Edición crítica de la obra del franciscano Joaquín Bolaños, publicada originalmente en México en 1792. Con un declarado
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Spanish; Castilian Pages 286 Year 2015
Table of contents :
ÍNDICE
UN LIBRO SINGULAR
LA PORTENTOSA VIDA DE LA MUERTE, EMPERATRIZ DE LOS SEPULCROS,VENGADORA DE LOS AGRAVIOS DEL ALTÍSIMO Y MUY SEÑORA DE LA HUMANA NATURALEZA CUYA CÉLEBRE HISTORIA ENCOMIENDA A LOS HOMBRES DE BUEN GUSTO, FRAY JOAQUÍN BOLAÑOS, PREDICADOR APOSTÓLICO DEL COLEGIO SEMINARIO DE PROPAGANDA FIDE DE MARÍA SANTÍSIMA DE GUADALUPE, EXTRAMUROS DE LA MUY NOBLE Y LEAL CIUDAD DE ZACATECAS, EN LA NUEVA GALICIA, EXAMINADOR SINODAL1 DEL OBISPADO DEL NUEVO REINO DE LEÓN
LICENCIA DEL SUPERIOR GOBIERNO
LICENCIA DEL ORDINARIO
LICENCIA DE LA ORDEN
FE DE ERRATAS
PRÓLOGO AL LECTOR
INDICE DE LOS CAPITULOS CONTENIDOS EN EL CUERPO DE ESTA OBRA
PREÁMBULO NECESARIO PARA DAR PRINCIPIO A LA HISTORIA DE LA MUERTE
CAPÍTULO I. Patria y padres de la Muerte
CAPÍTULO II. Estado en que se hallaba el mundo cuando nació la Muerte
CAPÍTULO III. Se bautiza la Muerte y se dice quién fue su padrino que le imprimió su verdadero nombre y carácter
CAPÍTULO IV. Se da razón quien fue la abuela de la Muerte
CAPÍTULO V. Decreto imperial que manda publicar la Muerte en todos sus estados y señoríos
CAPÍTULO VI. Toma la Muerte posesión de su imperio y comienza a ejercitar su jurisdicción
CAPÍTULO VII. Celebra la Muerte una especie de contrato matrimonial y engaña traidoramente a sus maridos
CAPÍTULO VIII. Celebra la Muerte un conciliábulo para deliberar sobre la materia de poblar cuanto antes las colonias de la Tierra adentro
CAPÍTULO IX. Dictamen del demonio sobre la propuesta materia del antecedente
CAPÍTULO X. Pesadumbre que tuvo la Muerte en el fallecimiento de un médico que amaba tiernamente
CAPÍTULO XI. Se comienza a dar noticia de algunos embajadores de la Muerte en varias cortes del mundo con algunas místicas reflexiones sobre las resultas que tuvieron las embajadas
CAPÍTULO XII. Samuel, profeta embajador de la Muerte para con el rey Saúl
CAPÍTULO XIII. El incógnito embajador de la Muerte en la corte de Babilonia
CAPÍTULO XIV. El profeta Gad, embajador de la Muerte, en el palacio del santo rey David
CAPÍTULO XV. Isaías embajador de la Muerte en la corte de Ezequías
CAPÍTULO XVI. Se viste la Muerte de gala para asistir a la cabecera de un justo agonizante
CAPÍTULO XVII. Sigue la materia del pasado
CAPÍTULO XVIII. Se viste la Muerte de distinto ropaje para presentarse a la cabecera de un pecador envejecido en sus culpas
CAPÍTULO XIX. Sigue la materia pasada
CAPÍTULO XX. Memorial que presenta la Muerte al Rey de los cielos, quejándose de la ingratitud de los hombres
CAPÍTULO XXI. Proveído al memorial presentado por parte de la Muerte
CAPÍTULO XXII. Visita la Muerte a un religioso de una vida muy tibia y se dice cuánto sintió el religioso esta visita
CAPÍTULO XXIII. Predica la Muerte en la ciudad de Granada y convierte a uno de los mayores hombres de aquel siglo
CAPÍTULO XXIV. En que se da noticia cómo también la Muerte hace su figura en la barajita del demonio
CAPÍTULO XXV. De un susto que le dio la Muerte a un pobre rico
CAPÍTULO XXVI. Sale la Muerte a dar una batalla campal a los mortales, según que la vio San Juan en su Apocalipsis
CAPÍTULO XXVII. Sigue la materia del pasado
CAPÍTULO XXVIII. Glorioso combate de los justos en la hora de su muerte
CAPÍTULO XXIX. En que se da noticia de un alcalde mayor a quien la Muerte le tomó residencia en los últimos términos de su vida
CAPÍTULO XXX. Concluida que le dio la Muerte a un célebre maestro de la universidad parisiense
CAPÍTULO XXXI. Se halla sorprendida la Muerte sobre una pregunta que le hizo un teólogo moralista
CAPÍTULO XXXII. Echa la Muerte por tierra una elevada torrem de vanas esperanzas que había fabricado en su pecho un joven bizarro llamado Junior
CAPÍTULO XXXIII. Castiga la Muerte a un magistrado la falta de atención y respeto a unas letras que le mandó monitoriales
CAPÍTULO XXXIV. La Muerte pone sitio a una dama de esta América y, por asalto, le gana la plaza del corazón
CAPÍTULO XXXV. Carta del cómplice a su amasia, ya convertida
CAPÍTULO XXXVI. Correo del otro mundo enviado por la Muerte a la ciudad de Celaya
CAPÍTULO XXXVII. Se introduce la Muerte en el más autorizado congreso de sabios teólogos filósofos y, contra el vario modo de pensar de tantos maestros, les demuestra con evidencia lo que es el hombre
CAPÍTULO XXXVIII. Se asomará la Muerte por la ventana de un sepulcro para ver el día del Juicio y se dice lo que sucederá entonces a la Muerte y a los mortales
CAPÍTULO XXXIX. Señales funestas que anunciarán al mundo estar muy próximo el fallecimiento de la Muerte cruel que nos mata
CAPÍTULO XL. Senectud de la Muerte y principio de sus agonías
CONCLUSIÓN de la obra en que se da noticia del mar negro de la Muerte, que tiene que navegar todo hombre
TESTAMENTO
PROPAGANDA FIDE: MEMORIA DE LA MUERTE
BIBLIOGRAFÍA
BIBLIOTECA INDIANA Publicaciones del Centro de Estudios Indianos/Proyectos Estudios Indianos-PEI
Universidad de Navarra Universidad del Pacífico (Perú) Editorial Iberoamericana Dirección: Ignacio Arellano, Celsa Carmen García Valdés y Martina Vinatea Subdirector: Juan M. Escudero Secretario ejecutivo: Alvaro Baraibar Coordinadores: Pilar Latasa y Elio Vélez Comité asesor: Trinidad Barrera, Universidad de Sevilla Miguel Donoso, Universidad de los Andes, Santiago de Chile Andrés Eichmann, Academia Boliviana de la Lengua Paul Firbas, Stony Brook University Pedro Lasarte, Boston University Raúl Marrero Fente, University of Minnesota Alfredo Matus, Academia Chilena de la Lengua Rosa Perelmuter, University of North Carolina at Chapel Hill Sara Poot-Herrera, University of Santa Barbara, California José Antonio Rodríguez Garrido, Pontificia Universidad Católica del Perú
Biblioteca Indiana, 41
FRAY JOAQUÍN BOLAÑOS LA PORTENTOSA VIDA DE LA MUERTE
EDICIÓN DE TRINIDAD BARRERA CON LA COLABORACIÓN DE JAIME J. MARTÍNEZ (ESTUDIOS DE TRINIDAD BARRERA Y GEMA ARETA)
Universidad de Navarra • Iberoamericana • Vervuert »2015
BIBLIOTECA INDIANA Publicaciones del Centro de Estudios Indianos/Proyectos Estudios Indianos-PEI Universidad de Navarra Universidad del Pacífico (Perú) Editorial Iberoamericana Esta publicación cuenta con el patrocinio del Instituto de Literatura de la Universidad de Los Andes. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a C E D R O (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 9 3 272 04 47). Este libro ha sido financiado por el proyecto FFI 2012-32087, concedido por el Ministerio de Economía y Competitividad. Dirección General de Investigación Científica yTécnica. • |J{I$|t
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ÍNDICE
U N LIBRO SINGULAR
LA PORTENTOSA
VIDA DE LA MUERTE
Preámbulo necesario para dar principio a la Historia de la Muerte Cap. I. Patria y padres de la Muerte Cap. II. Estado en que se hallaba el mundo cuando nació la Muerte Cap. III. Se bautiza la Muerte, y se dice quién fue su padrino que le imprimió su verdadero nombre y carácter Cap. IV. Se da razón quien fue la abuela de la Muerte Cap.V. Decreto imperial que manda publicar la Muerte en todos sus estados y señoríos Cap.VI.Toma la Muerte posesión de su imperio y comienza a ejercitar su jurisdicción Cap.VII. Celebra la Muerte una especie de contrato matrimonial y engaña traidoramente a los maridos Cap.VIII. Celebra la Muerte un conciliábulo para deliberar sobre la materia de poblar cuanto antes las colonias de la Tierra adentro Cap. IX. Dictamen del demonio sobre la propuesta materia del antecedente
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Cap. X. Pesadumbre que tuvo la Muerte en el fallecimiento de un médico que amaba tiernamente Cap. XI. Se comienza a dar noticia de algunos embajadores de la Muerte en varias cortes del mundo: con algunas místicas reflexiones sobre las resultas que tuvieron las embajadas. Jonás, embajador de la Muerte en la corte de Nínive Cap. XII. Samuel, profeta embajador de la Muerte para con el rey Saúl Cap. XIII. El incógnito embajador de la Muerte en la corte de Babilonia Cap. XIV. El profeta Gad, embajador de la Muerte en el palacio del santo rey David Cap. XV. Isaías, embajador de la Muerte en la corte de Ezequías. . . Cap. XVI. Se viste la Muerte de gala para asistir a la cabecera de un j usto agonizante Cap. XVII. Sigue la materia del pasado Cap. XVIII. Se viste la Muerte de distinto ropaje para presentarse a la cabecera de un pecador envejecido en sus culpas Cap. XIX. Sigue la materia pasada Cap. XX. Memorial que presenta la Muerte al rey de los cielos, quejándose de la ingratitud de los hombres Cap. XXI. Proveído al memorial presentado por parte de la Muerte Cap. XXII.Visita la Muerte a un religioso de una vida muy tibia y se dice cuánto sintió el religioso esta visita Cap. XXIII. Predica la Muerte en la ciudad de Granada y convierte a uno de los mayores hombres de aquel siglo Cap. XXIV. En que se da noticia cómo también la Muerte hace su figura en la barajita del demonio Cap. XXV De un susto que le dio la Muerte a un pobre rico Cap. XXVI. Sale la Muerte a dar una batalla campal a los mortales, según que la vio San Juan en su Apocalipsis . . . . Cap. XXVII. Sigue la materia del pasado Cap. XXVIII. Glorioso combate de los justos en la hora de su muerte
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Cap. XXIX. En que se da noticia de un alcalde mayor a quien la Muerte le tomó residencia en los últimos términos de su vida Cap. XXX. Concluida que le dio la Muerte a un célebre maestro de la universidad parisiense Cap. XXXI. Se halla sorprendida la Muerte sobre una pregunta que le hizo un teólogo moralista Cap. XXXII. Echa la Muerte por tierra una elevada torre de vanas esperanzas que había fabricado en su pecho un mozo bizarro llamado Júnior Cap. XXXIII. Castiga la Muerte a un magistrado la falta de atención y respeto a unas letras que le mandó monitoriales Cap. XXXIV. La Muerte pone sitio a una dama de esta América y por asalto le ganó la plaza del corazón Cap. XXXV. Carta del cómplice a su amasia ya convertida Cap. XXXVI. Correo del otro mundo enviado por la Muerte a la ciudad de Celaya Cap. XXXVII. Se introduce la Muerte en el más autorizado congreso de sabios teólogos y fdósofos, y contra el vario modo de pensar de tantos maestros, les demuestra con evidencia lo que es el hombre Cap. XXXVIII. Se asomará la Muerte por la ventana de un sepulcro para ver el día del juicio, y se dice lo que sucederá entonces a la Muerte y a los mortales Cap. XXXIX. Señales funestas que anunciarán al mundo estar muy próximo el fallecimiento de la Muerte cruel que nos mata Cap. XL. Senectud de la Muerte y principio de sus agonías Conclusión de la obra en que da noticia del mar negro de la Muerte que tiene que navegar todo hombre Testamento que se puede leer a todos los que están constituidos en peligro de muerte
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... de suerte que llegará tiempo que cuando alguno, que será muy raro, ajuste el número de cien años, será una noticia tan plausible que pasará los mares en gacetas y «mercurios» al reino de la América y correrá todas las Indias con admiración de los curiosos. Estos son, muy poderosa señora, los medios más oportunos que administra el apetito para el logro de vuestros intentos (PVM, cap. VIII). La crítica no ha sido amable con La portentosa Vida de la Muerte (1792), al igual que ocurriera con Los sirgueros de la Virgen (1620), la peculiar novela del fraile franciscano Joaquín Bolaños no gozó de aceptación y aprobación ni en su momento ni pasado el tiempo, parte de culpa tuvieron los juicios emitidos por Agustín Yáñez en 1944 al antologizar ambas obras, dejándolas tocadas de muerte con sus comentarios: «No es más feliz el autor de La Vida de la Muerte en los menesteres de la elocución: mezcla sin gusto registros distintos, sentencias latinas y refranes del vulgo, notas de humor y disquisiciones soporíferas, paisajes alambicados y sermones gerundianos, hasta recaer en descuidos, chabacanerías, inepcias y disparates gramaticales»1. Son algunas perlas sobre una obra de la que recoge solamente los doce primeros capítulos y de la que no parece rescatar nada memorable. Sin lugar a dudas, como hemos demostrado a propósito de Los sirgueros, las opiniones del mexicano responden a un juicio apresurado 1
Ver Yáñez, 1944, p. 22.
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VIDA DE LA MUERTE
que ignora las circunstancias de la obra y que la juzga con criterios que necesitan ser revisados. Es m u y posible que dicha valoración venga mediatizada de atrás, sobre todo por los comentarios de críticos que le precedieron y que gozaron de gran predicamento en su momento. Son las valoraciones que ya en su época, pocos meses después de ver la luz la obra de Bolaños, le dedicara la acerada pluma de José Antonio de Alzate en su Gaceta de Literatura: «Dios permita que su estupenda Portentosa Vida la Muerte no pase los mares ¿Qué dirán de la Nueva España m u chos críticos europeos? Algunos nos atribuyen una crasa ignorancia: con La portentosa Vida la Muerte se harán de nuevas armas» 2 . Desmenuza p o r menorizadamente la obra sin encontrar nada memorable, y de su larga censura solo salva al autor, a la persona del fraile franciscano, «siempre respetable para mi».Y aún vuelve, con más argumentos en contra, en u n añadido posterior. Fray Joaquín Bolaños era novohispano, hijo legítimo de Miguel B o laños Castellano y D o ñ a Paula Santos Villa. Según el acta de provisión de novicios, nuestro fraile hace la profesión el 2 de agosto de 1766, habiendo tomado u n año antes el hábito franciscano. Sabemos de su bautizo en 1741 y de su muerte en 1796, de su profesión en el m o m e n to de la escritura del libro y de su nombramiento c o m o tercer discreto en 1791 durante la celebración del veintinueve capítulo de la orden. Escribió dos obras más, en 1793, de carácter edificante siendo la más conocida El año josefino. El silencio y el olvido velaron la novela, solo interrumpidos cuando medio siglo después Agustín Yáñez nos ofrecía una versión resumida. H u b o que esperar a 1983 para que, en México, se editara la edición facsimilar de la misma, en la segunda serie de La Matraca dirigida por M a r go Glantz. Sus editores fueron conscientes de la dificultad de acceder al texto completo de la obra y quisieron así rescatar su integridad c o m o ejemplo, aunque rudo, de los inicios novelísticos mexicanos anteriores a El Periquillo Sarniento, «el aporte mexicano a la prehistoria de la novela hispanoamericana» 3 . R e p r o d u c e completa la única edición conocida de
2 Estos documentos, «Sancta sánete sunt tractanda», publicados en la Gaceta de Literatura de México, 8 y 22 de enero, 5 y 19 de febrero y 23 de marzo de 1793, aparecen recogidos, como apéndice, en la edición facsímil de la novela, que inicia la segunda serie de La Matraca, 1983, bajo el sello de Premiá editora de México. Citamos por ahí, Bolaños, 1983, p. 348. 3 Ver Bolaños, 1983, p. 8.
INTRODUCCIÓN
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la obra, la que vio la luz en México y corrió a cargo de «la oficina de los herederos del licenciado D.José de Jáuregui, año de 1792». Esa edición facsimilar fue el primer texto al que tuvimos acceso. La edición príncipe consultada se debe a la gentileza de la Universidad de Texas en Austin: en la colección Benson existía un ejemplar con un ex libris a nombre de Genaro García del cual hemos obtenido una copia 4 . Dicho texto presenta una curiosidad, una litografía que aparece en la guarda del libro. Sabíamos que la edición de 1792 venía acompañada de dieciocho grabados y ninguno era éste, que aparece firmado en el ángulo inferior izquierdo con el nombre de M . Murguía. D e trazos más refinados, se nota fácilmente que es de otra época y que había sido un añadido posterior, posiblemente de esa edición en concreto. Los dieciocho grabados burilados que aparecen en el interior del texto de la novela están atribuidos a Francisco Agüera Bustamante, aunque no todos aparecen firmados. Si bien algunos especialistas los han calificado de toscos, no puede negárseles su carácter complementario con el texto y más aún si hablamos de la tradición de las «danzas de la muerte» donde tan importante es el texto como la ilustración. José Toribio Medina nos describe a un Agüera mayormente especializado en temas sacros: «Francisco Agüera Bustamante, que inicia sus tareas en 1784, grabando las dos alegorías o jeroglíficos de Quirós, y trabaja hasta 1805, en cuyo año graba, con gran finura de buril, un frontis y nueve láminas para ilustrar la Novena de la Virgen de Loreto del P. Croiset. El fue también quien abrió las láminas para la Descripción de las dos piedras de León y Gama, y el retrato del P. Santa María para las Reflexiones del P. Cirilo, ambas de 1792»5. Esta nueva litografía nada tiene que ver con esos grabados, más allá de la presencia del esqueleto como corporización de la Muerte, adornada con algunos de sus atributos, como el manto y la guadaña. Remite a la casa editorial M. Murguía, aunque debemos añadir, con Toussaint, que: «No siempre es fácil decidir cuando la firma de una litografía es la de la casa, la del mismo grabador o la del dibujante. Así, mientras no 4 López de Mariscal (1992) nos habla de cinco ejemplares localizados de la edición de 1792, uno en el Fondo reservado de la Biblioteca Nacional de México, otro en el Fondo Comermex, un tercero en una biblioteca particular (de la que no dice su nombre), y otros dos en la ciudad de Monterrey (en la capilla Alfonsina de la UANL y en la Biblioteca Cervantina del Tecnológico). Y apunta tener noticias de la existencia de otro en la Universidad de Texas que es del que tenemos copia y en el que está basado esta edición. 5 Ver Medina, 1989, p. xxcm.
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se averigüe en los posible los datos históricos que justifiquen las apreciaciones, hay que contentarse con lo que las mismas litografías nos enseñan» 6 . Con los datos que tenemos sobre la firma nos colocamos en la mitad del siglo xix. Es muy posible que, como apuntaba Rodríguez Moñino a propósito de la difusión de manuscritos, pero aplicable también a libros impresos, esta novela puede haber formado parte de esos textos que no ven la luz hasta el siglo xix, y como diría Víctor Infantes, se convierten en «islotes tipográficos de reducida difusión»7. En 1992 El Colegio de México, dentro de su «Colección Novohispana», publica la que sería la primera edición completa de la novela a cargo de Blanca López de Mariscal, hoy día agotada. Significa un gran avance respecto a lo que se tenía hasta ese momento. Por vez primera se transcribe el texto completo, se anota y se confronta con el manuscrito del Convento de Guadalupe de Zacatecas. Nuestra edición toma como referentes la príncipe de 1792 y el manuscrito de Guadalupe, cuya copia hemos conseguido gracias a la generosidad de la Biblioteca de El Colegio de México que nos ha proporcionado su microfilm que reproduce el original zacatecano, hoy día no disponible para el público por su mal estado de conservación. El manuscrito 8 se inicia con el título y le siguen la dedicatoria, el prólogo, el preámbulo, cuarenta capítulos, una conclusión y un testamento. El índice figura al final. Contiene los dieciocho grabados, luego podemos suponer que el manuscrito estaba ya diseñado en su totalidad para pasar a las autorizaciones pertinentes, previas a su publicación. Son un total de 637 folios, más el índice, sin numerar. La letra es muy clara y legible y se aprecian algunas tachaduras y correcciones encima del mismo puño y letra. La numeración de los folios oscila entre el ángulo superior y la parte central de la cabecera. La edición príncipe la componen folios de a cuarto de 20 por 14, con un total de 276 páginas que incluye, además de los cuarenta capí6 Ver Toussaint, 1934, p. 6. La casa editorial de M . Murguía aparece con litografías desde 1847, luego ésta ha tenido que ser añadida al ejemplar del libro con posterioridad. En 1846 Manuel Murguía (1807-1860) se inició como librero, al año siguiente estableció un taller litográfico y en 1849 debutó como impresor. 7 Ver Infantes, 1984, p.91. 8 Según López de Mariscal, 1992, Bolaños había pedido a los superiores del convento dos amanuenses para copiar y supone pues la existencia de dos copias, aunque admite que solo tuvo acceso a una copia. La misma que ella vio y consultó es de la que tenemos un microfilm y en la que están intercalados los grabados.
INTRODUCCIÓN
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tulos, una conclusión y un testamento. Los preliminares o paratextos lo ocupan veintiséis páginas, sin numerar: dedicatoria, parecer, censura, licencias varias, fe de erratas, prólogo al lector, índice de los capítulos y preámbulo. Mención aparte merecen los grabados que, como dijimos, son 18 y que figuran al inicio y en los capítulos 1,4, 7,8,10,13,15,18, 20,23,26,30,32,34,36,38 y 40. Las diferencias entre el manuscrito y la príncipe no son especialmente significativas. Solo la dedicatoria a Manuel María Trujillo merece ser tomada en cuenta. Es mucho más abreviada en la príncipe habiendo desaparecido gran parte de un discurso panegírico relativo a la importancia del que fuera comisario general, visitador y reformador apostólico de todas las provincias y colegios de Indias: Padre Nuestro Reverendísimo, luego al p u n t o que en estas dilatadas p r o vincias de la septentrional América f u e r o n proclamadas las bellas circunstancias, amables y pastorales prendas que adornan la persona de vuestra reverendísima, en aquel m i s m o tiempo en q u e arribó a estos países la plausible noticia de hallarse vuestra reverendísima colocado en el vasto gobiern o y comisariato de Indias, se dejó sentir e n lo interior de los claustros u n nuevo júbilo y regocijo q u e se asomaba risueño en los semblantes de todos y yo que fui testigo p u e d o asegurar a vuestra Reverendísima q u e se hizo más perceptible en el C o l e g i o apostólico de María Santísima de Guadalupe de la ciudad de Zacatecas, p o r los bellos informes de personas de buena nota y distinguido carácter q u e sin lisonja dan su debido lugar a la acreditada conducta de vuestra reverendísima y hacen justicia a la grandeza de su mérito. Las primeras y nuevas providencias expedidas p o r vuestra reverendísima respirando celo, caridad y amor, f u e r o n nuevos incentivos para atizar y f o m e n t a r más el que ya había concebido e n nuestros pechos. A ú n yo, q u e entre todos mis c o h e r m a n o s m e pierdo de vista por la p e queñez de mi nada, m e parecía por entonces que m i a m o r era de sobrada corpulencia, procuré examinarlo en el más riguroso escrutinio y confieso a vuestra reverendísima con la ingenuidad q u e debo a su respeto, q u e n o le hallé nada de lisonjero pero sí le n o t é bastante inquietud por darle a vuestra reverendísima pruebas nada equivocas de su sinceridad. E n esta circunstancia se m e vino a la m a n o la composición de este librillo de la Portentosa vida de la M u e r t e y a u n q u e es verdad q u e p o r aquí n o se podrán regular los tamaños de m i amor, según que afirma aquella sentencia probado de lectionis exhibitio ex operis, siendo la obra tan p e q u e ñ a n o aparece tan grande el a m o r c o m o se pinta. El a m o r dice q u e desde su niñez aprendió e n los sumistas q u e de internis nonjudicat eclesia,y que n o obstante el librillo podrá ser grande con solamente q u e vuestra reverendísima lo asuma u n tanto a su sombra.
LA PORTENTOSA
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VIDA DE LA MUERTE
Dicha laudatio, muy limada en la edición impresa, está motivada en buena medida por la crisis en las provincias franciscanas, situación ampliamente analizada por D e la Torre Curiel en su obra Vicarios en entredicho. La administración franciscana en la Nueva España se fue ampliando con el tiempo y así las autoridades temporales de la península toman «la decisión de intervenir en el nombramiento del comisario novohispano a fin de mejor controlar la conversión y atención de los nuevos territorios» 9 . Para mediados del siglo x v m dicho Comisario tenía, entre otras funciones, la de sancionar, corregir y gobernar a sus subditos, lo que les obligaba a visitar las provincias y colegios y otorgar licencias para imprimir sermones, entre otras muchas funciones y poderes. D e masiadas molestias para un comisario que vivía en España. El año de publicación del libro es el mismo en el que Trujillo cesa en ese cargo al ser nombrado obispo, no tenía pues mucho sentido el panegírico, ligado al cargo anterior y al efecto de su nombramiento en las provincias franciscanas. Debemos añadir, a propósito del silencio que pesó sobre la obra, que Bolaños tampoco dio gusto a los progresistas de su tiempo que la consideraron obra más apegada a gustos barrocos que neoclásicos, dicho juicio apunta de nuevo a una mala lectura pues si bien el tema de la muerte gozó de predicamento en el barroco, viene de antiguo el interés y no hay más que recordar las Danzas de la Muerte medievales para advertir que esta novela debe mucho a esos orígenes aunque solo sea por compartir texto e imagen, presidida por la muerte en forma de esqueleto. El tema excede en demasía a su época y en su lectura, además de la presencia del tema barroco de la muerte, se aprecia también un diálogo con su tiempo, en alusiones a Feijoo en el capítulo X X X I X y su teoría sobre los cometas. C o m o ya es moneda común en obras hispanoamericanas el asincronismo literario es aquí un hecho: lo medieval, lo barroco y lo neoclásico confluyen en el libro y el tratamiento dado a la muerte, protagonista soberana de la novela, combina muchas facetas, entre otras el fasto barroco y la convivencia estrecha con ella frente al desapego dieciochesco por el asunto. La muerte comienza a sentirse como molesta en el siglo de las luces. Así se expresa Viqueira a propósito de la sociedad novohispana del siglo xvm: «La muerte había dejado de ser un personaje familiar de la vida 9
Ver D e la Torre Curiel, 2001, p. 65.
INTRODUCCIÓN
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social con el que mal que bien se convivía. Los hombres de la élite ante el terror que les inspiraba, habían optado p o r vivir olvidándola, actuando c o m o si n o existiera, c o m o si n o les esperase irremediablemente al final del camino» 10 . N o creo que el libro de Bolaños, pese a sus pequeñas dosis de burla, pretenda trivializar la muerte, todo lo contrario, este libro es más bien fiel reflejo de la preocupación franciscana p o r el tema de la muerte y u n aviso a su tiempo y a su gente. N i siquiera el médico D. Rafael Q u i r i n o Pimentel de la Mata p u d o escapar a la muerte, su querida amiga y compañera que queda c o m o viuda doliente a su fallecimiento. N o debe pasar inadvertida la relación de la muerte con las órdenes mendicantes y en especial con la franciscana y en ese sentido es evidente que la escritura del libro viene dada por su idea central, la muerte, c o m o ilustración de conceptos asociados a la misma que el buen cristiano n o debe perder de vista y que era necesario dejarlos claros ante el público, n o olvidemos que su autor era predicador apostólico del Colegio de Propaganda Fide. La idea de la muerte igualatoria del género h u m a n o y su supremacía sobre los hombres, así c o m o el rechazo de las riquezas del m u n d o está contenida en la espiritualidad franciscana 11 . La ineluctabilidad de la muerte o las admoniciones que ésta hace a las diferentes clases sociales son conceptos ampliamente ilustrados en la novela que recoge, en buena medida, la espiritualidad escatológica, proveniente de la Edad Media, para convertirse en santo y seña de las órdenes mendicantes en sus predicaciones. En el capítulo X X X de la novela se alude al primer t o m o de u n libro clave en la época Muerte prevenida o cristiana preparación para una buena muerte del jesuíta Francisco Arana, edición a cargo de Luis de Salcedo y Azcona, Sevilla, 1736. Además son numerosos los textos sobre el «Arte de bien morir» que pueden haber actuado c o m o intertextos en Bolaños. Aprender a m o r i r es aprender a vivir adecuadamente. Esa es la más poderosa intención de la obra de Bolaños y desde luego n o era su objetivo hacer un libro jocoso sobre la muerte pese a su poquita de burla, c o m o dice en el prólogo. En este sentido es significativo el capítulo X X I , el memorial que la M u e r t e presenta:
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VerViqueira, 1987, p. 248. Ya en el siglo xvi, en 1508, otro franciscano, Francisco de Ávila escribió unos versos bajo el título de La Vida y la Muerte. 11
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LA PORTENTOSA
VIDA DE LA MUERTE
Por parte de ésta se ha presentado ahora nuevamente en mi supremo consejo un memorial lleno de justísimos sentimientos y querellas contra la ingratitud y muy pernicioso olvido a que la tienen sentenciada y condenada los hombres; cuya justificación del hecho mismo nos hace ver claramente que, con semejante olvido, se han frustrado nuestros adorables intentos, encaminados al importantísimo fin y consecución de la salud eterna de las almas [...] Si en algún tiempo debió estimular a nuestra justicia el celo y deseo que tenemos de la salvación de las almas, es el tiempo presente. ¿Porque cuándo se ha visto jamás inventar cada día nuevas diversiones y pasatiempos, espectáculos y aun divulgarlos por todo el orbe con que se pretende desterrar todo pensamiento que tiene alguna relación con la Muerte? ¿Cuándo se ha visto a los hombres tan bien hallados con el encanto de la vanidad, el lujo, la profanidad y las modas? ¿Acaso esto es compatible con quien trata seriamente de disponerse para morir? (p. 148) El fin didáctico-doctrinal de la novela de Bolaños es abiertamente declarado, tratará la historia de la Muerte cuyos hechos son relatados desde la cuna al final (testamento incluido), haciendo un recorrido vital, como si de cualquier mortal se tratase, como un personaje cuyos actos son tantos y dilatados que resultan imposibles de abarcar en las dimensiones del libro, por eso es retratada parcialmente, eligiendo momentos puntuales de sus actuaciones y compostura desde la antigüedad a su siglo. Su autor quiere hacerse eco del «prodesse et delectare», no centrando su atención solamente en lo místico y buscando el entretenimiento del lector con su mezcla de lo místico y lo divertido, de lo serio y lo risible, de lo bueno y lo malo, apelando también a su curiosidad y dejando, a su libre albedrío, el seguir la lectura o abandonarla si le aburre.Y es ese sentido jocoso y satírico lo que le acerca más al concepto barroco. Son cuarenta capítulos, número que remite a la cuaresma, a través de los cuales, conoceremos puntuales e ilustrativas actuaciones de la «emperatriz de los sepulcros». La Cuaresma, cuarenta días, es el tiempo litúrgico de conversión que marca la Iglesia para prepararnos para la gran fiesta de la Pascua. Es tiempo para arrepentimos de nuestros pecados y de cambiar para ser mejores y poder vivir más cerca de Cristo. Comienza el Miércoles de Ceniza y termina el Jueves Santo, justo el día antes de la muerte de Jesús en la cruz. La duración de la Cuaresma está basada en el símbolo del número cuarenta en la Biblia: los cuarenta días del diluvio, los cuarenta años de la marcha del pueblo judío por el desierto, los cuarenta días de Moisés y de Elias en la montaña, los cuarenta días que pasó Jesús en el desierto antes de comenzar su vida pública. N o
INTRODUCCIÓN
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creemos que sea arbitraria la elección del número. Bucle retórico el de Bolaños con sus cuarenta capítulos. Muerte prevenida, muerte petrarquista, muerte soberana, memento mori, visión de túmulos y catafalcos, en suma, muerte plena de matices que son recogidos en la novela y que arrastra toda una simbología que se remonta a la Edad Media y llega hasta el momento en que Bolaños redacta su aviso moralizante. Una pieza más en la entronización e importancia del tema de la muerte para el pueblo mexicano.
ESTA EDICIÓN
En la transcripción hemos corregido algunos errores tipográficos, modernizado la puntuación y la acentuación, regularizado la oscilación vocálica de las átonas (defunta por difunta, vertiste por viniste, dormientes por durmientes, asalareados por asalariados, etcétera), unificado las oscilaciones con formas más arcaicas: Augustín (Agustín) así como el uso de mayúsculas y minúsculas. Hemos conservado formas en desuso que figuran en DRAE hoy día: dispertar, refleja, cadavera, etc. Para esta edición he contado con la colaboración de Jaime J. Martínez.
AGRADECIMIENTOS
Quiero dar las gracias a todo el equipo que forma parte del proyecto FFI2012-32087 que con sus sugerencias y observaciones han contribuido a una mejoría del texto, al servicio bibliotecario de El Colegio de México por su inestimable ayuda para la consulta del microfilm del manuscrito y al servicio de préstamo bibliotecario de la Universidad de Sevilla por la facilitación diligente de materiales.
Trinidad Barrera Universidad de Sevilla
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LA PORTENTOSA VIDA DE LA MUERTE
LA PORTENTOSA
VIDA DE LA
MUERTE
F R A Y JOAQUÍN BOLAÑOS
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LA PORTENTOSA
VIDA DE LA MUERTE
LA PORTENTOSA VIDA DE LA MUERTE, EMPERATRIZ DE LOS SEPULCROS,VENGADORA DE LOS AGRAVIOS DEL ALTÍSIMO Y MUY SEÑORA DE LA HUMANA NATURALEZA CUYA CÉLEBRE HISTORIA ENCOMIENDA A LOS HOMBRES DE BUEN GUSTO, FRAY JOAQUÍN BOLAÑOS, PREDICADOR APOSTÓLICO DEL COLEGIO SEMINARIO DE PROPAGANDA FIDE DE MARÍA SANTÍSIMA DE GUADALUPE, EXTRAMUROS DE LA MUY NOBLE Y LEAL CIUDAD DE ZACATECAS, EN LA NUEVA GALICIA, EXAMINADOR SINODAL1 DEL OBISPADO DEL NUEVO REINO DE LEÓN.
Impresa en México, en la oficina de los herederos del licenciado José de Jáuregui. Calle de San Bernardo. Año de 1792.
1 Examinador sinodal: teólogo o canonista n o m b r a d o por el prelado diocesano en el sínodo de su diócesis, o fuera de él, en virtud de su propia autoridad, para examinar a los que han de ser admitidos a las órdenes sagradas y ejercer los ministerios de párrocos, confesores, predicadores, etc.
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22 DEDÍCALA
VIDA DE LA MUERTE
a nuestro padre reverendísimo fray Manuel Marta Trujillo2, pre-
dicador general del Número, ex custodio, ex ministro provincial, padre perpetuo de la provincia de Andalucía*, calificador del Consejo de la Suprema y General Inquisición, teólogo de la majestad católica por la Real Junta de la Inmaculada Concepción, comisario general, visitador y reformador apostólico de todas las provincias y colegios de Indias.
Padre nuestro reverendísimo4, el Colegio apostólico de Nuestra Señora de Guadalupe de la ciudad de Zacatecas, en la Nueva Galicia de esta septentrional América, y a su nombre el autor de este opúsculo, su2
Manuel María Trujillo (1728-1814) fue un reformador franciscano de la época de la Ilustración. H o m b r e de m u c h o poder en aquel entonces, lo que para algunos explica que la obra pasase las censuras sin problemas. Fue Comisario General de Indias entre 1785 y 1792. Abandona al ser n o m b r a d o obispo. Mediante R e a l Cédula de 19 de octubre de 1788 se aprobó un decreto pontificio para nombrar al Comisario General de las Indias, Manuel María Trujillo, visitador y reformador apostólico de todas las provincias y colegios de San Francisco de la Nueva España. 3
Se refiere a la Nueva Andalucía, en el norte de México, es decir, Sinaloa y Sonora. E n el manuscrito aparece a continuación: «luego al p u n t o que en estas dilatadas provincias de la septentrional América fueron proclamadas las bellas circunstancias, amables y pastorales prendas que adornan la persona de vuestra reverendísima, en aquel mismo tiempo en que arribó a estos países la plausible noticia de hallarse vuestra reverendísima colocado en el vasto gobierno y comisariato de Indias, se dejó sentir en lo interior de los claustros un nuevo júbilo y regocijo que se asomaba risueño en los semblantes de todos y yo, que fui testigo, p u e d o asegurar a vuestra reverendísima que se hizo más perceptible en su Colegio apostólico de María Santísima de Guadalupe de la ciudad de Zacatecas, por los bellos informes de personas de buena nota y distinguido carácter que sin lisonja dan su debido lugar a la acreditada conducta de vuestra reverendísima y hacen justicia a la grandeza de su mérito. Las primeras y nuevas providencias expedidas por vuestra reverendísima, respirando celo, caridad y amor, fueron nuevos incentivos para atizar y fomentar más el q u e ya habíamos concebido en nuestros pechos. 4
A ú n yo que entre todos mis cohermanos me pierdo de vista por la pequeñez de m i nada, me parecía por entonces que mi amor era de sobrada corpulencia, procuré examinarlo en el más riguroso escrutinio y confieso a vuestra reverendísima con la ingenuidad que debo a su respeto, que n o le hallé nada de lisonjero pero sí le noté bastante inquietud p o r darle a vuestra reverendísima pruebas nada equivocas de su sinceridad. E n esta circunstancia se m e vino a la m a n o la composición de este librillo de la Portentosa vida de la Muerte y aunque es verdad que por aquí n o se podrán regular los tamaños de mi amor, según que afirma aquella sentencia probatio de lectionis exhibitio ex operis, siendo la obra tan pequeña no aparece tan grande el amor c o m o se pinta. El amor dice que desde su niñez aprendió en los sumistas que de internis non judicat eclesia, y que n o obstante el librillo podrá ser grande con solamente que vuestra reverendísima lo asuma u n tanto a su sombra.
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plica a vuestra reverendísima se sirva su dignación 5 de admitir este corto, reverente obsequio que le consagra y dedica su cordial afecto. Desperdicios del tiempo pudiera llamar vuestra reverendísima a este cuaderno, y yo fuera del mismo dictamen si la materia que en él se trata no fuera, en todos tiempos, tan digna de nuestro aprecio. Acaso su lectura podrá servir a vuestra reverendísima de respirar y tomar algún desahogo, cuando la multitud y variedad de tantas ocurrencias y negocios indispensables a su dilatado gobierno le fatiguen el ánimo. Y aún concibo yo no sé qué alegres y festivas esperanzas que me pronostican que así, a vuestra reverendísima como a mí, nos ha de tratar la Muerte, no con los rigores que acostumbra sino con la dulzura y suavidad que apetecemos cuando llegue el instante de vernos en sus brazos; a vuestra reverendísima como a patrono de su historia y a mí por el corto trabajo de haber dado a la luz pública algunos de sus más famosos hechos a beneficio de los próximos; y que es preciso que la Muerte, agradecida a su mecenas, en retorno de cooperar a tan saludables pensamientos, le saque en paz de este mundo.
Sírvase pues vuestra reverendísima de recibir a n o m b r e de su colegio de Guadalupe este corto, reverente obsequio que le consagra su cordial afecto. Desperdicios del tiempo pudiera vuestra reverendísima llamar este cuaderno y yo fuera del mismo dictamen si la materia que se trata no Juera en todos tiempos tan digna de vuestro aprecio. Acaso su lectura podrá servir a vuestra reverendísima de respirar y tomar algún desahogo cuando la multitud y variedad de tantas ocurrencias y negocios, indispensables de su dilatado gobierno, le fatiguen el ánimo. Y aún concibo yo no sé que alegres y festivas esperanzas que me pronostican que así a vuestra reverendísima como a mí nos ha de tratar la muerte no con los rigores que acostumbra sino con la dulzura y suavidad que apetecemos, cuando llegue el instante de vernos en sus brazos. A vuestra reverendísima como protector de su historia y a mí por el corto trabajo de haber dado a la luz pública algunos de sus más famosos hechos a beneficio de los prójimos, y que es preciso que la muerte, agradecida a su mecenas, en retorno de cooperar a tan saludables pensamientos, le saque en paz de este mundo. Así lo pediré yo continuamente a la soberana majestad del Altísimo, que después que el cielo llene a vuestra reverendísima de bendiciones, de dulzura por muchos felices años en su gobierno, lo llame al eterno descanso y le conceda morir como mueren los justos, en el ósculo del Señor. De vuestra reverendísima, el menor de sus súbditos que profundamente le venera y postrado a sus pies besa su mano. Fray Joaquín de Bolaños». La parte en cursiva — a excepción de las frases latinas— aparece recogida en la d e dicatoria de la obra impresa, con pequeñas variantes, c o m o puede comprobarse. La parte suprimida — e l resto— es pródiga en elogios y resulta excesivamente recargada, lo que puede explicar su supresión final. 5
Dignación: condescendencia con lo que desea o pretende el inferior
(DRAE).
LA PORTENTOSA
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VIDA DE LA MUERTE
Así lo pediré yo continuamente a la soberana majestad del Altísimo que, después que el cielo llene a vuestra reverendísima de bendiciones de dulzura por muchos felices años en su gobierno, le llame al eterno descanso y le conceda morir como mueren los justos, en el ósculo del Señor. De vuestra reverendísima el menor de sus subditos pero el que más profundamente le aprecia, le venera y besa sus manos. fray Joaquín de Bolaños
PARECER6
del muy reverendo padre fray Tomás Ramón Mercado, maestro
en Sagrada Teología y ex provincial de la provincia del Dulcísimo Nombre
de
Jesús de la ciudad de México, etcétera.
Excelentísimo Señor: En obedecimiento al superior decreto de vuestra excelentísima, he e x a m i n a d o el libro intitulado Portentosa
vida de la Muerte, emperatriz
los sepulcros, vengadora de los agravios del Altísimo
de
y muy señora de la humana
naturaleza. Su autor, el reverendo padre predicador apostólico Fray Joaquín de Bolaños, del Colegio de Propaganda Fide7 de Nuestra Señora de Guadalupe de Zacatecas. El juicio que de la obra he formado es de que merece la luz pública, será de mucho provecho y utilidad a los fieles
Lógicamente en un manuscrito no aparece ni el Parecer, ni la Censura ni las Licencias, pasando a continuación al «Prólogo al lector». 7 «Las provincias franciscanas se dividían en custodias, algunas de las cuales se convirtieron con el tiempo en provincias. Las custodias se dividían a su vez en doctrinas. También existían colegios apostólicos de Propaganda Fide, cada uno formado por un monasterio gobernado por un guardián, generalmente independiente de la provincia. La labor de los franciscanos en la frontera norte se realizó principalmente a través de la custodia (después provincia) de San Francisco de Zacatecas» (Jiménez Núñez, 2006, p. 122). Los franciscanos, tras obtener en 1704 la Cédula Real por parte del Rey de España, Felipe V, fundaron el Colegio Apostólico de Propaganda Fide de Nuestra Señora de Guadalupe el 12 de enero de 1707, concretamente fueron los frailes Antonio Margil de Jesús, José Guerra y José de Castro. Con la obra misional de este Colegio, Guadalupe adquirió gran fama y reputación, ya que éste fue Centro de Propaganda Fide para la promoción de la fe cristiana, para una gran parte de la zona norte del Virreinato de la Nueva España y gran parte de los estados del sur de lo que hoy son los Estados Unidos. 6
FRAY JOAQUÍN BOLAÑOS
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por cuanto es edificante, lleno de unción 8 y sabiduría. Nada contiene contra nuestra santa fe y buenas costumbres, ni contra las regalías9 de su majestad —que Dios guarde—. Este es mi parecer, salvo el mejor. Convento de Nuestro Padre San Agustín de México y mayo 4 de 1792. Excelentísimo Sr. fray Tomás Mercado
CENSURA del muy reverendo padre Ignacio Gentil, maestro en Sagrada Teología, ex provincial, sinodal del obispado de Guadalajara y arzobispado de México, calificador del Santo Oficio y prior actual del imperial convento del Orden de Predicadores de Nuestro Padre Santo Domingo, etcétera. Señor Provisor y Vicario General: En debido cumplimiento del decreto de vuestra señoría por el que se digna remitir a mi censura un libro cuyo título es: La portentosa vida de la Muerte, emperatriz de los sepulcros y vengadora de los agravios del Altísimo, dispuesto por el muy reverendo padre fray Joaquín Bolaños, misionero apostólico del Colegio de Propaganda Fide de Nuestra Señora de Guadalupe de Zacatecas y examinador sinodal del Obispado del Nuevo Reino de León, he leído este libro y luego advertí que no es de la naturaleza de aquellos otros contra quienes tan justamente clamaba la asamblea del clero galicano10 del año de 1765, pronosticando los lastimosos estragos que, con sentimiento universal de toda la Europa, 8 Unción: devoción, recogimiento y perfección con que el ánimo se entrega a la exposición de una idea, a la realización de una obra, etc. (DRAE). 9 Regalía: privilegio que la Santa Sede concede a los reyes o soberanos en algún punto relativo a la disciplina de la Iglesia (DRAE). 10 El galicanismo es un conjunto de tendencias de orden cultural, social-organizativo y litúrgico promovidas por el clero francés y con el inexorable apoyo de la monarquía. Si bien no pueden ser consideradas heréticas en el sentido estricto de la palabra, si puede afirmarse que tales nociones tuvieron por finalidad restringir el poder y también las prerrogativas de la Santa Sede frente al poder Estatal. Su origen puede estar en los excesivos impuestos exigidos por el rey al clero, sin contar con el debido permiso pontificio. Su doctrina viene compendiada en cuatro artículos de la «Declarado cleri gallicani» votada el 19 de marzo de 1682 en la Asamblea general del clero, en París. La Declaratio cleri gallicani fue condenada por el Papa Inocencio X I el 11 de abril de 1682 y, de nuevo, por Alejandro VIII el 4 de agosto de 1690; revocada por Luís X I V en 1693 fue después, a la muerte del rey, puesta de nuevo en vigor por el Parlamento de París.
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padece aquel reino floridísimo: «Una multitud de escritores temerarios, decían aquellos sabios y celosos pastores, ha hollado con sus pies las leyes divinas y humanas, las verdades más santas han sido oscurecidas... Se ha dudado de los hechos más auténticos, las instrucciones más sabias se han desacreditado y se ha combatido contra las máximas más puras... Han envidiado osadamente a los pueblos aquella religiosa simplicidad que aseguraba su fe y su dicha, y bajo el vano pretexto de desengañarlos de sus preocupaciones, hicieron cuanto pudieron para borrar de su espíritu toda impresión de religión, de piedad, de temor y amor por su Dios, de confianza y sumisión por sus pastores, y de respeto, fidelidad y obediencia por sus soberanos. En una palabra, todo sentimiento honesto y virtuoso». Con esta orgullosa filosofía en vano buscaremos aquel Dios que los apóstoles hicieron conocer a las naciones; algunos de ellos se forman un Dios tan variable como sus sistemas; un Dios materia violentado como un autómato por fatal necesidad a cuanto hace. Otros reconocen un Dios espíritu pero sin providencia, que abandona al hombre, obra de sus manos, a su propia conducta; y que con la propia indiferencia mira el incienso que la ciega superstición ofrece a los ídolos, que el que la religión quema al pie de los altares, pero nieguen estos impíos con los labios aquel Dios que no pueden desconocer en su interior porque por más que se esfuercen jamás podrán borrar esta idea que encalló en ellos el Autor de su ser, y mucho menos podrán arrancarle a Él esta corona de soberanía y majestad. Ni aun la misma emperatriz de los sepulcros, vengadora de los agravios del Altísimo, se ha libertado de los ataques de los impíos, pues aunque no han podido negar ni aun dudar de su existencia, califican la de su Padre legítimo por fabula digna del desprecio11, pero luego que ella se les presenta en todo el lleno de su terrible aspecto, los aterra, confunde y abate sus espíritus sin que la fortaleza que aparentan sea capaz de disipar sus temores; y sin embargo que algunos de estos para divertir estos terrores han empleado infelizmente sus talentos para extraerse de la esfera de racionales y colocarse en la de bestias. La Muerte, en prueba de su legitimidad, no solo descubrirá sus engaños sino que al tiempo de cobrar el preciso tributo de sus vidas, los espantará con la imagen de las horribles penas que han de padecer por las blasfemias que han vomitado
11 Voltaire, Disc. 6. Filos. (A). Para distinguir las anotaciones del autor de las que añadiremos al texto, colocaremos en las de autor, entre préntesis, (A).
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contra la Divinidad. Así se verificó en uno de los principales corifeos de estos impíos en los últimos instantes de su torpe vida12. Dije al principio que este Libro no era de la naturaleza de aquellos, que armados contra la Religión hacen los mayores esfuerzos para borrar, si fuera posible, de la memoria de todos la idea de un Dios; y ahora digo que es un antídoto eficaz y saludable contra peste tan sensible pues lo mismo es presentarse la emperatriz de los sepulcros con los colores que la pinta el autor de esta obra que confundir la irreligión, la impiedad, el ateísmo y demostrar que las Santas Escrituras no son obra de la nación mas bárbara y despreciable, ni están llenas de falsedades y absurdos, como decía el más blasfemo y atrevido de los impíos 13 , sino divinos e infalibles oráculos que efectivamente han tenido, tienen y tendrán su cumplimiento. Para lograr este fin junta el autor de esta obra las verdades más espantosas con las más consoladoras, de un modo tan prudente que el libertino halla un freno para sus excesos y el demasiado timorato unos motivos de consuelo, capaces de levantarlo de su abatimiento. Y he aquí por qué todo el intento del autor se reduce a que la memoria de la Muerte no se aparte de nosotros, recuerdo sin duda, el más eficaz para arreglar las costumbres, poner en tono al corazón más pervertido y llevar una vida angelical. Por lo mismo usa de un estilo ingenuo y llano pero vehemente y penetrante, valiéndose de las más vivas invectivas para introducir esta memoria en los palacios de los poderosos, donde por lo común es mas aborrecida, que cierran los ojos cuando se les presenta y procuran desterrarla con la mayor presteza, pero la Muerte se burla de sus inútiles conatos y despreciando esta extraña grosería, les da el asalto a manera de un ladrón, cuando se lisonjean estar más seguros de sus tiros. Tengo descubierto el juicio que he formado de esta obra y el fin que mueve a su autor para darla al público, cuya religiosa caridad es digna de los mayores elogios, porque no estrechándose su celo siempre en acción a las provincias que ha ilustrado con las luces del Evangelio, donde el excelso brazo del Altísimo ha hecho, por medio de su ministerio apostólico, aquellas mutaciones que solo están reservadas a su divina gracia entiende por medio de este libro sus benéficos ardores a todas clases de gentes, sin excepción alguna.
Voltaire (A). Representa el anticlericalismo por excelencia. Voltaire Meleng. Cap. de los Judíos (A). Cfr. la entrada «Judíos» de su Diccionario Filosófico (1764). 12
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Por todo lo cual y no tener este libro cosa alguna que se oponga a nuestra santa fe, buenas costumbres ni regalías de su majestad —Dios le guarde—, soy de parecer que puede vuestra señoría, siendo de su agrado, conceder la licencia que se pide para su impresión; así lo siento salvo metíori.
Convento de Santo Domingo de México, y abril 19 de 1792. fray Ignacio Gentil
LICENCIA DEL S U P E R I O R G O B I E R N O El excelentísimo señor don Juan Vicente de Güemez14, Pacheco de Padilla Horcasitas y Aguayo, conde de Revilla Gigedo, barón y señor territorial de las villas y baronías de Benillova y Rivarroja, caballero comendador de Peña de Martos en la Orden de Calatrava, gentil hombre de cámara de su majestad con ejercicio, teniente general de sus reales ejércitos, virrey gobernador y capitán general de las provincias de Nueva España, presidente de su Real Audiencia, superintendente general, subdelegado de Real Hacienda, Minas, Azogue y Ramo del Tabaco, juez conservador de éste, presidente de su Real Junta y subdelegado general de Correos en el mismo reino, etcétera. Concedió su licencia para la impresión de esta obra, visto el parecer del muy reverendo padre maestro fray Tomás Mercado como consta por su decreto de 9 de Marzo de 1792.
LICENCIA DEL ORDINARIO 1 5 El señor licenciado don Juan Cienfuegos, juez provisor y vicario general de este arzobispado, etcétera, vista la antecedente censura del muy reverendo padre maestro fray Ignacio Gentil, concedió su licencia
14
Juan
Vicente de Güemes-Pacheco
de Padilla
y Horcasitas,
c o n d e de R e v i l l a g i g e d o (La
Habana, 1740-Madrid, 1799) fue virrey de Nueva España (1789-1794). Realizó una intensa reorganización administrativa e impulsó el desarrollo económico y científico. La licencia del ordinario era la autorización dada por el vicario u ordinario de la diócesis para imprimir. 15
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para la impresión de esta obra, según consta por su auto de 23 de Abril de 1792.
L I C E N C I A D E LA O R D E N Por comisión de nuestro reverendísimo padre Comisario General de Indias fray Manuel María Trujillo, hemos visto y examinado prolijamente la obra intitulada Vida de la Muerte, que ha compuesto el padre predicador apostólico y discreto 16 fray Joaquín Bolaños; y no encontrando en ella cosa que se oponga al dogma católico, buenas costumbres y derechos del soberano, antes mucha utilidad al público, por virtud de igual facultad concedida por el mismo nuestro padre reverendísimo a este venerable discretorio, damos licencia al expresado padre fray Joaquín Bolaños para que obtenidas las demás necesarias, pueda proceder a la impresión. Dadas en este apostólico Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe de Zacatecas, firmadas de nuestra mano y nombre, en dos días del mes de enero de mil setecientos noventa y dos. fray Ignacio María Laba, Guardián fray José Patricio García de Jesús, Ex guardián y lector de Sagrada Teología fray José Rafael Oliva, Discreto
16
fray Manuel de Silva, Comisario y Prefecto de Misiones fray Anastasio de Jesús Romero, Discreto
fray Mariano Antonio de Vasconcelos, Discreto
Dentro de la orden franciscana, y en comunicación directa con la Curia, están los Discretos, que componen el Discretorio, frailes elegidos según los distintos grupos lingüísticos (un grupo lingüístico está representado, por lo menos, por 12 personas que hablan la misma lengua). El Discretorio se reúne una vez al mes para asistir al Custodio en la toma de decisiones. Aprueba las cuentas anuales y los informes de los frailes a los que se les han asignado misiones específicas. Por lo menos una vez al año, recibe a los responsables de la formación, que deben informar del estado de sus actividades. El Custodio y el Vicario custodial son miembros de derecho del Discretorio. El Discretorio, en atención a situaciones específicas, puede solicitar la intervención de cualquier fraile o laico para recibir consejos u opiniones.
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fray Juan José de Aguilar, Lector de Filosofía y Discreto sustituto.
FE D E E R R A T A S 1 7 Fol. 5. Dice: que aún para ponderarla, lee: que aunque para p o n d e rarla. Fol. 12. Dice: annnciaban a los vivientes; lee: anunciaban. Fol. 16. Dice: evitar en sus historiados; lee: evitar en sus historias. Fol. 24. Dice: patit peccatum; lee: parit peccatum. Fol. 68. Dice: n o n potuerunt; lee: n o n poterunt. Fol. 69. Dice: quantos antes; lee: quanto antes. Fol. 141. Dice: nos contiene; lee: los contiene. Ibidem nos govierna; lee: los govierna. Fol. 249. Dice: redimisti; lee: redemisti.
P R Ó L O G O AL L E C T O R Carísimo lector mío, si hubiéramos de dar puntual noticia de todas las empresas, acciones y maniobras de la Muerte, pudiéramos decir, hablando con la debida proporción, lo que dijo San Juan hablando de las maravillas de Jesucristo: Sunt autem et allia multa quae fecit Jesús, quae si scribantur per singula nec ipsum arbitror mundum capereposse eos qui scribendi sunt libros18. El m u n d o todo n o pudiera abarcar tanto número de libros, que pudieran formarse con los sucesos trágicos y funestos hechos de la Muerte, en un imperio tan dilatado que comenzó con el principio del mundo. Muchas cosas dejamos p o r decir y nos contentamos con darte a conocer la corpulencia del león, mostrándote sola una uña. La Portentosa Vida de la Muerte es el sobrescrito de este cuaderno que se presenta a tus manos. La novedad que lleva esta obra la hallarás en la frente de estos capítulos y con esta estratagema hemos querido captar
17 Han sido tomadas en cuenta en el texto que ofrecemos, con su consiguiente regularización ortográfica. 18 Cap. 22, v. 25 (A). En realidad es el capítulo 21:25 del Evangelio según San Juan y dice así: «Jesús hizo otras muchas cosas. Tantas que, si se escribieran una por una, creo que en todo el mundo no cabrían los libros que podrían escribirse».
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tu benevolencia a su lectura. Hallarás en las bibliotecas muchos libros místicos muy superiores, que por diversos modos tratan de la muerte, mas como la materia no es nada gustosa a quien está muy hallado en el mundo, nos portamos en esta vez como se porta el médico con su enfermo, que le dora las pildoras para que aún siendo tan desabridas las tome con menos repugnancia. Desabrida es la muerte, mas para que no te sea tan amarga su memoria te la presento dorada o disfrazada con un retazo de chiste, de novedad o de gracejo. Va en forma de historia porque quiero divertirte; lleva su poquita 19 de mística porque también pretendo desengañarte; separa lo precioso de lo vil, aprovéchate de lo serio, y ríete de lo burlesco. Espero que a lo menos por guardar los fueros a la curiosidad, de que solo carecen los hombres, o que están muy endiosados o que han llegado al extremo de insensatos, la tomes en tus manos, comiences su lectura; si te agrada, la sigues, y recibes este corto obsequio de mi sincera voluntad; si no te gusta, la arrimas a un lado, en la inteligencia de que quedamos tan amigos como siempre.
INDICE 2 0 DE L O S C A P I T U L O S C O N T E N I D O S E N EL C U E R P O D E ESTA O B R A P R E A M B U L O necesario para dar principio a la Historia de la Muerte. CAR I Patria y padres de la Muerte. Estado en que se hallaba el mundo cuando nació la CAP. II Muerte. CAP. III Se bautiza la Muerte, y se dice quien fue su padrino que le imprimió su verdadero nombre y carácter. CAP. IV Se da razón quien fue la abuela de la Muerte. CAP. V Decreto imperial que manda publicar la Muerte en todos sus estados y señoríos. CAP. VI Toma la Muerte posesión de su imperio y comienza a ejercitar su Jurisdicción. CAP. VII Celebra la Muerte una especie de contrato matrimonial y engaña traidoramente a los maridos.
19
Ms., poquilla.
20
E l índice en el manuscrito aparece al final de la obra.
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CAP. VIII
CAP. IX CAP. X CAP. XI
CAP. XII CAP. XIII CAP. XIV CAP. XV CAP. XVI CAP XVII CAP. XVIII
CAP XIX 22 CAP. XX CAP. XXI CAP. XXII CAP. XXIII
21
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Celebra la Muerte un conciliábulo para deliberar sobre la materia de poblar cuanto antes las colonias de la Tierra adentro. Dictamen del demonio sobre la propuesta materia del antecedente. Pesadumbre que tuvo la Muerte en el fallecimiento de un médico que amaba tiernamente. Se comienza a dar noticia de algunos embajadores de la Muerte en varias Cortes del mundo: con algunas místicas reflexiones sobre las resultas que tuvieron las Embajadas. Jonás, embajador 21 de la Muerte en la corte de Nínive. Samuel, profeta embajador de la Muerte para con el rey Saúl. El incógnito embajador de la Muerte en la corte de Babilonia. El profeta Gad, embajador de la Muerte en el palacio del santo rey David. Isaías, embajador de la Muerte en la corte de Ezequías. Se viste la Muerte de gala para asistir a la cabecera de un justo agonizante Sigue la materia del pasado Se viste la Muerte de distinto ropaje para presentarse a la cabecera de un pecador envejecido en sus culpas. Sigue la materia del pasado. Memorial que presenta la Muerte al rey de los cielos, quejándose de la ingratitud de los hombres. Proveído al memorial presentado por parte de la Muerte. Visita la Muerte a un religioso de una vida muy tibia y se dice cuánto sintió el religioso esta visita. Predica la Muerte en la ciudad de Granada y convierte a uno de los mayores hombres de aquel siglo.
Ms., embajador. Ahí se corta el manuscrito pues aparece un borrón en lo que sigue hasta finalizar la frase. 22 Ms., aparece un borrón sobre el título de este capítulo.
FRAY JOAQUÍN BOLAÑOS
CAP. XXIV CAP. XXV CAP XXVI CAP. XXVII CAP. XXVIII CAP. XXIX
CAP. X X X CAP. XXXI CAP. XXXII
CAP. XXXIII
CAP. XXXIV CAP XXXV CAP. XXXVI CAP. XXXVII
CAP. XXXVIII
CAP. XXXIX
CAP. XL 23
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En que se da noticia como también la Muerte hace su figura en la barajita del demonio. De un susto que le dio la Muerte a un pobre rico. Sale la Muerte a dar una batalla campal a los mortales, según que la vio San Juan en su Apocalipsis. Sigue la materia del pasado. Glorioso combate de los justos en la hora de su muerte. En que se da noticia de un alcalde mayor a quien la Muerte le tomó residencia23 en los últimos términos de su vida. Concluida que le dio la Muerte a un célebre maestro de la universidad parisiense. Se halla sorprendida la Muerte sobre una pregunta que le hizo un teólogo moralista. Hecha la Muerte por tierra una elevada torre de vanas esperanzas que había fabricado en su pecho un mozo bizarro llamado Júnior. Castiga la Muerte a un magistrado la falta de atención y respeto a unas letras que le mandó monitoriales. La Muerte pone sitio a una dama de esta América y por asalto le ganó la plaza del corazón. Carta del cómplice a su amasia ya convertida. Correo del otro mundo enviado por la Muerte a la ciudad de Celaya. Se introduce la Muerte en el más autorizado congreso de sabios teólogos y filósofos, y contra el vario modo de pensar de tantos maestros, les demuestra con evidencia lo que es el hombre. Se asomará la Muerte por la ventana de un sepulcro para ver el día del juicio, y se dice lo que sucederá entonces a la Muerte y a los mortales. Señales funestas que anunciarán al mundo estar muy próximo el fallecimiento de la Muerte cruel que nos mata. Senectud de la Muerte y principio de sus agonías.
Ms., residencia. Ahí termina el título del capítulo.
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CONCLUSIÓN TESTAMENTO
VIDA DE LA MUERTE
de la obra en que da 24 noticia del mar negro de la M u e r t e que tiene que navegar todo hombre. que se puede leer a todos los que están constituidos en peligro de muerte.
PREÁMBULO NECESARIO PARA DAR P R I N C I P I O A LA H I S T O R I A D E LA M U E R T E La naturaleza misma de la historia pide c o m o prerrequisito necesario una previa noticia del sujeto, cuyas proezas, acciones y sucesos han de formar el plan de la obra y ministrar 25 el alimento a la curiosidad de mis 26 lectores. Para entrar pues con fijeza a examinar el asunto contenido en la narrativa de este cuaderno y evitar los reparos en que pueda embarazarse la crítica de los sabios al ver a la Muerte, que c o m o en u n teatro representa varios papeles, por distintos rumbos y bajo de una multitud de m u y diferentes aspectos, es preciso que todo hombre a cuyas manos llegare La portentosa Vida de la Muerte lleve por delante la idea de que la M u e r t e es una majestad ridicula; pero p o r otra parte su seriedad infunde m u c h o respeto. Unas veces será motivo de nuestra risa pero otras será27 la causa de nuestro llanto, porque ella es triste c o m o la muerte, y p o r otro lado es tan alegre c o m o la pascua. Es dulce y sabrosa para los unos y para otros m u y desabrida y m u y amarga. Es una emperatriz fingida pero al mismo tiempo es una muerte verdadera. Es notoria y patente en todo el orbe pero en ninguna parte existe. U n o s hablan de ella muchos bienes y otros de ella dicen muchos males, y ni los unos ni los otros la conocen. Ella habita con frecuencia en los palacios, sin descuidarse de las más humildes chozas. Es tan misteriosa en sus determinaciones que nadie las alcanza y tan reservada en sus providencias que a nadie las comunica. Se va cuando los hombres piensan que viene 28 , y se viene cuando ya piensan que se fue. A todos nos engaña y a todos nos desengaña. Sus pensamientos son tan finos y delicados que a unos los vuelven locos y a otros los restituyen a su entero juicio. Es tan
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Ms., que se da. Ministrar, dar, suministrar algo a alguien ( D R A E ) . Ms., los. Ms., otras veces será. Ms., se viene.
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buena la Muerte que hasta los justos la desean, y por otra parte es tan mala que ni los malos la apetecen. Es pésima, horrible y fea si se junta con el pecado. Es agraciada, peregrina y preciosa si se acompaña con la gracia. Es la puerta para el infierno y es la entrada para la gloria. Es tan robusta que domina y sujeta a los mayores monarcas, y tan débil y tan flaca, por otra parte, que faltándole un accidente que le acompañe nada puede. A nadie le guarda fe en sus promesas y cuando menos piensa el hombre le cumple puntualmente su palabra. Es muy atenta, guardando la política de mandar por delante sus correos pero no mira respetos en siendo de los humanos. Se extiende su dominación de polo a polo entre ambas jurisdicciones, usa de la real cuando le importa a sus intentos y de la eclesiástica cuando es muy conforme con sus proyectos. Casa a los hombres con sutileza y también los descasa y los divorcia. Es casada sin dejar de ser doncella. Hace empobrecer a los ricos y hace enriquecer a los pobres. Da valor a los cobardes y acobarda a los valerosos. Entristece a los alegres porque les hace ver la brevedad con que pasan sus momentáneos gustos y alegra a los tristes porque los avecinda al fin de sus trabajos. Predica y no tiene lengua; anda y no tiene pies; vuela sin tener alas. Es señora de los mortales y fiel ministra del Altísimo. Es casi tan vieja como el mundo y tan nueva que cada día sabemos mil novedades por ella. Tiene la estafeta general de todo el orbe29 y como emperatriz de los sepulcros remite sus embajadas a los hombres. C o m o ministra del Altísimo conduce por la posta a los justos para el cielo, y como aliada con el demonio en un instante pone a los malos en el infierno. Todo lo trastorna y al mismo tiempo pone las cosas en orden. Corre los bastidores del teatro de la vida humana y hace aparecer nuevas figuras que representan los mismos papeles, y al fin de la jornada todo viene a parar en lastimosa tragedia. Ella es tenebrosa como la noche pero igualmente tan clara como la luz del desengaño. Juega con los mortales y nadie juega con ella. Arma mil trampas en sus juegos y los hombres pagan sus drogas. Los médicos le resisten con vigor y ella con tenacidad resiste a las medicinas. Es señora de muchas campanillas y se recibe en las iglesias con cohetes y muy solemnes repiquetes cuando entra en los cuerpos de los infantes; y también entra llorando con las plegarias de30 las campanas cuando acompaña los cuerpos de los adultos. Recibe pésames en la muerte de sus amigos, y
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Ms., orbe, como.
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En la edición impresa se repite «de», error que hemos corregido.
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ella da también muy buenas pesadumbres. Se entra por las ventanas del cuerpo sin que ninguno lo sienta, y se sale por las puertas de la casa con sentimiento de todos. Es tan liberal para las almas que a muchas —cuando está de buenas— de un tiro les da el reino de los cielos, y es tan mezquina con los cuerpos que aun a los ricos más poderosos no les permite sacar otra cosa de este mundo que una pobre y despreciable mortaja. Es persona sin subsistencia y no puede subsistir sin personas. Es sujeto de carácter 31 sin haber recibido el bautismo; se bautizó y se le puso por nombre doña Terrible. En su cátedra se enseña la verdadera sabiduría y no obstante nos deja con mil dudas en el paradero que han tenido las almas. Parte con los hombres el argumento, ellos ponen las premisas en el tiempo de la vida y ella saca la consecuencia en la última hora del tiempo. Hace distintos oficios, representa varias figuras, ocupa diversos puestos, se acomoda al estilo de los países y a las costumbres de las gentes. En la cristiandad es católica y cuando ejercita sus funciones hace la protesta de la fe, entre los protestantes es luterana, mahometana en la Turquía, mora en Argel, idólatra en la Tartaria, en varias partes del mundo se presenta como judía y entre los indios bárbaros se deja ver muy gentil. C o n estas precauciones, amado lector mío, podrás ya entrar sin e m barazo a la lectura de este librillo; si tu sabia refleja 32 tropezare o con impropiedades de términos o con dictados, que según vuestro juicio no convienen todos a la muerte, recurre a este preámbulo con que te prevengo el ánimo y, entre tanto, Dios dirija tus intenciones y bendiga tus pensamientos.
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Juega con el doble sentido de la palabra carácter. Según la Iglesia católica, el carácter es una impronta especial que imprimen en el alma algunos sacramentos, entre ellos el del bautismo. 32 Refleja: reflexión (DRAE). Palabra muy frecuente en esta obra.
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CAPÍTULO I33 Patria y padres de la Muerte
Para dar más esplendor y lucimiento a la vida de aquellos grandes héroes, cuyas famosas empresas intentan sacar a luz los historiadores, acostumbran muy de ordinario soltar los vuelos a la pluma, derramándose en elogios y alabanzas de la ciudad o lugar en que tuvieron su cuna y nacimiento, representando a la consideración de los lectores la fortaleza de sus murallas, lo vistoso de sus baluartes, lo elevado de sus torreones, la eminencia de sus pirámides, la grandeza de sus palacios, lo magnífico de sus templos, con un conjunto de innumerables fábricas todas suntuosas y soberbias, que arrebata y suspende la admiración de los viajeros y peregrinos, manejando en esto el pincel con tanta destreza y con tan vivos coloridos que excitan34 y dispiertan35 los deseos más helados y dormidos para ver y gozar con la vista de aquello mismo que gustaron por los ojos. De todo esto nada tiene que contar el patrio solar donde nació la Muerte; y sin embargo es el lugar más envidiable que se registra debajo del cielo porque su terreno es el más fecundo 36 , el más fértil y hermoso a quien baña una región la más suave, la más benigna y apacible; los aires que la refrescan los más puros, los más sanos y limpios si no los hubiera inficionado 37 y corrompido con su dañado aliento el delito criminal del primer hombre inobediente. Su campo lo ciñen cuatro caudalosos ríos que ostentando majestad y soberanía, como culebras de plata, andan toda la circunferencia del sitio hasta llegar a su centro, sin aquellas fuentes y arroyuelos que se dejan descolgar por los escarpados frentones38 de los riscos, que forman una grande armonía así a la vista como al oído. Todas sus campiñas se visten de verde esmeralda, su suelo es un patio matizado de muchedumbre y variedad de peregrinas flores que respiran
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El manuscrito utiliza la numeración latina para todos los capítulos. Príncipe, exitan. Dispertar, desús., despertar ( D R A E ) . Comienza aquí la descripción del paraíso terrenal. Inficionado: infectado (DRAE). Frentón: derivado de frente.
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fragrancia de aromáticos olores; sus plantas frutíferas y arboleda hermosa sirven de facistol39 a las aves del viento que, entre dulces goq'eos y sonoros cantos, hacen festiva salva a la Aurora al romper de la mañana, convidando a los mortales a cantar las glorias al soberano autor de tantas maravillas; con cuya melodía se va elevando insensiblemente el espíritu más distraído, y saliendo de la esfera de lo terreno hasta llegar al conocimiento de un pequeño rasgo de las divinas perfecciones de aquel ente divino y ser inmutable, sin principio, en cuya vista beatífica consiste la suma felicidad que gozan los bienaventurados en la dichosa patria del cielo. La multitud de fieras, la variedad de brutos y animales cuadrúpedos de distintas condiciones y de todas especies que ocupan este terreno es un encanto, es un asombro y un claro y manifiesto indicio del supremo poder que sacó de la nada tan distintas figuras para entretenimiento del hombre. Este lugar que formó Dios con antelación para que sirviese de receptáculo a uno de los primeros y mayores hombres40 del mundo, este jardín donde brilló con tan hermosos lucimientos el sol de la más pura y càndida inocencia, este ameno vergel donde el cielo derramó un inmenso mar de delicias, este terreno donde echó el resto de la hermosura la misma naturaleza, dejando corridos los primores del arte y las industrias del hombre; este lugar, en fin, tan peregrino, tan bello y tan hermoso que basta decir, para dejar de ponderar, que es un paraíso, fue la patria de la Muerte. Allí nació esta fantasma para terror y espanto de los mortales, allí tuvo su cuna esta invencible mujer que venía al mundo para azote de los vivientes y para humillar y abatir el imperioso orgullo de la humana soberbia que pretendía levantarse con la deidad del Altísimo; mas si a alguno de los críticos y curiosos de nuestro siglo le pareciere cosa extraña que siendo tan fea la Muerte naciese en un lugar tan deleitable y hermoso como el paraíso terrestre, deberá advertir que la Muerte, en comparación de sus padres, es hermosa porque ellos son por esencia la misma fealdad y no obstante nacieron en el empíreo41 que es el último de los cielos y en el pecho del ángel más peregrino que llenaba de resplandores, como hermoso lucero, a la primera clase y superior jerarquía de los espíritus soberanos.
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Facistol: atril grande donde se p o n e el libro o libros para cantar en la iglesia (DRAE). 40 Ms., sirviese de receptáculo al primer hombre. 41 Empíreo: cielo o paraíso.
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Los progenitores de la M u e r t e siempre han sido y serán los más ruines, los más viles, los más infames y plebeyos, y de unos procederes tan villanos y traidores que a todo aquel que les hace algún halago o servicio lo reducen a u n estado tan lastimoso que ni la lengua lo p u e de explicar, ni el entendimiento lo puede concebir y solo se habrá de conocer en aquel m o m e n t o crítico en que se cierra el plazo de nuestra vida y se corre la cortina de nuestra ignorancia. Entonces, a la escasa luz de aquella funestísima candela con que estaremos aguardando el último golpe de la Muerte, se mudará todo el teatro de repente y nos haremos de u n claro conocimiento de lo que antes ignorábamos. La M u e r t e es hija legítima del pecado de Adán, la culpa de Eva podemos decir que fue su madre. Estas son las noticias más infalibles y verídicas que m e ofrece a la m a n o un autor de tanta fe y un historiador tan sagrado c o m o el apóstol de las gentes en la Epístola de instrucción que escribió a los Romanos 4 2 . Estos monstruos infernales que salieron de los más hondos senos del abismo para engendrar a la M u e r t e e introducirla en el mundo, es tanta su malicia y su fealdad que aunque para ponderarla han empleado los profetas sus amenazas, los Santos Padres todo el calor de su espíritu, los predicadores toda su actividad, celo y toda su industria de eficaces inventivas, n o han podido dar alcance a formar una imagen cabal de sus horrores porque toda humana ponderación y cuanto se puede exagerar de esta mala bestia es u n obscuro bosquejo de este ídolo abominable de la culpa que vomita p o r su garganta tanta ponzoña y veneno, que la m e n o r mancha que deja es capaz de obscurecer al más hermoso lucero. Y n o obstante, cristiano lector mío, si consideras atentamente el deplorable estado del m u n d o y lo que más es, si haces una inspección sobre el dilatado cuerpo del cristianismo, ni tu corazón podrá dejar de lastimarse ni tus ojos podrán dejar de enternecerse, viendo que apenas hay casa donde se le niegue la entrada y la posada a un huésped tan tirano y tan cruel c o m o el pecado. Pero la razón o p o r m e j o r decir la sinrazón con que los hombres le abren tan fácilmente las puertas es el disfraz con que llega a pedirles hospedaje, brindándoles con la copa de oro de unos dulces y sabrosos pero engañosos y fugitivos deleites, que después de haberlos gustado
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Propterea sicut per unum hominem peaatum irt hurte mundum intravit, et per peaatum
mors, et ita irt omnes homtnes mors pertransit (cap. 5:12) (A). «Por esta razón, así como por un hombre entró el pecado en el m u n d o y por el pecado la muerte, así también la muerte alcanzó a todos los hombres». San Pablo es el autor de la Epístola a los Romanos.
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les deja un gusano mordaz que sin sosiego les despedaza la conciencia, sin dejarles un instante de reposo. Mas si acaso no sienten sus mordidas, entonces es más lastimoso su miserable estado porque entonces les acontece lo que a aquellos dolientes, que interiormente dañados de un mortal accidente se van acabando por instantes y no lo conocen. Por el poco o ningún conocimiento que los mortales tienen del pecado, les sucede de ordinario lo que a aquel mozo montaraz de quien hace mención en sus emblemas el célebre Covarrubias43: Este pobre gañán desde la tierna edad se había criado en los montes y las selvas pastoreando su ganado, sin haber oído campanas por espacio de veinte años. La primera vez que lo trajeron a poblado todo cuanto registraba con la vista le servía de embeleso como que acababa de salir de la oscura región de la ignorancia; lo que más le arrebató la admiración y el afecto fue una hermosa luminaria de fuego cuya calidad no conocía; viéndola tan brillante, vestida de la hermosa gala de sus resplandores y diáfanos lucimientos, pensando hallar en aquel cuerpo luminoso un florido lecho de delicias, se arrojó intrépido a las llamas, costándole muy cara su resolución inconsiderada pues quedó abrasado en sus incendios. Esto es lo que acontece a los mundanos del siglo y amadores de la carne; ellos atienden solamente los resplandores y la hermosura con que se les representa el pecaminoso deleite pero no conocen ni penetran el fuego ardiente en que mueren abrasados como infelices mariposas para ofrecerse desgraciadas víctimas en los ardores de la culpa. Todos tienen miedo a la Muerte y pocos se recelan de sus padres porque en llegando la Muerte todas son amarguras y en llegando el pecado saborea el apetito con la dulce miel de los placeres, pero advierta aquí todo racional viviente que también mata y no es menos activo el veneno que se ministra en copa de oro.
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Sebastián de Covarrubias y Orozco (Toledo, 1539-1613): capellán de Su Majestad, maestrescuela y canónigo de la Santa Iglesia de Cuenca. Fue el autor de los Emblemas morales, 1610.
CAPÍTULO II Estado
en que se hallaba
el mundo
cuando
nació la
Muerte
Una de las épocas más felices y más dichosas que ha logrado el mundo desde que el poder inmenso de su divino hacedor lo sacó del profundo abismo de la nada, fue aquel espacio y brevísimo intervalo de tiempo en que revestido el capitán general del género humano 44 , de la purísima y resplandeciente estola de la inocencia y de la gracia, era una peregrina idea que había formado Dios desde la eternidad en su divino entendimiento para sacarla a luz, en tiempo, como una obra de sus mayores primores y exquisitos esmeros, en que venía impresa una bellísima copia de su soberano artífice. Pero ¡ay, dolor!, que todos estos instantes, igualmente breves que dichosos, no fueron más de un relámpago de momentáneos y fugitivos resplandores; una mañanita alegre a que sobrevino una tarde muy funesta y una prolongada noche; una apacible y graciosa aurora que nos venía anunciando palmas y preciosas coronas y apenas nos ha dejado las noticias de que pasó; no fue más que un sol que a los primeros pasos de su oriente llegó a su ocaso y todo su lucimiento expiró45 encapotado de oscuras nubes en la triste tumba que previno a nuestra desgracia, una fatal inobediencia. Tres horas y no más —en sentir de gravísimos autores y santos padres— duró Adán colocado en aquel cúmulo de felicidades que estaban vinculadas a la justicia original, que fueron las mismas en que el cordero inmaculado Jesucristo, vida nuestra, estuvo en el calvario pendiente del árbol sacrosanto de la cruz, estilando gota a gota el rico tesoro de la preciosa sangre de sus venas para nuestro rescate y para nuestro remedio46. Este era el felicísimo estado y venturosa suerte que gozaba el primer hombre adornado de la gracia, constituido y confirmado dueño y absoluto señor y gobernador de todo el mundo universo. Mas como el hombre por su misma naturaleza es inconstante y variable, y por eso propia imagen de la luna, que o ya crece o ya mengua, o ya se mancha 44
Adán. Expirar, dicho de u n periodo de tiempo: acabar ( D R A E ) . 46 El paralelismo entre Adán y Jesucristo viene de San Pablo en su Epístola a los Corintios y Epístola a los Romanos. 45
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o ya se eclipsa, sin haber instante ni momento en que no le noten los facultativos una total mudanza y variedad en sus aspectos, mudando Adán de sistema, se mudó todo el teatro en breve tiempo y mudaron de semblante todas las cosas, se malograron todas las dichas y todas las felicidades que tenía preparadas el cielo para coronar las sienes de su inmensa y dilatada posteridad. Una fácil condescendencia en que por no desagradar a una humana belleza, engañada y persuadida del ángel del mal consejo47, fue la causa y el origen de que vieran los cielos la tragedia más lastimosa y el espectáculo más triste que se ha representado en el dilatado mapa del mundo, y de los mayores estragos y fatalidades en que para repararlos ni han bastado siglos de desventuras ni bastarán eternidades de gemidos. Son muy poderosas las armas de la hermosura y del mujeril cariño48 para derribar en tierra a los mayores colosos y arruinar por los suelos a cualesquiera fábrica humana, con el dulce placer de los halagos, que por levantada que sea siempre se funda en débiles cimientos de un polvo deleznable y fragilísimo barro. Esto es lo que nos enseñan las historias, así sagradas como profanas, y a cada paso tropieza nuestra vista con estas miserables caídas; y ¡ojalá, que como tenemos ojos para verlas, tuviéramos ojos para llorarlas!, pero como las aguas del llanto las estancó Heráclito49 el gemebundo, todos se ríen como Demócrito50, aún a vista de los más tristes sucesos. En aquel mismo punto indivisible en que el primer hombre atrepellando con los más venerables respetos de la muy adorable majestad infinita, infiel y desleal, contravino y traspasó un superior precepto, que 47
Lucifer. Fue Eva quien dio la manzana a Adán para que comiera. 49 Heráclito de Efeso: filósofo griego conocido como «El oscuro». Nació en Éfeso, en la costa occidental de Asia Menor, hacia el 535 a. C. y murió hacia el 475 a. C. Diógenes Laercio le atribuye el libro Sobre la naturaleza. Su obra es esencialmente aforística. D e él es la famosa frase: «Nadie puede bañarse dos veces en el mismo río», que ejemplifica la doctrina del cambio. Lo de «gemebundo» puede remitir al cuadro Heráclito llorando (1628) de Brugghen o a otras iconografías de la época similares, ya que Bolaños lo contrasta con Demócrito, el filósofo que ríe. El pintor Rubens tiene retratos de Heráclito llorando y Demócrito riendo, representando dos actitudes opuestas, la risa y el llanto, el optimismo y el pesimismo. Dichas posturas llegaron a convertirse en tema literario y artístico. 48
50 Demócrito: filósofo griego presocrático que nació en Abdera (Tracia) hacia el 460 a. C. y murió hacia el 370 a. C. Discípulo y sucesor de Leucipo de Mileto. Al parecer tuvo una obra enciclopédica (ética, física, matemáticas, etc.) de la que solo se conservan fragmentos. Está considerado el primer ateo y el primer materialista.
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le notificó el mismo supremo legislador, nació en el mundo la Muerte que ha sido y será siempre el horror de los vivientes; porque en aquel mismo instante en que Adán gustó el delicioso pasto de una manzana que era la fruta prohibida, según el más común sentir, incurrió el formidable anatema que le había fulminado su Criador, fue degradado de todos sus honores y sentenciado a digerir su golosina en copiosos sudores, en continuos trabajos y en punzantes espinas, se desnudó de la soberana investidura de la gracia y la justicia y apareció ya otro hombre, vestido de la mortaja o mortalidad del cuerpo cuyo ropaje sacamos todos desde el vientre de nuestras madres, considerada la Muerte como pena hereditaria de la primera culpa. Esto es lo que yo llamo nacimiento de la Muerte porque como saben los eruditos y versados en historias eclesiásticas, si Adán no hubiera contravenido al precepto, él y su inmensa progenie hubiera sido inmortal no por virtud de la misma naturaleza sino por especial privilegio de la gracia, porque la Muerte, como tal, fue pena de la culpa y ejecutoria de la inobediencia. En un escaso bocado se tragó Adán un diluvio de males y depositó en su seno un catálogo interminable de inauditas miserias y privó a todos sus hijos de un piélago de felicidades y soberanos bienes. La posteridad se queja y se lamenta dolorida a su común padre de que habiéndose comido la manzana no hubiese reservado para nosotros siquiera las pepitas51 pues todos hemos pagado el pato52, sin haberlo probado. Es cosa regular y muy usada en los pueblos que los nacimientos de los grandes príncipes se celebran con festivas aclamaciones y demostraciones de universal júbilo y regocijo; pero muy al contrario sucedió en el nacimiento de la Muerte, porque lo mismo fue nacer que salir desterrada y fugitiva aquella alegría risueña que hacía tan agradable a la inocencia; mas ¿quién puede alegrarse a la vista de la Muerte, que siempre se presenta revestida de tan funestos horrores y tan tristes coloridos? Todo el gozo desapareció instantáneamente y se dejó ver Adán tan triste y melancólico que cualquiera que leyera con cuidado los caracteres de su pálido semblante, vendría en conocimiento del susto mortal que había llevado. Una negra alfombra de tristeza se dejó descolgar sobre el cielo racional del hombre que eclipsó los más lucidos astros de sus po51 E n el manuscrito aparece a continuación, tachada, la siguiente frase: Y no deja de tener un leve sombra de justificación su resentimiento. 52 Expresión popular que se emplea para señalar que se sufren las consecuencias, sin comerlo ni beberlo, es decir, sin hacer nada para ello, sin culpa.
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tencias y llenó de sinsabores muy amargos aquellos dulces placeres con que le brindaba la inocencia, si no se hubiera despojado de esta prenda tan estimable. Desde entonces no registraban otra cosa los ojos sino lástimas y desgracias; ni escuchaban otra cosa los oídos sino repetidos clamores, lamentos, tristes gemidos, ayes lastimeros y dolorosos suspiros, que resonando por la región del aire, anunciaban a los vivientes las malas nuevas, y fatales noticias de que ya estaba en el mundo la Muerte. Esta hembra desde su nacimiento fue mal recibida de la humana naturaleza, pues siempre la miró como enemiga declarada de su especie, pero a pesar de una débil resistencia la Muerte la ha dominado y la domina, y ella se ha hecho célebre por sus triunfos y se ha dado a temer en todas las naciones y en todos los siglos, y ha puesto en cuidado y consternación a todo el orbe, como veremos en la serie de esta historia.
C A P Í T U L O III Se bautiza la Muerte y se dice quién fue su padrino que le imprimió su verdadero nombre y carácter Siendo el bautismo sacramento de muertos porque supone al alma muerta por la culpa, n o sería razón privar a la M u e r t e del bautismo. Y aunque es verdad que la M u e r t e n o recibió bautismo c o m o sacramento, porque n o era sujeto capaz de sus efectos, recibió el bautismo c o m o circuncisión en que se encierra u n gran misterio o sacramento que habremos de sacar a luz. E n la circuncisión de que usaba el israelítico pueblo (figura del sacramento regenerativo del bautismo que en el tiempo de la ley de gracia había de purificar las manchas originales de la primera culpa que se cometió en el m u n d o ) derramaban sangre los niños y recibían su propio n o m b r e de la boca de sus padres o padrinos 53 , la Muerte, aunque es verdad que desde su circuncisión 54 ha derramado mucha sangre pero toda ha sido ajena y solo recibió en su bautismo el propio n o m b r e que le tocaba. Cuál sea el propio y verdadero nombre característico de la M u e r t e es cuestión m u y controvertida, y acerca de esta materia es tanta la variedad de los dictámenes c o m o la multitud de los juicios en averiguar el propio nombre con que será llamado y conocido el anticristo, en cuya célebre contienda, después de una prolija y penosa tarea en que han sudado los mayores ingenios y se han fatigado las más delicadas plumas de los padres y clarísimos teólogos de la iglesia romana, concordando textos y revolviendo todo el mar de las Escrituras, la decisión de la duda se ha quedado en la esfera de unas meras conjeturas, c o m o podrá ver el curioso en las Controversias defide del cardenal R o b e r t o Belarmino 5 5 . Si registramos el Testamento Viejo y la dilatada serie de la historia eclesiástica, hallaremos a la M u e r t e con el nombre de Sueño; en el Testamento N u e v o con el n o m b r e de Ladrón; la elegancia de los poetas y la 53
Ms., sus padrinos. E n ms. circuncisión aparece tachada y en su lugar nacimiento. 55 Roberto Francisco Rómulo Belarmino (Montepulciano 1 5 4 2 - R o m a 1601): arzobispo, inquisidor y cardenal de la Compañía de Jesús, que defendió la fe y la doctrina católica durante y después de la R e f o r m a protestante, por lo que fue llamado el «martillo de los herejes». Fue canonizado en 1930. Se refiere aquí a Disputationes de controversiis christianaefidei adversus hujus temporis haereticos, en cuatro volúmenes (1586-1593). 54
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elocuencia de los oradores le denominan la Parca; David cuando fijaba los ojos y divisaba a la M u e r t e a la cabecera de un pecador m o r i b u n d o le daba el nombre de Pésima, pero cuando se careaba al otro lado donde estaba agonizando u n justo le parecía más hermoso su semblante y le daba el glorioso nombre de Preciosa. El vulgo en todos los siglos y en todas edades le ha conocido con el nombre de Muerte. Este n o m b r e sacó la M u e r t e desde los primeros pasos de su cuna y nacimiento y si hemos de hablar con toda propiedad de la boca de Adán salió este nombre porque Mors (en sentir de San Agustín) venit a morsu, que significa mordida, derivado del verbo mordeo que significa morder, porque en aquella mordida que dio nuestro padre Adán a la fruta vedada en el paraíso salió a luz la Parca con el nombre de Muerte; pero ninguno de estos nombres nos dan a conocer el predicado constitutivo y carácter de la que llamamos Muerte. Después de pasados muchos años en que cargada la M u e r t e de varios epítetos y renombres era una señora de muchas campanillas, vino al m u n d o su verdadero padrino que observando las cualidades y circunstancias de su ahijada acertó a imprimirle su legítimo nombre y su verdadero carácter. Este fue u n o de los mayores hombres que han resplandecido en el orbe literario cuyo ingenio fecundo siempre fue feliz en los partos que tuvo c o m o lo testifican sus escritos, cuyas obras ocupan los mejores puestos en las más suntuosas bibliotecas, cuyo n o m bre se venera en las aulas y se pronuncia con toda autoridad en presencia de las más respetables cátedras. Este fue el grande Aristóteles, príncipe jurado de los filósofos peripatos 56 , el cual después de haber servido p o r m u c h o tiempo el ministerio de secretario de la naturaleza y después de haber registrado con todo esmero el archivo de sus prodigios, sacando a luz los portentos más ocultos y dando a conocer al m u n d o las providencias57 n o conocidas de que usaba la naturaleza para poner a la vista de los hombres sus grandes maravillas, le dio gana de volver el anteojo de la observación hacia la M u e r t e y hablando ex catedra dijo que la M u e r t e desde entonces se había de llamar la cosa más terrible de las terribles, omnium rerum nil morte terribilius nihil acerbius58, y que éste era su propio
56
D e la escuela de Aristóteles. Ms., hasta entonces no conocidas. 58 Aristóteles: filósofo, lógico y científico de la Antigua Grecia cuyas ideas han ejercido una e n o r m e influencia sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos 57
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nombre y su verdadero carácter con que había de ser conocida en adelante de todos los mortales. ¡Oh, válgame Dios, y en cuanto cuidado nos ha puesto la sentencia y la autoridad de un juicio tan profundo y de un hombre tan penetrativo, dándonos a conocer la Muerte con el nombre de la cosa más terrible! ¿Qué dijera nuestro Aristóteles si, como leyó muy por encima la misa de requiem, se hubiera hecho cargo muy despacio de la secuencia 59 ? Aristóteles era un gentil y aunque tan sabio y tan ilustrado en la ciencia natural de las cosas finibles y perecederas estaba destituido del conocimiento de las cosas eternas y perdurables; y si viendo y considerando lo que pasaba exteriormente entre la Muerte y el cuerpo le dio a la Muerte el nombre de terrible, ¿qué dijera si alguna vez se le hubiera corrido la cortina para ver lo que pasa entre Dios y el alma, en aquel mismo indivisible instante en que el alma se desprende del cuerpo? Ahora pudiera decirnos algo más de lo que dijo pues ya pasó aquel estrecho juicio por donde yo, ¡oh, pobre de mí!, tengo de pasar algún día. Mas como la Muerte es una señora que siempre viene acompañada de tantas medrosas circunstancias, podrán dudar acaso mis lectores con gravísimo fundamento cuál de estas circunstancias constituye a la M u e r te en el predicamento de terrible en que la colocó el más profundo de los filósofos. Siendo pues la obligación de los escritores evitar en sus historias los reparos60 en que pueda tropezar la crítica de los hombres, me veo yo en el empeño de satisfacer a las dudas en que se embaraza la presente curiosidad. San Gregorio 61 dice que cuatro circunstancias hacen terrible a la Muerte: los dolores del accidente que circundan al cuerpo, las interiores angustias en que se anega el alma, los temores del infierno y el aspecto de los demonios que en aquel último trance se dejan ver, cuando Dios lo permite. Sin embargo de esta autoridad de tanto peso y momento
milenios. En su Etica a Nicómaco, libro 3, cap. 6, aparece esta cita, que traducimos: «De todas las cosas no hay nada más terrible y acerba que la muerte». 59 Secuencia: prosa o verso que se dice en ciertas misas después del gradual ( D R A E ) . 60 Ms., todos los reparos. 61 Aunque hay varios santos con este nombre y el más famoso quizás sea San Gregorio Magno, creemos que aquí alude a San Gregorio de Nisa, también conocido como Gregorio Niseno, fue obispo de Nisa en Capadocia en el siglo iv y teólogo. Venerado como santo en la Iglesia católica y en la ortodoxa. Considerado entre los cuatro Padres griegos de la Iglesia y u n o de los tres Padres capadocios. En su Oratio trata sobre la muerte en estos términos.
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que con la más juiciosa y reflexiva consideración ponderó las circunstancias y se hizo cargo de los trámites y formalidades de aquella última hora de la vida, no dudo que si esta causa se presentara en el juicio de los hombres, cada uno daría su sentencia y expondría su dictamen. Los ricos y poderosos del mundo dirían que la Muerte era terrible y terribilísima para ellos porque los ha de separar de todos sus haberes, tesoros y haciendas con indecible dolor de sus corazones que están tan apegados a los resplandores del oro y de la plata, y tan bien hallados en el fausto y la humana prosperidad, que quieran que no quieran por mas que lo resistan sus deseos. Las damas de nuestros infelices tiempos (hablo de aquellas que están totalmente sacrificadas a los amores del mundo y composturas del siglo) dirán que la Muerte es muy terrible porque a pesar de sus locos pensamientos las ha de despojar de sus afeites, desnudar de sus galas, reduciendo sus trajes y sus modas a una pobre, vil y despreciable mortaja, y que al fin de sus pasatiempos verán en la hora de la Muerte cómo se va desvaneciendo el ídolo fantástico de su soberbia y vanidad, a quien ofrecían las víctimas de sus corazones y tributaban los inciensos de sus más nobles afectos. Los prelados eclesiásticos, los jueces seculares y todos los superiores que fueren jefes de la república dirán que es muy terrible la Muerte no tanto porque los ha de degradar de sus honores, confundiéndolos en los sepulcros con los viles y plebeyos, cuanto porque, en llegando aquella hora, se les ha de tomar muy estrecha cuenta del rebaño de Jesucristo, que pereció despedazado en las sangrientas garras de los lobos, si se hubieren dormido 62 con perezoso descuido y negligencia las vigías y centinelas de la casa de Dios; y aún muchos ministros de los que componen la eclesiástica jerarquía, y la línea sacerdotal les parecerá su muerte muy terrible porque habiendo depositado Dios en sus manos las llaves del cielo y del infierno como plenipotenciarios del Altísimo, escondieron sus talentos huyendo del trabajo63, pasaron en el ocio sin derramar una gota de sudor, ni arrancar una cizaña de tantas como brotan en la viña del dios de Sabaoth64, por cuya causa se malogró el rico tesoro de la preciosa sangre de Jesucristo en tantas almas, que pudieran haber ganado por el confesionario o por el púlpito. 62 63 64
Ms.,por haberse dormido. Ms., trabajo y pasaron. Sabaoth: dios de los ejércitos. Palabra de origen hebreo.
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Últimamente todos los mundanos y los carnales del siglo esclavizados de su misma sensualidad y tiranizados de su propio apetito, que navegan perdidos el turbulento mar de sus propios riesgos, que caminan río abajo por la rápida y precipitada corriente de sus deleites, dirán que es muy terrible la Muerte porque ha de dar al traste con todos sus gustos y ha de poner fin a todos sus placeres, pasatiempos y devaneos, y ha de cortar el hilo de sus más floridas esperanzas y marchitar65 las flores que coronaban sus frentes, despeñándolos con pavoroso estruendo en un punto indivisible a un piélago de infinitos males y al profundo báratro66 de la más bárbara desesperación y lamentable miseria. Escuchadas estas razones en que cada uno juzga, sentencia y condena a la Muerte por terrible, careados a aquella parte en que les es más sensible y dolorosa por tocarles en lo más vivo de sus deseos; habiendo yo de formar una crisis y exponer mi dictamen sobre este punto, digo que ninguna de las circunstancias referidas hacen a la Muerte terrible sobre las cosas terribles porque este carácter lo adquiere la Muerte por aquella terrible circunstancia que hizo saber San Pablo a todo el mundo en el decreto universal que publicó por orden de su soberano: statutum est hominibus semel morí67. Todo hombre ha de morir y no ha de morir más de una vez, ésta es la circunstancia en que consiste lo más terrible de la Muerte, si la Muerte se pudiera multiplicar, se pudieran adquirir de nuevo los caudales, se volvieran a tomar las modas y las galas, se pudieran restablecer los gustos y los deleites y usar de sus funciones la gula y el apetito con toda libertad a su salvoconducto; se pudieran formar nuevas trazas, hacer nuevos empeños presentando por méritos a los respetos e intereses para conseguir nuevos honoríficos empleos y llegar a la cumbre de las dignidades, en cuya altura se desvanecen y se envanecen los hombres; y finalmente se pudieran enmendar los desaciertos de los pasados gobiernos, los deslices de la pasión, los yerros de la ignorancia, los excesos de la malicia, las negligencias del estado, el culpable descuido de las peculiares obligaciones, el quebranto y menoscabo que ha padecido la ley se pudieran reparar; pero como la Muerte no es más de una, una vez que lleguemos a morir, muere también la esperanza de recuperar
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Ms., y ha de marchitar. Báratro: infierno. 67 Ad Hebr., cap. 9 (A). «A todos los hombres les fue decretado que muriesen una sola vez». La frase está tomada del libro 9: 27, de la Epístola a los Hebreos, atribuida a San Pablo aunque hoy día está cuestionada su autoría. 66
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lo perdido; y si morimos mal, es un mal sin remedio y un accidente en que desespera la medicina de su remedio, es el más terrible mal de todos los males. Por eso dice el gran padre de la iglesia, San Agustín, que lo mismo fue la caída para los ángeles malos que la Muerte para los hombres, porque así como los ángeles una vez que cayeron, cayeron sin esperanza de levantarse, así los hombres una vez que llegan a morir no les queda arbitrio para elegir segunda muerte, ni les queda esperanza para reparar los yerros de la primera. Esta es la razón porque uno de los más floridos ingenios que resplandecieron en la Europa en el siglo pasado decía que en cierta manera era más terrible la muerte del cuerpo que la muerte del alma porque para la muerte del alma instituyó Dios sacramentos en su Iglesia; pero ningún sacramento nos dejó su sabiduría para la muerte del cuerpo. El cuerpo ha de resucitar algún día por infalible promesa de la fe, pero también es de fe que ha de resucitar para nunca más morir.Yo bien creo que muchos dieran de buena gana las albricias68 si alcanzaran el privilegio de poder morir dos veces para enmendar en la segunda los yerros de la primera. Mas, ¿qué delirio es el nuestro?, si esta primera y única vez en que tenemos de morir podemos disponernos para morir cómo querríamos69 morir en la segunda, ¿quién lo estorba?, ¿quién lo impide?, ¿por qué no nos disponemos para morir en la primera que nos aguarda, como lo haríamos70 en la segunda? Si la experiencia que tienen los finados, que ya gustaron el cáliz de la Muerte, tuviéramos nosotros antes de morir, procuraríamos vivir de otra manera para evitar lo terrible de la Muerte, cuando no en los estragos que ejecuta en el cuerpo, a lo menos en las fatales consecuencias que de morir mal se originan al alma.
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Albricias: regalo q u e se da p o r alguna b u e n a nueva ( D R A E ) .
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Príncipe, quedríamos.
70
Ms., lo haríamos para morir en la segunda.
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Se da razón
C A P Í T U L O IV quien fue la abuela de la Muerte
M u y inquieta y alborozada supongo, en esta vez, la crítica curiosidad de mis amados lectores, con la expectativa de una noticia tan célebre y singular con que les brinda y les ofrece el presente capítulo, de darles a conocer quien fue aquella mala hembra que tuvo p o r nieta a la misma Muerte. Cada u n o de mis lectores es m u y libre para formar en su fantasía la idea que quisiere acerca de esta vieja 72 y de hacer los juicios que gustare, que aunque sean temerarios p o r n o tener fundamento, desde ahora los damos p o r absueltos de este pecado. M u c h o s días anduvo batallando mi discurso, girando por varios rumbos y surcando el mar literario de la erudición, por si acaso pudiera descubrir a la abuela de la M u e r t e para dar en esta historia una puntual noticia de sus infames progenitores. Sin embargo, de mi continuo desvelo y aplicación, todas mis diligencias y conatos m e salieron frustráneos 73 hasta que una noche, cuando yo menos lo pensaba, en la tercia vigilia 74 , llegó un correo que m e participó las noticias que deseaba. Fue el caso que el día primero de mayo de mil setecientos ochenta y seis en que la santa iglesia celebra la festividad de San Felipe y Santiago, a las doce y media en p u n t o de la noche, estando en el coro pagando los divinos loores al soberano autor de la luz, en la augusta y adorable presencia de Jesús sacramentado, se leyó en pública comunidad una carta fidedigna, intitulada Epístola Católica, que para nuestra instrucción nos dejó escrita el mismo sagrado apóstol Santiago, donde dice a nuestro intento las palabras siguientes: la concupiscencia 75 se hizo preñada, parió al pecado y el pecado engendró a la Muerte.
71 72
Ms., noticia de. Ms., legañosa y desmolada.
73
Frustráneo: que n o produce el efecto apetecido ( D R A E ) . Tercia vigilia: tercera hora después de salir el sol, según las horas canónigas. Ms.: (una hora muy pesada para nosotros por ser hora de maitines). 74
75 Concupiscencia c u m conceperit parit peccatum; peccatum vero c u m c o n s u m m a t u m fuerit generat mortem,Jacobi, cap. 1:15 (A). Ms., v.14. La Epístola está atribuida a Santiago el Justo aunque algunos la atribuyen a Santiago el Mayor, a quien parece aludir
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Veis aquí, amado lector mío76, por línea recta de ascendencia77 cómo hemos sacado en limpio la malvada abuela de la Muerte. La Muerte es hija legítima del pecado, el pecado es hijo abortivo de la concupiscencia, con que la concupiscencia es la verdadera abuela de la Muerte. Y aunque no ignoro que aquí habla el apóstol78 en sentido moral, de la muerte espiritual del alma, la cual se verifica en aquel mismo instante en que se consuma el pecado por el pleno consentimiento de la voluntad; aunque sea sólo en el fuero interno y no pase a la esfera de la ejecución, esto no puede servirnos de embarazo para que en aquel mismo sentido en que dijo San Pablo que la muerte del cuerpo había sido introducida en el mundo por el pecado, podamos afirmar que la concupiscencia es la legítima abuela de la Muerte temporal. Mas como la concupiscencia, según el angélico doctor79, se deba considerar por dos aspectos muy diferentes, una como inherida80 en la misma naturaleza que se contenta con lo necesario, otra que se desvía de las leyes de la razón y aspira a lo superfluo, para no condenar a la inocente y apremiar a la culpada según la cualidad de su delito, tomaremos las providencias de separarlas para averiguar quién81 fue la delincuente que nos acarreó tantos y tan desastrados males en el mundo, imitando 82 en esto la sabia conducta del profeta Daniel que separó a los dos ancianos lascivos83, senadores de Babilonia, para sacar en limpio por qué parte estaba la verdad y la justicia de un hecho tan indecoroso sobre que inicuamente había sentenciado el magistrado supremo de aquella corte a una mujer inocente. Aquella exigencia, radicada en la misma naturaleza con que apetece un enfermo la salud y la vida, es concupiscencia84 natural, en sentir el autor de esta novela. El problema de la autoría radica en buena medida en no saber la fecha exacta de la Epístola. 76 Ms., amado lector. 77 Príncipe, acendencia. 78 Ms., santo apóstol. 79 Santo Tomás de Aquino es conocido como el «angélico doctor». 80 Inherente. En la príncipe ingerida y en ms., inherida. 81 Ms., cual. 82 Ms., e imitando. 83 Alude a la famosa historia de Susana acosada sexualmente por dos viejos jueces lascivos (la historia ha sido recreada en diversas ocasiones por la pintura como «Susana y los viejos»). Fue recogida en el Libro de Daniel, 13. 84 En el manuscrito «consecuencia», optamos por respetar la príncipe, más acorde con lo que sigue.
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del ángel maestro85. Revestida de este carácter, está exenta86 de nuestras quejas y es acreedora de justicia a nuestras gracias, pues todos sus anhelos los dirige a que no muera el individuo y que se conserve la especie. Hay otra concupiscencia contra legem divinam, opuesta totalmente a los fueros de la razón, y es aquel apetito desordenado con que el hombre terreno pretende llegar a la elevada cumbre de los honores, de las riquezas y de los87 deleites, aunque sea sirviéndose por escala de los preceptos divinos, conculcando y pisando la túnica inconsútil88 de la sagrada ley por llegar al centro de sus deseos y a la posesión de un objeto deleitable, que mirado a buena luz no es otra cosa que un triste y penoso cautiverio o un placer fugitivo que se nos huye tan presto como el agua de entre las manos y se nos pasa tan breve como el lucimiento de un relámpago que apenas empieza cuando se acaba. Esta concupiscencia desordenada que aportilla las murallas del alma que nos puso Dios en los preceptos del decálogo para conseguir ella sus siniestros intentos89, concibió en sus entrañas un desorden y dio a luz un monstruo horrendo de tinieblas. ¡Pluguiera el cielo mil veces que hubiera reventado antes de parir y no hubiera visto el mundo el fruto de su vientre! U n dañado aliento, que arrojó el padre de la mentira por boca de una astuta serpiente en el terrenal paraíso, despertó en Adán y la común madre de las gentes el apetito de un imposible; no porque Adán fuese engañado con semejante promesa, como asientan los pa-
85 86 87 88 89
Santo Tomás de Aquino. Ms., excepta. Ms., y los. Inconsútil: dicho c o m ú n m e n t e de la túnica de Jesucristo: sin costura ( D R A E ) . A continuación aparece en ms. una frase tachada, imposible de leer.
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dres San Crisòstomo 90 , San Jerónimo 91 , San Ambrosio 92 , San Anselmo 93 , Santo Tomás y San Agustín 94 ; aunque por la sentencia contraria está San Irineo 95 , a quien siguen Belarmino, Pererio 96 y Haye 97 (in Genes, cap. 3.) dando al texto de San Pablo seis soluciones que podrá ver el curioso. N o contentos Adán y Eva con el ser de criaturas adornadas de tantas gracias y de tantos privilegios quisieron asemejarse 98 a su criador. Cuál fuese el pecado de Adán por donde se introdujo la muerte al mundo es cuestión controvertida entre los teólogos. Asientan unos que la soberbia de pretender igualarse con el Altísimo; la escuela de mi sutil doctor 99 y el gran padre de la iglesia San Agustín afirman haber sido el amor de Adán
90 San Juan Crisòstomo o Juan deAntioquía (Antioquía, Siria; 347-407): clérigo cristiano eminente, patriarca de Constantinopla, considerado por la Iglesia católica uno de los grandes Padres de la Iglesia de Oriente, juntamente con Basilio el Grande y Gregorio Nacianceno. Doctor de la Iglesia. 91 Eusebio Jerónimo de Estridón (Estridón, Dalmacia, c.340-Belén, 420): San Jerónimo para los cristianos, tradujo la Biblia del griego y el hebreo al latín. Es considerado uno de los cuatro grandes Padres de la Iglesia latina. La traducción al latín de la Biblia hecha por San Jerónimo es conocida como la Vulgata latina. 92 San Ambrosio de Milán (Tréveris, c. 340-Milán, 397): destacado obispo de Milán y un importante teólogo y orador. Es uno de los cuatro Padres de la Iglesia latina y uno de los 35 doctores de la Iglesia católica. 93 San Anselmo de Canterbury (Aosta 1033-Canterbury, 1109). Se le conoce también como Anselmo de Aosta, por el lugar donde nació, o Anselmo de Bec, por la población donde estaba enclavado el monasterio del cual llegó a ser prior. Fue un monje benedictino que llegó a ser arzobispo de Canterbury durante el periodo 1093-1109. Destacó como teólogo y filósofo escolástico. Doctor de la Iglesia. 94 Apud Haye, in Biblia maxima in Paulum, hic (A). Se refiere a la Biblia máxima editada por Jean de la Haye, Paris, 1660. Jean de la Haye (1593-1661): franciscano, autor de una Biblia Máxima en 19 vols. en la que recogía los comentarios de importantes exégetas a cada uno de los pasos. 95 San Ireneo: nacido en Esmirna, fue uno de los discípulos —considerado el mejor de todos— del obispo de Esmirna, Policarpo, discípulo, a su vez, del apóstol Juan. Fue obispo de Lyon y refutó las doctrinas de los gnósticos. 96 Benedicto Pereyra o Pererio (1536-1610): jesuita español de origen valenciano, filósofo, teólogo y exégeta. Sus comentarios sobre el Génesis están en Commentariorum et disputationum in Cenesim tomi quattuor (Rome, 1591-1599). En la príncipe Pereira. 97 Vide illum in Biblia máxima loco, supra citato (A). 98
99
Ms., igualarse.
John Duns Scoto (1265-1308): sobresalió entre los grandes maestros de la doctrina escolástica por el excepcional papel que desempeñó en la filosofía y en la teología.
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desordenado respecto de la mujer100. Mas sea el pecado que se fuere, a nuestro intento poco importa. Vencido Adán con el peso de tan101 engañosas promesas hizo a un lado los temores y los respetos y contravino a las órdenes del Altísimo. Miserable condición la de los hombres que quieran subir al monte de la más alta fortuna por la escala de la desgracia, sin acabar de persuadirse que la suma felicidad a que tanto anhelamos, girando extraviados por varios rumbos, está pendiente de la observancia de la ley a que está vinculado el florido reino de los cielos. ¿Cuándo acabará este ciego infeliz del género humano de romper los negros velos de la ignorancia que le cubren los ojos para que entre la luz y comience a rayar el alegre día de su dicha?, ¿cuándo tendrá fin esta prolongada noche de tinieblas y de horrores en que están tan hallados los mortales, entre tantos riesgos y peligros? Poco tiempo duró Adán en su ceguera porque el ruidoso estruendo de su misma caída le despertó de su letárgico sueño, los golpes y los reveses de su adversa fortuna le hicieron abrir los ojos, y cuando él pensaba verse revestido de la hermosa gala de la deidad, se halló cubierto con el ropaje de la vergüenza y de su propia confusión, mirando entre sus brazos el feto disforme de su pecado y por otra parte a la Muerte, que apenas nació comenzó a labrar los sepulcros para el padre de las gentes y toda su descendencia, heredera forzosa de este achaque, según la ley del convenio celebrada con toda solemnidad entre Dios y el primer hombre. De algún modo podemos disculpar a nuestro padre, lastimándonos de su fragilidad y de su caída porque una concupiscencia que llegó a concebir es lo mismo que una mujer encinta que tiene mil antojos y apetitos, pero ¡ay de nosotros, si fácilmente condescendemos con los estragados deseos de la antojadiza abuela de la Muerte! Ella es un ángel pero de Satanás, como dice San Pablo102, que sacando de su mismo cuero103 las correas, forma el azote de los estímulos de la carne para dar su ración a los mortales. Ella tiene las propiedades de un doméstico perro que sin ladrar suele morder a los de su casa, ella es un bruto que nos da 100 Ita in 2 sent. dist. 22 quaest. única ibi (A). Sigue refiriéndose al pensamiento de Duns Scoto remitido a las Quaestiones. 101
M s . , tan felices como
102
C o r . cap. 1 2 (A). S e trata d e la Segunda
engañosas. Epístola
a los Corintios:
« Y para q u e la
grandeza de las revelaciones no me envanezca, tengo una espina clavada en mi carne, un ángel de Satanás que me hiere», 12:7. 103 En la príncipe: centro. Citamos por el manuscrito.
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de coces y en aflojándole la rienda dará con el jinete en un profundo abismo de miserias, mas al fin de la jornada su misma nieta vengará nuestros agravios, apagando los ardores de la concupiscencia entre las heladas cenizas del sepulcro.
CAPÍTULO V Decreto imperial que manda publicar la Muerte en todos sus estados y señoríos
La muy poderosa emperatriz de los sepulcros, la enemiga belicosa de los vivientes, la Muerte horrible y espantosa, la vengadora de los agravios de la humana naturaleza, la inexorable parca que tiene su corte y su palacio entre las bóvedas subterráneas de aquella triste y pavorosa región de las tinieblas, donde no se encuentra otra cosa que las áridas osamentas de los finados, ni se registran otras pinturas que las funestas imágenes104 de unos podridos cadáveres y desnudos esqueletos, etc. A todos mis vasallos descendientes de Adán, estantes y habitantes en mis dominios, que son a la presente y fueren en los venideros siglos en cualesquiera parte del orbe universo, os hago saber a todos los hombres que se visten de carne y sangre de cualesquiera estado y condición que sean, por ésta mi real pragmática sanción que habré de llevar a debido efecto, que como ningún soberano puede sostener en pie los estados de su corona, sin algún socorro o contribución exhibida de sus mismos vasallos, para cuyo efecto ha depositado en el arbitrio de los reyes todo su poder y suprema autoridad el derecho natural; y siendo, como sabéis, el imperio de la Muerte el más dilatado que se extiende de polo a polo y de cabo a cabo, y abraza todas las monarquías del mundo y domina sobre todo el género humano, no siendo posible la subsistencia de mi reinado sin que se verifique alguna gabela o contribución de vuestra parte, valiéndome de toda la autoridad que gozó como ministra y fiel ejecutora del Altísimo; es mi voluntad que todos, sin lograr alguno el privilegio de exclusiva, me habéis de pagar el tributo de vuestras propias vidas, que es el único manjar con que se alimenta mi flaqueza y el único platillo que se administra en mi mesa. N o podéis ignorar que yo mantengo debajo de los sepulcros un copioso ejército de asquerosos gusanos y una tropa inmensa de ratones y otros feísimos animalejos, los cuales solamente se mantienen de carne humana, delicioso pasto para ellos; por tanto, he venido en decretar que luego en aquel instante, así como acabéis de expirar y me paguéis el 104
Ms., imágenes funestas.
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tributo de la vida entre angustias, amargos parasismos105 y mortales agonías, luego al punto sean arrojados vuestros cuerpos de vuestras mismas casas y separados de vuestras familias para que en el término de veinte y cuatro horas106 y no más, sea entregado en poder de los sacristanes y sepultureros, a quienes damos plenaria facultad para arrojarlos a los horrores del sepulcro, pisarlos y cubrirlos de tierra, aunque sea el cuerpo de la más linda, melindrosa y delicada dama, de aquellas almidonadas y soberbias que componen el partido de las modas; y aunque sea el cuerpo del petimetre107 más regalado y cebado en el exquisito pesebre de la gula, para que sirvan de sustento sus hediondas y corrompidas carnes a aquellas inmundas sabandijas. Sin que de esta ley y forzoso tributo pueda eximirse ni el esplendor soberano de la tiara pontificia que ocupa la silla de San Pedro, ni la púrpura cardenalicia colocada en la clase de las mayores eminencias, ni las mitras más respetables por su altísima dignidad, ni el sacerdocio de Aarón por su sagrado y supremo carácter ni los doctores por sus borlas, ni los letrados por su sabiduría, ni los médicos con todo su conato y con todos sus aforismos, ni el emperador más augusto, ni el césar más esclarecido, ni el rey más poderoso, ni los ministros más condecorados por su privanza y valimiento, ni los mayores potentados del orbe, sean condes, duques o marqueses, o sean del grado o jerarquía que se fueren, aunque gocen de otros títulos honoríficos; ni los abogados por sus leyes, ni los teólogos por sus discursos, ni los ricos por sus riquezas porque este general decreto comprehende a todos aquellos que tienen impreso el sello de la mortalidad. Ni penséis acaso que os he de tratar con más blandura y clemencia por respeto de vuestro poder, de vuestros intereses o de vuestra dignidad, porque yo soy como el rayo que ejecuto mayores estragos donde hallo mayor resistencia. Vosotros, los poderosos del siglo, os defendéis con todo esfuerzo y vigor para no pagarme este tributo tan debido, porque luego al punto que os sentís heridos del accidente, os armáis de los mejores médicos, usáis de cama blanda y deliciosa, os ministran las más regaladas viandas y gastáis mil melindres y chiqueos108 entre las
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Parasismo: paroxismo, exaltación extrema de los afectos y pasiones.
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Ms., término veinticuatro horas. 107 Petimetre: persona que se ocupa mucho de su compostura y de seguir las modas (.DRAE). 108
Chiqueo: mex., mimo, halago.
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holandas 109 y colgaduras de damasco 110 ; y con todo esto m e ponéis en el e m p e ñ o de usar de mayor rigor con vosotros, apretando más el cordel de los dolores, encendiendo más los ardores de la calentura, avivando más las punzadas de la cabeza para hacer frustráneos los conatos de la medicina, vencer la eficacia de los apositos y burlar la industria y diligencia de los facultativos más peritos. En la humilde choza de u n pobre oficial o labrador con mucha facilidad se m e rinde la vida porque está destituido de todo socorro en lo temporal; pero en los cuerpos de los ricos y poderosos del siglo hecho el resto de mis fuerzas para vencer su resistencia. Mas si acaso vuestra curiosidad se atreviere a preguntarme cuándo ha de ser este cuando, en qué tiempo o en qué edad se ha de pagar este tributo de la vida, os respondo con las mismas palabras con que respondió el supremo legislador en semejante lance: Non est vestrum nosce témpora, vel momenta, quae Pater possuit in sua potestaten\ N i a vosotros toca saber ni yo os quiero declarar los instantes y m o m e n t o s cuyo c o nocimiento tiene reservado mi padre en el archivo de sus secretos, por unas providencias encaminadas al logro y consecución de sus sabios y adorables intentos. Por cuanto solamente os podré decir que, habiéndose de cumplir el infalible oráculo del Evangelio, se pagará este tributo de la vida en la hora que menos lo penséis y será mi llegada a vuestras casa cuando menos lo esperareis 112 , cuando más divertidos y entretenidos os halléis en los pasatiempos de la vistosa rueda de vuestros gustos y de la humana prosperidad, por cuya razón, ni en la poca edad ni en la mucha salud estáis seguros de mí, porque yo soy aquel rápido caudaloso río que atropello con lo primero que encuentro sin atención ni respeto a la salud ni a los años, de que os darán auténtico testimonio las repetidas experiencias que os he puesto a los ojos, y podrá acaso sucederos que en este mismo instante esté yo preparando el arco que ha de disparar la flecha, para romper el hilo frágil 113 de vuestra vida y cortar el curso 114 de vuestras más floridas esperanzas. 109
Holanda: lienzo muy fino de que se hacen camisas, sábanas y otras cosas ( D R A E ) . Damasco: tela fuerte de seda o lana y con dibujos formados con el tejido (DRAE). 111 Actus Apostolarum, cap. 1. (A) . «No os corresponde a vosotros saber el tiempo o la ocasión que el padre determinó con su autoridad», 1:7. Es el quinto libro del Nuevo Testamento en el que se narra el período apostólico. 112 Ms., esperabais. 113 Ms.,frágil estambre. 114 Ms., cortar el hilo de oro. 110
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Y porque ninguno de los mortales pueda en adelante pretextar ignorancia de este general decreto, es mi voluntad y ordeno que a lo menos una vez en cada año que será la feria cuarta después de la quincuagésima, llamada vulgarmente Miércoles de Ceniza, se les de a todos un recuerdo y un aviso, poniéndoles a la vista y a la consideración el polvo de que tuvieron principio y el polvo en que se han de convertir. Mas porque considero que muchos de los pobres no penetran el fondo de esta sagrada ceremonia, y de los ricos y nobles que componen las clases de la grandeza, los más no asisten o porque se avergüenzan de practicar esta santa ceremonia o por el grande horror y miedo que me tienen; principalmente las que son vistas por damas de la primera lumbrera y que están engolfadas en un turbulento mar de vanidades y muy gustosas con los halagos del siglo; para salir al encuentro a esta perniciosa renuencia se tomarán las acordadas providencias en todas las iglesias de tocar agonías por los moribundos y agonizantes.Y luego, como hayan dado la última boqueada y exhalado el último aliento, se soltará el triste redoble de las campanas para que estas plegarias tan funestas, como nuncios115 de la Muerte, se entren de tropel hasta sus estrados y recámaras, cuyas voces habrán de escuchar por más que lo resista su melindre y por más que cierren sus ventanas y sus vidrieras. Sin embargo, de estas disposiciones con tanta madurez acordadas, ordenamos, para la debida ejecución de nuestras letras, a todos los predicadores que tienen verdadero celo de las almas, que no atendiendo humanos respetos hagan saber a todo hombre que la Muerte ha de llegar a pedirles el tributo de la vida. En cumplimiento de esta orden, y de la obligación que nos incumbe, yo, el mínimo entre los predicadores, llamado al ministerio apostólico por especial gracia de Dios, así como lo hago saber desde la altura de los pulpitos a todos los que se dignan de escucharme, así lo hago saber a todos los que ahora se dignaren de leerme, concluyendo este capítulo con las palabras de Isaías: «Ve disponiendo los negocios de tu alma y de tu casa porque en breve tiempo has de morip>116.
115 116
Nuncio: anuncio o señal ( D R A E ) . Cap. 38 (A). Libro de Isaías, 38:1.
C A P Í T U L O VI Toma la Muerte posesión de su imperio y comienza a ejercitar su jurisdicción En aquel corto y abreviado paréntesis de poco tiempo que corrió desde el nacimiento de la Muerte, introducida en el m u n d o por el prim e r pecado, hasta la primera y más trágica desgracia que se representó en el catástrofe del orbe, de que fueron testigos oculares las estrellas del cielo que todo lo registran desde su altura, y los pocos moradores 117 que por entonces ocupaban el dilatado mapa del universo. A u n q u e hidrópica 118 la M u e r t e por b e b e m o s la sangre y hambrienta por hartarse de nuestras carnes, buscaba con todo e m p e ñ o y conato la ocasión más oportuna para entrar en posesión de su reinado y comenzar a poblar la obscura y desamparada región de los sepulcros inhabitados hasta e n t o n ces de los difuntos. Se hallaba, a nuestro m o d o de entender, sin conducta segura y con todas las mamparas cerradas para llegar a su trono, que había de guarnecer después con tantas respetables cadaveras 119 ;pero c o m o nunca falta u n traidor en semejantes funciones que, rebelado contra su dueño, le abra las puertas a u n tirano para conseguir el logro de sus intentos, auxiliada la M u e r t e del tumultuario motín que levantó una pasión, que en sentir de San Crisòstomo es la más violenta y belicosa entre todas las pasiones que dominan al hombre, e m p u ñ ó el arco y la flecha, eligiendo este instrumento por único cetro de su imperio, y se las calzó 120 fuertemente contra todo el género h u m a n o haciendo frente a cara descubierta y sin rebozo a toda la posteridad de Adán. Afianzada la M u e r t e con el socorro y alianza de esta diabólica pasión, cuyo nombre diré después por n o irritar contra ella antes de tiempo a mis lectores, comenzó a ejercitar su jurisdicción cum plenitudine potestatis tam in capite, quam in membris12i. Mas c o m o por unas sabias y adorables providencias,
117 118 119 120 121
Ms., adoradores. Hidrópica: insaciable ( D R A E ) . Cadaveras: desús., calaveras (DRAE). Calzar, asestar un golpe (DRAE). «Con plenitud de poder tanto en la mente como en el cuerpo».
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despachadas y determinadas en el consistorio122 augusto de la suprema sabiduría, intentaba Dios el que la Muerte desde su primera ejecutoria se dejara ver terrible y formidable a la vista de los hombres para aterrarlos y contenerlos en el extraviado camino de los vicios y desórdenes, era forzoso que el primer golpe que ejecutó la Muerte en nuestras vidas fuera el más funesto y lastimoso por todas sus circunstancias. En una cándida y agradable inocencia que reverente y religiosa ofreció en las aras de su amor un sacrificio aceptable a la única y soberana deidad en reconocimiento de su divino ser, cayó la suerte y estrenó la Muerte todo su rigor. N o tuvo más méritos el inocente Abel para llevarse entre los muertos el primer lugar, que haber puesto los ojos de su agrado sobre su ofrenda la divina majestad, y no haber atendido a la víctima del infeliz de Caín por esta causa enfurecido y frenético, entregado ya su corazón en manos de una envidia mortal (ya os he dicho el nombre de esta infame pasión) rompiendo los fueros de la sangre y atropellando con los más estrechos vínculos de la naturaleza, jugó con tal destreza el arco de la Muerte que al primer tiro cayó difunto su hermano, quedando con esta acción pasmada la misma Muerte, y embargada del asombro de ver en el impío Caín tan inaudita crueldad. Resentida la tierra de ver muerto en su regazo al benjamín de la inocencia, no pudiendo disimular su sentimiento ni ocultar su dolor en los profundos del silencio, de este maquinado criminal y execrable delito que perpetró la Muerte, patrocinada del favor de un inhumano fratricida, haciendo lenguas de la misma sangre inocente que corría por las faldas de la misma tierra, levantó el grito dolorida y, penetrando las regiones del aire y lo más sólido de los cielos, se introdujo en los estrados divinos. Presentó su causa y le prometió la real audiencia de aquella corte que, reconocidas y justificadas sus querellas, en aquel alto y supremo consejo, se daría la debida satisfacción a sus agravios. La Muerte entonces, agitada de crueles remordimientos de su conciencia delincuente (nadie se admire de esta nueva expresión) pues también la Muerte tiene su pedazo de conciencia y aunque por ahora la extiende cuanto puede 123 , algún día le estrecharán fuertes estímulos a restituir la sangre que ha bebido y las vidas que ha quitado; espantada, pues, la Muerte con los golpes de su conciencia y la ruidosa campanada
122
Consistorio: se refiere al consistorio divino, tribunal o trono de Dios
123
Ms., como candencia de mercader, algún.
(DRAE).
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del escándalo que ocasionó el desafuero de Caín en el inocente Abel, recelosa del castigo con bien fundadas sospechas, de que Dios bajara en persona a requerirla o librara un requisitorio para ejecutarla, eligió por partido tomar las de Villadiego 124 , saliendo fugitiva a buscar su asilo allá afuera del mundo, dejando al mísero Caín metido entre la danza. Ésta es una conjetura que me ofrece a la consideración el mismo plan de la historia sagrada en el capítulo 4 del Génesis: porque temeroso Caín de purgar su delito con la pena del Talión 125 , pensaba encontrar en cada tronco una muerte tan fiera como la había maquinado contra el justo de su hermano; pero el mismo Dios le desvaneció de estos temores para aumentarle más sus interiores angustias y congojas, con un terrible ne quaquam ita fietnb, y le dijo que aunque anduviera fugitivo todo el universo, no encontraría a la Muerte como pensaba, y que ya miraba como el único remedio a tan desastrados males. Y le imprimió el Señor una señal o divisa que le sirviera como de espantajo a la misma Muerte para que no le tocara ni en un pelo de la cabeza hasta que Dios para ello le refrendara las licencias. El desventurado Caín corrió suertes iguales con el peor de los nacidos que fue el ingrato discípulo127, a éste lo perdió su insaciable avaricia, al otro lo despechó la furia de una envidia mortal. Poniendo ahora en competencia estas dos fieras brutales pasiones (sin perder de vista a la Muerte cuya saludable memoria tanto nos importa) se pregunta, ¿cuál de ellas lleve el exceso en la malicia?Y haciendo a un lado, con toda reverencia, las innumerables autoridades de tantos maestros y doctores de la Santa Iglesia que al calor de su espíritu se han desvelado para decidir este punto primo in litninem, digo que siempre que contienda la envidia con la avaricia, la envidia ha de salir ventajosa en su partido. Pudieran consolarse los avarientos con este dictamen; pero nunca en un hospital puede servir de consuelo a algún enfermo el ver a otros más agravados,
Ha pasado a la historia como expresión de quien se ausenta atropelladamente para huir de un riesgo o un compromiso, tal y como debieron de escapar muchos de aquellos judíos que en la Edad Media fueron a refugiarse en el pueblo de Villadiego, 38 124
kilómetros al noroeste de la ciudad de Burgos. 125
La pena del Talión es la que imponía al reo un daño igual al que él había causado
(.DRAE). 126 127 128
«De ningún modo sucederá así». Judas Iscariote. E n primer lugar.
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LA PORTENTOSA VIDA DE LA MUERTE
para dejar p o r eso de sentir lo penoso de sus males. U n a prueba experimental y reducida a la práctica es el apoyo de mi sentir. E n cierta corte (cuyo nombre n o dice San Antonino de Florencia 129 , citado del padre Tobías Loner en su Biblioteca Predicable)130 había dos oficiales en el cuerpo de la milicia, que con la continuación de sus viles procedimientos habían adquirido en todo el reino pública voz 131 y fama, el u n o de envidioso y el otro de avariento. El príncipe, que no ignoraba las bellas cualidades de estos valientes vasallos, por divertir u n día las congojas y las angustias que siempre rodean el trono de los soberanos, m a n d ó llamarlos a su palacio en presencia de los áulicos 132 . Habiéndose presentado a la vista de su rey, les dijo de esta suerte que bien informado de sus grandes servicios, que c o m o fieles vasallos habían hecho a su corona, y m u c h o más satisfecho de su valor, de que habían dado pruebas nada equívocas en los lances más apretados de la guerra, determinaba el beneplácito regio de su majestad galardonar sus merecimientos; que cada u n o pidiese la merced que gustara, en la inteligencia de que el último que pidiera, recibiría duplicado el premio. C o m e n z ó la contienda entre el envidioso y el avariento, sobre quién de los dos había de ser el último pedigüeño; después de varios debates que tuvieron entre sí, habló el envidioso y dijo: «En virtud de la real palabra pido a vuestra m a jestad por única gracia que luego al p u n t o m e mande vuestra majestad sacar u n ojo». Q u e d ó temblando el codicioso al escuchar tal propuesta, pues según lo prometido le habían de sacar los dos. C o n este bárbaro pedimento quedó el rey desengañado y nosotros nos hallamos persuadidos de que la codicia de los hombres queda muy inferior comparada con su envidia, seminario fecundo de atrocísimos delitos, c o m o dice San
129
San Antonino de Florencia (1389-1459): dominico italiano, cuyo nombre real era A n t o n i n o Pierozzi. Entró en 1406 c o m o dominico bajo la tutela de Giovanni Dominici, detractor de los humanistas que comenzaban a florecer en la ciudad. Fue n o m b r a d o Arzobispo de Florencia en 1446. Entre sus obras destacan la Summa sacrae theologiaey la Chronica. Fue conocido por sus discursos moralizantes. 130 Tom. 2, fol. 242 (A). Tobías Lohner (1619-1697): teólogo jesuita de origen austríaco, autor de Auctarium Bibliotecae Manualis, Colonia, 1694. 131 132
Ms., voz pública. Aulico: cortesano o palaciego ( D R A E ) .
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Cipriano133; la llorona y la risueña, como la denomina San Próspero134 porque llora y se entristece cuando ve premiados los méritos ajenos; se ríe y se alegra cuando ve abatida por el suelo la fortuna de su prójimo135.
133
Tascio Cecilio Cipriano: clérigo y escritor romano, obispo de Cartago (249-258) y santo mártir de la Iglesia. A u t o r importante del comienzo del cristianismo, nació probablemente a principios del siglo m en el norte de África, donde recibió una educación clásica. Tras convertirse al Cristianismo fue obispo y m u r i ó martirizado en Cartago. 134
San Próspero deAquitania (Limoges, 390-455): discípulo de San Agustín y primer continuador de la crónica universal iniciada por San Jerónimo. Participó activamente en las principales controversias religiosas de la época. 135
Loner, tom. 2, fol. 242 (A).
C A P Í T U L O VII Celebra la Muerte una especie de contrato matrimonial y engaña traidoramente a sus maridos A u n q u e el bivinato 136 simultáneo en las mujeres en ningún tiempo fue lícito, la M u e r t e de su propia autoridad se t o m ó las licencias para matrimoniar muchas veces, existiendo la pluralidad de sus maridos sin la necesaria dispensa. Por esta causa, si fuera capaz la M u e r t e de comparecer en juicio debería ser sentenciada a salir por las calles con pública coroza 137 en un borrico a voz de pregón para escarmiento de las mujeres que quieren tener dos o tres bodas 138 . Todos los matrimonios que ha celebrado la M u e r t e desde que tuvo la competente edad para celebrar contratos han permanecido ratos 139 y ninguno ha consumado p o r impotencia; por esta razón le queda siempre a la M u e r t e ileso su derecho para entrar en religión —si quisiere— aunque yo creo que en ninguna parte tendrá cabida, salvo entre aquellos místicos 140 que están m u y familiarizados con su memoria. Mas si acaso le admitieren al noviciado, p o r hacer juicio de que viene bien desengañada del m u n d o y sus vanidades, tengan advertido que n o puede obtener prelacias ni dignidades porque está irregular ex defectu corporisui. Aunque el matrimonio de la M u e r t e n o tuvo razón de sacramento p o r haberse celebrado m u c h o antes que rayara el alegre día de la ley de
136
«Unión de una m u j e r con dos o más varones al mismo tiempo». La definición, que n o aparece en el diccionario de la R e a l Academia ni en el de Autoridades, está recogida del libro, Compendio moral salmaticense, según la m e n t e del angélico doctor en el que reduce a mayor brevedad el que en lengua latina publicó el R . P. fray Antonio de San José, t o m o II, 2* ed., Madrid, 1808 (Tratado XXXIV, p u n t o V I I , «Del matrimonio», p. 332). 137
Coroza: c o n o alargado de papel engrudado que c o m o señal afrentosa se ponía en la cabeza de ciertos condenados, y llevaba pintadas figuras alusivas al delito o a su castigo (DRAE). 138
E n ms., se añade a continuación: por oír que les toquen muchas veces el fandango. Matrimonio rato: matrimonio celebrado legítima y solemnemente que n o ha llegado aún a consumarse. 140 E n ms. en lugar de: aquellos místicos figura: ¡as reverendas madres monjas. 139
141
Por defecto del cuerpo. E n Levítico, 21, 16-23 Yavhé prohibe que ninguna persona con deficiencias corporales pueda ser sacerdote.
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gracia 142 , tuvo fuerza de contrato, y de contrato oneroso en que quedaron obligadas ambas partes, así la M u e r t e c o m o los pecadores, que son sus verdaderos y legítimos maridos. El profeta Isaías reprehende agriamente la bárbara determinación de los pecadores de haber celebrado tal contrato con la Muerte: Audite verbum domini viri illusores dixistis enim percussimus foedus cum morteU3, c o m o si les dijera ¿qué habéis hecho insensatos con haber celebrado tal c o n trato? En fuerza, pues, de este pacto se obligaron los pecadores a pagarle a la M u e r t e el débito de la vida, siempre que ella los requiriese para el efecto; y la M u e r t e se obligó a dilatar p o r m u c h o tiempo la solución de esta deuda, representándoles m u y dilatadas las esperanzas de su venida para que en este tiempo puedan con toda libertad soltar las riendas de su apetito y entregarse con satisfacción a sus pasajeros gustos; en la inteligencia de que la M u e r t e n o ha de venir tan breve, y que en llegando los primeros correos que darán aviso de estar próxima su llegada, se retirarán al sagrado asilo de la penitencia. Pero aquí se verifica al pie de la letra aquel adagio: «la que piensas te hago...» 144 . A ellos los llama el profeta varones engañadores, viri illusores, p o r que piensan burlarse y engañar a la Muerte; pero m u y al contrario les acontece, porque la M u e r t e se burla de ellos faltando a la fidelidad del contrato; pues habiéndoles prometido que n o ha de venir tan breve dándoles por fiadores de su palabra la poca edad y la mucha salud que tienen, que engañan tanto c o m o la misma Muerte, se deja caer sobre ellos cuando ellos la imaginaban m u y distante; de que se sigue que en lance tan inopinado se hallan sorprendidos del susto y naufragando entre más de mil interiores angustias y apuraciones 145 , c o m o el marido infiel a quien cogió su m u j e r en el mismo adulterio. Toda esta lastimosa tragedia de que han sido testigos repetidas veces mis ojos, se m e representa m u y al vivo en la parábola de Jesucristo en el
142
Ley de gracia: la que Cristo estableció en su Evangelio ( D R A E ) . Libro de ¡satas, 28:15: «Escuchad la palabra del señor, insensatos que decís que habéis hecho un pacto con la muerte». 144 Frase proverbial cuyo sentido queda perfectamente reflejado en la siguiente cita extraída de Astucia, el Jefe de los Hermanos de la Hoja (1865) de Luis G. Inclán: «La que piensas te hago, comandante; sobre advertencia, no hay engaño» (México, U N A M , 1994, p. 197). 145 Apuración: acción y efecto de apurar o apurarse (DRAE). 143
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capítulo 25 de San Mateo, donde claramente se demuestra lo que pasa entre la Muerte y los pecadores 146 . Es semejante el reino de los cielos a un decenario 147 de vírgenes, las cinco prudentes (en que se representan los justos) y las otras cinco necias (en que están figurados los malos) con ánimo de salir al encuentro cuando avisen de la venida del esposo y de la esposa: Exierunt obiam sponso et sponsaeus, ¿quién sea este esposo? Nadie puede ignorar ser Jesucristo pero esta esposa que le acompaña no se puede averiguar tan fácilmente, a mi se me representa en esta esposa la Muerte (sin que sea mi ánimo sacar el texto de su propio, verdadero y literal sentido). Jesucristo les pide en aquella hora el débito de la cuenta y la Muerte los ejecuta por el débito de la vida, mas ¿qué sucede entonces? Q u e pareciéndoles a ellos que la Muerte la lleva muy a la larga, viven los miserables como si no hubiera infierno que temer ni gloria 149 que esperar; con tanto libertinaje en las costumbres que pudieran servir de escándalo a los mismos gentiles. Se pasan los días, las semanas, los meses y los años enteros durmiendo sobre la dura cama de una mala conciencia; y es tanta la pesadez de sus letargos que apenas sienten sus propios remordimientos, pasan los años enteros en el duro lecho de la culpa con tanta serenidad en el ánimo y tan satisfechos de sí mismos como si tuvieran los merecimientos de un San Pablo. Después de una vida tan licenciosa y estragada, después de haberse cansado de correr las sendas de la iniquidad, cuando menos lo piensan, a la media noche de su descuido llega la última enfermedad que con gran disimulo se introduce en el cuerpo; y allá en el interior retrete 150 de sus conciencias levanta el grito y les dice que ya se acerca el juez 151 a pedirles el débito de la cuenta. Al escuchar esta voz que los llama para la eternidad a gran prisa, se conturban y se asustan de tal suerte que desmayan sus alientos, porque no aguardaban tan breve a la Muerte 152 ; constreñidos de la misma aflicción y necesidad en que se hayan a la vista de tan inminente peligro, no les queda otro arbitrio que envidiar la di146 A partir de este momento glosará el cap. 25 del Evangelio según San Mateo, basado en la historia de las diez vírgenes. 147 Decenario: perteneciente o relativo al número diez ( D R A E ) . 148 «Salieron al encuentro del esposo y de la esposa». 149 Ms., hubiera gloria. 150 Retrete: cuarto pequeño en la casa o habitación, destinado para retirarse (DRAE). 151 Ms., la venida del juez. 152 Ms., a la Muerte tan breve.
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chosa suerte de los justos y pedirles, como las vírgenes necias pidieron a las prudentes, el socorro de sus buenas obras, méritos y oraciones porque se les está apagando ya la candela de la vida. Entonces, en aquellas cortas treguas que permite lo ejecutivo del accidente, comienzan las carreras y las prisas; viene el confesor a la casa del enfermo y el negocio de la mayor importancia se trata entonces con la aceleración más posible; nosotros, los ministros de Jesucristo y de los sacramentos, somos fieles testigos de estas violencias y salimos de sus casas penetrados de sentimiento. Quieren implorar el patrocinio de los santos, cuyas festividades profanaron con sus escándalos y torpezas, tal vez se hallan con las puertas cerradas, y en tan desesperada causa oprimidos de sus mismas angustias, levantan los ojos hacia arriba y divisan pendiente sobre sus cabezas la espada de la divina justicia que les pronostica un millón de desastrados males. Se quieren llamar a engaño contra la Muerte que no esperaban tan breve; pero muy tarde cayeron en la cuenta porque ellos se hacían la cuenta sin la huéspeda. Al fin quedan falidas153 sus esperanzas y la Muerte se burla de ellos. Aquí, amado lector mío, cierro y concluyo el presente capítulo para pasar al siguiente154, reza un Padrenuestro y una Ave María, a fin de que Dios alumbre a estos miserables desposados de la Muerte para rescindir cuanto antes el contrato.
153 154
Falida: desús., faüida ( D R A E ) . En ms., a continuación: refresca tu cabeza con un poco de tabaco, si lo tiene, y reza.
CAPÍTULO VIII Celebra
la Muerte
un conciliábulo
cuanto
para deliberar sobre la materia
antes las colonias
de la Tierra
de
poblar
adentro
Habiéndose fatigado la Muerte con algunos suspiros155 que le hizo dar a un pobre moribundo con quien estuvo bregando156 muchas horas porque la naturaleza se defendía vigorosa y el alma se le había atravesado; sentada su imperial figura en una silla poltrona que estaba colocada en el frente157 principal de una bóveda subterránea, sirviéndole de cojín a sus plantas la osamenta de Mahoma, teniendo en su presencia al demonio y al apetito, legítimamente convocados para las materias que se habían de tratar en esta Junta, les dijo de esta suerte: —Señores, no ignora vuestra sabia conducta los superiores motivos y justificados fines que me asisten para celebrar este consejo en que de común acuerdo se han de resolver las materias más importantes, de cuyo acierto dependen los intereses y las medras de mi estado. Habiendo yo sido158 exaltada a la monarquía universal sobre todos los vivientes, estantes y habitantes en las más remotas partes del universo (aunque sean de diferentes naciones, distintos dogmas y costumbres), cuyo cetro me hicieron empuñar la culpa y el pecado, que como sabéis fueron mis infelices padres, me veo en el empeño de llevar a debido efecto mis intentos a pesar de la humana naturaleza, y de poblar cuanto antes las colonias de Tierra adentro de cadáveres y esqueletos, moradores propios para habitar y cultivar los países bajos de los sepulcros. Y aunque yo desde el exordio del mundo y —aún cuando me hallaba recién nacida en mi cuna, haciendo algunos pucheros, tomé las providencias necesarias para la asecución159 de los propuestos intentos; sin embargo de mi conato y desvelo me han salido frustráneas y falidas mis diligencias porque los hombres en esto de morir parece que la llevan muy a la larga. El pri155 Ms., el comienzo difiere y es c o m o sigue: Habiéndose tomado la muerte una buena taza de almendrada con algunos suspiros. 156
E n la príncipe «bergando», metátesis. Bregar, luchar con los riesgos y trabajos o dificultades para superarlos ( D R A E ) . 157 Ms., la frente. 158 Ms., habiendo sido yo. 159 Asecución: desús., consecución (DRAE).
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mer hombre del mundo no bajó a las sepulcrales colonias hasta los 930 años de su edad, su hijo Seth murió a los 912, Enós a los 905, Cainán, su descendiente, a los 910, Malaleel cayó en mis brazos a los 895, Jaréd vivió 962, Enoch 365, Matusalén 909, Lamech 777, Noé 950160. Estas dilaciones tan prolijas me han puesto en la más triste consternación y grandísimo cuidado, en cuyo asunto ya me falta el arbitrio y el consejo; y recelando con bastante fundamento el que las edades corran de esta suerte con bastante perjuicio161 de mis dominios, he venido en deliberar el juntaros a corte, para que vosotros como fieles ministros, tan astutos y tan sagaces, expongáis vuestros pareceres, de que me prometo el acierto en la resolución de la presente materia, y me hagáis saber los medios más conducentes que alcanzare vuestra industria para acortar162 los pasos a unas vidas tan largas y poblar cuanto antes las colonias de la tierra adentro163, en que recibiré un gran servicio. Habiendo escuchado con atención el prefacio de la Muerte, se levantó el apetito y haciéndole la catatufa164 con la debida reverencia, dijo: —Muy poderosa señora, el mismo carácter de ser ministros vuestros y consejeros de vuestro Estado nos pone en el empeño de mirar por el aumento de vuestros intereses y de satisfacer a la singular confianza que vuestra mortandad hace de nosotros sus consejeros, fiando a nuestra conducta el éxito feliz de tan graves negocios. Las dificultades en que se embaraza la sutil comprehensión de vuestra muy grande cadavera son muy fáciles de romper y de allanar a poca diligencia mía y ninguna costa vuestra.Yo, señora, soy de profesión cocinero, cuyo oficio aprendí bien desde la tierna edad en varias reposterías donde me pusieron mis padres, sé guisar mucho y bien condimentado. Mande vuestra esquilencia165 que se me administre de su real hacienda porción considerable de todas especies, clavo, comino, almendra, pimienta, aceituna, pasa, canela, ajonjolí, alcaparras, tornachiles166, anís y 160
Génesis, cap. 5 (A). En el cap. 5:1-23 aparece toda la genealogía de Adán, a través de Abel, hasta llegar a Noé. 161 Ms., notable perjuicio. 162 En la príncipe, «cortar». 163 Ms., cuanto antes la tierra adentro. 164 Catatufa: mex., genuflexión en sentido jocoso. 165 Esquilencia: juego de palabras, formado por «esquilar» y «excelencia». Esquilar en el sentido figurado de «cortar», en este caso, no lanas sino vidas. 166 Tornachile: mex., especie de chile de color verde claro, de forma de trompo, que se cultiva en tierras de regadío.
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algunas libras de orégano y de culantro. Las carnes para los asados y otras fritangas 167 de mucho gusto no las pido a vuestra mortandad porque no las tiene y queda a mi cuidado el solicitarlas. C o n estos y otros muchos recaudos de que mandaré proveer 168 con abundancia mis dispensas169, dispondré multitud y variedad de guisotes tan suaves al olfato, como deliciosos al gusto, que dispertarán la gula más dormida de los hombres. En breve tiempo verá vuestra mortandad al mundo poblado de bodegones 170 y botillerías171, y pelearse los hombres por los mejores cocineros de la Francia; llegarán las cosas a tanto incremento que se tendrá por razón de estado en las casas y en los palacios de los grandes, la superflua abundancia de platones y manjares en las mesas, y los banquetes que serán muy frecuentes y muy espléndidos. Una vez que los hombres suelten las riendas a la gula, los dominará tanto el imperio del apetito que no reconocerán otras aras que el sazonado pesebre de los manjares, ni otro ídolo ni otro Dios que el de su vientre; y entonces ya se podrán pedir a vuestra mortandad las albricias de haber conseguido sus intentos, porque solamente en los insultos de repleción 172 , que se contarán por millares, cogeréis una abundante cosecha para surtir las trojes de tierra adentro. En breve tiempo se verá el género humano lleno de tantas enfermedades que no cabrán en el guarismo, siendo así que todas caben en un cuerpo. Tenga vuestra mortandad tantita 173 paciencia que en el siglo de los cocineros, de los bodegones, del ocio, de la abundancia, de los caldos buenos y generosos, en que se cometerán trecientos mil excesos, será tan crecido el número de los muertos en cada año que excederá el número de las campanadas que se dan en toda la cristiandad el día de la conmemoración de los finados, de tal suerte que ni las iglesias podrán abarcar tantos difuntos, ni la capilla de los cantores tendrá tanto gaznate para entonar tantas veces en el día el Regem cui omnia vivunt, venite adoremus174; por lo que vuestra respetable
167
Fritanga: fritada, especialmente la abundante en grasa ( D R A E ) . E n príncipe, prover. 169 Dispensas: despensas. 170 Bodegón: sitio o tienda donde se guisan y dan de comer viandas ordinarias (DRAE). 171 Botillería: casa o tienda, a manera de café, donde se hacen y venden bebidas heladas o refrescos (DRAE). 172 Repleción: acción y efecto de repletar o repletarse (DRAE). 173 Diminutivo muy empleado en México. 174 «Venid y adoremos a Dios por quien todo vive». Cantado en la misa de réquiem. 168
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mortandad debe ocurrir con las más prontas providencias, ordenando a todos los sacristanes y demás ministros, a cuyo cargo está la apertura de los sepulcros, que luego al punto traten de hacer campos santos en los extramuros de los poblados, porque no se inficionen las Iglesias con la corrupción de tantos muertos; so pena de ser privados los sacristanes de sus oficios y de ser desterrados de este mundo a la región del olvido. Ni piense vuestra osamenta que no podré apoyar mis dictámenes con el peso y autoridad de los mayores hombres del universo, pues habiendo yo previsto que era convocado a esta Junta para tratar estas materias175, me retiré a mi gabinete y tomando en las manos la biblioteca del padre Tobías Loner176, hallé concordes por esta sentencia, varios y célebres médicos y santos padres, así griegos como latinos, cuyos nombres omito por no calentar vuestra imperial cadavera. A todos los177 hallé de un mismo sentir, afirmando de común acuerdo que la gula es el origen de todas las enfermedades, y el gran padre San Ambrosio178 la llama carroza ligera para llegar cuanto antes a las orillas del sepulcro. Y si vuestra mortandad, por ser tan bachillera, quiere meterse a filósofa conmigo para saber radicalmente en qué se funda este sistema, sírvase de darme otra poquita de audiencia. Es principio asentado que el calor natural que fomenta la vitalidad del hombre es limitado, apto y eficaz para nutrir y reducir a pábulo179 un alimento proporcionado a su actividad; pero siendo el alimento improporcionado o por la cantidad o por su cualidad, es inepto entonces para la decocción180 porque no alcanza a tanto su llama que pueda digerir el sobrante del material que se le aplica; y como la gula nunca se contenta con poco, porque sabe comer bien y a todas horas, de aquí es que alcanzándose unas a las otras las comidas, abundantes de especies distintas y opuestas calidades, o ya frías o ya calientes181, no siendo ayudada la naturaleza con alguna personal fatiga, sufocado182 el calor y embarazada su actividad, se originan mil crudezas y por consiguiente 175
Ms., estas mismas materias. Ver nota 130 del capítulo VI. 177 Ms., les. 178 Ver Summa praedicante donde se manifiesta en esos términos. 179 Pábulo: alimento que se toma para subsistir ( D R A E ) . 180 Decocáin: acción y efecto de cocer en agua sustancias vegetales o animales (DRAE). 181 Ms., o ya calientes, o ya filas. 182 Sufocar, sofocar (DRAE). 176
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innumerables achaques; y ahí tiene vuestra mortandad la fecunda semilla con que esperamos coger una abundante cosecha, de suerte que llegará tiempo que cuando alguno, que será muy raro, ajuste el número de cien años, será una noticia183 tan plausible que pasará los mares en gacetas y «mercurios»184 al reino de la América y correrá todas las Indias con admiración de los curiosos. Estos son, muy poderosa señora, los medios más oportunos que administra el apetito para el logro de vuestros intentos.
183
Ms., será ésta una noticia. En esta ocasión se toma el nombre de una especie de gaceta, «El Mercurio», como sinónimo de periódico. En España El Mercurio Histórico y Político fue un periódico similar a la gaceta, de carácter político y militar que se editó desde 1738 hasta 1784. En América hubo muchos «Mercurios». 184
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'U^ZUf
Dictamen185
CAPÍTULO IX del demonio sobre la propuesta materia del antecedente186
Habiendo concluido su razonamiento el apetito con mucha complacencia de la Muerte, el demonio sin levantarse de su asiento, porque no se lo permitió su antigua soberbia, lleno de fausto y de arrogancia, comenzó a dictaminar de esta suerte: — M u y espantosa mujer, afrentada quedara mi astucia y mi malicia si se viera aventajada de los proyectos del apetito, no hay consejero mas astuto, sagaz y arbitrista187 que el demonio cuando se trata de entregar al hombre en manos de la Muerte, si vuestra muy respetable mortalidad quiere cerciorarse de esta incontrastable verdad, sírvase de pasar los ojos por el capítulo 21 del tercer Libro de los Reyesm, donde hallará un auténtico testimonio de lo que digo, pues queriendo Dios manifestar la determinación en que estaba desde ab eterno, de permitir al demonio que engañase al rey Acab189 por la multitud de sus culpas, le representó al profeta Miqueas 190 ésta su determinación, a manera de un consejo como los que hacen los hombres en una puramente visión imaginaria, como
185
Ms„ Parecer.
186
Ms., propuesta materia por la Muerte.
187
Arbitrista: ya en el Tesoro de la Lengua
Castellana
de Sebastián de Covarrubias
(1611) el arbistrista es gente perdida. La opinión peyorativa prevalecerá en el tiempo. A 10 largo del siglo x v n se pierde la confianza en el arbitrista y esa opinión negativa de la función de arbitrar es la recogida aquí. 188
Se trata del tercer y cuarto Libro de los Reyes indicados hoy día c o m o Reyes I y
11 (En la Vulgata se señalan los libros Samuel I y Samuel II c o m o Reyes I y II). En ms., capítulo 22. 189
Acab: séptimo rey de Israel entre los años 8 7 4 y 8 5 3 a. C., de acuerdo con el libro
bíblico de Los Reyes. Tomó por esposa a Jezabel quien lo llevó a la idolatría, edificando un templo a Baal. Ordenó la eliminación de los profetas de Jehová. 190
Miqueas, Micaías o Miqueas: profeta de finales del siglo VIII a.C. Su labor se
cumplió en tiempos de los reyes Jotán de Judá, Acab y Ezequías y fue contemporáneo de los profetas Isaías, Oseas y Amós.
LA PORTENTOSA
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VIDA DE LA MUERTE
siente Lira191, Menoquio 192 , A Lapide193, y el torrente de los expositores sobre el mismo pasaje194.Y como el mismo Dios sabe, que en tratándose los puntos de engañar al hombre, de hacerle mal o entregarle a la Muerte, ninguno hasta la presente ha excedido los pensamientos del demonio, permitió al demonio el éxito de esta empresa. Los medios, señora, que ha propuesto el apetito para poblar cuanto antes las colonias de Tierra adentro, son muy buenos; pero no tan generales como los que a mí me dicta la malicia contra los hombres, el apetito alzará mucha cosecha entre la gente granada que tiene facultades para sostener el fausto195 de la gula; pero en ranchos, cortijos y gente pobre nada podrá adelantar en sus cocinas por falta de materiales, mas los arbitrios que ha concebido mi malicia para abreviar las vidas de los hombres, se extenderán por todo el mundo universo. Nunca más que ahora me veo en el empeño de soltar todos los alcances de mi astucia, pues de la resolución de este tan importante negocio dependen también los intereses de mi monarquía. Si vuestra horrible mortalidad es la emperatriz de los sepulcros, yo soy el emperador de los abismos; si vuestra mortalidad pone todo su esfuerzo y conato para poblar cuanto antes los países bajos, yo he de empeñar todo mi desvelo y toda mi rabia y coraje para despoblar el mundo, si fuere posible, y poblar de innumerables almas las cárceles inferiores, y los horrendos calabozos que están mucho más abajo de los sepulcros. Todo el acierto de nuestros proyectos, en que van de por medio los aumentos de ambos estados, consiste únicamente en que los hombres se entreguen con voracidad a las culpas, y sin reparo a todo género de pecado, el cual ha conservado siempre un terrible poder para abreviar las vidas de los hombres y cortarles antes de tiempo el hilo de sus años. Ni pudiera yo asegurar a vuestra mortandad, la eficacia de este arbitrio que propongo
191
Nicolás de Lira (La Vieiüe-Lyre, circa 1270-París, 1340): teólogo franciscano y u n o de los exégetas cristianos más influyentes de los siglos xiv y xv. Alcanzó celebridad p o r sus «Postillas» o comentarios a la Biblia. Citado p o r Jean de la Haye en su Biblia maxima. 192 Juan Esteban Menoquio (1575-1655): jesuita italiano, considerado excelente exégeta de su época. A u t o r de la Brevis expositio sensus litteralis totius scripturae, Colonia, 1630. Citado por Jean de la Haye en su Biblia maxima. 193 Cornelio a Lapide (1567-1637): jesuita y exégeta flamenco. M u y conocido p o r sus comentarios a la Biblia. 194 Reg, cap. 22 (A). Es aquí donde Miqueas profetiza la derrota de Acab. 195 Fausto: grande ornato y p o m p a exterior, lujo extraordinario ( D R A E ) .
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a vuestra consideración, si no fuera fundado mi dictamen en la misma Santa Escritura, en cuyo dilatado campo he descubierto este importantísimo secreto para poblar cuanto antes los sepulcros, y también las trojes de los infiernos. Y porque vuestra muy severa y melancólica majestad podrá sospechar con gravísimo fundamento que falte a la veracidad en mis promesas por gozar yo la pública voz y fama de autor y común padre de la mentira, he venido a esta junta acompañado de este libro que aquí traigo, que es el Testamento Viejo, donde se contienen los sagrados oráculos de los patriarcas y profetas ilustrados del Espíritu Santo a cuya creencia no se podrá negar vuestra fe, sin contravenir a los conciliares decretos y canónica decisión de la suprema autoridad de los soberanos pontífices que han gobernado el timón de la nave de San Pedro. Lea ahora vuestra mortalidad y lea con atención lo que aquí dice el santo Job, que los inicuos son arrebatados antes de tiempo 196 ; andemos otro paso más a vuelta de la hoja y aquí dice que el pecador perecerá miserablemente antes de cumplir el numero de sus días197. H e aquí el Libro de los Proverbios donde asevera el mismo Salomón que los años de los malos se abreviarán 198 . La misma sentencia leerá vuestra osamenta en el Eclesiástico y el Eclesiastés199. El primero afirma que el que aborrece la corrección, que es lo mismo que no quererse enmendar, se le rebajarán muchos días de su vida200; el segundo amigablemente aconseja los h o m bres que no acumulen repetidas culpas, porque no mueran en tiempo que no debían morir 201 . D e todos estos sólidos principios que ministro al muy profundo j u i cio de vuestra mortalidad, deducirá con evidencia una terrible pero 196 Iniqui subtati sunt ante tempus sumJob, cap. 22 (A). «Los inicuos son arrebatados antes de tiempo», 22:16. 197 Impius ante quam dies ejus impleantur peribit. Idem, 15 (A). «El impío morirá antes de que sus días se hayan cumplido», 15:20 y 32. 198 Anni impiorum breviabuntur, Proverbia, 10 (A). «Los años de los impíos se acortarán», 10:27. 199 Eclesiástico: uno de los libros apócrifos de la Biblia escrito en hebreo, en Jerusalén c. 180 a. C.Tuvo un amplio uso entre los cristianos griegos y latinos en la instrucción moral y fue clasificado entre los escritos de la sabiduría. Eclesiastés: libro del Antiguo Testamento que sigue a los Proverbios y antecede al Cantar de los Cantares. 200
Qui odit correptionem minuetur vita. Eclesiástico, 19 (A). «El que odia la corrección verá acortada su vida», 19:5. 201 N e impie agas multum, ne moriaris in tempore non tuo, Eclesiastés, 7:18 (A). En realidad es el v. 17: «No actúes demasiado impíamente para que n o mueras antes de que llegue tu hora».
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infalible demostración de que no hay medio más poderoso ni arbitrio más eficaz para abreviar las vidas de los hombres, que el que los mismos hombres se entreguen con libertad y desenfreno a las culpas; lo que haré mas perceptible y más patente a vuestra consideración, si le dais Ucencia a vuestros ojos para registrar los cadalsos202 y los patíbulos del universo que veréis cargados de copiosos racimos de malhechores ya difuntos. Estos fueron arrebatados antes de tiempo, por la mucha prisa que se dieron a ejecutar la maldad. Por lo natural estos hombres habían de haber vivido algunos años más de los que vivieron; pero la atrocidad y multitud de sus criminales delitos les atajó los pasos en medio de su carrera, o les rebajó un tercio 203 de su vida.Y si vuestra mortandad muy reverenda, aún desea satisfacerse más por extenso, sin que le quede en este punto la más leve duda o sospecha, fije los ojos en aquel siglo infelicísimo y desgraciada época en que rotas las cataratas del cielo y las fuentes del abismo, se anegó el mundo todo con el espantoso diluvio de las aguas en término de cuarenta continuados días y en que 204 pereció todo el género humano, exceptuando ocho personas que reservó Dios en el arca para la nueva población del orbe. Vuestra imperial majestad fue fiel testigo de esta trágica desventura, pues en todas partes y en medio de los espantosos remolinos de las aguas andaba luchando brazo a brazo con todos los moribundas, y fue tanta y tan abundante la pesca de cuerpos muertos que se cogió en este inmenso piélago de los mares, que no habiendo tiempo para abrir tantos sepulcros, se dio la providencia de que el mismo golfo les sirviera de panteón a todos juntos. Mas pregunto, señora, si vuestra mortandad me concede su venia según el curso y el orden de las causas segundas que encaminan sus providencias a la conservación de la especie, ¿podía caber en los pasos lentos y perezosos de la misma naturaleza el morir tantos millares de gentes en el breve término de cuarenta días? N o era dable en lo natural pero la malicia y corrupción de los hombres llegó al último grado de perversidad y según el testimonio del Génesis, capítulo 6, llenaron la medida de su maldad, con que despertaron la justicia vindicativa de lo alto que aceleró la ruina de tantas vidas y la destrucción de casi todo el universo.
202
M s . , registrar con cuidado los cadalsos.
203
M s . , rebajó a lo menos un tercio.
204
M s . , días en que.
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Siendo éste pues el medio más eficaz para poblar cuanto antes las colonias de tierra adentro, y las cárceles de más abajo, partiremos la diferencia en el trabajo pues ambos 205 nos interesamos en el asunto.Yo me acuerdo que vuestra mortalidad en su real caballeriza tiene un caballo amarillo, según me lo pinta San Juan en su Apocalipsis206, en que suele hacer sus correrías. Montará en él vuestra osamenta, como acostumbra, y yo le pondré la espuelita del pecado con que andará la Muerte con suma velocidad en todo el orbe, porque ese caballo aunque tan flaco, con el aguijón del pecado hace volar a la Muerte, según el apóstol San Pablo207; mas en estas funciones nunca se ha de poner vuestra horrible figura por delante, mas siempre ha de buscarles las espaldas de manera que vuestra funesta imagen jamás tenga entrada en su memoria, porque si ellos se acuerdan con frecuencia de la Muerte, se malograron nuestros maquinados proyectos; pues según la sentencia del divino oráculo, el que se acordare de sus novísimos 208 o postrimerías, no tendrá aliento para pecar, borrando de sus memorias el saludable recuerdo de la M u e r te, no se acordarán del juicio, del infierno y por consiguiente vivirán olvidados de las verdades eternas; y entonces ya podremos celebrar un banquete que dispondrá de buena gana el apetito, y darnos los plácemes y enhorabuenas de haber conseguido nuestros intentos. Partiremos con equidad los despojos, vuestra mortandad cargará con los cuerpos para poblar los sepulcros y yo me llevaré las almas para poblar los infiernos. Habiendo escuchado la Muerte los dictámenes tan sólidamente f u n dados de estos terribles consejeros, mandó que luego al punto se pusieran en práctica y se llevaran a debido efecto, de que les daba las correspondientes gracias. En este tiempo entró un criado de la Muerte, dándole aviso de que ya estaba in agonis un pobre médico viejo que amaba la Muerte con ternura, de que daré noticia en el capítulo siguiente.
205
Ms., pues ¡os dos.
206
Ecce Equus palidus et qui sedebat super eum, nomen illa(i) mors, cap. 2 y 8 (A). «He ahí
un caballo pálido y quien estaba sobre él se llama la muerte», 6:8 (corregimos). 207 Stimulus mortis peccatum est. I ad Corintios. (A). «El aguijón de la muerte es el pecado», 15:56. 208 Novísimo: último en el orden de las cosas ( D R A E ) .
CAPÍTULO X Pesadumbre
que tuvo la Muerte en el fallecimiento que amaba
de un médico
tiernamente
La florida copia de ingenios y talentos tan felices como fecundos que han militado a las sombras de los reales pendones y estandartes de Hipócrates209 y Galeno210, en todos tiempos han dado claras y evidentes pruebas de su pericia, por más que se empeñe la emulación en desvanecer sus triunfos adquiridos con la práctica feliz de sus aciertos. En esta cláusula preliminar a este capítulo, ya se viene al juicio de mis lectores no ser mi ánimo zaherir ni satirizar a un cuerpo tan ilustre, tan distinguido y tan sabio en la república literaria, en cuyos miembros tenemos librado nuestro consuelo en los lances más apretados de la vida. Y aunque no tuvieran otra sabiduría que saber desengañarnos de que nos morimos, y mandarnos disponer para el viaje largo de la eternidad, era un grande beneficio para nosotros y muy acreedor a nuestras gracias. Pero como no hay cuerpo tan luminoso, por más que llene de resplandores el orbe, que no tenga alguna mancha o padezca algún eclipse, nació don Rafael Quirino Pimentel de la Mata, para servir de lunar a los sabios profesores de toda la medicina, aunque este lunar solo ministró materia para dar aumento a su hermosura. Tuvo su cuna y nacimiento en la ciudad de N. y fue hijo legítimo de don Serapión Garcés Pimentel de la Mata211 y de doña Escotofina 209
Hipócrates de Cos (460-370 a. C.): médico de la antigua Grecia que ejerció durante el siglo de Pericles. Está considerado el padre de la medicina. 210 Galeno (130-C.200): famoso médico griego nacido en Pérgamo y muerto en Roma, seguidor de la tradición hipocrática. 211 Evidentemente se trata de nombres burlescos dotados de un carácter simbólico: Serapio remite al dios alejandrino relacionado con la curación y la medicina, mientras que el apellido se forma a partir primero de un apellido, Pimentel, de origen portugués y, por tanto, quizá haya que pensar en una posible referencia a su origen judío y, en segundo lugar, de la forma «De la Mata», donde se juega evidentemente con la dilogía: arbusto / verbo matar; por su parte, el nombre de la madre, Escotofina, parece proceder del verbo escotar, del que el DRAE da dos definiciones: «Cortar y cercenar algo para acomodarlo a la medida conveniente. Extraer agua de un río, arroyo o laguna sangrándolos», de donde se deriva la referencia burlesca a algunas de las técnicas que recetaban los médicos: amputaciones y sangrías.
LA PORTENTOSA
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Zaragoza212, con quienes estrenó sus primeros aforismos, llevándose de encuentro ambas vidas, o porque deseaba quedarse huérfano, o porque viéndose con un bastón en la mano, que le adquirió la graduación de su borla, se fundó en aquel común adagio: «Que el buen juez por su casa empieza»213. El parto en que salió a luz nuestro don Rafael de la Mata214 fue muy peligroso, y se vio la vida de la madre en grande equilibrio, porque desde entonces parece que quería ya ejercitar su oficio el niño; pero la Muerte, penetrando la bella índole de Rafaelito, cuyas prodigiosas hazañas en la crecida edad le prometían llenar el vacío de sus esperanzas, lastimada de perder un ministro tan proficuo 215 a sus intentos, mandó hacer plegarias y rogativas generales en todas partes por el éxito feliz de tan deseado parto. De la pila bautismal sacó el nombre de médico don Rafael pero en el último sobre nombre de Mata, que venía heredando por su padre, traía impresa una divisa, infausto presagio o pronostico de mal agüero con que venía anunciando al mundo una guerra intestina contra el quinto precepto del decálogo, como lo mostró la experiencia en toda la serie de su preciosa vida. Después de haber concluido la penosa tarea de sus estudios menores, se matriculó en la clase de los médicos practicantes, y todos sus compasantes le atendían con amor y con respeto, no tanto por sus naturales prendas (que si acaso las tenía eran tan imperceptibles que se perdían de vista) cuanto por la especial recomendación que tenían todos de la Muerte para cuidar de aquel angelito y aunque es verdad que nuestro Rafaelito, en el tiempo de su pasantía se aplicó con tenacidad y con sumo desvelo a la médica facultad en que daba muestras de querer lograr sus sudores, no ayudándole a sus deseos la limitada escasez de sus talentos, salió tan aprovechado de las aulas, que abarcó en su entendimiento con todo el abismo de la nada.
212 213
Ms., de Zaragoza. Famoso refrán para indicar que antes de juzgar a los demás se empiece por uno
mismo. 214
También el nombre de este personaje tiene un marcado carácter burlesco pues Rafael, en hebreo, significa «Dios me ha sanado»; en el Antiguo Testamento aparece sanando a Tobías, de ahí que bajo su protección se coloque todo aquello que tiene que ver con la curación de las enfermedades. D e esta forma, el nombre se presenta como una paradoja: el mismo que debería sanar, mata. 215 Proficuo: provechoso, ventajoso, favorable ( D R A E ) .
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Habiéndose graduado con las debidas licencias del R e a l P r o t o m e dicato 216 comenzó a poner en práctica la teórica, que le faltaba. Puso aparte su casa con el jeroglífico de sus armas, que fueron las mismas de que usaba Marte; y ya desde entonces n o se apartaba la M u e r t e de su lado ni un instante; era tan estrecha la unión y la amistad que tenía la M u e r t e con don Rafael, que todo hombre se engañara pensando que eran hermanos. Siempre que don Rafael salía a hacer sus visitas, llevaba a la M u e r t e en las ancas de su muía; al subir por la escalera le daba a la M u e r t e el lado derecho 217 ; y en la recámara del enfermo se aplicaban los dos a diferentes oficios: la M u e r t e tomaba el pulso y la pluma para escribir con puntualidad los récipes218 que se habían de presentar en la botica y don Rafael se aplicaba a los accipes219, y los aplicaba a su bolsa. Ya podrán inferir los prudentes lectores, cuales serían los efectos de las curas recetando la Muerte, y quedándose dentro de casa; no h u b o enfermo de cuantos visitó nuestro célebre don Rafael, que n o quedara sin dolencia en breve tiempo, pues para que el cuerpo n o sienta, n o hay remedio mas eficaz que separarlo del alma. Después de haber esmaltado nuestro amigo don Rafael la prolongada tela de su vida con la multitud y variedad de sus fatales desaciertos en la desgraciada práctica de su medicina, en la edad avanzada de los ochenta que encerraba en la corcova, y le hacía dar profunda inclinación hacia la tierra, que ya lo estaba llamando a su regazo, se le cumplió el plazo, y se le ajustó el término de sus días; y c o m o la M u e r t e n o podía prolongar las licencias a su vida, porque n o tiene privilegio para pasar mas allá del constituisti términos eius, qui praeteriri non poterunt220, se vio fuertemente obligada con indecible dolor de su real pecho a romper el frágil estambre de que estaba pendiente la preciosa vida de un compañero tan antiguo y de u n amigo que le había sido tan fino. N o le quedó otro consuelo a la M u e r t e en tan dolorosa pérdida que haberle asistido
216
Real Protomedicato: tribunal formado por los protomédicos y examinadores que reconocía la suficiencia de los que aspiraban a ser médicos y concedía las licencias necesarias para el ejercicio de dicha facultad ( D R A E ) . 217 E n las normas de protocolo se establece que el lugar de la derecha, tanto al caminar por la calle como cuando se entra en un vehículo, es el que se cede a las personas de mayor relevancia o, en su caso, a mujeres, niños o ancianos en razón de su condición. 218 219
Récipe: receta médica {DRAE).
Acápe: latinismo derivado de accipere, recibir. N o está registrada en el Juego de palabras con récipe. 220 «Ha fijado sus términos que nadie podrá traspasan),Job, 14:5.
DRAE.
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a su cabecera, sin apartarse un punto de su cama, ayudándole a morir hasta que expiró el pobre de don Rafael: éste fue un golpe muy sensible para la Muerte, y la pesadumbre le hubiera tenido de costo la vida; pero aún no era llegada su hora. Apenas tendieron en la sala el cuerpo de don Rafael, ya difunto, se vistió la Muerte de bayetas221 negras en señal de sentimiento, y se asentó en el estrado con la viuda, y demás interesados en la pena, que ocasionó el fallecimiento de este pobre caballero. Todo el tiempo que duró el duelo que fueron nueve días, según la práctica de la tierra, poco o nada tuvieron que hacer los sacristanes y monacillos222; porque en todo este novenario si murieron otros, serían raros; porque la Muerte estaba tan fuera de sí, tan oprimida del dolor y del cuidado, que no se acordaba de meter la hoz en otra mies. Se dispuso el entierro con la mayor pompa y grandeza que se pudo, a que concurrió 223 un numeroso concurso así de la plebe como de la nobleza, y no se cansaban las gentes de bendecir a Dios y darle gracias a la Muerte, de haberse llevado a don Rafael a la obscura región de los sepulcros, porque según las trazas que llevaba, parece había hecho solemne juramento de acabar con todo el mundo. En esta lúgubre procesión del entierro todos lloraban, pero el llanto tenía muy diferentes principios: unos lloraban por el difunto y otros lloraban por sus difuntos padres, parientes y maridos que habiendo224 caído en manos muertas de don Rafael, los despachó cuanto225 antes a la eternidad. Se previno la pira para los funerales adornada de variedad de poemas y de tristes endechas con sus correspondientes jeroglíficos, de que daré algunos aunque breves apuntes, por no dejar quejosa la curiosidad de mis lectores. Al último cuerpo de la pira estaban esculpidas estas cuatro redondillas: Este túmulo elegante de un médico, es evidente que en despachar tanta gente, no ha tenido semejante.
221
222 223 224 225
Bayeta: tela de lana, floja y p o c o tupida ( D R A E ) . Monacillo: monaguillo. E n príncipe: «ocurrió». Citamos por manuscrito. Príncipe, habían. Seguimos el manuscrito que tiene más lógica sintáctica. Ms., cuantos.
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Con un solo vomitorio 226 que don Rafael recetaba al enfermo sentenciaba a penas de purgatorio. Dolorida se ha mostrado la Parca, bien resentida, pues ha perdido una vida que tantas vidas le ha dado. Fuerte trance, trance fuerte ¡oh, trance desesperado, qué no se le haya escapado su benjamín a la Muerte! En la columna principal del templo227 que miraba al retablo mayor de la Iglesia estaba un retrato de la Muerte sentada sobre un cojín, con la mano en la mejilla, explicando su dolor en esta décima, que le ministró su pobre musa: Solo el silencio testigo ha de ser de mi tormento, pues no cabe lo que siento, en una ollita de a daco228 ese cadáver tan flaco. Fue objeto de mis encantos y fueron sus triunfos tantos, que ajustándole la cuenta, abasteció de osamenta a todos los campos santos. A un costado de la pira estaba pintada la Muerte con la pluma en la mano, escribiendo sobre su bufete, y a su vista un oficial practicante como en ademán de que vaciaba con una pala un carro de cadaveras, y una triste musa que llorando decía así: 226 227 228
Vomitorio: vomitivo (DRAE). Ms., en la frente principal de la pira. Tlaco: mex., dinero. Juego de palabras con atraco, «a daco».
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Setecientas carretadas, c o m o el ministro más fiel, m e ha entregado don Rafael de cadaveras mondadas. Las trojes bien apretadas, según lo que yo percibo, están p o r su genio activo. Y pues el dio cumplimiento, yo le doy este instrumento en que consta del recibo. Al otro lienzo correspondiente estaba pintado u n gallo c o m o en ademán de que cantaba; a cuyo estrépito rotos los sepulcros iban saliendo infinitos muertos, que antes de tiempo había despachado don Rafael, y según la vociferación de los difuntos parecía una ciudad atumultuada. La M u e r t e con una canilla 229 en las manos amenazaba a los esqueletos, y ellos se explicaban en esta décima: Si a canillazos la Muerte, el motín n o apaciguara, otro gallo le cantara a don Rafael, de otra suerte. Válgale e m p e ñ o tan fuerte a él, médico vejancón 230 , pues en aquesta ocasión, le hiciéramos mil pedazos si la M u e r t e a canillazos, no le alcanzara el perdón. Se comenzó el entierro con gran golpe de música, y todo el tiempo que duraron los funerales estuvo la M u e r t e suspirando sin levantar los ojos de la tierra; y si n o lloraba era porque no podía. Concluidos los oficios, c o m o ella vio que arrojaban a don Rafael al sepulcro, despidiéndose de su vista con el último redoble y requiescat in pace de los cantores, se le j u n t ó el cielo con la tierra: se volvió a la casa del difunto, donde recibió los justos pésames de su amargura. U n forastero que allí se halla229 230
Canilla: hueso largo. Vejancón: aumentativo de viejo.
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ba, viendo hacer tantos extremos a la Muerte, se atrevió a preguntarle la causa: entonces la M u e r t e tomándolo p o r la mano lo llevó a las iglesias, cementerios y osarios, y le dijo: — M i r a si tengo razón para sentir la muerte de mi amantísimo proveedor; n o m e deja otro consuelo esta pérdida tan fatal que una cláusula de su testamento, en que deja el difunto a sus discípulos por únicos herederos de su doctrina. Antes de m o r i r nuestro don Rafael, estando ya in articulo mortis, declaró el cómplice de sus delitos y dijo que para descargo de su conciencia, quien había tenido una gran parte en sus averías, era el quid pro quo231 de los boticarios.
231
Lo u n o por lo otro.
CAPÍTULO XI Se comienza
a dar noticia
de algunos
en varias cortes del mundo sobre las resultas Jonás,
embajador
embajadores
con algunas
que tuvieron
de la Muerte
místicas las
de la
Muerte
reflexiones
embajadas
en la corte de
Nínive232
Como la Muerte, emperatriz de los sepulcros, tiene tanta dependencia con todas las monarquías del orbe, y no hay hombre viviente que no tenga que tratar negocios muy importantes con la Muerte; ha tenido el cuidado, según las circunstancias de los tiempos y la importancia de las materias, de nombrar sus embajadores en varias cortes233 del mundo. Una de las cortes mas célebres y famosas en los tiempos pasados fue la gran corte de los ninivitas, cuyo nombre tomaron del rey Niño o porque fuese su fundador, como quieren los autores profanos, o porque fue su restaurador, como asientan los sagrados con San Agustín y San Jerónimo, aunque la sentencia de haberla fundado Asur234, hijo de Sem235, es mas conforme con la Escritura236. Teniendo noticia la Muerte de que el rey, degenerando de su soberanía, había dado en un extremo de vileza porque él y toda su Corte siguiendo las huellas de su mal ejemplo se había revelado contra el Rey de los reyes, negándole los debidos respetos y el cumplimiento de sus reales órdenes, auxiliada la Muerte de las tropas de la ira divina, que habían concitado contra sí los ninivitas, ejecutivamente determinó mandarles un embajador para que se avinieran amigablemente a las paces con el Todopoderoso, conminándoles con terribles amenazas en caso de hallar alguna, aunque fuera muy leve, resistencia de su parte. 232
Jonás: quinto de los profetas menores, advirtió a Nínive de su destrucción a causa de pecados de sus habitantes en su segundo viaje porque en el primero huyó de su misión y embarcó en dirección aTarsis en cuyo trayecto y durante una tormenta fue tragado por una ballena que finalmente lo arrojó en la playa por designio divino. 233
Ms., varias partes. Asur. personaje bíblico, hijo de Sem. 235 Sem: el hijo mayor de N o é . 236 Calmet super Genes. (A). Se refiere al Dicríonario histórico y crítico de la Biblia de Augusto Calmet, París, 1730. 234
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En el profeta Jonás cayó la suerte del nombramiento para hacer esta embajada; pero este ministro, o desconfiando de su pequeñez para una empresa tan ardua o medroso del mal recibimiento que le harían o recelando acaso las fatales resultas de una embajada tan terrible, tomó su camino pero extraviando de rumbo. Mas le costó caro su inobediencia porque en el mar237 tuvo que padecer muchos sustos y peligros, donde le salió la Muerte al encuentro y se vio con mil muertes a los ojos. Hubiera quedado sepultado entre los remolinos del golfo pero la divina providencia porque no quedaran frustrados sus sabios adorables intentos en lo más furioso de la tempestad en que naufragaba el triste bajel, previno a bordo de la combativa nave un disforme ballenato, que sorbiéndose a Jonás le dio hospedaje en su vientre por el término de tres días. Allí compuso el profeta en la oscuridad de aquella cámara, la oración238 tan fúnebre como tierna del triduo 239 de sus tinieblas, que podrá leer el curioso en la historia sagrada. Después de una noche tan prolija como funesta, le amaneció a Jonás el día en una playa donde le vomitó el monstruo marino, y escarmentado de lo pasado, temiendo el castigo ejecutivo de la Muerte, se encaminó acelerado para Nínive a dar cuenta de su embajada. Era Nínive, en lo extensivo, la ciudad más dilatada en todo el orbe pues según el testimonio de la Escritura Santa, tenía tres días de camino; luego que se avistó a las fronteras de aquella capital soberbia, habiendo pasado las calzadas y primeras puertas de sus murallas, antes de presentarse personalmente ante el trono regio del soberano a manifestar las cartas credenciales de su embajada, quiso dar aviso a la numerosa plebe por las calles y por las plazas, de los superiores fines de su venida a aquella corte magnífica. Mas como la confusión y algarabía de un inmenso populacho, que picado de la novedad y no sin gran recelo de que aquel hombre fuera algún pronóstico o nuncio de malas nuevas, impedía con el estruendo de las voces el necesario silencio para hacerles saber el negocio mas importante, levantando el grito Jonás en repetidas partes de la ciudad, les hizo saber públicamente que si no se volvían a Dios, por medio de un verdadero arrepentimiento de sus pasados yerros, vendría la Muerte en
237
Ms., la mar. Ms., aquella oración. 239 Triduo: hace referencia a los tres días que Jonás permaneció dentro del vientre de la ballena, tiempo en el cual alabó a Dios prometiendo volver sobre sus pasos y cumplir la misión que le había encomendado. 238
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persona a castigarlos, y que no les concedía más plazo ni más tregua que el término perentorio de cuarenta días: Aduc quadraginta dies et Nínive suvertetur240. Entre la mucha grandeza y personas de mucho lustre y distinguido carácter, que atraídos del ruido popular poblaban la eminencia de los balcones, debió de asomarse uno de los reales ministros o de aquellos privados de la corte, y habiéndose hecho cargo del embajador y de la embajada, se pondría por las volandas en el real palacio a darle cuenta de lo que pasaba a su soberano, como que le importaba nada menos que su vida y su corona. Esta es una conjetura deducida de la misma historia, que expresa claramente que la embajada 241 llegó a los oídos del rey, sin decir quién se lo puso en pico 242 . En aquel mismo instante en que el rey se hizo entero cargo del contenido en las letras misivas de la emperatriz de los difuntos, se vio su augusto trono rodeado de innumerables angustias; pero sin reservar el negocio a las dilaciones del tiempo, allá en su real acuerdo se dio la providencia de extender un decreto, bien pensado para que con todo esfuerzo y conato se le impidiese a la Muerte la entrada en la ciudad, tocando al arma 243 de una general contrición y de una seria retractación y penitencia de los yerros cometidos. El rey fue el primero que, desamparando el solio y desnudándose de la real púrpura, se presentó al público cubierto de saco y cilicio244, para dar un portentoso ejemplo a sus vasallos. Esta real provisión con tanto juicio y madurez acordada, fue de todos bien recibida, como lo fue la embajada de la Muerte pues tuvieron sus amenazas tan felices efectos que mudándose repentinamente todo el teatro, se trocó en un momento la Nínive escandalosa, en una Nínive santa. Así quedó concluida la embajada, aunque el embajador no quedaba satisfecho245 pues cumplido el término señalado de los cuarenta días, esperaba ver en un sepulcro grande muchos muertos, pero ¿cómo? si el lugar que estaba preparado para la Muerte lo entró ocupando la divina misericordia.
240 241
Jonás, cap. 3 (A). «Dentro de cuarenta días Nínive será destruida» (Jonás, 3:4). Ms., la embajada antes de tiempo.
242
Poner en pico: hablar, o dar noticia, de lo que sería mejor tener callado ( D R A E ) . Tocar al arma: tañer o tocar los instrumentos militares para advertir a los soldados que tomen las armas (DRAE). 243
244
245
M s . , de saco y de cilicio.
Jonás, 4:1-2.
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Reflexión Dejadme, amado lector mío, estos sabrosos instantes de mí quietud y reposo mas ¡ay, Dios!, ¿qué es lo que escucho?, ¿quién me llama tan aprisa?, ¿qué voz es ésta tan triste y tan funesta que rompe los venerables silencios de mi retiro?, ¿quién perturba la tranquila posesión de mi amada soledad?, ¿quién eres?, ¿a quién buscas? ¿si será Dios el que me habla? ¡Oh, cielos!, conmigo hablan sin duda aquesos ecos funestos. Yo soy, mas ¡ay, dolor! que no acabo de persuadirme a una verdad tan manifiesta. Yo soy a quien se dirigen unos pregones que van dando por la calle, ¿si será cierto lo que oigo? Quiero salir de la duda, arrimóme, escucho, ¡oh, vivas voces que me penetran el alma! Realidad es la que atiendo, allí diviso ya un bulto y según su semblante o es correo de la otra vida o es nuncio de la Muerte: más me inclino a lo segundo. Unas cartas veo en sus manos y a mí me vienen sin duda, según reza el sobrescrito. U n profeta de Dios es el portador de estos pliegos, y a mi alma le toca el leerlos, mas ¡ay, que me tiembla el alma! Comienzo, pero no, que me horrorizo; mas si al fin he de leerlos, quiero ver su contenido: Aduc quadraginta dies et Ninive suvertetur. Dentro de cuarenta días se arruinará la ciudad, mas ¿qué ciudad es aquesta a que amenaza tan terrible desgracia? ¿en qué me paro? ¿si será ésta la Nínive perdida de mi alma con quien habla esta embajada?, ¿dentro de cuarenta días padecerá ruina este edificio en mi cuerpo? Es muy terrible esta sentencia, ¡oh, cruel noticia, que me has llenado de sustos! Cuarenta días me ponen de término para comparecer en el tribunal de Dios, corto tiempo, estrecho plazo para ajustar unas cuentas tan delicadas que se me han de pedir para el juicio de Dios, estoy emplazado en término de cuarenta días, mas ¡ay! que de ayer a acá me falta alguna parte del término señalado. El reloj me atormenta, el sol camina sin parar un punto y el tiempo vuela como el pensamiento. Dentro de cuarenta días ¡oh, que suerte me habrá cabido! ¿Si seré de los dichosos o estaré llorando entre los infelices? Dentro de cuarenta días, otra vez me repiten en lo interior del alma, ya estaré agonizando y despidiéndome del mundo, dentro de cuarenta días ya me faltarán pocos instantes para perder de vista las prendas mías queridas y entrar en la eternidad, dentro de cuarenta días con sumo dolor mío me veré despojado de todos mis bienes, de todas mis alhajas y pasatiempos, ya me estará llorando mi familia y me estarán abriendo mi sepultura. ¡Oh, profeta santo que me desengañas! ¡Oh, embajador de la Muerte
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que me avisas! Ahora sí que te escucho246, ya me doy por entendido; pero ¡oh, Dios!, ¿en qué pienso?, ¿qué es lo que hago?, ¿qué resuelvo y determino en negocio tan importante? El plazo se va cumpliendo y yo me estoy indeliberado247 en tantas perplejidades; dejarlo para después es desacierto del juicio, es frenesí y es locura. La cláusula está dudosa, cuarenta días me señala en que me cita la Muerte, pero ¿quién se fia de las promesas de una vida tan frágil? Cuarenta días me aseguran, pero ¿qué se yo si me faltarán cuarenta248 horas? ¡Ay de mí, si cuarenta instantes me restan! Pues a tiempo, a tiempo ahora, alma mía, poner pronto el remedio. Retírate, retírate del mundo a llorar, a la penitencia, a lograr el corto plazo que te queda, en la tardanza está el peligro; a disponerte y prevenirte para morir dentro de cuarenta días, o como quien ha de acabar en el término de cuarenta horas.
246 247 248
Ms., si te escucho. Indeliberado: sin reflexión. Ms., faltarán solamente cuarenta.
C A P Í T U L O XII SamueP , profeta embajador de la Muerte para con el rey SaúP50 49
N i n g u n o de los ministros enviados por parte de la M u e r t e a tratar sus negocios ha tenido que caminar tanto 251 c o m o Samuel pues vino a hacer su embajada desde lo más remoto de la eternidad. Esta es la gloriosa prerrogativa de Samuel que celebra y preconiza el Eclesiástico, en que se aventajó a todo el coro de los profetas. Los profetas de la ley escrita tuvieron el don de profecía por el tiempo de su vida; pero Samuel hasta después de m u e r t o fue profeta, y se cumplieron sus vaticinios al pie de la letra en el reinado de Saúl. Era Samuel el oráculo venerado en todo Israel y consultor del rey Saúl, p o r donde Dios decidía las dudas y daba las órdenes y providencias para la acertada y feliz conducta de su escogido pueblo. M u r i ó Samuel cargado de años y lleno de merecimientos y fue la mayor desgracia que padeció el rey, y lloró todo el reino en la pérdida fatal de u n caudillo y director en quien la monarquía de Israel tenía librados sus aciertos. El reino se hallaba en la más triste consternación y el rey que había dado tantas muestras de su heroico valor, falto de consejo y sin poder 252 dar arbitrios, vacilaba su corazón medroso, agitado de un torbellino de funestísimos pensamientos a la vista de u n poderoso y formidable ejército de filisteos que habiendo
249 Samuel: profeta hebreo y último juez de Israel. Según el Primer Libro de Samuel, pertenecía la tribu de Leví. 250
Saúl: primer rey de Israel, una vez unificada con Judá. Fue Samuel, a pedido de su pueblo, quien designó a Saúl c o m o rey para que librara a su pueblo de las invasiones filisteas. El capítulo 15 del libro I de Samuel relata c ó m o Saúl fue rechazado porYavé dada su desobediencia en las instrucciones divinas respecto a la guerra específica. Por indicación de Yavé, Samuel consagró a David, que marchó a la corte de Saúl c o m o arpista. El texto bíblico da cuenta del distanciamiento y la separación de Dios respecto a Saúl. También describe que Saúl, poseído p o r la ira ante la admiración del pueblo y su propia familia por David, terminó por perder la razón. Desesperado, invocó mediante la adivina de E n d o r al espectro de Samuel, quien profetizó la gran derrota del ejército de Saúl y también la muerte de este. Al día siguiente, los filisteos vencieron al ejército israelita en la batalla del m o n t e Gilboa y Saúl, estando ya herido, y para evitar que lo capturasen, se suicidó. Es la historia que se recrea aquí. 251 252
Ms., tanta distancia. Ms., sin poder tomar.
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puesto sitio la ciudad de Suna253, amenazaba sepultar de un golpe toda la gloria de Israel y todos los triunfos de Saúl. En este sistema tan lastimoso en que según el curso natural de las cosas caminaba a grande prisa la corona a su última lamentable ruina volvió el rey los ojos para el cielo consultando con Dios, sobre qué partidos tomar para no caer en manos del filisteo. Cordura hubiera sido y el medio más acertado si no acompañaran la consulta los deméritos reales de su persona, y hubiera sabido el rey mantenerse en la integridad y justicia con que subió al trono de su reinado; pero como ya Dios por una cierta criminal inobediencia le tenía justificada su causa, le cerró las puertas, le negó la Audiencia y no le dio respuesta, ni por sueños, ni por los sacerdotes, ni por medio de los profetas, que era el estilo regular de satisfacer Dios las dudas, y las consultas de los reyes en aquellos tiempos. Esta repulsa que debiera despertar en el triste rey un pensamiento saludable de su culpa cometida y conducirlo al único refugio y propiciatorio de la humildad, antes le sirvió para deslizarse en otro mayor absurdo y desacierto de su juicio; pues él, que antes revestido de un celo religioso, había desterrado de su reino a los magos y encantadores, dio orden a sus ministros que le buscaran prontamente una hechicera para hablar con ella sobre el asunto que tenía entre manos. Aprobando con esta mala conducta lo que antes había reprobado con sus reales preceptos; pero ésta es la triste suerte de quien ve su pleito mal parado, valerse de todos los medios, aunque pasen la raya de lo lícito. De facto, halló el rey una mujer fitoniza254 que buscaba (que es lo mismo que encantadora o adivina) y le dijo que tenía que comunicar un negocio muy importante con los difuntos, que le hiciera favor de sacarle uno de los sepulcros; y en aquellos mismos instantes que acabó de pronunciarlo, le envió la Muerte un embajador de la otra vida. Aquí parece que no iba tan descaminado el rey Saúl, en querer tratar sus negocios con los muertos, porque no hay oráculos más verdaderos y que mejor nos desengañen que los finados; mas los medios de que se valió en esta vez le hicieron reprehensible para con Dios y con los hombres. El profeta Samuel, enviado por parte de la Muerte, tan venerable por su ancianidad como recomendable por venir de la eternidad, muy acostumbrado a decirles a los reyes las verdades, no tuvo embarazo en 253
Suna o Sunem: pueblo cerca de Jezreel, en el territorio de Isacar. Lugar del campamento filisteo antes de la batalla de Gilboa. 254 Pitonisa: desús., pitonisa.
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declararle a Saúl el contenido de su embajada; pero antes se le quejó y le reprehendió con grande severidad porque le inquietaba en los silencios del sepulcro. El pobre rey le hizo patentes las angustias que rodeaban su corazón y su trono, ocasionadas del cerco de los filisteos, y que había enviado sus ruegos y sus gemidos, c o m o correos por la posta para darle noticia al dios de Israel, del aprieto y tribulación en que se hallaba su pueblo; mas no teniendo respuesta, y creciendo por instantes el peligro, se había visto precisado a hacer este recurso a las puertas de los sepulcros, para tomar consejo en esta materia. Mas ¿qué m e preguntas, ni qué consejo m e pides —le respondió el santo profeta— si ya Dios te tiene desamparado? Ya te acordarás, oh rey, de lo que te dije en otro tiempo, mas porque no obedeciste a la voz de Dios en su profeta, experimentarás el rigor de sus enojos. Y tu y todo Israel serán el ultraje de los enemigos, y entregados en manos de los filisteos se te caerá la corona de tus sienes para ceñir la frente de u n David, que tiene Dios previsto para ungirlo p o r rey. Esto te digo de parte del mismo Dios mas c o m o embajador de la Muerte, te hago saber también de su parte que tu y tus hijos mañana a estas horas estaréis en la región de los muertos: eras tu etfilii tui mecum eritís255. El embajador se regresó a la eternidad a dar cuenta de haber cumplido su ministerio, y de que quedaba ya citado el rey Saúl, para comparecer en término de veinte y cuatro horas. El desgraciado rey embargado del miedo y del asombro, poseído su corazón del espanto al escuchar una embajada tan funesta, entre fuertes deliquios 256 y desmayos, cayó sin alientos sobre la tierra. ¡Oh terrible lance en que el mayor valor es preciso que se acobarde, cuando le emplaza la Muerte! La fitonisa que vio a su rey por los suelos, movida de natural c o m pasión (propio carácter de su sexo) quiso levantar de la tierra a aquel ungido del Señor, que derribó la M u e r t e con un susto para alimentar su persona que en todo el resto del día n o había gustado cosa alguna. El rey lo repugnaba (porque es capaz la memoria de la M u e r t e de quitar hasta las ganas de pecar, aún a los que tanto lo apetecen) pero mediando las súplicas y los ruegos de la fitonisa, y de unos cuantos leales vasallos que c o m o guardias de corps 257 acompañaban la real persona de su soberano,
I. Reg., cap. 28, v. 19 (A). Se refiere a I Samuel, «mañana, tu y tus hijos estaréis conmigo» (28:19). 256 Deliquio: desmayo. 257 Guardia de corps: cuerpo que se destinaba a guardar al rey (DRAE). 255
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hubo de tomar unos bocados muy escasos para recobrar los perdidos alientos, y rehacerse de algunas fuerzas para poder llegar a los célebres montes de Gelboe 258 , que fue el sitio que señaló la Muerte, para que sirviera de teatro y cadalso a su desgracia, donde quedó difunta la real púrpura de Israel y tuvo un desastrado fin la monarquía de Saúl cuya lastimosa tragedia fue el objeto de las lágrimas y ternuras de David. El paradero de Saúl después de su muerte, y si acaso el embajador que le avisó de su próximo fin era el verdadero Samuel, son dos puntos que han cuestionado los Santos Padres, como podrá ver el curioso en las Controversias de Fide del Cardenal R o b e r t o Belarmino, en el título Purgatorio. La resolución de estas dudas las reservo yo de mi parte para cuando llegue el día en que se corra el velo de nuestra ignorancia, porque ahora tenemos entre manos una consideración muy importante.
Reflexión Amigo lector, hazme el gusto por vida vuestra de acompañarme por un rato de tiempo para entrar conmigo a una sala259 interior que se llama clara luz del desengaño.Yo y tú, querido mío, ¡oh, pobre de mí y pobre de ti!, nos hallamos rodeados de innumerables males, enfermedades y achaques como otro Saúl cercado de filisteos. ¡Oh, cuántas pasiones, apetitos y malas inclinaciones nos circundan el cuerpo, y nos han sitiado el alma! ¿Qué haremos?, ¿qué partidos tomaremos para libertarnos de tantos enemigos? La guerra está declarada, la victoria está dudosa y contingente, tomar consejo es cordura, es cristiana prudencia ¿pero a quién, sino a los muertos? Es lo más acertado, éstos son buenos consejeros, éstos nos dirán la verdad sin lisonja; no te asustes, arrímate conmigo a los sepulcros. Venerables difuntos, esqueletos yertos, vosotros mis parientes, mis amigos que vivisteis algún tiempo conmigo, vosotros que fuisteis c o m pañeros de nuestros gustos y diversiones: vosotros que ya pasasteis por la tela de aquel juicio espantoso, por donde yo, pobre de mí, tengo de pasar algún día, ¿qué consejo me dais para no caer en las terribles ma-
258
Gelboe o Gilboa es un monte y una cadena montañosa que domina el valle de Jezreel en el norte de Israel. En la Biblia, el rey Saúl, primer rey de Israel, dirigió una carga contra los filisteos en dicho monte. 259 Ms., aquí a una sala.
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nos del mundo, del demonio y de la carne? ¿no oyes, amigo lector? ¿no escuchas, no percibes aquellas sutiles voces de los finados, aquella muda elocuencia con que nos hablan los difuntos? Para el día de mañana nos citan y nos emplazan para el sepulcro; ¡oh, qué consideración tan importante para desprender nuestro corazón de lo terreno!; ¡oh, quién estuviera penetrado en todos instantes260 y momentos de este saludable pensamiento!; ¡oh, cómo viviría yo de otra manera si este día de mañana lo tuviera bien presente261 en la memoria! ¡Pero, ay de mí! y cuan olvidado vivo de este día de mañana en que tengo de morir para dar cuenta a Dios, ¡quién pudiera detener el veloz curso del tiempo para impedir este día de mañana que será el día de mis angustias y tribulaciones! Mañana forzosamente se me han de acabar todos mis gustos y me ha de privar la Muerte de todo lo que más estimo y aprecio, mañana se vestirá mi casa de tristes lutos, todo será llanto y tristeza, y yo seré arrojado de este mundo a los horrores de un sepulcro. Para mañana me convoca la Muerte, y no ha de pasar mi vida mas allá ni un punto de mañana. ¡Oh, qué doloroso será para mí este día de mañana en que tengo de entrar a la eternidad! ¡Qué de amarguras y tribulaciones cercarán a mi alma el día de mañana! ¡Cuántos temores y sobresaltos afligirán mi corazón en el término de veinte y cuatro horas sin hallar consuelo en todo lo humano! ¡Oh, qué mañana tan terrible que aún no llega, y solo al considerar su llegada se me estremecen las carnes! Mañana seré el objeto de la compasión y de las lástimas a cuantos vieren mi desfigurado cadáver tendido en el suelo con cuatro velas, y yo les predicaré entonces importantes desengaños. El engaño me pinta muy distante este plazo, pero tantos verdaderos profetas cuantos son los difuntos me dicen que mañana he de morir; y que aunque llegue a la vejez, el día de mañana ha de llegar sin remedio; entonces solo tendré que envidiar la vida de los buenos y la dichosa suerte de los justos. ¡Oh, qué día este de mañana en que me espera la Muerte!, mas no paso ya adelante. Adiós, amigo lector, con Dios te queda porque yo me retiro a profundizar más este gran pensamiento de este día de mañana, tu juicio y cristiandad sabrá lo que ha de hacer en este negocio en que tanto se interesa tu alma. Por despedida te advierto que la desgracia de Saúl no consistió precisamente en citarlo la Muerte para el día siguien260
Ms., todos los instantes.
261
Ms., muy presente.
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te, sino en no disponerse en aquel término para morir bien el día de mañana.
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C A P Í T U L O XIII El incógnito embajador de la Muerte en la corte de Babilonia El rey Baltasar 262 de Babilonia, sucesor de la corona de su padre, Nabucodònosor 2 6 3 y legítimo heredero de su soberbia, llevado de aquellos pensamientos altivos que fomentan la humana arrogancia de los hombres, hizo u n suntuoso y magnífico banquete a todos los grandes y validos de su reino para ostentación de su poder y hacer brillar más los tesoros de su erario real. Cada u n o de los convidados bebía según la edad de sus años (circunstancia que advierte el mismo texto sagrado 264 ) de que se infiere que, en aquella gran junta, presidida p o r dios Baco, habría borrachitos265, bonachones y borrachos de todos tamaños. O los caldos debían de ser m u y generosos o el rey se cargó m u c h o la m a n o pues los espíritus se le subieron a cabeza y le trastornaron la corona. Embriagado, el rey Baltasar pasó a cometer u n horrendo sacrilegio mandando a sus familiares trajesen a su presencia todos los vasos sagrados así de oro c o m o de plata que su padre había extraído del templo de Jerusalén, dedicados 266 al culto religioso y servicio del verdadero Dios, para que en ellos brindaran sus convidados, las mujeres del rey y sus concubinas. En este teatro de delicias (que no era otra cosa el palacio por e n t o n ces), cuando el tren armonioso de las bien concertadas músicas arras262 Baltasar, príncipe babilónico, hijo de Nabucodònosor II. Llevado por su soberbia profanó los vasos sagrados usándolos c o m o servicio de mesa de sus cortesanos. E n ese m o m e n t o apareció una misteriosa m a n o que dejó escritas sobre la pared unas palabras ininteligibles. N i n g ú n sabio de la corte fue capaz de descifrarlas, solo el profeta hebreo Daniel, quien anunció que tal soberbia sería castigada con la muerte de Baltasar y la caída de su reino. 263
Nabucodònosor II (c. 630-562 a. C.): probablemente el gobernante más conocido de la dinastía caldea de Babilonia. R e i n ó entre el 605 a. C. y el 562 a. C. Se hizo famoso por la conquista de Judá y Jerusalén, y por su monumental actividad constructora en Babilonia, c o m o los famosos Jardines colgantes de Babilonia. Fue tradicionalmente llamado «Nabucodònosor el Grande». Efectivamente, tal c o m o se cuenta líneas después, en el 597 a.C. atacó Judá y se apoderó de los tesoros del templo de Jerusalén. 264
Daniel, cap. 5 (A). Efectivamente ahí se cuenta la historia.
265
Ms., y. Ms., dedicada.
266
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traban toda la atención de los oídos, cuando el sazón de las más exquisitas y delicadas viandas saboreaba el gusto y paladar de los convidados, cuando la corte toda revestida de las más brillantes galas, representaba un hermoso cielo de resplandores, cuando en este alegre, festivo tiempo en que los corazones de los magnates babilónicos se anegaban en júbilo y regocijo y, en fin, cuando el rey y sus convidados estaban más olvidados de la Muerte, llegó al267 palacio un embajador de otro mundo cuya impensada novedad causó en los ánimos todos tan no esperados efectos que, repentinamente, mudaron de semblante todas las cosas y desapareció todo aquel aparato de alegría, con la brevedad que pasan los lucimientos de un relámpago. La música se volvió responso, los contentamientos se trocaron en sustos y sobresaltos que hacían palpitar los corazones de miedo. Una general tristeza se dejó asomar luego al punto en los semblantes de todos, puso al rey en grandísimo cuidado y a toda la corte en la situación más lastimosa. El nombre de este embajador lo suprime totalmente la sagrada historia y se ha quedado oculto por tantos siglos en el libro de los impenetrables misterios; y solamente nos dice que, en aquella misma hora en que estaba la grandeza del real convite en su mayor esplendor y lucimiento, y el desorden y destemplanza en su mayor vigor, metió sola una mano268 el embajador y, en la misma pared de la sala269 donde estaba junta la mejor categoría del reino, presentó a los ojos de Baltasar una escritura canónica y auténtica que llevaba270. El rey, luego que vio fijado aquel terrible cometa en el cielo de su palacio, aunque ignoraba el contenido de la escritura por entonces, los latidos de su conciencia, que ya no podía disimular, coadyuvados con los tristes recuerdos de su difunto padre, que de pronto le asaltaron a su memoria, le comenzaron a pronosticar alguna fatalidad; y embargado del asombro que le causó la espantosa visión de aquella mano, mudaba su semblante de colores por momentos; y su temblor era tal que, al parecer, se le dislocaban los huesos. Apenas le 267
Ms., a palacio. Ms., una sola mano. 269 Ms., la real sala. 270 E a d e m hora apparuerunt digiti, quasi manus hominis scribentis contra candelabrum in superficie paretis aulae regiae; et rex aspiciebat artículos manus scribentis. Daniel, cap. 5, v. 5 (A). E n el original «respiciebat»; se corrige por la Vulgata. «De pronto, aparecieron unos dedos c o m o de m a n o humana que escribían sobre la superficie del m u r o del palacio real, frente al candelabro, y el rey veía los extremos de esa mano que escribía». 268
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quedaron por reliquias unos muy escasos alientos con que, esforzando su voz, mandó introducir en su real sala a los magos y a los caldeos271, que eran los intérpretes y sabios de Babilonia, prometiendo una púrpura con cadena de oro y el tercer lugar de su reino en premio a quien declarara el contenido de aquellas letras. Toda aquella universidad de hombres tan sabios y de ingenios tan eminentes ni pudieron penetrar el fondo de aquel misterio ni aún pudieron leer la escritura porque era de orden muy superior a la ciencia que profesaban, de que tomaron incremento los recelos y los temores del triste rey Baltasar, viendo enmudecidos sus más respetables oráculos, en quienes tenía librado el buen éxito de sus cuidados. Habiendo llegado estas noticias al camarín de la reina (donde supone la historia se hallaba retirada), se levantó acelerada y entró a la sala del convite para confortar el corazón del afligido rey que a tantos desmayos ya expiraba (que esta reina fuese esposa de Baltasar lo afirmó Porfirio272 pero fue impugnado por San Jerónimo; que fue su madre, lo tiene A Lapide y es lo más aceptable a la escritura)273. Dijole la reina, con tanta prudencia como dulzura en sus palabras, que no se dejara hundir en el golfo de tan encontradas olas que levantaban en su alma sus tristes pensamientos, que durarían sus cuidados hasta en tanto que llegara a su palacio uno de los mayores hombres que tenía en su corona, adornado de prudencia y profunda sabiduría en quien estaba depositado el sublime espíritu de los santos y la gracia de sacar a luz los más ocultos secretos, a quien su padre, Nabuco, había constituido en tiempos de su reinado por príncipe sobre todos los sabios de Babilonia, cuyo nombre era Daniel274. El rey, que yacía agitado en el potro de sus más crueles tormentos (como a un enfermo achacoso que se le gravan por instantes sus males no le queda otro recurso que apelar a los médicos, consultando a cuantos encuentra por ver si en alguno de ellos descubre su remedio) mandó llamar a gran prisa al santo Daniel, profeta, en quien ya fijaba las últimas esperanzas en tan desesperada causa; pero en esta triste suerte en que 271
Caldeos: tribu semítica de origen desconocido que se asentó en Mesopotamia meridional en la parte anterior del I milenio a. C. 272 Calmet hic (A). Se refiere a Augusto Calmet. Ver cap. XI. Porfirio, c. 232-304 d.C., posiblemente el filósofo neoplatónico griego, discípulo de Plotino. En su Discurso contra los cristianos, pone al descubierto algunas contradicciones del Antiguo Testamento. 273 A Lapide hic (A) .Ver cap. IX. 274 Daniel: cuarto de los profetas mayores, autor y personaje principal del Libro de Daniel, el sexto de los libros proféticos. Fue educado en la corte de Nabucodonosor.
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Baltasar se hallaba, le cayó el dado muy adverso a su fortuna, pues solamente halló en Daniel un médico ingenuo que lo desahuciara. Entró Daniel a la real presencia del afligido soberano con todas las veneraciones de santo y las recomendaciones de profeta, y con la misma generosidad con que el rey le prometió el collar de oro y la púrpura, con el tercer asiento de su reino, le renunció Daniel la cumbre de tan elevados puestos y el carácter de tan distinguidos honores. Le interpretó la escritura que aquella mano incógnita dejó escrita en la misma pared de su palacio; pero antes de declararla comenzó su exordio trayéndole a la memoria la trágica vida de su desgraciado padre 275 y que el contenido de aquellas patentes letras que registraban sus ojos eran cartas auténticas enviadas de lo alto que le anunciaban dos cosas: una de parte de Dios y la otra de parte de la Muerte. D e parte de Dios, que lo privaba del reino y que lo aguardaba en su tribunal para echarlo en las balanzas del santuario y tomarle las cuentas. D e parte de la Muerte, que le ponía entredicho a su vida y que cuanto antes lo aguardaba en el sepulcro para que alguna parte de su real convite participasen los gusanos. Todo se cumplió al pie de la letra, pues aquella misma noche de aquel día que tuvo tanta parte de regocijo, murió el desgraciado rey 276 de Babilonia 277 .
Reflexión N o sé qué condición es ésta de la vida, mi querido lector, que siempre nuestros gustos han de ser vísperas de nuestros pesares; que cuanto más engolfados en unas transitorias alegrías nos ha de sobrevenir por consecuencia un promontorio de disgustos; que nuestros mayores lucimientos siempre han de venir al paradero triste de unas funestas tragedias. Adora conmigo, reverente, esta providencia del cielo que, con sutiles artificios todo lo encamina y lo dirige para desengaño del hombre. ¡Mas, ay Dios, y qué pesado es el hombre para persuadirse a una verdad tan constante! U n rey elevado a la mayor grandeza, un monarca rodeado de placeres recibiendo los respetos y homenajes de sus más ilustres vasallos, un soberano que hace ostentación de la felicidad y grandeza de
Ms., de quien heredó sus execrables excesos. Ms., rey Baltasar. 2 7 7 Eadem nocte interfectus est Balthazar. Ubi supra (A). «En esa misma noche murió Baltasar» (Daniel, 5:30). 275 276
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su corona, un Baltasar tan dichoso al juicio de los hombres y una corte tan augusta y tan florida como Babilonia, se presenta en este instante a nuestra consideración toda en sustos convertida y toda en horrores trocada. Mas ni el poder de su soberanía ni toda la opulencia de su reino ni el resguardo de sus más floridas tropas ni toda la sabiduría de aquel sapientísimo congreso ni lo alegre de aquella festiva pompa del real convite ni el delicioso gusto de tan delicadas viandas ni el ruido armonioso de aquella capilla real de una música tan apacible y tan dulce fueron bastantes para hacerle vomitar aquel espanto que introdujo en su corazón la visión de aquella mano aparecida en su palacio. Lastimoso espectáculo ver a un rey que pasa del extremo del gusto a lo sumo de un inmenso pesar; pero estas son las terribles circunstancias de aquellas últimas horas del tiempo en que comienzan a perderse las esperanzas de nuestra vida. ¡Oh, Dios santo, y cuándo acabaremos de abrir los ojos y desengañarnos de que nada de lo temporal nos podrá ministrar algún consuelo en aquel último aprieto terrible y forzoso lance! Yo en este mismo momento me registro el interior y solo encuentro motivos para confundirme a mí mismo: de mí mismo me salgo y me vuelvo a todas partes, mas no descubro algún rumbo en todo lo humano por donde puedan mitigarse mis temores, aquellos mismos que en la hora de mi muerte rebatirán mi afligido corazón cuando yo, en mi triste lecho, reducido a la última miseria como en un potro de tormentos, seré el objeto 278 digno de compasión y lástima. ¡Oh, si yo acertara a lograr un rayo de aquella divina luz que tantas veces me ha dado en cara su resplandor en medio de mis mayores tinieblas! ¿Por ventura estos ejemplares tristes que me presenta la historia se escribieron por mera contingencia? ¿No es éste un monumento que me dejó la antigüedad para que vea lo que ha sucedido atrás y en lo que viene a parar la humana prosperidad? ¿Y que no aspire yo a lo eterno? ¿Y que tan engreído esté yo con el mundo?, ¡oh, cielos divinos! ¿Y qué cadenas son éstas que me tienen prisionero? ¿Qué encanto es éste?Yo vivo muy gustoso y muy hallado con lo visible, mas no miro ni atiendo aquella mano invisible que en la pared de mi cuerpo me está escribiendo el próximo fin de mis gustos. ¡Ah, que allí se asoman al parecer unos dedos áridos de un esqueleto con una pluma en la mano que me anuncian estar muy cerca mi muerte! ¡Oh mano cruel que al mejor tiempo me despojas de mis más floridas esperanzas! 278
M s . , seré objeto.
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¿Dónde están ahora mis deleites? ¿Qué se han hecho mis gustos? ¿Por qué me desamparan mis contentos? Para mí ya se acabó todo lo del mundo. ¡Oh momentos para donde camino! ¡Oh terribles instantes que me habéis de dar alcance cuando yo menos lo piense! ¡Oh momentos últimos de la vida y primeros de la eternidad! ¡Ah, gran Dios, quién penetrara el fondo de estos últimos momentos de tanta consecuencia! Mi querido lector, escarmienta tú en cabeza ajena: acércate a la cama de un mundano agonizante de aquellos muchos que arrebata la Muerte en su mejor privanza y mira cuánto costo le tiene el desprenderse de lo visible; atiende, advierte que aquella mano de Babilonia es el reloj que apunta las horas de la vida y quién sabe si ya te señala la última con el dedo y con esto dará la última campanada. Aquella escritura conmigo y contigo también habla: la sentencia de muerte desde el principio del mundo está firmada sin recurso ni apelación con sola la diferencia de no saber cuándo llegará este cuando en que la Muerte meta su mano a nuestras casas para darnos el «santiago»279. Mas esta incertidumbre es nuevo estímulo para incitarnos a lograr la preciosidad del tiempo.
279
Dar el santiago: acometer al enemigo al grito de guerra «Santiago» (DRAE). Aquí, burlescamente, es el aviso de la muerte de que su hora ha llegado.
C A P Í T U L O XIV El profeta GatPm, embajador de la Muerte, en el palacio del santo rey David Después que el ínclito y generoso rey David había coronado sus sienes de laureles en tantos triunfos y campañas en que su valor, siempre victorioso, reprimió el orgullo de los enemigos del escogido pueblo de Dios; después que los reales pendones y banderas de sus militares tropas a que estaban asalariadas las felicidades, habían colgado de las almenas de su palacio los vítores y aclamaciones de sus más célebres y ruidosas campañas; después de haber esgrimido brazo a brazo con la fiera braveza de los osos; después de haber desquijarado 281 a los leones y derribado en tierra a los gigantes; y, en fin, después de haberse vencido a sí mismo no queriendo vengarse de un enemigo tan terrible como Saúl (que fue la acción más heroica y la piedra más preciosa de las muchas que brillaban en su corona); cuando ya el reino todo y la corte gozaba los frutos de la guerra con suma tranquilidad; cuando el rey todo lo había vencido, no pudo vencer el repentino golpe 282 de una gravísima tentación que le dio asalto de improviso; y la llamo tentación porque según el historiador sagrado en el capítulo 21 del Paralipomenón fue influjo del tentador Satanás que, envidioso de las glorias de David, le puso en el corazón el numerar a todo el pueblo de Israel283 para cuyo efecto dio sus reales órdenes ajoab 2 8 4 , comandante general de sus armas, y demás jefes principales de su ejército, encargándoles la prontitud en la ejecución de la real orden.
280
Cad: u n o de los profetas de la corte del rey David (1010-970 a. C). N o tiene libro propio y sus consejos se recogen en el I Samuel 281 282 283
Desquijarar, rasgar la boca dislocando las quijadas ( D R A E ) . Ms., vencer el golpe.
Consurrexit Satan et concitavit David ut numeraret Israel, 21 (A). «Se levantó Satán e instigó a David a que hiciese el censo de Israel» ( / Paralipomenon 21,1). 284 Joab: hijo de la hermana del rey David, Sarvia, fue su capitán y hombre de confianza. Aparece en II Samuel cuando en el capítulo 24 le es encargado el censo c o n David y que culmina con la terrible ira de Dios que mata a setenta mil hombres (II Sam. 24:1-15).
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El general, receloso de que esta providencia pudiera tener fatalísimas consecuencias, con todo respeto y veneración procuraba disuadir del intento a su soberano; pero como al pensamiento de David estaba agregado el poder irresistible de un monarca, prevaleció la orden del rey, aunque por entonces iba desordenada. Esta providencia, que en los ojos de los sabios políticos del siglo pudiera calificarse por razón de estado y buen gobierno, sabemos por testimonio auténtico de la Escritura que fue reprobada en el supremo tribunal del Altísimo. Después que le pusieron en sus reales manos el padrón de ochenta mil soldados israelitas de los más fuertes y veteranos en la milicia y cincuenta mil judíos, según consta en el segundo Libro de los Reyes285, comenzó David a sentir unos interiores 286 latidos en su corazón como una de aquellas sofrenadas 287 con que la conciencia misma nos acusa y reprehende nuestros hechos; por cuya causa empezó 288 a hacer actos de contrición y a pedirle a Dios mil perdones de su yerro cometido. Estaba el dolorido rey muy fervoroso comenzando su confesión cuando se le fue entrando por las puertas de palacio el profeta Gad, embajador de la Muerte, acompañado de tales circunstancias y con aparatos tan terribles que hicieran desmayar al corazón más alentado. El curioso que quisiere ver los efectos que causó esta embajada registre con cuidado la estampa que se presenta al principio de los breviarios: allí verá un rey compungido y humillado, un instrumento músico pero en silencio, un cetro y una corona por los suelos, y últimamente un ángel con una espada, una espiga y una cadavera en las manos. ¡Oh, qué espectáculo tan triste! Mas luego que el embajador le hizo saber al afligido monarca cómo, en castigo de su delito, determinaba la Muerte entrar en sus dominios o con los estragos de una sangrienta guerra o con las tribulaciones de una hambre o con los horrores de una peste; y que de estos tres partidos le daba opción para elegir el que menos le incomodara. Aquel corazón, que nunca conoció la cara al miedo con haber visto tantas veces muy cercana la Muerte en tantos riesgos y peligros, no pudo menos ahora que acobardarse y llenarse de angustias con semejante embajada.
285
2 Regum, cap. 24 (A). C o r r e s p o n d e a II Samuel.
286
Ms., no sé qué interiores.
287
Sofrenar, reprender c o n aspereza a alguien ( D R A E ) .
288
Ms., comenzó.
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Poco tuvo que deliberar en la elección pues como tan experimentado en las antiguas misericordias del Señor, tomó por partido que Dios con sus propias manos vengara sus agravios antes que caer en manos de los hombres y que entrara la Muerte a sus estados en el carro triunfal de la pestilencia para apestar a todo su reino. Desde aquel mismo instante, no representaba otra cosa el florido reino de Israel y de Judea que un hospital de míseros y achacosos dolientes que, en breve espacio de tiempo, pasó a ser un camposanto y osario de la mejor flor de los israelitas, pues en el término de tres días que duró el rigor de la peste 289 , alzó la Muerte tan abundante cosecha que se llevó a los sepulcros a setenta mil vasallos del señorío de David. E n este conflicto de mortandad tan horrible que cubrió de lutos y llenó de tristes llantos a la hermosa Jerusalén, el rey estaba indeciso si la Muerte vendría hasta290 su palacio; pero solo llegó hasta los umbrales de las puertas.Y creo que hubiera pasado más adentro si, enternecido el Señor de las plegarias de David, que era el benjamín de sus caricias, no hubiera mandado al ángel ejecutor del castigo que envainara la espada y desterrara a la Muerte y a la peste de los contornos 2 9 1 de Jerusalén. El rey, con las más venerables canas 292 de su reino, desnudo de la investidura real de soberano, cubiertos de cilicios y sacos penitentes, postrados por los suelos en la muy adorable presencia del R e y de los Reyes, confesó ingenuamente su yerro, con que mereció que volviera a su palacio el profeta Gad no ya como embajador de la Muerte sino como ángel nuncio de la paz y serenidad, ordenándole que levantara un altar y ofreciera un sacrificio como reverente acción de gracias por tan grandes beneficios.
Reflexión Pocos días antes que llorara Jerusalén el golpe de la referida calamidad, se me representa David sentado en su dosel dando órdenes a Joab para numerar a todo el reino de Israel. «Señor — l e dice J o a b — mire vuestra majestad que esta providencia puede tener malos efectos y que
289 290 291 292
I Paralipomenon 2 1 : 1 4 . Ms., vendría a. Ms., a la muerte de los contomos. Canas: consejeros por sus años.
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por ventura no agradará tanto a Dios como vuestra majestad lo piensa». «Que se cumplan las órdenes del soberano es lo que importa», respondería David en este caso. El obediente vasallo se salió del camarín a poner en práctica los preceptos de su señor. Apenas se habían ejecutado los decretos del monarca, cuando la Muerte, que de todo punto estaba prevenida con la espada en la mano, subió la escalera de palacio y, sirviendo de sumiller293 a David, le corrió las cortinas para hacerle ver su yerro. ¡Ah, que en llegando294 a nuestras casas la Muerte, nos haremos de un claro conocimiento de nuestros defectos a la luz de la eternidad, que ya en aquellos últimos instantes comenzará a esclarecer nuestros entendimientos y conoceremos con evidencia que no eran leves las culpas que merecieron penas tan graves y que muchas veces las culpas veniales proporcionan la entrada y abren el paso franco a las graves! Una calenturilla lenta, al parecer de poca importancia, fue a la sordina tomando mucho cuerpo hasta que, despojando a la naturaleza de todo su vigor, le ocasionó el grande mal de la muerte. Así el pecado venial, que se mira con tan poco temor y con tanta indiferencia, irá debilitando el calor del espíritu y disponiéndonos poco a poco hasta ocasionarnos la espiritual muerte del alma, que es el resumen de todos los males. Mas no quiero por esto suponer que el pecado que ocasionó a David y a su pueblo pena tan grave fuese leve. San Ambrosio, Severio Sulpiano295, con Tirino 296 , citados de Haye297, asientan que pecó David por el tributo que cobró de sus vasallos por sola su autoridad, sin tener necesidad para ello y por ostentar su grandeza, lo que dichos autores condenan por culpa grave. Solamente quiero dar a entender que la culpa venial puede ser principio y ocasión para gravísimos daños. Como una casa que por una gotera leve le comenzó su daño y, gota a gota, vino a
293
Sumiller: jefe de palacio. Ms., que llegando. 295 Se trata de Sulpicio Severo (Aquitania, c. 360-?, 420), escritor cristiano de familia noble que ejerció la abogacía e ingresó de m o n j e en Primuliac, cerca de Béziers (c. 399). Es autor de Vida de san Martín deTours (r. 397), Diálogos (403-404) y Crónica universal (c. 403), que abarca desde la creación hasta el año 400. E n los Commentarii literales et conceptuales in Genesirn... de Jean de la Haye, 1636, aparece c o m o Severus Sulpitius, de ahí la cita que Bolaños hace, invirtiendo el orden. 296 Jacobo Tirinus (1580-1636): jesuíta belga, exégeta de la Biblia. Autor de Commentarius in Sacram Scripturam en dos volúmenes. Citado por Jean de la Haye en su Biblia maxima. 297 Haye, Biblia máxima in 2 Reg. cap. 24, v. 10 (A). 294
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dar en la tierra con toda la fábrica. El pecado venial no priva de la gracia pero provoca a Dios en castigo de nuestra tibieza a retirarnos sus auxilios, que es lo mismo que disminuirnos las fuerzas. Por una venialidad me privará Dios de un buen consejo, de un predicador que me desengañe, de un libro espiritual que me despierte, me negará sus luces y me irá retirando aquellas ayudas de su gracia con que, insensiblemente, llegaré a verme, cuando yo menos lo piense, en evidente peligro de perderme.
CAPÍTULO XV 298
Isaías
embajador de la Muerte en la corte de
Ezequías
Cuando el santo rey Ezequías299 pensaba que la Muerte estaba muy distante de su persona, se introdujo en su palacio un profeta que iba a darle una embajada por parte de la emperatriz de los sepulcros, con que en mucha parte se marchitaron aquellos triunfos que había conseguido en la célebre victoria contra las armas de los asirios; y se vio desamparar en un momento aquel júbilo que baña el trono de los soberanos en semejantes funciones300. Antes que llegara Isaías a su palacio, había recibido el rey un correo por la posta que era el accidente, que ya se hallaba muy apoderado de su cuerpo, con orden muy estrecha, para que, desquiciándolo del trono y de la cumbre de la humana prosperidad, en hombros de cuatro caballeros de aquellos que se intitulan grandes de primera clase301, lo condujera para el sepulcro donde aguardaba su real cadáver; y para en caso que hallara alguna resistencia de parte del monarca, le ordenaba que implorase el auxilio de otros achaques hasta quitarle la vida302. El consternado rey, acosado de dolores303 y combatido de un torbellino de tristes pensamientos que le llenaban de amargura toda el alma, ni dejaba de sentir la gravedad del accidente ni de conocer que su pe298 Isaías: u n o de los profetas mayores de Israel, en el reinado de Judá, cuyo m i nisterio tuvo lugar en el siglo VIII a. C., durante las monarquías de Usías, Jotán, Acaz y Ezequiel. Escribió el libro de su nombre. Profetizó sobre la crisis causada por la expansión del imperio asirio. 299 Ezequías: decimotercer rey del reino independiente de Judá, hijo de Acaz. W i lliam E Albright ha datado su reinado entre 729 a. C. y 686 a. C., mientras E. R . T h i e l e ofrece las fechas 716 a. C.-687 a. C. 300
4 Regum, cap. 20 (A). La grandeza de España es la mayor dignidad que puede adquirir un m i e m b r o de la nobleza. A u n q u e sus orígenes se remontan a la Edad Media fue Carlos V quien la instauró definitivamente.Tradicionalmente se diferenciaban tres clases entre ellos, según el m o m e n t o en el que les fuese reconocida su condición de grandes, siendo los de primera los más antiguos. 301
302 Aegrotavit Ezechias usque ad m o r t e m . Ut supra (A). «Ezequías se e n f e r m ó hasta morir» (Isaías, 38:1). 303
Ms., El afligido rey, acosado de dolores en el cuerpo.
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ligro iba tomando aumentos por instantes. Pero o ya fiase en la pericia y destreza de su real protomedicato o alimentado con las halagüeñas esperanzas de haber visto salir a tantos de los mismos peligros, no se daba por entendido aun teniendo a la vista los más claros indicios de su muerte. Esta, no pudiendo sufrir el pernicioso disimulo con que el enfermo rey se portaba, sin tratar de disponerse para dar principio a la terrible lucha en que aún los mayores santos se fatigan, le remitió por embajador al profeta Isaías, intimándole que, en este tratado, sin andar con rebozos ni rodeos, le hablara al rey con claridad y lo desengañara de que ya era llegada la hora. El embajador, que nunca se acobardó de hablar la verdad en presencia de los reyes, como se había merecido tanta aceptación en la corte por el esplendor de su vida y por el carácter de profeta, tuvo fácil entrada en el camarín donde estaba el enfermo. Se acercó al lecho del afligido doliente y, podemos suponer, que corriendo las ricas cortinas que ocultaban la más poderosa persona de la monarquía rodeada de mil angustias y fatigada de las humanas miserias, después de haberle rendido los más profundos respetos, se acercó más a la cama y, como que quería hablarle alguna cosa de secreto que le importaba, le dijo que tratase cuanto antes de disponer las cosas de su palacio porque en breve tiempo había de morir304. ¿Cuál sería el susto que sorprendió el magnánimo corazón de aquel generoso rey con tan impensada novedad? La podemos colegir de los mismos extremos que manifestó el rey en lo exterior al escuchar esta embajada, pues dice la Sagrada Historia que, volviendo el semblante a un rincón del camarín, sin poder contenerse, comenzó a regar la cama con el llanto de sus ojos305. Mas aun, viéndose el rey ya desahuciado no solo en sentir de los médicos de la tierra, sino también del profeta que se miraba como un oráculo, no perdió las esperanzas de mejorar su suerte y a la verdad que no le salieron falidos sus arbitrios, pues apelando al consejo divino y supremo, aniquilado todo y humillado en la presencia del Rey de los Cielos, presentó un memorial, escrito con sus lágrimas, en que pide
304 Dispone domui tua, quia morieris tu, et non vives. Ubi supra (A). «Dispon tu casa porque tu morirás y no vivirás», Isaías, 38:1. 305 Convertit faciem suam ad parietem, flevit itaque Ezequias fletu magno. Ubi supra (A). «Volvió su rostro hacia la pared [...] y prorrumpió Ezequias en un gran llanto». E n la Biblia son dos frases separadas por varias líneas, 4 Regam, 20:2-3.
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prolonga de la vida; y para conseguirla, alega por mérito la rectitud de su corazón y su vida irreprehensible306. Y como en el tribunal de aquel señor a quien apeló, en habiendo buenos servicios hay también buenos despachos, salió bien despachado el memorial, con prolonga de quince años más de vida para que aumentara las glorias de la casa del Señor.
Reflexión
Después de pasado el florido curso de nuestros días, llegará por último el día triste y funesto en que llegue a nuestras casas la última enfermedad307, correo ejecutivo de la Muerte. Al instante comenzaremos a formar un gran concepto, así de la suma estima de las cosas eternas como de la vileza de las temporales. Pero este conocimiento servirá acaso entonces de aumentar nuestras angustias: la dignidad, el honor, las riquezas y todo el esplendor de las glorias del mundo nos irá desamparando con la misma brevedad308 con que se nos irá acercando la Muerte. ¡Ay, tristes de nosotros, que tirados en el lecho de nuestras miserias si faltare un médico temporal, la misma gravedad del accidente nos dirá con claridad que tratemos de disponernos porque sin remedio nos morimos! ¡Oh, quién pudiera responder en semejante lance lo que un gran siervo del Señor respondió al médico cuando éste le ordenó que se dispusiera porque su mal era incurable!: «Toda la vida, dijo el justo, no he tratado de otra cosa sino en disponerme para este lance». ¡Oh, qué consuelo para el alma, mas que lástima que sean tan pocos los que pueden prorrumpir estas palabras! Si la vida de los justos ha sido tan distinta de la nuestra, es preciso que nuestros pensamientos sean muy diferentes de los suyos en llegando la partida. Justo era Ezequías y llora y se entristece cuando le tratan de morir. ¿Cuántas lágrimas nos costará entonces309 el no haber tratado de santificarnos y el haber perdido el tiempo que merecía la atención del negocio más importante? ¿Cuáles serán nuestros sentimientos al escuchar aquella voz con que se nos intima? ¿Separarnos
306
M e m e n t o , domine, quaeso, q u o m o d o ambulaverim coram te in veritate et corde perfecto. Ut (Ubi, ms.) supra (A). «Señor, acuérdate, te suplico, de c ó m o he andado delante de ti con sinceridad y rectitud de corazón», 4 Reyes, 20:3 y también en Isaías, 3 8 : 3 . 307 Ms., la enfermedad última. 308 Ms., la brevedad misma. 309 Ms., nos costará a nosotros entonces.
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de todo lo visible y divorciarnos de aquellas prendas en que depositamos nuestros afectos, que eran el encanto de nuestros amores? Reservo la respuesta para cuando lleguemos a vernos en aquel último conflicto. Entonces ya es preciso apelar de lo humano a lo divino y acordarse de aquel Dios que tal vez tuvimos tan olvidado mientras duraron los gustos de la vida. Los gemidos y los suspiros irán volando para el cielo; se presentarán muchas oraciones y muchos memoriales implorando el socorro de los santos y las misericordias del Altísimo; pero si a los santos los tenemos desobligados y al Santísimo lo tenemos gravemente ofendido, ¿qué podemos aguardar en una situación tan lastimosa? Ezequías halló buen despacho y cualesquiera lo hallará en aquella hora si su memorial se funda en un cúmulo de merecimientos y de servicios como los suyos pero, ¡ay!,y cuán distantes estamos nosotros de presentar estos alegatos. ¡Ay!, ¡ay!, ¡ay! Que mucho temo y con justos motivos me recelo que si no me doy prisa a mudar de vida y de costumbres, mis oraciones en la hora de la muerte serán execrables y, por más que llame como las vírgenes necias310, me dirán que no hay lugar y que ya están cerradas las puertas311. Al escuchar Ezequías el aviso de su muerte, vuelve el semblante a la pared como en ademán de que renunciaba todas las cosas visibles del mundo. Si esta acción no supusiera la santidad de su vida, nada le importara porque renunciar al mundo y todos sus gustos después de haberlo dado gusto al mundo y de haberle servido como esclavo es común en todos los pecadores que quieren convertirse en la hora de la muerte habiendo servido al mundo toda su vida. Es lo mismo que darle al mundo la carne y reservar para Dios los huesos, es lo mismo que querer entrar al cielo por el camino del infierno. Renuncian al mundo pero a más no poder como el navegante que arroja su tesoro a la mar por librarse del peligro. ¡Oh, miserables almas mundanas! ¿Quién os ha engañado con tan grave pequicio de vosotras mismas? Vosotros los carnales sois pecadores de setenta años y en la hora de la muerte queréis ser santos en un instante. Nadie se engañe, nadie se engañe de mis lectores312, que ser santos en la hora de la muerte después de una vida relajada y perdida, aunque no es imposible, es muy dificultoso porque este favor de
310
Alusión a la parábola relatada e n el Evangelio según san Mateo, 2 5 : 1 - 1 3 sobre las
vírgenes p r u d e n t e s y necias.Ver cap.VII. 311
Ms., ya está cerrada la puerta.
312
Ms., mis amados lectores.
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esta necesaria gracia es tan singular y tan raro como extraordinario de la misericordia divina.Y le ha de pesar en la hora de la muerte si abraza el partido de estas perniciosas máximas y no trata con tiempo de disponerse para aquel lance a cuya experiencia lo remito.
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C A P Í T U L O XVI Se viste la Muerte de gala para asistir a la cabecera de un justo agonizante Cansado u n justo de exhalar tiernos suspiros por su verdadera patria, el cielo, c o m o quien desea con ansias colocar el alma en su verdadero centro y reposo, le pidió a la M u e r t e se dignara de visitarlo, poniendo término a la carrera de sus días. La Muerte, deseosa de llevarse una vida tan apreciable, en el mismo p u n t o que 313 tuvo la noticia de la misma inocencia, de la misma gracia, heroicas virtudes y merecimientos del postulante, se comenzó a vestir de ricas galas para presentarse a la vista del justo con toda aquella incomparable hermosura que se deja suponer con semejantes adornos. ¡Ah, dichosos aquellos que tuvieren la suerte de ver a su muerte con semejante ropaje! Encaminó sus pasos la M u e r t e a la cámara donde el justo estaba en su pobre lecho doliente, n o acelerada y deprisa c o m o acostumbra cuando visita a los impíos, sino con aquella pausa y serenidad con que mueren los santos. Al entrar p o r las puertas de aquel pobre aposento donde estaba el rico 314 tesoro de aquella alma, se dejó ver la M u e r t e tan llena de resplandores, tan apacible, tan linda, tan peregrina, tan agraciada y tan bella que al mismo Dios dejó enamorado su estupenda hermosura.Y dijo el Señor ingenuamente que de cuantas cosas se le presentaban en el m u n d o a su vista, una de las más preciosas y de mayor belleza era la muerte de sus santos 315 : praetiosa in conspectu Domini, mors sanctorum eius316. Llevaba la M u e r t e en la m a n o siniestra unas llaves doradas y en la m a n o derecha una cristalina copa con una dulzura c o m o ambrosía. Y acercándose a la cama donde el justo con ánimo inalterable ejercitaba entre dolores los actos más heroicos de la paciencia, con semblante risueño le dijo la M u e r t e que ya era llegada la hora de su partida. N o se turbó el justo viendo a la M u e r t e tan cercana, porque en tales lances
313
Ms., en que. Ms., aquel rico. 315 Ms., vista no registraba otra cosa más preciosa ni de mayor belleza que la muerte. 316 Salmos, 115, v. 15 (A). «A los ojos de Dios la muerte de sus santos es preciosa» (115:6).Bolaños utiliza la numeración griega de los Salmos de David. 314
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es muy propio de los malos turbarse317 con semejantes noticias, antes sí, palpitándole el corazón con la exorbitancia del gozo que redundaba en el alma, usurpándole a David las palabras de la boca, prorrumpió diciendo con tiernísimos sentimientos: laetatus sum in hiis quae dicta sutit mihi: in domum Domini ibimus318. Heme alegrado y regocijado con esta nueva tan festiva y tan alegre que me anuncia muy cercana aquella hora tan dichosa y tan deseada de mi alma y aquel momento feliz en que, aligerado de la pesadumbre del cuerpo, he de volar a la espaciosa región de la eternidad y entrar en la casa de mi Señor a coronar mi frente de dichas y eternas felicidades. Bendito sea Dios, que ya se acabaron los trabajos, las mortificaciones, las penitencias; pero, ¡oh, y cuántos consuelos me han dejado en estos últimos instantes de la vida! ¿Qué temores, qué sobresaltos y qué sustos circundaran ahora mi triste lecho si hubiera condescendido yo a los extraviados antojos de la carne? Pero bendito sea Dios que me dio fortaleza para refrenar mis pasiones. ¿Qué sentimientos tan distintos fueran los míos en este lance si hubiera malogrado aquel auxilio que me hizo resolver enteramente a emprender una vida cristiana y abrazarme con la cruz de Jesucristo? ¿De qué me sirvieran ahora todos los placeres de la vida que encantan y alucinan a los mortales? ¡Ah, que todo el mundo me parece ahora un átomo imperceptible y toda su gloria un poco de humo que en breves instantes se disipa y se desvanece! Ahora conozco cuánto importa el salvarse cueste lo que costare. ¡Oh, dichosa penitencia a quien le espera un premio eterno, alégrate que ya te acercas a la corona. En breve tiempo entrarás victoriosa triunfando sobre las estrellas! Perdona319, cuerpo mío, el mal trato que os he dado: si te prohibí los gustos que me pedías fue por evitarte una perdición eterna de insufribles y sempiternos males; si te he mortificado, no ha sido otro el motivo que hacerte participante de aquella gloria que le espera a mi alma por la bondad de su Criador de que algún día me daréis las gracias y, por ventura, me daréis las quejas de no haberte mortificado mucho más para gozar más y más de los perennes deleites y verdaderos gustos de la patria. Entre tanto que la Muerte se va acercando más a la cabecera del justo, aquella alma santa se abrasa en amorosos incendios por llegar a unirse 317
Ms., porque en semejantes lances solo ¡os malos se turban.
318
Salmos, 121, v. 1 (A). «Yo estoy contento cuando se m e dice iremos a la casa del
Señor». 319
M s p e r d o n a , perdona.
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con el S u m o Bien y beber en su origen el dulce regalado néctar del divino amor que hace, y hará siempre, dichosos y eternamente felices a los que gustan de aquella fuente de inefables delicias. Suspira c o m o suspiraba David en semejante ocasión quejándose del tiempo p o r parecerle que le retardaba sus deseos y el fin de su destierro: heu mihi, quia incolatus meus prolongatus est320. Crecen sus ansias por instantes porque ni el fuego está bien hallado cuando está fuera de su esfera ni la piedra cuando está fuera de su centro ni el alma del justo mientras no descansa en la visión beatífica. Convida a la M u e r t e y aún le ruega para que llegue a romper cuanto antes aquel hilo frágil de que está pendiente su vida, que es el único embarazo que le impide la hermosa vista del celestial paraíso. Pero viendo a la M u e r t e con las llaves en la mano, se comienza a dar los plácemes y enhorabuenas y a pedirle a su alma las albricias porque ya la M u e r t e viene a sacarla del calabozo del cuerpo, a romper las duras prisiones de la carne, librarla del triste cautiverio de tantos años y abrirle las puertas de aquel ameno y florido reino de los cielos que ha sido el blanco de sus ardientes deseos. Y aunque es verdad que a la hora de la muerte, aun a los mayores santos nos les faltan sus temorcillos originados de algunas faltas ligeras, pero esto mismo que pudiera causarles alguna pena antes les sirve de acrecentar mayores merecimientos ejercitando los actos más heroicos de una viva fe, de una firme esperanza y de una profundísima humildad aniquilados en el conocimiento de su nada y de sus defectos con que se hacen más agradables en el acatamiento del Altísimo verificándose al pie de la letra lo de 321 San Pablo, que a los verdaderos amantes del Señor todas las cosas les redundan en su mayor bien: diligentibus Deum omnia cooperantur in bonum322. ¡Qué espectáculo tan dulce para el cielo ver a u n justo tirado en su pobre lecho burlándose de todas las astucias del infierno! Lloverán tentaciones y, p o r ventura, serán las más fuertes y terribles, pero por más tentaciones que le cerquen la cama, el justo, dice el Espíritu Santo, será sostenido y protegido de tantas tropas auxiliares cuantos son los socorros de la gracia que Dios le tiene preparados para aquel último trance:
320
Salmos, 11, v. 5 (A). Es un error, se trata de Salmos 19:5. «Ay de mí, porque mi residencia en tierra extraña se ha prolongado». 321
322
Ms., al pie de la letra la letra de.
I Romanos, cap. 8, v. 28 (A). «Para los que aman a Dios, todas las cosas cooperan al bien».
LA PORTENTOSA
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VIDA DE LA MUERTE
íustus si morte praeoccupatus fuerit, in refrigerio erit323. N i los dolores del accidente inmutan la serenidad de su alma y antes le sirven de acrisolar su invicta paciencia. Llega la hora dichosa en que el justo se regale con las dulces delicias del augustísimo sacramento pero entretanto que las campanas con alegres, festivos repiquetes anuncian la venida del Amor hermoso a visitar al enfermo, retirémonos un poco, no tanto sentidos 324 de que el justo se nos muera sino de que nosotros no procuremos morir como los justos.
323
Sapientia, cap. 4, v. 7 (A). «El justo, aunque estuviese preocupado por la muerte, descansará en paz». 324 Ms., no sentidos. Aparece tachado «tanto».
CAPÍTULO XVII Sigue
la materia
del
pasado
El sonoro estruendo de los repiques que ya le anuncian próxima la venida del mismo Rey de la Gloria, despiertan en el alma del justo los más vivos sentimientos de aquella adorable majestad que por un exceso de su amor para con los hombres se quedó325 en el augustísimo sacramento 326 como compendio y cifra de todas sus maravillas.Y al ver entrar por las puertas de su aposento aquella soberanía de infinita grandeza que, no cabiendo ni en los cielos ni en la tierra, lo redujo su ardientísima caridad a la reducida esfera de una hostia inmaculada, hallándose insuficiente para dignamente agradecer tan singular beneficio, apela al resto de las criaturas que formó su diestra para que le ayuden a bendecir a su infinito bienhechor 327 . Mira y remira con una viva fe al mismo que vieron y adoraron los reyes de oriente en el portal de Belén sin más embarazo que una cándida cortina de nevados accidentes que ocultan328 tanto y tan estupendo prodigio de hermosura. A la vista de dignación tan inefable, se le desatan los ojos en dos fuentes de finísimas lágrimas con que nos da a entender que aquel pecho se abrasa y se derrite en purísimos incendios estando a la cercanía del divino sol de justicia329. Entra en el pecho del enfermo el embeleso de los cielos, la alegría de los justos, el regocijo de los ángeles, el encanto de los serafines y el objeto digno de los más tiernos amores de su Eterno Padre. Comienza el enfermo a saborearse con aquella regalada vianda y a gustar los admirables efectos de aquel eucarístico bocado; y Jesús, colocado en el pecho enamorado de aquel justo, a regalarse con las delicias que tiene su majestad con las almas santas de los hijos de los hombres. ¡Oh, qué pascuas330 tan alegres se les previenen a los buenos cuando llegue ese dichoso día!
325 326 327 328 329 330
Ms., quedó oculto en el augustísimo. La Eucaristía. Jesucristo. Ms., que le ocultan. Dios. Pascua de Resurrección.
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VIDA DE LA MUERTE
¡Qué delicioso será el pan de los ángeles en aquellas últimas horas para los que han vivido como espíritus angélicos! Dichosos los justos a quienes se prepara tanto mar de dulzuras y tanta lluvia de bendiciones. ¡Oh, si yo fuera tan feliz que mereciera la suerte de hacerme participante de algunas migajuelas331 de aquel último y celestial convite332! Después que Jesucristo deja aquella humilde choza bien proveída de socorros, dándole al justo en su cuerpo sacramentado una prenda333 de la futura resurrección de su carne y de la futura gloria de su alma, se retira a su sagrario sin desamparar al enfermo. Entretanto la Muerte comienza334 a voltear la rueda poco a poco para ir recogiendo el hilo del tiempo y, apresurando los instantes hasta llegar al último cabo de la vida, aprietan los dolores del accidente; pero derramando la Muerte sobre la cama del doliente media copa de celestiales consuelos (parece que está el justo, más que en calvario de penas, en elTabor 335 de sus glorias), le arrima a los labios la otra media con que comienza a gustar los perennes deleites de aquella felicidad eterna que le espera. Crecen las fatigas del cuerpo pero siempre muy inferiores a la serenidad de su ánimo; se multiplican las angustias, pero también se aumentan los socorros. Arroja de cuando en cuando unos tiernos suspiros con que nos da a conocer que aquel corazón está bien herido de las dulces flechas del divino amor. Levanta los ojos y tiende la vista hacia aquel campo de luces y matizado de brillantes luceros que siempre fue el objeto de sus más nobles afectos y ternuras. Parece que ya divisa abiertas las puertas del empíreo y a todas las jerarquías336 que, prevenidas con alegres instrumentos, están prontas para darle repetidos plácemes y parabienes de su incomparable dicha.Y al ver tanto y tan festivo aparato, suspira segunda vez porque acabe de llegar aquel último instante en que ha de volar a la elevada cumbre de la visión beatífica. Comienza a padecer unos parasismos tan suaves que más parece a los circunstantes que se duerme y que reposa tranquilo, que no que se muere y que agoniza. Le presentan a su vista y le ponen en su mano una bella copia de un adorable crucifijo, pero esto es lo mismo que 331 332 333
Migajuelas: derivado de migajas. La Eucaristía.
Ms., prenda infalible. Ms., empieza. 335 El m o n t e Tabor está localizado en la Baja Galilea, al este del valle de Jezreel, al oeste del mar de Galilea. Según la leyenda allí tuvo lugar la transfiguración de Jesús. 336 Jerarquías de ángeles de la corte celestial. 334
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avivar sus incendios y atizar más aquel fuego divino en que se abrasa su corazón en mil ternuras y finezas, c o m o el sol que mientras más cercano al occidente despide más ardientes sus rayos. ¡Oh, y qué bien que dice en la hora de la muerte u n crucifijo en la m a n o de aquel que supo ajustarse a las máximas del crucificado! Q u é consuelo tan grande en aquellos últimos m o m e n t o s adorar y besar aquellas sacratísimas llagas en que sabe de cierto que tiene seguro su refugio. ¡Qué júbilo al escuchar de la boca del sacerdote aquellas dulces palabras: projiciscere anima christiana de hoc mondo, etc.337, en que le anuncian que ya está con el pie en el estribo para caminar a la gloria! C o m o si le dijeran a u n príncipe generoso que cautivaron los moros que ya era llegada la hora de salir de las prisiones 338 y restituirse a su reino; o c o m o si a un valeroso soldado, después de haberse señalado en la guerra con acciones m u y heroicas, le dijeran que su rey lo llamaba a la corte para darle una digna y gloriosa recompensa de sus fatigas. Por último, llega aquel m o m e n t o que lo ha de unir con Jesucristo: hace la M u e r t e la contraseña al verdugo del accidente y, entre suaves desmayos y dulces deliquios, inclinando al pecho la cabeza, deposita en las manos de su ángel tutelar el rico tesoro de su alma para que entregue esta preciosa alhaja a su legítimo dueño. N o causa horror aquella apacible estancia donde está el venerable difunto, antes todos corren apresurados a venerar su cadáver, se retiran envidiosos de lograr una muerte tan preciosa c o m o aquella.Yo también confieso que, al escribir este capítulo, m e ha entrado una santa envidia así de su dichosa muerte c o m o de su preciosa vida. La muerte es consecuencia de la vida y según es la vida es la muerte. Quiero vivir bien para morir c o m o deseo.
337 338
«Apártate, alma cristiana, de este mundo, etc.». Ms., salir de prisiones.
C A P Í T U L O XVIII Se viste la Muerte de distinto ropaje para presentarse a la cabecera de un pecador envejecido en sus culpas Aquel Señor que calificó la muerte de los justos por una cosa m u y preciosa de las que se registran en el m u n d o nos entra ahora diciendo p o r la boca del mismo sagrado oráculo que una de las cosas más abominables, espantosas y feas de las que se presentan a sus divinos ojos es la indigna muerte de los pecadores: mors peccatorum pessima339. Imagínense mis lectores u n cadáver podrido en la sepultura; pero es poco: pueden imaginarse una fantasma cubierta con las más lóbregas sombras de una funesta noche y que, al desplegar las negras bayetas, se deja ver entre verdiosas 340 y pálidas luces, una m u j e r cubierta de i n m u n dísima 341 lepra con la mano en la mejilla, tan triste y tan afligida que parece un vivo retrato de la melancolía. Pero es poco aún todavía para formar algún concepto de la horrible fealdad de la muerte de los impíos, se ha de formar en la fantasía una estatua sin vida vestida de la horrenda monstruosidad de todos los vicios, de los ascos abominables de una desenfrenada lujuria, de los tristes horrores de que se viste el pecado. Estos son unos cuantos coloridos con que se presenta la M u e r t e a la vista de los pecadores para dar al traste con todos sus transitorios gustos. Mas es de advertir que la M u e r t e se presentará a su vista más o menos horrenda, arreglándose a la mayor o m e n o r malicia y multitud de sus culpas. Es tanto el odio y el horror que Dios tiene a semejantes muertes que las detesta y las abomina c o m o la cosa más desagradable de cuantas pueden acontecer en este mundo. Este mismo Señor, que admitió gustosa la muerte y una muerte que, p o r ser tan inhumana, pudiera n o ser tan apetecible, es tanta la náusea que le causa la muerte de los pecadores que, por n o ver su abominable rostro, les dice y se las tiene jurada a los miserables de que, en llegando aquella hora (que es la hora de la muerte) n o lo busquen porque se ha de ausentar del aposento por
339 340 341
Salmos, 33, v. 22 (A). «La muerte de los pecadores es la peor». Verdiosa: verdinosa, verdosa. Inmundísima: superlativo de inmundo.
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VIDA DE LA MUERTE
no ver aquella muerte tan inicua como su vida 342 . Mas el no querer hallarse presente en aquellas horas en que ya comienza el pecador enfermo a despedirse del mundo, no es otro el motivo sino porque sus divinos ojos no pueden sufrir las circunstancias pecaminosas de que se reviste la Muerte de los desventurados pecadores, lo que declaró el mismo Señor moriemin? n. en las palabras siguientes: et in peccato vestro Con semejante ropaje encamina la Muerte sus pasos a la casa del desdichado mundano a quien ya tiene en una cama cercado 344 de miserias y, por lo regular, suele ser tan violenta su venida que, cogiéndoles de sorpresa, comienzan los familiares a andar a las carreras, se aprietan las manos y toda la casa se pone en grandísimo cuidado. Pero todo esto solo sirve para consternar el ánimo del paciente y para aumentar angustias a su afligido corazón. Pero ya es preciso darle al enfermo la triste y dolorosa nueva de que la Muerte por instantes se le avecinda. Mas, ¡ay Dios!, que al escuchar semejante noticia se le demuda el semblante. ¿ Q u é reflexiones hará entonces el miserable, que si las hubiera hecho en el tiempo de la salud no le fueran tan amargas como le serán en aquellas últimas horas? ¿ Q u é concepto hará entonces tan distinto de aquel errado juicio en que vivió mientras se mantuvo enfrascado en las vanidades del mundo? ¿ Q u é idea formará en aquellos tristes momentos de la preciosidad del tiempo y del valor incomparable de las cosas eternas? ¡Oh, qué golpe de tristes aprehensiones se le entrarán de improviso a turbarle la fantasía! ¡Ah, pobre infeliz, que en aquella hora todas las cosas se conspiran para afligirle! Se trata ya de disponerlo, pero como en cierto modo es decirle que se muere y que ya sale desterrado de este mundo divorciado de todo lo visible, aquel su corazón es reducido a una prensa de tan terribles angustias que parece que se ha desplomado sobre aquel infeliz hombre la dura solidez de todas las peñas y la basta pesadumbre de todos los montes. ¡Oh, excomulgados gustos y malditos deleites que conducen al pecador a tan lastimosa suerte! Veis aquí, amados cristianos míos, adonde van a parar aquellas vanas ideas y felicidades que sueñan los mundanos: se acaba la comedia y en llegando la última jornada de la vida representan el papel más triste y el espectáculo más lastimoso en el reducido teatro de un rincón del
342
Quaeretis me, et non invenietis,Jw, consultado el 17 de diciembre de 2014]. 562
«No percibe las cosas del espíritu de Dios», I Corintios, 2:14.
563
Propaganda Fide (actualmente conocida c o m o Congregación para la Evangelización de los Pueblos) es la responsable de coordinar la actividad misionera de la Iglesia católica desde su fundación en 1622 por Gregorio XV. 564 El Padre franciscano Antonio Linaz de Jesús María (1635-1693), natural de Mallorca, había trabajado en la Provincia franciscana de San Pedro y San Pablo de Michoacán, fundada en 1565. C o n el fin de renovar la inicial vocación misionera que había caracterizado la labor de los frailes menores desde su llegada a América en el siglo xvi, f u n d ó el Colegio de la Santa C r u z de los Milagros de Querétaro, perteneciente a la provincia de Michoacán, en 1683, que fue el primero de Propaganda Fide de América.
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incentivos para conciliarse las estimaciones y el aprecio de los letrados de mejor gusto. Su madre, la provincia565, congratulándose de tener un hijo que llenaba de esplendor a sus claustros con una guirnalda en las manos, aguardaba impaciente que terminase su giro para coronar sus sienes con el galardón debido a la grandeza de su mérito. Ya fray Antonio se daba a sí mismo los plácemes y enhorabuenas de su suerte, lisonjeado de las más floridas esperanzas que le prometían, con alegres aparatos, muy cercana la posesión de los puestos más condecorados de su provincia; pero como en semejantes lances rara vez falta una circunstancia que nos haga ver lo menguado de nuestros gustos, que entretienen más nunca satisfacen al corazón humano, le asaltó, cuando menos lo esperaba, una imagen funesta que le puso en grandísimo cuidado y, por entonces, se dejó ver ya encapotado de obscuras nubes el hermoso horizonte que le anunciaba en lo venidero tantos gallardos lucimientos. La Providencia Divina, que velaba sobre las circunstancias más menudas de este portentoso acontecimiento (que apenas tendrá ejemplar en las historias), como encaminaba sus consecuencias a los más altos fines de su gloria, de tal modo iba disponiendo los trámites del suceso que no quedasen frustrados sus siempre sabios adorables intentos. Al punto de la media noche, o ya fuese porque Dios a cara descubierta quiso sacar a fray Antonio a campo raso o porque las potencias del alma, abstraídas de las especies visibles, gozar566 en los silencios de la noche, la más bella y adecuada disposición para recibir los influjos de la gracia preveniente567 y apercibir los sutiles artificios de desengaño, rostro a rostro, sin andar con ambages568 ni rodeos, le declaró Dios el empeño en que se hallaba y lo que pretendía de su persona. Mas de tal suerte que, sin violencia alguna, fray Antonio quedase voluntariamente rendido y su gracia victoriosamente triunfante en la formación del gran proyecto a que se encaminaban los infatigables desvelos de su providencia.
565 Se refiere a la provincia franciscana de Michoacán (México), c o m o se indicó u n p o c o antes. 566
Ms.,gozan. Grada preveniente es la que precede a las decisiones humanas de manera que, pese a estar dañado p o r el pecado original, el h o m b r e puede optar siempre por aceptar la salvación que Dios ofrece a los hombres o rechazarla (ver Wolfgang Beinert, Diccionario de teología dogmática, Barcelona, Herder, 1990). 567
568
Ambages: rodeos de palabras o circunloquios
(DRAE).
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Esta noche, tan lejos está de llamarse triste noche que, antes se puede decir la noche buena de fray Antonio pues aquí acabó de terminar su curso aquella obscuridad del error y manifiesto engaño en que, por lo común, vivimos adormecidos los hombres siempre que se verifica que, apartándonos de lo eterno nos alimentamos de esperanzas fútiles, caducas y perecederas. Estando tirado en su lecho fray Antonio, poseído de un molesto pervigilio569, sin saberse su causa, con pensamientos muy ajenos y muy remotos de que estuviese tan próxima la corona de su dicha, sintió unos pasos en el pavimento570 de su celda cuya extraña novedad en horas tan irregulares le llamaron del todo la atención, sin quedarle otro arbitrio por entonces que tocar a silencio a sus potencias y a recoger sus sentidos para observar con cuidado si era ilusión de ellos mismos o era realidad del hecho aquellos pasos que turbaban su quietud y recogimiento. N o podía persuadirse hubiese entrado a su celda alguno de los religiosos pues tenía la satisfacción de estar la puerta con el seguro de la llave. De aquí es que, turbado su corazón con el pavor y los espantos a que provoca el melancólico silencio de la noche, era preciso que a la luz de estas instantáneas reflejas le buscase a aquel ruido otro más alto origen. Solo tuvieron que durar estas medrosas perplejidades lo que tardó en acercarse a su covacha571 el correo de la Muerte, que lo sacó de sus dudas. Este fue un esqueleto que se presentó a su vista con una candela en la una mano y con la otra le corrió la cortina de su cama y, según depuso el mismo fray Antonio después que el suceso le permitió algún aliento para desembarazarse de tantos sustos, advirtió que la mortaja cenicienta del cadáver era la misma que visten los religiosos en la provincia de Mallorca, donde tomó el hábito el dicho reverendo padre. ¡Oh, qué reflexiones tan profundas, tan juiciosas y tan cristianas haría entonces fray Antonio a la luz de aquella candela y a la vista de aquel espectáculo! ¡Ah, es preciso que por entonces se elevase en sus pensamientos hasta penetrar el fondo de la grandísima diferencia o de la suma distancia que media entre lo temporal y eterno, lo que se ha de acabar y lo que572 ha de tener fin! ¡Oh, qué consideraciones tan distintas de aquellas que, en
569 570 571 572
Pervigilio: falta y privación de sueño; vela o vigilia continua (DRAE). Ms., pavimiento. Covacha: vivienda o aposento pobre, incómodo, oscuro, pequeño (DRAE). Ms., lo que no ha de tener.
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otro tiempo, eran el dulce entretenimientos a fray Antonio! N o nos dice la historia que este correo trajese algunas cartas de creencia 573 , ¿pero qué mayores recomendaciones que presentarse a la vista un difunto que acababa de llegar de viaje desde la eternidad? N o le habló sensiblemente el esqueleto, ¿pero qué lenguaje más elocuente para una alma574 que estar575 bebiendo los desengaños por los ojos? M u d o estaba el esqueleto de pie, fijo, mas con sola su vista bastante le daba qué entender a fray Antonio: «Veis aquí el paradero y fin de todas las cosas. Esta candela te está señalando el término adonde caminan a fenecer las esperanzas del hombre. ¡Oh, fray Antonio, a la luz de esta llama podrás examinar adonde has dirigido tus sudores, tus fatigas, tus aplausos y lucimientos que en breve tiempo padecerán un total eclipse! Tus panegiristas están sentenciados por la Muerte a poner perpetuo silencio a tus alabanzas. ¡Ah, fray Antonio!, entra e n j u i c i o contigo mismo y podrás hacerte aquella misma pregunta que servía de estímulo a San Bernardo: ¿ad quid venisti?, ¿A qué veniste a la orden seráfica? o ¿para qué te trajo Dios a la religión del gran Francisco? Dios te condujo a ella para que fueras luz del m u n do, pero no luz para lucir sino para alumbrar a los ciegos. ¿Cuántas almas detenidas en las tinieblas salieran de la obscuridad de sus culpas con solo darle otro giro a los talentos con que Dios te ha enriquecido? N o es buena razón malograr tan preciosos tesoros que depositó en tu arbitrio el soberano Padre de las lumbres. La gentilidad también fue redimida con la sangre de Jesucristo, pudiera ser menos la pérdida de las almas, si no fuera tanta la escasez de operarios evangélicos. Los pecadores en el centro de la cristiandad corren precipitados en sus vicios y esto no se puede ver sin lastimarse el corazón y dejar quejosa a la caridad». «¡Ay, Dios!, éste es un aviso extraordinario del cielo y, por ventura, de él está pendiente la conversión de innumerables almas si, como es justo, yo me doy por entendido para cooperar a tan poderoso auxilio, y si lo malogro, ¡oh, qué juicio tan terrible se me espera! Vete en paz, triste
573 Carta de creencia: la que lleva uno para ser creído en la dependencia o negocio que va a tratar ( D R A E ) . 574 «Como femenino se emplea un, y bastantes menos veces una, ante nombre sustantivo femenino singular que empieza por el fonema vocálico / a / escrito a- o hacuando posee acento de intensidad» (Esbozo para una nueva gramática de la lengua española, p. 229-230). 575 Ms„ está.
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esqueleto, que ya m e dejas bien desengañado y, al576 mismo tiempo, bien instruido». Desapareció la visión y, al otro día, fray Antonio, con dos fuentes de lágrimas en los ojos, dio cuenta a su prelado del suceso de aquella noche, notándose en su persona tal mudanza que daba bien a entender era causada de la soberana diestra del Padre 577 . Este fue el578 apostólico varón, p r o m o t o r de la fundación del Colegio de la Santa C r u z de Querétaro, de donde salieron las erecciones de los colegios seminarios de Goatemala, Zacatecas y México para gloria de Dios y bien de las almas, cuya portentosa vida podrá leer el curioso en la Crónica de los Colegios por el reverendo padre fray Isidro Félix de Espinosa 579 .
576
Ms.,„.
577
Lib. 2, cap. 9 (A). La historia de la conversión de Fray A n t o n i o q u e se narra
en este capítulo está recogida en la Crónica apostólica y seráfica de todos los colegios de Propaganda Fide de esta Nueva España...
de Fray Isidro Félix de Espinosa, M é x i c o , V i u d a
de d o n José B e r n a r d o de Hogal, 1746, libro II, cap. 9 , p p . 116-119. 578
M s „ aquel.
379
Fray Isidro Félix de Espinosa (1769-1755): franciscano de o r i g e n m e x i c a n o q u e
participó en la evangelización de Texas. Escribió varias crónicas.
CAPÍTULO XXXVII Se introduce la Muerte en el más autorizado congreso de sabios teólogos filósofos y, contra el vario modo de pensar de tantos maestros, les demuestra con evidencia lo que es el hombre Apenas acababa de retirarse de R o m a (el martes que llamamos de carnestolendas 580 ) el miércoles inmediato, primero día581 de cuaresma, n o sé qué novedad sobrevino al pueblo que aquellos mismos que en los tres días de carnaval saltaban placenteros en las calles c o m o locos, representando varias figuras a lo ridículo, el miércoles por la mañana se hicieron presentes en el famoso templo del Vaticano de San Pedro de R o m a , con tanto juicio y tan respetuoso silencio, que n o podían disimular que algún cuidado interior era el que inmutaba 5 8 2 la universal alegría de los generosos pechos romanos. C o n este motivo que dio bastante que p e n sar p o r entonces y el de presentarse a la vista muchas pelucas y madamas de la primera grandeza en cuyas frentes se asomaba una divisa de negro tizne o ya fuese de tierra o ya fuese de ceniza, se suscitó una célebre y reñida cuestión sobre aquellas palabras del santo rey David 583 : quid es homo, ¿qué cosa es el hombre? Esta propuesta, sin más exordio ni otros preámbulos, despertó la atención de todos los circunstantes. U n griego que se hallaba presente t o m ó la m a n o para dar principio a la disputa y, lleno de arrogancia, dijo que el hombre era un m u n d o abreviado o u n compendio del universo (que esto quiere decir microcosmos en su c o m ú n lenguaje); Platón dijo que el hombre era la medida de todas las cosas. Hablaron algunos discípulos de Aristóteles y, según los p r i n cipios de su peripatética 584 , dijeron que el hombre era la armonía de todo el universo. E n sentencia de los secuaces de Plinio, lo explicaban c o m o una cifra de todo lo criado. Los ciceronianos afirmaban que era 580
Carnestolendas: carnaval (DRAE). Andrés Bello, Gramática: «Con los días del mes no se junta otro ordinal que primero» [ver , consultado el 27 de noviembre de 2014], 582 Inmutar, alterar o variar una cosa (DRAE). 583 Psalmi 8 (A), 8:5. 584 Peripatético: que sigue la filosofía o doctrina de Aristóteles (DRAE). 581
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el vínculo del mundo. Séneca, que era el centro de la sabiduría. Catón, que era participante de la mente divina. Sócrates, que era Dios por otro nombre. Pitágoras, árbol plantado con las raíces para el cielo. Plutarco, que era el rey de la tierra. Diógenes le llamó un sol brillante con alma. San Basilio585 dijo que era un animal político. San Gregorio Nacianceno le dio el título de gobernador de todas las criaturas. San Ambrosio, que era el juez de todas las causas. San Bernardo, ciudadano del paraíso terrestre. San Gregorio el Magno586, que era el contemplador de las divinas perfecciones del Sumo Bien. Así, de esta suerte se derramaba la elocuencia y la facundia de los mayores hombres en tejer una guirnalda de los más preciosos elogios para ceñirla a las sienes del hombre.Y como para el hombre no hay encanto más dulce ni hechizo más sabrosos que oír panegíricas alabanzas, encomios, lustrosos parangones y excelencias de su propia persona, hasta entonces se había mantenido el numeroso concurso muy gustoso saboreándose los oídos con las lisonjeras declamaciones que tanto exaltaban y entronizaban la fortuna del hombre. Solamente aguardaban el fin de la disputa para celebrar con víctores587 y con públicos regocijos los hermosos laureles con que cada uno se imaginaba salir coronado de aquella junta. En esta disposición se hallaban los ánimos de los oyentes, pero mudaron repentinamente el semblante las cosas y, de un instante a otro, se vio sorprendido el auditorio con el triste anuncio de una infausta novedad muy desagradable a los oídos del hombre. Fue el caso que588, introduciéndose por la puerta de la sacristía un monje (viva imagen de la penitencia) vestido de un saco ceniciento, tan flaco, tan macilento589 y tan venerable en su aspecto que parecía un esqueleto que acababa de salir de los sepulcros. Este se fue encaminando con mucha gravedad y silencio hasta subir los escalones del pulpito, como dando a entender que tenía que decir al auditorio algunas cosa muy importante.
585
San Basilio de Cesárea o el Magno (ca. 330-379): uno de los cuatro Padres de la Iglesia griega, los denominados Padres capadocios. Doctor de la Iglesia católica. 586 San Gregorio Magno (c. 540-694): sexagésimo cuarto Papa de la Iglesia católica, u n o de los cuatro Padres de la Iglesia latina j u n t o con San Jerónimo, San Ambrosio y San Agustín. Doctor de la Iglesia católica. 587 Victorear, vitorear (DRAE). 588 Ms„ Fue el caso. Que. 589 Macilento: flaco y descolorido (DRAE).
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N o fueron necesarios muchos exordios para conciliarse la atención del teatro porque con solo presentarse a su vista puso a todo hombre pendiente de sus labios y, rompiendo los términos del silencio que había guardado hasta entonces, dijo que, a pesar de una débil resistencia de la voluntad, iba en aquel día a anunciarles una triste y nada gustosa novedad y que se alegraba no precisamente de contristarlos, sino de que esta tristeza despertaría en ellos un saludable pensamiento que los conduciría por la mano hasta el seguro asilo de la penitencia. Dijo, pues, que, sin faltar al debido respeto de tantos teólogos y sabios maestros, habiendo de exponer como orador cristiano su dictamen en el caso en que se trataba de definir al hombre y de mostrar puntualmente lo que era590, valiéndose de las circunstancias del día, de la ceremonia santa de la Iglesia, de la misma ceniza que miraba sobre sus frentes y, sobre todo, apoyado con la autoridad del evangelio, considerando 591 que siendo aquel puesto el centro de las verdades y la cátedra de los desengaños, afirmaba y decía que el hombre, por más resplandores que le circunden,jamás había sido ni sería otra cosa en adelante que polvo, barro, tierra y ceniza: Memento homo quia pulvis es et in pulverem revertens?92. Apenas acabó de proferir una embajada tan desapacible a los oídos de los que tenían el corazón tan arraigado a lo visible que, consternados los circunstantes (como los discípulos de Jesús cuando Jesús les dijo en la noche de sus ternuras 593 que uno de ellos, ingrato, le había de entregar a sus enemigos), comenzaron a mirarse unos a otros despavoridos y asustados, sin acabar de entender por dónde les había venido aquel golpe repentino de novedad tan extraña que los despojó en un momento de tan alegres pensamientos y de tan floridas esperanzas. El orador observaba con destreza una instantánea mudanza y unos secretos, pero muy superiores movimientos que alteraban el corazón de su auditorio; y como los veía que de cuando en cuando se quedaban cabizbajos y pensativos, apuraba con vigor la materia hasta penetrar el 590 591
Ms., puntualmente su esencia. Ms., que se oponía a tantos elogios como se habían preconizado de las prerrogativas del
hombre. 592
La expresión latina, cuya traducción sería «Recuerda hombre que eres polvo y que en polvo te convertirás», proviene del Génesis 3:19, «quia pulvis es et in pulverem reverteris», y es recogida en la forma más conocida, que es la que se cita en el texto, en la misa del Miércoles de Ceniza. 593
Quizá haga referencia a que, durante la última cena, con gran ternura Jesús, por primera vez, se dirige a los apóstoles usando el diminutivo «Hijitos» (Juan 13:33).
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fondo repitiéndoles la triste canción de que todo hombre es tierra desde su origen y se ha de convertir en polvo: Memento homo, quia pulvis es et in pulverem reverteris. Y para hacerles más patético594 el estilo de su sermón, valiéndose de la memoria de la Muerte, les595 obligó a bajar con el pensamiento hasta lo más profundo de los sepulcros del Vaticano, fiel depósito de unas cuantas bien escasas cenizas, últimas reliquias de esta vida humana, tan parecidas unas a otras que no se podía discernir de quién habían sido en otro tiempo aquellos tristes despojos. Se dejaron ver en las bóvedas subterráneas unos medio 596 desarmados esqueletos que, después de haber tolerado el duro certamen de la agonía, estaban sufriendo los rigores del tiempo que todo lo acaba y consume. «Y veis aquí», les dijo el orador, «que la mayor parte de estos vestigios que infunden horror a nuestros ojos son otras tantas respetables mitras597 que, sujetas a la jurisdicción de la Muerte, hoy le pagan forzoso tributo de convertirse en cenizas. ¡Veis aquí tantas púrpuras, tantos capelos 598 , tantas eminencias que en otro tiempo eran partes muy brillantes en el Sacro Colegio 599 reducidas a polvo! Y hasta el muy augusto carácter de tantos soberanos pontífices que en diversas épocas fueron los oráculos de la universal Iglesia, condenados por la Muerte a un perpetuo silencio y sentenciados a resolverse600 en tierra no obstante la precaución de tantos bálsamos con que se intenta impedir la corrupción de nuestra humana naturaleza». «Pues no son más privilegiados los emperadores, los césares y los monarcas con todo el poder de sus ejércitos. La soberbia fachada que nos representan los panteones y la perspectiva de los mausoleos no son otra cosa que unos campos santos601 donde se guarda el polvo y la ceniza de las personas reales. Y si así trata la Muerte a los soberanos sin
594
Patético: dícese de lo que es capaz de mover o agitar el ánimo infundiéndole efectos vehementes, y con particularidad dolor, tristeza o melancolía ( D R A E ) . 595 M s „ los. 596 Ms., medios. 597 Mitra: toca alta y apuntada con que, en las grandes solemnidades, se cubren la cabeza los arzobispos, obispos y algunas otras personas eclesiásticas que tienen este privilegio (DRAE). 598 Capelo: sombrero rojo, insignia de los cardenales (DRAE). 599 Se refiere al Sacro Colegio Cardenalicio de la Iglesia romana. 600 Resolverse: reducirse, venir a parar una cosa en otra de menor importancia en relación con lo que se creía o temía (DRAE). 601 Camposanto: campo santo (DRAE).
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exceptuar de esta ley tan general a los más condecorados sujetos de la jerarquía eclesiástica, ¿para qué es derramar tantos elogios que alucinan la fantasía del hombre?, ¿para qué tantas lisonjeras adulaciones si por más que le canten al hombre sus excelencias el hombre no es más de tierra?, ¿para qué es mirarse en otro espejo que en aquél que claramente nos demuestra que somos polvo y nietos de la nada? Por más que quiera exaltarse la nobleza, aquí vienen a parar las proezas, la sangre más ilustre, los esclarecidos linajes, los timbres 602 , los escudos y las armas de la imaginada grandeza. A esto se ha de reducir todo hombre en los tristes horrores de un sepulcro: Memento homo, quia pulvis es et inpulverem reverteris». Este saludable recuerdo de la Muerte que en otras circunstancias pudiera haber causado algunos bellos efectos tuvo por consecuencia un general desabrimiento casi entre todos los circunstantes sin más causa que hacerles ver una verdad tan manifiesta. M u y disgustada salió la gente de la función de ceniza; los petimetres 603 y las madamas desde aquel instante hicieron poco menos que juramento de no volver a semejantes sermones y que ya en adelante tendrían buen cuidado de preguntar quién predicaba. Ellos y ellas, sin acordarse de hacerse las cortesías que acostumbran en el templo aunque esté expuesto el Divinísimo, se salieron desvariando 604 contra el nuncio 605 de la Muerte y el predicador quedó muy satisfecho de haberles cantado la cartilla606.
602
Timbre: insignia que se coloca encima del escudo de armas ( D R A E ) . Petimetre: persona que se preocupa mucho de su compostura y de seguir las modas (DRAE). 604 Desvariar, decir locuras o despropósitos {DRAE). 605 Nuncio: el que lleva aviso, noticia o encargo de un sujeto a otro, enviado a este para tal efecto (DRAE). 606 Cantar la cartilla o leer la cartilla: reprenderle, advirtiendo lo que debe hacer en algún asunto (DRAE). 603
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CAPÍTULO XXXVIII Se asomará la Muerte por la ventana de un sepulcro para ver el día del Juicio y se dice lo que sucederá entonces a la Muerte y a los mortales Para entrar a la narración de este capítulo es necesario traer a colación aquel célebre y memorable día adonde se encamina a fenecer el rápido curso de todos los tiempos y de todo cuando ha fabricado la humana soberbia de los hombres. Este día tan decantado en las Escrituras Santas será el día más grande y más solemne de todos los siglos. E n este día habrá m u c h o que ver y m u c h o que admirar y, aunque sabemos el lugar donde se ha de autorizar esta nunca vista función, el día totalm e n t e lo ignoramos 607 porque Dios, por sus impenetrables juicios, lo ha reservado en el archivo de sus venerables secretos. Este día será tan m a jestuoso e infundirá tanto respeto que todos, sin excepción de personas, estarán con grandísima compostura y reverencia porque en este célebre día hasta los locos han de entrar enjuicio. Este día estará todo el universo aún con mayor expectación que aquella con que están los hombres en la ciudad de México el día de la lotería en que se publican las suertes que han salido 608 . E n este día de la lotería general para el género h u m a n o estarán todos en u n profundo silencio pendientes de los labios del supremo juez, aguardando la suerte que les toca. En este día dará fin la representación de la comedia trágica de nuestra miserable vida: al que hubiere representado bien su papel, se le dará su gala609, llenándolo el j u e z de bendiciones eternas: Venite benedicti patris metal que hubiere sido mal farsante, saldrá desterrado del teatro de este m u n d o al fuego eterno: Ite maledicti in ignem aeternum6U. E n este día, p o r último, según célebres autores, dará una vuelta completa la gran máquina de los orbes, también dará su media vuelta la rueda que llamamos de la fortuna, de que están asidos los hombres c o m o los cubos de una noria: unos subirán
607
Ms., ignoraremos.
608
El j u e g o de la lotería se implantó en España durante el reinado de Carlos III y
el primer sorteo tuvo lugar en 1763; en Hispanoamérica se celebró en M é x i c o en 1771. 609
Cala: regalos que se hacen a los que van a contraer matrimonio ( D R A E ) .
610
Mateo 34, v. 3 4 (A). En realidad: Mateo, 25:34: «Venid, benditos de mi padre».
611
Mateo, 25:41: «Id, malditos, al fuego eteno».
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y otros bajarán y quedará el dilatado mapa del m u n d o tan desierto c o m o lo estuvo en su exordio. E n este día, vendrá Jesucristo c o m o j u e z de residencia con toda aquella gloria y soberanía correspondiente a su majestad; pero esta segunda venida no será con aquel sosiego y cautela con que fue la primera, de quien dice la Iglesia que aguardó a que todas las cosas estuvieran en u n profundo silencio para bajar de su regio solio 612 al vientre purísimo y virginal de María santísima. Dum médium silentium tenerent omnia, omnipotens sermo tuus Domine a regalibus sedibus venit. Porque este segundo adviento será acompañado de relámpagos, de truenos y de una c o n m o ción universal de todos los elementos. Se estremecerá toda la tierra y estos movimientos serán los parasismos con que el dilatado cuerpo del m u n d o comenzará 613 a agonizar para dar la última boqueada y acabarse. El ruido y pavoroso estruendo de los espantosos terremotos llegarán hasta lo más profundo de los sepulcros y harán que se ciernan 614 los huesos de los difuntos. La M u e r t e entonces, llevada de la novedad y del asombro, se asomará por la ventana de una sepultura para informarse del origen de tan tristes y lastimosos efectos. Verá la M u e r t e a todo el género h u m a n o m u y en juicio y todos los mortales verán a la M u e r t e en su ventana y les entrará tanta apetencia de m o r i r que, c o m o dice San Juan en su Apocalipsis 615 , desearán la muerte con m u c h o ahínco 616 : Desiderabunt mori. Pero la vista y el horror de aquel acto tan serio, que será u n auto general de inquisición, hasta en la misma M u e r t e infundirá tanto pavor que bajará a esconderse a lo más profundo de las617 bóvedas subterráneas por más que los hombres se mueran p o r ella: Desiderabunt mori et mors fugiet ab eis618. La misma Iglesia nos dice en la secuencia de los difuntos que, en aquel día estará la M u e r t e tan aturdida y tan espantada c o m o la misma naturaleza: mors stupebit, et natura cum resurget creatura. La M u e r t e se pasmará viendo desamparada y desierta la región inferior de los sepulcros. Se asombrará la misma naturaleza al ver aquellas m u y escasas reliquias de polvo, en que la M u e r t e había reducido a sus individuos, levantarse a nueva vida. 612 613 614 615 616 617 618
Solio: trono, silla real con dosel ( D R A E ) . Ms., comienza. Cerner, andar o menearse moviendo el cuerpo a u n o y otro lado
(DRAE).
Apocalipsis 9 (A). Ms., ahínco, como los patriarcas y profetas deseaban la venida del Mesías. príncipe, la. Apocalipsis, cap. 9 (A). 9 : 6 : «Desearán morir y la muerte huirá de ellos».
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Sin embargo, de las angustias de aquel tiempo, que apenas nos darán lugar para pensar en otra cosa que en las presentes calamidades si pudiéramos desembarazar un poco nuestra atención de aquellas tristes imágenes que no podremos borrar entonces de nuestra memoria fuera digno de toda refleja ver a los hombres corriendo en seguimiento de la Muerte y la Muerte huyendo de los hombres: DesiderabunP9 mori et mors fugiet ab eis. ¡Válgame Dios, qué mudanza tan extraña! ¿Ahora tantos deseos de vivir y entonces por morir tantos deseos? ¿Ahora los hombres tan apegados al mundo y entonces tan deseoso de salir fuera de él? ¿Qué prodigio es este, que ahora todo el tiempo se nos va en buscar la vida y que entonces todo se nos irá en buscar a la Muerte? ¿No es la Muerte aquella cuya triste memoria basta para llenarnos de amarguras? ¿Y que ha de llegar tiempo en que apetezcamos lo que ahora tanto aborrecemos? ¿Que ahora un rico del siglo no repare en gastar su hacienda toda en médicos y boticas para alcanzarle a su vida unos cortos plazos y que entonces diera de albricias todo su caudal por encontrar con la Muerte y no lo conseguirá? ¡Espantosa mudanza! ¿Y quién vio jamás semejante trastorno en los pensamientos del hombre? En aquellos tiempos se cumplirá al pie de la letra el funesto vaticinio del Apocalipsis. ¡Pero, qué teatro será entonces el mundo tan lastimoso y qué espectáculo tan digno de compasión ver, como dice San Juan620, a los mayores monarcas, a los príncipes más ilustres, a los personajes más esclarecidos, a los ricos más opulentos confundidos con la nobleza de la plebe, sin que entonces se haga atención al carácter más elevado, correr todos de tropel a las grutas de los montes y a las roturas de las piedras por ver si encuentran la Muerte! Pero qué tormento no alcanzar aquello que se desea como el único remedio a tan crecidos males. Pensarán acaso que la Muerte se ha subido a la coronilla de los montes y a gritos de confusión pedirán por grandísima merced que se desplomen621 sobre ellos o que sobre ellos arrojen los más duros frentones de sus peñascos 619
Ms., Desiderabunt. Príncipe, Siderabunt. Et reges terrae et principes et tribuni et divites et fortes et omnis servus et líber absconderunt se in speluncis et in petris montium et dicunt montibus [...]; cadite super nos et abscondite nos a facie sedentis super tronum et ab ira Agni. Apoc. cap. 6 (A). 1617: «Los reyes de la tierra y los magnates, y los tribunos y los ricos, y los poderosos y todo siervo y todo libre se ocultaron en las cuevas y en las peñas de los montes. Decían a los montes [...] caed sobre nosotros y ocultadnos de la cara del que está sentado en el trono y de la cólera del Cordero». 620
621
Ms., despierne.
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para sepultarlos vivos. ¡Oh cielos, qué tribulación tan grande! Dichosos los justos que verán la tempestad desde el tranquilo puerto de su buena conciencia y desde la cumbre de su eterna felicidad. Pero si se atiende a la causa que hará entonces tan apetecible a la Muerte, aún será mayor el asombro. N o será otra la causa, dice San Juan, sino por no ver al j u e z sentado en trono de tanta gloria. ¿Y es posible que por n o ver los hombres aquel piélago de hermosura divina, aquel rostro peregrino que encanta a los serafines le han de pedir a la M u e r t e que les quite las vidas y los arroje a las entrañas de la tierra? Q u e cuando tantos santos y tantas santas renunciaron todas sus delicias, sus riquezas y sus honores por lograr esta incomparable dicha, los hombres en aquel entonces ofrecerán sus vidas a la M u e r t e por no verle. ¡Oh, desventurados réprobos, que verán el rostro de Jesucristo por aquella parte que despide centellas de indignación y rayos de ira! ¡Oh, felicísimos justos, que verán a su dulcísimo redentor por aquella parte que basta para hacerlos eternamente gloriosos! ¡Oh, gloria de los santos! ¡Oh, supremo j u e z de los hombres, que has de venir a juzgarnos! todos lo creemos y lo confesamos: Judex crederis esse venturus622, que tengas misericordia de nosotros redimidos con tu sangre, todos humildemente te pedimos: Te ergo quae sumus tuisfamulis suveni quos pretioso sanguine redemisti623.
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«Creemos que vendrás para ser nuestro juez». Este verso forma parte del Te Deum, himno cristiano primitivo atribuido a San Ambrosio y San Agustín. 623 «Te rogamos que vengas en ayuda de tus siervos a quienes redimiste con tu preciosa sangre», forma parte del mismo himno citado anteriormente.
CAPÍTULO XXXIX Señales funestas que anunciarán al mundo estar muy próximo el fallecimiento de la Muerte cruel que nos mata
El reverendísimo padre maestro Feijoo624, florido y brillante ingenio de nuestro siglo, en el discurso en que trata de los cometas, con estilo magisterial y desdeñoso denuedo, los llama fanfarronadas del cielo. Por fanfarronadas habremos de entender unos espantajos que se aparecen en el cielo y que, habiéndose seguido inmediatamente la muerte de algunos príncipes, los hombres, poseídos de funestísimos melancólicos pensamientos que, por lo regular, han ocasionado semejantes sucesos, siempre han mirado estas señales como unos presagios muy infaustos o pronósticos de mal agüero que anuncian al mundo y amenazan a los hombres algunos infortunios y fatalidades. N o es de ese sentir el reverendísimo padre maestro Feijoo pero, o ya sean los cometas unos arcos triunfales que anuncian derramar sobre el mundo dichas y felicidades, como quieren los unos, o ya sean unas fantasmas625 o espectros que pronostiquen desventuras y desgracias, como quieren los otros, para mí es materia de mucha indiferencia y me bastará conocer la gravedad del accidente y ver arquear al mundo las cejas y hacer los últimos extremos para reputar esta señal por un terrible cometa que me avisa la vecindad de mi futura muerte. N o obstante lo dicho, sin temor de que se me enojen los unos, ni que me contradigan los otros, es preciso asentar que, al fallecimiento de la emperatriz de los sepulcros, habrán de preceder en el cielo espantosísimas señales626 que, como terribles cometas, harán conocer al mundo
624
Fray Benito Jerónimo Feijoo (1676-1764): ensayista y polígrafo español, figura destacada de la Ilustración española. Se va a referir a su obra Teatro crítico universal, t. 1, discurso í 0. Efectivamente, Bolaños retoma las palabras iniciales del discurso décimo del t o m o I, que empieza con las siguientes palabras: «Es el cometa una fanfarronada del cielo contra los poderosos del m u n d o . . . » . 625 Fantasma, c o m o otras palabras neutras latinas terminadas en — ma, -matis, provenientes del griego, en la lengua popular se asimilaron p o r su terminación al femenino, mientras que la lengua culta tiende a considerarlas masculinas. 626 Son las señales de las que habla el Apocalipsis a la llegada del fin del mundo.
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con caracteres tan manifiestos, que no dejarán qué dudar, que ya la Muerte, asombro y espanto de los vivientes, poco tiene que durar. Pudiera servir este capítulo de muchísimo consuelo a los pecadores que están tan bien hallados en el siglo con la esperanza de que la Muerte ha de acabar, ¿mas qué importa que la Muerte se acabe por entonces, si entonces ha de comenzar el juicio, la residencia627 y la cuenta? Pero volviendo a nuestro asunto y, suponiendo que los cometas son una señales que por tiempos se ha dejado ver en el cielo, que por lo raro de sus apariciones se llevan la admiración de los hombres, los que precederán al fallecimiento de la Muerte serán de tanta extrañeza y tan extraordinarios que ni antes se vieron ni después se volverán a ver jamás; y causarán tanta novedad que el mundo todo se pondrá en la más triste consternación y no habrá hombre que sea dueño de sí mismo para apartar la vista del cielo. Apenas podrán tragar la saliva de la boca, el sueño se ausentará de sus ojos y solamente tendrán ojos para ver lo que antes no quisieron advertir. Hasta la misma Muerte, a consecuencia de tan raro acontecimiento, viendo tanta turbación en los hombres y que se va dejando descolgar sobre la superficie de toda la tierra una alfombra de horrorosas tinieblas, entrará en grandísimo cuidado y, recelando que estos principios sean anuncios de aproximarse el fin de su monarquía, levantará los ojos para el cielo buscando el origen de tantas novedades y verá en el sol, en la luna y en las estrellas tan manifiestas señales del fin de todas las cosas que la misma Muerte se llenará de pasmo628. El sol, que era la alegría del mundo, perdiendo sus lucimientos, padecerá un total eclipse y apenas dejará una escasa luz que será bastante para presentarnos a la vista las tristes imágenes de nuestra tribulación y de nuestro pecado, que no conocimos en el tiempo de la vida. La luna, despojada de su antigua hermosura, aparecerá bañada en sangre629 y esta señal parece que da a entender la última decisiva guerra entre la Muerte y los mortales. Las estrellas, desencajadas de su centro con pavoroso estrépito y estruendo, se caerán sobre la tierra630. A ver ahora, mi querido lector, si hay quien diga que estas son fanfarronadas del cielo. A la verdad que estas prodigiosas señales no son otra cosa que unos síntomas mortales que
627
Sigue con las ideas apocalípticas del Juicio final. Erunt signa in solé et luna et stelli, Lucas, cap. 21 (A); 21:25: «Habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas». 628
629
Apocalipsis,
6:12.
630
Apocalipsis,
6:13.
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declaran estar el mundo muy próximo a agonizar y también la Muerte porque hasta la Muerte ha de acabar. En esta época, que será la más lastimosa de todos los siglos, a repetidos golpes de tantas tribulaciones en cada uno de los hombres se presentará la funesta imagen de un esqueleto árido, seco y consumido, arescentibus hominibus prae timoré31, se equivocarán con los mismos muertos y solo se distinguirán en que aquéllos serán unos cadáveres a quienes se les prolongó la vida para dar estrecha cuenta de toda ella. Hasta entonces se mantendrá la Muerte con bastantes recelos y temores de la ruina de su imperio. Pero como no solo en el cielo se dejarán ver portentosas señales, sino también sobre la tierra y debajo de la tierra con esta grandísima diferencia, que las señales del cielo infundirán mucho miedo por los ojos y las señales de la tierra infundirán mucho espanto por los oídos. Se dejará sentir por la vasta región de los sepulcros el sonido de una horrible trompeta632, como cuando tocan a juntar hombres a juicio; y será tanta su virtud y su eficacia que al imperio de su voz se estremecerán las bóvedas subterráneas y los sepulcrales edificios, se abrirán los panteones y se irán levantando todos los difuntos, unos tristes y otros alegres, y con tanta variedad en sus semblantes como fue la diversidad de sus vidas. Es refleja digna de un ingenio florido de nuestros tiempos que tenga esta trompeta virtud para levantar a los Muertos, ¿y que no tenga eficacia para despertar a los vivos? Ésta, pues, será la última señal que desengañará a la Muerte de que ya poco ha de dar que hacer a los hombres. Al ver la Muerte que en el mismo punto de la resurrección declinan jurisdicción los muertos sin esperanza de volverlos a matar irá perdiendo tanto las fuerzas que633, faltándole ya el alimento ordinario de las vidas humanas de los hombres, vendrá a morir de una suma flaqueza.
Lucas, cap. 21(A); 21:26: «Exhalarán los hombres su alma por el temor». El sonido de la trompeta anuncia la resurrección de la carne y el Juicio final, Apocalipsis, 8:2. 633 Ms., a que se agrega que. 631
632
C A P Í T U L O XL Senectud de la Muerte y principio de sus agonías Aunque no diremos con fijeza cuándo llegará este cuándo en que la Muerte ha de acabar, pero sí diremos la hora cierta y determinada en que ha de comenzar a agonizar. El mundo cuenta ya seis edades y desde que salió de los brazos de la omnipotencia hasta la presente época, numera seis mil novecientos noventa y un 634 años, según el cómputo cronológico del martirologio romano. Otros tantos cuenta la senectud de la Muerte, aunque con algunos días de diferencia, que fueron los mismos que precedieron desde el exordio de esta gran máquina hasta la ruidosa y lastimosa caída del hombre. La hora, pues, en que han de comenzar a tocar por todo el mundo las agonías de la Muerte es la misma en que los hombres serán convocados ajuicio, de tal suerte que la misma trompeta que ha de servir para despertar a los muertos, servirá de campana para dar a entender que ya la Muerte está en los últimos parasismos. Pero cuál haya de ser la hora puntual y crítica de las veinticuatro que componen el día natural en que hayan de comenzar estas agonías tan tristes para la Muerte, y estas angustias tan terribles para los hombres, podremos descubrirla con acierto registrando con cuidado la hora que apunta la mano de San Mateo en el indefectible 635 reloj del Evangelio. Eutimio 636 , San Juan Crisóstomo y San Jerónimo, citados del gran Cornelio a Lapide, comentador de los cuatro evangelistas, tuvieron por muy probable la sentencia que la segunda venida de Jesucristo al m u n d o dirigida a la residencia universal de todos los individuos que abarca637 la humana naturaleza, habrá de ser entre las once de la noche y la una de la mañana, fundados en el mismo texto de la parábola del Señor en que propuso a sus discípulos, bajo de unas misteriosas sombras, las medrosas circunstancias del Juicio Final: media autem nocte clamor factus est63S. Aun
634
Ms., 6991. Indefectible: que n o puede faltar o dejar de ser ( D R A E ) . 636 Eutimio Zigabeno: teólogo bizantino del siglo x n . Fue m o n j e en Constantinopla y escribió varios comentarios de los Salmos, de los Evangelios, etc. 637 Ms., abarcó. 638 Mateo 2 5 , 6 : «A la media noche se oyó un clamor». 635
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el mismo San Jerónimo afirma que ésta era tradición apostólica entre los primitivos cristianos de la Iglesia639 y que, por este motivo, en las solemnidades de las Pascuas, en que eran más numerosos los concursos de los cristianos a la celebración de los divinos oficios en los templos, n o permitían los sacerdotes que se retirasen a sus viviendas hasta pasada la hora de la media noche, temerosos de que en una de ellas pudiera verificarse la venida del Juez. Pensamientos verdaderamente cristianos, aguardar al Juez en el asilo de su misma casa, donde acostumbra derramar tantas misericordias.Y acaso sería éste el origen donde tuvo principio la santa y loable costumbre de aquellos antiguos monjes y anacoretas de los desiertos que continuaron levantarse 640 a la media noche a prevenir con oraciones la venida del Señor y aguardar su llegada entre la segunda y tercera vigilia de la noche, lo que hasta el día de hoy se conserva en m u chos conventos y monasterios de religiosos y ejemplarísimas religiosas. La sentencia de los referidos padres sobre el texto alegado del evangelio tiene otro m u y competente apoyo en la Escritura Santa, pues consta del É x o d o y del Libro de la Sabiduría 641 , que Dios aguardó el tiempo y el silencio de la media noche para poner p o r obra el gran c o n sejo de su justicia, matando y degollando a todos los primogénitos de Egipto, libertando del cautiverio a todos los hebreos, cubriendo aquella corte tan opulenta de tristísimos sentimientos y regando sus calles con la sangre de sus hijos. ¿Diremos acaso que la virtud de Dios n o podría hacer el mismo estrago en otro tiempo que el que hizo al tiempo de la media noche? ¿Necesita Dios de las tinieblas para construir sus grandes obras? ¿Por ventura, despiertos los egipcios podían contrarrestar a sus designios? Voluntati eius quis resistid2? Y nos ocultó el arcano de hacer tan ruidosa empresa en medio de las tinieblas. ¿Pues por qué no c o m e n zará la mayor función que ha visto ni verá jamás el m u n d o en el p u n t o crítico de la media noche? Otros asientan que, p o r aquella expresión que hace Jesucristo en su parábola de que a la media n o c h e se oirá u n clamor que vendrá c o m o precursor avisando de la proximidad del Juez, nos quiere dar a entender que su venida será inopinada, n o imaginada ni esperada de los mortales.
639
Ver Alapidem hic. (A).
640 a ' 641 642
Asi en ms. y pr. Éxodo, cap. 11 (A); 11:4. Sabiduría, cap. 18 (A); 18:14. Romanos, 9:19 «¿Quién puede resistir a su voluntad?».
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De este sentir es el eximio Suárez643 y, aunque no lo fuera, el mismo Señor en el evangelio nos persuade esta verdad cuando nos dice que estemos prevenidos porque no sabemos la hora en que ha de venir el Hijo del Hombre; ni el Hijo del Hombre,Jesucristo, ha querido revelar a nadie los momentos que el Padre Eterno reservó en su potestad. Más como quiera que sea, sea el Juicio a la hora de media noche o sea al punto de644 medio día, siempre será Día de Juicio y la hora cualesquiera que sea nos ha de ser muy incómoda. Algunos puede presentárseles muy desabrida la hora de media noche para ser llamados a juicio, principalmente si se hayan desvelados o por haber estado el resto de la noche con el naipe en las manos y si han perdido, ¡qué mohína 645 !; o que acaban de llegar del coliseo 646 o del fandango 647 ; y mucho más a aquellos miserables que acabaron de gustar el pasajero deleite de la sensualidad. C o n éstos se verificará al pie de la letra lo que muy al intento les cantó David: Compraehensus est peccator in operibus manum suarum648, fue cogido el ladrón con el robo en sus manos. Mas como los hombres en el día por lo regular viven tan descuidados en el importantísimo negocio de su salvación, aunque el Juicio comenzara al medio día, siempre para ellos sería el punto de la media noche. Y tan desapercibidos los hallará el Juez, tirados en su cama, como paseándose en la calle y aquella más claridad del día solamente servirá de hacer más vergonzosos sus delitos. En este tiempo 649 , pues, tan calamitoso para los vivos, será el principio de las agonías de la Muerte.Verá la Muerte que ya van a dar al traste650 las últimas vidas de los hombres, que es lo mismo que negarle los medicamentos a su enfermedad y derribar por tierra las columnas en que firmaba su imperio. Acabará la Muerte; ya no habrá muerte ni muertos en todo el orbe: Et mors ultra non erifi5i. Será sepultado su esqueleto en el
643 Francisco Suárez (1548-1617): jesuíta, filósofo y teólogo español, conocido como el «doctor eximio». 644 Ms„ del. 645 Mohíno: triste, melancólico, disgustado ( D R A E ) . 646 Coliseo: sala construida para espectáculos públicos (DRAE). 647 Fandango: por ampliación se toma por cualquiera función de banquete, festejo u holgura a que concurren muchas personas (Aut). 648 Psal. 9 (A); 9:17 «Quedó preso el impío en la obra de sus manos». 649 Ms., Este tiempo, es decir, se suprime En. 650 Dar al traste con una cosa: destruirla, echarla a perder (DRAE). 651 Apocalipsis 21:4: «No habrá ya muerte».
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profundo 652 sepulcro del infierno; pero allí no se llamará muerte temporal de los hombres, sino muerte eterna de los condenados. Después de las honras que harán los condenados a la Muerte, que será una continua lluvia de maldiciones por haberlos sorprendido en lo más gustoso de sus vidas licenciosas, le pondrán este epitafio sobre su sepulcro: En esta cárcel cerrada con aquel candado eterno con que Dios cerró el infierno, queda la Muerte enterrada. Nuestra Muerte desgraciada, muerte nos dio temporal, más desde el Juicio Final que cayó en esta caverna, otra muerte nos da eterna, ¡oh, qué Muerte tan fatal!
652
Ms., en el más profundo.
CONCLUSIÓN de la obra en que se da noticia del mar negro de la Muerte, que tiene que navegar todo hombre Este mar tan amargo está situado entre el oriente de la vida y el f u nesto ocaso de la Muerte. Corren sus aguas tan aceleradas como el tiempo y van a sepultarse sus olas en el interminable piélago de la eternidad. Todo hombre tiene que navegar este golfo de angustias y congojas. Para que no nos sorprenda este tránsito si nos coge desprevenidos, quiero presentar a la consideración de mis lectores los últimos pasos de su vida. Q u e tarde, que temprano, amado lector mío, llegará el día en que, después de haber malogrado lo más florido de tus años, caerás enfermo en una cama y no te levantarás de ella otra vez hasta que te bajen ya difunto para tender tu cadáver sobre la tierra. Tirado ya en tu lecho, comenzarás a navegar el mar de tantas tribulaciones hasta la opuesta orilla de la muerte. Pasarás el primero y segundo día de tu enfermedad con bastante desabrimiento; pero al tercero día, como vaya tomando mucho cuerpo el accidente, le asaltarán a tu corazón repetidas olas de amargura, como sucedió al grande Alejandro 653 que, después de haber coronado sus sienes de tantos triunfos y laureles en tantas victorias y célebres campañas, cayó enfermo en una cama y conoció que se moría, et post haec decidit in lectum et cognovit quia moreretui654 .Ya por entonces no te gustarán ni las músicas ni las conversaciones de los amigos ni las tertulias ni los paseos ni los teatros, nada de cuanto tiene el m u n d o de lisonjero porque allí comienzan ya a manifestar su engaño y su vanidad nuestros pasajeros gustos.Y al paso que se va aproximando la Muerte, se van retirando de nosotros aquellos pasatiempos que durante nuestra salud nos fueron tan familiares; y aun los mismos alimentos que nos fueron tan regalados, ya en aquellas circunstancias nos serán muy desabridos. Entrarás ya en los términos mayores de tu enfermedad pero, ¡oh, Dios santo!, ¿qué ideas tan distintas te formarás entonces de aquellas que 653
Se refiere a Alejandro M a g n o (356-323 a. C.).
654
Macabeos 1, v. 2 (A); en realidad, 1:5: «Después cayó enfermo y comprendió que
iba a morir». Está en el primer Libro de los Macabeos.
LA PORTENTOSA
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VIDA DE LA MUERTE
formabas cuando vivías tan olvidado de estos últimos pasos de la vida? Desde tu cama, que ya será un potro de insufribles tormentos, tenderás la vista a la vida pasada y, como quien despierta de un profundo sueño, verás que todas aquellas cosas que se vendían por dichas y felicidades, no fueron sino sombra, humo, viento, vanidad y mentira. ¡Qué cosa tan triste, haber mal empleado tantos y tan preciosos instantes del tiempo en condescender a las máximas del siglo y complacer a humanos respetos! Si lo que hicisteis por parecer sabio entre los hombres que ya forzosamente has de dejar, hubieras hecho por atesorar la verdadera sabiduría, la verdadera riqueza, el verdadero honor que consiste en saberse salvar, ¿qué pensamientos tan distintos fueran los tuyos de los que entonces tendrás655? ¿O cuánto consuelo tuvieras ahora de que te hayas privado? ¿Más de qué sirve ahora la borla656, el capelo, la dignidad657, el mando658, el bastón659, el lustre660 y los obsequios? ¡Oh, qué gloria tan menguada! ¿Cuántas fatigas te tuvieron de costo estos lucimientos que ya pasaron?, ¿cuántos desvelos y cuántos sobresaltos? En aquel estado recibirás un corto aliento al ver entrar al médico por las puertas de tu casa; pero será mayor tu desconsuelo cuando sientas en ti mismo que la enfermedad resiste y hace inútiles los medicamentos. Viendo el médico que no se adelanta nada con los remedios, se verá precisado a darte por sí o por otros una bien triste embajada que no podrá menos que serte muy sensible y causarte bastante alteración en el ánimo. Llegará, pues, el médico a tu cama o echarán mano de algún extraño para anunciarte que te dispongas para recibir los Santos Sacramentos, que es lo mismo que decirte: «Amigo, señor don Fulano, vuestra merced se halla muy malo y de peligro, pocas esperanzas nos quedan de su salud. Como cristiano que es, debe prevenirse para la Muerte». ¡Ah, qué noticia tan amarga para quien estaba tan bien hallado en el siglo!, ¡qué sentimientos para un corazón que se ve precisado a divorciarse de aquellos objetos que amaba con ternura! Mas ello es fuerza porque el tiempo se estrecha, se acorta el plazo y un delirio puede robar impen-
655
Ms., ahora tienes. Borla: insignia de los graduados de doctores y maestros en las universidades (.DRAE). 657 Dignidad: cargo o empleo honorífico y de autoridad (DRAE). 658 Mando: autoridad y poder que tiene el superior sobre sus subditos (DRAE). 659 Bastón: insignia de mando o de autoridad (DRAE). 660 Lustre: esplendor, gloria (DRAE). 656
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sadamente el conocimiento. Que se retire el médico del cuerpo y que venga el médico del alma661. Aquí entran ya en cuidado los familiares, y llenos de la mayor tristeza, cabizbajos y pensativos, se retiran a los rincones de la casa y se dejan percibir de cuando en cuando algunos suspiros que, cada uno de ellos, es una saeta que le hiere en lo más vivo al pobre paciente. Navegando entre la esperanza de la vida y el temor de la muerte, harás una revista sobre tu conciencia. ¿Qué imágenes tan tristes y tan funestas se presentarán a tu memoria cuando veas a mejor luz los deslices de la vida pasada?, ¿qué cosa tan extraña haber hecho en tu entero juicio aquello mismo que sabías ciertamente que te había de pesar y que, en estos términos te habías de arrepentir de haberlo ejecutado? Te dirá el confesor que si habéis ya otorgado vuestro testamento, y esta pregunta para ti será otra nueva puñalada porque será lo mismo que intimarte que te despojes y te desnudes de todas tus alhajas para vadear la rápida corriente de la Muerte, sin reservar para ti otra cosa que una mortaja para salir de este mundo. ¿Qué cáliz tan amargo has de beber cuando veas pasar tus riquezas a otras manos para que con ellas triunfen vuestros hijos o los extraños? ¿Qué bien te hubiera estado disponer en tiempo algunas cosas a beneficio de tu alma? ¿Con que ya se acabó todo? ¿Todo se queda en este mundo? ¿Nada llevo conmigo? ¿No hay algún empeño para no morir? N o hay remedio ni esperanza en lo humano; es preciso pagar este tributo a la soberanía del Altísimo. En fin, querido mío, te confesarás y procurarás que vuestra confesión sea con aquellas circunstancias que pide una confesión como para m o rir, si no es ya que andemos a las carreras y el negocio de la mayor importancia se trate acelerado y de prisa, como yo en varias veces he sido fiel testigo de estos sucesos, sin sacar otra cosa de la casa de mis enfermos que mi corazón traspasado de grandísimo desconsuelo. Los repiques de las campanas anunciarán la venida del Amor hermoso en el Divinísimo sacramento. ¡Qué día tan alegre y tan festivo para los justos, a quienes 662 se acerca la unión con el Sumo Bien! Pero en tu corazón causarán otros muy distintos efectos. Y será cierta especie de sobresaltos provenidos de que o la conciencia no ha quedado satisfecha o la vida no fue muy ajustada. Y como quiera que sea es materia de bastante desconsuelo. Al sonido de las campanas, todos preguntarán por 661
662
Ms„ de la alma.
Ms., que.
LA PORTENTOSA VIDA DE LA MUERTE
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el enfermo y, sabedores del peligro en que te hallas, serás el objeto de las lástimas y compasiones. Recibirás en tu pecho al mismo Señor que ha sido fiel testigo de tus hechos y será Juez en la residencia de tu vida. Entonces, con más justa razón que los discípulos en el castillo de Emaús, podréis decirle a su Majestad: Mane nobiscum, Domine, quoniam advesperacit et inclinata est iam dies663. Señor, quédate conmigo y no te ausentes de mí porque se me acerca la noche de mi muerte y, por instantes, se me acaba el día de mi vida; quédate conmigo y no me dejes porque estoy próximo a entrar en la última tribulación de la vida y no hay en todo lo humano quien me ayude. «Hermano», te dirá el sacerdote, «otro sacramento le falta que recibir, que es el de la extremaunción, y es el último socorro con el que la Santa Madre Iglesia ayuda a sus hijos para entrar al combate de la agonía». Mas si bien penetras el sentido de estas palabras, cada una de las unciones vendrá a ser para ti como un reloj despertador que te avise y como con la mano te apunte todos los delitos cometidos por los cinco sentidos. ¡Oh, qué memoria tan amarga para quien se halla tirado en su lecho, rodeado de innumerables angustias! Recibido ya el último sacramento, es preciso poner entredicho 564 a tu familia para que no entren a tu aposento. Mas antes, como quien está con el pie en el estribo para no verlos hasta la eternidad, os veréis precisado a darles el último vale665 y la última bendición. Q u é lance tan doloroso y qué despedida tan sensible, al separarse666 de aquellas prendas queridas de tus hijos, ver la ternura de sus años, la orfandad y desamparo en que quedan no puede menos que producir amarguísimas consideraciones que, como agudas flechas, penetrarán tu corazón por medio a medio 667 . Esforzando tu voz, con los ojos arrasados en lágrimas, les daréis la última despedida y ya no podréis
663
Lucas, 24 (A), 24:29: «Quédate con nosotros porque ya es tarde y el día declina». E n el ms. no aparece esta referencia bíblica. Se hace referencia a la cena de Emaús o los discípulos de Emaús, nombre con el que se identifica un relato del evangelio de San Lucas, donde se narra la aparición de Jesús resucitado a dos de sus discípulos camino a la aldea de Emaús, la forma en la que le invitan a pernoctar y cómo lo reconocieron. 664 Entredecir, prohibir la comunicación y trato con una persona ( D R A E ) . 665 Vale: voz latina usada alguna vez en español para despedirse en estilo cortesano o familiar. C o n los adjetivos último, postrero u otro equivalente, adiós o despedida que se da a un muerto o el que se dice al remate o término de una cosa (DRAE). 666 Ms., separarte. 667 De medio a medio: enteramente (Julio Cejador y Frauca, Diccionario fraseológico del Siglo de Oro, Barcelona, Serbal, 2008).
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articular más palabras porque la copia668 del llanto y lo crecido del sentimiento echarán nudos a tu garganta. Hecho ya todo lo que hay que hacer en este mundo, reducido a la última miseria, te irás aproximando a las últimas agonías. La debilidad, la inapetencia, las malas noches, los dolores de la cabeza, lo ardiente de la fiebre te van llevando a gran prisa para el sepulcro. Comienzan los parasismos y al verte los circunstantes con la vista quebrada, levantado el pecho, los pulsos perdidos, la respiración muy fatigada, cubierto del sudor de la muerte y poseído de unas ansias mortales («que se va», dicen, «que se muere»), se turba toda la casa, se contrista la familia, comienzan a correr, unos salen despavoridos, otros entran sobresaltados a tu aposento: la agua bendita, el santo Cristo, la candela de buen morir, ¡válgame Dios y qué llama tan triste!, pero a la escasa y pálida luz de esta candela verás, ¡oh, cuántos avisos del cielo malogrados y cuántos beneficios mal correspondidos!, ¡oh, quién hubiera sido un santo!, así exclamarás entonces, ¡oh, tiempo perdido y mal empleado!, ésta sí que es la hora de los desengaños y la hora de los buenos deseos. ¡Oh, qué tarde he caído en la cuenta! ¿Dónde están aquellas vanas ideas que me formaban mis pensamientos? ¡Oh, qué voz tan terrible la de aquesa campana que me toca mis agonías! Cuantas veces yo oí tocar las ajenas, me avisaban que había de verme forzosamente en este trance. ¡Oh,pobrecito de mí! Jesús me ayude, Jesús me ampare, Jesús me mire con ojos de misericordia y entre estas angustias se desprenderán una cuantas lágrimas de tus ojos, que será la más cierta señal de que ya no existes en este mundo. ¡Ea, cristiano lector mío, tiende la vista con cuidado por este mar de tribulaciones que en breve tiempo habrás de navegar, no pierdas de vista el puerto si no quieres perecer! Por remate me ha parecido oportuno poner el testamento siguiente, que deberá otorgar todo cristiano, y se les podrá ir leyendo con mucha pausa y con sentido a los enfermos que se hallan ya en peligro de muerte para incitarlos y moverlos a tiernísimos afectos y sentimientos.
668
Copia-, muchedumbre o abundancia de una cosa ( D R A E ) .
TESTAMENTO En el nombre de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, tres personas distintas y un solo Dios verdadero, criador de cielos y tierra, yo, N..., morador que he sido por breve tiempo en este valle de lágrimas, desterrado de mi amada patria, el cielo, por quien suspiro y lloro cautivo en este mundo, estando en mi sano juicio y entero conocimiento, creyendo como católico cristiano todos los artículos y misterios que cree, tiene y enseña mi madre, la santa Iglesia, en cuya fe y creencia quiero y protesto669 morir, y dar el último aliento de mi vida, dispongo mi testamento y ordeno mi postrimera voluntad en la forma siguiente que juzgo y deseo muy de veras sea la más agradable a los ojos del Altísimo. Primeramente: declaro que, por cuanto me conozco muy insuficiente para darle a mi Criador y mi Redentor las debidas gracias por tanta copia de beneficios que su bondad infinita ha derramado sobre esta ingrata criatura, pido, suplico y ruego muy encarecidamente a los nueve coros de los ángeles y bienaventurados del cielo que, a nombre de este miserable pecador, que desea ser agradecido, glorifiquen su bondad, exalten sus grandes misericordias, alaben sus atributos y den670 dulces bendiciones al Sumo Bien Infinito, que se derrite en ternuras y finezas671 sobre los pecadores más ingratos como yo. Item672: quiero y es mi voluntad que, la última palabra que tengo de hablar en esta vida, sea invocando el dulcísimo nombre de Jesús y de María santísima; el último bocado que tengo de tomar673 en esta peregrinación del tiempo a la eternidad, quiero sea el augustísimo sacramen-
669
Protestar, confesar públicamente la fe y creencia que uno profesa y en que desea vivir ( D R A E ) . 670 Ms„ llenen de. 671 Fineza: acción o dicho con que uno da a entender el amor y benevolencia que tiene a otro (DRAE). 672 Item: adverbio para hacer distinción de artículos o capítulos en una escritura (DRAE). 673 Ms., hacer.
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to del altar, en que mi fe adora a Jesucristo, mi redentor, hijo de Dios bendito y hermoso fruto del vientre de la purísima674 Virgen María. Item: por cuanto, cuando yo salí del vientre de mi madre, salí totalmente desnudo y nada traje conmigo 675 a aqueste mundo, de la misma suerte quiero que mi corazón totalmente desnudo de todo lo terreno y de todo lo visible, no lleve otra cosa a la sepultura que un fino, heroico y verdadero arrepentimiento de sus pecados y, en obsequio de la hermosa virtud de la honestidad, una mortaja que, por amor de Dios, por caridad y de limosna, pido a mis hijos, mi esposa o parientes, etc. Sé que mi Redentor vive y que en el último día de los tiempos he de resucitar para nunca más morir; así lo creo y confieso como católico romano y, por tanto, quiero que mi cuerpo difunto se entregue en depósito a las entrañas de la tierra, que es la común madre que, obsequiosa, nos da hospedaje cuando el mundo y nuestros parientes, nos arrojan de su vista, con el gravamen de que luego 676 que oiga resonar la horrible trompeta que convoque a los muertos para el Juicio, me le restituya entero para que, en cuerpo y alma, alabe yo y bendiga las misericordias del Altísimo como lo espero de su bondad infinita. ítem: quiero y es mi voluntad que, mucho antes de morir, se desaten mis ojos en dos fuentes de lágrimas tan copiosas que mi mismo llanto publique y haga conocer a todo el mundo el grandísimo sentimiento, el pesar sumo y el sumo dolor que ahora tengo de haber ofendido a mi Dios, de haberle correspondido ingrato a tantos beneficios. Llorad, ojos míos, llorad sin término ni descanso por haber quebrantado una ley tan santa, una ley suave, justa, inmaculada, por haber injuriado a aquella bondad infinita que tanta paciencia y sufrimiento ha tenido con el más vil y despreciable gusano de la tierra. Aviva mi sentimiento, ¡oh, Espíritu Divino, tercera persona de la Trinidad augusta! Esfuerza677 mi dolor de tal suerte que mi llanto dé testimonio auténtico que habita en mi interior aquel fuego de amor en que abrasasteis los pechos de los sagrados apóstoles. R u e g o y encargo al ángel tutelar de mi custodia recoja estas mis dolorosas lágrimas y, juntándolas con los dolores que padeció en el monte
674
Ms., fruto de la purísima.
675
Ms., consigo.
676
Luego: prontamente, sin dilación ( D R A E ) .
677
Esforzar, dar o comunica fuerza o vigor
(DRAE).
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Calvario la más afligida678 mujer y atormentada madre de mi Jesús, las ponga con suma reverencia en el sacratísimo corazón de María Santísima y en este purísimo relicario las presente al Eterno Padre haciéndole un recuerdo de la pasión y muerte de su hijo dilectísimo, Jesucristo, que envió al mundo a padecer tantos trabajos para conducir al paraíso sobre sus hombros, la ovejuela errante de mi alma. Item: a mis hijos, amigos, parientes, y a todos mis prójimos, les dejo el rico caudal de un clarísimo desengaño de la inconstancia y brevedad con que se pasa la vida. Mucho puede importarles para el escarmiento si, con cristiana reflexión, me consideran tirado en este cama lleno de miserias, sin hallar consuelo en todo lo humano. D e lo pasado, nada tengo por ahora y solo me han quedado unas tristes reliquias de crueles remordimientos de la conciencia que me llenan de amarguras el alma y me hacen muy temeroso el paso en que me hallo para entrar a la eternidad. Escarmienten en mí los que desean verse libres de tan terribles angustias. Todos los gustos y pasatiempos me han desamparado ya y, en breve, me desampararán hasta los más familiares de mi casa. De todo lo que fue y ya pasó, solo encuentro en esta hora que mi vida fue sueño, humo, sombra, viento, vanidad, que todo pasó como un relámpago que lució en un momento y en el mismo momento acabó su resplandor. Yo les ruego encarecidamente que ahora fijen en mí su consideración y después pongan los ojos en mi yerto cadáver. Aprovéchense todos del tiempo y de esta bella ocasión con que les convida mi suerte. Esta es la hora de los desengaños y muy a propósito para decir la verdad. Servir a Dios es lo que importa, salvar el alma cueste lo que costare. Item: porque sé por testimonio auténtico de la Escritura Santa que un corazón lleno de tribulaciones es un sacrificio muy agradable a los ojos del Altísimo, quiero que, por las purísimas manos del gloriosísimo príncipe señor San Miguel, sea ofrecido a su Divina Majestad mi angustiado corazón, con todas las tribulaciones que tengo de padecer hasta la última agonía en las aras679 de la paciencia, conformidad y resignación con su divina voluntad, admitiendo muy gustoso el cáliz de la muerte que me espera; y quisiera tener mil vidas que sacrificarle en obsequio y humilde reconocimiento de su soberanía y supremo dominio sobre todas las criaturas; esperando y creyendo, como firmemente espero y creo, 6 7 8 Ms., con las preciosas perlas que derramaron en el monte Calvario los purísimos ojos de la más afligida.
679
Ara: altar (DRAE).
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de su bondad infinita todo lo ha de dirigir a la mayor gloria y exaltación de su santo nombre y m u c h o bien de mi alma. ítem: c o m o por la bondad y misericordia infinita del soberano autor de todo bien, no tenga yo otro caudal de que disponer en la presente ocasión que el rico tesoro de mi alma redimida con la preciosa sangre 680 del H i j o de Dios, mi amabilísimo Redentor, n o m b r o y declaro a Jesucristo, mi bien, p o r único y forzoso heredero p o r tantos títulos y derechos; y es mi voluntad que luego en aquel mismo instante en que mi alma se desprenda de mi cuerpo, sin dilación ni de u n solo m o m e n t o , se le entregue a su legítimo dueño. Item: quiero, y lo quiero m u y de veras, y nombro p o r testamentaria albacea y única ejecutora de esta mi voluntad 6 8 ', a la purísima R e i n a de los Angeles y Madre amabilísima de los pobres pecadores a quien, in solidum682, le doy toda mi voluntad para que disponga c o m o mejor viere convenir; y pueda, si fuere de su real agrado, substituir la ejecución de mi voluntad en su purísimo y castísimo esposo, de tal suerte que, mi alma, pase sin dilación o de sus purísimas manos o de las del santísimo patriarca a los amorosos brazos de mi redentor Jesús. Recibid, purísima Señora, este nombramiento y si, para conseguir el fin de mis deseos se necesita algún e m p e ñ o o valimiento, yo empeño la bondad misma de vuestro cándido pecho. A mi madre, la Santa Iglesia, le dejo m u y encargado que luego, al p u n t o que se verifique mi muerte, mande para el cielo sus correos y presente a su divino esposo, Jesucristo, su llanto por medio de las plegarias de las campanas por un hijo que, aunque ingrato, n o ha negado la fe que confiesa y tiene su misma madre; y que, abriendo las arcas donde están en depósito los preciosos tesoros de los merecimientos de Jesucristo, m e socorra con un mendruguillo de las muchas indulgencias que se reparten en su mesa a beneficio de los pobres difuntos. Asimismo ruego y encargo a mi familia, amigos, parientes y c o n o cidos que m e tengan presente en sus oraciones y no m e sepulten en la región del olvido por aquel amor santo con que les deseo verlos unidos
680
Ms., que vale tanto como la preciosa sangre. Ms., mi última voluntad. 682 In solidum: por entero, por el todo. Expresa la unidad vincular que permite a un acreedor pedir la totalidad del crédito perteneciente a varios y que obliga a cualquiera de tales deudores a cumplir íntegramente (Guillermo Cabanillas, Diccionario enciclopédico de derecho, Buenos Aires, Heliasta, 1986). 681
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conmigo al Sumo Bien en la eterna felicidad, donde espero verme por la misericordia de mi Señor Jesucristo, y tenerlos muy presentes y hacer patentes sus necesidades al Todopoderoso. A la tierra con sus árboles y sus plantas, le doy mil gracias con mis ojos arrasados en tiernas lágrimas por el tiempo que ha sufrido y sustentado a esta criatura, la más ingrata con su Criador. Y porque conozco que insta ya el tiempo de mi partida en que debo prevenirlo todo para el tránsito forzoso, aunque el fiscal de mi conciencia no me acusa de haber ofendido a alguno de mis prójimos; pero como Dios es el que me ha de juzgar, si acaso a alguno le he dado motivos de sentimientos, pegando ahora mis labios a la tierra que pisa, que me perdone le pido por aquel Señor que, con tanta humildad, se postró en tierra a lavar los pies a sus amados discípulos; y perdono de corazón a todos los que en algo me hubieren ofendido, estrechándolos en mis brazos como a mis queridos hermanos e hijos todos de nuestro Padre celestial. Nombro por mis especiales patronos para el tiempo de mis agonías al gloriosísimo señor San José, al soberano príncipe señor San Miguel, a los muy augustos padres de la gran madre de Dios, mi señora Santa Ana y señor San Joaquín, reservando para los últimos instantes y lo más apretado del combate todo el favor y amparo de aquella purísima y amabilísima criatura683 que vino al mundo trayendo impreso y grabado en su amoroso pecho el sagrado carácter de refugio de pecadores y auxilio de cristianos. Por este mi testamento y última voluntad, que otorgo en presencia de tantos testigos como son los nueve coros de los ángeles y bienaventurados del cielo, anulo y revoco cualesquiera684 voluntad que a ésta sea contraria, pues quiero que esta mi disposición sea irrevocable en todo tiempo, la que otorgo y rubrico con lágrimas de mis ojos y con la sangre de mis venas, a tantos de tal mes y año en este valle y lugar de llanto y de miserias. Y adiós, amigos, hijos, parientes y conocidos, adiós, adiós, apartaos de mi vista hasta que nos veamos en la eternidad. Dejadme libre este corto tiempo para darme todo a las amorosas ternuras y confianzas de aquel Ms., creatura. «El uso de este plural [cualesquiera o cualesquier] con valor de singular se halla en cambio muy extendido en el habla vulgar de España y América», Esbozo de una nueva gramática de la lengua española, p. 231. 683
684
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gran Dios con quien me retiro a tratar el importantísimo negocio de mi salvación. El os bendiga a todos y, como tuvo cuidado y providencia de mi entrada en este mundo, cuide ahora de mi salida y de mi entrada a la eternidad. Amén. Laus Deo.
P R O P A G A N D A FIDE: M E M O R I A D E LA M U E R T E
Gema Areta Marigó
La portentosa Vida de la Muerte (1792) de Joaquín Bolaños forma parte la extensa bibliografía franciscanista 1 sobre teoría y prácticas misionales cuya causalidad expresiva se encontraría en las crónicas de los franciscanos antiguos como Andrés de Olmos,Toribio de Motolinía, Bernardino de Sahagún, Jerónimo de Mendieta, Juan de Torquemada, etc. En el caso específico que nos ocupa autor y texto están condicionados tanto por los nuevos problemas a los que se tuvo que enfrentar el apostolado franciscano durante el siglo xvm, en el interior de esa «Iglesia asediada» estudiada por David A. Brading, como por el universo semiótico del legado cultural de Propaganda Fide en México (su lugar de origen en América) a través de la fundación de los Colegios Apostólicos, su textualidad y legitimación de saberes. Dichos colegios funcionaron como colegios seminarios y colegios de misiones, por ello consideramos imprescindible encarar las consecuencias de esta simultaneidad: hacia dentro por ser centros de instruc-
1 C o m o recuerda Lino Gómez Cañedo la orden de San Francisco «fue la primera en establecerse en el Nuevo Mundo y su labor apostólica en el mismo superó —al menos cuantitativamente y en extensión geográfica, que es, al fin, lo que puede medirse de manera segura— a la de cualquier otra Orden religiosa. En cierto momento —primera mitad del siglo x v m — puede afirmarse que entre franciscanos y jesuítas casi monopolizaban la obra misional propiamente dicha. Y esta tarea quedó en su mayor parte a cargo de los franciscanos después de la expulsión de los jesuítas» (Gómez Cañedo, 1977, p. xvii).
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ción donde se accede a una formación altamente cualificada desde sus dos ejes formativos, uno religioso y otro intelectual, con un curriculum de saberes y prácticas necesarias impartidas para la catequesis y evangelización; hacia fuera con su dedicación tanto a la conversión de infieles (las llamadas «conversiones vivas» o primer anuncio del Evangelio) como de fieles (orientada a la «reforma de costumbres» y al fomento de la moral cristiana, siendo campañas de renovación Cristina y de consolidación de comunidades, cuidado de conventos y doctrinas, etc.). Mientras que el trabajo misionero realizado por la orden jesuita se canalizó a través de su sistema de misiones, en la orden franciscana de los observantes fueron sus Colegios de Propaganda Fide el marco institucional orgánico. C o n la Constitución Inescrutabili divinae del 22 de junio de 1622, el Papa Gregorio X V creaba en R o m a la Congregación de Propaganda Fide. Su organización y atributos fueron especificados en la Constitución sucesiva de julio del mismo año, que es la Romanum decet Pontijicem. Se nucleaba así un cuerpo de Cardenales y funcionarios con el objetivo de tratar asuntos concernientes a la propagación de la Fe en todo el mundo, con atención prioritaria al universo extraeuropeo 2 . Según Patricia Escandón este organismo pontificio tenía como principales funciones «organizar y fomentar la obra misional de la Iglesia católica en el mundo, y ello, desde luego, bajo la égida de Su Santidad. Hasta entonces la evangelización no había estado a cargo de ninguna institución eclesiástica especial, pero una vez integrada, R o m a intentaría utilizarla a fin de tener injerencia directa en materia misional dentro de los dominios imperiales de España, un ámbito exclusivo, privativo del Monarca y del Consejo de Indias»3. Recordaba Guy Bédouelle que la reforma del catolicismo (desde la España de los Reyes Católicos y la Florencia de Savonorola) se clausura en el siglo xvn 4 con la fundación en 1622 de la institución misionera de Propaganda Fide. C o m o cada tiempo y cada época tienen una forma peculiar de vivir el imperativo «ecclesia semper reformanda» pensamos que la obra de Bolaños se correspondería con una hermenéutica de la reforma perteneciente al xvn, para reflejar después, a finales del si-
2 Ver «La Congregación de Propaganda Fide y los Franciscanos». E n < h t t p : / / w w w . franciscan0sdetarija.c0m/pag/d0cument0s/enciclicas/intr0/partel.htm#iiil>. 3 Escandón, 2008, pp. 46-47. 4 Sobre el «cristianismo barroco» en la Nueva España, consultar algunos trabajos incluidos en Ortega, 1986.
GEMA ARETA MARIGÓ
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glo XVIII, las inquietudes y la problemática del reformismo borbónico ilustrado. Los aspectos geopolíticos de la nueva dinastía (estudiados por Patricia Escandón como el centralismo, el reordenamiento integral de la estructura político-administrativa del imperio, la necesidad de cohesionar la actividad misional en regiones limítrofes y zonas de frontera, el mejor aprovechamiento del clero regular americano, los intentos expansivos de los extranjeros...) decidieron a la corona a promover el avance de su iglesia misionera sobre la «América periférica Terminal» 5 . El espíritu de la nueva Congregación de Propaganda Fide supuso para Lino Gómez Cañedo la puesta en práctica de diferentes ensayos de renovación del campo misional 6 , por ello no es de extrañar que los franciscanos estuvieran desde muy temprano en contacto con dicha congregación teniendo en cuenta, siguiendo a Félix Saiz, que la necesaria preparación para el trabajo misional fue una constante preocupación dentro de la Orden franciscana, «los expositores de la Regla, ya desde San Buenaventura, entendieron que se trataba de una triple idoneidad: física, intelectual y moral»7. A la sombra de Propaganda Fide los franciscanos crearon sus colegios de misiones en América, siendo su iniciador el fraile mallorquín Antonio Linas del que dirá Bolaños al final del capítulo XXXVI: Este fue el apostólico varón promotor de la fundación del Colegio de la Santa Cruz de Querétaro, de donde salieron las erecciones de los Colegios Seminarios de Guatemala, Zacatecas y México para gloria de Dios, y bien de las almas, cuya portentosa vida podrá leer el curioso en la Crónica de los Colegios por el reverendo padre fray Isidro Félix Espinosa8 (p. 224). El origen de estos centros formadores de misioneros a finales del siglo x v n y principios del x v m guarda relación con lo que Pedro Borges ha llamado el «entibiamiento misional» motivado por la escasez numérica de los religiosos (todavía Bolaños se queja de «la escasez de operarios evangélicos», p. 223) y por un enfriamiento «que surgió como fruto de las ideas de la época y de la relajación de las órdenes misioneras ocasio-
5
Ver Escandón, 2007, s. p. Gómez Cañedo, 1977, p. 53. 7 Saiz Diez, 1992, p. 27. 8 Citaremos siempre por nuestra edición y para mayor comodidad incluiremos la paginación en el interior del texto. 6
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nada por su anterior excesivo crecimiento»9. A este generalizado desinterés evangelizado^ vendría a sumarse la no desdeñable realidad, apuntada por René González Marmolejo, de las condiciones inhóspitas de la región, esa «lucha contra el desierto (que) fue una empresa reservada a los espíritus más templados, con firme vocación religiosa, dispuestos prácticamente a cualquier reto o sacrificio»10. José Refugio de la Torre considera que después de dos siglos de presencia en el continente americano «el proyecto socio-religioso de las órdenes regulares entró en una fase de agotamiento». Entre los procesos de diferente índole que aceleraron un desgaste inevitable se encuentran las presiones ejercidas por los funcionarios reales y los obispos, los reajustes sociales, y una serie importante de nexos causales como el medio geográfico, los pobladores de doctrinas y zonas de misión, las autoridades temporales, el comercio, el dinero de cuenta y el circundante, incluso los propios frailes11. Habría además que tener en cuenta la necesidad de asegurar la mejor manera de organizar el reclutamiento del personal misionero (tanto en España como en América), proporcionándole un ambiente propicio para su exclusiva dedicación al apostolado, y de este modo según Lino Gómez Cañedo «disponer de más y mejor personal con vocación apostólica, tanto para las misiones populares entre fieles como para organizar nuevas "entradas" a territorios de indios todavía no reducidos»12. En el caso concreto de la jurisdicción americana de la orden franciscana a mediados del siglo xvn Patricia Escandón anota la considerable dedicación de recursos humanos a su «clientela» fija (poblaciones indígenas, o españolas y mestizas), a las actividades de índole administrativa, a la consolidación de la cristianización, junto a la relativa desatención de las tareas misionales al no querer los frailes abandonar las comodidades de la vida civilizada o acceder a cargos de gobierno... aspectos que relegarían a un segundo plano la actividad de las conversiones vivas con el consiguiente destino de efectivos a las incursiones en zonas de frontera o de guerra con indígenas hostiles13.
9 10 11 12 13
Borges, 1977, p. 259. González Marmolejo, 2009, pp. 9-10. Torre Curiel, 2001, p. 351. Gómez Cañedo, 1974, pp. XXV-XXVI. Escandón, 2008, pp. 45-46.
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Es debido a este complicado panorama lleno de obstáculos que los franciscanos deciden fundar una institución que tuvo entre sus más meritorios fines reactivar la acción cristianizadora, dar estabilidad y continuidad a las misiones procurando una mayor formación religiosa y un mejor adiestramiento pastoral, siendo centros de instrucción de neomisioneros y lugar de renovación física y espiritual de los antiguos 14 . La tendencia muestra una conservación de la más pura observancia de la Seráfica Regla, buscando la especialización de unos religiosos que siendo modelos de fe cristiana pudieran influir favorablemente en el aumento de las vocaciones misioneras. La vida rigurosa y austera de los colegios guarda relación con su ingente legado cultural, con la importancia de sus bibliotecas, con la necesidad de historiar los orígenes, escribir las biografías de los fundadores, procurando una publicidad religiosa obtenida también a través de una deslumbrante producción literaria y artística. Del proyecto fundacional de los colegios Francisco Morales llama la atención sobre la importancia de las instituciones y la reglamentación, gozando de una independencia de las Provincias 15 , sujetos directamente a las autoridades generales de la orden, Ministros o Comisarios Generales, y con una distintiva dedicación a la predicación evangélica. Los miembros de estos colegios pudieron entregarse sin necesidad de recurrir a las autoridades locales al objetivo peculiar de su instituto: la misión, entre pueblos cristianizados o no cristianizados. [...] La idea central es la de un colegio, entendido como un nutrido grupo colegiado de frailes que se sustentan continuamente en la oración y en el estudio, o sea un centro especializado de evangelización con personal preparado espiritualmente e intelectualmente para este fin. [...] Una fraternidad en la que la oración el estudio y la predicación misionera eran los ingredientes básicos de una vida
14
Saiz Diez, 1992, p. 30. «Al igual que otras órdenes mendicantes, los franciscanos introdujeron en el nuevo territorio las instituciones necesarias para su labor como los conventos, que fueron los espacios organizados de la vida comunitaria de los frailes. Así un grupo de conventos dependían directamente de una custodia o una provincia. La diferencia entre estas últimas formas de organización fue mínima, ya que la primera "constituía, en el proceso normal, la primera etapa hacia la segunda". Cada convento estaba a cargo de varios pueblos en una sola demarcación territorial, cuya finalidad era evangelizar a los indios» (García, 201 l , p . 108. Ver también Vázquez Janeiro, 1986). 15
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que marcaba, sin duda, un momento singular en la compleja historia de la reforma franciscana16. Los colegios apostólicos permitieron consolidar y homogenizar al virreinato de la Nueva España. El primer colegio fundado fue el de Santa Cruz de Querétaro en 1683, que vino a ser el Colegio-Madre de donde salieron todos los demás (el Guadalupe de Zacatecas fue fundado por Cédula real el 27 de enero de 1704). Su promotor fue el franciscano mallorquín Antonio Linás17 cuya experiencia misionera en Querétaro desde 1665 (donde dice Espinosa que fue «uno de los predicadores más insignes de su tiempo») avala su preocupación por la falta de celo apostólico de los religiosos de la Nueva España. La cadena de los acontecimientos incluye su nombramiento en 1679 como custodio de la Provincia de Michoacán con la obligación de asistir al futuro Capítulo General de Toledo de 1682; el encuentro allí con el ministro general de la orden el Padre José Jiménez Samaniego (iluminado y embebido de los propósitos de la Congregación de Propaganda Fide) y la presentación de su proyecto sobre la necesidad de reactivar la conversión de los infieles y la renovación espiritual de los fieles. Según Francisco Morales el proyecto fue bien acogido por el ministro que «vio en él la oportunidad de renovar no solo el espíritu misionero de la orden, sino también la vida franciscana. [...] Ambas preocupaciones, misión y vida reformada, son elementos muy conocidos en los diversos proyectos de los franciscanos de Nueva España, muy particularmente en los del siglo xvi»18. La propuesta cristalizó en la necesidad de fundar Colegios Apostólicos de Misioneros por lo que después de obtener la patente del Padre Samaniego, de consultar a Carlos II y su Consejo de Indias para conseguir los avales civiles y políticos
16
Morales Valerio, 2008, p. 58. Según Jorge René González Marmolejo el primer antecedente histórico de los Colegios Misioneros de Propaganda Fide data de finales del siglo xin. «En ese época Raimundo de Lulio (1232-1315), un hermano terciario franciscano natural de la isla de Mallorca y trabajador incansable en la conversión de los sarracenos, consiguió fundar en su tierra, gracias al apoyo del rey Jaime II de Aragón, el Colegio de Miramar con la intención de que los frailes franciscanos pudieran aprender la lengua arábiga y de esa modo misionar entre los seguidores de Mahoma» (2009, pp. 47-48). Para D. A. Brading «Quizá sea significativo que el fundador del Colegio de Querétaro fuera oriundo de Mallorca y conociera a fondo la vida y las doctrinas de Ramón Lull» (1997, p. 27). 17
18
Morales Valerio, 2008, pp. 57-58.
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del proyecto, obtenidas las bulas papales y decretos de la Congregación de Propaganda Fide (que n o m b r ó a Linás nada menos que «Prefecto de las Misiones de las Indias Occidentales») y superados no pocos incidentes en la primavera de 1683 Fray Antonio Linás se embarcó r u m b o a la Nueva España fundando el Colegio de Santa C r u z de Querétaro. La «carta magna» de los colegios o los estatutos p o r los que habrían de regirse fueron aprobados por el Papa Inocencio X I con sus breves Ecclesiae Catholicae de 1686 (llamados Estatutos Inocencianos). Isaac Vázquez Janeiro enumera algunos de los significados principales de los estatutos: primero la reforma de la predicación tanto en España c o m o en América, y en segundo lugar la reforma de la orden («una reforma exigía la otra») pues siendo el apostolado elemento esencial del carisma franciscano solo renovando aquél se podía pensar en una verdadera reforma de la vida franciscana. Sin embargo apunta que la reforma (predicación apostólica/restauración de la regular observancia) propuesta para los colegios n o saltó por lo general al cuerpo de la Orden, impidiendo que se produjese «un movimiento de osmosis entre ambos cuerpos»' 9 . A u n q u e comparten una misma base jurídica en la práctica cada colegio se manejó y organizó de acuerdo con sus intereses (cada colegio tenía sus estatutos particulares 20 ). Siguiendo a Bernard Lavallé, David A. Brading nos recuerda que [...] cuando el colegio de Querétaro comenzó a atraer religiosos de las provincias de la Nueva España se tomaron medidas para dar a los criollos su propio Colegio en Zacatecas, el cual, tal como era debido, recibió su nombre en honor a la Virgen de Guadalupe. Aunque la distribución entre peninsulares y criollos entre los dos colegios nunca fue absoluta, es claro que, en términos generales, Querétaro siguió recibiendo frailes de la Penín-
19
Vázquez Janeiro, 1990, pp. 737-739. Los Colegios Apostólicos de Propaganda Fide se gobernaban por las prescripciones: a) Del D e r e c h o común, de la Regla Seráfica y de las Constituciones Generales de la Orden, llamadas Estatuto General, o Estatutos de Barcelona; b) de las Constituciones Apostólicas, dadas en forma de Breve, p o r Inocencio XI, llamadas por antonomasia Estatutos Inocencianos, y ambas intituladas «Ecclesiae Catholicae», una del 28 de j u nio y otra del 16 de octubre de 1686: y c) D e las Constituciones Municipales y del Ceremonial (Cervantes, 1958, p. 71). 20
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sula a lo largo del siglo xviii, mientras Zacatecas obtuvo sus miembros de la Nueva España21. En su Crónica Apostólica y Seráfica de todos los Colegios de Propaganda Fide de esta Nueva España (1746) Isidro Félix de Espinosa afirmaba sobre el Colegio de Guadalupe que En lo que más se ha señalado desde su fundación este insigne Colegio ha sido en remitir Misiones entre los católicos, pues aunque quisiera numerarlas, no pudiera conseguirlo fácilmente; pero baste decir que en todos los años que tiene de fundación, según tengo bien sabido, y averiguado, no se ha dado vacante en tan proficuo ministerio, pues hay ocasiones en que por tres y cuatro partes andan como rayos de luz esparcidos los Misioneros por diversas ciudades y lugares, no solo de los circunvecinos, sino de los más remotos y distantes, pues ha llegado la voz de la trompeta evangélica hasta los confines de la cristiandad, que se dilata mucho en el Obispado de Guadiana22. Sabemos por el título que la célebre historia de La portentosa Vida de la Muerte está encomendada a los hombres de buen gusto, esos amados y cristianos lectores a los que constantemente se dirigirá en el interior de su cuaderno Fray Joaquín Bolaños como Predicador Apostólico del Colegio Seminario de Propaganda Fide de María Santísima de Guadalupe. Entre ellos el autor destaca en su dedicatoria a «Nuestro Padre Reverendísimo Fray Manuel María Trujillo», entonces Comisario General de Indias en Madrid de la orden franciscana, cargo que desempeñaba desde su nombramiento el 28 de noviembre de 1785, aunque la institución canónica por parte del Ministro General le llegó el 25 de diciembre de ese mismo año, dejando de serlo el 31 de agosto de 1792 al ser nombrado por Carlos IV obispo de Albarracín, llegándole la Consagración Episcopal el 7 de abril de 1793. Después de ocupar este obispado (1792-1799) sería Abad de Alcalá la Real (Cédula 15 de mayo de 1801, posesión 25 de mayo) último cargo hasta su muerte en la villa de Priego el 1 de mayo de 1814.
2 1 Brading, 1997, p. 27. Cita laTesis de Bernard Lavallé Recherches sur l'apparition de la conscience créole dans la vice-royauté du Pérou: l'antagonism hispanocréole dans les ordres religieux (xvième-xvnème siècles), Lille, 1982. 2 2 Espinosa, 1746, pp. 505-506.
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En la «Censura» de nuestra obra Fray Ignacio Gentil afirma que «el intento del autor se reduce a que la memoria de la Muerte no se aparte de nosotros» (p. 27), por ello es determinante la reproducción de los 18 grabados de Francisco Agüera Bustamante que acompañan el texto de Bolaños, siendo el primero de ellos la anteportada del libro para luego ir ilustrando algunos capítulos. El origen textual de esta Mnemosine novohispánica de Bolaños se encuentra en aquella Dedícala del manuscrito conservado en el Convento Franciscano de Guadalupe (que se puede consultar en el microfilm de El Colegio de México). Dicho manuscrito, según López de Mariscal, «fue elaborado por un copista y corregido por el autor, quien había solicitado a los superiores del convento se le designaran dos amanuenses para copiar La Vida de la Muerte. Por lo tanto es de suponer que dos copias del original deben haber sido elaboradas, una de ellas destinada a la imprenta, la segunda se conservó en el mismo convento» 23 . En la Dedícala de 1792 Bolaños ha mantenido solo (aproximadamente) la segunda mitad de la del manuscrito, suprimiendo los cuatro párrafos iniciales donde aparece la verdadera causa scribendi. Comienza primero recordando la celebración de la noticia del nombramiento de vuestra reverendísima «en el vasto gobierno y comisariato de Indias» seguida con particular «júbilo y regocijo» en el Colegio. En el segundo párrafo recuerda: «Las primeras y nuevas providencias expedidas por vuestra reverendísima respirando celo, caridad y amor» que en su opinión «fueron nuevos incentivos para atizar, y fomentar más el que ya habíamos concebido en nuestros pechos». Comentará entonces en el tercero que «procuré examinarlo en el más riguroso escrutinio, y confieso a vuestra reverendísima, con la ingenuidad que debo a su respeto, que no le hallé nada de lisonjero pero sí le noté bastante inquietud por darle a vuestra reverendísima pruebas nada equívocas de su sinceridad». Y en el cuarto y último de los eliminados escribe: En esta circunstancia se me vino a la mano la composición de este librillo de La portentosa Vida de la Muerte y aunque es verdad que por aquí no se podrán regular los tamaños de mi amor según que afirma aquella sentencia probatio de lectionis exhibitio ex operis, siendo la obra tan pequeña no aparece tan grande el amor como se pinta. El amor dice que desde su niñez aprendió en los sumistas que de internis non judicat eclesia, y que n o obstante el
23
López de Mariscal, 1992, p. 55.
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librillo podrá ser grande con solamente que vuestra reverendísima lo asuma un tanto a su sombra24. Creemos que la obra de Fray Manuel María Trujillo a la que se refiere nuestro autor tuvo que ser la primera («primeras y nuevas p r o videncias») de las publicadas desde su nombramiento, nos referimos a la Exhortación Pastoral, avisos importantes y reglamentos útiles, que para la mejor observancia de la disciplina regular, é ilustración de la literatura en todas las provincias y colegios apostólicos de América y Filipinas, expone y publica a todos sus subditos El Rmo. P Fr. Manuel María Truxillo, actual Comisario General de Indias de la Regular Observancia de N. S. P. S. Francisco, que vería la luz en 1786, en Madrid, editada p o r Viuda de Ibarra, Hijos y Compañía (la «Licencia y Pase del R e a l y Supremo Consejo de Indias para la impresión y publicación de esta Obra en las Américas» lleva la fecha de 21 de j u n i o de 1786). El Padre Manuel María Trujillo fue u n o de los más importantes reformadores franciscanos durante la Ilustración, personalmente c o m p r o metido tanto con el nivel cultural de su O r d e n (el deficitario clima intelectual de la O r d e n franciscana, en especial en sus Colegios Apostólicos) c o m o del nivel cultural en la Iglesia Española. El antecedente de esa Exhortación Pastoral que tanto efecto causaría en Bolaños, se encuentra en el Plan de Estudios de la Provincia de los Observantes de Nuestro Padre San Francisco de Granada (1782, Impreso en Madrid por Joaquín Ibarra) durante su etapa de provincial de la misma. Los móviles de su reforma tienen sobre todo que ver con un clima de decadencia generalizada en la O r d e n Franciscana: proliferación excesiva de casas de estudio, privilegios y corruptelas en la conducta de los lectores, y deficiencias en la educación de los estudiantes. E n su Plan de Estudios Trujillo (más cercano al Plan de la Universidad de Granada que a los planes elaborados dentro de la Orden) había diseñado la carrera del franciscano ilustrado, filósofo, teólogo, moralista y predicador. La obra constaba de dos partes: u n análisis de la «ruina de la literatura», es decir de la decadencia cultural de la Provincia, y una exposición de los medios para superarla. Al ser nombrado Comisario General, Trujillo adopta este Plan de Estudios a las provincias y colegios apostólicos de América y Filipinas 24
«Dedícala» recogida por Blanca López de Mariscal en su edición de La portentosa
Vida de la Muerte, ( L ó p e z d e Mariscal, 1992, p. 379).
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para una mejor selección y educación de sus misioneros. Gracias a José Luis Soto conocemos el envío temprano a Indias de la Exhortación Pastoral atribuido al celo pastoral de Trujillo 25 que Bolaños sometería a un riguroso escrutinio del que devienen varios aspectos esenciales de La portentosa, «libro espiritual» escrito para despertar las conciencias (p. 117) por «el mínimo entre los predicadores llamado al ministerio apostólico» (p. 64), alguien que habla en nombre de ese «nosotros, los ministros de Jesucristo y de los sacramentos» (p. 74), quien también fundamenta sus avisos y recuerdos de la Muerte por esa condición de «fieles testigos» (p. 74) indisociable de la empresa misional. La obra de Trujillo le permitiría a Bolaños encontrar un posible m o delo convergente entre las fuentes escritas relacionadas con su formación franciscana —base sobre la que el Bolaños escritor configura su ingente Biblioteca 26 sobre la Muerte (comenzando por «los libros que tratan de la Muerte», p. 150) y surcando «el mar literario de la erudición» (p. 55): los Testamentos, libros místicos, la Patrística, las obras de los Prelados Eclesiásticos, las sistematizaciones teológicas y eclesiológicas, las controversias, los sermonarios y catecismos, las crónicas de los colegios apostólicos, los emblemas de Covarrubias, los Triunfos de Petrarca, Feijoo, etc.—, y los conocimientos adquiridos durante el desempeño de los trabajos anejos al ministerio apostólico, a los que acude constantemente un Bolaños testigo quien reconstruye y ficcionaliza27 estratégicamente su relación con los círculos de poder 28 , los desengaños predicados durante las misiones (predicación intensiva durante un tiempo determinado), los sermones más tristes y patéticos, su experiencia en el púlpito y el confesionario, asistencia a los moribundos en sus últimos momentos, sacramentos, etc. 25
Soto, 1977, p. 63.Trujillo había enviado una Patente fechada el 24 de octubre de 1786 «juzgando que La Exhortación Pastoral, recientemente publicada y envidada habrá llegado a su destino. Establece disposiciones para su lectura, custodia y cumplimiento de lo que en la misma se establece», (Soto, 1977, p. 188). Su escrito se había de leer en pública comunidad, disponiendo que en cada provincia y colegio separasen dos ejemplares uno para guardarlo en la biblioteca conventual y otro en el archivo. 26 Sobre la importancia de las bibliotecas novohispanas: «Viejas bibliotecas coloniales de México», en Gómez Cañedo, 1983, pp. 409-415.Ver García 2010, pp. 281-307, y 2011,pp. 101-133. 27 El propio Bolaños en su «Preámbulo necesario para dar principio a la historia de la Muerte» examina el asunto contenido «en la narrativa de este cuaderno» (p. 34). 28 Ver Castañeda, 1998 y Mazín, 2012. Para Zacatecas es fundamental entender la formación de una sociedad minera: Pérez Rosales, 2003 y Brading, 1975.
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El potente esfuerzo misional sobre el que se asienta su texto responde a u n aspecto de trascendental importancia de los colegios durante el siglo x v m : las misiones populares para la renovación Cristina. Lino G ó mez Cañedo 2 9 alega que su notable influjo en la religiosidad de los p u e blos ha sido p o c o estudiada, p o r n o decir que es casi desconocida. Para documentar la cadena de acontecimientos de una misión popular, con sus sermones, actos de piedad y ejercicios de penitencia, edita u n raro cuaderno de apuntes donde se conservan curiosas noticias sobre varias misiones predicadas por los misioneros de la Santa C r u z de Querétaro durante los últimos lustros del siglo x v n . Nos interesa porque u n o de los misioneros apostólicos el R Fr. Miguel Fontcuberta predica primero los días 9 y 10 julio de 1685 en la ciudad de Querétaro y después en Valladolid el 27 de agosto del mismo año «la importancia de la memoria de la muerte» 30 . La Crónica Apostólica de Espinosa es u n o archivo descomunal sobre noticias de las misiones predicadas (desde las primeras de ese «fundador insaciable» que fue Linás j u n t o con sus compañeros), donde se van anotando de forma pormenorizada las consecuencias de la presencia de los operarios evangélicos con sus sermones, conformando u n d o c u m e n t o esencial para el conocimiento de la sociedad tardo virreinal. Entre ellas la reforma universal de las costumbres (como cese de fiestas con corridas de toros, marchas y alarde de moros y cristianos, bailes y comedias, juegos públicos, el procurar multitud de casamientos de los que vivían en mal estado, restitución de haciendas, honras y dineros debidos, c o n fesión pública de falsos testimonios, etc.), la conversión de pecadores (con sus microrrelatos), el relato también de «casos extraordinarios», la importancia del universo f e m e n i n o . . . Por Espinosa conocemos de cerca la figura del Padre Fontcuberta, predicador y confesor de la provincia de Mallorca quien alentado por la predicación y celestial persuasión de Linás en su tierra lo acompaña en su regreso a la Nueva España. Está considerado u n o de los primeros 29
Ver Gómez Cañedo, «Renovación cristiana en la Nueva España del siglo xvm», 1993, p. 419. 30 El cuaderno conservado en el Archivo Histórico de la Provincia Franciscana de Michoacán lleva por título «Noticia de las Misiones que se han predicado por los Padres de las Regular Observancia de N.P.S. Francisco moradores del Colegio de la Santa Cruz de los Milagros de Querétaro, con título de Misioneros Apostólicos, empezando después que les fue entregado dicho Colegio y Convento, que fue en 14 de agosto de mil seiscientos ochenta y tres» (Gómez Cañedo, 1993, pp. 419-441).
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fundadores que vinieron de esa isla, y por el Capítulo II del Libro IV que dedica a su vida sabemos de su implicación en los orígenes fundacionales del Colegio de Zacatecas porque bajo su presidencia del Colegio de Querétaro en 1688 (desde mayo de 1688 hasta enero del noventa) se aprobó la unión entre la Congregación de señores sacerdotes de Nuestra Señora de Guadalupe y el colegio. Predicó en la primera misión que se hizo en Querétaro y fue uno de los más implicados en tender «la red evangélica»31. El mandato del fundador San Francisco a sus frailes era predicar «para provecho y edificación del pueblo, anunciándoles los vicios y las virtudes, la pena y la gloria» (cap. 9 de la Regla de la Orden). Los temas o materias que desarrollaban los predicadores durante las misiones populares se pueden reducir, como estudia Mariano Errasti32, a dos categorías: pláticas catequéticas (doctrinales, instructivas) y sermones morales. El cronista de Guadalupe José Antonio Alcocer escribe que los «asuntos de los sermones son los que en todas partes se usan en las Misiones»33, aquellos sobre los que predicaba Antonio Linás según su biógrafo Espinosa «de los misterios de nuestra Santa Fe, de la malicia del pecado, de la incertidumbre de la muerte, del horror del juicio, y de las felicidades eternas de la gloria»34. Pero para Bolaños no hay otro sermón como el de la memoria de la muerte, por lo que aprovechó la exhortación de Trujillo para realizar la confluencia antes indicada entre la tradición escrituraria sobre la memoria de la muerte y su experiencia misionera como Predicador Apostólico. Bajo su impulso (que se corresponde con el celo apostólico de San Francisco y el carácter evangélico de la Regla, junto a la obligación de aspirar a la perfección) Bolaños nos ofrece en su tiempo presente «puntual noticia de todas las empresas, acciones y maniobras de la Muerte» (p. 30), reafirmando y actualizando aquel «pensamiento, y recuerdo de la Muerte», objeto ya constituido porque en tocias las épocas «ha llenando los altares de santos, de religiosos los claustros, de ermitaños los montes, 31 Todavía el 2 de enero de 1690 se marchó a las conversiones remotísimas de los «indios assinais, conocidos por los texas». Murió el 5 de febrero de 1691 asistiendo a los moribundos de la «epidemia general de tabardillos» porque se estrechó tanto con los cuerpos de los moribundos que contrajo la enfermedad. Dejó «no vulgares señas de predestinado». 32 Ver Errasti, 1991. 33 Alcocer, 1958, p. 190. 34 Espinosa, 1746, p. 128.
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y de anacoretas las tebaidas» (p. 147); pero objeto necesitado de una nueva configuración porque «aún subsiste el no uso de tan importante memoria, por un gran número de personas enfrascadas en sus deleites, soberbia y vanidad. Y lo que más nos llama nuestra atención es que se halle semejante delito en personas que por su dignidad, por su profesión y por su estado, deberían ser los primeros en mantener una inviolable sociedad con la memoria de la Muerte» (p. 148). En su Exhortación Pastoral Trujillo a pesar del orgullo por la historia triunfal de «nuestra ReÜgión en las Indias» no olvidaba las vocaciones enfermas y lo espíritus flacos, los discípulos alevosos de los Colegios Apostólicos, y la relajación que hace estremecer la Religión. Por ello comienza con algunos saludables consejos [...] y ver si puedo fertilizar ese terreno en todas sus partes con las aguas de una Doctrina sana y justa. Hay cierta especie de medicinas proficuas para los enfermos, y para los que gozan salud: son curativas y preservativas. A este género se reduce el conocimiento de los males, y la causa de su remedio. La Disciplina regular, y el estudio de las letras son los que suelen padecer fractura con los continuos golpes del tiempo, devorador de todas las cosas. Este es un gusano roedor, que criado al abrigo de las pasiones, consume las entrañas de la Religión y del buen gusto35. A la Disciplina Regular le dedica Trujillo una larga explicación sobre los siete escollos que la hacen peligrar en las Provincias de América (la avaricia y la opulencia, las malas compañías y comunicaciones infieles, la desobediencia de los subditos, la negligencia de los Prelados, la ausencia de la caridad, el excesivo número de súbditos, y la cruel dominación de algunos Superiores), seguida por los Reglamentos de Disciplina Regular. Al estudio de sus religiosos en formación dedica las Instrucciones Literarias que contienen además unos Reglamentos de literatura. Finalmente una «Conclusión» cierra las exhortaciones de quien espera religiosos ejemplares y sabios verdaderos. Nuestro autor parece haber seguido muy de cerca algunos de esos avisos, particularmente en todo lo relativo al buen gusto [...] Los talentos ultramarinos en nada ceden a la Europeos, cuando no les excedan. No les faltan otra cosa que aplicación al buen gusto, e ilustración de la literatura. Esta debe ser el blanco de vuestros trabajos, y el objeto más 35
Trujillo, 1786, pp. 16-17.
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agradable de vuestras atenciones, por l o m i s m o que habitáis u n o s países, que parecían el centro d e las tinieblas 36 . A d e m á s c o m o e x p l i c a T r u j i l l o «tal v e z e n la l e c c i ó n d e u n l i b r o p r o f a n o se halla u n r i c o t e s o r o d e m o r a l i d a d , c a p a z d e t r a n s m u t a r el c o r a z ó n , y e l e v a r sus m o v i m i e n t o s [ . . . ] o m i t i e n d o l o s m é t o d o s abstractos e i m p e r t i n e n t e s , q u e t a n t o h a n a f e a d o las c i e n c i a s naturales y D i v i n a s » 3 7 . I g u a l q u e T r u j i l l o m o s t r á n d o s e c o m o el m é d i c o d e sus a m a d o s h i j o s a q u i e n l e c o r r e s p o n d e la r e c e t a y la a p l i c a c i ó n 3 8 , B o l a ñ o s e n el « P r ó l o g o al lecton> señala q u e « c o m o la m a t e r i a n o es n a d a g u s t o s a [ . . . ] n o s p o r t a m o s e n esta v e z c o m o se p o r t a e l m é d i c o 3 9 c o n su e n f e r m o , q u e l e d o r a las p i l d o r a s para q u e a u n s i e n d o t a n desabridas las t o m e c o n m e n o s r e p u g n a n c i a » . P o r e l l o p r e s e n t a a la m u e r t e «dorada o disfrazada c o n u n r e t a z o d e c h i s t e , d e n o v e d a d o d e g r a c e j o » 4 0 (p. 3 1 ) . C o m o r e p u e s t a a u n a o b r a p e r t e n e c i e n t e a literatura j u r í d i c a i n diana 4 1 La portentosa
Vida de la Muerte
g u a r d a e n s u i n t e r i o r u n a larga
s e r i e d e f u e n t e s escritas c o n sus c o r r e s p o n d i e n t e s c o r r i e n t e s j u r í d i c a s e n las q u e adscribirse ( c o m e n t a r i s t a s d e f u e n t e s r o m a n a s , c o m e n t a r i s t a s d e
36
Trujillo, 1786, p. 215. Trujillo, 1786, pp. 217-218. 38 Trujillo, 1786, p. 72. 39 Debido a que el Colegio de Guadalupe era el centro dinámico de misiones de un enorme territorio en la Nueva España —desde las estribaciones de la Sierra Madre Occidental (San Sebastián, Bolaños, Guazamota), hasta la Sierra Madre Oriental, en el actual Tamaulipas (con las misiones de Nuestra Señora del Rosario, Santander y Altamira), en laTarahumara y Texas (hasta la misión más lejana que fue San Miguel de los Adays, fundada en 1716)— al regreso de los viajes de estas alejadas misiones los religiosos necesitaban de un tiempo de recuperación. «La existencia de la botica dentro del mismo Colegio nos indica que existía una verdadera práctica médica para la atención de los religiosos, al mismo tiempo que seguían los consejos hipocráticos para su salud, como es el caso de los baños» (Román Gutiérrez, 2004, pp. 16-17). Sobre la frontera del gran Norte de México consultar Jiménez Núñez, 2006. 37
40
Para Alfonso García-Gallo (1974, pp. 186-187) el tratado canonista de Trujillo sobre la observancia pertenece al «Derecho de los religiosos, tan importante en América por el lugar predominante que en ella ocupan» y objeto de diferentes tratados desde los más generales (como los dedicados «a la formación de la teoría del R e g i o Vicariato Indiano» a los que a fines del siglo xviii se suma el del franciscano Pedro José Parras sobre el Gobierno de los regulares de la América) hasta los escritos sobre problemas concretos (sobre las autoridades de la Orden franciscana, las relaciones entre las Ordenes, la observancia, las Misiones, la Inquisición, las vacantes, los diezmos, la bula de Cruzada, etc.). 41
Ver Luque Talaván, 2003, p. 65.
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fuentes canónicas, comentaristas de legislación real, recopilaciones del Derecho municipal indiano, decisionistas, consiliaristas, alegacionistas, quaestiones, controversiae, prácticas, tratadistas) así c o m o diferentes aspectos interpretativos de las Leyes de Indias según los juristas indianos. Bolaños siguiendo a su Comisario General contesta también a la relajación y quebranto de la idoneidad misional 42 , mostrando las c o n secuencias de esa crisis vocacional de los tres últimos decenios del siglo xviii, crisis relacionada con el reclutamiento misionero que en el caso de los franciscanos se encontraba ligado al régimen de la Provincia y a los Colegios de Misiones, c o m o además recoge Trujillo en su título. A u n q u e en ambos casos se traten de obras de carácter existencial la distancia jerárquica (entre muchas otras) se hace patente en los diferentes géneros de la retórica eclesiástica utilizados: mientras que la Exhortación Pastoral pertenece al género didascàlico o magisterial, la respuesta de Bolaños se inserta en el género suasorio 43 . Si Trujillo escribe c o m o «Superior de unos subditos» (es decir «Superior del R e a l Sacerdocio, de la gente santa, del Pueblo de adquisición, y de aquella nobilísima porción de la grey de Jesucristo» 44 ), Bolaños fundamenta su sentencia y condena de la muerte por terrible en aquella necesidad expresada en el capítulo II: «[...] habiendo yo de formar una crisis y exponer mi dictamen sobre este punto» (p. 51). Motivo por el que podemos leer su mortal hagiografía inventada —para avisar que «como la M u e r t e n o es más que una, una vez que lleguemos a morir, muere también la esperanza de recuperar lo perdido; y si morimos mal es u n mal sin remedio y u n accidente que desespera la medicina de su remedio» (pp. 51-52)— c o m o la «crisis» o crítica que la lectura de la obra de Trujillo provocó. Podemos sobrentender algunas de las dificultades halladas por B o laños en el «nada lisonjero» manuscrito de Trujillo en la «Respuesta del Colegio de Propaganda Fide de Nuestra Señora de Guadalupe de Zacatecas al requerimiento de Trujillo de arreglar los estudios c o n f o r m e a los criterios expresados en la Exhortación Pastoral», fechada el 7 de e n e ro de 1789, que incluye José Luis Soto c o m o D o c u m e n t o VIII. E n ella se resume al principio la facilidad del seguimiento de los veinte y dos Reglamentos de Disciplina Regular satisfechos con la puntual obser-
42
Consultar el Capítulo VII «Requisitos para la idoneidad misional» (Borges, 1977, pp. 261-310). 43 VerTerán Elizondo, 1997. 44 Trujillo, 1786, pp. 1-2.
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vancia de las Constituciones Apostólicas, mientras que la aplicación de los Reglamentos de Literatura se considera «por la mayor parte i n c o m patible con nuestro ministerio apostólico», entre las razones esgrimidas: «el frecuente ejercicio de misionar entre fieles, y el confesionario c o n tinuo, en que se emplean los religiosos que moran dentro del Colegio», el hallarse el Colegio «encargado de veinte y seis misiones de infieles, cuyas forzosas asistencias, y la necesidad de reemplazar el fallo de los que mueren en ellas y el retiro de los ancianos, enfermos y desconsolados, n o permite que sus individuos logren la quietud del claustro sin verse precisados al destino de u n o y otro ministerio». Sin embargo confiesan haber aprovechado «las útilísimas instrucciones literarias» para construir conforme a ellas «el Plan de Estudios que con el Bosquejo Historial de este Colegio pusimos en manos del R . P. Visitador y Presidente de Capítulo Fr. Anastasio de Jesús R o m e r o para que ambos los traslade a las respetables de V. Rvdma 4 5 ». También en Bolaños la aplicación a los libros, o la constancia de las tareas literarias se tuvieron que encontrar constantemente interrumpidas por los «ministerios y penosos ejercicios del Apostólico Instituto» (resumidos en «las vivas conversiones de infieles y el ejercicio frecuente de misionar entre fieles» según consta en «La Respuesta» antes citada), por ello imaginamos para La portentosa Vida de la Muerte (finalizada en 1791) una escritura oscilante llena de abandonos y regresos. Aunque sabemos m u y poco de la vida de Joaquín Bolaños 46 su presentación c o m o
45
Soto, 1977, pp. 197-198. Los datos aportados por Blanca López de Mariscal (1992, pp. 11-16) nos cuentan su nacimiento en Cuitzeo de la Laguna, (ahora Cuitzeo del Porvenir) Michoacán, hijo natural del español Miguel de Bolaños y de Paula Santos de Villa. Su bautizo con el nombre de Joaquín Hermenegildo el 17 abril en 1741, la toma del hábito de San Francisco en el Convento de Guadalupe de Zacatecas el 31 de agosto de 1765, y la de su profesión en el mismo convento el 2 de agosto de 1766. En noviembre de 1766 se encontraba en el Nuevo Reyno de León donde aparece su nombre como la persona que abonó los costos ocasionados por la construcción del altar, el adorno y la imagen de la Santísima Virgen del Refugio. Tras una gran laguna de información entre 1766 y 1784, entre «1784 y 1785 vivió en Monterrey; formaba parte del grupo de trabajo que trajo al Nuevo Reino de Léón el segundo obispo fray Rafael José Berger, un franciscano ordenado en Mallorca que había sido prior del Convento de San Felipe en México» (p. 13) del que Bolaños fungió como confesor, viviendo en el mismo palacio. El trece de octubre de 1786 se le encomendó la continuación del Año Josejino (el 5 de noviembre de 1788 hay una nota en los libros de actas de convento donde se dispone que complete 46
la obra). E n una n o t a del 21 de abril de 1789 del Libro de Decretos del Colegio Apostólico
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Predicador Apostólico y Examinador Sinodal en 1792 permite constatar el alto nivel intelectual alcanzado por nuestro escritor. De la carrera sacerdotal de Bolaños conocemos la toma del hábito de San Francisco en el Convento de Guadalupe de Zacatecas el 31 de agosto de 1765, y la de su profesión en el mismo convento el 2 de agosto de 1766. Gracias al Diario Histórico (o Diario de Narvais) de Mariano Antonio de Vasconcelos sabemos que «En la dominica primera de octubre del año de 1770, día 30 de septiembre, se ordenaron de presbíteros en Durango por el Ilustrísimo Sr. Bravo 47 , los Padres Cuevas, Oliva, Bolaños y Aguilar; y R í o de Evangelio y Alcocer de Epístola»48. Con Francisco José Aguilar aparece Bolaños en la misma hoja del libro de actas de profesión de novicios que incluye Blanca López de Mariscal en su edición49. Bolaños tuvo que ser ordenado por el obispo, a quien le correspondía conferir las órdenes y examinar a los clérigos regulares para otorgarles su idoneidad, apoyándose en los examinadores sinodales. Como «hijo del Colegio» (que había recibido el hábito en el mismo) suponemos que para entonces ha concluido el Coristado, completando después todo el curriculum formal de colegio al ser investido con el título de Predicador Apostólico50. Al terminar el Coristado (dos o tres años de Filosofía de Nuestra Señora de Guadalupe de Zacatecas sobre las Misiones de Texas aparece el padre Bolaños como el encargado de mediar frente al virrey e indagar si admitiría para prever de ministros seculares las dos misiones de dicho territorio. Por último su nombramiento como discreto en 1792 del Capitulo X X I X Guardianal, y su muerte el 13 de febrero de 1796. 4 7 La diócesis de Durango o Guadiana, desde que ésta fue creada por bula de Pablo V de 11 de octubre de 1620, cubría los territorios del noroeste: Durango, Sonora, Sinaloa, Chihuahua, Nuevo México, y parte de Coahuila y Zacatecas. En 1681 se le anexaron las Californias. 4 8 Vasconcelos, 2004, p. 181. Los mecanismos de ordenación sacerdotal fueron fijados por resoluciones tridentinas (Sesión X X I I I , «El sacramento del orden») que distinguían siete órdenes divididas entre menores y mayores, que en orden ascendente de importancia son: portero, exorcista u ostiario, lector y acólito (menores), y subdiácono, diácono y presbítero (mayores, también conocidas en la terminología eclesiástica como «de epístola», «evangelio» y «misa»). Después en el tercer concilio provincial mexicano de 1585 en su Título IV «De la edad y calidad de los que se han de ordenar, y a quienes se ha de encomendar la cura de almas» se termina de puntualizar el mecanismo de la ordenación sacerdotal.
López de Mariscal, 1992, p. 399. El régimen académico del Colegio de Guadalupe constaba de cinco secciones de estudios: Postulantado, Noviciado, Colegio Seráfico, Coristado y Cursillos especiales, y aquellos que concluían todos los estudios eran investidos del título de Predicador 49
50
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y cuatro de Teología) y ordenarse de presbíteros los religiosos salían inmediatamente a predicar entre fieles e infieles por los menos durante un año, regresando luego al colegio para seguir los Cursillos especiales de artes, ciencias o letras51. De Bolaños dice José Francisco Sotomayor que fue «un insigne misionero entre fieles»52, respondiendo así a la exitosa fama de su colegio y dirigiéndose en La portentosa vida de la Muerte a sus habituales contertulios. De las misiones en las que participó Joaquín Bolaños tenemos dos imprescindible testimonios: el Bosquejo de la Historia del Colegio de Nuestra Señora de Guadalupe y sus Misiones. Año de i 788 de José Antonio Alcocer (1749-1802), y el Diario Histórico (o Diario de Narvais) de M a riano Antonio de Vasconcelos (1748-1805). En la «Introducción» al Bosquejo Rafael Cervantes anota que el 26 de abril de 1776 Alcocer hizo misión en la ciudad de Guanajuato acompañado entre otros por Joaquín Bolaños. Al concluir esta jornada se pasó a predicar otra misión con los padres Bolaños y Lanuza a la mina la Valenciana53 y las Haciendas de Rocha, Cuevas y Buras lugares circunvecinos de la ciudad de Guanajuato. Por el mes de noviembre del mismo año de 1776 predica otra misión en la ciudad de Zacatecas en la que también participa nuestro autor 54 . PorVasconcelos sabemos que «en 1784,junto con los PP. Fr. Mariano R o j o y Fr. Joaquín Bolaños, predicó Misión en San Miguel de M e z quital, Cuencamé, Cinco Señores y R í o de las Nazas»55; el 5 de julio de 1784 «salimos a misionar en el Obispado de Durango los PP. Rojo, Bolaños y yo»56; el día 5 de julio de 1785 «se dedicó la nueva Capilla de la Hacienda de Bernárdez, cuya función hizo la Comunidad toda la del Colegio, y predicó el P. Bolaños»57; que «Estando el P. Bolaños asignado Apostólico, lo que suponía haber completado el curriculum formal del Colegio que tenía una duración promedio de diez años, con dos ejes de formación uno religioso y otro académico («Exploradores y Conquistadores: la formación de misioneros de Propaganda Fide», p. 6.) 51 Esparza Sánchez, 1974, p. 85. 52 Sotomayor, 1874, p. 466. 53 Guanajuato era a finales del siglo x v m el mayor centro productor de plata del mundo. Entre sus minas mayores se encontraban las de Rayas, la de Mellado, la de Cata, La Sirena, elTepeyac y La Valenciana. Hay que recordar que los mineros y vecinos ricos de Zacatecas participaron muy activamente en la creación del Colegio de Guadalupe. 54 Cervantes, 1858, pp. 19-20. 55 Vasconcelos, 2004, p. 179. 56 Vasconcelos, 2004, p. 70. 57 Vasconcelos, 2004, p. 74.
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para Presidente del Hospicio de Boca de Leones, y yo para el pueblo de Nacogdoches, salimos este día 6 cada uno a su destino»58; el 6 de agosto de 1785 «llegamos junto a Boca de Leones el P. Bolaños y yo, desde donde me separé para seguir mi camino»; «En 18 de agosto de 1785 fue aprobado él mismo para Ministro de las Misiones de Tarahumara»59; el 2 de marzo de 1787 «llegamos a Boca de Leones, en cuyo Hospicio me quedé yo de compañero del P. Bolaños»60; el 8 de febrero de 1788 «se escribe al P. Fr. Joaquín Bolaños pase a Monterrey, a servir de oficio de Confesor del Ilustrísimo Sr.Verger, quien le había elegido para él, a cuyo efecto lo pidió a esteV. Discretorio»61. Aunque Bolaños no estará mucho tiempo bajo la protección del segundo obispo del Nuevo Reyno de León 62 Rafael José Verger y Suau (quien muere el 5 de julio de 1790), de su relevante posición alcanzada queda como prueba la fecha del 11 de agosto de 1790 cuando se celebró en el Colegio de Guadalupe el Capítulo para nombrar al Comisario y Prefecto de Misiones 63 porque [...] salió electo en primer escrutinio con 13 votos, de 25 que eran, el R. P. Ex Guardián Fr. Manuel de Silva; en el segundo, con otros 13, el R. P. Fr. José Rafael Oliva; y en el octavo y último (no habiendo elección en los cinco intermedios), salió electo asimismo con 13 votos el PP. Fr. Joaquín 58
Vasconcelos, 2004, p. 75. Vasconcelos, 2004, p. 75. 60 Vasconcelos, 2004, p. 81 61 Vasconcelos, 2004, p. 88. 62 La vinculación de Bolaños con el Nuevo Reino de León se mantiene en 1792 al presentarse como examinador sinodal de dicho obispado, que para esa fecha contaba con un nuevo prelado el ilustre zacatecano Andrés Ambrosio de Llanos yValdés (17921799). Durante el Tercer Concilio Provincial Mexicano de 1585 se especificaron los requisitos para que un individuo de la Nueva España pudiera convertirse en clérigo, para ello los aspirantes debían pasar por un examen previo a la obtención de cualquier orden sacra, creándose la figura del examinador sinodal (ver Aguirre, 2005). 59
63
El cargo de Comisario-Prefecto dependía de la Congregación de Propaganda Fide quien delegaba en él todo lo concerniente a la conversión de infieles, era único para todos los colegios, para entonces duraba diez años y se elegía alternativamente de entre todos los colegios. El método electoral era el mismo que el usado para elegir al Guardián (aunque éste solo duraba en su oficio tres años), es decir los electores presentaban al Presidente del Capítulo una terna de candidatos (no pudiendo éste dar su voto en la formación de la terna), luego el Comisario General o su representante eligen libremente (no estando obligados a escoger al que más votos hubiera obtenido de la comunidad electora).
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Bolaños de los cuales 3 electos y presentados, confirmó el R. P. Presidente en Comisario y prefecto de Misiones al R. P. Ex Guardián Fr. Manuel de Silva quien luego que subió con la comunidad de la iglesia, recibió en ella los sellos del oficio. Los entregó a su hermano el P. Fr. Joaquín Silva, nombrándolo su Secretario. Por ascenso del R. P. Silva a Comisario de Misiones, habiendo vacado el oficio que tenía de vicario, se eligió para él en la tarde de ese día al P. Fr. Joaquín Silva64. Sabemos que el Capítulo fue presidido por el R . P. Fr. Mariano O l medo (como Delegado del Comisario General de Indias) que entonces era Discreto del Colegio de San Fernando 65 . Seguramente Bolaños con el orgullo herido (ocho votaciones para oír su nombre) regresaría con más fuerza que nunca a una obra donde ejercitaba, de manera absolutamente original, los dos fundamentos básicos de Linás: la teología moral y el arte de la predicación. Hasta el 17 de marzo de 1791 no hay nuevas noticias en el Diario de Vasconcelos cuando «salieron los PP. Aldrete, Bolaños y Herváez para hacer Misión en Guanajuato» 66 , luego el día 30 de julio de 1791 «llegó de Guanajuato el PP. Fr. Joaquín Bolaños»67, para finalmente celebrarse el 17 de diciembre de 1791 el X X I X Capítulo Guardianal para elegir el gobierno del colegio 68 presidido por el P. Fr. José Antonio Alcocer: [...] habiendo procedido la tarde anterior la Postulación, según estilo, celebró este Colegio su Capítulo Guardianal con 21 vocales, que presidió el R. P. Fr. José Antonio Alcocer, calificador del Santo Oficio, teólogo consultor del Ilustrísimo Sr. Obispo, cuyas elecciones fueron como se sigue: en el primer escrutinio salieron electos en Discretos los PP. Fr. Anastasio Romero con 16 votos, Fr. Joaquín Bolaños con 17 y Fr. Mariano Vasconcelos con 18
64
Vasconcelos, 2004, p. 131. Cazeta de México, 16,24 de agosto de 1790 (Gazetas de México, p. 149). 66 Vasconcelos, 2004, p. 138. 67 Vasconcelos, 2004, p. 142. 68 El gobierno del colegio lo integraban el Guardián (responsable de la marcha de la comunidad y de las misiones confiadas a ellas), cuatro Discretos (base central de una junta consultiva, el Discretorio, sobre la que apoyarse para los negocios más graves en la toma de decisiones), el Vicario (preside la comunidad en ausencia del Guardián), un Maestro de Novicios y el Comisario de Misiones (que cuando está en el Colegio tiene el primer lugar después del Guardián). Cada tres años, con posible adelantamiento o prórrogas de seis meses, tenía lugar la celebración del Capítulo donde la comunidad votaba primero a los cuatro Discretos y después se elegía al Guardián. 65
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PROPAGANDA FIDE: MEMORIA DE LA MUERTE y habiendo pasado tres escrutinios sin elección, e n el q u i n t o la sacó el P. Fr. José Rafael Oliva con 11 votos.Y procediéndose a la elección del Guardián h u b o tres Escrutinios sin elección, y e n el cuarto la sacó el R . P. Fr. Ignacio Laba c o n 13 votos. Pasaron el quinto sin elección; y e n el sexto, la tuvieron los PP. Fr.José Francisco López y Fr. Ignacio del R í o , c o n 11 votos ambos. Fue confirmado en Guardián el R.P. Fr. Ignacio María Laba. E n la tarde de ese día se hizo p o r el nuevo Discretorio la elección de vicario y maestro de novicios, y salieron electos para el p r i m e r oficio el PP. Fr.José M a r i a n o R o j o y para el segundo el PP. Fr. Joaquín Silva 69 . A u n q u e B o l a ñ o s l e y ó la Crónica Apostólica
legios de Propaganda
Fide de esta Nueva
y Seráfica de todos los Co-
España
70
(1746) de Espinosa, y
s e g u r a m e n t e otras o b r a s suyas c o m o El Peregrino septentrional lineado en la exemplarissima
atlante: de-
vida del venerable padre F.Antonio Margil de Jesús
(1737) s o b r e el f u n d a d o r d e su c o l e g i o , t a m b i é n l l e g ó a sus m a n o s la c r ó n i c a d e A l c o c e r Bosquejo de la Historia del Colegio de Nuestra Señora de
69 Vasconcelos, 2004, pp. 146-147. Como apunta Rafael Cervantes bajo la presidencia de Alcocer quedó integrado el nuevo Discretorio, que por su magnífico personal fue uno de los mejores que tuvo el Colegio de Guadalupe. «Casi todos esos Religiosos habían sido compañeros del Padre Alcocer en las misiones de fieles; casi todos eran escritores de reconocida ciencia y mérito» (1958, p. 27; ver Nota 71 donde hace una breve sinopsis sobre cada uno de los miembros del Discretorio). Alcocer había recibió una paralela formación apostólico-seráfica a la Bolaños, pero su meteórica carrera nada tiene que ver con la de nuestro escritor. Sirva como ejemplo el que Trujillo le encargara el 11 de julio de 1788 la escritura de la Historia del Colegio de Guadalupe, finalizada el 12 de enero de 1789. El cargo de cronista o «escritor del Colegio» (Seminarii scriptor) estaba dispuesto en los estatutos inocencianos y en los Pianos, y aunque al principio era el cronista de Querétaro quien escribía las crónicas de todos los colegios, pronto cada colegio nombró al suyo. En su análisis de la historiografía franciscana sobre los relatos históricos del y sobre el Colegio de Guadalupe Salvador Moreno Basurto apunta que las «crónicas contienen un mensaje hagio-apologético, a la vez que narran tanto las andanzas de los misioneros como las descripciones de las regiones y sus costumbres». Además de consignar por escrito la fundación, progresos y frutos, y sucesos admirables de los Colegios y misiones los cronistas «estaban encargados de preparar pequeños compendios de Teología, Moral, sermones predicables para uso general, sumarios de facultades y privilegios para usos de misioneros, etc.» (Moreno Basurto, 2001, s. p.). 70 Isidro Félix de Espinosa, cronista de Querétaro, escribió la de su Colegio y las de Cristo Crucificado, San Fernando y Zacatecas hasta el 1746. Su crónica apostólica y seráfica con el título de Crónica de los Colegios de Propaganda Fide de la Nueva España fue editada por Lino Gómez Cañedo, Washington, D. C., Academy of American Franciscan History, 1964.
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Guadalupe y sus Misiones porque sabemos que el reparto de libros editados por los religiosos del Colegio de Guadalupe se encontraba legislado por la bula de Inocencio X I que obligaba entregar algunos ejemplares a los bienhechores, que costeaban la impresión o cooperaban con ella, otros a la librería c o m ú n , y u n o a cada religioso sacerdote del colegio 71 . Había sido Trujillo quien en su Exhortación Pastoral estableció que En cada Provincia y Colegio se destinará un hombre hábil, versado en manuscritos de fina crítica, y juicio maduro, que registre los archivos, y formando una colección metódica de documentos autorizados, con las noticias particulares que pueda adquirir, con tal que sean testimoniadas, componga en bosquejo un cuerpo doctrinal, y lo remitirá a este Oficio, para que se vaya trabajando una Crónica general de nuestra Religión en la América, cuya edición haría mucho honor al Estado, a la Nación y a nuestra Orden 72 . Alcocer comienza su obra recordando este mandato de Trujillo así c o m o sus indicaciones sobre las posibles fuentes para formar «el cuerpo de la historia»: «los documentos autorizados, que se encontraren en los Archivos, y noticias testimoniadas, que puedan adquirirse» 73 , siempre que dichos testimonios anexos «consistan en la prueba, justificación y comprobación de su certeza. Esta bien se verifica cuando los sujetos que administran las noticias sean de una veracidad heroica y bien experimentada, y al mismo tiempo tienen el conocimiento necesario para e n terarse de lo mismo que afirman» 74 . Siguiendo a su Comisario General y al cronista de su colegio Bolaños en su preámbulo parte de la «naturaleza misma de la historia» (p. 34) para ir incorporando en el desarrollo del vasto y diverso proceso testimonial que sustenta su obra algunas de esas noticias: c o m o ejemplos lo acontecido a un caballero de este reino al final del capítulo XXV, o el suceso que le fue transmitido por Frayjoseph Barrientos del capítulo XXXIV. C o n estas noticias y demás asuntos contenidos esperaba Bolaños una lectura que «pondrá servir a vuestra reverendísima de respirar y tomar algún desahogo, cuando la multitud y variedad de tantas ocurrencias y negocios indispensables a su dilatado gobierno le fatiguen el ánimo» (p. 23). 71 72 73 74
Cervantes, 1958, p. 25. Trujillo, 1786, pp. 231-232 (Sección XIII de los «Reglamentos de literatura»). Alcocer, 1958, p. 58. Alcocer, 1958, p. 59.
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Magnífico colofón de la estrecha relación personal entre Bolaños y Alcocer tuvo que ser aquel X X I X Capítulo Guardianal, y suponemos la alegría sentida cuando el 7 de abril de 1791 se supo en el Colegio de Guadalupe que Trujillo había comisionado al P. Alcocer para que visitara canónicamente el colegio y presidiera el Capítulo en calidad de Predicador Apostólico, Calificador del Santo Oficio, Teólogo consultor del Obispado de Durango, y Examinador Sinodal de la misma diócesis. Otra fecha esencial del Diario Histórico es la del 21 de enero de 1792 que «salió para México el P. Bolaños con su compañero el h e r m a n o Agustín Incháurregui a la impresión del año Josefino y Vida de la Muerte»75; el miércoles 9 de octubre de 1793 «llegó al Colegio el P. Bolaños con su compañero el h e r m a n o Agustín, que viene de México de verificar las impresiones de sus obras: Vida de la Muerte y tercer t o m o del Año JoseJino»76. E n 1793 Bolaños publicará sus otras dos obras: Sentimientos de una exercitante, concebidos en el retiro de los exercicios espirituales, que practican las Colegialas del Real Colegio de Niñas de San Ignacio, y expresadas en una glosa de la octava del famoso Lope de Vega, y el tercer t o m o de Salud y gusto para todo el año, o Año Josephino, a los fieles que gustan leer las virtudes y excelencias con que Dios favoreció a su putativo Padre, y Purísimo Esposo de su Santísima Madre el Santísimo Patriarca señor San Joseph,Y que en su favor buscan salud y remedio a todas sus necesidades, con doctrinas morales y exemplos, un exercicio espiritual, y breve deprecación al Santo para cada día77. El 29 de enero de 1795 «se fue el P. Bolaños a San Pedro por m o d o de desahogo y diversión, p o r estar enfermo» 7 8 , el 11 de mayo de 1795 «se vino de San Pedro el P. Bolaños» 79 ; el 1 de octubre de 1795 «se fue el P Bolaños a San Pedro con Fr. Juan N e p o m u c e n o . Este va a quedar-
75
Vasconcelos, 2004, p. 148. Sabemos por Blanca López de Mariscal (1992, p. 15) que la escritura de nuestra obra había finalizado en 1791 al pedir Bolaños dos amanuenses para copiarla, con orden de licencia para su publicación del 2 de enero de 1792. Luego se obtienen las licencias y censuras entre marzo y mayo de ese mismo año como aparecen en los paratextos. Por un número de la Gazeta de Literatura de Alzate del 18 de septiembre de 1792 conocemos también que la obra acababa de salir (la disputa y controversia generada por la obra han sido estudiadas porTerán Elizondo, 2001. Ver su nota 17). 76 77 78 79
Vasconcelos, 2004, p. 191. VerTerán Elizondo, 2008. Vasconcelos, 2004, p. 228. Vasconcelos, 2004, p. 232.
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se allí, y aquel va con destino de ir a Querétaro a pasar el invierno y detenerse en los lugares de tránsito lo que quisiere»80. El Sábado 13 de febrero de 1796 «murió en la Hacienda de San Pedro, entre diez y once del día, de repente y con solo el Santo Oleo, el P. Fr. Joaquín Bolaños, después de haber dicho misa y oído otras dos, y dicho a algunos: ya esta máquina se está desmoronando»*1.
80 81
Vasconcelos, 2004, p. 242. Vasconcelos, 2004, p. 253.
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VIDA DE LA
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