INTRODUCCIÓN 9 INTRODUCCIÓN A LA EDICIÓN DE BARCELONA............................................................II LA V
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español Pages 150 Year 2011
Table of contents :
INTRODUCCIÓN
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INTRODUCCIÓN A LA EDICIÓN DE BARCELONA............................................................II
LA VOZ DE LA MUJER No 1..........................................................................................................14
LA VOZ DE LA MUJER No 2.......................................................................................................... 28
LA VOZ DE LA MUJER No 3......................................................................................................... 42
LA VOZ DE LA MUJER No 4..........................................................................................................56
LA VOZ DE LA MUJER No 5........................................................................................................ 70
LA VOZ DE LA MUJER No 7..........................................................................................................88
LA VOZ DE LA MUJER No 8....................................................................................................... 100
LA VOZ DE LA MUJER No 9....................................................................................................... 117
NI DIOS, NI PATRÓN, NI MARIDO
Feminismo anarquista en la Argentina del siglo XIX............................................................... 135
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avizor y aten to oído, a escu char las mil frases de la refinada hipo cresía de un fraile, sea un puerco C as tellano o un m astín Jara. ¡Id a ser el hazme reír de esa fiera insaciable, de esa h ien a jam ás satisfe cha, de ese roedor cán cer, de ese pon zoñoso reptil a quien, por decirlo to do, se llama “Burguesía”, palabra que quizá no com p ren d éis, porque en sí encierra todo lo inicuo, todo lo infa m e, todo lo más asquerosam ente re pugnante que co n ceb ir pueda el per vertido y sanguinario cerebro de u n ... ¡hom bre! Id, pero a! menos, daos cuen ta del triste, sí, muy triste papel que a llí de sempeñáis. Mirad, ¿veis, allí en aquellas que se llam an R om erías, a q u ello que tien e tantos escudos y colores? pues aquél es el “palco oficial7’, ¿sabéis? pues allí no tenéis entrad a, a llí no perm iten que entréis, pues vuestras torpes maneras, vuestras m anos callosas (que a ellos sustentan), no pueden, ni deben (di c e n ), estrech ar la fina y enguantada d iestra de ta n to y t a n t o ... Burgués (puff), de tanta y cama noble y em pe rifo lla d a ... Bu rgu esita: sabéis, se os d e s p r e c ia y c a u s á is a s c o , ¿ e n t e n déis? ¿asco.' ¿Veis aquello, m irad; aquello que se llanta palo ja b o n a d o ? pues b ien , aquel palo está puesto allí para voso tros, para los obreros, ¿sabéis para qué? para ellos poderse reír de nuestra torpe c o n d u c ta , sí, para vernos fo rc e je a r, 16
Año I. N. 1. - 8 de enero de 1896 con refinada “arte” delante de él, ¿veis cóm o mueve sus tiernas manirás agi tando sin cesar ese ronco y desapacible trasto o acordeón? ¿oís esa música que a muchos hace reír y a otros aplaudir? ¿la oís? pues bien, ¡esa música es la del h am b re! Ese gu sto os dem anda una limosna, y esos delicados y tiernos deditos que veis agitarse y oprimir fe briles el teclado debieran m anejar un lápiz y ejercitarse en algo más bueno, más adecuado a la edad de la persona que los m aneja. Pero, que, ese que veis niño aún (le ! hemos visto, tendría seis o siete años) ' tiene padres quizá y ellos se ven obli|gados por esta socied ad (rep le ta de virtuosas damas) a enviarlo a m endi gar: ¡es tan cara la subsistencia! ¡G a nan tan poco! Y m añana, hom bre ya, ese que hoy crece com o parásita planta, y vive de la pública caridad (m ald ita sea ella) lejos, muy lejos de las m aternales cari cias, entregado a sí mismo, después de haber cruzado la primera etapa de la vida c o m o m ísero ilo ta ¿qué h a rá cuando se vea sin pan, sin hogar, sin amor? ¿qué hará? M atará, quizás, ¡ah ! e n to n ce s, sí, entonces la sociedad lanzaráse sobre él com o fuña, com o ircana fiera, y le e n viará a un hond o y fétid o calabozo, ¡entonces sí, que esta sociedad decré pita y corrompida, tendrá leyes, jueces y verdugos, con que hacerse justicia y castigar! ¿Y quién, pregunto yo, quién castigará a ella por haber robado al padre del n iñ o , y at n iñ o m ism o ios m edios de su sten to y de educación? ¿quién tomará en cuenta los actos de la sociedad para juzgar, quién en tre ella y el n iñ o es más crim inal? ¡A h ,
d in am ita! ¡cu án ta nudridez hay que remover y extirp ar!!: Pero basta. Ven herm ano mío, ven com pañero, ven, vamos a esa Catedral a cuyas puertas tú y otros van a abrir la boca, vamos y te. explicaré lo que en ella pasa. Lo ves, tú y yo, y con nosotros, to dos, los obreros tenem os la en trad a p ro h ib id a, no som os h o m b res, y es forzoso quedarnos a la puerta corno quedan los cab allo s: ¿y qué? ¿somos acaso para el burgués al gormas que tur caballo? no, por vida mía, somos sí un o b je to de ex p lo ta ció n y de servicio, com o un par de botas o un paraguas, pero menos, m ucho menos apreciable que un caballo o un coche; y si n o o b servad, y veréis cuál cuidan y tapan en invierno a los lujosos troncos, m ien tras tú y yo, y todos los obreros, vamos semi-desnudos, andrajosos, y ateridos de frío con el sem blante demacrado y vacío el estóm ago, a nuestras embrutecedoras ocupaciones. ¿Lo ves? hoy hay fiesta patria, la plaza llena de infelices hom bres, que más que tales parecen espantajos, se gún están de m acilentos y flacos, ¿los ves, c o n esos disfraces y esos instru m entos, n o de trabajo, sino de muerte al hombro? los ves, ¿con ese trapo de color atado a un palo? ¿qué parecen? ¿qué serán ? ¿lo co s ral vez? n o , son hombres que la moral y cariñosa p ie dad burguesa tien e, para que cuando tú pidas pan te den plomo, y para de fender el producto del robo hecho, día a día, ¡a ti a mí y a tocios los obreros¡A h! ¡y pensar que esos hombres son nuestros herm anos! que debieran ver lo ai m en o s, y que son. en em ig o s a quienes nos veremos obligados a salu 17
LA V O Z DE LA M U J E R a sus pies hum illados, escarnecidos y ham brientos y por ello se regocijan. ¡Vedlos! allí está el obispo con el general, el fraile con el diputado, feli citándose m utuam ente de su obra, es decir de nuestra estupidez. ¡Vám onos obreros, vámonos, y ja más volvam os a tales fiestas o escar nios m ejor dicho, en las cuales se nos desprecia y humilla hasta tanto de lla marnos sus hermanos; vámonos, pues para ellos somos la “plebe” que viene al espectáculo de las banderas, de las' músicas, y de tas... porquerías! ¡Vám onos, y que cuando volvamos seam os preparados, con la dinam ita en la mano para ponerla en acción, y entonces veremos huir a toda esa co barde canalla, cual huyen al fulgurar el nuevo día, los espectros, que la pe sadilla de un horrible sueño forjó du rante la noche ! ... La pesadilla es la burguesía. El nue vo día: la Anarquía. ¡ ¡Hurra, pues por ella!! ¡Muera ia explotación! ¡ ¡ ■V iva el com unism o-anárquico!!! ¡V iva la libre iniciativa!
dar con la explosión! ¡M aldita seas so ciedad que ta n to nos obligas, ruede pronto tu m aldito régim en y con él las cabezas de tanto y tan to infam e ver dugo de la humanidad: Mira hermano mío; ¿ves cual brilla rev erb eran d o en m il ca m b ia n te s la profusión de las innumerables bujías? ésas se '.¡nenian a rus expensas y el ca lor y ia claridad que producen, falta en tu hogar, en las tristes y (irías noches del invierno y ... pero escu cha ¿oyes esa señal? anuncia que van a salir los enguantados canallas que para m ejor engañarte han estado durante cin co m inutos golpeándose el p ech o, para que nosotros les imitemos y así coger nos desprevenidos para saciar en noso tros su set! de sangre, en nuestras hijas su lujuria y en nuestros hijos su brutal pasión de pederastas y sodomitas! Escucha, suena su señal de salida y todas esas momias o soldados, presen tan las armas, c omo indicando que es tán dispuestos a matarnos, por defen derles ¿los ves? ahí salen, mírales bien, todos on.-. ee za o ia donna loro indirizzo per es.-¡..-re pro c h ia m a ta di alcu n ¡iv u s'it,. esercito di sensali. J i orarmii --InniSli sono impiegaü i:¡ mu ;¡-n •>!l:inns: industria, poríandi ne e il doleré di ¡am ! tuendogli le ¡oro ¡¡.une. E Cosí, Signo; n. io.;lu m i vizio o la corrí i:: i'u le 'á-n g i \í.” prosr.ituzione, se ¡itm alrr. ¡i v : < { ? * > ini. fame regime e le v. isite ¡mu; Borghesi siete la c.ms M-m * i o n*..tí la don na neíPigm uan:;» e n< iíd ore denza del la sua debo luz. a, d!*tí :m%!v leggi nocivo alia h n n !a¡ i dere al popolo ¡nco.-vi>.
íli u n’eclucazione m o h o lim itara; u inu a poi con la vita d om estica, re la donna é destinara al servizío l’uom o; dopo ne!3a scalla soda le, la ma é considerara in feriere aü ’uo). indegna di quatunque sia cosa; 10 queseo per mantenere. la donna uno stato di dipendenza económ ica' m oraíe verso luom o. L'educazione srfetta e pessima, ia difierenra del roro, pió ó meno degradante, che gh d estín ate, ¿1. salario piú misero e la sticuzione che l’aspetta quancto non iva chi veglia sulla sua esistenza.
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V.
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N on esist.e una siruazione piú rragica ch e qu elía di una ragazza povera; Le occupazioni ch e trova sono podre, e molte volte son trame tese per la sua perdizione. M a questo non é u n to; a curarsi del he,sistema física, viene q u i lla di amare e di essere am ata, di tro vare a ch i confídarsí. di godere le deli cie deíla vita; ma sem plice, ingenua, ridata, ace ita la m ano del primo che la sollecita, consac rancios i ¡m eram en te 1.a vita alia sua fe lic ita . Pero non trova nitro che inganno, egoísmo, c a l cólo, per abusare ciella sua m ínim a debolezza; e Puomo non tiene clre ironía e disprezzo. E ia donna combar t uta per la necessitá di amare e ribassata la sua dígnirá, per instinto di conservasione, d iv en ta allo ra disconfidar.a, astu ta, ipocrita, dissimula e inganna. IPinnocenca é sparita, ogni sem intento m o ra le, perduro; discacciaca da tutri la S o c ie tá gli atrib u isce la co lp a; non trova alenno che gli rechi un soliovo alie sue pene; co sí loteando ¡n quesea
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!... S i es niña, ¡oh! entonce*, mi ti¿mor se torn a en angusa ia, mi tii:-, te:: a en horrible inquietud. la lúbrica , el t slier, el capataz, las uts i nuuc too*ÍS '\Yleras del dueño o auto. la am en; iza dv. fas despedidas si no *e accedo a rr. es claro, re
Año II. N. 9. - ) Hde enero de 1897 nació la indignación de! pueblo y juzgó que aquella masacre era justa y volvió todo a la calm a; y para mostrar que era m a g n án im o el g o b ie rn o , e n vez de veintiocho se conform ó con masacrar a ocho, condenando a los demás a presi dio perpetuo. Ésta es la historia de los hechos. Pero aun suponiendo que fuera obra de los anarquistas la bomba arro jad a en C am bios Nuevos ¿creen por ventura los obreros que se precisa para arrojarla o ch e n ta y siete de nuestros com pañeros? Huelga la con testació n . Lo que hay es que se teme a nuestras ideas y es a ellas a quien se quiere des truir. N o se nos odia por nuestros he chos, sino por nuestras teorías. Jam ás hemos negado la paternidad de nuestros hechos, ni tampoco quere mos negar que estamos conformes con las bombas y con otros procedim ien tos, porque comprendemos que la re belión de hechos es la que puede com o en rodos tiempos en la lucha (...] (una y) mi! veces, odiamos a muerte a los ti ranos y para com batirlos ftodos los m e dios) nos parecen buenos y más desde, que vemos los que cora nosotros usan ellos. Ni libertad de pensar ni de escri bir, ni de hablar ni de reunirse, de n a da en fin, ninguna nos quieren co n ce der; bien hayan pues las explosiones para hacer comprender a los tiranos y a sus sostenedores que no estamos dis puestos a cejar en nuestro empeño. Y a aquellos que nos acusan de que ta m b ié n m a ta m o s in o c e n t e s c o n nuestras explosiones, contestam os: lo sentim os; no es sin dolor que procede mos así, mas la ley de Darwin se impo ne, somos los malditos; desde el últi mo polizonte hasta el obrero estúpido, todos son c o n tra n osotros; desde el
más ton to socialista hasta el más en cum brado burgués, todos nos odian, ¿qué hem os de hacer pues, sino odiar? Y no obstante no odiamos, bien claro lo dicen los periódicos, folletos, etc., que a costa de m iles sacrificios esta mos ed itan d o c o n tin u a m e n te y con peligro de nuestra libertad y hasta de nuestra vida, pues esos mismos obre ros .a quienes dedicam os nuestros es fuerzos son los primeros que nos trai c io n a n c u a n d o p u e d e n , d ad a su estúpida ceguera. N o ob stan te noso tros no por eso los odiamos, los com pad ecem os y si algu no ca e b a jo los golpes de nuestra cólera vengadora, lo repetim os, somos ios primeros en sen tirlo, mas no por eso vamos a sacrifi car por ellos nuestra vida. Por o tra p a rte , los burgueses no vengan, al m atarnos, la vida de esos que c a e n , porque si así fuera ¿quién m atará al juez qu e basándose en su c r e e n c ia y e n su cód ig o c o n d e n a a muerte a un sem ejante? Nosotros tam bién nos basamos en nuestras creen cias. ¿Quién juzgará al general que sa crifica útiles de hombres en un día en un cam po de batalla? ¿Y al gobierno que manda a esos generales? ¡Es tuerza que esto con clu ya y ha de con clu ir, nosotros lo queremos y será 1 C onste, no obstante, que a nosotros los anar quistas se nos odia más por nuestras ideas que por nuestros hechos. Sí, nuestra idea de paz, todo anuonía; esa idea do amor, todo cariño que rechaza todo lo malo y lo podrido; sí, esa id ea, s ím b o lo de lib e rta d y de igualdad amada, esa bella anarquía li sonjera, esperanza del que sufre, ésa es la que temen y,od ian, la que quieren destruir.
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L A V O Z D E Í.A M U J E R
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Nuestra idea es