La pura conciencia de ser
 8472456269

Citation preview

Ken Wilber

LA PURA CONCIENCIA DE SER

Seleccionado y editado por Mark Palmer, Sean Hargens, Vipassana Esbjom y Adam Leonard

editorial �rós Numancia, 117-121 08029 Barcelona www.editorialkairos.com

Título original: THE SIMPLE FEELING OF BEING by Ken Wilber Traducción: David González Raga

© 2004 by Ken Wilber © de la edición en castellano: 2006 by Editorial Kairós, S.A. Primera edición: Julio 2006 1.S.B.N.: 84-7245-626-9 Depósito legal: B-36.348/2006 Fotocomposición: Grafime. Mallorca 1. 08014 Barcelona Impresión y encuadernación: Romanya-Valls. Verdaguer, l. 08786 Capellades

Todos los derechos reservados. No está permitida la reproducción total ni parcial de este libro, ni la recopilación en un sistema informático, ni la transmisión por medios electrónicos, mecánicos, por fotocopias, por registro o por otros métodos, salvo de breves extractos a efectos de reseña, sin la autorización previa y por escrito del edi­ tor o el propietario del

copyright.

Nosotros formamos parte de esa corriente evolutiva que todo lo incluye que es el Espíritu-en-acción, las formas y modalidades de la creación del Espíritu que siempre va más allá de donde antes se encontraba, un salto -no un avance gradual- que nos hace ascender a nuevas cúspides de la ver­ dad, para volver de nuevo a saltar, muriendo para renacer a cada nueva sacudida cuántica y que , en ocasiones , nos lleva a tropezar y magullarnos nuestras rodillas metafísicas , para levantarnos de nuevo y saltar una vez más . ¿Recuerdas al autor de esta Obra? ¿No es acaso evidente que mora en lo más profundo de tu conciencia, relaja la con­ tracción en ti mismo y se disuelve -aquí y ahora mismo- en el fundamento vacío de tu propia experiencia primordial , la simple sensación de ser? ¿Acaso no estabas presente desde el mismo comienzo? ¿Estás seguro de no tener nada que ver con todo lo que luego ha ocurrido? ¿No empezaste acaso este juego cuando te aburriste de ser Dios? ¿No te has divertido pretendiendo ser otro y perdiéndote entre las creaciones de tu extraordinaria imaginación? ¿No has escrito acaso este libro y muchísimos más recordando simplemente quién eres?

CW* 2: Up from Eden , pág. 304 [Después del Edén] *

Las siglas CW corresponden a las iniciales de sus obras completas en inglés

Complete Works.

SUMARIO La invitación del Espíritu

.

. ..... .. . . . . . . . . . . . . . . . . .9

1 . El Testigo . . . . . . . . . . . . . . . . . . 2. Recuerdos . . . . . . . . . . . . . . . . . . 3 . El Espíritu-en-acción . . . . . . . . . 4 . La conciencia inmediata . . . . . . . 5 . Filosofía apasionada . . . . . . . . . 6 . Siempre y a . . . . . . . . . . . . . . . . . 7 . Ser-en-el-Mundo . . . . . . . . . . . . 8 . Uno sin segundo . . . . . . . . . . . . . 9 . La resplandeciente transparencia de la conciencia omnipresente . . .

. . . . . . . .

. . . . . . . .

. . . . . . . .

. . . . . . . .

. . . . . . . .

. . . . . . . .

. . . . . . . .

. . . . . . . . . . 15 . . . . . . . . . . 61 . . . . . . . . . 111 . . . . . . . . . 1 77 . . . . . . . . . 219 . . . . . . . . . 273 . . . . . . . . . 307 . . . . . . . . . 349

. . . . . . . . . . . . . . . . 37 1

Fuentes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 399 Índice 405 .

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

.

LA INVITACIÓN DEL ESPÍRITU Aunque Wilber sea fundamentalmente conocido por ha­ ber desarrollado el enfoque integral -que , en opinión de al­ gunos críticos , es la filosofía más global e inclusiva de que hoy en día disponemos-, sus escritos se asientan, en última instancia, en su compromiso con la práctica espiritual y en las verdades que se revelan a través de la asombrosa apertu­ ra del cuerpo en la mente, de la mente en el alma y del alma en el Espíritu . Su marco de referencia único y omniinclusivo le coloca en la curiosa situación de ser el más destacado de los filóso­ fos integrales . Ese marco teórico no sólo explora el amplio abanico de posibilidades que nos brindan el yo, la cultura y la naturaleza, sino que también está comprometido con res­ petar al Espíritu en cualquiera de sus mil formas . En este sen­ tido, la obra de Wilber representa una expresión profunda del voto del bodhisattva de liberar a todos los seres sensibles res­ petando e integrando todas las perspectivas . Ken Wilber invita de continuo a sus lectores a reconocer el valor de las palabras y los conceptos como un medio para ir más allá de las palabras y los conceptos hasta la realización directa de la Vacuidad y la Realidad misma. Éste es también el camino seguido por el jnana yoga en el que uno se dedica a estudiar el mundo y acumular conocimiento hasta que fi9

La pura conciencia de ser

nalmente logra acceder al Misterio que se oculta en lo más profundo del reino manifiesto. Son muchas las tradiciones místicas , según las cuales , la práctica meditativa o visualización tiene lugar en dos fases di­ ferentes, una de creación y otra de consumación. D urante la p ri­ mera de ellas, el practicante elabora una visualización ritual completa de una determinada imagen o mandala que representa la morada secreta de una determinada energía divina. Duran­ te la segunda, uno se transforma a sí mismo en esa misma ener­ gía divina (la compasión o la sabiduría, por ejemplo) y acaba disolviendo la visualización en la Vacuidad, quedando tan sólo la Clara Luz de la conciencia primordial. A través de sus muchos libros y artículos , Wilber invita a sus lectores a considerar al Kosmos como un mandala de cua­ tro cuadrantes compuesto por multitud de estratos (como ni­ veles , líneas , tipos y cuerpos) . En este sentido, proporciona a sus lectores instrucciones de meditación que pueden conver­ tir el mundo en un palacio integral divino y, al finalizar mu­ chas secciones , capítulos y libros , nos recuerda que nosotros somos este mandala, es decir, la conciencia que establece y ma­ nifiesta esta matriz global . Entonces es cuando todo el edifi­ cio intelectual se disuelve en la Talidad y el mapa integral se convierte en el mejor de los trampolines para lanzamos a las aguas del Eterno Ahora. Por ello la obra de Wilber, aun la más intelectual , siempre se halla al servicio del recuerdo del Es­ p íritu y constituye una llamada de advertencia para que todos los seres sensibles despierten a la Fuente que siempre es ya el motivo más fundamental del despliegue de la vida. La pura conciencia de ser es una recopilación de los aspectos específicamente espirituales de su obra, un tratado de su alma que expresa el núcleo místico que impregna por igual su vida y su obra. Esta antología nos permite vislumbrar la esencia y la experiencia espiritual de Ken Wilber como pandit y erudi­ to, como estudiante y practicante, como visionario y sabio. En 10

La invitación del Espíritu

muchas de las secciones de este libro, Wilber salta del cono­ cimiento intelectual al conocimiento experiencia! directo de nuestro Rostro Original, recordando a los lectores su natura­ leza eterna. Los distintos pasajes que componen este volumen están organizados según temas aunque , en cada uno de los ca­ sos , podríamos perfectamente haber incluido muchos otros extractos . «El Testigo» proporciona ins trucciones para desi­ dentificamos del pensamiento y sentimiento discursivos a tra­ vés del contacto con el Testigo de nuestra experiencia viva; «Recuerdos» incluye momentos especialmente significativos de su vida; «El Espíritu-en-acción» explora las corrientes de la evolución y la manifestación del Espíritu en el mundo; «La conciencia inmediata» pone de relieve las distintas modalida­ des de ser a las que siempre podemos acceder experiencial­ mente; «Una filosofía apasionada» es un viaje a través de la be­ lleza que encierra el pensamiento; «Siempre ya» nos habla de la Talidad de nuestra auténtica naturaleza; «Ser-en-el-mundo» celebra el esplendor del reino manifiesto y de la interacción en­ tre todos los seres; «Uno sin segundo» nos presenta el Único Sabor indiviso que impregna todo momento y «La resplande­ ciente transparencia de la conciencia omnipresente», por últi­ mo, nos recuerda el extraordinario despliegue del Espíritu a tra­ vés de la Forma y la Apertura. Cada uno de los pasajes en este volumen nos invita a conectar con la experiencia que yace más allá de las pala­ bras, a emprender el camino perenne que se encuentra más allá de toda descripción y a liberamos en el espacio divino que trasciende todo lenguaje. Disponte a abandonar tu men­ te y permite que las olas de la poesía purifiquen tu corazón contemplativo. Fluye con conciencia iluminada de un maes­ tro contemporáneo hasta que puedas estar plenamente donde estás en este mismo instante. Son muchas las personas que, a lo largo de los años , han aceptado la invitación espiritual de Wilber. Viajeros , busca11

La pura conciencia de ser

dores , estudiantes y maestros han subrayado sus escritos , do­ blado la esquina de las páginas de sus libros y transcrito ca­ pítulos enteros en sus diarios : En medio del traquetreo del tren en el trayecto que me conduce desde Nueva Delhi hasta Rishikesh, el hedor dulce de la India es simultáneamente acogedor y nauseabundo. Apretujado entre la pared metálica pegajosa del vagón y los sudorosos brazos de mi compañero de viaje, contemplo el antiguo y hermoso paisaje que nos ofrece la India. Mi com­ pañero de viaje es un querido y viejo amigo en el

dharma.

Los dos estamos exhaustos y sucios después de tantas horas de avión y sobrecogidos por esa admiración que no tendrá di­ ficultad alguna en reconocer cualquiera que haya peregrina­ do espiritualmente a la India. Demasiado excitado para dor­

mir, saco de mi bolsa el único libro que me acompaña en este viaje sagrado, el

Diario de Ken Wilber.

No es la primera vez que leo el libro y ya he subrayado los pasajes concretos en que Wilber menciona las "instruc­ ciones para señalar". Se trata de textos en los que Wilber se­ ñala al lector un aspecto de su propia conciencia, el Testigo, la verdadera naturaleza de la Mente. Es como si, en esos pa­ sajes, Wilber nos tomara amablemente de la mano, nos acompañase hasta el borde de la inmensidad de nuestro ver­ dadero Yo y luego nos empujara suavemente hasta que poda­ mos morar

ahí,

justo un poco más allá, en el dominio lumi­

noso del Espacio infinito. Mientras el tren se desplaza por el exuberante paisaje de la campiña india en diciembre, me dispongo a leer en voz alta las "instrucciones para señalar" de Wilber a mi compañero de viaje. Sentado en medio loto en mi asiento y balanceándome de un lado a otro al ritmo del tren, empiezo a leer la entrada correspondiente al 1 9 de noviembre de

Diario, un pasaje

en

el que Wilber nos introduce en el corazón de nuestra propia

12

La invitación del Espíritu conciencia. Sus palabras nos hablan desde más allá del mur­ mullo de los pasajeros y desde más acá del estrépito de nues­ tra mente y nos conducen hasta ese punto inmóvil que es la inmensa Vacuidad o, simplemente, el Espíritu: ¿No te resulta evidente? ¿No eres acaso ya conscien­ te de existir? ¿No sientes ya la simple sensación de Ser? ¿No puedes acceder ya de inmediato al Espíritu último que es más que la simple sensación de Ser? ¿No tienes ya, ahora mismo, esta simple sensación de Ser? ¿No la tienes también ahora? ¿Y ahora? ¿No te das cuenta ya de que esa sensación de Ser es el Espíritu mismo, la Divinidad misma, la Vacuidad misma? El Espíritu no aparece en la existencia en un determinado momento, porque es la única constante de la experiencia. Cuando contemplas atenta y cuidadosamente la simple sensación de Ser, una conciencia sutil, constante y pro­ funda, te das cuenta de que ha estado presente desde antes incluso del Big Bang . . . , pero no porque tú existieras en­ tonces , sino porque realmente existes antes del tiempo, en este momento atemporal cuya sensación es la simple sen­ sación de Ser, ahora, también ahora y por siempre ahora. ¿No experimentas acaso la simple sensación de Ser? ¿Quién no está ya iluminado?

Ahora esas páginas subrayadas y manchadas de chai se reú­ nen en un solo volumen. Pueda este libro, compuesto de pasa­ jes de la mente y del corazón de Ken Wilber, despertar tu sim­ ple sensación de Ser y mostrarte tu verdadero Rostro Original . Mark Palmer Sean Hargens Vipassana Esbj om Adam Leonard 13

1.

EL TESTIGO

En el profundo silencio de lo no nacido, el Espíritu nos susurra un secreto sublime, la verdad, de otro modo oculta, sobre nuestra propia esencia . Tú, en este mismo instante, eres el Espíritu, un resplandor inmutable que se encuentra más allá del sufrimiento mortal que acompaña al tiempo y a la experiencia. El Espíritu es -y siempre ha sido- la esencia de tu propia conciencia. En este primer capítulo, Wilber nos apremia a permane­ cer como nuestro Yo primordial y a conocer la fuente de nuestro ser que testimonia ecuánimemente el mundo y la vida, iluminando todas las cosas, tanto sagradas como pro­ fanas. Con su forma de expresi6n habitualmente apasiona­ da, Wilber nos acerca a esa conciencia más profunda, una fuente tan honda que ni siquiera el alma puede beber de ella . ¿No recuerdas al Yo, ese gran Testigo? ¿No ha sido siempre tu realización constante?

Cuando tu mente se tome tan silenciosa como la niebla al ponerse el sol, la Divinidad te susurrará al oído su más profundo secreto: El Dios de este mundo se encuentra en tu interior y tú lo sabes . En esas silenciosas ocasiones en que la mente se aquieta, el cuerpo se relaja en el infinito y los senti­ dos se expanden hasta fundirse con el mundo, en esos sor15

La pura conciencia de ser

prendentes instantes , la verdadera naturaleza de todo lo ma­ nifestado se revela como una luminosidad sutil, una sereni­ dad radiante y una resplandeciente transparencia que estalla, ahora igual que siempre, en un Resplandor compasivo ante el que retroceden todos los ídolos; un Amor tan apasionado que abraza por igual la luz y la oscuridad, el bien y el mal, el pla­ cer y el dolor porque «Yo hago que la Luz se derrame tanto sobre el bien como sobre el mal . Yo, el Señor, hago todas esas cosas» , y un Calor tan intenso y ardiente que fundirá tus huesos y te arrojará al suelo sobrecogido, suplicante , reve­ rente y entregado. En el mismo instante en que te postras ante ese Resplan­ dor, aplastado por una Fuerza que disgrega tu mente, tu cuer­ po y tu ego y los convierte en polvo microscópico e insus­ tancial , escucharás un murmullo apenas audible, como si una hermosa mujer susurrase tu nombre en mitad de una noche resplandeciente iluminada por la luna plateada. Entonces descubrirás que estás arrodillado ante ti mismo. ¿Realmente no recuerdas quién y qué eres? ¿No dijo acaso san Clemente que quien se conoce a sí mismo conoce a Dios? Más profundo que la naturaleza, más profundo que el cuer­ po, más profundo que la mente y más profundo aun que todos los pensamientos juntos, el resplandor luminoso y trémulo irradia del Corazón, se refleja en tu coronilla e ilumina el uni­ verso entero. El verdadero secreto de la Divinidad sutil es que la luz del sol, de las estrellas y de la naturaleza proviene di­ rectamente de tu mismo Corazón. En cierta ocasión, Words­ worth se refirió a esa luz diciendo «Una luz que procede de mi mente y que otorga un nuevo esplendor a la puesta del sol» , algo que sólo podrás ver en esos momentos silenciosos en que dejas de mirar a las sombras de la caverna y diriges tu aten­ ción hacia la Luz resplandeciente que todo lo ilumina. Las instrucciones para encontrar a Dios están grabadas en tu Corazón y son muy sencillas: relaja tu mente y tu cuerpo; 16

El Testigo

contempla con reverencia y devoción el Corazón y siente el resplandor amoroso y luminoso que impregna tu cuerpo , tu mente, la naturaleza y todas las naciones . Una corriente de Com­ pasión Luminosa crea y sostiene el reino ordinario y manifiesto, una Corriente a la que se conoce con nombres muy diversos -Es­ píritu Santo, Sambhogakaya, saguna Brahman, Arwah (o lu­ minosidad divina) , Keter, cuerpo sutil- pero que, en todos los casos , no es más que el sonido del pulso de tu Corazón mar­ cando el ritmo del latido del mundo . No te comprometas solamente con lo que te guste, no se­ lecciones ni elijas , no niegues que tú mismo eres el padre y la madre de todos y cada uno de los acontecimientos de este Kosmos que es el tuyo . La resplandeciente corriente del Kosmos es también, en sí misma, Eros espoleando, alentando y anhelando una Luz, una Vida y un Amor mayor que se encuentran más allá -y no más acá- del bien y del mal . La Divinidad sutil , kundalini -el poder serpentino del Kosmos- tropieza con dificultades, obs­ táculos, contracciones y enredos y se mueve espontáneamen­ te para desarticularlos . La Directriz Primordial que gobierna el reino ordinario dimana de la misma Divinidad sutil: «To­ dos estos son mis hijos , ¿qué puedo hacer para ayudarles a crecer a través de la gran Espiral cuyo destino es el Espíritu sin forma?» . Cuando te eleves a la altura de tu propio Corazón -el ni­ vel en que tú y yo somos uno-, te darás cuenta de que este mundo es de la naturaleza de los sueños , la película de una telaraña brillante y temblorosa que debemos aprender a to­ mar cada vez menos en serio y a disfrutar mientras discurre. Pero antes de entrar en ese dominio deberás despojarte de tu seriedad y dejarla junto a tus zapatos , porque entonces esta­ rás a punto de adentrarte en suelo sagrado . Póstrate ante la Liviandad y el Humor que reemplaza a la solemnidad. En­ tonces el mundo entero empezará a asumir una transparencia 17

La pura conciencia de ser

luminosa, los átomos de materia se verán reemplazados por la luz y los días y las noches desfilarán ante ti como sueños errantes, mientras la atención se desplaza gradualmente ha­ cia el Soñante divino, tu mismo Yo, resplandeciente en me­ dio de toda la locura. Sigue profundizando , mi querido amigo, porque , así como la naturaleza retrocede ante Dios , Dios también retro­ cede ante el Abismo . Todo el universo manifiesto, tanto ordi­ nario como sutil, y hasta Dios y la Divinidad emergen de una inmensa Vacuidad , de un Infinito sin forma, del radiante Urs­ prung [Origen] que constituye el Fundamento y Meta de toda manifestación. Los grandes sabios de Oriente y de Oc­ cidente siempre han proclamado , cada uno con su propia voz, que, más allá de Dios , se encuentra la incalificable Di­ vinidad. No hay ningún modo de calificar esa inmensa Va­ cuidad (ni siquiera así) -puesto que no es absoluta ni relati­ va, una ni múltiple, universal ni plural , buena ni mala-, ya que cada palabra tiene un significado que depende de su opuesto y Esto, innecesario es decirlo, carece de todo opues­ to . Puede ser sentido , pero jamás conocido; es un clima, pero no un objeto; es la Liberación infinita, la gran Liberación, la Plenitud radical que mora al otro lado del miedo . Es atempo­ ral y, por consiguiente, eterna y genera todo tiempo; es aes­ pacial y, por consiguiente, infinita, y origina todo espacio; carece de forma y, en consecuencia, es omnipresente y crea todos los mundos, aun aquí y ahora. ¡ Mira! ¡ Mira! ¿Puedes verlo? ¡ Te aseguro que está más cerca de ti que tú mismo, más cerca de ti que los latidos de tu respiración! ¡ Aquí y aho­ ra está mirándote directamente a los ojos! ¿No lo ves? Muchas son las metáforas poéticas que se han empleado para referirse a Esto, como Conciencia sin objeto, Yo puro que ve sin poder ser visto , Testigo ecuánime o mente-espejo en la que se refleja todo espacio, y Vacuidad resplandeciente , que es la transparencia de la totalidad del Kosmos . En cualquiera 18

El Testigo

de los casos es , desde el mismo comienzo, el gran Yo Soy, el Uno sin segundo, la Naturaleza de todas las naturalezas, la Con­ dición de todas las condiciones y el descubrimiento de la Gran Liberación que conduce a un reino más allá de la muerte y de la mortalidad, de la finitud y del dolor, del sufrimiento y de la separación, de las lágrimas y del terror. Pero éstas no son más que palabras despojadas, como to­ das las palabras , de sangre y de corazón. Escuchadme, queri­ dos amigos , y tratad de ir más allá de las palabras: ¿Cómo puede encontrarse el Abismo de la Gran Libe­ ración? Jamás podrá encontrarse, porque jamás se ha perdi­ do. Ese Testigo puro y sin forma es lo único de lo que nunca has carecido, la única constante del Kosmos . El secreto evi­ dente y último que conoces desde hace quince mil millones de años y que, antes de eso, conocías desde toda la eternidad, no es otro que tu Rostro Original, el rostro que tenías antes del Big Bang. ¿Te gustaría verlo? ¿Realmente quieres verlo? ¿Aquí y ahora mismo? Éstas son las instrucciones que, para ello, me dio un amigo muy querido: Deja que tu mente se relaje . Deja que se relaje y se expan­ da hasta llegar a fundirse con el cielo que te rodea. Entonces date cuenta de que las nubes flotan en el cielo y de que eres consciente de ellas sin necesidad de realizar esfuerzo alguno. Los sentimientos flotan en el cuerpo y eres consciente de ellos . Los pensamientos flotan en la mente y también te das cuenta de ellos . La naturaleza flota, los sentimientos flotan, los pensamientos flotan. . . y tú eres consciente de todo ello. Ahora dime: ¿quién eres tú? Tú no eres tus pensamientos , porque te das cuenta de ellos; no eres tus sentimientos , porque te das cuenta de ellos , y tampoco eres cualquiera de los objetos que puedes ves, porque te das cuenta de ellos. Algo en ti se da cuenta de todas esas cosas . Dime: ¿qué es lo que hay en ti que sea consciente de todo? 19

La pura conciencia de ser

¿Qué hay en ti que ahora mismo esté despierto? ¿Qué hay en ti que siempre está completamente presente? ¿Qué hay en ti que ahora mismo sea consciente sin realizar esfuerzo algu­ no de todo cuando acontece? ¿No reconoces acaso esa infinita conciencia testigo? ¿Qué es ese Testigo? Tú eres ese Testigo, ¿no es así? Tú eres el Vidente puro , la conciencia pura, el Espíritu puro que contempla con ecuani­ midad todo lo que aparece instante tras instante . Tu concien­ cia espaciosa, abierta, vacía y cristalina que registra todo lo que aparece. Ese mismo Testigo es el Espíritu interno contemplando el mundo que creó . Ve pero no puede verse, oye pero no puede oírse y sabe pero no puede ser conocido . Es el Espíri­ tu mismo que ve con tus ojos, habla con tus labios , oye con tus orejas y coge con tus manos . ¿Cuándo reconocerás este sencillo secreto y despertarás de la más angustiosa de las pe­ sadillas? Si puedes ver las palabras escritas en esta página, el Espí­ ritu está por completo presente , mirando a través de tus ojos . Si puedes sentir el libro que sostienes entre las manos , el Espíritu está por completo presente sosteniendo el mundo en sus manos . Si puedes oír el canto de ese pájaro , el Espíritu está por completo presente escuchando esa canción. No puedes ver ese Espíritu , porque es el que está mirando , no puedes ver ese Espíritu, porque es el que está percibiendo y no puedes descubrir ese Espíritu , porque es el que realiza todos los descubrimientos . Si entiendes esto, será el Espíritu quien lo entienda y, si no lo entiendes , también será el Espíri­ tu quien no lo entienda. Lo entiendas o no , ése es el Espíritu. É ste es el sorprendente secreto último que lentamente empieza a emerger: la mente iluminada -el Espíritu puro- no es difícil de alcanzar, sino imposible de evitar. ¿Crees acaso 20

El Testigo

que sería posible estar sin ese Espíritu que ahora mismo está leyendo esta frase? Muéstrame el rostro que tenías antes del Big Bang y te mostraré el Espíritu de todo el Kosmos . Ese Espíritu puro , eterno y sin forma: Eso . . . eres . . . tú. Entonces ocurre una cosa muy extraña porque, descansan­ do en el Yo puro , morando como Testigo atemporal y advir­ tiendo que las nubes flotan en la inmensa amplitud de la Vacuidad que es tu propia conciencia omnipresente, no es po­ sible encontrar el Testigo . El Vidente se desvanece en todo lo que ve y jamás vuelve a presentarse como una entidad sepa­ rada y separante . Entones es cuando sujeto y objeto se desva­ necen en Un Solo Sabor, una Presencia que carece de interior y de exterior. Entonces el Misterio último impregna la tota­ lidad del Kosmos con una certeza tan evidente que resulta increíble , demasiado próximo para poder verlo, demasiado presente para poder alcanzarlo y demasiado inmediato para poder advertirlo. El Vidente se desvanece en lo visto, que se ve a sí mismo eternamente. Ya no veo las nubes , porque soy las nubes ; ya no escucho la lluvia, porque soy la lluvia; ya no puedo palpar la tierra, porque soy la tierra; ya no puedo escuchar el canto del petirrojo porque, en el doloroso resplandor brillante de Un Solo Sabor omnipresente, soy el canto del petirrojo. Si aparece la naturaleza, soy eso, y si la naturaleza desaparece , también soy eso. Si aparece Dios , soy eso, y si Dios muere, también soy eso. Yo soy los terroristas y el crimen imperdonable que llevan en sus corazones, soy las víctimas de las Torres Gemelas sobre las que lanzaron su espantoso ataque , soy el amor que yace en los corazones de quienes respetan y el odio de las almas despia­ dadas de quienes masacran a los demás sin experimentar re­ mordimiento alguno. Precisamente porque no soy eso ni esto, soy completa­ mente eso y completamente esto. Más allá de la naturaleza, 21

La pura conciencia de ser

soy la naturaleza; más allá de Dios , soy Dios; más allá de to­ dos los Kosmos , soy todos y cada uno de los gestos del Kos­ mos . Estoy presente en el dolor y también en el amor; respi­ ro en medio de la muerte y me muevo libremente en medio del sufrimiento. El 1 1 de septiembre de 200 1 me ataqué a mí mismo en un lejano rincón de la galaxia, en un planeta insig­ nificante que no es más que una mota de polvo en un lejano rincón del universo manifiesto , un mero surco en el desplie­ gue de lo que soy. Y nada de eso me afecta en lo más míni­ mo , por ello estoy completamente destrozado , grito sin cesar, experimento una tristeza y una desesperación infinitas que toma insignificantes las galaxias , el llanto de mi corazón desata los monzones y me ahogo en esa tortura. Profundamente trivial y sumamente importante, todo es lo mismo. En el universo de Un Solo Sabor, no hay diferencia alguna entre los átomos y los dioses , el insulto más pequeño es idéntico al más grande; soy indescriptiblemente feliz en cada acto de tortura y me siento incomparablemente triste en cada acto bondadoso. Disfruto con el dolor y desdeño el amor. ¿Te confunden mis palabras? ¿ Todavía estás atrapado en el mundo de los opuestos? ¿Debo acaso seguir creyendo en la bobada dualista que el mundo toma por la realidad? ¿Vícti­ mas y asesinos, buenos y malos , inocentes y culpables, amor y odio? ¡ Nos pasamos la vida errando de sueño en sueño! ¿El amor está en tu corazón? ¡ Estás atrapado en la ilu­ sión! ¿Tu alma siente compasión? ¡ Despierta! ¡ Estás perdido preguntándote lo que debes hacer, qué es lo que eso signifi­ ca, cómo debes responder, dónde tienes que buscar el amor, cómo expresar la compasión, despistado vagando atolondra­ damente de un opuesto a otro y atrapado en un sueño inter­ minable que carece de toda realidad! Deja que la Espiral haga lo que debe con todos esos asuntos y dime: ¿puedes mostrarme, exactamente aquí y ahora, tu verdadero Rostro Original? ¿Quién es consciente de querer amar? ¿Quién es 22

El Testigo

consciente del dolor que han generado esos ataques? ¿Quién es consciente de querer ejercitar la compasión? ¿Quién es consciente de todos esos objetos? Olvida esos ob­ jetos y muéstrame tu Yo, y entonces te mostraré el Kosmos . «The Deconstruction of the World Trade Center»

Son muchas las cosas de las que puedo dudar, pero de lo único que no puedo dudar es de mi propia conciencia pre­ sente. Mi conciencia ES y, aunque la cuestionase , no dejaría de ser mi conciencia dubitante . Puedo creer que mis sentidos se enfrentan a una realidad falsa, una realidad exclusivamen­ te virtual o digital compuesta de imágenes que parecen rea­ les pero, aun en tal caso, no puedo dudar de la conciencia que está observando . . . La contundencia de mi conciencia presente me proporcio­ na la certeza inmediata de que, en este momento, existo, de que , en este momento, soy. Es imposible cuestionar la con­ ciencia y el Ser de este instante, porque es el fundamento mismo de todo conocimiento, de toda percepción y de toda existencia . . . ¿Quién soy yo? Formúlate esta pregunta una y otra vez , profundamente . ¿Quién soy yo? ¿Qué hay en mí que sea consciente de todo? Tanto si crees conocer al Espíritu como si crees descono­ cerlo, el Espíritu no deja de ser el que está pensando todas esas cosas . Puedes dudar de los objetos de conciencia, pero jamás podrás poner en cuestión al que duda, jamás podrás dudar realmente del Testigo que se da cuenta de todo ese despliegue . Descan s a , por lo tanto , en el Te stigo , independientemente de que creas conocer o ignorar a Dios , porque ese Testigo, la innegable inmediatez de la conciencia es , en sí misma, Dios , el Espíritu , la mente de Buda. La cer23

La pura conciencia de ser

teza no descansa en los objetos , sino en la pura Conciencia sentida en la que aparecen los objetos . Jamás podrás ver a Dios , porque Dios es El Que Ve y no un objeto finito , mortal y definido que pueda verse . . . El estado puro de Ser no es difícil de alcanzar, sino impo­ sible de eludir, porque siempre está presente y, en realidad, jamás puede ser cuestionado. Nunca podrás escapar del Es­ píritu , porque el Espíritu mismo es precisamente el que está escapando . Por decirlo en pocas palabras , el Espíritu no es difícil de encontrar, sino imposible de evitar, porque es lo que ahora mismo está leyendo esta página. ¿Puedes sentir Ese Uno? ¿Por qué sigues buscando a Dios cuando, de he­ cho, Dios es El que lee? Basta con que te preguntes: ¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo? ¿Quién soy yo? Soy consciente de mis sentimientos , de modo que no soy mis sentimientos . ¿Quién soy yo? Me doy cuenta de mis pen­ samientos , de modo que no soy mis pensamientos. ¿Quién soy yo? Las nubes flotan en el cielo, los pensamientos flotan en la mente , los sentimientos flotan en el cuerpo y yo no soy nada de eso , porque puedo contemplarlo todo . Puedo , además , dudar de la existencia de las nubes , pue­ do dudar de la existencia de los sentimientos y puedo poner en cuestión la existencia de los objetos de pensamiento , pero no puedo cuestionar la existencia, en este instante , del Tes­ tigo porque, aun en tal caso , sería el Testigo el que se diese cuenta de mi duda. Yo no soy ninguno de los objetos de la naturaleza, de los sentimientos del cuerpo ni de los pensamientos de la mente , porque puedo darme cuenta de todos ellos . Yo soy el Testigo , la Apertura inmensa, espaciosa, vacía, pura y transparente que registra de forma imparcial todo cuanto aparece, como el espejo que refleja naturalmente todos los objetos que desfi­ lan ante él . . . 24

El Testigo

Ahora mismo puedes sentir esa Gran Liberación porque, en el mismo instante en que descansas en la simple presen­ cia de este momento, te liberas de la sofocante constricción de los meros objetos , de los meros sentimientos y de los me­ ros pensamientos; todos ellos vienen y van, pero tú eres el inmenso, libre, vacío y abierto Testigo que los contempla sin verse afectado por sus tormentos y torturas . Éste es , de hecho , el descubrimiento . . . del yo divino puro, del Testigo sin forma, de la nada causal, de la inmensa Vacuidad en la que emerge la totalidad del mundo, permane­ ce durante un tiempo y acaba desapareciendo . Y tú eres Eso . Tú no eres el cuerpo, el ego, la naturaleza, los pensamientos , esto o aquello, sino la inmensa Vacuidad, Libertad y Libera­ ción. Y ese descubrimiento. . . te lleva a mitad del camino de vuelta a casa. Después de haberte desidentificado de todos y cada uno de los objetos finitos, descansas como Conciencia infinita. Eres libre, abierto, vacío , cristalino, radiante, suelto , liberado, exaltado e impregnado de una vacuidad beatífica que existe antes del espacio , antes del tiempo, antes de las lá­ grimas , antes del terror, antes del dolor, de la mortalidad, del sufrimiento y de la muerte. Has descubierto el gran No Naci­ do, el inmenso Abismo, el Fundamento incalificable de todo lo que es , de todo lo que fue y de todo lo que será. Pero ¿por qué digo que sólo has llegado a la mitad del camino? Porque cuando descansas en la amplitud infinita de la conciencia, espontáneamente consciente de todo cuanto aparece, no tardará en llegar la gran catástrofe de la Libertad y la Plenitud final en la que el Testigo mismo acaba desva­ neciéndose y, en lugar de ver el cielo, eres el cielo, en lugar de palpar la tierra, eres la tierra y, en lugar de oír el trueno , eres el trueno. Y cuando Tú y el Kosmos entero os fundís en Un Solo Sabor, puedes beberte el océano Pacífico de un tra­ go y sostener el Everest en la palma de la mano, mientras las 25

La pura conciencia de ser

supemovas se arremolinan en tomo a tu corazón y tu cabeza se ve reemplazada por el sistema solar . . . Tú eres Un Solo Sabor, el espejo vacío que es uno con to­ dos y cada uno de los objetos que aparecen en su abrazo, una amplitud descuidadamente vasta y translúcida, infinita, eter­ na y resplandeciente más allá de la liberación. Y tú . . . eres . . . Eso . Así es como el dualismo cartesiano primario -que no es más que el dualismo entre . . . aquí dentro y ahí afuera, entre sujeto y objeto , entre el Testigo vacío y todas las cosas regis­ tradas- desaparece y se ve trascendido por Un Solo Sabor no dual . Cuando realmente conectas con el Testigo y vas más allá de él, entonces -y sólo entonces- puedes trascenderlo en la No dualidad radical y, en lugar de hallarte a mitad de ca­ mino, habrás vuelto completamente a casa, aquí, en la mara­ villa omnipresente de lo que es . . . ¿Y cómo sabes que realmente has superado el dualismo cartesiano? De un modo muy sencillo, porque entonces ya no sientes que estás de este lado de tu rostro contemplando un mun­ do que se halla frente a ti . Sólo existe el mundo, tú eres él y sientes que eres uno con todo lo que emerge instante tras ins­ tante . No estás simplemente de este lado de tu rostro contem­ plando lo que ocurre fuera de aquí, porque "aquí" y "ahí'' se funden entonces en Un Solo Sabor con una evidencia y una cer­ teza tan rotundas como si sobre tu cabeza hubiese caído una roca de cinco toneladas , una sensación, cómo decirlo, impo­ sible de olvidar. En ese mismo instante que , en realidad, es tu estado om­ nipresente, desaparece la identificación exclusiva con este organismo concreto , desaparece la contracción de la con­ ciencia en el interior de tu cabeza, una contracción que te lle­ va a sentir que "tú" estás de este lado de tu rostro contem­ plando el mundo "exterior" . Entonces la atención no está atrapada en el cuerpomente personal porque, en su lugar, la 26

El Testigo

conciencia es una con todo lo que aparece, una expansión in­ mensa, abierta, transparente, radiante , infinitamente Libre y Plena que abarca la totalidad del Kosmos y en la que todos y cada uno de los objetos se funden eróticamente en el Gran Abrazo de Un Solo Sabor. Entonces es cuando dejas de estar exclusivamente detrás de los ojos, te conviertes en la Totali­ dad y experimentas de manera directa e inmediata que tu identidad básica es todo lo que emerge instante tras instante (como antes te sentías identificado con esa espira finita, par­ cial, separada y mortal de carne a la que llamas cuerpo) . En­ tonces es cuando dentro y fuera se convierten en Un Solo Sa­ bor. ¡ Así es como ocurre ! Boomeritis , Sidebar E: «The Genius Descartes Gets a Postmodem Drubbing: Integral Historiography in a Postmodem age»

Comencemos advirtiendo los rasgos distintivos del yo trascendente. Es un centro y expansión de la conciencia que se halla creativamente desidentificado tanto de la mente como del cuerpo, las emociones , los pensamientos y los sen­ timientos personales . De modo que, si quieres empezar a in­ tuir ese yo trascendente que , pese a hallarse en tu interior, va más allá de tí, ese yo no es un yo y debes proceder del si­ guiente modo: Empieza a recitar lentamente y en silencio, para ti mismo , lo que sigue, procurando darte cuenta lo más vívidamente posible del significado de cada uno de los siguientes enun­ ciados . Tengo un cuerpo, pero no soy mi cuerpo. Puedo ver y sen­ tir mi cuerpo, pero lo que se puede ver y sentir no es el au­ téntico Ser que ve. Mi cuerpo puede estar cansado o excita27

La pura conciencia de ser

do, enfermo o sano , sentirse ligero o pesado , pero nada de eso tiene que ver con mi yo interior. Tengo un cuerpo , pero no soy mi cuerpo . Tengo deseos , pero no soy mis deseos . Puedo conocer mis deseos , pero lo que puede conocerse no es el auténtico Co­ nocedor. Los deseos van y vienen, flotan en mi conciencia, pero no afectan a mi yo interior. Tengo deseos , pero no soy mis deseos . Tengo emociones , pero no soy mis emociones. Puedo percibir y sentir mis emociones , pero lo que puede percibirse y sentirse no es el auténtico Perceptor. Las emo­ ciones pasan a través de mí, pero no afectan a mi yo interior. Tengo emociones , pero no soy emociones . Tengo pensamientos , pero no soy mis pensamientos . Pue­ do conocer e intuir mis pensamientos y lo que puede ser co­ nocido no es el auténtico Conocedor. Los pensamientos lle­ gan hasta mí y luego me abandonan, pero no afectan a mi yo interior. Tengo pensamientos , pero no soy mis pensamientos . Hecho esto -que puedes repetir cuantas veces quieras-, afirma lo más concretamente que puedas: «Soy lo que resta de todo ello, un puro centro de percepción consciente, un tes­ tigo inmóvil de todos estos pensamientos , emociones , senti­ mientos y deseos» . La comprensión que proporciona este ejercicio irá profun­ dizándose con la práctica y no tardarás en advertir la aparición de cambios fundamentales en tu sensación de identidad. Es po­ sible, por ejemplo, que empieces entonces a intuir una profunda sensación interior de libertad, ligereza, soltura y estabilidad. Esa fuente, ese "centro del ciclón" , mantendrá su serena luci­ dez aun en medio de los furiosos vientos de la angustia y del sufrimiento que suelen desatarse a su alrededor. El descubri­ miento de este testigo central se asemeja a alejarse de las olas que barren la superficie del océano para sumirse en sus tran28

El Testigo

quilas y seguras profundidades . Quizás , al comienzo, no lle­ gues a adentrarte gran cosa en las agitadas aguas de la emoción, pero la práctica acabará enseñándote el modo de sumergirte en las profundidades del alma hasta que, tendido en el fondo, pue­ das contemplar atentamente y con tranquilo desapego el tor­ bellino en el que antes te hallabas atrapado. No estoy hablando aquí de la pura conciencia de unidad, sino tan sólo del ser o testigo transpersonal. En la conciencia de unidad, hasta el mismo testigo transpersonal acaba disol­ viéndose en lo atestiguado . Pero antes de que tal cosa pueda ocurrir es necesario descubrir el testigo transpersonal, que entonces actúa como una especie de "trampolín" que facilita el salto a la conciencia de unidad. Y sólo es posible acceder a ese testigo transpersonal desidentificándonos y, de ese modo , trascendiendo todos los objetos concretos , ya sean mentales , emocionales o físicos . CW 1 : No Boundary, págs . 546-547 [La conciencia sin fronteras]

Es muy probable que la incógnita de quiénes somos haya atormentado a la humanidad desde el inicio de la civilización y siga siendo, hoy en día, uno de los más inquietantes de to­ dos los interrogantes humanos . Las múltiples respuestas que han tratado de darse a esta pregunta van desde lo sagrado hasta lo profano, desde lo complejo hasta lo simple, desde lo científico hasta lo romántico y desde el plano político hasta el individual. Pero en lugar de detenemos a examinar la mul­ titud de posibles respuestas a esta pregunta, echemos un vis­ tazo al proceso específico y básico que tiene lugar cuando una persona trata de responder a los siguientes interrogantes: "¿Quién soy yo?" , "¿Cuál es mi yo real?" , "¿Cuál es mi iden­ tidad fundamental?" . 29

La pura conciencia de ser

¿Qué es lo que hacemos cuando alguien nos pregunta "¿Quién eres tú?" y tratamos de darle una respuesta más o menos detallada, razonable y sincera? ¿Qué es lo que pasa por nuestra cabeza cuando hacemos esto? En cierto sentido, estamos describiendo nuestro ser tal como lo hemos cono­ cido, incluyendo en nuestra descripción la mayor parte de los hechos importantes , buenos y malos , dignos e indignos , científicos y poéticos , filosóficos y religiosos que conside­ ramos consustanciales a nuestra identidad. El lector, por ejemplo , podría describirse como "Yo soy una persona única, un ser dotado de ciertas capacidades . Soy amable , pero a ve­ ces también soy cruel; soy una persona bondadosa, pero en ciertas ocasiones también soy hostil. Soy padre y abogado. Me gustan la pesca y el baloncesto . . . ". Y la lista podría se­ guir y seguir incluyendo todo lo que siente y piensa. Lo que sucede , sin embargo , cuando tratamos de estable­ cer una identidad , es algo todavía más básico porque, cuan­ do tratas de responder a la pregunta "¿Quién soy yo?", es de­ cir, cuando intentas describir, explicar o incluso limitarte a sentir internamente quién eres, lo que en realidad estás ha­ ciendo , lo sepas o no , es trazar una línea o frontera mental que atraviesa todo el campo de tu experiencia. Y a lo que queda dentro de esa frontera lo llamas y lo percibes como "yo" y a lo que queda fuera de ella lo percibes y lo conside­ ras como "no yo" . Nuestra identidad , dicho en otras palabras , depende fundamentalmente del lugar en el que tracemos esa línea. Tú no eres una silla, sino un ser humano y lo sabes porque, de manera consciente o inconsciente, has trazado una línea que separa a los humanos de las sillas y reconoces tu identi­ dad con los primeros . Quizás creas que eres una persona muy alta, lo que evidenciará que has trazado una línea mental que separa las personas altas de las bajas y que se identifica con aquéllas . Uno llega a percibir que "yo soy esto y no aquello" 30

El Testigo

después de haber trazado una línea que separa "esto" de "aquello" y de haber reconocido su identidad con "esto" y no con "aquello" . De modo que cuando dices "yo" trazas una línea que sepa­ ra lo que eres de lo que no eres , y cuando tratas de responder a la pregunta "¿Quién eres?" , te limitas a describir lo que que­ da en el lado de adentro de esa línea. Lo que habitualmente lla­ mamos crisis de identidad aflora cuando no sabes cómo ni dón­ de trazar la línea. Preguntar, por tanto, "¿Quién eres tú?" significa preguntar "¿Dónde estableces la frontera?" . Todas las respuestas a la pregunta "¿Quién soy yo?" se derivan precisamente de este procedimiento básico de trazar una línea separando al yo del no yo. Y una vez esbozadas las fronteras generales, las respuestas a esa pregunta pueden ser muy complejas -científicas , teológicas , económicas , etc .- o seguir siendo muy sencillas e imprecisas pero , en cualquiera de los casos, la respuesta depende del lugar en que establez­ cas esa línea fronteriza. Lo más interesante es que esta línea divisoria no es fija sino móvil . En cierto sentido, la persona puede volver a car­ tografiar su alma y tal vez entonces descubra en ella terri­ torios que jamás hubiera creído posibles , alcanzables ni de­ seables . Como ya hemos visto, la forma más radical de rehacer el mapa o de cambiar la ubicación de la línea limí­ trofe tiene lugar durante la experiencia de identidad suprema en la que la persona expande las fronteras de su identidad hasta llegar a abarcar la totalidad del universo. Podríamos in­ cluso decir que, en tal caso, se desvanece por completo la frontera porque , cuando uno se identifica con "la totalidad armoniosa" , ya no hay dentro ni fuera y, por tanto , no hay lu­ gar alguno donde trazar la línea. CW 1 : No Boundary, págs . 435-437 [La conciencia sin fronteras] 31

La pura conciencia de ser

El Testigo observa el flujo de los eventos tanto internos como externos al cuerpomente de un modo creativamente desapegado , porque no se identifica de forma exclusiva con ninguno de ellos . Dicho en otras palabras , el individuo se da cuenta de que su mente y su cuerpo pueden ser percibidos de un modo objetivo y, en consecuencia, no constituyen un yo real subjetivo. CW 1 : «Psychologia Perennis» , pág. 19

El Testigo es un gran paso hacia adelante y un estadio im­ prescindible y necesario de la meditación , pero no es el últi­ mo . Cuando finalmente se desvanece , el alma o el Testigo aca­ ba disolviéndose en todo aquello que contempla. Entonces se colapsa la dualidad sujeto/objeto y sólo queda la conciencia pura no dual , que es muy sencilla y muy evidente . Como dijo un famoso maestro zen cuando alcanzó la iluminación: «Cuando escuché sonar la campana desapa­ recieron súbitamente el "yo" y la "campana" y sólo había tañido» . CW 5 : Grace and Grit, pág . 1 2 1 [Gracia y coraje]

Cuando uno medita tratando de descubrir el Yo obser­ vador, cuando uno rastrea el origen del Testigo hasta su fuen­ te en la Vacuidad pura, no emerge ningún objeto en la con­ ciencia. Se trata de un estado de conciencia discreto e identificable , la absorción o cesación sin manifestar a la que también se conoce con los nombres de nirvikalpa samadhi , jnana samadhi, ayin, vergezzen, nirodh , nirvana clásico o la nube del no saber. 32

El Testigo

Éste es el estado causal , un estado discreto que , si bien suele equipararse al estado de sueño profundo sin sueños , no es un mero vacío sino que, por el contrario , se experimenta como la plenitud más completa, un estado que rezuma Ser, una plenitud que ninguna manifestación puede llegar a con­ tener. Este Yo puro que nunca puede ser visto como objeto es la Vacuidad pura. CW 7: A Brief History of Everything, pág. 25 1 [Breve historia de todas las cosas]

Las tradiciones contemplativas se basan en una serie de experimentos sobre la conciencia. ¿Qué ocurre , por ejemplo, cuando tratas de darte cuenta del origen del Testigo? ¿Qué sucede cuando investigas en profundidad el origen de la con­ ciencia? ¿Qué ocurre cuando vas más allá o detrás de la men­ te, hasta una dimensión que no se halla confinada al ego ni al yo individual? ¿Qué es lo que descubres en cada uno de es­ tos casos? ¿Qué es lo que sucede cuando reproduces ese ex­ perimento en su propia conciencia? «Existe una esencia sutil que impregna toda realidad -co­ mienza diciendo una de las respuestas más conocidas a esta pregunta-, es la realidad de todo lo que es , el fundamento de todo lo que es . Esa esencia lo es todo, esa esencia es lo real . . . y tú, tú eres Eso .» El Yo observador, dicho en otras palabras , acaba revelan­ do su propio origen, que es el Espíritu mismo, la Vacuidad misma. Éste es el motivo por el cual los místicos sostienen que el Yo observador constituye un rayo de ese Sol que es el radiante Abismo , el Sustrato último en el que se asienta la to­ talidad del Kosmos manifiesto . En esas profundidades , tu Yo se funde con el Yo del Kosmos en una Identidad Suprema que eclipsa la totalidad del mundo manifiesto, una Identidad 33

La pura conciencia de ser

Suprema que desata el nudo del yo separado y lo abrasa en su esplendor. En cada uno de los pasos que conducen desde la materia has­ ta el cuerpo, la mente y el Espíritu , la conciencia, el Yo obser­ vador se desidentifica de su identidad exclusiva con una di­ mensión inferior más superficial y se abre a una dimensión más profunda, más elevada y más amplia, hasta que finalmente aca­ ba disolviéndose en su fundamento último en el Espíritu. Y los distintos estadios del crecimiento y desarrollo trans­ personal son fundamentalmente los distintos estadios que atraviesa el Yo observador en el camino que conduce hasta su última morada, el Espíritu puro, la Vacuidad pura, sustra­ to, camino y gozo de todo el proceso de desarrollo. CW 7: A Brief History of Everything, págs . 232-233 [Breve historia de todas las cosas]

¿Quién es, pues , realmente El Que Ve? ¿Quién, o qué, es el Yo observador? Ramana Maharshi denominaba Yo-Yo a este Testigo que es consciente del Yo individual , pero que no puede ser visto . ¿Qué es , pues , el Yo-Yo, el Testigo causal, el Yo observador puro? Este Yo profundamente interno contempla el mundo ex­ terno y también contempla sus propios pensamientos . Este Vidente ve el ego, el cuerpo y el mundo natural . Todo eso desfila "ante" el Testigo. Pero El Que Ve no puede ser visto . Todo lo que uno puede ver no son más que objetos y esos ob­ jetos , precisamente , no son El Que Ve, no son el Testigo . Prosigamos , pues , con nuestra investigación. ¿Quién soy Yo? ¿Quién o qué es ese Testigo que no puede verse a sí mis­ mo? Da un paso atrás en tu conciencia y desidentifícate de cualquier objeto que veas o puedas llegar a ver. 34

El Testigo

El Yo , El Que Ve o el Testigo no es ningún pensamiento concreto , porque a ese pensamiento puedo verlo como obje­ to. El Yo observador no es ninguna sensación concreta, por­ que puedo ser consciente de ella como objeto, ni tampoco es el cuerpo ni la mente ni el ego , porque a todas esas cosas pue­ do verlas como objetos . ¿Qué es, pues , lo que está contem­ plando todos esos objetos? ¿Qué es lo que, ahora mismo , está contemplando todos esos objetos , contemplando la naturale­ za, las imágenes , el cuerpo , las sensaciones , la mente y los pensamientos? ¿Qué es lo que ahora está contemplando todo eso? Trata de sentirte a ti mismo en este instante, trata de ser consciente de ti y date cuenta de que ese yo no es más que otro objeto de tu conciencia. Ni siquiera es un sujeto real , un yo real, sino un objeto más de tu conciencia. Este pequeño yo y el conjunto de pensamientos que desfilan ante ti se aseme­ jan a las nubes que surcan el cielo. ¿Y qué es el Yo real que está contemplando todo eso? Presta mucha atención y pre­ gúntate: ¿qué o quién soy Yo? Cuando te adentras en la Subjetividad pura, en el Vidente puro, descubres que no se trata de un objeto . ¡ No puedes ver­ lo como objeto porque no es un objeto! No es nada que pue­ das ver. Si permaneces serenamente en esta conciencia ob­ servadora -contemplando la mente, el cuerpo y la naturaleza que te rodea-, empezarás a darte cuenta de que estás experi­ mentando una sensación de libertad , una sensación de libera­ ción, una sensación de no estar atado a ninguno de los obje­ tos que desfilan ante ti sin ver nada en particular, sino tan sólo descansando en esa inmensa libertad. Ante ti desfilan las nubes , los pensamientos y las sensa­ ciones corporales , pero tú no eres nada de eso . Tú eres el in­ menso espacio de libertad a través del cual todos esos obje­ tos vienen y van. Tú eres la apertura, el claro, la Vacuidad, el espacio abierto en el que se desplazan todos esos objetos . 35

La pura conciencia de ser

Las nubes aparecen y acaban desvaneciéndose, las sensacio­ nes aparecen y acaban desvaneciéndose, los pensamientos aparecen y acaban desvaneciéndose . . . y tú no eres nada de eso. Tú eres la inmensa sensación de libertad, la Vacuidad abierta, la apertura de la que emanan las distintas manifesta­ ciones , el espacio mismo en el que emergen, permanecen du­ rante un tiempo y acaban desvaneciéndose. Así es como empiezas a darte cuenta de que el "Vidente" que está presenciando todos esos objetos es una espaciosa Vacuidad. No es una cosa, un objeto ni algo que puedas ver o a lo que puedas aferrarte, sino una sensación de inmensa Li­ bertad completamente ajena al mundo objetivo del tiempo, de los objetos , del estrés y del esfuerzo. El Testigo puro es una Vacuidad pura en la que todos los sujetos y objetos indi­ viduales aparecen, permanecen un tiempo y acaban desvane­ ciéndose. ¡ De modo que el Testigo puro no es nada que puedas ver! Cualquier intento de ver el Testigo o de conocerlo como ob­ jeto no es más que una tentativa de identificarte, buscar y aferrarte al tiempo. El Testigo no está fuera de aquí en la co­ rriente, sino en la inmensa expansión de Libertad de la que todo emana. No puedes aferrarte a él y decir « ¡ Aja, ya lo veo ! » , porque el Vidente no es nada que pueda ser visto. Cuando descansas en el Testigo lo único que experimentas es una inmensa Vacuidad, una inmensa Libertad, expansión , apertura o claro transparente en el que emergen los pequeños sujetos y objetos que pueden ser vistos . El Testigo, en cam­ bio, no puede ser visto , el Testigo es la liberación última de todo aquello , una Libertad que no se halla atrapada en las confusiones , los deseos , los miedos ni las expectativas . Nosotros tendemos a identificarnos con estos pequeños sujetos y objetos individuales ¡ y ése es precisamente el pro­ blema! Nosotros identificamos al Vidente con las banalida­ des que pueden ser vistas y ése es el origen mismo de la es36

El Testigo

clavitud y de la falta de libertad. Nosotros somos realmente una inmensa expansión de Libertad, pero nos identificamos con objetos y sujetos cautivos y limitados que pueden ser vistos , que sufren y son ajenos a nuestra verdadera esencia. Patanjali definía la esclavitud como «la identificación del Vidente como los instrumentos de la visión» , con los peque­ ños sujetos y objetos que nos llevan a alejarnos de la apertu­ ra, el claro o la Vacuidad de la que todo dimana. Cuando descansamos en la Vacuidad pura, el Testigo no se percibe como un objeto . El Testigo no es nada de lo que podamos ver, sino la ausencia de todo sujeto y de todo obje­ to, la liberación de todo eso . El hecho de descansar en la Va­ cuidad pura no se "experimenta" como un objeto sino como una inmensa expansión de libertad, una liberación de las constricciones que acompañan a la identificación con los pe­ queños sujetos y objetos que entran en la corriente del tiem­ po y se ven atrapados por ese angustioso movimiento. Cuando descansas en el Testigo puro, en el Vidente puro , eres invisible , no puedes ser visto, ningún aspecto de ti pue­ de ser visto porque tú no eres un objeto . El cuerpo puede ser visto, la mente puede ser vista y la naturaleza puede ser vis­ ta, pero tú no eres ninguno de esos objetos, tú eres el origen de la conciencia y no algo que dimana de ella. Las cosas aparecen en la conciencia, perduran un tiempo y acaban desapareciendo, vienen y van. Las cosas aparecen en el espacio y se mueven en el tiempo, pero el Testigo puro no va ni viene, no aparece en el espacio ni se desplaza en el tiem­ po. El Testigo es como es, omnipresente e inmutable. No es un objeto que se halle fuera de aquí y, en consecuencia, jamás entra en la corriente de la vida, del espacio, del nacimiento o de la muerte . Todas ésas son experiencias , objetos que apare­ cen y acaban desvaneciéndose . Pero tú no vienes ni vas , tú no tienes nada que ver con esa corriente , tú eres consciente de todo y, en consecuencia, no estás atrapado por ello . El Testi37

La pura conciencia de ser

go es consciente del espacio, consciente del tiempo y, en consecuencia, libre del espacio y libre del tiempo . Es atem­ poral y aespacial , es la Vacuidad pura a través de la cual des­ filan el tiempo y el espacio. Así pues , el Vidente puro es anterior al nacimiento y a la muerte , anterior al tiempo, anterior al desasosiego, anterior al espacio, anterior al movimiento, anterior a toda manifes­ tación y anterior incluso al mismo Big Bang . Pero con ello no quiero decir que el Yo puro existiera en un tiempo ante­ rior al Big Bang , sino que existe antes del tiempo, es decir, en una dimensión que no se halla contaminada por el dis­ currir del tiempo . Y, al ser atemporal , es eterno, lo cual tampoco significa que exista en una sucesión temporal inter­ minable, sino tan sólo que es completamente ajeno e inde­ pendiente del tiempo. El Yo puro no ha nacido nunca y nunca morirá, porque no ha entrado jamás en el mundo del tiempo . Esta inmensa libertad es lo No Nacido , aquello de lo que el Buda dijo: «Existe algo no nacido , algo que no ha sido hecho, algo que no ha sido creado . Si no existiera lo no nacido , lo no hecho, lo no creado , no habría libertad de lo nacido, de lo hecho y de lo creado» . Descansar en la inmensa expansión de la Li­ bertad es descansar en la Vacuidad pura de lo No Creado. Y, al ser No Nacido , también es Inmortal . No fue creado con el cuerpo y, por tanto , no morirá cuando éste perezca. No es que more más allá de la muerte del cuerpo, sino que ni siquiera penetra en la corriente de la vida. Tampoco es que viva más allá del cuerpo , sino que desde siempre ha sido anterior al cuerpo . Y tampoco es que perdure para siempre en el tiempo , sino que jamás se ha visto contaminado por la corriente del tiempo. El espacio, el tiempo y los objetos discurren , pero tú eres el Testigo puro , el Vidente puro, la Vacuidad pura, la Liber­ tad pura, la Apertura pura, la gran Vacuidad a través de la que 38

El Testigo

todo desfila, sin rozarte, sin herirte y, en consecuencia, sin necesidad de consuelo alguno . Es precisamente la existencia de esta inmensa Vacuidad, de lo No Nacido, lo que puede liberarnos de lo nacido y de lo creado , redimirnos del sufrimiento intrínseco al espacio , el tiempo y los objetos y emanciparnos del mecanismo de te­ rror inherente al valle de lágrimas que conocemos con el nombre de samsara . CW 7: A Brief History of Everything, págs . 252-255 [Breve historia de todas las cosas]

He hablado de la conciencia testigo que persiste a través de la vigilia, el sueño y el sueño profundo. Pero el Testigo está com­ pletamente presente en cualquier estado de conciencia, inclu­ yendo el estado de conciencia en el que te encuentras en este mismo instante. De modo que trataré de inducirte ese estado recurriendo a lo que se conoce con el nombre de "instruccio­ nes para señalar" . Pero con ello no aspiro a que entres en un estado diferente de conciencia, en un estado alterado o no or­ dinario de conciencia, sino que, por el contrario, voy a señalar algo que ya está sucediendo , de manera ordinaria y natural , en el estado en el que ahora mismo te encuentras . Comenzaremos cobrando simplemente conciencia del mundo que nos rodea. Contempla el cielo, relaja tu mente y permite que se funda con el cielo . Observa las nubes que flo­ tan en el cielo y date cuenta de que ello no te requiere el me­ nor esfuerzo. Tu conciencia presente, la conciencia en la que esas nubes están flotando, es muy simple , muy sencilla, muy fácil y muy espontánea. Advierte que eres consciente sin es­ fu.erw alguno de las nubes. Y lo mismo podríamos decir con respecto a estos árboles , esos pájaros y aquellas piedras , date cuenta de que puedes observar sin realizar el menor esfuerzo. 39

La pura conciencia de ser

Contempla ahora las sensaciones que aparecen en tu pro­ pio cuerpo. Puedes ser consciente de cualquier sensación corpo­ ral que se presente, tal vez la sensación de presión en la zona en que estás sentado, quizás un leve calorcillo en el estómago o una tensión en la nuca. Pero aun cuando la sensación sea de tensión , puedes ser fácilmente consciente de ella. Esas sensa­ ciones aparecen en tu conciencia presente, una conciencia muy sencilla, muy fácil , muy espontánea y que no requiere esfuer­ zo alguno . Se trata simplemente de observar sin realizar es­ fuerzo. Observa ahora los pensamientos que aparecen en tu men­ te . Tal vez puedas darte cuenta de la aparición espontánea en tu conciencia de imágenes , símbolos , conceptos, deseos , es­ peranzas y miedos . Son pensamientos que emergen, perma­ necen durante un rato y acaban desapareciendo. Los pensa­ mientos y los sentimientos aparecen en tu conciencia presente de un modo muy sencillo , muy fácil y muy espontá­ neo. Y tú te dedicas simplemente a observarlos sin realizar esfuerzo alguno . Date ahora cuenta de que, si puedes ver el discurrir de las nubes, es porque no eres esas nubes , sino el testigo que las con­ templa. Date cuenta de que, si puedes experimentar las sensa­ ciones corporales, es porque no eres esas sensaciones, sino el testigo que las contempla. Date también cuenta de que, si puedes ver el discurrir de los pensamientos , es porque no eres esos pensamientos , sino el testigo que los contempla. De una manera espontánea y natural, todas estas cosas emergen en tu conciencia presente sin que tengas que hacer el menor es­ faerzo. ¿Quién eres , pues , tú? Tú no eres ninguno de los objetos que se hallan fuera, ninguna de las sensaciones , ninguno de los pensamientos; tú no eres ninguna de esas cosas , sino la conciencia que las contempla sin realizar ningún esfuerzo. ¿Quién o qué eres tú? 40

El Testigo

Ahora