La voluntad de poder

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La voluntad de poder

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N

ei tz s c h e

La voluntad de poder t

Prólogo de Dolores Castrillo M irat

Biblioteca Edaf

EDAF M A D R ID - M É X IC O - B U R N O S A TRES - S A N JU A N - S A N T IA G O

FRIEDRICH NIETZSCHE

LA VOLUNTAD DE PODER Prólogo de D o l o r e s C a s t r i l l o M ir a t

BIBLIOTECA EDAF

129

D ir e c to r d e la c o le c c ió n : M E L Q U Í A D E S P R IE T O D is e ñ o d e c u b ie r ta : ( ¡ E R A R D O D O M Í N G U E Z 0

D e la tr a d u c c ió n : A N Í B A L F R O U F E

(0 2 0 0 0 . D e e s ta e d ic ió n . E d ito r ia l E D A F , S .A . E d ito ria l E l )A K S. A . J o rg e J u a n , 3 0 . 2 8 0 0 1 M a d rid h ttp ://w w w .e d a l.n e t ed .d ( " e d a í .n e t E d a f y M o r a le s , S. A. O r ie n te , 180, n ° 2 7 9 . C o lo n ia M o c te z u m a , 2 d a . S e c . C . P 1 5 5 3 0 , M é x ic o , D. F, h tt p ://w w w .e d a l'-y - m o r a le s , c o m .m x e d a l m o r a le s & e d a t.n e t E d a f d e l P la ta . S. A. C h ile , 2 2 2 2 1227 - B u e n o s A ire s . A rg e n tin a e d a fd e l p la ta (« V d aí.n ct E d u f A n tilla s . Inc Av. J. T. P iñ e ro . 1594 - C a p a r ra T e rra c e (0 0 9 2 1 - 1 4 13) S a n J u a n , P u e r to R ic o e d a ía n ti lias ($' e d a f.n e t E d a f C h ile , S .A . H u é r f a n o s , 1178 - O f. 5 0 6 S a n tia g o - C h ile c d a f c h ile í^ e d a f .n e t Q u e d a p r o h ib id a , s a lv o e x c e p c ió n p re v is ta en la ley . c u a k |u ie r fo rm a d e r e p ro d u c c io ii, d is tr ib u c ió n , c o m u n ic a c ió n p ú b lic a y tr a n s f o r m a c ió n d e e s ta o b ra sin c o n ta r c o n la a u to r iz a c ió n d e lo s titu la r e s d e p ro p ie d a d in te le c tu a l. L a in fra c c ió n d e lo s d e r e c h o s m e n c io n a d o s p u e d e s e r c o n s titu tiv a d e d e lito c o n tr a la p ro p ie d a d in te le c tu a l (a rt. 2 7 0 y s ig u ie n te s d e l C ó d ig o P e n a l). L l C e n tr o E s p a ñ o l de 1 )e r e c h o s R c p ro g r á f ic o s ( C E D R O ) v e la p o r el r e s p e to d e lo s c ita d o s d e re c h o s .

1/ ' i tiit u>n. jniiiii 200() 1 V p ó s i to leg al: M_ 2 4 . 9 7 1 - 2 0 0 6

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______ ___________________________I M P R E S O E N E S P A Ñ A

C’lo sas-í )iv o y c n . S .L . P o l. Ind. Ig arsa - P a ra c u c llo s d e J a ra m a (M a d rid )



Indice

Páí>s. P ró lo g o , C

por Dolores Castrillo Mirat ..................

9

................................................................................

25

r o n o l o g ía

LA VOLUNTAD DE PODER P r e f a c i o ......................................................................

31

LIBRO PRIMERO

EL NIHILISMO E U R O P E O ..................................

33

LIBRO SEGUNDO

ro

sin ón

CRÍTICA DE LOS SUPREMOS VALORES HIS TÓRICOS .............................................................

H9

dad de

LIBRO TERCERO

s.

ÑA

l'U N D A M EN TO S DE UNA NUEVA VALO RACIÓN ............................................................... 329 LIBRO CUARTO

DISCIPLINA Y E D U C A C IÓ N ............................. 569

I

Prólogo

a l g u n o s t e s t i m o n i o s recogidos en la corresponden cia de Nietzsche, sabemos que ya hacia 1884 había con cebido el proyecto de reunir el conjunto de sus impresiones filosóficas en una gran obra en prosa. Según escribe a Overbeck (7 de abril de 1884), se halla resueltamente decidido a consagrar los cinco próximos años de su vida a la elaboración de su filosofía, para la cual cuenta con Zaratustra a m odo de «peristilo». Baste, pues, esta re ferencia para deshacer el equívoco frecuente, según el cual La voluntad de poder habría sido escrita por Nietzsche para divulgar en prosa inteligible su enigmático Zaratustra. «En realidad — afirma Heidegger— , la obra capital proyectada, l. Brandes da cursos con gran éxito sobre la obra de Nietzsche en Copenhague. Los grandes escritos po lémicos: E l c a s o ¡le W a g n e r y N ie tz s c h e c o n tra

gua iló rey

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ve da», ner

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bueno/malo, crítica de la culpa y de los ideales ascéticos. Correspondencia con Strindberg. Comienza a leer a Dostoievski, uno de los teóricos del nihilismo y un fino psicólogo de las profundidades del alma. Primeros esbozos de L a v o lu n ta d d e p o d e r ío .

W a g n e r: c r ític a d e l r o m a n tic is m o y d e l a rte c o m o sa lv a c ió n . D itir a m b o s d e D io n is o s

(poemas).

El

ado

c re p ú s c u lo d e lo s íd o lo s. E l A n lic r is to : una crítica del cristianismo. E c c e H o m o (autobiografía). Últi

no,

mos escritos inéditos, cuya arbitraria ordenación por su hermana dio lugar al libro L a v o lu n ta d d e p o d er. Enero: la crisis de Turín. Escribe las «cartas de la lo cura», firmadas por «Anticristo», «Dionisos» o «El Crucificado». Es internado e n una clínica de Basilea con el diagnóstico de «reblandecimiento cerebral»: ¿parálisis progresiva debido a la sífilis?

asi ló ar dos des

1889.

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D OLORES CA STRILLO MIRAT

1890-1897. Permanece con su madre en Naumburgo. Fun dación por la hermana de un «Archivo Nietzsche». Lento hundimiento en la apatía total. 1897-1900. En Weimar con su hermana. 1900. 25 de agosto. Fallece en Weimar, a la hora del me diodía. Las honras fúnebres se celebraron el 27 de agosto y el entierro el 28 de agosto en la tumba fa miliar de Rocken.

e

LA VOLUNTAD DE PODER (Ensayo de una transmutación de todos los valores)

PREFACIO

1

L

a s g r a n d e s c o s a s exigen que no las mencionemos o que nos refiramos a ellas con grandeza: con grandeza quiere decir cínicamente y con inocencia.

2 Lo que cuento es la historia de los dos próximos siglos. Describe lo que sucederá, lo que no podrá suceder de otra manera: la llegada del nihilismo. Esta historia ya puede con tarse ahora, porque la necesidad misma está aquí en acción. Este futuro habla ya en cien signos; este destino se anuncia por doquier; para esta música del porvenir ya están aguzadas lodas las orejas. Toda nuestra cultura europea se agita ya desde hace tiempo, con una tensión torturadora, bajo una an gustia que aum enta de década en década, com o si se enca minara a una catástrofe; intranquila, violenta, atropellada, semejante a un torrente que quiere llegar cuanto antes a su Un, que ya no reflexiona, que teme reflexionar. 3

El que aquí tom a ahora la palabra no ha hecho, por el conIrario, hasta el presente, más que reflexionar; com o filósofo

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FRIEDRICH NIETZSCHE

y anacoreta, por instinto, que encuentra m ejor ventaja vi viendo apartado, al margen, en la paciencia, en la dem ora y e! rezago, com o un espíritu investigador y atrevido, que ya se ha extraviado más de una vez en todos los laberintos del futuro, como un pájaro espectral y profético que m ir a h a c ia a tr á s cuando cuenta lo que vendrá, primer nihilista perfecto de Europa, pero que ya ha superado el nihilismo que m oraba en su alma, viviéndolo hasta el fin, dejándolo tras de sí, de bajo de sí, fuera de sí.

4 Porque no hay que engañarse sobre el sentido del título con el cual este evangelio del futuro será nombrado: « L a vo lu n ta d d e l p o d e r » . Ensayo de una transmutación de todos los valores. Con esta fórmula se expresa un contramovimiento en relación tanto con el principio como con la tarea: un mo vimiento que, en cualquier clase de futuro, destruirá ese nihi lismo perfecto, pero que lo presupone lógica y psicológica mente y que no puede venir absolutamente sino de él y por él. Pues ¿por qué es ya necesario el surgimiento del nihilismo? Porque al llegar hasta sus últimas consecuencias, los mismos valores que hemos tenido hasta ahora son los que lo hacen necesario; porque el nihilismo es la resultante lógica de nues tros grandes valores y de nuestro ideal; porque debemos ex perimentar en nosotros el nihilismo para llegar a comprender cuál era el verdadero valor de estos «valores»... Alguna vez necesitaremos valores nuevos...

ga de las co I,a tie ni el ta m li

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n

LIBRO PRIMERO

EL NIHILISMO EUROPEO

ACERCA DEL PLAN 1. El nihilismo está ante la puerta: ¿de dónde nos lle ga este, el más inquietante de todos los huéspedes? Punto de partida: es un error señalar como causas del nihilismo las «crisis sociales», la «degeneración fisiológica», incluso la corrupción. Se trata de la época más honrada y compasiva. I,a miseria, la miseria espiritual, corporal e intelectual, no tienen en sí toda la capacidad necesaria para producir el nihilismo (o sea, el rechazo radical del valor, el sentido, el deseo). Estas necesidades siguen permitiendo interpre taciones diferentes. Sin embargo, en una interpretación muy determinada, la cristiano-moral, se asienta el nihi lismo. 2. La decadencia del cristianismo, en su moral (que es inmovible) que se vuelve contra el Dios cristiano (el sentido tic la verdad altamente desarrollado por el cristianismo, se transforma en asco ante la falsedad y la mentira de toda in terpretación cristiana del mundo y de la historia. La reacción ilel «Dios es la verdad» en la creencia fanática «todo es falso». Budismo del h e c h o ..) . 3. Lo decisivo es el escepticismo ante la moral, la denulencia de la interpretación moral del mundo, que ya no

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FRIED RICH N IETZSCH E

tiene s a n c ió n alguna, después de haber intentado huir hacia un más allá, acaba en nihilismo. «Nada tiene sentido» (la in consistencia de una interpretación del mundo, que ha sido dedicada a la fuerza monstruosa, despierta en nosotros la desconfianza de que todas las interpretaciones del mundo puedan ser falsas.) Rasgos budistas, nostalgia de la nada. (El budismo indio no tiene tras de sí un desarrollo del fun damento moral, por eso, para él solamente hay en el nihi lismo una moral no superada: el ser como castigo y el ser como error, combinados, y, por consiguiente, el error tam bién como castigo: una apreciación moral de los valores.) Los intentos filosóficos de superar el «Dios moral» (Hegel, panteísmo). Superación de los ideales populares: el sabio, el santo, el poeta. Antagonismo de «verdadero», «bello» y «bueno». 4. Contra la «falta de sentido», por una parte; contra la apreciación de los juicios morales, por otra: ¿hasta qué punto toda la ciencia y la filosofía han estado hasta ahora bajo la influencia de los juicios morales? ¿Y si no se tienen en cuenta la hostilidad de la ciencia? ¿Y el anticientifismo? Crí tica del espinosismo. Los juicios de valor cristianos reapare cen por doquier en los sistemas socialistas y positivistas. Falta una c r ític a d e la m o r a l c ristia n a . 5. Las consecuencias nihilistas de las ciencias naturales en la actualidad (al mismo tiempo que sus tentativas de es cabullirse en un más allá). De su actividad se desprende, fi nalmente, una autodestrucción, un volverse contra sí, un an ticientifismo. Desde Copémico ha rodado el hombre desde el centro hacia la periferia. 6. Las consecuencias nihilistas de la forma de pensar política y económica, en que todos los «principios» llegan, poco a poco, a caer en la interpretación teatral: el aliento de la mediocridad, de la mezquindad, de la falta de sinceri dad, etcétera. El nacionalismo. El anarquismo, etcétera. Cas tigos. Faltan la situación y el hombre redentores, el justifi cador.

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LA VOLUN TA D DE PODER

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7. Las consecuencias nihilistas de la historia y del «hísloriador práctico», es decir, el romántico. Situación del arte: absoluta falta de originalidad de su posición en el mundo moderno. Su entenebrecimiento. Supuesto olimpismo de ( ¡oethe. 8. El arte y la preparación del nihilismo: Romanticismo (final de los «Nibelungos», de Wagner).

1. NIHILISMO 1

Nihilismo como consecuencia de la forma en que se han interpretado hasta ahora los valores de la existencia.

2

¿Qué significa el nihilismo?: Q u e to s v a lo r e s s u p r e Falta la meta; falta la respuesta al «por qué».

m o s p ie r d e n v a lid e z.

3 El n ih ilis m o r a d ic a l es el convencimiento de la insoslenibilidad de la existencia, cuando se trata de los valores más altos que se reconocen, añadiendo a esto la compren sión de que no tenemos el menor derecho a plantear un más itllá o un en-sí de las cosas que sea «divino», que sea moral viva. lista comprensión es una consecuencia de la «veracidad» nllíimente desarrollada, y por ello, incluso, una consecuencia de la creencia en la moral.

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FRIEDRICH NIETZSCHE

4 ¿Qué ventajas ofrecía la hipótesis cristiana de la moral? 1) Concedía al hombre un valor absoluto, por oposición a su pequeñez y a su contingencia en la corriente del devenir y el desaparecer. 2) Servía a los abogados de Dios, en tanto que dejaba al mundo, a pesar de la miseria y el mal, el carácter de per fección — incluida aquella famosa «Libertad»— , el mal se mostraba lleno de s e n tid o . 3) Aplicaba al hombre un s a b e r acerca de los valores ab solutos y le proporcionaba incluso, de esta forma, un cono cimiento adecuado de lo más importante. 4) Impedía que el hombre se despreciara como hombre, que tomara partido contra la vida, que desesperara del Co nocimiento: era un m e d io d e s u b s is te n c ia . En suma: la moral era el gran a n tíd o to contra el n ih ilis m o práctico y teórico.

5 Pero entre las fuerzas que sustentó la moral estaba la veesta se vuelve finalmente contra la moral, descubre su te o lo g ía , su consideración in te re sa d a : y ahora la com prensión de esa mentira, encamada hace tiempo y de la cuaJ no esperamos poder desembarazamos, actúa precisamente como estimulante. Ahora constatamos en nosotros mismos, enraizadas a través de la larga interpretación moral, necesi dades que nos parecen como exigencias de lo no verdadero: por otra parte, son estas necesidades a las cuales parece estar unido un valor, las que hacen que soportemos la vida. Este antagonismo —no estimar lo que reconocemos y no poder estimar ya aquello sobre cuya naturaleza nos gustaría enga ñamos— trae como resultado un proceso de desintegración. r a r id a d :

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LA VOÍ.(JNT,AÍ> DE PODER

6 l?

Esta es la a n tin o m ia . En tanto creamos en la moral,

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condenam os

la existencia.

7 Los valores superiores, a cuyo servicio debía vivir eí hombre, especialmente cuando disponían de él de manera llura y costosa, estos valores s o c ia le s se constituyeron con el l ili de f o r t a l e c e r l o , como si fueran mandamientos de Dios, como «realidad», como «verdadero» mundo, como espe ranza y mundo futuro, se construyeron sobre los hombres; uhora que se hace claro el mezquino origen de estos valpres, nos parece que el universo se desvaloriza, «pierde su sen tido»; pero este es solamente un e s ta d o d e tr a n s ic ió n .

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re m aJ e s, i o: ar e er a .

8

Consecuencia n ih ilis ta (la creencia en la falta de valor), tumo resultado de la apreciación moral: hemos perdido el jiii.sto por lo egoísta (aun después de comprender la imposi bilidad de lo no egoísta); hemos perdido el gusto de lo ne cesario (aun después de comprender la imposibilidad de un h h e ru m a r b itr iu m y de una «libertad inteligible»). Vemos que no alcanzamos la esfera en que hemos situado n u e s tr o s va lores, con lo cual la otra esfera, en la que vivimos, de ninguna lumia ha ganado en valor: por el contrario, estamos cansa dos, porque hemos perdido el impulso principal. «¡Todo ha sillo inútil hasta ahora!» 9 lil pesimismo como preforma del nihilismo.

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FRIED RICH M K TZSCH E

10

A. El pesimismo como fortaleza —¿en qué?— en la energía de su lógica, como anarquismo y nihilismo, como analítica. B. El pesimismo como declive —¿en qué?— , como suavizamiento, como sentimentalización cosmopolita, como tout com prenda' e historicismo. La tensión crítica; los extremos se ponen de manifiesto y adquieren preponderancia.

11 La lógica del pesim ism o hasta el último nihilism o; ¿qué es lo que impulsa aquí? Concepto de la falta de valor, de la fa lta de sentido: hasta qué punto los valores morales están

dentro de todos los demás altos valores. Resultado: los juicios morales de valor son condenacio nes, negaciones: la moral es la renuncia a la voluntad de existir.

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DESMORONAMIENTO DE LOS VALORES COSMOLÓGICOS A El nihilismo, como estado psicológico, surgirá primera mente, cuando hayamos buscado un «sentido» a cualquiei suceso que no lo tenga, de manera que el que busca acafri perdiendo el ánimo. El nihilismo es entonces la consciencia de un largo despilfarro de fuerzas, la tortura del «en vano», la inseguridad, la falta de oportunidad para rehacerse de al

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LA VOLUN TA D D E POD ER

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«una manera, de tranquilizarse todavía con cualquier cosa: In vergüenza de sí mismo, como si uno se hubiera mentido a sí mismo demasiado tiempo... Ese sentido podría haber sido: el cumplimiento de un código moral, lo más alto posible, en lodos los acontecimientos, el orden moral del mundo; o el incremento del amor y la armonía en las relaciones entre los seres; o la aproximación a un estado general de felicidad: n incluso, la disolución en un estado de nada universal: una meta sigue siendo un sentido. Lo común en todas estas concepciones es que debe alcanzarse algo o través del pro ceso mismo: y, entonces, se comprende que por este devenir mida se cumple, nada se alcanzará... Por tanto, la desilusión sobre una supuesta finalidad del devenir es la causa del nihi lismo: sea con relación a un fin completamente determiimdo, sea generalizando la consideración de la insuficiencia de todas las hipótesis del fin sustentadas hasta ahora, que >.r refieren al «desarrollo como un todo» (el hombre que no es un colaborador, y mucho menos el punto central del de venir). Surge, en segundo lugar, el nihilismo como estado psico lógico, cuando se ha aplicado una totalidad, una sistemati/nción, incluso una organización en todo suceder y bajo todo suceder, de manera'que en una representación total de una lorma suprema de dominio y gobierno se deleite el alma se dienta de admiracióriy gloria (si se trata del alma de un Ió nico, bastarán aquella consecuencia absoluta y una dialéclica de lo real para conciliario todo...). Una forma de unidad, *wilquier forma de «monismo»; y, como consecuencia de rsln fe del hombre en un sentimiento profundo de conexión v dependencia de un «todo» infinitamente superior a él, un niniliis de la divinidad... «El bien de la totalidad requiere la fiilivga del individuo»... ¡Pero hay que darse cuenta de que un existe tal totalidad! En el fondo, el hombre ha perdido la i u-encia en su valor, cuando a través de él no actúa un todo mi initamente precioso: es decir, ha concebido un todo se mejante para poder creer en su propio valor.

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F R IE D R IC H N IE T Z S C H E

El nihilismo, como estado psicológico, tiene, además, una tercera y última forma. Dadas estas dos consideraciones: que no se llega a nada con el devenir, y que bajo todos los deve nires no gobierna ninguna gran unidad en la que el individuo pueda sumergirse por completo, como en un elemento del más alto valor, queda entonces com o subterfugio condenar todo el mundo del devenir com o engaño e inventar un mundo si tuado más allá de este y considerarlo como un mundo verda dero. Pero tan pronto com o el hombre llega a darse cuenta de que 'la construcción de tal mundo se debe tan solo a necesida des psicológicas y no tiene, por tanto, derecho a la existen cia, surge la última forma del nihilismo, una forma que com porta en sí misma no creer en un mundo metafísico, y que se prohíbe, igualmente, la creencia en un verdadero mundo. Desde este punto de vista, se admite la realidad del devenir com o única realidad y se rechaza cualquier clase de camino torcido que conduzca al más allá y a las falsas divinidades; pero no se .soporta ese mundo, aunque no se le quiera negar... ¿Qué es lo que ha sucedido, en suma? Se había alcanzado el sentimiento de la falta de valor cuando se com prendió que ni con el concepto «fin», ni con el concepto «unidad», ni con el concepto «verdad» se podía interpretar el carácter general de la existencia. Con ello, no se alcanza ni se obtiene nada; falta la unidad que engrana en la multiplicidad del acontecer; el ca rácter de la existencia no es «verdadero», es falso..., ya no se tiene absolutamente ningún fundam ento para hacerse creer a sí mismo en la existencia de un mundo verdadero... En resu men: las categorías «fin», «unidad», «ser, con las cuales he mos atribuido un valor al mundo, son desechadas de nuevo por nosotros, ahora el mundo aparece com o falto de valor...

B Admitiendo que hemos reconocido hasta qué punto el mundo ya no puede ser inteipretado con estas tres catego

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LA V O L U N T A D D E PO D ER

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rías, y que, después de este exam en, el mundo em pieza a no lener valor para nosotros, debem os preguntam os de dónde nace nuestra creencia en ellas. ¡Tratemos de averiguar si es posible negarlas! Cuando hayamos desvalorizado estas tres categorías, la dem ostración de su inaplicabilidad en todo no es razón suficiente para desvalorizar el universo. Resultado: la creencia en las categorías de la razón es la m usa del nihilismo; hemos medido el valor del mundo por categorías que se refieren a un mundo puramente ficticio. Conclusión: todos los valores con los cuales hem os tra tado hasta ahora de hacernos apreciable el mundo, prim era mente, y con los cuales, después, incluso lo hemos desvaloli/.ado al haberse mostrado estos inaplicables; todos estos valores, reconsiderados psicológicamente, son los resultados tic determinadas perceptivas de utilidad, establecidas para conservar e incrementar la imagen de dom inio humano, pero proyectadas falsamente en la esencia de las cosas. La inge nuidad hiperbólica del hombre sigue siendo, pues, conside rarse a sí m ismo com o el sentido y la m edida del valor de las cosas.

13 El nihilismo representa un estado patológico intermedio (lo patológico es la m onstruosa generalización, la conclu sión sin ningún sentido), sea porque las fuerzas productivas mi son todavía bastante fuertes, sea porque la decadencia va cila aún y no ha descubierto todavía sus medios auxiliares. Supuesto de esta hipótesis: que no hay ninguna verdad, i|tie no hay ninguna cualidad absoluta de las cosas, ninguna ■■cosa en sí». Esto es nihilismo, y, verdaderamente, nihilismo iwlremo. Sitúa el valor de las cosas precisamente en el hecho ile que ninguna realidad corresponde ni correspondió a estos valores, sino que son solo un síntoma de fuerza por parte del i|tie atribuye el valor, una simplificación para fines vitales.

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FRIED RICH N IETZSCH E

14

Los valores y sus variaciones están en relación al des arrollo de poder del que aplica el valor. La medida de la no creencia, de la supuesta «libertad del espíritu» como expresión del aumento de poder. «Nihilismo» como ideal del supremo poder del espíritu, de la vida más exuberante, en parte destructivo, en parte irónico.

15

¿Qué es una creencia? ¿Cómo se origina? Cualquier cre encia es un tener-por-verdadero. La forma extrema del nihilismo sería la opinión de que toda creencia, todo tener-por-verdadero, son necesariamente falsos porque no existe en absoluto un mundo verdadero. Por tanto, una apariencia de perspectiva cuyo origen reside en nosotros (en cuanto que necesitamos constantemente un mundo más estrecho, más limitado, más simplificado). La medida de nuestra fuerza es hasta qué punto podemos acomodamos a la apariencia, a la necesidad de la mentira, sin perecer. En esa medida, el nihilismo podría ser una forma divina de pensar como negación de todo mundo verdadero, de todo ser.

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Si nos sentimos «desengañados», no lo somos en relación con la vida, sino porque hemos abierto los ojos a las «con cupiscencias» de toda clase. Miramos con cierta rabia bur lona lo que llamamos «ideal». Nos despreciamos solo por no poder mantener sometida, en todo momento, esa absurda ex

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LA V O L U N T A D D E PO D ER

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citación que se llama «idealismo». Este mal hábito es más fuerte que la rabia del desengañado.

17

¿Hasta qué punto el nihilismo de Schopenhauer sigue siendo la consecuencia del mismo ideal creado por el teísmo cristiano? El grado de certidumbre con relación al grado más alto del deseo, a los valores superiores, a la suma perfección, era tan grande, que los filósofos partían del a p r i o r i como de una certeza absoluta: «Dios» en la cumbre, como verdad dada. «Llegar a ser igual a Dios», «ser absorbido por Dios», listos fueron durante siglos los objetivos del deseo más in genuo y convincente (pero algo que convence no se con vierte en verdadero por eso: es únicamente más convincente. Nota para los asnos). Se ha olvidado conceder este planteamiento del ideal a la realidad personal; se llegó al ateísmo. ¿Pero se ha renun ciado al ideal? En el fondo, los últimos metafísicos siguen buscando en él la «realidad» verdadera, la «cosa en sí», en relación con la cual todo lo demás solo es apariencia. Su dogma es que nuestro mundo de apariencias no es visible mente la expresión de aquel ideal, por lo que no puede ser ■■verdadero», y de ninguna forma puede conducir a ese inundo metafísico que ellos ven como causa. Lo incondicioimdo, en cuanto representa esa perfección superior, no puede ser el fundamento de todo lo condicionado. Schopenhauer, que deseaba que fuese de otra forma, tuvo que pensar en esa itizón metafísica como antítesis del ideal, como «voluntad mala y ciega»; de suerte que pudo ser entonces «lo apalente», lo que se manifiesta en el mundo de las apariencias. I'ero, incluso con esto, no renunció al ideal absoluto, y. claro: metió la pata... (A Kant le pareció necesaria la hipótesis de la «libertad inteligible» para aliviar al e n s p e r fe v tu m de la responsabili

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KRIEDRICH N IETZSCH E

dad del ser-así-y así de este mundo; en resumen, para expli car e! mal y la maldad: lógica escandalosa en un filósofo...)

18 El signo más general de los tiempos modernos: el hom bre, a sus propios ojos, ha perdido, increíblemente, dignidad. Durante mucho tiempo fue el centro y el héroe trágico de la existencia; entonces se esforzó, al menos, en demostrarse emparentado con las partes más decisivas y valiosas de la existencia: como hacen todos los metafísicos que quieren es tablecer la dignidad del hombre con la creencia de que los valores morales son valores cardinales. El que abandona a Dios, con tanta más firmeza se a terra a la creencia en la moral.

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19 Cualquier valoración moral (como, por ejemplo, la bu dista) acaba en el nihilismo; ¡esperamos esto para Europa! Se cree salir del paso con un moralismo sin fondo religioso: pero para ello es forzoso el camino hacia el nihilismo. En la religión es necesario considerarnos como creadores de valo res morales.

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20

La pregunta del nihilismo «¿para qué?» parte de los hábi tos mantenidos hasta ahora, según los cuales el fin parecía establecido, dado, exigido desde fuera, es decir, por alguna a u to r id a d s o b r e h u m a n a . Al dejar de creer en esta, se buscó, sin embargo, según la antigua costumbre, otra autoridad que supiera hablar de forma absoluta y pudiera ordenar fines y

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LA V OLUN TA D D E PODER

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tareas. La autoridad de la c o n c ie n c ia aparece ahora en pri mera línea, como indemnización a cambio de una autoridad personal (cuanto más se emancipa la conciencia, más impera tiva se hace la moral). O la autoridad de la ra zó n . O el in stin to so c ia l (el rebaño). O la h isto ria , con su espíritu inmanente que tiene su fin en sí, y a la que puede uno a b a n d o n a r s e . Se querría eludir, para anular totalmente a la voluntad, al deseo de un fin, al riesgo, a sí mismo; querríamos libramos de la responsabilidad (se aceptaría el fatalismo). En fin: la fe lic i■dad y, con cierta tartufería, la felicidad de la mayor parte. Se dice uno a sí mismo: 1) Un fin determinado no es necesario en absoluto. 2) No es posible prever el fin. Precisamente ahora que la voluntad sería necesaria en toda su potencia, es lo más d é b il, lo más p u s ilá n im e . Abso luta desconfianza contra la fuerza organizadora de la volun tad en conjunto. 21 E l n ih ilis ta p e r fe c to .—El ojo del nihilista idealiza dentro de lo feo, es infiel a sus recuerdos, los deja abatirse, desho jarse; no los protege contra las lívidas decoloraciones que vierte la debilidad sobre lo lejano y lo pasado. Y lo que no ejercita contra sí no lo ejercita tampoco contra el pasado completo de los hombres: lo deja abatirse igualmente.

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El nihilismo tie n e

d o b le s e n tid o :

A) El nihilismo como signo del creciente poder del es píritu: nihilismo activo. B) El nihilismo como decadencia y retroceso del poder del espíritu: nihilismo pasivo.

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23 El nihilismo como estado normal. Puede ser un signo de fuerza; la intensidad del espíritu puede haber aum entado de tal modo que las metas que tenía hasta ahora («conviccio nes», artículos de fe) resulten inadecuadas (pues una creen cia expresa, en general, el apremio de las condiciones vita les; un sometim iento al influjo de las relaciones bajo las cuales un ser prospera, crece, gana poder...); por otra parte, el signo de una potencia insuficiente para establecerse a sí. m ismo de forma productiva, de nuevo, una meta, un porqué, una creencia. A lcanza su máximo de fuerza relativa com o potencia vio lenta de destrucción: com o nihilismo activo. Su antítesis sería el nihilismo fatigado, que ya no ataca: su form a m ás conocida es el budism o, com o nihilism o pasivo, com o signo de debilidad; la potencia del espíritu puede estar cansada, agotada, de form a que las metas y va lores que tenía hasta ahora resulten inadecuados, faltos de crédito; de forma que la síntesis de valores y metas (base so bre la que descansa toda cultura fuerte) se disuelve y los va lores aislados se hagan le g u erra— disgregación— , que todo lo que refresca, cura, tranquiliza, aturde, pase a primer plano bajo diferentes disfraces: religiosos, morales, políticos, esté ticos, etcétera.

24 El nihilism o no es solo una reflexión sobre el «¡en vano!», no es solo la creencia de que todo m erece morir: se pone la mano encima, se aniquila... Esto resulta, si se quiere, ilógico; pero el nihilista no cree en la necesidad de ser ló gico... Es este el estado de los espíritus y voluntades más fuertes — y para ellos no es posible detenerse en el no «del juicio»— : el no de la acción está dado por su naturaleza. El

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convertir algo en nada por el juicio secunda el convertir algo en nada por la mano.

25 Sobre la génesis del nihilista.— Solo tardíamente se tiene el coraje de adm itir aquello que sabemos con certeza. El que yo, hasta ahora, haya sido fundam entalm ente nihilista, hace muy poco tiempo que me lo he confesado a m í mismo: la energía, el radicalismo con que seguía adelante com o nihi lista m e ocultaron esta verdad esencial. Cuando se va hacia un fin, parece imposible que «la falta de fin en sí» sea una creencia esencial.

26 El pesim ism o de las naturalezas vigorosas.— El «para qué» después de una lucha terrible, incluso aun después de la victoria. Que es algo cien veces más importante que pre guntamos si nos encontramos bien o mal — instinto funda mental de todas las naturalezas fuertes— y, en consecuencia, si los dem ás se encuentran bien o mal. En resumen, que te nemos una meta y .que por ella no vacilamos en hacer vícti mas humanas, arrostrar todos los peligros, tom ar sobre nos otros mismos todo lo malo, todo lo peor: la gran pasión.

II. CAUSAS REMOTAS DEL N IHILISM O 27 Causas del nihilism o: 1) F alta la especie superior, es decir, aquella cuya fertilidad y poder inagotables m an tie nen la creencia en el hombre. (Piénsese en lo que se debe a

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Napoleón: casi todas las esperanzas más altas de este siglo.) 2) La e s p e c ie in fe r io r («rebaño», «masa», «sociedad») olvida la modestia y exagera sus necesidades de valores c ó s m ic o s y m e ta fís ic a s . Por este proceso se v u lg a r iz a la exis tencia entera: hasta tal punto que domina la masa, tiraniza a los hombres de excepción, de manera que pierden la fe en sí mismos y se convierten en nihilistas. Todas las tentativas de crear tipos superiores fracasaron («romanticismo», el artista, el filósofo, contra la tentativa de Carlyle de concederles los más altos valores morales). La re siste n c ia contra los tipos superiores como resultado. O c a s o e in s e g u r id a d d e to d o s lo s tip o s su p e rio re s. La lu cha contra el genio («poesía popular», etcétera). Compasión por los humildes y por los que sufren como m e d id a de la a l tu r a d e l a lm a .

Falta el f iló s o fo que descifre la acción, no solo el que la poetiza.

28 El nihilismo in co m p le to , sus forma: vivimos en medio de él. Los intentos de escapar al nihilismo sin transmutar los va lores aplicados hasta ahora: producen el efecto contrario, agudizan el problema.

29 L a s c la s e s d e a u to a tu r d im ie n to . — En lo más interno: ¿no encontrar una salida? Vacío. Intentos de liberarse en la em briaguez: la embriaguez como música, la embriaguez como crueldad en el placer trágico de la caída de los más nobles, la embriaguez como entusiasmo ciego por hombres o épocas aisladas (como odio, etcétera). Intento de trabajar sin sentido.

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t diño instrumento de la ciencia: abrir los ojos a los distintos |K'(|ileños placeres, por ejemplo, con reconocimiento (mo dad») destia contra sí mismo); generalizar esta modestia contra sí ós mismo basta convertirla en p a th o s ; la mística, el goce vo is luptuoso del vacío eterno, el arte «por el arte» («le fait»); el a a ■•puro conocer» como narcótico del asco de sí mismo; cual n sí quier trabajo estable, cualquier pequeño fanatismo estúpido; In confusión de todos los medios, la enfermedad por falta de on moderación en general (la disipación mata el placer). de 1) Debilitación de la voluntad como resultado. 2) Contraste de sentimientos entre un orgullo extremo y do. In humillación de pequeñas debilidades. lu ón

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30 la

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Llega ya la época en que tendremos que pagar el haber Nido cristianos durante dos milenios: perdemos la fuerza de gravedad que nos permitía vivir, hace ya tiempo que no sa llemos de dónde venimos y adonde vamos. Nos precipita mos, de repente, en las valoraciones opuestas con el grado ile energía que ha despertado, incluso en el hombre, una su pervaloraron extrema del hombre. Hoy todo es completamente falso; todo son «palabras», mmrquía, debilidad o exaltación. a ) Se busca una especie de solución terrena, pero en el mismo sentido que el t r i u n fo d e fi n i ti v o de la verdad, del iimor, de la justicia (el socialismo: «igualdad de la per sona»). b ) Se intenta igualmente mantener el ideal moral (con pre ponderancia de lo altruista, de la abnegación, de la negación ile la voluntad). c) Se intenta incluso conservar el «más allá» aunque sea solo co m o incó"»^' lo interpreta de ma-

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ñera que se pueda extraer de él, al estilo antiguo, una especie de consuelo metafísico. d) Se intenta leer en el suceder una dirección divina de estilo antiguo, una ordenación de las cosas basada en prem ios y castigos que nos educa y nos lleva hacia la per fección. e) Se cree, ahora com o antes, en el Bien y en el Mal: de m anera que se considera el triunfo del bien y la destrucción del mal com o tarea (esto es muy inglés: caso típico, ese pe lirrojo de John Stuart Mili). f) El desprecio de la «naturalidad», el ansia del e¡>o: in tento de comprender, com o consecuencia de una desperso nalización y com o désintéressement, incluso la espirituali dad y el arte más altos. g) Se permite a la Iglesia que siga entrometiéndose en to das las vivencias esenciales, en todos los puntos culm inan tes de la vida individual, para que los consagre y les de un sentido más alto: seguimos teniendo el «estado cristiano», la «boda cristiana».

31 Ha habido épocas más pensadoras y más profundas que la nuestra; épocas com o, por ejem plo, aquella en que apa reció el Buda, en que el pueblo m ism o, después de largas luchas de sectas du ran te siglos, se en co n tró al final tan profundam ente perdido en los laberintos de las opiniones filosóficas com o tem poralm ente los pueblos europeos en las sutilezas de los dogm as religiosos. No nos dejem os nosotros seducir por la «literatura» y la prensa que nos in ducen a tener una gran opinión del «espíritu» de nuestro tiem po: los m illones de espiritistas y una cristiandad con ejercicios gim násticos de esa espantosa fealdad que carac teriza a las invenciones inglesas ofrecen una m ejor pers pectiva.

LA V O LU N TA D D E PO D ER

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El pesim ism o europeo está todavía en sus comienzos. Un testimonio contra sí mismo: aún no tiene aquella monstruosa y nostálgica fijeza de mirada en que se refleja la nada, como la tuvo una vez en la India: todavía hay en él mucho «hecho» y no «devenido», dem asiado pesimism o de sabios y poetas; quiero decir, que buena parte de él es pensado o inventado, es «creado», pero de ningún modo «causa».



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Crítica del pesim ism o hasta el presente.— Rechazo del punto de vista endem onológico com o última reducción a la pregunta: ¿qué sentido tiene esto? Reducción del oscureci miento. Nuestro pesim ism o: el mundo no es, de ningún modo, el valor que creemos; nuestra fe misma ha hecho aum entar de lal form a nuestra tendencia al conocimiento, que hoy tene mos que decir esto. En primer lugar, el m undo aparece así como de menos valor, y así lo experimentaremos: solo en este sentido somos pesimistas, es decir: con la voluntad de reconocer sin trabas esta transvaloración y no engañarnos o cubrirnos los ojos con la antigua forma de pensar. Justamente en esta dirección encontram os el pathos que nos fuerza a buscar nuevos valores. En suma: el mundo pu diera tener más valor del que nosotros creíamos; debemos unalizar la ingenuidad de nuestros ideales ya que quizá, en conciencia, para darle la interpretación más alta, no hemos dado ni tan siquiera una vez a nuestra existencia hum ana un moderado valor. ¿Qué ha sido divinizado? Los instintos de valor en la co munidad (lo que posibilita su subsistencia). ¿Q ué ha sido calumniado'? Lo que separaba a los h o m bres superiores de los inferiores, el im pulso creador de abismos.

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33 C a u sa s del su rg im ien to del p esim ism o : 1) P o rq u e las ten d en c ias m ás fu ertes y esperanzadoru.s de la v id a han sido c a lu m n iad as h asta ah o ra, d e m an e ra que la v id a tien e u n a m ald ició n so b re sí, 2) P o rq u e la crecien te v a len tía y rectitu d y la atrevida d e sc o n fian za del h o m b re co m p re n d e n la in d iso lu b ilid ad di' esto s instin to s con resp ecto a la v id a y, p o r lo tanto, se vuel v en co n tra la vida. 3) P o rqu e so lo los m ed io cres, los q u e n o sienten ese con flic to en a b so lu to , p ro s p e ra n : la c la se s u p e rio r fra c a sa y. c o m o eje m p lo d e la d eg en erac ió n , se crea e n e m ig o s; porque, p o r o tra p arte, n o s in d ig n a el q u e se presen te lo m ediocre c o m o fin alid ad y sen tid o (y tam b ién p o rq u e y a nadie puede resp o n d er a un ¿para qué?). 4 ) P or q u e el e m p e q u e ñ e c im ien to , la cap acid ad d e sufrir, la inquietud, la prisa, la con fu sión crecen sin cesar; p o rqu e l;i a ctu a lizació n d e to d o este im p u lso, la llam ad a «civilización» es c ad a ve m á s fácil, y el in d iv id u o en fren tad o a esta m a q u in a ria m o n stru o sa se desalienta y se somete.

34 El p esim ism o m o d ern o es u n a e x p resió n de la inutilidad del m u n d o m o d ern o , no del m u n d o y d e la ex isten cia en ge n e ra l.

35 L a « p rep o n d eran cia del d o lo r sobre el placer» o lo con trario (el hedon ism o ): estas dos d o ctrin as son ya in d icios que apu n tan al n ihilism o...

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LA V O L U N T A D DH PO D ER

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P orque, en am b o s c a so s, n o se esta b le c e a q u í n in g ú n o tro ú ltim o ,'s in o la a p arien cia del p la c e r o el desplacer. I’cro a s í h a b la una c lase d e h o m b res q u e y a n o se a trev e a eslublecer u n a v o lu n tad , u n a in ten ció n , un sen tid o ; p ara c u a l quier c lase d e h o m b res m ás san a, el v a lo r d e la v id a n o se m ide con el m ó d u lo de estas co sas a cc eso rias. Y si u n a p re ponderancia del d o lo r sería p o sib le, lo serían tam b ién , a pe sar de todo, una v o lu n tad m ás fu erte, un d e c ir-sí a la vida, lina n ec esid ad de esa p rep o n d eran cia. «L a v id a no m erece la p en a» ; « resig n ac ió n » ; « ¿d e qué sirven las lág rim as?» ; esta es una fo rm a de p e n sa r d éb il y irn tim en tal. «U n m o n stre gai v ant m ieux q u ’un sen tim en tal

N c n tid o

rn nu y eu x » .

36 lil filó so fo n ih ilista está co n v en c id o d e q u e to d o acontei r r no tiene sen tid o, de qu e tod o su ced e en vano, y tam b ién ilr que n o d eb ería ex istir n ad a sin sen tid o ni en vano. P ero ¿por qu é este no d eb ería? ¿D e d ó n d e se to m a este «sentido», t'sla m ed id a? El nihilista qu iere decir, en el fondo, qu e la c o n sid erac ió n d e u n a tal e x is te n c ia v a c ía e inú til n o es s a tisfac to ria p a ra un filó so fo , le p ro d u c e triste z a y d e se s p e im ión. U n a co n sid eració n así co n trad ice n u estra m ás sutil •«fusibilidad c o m o filó so fo s. N os h a c e lle g a r a e sta abiiin la v aloración: el c arácter d e la ex isten c ia d eb ería satisfai rr al filósofo para q u e esta p u ed a m an ten erse con p len o denvlio... P artien d o d e a q u í, e s fácil c o m p re n d e r q u e el p la c e r y el d esp lacer so lo p u ed en ten er el sen tid o de m ed io s d en tro ilrl su ced er; q u e d a ría p o r p re g u n ta r si, d e a lg u n a m a n era, i*h |M)sible v e r el «sen tid o » , la «fin alid ad », si la cu estió n d e tu falta de sen tid o , o la con traria, n o serán insolubles p ara nosotros.

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37 Evolución del pesim ism o al nihilismo.— Desnaturaliza ción de los valores. Escolástica de los valores. L os valores, perdidos, idealizados, en lugar de d o m in ar y dirig ir la ac ción, se vuelv en co n tra ella, co ndenándola. C o n trad iccio n es introducidas en lu g ar de los g rad o s y e;i teg o rías naturales. O d io a la jerarq u ía. L as contradicciones co rresp o n d en a una ép o c a po p u lach era, p o rq u e son fáciles de com prender. El m u n d o rech azad o en presencia de un m undo cons truido artificialm en te, « verdadero, válido». Finalm ente, se d escu b re con qué m ateria se ed ificó el « m u n d o verdadero», y ya solo q u ed a el reprobado, cargando en la cu en ta de este, esta su prem a desilusión. Y con esto ha llegado el nihilism o: se han co n serv ad o los valores que sirven para ju zg ar, ¡y nada más! E sto da lugar al nacim ien to del pro b lem a de la fuerza y l;i debilidad: 1) Los d ébiles se rom pen aq u í en pedazos. 2) Los fuertes d estruyen lo que no se rom pe. 3) Los m ás fuertes superan los valores que sirven pañi juzgar.

Todo esto en conjunto crea Ia edad trágica.

m is iili'i Miio tuir mej ile d l im

Vd mi rac ran i (ti In uli nh me dr mr

III. E L M O V IM IE N T O N IH IL IS T A C O M O EX PR ESIÓ N D E LA D E C A D E N C IA 38 R ecien tem en te se han llevado a cab o m u ch o s ab u so s con el em p leo de una p alab ra fortuita e in ad ecu ad a en todos l o s sentidos, se h ab la en todas partes de « p esim ism o » , se intent;i a toda co sta so lu cio n ar la cuestión de si tiene razón el pesi

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LA V OLUNTAD DE PODER

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m ism o o el op tim ism o . N o se h a co m p ren d id o lo q u e está al iili'imce de la m año: que el p esim ism o n o es un p ro b lem a, Miio un síntom a: que la palabra « p esim ism o » d eb ería su sti tuirse por la de «nihilism o»: que la cu estió n de si no ser es mejor q u e ser, es ya. p o r sí m ism a, u n a en ferm ed ad , un signo ile declive, una idiosincrasia. lil m ov im ien to nihilista es solo la ex p resió n de u n a dei mlencia fisiológica.

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Debe comprenderse: que todas las clases de decaim iento V de dolen cia han ayu d ad o , co n stan tem en te, al en ju icia miento de v alo res totales; que, en el resu ltad o d e esta v alo los ración d e co n ju n to , la d ecad en cia h a llegado a ser p rep o n d e rante, h a llegado, incluso, a dom inar; que no solo ten em o s i i (tic luchar contra todas las m iserias actuales, consecuencia de In degeneración, sino que to d a d e cad en cia p ro d u cid a hasta ulioru h a q u ed ad o retard ad a, es decir, to d av ía viva. U na tal nhorración general de la h u m an id ad , d e sus instintos fu n d a mentales, una tal d ecad en cia general de los en ju iciam ien to s dr valores fo rm a la in terrogante p ar excellence, el v erdadero m rrtijo que el anim al « hom bre» p ro p o n e al filósofo.

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40 Hl concepto «décadence».— L a d esco m p o sició n , la d e la c ió n , los residuos, no son algo co n d en ab le en sí m ism o, *nn solam ente una co n secu en cia n ecesaria de la vida, del i iccim iento vital. L a aparició n de la d ecad en cia es tan eseni lilimente n ecesaria co m o cu alq u ier su rg im ien to y av an ce de In vida, y n o se tie n e en la m an o el m e d io d e h a c erla d es«piirecer. P o r el con trario , la razón ex ig e q u e resp etem o s sus ilcrcchos.

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Es ignominioso que todos los socialistas sistemáticos crean que podrían darse circunstancias, com binaciones so ciales bajo las cuales el vicio, la enfermedad, el crimen, ki prostitución, la miseria, dejen de crecer... Esto significa con denar la vida... Una sociedad no es libre de perm anecer siempre joven. Incluso en sus más florecientes momentos de esplendoi tiene que dejar sus inmundicias, sus detritus. C.uanto con más energía y audacia vaya adelante, más rica será en fraca sos, en deformidades, y más cercana estará de la caída... L;i vejez no puede eliminarse con instituciones. Ni la enferme dad. Ni el vicio.

41 Fundam entos sobre la naturaleza de la decadencia: lo que hasta ahora hemos considerado com o sus causas son so lamente sus consecuencias. Con esto se modifica totalmente la perspectiva del pro blema moral. Toda la lucha moral contra el vicio, contra el lujo y el cri men, incluso contra la enferm edad misma, peca de ingenui dad, parece superflua: no hay posible «enmienda» (contra el arrepentimiento). La decadencia misma no es algo contra lo que pudiera lu charse: es absolutamente necesaria y propia de todas las épo cas, de todos los pueblos. Lo que se debe com batir con to das las fuerzas es la posible contaminación de las partes sanas del organismo. ¿Actuamos así? Hacemos todo lo contrario. Precisamente en este sentido se orientan los esfuerzos de la humanidad. ¿En qué modo se encuentran relacionados con este pro blema biológico fundamental todos aquellos valores que hasta ahora han venido considerándose com o superiores? L;i filosofía, la religión, la moral, el arte, etcétera.

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(La cura: por ejemplo, el militarismo, a partir de Napo león, que vio a la civilización com o su «enemiga natural».)

42 Lo que se tuvo hasta el presente com o causas de la dege neración son sus consecuencias. Asimismo, aquello que ha venido considerándose como nira de la degeneración, son simples paliativos contra cierIhn efectos de ella: los «curados» no son más que un tipo de los degenerados. Consecuencias de la decadencia: el vicio: la viciosidad; la enfermedad: la diátesis epidémica; el crimen: la criminaliildtl; el cebilato: la esterilidad; el histerismo: la abulia; el almholismo: el pesimismo; el anarquismo: el libertinaje (lam inen el espiritual). Los calumniadores, los subversivos, los escépticos, los destructores...

43 Sobre el concepto «décadence». I) La duda está m otivada por la decadencia, igualmente que el libertinaje del espíritu. .’) La corrupción de las costumbres está m otivada tam bién por la decadencia (debilidad de la volición, necesidad ile estimulantes muy fuertes). ') Los m étodos curativos, sicológicos y morales, no alIeiiui la marcha de la decadencia, no la contienen, son fisio lógicamente nulos. I lay que considerar la gran nulidad de estas «reacciones» |iielenciosas; no son más que formas de narcotización utili/iiilas contra ciertas consecuencias fatales; no logran elimiimi totalmente el elemento morboso de la decadencia; no pa

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san, a m en u d o , de ser intentos hero ico s del h o m b re p a ra anu lar la d ecad en cia, p ara e lim in ar un m ín im o de su nocividad. 4) El nihilism o rio es un m otivo, sino ún icam en te la ló g ica de la decadencia. 5) E l « b ueno» y el «m alo» son tan solo dos tipos de la decadencia: se m an tien en unidos ante todos los fenóm enos fundam entales. 6) L a cuestión social es solo un resultado de la decadencia. 7) Las en ferm edades, sobre todo las n erviosas y cerebra les, son signos de que falta la fu erza d efen siv a de la n atura leza fuerte; sucede ig u alm ente incluso con la irritabilidad, de forana que el p lacer y el d esp lacer se conv ierten en p ro b le m as de prim era m agnitud.

44 Tipos m ás co m u n es de la decadencia: 1) C rey end o en co n trar rem ed io s se eligen los q u e acele ran el ag otam iento: en tre ellos está el cristian ism o (por citar el caso m ás generalizad o del instinto de ap o y arse en falso); en tre ellos está el «progreso». 2) Se p ierde la fu erza d e resisten cia co n tra las ex citacio nes — estam o s condicio n ad o s p o r la casualidad— se au m en tan y ex ag eran las ex p erien cias h asta lo m onstruoso... una « d esp erso n alizació n » u n a disg reg ació n de la voluntad; a esto co rresp o n d e to d a u n a clase de m oral: la m oral altruista, la que lleva a to d as h oras « la p ied ad » en los labios; en ella lo esencial es la d eb ilid ad d e la perso n alid ad , de m anera que vib ra al u n ísono y tie m b la co n stan tem en te co m o u n a cuerda m usical so breexcitada... u n a irritabilidad extrem a... 3) Se con fu n de la c au sa con el efecto; no se entien d e la decad en cia e n su sen tid o fisio ló g ico , y se ve en sus conse cu en cias últim as la c au sa real de la dolencia; a esto corres p o n d e to d a la m oral relig io sa

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LA V OLUNTAD DK PODF.R

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■I) Se anhela un estado en el que ya no se sufra. Se connlili-ra a la vida como «I motivo de todos los males; se aprerlnii los estados inconscientes e insensibles (el sueño, los ilrsvanecimientos) como incomparablemente más valiosos los conscientes; de aquí una m e to d o lo g ía .

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Sobre la higiene de los «débiles». —Todo lo que se hace tumido en la debilidad fracasa. Moral: no hacer nada. Pero Id peor es que precisamente el poder de renunciar a la ucuon. de no reaccionar, es el más afectado bajo el indujo tic la debilidad: no se reacciona nunca más rápidamente V ciegamente que cuando no debería reaccionarse en ab soluto... El vigor de una naturaleza se muestra en el contener v retrasar la reacción; una cierta a5ia q u iso co m p ren d er la naturaleza en la m oral, que ya había quitado su valo r a los dioses griegos co n su concepto del

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«bien», que ya era judío y una especie de beato (¿aprendió en Egipto?).

203 Estas pequeñas virtudes de rebaño no llevan de ninguna form a a la «vida eterna»; el sacarlas de este modo a escena, y a uno mismo con ellas, puede parecer muy inteligente, pero para el que tiene los ojos abiertos sigue siendo la más ridicula de todas las com edias... No se alcanza de ninguna forma un privilegio en la tierra y en el cielo cuando se ha hecho a la perfección el papel de una hermosa y pequeña ovejita; se será con ello, en el mejor de los casos, sim plem ente un pe queño, bonito y absurdo carnerito, con cuernos y todo, y esto siempre que no se reviente de vanidad, ni se escandalice con actitudes de juez. Es m onstruosa la apoteosis de colores con que se ilumi nan aquí las pequeñas virtudes; ¡como si fueran reflejos de cualidades divinas! La intención natural y la utilidad de todas las virtudes se si lencian sistemáticamente; tienen valor únicamente en relación con un mandam iento divino, con un ejemplo divino, solo en relación con bienes espirituales y del más allá: (magnífico: como si se tratase de la «salud del alma»; pero era un recurso "provisional» con los sentimientos más bellos posibles).

204 La ley, form ulación fundam entalm ente realista de ciertas necesidades de conservación de una com unidad, prohíbe ciertas acciones en una dirección determ inada, es decir, im pide que se dirijan contra la com unidad; no prohíbe el senti miento de donde brotan estas acciones, puesto que necesita las m ism as acciones en otra dirección, es decir, contra los

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enem igos de la com unidad. Entonces aparece el idealista m oral y dice: «D ios ve los corazones, la acción m ism a en sí no es nada; hay que elim inar los sentimientos de enem is tad de donde brotan...». En circunstancias norm ales se ríe uno de esto; solo en esos casos excepcionales en que una com unidad vive absolutamente fuera de toda precisión, cuan do lucha por su existencia, se tienen oídos para tales cosas. Nos abandonam os a un sentim iento cuya utilidad ya no se concibe. Este fue el caso, por ejemplo, cuando apareció Buda den tro de una sociedad muy apacible e, incluso, intelectualmente fatigada en exceso. Igualm ente sucedió con la prim era com unidad cristiana (tam bién com unidad judía), cuya premisa era la sociedad ju día absolutam ente apolítica. El cristianismo podía sólo creer en el terreno del judaism o, es decir, dentro de un pueblo que ya había renunciado a lo político y que vivía una especie de existencia parasitaria dentro del orden romano de las cosas. El cristianismo fue un paso más allá: llegó a «castrarse» to davía m ucho más, las circunstancias lo permitían. Se sepa ran la naturaleza y la moral cuando se dice: «A m ad a vues tros enemigos», puesto que entonces lo natural «Amarás a tu prójim o y odiarás a tu enem igo» pierde su sentido en la ley (en el instinto); hay que buscar entonces un nuevo funda mentó para el am or al prójim o en primer lugar (como una es pecie de am or a Dios). En todas partes se introduce la i dea de D ios y se suprime la idea de utilidad; en todas partes se niega el verdadero origen de toda moral; se aniquila de raí/ la dignificación de la Naturaleza, que consiste precisamenie en el reconocim iento de una moral natural... ¿D e dónde viene el poder de seducción de semejanie ideal perteneciente a una hum anidad castrada? ¿Por qué im nos repugna com o nos repugna la representación del cas trado?... A quí está la respuesta: la voz del castrado tampoco nos repugna a pesar de la m utilación que la causa, se ha lu cho m ás dulce... Precisam ente por haber privado a la virtud

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de sus «miembros viriles» la virtud ha adquirido una ento nación femenina que antes no tenía. Pensemos, por otra parte, en la horrible dureza, en los p e ligros y la incertidumbrc que com porta una vida de virtudes viriles — la vida de un corso actual o la de un árabe pagano (que es parecida incluso en particularidades a la del corso: sus canciones podían haber sido com puestas por los corsos)— , así se com prende cóm o precisam ente la clase m ás robusta de hom bre se deja fascinar y conm over por el voluptuoso so nido de la «bondad» de la «pureza»... A lgo pastoral..., un idi lio..., el «hombre bueno»: cosas semejantes tienen su efecto más profundo en las épocas en que la tragedia recorre las calles. * * * Con esto hemos reconocido también hasta qué punto el «idealista» (castrado de ideales) procede igualmente de una realidad muy determ inada y no es sim plem ente un fanta sioso... Hemos reconocido, precisamente, que para su clase de realidad no tiene ningún sentido una prescripción tan gro sera que prohíbe determ inadas acciones (porque el instinto está justam ente debilitado para efectuar estas acciones por una larga falta de entrenamiento, por una pobreza de ejer cicio). El «castratista» formula una sum a de nuevas condi ciones de conservación para los hombres de una especie muy determinada: en esto es realista. Los m edios de que se sirve para imponer su legislatura son los mismos que utili zaron los antiguos legisladores: la apelación a toda clase de miloridad, a «Dios», la utilización del concepto «falta y casligo», es decir, que se sirve de todo el acopio del antiguo hleal, pero con una nueva significación; por ejemplo, ha ciendo interior el castigo (como remordimiento de concien cia). En la práctica esta especie de hombre desaparece en m anto cesan las condiciones excepcionales de su existencia; mía especie de felicidad de isleño tahitiano, com o era la vida

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del pequeño judío de la provincia romana. Su única hostili dad natural proviene del terreno en el que crecieron: contra él necesitan luchar, contra él deben dejar desarrollarse, de nuevo, los instintos ofensivos: sus enem igos son los partida rios del antiguo ideal (esta especie de enem istad está magní ficam ente representaila por Pablo en relación con los judíos, y por Lulero en relación con el ideal escético sacerdotal). La form a más suave de esta enemistad es seguramente la de los primeros budistas: quizá a nada han dedicado más es fuerzo que a desanim ar y debilitar los sentim ientos de ene mistad. La lucha contra el resenlimiento aparece casi com o la primera tarea del budista: solo con esto se garantiza la paz del alma. Separarse, pero sin rencor: esto presupone una humani dad asombrosamente suavizada y dulcificada, una humanidad santa.

* * * La habilidad del castratism o moral. ¿Cóm o se lucha con tra los afectos y valoraciones viriles? No se tienen m edios de violencia física, solo se puede hacer una guerra de astucia, de hechizo, de mentira; en una palabra, una guerra «del espíritu». Primera receta: se acapara en general la virtud para su ideal; se niega el ideal más antiguo hasta convertirlo en una oposi ción a todo ideal. Para ello es necesario un arte de la calumnia. Segunda receta: se establece su tipo com o m edida de va lor: se le proyecta en las cosas, tras las cosas, tras el destino de las cosas, y se le llam a Dios. Tercera receta: se establece a los enem igos de este ideal com o enem igos de Dios: se inventa el derecho al gran phato.\. al poder, a m aldecir y a bendecir. C uarta receta: se hace derivar todo sufrim iento, todo lo es pantoso. lo terrible y lo fatal del destino, de la oposición a este ideal: todo sufrim iento es un castigo, incluso entre lu\ m ism os partidarios (se trata de una prueba tan solo, etcéteni >

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Q uinta receta: se llega hasta considerar la Naturaleza com o contradicción con el propio ideal; se considera como una prueba de paciencia, com o una especie de m artirio, el te ner que soportar lo natural durante tanto tiempo; se ejercita uno en practicar el desdén por medio de gestos y maneras, hacia todas las «cosas naturales». Sexta receta: la victoria de la contranaturaleza, del castratismo moral, el triunfo del m undo de lo puro, lo bueno, lo li bre de pecado, lo santo, se proyecta en el futuro com o final, térm ino, gran esperanza, com o «venida del reino de Dios». ... Yo espero, ¿podem os todavía reírnos del ensalzam iento de una pequeña especie a la categoría de m edida absoluta del valor de las cosas?...

205 Lo que no m e gusta, sobre todo, en aquel Jesús de Nazaret o en su apóstol Pablo, es el hecho de que metieran tantas cosas en la cabeza de las pequeñas gentes, com o si tuvieran alguna im portancia las hum ildes virtudes de estas. Hemos pagado esto dem asiado caro: porque ellos han despresti giado las cualidades más valiosas de la virtud y del hombre; han enem istado entre sí la m ala conciencia y la conciencia del alm a noble; han descarriado las tendencias de valentía, generosidad e intrepidez, las inclinaciones excesivas de las almas fuertes, hasta llevarlas a la autodestrucción...

206 Hn el N uevo Testamento, y especialm ente en los Evange lios, no veo en absoluto nada divino; m ás bien encuentro una forma indirecta de expresar la m ás profunda rabia de negai ión y destrucción, una de las form as m ás indignas del odio. I'iilla todo conocim iento de las propiedades de una natura

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leza superior. Es un abuso impúdico de toda clase de probi dad; lodo el patrim onio de proverbios es explotado e im puesto; era necesario que viniera un Dios a decir a esos pu blícanos..., etcétera. Nada es más vulgar que esa lucha contra los fariseos con la ayuda de una apariencia de moral absurda y nada práctica; el pueblo siempre ha encontrado placer en un tmir de fo n e semejante. ¡Una acusación de «hipocresía» procedente de una boca semejante! Nada es más corriente que esta form a de tra tar al adversario: esto es un indicio que demuestra la más in sidiosa clase de distinción o la ausencia absoluta de esta...