La voz y su huella [4 ed.]
 9685422400

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I,A VOZ Y SU HUETTA de Martin Lienhard

Primera edición, La Habana, Casa de las Américas, 1990 §egunda edición, Hanover, Estados Unidos, Ediciones del Norte, 1991 Tercera edicion, Lima, Horizonte, 1992 Cuarta edición, México, 2003 @ Martin Lienhard, 1990

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Ediclones Casa Juan pablos, S.A. de C.V., 2003

Malintzin 199, Col. del Carmen Coyoacát, México 04100, D,F,

O t¡*¡Crc¡r (Universidad de

lf, §ur Poniente

1460,

Ciencias y Artes de Chiapas), 2003 Tuxtla Guriérrez, Chiapas

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Agradecimientos

11

Nota acerca del sistema de referencias bibliográficas

1.3

Prólogo

1.4

Nota a la primera edición

40

Pn¡¡a¡ne pARTE: pLAMEAMTENTos

Capítulo I: La imrpción de la escritura en el escenario americano El .descubrimiento" y el fetichismo de la escritura, 45. Escritura y poder, 52. Kipu, 54. Glifus, 57. Ifr oralidad predominante, 6o. Violencia de la escritura, 62. Capírulo II: De la oralidad a la escrirura alfabética Una literatura escrita alternatla,68. Supervivencia y transformación de las prácticas escriturales amerindias, 71. Presentación de testimonios indígenas, 74. El "rescate" de la tradición oral indígena, 76. La recreación del discurso indígena, 81 , El rescate indígena de la tradición oral, Ut. Literaturas epistolares indígenas: cartas, "memoriales", cartas-crónicas, 86. La literatura indígena

o mestiza,

90.

:

.

t71

*¡,,lr,r*

,,

43

GENERALES

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68

MARTIN LIEN}IARD

r lllt (l¡r¡lextt¡s históricos y sociales l,t'lttrr.trl¡ (tultrlctos, 97. Colonia y resistencia indígena, iJrJ, /,rrs ttile!,&\ urhtocracias indígenas, 99. El dhcurso rle'l elklh4y4 lo), ül dhcurso d,e la resistencia, tO5. Extliltkitt vr, contlnuid.ad de la escritura alternatiua, 710. llt.l¡ lt'ltu¡ cr¡loniales y movimientos insurreccionales del

( ie¡rflrrh

96

Capítulo MI: El homenaje itual al lnca y,su adaptación Iiteraria en tres textos coloniales (Juan de Betanzos,

rl¡¡ltr *Vltl, lt}. Área andina, 1L3. Paraguay, 1.16. La r¡l'enr¡lva latifundista, "segunda conquista", LLg. Guemt ale castas en Yucatán, lzo. La "colonización con paccts" de la Cordillera de los Cbiriguanos (Boliuia), tzl. Ciu.e¡ra del Pacífico, 1,25. La conquista de la pampa,

Titu Cusi Yupanqui, Ollantay) Los tres textos, 208. Juan de Betanzos: *La uictoria de Facbacutic", 21,0. Titu Cusi yupanqui: *La epopeya de Manco Inca", 2L0. Ollantay, 211. EI,,homena;'e ritual al Inca", 2I2. La adaptación literaria de los homenajes rituales al Inca, 21,8. Iua,n de Betanzos, 218. Titu Cusi Yupanqui, 222. Olla ntay, 227 . Conclusiones, 232.

Guerra Grande del Paraguay, Canudos, 1Zg.*Indi¿¡enismos" intelectuales y movimientos étnico-sociales 126.

modernos, 129. 129 . Viejas

y

Los

nu,euas

procesos de transformación social,

prácticas literarias alternatiuas, L34.

Capítulo IV: Escritura y procesos de interacción cultural Paradigmas de la "inferacción cultural",, L37. procesos lingüísticos, 1,44. Idiomas europeos vs. iáiomas amerindios, 1.44. El bilingüismo y sus efectos, 147. Literaturas alternatiuas y procesos de aculturación lingüística, 1.54. Procesos religiosos, 758. Lenguajes religiosos y diglosia, t60. Reorientaciones semá,ntica.s: misioneros e indios, 1.62. Recbazo y apropiación exclusiua del lenguaJe cristiano, L65, Literaturas alternatiuas y procesos de aculturación rel'igiosa, 1,66. Las transformaciones de la oor. Especie de epitafio,

'tnaLuz Boroa) evoca los antecedentes, el desarrollo y el desenlace de los sucesos trágicos. Las siete partes o ,,memoriales,, del libro cofresponden al encuentro inicial del yo visitante con los dos mapuches viejos y a las seis fases de un día de 24 horas, que coinciáen ,con seis momentos de intensa conversaciófl acetca de seis etapas ; de tra lucha evocada. La narración restablece así ficticiamente ra ior-

loC

clón mitográfica se distingue de lrs "rr, ^r.r_ t rái"iorrales reelaboraciones de rnitos y leyendas indígenas por la originaliád de ,, .rfoq.r"

,rr*irro. Solidaria con la materia ru4rtica, p.io ,i _ir*o tiempo plenamenre moderna por el uso.a. r., tergrirl"-p;;." conremporáneo, la na_ rraci.ón permite y obliga ar lecár á sumergirse, sin guardar sus distancias, en el universo indígena recreado.-El t"*to,!*[ de abogar a favor de los oio a"" p^i.cáor, "";;._ i*prime al paisaje de Tie,a del Fuego Ia imborrabl" pr.r..r"i, á" io, áior"r;::;;;.", ona, los que le dieron form1, nombre y sentido. Las historias divi_ nas que se van contando a lo humano, en las epop.Vá, froméricas, subrayan los posibles ,ponur'pJr*mos "o_o de la cultura y la co.smSvisión indígena a la de,los opresáres y sus descendientes: el anhelo de libertad, la necesidad a.iu.oop..rción entre to-Url, y mujeres, la be'eza de la seduccion erotiá no contamin ada por ra culpabilidad y el comercio. Los parcos comenhrios que aluden, en el apéndice, a la trágica historiá ,*i""á¿. rc" ,nl,-p.rÁiiá l9ct9r, retrospectivamente,_medir ^t la magnitud del crimen de la so_ ciedad occidental. Kaythinká,expresiOn'Imás claramente queMaí_ ra.- de la mala conciencia d" ,, ,""to, de los .opr"roi"rl, ;;:;"_ lna a'í los rasgos que se t r, ,..rl-l"ao Jonstirutivos del discurso

etnoficcional: denuncia de Ia violenc¡a occidentr, , üril"."" de utoqía cuya medita"ió" p;;;; 1na i.,rra, conrhbuir a salvar una humanidad encamin ada a laá"rt*..-iá., d. ;;;ü;; ;*.il. EI último texto que focaliza ái.rrción permiti rá precisar ,la esrecha "".r,r, relación que existe entre la etnoficción ratinoamericana y la amenaza o la reilidad del or".r¿i".'r, Actas del aln A¡o_Á)o, el poeta, cantante v ensayista .til""" put¡.ro Mrr.r, (19g5)

evoca Ia histórica *rru.rá ¿. l"l región por las fuerzas conjunras det ejérciro y de los iatifundistas-e%Z).;f"r;;J"_* por el escritor para exffaer del olvido estos he.hos

-rp"ffiá#,

sangrientos es oriSjnll como significafiva. U., .rr.o¿* anónimo provisro de grabadora, sin duda un doble literariáét u,rroa ftrnciona como catalizador de una conversación , f" irrg" a.;:;;iil;;;;t: solitarlos sobrevivienres de ra .ruru.r. ffiJl uamarcahuelro y Áni-

]an una

.rna,ritual que toma la transmisión de la memoria histórica oral, pero indica al mismo tiempo las circunstancias extraordinarias de esta i: transmisión: la presencia de un forastero con su grabadora, condii ción paru la aparición de un texto escrito. El lector no debe consertarla ilusión de poder leer sin intermediarios un discurso indígena. ' En Actas del alto Bio-Bio volvemos a encontrar los.tópicos de la etnoficción: crítica de la sociedad occidental, construcción de una : utopía social que coincide con la vida real de la sociedad indlgena. El libro de Manns, sin embargo, es el primer texto etnoficcional i que se ofrece como tal, sin disimular las condiciones de su producción. La etnoficción aparece como una traición de la palabra viva; traición que sólo la solidaridad con el otro oprimido puede compensar. En este texto la etnoficción empieza a liberarse.de su , ambigüedad congénita.

:

CoNCLUSIóN

En las tres últimas obras del alto Bio-Bio, Karukinká, Maí-Actas o recrea el discurso indígena con un i f*,-, la etnoficción rescata j; doble propósito: servir en lamedida de lo posible la causa de los grupos étnicos amenazados, y proponer a un presumible lector no indígena, a través de la puesta en escena de las sociedades indígei nzs, €1 ejemplo de unas sociedades cuyas relaciones internas y con , el cosmos naf.:ral no llevan, como quizás suceda con las occidenta, lés, a su autodesrrucción, Si quiere salir del callejón histórico, el mundo occidental decir estos textos- no puede ignorar -parecen el [i, mensaje indígena. il No es casual que estos tres relatos hayan surgido en el contexto de las dictaduras militares del Cono Sur. La evoeación directa o indirecta de las amenazas que pesan sobre los grupos étnicos margi-

280

MARTIN LIEN¡IARD

nalcs se puede leer, especialmente en Actas del atto Bio-Bio, como una Shsién velaü a una situación represiva rnás general. Sin duda, el intqlecfual amenazadó en su propia integridad se imagina mejor

la opresión sufrida por el otro marginal. ' , Es aquí donde se perfila más nítidamente la función de la etno_ ficción latinoamericana, distinta de la que cumplió, en Europa, la de tradición "filosófica". En los textos euiopeos, la imitación aál ¿is-

Clpfruro XI C¡.urNos DE LA ETNoFrccIóN EN EL Án¡e urv¡, (YucetÁN, Gu.ttnnler¿, Cruere.s)

curso de alguna sociedad ,,exótica,, (y arcaica) apunta generalmente a la creación de una discurso alternativo, inéditó, de las rea^r.iuresulta, adelidades políticas y sociales del continente. A menudo más, un instrumento fascinante para ra especulación científica sobre percepciones otras.a si bien los autoies latinoamericanos de

textos etnoficciones parten de principios análogos, su autoimpli_ cación en los temas tratados es de otro orden: el destino de los jru_ pos "exótico5i'-s1¡s vecinos *de abaio,,_ no deja de condicioirar, en buena parte, su propio destino. En cierta medida, la imitación o la recreación del discurso indígena le sirven para manifestar

persona "interpuesta"- 5g5 propias angustias, obsesiones y -por desáos,

en particular su anhelo de una "descolonización', en proiundidad de las sociedades criollas existentes.

{ Recordemos, en este contexto, la fascinación de los firósofos

por los clegos, los sordos y los locos.

-Diderot

y

otros-

,,.,i1i,, ,r::t:'

jrlr

ir,Et,,

l

"con¡us" y sus c¿t¡ctsnfsrlces

ilHace cari 40 años, J. Sommers Q¡ns, L964), ante la pujanzade una na-

',i{tativa regional en el estado mexicano de Chiapas, señaló el fenóde una "nueva corriente literaria" cuyo interés radicaba, para ' lrürcno é1, en una nueva actitud de los intelectuales mexicanos hacia los grupps indígenas ----€n este caso mayans€&- y su cultura. El crítico norteamericano aludía a Ricardo Pozas (fuan PérezJolote, 1948), Raiir,¡ón, Rubín (El callado dol.or de los tzotziles, 194», Rosario Castellanos (Balún Canán, 7957, etc.), Eraclio Zepeda (Benzulul, 795D y M. fumbardo de Caso (La culebra tapó el río,7962).l Chiapanecos de orilr,Ben o por elección, estos escritores revolucionaban, siempre según ¡Sommers, la tradicional escritura indigenista, gracias sobre todo a su ,itrayor familiaridad con el mundo indígena, el abandono del didacItismo social y la apertura hacia una estética literaria más moderna. gi estas observaciones siguen en general válidas menos -aunqueternporal ipara Rubín y Lombardo de Caso-, Ia creciente distancia tespecto a las obras reseñadas por Sommers permite ahora,un nue' ' ' 1 cabria agtega4 a estas obras, Los bombres oerdaderos de Cado Antoflio Castro (1959), novela eminentemente "etnoficcional". 1281.1

282

'clM¡¡¡os DE LA ETNoFrccróN ¡N nr,fuEA MAvA

MARTIN LIENHARD

vo examen en un contexto ampliado. Agotado en pocos años, el clclo narrativo de Chiapas, en éfecto, .rJfu" totalmente nuevo ni aislado. Los precedió y acompañó un breve ,,ciclo,, ¡rcateco (An_ tonio Médiz Bolio, La tierra d.et faisán y del uenad.á, 1.922; Ermt_ lo Abreu Gómez, Canek, 1940, y La con¡Ura d.e Xinum, 1 95g), como también la actividad literaria del guatemalteco Migueie"gáierr"-

íias (Leyendas de Guaternata, 1))0; Hombres de maí2,1929)."astu¡as, precisamente, escribió Ia novela más ambiciosa y compleja no del "ciclo" de chiapas, sino de una sefie literaria mayot, carasterizada por la tendencia de sus autores, todos mexicanos salvo el autor de Hornbres de maí2, a incorporar significantes de origen o apafien_ cia mayanse. Resulta legítimo interrogarse acetcade la pertinencia de un criterio "étnico" para considerar una prácticaliteraia que se realiza, de hecho, en el seno de las sociedades de clases ladinas (,,mesúzás,,), regionales (México) o nacionales (México, Guatemala). Sólo el exa_ men crítico de los textos y su contextualizaciónhistórico-social permitirá decidir si el área "maya" corresponde a una realidad específica desde el punto de vista literario. eueremos aderanfar arglnos elementos que acreditan la legitimidad del criterio ,,étnico,,. iodos los narradores implicados inscriben sus textos en el campo de las tensiones entre sociedades ladinas y subsociedades mayanses. Todos coinciden, contrariamente a los demás escritores rnesoamericanos, incluidos autores indigenistas como Monteforte Toledo (Gua_ temala) o Rubín (chiapas), en la estrategia de inventar estructuras narrativas inédit¿s por la adaptación o el traslado'a la escritura de núcleos de- supuesto origen indígena. Como se verá, tal estrategia corresponde a la voluntad de superat por medio de la ficción, el antagonismo entre los sectores ladinos y las colectividades indígenas, obstáculo principal parala constitución de sociedades regioñales o: nacionales integradas. La pnmera formulación de este proyecto estético común, la más ideologizada también, se halla úrru'"rrt, de Médiz Bolio, inclui_ "., da en el prólogo a La tierya delfaisán y del uenad.o: [...] he pensado el libro efimayay lo he escrito en castellano. He hecho como un poeta indio que viviera en la acrualidad y sintiera, a su

283

r\arrera peculiar, todas esas cosas suyas. Los temas están sacados de la tradición, de huellas de los antiguos libros, del alma de los mismos indios, de sus danzas, de sus actuales supersticiones (restos vagos de las grandes religiones caídas) y, más que nada, de lo que yo mismo he visto, oído, sentido y podido penetrar en mi primera juventud, pasada en medio de esas cosas y de esos hombres. Todo ello me rodeó al nacer y fue impresionado, antes que por nada, por ese color, por esa melancolÍa del pasado muerto, que se hace sentir, sin sentir, en las ruinas de las ciudades y en la tristeza del hijo de las grandes tazas desaparecidas [...J.

,

La larga cita se justifica por la acumulación de tópicos ladinos " acerca de los "hermanos" indios: "taza desaparecida", triste, supersti, iiosa, incapaz para acfualizar Ia cultura de sus antepasados, Llama r la atención, todavía, la pretensión ladina no sólo de conocer a los 'indios por haberse rozado con ellos, sino de tener el derecho de baen su nombre. Entre los escritores posteriores, dueños ya de ":blar 'run¿ "conciencia antropológica", tales deslices ideológicos, si bien bajo formas atenuadas, se seguirán manifestando: siempre, los ladi'nos se ven en el papel de guías espirituales de las sociedades regionales.

MédizBolio, por oftapaÍte, anuncia yalamayoria de los procedimientos que adoptarán los narradores ladinos paralograr un discurso, literario de aparienci a indígena: traslado de la sintaxis maya al esBañol, construcción de una perspectiva lndigena ficticia, referencia y "á,'las recopilaciones mayas coloniales, incorporación de creencias ,$rácticas rituales de los indios, recreación verbal de las antiguas for.

mas arquitectónicas.

,'

El ciclo nanativo del área maya es un interesante laboratorio de prácticas etnoficcionales. Dos de sus textos se convirtieron en clási,r¡os de sendas corrientes literarias: Hombres de mafz, paru el "realis,¡¡rg mágico" o "maravilloso" (cf. GEN, Chiampi, 1983), y Juan Pérez .,!Qlote, para la narración etnotestimonial, Los bambres uerdaderos,

'novela poco conocida, es uno de los intentos etnoficcionales más

rconsecuentes de la literatura del subcontinente, Nuestra exposición seguirá un criterio regional (Yucatán:Gu atemala-Chiapas) que coincigrosso modo, con el orden de aparición de los textos. de, ,

284

MARTIN LENHARD

YUCATAN

Méd.íz Bolio

Antonio Médiz Bolio, intelectual l,ucateco dedicado auna cánera dip_lomática y amigo de Alfonso Reyes, fue uno de los

del Ateneo de la Jl¡ventud mexicana (19Q9), círculo ""r,r¡¿aáá.., d" .;;.i;;;; y arti'tas moderados que prepararon el terren; ;ir"*l ;ilI;;;;, firismo. La tieffa delfaisán y del uenado (1922), su libro principal, se inserta en el contexto de rápida transformación sociocultrr"t qrr" surge en Yucalán a ruíz de la Revolución Mexicana. La tiema...Lstenta algunos rasgos que la vinculan a un género natativoque do_ minó casi desde la independencia, al hdó de la historTog;afia,la uida literafra del yucarán ladino: la ,,trad\ción, (Médiz BohJ en nars, Menéndez, 1951). Consistía ésta, por lo cornún, en una elaboración romántico-nostálgica de escenas de la conquista o de ravidacoloniar (MnS, El secreto...,1,980), como también en la recreación ;igr;l; dino de las tradiciones orales mayas (Menéndez, 1,951). Al contrario de los libros de tradiciones, el texio de tr¿édiz Bolio, compuesto por siete ,,libros,,, un ,,pórtico,, y un ,,contrapórtico,,, re_ vela un proyecto orgánico, La tle¡ra delfakán y del uenado_ro__ bre que los mayas, segrin la crónice áer fraáisca"" ir"a, crur, 1978: cap. II), dieron a la península_ evoca, al modo p""r"aii.-" legendario, un "Mayab" (yucatán) intemporal, n na.raao., u.ráaerg_ nándose como baltzam (recitante) indi,c, no oculta su ambición áe ofrecer una especie de equivalente moderno del libro de cbirarn Balam (796», recopilación maya colonial en que se,mezclan discur_ sos mítico-históricos, proféticos, rituales, calendáricos, etc. fl ;;;_ pio Médiz Bolio, conocedor del maya como la mayoíÁ¿e tos áá_ nos yucatecos de esos años (cf. cap. III), traduciria al español una de sus versiones, la de Chumayel (Médi¿ Bolio, 1930). óo.rtu"¿i._ torio, el narrador de La tierra... escribe en español y se refiere al "indio" como a una entidad ajena, expresando así sin querer ra ¿iiicultad que experimenta er escritor ladino ar querer convertirse en portavoz de ladinos e indios. un examen detallado del texto revera, a cada paso, esa ambigüedad constitutiva. Varios libros presentan

DE LA ETNoFIccIÓN EN EL AREA MAYA

285

leyendas yucatecas sobre el pasado prehispánico del teAsí, el "Libro de Chichen ltzá y de la princesa Sac-Nicté,' >lica, basándose en el motivo del rapto de una esposa, la ruptura la alianza entre las tres ciudades de la ,,liga de Mayapán,, Uxmal, y la propia Mayapán, y el éxodo del clan dinástico itzá al ih hoy guatemalteco. Su fuente no es, como el texto sugiere, la lción oral maya contempóránea, sino las crónicas coloniales del ecoLópez Cogolludo (1954-1955 t1688D y del español Villagu_ (¡,ms, 1701). El "Libro de Uxmal y del rey enano,, relata la histodel hijo de una bruja, nacido de un huevo, que vence, a través de ha serie de pruebas, al rcy. Si bien este núcleo de motivos existía la tradición maya conremporánea (uns, Redfiel dNillaRojas, 1934: 7), Médiz Bolio lo tomó de la versión muy ,,aculturacla,' del rdor y autor de novelas históricas Eliglo Ancona (tr,lns, Iggg), Irdescubrimiento, en 1942, de los Cantares de Dzttbatcbd (¡,tBs, Bat$era Vásquez 196), manuscrito maya de danzas rituales, permite éonfirmar, para el "Libro de las siete danzas,,, el alejamiento de Mé_ lizrBolio respecto a las tradiciones propiamente mayas. El artificio empleado por el autor para sugerir el carácter *maya,' §u discurso poéiico-narrativo, es la creación de un lenguaje esI que actualiza en el texto ciertos mecanismos de significación idioma maya. Asi,los nombres comunes o propios y los topóniinstalados en el texto no son simples signos exóticos, sino facque desencadenan o determinan ciertos aspectos de la narra. Maní, por ejemplo, voz que encabezaun capítulo, no designa la ciudad homónima, sino que anticipacon su significado (,,todo el relato del derrumbe de la civilización maya. En la historia príncipe Can-Ek ("negra-serpiente,,) y de la princesa Sac-Nicté üanca-flor"), la etimología de los nombres propios determina parte '\a caructerización de los protagonistas. La flor sac-nlctéq,re floreen el mes maya de moan (ZO de abril-lO de mayo) es el ,,signo " que suscita cada año, según el texto, el recuerdo de la vinculada a la princesa homónima, Una particularidad sintáctica, el uso frecuente de la construcción O PRONOMBRI + pnoposlclÓN RxtATIvA coN FUNCIÓN ADJETIVA,

a las composiciones nominales del maya yucateco (cf. Banera Vásquez, 1.977): "la época en que"se hacen nuevas to-



MARTIN LIENHARD

das las cosa¡", "Aquel a quien no se ve,'. para ellector que ignora el maya, su eficacia hecho de sugerir el carácter *i y lrgrra" -elsin duda a las aiociaciones con et del texto- se debe tenguip Ui blico que suscita. ¿cuál es el referente histórico de In ttena..? cuatro de ros siete ri. bros reinterpretan, con un lenguaje y unas imágenes que recuerdan las evocaciones medievales del moáernismo, ñs epoás de esplendor y de decadencia de las ciudades mayas der norte de yucatán. 5l demrmbe de la civilizaci6n maya no sá rehcio.r, ni.r!f;;"_ mento con la conquista española y la Colonia. Los "., dernás libro, y Ios "pórticos", si bien enfocan al campesin o maya."",.*párái.", no diseñan en realidad ningún horizonte moderno: se escarnotea la misma existencia de los radinos. El protagonista es er Indio por excelencia, ser ahistórico y asocial. Su culruia, fuera de utgrrrru, Á"rr_ cias específicas como la que se vincula a la Xtabay,.r-pirit., maligno con apariencia de mujer hermosa, se repuce a un animismo muy genérico. Corno guionista de La nocbe de ios mayas (lg3»,película de chano uruera, MédizBolio aplicará a la cultura *y^ul|unaioga perspectiva reduccionista (cf. ¡¿rs, Lienhard, inéd.). Borrando de la memona litera.ria la Colonia y las sucesivas épo_ d: opresión para los indígenas, consrruyendo la imagen de un :T Mayab fuera del tiempo, Médiz Bolio escamoteatambién la duda que pesa sobre la legitimidad del poder ladino. En un yucarán eter_ no que no conoció el trauma de la conquista, los ladinos, libres ya de cualquier sospecha de culpa histórica, pueden atribuirse una borrosa ascendencia maya y hablar, quitánáoles la palabra, en el nombre de los mayas antiguos y modárnos.

Abreu Gómez En el extremo opuesto, aparentemente, se halla el Mayab creado por Ermilo Abreu Gómez en Canek y en La conjura de'Xinum: un territorio que vive al ritmo der antagonismo hisiórico entre ladinos y mayas. Apoyándose, como su colega, en fuentes ladinas *en las Qge se centran en los momentos de tensión social e interétnica_ Abreu Gómez, identificado sin duda con ros postulados indigenistas

DE

IA ETNoFIcc¡ó¡* BN ¡r ARee ¡,rlye

sexenio cardenista (1934-1"940), invierte, respecto a sus fuentes, papeles de "buenosi'y "malos,,. ,,.,Ca1tek

us¡lliza, trasladando los

f,co, la que

loi

sucesos a un presente algo ucró_

historiadores ladinos califican de "insurreáión de il'l (1761). Este movimiento, que no pasó en realidad de una opuesta local a los abusos de un latifundista, fue interpretado por itradición ladina como expresión de una peligros, u.iit d oriil^[na de todos los campesinos mayas (Casarrublas ,1.95L).Así lo pre_ üüta en 1845, poco antes del estallido de la ,,guerra de castasi (v. Hp'' m), el trasfondo seudohistérico de una romántica historia de aor interétnico, "La hija del sublevado,, de R. Carvajal (El secre_ ii,,,, 1980). Al apropiarse hasta cierto punto de esta clááicainterprede los hechos, Abreu Gómez justifica, sin embargo, la actitud ff1ón

h,los rebeldes. r

La novela se compone de una úpida sucesión de secuenclas que presentan, al modo de parábolas, las caractedsticas y Ia ión de las relaciones interétnicas. En la mayoríade los caios,

l última palabra o sentencia moral pertenece aJacinto Canek, cuyo t¡.pdelo histórico, según la tradición ladina, poseía una formación teología moral (Casamrbias, 1951). Al comienzo, la no presencia

tual del hacendado deja dearrollarse unas relaciones áquilibraeltre los peones mayas y los miembros sin poder (niñoi, muje-

de la familia "bla¡ca" . Ésta, además , ha adoptado ciertos compor_ nientos indígenas, como el rito para deshacer los eclipses de la ¡a(fI,32). Pero a medida que avanza el relato, las apariciones del hü(ateniente muestran la inconsistencia de este ,,equilibrio,,. Canek l&-ulcará a sus compañeros una doctrina moral que se basa en el hazo de los blancos y de su injusticia. La guena, inevitable al fin, ina en la masacre de los indios y la ejecución de Canek, su diLos indios sobreviüentes no admiten la realidad de su muer_ Las relaciones amistosas que se tnbíantejido entre el indio sabio H niño Guy, sobrino sensible del hacendado, y el camino común e,emprenden, después de muertos, ambos personaJes al final de novela, sugiere la utopía de un mundo ,,mestizo,,sin

ni sociales.

tensiones

i; Los epígrafes de los diferentes capítulos, extraídos en.su casi toItalidad del libro de Cbilam Balam de Cbumayel (Médiz Bolio, 1930),

288

DE LA ETNoFIccróN.rN

MARTIN LIEN}IARD

indican la,voluntad del autor de inscribir su texto, ficticiamente, en la tradición indígena. La aparici1n, en tanto que personaje secunda_

,

nado, ref,erza esta ilusión de continuidad entre las tradiciones mayas

tír de la perspectiva correspondiente, pero sin colarse en las conciencias de los protagonistas. Como las crónicas españolas de la con_ quista, ubicadas en la frontera entre la historiogra fía y la ficción, La conjura admite, sobre todo cuando el narrador se halla en el campo de los mayas insurrectos, la aparición de hechos maravillosos; el texto no los adscribe, sin embargo, a ningún discurso indígena. Inde_ pendientemente de su interés literario, este relato ágir nos concierne aquí sobre todo por su relacrón temática (evocación de las *guerras de castas" de la segunda mitad del siglo )flx en yucatán o chiapas) con oftclo de ttnteblas de R.caste[anos, y por ras declaraciones'que el texto inspiró a su prologuista, M. A. Asrurias. Adoptando un plural más que equlvoco (,,nosotros indígenas de nacimiento, pensamiento o vocación,,), Asturias reivindica lu ur".r_ dencia indígena de La conJu,"a. ,,Nuestra historia _dice_ no está

toda escrita, pero está hablada". AI escribida, los escritores ma- la convierten en texto ,,sagrado,,; la literatura es un alegato -afir"en reclamo de los que por nuestro verbo hablan, piden, claÁun, lloran, se arrebatan, protestan, ríen con risa de máscaras o se con_ forman con callar". La obra,,,sueño feal,,, no se refiere a ninguna época específica, porque todas las épocas, desde la conquisá, se asemejan. Las floridas declaraciones (o declamaciones) dei escritor guatemalteco, en realidad poco adecuadas a la cronística de Abreu Gómez, son significativas en la medida en que aluden a su propio modo de siruarse en la literatura. Treinta ahos después de'l'téiiz

¡relve

también

rio, del nieto deJuanJosé Hoil, compilador maya del libro mencio-

y canek. comparando esta obra de Abreu Gómez con la de lvÉa¡z Bolio, se constata un cambio en la actit¡.rd política, pero no en Ia estética. Como La tierra..., los rnomentos etnoficciónales de Canek resultan en buena medida una mistificación, ,,bien intencionada,,, del discurso indígena que pretenden recrear. La conjura de Xinum, crónica novelesca de la guerra de castas (cap. III), no entra realmente en er terreno de ra etnoficción. ubicuo, el narrador i'vuela" de un campo a affo y observa los sucesoé a par-

Asturias

:

--o

¡r

289

AREA MAYA

a plantear la idea de que el escritor ladino es

sobre

todo-

de los "vencidos".

Asturi.as

luego, Hombres d.e rnaíz duda la novela más importan-sim M. A. Asturias* no se puede reducir aunavaria¡te ficcional de declaraciones, Unanálisis global de la novela no podría circuns.

a exami¡at la relación entre el texto literario y cierta(s) culs) indígena(s). A este aspecto, sin embargo, punto de arranque

,rnuchos malentendidos interpretativos, dedicaremos aquí lo ;oncial de nuestra atención. EI éxito público de las tan frecuentes inconsistentes alusiones de Asturias acerca de su "ascendenpersonal del premio Nobel- justiHrfl (cultural) ntaya" -mitología por sí solo este enfoque. ,¡ ¡El argumento de Horubres de maíz arranca de la lucha entre una nunidad indígena tradicional y unos invasores ladinos que pretransformar el cultivo del maiz, planta sagrada para los in''flios, en empresa comercial. A partir de,este episodio fundadoq el de la novela realidad la mayor parte de ella- evoca la

ión general -en del conflicto entre el "mundo indígena" y los tgge.r,ltes de la penetración "occidental', ladina e imperialista. Con en tal argumento, Hombres de maíz hubiera podido inscribirse en la serie de novelas que iba produciendo el "rea-

indigenista". El tratamiento estético-literario que Asturias le aleja su novela, sin embargo, de las realizaciones corrientes este discurso. El concepto que mejor define la orientación general de los recur§os literarios empleados en Hombres de maíz es el de mitificación¡ hlstoria o anécdota- se narra como si fuera un mlto, -historia fundaclonal de una ,su sentido antropológico, el mito -nanacián Éolectividad arcaica- se vincula ala oralidad, sistema de expresión jiredomina, como se sabe, en las colectividades arcbicas,'CuanQuiere representar verbalmente el mundo, la oralidad átcaica no sirve de una estética ("realista") de denotación directa, ni tami róco de un sistema ("científico") de abstracción conceptual. Para cosmovisión mítico-oral, el conjunto de los elementos y fenóme,1

290

MARTIN LIEN}IARD

nos del mundo constituye un sistema de significación. Al construir su universo narrativo, el narrador oral arcaico elige y combina los signos que le ofrece este sistema ,,preexistente,,. El tiempo qr" la acción mítica, por otro lado, es un tiempo primordial: el"r,-r.., tiempo

de la fundación (del grupo, de la sociedad, del mundo). En el miio, por consiguiente, los sucesos y personajes alcanzanvalor de ejem_ plos. si Asfurias, como lo afirmamos, tiende a naÍrar su historia como si estuviera enunciando un mito, esto significa que el universo novelesco asumirá, hasta cierto punto, algunos de los rasgos característicos de un universo mítico. En Guatemala viven, como se sabe de sobra, numerosas colectividades arcaicas, ante todo las de los indios mayanses. El-relativamentelector de una novela *mitificada,,, máxime cuando ésta lleva

numerosos signos de lo "indígena,,, establece automáticamente una

conexión con la oralidad indígena guatemalteca. ¿En qué medida,

tal conexión existe realmente en el caso de Hombres de maíz? Trataremos de dar un comienzo de respuesta a partir de un análisis par_ cial de algunas de sus caracfeústicas estético-literarias. Desde el comienzo del texto, el lector se ve como sumergido en un universo que tiene todas las apariencias de ser ,,indígena,, o

"maya". En términos de situación narrativa, un diálogo ..rt

.

do,

voces inaugura la novela.Lapimera, lamás,,indígena,,, se supone

ser la voz o anónima- de la comunidad indígena, la -colectiva "voz del suelo": Gaspar Ilom deja que a la tierra de Ilom le roben el sueño de -los Elojos. Gaspar Ilom deja que a Ia tierra de Ilom le boten los párpados -conElhacha.

La segunda es la del narrador: I

El Gaspar Ilom movía la cabeza de un lado a otro. Negar, moler la acusación del suelo en que estaba dormido con su p.,ué, su sombra y su mujer y enterrado con sus muertos y su ombligo sin poder deshacerse de una culebra de seiscientas mil r,ueltas d. lodo,-lr.ru,

bosques, aguaceros, montañas, páiaros y retumbos-que sentía alre_

dedor de su cuerpo.

ÉAIVüNOS DE LA ETNOFICCIÓN EN EL .4REA MAYA

291

,

Con su prosodia basada en repeticiones y simetrías, la ptimera VOz produce el efecto incantatorio de un discurso sacerdotal "indígeni", efecto algo disminuido por unos elementos de coloquialidad Éispánica, el Gaspar llom, botarlos párpados con hacha. La voz propiamente narcativa,la del segundo fragmento, comienza del modo cional posible: los movimientos de Gaspat, Gaspar Ilom fnár "orrr"t y su mujer. Pero inmediatadormido con su petate -aztequismomente, "otro" mundo asoma su rostro: Gaspar Ilom dormido con su sornbra, enterrado con sr¿s rnue?'tos y su ombligo. Se sugiere, sin explic4da, la relación "diferente" que los indios Qmayas, guatemaltecos?)

proporcionarle al mantienen con sus muertos, y se menciona -sin lector presumiblemente "occidental" la clavé- la costumbre mesoarnericána de enterrar el ombligo de los recién nacidos, Convencido ya de la procedencia indígena de todo lo que "no entiende", el lecíor acepiará luego como "indígenas" las seiscientas mil vueltas de "lodo, luna, bosques...": bombardeo visual que tiene más que ver' §in duda, con una escritura de tipo cubofuturista que con la cosmovisión de los mayas. En los dos primeros párrafos de la novela se anuncia ya buena parte de las pácu[aridades escriturales de la novela. La "densidad indigena", como se echa de ver, es el resultado de un conjunto de técnicas, retórica repetitiva, alusiones a creencias y ritos de los indios, léxico regional, montaje vanguardista' El discurso gtouut de la novela surge a partir de la articulación de dos modalidades discursivas básicas: la narración-descripción y el átatogo. Si bien cada fragmento narrativo-descriptivo o dialogal admite át predominio de un registro discursivo reconocible (en los que seacabande citaq el registro "sacerdotal" y el "narrativo"),lamayorla de ellos se ven invadidos por elementos que pertenecen, normalmen' te, a otros registros. El discurso novelesco tiende, pue§' a una compleia potifonía en el sentido que Bakhtin atribuyó a este término'

l.

tu p.rr.tración constante de fragmentos de procedencia supuestamend oral caracteizala modalidád nanatíva del discurso novelesco. la imrpción de 1o oral torna, aveces, la forma de una cita declaruda: Así decían los indios más vieios, con el movimiento senil de sus ca-

.bezasbajolasavispas.obiendeclan,sinperdersucompásdevie-

292

MARTIN UENHARD

Jocr

$fl

Antes,que la primera cuerda de maguey fu era trenzadase trenzael pelo las mujeres. O.bie¡r : Antes quehombre y

*"¡.,,.1"t .

por delante hubo los que se entrelazaron aul orá la¿o áL u Avilantaro anancó los aretes de oro de las orejas de los seiores. Los señores gimieron ante la brutalidad (Asturias, 'tSSl: lS4aran

taz' o:

F,r

b).

Aqui lo que sugiere o garurúiza la procedencia orarde las

ciras

no_es ninguna peculiaridad de su sintaxis, morfología o léxico, Sino

de su temática:-ra caracterizacíón socioctl-iturar que

.t 1""automáticamente, a los locutores citados: indios ,,más viejos" = depositarios de Ia tradición-orar colectiva. Indios irl"i.¡", que se "acuerdan,, de la conquista y de su dirigente, el auilantaro o adelantado (Alvarado); la,,pronunciación', indlgena del título tien_ de sin duda a fortalecer, en el lector, ra irusión di estar escuchando un discurso oral-indígena. Pero de modo más general, la sugestión de la ,,oralidad,, en el discurso propiamente narrativo prrr, pkf"..ntemente, por la subver_ sjó¡.de los niveles apenas mencionad-os; por la cororacibn sociolectal -fuera tor impone,

üA¡r{INos DE LA ETNOFICC¡Ó¡¡ rN

rr,ftr¡ ivnv¡

293

donde un análisis parcial permite afirmarlo, la aparición o procedimientos de oralización (cita indirecta, sugestión tales de iiO ¡,tN,e,la voz de un narrador oral) no parece obedecer a un coniunto floherente de reglas. ¿Qué principio rige, por eiemplo,la apanción Oi la desaparición del naradot "oral" apenas mencionado? En estÉ orden de consideraciones, la única evidencia es el cambio y la ri!ñerpenetración constantes de registros lingüísticos diversos. llr r En las secuencias dialogales, en cambio, la irrupción de elemenrto§'de origen o derivación sociolectal'se vuelve más sistemática. ill,Fot u., lado, la atribución de un sociolecto determinado a alguno irdei los personajes contribuye sociolingüístico- a ca-mimetismoAsí por eiemplo "suena" socioculturales. en términos 'i,tqcterizarlo ij11'principal del pueblo casi indígena de Pisigüilitor ü,trasta

'

,'

.

Asegunda parte nu hay [...J. Aqul en propio Pisigütlito sólo son esas piezas las que se tocan dende tiempo y todita§ son mlas (Asturias, 1981: 10).

del lenguaje:

Clinudo, miltomatoso y hediondo a calen¡ura, en camisa y calsonío

de manta de costal de harina [,..J, er subteniente secundino Musús escurrfa su caballo piligúe por los craritos de buen camino p"* ,n.Ji" apareársele al coronel Chalo Godoy [...1, porque el hombre ib;;;" Pues, ciertamente, de resultas de la patrulla que qué años que Ios

venia alrcanzando y dónde que los alcanzaba, iü" t

(Asturias, 19g1:

55).

¿i* ;;;;Jü;.

,

La oralizacióz del discurso narrativo, como lo deja ver esta mues_

tra, obedece a motivaciones diversas. por un ladá, a Ia de ,,citar,, pedazos de lo qué pudiera ser el monólogo (interior o exteriorj de alguno que otro de los personajes: entre "el hombre ib" gr";;;^vo" e "iba gÍanbravo e1 jefe,, el lector percibe nítidamente] rru.É, ^ !e l.a fo¡rna indireca, las inflexiones áe la voz de Uusris.'fas far_ j:::311f:: léxicas y sramaticates der comienzo (de r, *u.rtm y

oe un capitulo), en cambio, no se derivan del discurso de ninguno dá los protagonistas presentes, Aqu( las inflexiones orares y sociorectales

pretenden sugerir la presencia de la uoz de un narrador anónimo.

,

Ahora, las numerosas "inconsecuencias" que se encuentran en el tratamiento sociolectal del diálogo indican que Asturias no se somete del todo a las exigencias de la mímesis sociolingüística. Los 'p,ersonaies caracferizados como indígenas, por ejemplo, no se disiirrgr..r siempre claramente, en términos de lenguaje, de los ladiRos; El propio héroe mítico Gaspar Ilom, al dirigirse a su esposa, se expresa en un "español guatemalteco" inverosímil en el contexto sociocultural arcaico del comienzo de la novela: "Ve, Piojosa, diacrln rato rza empezar la bulla" (ibid.:7). El hecho de atribuir a los per^ sonajes indígenas, aun cuando dialoganentre iguales, un sociolecto .,hispánico, tiende sin duda alguna a borrar su especificidad¡ los indios, al parecer, se han vuelto definitivamente "guatemaltecos". Sólo en los momentos más densamente "indlgenas" del texto (la voz de la tserra del comienzo de la novela, la profecla de los bruJos 'de las luciérnagas, etc.), Asturias hace surgir una voz indlgena "distin¡al', hierática y sin rasgos sociolectales significativo§l una voz'que se suponer traducida de un idioma amerindio' podría -¿debería?la ¿Córno interpretar, trafándose de los mismos locutores indígenas, las siperfil de del alternancia de los registros lingüísticos? Partiendo

294

MARfiN UENHARI)

tuaciones cornunicativas que auspician una u otra forma de expresión, el lector concluká, probablemente, que los indios son ,,in_ dios' (ex prehispánicos)'en sus comportamientos religiosos, pero

'lguatemaltecos,, en sus demás prácticás sociales... El referente indígena de Hombres d.e rnaí2, como se habrá com_ prendido ya, carece de cualquier precisa caracterización étnica. No se distingue a ningún grupo indígena específico (la atribución de una

identidad chuj al correo Nicho, por ejemplo, es _sin duda_ arbi

trana), ni tampoco al conjunto de los indios guatemaltecos. La comunidad del cacique Gaspar Ilom no es un personaje colectivo construido a partir de los recursos y conocimientos de la ,"""pá"g1, áU etnohistoria -{omo Io será, diez años más tarde,la coleitlvidá d. uel_ tal en Los bombres uerdaderos de Castro_, sino una colectiüdad "mitificada". Hombres de maí2, en efecto, no pretende rescatar ros valores específicos de los indios guatemaltecos, sino f"Uri.ri .r, parte con "materiales indígenas", el universo nombrado"Guatemala".

.

-nunca

¿Qué función precisa desempeña, entonces, lo.maya,, en Hom_

bres de maíz? Asturias, como su colega, contemporáneo y compatrio_

ta Cardoza y Aragón (lg5», conocié la cultura maya en Europa. Lo demuestra, con su positivismo civilizador, su tesis sobre el proble_ ma indGena (1971), ¡ealizada en 1923 anres de salir del prir. n, eu_

rís, el futuro novelista conoció paralelament.

.l s.r.r"áll;;;; i"

cultura maya clásica' ra de los -úr.os y las bibriotecas. El ,ro.álirmo lo preparó para leer, no con ojos de etnohistoriador ri ;. ;; tropólogo, sino de manera creativa, el popol Vuh y otrosr"rro, ,._ mejanres (Rincón, 1.97g). Hombres de máí2, despues de reyená)s de Guatemala (1930), es un resultado mayor de esta lectura. La

groso!1a y los conceptos-imágenes inspirados en una lecrura surrea_ y otros texto.s mesoarnericanos contribuyen a crear esa "magia', de apariencia maya (Estrada, 1961) que mencio nan muchos estudiosos. Las fuentes de esta ,,magia

lista del Popol Vub

maya,,, sin embargo, no son siempre

mayanses. La curación de-la ceguera de Goyo yic, por ejemplo, iarr

importante en el desarrollo de la accilnnorrelesca, a"it aliz^'una práctica azteca descrita, en el siglo x\4, por Sahagún (cf. Vtartinen Asturias, 1981). pero más vertiginoru, ., cuanto al manejo de las

C,AfvJINos DE LA

ETNoFIcoÓN eN EL Ap¿¡ li'Iev¿

295

fuentes etnográficas, es la ftccionalización, por perte de Asturias, del nabualisrno mesoaÍnericano. Para los indios mayansig, eL nabual r (o su equivalente en las diferentes lenguas del área) ee un elemento i gul.or-or natural que acompaña y protege a loc indtvlduos (Pozas, i lg59' 199-21,0; §lagley, 1957:201"204), Se trat¿ de unr creencia se' . a\etaque no se suele, a no ser bajola presión de l¿ curiosldad de un liex,tirpador de idolatrías" o de un etnógrafo, Éxtcrlorizar verbalmeni' tpi'no sólo la colectividad, sino el proplo dueño del nahual ignora , generalmente su identidad. La instancla narratlva de Hombres de t, tna.íl, sin embargo, no duda en revelar al lector la identidad de los , nah-uales de algunos de sus personajes: curandero'venado, Goyo Si la relación nahualfstlca'-oo, 1989. Azpúrua, Carlos, Yo bablo a Caracas, cortometraie etnográfico, Venezuela, 1,978. Casas, fray Bartolomé de las, en Agustín Millares Cado (ed.), Historia de las Indias, estudio preliminar Lewis Hanke, México,

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