y nos dijo que querían paz y que nosotros al contrario teníamos gran deseo de vengarla muerte de aquel h o m b re... ” .799 Ju an Díaz, en 15 3 0 , abunda en detalles sobre la batalla: .. .y acabado el sahum erio nos em pezaron a tirar muchas flechas, y el capitán mandó disparar la 797 Cervantes de Salazar, op. cit., i II, cap. V. 798 Fernández de Oviedo, op. c it., L. XVII, cap. XI. 799 Carta enviada desde la isla de Cuba de Indiaf en la cu a l..., op. c it , p. 29. 800 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. . , op. cit.

artillería, con que m urieron tres ind ios, y nuestra gente empezó a persegu irlos hasta que h u ­ yeron al pueblo; quem am os tres casas de paja y los ballesteros m ataron algunos indios. Ocurrió aquí un grave accidente; que algunos de los nuestros siguieron el estandarte y otros al capitán; y por estar entre muchos hirieron cuarenta cristianos y m ataron uno; y cierto que según su deter­ m inación, si no fuera por los tiros de artillería nos hubieran dado bien en qué entender, y así nos retiram os a nuestro real donde se curaron los h erid os, y no volvió a p arecer indio a lgu n o .. ,8°°

Francisco Hernández de Córdoba,

Fernando Flores ofrece un balance: " .. .Nosotros los perseguim os hasta el pueblo. M u­ chos de ellos quedaron heridos y a tres que capturamos vivos los entregamos al f u e g o 801 Todos los cronistas dejaron evidencia de este combate, para probar las fuerzas de los dos

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PESE A LA D IFERENCIA DE FUERZAS Y TECNICA, EN VARIAS OCASIONES LAS POBLACIONES INDÍGENAS PUDIERON IMPONERSE A LOS INVASORES. GRABADO DE ARNOLDUS MONTANUS, SIGLO X V II. COL. JEO L

bandos. M ártir de Angleria apunta: " ...s e consumió la antorcha; vinieron a las manos, m a­ taron a uno de los nuestros a quien la flecha encontró mal cubierto con el escudo, e hirieron a muchos; los nuestros se replegaron a los cañones, que estaban colocados junto al pozo, para disparar desde allí balas contra los bárbaros. Estos retrocedieron al pueblo; los sol­ dados, entusiasmados deseaban perseguirles; pero el pretor Grijalva lo im p idió.. ,” .8o:í Es interesante que en esta relación se establece la maniobra como un prim er ataque que obliga a los invasores a replegarse al pozo, donde tenían su campamento o real, desde donde a fuerza de cañonazos logran que los atacantes se replieguen, y pese a sus intenciones de p er­ seguirlos, es el propio capitán español quien da la orden de perm anecer en las posiciones. Fernández de Oviedo, pródigo en detalles, habla sobre las p revision es e in vocacio­ nes al patrono de la Reconquista, el apóstol Santiago: .. .el general hizo estar queda su gente y m andó que ninguno se m oviese que la artillería tirase, y pidió p or testim onio que él se d efend ía, porque le q u erían o fen d er aquellas gentes b á rb a ­ ras sin causa. E hizo luego llevar de allí a Ju lián , lengua, a los navios, porque no se perdiese o se fu ese, y m andó p on er fuego a los tiro s y en continente arrem etió el general a su gente, llam ando a D ios y al apóstol Santiago contra los in d ios, e h iciéro n los retraer hasta m erterlos p o r el boscaje, y queriéndose retraer, porque en lo espeso de los árboles no recib iesen daño de las flech as, como algunos esp añoles sueltos se h ab ían entrado en lo espeso tras los in d ios, porque no p elig rasen , hubo de to rn ar el general a so co rrerlo s a la a rb o led a .. .8°3

El tem a de la artillería es fundam ental, como lo relata de Las Gasas: " ...lo s esp a­ ñoles, que no se durm ieron, disparan p rim ero la artillería, y tras ella, con el ím petu

301 Flores, op. c it., p. 47. 802 Mártir de Angleria, op. c it., I. III, cap. I. 803 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. XI.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

LA MÚSICA EN EL MÉXICO ANTIGUO, IG U AL QUE EN OTRAS CIV ILIZAC IO N ES, ERA MANIFESTACIÓN DE DIVERSOS ESTADOS DE ÁNIMO Y FORMAS DE COMUNICACIÓN. EN LAS NOCHES QUE LOS ESPAÑOLES ESTUVIERON EN CAMPECHE, OYERON DIVERSOS INSTRUMENTOS DE PERCUSIÓN Y DE VIENTO. "MÚSICOS AZTECAS TOCANDO EN TLAPANH UEH UETL", D. K . BONATTI, SIGLO X V III. GRABADO COLOREADO A MANO. COL. JE O L.

que suelen m ayorm ente contra gente desnuda, como son éstos, con las escopetas, que llevaban algunas y ballestas, y luego con las espadas, que son las que hacen el caso, que los cuerpos desnudos parten por el m edio, m ataron todos cuantos p u d ie ro n ... ” .804 Cervantes de Salazar procura otros detalles im portantes en su descripción: .. .Grijalva, viendo que los indios que habían traído el brasero, sin responder cosa con enojo se habían apartado y vuelto a los suyos, mandó que todos estuviesen a punto para cuando m oviesen arm a los contrarios, los cuales, estando muy atentos al acabar del humo, com enzaron a m overse engen til orden, con denuedo grande de pelear, viniéndose poco apoco hacia los nuestros, tira n ­ do muchas piedras con hondas y arrojando varas y dardos. El capitán mandó, so pena de muerte, que ninguno de los suyos se m oviese hasta que él hiciese señal; y viendo que las saetas daban en el real y que no debía su frir sin que hiciese la resistencia debida, diciendo pocas palabras en alta voz, con que anim aba a los suyos, dio a entender que peleaban para defenderse; y haciendo señal, mandó a Bernardino Vázquez de Tapia, su alférez general, los acom etiese. Dentro de poco espacio se trabó una brava batalla, que duró en aquel lugar do se juntaron m ás de dos h o ra s.. .8°5

A l final, los mayas fueron obligados a replegarse entre los árboles, según Fernández de Oviedo, en donde se produce el com bate cuerpo a cuerpo y donde am bos bandos ten ian ventajas y desventajas; favorecía a los mayas aunque el daño de la artillería era mucho pese a la protección vegetal: ...y allí estuvieron revueltos peleando con ellos y el general Johan de Grijalva salió herido, y con un diente m enos y otro quebrado, y aún la lengua algo cortada de una flecha y con otras dos h eridas en las piernas o rodillas. Y sacaron muerto de aquel bosque un com pañero que se decía Joh an de Guetaria y otros m uchos cristianos salieron h erid os, porque entre los árboles los in ­ dios peleaban a su sabor y huían, cuando les convenía, y si no fuera por la artillería y esos pocos ballesteros y escopeteros que tenían los nuestros peligraran m ás los cristianos, porque no se podían aprovechar de otras arm as. Y créese que los tiros de pólvora y ballestas hicieron mucho daño en los co n trario s y m ataron h arto s in d io s, de los cuales no se pudo s a b e r la cantidad, aunque vieron caer algunos, sino por el tem or que se vio en ellos se entendió su trabajo; y no es de m aravillar que se espantasen los que nunca habían visto ni oído la artillería, pues que a los que la tratam os y a quien m ejor la entiende m ás esp an ta.. .8°6 804 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. CX. 805 Cervantes de Salazar, op. c i t , l. II, cap. VI. 806 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. XI.

Las Casas plantea que no fue la arboleda el refugio, sino un m uro, probablem ente la palizada que se ha m encionado:

Francisco Hernández de Córdoba,

>5'

.. .R eco giéro n se los in d io s dentro de una alb arrad a de p ied ra y m ad era, de u n estado8®7 en alto, que te n ía n p o r cierta p arte del p ueblo, y así no tu viero n tanto lu gar los e sp a ñ o le s de h a c e rle s tan to m al com o le s h ic ie ra n , y ta m b ié n p o rq u e el m ism o c a p itá n G rija lv a , que de su naturaleza no era cru el, antes blan d o, y de co n d ició n buena, p ro h ib ió a los e sp a ñ o ­ le s que los p ersig u ie sen . Los in d io s m ataron con u na fle ch a, en aquel ím petu , un esp añ ol y m uchos h irie ro n , entre los cuales salió ta m b ié n Ju an de G rijalva h erid o , quebrado un d ien te y otro del todo p erd id o , y aún lastim ad a la len gua de u n flechazo que le d ie r o n .. ,8°8

Cervantes de Salazar expone que la retirada maya fue una estratagem a para cercar a los españoles y causar daño: " .. .los in dios, como traían pensado, poco a poco peleando, se fueron retrayendo, aú n a arboleda, donde, como a celada, traxeron lo s nuestros, a los cuales, en breve espacio, cercó gran m ultitud de indios. A q uí m urió Ju an de Guetaria, hom bre de suerte, sabio y esforzado, cuya falta se sintió después m u c h o . 809 Cervantes de Salazar prosigue su narración a detalle: .. .el general, vién d o se cercado y que de refresco acudían enem igos y que los suyos iban d e s ­ fallecien d o, así por las h erid as com o p o r el cansancio, m andó c a rgarlo s tiros y recogió toda la m ás gente que pudo, con el alférez gen eral, la lugar donde él estaba, que era m ás conveniente p ara h acer daño en los enem igos, de adonde, anim ando a los suyos y d iciénd oles que se a co r­ d asen que eran esp añoles, y que ya no peleaban p o r la honra, sino por la vida, acom etió a lo s enem igos com o si com enzara de nuevo, m andando soltar los tiro s y tira r las ballestas. En este lugar d iero n a G rijalva el flechazo que d ijim o s en el capítulo pasado, sin otros que le h iciero n mucho desangrar, porque los indios eran muchos, y en la parte donde estaban, m ás poderosos, a causa que detrás de los árboles se guardaban y flech ab an a su salvo a los nuestros. V iendo esto el general y que si de allí no salía no podía escapar hom bre de los suyos, tirando del alfé ­ rez, a grandes voces m andó a los nuestros salir de aquella espesura lo m ejor que p u d iesen a lo llano, donde ju ntándose, h iciero n alto, donde desde el arboleda no p od ían alcanzar los arcos. E stu vieron allí hasta cerca de la noche, d efen d ién do se, según algunos dicen, lo m ejor que pudieron; aunque en opinión de otros, que estando puestos en aquel lugar los nuestros no fu ero n m ás acom etidos de los in d ios, de los cuales hubo m uchos m uertos, de los nuestros algunos, y los dem ás en m uchas partes del cuerpo h e rid o s...810

A partir de ese momento - e l combate en la espesura o en la trinchera respectivam entelos grupos se repliegan: los mayas en su refugio, ya sea tras los árboles o las piedras, y los españoles en el pozo, respaldados por su artillería, que impide que se acerquen los más atrevidos. Fernández indica: " .. .el general hizo llevar los españoles heridos a los navios, y él quedó en tierra para acabar de tom ar el agua, porque le dijeron que era m enester mas de la que tenían, e hizo tornar a arm ar la artillería poca que tenía a par811 del pozo, y parecían algunos indios a par de la arboleda, y como soltaban algún tiro, todos se escon dían ... V 1’ Díaz del Castillo tiene otra versió n de lo ocurrido, aunque coincide en algunos d e­ talles como las heridas de Grijalva: . . . y a esta causa estab an m uy u fan os y orgu llosos [B ern al parte de la id ea de que están en Cham potón y que la victoria sobre H ernández de Córdoba dio a los m ayas un gran ím petu] y b ien arm ados a su usanza, que son arcos, flechas, lanzas, rodelas, m acanas, y espadas de dos m anos, y piedras con hondas, y arm as de algodón, y trom petillas y atam bores, y los m ás de ellos pintadas las caras de negro, colorado y blanco, y puestos en concierto esperando en la costa, para en llegando que llegásem os dar en nosotros [otra gran incongruencia, Díaz so stie ­ ne que el com bate fue en el m om ento del desem barco y no al día siguiente, como hem os visto] y como teníam os experiencia de la otra vez, llevábam os en los bateles unos falconetes813 e Íba­ m os apercebidos de ballestas y escopetas y llegados a tierra nos com enzaron a flech ar, y con las lanzas dar a m an tinien te,8l4y tal rociada nos d iéron ántes que llegásem os á tie rra , que h irieron la m itad de nosotros: y desde que hubim os saltado de los bateles, les h icim os perder la fu ria á buenas estocadas y cuchilladas: porque aunque nos flech aban a te rrero ,815 todos llevábam os arm as de algodón: y todavía se sostuvieron buen rato peleando con nosotros, hasta que vino otra barcada de nuestros soldados, y les h icim os retraer aú n a s cienegas junto al pueblo.

807 Casi 1.70 metros de altura. 808 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. CX. 809 Cervantes de Salazar, op. c it., I. II, cap. VI. 810 ídem. 811 A par, cerca o inmediatamente a una cosa o junto a ella. 812 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. XI. 813 Voz "falconetes": "1. m. Espede de culebrina, antigua pieza de artillería larga y de poco calibre que arrojaba balas hasta de kilogramo y medio." Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=HWVeTSf 814 Con toda fuerza. 815 Como blancos.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

Díaz del Castillo incorpora varios detalles novedosos y otros dudosos, entre otros, el nom bre del español muerto que, según Fernández de Oviedo y López de Gom ara,8'6 era Ju an de Guetaria y que Díaz apellida "Q uiteña” ; así como la toma de la población, la huida de los mayas y la captura de algunos principales: .. .E n esta guerra m ataron a Juan de Quiteña, y a otros dos soldados, y al capitán Juan de G rija l­ va le dieron tres flechazos, y aún le quebraron con un cobaco8'7 dos dientes (que hay muchos en aquella costa) e h iriero n sobre sesenta de los nuestros. Y desde que vim os que todos los co n ­ trarios se habian huido, nos fuim os al pueblo, y se curaron los heridos, y enterram os los m u er­ tos: y en todo el pueblo no h allam os p erso n a n in gu n a, ni los que se h ab ian retraíd o en las c ie n e g a s, que ya se h a b ía n d esg a rra d o :8'8 p o r m an era que to d os te n ía n alzadas sus h a c ie n ­ das. E n aquellas escaram uzas pren dim os tres In dios, y el uno dellos parecía p rin c ip a l.. ,8'9

Este esquema es seguido al pie de la letra por Torquemada, por lo cual omito su versión.

EL FIN DEL DÍA

Ya al atardecer, una vez pasado el m om ento más álgido del com bate, em piezan las señ a­ les de paz por el lado maya, según Ju an Díaz: " .. .ya tarde vino uno trayendo una m áscara de oro, y dijo que los indios querían paz, y todos nosotros rogam os al capitán que nos dejase vengar la m uerte del cristiano, mas no quiso, antes nos hizo em barcar aquella noche; y ya que estuvim os em barcados no vim os m ás In d io s .. .” .8,° Esta prim era relación de sucesos de Díaz es coincidente con la de Fernández de Oviedo: ... estando ya el sol b ien baj o salieron ciertos indios desarm ados a p ed ir paz, y el general mandó uno de su com pañía a que les saliese al encuentro y supiese que querían; y tornó diciendo que le parecía quel calachuni quería paz y que no tuviesen enojo los cristianos con ellos, y quel calachuni quería ser su amigo y les enviaría de com er y oro y vend ría a ver al general, y dicho esto (si se supo entender) se tornaron los indios, y otras dos o tres veces salieron aquellos indios, d i­ ciendo lo m ism o. Entonces el general mandó a dos hidalgos, el uno llamado Antonio de Am aya, y el otro el com endador Pedro de A lvarado, capitán, que fuesen a hablar con ellos y viesen lo que querían, y fueron y habláronlos, y vueltos el general, trajo el capitán Alvarado una m áscara de p alo , dorada por encim a con una hoj a de oro delgada, y dijo que lo había entendido de las señas de los indios era quel calachuni enviaba aquella m áscara, en señal de paz, o quería ser amigo del general y de los cristianos y que venía a hablarle y traería mucho oro, y toda aquella tarde no hacían sino ir y ven ir con em bajadas los indios, las cuales ni los que las oían las entendían, ni las respuestas dichas a los em bajadores, puesto que los unos y los otros hablaban, y como los m udos, con señas se esforzaban en darse a entender lo que cada parte decía. D espués desto, el general mandó quel Antonio A m aya y el escribano Godoy fuesen a decirles, como m ejor su ­ p iesen darlo a entender, que no hubiesen m iedo, y llegaron hasta dentro de las albarradas, y parecióles que decían o daban a entender que su calachuni quería ser amigo del general y todos esos in d ios q u erían la m ism a am istad con los cristian os y m ostrab an m ucho tem or, y algu­ nos dellos tem blaban y decían que traerían de com er, y o ro , y ven d ría su calachuni a hablar con el general; y a estos m ensajeros les aseguraron por señas que no te m ie se n y fuesen al real, que no les harían mal alguno. Y decían los indios que se fuesen con ellos estos dos españoles y les 816 "...y quedó muerto Juan de Guetaria y heridos cincuenta españoles, y Juan de Grijalva con un diente menos y otro medio, y dos flechazos...", López de Gomara, op. c it., I. III, cap. XLIX. 817 Palabra dudosa, podria tratarse del portugués cabago, calabazo o jícaro. 818 Apartado, huido. 819 Díaz del Castillo, op. c it., cap. IX. 820 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. . , op. cit. 821 Fernández de Oviedo, op. c it., I. XVII, cap. XI. 822 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. CX.

darían de com er, y ellos tornaron al general, refiriénd ole lo que es d ic h o .. ,831

A este testimonio se suma el de Las Gasas, quien también coincide con Díaz y Fernández: ...d e sp u é s vin ie ro n algunos in d ios como a p ed ir treguas o paz y que m ostraban q u erer ser am igos de los esp añoles, según parecía, y convidaban que fu esen algunos esp añoles con ellos, com o s ile s d ijeran que fu esen a tratar la paz con su señ or, según juzgaban los nuestros. Envió G rijalva dos o tres, y llegaron hasta las albarradas, y allí les d iero n una m áscara o carátula de palo, cubierta de oro delgada, que en señal de paz enviaba al capitán el cacique; iban y venían m uchos in d ios desarm ados a ve r a los esp añ oles, aunque no se osaban llegar a e llo s ...833

Francisco Hernández de Córdoba,

Díaz del Castillo proporciona un final por entero nuevo a la historia del com bate en

ESPACIO PARA PIE

Cam peche: ...m a n d ó le s [a los tres p rin c ip a le s capturados] el capitán que fu e se n a lla m a r al cacique de aquel p u eblo , y le s dió cuentas ve rd es y cascabeles p ara que los d ie sen , p ara que v in ie ­ sen de paz: y asim ism o a aqu ellos tres p risio n e ro s se le s h ic ie ro n m uchos h alagos, y se les d ieron cuentas porque fu esen sin m iedo; y fu eron, y nunca volvieron: y creim os que el indio Ju lian illo y M elchorejo no les h ub ieran de decir lo que les fue m andado, sino al re vé s.833 E s ­ tuvim os en aquel pueblo cuatro dias. A cu érd om e que cuando estabam os peleando en aquella escaram uza, que h ab ía allí unos p rados algo p ed rego so s y h ab ía lan go stas, que cuando p e ­ leáb am os saltaban , y ve n ía n vo lan do , y nos daban en la cara, y com o era n tantos fle ch ero s, y tira b a n tan ta fle c h a com o gran iz o s, que p a re c ía n e ra n la n g o sta s que vo la b a n , y no nos ro d ela b a m a m o s,834 y la fle c h a que v e n ía nos h e ría ; y otras ve ces c re ía m o s, que e ra fle c h a, y e ra n la n g o sta s que v e n ía n vo lan d o ; fue harto e s t o r b o ...835

UN CAUTIVO

U n episodio que sólo es señalado en la Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia ... es el de un esclavo de los m ayas, tal vez de alguna de las islas del Caribe, que trató de escapar en la flota: ...D e sp u é s llegó otro in d io d icien d o s e r esclavo de aquel rey, habló con nuestro in térp rete y dojo que allí h abía m uchas p ro v in c ia s, u na de las cuales estaba en una isla , com o h om b res com o n o so tros, p orqu e los in d io s te n ían la fre n te am p lia y la cabeza aguda. E l in d io nos dio las in d ica cio n e s n e cesa ria s sob re aqu ella isla y dijo que aquel era u n pueblo gu errero y com batía con esp ad as, arcos de m ad era y tira b a n flech as que en ven en ab an con algunas h ie rb a s. N os su plicó de llevarlo con n o so tros, pero el capitán no quiso y todos se fu ero n d e sc o n te n to s.. .836

Sobre este raro episodio, Ju an Díaz narra al día siguiente casi lo m ism o: ...e l cual vin o a n o sotros antes de la batalla, y era esclavo de aquel cacique o señ o r, según que nos d ijo; éste nos dio señ as de un paraje donde dijo que h ab ía m uchas islas, en las cu a­ les h abía carabelas y h om bres como n osotros, sino que te n ían las orejas gran des, y que t e ­ n ía n espadas y ro d elas, y que h abla allí otras m uchas p rovin cias: y dijo al capitán que q uería v e n ir con n o so tros, y él no quiso traerlo , de lo cual fuim os todos d e sc o n te n to s...837

LA BAJAMAR

Uno de los fenóm enos que caracterizan al m ar de Cam peche es su fuerte bajam ar, algo que podía hacer, antes de los rellenos realizados en la segunda m itad del siglo xx, que el m ar bajase para d ejar a la vista un enorm e fondo cubierto de sargazo y otras algas. Los exploradores, según refiere Cervantes, debido, al parecer, a su desconocim iento de la costa cam pechana anclaron las em barcaciones dem asiado cerca de la línea costera y sufieron esta vaciante, que dejó encalladas a las naves: .. .el día antes que esto se h iciese, estando algunos de los nuestros en los navios, aconteció que com o entonces, siendo las aguas vivas, echaron las am arras cerca de la tierra en tres y cuatro brazas,838 y de ahí apoco comenzó la m ar a m enguar, q u ed áro n los navios casi e n se c o , acosta­ dos en la lam a y arena, de m anera que las gavias839 tocaban en el agua, lo cual fue de gran co n ­ fu sión para los nuestros, porque a ven ir un poco de viento que levantar la m ar, los navios se h icieran pedazos y los nuestros quedaran aislados, puestos a gran riesgo, por estar tan heridos y tantos enem igos tan cerca, sin h aber reparo830 alguno adonde se acoger; pero como el otro día siguiente volvió pleam ar, se to rn aron a enderezar los navios, poniéndose como estaban

823 Aparentemente, según Fernández de Oviedo, Julián había sido embarcado antes del combate para evitar se fugase durante el combate. 824 Protegerse con las rodelas, los escudos. 825 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. IX. 826 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la cu a l..., op. c i t , p. 29. 827 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. . , op. cit. 828 Entre cinco y siete metros de profundidad. 829 Las velas que se sujetan a los masteleros de una nave. 830 Defensa o resguardo.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

'54

LA BAJAM AR ES UN FENÓMENO DE LA SONDA DE CAMPECHE, AFECTÓ LOS MOVIMIENTOS DE LAS EMBARCACIONES ESPAÑOLAS, INCLUSO LOS BOTES PODÍAN QUEDAR VARADOS EN LA ARENA O EL LODO. LA RÍA DE CAMPECHE CON MAREA B AJA , ANÓNIMO, CA. 1 9 4 0 . COL. JE O L.

cuando su rgieron ;831 y así, porque otra vez no sucediese lo m ism o, m andó el capitán que con los bateles y con las anclas los sacasen a la m ar, lo cual se hizo con mucho tra b a jo .. .833

De hecho, este fenóm eno de las mareas en la sonda de Campeche tam bién causó que las em barcaciones de Cortés tuvieran problem as, como lo relata López de Gomara: ...e sta n d o junto a Cam peche surtos los n avios en la playa, esp eran d o a los b e rga n tin e s y b a rco s que andaban en aquellas caletas a d esc u b rir el que faltaba, pronto se q ued aron en seco, aunque estaban casi una legua833 dentro del m ar: tanto es el m enguante y creciente que hace allí. El m ar no crece m ás que allí, del Labrador a Paria; nadie sabe la causa de ello, aunque dan m uchas, pero ninguna satisface; y dicen que si no fuera por esto, h u biesen saltado a tie rra a vengar a Francisco Flernández de Córdova del daño que allí re c ib ió .. ,834

EL REGRESO A LAS NAVES

Con respecto a este tem a hay dos posicion es. La p rim era, que corresponde a la m ayoría, que los españoles se em barcaron finalm ente esa tarde. Fernández de Oviedo establece el m om ento del abordaje, con un toque m ilitar y ordenado: ...a ca b a d a de to m ar el agua, se p u siero n los esp añ oles en ordenanza835 de tres en tres, y a su paso acostum brado, según el estilo m ilitar. El gen eral y los capitanes y gente d iero n una vuelta en torno del pozo p o r aquel llan o, y fu ero n hasta la casa donde el día antes se h abían desem b arcad o, y en traron en las barcas la gente que en ella cupo y fu ero n a los navios, y el gen eral quedó en tie rra con los restantes h asta que vo lviero n las b arcas, y se m etieron en ellas y se fu ero n a sus carabelas, y nin gunos in d ios sa liero n sino pocos hasta el pozo y de allí no pasaro n ; y cuando el sol se puso, todos los esp añ oles estaban en los n a v io s ...836

Las Casas tam bién m enciona una retirada bastante tranquila: ". . . recogieron su agua 1 Dar fondo. - Cervantes de Salazar, op. c it., I. II, cap. VI. 5 Casi 4.83 kilómetros. 5 Francisco López de Gomara, La Conquista de México, col. Cronistas de América. México en tres tiempos: Conquista, núm. 22, App Editorial, México, s. f . pp. 70-71. 5 Formación. 5 Fernández de Oviedo, op. c it., I. XVII, cap. XI. 1 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. CX.

y sus tiros de artillería los españoles, y em barcáronse en las barcas, y así fuéronse a los navios, dejando su amor entrañado en aquellas gentes, o por verdad decir su tem or h o rri­ ble, de la m anera d ic h a ...” .837 Por su parte, Cervantes difiere sobre el regreso a las naves: .. .otro día, viendo el capitán com o los indios no salían a hacerle guerra, recogió su gente a par de los pozos, adonde se curó él y los dem ás h eridos. Los capitanes y otras personas princip ales, viendo que su general estaba tan mal h erid o , le rogaron m uchas veces se m etiese en un navio

Francisco Hernández de Córdoba,

*55

con algunos de los que ten ían h eridas peligrosas, y que en el entretanto que él y los dem ás h erid os convalecían, ellos entrarían en el pueblo y h arían todo el daño que pudiesen, para que de ahí en adelante los indios no tu viesen atrevim iento de acom eter a los españoles. El general, agradeciéndoles con buenas palabras su voluntad y celo, respondió que él no ven ía a vengar in ju rias ni a p elear con los in d ios, sino a descu brir aquella tierra, por que dando della noticia a su M ajestad proveyese cómo en ella se desarraigase la id o latríay otros pecados nefandos con que Dios era gravem ente ofendido, y se plantase la fe católica; y por testim onio, y d é lo s dem ás que estaban p resentes, por Diego Velázquez, que le había enviado, tom ó posesión de aquella tie r ra ; h ech o lo cual, m an dó que p rim e ro se e m b a rca ra n to d os lo s h e rid o s y d esp u és los d em ás, para que si los indios q u isieren acom eterles, hubiese quien los pudiese re s is tir .. ,838

CONTINÚA LA NAVEGACIÓN

En la Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia ..., indica: " ...N o s em barcam os y nave­ gamos hasta el día ?o de mayo, después nos alejam os de aquella península, porque no nos gustaba, como aquella donde se encontraban higos y nos dirigim os hacia la p rovin ­ cia del señ or Champotón, provincia descubierta por Francisco Hernández de Córdoba, donde dejó mucha g e n te.. ,” .839Y añade palabras favorables sobre el pueblo de Cham po­ tón: " .. .Aquella isla84° estaba a XXXV m illas de la del cacique Lázaro y cuando llegam os a una bella ciudad que es un puerto vino el señ or Champotón, señ or de aquella isla, quien apenas nos vio nos invitó al castillo, el cual es alto y está situado sobre una peña y las casas son de cal, pero el capitán no quiso que f u é r a m o s . 841 Ju an Díaz da cuenta de cómo la expedición siguió rum bo al sur y pasa cerca de Cham ­ potón, población que, después de la experiencia de H ernández de Córdoba y la reciente en Cam peche, seguram ente trataron de evitar: .. .de aquí recon o cim os h asta Cham potón donde Fran cisco Fernández, capitán de la otra a r ­ m ada, h abía dejado la gente que le m ataron, que es lugar distante trein ta y seis m illa s, poco m ás o m enos, de este otro cacique; y p or esta tierra vim os m uchas sie rra s y m uchas barcas de in d io s, que d icen canoas, c o n q u e p en sab an darnos guerra. Y com o se lleg asen a un navio les tira ro n dos tiro s de a rtillería, los cuales les p u siero n tanto tem or, que huyeron. D esde las naves vim os las casas de p ied ra, y en la o rilla del m ar una to rre blanca en la que el capitán no nos dejó d e s e m b a rc a r...843

Cervantes de Salazar narra el paso por Cham potón en esos m om entos de gran p reo ­ cupación para la nave capitana, la que estaba más dañada: .. .nadando ya los navios en el agua que habían m enester, el capitán se em barcó con su gente, guiando su navegación p or la costa, y nueve o diez leguas hacia Cham potón, antes que llegasen a él, h allaron una gran bahía, donde se hacía una isleta, en la cual vieron un grande y suntuoso tem plo, y p or él algunos indios que debían ser sacerdotes. Fliciéronles señ as que vin iesen , pero, o porque no las entendieron, o porque no osaron, no vinieron . V e ía n lo s nuestros desde los navios las casas del pueblo, algunas de las cuales eran suntuosas, y un rio que corría cerca dél. Q uisieron los que ven ían sanos saltar en tierra, pero p or estar herido el capitán y otros m uchos que aún no habían convalecido, tem erosos no les sucediese alguna desgracia los d e ­ jaro n de hacer, y así siguieron su viaje sin entrar en Cham potón, tom ando la derrota que era m enester para costear y descub rir la tie r r a .. ,843

REFLEXIONES FINALES

Según Juan Díaz, las últimas palabras para la península de Yucatán no son muy halagüeñas, quizá debido al calor y la poca altura: " ...la tierra que corrim os hasta el 39 de Mayo que salim os del pueblo del cacique Lázaro, era muy baja y no nos contentó nada, porque era m ejor la isla de Cozumel, llam ada de Santa Cruz.” 844

838 Cervantes de Salazar, op. c it., I. II, cap. VI. 839 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la cu a l..., op. c it , p. 29. 840 Se refiere a provincia. 841 Carta enviada desde la isla de Cuba de India , en la c u a l..., op. c it., pp. 29-30. 842 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. . , op. cit. 843 Cervantes de Salazar, op. c i t , l. II, cap. VII. 844 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. . , op. cit.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

El tem a geográfico era tam bién una preocupación para los cro ­ nistas, M ártir de A n gleria reseña: " ....e allí se adelantaron a lo últim o de Yucatán, averiguando que se alargaba de oriente a occi­ dente más de doscientas leguas,843 y se encam inaron a un puerto excelente, la que p usieron el nom bre de Puerto Des ea do. .

846

EL REPARADOR PUERTO DESEADO

Desde su apresurada salida después del com batey tras los daños su­ fridos en el arrastre para librar la bajam ar campechana, una de las naves empezó a tener problem as y la necesidad de un buen puerto en donde hacer las reparaciones necesarias, más urgente. En pala­ bras de Fernández: " .. .el día siguiente por la m añana se dieron a la vela a buscar algún buen puerto para reparar un navio que hacía mucha a g u a ...” .847 E n la Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia ..., narra las prim eras im p resion es de esta tierra: .. .Continuam os nuestro viaje hasta un puerto que llam am os Puerto D esea­ do, porque hacía m ucho que no h abíam os encontrado un puerto donde pod er p erm anecer. A llí reparam os el navio y tom am os agua a nuestro gusto. Es un sitio bello y con peces y aves de caza, es decir, lieb res, venados y conejos. Cerca del puerto hay u n gran río, p o r m edio del cual, según nuestro intérprete, ven ían m ercad eres a tie r ra firm e con su m ercancía y al regresar, se ab a s­ tecían de agua y le ñ a .. ,848

Tuan Díaz continúa con el relato: " ...e l día últim o de mayo encontram os por fm u n

o pa lo d e c a m p ec h e FUE USADO EN LA INDUSTRIA TE X TIL PARA

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puerto muy bueno, que llam am os Puerto Deseado, porque hasta entonces no habíam os r

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hallado ninguno; aquí asentam os v salió toda la gente a tierra, e hicim os una enram ada

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algunos pozos de donde se sacaba muv buena agua; v aquí aderezam os una nave v la O

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c a re n a m o s...” .849 Fernández de Oviedo señala que una vez rebasados los lím ites de lo navegado por H ernández de Córdoba sin percartarse de ello los exploradores.- " .. .anduvieron por la costa hasta el lunes adelante, postrero de mayo, que surgieron en una buena bahía entre unas is le ta s ...” .83° Adem ás de las reparaciones necesarias, el aprovisionamiento de la nave era necesario, por lo que Díaz señala: .. .estuvim os en este puerto doce días, porque es m uy deleitoso y tien e m ucho pescado; y el p escado de este p u erto es todo de u n a su erte; se llam a ju re l y es m uy b u en p escado. E n esta tie rra en con tram o s conej os, lie b re s y c iervo s, y p o r este puerto p asa un brazo de m ar p o r el que navegan los in d io s con sus b arco s, que llam an canoas; de esta isla p asan a rescatar a tie rra firm e de la In d ia, según d ije ro n tres in d io s que tom ó el gen eral de D iego Velázquez, q u ien es afirm aro n las cosas a rrib a d ich as. Y los p ilo to s d eclararo n , “ 5 838 kilómetros. 846 En Las cercanías de la Laguna de Términos. 847 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. XI. 848 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la cu a l..., op. c it , p. 30. 849 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia ..., op. cit. 850 Fernández de Oviedo, op. c it., i XVII, cap. XI. 851 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. . , op. cit. 852 Ajustar. 853 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. XCI.

que aquí se apartaba la isla de Yucatán de la isla rica llam ad a V alor, que n o so tros d e sc u ­ b rim o s. A q u í tom am os agua y le ñ a .. .8si r

Por su parte, Bartolom é de las Casas describe: .. .p artiero n de allí a Cham potón, según yo creo, puesto que algunos d ijero n que de Lázaro y C am peche, como ya d ije, la costa abajo en dem anda de algún puerto, porque h abía m uchos días que no lo h ab ían topado en todo lo que h abían navegado por la costa de la isla de Cozum el, n i la de Yucatán, p or adobar853 uno de los navios que les hacía m ucho agua, y a 10 leguas de Cham potón hallaron un puerto, al cual llam aron , por la razón dicha, Puerto D e sea d o .. .8s3

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Francisco Hernández de Córdoba,

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Esta noticia que coincide con lo señalado por Cervantes de Salazar: .. .siguiendo desta suerte su viaje, uno de los navios comenzó a h acer mucho agua, de tal m a ­ n era que a no hallar un puerto quince o veinte leguas de Cham potón, p eligraran los que iban en él; habíase m altratado cuando se trastornó con los dem ás en Cam peche. En este puerto aderezaron el navio, porque tu vieron lugar de saltar e n tie rra sin contradicción de enem igos, a causa de unas arboledas que cerca estaban, las cuales tom aron por rep aro.854

E n una escasa coincidencia en las crónicas, Diaz del Castillo presenta m ás o m enos la m ism a inform ación, aunque nos da m ayores detalles: ...yen d o p o r nuestra navegación adelante, llegam os a una boca como de río m uy grande y ancha, y no era río como p en sam o s, sino m uy b uen puerto, y porque está entre unas tierra s y otras, y parecía com o estrecho; tan g ran b o caten ía, que decía el piloto A ntón de A lam inos que e ra isla, y partían térm in o s con la tierra , y a esta causa le pusim os nom bre Boca de T érm inos, y así está en las cartas del m arear:855 y allí saltó el capitán Ju an de G rijalva en tie rra con todos los m ás capitanes p or m í nom brados y m uchos soldados estuvim os tres días hondando856 la boca de aquella entrada: y m irando b ien arrib a y abajo del ancón ,857 donde creíam os que iba y ven ía a p arar, y hallam os no ser isla, sino ancón: y era m uy buen puerto, y hallam os unos adoratorios de cal y canto, y m uchos ídolos de barro y de palo, que eran ellos como figuras de sus d ioses, y [algunos de] ellos de figuras de m ujeres, y m uchos como sie rp e s,858 y m uchos cuernos de venados, y creim os que por allí cerca h abría alguna p oblación, y con el buen p u e r­ to, que sería bueno para poblar: lo cual no fué así, que estaba m uy despoblado; porque aqu e­ llos adoratorios eran de m ercaderes y cazadores, que de pasada entraban en aquel puerto con canoas, y allí sacrificaban , y h abía m ucha caza de venados y conejos: m atam os diez venados con una le b re la,859 y m uchos conejos. Y luego ya que todo fue visto y sondado, nos torn am os a em barcar, y se nos quedó allí la leb rela, y cuando volvim os con Cortés, la tornam os a hallar, y estaba m uy gorda y lúcida. Llam an los m arin ero s a este puerto de T é rm in o s...860

La cuestión de los adoratorios es evidente en Antonio de H errera: " .. .habia adorato­ rios labrados de cantería, con Ídolos de tierra y de palo, con figuras de hom bres y m ujeres y de serpientes, reconocióse si había cerca alguna poblacióny no la hallaron y se entendió que aquellas erm itas eran de m ercad eresy cazad o res...” .861 Torquem ada, como es usual, retoma en gran parte a los dos anteriores: " . . . embarcóse el capitán con su gente y pasaron a un lugar, donde desembarcaron, y hallaron algunos ado­ ratorios con ídolos de piedra y palo y no vieron m orador alguno; entendieron ser de m er­ caderes y cazadores y se estuvieron tres días en aquel lugar, cazando y refrescan do... ” .86:í

LA EMBARCACIÓN FALTANTE

En este m om ento del viaje, Cervantes de Salazar expone sobre un apoyo que debía llegar, com o prom esa de Velázquez: el envío de una em barcación ad icion al, tal vez la que no encontró la expedición en el cabo de San Antón, en Cuba, y que al p arecer regresó al puerto de origen, para luego ser enviada tras la arm ada: ...aderezado el navio, el capitán siguió su viaje, y porque había quedado concertado que Diego Velázquez, que los enviaba, despacharía otro navio con gente y bastim entos, para que hubiese oportunidad de poblar, y porque los que vin iesen estuviesen avisados de que G rijalva y los suyos habían pasado p or allí, h iciero n unas letras en un árbol grande, y en un calabazo que colgaron del árbol p u sieron una carta que decía el capitán G rijalva h abía llegado allí, y que iba adelante descubriendo tierra, con propósito de no volver allí hasta pasados dos m eses; y fue así que el gobernador Diego Velázquez despachó el navio y por capitán de él a Cristóbal de Olid, el cual partió con m ucha y buena gente, aderezado de arm as, artillería y bastim entos, y no h a ­ llando rastro de G rijalva se volvió, lo cual fue causa que G rijalva no poblase en m uchas partes que pudiera, porque el navio que esperaba h abía de traer la facultad para ello.

854 Cervantes de Salazar, op. c i t , l. II, cap. VII. 855 Navegación. 856 Reconociedo el fondo con la sonda. 857 Voz "ancor": "2. m. Mar. Ensenada pequeña en la que se puede fondear.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: 858 Serpientes. 859 Perra. 860 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. IX. 861 Herrera, op. c i t , d. II, l. III, cap. II. 862 Torquemada, op. c i t , l. IV, cap. IV.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

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A este puerto, donde G rijalva dejó estas señ ales, llam aron los pilotos el Puerto Deseado,

g r a b a d o que m u e stra u n a e sce n a de ADORACIÓN A LA DEIDAD DE LA CACERIA, EN

p rim e r p la n o se d e s a r r o l l a u n a e sce na

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la A scen sió n ven ia a aquel Puerto Deseado, afirm ando que Yucatán era isla. Saliendo de allí,

QUI PRESIDE A LA CHASSE", BERNARD PICART, 172 2 . g r a b a d o , 22.2 x 33.o cm. ¡1967.103.38 SMITHSONIAN AMERICAN ART MUSEUM (SAAM ).

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cuales, tom ando la altura del sol y del norte, se torn aron a rectificar que la m ar de la bahía

FANTASTICA EN LA CUAL SE CAZAN VENADOS 1

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costeando la tierra, pasaron por unas bocas que la m ar hacía en la tierra r

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había grandes lagunas. A estas bocas lla m á ro n lo s nuestros los Puertos de los T é rm in o s...863

LA LAGUNA DE TÉRMINOS

La Laguna de Térm inos fue una gran intriga para los viajeros. Varios como el piloto A la ­ m inos p o rta b a n que era el fin de la isla de Yucatán, por ello el uso de la palabra términos —fines, línea divisoria o lím ite—y, de alguna m anera, tanto ecológica como culturalmente tenían razón. Esta zona se caracteriza por la llegada de num erosos ríos bifurcados que se form an en las sierras de Tabasco y Chiapas, produciendo otro nicho natural, donde el agua es la gran protagonista y en el cual se desarollaron culturas como la chontal, que si bien form an parte de la gran fam ilia maya, se constituyen en un idiom a diferente al del norte de la península. La gran extensión de agua, prácticam ente cerrada por la isla del Carm en tiene dos extrem os que desde tiem pos muy antiguos fueron conocidas y lím ites culturales para los grupos que interactuaban en la región. A sí, en el lado de la península de Yucatán, el puerto es aquel encontrado por Grijalva y sus expedicionarios y que ellos llam aron Puerto Deseado. Este lugar acabó siendo conocido como Puerto Real. E n ese sentido, la Relación de la Villa de Santa M aría de la Victoria, elocuente: .. .corrien d o el m ism o rum bo del oeste al este, ob ra de ocho leguas de este río de san Pedro 863 Cervantes de Salazar, op. c i t , L. II, cap. VII. 864 Voz "hondable": "2. adj. desús. Hondo, profundo.", Diccionario de la lengua española, ra e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=KcOgcxp

y san Pablo, está un río y puerto que d icen T érm in o s dentro del cual hay unas lagunas muy gran d es en las cuales se so lía co g er m ucha sal, a cual se ha p erd id o . E s h o n d a b le 864 este río y pueden estar surtos en él m ucha cantidad de navios, hay en él agua y le ñ a y pescado m ucho. Hace a la entrada de la boca, que es g ran d e, un banco de arena de casi m edia legua, que siendo

Francisco Hernández de Córdoba,

*59

p leam ar tien e cuatro p alm os865 de agua. H ay dos b arras para en trar a este puerto, la una entre n o re ste-su d este, tien e once y doce p alm os866 y la otra se entra n o rd este-su d o este, tien e diez palm os867 de agua, esto de b ajam ar; cercan estas lagunas y río una isla que se dice de Térm inos, que tien e de boj868 s ie ­ te leguas u ocho legu as869, en la cual hay agua dulce, m uchos con ejos, tigres y venad os, iguanas, tortugas y algunas aves; es de m ucha le ñ a .. .87°

De acuerdo con la Relación de la Villa de Santa M aría de la Victoria, los puertos que se usaron desde épocas muy an ­ tiguas como paradas para los com erciantes que hacían el circuito de la p en ín su la desde las costas de los actuales Tab ascoyV eracru z: .. .está a dos leguas m ás adelante sobre esta isla de T érm in o s otro río y puerto h odable que se ju n ta con el dicho río y la ­ gunas de T érm in o s, tien e la b a rra diez palm os de agua poco m ás o m enos; éntrase en e lla n o ro este-su d e ste ; d ícese Boca N ueva porque de veinte años a esta parte se ha abierto [por lo que no estaba visib le cuando el viaje de G rija lv a ], aquí llega el térm in o y ju risd ic c ió n de la v illa de Tabasco; hay delante de este puerto otros dos, que son Puerto R eal[el cual es p ro b a ­ blem ente el Puerto D eseado de G rijalva] y Puerto Escondido de la ju risd ic c ió n de Ganpeche [C am pech e], S o n h o n d a b le s y en tran en estas lagunas de T érm in o s y p o r ellas van al pueblo de Tich el [T ixch el], pueblo m uy abastecido de bastim entos en los cuales dichos puertos y ríos entran m uchos navios de este trato p o r agua y le ñ a y a este dicho pueblo de Tich el [T ix ch e l], y a se re p arar de te m ­

LA COSTA CAMPECHANA ESTA AUN POBLADA

p orales de la m ar. Sob re esta costa que es la de san Pedro y san Pablo a T érm in o s está obra

CONSIDERARON EN FORMA ESPECIAL COMO

DE ESPECIES DE AVES QUE LOS MAYAS EL CORMORÁN Y EL PELÍCANO, CAPACES DE

de tres leguas871 apartado la tie rra adentro u n poblezuelo que se dice Atazta [Atasta] que era

MOVERSE EN LOS DIVERSOS NIVELES DEL COSMOS. EDOUARD DEL TRAVIÉS, GRABADO EN

sujeto a X icalan go , fuerza de M ontezum a [M octezum a] que está despoblado y estaba cuatro

PLANCHA DE COBRE, SIGLO X IX . COL. JEO L.

leguas m ás873 a d e la n te .. ,873

NUEVOS PRISIONEROS

Fernández de Oviedo relata sobre la idea de obtener in form ación a través de Ju lián y M elchor, los traductores: __ y en aquel puerto se tom ó una canoa con cuatro in d ios p ara lengu as, porque era de la m ism a tie rra de Yucatán, donde estaban, y en cada navio hizo el gen eral p o n e r uno d ello s, y el que p arecía el m ás p rin cip al d ellos quiso que estuviese en su nao capitana, y p u siéron le nom bre Pero B arba (porque a todos cuatro bautizaron por m ano del capellán Joh an Díaz874 y deste fue p ad rin o un hidalgo llam ado Pero B arba), y no hubo escándalo ni alboroto alguno en la tom ada destos in d io s, porque se hizo sin que los de la tie rra s u p ie s e n ...875

De Las Gasas juzga duram ente la captura indiscrim inada de pobladores: .. .aquí adobaron el navio, y viniendo una canoa con cuatro indios a hacer sus negocios de p e s­ car, o de m ercadercillos, los m andó tom ar Grijalva, con color que aprendiesen la lengua nuestra para servirse dellos p or lenguas, harto inicuam ente, no m irando que los hacían esclavos sin se lo m erecer y los privaban de sus m ujeres, e hijos, y a los hijos, y a los padres constituían en angustia y tristeza, y no chica calam idad. Desde aqueste Puerto Deseado, parecía la gran tierra de la Nueva España, que volvía a la mano derecha, como hacia el N orte; creyó el piloto A lam inos que fuese otra isla distinta de Yucatán, estim ando tam bién que Yucatán fuese tam bién is la .. .876

5 Cerca de ochenta centímetros. ' Aproximadamente, entre 2.2 y 2.4 metros de profundidad. 7 Aproximadamente dos metros. 8 Bojeo, perímetro y circuito de una isla o cabo. 9 Entre 29.33 y 33.52 kilómetros. 3Cabildo de la Villa de Santa María de la Victoria, "Relación de la Villa de Santa Maria de la Victoria", en Mercedes de la Garza (Coord.), Relaciones histérico-geográficas de la Gobernación de Yucatán, t. II. op. c i t , pp. 421-422. 1 Poco más de 12.5 kilómetros. 2 Poco más de 16.7 kilómetros. 3 Cabildo de la Villa de Santa Maria de la Victoria, op. cit., t. II. p. 422. 4 El apellido del capellán era Díaz. 5 Fernández de Oviedo, op. c i t , 1. XVII, cap. XI. 6 Las Casas, op. c i t , t. IV, cap. XCI.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

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PLANO D E L A LAGUNA d e TÉRMINOS, á l v a r o BENITO BERMUDEZ, 1 78 1. 50 X 39 CM.

EL MUNDO CAMBIANTE DE LA COSMOGRAFÍA DURANTE EL TIEMPO LAS EXPLORACIONES

'¡'SGE-3 SERVICIO GEOGRÁFICO DEL EJÉRCITO (S G E), MADRID.

El aspecto geográfico era fundam ental, como se dijo, en los siglos de las grandes explo­ raciones. Em pero, los conceptos que los prim eros viajeros recogian no necesariam ente eran los adecuados. Desde un principio, Fernández de Oviedo dedica todo un capitulo a la exploración de Térm inos y las posibilidades o no de que Yucatán fuese una isla: .. .a sí lo que aquí se d irá de la cosm ografía y asiento de la p ro v in cia de Yucatán no se c o n ­ form are totalm en te con lo que se d irá adelante, no es de m aravillar; porque estas cosas que re q u ie re n m ed id a ju sta y e xp erien cia del tiem po (para que m uchas veces y p o r m uchos se entien d an) no se p ued en de una vez así perfectam ente co n sid erar n i en ten d er, com o se a l­ canzan d esp u és, tratándose de la tierra , y con m ás espacio enm endando y p erfeccion an d o lo que se debe y puede d ecirse con v e rd a d .. ,877

Las prim eras declaraciones que son enviadas por Diego Velázquez al rey, como r e ­ gistra Fernández de Oviedo, iban en el sentido que: ...e l d ía y año que es dicho, ante el general Joh an de G rijalva y los otros capitanes, y los que allí se hallaron, dijo el piloto m ayor desta arm ada, A ntón de A lam in os, estando junto a la m ar en el ancón ya dicho (a que llam aron Puerto D esead o), en tierra, que él había muy b ien m irado lo que había bojado de la Isla de Yucatán, desde la bahía de la A scen sió n hasta el dicho Puerto Deseado, donde estaban, y hallaba que desde allí a la dicha bahía de la A scen sió n pod ría haber de traviesa hasta veinte leguas,878 poco m ás o m enos; las cuales dijo que no podían andar con aquellos sus navios, p or ser grandes, según la dispo sició n del agua baja para acabarlo de bojar, 877 Fernández de Oviedo, op. c it , l. XVII, cap. XII. 878 El dato es erróneo, son casi 84 kilómetros.

y para ver y andarlo eran m enester bergantines m uy pequeños (para esto les hizo gran dísim a falta el bergantín que se tornó desde el cabo de San A ntón). Y por tanto dijo que en su p a re ­ cer y en cuanto él alcanzaba y entendía por lo que había visto desta navegación, que desde la

Francisco Hernández de Córdoba,

dicha bahía de la A scen sió n hasta el Puerto Deseado, es la traviesa879 de Yucatán (que es la isla de Santa M aría de los R em edios), y allí se fenece y acaba, excepto las veinte leguas poco m ás o m enos que dijo pod ría haber de traviesa desde una parte a la otra, y que allí la daba por bojada la dicha isla, que no pasa m ás adelante. Y que esto que él lo hacía88° bueno, y lo daría a entender a Sus A ltezas, y ante Diego Velázquez, y ante todas las personas que lo hubiesen dem andado; y que u n aisleta, donde estaban, era isleo o ja rd ín de la dicha isla, y que p or allí es todo isleos desde allí a la bahía, p or entre las cuales va la m ar del dicho puerto hasta la bahía que se m ostraba delante de aquella isleta y junto a ella; o cabe el m ism o puerto era tierra nueva y que nunca hubiese sido descubierta ni vista por los cristianos, y que en ella podía saltar el capitán gen eral y to m ar la p o sesió n , com o de tie rra nueva. Y el general lo m andó así asentar al escribano deste d escubrim iento, dicho Diego de Godoy, ante ciertos te stig o s.. .8Sl

Sin em bargo, el conjunto de exploraciones que se desarrollaron rápidam ente en la m itad del siglo xvi p erm itieron que apenas 17 años después de esta prim era apreciación ya Fernández pudiera acotar ese p rim er dictam en erróneo: .. .dice el cronista que, según lo que después ha parecido por la experiencia, la travesía que este piloto pensó que era una m ar baja y de arrecifes, no tiene salida, ni allega ni pasa el agua desde Puerto Deseado a la bahía de la A scensión, antes es todo una tierra y costa, por la cual segura­ m ente se puede a pie o a caballo pasar y andar. Y aquella provincia de Yucatán no es isla, sino la m ism a T ie rra -F irm e, y así lo enseña la figura desta tierra en las cartas de navegar, y así lo dicen los que después han estado allí, y los pobladores españoles, de los cuales yo he sido inform ado y lo han andado y visto, caso que en aquellos principios este piloto y otros p en sasen que Yucatán era isla y que por agua se podía bojar, y quisieron adivinar lo que no veían ni en ten d ían ... [...] la bahía de la A scen sió n puso este piloto A lam inos en diecisiete grados de la equinoccial, a la parte de nuestro polo ártico, y el Puerto Deseado e isleo principal del en dieciocho, poco m ás o m enos (y pudiérale dar dieciocho y m ed io). La parte oriental de Yucatán (que es la isla do está la punta de Catoche), puso en veintiún grados, y en esto se alargó un grado, porque otros cosm ó­ grafos y cartas le dan veinte grados y algo m enos. Desde aquella punta, corriendo la costa abajo al occidente p or la banda del norte, tiene la tierra de Yucatán de longitud por la costa ochenta y aún noventa leguas hasta otra punta que está m ás de cincuenta leguas antes del Puerto D eseado, la cual punta o prom ontorio se llam a Cabo Redondo, y desde aquella punta de Catoche hasta la isla de Cozumel, que está junto a la tierra de Yucatán, hay veinte leguas; y desde le fin de la isla de Cozumel hasta la bahía de la A scen sió n hay noventa leguas, poco más o m enos.883

La apreciaciones en 1535 eran más acertadas, aunque no dejaban de tener problemas: .. .de m an era que la tierra de Yucatán b o jará doscientas setenta leguas,883 poco m ás o m enos, de m ar y de tierra, contándose veinte en la traviesa que le daba aquel piloto, desde la bahía de la A scen sió n hasta el Puerto Deseado, que éste y otros pensaron que era agua, como es dicho; pero en la verdad estas veinte leguas de traviesa, que el A lam inos sospechó que había en aquella parte que Yucatán se ju nta con la T ie rra -F irm e , está averiguado y visto que so n m á s de ciento cincuenta legu as,884 y que es todo T ie rra -F irm e Yucatán y lo dem ás. Pero añadiendo en esto, digo que el fin de la costa que corre a tierra desde Cozumel a la bahía de la A scen sió n , el fin de aquella hasta que vuelve la tie rra (o de donde com ienza a ir la vista del sureste) se llam a Golfo de las Fligueras, el cual com ienza a estar en d ieciséis grados desta parte de la equinoccial. Desto se tratará m ás largo en el lib ro XX, y para allí se quede. Tornem os a nu estra m ateria y suceso de G rijalva y desta a rm a d a .. .88s

0 la m ucho m ás cauta relación de M ártir de A ngleria: .. .desde allí pasaron navegando a otras tierras, y surgieron en una cercana de Yucatán por el occidente; dudan si es isla o no. Les parece que está unida al continente. Flay allí un golfo que sospechan está rodeado por am bas tierras; nada se sabe de cierto; los naturales llam an a aquel territorio Caluacán,886 alias Oloán. U n río grande que allí encontraron con su furioso ím petu da al m ar aguas potables entrech o de dos leguas; pusieron al río el nom bre del pretor G rija lb a .. ,887

879 Travesía, distancia entre dos puntos de tierra o de mar. 880 Daba por. 881 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. XII. 882 ídem. 883 Poco más de 1,131 kilómetros. 884 628.5 kilómetros, cantidad muy exagerada. 885 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. XII. 886 Ya en territorio de los mayas chontales. 887 Mártir de Angleria, op. c it., I. III, cap. II.

l6 ‘2

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

TABLA2 VIA JE A LOS RÍOS Y LAGUNAS 1 5 de ju n io (sábado)

S alid a de Puerto D eseado

8 de ju n io (m artes)

... Fernández de U viedo, 1. X V II, cap. X III Díaz, Itinerario de la arm ada del rey ca tólico a la isla de Yucatán, en la In d ia ,... Fernández de Oviedo, 1. X V II, cap. XI.

........................ .. Llegada al río Tavasco, llam ado p o r la exp ed ición G rijalva.

Fernández de Oviedo, 1. X V II, cap. X III.

9 de ju n io (m iércoles)

Cruce de la b arra del río A ctitu d es de com bate P rim e ra s negociaciones

Fernández de Oviedo, 1. X V II, cap. X III.

10 de ju n io (jueves)

Su bid a del gobernan te Tavasco a bordo

Fernández de Oviedo, 1. X V II, cap. X III.

r -

.......... ........

de las em barcacio n es h ispan as.

T 11 de ju n io (viernes)

1 12 de ju n io (sábado)

16 de ju n io (m iércoles)

Eventu al tom a de p o sesió n

Cervantes de Salazar, 1. II, cap. V III

S alid a de Potonchán

Fernández de Oviedo, 1. X V II, cap. X III

D escu b rim ien to del río llam ado S an B ernab é

a la isla de Yucatán, en la In d ia ,...

Captura de cuatro in d ígen as de otra lengua

Fernández de Oviedo, 1. X V II, cap. X IV

Captura de otros cuatro in d ígen as, de la m ism a lengua que los an teriores.

Fernández de Oviedo, 1. X V II, cap. X IV

L ib eració n de seis de los ocho in d ígen as

Fernández de Oviedo, 1. X V II, cap. X IV

Díaz, Itinerario de la arm ada del rey ca tólico

V

P. 163 LA FRESCURA Y VERDOR DEBEN HABER

LOS RÍO S Y LAGUNAS

SORPRENDIDO A LOS V IAJERO S CUANDO ARRIBABAN A LA PENÍN SULA DE YUCATÁN EN LA TEMPORADA DE LLU V IA S , CUANDO RENOVABA EL CICLO VEGETAL. "TRO PICAL CLIM BERS

LO QUE LOS CAUTIVOS DIJERON

(ERYTHRINA SPLENDENS) " , GRABADO DEL SIGLO X IX . COL. JE O L.

Una vez capturados los navegantes de la canoa que m encionan tanto Fernández de Ovie­ do como Las Gasas, de los cuales sabem os sólo el nom bre de Pero Barba,888 se empezó a tener inform ación sobre la zona que despertó la curiosidad de los exploradores. F e r­ nández narra: ...d ijo la lengua Ju liá n que h abía dicho el otro in d io, llam ado Pero Barba, que desde el p u e ­ blo de Ghan, a otro que se dice Ghatel (la tie rra ad en tro), es la isla de Yucatán, y hay tres días de andadura, y que en Ghatel hay un río que se coge m ucho oro, y que allí se trae todo el oro que los in d ios tien en ; y hay m uchas sie rra s y m ontañ as, y que de una costa a otra en la dicha isla hay cincuenta y sesen ta días de andadura; y que los in d ios que h abitan la tie rra adentro, cuando algunas veces salen de sus tierra s y llegan a ve r la m ar, que así com o la ven luego echan lo que tie n e n en el estóm ago p or la boca; y que hay m uchos árboles gran des y m uchos pueblos y gran des sabanas o vegas; y que los in d io s que viven la tie rra adentro no com en pescado, ni lo q u ieren , y que en la tie rra de este Pero B arba se cortan las orejas sajánd olas, sacrifican do a sus íd o lo s .. ,889

Fernández de Oviedo ofrece su propio juicio sobre el tema: ...a m í me p arece, por lo que es dicho, que este in dio Pero B arba decía, que éste fue el p r i­ 888 Nombre dado por ser el de su padrino, ya que una vez capturados los indígenas eran bautizados. 889 Fernández de Oviedo, op. c it., I. XVII, cap. XI. 890 Afirmaba, testimoniaba. 891 Fernández de Oviedo, op. c it., I. XVII, cap. XI.

m er h om bre que a los cristian os que allí iban, les dio n oticia y señ as de la m ar del sur, y que éste indio no era a la sazón entendido de los esp añ o les, porque todo aquello que es dicho que este indio d ep on ía,890 era dar nueva de la otra m ar austral y de la N ueva E spañ a, que es aqu ella m ism a costa en que, cuando aquesto decía, les enseñ ab a, y donde estaban surtos; y así es la verd ad , com o lo p od rá ve r el lector adelante, en el discu rso de la h is to r ia ...891

Francisco Hernández de Córdoba,

i63

DE CÓMO UNOS RÍOS CAUDALOSOS Y UNA IMPORTANTE REGIÓN ADQUIEREN NOMBRE CASTIZO

Una vez reparados los barcos, con agua, leña y numerosa caza y p es­ ca tanto fresca como secada al sol y ahumada, los exploradores con las expectativas creadas por las declaraciones de los prisioneros de la laguna, continuaron su camino. En la Prim era Carta de Relación: "De la justicia y regim iento de la rica Villa de la Vera Cruz a la reina doña Juana y al em perador Carlos V, su hijo. 10 de julio de 15 19 ” , señala: " .. .y de alli se fueron por la dicha costa. A si llegaron a un rio al cual pusieron por nom bre el rio de Grijalba, y surgió en él casi a hora de v i s p e r a s . N o t i c i a que al año siguiente se va enrique­ ciendo: " .. .y siguiendo nuestro viaje fuim os a descubrir otra tierra que se llama Mulua893y a acabar de reconocer aquella. Comenzamos a 8 dias del mes de junio; y yendo la armada por la costa unas seis m illas apartada de tierra, vim os una corriente de agua muy grande que salia de un rio principal, el que arrojaba agua dulce cosa de seis m illas m ar adentro. Y con esta corriente no pudimos entrar por el dicho rio, al que pusim os por nom bre el rio de G rijalva.. ,” .894 Fernández de Oviedo d ifie re en cuanto a la fech a en que se volvió al m ar e indica de m anera confusa que fue el dia 5 de junio cuando la flota partió desde el puerto de la Laguna de Térm inos, y tardó tres dias en llegar al rio que luego bautizaron con el n om ­ bre del capitán. A ntes, este cronista señaló que los exploradores llegaron a Puerto Deseado el 3 i de mayo y perm anecieron en la región de la laguna cerca de doce dias por lo "deleitosa que era” .893 Por dicha razón, la cronología de Fernández se vuelve confusa, pues los españoles habrían partido el 11 o 1? de junio, en vez del 5: .. .sábado cinco de ju nio del m ism o año de m il quinientos dieciocho, salió el capitán general de esta arm ada de Diego Velázquez, con las cuatro carabelas, desde el Puerto Deseado, y siguió su viaje p o r la costa de tie rra delante de la vía del poniente (desde aquella isleta donde e s ­ taba), en dem anda de aquella tierra que el piloto A lam inos había dicho que era nueva tierra; y el lunes adelante, siete de ju n io, se vio desde los navios un río grande que salía de la tierra y entraba en la m ar, y p or del cual pareció m ucha gente de ind ios, y pasaron los navios adelante, y llegaron a otro río mucho m ayor, y surgieron casi en la boca, y no pudieron entrar en él por la m ucha corriente que traía.896

Las Casas narra cómo pasan por el rio que fue llam ado San Pedro y San Pablo, el cro ­ nista no está seguro si ellos le pusieron ese nom bre. Los principales santos de la iglesia y su p rim er papa son celebrados en el santoral el dia 39 de ese m es. Dadas las fechas se ­ ñaladas por los cron istas, los expedicionarios deben de haber pasado por el área entre el 7 y el 14 de junio. Una explicación es que habrían tomado el nom bre de esta celebración litúrgica relativam ente próxim a, una de las m ás im portantes para la Iglesia católica: ...s a lie r o n , p u es, del Puerto D esead o, p o r la costa abajo, que c o rría al P on ien te, y vánse m iran d o la tie rra , y lleg áro n se a un río gran de que creo lla m a ro n de Sant Pedro y Sant Pablo, al m en o s agora así se llam a, 25 legu as897 del Puerto D eseado, p o r las rib e ra s de él, y costa de la m ar vie ro n m uchas gentes que estaban pasm ados m iran do los navios, cosa nunca de ellos vista a n te s... [ ...] desde luego a cinco legu as898 m ás adelante en otro m ayor, cuyo ím petu ech aba el agua dulce dos leguas y tre s 8" en la m ar; este rio bautizó G rijalva de su n o m b re, y así se lla m a h oy el río de G rija lv a ,9°° el cual, o el p u eb lo , o la m ism a tie rra , se llam ab a p o r los ve cin o s natu rales d ella, Tabasco; es tie rra fe lic ísim a y abu n d an tísim a del cacao, que son las alm en d ras de que se usan , p o r suave beb id a, y p o r m oned a en toda la N ueva E sp añ a, y en m ás de 8 00 le g u a s,901 com o se d irá , y p o r esto estaba aqu ella tie rra p o b la d ísim a y p le n ísim a de m o rta le s .. . 903

892 Cortés, op. c i t , p. 9. 893 Colhua o Ulúa, como ellos le llamaron. 894 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. . , op. cit. 895 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. XI. 896 ídem. 897 Casi 105 kilómetros. 898 Casi 21 kilómetros. 899 Entre poco más de 8 y 12.5 kilómetros. 900 En palabras de esa época: ".. .este río Grijalva es caudaloso y de mucha hondura, entrando de la barra adentro, porque tiene ocho y más brazas de agua; entran en él cinco rios caudales sin otros muchos pequeños, ciénagas, lagunas y esteros como en las Relaciones de la provincia se verá; tiene en el medio de ella unos bajos que tienen cuando bajamar cinco y menos palmos poco más de un metro] de agua; es todo él de arena, tiene dos barras por do se entra en el dicho río, la una de ellas a la parte del este, de ocho y nueve palmos [poco más de 1.70] de hondura, éntrase por ella nordeste-sudeste; está la boca de este ríonorte-sur por correr como corre la costa de este distrito este-oeste; pueden estar en él surtos en este rio mucha cantidad de navios por el grandor y placeles que hay en él, y así entran en ñel de cuarenta a cincuenta barcas y barcos y fragatas en discurso del año al trato de esta villa [Santa María de la Victoria], que son colambres [corambres, pieles curtidas y sin curtir], cacaos y abastecerse de viandas como de agua y leña de que hay grande abundancia, y a tomar alguna agua o a repararse de necesidades que se les ofrecen en prosecución de sus viajes con los temporales que en la mar les suelen dar..."; Cabildo de la Villa de Santa María de la Victoria, "Reladón de la Villa de Santa Maria de la Victoria", en Mercedes de la Garza (coord.), t. II. op. c it., p. 416. 901 Poco más de 3,350 kilómetros. 902 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. XCI.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

164

EL RÍO G RIJALVA ES UNO DE LOS MÁS CAUDALOSOS DE LA REGIÓN, ATRAVIESA MUCHAS T IERR A S FÉR TILES Y DE GRAN DIVERSIDAD NATURAL. "PLANO LAS BOCAS DE ESE RÍO Y EL USUMACINTA", PLANO INGLÉS DE 1885. COL. JE O L.

C im a lc t lc t4

» r» v e Jónut?1

■. 93-40 Dígita. fitoto FaJthomff,

10 rathODQ»

and upwards, — 80 Miles.

A dem ás de esas p recision es, Las Gasas proporciona por prim era vez el nom bre del cacique y su tierra: Tabasco, que en otros docum entos como la Relación de la Villa de Santa M aría de la Victoria son m encionados como Tavasco: ...e s t a p ro v in c ia se dice Tabasco a causa de que el se ñ o r de este pueblo se d ecía Tavasco [Tabasco] y el nom bre del pueblo se d ecía Potonchán que en la len gu a castellan a dice le n ­ gua chontal, casi com o si d ijése m o s lengua b árb ara, porq ue chontal en la len gua m exican a q u iere d ecir b árb aro , y así este pueblo se d ecía Poton ch án, que es la lengua m ás com ún de esta p ro v in cia , y com o se llam aba el se ñ o r de este pueblo T abasco, d ícese la p ro v in c ia de Tavasco [T a b a sc o ]...9°3

En el relato de Las Gasas nos encontram os otro dato interesante sobre lo que dijeron Pero Barba y los otros mayas capturados en la Laguna de Térm inos: " .. .preguntados los indios que tom aron, qué tierra era la que parecía, respondieron que era Goluá, la última sílaba aguda; y esto es lo que después llam am os Nueva España, y como a isla o tierra d is­ tinta, indució el capitán que fuesen a ella y tom asen della la posesión, como si no bastaran m il posesiones que se habían tomado por los reyes de Castilla en todo este o r b e . 904 Bernal Díaz, participante de las tres expediciones, narra con m ayores detalles la n a­ vegación y la com plicada entrada a la barra que se form a en la desem bocadura de los grandes ríos: ...n avegan d o costa, a costa la vía del p oniente, de dia, porque de noche no osabam os por tem or de b ajos, y arrecifes, al cabo de tres días vim os una boca de río m uy ancha, y llegam os m uy a tie rra 9”5 con los navios, y p arecía buen puerto: y como fuim os m ás cerca de la boca, 903 Cabildo de la Villa de Santa María de la Victoria, "Relación de la Villa de Santa María de la Victoria", en Mercedes de la Garza (Coord.), t. II. op. c it., p. 415. 904 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. XCI. 905 Próximos a tierra.

vim os reventar los baj os antes de entrar en el r ío , y allí sacam os los bateles, y con la sonda en la m ano h allam os, que no p od ían en trar en el puerto los dos navios de m ayor porte: fue acorda­ do, que anclasen fu era en el m ar, y con los otros dos navios que dem andaban m enos agua, que con ellos, y con los bateles fuesem os todos los soldados el río arriba, porque vim os m uchos

Francisco Hernández de Córdoba,

in d ios estar en canoas en las rib era s, y ten ian arcos, y flech as, y todas sus arm as según y de la m an era de Cham poton [C ham potón]; p or donde entendim os, que h abía p or allí algún pueblo grande; y tam bién porque viniendo como veníam os navegando costa a costa, habíam os visto echadas n asas9"6 en la m ar, con que p escaban, y aún a dos de ellas se les tom ó el pescado con un batel que traíam os á jo rro 9®7 de la cap itan a.. .9°8

A l continuar la narración, Díaz del Castillo coincide con la Relación de la Villa de Santa María de la Victoria sobre el antiguo nom bre de la gran corriente: " .. .aqueste río se llam a de Tabasco, porque el cacique de aquel pueblo se llam aba Tabasco; y como le descubrim os en este viaje, y el Ju an de G rijalva fue el descubridor, se nom bra río de G rijalva, y así está en las cartas del m a r e a r ...” .909 Torquemada sigue las palabras de Díaz del Castillo, aunque añade la preocupación que los expedicionarios deben de haber sentido con la presencia de los indígenas armados: " .. .y caminado por él [río] arriba oían el ruido de cortar madera para fortificar el pueblo; porque habiendo sabido lo que pasó en Champotón tenían por cierta la gu erra... ” .91°

VIENTOS DE GUERRA

Los habitantes del río Tabasco tom aron sus m edidas ante la llegada de los extraños. En la P rim era Carta de Relación, de 15 19 , u n año después de los hechos, la situación en torno a este tenso m om ento se sucede y el núm ero de los defen sores se m odifica. Para los m iem bros del cabildo de la V illa Rica eran cerca de 5 ,0 0 0 habitantes: " ...y otro día de m añana se pusieron de la una y de la otra parte del río gran núm ero de indios y gente de guerra, con sus arcos y flechas y lanzas y rodelas para defen der la entrada en su tierra, y según pareció a algunas personas creían contar cinco m il in d io s.. . ” .911 La Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia ... da un núm ero m enor de habitantes y un p rim er esbozo rápido de lo sucedido: " .. .E n aquel lugar encontram os cerca de ?,o o o indios que preparaban muchas arm as. Nosotros echam os fuera un perro, el cual apenas estuvo en tierra, los indios lo corretearon y no dejaron en paz hasta que lo vieron muerto. Comenzaron a lanzarnos saetas y nosotros les respondim os ocn la artillería. Matamos a un indio y entonces éstos se r e t i r a r o n . J u a n Díaz coincide con el dato anterior: " ... nos iban siguiendo más de dos m il indios y nos hacían señales de g u e rra ...” .9'3 M ártir de A ngleria ofrece una cifra mayor: " .. .los indígenas bárbaros, m aravillados de ver las m oles de nuestros barcos con sus velas extendidas, ocuparon ambas orillas del río en núm ero de seis m il hom bres arm ados con escudos dorados, arcos y flechas, como asim ism o de anchas espadas de m adera y astas cham uscadas, para guardar la costa e im ­ pedirles desem barcar. Aquella noche, uno y otro bando estuvieron en ja r r a ...914” .913 Fernández de Oviedo no cita cantidades, pero señala: " .. .otro día siguiente entráronlos navios en el río hasta m edia legua y no pudieron subir más por la corriente, y por ambas costas de la una y otra parte del río había mucha multitud de indios armados, de la m anera que atrás queda dicho, de arcos y flechas y rodelas y lanzas... ” .9'6 B artolom é las Casas retom a el dato de M ártir de A n g leria , aunque en form a d ife ­ rente expresa: .. .a sí que, en traron p o r el rio arrib a, h asta m ed ia o cerca de una legua, donde estaba el p u e ­ blo p rin cip a l, donde lanzaron sus anclas y p araron , y com o la gente in d ian a vido los navios, todos asom brad os de v e r barcos tan gran d es, y gente barbad a y vestid a, y todo de tan nueva m an era, y d iferen te arte, sa liero n a d efen d erles la salid a en su tie rra y pueblo, h asta 6 ,0 0 0 h o m b res, a lo que se juzgaba, con sus arm as, arcos y flech as, y lanzas de palo s, las puntas to sta d a s, y ro d ela s de c ie rtas m im b re s o v a rilla s d elg ad as, to d as o la m ayor p arte c u b ie r ­ tas con unas chapas de oro fin o, de plu m as de d iverso s colores adorn adas, y porque era tarde, aquella noche toda se pasó e n v e la rse am bas p a r te s ...9'7

Díaz del Castillo m uestra la d ifícil situación para ambos bandos, parte de la idea de que los chontales sabían lo ocurrido en los combates acaecidos en Champotón y Campeche:

906 Arte de pesca que consiste en un cilindro de juncos entretejidos, con una especie de embudo dirigido hada adentro en una de sus bases y cerrado con una tapadera en la otra para poder vadarlo. 907 A remolque. 908 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. XI. 909 ídem. 910 Torquemada, op. c it., I. IV, cap. IV. 911 Cortés, op. c i t , p. 9. 912 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la cu a l..., op. c i t , p. 30. 913 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. . , op. cit. 914 A la expectativa. 915 Mártir de Angleria, op. c it., I. III, cap. II. 916 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. XI. 917 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. XCI.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

i6 6

EN ESTA RICA Y F ÉR TIL ZONA EL CULTIVO DEL CACAO DESTACÓ DESDE TIEM POS MUY ANTIGUOS. GRABADOS FRANCESES CON REPRESENTACIONES DEL ZAPOTE (IZ O .) Y EL CACAO (D E R .), SIGLOS X V III Y X IX . COL. JE O L.

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.. .y ya que llegam os obra de m edia legua del pueblo, b ien oím os el rum or de cortar de m adera, de que hacían grandes m am paros9'8 y fuerzas9'9 y aderezarse930 p ara nos dar guerra; porque habían sabido de lo que pasó en Potonchán [Cham potón, Potonchán era el nom bre de este sitio del río Tabasco], y tenían la guerra por muy cierta. Y desde que aquello sentim os d esem b ar­ camos de una punta de aquella tierra donde había unos palm ares,931 que era del pueblo m edia legua; y desde que nos viero n allí, v in ie ro n ob ra de cincu enta canoas con gente de guerra, y traían arcos, y flechas, y arm as de algodón, rodelas, y lanzas, y sus atam bores, y penachos; y estaban entre los esteros otras m uchas canoas llenas de guerreros, y estuvieron algo apartados de nosotros, que no osaron llegar como los prim eros. Y desde que los vim os de aquel arte, esta­ bam os para tirarles con los tiros, y con las escopetas, y b allestas.. ,933

PRIMEROS ENFRENTAMIENTOS

Casi ningún cronista cita que esta difícil situación se tradujo en una tensión que derivó en que los chontales mataran un can que se lanzó al agua desde las em barcaciones y en algunas bajas humanas. El Itinerario de la arm ada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia..., atribuido a Juan Díaz, registra: " ...e n este puerto, luego que llegam os, se echó al agua un perro, y como lo vieron los indios creyeron que hacían gran hazaña, y dieran tras él y lo siguieron hasta que lo mataron. Tam bién a nosotros nos tiraron muchas flechas, por lo que asestam os un tiro de artillería y matamos un in d io... ” .9,3

EL PODER DE LA PALABRA

Grijalva era u n buen estratega. En lugar de lanzarse a u n com bate del cual no habrían salido b ien librados y con pocos beneficios en el p rincip al em peño, es decir, el rescate de todo el oro posible, prefirió establecer un diálogo con los chontales. La Prim era Carta de 3 Defensas, resguardos. 3Obras de fortificación. 5Vestirse, prepararse. 1Palmas de las variedades americanas, la de coco es introducida después de la Conquista. - Díaz del Castillo, op. c it., cap. XI. 5 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. . , op. cit. 5Intérpretes. 5Cortés, op. c i t , p. 9.

Relación, de 15 19 , establece: ...c o m o el capitán esto vio , no saltó a tie rra nadie de los n avios, sino desde los navios les habló con las lenguas y farau tes934 que tra ía , rogánd oles que se lleg a se n m ás cerca p ara que les p u d iese d ecir la causa de su ven id a; y e n traro n vein te in d io s en u na canoa y vin ie ro n m uy recatados y acercáron se a los n avios, y el capitán G rijalb a les dijo y dio a e n ten d er p or aquel in té rp rete que llevaba, cóm o él no v e n ia sino a rescatar, y que q u ería se r am igo de ello s, y que le tra je se n oro de lo que te n ían y que él le s d aría las p re se a s que lle v a b a ...935

Francisco Hernández de Córdoba,

167

AUNQUE EL RÍO USUMACINTA NO ES REPORTADO POR LOS V IAJERO S DE LA EXPEDICIÓN DE G RIJALVA, ES UNO DE LOS MÁS GRANDES Y CON MAYOR CANTIDAD DE AGUA DE MÉXICO. GRABADO DE P. LANGLOIS, INSPIRADO EN UNA FOTOGRAFÍA DE CHARNAY PARA LE S ANCIENNES V ILLE S DU NOUVEAU MONDE, 1 88 5. COL. JEO L.

Esta negociación se m enciona de igual m anera en la Carta enviada desde la isla de Cuba de India-, " ... A l dia siguiente vin ieron hacia nosotros más de cien canoas y una se adelantó para saber qué es lo que queríam os y nuestro intérprete por orden de nuestro capitán dio a aquellos indios algunas cam isas y algunas otras prendas para calm arlos.. ,” .936 Tanto la carta de 15 19 y la relación de 15 2 0 , la historia se cuenta con algunos m atices, por ej em p lo, el hecho de que quizá el indigena Pero Barba fuese reconocido y se quisie ra pagar un rescate por él: .. .a otro día p asaron, de la otra banda hacia nosotros m ás de cien canoas o b arcas, en las que p od ría h ab er tres m il in d ios, q u ienes m andaron una de las dichas canoas a saber qué q u ería ­ m os; el intérprete les respon dió que buscábam os oro, y que si lo ten ían y lo qu erían dar, que les d aríam os buen rescate p or ello. Los nuestros d iero n a los in d ios de la dicha canoa ciertos vasos y otros útiles de las naves para contentarles, por ser h om bres b ien dispuestos. U n in ­ dio de los que se tom aron en la canoa del Puerto D eseado fue conocido de algunas de los que ahora vin iero n , y tra je ro n cierto oro y lo d iero n al c a p itá n ...937

M ártir de A n gleria, en u n a versió n abreviada de los hechos, com enta sobre este p r i­ m er m om ento: .. .al am anecer se p resen taro n com o cien canoas llen as de gente arm ada (hem os dicho otras veces que las canoas son lanchas de un sólo m adero). T am b ién aquí los in té rp re te s de Cuba se en te n d ía n h ablan do con bastan te fa c ilid a d .938 A d m itie ro n la paz o fre c id a p o r lo s in té rp re te s, y se aproxim ó un a canoa m an ten ién d o se p arad as las dem ás. E l je fe de la canoa p regu n tan d o qué ib an bu scand o los n u estro s p or tie rra s extrañ as. Se le s re sp o n d ió que d eseab an oro, p ero a cam bio, no de bald e n i v io ­ le n ta m e n te ...939

Fernández de Oviedo explica el tem a de las in terpretaciones cruzadas al detalle. Las "len gu as” eran fundam entales para el éxito de una expedición. Por ello, ante la pérdida de Ju lián , y tal vez de M elchor, Cortés hizo lo im posible por conseguir a G erónim o de A guilar, el único español que hablaba el maya yucateco. Volviendo a nuestro relato, Fernández de Oviedo indica: .. .este día [al am anecer del día de la llegada] vin ieron ciertos indios en una canoa, que traían sus arm as todas las que he dicho dentro en ella; y en la proa venía un principal que m andaba a los otros, y traía em bragada930 una herm osa rodela, cubierta de m uy lindas plum as de colores, y en

926 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la cu a l..., op. c it , p. 30. 927 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. . , op. cit. 928 La única explicación pata ello sería que los chontales de esta localidad, dada su visión comercial, pudiesen entender el maya yucateco, algo que -como veremos más adelante- no era cierto, pues se recurrió a una triple interpretación: castellanoyucateco-chontal. 929 Mártir de Angleria, op. c it., I. III, cap. II. 930 Abrazada.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

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MUESTRA DE LA RICA FAUNA CON LA QUE SE ENCONTRARON LOS EXPLORADORES EN LA PENÍN SULA YUCATÁN. "NEOTROPISCHE FAUNA", MEYERS KONO, BIBLIO G RAPH ISC H ES IN STITU T IN LE IP Z IG , 1 89 6. LITO G RA FÍA, 2 4 .5 X 2 0 CM. COL. JE O L.

el m edio della una patena redonda que refulgía como oro, y así lo era. Este indio m andaba a los otros de la canoa, y el general Grijalva m andó a la lengua Julián que le hablase, y dijo que no le entendían, ni él entendía a ellos lo que decían, y mandó al Ju lián que hablase al otro indio Pero Barba (que era uno de los que se tom aron en Puerto Deseado) y le dijese lo que les había de d e ­ cir, si los entendiera, pues que el Pero Barba entendía la lengua de aquellos indios de la canoa; y así se hizo. Y después que les hubo dicho que los cristianos querían ser sus am igos y venían a estar con ellos y darles lo que traían, se fue la canoa, y en la tarde tornó aquella y otra con el m ism o capitán indio y otros que bogaban, y llegáronse a bord o; y por la form a de interpretación destas dos lenguas dobles, refiriendo el capitán Grijalva a Julián, y Ju lián a Pero Barba, y Pero Barba a los indios lo que les querían decir, se entendieron y concertaron para rescatar.. ,9Sl

E l tem a de los interm ediarios es retom ado por Las Gasas, quien nos explica: ...e n esclarecid o,933 vien en sobre cien canoas, llenas de hom bres arm ados a ponerse cerca de los navios, y de entre ellas sale una, y acércase m ás a los navios, para que se pudiese oír su habla; levántase en ella un hom bre de autoridad, que debía de ser capitán o principal entre ellos, y pregunta qué qu erían o qué buscaban en tierras y señ oríos ajenos; esta lengua no e n ­ tendía el indio que traían de Cuba,933 pero entendíala los cuatro que habían preso en la canoa, en el Puerto Deseado, y el de Cuba entendió a éstos, y éstos entendían a los de Tabasco; y así respondió G rijalva que él y los cristian os no ven ían a h e c e rle s m al alguno, sino a buscar oro, y que traían p ara p agárselo. Vuelve con la respu esta el capitán de la canoa, y da nuevas a su rey y señ or, y a los que esperaban, y dice p arécele buena gente los crisitan os; to rn a otra vez, y llég a se al navio del cap itán G rija lva , sin tem o r, y dice que a su se ñ o r p lace, y a tod os sus súbditos, ten er con él y los cristianos am istad .. ,934

Cervantes de Salazar ofrece m ayores detalles de este p rim er día: ...c o m o los n u estro s desde los navios se vie ro n ro d ear p o r todas p artes de tanta gente que 931 Fernández de Oviedo, op. c it., I. XVII, cap. XI. 932 Empezado el amanecer. 933 Se refiere a Julián o Melchor, habitantes del cabo Catoche que fueron llevados a Cuba por Hernández de Córdoba, donde aprendieron español. 934 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. XCI.

tra ía denuedo de p ele a r, so b resaltáro n se algún tanto, y así se ad erezaro n todos p ara d e fe n ­ d erse si fu ese n acom etid os; y ya que los in d io s se iban acercan d o , el gen eral m andó que les h ic ie se n señ al de paz y com o que los llam ab an para h ab lar con ello s. Los in d io s, en ten d id a la señ a, sin n in gú n recelo se ju n ta ro n con los navios, de uno de los cuales el capitán p or señ as dio a e n ten d er a una canoa donde v e n ía con otros p rin c ip a le s uno com o señ o r, que fu ese a la nao capitana, donde estaba el g en eral, la cual salió luego de entre las otras, y p or

Francisco Hernández de Córdoba,

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las señ as que los otros navios le h ic ie ro n llegó a la nao capitana, desde la cual el gen eral y otros caballero s le m ostraron m ucho am or y d ie ro n señ as de tanta am istad , que aquel se ñ o r y los p r in ­ cip ales que con él ib a n su b ie ro n al n avio, d ond e el g e n e ra l los abrazó y m ostró cuanto el pudo el contento que tenía de verlos en el navio. H ízoles d ar de com er y b eb er, regalólos m ucho, y en c o n fir­ m ación desto le rogaba re c ib ie se n aqu ellas cam isas, ro pas y otras jo yas que les daba, p ara que tratando con los suyos les d iese a e n ­ te n d e r que los h o m b res de E sp añ a no era n teq u an es, que q u iere d e c ir "c r u e le s ” , p o rq u e te q u á n q u ie re d e c ir "c o sa b ra v a ” , sin o p iad o sos y am igos de h acer p la c e r... [ ...] re cib id o s los d on es, los ind ios, a v ista de todos los dem ás, muy alegres, volvieron a su canoa, a la cual sig u iero n todas las dem ás y ro d eán d ola estu vieron todas p arad as u n g ran rato p ara sab er de aquel se ñ o r y sus com pañ ero s lo que habían pasado con el general; acabada su plática, que no tardó m ucho, tod os ju n to s se vo lvie ro n al p u e b lo ...935

Díaz del C astillo tam b ién es bastante p ro lijo en detalles: " .. .y quiso nuestro Señ or que acordam os de los llam ar y con Ju lianico y M elchorejo los de la punta de Cotoche, que sabían muy b ien aquella lengua,936 y dijo a los p rincip ales que no hubiesen m iedo, que les queríam os hablar cosas que desde que las entendiesen, hu biesen por

EN LAS ZONAS TROPICALES ABUNDABAN LOS CULTIVOS DE FRUTAS Y PLANTAS COMO

buena nuestra llegada allí y a sus casas, y que les queríam os dar de lo que traíam o s... ” .937

LA DEL AGUACATE Y LA FLOR DE LA PASIÓN 0 GRANADILLA. GRABADO FRANCÉS DEL

Una vez establecida la form a del diálogo, continúa Díaz del Castillo:

SIGLO X V I I I . COL. JEO L.

.. .com o e n ten d iero n la plática, vin ie ro n ob ra de cuatro canoas, y en ellas h asta trein ta in ­ d io s, y luego se les m ostraron sartalejo s de cuentas ve rd es, y esp eju elos, y diam antes azules; y desde que los viero n p arecía que estaban de m ejo r sem blan te, creyendo que eran c h al­ ch ih u ites, que ellos tien en en m u ch o ... [ ...] E ntonces el capitán les dijo con las lenguas Ju lia n illo y M elch orejo, que ven íam os de lejan as tie rra s, y éram os vasallo s de u n grande em p erad o r, que se dice D on Garlos, el cual tien e por vasallo s a m uchos gran des señ o re s, y calachiom es,938 y que ellos le deb en ten er p or señ or, y les irá muy b ien en ello, y que á trueco939 de aquellas cuentas nos d en com id a de gallinas. Y nos re sp o n d ié ro n dos d ellos, que el uno era p rin cip a l, y el otro p ap a,94° que son com o sacerd otes que tien en cargo de los íd o los, que ya he dicho otra vez que papas les llam an en la N ueva E s p a ñ a .. .94‘

La respuesta de los chontales fue clara y elocuente, según denota el texto de Díaz del Castillo, contra la prepotencia y el paternalism o de los españoles: .. .y d ijero n que h a ría n el bastim ien to 943 que d ecíam os, y tro carían de sus cosas a las n u e s­ tras, y e n l o dem ás que señ o r tien en , y que ah ora ven íam os y sin conocerlos y ya les q u e ría ­ m os dar señ or, y que m irásem o s no les d iésem os guerra com o en Potonchán [C h am po tó n ]; p orque te n ían aparejad os dos x iq u ip ile s943 de gentes de gu erra de todas aquellas p rovin cias contra n o sotros; cada x iq u ip il son ocho m il h om b res: y d ijero n que b ien sabían que pocos días h ab ía que h abíam os m uerto y h erid o sobre m ás de doscien tos h om b res en Potonchán [C ham potón], y que ellos no son h om b res de tan pocas fuerzas com o los otros, y que p o r eso h ab ían venid o a h ab lar p o r sab er nu estra voluntad: y aquello que les decíam os que se lo iría n a d ecir a lo s caciques de m uchos p ueblos que están ju n to s, p ara tratar paces, o g u e r r a ...944

El diálogo concluye con una ligera amenaza por parte de los exploradores, que se presenta en form a velada: " .. .y luego el capitán les abrazó en señal de paz, y les dió unos sartalejos de cuentas, y les m andó que volviesen con la respuesta con brevedad y que si no venían, que por fuerza habíam os de ir a su pueblo, y no para los e n o ja r.. ,” .94S H errera y Torquem ada retom an las palabras de Díaz del Castillo, aunque cam bian algunos datos, como aum entar el núm ero de xiquipiles a tres. Torquem ada precisa:

5Cervantes de Salazar, op. c i t , l. II, cap. VII. 5 Hemos visto que esto no era posible, sino que se necesitaba a los capturados en la Laguna de Términos para completar el círculo de traducciones. 7 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. XI. 3Gobernante en maya yucateco: Halach Uinik, el plural es diferente, pues no se agrega la s como en el español. 3Cambio. 3Sacerdote de alta jerarquía. 1 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. XI. - La provisión, el abastecimiento. 3 Divisiones. 4 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. XI. 5ídem.

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...q u e m ira s e n no le s h ic ie s e n g u e rra com o h a b ía n hech o en P o to n ch an [C h am p o tó n ], p o rq u e con tra ellos te n ían ap ercib id os obre tres x iq u ip ile s de gente (que cada x iq u ip il ocho m il h om bres) y . .. que iría n a re fe rir lo que les d ecían a m uchos señ ores que estaban ju ntos para tratar guerra o paz. D ióles Juan de G rijalva sartales de cuentas, espejos y otros rescates y d íjo le s que no faltasen de vo lver con la respu esta, porque no v o lvie n d o , p o r fuerza h abían de e n trar en el pueblo, aunque no p ara h acerles m a l.. ,946

EL RESULTADO DEL DIÁLOGO Y EL REGALO

Conforme avanzaba el día, las negociaciones eran cada vez más exitosas y los españoles obtuviéronlos prim eros resultados de tantos regalos y buenas palabras a los embajadores. Fernández de Oviedo acota: ...y lo que el gen eral G rijalva hizo dar a este indio p rin cip a l que es dicho, y a los que con él ven ían , fu ero n estas cosas: una m edalla; u n espejo dorado; dos sartas o h ilo s de cuentas verd es de vid rio ; unas tije ra s; un p ar de cuchillos (y éstos tu vieron en m ucho); un bonete de fr is a ; q u in ce d iam an tes agu íes (que so n u n o s cañu tos de v id rio cu ad rad o s, d el g o rd o r947 de una p éñ o la948 de e sc rib ir); un p ar de alpargates; veinte cuentas pin tad as, de vid rio ; todo lo cual entre los cristian o s era de m uy poco valor y p recio , como se puede b ie n entend er. Y lo que el indio dio en rescate o trueque de lo que es dicho, fu ero n las cosas siguien tes: una m áscara de m ad era grande dorada, de la m ism a m an era que se dora un retablo en C astilla con s is a ,949 u otro palo que se d ore, y u n penacho de plu m as de papagayos con una avecica en cim a, puesta en u n hueso que p arecía hum ano; y dijo aquel indio que otro día ve n d ría su calachuni950 y tra ería m uchas cosas. Los cristian o s les e n señ aro n vin o, y no lo q u is ie ro n ...951

Las Casas corrobora lo anterior y m enciona que el em bajador del pueblo chontal: .. .trajo una m áscara de palo grande dorada m uy herm osa, y ciertas cosas de plum a de diversos colores y b ien vistosas, diciendo que su señ o r ven d ría otro día a ver los cristianos. G rijalva le dio unas sartas de cuentas verdes de vidrio, y unas tijeras, y cuchillos, y un bonete953 de frisa 953 colorado, y unas alpargatas; las tijeras y los cuchillos fue lo que hizo al caso, porque con ello pensó el interven ido954 de la paz y am istad que iba b ien aven tu rad o.. ,955

La cronología de Fernández de Oviedo m arca que el encuentro entre G rijalva y el gobernante Tavasco fue un jueves, probablem ente el i o de jun io, y la llegada fue el día 8, cabe la posibilidad de que entre la prim era entrevista con los pobladores de la r e ­ gión, en la cual se establece el diálogo a través de los dobles traductores, es viable un día interm edio, en el cual una com itiva chontal regresó a la em barcación con alim entos, antes del día de la llegada del gobernante. Este pasaje lo señala Cervantes de Salazar y el resultado de la prim era conversación: ...lo que de ella resultó p areció p o r la obra, porq u e otro d ía v in ie ro n algunos in d io s m uy 946 Torquemada, op. c i t , l. IV, cap. IV. 947 Grueso. 948 Pluma de ave para escribir. 949 Mordiente de ocre o bermellón cocido con aceite de linaza que usan los doradores para fijar los panes de oro. 950 Gobernante. 951 Fernández de Oviedo, op. c it , l. XVII, cap. XI. 952 Gorro. 953 Voz "frisia": "1. f. Tela ordinaria de lana, que sirve para forros y vestidos de las aldeanas.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=IUyIHd8 954 Interventor, persona que hace una negociación. 955 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. XCI. 956 Cervantes de Salazar, op. c it., I. II. cap .VII. 957 Díaz del Castillo, op. c it., cap. XI.

b ie n aderezados, los cuales, con m ucho com edim ien to y am or, d ie ro n al gen eral algunos p lu m ajes rico s y otras cosas de estim a que h ab ía en su tie rra , a las cuales G rijalva recibió con m uy alegre ro stro , m an dán d oles dar de com er y b e b e r y algunas ropas de sed a, que los in d io s tu viero n en gran de estim a; y ya que se q u erían d esp ed ir, les dijo que ello s traían alguna n ecesid ad de com ida, que si no le s daban en ojo, saltarían a tie r ra , p ara que p o r r e s ­ cate se la d iesen . Los in d io s re sp o n d ie ro n que su se ñ o r no re c ib iría p en a d ello , pero que e sp e ra se n , que otro d ía v o lve ría n con la re s p u e s ta ...956

Como resultado de esta em bajada, los exploradores obtienen alim entos, según señala Díaz del Castillo: " .. .y lo que yo vi y entendí despues acá en aquellas provincias, se usaba enviar presentes cuando se trataba paces: y en aquella punta de los palm ares, donde está­ bam os vin ieron sobre treinta indios, y trajeron pescados asados, y gallinas, y fruta, y pan de maíz, y unos braseros con ascuas, y con zahum erios, y nos zahumaron a to d o s.. .” .937

Francisco Hernández de Córdoba,

A ntonio de H errera coincide y proporciona m ayores detalles: ...y los m en sajeros h iciero n su em bajada y a todos los señ ores y a los m ayores sacerdotes que acostum braban ten er voto en cosas de guerra, pareció que era m ejor la paz que la guerra y enviaron luego trein ta ind ios cargados de pescado asado, gallinas, diversas frutas y pan de maíz y extendiendo en tie rra ciertas esteras, encim a de ellas p u siero n un presente que era una m áscara de m adera grande m uy h erm o sa y diversas cosas de plum a de d iversas hechuras b ien vistosas y dijo de d iversas hechuras b ien vistosas y dijo un indio que otro día iría su s e ­ ñ o r a ve r los c a ste lla n o s.. ,958

E n tanto que Torquem ada describe este pasaje de la siguiente m anera: .. .y luego G rijalva se volvió a los dos navios y bateles y los m en sajeros h iciero n su em bajada y a todos los señ ores y a los m ayores sacerdotes que acostum braban ten er voto en caso de guerra, pareció que era m ejor la paz que la guerra y enviaron luego treinta indios cargados de pescado asado, gallinas, de diversas frutas y pan de maíz y extendiendo en el suelo unos petates (que son sus esteras), p usieron encim a un presente, que eran una m áscara de m adera grande, muy h erm osa y diversas cosas de plum a de d iferentes hechuras, b ien vistosas, y dijo un indio que otro día iría su señ or a ve r a los castellanos. Diole en retorno Ju an de G rijalva cuentas de vidrio de diversos colores y hechuras, tijeras y cuchillos y un bonete de frisa coloraday unos alpargates con que se fue muy regocijado y con ten to .. ,959

CACIQUEA BORDO 960

E sta es una de las jorn ad as m ás m em orables de la exped ición de G rijalva, y según q uien la com ente ad quiere d iversos m atices. P or ejem p lo , en la Primera Carta de R e­ lación, De la ju sticia y regimiento de la rica Villa de la Vera Cruz a la reina doña Ju a n a y al emperador Carlos V, su hijo. 10 de ju lio de

n arra cóm o se trataba de m erm ar im ­

portan cia al viaje finan ciad o p or Diego Velázquez: " ...a s í lo h icie ro n el día siguien te, trayéndole ciertas joyas de oro sutiles, y el dicho capitán les dio de su rescate lo que le pareció y ello s se vo lviero n a su pueblo. Y el dicho capitán estuvo allá aquel d í a ...” .961 E n el Itinerario de la arm ada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia ..., atribuido a Ju an Díaz: "...o t r o día de m añana vino el cacique o señ o r en una canoa, y dijo al c a ­ p itán que en trase e n la e m b a rc a c ió n ...” .963 Y M ártir de A n g leria relata: " ...r e g r e s ó la canoa, y sus m arin ero s con taron al cacique lo que se había tratado; llam ado el cacique vin o g u sto so ...” .963 Fernández de Oviedo señala un jueves, lo que perm ite establecer que la fecha del encuentro pudo h aber sido el 10 de ju n io , ya que llevaban dos días en el río (uno para atravesar la b o c a y otro para el p rim er encuentro): " .. .otro día, jueves siguiente, volvió otra canoa con ciertos in dios, entre los cuales venía uno que decían que era el señ or de todos o c a la c h u n i...".96* Com prueba que la llegada a Tabasco no pudo haber sido el 7, n i el 1 1 o 1? de jun io, como señala en alguna parte el propio Fernández, y que la fecha proporcionada por Ju an Cano del 8 de jun io es correcta. Las Gasas subraya la confianza que generó en los chontales el diálogo del día anterior: "...aco rd ó el cacique y señor de la tierra ir a verse con los cristianos, y entra en una ca­ noa, esquifada963 de gente, sin arm as, y entra en el navio del capitán Grijalva, tan seguro como si fuera de su propio h erm an o .. .” .966 Díaz pone el é n fa sis en el éxito de las n ego ciacio n es y exp lica b revem en te los m ecan ism o s en la tom a de d e c isio n e s de las p o b lacio n e s del M éxico an tigu o, en lo s que p artic ip a b a n tanto los líd e re s g u errero s y civ ile s com o los re lig io so s: " ...y aq u ellos m en sajero s que en viam o s, h a b laro n con los caciq u es, y p ap as, que tam ­ b ié n tie n e n voto en tre ello s; y d ije ro n que era n b u en as las p aces, y tra e r b a stim e n ­ tos, y que en tre todos ello s, y lo s p u eb lo s com arcan os se b u scara luego u n p resen te de oro para nos dar, y h a cer am istad es, no les acaezca com o a lo s de Poton chán [C h a m p o tó n ]...” .967

S5S Herrera, op. cit., d. II, l. III, cap. II. 959 Torquemada, op. c it., I. IV, cap. IV. 960 Aunque uso la palabra cacique por ser la empleada en las crónicas, no es correcta, el equivalente en el área maya yucateca era Halach Uinik, principal o líder de una región. 961 Cortés, op. c it., p. 9. 962 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la India..., op. cit. 963 Mártir de Angleria, op. c it., I. III, cap. II. 964 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. XIII. 965 Embarcación provista de marineros. 966 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. XCI. 967 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. XI.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

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UN CAPITÁN CUBIERTO DE ORO

De este im portante día para la vida de G rijalva los partidarios de Cortés callan, sobre todo aquellos que redactaron la Carta enviada por el Ayuntamiento de la Villa Rica, en 15 19 . En la Carta enviada desde la isla de Cuba de I n d ia ... existe una rápida m ención: " ... Tan pronto subió el capitán, el rey m andó a los suyos que lo vistie ra n con u n chaleco de oro fino y con pulseras y zapatos de oro y le puso en la cabeza una corona de oro, no de mucho v a lo r.. ,” .968 En el Itinerario de la arm ada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia ..., de Juan Díaz, al año siguiente, encontramos una segunda m ención al intercam bio de regalos entre am bas com itivas. A sí, sabem os que una de las p rim eras acciones fue vestir de oro al capitán general, como form a de distinción y de paz: " ... y dijo el cacique aunó de aquellos indios que consigo traía, que vistiese al capitán: el indio le vistió u n coselete y unos b ra ­ zaletes de oro, borceguíes hasta m edia piern a con adornos de oro, y en la cabeza le puso una corona de oro, salvo que la dicha corona era de hojas de oro muy s u t i l e s . 969 La fantasía llevó a algunos autores como Pedro M ártir de A n glería a pen sar en té r­ m inos de costum bres palaciegas europeas: " ...y ¡cosa digna de contarse¡, ¡oh, Padre Santo! E l cacique llam ó a su cam arero, le ordenó traer alhajas de su cám ara, y le m andó pon érselas a nuestro p retor G rija lb a .. ,” .97° Las Casas, en un tono más sosegado, pero con halagos a G rijalva sobre su joven y arm ónica apariencia, dedica unas líneas que ayudan a dibujar al capitán en uno de los m ejores m om entos de su vida: ...G rija lv a era gentil971 m ancebo, de hasta veintiocho años; estaba vestido de un sayón973 de un carm esí-p elo ,973 con lo dem ás que al sayón respondió,974 cosas ricas. Entrado y recibido por Grijalva el cacique con mucho acatam iento,975 y abrazándose y sentados, comenzóse la plática, de la cual muy poco el uno del otro entendían, m ás que por señas y algunos vocablos que decla­ raban los indios que habían tom ado en el Puerto Deseado, que los decían al indio que traían de Cuba; todo se creyó que iba ap a ra r en que se holgaba de su venida y que quería ser su am igo .. .97

Cervantes de Salazar, a su vez, dedica gran atención a los discursos y su form a: ...vu e lto s los in d ios con gran contento y alegría, así p o r los p reciosos dones que llevaban com o p o r el am or con que el gen eral y los suyos los h abían tratado, en traron acom pañados de m uchos in d ios que los estaban esperando a la lengua del agua,977 adonde estaba su señ or, al cual, m uy alegres, dando la em bajada del capitán con la relevancia y cerem onias que suelen, p u sié ro n lo s dones y p resen tes delante de su señ or, el cual, com o después se supo y pareció p o r la obra, los tuvo en m ucho, p o r ser cosas jam ás vistas en su t ie r r a ...978 968 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la c u a l..., op. c i t , p. 30. 969 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la India..., op. cit. 970Mártir de Anglería, op. c it., I. III, cap. II. 971 Voz "gentil": "3. adj. Hermoso, agradable o que tiene grada.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=J66t7Wn 972 Túnica larga. 973 Tela de seda roja. 974 Correspondió. 975 Voz "acatar" "4. tr. desús. Considerar bien algo.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http:// dle.rae.es/?id=0Jk5a4d 976 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. XCI. 977 Voz "lengua": lengua del agua: "1. f. Parte del agua del mar, de un río, etcétera, que lame el borde de la costa o de la ribera.", Dicdonario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=N77B0Il 978 Cervantes de Salazar, op. c it., I. II, cap. VIII. 979 ídem. 980 ídem.

E n p alabras de este m ism o cron ista, el m om ento debe de h aber sido m uy em otivo, ya que: ...a u n q u e bárbaro, no queriendo que en liberalid ad y m agn ificen cia los extranjeros le h i­ cieran ventaja, aderezándose lo m ás ricam ente que él pudo, acom pañado de los p rin cip ales de su tie rra y casa, tam b ién conform e a su calidad vistosam ente aderezados, con gran ruido y arm on ía de m úsica de caracoles y otros in stru m entos, entró en las canoas, llevando consigo p resen tes de o ro , plata, pied ras y plum as y m ucha cantidad de co m id a .. ,979

La reacción en el bando español, según Cervantes de Salazar, fue a la par: ...G rija lv a , como vio que se acercaban y que ven ían m anifestando m ayor am istad, m andó se tocasen en todos los navios los atam bores y p ifaros, de lo cual el señ o r de dicho pueblo no re c i­ bió poco contento. G rijalva antes desto ten ía proveído cuanto vio salir al señ or para los navios, que todos se ad erezasen lo m ás lu cid am en te que p u d iesen , y los capitanes de los otros n a ­ vios con algunos de su capitanía se vin iesen a la capitana para que con m ayor autoridad re c i­ biesen a aquel señ or que con tanta m ajestad v e n ía .. .98°

Francisco Hernández de Córdoba,

EL SUEÑO DE CUALQUIER CONQUISTADOR ERA LA OBTENCIÓN DEL ORO FÁCIL. "IN D I CUIUSDAM G N 0M 0L0G IA IN SIG N IS DE CHRISTIANORUM AVARITIA ", THEODOR DE BRY, FRÁNCFORT, 1595. GRABADO COLOREADO A MANO, 16.5 X 20 CM. COL. '¡'09887 JOHN CARTER BROWN LIBRARY, BROWN UNIVERSITY.

Cervantes de Salazar continúa e indica que el encuentro fue cálido y afectuoso: .. .subió el señ or, que los ind ios llam an cacique, a la capitana con gran estruendo de m úsica de los nuestros y de los suyos, abrazáronse los dos con grande am or, y tom ando el general por la mano al cacique le trajo por el navio, m ostrándole cosas que él no había visto, al cual todos los dem ás capitanes y perso n as p rin cip ales, como estaba ordenado, h ablaron con grande am or y él a ellos. Las otras perso n as p rin cip ales que con el cacique entraron, del general y capitanes fu ero n tratados como su calidad p e d ía .. .9Sl

N arra tam bién que los prim eros regalos que recibe Grijalva son flores, una tradición am ericana que seguram ente desconcertó a los europeos, quienes esperaban con ansias regalos m ateriales: " ...e l cacique, acabando de ver lo que en el navio habia con grande com edim iento echó a la garganta del general una cadena de rosas y flores, muy olorosas, y púsole en la mano una flo r compuesta de muchas flores, que ellos llam an súchil..." Los regalos m etálicos son objeto de m enosprecio p or su poco valor, para C ervan ­ tes: "...p ú s o le en los m olledos983 de los brazos, a su costum bre, dos grandes ajorcas de oro; diole pied ras y plum ajes ricos, m andando p on er luego delante dél m uchas aves, tam ales, frisó le s, maiz y otras p rovision es de com er, con lo que no poco se alegró el general y su gen te... ” ,984 Diaz del Castillo es som ero sobre los presentes: .. .y luego p u siero n en el suelo unas esteras, que acá llam an petates, y en cim a una m anta, y p resen taro n : ciertas joyas de oro que fu ero n ciertas ánades com o las de C astilla, y otras jo ­ yas com o lagartijas, y tres collares de cuentas vaciadizas, y otras cosas de oro de poco valor, que no valía d oscientos p esos: y m ás tra je ro n unas m antas y cam isetas de las que ellas usan, y d ijero n que recib iésem o s aquello de bu ena voluntad, y que, no tien en m ás oro que nos dar, que adelante h acia donde se pone sol hay m ucho y d ecían culba985 Culba, M éxico M éxico; y n o sotros no sabíam os qué cosa era Culba, n i aún M éxico tam poco. Puesto que no valía m ucho aquel p resen te que trajero n , tu vím oslo por bueno p o r sab er cierto que ten ían oro; y desde que lo h u b iero n p resen tad o , d ijero n que nos fu ésem o s luego adelante, y el capitán les dió las gracias p o r ello y cuentas v e r d e s .. .986

M ientras que para A ntonio de H errera los obsequios tien en otro valor:

981 Ídem . 982 ídem. 983 Voz "molledo": "1. m. Parte carnosa y redonda de un miembro...", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=PZwA0Uo 984 Cervantes de Salazar, op. c it., I. II, cap. VIII. 985 Probablemente Culhua. 986 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. XI.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

*74

.. .llevab a el se ñ o r de Tabasco m ucha gente sin arm as y con m uy gran de confianza se entró en el navio de Ju an de G rijalva el cual era gen til mozo de h asta vein tio ch o añ o s, estaba v e stid o de u n sayó n de c a rm e sí pelo y tra ía g o rra de lo m ism o y otras cosas lin d a s que c o rre sp o n d ían al sayón. Fue recib id o el cacique con m ucha h o n ra y co rtesía, abrazáron se y sentados se com enzó la plática y de lo cual en tend ían poco el uno del otro, sino p o r señ as y algunos vocab los que d eclarab an los dos in d io s, F elip e [Ju lián ] y M elch or y todo se creyó que iría a p a ra r en que se holgaba de su llegada y que q u ería ser su am igo y después de h aber hablado u n rato, m andó el cacique a uno de los que h ab ían ido con él que sacase lo que dentro de una petaca llevaba, que es a m an era de b a ú l... Comenzó el indio a sacar piezas de oro, a l­ gunas de palo cubiertas de oro, para arm ar tan a propósito como si se h u biera hecho para Juan de G rijalva y el m ism o cacique con sus m anos se las iba p oniend o y quitando, acom odándole las que m ejor le asentaban y de esta m anera se fue arm ando todo de piezas de oro fin o, como si de u n arnés m uy cum plido de acero le arm ara. Y dem ás desto le p resen tó m uchas y d iv e r­ sas joyas de oro y de p lu m ería, cosa que entre ellos m ucho estim an y era de ve r la h erm o su ra que en tonces G rij al va te n ía ...987

Pedro M ártir de Angleria señala cómo el gobernante Tabasco en persona va recubrien­ do de ornam entos a Grijalva: "...com en zó él poniéndole calzado de oro, botas, coraza y toda la arm adura de hierro o acero que suele ponerse cualquiera cuando se arma de punta en blanco para salir a pelear; todo eso se lo regaló el cacique a G rijalba [G rijalva], de oro m aravillosam ente l a b r a d o . 988 Las Gasas d escribe el m om ento con em otividad, como probablem ente fue: ...y d espués de hablado un rato, m andó el cacique au n ó de los que con él h abían ven id o , que sacase lo que dentro de una que llam am os petaca, según la lengua de M éjico, que es como arca, h echa de palm a y cubierta de cuero de venado, traía. Com ienza a sacar piezas de oro y algunas de palo cubiertas de h ojas de oro, como si las h u b ie ra h ech o p ara G rijalva a su m e d i­ da, y el cacique, p o r sus m ism as m anos, com iénzalo de arm ar desde los p ies hasta la cabeza, quitando unas si no ven ían b ien , y poniendo otras que con las dem ás convenían, y así lo armó todo de piezas de oro fin o, como si lo arm ara de u n arnés cum plido de acero hecho en M ilán. S in la arm adura le dio m uchas otras joyas de oro y de plum a, de las cuales algunas abajo se re fe rirá n . Cosa d igna de ve r la h erm o su ra que entonces G rijalva ten ía, y m ucho m ás digna y en carecib le989 c o n sid e ra r la lib e ra lid a d y hum anidad de aquel in fie l C a c iq u e ...990

Por su parte, en su crónica Torquem ada sigue el tono em otivo: .. .y después de haber hablado un rato mandó el cacique a uno de los que habían ido con él que sacase todo lo de dentro de una petaca llevaba, que son las cajas u arcas que se u sab an y u s a n ... Comenzó el indio a sacar piezas de oro, algunas de palo cubiertas de oro para arm ar, tan a p ro ­ pósito como si se hubieran hecho para Juan de Grijalva y el cacique con sus m anos se las iba poniendo y quitando, acom odándole las que m ejor le sentaban; y de esta m anera le fue armando todo de oro fino, como si de un arnés muy cum plido de acero le arm ara. Demás de esto le p re ­ sentó m uchas y diversas joyas de oro y de plum a, cosa entre ellos de grande estim ación y era de ver la herm osura que entonces Grijalva tenía; hizo Grijalva m uchas caricias al cacique y las m ayores dem ostraciones que pudo de agradecim iento, porque era muy cortés y com ed id o ..

REGALOS REALES

Sin citar la em otividad del m om ento de la investidura de oro de Grijalva y los rega­ 987 Herrera, op. cit., d. II, L III, cap. II. 988 Mártir de Angleria, op. cit., I. III, cap. II. 989 Digna de ponderación y alabanza. 990 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. XCI. 991 Cervantes de Salazar, op. c it., I. II, cap. VIII. 992 Fernández de Oviedo, op. c it., I. XVII, cap. XIII. 993 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. XCI.

los que los chontales entregaron al capitán, tanto Fernández de Oviedo como López de Gom ara nos m uestran la sesgada visión de Díaz del Castillo y Cervantes, quienes e sti­ m aron los presentes como "cosas de oro de poco valor” . Fernández señala: " .. .todo lo que es dicho muy bien labrado y cosas mucho de v e r... ”

Las Casas agrega: " .. .y otras muchas

cosas cuya postura y artificio era m aravilloso, y que, donde quiera, solas las m anos y la hechura costara m u ch o.. ,” , " 3 frase que es repetida por Torquem ada; y que la utilidad

Francisco Hernández de Córdoba,

para los españoles en térm inos económ icos habia sido considerable en este trueque. H errera añade: " .. .y otras muchas cosas cuya postura y artificio era m aravilloso, y donde quiera solas las m anos y artificio costaría mucho. Y con esto quedó el cacique muy con ­ tento y los castellanos tam bién en tanto grado que de aqui nació a algunos el ansia de poblar en aquella tierra por las m uchas señales que viero n de riqueza. . ,” .994 A Fernández y López de Gomara se sum an Las Gasas y Torquemada en una descripción de los objetos, pero dado que Torquem ada copia con sólo algunas variantes interesantes la lista de Las Gasas, he decidido elim inarlo. Puede ser consultado para las pequeñas variantes introducidas.993 La tabla 3 es interesante para entender que Fernández de Oviedo y López de Gom ara tuvieron acceso a una lista en la que m arcaron los objetos que con sideraron relevantes, cada uno con datos novedosos. E n cam bio, Las Gasas pudo haber tomado su lista de los dos an teriores, asi como Torquem ada hizo con la del fraile dom inico.

CUENTAS Y TELAS A CAMBIO

El agrado con el que Grijalva recibió los regalos motivó que se correspondiese a esta cor­ tesía. A si, de inm ediato acabó de recibir sus obsequios y relucir con todo el oro que le cubría, según la Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia : " .. .Nuestro capitán ordenó que vistieran al rey con un saco de terciopelo, con un par de m edias finas y con un gorro y con zapatos tam bién de terciopelo...” . " 6 M ientras que Juan Diaz describe que: " ...E l capitán mandó a los suyos que asim ism o vistiesen al cacique, y le vistieron un jubón de terciopelo verde, calzas rosadas, un sayo, unos alpargates y una gorra de terciop elo... ” .997 Este ajuar es descrito de m anera m ás com pleta por Fernández de Oviedo: .. .e n recom p en sa de lo cual el capitán G rijalva le dio a este calachuni dos cam isas de lienzo y un espejo p equeñ o dorado, y una m edalla, y u n cuchillo, y unas tije ra s; unos s a ra h u e lle s " 8 de p re silla ;999 un paño de to car,1000 y u n bo n ete,1001 y un p ein e; cinco sartas de cuentas de v i­ d rio; otro espejo grande dorado; un par de alpargates; una bolsa de cuero labrada con una cinta de lo m ism o; veinticinco cuentas de vidrio pintadas (esto era del rescate), sin lo cual o allende deso le dio el capitán G rijalva un ju b ó n de terciop elo verde y un co llar de cuentas m enudas, y una go rra de te rc io p e lo .. . 1003

López de Gom ara no da tantos detalles, pero introduce el tem a del vino que fue d es­ preciado por los chontales: .. .dio p or ello [por los regalos señalados antes] un ju bón1003 de terciopelo verde, una gorra de seda, dos bonetes de frisa, dos cam isas, unos zaragüelles,1004 un tocador,1005 un peine, un espejo, unos alpargates, tres cuchillos y unas tijeras, m uchas contezuelas1006 de vidrio, un cinto con su esquero,10°7y vino, que no lo quiso nadie beber; cosa que hasta allí ningún indio lo d esech ó .. . 1008

Por su parte, Las Gasas com enta el episodio resaltando la nobleza de G rijalva, quien en esta ocasión se quita el propio traje para regalárselo al gobernante: .. .G rija lva se lo agradeció cuanto le fue p o sib le y recom pensó desta m an era: hace sacar una m uy rica cam isa y vístesela; d espués della desn úd ase el sayón de carm esí y v ístese lo , y p é n e ­ le una gorra de terciop elo m uy buena, y hácele calzar zapatos de cuero nuevos, y fin alm en te lo vistió y adornó lo m ejo r que pudo y d ioles m uchas otras cosas de los rescates de C astilla a todos los que con él h ab ían v e n id o ...1009

El balance entre lo recibido y lo entregado es leon in o, ya que los españ oles en tre­ garon m ateriales y productos que en su patria eran muy baratos. S in lugar a dudas, la m ejor prenda otorgada fue el sayón de G rijalva, que era de cierto valor y quizá su m e­ jo r vestido, al m enos en ese viaje. E n las cuentas de Las Gasas: " .. .valdría el sayón de carm esi, entre los españ oles en aquel lugar, obra de 60 o 70 ducados o pesos de oro,

994 Herrera, op. cit., d. II, L III, cap. II. 995 Torquemada, op. c it., I. IV, cap. IV. 996 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la cu a l..., op. c it , p. 31. 997 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la India..., op. cit. 998 Traje tradicional de la comunidad valenciana, el saragüell (que aparece en textos musulmanes adadalusíes del siglo X como sarawil) se coloca directamente sobre el cuerpo y sobre él se puede o no colocar otras prendas. 999 Voz "presilla": "6. f. desús. Tela basta de lino.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?w=presilla 1000 Voz -"tocar": "2. prnl. Cubrirse la cabeza con gorra, sombrero, mantilla o pañuelo.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http:// dle.rae.es/?id=Zw9dWu5|Zw9vb5a 1001 Voz "bonete": "1. m. Especie de gorra, por lo general de cuatro picos, antiguamente usada por los colegiales y graduados, de donde pasó a los eclesiásticos y seminaristas.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=5qpGuC0 1002 Fernández de Oviedo, op. c i t , 1. XVII, cap. XIII. 1003 yoz "jut)ón"; " i. m< Vestidura que cubría desde los hombros hasta la cintura, ceñida y ajustada al cuerpo.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http:// dle.rae.es/?id=MZOPgIT 1004 yoz "zaragüelles": "1 . m. pl. Calzones anchos que se usaban antiguamente.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=cNxhIuS 1005 Más que a un mueble, puede referirse a una caja o estuche para guardar alhajas o a un paño que servía para cubrirse y adornarse la cabeza. 1006 Pequeñas cuentas. 1007 Voz "esquero": "1. m. desús. Bolsa de cuero que solía traerse sujeta al cinto, y servía comúnmente para llevar la yesca y el pedernal, el dinero u otras cosas.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/7i d=GgjdvmH 1008 López de Gomara, op. c it , cap. XLIX. 1009 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. XCI.

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Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

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cuando m ás, y las otras cosas que dio al cacique y a los suyos otros i? o 15 , pero lo que el cacique dio a G rijalva su b iría de más de ? o 3 ,0 0 0 castellanos o pesos de o r o ...” .1010

COMIDA Y HALAGOS

Pero el dia todavia no habia concluido con los intercam bios de regalos, que los españo­ les tom aron como trueque o feria, como entonces se llam aba. Después, la tradición era celebrar una com ida com partida, el alboroque, en la que según narra Cervantes, el p ro ­ tocolo fue el siguiente: .. .tornando el general a abrazar al cacique, le hizo sentar en una silla de espaldas y p on er luego dos m esas, la una para donde él y el cacique solos com iesen, y a la otra para sus capitanes e indios p rin cip ales que el cacique traía. C om ieron todos con m ucha alegría. A cabada la com ida, el cacique, agradeciendo la h onra que se h abía hecho, dijo al general que el día pasado ciertos criados suyos le h abían dicho que su m erced quería saltar en tierra , y que para ello le habían pedido su licen cia; que él y todos los suyos estaban a su servicio , que vin iese no rabuen a,1011 porque él y los suyos sabían que en h osp ed ar a perso n as de tan buen corazón h acían servicio a sus d ioses, y que no p odían creer sino que gente tan buena fuese h ija del s o l.. .101%

Los intercam bios siguieron y asi los regalos, aunque fuera de baratijas. Cervantes de Salazar relata: ...d ic h a s estas y otras m uchas sabrosas p alabras, que p o r señ as en ten d ían los nuestros, el gen eral le dio algunas cosas que aunque no eran de m ucha estim a, p o r ser extrañ as, él las tuvo en m ucho, y con esto le dijo que agradecía m ucho tan bu en a voluntad, la cual p agaría m ás largam ente cuando p o r allí vo lviese, porque le p arecía que era m erecedor, p o r su m ucha voluntad, de que le h iciese todo s e r v ic io .. . 1013

UN PRISIONERO EXTRAÑO

M uchos de los cronistas citan el caso de uno de los prisioneros que fue reconocido por el cacique y de quien pidió su libertad. En la Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia..., en 15 19 , se m enciona que: " .. .El rey pidió al capitán le devolvieran uno de aquellos indios que hablam os tomado en Puerto Deseado, pero el capitán no quiso. Entonces el rey ofre­ ció que si esperaba un dia más podría pagar su peso en oro, pero el capitán se n e g ó . 1014 E n 15 30 , el Itinerario de la arm ada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia ..., apoya la descripción de esta solicitud:

. .luego el cacique pidió que le diesen el indio que traia el

capitán, y éste no quiso; entonces el cacique le dijo, que lo guardase hasta el otro dia, que se lo pesaría de oro; mas no quiso aguardar.. ,” .101S M ártir de A ngleria relata: ...e n el com ienzo de este Yucatán, cuando pasaban de Cozum ela, se en con traro n con una 1010 ídem. 1011 Enhorabuena. 1012 Cervantes de Salazar, op. c it., L. II, cap. VIII. 1013 ídem. 1014 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la c u a l..., op. cit, p. 31. 1015 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la India..., op. cit. 1016 Para que el supuesto pescador fuera conocido del cacique y este le diera importancia, debía ser algún connotado comerciante que hubiera viajado desde las costas del norte de la península hasta la desembocadura del Grijalva. 1017 Mártir de Angleria, op. c it., I. III, cap. II.

lancha pescadora, en la cual habían nueve in d ígen as in erm es, pescando con anzuelos de oro, y les cogieron a todos sin tem or. A uno de ellos le conoció este caciqu e,1016 y prom etió a G rijalb a en viarle al día sigu ien te tanto oro cuanto aquel h om bre p esara; él se negó a h acer la red en ció n contra la voluntad de sus com pañ eros; retuvo al h om bre aquel, y se m archó con ánim o de recon o cer lo que h abía m ás a llá” .1017

Es extraño que antes no se habia dado la noticia de esta captura, pero es posible dadas las costum bres de los expedicionarios en el Caribe. En cam bio, Las Casas se m uestra mucho más escéptico al respecto, posición que con­ sidero la más razonable. Prim ero porque en las descripciones, ninguno de los cronistas m encionó la captura de la em barcación y los anzuelos de oro, que habrían sido in m edia­ tam ente señalados como algo extraordinario. De hecho, nadie más se ocupa del tema,

ni Cervantes de Salazar, Díaz del Castillo e incluso Torquem ada, que sigue en mucho al

A D IFERENCIA DE LOS INDIOS DEL MEXICO

texto de Bernal y a veces el del propio Las Casas.

Y LA DESNUDEZ ES COMÚN, AL IG U AL QUE

ANTIGUO, EN ESTA IMAGEN EL ATUENDO LA FALTA DE UNA JERARQUIZACIÓN SOCIAL.

E n palabras de Bartolom é de las Casas:

"BANQUETE RITUAL DE LOS PUEBLOS INDIO S DE AM ÉRICA", THEODOR DE BRY, FRÁNCFORT, 1593. GRABADO COLOREADO A MANO, 16.6 X 20 CM. COL. '¡'08922 JOHN CARTER BROWN LIBRARY,

...d íjo s e que de ciertos in d io s que h ab ía tom ado G rijalva, cuando com enzó a c o ste a rla s r i ­

BROWN UNIVERSITY.

b eras o costa de Y ucatán, dejando la de la isla de Cozum el, vio en el navio este cacique uno y que lo p id ió a G rijalva, y que d aría p o r su rescate tanto peso de oro cuanto el in d io p esase, y que no quiso G rijalva dárselo p o r p en sa r quizá de h ab er p o r él m ás; pero esto yo no lo creo, lo uno, porque no h ervía tan poco la cod icia en él ni en los de su com pañ ía p o r un in d io que h a lla ro n y to m aro n con otros en una canoa p escan d o , que p rob ab lem en te se p od ía c re e r no se r señ o r; n i te n e r m ás calid ad y h acien d a que los otros, d ejase seis o siete a rro b a s1018 que pod ría pesar; lo otro, porque no parece que G rijalva cum pliera con le com edim iento que con él tuvo el C acique, no con ced ién d ole lo que le rogaba, m ayorm en te si fue verd ad que le o fre cía el re s c a te .. . 1019

DEL CACIQUE GRIJALVA

Otra costum bre española era dar nom bre hispan o a los indígenas con los que en tra­ ban en contacto. A sí, p or ejem plo, fue con el hom bre p rin cip al llam ado Lázaro en Cam peche y p reten d ieron con el gobernante de Potonchán. E ra casi un m otivo de ce ­ leb ració n y regocijo, aunque no sabem os lo que p en saron los pobladores sobre este extraño asunto. Fernández de Oviedo anota:

1018 Entre 69 y 80.5 kilogramos de peso. 1019 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. XCI.

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Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

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...y porque (como he dicho en otras partes desta historia) acostum bran los indios tom ar el nom bre de los capitanes o personas p rin cip ales, con quien contraen paz, así se hizo con este calachuni, y quiso que le llam asen G rijalva, y luego los indios decían Grijalva, Grijalva, y muy alegres se entraron en su canoa y se fueron, y al río se le puso el m ism o nom bre que al calachuni, y llam áronle los cristianos río de Grijalva, la boca del cual está a diez y ocho grados de la lín ea equinoccial en nuestro h em isferio o parte de nuestro polo á rtic o .. ,1030

LA EVENTUAL TOMA DE POSESIÓN DE UN NUEVO TERRITORIO

Sólo tres cron istas h ablan del intento de los esp añ oles p or acercarse a la p oblación de donde v en ían los chontales. El p rim ero es Ju an Díaz, q u ien en su Itinerario de la arm ada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia ..., com enta que fue una decisión de G rijalva: .. .este río vien e de unas sie rra s m uy altas, y esta tie rra parece ser la m ejo r que el sol alu m ­ bra; y si se ha de p ob lar m ás, es p reciso que se haga un pueblo m uy p rin cip al: llám ase esta p rovin cia Potonchán. La gente es m uy lucida, que tien e m uchos arcos y flech as, y usa espadas y rod elas: aquí tra je ro n al capitán ciertos calderos de oro p eq u eñ os, m an illas y brazaletes de oro. Todos qu erían en trar en la tie rra del dicho cacique, porque creían sacar de él m ás de m il pesos de oro, pero el capitán no q u is o ...1031

Por su parte, Fernández de Oviedo señala la intención de ir a la población, pero no pueden llegar por la propia fuerza del río: " .. .procuróse que los navios subiesen el río arriba para ver el pueblo, porque les pareció a los españoles que, según la mucha gente, veían que debía ser gran cosa, y según la m anera del calachuni; m ás la grande corriente no los d e jó ...” .10,3 Cervantes de Salazar habla de un eventual desem barco y de la toma de p osesión del territorio a nom bre del rey y de Diego Velázquez, cosa que seguram ente inquietó a varios de los cronistas que favorecían a Cortés: ...acabad os estos y otros com edim ientos, porque ya era hora, mandó el general ech arlo s botes al agua, donde entraron todos los que cupieron. El general se m etió en un batel con los capita­ nes y el señ or con sus principales en su canoa, y así juntos, acom pañados de todos los dem ás, con mucha m úsica, saltaron en tierra, donde luego, dándolo p or testim onio un escribano, tomó posesión en nom bre de su M ajestad, por Diego Velázquez, de aquella tie r ra .. .1033

A dem ás de citar esta cerem onia, De Salazar describe la visita a la casa del gobernante de Potonchán y su conversación: ...llam áb ase el pueblo Potonchán [Potonchán] y la provincia Tabasco, cuyo río se llam ó de ahí delante de G rijalva por haber entrado en él el general Joan de Grijalva. Hecho este acto, el general con los suyos fue a la casa del cacique, que era m uy suntuosa, en la cual fue m uy fe ste ­ jado, donde en el entretanto dio a entender al señ o r cómo hacia el occidente, muy lejos de allí, había una gran tierra que llam aban España, cuyo rey era muy pod eroso, así por la m ucha gente que tenía, como p or los grandes h eb eres1034 y provincias que poseía, y que ellos eran sus vasa­ llos enviados por él a descu brir aquellas tierras y tratar con los m oradores dellas y enseñarles cóm o no se había de creer en las piedras ni anim ales, ni en el sol, ni el la luna, que ellos tenía falsam ente por dioses, sino en un solo Dios hacedor y criador del cielo y de la tierra, al cual 1020 Fernández de Oviedo, op. c it., L XVII, cap. XIII. 1021 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la India..., op. cit. 1022 Fernández de Oviedo, op. c it., I. XVII, cap. XIII. 1023 Cervantes de Salazar, op. cit., l. II, cap. VIII. 1024 Haberes. 1025 Cervantes de Salazar, op. cit., l. II, cap. VIII.

los españoles y cristianos adoraban, y que esto lo en tendería adelante con la com unicación y am istad que ten d ría con los e sp a ñ o le s.. ,1035

Cervantes de Salazar presenta una versió n idílica que da cuenta del sentim iento que le tocó vivir como p en insu lar arraigado en M éxico a m ediados del siglo xvi, cuando se pensaba que los indígenas se habían som etido de buena gana al dom inio español y r e ­ nunciado a su cosm ovisión y deidades:

Francisco Hernández de Córdoba,

.. .el cacique, que debía ser de buen entendim iento, respondió que el rey de los nuestros debía

A LA FANTASIA DE LA IMAGEN DEL ORO FACIL

de ser, como el general decía, muy poderoso, pues tenía vasallos tan fuertes que osasen, siendo

A L HACERLO TRAGAR ORO FUNDIDO, EN BURLA

tan pocos, ven ir a tierras extrañas, llen as de tantas gentes, que para uno dellos debía haber

SE CONTRAPONE LA DEL ESPAÑOL MUERTO A LA FRASE DE QUE TENÍAN SED DE ESE METAL. "LOS NATIVOS AMERICANOS VIERTEN ORO FUNDIDO EN LAS GARGANTAS DE LOS

m ás de tres m il; y que pues decía que había de volver por allí, que él holgaba mucho dello para

ESPAÑOLES", THEODOR DE BRY, FRÁNCFORT,

entender de él como de su am igo, aquella nueva religión y adoración de un solo Dios que le

1 6 .6 X 19.9 CM. COL. '¡'09887 JOHN CARTER

1 59 4. GRABADO COLOREADO A MANO, BROWN LIB R A R Y, BROWN U NIVERSITY.

decía, y que pareciéndole tal, d ejaría la suya, porque verdaderam ente entendía que aquellos sus dioses eran muy feos y crueles, pues les pedían sacrificios de hom bres y m ujeres. No poco contento el general con la respuesta del cacique, con lágrim as y otras muestras de mucho am or se despidió dél y se tornó a em barcar, acom pañándole el cacique y principales hasta que se metió en el batel, desde el cual se tornó a despedir tan am orosam ente como de antes...1036

BALANCE Y PARTIDA

Las respuestas a la pronta partida de los españoles de un sitio en donde habían sido b ie n recib id o s son v aria s. La Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia ... establece algunos datos im portantes, como el nom bre de la región, que ratifica que la población visitada había sido Potonchán; la belleza de la tierra, la diversa condición física y a r­ m am ento de los chontales, y el descontento que les provoca la partida de una tierra que ellos pensaban debían poblar para obtener grandes cantidades de oro: ...N o s alejam os bastante disgustados, porque el capitán no nos dejó e n trar en esta tierra , que nos h abía parecido la m ás b ella de todas las que h abíam os encontrado en esta isla lla m a ­ da Potontan y como era m uy populosa, creim os que fu era la ciudad p rin cip al. Los h om bres

1 1 ídem.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

i8 o

de esta tie rra son h erm o so s, con m ucho pelo, b ien arm ados con arcos, com o esos de los in ­ gleses y com baten con flech as, espadas y ro d e la ... Estos llevaron a nuestro capitán algunas p eq u eñ as calderas de oro y otras cosas ricas, n o sotros con m ucho gusto h u biéram os entrado en aquella tie rra si el capitán nos h ub iera p erm itid o , porque esp erábam o s recoger m ás de d oscientos m il ducados de o r o .. . 1037

Las palabras de Fernando Flores d escrib en el deseo de poblar dichas tierras: .. .P ien so que aquí es un b u en lugar p ara fu n d ar colonias por la fertilid a d de sus tierras y su clim a tan benign o. E n tre otras cosas que los in d ios d iero n al capitán so b resalen dos vasijas com o de cocin ar de oro y p recio so s brazaletes de oro. V ien d o estas cosas rogam os al capitán que nos p erm itie ra ir a ese lugar, pero se negó rotundam ente. S in duda si nos h u b iera p e r ­ m itido ir a tie r r a (que es m uy abundante en oro), h u biéram os reunido m ás de 1,2 0 0 caste­ llan os de oro en piezas gran des y peq u eñ as que igu alarían el peso de cada uno de nosotros, que h u biéram os obtenido en poco tie m p o .. . 1038

Fernández de Oviedo, en cambio, hace una descripción meramente enumerativa y no da mayores razones de la salida: " .. .y así se partieron otro día siguiente, que se contaron once de junio, prosiguiendo su descubrimiento. Este río está y puede haber hasta él desde el Puerto Deseado veinticinco o treinta leguas en la Tierra- Firm e la vuelta del poniente, y el río sale o tiene la boca mirando a la tramontana o norte septentrional.. ,” .1039 Las Gasas añade que fue una decisión de Grijalva, pese a las voces que le decían que poblase y estableciese un asentamiento español formal. La negativa de Grijalva le acarreó a la larga un enorme descontento: " .. .finalm ente, como quiera que haya sido, el Cacique quedó contento y los españoles tam bién lo quedaron, y e n tanto grado, que de aquí comenzó el ansia de querer poblar, quedándose en aquella tierra, como vieron tan buenas señales de su riqueza, y de m urm urar de Grijalva porque no lo aceptaba, como se d irá .. ,” .lo3° Díaz del Castillo da a entender que la decisión fue debido a un tema de navegación, 1027 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la cu a l..., op. c it , p. 31. 1028 Flores, op. c it., pp. 49-50. 1029 Fernández de Oviedo, op. c it., I. XVII, cap. XIII. 1030 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. XCI. 1031 Díaz del Castillo, op. c it., cap. XI. 1032 Cervantes de Salazar, op. c it., I. IV, cap. IV. 1033 Herrera, op. cit., d.II, l. III, cap. IX. 1034 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la cu a l..., op. c it , p. 31. 1035 Podría tratarse del actual río Seco. France V. Scholes, y Ralph S. Roys, The Maya Chontal Indians o f AcalanTixchel. A Contribution to the History and Ethnography o f the Yucatan Peninsula, University of Oklahoma Press, Norman, 1968, p. 97, señalan: "...En el siglo xvi, se debe recordar que Dos Bocas (el actual río Seco) era un río más largo y profundo y la desembocadura principal del rio Chiapa, el cual irrigaba una amplia región del sur. Esta corriente era atravesada por medio de un gran número de canoas atadas en pares..." Vasco Rodríguez y Melchor de Alfaro Santa Cruz, en su "Reladón de Taba seo", añaden: "...Por la parte del noroeste, entre el norte, entra otro caudaloso río que es llamado dos Bocas, que hace dos brazos, es grande, viene con gran furia, entra la mar adentro dos o tres leguas [entre poco más de 8 y 12 km] de agua dulce, viene este rio de la provinda de Chiapa, tiene su nadmiento en el distrito de Guatemala, que es debajo de unas grandes sierras; pasa por grandes llanos que son los Cimatanes...", Vasco Rodríguez y Melchor de Alfaro Santa Cruz, en su "Relación de Tabasco", en Mercedes de la Garza (coord.), t. II, op. cit., pp. 369-370.

pero en realidad fue la búsqueda de Grijalva para ver de dónde provenía el oro: " .. .y fue acordado de irnos luego a embarcar, porque estaban en mucho peligro los dos navios, por tem or del norte que es travesía, y tam bién por acercarnos hacia donde decían que había o r o ...” .1031 Cervantes de Salazar aclara sobre este punto sin tapujos: "...R e c ib id o en Tabasco el presente dicho y conociendo que no gustaban los indios de que se detuviesen allí mucho los huéspedes, y porque pidiendo algunos castellanos m ás oro, respon dían los indios: culhua, culhua, pasó adelante (como entendiendo por esto que en otra parte m ás arriba de la costa había aquellas riquezas que bu scaban )... ” .1083 Antonio de H errera repite la in form ación proporcionada por los otros cron istas: " ... R ecibido en Tabasco el presente que quedó referido, conociendo Ju an de G rijalva que no gustaban los indios que se detuviesen allí mucho los huéspedes y porque pidiendo algunos castellanos más oro, resp o n d ían lo s in dios Culúa, Culúa, pasó a d e la n te ...” .1033

LA COSTA

Hay varias descripcion es de la exploración en la zona costera de la región de los ríos y lagunas, entre ellas la Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia ...: "...F u im o s más adelante y encontram os dos ríos, uno junto a otro, que llam am os San Bernabé, porque aquel día parecía muy bello y agradable. Cam inando por la costa vislum bram os algunas hogueras y uno de los nuestros que se había acercado m ás, dijo que veía a muchos indios, tirar flechas y que andaban d esn u d o s.. ,” .1034 E n el Itinerario de la arm ada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia ... , de Juan Díaz, la desnudez se trasform a en brillantes ornam entos: .. .y aquí se partió la arm ada [del río G rijalva] y fuim os costeando hasta encontrar un río con dos b o ca s,1035 del que salía agua dulce, y se le nom bró de San B ern ab é, porque llegam os a

18 1

Francisco Hernández de Córdoba,

aquel lugar el día de San B ernab é. Esta tierra es muy

Sato 1 1

alta por lo in terio r, y presúm ase que en este río haya m ucho oro; y co rrie n d o p o r esta costa vim o s m u ­ ch as hum aredas una tras otra, colocadas a m an era de señ ales, y m ás adelante se p arecía u n pueblo, en el cual dijo un bergantín que andaba registrando la costa, que h abía visto m uchos in d ios que se d escu ­ b ría n desde la m ar, y que andaban siguiendo la nave, y traían arcos, flech as y rodelas relu cien tes de oro, y las m u jeres brazaletes, cam panillas y collares de oro. Esta tierra junto al m ar es baja, y de dentro alta y m ontuosa; y así anduvim os todo el día costeando p ara d escu b rir algún cabo y no pudim os h a lla rlo . . . 1036

Por su parte, Fernando Mores ratifica lo anterior: .. .Continuando nuestro viaje a lo largo de la costa lle ­ gam os a un río que desem boca al m ar por dos bocas, la que llegam os San B ernabé, porque su fiesta era ese día. D icen que en este lugar se produce la m ayor can ­ tidad de oro. A ún cuando la región es m ontañosa se puede con siderar muy bella. Desde un pequeño bote de nuestra flota al llegar cerca de la tierra, vim os a los nativos que corrían hacia sus canoas, llevando arcos y

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escudos recubiertos de oro, y ciertas hojas de oro para cubrir sus partes vergo n zosas.. .lo37

Cervantes de Salazar ofrece en su narración algunos aspectos distintos de esta parte de la travesía, como la visita a las salinas que encontraron:

LA REGIÓN DEL ISMO DE TEHUANTEPEC, AUNQUE SÓLO FUE EXPLORADA DESDE LA VERTIENTE DEL GOLFO DE MÉXICO, BRINDÓ MUCHAS SORPRESAS POR SU FERTILIDAD Y CANTIDAD DE RÍOS A LOS ESPAÑOLES. GRABADO INGLÉS DE 1885. COL. JEO L.

.. .em barcados que fueron los nuestros, com enzaron a navegar costeando la tierra, cerca de la cual, andadas quince leguas, llegaron a la boca de un río que parecía grande, el cual, porque tenía m uchas palm as, llam aron de ahí adelante el Bío de Palmas, y pasando adelante, de trecho a trecho, vieron muy cerca del agua unos bultos grandes y blancos que parecían hum illaderos o oratorios. Deseando saber el general qué cosa fuesen, m andó a Be rnardino Vázquez de Tapia, su alférez general, y a otro hom bre de cuenta que saltasen en un batel y entrando en tierra viesen qué eran aquellos bultos que tanto cam peaban; y haciéndolo, vieron que eran unos edificios hechos de m aderos y ram as muy tej idas a m anera de tolvas1038 de m olin o s, a los cuales edificios se subía por unas escalerillas muy angostas; estaban casi llen os de arena, hecho en m edio un hoyo, el cual los m oradores de aquella tierra henchían de agua de la m ar, la cual con el gran sol que por allí h ace, cuajándose se volvía en sal muy buena y de muy buen gusto; gastábase mucho la tierra adentro. Prosiguiendo la navegación, vieron los nuestros m uchos ríos, y algunos dellos muy caudales, que entraban en la m ar, y todos los días, en poniéndose el sol, si la costa era lim ­ pia, surgían en ella, y si no había buen su rgid ero, m etíanse en la m ar, poniéndose al rep aro.. ,“ 39

Díaz del Castillo resalta los aspectos geográficos y la sucesión de descubrim ientos que se iban acum ulando con rapidez: .. .vueltos a em barcar, siguiendo la costa adelante, desde a dos días vim os un pueblo junto a tierra, que se dice el A guayaluco,“ 4° y andaban m uchos indios de aquel pueblo p or la costa con unas rodelas hechas de conchas de tortugas, que relu m b raban con el sol que daba en ellas, y algunos de nuestros soldados p orfiab an que eran de oro bajo: y los ind ios que las traían, iban haciendo grandes m ovim ientos p o r el arenal, y costa adelante: y pu sim os a este pueblo p o r nom bre la B am b la,1041y así está en las cartas del m arear y yendo m ás adelante costeando, vim os una ensenada donde se quedó el río de Fenole, que a la vuelta que volvim os entram os en él, y le pusim os nom bre, río de Sant A n to n io ,1043 y así está en las cartas del m a r ...1043

1036 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la India..., op. cit. 1037 Flores, op. c it., p. 50. 1038 yoz "tolva": "1. f. Caja en forma de tronco de pirámide o de cono invertido y abierta por abajo, dentro de la cual se echan granos u otros cuerpos para que caigan poco a poco entre las piezas del mecanismo destinado a triturarlos, molerlos, limpiarlos, clasificarlos o para facilitar su descarga.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=ZzMhmEV 1039 Cervantes de Salazar, op. c it., I. II, cap. IX. 1040 Ahualulco, cerca de la actual barra de Santa Ana y de la villa y puerto de Sánchez Magallanes. 1041 En las precisiones de Scholes y Roys, la palabra rambla era usada en dos sentidos: el de una hondonada o un arenal, en este caso probablemente significa el segundo; op. cit., p. 94. 1042 Llamado originalmente de San Antón, por haber sido el piloto Alaminos su descubridor, corresponde actualmente al rio Tonalá. Según Scholes y Roys, "...el asentamiento estaba a poco más o menos una milla de la orilla del Golfo...y [Bernal] proclamaba que en 1518 se había detenido ahí con Grijalva y plantado los primeros naranjos de la Nueva España..."; op. c i t , p. 94. 1043 Díaz del Castillo, op. cit.f cap. XII.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

182;

Torquem ada m enciona que desde su partida: " ...e n dos días se vio u n pueblo llam a­ do el A hualulco, a quien los españoles p usieron la R am bla... ” .1044

NUEVOS PRISIONEROS, NUEVOS IDIOMAS

Es Fernández de Oviedo quien proporciona la relación m ás detallada del recorrido por la costa a la salida de P oton chán y la continuación del viaje de Grijalva: ...v ie r n e s , once días de ju n io del m il q u in ien tos d iecioch o añ os, salió la arm ada del río G rijalva con sus cuatro carab elas, y p ro sig u ió la m ism a costa la vía del p o n ien te, y toda la tie rra p arecía pob lad a y llen a de e d ificio s y gente cerca de la costa de m ar; y otro día sigu ien te en la m ism a costa envió el gen eral una b arca con ciertos h o m b res, y yendo p or la m ar tra je ro n cuatro in d io s de otra le n g u a ,1045 y m ostrán d o les oro los c ristia n o s de lo que ya te n ían , d ie ro n a e n ten d er p o r señ as aquellos in d io s que en aqu ella tie rra h abía m ucho de aqu ello, y que lo cogían en los río s, y que si los soltab an que ellos d arían m ucho oro de aquello que te n ía n .. .1046

La captura de p rision eros continuó e n ferm a despiadada, Fernández de Oviedo relata que a fes pocos días tom aron a otros cuatro indígenas que hablaban la m ism a lengua que fes anteriores, fes que les perm itió acom pañarse en la pena: . . . y a los quince del m es se tom aron otros cuatro ind ios de la m ism a lengua en la costa, y por señ as decían lo que los p rim ero s h abían dicho del mucho oro; y pensando ellos que los c r is ­ tianos los h abían tom ado para m atarlos, llorab an los unos con los otros, cantando en cierto tono que p arecía que se acordaban en el son; y visto aquesto p o r el general, otro día, m ié rc o ­ les d ieciséis de ju n io, m andó soltar los seis in d ios destos ques dicho, e hízoles dar su canoa en que se fu esen , habiéndoles m ostrado algunas cosas de rescate que se las prom etió de dar trayendo oro, como ellos daban a entend er que traerían , y que dem ás deso en volviendo, les d arían los otros dos ind ios sus com pañeros, que quedaban detenidos, como para seguridad o fianza de su vuelta, para que todos juntos se fu esen d espués a su t ie r r a ...1047

La liberació n de fes seis indígenas tal vez respondió a dos m otivos: el espacio y los alim entos disponibles y la intención de ped ir oro en rescate de fes dos todavía cautivos. Según Fernández de Oviedo: .. .otro día d iecisiete de aquel m es, así com o fue de d ía p arecían p o r la costa m uchos in d ios con dos b an d eras b lan cas, y llam ab an con ellas a los c ristian o s, y el gen eral, creyendo que eran los in d ios que h ab ían hecho soltar, entró en las barcas con alguna gente p ara ve r qué q u erían y si tra ía n el oro que h abían d ic h o ; y cómo su costa es brava y h ab ía gran resaca de m ar, d ijero n los m arin ero s que se les anegarían las barcas y la gente, su p o rfia sen de llegar 1044 Torquemada, op. c i t , 1. IV, cap. IV. 1045 Posiblemente hablantes de náhuatl, aunque también podría ser otras lenguas que se manejaron en la costa del Golfo. "La Relación de la villa de Santa María de la Victoria", señala: "...en tiempo de su gentilidad los de esta provincia no se entiende haber reconocido a ningún señor, si no fue a Montezuma [Moctezuma], que tenía como está dicho, en esta provincia dos fuerzas de mexicanos, que eran Xicalango y Cimatlan [Cimatan]...". Cabildo de la villa de Santa Maria de la Victoria, "Relación de la villa de Santa Maria de la Victoria", en Mercedes de la Garza (coord.), t. II, op. c it , p. 427. 1046 Fernández de Oviedo, op. c it., I. XVII, cap. XIV. 1047 ídem. 1048 Fernández de Oviedo, op. c it., I. XVII, cap. XIV. 1049 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. XCII.

a tierra . Y p o r eso desde b ie n cerca de ella h ic ie ro n señ as a los in d io s p ara que fu ese n a los n avios, y que v in ie se n allí donde las barcas estaban en sus canoas; y com o vio que nin guna destas cosas q u erían h acer, se tornó el capitán y gente de las barcas a sus navios, y p r o s i­ gu iero n su costa a d e la n te .. . 1048

Las Gasas da una versión reducida, pero sem ejante: ...s a lié r o n s e de aquel río de Tabasco, que llam aro n desde allí el río de G rijalva, y fu eron costeando lo m ás cerca de tierra que podían, de donde veían toda la costa llen a de poblaciones y de gentes que salían a m ira r los navios, que nunca otros h ab ían visto. Yendo en su cam ino con las barcas, tom aron ciertos in d ios p o r fuerza que iban en una o dos canoas, que no podían causar poco escándalo n i dejaban de ofen d er a D ios, trayén d olos contra su voluntad; luego les p regu n taron p o r señ as, si h abía oro p o r aquella tie rra y re sp o n d ie ro n que h abía m ucho. Hizo soltar a algunos d ello s, d icién d oles que tru je sen oro, y que les p agarían en las b u jerías que les m ostraron de C a stilla .. . “ 49

i83

Francisco Hernández de Córdoba,

TA BLA 3

REGALOS PRESENTADOS A GRIJALVA EN POTONCHÁN

Fernández de Oviedo

j

López de Gomara

Las Casas

"U n casquete dorado de palo

"U n casquete de palo

"U n casquete de palo cubierto

con dos cornezuelos en cim a”

dorado, con cab ellera y c u ern o s”

de h oja de oro d elgad a”

"U na cabellera de cabellos negros de h om bre o m u je r”

[ver arriba]

No m en cionad a

"U n a m áscara de palo, desde

"T re s“ 5° m áscaras de m ad era doradas y con p edrezuelas tu rqu esas, que p arecía ob ra m o saica”

"Tres o cuatro m áscaras de p alo,1051 parte de ellas cubiertas

la nariz p ara a rrib a cu bierta de m osaico de tu rq u esa y de la nariz p ara debajo de h oja de o ro ”

de piedras turquesas, que son la m adre de las esm eraldas, puestas a m an era de obra m osaica, por muy lindo artificio y parte cubiertas de hoja de oro y otras del todo cubiertas de oro”

"U na m áscara de palo hecha a bastones de oro bajo (con dos tiras de p ed rería, tu rqu esa, y las tres restantes de h oja de o ro ”

[Ver la anterior]

[Ver la anterior]

"U na p atena delgada con la figu ra de u n gem í o diablo,

"O tra [patena] que ten ía algunas p ied ras engastadas alred ed or de un íd o lo ”

[ver patenas abajo]

No m encionada

No m encionad a

"Cuatro p aten as1053 de tabla d orad as”

"C iertas patenas para arm ar los pechos, dellas todas de oro, y otras de palo cubiertas de oro, y otras de oro, y piedras sem bradas m uy b ien puestas, que las hacían m ás h erm o sas”

"D os esca rce lo n e s1053 de palo, cubiertos de oro b atid o ”

"D os e sc a rc e lo n e s1054 de palo con h oju elas de o ro ”

"M uchas arm aduras para las rodillas, dellas de oro, dellas de palo, dellas de corteza de ciertos árboles, cubiertas todas de h oja de oro, puestas sobre otras tiras de cuero de venado”

"Cuatro arm aduras para las ro d illas de corteza de árbol, cubiertas de oro batido en h o ja ”

"C inco arm aduras de p iern a hechas de corteza y d orad as”

[ver la anterior]

"E sca rce ló n de palo, cubierto de h oja de o ro ”

[ver la anterior]

[ver la anterior]

"U na cabeza de p erro, cubierta de p ie d ra s”

"U na cabeza de p erro cubierta de pied ras fa ls a s ”

No m en cionad a

"U n esp ejo de dos

No m encionado

cubierta de h oja de oro y algunas p ie d ra s” "U na tablica de palo con una punta, com o testera de caballo de arm as, de hoja de oro delgada con listas de p ied ras n e g ra s” "Cuatro patenas de palo redondas cubiertas de oro b atid o ”

"U n esp ejo de dos lum bres con un cerco de oro b atid o”

lu m b re s1055 con u n cerco de o ro ”

1050 No he podido identificar la tercera máscara en la reladón de Fernández. 1051 Comparada con la lista de Fernández, Las Casas mendona dos máscaras más. 1052 Voz "patena": "2. f. Láminas o medallas grandes que se usaban como alhaja o adorno.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=S8SeBXM 1053 Probablemente se refiera a escarcelas. Voz "escarcela": "4. f. parte de la armadura antigua que caía desde la dntura y cubría el muslo.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=GBFoOTf 1054 Podría tratarse de bolsas que pendía de la dntura.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

184

í "U n palo, hecho a m an era i de tije ra s, cubierto de 1 h oja de o ro ”

"U n as com o tije ra s de lo m ism o [de h oju ela de o ro ]”

No m encion adas

^ "U n penacho pequeño de . cuero, cubierto de oro batido”

"Otro [penacho] de cuero y o ro ”

[ver abajo, penachos]

"C iento y diez cuentas de

"C ierto s ro sario s de cuentas de b arro cubiertas de o ro ”

' "C in co ro sario s, de cuentas de oro red ond as, de 10 6 cuentas V de barro cubiertas de oro ' d elgad o”

tie rra 1056 doradas, [faltan m uchas m ás cuentas p ara lleg ar al total de F ern án d ez]”

"Otras sartas de oro puro huecas”

| "Cuatro cuentas ■ de oro h u ecas” t "Siete navajas de p ed e rn a l”

"Siete navajas de

No m encionadas

p ed ern al” . "D os p ares de zapatos como j de cabuya1057 0 h en eq u én ” "Siete tiras com o collares de 1 h oja de oro, batido, delgado, f puesto sobre cu ero”

1056 Barro. 1057 Voz "cabuya": "f. Pita. (|| planta).", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=6TUMZ0o 1058 Tres dedos, equivalentes a 5.13 centímetros. 1059 Voz "ajorca": "1. f. Especie de argolla de oro, plata u otro metal, usada por las mujeres para adornar las muñecas, brazos o gargantas de los pies.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http:// dle.rae.es/?id=10dDg3X 1060 Más adelante el cronista usa la palabra guariques. 1061 Aretes, pendientes. 1062 Probablemente de escarcela: "3. f. Espede de bolsa que pendía de la cintura. 4. f. Parte de la armadura antigua que caía desde la cintura y cubría el muslo.", voz "escarcela", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=GBFoOTf 1063 yoz "peinador": "2. m. Prenda o lienzo ajustada al cuello con que se protege el vestido de quien se peina o afeita.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http:// dle.rae.es/?id=SLdcq58 1064 En relación con la lista de Fernández Oviedo, no se ha podido ubicar el segundo penacho. 1065 Palabra en desuso, equivalente a chaqueta.

No m encionados

"Siete tirilla s de oro

No m encion adas

delgad as”

, "O tra sarta, com o la antes d escrita, y con otros p in jan tes de veinte p iezas”

No m encionada

No m encion ad a

"U n p ar de ajorcas delgadas, ■ cubiertas de oro, de anchura de tres d ed o s1058, cada u n a .”

"D os ajo rcas1059 de oro, anchas y d elgad as”

"C iertas ajorcas de oro de tres dedos de an ch o”

"U n p ar de gu ariq u ieslo6° 0 zarcillo s11*61 de oro p ara las o re ja s”

"U n p ar de zarcillos de o ro ”

"C ierto s zarcillos de oro para las o re ja s”

"U n escarg eló n 1063 de oro d elgad o”

No m encionado

No m encionado

"U n par de escudillas gran des, redondas, pintad as”

No m encionado

No m encionado

"D os rodelas cubiertas de plum a y con sus chapas de oro en m edio”

"U n a rod ela cu b ierta de plu m a de d iverso s co lo re s”

"U n paño de algodón

No m encionad a



i

U na rod ela pin tada, cubierta con p lu m ajes de co lo re s”

"U n paño de colo res, como p ein ad o r” 1063

"U n penacho redondo de plum as de colores con unas flo re s y un ave p equ eñ a en cim a del m ism o ” No m encionada

| No m encionadas

.

de colo res, a m an era de p ein ad o r” "D os penachos m uy g e n tile s” 1064

"P enach os de ella [de plu m a], visto sa ”

"U na m áscara llánam ente dorad a”

No m encionad a

"C u arenta arracadas de oro con cada tres

No m encion adas

p in ja n te s”

1 No m encionada

"U na jaqueta1065 de p lu m a”

U na ropa de plum a

\ No m encion adas

"A lgunas m an tas”

No m en cionadas

Francisco Hernández de Córdoba,

>85

TA BLA 4 ITINERARIO DE GRIJALVA POR LA COSTA DE SOTAVENTO

------------------------------------- — 17 de ju n io (jueves)

18 de ju n io (viernes)

Llegada a la costa de la isla de Sacrificios

Fernández de Uviedo, 1. X V II, cap. X IV

D esem barco en isla de

Fernández de Oviedo,

Sacrificios. P rim er día de com ercio en las

1. X V II, cap. X IV Díaz, Itinerario de la armada

cercan ías del río B anderas

del rey católico a la isla de Yucatán..., op. cit. Fernández de Oviedo, 1. X V II, cap. X IV

19 de ju nio (sábado)

Sigue el com ercio

Fernández de Oviedo, 1. X V II, cap. XV

20 de junio (dom ingo)

M isa, alm uerzo y feria

Fernández de Oviedo, 1. X V II, cap. XV

21 de junio (lunes)

Feria

Fernández de Oviedo, 1. X V II, cap. XV

23 de ju n io (m iércoles)

Nueva feria

Fernández de Oviedo, 1. X V II, cap. XV

24 de junio (jueves)

Feria y regalo de una esclava Regreso de Alvarado a Cuba.

Fernández de Oviedo, 1. X V II, cap. XV

Partida de Grijalva hacia el norte 28 de junio (lunes)

Llegada al río que llam aron Canoas, es probable que la boca del río Tanhuijo

2 9 - 3 o de junio (m artes/m iércoles)

Llegada a una punta d ifícil de navegar, probablem ente Cabo Rojo en Tamiahua. Consejo y se decide regresar a Cuba

Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán..., op. cit. Díaz, Itinerario de la armada del rey ca tólico a la isla de Yucatán..., op. cit.

SOTAVENTO EL NUEVO PAISAJE

Poco a poco las bajas planicies fueron dando paso a territorios más accidentados y el paisaje comenzó a cambiar, así como a ser más peligrosa la navegación cercana a la costa, en donde los vientos casi perpendiculares a la orilla y la posibilidad de encallar o de topar con arrecifes era un peligro latente. Cervantes de Salazar describe: ...F u e cosa m aravillosa, como después acá ha parecido, que siendo, como es, aquella costa tan brava y tan peligrosa, que ningún navio osa en este tiem po llegarse a la costa que no perezca, entonces, navegando y surgiendo tan cerca della p ortan tes días, ninguno pereció, habiéndose perdido después acá m uchos, lo cual es gran argum ento de que Dios allanaba las esperezas1066 y quitaba los peligros para que su santo Evangelio fuese predicado en tierras tan extrañas, donde el dem onio por tantos años había tiranizado aquellas g e n te s ...1067

La exuberancia del paisaje con las sierras cercanas a la costa, tan diferentes al paisaje de la península de Yucatán y la región de los ríos y las lagunas, llamaba la atención de los viajeros. Torquemada escribe: .. .Prosiguiendo su viaje, pasaron cerca de unas sierras, cuyas grandes peñas daban en la mar; parecíanse entre sierra y sierra unas tierras de gran frescura y de herm osas arboledas y bocas de ríos, con gran copia1068 de agua, entraban en la mar: Veíanse asim ism o, desde las gavias de los navios, la tierra adentro, otras muy grandes sierras, y lo que era llano muy fr e s c o ...1069

10“ Asperezas. 1067 Cervantes de Salazar, op. c it., í. II, cap. IX. loes Abundancia. 1069 Cervantes de Salazar, op. c it., I. II, cap. IX.

i8 6

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

NUEVAS REGIONES CON PA ISA JES MÁS ACCIDENTADOS Y A LO LEJO S LA EXISTENCIA DE MONTAÑAS NEVADAS HICIERON ENTENDER A LOS V IA JERO S QUE HABÍAN ENTRADO EN UNA NUEVA T IE R R A . "O RIZA BA , VOLCANO AND PLATEU", EN TR A V E LSIN MEXICO DE FREDERICK A . OBER, 1 88 4. COL. JE O L.

Díaz del Castillo narra a detalle esta parte de los descubrimientos que se divisaban en tierra firme, misma que se veía cada vez más extensa y con ríos y sierras muy dife­ rentes a lo observado en la península de Yucatán: . ..y yend o m ás ad elante navegan d o, vim o s adonde q ued ab a el p araje d el g ran río de G uac a yvalco ,1"7" y q u isié ra m o s e n trar en la en sen a d a que está, p o r v e r qué cosa era, sin o p or s e r el tiem p o co n tra rio : y luego se p a re c ie ro n las gran d es s ie rra s n evad as, que en todo el año están cargad as de n ieve; y ta m b ié n vim o s otras s ie rra s que están m as ju nto al m ar, que se lla m a n ah ora de S an M a rtín ,1"71 y p u sím o sla s p o r n o m b re S an M artín ; p orq u e el p rim e ro que las vio , fue un soldado que se llam ab a S an M artín , vecin o de La H a b a n a ...1"73

DE COMO SIGUEN LOS DESCUBRIMIENTOS DE LA ARMADA (Y LAS TENSIONES INTERNAS)

Es evidente que Pedro de Alvarado era el rival de Juan de Grijalva, poco a poco su lideraz­ go se va manifestando hasta el punto en que es enviado de regreso para dar las noticias de los descubrimientos, lo que divide a la flota. En el recuento de Díaz del Castillo se nota cómo la iniciativa de Alvarado comienza a rebasar ya las órdenes de Grijalva, al punto que: .. .y navegando n u estra costa adelante, el capitán Pedro de A lvarado se adelantó con su navio, y entró en un río, que en Indias se llam a Papalohuna,“ 73y entonces pusim os por nom bre, río de A lvarad o, porque lo d escubrió el m ism o A lvarad o. A llí le d iéro n pescado unos in d io s p e sc a ­ 1070 CoatzacoaLcos. 1071 Casi seguramente se refiere a la sierra de los Tuxtlas, también llamada de Santa Martha o de San Andrés, en la cual está el volcán de San Martín, que alcanza los 1,700 metros. 1072 Díaz del Castillo, op. c it., cap. XII. 1073 Actual Papaloapan. 1074 Tía cota Ipan. 1075 En la práctica, debemos recordar que la flota estaba compuesta por cuatro navios. Al entrar tres naves con Alvarado, Grijalva sólo tiene el control de su propia nave. 1076 Voz "conserva": "f. mar. Compañía que se hacen varias embarcaciones cuando navegan juntas para auxiliarse o defenderse y, comúnmente, cuando alguna o algunas de guerra van escoltando a las mercantes.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=APDZwGr 1077 Actual rio Ja mapa. 1078 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. XII.

d ores, que eran naturales de u n pueblo, que se dice T lacotalp a:1"74 estu vím osle aguardando en el p araje del río, donde entró con todos tres n a vio s,1"75 h asta que salió de él, y a causa de h ab er entrado en el río sin lice n cia del gen eral, se enojó m ucho con él, y le m andó que otra vez no se adelantase de la arm ada, porque no le avin iese algún contraste en parte donde no le p u diésem o s ayudar. Y luego navegam os con todos cuatro navios en co n serva,1"76 h asta que llegam os en paraje de otro r ío , que le pusim os p or nom bre río de B and eras,1"77porque estaban en él m uchos in d ios con lanzas gran des, y en cada lanza una b an d era h echa de m anta blanca, revelán d olas, y llam ánd on os. Lo qual d iré adelante cóm o p a s ó .. . 1078

DE COMO MOCTEZUMA SE ENTERA DE LA EXISTENCIA DE LOS VIAJEROS

Una de las ideas que se propusieron en buena parte de la historia de la Conquista y a lo largo del siglo xvi es la de que Moctezuma envió espías para enterarse de quiénes eran esos nuevos llegados a las costas del Oriente. Díaz del Castillo informa:

Francisco Hernández de Córdoba,

.. .ya h ab rán oído d ec ir en E sp añ a, y en toda la m ás rp arte de ella, jy de la C ristian d ad , com o •' r

l8 7

1"T 85H9EM0UTH 0 F T H E c o a tz a c o a lc o s r iv e r " , C 0 L JE 0 L

M éxico es tan gran ciudad, y pob lad a en el agua, com o V en ecia, y h abía en ella un gran señ o r, que era rey de m uchas p ro v in cia s, y señ o re a b a todas aqu ellas tie rra s , que son m a ­ yo res que cuatro veces n u estra C astilla, el cual se ñ o r se d ecia M ontezum a: y com o era tan p od ero so , q u ería señ o re a r, y sab er, h asta lo que no p od ía, n i le e ra p o sib le : y tuvo n o ticia de la p rim e ra vez que ven im o s con F ran cisco Flernández de C órdoba, lo que nos acaeció en la batalla de Cotoche, y en la de Cham poton, y ah ora de este viaje la batalla del m ism o Cham poton, y supo que éram o s n o so tros pocos sold ad os, y los de aquel pueblo m uchos; y al fin entend ió que n u estra dem and a era b u scar oro a tru eque del rescate que traíam o s, y todo se lo h ab ían llevado pintado en unos pañ o s que h acen de n e q u e n “ 79 y que es com o de lin o: y com o supo que íbam os costa a costa h acia sus P ro vin cia s, m andó a sus g o b e rn a d o re s, que s i p o r allí apo rtásem o s, que p ro cu rasen de tro c a r oro a n u estras cu en tas, en esp ecial a las ve rd e s, que p arecían a sus chalch ih uites: y tam b ién lo m andó, p ara sab er e in q u irir m ás p or entero de n u estras p erso n a s, y qué era nu estro in t e n to ...10801081

Para retomar la idea -después de la Conquista- de que había una serie de presagios y predicciones que marcaban el fallido destino de la defensa indígena, Díaz del Castillo acota: ".. .y lo más cierto era (según entendimos) que dicen, que sus antepasados les habían dicho, que habían de venir gentes de hacia donde sale el Sol, que los habían de señorear... ”.lo8:í El tópico de los ocho presagios que antecedieron la llegada de los españoles es am­ pliamente tratado por Bernardino de Sahagún: cometas, rayos, centellas, terremotos y otros fenómenos dieron cuenta del fm que se aproximaba.1083 Sahagún establece las consecuencias que tuvo la llegada hispana a la costa del Sotavento y la presencia de los observadores mexicas: ...la p rim era vez que parecieron navios en la costa de esta Nueva España, los capitanes de M octhecuzom a que se llam aban Calpixques que estaban cerca de la costa, luego fu eron a ver que era aquello que venía, que nunca habían visto navios, uno de los cuales fue el Calpixque de Cuextecatl que se llam ba Pinotl; llevaba consigo otros calpixques, uno que se llam aba Yaotzin, que resid ía ne el pueblo de M ictlanquauhtla, y otro que se llam aba Teozincoatl, que resid ía en el pueblo de Teociniocan, y otro que se llam aba Cuitlalpitoc, este no era calpixque sino criado de uno de estos calpixques, y principal ej o, y otro principalejo que se llam ba Tentlil... [...] fueron a ve r qué cosa era aquella, y llevaban algunas cosas para vend erlas, so color de ve r qué cosa era aquella: lleváronlos algunas m antas ricas que sólo M octhecuzom a y ningún otro las usaba, ni ten ía licencia para u sarlas; entraron en unas canoas y fu eron a los navios, d ijero n entre sí, estam os aquí en guarda de esta costa, conviene que sepam os de cierto qué es esto, para que llevem os la nueva cierta a M octhecuzom a; entraron luego en las canoas y com enzaron a rem ar

1079 Henequén. 1080 Propósito. 1081 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. XIII. 1082 ídem. 1083 Sahagún, op. c i t , l. XII, cap. I.

18 9

Francisco Hernández de Córdoba,

dais I :«M».

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IllilA U

------------------IHBo.

h acíalo s navios, y como llegaron junto a los navios, y vieron a los españoles, besaron todas las proas de las naos en señal de adoración, pensaron que era el dios Quetzalcóatl que volvía, al cual ya estaban esperando según parece en la H istoria de este d io s.. .lo84

EL RIO COATZACOALCOS, SU GRAN CAUDAL INTRIGÓ A LA EXPEDICIÓN DE GRIJALVA PERO NO PUDIERON NAVEGARLO POR LAS CONDICIONES METEOROLÓGICAS. MAPAS "MINATITLAN, NORTHERN PORT OF TEHUANTEPEC" (D E R .) Y "COATZACOALCOS BAR" (IZ O .), 1885. COL. JEO L.

El encuentro se sella con un intercam bio de inform ación, ya que los españoles apro­ vecharon para obtener algunos datos:

P. 188 DESDE EL MOMENTO DE LA CONQUISTA LA IMAGEN DE MOCTEZUMA FUE MANIPULADA Y ADECUADA A LA ÉPOCA PARA DENOTAR SU JERA RQ U ÍA . "MONTEZUMA", PIERRE DUFLOS

.. .Luego los españoles los hablaron, y dijeron: ¿Q uién sois vosotros?, ¿de dónde v e n ís ? ; ¿de

LE JEU N E, GRABADO ACUARELADO, 1779. COL. JEO L.

dónde sois? R esp on dieron los que iban en las canoas: "hem os venido de M éxico” ; d ijéro n los los españoles, "si es verdad que sois m exicanos, decidm os ¿cóm o se llam a el señ or de M éxico ?” A l o que los sorprendidos m exicas respond ieron : "...s e ñ o r e s nuestros, llám ase M octhecu zom a” , y luego le p re se n ta ro n todo lo que llev a b an de aqu ellas m an tas ric a s, al que iba p or general en aquellos navios que según dicen era Grijalva, y los españoles d ieron a los indios cuentas de vidrio, unas verdes y otras am arillas, y los indios como las vieron m ara­ villáron se m ucho, y tuviéronlas en m ucho, y luego se d esp id iero n de los ind ios diciendo, ya nos volvem os a Castilla, y presto volverem os, e irem os a M é x ic o ...1085

Una vez dado este prim er encuentro, indica Sahagún, al parecer una gran parte de los líderes regionales se traslada rápidamente aTenochtitlan, para dar cuenta de las novedades: .. .los indios se volvieron a tierra, y luego se partieron para México donde llegaron en un día y una noche, a dar la nueva a Mocthecuzoma de lo que habían visto, y trajéronle las cuentas que les habían dado los españoles y dijéronles de esta manera: "señ o r nuestro, dignos som os de m uerte, oye lo que hem os visto y lo que hem os h ech o...” . Para continuar: "...T ú nos pusiste en guarda de la orilla de la m ar, hem os visto unos dioses dentro en la m ar y fuim os a recibirlos, y dím osles varias mantas ricas y veis aquí estas cuentas dadlas a Mocthecuzoma para que nos conozca, y dijéronle todo lo que había pasado cuando estuvieron con ellos en la m ar en los n a­ vio s...” . A lo que respondió el gobernante: " .. .venís cansados y fatigados, idos a descansar, yo he recibido esto en secreto, y os mando que no digáis nada de lo que ha pasado.” ...1086

E n consecuencia, una vez m editado el tema, narra Sahagún:

10S‘ Ibídem, i XII, cap. II. 1085 Sahagún, op. c i t , l. XII, cap. I. 1086 Sahagún, op. c i t , l. XII, cap. II.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

190

LAS REPRESENTACIONES DE LA CONQUISTA

...c o m o hubo oído M octhecuzom a las nuevas de los que vin ie ro n de la m ar, m andó luego

ESTÁN IMPREGNADAS DE CARGAS IDEOLÓGICAS, COMO EN ESTA ESTAMPA DONDE EL ASALTO

llam ar al m ás p rin cip al de ellos que se llam aba Guextecatl, y los dem ás que h ab ían venido

A UNA CIUDAD INDÍGENA SE CONVIERTE EN UNA JERUSALÉN CELESTE, CON SU TEMPLO. "GUERRA ENTRE LOS ESPAÑOLES Y LOS NATIVOS AMERICANOS EN CUZCO", THEODOR DE BRY, IM PRESA POR PIETER VAN DER AA, LEIDEN, 1707. GRABADO, 13.4 X 1 8.3 CM. « 08 98 4 JOHN CARTER BROWN LIB R A R Y, BROWN UNIVERSITY.

con la m en sajería, y m an dólos que p u siese n guardas, y atalayas en todas las estancias de la rib era de la m ar, la una se llam aba N aulitlantoztlan, otra M ictlanquactla, p ara que m irasen cuando vo lvie sen aquellos navios p ara que luego d ie sen re la c ió n .. .lo87

Bernal Díaz del Castillo regresa al tem a del río Banderas: ...a h o ra sea p o r lo uno, o p or lo otro, estaban en p osta a vela in d io s del G rande M ontezum a en aquel río que dicho tengo, con lanzas largas, y en cada lanza una ban d era en arbolánd ola, y llam ánd on os que fu ésem o s allí donde estaban. Y desde que vim o s de los navios cosas tan nuevas, p ara sab er que pod ía ser, fué acordado p o r el gen eral, con todos los dem ás soldados y capitanes, que ech asen dos bateles en el agua, y que saltásem os en ellos todos los b a lle s ­ te ro s, y esco petero s, y vein te sold ad os, y Fran cisco de M ontejo fuese con n o so tros; y que si viésem o s que eran de guerra los que estaban con las band eras, que de presto se lo h iciésem os saber, u otra cualqu ier cosa que fu e s e .. . 1088

Díaz del Castillo cam bia el orden de la historia con respecto a los dem ás cronistas, lo que encuentro cronológicam ente d ifícil, ya que dice que estuvieron seis días com er­ ciando en ese lugar. Es seguro que se trate de otra confusión m ás entre el desem barco en el río Banderas o Jam apa (según su versión) o en la costa fren te a Ulúa (como lo establecen casi todos los dem ás cronistas). Más adelante, Díaz del Castillo in siste en el desem barco en el río Jam apa, cuestión que orilla a pen sar que tal vez algo de cierto hay en esta versió n y que los dem ás om itieron el punto. Sin embargo, todos coinciden en que el prim er gran rescate de oro se llevó a cabo en la costa de la actual Veracruz. Según la versión de Díaz del Castillo:

1037 Sahagún, op. c it., I. XII, cap. III. 1IISS ídem.

.. .y en a q u ella sazón , q u iso D io s que h a cía b o n an za en a q u ella costa, lo cual p ocas veces ^

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su ele acaecer: y com o lleg a m o s en tie r ra , h a lla m o s tre s ca ciq u e s, que el uno de e llo s era

Francisco Hernández de Córdoba,

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g o b e rn a d o r de M on tezum a [M octezu m a], y con m u chos in d io s de p ro p io , y te n ía n m u ­

EN AMBOS MAPAS PODEMOS OBSERVAR LAS

ch as g a llin a s de la tie r ra , y p an de m aíz, de lo que e llo s su e le n co m e r, y fru ta s, que e ran

CENTRAL DE MÉXICO EN EL SIGLO X V III, EN

NUMEROSAS POBLACIONES DE LA PARTE H ISTO IRE DE LA CONQUESTE DU M EXIQU E, OU DE

p iñ a s , y c a p o te s,1089 que en otras p arte s lla m a n m a m e y e s, y estab an d eb ajo de u n a s o m ­

LA NOUVELLE ESPAGNE, PAR FERNAND CORTEZ,

b ra de á rb o le s, p u estas e ste ra s en el su elo , que ya he dicho o tra vez, que en estas p artes

S O U S, PAR LAUTEUR DU TRIUMVIRAT, PARÍS,

TRADUITE DE L'ESPAGNOL DE DOM ANTOINE DE 1 71 4. COL. JEO L.

se lla m a n p etate s, y a llí n os m an d a ro n a se n ta r, y todo p o r s e ñ a s; p o rq u e Ju lia n illo el de la p u n ta de Gotoche no e n te n d ía a q u ella len gu a; y luego tr a je ro n b ra s e ro s de b a rro con a scu as, y n os zah u m aro n con uno com o re s in a , que h u ele a in c ie n s o 1090. Y lu e g o el capitán M on tejo lo hizo sa b e r al g e n e ra l; y com o lo su po , acordó de s u rg ir allí en aquel p araje con to d os lo s n a vio s, y saltó en tie r ra con to d os lo s cap itan es y so ld a d o s, y d esd e que aq u ello s ca ciq u e s y g o b e rn a d o re s le v ie r o n en tie r ra , y c o n o c ie ro n que e ra el cap itán g e n e ra l de to d o s, a su usanza le h ic ié ro n gran d e a catam ien to , y le zahu m aro n : y él le s dió las g racias p o r e llo , y le s hizo m u chas c a ric ia s, y le s m andó d ar d iam an tes y cu en tas v e rd e s; y p o r se ñ a s le s d ijo que tr a je se n oro a tro c a r a n u e stro s re sc ates. Lo cual luego el g o b e rn a d o r m an dó a sus in d io s, y que to d os lo s p u eb lo s co m arcan o s tr a je se n la s jo yas que te n ía n a re sc ata r: y en s e is d ías que estu vim o s a llí tr a je ro n m as de q u in ce m il p e so s en jo yezu elas de oro b a jo , y de m uchas h ech u ra s: y esto debe s e r lo que d ic e n lo s c ro n ista s F ran cisco López de G om ara, y Gonzalo Flernández [Fern án dez] de Oviedo en sus cró n ica s, que d icen que d ie ro n los de T abasco, y com o se lo d ije ro n p o r re la c ió n , a sí lo e sc rib e n , cono si fu e ­ se ve rd a d : p o rq u e v ista co sa e s, que en la P ro v in c ia del río de G rija lv a no hay oro, sin o m uy p ocas jo y a s . . . 1091

La confusión que provoca Díaz del Castillo llega a tal punto que la toma del nuevo territorio, que en los dem ás cronistas sucede en orden cronológico después de llegar a las islas de Sacrificios y Ulúa, ocurre en el río Jam apa: ...D e je m o s esto, y pasem o s ad elan te, y es, que tom am os p o se sió n en aqu ella tie rra p o r su M ajestad , y en su no m b re real el go b ern ad o r de Cuba D iego Velázquez. Y desp u és de esto h ech o, habló el gen eral a los in d io s que allí estab an , d icien d o , que se q u ería em b arcar, y le s dió cam isas de C astilla. Y de a llí tom am os u n in d io , que llevam o s en los navios, el cual

1089 Probablemente hable de uno de los zapotes, el mamey zapote, Poutería zapota (Jacq), que muchos en México conocemos simplemente como mamey, diferente de la fruta conocida con ese nombre en las Antillas y que corresponde a la Mammea americana L , conocida popularmente como mamey amarillo, mamey de Santo Domingo, entre otros. 1090 Copal. 1091 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. XIII.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

193

¿le. 30

* * r

TRES ASPECTOS DE LO S PRESAGIOS, SEGUN LOS INFORMANTES DE SAHAGÚN, EN SU TOTALIDAD SON OCHO PRESAGIOS FUNESTOS ESCRITOS EN 1528 POR VARIOS INFORMANTES ANÓNIMOS DE TLATELOLCO. SE ENCUENTRAN REUNIDOS EN E L LIBR O X I I DEL CÓDICE FLORENTINO.

d espués que entendió nu estra lengua se volvió cristian o , y se llam ó Fran cisco , y d espués de ganado M éxico le vi casado en u n p u eb lo que se lla m a S an ta Fe. P ues com o vió el ge n e ra l que no tra ía n m ás oro a rescatar, y h ab ía seis d ías que estabam os allí, y los navios co rrían riesgo , p o r ser tra v e sía 1093 el N orte, nos m andó em barcar. Y co rrien d o la costa adelante, vim o s u na isleta, que b añ aba la m ar, y te n ía la a ren a b lan ca, y esta ría (al p arecer) ob ra de tres leguas de tierra , y p u sím o sle p o r nom bre Isla Blanca; y así está en las cartas del m arear. Y no m uy le jo s de esta isleta blan ca vim o s otra isla m ayor al p arecer que las dem ás, y estaría de tie rra ob ra de legua y m ed ia, y allí e n fren te d ella h ab ía b uen su rgid ero ; y m andó el g e ­ n e ra l, que s u rg ié s e m o s ...1093

Antonio de Herrera, en el afán de hallar una lógica en las relaciones anteriores, escribe: ...G o m o el rey M otezum a era tan pod eroso p rín c ip e , fue luego avisado de lo que sucedió a F ran cisco Flernández de Górdova, en Gotoche y Poton ch an; y que G rijalva andaba p o r la costa y se lo en viaro n pin tado en lien zos de algodón y p o r s e r todo m uy nuevo y extraño en aqu ellas p artes: com o p o r te n e r sim ilitu d con los p ro n ó stico s que ten ía, de que a su tiem po se h ablará. E n ten d ien d o que era p e d ir oro lo que los castellan o s trataban en lugar de los rescates que llevab an , de que tam b ién le h ab ían llevado m u estras, m andó a sus g o b e rn a ­ d ores que rescatasen con los castellan o s y que p ro cu rase n de in fo rm a rle b ie n de ello s, qué q u ería n y qué b u s c a b a n ...1094

Torquem ada, a su vez, no se m anifiesta al respecto y ofrece u n breve resum en:

. .y

de esta m anera fuero n descubriendo algunos pueblos y río s, que se podrán ver en A n ­ tonio de H errera, entre los cuales fue uno el de Papaloapan (que por haber entrado en él con su navio Pedro de Alvarado se le quedó su nom bre y le conserva hasta ah ora)... ” .1093

SACRIFICIOS A LA VISTA

Cervantes registra los descubrim ientos y la captura de indígenas. Rem em ora los sa cri­ ficios ejecutados prácticam ente en su presen cia, como los que después descubrirán en una isla cercana a la costa y que conserva ese nom bre: .. .de ahí a pocas leguas, yendo navegando un día, viero n p or delante islas y a rre c ifes que se h acían en la m ar a una parte y a otra p o r donde navegaban, p o r lo cual les era forzado ir so n ­ dando con cuidado de no dar en algún b ajo. Yendo así, no lejos de las naos, viero n dos o tres canoas con in d ios que andaban p escan do; el gen eral, com o los vio, m andó saltar en un batel al alférez con otros de la com pañía, p ara que, dando caza a las canoas, tom ase alguna dellas; salió luego otro bajel p ara atajarlas p ara que no se fu esen , y así, se d ie ro n tanta p rie sa, que ™= Voz "travesía": "10. f. Mar. Viento cuya dirección es perpendicular a la de una costa.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=aXYalIz 1093 Díaz del Castillo, op. c it., cap. XIII. 1094 |-|erreraí 0p. cjt.r d. II, l. III cap. IX. 1095 Torquemada, op. c i t , l. IV, cap. IV. 1096 Cervantes de Salazar, op. c it., I. II, cap. IX.

aunque las canoas h u ían m ucho, en breve tiem p o, se fu ero n acercando a ellas. Los in d ios, vien d o que no se p od ían escab u llir, dejando de rem ar, tom ando unas navajas de p ed ern al que traían en las canoas, com enzáronse a sacrificar, sacándose sangre de las orejas, n arices y lengua y de los m uslos y otras partes del cuerpo, ofreciend o la sangre que salía al sol, creo que ofreciéndose a él como a su dios y defensor, puestos en aquel p e lig ro ... Este fue el prim ero sacrificio de sangre que los nu estros viero n en esta t ie r r a ...1096

Francisco Hernández de Córdoba,

193

TIERRA FIRM E

Tal vez nos parezca extraño ahora, pero para los v ia ­ jero s no había quedado claro si estaban en lo que se pensaba era la continuación de la isla de Yucatán, es decir, en otra ínsula o en tierra firm e. D espués de arribados a las cercanías del actual Veracruz, F e r­ nández de Oviedo, explica: .. .llegaron junto a una bahía que hace entre la T ierraFirm e y una isleta pequeñ a que está entre la bahía y la m ar, y su rgieron allí sus navios, y estando así, dijo el capitán Joh an de G rijalva delante de m uchos de los que en esta arm ada iban que el piloto m ayor A ntón de A lam in os h abía dado por bojada la isla de Yucatán, y hasta donde estaban era tierra continuada y p arecía otra tierra nueva, y que p or tal se podía tom ar en ella posesión, y que así él como piloto, como todos los hom bres de la m ar, decían que todo aquello

IZQ U IERDA. LA LENGUA ES UNA DE LAS PARTES

era de la costa de T ie rra -F írm e; y aún para saberlo m ejor, hizo su inform ación y tomó los p are ­

LAS DESCRIPCIONES SU SANGRADO ERA

ceres de los pilotos y de los que les pareció que lo podían entender, y todos d ijero n que h a ­

DEL CUERPO CON MAYOR IRRIGACIÓ N. SEGÚN UNA DE LAS OFRENDAS MÁS FRECUENTES A LAS DEIDADES. GRABADO DE JEAN-FRÉDÉRIC WALDECK, 1838.

biendo respecto a los m uchos y grandes ríos que della salen a la m ar de agua dulce, y que desde

DERECHA. LOS EUROPEOS SE ENCONTRARON CON

Puerto Deseado hasta la dicha isleta, donde estaban surtos, h abía corrido ciento treinta o m ás

Y PODERES PARTICULARES. A SÍ NAPPATECUHTLI

leguas1097 p or una costa, que todos la tenían, a todo su entender, por T ie r r a -F ír m e ...1098

UNA CANTIDAD DE DEIDADES CON ATRIBUTOS SE R EFIER E A UNO DE LOS CUATRO TLALOQUES, QUE PRESIDEN LAS FUENTES Y LOS LUGARES CON AGUA. GRABADO DE FINES DEL SIGLO X IX . COL. JEO L.

RESTOS DE ANTIGUOS EDIFICIOS

La llegada a la pequeña isla de los Sacrificios, situada en los alrededores del actual Veracruz, fue uno de los tem as que más se discutieron en el viaje de Grijalva. En la Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia ... se m enciona: ...D e sp u é s a seis m illas de distan cia, en contram os otra p eq u eñ a isla que llam am os de los S ac rific io s, con ed ificios antiguos h ech os de cal y de p eq u eñ as p ied ras com o si fu eran los m uros de R o m a ... E n contram os una casa sim ila r a una torre y sobre ésta otro p equeño e d i­ ficio m ás p eq u eñ o, p arecid o a un castillo, am plio 15 b ra z a s... E n la cim a h abía una tram pa y sobre ésta un leó n de m árm ol con la len gua de fu era y en la cabeza ten ía una co n cavi­ dad sim ila r a una cazuela en la cual m etían p erfu m es. A d elan te ten ía una concavidad como aquellas de las ig lesias donde se m ete el agua ben d ita y contenía la sangre que p arecía puesta de h acía tres días. E staban dos tran cas con dos pedazos de telas am arradas y de la otra parte h abía un ídolo que ten ía en la cabeza una b ella plum a. Tenía volteada la cara este ídolo h acia un m ontón de pied ras. Parecían jó ven es y tras de ellos otros dos in d ios que p arecían m uertos h acía dos o tres días. Los cuatro m uertos no te n ían n i el corazón ni las visceras. C erca se e n ­ contraban m uchos huesos de otros m uertos, dos gran des haces de leñ a de p in o, dos sillas de m árm ol y dos p ilas g ra n d e s .. . 1099

E l Itinerario de la arm ada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia ..., de Juan Díaz, determ ina: .. .llegados cerca de los m ontes, nos encontram os en el p rin cip io o cabo de una isleta que e s ­ taba en m edio de aquellos m ontes, distante de ellos unas tres m illas1100; surgim os y saltam os todos en tie rra en esta isleta, que llam am os Isla de los Sacrificio s: es isla p equ eñ a y ten d rá un as se is m illa s de b o je o ;1101 h allam os algun os e d ificio s de cal y aren a, m uy g ran d e s, y un trozo de edificio asim ism o de aquella m ateria, conform e a la fáb rica de un arco antiguo que está en M érid a,1103 y otros ed ificios con cim ientos de la altura de dos h om bres, de diez pies de an ch o1103 y m uy largo s; y otro ed ificio de h ech u ra de to rre, red on d o , de q u ince p asos de an ch o ,1104 y encim a un m árm ol com o los de Castilla, sobre el cual estaba un anim al a m an era

1097 Más de 500 kilómetros. 1098 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. XIV. 1099 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la c u a l..., op. c i t , pp. 31-32. 1100 Poco más de 12 kilómetros. 1101 Un poco más de 19 kilómetros de perímetro. 1102 Mérida, en Extremadura, España. 1103 Poco más de 2.70 metros. 1104 Cerca de 21 metros.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

19 4

REPRESENTACION DEL CULTO A QUETZALCOATL

de le ó n ,1105 hecho asim ism o de m árm ol, y te n ía u n agujero en la cabeza en que p o n ía n lo s p e r­

EN CHOLULA; PARA HONRAR A LA DEIDAD SE REALIZABAN DIVERSOS SAC RIFIC IO S. "L E

fu m es; j el dicho leó n ten ía la lengua fu era de la boca, y cerca de él estaba un vaso de p ied ra

MERCURE DES MEXICAINS ADORÉ Á CHOLULA SO US LE NOM QUETZALCOUATL", BERNARD

con sangre, que ten d ría ocho d ías, y aquí estaban dos postes de altura de u n h om bre, y entre

PICART, 1 7 2 2 . GRABADO, 22.2 X 3 3 .0 CM. © 196 7.10 3.38 SMITHSONIAN AMERICAN ART

ellos h abía algunas ropas labrad as de sed a a la m orisca, de las que llam an alm aizares;1106 y al

MUSEUM (SAAM ).

otro lado estaba u n ídolo con una plu m a en la cabeza, con el rostro vuelto a la p ied ra arrib a P. 195 LAS IS LA S Y ARRECIFES FRENTE A LA COSTA

d icha, y detrás de este ídolo h ab ía u n m ontón de p ied ras gran des; y entre estos postes, cerca

DE SAN JU AN DE ULÚA OFRECEN UNO DE LOS ESCASOS REFUGIOS PARA PROTEGER

del ídolo, estaban m uertos dos in d ios de poca edad envueltos en una m anta pintada; y tras de

A LAS EMBARCACIONES DE LOS EVENTUALES VIENTOS DEL NORTE. DE TODAS ELLA S, FUERON

las ropas estaban otros dos in d ios m uertos, que p arecía h ab er tres días que lo fu ero n , y los

EXPLORADAS LA IS L A DE SACRIFICIO S Y SAN JUAN DE ULÚA. "PLAN DE LA RADE ET V ILL E DE

otros dos de antes llevaban al p arecer veinte días de m u erto s.. .“ °7

LA VERA-CRUZ", A B BE PREVOST, P A R ÍS, 1 744. GRABADO COLOREADO A MANO, COL. JE O L.

Fernández de Oviedo se basa en Díaz para hacer su propia descripción que aunque coincidente en estructura, diñ ere en detalles, por ejem plo, al indicarnos la fecha de la llegada de la expedición a esa isla: .. .y así, otro día siguien te, dieciocho días del m es de ju n io, viern es, el capitán general saltó en tie rra en aquella isleta con cierta gente, y fue p o r un cam ino entre arboledas, y algunas dellas p arecían ser de frutales, y viero n algunos edificios de p ied ra antiguos a la m an era de adarves1108 arruinados p or el tiem po, y derribados en partes, y casi a la m itad de la isla estaba un edificio algo alto, al cual su b iero n p or una escalera de p ied ra, y subidos en lo alto estaba 1105 Jaguar. 1106 Tocas de gasa que usaban los moros. Probablemente se está refiriendo a las tiras que se usaban como taparrabos. 1107 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la India..., op. c it 1108 En forma de fortalezas. 1109 Voz "animalia": "1. f. p. us. Alimaña. (|| animal irracional)". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=2hEjmIi 1110 Fernández de Oviedo, op. c it., 1. XVII, cap. XIV.

luego delante de la escalera que es dicho un m árm ol, y encim a una an im alia1109 que quería p arecer león, asim ism o de m árm ol, con un hoyo en la cabeza y la lengua sacada, y junto o a p ar del m árm ol había una p ileta de p ied ra asentada en tierra, toda sangrienta, y delante della h abía un palo hincado que declinaba sobre aquella pileta, y delante algo apartado estaba un ídolo de p ied ra en el suelo con un plum aje en la cabeza, vuelta la cara a la p ila .. ,1110

El propio Díaz del Castillo habla de los restos de los antiguos edificios en la isla y de los sacrificios que dieron nom bre a la isla:

.echados los bateles en el agua, fué el

capitán Ju an de Grijalva con muchos de nosotros los soldados á ver la Isleta, y hallam os

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Sitn.ee p a r i y. deo;. 10 m in , de Lai S ep et 100 d . 10 m. a lO c c id de París ,

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Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

196

ex tr a v a g a n te es c e n a s o b r e e l s u p u es t o

CANIBALISMO DE VARIOS PUEBLOS a m e r ic a n o s , u n h o m b r e b a r b a d o ,

dos casas hechas de cal y canto y bien labradas, y cada casa con unas gradas, por donde subían á unos como altares, y en aquellos altares tenían unos ídolos de m alas figuras,

PROBABLEMENTE EUROPEO, ESPERA SU SUERTE; EN D RITTE BUCH AM ERICAE, DARINN B R A S IL IA ... A U S EIGEMER ERFAHRUN JA/

„ e r a n

S U S d íO S e S . . .

- 1111

TEUTSCH BESCHRIEBEN , THEODOR DE BRY, FRANCFORT, 1 593. GRABADO COLOREADO A MANO, 1 6.6 X 1 9.9 CM. COL. '¡'08922 JOHN CARTER BROWN LIB R A R Y, BROWN UNIVERSITY.

LAS HUELLAS DE MAS SACRIFICIOS

E n Itinerario de la arm ada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia ..., Díaz describe cómo los españoles entendieron, en u n p rim er m om ento, el ritual del sacrificio en esta parte del m undo:

de estos indios m uertos y del idolo habia m uchas cabezas y huesos

de m uerto, y habia tam bién m uchos haces de pino, y algunas piedras anchas sobre las que m ataban a los dichos indios. Y habia allí tam bién u n árbol de higuera111* y otro que llam an zuara,1113 que da fr u t o ...” .1114 La descripción de los sacrificios la obtienen de un prision ero que al p arecer no tenía una noción muy clara de la com plejidad del cerem onial. E n la Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia ..., relata:

1111 Díaz del Castillo, op. c it., cap XIII. 1112 La higuera es de origen europeo, seguramente la confunde con alguna planta de hojas ligeramente parecidas, como, por ejemplo, el papayo. 1113 Poco identificable. La palabra zuara es de origen árabe y corresponde a un nombre femenino que significa "gacela"; es también el nombre de una ciudad de la actual Libia. 1114 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la India..., op. cit. 1115 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la cu a l..., op. c it , p. 32.

...E l capitán vien d o esto, m andó a la nave p o r uno de los in d ios que h abíam os apreh endido en aquella isla, para que explicara qué cosa sig n ific a b a ... A qu el indio creyendo que q uerían m atarlo, se desm ayó dos veces y al fin lo llevaron a la fuerza a la torre con el capitán. Este indio explicó al capitán que el rey de aquella isla sacrificab a a los enem igos p reso s, al ídolo que él p r e fe r ía ... Prim ero los degollaban en aquel cazo donde estaba la san gre, d espués les q u ita­ b an el corazón y luego los qu em aban en h onor de aquel íd o lo ... E n m edio de estos resto s, un com pañero nuestro encontró dos ja rro n e s de alabastro de gran valor, fruto de b o tin es, que so lía n p re se n tar al em p erad o r llen os de diam antes de gran d ísim o v a lo r .. ,1115

Según Ju an Díaz:

Francisco Hernández de Córdoba,

*97

...v is to todo p o r el capitán y la gente, quiso s e r in form ad o si esto se h acía p o r sacrificio , y

ESTA IMAGEN CORRESPONDE A LAS

m andó a las naves p o r u n indio que era de esta p rovin cia, el que vin ien d o p ara donde estaba

A S Í TENEMOS EL LEÓN QUE A L FRENTE TIEN E

DESCRIPCIONES DE IS L A DE SACRIFICIO S, LA P IL A LLENA DE SANGRE Y EL ÍDOLO CON LA

el capitán, cayó de repen te desm ayado en el cam ino, p ensand o que lo traían a quitarle la

PLUMA. "IDO LES DE TABASCO", BERNARD

vida. Llegado a la dicha torre le preguntó el capitán, porqué se h acia tal cosa en esa to rre, y

'¡'1 9 6 7 .1 0 3 .3 8 SMITHSONIAN AMERICAN ART

PICART, 1 72 2. GRABADO, 2 2.2 X 3 3 .0 CM. MUSEUM (SAAM ).

el ind io le respond ió que se hacía p o r m odo de sa crificio ; y según lo que se entendió d eg o­ llaban a estos en aquella p ied ra a n c h a y echaban la sangre en la p ila, y les sacaban el corazón p o r el pech o, y lo quem aban y ofrecían a aquel ídolo; les co rtá b a n lo s m olledos de los brazos y de las p iern as y se los com ían ; y esto h acían con sus enem igos con q u ienes ten ían guerra. M ien tras el capitán h ablaba, d esen terró un cristian o dos ja rro s de alabastro, dignos de ser presentados al em perador, llen os de piedras de m uchas suertes. A quí hallam os m uchas frutas, todas c o m ib le s .. . 1116

Esta relación coincide de nuevo con Fernández de Oviedo: ...m á s adelante estaban m uchos palos como el que es dicho que caía sobre la p ila, todos h in ­ cados en el su e lo , y sobre ellos h abía m uchas de cabezas de h om bres hum anos y m uchos h u e ­ sos así m ism o, que deb ían ser de aquellas p erso n as, cuyas cabezas allí estaban. H abía m uchos cuerpos m uertos, casi enteros, que debían ser m uchachos, que estaban podridos y m uy d a ­ ñados, de la cual vista los cristian os quedaron espantados porque luego sosp ech aron lo que pod ía ser, y preguntó el general a uno de aquellos in d io s, que era de aquella com arca o p ro ­ vin cia, qué cosa era aquella, y p o r las señ as y lo que se pudo en tend er dellas m ostraban que aquellos difuntos los degollaban y sacan el corazón con unas navajas de p ed ern al que estaban a par de aquella pila, y los quem aban con ciertos haces de leñ a de pino que allí había, y los ofrecían a aquel ídolo, y les sacaban las pulpas de los m olledos de los brazos y de las pantorrillas y m uslos de las p iern as, y lo com ían, y que aquestos sacrificados eran de otros indios, con quien ten ían guerra. Y así les pareció a nuestros esp añoles que ello debía ser y que sacrificaban allí algunos ind ios de aquella tierra o p rovincia, y por esto el capitán general m andó, que se lia-

1116 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la India..., op. cit.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

198

m ase isla de los Sacrificios y bahía de Sacrificios, allí donde los navios estaban surtos entre la isleta y la T ie r r a -F ir m e ...1117

Con estas lecturas, según Cervantes de Salazar, los viajeros dieron nom bre a la isla: "...to m a ro n los de los bateles una o dos canoas y piedras verdes y azules de poco valor. Estas señales y derram am iento de tanta sangre dio ocasión a que los n u es­ tros llam asen a aquella isla Isla de Sacrificios. Está de la tierra firm e un cuarto de legu a... ” .1118 Tam bién según Cervantes de Salazar, al p arecer ese dia los españoles decid ieron perm an ecer en la isla: .. .no hallando en ella persona viva de quien pudiese inform arse, otro día determ inó el general de saltar en tierra con los bateles; los ind ios, con las buenas nuevas que los indios de las canoas les habían dado, sin ningún recelo vin iero n a ver al capitán, trayéndole alguna com ida y frutas, lo cual fue gran refresco para los nuestros, porque ten ían ya gran necesidad de m antenim ientos. E stuviéronse todo aquel día cerca de una boca de un río p eq u e­ ñ o ,1119 de agua muy buena, que entra en la m ar, donde algunos se lavaro n y otros n ad aro n , no h artán d o se de aqu ella agua p o r la necesid ad grande que della otras veces habían pasado. A p u e s ta de sol se volvieron a dorm ir en los n a v io s ...1130

Las Gasas es poco preciso en cuanto a si se encontraban en la isla de Ulúa o en la de Sacrificios. A l final, pareciera co n fir­ EL JAGUAR ES UNO DE LOS FELINOS MÁS GRANDES DEL MUNDO Y FUE CONFUNDIDO POR LOS EXPLORADORES CON EL LEÓN. "JAGUAR OF NEW SPAIN", GRABADO DEL SIGLO X V III. COL. JEOL.

m ar -c o n una redacción bastante confusa que deja ambigua la resp u esta- que los e d ifi­ cios estaban en Sacrificios, con las ofrendas humanas de las que tomará su nom bre: .. .y siguiendo su cam ino fueron a su rgir con sus cuatro navios junto a una isleta, que hoy lla ­ m am os San Juan de Ulúa, donde ahora es el puerto de toda la Nueva España; ellos le pusieron entonces Sant Juan, y después, como se entendió que los indios llam aban a toda aquella tierra Ulúa, añadióse a Sant Juan, Ulúa, y así se llam a el puerto y la isleta, Sant Juan de Ulúa, el acento tien e la u segunda. H abía en ella edificios de cal y canto, y en especial uno m uy alto, que debía ser tem plo, donde h abía un ídolo y m uchas cabezas de h om bres, y otros cuerpos m uertos, de lo cual conocieron que debían de ofrecer hom bres al ídolo, y p or esta causa p u sieron nom bre a la isla de la Isla de los S a c rific io s.. .1131

Bernal Diaz del Castillo ratifica el porqué del nom bre de isla de Sacrificios, y añade: " ...y alli estaban sacrificados de aquella noche cinco indios, y estaban abiertos por los pechos, y cortados los brazos y los m uslos, y las paredes llenas de sangre. De todo lo cual nos adm iram os, y pusim os por nom bre a esta isleta, Isla de S acrificio s.. .'V 1”

DESEMBARQUE EN LA COSTA

1117 Fernández de Oviedo, op. c it., L XVII, cap. XIV. 1118 Cervantes de Salazar, op. c it., L. II, cap. IX. 1119 En las islas del sistema arrecifal de Veracruz no hay ríos; probablemente se refiera a río Ja mapa, al que denominaron ellos Banderas, por lo que es posible que algunos se movieron a la costa de Tierra Firme en busca de agua. 1120 Cervantes de Salazar, op. c it., I. II, cap. IX. 1121 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. CXII. 1122 Díaz del Castillo, op. c it., cap. XIII. 1123 Cortés, op. c it., p. 9.

U n año después de los sucesos y desde un lugar relativam ente cercano, la Carta enviada por el Ayuntamiento de la Villa Rica, en 15 19 , establece cómo los nuevos pobladores del territorio desem barcaron en la costa, fren te a las islas: "y bajaron hasta llegar a una bahia, a la cual pusieron por nom bre la bahia de San Juan, y alli saltó el capitán en tierra co n cierta gente, en unos arenales d esp ob lad os...” .11,3 E n la Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia ..., de 15 19 , se m enciona: ...A l d ía sigu ien te m uchos in d ios enarbolanado ban d eras, vin ie ro n al puerto. El capitán m andó a su encuentro a un oficial con algunos hom bres y un intérprete para saber qué querían. A p en as d escen d iero n a tierra , los in d io s les regalaro n unos m antos sem ejan tes a las capas

Francisco Hernández de Córdoba,

ca rd en alicias.. .El oficial les pidió oro y éstos prom etieron lle v a rlo ... Por la tarde llegaron tres

199

LA COSTA CERCANA A L RÍO JAM APA, LLAMADO POR LOS EXPLORADORES BANDERAS, ESTABA

in d io s con otros m antos. El capitán les regaló algunos tra je s. D ichos in d io s les d iero n las

PROTEGIDA POR UNA FUERTE BARRERA DE ARRECIFES Y PEQUEÑAS IS LA S , COMO LA IS LA

gracias y p ro m etiero n llevar oro al día s ig u ie n te ...1134

BLANCA, LA VERDE, LA DE SACRIFICIO S Y LA DE SAN JUAN DE ULÚA. "DE REEDE EN HAVEN VAN VERA CRUZ", GRABADO HOLANDÉS DEL SIGLO X V III. COL. JEO L.

El Itinerario de la arm ada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia ..., supuesta­ m ente escrito por el capellán Díaz, ofrece los siguientes detalles: . . . y a otro d ía p o r la m añ an a vim os m uchas ban d eras y gente en la tie rra firm e, y el general m andó al capitán Fran cisco de M ontejo en una b arca con un In dio de aquella p ro vin cia, a sab er lo que querían: y en llegando le d iero n los ind ios m uchas m antas de colores, de m uchas m an eras y m uy h erm o sas, y Fran cisco de M ontejo les preguntó si te n ían oro, que les daría rescate; ellos se resp o n d iero n que lo traerían a la tarde, y con esto se volvió a la s naves. Luego a la tarde vino una canoa con tres in d io s que traían m antas com o las otras, y d ijero n que a otro d ía tra ería n m ás oro, y así se f u e r o n ...1135

Fernández de Oviedo relata lo acaecido después de visitada la isla de Sacrificios: ...Este día [viern es]1136 el capitán Joh an de G rijalva, después de h aberse tornado a los navios, envió al capitán Francisco de M ontejo en una barca, con un indio de aquella tierra, para saber qué era lo que querían ciertos indios que llam aban desde costa, m ostrando unas banderas; e ido allá, los que estaban en la costa, le d ieron al capitán Francisco de M ontejo m uchas m antas pintadas muy lind as, y él les preguntó por oro, y ellos le dijero n que a la tarde le traerían, y así se tornó a los navios, y a la tarde vino una canoa con ciertos indios que trajeron ricas m antas y d ijero n que otro día ven d rían con m ucho oro, y fu é r o n s e ...1137

Este p rim er desem barque de M ontejo es confirm ado por Las Gasas: ... otro día parecieron en la costa de la m ar muchos nidios con unas banderas, y hacían señas a los españoles que saliesen atierra; envió el capitán a u n Francisco de M ontejo, con cierta gente, en

1124 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la cu a l..., op. cit., p. 32. 1125 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la India..., op. cit. 1126 Como veremos más adelante, es muy probable que haya sucedido el jueves 17 de junio. 1127 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. XIV.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

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una barca, para que supiese de qué arte estaban, si de paz o de guerra, y qué qu erían o p re te n ­ d ían llam ándolos. Llegó a la playa, y vin ie ro n los ind ios a él con m ucha alegría, m ostrándole señas de paz, y como que holgaban de su venida, y luego le presentaron muchas mantas de algo dón, pintadas de diversos colores, muy herm osas; preguntóles por señas, m ostrándoles cosas de oro, s ilo había p or aquella tierra, respondiéron le que si, y que otro día to rn arían con e llo ...1138

SAN JUAN DE ULÚA

Todos los cronistas ubican la acción de los prim eros días en la costa del actual puerto de Veracruz, en la isla de Sacrificios. Díaz del Castillo indica que después ese m ism o día se m ovieron a otra isleta, la ahora llam ada San Ju an de Ulúa:

. .por m anera que luego

el capitán Ju an de Grijalva m andó, que los navios alzasen las anclas, y pusiesen velas, y fuésem os adelante á surgir enfrente de otra isleta que estaba obra de m edia legua de tie ­ rra, y esta isla es donde agora está el puerto. Y diré adelante lo que allí nos av in o .. .'V 1*9 Bernal Díaz, en el siguiente capítulo de su historia, describe la segunda isla visitada: " ... desem barcados en un o s arenales hicim os chozas encim a de los m astos y m edaños1130 de arena, que los hay por allí grandes, por causa de los m osquitos, que había m uchos, y los bateles ondearon muy b ien el puerto, y hallaron, con el abrigo de aquella isleta estarían seguros los navios del n orte, y había buen fo n d o ... ” .1131 E l relato de otro sacrificio dom ina la siguiente parte, que refleja el h orror que este tipo de sacrificios causaba a los españoles: ...y hecho esto, fu im os a la isleta con el gen eral trein ta sold ad os, b ie n apercebid os en los b ateles, y h allam os una casa de ad oratorios, donde estaba u n ídolo m uy grande y feo , el qual se llam aba Tezcatepucá,1133 y estaban allí cuatro in d ios con m antas p rietas y m uy largas, con c a p illa s1133 com o traen los d om in ico s, o canónigos, o q u erían p arecer a ellos: y aquellos eran sacerd otes de aquel ídolo, y te n ían sacrificad o s de aquel día dos m uchachos, y abiertos p or los pech os, y los corazones y sangre o frecid os a aquel m aldito ídolo; y los sacerd otes, que ya he dicho que se d icen papas, nos ven ían a sahum ar con lo que sahum aban aquel su ídolo, y en aquella sazón que llegam os, le estaban zahum ando con uno que huele a in cien so , y no con sen tim o s que tal zahum erio nos d iesen , antes tu vim os m uy gran lástim a y m an cilla1134 de aquellos dos m uchachos, y verlo s re cié n m uertos, y v e r tan gran d ísim a cru eld ad .1135

Las explicaciones sobre el significado de esta cerem onia, obtenidas del cautivo que los exploradores recién tom aron, fueron pocas: . ..y el gen eral preguntó al ind io F ran cisco , que traíam o s del río de B an d eras, que p arecía algo en ten d id o, que, ¿p o r qué h acían aq u ello? Y esto le d ecía m edio p o r señ as, porque en to n ces no ten íam o s len gu a1136 n in gu n a, com o ya otras veces he dicho. Y re sp o n d ió , que los de Gulua lo m an daban sa crific a r; y com o e ra torp e de lengua, d ecía, O lua, Olua. Y como nuestro capitán estaba presen te, y se llam aba Juan, y asim ism o era día de san Juan, pusim os p o r n om bre a aqu ella isleta, S an Ju an de Ulua: y este puerto es ah ora m uy n o m b rad o , y están h ech os en él gran d es rep aros p ara los n avios, y allí v ie n e n a d ese m b arcar las m ercad erías p ara M éxico, y N ueva E s p a ñ a .. . ll3z 1128 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. CXII. 1129 Díaz del Castillo, op. c it., cap. XIII. n3o Médanos, dunas. 1131 Díaz del Castillo, op. c it., cap. XIV. 1132 Tezcatlipoca. 1133 Voz "capillas": "8. f. Capucha sujeta al cuello de las capas, gabanes o hábitos.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible: http:// dle.rae.es/?id=7JPK2Ri 1134 Voz "mandila": "4. f. desús. Lástima, compasión.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=08mtk5M 1135 Díaz del Castillo, op. c it., cap. XIV. 1136 Intérprete, traductor. 1137 Díaz del Castillo, op. c it., cap. XIV.

LA TOMA DE POSESIÓN DE LA TIERRA FIRM E

E l día siguiente, sábado 19 de jun io, un exultante joven G rijalva descendió de las em ­ barcaciones para tom ar posesión de la tierra recién descubierta a nom bre del rey y, desde luego, del encargado del gobierno de la isla de Cuba, hecho que luego sería d es­ calificado por los seguidores de Cortés, quien al desconocer a Diego Velázquez, tenían que negar que un año antes de su llegada a la tierra que sería conocida como Nueva E s ­ paña, había sucedido este acto protocolario y jurídico que establecía derechos en la legis­ lación castellana. Los juicios fueron largos y tortuosos, pero acabaron por dar la razón a

Francisco Hernández de Córdoba,

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UN GRUPO DE EXPEDICIONARIOS DESEMBARCA EN UN BOTE QUE SE DIRIG E HACIA DONDE UN CÍRCULO DE INDIO S, CON EL CACIQUE AL CENTRO, LES ESPERA. "BARCOS A LA O RILLA", THEODOR DE BRY, LEIDEN , 1 706. GRABADO, 12.9 X 18.2 CM. COL. '¡'08984 JOHN CARTER BROWN LIBRARY, BROWN UNIVERSITY.

Cortés y sus seguidores, lo que en la práctica significa que G rijalvay este evento deberían ser olvidados o, al m enos, desestim ados. Fernández de Oviedo narra: ...Y otro día siguien te, sábado, diecinueve días de ju n io de m il q u in ien tos d ieciocho años, saltó en tie rra el capitán gen eral, }ohan de G rijalva, con parte de la gente, y tom ó la p o sesió n de aquella T ie rra -F irm e , e hizo sus autos de p o sesió n en form a, y tom ó sus testim o n io s en la tie rra que estaba en fren te de la isla y b ah ía de los S ac rific io s, y puso nom bre a aquella p ro v in cia San }ohan. E sta isleta según la cosm ografía y cartas de Diego R ivero y de A lon so de Ghávez y otros cosm ógrafos, está en vein te grados a la parte de nuestro polo ártico, y en los m ism o está la punta o prom ontorio de la T ie rra -F irm e que está en la boca del río del puerto de V illa -R ic a , que d espués m ucho tiem po se fundó (en el tiem po de H ernan do Cortés) como se d irá adelante en su lu g a r.. ,ll38 l l 3 9

López de Gom ara, breve pero coincidente con Fernández de Oviedo, habla sobre la participación de Velázquez en esta em presa de exploración:

. .de aquel rio fue Grijalva

a San Ju an de Ulhúa [U lúa], donde tomó p osesión en nom bre del rey, por Diego Veláz­ quez, como de tierra n u eva.. ,” .114° Diego Velázquez es quien bautiza la vasta región que según la legislación castellana legó al domino español como Santa M aría de las Nieves, nom bre que no perduró: " ...la otra es una tie rra gran de, que parte de ella llam an Ulua, que puso p o r n om bre Santa M aría de las N ieves, desde donde me envoi [Grijalva] la dicha carabela y gente y me e s­ cribió como iba siguiendo en dem anda principalm ente a saber si aquella tierra era isla o tierra firm e ... ” .1141

UNA COMIDA Y UNA BIENVENIDA

Ese m ism o dia, sábado 19 de jun io, inició el contacto con las poblaciones de la costa. E n la Carta enviada por el Ayuntamiento de la Villa Rica, en 15 19 , indica: "...c o m o los n a­ turales de la tierra habian visto que aquellos navios ven ian por la costa, acudieron alli, con los cuales él habló con sus in térpretes y sacó una m esa en que puso ciertas preseas, haciéndoles entender cómo ven ian a rescatar y a ser sus am igos; y como esto vieron y entendieron los indios comenzaron a traer piezas de ropa y algunas joyas de oro, las cuales rescataron con el dicho cap itán .. ,” .1143

1138 Debemos recordar las tres fundaciones de la Villa Rica de la Veracruz, primero en las cercanías del antiguo Quiauiztlan, para ser después llevada a La Antigua y finalmente, frente a la isla de San Juan de Ulúa, en su actual ubicación, a fines del siglo xvi. Ver: José Enrique Ortiz Lanz, Arquitectura militar de México, Secretaria de la Defensa Nacional, México, 1993. p. 171. 1139 Fernández de Oviedo, op. c i t , 1. XVII, cap. XIV. 1140 López de Gomara, op. c i t , cap. XLIX. 1141 Velázquez, "Las instrucciones dadas por Velázquez, gobernador de Cuba, a Cortés...", en Prescott, op. cit., p. 385. 1142 Cortés, op. c it., p. 9.

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LOS EXPLORADORES QUE LLEGABAN AL NUEVO TERRITORIO SE ENCONTRABAN CON SABORES DIVERSOS COMO LA PAPAYA, LA GUAYABA 0 UNA ESPECIA QUE SUPLÍA DIVERSOS SABORES DE ORIENTE, LA PIMIENTA GORDA O DE TABASCO. L. DE TARDIAN, SIGLO X V III. COL. JEOL.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

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------------ I___________!___ ^ 1 - - . .................... 3 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la cu a l..., op. c it , p. 33. 4 Tubitos, agarros de tabaco. 5Voz "estoraque": "1. m. Arbol de la familia de las estiracáceas, de cuatro a seis metros de altura, con tronco torcido, hojas alternas, blandas, ovaladas, blanquecinas y vellosas por el envés, flores blancas en grupos axilares y fruto algo carnoso, elipsoidal, con dos huesos o semillas. Con incisiones en el tronco se obtiene un bálsamo muy oloroso, usado en perfumería y mediana.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=GvXSoYv 6 Bálsamo aromático obtenido por ina'sión en la corteza de un árbol del mismo género botánico que el que produce el estoraque en Malaca y en varias islas de la Sonda, una vasta región que abarcaba al sureste asiático. 7 El pan que se comía en el Caribe era del cazabe, de la yuca, por lo que es muy que en un primer momento los exploradores pensaron que el maíz era un tubérculo. 8 Tortillas. 9 Tamales. 0 Aquí se marca una contradicción. Según Fernández de Oviedo llegaron el jueves 17 de junio a Sacrifia'os y el día siguiente, el viernes, lo pasaron explorando la isla; Montejo desembarca en tierra fírme, pero todavía no hay comeráo. Fernández indica que el trueque fue al día siguiente, el sábado 19. Es posible que Díaz tenga razón y que fuese como el asienta, ya que el ayuno de carnes era obligatorio todos los viernes del año en esos tiempos; es mucho más posible que un capellán recordara este detalle con más claridad que un cronista que recogió las opiniones y los textos de los viajeros unos años después. 1 Debemos recordarla costumbre de bautizar a los indígenas con el nombre de alguno de los exploradores. 2 Esta parte del texto es extraña, tal vez significa que le dieron autoridad para organizar el trueque, ya que los cargos a'viles en el mundo del México antiguo respondían a mecanismos más complejos y bien estableados que "darle autoridad" por un grupo de recién llegados. 3 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia .. . , op. cit. 4 Seguramente una variedad de mole amarillo.

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La Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia m enciona: ...A la m añana siguiente vin ie ro n a la playa con b an d eras blancas. El capitán y m uchos com ­ pañ ero s fu eron a su en cu en tro... Estos ind ios portaban unas ram as de árboles y com enzaron a p rep arar los alojam ientos donde pudim os sen tarnos y nos d iero n en la m ano algunos p ed a ­ zos de cañas con perfu m es. Nos d iero n para com er maíz y algunos postres hechos con carne. T rajeron algunas otras cosas que p arecían hechas en D am asco.. . 1143

E n el Itinerario de la arm ada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia ..., Juan Díaz recordaba: .. .otro día p o r la m añ ana apareciero n en la playa con algunas banderas blancas y com enza­ ro n a llam ar al capitán el cual saltó en tie rra con cierta gente, y los In dios le tra je ro n m uchos ram os verd es para sen tarse, y así todos incluso el capitán se sen taron; diéronle al punto unos cañuto1144 con ciertos p erfu m es, sem ejantes al estoraque1145 y al b e n ju í,1146 y en seguida le d ie ­ ro n de com er m ucho maíz m olido, que son aquellas raíces de que h acen el p an ,1147 y to rtas1148 y pasteles de gallin a1149 m uy b ien hechos; y p or ser viern es no se co m iero n :1150 luego trajeron m uchas m antas de algodón m uy b ien pintadas de diversos colores. A qu í estuvim os diez días, y los ind ios todas las m añanas antes del alba estaban en la playa haciendo enram adas para que nos pu siésem os a la som bra; y si no íbam os pronto se enojaban con nosotros, porque nos ten ían muy bu ena voluntad, y nos abrazaban y h acían m uchas fiestas; y au n ó de ellos, lla m a ­ do O vando,1151 le h icim os cacique dándole autoridad sobre los d em ás,1153 y él nos m ostraba tanto am or que era cosa m aravillosa. El capitán les dijo que no queríam os sino oro, y ellos le resp o n d iero n que lo tr a e r ía n .. ,1153

Fernández de Oviedo, pese a que en párrafos an teriores m anifestó que llegaron a la isla de Sacrificios el viern es 18 de jun io, en los siguientes párrafos cam bia su decla­ ración para alinearse con lo dicho por Ju an Díaz. A sí, tenem os las enram adas para dar som bra, la com ida que no puede ser probada por ser viern es, aunque ya el menú cambia de las tortillas y los tam ales señalados por Gano a un guisado que era u n antecedente de los antiguos m oles y para el final de la com ida, el tabaco: .. .otro día de m añana parecieron en la playa de la isleta unas banderas blancas y llam aban a los cristian os, y el general acordó de salir allá; y asi como saltó en tierra, halló hincados unas ram as de árb o les, y deb ajo d ella te n d id a una m anta, y en cim a unas cazoletas p eq u eñ as l le ­ nas de aves cortadas con cierto caldo am arillo que p arecía que estaba guisado con e sp e cia s.1154

^o3

Francisco Hernández de Córdoba,

Y como era viern es, ningún cristiano com ió dello, y ten ían unas torticas de maíz o de otra fruta

EL TABACO — UN HABITO AMERICANO DE AMPLIO SIGNIFICADO SOCIAL— SE INTRODUJO

envuelta con ello por pan; y ten ían allí maíz en m azorcas tiern o, que parecía estar cogido para

RÁPIDAMENTE EN EUROPA. EN EL SIGLO X V III,

dar de com er al capitán y a los que con él habían salido, y otras frutas, y trajeron algunas m an ­

SE CURABAN Y PREPARABAN LAS HOJAS DE

EN LAS ANTILLAS EXISTÍAN FÁBRICAS DONDE NICOTIANA TABACUM (IZ O .), MIENTRAS QUE

tillas de algodón teñido y repartiéronlas por los que allí estaban de los nuestros, y diéronles

LA PLANTA ERA CUIDADOSAMENTE CULTIVADA Y SECADA (D E R .). GRABADOS FRANCESES DEL

unos cañutos negros con sahum erios que tom aban com o tabaco, y por señas d ijero n al capitán

SIGLO X V I I I . COL. JEO L.

que no se fuese y que le traerían oro y otras c o sa s.. ,1155

E n cam bio, Las Gasas no habla de la com ida, pero m enciona la cálida recepción que tuvieron los viajeros, a diferencia de Díaz del Castillo, que es el único que establece que los españoles tuvieron que construir sus p ropios enram adas, el fraile dom inico tam bién coincide que fueron muy b ien recibidos: ...m a n d ó luego aquel señ o r viejo a sus in d io s que tru je sen luego ram os y h ojas ve rd es y fre sc a s, p ara h acer ram adas donde los esp añ oles se m etiesen , y en m an dar a los in d ios el viejo y el mozo m ostraban , com o señ o re s, autoridad e im p erio: Hizo señ as el viejo al capitán que se asentase y a los otros esp añoles, y lo p rim ero dio al capitán y a los esp añoles, que bastó, cada sen dos cañutos de los olores de los sobredichos; iban y venían m uchos ind ios, todos sin arm as, sim p licísim am en te, que parece que se convidaban unos a otros a que v in ie se n a ve r a los esp añ oles, y todos m ostrab an m uy grande alegría y conversaban con ellos, com o si fueran sus m uy p ro p in cu o s1156 deudos o m uy am igos v e c in o s .. . 1157

COMIENZA EL TRUEQUE

Fernández de Oviedo, en el siguiente capítulo de su obra, detalla con cuidado las acciones llevadas a cabo el día posterior, sábado 2,0 de junio. A sí narra los acontecim ientos que sigu ieron a la toma de posesión de la nueva tierra: .. .habiendo el capitán Joh an de G rijalva saltando en T ie rra -F irm e y con los capitanes y gente que llevaba, en la p ro vin cia que p iso nom bre San Joh an , tom ada la p o sesió n y h echos sus autos en n om bre de Sus M ajestades y de su corona real de C astilla, como tengo dicho y s i ­ guióse que v in ie ro n ciertos in d ios de la T ie rra -F irm e , sin arm as algunas, y entre ellos h abía dos p rin cip a les, el uno viejo y el otro m an cebo, padre e h ijo , los cuales, com o señ o re s, eran obedecidos de los otros de su com pañía, y algunas veces el m ancebo se enojaba con sus indios m an dánd oles algo , y daba palos o bofetadas a los otros, y su frían lo con m ucha p acien cia, y se apartaban afu era con a c atam ien to .. . 1158

5Fernández de Oviedo, op. c i t , L. XVII, cap. XIV. 5Que son allegados, cercanos, próximos. 1 Las Casas, op. c i t , t. IV, cap. CXII. 3Fernández de Oviedo, op .cit., I. XVII, cap. XV.

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Francisco Hernández de Córdoba,

A su vez, Las Gasas describe esta prim era com ida ofrecida en las tierras bajo el con ­

P. 204 UNA PARTE DE LA CIUDAD DE MÉXICO, EN PARTICULAR DE TLATEL0LC0, EN EL EXTREMO

trol m exica:

S U PERIO R DERECHO. INCLUYE LAS PARCELAS Y CASAS DE SUS HABITANTES Y SEÑALA LOS CANALES Y CALZADAS DE LA CIUDAD. MAPA EN

.. .y con unas ban d eras blancas h acían señ ale s y m en eos, llam án d olo s que sa lie se n a tierra ; salió G rijalva con alguna de su gente, y h allaro n hechas unas ram adas de ram os de árb o les,

PAPEL DE MAGUEY, ANÓNIMO, CA. 1 56 0. DIBUJO EN F IBR A PALMÁCEA, PROBABLEMENTE IZOTE, 238 X 168 CM. COL. BIBLIO TEC A NACIONAL DE ANTROPOLOGÍA E HISTO RIA (IN A H ).

m uy fre sca s y h ojas p o r el su elo, donde los esp añ o les se m etiesen , p o r el sol, y en el m ism o suelo estaba la m esa, que era u na m anta m uy h erm o sa, y sob re ella ciertos vasos de b arro, b ie n h ech os, a m an era de escu d illas h on d as, llen as de aves, cortadas p o r m enudo, con su caldo o lo ro so , com o hecho potaje en cazu ela;1159 te n ían puesto abu nd an cia de pan de maíz, m ezclado con m asa de fr ís o le s ,1160 que so n a tram u ce s,1161 com o ello s lo su elen h acer, y fr u ­ tas d ive rsa s. O freciéro n les unas m antas de algodón de co lo res, todo con gran de p la c e r y a le g ría , com o si fu e ra n sus p ro p io s h e rm a n o s, y e n tre otros re g a lo s, que su e le n h a ce r a los h u ésp ed es com o ya ten em o s e x p e rie n c ia , d ie ro n a cada esp añ ol un cañuto en cen d id o , llen o de cosas aro m áticas, m uy o d o rífe ra s, a la m an era de unos m o sq u etes1163 h ech os de p ap el, de los cuales tra en h acia sí el hum o con el re su ello , y sáleles p o r las n a r ic e s ...1163 [ ...] D ié ro n le s algunas sartas de cuentas de co lo res, y dos bo n etes y unos p e in e s, y otras c o silla s p o r e llo ...1164

Bernal Diaz del Castillo cuenta acerca del desem barco frente a la costa de la isla de Sacrificios, pero aclara que éste fue diferente al del rio Jam apa, llam ado por ellos rio Banderas, cam bia varios hechos como que, en las dem ás descripcion es, las enram adas y techum bres habian sido hechas por los habitantes y no por los viajeros y la pobreza de las m ercancias traidas para el trueque: .. .Y allí e n fren te de aqu ella is la saltam o s tod os en tie rra , y en unos a re n a les gran d es que a llí hay, ad on d e h ic im o s ra n c h o s 1165 y chozas, con ra m a s, y con las ve la s de lo s n avios. H ab ían se allegado en aqu ella costa m uchos in d io s, que tra ía n a re scata r oro hecho p ie c e zuelas, com o en el río de B an d e ra s; y segú n d esp u és su p im o s, m andó el G ran M ontezum a [M octezum a] que v in ie se n con e llo ,1166 y los in d io s que lo tra ía n , al p a re c e r e stab an te m e ­ ro so s, y era m uy p o c o . . ,1167

Fernández de Oviedo indica que tras la comida los pobladores:

. .por señas dijeron

al capitán que no se fuese y que le traerían oro y otras cosas. Y diéronles por siete mantas y dos tocas dos bonetes y dos m il cuentas verdes de vidrio y tres peines y un esp ejo... ” .ll6S Las form as de hospitalidad del México antiguo desconcertaron a los viajeros, en p ar­ ticular después de las difíciles experiencias con los mayas y aunque los chontales los recibieron gratam ente, las form as de cortesia de esta región eran todavia más afables: " ...y con mucho placer estos p rincipales abrazaban al capitán Grijalva y le m ostraban mucho am or a él y a los cristianos, como si de antes los conocieran y tuvieran amistad con ellos; y perdian tiem po en muchas palabras que decian en su lengua a los cristianos, sin entenderse los unos ni los o tro s...” .1169 Pese al recelo que todavia se in fiere, los españoles p asaron a una form a de so ciali­ zación tradicional, la consum ición colectiva de tabaco: ...y el m ás viejo de estos in d ios m andó a los otros que tra je se n unos b ih a o s,117° que son unas h ojas anchas que n acen de la m an era que los que acá llam an p látanos, sino que son muy m en o res, e hízolas te n d e r debajo de ciertos árbo les que ten ían puestos a m ano sus in d ios p ara que h ic ie se n som bra, e hizo señ as al capitán que se sen tase sobre aqu ellos b ih aos, y tam b ién quiso que se sen tasen los cristian os que a él le pareció que d eb ían s e r m ás p r in c i­ p ales y adeptos al gen eral; e hizo que se sen tase la otra gente toda p o r el cam po, y el general los m andó asentar; pero tam b ién proveyó que h ub iese buen a guardia y atalayas, p ara que no in c u rrie s e n en alguna celad a com o ig n o ran tes y d esa p erc ib id o s. Y el g e n e ra l, con lo s que el ind io p rin cip a l señ aló , sen tad os, dio éste al general y a cada uno de los cristian o s que e s ­ taban sentados u n cañuto encend id o por el un cabo, que son h echos de m an era que d espués de en cen d id o s poco a poco se van gastando y consum ien do entre sí h asta acabarse ardiendo sin alguna llam a, así como lo su elen h acer los p ive te s1171 de V alencia, y olían m uy b ien ellos

1159 Un guisado. 1160 La mezcla de maíz y frijoles es más frecuente en tamales. 1161 El atramuz no tiene realmente nada que ver con los frijoles, es una planta anual de la familia de las papilionáceas, que crece hasta poco más de medio metro, con hojas compuestas de hojuelas trasovadas, flores blancas y fruto de grano menudo y achatado, en legumbre o vaina. Es buen alimento para el ganado. También las personas comen la simiente o grano después de habérsele quitado el amargor en agua y sal. 1162 Voz "mosquete": "1. m. Arma de fuego antigua, mucho más larga y de mayor calibre que el fusil, que se disparaba apoyándola sobre una horquilla.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http:// dle.rae.es/?id=PuTKea3 1163 Las Casas, op. c i t , t. IV, cap. CXII. 1164 ídem. 1165 Choza o casa pobre con techumbre de ramas o paja, fuera de poblado. 1166 Díaz parte de la idea que los comerciantes, en la parte del rio Jamapa o Banderas, fueron enviados por Moctezuma para informarse sobre los recién llegados y sus intenciones. 1167 Díaz del Castillo, o p .cit., cap. XIII. 1168 Fernández de Oviedo, op .cit., I. XVII, cap. XIV.

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Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

y el hum o que d ellos salía y h acían señ as los in d ios a los cristian o s que no d ejasen p erd e r o p asar aquel hum o, com o q uien tom a tab aco .1173

Otra form a social que nos transm ite Fernández de Oviedo es la m anera como se salu­ daba a las personas de respeto. Es interesante cómo los com isionados por el em perador m exica para recib ir a los exploradores m uestran una señal tan profunda de pleitesía: .. .al tiem po que lleg aron a h ab lar al capitán, un poco antes de lleg ar a él los dos p rin cip ales que es dicho, p u siero n am bas palm as de las m an os en tie rra y las b esaro n , en señ al de paz o salu tació n , p ero com o no h ab ía len gua n i se e n te n d ía n u nos a o tro s, e ra m uy tra b a jo sa e im p o sib le cosa e n te n d erse; y así com o he dich o, h acían se señ as y d eb ían se m uchas p a ­ lab ras, de que n in gú n provecho ni in teligen cia se pod ía com pren der. Y en tanto que esto pasaba, iban y ve n ía n m uchos in d io s m ostrando m ucho regocijo y p lacer con los cristian os, y p arecía que m uy sin tem or n i recelo ve n ía n y se allegaban a nuestros esp añ oles, com o si de largo tiem po atrás se h u b ieran conversado, y así con m ucha risa y descuido h ablaban, y no acababan, señ alando con los dedos y m an os, como si fu eran en ten d id os de los que los escuchaban, y m ira b a n .. ,1173

Esta form a tam bién es m encionada por Las Gasas: ...otro día vin ieron cierta cuadrilla de indios, y dos entre ellos principales, uno viejo y el otro mozo, que parecían señores, padre e hijo; estos, antes que llegasen al capitán, pusieron las m a­ nos en el suelo y besáronlas, que debía ser cerem onia significativa de paz y am istad y de buen hospedam iento, y, esto hecho, abrazáronle, m ostrando gran alegría de verlo, como si fuera su deudo que h u biera m uchos días que no lo h abía visto. H ablaban en su lengua m uchas p a la ­ bras, y el capitán en la suya, sin entenderse, pero todo resultaba e iba a parar en m ostrar mucho am or y alegría los indios con su venida, y no m enos era el placer de Grijalva y de los suyos en hallar gente tan b u en ay benigna, por la esperanza que de ser ricos de allí se les re c re c ía .. ,1174

Finalm ente, comenzó el esperado trueque, en el cual las cantidades de oro obtenidas varían de cronista a cronista. Fernández de Oviedo narra: .. .com enzaron a traer de sus joyas y d iero n dos guaríques o arracadas de oro o arracadas de oro con seis p in jan tes, y siete sartas de cuentas m enudas de barro, redondas y doradas muy bien, y otra sarta m enor de cuentas doradas y tres cueros colorados a m anera de parches, y un m oscador, y dos m áscaras de p ied ra m enudas, como tu rqu esas, sentadas sobre m adera de obra m osaica, con algunas pinticas de oro en las orejas. En recom pen sa de lo cual se les d ie ­ ro n ciertos h ilos de cuentas pintadas y otras verd es de vid rio, y u n espejo dorado, y unas servilla s1175 de m u jer, cosas que en M edina del Cam po1176 p od ría todo valer dos o tres reales de plata; y los in d ios que ven ían con estos p rin cip ales, rescataban p o r su parte con los otros cristian os m antas y alm aizares y otras cosas. Y el capitán general les dio a enten d er (si supo) 1169 ídem. 1170 Bijaos, palabra taina para píatani líos. 1171 Pebetes. Voz "pebete": "2. m. Pasta hecha con polvos aromáticos, regularmente en forma de varilla, que encendida exhala un humo muy fragante.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http:// dle. rae.es/?id=S FHpGy6 1172 Fernández de Oviedo, op. c it., I. XVII, cap. XIV. 1173 ídem. 1174 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. CXII. 1175 Voz "servilla": "2. f. desús. Zapato muy ligero y de suela muy delgada.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http:// dle.rae.es/?id=Xhdg7JW 1176 Población cercana a Vallado lid, España, en donde se llevaba a cabo una feria de gran importancia. Esta dudad de relevanda en el comerdo de la lana tenía fuertes vínculos con Amberes, en los Países Bajos.

que le tr a je se n oro, e n se ñ á n d o le s algunas cosas de oro, y d ic ié n d o le s que lo s c ristia n o s no querían otra cosa; y el indio viejo envió al m ancebo p rin cip al p or oro, a lo que se pudo entend er, y dijo por señ as que desde a tres días vo lvería y que se fu ese n los cristian os a los navios y to rn asen a aquel m ism o lugar al térm ino que decían que traerían el oro. Y quedó el viejo con otros ind ios de los que allí estaban, y entre ellos h abía otro m ancebo que por tam b ién por señ as decía que era su h ijo ; pero no se hacía tanto caso deste como del otro que h abía enviado p o r el oro. Y así con m uchos abrazos y p lacer se quedó en tierra , y el capitán y su gente se recogieron a sus navios, y dijo el indio p rin cip al que otro día de m añana él vo lvería al m ism o lugar, y que así lo h ic ie sen los cristianos.

Las piezas comerciadas varían de cronista a cronista. En el caso de Las Gasas, éste relata: ... y lo que m ás hacía caso y deseo de los españoles, fue que com enzaron, por m andado del señ o r viejo, a traer m uchas y diversas joyas de coral, muy herm osas y de m aravilloso artificio, un collar de doce piezas de oro con m uchos p injantes, y ciertas sartas de cuentas redondas, de

Francisco Hernández de Córdoba,

barro, doradas, que parecían todas de oro, y otras de m enudas, m uy b ien doradas; otras piezas

LAS ELABORADAS FORMAS DE CORTESIA Y

de zarcillos p a r a la s o reja s, dos m áscaras, de ob ra m osaica, de p ied ras tu rq u esas, con algu ­

V IAJERO S ACOSTUMBRADOS A FORMAS Y

RELACIÓN SOCIAL IMPRESIONARON A ALGUNOS CEREMONIAS MÁS SEN CILLAS EN OTRAS PARTES

nas puntas de oro, un m oscador de plum as de diversos colores, como algunas cositas de hoja

DE AM ÉRICA. "M ARIAGE DES M EXICAINS",

de oro y otras cosas. D ióseles por esto ciertas sartas de cuentas verdes y otras pintadas que

CM. '¡'19 6 7.10 3.38 SMITHSONIAN AMERICAN ART

BERNARD PICART, 1 72 2. GRABADO, 22.2 X 33 MUSEUM (SAAM ).

llam am os m argaritas, y un espejo y un par de servillas1177 para m u je r.. ,1178

Sin em bargo, el com ercio directo entre tripulantes e indígenas había sido ya p ro h i­ bido por G rijalva desde Cozumel. No obstante, al p arecer ese día se relajó la disciplina, segú n Las Casas: " ...L o s in d io s p articu lares an daban trocando sus pedacitos de oro y joyuelas con los españoles, cada un según tenía que conm utar; aquel día se pasó en esto con m ucho regocijo de los unos y de los otros, y abrazando el cacique al capitán, rogándole por señas, que otro día tornase al m ism o lugar y que tenía traído allí mucho m ás o r o ...” .1179 Las leccion es en cuanto al com ercio lib re habían quedado claras, aunque en la p ráctica no se acataban, pues con dificu ltad el capitán podía controlar a todos los que participaban en un desem barco; de modo que el capellán Ju an Díaz relata que contra la idea de abusar fácilm ente de la buena voluntad e inocencia de los pobladores: " .. .n u es­ tro capitán los defendía, y nos prohibía que cam biáram os nuestras m ercaderías por sus m antas; y por esto los indios ven ían ocultam ente a nosotros sin tem or ninguno, y uno de ellos se acercaba sin recelo a diez cristian os, trayéndonos oro y excelentes m antas, y nosotros tom ábam os éstas y dábam os el oro al cap itán .. ,” .ll8°

DOMINGO DE MISA Y FERIA

Poco a poco los españoles com enzaron a tom ar confianza en las poblaciones de la r e ­ gión, así desarrollaron actividades cotidianas como asistir a m isa en dom ingo y seguir

1177zapatos l'g^ros y de suela

con el com ercio:

1173 La s C a sa s, o p . c i t . , t . IV , ca p . C X II.

3 o8

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

A LOS SABORES DESCONOCIDOS SE SUMARON LOS DEL JITOMATE (IZO.) 0 EL AGUACATE (DER.). GRABADO EUROPEO DEL SIGLO X V III. COL. JEOL.

.. .otro d ía sigu ien te, dom ingo vein te de ju n io , así com o fue de día, ya el in dio viejo y otros con él estaban en la costa esp eran d o, y con dos band eras b lan cas llam aban; y así com o el gen eral las vio salió a tie rra con la gente que le p areció , y com o llegó, luego aquel p rin cip al puso las palm as en tie rra y se las besó y fue en continente a abrazar al capitán y le abrazó, y le dijo y señaló que se fu ese n m ás adentro en tierra , y así se hizo, y cerca de allí p araron en un re p ech o ,11®1 donde estaba d esyerbad a la tierra , y puestos ram as y b ih aos, com o el día antes, y se sen taro n , y luego dio sen dos sahum erios al capitán y cristian o s p rin cip a les (o p ivo te s),1183 com o los que se dijo antes que se h abía hecho en las p rim era s v ista s.1183

Adem ás, Las Gasas m enciona a detalle que: ...lu e g o , en a m a n e cie n d o , el d ía sig u ie n te , p areció en la p laya m ucha gente con c ie r ­ tas ban d eras blan cas, que d eb ían ser señ ale s de paz y am istad , los cuales, un tiro de p ied ra dentro de la tierra , y apartado de la m ar, ten ían ciertas ram adas de árboles y hojas gran des, de las que a rrib a d ijim o s, y d esh erbad o todo alred ed o r, todo m uy fresco y gracioso, p ara d o n ­ de se m etie se n los esp añ o les a com er y re c re a rse. Salió el capitán G rijalva en tie rra , con b u en núm ero de esp a ñ o le s, y así com o el cacique o se ñ o r lo vio , váse a él y pone las m anos en el suelo y b é sala s, y luego abrazó al capitán con rostro m uy alegre, y tóm alo p o r el brazo y llévalo a las ram adas, y llegados y sen tad as sob re las h ie rb a s y h o jas, da de los m osquetes e n cen d id o s, llen o s de sah u m erio s, al capitán y a los esp añ o les que a p ar dél estaban, uno a cada u n o ...1184

Una vez desem barcados y p osicion ado s com enzó la cerem onia religiosa, pero una vez más delante de los grupos indígenas ahí congregados, sin im portar que no hubiesen sido bautizados: 1178 Ídem. 1180 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la India..., op. cit. 1181 Voz "repecho": "1. m. Cuesta bastante pendiente y no larga.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=WOijdHP 1182 En realidad se describen dos partes: incensario y portaincensario. La palabra pivote se refiere al extremo cilindrico o puntiagudo de una pieza, donde se apoya o inserta otra, bien con carácter fijo o de manera que una de ellas pueda girar u oscilar con respecto de la otra. 1183 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. CXII. 1184 ídem. 1185 ídem.

.. .y el general m andó al capellán de la arm ada que oficiase m isa en un altar que allí se puso, y se celebró el oficio del culto d ivin o, y los in d ios estu vieron m irando m uy m aravillad os y atentos callando, h asta que fue dicha la m isa; y cuando se com enzó tra je ro n una cazuela de barro con ciertos sahu m erios de bu en olor, y p u siéro n la debajo del altar, y otra tal en m edio del espacio que quedaba entre el sacerdote y la g e n te.1185

Las Gasas m enciona tanto la m isa como la sorpresa y curiosidad con que la cerem onia fue presenciada por los pobladores: ...m a n d ó el capitán h acer allí un altar, y que d ijese m isa el capellán que llevaban , y como el cacique vio que aquello era señ al de re lig ió n y cerem o n ias del divino culto, m andó tra er

Francisco Hernández de Córdoba,

ciertos b ra se ric o s con ascuas y p o n e r d ello s debajo del altar y otros p o r allí a lred ed o r o cercan os del altar, y ech ar en ello s in cien so y de las cosas arom áticas que so lía n ello s a sus íd o los in c e n sa r y sah u m ar, porq u e las gen tes de aquella N ueva E sp a ñ a fu ero n de las m ás re lig io sa s que hubo jam ás entre todas las n acio n es que no tu viero n con o cim ien to del v e r ­ dadero D ios. Estuvo p asm ad o, y los in d io s que con él estaban, clavados los ojos, m irando las cerem o n ias de la m isa, com o en los in d io s siem p re se h alla te n e r g ran d ísim a atención notando los actos y obras que h acer nos v e n ...1186

Fernández de Oviedo relata que, como si los pobladores de la región supieran, después de la m isa se procedió al alm uerzo:1187 .. .y así como fue dicha la p rim era m isa, tra je ro n ciertos cesticos b ie n h ech os, unos con p a s ­ teles de pan de m aíz,1188 llen os de carne cortada, tan m enuda que no se supo en ten d er qué carne era; y otro de p an ecico s1189 de maíz y otros dos de bollos de m aíz,1190 y presen táron lo al gen eral y él lo dio a los com pañ eros que lo com iesen , y así se hizo, y todos loaban aquel m an jar, y p arecía que estaban con esp ecias en el sabor aquellos p asteles, porque así m ism o de dentro estaban colorados y te n ían m ucho a j í .. . 1191

Las Gasas ofrece su d esc rip c ió n del tan so rp resivo com o d elicio so m enú, sobre todo desp ués de sem an as en teras de una dieta bastante lim itad a, en esp ecial de los con dim en tos: .. .a sí que, acabada la m isa, m andó el señ o r tra er de com er, y luego tra je ro n ciertos altab a­ q u e s1193 de p an de m aíz, de d ive rsa s m an eras hech o y cocid o; tra je ro n fru tas de la tie rra y m uchos platos h ondos de b arro, y quizá eran de las calabazas que llam an jic aras, m uy p in ­ tadas p o r de fu era, llen as de potaje de carn e b ie n guisada, que no su p iero n qué carne era; y no pod ía ser sino de aves, las gallin as que llam am os de p ap ada,1193 o de venados. C om ieron los guisados de m uy bu en a gana, y d ijero n que les su p iero n m uy b ien , y que les p arecía que fu ese n guisados con e s p e c ia s.. . 1194

P o sterio rm en te, Fernández de Oviedo relata que de acuerdo con las trad icio n es eu rop eas: ...tra s este almuerzo presentaron al capitán general tres pares de zapatos o gutaras1195y una m anta pintada y tres granos de oro, hechos como suelen quedar algunas veces en los suelos de los crisoles donde se funde el oro, y una hoja de oro delgada a m anera de trenza, y un jarro p in ­ tado, y otro grano de oro, com o los que es dicho. El capitán les hizo dar un bonete, y un peine, y un espejo, un par de alpargates, y un sayo de paño de colores de poco precio, y otro espejo, y unas servillas de m ujer, y unas tijeras, y una cam isa de p resilla, y una bolsa con su cinta de cuero, y un cuchillo pequeñ o, y otros cuchillos m enores, y tres pares de alpargates y algunos p ein es, y ciertos h ilos de cuentas de vidrio de colores, y así otras cosillas que todo podría casi dos ducados de oro. Y recibido con mucho placer, como los indios lo tu vieron, d ijero n que otro día volverían allí y sería venido el m ancebo principal que había ido por el oro, y el viejo cacique y los suyos se quedaron en tierra y los españoles se tornaron a d orm ir en sus n a v io s.. ,1196

Bartolomé de las Gasas detalla los bienes que se intercambiaron en esa tarde del domingo: .. .A cabada la com ida, m andó tra er el cacique algunas joyas de oro en granos gran des, aunque p arecía estar fu nd id o; algunos zarcillos para las orejas y n arices, ciertas sartas de cuentas gruesas y m enudas, que debían ser la sustancia de m adera, pero m uy b ien doradas, otras 15 o 20 cuentas gran des, doradas, y al cabo una ran a de oro m uy sutilm ente labrada; un ajorca1197 de oro m uy rica, de cuatro ded os1198 en ancho; otra sarta de cuentas doradas, con una cabeza de leó n 1199 de puro oro, y otras sartas con m uchas cuentas, y alguna que ten ía 70 y m ás dellas doradas, y al cabo una ran a de oro al propio hecha; un rostro de p ied ra, creo que verd e, gu ar­ necida de oro con una corona de oro m uy rica, y encim a una cresta de oro y dos p in jan tes de oro; un ídolo o hom bre de oro, p equ eñ o, y con un m oscador1300 de oro en la m ano, con unas

11SS Ídem. 1187 Debemos recordar que la misa, de preferencia se oficiaba con los feligreses en ayunas. 1188 Tamales. 1189 Tortillas. 1190 Más tamales, probablemente sin relleno. 1191 Fernández de Oviedo, op. c i t , 1. XVII, cap. XIV. 1192 Tabaques, voz "tabaque": "1. m. cestillos o canastillos de mimbre.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=YrNdH93 1193 Guajolotes o pavos. 1194 Las Casas, op. c i t , t. IV, cap. CXII. 1195 Más adelante, Fernández de Oviedo aclara que es el nombre que los indios daban a cierto tipo de sandalias. 1196 Fernández de Oviedo, op. c i t , 1. XVII, cap. XIV. 1197 Voz "ajorca": "1. f. Espede de argolla de oro, plata u otro metal, usada por las mujeres para adornar las muñecas, brazos o gargantas de los pies.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http:// dle.rae.es/?id=10dDg3X 1198 Casi 7 centímetros. 1199 Jaguar. 1200 Abanico, mosqueador.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

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joyas de oro en las orejas, y en la cabeza unos cuernos de oro, y en la barriga una p ied ra que debía ser tu rqu esa m uy lind a, engasto nada1301 en oro. Entre estas joyas, aquí o en otras partes deste viaje, se dijo h aber rescatado una esm eralda o p ied ra p reciosa que valía o que valió 2 ,o o o ducados. Otras m uchas cosas les dio, no tan p rin cip ales, pero éstas fu ero n las de m ás valor y m as h erm osas. Valía todo el oro que d iero n m ás de i ,0 0 0 ducados, sin el valor de la hechura de algunas cosas dellas, que p u diera valer m ás del oro que tenían. El capitán les dio, en pago del presente recibido , no con qué saliese de lacería, y fu eron las joyas siguien tes: un sayo, una caperuza de frisa colorada, y en ella una m edalla, no de oro, sino de las falsas; una cam isa de p re s illa ,1303 con algunas gayas1303 o la b o res, de h ilo y no de sed a; u n paño de to ­ car; un cinto de cuero, con su bolsa; un cuchillo y unas tije ra s, y unos alpargates;1304 unas servilla s1305 de m u jer, unos zaragüelles, dos esp ejos, dos p ein es y algunas sartas de cuentas de vidrio de d iversos colores, todo lo cual vald ría en Castilla tres o cuatro d u ca d o s.. .13°6

EL COMERCIO DEL ORO

Una p rim era m ención al com ercio que se estableció de m anera regular la encontram os en la Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia ...: .. .E n aquel lugar descansam os 10 días y los indios todas las m añanas ven ían a la playa para p repararn os los alojam ientos, donde pudiéram os p asar el día y frecuentem ente abrazaban y halagaban a nuestro cap itán ... Su rey se llam aba Avando y el capitán le d ijo , por m edio de núes tro in térprete, que nosotros buscábam os oro y no otra c o sa ... Estos respo n d ieron que lo lle ­ varían. .. A l día siguiente llevaron oro fundido. El capitán les dijo que aquello era dem asiado poco y que debía haber mucho m á s ... A l otro día llevaron una m áscara de oro y una estatua tam bién de oro que representaba a un hom bre de 12 años m ás o m enos y otras joyas de d ive r­ sos c o lo re s... El capitán les trajo una m uestra de oro no fundido ni purificado y les preguntó si ten ían de ese metal. Ellos d ijero n que sí y que en algunas m ontañas podía recogerse m u ch ísi­ m o. .. De esto dedujim os que aquella isla debía ser riq u ísim a ... A qu ellos indios fu nd ían el oro en el fuego, en algunos hornos y cazos hechos exp resam en te... Nuestro capitán no quería que nosotros hablásem os con los in d ios y el cacique no quería que los indios h ablaran con n o so ­ tros, pero ellos a escondidas ven ían y nos traían oro y nosotros les dábam os perlas y v e stid o s... Los indios venían ocultándose, porque de otra form a su señ or les hubiese p eg a d o .. ,13°7

Fernández de Oviedo prosigue y narra el flujo del oro que continuó en el com ercio entre los habitantes de la costa de Sotavento y los exploradores: .. .otro día siguiente, que se contaron veintiuno de junio lunes, en esclareciendo, parecieron m uchos ind ios en la playa en el lugar acostum brado, y con sus banderas blancas acostum bra­ das, y el capitán y los españoles salieron a tierra, e hizo el general poner una m esa y encim a della m uchas cosas de rescates de lo que en los navios llevaban. Y lu ego llegó aquel cacique v ie ­ 1201 Engazada. 1202 Voz "presilla": "6. f. desus.Tela basta de lino.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=U6hJTsj 1203 Voz "gayo, ya": "2. f. Lista de distinto color que el fondo.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=JlRiTgW 1204 Alpargatas, voz "alpargate": "1. f. Calzado de lona con suela de esparto o cáñamo, que se asegura por simple ajuste o con antas.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=24MaPLi 1205 Salvillas, voz "servilla": "2. f. desús. Zapatos ligeros y de suela muy delgada.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: dle.rae. es/?id=Xhdg7JW 1206 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. CXII. 1207 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la cu a l..., op. c it , p. 33. 1208 6.84 centímetros.

jo y m uchos indios con él sin arm as, y trajeron las cosas y rescate siguiente: cuatro guariques o zarcillos de hoja de oro delgado; un par de zapatos que los indios llam an gutaras, que son solam ente las suelas con unas correas con que se atan los dedos al cuello del pié sobre los to b i­ llos o un p ar dellos; dos sartas de cuentas, unas gruesas y otras m enudas, doradas p or encim a; dos guariques de piedras aguíes engastadas en oro con cada ocho p in jan tes de lo m ism o; una cabeza como de p erro, que era todo una pied ra roja y blanca que pien so debía ser una especie de calcedonia, porque se han traído m uchas de aquellas partes; otras diecisiete cuentas d ora­ das gruesas; una ajorca de oro tan ancha como cuatro d ed os,1308 otra sarta de cuentas doradas, con una cabecita de león, de o ro ; otra sarta de las m ism as cuentas en que había vein tisiete; otra sarta de setenta y tres cuentas doradas, y al cabo una ram a de oro con un rostro de p ied ra gu ar­ necido de oro alrededor, con una corona de oro, y en ella una cresta de lo m ism o y dos p in ja n ­ tes de o ro ; un gem í o diablo de o ro , y en la barriga una p ied ra engastada; una sarta de dieciocho cuentas doradas. Por esto todo lo que es dicho se dio en reco m p en say trueco una saya de frisa, y una caperuza de lo m ism o con una m edalla, y una bolsa de cuero con su cinta, un cuchillo, y unas tijeras y unos alpargates, y unas servillas de m ujer; un paño de tocar; una cam isa sayada,

Francisco Hernández de Córdoba,

211

unos zaragüelles; dos espejos; dos p ein es, otras tijeras, y otra tal cam isa y pein e, y otro cuchillo y otra caperuza; otro paño de tocar; ciertas cuentas de vidrios de colores; y estas cosas que eran duplicadas así como cam isas y tijeras y cuchillos y caperuzas, que es dicho, era por causa de los prin cip ales indios que h acían el rescate; pero todo cuanto se les dio no valía en Castilla cuatro o cinco ducados, y lo que ellos d ieron valía m ás de m il...1309

Según el Itinerario de la arm ada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia ..., de Ju an Díaz, una de las p rim eras indagaciones fue sobre cómo se obtenía el oro: .. .otro d ía vin ie ro n con una m áscara de oro m uy h erm osa, y una figura p equ eñ a de hom bre con una m ascarilla de oro, y una corona de cuentas de oro, con otras joyas y pied ras de d iv e r­ sos colores. Los nuestros les p id iero n oro de fu n d ición , y ellos se lo en señ aro n y les dijero n que salía del pie de aquella sie rra , porque se hallaba en los ríos que n acían de ella; y que un In dio solía p artir de aquí y llegar allá a m edio día, y hasta la noche ten ía tiem po de llen ar un cañuto del grueso de un dedo; y que para cogerlo se m etían al fondo del agua y sacaban las m anos llen as de arena, para buscar luego en ella los granos, los que se guardaban en la boca; p o r donde se cree que en esta tie rra hay mucho oro. Estos in d ios lo fu n d ían en una cazuela, donde quiera que lo h allaban, y p ara fu n d irlo les servían de fuelles unos cañutos de caña, con los que encen d ían el fuego; y así lo vim os h acer en nuestra p re se n c ia .. .131°

E n la crónica de Las Gasas encontram os un aparente deseo de los pobladores por engañar a los viajero s con el trueque, que ellos consideraban les era favorable, tal vez por la rareza y unicidad de las piezas que los españoles intercam biaban: .. .aquel señ or cacique y su gente, estim ándose muy ricos con lo que Grijalva les había dado, y aún creyendo que habían engañado a los españoles en m ás de la m itad del precio justo, vo lvie­ ron otro día con m ás ricas joyas para los tornar a engañar. Trajeron seis granos de oro fundido, grandes, no supe cuánto pesaron; siete collares muy ricos de oro puro, y otros cuatro collares pequeños de oro, los dos con sus arracadas y pinjantes de oro y tres sartas de cuentas doradas, y nueve cuentas de oro, y un cabo, como patrón, tam bién de oro; otra sarta de cuentas de piedras, que ellos tien en por preciosas, y una ajorca de oro, esto lo principal. D ióseles p or retorno un sayo azul y colorado de frisa o paño basto, un bonete de lo m ism o, una cam isa de lienzo, un cu­ chillo y unas tijeras, un espejo y un par de alpargates, y algunas sartas de cuentas de v id r io .. ,1311

LAS PIEZAS DE ORO CONTINÚAN LLEGANDO

Según la relación de Fernández de Oviedo, el m iércoles ?3 continuó el intercam bio de productos tras una pausa dada el día m artes: .. .después de lo cual, un m iércoles vein titrés de ju nio se tornaron a rescatar otras cosas con los m ism os indios, y fu éron les dadas cosas de m ás valor que las prim eras porque d ieron seis granos de oro, como en crisoles fundido, y siete collares de oro, y dos sartas de cuentas d ora­ das, y otra sarta de cuentas con canutillos de oro entrellas, y otros dos collaricos de oro, y otra sarta de cuentas y dos collaricos de oro y otros dos en dos correas con sus arracadas y p injantes de oro y otra sarta de cuentas doradas, y otras nueve cuentas, y un cabo de oro. Dióse p or re sca ­ te dello un sayo de paño bajo, de poco prestigio aquí y colorado, y un bonete, y unas tijeras, y un cuchillo, y un e sp e jo , y una cam isa de lien zo, y un par de alpargates, y ciertas sartas de cuentas de vidrios de colores, que todo lo que se les dio no valía dos ducados de oro en E sp a ñ a .. ,1313

El com ercio establecido continuó el lunes en este m ism o sentido, según Las Gasas: .. .otro día to rn aron a su rescate y contratación, y dio el Cacique a Ju an de G rijalva dos granos de oro que p esaron 12 o 15 castellanos,1313 un collar de oro de piezas herm osas de ver, ciertas sartas de cuentas doradas, y nueve cuentas, todas de oro pero huecas, m uy b ien artificiadas, con un cabo de oro m ás grueso; una m áscara de ped rerías, como las que arriba d ijim os; pagóle

1209 Las Casas, op. c i t , t. IV, cap. CXII. 1210 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la India..., op. cit. 1211 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. CXII. 1212 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. XIV. 1213 Entre 55 y casi 70 gramos.

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G rijalva con obra de 4 o 5 reales de valor, conviene a saber, un par de alpargates, un cinto de cuero con su bolsa, un paño de cabeza, unas servillas de m u jer y dos o tres sartas de cuentas de vidrio, que llam am os m argaritas, p or ser de diversos colores, y cada sarta podía ser de 50 cuentas, como acá vien en com únm ente y así las solíam os con los indios tratar y con m utar.. .1314

UN REGALO DIFERENTE

El jueves 34 de junio, día de san Juan Bautista y onomástico de Grijava, el explorador re ­ cibió un regalo diferente, ya que además del oro, se le proporcionó una esclava. En 15 19 , el anónim o redactor de la Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia .. . , decía: " ... su señor hizo ven ir a una india bien vestida y se la dio a nuestro capitán. En esta ocasión pudimos adm irar las piedras preciosas que este hom bre portaba y llevaba una que estim am os que valía ? 0 0 0 ducados.. .” .1,1S Las Gasas ahonda en su relato respecto a este hecho: .. .después de lo cual, ju eves veinticuatro de ju lio, salió el capitán a rescatar, en donde es dicho de la m ism a costa y provin cia de San Juan, y vino el m ism o cacique y le dio dos granos de oro, y cinco sartas de cuentas doradas, y una m áscara de p ed rería, como las que se ha dicho arriba, y nueve cuentas de oro huecas y un cabo de oro, y dio el cacique junto con esto al capitán G ri­ jalva una in d ia moza con una vestidura delgada de algodón, y dijo que p or la moza no quería prem io ni rescate, y que aquella le daba graciosa. Y el capitán dio de rescate por las otras cosas un p ar de alpargates y unas servillas de m ujer, y un cinto negro con su bolsa, y un paño de ca­ beza, y ciertas sartas de cuentas de vidrio de colores, que todo podría valer en Sevilla, o en otra parte de España, cuatro o cinco re a le s .. .1316

La costum bre de la entrega de esclavos es tam bién m encionada en el Itinerario de la arm ada del rey católico a la isla de Yucatán, en la In d ia ..., de Ju an Díaz, sólo que esta vez se trata de un m uchacho, aparentem ente u n obsequio an terio r al de la m ujer, que es rechazado por Grijalva: " ...E l dicho cacique trajo de regalo a nuestro capitán un m u­ chacho como de veinte y dos años, y él no quiso recibirlo. Esta es una gente que tiene mucho respeto a su señor, porque delante de nosotros cuando no nos aparejaban presto las som bras les daba de palos el c a c iq u e ...” .1,17 Por su parte, Fernando Flores cita: " ... Adem ás, el cacique trajo a nuestro capitán a un muchacho de sobresaliente belleza, al que no quiso aceptar.. E l regalo de la indígena bellam ente vestida es atestiguado tam bién por Ju an Díaz: " .. .al tiem po de p artirn o s, los in dios nos abrazabany lloraban por nosotros; y trajeron al capitán una india tan b ien vestida, que de brocado no podría estar m ás ric a .. . V ’ 19 Fernando F lores com enta al respecto:

Hasta trajeron al capitán una herm osísim a

m ujer adornada según la costum bre de e llo s .. S in em bargo, la m ujer no perm aneció en la em barcación de Grijalva, sino que, como señala Fernández de O viedo,1,31 ese m ism o día fue transferida a la nave de Alvarado, en la cual fue despachada ese 34 de junio a Cuba como parte de los regalos a Diego Veláz­ quez, el gobernador.

SOÑADORES CON EL ORO FÁCIL 1214 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. CXII. 1215 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la cu a l..., op. c it , p. 34. 1216 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. CXII. 1217 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la India..., op. cit. 1218 Flores, op. c it., p. 52. 1219 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la India..., op. cit. 1220 Flores, op. c it., p. 53. 1221 Fernández de Oviedo, op. c it., 1. XVII, cap. XV.

Una vez que los expedicionarios regresaron con las noticias reales y las exageraciones que se iban añadiendo de boca en boca, y a m edida que los cronistas celebraban y elo ­ giaban los supuestos y verdaderos logros alcanzados por los viajero s, m uchos europeos pensaron que esta era la tierra del oro fácil y la dem anda para incorporarse a estas aven­ turas iba en preocupante aumento. Frenar estas especulaciones, rumores y fantasías debió de haber sido el interés que Fer­ nández de Oviedo al lanzar a modo de conclusión de los días de comercio en la costa una especie de amonestación, una advertencia muy seria, casi un sermón, para sus lectores:

Francisco Hernández de Córdoba,

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AL IGUAL QUE EN EUROPA, EN EL MÉXICO ANTIGUO E X IST ÍA LA ESCLAVITUD; LAS PERSONAS EN ESTA CONDICIÓN PODÍAN SER REGALADAS. ANTES QUE OTRAS M UJERES DADAS A CORTÉS, GRIJALVA RECIBIÓ EN OFRENDA UNA BELLA ESCLAVA RICAMENTE V ESTIDA. "M ARINA ET AUTRES FEMMES DONNÉES A CORTEZ", PIERRE CHARLES BAQUOY, EN H ISTO IRE GÉNÉRALE D ES VOYAGES DE A BBE PREVOST, PA RÍS, 1754. GRABADO, 20.3 X 29.2 CM. COL. JEO L.

...a lg u n o s h ab rá que leyendo estos rescates, q u erría n así tro ca r sus h aciend as y todo lo que tien en , y m irado así sin m ás co n sid eració n , cosa parece de m ucha ganacia, si dentro en n uestras casas ello se trocase, y nos d ie sen el oro en tan poco p recio ; pero entend id o, como se debe en ten d er, y viendo adonde lo vam os a bu scar, y con sid erad os los trab ajos y p eligros, de los cuales los m ed ios de los que andan en tales g ran je ria s no escap an con las vid as, otra cosa es de lo que suena, y m ucho debe p en sa r en ello el que a tal ejercicio pone su p erso n a, y pluguiese a D ios que el án im a estuviese segura, porque la in ten ció n de todos los rescatad ores no es la m is m a .. ,1333

Las descripcion es eran exageradas, por ejem plo, la Nueva noticia del país que los es­ pañoles encontraron en el año de ifé i llam ado Yucatán,1™3 señala: .. .los de esta ciudad h icieron a los españoles un gran regalo, especialm ente de oro, de vestidos de algodón, y cobijas de algodón de m uchas clases, hechas de plum as de loro. E n el país hallan mucho oro. Las casas están techadas con paja, y p o r lo dem ás están hechas de piedra. E n la ciudad tien en u n a casa de cabildo1334y m antienen buena ju sticia entre ellos. T ienen en la ciudad una plaza donde com pran y venden. La m oneda que usan es una fruta como las alm en d ras.1335 Y de la m ism a fru ta h acen el vin o 1336 que beben. T ien en peso y m edida, p o r lo cual ven d en y com pran. Su pan está hecho de m ijo .1337 No tien en otra carne que aves y pescados. Las iglesias y tem plos en los que tien en sus ídolos, están construidos fuertes com o c a s tillo s ...1338

MAS INTRIGAS

Pese a que Grijalva había ya planteado su posición con respecto a la idea de poblar esta tierra, muchos de los soldados y tripulantes, deslum brados seguram ente por el flujo de oro que continuaba a llegar, planteaban en voz baja y otras veces en alta la posibilidad de perm anecer en este lugar. La Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia ..., narra: ...E n aquella isla hay u n gran río en donde nos detuvim os. E ra una isla tan h erm o sa, que casi nos habíam os decidido a establecern o s allí. Pero el capitán no quiso y creo que hizo m al, porque él se h ab ría convertido en señ o r de aquel país y cada uno de n osotros h a b ría ­ m os sido pagados con 50 lib ra s de o r o ... A s í abandonam os a aquellos in d io s desesperad os p o r nu estra p a rtid a ... L lorab an como si h u biéram os sido sus p a r ie n te s .. . 1339

Ju an Díaz tam bién era de la opin ión de poblar:

1===Idem. 1223 Autor desconocido, Nueva noticia del país que los españoles encontraron en el año de 1521 llamado Yucatán (facs.), iie-unam, México, 1940. pp. 7-8. 1224 Es evidente la confusión entre los sistemas de organización indígena y europea. 1225 El cacao. 1226 Se confunde el vino con la bebida más apreciada de Mesoamérica: el chocolate. 1227 Nuevamente, al no tener términos de referencia para el maíz, los viajeros recurren al mijo. 1228 Nueva noticia del país que los españoles..., op. c it., pp. 7-8. 1229 Carta enviada desde la isla de Cuba de India, en la c u a l..., op. c i t , pp. 33-34.

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...h a b ía aquí un río m uy p rin cip al donde teníam os asentado el real; y los n u estro s vien d o la calid ad de la tierra ten ían pen sam ien to de poblarla por fuerza, lo cual pesó al capitán. Y él fue quien de todos m as p erdió, porque le faltó ventura para en señ o rearse de tal tierra , donde tién ese por cierto que dentro de seis m eses no h u biera habido q u ien hallase m enos de dos m il ca ste lla n o s; y el re y tu vie ra m ás de lo s dos m il: cada castellano vale u n ducado y un cuarto: y así p a rti­ m os del dicho lugar m uy descontentos p o r la negativa del c a p itá n ...1330

La conclusión de Díaz sobre la riqueza de la región es contradictoria con las voces que después harán la crítica de G rijalvay sus supuestos escasos resultados: " ... Creemos que esta tierra es la más rica y más abun­ dante del mundo en piedras de gran valor, de las que se trajeron muchas m uestras, en especial una que se trajo para Diego Velázquez, lo cual se presum e, según su labor, que vale más de dos m il castellanos. De esta gente no sé qué decir más, porque aun quitando m u­ cho de lo que se vió, apenas puede c r e e r s e . 1,31 Las Gasas en torno a poblar una región rica y abundante, señala: .. .visto p o r los esp añ o les s e r todos aquestos rescates y con m u tacion es señ ale s de h ab er en aquella tie rra m u ­ MIENTRAS QUE AL FONDO SE OBSERVA UN RÍO, EN PRIMER PLANO SE PRESENTA AL MAGUEY, UNA DE LAS ESPECIES VEGETALES QUE SORPRENDIÓ A LOS VIAJEROS. GRABADO DEL SIGLO XIX. COL. JEOL.

cha cantidad de oro, y la gente d ella tan p acífica, fra n c a y lib e ra l y p o r con sigu ien te, h ab er gran de aparejo p ara h e n ch ir las b o lsas y s e r rico s señ o re s a tan poca costa, com enzaron a re n o var el clam o r que en la tie rra de Yucatán h abían com enzado d icien d o a su capitán G rijalva con g ran im p o rtu n id ad y m u rm u rio , que pues D ios les m ostrab a tie rra tan rica y gente tan b ie n acon d icio n ad a, donde fu e se n bien aven tu rad o s, y tu viese p o r b ie n de que a llí p o b lasen , y en un navio de aquellos cuatro h ic ie se n sab er a D iego Velázquez su b ie n a n ­ danza, en vián d o le todo el oro y joyas que h ab ían rescatado, p ara que, les en viase m ás gente y rescates, y arm as, y otras cosas, p ara su p o b lació n n e cesa ria s; o fre cié n d o se todos a que lo te n ía p o r bueno D iego Velázquez, no em bargante que p o r la in stru cció n que le h ab ía dado trú je se p ro h ib id o que no p ob lase, sin o que d escu b rise y re s c a ta se .. . 1383

Bartolom é de las Gasas, quien conoció personalm ente a G rijalva, nos da su valioso juicio para entender al capitán y su negativa a poblar, a p esar del clam or que se levan ­ taba en su tropa, que incluso amenazaba con am otinarse: .. .Juan de Grijalva, era de tal condición de su natural, que no hiciera, cuanto a la obediencia y aún cuanto a hum ildad y otras buenas propiedades, mal fraile, y por esta causa, si se juntaran todos los del m undo, no quebrantara por su voluntad de un punto ni una letra de lo que por la instruc­ ción se le mandaba, aunque supiera que lo habían de hacer tajadas. Yo lo conocí y conversó harto, y entendí siem pre dél ser a virtud y obediencia y buenas costum bres inclinado, y muy sujeto a lo que los mayores les m an dasen ... [...] así que, por más ruegos, requerim ientos, y razones im portunas que le hicieron y representaron, no pudieron con él que poblase, alegando que lo traía prohibido por el que lo había enviado, y que no para m ás descubrir o rescatar tenía poder ni m ando, y que con cum plir la Instrucción que se le dio haría pago. Vista su determ inación, todos com enzaron a b la sfe m a r dél, y a te n e rlo en poco, y fue m aravilla no p erd erle la vergüenza, y 1230 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la India..., op. cit. 1231 Ibídem. 1232 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. CXII. 1233 ídem.

salirse todos en tierra y poblar; dejándolo o enviándolo en un navio a Diego Velázquez; y p o r­ que un navio de aquellos hacía mucho agua, y tenía necesidad de se adobar, acordó G rijalva de lo enviar a la isla de Cuba, con la gente que andaba indispuesta, y que llevase las buenas nuevas de la buena tierra rica, y gente pacífica, y el oro y las joyas que habían rescatad o .. . 1333

Francisco Hernández de Córdoba,

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LA EXPEDICIÓN SE DIVIDE

Las novedades que los expedicionarios habian encontrado eran tantas que al llegar a la isla ubicada frente a esa costa que se antojaba enorm e, se empezó a hablar de la p o sib ili­ dad de dividir la flota y enviar un navio a Cuba para dar las novedades y pedir instruccio­ nes. Aunque en diferente orden, casi todos los cronistas m encionan este difícil momento que seguram ente obedeció a diversas causas: la falta de noticias de Cuba (recordem os que debia de haber llegado un bergantín más, tema del que nos volverem os a ocupar) y el poco núm ero que eran los exploradores como para poblar; la cada vez m enor cantidad de p ro ­ visiones, como el pan de cazabe, los tocinos y el vino, alim entos que form aban parte de la dieta cotidiana; los enferm os no acostumbrados a las dificultades de viajes prolongados, un navio en mal estado: el San Sebastián, las tensiones internas provocadas por las voces que se pronunciaban por poblar la región contra la voluntad m anifiesta de Grijalva de que no traia órdenes expresas para ese fin y las diferencias existentes entre el capitán general y Alvarado podrian explicar en conjunto por qué se decide enviar un navio de regreso. De acuerdo con Fernández de Oviedo, ese m ism o dia, viern es 18 de junio: ...estan d o allí en la dicha isleta el capitán G rijalva, dijo al piloto m ayor A ntón de A lam inos, en p resen cia de los otros capitanes y algunos de los m ás princip ales de la arm ada, que ya sabía cómo él y los otros pilotos, y otras p ersonas, habían dicho que aquella tierra grande que tenían presen te era tierra firm e y no isla, y que él habiendo por bojada la tierra de Yucatán, nom brada Santa M aría de los R em ed ios, y que esta otra tie rra que llam an F irm e es tie rra nueva, y p or tanto, quería que diese su parecer y d ijese si sería b ien seguir aquella costa e islas que so la­ m ente les quedasen bastim entos para to rn ar a la isla Fernandina, para saber m ejor la verdad, o si les parecía que era b ien desde allí dar la vuelta en dem anda de las otras islas para d escu ­ b rirlas, porque otro día siguiente quería saltar en aquella tierra y tom ar, en nom bre de Diego Velázquez, la posesión por Sus M ajestades y por C astilla.. ,1334

Pese a las tensiones que el liderazgo de Grijalva generó (con su capellán, con el piloto y con Alvarado, tres p erson ajes con mucha ascendencia sobre la tripu lación ), el capitán era muy respetuoso de las form as. A si, Fernández de Oviedo señala que la decisión era com petencia colegiada: .. .que pues aquesto tocaba a su cargo de piloto m ayor, p or ser cosa tocante a la navegación, que d ijese lo que le parecía, porque él, como capitán general, con los otros capitanes e hidalgos de la arm ada pudiese com unicar y acordar lo que convin iese; pues todos estaban en d eterm in a­ ción de seguir por cualquier cam ino y derrota que el dicho piloto los llevase, y tanto cuanto los navios durasen y se pudiesen sostener para p od er to rn ar a la isla F e rn a n d in a .. ,1335

E l discurso que Fernández de Oviedo atribuye a G rijalva habla de la división: .. .y dijo m ás, que ya sabían todos como en aquella arm ada h abía ciento cincuenta h om bres, allende de los m arin ero s y gente de la m ar y que para solam ente b o jar Yucatán y d escu b rir las otras islas bastaron veinticinco o treinta personas en cada navio con los m arineros necesarios, y lo dem ás era cosa superflua; y que su p arecer era que fu era uno de los navios, llam ado la T ri­ nidad, pues no estaba para ir a d escub rir, y que se debía enviar con parte de la gente a Cuba a dar relación de lo que estaba hecho y d escubierto, y para que se llevasen los ind ios que habían habido, y que los tres navios restantes quedasen m ás lib res y desocupados, y los bastim entos les p u d iesen m ás tiem po durar, y tam bién porque el navio se aderezase,1336 que hacía mucho agua, y que no se p erd iese p o r donde a n d a b an .. ,133z

A l parecer, los integrantes de la junta, capitanes, hom bres principales y piloto, se m os­ traron a favor de esta idea, pues según Fernández de Oviedo se establece que:

1=“ Fernández de Oviedo, oP. cit., I. XVII, cap. XV. 1=55 ídem.

.. .deste m ism o p arecer que es dicho fu eron los otros tres capitanes y h om bres p rin cip ales, con q uien aquesto se com unicó, a lo cual el piloto m ayor respondió que él tien e dicho que

l:i” Componer o reparar algo. 1237 Fernández de Oviedo, op. cit., 1. xvn, cap. xv.

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Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

LA EXISTENCIA DE MONTAÑAS CORONADAS POR NIEVES EN VERANO, VISIBLES DESDE LA COSTA, FUE UNO LOS ARGUMENTOS QUE CONVENCIERON A LOS VIAJEROS QUE SE ENCONTRABAN EN TIERRA FIRME PARA SEGUIR SU TRAYECTO. PICO Y CRÁTER DE ORIZABA EN UN GRABADO DEL SIGLO XIX. COL. JEOL.

ha dado p o r bojada la tie rra de Yucatán, y que aquella otra que allí veían la ten ía él por tierra firm e, p o r las gran des sierras que dentro della se veían , y p o r una sie rra nevada que asim ism o veían en ella, y p o r los m uchos y grandes ríos de aguadulce que de aquella tierra h abían visto que salían a la m ar en lo que h abían costeado, y p o r las d iferen cias de lenguas que habían visto en los in d ios, porque en cada p rovin cia hablaban en d iferen te m anera. Y que p or todos estos respectos, a él le p arecía que no debían p asar adelante, p o r m uchas razones que dio para ello, y p or ser p eligrosa la costa, y que desde allí debían tom ar la derrota en busca de otras tie rra s nu evas, p ues h ab ía a p a re jo 1338 p ara ello , y que e ra cosa escu sad a q u e re r b o ja r a q u e ­ lla tie rra y gastar los bastim entos en ello; pues era tie rra firm e, y que com o sabía, no ven ían a b o jar lo que h allasen, sino a tom ar la p osesión dello; y que si aquella tie rra era isla, que ya la h abían d escu b ierto ; y si era tie rra firm e, a sim ism o ; m ás que p o r si o p o r no, le p arecía que era b ien en trar en tie rra y tom ar la p o sesió n della, y tom ada p od rían ir en dem anda de otras islas y tierra s nuevas; y que en lo de enviar el navio (que hacía agua) a la isla Fernand ina, que le parecía b ien acordado, y que así lo decía él tam bién ; y que debía h aber in form ación si estaba p ara p o d er ir a la isla , y no que se ad ob ase1339 y se en viase, porq ue m ás suelta y lib re quedase la com pañía restante, para lo que se d ebiese h a c e r.. ,134°

La suerte de la em barcación a cargo de Alvarado y su viaje de regreso son un enigm a, pareciera que no pasó nada durante al menos tres semanas. Las crónicas son parcas y me temo que se deba a que las relaciones fueron escritas para justificar a Cortés y, desde luego, aunó de sus más brillantes aunque sanguinarios capitanes: Pedro de Alvarado, enemigo de la posición asumida por Grijalva de total respeto a las instrucciones dadas por Velázquez. Es probable que Alvarado participara en la redacción de la Carta enviada por el A yu n ­ tamiento de la Villa Rica ,e n i 5 i 9 ,e n l a que en un claro afán por desprestigiar lo ocurrido, luego de su regreso a Cuba, se dice en contra de Grijalva: ...d e sd e allí [la costa frente a la isla de Sacrificios] despachó y envió el dicho capitán G rija lb a a Diego Velázquez la una de las dichas carabelas con todo lo que hasta entonces habían rescata­ do . Y partida la dicha carabela para la isla Fern and in a a donde estaba Diego Velázquez, se fue el dicho capitán G rijalba p or la costa abajo con los navios que le quedaron y anduvo por ella hasta cuarenta y cinco leguas sin saltar en tierra ni ver cosa alguna, excepto aquello que desde la m ar 1238 Conjunto de cosas necesarias para hacer algo. 1239 Ajustase. 1240 Fernández de Oviedo, op. c it., I. XVII, cap. XV. 1241 Cortés, op. c it., p. 9.

se parecía, y desde allí se comenzó a volver para la isla Fernandina, y nunca m ás vio cosa alguna de aquella tierra que de contar fuese, por lo cual vuestras reales altezas pueden creer que todas las relaciones que de esta tierra se les han hecho no han podido ser ciertas, pues no supieron los secretos de ella m ás de lo que p or sus voluntades han querido e sc r ib ir .. ,1341

Francisco Hernández de Córdoba,

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Según p arece, en la versión que a los seguidores de Cortés hubiera gustado la historia de G rijalva se sellaba en ese m om ento, pero por fortuna, m uchos cronistas del siglo xvi retom aron el tem a y nos han dejado relación de los sucesos que ellos escucharon. Desde luego, otros como Cervantes de Salazar no sólo no relatáro n lo s sucesos p o s­ teriores a la partida de Alvarado, sino que intentaron ju stificar y p on er en boca de los actores palabras que difícilm ente podrían repetirse cuando él escribió, a más de cuarenta años de los hechos. E n su texto las cosas sucedieron asi: ...o tro día, el general, saltando en tierra, mandó llevar m uchas ropas, joyas, piedras, cuentas y otras cosas de m e rce ría p ara re sc ata r y d e sc u b rir si lo s in d io s te n ía n oro o plata y p ied ras p reciosas, puestas estas cosas de rescate sobre unas m esas, p ara que los in d ios las pudiesen ve r y rescatar las que q u isiesen . Llegaron m uchos de ellos que, así por la buena conversación que h allaron , como por las que aquellas cosas tan nuevas a sus ojos les contentaban, com en ­ zaron a rescatar algunas de ellas, dando en pago unas hachas de Chinantla, que son de cobre que reluce como oro, de las cuales, creyendo G rijalva que era oro bajo, tom ó m uchas, aunque dicen algunos que ciertas dellas tenían calzados los filos con oro; rescató asim ism o otras cosas de plum a y algodón y algunas pied ras que los ind ios llam an chal c u ite s.. .«i».” 1**3

Cervantes de Salazar en el afán de m ostrar el supuesto lado egoista e incluso ignorante del capitán, agrega: "...h ab ien d o Grijalva rescatado las cosas que dije, creyendo ser las hachas de oro bajo, y que conform e a la muchedum bre que de ellas tenia, no podia dejar de volver muy rico, trató de volverse luego sin poblar, como aquel que no habia conocido su buena ven tu ra.. .” .1344 A partir de este momento el texto de Cervantes de Salazar se torna en particular in te­ resante porque no sólo nos da su versión de los hechos, sino que "reconstruye” las p a­ labras que supuestam ente se expresaron en ese m omento: .. .y así, otro día llam ando a los capitanes y perso n as p rin cip ales, les habló en esta m anera: "Se ñ o res y am igos m íos: Entendido tengo que entre vosotros hay dos p areceres; el uno c o n ­ trario del otro, porque algunos de vosotros sois del p arecer que, p or las buenas m uestras que hay en esta tierra, poblem os en ella, enviando alguna p erso n a a Diego Velázquez para que nos envíe m ás gente y bastim entos; otros, decís, que no traigo p od er para poblar, sino para d e s ­ cu brir, y que a eso vin iste, y no a otra cosa, y que pues esto está hecho, que os queréis volver a Cuba, donde ten éis vuestros in d ios y h aciend as, y que si, volviendo, os p areciere acertada la jo rn ad a, daréis la vuelta conm igo, como lo h abéis hecho. Cierto, no puedo d ejar de estar dudoso y p erplejo entre dos p areceres tan d iverso s, pues cada uno dellos parece ten er razón. M i p arecer es, salvo el vuestro, que, pues diego Velázquez no ha enviado a Cristóbal de Olid, como prom etió, que debe de q u erer que nos volvam os y que no poblem os hasta que vea la r e ­ lación que llevam os. Estos in d ios son m uchos y están en su tie rra proveídos de lo necesario; nosotros estam os en la ajena, faltos de bastim entos y de arm as, y no tantos cuantos seríam os m enester. Podría ser que, como gente tan diferen te de la nuestra, el día que nos vean hacer asiento p ien se n que les querem os quitar la tierra, y así, se levantarán contra nosotros, y el negocio de la población no ten d rá firm e z a .. .” .1345

En la versión de Cervantes de Salazar, además de las supuestas palabras y discursos de Grijalva, se encuentran las opiniones de los otros participantes de la discusión: ...acab ad a esta plática, A lonso de Á vila y Pedro de A lvarado, que eran de p arecer contrario del de Grijalva, rogándose el uno al otro para que respond iese, después de hecho su com ed im ien ­ to .1346 Pedro de Alvarado dijo así: "Entendido tenem os todos, se ñ o ry valeroso capitán nuestro, que con todo cuidado h abrá vuestra m erced m irado este negocio, y que en él hay tanta d ifi­ cultad como parece, por lo que vuestra m erced nos ha dicho; pero como ninguna cosa hay tan dudosa ni p erp leja que para entram bas partes tenga igual contradicción, y ninguna tan cierta que no pueda, en alguna m anera ser contradicha, debem os siem pre, los que consultam os, tener cuenta con el p rovech o, si va acom pañad o con h a ce r el d eb er, y a sí, aunque haya algunos inconvenientes, si lo que se hace vale m ás, no se ha de ten er cuenta con e llo s .. . ” .1347

1242 Chalchihuites, piedras verdes. 1243 Cervantes de Salazar, op. cit., l. II, cap IX. 1244 ídem. 1245 Cervantes de Salazar, op. c i t , l. II, cap IX. 1246 Comedimiento, urbanidad. 1247 Cervantes de Salazar, op. c i t , l. II, cap IX.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

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Las pretendidas palabras de Grijalva son en particular curiosas para com prender las mentalidades de la mitad del siglo xvi: ...esto sigo, porque aunque expresam ente Diego Velázquez no dio l i ­ cencia para poblar, tam poco lo proh ibió, sino que a la partida, d elan ­ te de los más de nosotros dijo: "Ya sabéis, Grijalva, cuánto im porta este descubrim iento; hacerle heís con todo cuidado y dél me daréis rela­ ción, y sobre todo, os encom iendo que, visto que sucediere, hagáis en todo como yo haría si presente fuese” . De las cuales palabras se vee cla­ ro que no ató vuestra m erced las m anos para no poder hacer asiento en esta tierra , que tantas m uestras ha dado de riqueza, cuanto más que, aunque expresam en te lo ved ara, n i D ios ni Su A lteza del rey, nuestro señor, dello serán deservidos; porque muchas veces acontece que cuando se hace la ley es necesaria, y andando el tiem po, según lo que se ofrece, no hace falta el mal el que la quebranta, porque el p rin ci­ pal motivo dello es el bien común, y cuando falta y se sigue el daño, cesa su vigor, y carca desto, si apretamos más el negocio, ¿qué pesar puede recibir Diego Velázquez poblando por él, en nom bre de su A te z a , pues el descubrim iento se encam ina para esto? A lo que vuestra m erced dice que som os pocos y que los in d io s son m uchos, y que los m ás de n o ­ sotros desean volver a Cuba, no hay que parar en esto, pues estam os conform es, porque valem os por muchos, y no som os tan pocos que, enviando luego m ensajero a Diego Velázquez, no nos podem os entre­ tener, aunque durase la guerra un año, la cual tengo entendido que no habrá, porque si los indios, con el buen tratam iento que en tan pocos días les hem os hecho, nos tien en tanta voluntad, ¿qué harán cuando por m uchos les hiciéram os buenas obras?, pues el amistad no se con­ EL TEMA DEL CULTO A HUITZILOPOCHTLI FUE UNO DE LOS MÁS REPRESENTADOS EN LOS GRABADOS DEL SIGLO XVI AL XIX. DETALLE DEL GRABADO "DESCRIPTION, SITUATION & VUE DE LA VILLE DE MEXIQUE...", EN ATLAS HISTORIQUE, OU NOUVELLEINTRODUCTION A L'HISTOIRE..., HENRI ABRAHAM, 1732. COL. ©12376 JOHN CARTER BROWN LIBRARY, BROWN UNIVERSITY.

serva sino con buenas obras y largo tiem po en el deseo de los de contrario parecer. Lo que se pue­ de responder es que, asentando vuestra m erced y nosotros, m udarán parecer, o por vergüenza o por no poder ser de los prim eros en esta conquista, Y si algunos hubiere que todavía p orfíen en irse, vayan con Dios y sirvan de m ensajeros, que no serán tantos que nos puedan hacer falta .. .134,s

El corolario es que Grijalva, pensando que era rico, quiso regresarse a Cuba a d isfru ­ tar de su supuesta riqueza. Nunca se plantea en el discurso de Cervantes de Salazar que en la mentalidad de un buen soldado y servidor, actuar contra las órdenes expresas de su jefe era una traición: ... A cabad a esta plática, A lon so D á v ila y los dem ás capitan es, d iero n que eran de aquel p a re ­ cer si su m erced ve n ía con él; pero com o G rijalva p en saba que estaba rico con las hachas de rescate, y ten ía algunos al oído, que le decían que con el h ab er que llevaba p od ía descan sar en Cuba, o vo lver a la m ism a em p resa con m ás pujanza, replicó disim uladam en te que m ira ­ ría el negocio y h aría lo que c o n v in ie s e ...1349

Diaz del Castillo, aun siendo partidario de Cortés y es muy probable que de los que se oponian a la decisión de G rijalva, da argum entos válidos y no se centra en el in terés o la falta de voluntad, como lo hace Cervantes de Salazar. Sus palabras sobre la actuación del joven general son bastante elogiosas: .. .y viendo que el tiem po se nos pasaba, y teniendo ya p or cierto, que aquellas tierras no eran islas, sino tierra firm e, y que había grandes pueblos, y el pan de cazabe muy m ohoso y sucio de las fatulas,1350 y am argaba, y los que allí veníam os no éram os bastantes para poblar, cuanto m ás que faltaban diez de nuestros soldados, que se habían m uerto de las herid as, y estaban, otros cuatro dolientes: y viendo todo esto, fue acordado, que lo enviásem os a hacer saber al go­ 1;‘s Ídem. ™ ídem. 1250 Cucarachas grandes voladoras. 1251 Díaz del Castillo, op. c it., cap. XIV.

bern ad or Diego Velázquez, para que nos enviase socorro, porque el Juan de G rijalva m uy gran voluntad ten ía de poblar con aquellos pocos soldados que con él estabam os; y siem pre m ostró un grande ánim o de un muy valeroso capitán, y no como lo escribe el cronista G óm ora.1351

Francisco Hernández de Córdoba,

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Díaz del Castillo m enciona quién fue el designado p ara esa em p resa, tem a del que nos ocu parem os m ás tarde; a p artir de los resultados poco favorables a G ri­ jalva, la selección de Alvarado como representante no fue la m ás afortunada: .. .pues para h acer esta em bajada, acordam os que fuese el capitán Pedro de Alvarado en un navio que se decía San Sebastián, porque hacía agua, aunque no m ucha, porque en la isla de Cuba se diese carena,1353 y pudiesen en él traer socorro y bastim ento. Y tam bién se concertó, que llevase todo el oro que se había rescatado, y ropa de m antas, y los d o lien tes:1353 y los capitanes e scrib ie ro n a Diego Veláz­ quez cada uno lo que le p arec ió : y luego se hizo a la vela, e iba a la vuelta de la isla de C u b a .. ,1354

El momento final de la división llegó el día del ono­ mástico de Juan de Grijalva, el 34 de junio, cuando Fer­ nández de Oviedo asegura que los expedicionarios se separaron: ...d e m an era que hechos estos rescates, con la m ayor parte de todo lo que se hubo, excepto algunas cosas que p ara su cuenta depositó el capitán Joh an de G rijalva en los otros capitanes y otras p erso n as, envió a la isla F e r­ nand ina al capitán Pedro de A lvarado, en aquella cara­ b ela que se ha dicho ten ía necesid ad de rep ararse, y con él cincuenta y tantas p ersonas de aquella arm ada, así de los que estaban en ferm os, como de

PESE A LAS EVIDENCIAS DE SACRIFICIO S, LOS

los que convenían para gobernar y llevar el navio. Y dem ás de las joyas y oro que llevaba, le

AMISTOSAS. "V ITZ IP U Z TLI. PRIN CIPAL IDOLE

dio asim ism o la in d ia que se dijo que h abía dado este cacique en el últim o rescate o vez que se

"DESCRIPTIO N, SITUATION & VUE DE LA V ILLE

EXPLORADORES ENCONTRARON POBLACIONES DES M EXIQUAINS", FRAGMENTO DEL GRABADO DE M EXIQ U E ...", EN ATLAS HISTORIQUE, OU

viero n , y con esto envió la relación particular al capitán Diego Velázquez, por cuyo m andado

NOUVELLEINTRODUCTION A L'H IST O IR E ..., HENRI ABRAHAM , 1732. COL. '¡'12376 JOHN CARTER

y a cuya costa se hizo esta arm ada y d escu brim ien to, dándole entera relación de todo lo su ­

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cedido en el viaje hasta aquella hora, que fue el d ía y a dicho, ju eves veinticuatro de ju n io, día del glorioso B au tista .. .13ss i3sb

Quien nos da un retrato más real de Grijalva quizá sea Antonio de Herrera; nos lo m ues­ tra dubitativo, capaz de cuestionarse en torno a la posibilidad de poblar o no y no como el absoluto soldado fiel a sus instrucciones y ciego a los ruegos de toda la tripulación: .. .y viendo que le pasaba el tiem p o , estando ya certificados que aquellas regiones eran tierra firm e y en ellas h abía grandes p oblaciones, confirm ados en llam arlas Nueva E spaña y que el pan cazabi que llevaban para los bastim entos en los navios estaba m ohoso y que am argaba y que los soldados de la arm ada no eran bastantes p ara poblar, habiendo m uerto diez de las herid as y h allándose otros dolientes, se acordó que se diese razón de ello al gobern ad or Diego Velázquez, pues que su orden era de no poblar, p ara que si q uisiese que se poblase enviase socorro; porque Ju an de G rijalva, con todas las contradicciones sobred ich as, siem p re fue de voluntad que se p oblase, no em bargante1357 que Gom ara, m al inform ado de lo que en este viaje pasó diga el contrario. Para llevar este recado a Diego Velázquez eligiero n a Pedro de A l ­ varado que fuese en el navio llam ado San Sebastián y que llevase todo el oro y ropa que h abía rescatado y a los e n fe rm o s .. . 1358

A ta l punto lleva H errera la idea de que era Grijalva quien quería p o b lary que fueron los capitanes Dávila y M ontejo los que se opusieron, que narra más adelante: .. .Tratóse con las capitanes, pilotos y personas m ás principales del arm ada, de lo que se había de hacer, los que siem pre quisieron que se poblase decían que se volviese a buscar lugar cómodo

1252 Reparada para no hacer agua por las costuras del casco. 1253 Los enfermos. 1254 Díaz del Castillo, op. c i t , cap. XIV. 1255 San Juan Bautista, cuya fiesta es ese día. 1256 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. XV. 1257 No obstante. 1258 Herrera, op. c i t , d. II, l. II I, cap. X.

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p ara ello y según afirm a tam b ién B ern al Díaz del C as­ tillo , soldado de calidad que se halló p resen te: Ju a n de G rijalva q uería p ob lar y se [¿ ? ] a esta op in ión . Los c a ­ pitanes eran Francisco de M ontejo y A lonso Dávila, con los dem ás que lo contradecían, alegaban que el invierno entraba, que la vitualla faltaba: por lo cual y porque su navio hacía agua, era bien volver a Cuba, porque adem ás de las razones referidas no se podían m antener, pues la gente era b elicio sa y la tierra m uy poblada y los caste­ llanos iban muy fatigados del mucho tiem po que había que andaban p o r la m ar. Ju an de G rijalva visto que su instrucción le m andaba expresam ente que no poblase, como lo afirm a el obispo de Ghiapa y la contradicción de los capitanes e inconvenientes que le ponían para ello acordó de conform arse con ellos y dio la vu elta.. .1359

Torquemada, en un tono parecido al de Díaz del C astillo, da su v e rsió n citando a otros cron istas como a López de Gomara: .. .con esta resolución de Grijalva de irse, y por con ­ d e sc e n d e r con los que tanto le ro gaban la q u e ­ dada, se resolvió de enviar razón a Cuba de lo hecho (como decim os); y para que hiciese esta m isión y Dcrtht

legacía, e ligie ro n al capitán Pedro de A lvarad o, de £ FftliwHüi

iml mgurtinlM. ----32Mijos.

qu ien dice G om ara en su libro estas palabras: "H a ­ b ía asim ism o m uchos que deseaban a Cuba (como era Pedro de A lvarado que se p erdía por una isleñ a y así procuró de volver con la relación de lo hasta allí sucedido a Diego Velázquez). Partióse en el navio

EL ASENTAMIENTO DE LA VILLA RICA DE LA VERA-CRUZ TUVO TRES MOMENTOS: UN PRIMER ASENTAMIENTO, EL DE CORTÉS, AL NORTE; EL SEGUNDO, DURANTE BUENA PARTE DEL SIGLO XVI EN LA LLAMADA ANTIGUA ("VERA-CRUZ VIEJA", EN EL PLANO) Y LA NUEVA VERACRUZ, FRENTE A SAN JUAN DE ULÚA, DE FINES DE ESE SIGLO. GRABADO DE 1885. COL. JEOL.

llam ado San Sebastián (que es el m ism o en que ven ía por capitán) y que llevase todo el oro y ropa que h abía rescatado y a los enferm os que no p odían quedar en la tierra, ni ir con m ás espacio descubriendo tierra por la costa de la m ar” . . . 1360

GRIJALVA RETOMA LAS EXPLORACIONES

Ese m ism o día, al tiem po que Alvarado partía hacia Cuba, G rijalva decidió retom ar el cam ino hacia el norte y las exploraciones; allí se encontró con la oposición de su piloto A lam in os, cada vez más preocupado por la lejan ía que se iba acumulando y las p o si­ bilidades de los cam bios de estación, en los cuales se podrían producir condiciones adversas para la navegación. E n la Carta enviada desde la isla de Cuba de In d ia leem os: ...Em pezam os después a navegar y superam os la fu ria de aquellos río s ... A 3o m illas de distan­ cia vislum bram os una gran llanura y un gran pueblo, que llam am os "A lm ería” . De este pueblo vinieron hacia nosotros cuatro canoas y los indios que el ellas venían nos suplicaron que bajára­ m os y que fuéram os a su país, pues así se sentirían muy felices, pero como los otros navegantes estabanlejos no pudim os d etern os.. .1361

Sobre las diferen cias entre A lam in os y G rijalva, Fernández de Oviedo relata: ...a s í como el capitán A lvarado se hizo a la vela para la isla de Cuba, en este punto y hora el capi­ tán Grijalva con el restante de la gente y tres navios que le quedaban, se partió de allí y siguió la costa adelante hacia occidente, para certificar si aquella era tierra firm e; y andando su camino

l:M ídem

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Las Casas' °P- a t ' L LIV'I I LcaP - CXIVi cap> X L

h ab ía hecho en la dicha arm ada y que le p esaba y m ostraba sen tim iento p o r lo poco que el

1454 Díaz del Castillo, op. cit., cap. XI.

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capitán G rijalb a en esta tie rra h abía hecho. E n verd ad no te n ía m ucha razón de q u ejarse el dicho Diego Velázquez, porque los gastos que él hizo en la dicha arm ada se le ah orraron con ciertas botas y to n eles de vino y c o n c ie rta s cajas y de cam isas de p re silla y con cierto rescate de cuentas que envió en la dicha arm ada, porque acá se nos vendió el vino a cuatro p esos de oro, que son dos m il m araved ís la arroba, y la cam isa de p re silla se nos vend ió a dos pesos de oro y el mazo de cuentas verd es a dos p esos, p o r m an era que ahorró con esto todo el gasto de su arm ada y aun ganó d in e ro s, y hacem os de esto tan p articu lar relació n a vuestras m ajestades porque sepan que las arm adas que h asta aquí ha hecho el Diego Velázquez han sido tanto de trato de m ercad erías com o de arm ador, y con nuestras p erso n as y gastos de n u estras h acien d as; y aunque h em os padecido in fin ito s trab ajo s, hem os servido a vuestras reales altezas y servirem o s hasta tanto que la vid a nos d u re .. . 1435

Argum ento que es usado por Cortés y sus seguidores una vez rebelados y habiéndose independizado del m andato de Velázquez: .. .estando el dicho Diego Velázquez con este enojo del poco oro que le habían llevado, teniendo deseo de haber m ás, acordó sin lo decir ni hacer saber a los padres gobernadores Jerón im os, de hacer una arm ada, y volver a en viar a buscar al dicho capitán Ju an de G rijalba su pariente. Y para lo hacer a m enos costa suya, habló con Fernando Cortés, vecino y alcalde de la ciudad de Santiago p or vuestras m ajestades, y díjole que arm aran am bos a dos hasta ocho o diez navios, p o rq u e a la sazón el dicho F ern an d o C o rtés te n ía m e jo r a p arejo que otra p e rso n a alguna de la dicha isla, por ten er entonces tres navios suyos propios y d ineros para p od er gastar, y porque era b ien quisto en la dicha isla. Y que con él se creía que qu erría ven ir m ucha m ás gente que con otro, como vino. Y visto por el dicho Fernando Cortés lo que Diego Velázquez le decía, m ovido con celo de servir a vuestras reales altezas, propuso de gastar todo cuanto ten ía en h acer aquella arm ada, casi las dos partes de ella a su costa, así en navios como en bastim entos, de m ás y allende de rep artir sus d ineros por las personas que habían de ir en la dicha arm ada, que tenían necesidad para se p roveer de cosas necesarias para el v ia je .. ,1436

E l segundo argum ento, el de que no hubiese poblado, fue el m ás cuestionado, y cada quien tenía su versió n de si debía o no haberlo hecho. Es evidente que el enviado para dar las noticias, Alvarado, hizo su trabajo a modo propio, viendo su conveniencia. Tal vez un resum en de lo dicho al respecto lo ofrece el tardío escrito de Torquem ada al r e ­ fe rirse al encargo que debía ten er Alvarado al salir con una em barcación cargada de oro como avanzada a Cuba: .. .se acordó que se diese razón de ello al gobernador Diego Velázquez, pues que su orden era de no poblar, para que si quisiese que se poblase, enviase socorro que tam bién lo deseaba el g e ­ neral de esta arm ada, no obstante todas la contradicciones dichas y m andam iento del go b er­ nador. Aunque Gom ara, m al inform ado de lo que en este viaje pasó, diga que G rijalva no tuvo voluntad de poblar, que aunque es verdad que la dice, no fue porque él no quería, sino porque atado a su com isión no quería exceder de lo que se le había ordenado. Y en com probación de esto, dice el obispo de Ghiapa don fray Bartolom é de las Casas de él, que le conversó m uchos años, y que era de tal condición que no h iciera (en cuanto a la obediencia y aún en cuanto a la hum ildad y a otras buenas propiedades) m al fraile; y que p or esto, si todos los del m undo se juntaran, no quebrantara p or su voluntad un punto de lo que por la instrucción se le m andaba, y que p or esta causa, p or m ás ruegos y razones im portunas que le h iciero n y representaron, los que deseaban se poblase no lo pudieron recabar1437 con él, alegando que se lo h abía prohibido el que le h abía enviado y que no tenía poder para más de descub rir y rescatar y que con cum plir lo que se le dio por instrucción haría pago y sa tisfa ría .. ,1438 1435 Cortés, op. c it., p. 10. 1436 ídem. 1437 Voz "recabar": "1. tr. Alcanzar, conseguir con instancias o súplicas lo que se desea.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=VMayaGy 1438 Torquemada, op. c i t , l. IV, cap. V.

LOS RU M O RES LLEGAN A L GO BERNADO R

No se m enciona explícitamente que Alvarado sea quien haya comenzado a hablar mal de la actuación de Grijalva, pero en cambio, alguien que escuchó las noticias de la embarcación,

Francisco Hernández de Córdoba,

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enviado tal vez por el capitán Grijalva, llegó antes para dar cuenta de los supuestos errores del capitán general de la expedición, quien habia co n tad o en ellos, m andando la nave con mucho del oro habido: " ... para dar nuevas de las cuales se adelantó Pedro de Alvarado, y llegó por tierra prim ero un Jo an de Cervantes, que habia visto ven ir la flota, el cual dio nueva a Diego Velázquez de la venida de la flota de G rijalva” .1439 La llegada de Alvarado no m ejoró los ánim os de Velázquez con respecto a Grijalva, ya que éste: ...c o n esta em bajad a envió a Pedro de A lvarad o, que d eb ía ser el capitán del m ism o navio que ten ía necesidad de ser adobado, el cual al cabo de ciertos días llegó a la isla, y dada cuenta de la riqueza que habían hallado, y dando quejas todos los que el navio habían ido de G rijalva, p orque p id ién d o selo todos, no quiso p ob lar n i d ejar p ob lar tan felice y rica tierra , m ovióse a ira contra G rijalva Diego Velázquez, porque no lo h abía hecho él m andado y dado p o r in s ­ tru cción que p o r nin gu n a m an era p oblase. Pero era Diego Velázquez de aquella cond ición , y te rrib le p ara los que le servía n y ayudaban, y fácilm en te se in d ign aba con tra aqu ellos de q uien le d ecían m al, p o r ser m ás crédulo de lo que d e b ía .. .144°

E n ese m ism o sentido, A ntonio de H errera aclara: .. .y en este punto llegó Pedro de A lvarado, con el oro y ro p a y relación de cuanto se había hecho y descubrim ien to con que recibió Diego Velázquez gran contento y se le levantó el ánim o para esp erar m ucho de la jornad a y la fam a vo ló , entendiéndose con gran m aravilla de las gentes y cuanto no h aber poblado hasta entonces Diego Velázquez, según dice el obispo de Ghiapa, que le trató m ucho y m uy fam iliarm ente como era hom bre de terrible condición para los que le servían y ayudaban y que fácilm ente se indignaba contra aquellos, de quienes le decían m al, porque era m ás crédulo de lo que d ebiera y Pedro de Alvarado había sido uno de los que tu ­ vieron parecer que se poblase con lo que acerca de esto inform ó a Diego Velázquez, dijo cosas con m ucha ira contra Ju an de G rijalva no acordándose de la instrucción que le había dado y que d ebiera tratar con m odestia al que era m odestísim o y le fue m uy obediente y determ inó de ap ercib ir otra arm ada, antes que llegase y nom brar otro capitán y al cabo después de haberlo m irado mucho dio en quien le causó am argura y triste vida y el m ism o obispo de Ghiapa cuanto a G rijalva con quien conversó m uchos años, dice que era de tal condición, de su natural, que no h iciera cuanto a la obediencia y aún cuanto a hum ildad y a otras buenas propiedades mal fraile [¿ ?] por esto, si todos los del mundo se juntaran no quebrantara por su voluntad un punto de lo que por la instrucción se le m andaba y que no p or esta [¿?] por m ás ruegos y razones im portunas que le h ic ie ro n y [¿?] los que deseaban que se poblase no lo pu dieron acabar con él, alegando que lo había prohibido el que le h abía nom brado y que no ten ía poder para m ás de descu b rir y rescatar y que al cum plir lo que se le dio por instrucción haría p ag o .. ,1441

UNA NUEVA ARMADA

E l entusiasm o por las noticias del oro y las riquezas de la nueva tierra m ovieron a la co dicia y el deseo de conquista del teniente de gobernador, quien vio una oportunidad de extender su poder y fortuna. Por otra parte, la negativa de G rijalva a contraponerse a las órdenes que llevaba fue m anipulada para crear un clim a de anim adversión en su con ­ tra, ya que el nuevo territorio quedaba vacio y en posibilidades de que otros españoles se adelantasen. Para ello, seguram ente pensó que era necesario actuar rápidam ente: .. .pesó mucho desto, como era razón, a Diego Velázquez, y m ás cuando supo que los m ás del ejército habían hecho, pues había llevado tantos y tan buenos caballeros, y la tierra que había descubierto era tan aparejada para ello, y así, antes que Pedro de A lvarado llegase, publicó luego que ten ía determ inación, com o lo hizo, de to rn ar con m ás pujanza a arm ar otra flota y gastar en ello toda su hacienda y la de sus am igos, por lo cual comenzó a tratar con A n d rés del Duero, que era muy su amigo y hom bre de m ucha cordura, a quién sería b ien encargar la jornada, para que con h on ra saliese con la em presa, porque, con el suceso había parecido, Francisco

1439 Fernández de Oviedo, op. c it., L XVII, cap. XV. 1440 Ibídem. 1441 Herrera, op. c i t , d. II, l. II I , cap. IX.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

H ernández de Córdoba, aunque valiente y anim oso, había sido desgraciado, y aunque q u isie ­ ra, por la poca gente que llevaba, no podía poblar, y G rijalva, aunque pudo, no se a tre v ió ...1443

UN DURO DESENLACE (PARA CASI TODOS)

Es evidente que desde un inicio Alvarado, Avila y M ontejo se sentían superiores a Grijalva y conspiraron contra muchas de las órdenes y la estrategia planteadas por el joven capitán general. En las palabras de Cervantes de Salazar se nota el trasfondo del asunto: cuando Alvarado no logra que Grijalva cree un asentam iento perm anente, mueve todo para re ­ gresar él en la em barcación cargada del oro y llegar antes a Velázquez para darle su versión de los hechos. Tal vez con lo que nunca contó es que la cadena de intereses era mucho más com plejay el teniente de gobernador de la isla tenía sus propias intenciones y socios: .. .en el entretanto que él c o n A n d rés de Duero tractaba este negocio, llegó Pedro de Alvarado y luego G rijalva, los cuales luego enviaron las m uestras de la tierra descubierta, que eran las hachas que decim os, cotaras, p lu m ajes, ropas de plum a y algodón y algunas joyas de oro y plata, las cuales m uestras, como p u sieron nuevo ánim o a Diego Velázquez para h acer nuevo gasto, así le acrecentaron el enojo contra G rijalva; y como el que entendía que en el esfuerzo y p ru d en cia del general con sistía el buen suceso del o que em p ren d ía, puso al p rin cip io lo ojos sobre dos o tres caballeros, que el uno se llam aba Vasco P o rcallo y el otro Diego B erm ú d ezy el otro Garci H olguín, de lo cual no poco se agravió Pedro de A lvarad o, porque dijo que no le h a ­ cían general no vo lvería a la jo rn ad a, aunque después, p o r m edio de A n d ré s de D uero, tornó a ella, p o r ser, como había visto, d igna de em plearse en ella cualquier hom bre de v a lo r ...1443

Finalm ente, la resolución de Velázquez es la que sabem os, la selección de Fernando, H ernando o H ernán Cortés, con las consecuencias que tendría tan arbitraria d esign a­ ción. Cervantes de Salazar prosigue su narración: ...l a e lecció n de uno de estos cab allero s se estorbó p o r las en vid ias y em u lacio n es que en tre ello s h abía y p orque D iego Velázquez se recataba de lo que sucedió con H ernan do C ortés, no se alzasen con la go b e rn a ció n de la tie rra , de la cual los reyes católicos, p o r sus cédulas no se le alzasen con la go b e rn a ció n de la tie rra , de la cual los reyes cató licos, p or sus cédulas y p ro v isio n es le h ab ían hecho A d elan tad o , dando lic e n c ía lo s fra ile s je ró n im o s p ara que arm ase y d escu b riese y de lo así poblado tu viese cierta p arte, com enzó a com prar n avios y a h acer otros m uchos gastos, en los cuales, com o d esp u és p areció en las cartas de pago, d icen que gastó con la ayuda de sus am igos, m ás de cien m il ducados. Y a que en el puerto h ab ía doce m uy bu en os navios y la m u n ic ió n 1444 y lo dem ás n ecesario p ara la n a v e ­ gación, tornó a p en sa r a q u ién e n co m en d aría tan im portante n egocio, que con fid elid ad , esfuerzo y seso lo acom etiese y sa liese con él; y com o en los n egocios de duda aprovech a m ucho un b u en te rce ro , A n d ré s de D uero, que era gran de am igo de H ernan do C ortés, y le fav o re cía y ayudaba cuanto pod ía, porq u e h abía conocido del que te n ía aquellas partes que era n n e c esa ria s p ara em p learle en tan bu en n egocio, d icen que de secreto dijo a Diego Velázquez que ninguno otro convenía que fuese p or general sino H ernando Cortés, porque los dem ás caballero s p arecían b u llicio so s y entre ellos h abía gran des com petencias sobre quién iría ; e que yendo alguno d ello s, se h ab ían de q u ed ar los dem ás, que no h ab ían de d eja r de h acer falta; y que yen d o, h ab ía de h ab er d ise n sió n y d esgracias, y que nin guno d ellos estaba tan obligado a serv irle com o H ern an do C ortés, p o r h aberle siem p re hon rado y puesto en 1442 Cervantes de Salazar, op. cit., L II, cap. XI. 1443 ídem. 1444 yoz "munición": "1 . loe. adj. Dicho de una cosa: Suministrada por el Estado a la tropa para su manutención y equipo, por contrata, a diferencia de lo que el soldado compra de su bolsillo.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=Q5iSDHm 1445 Cervantes de Salazar, op. cit., I. II, cap. XI.

cargos y h ab erle casado y hecho alcalde, y que en todo lo que se h ab ía ofrecid o , h ab ía m o s ­ trado ser b ie n bastan te p ara aquella jo rn a d a , y que p o r estas y otras razones que él sabía, no d eb ía a otro que a Cortés co n fia r la jo r n a d a ...1445

A ntonio de H errera inform a sobre los candidatos que fueron exam inados: ...P e n só en viar por general de ella a Baltazar Berm údez, tam b ién natural de Cuéllar, su tierra y le rogaba que lo aceptase, diciend o que lo hacía p o r h o n rarle, porque le q uería b ie n y le

Francisco Hernández de Córdoba,

trataba b ien . Baltazar Berm údez ten ía los p en sam ien to s altos y p arecía te n e r de sí d em a sia ­

DESDE LA PRIM ERA DÉCADA DEL SIGLO XV I, CUBA SE CONVIRTIÓ EN UNO DE LOS GRANDES

da confianza y p o r h ab er pedido con d icion es que desagrad aro n a Diego Velázquez se enojó

CENTROS DE EXPLORACIÓN Y DESCUBRIMIENTO. " IS L E DE CUBA PORT SAINT JAQ UECS", EN

y como era m uy lib re y sacudido,1446 echólo de sí con palabras d esm andad as1447 y d iscurrien do

H ISTO IRE DE LA CONQUESTE DU M EXIQU E, OU DE LA NOUVELLE ESPAGNE, PAR FERMAMD CORTEZ,

con las p erso n as a q u ien p o d ría encargar aquella arm ada, no se acababa de reso lver, porque

TRADUITE DE L'ESPAGNOL DE DOM ANTOINE DE S O ÍIS , PAR LM JTEU R DU TRIUMVIRAT, 1714.

tam b ién d iscu rría sobre A n ton io Velázquez B orrego y B ern ard in o Velázquez, sus p arien tes.

COL. JEO L.

E ra contador del rey en aquella isla A m ad o r de L ares B u rgalés, h om bre astutísim o y que no sabía le e r n i e sc rib ir, aunque con p ru d en cia y astucia su plía sus faltas y si b ien de pequeño cuerpo, h abía servido de m astresala1448 al gran capitán 1449 y gastado con él m uchos años en Italia y con este trabajó H ernan do Cortés de ten er gran am istad, que no era m uchos [¿?] m enos astuto que él y p o r esto creyeron m uchos que se h abían con federado en tanto grado que p artiría n la h acien d a que Cortés ad q u iriese, yendo en aquel v ia je .. . 1450

GRIJALVA EN EL JUICIO DE SUS CONTEMPORÁNEOS

La actuación de G rijalva fue motivo de apropiación por los diversos grupos de in tereses plasm ados en las intervenciones de varios de los cronistas. A sí, la Carta enviada por el Ayuntamiento de la Villa Rica, en 15 19 , si bien habla de G rijalva como u n precedente im portante para Cortés, no podía alabar al predecesor, ya que en ese m om ento Cortés tenía que ju stificar por qué cortó lazos con Velázquez. A lgunos otros se pronunciaron en este sentido y pocas voces trataron de ver al buen soldado que obedeció a toda costa las órdenes recibidas. Hasta el capellán Juan Díaz, quien hem os visto que no compartía las ideas de Grijalva, justo al final de su escrito deja u n testim onio favorable de lo que este capitán escribió al rey, aunque lleno de fantasía: .. .después del viaje referid o escribe el capitán de la arm ada al rey católico, que ha descubierto otra isla llam ada Ulúa, en la que han hallado gentes que andan vestidas de ropas de algodón;

1446 Voz "sacudido": "1. adj. Áspero, indócil, intratable.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=Wy58GtD 1447 Desobedientes. 1448 yoz "maestresala": "2. m. Criado principal que asistía a la mesa de un señor, presentaba y distribuía la comida y la probaba para garantizar que no contenía veneno.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=Ns0kC3G 1449 Gonzalo Fernández de Córdoba, uno de los miembros más destacados de los ejércitos hispánicos a fines del siglo xv e inicios del xvi. 1450 Herrera, op. c it., d. II, l. III , cap. IX.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

254

que tien en harta policía, habitan en casas de piedra, y tien en sus leyes y ordenanzas, y lugares públicos diputados a la adm in istración de ju s ­ ticia. A d oran una cruz de m árm ol, blanca y grande, que encim a tiene una corona de oro; y dicen que en ella m urió uno que es m as lúcido y resplandeciente que el sol. Es gente m uy ingeniosa, y se advierte su ingenio en algunos vasos de oro y en m uy prim as m antas de algodón con figuras tejidas, de pájaros y anim ales de varias suertes; cuyas cosas d iero n los h abitantes de la dicha isla al capitán, q u ien luego m andó buena parte de ellas al rey católico; y todos com únm ente las han tenido por obras de mucho ingenio. Y es de saberse que todos los indios de la dicha isla están circuncidados; p or donde se sospecha que cerca se encuentren m oros y ju díos, pues afirm ab an los dichos in d ios que allí cerca había gentes que usaban naves, vestidos y arm as como los esp añ o­ les; que una canoa iba en diez días adonde están, y que puede ser viaje de unas trescientas m illa s.. ,1451

Fernández de Oviedo, quien trabajó a favor de los derechos de Velázquez,1433 en el

f r a y B a r t o l o m é d e l a s c a s a s s e m a n t u v o en LA DEFENSA DE LAS POBLACIONES IN DÍG EN AS,

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Y CONQUISTADORES. GRABADO DE A . MARCHIN,

1854. c o l . j e o l .

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álgido del rpleito en la corte entre los rp artidarios de éste Jy de Cortés,’ hace O

un resum en doloroso en el que lam enta la falta de iniciativa de G rijalva y de cómo dejó pasar la suerte cuando tocaba a su puerta: ...d e je m o s esto aparte, y to rn em o s a n uestra p resen te m ateria, y a la ocu p ación destos c a ­ p itan es y esp añ o les de esta arm ada. Digo que cuando la ven tu ra lleg a a la p u erta del in feliz, llam a y aún p o rfía que la atien d an , y el que no es digno d ella, tapa los oíd os, y p o r su ig ­ n o ra n cia y d esd ich a n i la en tien d e ni la acoge, y p ásase de largo. A s í acaeció a este capitán }o h an de G rijalva, p o r no c re e r a nin guno de cuantos le aco n se ja ro n que asen tase y p oblase en aqu ella tie rra que es d ich a, y d esd e a llí en viase a p e d ir m ás gente a Diego Velázquez, y a h acerle sab er lo que está dich o; y tod os los esp añ o les se lo ro garo n y re q u ería n , y él y ellos fu ero n de bu en a ven tu ra; pero estaba guardada p ara otro, y p ara él la suya, que fue m ala, com o se d irá en su tiem p o, cuando se trate de las cosas de N icaragua, el la segunda parte d estas h is t o r ia s ...1453

O pinión que com parte Francisco López de Gomara: .. .si }uan de G rijalva supiera conocer aquella buena ventura y p robar allí, como los de su com ­ pañía le rogaban, fuera otro Cortés. Más no era para él tanto bien, ni llevaba com isión de poblar. Despachó desde aquel lugar para Diego Velázquez, a Pedro de Alvarado en una carabela con los enferm os y h eridos con m uchas de las cosas rescatadas, p or que no estuviese con pena, y él siguió la costa hacia el norte m uchas leguas sin salir a tie r r a .. ,1454

La voz discordante con la idea de la desobediencia como la salida que debió haber to­ mado Grijalva es la de Las Casas, que pasó algunos días con él escuchando su historia y expresando al final un serm ón en el que queda evidente que Velázquez acaba siendo cas­ 1451 Díaz, Itinerario de la armada del rey católico a la isla de Yucatán, en la India..., op. cit. 1452 Fernández de Oviedo declara en el l. XVII, cap. XVII: "...y como he dicho en el libro segundo desta primera parte, pues Su Majestad manda que me den relación verdadera todos sus gobernadores de las cosas destas Indias, esto tengo ya signado y por testimonio que me fue dado por el teniente Diego Velázquez, pasando yo por aquella isla Fernandina el año de mil quinientos veintitrés, y yo llevé este testimonio a España a su ruego para dar noticia deste descubrimiento suyo y otras cosas a la Cesárea Majestad..." 1453 Fernández de Oviedo, op. c it., I. XVII, cap. XV. 1454 López de Gomara, op. c i t , cap. XLIX. 1455 Las Casas, op. c it., t. IV, cap. CXIV.

tigado por el maltrato que dio a su capitán a causa de la desobediencia de Cortés: .. .finalm ente, indignado contra Grijalva, porque no había poblado contra su m andado, d eter­ m inó antes de que G rijalva vin iese, de hacer otra arm ada, y enviar otro capitán, y hubo al cabo de dar en quien no le obedeció tan fielm ente como G rijalva, que la hacienda y la honra, y que lo que desde allí vivió viviese am arga y triste vida, y al fin la perdiese, y el alm a sabe Dios por aquella cosa en qué paró. Y dejado aparte que había m uchas razones por las cuales Dios le castigase, por h aberse hecho rico de la sangre de aquellas gentes de la isla de Cuba, y de las m a­ tanzas que ayudó a hacer en esta Española, en especial la de la provin cia de Xaraguá, como en el capítulo 9 0 del libro II, pareció; pero parece que quiso nuestro Señ o r afligirle en pago de no agradecer a G rijalva la ob ediencia que le guardaba, cum pliendo estrecham ente su m andado, en no poblar, de donde el m ism o G rijalva, le fu era m uy m ejor, y así perm itió Dios que enviase a quien aún antes que partiese se la negó, como p a re c e rá .. ,1455

Francisco Hernández de Córdoba,

Tam bién Cervantes de Salazar se sum a al juicio respecto a cómo G rijalva dejó pasar la oportunidad de ser rico y fam oso:

255

PP. 256-257 S I BIEN G RIJALVA COMO EXPLORADOR RESPETUOSO NO DEJÓ UNA CONQUISTA, EL NOMBRE QUE DIO A LA T IE R R A , LA NUEVA ESPAÑA, PERDURÓ POR POCO MÁS DE TRES SIGLOS. "REYNO DE LA NUEVA ESPAÑA", EN

...lo que cerca desto algunos d icen es que, aunque topó con su b u e n aven tu ra, no la conoció, d eján d ola ir de entre las m anos p ara H ernando C ortés, de cuyos valeroso s h echos será lo

A TLAS PINTORESCO £ HISTÓRICO DE LOS ESTADOS UNIDOS MEXICANOS, DE ANTONIO GARCÍA CUBAS, DEBRAY SUCESORES, MÉXICO, 1885. COL. JEO L.

p rin cip a l desta h isto ria. E n esta jo rn ad a no sucedió cosa de contar sea, porque no veía G r i­ jalva la hora de lleg ar a Cuba, p ensand o que iba m uy rico y que h abía hecho m ucho en llevar tan buenas y tan ricas m uestras de la tie r r a .. .1456

Casi un siglo después, Torquem ada ofrece los m ism os argum entos: . ..s i b ie n c o n sid e ra m o s lo dich o en esta o c a sió n y lo h ech o p o r Ju a n de G rija lv a , v e r e ­ m os la que su ve n tu ra le h a b ía o fre c id o y p u esto en las m an os en este d e sc u b rim ie n to de un tan g ran d e m undo com o el de esta N u eva E sp a ñ a (que fu e el p rim e ro que le puso este n o m b re ); y h a b ié n d o lo co n o cid o hizo m al en n i p ro b a r v e n tu ra , p u es a lo s que se a trev en (d ijo el otro p o e ta ), ayuda la fo rtu n a . A lg u n o s de lo s que con él ib a n , vie n d o las riq u e z as que se ib a n d e sc u b rie n d o , le p e rsu a d ía n a que p o b la se n y se q u e d a se n en la tie r ra ; p ero él, q u erie n d o m ás la o b e d ie n c ia que el s a c r ific io , no se atrevió a p a sa r lo s l í ­ m ite s de la c o m isió n ; y d ijo , que no tr a ía lic e n c ia p ara ello (com o si en le y es de h o m b re s s a b io s no h u b ie se e p iq u e y a s1457 p ara las cosas d ific u lto sa s y grav es de c u m p lir; y aunque es ve rd a d que no h a n de s e r h ech a s cosas m alas aunque de e lla s re su lte n otras b u en as y que lo p o d ía p a re c e r s a lir de lo que p o r su c o m isió n se le m an d ab a, no es ésta a lo m en o s de las que p ro h íb e n estas p a la b ra s d ic h as; p o rq u e lo que no c o n tra d ice a la le y d iv in a , n i c o n tra v ien e a tr a sg re sió n de caso s e se n c ia le s del re in o , m uy b ie n se p u ed e g lo sa r y e x te n d e r su in te lig e n c ia , si la razón d icta que de cu m p lim ie n to de u n m an d am ien to se sigu e m ayo r daño que p ro v ec h o ; y que es m ás el b ie n que se p ie rd e que la p en a a que se o b lig a ). E n c o n c lu sió n d ecim o s que no e ra suya esta e m p re sa , p u es el cie lo no se la c o n c e d ió ...1458

EL FINAL DE UN CAPITÁN QUE SÓLO OBEDECIÓ ÓRDENES

La vida de Juan de Grijalva a partir de ese 15 18 debió de ser difícil. Si bien le corresp on ­ día una parte del oro rescatado, es seguro que fue poco, y el desprestigio que se extendió sobre su nom bre lo debe de haber convertido en un m arginado; finalm ente dejó Cuba para ir a La Española. Las Casas lo conoce y toma m uchos elem entos para su descrip ción con gran parte de lo que le dijo el explorador en ese m om ento: ...to d o esto me r e firió a m í el m ism o G rija lv a en la ciu d ad de Sancto D om ingo el año de 15 2 3 , v in ie n d o p erd id o y con h arta n e c esid a d , y p artid o de m í en aqu ella ciud ad , se fue p ara tie r ra firm e , donde go b ern ab a, o m e jo r d iré , d esg o b e rn a b a P e d rá ria s, al cual envió a la p ro v in c ia de N icaragu a, y estand o el valle de U llan ch e, sojuzgando y gu errean d o a los in d io s de aquel va lle , lo m ataron los m ism o s in d io s y a otros cierto s e sp a ñ o le s; donde pagó G rija lv a lo s m ales que a llí h a cía y el se rv ic io que d eb ía a lo s in d io s de Cuba, y si algunos hizo en aquel d esc u b rim ien to , puesto que sie m p re le con o cí p ara con los in d io s p iad o so y m o d e ra d o .. . 1459

Este fin de G rijalva coincide con el que reseñ a Fernández de Oviedo: ...a causa de lo cual, d esd eñ ado, se pasó a la T ie rra -F irm e a la p ro v in cia de N icaragua, d o n ­ de en una nueva p ob lació n que hizo el capitán B enito H urtado, que se llam a V illah erm osa, p o r m andato del go b ern ad or P ed rarias D ávila, estando descuidados los nuevos poblad ores, se a lz áro n lo s in d io s y m ataron al capitán H urtado, y así m ism o a este capitán Joh an de G r i­ jalva y otros cristian os com o se d irá en su lugar, en la segunda parte de la h isto ria, cuando se trate de aqu ella t ie r r a ...1460

1456 Cervantes de Salazar, op. c it., I. I I , cap. XI. 1457 Interpretación moderada y prudente de la ley, según las circunstancias de tiempo, lugar y persona. 1458 Torquemada, op. c it., I. IV, cap V. 1459 Las Casas, op. c i t , t. IV, cap. CXIV. 1460 Fernández de Oviedo, op. c i t , l. XVII, cap. XV.

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CAPÍTULO 2

FUENTES

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^ X tif ig in s áf A d iniraíid a H :.ftorm de repevíatt

W pn mrrrn Occideritáh india a Chriítophorol í Columbo Armo m ccecxcu [ Scripía ab Hieronymo íiezonc Medieiauenfe^ t|uiiífc! HttivirM.

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cinos que fueron de la dicha isla Fernandina. II. Item 's8s si saben, creen, viero n o oyeron decir que puede h aber cuatro m eses poco m ás o m enos que el dicho Cristóbal de Tapia llegó al puerto de la Villa de la Veracruz, y en e lla y en la ciudad de Cem pualhizo presen tació n de una p rovisión de sus M ajestades, de los gobernadores en su real nom bre, e n la cual se d e ­ claraba que fuese gobernador de las tierras e islas que

N O U V E L L E

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M orante e a Lope de Uchoa de Cayzedo, difuntos, v e ­

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Diego Velázquez había descubierto e descubriese a su costa o p or su industria. III. Item si saben, etcétera, que puede haber cinco años poco más o m enos tiem po que los dichos F ran ­ cisco H ernández de Córdova e Cristóbal M orante e Lope Uchoa de Cayzedo, se concertaron de arm ar a su costa para traer ind ios de ciertas islas que dicen los

.

Lucayos,1386 e de otras, y el dicho Francisco Hernández, partió de la dicha isla, por capitán, con dos carabelas e un bergantín e con tiem po contrario llegó e descubrió cierta tierra doscientas leguas la costa arriba de esta donde al presente estamos, la cuál el creyó que se lla ­ maba Yucatán aunque hasta agora no se ha tenido ni se a

P A R t S , QUAY DE CONTÍ.

[ ’Íicí M i í t i t i C i o t i u i n . a i i fioüc

du Pont ncuf, í l¿ Chjrcf, D C

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tiene noticia del tal nom bre, ni lo hay entre los indios; e luego como saltó entró como descubridor de ella, en nombre de su Majestad, tomó e aprehendió la posesión de la dicha tierra, en presencia de los que allí estaban. IV. Item si sab en , etcétera, que lo s n atu rales de aquella tie rra d esb arataro n al dicho F ran cisco H e r­ nández e a la gente que llevaba, e se vo lviero n a la d i­ cha isla Fernandina, y el dicho Diego Velásquez, como era teniente de gobernador en ella, contra la voluntad

Comenzó él poniéndole calzado de oro, botas, co­

del dicho F ran cisco H ernández e de otras p erso n as

raza y toda la arm adura de h ie rro o acero que suele

que h abían ido en su com pañía, procuró e dijo haber

ponerse cualquiera cuando se arm a de punta en b la n ­

él d escu bierto la dicha tierra , p rom etien d o al dicho

co para salir a pelar; todo eso se lo regaló el cacique a

Francisco H ernández que le daría indios e otras cosas

G rija lb a , de oro m aravillosam en te lab rad o. G rijalb a

porque consintiese en ello.

le correspondió con vestiduras de seda, de lana y lino, y con otras cosas de las nuestras.

V. Item si saben, etcétera, que porque al dicho Diego Velázquez se le concedieron m ercedes e otras liberta­

E n el comienzo de este Yucatán, cuando pasaban de

des y esenciones por su M ajestad y por los padres je ró ­

Cozumela, se encontraron con una lancha pescadora,

nim os que a la sazón residían en la isla Española, en su

en la cual habían nueve indígenas inerm es, pescando

nombre publicó que él había descubierto la dicha tierra,

con anzuelos de oro, y les cogieron a todos sin tem or.

e que de nuevo hacía arm ada para descubrir más.

A u n ó de ellos le conoció este cacique,1383 y prom etió

V I .Item si saben, etcétera, que los dichos padres je ­

a Grijalba enviarle al día siguiente tanto oro cuanto

rónim os, creyendo ser verdadera la relación del dicho

aquel hom bre pesara; él se negó a hacer la redención

Diego Velásquez, le dieron licencia para enviar una a r­

contra la voluntad de sus com pañeros; retuvo al h om ­

mada a ver la dicha tierra e bojarla solam ente, e de ella

bre aquel, y se marchó con ánim o de reconocer lo que

envió por capitán a un Juan de Grijalva.

había m ás allá.

V I I . Item si saben, etcétera, que viendo las personas que venían con el dicho Juan de Grijalva que la tierra era muy rica e aparejada para la poblar, le requirieron

Probanza sobre las causas que se dieron a la suplicación de las pro visiones del veedor Cr istóbal de Tapia. México, abril y mayo de 15331383

taciones, el cual no lo quiso hacer diciendo que no tenía

" ...P o r las preguntas siguien tes sean preguntados y

Diego Velázquez supo que el dicho Juan de Grijalva no

que la poblase, y sobre ello le hicieron muchas protes­ poder para ello. V III. Item si saben, etcétera, que com o el dicho

exam inados los testigos que p o r mí, el dicho F ran cis­

había hecho otra cosa, sino seguir la costa abajo, de la

co de Solís, son y serán presentados en el negocio de

tierra que el dicho Francisco Hernández había descu­

yuso1384 contenido.

b ierto, e no h abía rescatado oro n in guno, porque su

I.

Prim eram ente si conocen al señor capitán H er-motivo princip al era que se rescatase, lo cual el dicho

nando Cortés e Cristóbal de Tapia, veedor de las fun di­

Grijalva le había hecho saber con una carabela, el d i­

ciones de la isla Española, e a Diego Velásquez, teniente

cho Diego Velázquez se concertó con el dicho capitán

de gobernador que fue de la isla Fernandina, e si cono­

Hernando Cortés, para que viniese con cierta armada

cieron a Francisco Flernández de Górdova e a Cristóbal

en achaque de buscar al dicho Juan de Grijalva, e en e

289

Fuentes

PAGINA DEL PRIM ER CAPITULO DE

camino rescatase todo lo que fuese posible conforme a

LA OBRA DE ANTONIO SO LÍS, H ISTO IRE DE LA CONQUESTE DU M EXIQU E, OU DE

la justación1*87 que para ello se le dio.

LA NOUVELLE ESPAGNE, PAR FERNAND

Las preguntas continúan hasta un total de XV, pero

CORTEZ, TRADUITE DE L'ESPAGNOL DE DOM ANTOINE DE S O U S , PAR LAUTEUR DU

he decidido om itirlas porque profundizan en el tema

TRIUMVIRAT, DE 1714. COL. JE O L.

del p ap el de H ern án C ortés durante la C onquista, m aterial que supera los alcances de este trabajo. Para poder com parar en form a más expedita las versiones, he decidido cam biar la estructura del docum ento. En el original, cada testigo responde a todas las preguntas; para dar mayor agilidad a la lectura y poder com parar las respuestas, he decidido agrupar los testim onios en torno a cada una de las cuestiones planteadas.

H I S T O I R É DE i A CONQUISTE DU

MEXIQUE, O U

PRIMERAPREGUNTA

C HAl'í

conoce y conoció a todos los en la dicha pregunta co n ­ ha tenido, a los m ás de ellos, de diez años a esta p a r­

N O U V E L L E

ESPAGNL

Para respond er a la prim era pregunta, com pareció en prim er térm ino Ginés M artin,1388 quien declaró "...q u e tenidos, de vista e habla e conversación que con ellos

D E L A

O 'n

en f a t

T H E Pf t HMJ B E L .

v s i r lis

n c c ijfü i 4 t

J-f í f / i J í ! :t : p S i i j í i u n

t a , jjlí.fj ¿ i 't n d t a n t r

t ü v ifir

p d n it i

' ff¡ f.

( i'jf ir íf i-

u m p a ' f á i t t c v n n t if-

te, e a otros de cinco años a esta parte, excepto que no conoce al dicho Cristóbal de Tapia, V e e d o r...” ; r e s ­

iíS

puesta que es afirm ativa tam bién en todos los casos:

4 3 5 d irlT e in

quez de Tapia,1393 Juan R ico,1394 Cristóbal H ernández de A laniz,1393 Diego de Porras,1396 B ernardino López1397

de

g c r v c r a lc

Pedro P rieto,1389 Benito de B éjar,‘39° Diego de B aldenebro ,1391 A n d rés de M onjaraz,1393 B ernardino V áz­

T m 'O t o is c n R í g i a v c c p l j i f i r »

llc r r c n , C ohcU I ¡ c i

to L itin u c í lu d ir ?

1 H iflo ir *

C k r u !e n ra

l e í , c < i m p e l i r p ; r A n C o in é d o í c i n í c u a u n i o n t e n t o l í p'.;i i í d iffin ik r K

d i « C íe r n c re p r iíc *

j ' i i III s v í f b s t u c o u p ( l ' j p n i i c j i i a n í o a t c ;

Temí h

y Antonio de A lam in o s.1398

SEGÜNDAPREGUNTA Con respecto a la segunda pregunta, M artín , d e c la ­ ra. ". ..q u e la no sabe; p ero que ha oído d ec ir lo en la dicha pregunta contenido a m uchas personas en esta

naturales de la dicha tierra, pero que este testigo no

ciudad, cuyos n o m b res no se acuerda, pero que fue

sabe si se llam aba ni llam a agora ansí; e ansí lleg a­

notorio lo en la dicha pregunta contenido haber p asa­

dos a la dicha costa, el dicho Francisco Hernández, en

do a n s í... ” , conclusión a la que llegan Prieto, de Béjar,

presencia de ellos que con él saltaron en tierra, como

Rico, H ernández de A laniz, Porras, López y A lam inos;

descubridor de la dicha tierra, tomó en nombre de sus

en tanto, de Baldenebro, de M onjaraz y Vázquez de

M ajestades la posesión de la dicha tierra, por él y por

Tapia fu eron testigos presen ciales del hecho en Zem -

su M ajestad e no por otra persona, e ansí se lo oyó decir

pual (Cem poala).

este testigo al dicho Francisco Hernández, a la sazón, e

TERCERAPREGUNTA

tomado la dicha posesión el dicho Francisco H ernán ­

Esta pregunta tiene algunos sesgos interesantes ya que

dez, de la dicha tierra, como dicho h a .. . ”

a M orales, que era escribano, e dijo que ante él había

en el fondo se quiere hacer que los declarantes con­

El siguiente d eclarante, Pedro Prieto, ratifica lo

firm en que la expedición de H ernández de Córdova se

an terior y establece que " ...e yendo a los dichos L u ­

dirigía a las Lucayas y que llegó a Yucatán por acciden­

cayos con tiem po contrario que les hizo, vin ie ro n e

te, y que la p osesión de la tierra se hace en nom bre de

aportaron a la tierra que dicen es Y ucatán... porque

los reyes, sin m encionar al gran contrincante de Cor­

este testigo n i los otros que v in ie ro n en la dicha a r ­

tés, Diego Velásquez, quien en el fondo era el que había

m ada, no sa b ía n n i sab en cóm o se llam aba la dicha

enviado a Cristóbal de Tapia para reclam ar la posesión

tierra, m ás de cuando un indio que el dicho Francisco

de la Nueva España y que quedase bajo la influencia de

H ernández traía, dijo que se decía Yucatán; e cuando

Cuba. En ese sentido, M artín declara: "...q u e la sabe

el dicho Francisco Hernández e otros, e este testigo con

como en ella se contiene porque este testigo se halló

ellos, saltaron a la dicha tie r ra ... dijo que él como d es­

a la sazón en los contenidos en la dicha pregunta, a r­

cubridor de ella y en nom bre del rey e reina, nuestros

m aron los dichos dos navios e un bergantín en la isla

señ o re s, tom aba la p o se sió n de la d ich a tie rra , e lo

de Cuba, que puede h a b erlo s dichos cinco años, e este

pidió por testim onio, y sobre ello hizo las diligencias

testigo vino en la dicha armada, por m aestre1399 de un

necesarias e hizo pon er allí una cruz, a lo cual todo este

navio de ellos, e cuando vinieron e arm aron no fue sino

testigo se halló p re se n te.. . ” .

para la isla de los Lucayos, e no para otra parte alguna,

Lo anterior es ratificado tam bién por Benito de B é­

e el dicho Francisco Hernández venía por capitán de

jar quien afirm a que la posesión de Yucatán fue en nom ­

los dichos navios, do iban, e aportaron en la costa que

bre de los reyes "...e no de otra p erso n a.. . ” . A ndrés de

dicen que es de Yucatán, e unos indios que llevaba el

M onjaraz m antiene el d iscu rso, aunque añade algu ­

dicho Francisco Hernández en la dicha armada decían

n os m atices, com o: ". ..que al tiem po que este testigo

que aquella tie rra se d ecía Yucatán, e que ello s eran

vino ala isla de Cuba, que se dice Fernandina, que puede

1587 No es claro el significado de la palabra, probablemente justificación. 1588 Vecino de Tenuxtitan, Tenochtitlán, de 35 años de edad. 1589 Ved no de la misma ciudad, de 25 años. 1590 Conciudadano de los anteriores, de 30 años. 1591 Vedno y regidor de la misma ciudad, de 40 años. 1592 Alcalde y vedno de la villa de Medellín, de 30 años. 1593 Factor (Ofidal real que en las Indias recaudaba las rentas y rendía los tributos en espede pertenedentes a la Corona) en la Nueva España, de 28 o 29 años. 1594 En las primeras declaradones aparece como Juan Río, estante (ganadero) en la Nueva España, de 25 años. 1595 En las primeras declaradones Alanís, estante en la Nueva España, de 27 años. 1596 Vedno de la ciudad de Tenuxtitlan, de 30 años. 1597 Vedno de la misma ciudad, de 34 años. 1598 Piloto y estante en la Nueva España, de 47 años. 1599 Hombre a quien después del capitán correspondía, antiguamente, el gobierno económico de las naves mercantes.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

29°

haber cinco años, a la sazón había venido a la dicha isla

susodicho el dicho Diego Velásquez, porque ellos lo

el dicho Francisco Hernández de Górdova, con ciertos

habían descubierto e sabían que el dicho Diego Veláz­

navios de una armada en que había ido por capitán para

quez no había fecho la dicha armada, sino los conte­

las islas de los Lucayos, la cual arm ada dizque era del

nidos en la tercera pregunta antes de esta, porque al

dicho F ran cisco H ernán dez de Górdova, e de Lope

dicho Francisco Hernández no se le oyó decir a la sazón,

Uchoa e de Cristóbal Morante, e a la sazón que allí llegó,

porque no estaba allí donde el dicho Diego Velázquez

este testigo oyó decir a uno que se dice Sant }uan e a

lo decía, porque oyó decir a Antonio de A lam inos, que

otras personas que habían ido en la dicha armada, que

vino por piloto de la dicha armada, que el dicho F ran ­

yendo a las islas de los Lucayos, con tiem po,1000 aporta­

cisco H ernán dez d ecía e ten ía voluntad de e n v ia r a

ron en una tierra que dizque se decía Yucatán... apor­

España a hacer relación a su A te z a cómo él había d es­

que a este testigo, aunque ha tres años ao más que está

cubierto la dicha tierra de Yucatán, y por ello le diese

en estas partes, nunca oyó decir a los indios naturales

m ercedes y que lo dejaba de hacer por no tener para

de estas partes que hay tierra que se dice Yucatán.

ello dineros; y que oyó decir a muchas personas en la

La m ism a respuesta es m antenida con otras pala­

isla de Cuba de cuyos no m bres no se acuerda que el

bras por Vázquez de Tapia y Rico; en cambio, H ern án­

dicho Diego Velázquez había dado un pueblo de indios

dez de A laniz aumenta que los indios que d ieron el

al dicho Francisco Hernández porque dijese y otorgase

nom bre de Yucatán no ve n ía n desde Cuba sino que:

que él le había enviado a descubrir la dicha tierra de

"...p o rq u e ansí lo d ijero n dos in d io s que traía en la

Yucatán e que era suya la arm ada y por cosa cierta era y

d ich a arm ada, que to m aro n en la punta de P o to n ­

es tenido en la dicha isla de Cuba haber pasado así e lo

chán1601. . . ” . Porras añade una fecha: " ...e allí saltó en

contenido en la dicha p regu n ta.. . ”

tie rra el dicho F ran cisco H ernández de Górdova con

A lo anterior, Pedro Prieto, el segundo testigo en

otros muchos cristianos que con él iban, prim ero día del

com parecer añade un dato sobre el número de víctimas

marzo del m il e quinientos e diez e siete años.

españolas de la resistencia en Champotón: " ...e m u­

E n cambio, Alam inos, el piloto, aunque mantiene

rieron allí veinte e cinco españoles; y ansí desbarata­

la estructura de las declaraciones anteriores añade otro

dos se volvió el dicho Francisco H ernández a la dicha

matiz sobre el rumbo de la expedición al declarar que:

isla de C u b a ...” , afirm aciones que son ratificadas por

" ... después de fecha la dicha armada, dijeron los dichos

Benito de Béjar. El cuarto en presentarse a declarar,

Francisco Hernández de Górdova e sus com pañeros a

Diego de Baldenebro se am plía en los datos sobre la

este testigo, que pues era piloto y había ido a descubrir

supuesta confabulación de Velázquez en contra del d es­

otras veces, que viniese con la dicha armada en busca de

cubrimiento de Hernández, dando nom bres de testigos

tierra nueva, e ansí lo hizo e aportaron en la parte que se

que presenciaron o escucharon el soborno dado a H er­

dice Y u c a t á n .F i n a l m e n t e , Baldenebro y López d e­

nández: un repartim iento de indios en Cuba a cambio

clararon no tener conocimiento del tema de la pregunta.

de su silencio, afirm ación que es ratificada o ampliada p or los dem ás interrogados.

CUARTA PREGUNTA

1600 Temporal. 1601 Es evidente el error de lugares: Potonchán es el actual Champotón, mientras que el lugar donde se aproxima la expedidón por primera vez a la península y donde capturan a los pescadores es Catoche.

Para hacer evidente que Velázquez había tratado de

QUINTA PREGUNTA

apropiarse de los m éritos de la prim era expedición,

Esta pregunta iba encam inada a cuestionar la auto­

Cortés y sus abogados prepararon esta pregunta h a­

ridad de Diego Velázquez como prom otor de la co n ­

ciendo evidentes dos cosas: que Hernández "había sido

quista de Yucatán y por consecuencia de M éxico. En el

desbaratado p or los naturales” y que cuando llegaron

fondo, lo que Cortés trataba de descalificar es el poder

las noticias de la nueva tierra con oro, el teniente de

extendido por los padres jeró n im os, representantes

gobernador de la isla Fernandina, Cuba, en contra de la

de la Corona en las islas y el poder extendido al t e ­

voluntad de su verdadero descubridor, "procuró e dijo

niente de gobernador de Cuba para las expediciones

h aber él descubierto la dicha tierra ” .

como la del m ism o Cortés.

A respecto, el prim ero en responder Ginés Martín,

Algunos de los testigos como M artín, Prieto, de B é ­

dijo "que es verdad que en el dicho que el dicho F ran ­

jar, Hernández de A a n iz , López, A lam inos y de M oja-

cisco H ernández e este testigo e los otros que con él

raz dan una respuesta favorable a los intereses de C or­

vin ieron e saltaron en la dicha tierra, pelearon con los

tés, pero muy vaga, al decir que así lo habían escuchado

indios naturales de ella, e los dichos indios los desba­

en Cuba, pero sin sertestigos presenciales, e n la tónica

rataron e se volvieron a la dicha isla de Cuba, do había

del último, que afirmaba: "...q u e este testigo oyó decir

venido, porque este testigo, como dicho ha, se halló

muchas veces al dicho Diego Velázquez, en la dicha isla

en la dicha arm ada e saltó en la dicha tierra, y el dicho

de Cuba, que él había descubierto la dicha tierra de Y u ­

Francisco Hernández, y se halló en el dicho d esbara­

catán, y que quería tornar a hacer otra arm ada para la

to; e que es verdad que a la sazón, cuando partieron de

dicha tierra de Yucatán e para descubrir otras, pero que

Cuba e cuando vo lviero n en la dicha arm ada, era te ­

no sabe para qué efecto porque es de creer que es para

niente de gobernador en ella el dicho Diego Velásquez,

lo contenido en la dicha pregunta...” Baldenebro, Rico

y es verdad que este testigo a la sazón oyó decir al dicho

y de Porras, prefirieron decir que no tenían conoci­

Diego Velázquez que decía que por él e en su nombre

miento deltem a, m ientras que Vázquez de Tapia amplia

había ido el dicho Francisco H ernández a descubrir, e

que "...d ic e lo que dicho ha, e que es verdad que envió

que había descubierto la dicha tierra de Yucatán, e ansí

a hacer relación de ello a los padres jerónim os, que e s ­

lo decía francam ente el dicho Diego Velásquez, porque

taban e n la isla Española, cómo se había descubierto la

es verdad que a este testigo e a los otros que habían

dicha tierra de Yucatán, e que le diesen licencia para

venido en la dicha arm ada les pesaba porque decía lo

hacer otra armada para hacer bojar la tierra.

Fuentes

291

SEXTA PREGUNTA

capitán de ella el dicho Juan de Grijalva, en la cual vino

Esta cuestión, hábilm ente planteada iba encam inada a

este testigo por piloto.

m ostrar que los padres jerónim os, al creer ser verd a­ dera la relación de Diego Velázquez, le dieron licencia

SÉPTIMA PREGUNTA

para enviar una arm ada a ver la dicha tierra y bojarla,

El siguiente tem a que los seguidores de Cortés querían

explorarla, solam ente. Cortés y sus abogados paulati­

rebatir contra la llegada del enviado de Velázquez, C ris­

nam ente querían llevar la discusión al lím ite del p e r­

tóbal de Tapia como gobernador y juez pesquisidor a

m iso exten d id o p o r las au to rid ad es, p rim eram en te

la Nueva España, lo que hubiera significado el cambio

porque Velázquez lo consiguió con argum entos falsos

de la estructura de poder de Cuba sobre los "legítim os”

y al ser únicam ente para recorrer la costa.

conquistadores, era evidenciar que las instrucciones de

La respuesta del p rim er testigo, M artín, es elocuen­

Alvarado fueron muy claras en el sentido de que no p o­

te en ese sentido al decir : " ... que este testigo, estando

día poblar y que pese a que se lo pidió su gente, el se negó

en la dicha isla de Cuba al tiem po que el dicho Juan de

debido a que sabía que no tenía autoridad para ello.

Grij alva partió con la armada del dicho Diego Velázquez

El p rim er testigo, M artín, claramente declaró que

que es para ven ir a Yucatán, pero que a la sazón se decía

él había perm anecido en Cuba durante la expedición de

que no traía licencia de los padres jerónim os, sino para

Grijalva, pero que la pregunta era cierta: " .. .porque oyó

b o ja rla dicha isla e descub rirlo que pudiese, e rescatar

decir al tiem po que volvió el dicho Grijalva a la dicha

con los indios, e no para otra cosa, e aún el dicho G ri­

isla de Cuba a los que con él h abían venido en la d i­

jalva se lo dijo a la sazón que partió con la dicha arm ada

cha armada, que le habían requerido que poblase la

a este testigo ansí, y que la dicha licencia habían dado

dicha tie rra do h abía ven id o , e que el dicho Ju a n de

los dicho padres jerónim os al dicho Diego Velázquez

Grijalva no había querido, diciendo que no traía licen ­

para la dicha armada, e causa se había descubierto la

cia para poblar, sino para lo dicho de suso, que es para

dicha isla de Yucatán, e ansí se lo había enviado a hacer

b o jar e rescatar en la dicha t ie r r a .. . ” ; en tanto, varios

saber el dicho Diego Velázquez, a la isla de Santo D o­

testigos m ás se sum aron a una declaración sim ilar,

m ingo, a los dichos padres jerónim os, adonde estaban

como de B éjar, de B ald en eb ro (quien incluso cita los

a la sazón por gobernadores de estas partes.

nom bres de dos expedicionarios que le dijeron d irec­

Argum ento que es remachado por Prieto, el segun­

tam ente esa in form ación , como Pedro Barba, A lonso

do al decir: "...q u e este testigo vio como el dicho Juan

Dávila y otros m ás, de los cuales om ite el detalle); de

de Grijalva vino con cierta arm ada del dicho Diego Ve -

M onjaraz (citando los no m b res de C ristóbal M artín

lásquez, a estas partes, y decían los que en la dicha

de Gamboa, Fernando Ulea, "...u n o que se decía Za­

armada venían que los padres jerónim os habían dado

rago za...” y Francisco de Lugo, todos ellos participan­

licencia al dicho Diego Velázquez para enviar la dicha

tes del viaje de Grijalva), Hernández de Alaniz

arm ada solam ente a b o jar e a rescatar en la tierra de

Utros testigos, como Prieto, Rico y de Porras d i­

Yucatán, que decía el dicho Velázquez haber descubierto

je ro n no sab er al respecto, y algunos m ás, com o V áz­

e no para otra cosa alguna; y que cree este testigo que

quez de Tapia, López y A lam in os p articiparo n d ire c ­

la dicha licen cia le d iero n al dicho Diego Velázquez

tam ente en el p eriplo de G rijalva y daban testim onio

por haber él fecho relación que había él hecho descu­

del sentido de la pregunta, al in sistir que habían s o li­

b rir la dicha tierra de Yucatán.. . ” . Tónica que es m an­

citado reiteradam ente a G rijalva que poblase la tierra

tenida por el tercero, de Béjar, que había participado

y éste se había negado debido a que no traía perm iso

en la expedición de Grijalva como testigo presencial.

para hacerlo.

Utros testigos, como de Baldenebro y López, a fir­ m an que lo escucharon del propio Velázquez o de G ri­

OCTAVA PREGUNTA

jalva, m ie n tra s que otros m ás, com o de M onjaraz,

A l p arecer, éste es uno de los aspectos m ás d esco n o ­

Hernández de Alaniz y Diego de Porras afirm aban sin

cidos y c o m p lejo s de ese m om en to. P or la p regun ta

citar testim onios que: "...p o rq u e se decía ansí p ú b li­

se in fiere que lo que están tratando de d em ostrar es

camente e n la dicha is la ... y por cosa notoria y cierta lo

que Velázquez envió a G rijalva a conseguir oro por

sabe este te stig o ...” ; uno m ás, entre los participantes

m edios d iversos, entre ellos el trueque (rescatar) y

e n la expedición de Grijalva, como Vázquez de Tapia, en

según la in form ació n que llevó una carabela que el

form a contundente afirm ó el planteam iento de la pre -

p rop io explorador envió de regreso a Cuba, no había

guntay finalmente, otro, como Rico, dijo honestamente

encontrado mucho del m etal precioso, lo que im pulsó

no saber del tema.

a Velázquez a arm ar otra exped ición con Cortés para

Quizá el testim onio m ás elocuente en esta pregunta sea el de Antonio Alam inos, el piloto de Hernández y

que éste alcanzase a Grijalva y al tiem po rescatase todo el oro p osible.

Grijalva, quien afirm ó: "...q u e este testigo vio la dicha

Este planteam iento es afirm ado por M artín quien

licencia que el dicho Diego Velázquez hobo, de los d i­

dice así lo oyó en Cuba de m uchas personas y que era

chos padres jerónim os, que a la sazón tenían la gober­

notorio. Prieto, en cam bio, participó en la arm ada de

nación de estas partes, e n la cual le decían que le daban

Cortés y su testim onio va en el sentido de que así se

licencia para h acerlo contenido e n la dicha pregunta, e

decía entre los que pasaron a estas partes con Cortés.

no para más, porque este testigo la leyó algunas veces,

Benito de Béjar es mucho m ás explícito y establece:

la cual le dieron por la relación que en ella decía h aber­

". ..q u e es verdad y sabe que el dicho Ju a n de G rija l­

les fecho, que decía que había él fecho descubrir e a su

va envió a decir con una carabela antes que volviese a la

costa la dicha tierra de Yucatán, a cuya causa el dicho

isla de Cuba con el armada, cómo él había venido a esta

Diego Velázquez envió una armada, de la cual vino por

tierra, y que se volvía, e que las personas que ansí envió

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

292

1602 Es importante que usan la palabra concertar, ponerse de acuerdo, para establecer de forma implícita que no había subordinación de Cortés. 1603 yoz "achaque". "3. m. Excusa o pretexto.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=0Q0V7N0

1604 EnJ-re LqS

1605 Voz "color": "11. m. p. us. Pretexto, motivo o razón aparente para hacer algo.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=9qYXXhD 1606 Facsímil publicado por primera vez en 1875, por el librero y editor Federico Müller, con un tiro de den ejemplares y del cual se conoce sólo uno conservado en la Biblioteca Nadonal de Berlín. El facsímil aparedó en los apéndices de la Relación de las Cosas de Yucatán, de Fray Diego de Landa, Editorial Pedro Robredo, México, 1938. Se reeditó por el Instituto de Investigadones Estéticas, unam , con motivo del Día de la Raza, el 12 de octubre de 1940. 1607 Probablemente se trata de Isla Mujeres. 1608 Seguramente se refieren a cabo Catoche, el cual pudo ser confundido con una isla. 1609 Podría tratarse de Conil. 1610 La descripción salta el contacto con Campeche y Champotón. 1611 Por esta descripdón podemos entender que se habla de la expedidón de Cortés, esta armada no tocó los puertos antes mendonados y su primera parada fue en la costa tabasqueña. Además, se habla del rio Grijalva como si ya llevase ese nombre, que le fue dado por la expedidón anterior. 1612 Es evidente la confusión entre los sistemas de organizadón indígena y europea. 1613 El cacao. 1614 Se confunde el vino con la bebida más apredada de Mesoamérica: el chocolate. 1615 Nuevamente, al no tener términos de referenda para el maíz, los viajeros recurren al mijo.

al dicho Diego Velázquez dijeron al dicho Diego Veláz­

m ism a re g ió n , e n v ía n p o r las d ich as dos m u je re s

quez que el dicho Juan de Grijalva no había rescatado en

viejas, a h n de que les digan si tendrán victoria o uno.

la dicha tierra todo lo que pudiera, de lo cual a el dicho

D ichas m ujeres son gran des brujas y conjuran al d ia ­

Diego Velázquez le pesó, a cuya causa se concertó*603 con

blo. Entonces viene hacia ellas y habla con ellas p e r­

Hernando Cortés, capitán General, e h icieron una a r­

sonalm ente, en figura de diablo. Lo que dicen ellas a

mada de ciertos navios, con achaque1003 que dijese que

los que han enviado por ellas.

venía a buscar al dicho Juan de Grijalva, e que viniese a

Item : Cerca de dicha isla encontraron otra isla

esta tierra e rescatase todo lo que pudiese, conform e

grandel6oS y e n ella una gran ciudad habitada por mucha

a la capitulación e instrucción que traía del dicho Diego

gente.1609 En la isla hay mucha cera y m iel. Y a dos leguas

Velázquez, a la cual dijo que se refería este testigo.. .

de esta isla encontraron un país grande y en él una gran

La m olestia de Velázquez por el poco éxito de G ri­

ciudad,1010 situada a la orilla de un gran río llamado G ri-

jalva en m ateria de rescate de oro es evidente, así como

golffa (Grijalva).1011 Los de esta ciudad hicieron a los e s ­

la artim aña de lanzar la expedición de Cortés con el

pañoles un gran regalo, especialm ente de oro, de vesti­

pretexto de alcanzar a Grijalva, con la m ism a licencia

dos de algodón, y cobijas de algodón de muchas clases,

de este últim o, m ientras el teniente de gobernador de

hechas de plumas de loro. En el país hallan mucho oro.

Cuba hacía los trám ites necesarios con las autoridades

Las casas están techadas con paja, y por lo demás están

de La Española.

hechas de piedra. En la ciudad tienen una casa de ca­

Baldenebro es muy claro al respecto: "...q u e el d i­

bildo1013 y m antienen buena justicia entre ellos. Tienen

cho Diego Velázquez dijo a este testigo cómo él estaba

en la ciudad una plaza donde com pran y venden. La

esperando al dicho Juan de Grijalva, e que creía que le

moneda que usan es una fruta como las alm endras.1013

había de traer mucho oro con la dicha armada, que le

Y de la m ism a fruta hacen el vino1014 que beben. Tienen

había enviado; e que después, que había sabido cómo

peso y medida, por lo cual venden y compran. Su pan

el dicho Grijalva se venía e no e traía oro ni lo había

está hecho de m ijo.1013 No tienen otra carne que aves y

rescatado donde le había enviado, el dicho Diego V e­

pescados. Las iglesias y tem plos en los que tienen sus

lázquez dijo a este testigo que estaba muy quejoso del

ídolos, están construidos fuertes como castillos.

dicho Juan de Grijalva, e que por esta causa se había

Desde ese país navegaron a otro llamado Kochoqual-

él concertado con el capitán Hernando Cortés que h i­

quo (Goatzacoalco). A llí encontraron un río sobrem a­

ciesen una arm ada entream bos a dosl6°4 de ciertos n a­

nera grande en el que hallan mucho oro. La fuente de

vios, e que so color1603 de ven ir a buscar al dicho Juan

dicho ríodista 80 leguas del m ar y vrota en dos lugares.

de Grijalva, venía a esta tierra e rescataría todo lo que

Entre dichos dos lugares está una ciudad sobrem anera

pudiese, e que entretanto él, procuraría la licencia con

grande, la m ás rica en oro que hay en aquellos países.

su Alteza o con los padres jerónim os lo que le convi­

Negocian en dicha ciudad como com erciantes, tienen

niese sobre la dicha armada.

libros de contabilidad. Y los libros que tienen son h e ­

A n d rés de M onjaraz va todavía m ás al detalle al

chos de cortezas de árboles. Hay entre ellos orfebres

p rop orcion ar quién era el enviado pro G rijalva para

y pin to res. Toda su pintura son figuras de diablos. Y

in fo rm ar a Velázquez, se trataba n i m ás n i m enos del

tien en árboles que dan frutas rojas, justam ente como

polém ico Pedro de A lvarado, quien luego ten d ría un

fresas, las cuales tienen un sabor como clavos.

papel lleno de sangre en la conquista de d iversas r e ­

Item : De esos países navegaron en dicho río llam a­

giones y el testigo añade que en la nueva expedición :

do Kochoquaquo (Coatzacolaco) 3^ leguas. Allá encon­

". ..viniese por capitán el dicho Cortés, e fecha, so color

traron dos isleatas y encada isla un tem plo de los ídolos

que venía a buscar al dicho Ju an de G rijalva, se v in ie ­

y en el centro de cada tem plo hay una m esa redonda, y

se él a la dicha tierra de Yucatán e rescatase todo el oro

en la m esa una gran piedra, de m ármol. En esta mesa

e cosas que pudiese conform e a una in stru cción que

sacrifican a los niños en gran número. Guando un rey

entre ellos puso, la cual ha visto este testigo, a la cual

quiere guerrear con otro, reúne, ocho días antes, m u­

se r e fie r e ...” .

chos de su gente y empieza a bailar y cantar con ellos.

Las declaraciones se suceden con mucho parecido,

E n ese canto llam an al diablo que n o m bran Zuniy. Y

como las de Vázquez de Tapia, López y A lam inos; dicen

cuando h an bailado y cantado m ucho tiem p o, se les

desconocer el tema, como lo m anifiesta Rico; o reseñan

aparece el Zuniy o diablo en la figura de uno que murió

que así lo escucharon en Cuba, tal como relatan H er­

poco antes. Pregúntanle si van a ganar o p erder la b a ­

nández de Alaniz o de Porras.

talla. Contesta el al rey, diciendo que coja a los niños de fulano y zutano. Entonces el rey coge 12 a 18 niños, como se le antoja, y les hace conducir a dicha isla. Allá

Nueva noticia del país que los españoles encontraron en el año de 1521 llamado Yucatán,1606

hacen bailar a los niños alrederor de los ídolos que están

edición facsimilar de un impreso publicado entre

uno después de otro, y los ponen sobre dicha piedra

^

y

^

3

en el templo. Después los sacerdotes cogen a los niños, que está en la m esa redonda, y les cortan manos y pies, los cuales guardan para com érselos. Luego abren el

"Item : Los españoles salieron de Suuullia (Sevilla) y

cuerpo cortando, sacan la sangre y untan con ella al

llegaron a la isla de Cuba. Desde la isla de Cuba n ave­

ídolo. Después arrojan el cuerpo por las gradas. Lo to ­

garon 52 leguas y encontraron una isletal6°7 y en con ­

m an los que están presentes, para com érselos. Hecho

traron en ella no m ás que dos m ujeres viejas, las que

esto, se les parece el diablo otra vez y les dice que te n ­

dicen son religiosas. Y cuando qu ieren guerrear, uno

drán la victoria. Y en el caso que no tengan la victoria,

con otro, los señ o re s de los p aíses que están en la

cogen el doble núm ero de niños que han cogido antes y

Fuentes

LAS M UJERES Y LOS HOMBRES CARIBES

les hacen como han hecho a los prim eros. Por lo regular

ACOSTUMBRABAN POCA ROPA.

tien en muchas guerras entre ellos, por lo cual se sacri­

PARA LA MENTALIDAD EUROPEA EL

fican muchos niños en el año.

DE DESARROLLO CULTURAL. GRABADO

USO DE LA VESTIMENTA FUE UN INDICADOR FRANCÉS DEL SIGLO X V I I I . COL. JEO L.

Item. No le jo s de dicha isla está u n p aís llam ado Samptua (Zempoala) y la capital se llama igualemtne Samptua. El rey de esta ciudad guerrea con el rey de la llamada Gran Venecia. Por esta razón hizo gran amistad ocn los castellanos para que le ayudasen en contra de Mathotzoma (Moctezuma) que es señ or de Gran Venecia y el rey más poderoso que hay en estas tierras. El rey de Samptua regaló al capitán un sol, hecho de oro, grande como la rueda de un carro y grueso como un puño, y una luna de plata, tam bién tan grande y gruesa como el sol, además muchos vasos de oro, un cangrejo de oro, brazales, cascos, rodajas, todo de oro y muchas cobijas hechas de algodóny varios vestidos curiosa­ mente hechos. Los hom bres de dicho país se hacen un agujero en el labio inferior, estando jóvenes y entre el labio y los dientes, a través del propio agujero, m eten dos pedazos de oro, los que les levantan los labios hacia arriba, de m anera que los queden los labios muy grue­ sos, lo cual tien en por cosa h e rm o sa ...” .

Historia General de las Indias, de Gonzalo Fernández de Oviedo, publicada en el libro XVII, de la Historia general de las Indias, Sevilla, en 1 535' y posteriormente en Madrid, en 18 531616

envió a esta isla y ciudad de Santo Domingo, y con ellos porju sticia mayor al licenciado Alonso Cuago, com oen otras partes queda dicho; y con su acuerdo y por las

LIBRO XVII CAPÍTULO III DE LA CONQUISTA Y PACIFICACIÓN DE LA ISLA DE CUBA 0 FERNANDINA, Y DE LOS GOBERNADORES QUE HA HABIDO EN ELLA, Y DEL DESCUBRIMIENTO PRIMERO DE YUCATÁN, DE DONDE PROCEDIÓ DESCUBRIRSE LANUEVAESPAÑA

muchas quejas que había contra Diego Velázquez, fuéle

Poco tiempo antes que el com endador mayor de A lcán ­

ya había hecho él resid en cia en Santo Dom ingo. Pero

a tom ar residencia el licenciado Cuago, en nombre del almirante don Diego Colora. Y después que la hubo h e ­ cho, quedóse así suspenso de la gobernación, pero muy rico hom bre; y residía en ella el juez de residencia, que era el licenciado Cuago, porque ya cuando él allí fue,

tara, don Fray Nicolás de Uvando, fuese removido de la

aunque Guago adm inistró justicia en Cuba, tampoco

gobernación de aquestas partes, envió con dos carabe­

faltó quien se quejase del almirante, por lo cual acordó

las y gente a tentar si por vía de paz se podría poblar de

de pasar en persona a ver la verdad; y fueron con él dos

cristianos la isla de Cuba; y para sen tirlo que debía p ro ­

oidores de aquesta Audiencia Real, que reside en esta

veer, si acaso fuese que los indios se pusiesen en re sis­

ciudad de Santo Domingo, que fueron los licenciados

tencia. Y a esto envió por capitán a un hidalgo llamado

Marcelo de Villalobos y }ohan Urtiz de Matiengo; pero

Sebastián de Ucampo, el cual fue a aquella isla y tomó

cuando estos llegaron, averiguada la verdad, no hallaron

tierra en ella; pero hizo poco, y no desde ha mucho que

tantas culpas en Guago como se decían. Y como ellos no

allá estaba vino a gobernar estas partes el almirante se ­

tenían com isión para tomarle residencia, ni él había

gundo destas Indias, don Diego Colora, y el com enda­

ido proveído para esta A udiencia Real, le licenciado

dor mayor se fue a España. Y después, el almirante e n ­

Guago no hizo resid en cia, porque aunque la hiciera,

vió a Cuba por su teniente a Diego Velázquez, natural de

fuera ninguna y la h abía de to rn ar a h acer en m an ­

Cuellar, que era uno de los que a estas partes vinieron

dándolo Su M ajestad o su Real Consejo de Indias. Pero

prim ero con el almirante viejo, don Cristóbal Colom,

tomó el almirante las varas, y con aquellos oidores e n ­

en el segundo viaje que acá vino, año de m il cuatrocien­

tendió en otras cosas tocantes a la reform ación de aque­

tos noventa y tres años; y aqueste Diego Velázquez fue el

lla isla, y el almirante volvió el cargo al m ismo Diego

que comenzó a poblar y conquistar la dicha isla y dio

Velázquez, que estaba suspenso desde que allí había ido

principio a la fundación de la ciudad de Santiago y las

el licenciado Alonso Guago. Hecho aquesto, el almirante

otras villas. Y como era hombre rico y se había hallado

y los oidores que he dicho se tornaron a esta Isla E spa­

en la prim era conquista desta Isla Española, y su perso -

ñola. Aquesta buena obra y las que más había hecho el

na estaba bien reputada, diósele crédito y quedó casi

almirante a Diego Velázquez se las pagó desta manera.

absoluto en Cuba y comenzó, como se ha dicho, a fundar

Que como él había pacificado la mayor parte de aquella

los pueblos de suyo localizados, y paciñcó aquella isla y

isla, y en su nom bre la acabó de con q u istar el c a p i­

púsola debajo de la obediencia real de Castilla, en el

tán Pánfilo de Narváez, buena persona y diestro en la

cual tiem po se hizo mucho más rico. Después de lo cual,

guerra, y de los prim eros pobladores de aquella isla (del

viniéron los frailes jerónim os que el cardenal fray Fran ­

cual se dirá más en su lugar adelante); pacífica la isla, y

cisco X im énez de C isn ero s, go b ern ad or de España,

rep artid o s los in d io s p o r m ano de D iego Velázquez

1616 Gonzalo Fernández de Oviedo y Valdés, Historia general y natural de las Indias. Islas y Tierra-Firme del mar Océano, publicada por la Real Academia de Historia, cotejada con el códice original, enriquecida con las enmiendas y adiciones del autor e ilustrada con la vida y el juicio de las obras del mismo por D. José amador de los Ríos, tomo segundo de la segunda parte, tercero de la obra, Imprenta de la Real Academia de Historia, Madrid, 1853 y disponible en: https://archive.org/stream/ historia gene raly01fern#page/ 494/mode/2up. Wagner establece que el relato de Fernández de Oviedo, con pocas interpolaciones posteriores sin importancia es un compendio de la obra de Pedro Mártir; además, este autor añade que Fernández conoció posteriormente a Alaminos, pero que no obtuvo más información. Actualicé la escritura del texto original dejando algunas palabras arcaicas en su estado original.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

294

1617 Voz taina para saya o falda interior de tela blanca. 1618 Toballa o toalla.

sacóse mucho oro, porque es isla de muy ricas m inas; y

gente innum erable, que salían a la costa maravillados

lleváronse ganados desta isla Española y hánse hecho

de ver tan grandes navios como los nuestros (puesto

allí muy bien todas aquellas cosas que tengo dicho que

que eran pequeñas carabelas), y estaban espantados así

se han aumentado acá, de árboles y plantas y hierbas y

en ver la form a de las velas, como de las jarcias y de todo

de todo lo que de España se ha traído, o desde aquesta

lo demás; y mucho más quedaban adm irados de oír a l­

isla a aquella se ha llevado: Y en esto dióse mucho reca­

gunos tiros de lom bardas, y ver el humo y olor de azufre;

do Diego Velázquez, y como era mañoso, no solamente

todo aquello les daba im aginación que era lo m ism o que

quería las granjerias de lo que él hacía, pero aún de lo

lo truenos y rayos que caen de las nubes. Con todo eso,

que la tierra, por su propia fertilidad, producía. En hn,

sa liero n algunos c risitia n o s en tierra , e h ic ié ro n les

que la isla llegó a estar muy próspera y bien poblada de

fie sta , m ostrando p lacer de los ver, y trajéro n les de

cristianos y llena de indios, y Diego Velázquez muy rico;

com er muchas y muy buenas aves, que son no m enores

y tuvo mane ra y tale s te rcero s a p ar del rey católico, co n la

que pavos y no de m enos buen sabor, y otras aves, así

amistad que con él tenía el tesorero de esta isla, Miguel

com o co d o rn ices, y tó rto las, y ánad es, y á n sares, y

de Passamonte, a quien se le daba un gran crédito, que

ciervos yliebres, yotros anim ales. Pero porque, cuando

aunque el almirante quisiera rem over del cargo a diego

se hable particularm ente de esta Tierra Firm e, se dirán

Velázquez no pudiera; Y así entró por su mano en Cuba,

todos los gén eros de an im ales y aves, p asarem o s a lo

y quedóse por m antenedor con el oficio aprobado por el

demás. Este lugar o pueblo que he dicho, le puso el

rey; más todavía en nombre y como teniente del alm i­

nombre Francisco Hernández, y se nombró el cacique

rante. Después de lo cual, continuando su gobernación

de Lázaro (porque el día de san Lázaro llegaron los c ris­

Diego Velázquez, [en el] año de m il quinientos dieci­

tia n o s a aquesta tie rra ), a d en otar que com o Cristo

siete, arm aron en aquella isla, con su licencia, para ir a

nuestro Salvador resucitó a Lázaro, así iban los cristia­

descubrir algunos de los más antiguos conquistadores

nos con su sagrada fe a despertar y resucitar estas gentes

della, que fueron Francisco Hernández de Córdoba, y

de la muerte en vida, de perdidos a salvarlos y reducir­

Cristóbal Morante y Lope Uchoade Caicedo, yfue nom ­

los a la religión cristiana, y allí p asaron hasta quince

brado por veedor un Bernardino Iñiguez. Los cuales,

leguas adelante, y llegaron a otra provincia que los indios

con ciento diez hom bres, llevando por piloto principal

llam an Aguanil, y el principal pueblo della se dice M os-

a un A ntón de A lam inos, con tres navios que arm aron a

cobo, y el rey o cacique de aquel señorío se dice Chia-

sus propias expensas, se hicieron a la vela desde el cabo

poton. Y pen saro n que, como los indios que he dicho,

de San Antón, que es lo último al occidente de la isla, y

no les h icieron mal, antes se alegraron de su venida,

corrieron la vía del sudoeste, que es el viento que está

que así lo hicieron estos otros; pero no estaban de ese

entre m ediodía y poniente. Y donde a seis días que d ie­

parecer; antes no querían que los cristianos saltasen en

ron principio a su navegación, vieron tierra, y habrían

tierra, y mostrábanse feroces en m anera de resistencia

andado hasta sesenta y seis o setenta leguas; y aquella

con sus arcos y flechas, y ellos pintadas las caras y fre n ­

tierra que prim ero vieron era de la provincia de Yuca­

tes de colores diversos; y pensaron una cautela para

tán, en la costa de la cual había algunas torres de piedra

matar a los cristianos; y fue aquesta. D ijéronles que e n ­

no altas. Estas son las mezquitas o adoratorios de aque­

trasen por agua (que se la pedían los nuestros); pero

llas gentes idólatras; estos edificios están asentados so­

que estaba lejos, desviada de la costa dentro en tierra; y

bre ciertas gradas, las cuales torres estaban cubiertas de

e n señ á b a n le s el cam ino de ciertas sen das estrech as

paja, y en lo alto de algunas de ellas había verduras de

y sospechosas; y como vieron que los cristianos reh u­

árboles de fruta, pequeños, como guayabos y otras ar­

saron ir adelante por el agua, y sintieron que eran e n ­

boledas. V ieron gente vestida de algodón con mantas

tendidos, com enzóronlos a flechar, y los españoles se

delgadas y blancas y con zarcillos en las orejas y con p a­

defendieron anim osam ente y m ataron e h irieron a l­

tenas y otras joyas de oro al cuello y tam bién con cam i­

gunos de los contrarios; pero como los enem igos eran

setas de colores, así m ism o de algodón; y las m ujeres

muchos, fuéles forzado tornarse a em barcar y más que

cubiertas las cabezas y pechos, y con sus naguas1617y unas

de paso, porque les m ataron veinte cristianos e h irie ­

m antas delgadas, como velos, en lugar de tovalla16*8 o

ron más de otros treinta; y así m ism o fue herido el ca­

manto. Entre estas gentes se hallaron cruces, según oyó

pitán Francisco Hernández, y si adelante pasaran, n in ­

al piloto que he dicho, A ntón de Alam inos; pero yo tén-

gún cristiano quedara con la vida. Y así, como m ejor

golo por fábula, y si las había, no pienso que las harían

pudieron, se recogieron a los navios, y aún con mucho

por p en sar lo que hacían, en hacerlas, pues que en la

trabajo y con la p érd id a que es dicho. Hecho aquesto,

verdad son idólatras, y como ha parecido por la expe­

se tornaron estos p rim eros descubridores de aquella

riencia ninguna m em oria tenían o había entre aquella

tierra a la isla Fernardina, de donde habían salido; y

generación de la cruz o pasión de Cristo, y aunque cru­

aqueste fue el principio de se descubrir la Nueva E s ­

ces hubiese entre ellos, no sabrían por qué las hacían; y

paña. Tornando a la gobernación de Diego Velázquez y

si lo supieran en algún tiem po (como se debe creer), ya

otras cosas de Cuba, poco hay que decir de los descu­

lo habían olvidado. Tornando a la historia, así como e s­

brim ientos y arm adas que el gobernador Diego Veláz­

tos cristianos hubieron lenguas de estas gentes, y vieron

quez hizo, y que me parece que perdió el tiem po y la

que la costa de aquella tierra era grande, acordaron de

hacienda que había allegado, para hacer rico y de buena

dar vuelta a dar la nueva de lo que habían visto; porque

ven tu ra al m arqu és del Valle, don F ern an d o C ortés,

como vieron tan poblada la tierra y tan grande, no se

como se verá adelante en el discurso de la historia. Más

atrevió tan poca gente a quedar en ella; pero anduvieron

porque no tengam os a qué volver a las otras cosas p a r­

todavía hasta llegar a una provincia, llamada Cam pe-

ticulares de aquella isla y de su fertilidad, brevem ente

cho, donde vieron un lugar de hasta tres m il casas con

se relatarán en el capítulo sigu ien te, pues las m ás de

Fuentes

295

ellas están entendidas por lo que se ha dicho y escrito

dieciocho, salió esta armada y gente ya dicha del puerto

de aquesta isla Española y la de Sanct}ohan.

de la Malanga, para ir a la punta o cabo de San A ntón , para tom ar allí el b ergantín que había ido adelante,

CAPÍTULO V III DEL SEGUNDO DESCUBRIMIENTO HECHO POR "EL ADELANTADO” DIEGO VELÁZQUEZ, YEN SU NOMBRE EL CAPITÁN JOHAN DE GRIJALVA, DESDE LA ISLA DE CUBA, DE CIERTAS PARTES DE LA NUEVA ESPAÑA Y SUS COSTAS Y ALGUNAS ISLAS NUEVAMENTE HALLADAS

hasta la cual punta hay setenta leguas, y desde allí lleva­ ban pensado tom ar su derrota1035 para la isla de Santa M aría de los Rem edios,1036 que está adelante del cabo de San A ntón noventa o cien leguas al sudeste, cuarenta al sur; ydióse por aviso a todos los pilotos por el principal

Después que Diego Velázquez, alcalde y capitán general,

dellos que guiaba la flota, que era el piloto A ntón de A la ­

y repartidor de los caciques e indios de la isla Fernandi­

m inos, que para conocer la isla habían de ver delante

na por sus Majestades, y teniente en ella por el alm iran­

della, dentro del m ar, tres isle o s1037 blancos de arena

te virrey, don Diego Colón, supo lo que por el capitán

con pocos árboles. Y así como concedieron las velas al

Francisco de Montejo y sus consortes16*9 se había d es­

viento, dióles Dios buen tiem po, y el jueves siguiente

cubierto de Yucatán, según atrás queda ya dicho; y tuvo

llegaron al puerto de Carenas, que es en la m ism a p ro ­

algunas lenguas de indios de la propia tierra (nueva­

vincia de La Habana, para recoger a algunos que habían

mente descubierta), acordó de enviar una armada con

ido allí para embarcarse, y para tom ar algunos basti­

le capitán Johan de Grijalva y con el piloto A ntón de

mentos y echar fuera de los navios ciertos indios m an­

A lam inos, que había sido el que había halládose en el

sos de los de la otra isla, que h ab ían entrádose en los

descubrimiento del capitán Francisco Hernández, para

navios. Hecho aquesto, luego otro día siguiente, el vein ­

la enviar a las islas de Yucatán y Cozumel, y Coslila1030 y a

titrés de abril, salió la armada del puerto de Carenas, y

las otras islas a ellas comarcana1031 (pero Yucatán no es

pro sig u ió su v iaje, y llegó a la punta del cabo de San

isla, aunque en aquellos principios pensaban que lo era,

Antón, el prim er día de mayo, día de San Felipe y San ­

porque no es sino parte de la Tierra Firm e). Y el veinte

tiago, a hora de vísperas,1038 donde pensaban que estaría

de enero del año mil quinientos dieciocho eligió por ca­

el bergantín, y no viéndole, saltaron algunos hom bres

pitán de esa armada a }o h an d e Grijalva y por tesorero a

en tierra y hallaron colgada una calabaza de un árbol, y

A ntón de Villasaña, y para esto tuvo licencia de los p a­

dentro de ella una carta que decía así: "los que aquí v i­

dres jerónim os que gobernaban estas partes, los cuales

nieron con el bergantín, se tornaron con él, porque no

m andaron que fuese en esta armada, y por veedor, un

tenían que com er” . Visto esto, acordaron de no dete­

caballero de Segovia, m ancebo,1033 llamado Francisco de

nerse, puesto que el bergantín les hizo mucha falta enlas

Peñalosa, y con estos se juntaron hasta cuarenta caba­

cosas que adelante sucedieron; y encontiente1039 aquel

lleros e hidalgos, y otras personas en este número; y el

m ismo día prosiguieron su camino y tom aron su derro -

veintidós de aquel m es se em barcaron e n tres carabelas

ta, según la declaré de suso, para la isla de Santa María

y un bergantín para ir al puerto que llama de la Malanga,

de los Remedios. Y el lunes adelante, tres días de mayo,

que es en la provincia de La Habana, de la m ism a isla de

reconocieron tierra y vieron una costa llana, con un

Cuba, para recoger allí a toda la gente que había de ir en

ediñcio en una parte della cuadrado, a m anera de torre,

este viaje, demás de lo que es dicho, y para proveerse de

blanca y baja, la cual parecía que tenía un chapitel,*630 y

los bastim entos y cosas que eran necesarias a su cam i­

cerca della a un costado se mostraba un bohío1631 o casa

no. Llamábase la nao capitána San Sebastián y había

cubierta de paja, y p o r ser Día de la Santa Cruz, se le

otra del m ismo nom bre, y otra carabela se decía la Tri­

puso nom bre a esta isla Santa Cruz, a la cual los indios

nidad y el bergantín llamado Santiago. Estos cuatro n a­

llam an Cozumel. Y así yendo corriendo los navios por la

vios salieron del puerto de la ciudad de Santiago a los

costa adelante, vieron otro ediñcio que parecía otra to ­

veinticinco días del m es de enero del dicho año, y fueron

rre, como la prim era, y surgieron a dos leguas de una

al puerto de Boyúcar, donde recogieron cuatro hom bres

punta de esta tierra en una ensenada, y poco antes que el

diestros en la mar, y el doce de febrero del m ismo año

sol se pusiese, vino hacia los navios una canoa con cinco

llegó esta armada al puerto de la Malanga; y allí hizo el

indios, y pararon desviados de los navios, y mandó el

capitán alarde1033 de su gente el siete de abril en la villa de

capitán general a un indio que él llevaba, natural de la

San Cristóbal de La Habana, y hubo entre todos ciento

isla de Santa M aría de los Remedios, que era lengua, lla ­

treinta y cuatro hom bres de nómina. Y en tanto que allí

mado Ju lián (y estaba en poder de los cristianos desde

estuvieron, habían enviado el bergantín delante, para

el prim er viaje que he dicho que hizo a aquella tierra el

que esperase a los navios en el cabo o punta de San A n ­

capitán Francisco Hernández, el año antes desto), que

tón, que es el ñ n de la isla Fernandina, y el día dieciocho

les dijese que se allegasen a la carabela sin tem or alguno

de abril, juntada toda la gente que de unas partes y otras

y le s d arían de los rescates que tra ía n , y no le s sería

de la isla se habían allegado, para ir en esta armada, el

hecho desplacer1633 ni enojo alguno. Y así se lo dijo la

capitán general Johan de Grijalva eligió a los tres capita­

lengua a voces porque estaban lejos; pero ellos ni re s­

nes particulares e inferiores a él, y estos fueron Alonso

pondieron ni quisieron llegarse a los cristianos; antes

Dávila, y el com endador Pedro de Alvarado y Francisco

pareció que estaban considerando1633 los navios y a r­

de Montejo. E hízose alarde de toda la gente que lleva­

mada, y desde allí se tornaron a tierra. En este tiempo

ban, y halláronse doscientos hom bres de nóm ina, así

aparecían por la costa de la tierra a lo lejos muchas ahu­

de mar como de tierra, entre todos los que iban, y estos

madas, a m era de apercibim iento y aviso para los de la

se embarcaron en los tres navios que se dijo de suso103* y

comarca; pero porque se dijo antes que se les ofrecían

en otro nombrado Santa María de los Rem edios, así que

rescates, el principal rescate que los cristianos llevaban

eran cuatro p o r tod os. Y un m artes que se con taron

era muy buen vino de Guadalcanal,1634 porque desde el

veinte días de abril del año ya dicho de m il quinientos

p rim er viaje hecho por Francisco Hernández se había

1619 En esta acepción, actualmente en desuso, personas que comparten con otra u otras una misma suerte. 1620 Región sin identificar. 1621 Cercanas. 1622 Voz "mancebo": "5. m. p. us. Hombre joven soltero.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=08D4nMl 1623 Revista. Voz "alarde": "5. m. lista o registro en la que se inscribían los nombres de los soldados.", Diccionario de la lengua española, rae, disponible en: http://dle.rae. es/?id=lSrmGyO 1624 Voz "suso", "1. adv. p. us. Arriba.", Diccionario de la lengua española, rae, disponible en: http://d le. rae. es/?i d=Yox8j c2 1625 Rumbo o dirección. 1626 Nombre con le que fue conocido en determinado momento Yucatán. 1627 Islas pequeñas situadas en la cercanía de otra mayor. 1628 Al crepúsculo. 1629 Voz "incontenenti": "1. adv. p. us. Prontamente, al instante", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: htt p://d Le. rae. es/?i d=LJ6ilaI 1630yoz "chapitel": "1. m. Arq. Remate de una torre, generalmente en forma cónica o piramidal.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=8aw4kl_m 1631 Buhío en el original. Voz "bohío": "1. M. Cabaña americana de madera y ramas, cañas o pajas y sin más respiradero que la puerta.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/ ?id=5lgkUSL 1632 Disgustar, desazonar, desagradar. 1633 Analizándolos con atención. 1634 Muñid pió de la sierra de Sevilla.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

39 6

sabido que los indios de aquella tierra son inclinados a

había venido con aquellos caballeros e hidalgos que e s ­

ello y lo beben ne con agrado. Y no digo solamente en

taban presentes a descubrirlas islas de Yucatán y Cozu­

aquella tierra, pero en las más partes de las Indias que

mel, y Cigia y Gostila*636 y otras a ellas comarcanas, que

están descubiertas, donde uan vez lo han probado, lo

estaban por descubrir; y que pues a nuestro señor había

desean estas gentes más que cosa alguna que los cristia­

placido de haberle dejado llegar a aquella isla que era

nos les pueden dar; y lo beben hasta caer de espaldas, si

una de las sobredichas islas, y que hasta entonces no

tanto se les diere. Utro día siguiente, martes cuatro de

había sido descubierta; por tanto, que él en lugar de

mayo vino una canoa con tres indios, y llegó cerca de las

Diego Velázquez, y en nombre de los muy altos y muy

carabelas, y mandó el capitán a la lengua Julián que les

poderosos serenísim os y católicos, la reina doña Johana

hablase y así estuvieron hablando con la lengua y ella

y el rey don Garlos, su hijo, nuestros señores, reyes de

con ellos; y desde apoco vino otra canoa con tres indios,

Castilla y de León, etc., y para su corona real de Castilla

y juntóse con la prim era y continuóse la plática, d icien­

tomaba y aprehendía, y tomó y aprehendió la posesión y

do el Julián lo que el capitán le mandaba, y los de las ca­

propiedad y señorío real y corporalmente de aquella

noas respondiendo y replicando. Y desde a poco la una

Cozumel, y de sus anexos, y tierras y m ares y todo lo d e ­

destas canoas se volvió a tierra y quedó la otra, y llegóse

más que le perteneciese o pertenecer podría. E hizo su

junto a la nao Capitana, y desde la proa el capitán les

auto de posesión en forma, según lo llevaba ordenado,

mandó sendas163® camisas a los tres indios con una vara,

sin contradicción alguna, y pidiólo por testim onio al

y un poco de vino en una botija, la cual recibieron de

escribano que he dicho; y hechos los autos de posesión

grado, y entre tanto la lengua les daba a entender que los

convenientes, puso nombre a la isla Santa Cruz, porque

cristianos no les habían de hacer daño, ni querían sino

tal día se había descubierto, y a la punta de la m ism a isla

rescatar con ellos de su voluntad. Y preguntáronles qué

arriba declarada, mandó llam ar San Felipe y Santiago. Y

tierra era aquella, y dijeron que era Cozumel, la cual es

hecho aquesto, quiso ir el capitán, con la gente que con

una de las islas comarcanas a la de Santa M aría de los

él estaba, en tierra hacia aquella casa que vieron prim e -

Remedios, y que la otra tierra que se parecía hacia la

ro en la punta que he dicho; pero no pudo ser, porque

parte del norte o tramontana, dijeron que era Yucatán, a

era tierra anegadiza en partes; y por esto quiso ir por el

quien los cristianos llam an Santa M aría de los R em e­

agua, y tornóse co n la gente a las barcas y guiaron p ues­

dios. Fuéles preguntado por la lengua si sabían dónde

tas las proas a la parte de la casa, y vióse una canoa con

estaban dos cristianos que la lengua Julián decía que

64 ciertos indios que iba a los navios; y por saber lo que

estaban en Yucatán, y respondieron que uno dellos era

querían, dio el capitán y sus barcas la vuelta a la mar,

muerto de enferm edad y que el otro estaba vivo. Y así,

donde estaban sus carabelas, y entró en la capitana, y ya

idas las canoas, mandó el capitán que los navios se ju n ­

la canoa estaba junto al costado de ella, y aún con algu­

tasen a la tierra todo lo que pudiesen, y así se hizo. Estos

nos de los indios adentro, hablando con los cristianos;

dos cristianos por quienes preguntaban habían estado

y así como entró el capitán le presentaron una vasija de

perdidos en el prim er descubrimiento, y deseábanlos

m iel, como las de España, aunque algo agrá:*637Y el uno

cobrar, así por su salvación dellos m ismos, como porque

de aquellos indios decían ser cacique u hom bre p rin c i­

se presum ía que ya sabrían algo de la lengua podrían

pal; y por Julián, la lengua, les fue dicho por mandado

mucho aprovechar. La isla de Cozumel, ques dicho, está

del capitán que los cristianos eran del rey de España, y

en diecinueve grados de la línea equinoccial a la parte

que venían a ver aquella tierra que era suya; y dábanles

de nuestro polo, y cerca de la costa de Yucatán.

de com er y no lo q u isiero n , y d iéro n les otras cosas y cam isas y otras preseas, y tom áronlo. Preguntáronles

CAPÍTULO IX COMO EL CAPITÁN JOHAN DE GRIJALVA SALTÓ EN TIERRA EN LAISLADE COZUMEL, CON PARTE DE LA GENTE QUE LLEVABA, Y DE LO QUE PASÓ EN EL PRIMER PUEBLO, DONDE TOMÓ LAPOSESIÓN POR SUS MAJESTADES Y REINOS DE CASTILLA Y OTRAS COSAS M iércoles cinco días de mayo del año de m il quinientos

1635 Uno cada uno o uno para cada uno de dos o más personas o cosas. 1636 Nombres aún no identificados. 1637 Palabra en desuso, árida de sabor.

que dónde tenían el pueblo, que lo quería ir a ver el capitán y los cristianos; y el indio principal dijo que cerca estaba de allí, y que él se holgaba dello, que fuese a lo ver, y que él se quería salir en su canoa atierra, y que allí en la costa esperaría al capitán y a los cristianos, para los llevar a su pueblo. Y quedando así concertado, la canoa

dieciocho, el capitán Johan de Grijalva hizo que los na­

se fue; y e l capitány la gente com ieron y salieron luego a

vios botasen fuera las barcas. Y hecho así, él entró con

tierra; pero no hallaron al indio que los había de guiar,

sus arm as en la barca de la nao Capitana con cierta gen ­

y aunque estuvo la gente esperando en tierra, no vino. Y

te, y lo m ismo h icieron los capitanes de los otros navios,

determ inados los cristianos de ir por ciertas sendas que

para salir a tierra; y llegadas todas las cuatro barcas a la

acudían a la costa de la mar, para ver si por ellas irían al

costa, mandó que ninguno saliese dellas sin su licencia

pueblo, todos iban a fenecer en ciénagas y pantanos

y mandado, y así se hizo; y él solo saltó desde su barca en

anegadizos y no posibles para su propósito; y así dieron

tierra el prim ero, e hincóse luego de rodillas e hizo una

la vuelta a los navios, e hizo el capitán que luego que se

oración breve y secreta a nuestro señor, y levantóse lu e­

hiciesen luego a la vela, por costear la isla y ver si podrían

go de piés y mandó que todos los que iban en las barcas

h ab er noticia de algún pueblo. Y viero n p o r la costa,

saliesen dellas, y juntos todos en un escuadrón y con la

junto al mar, algunas casas pequeñas, puestas a trechos

bandera real de España en medio, mandó a un escriba­

unas de otras desviadas, blancas y tan altas como la e s ­

no, llamado Diego de Godoy, que leyese en alta voz un

tatura de un hom bre, poco m ás o m enos, las cuales s e ­

escrito que el capitán tenía en la mano, en el cual en

gún después pareció eran casas de oración y donde los

efecto se contenía cómo el capitán Joh an de G rijalva,

indios tenían a sus ídolos, en quien adoran. Estas casas

en lugar y por mandado de Diego de Velázquez, gober­

eran de cal y canto labradas, y casi puesto el sol, yendo

nador y capitán de la isla Fernandina, pos sus allegas,

los navios a la vela, se vio en la costa un edificio grande

Fuentes

*97

a m anera de torre o fortaleza y mucha gente encim a; y

dijeron que no tenían otro oro alguno sino aquello. Y el

ya que era de noche, surgiéronlos navios un tiro de p ie ­

capitán y su gente entraron en el pueblo, que estaba ahí

dra de mano, poco más, enfrente de la torre y parecían

junto y había casas de piedra y lo alto dellas cubierto de

muchas lum bres encendidas cerca de la torre; y como

paja, y otros edificios de muchas m aneras de piedra,

no hubo lugar de salir a tierra, no se entendió en más

algunos m odernos y de poco tiem po, y otros algunos

de hacer muy bien la guardia a los navios toda la noche,

que m ostrab an antigüedad, al p arece r m uy h e rm o ­

hasta que llegó el día siguiente. Y así como esclareció,

so s. Y estuvo el capitán esp eran d o al cacique p ara le

vino una canoa, jueves, seis de mayo, y llegó a bordo con

hablar, y nunca vino ni pareció, porque dijeron que era

ciertos indios. El capitán les hizo decir por la lengua que

ido a rescatar, según la lengua Ju lián decía, a la Tierra

él quería salir a tierra a hablar al cacique y ver su pueblo

Firm e. Esta gente al parecer era pobre y m iserable; pero

y darles lo que traían los cristianos y holgarse con ellos,

porque el lector entienda qué cosa son los guanines,

si lo hubiesen por bien, y respondieron que holgaban

para adelante digo que son piezas de cobre doradas; y si

dello y que el calachuni*638 (que quiere decir rey o ca­

algún oro tienen, es muy poco o ninguno. Tornando ala

cique) habría placer dello y de verse con él. Y así, el capi­

historia, allí se vieron liebres como las de Castilla, y

tán con sus cuatro barcas y con la gente que pudo caber

junto al pueblo, pero pequeñas; y estando m irando una

en ellas, saltó a tierra y se desem barcaron al pie de la

dellas, y junta la gente de los cristianos que con el capi­

torre, que estaba junto al agua en la costa, la cual era un

tán Johan de Grijalva habían salido a tierra, mandó

edificio de piedra, alto y b ien labrado. En el circuito

pregonar so ciertas penas que ninguno dijese a los in ­

tenía dieciocho gradas, y subidas aquestas, había una

dios a qué iban los cristianos, salvo que se los rem itie­

escalera de piedra que subía hasta arriba, y todo lo d e­

sen al capitán para que él se lo dijese, y que ninguno les

más de la torre parecía mágico. En lo alto, por dentro, se

hiciese mal ni daño, ni los enojase, ni burlase con ellos,

andaba alrededor por lo nuevo de la torre a m anera de

ni hablasen con las m ujeres, ni les tom asen cosa alguna

caracol, y por fuera en lo alto tenía un andén,*639 por

contra su voluntad, ni rescatasen con algunos indios,

donde podían estar muchas gentes. La torre era esqui­

ni recibiesen dellos cosa alguna, ni d iesen causa a al­

nada y e n cada parte tenía una puerta, por donde podían

tercad os y ponerles m iedo; y que si supiesen que algún

entrar dentro, y dentro había muchos ídolos; de form a

indio quería rescatar oro, o perlas, o piedras preciosas,

que este edificio se entendió bien que era su casa de

u otra cosa alguna, lo llevasen al capitán para que él h i­

oración de aquella gente idólatra. Tenían allí ciertas e s­

ciese en ello lo que conviniese, y que ningún cristiano

teras, de palm a hecha líos y unos huesos que dijeron

se apartase de su bandera o cuadrilla, o de dónde le

eran de un señor o calachuni muy principal. En la cum ­

fuese mandado que esto viese, so graves penas. Y p u b li­

bre desta torre, en el m edio della, estaba otra torrecilla

cadas y pregonadas estas y otras ordenanzas, y h abien­

pequeña, de dos estados de alto,1640 de piedra y esquina­

do hablado largam ente con la gente, de aquel pueblo y

da y sobre cada esquina una almena, y por la otra parte

enseñándoles su rescate, y sabido de los indios que no

en la delantera de la torre había otra escalera de gradas,

tenían oro, se tornó este capitán y los cristianos a em ­

como la que está dicho. En esta torre así m ismo hizo el

barcar en sus navios. Estas ordenanzas o capítulos y

capitán sus autos de posesión, y puso sobre ella la ban ­

pregón no solamente eran para lo presente ni por tiem ­

dera real de España y tomó su testim onio, y puso nom ­

po lim itado, sino para todo lo que durase su oliligio y

bre a esta torre Sanct Johan Ante Portam Latinam;*64* y

viaje deste capitán; y de algunas cosas destas, así m an­

luego vino allí un indio principal, acompañado de otros

dadas y ordenadas, no plugo a todos los que oyeron el

tres, y metió un tiesto con brazas y con ciertos p erfu ­

p regón ; antes m uchos se resabiaron*644 y q u ed aron

m es que olían muy bien. Este indio era viejo y tenía cor­

mal contentos del capitán, por la regla en que los q u i­

tados los dedos de los pies, y echó muchos perfum es a

so poner. Hay en aquella isla de Cozumel (alias Santa

los ídolos que dentro en esta torre estaban, y decía a a l­

Cruz) muchas colm enas, como las de Castilla, pero m e­

tas voces cierto cantar, en un tono igual, y dio al capitán

n o res, y m ucha m iel y cera. Hay ja ra le s,1643 como en

y a los otros cristian os sendas cañas, que en p o n ié n ­

C astilla, d ecían los in d io s que h abía lie b re s, y c o ­

doles fuego se quem aban poco a poco, como pivetes,

n ejos, y pu ercos y venad os, según la lengua Ju liá n lo

y daban de sí muy suave olor; y luego dentro en la torre

declaraba; pero cuanto a las liebres, como se dijo antes,

dijo m isa el capellán que iba con la arm ada, llam ado

los cristianos las vieron allí, y así m ism o la miel y aque -

Johan Díaz; digo en lo alto de la torre, en un altar que allí

líos pavos o gallinas grandes.

se hizo sobre una m esa, y algunos indios estuvieron

gunas cosas, e hízoles preguntar por Julián la lengua, si

CAPÍTULO X CÓMO EL CAPITÁN JOHAN DE GRIJALVA Y SU ARMADA SALIERON DE LA ISLA DE COZUMEL, PARA IR A LA ISLA DE SANTAMARÍADE LOS REMEDIOS, DICHA YUCATÁN; PERO NO ISLA, COMO ESTOS PENSABAN, SINO TIERRA FIRME; Y LO QUE LES INTERVINO DE UNA INDIA QUE SE VINO TRAS LOS NAVÍOS PARALA COSTA, LA CUAL ERA NATURAL DE LA ISLA DE JAMAICA, Y DE LOS REQUERIMIENTOS QUE PASARON ENTRE EL CAPITÁN Y EL PILOTO MAYOR, Y CÓMO LLEGARON AL PUEBLO DEL CACIQUE LÁZARO, Y CÓMO PELEARON CON LOS INDIOS SOBRE TOMARAGUA

tenían oro (al cual allí llam an taquín*643) y si lo querían

Y así como se embarcó el capitán Johan de Grijalva y la

rescatar por algunas cosas de las que allí les m ostraron,

gente que con él habían saltado en la isla de Cozumel,

y dijeron que sí y trajeron unos guanines*643 que se p o ­

ese m ism o día se h ic ie ro n a la vela, y com en zaron a

nen en las orejas y unas patenas redondas de guanin y

correr por la costa de aquella isla hacia la parte, donde

presentes, y no poco maravillados hasta que la m isa fue dicha. A sí como fue celebrado el culto divino y el sacer­ dote se desnudó, trajeron los indios al capitán ciertas gallinas de las de aquella isla, que son grandes, como pavos, y no de m enos buen gusto, y vasijas de miel y se lo p resentaron, el cual lo recibió y se apartó con el p re ­ sente debajo de un portal que estaba cerca de la torre, armado sobre unos pilares de piedra, y mandó traer al­

1638 Probablemente una corrupción de Haíach Uinik, hombre principal, de mando; designación para un cargo, no un nombre. 1639 Voz "andén", "5. m. Corredor o sitio destinado para andar.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/ ?id=2ZbNzHu 1640 Aproximadamente 3.34 metros. 1641 El día 6 de mayo la iglesia celebraba el día de San Juan "Ante Portam Latinam", en alusión al milagro por el cual el evangelista fue sometido a tormento al ser metido en un caldero de aceite hirviendo, del cual salió rejuvenecido. En el sitio del martirio, unos siglos después, se construyó la Puerta Latina de los muros de Roma. La celebración fue suprimida en el siglo xvn y se celebra ahora al santo el 27 de diciembre. 1642 Taak'in. 1643 Palabra de origen taino que designa una insignia usada por los caciques o la nobleza, un disco pequeño que se podía usar alrededor del cuello o en otras partes del cuerpo. 1644 Voz "resabiar": "2. prnl. Disgustarse o desazonarse.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/ ?id=W72P39C 1645 Según el Diccionario de autoridades (fase.), de 1739, t. VI, JdJ Editores, rae, Madrid, 2013, así se llama metafóricamente lo que está muy enredado, o intrincado, aludiendo a la espesura de los xarales.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

398

1646 Bajo. 1647 Fondeada. 1648 Descortés, fuera de lugar. 1649 yoz "entena": "f. m. Vara o palo encorvado y muy largo al cual está asegurada la vela latina en las embarcaciones de esta clase.", Diccionario de la lengua española, rae, disponible en: http://dle.rae.es/ ?id=FgebOpQ 1650 Islas pequeñas cercanas a una mayor. 1651 Remolcar una nave por medio de un cabo que se echa por la proa para que tiren de él una o más lanchas. 1652 Poco más de 1.60 metros. 1653 Voz "humilladero": "1. m. Lugar devoto que suele haber a las entradas o salidas de los pueblos y junto a los caminos, con una cruz o imagen.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/ ?id=Kozqyip 1654 Desde, desde allí. 1655 Voz "ancón": "2. m. Ensenada pequeña donde fondear.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/ ?id=2Y5Z6BF

se parecía la tierra que estos llam an isla de Santa María

cuenta de sí y de su oficio; y así en req u erim ien to s se

de los R em edios. Y p o r serles el tiem po contrario y fa ­

pasó parte de aquel día. Desto había poca necesidad para

llar agua a los navios, se hubieron de tornar a donde p ri­

la historia, porque son cosas de poca sustancia y de m e­

m ero esto vieron surtos, cerca del pueblo de la isla de

nor sabor para el que lee; más sonde calidad y aviso para

Cozumel, llamado San Johan Ante Porte Latinam, para

los que navegan y tienen cargo de alguna armada para

tom ar agua; y cómo los indios vieron tornar los navios

aprender a sufrir, porque es cierto que es menester m u­

de los cristianos, huyeron todos del pueblo y dejáronle

cho juicio y paciencia para comportar un m arinero d es­

vacío, con tem or que hubieron, y ninguna cosa dejaron

comedido*648 (de los cuales hay m ás que no b ien c ria ­

en sus casas, salvo algún poco de maíz y algunos ajes y

dos). Ved que propósito de piloto, y en qué tiempo se

m am eyes y otras cosas de poco o ningún valor. Y allí se

andaba en requerim ientos, bien pudiera él topar con

tomó toda el agua que los navios hubieron m enester, de

capitán que lo ahorcara de una entena.1049 Pasemos a lo

ciertos jagüeyes o charcos (que son lagunajos hechos a

dem ás. Digo que llegado el siguiente día, se contaron

mano pequeños); y tomada el agua, se tornaron a hacer

trece de mayo y era día de la A scensión, y llegó la armada

a la vela los navios, y yendo por la costa de esta isla de

a una bahía de la costa de Yucatán, y p arecía a la vista

Cozumel, que como es dicho ya se llamaba Santa Cruz,

rem ate o punta de la tierra, y entraba entre unos bajos e

un martes, once de mayo, requirió el piloto mayor, A n ­

isleos;l6s° y con trabajo e n tráro n lo s navios toando,1631

tón de A lam inos, al capitán Joh an de Grijalva que le

pensando h allar salida, y surgieron porque el agua a

dejase hacer su oficio, en lo que tocaba ala navegación,

cada paso era más baja, y había menos fondo; por lo cual

pues que él iba por piloto m ayor de la arm ada,

S 0 1646

el piloto mayor entró en una barca, para ver si había sa ­

ciertas protestaciones; y el capitán respondió que era

lida, y no le pareció que la había, ni m anera por dónde ir

contento de dejarlo hacer su oficio en todo lo que el p i­

adelante, se tornó al navio y dijo que había poco agua, y

loto mandase y dijese, que conveniente fuese a la nave­

que en algunas partes no había hallado sino una braza,1633

gación de aquella armada, excepto en aquellas cosas que

y que no p en sab a que e ra n a rre c ife s que lleg a b an a

el capitán viese que él se apartaba o era fu era de lo

la T ie rra Firm e. Entonces el capitán hizo juntar a todos

que debía hacer. Yendo así a la vela este día, quedóse

los pilotos, y ávido de su acuerdo, todos acordaron que lo

atrás una carabela, y aminó las velas cerca de tierra, y

m ás seguro era tornarse p o r do h abían ido, y que era

pensó el capitán Johan de Grijalva que estaba encallada,

m ejor bojar la tierra por la banda del norte. A esta ense -

y entró luego en la barca de su nao capitána con los que

nada puso nombre el capitán la Bahía de la Ascensión,

le pareció, y fue a saber qué necesidad tenía ese navio. Y

porque aquel día era su fiesta. Utro día siguiente, q uin­

como llegó, dijéronle los del navio que habían visto un

ce de mayo, salieron los navios de aquella bahía, vo l­

cristiano desde aquella carabela, que había venido

teando, y su rgiero n cerca de unos a rre c ifes, porque

por la costa más de dos leguas tras ellos, llamándolos, y

sob revin o la noche; y el domingo siguiente acabaron

que por eso habían surgido por recogerle. El capitán,

de salir de aquellos bajos con harto trabajo, y fueron su

oído esto, fue la vuelta de tierra y llegado a la costa, vio

cam ino por la costa de Yucatán. Y el lunes siguiente en

cuatro cristianos desnudos dentro del agua, y con una

la tarde pareció una punta, en que había dos edificios

india en una canoa; y el capitán se alegró mucho pensan­

como torres, la una muy ancha, y la otra de m anera de

do que eran cristianos que estaban perdidos en aquella

hum illadero1033, como un chapitel sobre cuatro pilares,

isla; y cuando a ellos llegó, halló que eran todos de aquel

y muy blancos, y tam bién había otros edificios, y toda la

navio que estaba surto,1647y decían que por mandado del

tierra de hasta allí era llana, Y dende1034 en adelante alta,

capitánAlonso Dávila habían salido en socorro del cris­

y su rgiéron lo s navios. Y el lunes de m añana, d ie cisie ­

tiano que decían haber visto; los cuales habían salido a

te de mayo, pasaron adelante, y a la noche surgieron

nado, y la india, que con ellos estaba, era el crisitiano,

tras aquella punta, y el m artes continuaron su navega­

que habían pensado que lo era, y que los venía llamando

ción costa a costa, y cerca de tierra, y vieron un ancón,1033

por la costa. Y el capitán recogió estos cristianos y los

com o bah ía, que p arecía que h acían dos isla s. Y el

puso en aquella carabela, de dónde habían salido a

m iércoles siguiente, diecinueve de mayo, partieron de

nado; y él se volvió a su nao Capitana, llevando consigo a

allí y cam inaron hasta el viern es siguiente, veintiuno

la india; la cual dijo que era natural de la isla de Jamaica,

del m es, y a m edio día llegaron a una punta llana que se

y que había ido a aquella isla con otros ind ios, y que

hacía en la tierra, y anduvieron aquel día y la noche, y

algunos dellos los habían muerto los indios de aquella

otro día, sábado por la mañana, víspera de Pascua del

tierra, y los que dellos habían quedado, se habían ido

Espíritu Santo, surgieron a par de unas playas de arena,

huyendo no sabía dónde; y que a ella la habían tomado

y allí el piloto mayor desconoció la tierra, y dijo que el

para servir della, y que como había conocido a los cris­

pueblo de Lázaro quedaba atrás diez o doce leguas, y

tianos, se había venido en pos de las carabelas, porque

que allí, donde estaban, era el pueblo de Champoton

la gente de aquella isla la trataban mal y no quería e s ­

[sic] donde habían muerto la gente al capitán Francisco

tar con ellos. El m ism o día hizo otro requerim iento el

Flernández el año antes, en el p rim er descubrim iento

piloto mayor, Antón de Alam inos, al capitán, en que dijo

desta tierra; y que a dos casas que atrás q ued aban en

que él no estaba ni venía tal para que pudiese dar buena

u na p un ta era el p u eb lo de Champotón. Y porque

cuenta del cargo que llevaba, ni estaba para ello, y que

traían ya grande necesidad de agua no había donde to ­

por tanto pedía y requería a otra persona quien él qui­

marla, acordaron de tornar atrás a buscar el pueblo de

siese, y que desde entonces se desistía del cargo de p i­

Lázaro, y si no pusiesen allí tomarla, que se tomase en

loto mayor. El capitán le dijo y respondió que ni él le

Champoton, pensando que el piloto mayor decía la v e r­

quitaba ni quería quitar su cargo y oh cío, antes le decía

dad; y así volvieron atrás el domingo que se contaron

que lo h iciese, como era obligado, para que diese buena

veintitrés días del m es de mayo, p rim e r día de Pascua

Fuentes

299

del E sp íritu Santo, y h abiend o andado bien seis le ­

que habían salido prim ero. Y luego fue de día y se vieron

guas, hallaron los pilotos que no hacían buen camino y

m ejor los ind ios, los cuales eran m uchos y arm ados

que el piloto mayor se engañaba, y que el pueblo de L á­

to d os, unos con arcos y flech as, otros con ro d elas y

zaro estaba adelante, y que n o h ab ían b ien recon o cid ola

lanzas pequeñas; y hacían adem anes y m uestras de

tierra. Y el piloto mayor vino en conocimiento de su

querer acom eter a los cristianos, y amenazábanlos y se -

error, y dijo que era verdad lo que los otros decían; y

ñalaban que se fuesen y no pasasen adelante. Estando

dojo más, que el pueblo de Lázaro estaba de allí quince

así, dijo el general a los otros capitanes y a todos los cris­

o veinte leguas adelante, y así el lunes siguiente el ca­

tianos que él no venía a hacer mal ni daño a aquellos

pitán y el piloto mayor y el escribano se pasaron al navio

indios, ni a otros algunos de las otras islas, ni de cuantas

que se decía Santa M aría de los Remedios, porque era

en el viaje descubriese, ni a tom arles cosa alguna contra

m enor o pedía m enos agua, y por poderse allegar más

su voluntad; y que a este efecto había hecho pregonar

con él a la tierra, y aquel día en la tarde surgió, y con al­

ciertas ordenanzas, com o atrás quedó dicho, según a

guna gente y el capitán salió a tierra a ver si hallaba agua,

todos les era notorio; y que al presente, por la extrem a­

porque hacía dos o tres días que la gente bebía vino por

da n ecesid ad que te n ía n de agua, h ab ían saltado en

falta della, y no la h allaron sino ciénagas, y to rn á ro n ­

tierra, para pedirla a los indios del pueblo de Lázaro y

se a los navios. Utro día, m artes veinticinco de mayo,

rogarles que se la d ejasen tom ar pagándosela y dándo­

salieron de allí los navios en dem anda del pueblo de

les por ella alguna cosa; de m anera que ellos quedasen

Lázaro, y al tiem po que el sol se entraba, llegaron a

contentos, porque aquella gente y pueblo no se altera­

surgir junto al pueblo, y desde los navios se veían en el

sen, ni los cristianos recibiesen daño en tomarla; y que

pueblo y por la costa mucha gente, y toda la noche se oyó

por tanto les mandaba y rogaba y requería, so las penas

mucho ruido, como quien estaba en vela, y tañían tam ­

que les tenía puestas, que ninguno se desordenase y sa­

bores o trom petas o cosas que sonaban, sin se poder

liese de su batalla a hablar ni contratar con los indios ni

determ inarlo cierto de lo que eran. Pero esa m ism a no­

a otra cosa alguna, sin su expresa licencia; porque h a­

che el capitán apercibió a su gente, para saltar en tierra

ciéndolo así, se haría lo que sus Altezas mandaban, y lo

antes que fuese de día, al cuarto del alba, por poder en ­

contrario haciendo, incurrían en las penas que tom an

trar más sin peligro; y así puesto envela, y ordenando su

puestas, y se ejecutarían en los transgresores e inobe­

salida, toda la noche con muy gentil ánimo y voluntad

dientes entodo yportod o, porque de otra m anera, no se

para lo que sucediese estuvieron esperando el tiem po y

podría efectuar lo que todos deseaban. En tanto que este

la hora para se desembarcar, como les fuese dada la se ­

razonamiento hizo el general a su gente, los indios p e r­

ñal por el capitán, todos a punto de guerra, como gente

severaban en sus fieros ademanes, haciendo muestras

que pensaban haber m enester las manos y las armas.

de q u ererp eleary acom eteralos cristianos. Entonces el capitán mandó a la lengua Julián, que era natural de la

CAPÍTULO XI CÓMO EL CAPITÁN JUHAN DE GRIJALVAYLOS OTROS CAPITANES Y GENTE DE LA ARMADA SALTARON EN TIERRA APAR DEL PUEBLO DEL CACIQUE LÁZARO, Y DE LAS COSAS QUE PASARON A H Í SOBRE TOMARAGUAPARALOS NAVÍOS, Y DE LA BATALLA QUE HUBIERON CONLOS INDIOS YGENTE DE AQUELLA TIERRA

m ism a tierra, que llamase a los indios y les dijese que él ni los cristianos no venían a hacerles mal ni daño alguno ni a tom arles cosa alguna, sino a ser sus amigos y darles lo que traían. Y como los indios lo entendieron, salieron algunos dellos de entre la otra multitud y llegáronse h a­ cia los españoles muy cerca, y la lengua les tornó a decir

M iércoles, veintiséis días de mayo de m il quinientos

lo m ismo que les había dicho, y que los cristianos no

dieciocho, casi dos horas antes que fuese de día, al cuar­

querían entrar en su pueblo, si ellos no holgasen dello,

to del alba, el capitán Johan de Grijalva se embarcó en el

ni querían sino agua para la gente y navios, y que se la

batel de la nao Capitana con toda la gente que pudo

pagarían, y que así lo dijesen a su calachuni (que como

caber en él; y mandó que los otros capitanes particula­

tengo dicho, así llam an al rey o cacique o señor p rin ci­

res de los otros navios hiciesen lo m ismo en sus barcas

pal de todos): Y luego les fue enseñado algún rescate

con toda la gente que en ella cupiese, y así salieron en

y les d ijero n para qué era cada cosa de las que así les

tierra lo más secreto y sin ruido que les fue posible, y

m ostraron, y diéronles algunas cosas; y los indios re s­

sacaron tres piezas de artillería, y muy concertadam en­

p ond ían que su calachuni y ellos holgaban que to m a­

te sin ser sentidos salieron junto a una casa que estaba

sen agua, más que tomada se fuesen, y que ellos tam ­

en la costa. Pero antes que los cristian os saltasen en

b ié n q u ería n se r sus am igos, m ás no q u ería n que

tierra, salieron ciertos indios de a par de aquella casa, y

entrasen en su pueblo. Y la lengua, por mandado del

paso a paso se fu ero n h acia su pueblo junto a la m ar,

capitán, replicó que así se haría, y que tomada el agua, se

callando, y parecían ser muchos. Saliendo en tierra el

embarcaría con su gente; y entonces aquellos particu­

general Grijalva y los otros capitanes y gente junto a la

lares indios se fueron, y con las m anos llam aban a los

casa, se asentaron dos tiros vueltas las bocas hacia donde

cristianos que fu esen en pos de ellos. La casa que he

aquellos se habían ido, y pusiéronse guardias y centine­

dicho era blanca y de piedra bien edificada; y debía ser

las, y la otra gente estuvo junta y muy sobre aviso, en

casa de oración, porque dentro della había ciertos g e ­

tanto que las barcas volvían a los navios por más gente.

m ís o ídolos, en que aquellos indios adoran (que todos

Y en tanto que se hacía de día claro, parecían junto a la

son idólatras). Y el capitán mandó a un clérigo que iba

m ar h acia el pueblo en fren te de donde estos c ris tia ­

en la armada que dijese misa, prim ero que de allí pasa­

nos estaban, un batallón de muchos indios hablando

se, y así se vistió para celebrar y dijo m isa, la cual los

unos con otros muy alto, pero bien se oían, cuando quiso

cristianos oyeron con mucha devoción y a vista de los in ­

am anecer tornaron los bateles y barcas con más gente

dios; y después de acabado el oficio divino, m ovieron el

de los nuestros, y desem barcados se ju n taro n con los

g e n e ra l y su gente paso a paso en b u en o rd en h acia

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

o

Cerca de 1.67 metros, equivalente a seis pies castellanos. Probablemente se refiera a los tamales. Abrazaban. Silbidos. Voz "jineta": "2. f. Lanza corta con el hierro dorado y una borla por guarnición, que en lo antiguo era insignia de los capitanes de infantería.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=MTJgpmX|MTMD6DX Adargas, escudos ligeros, hechos de diversas capas endurecidas de cuero o cáñamo.

donde los indios estaban, para ir a un pozo que allí había

corriendo a los otros indios y se lo enseñaban los unos a

de buena agua, y lo indios hacían señas que se tornasen

los otros, como maravillados de verlo, y así tornaban

y no pasasen adelante; y la lengua lu lián les decía que no

otros con más cosas de com er o maíz, porque les diesen

hubiesen tem or, que no iban sino a tom ar agua. Y luego

aquellas cuentas; y al son de un tam borino y flauta que

tornaron a decir que fuesen (según la lengua decía), y

en el real de los cristian os se tañía, ven ían m uchos

así llegó nuestra gente a un pozo que estaba en un llano

dellos averio tañer, y estaban espantados de oírlo, y al­

pequeño junto a la costa enfrente del pueblo, y allí asen­

gunos dellos hubo que bailaron al son de la flauta. Pero

taron real entorno del pozo para tom ar el agua, la cual se

de rato en rato no cesaban de decir que se fuesen los

puso luego por obra por los m arineros y grumetes que la

cristianos, y siem pre el general con la lengua les daba

sacaban, y la gente bebía de buena gana, porque venían

p o r resp u esta que tom ada el agua, se iría n , y otras

con mucho deseo della, por la falta que les había hecho.

bue ñas palabras, por nos los enojar ni alterar, y pro me -

Y por entre ciertas arboledas y boscaje que había entre

tiéndoles que el día siguiente se irían. Y e n esto vinieron

el pueblo y aquel llano parecían muchos indios, y otros

ciertos indios, y en ellos decían que venía un hermano

por delante de los árboles, armados de sus arcos y fle ­

del calachuni, al cual y a los que con él venían, les hizo

chas en sus carcajes, y algunos de aquellos arqueros

decir el general, por la lengua lulián, como en los reinos

traían dos carcajes llenos de saetas, otros traían rodelas

de Castilla había un muy poderoso rey y señor, cuyo va ­

y lanzas pequeñas y cortas, y por medio de los cuerpos

sallo él era y aquellos cristianos, y que en otra isla que se

traían muchas vueltas de vendas o listones de algodón

decía Haití había un gran señor que se decía el alm iran­

tan anchos, como una mano (y torcidos quedaban tan

te, y en T ierra-Firm e otro, y en la isla de Cuba otro, que

gruesos como el dedo pulgar de la mano), y traían dadas

se decía el señor Diego Velázquez (por quien el general

al cuerpo en torno a la persona veinte o treinta vueltas

y aquellos cristian os que allí estaban , ven ían por su

por la cintura; y de aquel tan ceñidero pende un cabo

mandado), y que el otras muchas islas y partes había un

con que cubren sus vergüenzas, en tal m anera, que con

gobernador, gran calachuni o cacique, que hacía mucho

facilidad pueden sacar después sus m iem bros para o ri­

b ien y m ercedes a la gente e indios de todas aquellas

nar, soltando aquel cabo del ceñidero, o para hacer cá­

tierras y los favorecían y defendían de todos sus enem i­

mara, porque aquel cabo que ponen por braga viene por

gos, y que los tales gobernadores y almirante y capita­

la horcajadura entre ambos los muslos, desde las espal­

nes, y otros m uchos señ ores y grandes gentes todos

das al vientre, a dar una vuelta o atadura en las otras

eran vasallos del gran rey de Castilla, a quien muchas

vueltas que están entorno al cuerpo. Esto p ensábanlos

generaciones sirven y obedecen; y que él a todos tiene

cristianos que traían en lugar de corzas o armas defen­

en justicia y hace muchos bienes y mercedes, y que así

sivas; pero no es sino su acostumbrado hábito, y el gentil­

les haría a ellos, si querían ser sus amigos y vasallos; y

hombre mancebo destos indios más vueltas de ceñidor

que si algo le diesen que se lo pagaría, y que si traían oro,

trae de la m anera que es dicho. Verdad es que pelando,

perlas o piedras preciosas y otras cosas buenas y las

no les pesada tanto que la saeta o herida diese en tales

querían rescatar, que lo trajesen y se les daría por ello

ceñidores, como en las otras partes de la persona; pero

otras joyas y preseas que los cristianos traían, y mostró -

todo lo demás de los cuerpos traen desnudo. Esta gente

seles muchas cosas de rescate para que lo viesen. Y la

de los indios estaban por la parte de encim a del pueblo

lengua decía que respondían que sí traerían, e iban y

y por bajo del hasta el mar, que era todo claro y no había

tornaban indios y no traían nada, salvo unas patenas

monte, y tenían hecha una palizada, a m anera de alba-

delgadas redondas de cobre dorado, que se las tornaron

rrada, para fortalecer el pueblo por aquella parte que esta

a dar y les dijeron que aquello no era oro ni valían nada

d efen sa estaba, la cual sería de altura de un estado1056

ni las querían los cristianos. Por m anera que de cuanto

de un hombre poco más o menos, hecha de madera, muy

trajeron, ninguna cosa se les tomó, sino una patena

bien puesta, y por dentro o de la otra parte della estaba

como de guanin, por la cual se dio rescate, con que fue

m ucha gente de in d ios, arm ados de la form a que es

contento el que la trajo. Y decían que iban a llam ar al

dicho, y tam bién andaban alguno dellos por la parte de

calachuni para que hablase al general, pero nunca vino,

fuera: Ycom enzóndose a tom ar el agua y henchir ciertas

antes siendo ya tarde, después de mediodía, com en­

pipas della, de rato en rato venían indios desarm ados al

zaron a amenazar de nuevo a los cristianos y em braga­

capitán gene ral, y hacían que la lengua lulián dijese a los

ban1058 sus rodelas y mostraban que querían pelear con­

cristianos que se fuesen, que no querían que estuviesen

tra los nuestros, y com enzaron a poner saetas y flechas

más allí; y el capitán hacía que les respondiese la lengua

en los arcos, y daban silvos,1659y hacían ñeros sin haber­

que, entornando se el agua, se irían, y que no les habían

les dado causa alguna, y parecían que querían comenzar

de hacer mal ni enojo, y que así lo dijesen a su calachu-

a pelar muchas veces con denuendo, y el general con la

ni, y que le rogaba que vin iese a verle, que le quería

lengua procuraba de aplacarlos, y requeríales que no

hablar y ser su amigo y darle délo que traía. Y con esto se

comenzasen la batalla ni otra fuerza tentasen contra él,

tornaban y decían que iban a se lo decir, y vueltos decían

que otro día a m ediodía se irían los cristianos todos. Y

que luego vendría, y que tom asen agua y se fuesen los

diciéndoles esto, tornábase a asegurar por otro poco de

cristianos, y parecía que holgaban de la respuesta de los

espacio. Los españoles estaban atendiendo puestos en

nuestros, y llegaban a m irar a los cristianos y reíanse. Y

orden de batalla, y asestados dos tiros m edianos de

traían algunas de las frutas de las que tienen, y tortillas

bronce y una lom barda de hierro hacia los indios, y dos

y bollos1057 de maíz, y otras cosas de comer, y dábanlas a

escopeteros y algunos ballesteros, y los demás españo­

los cristianos, y en trueco desto daban ellos al os indios

les ten ían espadas y rodelas, y algunos con lanzas j i ­

algunas contezuelas de vidrio de colores y otras cosillas

netas1660 y daragas,1661 apercibidos y sin mudarse de su

de poco valor, y lo recibían con gran gozo, e iban con ello

escuadrón. Desde a poco tornaron los indios a sus vanas

3oi

Fuentes

ferocidades, y fue tanta su desvergüenza y tem eraria

prim ero, que esta gente, aunque salvaje, viendo entrar

osadía que cobraron de la paciencia de los nuestros y de

en su tierra gente extraña y con mano armada, no es de

su sufrim iento que comenzaron a tirar algunas flechas

culpar su alteración, sino de loar su sufrim iento, y ya

contra los cristianos, y los capitanes y los otros soldados

con buenas palabras y por la industria del capitán e s­

decían que ya no era bien que tal bellaquería y desco­

peraron a que los cristianos tom asen el agua, prom e­

m edim iento se pe comportase a aquella gente bestial. Y

tiéndoles que al otro día luego siguiente se irían, y que

el general los refrenó e hizo estar quedos a los cristia­

tomada y llegado otro día, lo diferían para la tarde, usa­

nos, y volvió con la lengua a requerirles que no hiciesen

ron del rem edio de las armas para no su frir contra su

mal ni tirasen, porque si no lo hacían así, los cristianos

voluntad los huéspedes que no conocían y a ellos eran

matarían a muchos dellos, y que no querían sino tom ar

tan nueva m anera de hom bres. Lo segundo, es notable

agua e irse otro día luego, como les había dicho. E hizo

cosa aquella protestación del sahum erio inviolable,

sus protestaciones*663 con ellos, acordándoles que el rey

pues que la lengua avisó que sin falta acabado de arder

mandaba que no se les hiciese mal, sino fuesen los in ­

aquel fuego o sacrificio hecho a sus dioses, indubita­

dios agresores y malos, comenzando la pelea; y aún

damente comenzaría la batalla, como se hizo. El general

tomó testim onio este general de sus protestaciones por

hizo estar queda su gente y mandó que ninguno se m o­

medio e interpretación de la lengua Julián. Y dicho esto

viese que la artillería tirase, y pidió por testim onio que

estuvieron quedos los indios y se retrajeron ya puesto el

él se d efen d ía, porque le q u erían o fe n d er aquellas

sol, y se com enzaron a ir unos en pos de otros a su pue­

gentes bárbaras sin causa. E hizo luego llevar de allí a

blo, y no salieron del por esta noche; más velábanse con

Julián, lengua, a los navios, porque no se perdiese o se

sus atabales y tam bores toda la noche, y oíanse bocinas

fuese, y mandó poner fuego a los tiros y en continente

y otro son, a m anera de trom petillas, y hacían otros e s­

arrem etió el general a su gente, llamando a Dios y al

truendos, como de gente que estaba en vela. Y los c ris­

apóstol Santiago contra los indios, e hiciéronlos retraer

tianos pusieron el recaudo que les convino para su

hasta m erterlos por el boscaje, y queriéndose retraer,

guarda yvela, y ordenadas sus rondas y centinelas, como

porque en lo espeso de los árboles no recibiesen daño

gente diestra y apercibida, pasaron aquella noche, sin

de las flechas, como algunos españoles sueltos se h a­

cesar por eso el ejercicio de sacar agua, porque el pago

bían entrado en lo espeso tras los indios, porque no p e ­

era ruin y no tenía mucha, y era m enester espacio para

ligrasen, hubo de tornar el general a socorrerlos a la

h en ch irlas vasijas y llevarlas a los navios. Utro día, ju e ­

arboleda. Y allí estuvieron revueltos peleando con ellos

ves, veintisiete días de mayo, por la mañana se acabó de

y el general Johan de Grijalva salió herido, y con un

tom ar el agua que les pareció les bastaba a los que tenían

diente m enos y otro quebrado, y aún la lengua algo cor­

cargo della, y los indios comenzaron a salir del pueblo

tada de una flecha y con otras dos heridas en las piernas

por entre los árboles y boscaje, y por la albarrada que es

o rodillas. Y sacaron muerto de aquel bosque un com ­

dicho, en gran número dellos y sin com paración más

pañero que se decía Johan de Guetaria y otros muchos

muchos de los que se habían visto el día de antes y a r­

cristian os saliero n h erid os, porque entre los árboles

mados de la m anera que está dicho; y de entre todos sa­

los indios peleaban a su sabor y huían, cuando les con­

lieron dos indios y comenzaron a señalar con las manos

venía, y si no fuera por la artillería y esos pocos balleste -

a los cristianos que se fuesen de allí y no estuviesen más

ros y escopeteros que tenían los nuestros peligraran

dó estaban. Y uno de aquellos indios se hizo más ade­

más los cristianos, porque no se podían aprovechar de

lante con una lumbre encendida y en su lengua dijo

otras armas. Y créese que los tiros de pólvora y ballestas

ciertas palabras y púsola sobre una piedra y tornóse

h icieron mucho daño en los contrarios y m ataron h a r­

atrás para los otros de su hueste; y el general Grijalva

tos indios, de los cuales no se pudo saber la cantidad,

preguntó a Julián, la lengua, qué cosa era aquello, y dijo

aunque vieron caer algunos, sino por el tem or que se vio

que era guaymaro, sahum erio que ofrecían a sus ídolos,

en ellos se entendió su trabajo; y no es de m aravillar que

a quien hacían oración para que los hiciese victoriosos

se espantasen los que nunca habían visto ni oído la arti­

contra él y contra los cristianos; y que así lo acostum ­

llería, pues que a los que la tratamos y a quien m ejor la

braban, cuando querían dar batalla a alguna gente, y que

entiende m ás espanta. El general hizo llevar los e s ­

en acabándose de arder aquella lum bre, comenzarían la

pañoles heridos a los navios, y él quedó en tierra para

pelea y los acom eterían sin falta, y así pareció por la

acabar de tom ar el agua, porque le dijeron que era m e­

obra después. El general mandó a la lengua que les d ije­

n ester m as de la que tenían, e hizo to rn ar a arm ar la

se que no lo hiciesen, pues que él no les había hecho mal

artillería poca que tenía a par*663 del pozo, y parecían al­

ni enojo alguno, ni los cristianos, y que estuviesen que­

gunos indios a par de la arboleda, y como soltaban algún

dos, que aquel día en la tarde se iría con su gente; y así se

tiro , todos se escond ían. Estando ya el sol b ie n bajo

lo requirió muchas veces, como lo había hecho el día

salieron ciertos indios desarm ados a pedir paz, y el ge­

antes. Y luego vinieron al real ciertos indios con algunas

neral m andó uno de su com pañía a que les saliese al

gallinas y las dieron al general, y él las recibió y halagó­

encuentro y supiese que querían; y tornó diciendo que

los y dijo que le trajesen más; que él se las pagaría todas

le parecía quel calachuni quería paz y que no tuviesen

muy bien. Pero estado en esto, se acabó de arder aquella

enojo los cristianos con ellos, y quel calachuni quería

protestación de fuego, y se comenzaron en continente

ser su amigo y les enviaría de com er y oro y vendría a ver

de alterar los indios que estaban a par del bosque y alba­

al general, y dicho esto (si se supo entender) se torna­

rrada, y los otros que estaban con el general le dejaron y

ron los indios, y otras dos o tres veces salieron aquellos

se fueron presto a los oíros, y dieron luego una grita

indios, diciendo lo m ismo. Entonces el general mandó

grande y muchos silvos, tirando muchas piedras y fle ­

a dos hidalgos, el uno llamado Antonio de Amaya, y el

chas. De aquí se notan estas cosas que ahora diré. Lo

otro el com endador Pedro de A lvarado, capitán, que

1662 Declaraciones. 1663 yoz "a par"^

[oc> ajyr Cerca

o inmediatamente a una cosa o junto a ella.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/ ?id=RorzeoZ| Rp05ibZ

3 o2

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

la vela a buscar algún buen puerto para reparar un navio que hacía mucha agua, y anduvieron por la costa hasta el lunes adelante, postrero de mayo, que surgieron en una buena bahía entre unas isletas. Y en aquel puerto se tomó una canoa con cuatro indios para lenguas, porque era de la m ism a tierra de Yucatán, donde estaban, y en cada navio hizo el general poner uno dellos, y el que parecía el más principal dellos quiso que estuviese en su nao Capi­ tana, y pusiéronle nombre Pero Barba (porque a todos cuatro bautizaron por mano del capellán Johan Díaz y deste fue padrino un hidalgo llamado Pero Barba), y no hubo escándalo ni alboroto alguno en la tomada destos indios, porque se hizo sin que los de la tierra supiesen.

CAPÍTULO XII QUE TRATA DEL ASIENTO Y CIRCUNFERENCIA DE LA TIERRA QUE ESTOS DESCUBRIDORES Y EL PILOTO ANTÓN DE ALAMINOS LLAMARON ISLA DE YUCATÁN (YPOR OTRO NOMBRE SANTAMARÍADE LOS REMEDIOS) Y LO QUE EL CRONISTA DICE EN ELLO, DESPUÉS DEL PARECER DESTE PILOTO A sí lo que aquí se dirá de la cosm ografía y asiento de la provincia de Yucatán no se conform are totalm ente con lo que se dirá adelante, no es de maravillar; porque estas cosas que requieren medida justa y experiencia del tiem ­ po (para que muchas veces y por m uchos se entiendan) MAPA DE AM ÉRICA CON LOS RETRATOS DE CRISTÓBAL COLÓN, AMÉRICO VESPUCIO, FERNANDO DE MAGALLANES Y FRANCISCO PIZARRO. "AM ERICA S I VE NOVUS O RBIS RESPECTU EUROPAEORUM IN FER IO R GLOBI TER RESTR IS PARS 1 5 9 6 ", EN DAS SECHSTE TH EIL DER NEUWEN WELT. ODER DER H IST O RIEN ... DAS D RITTE BUCH, THEODOR

fuesen a hablar con ellos y viesen lo que querían, y fu e­

ni entender, como se alcanzan después, tratándose de la

Alvarado una máscara de palo, dorada por encima con

tierra, y con más espacio enmendando y perfeccionando

una hoja de oro delgada, y dijo que lo había entendido

lo que se debe y puede decirse con verdad. Más porque

de las señas de los indios era quel calachuni enviaba

no se niegue a los prim eros su industria y sus méritos

aquella máscara, en señal de paz, o quería ser amigo del

queden en m em oria, diré en este caso lo que contenía

general y de los cristianos y que venía a hablarle y trae ría

la relación que estos capitanes y piloto llevaron al Ade -

mucho oro, y toda aquella tarde no hacían sino ir y venir

lantado, Diego Velázquez, la cual él envió al Emperador,

con embajadas los indios, las cuales ni los que las oían

nuestro señor, y es aquesta: el día y año que es dicho,

DE BRY, FRÁNCFORT, 1 59 6. GRABADO, 3 2 .6 X 3 9 .9 CM. COL. ©35379 JOHN CARTER BROWN LIB R A R Y, BROWN U NIVERSITY.

líí4 Formación. llf- 83.8 kilómetros; el dato es erróneo. íííí \/oz "travesía": "7. f. distanda entre dos puntos de tierra o de mar.", Diccionario de la lengua española, rae , disponible en: h ttp://dle.rae.es/ ?id=aXYalIz ™ 7 Daba por.

no se pueden de una vez así perfectamente considerar

ron y habláronlos, y vueltos el general, trajo el capitán

las entendían, ni las respuestas dichas a los em bajado­

ante el general Johan de Grijalva y los otros capitanes, y

res, puesto que los unos y los otros hablaban, y como los

los que allí se hallaron, dijo el piloto mayor desta arm a­

m udos, con señas se esforzaban en darse a entender

da, A ntón de Alam inos, estando junto a la m ar en el an-

lo que cada parte decía. Después desto, el general m an­

cónya dicho (a que llam aron Puerto Deseado), en tierra,

dó quel Antonio Amaya y el escribano Godoy fuesen a

que él había muy bien mirado lo que había bojado de la

decirles, como m ejor supiesen darlo a entender, que no

isla de Yucatán, desde la bahía de la A scen sió n hasta

hubiesen miedo, y llegaron hasta dentro de las albarra-

el dicho Puerto Deseado, donde estaban, y hallaba que

das, y parecióles que decían o daban a entender que su

desde allí a la dicha bahía de la A scen sió n podría h a ­

calachuni quería ser amigo del general y todos esos in ­

b e r de traviesa hasta veinte leguas,1663 poco más o m e­

dios querían la m ism a amistad con los cristianos y m os­

nos; las cuales dijo que no p odían andar con aquellos

traban mucho tem or, y algunos dellos tem blaban y de­

sus navios, por ser grandes, según la disposición del

cían que traerían de comer, y oro, y vendría su calachuni

agua baja para acabarlo de bojar, y para ver y andarlo

a hablar con el general; y a estos m ensajeros les asegu­

eran m enester bergantines muy pequeños (para esto les

raron por señas que n o te m iese n y fu e se n al real, que no

hizo grandísim a falta el bergantín que se tornó desde el

les harían mal alguno. Y decían los indios que se fuesen

cabo de San Antón). Y por tanto dijo que en su parecer y

con ellos estos dos españoles y les darían de comer, y

en cuanto él alcanzaba y entendía por lo que había visto

ellos tronaron al general, refiriéndole lo que es dicho.

desta navegación, que desde la dicha bahía de la A scen ­

Acabada de tom ar el agua, se pusieron los españoles en

sión hasta el Puerto Deseado, es la traviesa*666 de Yuca­

ordenanza*664 de tres en tres, y a su paso acostumbrado,

tán (que es la isla de Santa María de los Remedios), y allí

según el estilo m ilitar. El general y los capitanes y gente

se fenece y acaba, excepto las veinte leguas poco más o

dieron una vuelta en torno del pozo por aquel llano, y

m enos que dijo podría haber de traviesa desde una parte

fueron hasta la casa donde el día antes se habían desem ­

a la otra, y que allí la daba por bojada la dicha isla, que no

barcado, y entraron en las barcas la gente que en ella

pasa más adelante. Y que esto que él lo hacía*667bueno, y

cupo y fueron a los navios, y el general quedó en tierra

lo daría a entender a Sus Altezas, y ante Diego Velázquez,

con los restantes hasta que volvieron las barcas, y se

y ante todas las personas que lo hubiesen demandado; y

m etieron en ellas y se fueron a sus carabelas, y ningunos

que una isleta, donde estaban, era isleo o jardín de la d i­

indios salieron sino pocos hasta el pozo y de allí no pasa­

cha isla, y que por allí es todo isleos desde allí a la bahía,

ron; y cuando el sol se puso, todos los españoles estaban

por entre las cuales va la mar del dicho puerto hasta la

en los navios. El día siguiente por la mañana se dieron a

bahía que se mostraba delante de aquella isleta y junto a

3o3

Fuentes

ella; o cabe el mismo puerto era tierra nueva y que nun­

Deseado, y siguió su viaje por la costa de tierra delante

ca hubiese sido descubierta ni vista por los cristianos, y

de la vía del poniente (desde aquella isleta donde e s­

que en ella podía saltar el capitán general y tom ar la p o ­

taba), en demanda de aquella tierra que el piloto A la ­

sesión, como de tierra nueva. Y el general lo mandó así

m in o s h abía dicho que era nueva tie rra ; y el lu n es

asentar al escribano deste descubrim iento, dicho D ie­

adelante, siete de junio, se vio desde los navios un río

go de Godoy, ante ciertos testigos. Dice el cronista que,

grande que salía de la tierra y entraba en la mar, y por

según lo que después ha parecido por la experiencia, la

del cual pareció mucha gente de indios, y pasaron los

traviesa que este piloto pensó que era una m ar baja y de

navios adelante, y llegaron a otro río mucho mayor, y

arrecifes, no tiene salida, ni allega ni pasa el agua d es­

surgieron casi en la boca, y no pudieron entrar en él por

de Puerto Deseado a la bahía de la Ascensión, antes es

la mucha corriente que traía. Aqueste día dijo la lengua

todo una tierra y costa, por la cual seguramente se pue­

lulián que había dicho el otro indio, llamado Pero Barba,

de a pie o a caballo pasar y andar. Y aquella provincia de

que desde el pueblo de Chan, a otro que se dice Chatel

Yucatán no es isla, sino la m ism a T ierra-Firm e, y así lo

(la tierra adentro), es la isla de Yucatán, y hay tres días

enseña la figura desta tierra en las cartas de navegar, y

de andadura, y que en Chatel hay un río que se coge

así lo dicen los que después han estado allí, y los pobla­

mucho oro, y que allí se trae todo el oro que los indios

dores españoles, de los cuales yo he sido informado y

tienen; y hay muchas sierras y m ontañas, y que de una

lo han andado y visto, caso que en aquellos principios

costa a otra en la dicha isla hay cincuenta y sesenta días

este piloto y otros pensasen que Yucatán era isla y que

de andadura; y que los in d io s que h abitan la tie rra

por agua se podía bojar, y quisieron adivinar lo que no

adentro, cuando algunas veces salen de sus tierras y lle ­

veían ni entendían. La bahía de la A scensión puso este

gan a ver la mar, que así como la ven luego echan lo que

piloto Alam inos en diecisiete grados de la equinoccial,

tien en en el estómago por la boca; y que hay muchos

a la parte de nuestro polo ártico, y el Puerto Deseado e

árboles grandes y muchos pueblos y grandes sabanas o

isleo prin cip al del en dieciocho, poco m ás o m enos (y

vegas; y que los ind ios que viven la tierra adentro no

pudiérale dar dieciocho y medio). La parte oriental de

com en pescado, ni lo quieren, y que en la tierra deste

Yucatán (que es la isla do está la punta de Catoche), puso

Pero Barba se cortan las orejas sajándolas, sacriñcando

en veintiún grados, y en esto se alargó un grado, porque

a sus ídolos. A mi me parece, por lo que es dicho, que este

otros cosmógrafos y cartas le dan veinte grados y algo

indio Pero Barba decía, que éste fue el p rim er hombre

m enos. Desde aquella punta, corriendo la costa abajo

que a los cristianos que allí iban, les dio noticia y señas

al occidente p or la banda del norte, tiene la tierra de

de la m ar del sur, y que éste indio no era a la sazón e n ­

Yucatán de longitud por la costa ochenta y aún noventa

tendido de los españoles, porque todo aquello que es

leguas hasta otra punta que está más de cincuenta leguas

dicho que este indio deponía,*668 era dar nueva de la otra

antes del Puerto Deseado, la cual punta o promontorio

m ar austral y de la Nueva España, que es aquella m ism a

se llama Cabo Redondo, y desde aquella punta de Cato­

costa en que, cuando aquesto decía, les enseñaba, y

che hasta la isla de Cozumel, que está junto a la tierra de

donde estaban surtos; y así es la verdad, como lo podrá

Yucatán, hay veinte leguas; y desde le ñ n de la isla de Co -

ver el lector adelante, en el discurso de la historia. Utro

zumel hasta la bahía de la A scensión hay noventa leguas,

día siguiente entraron los navios en el río hasta media

poco más o menos. De m anera que la tierra de Yucatán

legua y no pudieron subir más por la corriente, y por

bojará doscientas setenta leguas, poco más o m enos, de

am bas costas de la una y otra parte del río h abía m u ­

m ar y de tierra, contándose veinte en la traviesa que le

cha m ultitud de in d io s arm ados, de la m an era que

daba aquel piloto, desde la Bahía de la A scensión h as­

atrás queda dicho, de arcos y flechas y rodelas y lanzas.

ta el Puerto Deseado, que éste y otros pensaron que era

Aqueste día vinieron ciertos indios en una canoa, que

agua, como es dicho; pero en la verdad estas veinte le ­

traían sus arm as todas las que he dicho dentro en ella; y

guas de traviesa, que el Alam inos sospechó que había en

en la proa venía un p rin cip al que m andaba a los otros,

aquella parte que Yucatán se junta con la T ierra-Firm e,

y traía embragada*669 una herm osa rodela, cubierta de

está averiguado y visto que son más de ciento cincuenta

muy lindas plumas de colores, y en le m edio della una

leguas, y que es todo Tierra-Firm e Yucatán y lo demás.

patena redonda que refulgía como oro, y así lo era. Este

Pero añadiendo en esto, digo que el ñ n de la costa que

indio mandaba a los otros de la canoa, y el general G ri­

corre atierra desde Cozumel a la Bahía de la Ascensión,

jalva mandó a la lengua lulián que le hablase, y dijo que

el ñ n de aquella hasta que vuelve la tierra (o de donde

no le entendían, ni él entendía a ellos lo que decían, y

comienza a ir la vista del sureste) se llama Golfo de las

mandó al lu lián que hablase al otro indio Pero Barba

H igueras, el cual com ienza a estar en d ieciséis grados

(que era uno de los que se tom aron en Puerto Deseado)

desta parte de la equinoccial. Desto se tratará más largo

y le dijese lo que les había de decir, si los entendiera,

en el libro XX, y para allí se quede. Tornemos a nuestra

pues que el Pero Barba entendía la lengua de aquellos

m ateria y suceso de Grijalva y desta armada.

indios de la canoa; y así se hizo. Y después que les hubo dicho que los cristianos querían ser sus amigos y venían

CAPÍTULO XIII EN QUE SE TRATA DEL SUCESO DEL GENERAL JOHAN DE GRIJALVA Y DESTA ARMADA, DESDE QUE SALIÓ DEL PUERTO DESEADO HASTA QUE LLEGÓ AL RÍO QUE LLAMAN DE GRIJALVA, QUE ES EN LA COSTA DE LA NUEVA ESPAÑA Sábado cinco de junio del m ism o año de mil quinientos

a estar con ellos y darles lo que traían, se fue la canoa, y en la tarde tornó aquella y otra con el m ism o capitán indio y otros que bogaban, y llegáronse abordo; y por la form a de in te rp reta ció n d estas dos lenguas dobles, refirien d o el capitán G rijalva a lu lián , y Ju lián a Pero Barba, y Pero Barba a los indios lo que les querían decir,

dieciocho, salió el capitán general desta armada de D ie­

se entendieron y concertaron para rescatar. Y lo que el

go Velázquez, con las cuatro carabelas, desde el Puerto

general Grijalva hizo dará a este indio principal ques

1668 Afirmaba, testimoniaba. 1669 Abrazada.

3 o4

1670 Grueso. 1671 Pluma de ave que se usa para escribir. 1672 Voz "sisa": "3. f. Mordiente de ocre o bermellón cocido con aceite de linaza, que usan los doradores para fijar los panes de oro.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/ ?id=YlVjmk7 1673 Probablemente se refiera a escarcelas: voz "escarcela": "4. f. Parte de la armadura antigua que caía desde la cintura y cubria el muslo.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/ ?id=GBFoOTf 1674 Tres dedos, equivalentes a 5.13 centímetros. 1675 Más adelante el cronista usa la palabra guariques. 1676 Aretes, pendientes. 1677 Voz "peinador": "2. m. Prenda o lienzo ajustada al cuello con que se protege el vestido de quien se peina o afeita.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=SLdcq58 1678Traje tradicional de la comunidad valen dan a, el saragüell (que aparecen textos musulmanes adadalusíes del siglo x como sarawil) se coloca directamente sobre el cuerpo y sobre él se puede o no colocar otras prendas. 1679 Voz "presilla": "6. f. desús. Tela basta de lino.", Diccionario de la lengua española, rae, disponible en: http://dle.rae.es/?id=U 6hJTsj leso para cubriré [a cabeza con gorra, sombrero, mantilla, pañuelo, etcétera. 1681 Voz "bonete": "1. m. Espede de gorra de cuatro picos, usada antiguamente por los colegiales y graduados, de donde pasó a los eclesiásticos y seminaristas.", Diccionario de la lengua española, rae, disponible en: http://dle. rae.es/?id=5qpGuC0

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

dicho, y a los que con él venían, fueron estas cosas: una

bien labrado y cosas mucho de ver. En recom pensa de

medalla; un espejo dorado; dos sartas o hilos de cuentas

lo cual el capitán G rijalva le dio a este calachuni dos

ve rd es de v id rio ; unas tije ra s; u n p ar de cu ch illos (y

cam isas de lienzo y un espejo pequeño dorado, y una

estos tuvieron en mucho); un bonete de frisa; quince

m ed alla, y un cuchillo, y unas tije ra s; unos sarah u e-

diamantes aguíes (que son unos cañutos de vidrio cua­

lles*67® de presilla;*679unpaño de tocar,‘68oy un bonete,*68‘

drados, del gordorl67° de una péñola107* de escribir); un

y u np eine; cinco sartas de cuentas de vidrio; otro espejo

p ar de alpargates; veinte cuentas pintadas, de vidrio;

grande dorado; un par de alpargates; una bolsa de cuero

todo lo cual entre los cristianos era de muy poco valor y

labrada con una cinta de los m ismo; veinticinco cuen­

precio, como se puede bien entender. Y lo que el indio

tas de vidrio pintadas (esto era del rescate), sin lo cual o

dio en rescate o trueque de lo que es dicho, fueron las

allende deso le dio el capitán Grijalva un jubón de te r­

cosas siguientes: una máscara de m adera grande dora­

ciopelo verde y un co llar de cuentas m enudas, y una

da, de la misma m anera que se dora un retablo en Castilla

gorra de terciopelo. Y porque (como he dicho en otras

con sisa,*673u otro palo que se dore, yun pen ach o de plu­

partes desta historia) acostum bran los indios tom ar el

mas de papagayos con una avecica encim a, puesta en un

nom bre de los capitanes o p ersonas p rin cip ales, con

hueso que parecía humano; y dijo aquel indio que otro

q u ie n contraen paz, así se hizo con este calachuni, y

día vendría su calachuni y traería muchas cosas. Los

quiso que le llam asen Grijalva, y luego los indios decían

cristian os les en señ aro n vino, y no lo quisieron . Utro

Grijalva, Grijalva, y muy alegres se entraron en su canoa

día, jueves siguiente, volvió otra canoa con ciertos in ­

y se fueron, y al río se le puso el m ismo nombre que al

dios, entre los cuales venía uno que decían que era el

calachuni, y llam áronle los cristianos río de Grijalva, la

señ or de todos o calachuni, y trajo al general Grijalva lo

boca del cual está a diez y ocho grados de la línea equi­

que sigue: casquete dorado de palo con dos cornezuelos

noccial en nuestro hem isferio o parte de nuestro polo

encim a; una cabellera de cabellos negros de hom bre o

ártico. Procuróse que los navios subiesen el río arriba

m ujer; otra máscara de palo, y desde la nariz para arriba

para ver el pueblo, porque les pareció a los españoles

cubierta a m anera de obra mosaica, muy bien asentadas

que, según la mucha gente, veían que debía ser gran

todas aquellas piedras de color como turquesas, y de la

cosa, y según la m anera del calachuni; más la grande co­

nariz para abajo cubierta de una hoja de oro batido, d el­

rriente no los dejó y así se partieron otro día siguiente,

gada; otra m áscara de palo hecha a barras o bastones de

que se contaron once de junio, prosiguiendo su descu­

lato abajo, las dos tiras eran de la pedrería que es dicho,

brim iento. Este río está y puede h aberhasta él desde el

y las tres restantes de hoja de oro batida delgada; una

Puerto Deseado veinticinco o treinta leguas en la T ie­

patena delgada con una figura de gemí o diablo, cubier­

rra-Firm e la vuelta del poniente, y el río sale o tiene la

ta encim a de hoja de oro batido y en algunas partes della

boca m irando a la tram ontana o norte septentrional.

sem bradas algunas piedras; unatablica de palo con una punta, como testera de caballo de armas, toda cubierta de una hoja de oro delgada con unas listas de piedras negras bien asentadas entre el oro; cuatro patenas de palo redondas, cubiertas de hoja de oro batido; dos escarcelones*673 de palo, cubiertos asim ism o de oro batido;

CAPÍTULO XIV EN QUE SE NARRA LA PROSECUCIÓN DEL DESCUBRIMIENTO Y VIAJE DEL CAPITÁN JOHAN DE GRIJALVA Y DE LO QUE SUCEDIÓ, DESDE QUE PARTIÓ DEL RÍO QUE HIZO LLAMAR GRIJALVA HASTA QUE LLEGÓ A LA ISLA DE LOS SACRIFICIOS

otras cuatro armaduras para las rodillas de cortezas de

V iernes, once días de junio del m il quinientos d iecio­

árboles, cubiertas de oro batido de hoja delgada; otro

cho años, salió la arm ada del río Grijalva con sus cuatro

escarcelón de palo, cubierto asim ism o de hoja de oro;

carabelas, y prosiguió la m ism a costa la vía del p on ien ­

una cabeza de p erro cubierta de p ied ras y m uy b ien

te, y toda la tierra parecía poblada y llena de edificios y

hecha; un espejo de dos lum bres con un cerco de hoja

gente cerca de la costa de mar; y otro día siguiente en la

de oro batido; un palo hecho a m anera de tijeras, cubier­

m ism a costa envió el general una barca con ciertos

to asim ism o de hoja de oro, delgada; un penacho p e ­

hom bres, y yendo por la m ar trajeron cuatro indios de

queño de cuero, cubierto de hoja de oro batido; cinco

otra lengua, y m ostrándoles oro los cristianos de lo que

rosarios de cuentas de oro redondas, en que había cien­

ya tenían, dieron a entender por señas aquellos indios

to seis, pero el oro era poco o por encim a y de dentro

que en aquella tierra había mucho de aquello, y que lo

eran de barro; otras cuatro cuentas de oro huecas; siete

cogían en los ríos, y que silo s soltaban que ellos darían

navajas de pedernal; dos pares de zapatos, como de ca­

mucho oro de aquello que tenían. Y a los quince del

buya o henequén; siete tiras como collares de hoja de

m es se tom aron otros cuatro indios de la m ism a lengua

oro batido delegado, puesto sobre cuero; una sarta en

en la costa, y por señas decían lo que los p rim eros h a ­

que había veinte arracadas de oro con cada tres p in jan ­

b ían dicho del m ucho oro; y pensando ellos que los

tes de lo m ismo, puestas en tiras de cuero; otra sarta de

cristianos los habían tomado para matarlos, lloraban

las susodichas, y con otros pinjantes de veinte piezas;

los unos con los otros, cantando en cierto tono que p a ­

u n p a r de ajorcas delgadas, cubiertas de oro, de anchura

recía que se acordaban en el son; y visto aquesto por el

de tres dedos*674 cada una; u n p a r de guariquíes*673 o zar­

general, otro día, m iércoles d ieciséis de junio, mandó

cillos*676 de oro para las orejas; un escargelón de hoja

soltar los seis indios destos ques dicho, e hízoles dar su

de oro delgado; un par de escudillas grandes, redondas

canoa en que se fuesen, habiéndoles m ostrado algunas

pintadas; una rodela pintada, cubierta de plum ajes de

cosas de rescate que se las prom etió de dar trayendo

colores; una ropeta muy gentil, toda de plumas de colo­

oro, como ellos daban a en ten d er que traerían , y que

res; un paño de colores, como peinador;*677 un penacho

demás deso envolviendo, les darían los otros dos indios

redondo de plumas de colores con unas flores, y un ave

sus com pañeros, que quedaban detenidos, como para

pequeña encim a del m ism o; y todo lo que es dicho muy

seguridad o fianza de su vuelta, para que todos juntos

Fuentes

3°5

se fu ese n d espués a su tierra . Utro día d iecisiete de

pedernal que estaban a par de aquella pila, y los que­

aquel m es, así como fue de día p arecían p o r la costa

m aban con ciertos haces de leña de pino que allí había,

muchos indios con dos banderas blancas, y llam aban

y los ofrecían a aquel ídolo, y les sacaban las pulpas de

con ellas a los cristian os, y el general, creyendo que

los m olledos de los brazos y de las pantorrillas y m uslos

eran los ind ios que habían hecho soltar, entró en las

de las p iern as, y lo com ían, y que aquestos s a crific a ­

barcas con alguna gente para ver qué querían y si traían

dos eran de otros indios, con quien tenían guerra. Y así

el oro que habían dicho; y cómo su costa es brava y h a ­

les pareció a nuestros españoles que ello debía ser y

bía gran resaca de m ar, dijeron los m arineros que se

que sacrificaban allí algunos indios de aquella tierra o

les anegarían las barcas y la gente, su p orñasen de lle ­

provincia, y por esto el capitán general mandó, que se

gar a tierra. Y por eso desde bien cerca de ella hicieron

llam ase isla de los S acrificio s y bah ía de Sacrificio s,

señas a los ind ios para que fu esen a los navios, y que

allí donde los navios estaban surtos entre la isleta y la

vin iesen allí donde las barcas estaban en sus canoas; y

T ierra-Firm e. Aqueste día el capitán }ohan de Grijalva,

como vio que ninguna destas cosas querían hacer, se

después de haberse tornado a los navios, envió al capi­

tornó el capitán y gente de las barcas a sus navios, y

tán Francisco de M ontejo en una barca, con un indio de

prosiguieron su costa adelante. Hechos a la vela aqueste

aquella tierra, para saber qué éralo que querían ciertos

día, llegaron junto a una bahía que hace entre la Tierra-

indios que llam aban desde costa, mostrando unas b an ­

Firm e y una isleta pequeña que está entre la bahía y la

deras; e ido allá, los que estaban en la costa, le dieron al

mar, y surgieron allí sus navios, y estando así, dijo el

capitán Francisco de Montejo muchas mantas pintadas

capitán }ohan de Grijalva delante de m uchos de los que

muy lindas, y él les preguntó por oro, y ellos le dijeron

en esta arm ada iban que el piloto m ayor A ntón de A la ­

que a la tarde le traerían, y así se tornó a los navios, y a

m inos había dado por boj ad ala isla de Yucatán, y hasta

la tarde vino una canoa con ciertos indios que trajeron

donde estaban era tie rra continuada y p arecía otra

ricas mantas y dijeron que otro día vendrían con mucho

tierra nueva, y que p o rtal se podía tom ar en ella p ose­

oro, y fuéronse. Utro día de m añana parecieron en la

sión, y que así él como piloto, como todos los hom bres

playa de la isleta unas banderas blancas y llam aban a

de la m ar, decían que todo aquello era de la costa de

los cristianos, y el general acordó de salir allá; y asi

T ierra-Firm e; y aún para saberlo m ejor, hizo su in fo r­

como saltó en tierra , halló hincados unas ram as de á r­

m ación y tomó los pareceres de los pilotos y de los que

boles, y debajo della tendida una manta, y encim a unas

les pareció que lo podían entender, y todos d ijeron que

cazoletas pequeñas llenas de aves cortadas con cierto

habiendo respecto a lo s m uchos y grandes ríos que d e­

caldo am arillo que parecía que estaba guisado con e s ­

lla salen a la m ar de agua dulce, y que desde Puerto D e­

pecias. Y como era viernes, ningún cristiano comió

seado hasta la dicha isleta, donde estaban surtos, había

dello, y tenían unas torticas de maíz o de otra futa e n ­

corrido ciento treinta o más leguas por una costa, que

vuelta con ello por pan; y tenían allí maíz en mazorcas

todos la tenían, a todo su entender, por T ierra-Firm e.

tierno, que parecía estar cogido para dar de com er al

Y así, otro día siguiente, dieciocho días del mes de junio,

capitán y a los que con él habían salido, y otras frutas, y

viern es, el capitán general saltó en tie rra en aquella

trajeron algunas m antillas de algodón teñido y rep ar­

isleta con cierta gente, y fue por un camino entre arbo­

tiéronlas por los que allí estaban de los nuestros, y dié -

ledas, y algunas dellas parecían ser de frutales, y vieron

ronles unos cañutos negros con sahum erios que tom a­

algunos ediñcios de piedra antiguos a la m anera de

ban como tabaco, y por señas d ijeron al capitán que no

adarves*683 arruinados por el tiem po, y derrib ados en

se fuese y que le traerían oro y otras cosas. Y d iéro n -

partes, y casi a la mitad de la isla estaba un ediñcio algo

les por siete m antas y dos tocas dos bonetes y dos mil

alto, al cual subieron por una escalera de piedra, y su ­

cuentas verdes de vidrio y tres peines y un espejo; y e s ­

bidos en lo alto estaba luego delante de la escalera que es

tando allí en la dicha isleta el capitán Grijalva, dijo al

dicho un m ármol, y encim a una animalia*683 que quería

piloto mayor A ntón de alam inos, en presencia de los

parecer león, asim ism o de m árm ol, con un hoyo en la

otros capitanes y algunos de los m ás principales de la

cabeza y la lengua sacada, y junto o a par del mármol

armada, que ya sabía cómo él y los otros pilotos, y otras

había una pileta de piedra asentada en tierra, toda sa n ­

personas, habían dicho que aquella tierra grande que

grienta, y delante della había un palo hincado que d e­

te n ía n p resen te era T ie rra F irm e y no isla, y que él

clinaba sobre aquella pileta, y delante algo apartado

habiendo por bojada la tierra de Yucatán, nom brada

estaba un ídolo de piedra en el suelo con un plumaje en

Santa M aría de los R em ed ios, y que esta otra tie rra

la cabeza, vuelta la cara a la pila. Más adelante estaban

que llam an Firm e estierranueva, yportanto, quería que

m uchos palos como el que es dicho que caía sobre la

diese su parecer y dijese si sería bien seguir aquella

p ila , tod os h in cad o s en el su elo , y sob re e llo s h ab ía

costa e islas que solam ente les quedasen bastim entos

m uchas de cabezas de h om bres hum anos y m uchos

para tornar ala isla Fernandina, para saber m ejoría ve r­

huesos así m ism o, que debían ser de aquellas p e rso ­

dad, o si les parecía que era bien desde allí dar la vuelta

nas, cuyas cabezas allí estaban. Había m uchos cuerpos

en demanda de las otras islas para descubrirlas, porque

m uertos, casi enteros, que debían ser muchachos, que

otro día siguiente quería saltar en aquella tierra y to ­

estaban podridos y muy dañados, de la cual vista los

mar, en nom bre de Diego Velázquez, la p osesión por

cristianos quedaron espantados porque luego sosp e­

Sus M ajestades y por Castilla. Y que pues aquesto toca­

cháronlo que podía ser, y preguntó el general a uno de

ba a su cargo de piloto mayor, por ser cosa tocante a la

aquellos ind ios, que era de aquella com arca o p ro v in ­

navegación, que dijese lo que le parecía, porque él,

cia, qué cosa era aquella, y por las señas y lo que se

como capitán general, con los otros capitanes e h id al­

pudo entender dellas m ostraban que aquellos difuntos

gos de la arm ada pudiese com unicar y acordar lo que

los degollaban y sacan el corazón con unas navajas de

conviniese; pues todos estaban en determ inación de

1682 En forma de fortalezas. 1683 yoz "ani malia": "1. f. p. us. Ali maña.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle. rae.es/?id=2 hEjmli

3o6

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

ticinco o treinta personas en cada navio con los m ari­

CAPÍTULO XV EN QUE TRATA EL CAPITÁN JOHAN DE GRIJALVA HABER TOMADO LA POSESIÓN POR DIEGO VELÁZQUEZ EN NOMBRE DE SUS MAJESTADES Y DE SU CORONA REAL DE CASTILLA EN LATIERRA-FIRME, EN LA PROVINCIA QUE AHORA SE LLAMA LA NUEVA ESPAÑA, Y DE LO QUE DESPUÉS SUCEDIÓ HASTA QUE VOLVIÓ EL CAPITÁN ALVARADO CON LA NUEVA DE LO SUCEDIDO EN ESTE DESCUBRIMIENTO HASTA QUE SALIERON CIERTAS CANOAS A COMBATIR LA ARMADA

neros necesarios, y lo dem ás era cosa superflua; y que

Habiendo el capitán Johan de Grijalva saltando en T ie­

seguir p or cualquier camino y derrota que el dicho p i­ loto los llevase, y tanto cuanto los navios durasen y se pudiesen sostener para poder tornar a la isla Fern an ­ dina. Y dijo más, que ya sabían todos como en aquella arm ada había ciento cincuenta hom bres, allende de los m arineros y gente de la m ar y que para solamente bojar Yucatán y d escu b rirlas otras islas bastaron v e in ­

1684 Componer o reparar algo. 1685 Conjunto de cosas necesarias para hacer algo. 1686 Ajustase. 1687 Voz "pebete": "2. m. Pasta hecha con polvos aromáticos, regularmente en forma de varilla, que encendida exhala un humo muy fragante.", Diccionario de la lengua española, rae, disponible en: http://dle.rae.es/?id=SFHpGy6

su parecer era que fuera uno de los navios, llamado la

rra-Firm e y con los capitanes y gente que llevaba, en la

Trinidad, pues no estaba para ir a descubrir, y que se

provincia que piso nom bre San Johan, tom ada la p ose-

debía enviar con parte de la gente a Cuba a dar relación

sió n y hechos sus autos en nom bre de Sus M ajestades

de lo que estaba hecho y descubierto, y para que se lle ­

y de su corona real de Castilla, como tengo dicho y s i­

vasen los in d io s que h ab ían h abido, y que los tres

guióse que vinieron ciertos indios de la T ierra-Firm e,

navios restantes quedasen m ás libres y desocupados, y

sin arm as algunas, y entre ellos había dos principales, el

los bastim entos les pudiesen m ás tiem po durar, y tam ­

uno viejo y el otro m ancebo, padre e h ijo , los cuales,

bién porque el navio se aderezase,*684 que hacía mucho

como señores, eran obedecidos de los otros de su com ­

agua, y que no se perdiese por donde andaban. Y deste

pañía, y algunas veces el mancebo se enojaba con sus

m ism o parecer que es dicho fueron los otros tres ca­

indios m andándoles algo, y daba palos o bofetadas a los

p itanes y h om bres p rin cip ales, con quien aquesto se

otros, y sufríanlo con mucha paciencia, y se apartaban

com unicó, a lo cual el piloto m ayor respondió que él

afuera con acatamiento. Y con mucho placer estos p rin ­

tiene dicho que ha dado p or bojada la tierra de Yucatán,

cip ales abrazaban al capitán G rijalva y le m ostrab an

y que aquella otra que allí veían la tenía él por ti h rerra

mucho am or a él y a los cristianos, como si de antes los

firm e, por las grandes sierras que dentro della se

conocieran y tuvieran amistad con ellos; y perdían tiem ­

veían, y p or una sierra nevada que asim ism o veían en

po en muchas palabras que decían en su lengua a los

ella, y por los m uchos y grandes ríos de agua dulce que

c ristia n o s, sin en ten d erse los unos n i los otros. Y el

de aqu ella tie rra h a b ía n visto que sa lía n a la m ar en

m ás viejo destos indios mandó a los otros que trajesen

lo que habían costeado, y por las diferencias de le n ­

unos bihaos, que son unas hojas anchas que nacen de la

guas que habían visto en los indios, porque en cada

m anera que los que acá llam an plátanos, sino que son

p ro v in cia h ablab an en d iferen te m an era. Y que por

muy m enores, e hízolas tender debajo de ciertos árbo­

tod os estos respectos, a él le p arecía que no debían

les que tenían puestos a mano sus indios para que h i­

p asar adelante, p or m uchas razones que dio para ello,

ciesen som bra, e hizo señas al capitán que se sentase

y p o r s e r p elig ro sa la costa, y que desde allí d eb ían

sobre aquellos bihaos, y tam bién quiso que se sentasen

tom ar la derrota en busca de otras tierras nuevas, pues

los c ristia n o s que a él le p areció que d eb ían ser m ás

h ab ía aparejo*68* p ara ello, y que era cosa escusada

principales y adeptos al general; e hizo que se sentase la

querer bojar aquella tierra y gastar los bastim entos en

otra gente toda p o r el cam po, y el gen eral los m andó

ello; pues era Tierra Firm e, y que como sabía, no venían

asentar; pero tam bién proveyó que hubiese buena guar­

a bojar lo que hallasen, sino a tom ar la posesión dello;

dia y atalayas, para que no incurriesen en alguna celada

y que si aquella tierra era isla, que ya la habían descu­

como ignorantes y desapercibidos. Y el general, con los

bierto; y si era Tierra Firm e, asim ism o; m ás que por si

que el indio principal señaló, sentados, dio éste al g e ­

o p or no, le parecía que era bien entrar en tierra y to ­

neral y a cada uno de los cristianos que estaban senta­

m ar la p osesión della, y tom ada podrían ir en dem anda

dos un cañuto encendido por el un cabo, que son hechos

de otras islas y tierras nuevas; y que en lo de enviar el

de m an era que después de encendidos poco a poco se

navio (que hacía agua) a la isla Fernandina, que le p a­

van gastando y consum iendo entre sí hasta acabarse

recía b ien acordado, y que a silo decía él tam bién; y que

ardiendo sin alguna llama, así como lo suelen hacer los

debía h aber inform ación si estaba para poder ir a la

pivetes*687 de Valencia, y olían muy b ien ellos y el humo

isla, y no que se adobase*686 y se enviase, porque más

que dellos salía y hacían señ as los ind ios a los c ristia ­

su eltaylib re quedase la com pañía restante, p aralo que

nos que no d ejasen p erd e r o p asar aquel hum o, como

se deb iese hacer. Y otro día siguien te, sábado, d ie c i­

quien toma tabaco. Y al tiem po que llegaron a hablar al

nueve días de junio de m il quinientos dieciocho años,

capitán, un poco antes de llegar a él los dos principales

saltó en tierra el capitán general, Jo h an de Grijalva,

que es dicho, pusieron ambas palm as de las m anos en

con parte de la gente, y tom ó la p o sesió n de aquella

tierra y las besaron, en señal de paz o salutación, pero

T ierra-F irm e, e hizo sus autos de p osesión en form a, y

como no había lengua ni se entendían unos a otros, era

tomó sus testim onios en la tierra que estaba enfrente

muy trabajosa e im posible cosa entenderse; y así como

de la isla y bahía de los Sacrificios, y puso nom bre a

he dicho, hacíanse señas y debíanse muchas palabras,

aquella provincia San Johan. Esta isleta según la cos­

de que ningún provecho ni inteligencia se podía com ­

m ografía y cartas de Diego Rivero y de A lonso de Chá-

p re n d e r. Y en tanto que esto p asaba, ib an y ve n ía n

vez y otros cosm ógrafos, está en veinte grados a la parte

m uchos indios m ostrando mucho regocijo y placer con

de nuestro polo ártico, y en los m ism o está la punta o

los cristianos, y parecía que muy sin tem or ni recelo

prom ontorio de la T ierra-F irm e que está en la boca del

venían y se allegaban a nuestros españoles, como si de

río del puerto de Villa-Rica, que después mucho tiempo

largo tiem po atrás se hubieran conversado, y así con

se fundó (en el tiem po de H ernando Cortés) com o se

mucha risa y descuido hablaban, y no acababan, señ a­

dirá adelante en su lugar.

lando con los dedos y manos, como si fueran entendidos

Fuentes

de los que los escuchaban, y m iraban. Y com enzaron a

veces en lo s suelos de los crisoles donde se funde el oro,

traer de sus joyas y dieron dos guariques o arracadas de

y una hoja de oro delgada a m anera de trenza, y un jarro

oro o arracadas de oro con seis pinjantes, y siete sartas

pintado, y otro grano de oro, como los que es dicho. El

de cuentas menudas de barro, redondas y doradas muy

capitán les hizo dar un bonete, y un peine, y un espejo,

b ie n , y otra sarta m en o r de cu en tas d orad as y tres

un par de alpargates, y un sayo de paño de colores de

cueros colorados a m anera de parches, y un moscador,

poco p recio, y otro espejo, y unas servillas de m ujer,

y dos m áscaras de p ied ra m enudas, com o tu rqu esas,

y unas tijeras, y una camisa de presilla, y una bolsa con

sentadas sobre m adera de obra mosaica, con algunas

su cinta de cuero, y un cuchillo p eq ueñ o, y otros cu ­

pinticas de oro en las orejas. En recom pensa de lo cual

chillos m enores, y tres pares de alpargates y algunos

se les dieron ciertos hilos de cuentas pintadas y otras

peines, y ciertos hilos de cuentas de vidrio de colores, y

verdes de vidrio, y un espejo dorado, y unas servillas*688

así otras cosillas que todo podría casi dos ducados de

de m ujer, cosas que en M edina del Campo podría todo

oro. Y recib ido con m ucho p lacer, como los in d ios lo

valer dos o tres reales de plata; y los indios que venían

tuvieron, dijeron que otro día volverían allí y sería ve ­

con estos p rin cip ales, rescataban por su parte con los

nido el mancebo principal que había ido por el oro, y el

otros cristianos mantas y almaizares y otras cosas. Y el

viejo cacique y los suyos se quedaron en tierra y los e s­

capitán general les dio a entender (si supo) que le tra ­

pañoles se to rn aron a d orm ir en sus navios. Utro día

jesen oro, enseñándoles algunas cosas de oro, y d icié n -

siguiente, que se contaron veintiuno de junio lunes, en

doles que los cristianos no querían otra cosa; y el indio

esclareciend o, p areciero n m uchos in d ios en la playa

viejo envió al m ancebo p rin cip al p o r oro, a lo que se

en el lugar acostum brado, y con sus banderas blancas

pudo entender, y dijo por señas que desde a tres días

acostumbradas, y el capitán y los españoles salieron a

volvería y que se fuesen los cristianos a los navios y to r­

tierra, e hizo el general poner una m esa y encim a della

nasen a aquel m ismo lugar al térm ino que decían que

muchas cosas de rescates de lo que en los navios lleva­

traerían el oro. Y quedó el viejo con otros indios de los

ban. Y luego llegó aquel cacique viejo y muchos indios

que allí estaban, y entre ellos había otro mancebo que

con él sin arm as, y trajeron las cosas y rescate siguien­

por tam bién por señas decía que era su hijo; pero no se

te: cuatro guariques o zarcillos de hoja de oro delgado;

hacía tanto caso deste como del otro que había enviado

un p ar de zapatos que los in d io s llam an gutaras, que

por el oro. Y así con muchos abrazos y placer se quedó

son solam ente las suelas con unas correas con que se

e n tierra, y el capitán y su gente se recogieron a sus n a­

atan los dedos al cuello del pié sobre los to b illo s o un

vios, y dijo el indio principal que otro día de mañana él

par dellos; dos sartas de cuentas, unas gruesas y otras

volvería al m ism o lugar, y que así lo h iciesen los cristia­

m enudas, doradas p or encim a; dos guariques de p ie ­

nos. Utro día siguiente, domingo veinte de junio, así

dras aguíes engastadas en oro con cada ocho pinjantes

como fue de día, ya el indio viejo y otros con él estaban

de lo m ismo; una cabeza como de perro, que era todo

en la costa esperando, y con dos banderas blancas lla ­

una piedra roja y blanca que pienso debía ser una esp e­

maban; y así como el general las vio salió a tierra con la

cie de c alced o n ia, porq ue se h an traíd o m uchas de

gente que le pareció, y como llegó, luego aquel p rin c i­

aquellas partes; otras diecisiete cuentas doradas grue­

pal puso las palm as en tierra y se las besó y fue en con ­

sas; una ajorca de oro tan ancha como cuatro dedos,*694

tinente a abrazar al capitán y le abrazó, y le dijo y señaló

otra sarta de cuentas doradas, con una cabecita de león,

que se fuesen más adentro entierra, y así se hizo, y cerca

de oro; otra sarta de las m ism as cuentas en que había

de allí pararon en un repecho,*689 donde estaba d esyer­

veintisiete; otra sarta de setenta y tres cuentas doradas,

bada la tierra , y puestos ram as y bih aos, como el día

y al cabo una rama de oro con un rostro de piedra guar­

antes, y se sentaron, y luego dio sendos sahum erios al

necido de oro alrededor, con una corona de oro, y en

capitán y cristian os p rin cip ales (o pivotes), como los

ella una cresta de lo m ism o y dos pinjantes de oro; un

que se dijo antes que se h abía hecho en las p rim eras

gem í o diablo de oro, y en la barriga una piedra engas­

vistas. Y el general mandó al capellán de la arm ada que

tada; una sarta de dieciocho cuentas doradas. Por esto

oñ ciase m isa en un altar que allí se puso, y se celebró

todo lo que es dicho se dio en recom pensa y trueco una

el oñcio del culto divino, y los in d ios estu vieron m i­

saya de frisa, y una caperuza de lo m ism o con una m e­

rando muy m aravillados y atentos callando, hasta que

dalla, y una bo lsa de cuero con su cinta, un cuchillo,

fue dicha la m isa; y cuando se comenzó trajeron una

y unas tije ra s y u nos alpargates, y unas se rv illa s de

cazuela de barro con ciertos sahum erios de buen olor, y

m ujer; un paño de tocar; una cam isa sayada, unos za­

pusiéronla debajo del altar, y otra tal en m edio del e s­

ragüelles; dos espejos; dos p ein es, otras tijeras, y otra

pacio que quedaba entre el sacerdote y la gente. Y así

tal cam isa y p ein e, y otro cu ch illo y otra caperuza;

como fue dicha la prim era m isa, trajeron ciertos ces-

otro paño de tocar; ciertas cuentas de vidrios de colo­

ticos bienh ech os, unos con pasteles de p an d e maíz,*690

res; y estas cosas que eran duplicadas así como cam i­

llenos de carne cortada, tan menuda que no se supo e n ­

sas y t ije ra s y cuchillos y caperuzas, que es dicho, era

tend er qué carne era; y otro de panecicos*69* de maíz y

por causa de los principales indios que hacían el resca­

otros dos de bollos de maíz,‘693y presentáronlo al gene­

te; pero todo cuanto se les dio no valía en Castilla cuatro

ral y él lo dio a los com pañeros que lo com iesen, y así se

o cinco ducados, y lo que ellos dieron valía más de mil.

hizo, y todos loaban aquel m anjar, y parecía que esta­

Después de lo cual, un m iércoles veintitrés de junio se

ban con especias en el sabor aquellos pasteles, porque

tornaron a rescatar otras cosas con los m ism os indios,

así m ism o de dentro estaban colorados y tenían mucho

y fu éro n les dadas cosas de m ás valo r que las p rim e ­

ají. Y tras este almuerzo presentaron al capitán general

ras porque dieron seis granos de oro, como en crisoles

tres pares de zapatos o gutaras‘693y una m anta pintada

fundido, y siete collares de oro, y dos sartas de cuentas

y tres granos de oro, hechos como suelen quedar algunas

doradas, y otra sarta de cuentas con canutillos de oro

1688 yoz "serviua": "2. f. desús. Zapato muy Ligero y de suela muy delgada.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=Xhdg7JW 1689 yoz "repecho": "1. m. Cuesta bastante pendiente y no larga.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=WOrjdHP 1690Tamales. 1691Tortillas. 1692 Más tamales. 1693 Más adelante el propio cronista aclara que es el nombre que los indios daban a cierto tipo de sandalias. 1694 6.84 centímetros.

3o8

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

entrellas, y otros dos collaricos de oro, y otra sarta de

Diego Velázquez, por cuyo m andado y a cuya costa se

cuentas y dos collaricos de oro y otros dos en dos correas

hizo esta arm ada y d escu b rim ien to , dándole entera

con sus arracadas y pinjantes de oro y otra sarta de cuen­

re la ció n de todo lo sucedido en el viaje hasta aquella

tas doradas, y otras nueve cuentas, y u n cabo de oro.

h ora, que fue el día ya dicho, ju eves vein ticu atro de

Dióse p or rescate dello un sayo de paño bajo, de poco

junio, día del glorioso Bautista.1693Y así como el capitán

prestigio aquí y colorado, y un bonete, y unas tijeras, y

A lvarad o se hizo a la vela para la isla de Cuba, en este

un cuchillo, y un espejo, y una cam isa de lienzo, y un

punto y hora el capitán Grijalva con el restante de la gen­

par de alpargates, y ciertas sartas de cuentas de vidrios

te y tres navios que le quedaban, se partió de allí y s i­

de colores, que todo lo que se les dio no valía dos dica-

guió la costa adelante hacia occidente, para certificar

dos de oro en España. Después de lo cual, jueves ve in ­

si aquella era Tierra Firm e; y andando su cam ino a la

ticuatro de julio, salió el capitán a rescatar, en donde es

vela, vieron ciertos pueblos que parecían grandes m u­

dicho de la m ism a costa y provincia de San Juan, y vino

cho y blanqueaban las casas dellos; y así anduvieron

el m ism o cacique y le dio dos granos de oro, y cinco

hasta el lunes siguiente, veintiocho de junio, en que el

sartas de cuentas doradas, y una máscara de pedrería,

p iloto m ayor A n tó n de A la m in o s dijo al capitán G r i­

como las que se ha dicho arriba, y nueve cuentas de oro

jalva que le había dicho muchas veces que aquella era

huecas y un cabo de oro, y dio el cacique junto con esto

Tierra Firm e, y que cada hora se afirm aba más en ello,

al capitán Grijalva una india moza con una vestidura

y que los navios iban muy cargados de gente y b a sti­

delgada de algodón, y dijo que por la moza no quería

mentos y el tiem po se gastaba en balde; y pues ya tenía

prem io ni rescate, y que aquella le daba graciosa. Y el

tomada la posesión y hecho lo que era obligado, pues no

capitán dio de rescate por las otras cosas un par de al­

iba a bojar, sino a descubrir y tom ar posesión de lo que

pargates y unas servillas de m ujer, y un cinto negro con

descubriese, que así por esto como porque las corrien ­

su bolsa, y un paño de cabeza, y ciertas sartas de cuentas

tes eran muy grandes que iban con ellos; y que en la

de vidrio de colores, que todo podría valer en Sevilla, o

vuelta podían tener mucho peligro y dificultad para vo l­

en otra parte de España, cuatro o cinco reales. Algunos

ver, y po d rían faltar los b astim entos; que su p arecer

habrá que leyendo estos rescates, querrían así trocar

sería volver en dem anda de la isla Fernandina y de a l­

sus haciendas y todo lo que tienen, y m irado así sin más

gunas otras islas, si se pudiesen descubrir y tom ar la

consideración, cosa parece de mucha ganacia, si dentro

p osesión dellas. Y que éste era su voto, y que convenía

en nuestras casas ello se trocase, y nos diesen el oro en

hacerse así por lo que había dicho, como porque el in ­

tan poco precio; pero entendido, como se debe enten­

vierno venía cerca, y sospechaba que sería peligrosa

der, y viendo adonde lo vam os a buscar, y considerados

navegació n en aqu ellas p artes, o p o d ría n su ced erles

los trabajos y peligros, de los cuales los m edios de los

tales tiem pos que la gente y los navios se perdiesen. El

que andan en tales granjerias no escapan con las vidas,

capitán pareciéndole que debía seguir el parecer del

otra cosa es de lo que suena, y mucho debe pensar en

piloto mayor, dijo que pues aquello le parecía que era

ello el que a tal ejercicio pone su persona, y pluguiese a

más seguro y lo que convenía, que diese la vuelta e h icie­

Dios que el ánim a estuviese segura, porque la inten­

se lo que decía; y así vo lviéro n las proas y tornaron por

ción de todos los rescatadores no es la m ism a. Dejemos

la m ism a costa que habían ido, y salieron de la m isma

esto aparte, y tornem os a nuestra presente m ateria, y

tierra y costa hasta catorce o quince canoas de guerra, y

a la ocupación destos capitanes y españoles desta a r­

en ellas m uchos in d io s con rod elas y lanzas y varas,

mada. Digo que cuando la ventura llega a la puerta del

y con arcos y flechas, muy lucida gente y con determ i­

infeliz, llama y aún porfía que la atiendan, y el que no es

nación de com batirlos navios desta armada; y el suceso

digno della, tapa los oídos, y por su ignorancia y d esd i­

de cual se dirá en el siguiente capítulo con brevedad.

cha n i la en tien d e n i la acoge, y p ásase de largo. A sí acaeció a este capitán Johan de Grijalva, por no creer a

cosas de Nicaragua, el la segunda parte destas historias.

CAPÍTULO XVI EN QUE SE TRATA CÓMO SALIERON CATORCE 0 QUINCE CANOAS DE GUERRA CON MUCHOS INDIOS A COMBATIR LAS TRES CARABELAS QUE LE QUEDABAN AL CAPITÁN JOHAN DE GRIJALVA, Y DE LA BATALLA NAVAL QUE TUVIERON, Y COMO DESPUÉS SALIERON LOS ESPAÑOLES EN EL RÍO Y PUERTO DE SAN ANTÓN, A ADOBAR LANAO CAPITANA, Y CÓMO HALLARON CIERTOS INDIOS DE POCA EDAD DEGOLLADOS Y ABIERTOS POR LOS PECHOS

ninguno de cuantos le aconsejaron que asentase y p o ­ blase en aquella tierra que es dicha, y desde allí enviase a p ed ir más gente a Diego Velázquez, y a hacerle saberlo que está dicho; y todos los esp añ oles se lo rogaron y requ erían, y él y ellos fu eron de buena ventura; pero estaba guardada p ara otro, y p ara él la suya, que fue mala, como se dirá en su tiem po, cuando se trate de las

1695 San Juan Bautista, cuya fiesta es ese día. me pusieron atención. 1697 Voz "denuedo": "1. m. Brío, esfuerzo, valor, intrepidez.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=CECtsDL

De m an era que h ech os estos rescates, con la m ayor

L legadas las catorce o quince canoas de gu erra con

parte de todo lo que se hubo, excepto algunas cosas que

m u ch o s in d io s, d isp u esto s y con d ete rm in a ció n de

para su cuenta depositó el capitán Johan de Grijalva en

p elar con las tres carabelas que le quedaban al capitán

los otros capitanes y otras personas, envió a la isla F er­

Johan de Girjalva (porque la otra ya la había enviado a

nandina al capitán Pedro de Alvarado, en aquella cara­

dar relación en Cuba a Diego Velázquez del suceso de

bela que se ha dicho tenía necesidad de repararse, y con

este descubrim iento, y con le oro y los rescates e indios

él cincuenta y tantas personas de aquella armada, así de

que se habían habido hasta la partida del capitán A lva­

los que estaban enferm os, como de los que convenían

rado) juntáronse muy osadamente con nuestros navios,

para go bern ar y llevar el navio. Y dem ás de las joyas y

y entrados entre ellos, com enzaron a tirarles m uchas

oro que llevaba, le dio asim ism o la india que se dijo que

flechas, y aunque los cristianos por señas los convida­

había dado este cacique en el último rescate o vez que se

ban con la paz, no curaron1096 deso; sino prosiguiendo su

vieron, y con esto envió la relación particular al capitán

denuedo1097 tem erario se daban más prisa a desprender

Fuentes

flechas contra los españoles, lo cual viendo el capitán,

adonde estaban todos los otros, o sentábanse todos y

m andóles tirar tiros de artillería, y los ballesteros y e s­

tornábanse a levantar, y andaban alrededor e iban ade­

copeteros h icieron su oficio de tal m anera que m ata­

lante y traían un bulto envuelto en un lío,*6" y lo habían

ron e hirieron a algunos indios. Entonces ellos se dieron

metido debajo de tierra. Y que esto habían hecho tres

tanta y m ás p risa a d esv ia rse, com o la h a b ía n traíd o

veces, que lo vieron los cuatro cristianos prim eros, y no

con sus canoas, y huyeron todo lo que les fue posible la

sabían qué cosa era aquello; y después de haberles dado

vuelta de tierra, y los navios siguieron su camino y costa

las hachuelas y hecho lo que es dicho, se fueron los in ­

la vía del este o levante hasta que pasaro n (según los

dios todos, que no parecieron; y en este medio tiem po la

p ilo to s d ecían) a diez leguas antes de lle g a r al río de

nao Capitana entró en el puerto con los otros navios.

Grijalva que se dijo antes, y surgieron allí un viernes, a

Este día se echaron m enos los indios lenguas Julián y

nueve días de julio. Y no pudieron subir lo que quisie­

Pero Barba, que se h abían ido; ved qué verso h abrían

ron por el río, a causa de las corrientes y serles el tiempo

hecho en sus interpretaciones y qué intención tenían de

contrario; y estuvieron allí aquel día y el siguiente hasta

salvarse de la fe de Cristo, y cómo habiendo entendido

el dom ingo p o r la m añana que acord aro n de to rn ar

el sacramento del Bautismo que habían tomado. A sí que,

atrás a buscar agua porque les faltaba, y volvieron hasta

luego que los navios fu reo n surtos, saltó e n tie r ra en

un río quince leguas, y el lunes siguiente entraron en

capitán Grijalva y llevaron ante él las hachuelas, y con

él, y hallaron puerto, puesto que tenía algunos bajos ala

ellas las cuatro prim eras, y todas pesaron mil setecien­

entrada. Y en la una y otra costa deste río había muchos

tos noventa pesos y cinco tom ines, y la tacica y botecico

árboles de frutas de muchas maneras, y viéronse al­

de oro pesaron veintidós pesos y cinco tom ines. Y luego

gunos puercos por el m onte, y ciervos y lieb res, y p ú ­

se asentó el real de los cristianos en la costa deste p u er­

sose nombre a este puerto San Antón, y estuvieron allí

to, y no quedó gente alguna en los navios, sino la que no

tres días, tomando agua y esperando tiempo en la [...]

se pudo excusar para guardarlos, e hizo dar el capitán un

cual convinieron ciertos indios sin armas y trajeron cua­

pregón y leer ciertas ordenanzas para que ninguno se

tro h achuelas en dos veces, de oro bajo y cobre m ez­

apartase del real n i hablase en p ob lar, n i se ju n ta sen

clado, y diéronseles ciertas sartas de cuentas de vidrio

en corrillos, ni hubiese liga ni m anipodio,1700 ni se tra ­

de rescate. Y el viernes adelante, dieciséis días de julio,

tase cosa contra lo que él mandaba y ordenaba; lo cual él

se hicieron a la vela estos navios desde aquel río y p u er­

hizo, porque sin tió que se m urm uraba dél, y la gente

to de San Antón, y salió prim ero el m enor de ellos y tras

había gana de poblar y quedarse en aquellas partes. El

él la nao capitána, y erró el canal y dio sobre los bajos

dom ingo que se contaron dieciocho de ju lio, después

muchos golpes en tierra, y se vio en mucho peligro, y

que en el real fue dicha m isa en presencia de todos los

con trabajo salió a la mar, haciendo mucho agua; por lo

del ejército, se leyeron y publicáronlas ordenanzas que

cual fue forzado tornarse al m ismo puerto, porque no la

es dicho. El lunes siguiente vinieron en una canoa cier­

podían sostener, que se anegaba, ni estaba para nave­

tos indios y un principal que los mandaba, y llam aron

gar; y para aliviarla, sacaron en las barcas parte de la

desde aparte, y el capitán envió al tesorero y veedor y

gente, ypusiéronla entierra en la costay boca del mismo

escribano y otros dos hidalgos a ver qué era lo que que­

río, y las barcas tornaron a ayudar a m eter la carabela o

rían, y trajeron algunas piñas y m am eyes y gallinas de

nao Capitana; y net nato que estos pocos cristianos esta­

las de la tierra, y decían por señas que traían oro, y d ié­

ban en la playa, vinieron de la otra parte algunos indios,

ronles un sayo de colores a mitades, de paño grosero, y

y estaban hechos un escuadrón pequeño, en que podía

una camisa y un par de alpargatas y unas servillas de

haber hasta veinte o poco más. Y d e acuerdo destos cris-

m ujer y un bonete de mitades, y unas tijeras, y algunos

tinaos se apartaron cuatro d ellos con el veed o r F ra n ­

h ilos de cuentas de vidrio de colores, que todo podía

cisco de Peñaloza, y fu ero n p o r la costa arriba del río

v a le r un p ar de ducados o poco m ás. Y el p rin cip al se

hasta pararse enfrente de aquellos ind ios que estaban

vistió la camisa y luego el sayo, y se puso el bonete, y con

del otro cabo del agua, porque por allí era más angosto el

le mayor placer del mundo él y sus indios se fueron, d i­

río, por ver si podrían entender m ejor qué gente era

ciendo que tornarían con oro. Y el m iércoles siguiente,

aquella y qué hacían allí; y pasaron de los indios a ellos

veintiuno de julio, vinieron otros indios y trajeron al

tres o cuatro en una canoa, y tornáronse a los otros. Y

capitán dos hachuelas que pesaron ciento cuarenta y

viendo aquesto estos c ristian o s (digo la m ayor parte

ocho pesos largos y una taza de presezuelas, en que h a­

dello s), fu ero n adonde e stá b a n lo s cuatro p rim ero s a

bía ocho de ellas de color morado y veintitrés de otras, y

saber qué era lo que querían aquellos indios, y hallaron

ciento diez cuentas de oro huecas, y diecinueve cuentas

que les habían dado trein tay dos hachuelas de las que se

de estaño, y una tacica com o salero , que pesó cuatro

dijo en el capítulo antes deste, todas enastadas y puestas

p esos y tom ines. Y d iéronles ciertas contezuelas, que

en sus palos, y ciertas m antas gruesas de algodón de

podrían valer seis o siete reales en España; y un m ari­

poco valor, y tam bién dieron una tacica labrada peque­

nero trajo una hachuela, como las de antes, que pesó

ña de oro, y un botecico de oro labrado, y una manzana

cincuenta y nueve pesos, que dijo que un indio suyo la

de metal, hecha a m anera de una guayaba o pom a.1098 Y

había habido. Aqueste día, viniendo unos com pañeros

dijeron que había visto aquellos cuatro cristianos p ri­

de la armada de pescar de la otra banda del río, trajeron

m eros que los indios que estaban del otro cabo del río,

ante el capitán unas tenacicas como las que usan las m u­

iban de un cabo a otro en la playa en u n aren alejo; y que

je re s p ara p ela rse las cejas, y un cascabel con unas

salía uno de junto con ellos y llegaba al agua y tendíalos

alas hechas en él, y una cabeza de gemí, y dos águilas con

brazos, señalando con los puños hacia donde ellos e s­

cada tres pinjantes, y otro cascabel m enor que de antes

taban, y después hacia los cuatro cristianos y después

y un cañutillo, como cabo, lo cual todo era de oro, y pesa­

hacia los navios y metía las manos e n la arena y tornaba

ron estas piezas nueve castellanos y un ducado. Y dijeron

2

1698 yoz "p0ma"; " . f. Casta de manzana pequeña y chata, de color verdoso y de buen gusto.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=Tc74ER4 1699 yoz "lío", " i. m. Porción de ropa o de otras cosas atadas.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=N05iwR0 1700 Voz "monipodio": "1. m. Convenio de personas que se asocian y confabulan para fines ilícitos.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=PePiKnx

3io

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

que junto al río en un arenalejo, en un hoyo cubierto de

porque dijo el piloto que estaba entre ambas islas, y allí

tierra y unas tunas o cardos, encim a habían hallado tres

se tomó agua en unos jagüeyes, y había en aquesta tierra

personas enterradas de pocos días, que estaban dego­

mucha caza de liebres, y es tierra muy herm osa y vicio­

llados y abiertos por los pechos a la parte del corazón, a

sa,*704 en tanto que allí estuvieron los cristianos tom an­

los cuales hallaron aquellas piezas de oro que es dicho, y

do agua, vieron canoas cada día atravesar con gente a la

un gemí o ídolo de metal que estaba todo con aquellos

vela, que pasaban a la otra tierra de la isla Rica o Yuca­

muertos. Y luego el capitán mandó pasar algunos de sus

tán. En la costa de aqueste puerto, bien m edia legua de

soldados con un escribano de la otra parte, para que m i­

donde estaban los navios surtos, había dos árboles que

rasen aquellos difuntos y viesen de qué form a estaban y

estaban apartados o solos, y debían ser puestos a mano,

le trajesen relación dello, y pasados de la otra parte del

y entre ambos árboles estaba a doce o quince pasos un

río, h allaron tres m uertos, el uno que p arecía de trece

gem í de otro ídolo. Por m anera que se contaron catorce

o catorce años, y los dos de cinco y seis, d egollados y

o quince destos gem ís o ídolos de barro y unos tiestos o

abiertos p or los pechos, y echados en un hoyo y cubier­

cazuelas de barro con pies a m anera de brásem elos para

tos con arena y encim a algunas tunas, por que los cris­

e ch ar lu m bre, que se creyó d eb ía ser p ara sa h u m e ­

tianos que les tom aron el oro, los habían tornado a cu­

rio s a los ídolos o gem ís ques dicho, porque había en

brir. Y estaban en aquel arenalejo, donde había estado

ellos ce iza y tenían incienso y cierta form a de resina que

los indios que se dijo antes que dieron las treinta y dos

los indios usan para sahumar; y los cristianos que lo fue -

h achas y taza y botecico de oro, y que h acían a q u e­

ro n a v e r, dijeron que habían hallado entre aquellos ge-

llo s actos o a d em an es ya d ich o s, al tiem p o que se

m íes o ídolos, dos personas hechas de copey (que es un

desem barcaron los prim eros cristianos en aquel puer­

árbola así llamado) el uno caballero o cabalgando sobre el

to, y estaba frescos, que se parecía bien que el viernes

otro, en form a de aquel abominable y nefando pecado

antes, cuando se dijo que entraron los navios en aquel

de sodomía, y otro que tenía la natura asida con ambas

puerto, los habían degollado o sacriñcado. Y todos los

m anos, la cual tenía como circunciso. Esta abom inación

indios que habían venido en aquella costa a verse o tra­

es m ejor para olvidarla que no para ponerla por m em o­

tar con el capitán todos traían cortadas, o m ejor d icien­

ria; pero quise h acer m en ción della por ten er m ejor

do, harpadas*701 las orejas y corriendo sangre por la cara.

declarada la culpa, por donde Dios castiga estos indios y

Aquesto es común en la Nueva España y en otras partes

han sido olvidados de su m isericordia tantos siglos ha.

de la Tierra-Firm e, como se dirá más largamente, cuan­

Y como he dicho en el libro segundo desta prim era p ar­

do se escriba la segunda parte desta general y natural

te, pues Su Majestad m anda que me den relación verd a­

historia de Indias; y este sajamiento*703 de orejas es en ­

dera todos sus gobernadores de las cosas destas Indias,

tre aquella gente como una compurgación*703 o cerem o­

esto tengo ya signado y por testim onio que me fue dado

nia para aplacar al demonio, y cosa muy religiosa y santa

por el teniente Diego Velázquez, pasando yo por aquella

entre los indios: Tornando al propósito y paso en el que

isla Fernandina el año de mil quinientos veintitrés, y yo

estamos, digo que no se determ inaron estos españoles

llevé este testim onio a España a su ruego para dar noti­

que fueron a ver aquellos indios si eran hombres o m uje­

cia deste descubrim iento suyo y otras cosas a la Cesárea

res, por estar dañados y mucho hediendo, y no los sacar

Majestad; y no es este pescado entre aquellas m ala­

del hoyo en el que estaban, sino solam ente los d escu ­

venturadas gentes despreciado, ni sumariamente averi­

brieron de un lío en que estaban arrollados, y así se los

guado, antes es mucha verdad cuanto dellos se puede

dejaron y los tornaron a cubrir de arena: Pero de creer

decir y culpar en tal caso. A sí que tornando a la historia,

es que si tuvieran más oro, que aunque más hedieran no

tomada el agua que quisieron para su camino, este ca­

quedaran con ello, aunque se les hubieran de sacar los

pitán y sus tres navios y gente salieron deste Puerto de

estóm agos; porque la m alvada codicia de los hom bres

Térm inos, un domingo veinticinco del m es ya dicho, y

a todo trabajo y asco y peligroso suceso se dispone.

estuvieron allí hasta el viernes tomando pescado (que hay mucho) y salándolo para su camino y m ataloje.‘7°s

CAPÍTULO XVII CÓMO EL CAPITÁN, JOHAN DE GRIJALVA, PARTIÓ CON TRES NAVÍOS Y ARMADA DEL PUERTO DE SAN ANTÓN, Y CÓMO FUE A PUERTO DESEADO, Y CÓMO SE HALLARON UNOS ÍDOLOS E INDIOS NOTORIOS DE SER LA GENTE DE AQUELLA TIERRA SUCIA Y CULPADA DEL PECAD 0 NEFANDO CONTRANATURAE IDÓLATRAS M artes vein ticin co de ju lio, saliero n los tres navios y cristianos que andaban en este descubrimiento con le capitán Johan de Grijalva, del río y puerto de San Antón, 1701 Voz "arpar": "1. tr. Arañar o rasgar con las uñas.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=3cfWD6X 1702 Corte. 1703 Limpieza a fondo. 1704 Voz "viciosa": "4. f. Abundante, provista, deleitosa.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=blNsLtZ 1705 Prevención de comida que se lleva en una embarcación.

y tom aron la derrota para la isla Fernandina; y después

CAPÍTULO XVIII CÓMO EL CAPITÁN JOHAN DE GRIJALVA PARTIÓ CON LA ARMADA DE PUERTO DESEADO, Y QUISO IR POR DONDE HABÍAN MUERTO LA GENTE AL CAPITÁN FRANCISCO HERNÁNDEZ DE CÓRDOBA EN LA COSTA DE YUCATÁN EN UN PUEBLO QUE SE DICE CHAMPOTÓN, Y DE LO QUE ALLÍ LE ACAECIÓ, Y DE TODO LO DEMÁS HASTA QUE TORNÓ A LA ISLA DE CUBA A DAR CUENTA DE SUVIAJE Y DESCUBRIMIENTO AL TENIENTE DIEGO VELÁZQUEZ Y OTRAS COSAS CONVENIENTES AL DISCURSO DE LA HISTORIA

que anduvieron hasta los diecisiete días de agosto con

Salida la arm ada de Puerto D eseado, guió la costa ade -

muy contrarios tiem pos y faltándoles ya el agua, acor­

lante para ir al pueblo de Cham potón, a donde los in ­

daron de volver a buscar la T ierra-Firm e y hacer aguada,

dios en el p rim er d escubrim ien to m ataron veinte y

porque no tenían qué beber, y no sabían adonde esta­

tan to s cristian o s al capitán Fran cisco H ernández de

ban. Y tornando a buscar la tierra, la vieron un martes,

Córdoba, y le hirieron muchos más. Y ya el capitán G ri­

diecisiete días de agosto, y llegaron a un puerto que se

jalva había hecho ciertas ordenanzas de la m anera que

h acía entre dos tierras, el cual es m ás bajo de Puerto

los cristianos y su gente habían de tener con los indios,

Deseado y entre m edias dél y del río de Grijalva, e hizo

para que no se enojasen, so graves penas; y se las había

el capitán llam ar a este puerto el puerto de Térm inos,

hecho notiñcar en el propio Puerto Deseado, el cual está

3n

Fuentes

catorce o quince leguas del pueblo de Champotón: Y el

alguno con la vida, si pudiesen. El capitán, conocida la

m iércoles en la tarde, prim er día del m es de septiem bre

buena voluntad de su gente, y que si lo comenzaban no

llegaron con los navios a vista y enfrente del pueblo, y la

lo podría atajar, dio orden cómo se tornasen todos a

carabela capitána surgió dos leguas*7"6 en la m ar desvia­

em barcar y así se hizo, y él quedó en tierra en la isleta

da de tierra en tres brazas*7"7de agua, y otro m enor navio

para ir con las postreras barcas; y cuando los indios los

surgió una legua‘7°8 de tierra, y el otro tercero, que era el

v e ía n irse en trab an en el agua, con sus arcos, h asta

m enor de todos, surgió a m edia legua de tierra y no se

lo s pechos, dando grita*7*4 y haciendo fieros, y tirando

osaron llegar más a la costa, porque allí mengua mucho

flechas perdidas a más tirar, m ostrándose muy feroces

la mar, porque los navios no quedasen en seco y corrie­

y denodados. Pero como la disposición del lugar ni la

sen p eligro y riesgo, si algún tiem po contrario su c e ­

voluntad del capitán no eran para atender, se hicieron a

diese. Aquel día hizo pasar el capitán parte de la gente al

la vela, un viernes, tres días de septiem bre, y el dom in­

bergantín o navio m enor que estaba más cerca de tierra,

go siguien te en la tarde lleg aron a vista del pueblo de

para saltar al cuarto del alba en la costa sin escándalo,

Lázaro, donde acordaron de tom ar agua para su camino,

porque le fue dicho al capitán que podían muy bien salir,

porque había necesidad della. Y por la costa de adelante

y tornáronse las barcas a la capitána. Entre aquel navio

no era sabida, ni estaban ciertos si podrían hallar agua

m enor y la costa, en la mitad de aquel espacio de loar

en ella, m andó el capitán sa lir en tie rra la gente con

que había hasta tierra, estaba una isleta y en ella un fa ­

cuatro tiros de pólvora, y los ballesteros y escopeteros; y

rallón o roquedo,17"9 sobre el cual había una casa blanca

surgidas las naves a media legua del pueblo, luego otro

a m an era de fuerza o ca stillo , y aqu ella noche se oía

día en la mañana saltaron en la costa parte de los cristia­

desde la carabela cómo había allí indios y se velaban y

nos con los capitanes particulares, y luego vieron indios

tañían tam bores. Y al cuarto del alba antes del día llegó

sin armas que les señalaban dónde estaba el agua; y lle ­

el capitán con dos barcas cargadas de gente al navio p e ­

gados allí, les decían y señalaban más adelante; y llega­

queño; y como vio que lo h abían engañado, pesóle de

dos donde la segunda vez les enseñaban, decían que

haber ido, porque había trabajado mucho inútilmente,

más adelante estaba el agua, y llegados allá, no la halla­

y q u isiera no se h ab er detenido ni dejado su cam ino;

ron, antes dieron en una celada en donde salieron más

pero, pues ya estaba allí, acordó de se ir a desem barcar a

de trecientos indios con arcos y flechas, y rodelas y lan ­

la isleta donde estaba aquel peñón, y así lo hizo, y antes

zas, y bien armados, según su costumbre, y comenzaron

que fuese de día tornaron las barcas a la carabela peque­

a tirar flechas, y quisieron cercar y tom ar en m edio a los

ña por la gente y la llevaron a la isleta, y con el capitán

cristianos. Entonces, tirándoles dos o tres tiros de arti­

había ido los artilleros y algunas lombardas*7*0 y balles­

llería, y aunque huían, tornaban a tirar tras los españo­

teros y escopeteros, esos pocos que tenían. Y antes que

les, los cuales, viéndose engañados, se tornaban hacia la

llegasen con las segundas barcadas,*7" habían acom eti­

costa y sus barcas. Y como desde los navios los viero n

do los indios a los cristianos, pensando cercarlos allí, y

volverse, salió el capitán Johan de Grijalva con el resto

h abían venido m uchas canoas desde la T ie rra -F irm e

de la gente, y entanto que él llegaba a tierra tiraron otra

y costa della, y con los tiros habían echado una a fondo, y

vez con los tiros, y así cesáron los indios su bravear y no

muerto uno o dos indios, y se habían ido por donde v i­

se llegaron tan cerca, y hubo lugar de llegar el general y

nieron a más que de paso:*7*3 Desde aquella isleta se veía

la gente toda, y durm ieron aquella noche en tierra, y e s­

el pueblo de Champotón, todo barreado*7*3 de palizadas y

tuvieron asim ism o el otro día siguiente y hasta el terce -

albarradas y muchas arboledas, y sonaban muchos ala­

ro, y tom aron toda el agua que quisieron, y la m etieron

rid o s y b o cin as y tam b o res, y los in d io s que se m o s­

en los navios, y tam bién m etieron maíz que tom aron del

traban, estaban armados de arcos y flechas y rodelas y

campo; porque había muchos y muy herm osos maiza­

lanzas. Y el pueblo está a poco trecho de la mar, y hacían

les, porque si acaso hiciese que los otros bastimentos

gran des adem anes, m ostrando que q u erían p elear, y

faltasen, que tenían ya pocos, se sustentasen con el maíz

por parte de abajo del pueblo hay un río por donde pue­

hasta la isla Fernandina. Flecho esto, se recogieron los

den salir las canoas y cercar a los que saltasen en tierra,

cristianos en sus navios. El m iércoles ocho días de sep ­

quiso tom ar el capitán el parecer de los que allí estaban

tiem bre salió la armada de allí, y fue a bordo de la m ar

después de haber dicho los inconvenientes que le p are­

con no buen tiem po, y por eso andaban los navios tem ­

cía que estaban aparejados; y algunos dijeron que asiles

porizando, y tornaban a dar otro bordo*7*3 para la tierra,

parecía lo m ismo a ellos, que no era bien salir, sino que

y andando así volteando desta m anera hasta el sábado,

se tornasen a los navios, otros decíanlo contrario, y que

once de septiem bre, al poner del sol vieron una tierra

era bien que saliesen, otros dijeron que ni eran del p a­

nueva como bajos, y porque era tarde apartándose de

recer que fuesen a dar en los enem igos, ni lo dejasen de

ella y d iero n la vuelta aquella noche a la m ar. Utro día

hacer; que ellos h arían lo que el capitán m an dase. Y el

domingo volvieron sobre aquella tierra, por ver qué era,

viendo aquesto, dijo que él no quería salir; pero que h a­

y no vieron otra tierra más allá de aquellos bajos y dijo el

bía de ser con las ordenanzas, y como lo había hecho

piloto mayor que debían ser los arrecifes de alguna isla

saber a todos, e hízoselas tornar a leer otra vez en aque -

nueva que debía estar por ahí cerca; y como los bajos

lia isleta. Visto aquesto, los más dijeron que con tales

estaban al través de su camino, hubieron de tornar y dar

condiciones no les parecía bien la salida ni sabían a qué

vuelta hacia Yucatán, pues que por allí no podían pasar

habían de salir allá, ni querían ir al pueblo, y que no h a­

adelante, y volvieron hasta ver la costa de Yucatán, y to ­

bían de guardar ningunas ordenanzas, y que si iban, que

m aron la tierra más arriba del río que llam an de Lagar­

habían de vengar los cristianos que habían allí muerto

tos y donde dicen el Palmar, y desde allí costeando la

al capitán Francisco Flernández, y quem arles el pueblo,

isla, m iércoles quince de septiem bre, siguieron todavía

y darles un castigo que nunca le olvidasen, y no dejar

la costa hasta el m artes siguiente, que se continuaron

1706 8.38 kilómetros. 1707 Casi cinco metros de profundidad. 1708 4.19 kilómetros. 1709 Voz "roquendo": "1. m. Peñasco o roca.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=WhoDcRE 1710 Voz "lombarda": "9. f. Cañón antiguo de gran calibre.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=NaPJ6Bc 1711 Voz "barcada": "2. f. Cada viaje de una barca.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=53t6pnG 1712 Voz "más que de paso": "1. loe. adv. Deprisa, precipitadamente, con violen da.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=S4wajTd|S4wqY0f 1713 Atrincherado. 1714 Voz "grita": "2. f. Algazara o vocerío en demostradón de desagrado o vituperio.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle. rae.es/?i d=JYdSo Fw 1715 Llegar al sitio en que conviene virar, es dedr ir la nave virando.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

3 12

veintiuno del mes. Y atravesaron desde una tierra que se

descubierto, que todos los que quisiesen ir allá a poblar

dice Gomi,17*6 según los indios dijeron; y aunque tenían

se esperasen allí hasta que él enviase los navios (que se -

poco agua, acordaron de atravesar con ponerlo todo en

ría muy presto) y que de sus haciendas de Diego Veláz­

la determ inación de Dios, porque el tiem po no era bue­

quez les sería dado todo lo que hubiese m enester; y así

no ni esperaban que tan presto lo sería; y el m iércoles

lo envió a proveer y m andar que se les diese a todos los

adelante, veintinueve del mes, día del Arcángel San M i­

que esto quisieren atender y escribió alo s alcaldesy re ­

guel, por la m añana pareció la tierra de la isla Fernan­

gim iento de aquella villa de San Cristóbal que les h i-

dina, y viero n una parte de la que dice el M arien ‘ 7‘7 y

ciesentodo buentratamiento. Y a s í algunos se quedaron

otro día siguiente llegaron a estar enfrente del puerto

allí, esperando la vuelta de los navios, para ir a poblar la

de Carenas, y cerca de la tierra, y cerca de la tierra, y por

isla Rica, que es la tierra de Yucatán (y no isla, como e n ­

saberel general si había llegado en salvamento el capi­

tonces se pensaba), otros algunos se fueron a sus casas

tán Alvarado que él había enviado adelante, según tengo

con p en sam ien to de vo lver, cuando fuese tiem p o. Y

ya dicho, salió en tierra con pocos y entró en u n a estan­

luego fueron los navios y capitanes con el general Johan

cia de unos vecin o de la villa de San Cristóbal, y halló

de Grijalva a la ciudad de Santiago e hiciéronse a la vela

allí quien le dijo quel navio de A lvarado había llegado

viernes en la noche, veintidós días de octubre de aquel

en salvam ento, aunque con harto trab ajo . Y estuvo

año de m il quinientos dieciocho, los tres navios, y con

esa noche e n tierra Grijalva, y otro día se quiso tornar a

ellos así m ismo el capitán Cristóbal de Ulid con le otro

los navios; pero no los vio y pensó que habían decaído17*8

navio que se dijo, e hízoles muy contrarios tiem pos, y

con las corrientes, y así por esto se entró en su barca él y

así tardaron algunos días hasta llegar a Santiago, donde

los que con él h ab ían salido, y anduvo todo el día y la

hallaron al teniente Diego Velázquez, al cual se le dio re ­

noche siguiente hasta otro día por la mañana por la cos­

lació n de todo lo que se ha dicho que sucedió en este

ta, que fue sábado dos de octubre que llegó, delante del

descubrimiento y camino que por su mandado hizo el

puerto de Jaruco, a una estancia de Diego Velázquez; y

capitán Johan de Grijalva. El cual quedó desfavorecido

salido allí preguntó si habían visto los navios, y d ijé­

de D iego Velázquez y m al q u isto 1730 con la gente que

ronle que no, y ah o ra de las diez del día p arecieron e n ­

llevó, porque no había poblado en la rica tierra que h a­

fren te del puerto llamado Chipiona, que es en la dicha

bía descubierto; a causa de lo cual desdeñado, se pasó a

estancia donde el capitán Grijalva había llegado, como

la T ierra-Firm e a la provincia de Nicaragua, donde en

es dicho. Y desde allí se entró en los navios, y como el

una nueva población que hizo el capitán Benito Hurta­

tiempo era contrario, no les dejó tom ar el puerto de M a­

do, que se llama Villaherm osa, por mandato del gober­

langa, así anduvieron dando bordos a un cabo y a otro

nador Pedrarias Dávila, estando descuidados los nuevos

hasta el lunes siguiente, cuatro días de octubre, que p or­

pobladores, se alzaron los indios y m ataron al capitán

que la gente iba m uy fatigada, m andó el capitán que

Hurtado, y así m ismo a este capitán Johan de Grijalva y

tom asen el puerto de Jaruco, y así entraron en él en la

otros cristianos como se dirá en su lugar, en la segunda

tarde a puesta del sol, y el día siguiente se desembarcó

parte de la historia, cuando se trate de aquella tierra.

toda la gente e n tie rra , y cada uno se fue p o r su parte,

a un puerto que se hacía delante en una boca que se hace

CAPÍTULO XIX EN QUE SE TRATA CÓMO EL TENIENTE DIEGO VELÁZQUEZ ENVIÓ POR SU CAPITÁN EN EL TERCER DESCUBRIMIENTO AHERNANDO CORTÉS, EL CUAL QUEDÓ DESPUÉS POR GOBERNADOR DE LA NUEVA ES PAÑA, Y LA MUERTE DEL ADELANTADO DIEGO VELÁZQUEZ, YEN SUNOMBRE POR EL CAPITÁN JOHAN DE GRIJALVA, VECINO QUE FUE DE LA VILLA DE TRINIDAD EN LA ISLA FERNANDINA. Y PORQUE AQUESTO SE HIZO A COSTA DE DIEGO VELÁZQUEZ, RAZÓN ES QUE NO SE LE QUITE SU LOOR, PUES QUE EL TIEMPO Y LA FORTUNA LE QUITARONLOS OTROS PREMIOS Y GALARDÓN E INTERESES QUE LO ESPERABAN DE TAN SEÑALADOS PRIVILEGIOS, COMO EL QUE EN ESTO HIZO, EN QUE ES OPINIÓN DE MUCHOS QUE GASTÓ MÁS DE QUINCE MIL CASTELLANOS, Y FUE CAUSA ESTA EMPRESA QUE ÉL MURIESE POBRE Y DESCONTENTO, COMO ADELANTE SE DIRÁ

al cabo de la tierra , y según los p ilotos de la arm ada

A sí que, tornando a la h istoria, digo que tornada esta

excepto algunos pocos que quedaron y se fueron con el capitán en el navio m enor de todos, dicho Santa María de los Rem edios, hasta el puerto que se llam a C hipio­ na. Y d esd e allí se fueron al que llam an la Malanga, don­ de allegó a los ocho del mes; el sábado adelante llegaron allí los otros navios, y hallaron allí al capitán Cristóbal de Ulid, al cual el teniente Diego Velázquez había e n ­ viado con un navio que ahí tenía con gente armada, y artillería, y bastimentos, en busca del capitán Grijalva. El cual dijo que había llegado a la isla de Cozumel, y que había tomado posesión de la isla pensando que estaba por descubrir, y que desde ella había ido costeando la tierra de Yucatán por la banda del norte, y había llegado

1716 Conil, sitio muy cercano al actual Holbox, en Quintana Roo. 1717 El cacicazgo de Manen ocupaba la parte occidental de la isla de Cuba. 1718 Voz "decaer": "2. intr. Mar. Dicho de una embarcación: Separarse del rumbo que pretende seguir, arrastrada por la marejada, el viento o la corriente.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle. rae. es/?id=B uj 1 hG7 1719 Anclas. 1720 Voz "malquisto": "1. adj. Mirado con malos ojos por alguien.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=04IrNyJ

decían, debía ser un puerto que estaba entre la m isma

armada que es dicho a la isla Fernandina, acordó Diego

Yucatán y Puerto Deseado, y que como no habían halla­

Velázquez de enviar un clérigo capellán suyo a España

do rastro ni m em oria de la arm ada, que así por esto,

con estas m uestras del oro que es dicho, y con la rela­

como porque había perdido las áncoras1719 y no tenía

ción del viaje que había hecho el capitán Johan de G ri­

buenas amarras o cables, se había tornado a la isla F er­

jalva, al serenísim o rey don Carlos, nuestro señor; y este

nandina, y había allegado a aquel puerto de Matanzas

clérigo fue a Barcelona en el m es de mayo, el sig u ien ­

hacía ocho días. Estando allí el capitán Grijalva adere­

te año de mil quinientos diecinueve años, y a la sazón

zando su partida y haciendo m eter bastimentos en los

que en aquella ciudad llegó la nueva de cómo su M ajes­

navios, para irse a la ciudad de Santiago, donde estaba el

tad, elegido como el rey de los romanos y futuro empe -

teniente Diego Velázquez, le dieron una carta suya en la

rador (y yo me hallé allí en Barcelona en este tiem po).

cual le mandaba que lo más pronto que pusiese le envia­

Este clérigo se llamaba Benito M artín, al cual yo conocía

se los navios, y dijese a la gente que por quel aderezaba

m uy bien, porque yo le pasé conm igo a estas partes el

a gran p risa para en viar a aquella tie rra que se había

año de m il quinientos catorce a la T ierra-Firm e, desde

3i3

Fuentes

donde él después pasó a la isla de Cuba; y vi muchas de

cristianos que los indios habían herido, y otros en fer­

aquellas muestras y cosas, de las que arriba se ha hecho

mos; es de saber que cuando Diego Velázquez se deter­

m ención, que Diego Velázquez enviaba al César.*731 Por

m inó de enviar a Hernando Cortés con otra armada, no

el cual servicio señalado, Su M ajestad le dio título de

se sabía nueva alguna de Grijalva no de la carabela que

Adelantado de todo aquello que había descubierto, y se

h abía enviado con el capitán C ristóbal de Ulid a b u s­

tuvo Su Majestad por muy servido del, como era razón, y

carle. Y en la in stru cción que le dio a Cortés, le m andó

le hizo otras m ercedes y le escribió generosam ente,

y encargó que lo buscase, y que in q u iriese asim ism o

dándole las gracias por lo hecho, y animándole para que

dónde había parado Cristóbal de Ulid con la otra cara­

continuase aquel descubrim iento, como el Diego Veláz­

bela; y le encargó mucho que en Yucatán procurase de

quez escribía que lo entendía hacer y lo ponía por obra;

haber seis cristianos que decía un indio de aquella tierra

porque ya había enviado otra armada para continuar su

(dicho M elchor) que estaban allí mucho tiem po había,

buen propósito en la conversión de aquellas gentes a

y que h ab ían aportado de cierta carabela que se había

nuestra santa fe católica, y en traerlas a la obediencia de

p erd id o en aqu ella costa, y dióle al m ism o M elch or,

Sus Majestades y poner debajo del señorío y patrimonio

lengua que aquesto decía para que fuese con Cortés.

de la corona real de Castilla. Y así fue la verdad, p o r­

Este p o d er e in stru cció n que D iego Velázquez dio a

que, com o yo he dicho, cuando aquellas cosas envió

Cortés le otorgó y dio en la ciudad de Santiago, puerto

con aquel capitán, había ya enviado otra armada, de la

de la isla Fernandina, a veintitrés días de octubre de mil

cual fue p or capitán y teniente suyo H ernando Cortés,

quinientos diez y ocho años, ante Alonso de Escalante,

al cual no quitaré loor que él merezca en las cosas que

escrib an o p ú b lico y del con sejo de aquella ciudad. Y

adelante en la segunda parte desta General Historia le

hecha la armada y abastecida de gente y arm as y de todo

tocaren; pero no apruebo lo que él y otros dicen, p o r­

lo necesario, pasó Hernando Cortés a la Nueva España

fiando que Cortés y otros fueron a sus propias despen­

con siete navíos y tres bergantines que Diego Velázquez

sas1733 a aquellas tierras, porque aunque así fuese, que no

le dio. D espu és de lo cual, en el año sigu ien te de m i

creo, porque he visto escrituras y testim onios que dicen

quinientos diecinueve, estando enseñoreado Cortés de

otra cosa, y e n m i poder está signado un treslado1733 de la

parte de la tierra, no curó de acudir a Diego Velázquez

instrucción y poder que le dio Diego Velázquez y no de

que le había enviado, ni le quiso dar la razón y cuenta de

otro le tengo, pues él dio principio a todo lo que sucedió

lo que había hecho con título de su te m en te (como lo

de la Nueva España, y descubrió della la parte que he

era); sino envió al Em perador, nuestro señ or, la re la ­

dicho en más de ciento treinta leguas de la costa; y d es­

ción de las cosas que había visto y muchas muestras y

pués se quedó con todo H ernan do Cortés, porque el

joyas de oro y herm osos penachos y plumajes, y un pre -

tiem po y su ventura y la d esd ich a de Diego Velázquez

sente muy rico de cosas mucho de ver y de gran valor

por alguna d isp en sación 1734 de arrib a así lo causaron,

con dos h id algos, uno llam ado A lo n so Fernández de

y porque ha mucho que oigo aquel proverbio que dice:

Puerto Carrero, y el otro el capitán Francisco de M onte-

Matarás y matarte han, y m atarán quien te m atare. Digo

jo, de quien atrás se ha hecho m em oria; las cuales cosas

esto porque Diego Velázquez no usó de más cortesía con

yo vi en Sevilla cuando las trajeron , casi a fin de aquel

el alm irante de la isla de Cuba o Fernandina, con sus

año de diecinueve, tornado yo a la T ie rra -F irm e ,y h a b ía

cautelas y form as que para ello tuvo, de la cual usó H er­

llegado estos m ensajeros y procuradores de Cortés p o ­

nando C ortés con D iego Velázquez p ara d eja rle en

cos días antes. Como Diego Velázquez esto supo, envió

blanco, y quedarse con el cargo de la Nueva España. A

otra armada con el capitán Pánfilo de Narváez, revocan­

ninguno de ellos hay que loar en este caso, ni tengo por

do los poderes dados a Cortés, diciendo que se le había

buen dicho aquello que dice Tulio1733 en el De officii:17%6

alzado, y este pasó en aquella tierra y dióse tan mal re ­

"Si los derechos o las leyes se han de quebrantar, ha de

caudo, que con buenas palabras Hernando Cortés tuvo

ser para alcanzar a re in a r” . Esto acostum braba a decir

tal form a que dio sobre él yleto m ó descuidado y lo p ren ­

aquel gran }ulio César, puesto que Suentonio Tranqui­

dió,1780y al tiem po de la p risió n le fue quebrado un ojo al

lo,1737 en la vida que escribió de César, atribuye y dice:

Pánfilo de Narváez, y le tuvo mucho tiempo después en

Euripidis vesus, quos sic ipse convertit1738. Más me p a­

p risió n . D ióle m ucha p rosp erid ad y aparejo a Cortés

rece autoridad para codiciosos y de larga conciencia,

este hecho p ara lo qe adelante se sigu ió, porque a la

que parapersonas de buena confianza. P e ro en fin , n in ­

sazón estaba en m ucha necesidad de gente, y así con

guno se puede acusar de lo que está aparejado y orde­

aquella que llevó Pánfilo de Narváez (que luego se juntó

nado de Dios, y el oficio del mundo es levantar uno la

y obedeció al vengador), como con la que allá estaba,

lie b re , y m atarla otro. No s in causa d ijo aquel poeta

conquistó y tomó la gran ciudad de México o Tenustican,

italiano, llamado Serafín delAguila, en u n so n eto suyo,

y prendió a M ontecusina,1731 señor y rey de aquella p ro ­

e n u n soneto suyo: "Qui esparge il seme et qui recogle il

vincia y [.. .1 mucho señorío, y se apoderó de la Nueva

fructo” ,1739 que quiere decir: unos esparcen o siem bran

España. Sabido Diego Velázquez el mal suceso de Pán­

la sim iente y otros cogen el fruto: Como quiera que esto

filo de Narváez, determinó de pasar en persona, y armó

pasase, digo que habiendo con su armada bojado en ella

siete u ocho navios, y con muy buena gente llegó a vista

lo que está dicho, y habiendo descubierto la isla de Co­

de Yucatán y de la Nueva España, y p or consejo de un

zumel, que nombró Santa Cruz, y la otra isla de los sacri­

licenciado Parada, que allí iba con él, paró y se tornó sin

ficios diabólicos que he dicho, en una parte de la Tierra-

saltar en tierra, con infam ia suya y con mucho gasto y

Firm e, llamada Ulúa, a la cual llamó San }ohan, y puso

pérdida. En este tiem po se iba gente de muchas partes a

nombre Santa M aría de las Nieves a aquella tierra, d es­

Cortés por las nuevas de las riquezas de aquella tierra, y

de donde envió al capitán Pedro de Alvarado con una

él daba largamente a todos y era amado de los que con él

carabela y ciertos rescates de oro y otras joyas y algunos

m ilitaban, y Diego Velázquez aborrecido, y hubo lugar

1721 Otro de los títulos del emperador Carlos. 1722 Expensas. 1723Traslado. 1724 Acción y efecto de dispensar: conceder, dar, otorgar. 1725 Marco Tulio Cicerón. 1726Sobre los deberes, o De oficios, obra filosófica de Cicerón en la que trata de los deberes que a cada un corresponden como parte o miembro de un Estado. 1727 Cayo Suetonio Tranquilo, historiador romano del que se han conservado en forma fragmentaria dos obras suyas, entre ellas las Vidas de los doce Césares. 1728 "El verso de Eurípides, que traduce él mismo", en el contexto, probablemente al hablar de que Hernán Cortés manejó a su conveniencia la instrucción dada por Diego Velázquez. 1729 En italiano correcto: Chisparge il seme et chi raccoglie ilfrutto. Quien disemina la semilla y quien recoge la fruta. 1730 Aprendió. 1731 Moctezuma.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

3i 4

"...NAVEGANDO Y COSTEANDO LA T IE R R A , PASARON POR UNAS BOCAS QUE LA MAR H ACÍA EN LA T IE R R A Y DENTRO H A B ÍA GRANDES LAGUNAS. A ESTAS BOCAS LLAMARON LOS NUESTROS LOS PUERTOS DE LOS T É R M IN O S ...", EN CRÓNICA D E L A NUEVA ESPAÑA, FRANCISCO CERVANTES DE SALAZAR. PUERTO DEL CARMEN, CAMP. M EX ., FOTO: ALBERTO M. FONS, CA. 1 92 0. COL. FRANCISCO MONTE LLANO.

con su solicitud y buen negociar que emperador, nues­

don C ristó bal Colón y h abía llegado al estado que es

tro Señor, (sabiendo las discordias de Diego Velázquez y

dicho, a ser riquísim o hom bre, y acabó pobre, enferm o

Cortés) diese una p rovisión en Valladolid, a veintidós

y descontento, y la burla quél había hecho el almirante,

días de octubre de mil quinientos veintidós años, por la

don Diego Colón, en que se le quedar con la goberna­

cual mandó y dijo que por causa y razón de las diferen ­

ción de la isla de Cuba, esa m ism a hizo dél y más por

cias del Adelantado Diego Velázquez y H ernán Cortés,

en tero H ernan do C ortés, en que se le q ued ar con la

se había rebelado México y habían sucedido muchos

gobernación de la Nueva España. Pasemos a lo demás

escándalos y robos y muertes; y porque quería proveer

de la historia desta isla Fernandina.

en rem ed io dello, p o r tanto hacía su go b ern ad or de aquella tierra a Hernando Cortés; hasta que otra cosa su Majestad m andase, y las diferencias de ambos se deter­ m inasen por justicia y se viesen en el Consejo Real de

Crónica del emperador Carlos V, escrita por Alonso de Santa Cruz, entre 15 5 0 -155 31733

In d ias; y que D iego Velázquez no fu ese n i en viase a aquella tierra gente ni armada alguna so ciertas penas, lo cual le fue notificado por auto al A delantado Diego Velázquez por Fran cisco de las Casas, del cual se hará 1732- Según Wagner, Santa Cruz es el primero en mendonar las provindas que se llamaban Cami y Mayan, en la costa entre Cabo Catoche y Campeche. Además, declara que por Hernández Yucatán fue llamado Santa María de los Remedios, una afirmación que sólo ese historiador había visto previamente en la concesión hecha a Velázquez en 1518 y en la narradón de Las Casas, donde por error el fraile afirma que se refería a Cozumel. Las Casas se refiere a las dos provindas como Cube y Comi, la segunda evidentemente la Cami de Santa Cruz. Además, Wagner afirma que el relato de Santa Cruz se basa en Pedro Mártir o en Fernández de Oviedo, op. c it , p. 15. 1733 Voz "sobrado": "8. m. desús. Cada uno de los altos o pisos de una casa.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=Y5WpxVE 1734 La palabra podria referirse a plazas, como espados públicos, plagas en español antiguo o a placas, las planchas que, colocadas en algún sitio público, sirven de guía, orientadón, anundo, prohibidón, o como recuerdo de una efeméride, es dedr, estelas como placas conmemorativas.

m ención en las cosas de la Nueva España (éste es un ca­ ballero, cuñado de Cortés, natural de M edellín). Y en el m es de mayo de mil quinientos veintitrés años se p re ­

CAPÍTULO VI DE LA BATALLA QUE LOS CRISTIANOS DIERON EN ÁERICA A BARBA ROJA D ONDE FUE VENCID 0 Y MUERTO, Y EL DESCUBRIMIENTO DE TIERRA QUE UN FRANCISCO HERNÁNDEZ DE CÓRDOBA HIZO EN LAS INDIAS OCCIDENTALES, Y DE OTRAS COSAS QUE ACONTECIERON ESTE AÑO

gonó esta provisión en la ciudad de Santiago de la isla

.. .Aconteció en este año [1517] en las Indias occidenta­

Fernandina. Aqueste pregón fue un notorio principio y

les que Diego Velázquez, gobernador de Cuba, envió una

aún final conclusión de la perdición total de Diego Ve­

armada, y en ella por capitán a un Francisco Hernández

lázquez, el cual obedeció lo que su Majestad mandaba y

de Córdoba, vecin o de la dicha isla, para que d e sc u ­

suplicó de la p rovisión ante su M ajestad, y envió a ex­

briese cierta parte de la Tierra Firm e que D. Bartolo­

p resar sus agravios y a seguir su justicia a un caballero,

mé Colón, almirante de las Indias, prim eram ente había

su am igo, llam ado, M anuel de R ojas. D espués, el año

comenzado a descubrir, el cual como fuese, descubrió

siguiente de m il quinientos veinticuatro, estando d e­

cierta tierra que llam aron Yucatán, porque preguntan­

term inado de ir en persona a quejarse de Cortés ante el

do allí a los naturales de la tierra por el nombre de ella

Em perador, nuestro señor, y decir sus servicios y gastos

resp o n d iero n Yucatán, que en su lengua suena como

en esta em presa, atravesóse aquella definición un iver­

'no os entiendo’, y pensando ellos que se llamaba así, la

sal de las barajas, que es la muerte, y acabáronse sus días

llam aron siem pre Yucatán, la cual voz se le ha quedado

y sus contiendas y aún sus dineros, que habían sido m u­

por nom bre, aunque tam bién le pusieron nombre S an ­

chos, y así feneció el Adelantado Diego Velázquez, y

ta M aría de los R em edios y los de la A rm ada vieron en

quedó Hernando Cortés sin contradicción alguna en la

ella edificios de cal y canto, con to rres y casas con s o ­

gobern ación de la Nueva España y muy riqu ísim o, del

brados,*733 y placas*734 y calles em pedradas, y la gente

cual y de lo que a aquellas partes toca, se hará más parti­

cubierta de vestiduras de algodón labradas de diversas

cular m ención en la segunda parte desta Natural y gene­

maneras, y las m ujeres cubiertas de la cintura abajo del

ral historia de Indias. Este adelanto, diego Velázquez, es

m ismo paño, y las cabezas y los pechos con lienzos más

uno de aquellos pobres hidalgos que pasaron en el se ­

delgados, trayendo muchas joyas de oro m uybienlab ra ­

gundo viaje a esta isla Española con el prim er almirante,

das, y vieron ser los indios religiosos y frecuentadores de

Fuentes

los tem plos, aunque idólatras, y trataban justicia en las

gallinas,1743 y vasijas de miel, y por vía de rescate les die­

contrataciones que hacían sin dineros, y el capitán p ro ­

ron algunas cositas de oro y de cobre dorado; y fueron a

curó de pasar de este pueblo en adelante y descubrieron

un pueblo, que estaba junto a la to rre, de casas la b ra ­

hacia occidente las provincias de Gami‘73s y Mayan,1736 y

das de cantería, cubiertas de paja, y vieron liebres como

dieron en otra dicha Capecho,1737 donde hallaron un lu ­

las de España y colmenas de m iel y de esta isla se partie­

gar de hasta 3,oo o casas, y salieron a tierra algunos c ris­

ron para Yucatán y vinieron a parar en el pueblo donde

tianos los cuales trajeron a las naos muchas buenas aves:

antes había ido Francisco Hernández de Córdoba,1744 en

como pavos, codornices, tórtolas, ánades,1738 ánsares,1739

el cual no recibieron tan buen tratamiento como pensa­

ciervo s, lie b re s y otros gén eros de an im ales, al cual

ban, mostrándose los indios muy ásperos y queriéndo­

lugar llam aron Lázaro por h aber llegado allí el tal día,

les prohibir el agua, por do convino a los cristianos tener

y de aquella provincia fueron a otra llamada Aguanil1740

con ellos batalla, en la cual fue Juan de Grijalva herido

do pagaron bien el escote1741 del buen recibim iento p a ­

y algunos cristianos, y sin más pérdida se partieron en

sado, porque los in d io s les re sistie ro n m uy b ie n la

paz. Pelaban aquellos indios con lanzas y rodelas y fle ­

entrada, tirándoles muchas flechas, y a esta causa con­

chas, y después de haber descubierto algunas partes de la

vino a los cristianos recogerse a los navios, con muerte

Tierra Firm e se volvieron para entrar do habían muerto

de muchos de ellos y de su capitán, y se tornaron a Cuba

al capitán Gonzalo1743 Hernández y a los cristianos que

a llevar la nueva de la tierra que habían descubierto...

arriba dijim os con intención de vengar su m uerte,1746 y por algunas causas lo dejaron de hacer, y de allí procuró

CAPÍTULO VII DELAS CONSTITUCIONES QUE EL REY DON CARLOS MANDÓ HACER PARA QUE LOS INDIOS EN LA ISLA ESPAÑOLA Y EN LAS OTRAS ISLAS QUE ESTABAN DESCUBIERTAS FUESEN BIEN TRATADOS Y GOBERNADOS

Juan de Grijalva de volver hacia la isla de Cuba.

La historia de las Indias... ,‘747escrita por Francisco López de Gomara, publicada en 15531748

". ..E n ese año [1518] salió de la isla de Cuba Juan de G ri­ jalva, sobrino de Diego Velázquez, gob ern ad or de la dicha isla, con una A rm ada de naos y gente que le dio

LII YUCATÁN

el dicho Diego Velázquez para que fuese a descubrir la

.. .Yucatán es una punta de tierra que está en veinte y

T ie rra F irm e , y donde h abía ya enviado a F ran cisco

un grados,1749 de la cual se nom bra una gran provincia:

Hernández de Córdoba; y la prim era tierra que descu­

algunos le llam an p en ínsu la, porque cuando m ás se

brió fue la isla de Cozumel, donde vio una torre blanca,

mete a la m ar tanto m ás se ensancha, aunque por do

y por ser día de la Santa Cruz cuando la vio le pusieron

más ceñida1730 es tiene cien leguas,1731 que tanto hay de

el tal nom bre a la isla. Decía que tres leguas antes que

Xacalanco1733 o Bahía de Térm inos a Chetemal, que está

a ella llegasen habían recibido un olor suave de la dicha

e n la Bahía de la A scen sió n , y las cartas de m areas que

isla, y llegando m ás cerca de reconocerla viero n otras

la estrecha mucho van erradas. Descubrióla, aún no

torres blancas y con chapiteles, y a la postre, una mayor

toda, Francisco Hernández de Córdoba el año de 1517 y

como fortaleza, al cual subían por gradas bien labradas

fue de esta manera: que arm aron Francisco Hernández

y tenían m ármoles de piedra, que después hallaron en ­

de Córdoba, Cristóbal Morante y Lope Uchoa de Cai-

trando en ella, por vía de paz, que era oratorio o templo

cedo, el año de susod ich o, navios a su costa en S a n ­

suyo, donde los españoles dijeron m isa,I74!ly después los

tiago de Cuba para descubrir y rescatar; otros dicen que

indios les trajeron de com er ciertas aves como grandes

para traer esclavos de las islas Guanaxos a sus m inas y

1735 Probablemente Conil. 1736 Mayab. 1737 Al parecer, Campech era el nombre de la provincia y el de la ciudad. 1738 Patos. 1739 Gansos. 1740 Aquí el autor comete un error, pues Chakan Putum es el nombre que la mayoría de los historiadores han asignado a la capital de esa región, ahora conocida como Champotón. Probablemente, la confusión es con Uaymil, la provincia situada justo en el lado opuesto de la península, al de Chetumalya que ambas regiones eran colindantes hada el centro de la península. 1741 Voz "escote": "1. m. Parte o cuota que corresponde a cada uno por el gasto hecho en común por varias personas.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=GJdNH4e|GJduldn 1742 Esta es la primera mención a una misa en territorio maya. 1743 Guajolotes o pavos. 1744 Claramente se hace mención de Campeche. 1745 Santa Cruz equivoca el nombre es Frandsco. 1746 Esta es la primera mención que tenemos sobre la intendón de Grijalva de dirigirse a Champotón para vengar la derrota de la primera expedidón. 1747 Frandsco López de Gomara, La historia general de las Indias y todo lo acaecido en ellas desde que se ganaron hasta ahora y la conquista de México y de la Nueva España, col. Aventureros, Editorial Plaza Editorial Inc., eua, 2011. pp. 71-74 y 76-78. 1748 Wagner señala que se desconoce cuándo fue escrita la obra de López de Gomara, pero la parte de la Conquista fue concluida pardalmente en 1545. Pese a que contiene varios hechos adidonales es una versión expandida de la de Pedro Mártir. Por ejemplo, el autor dice que veinte hombres fueron muertos en Champotón, a diferenda de los veintidós de Pedro Mártir; en cambio, el número de heridas redbidas por Hernández de Córdoba es el mismo: treinta y tres. No se hace mendón en este relato del paso de esa pri mera expedidón por La Florida. 1749 Muy buen cálculo. La latitud de la dudad de Mérida es de 21.21 grados. 1750 Estrecha. 1751 Otra vez, un cálculo bastante aproximado, 419 kilómetros, un poco mayor del ancho que tiene realmente la península de Yucatán en la parte más estrecha, cercano a los 390 kilómetros. 1752Xicalango, en la punta de la Laguna de Términos cercana a la isla del Carmen, dudad importante de los mayas chontales o putunes.

3i6

1753 Encargado de la recaudación de las rentas reales. 1754 Tocase. 1755 Porque. 1756 La rae indica que es palabra en desuso y equivale a joyas o adornos de metales o piedras pred osas. Cf. voz "broncha", Diccionario de la lengua española. 1757 Voz "nombradla": "1. f. Fama, reputadón.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=QZqBGt8 1758 Cozumel. 1759 Pavos o guajolotes. 1760 Torredlla. 1761 Voz "ijada": "1. f. Cada una de las dos cavidades simétricamente colocadas entre las costillas falsas y los huesos de las caderas.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=Kx7EB0s 1762 Poco más de 13 metros. 1763 En la redacdón original primero se habla de la Nueva España y después de Yucatán, para poder rescatar un orden cronológico sobre el geográfico, he deddido cambiar el orden de los artículos, privilegiando el LII sobre el XLIX. 1764 Voz "sopear": "2. tr. Supeditar, dominar o maltratar a alguien.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?i d=YNvFv3 31YNyPfYT 1765 Voz "seno": "11. m. Geogr. Golfo.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=XZnzy5h 1766 Fecha movible del calendario cristiano que se celebra cuarenta días después del domingo de resurrecdón y que conmemora la ascensión de Jesucristo al délo en presenda de sus disdpulos tras anunciarles que les enviaría el Espíritu Santo. 1767 Palabra de significado dudoso, podria referirse al catalán o valendano proteger, amparar.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

granjerias, como se apocaban los naturales de aquella

y esforzado; el cual no dejó rescatar a los españoles,

isla, y porque se los vedaban echar en m inas y otros

n i les dio presentes ni vitualla como los de Campeche, ni

duros trabajos. Están las Guanaxas cerca de Honduras

agua, sino a trueco de sangre. Francisco Hernández,

y son hom bres m ansos, sim ples y pescadores, que ni

por no m ostrar cobardía y por saber qué arm as y á n i­

usan arm as ni tien en guerras. Fue capitán de estos tres

mo y destreza tenían aquellos indios bravosos, sacó sus

navios Francisco Hernández de Córdoba, llevó en ellos

com pañeros lo m ejor que pudo, y m arin ero s que to ­

ciento diez h om b res; p o r p iloto a u n A n tó n A la m i­

m asen agua, y ordenó su escuadrón para pelear si no la

nos de Palos, y por veedor,1733 a Bernardino Iñiguez de

co n sin tie sen coger. M ochocoboc, p o r d esviarlo s de

la Calzada; y aún d icen que llevó una barca del go b e r­

la mar, que no tuviesen tan cerca la guarida, hizo señas

nador Diego Velázquez, en que llevaba pan y h e rra ­

que fuesen detrás de un collado donde la fuente estaba.

m ientas y otras cosas a sus m inas, y trabajadores, que si

Tem ieron los nuestros de ir allá por ver los indios p in ­

algo trajesen le cupiese1734 parte. Partióse, pues, Fran ­

tados, cargados de flechas y con sem blante de com ba­

cisco Hernández, y con tiem po que no le dejó ir a otro

tir, y m andaron soltar la artillería de los navios por los

cabo, o con voluntad que llevab a a d escu b rir, fue a

espantar. Los indios se m aravillaron del fuego y humo

d ar consigo en tierra no sabida ni hollada de los nues­

se aturdieron algo del tronido, más no huyeron; antes

tros, donde hay unas salinas en una punta que llamó de

arrem etieron con gentil denuedo y concierto, echando

las M ujeres, por haber allí torres de piedra con gradas

en siendo con ellos dispararon las ballestas, arrancaron

y capillas cubiertas de m adera y paja, en que por gen ­

las espadas y a estocadas m ataron muchos, y como no

til orden estaban puestos muchos ídolos que parecían

hallaron hierro, sino carne, daban la cuchilladaza que

m ujeres. M aravilláronse los españoles de ver ediñcio

los hendían por medio, cuanto m ás cortarles piernas y

de piedra, que hasta entonces no se había visto, y que

brazos. Los indios, aunque nunca tan ñeras heridas h a ­

la gente se vistiese tan rica y lucidamente, ca1733 tenían

bían visto, duraron en la pelea con la presencia y ánimo

cam isetas y m antas de algodón, blancas y de colores,

de su capitán y señor, hasta que vencieron en la batalla.

plum ajes, zarcillos, bronchas1736 y joyas de oro y plata,

A l alcance y al em barcar m ataron a flechazos veinte e s ­

y las m u jeres cubiertos pecho y cabeza. No paró allí,

pañoles e h irieron m ás de cincuenta, y prendieron dos,

sino fuese a otra punta, que llamó de Cotoche, donde

que después sacriñcaron. Quedó Francisco Hernández

andaban unos pescadores, que de miedo o espanto se

con treinta y tres heridas; em barcóse a gran prisa, n a ­

re tira ro n en tie rra y que resp o n d ían cotohe, cotohe,

vegó con tristeza y llegó a Santiago destruido, aunque

que quiere decir casa, pensando que les preguntaban

con buenas nuevas de la nueva tie rra ...

por el lugar para ir allá; de aquí se le quedó el nombre al cabo de aquella tierra. U n poco más adelante hallaron ciertos hom bres, que preguntados cómo se llamaba un

XT.TX

LA NUEVA. ESPAÑA1763

gran pueblo allí cerca, dijeron tectetan, tectetan, que

... Luego que Francisco Hernández de Córdoba llegó a

vale por no te entiendo. Pensaron los españoles que se

Santiago con las nuevas de aquellas tan ricas tierras de

llamaba así, y corrom piendo el vocablo, llam aron siem ­

Yucatán, como luego direm os, se acodició Diego Veláz­

pre Yucatán, y nunca se le caerá tal nom bradla.1737A llí se

quez, gobernador de Cuba, a enviar allá tantos españo­

hallaron cruces de latón ypalo sobre muertos; de donde

les que resistiendo a los indios, rescatasen de aquel oro,

arguyen algunos que muchos españoles se fueron a esta

plata y ropa que tenían. A rm ó cuatro carabelas y diólas

tierra cuando la destrucción de España hecha por los

a }uan de Grijalva, sobrino suyo, el cual metió en ellas

m oros en tiem po del rey don Rodrigo; más no lo creo,

doscientos españoles; y partióse de Cuba el prim er día

pues no las hay en las islas que nom brado h em os, en

de mayo del año de 18 y fue a Acuzamil, guiando la flota

alguna de las cuales es necesario, y aún forzoso, tocar

el piloto Alam inos, que fuera con Francisco Hernández

antes de llegar allí, yendo de acá. Cuando hablaré de la

de Córdoba. De allí, que veía a Yucatán, echaron a mano

isla Acuzam il1738 trataré más largo esto de las cruces. De

izquierda para bojarla pensando que fuese isla, pues ya

Yucatán fue Fran cisco H ernández a Cam peche, lugar

la había nadado Francisco Hernández por la derecha,

crecido que lo nombró Lázaro, por llegar allí domingo

ca los deseaban por cuanto se podían sopear1704 m ejor

de Lázaro. Salió atierra, tomó amistad con el señor, re s­

los isleños que los de Tierra Firm e; así que, costeando

cató mantas, plumas, conchas de cangrejos y caracoles,

la tierra, entraron en un seno1703 del m ar que llam aron

engastados en plata y oro. Diéronle perdices, tórtolas,

B ahía de la A scen sió n , por s e r ta l d ía.1766 Entonces se

ánades y gallipavos,1739 liebres, ciervos y otros an im a­

descubrió aquel trecho de tierra que ha de em par1707 de

les de com er, mucho pan de maíz y frutas. A lleg áb an ­

Acuzam il a la susodicha bahía. Más viendo que seguía

se a los españoles; unos les tocaban las bravas otros la

m ucho la costa, se to rn aron atrás y, arrim ados a tie ­

ropa, otro sten taban lasesp ad as,yto do sse andabanhe-

rra, fueron a Champotón, donde fueron mal recibidos,

chos bobos alrededor de ellos. A quí había u n torrejon -

como Francisco Hernández; ca sobre tom ar agua, que

de piedra cuadrado y gradado, en lo alto del cual

les faltaba, pelearon con los naturales, y quedó muerto

estaba un ídolo con dos ñeros anim ales a las hijadas,1701

lu án de Guetaria y heridos cincuenta españoles, y }uan

C Ü I 0 1760

como que le comían, y una sierpe de cuarenta y siete

de Grijalva con un diente m enos y otro medio, y dos

pies larga1703 y gorda cuanto un buey, hecha de piedra

flechazos. Por esto de Grijalva y por lo de Córdoba lla ­

como el ídolo, que tragaba un león; estando todo lleno

m an aquella playa M ala-Pelea. Partió de allí y buscando

de sangre de h om b res sacriñ cad os, según usanza de

puerto seguro surgió en el que nombró el Deseado. De

todas aquellas tierras. De Campeche fue Francisco H er­

allí fue el río que de su nombre se dice Grijalva, en el

nández de Córdoba a Champotón, pueblo muy grande,

cual rescató las cosas siguientes: tres máscaras de m a­

cuyo señ or se llam aba Mochocoboc, hom bre guerrero

dera doradas y con pedrezuelas turquesas, que parecía

Fuentes

obra mosaica; otra máscara llanamente dorada; una ca­

consejo y requerim iento del piloto A lam inos, y surgió

beza de perro cubierta de piedras falsas; un casquete de

en el puerto de San A ntón para tom ar agua y leña, donde

palo dorado, con cabellera y cuernos; cuatro patenas

estuvo contratando con los naturales, y ferióles cosillas

de tabla doradas, y otra que tenía lagunas piedras e n ­

de m ercería a cuarenta hachuelas de cobre revuelto con

gastadas alrededor de un ídolo; cinco arm aduras de

oro, que p esa ro n dos m il castellan o s, y tre s tazas o

pierna hechas de corteza y doradas; dos escarcelones*768

copas de oro, y un vaso de pedrecicas, y muchas cuentas

de palo con h oju elas de oro; unas com o tije ra s de lo

de oro huecas, y otras cosas m enudas que valían poco,

m ism o; siete navajas de p ed ernal; un espejo de dos

aunque b ien labradas. V ista la riqueza y m an sedum ­

lumbres*709 con un cerco de oro; ciento y diez cuentas de

bre de aquellos indios, holgaran muchos españoles de

tierra*770doradas; siete tirillas de oro delgadas; cuarenta

sentar allí; más no quiso Grijalva, antes se partió luego

arracadas de oro con cada tres pinjantes; dos ajorcas*77*

y vino a la bahía que llam aron Términos, entre río de

de oro, anchas y delgadas; un par de zarcillos de oro;

Grijalva y puerto Deseado, donde salieron por agua h a­

dos rodelas cubiertas de pluma y con sus chapas de oro

llaron entre unos árboles un idolillo de oro y muchos

en medio; dos penachos muy gentiles, y otro de cuero y

de barro; dos hom bres de palo cabalgando uno sobre

oro; una j aqueta*773 de pluma; un paño de algodón de co­

otro a fu er de Sodoma y otro de tierra cocida con ambas

lores, a m anera de peinador, y algunas mantas: Dio por

manos a lo suyo, que lo tenía retajado,*783 como son casi

ello un jubón*773 de terciopelo verde, una gorra de seda,

todos los indios de Yucatán. Este hallazgo y cuerpos de

dos bonetes de frisa,*774 dos cam isas, unos zaragüelles,

hom bres sacrificados no contentaron a los españoles,

un tocador,*77Sun peine, un espejo, unos alpargates, tres

c a les parecía su ciay cruel cosa. Quitáronse de allí y to ­

cuchillos y unas tijeras, muchas contezuelas*776 de v i­

m aron tierra en Champotón, por tom ar agua; empero

drio, un cinto con su esquero,‘777 y vino, que no lo quiso

no creo que osaron, por ver a los de aquel pueblo muy

nadie beber; cosa que hasta allí ningún indio lo desechó.

armados, y tan atrevidos, que entraban flecharlos en la

De aquel río fue Grijalva a San Juan de Ulhúa, donde

m ar hasta la cinta, y llegaban con barquillas a com batir

tomó p o se sió n en n o m bre del rey, p o r D iego V eláz­

las carabelas. Y así dejaron aquella tierra y se to rn a­

quez, como de tierra nueva. Habló con los indios, que

ron a Cuba cinco m eses después de que de ella salieron.

venían bien vestidos a su m anera y que se m ostraban

Entregó Juan de Grijalva lo que traía rescatado a su tío

afables y entendidos; trocó con ellos muchas cosas, que

Diego Velázquez y el quinto a los oficiales del rey. D es­

fueron cuatro granos de oro; una cabeza de piedra como

cubrió desde Champotón hasta San Juan de Ulhúa y

calcedonia;*778un ídolo de oro con cornezuelos y arraca­

más adelante, y todo tierra rica y bu en a.. . ”

das y moscador*779 de lo m ismo y en el ombligo una p ie ­ dra negra; una m edalla de piedra guarnecida de oro, con su corona de lo m ism o, en que h abía dos p in jan tes y

Historia general de las cosas de Nueva España,

una cresta; cuatro zarcillos de turquesas con cada ocho

escrita por Bernardino de Sahagún, hacia i555‘784

pinjantes; dos arracadas de oro con muchos pinjantes; un collar rico; un trenza de oro; diez sartales de barro dorado; una gargantilla con una rana de oro; seis co­ llaricos de oro; seis granos de oro; cuatro m anillas*780 de oro grandes; tres satas de piedras fijas y canutillos de

CAPÍTULO I DE LAS SEÑALES YPRONÓSTICOS QUE APARECIERON ANTES QUE LOS ESPAÑOLES VINIESENAESTATIERRA, NI HUBIESE NOTICIA DE ELLOS

oro; cinco m áscaras de p ied ras con oro, a la m osaica;

i. Diez años antes que v in ie se n los españoles a esta

muchos ventalles‘78‘ yplum ajes; muchas m an tasycam i-

tierra pareció en el cielo una cosa m aravillosa y espan ­

setas de algodón. En recom pensa de lo cual dio Grijalva

tosa, y es, que pareció una llam a de fuego muy grande,

dos camisas, dos sayos de azul y colorado, dos caperuzas

y m uy re sp la n d e cien te : p areció una llam a de fuego

negras; dos zaragüelles, dos tocadores, dos espejos, dos

m uy grande, y muy resplandeciente: p arecía que e s ­

cintas de cuero tachonadas, con sus bolsas; dos t ije ­

taba ten dida en el m ism o cielo, era ancha de la parte

ras y cuatro cuchillos, que tuvieron en mucho por haber

de abajo, y de la parte de arriba aguda, como cuando el

probado a corta con ello; dos alpargates, unas servillas

fuego arde; parecía que la punta de ella llegaba hasta

de m ujer, tres peines, cien alfileres, doce agujetas, tres

el medio del cielo, levantábase por la parte de oriente

m edallas y doscientas cuentas de vidrio, y otras cosi-

luego después de la m edia noche, y salía con tanto re s ­

llas de me ñor valor. A l cabo de las ferias trajeron por al -

p land or que parecía de día; llegaba hasta la m añana,

borque*783 cazuelas y pasteles de carne con mucho ají, y

entonces se p erdía de vista; cuando salía el sol estaba

cestillas de pan fresco, y una india moza para el capitán,

la llama en el lugar que está el sol a medio día, esto duró

que así lo usan los señores de aquella tierra: si Juan de

por espacio de un año cada noche; com enzaba en las

Grijalva supiera conocer aquella buena ventura y p ro ­

doce casas, y cuando aparecía a la m edia noche toda la

bar allí, como los de su com pañía le rogaban, fuera otro

gente gritaba y se espantaba; todos sospechaban que

Cortés. Más no era para él tanto bien, ni llevaba com i­

era señ al de algún gran mal.

sión de poblar. Despachó desde aquel lugar para Diego

2.

La segun d a señ al que acon teció fu e, que el

Velázquez, a Pedro de Alvarado en una carabela con los

chapitel de un cu‘78s de Vitzilopuchtli,*786 que se llama

enferm os y heridos con muchas de las cosas rescatadas,

Totleco, se encendió m ilagrosam ente y se quem ó: p a ­

por que no estuviese con pena, y él siguió la costa hacia

recía que las llam as de fuego salían de dentro de los

el norte muchas leguas sin salir a tierra. Y pareciéndole

m aderos de las colum nas, y muy de presto se hizo ce ­

que había descubierto harto, y tem iendo las corrientes

niza: cuando ardía com enzaron los sátrapas*787 a dar

y el tiem p o, que siend o p o r ju n io veía sie rra s n e va ­

voces diciendo: ¡Uh mexicanos! Venid presto a apagar el

das, y que le faltarían m antenim ientos, dio la vuelta por

fuego con cántaros de agua, y venida el agua echábanla

1768 Podría tratarse de bolsas que pendían de la cintura. 1769 Luces. 1770 Barro. 1771 Voz "ajorca": "1. f. Espede de argolla de oro, plata u otro metal, usada para adornar las muñecas, brazos o gargantas de los pies.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=10dDg3X 1772 Palabra en desuso, equivalente a chaqueta. 1773 Voz "jubón": "1. m. Vestidura que cubría desde los hombros hasta la dntura, ceñida y ajustada al cuerpo.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=MZOPgIT 1774 Voz "frisa": "1. f. Tela ordinaria de lana, que sirve para forros y vestidos de las aldeanas.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dLe. rae.es/?id=IUyIHd8 1775 Más que a un mueble, puede referirse a una caja o estuche para guardar alhajas o a un paño que servía para cubrirse y adornarse la cabeza. 1776 Pequeñas cuentas. 1777 Voz "esquero": "1. m. desús. Bolsa de cuero que solía traerse sujeta al dnto, y servía comúnmente para llevar la yesca y el pedernal, el dinero u otras cosas.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=GgjdvmH 1778 Voz "calcedonia": "3. f. Ágata muy traslúdda, de color azulado o lechoso.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=6jARdiv 1779 Amoscador o mosqueador, palabra antigua para abanico. 1780 Adorno bastante pareado a las ajorcas, pero en las manos. 1781 Abanicos con varillas. 1782 Voz "alboroque": "1. m. Agasajo que hacen el comprador, el vendedor, o ambos, a quienes intervienen en una venta.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=lYQ09wR 1783 Circunadado. 1784 Esta parte constituye el "Libro doce" -o doceno- como lo llamaba el propio autor de la Historia general de las cosas de la Nueva España. Se conservó sin publicarse hasta 1829, sus textos se encuentran en el llamado Códice Florentino, en la Biblioteca Medicea Laurendana. Carlos María de Bustamante fue quien primero publicó esta reladón, en 1840. La versión aquí divulgada es de 1938 y estuvo bajo el cuidado de Angel Maria Garibay. Fr. Bernardino de Sahagún, Historia general de las cosas de la Nueva España, t. IV, l. XI., Editorial Porrúa, México, 1977. 1785Templo. 1786 Huitzilopochtli. 1787Término despectivo, persona que gobierna en forma despótica.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

3 i8

sobre el fuego y no se apagaba, sino antes m ás se e n ­

cosa era aquella: llev á ro n lo s algunas m antas ricas

cendía, y así se hizo todo brasa.

que sólo M octhecuzom a y n in gú n otro las usaba, ni

3 . La tercera señ al fue que cayó un rayo sobre el cu

ten ía lice n cia para u sarlas; e n traro n en unas canoas

de X iuhtecutli, dios del fuego, el cual estaba techado

y fu e ro n a lo s n avios, d ije ro n entre sí, estam os aquí

con paja, llam ábase Tzum ulco; esp an táro n se de esto

en guarda de esta costa, con vien e que sep am o s de

porque no llovió sino agua menuda, que no suelen caer

cierto qué es esto, para que llevem os la nueva cierta a

rayos cuando así llueve, ni hubo tronido, sino que no

M octhecuzom a; en traro n luego en las canoas y c o ­

saben cómo se encendió.

m en zaro n a rem ar h acia los n avios, y com o lleg a ro n

4. La cuarta señal, o pronóstico, fue que de día h a­

junto a los navios, y vieron a los españoles, besaro n to -

ciendo sol cayó un cometa, parecían tres estrellas juntas

das las p roas de las naos en señ al de adoración, p e n ­

que corrían a la p ar muy encendidas y llevaban muy

sa ro n que era el dios Quetzalcóatl que vo lvía, al cual

grandes colas: partieron de ácia el occidente, y c o rrie ­

ya estab an esp eran d o según parece en la H isto ria

ron ácia el oriente, iban echando centellas de sí; de que

de este dios.

la gente las vió com enzaron a dar grita, y sonó gran d í­ sim o ruido en toda la comarca.

3 . Luego los e sp a ñ o le s los h ab laro n , y d ijero n : ¿Q uién sois vosotros? ¿De dónde ve n ís?; ¿de dónde

5. La quinta señal fue que se levantó la mar, o lagu­

sois? R esp o n d iéro n lo s que iban en las canoas: hem os

na de M éxico con grandes olas; parecía que hervía, sin

venido de M éxico; d ijéro n lo s los españoles, si es v e r ­

h acer aire ninguno, la cual nunca se puede levantar

dad que sois m exicanos, decidnos ¿cóm o se llam a el

sin gran viento; y llegaron las olas m uy le jo s y e n tra ­

señ o r de M éxico?

ro n entre las casas, sacu d ían en los cim ien to s de las

4. Ellos respondieron: señores nuestros, llámase

casas, algunas de estas cayeron; fue grande espanto de

Mocthecuzoma, y luego le presentaron todo lo que lle ­

todos p or ver que sin aire se había em bravecido de tal

vaban de aquellas m antas ricas, al que iba por general

m anera el agua.

en aquellos navios que según dicen era Grijalva, y los

6. La sesta señal o pronóstico, fue que se oyó de

españoles dieron a los indios cuentas de vidrio, unas

noche en el aire una voz de m u jer que decía: ¡Oh, hijos

verdes y otras am arillas, y los indios como las vieron

m íos, adonde os llevaré!

m aravilláronse mucho, y tuviéronlas en mucho, y luego

7. La sétima señal fue que los cazadores de aves del agua cazaron una ave parde del tamaño de una grulla, y luego la fu ero n a m ostra a M octhecuzom a, que estaba en una sala que llam aban Tlitlancalmecatl, era después

se despidieron de los indios diciendo, ya nos volvemos a Castilla, y presto volverem os, e irem os a México. 5. Los ind ios se vo lviero n a tierra, y luego se p a r­ tiero n para M éxico

del medio día; tenía esta ave en medio de la cabeza un

donde llegaron en un día y una noche, a d arla nueva

espejo redondo, donde se parecía el cielo, y las e stre ­

a Mocthecuzoma de lo que habían visto, y trajéronle las

llas, y específicam ente los m astelejos que andan cerca

cuentas que les habían dado los españoles y dijéronles

de las cabrillas: como lo vio M octhecuzom a esp antó­

de esta manera: señor nuestro, dignos somos de m uer­

se, y la segunda vez que miró en el espejo que tenía el

te, oye lo que hem os visto y lo que hemos hecho.

ave: de ahí un poco vio m uchedum bre de gente junta

6. Tú nos pusiste en guarda de la orilla de la m ar,

que venían todos armados encima de caballos, y luego

hem os visto unos dioses dentro en la m ar y fuim os a

Mocthecuzoma mandó llam ar a los agoreros y adivinos

recib irlo s, y d ím osles varias m antas ricas y veis aquí

y preguntóles, ¿No sabéis que es esto que he visto? Que

estas cuentas dadlas a M octhecuzom a para que nos

viene mucha gente junta, y antes que respondiesen los

conozca, y d ijéronle todo lo que había pasado cuando

adivinos desapareció el ave, y no respondieron nada.

estuvieron con ellos en la m ar en los navios.

8. La octava señ al, o p ro n ó stico , fue que a p a re ­

7. R esp on dióles M octhecuzom a y díjoles; ven ís

c ie ro n m uchas veces m on stru os en cu erpo s m o n s­

cansados y fatigados, idos a descansar, yo he recibido

truosos, llevában los a M octhecuzom a, y e n vián d o lo s

esto en secreto, y os m ando que no digáis nada de lo

luego desaparecían.

que ha pasado.

CAPÍTULO II DE LOS PRIMEROS NAVÍOS QUE APORTARONAESTA TIERRA, QUE SEGÚN DICEN FUE JUAN DE GRIJALVA

CAPÍTULO III DE LO QUE MOCTHECUZOMA PROVEYÓ DESPUÉS QUE OYÓ LAS NUEVAS DE LOS QUE VIERON LOS PRIMEROS NAVÍOS

1. La p rim era vez que parecieron navios en la costa de

1. Gomo hubo oído Mocthecuzoma las nuevas de los que

esta Nueva España, los capitanes de Mocthecuzoma

vinieron de la mar, mandó luego llam ar al más p rin c i­

que se llam aban Calpixques que estaban cerca de la

pal de ellos que se llamaba Cuextecatl, y los demás que

costa, luego fu ero n a v e r que era aquello que ven ía,

habían venido con la m ensajería, y m andólos que p u ­

que nunca habían visto navios, uno de los cuales fue el

sie se n guardas, y atalayas en todas las estan cias de

Calpixque de Cuextecatl que se llam ba Pinotl; llevaba

la ribera de la mar, la una se llam aba Naulitlantoztlan,

consigo otros calpixques, uno que se llam aba Yaotzin,

otra M ictlanquactla, para que m irasen cuando vo lvie­

que residía ne el pueblo de Mictlanquauhtla, y otro que

sen aquellos navios para que luego diesen relación.

se llamaba Teozincoatl, que residía en el pueblo de Teociniocan, y otro que se llamaba Cuitlalpitoc, este no era

2.

Conesto se p artiéro n los Calpixques y capitanes,

y m andaron pon er atalayas en las dichas estancias y

calpixq u e sin o criad o de uno de estos calp ixq u es, y

Mocthecuzoma juntó luego a sus principales los más

principalejo, y otro principalejo que se llam ba Tentlil.

p rivad os, y los com unicó las nuevas que h abían lle ­

2.

Estos se fu ero n a ve r qué cosa era aquella, y lle­gado, y m ostrólos las cuentas de vidrio que habían tra í­

vaban algunas cosas para venderlas, so color de ver qué

do los m ensajeros y díjolos; parécem e que son piedras

Fuentes

preciosas, guárdense mucho en la recámara, no se p ier­

que no te n ían las fre n te s anchas; y, porque h abía en

da ninguna, y si alguna se perdiere pagarla han los que

ella m uchos pinos, púsole el alm irante por nom bre la

tien en cargo de guardar la recámara.

isla de Pinos. Esta isla dista del cabo que ahora llam an

3 . D esde ahí a un año, en el año de trece conejos, vieron en la m ar navios los que estaban en las atalayas y

de honduras, donde está o estuvo la ciudad de esp año­ les que lla m a ro n T ru jillo ...

luego vinieron a dar noticia a Mocthecuzoma con gran

A sí que, habiendo saltado "el Adelantado” en esta

prisa. Gomo oyó la nueva Mocthecuzoma despachó gen­

isla de los Guanajes o Guanaja, llegó una canoa llena

te para el recibim iento de Quetzalcóatl, porque pensó

de indios, tan luenga como una galera y de ocho pies de

que era el que venía, porque cada día le estaban esp e ­

ancho; ven ía cargada de m ercad erías de occidente y

rando, y como tenía relación que Quetzalcóatl había

debía ser, cierto, de tierra de Yucatán, porque está cer­

ido por la m ar ácia el oriente, y los navios venían de

ca de allí, obra de 3o leguas o poco más. Traían en medio

ácia el oriente, por eso pensaron que era él; envió cinco

de la canoa un toldo de esteras, hechas de palm a, que

p rin c ip a les, a que le re c ib ie se n y le p re se n tase n un

en la Nueva España llam an petates; dentro de debajo

gran presente que le envió.

del cual venían sus m ujeres e hijos y hacendejas y m er­

4. De los que fueron el más principal de ellos se lla ­

caderías, sin que el agua del cielo ni de la m ar las pudie­

maba Yoallichan, el segundo Tepuxtecatl, el tercero Ti-

se m ojar cosa. Las m ercaderías y cosas que traía eran

zaoa, el cuarto Vevetecatl, el quinto Veicazmecatlheca.

m uchas m antas de algodón muy pintadas de diversos colores y labores, y camisetas sin mangas, tam bién p in ­

Historia de las Indias, por Bartolomé de las Casas, y publicada en 156 11788

tadas y labradas de los alm aizares con que cubren los hom bres sus vergüenzas, de las m ism as pinturas y la ­ bores. Item, espadas de palo, con unas canales en los ñlos y allí apegadas con pez e hilo ciertas navajas de

TOMO II CAPÍTULO XX1?8?

pedernal, hachuelas de cobre para cortar leña y casca­

.. .volvamos a tom ar la historia del viaje del almirante,

muchas alm endras de cacao, que tien en por m oneda en

b eles y unas patenas, y criso les para fu n d ir el cobre;

que dejam os en el cap. 6 y en el cap. 5 dijim os como

la Nueva España y en Yucatán y en otras partes. Su b as­

partió de junto a este puerto de Santo Domingo, huyen­

timento era pan de maíz y algunas raíces com estibles,

do de la tem pestad grande, que dijo antes que había de

que debían ser las que en esta Española llam am os ajes

venir, y se fue a salvar, después de haber padecido to ­

y batatas y en la Nueva España camotes. Su vino era del

dos sus cuatro navios gran daño y peligro, de la m ism a

m ism o maíz, que parecía cerveza.

torm enta que luego sobrevin o, al puerto H erm oso o

V enían en la canoa hasta veinte y cinco hom bres,

Escondido. Salido de allí, y tom ada la vía del poniente,

y no se osaron d efen d er ni huir, viendo las barcas de

fue a dar al puerto de Yaquimo, que él llamaba de Brasil,

los cristianos; y así los trajeron en su canoa a la nao del

que está 80 leguas deste de Santo Domingo.

alm irante; y sibien d o los de la canoa a la nao, si acae­

De aquí salió el 14 de julio, y queriendo ir hacia la

cía asirlos de sus paños m enores, m ostrando mucha

T ierra Firm e, tuvo m uchas calm as, que no podía por

vergüenza, luego se p on ían las m anos adelante, y las

falta de viento, andar nada; y acercóse a unas isletas,

m ujeres se cubrían el rostro y cuerpo con las m antas,

cerca de la isla de }am aica...Crecióle tanto la calma y

de la m anera que lo acostum braban hacer las m oras de

falta de viento, que las grandes corrientes lo llevaron

Granada con sus alm alafas.

acerca de las muchas isletas que están cerca de la isla de

Destas m uestras de vergüenza y honestidad quedó

C uba.. .De allí, haciéndole tiempo, tornó sobre la Tierra

el almirante y todos muy satisfechos, y tratáronles bien,

Firm e, y navegando, salieron vientos contrarios y co­

y tom ándoles de aquellas mantas y cosas vistosas, para

rrientes terribles, a que no podía resistir. Anduvo fo r­

llevar por muestra, m andóles dar el almirante de las co­

cejeando 60 días con grandísim a torm enta y agua del

sas de Castilla en recom pensa, y dejóles ir en su canoa

cielo, truenos y relámpagos, sin ver sol ni estrellas, que

a todos, excepto un viejo, que parecía persona de p ru ­

parecía que el mundo se hundía. No pudo ganar de ca­

dencia, para que le diese aviso de lo que había por aque­

mino en aquellos días sino 60 leguas. Con esta grande

lla tierra, porque lo prim ero que el almirante inquiría

torm enta y forcejeando contra viento y corriente, como

por señas era, mostrándoles oro, que le diesen nuevas

los navios recibían de la m ar y de los vientos grandes

de la tierra donde lo hubiese; y porque aquel viejo le

golpes y combates, abríanseles todos; los m arineros, de

señaló haberlo hacia las provincias de oriente, por eso

los grandes trabajos y vigilias y en m ares tan nuevos,

lo detuvieron y lleváronlo, puesto que no le entendían

enferm aron casi todos, y el m ismo almirante de desve­

sulengua. Después, diz que lo enviaron a su tierra; no se

lado y angustiado, enferm ó casi de muerte. A l cabo, con

yo cómo pudo volver a ella quedando solo y sin canoa,

grandes dificultades, peligros y trabajos inefables, llegó

y quizá 10 0 leguas y 200 de mar lejos de su casa.

y descubrió una isla pequeña, que los indios llam aron

Andando por aquí el almirante, todavía creía que ha­

Guanaja, y tiene por vecinas otras tres o cuatro islas m e­

bía de hallar nueva del Catay y del Gran Can, y que aque -

nores que aquella, que los españoles llam aron después

lias m antas y cosas pintadas com enzaban a ser el p rin ­

las Guanajas; todas estaban b ien pobladas.

cipio d ello y que tanto él deseaba. Y com o le v ían los

E n esta isla m andó el alm irante a su h erm ano D.

indios con tanta solicitud preguntar dónde había oro,

Bartolom é Colón, Adelantado de esta isla, que iba por

y debíanle hartar de muchas palabras, señalándole h a­

capitán de un navio, que saltase en tierra a tom ar nueva.

ber mucha cantidad de oro p or tales y tales tierras, y

Saltó llevando dos barcas llen as de gente; h allaron la

que traían coronas de oro e n la cabeza y m anillas dello a

gente m uy pacífica y de la m an era destas islas, salvo

los pies y a los brazos, b ien gruesas; y las sillas y mesas

1788 El relato de Bartolomé de las Casas fue escrito en 1561 y publicado en Madrid entre 18751876, con el título de Historia de las Indias. Según Wagner: "Las Casas fue amigo de Francisco Hernández, [e incluso se refiere a él, como "harto amigo mío"] pero en ninguna parte menciona que hubiera recibido algún relato de su expedición. Las Casas dice haber recibido una carta de Hernández cuando estaba en Zaragoza, que tal vez pudiera haber estado acompañada de algún relato del viaje, aunque aparentemente el expedicionario estaba demasiado enfermo para poder escribir. De cualquier modo, había un clérigo en la expedición que pudo ser el que escribiera algo. En todos los eventos, el texto contiene detalles interesantes que no se encuentran en ninguna otra parte. Desafortunadamente, Las Casas mezcla esta primera expedición con el descubrimiento de Cozumel, el cual sólo tuvo lugar hasta el año siguiente, con el viaje de Grijalva. La mayor parte de lo que él menciona sucedió en cabo Catoche o en Isla Mujeres y lo demás se repite más adelante, en su relato de Campeche, donde mucho de lo que menciona tuvo lugar. Como en la demás producción de Las Casas, la Historia de las Indias contiene muchos detalles irrelevantes y muchos otros de su gran tema sobre los ultrajes cometidos por los españoles con los inocentes indios", op. cit., pp.15-16. 1789 Fray Bartolomé de las Casas, Historia de las Indias, t. II, Imprenta de Miguel Ginestra, Madrid, 1876. pp. 80-82.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

y arcas enforradas de oro y las mantas tejidas de broca­

que dicen del Príncipe,1797 donde tenía hacienda alguno

do, y esto era la tierra dentro, hacia el Gatayo...

o algunos de los arm adores o sus am igos, para tom ar carne y agua, y leña y otras cosas para su viaje; y estando

TOMO IV CAPÍTULO XCVT7’0

1790 Las Casas, op. cit., pp. 348-363. 1791 Acometer, atacar, asaltar. 1792 Voz "nefario": "1. adj. Sumamente malvado, impío e indigno del trato humano.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=QLPh4QL 1793 Voz "intento": "2. m. Propósito, intención, designio.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=Ls7CCSj 1794 La Española está conformada actualmente por Haití y Santo Domingo. 1795 Cazabe, torta que se hace en el Caribe y otras regiones americanas con una harina sacada de la raíz de la mandioca o yuca; debido a que se conservaba con facilidad, fue particularmente usada en las embarcaciones europeas como sustituto del pan. 1796 La Gobernación de Veragua se extendía por las costas Nicaragua, Costa Rica y parte de Panamá. 1797 Camagüey, llamada entonces Santa Mana del Puerto del Príncipe. 1798 En el actual territorio de Honduras, fue conocida también como la antigua Mosquitia. 1799 Este es un serio error en la narración. Todos los demás cronistas señalan que la primera tierra tocada por la expedición de Hernández fue Isla Mujeres. Pese a este cambio de nombre, las acciones corresponden a las demás narra dones. 1800 El taparrabos sea anuda desde la dntura, por lo que daría un efecto de faja. 1801Voz "pella": "1. m. Masa que se une y aprieta, regularmente en forma redonda.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=SOeuRby 1802 Palabra española para tratar de explicar el atole: gachas, comida compuesta de harina codda con agua y sal, que se puede aderezar con leche, miel u otro aliño, o, según el Diccionario de la lengua española: "...puches de harina que no se dejan espesar.", Cf. r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=cHiVhn9 1803 Voz "poleadas": "1. f. pl. Harina codda en agua con sal.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=TVXkJa9

allí dijo el piloto A lam inos al capitán Francisco H er­ nández que le parecía que por aquella m ar del poniente,

.. .Tornemos a la diligencia que Diego Velázquez y los e s­

abajo de la dicha isla de Cuba, le daba el corazón que h a­

pañoles de la isla de Cuba ponían en ir o enviar a sal­

bía de haber tierra muy rica, porque cuando andaba con

tear1791 indios para traer a ella, por la priesa que daban a

el alm iran te viejo , sien d o él m uchacho, veía que el

m atar los natu rales della con las m inas y gran jerias

almirante se inclinaba mucho a navegar hacia aquella

nefarias1793 que tenían, porque cuanto más oro y riqueza

parte, con esperanza grande que tenía de hallar tierra

ad qu irían , tantos m ás in d ios se les m orían, y cuanto

muy poblada y muy más rica que hasta allí, y que así lo

m ayor núm ero dellos p erecía y se iba despoblando la

afirm aba, y porque le faltaron los navios no prosiguió

isla, tanta mayor prisa se daban en hacer armadas para

aquel camino, y tornó, desde el cabo que puso nombre

ir a buscar islas y saltear y robar las gentes naturales que

de G racias a D io s,1798 atrás a la p rovin cia de Veragua.

en ellas vivían, de la m anera que se había dicho en esta

Dicho esto, el Francisco Hernández, que era de buena

isla. Tenía intento1793 Diego Velázquez, según él decía,

esperanza y buen ánimo, asentándosele aquestas pala­

que si las tierras o islas que se descubriesen fuesentales

bras, determinó de enviar por licencia a Diego Velázquez

y de oro tan ricas, que allí hubiesen de ir a poblar e s­

para que, puesto que iban a saltear indios y traerlos a

pañoles, no sacaría dellos para traer a la de Cuba los

aquella isla, que, si acaso de camino descubriesen algu­

ind ios, sino que allí los iría a convertir de la m anera

na tierra nueva, fuese con su autoridad, como teniente

que en esta Española,1794 y en aquella, y en las otras, él y

de gobernador que allí gobernaba por el rey; el cual se

los dem ás lo h icieron , haciéndoles antes blasfem ar el

la envió larga, como Francisco Hernández, que le pidió

nombre de Cristo, matándolos en los trabajos dichos, y

deseaba. La licencia venida, luego sin más tardar, como

por ellos y e n ellos, muriendo sin fe y sin Sacramentos,

sin con la m ism a licencia le enviara la llave de la puerta

ni que tuvieran conocimiento de Dios ni alcanzasen a

donde estuviera encerrada toda la tierra que había de

saber una jota del culto divino; y éste era su propósito, y

hallar con toda certidum bre, y hubiera de ir luego a ella

esto llamaba ir a sus islas y tierras a convertirlos y hacer

a morar, embarca muchas ovejas y puercos, y algunas

a Sus Altezas servicio. Pero si las tierras no tenían oro,

yeguas, todo para comenzar a criar: Hiciéronse a la vela,

que por consiguiente las estim aban por inútiles y p er­

llegan a la punta o cabo de la isla que se llama el cabo de

didas, tenía por sacrificio para Dios y servicio de Sus

San A ntón, desde allí andaban de día lo que podían, y

Altezas, saltear y p ren der toda la gente dellas, y tra er­

bajaban las velas de noche, que llam an estar al reparo,

los por esclavos y consum irla toda en las m inas y en las

por navegar por m arque no sab ían yp o r no dar en tierra

otras g ra n je ria s, com o de las dem ás de a rrib a se ha

o bajos o peñas de noche, industria de prudentes m ari­

harto dicho. Para proseguir, pues, sus buenos intentos

neros, y Analmente, al cabo de cuatro días que habían,

de Diego Velázquez y de los españoles que allí eran veci­

según su parecer, andado, con las paradas dichas, 70 o

nos y tenían indios, y se hallaban con dineros sacados

80 leguas, llegaron a una isla grande que los indios 11a-

de las m in as y de las otras g ra n je ria s, con la ju stic ia

m aban y llam an Cozumel,1799y los españoles le pusieron

que se ha dicho, juntáronse tres de ellos, llamados Fran­

Santa M aría de los R em ed ios, porque les ayudase a sal­

cisco Flernández de Górdova, harto amigo mío, Cristó­

tear las gentes que en sus casas vivían seguras. Llegán­

bal de Morante y Lope Uchoa de Caicedo, y trataron con

dose a la isla y costeando por la rivera della, buscando

Diego Velázquez que les diese licencia para ir a saltear

puerto donde su rgir o echar anclas, y no lo hallando,

ind ios donde quiera que los hallasen, o en las islas de

mandó ir el capitán con 45 hom bres en las barcas, y lle ­

los Lucayos, aunque ya estaban, como arriba hubo apa­

gó en ellas cerca de un pueblo grande que desde la mar

recido, destruidas; pero todavía creían podertopar, re ­

h abían visto, y com o los in d ios del viero n que los e s ­

buscándola, algunos escondidos, o de otras partes de

p añ o les iban hacia allá, sa liero n a re c ib illo s m uchas

las descubiertas. Dada licencia, puso cada uno de ellos

canoas llenas dellos, y todos fajados por la cintura,1800 y

1,50 0 o 2 ,0 0 0 castellanos; com pran o fletan dos navios

de allí abajo cubiertos con unos paños o mantas de algo­

y un bergantín, y provéenlo de pan cagabi,1793 tocinos de

dón, y con sus armas, arcos y flechas y rodelas; llegando

puerco y carne salada, y agua, y leña y lo dem ás n ece­

a las barcas comenzaron a hablar por señas a los espa­

sario, ju ntan cien h om bres, con m arin ero s, y todos a

ñoles, como preguntándoles quién eran y qué querían,

sueldo o a partes, que es decir que tuviesen su parte,

y junto con esto d án do les ciertas calabazas de agua,

cada uno, de los indios que salteasen, y del oro y de otros

com o en ten d ien d o que los que navegan, sie m p re , lo

provechos que hubiesen. Hace Diego Velázquez capitán

prim ero que quieren de tierra es agua, diéronles tam ­

de todos al dicho Francisco Hernández, porque era muy

bién maíz molido en pella18" y masa, de que suelen ha-

suelto y cuerdo, y harto hábil, y dispuesto para prender

cerunas como zahinas1803 o poleadas,1803 cuasi como b as­

y matar indios; llevaron por piloto a un m arinero llam a­

tim ento para camino y para necesidad; el capitán les dio

do A ntón Alam inos, el cual, los tiem pos pasados, siendo

una camisa de algodón. V ieron los indios en una de las

él mozo y grumete, había navegado y hallándose con el

barcas un indio de Cuba que llevaban consigo los espa­

almirante viejo, prim ero que descubrió las Indias, cuan­

ñoles, al cual por señas pidieron que se lo diesen, para

do descubrió aVeragua1796 el año de 502. Partiéronse del

que trújese mas harina o más masa de maíz y más agua;

puerto de Santiago, haciéndose a la vela, creo que, por

el capitán se lo dio y metiéronlo en sus canoas y fuéron-

h n del m es de Febrero el año de 15 17 , por la banda o

se. Los españoles llegáronse a u n estero que por allí e s­

parte del norte de la isla de Cuba, y llegaron al puerto

taba, y e n esto legó el bergantín, que venía más llegado a

Fuentes

321

tierra y atrás; dijeron los del que aquellos indios habían

vigas grandes labradas de cuatro esquinas. Yendo d es­

peleado con él y le habían seguido por aquella costa de

ta m anera descuidáronse los del navio, donde iban p re ­

m ar dos días. Estando platicando en esto llegaron 16 ca­

sos los siete in d ios, y así q u eb raron la cadena en que

noas de indios, los cuales por señas les dijeron que se

te n ían los pies o los pescuezos y echáronse a la mar, y

fuesen con ellos al pueblo, lo cual hicieron los españo­

fuéronse. Pesó mucho al capitán la huida de los siete

les y concedieron de buena voluntad, y los últim os en

ind ios, y pareciéndole que tenía necesidad de algún in ­

sus barcas y los otros en sus canoas y fueron juntos, y en

dio, para inform arse dónde podría desde allí ir, trabajó

el camino les anocheció cerca del pueblo, en una punta

de saltear otros, y viendo dos estar sentados en la playa,

que hacía la tierra entrando e n lam ar, saltáronlos espa­

fue a ellos y prendió el uno, el cual trujo a la isla de Cuba;

ñoles a dorm ir en tierra y los indios durm ieron junto a

preguntóle allí si sabía que en aquella isla hubiese oro

ella en sus canoas, y como era cerca del pueblo, en toda

(que erato d asu p red icación yan siad e convertir a aque­

la noche no hicieron sino ir y ven ir indios a h ablary e s­

llas gentes, como todos nuestros h erm anos siem pre

tar con los indios de las canoas. A la medianoche vin ie ­

pretendieron) respondió el indio que lo había, dello la ­

ron dos dellos con sus arcos y flechas por tierra, y vién ­

brado como arríeles*806 para los dedos, y cadenas tan

dolos un español que velaba su cuarto y que se metían

gruesas como una de hierro que allí en el navio vido, y

entre ellos, lavantóse y arrem etió a ellos con la espada

que había otras joyas grandes y diversas.

sacada y dando voces; levántanse todos los españoles, y arrem etiero n con los in d ios que estaban junto en las

CAPÍTULO XCVII

canoas. No supe los que alcanzaron, mataron e hirieron,

Alegres con estas para si tan sabrosas nuevas, hiciéronse

más de que todos los que pudieron huye ron y dejaron 14

a la vela por la costa o ribera de la m ar abajo, y entraron

canoas con sus arcos y flechas; argumento harto claro

en una bahía o ensenada de mar, desde la cual vieron en

que no tenían por entonces pensamiento de acometer

tierra un pueblo grande con muchas casas blancas, de

ni hacer daño a lo españoles. Utro día de mañana vieron

que se adm iraron como cosa nunca vista, ni pudiendo

ven irlo s españoles dos canoas y dentro nueve hom bres,

im aginar lo que era. Llegáronse los navios hasta media

y llegados a tierra, el capitán de los españoles los hizo

legua de la tierra y saltó el capitán con 85 hom bres en

prender y atar sin por qué ni para qué, sino para hacer

ella; los indios, desde que los vieron, saliéronlos a reci­

h ed erl8°4 toda la tierra su nom bre. H ízolos interrogar

b ir hasta 50 0 dellos sin arm as algunas, y con señales de

uno a uno, apartados, m ostrán do les oro de la isla de

mucha benevolencia, entre los cuales venía un p rin ci­

Cuba, y preguntándoles si en aquella tierra h abía de

pal que debía ser capitán, el cual por señas les dijo que

aquel metal. ¡M irad qué Evangelio comenzaba a predi-

se fuesen con ellos al pueblo. Salió tam bién otro señor,

calles y qué señas les daba que había en el cielo, un solo

viejo, que a lo m ismo les indució que fuesen, y éste, por

y verdadero Dios! Todos conform es respondieron que

ventura, era el rey; los españoles se fueron al pueblo con

lo había en unas p rovincias que nom brab an Gubey

el que los convidaba, y el señor viejo entra con mucha

Com i, señalando y nombrando los ríos donde lo saca­

gente en veinte canoas, que por ventura las hinchíanl8°7

ban; esto sabido, mandó soltar el capitán el uno de los

m ás de otros 3oo, y fuese a v e río s navios. Entraron en

nueve, diciendo que fuese a traer el indio que habían

el pueblo los españoles, y viero n que era muy grande

llevado el día pasado; y los ocho envió a los navios y los

y de muchas casas pequeñas cubiertas de paja, y las más

e ch a ro n en cadenas. Esperaron dos días, y como no

dellas cercados los solares y circuitos de piedra seca de

volvió, quizá teniendo legítim o im pedim en to, p a rtié ­

una vara en alto y de vara y m edia en ancho, entre los

ronse los españoles por tierra, la costa abajo, y los n a­

cuales había m uchos árboles de m uchas frutas, había

vios cerca de tierra por la mar, hasta cerca de un pueblo

tam bién una casa de cal y canto, edificada a m anera de

grande que viniendo por la m ar habían visto; allí v i­

fortaleza, del todo lo cual los españoles se adm iraban,

nieron ciertos indios en una canoa, haciendo a los e s­

en especial viendo casas y edificios de cal y canto como

pañoles señales de paz y preguntóles a qué venían o qué

cosa que nunca en estas Indias se había visto. Vuelto el

era lo que querían entierras que no eran suyas, respon ­

señ orviejo, que había en las canoas ido a ve rlo s navios,

dió el capitán que si les daban oro les daría un indio suyo

convidó a los españoles a que fuesen con él a su casa,

que allí tenía, porque los demás de los nueve iban en los

el cual los metió dentro de un gran solar cercado de la

navios, los indios dijero n p or sus señas que desde atres

m ism a m anera de piedra, donde estaba en un patio un

días se lo traerían. Volvieron al tercer día en una canoa

árbol grueso nacido y allí estaban colgadas nueve coro­

1804 yoz "hecier"; "2. íntr. Enfadar,

seis indios y trajeron como m edia diadem a y una pate­

nas blancas y en cada una, una bandera pequeña; estaba

cansar, ser insoportable.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=K5JMwYy 1805Tortillas. iso6 parece una forma antigua de arríales, arriaces, empuñaduras para las espadas, pero también ornamentos. 1807 Henchían, llenaban hasta el límite. ísos ^qU1' |_as Qasas describe lo que

na de oro bajo, y dos gallinas asadas de las grandes de

cerca del dicho árbol una m esa ancha de cal y canto de

aquella tierra, y maíz hecho panl8°s lo cual todo dieron al

treso cuatro grad asen alto ,l8o8yen cim adellaun hom bre

capitán Francisco Flernández y él les dio el indio, los

de bulto hecho de lo m ismo, que tenía la cabeza colgada

cuales dijeron que el otro día volverían por los otros in ­

sobre las dichas gradas, y dos anim ales de bulto de cal

dios que les tenían presos y les traerían taquín, que e n ­

y canto que le com ían por la barriga, eso m ism o había

tendieron ser otro oro hno (alobajollam anm azca). Los

una sierpe muy grande y que tenía en la boca atravesa­

españoles los esperaron, según dijeron, seis o siete días,

da una figura de león; estaban tres palos hincados en el

y como no vin iero n acordaron de no en trar en aquel

suelo lleno de pedernales, lo cual según pareció, y los

pueblo, sino irse p or la costa abajo del norte de la isla,

indios señalaron tenían para cortar encim a della, a al­

llevando las barcas y el bergantín junto atierra ; de allí

gunos que justiciaban, las cabezas, porque había en ella

v e ía n la playa y ribera de la m ar llena de indios. Vieron

sangre fresca. V ieron en el ejido junto al dicho corral,

por el camino muchos ciervos y en unas casas pequeñas

muchas cabezas de indios que justiciaban allí, y puesto

hallaron muchas piedras labradas de cantería, y ciertas

que parecía y se juzgaba entonces ser aquel lugar sonde

parecería el interior del templo de Campeche. Se trataría de un tipo edificio común en varios puntos de la península o de un error como el cometido al suponer que la acción de esta parte de la narración sucede en Cozumel, cuando sabemos por las demás fuentes que era en Isla Mujeres.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

322

se ejecutaba justicia, porque no se sabía hasta entonces

y de muy buena agua, a donde los españoles se fueron

que sacriñ casen a los ídolos hom bres, como lo hacían

a dorm ir, y de allí tom aron toda el agua que para sus

en la Nueva España, pero después de sabido dijéram os

navios era necesaria. Veláronse aquella noche los espa­

que no era de justicia sino de sacriñcios, a lo cual deci­

ñoles y no m enos los indios su pueblo, con mucha d ili­

m os que p o r aquella tierra de Yucatán, que está junta,

gencia velaban. Venido el día, salieron todos los indios

cuatro leguas de m ar en medio con la dicha isla, puesto

del pueblo, armados, con sus arcos y flechas, rodelas y

que algunos h om bres sacriñ cab an , pero m uy pocos,

lanzas, rodearon el pueblo por la parte donde los espa­

y así aquel lugar debía ser lugar de ju sticia de m alh e­

ñoles estaban, enviaron tres a decirles que se fuesen a

chores y tam bién donde sacriñ cab an los tom ados en

sus navios o barcos, y así p o r señ as se lo notiñ caron,

guerra a sus dioses. V ieron asim ism o junto alo de a rri­

con amenazas que si no se iban los flecharían y harían

ba, una casa de cal y canto hecha, como una cámara con

daño; los españoles obedecieronsum andado yfuéronse

una puerta, delante de la cual tenían puesto un paño de

a em barcar a sus barcas y e n ellas a los navios, y alzaron

algodón de muchos colores, dentro de la casa o cámara,

sus velas y fueron por la ribera de la isla costeando.

estaban siete u ocho bultos de hom bres hechos de b a­

1809 Océano Atlántico. 1810 Océano Pacífico. 1811 Guajolotes o pavos. 1812 Mercadería de estaño, hierro, vidrio, entre otros, de poco valor y precio.

rro cocido, y junto a ellos cosas aromáticas y odoríñcas

CAPÍTULO XCVIII

como incienso o estoraque. Salidos de allí, fueron a ver

Los cuales siem pre creyendo que aquella tierra toda era

y considerar el pueblo por una calle, donde vieron una

isla, dieron en un cabo o punta de la Tierra Firm e que

calzada de piedra, y allí los indios se pusieron delante

después y agora nombram osYucatán; aquel cabo llam a­

de los españoles, poniéndoles las manos en los pechos,

ron los nuestros el cabo de Cotoche, por cierto, vocablo

diciéndoles por señas que no pasasen de allí, pero el ca­

o vocablos que oyeron a los indios y que ellos corrup­

pitán de los españoles decíales que los dejasen pasar; y

tamente pronunciaron. Aquí vieron mucha gente bien

m ereciera que luego allí lo mataran, y los echaran a to­

ataviada y vestida, cubiertas todas sus carnes con cam i­

dos de su tierra y pueblo, pues porñaba en tierra y casa

setas, y mantas pintadas de colores, de tela de algodón;

ajena tom ar más licencia de la que el dueño le daba. En

traían plum ajes de muchos colores, joyas de oro y plata,

ñn, pasaron aquella calzada; hallaron en una calle una

como zarcillos e n la s orejas, y otras de diversas hech u­

casa de cal y canto, a m an era de fortaleza, de 23 g ra ­

ras y no poco pulidas. De allí pasaron a una ensenada, o

das en alto, tan anchas que podían subir diez personas

puerto m uy grande que hace la m ar, donde queda en

ju ntas hasta lo m ás alto: esta vista, no curaron ni o sa ­

seco, la ribera cerca de una legua, bajándose la mar, lo

ro n de su b ir o e n trar en ella. Fu éro n se p o r otra calle

que no se ha visto hasta hoy en toda la m ar que llamamos

adelante, donde h allaron otra fortaleza de cal y canto,

del norte,1809 que es la de estas islas y Tierra Firm e que

p equeña, de la cual vieron salir a un indio cargado con

se m ira con la de España, sin pasar por la tierra dentro

una arca de madera, pequeña, a cuestas; no supieron lo

de la Tierra Firm e a la m ar que nom bram os del S u r,1810

que en ella iba, más que vieron que un indio sólo no la

por respecto de la ya dicha del norte. Llegaron pues a la

podía llevar y se metió otro debajo della para ayudarle

ensenada o puerto muy grande, y anclaron y saltó el ca­

a llevarla, puesto que por las cosas después vistas por

pitán con la gente que le pareció entierra, al pueblo que

allí y por toda la Nueva España, las que decían fortale­

estaba en la ribera, pueblo grande y de multitud de gen ­

zas eran tem plos de los ídolos y aquella arca debía ser

te, llamado Campéche [sic], le penúltim a sílaba larga, al

su Sancta sanctorum o relicario, donde debía estar algún

cual puso el capitán nom bre, pueblo y puerto de Lázaro,

principal de sus dioses, depiedrahecho o de palo. Pasa­

porque en traron en él dom ingo de Lázaro. Los ind ios

ron los españoles por el pueblo, más adelante, que tenía

vecinos del salieron todos a recib ir los españoles con

más de 1,0 0 0 casas, y como los indios veían que sin aco­

curiosidad, adm irados de ver los navios y las barcas o

m eter ni tom arles las fortalezas, que creían que eran,

bateles dellos, los españoles con grandes barbas y de

se pasaban, viniéronse por ellos sin armas, los rostros

color blancos, y de los vestidos y de las espadas y las b a ­

alegres y benévolos, y haciéndoles señales de paces, y

llestas y lanzas que traían. Llegábanles las m anos a la s

tod os ju n to s se vo lvie ro n , com o si fu e ra n de m ucho

barbas, tocábanles la ropa, m irábanlas espadas y todo lo

tiem p o conocidos y am igos, al p rin cip io del pueblo,

que consigo traían, Analmente, con amor y admiración,

por donde habían entrado, y fuera se asentaron todos

como cosa nunca vista ni pensada ver, y de que al cabo

debajo de un grande árbol. A llí, un hijo del señ or y una

mostraban placer, los trataban, principalm ente el rey o

m u jer tru jero n al capitán de los esp añoles una g a lli­

señ or del pueblo o de la tierra m ostró con verlos gran

na cocida, de las grandes como pavos, y ciertas carátulas

contentamiento; m andóles traer de comer, trajéronles

de oro fino, y vieron muchos indios con granos de oro por

mucho de su pan de maíz, mucha carne de venados, m u­

fundir, como de la tierra lo sacan, que traían colgados

chas liebres, perdices, tórtolas, gallinas muchas de las

de las orejas; vieron muchas colm enas de m adera llenas

de papada,*8" no m enos y quizá más excelentes que p a ­

de abejas domésticas y mucha miel, de la cual trujeron a

vos, frutas y otras cosas de las que ellos tenían y podían

los españoles muchas calabazas, y era muy blanca y muy

traer para en ello agradarles. Trajeron muchas piezas y

excelente. Y es aquí de saber, que en ninguna parte de

joyas de oro, que por cuentas y espejos, y tijeras, y cuchi­

las In dias que están descubiertas se ha visto que te n ­

llos, y cascabeles, y otras bujerías*813 de las que solemos

gan colm enas dom ésticas, n i las p rocu ren o cultiven,

darles, rescataron o conmutaron. En este pueblo vieron

sino en aquella isla de Cozumel y en la de Yucatán, que

una torre, o como torre, cuadrada, de cantería hecha, y

es T ierra Firm e, a la cual está pegada ella. Hecho esto

blanqueada, con sus gradas; debía ser su templo por lo

preguntaron al capitán, por sus señas, qué era lo que

que después se ha visto en toda la Nueva España y Gua­

quería, respondióles que agua para beber; los indios les

temala. Estaba en lo alto della un ídolo grande que con

m ostraron un pozo empedrado y redondo, bien hecho

dos leones o tigres que parecía comerlo por los ijares, y

Fuentes

3*3

una sierpe o anim al que ten ía sobre cuarenta p ies en

eso desm ayaban, sino con sus arcos y flech as clavan

largo, y como un grueso buey [de ancho] que tragaba un

los españoles, y luego dieron un flechazo aunó, que iba

hero león; todo de piedra muy bien labrado. Estaba todo

sin rodela, por la barriga, del cual luego allí murió; ade­

asaz ensangrentado de sangre de los hom bres que allí se

lantóse otro español algo de los otros, por señalarse, al

aju sticiaban o sacrificab an , com o arrib a de la isla de

cual tam bién m ataron y hirieron a todos los demás.

Cozumel hablamos. Estuvieron aquí los españoles tres

Viéndose los españoles todos, o los más, heridos y mal,

días holgándose, tan espantados de v e rlo s edificios de

com enzáronse a retraer hacia las barcas, lo cual fuera

piedra y de las cosas que veían, como los indios de verlos

m ejor hacer al principio, cuando vieron los indios d e­

barbados, vestidos y blancos, y no poco alegres los nues­

term inados a echarlos de sus tierras, pues ya les habían

tros con ve r las buenas m uestras de oro que hallaban,

consentido tom ar o beber agua, por la que preguntaban,

y de lo mucho que la esperanza les prom etía y m ultipli­

y no era sino tom ar achaque*8*6 para entrar en tierra y

caba. H iciéronse a la vela el m iércoles en la tarde, o el

señ o río ajeno, y los in d ios no les h acían in ju ria algu­

jueves por la mañana, antes de la Sem ana Santa, dejan­

na en no consentir que más en su tierra tardasen, pero

do a los in d ios de Cam peche m uy contentos y ellos

porque no iban a hacer bien alguno, sino a lo que arriba

saliendo bien pagados; fueron de allí la costa abajo, 10 o

queda bien probado, (y estas fueron siem pre sus obras,

12 leguas, a otro puerto y pueblo muy grande, llamado

entrar y estar y tom ar las haciendas, y las personas, y la

Champotón, la última [sílaba] luenga, muy adornado de

libertad dellas, y los señoríos que nunca les pertenecie­

casas de piedra con sus m árm oles della misma, bien se ­

ron, a pesar de sus dueños), haciánseles de mal dejar el

ñalados, como podían ser en España. Saltó el capitán

cebo de oro que veían, y quisieron dello cargar, y por eso

Francisco Flernández en tierra con la más gente que lle ­

se aventuraron, confiando en los estragos que en estas

vaba, y entonces vinieron a ellos muchos indios con sus

islas habían perpetrado; así que retrayéndose los e s­

armas y con ciertas hachas de metal, con que debían

p añ o les, todos o los m ás h erid o s, h acia las b arcas; y

estar en sus rozas y haciedas trabajando; preguntároles

los indios con gran ímpetu y vigor tras ellos, h irién ­

por señas qué querían; respondieron los nuestros que

doles cada paso, como en la playa hubiese mucho cieno

buscaban agua. Los indios les señalaron que se fuesen

y las barcas, estuviesen poco m enos que atoradas, y los

hacia el pueblo, y que por el camino hallarían un río y se

heridos fuesen muy lastimados, detuviéronse algo en

hartarían de agua. Fueron como les dijeron, y hallaron

embarcar, porque los m arineros no se daban a manos a

unpozo muy bien empedrado en un gran llano, que lla ­

m eterlos a cuestas en las barcas; finalmente mataron

mamos, por vocablo de los indios en esta isla Española,

allí 20 de los españoles, y el capitán con los que escapa­

gabana;*8*3 durm ieron allí aquella noche sin pasar ade­

ron quedaron más muertos que vivos, y ninguno que­

lante, porque vieron desde allí una gran labranza con

dara c o n v id a si un poco m ás se tardaran. Creo que el

una casa y muchas gallinas de las de papada. Utro día de

capitán quedó con treinta y tantas heridas, muy lasti­

mañana, estando aún los españoles en el dicho campo

m ado, según él me lo e scrib ió a m í, estando yo en la

llano o gabana, vinieron a ellos ciertos indios, entre los

corte que a la sazón estaba en Zaragoza de Aragón, entre

cuales vino uno que traía un collar de cuentas de oro,

otras cosas. Tornados a los navios, y allí como pudieron

que debía ser el rey o señor principal. El capitán le dijo

curados, desarm aron y quem aron el bergantín porque

por señas, si se lo quería vender o trocar, o como acá

hacía mucho agua, y porque no estaba la gente para tra­

usamos decir, rescatar, mostrándole ciertas sartas de

bajar mucho en agotarlo*8*7 por la mar, que no es chico

vidrios de colores, que poco y nada le agradaron, y así se

trabajo. C onlosd os navios se volvieron a la isla de Cuba,

fue con los otros. Desde a poco rato vinieron a los espa­

y entraron por el puerto de Carenas que es el de La Fla-

ñoles, segúnles pareció, hasta i ooo indios, por ventura

bana, de donde ultimadamente había salido, y allí no

considerando que habiendo bebido y tomado agua, que

pudiendo sostener los ambos navios por la mucho agua

era por lo que preguntaron, no se querían ir de su tierra,

que hacían, dieron con ellos al través,*8*8 desam parán­

y parecía que se hacían reacios, y como a gente nueva,

dolos, donde se anegaron; de allí se fu eron a la villa de

extraña y feroz, barbada, y que venía en aquellos navios

Santiago donde Diego Velázquez estaba, y Fran cisco

grandes (y tam bién porque habían visto y oído tirar

Flernández b ien tarde p o r no sanar tan presto de sus

lom bardas de fuego, que les parecía echar truenos del

m uchas heridas, como viniese dellas muy lastim ado.

cielo, y turbar los elem entos, no veían la hora que de sí y

Diego Velázquez, aunque recibió p esar de la muerte de

de sus tierras, como peligrosa vecindad, aparatados),

tantos españoles, y de las heridas de los demás, pero las

con una trompeta sonando, y dando gran grita, con sus

nuevas de ser la tierra tan rica y grande y de tanta in fin i­

arcos y flechas y tablachinas*8*4 de las de m edias lunas,

dad de gentes, con edificios de cal y canto (lo que nunca

de oro, y con muchos cascabeles, vinieron con ímpetu y

se había visto antes) lo cual todo le ofrecía inestimable

ferocidad a echarlos. Los españoles que no saben sufrir

esperanza, con alegría inm ensa el pesar le recom pensa­

en tales tiem p o s grita de in d io s, p o r m ucho que las

ron. Comenzó luego de tratar de hacer otra m ayor a r­

voces alcen, como los conocían desnudos y al cabo llevar

mada, y enviar en ella por capitán general a un hidalgo,

lo peor por la mayor parte, y en especial que el capitán

natural de Cuéllar, patria propia del m ismo Diego V e­

Francisco Flernández, como arriba dijim os, muy suelto

lázquez, llam ado Ju a n de G rijalva, m ancebo cuerdo y

y de buen ánimo, sálenles al encuentro, y asiéronse to ­

de buenas costumbres, al cual trataba como deudo,*8*9

dos; los unos y los otros, y con grande ánimo pelearon

puesto que no se creía serlo ni tocarle por ningún grado

cuatro horas, cayendo de los indios en tierra, muertos,

en sangre. Deste nom bram iento pesó m ucho a F ra n ­

m uchos, cuantos p od ían desajarretar*8*3 y d e sb a rri­

cisco Flernández, y recibiólo p or gran de in ju sticia y

gar con las espadas y alancear con las lanzas, y a saeta­

agravio que Diego Velázquez le hacía, porque como él

das con algunas ballestas que llevaban. Los indios no por

había con sus dineros, si suyos eran, hecho el arm ada

1813 Sabana, efectivamente una palabra de origen caribe para designar una llanura, según el Diccionario de la lengua española: "...en especial si es muy dilatada y no tiene vegetad ón arbórea.", Cf. r a e : http://dle.rae.es/FidMA/sBcJvR 1814Tipos de zardllos, pendientes. 1815 Voz "desjarretar": "1 tr. Cortar las piernas por el jarrete.,", es decir, la parte alta y carnuda de la pantorrilla, hacia la corva, la parte opuesta a la rodilla. Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=D7Bcchm 1816 Pretexto o escusa. 1817 Extraerle el agua. 1818 Voz "través": "1. loe. verb. Mar. Dicho de una nave: Tropezar por los costados en una roca, o costa de tierra, en que se deshace o vara.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. e s/?w=trav%C3 %A9 s 1819 Pariente.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

3^4

con la parte que los otros dos, Cristóbal Morante y Lope

de Avila, mancebo de bien, sobrino de Gil González de

Uchoa, pusieron, y habiéndolo él descubierto y puésto-

Avila, de quien hay que decir adelante, y Pedro de A l­

se a tantos peligros de m ar y de tierra, y al cabo saliendo

varad o, ta m b ié n m an cebo , de q u ie n hay que d ecir

tan mal herido, tenía por suya la dicha em presa y fuera

mucho más, y un Francisco de M ontejo, que al cabo fue

dél pertenecer a nadie; por lo cual determinó de irse a

el que descubrió a la dicha tierra y reino de Yucatán. E n ­

quejar al rey de Diego Velázquez, y así lo escribió a mí,

tre otras provisiones que aquesta armada (y todas las de

estando yo, como dije, enZaragoza, porque m eten íap o r

estas islas se hacían de una a otra cuando las ibas a so ­

amigo, diciendo que Diego Velázquez se le había tirán i­

juzgar) llevaba, era llevar m uchos ind ios de los natu­

camente alzado con sus trabajos, y que no tardaría más

rales para servicio de los españoles, los cuales al cabo

de cuanto estuviese bien sano de sus heridas y allegarse

p erecían , que no fue la m ás chica jactura*830 d ellos y

algunos dineros para gastar, rogándome que yo in for­

p la g a. Dio su in stru cció n Diego Velázquez al capitán

mase al rey, entre tanto, de su agravio. Pero él puso de ir

general Juan de Grijalva, que por ninguna m anera p o ­

a España, y Dios dispuso de llevarlo al otro mundo, a que

blase en parte alguna de la tierra descubierta por Fran ­

le diese cuenta de otros mayores agravios que él hizo a

cisco H ernández, n i en la que m ás d escu b riese, sino

los indios de Cuba, de quien se servía y chupaba la san­

solamente que rescatase y dejase las gentes por donde

gre, y con ella iba a saltear lo in o cen tes que estaban

anduviese pacíficas y en am or de los cristianos. D espa­

seguros en sus casas, y lo que más que todo lo dicho fue

chados, pues, y bien proveídos los cuatro navios, según

grave, y que no hay que dudar sino que delante el juicio

que para sem ejantes caminos se acostumbraba, salieron

de dios él sintió por más áspero, la cuenta, conviene a

del puerto de Santiago al p rin cip io del año de 15 18 , y

saber, que en m uriendo se le pidió de aquel tan grande

fueron a parar por la costa del norte al puerto de M atan­

escándalo que dejó sembrado en aquella tierra de Yuca­

zas, que está 20 leguas antes del de Carenas, puesto que

tán, y los muchos indios que mató y lanzó en los fuegos

todo es la provincia de La Habana. Tomaron allí cagabi y

infernales, que con salirse de la tierra ajena, pues sus

puercos y otras cosas de bastimentos de las estancias de

dueños no querían que estuviese en ella, pudiera todo

algunos vecinos españoles que allí m oraban, y partidos

excusarlo. ¿Qué olor de paz, de bondad, de caridad, de

de aquel puerto y de Carenas, donde tam bién por tom ar

ju sticia, y de dom éstica y am able y deseable vecindad

más bastimentos entraron, fueron a dar a la isla de Co­

dejó Francisco Hernández en aquella nueva provincia

zumel, que está pegada, como arriba se vio, a la Tierra

de Yucatán? ¿ Qué fama, qué opinión, qué estima pudie -

Firm e de Yucatán, día de la invención de la Santa Cruz

ron aquellas gentes con ceb ir de la religió n cristiana,

que cae a tres días de Mayo. V inieron ciertos indios a los

entendiendo que los que se llam aban cristianos, porque

navios en sus canoas, y trajeron unas calabazas de miel,

no les consentían estar en su tierra, como agente sospe­

que presentaron al capitán, y él dióles de las cosas de

chosa y peligrosa y de quien razonablem ente podían

Castilla; traía Grijalva un indio, por lengua, de los que

tem er que su estada les viniese gran daño, como siempre

de aquella tierra había llevado consigo a la isla de Cuba

vino a donde quiera que españoles llegaron, pudiéndo­

Francisco Hernández, con el cual se entendían en p re ­

se retraer hicieron en ellos tan grande estrago? Fin al­

guntas y respuestas algo, y porque por aquella parte no

m ente, con esta inocencia, como otros muchos, m urió

parecía pueblo alguno, alzaron velas y fueron costeando

nuestro amigo Francisco Hernández.

la isla, de donde vieron muchas casas de piedra y e d ifi­ cios de cal y canto, altos y señalados, los cuales según

CAPÍTULO CIX

i82o pérdida, menoscabo, quiebra.

después se entendió, eran los tem plos de sus dioses a

Lo que al presente conviene aquí proseguir es el descu­

quien servían y honoraban. Entre los demás estaba un

brim iento que Diego Velázquez prosiguió de la tierra

tem plo grande, muy b ien labrado, junto a la m ar, que

de Yucatán, que Fran cisco H ernández de Córdova, de

parecía una gran fortaleza; surgieron allí en derecho

la m anera que en el cap. 96 y los siguientes referim os,

dél, y no pudieron salir en tierra, como deseaban, por

descubrió, y en h n del cap. 98 com enzam os a re fe rir

ser ya tarde. Luego de m añana vino una canoa llena de

como Diego Velázquez, que la isla de Cuba gobernaba,

indios a los navios, y el capitán Juan de Grijalva díjoles,

conocido el descubrimiento que había hecho Francisco

por la lengua que traía, que deseaba salir en tierra y ver

Hernández y las m uestras que habían visto y traído de la

el pueblo, y hablar con el señor dél y comunicarle, si no

riqueza que la tierra de Yucatán tener en sí mostraba,

le pesase. Respondieron, que no pesaría que desem bar­

determ inó de hacer otra arm ada y constituir por capi­

casen, lo cual hicieron en sus cuatro barcas los que p u ­

tán della a un Ju an de Grijalva; y así, llegado Francisco

d ieron en ellas caber. Llegados al tem plo, que estaba

Hernández a la ciudad de Santiago, en canoas de indios,

junto al agua, consideraron los edificios dél, que eran

y de sus heridas bien lastimado, inform ándose dél y de

admirables, donde Grijalva hizo decir m isa delante los

algunos indios que de allá trujo bien a la larga de todo lo

indios a un clérigo que llevaba; harto indiscretam ente,

que de la tierra y gente della sentía, con lo que por allí

p orque no con ven ía, p o r en to n ces, en lugar donde

había pasado, hizo aparejar tres navios y un bergantín

tantos sacrilegios se com etían ofreciendo sacrificios

con todo lo al viaje necesario , y con m uchos rescates

al demonio, y se habían de ofrecer adelante, celebrar el

y cosas de Castilla para los trocar por oro, de que había

verdadero sacrificio sin p rim ero expiarlo y bendecirlo y

cierta esperanza. Halló voluntarios y b ien dispuestos

san tificarlo . Tam poco fue decente que delante de los

para tornar, y de los que no habían ido antes, hasta 200

indios infieles celebrase, pues no adoraban ni daban el

hom bres, poco más m enos o pocos más. Envió por p i­

honor debido al Creador de todos que allí se consagra­

loto mayor de la armada al m ismo Antón de Alam inos,

ba. Delante dellos vino un indio viejo, y alo que parecía,

que había descubierto la tierra con Francisco H ernán­

hom bre de autoridad, y debía ser sacerdote de los íd o­

dez; fueron por capitanes de los tres navios un Francisco

los, acompañado con otros, no supe cuántos, y puso un

325

CROQUIS DE LA LAGUNA DE TÉRMINOS, CON SU S IS L A S , SU S BOCAS Y EL FUERTE DE SAN F E L IP E , ANÓNIMO, 1728. '¡'AGI-13 ARCHIVO GENERAL DE IN D IAS (A G I), S EV ILLA .

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braserico de barro, bien hecho, lleno de brasa, y puso

isla, y más grande que la dicha Cozumel. Fuéles el vien ­

cierta cosa aromática, como incienso, de que salió humo

to contrario, que no podían resistir ni andar adelante,

odorífero, con el cual incensó o perfum ó a ciertos íd o­

por lo cual acordaron de se tornar al lugar donde habían

los o bultos de hom bres que allí estaban. Luego los in ­

salid o, junto al susodicho pueblo, desque los in d ios

dios trujeron al capitán un presente de gallinas grandes,

vieron que se volvían y tornaron a surgir y anclarlos n a­

que llam am os de papada, y algunas calabazas de m iel

vios; tem iendo quizá que no se hubiesen arrepentido

de ab ejas. El cap itán le s dio de las cosas de C astilla,

los españoles, por no haber saqueado el pueblo, y que

como cuentas, cascabeles, peines, espejos y otras buje­

to rn a b a n a lo h acer, no quedó p erso n a en el pueblo

rías; preguntóles por la lengua si tenían oro, y que se lo

que no huyese, llevando consigo todo lo que pudieron

com p rarían o tro carían p o r de aquellas cosas, y esto

de sus alhajuelas llevar. Saltaron en tierra los nuestros y

fue, como siem pre, el principio de su Evangelio, que los

h allaron el pueblo todo vacío, aunque con algún maíz

españoles acostumbraron, y el tema de sus sermones.

y frutas, que no les supieron mal y, tom ándolo que dello

M irad que artículo de la fe prim ero, conviene a saber,

q u isieron , to rn áron se a h acer a la vela y p rosegu ir la

que había en el cielo un Señor y Creador de todos, que

costa adelante, y dejada la isla de Cozumel, comenzaron

se llamaba Dios, les mostraban; pero no fue jam ás otro

a costear la ribera de la tierra de Yucatán, y llegaron a

que si tenían oro, para que los indios entendiesen que

ella el día de la A scensión del Señor, que aquel año cayó

aquel era el ñ n y último deseo suyo y causa de su venida

a trece d ías del m es de M ayo, y van en dem anda del

a estas tierras, de su viaje y trabajos. Los indios trajeron

cacique Lázaro, señor del pueblo llamado Campeche, a

ciertas piezas de oro bajo, de las que se ponían en las

quien Francisco Hernández había puesto Lázaro, como

orejas, por gallardía y adorno de sus personas, en unos

arribase dijo, por haber llegado a aquel puerto D om in­

agujeros que de industria se hacen en ellas y en las n a ri­

go de Lázaro, de q uien re c ib ie ro n buen h osp ed aje y

ces. A llí mandó apregonar el capitán que ninguno re s­

amigable conversación, y por el cam ino veían grandes

catase oro ni otra cosa de los indios, sino que lo trújese

yherm osos edificios de cal y canto, blanqueados todos, y

ante él cuando alguno viesen que quería rescatar. P re ­

torres altas, y éstas eran los tem plos de sus dioses.

guntaron por el señ or del pueblo, y respondieron que no estaba presente, porque había ido a cierta tierra o

CAPÍTULO CX

pueblo a negociar; bien se pudo creer que presente e s­

Y porque el piloto mayor de la armada no tuvo buena

taba, porque costumbre es de los caciques y señores de

m em oria de la tierra que él había descubierto con Fran­

los indios m andar a toda su gente que no digan, cuando

cisco Hernández, el año pasado, y no reconoció el sitio

viene gente nueva, mayormente desque conociéronlos

donde el pueblo del cacique Lázaro estaba, y así anduvo

españoles, que están presentes, y ándanse entre sus va­

errado, creyendo que lo había pasado y quedaba atrás,

sallos y populares, disimulados, como uno dellos, viendo

y al cabo de vueltas y revueltas, vido su yerro, por tanto

y oyendo todo lo que pasa. Como vido, pues Grijalva que

lo que aquí ahora se dirá, más creó que les acaeció en

por allí no había oro en abundancia, como él y su com ­

el pueblo de Champotón, donde mal h iriero n a F ran ­

pañía deseaban, determinó de se volver y em barcar en

cisco Hernández y m atáronlos 20 españoles, que era el

sus navios y pasar adelante, costeando la isla, y correr a

pueblo de Lázaro, aunque algunos d ije ro n el co n tra ­

la tierra de Yucatán que se parecía y que juzgaban ser

rio. U egaronpues, al dicho pueblo (que como dije, creo

32,6

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

que fue Champotón, y no el de Lázaro) y surgieron con

apagase o se acabase la lum bre, y como apagada o aca­

sus cuatro navios, cuanto más cerca pudieron anclar,

bada la lu m bre no se fu ese n , d an luego con grande

una tarde. Los in d ios, como viero n los navios, sa lie ­

alarido los indios enellos. Los españoles, que no se dur­

ron infinitos a la playa, y como de la brega que tuvieron

m ieron, disparan prim ero la artillería, y tras ella, con el

con Francisco Hernández quedaron lastimados y escar­

ím petu que suelen mayormente contra gente desnuda,

mentados, aunque ellos tam bién le hicieron no chico

como son éstos, con las escopetas, que llevaban algu­

daño, según quedó arriba declarado, toda aquella noche

nas y ballestas, y luego con las espadas, que son las que

se velaron, haciendo grandes estruendos con sus trom ­

hacen el caso, que los cuerpos desnudos parten por el

petas y atabales, y muchos instrum entos que sonaban;

medio, m ataron todos cuantos pudieron. Recogiéronse

Grijalva con su gente, acordaron de saltar en tierra e ir

los indios dentro de una albarrada de piedra y madera,

al pueblo con color de coger agua, o con verdad si tenía

de un estado*833 en alto, que tenían por cierta parte del

necesidad, que fue tam bién el tem a de Francisco H er­

pueblo, y así no tuvieron tanto lugar los españoles de h a­

nández, y para m ás seguramente salir, aunque no con

cerles tanto mal como les h icieran, y tam bién porque

discreción, para que fuese sin escándalo y m enos tu r­

el m ismo capitán Grijalva, que de su naturaleza no era

bación de los indios que estaban en su tierra y casas pa­

cruel, antes blando, y de condición buena, prohibió a

cíficos, lo que debieron mucho m irar, saltaron en tierra

los españoles que los persiguiesen. Los indios m ataron

antes de que am aneciese. M anifiesto es que los indios

con una flecha, en aquel ímpetu, un español y muchos

se habían de turbar y tener vehem ente sospecha que

h irieron, entre los cuales salió tam bién Juan de G rijal­

aquella gente nueva les ven ía a hacer m al, en especial

va herido, quebrado un diente y otro del todo perdido,

h abien d o p ad ecid o los daños pasados que F ran cisco

y aún lastim ada la lengua de un flechazo que le dieron;

Hernández les hizo, si este pueblo era Champotón, y si

después vinieron algunos indios como a pedir treguas

era el de Lázaro bastaba tener noticia que sus vecinos

o paz y que m ostraban querer ser am igos de los esp a ­

habían recibido aquellas malas obras para se alterar y

ñoles, según parecía, y convidaban que fuesen algunos

recatar, mayormente, saltando en su tierra y pueblo, sin

españoles con ellos, como si les d ijeran que fu esen a

su licencia, y de noche. Salieron, pues, a tierra y p u sie­

tratar la paz con su señor, según juzgábanlos nuestros.

ron junto del pueblo, ciertos tiros de artillería, y como

Envió Grijalva dos o tres, y llegaron hasta las albarradas,

los indios, que velaban el pueblo y andaban junto a la

y allí les dieron una máscara o carátula de palo, cubierta

playa, los vieron, vánse para ellos con sus armas, arcos,

de oro delgada, que en señal de paz enviaba al capitán el

y flechas, y lanzas, y rodelas, diciéndoles por sus m e­

cacique; iban y venían muchos indios desarm ados a ver

neos y señ as que se fu ese n de su tie rra , y haciendo

al os españoles, aunque no se osaban llegar a ellos. Reco­

acom etim ientos, como amenazas que querían dar en

gieron su agua y sus tiro s de artillería los españoles, y

ellos; entonces el capitán Grijalva comenzó ante los es­

em barcáronse en las barcas, y así fuéronse a los navios,

p añ o les a h acer p rotestaciones y ju stifica r su hecho,

dejando su am or entrañado en aquellas gentes, o por

diciendo que fuesen testigos, como no venía él, ni ellos

verdad decir su tem or horrible, de la m anera dicha.

a hacer mal a aquellas gentes, sino a tom ar agua de que

1821 Próximas, cercanas. 1822 Un término marítimo que se refería a arrastrar. 1823 Poco más de tres metros. 1824 Ajustar.

te n ían n ecesid ad y p agársela, y otras p alab ras, harto

CAPÍTULO CXI

propincuas*831 al viento, y de ningún efecto para excu­

P artieron de allí a Cham potón, según yo creo, puesto

sar los daños y males que después sucedieron. M irad a

que algunos dijeron que de Lázaro y Campeche, como ya

quién ponía por testigos de sus protestamientos, y qué

dije, la costa abajo en demanda de algún puerto, porque

aprovechaban no entendiéndolos los indios que esta­

había muchos días que no lo habían topado en todo lo

ban en sus casas, quietos, viniendo gente tan extraña y

que habían navegado por la costa de la isla de Cozumel,

belicosa, y que tanto daño les había hecho el año pasa­

ni la de Yucatán, por adobar*834 uno de los navios que les

do, y no entrando, como dicen, por la puerta, pues no

hacía mucho agua, y a 10 leguas de Champotón hallaron

les pidieron licencia para entrar en su tierra; demás de

un puerto, al cual llamaron, por la razón dicha, Puerto

haber entrado de noche, la cual entrada era m anifiesto

Deseado. A quí adobaron el navio, y viniendo una canoa

que habían de engendrar en los ánim os de aquellos ju s­

con cuatro in d ios a h acer sus negocios de pescar, o de

to y razonable te m or y sospecha: Hace decir al indio que

mercadercillos, los mandó tom ar Grijalva, con color que

traían consigo de la isla de Cozumel, Grijalva, que no les

aprendiesen la lengua nuestra para servirse dellos por

quería hace mal alguno, sino tom ar agua y salirse de su

lenguas, harto inicuam ente, no m irando que los hacían

tierra, ellos les m ostraron un pozo, que estaba del pue­

esclavos sin se lo m erecer y los privaban de sus m ujeres,

blo un tiro de piedra, diciendo que la tom asen de allí y

e h ijos, y a los h ijos, y a los padres constituían en a n ­

se fuesen luego; van los m arineros y grumetes con las

gustia y tristeza, y no chica calamidad. Desde aqueste

pipas, jorrándolas,1833 y hinchen las otras vasijas que te ­

Puerto Deseado, parecía la gran tierra de la Nueva E s ­

nían; pareciéndoles que se tardaban mucho, o juzgando

paña, que volvía a la mano derecha, como hacia el norte;

que se hacían reacios, dábanles, con amenazas y aco­

creyó el piloto Alam inos que fuese otra isla distinta de

metiendo como que les querían tirar las flechas, priesa

Yucatán, estimando tam bién que Yucatán fuese tam bién

que se fuesen, y porfiando mucho los indios en esto, y

isla. Preguntados los indios que tomaron, qué tierra era

los españoles no yéndose, salieron dos indios de su es-

laque parecía, respondieron que era Coluá, la última s í­

cuadrón y fueron hacia los españoles, uno de los cuales

laba aguda; y esto es lo que desp ués llam am os Nueva

llevó una cosa como hacha encendida, y púsola encim a

España, y como a isla o tierra distinta, indució el capitán

de una piedra, hablando en su lengua, como poniendo

que fuesen a e llay tom asen della la posesión, como sin o

térm ino, según después pareció, dentro del cual sino

bastaran m il posesiones que se habían tomado por los

se fuesen les darían guerra; el térm ino fue hasta que se

reyes de Castilla en todo este orbe. Salieron, pues, del

Fuentes

3^7

Puerto D eseado, por la costa abajo, que co rría al p o ­

el cacique con mucho acatam iento,*83‘ y abrazándose y

niente, y vánse mirando la tierra, y llegáronse a un río

sentados, comenzóse la plática, de la cual muy poco el

grande que creo llam aron de Sant Pedro y Sant Pablo, al

uno del otro entendían, más que por señas y algunos vo ­

menos agora así se llama, 25 leguas del Puerto Deseado,

cablos que declaraban los indios que habían tomado en

p o r las rib era s dél, y costa de la m ar vie ro n m uchas

el Puerto Deseado, que los decían al indio que traían de

gentes que estaban pasm ados mirando los navios, cosa

Cuba; todo se creyó que iba a p arar en que se holgaba

nunca dellos vista antes. Desde luego a cinco leguas más

de su venida y que quería ser su amigo, y después de h a­

adelante en otro m ayor, cuyo ím petu echaba el agua

blado un rato, mandó el cacique a uno de los que con él

dulce dos leguasy tres e n la mar; este rio baptizó G rijal­

habían venido, que sacase lo que dentro de una que lla ­

va de su nom bre, y así se llam a hoy el rio de Grijalva, el

mamos petaca, según la lengua de M éjico, que es como

cual, o el pueblo, o la m ism a tierra, se llam aba p o r los

arca, hecha de palm a y cubierta de cuero de venado,

vecinos naturales della, Tabasco; es tierra felicísim a y

traía. Comienza a sacar piezas de oro y algunas de palo

abundantísima del cacao, que son las alm endras de que

cubiertas de hojas de oro, como si las h ub iera hecho

se usan, por suave bebida, y por m oneda en toda la N ue­

para Grijalva a su medida, y el cacique, por sus m ismas

va España, y en más de 800 leguas, como se dirá, y por

manos, comiénzalo de arm ar desde los pies hasta la ca­

esto estaba aquella tierra poblatísim a y plenísim a de

beza, quitando unas si no venían bien, y poniendo otras

mortales. A sí que, entraron por el rio arriba, hasta m e­

que con las dem ás convenían, y así lo armó todo de p ie ­

dia o cerca de una legua, donde estaba el pueblo p rin ­

zas de oro fino, como si lo arm ara de un arnés cumplido

cipal, donde lanzaron sus anclas y pararon, y como la

de acero hecho en M ilán. Sin la armadura le dio muchas

gente indiana vido los navios, todos asom brados de ver

otras joyas de oro y de pluma, de las cuales algunas aba­

barcos tan grandes, y gente barbada y vestida, y todo de

jo se referirán. Cosa digna de ver la herm osura que en ­

tan nueva m anera, y diferente arte, salieron a d efe n ­

tonces G rijalva tenía, y mucho m ás digna y en careci-

derles la salida en su tierra y pueblo, hasta 6 ,000 hom ­

ble*833 considerar la liberalidad y hum anidad de aquel

bres, a lo que se juzgaba, con sus armas, arcos y flechas,

infiel cacique. Grijalva se lo agradeció cuanto le fue p o ­

y lanzas de palos, las puntas tostadas, y rodelas de cier­

sible y recom pensó desta m anera: hace sacar una muy

tas m im bres o varillas delgadas, todas o la mayor parte

rica cam isa y vístesela; después della desnúdase el sa ­

cubiertas con unas chapas de oro fino, de plum as de

yón de carm esí y vísteselo, y pónele una gorra de tercio­

diversos colores adornadas, y porque era tarde, aquella

pelo muy buena, y hácele calzar zapatos de cuero n u e­

noche toda se pasó envelarse ambas partes. En esclare­

vos, y finalmente lo vistió y adornó lo m ejor que pudo y

cido, vien en sobre cien canoas, llenas de hom bres a r­

dióles m uchas otras cosas de los rescates de Castilla a

mados aponerse cerca de los navios, y de entre ellas sale

todos los que con él habían venido. Valdría el sayón de

una, y acércase más a los navios, para que se pudiese oír

carm esí, entre los españoles en aquel lugar, obra de 60

su habla; levántase en ella un hom bre de autoridad, que

o 70 ducados o pesos de oro, cuando más, y las otras co­

debía de ser capitán o princip al entre ellos, y p regu n ­

sas que dio al cacique y a los suyos otros 12 0 15, pero lo

ta qué q u erían o qué b u scaban en tie rra s y señ o río s

que el cacique dio a Grijalva subiría de más de 2 o 3,000

ajenos; esta lengua no entendía el indio que traían de

castellanos o pesos de oro; entre las piezas y armaduras

Cuba, pero entendíala los cuatro que habían preso en la

que le dio, fue un casquete de palo cubierto de hoja de

canoa, en el Puerto Deseado, y el de Cuba entendió a é s­

oro delgada, tres o cuatro m áscaras de palo, parte dellas

tos, y éstos entendían a los de Tabasco; y así respondió

cubiertas de pied ras tu rquesas, que son la m adre de

Grijalva que él y los cristianos no venían a hecerles mal

las esm eraldas, puestas a m anera de obra mosaica, por

alguno, sino a buscar oro, y que traían para pagárselo.

muy lindo artificio y parte cubiertas de hoja de oro y

Vuelve con la resp u esta el capitán de la canoa, y da

otras del todo cubiertas de loro y ciertas patenas para

nuevas a su rey y señor, y a los que esperaban, y dice

arm ar los pechos, dellas todas de oro, y otras de palo cu­

paré cele buena gente los crisitanos; torna otra vez, y llé ­

b ie rta s de oro, y otras de oro, y p ied ras sem brad as

gase al navio del capitán Grijalva, sin tem or, y dice que a

m uy bien puestas, que las hacían más herm osas; m u­

su señor place, y a todos sus súbditos, tener con él y los

chas armaduras para las rodillas, dellas de oro, dellas de

cristianos amistad; y dalles del oro que tenía y recib ir

palo, dellas de corteza de ciertos árboles, cubiertas to ­

de lo que traían de su patria; el cual trujo una máscara de

das de hoja de oro, puestas sobre otras tiras de cuero de

palo grande dorada muy hermosa, y ciertas cosas de plu­

venado; ciertas ajorcas de oro de tres dedos de ancho,

ma de diversos colores y bien vistosas, diciendo que su

ciertos zarcillos de oro para las orejas, ciertos rosarios

señorvendría otro día a v e río s cristianos. Grijalvale dio

de cuentas de barro cubiertas de oro, y otras sartas de

unas sartas de cuentas verdes de vidrio, y unas tijeras, y

oro puro huecas; una rodela cubierta de pluma de diver­

cuchillos, y un bonete de frisa colorado, y unas alpar­

sos colores, m uy graciosa; una ropa de plum a y p en a ­

gatas; las tijeras y los cuchillos fue lo que hizo al caso,

chos della, vistosa, y otras muchas cosas cuya postura y

porque con ello pensó el intervenidor*833 de la paz y

artificio era m aravilloso, y que, donde quiera, solas las

amistad que iba bienaventurado. A cordó el cacique

m anos y la hechura costara mucho. Díjose que de c ie r­

y señor de la tierra ir a verse con los cristianos, y entra

tos indios que había tomado Grijalva, cuando comenzó

en una canoa, esquifada*836 de gente, sin arm as, y e n ­

a costearlas riberas o costa de Yucatán, dejando la de la

tra en el navio del capitán Grijalva, tan seguro como si

isla de Cozumel, vido en el navio este cacique uno y que

fuera de supropio hermano; Grijalva era gentil*837 m an­

lo pidió a Grijalva, y que daría por su rescate tanto peso

cebo, de hasta veintiocho años; estaba vestido de un sa­

de oro cuanto el indio pesase, y que no quiso Grijalva

yón*838 de un carm esí-pelo,*839 con lo demás que al sayón

dárselo por pensar quizá de haber por él más; pero esto

respondió,*830 cosas ricas. Entrado y recibido por Grijalva

yo no lo creo, lo uno, porque no hervía tanpoco la codicia

1825 Interventor, persona que hace una negociación. 1826 Embarcad ón provista de marineros. 1827 Voz "gentil": "3. adj. Hermoso, agradable o que tiene grada.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=J66t7Wn 1828Túnica larga. 1829Tela de seda roja. 1830 Correspondió. 1831 Considerar bien algo. 1832 Digna de ponderadón y alabanza.

3*8

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

en él ni en los de su com pañía por un indio que hallaron

cortadas por menudo, con su caldo oloroso, como hecho

y tom aron con otros en una canoa pescando, que proba­

potaje en cazuela; tenían puesto abundancia de pan de

blemente se podía creer no ser señor; ni tener más cali­

maíz, mezclado con masa de frisóles, que son atramu-

dad y hacienda que los otros, dejase seis o siete a rro ­

ces,*834 como ellos lo suelen hacer, y frutas diversas.

bas*833 que podría pesar; lo otro, porque no parece que

O freciéronles unas mantas de algodón de colores, todo

Grijalva cum pliera con le com edimiento que con él tuvo

con grande placer y alegría, como si fueran sus propios

el cacique, no concediéndole lo que le rogaba, m ayor­

h erm an o s, y entre otros regalos, que su e le n h acer a

mente si fue verdad que le ofrecía el rescate. Finalm en­

los huéspedes como ya tenem os experiencia, dieron a

te, como quiera que haya sido, el cacique quedó contento

cada español un cañuto encendido, lleno de cosas aro­

y los españoles tam bién lo quedaron, y e n tanto grado,

máticas, muy odoríferas, a la m anera de unos m osque­

que de aquí comenzó el ansia de querer poblar, quedán­

tes*835 hechos de papel, de los cuales traen hacia sí el

dose en aquella tierra, como vieron tan buenas señales

humo con el resuello, y sáleles por las narices. Diéronles

de su riqueza, y de m urm urar de Grijalva porque no lo

algunas sartas de cuentas de colores, y dos bonetes y unos

aceptaba, como se dirá.

peines, y otras cosillas por ello. Utro día vinieron cierta

CAPÍTULO CXII

viejo y el otro mozo, que parecían señores, padre e hijo;

Saliéronse de aquel río de Tabasco, que llam aron desde

estos, antes que llegasen al capitán, pusieron las manos

cuadrilla de indios, y dos entre ellos principales, uno

1833 Entre 69 y 80.5 kilos de peso. 1834 El atramuz no se relaciona en nada con los frijoles, es una planta anual de la familia de las papilionáceas que crece hasta poco más de medio metro, con hojas compuestas de hojuelas trasovadas, flores blancas y fruto de grano menudo y achatado, en legumbre o vaina. Es buen alimento para el ganado. También las personas comen la simiente o grano después de habérsele quitado el amargor en agua y sal. 1835 Arma de fuego antigua, mucho más larga y de mayor calibre que el fusil, que se disparaba apoyándola sobre una horquilla. 1836 yoz "propincuo": "1. adj. Allegado, cercano, próximo.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=U08AJt2

allí el río de G rijalva, y fu eron costeando lo m ás cerca

en el suelo y besáronlas, que debía ser cerem onia sign i­

de tierra que podían, de donde veían toda la costa lle ­

ficativa de paz y amistad y de buen hospedamiento, y,

na de poblaciones y de gentes que salían a m irar los na­

esto hecho, abrazáronle, mostrando gran alegría de v e r­

vios, que nunca otros habían visto. Yendo en su camino

lo, como si fuera su deudo que hubiera muchos días que

con las barcas, tom aron ciertos indios p or fuerza que

no lo había visto. Flablaban en su lengua muchas pala­

ib an en una o dos canoas, que no podían causar poco

bras, y el capitán en la suya, sin entenderse, pero todo

escándalo n i dejab an de o fe n d er a D ios, trayén d olos

resultaba e iba a parar en m ostrar mucho amor y alegría

contra su voluntad; luego les preguntaron por señas, si

los indios con su venida, y no menos era el placer de

había oro por aquella tierra y respondieron que había

Grijalva y de los suyos en hallar gente tan buena y benig­

m ucho. Flizo soltar a algunos dellos, d icién d oles que

na, por la esperanza que de ser ricos de allí se les recre -

tru jesen oro, y que les pagarían en las bujerías que les

cía. Mandó luego aquel señor viejo a sus indios que tru ­

m ostraron de Castilla. Ya tornaba la costa de la mar, del

jesen luego ramos y hojas verdes y frescas, para hacer

poniente a la parte norte, y siguiendo su camino fueron

ramadas donde los españoles se m etiesen, y en mandar

a surgir con sus cuatro navios junto a una isleta, que hoy

a los indios el viejo y el mozo mostraban, como señores,

llam am os San Juan de Ulúa, donde ahora es el puerto

autoridad e im perio: Flizo señas el viejo al capitán que se

de toda la N ueva E spaña; ellos le p u siero n entonces

asentase y a los otros españoles, y lo prim ero dio alcap i-

Sant Juan, y después, como se entendió que los indios

tá n y a los españoles, que bastó, cada sendos cañutos de

llam ab an a toda aqu ella tie rra U lúa, a ñ id ió se a Sant

los olores de los sobredichos; iban y venan muchos in -

Juan, Ulúa, y así se llama el puerto y la isleta, Sant Juan

diosñutos de los olores de lso sobredichosal Capitanño-

de Ulúa, el acento tiene la u segunda. Flabía en ella edi­

res, autoridad e im perioe m etiesen Utro dr menudo,

ficios de cal y canto, y e n especial uno muy alto, que de­

con su caldían muchos indios, todos sin armas, sim plicí-

bía ser templo, donde había un ídolo y muchas cabezas

simamente, que parece que se convidaban unos a otros a

de hom bres, y otros cuerpos m uertos, de lo cual cono­

que viniesen a ver a los españoles, y todos mostraban

cieron que debían de ofrecer hom bres al ídolo, y por

m uy grande alegría y conversaban con ellos, como si

esta causa p u siero n nom bre a la isla de la isla de los

fueran sus muy propincuos*836 deudos o muy amigos ve -

S acrificio s. Utro día p areciero n en la costa de la m ar

c in o s;y lo que más hacía caso y deseo de los españoles,

muchos nidios con unas banderas, y hacían señas a los

fue que com enzaron, p o r mandado del señor viejo, a

españoles que saliesen a tierra; envió el capitán a un

traer muchas y diversas joyas de coral, muy herm osas y

Fran cisco de M ontejo, con cierta gente, en una barca,

de m aravilloso artificio, un collar de doce piezas de oro

p ara que su piese de qué arte estaban, si de paz o de

con m uchos pinjantes, y ciertas sartas de cuentas r e ­

guerra, y qué querían o pretendían llamándolos. Llegó a

dondas, de barro, doradas, que parecían todas de oro, y

la playa, y vinieron los indios a él con mucha alegría,

otras de m enudas, muy b ien doradas; otras piezas de

mostrándole señas de paz, y como que holgaban de su

zarcillos para las orejas, dos m áscaras, de obra m osai­

venida, y luego le presentaron muchas mantas de algo­

ca, de piedras turquesas, con algunas puntas de oro, un

dón, pintadas de diversos colores, muy hermosas; p re ­

m oscador de plumas de diversos colores, como algunas

guntóles p o r señ as, m ostrán d o les cosas de oro, si lo

cositas de hoja de oro y otras cosas. D ió seles por esto

había p or aquella tierra, respondiéron le que si, y que

ciertas sartas de cuentas ve rd e s y otras p in tad as que

otro día tornarían con ello. Tornaron como habían d i­

llam am os m argaritas, y un espejo y u n p a r de servillas

cho, y con unas banderas blancas hacían señales y m e­

para m ujer. Los indios particulares andaban trocando

neos, llamándolos que saliesen a tierra; salió Grijalva

sus pedacitos de oro yjo yu elas con los españoles, cada

con alguna de su gente, y hallaron hechas unas ram adas

un según ten ía que conmutar; aquel día se pasó en esto

de ram os de árboles, m uy frescas y hojas por el suelo,

con mucho regocijo de los unos y de los otros, y abrazan­

donde los e sp a ñ o le s se m etiesen , p o r el sol, y en el

do el cacique al capitán, rogándole por señas, que otro

m ism o suelo estaba la mesa, que era una manta muy

día tornase al m ismo lugar y que tenía traído allí mucho

h erm osa, y sobre ella ciertos vasos de barro, b ie n h e ­

m ás oro: Luego, en am aneciendo, el día siguiente, p a ­

chos, a m anera de escudillas hondas, llenas de aves,

reció en la playa m ucha gente con ciertas ban d eras

Fuentes

blancas, que debían ser señ ales de paz y am istad, los

recibido, no con qué saliese de lacería, y fueron las joyas

cuales, un tiro de piedra dentro de la tierra, y apartado

siguientes: un sayo, una caperuza de frisa colorada, y en

de la m ar, ten ían ciertas ram adas de árboles y hojas

ella una medalla, no de oro, sino de las falsas; una cam i­

grandes, de las que arriba d ijim os, y desherbado todo

sa de presilla, con algunas gayas*84* o labores, de hilo y no

alrededor, todo muy fresco y gracioso, para donde se

de seda; un paño de tocar; un cinto de cuero, con su bol­

m etiesen los españoles a com er y recrearse. Salió el ca­

sa; un cuchillo y unas tijeras, y unos alpargates; unas

pitán Grijalva en tierra, conbuenn úm ero de españoles,

servilla de m ujer, unos zaragüelles, dos esp ejo s, dos

y así como el cacique o señ or lo vio, váse a él y pone las

p eines y algunas sartas de cuentas de vidrio de d iver­

m anos en el suelo y bésalas, y luego abrazó al capitán con

sos colores, todo lo cual valdría en Castilla tres o cuatro

rostro muy alegre, y tómalo por el brazo y llévalo a las

ducados. Aquel señor cacique y su gente, estimándose

ramadas, y llegados y sentadas sobre las hierbas y hojas,

muy ricos con lo que Grijalva les había dado, y aún cre­

da de los mosquetes encendidos, llenos de sahumerios,

yendo que habían engañado a los españoles en más de la

al capitán y a los españoles que a par dél estaban, uno a

mitad del precio justo, volvieron otro día con más ricas

cada uno. Mandó el capitán hacer allí un altar, y que d i­

joyas para los tornar a engañar. Trajeron seis granos de

jese m isa el capellán que llevaban, y como el cacique vio

oro fundido, grandes, no supe cuánto pesaron; siete co­

que aquello era señal de religión y cerem onias del divi­

llares m uy rico s de oro puro, y otros cuatro collares

no culto, m andó tra e r ciertos b ra se ric o s con ascuas

pequeñ os de oro, los dos con sus arracadas y p in ja n ­

y poner dellos debajo del altar y otros p or allí alrededor

tes de oro y tre s sartas de cuentas d orad as, y nueve

o cercanos del altar, y echar en ellos incienso y de las

cuentas de oro, y un cabo, como patrón, tam bién de oro;

cosas aromáticas que solían ellos a sus ídolos incensar y

otra sarta de cuentas de piedras, que ellos tienen por

sahum ar, porque las gentes de aquella Nueva España

preciosas, y una ajorca de oro, esto lo principal. Dióseles

fu ero n de las m ás re lig io sa s que hubo jam ás entre

por retorno un sayo azul y colorado de frisa o paño basto,

todas las naciones que no tuvieron conocim iento del

un bonete de lo mismo, una camisa de lienzo, un cuchi­

verdadero Dios. Estuvo pasm ado, y los indios que con

llo y unas tijeras, un espejo y un par de alpargates, y al­

él estaban, clavados los ojos, m irando las cerem onias

gunas sartas de cuentas de vidrio. Utro día tornaron a su

de la misa, como en los indios siempre se halla tener

rescate y contratación, y dio el cacique a Juan de Grijalva

gran d ísim a aten ció n notando los actos y ob ras que

dos granos de oro que pesaron 12 o 15 castellanos,*843 un

hacer nos ven. A sí que, acabada la misa, mandó el señor

collar de oro de piezas herm osas de ver, ciertas sartas de

traer de com er, y luego trajeron ciertos altabaques*837

cuentas doradas, y nueve cuentas, todas de oro pero

de pan de maíz, de diversas m aneras hecho y cocido;

huecas, muy b ien artificiadas, con un cabo de oro más

trajeron frutas de la tierra y m uchos platos hondos de

grueso; una máscara de pedrerías, como las que arriba

barro, y quizá eran de las calabazas que llam an jicaras,

dijim os; pagóle Grijalva con obra de 4 o 5 reales de va­

muy pintadas por de fuera, llenas de potaje de carne

lor, conviene a saber, un par de alpargates, un cinto de

bien guisada, que no supieron qué carne era; y no podía

cuero con su bolsa, un paño de cabeza, unas serv illa s

ser sino de aves, las gallinas que llamam os de papada, o

de m u je r y dos o tre s sartas de cuentas de vidrio, que

de venados. Comieron los guisados de muy buena gana,

llamam os margaritas, por ser de diversos colores, y cada

y dijeron que les supieron muy bien, y que les parecía

sarta podía ser de 50 cuentas, como acá vienen com ún­

que fuesen guisados con especias. Acabada la comida,

mente y así las solíamos con los indios tratar y conmutar.

mandó traer el cacique algunas joyas de oro en granos grandes, aunque parecía estar fundido; algunos zarci­

CAPÍTULO CXIII

llos para las orejas y narices, ciertas sartas de cuentas

Visto por los españoles ser todos aquestos rescates y

gruesas y menudas, que debían ser la sustancia de m ade­

conmutaciones señales de haber en aquella tierra m u­

ra, pero muy b ien doradas, otras 15 o 20 cuentas gran­

cha cantidad de oro, y la gente della tan pacífica, franca

des, doradas, y al cabo una rana de oro muy sutilmente

y liberal y por consiguiente, haber grande aparejo para

labrada; un ajorca de oro muy rica, de cuatro dedos*838

henchir las bolsas y ser ricos señores a tan poca costa,

en ancho; otra sarta de cuentas doradas, con una cabeza

comenzaron a renovar el clamor que en la tierra de Y u ­

de león*839 de puro oro, y otras sartas con muchas cuen­

catán habían comenzado diciendo a su capitán G rija l­

tas, y alguna que tenía 70 y más dellas doradas, y al cabo

va con gran importunidad y m urm urio, que pues Dios

una rana de oro al propio hecha; un rostro de piedra,

les mostraba tierra tan rica y gente tan bien acondicio­

creo que verde, guarnecida de oro con una corona de oro

nada, donde fuesenbienaventurados, y tuviese p o rb ien

muy rica, y encim a una cresta de oro y dos pinjantes de

de que allí poblasen, y en un navio de aquellos cuatro

oro; un ídolo o hombre de oro, pequeño, y con un m os-

hiciesen saber a Diego Velázquez su bienandanza, en ­

cador de oro en la mano, con unas joyas de oro en las

viándole todo el oro y joyas que habían rescatado, para

orejas, y en la cabeza unos cuernos de oro, y en la barriga

que, les enviase m ás gente y rescates, y arm as, y otras

una piedra que debía ser turquesa muy linda, engasto-

cosas, para su población necesarias; ofreciéndose todos

nada‘84° en oro. Entre estas joyas, aquí o en otras partes

a que lo tenía p o r bueno Diego Velázquez, no e m b a r­

deste viaje, se dijo haber rescatado una esm eralda o p ie­

gante que por la instrucción que le había dado trújese

dra preciosa que valía o que valió 2,0 00 ducados. Utras

prohibido que no poblase, sino que descubrise y resca­

muchas cosas les dio, no tan principales, pero éstas fue­

tase. Juan de Grijalva, era de tal condición de su natural,

ron las de más valor y mas hermosas. Valía todo el oro

que no hiciera, cuanto a la obediencia y aún cuanto a

que dieron más de 1,0 0 0 ducados, sin el valor de la h e ­

humildad y otras buenas propiedades, mal fraile, y por

chura de algunas cosas dellas, que pudiera valer más del

esta causa, si se juntaran todos los del mundo, no que­

oro que tenían. El capitán les dio, en pago del presente

brantara por su voluntad de un punto ni una letra de lo

1837 Voz "tabaque":, "1. m. cestillos o canastillos de mimbre.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=YrNdH93 1838 Casi siete centímetros. 1839Jaguar. 1840 Engazada. 1841 Lista de distinto color que el fondo. 1842 Entre 55 y casi 70 gramos.

33 o

1843 Medida antigua de peso, equivalente a 9.56 gramos. 1844 Cada real son 3.43 gramos de plata.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

que p o r la in stru cció n se le m andaba, aunque su p ie ­

tiros de artillería y escopetas, y a saetadas, muertos y

ra que lo habían de hacer tajadas. Yo lo conocí y conver­

heridos algunos de los indios, los hicieron huir. Siguie -

só harto, y entendí siem pre dél ser a virtud y obediencia

ron los navios la costa arriba, hacia el Levante, y lle ­

y buenas costumbres inclinado, y muy sujeto alo que los

garon a cierto río que tenía un razonable puerto, que

m ayores les m an dasen. A s í que, p o r m ás ruegos, r e ­

nom braron puerto y río de Sant Antón, 25 leguas del río

querim ientos, y razones importunas que le hicieron y

de Grijalva, donde el señor de allí armó a Grijalva todo

representaron, no pudieron con él que poblase, alegan­

el cuerpo de oro, como d ijim o s en el capítulo 1 1 1 . A llí

do que lo traía prohibido por el que lo había enviado, y

v in ie ro n ciertos in d io s y tru je ro n ciertas h achuelas

que no para m ás d escu b rir o rescatar ten ía p od er ni

de oro bajo, y por estas se les dieron algunas sartas de

mando, y que con cum plir la Instrucción que se le dio

cuentas y otras cosillas de rescates de Castilla, y porque

haría pago. Vista su determinación, todos comenzaron a

tu viero n necesidad de rep arar allí el uno o dos de los

blasfem ar dél, y a tenerlo en poco, y fue maravilla no

navios, acord aron de saltar toda la gente d ellos en

perderle la vergüenza, y salirse todos en tierra y poblar;

tierra, y estando en esto, vinieron ciertos indios de la

dejándolo o enviándolo en un navio a Diego Velázquez;

otra banda del río en sus canoas y trujeron a los cristia­

y porque un navio de aquellos hacía mucho agua, y tenía

nos 3o o más hachuelas de oro, que pesaron 1,8 0 0 pesos

necesidad de se adobar, acordó Grijalva de lo enviar a

de oro, pocos tomines*843 m enos, y una taza labrada muy

la isla de Cuba, con la gente que andaba indispuesta, y

herm osa, de oro, que pesó veinte y tantos pesos de oro,

que llevase las buenas nuevas de la buena tierra rica,

y algunas mantas de algodóny otras joyas sin pedir nada

y gente pacíñca, y el oro y las joyas que habían resca­

por ello. Vista la liberalidad destos indios, tornáronlos

tado. Con esta embajada envió a Pedro de Alvarado, que

españoles a m urm urar contra Grijalva, porque no que­

debía ser el Capitán del m ismo navio que tenía necesi­

ría en tan rica tierra poblar, pues les daba tan buena

dad de ser adobado, el cual al cabo de ciertos días llegó a

ventura en las manos, donde podían ser ricos y bien

la isla, y dada cuenta de la riqueza que habían hallado, y

aventurados, pero no por eso Grijalva se movía, d icien­

dando quejas todos los que el navio habían ido de G ri­

do que no tenía tal com isió n de Diego Velázquez, por

jalva, porque pidiéndoselo todos, no quiso poblar ni

lo cual hizo apregonar, poniendo penas, que nadie de

dejar poblar tan felice y rica tierra, movióse a ira contra

poblar tratase o hablase. A qu í vin iero n en una canoa

Grijalva Diego Velázquez, porque no lo había hecho él

ciertos indios, con un señ or que parecía m andarles, y

mandado y dado por instrucción que por ninguna m a­

p resentaron ciertas gallinas, y frutas de la tierra, muy

nera poblase. Pero era Diego Velázquez de aquella con­

buenas, como son las que llamam os piñas, porque por

dición, y terrible para los que le servían y ayudaban, y

de fuera tienen la form a de piñas, puesto que no hay

fácilm ente se indignaba contra aquellos de q u ien le

m elón ñno ni otra fruta de las nuestras que se le iguale,

decían mal, por ser más crédulo de lo que debía. Fin al­

y otras que llam an zapotes, fruta digna de presentarse a

m ente, ind ign ado con tra G rijalva, porque no h abía

los reyes; dijeron por señas que traían oro. Dióseles un

poblado contra su mandado, determ inó antes de que

sayo de frisa, hecho de colores, y una cam isa y otras co­

Grijalva viniese, de hacer otra armada, y enviar otro ca­

sillas de rescates, por convidarlos a que bien lo pagasen,

pitán, y hubo al cabo de dar en quien no le obedeció tan

como m ostraban hacerlo; vin ie ro n otros después y

fielm ente como Grijalva, que la hacienda y la honra, y

presentaron al capitán dos hachas de oro, que pesaron

que lo que desde allí vivió viviese amarga y triste vida,

150 pesos, dos, o tres, o cuatro m enos, y ciento y tantas

y al ñ n la perdiese, y el alma sabe Dios por aquella cosa

cuentas huecas de oro, muy bien hechas y docena y m e­

en qué paró. Y dejado aparte que había muchas razones

dia de cuentas de plata o de estaño, y otras piezas de oro

por las cuales Dios le castigase, por haberse hecho rico

menudas; la recom pensa que se les dio valía hasta 8 0 1 0

de la sangre de aquellas gentes de la isla de Cuba, y de las

reales,*844 en cuentas verdes y cuchillos y tijeras. Unos

matanzas que ayudó a hacer en esta Española, en espe­

m arineros que había ido a pescar, el río abajo o arriba,

cial la de la provincia de Xaraguá, como en el capítulo 90

to p aron a ciertos ind ios, los cuales les d iero n ciertas

del lib ro II, p areció ; pero parece que quiso nuestro

águilas de oro, y una cabeza de no sé que ñ gu ra ,y u n cas­

S e ñ o r a flig irle en pago de no agra d e ce r a G rija lva la

cabel muy lindo, con unas alas, y un hacha, que pesaría

obediencia que le guardaba, cumpliendo estrecham en­

todo hasta 70 castellanos. A quí dijeron que había visto a

te su mandado, en no poblar, de donde el m ismo G rijal­

ciertos indios muertos de fresco, m etidos en un hoyo;

va, le fuera muy m ejor, y así perm itió Dios que enviase a

en ten d iero n que debía ser los ind ios a los ídolos s a ­

quien aún antes que partiese se la negó, como parecerá.

crificados. De aquí enderezó su camino y viaje Grijalva

Partido Pedro de Alvarado para Cuba, Grijalva, con los

para la isla de Cuba; quiso venirse porYucatán, que e n ­

tres navios, fuese la costa abajo, descubriendo por allá

tonces llam aban la isla Rica, por no saber que era parte

muchas leguas, y llegó hasta cerca de la provincia de Pá-

de la Tierra Firm e, y llegar al pueblo de Cham potón,

nuco, y visto que todo era una tierra, y estim aban ser

donde al principio h irieron y m ataron la gente a F ran ­

Tierra Firm e, acordaron tornarse por el camino donde

cisco H ernández de Córdoba, p rim ero que todos de

habían venido, y enderezar su viaje para la isla de Cuba

aquella tierra descubridor, como en el cap. 98 se decla­

a dar cuenta a Diego Velázquez de la p rosperidad de su

ró, y vengar, diz que, aquellas m uertes; pero llegados a

descubrimiento y camino. A la vuelta, en cierta parte de

la costa de la m ar de Cham potón, vin ie ro n tan b ien

aquella costa del mar, como siempre venían cerca de tie ­

apercibidos los indios y tan denodados para los resistir,

rra, salieron al encuentro ciertas canoas o barquillos de

que habidas algunas refriegas, antes que desem barca­

los indios, llenos de dellos, armados con sus arcos y fle ­

sen sobre una isleta que estaba cerca del pueblo, en la

chas, y com enzaron a tirar a la gente de los navios, pero

mar, acordó Grijalva de no detener a pelear, sino irse en

como los españoles no se solían dormir, sueltan algunos

paz su cam ino. Llagados a Campeche, 1 0 0 1 2 leguas de

331

Fuentes

allí, que arriba dijim os haberle puesto nombre Fran cis­

tan obediente, que no quiso quebrantar un punto de lo

co Flernández al pueblo de Lázaro, y donde tan humano

que llevaba mandado, especialm ente que a él le fuera

y alegre recibim iento les hicieron, y hospedaje, quisie­

muy provechoso más que a nadie, así en riquezas y e s­

ron tom ar agua, y saliendo en tierra con sus tiros de p ó l­

tado, como en excu sarla in d ign ación que toda la g e n ­

vora y aparejados, donde vieron alguna gente de los in ­

te que llevó contra él tuvo por no haber poblado. Todo

dios desarmada, preguntándolos dónde podían coger

esto me refirió a m í el m ism o Grijalva en la ciudad de

agua, díjose que les señalaron con el dedo que hacia tal

Sancto Domingo el año de 1523, viniendo perdido y con

parte, y llegados allí, señalábanles más adelante, donde

harta necesidad, y partido de mí en aquella ciudad, se

diz que, hallaron cierta celada de hom bres armados con

fue para Tierra Firm e, donde gobernaba, o m ejor diré,

sus arcos y flechas, las cuales contra ellos desarm aron;

desgobernaba Pedrárias, al cual envió a la provincia de

pero los nuestros con los tiros de pólvora y con salir el

N icaragua, y estando el valle de U llanche, sojuzgando

capitán, con toda la gente de los navios desque los vio

y guerreando a los indios de aquel valle, lo m ataron los

revueltos, aunque les pesó, tom aron toda el agua que

m ism os indios y a otros ciertos españoles; donde pagó

quisieron en abundancia. Esto es de m aravillar, que h a­

Grijalva los m ales que allí hacía y el servicio que debía

biendo tratado tan b ien los de aquel pueblo y tierra a

a los indios de Cuba, y si algunos hizo en aquel descu­

Francisco Flernández y a su gente, al principio, como se

brim iento, puesto que siem pre le conocí para con los

refirió en el cap. 98, que ahora les quisiesen hacer mal,

indios piadoso y m oderado...

y si quizá no es lo que arriba dijim os en el cap. 110 , que por yerro del piloto lo que acaeció en Champotón creye­ ron haber acaecido en el pueblo de Lázaro, no es verdad debió de suceder aquesta mudanza, porque como v e ­

Crónica de la Nueva España, escrita por Francisco Cervantes de Salazar, entre 1560-1566'"

cinos y pariente de Cham potón, y quizá vasallos de un señor, viendo que Francisco Flernández y su compañía

LIBRO SEGUNDO.

d ejaro n hecho tan grande estrago y m uertos tantos,

DEL DESCUBRIMIENTO DE LANUEVAESPAÑA

se doliesen, como era cosa natural, y por consiguiente,

CAPÍTULO I

juzgasen a los españoles por injustos y crueles, y a los de

DE LA PRIMERA NOTICIA QUE TUVIERON

Champotón por agraviados, acordaron de no los recibir,

LOS ESPAÑOLES DE LA COSTA DE LANUEVAESPAÑA

más antes, si pudiesen, a todos matarlos. Finalm ente,

...G ob ernan do Diego Velázquez la isla de Cuba, F ran ­

tom aron toda el agua que quisieron, a pesar de los in ­

cisco Flernández de Córdoba, Cristóbal Morante y Lope

dios, porque como gente sin arm as ni defensa siempre

Uchoa de Caicedo, vecinos de Cuba, arm aron tres n a­

han de caerdebajo; desde allí G rijalvaysus navíostom a-

vio s en el año de m il e q u in ie n to s y diez e se is: unos

ron su camino para la isla de Cuba, y después de muchos

d icen que con fav o r de D iego Velázquez; el cual era

y gravísim os trabajos, por vientos, y m ar, y corrien tes

muy inclinado a descubrir; otros dicen que a su costa.

contrarias, aportaron a Cuba en el puerto que llam ába­

El h n que llevaron estos arm adores dicen algunos que

m os de Matanzas, que está cerca del pueblo que agora

fue para descubrir y rescatar (aunque se tiene por más

se diz de La Flabana, por otro nombre Sant Cristóbal,

cierto que para traer esclavos de las islas de los Guana­

donde halló Grijalva una carta de Diego Velázquez, en la

jos, cerca de Flonduras). Fue capitán destos tres navios

cual decía que se diese la priesa que más pudiese para

Francisco Flernández de Córdoba; llevó en ellos ciento

lleg ar a Santiago, la ciudad donde él estaba, y h iciese

y diez hom bres, y por piloto a A ntón de Alam inos, n a­

saber a toda la gente que con él venía, que los que qu i­

tural de Palos, y por veedor a Bernardino Iñiguez de

siesen allí, en La Flabana, esperar, para tornar a poblar

la Calzada. Tam bién dicen que llevó una barca de Diego

a la dicha tierra e isla Rica de Yucatán, y la demás torna­

Velázquez, cargada de m ataloje, herram ien tas y otras

sen, porque él aparejaba para enviar gente a poblarlo;

cosas para las m inas, para que si algo traxesen, le cu­

mandando que a los tales se les diese todo lo que hubie­

piese parte. Desta m anera salió Francisco Flernández

sen m enester, en una hacienda cono granjeria, que él

del puerto de Santiago de Cuba, el cual, estando ya en

por allí tenía, que llam aban Estancia.

alta mar, declarando su pensam iento, que era otro del que p arecía, dixo al piloto: "no vo y a b u scar lucayos

CAPÍTULO CXIV

(lucayos son in d io s de rescate) sino en dem anda de

G rijalva se dio la m ayor p rie sa que pudo darse para

una buena isla, para poblarla y ser gobernador della;

llegar a la ciudad de Santiago, donde Diego Velázquez

porque si la descubrim os, soy cierto que ansí por mis

estaba entendiendo en aparejar muchos navíosygente,

serv ic io s com o p o r el fav o r que tengo en Corte con

para enviar a poblar la tierra que Francisco Flernán ­

m is deudos, que el rey me hará m erced de la gober­

dez y Grijalva descubierto habían, que llam aban la isla

nación della; por eso buscadla con cuidado, que yo os

Rica, por Yucatán y aquella costa abajo, hasta Tabasco,

gratificaré muy bien y os haré en todo ventajas entre

que es el río que dijeron de Grijalva; llegado Grijalva a

todos los dem ás de n uestra co m p añ ía” . A ceptand o el

la ciudad, y pareciendo ante Diego Velázquez, dióle p o ­

piloto las p rom esas y o frecim ien to s, anduvo m ás de

cas gracias por lo que había trabajado, y oro que con A l­

cuarenta días arando la m ar y no hallando cosa que le

varado le había enviado y por lo que tam bién él le traía,

pareciese bien. U na noche, al m edio della, estando la

antes riñó mucho con él; afrentándolo de palabra, p o r­

carabela con bonanza, la m ar sosegada, la luna clara,

que así era su condición, porque no había quebrantado

la gente durmiendo y el piloto envuelto en una bernia*846

su instrucción y m andamiento en poblar la tierra, pues

oyó chapear*847 unas m arecitas*848 en los costados de

toda la gente que llevaba se lo pedía, reprensión harto

la carabela, en lo cual conoció estar cerca de tierra y lla ­

digna de otra m ayor, re ñ ir a un criado, parien te fiel y

m ando luego al contram aestre,*849 dixo que tom ase la

1845 La primera edición de este relato fue en Madrid, en 1914. En el mismo año Frandsco del Paso y Troncoso también mandó imprimir la primera parte en Madrid. Frandsco Cervantes de Salazar, Crónica de la Nueva España (Zelia Nuttall, pról.), The Hispanic Society of America, Tipografía de la Revista de Archivos, Madrid, 1914. pp. 59-82. 1846 Manta de abrigo hecha de un tejido basto de lana, de varios colores. 1847 Chapotear, produdr ruido el agua. 1848 Pequeña marea. 1849 yoz "contramaestre": "2. m. y f Mar. Ofidal del mar que dirige a la marinería...", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=AaGQAmL

33*

1850 Voz "braza": "1. f. Unidad de medida de profundidad usada en cartografía marina, equivalente a 1.829 metros.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=64E4Ulm 1851 A unos 36 metros. 1852 Navegó con bajo fondo.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

sonda y m irase si había fondo, el cual, como lo halló,

cotohc que quiere decir "casa” , pensando que pregun­

dixo a voces: "d ’ondo, fondo” , tornando a preguntarle

taban por el lugar, para ir a él; de aquí se quedó este

el piloto "en qué brazas” l8s°, respondió "en vein te” *831

nombre al cabo de esta tierra.

m andóle el piloto que tornase a sondar, entendiendo

Poco m ás adelante, hallaron ciertos hom bres que,

por la respuesta que estaban cerca de tierra. Muy alegre

preguntados cómo se llam aba un gran pueblo que e s ­

se fue el piloto al capitán Francisco Flernández, dicién-

taba allí cerca, d ixero n Tectetlán, que quiere d ecir

dole: "señor, albricias, porque estamos en la más rica

"no te entiendo” , pensando los españoles llam arse así,

tierra de las In dias” ; preguntándole el capitán: "¿Cóm o

y corrom piendo el vocablo, le llam aron Yucatán hasta

lo sabéis?, respondió: "porque, siendo yo pajecillo de la

hoy. De allí fue Francisco Hernández a Campeche, lugar

nao en que el almirante Colón andaba en busca desta

grande, el cual, (como dixe), llamó Lázaro, por llegar a

tierra, yo hube un librito que traía, en que decía que,

él el Domingo de Lázaro. Salió en tierra, tomó amistad

hallando por este rumbo fondo, en la m anera en que lo

con el señor y rescató allí (aunque esto no lo tengo por

hem os hallado ahora, hallaríam os grandes tierras muy

m uy cierto). De Cam peche fue a Champotón, pueblo

pobladas y muy ricas, con sumtuosos edificios de p ie ­

grueso, cuyo señ or se llam aba Mochocoboc, hom bre de

dra en ellas y este librito tengo yo en m i caxa” . Uyendo

guerra, el cual no les consintió entrar ni rescatar, ni dio

esto el capitán, tiniendo por cierta la ventura que bu s­

p rovisión alguna como los de Campeche habíanhecho.

caba, dixo a voces: "Navega la vuelta de tierra que, vista,

Francisco Hernández, o por no m ostrar cobardía, o por

saltarem os a ella y si así fuere lo que decís, no habréis

probar para lo que eran aquellos indios, sacó su gente,

p erd id o nada y crecerem os los dem ás que estuviere

no b ien arm ada, y los m arineros a que tom asen agua,

escripto” . Navegando otro día, a las diez de la mañana,

y ordenó su escuadrón para pelear, si m enester fuese.

con grande alegría vieron tierra, y de barlovento una

Mochocoboc, por desviarlos de la m a r y que no tuviesen

isla pequeña que llamó Cozumel, por la mucha cantidad

cerca la guarida, hizo señas que fuesen tras un collado

de miel que en ella había. El piloto, no pudiendo tom ar

donde la fuente estaba, tem iéron los nuestros de ir allá,

aquella isla, surgió1833 muy bajo, más de treinta leguas,

por ver ser los indios muchos, y, a su modo, muy bien

y saltaron en tierra el Domingo de Lázaro, a cuya causa

arm ados, con sem blante y determ inación de combatir;

llam aron a aquella tierra Lázaro; a la que saltaron, que

por lo cual, Francisco Hernández mandó soltar la a r­

se ría n hasta doce h om b res, acu d ieron luego in d ios,

tillería de los navios para espantarlos. Los ind ios se

los cuales, haciendo una raya muy larga en el suelo, les

esp antaron del gran ruido de los tiro s y del fuego y

dijeron por señas que si de aquella raya pasaban, los

humo que dellos salía; atordeciéndonse algún tanto

m atarían a todos. El capitán, no espantándose de nada

del ruido, aunque no huyeron, antes arrem etieron con

desto, les mandó que pasasen adelante, para ver si había

buen denuedo y concierto, con gran grita, que es con la

algún edificio de los que el piloto decía. De ahí a poco

que ello s se an im an , tiran d o p ied ras, varas y saetas.

acudió mucha gente de guerra, que de tal m anera m al­

Los españoles se m ovieron a buen paso, y siendo cerca

trataron a los españoles, que, matando dos dellos, a los

dellos, dispararon las ballestas, y con las espadas m a­

demás, heridos de muchos flechazos, hicieron retraer

taron a muchos, por hallarlos sin armas ofensivas. Los

a los navios. El piloto salió con diez e seis flechazos y el

indios con la presencia de su señor, aunque nunca tan

capitán con más de veinte, por lo cual fue forzado a rri­

fieras heridas habían rescebido, duraron en la pelea

bar a Cuba para curarse, y así, viniendo a La Habana,

hasta que vencieron, y así, en la batalla y en el alcance

escribieron a Diego Velázquez, el subceso de lo pasado y

y al em barcar, m ataron más de veinte españoles y h i­

cómo querían ir a Santiago de Cuba a acabar de curarse.

rieron m ás de cincuenta. Quedó Francisco Hernández

S ab id a esta nueva p o r Diego Velázquez (aunque

con treinta y tres heridos; embarcándose llegó a S an ­

con p esar de las herid as de sus am igos), contento con

tiago de Cuba, destruido, aunque con buenas nuevas de

el nuevo descubrim iento, comenzó a hacer gente para

la tierra, y el año siguiente, como direm os luego, Diego

vengar el daño que sus amigos habían rescebido de los

Velázquez invitó a Joan de Grijalva a seguir el descubri­

in d ios de Lázaro. H echa ya la gente, llegó Fran cisco

m iento, y a España a pedir la gobernación, por la parte

Hernández de Córdoba con los demás com pañeros, de

de su barca (como Gomara escribe).

los cuales, Diego Velázquez, informándose por extenso,

Entre estos dos paresceres hay otro, y es que llegado

cobró nuevo ánim o para em p ren d er esta jornad a, la

Francisco H ernández con tiem po a la costa de Yucatán,

cual dilató hasta que el piloto A ntón de A lam inos sana­

a una parte que se dice Cam peche, los indios, después

se de las heridas que había rescebido. Esto es lo que al­

de haber él saltado en tierra, por las nuevas que habían

gunos dicen, aunque hay otros que, aunque no del todo,

tenido de sus vecinos, le hicieron tornar a embarcar,

varían en algo, y e s que, en saliendo Francisco H ernán­

sin dexarle reposar ni tom ar agua ni otros bastimentos.

dez del puerto, encam inada su derrota a las islas de los

Embarcado, y queriendo volver alo que iba (que éralos

Guanajos a rescatar lucavos (que son indios de servicio

G u an ajo s), dióle u n tiem po que le echó nueve o diez

para las m inas y haciendas de los españoles), engolfán­

leguas abaxo hacia la Nueva España, adonde cerca de la

dose con tiem po que no le dexó ir a otro cabo fue a dar

costa había un puerto que se dice Champotón, junto al

en tie rra no sabida n i hollada de esp añ o les, do halló

cual entra un pedazo de m ar que parece río, y allí, por

unas salinas en una punta que llamó de las M ujeres, por

su plirla necesidad que llevaban, tornó a saltar entierra,

haber allí torres de piedra con gradas y capillas cubier­

y queriendo entrar en el pueblo, salió a él mucha gente

tas de m adera y paja, en que estaban puestos muchos

de guerra, por el aviso que tenían de sus comarcanos;

ídolos que parecían. De allí se fue otra que llamó cabo

donde, trabándose una recia batalla, m urieron muchos

de Gotoch, donde and aban unos p esca d o re s que, de

ind ios y algunos españoles, y los dem ás no pudiendo

miedo se retiraron en tierra, y llamándolos, respondían

su frir la multitud de indios, se retraxeron y m etieron

333

Fuentes

en los navios, y alzando velas, fueron a dar a la costa de

descubran nuevas tierras y gente, para que con nuestro

la florida, para tom ar agua de la cual tenían gran necesi­

buen ejem plo y doctrina, reducidas a nuestra santa fe,

dad, donde, como iban heridos y fatigados, acometidos

sean del rebaño y manada de los escogidos. Los m edios

por los indios, les fue forzado tornarse a em barcar e irse

para este tan princip al ñ n son: hacer cada uno lo que

a la isla de Cuba, donde, como dixe, se supo la nueva

debe, sin ten er cuenta con nin gún in terés presen te,

de lo que les había subcedido; por lo cual, ahora diga­

porque D ios, p o r q u ien acom etem os tan arduo y tan

mos qué es lo que sobre ello proveyó Diego Velázquez...

importante negocio, os favorecerá de tal manera, que lo m enos que os dará serán bienes tem porales” .

CAPÍTULO II

Acabada esta plática, el general y los dem ás capita­

DE LO QUE DIEGO VELÁZQUEZ HIZO SABIENDO

nes y personas principales, con m enos palabras, re s­

EL SUCESO DE FRANCISCO HERNÁNDEZ. DESPUÉS QUE

pondieron que harían todo su deber cuanto en si fuese,

DIEGO VELÁZQUEZ SE INFORMÓ DEL CAPITÁN FRANCISCO

. ..H ernández y del piloto A lam in os, de la tierra d e s­

como su merced vería por la obra, y así, no sin lágrimas de los que quedaban y de los que se despedían, con gran

cubierta y de la prosperidad que prom etía, con alegre

ruido de m úsica y tiros que dispararon los navios, se

ánim o, com o solía las dem ás cosas, com enzó a hacer

h icieron a la vela, y sin sucederles cosa que de contar

una arm ada con determ inación de inviar por general

sea, llegaron a La Habana, puerto de la m ism a isla, cien­

della a Francisco Hernández, de quien, p or su virtud y

to y cincuenta leguas de donde salieron.

esfuerzo, tenía mucho concepto, el cual al a sazón m u­ rió y dexó por heredero de sus bienes y de la auciónl8s3

CAPÍTULO III

y derecho que tenía y le podía pertenescer de lo descu­

DE LO QUE EN LA HABANA SE HIZO Y DE LO QUE, DESPUÉS

bierto a Diego Velázquez, el cual viendo que el negocio

QUE DELLA SALIERON, SUCEDIÓ

era de mucha im portancia y de conñanza, determ inó

Llegados con buen tiem po a La Habana, se reform aron

de cometerle a loan de Grijalva, su sobrino, el cual se de­

de bastim entos, y otras cosas necesarias para el v ia ­

tuvo hasta que el piloto Alam inos sanó, porque no había

je; estuvieron allí algunos días, deseosos todos de ver

otro tan diestro como él.

la nueva tierra, por las cosas que della decía el piloto

La armada fue de cuatro navios, muy proveída, así

Alam inos; salieron de allí al cabo de la isla que se dice

de buena gente como de arm as y m antenim ientos. Dio

Guaniguanico o Punta de San A ntón,1837 y en el puerto,

el m ejo r navio a lo a n de G rijalva, porque era g e n e ­

después de haberse todos confesado, se tresquilaronl8s8

ral, y de los otros hizo capitanes a Pedro de Alvarado y

las cabezas, que fue la prim era vez que los españoles lo

A lon so de A vila y a Fran cisco de M ontejo; hizo alférez

h icieron en las Indias, porque antes se preciaban de

general*8*1 a B ernardino Vázquez de Tapia, de los cua­

traer coletas.*839 H icieron esto porque entendieron que

les hablaré adelante en el discurso desta h isto ria. La

el cabello largo les había de ser estorbo para la pelea.

demás gente era muy buena y muy lúcida porque eran

Navegaron ciertos días con próspero tiem po, sin suce­

hom bres hacendados y que ten ían ind ios en la isla, y

der cosa m em orable; llegaron a una tierra que les p a­

como leal servidor del rey, invitó Uñciales para la Real

reció fresca y de buena arte, e yendo de la costa della,

hacienda, entre los cuales ib ap orteso rero un fulano de

veían a trecho muchos como oratorios o erm itas b lan ­

Villafaña, al cual dio m uchas cosas de rescate de ropa

queando; prosiguiendo desta m anera su viaje por la

y m ercaduría para dar a los indios por com ida o oro o

costa adelante, e ya que se quería poner el sol, llegaron

plata, y para hacer con buen título este viaje lo hicieron

a un ancónl86° y puerto que hacía la mar, donde estaba

saber a los padres jerónim os, pidiéndoles licencia para

u n p u eb lo, el cual, cerca de la m ar, ten ía un tem plo

ello, los cuales, en aquel tiem po, gobernábanlas Indias

con una torre grande de piedra y cal, muy suntuosos;

por el cardenal don Francisco Ximénez, gobernador de

tenía en cuadro por la una pared ochenta pies;*86* su­

Castilla por el rey D. Garlos, desde la isla Fernandina;

bíase a lo alto del p or treinta gradas; había arriba una

dieron licencia, y de su mano enviaron por veedor a

torre cuadrada, dentro de la cual salía otra torre que se

una persona de mucha conñanza. Puesto todo a punto

andaba a derredor, donde los indios parecía haber te ­

en Santiago de Cuba, do residía Diego Velázquez, hizo

nido sus ídolos, los cuales, como después se supo, conla

alarde de d oscien to s h om b res, todos vecin o s de la

venida de los nuestros, habían alzado. La torre principal

m ism a isla, con los m arineros, que eran los que b a s­

tenía arriba un poco de plaza, con un andén o pretil a la

taban para el viaje; y por que Dios (sin el cual no hay

redonda, entre el cual y la torre había espacio de m ás de

cosa acertada) guiase en su servicio tan buena empresa,

doce p ies.1863Veíanse della gran parte de la costa y tie ­

después de haber bendecido las banderas y hecho otras

rra de Yucatán; pareciese un pueblo muy torreado.*863

cerem onias en sem ejantes casos acostumbradas, oyen­

Cerca deste tem plo o mezquita, que los indios llam aban

do todos, después de haber confesado y reconciliado

cu,*864 había otros ediñcios de piedra, a m anera de ente­

unos con otros, una m isa al E sp íritu Santo, en orden,

rram ientos; había asim ism o unos m árm oles enhiestos,

con m úsica de atam boresl8ss y p ifaros,1836 se em barca­

de una hechura extraña, que parecían cruces. El templo

ron, acom pañándoles hasta el puerto Diego Velázquez,

estaba un tiro de ballesta de la mar, y el pueblo un poco

el cual abrazando al general y a los demás capitanes, les

más adentro, en la tierra; tenía casas de piedra con p o r­

hizo un breve razonamiento de la m anera siguiente:

tales sobre postes; era muy fresco de aguas y arboledas:

"Señores y amigos m íos, criados y allegados: antes de

el tem plo era muy celebrado por toda aquella tierra, a

ahora tendréis entendido que m i principal ñ n y m oti­

causa de la mucha devoción con que a él concurrían de

vo en gastar m i hacienda en sem ejantes em presas que

d ive rsa s p artes en canoas, e sp ecialm en te e n tie m p o

ésta, ha sido el servir a Dios y a m i rey natural, los cuales

de verano. Pasando un estrecho de m ar, v e n ía n y h a ­

serán muy servidos de lo que con nuestra industria se

cían sus oraciones, ofrecían muchas cosas, a los ídolos,

1853 Probablemente aucción, "2. f. desús. Acción o derecho a algo.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=4Mc2uN6 1854 Voz "alférez": "4. m. desús. Caudillo, lugarteniente, representante.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=HEclTu 1855 Palabra en desuso para tambores. 1856 Palabra en desuso para pífanos, flautas muy agudas usadas en las bandas militares. 1857 El cabo de San Antonio es el extremo más ocddental de la isla de Cuba. 1858Trasquilaron. 1859 Voz "coleta": "1. f. Mechón de cabello entretejido o suelto, sujeto con un lazo o dnta, que se hace en la cabeza.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=9lkuxit|9llWxSG leso yoz "anconi "2. m. Mar. Ensenada pequeña en que se puede fondear.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=2Y5Z6 BF 1861 Poco más de 22 metros. 1862 Un poco mayor a tres metros. 1863 Sembrado de torres. Cf. voz "torreado", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=a7KGegx 1864 Nah K'uh, es templo. Mientras que k'uh solo se refiere a "dios, deidad, ídolo".

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

334

haciéndoles m u ygrand esy solem nes sacrificios, no so­

de Cozumel. Yendo todavía costeando, aconteció que,

lamente de brutos anim ales, pero de hom bres y m uje­

habiendo un día navegado al oeste y noroeste, otro día

res, niños, viejos, niñas y viejas, conforme a las fiestas

cuando amaneció, se hallaron todos los navios adonde

que los sacerdotes del tem plo publicaban. Finalm ente,

había estado el día antes por la m añana, y fue la causa

no de otra m anera era estimado este tem plo entre ellos

que las aguas corrientes que por aquella parte había, ve -

que la casa de la Meca entre los moros.

nían de hacia el puerto de Flonduras y Caballos, las cua­

A llegando aquí los nuestros, salió mucha gente de

les corrían hacia aquella parte con gran velocidad, por

guerra a ellos, con arcos y flech as y otras arm as. E n ­

lo cual, tornando a navegar, llegaron a una bahía que la

tonces el capitán m andó arm ar a sus soldados y sacar

m ar hacía, a m anera de laguna en la tierra, y teniendo

los bateles para saltar en tierra, disparando desde ellos

el piloto sospecha que era algún estrecho que apartaba

algunos tiros, lo cual viendo los indios, se volvieron al

y dividía la una tierra de la otra, porfió a entrar cuanto

pueblo para sa ca rla s m ujeres, niñ os y viejos y sus h a ­

pudo con los navios hasta que dieron en poca hondura,

ciendas y ponerlas en el monte y en otros pueblos cer­

de m anera que no pudieron pasar adelante, por lo cual,

canos. E n el entretanto, el capitán saltó e n tie r ra con

el capitán m andó sacar algunos bateles y que en ellos

toda su gente, y luego su b iero n al tem plo, y desde lo

fuese alguna gente a descubrir lo que de ahí en adelante

alto dél vieron otros muchos pueblos con muchos edi­

h abía. Fueron, y después de h aber andado m ucho, no

ficios que blanqueaban desde lejos, y holgaron mucho

descubrieron cosa notable, y de cansados, se volvieron.

los nuestros de ver tierra nunca vista de españoles y

Este ancón o bahía tan grande que apartaba aque­

tan suntuoso edificio. Paseáronse p or él, y d icen que

llas dos tierras, dio ocasión a que después, tornando los

aquí mandó el capitán que el sacerdote que traían d ije­

nuestros a bojar aquella tierra, diesen los pilotos que

se m isa, al cual por no haber sacado tan presto el orna­

aquel ancón salía al puerto Deseado,*866 y así, d ijero n

mento, trató algo descom edidam ente, por lo cual, e n la

que la tierra de Yucatán era isla y que aquella agua d ivi­

batalla que después hubo, lo castigó Dios: Flecho esto,

día las dos tierras, haciéndolas islas. A esta bahía lla ­

el capitán entró con alguna gente en el pueblo y procu­

m aron los nuestros bahía de la Ascensión, porque en

ró tom ar algunos indios para inform arse a los cuales,

tal día llegaron a ella, y como se tuvo por entendido que

haciendo muy buen tratam iento, los envió a los suyos,

aquel agua corría por mucha distancia, y que la tierra de

dándoles a entenderlo m ejor que pudo que ellos no v e ­

Yucatán se acababa allí, acordaron todos de volver por

nían a hacerles m al ni quitarles sus haciendas, sino a

donde habían ve nido e ir coste ando toda la tierra de Y u ­

ten erles p or am igos y contratar con ellos, como veían

catán; salieron con muy gran trabajo, porque casi esta­

por la obra. Estos indios aseguraron a otros muchos de

ban encallados los navios. De allí, costeando la costa de

los demás, los cuales volvieron a sus casas y comenzaron

Yucatán, volvieron a la isla de Cozumel, a la cual había

a tratar con m enos recelo a los nuestros, y preguntando

llamado la isla de Sancta Cruz, porque el día de Sancta

qué tierra fuese aquélla y cómo se llam aba, d ijeron que

Cruz de Mayo habían llegado a ella. Desde allí, tornan­

era isla y que se llamaba Cozumel: Preguntados tam bién

do a navegar, atravesando la costa de Yucatán para verla

qué tierra era otra que se parecía desde el tem plo, que

y cercarla toda y saber lo que en ella había, llegaron a

tenía un pueblo torreado, cuatro o cinco leguas de allí,

una punta que salía a la mar, sobre la cual estaba un ed i­

dijeron que Yucatán. Por esta orden se inform ó el capi­

ficio de cal y canto, que, saltando los nuestros entierra,

tán de otras muchas cosas, y cómo en aquella isla había

supieron ser un tem plo de grande devoción, donde v e ­

m uchos gallipavos y m uchas redes con que pescaban.

nían a hacer oración y sacrificios m ujeres de religión, por lo cual, el capitán llam ó aquella punta la Punta de

1865 Casi 2,000 kilómetros. 1866 Laguna de Términos.

CAPÍTULO IV

las M ujeres. No faltó q u ien dijo que en aquella tierra

CÓMO GRIJALVA SALIÓ DE COZUMEL Y DE LO DEMÁS QUE LE SUCEDIÓ

había amazonas aunque los nuestros nunca las vieron,

Viendo el capitán que en la isla de Cozumel no había

españoles se habían retirado la tierra adentro.

porque decía algunos in d ios que con la venida de los

resistencia y que podría volver a ella cuando quisiese y

Desde allí fu eron navegando p or la costa m uchos

le p areciese, proveyéndose de algunas cosas, se tornó

días hasta que se vieron en gran necesidad de agua, y

a em barcar para costear la isla y descubrir más tierra,

queriéndola tomar, determ inaron de acercarse atierra,

e yendo así, vieron desde lejos una persona que desde

y porque hallaban siem pre m enos fondo, acordóse que

la costa les hacía señas con un paño. Acercándose, v ie ­

fuesen adelante los navios más pequeños. Yendo así ya

ron ser una india, la cual venía dando voces y haciendo

legua y m edia de la tierra, los navios que iban delante

señas tras los navios para que la recibiesen. El capitán

com enzaron a rastrear p or el arena y lam a, tanto, que

mandó echar un batel y que en él fuese Bernardino Váz­

salía la señ al para arriba, por lo cual acordaron dar la

quez de Tapia, el cual la tomó y metió en el batel, y traída

vuelta a la m ar, pero no lo p u d ieron h acer con tanta

al capitán, dijo que ella y otros in d ios, con una brava

presteza que prim ero no se vieron en muy grande p e li­

torm enta, habían dado en aquella costa y que su tierra

gro. Finalm ente, saliendo con muy grande trabajo, to r­

estaba de allí más de trescientas y cincuenta leguas.186®

nando seguir su camino costa a costa, llegaron donde el

Pasando adelante, vio que la tierra se acababa y

m ar hacía una vuelta hacia la tierra, que parecía puerto,

cómo los indios le habían dicho verdad de que era isla,

y allí el piloto Alam inos, que fue el que había llegado allí

por lo cual determinó de atravesar a la otra tierra que

con Francisco Flernández de Córdoba, reconoció ser la

se parecía y le habían dicho que era Yucatán, y llegado a

tierra de Cam peche, de donde los indios habían ech a­

ella, la fue costeando, y vio como cerca de la mar pare­

do a Francisco Flernández. Surgieron en aquella punta

cían algunos pueblos torreados y que sus edificios eran

que hacía puerto, y aquel día todo y la noche sigu ien ­

de piedra y cal, lo cual no m enos les p arecía que la isla

te el capitán hizo sacar los bateles y que los capitanes y

Fuentes

335

personas principales de los otros navios viniesen hacia

deseando hablar con los enem igos de paz, fuese poco

el suyo para tratar y com unicar lo que sería bien que se

a poco h acia e llo s, h acien d o señ ale s de paz. Gomo

hiciese, y estando todos juntos, el capitán les dijo así:

los indios vieron que los nuestros se iban acercando,

"Señores y amigos míos: Ya veis la necesidad grande que

ellos se fueron, poco a poco, retrayendo, hasta que los

de tom ar agua tenem os, y que estamos en tierra donde

nuestros llegaron hasta donde estaba un poco de agua

los m oradores della son muchos y enem igos nuestros,

muy buena, y como el intento de Grij alva y de los suyos

como parece p o r el m al tratam ien to que h ic ie ro n al

era hartarse de agua y proveer los navios della, mandó

capitán A lonso H ernández de Córdoba, como p or sus

hacer alto, y así, bebieron todos hasta que se hartaron,

ojos vio el piloto A lam in os, que está presen te. Riesgo

porque la sed, con la falta de agua, había ido en aum en­

veoypeligro, de u n ap arteyd e otra, pero parécem e, sal­

to. Luego, como el capitán vio que los indios no acom e­

vo vuestro m ejor consejo, que debem os antes recibir la

tían, no quiso él acom eterlos, para convidarlos a paz y

muerte de nuestros enem igos, procurando la conserva­

amistad; antes, en el entretanto, mandó que se trajesen

ción de nuestra vida, que de pusilánim os y flacos d ejar­

vasijas para llevar agua a los navios, en lo cual se ocu­

nos m orir de sed, pues no hay género de mayor cobardía

paron aquel día y otros dos.

que dejarse el hom bre matar no haciendo la resistencia

Los indios, visto que los nuestros habían asentado

(aunque faltase esperanza de vencer) que es obligado

junto a los pozos, pusieron su real*869 cerca de una arbo­

en ley natural, y así, si, que ellos obligados a h acer el

leda grande un tiro de ballesta de los nuestros, y, según

deber, yo determino que mañana, antes que amanezca,

después pareció tenían determinado de pelear con los

salgamos los que cupiéram os en los bateles, y puestos

nuestros, lo cual su spen d ieron hasta que llegaron tres

en tierra, enviarem os p or la dem ás gente, y así, p u es­

o cuatro escuadrones de mucha gente que esperaban,

tos apunto para resistirles si nos acom etieren” .

p o r d ar m ás a su salvo la batalla; pero no osando aún

Acabando de hablar el general, como los capitanes

con esto determ inarse, por ver que los nuestros se e s­

y la dem ás gente principal tenían el m ism o propósito

taban en el lugar que h abían tom ado, pensando que

que su caudillo, con alegre sem blante vinieron todos en

debían ser más de los que parecían, enviaron algunos

su parecer, y así, otro día, muy de m añana, se puso por

indios, como espías, para que reconociesen el lugar de

obra lo que el general había ordenado.

los españoles y viesen cómo estaban fortalecidos y las armas y gente que había, a los cuales el capitán y los d e­

CAPÍTULO V

más, por su mandado, recibieron y trataron muy bien,

CÓMO GRIJALVA SALTÓ EN TIERRA Y DE LO QUE CON

y dándoles algunas cosas de las de Castilla, les dijeron

LOS INDIOS LE AVINO

por señ as que d ixesen a su señ o r que ellos no ven ían

Utro día, bien de m añana, los nuestros, conform e a lo

a hacerles mal ni a quitarles sus haciendas, ni dar otra

que el día antes se les había dicho, sacaron los bateles y

pesadum bre, sino tener su mistad y contratar con ellos,

pusieron los tiros en ellos. Entrado el General con los

y a tom ar de aquella agua que había en aquellos pozos.

dem ás capitanes y gente que supo a punto de guerra,

Los in d io s re sp o n d ie ro n en p ocas p alab ras, con

saltaron en tierra, y, antes que fuese bien de día, los que

m uestra de enojo, que no había para qué. A l segundo

quedaban en los navios se juntaron con los que prim ero

día, perseverando en su propósito, enviaron tres o cua­

habían saltado, y así, todos juntos, llegaron a un edificio

tro m en sajero s, por los cuales d ijero n al capitán que

como teatro, que estaba cerca de la costa donde G rijal­

qué hacían allí, que se fuesen ; si no, que los ech arían

va quisiera que luego se dijera misa, porque el día antes

por fuerza. El capitán respondió que en acabando de

había avisado a Joan Díaz, clérigo, que sacase el orna­

to m ar el agua se iría , y que no re c ib ie se n p esad u m ­

m ento para cuando fuese m enester, y como en aquel

bre si se detuviesen algún día en hacer la aguada, p o r­

lugar, m ás que en otro, había aparejo para que todos

que ya les habían dicho que no venían a hacerles enojo.

oyesen misa, y entendió que el sacerdote se había olvi­

Desta m anera, fu ero n y vin ieron tres o cuatro veces,

dado de sacar el ornam ento, riñóle con más cólera de

llevando la m ism a respuesta al capitán, hasta que, no

la que fuera razón, diciéndole algunas palabras ásperas

pudiéndose ya su frir los indios, no habiendo acabado

que a todos los de la compañía pesó y pareció mal, por lo

de tom ar el agua los nuestros, enviaron más m ensaje­

cual parece que perm itió Dios que, peleando con los in ­

ros, diciendo que luego a la hora se fuesen, si no, que

dios, le dieron un flechazo en la boca que le derribaron

los m atarían a todos. El capitán respondió que ya aca­

tres dientes y al no llevar cerrada la boca, como él confe­

baban de hacer el aguaday que luego se irían, y volvién ­

só, le pasara la flecha; lo cual, entendiendo él que había

dose al escribano con quien solían hacer sem ejantes

sido por supecado, como públicamente había afrentado

actos, le pidió delante los capitanes y otras personas,

al sacerdote, así públicamente, dando ejemplo de hom ­

estando presentes los indios, le diese por testim onio

bre arrepentido, le pidió perdón, tratándolo de ahí en

que él y los suyos no venían a hacerles mal, y que si, d e­

adelante como lo deben ser los puestos en tal dignidad.

fendiéndose, los ofendiesen, fuese a su culpa, porque

Esto es lo m ás cierto que aconteció a Grijalva con el sa ­

él y los suyos no habían venido sino por aguaya contra­

cerdote, pues, antes que otra cosa respondiese ni se h i­

tar con ellos, si lo tuviesen por bien. Esto dio a enten ­

ciese, in v ió p o rel ornamento, y revistiéndose, comenzó

der el capitán, lo m ejor que pudo, a los m ensajeros, y

la misa, la medio de la cual asom aron en gran concierto

así, se fu eron luego; incontinente vin iero n otros con

m uchos escuad ron es de in d io s, y m archando en son

uno com o brasero de b arro, con lum bre y ceniza, do

de guerra, llegaron a un tiro de ballesta*867 del edificio

delante de los nuestros echaron cierto sahum erio que

donde la m isa se decía. Los nuestros no se alteraron.

hacía mucho humo y olía bien, y poniéndole cerca del

Acabándose la m isa, el capitán hizo poner en o r­

capitán, le dixeron: "los en el entretanto que este sahu­

d en a su gente, con los tiro s de campo*868 d elan te, y

m erio se acaba, porque, donde no, m oriréis luego” . El

1867 Existen muchas variables para determinar la distanda de un tiro de ballesta antigua, pero podría estar en cerca de 150 metros. 1868 Probablemente se refiera a los arqueros o los arcabuceros. 1869 Campamento.

336

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

capitán, viendo que ya se le iban desvergonzando, con

muertos, de los nuestros algunos, y los demás en muchas

rostro airado, les requirió delante el m ism o e scrib a­

partes del cuerpo heridos.

no que estuviesen quedos y le d ejasen acabar de tom ar

Utro día, viendo el capitán como los indios no sa ­

agua, pues estaban donde no les ofendían en cosa, y que

lía n a h acerle gu erra, recogió su gente a p ar de los

él no se iría hasta que hubiese acabado de tom ar agua,

pozos, adonde se curó él y los dem ás h erid os. Los

pues estaban donde no les ofendían en cosa, y que él

capitanes y otras personas principales, viendo que su

no se iría hasta que hubiese acabado de tom ar el agua,

general estaba tan mal herido, le rogaron muchas veces

pues era cosa que ninguna nación le podía negar a otra

se m etiese en un navio con algunos de los que tenían

no habiendo precedido enemistad.

heridas peligrosas, y que en el entretanto que él y los

CAPÍTULO VI DE LA BATALLA QUE GRIJALVA HUBO CON LOS INDIOS Y DE LO QUE EN ELLA PAS Ó

blo y harían todo el daño que pudiesen, para que de ahí

dem ás heridos convalecían, ellos entrarían en el pue­ en adelante los indios no tuviesen atrevimiento de aco­ m eter a los españoles. El general, agradeciéndoles con

Grijalva, viendo que los indios que habían traído el b ra ­

buenas palabras su voluntad y celo, respondió que él

sero, sin responder cosa con enojo se habían apartado y

no venía a vengar injurias ni a pelear con los indios,

vuelto a los suyos, mandó que todos estuviesen a punto

sino a d escu b rir aquella tierra, por que dando della

para cuando m oviesen arm a los contrarios, los cuales,

noticia a su M ajestad proveyese cómo en ella se desa­

estando muy atentos al acabar del humo, comenzaron

rraigase la idolatría y otros pecados nefandos con que

a moverse en gentil orden, con denuedo grande de p e ­

D ios era gravem ente ofendido, y se plantase la fe ca ­

lear, viniéndose poco a poco hacia los nuestros, tirando

tólica; y por testim o n io , y de los dem ás que estaban

muchas piedras con hondas y arrojando varas y dardos.

presentes, por Diego Velázquez, que le había enviado,

El capitán mandó, so pena de muerte, que ninguno de

tomó posesión de aquella tierra; hecho lo cual, mandó

los suyos se moviese hasta que él hiciese señal; y vien ­

que prim ero se em barcaran todos los h erid o sy después

do que las saetas daban en el real y que no debía sufrir

los dem ás, p ara que si los in d io s q u isie re n aco m e­

sin que hiciese la resistencia debida, diciendo pocas

te rle s, hubiese quien los pudiese resistir.

palabras en alta voz, con que anim aba a los suyos, dio

El día antes que esto se hiciese, estando algunos de

a entender que peleaban para defenderse; y haciendo

los nuestros en los navios, aconteció que como enton­

señal, m andó a B ernardino Vázquez de Tapia, su a lfé ­

ces, siendo las aguas vivas, echaron las am arras cerca

rez general, los acom etiese. Dentro de poco espacio se

de la tierra en tres y cuatro brazas,*870 y de ahí apoco co­

trabó una b rava b atalla, que duró en aquel lu gar do

menzó la m ar a menguar, quedaron los navios casi en

se juntaron más de dos horas.

seco, acostados en la lama y arena, de m anera que las

Los indios, como traían pensado, poco a poco p e ­

gavias*87* tocaban en el agua, lo cual fue de gran confu­

leando, se fu eron retrayendo, a una arboleda, donde,

sión para los nuestros, porque a ven ir un poco de viento

com o a celada, traxero n los nuestros, a los cuales, en

que levantarla mar, los navios se hicieran pedazos y los

breve espacio, cercó gran m ultitud de in d ios. A qu í

nuestros quedaran aislados, puestos a gran riesgo, por

m urió Juan de Guetaria, hom bre de suerte, sabio y e s ­

estar tan h erid o s ytantos enem igos tan cerca, sin haber

forzado, cuya falta se sintió después mucho.

reparo*873 alguno adonde se acoger; pero como el otro

El general, viéndose cercado y que de refresco acu­

día siguiente volvió pleam ar, se tornaron a enderezar

dían enem igos y que los suyos iban desfalleciendo, así

los navios, poniéndose como estaban cuando surgie­

p or las h erid as como por el cansancio, m andó cargar

ron;*873 y así, porque otra vez no sucediese lo m ism o,

los tiro s y recogió toda la m ás gente que pudo, con el

mandó el Capitán que con los bateles y con las anclas

alférez general, la lugar donde él estaba, que era más

los sacasen a la mar, lo cual se hizo con mucho trabajo.

conveniente para hacer daño en los enemigos, de adon­ de, anim ando a los suyos y diciéndoles que se acorda­

CAPÍTULO V II

sen que eran españoles, y que ya no peleaban por la

CÓMO EL CAPITÁN Y SU GENTE SE EMBARCÓ Y DE LO QUE DESPUÉS SUCEDIÓ

honra, sino por la vida, acometió a los enem igos como

1870 Entre cinco y seis metros de profundidad. 1871 Las velas que se sujetan a los masteleros de una embarcación. 1872 Defensa o resguardo. 1873 Dar fondo. Cf. Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=Ynezh7n

si com enzara de nuevo, m andando soltarlo s tiros y t i­

Nadando ya los navios en el agua que habían m enester,

rar las ballestas.

el capitán se embarcó con su gente, guiando su nave­

E n este lugar dieron a Grijalva el flechazo que d i­

gación por la costa, y nueve o diez leguas hacia Cham ­

jim os en el capítulo pasado, sin otros que le hicieron

potón, antes que llegasen a él, hallaron una gran bahía,

mucho desangrar, porque los indios eran muchos, y en

donde se hacía una isleta, en la cual vieron un grande

la parte donde estaban, más poderosos, a causa que d e­

y suntuoso tem plo, y por él algunos indios que debían

trás de los árboles se guardaban y flechaban a su salvo

ser sacerdotes. H iciéronles señas que viniesen, pero,

a los nuestros. Viendo esto el general y que si de allí no

o porque no las entendieron, o porque no osaron, no

salía no podía escapar hom bre de los suyos, tirando del

vinieron . Veían los nuestros desde los navios las casas

alférez, a grandes voces mandó a los nuestros salir de

del pueblo, algunas de las cuales eran suntuosas, y un

aquella espesura lo m ejor que pudiesen a lo llano, don­

rio que corría cerca dél. Q uisieron los que venían sa ­

de juntándose, hicieron alto, donde desde la arboleda

nos saltar e n tie rra , peor por estar herido el capitán y

no podían alcanzar los arcos. Estuvieron allí hasta cerca

otros muchos que aún no habían convalecido, tem e­

de la noche, defendiéndose, según algunos dicen, lo

rosos no les sucediese alguna desgracia los dejaron de

m ejor que pudieron; aunque en opinión de otros, que

hacer, y así siguieron su viaje sin entrar en Cham po­

estando puestos en aquel lugar los nuestros no fueron

tón, tom ando la derrota que era m enester para costear

más acometidos de los indios, de los cuales hubo muchos

y descubrir la tierra. Siguiendo desta suerte su viaje,

Fuentes

337

uno de los navios comenzó a hacer mucho agua, de tal

y en confirm ación desto le rogaba recibiesen aquellas

m anera que a no hallar un puerto quince o veinte le ­

cam isas, ropas y otras joyas que les daba, para que tra ­

guas de Champotón, p eligraran los que iban en él; h a ­

tando con los suyos les diese a entender que los h om ­

bíase maltratado cuando se trastornó con los dem ás en

b re s de E sp a ñ a no e ran teq u an es, que quiere d ec ir

Campeche. E n este puerto aderezaron el navio, porque

"cru ele s” , porque tequán quiere d ecir "cosa brava” ,

tuvieron lugar de saltar en tierra sin contradicción de

sino piadosos y am igos de hacer placer.

enem igos, a causa de unas arboledas que cerca esta­ ban, las cuales tom aron por reparo.

Recibidos los dones, los indios, a vista de todos los dem ás, muy alegres, volvieron a su canoa, a la cual s i­

A d erezad o el navio, el capitán siguió su v iaje, y

guieron todas las demás y rodeándola estuvieron todas

porque había quedado concertado que Diego Velázquez,

paradas un gran rato para saber de aquel señ or y sus

que los enviaba, despacharía otro navio con gente y bas­

com pañeros lo que habían pasado con el general; aca­

tim entos, para que hubiese oportunidad de poblar, y

bada su plática, que no tardó mucho, todos juntos se

porque los que viniesen estuviesen avisados de que G ri­

volvieron al pueblo. Lo que della resultó pareció por

jalva y los suyos habían pasado por allí, hicieron unas le ­

la obra, porque otro día vin ieron algunos indios muy

tras en un árbol grande, y e n un calabazo que colgaron

bien aderezados, los cuales, con mucho comedimiento

del árbol pusieron una carta que decía el capitán G ri­

y am or, d ie ro n al ge n e ra l algunos p lu m ajes rico s y

jalva había llegado allí, y que iba adelante descubriendo

otras cosas de estim a que había en su tierra, alas cuales

tierra , con p rop ósito de no vo lver allí h asta pasados

G rijalva re cib ió con m uy alegre ro stro , m an d á n d o ­

dos m eses; y fue así que el gobernador Diego Veláz­

les darde com erybeberyalgu n as ropas de seda, que los

quez despachó el navio y por capitán de él a Cristóbal

indios tuvieron en grande estim a; e ya que se querían

de Ulid, el cual partió con mucha y buena gente, adere­

despedir, les dixo que ellos traían alguna necesidad de

zado de arm as, artillería y bastim entos, y no hallando

com ida, que si no les daban enojo, saltarían a tierra,

rastro de Grijalva se volvió, lo cual fue causa que Grijalva

para que por rescate se la diesen. Los indios resp o n ­

no poblase en m uchas partes que pudiera, porque el

dieron que su señ or no recibiría pena dello, pero que

navio que esperaba había de traer la facultad para ello.

esperasen, que otro día volverían con la respuesta.

A este puerto, donde G rijalva dejó estas señ ales llam aron los pilotos el Puerto Deseado, los cuales, to ­

CAPÍTULO V III

mando la altura del sol y del norte, se tornaron a re c ­

CÓMO VINO EL SEÑOR DE AQUELLOS INDIOS ALANAO CAPITANA Y DE LO QUE LUEGO PASÓ

tificar que la m ar de la bahía de la A scen sió n venía a aquel Puerto Deseado, afirm ando que Yucatán era isla.

Vueltos los indios con gran contento y alegría, así por

Saliendo de allí, navegando y costeando la tierra, p asa­

los preciosos dones que llevaban como por el am or con

ron por unas bocas que la m ar hacía en la tierra y d en ­

que el ge n e ra l y los suyos lo s h a b ía n tratad o, e n tra ­

tro había grandes lagunas. A estas bocas llam aron los

ro n acompañados de muchos indios que los estaban e s­

nuestros los Puertos de los T érm in o s. Yendo así n a ­

perando a la lengua del agua,*874 adonde estaba su señor,

vegando, llegaron a la boca de un rio grande que traía

al cual, muy alegres, dando la embajada del capitán con

mucha corriente, tanto que por muy largo trecho m e­

la relevancia y cerem onias que suelen, pusieron los do­

tía el agua dulce en la mar. Entraron con los navios en

nes y presentes delante de su señor, el cual, como d es­

él contrabajo, y habiendo subido obra de m edia legua,

pués se supo y pareció por la obra, los tuvo en mucho,

descubrieron un pueblo, al parecer grande y de mucha

por ser cosas jam ás vistas en su tierra; y aunque b ár­

frescura; surgieron allí, y poco después de estar surtos

baro, no queriendo que en liberalidad y m agnificencia

vin ieron muchas canoas grandes llenas de indios bien

los extranjeros le hicieran ventaja, aderezándose lo más

aderezados con ricas mantas y arm as muy lucidas, con

ricamente que él pudo, acompañado de los principales

vistosos plum ajes en las cabezas, los arcos embrazados

de su tie rra y casa, tam bién conforme a su calidad visto­

a m anera de guerra.

samente aderezados, con gran ruido y arm onía de m ú­

Gomo los nuestros desde los navios se vieron rodear

sica de caracoles y otros instrum entos, entró en las ca­

por todas partes de tanta gente que traía denuedo de

noas, llevando consigo presentes de oro, plata, piedras

pelear, sobresaltáronse algún tanto, y así se adereza­

y plumas y mucha cantidad de comida. Grijalva, como

ron todos para d efen d erse si fu e se n acom etidos; e

vio que se acercaban y que venían m anifestando mayor

ya que los indios se iban acercando, el general mandó

amistad, mandó se tocasen entodos los navios los atam-

que les h iciesen señal de paz y como que los llam aban

bores y pifaros, de lo cual el señor de dicho pueblo no

para hablar con ellos. Los indios, entendida la seña,

recibió poco contento. Grijalva antes desto tenía p ro ­

s in n in gún recelo se ju n taro n con los navios, de uno

veído cuanto vio salir al señor para los navios, que todos

de los cuales el capitán por señas dio a entender a una

se aderezasen lo más lucidamente que pudiesen, y los

canoa donde ven ía con otros p rin c ip a le s uno como

capitanes de los otros navios con algunos de su capitanía

señ o r, que fuese a la nao Capitana, donde estaba el

se vin iesen a la Capitana para que con mayor autoridad

general, la cual salió luego de entre las otras, y por las

recibiesen a aquel señ or que con tanta majestad venía.

señ as que los otros navios le h ic ie ro n llegó a la nao

Subió el señ or, que los in d io s llam an cacique, a la

Capitana, desde la cual el general y otros caballeros le

Capitana con gran estruendo de m úsica de los nuestros

m ostraron mucho am or y dieron señas de tanta am is­

y de los suyos, abrazáronse los dos con grande amor, y

tad, que aquel señ or y los principales que con él iban

tom ando el general por la mano al cacique le trajo por

subieron al navio, donde el general los abrazó y m os­

el navio, mostrándole cosas que él no había visto, al cual

tró cuanto el pudo el contento que tenía de verlos en el

todos los demás capitanes y personas principales, como

navio. Hízoles dar de com er y beber, regalólos mucho,

estaba ordenado, hablaron con grande amor y él a ellos.

1874 Voz "lengua": "lengua de agua. 1. f. Parte del agua del mar, de un río, etc., que lame el borde de la costa o de la ribera.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=N77B0Il

338

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

Las otras personas principales que con el cacique en ­

fu ertes que osasen , siendo tan pocos, v e n ir a tierra s

traron, del general y capitanes fueron tratados como su

extrañ as, llen as de tantas gentes, que para uno d ellos

calidad pedía. El cacique, acabando de ver lo que en le

debía hab er m ás de tres m il; e que pues decía que h a ­

navio había con grande comedimiento echó al a gargan­

bía de volver por allí, que él holgaba mucho dello para

ta del general una cadena de rosas y flores, muy oloro­

entender dél como de su amigo aquella nueva religión

sas, y púsole en la mano una flo r compuesta de muchas

y adoración de un solo Dios que le decía, y que p are-

flores, que ellos llam an súchil; púsole en los molledos

ciéndole tal, dejaría la suya, porque verdaderam ente

de los brazos, a su costum bre, dos grandes ajorcas de

entendía que aquellos sus dioses eran muy feos y crue­

oro; dióle pied ras y plu m ajes ricos, m andando poner

les, pues les pedían sacrificios de hom bres y m ujeres.

luego delante dél muchas aves, tamales, frísoles, maíz y

No poco contento el general con la respuesta del ca­

otras provisiones de comer, con lo que no poco se alegró

cique, con lágrim as y otras m uestras de m ucho am or

el gene ral y su gente. Esto así hecho, tornando el general

se despidió dél y se tornó a em barcar, acom pañándole

a abrazar al cacique, le hizo sentar en una silla de espal­

el cacique y principales hasta que se m etió en el batel,

das y poner luego dos m esas, la una para donde él y el

desde el cual se torn ó a d e s p e d ir ía n am orosam ente

cacique solos comiesen, y a la otra para sus capitanes e

como de antes.

indios principales que el cacique traía. Com ierontodos con mucha alegría. Acabada la comida, el cacique, agra­

CÓMO GRIJALVA SE TORNÓ A EMBARCAR Y COSTEÓ

que el día pasado ciertos criados suyos le h ab ían d i­

LA TIERRA Y DE LO DEMÁS QUE LES ACONTECIÓ

cho que su m erced quería saltar en tierra, y que para

Em barcados que fu eron los nuestros, com enzaron a

ello le habían pedido su licencia; que él y todos los suyos

navegar costeando la tierra, cerca de la cual, andadas

estaban a su servicio, que viniese norabuena,1873 porque

quince leguas, llegaron a la boca de un río que parecía

él y los suyos sabían que en hospedar a personas de tan

grande, el cual, porque tenía muchas palm as, llam aron

buen corazón hacían servicio a sus dioses, y que no p o­

de ahí adelante el Río de Palm as, y pasando ad elan ­

dían creer sino que gente tan buena fuese hija del sol.

te, de trecho a trecho, vieron muy cerca del agua unos

Dichas estas y otras m uchas sabrosas palabras, que

bultos grandes y blancos que parecían hum illaderos o

p or señas entendían los nuestros, el general le dio al­

oratorios. Deseando saber el general qué cosa fuesen,

gunas cosas que aunque no eran de mucha estim a, por

mandó a Bernardino Vázquez de Tapia, su alférez gene -

ser extrañas, él las tuvo en mucho, y con esto le dijo que

ral, y a otro hom bre de cuenta que saltasen en un batel

agradecía mucho tan buena voluntad, la cual pagaría

y entrando en tierra viesen qué eran aquellos bultos

m ás largam ente cuando por allí volviese, porque le p a­

que tanto cam peaban; y haciéndolo, viero n que eran

recía que era merecedor, por su mucha voluntad, de que

unos edificios hechos de m aderos y ramas muy tejidas

le hiciese todo servicio.

a m anera de tolvas*877 de m olinos, a los cuales edificios

Acabados estos y otros com edim ientos, porque ya

se subía p o r unas e scalerillas m uy angostas; estaban

era hora, m andó el gen eral ech ar los botes al agua,

casi llen os de arena, hecho en m edio un hoyo, el cual

donde entraron todos los que cupieron. El general se

los m oradores de aquella tierra henchían de agua de la

metió en un batel con los capitanes y el señ or con sus

mar, la cual con el gran sol que por allí hace, cuajándose

principales en su canoa, y así juntos, acom pañados de

se volvía en sal muy buena y de muy buen gusto; gastá­

to d oslos dem ás, con mucha m úsica, saltaro n en tierra,

base mucho la tierra adentro. Prosiguiendo la navega­

donde luego, dándolo por testim o n io u n escriban o,

ción, vieron los nuestros muchos ríos, y algunos dellos

tomó posesión en nom bre de su M ajestad, por Diego

muy caudales, que entraban en la mar, y todos los días,

Velázquez, de aquella tierra.

en poniéndose el sol, si la costa era lim pia, surgían en

Llamábase el pueblo Potonchán y la provincia Ta­ basco, cuyo río se llamó de ahí delante de Grijalva por

1875 Enhorabuena. 1876 Haberes. 1877 Voz "tolva": "1. f. Caja en forma de tronco de pirámide o de cono invertido y abierta por abajo, dentro de la cual se echan granos u otros cuerpos para que caigan poco a poco entre las piezas del mecanismo destinado a triturarlos, molerlos, limpiarlos, clasificarlos o para facilitar su descarga.", Diccionarío de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=ZzM hmEV 1878 Asperezas. 1879 Abundancia.

CAPÍTULO IX

deciendo la honra que se había hecho, dijo al general

ella, y si no había buen surgidero, metíanse en la mar, poniéndose al reparo.

h aber entrado en él el general Joan de Grijalva. Hecho

Fue cosa m aravillosa, como después acá ha p areci­

este acto, el general con los suyos fue a la casa del ca­

do, que siendo, como es, aquella costa tan brava y tan

cique, que era m uy suntuosa, en la cual fue m uy f e s ­

peligrosa, que ningún navio osa en este tiem po llegarse

tejado, donde en el entretanto dio a entender al señ or

a la costa que no perezca, entonces, navegando y su r­

cóm o hacia el occidente, m uy lejos de allí, h abía una

giendo tan cerca della por tantos días, ninguno p e re ­

g ran tie r ra que lla m a b a n E sp a ñ a , cuyo re y era m uy

ció, habiéndose perdido después acá muchos, lo cual es

poderoso, así por la mucha gente que tenía, como por

gran argumento de que Dios allanaba las esperezas*878

los grandes heberes*876 y provincias que poseía, y que

y quitaba los peligros para que su santo Evangelio fuese

ellos eran sus vasallos enviados por él a descubrir aque­

p redicado en tierra s tan extrañas, donde el dem onio

llas tierras y tratar con los m oradores dellas y en señ ar­

por tantos años había tiranizado aquellas gentes.

les cómo no se había de creer en las piedras ni animales,

Prosiguiendo su viaje, pasaron cerca de unas sie ­

ni en el sol, ni el la luna, que ellos tenía falsam ente por

rras, cuyas grandes peñas daban en la mar; parecíanse

dioses, sino en un solo Dios hacedor y criador del cielo

entre sierra y sierra unas tierras de gran frescura y de

y de la tierra, al cual los españoles y cristianos adora­

herm osas arboledas y bocas de ríos, con gran copia*879

ban, y que esto lo entendería adelante con la com uni-

de agua, entraban en la mar: Veíanse asimismo, desde las

cación y amistad que tendría con los españoles.

gavias de los navios, la tierra adentro, otras muy gran ­

El cacique, que debía ser de buen entendim iento,

des sierras, y lo que era llano muy fresco. De ahí apocas

respondió que el rey de los nuestros debía de ser, como

leguas, yendo navegando un día, vieron por delante is ­

el general decía, muy poderoso, pues tenía vasallos tan

las y arrecifes que se hacían en la m ar a una parte y a

33 9

Fuentes

otra por donde navegaban, por lo cual les era forzado

a Diego Velázquez para que nos envíe m ás gente y b as­

ir sondando con cuidado de no dar en algún bajo. Y en ­

tim entos; otros, decís, que no traigo poder para poblar,

do así, no lejos de las naos, vieron dos o tres canoas con

sino para descubrir, y que a eso viniste, y no a otra cosa, y

indios que andaban pescando; el general, como los vio,

que pues esto está hecho, que os queréis volver a Cuba,

mandó saltar en un batel al alférez con otros de la co m ­

donde te n é is vu estros in d io s y h acien d as, y que si,

pañía, para que, dando caza a las canoas, tom ase al­

volviendo, os pareciere acertada la jornada, daréis la

guna dellas; salió luego otro bajel para atajarlas para que

vuelta conmigo, como lo habéis hecho. Cierto, no puedo

no se fu ese n , y así, se d ie ro n tanta p rie sa , que a u n ­

dejarde estar dudoso y perplejo entre dos pareceres tan

que las canoas huían mucho, en breve tiem po, se fueron

diversos, pues cada uno dellos parece tener razón. Mi

acercando a ellas. Los indios, viendo que no se podían

parecer es, salvo el vuestro, que, pues diego Velázquez

escabullir, dejando de rem ar, tomando unas navajas de

no ha enviado a Cristóbal de Ulid, como prometió, que

pedernal que traían en las canoas, comenzáronse a sa­

debe de q u erer que nos volvam os y que no poblem os

crificar, sacándose sangre de las orejas, narices y lengua

hasta que vea la relación que llevamos. Estos indios son

y de los muslos y otras partes del cuerpo, ofreciendo la

muchos y están en su tierra proveídos de lo necesario;

sangre que salía al sol, creo que ofreciéndose a él como

nosotros estamos en la ajena, faltos de bastim entos y de

a su dios y defensor, puestos en aquel peligro.

armas, y no tantos cuantos seríam os m enester. Podría

Este fue el prim ero sacrificio de sangre que los nues­

ser que, como gente tan diferente de la nuestra, el día

tros vieron en esta tierra. Tomaron los de los bateles una

que nos vean hacer asiento pien sen que les querem os

o dos canoas y piedras verdes y azules de poco valor. E s ­

quitar la tierra, y así, se levantarán contra nosotros, y el

tas señales y derramam iento de tanta sangre dio ocasión

negocio de la población no tendrá firm eza” .

a que los nuestros llam asen a aquella isla de Sacrificios.

Acabada esta plática, A lonso de A vila y Pedro de

Está de la Tierra Firm e un cuarto de legua. No hallando

Alvarado, que eran de parecer contrario del de Grijalva,

en ella persona viva de quien pudiese inform arse, otro

rogándose el uno al otro para que respondiese, después

día determinó el general de saltar en tierra con los bate­

de hecho su com edim iento.1880 Pedro de Alvarado dijo

les; los indios, con las buenas nuevas que los indios de

así: "Entendido tenem os todos, señ or y valeroso capi­

las canoas les habían dado, sin ningún recelo vinieron

tán nuestro, que con todo cuidado habrá vuestra m er­

a ver al capitán, trayéndole alguna com ida y frutas, lo

ced mirado este negocio, y que en él hay tanta dificultad

cual fue gran refresco para los nuestros, porque tenían

como parece, por lo que vuestra m erced nos ha dicho;

ya gran necesid ad de m an ten im ien tos. E stuviéron se

pero com o nin gu na cosa hay tan dudosa n i p erp le ja

todo aquel día cerca de una boca de un río pequeño, de

que para entram bas partes tenga igual contradicción, y

agua muy buena, que entra en la mar, donde algunos se

ninguna tan cierta que no pueda, en alguna m anera ser

lavaron y otros nadaron, no hartándose de aquella agua

contradicha, debem os siem pre, los que consultam os,

por la necesidad grande que della otras veces habían p a­

ten er cuenta con el provecho, si va acom pañado con

sado. A pu esta de sol se volvieron dorm ir en los navios.

hacer el deber, y así, aunque haya algunos inconvenien­

Utro día, el general, saltando e n tierra, mandó lle ­

tes, si lo que se hace vale más, no se ha de tener cuenta

var muchas ropas, joyas, piedras, cuentas y otras cosas

con e llo s. Esto sigo, porq u e aunque exp resam en te

de m ercería para rescatar y descubrir si los indios te ­

Diego Velázquez no dio licencia para poblar, tampoco

nían oro o plata y piedras preciosas, puestas estas co ­

lo prohibió, sino que a la partida, delante de los más de

sas de rescate sobre unas m esas, p ara que los in d io s

nosotros dijo: "Ya sabéis, Grijalva, cuánto importa este

las pudiesen ver y rescatar las que quisiesen. Llegaron

descubrim iento; hacerle heís con todo cuidado y dél

m uchos dellos que, así p or la buena conversación que

me daréis relación, y sobre todo, os encomiendo que,

hallaron, como por lao que aquellas cosas tan nuevas a

visto que su ced iere, h agáis en todo com o yo h aría si

sus ojos les contentaban, com enzaron a rescatar algu­

presente fu ese” . De las cuales palabras se vee claro que

nas dellas, dando en pago unas hachas de Ghinatla, que

no ató vuestra m erced las m anos para no poder hacer

son de cobre que reluce como oro, de las cuales, creyen­

asiento en esta tierra, que tantas m uestras ha dado de

do Grijalva que era oro baxo, tomó muchas, aunque dicen

riqueza, cuanto más que, aunque expresam ente lo v e ­

algunos que ciertas dellas tenían calzados los filos con

dara, ni Dios ni Su alteza del rey, nuestro señ or, dello

oro; rescató asim ism o otras cosas de pluma y algodón y

serán deservidos; porque m uchas veces acontece que

algunas piedras que los indios llam an chalcuites. Llegó

cuando se hace la ley es necesaria, y andando el tiem ­

Grijalva a aquella isleta día de San Joan, y como pregun­

po, según lo que se ofrece, no hace falta el mal el que la

tados los indios cómo se llamaba aquella tierra, respon­

quebranta, porque el principal motivo dello es el bien

dieron que Ulua, llam aron al puerto San Joan de Ulua.

común, y cuando falta y se sigue el daño, cesa su vigor,

Flabiendo Grijalva rescatado las cosas que dije, cre­

y carca desto, si apretam os m ás el negocio, ¿qué p e ­

yendo ser las hachas de oro baxo, y que conforme a la

sar puede recibir Diego Velázquez poblando por él, en

muchedumbre que dellas tenía, no podía dejar de vo l­

nombre de su Alteza, pues el descubrim iento se enca­

ver muy rico, trató de volverse luego sin poblar, como

mina para esto? A lo que vuestra merced dice que somos

aquel que no había conocido su buena ventura, y así,

pocos y que los indios son muchos, y que los más de n o­

otro día llamando a los capitanes y personas principa­

sotros desean volver a Cuba, no hay que parar en esto,

les, les habló en esta m anera: "Señores y amigos míos:

pues estamos conformes, porque valemos por muchos,

Entendido tengo que entre vosotros hay dos pareceres;

y no somos tan pocos que, enviando luego m ensajero a

el uno contrario del otro, porque algunos de vosotros

Diego Velázquez, no nos podem os entretener, aunque

sois del parecer que, por las buenas muestras que hay en

durase la guerra un año, la cual tengo entendido que no

esta tierra, poblem os en ella, enviando alguna persona

habrá, porque si los indios, con el buen tratamiento que

1880 Comedimiento, urbanidad.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

340

ILUSTRACION 5 0 0 , EN D E G L IH A B IT I

v e n ir la flota, el cual dio nueva a Diego Velázquez de

A N TIC H I E T MODERNI D I D IV ER SE PA RTI DEL MONDO, DE CESARE VECELLIO,

la ven id a de la flo ta de G rijalva. Pesó m ucho desto,

VEN ECIA, 1 5 9 0 . ESTAMPA DE UNA

como era razón, a Diego Velázquez, y más cuando supo

REIM PRESIÓN DE 1 86 0. COL. JE O L.

que los más del ejército habían hecho, pues había lleva­ do tantos y tan buenos caballeros, y la tierra que había descubierto era tan aparejada para ello, y así, antes que Pedro de Alvarado llegase, publicó luego que tenía d e ­ term inación, como lo hizo, de tornar con m ás pujanza a arm ar otra flota y gastar en ello toda su hacienda y la de sus amigos, p arlo cual comenzó a tratar con A ndrés del Duero, que era muy su amigo y hom bre de mucha co r­ dura, a quién sería bien encargar la jornada, para que con honra saliese con la em presa, porque, con el s u ­ ceso había parecido, Francisco Hernández de Córdoba, aunque valiente y anim oso, había sido desgraciado, y aunque quisiera, por la poca gente que llevaba, no p o ­ día poblar, y Grijalva, aunque pudo, no se atrevió. E n el entretanto que él con A n d rés de Duero tr a ­ taba este negocio, llegó Pedro de Alvarado y luego G ri­ jalva, los cuales luego enviáronlas m uestras de la tierra descubierta, que eran las hachas que decim os, cotaras, p lu m ajes, ropas de plu m a y algod ón y algunas joyas de oro y plata, las cuales m uestras, como p u sie ­ ron nuevo ánim o a Diego Velázquez para h acer nuevo gasto, así le acrecentaron el enojo contra Grijalva; y como el que entendía que en el esfuerzo y prudencia en tan pocos días les h em os hecho, nos tien en tanta

del general consistía el buen suceso de lo que em p ren ­

voluntad, ¿qué harán cuando por m uchos les h iciéra­

día, puso al p rin cip io lo ojos sobre dos o tres cab a­

m os buenas o b ra s?, pues el am istad no se conserva

lleros, que el uno se llam aba Vasco Porcallo y el otro

sin o con buenas obras y largo tiem po en el deseo de los

Diego Berm údez y el otro Garci H olguín, de lo cual no

de contrario parecer. Lo que se puede responder es que,

poco se agravió Pedro de A lvarado, porque dijo que

asentando vuestra m erced y nosotros, m udarán p are ­

no le h a cían G en eral no vo lv e ría a la jo rn a d a , a u n ­

cer, o por vergüenza o por no poder ser de los prim eros

que después, p or m edio de A n d rés de Duero, tornó a

en esta conquista, Y si algunos hubiere que todavía p o r­

ella, p o r ser, com o h abía visto , d ign a de em p learse

fíen en irse, vayan con Dios y sirvan de m ensajeros, que

en ella cualquier hom bre de valor.

no serán tantos que nos puedan hacer falta” .

La elección de uno destos caballero se estorbó por

A cabada esta plática, A lonso Dávila y los dem ás ca­

las en vid ia s Y em u lacio n es que entre ello s h abía y

pitanes, d ieron que eran de aquel parecer si su m e r­

porque Diego Velázquez se recataba de lo que sucedió

ced venía con él; pero como Grijalva pensaba que e s ­

con Hernando Cortés, no se alzasen con la goberna­

taba rico con las hachas de rescate, y tenía algunos al

ción de la tierra, de la cual los reyes católicos, por sus

oído, que le decían que con el haber que llevaba podía

cédulas y provisiones le habían hecho Adelantado,

descansar en Cuba, o volver a la m ism a em presa con

dando licencia los frailes jerón im os para que armase

m ás pujanza, replicó disim uladam ente que m iraría el

y descubriese y de lo así poblado tuviese cierta parte,

negocio y haría lo que conviniese.

comenzó a com prar navíos y a hacer otros m uchos gas­ tos, en los cuales, como después pareció en las cartas

CAPITULO XI

de pago, dicen que gastó con la ayuda de sus amigos,

CÓMO GRIJALVA SE EMBAUCÓ Y PARTIÓ

m ás de cie n m il ducados. Ya que en el puerto había

PARA LA ISLA DE CUBA

Grijalva, aunque los más y más principales de su e jé r­

1881 Voz "de munición": "1. loe. adj. Dicho de una cosa: suministrada por el Estado a la tropa para su manutención y equipo, por contrata, a diferencia de lo que el soldado compra de su bolsillo.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=Q5iSDHm

doce muy buenos navios y la m unición1881 y lo dem ás necesario para la navegación, tornó a p en sar a quién

cito eran de parecer que se poblase, por haber hallado

en com endaría tan im portante negocio, que con fid e ­

tanta com odidad, se entró aquel día en los navios con

lidad, esfuerzo y seso lo acom etiese y saliese con él; y

otra ocasión de la que parecía, y a la m edia noche dijo al

como en los negocios de dubda aprovecha mucho un

piloto mayor, Alam inos, que alzasen anclas y se hiciesen

buen tercero, A nd rés de Duero, que era grande amigo

a la vela. Lo que cerca desto algunos dicen es que, aun­

de Hernando Cortés, y le favorecía y ayudaba cuanto

que topó con su buena ventura, no la conoció, dejándo­

podía, porque h abía conocido del que ten ía aquellas

la ir de entre las manos para Hernando Cortés, de cuyos

partes que eran necesarias para em plearle en tan buen

valerosos hechos será lo p rin cip al desta h isto ria. En

negocio, d icen que de secreto dijo a Diego Velázquez

esta jo rn ad a no sucedió cosa de contar sea, porque no

que ninguno otro convenía que fuese por general sino

veía Grijalva la hora de llegar a Cuba, pensando que iba

H ernan do C ortés, porque los dem ás caballero s p a ­

muy rico y que había hecho mucho en llevar tan buenas

recían bulliciosos y entre ellos había grandes com pe­

y tan rica s m u estras de la tie rra , p ara d ar nuevas de

tencias sobre quién iría; e que yendo alguno dellos, se

las cuales se adelantó Pedro de A lvarad o, y llegó por

habían de quedar los dem ás, que no habían de dejar

tierra prim ero un }oan de Cervantes, que había visto

de hacer falta; y que yendo, había de haber disensión y

341

Fuentes

ILUSTRACIÓN 501, EN D E G L IH A B IT I

desgracias, y que ninguno dellos estaba tan obligado a

AN TICH I E T MODERNI D I D IV ERSE PARTI

servirle como Hernando Cortés, por haberle siem pre

DEL MONDO, DE CESARE VECELLIO,

honrado y puesto en cargos y haberle casado y hecho

REIMPRESIÓN DE 1 86 0. CO L JEO L.

VENECIA, 1 590. ESTAMPA DE UNA

Alcalde, y que en todo lo que se había ofrecido, había mostrado ser bien bastante para aquella jornada, y que por estas y otras razones que él sabía, no debía a otro que a Cortés confiar la jo rn ad a...

Relación de las cosas de Yucatán, escrita por Diego de Landa, hacia 156o1883

PROFECÍAS DE LALLEGADADE LOS ESPAÑOLES. BIO GRAFÍA DE FRANCIS CO DE MONTEJO, PRIMER ADELANTADO DE YUCATÁN

Que como la gente m exicana tuvo señales y profecías de la ven id a de los esp añ oles y de la cesa sió n de su mando y religión, tam bién las tuvieron los de Yucatán algunos años antes de que "el A d elan tad o ” M ontejo los conquistase; y que en las sierras de M aní, que en la provincia de Tutul Xiu , un indio llamado A h Caníbal, de oficio Chilám, que es el que tiene a su cargo dar las resp u estas del d em on io, les dijo p ú blicam ente que pronto serían señoreados por gente extranjera, y que les predicarían un Dios y la virtud de un palo que en su lengua llam an Vamonché, que quiere decir palo enhies­ to de gran virtud contra los dem onios.1883

al prim er pueblo llamó la Vera-cruz conforme al blasón de su bandera; y que en este pueblo fue Montejo nom ­

Que el sucesor de los Cocomes, llamado don Juan

brado Alcalde del rey, cargo en que se mantuvo discre­

Cocom, después de bautizado, fue h om bre de gran

tamente y así lo publicó por tal Cortés cuando tomó por

reputación y muy sabio en sus cosas y b ien sagaz y e n ­

allí después del camino que hizo navegando la tierra a la

tendido en los naturales; y fue muy fam iliar del autor

redonda, y que por esto lo envió a España como uno de

de este libro, fra y Diego de Landa y le contó m uchas

los procuradores de la Nueva España y para que llevase

antigüedades y le mostró un libro que fue de su abuelo,

el quinto del rey con una relación de la tierra descubier­

hijo del Cocom que m ataron en Mayapán, y en él e s ­

ta y de las cosas que comenzaban a hacerse en e lla ...

taba pintado un venado; y que aquel su abuelo le había dicho que cuando en aquella tierra entrasen venados los Dioses; y que se habían cum plido porque los esp a­

Historia verdadera de la Conquista de la Nueva España, escrita en Guatemala por

ñoles trajeron vacas grandes.

Bernal Díaz del Castillo, entre 1 5 6 0 7 15681884

grandes, que así llam aban a las vacas, cesaría el culto a

Que "el Adelantado” Francisco de M ontejo fue n a­ tural de Salam anca y que pasó a las Indias después de

CAPÍTULO II

poblada la ciudad de Santo Domingo y la isla Española,

DEL DESCUBRIMIENTO DE YUCATAN,

habiendo estado prim ero algún tiempo en Sevilla donde

Y DE UN REENCUENTRO DE GUERRA QUE TUVIMOS

dejó un hijo niño que allí hubo; y que vino a la ciudad de Cuba donde ganó de com er y tuvo muchos amigos

CON LOS NATURALES

En ocho días del mes de Febrero del año de mil y qui­

por su buena condición y entre ellos fueron Diego V e­

nientos y diez y siete años salim os de La Habana, y nos

lázquez, gobernador de la isla, y Hernando Cortés; y

h icim os á la vela en el puerto de Jaruco, que ansi se

que como el gobern ad or determ inó en viar a Ju an de

llam a entre los indios, y e s la banda del norte, y en doce

Grijalva, su sobrino, a rescatar a tierras de Yucatán y a

dias doblamos la de San Antón, que por otro nombre en

descubrir más tierra después de la nueva que Francisco

la isla de Cuba se llam a la tierra de los Guanataveis, que

Hernández de Górdova trajo cuando la descubrió, d i­

son unos indios como salvages. Y doblada aquella p un ­

ciendo que era tierra rica, determinó que Montejo fuese

ta, y puestos en alta mar, navegamos á nuestra ventura

con Grijalva. [Montejo] como era rico, puso uno de los

hácia donde se pone el Sol, sin saber baxos, ni corrien ­

navios y muchos bastim entos y fue así de los segun­

tes, ni qué vientos suelen señorear en aquella altura,

dos españoles que descubrieron a Yucatán. Y que vista

con grandes riesgos de nuestras personas; porque en

la costa de Yucatán tuvo deseos de enriquecerse allí an ­

aquel instante nos vino una torm enta que duro dos días

tes que en Cuba, y vista la determ inación de Hernando

con sus noches, y fue tal que estuvimos para nos perder:

Cortés, le siguió con su hacienda y persona y Cortés le

y desque aboninzó,1883yendo por otra navegación, pasa­

dio un navio a su cargo haciéndole capitán de él. Que

dos vein tey u n días que salim os de la isla de Cuba, vimos

en Yucatán recogieron a Gerónimo de Aguilar de quien

tierra de que nos alegram os m ucho, y dim os m uchas

Montejo entendió lalengua de aquella tierra y sus cosas,

gracias á Dios por ello; la qual tierra jam as se había d es­

y que llegado Cortés a la Nueva España comenzó a poblar

cubierto, ni había noticia de ella hasta entonces, y desde

1882 Esta versión cuenta con la introducción de Angel María Garibay K., col. Biblioteca Porrúa, núm 13, Editorial Porrúa, México, 1986. pp. 20-22. La obra de Landa fue publicada por primera vez en 1864, en francés, por el abate Brasseur de Bourbourg y en 1881, en castellano, como apéndice de la obra Essai sur le defrichement de l'ecriture hiératique maya, de León Rony y Juan de Dios de Rada y Delgado, en Madrid. La primera edición mexicana es de 1938. 1883 Clara alusión a la cruz como símbolo cristiano. 1884 Bernal Díaz del Castillo, uno de los cronistas que vivió los acontecimientos del descubrimiento y conquista de la península de Yucatán, fue el único que participó directamente en las tres expediciones: la de Hernández de Córdoba, la de Grijalva y la de Cortés. Sin embargo, su relación fue redactada casi cuarenta años después de sucedidos los hechos. En el transcurso del tiempo su memoria seguramente se fue seleccionando para remarcar ciertos hechos y ajustarse a los sucesos posteriores que i mpacta ron en los detalles y la relevancia de los datos presentados. En 1632, en Madrid, fray Alonso Remón, un miembro de la orden de los mercedarios, publicó una primera versión del manuscrito con varios cambios con el propósito principal de magnificar los servidos Bartolomé Olmedo, un fraile de su orden que acompañó a Cortés. El manuscrito original de la Historia verdadera de la conquista de la Nueva España fue impreso por Genaro Garda, en México, en 1904. El texto fue traduddo al inglés por Alfred Perdval Maudslay y publicado por la Hakluyt Sodety en 1908. Existe también una traduedón al inglés de 1632, edidón que aparedó a inidos del siglo xix. Wagner se basó en la versión de Garda. El texto que presentamos es de la Imprenta de Benito Cano, impreso en Madrid, en 1795, disponible en la Biblioteca Digital Saavedra Fajardo: http://www. saavedrafajardo.org/Archivos/ diazhistoria.pdf 1885 Abonazó, se serenó.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

1886 Gran Cairo, algunos historiadores lo han identificado en Tulum, yo tengo mis reservas, probablemente fuera la capital del Kuchkabal (los estados mayas del siglo xvi) de Ekab. 1887 Konex otoch, significa en maya: "vamos a mi casa". 1888 Navegadón. 1889 Voz "breña": "1. f. Tierra quebrada entre peñas y maleza.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=64zCJkv lego yoz "ceiac|a": " i. f. Emboscada de gente armada en paraje oculto.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=889zhzN|88Eb7S7 1891 Aquí hay una contradicdón básica con la carta de Cortés y las reladones de Mártir de Angleria, como si se tratase de otra historia, señalan que no solo fueron bien redbidos, sino que intercambiaron abrazos sino que: "...Se hideron mutuos regalos; los bárbaros dieron a los nuestros globitos de oro y joyas hechas de oro, muy lindamente formadas, y los nuestros les regalaron vestidos de seda y lana, también cuentas de cristal y cascabeles de latón, dones muy agradables para ellos por lo peregrinos...", op. cit., I. III, cap. Único. 1892 Probablemente los traductores "cubanos" que llevaba Grijalva hablaban un idioma que les permitió entenderse incluso con los chontales, por lo que es muy probable fueran hablantes de maya. 1893 Cruzados, bizcos. 1894 Arredfes. 1895 Otra diferenda entre la carta de Cortés y la reladón de Mártir de Angleria, que establece que le pusieron el nombre de Lázaro al cacique y no a la poblad ón. 1896 Es importante recalcar que aparece como Campeche, lo más parecido a CanPech y no AhKin-Pech como los historiadores del siglo xix y parte del xx han querido ver.

los navios vim os un gran pueblo, que al parecer estaria

con otros muchos indios que le acompañaban. E ye n ­

de la costa obra de dos leguas; y viendo que era gran p o­

do de la m anera que he dicho, cerca de unos m ontes

blación, y no habíamos visto en la isla de Cuba pueblo

breñosos,*889 comenzó á dar voces, y apellidar el cacique

tan grande, le pusim os por nombre el Gran Gayró.1886 Y

para que saliesen á nosotros esquadrones de gente de

acordamos que con él un navio de m enos porté se acer­

guerra que tenían en zelada‘89° para nos matar:*89* y á las

casen lo que mas pudiesen á la costa á ver qué tierra era,

voces que dió el cacique, los esquadrones vinieron con

y a ver si había fondo para que pudiésem os anclear ju n ­

gran furia, y comenzáron á nos flechar de arte, que á la

to á la costa: y una mañana, que fueron quatro de Marzo,

prim era rociada de flechas nos hiriéron quince solda­

vim os ven ir cinco canoas grandes llenas de Indios na­

dos, y traían armas de algodon, y lanzas, y rodelas, a r­

turales de aquella poblacion, y venían á remo y vela. Son

cos, y flechas, y hondas, y mucha piedra, y sus penachos

canoas hechas á m anera de artesas, y son grandes de

puestos, y luego tras las flechas vinieron á se juntar con

m aderos gruesos, y cavadas por dedentro, y está hueco,

nosotros pie con pie, y con las lanzas á manteniente nos

y todas son de un madero macizo, y hay muchas dellas

hacían mucho mal. Mas luego les hicim os huir como

en que caben en p ie quarenta y cincuenta Indios. Quie­

conocieron el buen cortar de nuestras espadas, y de las

ro volver á mi materia. Llegados los indios con las cinco

ballestas, y escopetas, el daño que les hacían, por m a­

canoas cerca de nuestros navios con señas de paz que

nera que quedáronm uertos quince dellos. U npoco mas

les hicim os y llam ándoles con las manos, y capeándoles

adelante donde nos dieron aquella refriega, que dicho

con las capas para que nos viniesen á hablar, porque no

tengo, estaba una placeta, y tres casas de caly canto, que

teníam os en aquel tiempo lenguas que entendiesen la

eran adoratorios donde tenían muchos ídolos de barro,

de Yucatan, y Mexicana; sin tem or ninguno viniéron, y

unos como caras de d em onios, y otros como de m u ­

entráron en la nao Capitana sobre treinta dellos; á los

geres, altos de cuerpos, y otros de otras malas figuras,

quales dim os de com er cazabe, y tocino, y á cada uno

de m an era, que al p a re c e r estab an h acien d o s o d o ­

un sartalejo de cuentas verdes, y estuviéron m irando un

m ía s unos bultos de ind ios con otros; y dentro en las

buen rato los navios; y el m as principal dellos, que era

casas tenían unas arquillas hechizas de madera, y en

cacique, dixo por señ as que se quería to rn a r á e m ­

ellas otros ídolos de gestos diabólicos, y unas paten i-

barcar en sus canoas, y volver á su pueblo, y que otro dia

llas de m edio oro, y unos pinjantes, y tres diadem as, y

volverían, y traerían mas canoas en que saltásem os en

otras piecezuelas á m anera de pescados, y otras á m a­

tierra: y ven ían estos indios vestidos con unas xaque-

nera de añades de oro baxo. Y despues que lo hubim os

tas de algodon, y cubiertas sus vergüenzas con unas

visto, así el oro, com o las casas de cal y canto, e stá b a ­

mantas angostas, que entre ellos llam an maltates, y tu-

m os muy contentos porque habíamos descubierto tal

vím oslos por hom bres mas de razón que á los indios de

tierra ; porque en aquel tiem po no era descubierto el

Cuba; porque andaban los de Cuba con sus vergüenzas

Perú, ni aun se descubrió dende ahí á diez y seis años. En

defuera, excepto las m ugeres que traían hasta que les

aquel instante que estabamos batallando con los indios,

llegaban á los muslos unas ropas de algodon, que lla­

com o dicho tengo, el clérigo González iba con n o so ­

m an naguas. Volvamos á nuestro cuento, que otro dia por

tro s, y con dos indios de Cuba se cargó de las arquillas,

la mañana volvió el m ismo cacique a los navios, y truxo

y el oro, y los ídolos, y lo llevó al navio: y en aquella e s ­

doce canoas grandes con muchos indios rem eros, y dixo

caramuza prendim os dos indios, que despues se bau-

por señas al capitán, con muestras de paz, que fuesemos

tizáron, y volviéro n C h ristian o s,‘89!ly se llam ó el uno

á su pueblo, y que nos darían comida, y lo que hubié­

M elchor, y el otro Julián, y entrambos eran trastrava-

sem os menester; y que en aquellas doce canoas podía­

dos*893 de los ojos. Y acabado aquel rebato acordamos de

m os saltar en tierra . Y quando lo estaba diciendo en su

nos volver á em barcar, y seguir las costas adelante d es­

lengua, acuérdom e que decia con escotoch, con esco-

cubriendo hácia donde se pone el sol. Y despues de cu­

toch,‘887y quiere decir, andad acá á m is casas; y por esta

rados los heridos, comenzamos á dar velas.

causa pusimos desde entonces por nombre á aquella tierra Punta de Cotoche, y así está en las cartas del m a­ rear.*888 Pues viendo nuestro capitán, y todos los demas

CAPÍTULO I II DEL DESCUBRIMIENTO DE CAMPECHE

soldados, los muchos halagos que nos hacia el cacique

Gomo acordamos de ir la costa adelante hácia el p o ­

para que fuésem os á su pueblo, tomó consejo con n o ­

niente descubriendo puntas, y baxos, y ancones, y arra-

sotros, y fué acordado que sacasemos nuestros bateles

cifes,*894 creyendo que era isla, como nos lo certificaba

de los navios, y en el navio de los mas pequeños, y en las

el piloto A ntón de A lam inos; íbam os con gran tiento

doce canoas saliésem os á tierra todos juntos de una vez;

de dia navegando, y de noche al reparo, y parando: y

porque vim os la costa llena de indios que habían ve n i­

en quince días que fuim os desta m anera, vim os desde

do de aquella poblacion: y salimos todos en la prim era

los navios un pueblo, y al parecer algo grande, y había

barcada. Y quando el cacique nos vido entierra, y que no

cerca dél gran ensenada y bahía; creim os que había rio,

íbam os á su pueblo, dixo otra vez al capitán p or señas,

ó arroyo, donde pudiésem os tom ar agua, porque ten ía­

que fuesem os con él á sus casas, y tantas m uestras de

mos gran falta della: acabábase la de las pipas, yb asijas

paz hacia, que tomando el capitán nuestro parecer, para

que traíamos, que no venían bien reparadas, que como

si iríam os, o no; acordóse por todos los mas soldados,

nuestra arm ada era de hom bres pobres, no teníam os

que con el m ejor recaudo de armas que pudiésem os lle ­

dinero quanto convenia para com prar buenas pipas:

var, y con buen concierto fuesem os. Llevamos quince

faltó el agua, hubim os de saltar en tierra junto al pueblo,

ballestas, y diez escopetas (que así se llam aban escope­

y fué un Dom ingo de Lázaro, y á esta causa le pusim os

tas y espingardas en aquel tiempo) y comenzamos á ca­

este nom bre,1893 aunque supimos que por otro nombre

m inar por un camino por donde el cacique iba por guia

propio de indios se dice Campeche:*896 pues para salir

Fuentes

todos de una barcada, acordam os de ir en el navio mas

de aquel arte, y muy bravosos, y de lo de la punta de Go­

chico, y en los tres bateles b ien apercebidos de n u e s­

toche aun no teníam os sanas las heridas, y se habían

tras armas, no nos acaeciese como en la punta de Co-

muerto dos soldados que echamos al mar, y vim os gran­

toche; porque en aquellos ancones, y bahías mengua

des esq u ad ro n es de in d io s sobre n o so tros, tu vim os

mucho la mar, y por esta causa dexamos los navios an-

tem or, y acordamos con buen concierto de irnos á la

cleados mas de una legua de tierra, y fuim os á desem ­

costa; y así comenzamos á cam inar por la playa adelante

barcar cerca del pueblo, que estaba allí un buen paso de

hasta llegar enfrente de un peñol que está en la mar, y

buena agua, donde los naturales de aquella poblacion

los bateles, y el navio pequeño fuéron por la costa tierra

venian y se servían dél: porque en aquellas tierras, se ­

á tierra con las pipas de agua, y no nos osam os em bar­

gún hem os visto, no hay rios, y sacamos las pipas para

car junto al pueblo donde nos habíamos desembarcado

las henchir de agua, y volvernos á los navios: ya que e s­

por el gran núm ero de indios que ya se habían juntado;

taban llenas, y nos queríamos embarcar, vinieron del

porque tuvim os por cierto que al em barcar nos darían

pueblo obra de cincuenta indios, con buenas mantas

guerra. Pues ya m etida nuestra agua en los navios, y

de algodon, y de paz, y á lo que parecía debieran de ser

embarcados en una bahia como portezuelo que allí e s­

caciques, y nos decían por señas que qué buscábam os?

taba, com enzam os á navegar seis días con sus noches

y les dim os á entender que tom ar agua, é irnos luego á

con buen tiem po, y volvió un norte que es travesía en

los navios; y señalaron con la mano que si veníam os de

aquella costa, el qual duró quatro días con sus noches

hácia donde sale el Sol, y decían Castilá, Castilá, y no

que estuvimos para dar al través; tan recio tem poral h a­

m iráb am o sb ien en la plática de Castilá, Castilan. Y d e s -

cia, que nos hizo anclear la costa por no ir al través, que

pues destas pláticas que dicho tengo, nos dixéron por

se nos quebráron dos cables, y iba garrando*903 á tierra

señas que fuésem os con ellos á su pueblo, y estuvimos

el navio. U en qué trabajo nos vim os! que si se quebra­

tomando consejo si iríam os: acordamos con buen con­

ra el cable, Íbamos á la costa perdidos, y quiso Dios que

cierto de ir muy sobre aviso,*897y lleváronnos á unas ca­

se ayudáron con otras maromas*903 viejas, y guíndale-

sas muy grandes*898 que eran adoratorios de sus ídolos,

tas.*904 Pues ya reposado el tiem po, seguim os nuestra

y estaban muy bien labradas de cal y canto, y tenían f i ­

costa adelante, llegándonos á tierra quanto podíam os

gurados en unas paredes muchos bultos de serpientes y

para tornar á tom ar agua, que (como he dicho) las pipas

culebras, y otras pinturas de ídolos, y al derredor de uno

que traíam os viniéron muy abiertas, y asim ism o no h a­

como altar lleno de gotas de sangre muy fresca; y á otra

bía regla en ello; como íbam os costeando creíam os que

parte de los ídolos tenían unas señales como á m anera

do quiera que saltásem os e n tie rra , la to m aríam o s de

de cruces, pintados de otros bultos de indios. De todo

xagueyes‘9°s y pozos que cavaríamos. Pues yendo nues­

lo qual nos adm iram os como cosa nunca vista, ni oída,

tra derrota adelante vim os desde los navios un pueblo,

según pareció en aquella sazón habían sacrificado á sus

y ántes de obra de una legua dél hácia una ensenada que

ídolos ciertos indios, para que les diesen vitoria contra

p arecía que ab ría rio , ó arroyo, acordam os de su rg ir

nosotros, y andaban muchos indios é Indias riéndose,

junto a él: y com o en aquella costa (com o otras veces

y al parecer muy de paz como que nos venian á ver: y

he dicho) m engua mucho la mar, y quedan en seco los

como se ju ntaban tantos, tem im os no h ubiese algu ­

navios, por tem or desto surgimos mas de una legua de

na zalagarda*8" com o la pasada de Gotoche: y estando

tie rra en el navio m en o r, y en tod os los b ateles fue

desta m anera viniéron otros muchos indios que traían

acordado que saltásem os en aquella ensenada, sacando

m uy ruines m antas, cargados de carrizos secos, y los

nuestras vasijas con muy buen concierto, y armas, y b a­

pusiéron en un llano, y tras estos viniéron dos esqua-

llestas, y escopetas. Salim os en tierra poco mas de m e­

drones de indios flecheros con lanzas, y rodelas, y h on ­

dio día, y habría una legua desde el pueblo hasta donde

das, y piedras, y con sus arm as de algodón, y puestos en

desem b arcam os, y estaban unos pozos y m aizales, y

concierto en cada esquadron su capitán, los quales se

ca se rías de cal y canto. L lám ase este pueblo P oton-

apartáron en poco trecho de nosotros, y luego en aquel

chan,‘9°6 henchim os nuestras pipas de agua, mas no las

instante saliéro n de otra casa, que era su adoratorio,

pudim os llevar, ni m eter en los bateles, con la mucha

diez indios que tra ía n la s ropas de m antas de algodon

gente de guerra que cargó sobre nosotros: y quedarseha

largas, y blancas, y los cabellos muy grandes llenos de

aquí, y adelante diré las guerras que nos diéron.

sangre, y m uy revueltos los unos con los otros, que no se les pueden esp arcir, ni peynar, si no se cortan, los quales eran sacerd otes de los ídolos, que en la N ueva España comunmente se llam an papas; otra vez digo que en la Nueva España se llam an papas, y así los nombraré

CAPÍTULO IV CÓMO DESEMBARCAMOS EN UNA BAHÍA, DONDE HABÍA MAIZALES, CERCADEL PUERTO DE POTONCHAN, Y DE LAS GUERRAS QUE NOS DIÉRON

de aquí adelante: y aquellos papas nos truxéron zahu­

Y estando en las estancias y maizales, por m í ya dichas,

m erios como á m anera de resina, que entre ellos llam an

tom ando nuestra agua, vin ié ro n p o r la costa m uchos

copal, y con braseros de barro llenos de lumbre nos co-

esquadrones de indios del pueblo de Potonchan (que

m enzaroná zahumar, y por señas nos dicen que nos va­

así se dice) con sus armas de algodon, que les daba á la

mos de sus tierras ántes que á aquella leña que tienen

rodilla, y con arcos y flech as, y lanzas, y rodelas, y e s ­

llegada se ponga fuego, y se acabe de arder, si no que

padas hechas á m anera de montantes*907 de á dos m a­

nos darán guerra, y nos matarán. Y luego m andáron p o ­

nos, y hondas, y piedras, y con sus penachos de los que

ner fuego á los carrizos, y comenzó de arder, y se fuéron

ellos suelen usar, y las caras pintadas de blanco y prieto,

los papas callando sin mas nos hablar; y los que estaban

enalmagrados,*908 y venian callando, y se vienen dere­

apercebidos en los esquadrones empezáron á silvar, y á

chos á nosotros, como que nos venian á ver de paz, y por

tañer sus bocinas,*900 y atabalejos.1901Y desque los vim os

señas nos dixeron, que si veníam os de donde sale el Sol,

1897 Con todo el cuidado que requería la situación, sobre todo después del intento de emboscada anterior. 1898 Otra diferencia con las relaciones previas: se omite el detalle del banquete ofrecido en el palacio del cacique y la diversidad de viandas llevadas a la mesa. 1899 yoz "zalagarda": "1 . f. Emboscada dispuesta para coger descuidado al enemigo y dar sobre él sin que recele. [...] 4. f. coloq. astucia maliciosa con que alguien procura engañar a otra persona afectando obsequio y cortesía.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=cIJ0gz3 1900 Caracoles. 1901 Voz "atabal": "2 m. Tambor pequeño o tamboril que suele tocarse en las fiestas públicas.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dLe. rae.es/?id=48BuLn P 1902 Voz "garrando": "1. intr. Mar. Dicho de un buque: Cejar o ir hada atrás arrastrando el ancla, por no haber ésta hecho presa, o por haberse desprendido.", Diccionario de la lengua española, rae, disponible en: http://dle.rae.es/?id=IwYgXuA 1903 Voz "maroma": "1. f. Cuerda gruesa de esparto, cáñamo u otras fibras vegetales.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=OSrdjLb 1904 yoz "guindaleta": "1. f. Cuerda de cáñamo o de cuero, del grueso de un dedo.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=Jq5Ls55 1905 Balsa, pozo o zanja llena de agua, ya artifidalmente, ya por filtradones naturales del terreno. 1906 Nuevamente encontramos una contradicción entre Cortés y Mártir de Angleria en los nombres del pueblo y del cadque, éste es el criterio adoptado finalmente por los historiadores de los siglos xix y xx. 1907 Voz "montantes": "3. m. Espadón de grandes gávilanes, que es predso esgrimir con ambas manos, que solo ha sido empleado después por los maestros de armas para separar las batallas demasiado empeñadas.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dLe.rae.es/?id=Pj2jSJ5 1908 Pintados de rojo almagre. Podía ser con arcillas con contenido de óxido de hierro o con achiote, bija o bixa, en español antiguo.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

y las palabras form ales según nos hubieron dicho los de

nosotros un esquadron rom pim os por ellos. Pues oir la

Lázaro,19”9 Castilan, Castilan: y respondim os por señas,

grita, y silvos, y vocería, y priesa que nos daban de f le ­

que de donde sale el Sol veníam os. Y, entonces p ara­

cha, y á m antiniente1913 con sus lanzas, hiriendo siempre

m os en las m ientes1910 y e n pensar que podía ser aquella

en nosotros. Pues otro daño tuvimos, que como nos aco­

plática; porque los de San Lázaro nos dixeron lo m is­

gimos de golpe á los bateles, y eramos muchos, ibanse á

m o,1911 mas nunca entendim os al h n que lo decían. Seria

fondo, y como m ejor pudimos, asidos á los bordes, m e­

quando esto pasó, y los indios se juntaban, a la hora de

dio nadando entre dos aguas llegamos al navio de menos

las Ave M arías,1913 y fuéronse á unas caserías; y nosotros

porte que estaba cerca, que ya ven ia á gran p rie sa á

pusim os velas y escuchas, y buen recaudo, porque no

nos socorrer; y al embarcarse hiriéron muchos de nues­

nos pareció bien aquella junta de aquella m anera. Pues

tro s soldados, en esp ecial á los que iban asidos en las

estando velando todos juntos, oím os ven ir con el gran

popas de los bateles, y les tiraban al terrero,1916 y entra­

ruido y estruendo que tra ía n p o r el cam ino, m uchos

ron en la m ar con las lanchas, y daban á m antiniente á

indios de otras sus estancias, y del pueblo, y todos de

nuestros soldados: y con mucho trabajo quiso Dios que

guerra. Y desque aquello sentim os, bien entendido te ­

escapamos con las vidas de poder de aquella gente. Pues

níam os, que no se juntaban para hacernos ningún bien;

ya em barcad os en los navios, h allam os que faltaban

y entramos en acuerdo con el capitán, que es lo que

cincuenta y siete com pañeros con los dos que lleváron

haríam os: y unos soldados daban por consejo, que nos

vivos, y con cinco qué echam os en la m ar, que m u rié -

fuesem os luego á embarcar; y como en tales casos suele

ro n d e las h erid as, y de la gran sed que p asáron. E stu ­

acaecer, unos dicen uno, y otros dicen otro, hubo p a ­

vim os peleando en aquellas batallas poco m as de m edia

recer, que si nos fuéram os á em barcar, que como eran

hora. Llám ase este pueblo Potonchán, y e n las cartas

m uchos in d io s, d arían en n o so tros, y h ab ría m ucho

del m arear le pusiéron por nombre los pilotos y m ari­

riesgo de nuestras vidas: y otros eram os de acuerdo, que

neros, Bahía de mala pelea. Y desque nos vim os salvos

diesem os1913 en ellos esa noche; que como dice el refrán,

de aquellas refriegas, dim os m uchas gracias á Dios: y

quien acomete, vence: y por otra parte víam os, que para

quando se curábanlas heridas los soldados, se quejaban

cada uno de nosotros había trecientos indios. Y estando

m ucho del dolor dellas, que como estaban resfriad as

en estos conciertos, amaneció, y dixim os unos soldados

con el agua salada, y estaban muy hinch adas y d añ a­

á otros, que tuviésem os confianza en Dios y corazones

das, algunos de nuestros soldados m aldecían al piloto

muy fuertes para pelear; y despues de nos encom endar

Antón de Alam inos, y á su descubrim iento y viage, p o r­

á Dios, cada uno hiciese lo que pudiese para salvar las

que siem pre porfiaba que no era Tierra Firm e, sino isla:

vidas. Ya que era de dia claro, vim os v e n ir p o r la costa

donde los dexaré ahora, y diré lo que mas nos acaeció.

muchos mas esquadrones guerreros; con sus banderas tendidas, y penachos, y atam bores, y con arcos, y fle ­ chas, y lanzas, y rodelas, y se juntáron con los prim eros que habían venido la noche ántes; y luego hechos sus esquadrones, nos cercan por todas partes, y nos dan tal

1909 Los de Campeche. 1910 "Parar en mientes" es una expresión equivalente a poner atención, fijarse en algo. 1911 Es evidente que se corrió la noticia de los recién llegados y sus propósitos, por ello sabían ya que eran castellanos, castilan, como les llamaban. 1912 A las seis de la tarde o en otras ocasiones al anochecer. 1913 Combatiésemos. 1914 Clamaban o gritaban. 1915 Voz "manteniente": "2. m. Con toda la fuerza y firmeza de la mano" o con ambas extremidades. Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=0H6ARoJ 1916 Al blanco, objeto que se ponía para tirar. 1917 Tanto Cortés como Mártir hablan de más de 30, cantidad evidentemente exagerada. 1918 Voz "secura": "1. f. p. us. Cualidad de seco.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=XQh!9tS

CAPÍTULO V CÓMO ACORDAMOS DE NOS VOLVERÁ LA ISLA DE CUBA, YDE LACRAN SED Y TRABAJOS QUE TUVIMOS, HASTA LLEGAR AL PUERTO DE LA HABANA

rociada de flechas, y varas, y piedras, con sus hondas,

Desque nos vim os embarcados en los navios de la m a­

que h iriéron sobre ochenta de nuestros soldados, y se

nera que dicho tengo, dim os muchas gracias á Dios, y

juntáron con nosotros pie con pie, unos con lanzas y

despues de curados los heridos (que no quedó hombre

otros flechando, y otros con espadas de navajas, de arte,

ninguno de quantos alli nos hallamos, que no tuviesen á

que nos tra ía n á m al andar, puesto que les dabam os

dos y á tres, y á quatro heridas, y el capitán con doce fie -

buena priesa de estocadas y cuchilladas, y las escope­

chazos,1917 solo un soldado quedó sin herir) acordamos

tas, y ballestas que no paraban, unas armando y otras

de nos volver á la isla de Cuba, y como estaban tam bién

tirando: y ya que se apartaban algo de nosotros, desque

h erid os todos los m as de los m arin ero s que saltáron

sentían las grandes estocadas y cuchilladas que les da­

en tierra con nosotros, que se h alláron en las peleas,

bamos, no era léjos, y esto fué par m ejor flechar y tirar

no ten íam os quien m archase las velas. Y acordam os

al terreno á su salvo: y quando estabamos en esta bata­

que dexasemos el un navio el de ménos porte en la mar

lla, y los indios se apellidaban,1914 decían en su lengua: al

puesto fuego, despues de sacadas dél las velas, y anclas,

Calachoni, al Calachoni, que quiere decir, que matasen

y cables, y repartir los m arineros que estaban sin h e ri­

al capitán, y le dieron doce flechazos, y á m í me diéron

das en los dos navios de mayor porte. Pues otro mayor

tres; y uno de los que me diéron, b ien peligroso, en el

daño teníam os, que fué la gran falta de agua, porque las

costado izquierdo que me pasó á lo hueco; y á otros de

pipas y vasijas que teníam os llenas en Champoton, con

nuestros soldados d iéro n gran des lanzadas, y á dos

la grande guerra que nos diéron, y priesa de nos acogerá

lleváron vivos, que se decia el uno Alonso Bote, y el otro

los bateles, no se pudiéron llevar, que allí se quedáron, y

era un portugués viejo. Pues viendo nuestro capitán

no sacamos ninguna agua. Digo que tanta sed pasamos,

que no bastaba nuestro buen pelear, y que nos cerca­

que en las lenguas y bocas teníam os grietas de la secu­

ban muchos esquadrones, y venían mas de refresco del

ra,1918 pues otra cosa ninguna para refrigerio no había,

pueblo, y les traían de com er y beber, y muchas flechas,

i O qué cosa tan trabajosa es ir á descubrir tierras nue­

y nosotros todos heridos, y otros soldados atravesados

vas, y de la m anera que nosotros nos aventuramos! No

los gaznates, y nos habían muerto ya sobre cincuenta

se puede ponderar, sino los que han pasado por aques­

soldados: y vien d o que no ten íam os fuerzas, acord a­

tos excesivos trabajos, en que nosotros nos vim os. Por

m os con corazones muy fuertes rom per por medio de

m anera, que con todo eso íbam os navegando muy alle­

sus b a tallo n es, y acogern o s á los b ateles que te n ía ­

gados á tierra para hallarnos en parage de algún rio, o

m os en la costa, que fué buen socorro; y hechos todos

bahía para tom ar agua: y al cabo de tres días vim os uno

Fuentes

345

como ancón, que parecía rio, u estero, que creim os te ­

pusim os por espías dos soldados en una playa, que se

ner agua dulce, y saltáron en tierra quince m arineros de

hacia muy ancha, é hicim os pozos muy hondos, donde

los que habían quedado en los navios, y tres soldados

nos pareció haber agua dulce, porque en aquella sazón

que estaban mas sin peligro de los flechazos, y lleváron

era menguante la marea, y quiso Dios que topásemos

azadones, y tres barriles para traer agua: y el estero era

muy buena agua: y con el alegría, y por hartarnos della,

salado, é hiciéron pozos en la costa, y era tan amargosa

y lavar paños para curar las heridas, estuvimos espacio

y salada agua como la del estero, por m anera, que mala

de una hora; y ya que queríam os ven ir á em barcar con

como era, truxéron las vasijas llenas, y no había hombre

nuestra agua, muy gozosos, vim os venir al un soldado de

que la pudiese b eb er del am argor y sal, y á dos sold a­

los que habíam os puesto en la playa, dando muchas vo ­

dos que labebieron, dañó los cuerposy las bocas. Había

ces, d icien d o: al arm a, al arm a, que v ien e n m uchos

en aquel estero muchos y grandes lagartos, y desde en ­

indios de guerra por tierra, y otros en canoas por el e s­

tonces se puso por nombre el Estero de los Lagartos,19*9y

tero, y el soldado dando voces, é venia corriendo; y los

así está en las cartas del m arear. D exem os esta plática,

indios llegaron casi á la par con el soldado contra noso -

y diré, que entretanto que fuéron los bateles por el agua,

tros, y traían arcos muy grandes, y buenas flechas y la n ­

se levantó un viento Nordeste tan deshecho, que Íbamos

zas, y unas á m anera de espadas, y vestidos de cueros

garrando á tierra con los navios; y como en aquella costa

de venados, y eran de grandes cuerpos, y se vinieron de­

es travesía, y reyna siempre norte y nordeste, estuvimos

rechos á nos flechar, é hirieron luego seis de nuestros

en muy gran peligro por falta de cables; y como lo viéron

com pañeros, y á m í me diéron un flechazo en el brazo

los m arineros que habían ido á tierra por el agua, v i­

derecho de poca herida, y dím osles tanta priesa de e s­

nieron muy mas que de paso con los bateles, y tuviéron

tocadas y cuchilladas, y con las escopetas y vallestas que

tiem po de ech ar otras anclas y m arom as, y e stu v ié ­

nos dexan á nosotros, los que estabamos tomando el

ro n lo s navios segu ros dos dias y dos n och es; y luego

agua de los pozos, y van á la mar, y estero á ayudar á sus

alzam os anclas, y dim os vela, siguiendo nuestro viage

com pañeros los que venían en las canoas donde estaba

para nos volver á la isla de Cuba: parece ser el piloto A la ­

nuestro batel con los m arin ero s, que tam bién, an d a­

m inos se concertó y aconsejó con los otros dos pilotos,

ban peleando pie con pie con los indios de las canoas, y

que desde aquel parage donde estabamos atravesáse­

aun les te n ían ya tom ado el batel, y le llevab an p o r el

mos á la Florida, porque hallaban por sus cartas, y grados,

estero arriba con sus canoas, y habían herido á quatro

y alturas, que estaría de allí obra de setenta leguas, y que

m arineros, y al piloto Alam inos le dieron una mala h e ­

despues de puestos en la Florida, dixéron que era m e-

rida en la garganta: y arrem etim os á ellos, el agua á mas

jorviage, é mas cercana navegación para ir á La Habana,

de la cinta,1931 y á estocadas les hicim os soltar el batel, y

que no la derrota por donde habíamos prim ero vénido á

quedáron tendidos y muertos en la costa y en el agua

descubrir: y así fué como el piloto dixo, porque según yo

veinte y dos de ellos, y tres prendim os que estaban h e ­

entendí, había venido con Juan Ponce de León á descu­

ridos poca cosa, que se m urieron en los navios. Despues

b rir la Florida había diez ó doce años ya pasados. Volva­

de esta refriega pasada, preguntam os al soldado que

mos á nuestra m ateria, que atravesando aquel golfo en

pusim os por vela, que qué se hizo su com pañero Berrio

quatro dias que navegamos, vim os la tierra de la m isma

(que así se llamaba) dixo que lo vio apartar con una h a­

Florida: y lo que en ella nos acaeció diré adelante.

cha en las manos para cortar un palmito, y que fue ácia

CAPÍTULO VI CÓMO DESEMBARCARON EN LA BAHIA DE LA FLORIDA VEINTE SOLDADOS, Y CON NOSOTROS EL PILOTO ALAMINOS, PARA BUS CAR AGUA, Y DE LA GUERRA QUE ALLÍ NO S DIERON LOS NATURALES DE AQUELLA TIERRA, Y LO QUE MAS PASÓ HASTA VOLVER Á LA HABANA

y que oyó voces de español, y que por aquellas voces

Llegados á la Florida, acordamos, que saliesen en tierra

traído aquellos indios que nos dieron guerra, y halla­

veinte soldados de los que teníam os m as sanos de las

m os una palm a que había com enzado a cortar, y cerca

el estero por donde habían venido los indios de guerra, vino de presto á dar mandado á la mar, y que entonces le debieran de matar: el qual soldado solamente el había quedado sin ninguna herida en lo de Potonchan, y qu i­ so su ventura que vino allí á fen ecer: y luego fuim os en busca de nuestro soldado, por el rastro que habían

heridas: yo fui con ellos, y tam bién el piloto A ntón de

de ella mucha huella en el suelo mas que en otras p ar­

Alam inos, y sacamos las vasijas que había, y azadones, y

tes, p or donde tuvim os p or cierto que le llevaron vivo

nuestras ballestas, y escopetas: y como el capitán estaba

porque no había rastro de sangre y anduvimos buscán­

muy mal herido, y con la gran sed que pasaba muy d eb i­

dole á una parte y á otra mas de una hora, y dim os voces,

litado, nos rogó que por am or de Dios, que en todo caso

y sin m as sa b er del, nos vo lvim os a e m b arcar en el

le truxesem os*930 agua dulce, que se secaba y m oría de

batel, y llevamos á los navios el agua dulce, con que se

sed, porque el agua que había era m uy salada, y no se

alegráron todos los soldados, como si entonces les d ié­

p od ia b eb er, como otra vez ya dicho tengo. Llegados

ramos las vidas; y un soldado se arrojó desde el navio en

que fuim os á tierra cerca de un estero que entraba en la

el batel, con la gran sed que tenia, tom ó una botija á

mar, el piloto reconoció la costa, y dixo que había diez ó

pechos, y bebió tanta agua, que della se hinchó, y murió.

doce años que había estado en aquel parage quando

Pues ya em barcados con nuestra agua, y metidos nues­

vino con Juan Ponce de León á descubrir aquellas tie ­

tros bateles en los navios, dim os vela para La Habana, y

rras, y allí le habían dado guerrá los indios de aquella

pasamos aquel dia y la noche que hizo, buen tiempo

tierra, y que les habían muerto muchos soldados, y que

junto de unas isletas, que llam an los M ártires, que son

á esta causa estuviésem os muy sobre aviso apercibidos,

unosbaxos, que así los llaman, los baxos de los M ártires.

porque vinieron en aquel tiempo que dicho tiene muy

Ibam os en quatro brazas*933 lo mas hondo, y tocó la nao

de repente los indios quando le desbaratáron: y luego

Capitana entre unas como isletas, é hizo mucha agua,

1919 Río Lagartos, en la costa de Yucatán. 1920Trajésemos. 1921 Cintura. 1922 Medida de profundidad marina antigua que equivalía a la apertura de los brazos. En España era cercana a 1.67 metros.

34 6

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

que con dar todos los soldados que íbam os á la bom ­

y así se quedó con este nom bre, que en su propia lengua

ba,*933 no podíam os estancar,1934 é íbam os con tem or no

no se dice así. Por m anera que todos los soldados que

nos anegásemos. Acuérdom e que traíam os allí con n o­

fuim os á aquel viage á descubrir, gastamos los bienes

sotros á unos m arineros Levantiscos, y les decíamos:

que teníam os, y h erid os y p obres volvim os á Cuba, y

"H erm anos, ayudad á sacar la bomba, pues veis que e s­

aun lo tuvim os á buena dicha haber vuelto, y no quedar

tam os muy m alheridos, y cansados de la noche y del dia,

muertos con los dem as m is com pañeros y cada soldado

porque nos vam os á fondo” , y respondían los Levantis­

tiró por su parte: y el capitán (como dicho tengo) luego

cos:1933 'Tácetelo1936 vos, pues no ganamos sueldo, sino

m urió, y estuvimos muchos días en curarnos los h e ri­

hambre y sed, y trabajos, y heridos como vosotros” : por

dos, y por nuestra cuenta hallam os que se m uriéron al

m anera, que les hacíam os dar á la bom ba aunque no

pie de setenta soldados, y esta ganancia truxim os de

querían, y malos y heridos como íbam os mareábamos

aquella entrada, y descubrim iento. Y el Diego Velázquez

las velas, y d ábam os á la bom ba, h asta que nuestro

escribió á Castilla á los señores, que en aquel tiempo

Señor Jesu-G hristo nos llevó á puerto de Carenas don­

m andaban en las cosas de In dias, que el lo había d e s ­

de ahora está poblada la villa de La Habana, que en otro

cubierto, y gastado en d escubrillo mucha cantidad de

tiem po Puerto de Carenas se solía llam ar, y no Habana:

pesos de oro, y así lo decia don Juan Rodríguez de Fon-

y quando nos vim os en tierra, dim os muchas gracias á

seca, ob ispo de B u rgo s, y arb o b isp o de Rosano, que

Dios, y luego se tomó el agua de la Capitana un Búza-

así se nombraba, que era como presidente de Indias, y

no1937 portugués que estaba en otro navio en aquel puer­

lo escribió á su Magestad a Flandes dando mucho favor

to, y escribim os á Diego Velázquez gobernador de aque­

y loor del Diego Velázquez, y no hizo m em oria de n in ­

lla isla, muy enposta,1938haciéndole saber que habíamos

guno de n o so tros los sold ad os que lo d escu b rim o s á

descubierto tierras de grandes poblaciones, y casas de

nuestra costa. Y quedarse ha aquí, y diré adelante los

cal y canto, y las gentes naturales dellas andaban vesti­

trabajos que me acaeciéron a mí, y á tres soldados.

dos de ropa de algodon, y cubiertas sus vergüenzas, y tenían oro y labranzas de m aizales: y desde La Habana se fué nuestro capitán Francisco Hernández por tierra á la villa de San tisp íritu s,1939 que asáI93° se dice, donde tenía su encom ienda de indios, y como iba mal herido,

1923 Mecanismo antiguo para achicar el agua dentro de una embarcación. 1924 Detener el paso del agua. 1925 Naturales de Levante, especialmente de las comarcas mediterráneas correspondientes a los antiguos reinos de Valen da y Murda. 1926 Hacedlo. 1927 Buzo. Cf. voz "buzano", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle. rae.es/?id=6MXKt6N 1928 Prisa. 1929 Sancti Spíritus. 1930 Ser ved no. 1931 Paganos. 1932 Esta es una diferente versión del origen de la palabra Yucatán, un poco más creíble. 1933 Ceboruco o seboruco son voces para designar un terreno montuno y pedregoso. 1934 En geomorfología un malpaís es un acddente del relieve caracterizado por la presencia de rocas poco erosionadas de origen volcánico en un ambiente árido.

CAPÍTULO VII DE LOS TRABAJOS QUE TUVE HASTA LLEGAR Á UTÍA VILLA QUE SE DICE LA TRINIDAD Ya he dicho que nos quedam os en La H abana ciertos

m urió dende allí á diez días que había, llegado á su casa:

soldados que no estabam os sanos de los flechazos, y

y todos los demas soldados nos desparramos, y nos fu i­

p ara ir á la villa de la Trinidad ya que estabam os me -

m os unos por una parte, y otros por otra de la isla ade­

jo re s, acordam os de nos concertar tres soldados con

lante: y en La Habana se m uriéron tres soldados de las

un vecino de la m ism a Habana, que se decia Pedro de

heridas, y los navios fuéron á Santiago de Cuba, donde

Avila, que iba asim ism o á aquel viage en una canoa por

estaba el gobernador, y desque hubiéron desem barca­

la m ar por la banda del Sur, y llevaba la canoa cargada

do los dos indios que hubim os en la punta de Cotoche,

de camisetas de algodon, que iba á vender á la villa de la

que ya he dicho, que se decían M elchorillo y Juanillo,

T rin id ad . Ya he dicho otras veces que canoas son de

y el arquilla con las diadem as, y ánades, y pescadillos, y

he chura de artesas grandes cavadas y huecas, y en aque -

con los ídolos de oro, que aunque era baxo y poca cosa,

lias tierras con ellas navegan costa á costa: y el concier­

sublim ábanlo de arte, que en todas las islas de Santo

to que hicim os con el Pedro de Avila, fué que daríam os

Domingo, y en Cuba, y aun en Castilla llegó la fam a d e­

diez pesos de oro, porque fuesem os en su canoa. Pues

llo: y decían que otras tierras en el mundo no se habían

yendo por la costa adelante, á veces rem ando y á ratos á

descubierto m ejores, ni casas de cal y canto: y como víó

la vela; ya que habíam os navegado once días en parage

los ídolos de barro, y de tantas m aneras de figuras, d e­

de un pueblo de indios de paz, que se dice Canarreon,

cían que eran del tiem po de los gentiles,1931 otros decían

que era térm in o s de la v illa de la Trinidad, se levantó

que eran de los judíos que desterró Tito yVespasiano de

u n tan recio viento de noche, que no nos pudim os su s­

Jerusalen, y que habían aportado con los navios rotos

tentar en la m ar con la canoa, por, bien que reinábam os

en que les echaron en aquella tierra: y como en aquel

todos nosotros: y el Pedro de Avila, y unos indios de La

tiem po no era descubierto el Perú, teníase en mucha

Habana, y unos rem eros muy buenos que traíamos, h u­

estim a aquella tierra. Pues otra cosa preguntaba el D ie­

bim os de dar al través entre unos ceborucos,1933 que los

go Velázquez á aquellos indios, que si había m inas de

hay muy grandes en aquella costa, por m anera que se

oro en su tierra? y á todos les respondían que sí, y les

nos quebró la canoa; y el A vila perdió su hacienda, y

m ostrab an oro en polvo de lo que sacaban en la isla

todos salimos descalabrados de los golpes de los ceboru­

de Cuba, y d ecían que h abía m ucho en su tierra, y no

cos, y desnudos en carnes; porque para ayudarnos que

le decían verdad: porque claro está, que en la punta de

no se quebrase la canoa, y poder m ejor nadar nos aper­

Cotoche n i en todo Y ucatan no es donde hay m inas

cibim os de estar sin ropa ninguna, sino desnudos. Pues

de oro: y asim ism o les m ostraban los indios los m on­

ya escapados con las vidas de entre aquellos ceborucos,

tones que hacen de tierra donde ponen y siem bran las

para nuestra villa de la Trinidad no había cam ino por

plantas, de cuyas raíces hacen el pan cazabe, y llámanse

la costa, sin o m alos p a íse s 1934 y ceb oru co s, que así

en la isla de Cuba Yuca, y los indios decían que las había

se dicen, que son las piedras con unas puntas que salen

en su tierra, y decían Tale por la tierra, que así se llama

dellas, que pasan las plantas de los pies, y sin tener que

la en que las plantaban, de m anera que Yuca con Tale

com er; pues como las olas que rebentaban de aquellos

quiere decir Yucatan.1983 D ecíanlos españoles que esta­

grandes ceborucos, nos em bestían, y con el gran v ie n ­

ban hablando con el Diego Velázquez, y con los indios:

to que hacia llevábam os hechas grietas en las partes

Señor, dicen estos indios que su tierra se llama Yucatan,

ocultas, que corría sangre dellas, aunque nos habíamos

Fuentes

347

puesto delante muchas hojas de árboles, y otras yerbas

M ontejo de otro, y el A lon so de A vila de otro: por m a­

que buscamos para nos tapar. Pues como por aquella

nera, que cada uno destos capitanes procuró de poner

costa no podíam os caminar, por causa que se nos h in ­

bastimentos, y matalotaje,1936 de pan cazabe y tocinos, y

caban por las plantas de los pies aquellas puntas y p ie ­

el Diego Velázquez puso vallestas y escopetas, y cierto

dras de los ceborucos, con mucho trabajo nos m etim os

rescate, y otras menudencias, y mas los navios. Y como

en un monte, y con otras piedras que había en el monte

había fam a destas tierras, que eranm uy ricas, y h a b ía en

cortamos cortezas de árboles, que pusim os por suelas,

ellas casas de cal y canto, y el indio M elchorejo decia por

atados á los pies con unas que parecen cuerdas delgadas

señas, que había oro, tenían mucha codicia los vecinos

que llam an bejucos, que nacen entre los árboles, que

y soldados que no tenían indios1937 en la isla, de ir á esta

espadas no sacam os ninguna, y atamos los pies y corte­

tierra: por m anera que de presto nos juntam os ducien-

zas de los árboles con ello lo m ejor que pudimos, y con

tos y quarenta com pañeros: y tam bién pusim os cada

gran trabajo salim os á una playa de arena, y de ahí á dos

soldado de la hacienda que teníam os para matalotaje y

dias que cam inam os, llegamos á un pueblo de indios,

armas, y cosas que convenían, y e n este viage volví, y con

que se decia Yaguarama, el qual era en aquella sazón

estos capitanes otra vez, y parece ser la instrucción que

del padre fray Bartolomé de las Gasas, que era clérigo

para ello dió el gobernador Diego Velázquez; fué según

presbítero, y despues le conocí frayle dom inico, y llegó

entendí, que rescatasen todo el oro y plata que p u d ie­

á ser obispo de Echiapa;*933 y los indios de aquel pu e­

sen, y si viesen que convenían poblar, que poblasen, ó

blo nos d ieron de com er. Y otro dia fuim os hasta otro

si no, que se vo lviesen á Cuba. E vino p or veedor de la

pueblo, que se decia Ghipiona, que era de un A lonso de

Arm ada uno que se decia Peñalosa, natural de Segovia,

Avila, é de un Sandoval (no digo del capitán Sandoval el

y truxim os un clérigo, que se decia }uan Díaz; y los tres

de la Nueva España) y desde allí á la Trinidad: y un am i­

pilotos, que ántes habíamos traído quando el prim ero

go mío que se decia Antonio de M edina me rem edió de

viage, que ya he dicho sus nom bres, y de dónde eran,

vestidos, según que e n la villa se usaban, y asi hicié ron á

A ntón de A lam inos de Palos, y Camacho de Triana, y

m is com pañeros otros vecinos de aquella villa: y desde

lu án Alvarez el M anquillo de Huelva, y el A lam inos

allí con mi pobrezay trabajos me fui a Santiago de Cuba,

venia por piloto mayor, y otro piloto, que entonces vino,

adonde estaba el gobernador Diego Velázquez, el qual

no me acuerdo el n o m b re. Pues ántes que m as pase

andaba dando m ucha p riesa en enviar otra arm ada; y

adelante, porque nom braré algunas veces á estos hidal­

quando le fui á besar las manos, que eram os deudos, él

gos que he dicho que venian por capitanes, y parecerá

se holgó conmigo, y de unas pláticas en otras me dixo,

cosa descom edida nornbralles secamente, Pedro de A l­

que si estaba bueno de las heridas para volver áYucatan.

varado, Fran cisco de M ontejo, A lonso de A vila, y no

E yo riyendo le resp o n d í, ¿que q u ién le puso nom bre

decilles sus ditados1938 é blasones. Sepan que el Pedro de

Yucatan? que allí no le llam an así. E dixo, M elchorejo el

Alvarado fué un hidalgo muy valeroso, que despues que

que truxistes lo dice. E yo dixe: m ejor nombre seria la

se hubo ganado la N u e va -E sp a ñ a , fué go bern ad or, y

tierra donde nos m atáron la mitad de los soldados que

A delantado de las Provincias de Guatimala, é H ondu­

fuim os, y todos los dem ás salim os heridos. E dixo: bien

ras, y Ghiapa, é com endador de Santiago. E asim ism o el

sé que pasastes muchos trabajos, y así es á los que suelen

Francisco de M ontejo, hidalgo de mucho valor, que fué

descubrir tierras nuevas, y ganar honra, é su Magestad

gobernador y Adelantado de Yucatan: hasta que su M a­

os lo gratificará, é yo así se lo escribiré. E ahora, hijo,

gestad les hizo aquestas m ercedes, y tuvieron señoríos,

id otra vez en la A rm ada que hago, que yo haré que os

no les nom braré sino sus nom bres, y no Adelantados:

hagan mucha honra, y diré lo que pasó.

y volvam os á n uestra plática, que fu éro n los quatro

CAPÍTULO V III CÓMO DIEGO VELÁZQUEZ, GOBERNADOR DE CUBA, ENVIÓ OTRAARMADAÁLATIERRA QUE DESCUBRIMOS

llam a Matanzas, que era cerca de La Habana V ieja, que y e n aquel puerto, ó cerca dél tenían todos los mas veci­

En el año de m il quinientos y diez y ocho años, viendo

nos de La Habana sus estancias de cazabe y puercos, y

navios por la parte y banda del norte á un puerto que se en aquella sazón no estaba poblada adonde ahora está,

Diego Velázquez gobernador de Cuba la buena relación

desde allí se proveyeron nuestros navios lo que faltaba,

de las tierra s que d escu brim os, que se dice Yucatan,

y nos juntam os así capitanes como soldados para dar

ordenó de enviar una Arm ada: y para ella se buscáron

vela, y hacer nuestro viage. Y ántes que mas pase ade­

quatro navios, los dos fuéron los que hubim os com pra­

lante, aunque vaya fuera de orden, quiero decir por qué

do los soldados que fuim os en com pañía del capitán

llam aban aquel puerto que he dicho de Matanzas, y esto

Francisco Hernández de Córdoba á descubrir áYucatan

traigo aquí á la m em oria, porque ciertas personas me lo

(según mas largamente lo tengo escrito en el descubri­

han preguntado la causa de ponelle aquel nom bre: y es

m iento), y los otros dos navios com pró el Diego Veláz­

por esto que diré. A ntes que aquella isla de Cuba estu­

quez de sus dineros. Y e n aquella sazón que ordenaba el

viese de paz, dio al través por la costa del norte un navio

A rm ada, se h alláron presentes en Santiago de Cuba,

que había ido desde la isla de Santo Domingo á buscar

donde resid ía el Velázquez, }uan de Grijalva, y Pedro

indios, que llam aban los Lucayos, á unas islas que están

de Alvarado, y Francisco de Montejo, é A lonso de Avila,

entre Cuba y la Canal de Bahama, que se llam an las islas

que habían ido con negocios al gobernador, porque to ­

de los Lucayos, y con mal tiem po dió al través en aquella

dos tenían encom iendas de indios en las m ism as islas:

costa, cerca del rio y puerto que he dicho que se llama

y como eran personas valerosas, concertóse con ellos,

Matanzas, y venian en el navio sobre treinta personas

que el }uan de Grijalva, que era deudo del Diego Veláz­

españoles, y dos m ugeres: y para pasallos1939 aquel rio

quez, vin iese por capitán general, é que Pedro de A l­

viniéron muchos indios de La Habana, y de otros pue­

varado viniese por capitán de un navio, y Francisco de

blos, como que los venian á ver de paz, y les dixéron que

1935 Chiapas. 1936 Voz "matalotaje": "1. m. Prevención de comida que se lleva en una embarcación.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=OaQBlwB 1937 Lo que demuestra que otro de los motivos de las expediciones era conseguir esclavos para las plantaciones y las minas. 1938"Títulos de dignidad, honor o señorío..." Cf. Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=Dh6327Y 1939 Pasarlos.

34 8

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

navios á la vela, porque jam as habían visto tal; y los so l­ dados que salim os á tierra , no h allam os en el pueblo persona ninguna, y en unas m ieses de maizales se h a­ lla ro n dos viejos que no p od ían andar, y los truxim os al capitán, y con Julianillo y M elchorejo los que truxi­ m os de la punta de Cotoche, que entendían m uy b ien á los indios, y les habló; porque su tierra dellos, y aque­ lla isla de Cozumel, no hay de travesía en la m ar sino obra de quatro leguas, y así hablan una m ism a lengua: y el capitán halagó aquellos viejos, y les dio cuentezuelas verdes, y les envió á llam ar al Galachioni‘94° de aquel pueblo, que ansí se dicen los caciques de aquella tierra, y fuéron y nunca volviéron: y estándoles aguardando, vino una india moza de buen parecer, é comenzó á h a ­ blar la lengua de la isla de Xamaica, y dixo, que todos los indios é indias de aquella isla y pueblo se habían ido á los m ontes de miedo, y como muchos de nuestros so l­ dados ó yó entendim os muy bien aquella lengua, que es la de Cuba, nos admiramos, y la preguntamos que cómo estaba allí, y dixo que había dos años que dió al través con una canoa grande en que iban á pescar diez indios de Xamaica á unas isletas, y que las corrientes la echáron en aquella tierra, y m atáron á su marido, y á todos los mas indios xam aicanos sus com pañeros, y los sacrih cáro n álo s ídolos: y desque la entendió el capitán, como vió que aquella India seria buena m ensagera, envióla á llam ar los indios, y caciques de aquel pueblo, y dióla de UN NAUFRAGIO, ESCENA DE UN GRABADO HOLANDÉS DEL SIGLO X V III. LAS TORMENTAS ERAN FRECUENTES Y LA TECNOLOGÍA NO PROPORCIONABA TODAVÍA BUENAS HERRAMIENTAS PARA ENFRENTARLAS Y PREVEN IRLA S. COL. JE O L.

les querían pasar en canoas, y llevallos á sus pueblos

plazo dos dias para que vo lviese: porque los in d ios,

para dalles de comer. E ya que iban con ellos en medio

M elchorejo y Julianillo que llevamos de la punta de Co­

del rio, les trastornaron las canoas, y los matáron, que

toche tuvimos tem or, que apartados de nosotros se h u i­

no quedáron sino tres hom bres y una m uger, que era

rían á su tierra, y por esta causa no los enviam os á llam ar

herm osa, la qual llevó un cacique, de los mas prin cipa­

con ellos; y la india volvió otro día, y dixo que ningún

les que hiciéron aquella traición, y los tres españoles

indio ni in d ia q u ería ve n ir, p o r m as p alabras que les

repartiéron entre los dem as caciques. Y á esta causa se

decía. A este pueblo pusim os por nombre Santa Cruz;

puso á este puerto nom bre de Puerto de M atanzas: y

porque quatro ó cinco días antes de Santa Cruz le vimos:

conocí á la m uger que he dicho, que despues de ganada

había en él buenos colm enares de m iel, y muchos b o ­

la isla de Cuba, se le quitó al cacique, en cuyo poder e s­

niatos y batatas,1941 y m anadas de puercos de la tierra,

taba, y la vi casada en la villa de la Trinidad con un veci­

que tien en sobre el espinazo el om bligo:1943 había en el

no della, que se decía Pedro Sánchez Farfán: y tam bién

tres pueblezuelos, y este donde desembarcam os era el

conocí á los tres españoles, que se decía el uno Gonzalo

mayor, y los otros dos eran mas chicos, que estaba cada

M exia, hom bre anciano, natural de Xeréz: y el otro se

uno en una punta de la isla, teruá de bojo1943 como obra

decía Juan de Santisteban, y era natural de MadrigaL y e l

de dos legu as: p u es com o el cap itán Ju a n de G r ija l­

otro se decia Gascorro, hom bre de la mar, y era pesca­

va vió que era perdertiem po estar mas allí aguardando,

dor, natural de Fluelva, y le había ya casado el cacique,

m andó que nos em b a rcá se m o s luego, y la in d ia de

con quien solía estar, co n u n asu h ija , é ya tenia horada­

Xam aica se fué con nosotros, y seguim os nuestro viage.

das las orejas y las narices como los indios. Mucho me tra relación. E ya que estabamos recogidos así capita­

CAPÍTULO IX DE CÓMO VENIMOS Á DESEMBARCABA CHAMPOTON

nes, como soldados, y dadas las instrucciones que los

Pues vuelto á em barcar, é yendo por las derrotas pasa­

pilotos habían de llevar, y las señas de los faroles, y d es­

das (quando lo de Francisco Hernández de Cordoba) en

he detenido en contar cuentos viejos; volvamos á nues­

1940 Cacique, probablemente Halach Uinic. 1941 El boniato y la batata son lo mismo, camotes (Ipomoea batatas), pero a veces se diferencian por el color, y se usa boniato para las variedades blancas. 1942 Los pecaries, cerdos o puercos de monte poseen una glándula odorífera en el lomo que fue confundida en diversas crónicas con el ombligo. 1943 Viene de "bojeo".

pues de haber oido M isa con gran devoción, en cinco

ocho dias llegam os en el parage del pueblo de Cham-

dias del m es de A bril de mil y quinientos y diez y ocho

poton, que fue donde nos desbarataron los indios de

años dim os vela, y en diez días doblamos la punta de

aquella Provincia, como ya dicho tengo en el capítulo

Guaniguanico, que los pilotos llam an de San Antón: y

que dello habla; y como en aquella ensenada mengua

en otros ocho días que navegamos vim os la isla de Co­

mucho la mar, ancleam os los navios una legua de tierra,

zumel, que entonces la descubrim os Día de Santa Cruz,

y con todos los bateles desem barcam os, la mitad de los

porque d esca y éro n lo s navios con las corrien tes mas

soldados que allí íbam os, junto á las casas del pueblo,

baxo que quando ven im os con Fran cisco Flernández

é los ind ios naturales dél, y otros sus com arcanos, se

de Gordoba, y baxamos la isla por la banda del Sur: v i­

ju n taron todos como la otra vez, quando nos m atáron

m os un pueblo, y allí cerca buen surgidero, y b ien lim ­

sobre cincuenta y seis soldados, y todos los m ás nos

pio de arrecifes, y saltamos en tierra con el capitán Juan

h irié ro n , según dicho tengo en el capítulo que dello

de Grijalva buena copia de soldados, y los naturales de

habla: y á esta causa estaban muy ufanos y orgullosos,

aquel pueblo se fué ron huyendo desque vié ron venir los

y b ie n arm ado s á su usanza, que so n arcos, fle c h as,

Fuentes

lanzas, ro d elas, m acanas, y esp ad as de dos m an os, y

muy buen puerto, y hallam os unos adoratorios de cal

piedras con hondas, y arm as de algodon, y trom petillas

y canto, y m uchos ídolos de barro y de palo, que eran

y a tam bores, y los m as dellos pintadas las caras de n e ­

dellos como ñguras de sus dioses, y dellos de ñguras de

gro, colorado y blanco, y puestos en concierto esp eran­

m ugeres, y m uchos como sierpes, y m uchos cuernos

do en la costa, para en llegando que llegásem os dar en

de venados, é creim os que p or allí cerca habría algu­

nosotros: y como tem am os experiencia de la otra vez,

na p o b lacio n , é con el bu en pu erto, que se ria bueno

llevábam os en los bateles unos falconetes,1944 é Íbamos

para poblar: lo qual no fué asi, que estaba muy despo­

apercebidos de vallestas y escopetas, y llegados á tierra

blado; porque aqu ellos ad oratorios era n de m erca ­

nos com enzaron á flechar, y con las lanzas dar á m an-

deres y cazadores, que de p asada en trab an en aquel

tiniente, y tal rociada nos diéron ántes que llegásem os

puerto con canoas, y allí sacriñ cab an , y había m ucha

á tierra, que h iriéro n la m itad de nosotros: y desque

caza de venados y conejos: matamos diez venados con

hubim os saltado de los bateles, les hicim os perder la

una lebrela,I94S y muchos conejos. Y luego desque todo

furia á buenas estocadas y cuchilladas: porque aunque

fue visto é sondado, nos tornam os á em barcar, y se nos

nos flech ab an á te rre ro , tod os llevábam o s arm as de

quedó allí la lebrela, y quando volvim os con Cortés, la

algodon: y todavía se sostuvieron buen rato peleando

tom am os á hallar, y estaba muy gorda y lucida. Llam an

con nosotros, hasta que vino otra barcada de nuestros

los m arin ero s á este Puerto de T érm in o s. E vueltos á

soldados, y les h icim os retraer á unas cienegas junto

em barcar navegamos costa á costa junto á tierra, hasta

al pueblo. E n esta guerra m atáron á }uan de Quiteña,

que llegam os al rio de Tabasco, que por descubrirle el

y á otros dos soldados, y al capitán }uan de Grijalva le

lu án de Grijalva se nom bra agora el rio de Grijalva.

d ié ro n tres flechazos, y aun le q u eb ráro n con un cobaco‘94Sdos dientes (que hay muchos en aquella costa) é h iriéron sobre sesenta de los nuestros. Y desque vimos que todos los contrarios se habían huido, nos fuim os al

CAPÍTULO XI CÓMO LLEGAMOS AL RIO DE TABASCO, QUE LLAMAN DE GRIJALVA, YLO QUE ALLÍ NOS ACAECIÓ

pueblo, y se curáronlos heridos, y enterramos los m uer­

N avegando costa, á costa la vía del p on ien te, de dia,

tos: y en todo el pueblo no hallam os persona ninguna,

porque de noche no osabam os p or tem or de baxos, é

ni los que se habían retraído en las cienegas, que ya se

arracifes, á cabo de tres días vim os una boca de rio muy

habían desgarrado:1946 por m anera que todos tenían al­

ancha, y llegamos muy á tierra con los navios, y parecía

zadas sus h aciend as. E n aquellas escaram uzas p re n ­

buen puerto: y como fuim os mas cerca de la boca, vimos

dim os tre s in d io s, y el uno d ello s p arecía p rin c ip a l.

rebentar los baxos ántes de entrar en el rio, y allí saca­

M andóles el capitán que fuesen á llam ar al cacique de

mos los bateles, y con la sonda e n la mano hallamos, que

aquel pueblo, y les dió cuentas verdes y cascabeles para

no podían entrar en el puerto los dos navios de mayor

que los diesen, para que viniesen de paz: y asim ism o á

porte: fué acordado, que anclasen fuera en el mar, y con

aquellos tres p risioneros se les h icieron muchos hala­

los otros dos navios que dem andaban m énos agua, que

gos, y se les diéron cuentas porque fuesen sin miedo; y

con ellos, é con los bateles fuésem os todos los soldados

fueron, y nunca volvieron: é creim os que el indio Ju-

el rio arriba, porque vim os muchos indios estar en ca­

lianillo é M elchorejo no les hubieran de d ecirlo que les

noas en las riberas, y tenían arcos, y flechas, y todas sus

fué mandado, sino al reves. Estuvimos en aquel pueblo

armas según y de la m anera de Champoton; por donde

quatro días. Acuérdom e que quando estabamos pelean­

entendim os, que había por allí algún pueblo grande; y

do en aquella escaram uza, que había allí unos prados

tam bién porque viniendo como veníam os navegando

algo p ed rego so s, é h abía lan go stas, que quando p e ­

costa á costa, habíam os visto echadas n asas1949 en la

leábam os saltaban, y venian volando, y nos daban en

mar, con que pescaban, y aun á dos dellas se les tomó el

la cara, y como eran tantos flech eros, y tiraban tanta

pescado con u n batel que traíam os ájo rro I9S° de la Capi­

flecha como granizos, que parecían eran langostas que

tana. Aqueste rio se llama de Tabasco, porque el cacique

volaban, y no nos rodelabam am os,I947y la flecha que v e ­

de aquel pueblo se llamabaTabasco; ycom o le descubri­

nia nos heria; y otras veces creíam os, que era flecha, y

mos deste viage, y el Juan de Grijalva fué el descubridor,

eran langostas que venian volando; fué harto estorbo.

se nombra rio de Grijalva, y así está en las cartas del m a­

CAPÍTULO X CÓMO SEGUIMOS NUESTRO VIAGE, Y ENTRAMOS EN BOCA DE TÉRMINOS, QUE ENTONCES LE PUSIMOS ESTE NOMBRE

bien oimos el rum or de cortar de madera, de que hacían

Yendo p o r n uestra n avegació n ad elante, lleg am o s á

Potonchan, y te n ía n la gu erra p o r m uy cierta. Y d e s ­

una boca como de rio muy grande y ancha, y no era rio

que aquello sentim os desembarcam os de una punta de

como pensam os, sino muy buen puerto, é porque está

aquella tierra donde había unos palm ares, que era del

rear. E ya que llegamos obra de media legua del pueblo, grandes m am paros1931 é fuerzas y aderezarse1933 para nos dar guerra; porque habían sabido de lo que pasó en

entre unas tierras é otras, é parecía como estrecho; tan

pueblo media legua; y desque nos viéron allí, vinieron

gran boca tenia, que decia el piloto A ntón de Alam inos

obra de cincuenta canoas con gente de guerra, y traían

que era Isla, y p artían térm inos con la tierra, y á esta

arcos, y flechas, y armas de algodon, rodelas, y lanzas, y

causa le p u sim o s nom bre Boca de T é rm in o s, y así

sus atam bores, y penachos; y estaban entre los esteros

está en las cartas del m arear: y alli saltó el capitán Juan

otras muchas canoas llenas de guerreros, y estuviéron

de Grijalva en tierra con todos los m as capitanes por

algo apartados de nosotros, que no osáron llegar como

m í nom brados y m uchos soldados estuvim os tres días

los p rim eros. Y desque los vim os de aquel arte, esta ­

hondando la boca de aquella entrada: é m irando bien

bam os para tirarles con los tiros, y con las escopetas, y

arriba y abaxo del ancón, donde creíam os que iba é v e ­

ballestas, y quiso nuestro Señor que acordam os de los

nia á parar, y hallam os no ser Isla, sino ancón: y era

llam ar, é con Julianico y M elchorejo los de la punta de

1944 Especie de culebrina, antigua pieza de artillería, larga y de poco calibre, que lanzaba balas hasta de un kilogramo y medio. 1945 Palabra dudosa, podría tratarse del portugués cabago, calabazo o jícaro. 1946 Apartado, huido. 1947 Protegerse con las rodelas, los escudos. 1948 Perra. 1949 Voz "nasas": "1. f. Arte de pesca que consiste en un cilindro de juncos entretejidos, con una espede de embudo dirigido hada adentro en una de sus bases y cerrado con una tapadera en la otra para poder vadarlo.", Diccionario de la lengua española, rae, disponible en: http://dle.rae. es/?id=QH2Fsow 1950 A remolque. 1951 Voz "mamparos": "2. m. desús. Amparo o defensa.", Diccionario de la lengua española, rae, disponible en: http://dle.rae.es/?id=06jxNP7 1952 Vestirse, prepararse.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

35°

Cotoche, que sabían muy bien aquella lengua, y dixo á

por bueno por saber cierto que tenían oro; y desque lo

los principales que no hubiesen miedo, que les quería­

hubiéron presentado, dixéron que nos fuesem os luego

m os hablar cosas que desque las entendiesen, hubiesen

adelante, y el capitán les dió las gracias por ello, é cuen­

p o r buena n u estra llegada allí é á sus casas, é que les

tas verd es: y fué acordado de irn os luego á em barcar,

queríamos dar de lo que traíamos. E como entendiéron

porque estaban en mucho p eligro los dos navios, por

la plática, viniéron obra de quatro canoas, y en ellas has­

tem or del norte que es travesía, y tam bién por acercar­

ta treinta indios, y luego se les m ostraron sartalejos de

nos hácia donde decían que había oro.

cuentas verdes, y espejuelos, y diamantes azules; y d es­

m ucho. E nton ces el capitán les dixo con las lenguas

CAPÍTULO XII CÓMO VIMOS EL PUEBLO DELAGUAYALUCO, QUE PUSIMOS POR NOMBRE LA RAMBLA

Julianillo, é Melchorejo, que veníam os de lejas tierras,

Vueltos á embarcar, siguiendo la costa adelante, desde

y eramos vasallos de un grande Em perador, que se dice

á dos dias vim os un pueblo junto á tierra, que se dice

que los viéron parecía que estaban de m ejor semblante, creyendo que eran chalchihuites, que ellos tien en en

don Carlos, el qual tiene por vasallos á muchos grandes

el Aguayaluco, y andaban muchos indios de aquel pue­

Señ ores, y C alachiom es,1933 y que ellos le deben tener

blo por la costa con unas rodelas hechas de conchas de

por Señor, y les irá muy bien en ello, é que á trueco1934

tortugas, que relum braban con el sol que daba en ellas, y

de aquellas cuentas nos den comida de gallinas. Y nos

algunos de nuestros soldados porfiaban que eran de oro

respondiéron dos dellos, que el uno era principal, y el

baxo: y los indios que las traían, iban haciendo grandes

otro papa, que son como sacerdotes que tienen cargo de

m ovimientos por el arenal, y costa adelante: y pusimos á

los ídolos, que ya he dicho otra vez que papas les llam an

este pueblo por nombre la Rambla, y así está en las cartas

en la Nueva España: y dixéron que harían el bastimiento

del marear. E yendo mas adelante costeando, vimos una

que decíam os, é trocarían de sus cosas á las nuestras,

ensenada donde se quedó el rio de Fenole, que á la vuelta

y e n lo dem as que Señ o rtien en , é que agora veníam os,

que volvimos entramos en él, y le pusimos nombre, rio

é sin con ocerlos, é ya les qu eríam os dar S eñor, é que

de Sant Antonio, y asi está en las cartas del mar. E yendo

m irásem os no les diesem os guerra como en Potonchán;

mas adelante navegando, vim os adonde quedaba el pa-

porque tenían aparejados dos xiquipiles1933 de gentes de

rage del gran rio de Guacayvalco, y quisiéram os entrar

guerra de todas aquellas provincias contra nosotros;

en el ensenada que está, por ve r qué cosa era, sino por

cada xiquipil son ocho m il hom bres: é dixéron que bien

ser el tiempo contrario: é luego se pareciéron las gran­

sabían que pocos dias había que habíamos muerto y h e­

des sierras nevadas, que entodo el año están cargadas de

rido sobre mas de ducientos hom bres en Potonchán, é

nieve; y tam bién vimos otras sierras que están mas junto

que ellos no son hom bres de tan pocas fuerzas como los

al mar, que se llam an agora de San Martin, y pusímoslas

otros, é que p or eso habían venido á hablar por saber

por nombre San Martin; porque el prim ero que las vió,

nuestra voluntad: é aquello que les decíam os que se lo

fué un soldado que se llamaba San Martin, vecino de La

irian á decir á los caciques de muchos pueblos que es-

Flabana. Y navegando nuestra costa adelante, el capitán

tan juntos, para tratar paces, ó guerra. Y luego el capitán

Pedro de Alvarado se adelantó co n su n avío,y entró enun

les abrazó en señ al de paz, y les dió unos sartalejos de

rio, que en Indias se llam a Papalohuna, y entonces p u ­

cuentas, y les mandó que volviesen con la respuesta con

sim os por nombre, rio de Alvarado, porque lo descubrió

brevedad, é que si no venían, que por fuerza habíam os

el mesmo Alvarado. A llí le diéron pescado unos indios

de ir á su pueblo, y no para los enojar. Y aquellos m en-

pescadores, que eran naturales de un pueblo, que se dice

sageros que enviam os, hablaron con los caciques, é p a­

Tlacotalpa: estuvím osle aguardando en el parage del

pas, que tam bién tienen voto entre ellos; y dixéron que

rio, donde entró con todos tres navios, hasta que salió

eran buenas las paces, y traer bastimentos, é que entre

dél, y á causa de haber entrado en el rio sin licencia del

todos ellos, y los pueblos com arcanos se buscara lu e­

General, se enojó mucho con él, y le mandó que otra vez

go un presente de oro para nos dar, y hacer amistades

no se adelantase del armada, porque no le aviniese al­

no les acaezca como á los de Potonchán. Y lo que yo vi

gún contraste en parte donde no le pudiésem os ayudar.

y entendí despues acá en aquellas provincias, se usaba

E luego navegam os con todos quatro navios en c o n ­

enviar presentes quando se trataba paces: y en aquella

serva, hasta que llegam os en parage de otro rio, que le

punta de los palm ares, donde estabamos vinieron sobre

p u sim os p o r nombre rio de Vanderas, porque estaban

treinta indios, é truxeron pescados asados, y gallinas, é

en él muchos indios con lanzas grandes, y en cada lanza

fruta, y pan de maíz, é unos braseros con asquas, y con

una b and era hecha de m anta blanca, revelándolas, y

zahumerios, y nos zahumaron á todos; y luego pusieron

llam ándonos. Lo qual diré adelante como pasó.

en el suelo unas esteras, que aca llam an petates, y enci­

como lagartijas, y tres collares de cuentas vaciadizas, y

CAPÍTULO X III CÓMO LLEGAMOS AUN RIO, QUE PUSIMOS POR NOMBRE RIO DE VANDERAS, É RESCATAMOS CATORCE MIL PESOS

ma una manta, y presentaron: ciertas joyas de oro que fuéron ciertas añades como las de Castilla, y otras joyas

1953 Caciques. 1954 Cambio. 1955 Divisiones. 1956 Probablemente Culhua.

otras cosas de oro de poco valor, que no valia docientos

Ya h ab rán oído d ecir en España, y en toda la m as p a r­

pesos: y mas truxéron unas mantas, é camisetas de las

te della, y de la Ghristiandad, como M éxico es tan gran

que ellas usan, é dixéron que recibiésem os aquello de

ciudad, y poblada en el agua, como Venecia, y había en

buena voluntad, é que, no tien en mas oro que nos dar,

ella un gran Señor, que era rey de muchas provincias,

que adelante hacia donde se pone sol hay mucho y decían

y señ oreaba todas aquellas tierras, que son m ayores

CuJba Culba,I9S6 México México; y nosotros no sabíamos

que quatro veces nuestra Castilla, el qual Señor se decia

que cosa era Culba, ni aun México tampoco. Puesto que

Montezuma: é como era tan poderoso, quería señorear,

no valia mucho aquel presente que truxéron, tuvimoslo

y saber, hasta lo que no podía, n i le era posible: é tuvo

Fuentes

noticia de la p rim era vez que ven im os con Fran cisco

p asem o s ad elante, y es, que tom am os p o se sio n en

Flernández de Córdoba, lo que nos acaeció en la batalla

aquella tie rra p o r su M agestad, y en su nom bre real

de Cotoche, y e n la de Champoton, y agora deste viage la

el gobernador de Cuba Diego Velázquez. Y despues des-

batalla del m ism o Champoton, y supo que eram os n o ­

to hecho, habló el general á los indios que allí estaban,

sotros pocos soldados, y los de aquel pueblo muchos;

diciendo, que se quería em barcar, y les dió cam isas de

é al h n entendió que nuestra demanda era buscar oro á

Castilla. Y de allí tomamos un indio, que llevamos en los

trueque del rescate que traiam o s, é todo se lo h abían

navios, el qual despues que entendió nuestra lengua se

llevado pintado en unos paños que hacen de nequen y

volvió Christiano, y se llam ó Francisco, y despues de

que es como de lino: y como supo que íbam os costa á

ganado México le vi casado en un pueblo que se llam a

costa hácia sus Provincias, mandó á sus gobernadores,

Santa Fe. Pues como vió el general que no traían mas oro

que si por allí aportásemos, que procurasen de trocar oro

á rescatar, é había seis días que estabamos allí, y los n a­

á nuestras cuentas, en especial á las verdes, que p are ­

vios corrían riesgo, por ser travesía el norte, nos mandó

cían á sus chalchihuites: y tam bienlo mandó, para saber

embarcar. E corriendo la costa adelante, vim os una Isle-

é inquirir mas por entero de nuestras personas, é que era

ta, que bañaba la mar, y tenia la arena blanca, y estaría (al

nuestro intento. Y lo mas cierto era (según entendimos)

parecer) obra de tres leguas de tierra, y pusímosle por

que dicen, que sus antepasados les habían dicho, que

nombre isla Blanca; y asi está en las cartas del marear.

habían de venir gentes de hácia donde sale el Sol, que los

Y no muy léjos desta isleta Blanca vim os otra isla mayor

habían de señorear. A gora sea por lo uno, ó por lo otro,

al parecer que las demas, y estaría de tierra obra de le ­

estaban en posta á vela indios del Grande Montezuma

gua y media, y allí enfrente della había buen surgidero;

en aquel rio que dicho tengo, con lanzas largas, y en

y mandó el general, que surgiésemos. Echados los bate­

cada lanza una bandera enarbolándola, y llam ándonos

les en el agua, fué el capitán Ju an de G rijalva con m u­

que fuesem os allí donde estaban. Y desque vim os de

chos de nosotros los soldados á ver la isleta, y hallamos

los navios cosas tan nuevas, para saber que podia ser,

dos casas hechas de cal y canto y bien labradas, y cada

fué acordado por el general, con todos los de mas solda-

casa con unas gradas, por donde subían á unos como al­

dos y capitanes, que echasen dos bateles en el agua, é que

tares, y en aquellos altares tenían unos ídolos de malas

saltásemos en ellos todos los ballesteros, y escopeteros, y

figuras, eran sus dioses, y allí estaban sacrificados de

veinte soldados, y Francisco de Montejo fuese con noso­

aquella noche cinco indios, y estaban abiertos por los

tros; é que si viesem os que eran de guerra los que estaban

pechos, y cortados los brazos y los m uslos, y las p are ­

con las banderas, que de presto se lo hiciésem os saber,

des llenas de sangre. De todo lo qual nos adm iram os,

ó otra qualquier cosa que fuese .Y e n aquella sazón quiso

y pusimos por nombre á esta isleta, isla de Sacrificios. Y

Dios que hacia bonanza en aquella costa, lo qual pocas

allí enfrente de aquella isla saltamos todos entierra, y en

veces suele acaecer: y como llegamos entierra, hallamos

unos arenales grandes que allí hay, adonde hicim os ran ­

tres caciques, que el uno dellos era gobernador de M on­

chos y chozas, con ram as, y con las velas de los navios.

tezuma, é con muchos indios de propio, y tenían muchas

Flabíanse allegado en aquella costa muchos indios, que

gallinas de la tierra, y pan de maíz, de lo que ellos suelen

traían á rescatar oro hecho piecezuelas, como en el rio

com er, é frutas, que eran pinas, y capotes, que en otras

de Vanderas; y según despues supimos, mandó el Gran

partes llam an mameyes, y estaban debaxo de una som ­

M ontezum a que v in ie se n con ello, y los in d io s que lo

bra de árboles, puestas esteras en el suelo, que ya he d i­

traían, al parecer estaban tem erosos, y era muy poco.

cho otra vez, que en estas partes se llam an petates, y allí

Por m anera que luego el capitán Juan de Grijalva mandó,

nos m andáron asentar, y todo por señas; porque Ju lia­

que los navios alzasen las anclas, y pusiesen velas, y fue­

nillo el de la punta de Cotoche no entendía aquella le n ­

sem os adelante á surgir enfrente de otra Isleta que e s­

gua; y luego truxé ron braseros de barro conasquas, y nos

taba obra de m edia legua de tierra, y esta isla es donde

zahum aron con uno como resina, que huele á incienso.

agora está el puerto. Y diré adelante lo que allí nos avino.

Y luego el capitán M ontejo lo hizo sab er al gen eral; y todos los navios, y saltó en tierra contodoslos capitanes

CAPÍTULO XIV CÓMO LLEGAMOS AL PUERTO DE SAN JUAN DE CULUA

y soldados, Y desque aquellos caciques y gobernadores le

Desem barcados en unos arenales hicim os chozas e n ­

como lo supo, acordó de surgir allí en aquel parage con

vieron en tierra, y conociéron que era el capitán general

cim a de los m astos y m edaños de arena, que los hay

de todos, á su usanza le hiciéron grande acatamiento, y

por allí grandes, por causa de los mosquitos, que había

le zahum áron: y él les dió las gracias por ello, y les hizo

muchos, y con bateles ondeáron muy bien el puerto, y

muchas caricias, y les m andó dar diamantes y cuentas

halláron, con el abrigo de aquella Isleta estarían seguros

verdes; y p or señas les dixo que tru xésen oro á trocar á

los navios del norte, y había buen fondo: y hecho esto,

nuestros rescates. Lo qual luego el gobernador mandó á

fuim os á la isleta con el general treinta soldados, bien

sus indios, y que todos los pueblos comarcanos truxesen

apercebidos en los bateles, y hallam os una casa de ado-

las j oyas que tenían á rescatar: y en seis dias que estuvi-

ratorios, donde estaba un ídolo muy grande y feo, el qual

mos allí truxéron mas de quince mil pesos en joyezuelas

se llamaba Tezcatepucá, y estaban allí quatro indios con

de oro baxo, y de m uchas hechuras: y aquesto debe ser

m antas p rietas y muy largas, con capillas como traen

lo que dicen los cronistas Francisco López de Gomara,

los dom inicos, ó canónigos, ó q u erian parecer á ellos: y

y Gonzalo Flernández de Uviedo en sus Coró nicas, que

aquellos eran sacerdotes de aquel ídolo, y tenían sacri­

d icen que d ié ro n lo s de Tabasco, y como se lo dixéron

ficados de aquel dia dos muchachos, y abiertos por los

por relación, asi lo escriben, cono si fuese verdad: p o r­

pechos, y los corazones y sangre ofrecidos á aquel m al­

que vista cosa es, que e n la Provincia del rio de G rija l­

dito ídolo; y los sacerdotes, que ya he dicho que se dicen

va no hay oro, sin o m uy pocas jo yas. D exem os esto, y

p apas, nos ve n ía n á sahum ar con lo que sahum aban

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

aquel su ídolo, y en aquella sazón que llegam os, le e s­

anegarse sobre las amarras, el piloto que traían mandó

taban zahum ando con uno que huele á incien so, y no

contar los cables, é perdió las anclas, é volvióse á S an ­

consentimos que tal zahumerio nos diesen, antes tuvi­

tiago de Cuba, de donde h abía salid o , adonde estaba

m os muy gran lástima y mancilla de aquellos dos m u­

el Diego Velázquez; y quando vio que no tenia nueva de

chachos, é verlos recien muertos, y ver tan grandísim a

nosotros, si triste estaba de ántes que enviase al C h ris­

crueldad. Y el general preguntó al indio Francisco, que

toval de Uli, muy m as pensativo estuvo despues. Y en

traíam os del río de Vanderas, que parecía algo enten­

esta sazón llegó el capitán Pedro de A lvarado con el oro,

dido, ¿que porqué hacían aquello? y esto le decia medio

y ropa, y dolientes, y con entera relación de lo que h a ­

p or señas, porque entonces no teníam os lengua n in ­

bíam os descubierto. Y quando el gobernador vió que

guna, como ya otras veces he dicho. Y respo n d ió, que

estaba en jo yas, parecía mucho m as de lo que era, y e s ­

los de Culua lo m andaban sacrificar; y como era torpe

taban allí con el Diego Velázquez m uchos vecin o s de

de lengua, decia, Olua, O lu a .Y com o nuestro capitán

aquella isla, que ven ian á negocios. Y quando los o fi­

estaba presente, y se llam aba }uan, y asim ism o era dia

c iales del re y to m aro n el real quinto que v e n ia á su

de San }uan, pudimos por nombre á aquella isleta, San

M agestad, estaban espantados de quán ricas tierra s

lu á n de Ulua: y este puerto es agora m uy nom brado,

habíam os descubierto; y como el Pedro de A lvarado se

y están hechos en él grandes reparos para los navios, y

lo sabia muy b ien platicar, dice, que no hacia el Diego

allí vienen á desem barcar las m ercaderías para México,

Velázquez sino abrazallo, y e n ocho días ten er gran re -

é Nueva España. Volvam os á nuestro cuento, como e s ­

gozijo, y jugar cañas: y si mucha fam a tenían de ántes

tábamos en aquellos arenales, viniéron luego indios de

de ricas tierras, agora con este oro se sublim ó en todas

pueblos allí com arcanos á trocar su oro en joyezuelas

las islas, y en Castilla, como adelante diré. Y dexaré al

á nuestros rescates: m as eran tan pocos y de tan poco

Diego Velázquez haciendo fiestas, y volveré á nuestros

valor, que no hadam os cuenta d ello: y estuvim os siete

navios, que estabam os en San }uan de Ulua.

días de la m anera que he dicho, y con los m uchos m os­

rras no eran islas, sino Tierra Firm e, y que había gran­

CAPÍTULO XVI DE LO QUE NOS SUCEDIÓ COSTEANDO LAS SIERRAS DE TUSTAYDE TUSPA

quitos no nos podíamos valer: y viendo que el tiempo se nos pasaba, y teniendo ya por cierto, que aquellas tie ­ des pueblos, y el pan de cazabe muy mohoso é sucio de

D espues que de nosotros se partió el capitán Pedro

las fatulas, y amargaba, y los que allí veníam os no eramos

de Alvarado para ir á la isla de Cuba, acordó nuestro ge -

bastantes para poblar, quanto mas que faltaban diez de

neral, con los dem as capitanes y pilotos, que fuesem os

nuestros soldados, que se habían muerto de las heridas,

costeando y descubriendo todo lo que pudiésem os; é

y estaban, otros quatro dolientes: é viendo todo esto, fué

yendo p o r n u estra navegació n , vim o s las sie rra s de

acordado, que lo enviásemos á hacer saber al goberna­

Tusta, y m as adelante de ahí á otros dos dias vim os otras

dor Diego Velázquez, para que nos enviase socorro, p o r­

sierras muy mas altas, que agora se llaman las sierras de

que el }uan de Grijalva muy gran voluntad tenia de p o­

T uspa: p o r m an era que un as s ie rra s se d ic e n Tusta,

blar con aquellos pocos soldados que con él estabamos;

porque están cabe un pueblo que se dice asi: y las otras

y siempre mostró un grande ánimo de un muy valeroso

sie rra s se d icen Tuspa, porque se nom bra el pueblo

capitán, y no como lo escribe el cronista Gomora. Pues

junto adonde aquellas están Tuspa. E cam inando m as

para hacer esta embaxada, acordamos que fuese el capi­

adelante vim os m uchas poblaciones, y estarían la tie ­

tán Pedro de A lvarado e n u n navio que se decia San S e ­

rra adentro dos ó tres leguas, esto es ya en la Provincia

bastián, porque hacia agua, aunque no mucha, porque

de Panuco: é yendo por nuestra navegación llegamos a

en la isla de Cuba se diese carena, y pudiesen en él traer

u n rio gran de, que le p u sim os p o r nom bre rio de C a­

socorro é bastimento. Y tam bién se concertó, que lleva­

noas, y allí enfrente de la boca dél surgim os; y estando

se todo el oro que se había rescatado, y ropa de mantas, y

surtos todos tres navios, y estando algo descuidados,

los dolientes: y los capitanes escribiéron al Diego Veláz­

viniéron por el rio diez y seis canoas muy grandes lle ­

quez cada uno lo que le pareció: y luego se hizo á la vela, é

nas de ind ios de guerra, con arcos, y flechas, y lanzas,

iba la vuelta de la isla de Cuba. Adonde los dexaré agora,

y vanse d erech o s al navio m as p eq u eñ o, del qual era

así al Pedro de Alvarado, como al Grijalva, y diré como

capitán A lonso de A vila, y estaba m as llegado á tierra,

el Diego Velázquez había enviado en nuestra busca.

y dándole una rociad a de flech as, que h irié ro n á dos

CAPÍTULO XV CÓMO DIEGO VELÁZQUEZ, GOBERNADOR DE LAISLADE CUBA, ENVIÓ UN NAVÍO PEQUEÑO EN NUESTRA BUSCA

llevar, y aun cortáron una am arra: y puesto que el ca ­

D espues que salim os el capitán }uan de G rijalva de la

n u estro s bateles, y escopetas, y ballestas, y h erim o s

isla de Cuba para h acer nuestro viage, siem p re Diego

m as de la tercia parte de aquellas gentes; por m anera

soldados, echáron mano al navio, como que lo querían pitán, y los soldados peleaban bien, y trastornáron tres canoas, nosotros con gran presteza les ayudamos con

Velázquez estaba triste y p en sativo, no nos h u biese

que volviéro n con la m ala ventura por donde habían

acaecido algún desastre, y deseaba saber de nosotros, y

venido: y luego alzamos áncoras, y dim os vela, y segui­

á esta causa envió un navio pequeño en nuestra busca

m os costa a costa hasta que llegam os á una punta muy

con siete soldados, y p or capitán dellos á un C hristo-

grande, y era tan mala de doblar, y las corrientes m u­

val de Olí, persona de valia, muy esforzado, y le mandó,

chas, que no podíam os ir adelante: y el piloto A ntón de

que sigu iese la d erro ta de F ran cisco H ernán dez de

A lam inos dixo al general, que no era bien navegar mas

Córdoba hasta toparse con nosotros. Y según parece,

aquella derrota, y para ello se diéron muchas causas,

el C hristoval de U li yendo en nuestra busca, estando

y luego se tom ó consejo de lo que se había de hacer; y

surto cerca de tierra, le dió un recio tem poral, y por no

fué acordado, que diesem os la vuelta á la isla de Cuba,

Fuentes

lo uno, porque ya entraba el invierno, y no había b a s­

diferentes de las suyas. Fie traído aquí esto á la m em o­

timentos, é un navio hacia mucha agua, y los capitanes

ria, para que se sepa que estos fu éro n lo s prim eros n a­

d esco n fo rm es, porque el Ju a n de G rijalva decia, que

ran jo s que se p lan táro n en la N ueva E sp añ a: porque

queria poblar, y el Francisco M ontejo y A lonso de A v i­

despues de ganado M éxico, y pacificados los pueblos

la decian, que no se podían sustentar, por causa de los

sujetos de Guacacualco, túvose por la m ejor Provincia,

m uchos guerreros que en la tierra había: y tam bién

por causa de estar en la m ejor conm odacion de toda la

todos nosotros los soldados estabam os hartos y muy

Nueva España, así p or las m inas, que las había, como

trabajados de andar p or la m ar. A sí que dim os vuelta á

por el buen puerto, y la tierra de suyo rica de oro, y de

todas velas, y las corrientes que nos ayudaban, en pocos

p astos, p ara gan ad os, y á este efecto se pobló de los

días llegamos en el parage del gran rio de Guacacualco,

mas principales conquistadores de México, é yo fui uno,

y no pudim os estar, por ser el tiem po contrario; y muy

y fu i p o r m is n aran jos, y trasp u selo s, y sa liéro n muy

abrazados con la tierra, entram os en el rio de Tonala,

buenos. Bien sé que dirán, que no hace al propósito de

que se puso nombre entonces, Sant Antón, y allí se dió

m i relación estos cuentos viejo s, y dexallos he, y diré

carena al navio, que hacia mucha agua, puesto que tocó

com o q u ed á ro n to d o s los in d io s de aquellas p ro v in ­

tres veces al estar en la barra, que esm uybaxa; y estando

cias muy contentos, y luego nos abrazamos, y vam os la

aderezando nuestro navio, viniéron muchos indios del

vuelta de Cuba, y en quarenta y cinco días, unas veces

puerto de Tonala, que estaba una legua de allí, y truxéron

con buen tiem po, y otras veces con contrario, llegamos

pan de maíz, y pescado, y fruta, y con buena voluntad

á Santiago de Cuba, donde estaba el gobernador Diego

nos lo diéron, y el capitán les hizo muchos halagos, y les

Velázquez, y él nos hizo buen recibim iento: y desque vió

m andó dar cuentas verdes, y diam antes, y les dixo por

el oro que traíamos, que seria quatro m il pesos, é con el

señas, que truxesen oro á rescatar, y que les daríam os de

que truxo p rim ero el capitán Pedro de A lvarado, seria

nuestro rescate: y traían joyas de oro baxo, y se les daban

por todo veinte m il pesos, y otros decían mas, y otros

cuentas por ello. Y desque lo supiéron los de Ganacual-

decían ménos, é los oficiales de su Magestad sacáron el

co, y de otros pueblos comarcanos, que rescatábamos,

Real quinto: y tam bién truxéron las seiscientas hachas

tam bién vin ié ro n ellos con sus pecezuelas, y llevaron

que parecían oro, y quando las truxéron para quintar,

cuentas verd es, que aquellos ten ían en m ucho. Pues

estaban tan m ohosas, en ñ n como cobre que era, y allí

demas de aqueste rescate traían comunmente todos los

hubo bien que reír y decir de la burla y del rescate. Y el

indios de aquella Provincia, unas hachas de cobre muy

Diego Velázquez con todo esto estaba muy alegre: pues­

lucidas, como por gentileza y á m anera de arm as, con

to que parecía estar m al con el pariente Grijalva, y no

unos cabos de palo muy pintados; y nosotros creim os

tenían razón, sino que el A lonso de Avila era mal acon­

que eran de oro baxo, y com enzam os á rescatar dellas,

dicionado, y decia, que el G rijalva era para poco, y no

digo, que e n tr e s días se h ubiéron m as de seiscientas

faltó el capitán Montejo, que le ayudó de mal. Y quaudo

dellas, y estabam os muy contentos con ellas, creyendo

esto pasó ya había otras pláticas para enviar otra arm a­

que eran de oro baxo, y los indios mucho m as con las

da, é á quien elegirían por capitán.

cuentas; y todo salió vano, que las hachas eran de cobre,

con ellas: y parece ser que otro m arinero lo dixo al ca­

CAPÍTULO XVII CÓMO DIEGO VELÁZQUEZ ENVIÓ Á CASTILLA Á SU PRO CURADOR

pitán, y mandóle, que las diese; y porque rogamos por

Yaunque les parezca á los lectores, que va fuera de nues­

él, se las dexó, creyendo que eran de oro. Tam bién me

tra relación esto que yo traigo aquí á la m em oria, ántes

acuerdo, que un soldado que se decia Bartolomé Prado,

que entre en lo del capitán Flernando Cortés, convie­

fué á una casa de ídolos, que ya he dicho que se dicen

ne que se diga, p o r las causas que adelante verán , y

Cues, que es como quien dice, casa de sus dioses, que

tam bién porque en un tiem po acaecen dos ó tres cosas,

estaba en un cerro alto, y en aquella casa halló muchos

y por fuerza hem os de hablar de una, y la que mas viene

y las cuentas un poco de nada. E un m arinero había se ­ cretamente rescatado siete hachas, y estaba muy alegre

ídolos, y copal, que es com o in cien so , que es con que

al propósito. Y el caso es, que como ya he dicho, quando

zahuman, y cuchillos de pedernal, con que sacrificaban

llegó el capitán Pedro de Alvarado á Santiago de Cuba

y retajaban, y unas arcas de m adera, y en ellas muchas

con el oro que hubim os de las tierras que descubrim os,

piezas de oro, que eran diademas, y collares, y dos íd o­

y el Diego Velázquez tem ió que p rim ero que él hiciese

los, y otros com o cuentas; y aquel oro tom ó el so ld a ­

relación á su Magestad, que algún Caballero privado en

do para sí, y los ídolos del sacrificio truxo al capitán. Y

Corte tenia relación déllo y y, le hurtaba la bendición;

no faltó quien le vió, y lo dixo al Grijalva, y queriaselo

á esta causa envió el Diego Velázquez á un su capellan,

tom ar; y rogárnosle, que se lo d exase: y com o era de

que se d ecia B enito M artínez, hom bre que enten d ía

buena condición, que sacado el quinto de su Magestad,

muy bien de negocios, á Castilla con probanzas y cartas

que lo dem ás fuese p ara el pobre soldado, y no valia

para don Juan Rodríguez de Fonseca obispo de Burgos,

ochenta pesos. Tam bién quiero decir como yo sem bré

é se nombraba arzobispo de Rosano, y para el licencia­

unas pepitas de naranjas junto á otras cosas de ídolos; y

do Luis Zapata, y para el secretario Lope Conchillos, que

fué desta m anera: que como había m uchos m osquitos

en aquella sazón entendían en las cosas de las Indias, y

en aquel rio, fuim e á dorm ir á una casa alta de ídolos, y

el Diego Velázquez era muy servidor del obispo, y de los

allí junto á aquella casa sem bré siete ú ocho pepitas de

demas oidores, y como tal les dió pueblos de indios en

naranjas que había traído de Cuba, y naciéron muy bien

la isla de Cuba, que les sacaban oro de las m inas, é a esta

porque parece ser, que los papas de aquellos ídolos les

causa hacia m ucho p o r el Diego Velázquez, e sp e cia l­

pusiéron defensa para que no las com iesen hormigas, y

mente el obispo de Burgos, y no dió ningún pueblo de

las regaban y limpiaban, desque viéron que eran plantas

In dios á su M agestad; porque en aquella sazón estaba

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

en Flandes. Y dem as de les h aber dado los indios que

arte del de la Nueva España, tam bién irá todo errado.

dicho tengo, nuevamente envió á estos oidores muchas

Y es lo bueno, que ensalza á unos capitanes, y abaxa á

joyas de oro de lo que habíam os enviado con el capitán

otros; y los que no se h alláron en las conquistas, dice,

Alvarado, que eran veinte m il pesos, según dicho tengo,

que fuéron capitanes, y que un Pedro Dircio fué por ca­

y no se h a ria o tra c o sa e n el Real Consejo de Indias, sino

pitán quando el desbarate que hubo en un pueblo que

lo que aquellos señ ores m andaban. Y lo que enviaba á

le pusieron nombre Alm ería; porque el que fué por ca­

negociar el Diego Velázquez era, que le diesen licencia

pitán en aquella entrada, fué un Juan de Escalante, que

para rescatar y conquistar y poblar en todo lo que h a ­

m urió en el desbarate con otros siete soldados; y dice,

bía descubierto y en lo que mas descubriese: y decía en

que un Juan Velázquez de León fué á poblar á Guacualco;

sus relaciones y cartas, que había gastado muchos m i­

y la verdad es asi, que un Gonzalo de Sandoval natural de

llares de pesos de oro e n el descubrim iento. Por m anera

A vílalo fué á poblar. Tam bién dice, como Cortés mandó

que el capellan Benito Martínez fué á Castilla, y negoció

quem ar un indio que se decia Quezal Popoca capitán de

todo lo que pidió, y aun mas cum plidamente, que truxo

M ontezum a sobre la p ob lacio n que se quem ó. El G o ­

p rovisión para el Diego Velázquez para ser A d elan ta­

m ora no acierta tam bién lo que dice de la entrada que

do de la isla de Cuba. Pues ya negociado lo aquí por mi

fu im os á un pueblo y fortaleza A nga Panga, escríbelo,

dicho, no vinieron tanpresto los despachos, que prim e­

mas no como pasó. Y de quando en lo s A renales alzamos

ro no saliese Cortés con otra Arm ada. Quedarse ha aquí

á Cortés por capitán general y Justicia Mayor, en todo le

así los despachos del Diego Velázquez, como la Arm ada

engañáron. Pues en la tom a de un pueblo, que se dice

de Cortés y diré como estando escribiendo esta relación

Cham ula, e n la Provin cia de Ghiapa, tam poco acierta

vi una Coró nica del cronista Francisco López de Go m o­

en lo que escribe. Pues otra cosa peor dice, que Cortés

ra, y habla en lo de las conquistas de la Nueva España é

m andó secretam ente b a rre n a rlo s once navios en que

México, y lo que sobre ello me parece declarar adonde

habíamos venido, ántes fué público, porque claramente

hubiere contradicción sobre lo que dice el Gomora, lo

por consejo de todos los demas soldados mandó dar con

diré según y de la m an era que pasó en las Conquistas,

ellos al través a ojos vistas, porque nos ayudase la gente

y va muy diferente de lo que escribe, porque todo es.

de la m ar, que en ellos estaba á v e la r y guerrear. Pues en lo de Juan de Grijalva, siendo buen capitán, le desha­

CAPÍTULO XVIII DE ALGUNAS ADVERTENCIAS ACERCA DE LO QUE ESCRIBE FRANCISCO LÓPEZ DE GOMORA, MAL INFORMADO, EN SU HISTORIA

ce y dism inuye. Pues en lo de Francisco H ernández de Górdova, habiendo el descubierto lo de Yucatan, lo pasa p o r alto. Y en lo de F ran cisco de Garay dice, que vino el prim ero con quatro navios de lo de Panuco ántes que

Estando escribiendo esta relación, acaso vi una H isto­

vin ie se con la A rm ada p ostrera; en lo qual no acierta

ria de bu en estilo, la qual se nom bra de un F ra n c is­

como en lo demas. Pues entodo lo que escribe de quan­

co López de Gom ora, que habla de las Conquistas de

do vino el capitán Narvaez, y de como le desbaratam os,

México y Nueva España, y quando leí su gran retórica, y

escribe segun y como las relaciones. Pues en las batallas

como m i obra es tan grosera, dexé de e scrib ir en ella,

de Taxcala, hasta que hicim os las paces, entodo escribe

y aun tuve vergü enza que p arecie se entre p erso n as

muy léjos de lo que pasó. Pues las guerras de México, de

n otables: y estando tan p erplexo com o digo, torné a

quando nos desbaratáron y echáron de la ciudad, y nos

le er y a m irar las razones y pláticas que el Gom ora en

m atáron y sa crih cáro n sobre ochocientos y sesenta

sus libros escribió, y vi, que desde el principio y medio

soldados, digo otra vez, sobre ochocientos y sesenta so l­

hasta el cabo no llevaba buena relación, y ya muy con­

dados; porque de m il y trecientos que entram os al soco­

trario de lo que fué é pasó en la Nueva España: y quando

rro de Pedro de Alvarado, é Íbamos en aquel socorro los

entró á decir de las grandes ciudades, y tantos números

de N a rva e z,y lo s de Cortés, que e ra n lo s m ily tr e c ie n -

que dice que había de vecinos en ellas, que tanto se le

tos que he dicho, no escapam os sino quatrocientos y

dió poner ocho como ocho m il. Pues de aquellas gran ­

quarenta, y todos heridos; é dicelo de m anera como si no

des matanzas que dice que hacíamos, siendo nosotros

fuera nada. Pues desque tornam os á conquistar la gran

obra de quatrocientos soldados los que andabam os en

Ciudad de México y la ganamos, tampoco dice los solda­

la guerra, que harto teníam os de defendernos que no

dos que nos matáron y hiriéron en las conquistas, sino

nos m atasen ó llevasen de vencida, que aunque estuvie­

que todo lo hallabam os, como quien va á bodas, y rego­

ran los indios atados, no hiciéram os tantas m uertes y

cijos. Para qué meto yo aquí tanto la plum a en contar

crueldades como dice que hicim os, que juro amen, que

cada cosa por sí, que es gastar papel y tinta? porque sie n

cada dia estabamos rogando a Dios y á nuestra Señora

todo lo que escribe va de aquesta arte, es grande lástima;

no nos desbaratasen. Volviendo á nuestro cuento; Ata-

y puesto que él lleve buen estilo, había de ver, que para

larico m uybravísim o re y ,y A tilam u y so b e rb io g u erre -

que diese fe á lo demas que dice, que en esto se había de

ro, en los cam pos Catalanes no h iciéro n tantas m u er­

esm erar, Dexemos esta plática, y volveré á mi materia,

tes de hom bres como dice que hacíamos. También dice

que despues de bien mirado todo lo que he dicho que e s­

que derrocábam os y abrasabam os m uchas ciudades

cribe el Gomora, que por ser tan léjos de lo que pasó, es

y templos, que son sus Cues, donde tienen sus ídolos; y

en perjuicio de tantos, torno á proseguir en mi relación

en aquello le parece á Gomora que aplace mucho a los

é Historia; porque dicen sabios varones, que la buena

oyentes que leen su Historia, y no quiso ver ni entender

policía y agraciado com poner, es d ecirverdad en lo que

quando lo escribía, que los verdaderos conquistadores

escribieren: y la m era verdad resiste á m i rudeza: y m i­

y curiosos lectores que saben lo que pasó, claram ente

rando en esto que he dicho, acordé de seguir m i in ten ­

lo que en su H istoria en todo lo que se engañó. Y si en

to con el ornato y pláticas que adelante verán, para que

las dem as H istorias que escribe de otras cosas va del

salga á luz, y se véa n la s conquistas de la Nueva-España

355

Fuentes

claram en te, y com o se han de ver, y su M agestad sea

el gobernador Pedrarias Dávila dio licencia a los que se

servido conocer los grandes y notables servicios que le

q uisieron ir a otras partes y por la fam a que había que

hicim os los verdaderos Conquistadores, pues tan p o ­

los castellanos de Cuba estaban ricos y bien acom oda­

cos soldados, como venim os á estas tierras con el v e n ­

dos por el buentratam iento que atodos hacía el gober­

turoso y buen capitán Hernando Cortés nos pusim os á

nador Diego Velázquez, llegaron a aquella isla hasta cien

tan gran des p elig ro s, y le ganam os esta tie rra , que es

hom bres, la m ayor parte nobles que fu eron b ien re c i­

una buena parte de las del nuevo m undo, puesto que su

bidos por el gobernador y prom etió acom odarlos con

M agestad, como C h ristianisim o rey y señ o r nuestro,

el tiem po. Y pasados algunos m eses, pareciéndoles que

nos lo ha m andado m uchas veces gratificar: é dexaré

no convenía estar ociosos, como se trataba mucho de ir

de hablar acerca desto, porque hay mucho que decir.

a b u sca r in d io s de fu era p ara a liv ia r m ás a los de las

Y

quiero volver con la plum a en la m ano, como elislas y se armaba cada día y en especial en Cuba, adonde

buen piloto lleva la sonda por la m ar descubriendo los

las poblaciones florecían por la buena industria de Die -

baxos, quando siente que los hay, así haré yo, encam i­

go Velázquez, el cual p or no quererese ocupar en esto

nar á la verdad de lo que pasó la H istoria del cronista

a los soldados del D arién, trató con ellos que se fuese

Gom ora, y no será todo en lo que escrib e; porque si

buscar nuevas tierras, hacia las partes por donde había

parte por parte se hubiese de escribir, seria m as la costa

andado el prim er almirante délas Indias, Don Cristóbal

en coger la rebusca, que en las verdaderas vendim ias.

Colón, y "el Adelantado” }uan Ponce de León, que eran

Digo, que sobre esta m i relación pueden los cronistas

las costas de Veragua*939 y la Florida. Y pareciéndo bien

su b lim a r y d ar loas quantas q u isie re n , asi al c a p i­

el acuerdo de Diego Velázquez, decía que si las tierras o

tán Cortés, como á los fuertes conquistadores, pues tan

islas que se descubrieran fuesen tales que hubiesen de

grande y santa em presa, salió de nuestras m anos, pues

ir castellanos a poblarlas, que no sacaría de ellas indios

ello m ism o da fe muy verdadera; y no son cuentos de

para traerlos a Cuba sino que allí se les iría a predicar la

naciones extrañas, ni sueños, ni porfías; que ayer pasó,

fe. Sabida pues la voluntad del gobernador y de los so l­

á m anera de decir, sino vean toda la Nueva España, qué

dados, Francisco Hernández de Córdova, hom bre rico

cosa es, y lo que sobre ello escriben. Direm os lo que en

y valeroso y que tenía indios, se ofreció de ir por capi­

aquellos tiem pos nos hallam os ser verdad, como te s­

tán de esta gente y habida la licen cia e instru cción de

tigos de vista, y no estarém o s hablan do las c o n tra ­

Diego Velázquez, com pró para ello dos navíosy u n b e r-

riedades y falsas relaciones (como decim os) de los que

gantín y los proveyó de vitualla. Em barcáronse ciento

esc rib ie ro n de oidas; pues sabem os que la verdad es

diez soldados y los pilotos Antón de Alam inos, natural

cosa sagrada: y quiero dexar de m as hablar en esta m a­

de Palos, Cam acho, vecino de T rian ay lu an A lvarez, el

teria; y aunque había bien que decir della, y lo que se

manquillo de Huelva y por veedor, para tener cuenta con

sospechó del cronista, que le diéron falsas relaciones

el quinto del rey, B ernardino Núñez, natural de Santo

quando hacia aquella H istoria; porque toda la honra y

Domingo de la Calzada. Salieron de Santiago de Cuba y

prez della la dio solo al M arques don Hernando Cortés,

fueron a la villa de San Cristóbal de La Habana y rogaron

e no fizo m em oria de ninguno de nuestros valerosos

a A lonso González, clérigo, que se embarcase con ellos,

capitanes y fuertes soldados; bien se parece en todo lo

por llevar algún sacerdote que les dijese m isa y ad m i­

que el Gom era escribe e n su H isto ria, serle muy aficio­

nistrase los sacramentos. A ocho de febrero de este año

nado, pues á su hijo el m arques que agora es le eligió

salió de La H abana y el doce d ob laron el cabo de San

su Gorónica y obra, y la dexó de elegir á nuestro rey y

Antón. Navegaron al poniente, porque el piloto A ntón

señor. Y no solam ente el Francisco López de Gomora

de Alam inos certificó que siendo muchacho, con el p ri­

escribió tantos borron es é cosas que no son verd ad e­

m er almirante, conoció que siem pre se inclinaba a d es­

ras, de que ha hecho m ucho daño á m uchos escritores

cubrir por aquella parte. Sucedióles una torm enta que

y cronistas, que despues del Gomora han escrito en las

duró dos días en la que p ensaron p erderse, y al cabo

cosas de la Nueva España, como es el doctor Illescas, y

de veintiuno [el día 2 1] de navegación, en que andu­

Pablo lovio, que se van por sus m ism as palabras, é e s ­

vieron con mucho tiento, porque de noche bajaban las

criben ni mas ni m énos que el Gomora. Por m anera que

velas y se estaban al reparo, por andar por m ares que

lo que sobre esta m ateria escribiéron, es, porque les ha

no se sabían. Vieron tierra, de que se alagraron y dieron

hecho errar el Gomora.

muchas gracias a Dios y desde los navios veían un gran pueblo, que al p arecer estaba a dos leguas de la costa

Historia general de los hechos de los castellanos en las islas u tierra firm e del mar Océano, escrita por Antonio de Herrera, Cronista Mayor de su Majestad de las Indiasy de Castilla, en cuatro décadas, desde el año de 14 9 2 hasta 1581, publicada en 16 0 11937

y q ueriéndose acercar, apareciero n cinco canoas con gente que ib an al rem o. C ap eáro n los, acercáron se y en traro n tre in ta in d io s en la Capitana, ve stid o s con jaquetas sin m angas y unos alm aizales revueltos por calzones. D iéronles de com er y del vino de Gastilla y al­ gunos sartalejos de vidrios. D ijeron por señas (porque otra lengua no había) que se que rían ir y otro día volve­ rían con m ás canoas para que saliesen a tierra. Fueron

DÉCADA II. LIBRO II CAPÍTULO XVII QUE EL CAPITÁN FRANCISCO HERNÁNDEZ DE CÓRDOVA FUE A DESCUBRIR Y HALLÓ LA TIERRA DE YUCATÁN

adm irados de ver los navios, los hom bres, las barbas, los vestidos, arm as y dem ás cosas que nunca vieron. Volvieron otro día por la mañana con doce canoas y un indio que era el cacique decía a voces: Conez cotoche,

Ya se dijo que p o rla mucha falta de bastim entos que h a­

que quiere d ecir: andad aquí a m is casas, y p o r ello

bía en el Darién,1938 para m antener a la gente castellana,

se puso a aquella punta de Cotoche. Habido consenso

1957 La obra de Herrera fue muy difundida en su tiempo. Hombre de gran cultura y erudición: historiador, biógrafo y conocedor de lenguas clásicas, publicó numerosas obras, pero ésta se considera una de las más importantes. Se basa en las crónicas y relaciones anteriores, aunque su autor tuvo acceso a documentos ahora desapareados de los que incorporó nuevos datos. Sin embargo, en su escrito rescata muchas de las afirmaciones ya dichas y resuelve algunas de las contradicciones entre López de Gomara y otros cronistas tempranos con la obra de Bemal Díaz, a quien en algunos momentos privilegia. Herrera seguramente tuvo acceso al manuscrito de Díaz del Castillo, del cual circuló una copia en España desde 1575, ya que la obra sólo será publicada hasta 1632. Otras fuentes fundamentales son las obras aquí atadas de Las Casas y Cervantes de Salazar, materiales a los que tenía acceso por su encargo de Cronista general de Castilla e Indias, que le fuera otorgado por Felipe II para quien trabajó, al igual que para sus sucesores, Felipe II I y Felipe IV. Esta compilaa'ón a menudo es confundida con las llamadas "Décadas" de este autor que es una gran compilarión de la historia de España hecha para Felipe II. En algunos momentos la Historia general de los hechos.. ., es llamada las "Décadas americanas". Para esta versión me baso en la versión impresa en Madrid, en 1601. 1958 Región entre los actuales territorios de Panamá y Colombia. Santa Mana la Antigua del Darién, fundada en 1510. Una de las a'udades más antiguas fundada en América y capital del territorio de Castilla del Oro. 1959 La costa atlántica de los actuales Nicaragua, Costa Rica y Panamá que fueron visitadas por Colón en su cuarto viaje.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

356

entre los castellanos, sacaron los bateles y en ellos y en

ellos dicen copal y sahum aron a los castellanos, d icién-

las canoas, con sus arm as, sa lie ro n a tie rra , a donde

doles que se fu esen de su tie rra porque los m atarían.

estaba inñnita gente para verles. Y todavía porñaba el

C om enzaron luego a tocar las b o cin a s,1901 p ic o s,1903

cacique que fuesen a su casa. Y vistas tantas m uestras de

trom petillas y atabalejos de gente de guerra.

buena voluntad, acordaron de conseguir graciosam en­

Los castellanos, que aún los heridos de Cotoche no

te lo que habían de hacer quizá por fuerza, que era reco­

estaban sanos, de los cuales se h abían m uerto dos, se

nocer la tierra; pero con que fuesen bien apercibidos,

fueron retirando a la m arina, con buen orden, siendo

para lo que pudiese suceder. Llegados a un bosque, el

siem pre seguidos de los dos escuadornes y sin pérdida

cacique dio voces para que saliese mucha gente armada

ni daño se embarcaron. Y habiendo navegado seis días,

que tenía prevenida y emboscada. A parecieron arm a­

volvió un norte, que es travesía1963 en aquella costa, que

dos m uchos h om bres de arm as defensivas, colchadas

en cuatro días los tuvo para perderse. Sosegada la to r­

de algodón, rodelas, espadas con navajas de pedernal,

m enta, procu raron de allegarse a la cosrapara tom ar

m ontantes, lanzas y hondas; galanes, empenachados y

agua, porque las vasijas eran ru in es1904 e iban un casi

pintadas las caras de diversos colores. D ieron con gran

abiertas y así les duraba el agua pocos días. Surgieron

vo cería y ruido de sus m úsicas m ilitares, tan grande

cerca de un pueblo, adonde había una bahía que parecía

rociada de piedras y flechas a los castellanos que h irie ­

río. Salieron a tierra, después de medio día, a una legua

ron a quince y se juntaron pie con pie, a m anteniente

de un pueblo dicho Potonchán, h in ch a ro n sus v a s i­

con ellos, y pelearon anim osamente. No había entre los

ja s de unos pozos que h allaron cerca de unos ad ora-

castellanos m ás de veinticinco ballestas y escopetas que

torios labrados de cantería, como los otros, y estandfo

hacían su oficio, pero probando los indios el cortar de

para volverse descubrieron gente de guerra bien orde­

las espadas castellanas huyeron, yendo muchos heridos

nada y armada como la demás que habían visto, que del

y dejando diecisiete muertos.

pueblo salían a ellos. Preguntaron que si iban de donde

A donde sucedió esta refriega había tres casas de cal y

1960 Voz "anime": "1. m. Resina o goma de diversas espedes botánicas de Oriente y América usadas generalmente en mediana y droguería.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=2hTLvry 1961 Caracolas. 1962 Quizás se refiera a vasijas de barro que emiten sonido al soplarse a través de un pico del mismo material, como silbatos. 1963 Viento que corre perpendicular a la costa. 1964 Malas.

salía el sol, respond ieron que si y con esto se retiraron

canto, que eran adoratorios con muchos ídolos de barro

(porque era casi noche) a ciertas casas y los castellamos

con caras de dem onios, de m ujeres y otras malas figuras

p or la m ism a causa, acordaron de quedarse allí. Y p o r­

y de hom bres echados unos sobre otros, representando

que después de algunas horas se sintió un gran rum or

el abominable pecado. Y m ientras que se peleaba, el clé­

de guerra, confiriendo entre los castellanos lo que d e ­

rigo Alonso González se llevó de los adoratorios ciertas

bían de hacer a unos parecía que se embarcasen, a otros

arquillas, en que estaban ídolos de barro y de m adera,

que p o r h aber, según lo que p arecía, m ás de tr e c ie n ­

conpatenillas, pinjantes y diademas de oro bajo. P ren ­

tos ind ios para cada soldado, era la retirada peligrosa.

d iéro n se en este encu entro os m an cebos que fu ero n

Am aneció y vieron que los escuadrones del día antes, se

cristianos llamados Julián y Melchor. Los castellanos se

juntaron con otros, que habiéndoles rodeado les dieron

volvieron a embarcar, contentos de haber hallado gente

una gran rociada de flechas, piedras con ondas y varas

de razóny otras cosas diferentes de D arieny de las islas,

arrojadizas con tiraderas, de que quedaron heridos casi

especialm ente casas de piedra y cal, cosa que hasta e n ­

ochenta castellanos, con los cuales se juntaron peleando

tonces no habían visto en aquellas Indias. Siguieron su

con sus espadas y lanzas y otros flechando. Y aunque los

navegación la costa abajo, teniendo cuidado de parar de

castellanos m eneaban bien las manos con sus ballestas,

noche y al cabo de quince días que anduvieron de esta

escopetas y espadas, los indios los ponían en aprieto;

m an era d escu b rieron un pueblo grande cerca de una

pero en com enzando a sen tir el daño de las espadas se

gran ensenada. Creyeron que era río adonde pudiesen

fueron apartando, para m ejor flechar y tirar a terrero. Y

tom ar agua, porque de ella tenían falta. Saltaron en tie ­

cuando peleaban decían a voces: Calachuni, Calachuni,

rra Dom ingo de Lázaro y p or esto llam aron al pueblo

que quiere decir en lengua de Yucatán cacique o capitán,

deste nom bre y lo s in d io s le d ecían Q uim pech y los

pretendiendo que tirasen al capitán Frnacisco H ernán­

castellanos le llam aron Campeche. Llegaron cerca de

dez y bien lo procuraron, pues le dieron doce flechazos,

un pozo de buena agua, de donde bebían los naturales,

que según la com ún opinión, lo pudiera fácilm ente es-

porque en la provincia de Yucatán no hay ríos y habien­

cusar, pues no hubo acometidas a donde no quisiese ser

do tomado el agua, yaque se que rían volver a los navios,

el prim ero, conviniendo en tal aprieto más su gobierno

llegaron cincuenta ind ios, vestidos de jaquetas y por

que sus manos. Viéndose pues tan herido y no de trein ­

capas, mantas de algodón y por señas preguntaron qué

ta y tres h erid as (como dijo Gom ara) y a los soldados

buscaban y si iban de donde salía el sol y los convidaron

tam bién y que le habían llevado a dos, que uno se decía

para que fuesen al pueblo. Y después de bien pensado y

A lo n so Bote y el otro era un viejo portugués, y que el

apercibido, p or si sucediese lo m ism o que en punta de

valor de su gente no podía vencer a tantos, porque de re ­

Cotoche, fueron aunos adoratorios, bien labrados de cal

fresco acudían muchos, hecho ím petu con grandísim a

y canto, a donde había ídolos de diversas y malas figuras,

fu ria y á n im o , rom piendo a lo s enem igos, se abrieron

como e n lo s pasados y señales de sangre fre sc a y cruces

cam ino: los cuales con espantosa grita y estruendo los

pintadas, que le causó grande admiración. Acudía m u­

seguían peleando. Llegados a los bateles, como la gente

cha gente: hom bres, m ujeres y niños, que por maravilla

era mucha, se iban a fondo; pero asidos de los bordes, se

los m irabany entre ellos se sonreían y luego parecieron

pudieron alargar, tirando siempre los indios a terrero y

dos escuadrones de gente bien ordenada y armada como

entrando en el agua con gran dísim a rabia, a h e rir con

los de Cotoche. Salieron de un adoratorio diez hom bres

las lanzas. Quedaron muertos en esta batalla cuarenta y

con mantas blancas muy largas, con los cabellos negros,

siete castellanos y cinco m urieron luego en los navios:

largos y revueltos, que no se podían esparcir; llevaban

y a los heridos, por habérseles mojado las llagas, se les

b raserillo s de barro en que echaban anim e1900 y entre

hincharon y padecían grandísim o dolor, m aldiciendo al

Fuentes

357

piloto Alam inos y a su descubrimiento, el cual fue siem ­

m arineros y habían herido en la garganta a A ntón de

pre porfiando que aquella tierra era isla y a esta bahía

Alam inos. Cerraron con ellos los soldados, el agua hasta

llam aron de Mala Pelea por este asunto.

m ás de la cinta, a estocadas les h iciero n d ejar el batel que h ab ían tom ado y p reso s tres, que de las h erid as,

CAPÍTULO XVIII QUE FRANCISCO HERNÁNDEZ DE CÓRDOVAACORDÓ DE VOLVER A CUBA Y LO QUE LE SUCEDIÓ HASTA LLEGAR A LA HABANA

aunque pequeñas, se m urieron en los navios, querién­ dose em barcar, preguntaron al soldado que había e s ­ tado de guardia que se había hecho de su com pañero Berrio, que era la otra centinela y dijo que le vio apartar

Viéndose los castellanos en los navios y no pensando

con un hacha en la mano, para cortar un palm ito y que

en haver recibido pequeña merced de Dios, en haberle

fue hacia el estero por donde habían llegado los indios

salvado, según el gran peligro en que se vieron, le dieron

y oyó voces de castellano y que por ellas había acudido a

gracias y fatigados de la sed, hallándose el capitán muy

auxiliar y este soldado fue el que solo sin ninguna h e ­

herido y todos los dem ás con dos o tres heridas, salvo

rida quedó de la refriega de Potonchan y quiso su v e n ­

uno que quedó sanó, acordaron de ir a Cuba. Y porque

tura que acabase allí porque fueron siguiendo el rastro

estando la gente muy flaca y maltratada, faltaba quien

que los indios habían traído y hallaron una palm a que

marease1903 las velas, determ inaron de dejar el navio de

había comenzado a cortar y cerca de ella mucha huella

m enos porte y quem arle, sacada la jarcia y aparejos; y

huella, más que en otras partes, por lo cual creyeron que

porque hacía agua y no haber quien diese a la bomba,

se lo llevaron vivo, pues no hallaron señales de sangre y

iban muy pegados a tierra para tom ar agua, porque la

aunque más de una hora buscaron por diversas partes

sed los fatigaba tanto que llevaban las lenguas y bocas

y dieron voces, no hallándole, se volvieron a los navios.

llenas de grietas, porque las vasijas se quedaron en Po-

Era tan grande la sed y tanto el deseo de agua que

tonchan. V ieron un ancón al cabo de tres días que p are­

aquellos hom bres tenían, que en llegando a los navios,

cía río, saltaron quince m arineros en tierra, y tres sol­

un soldado se arrojó al batel, y tomó una botija y bebió

dados que estaban menos heridos. Llevaron azadones y

tanto que se hinchó y dentro de dos días m urió. Hicié -

barriles y hallando que el agua del estero estaba salada,

ronse a la vela y en dos noches y dos días llegaron a las

cavaron en la costa; y porque tam bién era salada hizo

isletas que llam an los M ártires y porque no ib a n e n fo n -

gran daño a los que la bebiero n , y porque viero n m u ­

do de más de cuatro brazas, tocó un navio en las peñas y

chos y grandes lagartos, le d ijero n el Estero de los L a ­

por esto hacía mucho agua, pero quiso Dios que cabo de

gartos. Entre tanto que los m aríneos fueron por el agua,

tantos trabajos llegaron al puerto de Carenas, que aho­

se levantó un viento nordeste, tan deshecho1966 que los

ra es La Flabana, desde donde Francisco Flernández de

navios ibangarrando entierra: pero echando más ánco­

Córdova escribió al gobernador Diego Velázquez, avi­

ras se estuvieron firm es dos días y levantando las anclas

sándole de su navegación y descubrimiento, en le cual

seguían su viaje a Cuba. A ntón de A lam inos trató con los

habían hallado gente vestidas y grandes poblaciones y

otros pilotos de la navegación, los cuales dijeron que no

edificios de cal y canto, cosa hasta entonces nunca vista

estando de la Florida sino obra de sesenta leguas, como

en ninguna parte de lo descubierto; y que por las m u­

lo hallaban por sus cartas y alturas y siendo la travesía de

chas heridas que traía, de que se hallaba muy fatigado,

la Florida a La Flabana tan breve, era m ejor navegación

se iba por tierra a la villa de Sanspiritus [Sancti S p í-

y más segura, que la derrota por donde habían ido y con

ritus], adonde te nía hacienda, yque si D iosle daba vida,

este acuerdo en cuatro días descubrieron la Florida.

estando m ejo r le iría a ve r: p ero den tro de diez días

Determ inaron que en aquella parte saliesen atierra

m urió. De los soldados m u riero n tres en La Flabana

20 soldados, los m ás sanos, con ballestas y escopetas y

con los cuales fueron cincuenta y seis los muertos en

con ellos el piloto A ntón de Alam inos y el capitán Fran ­

esta jornada y los demás se esparcieron por la isla y los

cisco Flernández, que con las muchas heridas se hallaba

navios se fueron a la ciudad de Santiago. Diego Veláz­

m uy fatigado, le rogó que con brevedad le llevase agua,

quez y todos, cuando vieron a los indios Felipe [Julián] y

porque se m oría de sed. Salidos atierra, cerca de u n e s-

M elchor que se tom aron en la punta de Cotochey las ar­

tero, A ntón de Alam inos dijo que conocía la tierra, y que

quillas de madera con los ídolos de barro y palo, con sus

había estado en ella con Juan Ponce y que convenía estar

pinjantes, patenas y diademas de oro que había tomado

con mucho cuidado y puestas atalayas*907 en una playa

Alonso González el clérigo de los adoratorios, quedaron

muy ancha, hicieron pozos adonde hallaron buena agua

admirados, porque hasta entonces tales cosas no se h a­

y con alegría bebiendo y lavando los paños para curar

bían visto y luego corrió la fam a de este decubrimiento

a los enferm os estuvieron como una hora. Y ya que muy

por todas las islas, engrandeciéndole y teniéndole por

contentos se querían volver a los navios, vieron que uno

muy rico. Preguntaban a los indios que si había oro en

de los soldados que atalayaban, corriendo decía a voces,

su tierra y se lo m ostrabanenpolvo: decían que sí, conlo

a la mar, a la m ar, que vienen muchos indios de guerra;

que se aumentaba más el deseo de llevar adelante el n e ­

y por otra parte vieron muchas canoas por el estero que

gocio: pero ellos no d ijero n verdad, porque entod o el

llegaban casi a la par con el soldado. Los indios con muy

reino de Yucatán no hay m inas de ningún género. Dice

grandes arcos y flechas, lanzas y espadas a su manera,

Bernal Díaz del Castillo, natural de M edina del Campo,

vestidos de cuero de venados, que siendo estos h o m ­

que se halló en esta jornada y en las otras que se h icie­

bres de grandes cuerpos, hacían espantosa vista. Llega­

ron después, que preguntando a estos indios si había en

ron a fle ch ar a los castellanos y de la p rim era rociada

su tierra aquellas raíces que se llam an yuca, de que ese

h irie ro n a seis, p ero p o r le daño que re c ib ía n de las

hace el pan Cazabi, respondían Tlatli, por la tierra en

escopetas, ballestas y espadas, los indios que estaban en

que se plantan y que de Yuca, juntado con tlatli se dijo

tierra se recogieron a las canoas, que m atrataban a los

Yucatla y de ahí Yucatán. Pero otros dicen que hablando

1W5 Gobernar o dirigir. VJr'r‘ Impetuoso, fuerte, violento. ly-7 Palabra en desuso para el centinela o el hombre que atisba o procura inquirir lo que sucede.

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

estos prim eros descubridores con los indios de la costa,

bergantín, con lo que era m enester para el viaje, nom ­

cuando les preguntaban respondían Toloquitan, señ a­

bró por sutem ente y capitán general a}u an de Grijalva,

lando con la mano, preguntando que les preguntaban

gentil m ancebo y de buenas costum bres, hidalgo n a ­

por algún pueblo y los españoles entendieron Lucatan,

tural de Cuéllar, que por ser patria de Diego Velázquez

y de esto dijeron a esta provincia Yucatán, la cual nunca

dijo G om era que era su sobrin o y aún que lo trataba

tuvo nombre general, porque hasta la llegada de los cas­

como un deudo, no le tocaba por ningún grado en san ­

tellanos estuvo dividida en diversos señores y caciques

gre. Y hallándose a la sazón e n la ciudad de Santiago de

que gobernaban sus pueblos, como adelante se dirá.

Cuba Pedro de Alvarado, Francisco de M ontejo y A lo n -

CAPÍTULO XIX QUE EL REY HIZO MERCED AL ALMIRANTE DE FLANDES DEL GOBIERNO DE CUBA Y OTRAS PARTES DE LAS INDIAS Y QUE HERNANDO DE MAGALLANES Y RUY FALERO VINIERON A CASTILLA

y eran hom bres que tenían indios en la isla y de ellos se

...N o hubo llegado Francisco Hernández de Górdova a

nom bró p o r veed o r a P eñalosa, natural de Segovia y

so Dávila que habían ido a negocios con el gobernador hacía mucho caso los nombró por capitanes de los tres navios con los m ism os pilotos que se habían hallado en el descubrim iento de Francisco Hernández de C ór­ dova, llevando título de m ayor A n tó n de A la m in o s y

La Habana o puerto de Carenas, cuando llegó a la Corte

que el padre Juan Díaz fuese por capellán y cura y como

el aviso del descu brim ien to de Yucatán, el cual enzal-

la fam a de la grandeza y riqueza de la tierra era mucha,

saron por grandísim o, aunque no tanto como pareció

se contrató con los soldados de Francisco H ernández

después. Y el alm irante de Flan d es, p o r in d u c im ie n ­

hasta doscientos y cincuenta entodos, llevando algunos

to de los castellanos, que con el ánim o de ganar el favor

naturales de Cuba para servicio y según lo que reñere

de los m isioneros y privados flam encos, les daba aviso

Bernal Díaz del Castillo, que se halló con Francisco H er­

para que p id iesen m ercedes al rey. Suplicó a su M ajes­

nández, con Juan de Grijalva y con Cortés: fue la in s ­

tad que le hiciese merced de aquella tierra o isla grande

trucción que le dio a }uan de Grijalva que rescatase todo

que se avisaba que se había descubierto que ya decían

el oro que pudiese y que si viese que convenía poblar,

Yucatán, porque se quería disponer en gastar algo de su

que lo hiciese, donde no que se volviese. El licenciado

hacienda, para ir o enviar a poblarla de gente flam enca

B artolom é de las Gasas, autor de m ucha fe y que con

y que se la diesen en deudo, reconociendo siem pre a su

p articular cuidado lo quiso saber y era gran amigo y

alteza como su vasallo, y que para m ejor poderla poblar

muy íntimo de Diego Velázquez, dice que fue la instruc­

y prover de lo que conviniese le diese la gobernación de

ción que expresam ente no poblase sino que solamente

la isla de Cuba; lo cual el rey librem ente concedió, p o r­

rescatase y que todas las gentes que por donde andase

que no sabía M onsieur de Gebres, que era el principal

dejase pacíñcas y en am or de los castellanos, todo con ­

consultorde las m ercedes, lo que eran las In d iasylo que

tra lo que Francisco López de Gomara afirma.

al rey im portaban, mayormente tierra nuevamente des­

Despachado pues }uan de Grijalva de todo punto del

cubierta y que mucho le pesara de haberlo hecho, si los

puerto de Santiago de Cuba, a ocho de abril de este año

castellanos de presto no acudieran a signiñcarle el daño

de 1518 , aviándose dado las señas a los pilotos y orden

que en aquello su Corona recibía, allende del perjuicio

del regim iento, fueron a parar a la costa norte de Cuba,

que se hacía a los castellanos y otros muchos inconve­

en el puerto de Matanzas, que se llamó así porque apor­

nientes que se le representaron y principalm ente la in ­

tando allí treinta castellanos en un navio despedazado

justicia que notoriamente recibía el almirante de las is ­

y dos m ujeres, que son aquellas de se hizo m ención en

las, de cuyos agravios y de los servicios de su padre se iba

la p aciñ cación de Cuba, los indios los m ataron, salvo

ya enterando el gran canciller. Suspendióse la merced

a las m ujeres y a tres hom bres. Tomaron en este puerto

del alm irante de Flandes, cum pliendo con él, con que

cazabi y puercos de las estancias de algunos castellanos

hasta que se determ inase el pleito que el alm irante de

que allí m oraban. Salidos de este puerto en diez días

Indias traía con el ñscal, sobre el derecho de sus p riv i­

doblaronA guaniguanigo, que es el cabo de SanA ntón,

legios, no podía el rey hacer merced sem ejante, cuando

adonde todos voluntariamente se cortáronlos cabellos,

más que había sido informado que la isla de Cuba, cuya

pareciendo que no iban adonde podían tener lugar de

gobernación derechamente pertenecía al almirante de

p ein arlo s y en ocho días viero n Cozumel que e n to n ­

las Indias era por él poseída pacíficamente y que por lo

ces descubrieron: porque d ecayéronlos navios por las

tanto no se la podía conceder sin su gran perjuicio y de

corrien tes m ás bajo, que cuando navegaba Fran cisco

esta m anera se quedó el almirante de Flandes sin Yuca­

H ernández de Górdova y bojando la isla p or la banda

tán y Nueva España, habiendo hecho v e n ir a Sanlú -

del sur vieron un pueblo y allá cerca un surgidero lim ­

car cuatro o cinco navios de labradores flam encos parta

pio de arrecifes y al lugar llam aron Santa Cruz, porque

enviar a las Indias, los cuales se volvieron a su tie rra ...

tal d íale descubirieron.

LIBRO TERCERO CAPÍTULO I QUE DIEGO VELÁZQUEZ ENVIÓ A JUAN DE GRIJALVA CON ARMADA A YUCATÁN PARAACABAR EL DESCUBRIMIENTO QUE COMENZÓ FRANCISCO HERNÁNDEZ DE CÓRDOVA

soldados y no pareciendo nadie, porque los naturales

Con las bu enas nuevas que h abía de la tie rra de Y u ­

costu m bres y hallando dos viejo s en unas sem e n te ­

catán, n uevam ente d escu bierta, luego se determ inó

ras de maíz porque se entendieron bien con los indios

Saltó Juan de Grijalva en tierra con buen número de cuando vieron los navios ir a la vela, como tal cosa ja ­ más habían visto se huyeron y entretanto que se hacía diligencia buscando gente, Grijalva mandó que se dijese m isa, pero era devoto y tem eroso de Dios y de buenas

Diego Velázquez de llevarla em presa adelante y habien­

M elchor y Julián, Juan de Grijalva los regaló y con a l­

do con m ucha d ilig en cia ap recib id o tre s navios y un

gunas cuentas y espejos que les dio los envió al señor,

Fuentes

pero nunca volvieron y m ientras los aguardaba llegó

cruz hizo hacer de piedra y la puso en los patios de los

una m ujer moza, de buen parecer y en lengua de Jam ai­

tem plos adonde fuese vista, d iciendo que aquel era el

ca dijo que toda la gente se había ido al monte y que ella

árbol verdadero del mundo y por cosa muy nueva la iban

conocía los navios y a los castellanos se había ido a ellos

a ver m uchas gentes y la veneraban desde entonces. Y

y como m uchos de la arm ada la entendieron, ad m ira­

esta fue la causa que preguntaban a Francisco H ernán­

dos de ello, le preguntaron quién la había dejado en

dez de Córdova y a los suyos si iban de donde nacía el

aquella isla, dijo que hacía dos años que saliendo a p es­

sol y cuando entró "el Adelantado” Montejo en Yucatán

car una canoa de Jam aica con diez hom bres, la tormenta

y los indios echaron de ver que le hacía tanta reveren­

y las corrientes les echaron en Cozumel, adonde sacrifi­

cia a la cruz tuvieron por cierto lo que su profeta Chilam

caron a su marido y a todos los otros y pareciendo a Juan

Caníbal les había dicho. Y esta disgresión he querido

de Grijalva que aquella m ujer sería fiel m ensajera, la

hacer en este lugar sin dilatarlo más, porque desde lue­

envió a llam ar los naturales y no quiso que fuesen F eli­

go se en tien d a el m isterio de h ab erse hallado cruces

pe [Julián] ni M elchor porque no se le quedasen. Volvió

en Yucatán, sobre que tantos discursos se han hecho.

la india al cabo de dos días que llevó de plazo, dijo que

Embarcados los castellanos, como se ha dicho, fu e­

por mucho que se lo había persuadido no quería volver

ron navegando por costa viendo con mucha m aravilla

y viendo Juan de G rijalva que allí no se hacía nada, se

grandes y herm osos edificios de cal y canto con muchas

embarcó y llevó la india de Jam aica, porque pidió que

to rres altas, que de lejos blanqueaban y parecía bien,

no la dejasen allí: hallaron en la isla muchos colm enares

por lo cual y por no haber visto en todas las Indias h a s­

de buena m iel, batatas, puercos de la tierra con el o m ­

ta entonces, y por lo que de las cruces queda referido,

bligo al espinazo con que se refrescaron: vieron algunos

dijo Grijalva que hallaban una nueva España y al cabo de

adoratorios y tem plos y uno particular, cuya form a era

ocho días de navegación llegaron al paraje del pueblo

de una torre cuadrada, ancha del pie y hueca en lo alto

de Potonchán, d ieron fondo a una legua de tierra, por

con cuatro grandes ventanas, con sus corredores y en lo

la mucha menguante de la mar, y con todos los bateles

hueco que era la capilla estaban ídolos y a las espaldas

desem barcáronlos soldados, cerca de ciertas casas y los

estaba una sacristía adonde se guradaban las cosas del

indios soberbios por haber echado de su tierra a la gen­

servicio del templo, y al pie de este estaba un cercado de

te de Francisco Hernández de Córdova, se hallaban bien

piedra, y cal, almenado y enlucido y en medio una cruz

arm ados y dispuestos para d efend er a los castellanos la

de cal, de tres varas en alto, a la cual tenían por el Dios de

d esem barcación, dando grandes voces y con e stru en ­

la lluvia, estando m uy certificad os que no les faltaba

do de sus trom petillas y atabalejos y aunque con unos

cuando devotam ente se la pedían y en otras partes de

falconetes que llevaba en las barcas, les pusieron mucho

esta isla y en muchas de Yucatán se vieron cruces de la

espanto, como cosaporellosjam ás vista. Enacercándose

m ism a m anera y pintadas y no de latón, porque nunca

las barcas, comenzaron a tirar con las ondas y a flechar,

lo hubo, como dice Gomara, sino de piedra y palo y aun­

entrando en el agua a h erir a los castellanos con sus lan ­

que el m ismo Gomara que de haberse hallado cruces en

zas, pero salidos de los bateles con gran diligencia a cu­

esta parte de las Indias argüyeron algunos que muchas

chilladas y estocadas, les hicieron perder tierra, porque

gentes se fueron allí cuando los m oros ocuparon España

si bien la furia y multitud de las flechas era grande, los

y en otra parte se dice que no se pudo saber de dónde

castellanos escarmentados de lo pasado ya comenzaban

tom aron aquellos indios la señal santísim a de la Cruz,

a usar las m ism as arm as defensivas, estofadas de algo­

con tanta devoción porque no hay rastro en Cozumel,

dón, que u saban los in d ios, con que no fue tan grande

ni aún en otra ninguna parte de las Indias Occidenta­

el daño de las flechas y con todo esto quedaron heridos

les que se hubiese en ellas predicado el Evangelio: pudo

sesenta soldados, muertos tres y el capitán Juan de G ri­

bien el dicho Gomara salir de esta duda, porque im p ri­

jalva con tres flechazos, que el uno le quebró dos dientes,

mió su historia el año de 1553, en M edina del Campo y

porque en p elear nunca fue el postrero. Llegados los

desde el año de 1527, que "el Adelantado” Francisco de

barcos con los castellanos que habían quedado en los na­

M ontejo comenzó la conquista de Yucatán, en algunas

vios, los indios dejaron el campo y los castellanos fue ron

provincias que le recibieron pacíficam ente, esp ecial­

al pueblo, curaron los heridos, enterraron a los m uer­

m ente en la de Tutulxiú, cuya cabeza es el pueblo de

tos y no h allaron m ás de tres hom bres, porque con la

M in í [M an í], catorce leguas de donde está la ciudad

ropa toda la gente se había huido. Juan de Grijalva los

de M érida, se entendió que pocos años antes que lle ­

trató b ie n y d io algunos rescates y envió a lla m a ra lo s de

g a sen lo s c astellan o s, un in d io p rin c ip a l sacerd ote,

su pueblo, certificando que no haría mal a nadie, pero

llam ado Chilam Caníbal, tenido entre ellos por gran

nunca volvieron y no envió a Melchor ni a Felipe [Julián]

profeta, dijo que dentro de breve tiem po iría de hacia

porque sospechaba que no eran heles intérpretes.

donde nace le sol gente barbada y blanca que llevaría

gente había de señorear la tierra, no haciendo mal a los

CAPÍTULO II QUE JUANDE GRIJALVA DES CUBRE EL RÍO DE SUNOMBRE Y LO QUE PASÓ CON EL SEÑOR DE POTONCHAN

que con ellos quisiesen paz y que dejarían sus ídolos y

A cordó G rijalva de volverse a em b arcar y llegó a una

levantada la señ al de la cruz que les m ostró: a la cual no podrían llegar sus dioses y huirían de ella y que esta

adorarían un solo Dios, a quien aquellos hom bres ado­

ancha y grande boca que p arecía río, y no lo era y A n ­

raban. Hizo tejer una manta de algodón y dijo que de

tón de A la m in o s d ecía que era isla y que aquel agua

aquella m anera había de ser el tributo que se había de

partía térm in os con otra tierra y por esta causa la lla ­

pagar a aquellas gentes y mandó el señor de M iní [Maní]

m aron Boca de Térm inos, como aparece en las cartas

que se llam a Mochanxiú, que ofreciese aquella manta a

de m arear. Saliese a tie rra , estuvieron tres días y ha -

los ídolos, para que estuviese guardada y la señal de la

llaro n q u e no era isla, sino ancón y buen puerto; había

36o

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

MAPA COROGRÁFICO DE LA PROVINCIA DE YUCATÁN QUE COMPRENDE DESDE LA LAGUNA DE TÉRMINOS EN EL CENO MEXICANO HASTA LA DE LOS ZAPOTILLOS EN EL GOLFO DE HONDURAS... MÉRIDA Y MARZO 17 DE 1814.

adoratorios labrados de cantería, con ídolos de tierra

indios arm ados como los de Potonchan, que en las r i ­

y de palo, con figuras de hom bres y m ujeres y de s e r­

beras estaban en canoas.

pientes, reconocióse si fiabía cerca alguna población y

Estero que los naturales llam aban Tabasco, nombre

EL MAPA O RIGIN AL, HOY EXTRAVIADO,

no la h a lla ro n y se entendió que aquellas erm itas eran

del señor del pueblo que está cerca, d ijeron los castella­

de m ercad eres y cazadores. Cazaron en aquellos tres

nos de Grijalva, por su capitán general que le descubrió,

días m udaos venados y conejos y con una lebrela que

com o hoy se llam a y cam inando p o r él arriba, oían el

llevaban, la cual em bebida en la caza y los castellanos

rum or de cortar madera para fortificar el pueblo, p o r­

FUE TRAZADO POR JUAN JO SÉ DE LEÓN EN 1 798. 79 X 73 CM. COL. ®V. l.N Ú M . 1784. CHP MAPOTECA MANUEL OROZCO Y BERRA, S IA P, SAGARPA, MÉXICO.

descuidados de ella se quedó allí. Navegando la m is­

que habiendo sabido lo que pasó en Potonchan tenían

ma vía adelante y siem p re de día por no dar en bajos,

por cierta la guerra: salieron a tierra los castellanos en

n i a rre c ife s vie ro n una m uy ancfia boca de río y r e ­

unos palm ares a m edia legua del pueblo, y como los in ­

conociéndola pareció buen puerto y echada la sonda

dios vieron desem barcar se m ovieron hasta cincuenta

h allaron que no podían entrar los dos m ayores navios

canoas, muy llenas de ellos armados, empenachados y

y entraron los dos m enores, y los bateles fueron por el

galanes a su usanza, pararon poco desviados de los cas -

río arriba y con mucho cuidado, porque vieron muchos

tellanos y se estuvieron sin moverse con semblante de

36i

Fuentes

guerra y estando los castellanos para dispararlos falco -

Comenzó el indio a sacarp iezas de oro, algunas de

netes, acordaron de hablarlos por M elchor y lulián, los

palo cubiertas de oro, para arm ar tan a propósito como

cuales les dijeron que no que rían hacerles mal, sino tra ­

si se h u biern a hecho para }uan de G rijalva y el m is ­

tar con ellos cosas de que recibirían contento, acercán­

mo cacique con sus manos se las iba poniendo y quitan­

dose cuatro canoas ycom o se les m ostraron espejuelos,

do, acomodándole las que m ejor le asentaban y de esta

sartales de cuentas verdes y otras cosas, pensando que

m anera se fue armando todo de piezas de oro ñno, como

eran de las piedras chalchihuites, entre ellos muy esti­

si de un arnés muy cum plido de acero le arm ara. Y d e ­

madas, se sosegaron. Entonces ordenó }uan de Grijalva

m ás desto le presentó m uchas y diversas joyas de oro

a las lenguas que les dijesen que aquellos hom bres eran

y de plumería, cosa que entre ellos mucho estim any era

vasallos de un gran rey, a quien muy grandes príncipes

de ver la herm osura que entonces Grijalva tenía, el cual

obedecían, al cual era justo que tam bién ellos obedecie­

hizo con el cacique todas las m ayores d em ostraciones

ran, porque de ello se les había de seguir gran bien y que

de agradecim iento que a él le fu eron posibles porque

entretanto que les declaraban más particularmente las

era virtuoso y com edido. M andó sacar una cam isa rica

causas de esto les proveyesen vitualla.

y el m ism o se la vistió: desnudándose el sayón de te r­

Respondieron que darían la vitualla y que señor te-

ciopelo carm esí y vistiósele tam bién; púsole la gorra de

níanyq ue siendo tan reciénllegados y s in conocerle que

lo m ismo con sus piezas, hízole calzar zapatos colorados

por qué causa les querían dar señor: que m irasen no les

de cuero nuevos y en form a le vistió y adornó lo m ejor

h iciesen la guerra, como habían hecho en Potonchán,

que pudo y le dio de los m ejo res sartales, cad en illas

porque contra ellos tenían apercibidos tres xiquipiles

y cosas de vidrio que había, espejos, tijeras, cuchillos y

de gente, que es cada xiquipil ocho m il hom bres y que

diferentes cosas de latón y asim ism o atodos los que con

sabían que habían herido y muerto a m ás de docientos

el cacique habían ido. }uzgándose que lo que el indio dio

en Potonchan y que ellos no eran de tan pocas fuerzas

a }uan de Grijalva valía tres mil pesos y entre las piezas y

com o los otros, que h ab ían ido a ello s p ara sa b er su

arm aduras que le dio fue un casquete de m adera cu ­

voluntad, que irían a referir lo que les decían a muchos

bierto de hoja de oro delgada; tres o cuatro m áscaras,

señores que estaban juntos, para tratar guerra o paz.

parte de ellas cubiertas de pied ras tu rqu esas, que son

D ió le slu a n d e G rijalva sartales, cuentas y esp ejos

madre de las esmeraldas, puestas a m anera de obra m o­

y d íjo le s que no falta se n de vo lver con la respu esta,

saica por lindo artiñcio y en parte cubiertas de hoja de

porque no volviendo, p or fuerza había de entrar en el

oro; ciertas patenas para arm ar el pecho, algunas todas

pueblo, aunque no p ara h acerles m al. Y }uan de G r i­

de oro y otras de palo, cubiertas de oro y otras de oro y

jalva se volvió a los dos navios y bajeles y los m en saje­

piedras, que las hacían m ás herm osas; m uchas arm a­

ros h iciero n su em bajada y a todos los señ ores y a los

duras para las rodelas de oro ñno, algunas todas de oro

m ayores sacerdotes que acostum braban tener voto en

y otras de cortezas de árboles cubiertas de oro; seis o

cosas de gu erra, p areció que era m e jo r la paz que la

siete collares de hoja de oro, puestos y engarzados sobre

guerra y e n viaro n luego trein ta in d io s cargados de

cintas o tiras de cuero de venado, bien adobado; y cier­

pescado asado, gallinas, d iversas frutas y pan de maíz

tas ajorcas de oro, de tres dedos de ancho, que parecían

y extendiendo e n tie rra ciertas esteras, encim a de ellas

m uy bien; zarcillos y pincetes de oro para las orejas; y

p usieron un presente que era una m áscara de m adera

orejeras de muy buena y graciosa hechura, porque a l­

grande m uy herm osa y diversas cosas de plum a de d i­

gunas de estas y otras peizas tenían artiñcio; rosarios y

versas hechuras b ien vistosas y dijo un indio que otro

sartas de barro cubiertas de oro las cuentas y otras sartas

día iría su señ o r a ve r los castellanos. Dióle }uan de

de oro puro huecas; una rodela cubierta de pluma de d i­

G rijalva sartas de vidrio de d iferen tes colores y h e ­

versos colores, muy graciosa; una ropa de pluma y pena­

churas, tije ra s y c u c h illo s y u n b o n e te d e ... colorada y

chos della vistosos; y otras muchas cosas cuya postura y

unos alpargates con que se fue m uy contento y rego ­

artiñcio era maravilloso, y donde quiera solas las manos

cijado. A cordó el cacique de Tabasco de en trar en una

y artiñcio costaría m ucho. Y con esto quedó el cacique

canoa e iría a ve r a los castellanos porque todos q u e­

muy contento y los castellanos tam bién en tanto grado

daban espantados de ve r sus barbas, arm as y vestidos

que de aquí nació a algunos el ansia de poblar en aquella

y mucho m ás de los navios y em bobados se estaban a

tierra p or las m uchas señales que vieron de riqueza.

m irar la jarcia, las velas, las áncoras y todo lo dem ás:

de G rijalva el cual era gentil mozo de hasta veintiocho

CAPÍTULO IX QUE JUAN DE GRIJALVA LLEGÓ A SAN JUAN DE ULÚA YA PANUCO Y SE VOLVIÓ A CUBA

años, estaba vestido de un sayón de carm esí pelo y traía

Recibido en Tabasco el presente que quedó referid o,

gorra de lo m ism o y otras cosas lindas que co rresp o n ­

conociendo Juan de Grijalva que no gustaban los indios

llevaba el señ or de Tabasco mucha gente sin arm as y con muy grande conñanza se entró en el navio de }uan

dían al sayón. Fue recibido el cacique con mucha honra

que se detuviese allí m ucho los h u ésp ed es y porque

y cortesía, abrazáronse y sentados se comenzó la p lá ­

pidiendo algunos castellanos más oro, respondían los

tica y de lo cual entendían poco el uno del otro, sino

indios Culúa, Culúa, pasó adelante y en dos días se vio

p or señ as y algunos vocablos que declaraban los dos

un pueblodicho Agualunco, a quien los castellanos pu­

ind ios, Felipe [lulián] y M elch or y todo se creyó que

sie ro n la Ram bla, cuyos in d ios enrodelad os andaban

iría a p a ra r en que se holgaba de su llegada y que q u e­

haciendo piernas*968 y braverías*909 por la playa y las ro­

ría ser su amigo y después de h aber halbado un rato,

delas eran de conchas de tortugas que con el sol rever­

m andó el cacique a uno de los que h ab ían ido con él

beraban mucho y por esto p ensaron algunos castella­

que sacase lo que dentro de una petaca llevaba, que es

nos que eran de oro bajo y más adelante descubrieron

a m anera de baúl.

una ensenada, adonde se quedó el río Tonalá, en el cual

1968 Expresión en desuso: presumir de galán y bien formado. 1969 yoz "bravería", "bravata": "1. f. amenazar con arrogan da para intimidar a alguien.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae. es/?id=63iZPBP

36*

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

entraron a la vuelta y le llam aron el río de San Antón.

había humos; hallaron dos fosas [¿?] bien labradas de

M ás adelante viero n adonde quedaba el gran río de

cal y canto, con muchas gradas por donde se subía a unos

Guazacoalco y por el mal tiem po no pudieron entrar en

como altares, adonde estaban puestos ídolos, y allí v ie ­

él. Luego descubrieron las tierras nevadas de la Nueva

ron que aquella noche se habían sacrificado cinco h om ­

España y las de San M artín, y este nom bre les dieron

bres, que estaban abiertos por los pechos y cortados los

porque se llamaba San M artín el prim er soldado que las

b ra z o sy lo s m uslos y las paredes llenas de sangre, cosa

vio: y navegando la costa adelante, el capitán Pedro de

que les dio gran espanto y adm iración a los cristianos

Alvarado se adentró con su navio y entró en un río, que

y por esto llamaron a esta Isla de Sacrificios. Saltaron en

llam an los indios Papaloáva y le llam aron de Alvarado,

tie rra fre n te a la isla, adonde h ic ie ro n ran ch os con

adonde los indios de un pueblo llamado Tacotálpe d ie­

rama y con las velas de los navios, adonde acudió gente

ron pescado y los otros navios le aguradaron a que sa­

a rescatar oro en joyuelas y porque el oro era poco y los

liese. Y por haber entrado sin licencia Juan de Grijalva

ind ios andaban ten m erosos se p asaron los castella­

con enojo le dijo que otra vez no se apartase de la con ­

nos enfrente a otra isleta, obra de m edia legua de tierra;

serva, porque se podría m eter en parte que no lo podría

desem barcaron en unos arenales; hicieron chozas e n ­

socorrer. N avegaron hasta el paraje de otro río, que d i­

cim a de los más altos m édanos de arena, por huir de la

je ro n Banderas, porque estaban m uchos indios en él,

im portunidad de los m osquitos y con los bateles so n ­

que en grandes lanzas tenían puestas mantas blancas que

daron bien el puerto y hallaron que con le abrigo de la

parecían banderas, conque llamaban a los castellanos.

isleta estaban seguros del norte y tenía buen fondo. Fue

Gomo el rey Motezuma era tan poderoso príncipe,

Juan de Grijalva a la isla con treinta soldados y halló un

fue luego avisado de lo que sucedió a Francisco Flernán­

tem plo con ídolos y cuatro hom bres vestidos de muy

dez de Córdova, en Cotoche y Potonchán; y que Grijalva

largas mantas negras con capillas,*970 como canónigos,

andaba por la costa y se lo enviaron pintado en lienzos

que eran sacerdotes en aquel tem plo y en aquel m is­

de algod ó n yp o rserto d o muy nuevo y extraño en aqu e-

mo día habían sacrificado a dos muchachos que vieron

llas partes: como p o r ten er sim ilitud con los p ro n ó s­

abiertos los pechos y sacados los corazones. Crueldad

ticos que tenía, de que a su tiem po se hablará. E n ten ­

que a los castellanos causó grandísim a compasión; p re ­

diendo que era pedir oro lo que los castellanos trataban

guntó Ju an de G rijalva que para qué era aquello, a un

en lugar de los rescates que llevaban, de que tam bién

indio que parecía b ien entendido que llevó del río de

le habían llevado muestras, mandó a sus gobernadores

B an d eras, enten d ió que h abía resp o n d id o que así lo

que rescatasen con los castellanos y que procurasen de

m andaban los Ulúa pero no dijo sino de Gulua y como

inform arle b ien de ellos, qué querían y qué buscaban.

el capitán se llamaba Juan y era el teim po de San Juan,

V ién d o se p u es los castellan o s lla m a r con b an d eras,

puso este nombre a la isla y así se ha dicho siem pre: San

m andó Juan de Grijalva que fuesen a tierra dos bateles

Juan de Ulúa, a diferencia de San Juan de Puerto R ico.

y en ellos el capitán Francisco de Montejo, con todos los ballesteros y escopeteros y veinte soldados más, con o r­ den, que siendo aquellos indios gente de guerra, avisase luego para que fuese socorrido; llegando a tierra le ofre­ cieron por señas gallinas, pan y frutas; porque Juliani-

1970Capuchas. 1971 Protegerse. 1972No obstante.

CAPÍTULO X QUE CONTINÚA EL DESCUBRIMIENTO DE JUAN DE GRIJALVA EN LA COSTA DE NUEVA ESPAÑA Y EL PESAR DE DIEGO VELÁZQUEZ PORQUE NO POBLÓ

11o no entendía aquella lengua que era m exicana y con

Siete días se detuvo allí Ju an de G rijalva, rescatando

b raseros y copal sahum aban a los castellanos. A visó de

algún poco oro, no pudiendo la gente v a le r1971 de los

esto Francisco de Montejo, a Juan de Grijalva, y luego se

mosquitos y viendo que le pasaba el tiem po, estando ya

acercó conlos n avíosysalió a tierra y un gobernador del

certificados que aquellas regiones eran Tierra Firm e y

rey de México y los demás señores le hicieron a su uso

en ellas había grandes poblaciones, confirmados en lla ­

gran cortesía, habiéndoles dado cuentas y collares de

m arlas Nueva España y que el pan cazabi que llevaban

vidrio de diversos colores. El gobernador m andó a los

para los bastim entos en los navios estaba mohoso y que

indios que llevasen oro para rescatar y en seis días que

amargaba y que los soldados de la armada no eran b as­

ahí se estuvieron, llevaron quince m il pesos en joyue­

tantes para poblar, habiendo muerto diez de las heridas

las de oro bajo, de diferentes hechuras y esto es lo que

y hallándose otros dolientes, se acordó que se diese ra ­

dijo Gomara que en el río de Tabasco dieron mucho oro

zón de ello al gobernador Diego Velázquez, pues que su

a Ju an de Grijalva siendo cosa cierta que ni en el río ni

orden era de no poblar, para que si quisiese que se po -

en la comarca de Tabasco hay oro y que lo que tenían los

blase enviase socorro; porque Juan de Grijalva, con todas

indios era llevado de fuera, por orden de sus superiores.

las contradicciones sobredichas, siempre fue de volun­

Flabiendo Ju an de G rijalva contentado a los caci­

tad que se poblase, no embargante1973 que Gomara, mal

ques con diversas cosas de sus presentes y tomado por

inform ado de lo que en este viaje pasó diga el con tra­

el rey y por Diego Velázquez en su nom bre la p osesión

rio. Para llevar este recado a Diego Velázquez eligieron

de aquella nueva tierra, se volvió a em barcar por ser el

a Pedro de Alvarado que fuese en el navio llamado San

norte travesía en aquel lugar y no estar seguro; topó con

Sebastián y que llevase todo el oro y ropa que había re s­

una isla que está cerca de tierra y la llamó isla Blanca,

catado y a los enferm os. Salió Juan de Grijalva de la isla

porque blanqueaba la arena y no muy lejos descubrió

de Cuba estaba Diego Velázquez con mucho cuidado del

otra, cuatro leguas de la costa, que por tener muchas ar­

armada, porque iba navegando por mares y tierras poco

boledas llam aron isla Verde, más adelante vieron otra,

conocidas y para saber del armada envió un navio con

legua y m ed ia de la tie rra , y porque e n fren te de ella

siete soldados a C ristóbal de Ulid, capitán de mucha

había buen surgidero, mandó Juan de Grijalva que los

opinión y estando surto en la costa de Yucatán le dio tan

navios diesen fondo; fue en los bateles a la isla, porque

recio tem po ral que hubo de c o rta rlo s cables y [¿ ? ] a

363

Fuentes

Santiago de Cuba de donde había salido y en este punto

se [¿?] a esta opinión. Los capitanes eran Francisco de

llegó Pedro de Alvarado, con el oro y ropa y relación de

M ontejo y A lonso Dávila, con los dem ás que lo contra­

cuanto se había hecho y descubrimiento conque recibió

decían, alegaban que el invierno entraba, que la vitualla

Diego Velázquez gran contento y se le levantó el ánimo

faltaba: por lo cualyporque su navio hacía agua, erab ien

para esperar mucho de la jornada y la fam a voló, enten­

volver a Cuba, porque adem ás de las razones referidas

diéndose con gran m aravilla de las gentes y cuanto no

no se podían mantener, pues la gente era beliciosa y la

haber poblado hasta entonces Diego Velázquez, según

tierra muy poblada y los castellanos iban muy fatigados

dice el obispo de Ghiapa, que le trató mucho y muy fa ­

del mucho tiem po que había que andaban por la mar.

m iliarm ente com o era hom bre de te rrib le con d ición

Juan de G rijalva visto que su instru cción le m andaba

para los que le servían y ayudaban y que fácilm ente se

expresamente que no poblase, como lo afirm a el obispo

indignaba contra aquellos, de quienes le decían mal,

de Ghiapa y la contradicción de los capitanes e in c o n ­

porque era más crédulo de lo que debiera y Pedro de A l­

venientes que le ponían para ello acordó de conform ar­

varado había sido uno de los que tuvieron parecer que

se con ellos y dio la vuelta y fu eron al gran río de Gua-

se poblase con lo que acerca de esto in form ó a Diego

zacoalco, adonde por el tiem po contrario no pudieron

Velázquez, dijo cosas con mucha ira contra Juan de G ri­

entrar. Pasaron al de Tonalá, que ya llam aban de San

jalva no acordándose de la instrucción que le había dado

Antón, adonde dieron carena al navio que hacía mucho

y que debiera tratar con modestia al que era m odestísi­

agua. Entre tanto, acudieron indios del pueblo de Tona­

mo y le fue muy obediente y determinó de apercibir otra

lá, que estaba a una legua, con gallinas, pan y otras cosas

arm ada, antes que llegase y n o m brar otro capitán Y al

de comer: quedaban de buena gana y se les pagaban con

cabo después de haberlo mirado mucho dio en quien le

rescates y tam bién acudieron a la fam a de los de Guaza-

causó amargura y triste vida y el m ismo obispo de Ghia­

colaco y otros pueblos comarcanos, así m ismo con b as­

pa cuanto a G rijalva con quien conversó m uchos años,

timentos y algunas pequeñas joyas, con hachas de cobre

dice que era de tal condición, de su natural, que no h i­

m uy relu m bran tes, con los cabos de palo pintados y

ciera cuanto a la obediencia y aún cuanto a hum ildad y

pensando los castellanos que aquellas hachuelas eran de

a otras buenas propiedades mal fraile [¿?] por esto, si

oro bajo rescataron suficientes y aquellos indios de muy

todos los del m undo se ju n taran no qu ebrantara por

buena ganadiero muchas más y aún pensaban los caste­

su voluntad un punto de lo que por la instrucción se le

llanos iban engañados. Un soldado llamado Bartolom é

m an dabayq ue n o p o re sta [¿?] por m ás ruegos y razo­

Pardo entró en un tem plo que estaba en la cam paña,

nes importunas que le hicieron y [¿?] los que deseaban

de donde llevó aquel sahum erio que llam an los indios

que se poblase no lo p u d ieron acabar con él, aleg an ­

copal, que se ha dicho, ser lo que dicen los castellanos

do que lo había prohibido el que le había nombrado y que

[¿?] y tomó las navajas de pedernal con que hacían el

no tenía poder para más de descubrir y rescatar y que al

sacrificio de abrir a los hom bres vivos por los pechos y

cum plir lo que se le dio por instrucción haría pago.

algunos ídolos y los entregó al capitán general, habien­

En p artien d o Pedro de A lvarad o con el navio San

do p rim ero quitado de ellos ciertos zarcillos, orejeras,

Sebastián para Cuba con el parecer de los capitanes y

pinjantes, petenillas y diademas de oro, que valían hasta

pilotos se prosiguió su descubrim iento y [¿?] p or su

noventa pesos y porque no supo encubrir el contexto de

navegació n costeando d e sc u b rie ro n las tie rra s de

este despojo fue de ello avisado Juan de Grijalva y se los

Tustla por el lugar [¿?] que está cerca de ellas y el [¿?]

mandó quitar, pero por su noble condición, a ruegos de

por la m ism a causa llam an de Tuspa y m ás adelante en

algunas personas se los dejó: con que pagase el quinto

la provincia de Pánuco, iban d escubriendo p ob lacio­

del rey. Bernal Díaz del Castillo dice que huyendo de la

nes adonde hallaron un río que nom braron de Canoas

m olestia de los m osquitos se fue a unos adoratorios y

y estando surtos en la boca y los castellanos algo d e s­

que como cuando salieron de Cuba era fama que se había

cuidados, p arec ie ro n diez canoas con gente arm ada

de poblar, levaba entre otras cosas pepitas de naranjas,

que acercábanse con el m enor navio de que era capitán

las cuales dejó ahí sem bradas y nacieron y algún tiem ­

A lonso Dávila, le dieron una rociada de flechas de la que

po después hallaron muy buenos naranjos, que fueron

quedaron cinco soldados h eridos y echaron mano de

los p rim eros que hubo en la Nueva España. Aderezado

las am arras y cortaron una, intentando llevarse el navio

el navio en cuarenta y cinco días llegaron a Cuba con

y aunque la gente de él peleaba bien y trastornaron dos

cuatro mil pesos demás de los que había llevado A lvara­

de las canoas, valió mucho el socorro de las escopetas y

do y con las hachas de cobre, que cuando las llevaron a

ballestas de los otros navios porque viéndose heridos

quintar pensando ser de oro hallaron mohosas con que

de ellas la mayor parte de los indios dejaron la em presa

muchos quedaron [¿?]. Fue la llegada al puerto de M a­

y se fueron. H iciéronse a la vela siguiendo la costa hasta

tanzas, adonde una carta del gobernador que ordenaba a

que llegaron a una punta muy grande que por form a de

Grijalva que con prisa llegase a Santiago y que dijese a la

doblar y muchas y muy grandes las corrientes. El piloto

gente que se aderezaba otra armada, para volver a poblar

A ntón de Alam inos representó a Juan de Grijalva m u­

y que a los que quisiesen volver en ella, mandaba que se

chas razones, por las que le pareció no era b ien pasar

entretuviesen en unas estancias que allí tenía.

más adelante, ni navegar por aquella derrota. Tratóse con las capitanes, p ilotos y p erso n as m ás principales del armada, de lo que se había de hacer, los que siem pre q u isieron que se poblase decían que se volviese a buscar lugar cómodo para ello y según a fir­

CAPÍTULO XI QUE LLEGÓ GRIJALVAA SANTIAGO DE CUBA Y QUE EL GOBERNADOR ADEREZABA OTRA ARMADA PARA ENVIAR A NUEVA ESPAÑA

ma tam bién Bernal Díaz del Castillo, soldado de calidad

Dióse G rijalva m ucha p risa para lleg ar a la ciudad de

que se halló presente: Juan de Grijalva quería poblar y

Santiago a donde ya se aparejaba la segunda arm ada y

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

364

1973 Voz "sacudido": "1. adj. Áspero, indócil, intratable.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=Wy58GtD 1974 Desobedientes. 1975 Voz "maestresala": "2. m. Maestresala, criado principal que asistía a la mesa de un señor, presentaba y distribuía la comida y la probaba para garantizar que no contenía veneno.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle. rae.es/?id=Ns0kC3G 1976 Gonzalo Fernández de Córdoba, uno de los miembros más destacados de los ejércitos hispánicos a fines del siglo xv e i ni dos del xvi. 1977 La obra de Torquemada es de gran importan da para la historia de México, aunque se nutre de los cronistas anteriores. Miguel León-Portilla califica la obra de Torquemada como "crónica de crónicas". El escrito fue publicado por pri mera vez en Sevilla, en 1615, y la segunda edidón en Madrid, en 1723. Juan de Torquemada, Monarquía indiana, de los veinte y un libros rituales y monarquía indiana, con el origen y guerras de los indios occidentales de sus poblazones, descubrimiento, conquista, conversión y otras cosas maravillosas de la mesma tierra (Miguel Léon-Portilla, coord.), iih-unam, México, 1975. 1978 Herrera, op. cit., I. II, cap. XVII. 1979 Voz "pie con pie": "1. loe. adv. Muy cerca una persona de otra.". Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=SwyZKJX

p areciendo ante Diego Velázquez le dio pocas gracias

artiñeioso orden m uchos ídolos que parecía m ujeres.

p o rlo que había trabajado, antes lo riñó mucho, a fren ­

M aravilláronse los españoles de ver ediñeios de piedra

tándolo de palabra, porque así fue su condición por no

que hasta entonces no se habían visto por aquellas islas

h ab er ido contra su propio m an dam iento en poblar,

y que la gente se vistiese tan rica y lucidam ente; p o r­

pues a él le fuera m ejor y m ás provechoso y esta m isma

que tenían camisetas y mantas de algodón blancas y de

satisfacción daba Grijalva y decía que su obediencia no

colores, plum ajes, zarcillos y joyas de oro y plata, y las

m erecía tan mal acogim iento y como Diego Velázquez

m ujeres cubiertas pecho y cabeza. V ieron unas canoas

ten ía com enzado aderezar otra arm ada y se acabó de

de gente y llam ándolos por señas se llegaron y entra­

inform ar de todo lo que se halló en el descubrim iento,

ron trein ta ind ios en los navios y se ad m iraron de ver

tenía recogidos diez navios con los que llevó Grijalva y

nuestra gente. Regalaránlos y fuéronse prom etiendo

para hacer la población con más fundam ento envió a la

de volver otro día, como lo hicieron trayendo consigo a

Española a }uan de Salcedo a p ed ir licencia a los padres

su cacique; el cual les decía, conezcotoche (que quiere

Gerónim os, con algunas m uestras de lo hallado y a Cas­

decir andad acá a m is casas), y p or eso se puso aquella

tilla envió a Benito M artín, su capellán, con las nuevas y

parte Punta de Cotoche. Salieron a tierra los de los n a­

relaciones muy cum plidas del descubrim iento y piezas

vios y tuvieron una refriega conlos naturales de la tierra,

de oro y otras cosas con que se confirm ase cuanto e n ­

como la cuenta Antonio de H errera1978 en las Décadas

viaba a decir y para que suplicase al rey hiciese algunas

y hirieron quince castellanos, juntándose los unos con

m ercedes y diese algún título por sus largos servicios y

los otros hasta llegar pie con p ie.1979 Y prendieron los

viese de hacer algún asiento para la población y lo d e­

nuestros dos ind ios que después fu eron cristian os y

más que se descubriese y dando prisa en el armada en

se llam ó el uno lu liá n y el otro M elchor. Fueron de los

que gastó veinte m il ducados. Pensó enviar por general

indios muchos heridos y diez y siete muertos. Pasando

de ella a Baltazar Berm údez, tam bién natural de Cué-

m ás adelante hallaron ciertos indios que preguntándo­

llar, su tierra y le rogaba que lo aceptase, diciendo que

les cómo se llam aba un gran pueblo allí cerca, dijeron:

lo hacía por honrarle, porque le quería b ie n y le trataba

Tectetan, Tectetan, que es decir n o te entiendo. Y p e n -

bien. Baltazar Bermúdez tenía los pensam ientos altos y

saron los nuestros que se llam aba así y corrom piendo

parecía tener de sí dem asiada con fian zayp o rh ab erp e-

el vocablo lo llam aron después Yucatán (que estos y e ­

dido condiciones que desagradaron a Diego Velázquez

rros nacen de las cosas mal entendidas).

se enojó y como era muy libre y sacudido,1973 echólo de

D eY u catán fue Francisco Hernández a Cam peche,

sí con palabras desm andadas1974 y discurriendo con las

que los indios llamaban Quinpech, lugar crecido que lo

personas a quien podría encargar aquella armada, no

nombró Lázaro, (por llegar allí Domingo de Lázaro). Sa­

se acababa de resolver, porque tam bién discurría sobre

lió a tierra, tomó amistad con el señor y rescató mantas,

A ntonio Velázquez Borrego y Be rnardino Velázquez, sus

plum as y caracoles engarzados enplata y oro. Diéronle

parientes. Era contador del rey en aquella isla Am ador

perdices, gallinas, tórtolas, ánades y gallipavos, liebres y

de L ares Burgalés, hom bre astutísim o y que no sabía

ciervos y otros anim ales de com er, mucho pan de maíz

leer ni escribir, aunque con prudencia y astucia suplía

y fru tas. A llegáb anse los in d ios a los esp añ oles; unos

sus faltas y si bien de pequeño cuerpo, había servido de

les tocaban las barbas; otros la ropa, otros tentaban las

mastresala1973 al gran capitán1976y gastado con él muchos

espadas y todos se andaban hechos bobos al derredor

años en Italia y con este trabajó Hernando Cortés d e te ­

de ellos. Aquí había un torreoncillo de piedra cuadrado

ner gran amistad, que no era muchos [¿?] m enos astuto

que son sus templos y estaba gradado de abajo arriba, en

que él y por esto creyeron muchos que se habían con­

lo alto del cual estaba un ídolo con dos ñeros anim ales a

federado en tanto grado que partirían la hacienda que

las hijadas como que lo comían. Y una sierpe de cuaren­

Cortés adquiriese, yendo en aquel v ia je ...

ta y siete pies de largo, y gorda como el grosor cuanto de un buey (hecha de piedra como el ídolo) que tragaba un león. Estaba todo lleno de sangre de hom bres sacrifica­

Monarquía indiana, escrita por Juan de Torquemada entre 159 3^ i6 i3‘977

dos, según usanza antigua de aquestas tierras. De Cam peche pasó a Cham potón, pueblo grande, cuyo señ o r se llam aba M ochocoboc, hom bre guerrero

LIBRO IV CAPÍTULO III DEL DESCUBRIMIENTO QUE HIZO FRANCISCO HERNÁNDEZ DE CÓRDOVA DE LATIERRADE YUCATÁN Y COSTADE ESTA NUEVA ESPAÑA. DE ENCUENTROS QUE CON LOS INDIOS TUVO Y DE SU MUERTE

y esforzado, el cual no dejó rescatar a los españoles, ni

E n año de m il q u inientos y diez y siete arm aron tres

com pañeros lo m ejor armados que pudo y m arineros

navios, Francisco Hernández de Górdova y Christóbal

que tom asen agua, y ordenó su escuadrón para pelear,

les dio p resentes, ni vitualla, como los de Cam peche, ni agua, sino atrueque de sangre. Francisco Hernández, por no m ostrar cobardía, y por saber qué armas, ánimo y destreza ten ían aquellos ind ios bravosos, sacó a sus

Morante y Lope Uchoa de Gaucedo para ir a buscar in ­

si no se la con sin tiesen coger. M ochocoboc, p or d e s ­

dios a las islas convecinas y hacer rescates como hasta

viarlos de la m ar, que no tu viesen tan cerca la guarida,

entonces lo acostum braban. Y esta jornad a pasó de lo

hizo señas que fu esen detrás de un collado donde la

ordinario y llegó a descubrir la tierra de Yucatán, costa

fuente estaba; tem iéron los nuestros de ir más allá, por

hasta entonces no conocida ni hallada de nuestros cas­

ver los indios pintados cargados de flechas y con sem ­

tellanos, donde en una punta había unas muy grandes

blante de combatir, y m andaron soltar la artillería de los

y buenas salinas y las llamó de Las M ujeres, por haber

navios por espantarlos. Los indios se m aravillaron del

allí torres de piedras con gradas y capillas cubiertas de

fuego y humo y se aturdieron algo del tronido, mas no

m adera y paja, en las cuales estaban puestos por muy

huyeron, antes arrem etieron con más ánimo y denuedo

Fuentes

365

y gran concierto, dando gritos, echando piedras, varas y

no puso los m edios necesarios para guardarse a sí y d e­

saetas. Los nuestros m ovieron a paso contado1980 y en

fenderse, le hizo guisar oro y se lo dio a com er, y estan­

siendo con ellos dispararon las ballestas, arrancaron

do entre tantas riquezas m urió de hambre sin poderse

las espadas y a estocadas m ataron a muchos; y como no

ap ro vech ar de ellas p o r sus n e cesid a d es. Lo m ism o

hallaban hierro, sino carne, daban la cuchillada que los

corría por aquellas islas, sino que faltó un rey que les

hendían por m edio; y lo m enos, era cortarles piernas

hiciese com er oro, porque todos m orían y guardaban a

y brazos a cercén . Los in d ios, aunque nunca tan he -

costa de los pobres, que lo sacaban y beneficiaban sin

ras heridas habían visto, duraron en la batalla con la

atender a más que verse metidos entre tejuelos de ello.

presencia y ánimo de su capitán y señor, hasta que ve n ­

Los in d io s que ve ía n el gusto que h acían a los e s ­

cieron en la batalla: Y en el alcance y al em barcar mata­

pañoles cuando preguntaban si había oro en su tierra,

ron a flechazos a cuarenta y siete españoles, y hirieron

por más que engolosinarlos les respondían que sí, con

más de cincuenta y prendieron dos que después sacri­

que se aumentaba m ás el deseo de llevar adelante este

ficaron y de los heridos m urieron cinco en los navios.

descubrim iento; y la verdad es que los indios m entían

Quedó Fran cisco Flernández con doce flechazos, que

porque en todo el reino de Yucatán no hay m inas de

según hay quien le condene, los pudo excusar muy fá ­

nin gú n gén ero. Pero no era esto lo que m ás anim aba

cilmente, pues no hubo acometidas adonde no quisiese

sino Dios, que ya comenzaba a descubrir tierras donde

ser el p rim ero, conviniendo m ás en tal aprieto su go ­

su san tísim o nom bre fu ese conocido, ordenando su

bierno que sus manos; porque el oficio del capitán no

m ajestad santísim a que así com o en otro tiem po sólo

es tanto pelear, cuanto disponer las cosas de la guerra a

era conocido en Israel, como dice David, saliese su co­

mayor amparo y defensa de su gente; porque (como dijo

nocim iento a los del pueblo gentílico que lo ignoraba;

el sabio) el que rige y gobierna un ejército, raras y muy

así tam bién corriese de este nuestro cristiano a e s ­

pocas veces ha de pelar, si no es que la pura necesidad

tas gentes idólatras e infieles, como a cosa que tenían

le obligue; pero ya que no tom ó este consejo y se vido

acción p or ser de los que tuvieron tam bién este p ro ­

herido y desbaratado embarcóse a gran priesa, navegó

m etim iento, por ser gentiles, como lo fueron nuestros

con tristeza y fue corriendo a la costa, destruido, aunque

pasados que recibieron esta m erced aunque hasta e s ­

con estas buenas nuevas de la tierra descubierta.

tos últim os tiem pos olvidados.

Fueron bojeando p o r tierra de la Flo rid a, donde tam bién por buscar agua les sucedieron algunos d e­ sastres y se les quedó un soldado, que se llevaron los in ­ dios, y el piloto mayor, Antón de Alam inos, fue herido en la garganta con una flecha. De esta m anera llegaron a puerto de Carenas (donde ahora está La Flabana), y

CAPÍTULO IV DE LA JORNADA QUE JUAN DE GRIJALVA HIZO ALE NUEVO DESCUBRIMIENTO DE LA TIERRA DE YUCATÁN, QUE FUE PRINCIPIO DEL QUE SE HIZO DESPUÉS DE ESTA NUEVA ESPAÑA; Y CÓMO LLEGÓ A LA TIERRA FIRME Y LO QUE EN ELLA LE PASÓ

desde aquí escribió Francisco Flernández de Córdova al

Diego Velázquez, que gobernaba la isla de Cuba, alen ­

gobernador Diego Velázquez, avisándole de su navega­

tado con estas nuevas y con la golosina del oro y plata

ción y descubrimiento, en el cual habían hallado gentes

que le dijeronque había en las tierras nuevamente d es­

vestidas y grandes poblaciones y edificios de cal y canto

cubiertas, y que la gente era vestida (a d iferencia de los

(cosa hasta entonces nunca vista) y que por las muchas

isle ñ o s), se determ in ó de llev a r la em p resa adelante

heridas que traía, de las que se hallaba muy fatigado se

(porque el oro todo lo vence y no hay dihcuitad que no

iba p o rtie rra a la V illa de Sancti Spiritus, adonde tenía

rom pa). Y habiendo apercibido tres navios y un b e r­

su hacienda; y que si Dios le daba vida, en estando m e­

gantín, con lo cual era m enester para el viaje, nom bró

jor, le iría a ver; pero dentro de diez días murió y acabó

p o r su ten ien te y cap itán ge n e ra l a Ju a n de G rijalva,

con sus prom etim ientos. De los soldados, m urierontres

mancebo de buena d isposición y de m ejores costum ­

en La Flabana, con los cuales fueron cincuenta y seis los

b res, hidalgo, natural de C uéllar (que p o r ser patria

muertos en esta jornada y los demás se esparcieron por

de D iego Velázquez d ijo Gom ara que era su sob rin o

la isla, y los navios se fueron a la ciudad de Santiago.

y aunque le trataba como a un deudo lo le tocaba p or

Cuando llegaron los nuestros a aquella prim era p o ­

n in gú n grado en sa n g re ). H allábanse a la sazón en

blación que dejam os dicho, m ientras que la gente p e ­

la ciudad de Santiago de Cuba Pedro de Alvarado, Fran ­

leaba entró A lon so González, clérigo que llevaban en

cisco de M ontejo y A lonso de A vila, que habían ido a

la arm ada, en el tem plo y sacó unas cajuelas con unos

negocios con le gobernador y eran hom bres que tenían

idolillos de barro y palo, con sus pinjantes, patenas y

indios en la isla y de ellos se hacía mucho caso. Quisie -

diademas de oro y otros dijes, con que los tenían enga­

ron acom pañar en la jornada, y por ser personas tales

lanados los indios, los cuales trajo al navio y los guardó

los nom bró p o r capitanes de los tres navios con los

para m ostrarlos en Cuba y aprovecharse del oro. Cuan­

m ism o s p ilo to s que se h a b ía n h allad o en el d e sc u ­

do Diego Velázquez y todos los dem ás los viero n q u e­

brim iento de Francisco Hernández de Córdova, llevan­

daron adm irados, porque hasta entonces tales cosas

do título de m ayor A n tó n de A la m in o s y nom bró p o r

no se habían visto; y luego corrió la fam a de este descu­

veedor a Peñalosa, natural de Segovia, y a un padre clé­

brim ien to en gran d ecién d o se y ten ién d o se p o r muy

rigo n om bró p o r su cap ellán y cura p ara que en esta

rico . Preguntaban a los dos ind ios que h abían traído,

jornada los acom pañase.

si había oro en su tierra. Porque la plática de aquellos

Gomo la fam a de la grandeza y riqueza de la tierra

tiem pos, y gentes, no era otra; y que casi se parecían al

era m ucha se ju n taro n con los soldados de F ra n c is­

rey M idas, que todo su deleite era el oro y la plata y no

co H ernández hasta doscientos y cincuenta en todos,

se trataba de más que de riquezas, al cuando el otro rey,

llevando algunos naturales de Cuba para servicio y s e ­

su contrario, le prendió y vido que, por guardar su oro,

gún lo que refiere Bernal Díaz del Castillo que se halló

1980Contar Los pasos a alguien.

366

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

p resen te, con F ran cisco Flernández, con G rijalva y

casas; y los indios soberbios, por haber echado antes

con Cortés. Yo v i y conocí en la ciudad de Guatem ala

de su tie rra la gente de F ran cisco H ernán dez, se h a ­

al dicho Bernal Díaz ya en su últim a vejez, y era h om ­

llaban b ien arm ados y dispuestos para d efen d er a los

bre de todo crédito. La instrucción que se le dio a Juan

castellanos la desem barcación; daban voces con gran

de Grijalva fue que rescatase todo el oro que pudiese

estru end o de sus tro m p e tilla s y atabalejos y aunque

y que viese si convenía poblar que los h iciese, donde

con m uchos falco n etes que se llevaban en las barcas

no, que se volviese. El licenciado Bartolom é de las Ca­

les p u siero n mucho espanto, como cosa p o r ellos ja ­

sas, autor de mucha fe y que con particular cuidado lo

m ás vista, en acercándose a las barcas com enzaron a

quiso saber, y era grande amigo e íntim o de Diego V e­

tira r con las h on d as y a fle c h ar entran do en el agua

lázquez, dice que fue la instrucción, que expresam en ­

a h e rir a los nuestros con sus lanzas. Pero salid os de

te no poblase, sino que solam ente rescatase, y que a

los bateles con gran diligencia, a cuchilladas y estoca­

todas las gentes por donde anduviese dejase pacíficas

das, les h icieron perder tierra; porque si bien la furia

y en am or a los castellanos. Aunque dice lo contrario

y m ultitud de las flech as era grande, los castellanos

Gomara, y se atribuye a cobardía no haberse quedado

escarm entados de los pasado ya comenzaban a usar las

en la tierra. Los dos autores prim eros son de mucha fe

m ism as arm as d efen sivas, estofadas de algodón, que

y crédito y B ern al Díaz dice que lo dejó a lo que m ejor

usaban los indios, con que no fue tan grande el daño

le p areciese. Pero como no era esta em presa suya, así

de las flechas y con todo esto quedaron heridos sesenta

no se movió a estim arla.

tres flechazos, que el golpe de uno le quebró dos d ie n ­

salió del puerto de Santiago de Cuba a ocho de abril de

tes porque en el pelear nunca fue el postrero. Llegados

m il quinientos y diez y ocho; habiéndose dado las señas

lo s b arco s con los castellan o s que h ab ían quedado

a los pilotos y orden del regim iento fueron a parar a la

en los navios, los indios dejaron el campo y los nues­

costa del norte de esta isla de Cuba. Fueron al puerto

tros fueron al pueblo. Curaron a los heridos, enterra­

de Matanzas, donde se rehicieron de lo que les faltaba y

ron a los muertos y no hallaron m ás de tres hom bres,

más habían m enester. Salieron de este puerto y e n diez

porque con la ropa toda de la gente se habían huido.

d ías d oblaro n a G uaniguanico (que es el cabo de San

Juan de Grijalva los trató muy bien y dio algunos re s ­

Antón) y en otros ocho vieron la isla de Cozumel, que

cates y envió a llam ar a los del pueblo, certificando que

entonces descubrieron; y bojando la isla por la banda

no haría mal a nadie; pero nunca volvieron.

sur vieron un pueblo y allí cerca un surgidero lim pio de

Em barcóse el capitán con su gente y pasaron a un

arracifes198* y al lugar llam aron Santa Cruz, porque tal

lugar, donde desem barcaron, y hallaron algunos ado­

día lo descubrieron; y vínole muy bien el nom bre, por

ratorios con ídolos de piedra y palo y no vieron m ora­

lo que hallaron en el patio del templo.

dor alguno; entendieron ser de m ercaderes y cazado­

Saltó Juan de Grijalva en tierra, pero no lo aguardá­

res y se estuvieron tres días en aquel lugar, cazando y

ro n lo s indios que se fueron huyendo al monte. Pareció

refrescando. Pasaron adelante y vieron una muy ancha

una india de Xamaica, que les habló en su lengua, la cual

boca de río, fueron con los navios pequeños y bateles

con una tem pestad de m ar había aportado allí con nueve

el río arriba y con mucho cuidado, porque vieron m u­

com pañeros que salieron a pescar y cayeron en manos

chos in d io s arm ados com o los de Potonchán, que en

de aquellos barbaros y los m ataron a todos, dejándola a

las riberas estaban en canoas. A este río que los natu­

ella, y Grijalva la envió a que llamase los m oradores déla

rales llam aban Tabasco (nombre del señ or del pueblo

isla. No quisieron venir y fuéronse los nuestros adelan­

que estaba cerca) d ijero n los castellanos, de G rijalva,

te, llevándose la india consigo. Flallaron en aquella isla

p o r su capitán general que lo descubrió, como hoy se

muchos colm enares de buena m iel, batatas, puercos de

llam a, y caminado por él arriba oían el ruido de c o r­

la tierra (con el ombligo al espinazo) con que se re fres­

tar m adera para fortificar el pueblo; porque habiendo

caron. V ieron algunos adoratorios y tem plos y uno en

sabido lo que pasó en Champotón tenían por cierta la

particular cuya form a era de una torre cuadrada, ancha

guerra. Saliéro n lo s nuestros a tierra en unos palm ares

del pie y hueca en lo alto, con cuatro grandes ventanas

a m edia legua pequeña del pueblo y como los indios

con sus corredores, y en lo hueco, que era la capilla, e s­

los vieron desem barcar, se m ovieron hasta cincuenta

taban ídolos y a las espaldas estaba una sacristía donde

canoas muy llenas de ellos, arm ados, em penachados y

se guardaban las cosas del servicio del templo. Y al pie

galanes a su usanza. Pararon poco después de los cas­

de éste estaba un cercado de piedra y cal, almenado y

tellanos, y se estuvieron sin m overse con sem blante

encalado y en m edio la cruz decim os en el libro catorce,

de guerra y estando los castellan o s para d isp a rar en

de la conversión de estas gentes. E m b arcad o s los c astellan o s (com o se ha dicho)

1981 Palabra de origen árabe-español: arrasif empedrado. Cf. Diccionario de la lengua española, r a e .

soldados, m uertos tres y el capitán Juan de Grijalva con

Despachado, pues, Ju an de G rijalva de todo punto

ellos los falconetes, acordaron de h ablarles p rim ero p o r lengua de M elch or y Ju lián (que eran los indios

fueron navegando por la costa, viendo con mucha m a­

que llevó Fran cisco H ernández de Górdova) los cu a­

ravilla grandes y herm osos edificios de cal y canto, con

les les d ijeron que no querían hacerles mal sino tratar

muchas torres altas que de lejos blanqueaban y p are­

con ellos cosas de que recibirían contento; acercáronse

cían bien , por lo cual, p or no haber visto tal en todas

cuatro canoas y como se les m ostraron espejuelos, sa r­

las Indias hasta entonces y por lo que de las cruces se

tales de cuentas verdes y otras cosas, pensando que eran

dice, dijo Grijalva que hallaban una Nueva España. Y

las piedras chalchihuytes (entre ellos muy estim adas)

al cabo de ocho días de navegación llegaron al paraje

se sosegaron. Entonces ordenó Juan de Grijalva a las

del pueblo de Potonchán. D ieron fondo a una legua de

lenguas que les d ijesen que aquellos hom bres eran va ­

tierra, por la mucha menguante de la m ar y con todos

sallos de un gran rey a quien m uchos príncipes obede­

los bateles desem barcaron los soldados cerca de unas

cían, al cual era justo que tam bién ellos obedeciesen;

Fuentes

367

porque de ello se les había de seguir gran b ien y que

al cacique y las m ayores dem ostraciones que pudo de

entre tanto que les declaraban más particularm ente las

agradecim iento, porque era m uy cortés y com edido.

causas de esto, les proveyesen vitualla.

M andó sacar una cam isa rica y él m ism o se la vistió,

Los indios respond ieron que darían la com ida que

desnudóse el sayo de tercio p elo carm esí y vistió sele

pedían y que señ or tenían y que siendo tan recién lle ­

tam bién; púsose gorra de lo m ismo con sus piezas, h í-

gados y sin conocerles ¿que por qué causa les querían

zole calzar zapatos colorados de cuero, nuevos; y en suma

dar señ or? Que m irasen no les h ic ie sen guerra como

lo vistió y adornó lo m ejor que pudo y le dio los m ejores

habían hecho en Potonchán, porque contra ellos tenían

sartales, cadenillas y cosas de vidrio que había, espejos,

apercibidos obre tres xiquipiles de gente (que cada xi-

tijeras, cuchillos y diferentes cosas de latón y asim ism o

quipil ocho m il hom bres) y que sabían herido y muerto

a todos los que con le cacique habían ido. Juzgábase por

más de doscientos en Potonchán y que ellos no eran tan

lo que el indio a Juan de Grijalva valía tres m il pesos; y

desanim ados y de tan pocas fuerzas como los otros que

entre las piezas y armaduras que le dio fue un casque­

h abían ido a ellos para sab er su voluntad, que iría n a

te de armadura cubierto de hoja de oro delgada; tres o

referir lo que les decían a muchos señores que estaban

cuatro máscaras, parte de ellas cubierta de piedras tu r­

juntos para tratar guerra o paz. Dioles Juan de Grijalva

quesadas, que son madre de las esm eraldas, puestas a

sartales de cuentas, espejos y otros rescates y díjoles

m anera de obra mosaica, por lindo artificio y e n partes

que no faltasen de volver con la respuesta, porque no

cubiertas con hoja de oro y ciertas patenas para arm ar

vo lvien d o, p o r fuerza h ab ían de e n trar en el pueblo,

el pecho, y algunas todas de oro, otras de palo cubiertas

aunque no para hacerles mal. Y luego Grijalva se volvió

de oro y otras de oro y piedras sem bradas muy bien y

a los dos navios y bateles y los m ensajeros hicieron su

artificiosam ente puestas que les hacían más hermosas;

em bajada y a todos los señ ores y a los m ayores sacer­

muchas armaduras p aralas rodelas de oro fino, algunas

dotes que acostum braban tener voto en caso de guerra,

todas de oro y otras de cortezas de árboles cubiertas de

pareció que era m ejor la paz que la guerra y enviaron

oro; seis u siete collares de hoja de oro, puestos o e n ­

luego treinta ind ios cargados de pescado asado, g a lli­

gastados sobre tiras, u cintas de cuero de venado bien

nas, de diversas frutas y pan de maíz y extendiendo en

adobado; y ciertas ajorcas de oro de tres dedos de a n ­

el suelo unos petates (que son sus esteras), p u sieron

cho que parecían muy bien; zarcillos y pincetas de oro

encim a un presente, que eran una m áscara de m adera

para las orejas; y orejeras de muy buena y muy graciosa

grande, muy herm osa y diversas cosas de plum a de d i­

hechura (porque algunas de éstas y otras piezas tenían

ferentes hechuras, bien vistosas, y dijo un indio que otro

artificio), rosarios y sartas de barro cubiertas de oro y

día iría su señ or a ver a los castellanos. Diole en retorno

otras sartas de oro puro, huecas; una rodela cubierta

Juan de Grijalva cuentas de vidrio de diversos colores y

de pluma de diversos colores muy graciosa; una ropa de

hechuras, tijeras y cuchillos y un bonete de frisa colo­

pluma y penachos de lo m ismo, vistosos; y otras muchas

rada y unos alpargates con que se fue m uy regocijado

cosas cuya postura y artificio era m aravilloso; y donde

y contento. A cordó el cacique de Tabasco de en trar en

quieran costarán mucho solas la manos y artificio. Con

una canoa e irse a ver con los castellanos; porque todos

esto quedó el cacique m uy contento y los castellan os

estaban espantados de ve r sus barbas, arm as y v e sti­

muy pagados en tanto grado que de aquí les nació a al­

dos y mucho más de los navios y embobados se estaban

gunos el ansia de poblar en esta tierra, por las muchas

m irando la jarcia, las velas, las áncoras y todo lo demás.

señales que vieron de riqueza.

Llevaba el señor de Tabasco mucha gente sin armas y

Recibido en Tabasco el presente dicho y con ocien­

con muy grande confianza se entró en el navio del g e ­

do que no gustaban los indios de que se detuviesen allí

neral Juan de Grijalva, el cual era gentil mozo de hasta

mucho los huéspedes, y porque pidiendo algunos cas­

veinte y ocho años. Estaba vestido de un sayo de tercio­

tellanos más oro, respondían los indios: Culhua, Cul-

pelo carm esí y go rra de lo m ism o, y otras cosas ricas

hua, pasó adelante (como entendiendo por esto que en

que correspondían al sayo. Fue recibido el cacique con

otra parte más arriba de la costa había aquellas riquezas

mucha honra y cortesía, abrazándole; y sentados luego

que buscaban) y e n dos días se vio un pueblo llamado el

los dos se comenzó la plática, de la cual entendían poco

Ahualulco, a quien los españoles pusieron la Rambla; y

el uno de otro, sino por señas y algunos vocablos que

de esta m anera fueron descubriendo algunos pueblos y

declaraban los dos indios Ju lián y M elchor. Y todo se

ríos, que se podrán ver en Antonio de Flerrera*983 entre

creyó que iba a parar, en que se holgaba de su llegada y

los cuales fue uno el de Papaloapan (que por haber en ­

que quería ser su amigo. Y después de haber hablado un

trado en él con su navio Pedro de Alvarado se le quedó

rato mandó el cacique a uno de los que habían ido con él

su nombre y le conserva hasta ahora). Llegaron a otro

que sacase todo lo de dentro de una petaca llevaba, que

río donde fueron llam ados por los indios y salieron, y

so n la s cajas u arcas que se u saban y usan.

el cacique de aquellas gentes los recibió muy b ie n y los

Comenzó el indio a sacar piezas de oro, algunas de

regaló e hizo gran cortesía; diéronseles cuentas y otras

palo cubiertas de oro para arm ar, tan a propósito como

cosas. Y luego el gobernador del em perador M otecuh-

si se hubieran hecho para Juan de Grijalva y el cacique

zuma (que era el que allí los acariciaba) m andó a los

con sus m anos se las iba poniendo y quitando, acom o­

suyos que llevasen oro para rescatar y en seis días que

dándole las que m ejor le sentaban; y de esta m anera le

allí se detuvieron llevaron quince m il pesos en joyuelas

fue armando todo de oro fino, como si de un arnés muy

de oro bajo, de diferentes hechuras. Y esto es lo que dijo

cumplido de acero le armara. Demás de esto le presentó

Gomara, que en el río de Tabasco dieron mucho oro a

muchas y diversas joyas de oro y de pluma, cosa entre

Juan de Grijalva; siendo cosa cierta que ni en el río ni en

ellos de grande estim acióny era de ver la herm osura que

la comarca de Tabasco hay oro; y que lo que tenían los

entonces Grijalva tenía; hizo G rijalva m uchas caricias

indios era llevado de fuera, p or orden de los caciques

lw: Herrera,

op. cit, d. II, cap. IX.

368

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

y m ercaderes que corrían la tierra entonces, que atra­

ten er ejecución, se h u bieran de m an ifestar a los h om ­

vesab an cuatrocientas y quinientas leguas tratando y

bres ni hubiera tantos perdidos por saberlas ni otros,

trocando unas cosas por otras.

que p rim ero se han hecho señ ores de ellas, las h u b ie ­

Volvióse a em barcar Grijalva con su gente h ab ien ­

ran tenido en poco y desechado por no haber alcanzado

do tom ado posesión por el rey y Diego Velázquez en

a entender la honra que dentro de si m ism as tienen;

aquel lugar de la nueva tierra y pasó adelante en busca

que ya a ellos no se les m anifestó, por no ser suya, y se

de m ás abrigo, porque allí estaba m uy descubierto al

les va luego a otros, que por otros respetos ocultos se le

norte y al riesgo de re cib ir m ucho daño, p or ser toda

descubrió yhizo entrega de sí m ism a, como propia suya,

la costa de m uy gran des arracifes y ser ciertos y muy

y de su buen a y feliz ventu ra. Qué de b ie n e s le e sta ­

recio s: p asaro n p o r la isla que se llam a Blanca y otra

ban guardados a David con el arca del testam ento si la

Verde y lleg aro n a otra que estaba legua y m edia de

llevara a su casa, los cuales recibió Ubededón por h a ­

tierra y por tener enfrente buen surgidero, mandó el

berla recibido e n la suya, sin tem er lo que David había

general dar fondo y salieron a la isla, porque había hu ­

tem ido, cuando vido la m uerte repentina que causó al

m os y hallaron dos casas bien labradas de cal y canto

otro, que llegó a te n e rla en coyuntura, que d eclin ó y

con m uchas gradas y por donde se subía a unos altares

hizo aquel amago de qu erer caer en tierra . Por eso dijo

donde estaban puestos ídolos. A quí vieron que la n o­

m uy b ien el que dijo, que perdida la ocasión se p e r­

che antes se habían sacrificado cinco indios que esta­

día el caso. Y como los antiguos alcanzaron a saber la

ban abiertos por los pechos y cortados los brazos y los

grande im portancia que es saberse aprovechar de ella

m uslos y las paredes llenas de sangre (cosa que causó

y de los daños que resultan al no asirla cuando viene,

gran espanto, h orror y adm iración a nuestros caste­

la rep resentaron de esta m anera. Pintaban una m u ­

llanos) y por esto llam aron a ésta isla de Sacrificios.

je r desnuda con el cabello largo y todo enm arañado, y

Saltaron en Tierra Firm e enfrente de esta isla, donde

echado sobre la parte anterior de el rostro y junto a los

h icie ro n ranchos con ram as y col las velas de los n a ­

p ies el calzado; puesta en pie sobre una rueda grande

vios. Y luego acudió gente de los natu rales a rescatar

m olino y junto a ella otra m ujer triste y afligida, sig ­

oro en jo yu elas; y porque el oro era poco y los in d ios

nificand o en la p rim era la ocasión junto a cuyos p ies

andaban tem erosos se pasaron enfrente de otra isleta,

está el calzado, que es la facultad que ofrece para p o ­

m edia legua de tierra y dos de esta de Sacrificios y d es­

dérselos calzar. Pero sobre una rueda que fácilm ente

em barcaron en unos arenales; hicieron chozas encim a

se mueve y muda lugar cunado acuerdan ya ha pasado.

de los m ás altos m éd anos de aren a, p o r h u irla p e s a ­

Lleva el cabello sobre el pecho y rostro, para que h a ­

dumbre e im portunidad de los m osquitos (que los hay

biendo vuelto las espaldas, no halle de donde asirla el

muchos por allí, de día y de noche) y con los bateles son­

que antes la tuvo y la dejó pasar. La m ujer que tiene al

daron bien el puerto, y hallaron que con el abrigo de

lado, con aspecto y rostro triste, es el arrepentim iento

la isla estaban seguros del norte y tenían buen fondo.

que queda del buen lance perdido y más con la c o n si­

Fue Juan de Grijalva a la isla con treinta soldados en

deración, que teniendo el pájaro en las m anos lo soltó

dos bateles; halló un templo con cuatro ídolos y cuatro

y dejó volar por los aires.

hom bres vestidos de muy largas mantas negras, con ca­

Si bien consideram os lo dicho en esta ocasión y lo

pillas, como canónigos, que eran sacerdotes en aquel

hecho por Juan de Grijalva, verem os la que su ventura

templo y e n aquel mismo día habían sacrificado dos m u­

le había ofrecido y puesto en las m anos en este descu­

chachos que vieron abiertos los pechos y sacados los

b rim ien to de u n t a n gran de m undo com o el de esta

corazones (crueldad que a los castellanos causó gran ­

N ueva E sp añ a (que fue el p rim ero que le puso este

dísim a com pasión). Preguntó el general a un indio que

n o m bre); y h abiénd olo conocido hizo m al e n n ip r o -

había llevado del río de Banderas, junto al de Alvarado,

b a r ventura, pues a lo s que se atreven (dijo el otro p o e­

que ¿para qué h acían aquel tan horroroso sacrificio ?

ta), ayuda la fortu na. A lgu n o s de los que con él iban,

Y se entendió que había dicho que así lo m andaban los

viendo las riquezas que se iban descubriendo, le p e r­

señores de Culhua. Gomo Grijalva se llamaba Juan y era

suadían a que poblasen y s e quedasen en la tierra; pero

el tiem po por san Juan, puso este nombre a la isla y así

él, queriendo m ás la obediencia que el sacrificio, no se

se llamó San Juan de Culhua; pero como entonces nues­

atrevió a pasar los lím ites de la com isión; y dijo, que no

tro s castellan o s no en te n d ía n esta len gua m exicana

traía licencia para ello (como si en leyes de hom bres

(que corre p or todas aquellas costas) no aprendieron

sabios no hubiese epiqueyas*983 para las cosas d ih cu l­

bien las letras con que se escribe esta dicción y quitán­

tosas y graves de cum plir; y aunque es verdad que no

dole la prim era, quedóse el nombre con las otras que

han de ser hechas cosas malas aunque de ellas resulten

no hacen sentido; pero ya para lo que sirve es muy cono­

otras buenas y que lo podía parecer salir de lo que por

cido el puerto de todos los que hacen esta navegación y

su com isió n se le m andaba, no es ésta a lo m enos de

p or llam arle San Juan de Culhua le llam an San Juan de

las que p rohíben estas palabras dichas; porque lo que

Ulúa y perm ance con su nom bre.

no contradice a la ley divina, ni contraviene a trasgre-

CAPÍTULO V VUELTA DE JUAN DE GRIJALVA A CUBA Y VENIDA DEL CAPITÁN CRISTÓBAL DE OLID EN BUSCA DE GRIJALVA; Y SE DICE LA VUELTA QUE DA A CUBA SIN ENCONTRAR CON GRIJALVA Y CÓMO PEDRO DE ALVARADO VA CON LAS NUEVAS DEL DESCUBRIMIENTO DE LA TIERRA FIRME

glosar y extender su inteligencia, si la razón dicta que

sión de casos esenciales del reino, muy b ien se puede

1983 Voz "epiqueya": "1. f. Interpretador! moderada y prudente de la ley, según las drcunstandas de tiempo, lugar y persona.", Diccionario de la lengua española, rae, disponible en: http://dle.rae.es/?id=Fxbm7VH 1984 Estanda, lugar en el que se mora.

de cum plim iento de un m andam iento se sigue mayor daño que provecho; y que es más el b ien que se pierde que la pena a que se obliga). En conclusión decimos que no era suya esta em presa, pues el cielo no se la conce­

Las cosas ocultas de los acaecim ien tos hum anos, si

dió; y así sucedió, que habiendo estado siete días en el

com o están secretas en sí m ism as hasta que llegan a

puerto y e stalaje19®4 de San Ju a n de U lúa, y habiendo

369

Fuentes

rescatado algún poco de oro, viendo que se le pasaba el

de Alvarado de p arecer que se poblase en esta tierra

tiem po que se le dio y que los m osquitos eran muchos

(aunque él deseaba ir con esta em bajada), dijo al go ­

y que les daban mucha fatiga y pena, estando ya certi­

bern ad or la determ inación de Grijalva y cómo pasaba

LA S V ILLA S DE CAMPECHE, BACALAR,

ficado que esta tierra era ñrm e y en ella había grandes

adelante en su descubrim iento para volverse, sin dejar

DESDE LA LAGUNA DE TÉRMINOS HASTA

poblaciones, confirm ados en llam arla Nueva España,

m ás m em oria de sí en la tierra . Y con lo que cerca de

y que el pan cazabi que llevaban por bastim ento estaba

esto in fo rm ó a D iego Velázquez, d ijo m uchas cosas

mohoso y que amargaba, y que los soldados de la arm a­

con m ucha ira, contra }uan de G rijalva, no aco rd án ­

da no eran bastantes para poblar, habiéndose m uer­

dose de la instrucción que le había dado y que debiera

to diez de las heridas y hallándose otros dolientes, se

tratar con m od estia al que era m od estísim o y le fue

acordó que se diese razón de ello al gobernador Diego

m uy obediente; porque según dice el obispo de G hia­

Velázquez, pues que su ord en era de no p oblar, para

pa (que le trató m ucho, y muy fam iliarm en te) que era

que si q u isie se que se p ob lase, en viase soco rro que

h om bre de terrib le con d ición para los que le servían

tam b ién lo deseaba el general de esta arm ada, no ob s­

y ayudaban y que fácilm ente se indignaba contra aque­

tante todas la contradicciones dichas y m andam iento

llos de q u ien le decían m al, porque era m ás crédulo

del gobernador. Aunque Gomara, mal inform ado de lo

de lo que convenía. Con esta in d ign ación que co n c i­

que en este viaje pasó, diga que Grijalva no tuvo volu n ­

bió contra G rijalva determ inó de h acer otra arm ada

tad de poblar, que aunque es verdad que la dice, no fue

y com etérsela1986 a otro capitán, no qu eriendo h acer

porque él no quería, sino porque atado a su com isió n

de él m ás conñanza.

no quería exceder de lo que se le había ordenado. Y en

Luego que partió Pedro de A lvarado para Cuba, con

com probació n de esto, dice el obispo de Ghiapa don

p arecer de los capitanes y pilotos, p rosiguió G rijalva

fray Bartolom é de las Gasas de él, que le conversó m u­

su descubrim iento yendo por su navegación costean­

chos años, y que era de tal condición que no hiciera (en

do, y fu eron descubriendo nuevas tierras y poblacio­

cuanto a la obediencia y aún en cuanto a la hum ildad y

nes h asta lleg a r a tie rra s de Pánuco, de donde (con

a otras buenas propiedades) mal fraile; y que por esto,

p arecer del piloto m ayor, A ntón de A lam inos) en tra­

si todos los del mundo se juntaran, no quebrantara por

ron en consulta y salió determ inado que se volviesen a

su voluntad un punto de lo que por la instrucción se le

Cuba, p or cuanto las corrientes eran muchas y los lle ­

m andaba, y que por esta causa, por más ruegos y ra ­

vaban muy derrotados1987 y fuera de ruta; y los que más

zones im portunas que le h ic ie ro n y representaron, los

in staro n en la vuelta fu ero n los capitanes Fran cisco

que deseaban se poblase no lo pudieron recabar1983 con

de M ontejo, A lonso de A vila y otros. Y no es m aravilla,

él, alegando que se lo había prohibido el que le había

que así como dice Gomara iban a la parte en el arm ada

enviado y que no tenía poder para m ás de descubrir y

y habían puesto mucho en los gastos de ella no querrían

rescatar y que con cum plir lo que se le dio por instru c­

perderla p or la detención del tiem po. Y así dice Bernal

ción haría pago y satisfaría.

Díaz del Castillo, soldado de autoridad y verdad, que

Con esta resolución de Grijalva de irse, y por con­

alegaban que el invierno entraba y la vitualla faltaba y

descender con los que tanto le rogaban la quedada, se

que un navio hacía agua y que era b ien volver a d esan ­

resolvió de enviar razón a Cuba de lo hecho (como d e­

dar lo andado. Y dem ás de las razones referid as no se

cim os); y para que hiciese esta m isión y legacía, eligie­

podían m antener, pues la gente era belicosa y la tierra

ron al capitán Pedro de Alvarado, de quien dice Gomara

muy poblada y los castellanos iban muy fatigados con

en su libro estas palabras: Había asim ism o muchos que

el m ucho tiem po que and aban p o r la m ar. Con esta

deseaban a Cuba (como era Pedro de Alvarado que se

determ inación se volvió Grijalva a Cuba, sucediéndole

p erd ía p o r una isle ñ a y así procu ró de vo lver con la

en la vuelta algunas cosas que dice A ntonio de H errera,

relación de lo hasta allí sucedido a Diego Velázquez).

y fue muy mal recibido del gobernador y echado con

Partióse en el navio llamado San Sebastián (que es el

confusión de su presencia.

PP. 370-371 PLANO DE LA PROVINCIA DE YUCATÁN, SU CAPITAL LA CIUDAD DE M ÉRIDA. CONTIENE VALLADOUD, Y CORRE SU YDROGRAPHIA TRUXILLO, COSTA DE HONDURAS, Y EL PRESID IO DE PETÉN DE LA JURISDICCIÓ N DE GUATEMALA. DIBUJADO POR JUAN DE DIOS GONZÁLEZ EN CAMPECHE EL 18 DE FEBRERO DE 1766 Y COPIADO EN MADRID EL 12 DE MARZO DE 1768 POR JUAN DE LA CRUZ. 93.1 X 6 5 .5 CM. '¡'M SS.ADD.17654' THE B RITISH LIBRARY, LONDRES.

m ism o en que venía p or capitán) y que llevase todo el oro y ropa que había rescatado y a los enferm os que no podían quedar en la tierra, ni ir con m ás espacio descu­ briendo tierra por la costa de la mar. D espués que salió }uan de G rijalva de la isla de Cuba con esta arm ada dicha para la jornada que d eja ­

CAPÍTULO VI DE LA SECUNDAARMADA QUE DIEGO VELÁZQUEZ HIZO PARA LA PROSECUCIÓN DEL NUEVO DESCUBRIMIENTO DE ESTANUEVAESPAÑA; Y CÓMO FERNANDO CORTÉS SE PARTIÓ CON ELLA, Y COSAS QUE SUCEDIERON EN ESTE DESPACHO Y PARTIDA

m os re fe rid a , quedó el g o b ern ad o r D iego Velázquez

C onlas nuevas que Pedro de Alvarado trajo a Diego V e­

con mucho cuidado de su buen suceso, porque iba n a ­

lázquez de la riqueza de la tierra y vuelta de Grijalva, se

vegando por m ares y tierra s poco conocidas. Y para

determinó a hacer otra armada, y escribió una carta al

su quietud y sa b er de la arm ada envió en u n navio

capitán que se volvía del descubrim iento y despachóla

con siete soldados a G hristóbal de Ulid, capitán de

al puerto de Matanzas, donde Grijalva la halló; en la cual

m ucha op inión; y estando surto en la costa de Y u ca­

el decía que con priesa llegase a Santiago y que dijese a

tán le dio tan recio tem poral que hubo de cortar los

la gente, que se aderezaba otra arm ada para volver a p o ­

cables y co rrer a Santiago de Cuba, de donde h abía

blar, y que al os que quisiesen volver en ella mandaba

salido, sin llevar razón de la arm ada que buscaba. A

que se entretuviesen en unas estancias que allí tenía.

esta sazón llegó Pedro de A lvarado con el oro, ropa y

V ino G rijalva con m ucha p rie sa y llegó a la ciudad de

relación de cuanto se h abía hecho y descubierto, con

Santiago donde ya la armada se estaba disponiendo; fue

que recibió Diego Velázquez grande contento se le

recibido mal y peor tratado del gobernador y enviado a

levantó el ánim o para e sp erar m ucho de la jo rn ad a

su casa; y con los navios que volvió llegó Diego Veláz­

y com o (según d icen algunos) h abía sido este Pedro

quez los de la armada al núm ero de d iez...

ms Voz "recabar": "1. tr. Alcanzar, conseguir con instan das o súplicas Lo que se desea.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://d le. rae. es/?i d=VMayaGy 1986Voz "cometer": "4. tr. p. us. Dicho de una persona: ceder sus fundones a otra, poniendo a su cargo y cuidado algún negocio.", Diccionario de la lengua española, r a e , disponible en: http://dle.rae.es/?id=9vgBzRS 1987Apartados de su rumbo original.

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CAPÍTULO 3

ANTÓN

Las verdaderas historias del descubrimiento de la Nueva España

AHORA

e vivido tantas vidas que a veces

les no teníam os m ás rum bo que el viento y el golpeteo

me cuesta recordar quién soy. Las

de las olas; sem anas de sed en las que nos quedába­

capas que me han ido conform an­

m os sin lágrim as por falta de qué llorar, en los cuales

do se han sucedido como pieles de

el vino rancio era m ás preciado que el agua pútrida;

esos extrañ o s an im ales que aquí

m eses de ham bre y lim itaciones, de dientes flojos y

son conocidas como iguanas, en

enferm edades a bordo, de panes de cazabe rancios y

esta tierra a veces tan fam iliar como m i casa, pero otras

tocinos viejos; años tam bién de m aravillas, oro fácil,

tan lejana como una gran desconocida que nunca será

sorpresas, prodigios y transform aciones, de com ba­

nuestra, territorio que com ienza ahora a ser llamado

tes, desastres y m uerte, una destrucción tan grande

la Nueva España, como la bautizara el capitán Grijalva,

que Dios quiera nunca m ás se repita. M uerte por to ­

nom bre que tam poco durará para siem pre.

das partes; si quisiera darle un color a este suelo sería

S o y A n tó n p ara algu n o s,

el rojo y así debería quedar en

A ntonio, dirán otros yA lam inos

la m em oria de los que vengan,

de fam ilia, originario de Palos,

tinto de la sangre vertida por

p u erto que h a d esp ed id o en

todos los que la hem os pisado y

:

sus aguas a inn um erables n a ­

los que aquí habitaban, los que

vegantes y aventureros y p u e ­

llegam os y los que estaban, tie ­

blo del que tam bién yo me alejé

rra de sacrificios. El olor de la

p ara acom pañar al gran a lm i­

m uerte se ha quedado p re se n ­ te y será muy difícil que algún

rante, a Cristóbal Colón, en sus últim os dos viajes, cuando era yo joven y quería vivir los la n ­

día el aire se desvanezca, ese

Jato’-'

C :■

recuerdo de tantas vidas dadas

ces que llegaban al puerto n a ­

y tom adas y que conocim os los

rrados p or los m arineros que

que ahora perm anecem os.

Y

ahí se agolpaban.

lusto ahora, m i pequeño re ­

A h ora, a lo s cuarenta y siete años, después de innum erables aventuras, desde las costas de

baño de ovejas com ienza a m ul­ wMTT.' . J r

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