La tradición histórica en el Cuarto Evangelio

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Este libro lo public6 Dodd diez anos despues de aparecer la «Interpretaci6n del cuarto Evangelio». Continua y completa su tematica, estudiando el caracter hist6rico de Jn, que solo de paso y someramente habia enunciado en el epilogo del anterior. El Evangelio de Juan es eminentemente teol6gico, pero los hechos en el narrados responden a una indudable realidad hist6rica, al igual que en los sin6pticos. Su divergencia radica en que utiliza una tradici6n paralela, aunque independiente, pero no menos real que la utilizada por ellos. La critica del XIX y luego la «Historia de las f ormas» exageraron esa dif erencia entre ellos, como si los sin6pticos solo fuesen relatos hist6ricos y J n meramente «espiritual», con una teologia abstracta revestida de simbolismo. A este tema tan grueso y delicado consagra Dodd todo este libro, estudiando primero los relatos: la pasi6n, el ministerio publico (curaciones, milagros) y los relacionados con Juan Bautista. Luego analiza con toda clase de porfnenores los discursos, dialogos, dichos y par!zbolas; los que son comunes a Jn y sin6pticos y los de redacci6n exclusiva. T odo nos lleva, segun Dodd, a creer que tras el Evangelio de Juan subyace una antigua tradici6n independiente de la de los otros Evangelios, que debe considerarse seriamente como basica contribuci6n al vivir hist6rico de Jesus. Como ya se hizo con la «I nterpretaci6n de[ cuarto Evangelio», tanto la versi6n castellana como la riqueza tipografica -textos hebreos y griegos- responden a la importancia de la obra.

Publicados anteriormente: I nterpretaci6n de! cuarto Evangelio. 476

p~ginas. Las parabolas del Reino. 200 pags. · La Biblia y el hombre · de hoy. 190 pags.

En la sobrecubierta: La resurrecci6n de Lazaro. Pintura en oro sobre vidrio. Siglo Museo Vaticano.

1v.

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I. Antigua T estamenta I. 886 pags . II. Antigua Testamenta II. 766 pags. III. Nueva Testamenta I. 638 pags. IV . Nueva Testamenta II. 605 pags. V. Estudias sistematicas. 959 pags .

EDICIONES CRISTIANDAD

LA TRADICION HISTORICA EN EL CUARTO EVANGELIO

BIBLIOTECA BIBLICA CRISTIANDAD La dirige A. DE LA FUENTE ADANEZ

Titulos publicadas: COMENTARIO BIBLICO «SAN JERONIMO». 5 tomos.

I. Antiguo Testamento I. 886 pags. II. Antiguo Testamento II. 766 pags. III. Nuevo Testamento I. 638 pags. IV. Nuevo Testamento II. 605 pags. V. Estudios sistematicos. 956 pags.

G. E. WRIGHT: Arquealogia Biblica. 402 pags. y 220 ilustraciones.

R. DE VAux: Histaria Antigua de Israel. 2 tomos, 454

y 366 pags.

W. ErcHRODT: Tealogia de! Antigua Testamenta. 2 tomos. I. Dios y pueblo. 478 pags. II. Dios y mundo.-Dios y hombre. 558 pags.

M. NoTH: El munda de! Antigua Testamenta. Intraducci6111 a las ciencias auxiliares de la Biblia. 400 pags.

J. }EREMIAS: Jerusalen en tiempas de Jesus. Estudia ecan6mica

y sacial del

munda del Nuevo Testamenta. 410 pags.

J.

LEIPOLDT/W. GRUNDMANN: Et mundo de! Nueva Testamenta. 3 tomos. I. Estudio hist6rico-cultural. 750 pags. II. Textos y documentos de la epoca. 447 pags. III. EI mundo del NT en el arte. 80 pags. y 323 ilustraciones.

P. BoNNARD: Evangelia segun san Matea. 632 pags. C. H. Doon: Interpretaci6n de! cuarta Evangelia. 476 pags. C. H. Doon: La tradici6n hist6rica en el cuarta Evangelia. 450 pags.

C. H. DODD

LA TRADICION HISTORICA EN EL

CUARTO EV ANGELIO

EDICIONES CRISTIANDAD

Huesca, 30-32 MADRID

Publicado por la Cambridge University Pres Londres 1963, 3 1965 Con el dtulo HISTORICAL TRADITION IN THE FOURT GOSPEL

T raducci6n de

'J. Lms

ZUBIZARRETA

Derechos para todos los pafses de lengua espafiola en EDICIONES CRISTIANDAD, SL Madrid 1978 Dep6sito legal: BU - 229. -1978

ISBN 7057-216-4

Printed in Spain

Imprenta de Aldecoa. Diego de Siloe, 18. - Burgos

19758

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QVAESTIONIBVS

COMMVNITER GRATVS

MCMXXXVII

MCMXLIX

AC

VACABANT MEMOR

D. D. AVCTOR

CONTENIDO

Prefacio a la primera edici6n ...

11

Introducci6n . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . ..

13

PRIMERA PARTE

LOS RELATOS

I.

El relato de la pasi6n . . . . . . . . . . . . . . .

Observaciones preliminares . . . . . . Testimonios . . . . . . . . . . . . . . . . . . La despedida . . . . . . .. . ... EI prendimiento EI juicio . . . . . . . . . . . . . . . La ejecuci6n . . . . . . . . . . . . EI reencuentro ... ... ... ... ... ... ... ...

35 45 63 77 93 130 145

El ministerio publico . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .

159

1. 2. 3. 4. 5. 6. 7.

II.

1. 2. 3. 4.

5.

III.

33

Preludio de la pasi6n . . . . . . . . . . . . . . . Relatos de curaciones . . . . . . . . . . . . . . . Multiplicaci6n de los panes y relatos contiguos La conversi6n del agua en vino y la resurrecci6n de Lazaro . .. .. . . . . . . . ... . .. .. . . . . .. . .. . .. . Pasajes de transici6n y noticias topograficas

Juan Bautista y los primeros disdpulos 1. 2. 3: 4. 5.

Datos preliminares . . . . . . . . . . . . . . . EI testimonio de Juan (1,19-37) ... Juan en En6n junto a Salin (3,22-30) . . . EI Bautista en el cuarto Evangelio y en los sin6pticos Los primeros disdpulos (1,35-51) ... ... ... ... ...

161 182 202 228 238 253 255 257 283 291 304

SEGUNDA PARTE

LOS DICHOS

I.

Discurso y dialogo en el cuarto Evangelio

317

II.

Dichos comunes a Juan y a los sin6pticos

335

III.

Parmas parab6licas . . . . . . . . . . ..

365

IV.

Secuencia de dichos ...

385

V.

Predicciones . . . . . . . ..

403

Resumen y conclusi6n . . . . . . . . .

„. . . . „. . . . . . . . . . . ..

417

Index locorum ...

427

Index nominum ...

449 LISTA DE LOS CUADROS

1.

2. 3. 4. 5.

6. 7.

«Testimonio» en el relato de la pasi6n ... La triple negaci6n de Pedro . . . . .. Tres relatos de la unci6n hecha por una mujer Relatos de curaciones. Grupo I . . . . . . . . . . .. Relatos de curaciones. Grupo II Relatos de curaciones. Grupo III ... La multiplicaci6n de los panes . . . . . . . . . . ..

45 96 172

183 189 197 206

PREFACIO A LA PRIMERA EDICION INGLESA

Este libro reune un ciclo de conferencias pronunciadas en la Universidad de Oxford durante el curso 1954-55. EI contenido de las conferencias se recoge en la Introducci6n y en 1a Primera Parte I y II, si bien la versi6n que aqui ofrezco es bastante mas extensa que las conferencias. EI conjunto de la obra puede considerarse como una continuaci6n de mi libro anterior La interpretaci6n de! cuarto Evangelio o como una ampliaci6n del apendice de tal libro, titulado «Reflexiones sobre la historicidad del cuarto Evangelio». A lo largo de cincuenta afios he aprendido mucho acerca de este evangelio no solo en libros, sino tambien en conversaciones y discusiones con colegas dedicados al estudio del Nuevo Testamento, aunque no todo lo que he aprendido de ellos podria remitirlo ahora a sus fuentes. Pero aqui intento estudiar nuevamente el Evangelio tal como ha llegado hasta nosotros, y ello con la mirada puesta en el problema hist6rico. Cuando presento datos o sugerencias ajenos, procuro indicarlo expresamente. No obstante, pido disculpas si, por ignorancia u olvido, no lo hago en algun momento. Es claro que muchas de mis observaciones han sido formuladas previamente por otros: vivant qui ante nos nostra dixerunt! Pero tal como aparecen aqu1 son fruto de un estudio personal de acuerdo con un enfoque concreto, y espero que resulten utiles para ese esfuerzo colectivo gracias al cual se ira ampliando nuestro conocimiento del Evangelio.

C. H. D.

INTRODUCCION «La Tradici6n hist6rica en el cuarto Evangelio». Pero (existe algo parecido a una tradici6n hist6rica en los evangelios? La rebeli6n contra el «historicismo», que se declar6 en Alemania durante la segunda decada de este siglo, tard6 algun tiempo en producir todo su impacto en el pensamiento teol6gico de nuestro pais. Pero en los ultimos afios su influjo ha sido vasto y profundo. EI clima de nuestros estudios se ha transformado. Algunos de los te6logos mas influyentes de nuestro tiempo piensan que la «busqueda del Jesus hist6rico», que estimul6 el estudio critico del Nuevo Testamento en el siglo xrx, no es una empresa provechosa ni siquiera realizable. Seglin ellos, el estudio del simbolismo y tipologfa teol6gicos incorporados en los evangelios nos ayudara mas a comprenderlos que cualquier intento de establecer un residuo de datos objetivos. Despues de todo, los evangelios fueron escritos -por decirlo con la f6rmula de moda~tros pueden ser verdades divinamente inspiradas, pero que el, historiador, debe considerar como una «ideologfa» particular), es posible que quede sorprendido de que juzguemos tales ·caracterfsticas -incluso expresadas en los terminos mas e:xtremos- razones suficientes para excluir los evangelios de una consideraci6n seria en cuanto fuentes hist6ricas. Porque el historiador esta familiarizado con documentos de una naturaleza igualmente poco prometedora y, sin embargo, sabe que, sometiendolos a una crftica adecuada, puede obtener de ellos resultados de s6lido valor hist6rico. En un tiempo, los poemas de Homero eran considerados -de mödo muy parecido a como algunos modernos quieren hacernos considerar los relatos bfblicoscomo un. conjunto de alegorfa sagrada que debfa ser interpretado por expertos en estas materias. En mis afios de colegio, se soHa clasificar con toda tranquilidad su contenido en la categorfa de mito. Hoy dfa se piensa que, sometidos a un serio analisis crftico, esos mismos poemas pueden servir de valiosas fuentes de informacion para la historia del oscuro perfodo que va de la ca{da de Knossos a las invasiones d6ricas. Pero esto es ya una vieja historia. Mas recientemente, en nuestros mismos dfas, los historiadores estan teniendo un sorprendente exito en sus esfuerzos por obtener informaci6n hist6rica fehaciente de las tradiciones populares de diversas sociedades, por muy llenas que esten de leyenda y mito. Es, en gran parte, cuesti6n de aplicar metodos adecuados de crftica al estudio del material de este genero. En vista de los exitos contemporaneos conseguidos en este campo, podrfamos perdonar al historiador si piensa que estamos arrojando la toalla demasiado facilmente y si acierta a escuchar, cuando cantamos las alabanzas del nuevo metodo de investigaci6n de los evangelios, un suspiro un tanto sofocado de alivio por escapar de un problema especialmente difkil y embarazoso. Es evidentemente cierto que el problema hist6rico de los evangelios entrafia de hecho una dificultad especial. EI panorama de la larga serie de fracasos 0 de dudosos exitos en el esfuerzo por resolverlo, como yacen emhalsamados en el dep6sito de cadaveres de la Geschichte der Leben-Jesu-Forschung de Schweitzer, no es alentador. Sin embargo, existen s6lidas razones teol6gicas que nos impiden considerar unilateralmente los evangelios como no hist6ricos. No en vano repudi6 Ja Iglesia primitiva el gnosticismo con toda su amplitud y sutileza cspeculativa y con su fantastica mitologfa. Es posible -aunque no me resulta personalmente tan evidente como parece serlo a muchos de mis colegas en este campo- que los evanirelistas no tuvieran ningun interes biografico. Pero no es menos posible que, incluso al escribir «desde la fe y para la fe», induyeran, quiza inconscientemente, algunos hechos que para nosotros podrfan tener un interes biografico. En cualquier caso, digan lo que quieran los te6logos, es un claro deber del historiador hacer uso de toda posible fuente de infor-

INTRODUCCION

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macion en su esfuerzo por enterarse de los datos reales relativos a un episodio historico que, desde cualquier punto de vista, fue influyente y trascendental. Estas son las razones que me mueven a volver a un tema tan manido como el de la existencia y alcance de posibles elementos historicos en el cuarto Evangelio. A pesar de todo lo que se ha dicho y escrito a lo largo de un prolongado debate, es posible que un acetcamiento al problema desde un angulo relativamente diferente resulte provechoso y haga avanzar la discusion. EI .cambio en el dima teologico a que he aludido ha resultado ser positivo para los estudios joaneos en diversos aspectos. 1) En primer lugar, estos estudios se han beneficiado del mero hecho de que el problema de la «historicidad» haya pasado durante algtin tiempo a segundo plano. EI debate sobre «la historicidad del cuarto Evangelio» habfa llegado casi a un punto muerto hacia la primera decada del presente siglo. Se habfan estudiado todos los temas importantes; solo se podfan afiadir puntos de menor relieve. EI debate se habfa hecho reiterativo. Cada una de las partes segufa convencida de su propia postura y era incapaz de convencer a sus adversarios. No solo eso, sino que una preocupacion desproporcionada por una discusion que nunca daba resultados definitivos sobre este unico aspecto del problema joaneo era un obstaculo para el estudio de otros aspectos del mismo problema. Invadfa la crftica de perjuicios. La discusion del -quiza insoluble- problema del autor del Evangelio adquirfa una importanda exagerada en virtud de la conviccion, compartida en lo esencial por ambas partes, de que de su solucion dependfa el juicio, positivo o negativo, sobre el valor del Evangeliö como fuente hist6rica. A su vez, las numerosas hip6tesis de division y los multiples esquemas de analisis de fuentes, que aparecieron en los primeros afios de este siglo, vistos retrospectivamente puede decirse que se inspiraban en el deseo de hallar una especie de documenta base al que el cdtico pudiera atribuir justificadamente la credibilidad historica que no podfa ya atribuir a la obra en su conjunto. Lo mas grave de todo era que el histöricismo dominante impedfa una apreciaci6n adecuada del cuarto Evangelio tal como hoy se nos presenta. Esto llev6 a algunos a minusvalorarlo, a otros a estimarlo por razones precarias 1. En el nuevo clima de nuestro tiempo, en el que 1a 1 A mi juicio, no serfa injusto decir (como generalizaci6n que requeriria alguna restricci6n) que la tendencia conservadora o tradicionalista tendfa 11 considerar al cuarto Evangelio como el relato mas autorizado de la ensefianza de Jesus, por ser la obra de su mas fntimo disdpulo, mientras que la. es.cuela liberal, tras haber decidido contra la «historicidad» de la obra, consideraba esta ensefianza un conglomerado de ideas tomadas del helenismo popular y colocadasi en un contexto «deutero,paulinm>. En cuanto al relato, la exactitud objetiva de las narraciones de milagros era vital para una escuela, mientras que la otra, para la que los milagros en cuanto tales eran escandalo, se alegraba de poder pres-

16

INTRODUCCION

naturaleza religiosa y teol6gica de los evangelios ocupa la atenci6n principal, es mas Heil apreciar este Evangelio en su valor real, en todo su alcance e intenci6n. Era de hecho necesaria, como condici6n previa para un progreso ulterior en la discusi6n del problema hist6rico, una nueva apreciaci6n de la naturaleza de la obra, de la mentalidad del autor, de la orientaci6n de su pensamiento y de su actitud hacia los temas que trata. Gracias al trabajo realizado en este campo podemos ahora plantear de nuevo el problema. Pues, cuanto mas claramente se examina la postura teol6gica del cuarto Evangelio, mas claramente se ve que entrafia una referencia a 1a historia. Esto ha estado implkito en gran parte del reciente movimiento, al menos en este pal'.s. Un hito en ese movimiento es el gran comentario, aunque incompleto, de Hoskyns y Davey. Se trata de un comentario declarada y rigorosamente «teo16gico». El autor del libro y el director de la edici6n lamentan la · preocupaci6n de los crfticos por el problema de 1a «historicidad», miran con sospecha cualquier intento de distinguir entre los hechos mismos y su interpretaci6n y desalientan toda esperanza de encontrar respuesta a la pregunta de si el cuarto evangelista disponfa de informaci6n fehaciente sobre los hechos mas alla de la que podemos recabar de los evangelios sin6pticos. Reconocen, sin embargo, y lo afirmah con el mayor enfasis posible, que la teologfa joanea tiene su centro en la persona hist6rica y en la actividad hist6rica de Jesucristo. «La tensi6n hist6rica del cuarto Evangelio» -dicen-- no ha de ser resuelta a la ligera por ninguna teorfa que coloque al evangelista «bajo la acusaci6n de inventar la historia o de utilizarla meramente como simbolismo» 2 • Pero, si esto es verdad, parece que nos vuelve a llevar, por un camino diferente, al problema de la historicidad. 2) En segundo lugar, se ha puesto bajo una nueva luz la comparaci6n entre el cuarto Evangelio y los sin6pticos. Que eXiste una verdadera diferencia entre ellos es algo que ha sido siempre manifiesto para los lectores clarividentes de los evangelios desde que Clemente escribi6: «Juan, viendo que los hechos corporales habfan sido ex· puestos claramente en los [anteriores] evangelios ... , compuso un evah· gelio espiritual» 3. Pero la cdtica del siglo x1x exager6 la diferencia, como si los evangelios sin6pticos fueran completamente «somaticos» y el de Juan solo «pneumatico», en otras palabras, como si los sin6p~ ticos solo nos ofrecieran simples y puros hechos hist6ricos y Juan cindir libremente de ellos. Al menos, en las presentaciones semipopulares de la postura liberal, el cuarto Evangelio apareda como una obra de segunda categorfa, mientras que la alta estima conservadora se mantenfa o cafa segiln el eriterio de la «historiddad». 2 Op. cit., Introducci6n, XXXIV. Estoy totalmente de acuerdo con mucho de lo que dicen y con las Hneas generales del argumento, pero no veo que todo ello haga de la cuesti6n hist6rica -wie es eigentlich geschehen ist- un problema ilegitimo o poco importante o bien insoluble en principio. 3 Eusebio, H.E., VI, 14,7.

INTRODUCCION

17

solo teologfa abstracta revestida de simbolismo. La nueva escuela critica reconoce la presencia de «Historia e Interpretacion en los Evangelios» (por citar el tltulo del influyente libro de R. H. Lightfoot) ---:-tanto en los sinopticos como en Juan- y cree que no se puede prescindir y dejar de lado comodamente el factor de interpretacion, como Gemeindetheologie, quedandose con un res~duo que serfa pura informacion objetiva; en su opinion, la interpretacion forma parte integrante de la estructura de los evangelios. La diferencia del cuarto . Evangelio con respecto a los otros es que su interpretacion no solo esta expresada en diferentes formas de pensamiento, sino que es tambien deliberada, coherente y teologica en sentido pleno, como no es la de los sinopticos. y si hay mas del elemento «espiritual» de i.nterpretacion en los sinopticos, es posible que haya tambien mas del elemento. «corporal» de hechos en Juan que lo que admitfan los cdticos anteriores. En cualquier caso, cada version exige ser considerada por sus propios meritos, teniendo siempre en cuenta las diferentes intenciones de los evangelistas y el diverso contexto vital que es propio de cada una de las presentaciones de los hechos. 3) En tercer lugar, la nueva actitud hacia nuestros documentos ha sido acompafiada del desarrollo del metodo de la Formgeschichte o «crftica de las formas» 4 y esto ha alterado las condiciones de nuestra investigacion en diversos modos, pero muy especialmente por haber llamado nuestra atencion sobre la tradicion preliteraria o, al me" nos, no literaria que subyace en nuestros evangelios escritos y en sus hipoteticas fuentes documentales. La antigua «hipotesis oral», que solfa ser propuesta como solucion del problema sinoptico, estaba ya anticuada para comienzos de este siglo. Los mejorados metodos de la critica documentaria, desarrollada en la segunda mitad del siglo XIX, se recomendaban por sf mismos merced a su mayor precision y a la posibilidad que ofreda de presentar los argumentos con estadlsticas objetivas de coincidencias y discordancias. Paredan abrir un camino mas «objetivo» para explicar los fenomenos. Y, de hecho, sigo creyendo personalmente que la «hipotesis de las dos fuentes» ofreda, dentro de sus llmites, una solucion basicamente capaz de resistir a todos los ataques, si bien es posible que tal hipotesis necesite algunas modificaciones. Sin embargo, esta solucion cubrfa solo aquellas 4 Casi todos los que han escrito en este pafs sobre la Formgeschichte bfblica remiten a autoridades alemanas o escandinavas. Pero no se ha de olvidar que tenemos Formgeschichte inglesa a gran escala en los masivos volillnenes de H. M. y N. K. Chadwick, The Growth of Literature (Cambridge). El breve libro de Chadwick, The Beginnings of Russian History, es un ejemplo brillante de aplicaci6n del metodo a la elucidaci6n de un perfodo especialmente oscuro. El volumen Studies in Early British History, de Chadwick y otrös, aplica el mismo metodo al estudio de las primitivas tradiciones irlandesas y galesas. Incluso las leyendas del rey Arturo han sido tratadas. Otros escritores estan haciendo ·lo mismo con la historia de los maodes de Nueva Zelanda, que se basa totalmente en la tradici6n oral; se estan realizando tambien trabajos del mismo. tipo sobre otros perfodos oscuros de la historia.

2

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INTRODUCCION

partes de los evangelios sin6pticos que corri'.an lo sufidentemente paralelas como para permitir una medici6n exacta de las coincidencias y las discrepancias. Cuando se extendi'.a el metodo de la investigaci6n de fuentes documentales a aquellas partes de Mateo y Lucas que no tienen paralelos 0 solo paralelos remotos, perdia su pretensi6n de objetividad y precisi6n. Ha resultado aun menos fructuoso ~a· mi juicio-'- al tratar el problema joaneo, ya que en este caso el area de paralelismo con los sin6pticos es extremadamente limitada; en consecuencia, cualquier analisis de fuentes documentales · debe dar mayor cabida a la conjetura o incluso a la ·especulaci6n y resulta menos convincente cuanto mas detallado pretende ser. Pero, mientras la critica documenta! iba llegando a un punto muerto, la aplicaci6n de la critica formal abria nuevos caminos de aproximaci6n. Comenz6 estudiando las varias formas literarias a que pertenecen los diversos escritos del Nuevo Testamento 5 , pero suseit6 enseguida un interes especial por la tradici6n oral subyacente ~n fos evangeliös, que habia sido descuidada durante tanto tiempo. Lo hizo bajo la influencia de algunos autores que habian aplicado este metödo a diversos tipos de tradici6n popular, tales como las sagas ger manicas y los relatos del Pentateuco. Se observ6 que gran parte del material de los evangelios sin6pticos podia ser descompuesto .en unidades reveladoras de rasgos que, segun habian descubierto. estos mismos autores, eran caracteristicos de la tradici6n oral popular. Se podrfa objetar al trabajo de algunos criticos de las formas en el campo del Nuevo Testamento que no han tenido siempre suficiente;rnente en cuenta la disparidad en el perfodo de tiempo de transmisi6n. No se puede esperar que una tradici6n con varios siglos de transmisi6n oral antes de su primera aparici6n en forma escrita revele canones y «leyes» directamente aplicables a otra que tiene solo una historia preliteraria mas breve que una vida humana normaL Es necesario. tener este hecho presente y, .aunque se utilice la valiosa experiencia de criticos formales en otros campos, abstenerse de insistir en que el .material neotestamentario debe conformarse necesariamente a los · mismos dnones. Pero, a pesar de todas las reservas que se puedan tep.er ante un entusiasmo que a veces ha puesto excesivas pretensiones en dicho metodo, es ciertamente verdad que los criticos de las formas nos han hecho un gran servicio al obligarnos a reconocer de nuevo la importancia de la tradici6n oral en el perfodo del Nuevo Testamento. La atenci6n otorgada a esta tradici6n tenia por primera finalidad penetrar en el oscuro perfodo que va de la muerte de Jesucristo. a la puesta por escrito del evangelio mas antiguo que poseemos. Pero .es importante · tener en cuenta que no nos encontramos ante un perfodo primitivo de tradici6n oral suplantado, en un momento dado, por otro perfodo de actividad literaria, sino que la tradici6n oral continu6 siendo un factor importante durante todo el perfodo del s Por ejemplo, P. Wendland, Die neutestamentlichen Literaturformen (1912).

INTRODUCCION

19

Nuevo Testamento e incluso mas · alla de este perfodo. Papfas; en la primera mitad del siglo . II, preferfa todavfa la rtradid6n öfal, si esta cexistfa, e Ireneö, hacia el final del mismo siglo, podfa citar coff gran respeto lo que habfa «oido de un cierto · presbfteroAue lo habfa ofdo de los que habfan visto a los ap6stoles» 6 • Tenemos que imaginarnos la vida de la lglesia, al igual que su fe y comuni6nj como algo alimentado y mantenido •por una tradici6n viva. Esta tradicion sirvi6, entre otras cösas, pata conservar y ttansmitir lo que se tecordaba y crefa .acerca de lo que Jesus habfa hecho, 'dicho y padecido; en ottas palabras, la materia: prima de· la coinposici6n de los· evangelios; todo .esto estaha aun muy vivo en. el momento en que se es~ cribi6 el cuarto Evangelio y en la: regi6n en que ( con tod.a pröbabi'" lidad) fue escrito. Hoy, esto consta con certeza 7 • El reconocimiento .de la contimiidad de la tradici6n oral ha. ido acompaiiado del reconocimiento de. que dicha tradici6n, precisament~ porque estab.a tan vitalmente relacionada con toda la vida .de una ,comunidad activa, fue configurada e influida por las condiciones; intereses y necesidades de varios grupos de la misma comunid.ad eri diversos perfodos: Por ejemplo, las afirmaciones sobre la vida„y doc~ trina de Jesucristo llev.an la impr.onta del cambiante «contexto vital» en que se form6 y circul6 la hadici6n. La tarea primaria de 1a '.crfti~ ca hist6rica de los evangelios es recuperar esta. tradici6n :en su µnidad y variedad, ·en cuanto funci6n de la continuada vida de la Igksia, ininterrumpida desde sus primeros dfas. De la naturaleza y contenido de la tradici6n as{ recuperada y descrita podemos espei:ar, .a su vez, remontarnos .a los acontecimientos mismos que la pusieron en marcha. Pues, sin ·. genero alguno de duda, la traü:ö-rric; (Hch 4,13; expresi6n que quiza equivalga a to1"ilJ1 i~~) a juicio de los expoese tiempo dificilmente punentes oficiales del judafsmo. Despues. do encontrar la oportunidad de subsanar deficiencias en su formaci6n, 24• Quiza exista un inodo mejor de explicar sus conocimientos del pensamiento helenista. «Galilea de los gentiles» estaba, despues de todo, abierta a la influencia helenl'.stica 25 • Mas _aun, la tradici6n que, nombra como autor al ap6stol Juan afirma tambien que este pas6 mµcho tiempo en Efeso, y que alll vivi6 hasta una edad muy avanzada. Pudo absorber mucho de lo que habfa «en el ambiente», ya · fuera a traves de. judfos helenistas conversos de la sinagoga, ya de ·'un modo mas directo. No podemos decir lo que una estancia de mas de media vida en esa estimulante atm6sfera .intelectual pudo influir 'en un hombre con una mente activa y abierta. Lo que nos debe hacer pensar es la cvmbinac.i6n de temas rabl'.nicos y helenl'.stieos, una combinaci6n.a un nivel muy profundo. No es imposible imaginar que el pescador galileo pudo convertirse en el acabado te6logo que encontramos en el cuarto Evangelio, pero me resulta difkil hacerlo 26 •

de

Cf. Ibid. pp. 30-86. . Algunos escritores recientes ·han defendido que nuestro evangelista estaba ihfluenciado por la secta de Qumran. He de· confesar que no puedo -discernir la estrecha y sorprendente afinidad entre el cuarto Evangelio y la literatura •de Qumran que ha sido detectada por algunos autores, cuyo conocimiento de esta literatura es mas amplio y profundo que e1 mfo. Por lo que yo conozco .del-·tema, estarfa dispuesto a aceptar el juicio de F. C. Grant (·The. Gose pels;· their Origin and Growth [1959} 175-176), de quien dto lo siguiente: .. «In-.. cluidos en el vasto. aparato de paralelos encontrados en la literatura religiosa helenistica, especialmente griega, egipcia y del Griente pr6ximo „: . los escasos patal.elos encontrados, .en los· textos . del Mar Muerto son de poca importancia. y repetitiv-Os. No hacen sino documentar una .vez mas el amplio ·sincretismo religiQ$O que existfa en ese perfodo y que influfa :en fos mas diverso~ tipos, d~ vida y pensamiento religiosos, incluso. el judfo y el esenio ---0 judaismo sec, tati~, especialmente en su simbolismo religioso». De ·tados modos, no veo razones:•·para decir que nuestm evangelista pudo aprender en Qumr:in el tipo .de pensiµni.ento rabfoico de que da prueba. Y, naturalmente, tampoco pudo per-. feccionar en ese drculo sus. conocimientos del pensamiento y · metodo literario helenfstico. La aplicaci6n del termino «helenistica» a la literatura de Qumran me patece muy poco esclarecedor. · _ ::f.5; .. ,un alumno de las escuelas rabinicas de Jerusalen no tenfa por que ign()rat.:el pensamiento griego. Cf„ por ejemplo, D. Daube,. The New Testament and' ß,abbinic Judaism. (1956) 86-89. 151,157; · y W. L. Knox, Pharisaism and Hellenzs111, en Oesterley (ed.), Judaism and. Cbristianity II (1937). ,.u ··lln .'argumento de nienor importancia, pero que; a mi juicio, tiene su peso,.. es. el sorpreridente hecho de que una .obra que procede directamente'. de uBofi~de los disdpi;ilos galfüms muestre tal indiferencia hacia· el ministeriq,,ga.23 24 .

28

INTRODUCCION

Este breve resumen quiere justificar la opm10n que he adoptado, a saber, que el problema de la paternidad es insoluble sobre la base de los datos que poseemos y que, consecuentemente, no se puede adoptar una teorfa concreta sobre el como premisa de un argumento en favor o en contra del valor hist6rico del Evangelio. Se ha de notar que, si se llega a abandonar la paternidad tradicional, no se gana. nada para lo que ahora nos interesa con solo sustituirla por un autor conjetural. Es sin duda posible que Ireneo se refiriera de hecho a Juan el presbfrero y, dado que sabemos poco sobre el presb!tero 0 sus antecedentes, este no estarfa expuesto a las objeciones que nos hemos sentido obligados a oponer a la candidatura del ap6stol Juan. Sin embargo, la teorfa que sustituye al ap6stol por el presb!tero (por muy popular que se haya hecho en este pa!s) no pasa de ser conjetural. Y si el presbfrero Juan es, de un modo oscuro, una personalidad hist6rica (como creo que lo es), la idea de un autor compuesto, resultado de la combinaci6n del disdpulo an6nimo que abandon6 al Bautista para seguir a Jesus (Jn 1,35-40), del disdpulo que era yvcuo'Toc:; 'Tc{> ö:pxuöpE"l (18,15), y del «disdpulo amadm> (en el supuesto de que no sea el hijo de Zebedeo), sigue siendo una mera hip6tesis y, para los fines de nuestra investigaci6n, una hip6tesis infructuosa 27 • Pero, de hecho, la cuesti6n de la paternidad no es tan importante para el problema de la historicidad como se ha supuesto. Incluso si fuera cierto que el Evangelio es obra de un disdpulo personal, no podrfamos pasar sin mas a la conclusi6n de que su relato es una transcripci6n de los hechos o que tiene la intenci6n de serlo. Nadie -supongo- pone en. duda que Platon, el autor de la Republica y del Bm1quctc, era un disdpulo personal de S6crates y, sin cmbargo, po· cos sostienen que los relatos del e11cue11tro con Pole111arco y Adeilileo, minimice su importancia y delate a lo largo de toda su obra lo que puede solo llamarse una perspectiva metropolitana (cf. infra, 249-251). Por muy importantes que sean los motivos teol6gicos en la selecci6n de los acontecimientos, sigue siendo extrafio que un autor cuya mente debi6 de estar lleria de recuerdos galileos nos ofrezca tan poco sobre- Galilea. Lo cual sigue siendo extrafio incluso si pensamo& que Juan, hijo de Zebedeo, fue durante alglin tiempo una «columna» de la lglesia de Jerusalen. Juan no se form6 durante ese tiempo, sino durante los afios en que acompafi6 a Jesus. 21 Si la balanza de las probabilidades se inclinara a favor de Ja paternidad de Juan hijo de Zebedeo, mucho de lo que decimos en las siguientes paginas requeriria alguna modificaci6n, pero pienso que no caeria por tierra. El material que aqui atribuimos a la tradici6n resultara que no es mas que el recuerdo del mismo ap6stol; pero incluso asi, es evidente que en un estadio concreto fue vaciado en el molde de la tradici6n corporativa de la lglesia (~c6mo no iba a ser asi si el ap6stol estaba activamente inmerso en el mismo ministerio de predicaci6n, ensefianza y liturgia que, ex hypothesi, configur6 la sustancia de los recuerdos que la lglesia conservaba de su Fundador?). Sin embargo, por las razones que aduciremos, no puedo pensar que esto sea una soluci6n probable al problema de la paternidad, si bien no puede decirse que sea imposible. En lo que sigue he usado el nombre de Juari para el autor --'-sin prejuzgar la cuesti6n- y no me ha parecido necesario escribirlo entre comillas.

INTRODUCCION

29

manto y de la cena de Agat6n describen necesariamente, con detalles exactos, incidentes hist6ricos de la vida de S6crates, y todavia menos afirman que los discursos de Trasimaco y Glauc6n, de Arist6fanes y Di6tima, o del mismo S6crates reproducen literalmente lo que dijeron estas personas e:n aquellas ocasiones. Tampoco podriamos sacar conclusiones similares si supieramos que el cuarto Evangelio es obra de un ap6stol. Si, por otra parte, nuestro autor no fue Juan, hijo de Zebedeo, es menos importante (para nuestra investigaci6n hist6rica) intentar darle un nombre que comprobar y valorar el tipo de material que utiliz6. Y, de hecho (para volver a lo que dedamos mas arriba}, el desarrollo de la critica formal ha tendido a desviar nuestra atenci6n de lo que fue una de las preocupaciones mas vivas de la critica del siglo XIX: el intento de asociar los evangelios o las fuentes subyacentes con personalidades excepcionales de la edad apost61ica, Marcos con Pedro, el hipotetico documento «Q» con el ap6stol Mateo, la fuente especial de Lucas quiza con Felipe y sus hijas profetisas, y el cuarto Evangelio con el hijo de Zebedeo o, a su falta, con el presbitero Juan. Hoy en dfa se subraya el caracter corporativo de la tradici6n en cuanto funci6n de la vida y del pensamiento de la comunidad cristiana, fuera cual fuera el canal de transmisi6n. Posiblemente ha habido una tendencia a ir demasiado lejos en esa direcci6n y ahora se esta comenzando a corregirla. En mayor o menor grado, la idiosincrasia y la situaci6n especial del autor individual y, en particular, el alcance de sus posibilidades de adquirir informaci6n de primera mano debieron de ser elementos importantes; y el cuarto evangelista revela sin duda una marcada individualidad. Su obra es, en una medida inigualada por los otros evangelios, una composici6n literaria original. Sin embargo, puesto que no sabemos quien fue su autor, el metodo mas seguto podra ser, sin duda, que analicetnos ante todo su forma particular de enfrentarse con la tradici6n comun.

PRIMERA PARTE

LOS RELATOS

I

EL RELATO DE LA PASION

3

1.

ÜBSERVACIONES PRELIMINARES

Los capitulos conclusivos de los cuatro evangelios se diferencian daramente del resto por su forma, caracter y contenido. Contienen un relato largo y continuo -el unico relato de ese tipo en todos los evangelios-, que procede paso a paso en una secuencia ordenada y unitaria. En cambio, las secciones anteriores de cada uno de los cuatro evangelios, con sus relatos sobre los dichos y hechos del ministerio publico de Jesus, carecen de esta unidad y continuidad. Los criticos de las formas que han estudiado la estructura de los sin6pticos, piensan que las unidades narrativas y didacticas son elementos constitutivos primarios de los evangelios, que conservan, incluso en su calidad de productos literarios, gran parte de la tradici6n oral en la que originalmente circularon. La distribuci6n en pericopas se considera como resultado de la labor de redacci6n de los evangelistas. Nada prueba que estos se sintieran obligados a seguir un esquema fijo. En el relato de la pasi6n, en cambio, los tres sin6pticos apenas difieren en el orden de los acontecimientos. A mi juicio, los intentos de demostrar que el relato de la pasi6n tuvo su origen, al igual que el del ministerio publico, en unidades separadas, no han tenido exito. Es posible que dos o tres de los incidentes que actualmente aparecen cn cl rclato fueran transmitidos por separado, pero, por lo general, cada incidente puede entenderse solo en el lugar que ocupa en la secuencia continua, dependiendo de lo anter10r y prep:mrnrln ln q11e sigue. EI hecho es que el intento de explicar el relato de la pasi6n como un conglomerado de unidades originalmente independientes es fundamentalmente err6neo. La critica formal depende en gran medida de la comparaci6n entre las formas contenidas en los evangelios y las de otras literaturas tradicionales. No cabe duda que tal comparaci6n revela algunas analogfas. Pero alH donde el relato de la pasi6n tiene analogfas con otras literaturas similares (y ninguna de estas analogfas va muy lejos ), las semcjanzas se encuentran en las leyendas o sagas sobre la batalla final y la muerte del heroe 1 ; en estos relatos la secuencia de los acontecimientos, en cuanto golpes consecutivos del destino, es intrinseca al relato. Lo mismo ocurre con el relato de la pasi6n. 1 La batalla del rey Arturo con Mordred, Rolando en Roncesvalles, la muerte de Hector en la Iliada, etc.

36

EL RELATO DE LA PASION

El cuarto Evangelio coincide en todo esto con el esquema general seguido por los sin6pticos. Tambien en el cuarto Evangelio encontramos la distinci6n entre la parte primera -el relato de los dichos y hechos del ministerio publico de Jesus- y el relato de la pasi6n. Tambien en este Evangelio el relato de la pasi6n sigue la misma secuencia general, sin apartarse del orden comun mas de lo que lo hacen los mismos sin6pticos entre si. Tambien aqui la primera parte esta compuesta por unidades separables de caracter narrativo o didactico, o de una combinaci6n de ambas. Es verdad que algunas de estas unidades son mucho mas largas y estan mas elaboradas que las de los sin6pticos' pero otras revelan una forma y caracter semejantes. EI cuarto evangelista, al igual que los otros, ha organizado aqui las diversas unidades con gran libertad. Parece claro que, si bien este Evangelio ·difiere en muchos aspectos notablemente de los otros, todos ellos han sido compuestos con la misma idea general de una ypo:cp~ EÖo:yyEALOU (cf. Ireneo, Adv. Haer., III, 1,2), debese esto al influjo de Marcos, la composici6n mas antigua de este genero que conservamos, o a la limitaci6n impuesta por una tradici6n preexistente seguida por todos los evangelistas. La distinci6n entre el relato de la pasi6n, donde todos siguen un mismo esquema, y el relato del ministerio publico, donde el orden es mas flexible, parece ser inherente a la idea de evangelio escrito. En otro lugar 2 he tratado de demostrar que en este punto los evangelios escritos delatan su procedencia del evangelio hablado o K~puyµo:, en el que, al parecer, la historia de la pasi6n era comunicada con enfasis y riqueza de detalles, mientras que el ministerio publico recibia menos atenci6n. Asi, pues, el relato de la pasi6n, unica secci6n en que los cuatro evangelios corren paralelos dutante un considetable espado con abundante material comparable, constituye el mejor punto de partida para nuestro estudfo. Sera conveniente tratar de determinar antes de nada el vu11Lu Ju11Je cu111ie11za ptopiarnenLe el relaLo Je la. pasi611 en los cuatro vai1gclios, analizando cl modo como cada cvangclista indica la transici6n. Marcos (14,1-11), tras concluir su relato del ministerio publico con un discurso que finaliza con la solemne recomendaci6n: ö OE uµi:v A.f.yüJ, TicXOLV AEY()), YPYJYOPELTE, indica un nuevo comienzo mediante la inserci6n de una fecha (la primera fecha precisa de su evangelio): ~V OE 'tO naoxo: KO:L TeX äi:;uµo: µETCx 060 fJµf.po:c;. Pasa luego a describir la situaci6n de aquel momento: las autoridades judias buscaban una oportunidad para arrestar a Jesus. Los verbos en imperfecto ( E/:;~Touv, EAEyov) demuestran que Marcos no esta relatando una decisi6n unica, sino describiendo c6mo se encontraban las cosas al comienzo de su relato. Ha intercalado aqu1 la narraci6n de la unci6n de Jesus hecha por una mujer en Betania, despues de lo cual indica un nuevo desarrollo de la situaci6n descrita mas arriba, relatando c6mo Judas hizo su traidora oferta a las autoridades y estas la aceptaron. 2

The Apostolic Preaching and its Developments (1936) 77-129, 164-173.

OBSERVACIONES PRELIMINARES

37

Esto esta narrado en aoristo: c:Xit~A.0Ev, Exapriao:v, ETITJYYE(A.o:v-ro. La situaci6n resultante esta descrita de nuevo en impeclecto:. E(,;~TEl ir&c; o:ö-rov EÖKa(pwc; ito:paf>o"i:. Todo esto da la impresi6ri de ser' una introducci6n preliminar al relato principal. La unci6n en Betania, que nö se encuentra en Lucas y que en Juan aparece en un momento anterior, parece estar introducida aquf por medio del tecurso favorito de Marcos de relatos «emparedados» 3 • Se trata evideritemente de un tipö de perkopa que pudo muy bien haber circulado por separado y que probablemente no formaba parte del relato original de la pasi6n. Pero el relato por fin comienza ahora de verdad. Tenemos de nuevo una fecha: -rTI Tipw-rn ~µEp~ -r&v c:X(,;uµwv, ÖTE -ro iraaxa ~euov, y en seguida se nos cuenta c6mo se hicieron los preparativos para la ultima cena. Desde este momento el relato fluye sin interrupci6n. Mateo (26,1-16) parece seguir de cerca a Marcos; llega incluso a insertar el relato de la unci6n. Sin embargo, hace algunos cambios significativos. Tras su f6rmula favorita de transici6n: Kal EYEVETO ÖTE ETEAEOEV 6 , I riooOc; Tiav-ro:c; wuc; A.6youc; TOUTouc;, transforma la simple indicaci6n de Marcos sobre la fecha en una solemne declac raci6n de Jesus: «Sabeis que pasado mafiana es la Pascua y que eritregaran a1 Hijo del Hombre para que lo crucifiquen». Tambien la breve puesta en escena de Marcos -las autoridades andaban buscando una oportunidad para llevar a cabo el arresto-- es sustituida por una clara informaci6n sobre una sesi6n del Sanedrm descrita en aoristo: cruv~xeriaav, cruvEßouA.Euao:v-ro. Resuena aquf un eco inconfundible del lenguaje de Sal 30,14: EV Tc{) auvaxeijvm aÖTouc; äµo: ETI' €µE TOÜ A.aßELV '[~V ljJUX~V µou €ßoUAEU6:Kpu6: µou äpTO Oect> i:~c; l:cu~c; µou; y de modo parecido en Hebreos, Cristo ofrece oraciones y suplicas itpoc;; '[QV 5uv6:µEvov owl:ELV O:U'tOV EK 0o:v6:1:0u 14 • En un salmo de la pasi6n todavfa mas importante (21,25), el Paciente proclama: 14 La semejanza es de contenido mas que de lenguaje; sin embargo, si juntamos todas las expresiones que parecen estar mas o menos claramente reflejadas, de solo seis versk'lll.os de este salmo, resulta difkil evitar la conclusi6n de que la totalidad del salmo desempefi.6 una parte en la formaci6n de la tradici6n: v. 4, B6:Kpucx, en Heb; v. 6, TIEp[A.uitoc; i'J tµuxfi, en Mc; v. 6, 'oc.Yrf]ptov ö 0e6c; µoo, en Jn, Heb; v. 7, Tj ljJUXTJ .E:ra:p~, a lo que Jesus afi~­ de: EYELpEcr0E a:yu:>µEv EVTEU0Ev. Pero no s1gue a esto un mov1miento espacial; el avance hacia el enemigo es la misma resoluci6n de Cristo de hacer la voluntad del Padre: Ka06lc; EVETEl.Aa-r6 p.oL 6 -n:crr~p nü-ru:>c; -n:oLl'> (Jn 14,31). Aqul'., pues, al igual que en Marcos, aunque de manera diversa, hay una conexi6n . fntima entre la aceptaci6n de la voluntad de Dios y el dirigirse hacia el enemigo. EI contexto obvio de las palabras EyE(pEcr0E ä:yu:>µEv parecerfa ser el que Marcos le ha dado. Los motivos que pudieron mover a Juan a ponerlas en un contexto diferente, suponiendo que conociera un relato parecido al de Marcos, son facilmente reconocibles considerando sus claras tendencias. Repasemos ahora todo el problema planteado por la comparaci6n entre Juan y fos sin6pticos en este pasaje: parece que debemos concluir que · la tradici6n de la pasi6n seguida por J uan contenfa probablemente algiln equivalente a la escena inarcana de la oraci6n de Jesus. y del adormecimiento de los disdpulos; pero Juan prefiri6 trasladar sus elementos esenciales a otros contextos, presentando asl'. la escena del arresto como una confrontaci6n terriblemente dramatica entre Jesus, ahora totalmcnte solo, y sus adversarios; la confrontaci6n esta concebida totalmente en un espfritu de aceptaci6n de la voluntad de Dios que es el mot1vo tanto de la. oraci6n de Jn 12,27-28 como del momento de la resoluci6n de 14,30-31. Hemos visto que es muy probable que Juan tuviera otra fuente distinta de los sin6pticos para la. otaci6n de Jesus y es bastante probable que el lema EyE(pEcr0E ä:yu:>µEv no fuera exdusivo de ninguna forma de 1a tradici6n 17 • · Con fo ap:uidon de Judas y del gn1po, Jr.rnn f"ntr11 ~n d e11quema de los sin6pticos: Jn 18,3-13 corresponde a Mc 14,43-50 y a sus patalelos siu6plit:us, veru e,mv

ex[

ypcxcxl.

Asf, pues, Juan coincide con todos los sin6pticos eri el empleo de los terminos µaxmpcx y -rov 5o0A.ov -roü Ö:pXlEpS.wc;, con Marcos {frente a Mateo y Lucas) en el verbo 'ITO:LEtV, con Mateo füeme a Marcos y Lucas) en la omisi6n del termino ooc;, y con Lucas (frente. a Mateo y Marcos) en las palabras -ro OEC,L6v. Hasta aquf llega la co~nci­ .o:l 'llwv 'ltPOIJ>TJ'tWV (26,56 ), tiene la. forma de un'a instrucci6n dogmatica. Juan, se, apro: ·• xitna: aqui. mas a Maroos· que .a Mateo. · · 36 Cf. supra; pp. 80-81.

EL PRENDIMIENTO

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O:pxtepei: cotno si significara que el pescador galileo provefa de pescado a su Santidad el sumo sacerdote, lo cual dista mucho de ser convincente. 15 Cf. los ·disdpulos que eran pescadores, el hombre que tenfa · muchas riquezas, la mujer que era sirofenicia, el leproso que era samaritano, etc ..

100

EL RELATO DE LA PASION

EI relato joaneo no hace referencia alguna a estos cuatro puntos. Pero no se trata de mera omisi6n. Al igual que en los casos de las palabras y acciones sacramentales durante la ultima cena y de la ·oraci6n de Jesus antes de su detenci6n, para tres de estos puntos, 1), 2) y 4 ), existen paralelos joaneos en otros contextos 16 • EI dicho sobre la destrucci6n del templo ( 1 ), que segun Mateo y Marcos foe aducido como prueba contra Jesus, aparece en Juan con dtra forma en el contexto de su relato sobre la puri6.caci6n del templo (2,14-22). Sera conveniente colocar las tres formas del dicho una juntö a otra para poderlas comparar. Mc 14,58

Mt 26,61

~ycb KITTO:AUOU) i:ov VO:OV

Mvo:µm Ka-ro:A.Gom i:ov vo:ov 'rOU 9EOU KO:l BLO: i:pL&'>v i'] µEp&'>v o:ui:ov olKoBoµfjom

tov

-roG-rov XELp01tol'Y)1:0v KO:l 5LO: i:pu7>V ii µEp&'>v

äX..A.ov cX){ELponoC11i:ov OlKOBoµiJow

Jn· 2,19 AUOITTE 'rOV vo:ov i:oGi:öv Ko:l EV -rpLolv i'] µepm~ EyEp&'> .aui:6v'

Diflcilmente se puede dudar de que se trata del mismo dicho, si bien el lenguaje y la forma de la frase di6.eren y ni siquiera el sentido del dicho es igua:l en los tres casos. En Marcos se trata de la declaraCi6n de lina intenci6n de destruir el templo y de construir otro, que, a diferencia del actual, tendra un caracter sobrehumano (&)(Elf>ö'ITÖLT]· TO~}.;:Seglin Mateo, se trata de una pretensi6n de tener el poder de destruir el templo (sin intenci6n expresa de hacerlo) y de reconstruir el ,mismo templo (cxö-r6v). En Juan la frase A.600:-rE -rov vcxoy wüwv es probablemente la pr6tasis de una oraci6n condicional, ton imperativo en vez de indicativo 17 y con el significado de «si destruis , este 16 Existe un equivalente teol6gico de 3 ), pero no tin paralelo. La cita de Dn 7,13 y Sal 109 (110),1, combinadas en Mc 14,64, presenta. una im,agen niuy 'rica basada en los dos pasajes. Dn 7,9-14 describe un'a esceria eri 1a que la 'figtita simb6lica del Hijö del Hombre viene entre las nubes 'de1' cielo para !>ir irivestida con la soberanfa Universal. Esta figura simb6lica esta„ filndic\a aqui con Ia del sacerdote-rey victorioso de Sal 109, que es entronizado .a la derecha. de Yahve. Esta entronizad6n del Hijo del Hombre, es decir, hi: realidad significada por la imagen combinada de Dn 7 y Sal 109) se nianifestara a los que van a matar a Jesus (olj.Jeo9E). En Juan el Hijo del Hombre sera «exaltado»; e1 verbo uljJoGv se puede aplicar aptopiadamente a. la elevaci6n de una pei:sona al estado real (se encuentra de hecho en Sal 109,7: BLO: i:oQi:o uljJcbOEL KEq>o:A.i'Jv, que se puede entender en el . sentido de «El Sefior lpcxfoc; oi'.hoc; Kcx-ra:A.6oa -rov -r6'Ttov -roui:ov (es decir, el templo; Hch 6,14). La afirmaci6n -dice el autorera falsa; sin embargo, resuena en tres de los evangelios. Cada evangelista trata de evitar a su modo que se malinterprete esa afirmaci6n. Marcos, como el autor de Hechos, dice que la acusaci6n de que Jesus amenaz6 con destruir el templo era falsa y que de hechö no fue aceptada por el Sanedrfn. Mateo dice que no se acus6 siquier~ a Jesus de haber amenazado con destruir el templo, sino solo de haber dicho que era capaz de hacerlo si querfa; y aun asf, afiade, no se crey6 a los testigos. Lucas opta por omitir el embarazoso dicho (y Ja posterior alusi6n a el, Mc 15,29). Juan lo formula de tal suerte que Jesus no aparece como el destructor, sino como el restaurador del templo 19 , y Hebrew Syntax 3.' ed., p. 191) y no es en absoluto rara en griego; su base es quiza el uso «concesivo» del imperativo (cf. Goodwin, Moods and Tenses of the Greek Verb (1889) 254). Es posibie que nuestro pasaje quiera dar a entender el sentido concesivo: «aunque el templo sea destruido, yo lo levantare en tres dfas». 18 Cf. Luciano, Alexander, 10: EKELVOL yap Kal VEWV aö1:lKa EIJ-'TJlcravro lyE'lpo:L K·al 't'oUc; 9EµEA.(ouc; flB11 foKamov, O.G.I. 5, 677 (siglo II d.C.), oi. lydpavrEc; Tljv. olKoBoµT]v wü TCUA.ßvoc; (de modo parecido en griego moderno). No es un termino de los LXX, ya que aparece s6lo en Esd 5,43 (44), EÖ~avro lyE'lpm 't'OV oi'.Kov ETil 't'OÜ 't'6TCou aöwü (sin original hebreo); pero cip , que es traducido con frecuencia por tyE(pELV, se emplea para designar la erecci6n de un altar, tabernaculo, mont6n de piedra.ll, etc. 19 No serfa quiza demasiado precipitado conjeturar que. la folllla· de . tra- · dici6n que hablaba de 111 restauraci6n del templo destruido se transmiti6 a

102

EL RELATO DE LA PASION

ofrece al mismo tiempo una interpretaci6n que elimina toda alusion al templo real de Jerusalen. Podemos atribuir tranquilamente esta interpretaci6n al evangelista, pero su versi6n del dicho mismo depende casi con seguridad de una tradici6n diferente de la que subyace en .los evangelios sin6pticos (y Hechos). EI punto central de la pericopa marcana reside en la pregunta y respuesta sobre la mesianidad, 2), y en el veredicto de culpabilidad basado en la acusaci6n de blasfemia, 4 ). En Juan encontramos un paralelo insertado en el dialogo de Jn 10,22-38, que esta situado en la fiesta de la Dedicaci6n. Este pasaje es una composici6n que ha sido elaborada completamente segtin el estilo y modo del evangelista, que expone en el alguna de las ideas centrales de su teologfa. Sin embargo los elementos basicos del dialogo son los mismos que los del relato marcano sobre el proceso ante el Sanedrfn y estan indicados por las siguientes frases claves: ou El 6 xpw-r6c; (10,24), uloc; TOU 8Eo0 20 :etµ( (36), ßA.o:ocpriµlc:x, ßA.o:ocpriµci:c; (33-36). En efecto, el nucleo del dialogo de la Dedicaci6n parece ser una formulaci6n alternativa .del material que encontramos tambien en la perfcopa marcana. Mas aun, el comienzo de este dialogo manifiesta una sorprendente :semejanza con el comienzo del proceso ante el Sanedrfn segtin Lucas ~que difiere sensiblemente de Marcos en este punto): Lc 22,67-68

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