Las conexiones ocultas 9788433961884

www.FreeLibros.org

486 106 55MB

Spanish Pages [387] Year 2015

Report DMCA / Copyright

DOWNLOAD FILE

Polecaj historie

Las conexiones ocultas
 9788433961884

Citation preview

Las co nexiones ocultas

Kritjof C ap ra

Las conexiones ocultas I m p lic a c io n e s s o c ia le s , m e d io a m b ie n ta le s , e c o n ó m ic a s y b io ló g ic a s d e u n a n u e v a visión del m u n d o

Trad u cció n tic David Srm|>au

EDITOKIAL ANAGUAMA BARCELONA

Titulo d r la edición original; T ile H id d e n C o n n c ctio n x D o u b led ay N u ev a Ynrk, 2 0 0 2

i h teño de la colección: Julio Vivas Ilustración: "Ossippcc I-, Hiank Stclla, 1 9 6 6 , colección Mi, y M is, Eine.u K.ilkj, Nueva York

O Eritjof C apia, 2 0 0 2 O E D IT O R IA L ANACiRAMA. S. A.. 2 0 0 3 l'cdró de la C icu. 5 8 0 8 0 3 4 Barcelona ISBN: 8 4 - 3 3 9 - 6 1 8 8 - 8 Depósito legal: B 1 6 5 6 5 - 2 0 0 3 Printcd in Spain l.ib crd u p lc x , S . L „ C o n s titu c ió , 1 9 , 0 8 0 1 4 B arcelona

Para Elizabeth y Jtilin te

1.a educación es la capacidad de percibir las lo n exio iies ocultas entre los fenóm enos. V A ci a v H avi

i

A G R A D E C IM IE N T O S

A lo largo de los últim os vein ticin co años he practicado un estilo de investigación qu e se basa, fundam entalm ente, en diá­ logos y debates co n individuos y grupos reducidos de amigos y com pañeros. L» mayor parte de mis intuiciones c ideas se han originado y han madurado en esta clase de encuentros intelec­ tuales. Las ideas contenidas en la presente obra no son una ex­ cepción a esa regla. M e sien to particularm ente agradecido a: • Pier Luigi l.uisi por num erosos y estim ulantes debates acerca de la naturaleza de la vida, así co m o por su cálida hospitalidad en la Escuela de Verano de C orcona, en agosto de 1 998, y en el In stitu to Federal de Tecnología de Z u rich , en enero de 2 0 0 1 ; • Brian G oodw in y Richard Stm hm an por profundas d iscu­ siones sobre biología celular y teoría de la com plejidad; • Lynn M argulis por esclarecedoras conversaciones sobre m icrobiología, así com o por darm e a conocer la obra de I iarold Morowit/.; • Francisco Varela, G crald E delm an y Rafael N úfíez por apasionantes controversias en torno a la naturaleza de la consciencia; • G eo rg e LakofY por introd ucirm e en la lingüística cognitiva e infinidad de ilustrativos diálogos;

R ogcr Pouts por su instructiva correspondencia acerca de los orígenes evolutivos del lenguaje y la consciencia; M ark Sw illing p o r estim ulantes discusiones sobre las se­ m ejanzas y disparidades entre ciencias naturales y ciencias sociales, así co m o por darm e a conocer la obra de M anuel C astells; M anuel C astells por su estím ulo y su apoyo, así com o por una serie de debates sistem áticos sobre conceptos fundam entales de teoría social, de tecnología y de cu ltu ­ ra» y sobre las com plejidades de la globalización; W illiam M edd y O tt o Scliarm er por esclarecedonis c o n ­ versaciones acerca de las ciencias sociales; M argaret W beatley y M yron K cllner-R ogers por inspira­ dores diálogos, a lo largo de varios anos, sobre la com p le­ jidad y la autoorganización en los sistemas vivos y las or ganizaciones hum anas; O scar M otom ura y sus com pañeros de A M A N A -K E Y por anim arm e con tin u am en te a aplicar ideas abstractas a la educación profesional, así com o por su cálida hospita­ lidad en Sito Paulo, brasil; Angelika Sicg m u n d , M ortcn Piaran, Patricia Shaw , Peter Scnge, E tienne W en g cr, M anuel M anga, Ralph Stacey y el grupo SG 1.A R del N ene N orth am pton C ollege, por numerosas y apasionantes conversaciones sobre teoría y práctica de gestión em presarial; M ac-W an H o , brian G ood w in, Richard Strohm an y David Suzuki por csclarecedoras discusiones sobre gené­ tica e ingeniería genérica; Stevc Duenes por su ayuda en lo relativo a la bibliografía sobre redes m etabólicas; M iguel Altieri y Ja n e t Brow n por ayudarm e a com p ren­ der la teoría y la práctica de la agroecología y la agricul­ tura biológica; Vandana Shiva por muchas e inspiradoras conversacio­ nes sobre ciencia, filosofía, ecología, el sen tim ien to c o ­ m unitario y la perspectiva del »Sur sobre la globalización;

• Hazel 1 Icnderson, Jerry M and er, D ouglas T om p k in s y D eb i Barker por apasionantes diálogos sobre tecnología, sosicnibilidad y econ om ía global; • David O rr, Paul Mawkcn y A m ory Lovins por num ero­ sas y estim ulantes conversaciones inform ativas acerca del ecodiscño; • G u n tcr Pauli por dilatados y csclareccdorcs diálogos, a lo largo y a lo an ch o de tres co n tin en tes, acerca de la agru­ pación ecológica de industrias; • Ja n in e Benyus por una larga e inspiradora conversación sobre los «milagros tecnológicos» de la naturaleza; • Richard Register poi num erosas discusiones acerca de có m o aplicar los principios del ecodiseño a la planifica­ ción urbana; • W olíg an g Sachs y E rnst-U Irich von W eizsáckcr por con­ versaciones inform ativas acerca de la política verde; • V era van Aaken por facilitarm e una perspectiva fem inis­ ta sobre los excesos del consum ism o.

1)urante los últim os anos, y m ientras trabajaba en este libro, tuve la fortu na de asistir a diversos sim posios internacionales, en los que autoridades de diversos cam pos debatieron m uchas de las cuestiones tju c estudiaba. Q u iero expresar m i agradecimiento a Václav H avcl, presidente de la R epú blica C heca, y a O ldrieh C cm y , d irector ejecutivo tic la Fundación Fórum 2 0 0 0 , por su generosa hospitalidad en el sim posio anual Fórum 2 0 0 0 de Praga en los años 1 9 9 7 , 19 9 9 y 2 0 0 0 . Mi agradecim iento asim ism o a K an Havcl, director del C en tro de Kstudios I’eóricos de Praga, por haberm e dado la oportunidad de participar en el sim posio sobre ciencia y teleo­ logía de la Universidad C arolina de Praga, en marzo de 199K. M i agradecim iento igualm ente al C en tro Internacional de Investigaciones Piero Man/ü por haberm e invitado a participar en el sim posio sobre la naturaleza de la consciencia de R ím ini, Italia, en o ctu bre de 1999.

13

Estoy en deuda con H olm ut Mil/ y M ichael L erner por ha berm e proporcionado la oportunidad de debatir investigaciones recientes con destacados expertos en el cam po psicosom ático, durante el sim posio de dos días de duración en el C o m m n n wealth C en tcr de Bolinas, C alifornia, en enero de 2 0 0 0 . G racias al International Forum for G lohalization por invi­ tarm e a participai en dos de sus intensivos y altam ente infor­ mativos sem inarios sobre la globalización, en San Francisco (abril de 1997) y Nueva York (lebrero de 2 0 0 1 ). M ientras trabajaba en este libro tuve la valiosa oportunidad de presentar algunos esbozos de ideas ante audiencias interna­ cionales. en dos cursos en el Sch um aclier G ollcgc de G ran B re­ taña, durante los veranos de 199 8 y 2 0 0 0 . Q u iero expresar mi profundo agradecim iento a Satisli Kum ar y a la com unidad de ese cen tro por extender su hospitalidad a mi fam ilia, co m o tan a m enudo han hecho en el pasado, así com o a los alum nos que tuve allí por

m is

innum erables preguntas críticas y sugerencias

enriquecedoras. En el transcurso de mi trabajo en el C en tcr for Ecolitcracy de Berkeley he tenid o num erosas oportunidades de debatir, co n un grupo de notables educadores, nuevas ideas acerca de la educación para una vida sostenible, lo cual m e ha ayudado en gran m anera a m ejorar mi m arco conceptual al respecto. Mi agradecim iento a IV ter Buckley. G ay Hoagland y, particular­ m ente, Zenobia Barlow por haberm e brindado esas o p o rtu n i­ dades. Q u iero dar las gracias a John B rockm an, mi agente litera­ rio, poi su estím ulo y por ayudarme a formular el esbozo inicial del libro. M i profundo agradecim iento a mi herm ano, Bernr C'apra, por su lectura del original com p leto, su apoyo entusiasta y sus valiosos consejos en num erosas ocasiones. Estoy igualm ente agradecido a E triest ( lallenbach y M anuel C astells por su lectu ­ ra del original y sus abundantes com entarios críticos. E stoy en lleuda co n mi asistente, T ren a C lclan d , por su so­ berbia revisión del original, así co m o por haber conseguido

14

m antener el fun cionam iento fluido de mi oficina mientra» yo estaba plenam ente concentrado en la escritura. G racias a Roger S ch oll. mi ed itor en D oublcday, por su entusiasm o im perturbable y su co n stan te estím ulo, así com o a Sara R ainonc por su cuidadoso seguim iento de todas las etapas de la producción del libro. fin a lm e n te , en ú ltim o lugar, aunque no por ello menos im portante, deseo expresar mi profunda gratitud a Eli/.abeth, m i esposa, y a Ju lie ttc, mi hija, por su paciencia y su com pren­ sión durante m uchos meses de trabajo agotador.

15

P R E F A C IO

F.n la presente obra me propongo extender al ám bito so­ cial la nueva com prensión de la vida que ha surgido de la teoría de la com plejidad. Para ello, presentaré un m arco conceptual que integre las dim ensiones biológica, cognitiva y social de la vida. M i objetivo consiste no sólo en ofrecer una visión unifica­ da de la vida, la m ente y la sociedad, sino en desarrollar tam ­ bién un planteam iento coherente y sistém ico d e algunas de las cuestiones críticas ele nuestra época. Id libro se divide en dos panes. En la primera presentaré el nuevo m arco teórico en tres capítulos, que tratarán, respectiva­ m ente, de la naturaleza de la vida, de la naturaleza de la m ente y la con scien cia, y de la naturaleza de la realidad social. Q uienes estén más interesados en las aplicaciones prácticas de este marco teórico, pueden pasar directam ente a la segunda parte (capítulos 4 al 7 ). Se trata tic capítulos que pueden leerse de form a inde­ pendiente, pero qu e co n tien en referencias cruzadas a las seccio­ nes teóricas relevantes, destinadas a quienes deseen una mayor profu tuiización. hn el capítulo 4 aplico la teoría social, desarrollada en el capí­ tulo precedente, a la gestión de organizaciones hum anas, y me cen tro, en particular, en la cuestión de hasta qué punto puede una organización hum ana .ser considerada un sistema vivo. E n el cap ítu lo 5 centro mi aten ció n en el m undo, en gene­ ral, para tratar de una de las cuestiones m is urgentes y co n tro ­

17

vertidas de nuestros tiem pos: los retos y los peligros de la globalización económ ica según las reglas de la O rganización M u n ­ dial del C om ercio ( C M C ) y dem ás instituciones del capitalis­ m o global. E l capítulo 6 está dedicado al análisis sistém ico de los pro­ blem as científicos y éticos de la biotecnología (ingeniería genéti­ ca. clonación , alim entos genéticam ente m odificados, etcétera), con particular hincapié en la reciente revolución conceptual en genética desencadenada por los descubrim ientos del Proyecto G en o m a H um ano. En el capítulo 7 analizo el estado del m undo en los albores del siglo X X I. Tras revisar algunos de los problem as m edioam ­ bientales y sociales más notorios, así com o sus relaciones con nuestros sistemas económ icos, paso a describir la cada vez más am plia, a escala m undial, «C oalición de S c a ttlo de organiza­ ciones no gubernam entales (O N G ), ju m o con sus planes para re m odelar la global i/.ación de acuerdo con unos valores distin­ tos. La parte final del capítulo está dedicada al análisis del re cíente y espectacular aum ento de las prácticas de diseño ecoló­ gico, así co m o al estudio de sus im plicaciones en la transición hacia un futuro sostcnible. T o d o ello significa una continu ación y evolución de mis trabajos precedentes. D esde principios de los setenta, mis in­ vestigaciones y mis escritos han girado en torno a un único tem a central: el cam bio fundam ental de la visión del m undo que tiene lugar tanto en la ciencia co m o en la socied ad , es de­ cir, el alum bram iento de una nueva visión de la realidad y las im plicaciones sociales de esa transform ación cultural.

En mi prim er libro, The l'ao ofPhysics ( 19 7 5 ) ,* analicé las

im plicaciones filosóficas de los espectaculares cam bio s de c o n ­ ceptos e ideas acaecidos en la física - m i cam po original de in v e stig a c ió n -*' a lo largo de las tres primeras décadas del si­ * V er bibliografía. "

(N. del T.)

18

(N. del T.)

F ritjo f C ap ra o d ocror en física teórica por la U niversidad de V icna.

g lo XX. q u e a ú n se e stá n d e s a rr o lla n d o e n n u e s tra s te o ría s a c ­ tu ale s s o b r e la m a te ria .

M i segundo libro, The luruiu g Point ( 1 9 8 2 ),4 demostraba cóm o la revolución en la lisien m oderna auspiciaba una revolu­ ción sim ilar en muchas otras ciencias, ju n to con la correspon­ diente transform ación de las visiones del m undo y de los valores de la sociedad. En esa obra analicé, en particular, los cam bios de paradigma en biología, psicología y econom ía, y al hacerlo me percaté de cpie todas esas disciplinas tratan de un m odo u otro con la vida - c o n sistemas biológicos v sociales v iv os-, por lo que la «nueva física» resultaba inadecuada com o paradigma y fuente de metáforas en esos cam pos. 1.1 paradigm a físico tenía que ser reemplazado por un m arco conceptual más am plio, por una vi­ sión de la realidad en la que la vida fuese el m ism ísim o centro. l odo ello constituyó para mí un profundo cam bio de per­ cepción, que ocurrió de forma gradual y com o resultado de múltiples influencias. En 19 9 8 publiqué el relato de este periplo intelectual con el título de Uncotnmon Wisdom: C.onvma-

tions with Remarkdble Pcople.' ’

A principios de los ochenta, cuand o escribí The Tuming Point, la nueva visión de la realidad, que con el tiem po debería reemplazar en diversas disciplinas la visión del m undo cartesia­ na y m ecanicista, no estaba bien articulada, ni m u cho menos. D en o m in é entonces «visión sistém ica de la vida» a esa lom udación científica, lo que la relacionaba co n la tradición intelectual del pensam iento sistém ico, y argum enté asim ism o que la escue­ la filosófica de la ecología profunda, que no distingue entre hu­ m anos y naturaleza y reconoce el valor intrínseco de todo ser vivo, podía proporcionar el con texto filosófico, e incluso espiri­ tual. ideal para el nuevo paradigma cien tífico . H oy, veinte años más tarde, sigo m anteniend o esa opinión, En los años qu e siguieron exploré las im plicaciones de la ecología profunda y de la visión sistém ica de la vida con la ayu' V er bibliografía í'.-V Ver bibliografía. I'.-V,

del !'.) iltl l'.l

19

da de amigos y com pañeros en diversos cam pos, y publique va­ rios trabajos con los resultados de esas investigaciones. Creen

Politics (con C haricnc Spretnak, 1084) analiza el ascenso del Partido Verde en Alemania; Hehmging to thc Universe (con D a­

vid Stcindl-K ast y Tilom as Macus, 1001)* explora los paralelis­ mos entre el nuevo pensam iento cien tífico y la teología cristia­ na; EcoManagemcnt (con Erncst C.allenbach, Lenore G old m an, RUdigcr Lut/. y y Sandra M arburg, 1003) propone un marco conceptual y práctico para una gestión empresarial ecológica­ m ente concienciada; Steering liusinrss Toward StisUtiiuibUity (coe ditado con G tintcr Pauli, 1095) es una colección de ensayos es­ critos por ejecutivos, econom istas, ecologistas y otros autores, que esbozan planteam ientos prácticos para hacer Irente al reto de la sostenibilidad ecológica. En todas esas exploraciones mi interés se centraba - y se sigue ce n tra n d o - en los procesos y los patrones de organización de los sistemas vivos: en las «conexio­ nes ocultas entre fenóm en os».1 La visión sistém ica de la vida, tal com o la esbocé en The

Turning Poini\ no constituía una teoría coherente do los sistemas vivos, sino más bien una nueva form a de pensar sobre la vida que incluía nuevas percepciones, un nuevo lenguaje y nuevos c o n ­ ceptos. Se trataba de un desarrollo conceptual en la vanguardia ile la ciencia, auspiciado por investigadores pioneros en num ero­ sos cam pos, q u e crearon un clim a intelectual que posibilitaba avances significativos en los anos por venir. D esde enton ces, cien tífico s y m atem áticos han dado pasos gigantescos hacia la form ulación de tina teoría de los sistem as vivos por medio del desarrollo de una nueva teoría m atem ática - u n cuerpo com p leto de conceptos y técnicas m atem áticos para describir y analizar la com plejidad de los sistem as vivos, qu e la literatura popular ha d enom inado a m enudo «teoría de la com plejidad» o «ciencia d e la com plejidad». Los cien tífico s y los m atem áticos prefieren denom inarla, de form a más prosaica, «dinám ica no lineal». V er bibliografía. (N . del /'.)

20

Hasta hace poco, en ciencia se nos enseñaba a evitar las ecuaciones no lineales, dado que eran prácticam ente imposibles tic resolver. Sin em bargo, en los años setenta los científicos dis­ ponían por primera vez de com putadoras poderosas y rápidas, con las que ya les resultaba posible enfrentarse a esa cla.sc de ecuaciones. Así consiguieron desarrollar una serie de nuevos conceptos y técnicas qu e convergían gradualm ente hacia un marco m atem ático coherente. D urante los anos setenta y ochenta el interés por los fenó­ menos no lineales generó toda una serie de convincentes teorías, que han increm entado espectacularm ente nuestra com prensión

de num erosas características clave de la vida. I.n The Web of

li( e ( 1 W > ),* mi obra más reciente, resumí las m atem áticas de la com plejidad y presenté una síntesis de las teorías no linea­ les contem poráneas sobre los sistemas vivos, la cual puede ser considerada el esbozo de una nueva com prensión científica de la vida. I.a ecología profunda siguió asim ism o en los ochenta un proceso de desarrollo y profund¡/.ación, y abundan los artículos y los libros que tratan de las disciplinas relacionadas, tales co m o ecoícm inisrno, ecopsicología, ecoctica, ecología social y ecología transpersonal. C onsecu en tem ente, en el primer capí­ tulo tic The Web o fit fe presenté una revisión actualizada de la ecología profunda y sus relaciones con todas esas escuelas filo­ sóficas. l a nueva com prensión científica de la vida, basada en los conceptos de la dinám ica no lineal, representa un verdadero punto de inflexión conceptual. D isponem os, por primera vez, d e un lenguaje eficaz para describir y analizar los sistem as com ­ plejos. C oncep tos co m o los de atractor, retrato fase, diagrama de bifurcación y fractal no existían antes del desarrollo de la di­ nám ica no lineal. Tales conceptos nos perm iten hoy formular nuevas preguntas, y nos lian cond ucid o ya a im portantes ideas en m últiples cam pos. *

V er b ib lio g ra fía . ( N t i c l T . )

21

M i am pliación del enfogu e sistém ico al á m b ito social in ­ cluye ilc manera explícita el m undo m aterial, lo cual no es usual, puesto que, tradicionalm cntc, los cien tíficos sociales no se han m ostrado demasiado interesados por el m undo de la materia. Nuestras disciplinas académ icas han sido organizadas de tal m odo que las ciencias naturales tratan de las estructuras m ateriales, mientras que las ciencias sociales tratan de las es­ tructuras sociales, que se conciben fundam entalm ente com o re­ glas de com p ortam ien to. F.n el futuro esta estricta división no va a ser posible, puesto qu e el reto crucial de este nuevo siglo, tanto para los científicos naturales y los sociales co m o para to dos los demás, consistirá en construir com unidades ecológica­ m ente sosteniblcs, diseñadas de tal m odo que sus tecnologías y sus instituciones sociales - e s decir, sus estructuras materiales y so ciales- no interfieran la capacidad inherente a la naturaleza para m antener la vida. I.x»s principios de diseño de nuestras futuras instituciones sociales deberán ser consistentes con los principios de organiza­ ción que la naturaleza ha desarrollado para sustentar la trama de la vida. Para esta tarea de com prensión de las estructuras materiales y sociales será esencial un m arco con ceptual unifica­ do. El propósito de este libro consiste en proporcionar un pri­ mer esbozo de esc m arco.

F r it jo f C apra

lit'rkelty, agosto tic 2002

22

Primera parle

1.

[ A N A T U R A L E Z A D F. LA V ID A

A ntes de presentar el nuevo m arco unificado para la com ­ prensión ile los fenóm enos biológicos y sociales, m e gustaría vol­ ver a una pregunta, vieja co m o los tiem pos: «¿Q ué es la vida?», pero contem plándola con o jo s nuevos.1 D ebo advertir, al poner manos a la obra, q u e no consideraré esta pregunta en la totali­ dad de su profundidad hum ana, sino que la enfocaré desde una perspectiva estrictam ente científica, y, aun así, m i atención se centrará, al principio, en la vida en cuanto fenóm eno biológico. D en tro de este m arco restringido, la pregunta puede ser reformulada co m o sigue: «¿Cuáles son las características dcfm itorias de los sistem as vivos?» T a l vez los científicos sociales prefieran proceder a la inver­ sa, identificando prim ero las características definitorias de la realidad social para extenderlas luego al ám b ito biológico e in ­ tegrar esa realidad co n co ncep tos correspondientes de las cien ­ cias naturales. T a l en foqu e es, sin duda, muy plausible, pero com o m e form é en las ciencias naturales y realicé previamente una síntesis de la nueva concepción de la vida en estas discipli­ nas, es natural que co m ien ce por ahí. T am b ién podría argum entar qu e, después de todo, la reali­ dad social evolucionó a partir del m undo biológico, hace entre dos y cuatro m illones de años, cuando una especie de «simio del Sur» (Awtralopilhccus afarensis) se irguió y com en zó a andar sobre dos patas. En aquellos tiem pos los prim eros hom ínidos

2S

desarrollaron cerebros com p lejos que les perm itieron m anufac­ turar las primeras herram ientas y concebir el lenguaje, m ientras que la indefensión de sus hijos los co n d u jo a form ar fam ilias y com unidades para protegerse, las cuales serían la base de la vida social hum ana.2 Por consiguiente, no carece de sentido basar la com prensión de los fenóm enos sociales en un concepto unifica­ do de la evolución de la vida y la consciencia.

LAS IM P O R T A N ! [SIM A S C É L U 1A S

Al observar la ingenie variedad de organism os vivos - a n i­ males, plantas, seres hum anos, m icroorgan ism os- hacem os in­ m ediatam ente un d escubrim iento im portante: Coila vida b io ló ­ gica consiste en células. Sin ellas no hay vida sobre el planeta. Tal vez no haya sido siem pre así -volveré a este asunto más ad elan te-/ pero podem os asegurar co n certeza que, hoy día. en cualquier m anifestación de vida intervienen células. I.stc descubrim iento nos perm ite adoptar una estrategia tí­ pica del m étod o cien tífico. Para identificar las características defmitorias de la vida, prim ero buscam os el sistem a más simple que posea esas características y luego lo estudiam os. Esta estrate­ gia reduccionista ha dem ostrado ser m uy eficaz en la ciencia, a cond ición d e no caer en la tram pa de creer que las entidades com plejas sólo son la suma de sus com p onentes más simples. Puesto q u e sabem os que un organism o ha de ser unicelular o m ulticelular, sabernos tam bién que el sistem a vivo más sim ple es la célu la/ Más exactam ente, una célula bacteriana. H oy sabe­ mos que todas las formas superiores de vida lian evolucionado a partir de células bacterianas. L is más sim ples de entre ellas perte­ necen a una fam ilia de dim inutas bacterias esféricas conocidas corno m icoplasm as, con diám etros inferiores a una m ilésim a de m ilím etro y genom as consistentes en un solo bucle cerrado de la doble hélice del ácido d eso x irib o n u cle ico (A O N )/ Pero incluso dentro de estas células m ínim as funciona de m anera co n stan te una com p leja red de procesos m etabólicos que transporta nu-

26

trientcs hacia el interior de la célula y expulsa residuos hacia su exterior, en una incesante utilización de m oléculas de alim ento para íorm ar proteínas y otros com ponentes celulares. A unque las micoplasm as son células m ínim as en térm inos de su sim plicidad interna, sólo pueden sobrevivir en un entor­ no qu ím ico muy preciso y bastante com plejo. C o m o señala el biólogo H arold M orow itz, eso significa que debem os distinguir dos clases de sim plicidad celular.6 La sim plicidad interna signi­ fica que la bioquím ica del en torno interno del organism o es sim ple, m ientras que la sim plicidad ecológica expresa que el or­ ganism o necesita pocas aportaciones quím icas procedentes de su en torn o externo. Desde el punto de vista ecológico, los organism os más sim ­ ples son las cianobacterias, antecesoras de las algas verdcazuladas, las cuales se cu entan tam bién entre las bacterias más anti­ guas, ya que hay trazas suyas presentes en los prim eros (ósilcs. Algunas de esas bacterias verdca/.uladas son capaces de formar sus com puestos orgánicos únicam ente a partir de dióxido de carbono, agua, nitrógeno y minerales en estado puro. Hs interé­ sam e observar que su gran sim plicidad ecológica parece reque rir cierto grado de com plejidad bioquím ica interna,

IA P E R S P E C T IV A E C O L Ó G IC A

La relación entre sim plicidad interna y sim plicidad ecológi­ ca no se com prende aún del todo, en parte porque la mayoría de los biólogos no están todavía acostum brados a utilizar una perspectiva ecológica. C o m o señala M orow itz: La continuidad de la vida constituye una propiedad de un sistema ecológico, más que de un organismo o una especie por sí solos. l a hiología tradicional ha tendido a centrar su aten­ ción en los organismos individuales más que en el continuo biológico, El origen de la vida se considera, por consiguiente, un acontecim iento único, en el que un organismo surge del

27

medio que lo rodea. Una perspectiva ecológicamente más equilibrada examinaría los ciclos proroccológicos, asi como los subsiguientes sistemas quím icos que, sin duda, se desarrolla ron y florecieron mientras iban apareciendo objetos parecidos a organismos.7 N ingún organism o individual puede existir aisladamente. Ix»s anim ales dependen de la fotosíntesis de las plantas para cu ­ brir sus necesidades energéticas; las plantas dependen del d ióxi­ do de carbono producido por los anim ales, así com o del n itró ­ geno fijad o en sus raíces por las bacterias; finalm ente, plantas, animales y m icroorganism os regulan la biosfera y m antienen unas condiciones aptas para la vida. Según la teoría G aia d e Ja ­ mes Lovelot k y Lynn M argulis,8 la evolución de los prim eros organism os vivos fue pareja a la transform ación de la superficie del planeta de un m edio inorgánico a una biosfera qu e se autorregula. «En este sentido», escribe M orow itz, «la vida es más una propiedad de los planetas qu e de los organism os indivi­ duales.»^

LA VID A 1)1 .FIN ID A FN I ÉR,M IN O S 1)1 I A D N

Volvam os a la cuestión de «¿Q ué es la vida?» y pregunté­ m onos: ¿C ó m o funciona una célula bacteriana? ¿Cuáles son sus características definitorias? Al observar una célula a través del m icroscopio electrónico, nos percatam os de qu e sus procesos m erabólicos involucran a m acrom oléculas especiales, m oléculas de gran tam año consistentes en largas cadenas de centenares de átom os. En todas las células están presentes dos clases de esas m acrom oléculas: las proteínas y los ácidos nucleicos (el A D N y el ácido ribonu cleico, o A K N ). En la célula bacteriana están presentes, básicam ente, dos ti­ pos de proteínas: las enzim as, que actúan co m o catalizadores de diversos procesos m etabólicos, y las proteínas estructurales, qu e forman parte de la estructura celular. En organism os superiores

28

se hallan tam bién presentes muchos otros cipos de proteínas con funciones especializadas, corno los anticuerpos del sistema inm unológicn o las horm onas. Puesto «.pie la mayor parte de los procesos m etabólicos son catalizados por enzimas y éstas son producidas por genes, los procesos celulares se hallan controlados genéticam ente, lo cual les confiere gran estabilidad. Las moléculas de AUN actúan c o ­ m o mensajeras transportando inform ación codificada para la síntesis de las enzimas procedente del A D N , con lo «|ne estable­ cen el vínculo crítico entre las características genéticas y metabólicas de la célula. I’.l A D N es asimismo responsable de la autorreplicación de la célula, característica crucial de la vida, sin la cual cualquier estructura formada accid entalm ente hubiera decaído y desapa­ recido, lo (pie habría hecho im posible la evolución de la vida. Esta im portancia om nipresente del A D N parece sugerir la con­

veniencia de identificarlo co m o la única característica definito-

ria de la vida. Podríam os afirm ar, sim plem ente, que «Los siste­ mas vivos son sistemas quím icos que contienen Al )N». Sin em bargo, esta d efin ición adolece de un pum o débil: las

células m uertas también co n tien en A D N . D e hecho, las molé­ culas ile Al )N pueden persistir durante cientos, e incluso miles, d e años después de la m uerte del organism o. H ace unos años o cu rrió un caso ejem plar a este respecto: científicos alemanes identificaron la secuencia precisa del A D N del hom bre de Nean­ derthal a partir de un cráneo; es decir, gracias a unos huesos que llevaban m uertos más d e cien mil añ o s.111 Por consiguiente, la presencia de A D N no basta por sí sola para definir la vida. Kn ultim a instancia, nuestra d efinición debería ser corregida com o sigue: «Los sistem as vivos son sistem as qu ím icos que contienen A D N y no están muertos», lo cual equivaldría a decir, esencial­ m ente, que «un sistem a vivo es un sistema que está vivo», lo cual no pasa d e ser una mera tautología. E ste pequeño ejercicio nos dem uestra que las estructuras m oleculares de la célula no bastan para definir la vida. N ecesi­ tam os d efin ir tam bién los procesos m etabólicos de la célula, es

29

decir, los patrones de relación entre las m acrom oléculas. D e acuerdo con este enfoque, centram os nuestra atención en la c é ­ lula, considerada com o un todo, más que en sus partes. Según el bioq u ím ico I’ ier Luigi l.uisi, cuyo cam po específico de inves­ tigación se centra en la evolución m olecular y en el origen de la vida, esos dos enfoques - e l punto de vista «centrado en el A D N » y el «centrado en la cé lu la » - representan dos corrientes principales, tanto filosóficas co m o experim entales, en las cien ­ cias de la vida de nuestros días.N

LAS M h M IM A N A S : I.A BASF. P F . l.A ID E N T ID A D C E L U L A R

C onsiderem os ahora la célula co m o un todo. Fin prim er lu­ gar. se caracteriza por un perím etro (la m em brana celular) que diferencia el sistema

el «ser», por así d ecirlo - de su entorno.

D entro de este perím etro .se desarrolla una red de reacciones quím icas (el m etabolism o de la célula) m ediante las que el sis­ tema se sustenta a sí m ism o. N um erosas células tienen otros lím ites además de la m em ­ brana, co m o cápsulas o paredes celulares rígidas. Se trata de ca­ racterísticas com unes a m uchas clases de células, pero ú nica­ m ente la m em brana constituye una característica universal de la vida celular. D esde sus com ienzos la vida sobre la T ierra ha estado asociada al agua. I as bacterias se mueven en agua, y d en­ tro de la m em brana el m etabolism o tiene lugar en un entorno acuoso. En este am biente fluido la célula 110 podría persistir co m o entidad diferenciada sin la ayuda de una barrera física que la protegiera de la libre difusión. L i existencia de m em bra­ nas constituye, pues, una cond ición esencial para la vida celu ­ lar. Las m em branas no son únicam ente una característica u ni­ versal ile la vida, sino que poseen, además, el m ism o tipo de estructura a lo largo y a lo ancho del m undo vivo, ( 'orno vere­ mos más adelante, los caracteres moleculares de estas m em bra­ nas universales proporcionan im portantes indicios sobre el o ri­ gen de la v id a.12

30

L is m em branas son muy distintas de las paredes celulares. M ientras que éstas son estructuras rígidas, aquéllas perm anecen siem pre activas y se abren y se cierran constantem ente para perm itir la entrada d e determ inadas sustancias en la célula e im pedir que otras penetren en ella. la s reacciones metabólieas celulares involucran una serie de iones,* y la m em brana, por su co n d ició n de sem iperm eable, controla su proporción y los m antiene en equilibrio. O tra actividad fundam ental de la m em brana consiste en bom bear incesantem ente el exceso de re­ siduos cálcicos, de m odo que el calcio presente en el interior de la célula se m antenga en el nivel preciso, muy bajo, requerido para sus funciones m etabólieas. Todas estas actividades co n tri­ buyen al m an tenim iento de la célula com o entidad diferencia­ da, y, adem ás, la protegen de las influencias dañinas del entor­ no. D e h ech o, lo prim ero que hace una bacteria al ser atacada por o tro organism o es fabricar m em branas.13 T o d as las células nucleadas, c incluso la mayoría de las bac­ terias, disponen tam bién d e m em branas internas. En los libros de texto la célula anim al o vegetal es presentada a menudo co m o un gran disco, rodeado por la m em brana celular y conte­ niendo varios discos de m enor tam año (los o rg in u lo s), cada u no ilc ellos rodeado por su propia m em b ran a.'4 Esta descrip­ ció n no es exacta, dado qu e la célula no contiene diversas m em branas, sino más bien un solo sistem a de m em branas intcrconectadas. Este, denom inado «sistema endom em branoso», perm anece en constante m ovim iento, d urante el cual va envol­ viendo a los orgánulos hasta llegar al borde de la célula y des­ truirse. Es una especie d e «cinta transportadora)» qu e se forma, se destruye y vuelve a form arse sin cesar.15 M ediante sus diversas actividades la m em brana celular re­ gula la com p osición m olecular de la célula y preserva así su identidad. Surge aquí un interesante paralelism o con el pensa­ m iento más reciente en inm unología. Algunos inrnunólogos *

Los iones son átom os dotados d e carga eléctrica neta, co m o resultado

de liabct ganado o perdido uno o más electrones.

31

creen que el papel principal del sistema inm unológico co n sis­ te en con trolar y regular el repertorio m olecular del o rg an is­ m o, con lo qu e preserva su «identidad m olecular».16 A nivel celular la m em brana tiene un papel similar, puesto qu e re­ gula la com p osición m olecular y m antiene así la identidad tic la célula.

LA A U T O G É N E S IS

l,a m em brana celular constituye la primera característica definitoria de la vida celular. La segunda consiste en la natura­ leza del m etabolism o que tiene lugar dentro del perím etro celu ­ lar. E n palabras de la m icrobióloga Lynn M argulis: «El m eta ­ bolism o, esa quím ica incesante del aucom antenim icnto, es una característica esencial de la vida (...) A través de un incesante m etabolism o, a través del flu jo qu ím ico y energético, la vida se produce, se regenera y se perpetúa a sí misma continu am ente. T an sólo las células y los organism os com puestos por ellas son capaces de m etabolizar.»17 Al observar más de cerca los procesos m etabólicos, nos da­ mos cuenta de qu e form an una red quím ica. 1 le aquí otra ca ­ racterística fundam ental de la vida. D el m ism o m od o que los ecosistem as son com prendidos en térm inos de redes de alim en ­ tación (redes de organism os), los organism os lo son co m o redes de células, órganos y sistemas de órganos, y las células co m o re­ des de m oléculas. U na de las intuiciones cruciales del plantea­ m iento sistém ico lia sido com p rend er que la red es un patrón com ú n a torio lo vivo. Allí d onde hay vida, hay redes. 1.a red m ctabólica de una célula im plica dinám icas muy particulares, que difieren sorprendentem ente del entorno sin vida de la célula. Al tom ar sus nutrientes del inundo exterior, la célula se sustenta a sí m ism a por m edio ríe una retí de reaccio­ nes quím icas que tienen lugar en su interior y qu e producen la totalidad de sus com p on en tes, incluyendo los riel perím etro que la lim ita .18

32

La función de cada co m p on en te de esa red consiste en transform ar o sustituir a los demás, de m odo que la red entera se genera a sí misma de m anera continua. Ésta es la clave de la definición sistém ica de la vida: las redes vivas se crean y se recrean a sí mism as sin cesar, m ediante la transform ación o la sustitución de sus com ponentes. H e este m odo experim entan constantes cam bios estructurales al m ism o tiem po que m antie­ nen sus patrones de organización en forma de red. l a dinám ica de la autogénesis fue identificada co m o una característica clave de la vida por los biólogos I kim berto M am rana y Francisco Varela. que le dieron el nom bre de «autopoiesis» (literalm ente, «que se hace a sí m ism a»).19 El concep to de autopoiesis com bina las dos características defm itorias d e la vida celular antes m encionadas: el perím etro físico y la red mctabólica. A diferencia de las superficies de los cristales o de las grandes m oléculas, el perím etro de un sistem a autopoiésico es qu ím icam en te d istinto del resto del sistem a, y participa en los procesos m etabólicos autocnsam blándose y filtrando selectiva­ m ente las m oléculas qu e entran y salen.20 1.a d efinición de un sistem a vivo com o una red autopoiésica im plica qu e el fenóm eno de la vida tiene que ser considerado una propiedad del sistem a co m o un todo. E n palabras de Pier I.uigi I uisi: « la villa 110 puede ser adscrita a ningún com ponente m olecular exclusivo (¡ni siquiera al Al )N o al A R N !), sino única­ m ente a la totalidad de la red m ctabólica circunscrita.»21 La autopoiesis proporciona un criterio claro y convincente para distinguir los sistemas vivos de los no vivos. Por ejem plo, nos indica que los virus 110 son organism os vivos, puesto que carecen de m etabolism o propio. Fuera de una célula viva, un virus no es más que una estructura m olecular inerte, formada por proteínas y ácidos nucleicos. Un virus es, esencialm ente, un m ensaje qu ím ico que necesita el m etabolism o de una célula viva anfn riona para producir nuevas partículas víricas, según las instrucciones codificadas en su A D N o su A R N . lusas nuevas partículas 110 se construyen en el interior del virus, sino fuera de él, en la célula an fitrio n a.22

33

D e form a parecida, el robot q u e m onta otros robots par­ tiendo de piezas sueltas construidas por otras m áquinas no pue­ de set considerado un ser vivo. Kn estos últim os años, se ha sugerido a m enudo que los ordenadores y otros autóm atas po­ drían llegar a constituir futuras form as de vida. Sin em bargo, a menos qu e sean capaces de sintetizar sus com p onentes a partir de «m oléculas alim ento» tic su en to rn o , nunca podrán ser c o n ­ siderados seres vivos según nuestra definición de vida.2'

IA K l'.l) CE1.U I.A U

T a n pronto co m o com enzam os a describir en detalle la red m ctabólica de una célula, nos dam os cu enta de su sorprendente com plejidad, incluso en el caso de la bacteria más sim ple. La mayoría de los procesos m etabólicos son facilitados (catalizados) por enzim as y reciben la energía a través de unas m oléculas es­ peciales de fosfato conocidas co m o A T P .* L is enzim as solas ya forman una intrincada red de reacciones catalíticas, y las m olé­ culas de A T P form an una red energética que se corresponde con ella.24 Por m edio del A R N m ensajero ambas redes quedan vin­ culadas al genom a (las m oléculas de A I)N de la célula), que es, a su vez, una red com p leja c intcrconcctad a, rica en bucles de rctroalirncntación, en la que cada gen regula, directa e indirec­ tam ente, las actividades de los dem ás genes. Algunos biólogos distinguen dos tipos de procesos de pro­ ducción y, por consiguiente, dos redes celulares diferentes. Kn un sentido más técn ico del térm ino, la primera recibe el n o m ­ bre de «red m ctabólica», en la cual el «alimento» qu e penetra a través de la m em brana celular es co n v en id o en lo que se c o n o ­ ce co m o «m etabolitos», los com p onentes básicos a partir de los cuales se form an las m acrom oléculas (es decir, las enzim as, las proteínas estructurales, el AKN y el A D N ). *

Sigla de la expresión inglesa titifn o u n e t r ip fm p h a te (trifosfato de ade-

nnsina). (N . !• U N NUI-’V O O R H I.N

La teoría de la autopoiesis identifica el patrón de redes autogenéticas co m o una de las características definitorias de la vida, pero no proporciona una descripción detallada de la física y la quím ica involucradas en ellas, ('o r n o hem os visto, tal d escrip­ ción resulta crucial para la com prensión de la em ergencia de las formas y las funciones biológicas. I I pu nto de partida para ello consiste en la observación de que la existencia d e toda estructura celular se encuentra m uy alejada del equilibrio term od inám ico. por lo qu e no tardaría en degenerar y dirigirse hacia el estado d e equilibrio

en otras pa

labras, m o riría - de no ser porque el m etabolism o celular utiliza un flujo co n stan te de energía para restaurar las estructuras a medida qu e éstas decaen, lo cual significa que debem os descri­ bir la célula co m o un sistema abierto. L.os sistemas vivos son sistemas cerrados desde el punco de vista organizativo - s e trata

36

de redes aurnpoiésicas-, pero abiertos desde los puntos de vista material y energético. Para m antenerse vivos necesitan alim en­ tarse de flujos continu os de materia y energía procedentes de su entorno. A la inversa, las células —corno cualquier organism o vivo

producen continu am en te residuos, y es esa corriente de

materia -a lim e n to s y resid uos- la qu e establece su lugar en la cadena trófica. E n palabras de Lynn M argulis: «La célula tiene una relación autom ática con alguien más. Libera algo qu e al­ guien com erá. »v> Los estudios detallados del flu jo de materia y energía a tra­ vés de sistem as com plejos han desem bocado en la teoría de las estructuras disipativas, desarrollada por Uva Prigogine y sus co­ laborad ores.'0 Una estructura disipativa, tal com o Prigogine la describe, es un sistem a abierto que perm anece en un estado ale­ jado del equilibrio, pero qu e, al m ism o tiem po, conserva la es­ tabilidad: se m antiene la misma estructura general, a pesar del flu jo incesante y del cam bio co n tin u o de s u s com ponentes. Prigoginc eligió el térm ino «estructuras disipativas» para subrayar esta íntim a interacción entre estructura, por un lado, y cam bio (o disipación), por otro. La dinám ica de estas estructuras disipativas incluye especí­ ficam ente la em ergencia espontánea de nuevas formas de or­ den. Si el flu jo de energía aum enta, el sistem a puede llegar a un punto de inestabilidad, co n o cid o co m o «punto de bifurcación», del que puede surgir una nueva rama qu e es capaz de desem­ bocar en un estado com p letam en te nuevo, en el que es posible que em erjan nuevas formas de orden y nuevas estructuras. Esta em ergencia espontánea de orden en puntos críticos de inestabilidad constituye uno de los conceptos más im portantes para la nueva com prensión de la vida. Esta característica, que se co n o ce técnicam ente con el nom bre de autoorganización aun­ qu e a m enudo se la designe, sim plem ente, com o «emergencia», ha sido reconocida co m o el origen d inám ico del desarrollo, del aprendizaje y de la evolución. En otras palabras, la creatividad - la capacidad para generar nuevas formas

constituye una pro

piedad clave de todo sistem a vivo. Y puesto que la em ergencia

37

constituye una parte integrante de la dinám ica de los sistemas abiertos, podem os llegar a la im portante conclusión de qu e és­ tos se desarrollan y evolucionan: la vida avanza constantem ente hacia la novedad. l a teoría de las estructuras disipativas, form ulada en térm i­ nos de dinám ica no lineal, no tan sólo explica la em ergencia es­ pontánea de nuevas form as de orden, sino que tam bién nos ayuda a definir la co m p lejid ad .*1 M ientras que, tradicionalm cnte, el estudio de la com plejidad ha sido el de las estructuras com plejas, la atención se desplaza ahora de éstas a sus procesos de em ergencia. Por ejem plo, en lugar de definir la com plejidad de un organism o cu térm inos del núm ero de los tipos de células que lo com ponen -c o m o suelen hacer los b ió lo g o s-, podem os definirla en función del núm ero de bifurcaciones que atraviesa el em brión en el desarrollo del organism o. D e acuerdo con esto, Brian G oodw in habla de «com plejidad m orfológica».*2

LA E V O L U C IÓ N P K K R IÓ T IC A

V am os a detenernos un instante para revisar las caracterís­ ticas definitorias de los sistemas vivos, que hem os identificado en nuestro análisis de la vida celular. H em os visto que la célula es una red m etabólica circundada por una m em brana, autogenérica y organizativam ente cerrada; que es material y energéti­ cam ente abierta; qu e utiliza un flu jo constante de materia y energía para producirse, regenerarse y perpetuarse a sí m ism a, y que funciona lejos del eq u ilibrio, alli d onde pueden em erger es­ pontáneam ente nuevas estructuras y nuevas form as de orden, lo cual conduce al desarrollo y a la evolución. Estas caracterís­ ticas son propuestas por dos teorías distintas, que representan, a su vez, tíos perspectivas diferentes de la vida: la teoría de la autopoicsis y la teoría de las estructuras disipativas. Al traiar de integrar am bas teorías, nos dam os cuenta de que existe cierta incom patibilidad. M ientras que todos los siste­ mas autopoiésicos son estructuras disipativas, no todas las cs-

38

truc tu ras disipativas son sistemas autopoiésicos. Ilya Prigoginc desarrolló su teoría a partir del estudio de co m p lejo s sistemas térm icos y ciclo s quím icos alejados del equilibrio, estudio m o ti­ vado |>or su vivo interés por la naruraleza de la vida.*3 Asi pues, las estructuras disipativas no tienen por qué ser necesariam ente sistem as vivos, pero, dado q u e la emergencia constituye una parte integrante de su dinám ica, toda estructura disipativa tiene la potencialidad de evolucionar. Kn otras pala­ bras, existe una evolución «prcbiótica», una evolución de la m a­ teria inanim ada qu e debe haberse iniciado con cierta anteriori­ dad a la em ergencia de células vivas. Se trata de un pu nto de vista am pliam ente aceptado boy dfa entre los científicos. 1.a prim era versión am plia de la idea de qu e la m ateria viva se originó a partir de la m ateria inanim ada, por m edio de un proceso evolutivo co n tin u o , fue introducida en la ciencia por el bioquím ico ruso Alexander O p arín en su obra, ya clásica, F.l

origen de la vida, publicada en 1 9 2 9 .M En ella denom inaba «evolución m olecular» a lo que hoy co n ocem os com o «evolu­ ción prcbiótica». En palabras de Pier Luigi Luisi: «Partiendo de pequeñas m oléculas, habrían evolucionado com puestos de co m ­ plejidad m olecular creciente, dotados de nuevas propiedades em ergentes, hasta dar origen a la más extraordinaria de todas las propiedades em ergentes: la propia vida.»33 Aunque la idea de la evolución prcbió tica esté hoy día am­ pliam ente aceptada, no existe un consenso cien tífico acerca dé­ los detalles del proceso. H an sido propuestos tliversos escenarios posibles, pero ninguno de ellos ha quedado dem ostrado. Uno de esos escenarios se inicia co n ciclos e «hipere icios- (ciclos de múltiples bucles de retroalim entación) catalíticos formados por enzim as, capaces de autorreplicarse y de evolucionar.36

esas especies com petirán por la energía y por determinadas m oléculas de su en torno, se pone en m archa una especie de di­ námica de com p etición y de selección natural darwiniana, en la cual determ inados accidentes m oleculares serán amplificados y seleccionados por sus ventajas «evolutivas*». P or añadidura, es posible que ocurra tam bién la fusión accidental de diferentes clases de vesículas, lo cual podrá redundar en sinergias de pro­ piedades quím icas ventajosas que preludien el fenóm eno de la sim biogénesis (creación de nuevas formas de vida a través de la sim biosis de organism os) en la evolución biológica.47 V em os así que diversos mecanism os puram ente físicos y quím icos proporcionan a las vesículas circundadas por m em ­ branas el potencial para evolucionar, a través de la selección na­ tural. hacia estructuras com plejas y autoproductoras en esas etapas iniciales, sin necesitar para ello la participación de enzi­ mas o genes.48

LAS M E M B R A N A S

Volvam os ahora a la form ación de las m embranas y de las burbujas delim itadas por ellas. Según Morowit?., la form ación de tales burbujas constituye el paso más crucial de la evolución prebiótica; «La transform ación de la m em brana (primitiva) en una “vesícula” cerrada representa una transición discreta de la no vida a la vida.»49 La qu ím ica de este proceso crucial es sorprendentem ente sim ple y com ú n . Se basa en la polaridad del agua antes m encio­ nada. D ebid o a dicha polaridad, determ inadas m oléculas son hidrófitas (atraídas por el agua) y orras hidrófobas (repelidas por el agua). U na tercera categoría de m oléculas está constitu i­ da por las sustancias grasas o aceitosas, conocidas com o lípidos. Se trata de estructuras alargadas, co n un extrem o hidrófilo y otro hid rófobo, com o ilustra la figura siguiente:

47

extrem o hid rófobo |

f- Q

extrem o hidrófilo

M o l é c u l a lip id ie a , a d a p ta d a d e M o r o w i t z ( 1 9 9 2 )

C uando estos lípidos entran en co n tacto co n el agua, for­ man espontáneam ente diversas estructuras. Por ejem plo, pue­ den form ar una película m onocelular sobre la superficie del agua (ver figura A), o agruparse en gotas aceitosas suspendidas en el agua (ver figura B ). t s la clase de capa aceitosa qu e se pro­ duce en la m ayonesa, y constituye asim ism o la base de la capa­ cidad de los jabones para elim inat manchas de aceite. D e forma alternativa, los lípidos pueden tam bién envolver gotas de agua y form ar una suspensión en aceite (ver figura ( i).

A

pclíiub nnmOiHolcculjr sr>l>i« «u|Mrikic il«r .iruu

B

K'ims dr acore en agua

C

gotas ,tr agua en aceite

Estructuras simples formadas por moléculas lipidicas, adaptadas de Morowity. (1992) l os lípidos pueden tam bién form ar tina estructura más com p leja, consistente en una doble capa de m oléculas co n agua a am bos lados, co m o m uestra la figura I ). l ista es, precisam ente,

48

la estructura básica de la m em brana, y, al igual que la capa única de moléculas, puede tam bién form ar gotas, que serían las vesícu­ las circundadas por m em branas de las qu e estam os hablando (ver figura E ). Esas m em branas grasas de doble capa muestran una serie de sorprendentes propiedades, muy similares a las de las m em branas celulares contem poráneas: restringen el número de m oléculas qu e penetran en la vesícula, transform an la energía solar en energía eléctrica, c incluso acum ulan com puestos de fos­ fato en su estructura. D e hecho, las m em branas actuales parecen un perfeccionam iento de esas m em branas primordiales, puesto que, com o ellas, consisten principalm ente en lípidos con proteí­ nas adheridas a la propia m em brana o insertas en ella. Así pues, las vesículas lipídicas son las candidatas ideales para convertirse en las protocélulas de las que evolucionarían las primeras células vivas. C o m o nos recuerda M orow itz, sus propiedades son tan asombrosas que se hace necesario recordar qu e se trata de estructuras que se form an de manera espontánea según las leyes fundam entales de la lí.sicu y la química.'í'u E fe cti­ vamente, se form an de m anera tan natural co m o las burbujas cuando ju n tas agua y aceite y agitas la mezcla.

D

membrana de doble cap*

F.

m ku lu circundada

|k i i

membrana

M em brana y vesícula formadas por moléculas lipídicas, adaptadas de M orow itr (19 9 2 )

49

En el escenario esbozado por M orowirz las primeras prococélulas .se habrían form ado hace unos tres mil novecientos m i­ llones de años, al enfriarse el planeta y form arse los océanos superficiales y las prim eras rocas, cuando el carbono, al co m b i­ narse co n los demás elem entos básicos para la vida, habría dado origen a gran variedad de com puestos quím icos. E ntre tales com puestos se contaban unas sustancias aceito ­ sas denom inadas para fin as, constituidas por largas cadenas de hidrocarburos. Las interacciones de esas para finas con agua y iliversos minerales disucltos habrían originado los lípidos, que, a su vez, se habrían condensado en una variedad de gotas y ha­ brían form ado, asim ism o, delgadas lám inas de una y dos capas, Por la acción de las olas, esas lám inas habrían form ado espontá­ neam ente vesículas cerradas, y se habría iniciado así la transi­ ción hacia la vida.

LA R E C R E A C IO N D I

I AS P R O T O C É L U L A S KN El

IA R O R A T O R IO

El escenario d e M orow itz sigue siendo especulativo, puesto que, basta el m om ento presente, ningún qu ím ico ha conseguido producir lípidos a partir de m oléculas pequeñas. T o d o s los lípi­ dos presentes en nuestro entorno derivan del petróleo o de otras sustancias orgánicas. ( Ion todo, el hecho de centrar la atención en las m embranas y las vesículas, en ve/, de hacerlo en el A D N y el A R N , ha abierto una nueva e intrigante vía, q u e ya ha dado com o fruto num erosos y estim ulantes resultados. U no de los equipos de investigación pioneros en c.ste ca m ­ po es el liderado por Pier Luigi I.uisi en el In stitu to Federal de T ecn o lo g ía de X u rich . Luis i y sus colaboradores han c o n ­ seguido preparar m edios simples de «jabón y aguan en los que se form an espontáneam ente vesículas com o las descritas aquí, las cuales, según las reacciones quím icas involucradas, se perpe­ túan, crecen y se autorreplican, o se colapsan de nuevo.M I.uisi subraya qu e las vesículas autorrcplicantes producidas en su laboratorio son sistemas autopoiésicos m ínim os, en los

50

I as dos reacciones básicas de un sistema autopoiésico mínimo, de l.uisi (1993) que las reacciones quím icas están circunscritas al ám bito cerra­ do por un perím etro form ado exclusivam ente con los produc­ tos de esas mismas reacciones, En el caso más simple, ilustrado más arriba, el perím etro está form ado por un solo elem ento (C ). Hay un solo tipo de m olécula (A) q u e puede traspasar la m em brana y generar ( ’. en la reacción A —♦(.' dentro de la bur­ buja. E xiste tam bién una reacción de descom posición C - * P , tras la cual el producto P abandona la vesícula. Según sean las proporciones entre esas dos reacciones básicas, la vesícula crece­ rá y se autorreplicará. perm anecerá estable o se colapsará. l .uisi y sus colaboradores lian llevado a cabo experimentos con num erosos tipos de vesículas y co n diversas reacciones quí­ micas en su i n t e r i o r .A l haber conseguido protocélulas autopoiésicas form adas espontáneam ente, estos bioquím icos han lo­ grado recrear lo que tal vez constituyera el paso más crítico de la evolución prebiótica.

C A T A 11/ .A IX ÍR K S Y C O M IM .líJID A D

Una vez formadas las protocélulas y entradas en escena las moléculas d e absorción y transform ación de luz solar, la evolu­ ción hacia una m ayor com plejidad tenía el cam in o abierto. En ese estadio los elem entos de los com puestos quím icos eran C, SI

H> O . I* y. probablem ente, S. ( ion la entrada del nitrógeno en el sistem a, se supone que en form a de am oníaco (N I l>), resul taba posible un espectacular increm ento de la com plejidad m o ­ lecular, puesto cjue el nitrógeno es esencial para dos de las ca­ racterísticas de la vida celular: la catálisis v el alm acenam iento ile inlorm ai ion.*’ 1 Los catalizadores increm entan los niveles de las reacciones quím icas sin verse alterados durante el proceso, y hacen posibles, además, reacciones que no podrían ocurrir sin su participación. Las reacciones catalíticas son procesos cruciales en la quím ica de la vida. F.tt las células contem poráneas son las enzimas las que ac­ túan co m o mediadoras, pero en las etapas iniciales de las protocéIulas estas com plejas mar rom oléuilas no existían todavía. Sin em bargo, los científicos lian descubierto qu e d eterm i­ nadas m oléculas pequeñas, que se adhieren a las m em branas, pueden tener tam bién propiedades catalíticas. M orow itz supo­ ne que la entrada del nitrógeno en la quím ica de las prorocélulas dio pie a la form ación de esos catalizadores prim itivos. D e m o m en to, los investigadores del Instituto Federal d e T e cn o lo ­ gía de Zurich lian logrado recrear ese paso crucial añadiendo m oléculas con propiedades catalíticas débiles a las m em branas de las vesículas form adas en su laboratorio.1'4 ( ám la aparición en escena de los catalizadores la com p leji­ dad m olecular se increm entó rápidam ente, gracias a la capacidad de esos mediadores para crear redes quím icas qu e vinculan distin­ tas reacciones, (m a n d o esto sucede, entra en juego toda la diná­ m ica no lineal de redes, que incluye, en particular, la emergencia de nuevas formas de ord en , co m o demuestran llya Prigogine y M aní red Kigcn, prem ios Nobel d e Q u ím ica y pioneros en el es­ tudio de los sistemas quím icos autoorgauizativo.s.'1'’ C o n la ayuda d e reacciones catalíticas cualquier aconteci­ m iento aleatorio beneficioso podía am pliarse considerablem en te, y se habría desarrollado así una modalidad de com jK-tición plenam ente darw iniana q u e habría em pujado a las protocélulas hacia una creciente com p lejid ad , cada vez. más alejada del equi­

librio y más próxim a a la vida.

5?-

1,1 paso fmal en la em ergencia de la vida a partii de protocéIillas lúe la evolución de las proteínas, de los ácidos nucleicos y del código genético. Hoy por hoy, los detalles de esa lase siguen siendo un m isterio, pero no hay que olvidar que la evolución de redes catalíticas en el interior de los espacios cerrados de las prolocélulas creó un nuevo tipo de red qu ím ica que aún no se en­ tiende del todo. C abe esperar que la aplicación de la dinámica no lineal a esas com plejas redes quím icas, junto con esa «explo­ sión de nuevos conceptos matemáticos** qu e pronostica lan Stewart, arrojen una considerable luz sobre esa últim a fase de la evolución prebiótiea. H arold M orow itz señala que el análisis de los itinerarios quím icos que conducen desde pequeñas m olécu­ las hasta am inoácidos revela una extraordinaria serie de correla­ ciones, q u e parecen indicar la presencia de una «profunda lógica de redes** en el desarrollo del código genético. O tro interesante descubrim iento consiste en que, en espa­ cios cerrados sujetos a flujos continu os de energía, las redes qu í­ micas desarrollan procesos sorprendentem ente parecidos a los de los ecosistem as. Por ejem plo, en sistem as producidos en la­ boratorio se han m anifestado características significativas de la fotosíntesis biológica y del ciclo ecológico del carbono. La cir­ culación de la materia parece co n stitu ir una característica gene­ ral de las redes quím icas m antenidas lejos del equilibrio por un flu jo con stante de energía.*7 «El m ensaje omnipresente**, conclu ye M orow itz, «parece consistir en la necesidad de com prender la com pleja red de re­ acciones orgánicas qu e contienen mediadores que son, a su vez, catalizadores de otras reacciones [...] Si supiésem os có m o tratar más adecuadam ente con las redes qu ím icas, gran núm ero de otros problem as de la qu ím ica prebiótiea se sim plificarían enor­ m em ente.»*8 Es probable que, cuand o otros bioquím icos se in­ teresen tam bién por la dinám ica no lineal, las nuevas «biomatemáticas» planteadas poi Stewart incluyan una teoría adecuada de redes qu ím icas q u e nos revele por fin los secretos de la últi­ ma etapa de la em ergencia de la vicia.

53

I'.l IMÍSARROLLO DI- \A VIDA U na vez codificada la m em oria en m acrom oléculas, las re­ des quím icas delim itadas por m em branas adquirieron todas las características esenciales de las células bacterianas actuales. E ste hito crucial en la evolución de la vida tuvo lugar tal ve/, hace unos tres mil och ocien tos m illones de años, unos cien millones de años después de la form ación de las primeras protocólalas, y significó la em ergencia de un antepasado universal -s e a éste una única célula o una población de ellas-, del que descienden todas las formas de vida sobre el planeta, C o m o explica M orow itz: «Aunque no lleguemos a saber cuántos orígenes independíenles de la vida celular hayan podido darse, no cabe duda de que cualquier form a presente de vida desciende de un clon único. Se trata de una conclusión que se desprende de la universalidad de las redes y los programas bioquím icos de la síntesis m acrom olecular.#'9 F.ste antepasado universal tuvo que superar, por fuerza» a todas las promedíalas. Sus descendientes colonizaron la T ierra tejiend o una red bacteriana planetaria y ocupando todos los ni­ chos ecológicos disponibles, lo que hizo posible la em ergencia tic otras form as de vida. E l despliegue global de la vida procedió a través de tres vías principales de evolución.60 La prim era de ellas, aunque tal vez la m enos im portante, consiste en la m utación aleatoria de ge­ nes, pieza clave de la teoría neodarw iniana. La m utación gené­ rica es provocada por un error accidental en la autorreplicación del A D N , cuando las dos cadenas de la doble hélice se separan y cada una de ellas actúa co m o plantilla para la form ación de una nueva cadena com plem entaria. Tales errores accidentales no parecen ocurrir co n la suficiente frecuencia para explicar la evolución de la gran diversidad de form as de vida, habida cu en ­ ta del hecho bien co n o cid o de qu e la mayor parte de las m uta­ ciones son perjudiciales y de qu e m uy pocas de ellas desem bo­ can en variaciones útiles.61 En el caso de las bacterias la situación es distinta, puesto que se dividen con tanta rapidez que de una sola célula pueden

54

generarse varios m iles de m illones en pocos días. D ebido a esc desenfrenado ritm o de reproducción cualquier m utación bacte­ riana exitosa puede extenderse rápidam ente por su entorno; por este m otivo la m utación constituye una vía evolutiva im portan­ te para las bacterias. Las bacterias han desarrollado asim ism o una segunda vía de creatividad evolutiva, inm ensam ente más eficaz que la mu­ tación aleatoria, que consiste en el libre intercam bio de rasgos hereditarios en una red global de poder y eficacia pasmosos. K1 descubrim iento de ese intercam bio global de genes, conocido técnicam ente com o recom binación del A D N , figura por dere­ ch o propio en tre los hallazgos más sorprendentes de la biología moderna. I.ynn M argulis lo describe vivam ente: «La transferen­ cia genérica horizontal entre las bacterias es algo así com o si te tiraras en una piscina co n o jos pardos y salieras de ella con ojos azules.»6* Ksta transferencia de genes tiene lugar de form a continua, y se da el caso de que m uchas bacterias llegan a cam biar hasta el quince por cien to de su material g enético en un solo día. C om o explica M argulis: «Cuando u na bacteria se siente am e­ nazada, dispersa su m aterial genético en el entorno y todas las demás lo recogen: en pocos meses habrá dado la vuelta al m un­ do.»65 Puesto que cualquier cepa bacteriana es potencial mente susceptible de com partir de este m odo rasgos hereditarios, al­ gunos m icrobiólogos argum entan qu e, estrictam ente hablando, las bacterias no deberían ser clasificadas en especies,64 o, en otras palabras, que todas las bacterias form an parte de una misma red de vida, global y m icroscópica. Así pues, y volviendo a la evolución, las bacterias están ca­ pacitadas para acum ular m utaciones aleatorias, ju n to co n gran­ des fragm entos de A D N , a través del intercam bio de genes. Por consiguiente, disponen de una en o rm e capacidad para adaptar­ se a los cam bios del m edio. La velocidad con la que se expande la resistencia a los fárm acos constituye una prueba espectacular de la eficacia de las redes bacterianas de com u nicación. Kn una verdadera lección de hum ildad, la m icrobiología nos ensena

55

que tecnologías tales co m o la ingeniería genética o las redes globales de co m u n icación, generalm ente consideradas logros avanzados de nuestra civilización m oderna, son usadas por la red bacteriana planetaria desde luice m iles de m illones de años. D urante los prim eros dos mil m illones de años de evolu­ ción biológica, las bacterias v otros m icroorganism os hicron las únicas form as de vida sobre el planeta. En aquella época, las bacterias transform aron sin cesar la superficie y la atm ósfera de la Tierra, y establecieron los bucles globales de retroalim entación necesarios para la autorregulación del sistema de Ciaia. Al hacerlo inventaron la totalidad de las biotecnologías esenciales para la vida, que incluyen la ferm entación, la fotosíntesis, la fi­ jación del nitrógeno, la respiración y diversos dispositivos de desplazam iento rápido. Recientes investigaciones en m icrobio­ logía han dejado claro qu e, por lo qu e a procesos vitales se re­ fiere, la red bacteriana ha constituido, sin duda, la principal fuente de creatividad evolutiva. Pero ¿qué decir de la evolución de la form a biológica, de la descom unal variedad d e seres vivos en el m undo visible? Si las m utaciones aleatorias no constituyen para ellas un m ecanism o eficaz, si no intercam bian genes co m o hacen las bacterias, ¿cóm o llegaron .« evolucionar las form as superiores de vida? Lynn M argulis responde a esta pregunta con una tercera vía de evolución, la evolución por sim biosis, co n profundas im plica­ ciones en todas las ramas de la biología. 1.a sim biosis, la tendencia de diferentes organism os a vivir cu íntim a asociación, c incluso unos d en tro «le otros (co m o las bacterias de nuestros intestinos), es un fenóm eno muy extend i­ do y bien co n o cid o . Sin em bargo, M argulis fue un paso más allá al proponer la hipótesis de que las sim biosis de larga dura­ ció n . que im plican a bacterias u otros m icroorganism os que ha­ bitan en el interior de células de mayor tam año, ha cond ucid o a la aparición de nuevas formas de vida. M argulis publicó por primera vez su sorprendente hipótesis a mediados de los sesen­ ta, y la desarrolló posteriorm ente con el paso del tiem p o hasta convertirla en una teoría com pleta, con ocid a hoy co m o «sim-

56

biogénesis», que contem pla la creación de nuevas form as de vida, m ediante acom odos sim bióticos perm anentes, com o la vía principal de evolución de todos los organism os superiores/* U na ve/, más queda dem ostrado el papel fundam ental de las bacterias en la evolución, en esta ocasión por medio de la sim biosis. Al fundirse sim bióticam ente determ inadas bacterias pequeñas con células mayores y quedarse a vivir en su interior com o orgánulos, la evolución dio un paso gigantesco: la crea­ ción de células anim ales y vegetales capaces de reproducirse sexualm ente, las cuales acabarían evolucionando en los organis­ mos vivos qu e podem os ver hoy a nuestro alrededor, Durante su evolución esos organism os continuaron absorbiendo bacte­ rias e incorporándose partes de sus genom as para sintetizar las proteínas necesarias para nuevas estructuras y nuevas funciones biológicas, de forma 110 muy distinta a las absorciones y fusio­ nes em presariales del m undo de los negocios de nuestros dias. Por ejem p lo , se han ido acum ulando pruebas que evidencian que los m icrotiibulos, esenciales en la arquitectura del cerebro, son una aportación original de las bacterias parecidas a sacacor­ chos conocidas com o espiroquetas.66 El desarrollo evolutivo de la vida a lo largo de miles de mi­ llones de años constituye una historia sobrecoged ora, bellam en­ te relatada por Lynn M argulis y D orion Sagan en su libro titu­

lado M ic r o c o sm o s Impulsada por la creatividad inherente a todos los sistem as vivos, expresada a través de las vías de la mu­ tación, el intercam bio de genes y la sim biosis, y estimulada por la selección natural, la red planetaria de la vida crecía en tam a­ ño y com plejidad hacia formas de diversidad cada vez mayor. E ste m ajestuoso desarrollo no tenía lugar m ediante cam ­ bios graduales y continu os en el tiem po. Los registros fósiles de­ m uestran claram ente qu e, a lo largo de la historia de la evolu­ ción. han existido dilatados períodos de estabilidad, o estasis, caracterizados por escasas variaciones genéticas y sacudidos por súbitas y espectaculares transiciones/’8 Este escenario de «equili­ brios que se rompían bruscam ente» indica que las transiciones repentinas tuvieron que ser causadas por mecanism os m uy s co n cep to s abstractos son en gran medida m e la f ó r ic o s V C uand o estas ideas se aceptan am pliam ente y se integran en una teoría coherente de la cog n ición hum ana, o b li­ gan a reexaminar m uchos d e los principales axiom as de la filo­ sofía occid ental a la luz de la ciencia cognitiva. El argum ento principal consiste en que la filosofía debería poder responder a la necesidad hum ana fundam ental de c o n o ­ cernos, de saber «quiénes som os, có m o experim entam os el m undo y có m o deberíam os vivir». C o n o cern o s incluye com prender có m o pensarnos y cóm o expresamos esos pensam ientos m ediante el lenguaje, y es precisam ente ahí donde la ciencia de la cogn ición puede aportar contribu ciones im portantes a la fi­ losofía. «Puesto qu e tod o cuanto pensam os y decim os depende

96

del fu ncionam iento de nuestras m entes encarnadas», argum en­ tan Johnson y l aludí, «la ciencia de la cognición constituye uno de nuestros recursos más profundos para el autoconociiniento.»75 I .os autores se plantean un diálogo entre filosofía y ciencia cognitiva, en el que ambas disciplinas se com plem entan y se enriquecen m utuam ente. Los científicos necesitan de la filoso­ fía para com prender hasta qu é punto las presuposiciones filo­ sóficas ocultas influyen en sus teorías. C o m o nos recuerda John Searlc: «111 coste de despreciar la filosofía consiste en com eter errores filosóficos.»76 L.os filósofos, por su parle. 110 pueden proponer teorías serias sobre la naturaleza del lenguaje, de la m ente y de la consciencia, a m enos qu e tengan en cuenta los notables avances recientes en la com prensión de la cognición hum ana. En mi o p in ió n , la principal aportación de esos avances ha sido la gradual, pero firm e, superación de la división cartesiana entre m ente y materia, que ha em pobrecid o a la ciencia y la fi­ losofía d e O ccid en te durante más de trescientos años. La teoría ele Santiago de la cognición ha dem ostrado que, en cualquier nivel de vida, m ente y m ateria, proceso y estructura, están inse­ parablem ente conectados. Investigaciones recientes en ciencia de la cogn ición han confirm ado y m ejorado este punto de vista al dem ostrar cómo evolucionó el proceso de cognición, ju n to con las coi respondien­ tes estructuras biológicas, hacia form as de creciente com pleji­ dad. Al desarrollarse la capacidad para controlar movimientos precisos de las m anos y de la lengua pudieron evolucionar en los prim eros hum anos el lenguaje, la consciencia reflexiva y el pen­ sam iento conceptual, com o parte de procesos de com unicación cada vez más com plejos. Son todas ellas m anifestaciones del proceso de cognición, y en cada nuevo nivel im plican a sus correspondientes estructuras corporales v neurales. C o m o dem uestran los resultados de las más recientes investigaciones en lingüística de la cognición , la m ente hum ana, incluso en sus m anifestaciones más abstractas,

V7

no está separada del cu erpo, sino que surge de él y esrá con mada por él. La visión unificada pos cartesiana de la m ente, la mater

la vida im plica, asim ism o, una radical recvaluación de la r

ción entre hum anos y anim ales. En la m ayor parte de la file fía occidental la capacidad de razonam iento lia sido considi da un atribu to exclusivam ente hum ano, que nos distinguía

los anim ales. Los estudios sobre com u nicación realizados i chim pancés han dem ostrado lo erróneo de esa creencia modo más espectacular al dejar bien claro que las vidas cogí vas y em ocionales de los anim ales y de los hum anos dific tan sólo en grado y que la vida es un gran co n tin u o en el las diferencias entre especies son graduales y evolutivas. Los güistas de la cognición han confirm ado plenam ente esta noc de la naturaleza hum ana. En palabras de L a k o ff y Johns

••Más que trascenderla, la razón, incluso en su forma más £ tracta, utiliza nuestra naturaleza anim al. La razón no es, consiguiente, una esencia que nos separe de los demás anii les, sin o que nos sitúa en un co n tin u o con ellos.»77

LA D IM E N S IO N E S P IR IT U A L

E l escenario de la evolución de la vida que hem os anal

do en las páginas precedentes com ienza con la form ación de primeras burbujas constituidas por m em branas en los océa prim igenios. Esas gotitas dim inutas se form aron espontár m ente en un entorno adecuado de agua jabonosa, siguiendo leyes fundam entales d e la física y de la quím ica. U na vez fon das, com enzó a desarrollarse en su espacio in terno una com p

red qu ím ica, que les proporcionó el potencial para crecer y c

lucionar hacia estructuras aurorreplicantcs, m u ch o más com| jas. C uan d o entraron en juego los catalizadores, la com plcjii

molecular se increm entó rápidam ente, y, con el tiem p o, sui

la vida a partir de esas protocélulas m ediante la evolución de proteínas, de los ácidos nucleicos y del código genético.

98

T o d o ello hizo que surgiera un antepasado universal - la prim era célula b acterian a-, del cual descendería toda la subsi­ guiente vida sobre el planeta. I.os descendientes de las prim e­ ras células vivas se expandieron por la Tierra hasta tejer una red bacteriana planetaria y ocupar gradualm ente todos los n i­ chos ecológicos. Impulsada por la creatividad inherente a todo sistem a vivo, esta red planetaria de vida se expandió por m e­ dio de m utaciones, intercam bio de genes y sim biosis produ­ cien d o formas de vida de com plejidad y diversidad siempre crecientes. Kn este m ajestuoso despliegue de la vida, todos los orga­ nism os respondían co n tin u am en te con cam bios estructurales a las influencias del en to n to , y lo hacían de form a autónom a según sus respectivas naturalezas. Desde los albores de la vida las interacciones de esos organism os vivos, tanto entre si com o co n el m edio n o vivo, fueron interacciones cognitivas. A m edi­ da qu e sus estructuras iban creciendo en com plejidad, lo hacían tam bién sus procesos cognirivos, lo qu e acabaría por conducir a la percepción consciente, el lenguaje y el pensam iento c o n ­ ceptual. Al contem plar este escenario

desde la form ación de vesí­

culas grasas hasta la em ergencia de la c o n sc ie n cia - podría pare­ cer que en la vida no hay más que m oléculas, por lo qu e surgen de form a natural estas preguntas: ¿Y q u é hay de la dim ensión espiritual de la vida? jQ u e d a espacio para el espíritu hum ano en esa nueva visión? El concep to de que, en última instancia, la vida no es más qu e una cuestión de m oléculas es propuesto a m enudo por los biólogos moleculares. Kn mi op in ió n , es im portante señalar qu e se trata de una perspectiva peligrosam ente reduccionista. La nueva com prensión de la vida es sisrém ica, lo cual significa qu e se basa no tan sólo en el análisis de las estructuras m olecu­ lares, sino tam bién en el de los patrones de relación entre esas estructuras y los procesos específicos subyacentes en su form a­ ció n . C o m o hem os visto, la característica definitoria de un sis­ tem a vivo no consiste en la presencia de determ inadas m acro-

m oléculas, sino en la existencia de una red autogenética de pro­ cesos nietabólicos.78 lo s procesos de la vida incluyen, ante todo, la em ergencia espontánea de nuevo orden, característica que constituye la base de la creatividad inherente a cualquier form a de vida, Es más, los procesos vitales están vinculados con la dim ensión cognitiva de la vida, y el surgim iento de nuevo orden incluye la em ergencia del lenguaje y de la consciencia, ¿D ónde encaja el espíritu hum ano en este escenario? Para responder a esta pregunra es necesario revisar antes el significa­ do original de la palabra «espíritu», ( o r n o ya hem os visto, el la­ tín spiritus significa «soplo, aliento», co m o sucede con anima ,

con el griego psyché y el sánscrito al man.79 I I sentido corriente

de estos térm inos clave nos indica qu e, en num erosas tradicio­ nes filosóficas y religiosas antiguas, tam o de O rien te co m o de O ccid en te, el significado original de la palabra «espíritu» no es o tro que el tic «soplo de vida». Puesto que la respiración constituye, sin duda, un aspecto fundam ental del m etabolism o de toda form a de vida, a excep­ ción de las más sim ples, «soplo de vida» parece la m etáfora per­ fecta para la red de procesos nietabólicos qu e constituye la ca­ racterística defm iioria d e los seres vivientes. El espíritu -e l soplo de v id a- es lo qu e tenem os en com ú n co n todos los seres vivos. Nos nutre y nos m antiene vivos. I.a espiritualidad, o vida espiritual, es considerada a m enu­ do una manera de ser que nace de una determ inada experiencia prohm d.i de la realidad, conocida co m o experiencia «mística», «religiosa» o «espiritual». 1.a literatura de todas las religiones del m undo abunda en descripciones de dicha experiencia, las cuales tienden a estar de acuerdo en que se trata de una experiencia di­ recta y no intelectual de la realidad, co n algunas características básicas independientes del co n texto cultural e histórico. Un breve ensayo de D avid Steindl-R ast, m o n je bened ictino, psicó­ logo y escritor, titulado «Spiriruality as C o m in o n Sen se», con s­ tituye una de las descripciones contem poráneas más bellas de la espiritualidad que.se pueden encontrar.8"

100

Partiendo del significado original de espíritu com o soplo de vida, el herm ano David describe la experiencia espiritual co­ mo m om entos de exaltación de la sensación de estar vivo. Nues­ tros m om entos espirituales son los m om entos en los que nos sentim os más intensam ente vivos, lista intensa sensación de es­ tar vivos, experim entada en lo que el psicólogo hum anista Ahraham M aslow d enom inó «experiencias cum bre», im plica no sólo al cuerpo, sino tam bién a la m ente. Los budistas designan esta percepción m ental exacerbada con el térm ino «ilum inación», y subrayan, lo cual es muy interesante, qu e esa ilum inación está profundam ente enraizada en el cuerpo, l a espiritualidad, pues, tiene siem pre un sustrato corporal. En palabras del hermano D avid, experim entam os nuestro espíritu co m o «la totalidad de­ m ente y cuerpo». Resulta evidente que esta n oción de espiritualidad es co n ­ sistente con la de m ente encarnada físicam ente, desarrollada en la actualidad por la ciencia de la cog n ición. La experiencia es­ piritual es una experiencia tle absoluta unidad de la m ente y el cuerpo. Y, lo que es más, esta experiencia de unidad trasciende no sólo la separación entre m ente y cuerpo, sino tam bién la que hay entre yo y m undo. E n los m om entos espirituales la percep­ ció n fundam ental consiste en una profunda sensación de unidad con todo, un sentido de pertenencia al universo com o un todo.81 Esta sensación de unidad co n el m undo natural queda pie mámente confirm ada por la nueva visión científica de la vida. Al com prend er có m o se hunden las raíces de la vida en la física y la quím ica básicas, cóm o se inició el desarrollo de la com plejidad m ucho antes de la form ación de las primeras células vivas y cóm o ha ido evolucionando la vida d urante miles de m illones de años sirviéndose de los mism os patrones y procesos, nos damos cuenta de cuán inmersos estamos en la tram a de la vida. Al m irar al m undo que nos rodea, nos percatam os de que no hem os sido arrojados al caos y la aleatoriedad, sino qu e hu ­ mam os parte de un orden superior, de la gran sinfonía de la vida. C ada m olécula de nuestro cuerpo ha form ado am es parte de otros cuerpos -v iv o s o n o - y volverá a hacerlo en el futuro.

101

En este sentido, nuestro cuerpo nunca m orirá, sino qu e vivirá una y otra vez porque la vida sigue. ( ’on el resto del m undo vivo no com p artim os ú nicam ente las moléculas de la vida, sino tam ­ bién sus principios básicos de organización. Y puesto que nues­ tra m ente tam bién está encarnada físicam ente, nuestros co n cep ­ tos y nuestras m etáforas se hallan tan inmersos en la trama de la vida co m o nuestros cuerpos y nuestros cerebros. Pertenecem os al universo, él es nuestro hogar, y este sentim iento tic pertenen­ cia puede conferir a nuestra vida un profundo sentido.

102

3. LA REA LID A D SOCIAL.

En ¡he Web oj Life presenté una .síntesis cíe las teorías re­ cientes sobre sistem as vivos que incluía nociones de dinám ica no lineal o «teoría de la complejidad*», co m o popularm ente se la co n o ce .1 En los dos capítulos precedentes he sentado las ba­ ses para una revisión de esa síntesis, así co m o para ampliarla al ám bito social, l al co m o m anifiesto en el prefacio, mi objetivo consiste en desarrollar un m arco unificado y sistém ico para la com prensión de los fenóm enos biológicos y sociales.

T R I iS P E R S P E C T IV A S D E U

V ID A

La aludida síntesis se basa en la distinción entre dos puntos de vista acerca de la naturaleza de los sistemas vivos, que denom i­ no «perspectiva de patrón» y «perspectiva de estructura», así com o en la integración de ambas en una tercera, que denomino «perspectiva de proceso». M ás específicam ente, defino el patrón

(U organización de un sistema vivo co m o la configuración de las

relaciones entre sus com ponentes, la cual determ ina sus caracte­ rísticas esenciales; la estructura del sistema com o la encarnación

física de su patrón de organización, y el proceso vital com o el pro­ ceso continuo de esa encarnación. O p to por los térm inos «parrón de organización» y «estructu­ ra*» para seguir m anteniend o el lenguaje usual en las teorías que

103

lorm an parte tle mi .síntesis.- Sin em bargo, habida cuenta d e q u e la d efin ición de «estructura» en las ciencias sociales difiere n o ta­ blem ente tle la que tiene en las ciencias nal orales, m odificaré mi term inología y utilizaré los conceptos más generales de Jhrnut y

materia para adaptarme a diferentes usos del térm ino «estructu­

ra». I'n esta term inología de carácter más general las tres pers­ pectivas de la naturaleza de los sistemas vivos antes m encionadas corresponden al estudio de la 05687324 ' ' , de organización), tle la m ateria (o estructura m aterial) y del proceso. Al estudiar los sistem as vivos desde la perspectiva tle la for­ ma, descubrim os que sus patrones de organización son los tle una red autogenética. D esde la perspectiva de la m ateria, la es­ tructura material de un sistem a vivo es una estructura disipativa, es decir, un sistema abierto que opera lejos del equilibrio. F inalm en te, desde la perspectiva del proceso, los sistemas vivos son sistem as cognitivos, en los que el proceso de cog n ición está íntim am ente ligado al patrón tle autopoiesis. Esta es, de itnm a m uy resumida, m i síntesis de la nueva com prensión científica de la vida. En el siguiente diagrama be representado las rres perspecti­ vas co m o vértices de un triángulo para subrayar su fundam ental interconexión. La forma de un patrón de organización sólo es reconocible si está encarnada físicam ente en un cuerpo, y en los organism os vivos esa en carnación e.s un proceso incesante. Así pues, cualquier com prensión plena de un fenóm en o biológico deberá necesariam ente incorporar estas tres perspectivas: FO RM A

PRO C ESO

M A T E R IA

T o m em o s com o ejem plo el m etabolism o tle una célula, que

consiste en una red (jornia) tle reacciones quím icas (proceso)

104

qu e im plica la prod ucción de los com p onentes de la célula (ma

teña) y qu e responde cog n itiv am cnte, es decir, a través de cam ­ inos estructurales autodirigidos (proceso), a perturbaciones del entorno. D e turma parecida, el fenóm eno d e la em ergencia es un proceso característico de las estructuras disipntivns (materia) que im plica num erosos bucles de retroalim entación (forma). A tribuir igual im portancia a esas tres perspectivas es algo que no resulta fácil para la mayoría de los científicos, debido a la persistente influencia de nuestra herencia cartesiana. Se supone que las ciencias naturales se ocupan de los fenóm enos materia­ les, pero tan sólo una tic esas tres perspectivas está relacionada co n el estudio de la m ateria. Las otras dos tratan d e relaciones, cualidades, parrones y procesos, es decir, de cuestiones inm a­ teriales. Por supuesto, ningún cien tífico negará la existencia de patrones y procesos, pero la m ayoría piensa que el patrón es una propiedad em ergente de la m ateria, una idea abstracta, de ella, más que una fuerza generatriz. ('.entrar la atención rn las estructuras materiales y en las fuerzas que las unen, así co m o contem plar los patrones de or­ ganización resultantes de esas fuerzas co m o fenóm enos em er­ gentes secundarios, ha sido m uy efectivo en física y en quím ica, pero, cuand o se trata de sistem as vivos, ese planteam iento no resulta ya adecuado. Kl m etabolism o celular, característica fun­ dam ental qu e diferencia a los sistemas vivos de los no vivos, no es una propiedad de la m ateria ni una «fuerza vital», sino un patrón específico de relaciones entre procesos qu ím icos.3 Aun­ que im plique relaciones entre procesos qu e producen com p o­ nentes materiales, el patrón en red es en sí m ism o inm aterial. Los cam bios estructurales de este patrón en red son enten­ didos co m o procesos cognitivos que, con el tiem p o, dan lugar a la experiencia consciente y al pensam iento conceptual, l odos esos fenóm enos cognitivos son inmateriales, pero tienen un sustrato físico: surgen del cuerpo y están conform ados por él. Por consiguiente, aunque sus características esenciales -o rg a n i­ zación, com plejidad, procesos, etcétera

sean inm ateriales, la

vida no está nunca disociada de la materia. IOS

liL SIG N IFIC A D O : LA CUARTA PERSPECTIVA

Al tratar de extender la nueva com prensión de la vida al ám bito social, nos encontram os de inm ediato enfrentados a una increíble m ultitud d e fenóm enos -n o rm a s de conducta, valores, intenciones, objetivos, estrategias, diseños, relaciones de p o d e r...- que no tienen ningún papel en el m undo no bum ano, pero que son esenciales en nuestra vida social. Sin e m ­ bargo, todas esas facetas de la realidad social com parten una ca­ racterística básica com ú n, que nos proporciona un vínculo natural con la visión si.stéinica de la vida desarrollada en las pá­ ginas precedentes. ( lom o hem os visto, la consciencia de sí m ism o em ergió du­ rante la evolución de nuestros antepasados hom ínidos ¡u n to con el lenguaje, el pensam iento conceptual y el m undo social de las relaciones organizadas y de la cultura. E n consecuencia, la c o m ­ prensión de la consciencia reflexiva está inextricablem ente vin ­ culada a la del lenguaje y su co n tex to social. Este argum ento puede ser tam bién expresado a la inversa: la com prensión de la realidad social está inextricablem ente ligada a la de la co n scien ­ cia reflexiva. M ás específicam ente, nuestra capacidad para m antener im ágenes m entales de o b jeto s m ateriales y de acontecim ientos parece co n d ició n básica para la em ergencia de las características esenciales do la vida social. M antener imágenes m entales nos perm ite elegir entre varias alternativas, lo cual es indispensable para form ular valores y norm as sociales de cond u cta. C o m o ve­ remos más adelante, el origen de las relaciones de poder se baila en los co n flictos de intereses basados en diferentes valores. Nuestras intenciones, nuestra consciencia de propósitos y de diseños, y nuestras estrategias para alcanzar objetivos previa­ m ente identificados, requieren la proyección hacia el futuro de im ágenes m entales. N uestro m undo interno de conceptos e ideas, de im ágenes y sím bolos, constituye una dim ensión crítica de la realidad so­ cial y form a lo que Joh n Searlc ha denom inado «el carácter

106

mental de los fenóm enos sociales*».4 Los científicos sociales se han referido a m enudo a la dim ensión «herm enéutica» para ex­ presar las nociones de qu e el lenguaje hum ano, al ser de natu­ raleza sim bólica, im plica fundam entalm ente la com unicación de significado, y de qu e la acción hum ana se origina a partir del significado qu e atribuim os a nuestro entorno. I ) c acuerdo con esta postura, postulo que la com prensión sistém ica de la vida puede ser extendida al ám biro social sum an­ do a las otras tres perspectivas de la vida la del significado. Utilizo el térm ino «significado» co m o abreviatura del m undo interno de la consciencia reflexiva, que con tiene una m ultitud de caracterís­ ticas interrclacionadas. Así pues, una com prensión plena de los fenóm enos sociales deberá involucrar la integración de las cuatro perspectivas: íorm a, m ateria, proceso y significado. S IG N IH C A IX )

Kii este diagrama he indicado de nuevo la interconexión entre estas perspectivas, a las que represento co m o los vértices de lina figura geom étrica. Al igual que en la figura precedente, las tres prim eras perspectivas form an un triángulo, mientras que la perspectiva del significado queda fuera del plano de esc triángulo, para indicar que abre una nueva dim ensión «inte­ rior», de m odo que la figura resultante es un tetraedro. Integrar las cuatro perspectivas significa reconocer que cada una de ellas contribu ye significativam ente a la com prensión del fenóm eno social. Kor ejem p lo , veremos que la cultura es creada y sostenida por una red (forma) d e com u nicacion es (proceso).

107

que l;i dota de significado, l a encarnación m aterial de la cultura

(materia) incluye artciad o s y textos esc ritos, a través de los cu a ­

les el significado es transm itido de generación en generación, Resulta interesante observar que este m arco conceptual de las cuatro perspectivas interdependientes de la vida presenta al­ gunas sim ilitudes co n los cuatro principios, o «causas», postula­ dos por Aristóteles co m o fuentes interdependientes de todo fe­ nómeno.^ Aristóteles distinguía enrre causas externas y causas internas. I.as internas son dos: materia y forma, l as externas son tam bién dos: la eficaz, capaz de generar el fenóm eno co n su acción, y la final, que determ ina la acción de la causa eficaz y le otorga un objetivo o un propósito. 1.a descripción detallada que hace Aristóteles de las cuatro causas y de

m i s

iiuerrelacioncs difiere bastante del esquem a c o n ­

ceptual qu e aquí propongo/’ Bn particular, la causa final, que c orresponde a la perspectiva que asocio con el significado, o p e ­ ra, según Aristóteles, por m edio del m undo material, m ientras que la ciencia de nuestros días afirm a que no tiene ningún papel en los sistem as no hum anos. A pesar de esas diferencias, m e pa­ rece fascinante que, transcurridos más de dos m ilenios de filoso­ fía, sigam os analizando la realidad desde el marco de las cuatro perspectivas identificadas por Aristóteles.

LA T E O R ÍA SOC.IAl

Si a n a liz a m o s el d e s a rr o llo d e las c ie n c ia s s o c ia le s d e s d e el sig lo XIX h a sta n u e s tro s d ía s, v e re m o s q u e los p r in c ip a le s d e b a ­ tes e n t r e d is tin ta s e sc u e la s d e p e n s a m ie n t o p a re c e n r e fle ja r las t e n s io n e s e n t r e las c u a tr o p e rs p e ctiv a s d e la v id a s o c ia l: f o r m a , m a te ria , p r o c e s o y s ig n ific a d o .

P.l pensam iento social d e finales del siglo XIX estaba fuerte­ mente: infinido por el positivism o, doctrina formulada por el fi­ lósofo Angustí* (a n ille . Sus teorías hacían hincapié en que las ciencias sociales deben buscar leyes generales del com p orta­ m iento hum ano, han de basarse en la cu antificación y tienen

108

qu e rechazar las explicaciones basadas en térm inos de fenóm e­ nos subjetivos, com o intenciones o propósitos. Ls evidente que el m arco conceptual del positivismo se ba­ saba en la física clásica. D e hecho, Auguste C o im e, que in ­ trodujo el térm ino «sociología», d enom inó antes «física social» al estudio cien tífico de la sociedad. Las principales escuelas di pensam iento de principios del siglo XX pueden ser consideradas intentos por liberarse del estrecho corsé positivista. De hecho, la mayoría de los teóricos sociales de aquella época se manifestaron explícitam ente en contra de la epistem ología positivista.7 U na de las herencias del positivism o durante las primeras décadas de la sociología era la atención prestada a una estrecha noción de «causalidad social», que vinculaba conceptualm ente la teoría social co n la física más que co n las ciencias de la vida, hm ile D u rk h cim , que, con M ax W eber, está considerado uno de los principales fundadores de la sociología m oderna, consi­ deraba que «hechos sociales» co m o las creencias o las prácticas eran las causas de los fenóm enos sociales. N o obstante la clara naturaleza inm aterial de esos hechos, D urkhcim insistía en que debían ser tratados com o o b jeto s materiales. Por analogía con las operaciones de las fuerzas físicas, consideraba q u e los hechos sociales estaban causados por otros hechos sociales. Las ideas de D urkhcim ejercieron enorm e influencia, tanto sobre el estructuralism o co m o sobre el funcionalism o, las dos escuelas dom inantes en la sociología de principios del siglo XX. Am bas escuelas de pensam iento consideraban que la tarea del cien tífico social consiste en descubrir la realidad causal, oculta bajo la superficie de los fenóm enos sociales observables. Ksos esfuer/os por identificar algún fenóm eno encubierto -fuerzas vitales u otros «ingredientes ad icio n ales»- se han dado repetida­ m ente en las ciencias de la vida cuand o los científicos han tra­ tado de explicar la em ergencia de lo nuevo, característica de toda form a d e vida e inexplicable en térm inos de relaciones li­ neales de causa y electo. Para los estrucluralistas, el ám bito oculto consiste en «es­ tructuras sociales» subyacentes. A unque los prim eros cstructu-

109

ralis tas trataron esas estructuras sociales com o objetos m ateria­ les. tam bién las entendían com o todos integrados y utilizaban el térm ino ••estructura» de Forma parecida al modo com o los primeros pensadores sistémicos hablaban de «patrón de organi­ zación». Por el contrario, los funcionalistas postulaban la existencia de una racionalidad social subyacente, que mueve al individuo a actuar de acuerdo co n las «Funciones sociales» de sus acciones, es decir, a obrar de tal m odo que los resultados de sus acciones sa­ tisfagan necesidades sociales. D urkh cim insistía en que cualquier explicación com pleta de los fenóm enos sociales debe co m bin ar am bos análisis (causal y funcional), y subrayaba la necesidad de distinguir entre funciones c intenciones. Parece que, de algún m odo, trataba tic tom ar en consideración las intenciones y los propósitos (la perspectiva del significado) sin abandonar el m arco conceptual de la física clásica, con sus estructuras m ateriales, sus fuerzas y sus relaciones de causa y efecto. V arios de los prim eros estm cturalistas reconocían tam bién las conexiones entre realidad social, consciencia y lenguaje. Kl lingüista Ferdinand de Sauvsurc fue uno de los fundadores del estnu turalismo. Kl antropólogo G lande U V i-Strauss, cuyo n o m ­ bre está íntim am ente vinculado a la tradición estructuralista, fue el prim ero en analizar la vida social m ediante el uso sistem á­ tico de analogías con el sistema lingüístico. 1.a atención por el lenguaje se acen tu ó en los años sesenta, co n la aparición de las denom inadas «sociologías interpretativas», qu e hacen hincapié en que el individuo interpreta la realidad social circund an te y actúa en consecuencia. D urante los cuarenta y los cin cu en ta, T a lco ti Parsons, uno de los teóricos sociales más destacados de su tiem po, desarrolló una «teoría general de las acciones» m uy influida por la teoría ge­ neral de sistem as. Parsons trató de integrar esrructuralism o y funcionalism o en un ú nico m arco teórico, y defendió que las ac­ ciones hum anas tratan de conseguir objetivos personales a la vez. que están constreñid as por el en to rn o social. Al igual qu e Parsons, m uchos sociólogos d e su tiem p o llam aron la atciu ión sobre

110

la im portancia de las intenciones y los propósitos, y se centraron en el «libre albedrío hum ano» o acción dotada de propósito. La orientación sistém ica de T alco tt Parsons ha sido desa­ rrollada en mayor profundidad por N iklas l.iihtnann. uno de los sociólogos contem poráneos más innovadores, que, inspirado por las ideas de M aturana y Varcla, ha propugnado una teoría de «autopoicsis social» a la que volveré co n más detalle.8

G ID D E N S Y H A B E R M A S : D O S T E O R ÍA S IN T E G R A D O RAS

D urante la segunda m itad del siglo X X la teoría social fue moldeada significativam ente por diversos intentos de trascen­ der las escuelas opuestas de las décadas anteriores c integrar los conceptos de estructura social y de libre albedrío hum ano con un análisis explícito del significado. La teoría de la estructura­ ción de A n thony G iddcns y la teoría crítica de Jürgen 1 labermas lian sido, probablem ente, los más influyentes de estos m ar­ cos teóricos integradores. A nthony G id d cns hace im portantes contribuciones a la teoría social desde principios de los setenta.9 Su teoría de la es­ tructuración está diseñada para explorar la interacción entre estructuras sociales y libre albedrío hum ano de tal m odo que integra, por un lado, co ncep tos e ideas del estructuralism o y del funcionalism o, y, por o tro, de las sociologías interpretativas. Para conseguirlo G id d cns em plea dos m étodos de investiga­ ció n , d istintos, pero com plem entarios. F.l análisis institucional constituye su m étodo para estudiar las estructuras e institucio­ nes sociales, m ientras que el análisis estratégico le sirve para es­ tudiar el m odo com o la gente recurre a esas estructuras e insti­ tuciones para lograr sus objetiv os estratégicos. G id d cns subraya que la con d u cta estratégica de la gente se basa en gran medida en el m odo co m o interpreta su entorno. D e hecho, G id d cns señala que los científicos sociales deben en­ frentarse a una «doble herm enéutica»: tienen que interpretar su m ateria d e estudio, la función de la cual es, precisam ente, in-

tcrpreiar. Por consiguiente, G iddens piensa que hay que to­ marse en serio las intuiciones fenom cnológicas subjetivas, si es que aspirarnos a com prend er la cond u cta hum ana. C o m o cabría esperar de una teoría integradora que trata de trascender opuestos tradicionales, el concep to tle estructura so­ cial de G iddens es más bien com p lejo. Cionio en la mayor parte de la teoría social contem poránea, está definida por una serie de reglas expresadas en prácticas sociales, a las que G iddens añade los recursos en su definición de estructura social. Las re ­ glas son de dos clases: esquemas interpretativos, o reglas sem án­ ticas, y norm as, o reglas morales. I lay tam bién dos clases tic re­ cursos: los materiales com prenden la propiedad o control de objetos (foco de atención tradicional de los sociólogos marxistas). m ientras que los autoritativos resultan de la organización tlel poder. G iddens utiliza asim ism o los térm inos '-propiedades estruc­ turales», para referirse a las características institucionalizadas de la sociedad (por ejem plo, la división del trabajo), y «principios estructurales)*, para referirse a las más profundam ente enraiza­ das de esas características. Kl estudio de los principios estructu­ rales, que constituye la forma más abstracta de análisis social, permite distinguir entre distintos tipos de sociedad. Según G iddens, la interacción entre estructuras sociales y libre albedrío hum ano es cíclica. I.as estructuras sociales son a la vez la cond ición previa y el resultado fortu ito del libre alhcd tío ile las personas, lo s m iem bros de la sociedad se nutren de ellas para im plicarse en sus prácticas sociales cotidianas, y al ba­ t ir lo no pueden evitar reproducir esas mismas estructuras. Por ejem plo, al hablar no tenem os más rem edio que ceñ ir­ nos a las reglas de nuestro idiom a, de m udo que, al utilizar­ lo, estam os co n tin u am en te reproduciendo y transform ando las m ism ísim as estructuras sem ánticas. Por consiguiente, las estruc­ turas sociales nos perm iten ¡m cractuar, al m ism o tiem p o que son reproducidas por nuestras interacciones. Es lo qu e G iddens denom ina «dualidad de estructura», y adm ite su sem ejanza con la naturaleza circular de las redes autopoiésicas en b iolo gía.10

112

Los vínculos conceptuales con la teoría de autopoicsis rcsulran aún más evidentes cuando pasamos a la visión del libre albedrío hum ano de G iddens, en la que insiste en que el libre albe­ drío no consiste en actos discretos, sino en un flujo continuado de cond u cta. D e forma equivalente, una red m ctabólica viva encam a 1111 proceso de vida fluyente. D el m ism o modo que los com ponentes de una red viva se transform an o se reemplazan co n tin u am en te unos a otros, tam bién las acciones en el flujo de la cond ucta hum ana tienen, en la teoría de G iddens, una «capac id ad era nsfbrm ado ra». D urante los setenta, al m ism o tiem p o que A nthony G id­ dens desarrollaba en la Universidad de C am bridge su teoría de la estructuración, |Urgen H aberm as form ulaba en la Universi­ dad de Hrankhm una teoría de igual alcance y profundidad, a la que puso por nom bre «teoría de la acción com unicativa».1 Al integrar num erosas ramas filosóficas, H aberm as se ha converti­ do en un líder intelectual de prim er orden, con gran influencia en la filosofía y la teoría social. Ls, sin duda, el exponente con­ tem poráneo más sobresaliente de la teoría crítica, teoría social de raíces rnarxistas desarrollada por la escuela de Iran k fu rt en los años t r e i n t a .H ie le s a sus orígenes rnarxistas, los teóricos críticos no se lim itan a querer explicar el m undo, sino que su objetiv o ú ltim o consiste, según I íaberm as, en desvelar las con­ diciones estructurales de las acciones de la gente y ayudarla a trascenderlas. La teoría crítica trata del poder y se orienta a la em ancipación. Al igual qu e G iddens, H aberm as afirm a la necesidad de dos perspectivas, distintas, pero com plem entarias, pata com prender plenam ente los fenóm enos sociales. U n a es la del sistema social, que se corresponde con la atención a las instituciones de la teo­ ría de G id d ens, mientras qu e la otra es la perspectiva del «mun­ do vivo», o i.ebcmwelt, correspondiente a la atención de Giddens por la co n d u cta humana. Para H aberm as el sistem a social está relacionado con el m odo en qu e las estructuras sociales constriñen , lo qu e com ­ prende cuestiones de poder y, específicam ente, las relaciones de

clase involucradas en la producción. El m undo vivo, por su par­ te, suscita cuestiones de significado y com u n icación. D e acuerdo con esto. Habermas contem pla la teoría crítica co m o la integra­ ción de dos clases distintas de conocim iento: el em pírico-analíti­ co, que se asocia al mundo exterior y se ocupa de las explicacio­ nes causales, y la hermenéutica o com prensión del significado, asociada con el mundo interno, que se ocupa del lenguaje y la com unicación. Al igual que Giddens, Habermas adm ite la im portancia de las intuiciones hermenéuticas en el funcion am ien to del m undo social, en la medida en qu e la gente atribuye un significado a su entorno y actúa en consecuencia. Sin em bargo, Habermas se­ ñala qu e las interpretaciones personales se basan siem pre en una serie de presuposiciones im plícitas insertas en la historia y la tradición, y argumenta que eso significa que no todas las pre­ suposiciones son igualm ente válidas. Según el, los científicos sociales deberían evaluar críticam ente las distintas tradiciones para identificar distorsiones ideológicas y desvelar sus co n exio ­ nes con las relaciones de poder. La em ancipación tiene lugar cuando el individuo logra superar restricciones pasadas resul­ tantes de una co m u n icación distorsionada. Kn concordan cia con esas distinciones entre diferentes m undos y distintas clases de co n o cim ien to , I laberm as distin­ gue tam bién entre diferentes clases de acció n , y es ahí donde la naturaleza in teg ració n de su teoría crítica resulta tal ve/, más patente. E n térm in os de las cuatro perspectivas analizadas an­ teriorm ente, pod ríam os decir que la acción pertenece clara­ m ente al ám bito de la perspectiva de proceso. Al identificar ttes clases de a cc ió n , H aberm as co n ecta el proceso co n cada una de las otras tres perspectivas. 1.a acción instrum ental tiene lu­ gar en el m undo e x te rio r (materia), la acción estratégica se d e­

sarrolla en el terren o de las relaciones hum anas (forma) y la ac­ ción co m u n icativ a se o rien ta hacia el logro de la com prensión

(significado), C ad a d a s e de acción está asociada, según H abermas. co n un se n tid o d istin to de «rectitud», l a recta acción se refiere a la verdad d e los hechos en el m undo m aterial, a la rec­

114

titud m oral en el m undo social y a la sinceridad en el mundo interior.

e x t e n s ió n

d e l e n f o q u e s is t e m ic o

Las teorías de G id d cn s y de H aberm as constituyen esfuer­ zos notorios para integrar los estudios sobre el m undo exterior de causa y efecto, el m undo social de las relaciones humanas y el m undo interior de valores y significado. Am bos teóricos so­ ciales integran ideas y conceptos de las ciencias naturales, de las ciencias sociales y de las filosofías cognitivas, al mism o tiempo que rechazan las lim itaciones del positivism o. C onsid ero que esa integración puede ser llevada significa­ tivam ente más allá extendiendo la nueva com prensión sistdrnica de la vida al ám bito social dentro del m arco conceptual de las cuatro perspectivas anteriorm ente descritas: form a, materia, proceso y significado. Para llegar a una com prensión sistémica de la realidad social será necesario integrar esas cuatro perspec­ tivas. lisa com prensión sistém ica se basa en la premisa de la exis­ tencia de una unidad fundam ental de la vida, de qu e sistemas vivos diferentes m uestran patrones d e organización similares. Esta presuposición queda reforzada por la observación de que la evolución ha obrado, a lo largo de m iles de m illones tic años, m ediante el uso repetido de unos m ism os patrones. A medida que la vida evoluciona, esos patrones tienden a ser más y más com p lejos, pero no por ello d ejan de ser variaciones sobre unos m ism os tem as básicos. La red, en particular, constituye uno de los patrones de or­ ganización absolutam ente básicos para todos los sistem as vivos. Kn cu alq u ier nivel de vida -d e sd e las redes m ctabólicas celula­ res hasta las cadenas tróficas de los eco sistem as- los com p onen ­ tes y los procesos de los sistem as vivos están ¡ntcrconcctados en forma de red. Extender la com p rensión sistém ica de la vida al á m b ito social significa, por consigu iente, aplicar a la realidad

social nuestro con ocim iento de los patrones y principios de or­ ganización básicos de la vida y, más específicam ente, nuestra com prensión de las redes vivas. Sin embargo, si bien las ideas y conceptos de organización de las redes biológicas puede ayudarnos a com prender las re­ des sociales, no es de esperar que suceda lo m ism o con la rransteicrida, desde el ám bito biológico al ám bito social, de nuestra com prensión de la estructura material de la red. l o ­ m em os com o ejem plo la red celular m etabólica para aclarar este punto. l.a retí celular es un patrón no lineal de organiza­ ción, para la com prensión de cuyos entresijos necesitam os de la teoría de la com plejidad o dinám ica no lineal. Ks más, la célula es un sistema qu ím ico, por lo que necesitarem os tam ­ bién de la biología m olecular y de la bioquím ica para co m ­ prender la naturaleza de las estructuras y los procesos que constituyen los nodos y vínculos de su red. Si no sabem os qué es una enzim a, ni có m o cataliza la síntesis de una proteína, no es de esperar que lleguem os a com prend er la red m etabólica celular. U na red social es asim ism o un patrón no lineal de organiza­ ción, por lo que es muy probable que bis ideas y los conceptos desarrollados en la teoría de la com plejidad, co m o la retroalim entación y la em ergencia, sean tam bién relevantes en el co n ­ texto social. Sin em bargo, los nodos y los vínculos de esa red no son m eram ente bioquím icos. I.as redes sociales son, ante todo y sobre todo, redes de com u n icación que involucran al lenguaje sim bólico, a los constreñim ientos culturales, a las relac iones de poder, etcétera. Para com prender las estructuras de tales redes necesitarem os ideas y concep tos de la teoría social, de la filoso­ fía, de la ciencia cognitiva y de la antropología, cu tre otras disci­ plinas. U n marco sisténwco unificado para la com prensión de lew fenóm enos biológicos y sociales sólo podrá em erger cuando se co m binen los co n cep to s de la dinám ica no lineal con las ideas de esos cam pos de estudio.

LAS R E D E S D E C O M U N IC A C IO N E S

Para aplicar nuestro co n o cim ien to de la.s redes vivas a los fenóm enos sociales habrá qu e determ inar si el concepto de autopuiesis es válido o 110 en el ám bito social. Si bien en los liltirnos años ha habido un considerable debate sobre esta cues­ tión. la situación dista aún m u ch o de estar cla ra .13 La clave del asunto estriba en determ inar cuáles son los elem entos de una red autopoiésica. M aturana y Varela propusieron originalm ente que el concep to de autopoiesis debería quedar restringido a la descripción de redes celulares, y que a los dem ás sistemas vivos debería aplicárseles el concep to más am plio de «sistemas orga­ nizativos delim itados», que no especifica procesos de produc­ ción. O tra escuela de pensam iento, liderada por el sociólogo Niklas Luhm ann, m antiene que, form ulada estrictam ente dentro del marco conceptual de la teoría social, la noción de autopoie­ sis puede ser extendida al ám bito social, l uhm ann ha desarro­ llado con considerable detalle una teoría de «autopoiesis so­ cial».1' N o obstan te, este sociólogo argum enta, curiosam ente, que, aun siendo autopoiésicos, los sistem as sociales no son sis­ temas vivos. Puesto qu e los sistemas sociales 110 im plican tan sólo a seres hum anos vivos, sino tam bién al lenguaje, a la consciencia y a la cultura, son, evidentem ente, sistemas cognitivos, por lo que no parece dem asiado lógico considerarlos no vivos. Personalm ente, prefiero m antener la autopoiesis co m o característica definí toria de la vida, pero en mi análisis de las organizaciones hum anas sugeriré tam bién que los sistemas sociales pueden estar vivos en grado variable.1* El argum ento central de Luhm ann consiste en identificar a las com u nicacion es co m o elem entos de las redes sociales: «l os sistemas sociales utilizan la com u n icación co m o su form a parti­ cular de reproducción am opoiésica, Sus elem entos son co m u ­ nicaciones producidas y reproducidas de m anera recurrente por una red de com u n icaciones, y n o pueden existir fuera de

117

ella.»16 Usas rales de com unicaciones son autogené ticas. Cada com unicación crea pensamientos y significado, lo cual da pie a nuevas com unicaciones, y de este modo la red se genera a sí misma, es decir* es autopoiésica. Al ser recurrentes las com u ni­ caciones en múltiples bucles de rcrroalim entación, producen un sistema de creencias, explicaciones y valores com partidos - u n contexto com ún de significad o- que es continuam ente sostenido por nuevas com unicaciones. Kn este contexto de sig­ nificado compartido los individuos adquieren identidades com o m iem bros de la red social, la cual crea de este modo su propio perím etro, que no es un co n torn o físico, sino de expectativas, confidencialidad y lealtad, m antenido y renegociado con tin u a­ m ente por la propia red. Para la exploración de las im plicaciones de la visión de los sistemas sociales co m o redes de com unicaciones resulta útil re­ cordar la naturaleza dual de la com u nicación hum ana. C om o toda com u n icación entre organism os vivos, la com u nicación hum ana im plica una continua coord inación de com p ortam ien­ to, y, puesto que im plica al pensam iento con ceptual y al len­ guaje sim bólico, genera tam bién imágenes m entales, pensa­ m ientos y significado. Por consiguiente, es de esperar un doble efecto de las redes de co m u n icación . Por un lado, generarán ideas y contextos de significado, y, por o tro , norm as de co m ­ p ortam iento o - e n el lenguaje de los teóricos so cia le s- estru ctu ­ ras sociales.

í :i . s i g n i f i c a d o

,

p r o p ó s it o y l ib e r t a d h u m a n a

U n a vez id entificad os los sistem as sociales c o m o redes autogenética.s, pasem os a ocuparnos de las estru cturas producidas por esas redes, así c o m o d e la naturaleza d e las relacion es por ellas engendradas. La co m p aración co n las redes biológicas si­ gue resultando adecuada para ello. P or eje m p lo , la red n ietabolica d e una célula genera estru cturas m ateriales. A lgu n as de ellas se co n v ierten en co m p o n e n te s estructurales d e la p ro p ia red y

118

pasan a form ar parte de la membrana o de otras estructuras de la célula. O tras circulan por los nodos de la red trans|>ortando energía o inform ación, o co m o catalizadores de procesos meta­ bólicos. Tam bién las redes sociales generan estructuras materiales -ed ificio s, carreteras, tecnologías, e tc é te ra - que se convierten en elementos estructurales de la red y producen bienes y arte­ factos materiales que son intercam biados entre los nodos de ésta. Sin em bargo, la producción de estructuras materiales en las redes sociales es muy diferente de la que tiene lugar en las redes biológicas y ecológicas. Esas estructuras son creadas para un propósito determ inado, según un diseño, y constituyen la expresión m aterial de un significado. Para com prender las acti­ vidades de los sistemas sociales es fundam ental estudiarlos des­ de esta perspectiva. La perspectiva del significado incluye m ultitud de caracte­ rísticas intcrrclacionadas, esenciales para la com prensión de la realidad social. El propio significado es un fenóm eno sistém ico: siem pre está relacionado co n el con texto. E l Wcbstcr'i Dictionary lo define com o «una idea transm itida a la m ente que requiere o perm ite interpretación», y la interpretación es definida com o «formarse ¡dea de algo a la luz de creencias, juicios o circunstan­ cias individuales». Para com prender el significado de cualquier cosa necesitam os relacionarla con otras cosas de su entorno, de su pasado o de su futuro. Nada tiene sen tid o por sí solo. Por ejem p lo , para com prender el significado de un texto li­ terario es necesario establecer los m últiples contextos de sus pa­ labras y de sus frases. Eso puede co n stitu ir una em presa pura­ m ente intelectu al, pero tam bién puede alcanzar un nivel más profundo. C u an d o el co n texto de una idea o expresión incluye relaciones q u e nos liaccn sentirnos im plicad os, resulta significa­ tiva para nosotros de form a personal. E ste sentid o más profun­ do del significado incluye una dim ensión em ocional que puede llegar incluso a superar a la propia razón. A través del contexto prop orcionad o por la experiencia d irecta algo puede llegar a ser p rofu nd am ente significativo para nosotros.

119

E l significado es esencial para los seres hum anos. N ecesita­ mos com p rend er co n tin u am en te el significado de nuestros m undos interno y externo, así co m o el de nuestro en to rn o y nuestras relaciones con otros seres hum anos, y o brar tle acuerdo con esa com prensión. E llo incluye, en particular, nuestra nece­ sidad de actuar co n un propósito o un objetivo en m ente. Dada nuestra capacidad para proyectar imágenes m entales hacia el fu­ turo, actuam os con la convicción -válid a o n o - de qu e nuestras acciones son voluntarias e intencionadas y tienen un propósito. C o m o seres hum anos estamos capacitados para tíos clases de acciones. C o m o cualquier otro organism o vivo, estam os in­ volucrados en actividades involuntarias e inconscientes, tales com o la digestión de los alim entos o la circulación sanguínea, que form an parte del proceso de la vida y son, por consigu ien­ te, cognitivas, en el sentido tle la teoría tle Santiago. Además, nos im plicam os en actividades voluntarias e intencionadas, y es precisam ente al actuar con intención y propósito cuand o expe­ rim entam os la libertad h u m an a.17 ( .orno ya lie m encionad o, la reciente com prensión de la vida arroja nueva luz sobre el debate filosófico ancestral acerca de la libertad y el tlctcrm m ism o .18 l-.l m eollo de la cuestión estriba en que el com p ortam iento de un sistem a vivo está con streñ id o, pero no determ inado, por fuerzas externas a di. Los organism os vivos son autoorgan¡/.adores, lo cual significa que su co m p orta­ m iento no es im puesto por el en to rn o , sino que es establecido por el propio sistem a. M ás específicam ente, el co m p ortam iento del organism o está determ inado por su propia estructura, que, a su vez, está formada por una sucesión ele cam bios estructurales au tónom os. La au tonom ía de los sistem as vivos no debe ser confundida co n su independencia, l o s organism os vivos no están aislados ile su en to rn o , sino que ¡nteractúan contin u am ente con di. Sin em bargo, el entorno no d eterm ina su organización. En el ám bi­ to hum ano, experim entam os esa autodeterm inación co m o la li­ bertad de actuar según nuestras elecciones y nuestras decisiones. Experim entarlas com o nuestras significa que están determ in a­ d o

das por nuestra naturaleza, la u ia l incluye nuestras experiencias pasadas y nuestra herencia genética. M ientras no lo lim itan las relaciones hum anas de poder, nuestro com p ortam iento es autodeterm inado y, por consigu iente, libre.

IA D IN A M IC A 1)1'. LA C U L T U R A

N uestra capacidad para generar im ágenes m entales y pro­ yectarlas en el futuro no nos perm ite tan sólo identificar o b jeti­ vos y propósitos, o desarrollar diseños y estrategias, sino Tam­ bién elegir entre diversas alternativas y, por ende, formular valores y norm as sociales de com p ortam iento, l odos esos fenó­ m enos sociales son generados por redes de com unicaciones co m o consecuencia del doble papel de la com u n icación huma­ na. Por un lado, la red genera co n tin u am en te nuevas imágenes m entales, nuevos pensam ientos v nuevos significados; por otro, coordina de m odo incesante el co m p ortam ien to de sus m iem ­ bros. A partir de la com p leja dinám ica e interdependencia de esos procesos surge el sistem a integrado d e valores, creencias y cond ucta que asociam os co n el fenóm eno de la cultura. El térm ino «cultura» tiene una dilatada y enrevesada histo­ ria, y en la actualidad es usado por diversas disciplinas intelec­ tuales con significados dispares y que a veces inducen a confu ­ sión. E.n su clásico Culture, el historiador Raym ond W illiam s rem onta el significado de la palabra a su uso original, para de­ notar un proceso: la cu ltu ra (es decir, el cultivo) de la tierra, o la cultura (es decir, la cría) de animales. E n el siglo XVI este signifi­ cado fue m etafóricam ente extendido al cultivo activo de la men­ te hum ana. A finales del siglo X V III, cuand o la palabra fue tom a­ da del francés por aurores alemanes (que prim ero la escribieron

Cultur y más tarde Kultur), adquirió el significado de la forma distintiva de vivir de un pueblo .v> En el siglo X IX las diferentes «culturas» adquirieron una im portancia específica en el desarro­ llo de la antropología com parada, en la qu e ese térm ino sigue designando formas de vivir distintivas. 121

M ientras tanto, seguía tam bién vigente el uso m ás antiguo de «cultura» co m o cultivo activo de la m ente. D e h echo, se ex­ pandió y diversificó hasta abarcar un abanico de significados que va desde un estado m ental desarrollado (una persona «con cultura») hasta el proceso («actividades culturales») o los m e­ dios necesarios para ral fin (adm inistrados, por ejem p lo , por un «M inisterio d e C ultura»). I loy día, los diversos significados del térm ino asociados co n el cu ltivo de la m ente conviven - a m e­ nudo con dificultades, corno señala W illia m s- con la acepción antropológica con el sentido de form a de vivir distintiva de un pueblo o grupo social (co m o sucede co n «cultura aborigen» o «cultura em presarial»). Por añadidura, el térm ino sigue siendo usado en su significado biológico original de cultivo, com o en «agricultura». En nuestro análisis sistém ico de la realidad social nos ce n ­ trarem os en el significado antropológico del térm ino «cultura», que la Columbia Encyclopedia d efine co m o «sistema integrado de valores, creencias y norm as de cond ucta socialtnentc adqui­ ridos, que delim ita el ám bito de com p ortam ientos adm itidos por determ inada sociedad». Al exam inar con más detalle esta d efinición, descubrim os que la cu ltura surge de una dinám ica com p leja y altam ente no lineal; que es creada por una red social que involucra a m últiples bucles de retroal i m entación, a través de los cuales valores, creencias y norm as de cond u cta se co m u ­ nican, m odifican y sostienen constantem ente; que surge de una red d e com unicaciones entre individuos, y que, al surgir, co n s­ triñe las acciones de esos m ism os individuos. En otras palabras, que las estructuras sociales o las norm as de conducta que colis­ io n e n las acciones de los individuos son producidas y co n ti­ nuam ente reforzadas por su propia red de com unicaciones. 1.a red social produce tam bién un cuerpo de co n o cim ien to s com p artid o -q u e com prende info rm ació n , ideas y habilidades— que, ju n to con sus valores y sus creencias, conform a el m odo específico de vivir de esa cultura. Por otra parte, los valores y creencias de una cultura afectan a su cuerpo de con ocim ien to s, en la medida en que form an parte del prism a a través del que 122

ven el m undo sus m iem bros, y contribu ye a la interpretación de sus experiencias, así co m o a decidir si una determ inada clase de con ocim iento es significativa o no. Este co n o cim ien to signifi­ cativo. con stantem en te m odificado por la red de com u nicacio­ nes, es transm itido de generación en generación ju m o con los valores, las creencias y las norm as de con d u cta de esa cultura. El sistema de creencias y valores com partidos crea una iden­ tidad entre los m iem bros de la red social, identidad que se basa en el sentido de pertenencia. L is personas d e culturas distintas no tienen unas mismas identidades porque poseen diferentes conju ntos de valores y creencias. P or otra parte, un individuo puede pertenecer a varias culturas. El com p ortam ien to de la gente está m oldeado y restringido por su identidad cultural que, a su ve/., refuerza su sentido de pertenencia. La cultura está in­ mersa en el m odo de vida de la gente, y tiende a ser tan om n i­ presente qu e su existencia escapa de nuestra percepción com ún. Asim ism o, la identidad cultural refuerza las defensas d e la red al crear un perím etro de significado y expectativas qu e lim i­ tan el acceso a ella de personas e inform ación. Así pues, la red social está implicada en la com u n icación d entro de un perím e­ tro cultural que sus m iem bros recrean y renegocian continu a­ mente. Esta situación no es muy distinta de la de la red m eta­ bólica celular, que produce y recrea de manera continua un perím etro - la m em brana ce lu la r- que la delim ita y le confiere su identidad. N o obstante, hay algunas diferencias cruciales en­ tre los con torn os celulares y los sociales. Los lím ites sociales, co m o lie subrayado, no son necesariam ente físicos, sino de sig­ nificado y expectativas. T a m p o co rodean, en sc*ntido literal, la red, sino qu e existen en un ám bito m ental que carece de las propiedades topológicas del espacio físico.

KL O R IG E N D E L P O D E R

El fenóm eno del poder constituye una de las características más sorprendentes de la realidad social. En palabras del eco n o ­

123

m ista Joh n Kenneth G albraith: «El ejercicio del poder, la sum i­ sión de unos a la voluntad de otros, es inevitable en la sociedad m oderna; nada .se logra sin él |...J El poder puede ser socialm ente m aligno, pero no deja d e ser socialm cm c esencial.»20 Kl papel fundam ental del poder en la organización social está uni­ do a inevitables con flictos de intereses. D ebido a nuestra capa­ cidad para tener preferencias y elegir opciones en consecuencia, los con flictos ríe intereses no pueden dejar de aparecer en toda com u nid ad hum ana. El poder es el m edio por el qu e esos co n ­ flictos se resuelven. Kilo no im plica necesariam ente la amenaza de la fuerza o su uso. En su lúcido ensayo ( ialbm ith distingue tres clases de poder, según los medios empleados. El coercitivo consigue la sum isión infligiendo sanciones - (« O M C : encógela o húndela»). Por lo que se refiere al B M y al FM 1, la C oalició n de Scattle opina que estas instituciones son las máxim as responsables de la losa im puesta sobre el T ercer M u nd o co n una deuda ex­ terna impagable, así corno con la im plantación forzada de un concep to desviado de desarrollo de consecuencias sociales y m edioam bientales catastróficas. T o m a n d o prestada una frase relativa a las centrales nucleares obsoletas, el inform e sugiere que ha llegado la hora de «desmantelar» el BM y el E M I. Para llevar a cab o los propósitos originales de las in stitu cio ­ nes de B retto n W oods. el inform e sobre alternativas propone potenciar la actividad y los recursos de organizaciones ya exis ternes en el seno de la O N U , co m o la O rganización M undial de la Salud (O M S ), la O rganización In ternacional del T ra b a jo ( O l í ) y el Programa de las N aciones Unidas para el M edio A m biente (P N U M A ). Sus autores creen que, en lugar de co lo ­ car las norm as de salud, trabajo y m edio am biente bajo la tigicia tic una O M C guiada por criterios m crcanrilistas, deberían ser puestos b ajo la tutela de las autoridades de las agencias de la O N U y tener prioridad sobre la expansión del co m ercio . Desde el punto de vista de la C oalició n de Scattle, la salud pública, los derechos de los trabajadores y la protección del m edio am bien­ te son fines en sí m ism os, m ientras qu e el co m ercio y las inver­ siones internacionales no son más qu e medios. El inform e sobre alternativas apoya asimismo la creación de un núm ero reducido de nuevas instituciones globales bajo la auto286

rielad y control de la O N U . E n tre ellas se incluirían un Tribunal Internacional de Insolvencia (T U ), que supervisaría la cancelación de la deuda externa y que com enzaría a ser operativo a medida que el B M y los bancos de desarrollo fueran siendo desmantelados, una O rganización Internacional de Finanzas (O lí*), que reempla­ zaría al F M I y trabajaría con los países m iem bros de la ( )N U para alcanzar y m antener el equilibrio en las relaciones financieras in­

ternacionales, y una Organización para la Responsabilidad C o r­ porativa (O R C ), organizada y dirigida por la O N U . l.a fruición primordial de la O R C consistiría en proporcionar a los gobiernos

y al público en general una inform ación com pleta y solvente sobre las prácticas de las corporaciones, com o apoyo en las negociacio­ nes sobre acuerdos bilaterales y multilaterales relevantes, así com o de boicots de inversores y consum idores. El o bjetiv o principal de todas esas propuestas consiste en la descentralización del poder de las instituciones globales, en fa­ vor de un sistem a pluralista de organizaciones regionales e in­ ternacionales. cada una de las cuales estaría controlada por otras organizaciones, por otros acuerdos y por agrupaciones re­ gionales. Parece qu e un sistem a de gobierno global de esas ca­ racterísticas, m ucho m enos estructurado y más fluido, estaría más en conson ancia con el m u n do actual, en el que las corpo­

raciones son

redes cada vez más organizadas y descentralizadas,

m ientras qu e la autoridad política se va inclinando bacía niveles regionales y loc ales, en la medida en que las naciones-estado se convierten en estados red.40 C o m o con clu sión, el inform e sobre alternativas subraya que sus propuestas podían parecer poco realistas hace sólo unos años, pero que el panoram a político ha cam biado cspeciacularm ente desde Seattlc. L is instituciones de B rctton W oods están inm ersas en una profunda crisis de legitim idad, por lo q u e po­ dría suceder que em ergiera una nueva alianza enrre países del Su r (los denom inados *