La literatura en la sociedad de América Latina
 9783964567222

Table of contents :
Indice
Prólogo
Introducción
1. El Nuevo Espacio Cultural y el Surgimiento del Romanticismo
2. El Proyecto Liberal y el Romanticismo como Utopia Revolucionaria de una Elite Profesional
3. La Consolidación del Romanticismo como Afirmacion del Modo de Ser de la Aristocracia Intelectual Republicana
4. El Realismo Social en el Río de la Plata (1837-1880)
5. Deutsche Zusammenfassung: Die Arten kultureller Produktion der Urbanen Mittelschichten in Lateinamerika: die abhängigen Kulturen (1780-1920) und die autonomen Kulturen (1840-1970)
Notas a la introducción
Bibliografía

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E d i t i o n e n der I b e r o a m e r i c a n a R e i h e III Monographien und Aufsätze, 9

Alejandro Losada

La literatura en la sociedad de América Latina Perú y el Río de la Plata 1 8 3 7 - 1880

Deutsche Zusammenfassung Die Arten kultureller P r o d u k t i o n der Urbanen M i t t e l s c h i c h t e n in L a t e i n a m e r i k a . Die a b h ä n g i g e n K u l t u r e n u n d d i e a u t o n o m e n K u l t u r e n ( 1 7 8 0 - 1970)

Verlag Klaus Dieter Vervuert

C I P - K u r z t i t e l a u f n a h m e d e r D e u t s c h e n Bibliothek Losada, Alejandro: La l i t e r a t u r a en la sociedad d e A m é r i c a L a t i n a : P e r ú y el Rio d e la Plata 1837 - 1880 ; Dt. Z u s a m m e n f a s s u n g : Die A r t e n k u l t u r e l l e r P r o d u k t i o n d e r M i t t e l s c h i c h t e n L a t e i n a m e r i k a s ; d. a b h ä n g i g e n K u l t u r e n u. d. a u t o n o m e n K u l t u r e n (1780 - 1970) / A l e j a n d r o L o s a d a , - F r a n k f u r t / M . : V e r v u e r t , 1983. ( E d i t i o n e n d e r I b e r o a m e r i c a n a : R e i h e 3, M o n o g r a p h i e n u. A u f s ä t z e ; 9) I S B N 3-921600-21-9 NE: Editionen der Iberoamericana / 03

ISBN 3-921600-21-9 © V e r l a g Klaus Dieter Vervuert Alle Rechte vorbehalten Reservados todos los derechos Printed in West Germany

Indice

Prólogo

7

Introducción

18

I . El Nuevo Espacio Cultural y el Surgimiento del Romanticismo

34

1.1. Desestructuración y reestructuración social

34

1 .2. La élite dominante y la formación de la personalidad social de la nueva generación

44

1 .3. La cultura urbana popular y la personalidad artística de la ¡oven generación

54

1 .4. La iniciación romántica juvenil: un populismo ¡lustrado

65

2. El Proyecto Liberal y el Romanticismo como Utopía Revolucionaria de una Elite Profesional

75

2 . 1 . La consolidación del partido liberal y la formación de la personalidad política de la ¡oven generación

76

2 . 2 . La segunda etapa romántica: la producción cultural como diseno de un horizonte revolucionario abstracto

85

3. La Consolidación del Romanticismo como Afirmación del M o d o de Ser de la Aristocracia Intelectual Republicana

95

3 . 1 . El fracaso del proyecto liberal y la crisis de identidad de la generación romántica

95

3 . 2 . La tercera etapa romántica: el repliegue a un aristocraticismo sentimental

101

3 . 3 . La consolidación del romanticismo intimista como cultura privada de la aristocracia republicana

109

4. El Realismo Social en el Río de la Plata (1837-1880)

124

4 . 1 . La situación social en el Río de la Plata

125

4 . 2 . El tipo social productor de cu Itura

140

4 . 3 . El proyecto cultural de la Generación de 1837 y la formulación de un nuevo paradigma estilístico-formal

147

a) La ruptura con la cultura y las clases tradicionales

148

5

b) El e j e r c i c i o de la autonomía y la e l a b o r a c i ó n de una nueva identidad

152

c) La f u n d a c i ó n de una nueva r e l a c i ó n con la s o c i e d a d y de un nuevo horizonte de la realidad

155

5 . Deutsche Zusammenfassung: D i e A r t e n kultureller Produktion der Urbanen M i t t e l s c h i c h t e n in L a t e i n amerika: die a b h ä n g i g e n Kulturen ( 1 7 8 0 - 1 9 2 0 ) und die autonomen K u l turen ( 1 8 4 0 - 1 9 7 0 )

163

N o t a s a la introducción

191

N o t a s al capítulo 1

194

N o t a s al capítulo 2

204

N o t a s al c a p í t u l o 3

206

N o t a s al c a p í t u l o 4

212

Bibliografía

216

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Prólogo

1 . - Este trabajo trata de formular los fundamentos científicos para la investigación de la literatura hispanoamericana poscolonial y , en particular, de la contemporánea. Toda investigación se desarrolla a partir de un modo de plantear preguntas acerco de un fenómeno. Teniendo en cuenta que la literatura hispanoamericana se desarrolló con un cierto paralelismo con respecto a las modernas literaturas burguesas producidas en las sociedades industrializadas a lo largo de los últimos dos siglos, esta reflexión se hace problema de la especificidad de la literatura urbana producida en la sociedad hispanoamericana. El primer supuesto hipotético que controla esta reflexión es, por lo tanto, la precomprensión de la literatura hispanoamericana como un fenómeno particular, distinto del europeo. El segundo supuesto que orienta el modo de proceder es la convicción de que esa especificidad literaria tiene su origen en fenómenos histórico-sociales globales que han de ser determinados por la investigación. Es necesario proceder de esta manera, porque a quellos niveles no pueden ser considerados como "contextúales", o "extraliterarios" (Wellek 1963) sino que, antes al contrario, la consideración del hecho literario como un fenómeno concreto obliga a estudiarlo como un aspecto de una formación social. El titulo que hemos escogido para este trabajo se explica porque llega a una particular comprensión de la especificidad literaria porque la estudia como un fenómeno que es, simultáneamente, histórico-social. El tercer presupuesto se refiere a una concepción particular acerca de la naturaleza histórico-social del fenómeno literario en América Latina.

Creo haber demostrado que

la comprensión de un nuevo fenómeno literario en estas sociedades, solo es posible de a l canzar cabalmente cuando se lograr reproducir cuál ha sido el proceso de formulación del nuevo paradigma estético-cultural que lo sustenta. Este proceso de formulación es perceptible cuando se investiga la naturaleza social del grupo productor-receptor de la nueva forma literaria; cuando se estudia su comportamiento estético, por el que rechaza los paradigmas tradicionales y se identifica - o crea- con nuevas formas, géneros y lenguajes literarios; y cuando se logra averiguar por qué le asigna a la literatura nuevas funciones dentro de la vida social, transformándola como institución social. En este proceso, la formulación de un nuevo paradigma estético cultural se desarrolla simultáneamente, y de manera indiferenciada, con otros tipos de fenómenos sociales, aunque el investiga7

dor debe estudiarlos por separado para poder imaginarlos como un conjunto concreto. A s í podrá reproducir un proceso en el que la a p a r i c i ó n de un n u e v o conjunto literario se articula a lo formación de un n u e v o tipo social productor de cultura, con el establecimiento de una nueva forma de relaciones con los demás actores s o c i a l e s , con la a d o p c i ó n de una nueva actitud con respecto a la cultura nacional dominante y , simultáneamente, con la cultura y los lenguajes literarios internacionales. Y podrá interpretar la a p a r i c i ó n de un nuevo conjunto de obras literarias, como el resultado último de ese proceso s o c i a l . La categoría a n a l í t i c a que permite reducir un nuevo conjunto literario a cierta u n i d a d , y que posibilita su a r t i c u l a c i ó n a aquel vasto proceso s o c i a l , es la determinación de un n u e v o paradigma estético-cultural entendido como un modo de comportamiento de aquél n u e v o sujeto social con respecto, simultáneamente, a la s o c i e d a d de su tiempo y con respecto a la cultura y a la literatura. C o m o toda esta serie de hechos constituye un proceso h i s t ó r i c o - s o c i a l , me he visto o b l i g a d o a estudiar la e s p e c i f i c i d a d literaria de este c o n j u n to de obras como una historia social de su proceso de p r o d u c c i ó n . Este trabajo no constituye propiamente una historia literaria. Es i n a d e c u a d o hablar de " h i s t o r i a " cuando se trata una sóla é p o c a literaria, es decir del período de a p a r i c i ó n , constitución y desarrollo de las literaturas llamadas " n a c i o n a l e s " ; o , para expresarlo con mayor rigor, de las formas que asumieron las modernas literaturas burguesas en la s o c i e dad de A m é r i c a Latina. S e r í a más e x a c t o hablar de una " h i s t o r i z a c i ó n " de esta é p o c a l i teraria, en donde el investigador busca determinar el proceso g e n é t i c o por el que se transforma un modelo i n t e r n a c i o n a l i z a d o de literatura moderna, hasta llegar a configurar una clase e s p e c í f i c a diferenciada de su o r i g e n . Para e x p l i c a r l o en términos inmediatamente comprensibles, podemos recordar a q u e l l a d u p l i c i d a d en que se mueve la crítica y la h i s toria de la literatura l a t i n o a m e r i c a n a . Se trata de dos e v i d e n c i a s que no puede c o n c i l i a r . Por un lado, cuando considera los movimientos literarios generales que se desarrollan a partir del neoclasicismo ' 1 7 8 0 - 1 9 7 0 ) , comprende a esta literatura como una variante de la europea i n t e r n a c i o n a l i z a d a ; por otro, cuando estudia obras como las Tradiciones de Ricardo Palma M 8 7 2 - 1 8 9 8 ) , El G a u c h o M a r t í n Fierro de José Hernández ( 1 8 7 2 - 1 8 7 8 ) o la Literatura realista con perspectiva r e v o l u c i o n a r i a ( 1 8 4 5 - 1 9 7 0 ) se ve i n c l i n a d a a d e s t a car sus diferencias con respecto a la europea. Creemos que el estudio del comportamiento ael n u e v o sujeto productor de cultura cuando llega a formular un n u e v o p a r a d i g ma estético q u e , finalmente, se resuelve en la a p a r i c i ó n de a q u e l l a s obras o tendencias literarias relevantes, nos permite entender más adecuadamente e n qué r e s i de su e s p e c i f i c i d a d s o c i a l y literaria, a u n a nivel d e s c r i p t i v o - f o r m a l . Porque la c o n s i d e r a -

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c i ó n de este proceso g e n é t i c o - s o c i a l nos permite entender adecuadamente en que c o n s i s te ese n u e v o lenguaje, cuáles son sus rasgos relevantes, a qué nuevo paradigma estético se conforma, por qué han llegado a crear - o recrear - nuevos géneros, por qué desarrollan durante un s i g l o una forma de composición que desaparece prontamente e n Europa, por qué e s c o g e n esa lengua literaria, qué sentimientos básicos la controlan, qué funci&n tratan de asignarle y , finalmente, qué tipo de horizonte social procuran objetivar o constituir frente a los patrones de interpretación dominantes e n la v i d a y el arte de su tiempo. El objeto formal de este trabajo no son, por lo tanto, a l g u n a s obras relevantes p a r t i c u l a res, sino el proceso g e n é t i c o que e x p l i c a la a p a r i c i ó n de nuevos conjuntos literarios.

No

hay duda que las obras m6s s i g n i f i c a t i v a s de un período literario son las que e v i d e n c i a n aquél proceso g e n é t i c o , lo i n s t i t u c i o n a l i z a n y , finalmente, lo reproducen a través del efecto que tienen sobre los grupos sociales que las asumen y se i d e n t i f i c a n con e l l a s . P e ro esta prioridad e f e c t i v a no contradice el h e c h o e v i d e n t e de que existe un proceso a n terior que las posibilita y permite interpretarlas a d e c u a d a m e n t e . Para el proceso de i n v e s t i g a c i ó n , que se o c u p a precisamente de aquellos fenómenos que no son inmediatamente a c c e s i b l e s a la o b s e r v a c i ó n inmediata, la p e r c e p c i ó n y c o n f i g u r a c i ó n de aquél f e n ó meno social significa la instancia fundamental que permite un salto c u a l i t a t i v o en la i n terpretación y comprensión última del h e c h o literario. Este trabajo, por lo tanto, está controlado por el supuesto metodológico de que la comprensión de la e s p e c i f i c i d a d de la literatura latinoamericana solo es captable cabalmente - a ú n , repito, a nivel d e s c r i p t i vo-formal - si se estudia el proceso g e n é t i c o por el que un grupo productor formula un nuevo paradigma e s t é t i c o - c u l t u r a l , lo transforma y , finalmente, lo consolida e n a l g u n a s obras literarias relevantes que poseen caracteres d i f e r e n c i a l e s con respecto a las e u r o p e as. S o l o e n este sentido es una Historia S o c i a l de la Literatura H i s p a n o a m e r i c a n a . Este trabajo no pretende ser una s o c i o l o g í a de la literatura en el sentido habitual en que se entiende esta d i s c i p l i n a . N o busca determinar la manera e n que la s o c i e d a d se r e fleja e n la literatura, insistiendo e n su carácter d o c u m e n t a l , como todavía hoy proceden a l g u n o s críticos literarios (Daus 1976); tampoco considera a la literatura como " i d e o l o g í a " , o como un elemento de la superestructura, como quienes la estudian en su r e l a c i ó n dependiente de otras determinaciones e c o n ó m i c o - s o c i a l e s (Lukács 1966, G o l d m a n 1959, Dessau 1967, Perus 1976); no r e a l i z a un estudio cuantitativo de la r e c e p c i ó n de las obras literarias por parte de ciertos grupos, capas o sectores s o c i a l e s (Escarpit 1958); ni a n a l i za propiamente el c i r c u i t o de la c o m u n i c a c i ó n , procurando determinar el efecto que tiene la literatura sobre el horizonte de expectativas de un determinado p ú b l i c o , sino de 9

manera circunstancial (Jauss 1970); aunque reconoce - y u t i l i z a frecuentemente - la e f i c a c i a operativa del concepto de " h o r i z o n t e " fen este caso ha sido tomado de la tradición de la fenomenología y , e n particular, de la obra de H e i d e g g e r 1927, e n t e n d i é n d o l o a d e más como un comportamiento social situado históricamente); ni atiende a la p a r t i c i p a c i ó n del pOblico para e x p l i c a r los cambios estilísticos (Hauser 1968). Tiene en común c o n todos estos trabajos el presupuesto general de que es muy d i f í c i l comprender el fenómeno l i terario, a ú n e n sus determinaciones estéticas, si no se lo interpreta como un fenómeno s o c i a l . Pero no estudia esta c u a l i d a d social del lenguaje literario a partir de a q u e l l a s d i cotomías por las que proceden aquellos investigadores, e n donde la literatura es c o n s i d e rada como un fenómeno a i s l a d o y observada en sus relaciones con la s o c i e d a d como un conjunto diferente de e l l a . A n t e s bien, se interpreta el proceso de p r o d u c c i ó n literaria como un proceso de a u t o - p r o d u c c i ó n s o c i a l . En este proceso, un grupo social d e t e r m i n a do, e n base a un trabajo s o c i a l , e n la p r o d u c c i ó n literaria, a través de e l l a , como e f e c to de la misma literatura, creándola e identificándose con e l l a , trata de formular un n u e v o horizonte de la e x i s t e n c i a , de constituir nuevas relaciones con los demás actores s o c i a l e s , de asumir o de rechazar las formas culturales dominantes o marginales, n a c i o n a les o e x t r a n a c i o n a l e s , populares o urbanas de su tiempo y , e n definí ti v q de constituirse a sí mismo en un nuevo tipo de sujeto s o c i a l , reponsable de su propia r e a l i d a d y del d e s a rrollo de su propia historia. En este sentido, la p r o d u c c i ó n de un n u e v o lenguaje l i t e r a rio es un elemento constitutivo de la r e a l i d a d de un n u e v o sujeto social porque en él a d quiere una nueva identidad y porque a través de él logra configurar un n u e v o tipo de r e l a c i ó n con la n a t u r a l e z a , con la historia y con la s o c i e d a d como totalidad. Es esta una realidad subjetiva pero, al mismo tiempo - y esto nos interesa subrayar - es una r e a l i d a d e f e c t i v a , y a que si ese grupo social no hubiera producido aquél lenguaje literario, no serían los mismos, no tendrían subjetiva y objetivamente el mismo perfil s o c i a l , no h u b i e ran podido establecer el mismo tipo de relaciones s o c i a l e s con las clases, los grupos y las instituciones con que se v e í a n o b l i g a d o s a confrontarse, no hubieran podido desarrollar los mismos comportamientos ni v i v i r en f u n c i ó n de determinadas formas de interpretar el mundo. Es, e n una p a l a b r a , como he procurado mostrarlo repetidamente en mis trabajos anteriores, una praxis s o c i a l . S o l o e n este sentido, este trabajo es una Historia S o c i a l de la Literatura H i s p a n o a m e r i c a n a .

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2 . - Una breve crónica sobre el desarrollo de esta investigación ayudará a comprender su modo de proceder y a evaluar más adecuadamente sus conclusiones. Primitivamente, el objeto escogido era e l desarrollo del realismo social en América Latina entre 18401970. En ese entonces, había realizado trabajos monográficos sobre José Hernández 0872-1878), Ciro Alegría (1941) y José M . Arguedas 0937-1939, 1941, 1958, 1964), cuya comparación me había sugerido la posibilidad de que los tres configuraban una misma tendencia literaria o, para decirlo en términos conceptuales de este trabajo, que obedecían a l mismo tipo de paradigma estético-cultural a pesar de las naturales variaciones que se derivaban de su desarrollo. En los tres casos encontraba la misma voluntad de configurar un c i c l o histórico que incidía esencialmente en la situación del hombre popular; la intención de dar cuenta de la totalidad de la sociedad, configurándola en sus niveles más mediatos inaccesibles para la observación del sujeto productor-lector urbano que la creaba; la aplicación de una forma de configuración estética para juzgar esa totalidad social y , lo que era más importante todavía, tomando como medida valorativa la perspectiva de las clases tradicionales que sufrían e l proceso destructivo de transformación; la tendencia a reproducir el horizonte anímico y la vida cultural de los sectores tradicionales, convertidos en protagonistas centrales del mundo literario; e l tono elegiaco predominante que determinaba e l lenguaje del relato; la incorporación de la naturaleza a la vida social de aquél estrato popular; y , en fin, la persistencia de aquellas características estilístico formales que ya habían sido descritas por Lukács para dar cuenta de las "leyes de la é p i c a " , que controlaban la estructura y las formas de configuración de la novela histórica en su período realista europeo y que, sin embargo, perduraban hasta el presente en América Latina. Ninguna de estas características se hallaba presente en e l relato y la poesía de los países industriales desde hacía más de un siglo, y alguna de ellas eras desconocidas para toda la literatura de la Edad Moderna europea. Contaba, por lo tanto, con una suficiente certeza como para pensar que me encontraba con un fenómeno específicamente latinoamericano, que me permitiría descubrir algunos caracteres diferenciales de su literatura con respecto a la de los países industriales. D e esta manera enuncié una hipótesis de investigación que preveía la posibilidad de estudiar el surgimiento, la reformulación y la persistencia del realismo social, como una de las características específicas de la literatura latinoamericana. El presente trabajo, en su cap. 4, se articula a la primera etapa de aquella investigación. Estudia e l momento en que surge por primera vez aquél nuevo tipo de paradigma estético-cultural que, en definitiva, constituye un aspecto de un nuevo tipo de pro-

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yecto social de relación entre la inteligencia ¡lustrada y la sociedad, y que iba a persistir a lo largo de m&s de 150 años. La primera formulación de este proyecto la realiza la llamada Generación de 1837 en el Río de la Plata. Surgida como uno de los tantos grupos ilustrados tradicionales formados posteriormente a la Independencia en diversas regiones de América Latina, y adoptando como muchos de ellos el lenguaje romántico para autoidentificarse, muy pronto se diferencia de ellos, constituyen un nuevo tipo social productor de cultura y , a través de la formulación de aquél nuevo paradigma estético, llega a establecer un nuevo tipo de relaciones consigo mismo, con la sociedad de su tiempo y con las expectativas históricas que asumía con respecto a su transformación. El trabajo expone este proceso y termina con el análisis de las dos primeras obras significativas que poseyeron una notable relevancia estética y mantuvieron a lo largo de un siglo una persistente eficacia social: El Matadero de Esteban Echeverría, y El Facundo de D o mingo F. Sarmiento. De esta manera, pensamos que hemos logrado aislar e ilustrar con una suficiente concreción un determinado paradigma estético-cultural que se articula al proyecto social de un nuevo tipo social productor de cultura y, en definitiva, configura un nuevo tipo de literatura específica de la sociedad latinoamericana. En la primera parte se trata de un fenómeno literario sincrónico al anterior y que ha sido llamado el "romanticismo peruano" (1848-1878). Este fenómeno literario, que habitualmente los críticos e historiadores presentan como un hecho análogo al que se produce en el Río de la Plata, ofrece características tan particulares que constituye un caso privilegiado para el investigador que se pregunta por la especificidad de la literatura latinoamericana. Porque acá contamos nuevamente con una evidencia que necesita ser explicada, y obliga a formular una teoría sobre aquellos problemas tan importantes como los de transferencia, o influencia, de los movimientos europeos, sobre su transformación cuando son producidos en la sociedad latinoamericana, y sobre su diferenciación en cada una de las sub-regiones que la componen. El hecho incontestable es la indudable diferencia que existe entre dos modos distintos de recepción del romanticismo europeo en América Latina. M a s aún, se trata inclusive de dos modos de producción literaria, de distintos tipos de instituciones y funciones sociales, de diferentes lenguajes, géneros, horizontes, sentimientos dominantes, recursos formales y , en una palabra, de opuestos fenómenos literarios, sociales y culturales. La descripción de este fenómeno, y su comparación con el que se desarrollaba simultáneamente en el Río de la Plata, nos ha permitido profundizar en la comprensión de la especificidad de las formas literarias, y de los modos de producción cultural, de las modernas literaturas burguesas en la sociedad de América Latina. 12

El progreso c i e n t í f i c o de una d i s c i p l i n a no es un proceso que consiste solamente en la a c u m u l a c i ó n de i n f o r m a c i ó n , sino también e n la c a p a c i d a d de a c c e d e r teóricamente a un n i v e l c u a l i t a t i v a m e n t e nuevo de comprensión de los fenómenos. Considero que e l a p o r t e fundamental de este t r a b a j o no consiste en e l tratamiento de a q u e l l o s dos casos concretos, aunque ha/amos podido esbozar una v i s i ó n novedosa d e l primer p e r í o d o l i t e r a r i o de la l i t e r a t u r a hispanoamericana p o s c o l o n i a l e n base a la c o m p a r a c i ó n contrastada de dos l i t e r a t u r a s básicamente d i f e r e n t e s . Pero nos interesa destacar que este modo de proceder nos ha p e r m i t i d o formular teóricamente los modelos de los dos modos de p r o d u c c i ó n l i t e r a r i a que han tenido las é l i t e s ilustradas e n A m é r i c a Latina entre 1780 y 1920. Esto nos permite d i f e r e n c i a r dos tipos de l i t e r a t u r a s r a d i c a l m e n t e diferentes que se desar r o l l a n s i n c r Ó n i c a m e n t e en diversos polos de la r e g i ó n , desapareciendo y reformulándose en distintos lugares a l o largo de un s i g l o ; y , a l mismo t i e m p o , mostrar en qué reside la e s p e c i f i c i d a d de esas l i t e r a t u r a s , y a que se d i f e r e n c i a n c u a l i t a t i v a m e n t e de las p r o d u c i das durante e l mismo período e n los países i n d u s t r i a l e s . El l e c t o r de este t r a b a j o , a q u i e n supongo e s p e c i a l i z a d o en las ciencias que t i e n e n que ver d i r e c t a m e n t e con la l i t e r a t u r a , dispensará la ausencia de estos modelos teóricos, y de la consiguiente discusión m e t o d o l ó g i c a , a los que he e x c l u i d o de este v o l u m e n p r o c e d i e n d o a p u b l i c a r l o s por separado. Pretendo, con e l l o , i n t r o d u c i r la v a r i a b l e s o c i a l e n los estudios l i t e r a r i o s que se r e f i e r e n a l fenómeno l a t i n o a m e r i c a n o , sin verme o b l i g a d o a romper e l d i á l o g o con a q u e l l o s c r í ticos e historiadores de la l i t e r a t u r a que han logrado d a r l e un considerable impulso a la d i s c i p l i n a en los últimos v e i n t e o t r e i n t a aPlos a través de o t r o enfoque m e t o d o l ó g i c o ; p e r o , a l mismo t i e m p o , tengo la i n t e n c i ó n expresa de e l e v a r la c i e n c i a de la l i t e r a t u r a a l n i v e l de una c i e n c i a s o c i a l , es d e c i r de tomar como o b j e t o no solo las obras y los f e n ó menos e s p e c í f i c a m e n t e l i t e r a r i o s , sino a la sociedad l a t i n o a m e r i c a n a que se d i s t i n g u e , como una de sus c a r a c t e r í s t i c a s , también por que posee i n s t i t u c i o n e s y formas específicas de l i t e r a t u r a .

3 . - Los primeros tres caprtulos desarrollan e l s u r g i m i e n t o , la transformación y la c o n s o l i d a c i ó n d e l paradigma e s t é t i c o que c o n t r o l ó las obras más importantes d e l l l a m a d o r o manticismo p e r u a n o . Desde e l punto de vista específicamente l i t e r a r i o , d e f i e n d o dos t e sis, las cuáles p e r m i t e n sistematizar e i n t e r p r e t a r e l fenómeno de una manera d i f e r e n t e a como lo acostumbra hacer hasta ahora la d i s c i p l i n a . Por un l a d o , asumo un enfoque común que reconoce una tendencia uniforme predominantemente romántica que se m a n i fiesta en e l t e a t r o , la l í r i c a y la n o v e l a entre 1848 y 1872; por o t r o , la d i f e r e n c i o de

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otras

tendencias

literarias como el cuadro de costumbres crítico o s a t í r i c o , la costumbre

y el v i a j e ¡lustrado, y la memoria realista. A l realizar esta d i s t i n c i ó n , llamo la a t e n c i ó n sobre las últimas dos formas literarias, que curiosamente no h a b l a n sido i n c o r p o r a das o valoradas en la historia " o f i c i a l " de la literatura peruana del s i g l o X I X , y que a mi parecer tienen un v a l o r estético y social notables comparadas con las de la tendencia r o mántica. En este contexto, incorporo las Tradiciones de Ricardo Palma a la corriente que se desarrolla a partir del lenguaje romántico y el costumbrismo s a t í r i c o , d i f e r e n c i á n d o las esencialmente de la tendencia ilustrada y de la memoria realista. Esto s i g n i f i c a una revisi&n v a l o r a ti v a de las series literarias, una reinterpretación de sus lenguajes y de sus raíces sociales y una r e c l a s i f i c a c i ó n de sus tendencias. La segunda tesis se refiere específicamente al desarrollo de la tendencia llamada r o m á n t i c a . D i s t i n g o e n e l l a tres períodos. M u e s t r o que el momento e n que se manifiesta está más cercano al que Peers llama el " e c l e c t i c i s m o " espaRol que a la r e b e l i ó n r o m á n tica, que por otro lado y a h a c i a más de una d é c a d a h a b í a desaparecido e n España. En la segunda e t a p a , que cronológicamente se desarrolla parcialmente simultánea a la a n terior, es posible distinguir un incipiente lenguaje r o m á n t i c o - l i b e r a l , impregnado de contenido idealista de tipo é t i c o - p r i n c i p i s t a . La tercera se desarrolla a partir del f r a c a so de esta alternativa y se resuelve en un subjetivismo s u p e r f i c i a l , d e c o r a t i v o y d i s o l v e n te, que controla las obras de los artistas más importantes del p e r í o d o , cuando producen e n su madurez y que se han incorporado a la cultura o f i c i a l del PerCi: S a l a v e r r y , C i s n e ros y Palma. Los trabajos precedentes de los historiadores y críticos que se han o c u p a d o de este período - e n v e r d a d , muy e s c a s o s - , se h a b í a n r e d u c i d o a acumular desordenadamente i n formación que era muy d i f í c i l de interpretar. Los contados estudios monográficos sobre obras, tendencias u a l g u n o s autores particulares n o tienen nivel c i e n t í f i c o . La b i o g r a fía de O v i e d o 1965, por ejemplo, que recoge lo que h a b í a n documentado los a n t e r i o res, persiste en d i v i d i r los " c o n t e x t o s " externos y los datos biográficos irrelevantes, con un a n á l i s i s fragmentario de la obra, donde es posible recoger a l g u n o s indicios para c o menzar la i n v e s t i g a c i ó n , pero no tienen en sí mismo un nivel a d e c u a d o . A c á se u t i l i z a n los trabajos de a n á l i s i s estilístico de Escobar que es un caso e x c e p c i o n a l dentro de un a m p l i o páramo de comentadores o c a s i o n a l e s . S e lamenta, al mismo tiempo, a q u e l l a a u sencia de a n á l i s i s g l o b a l e s , y a que ni siquiera R i c a r d o Palma cuenta con un estudio, ni con una e d i c i ó n crítica, que de cuenta de toda su o b r a , o al menos d é l o más importante de e l l a . A l b e r t o Tauro y Estuardo NuPlez han r e a l i z a d o una labor de pioneros sobre 14

temas e s p e c í f i c o s , lo mismo que Porras. Para mi sorpresa, la mejor fuente para una historia de la cultura y de la literatura peruana, no la constituye el trabajo desordenado y a c u m u l a t i v o de Luis A . S á n c h e z , sino la Historia de la R e p ú b l i c a de Basadre. M 6 s que todos los anteriores, su trabajo me ha permitido ordenar y diferenciar las obras, los g r u pos, los estilos y las tendencias literarias, además de ofrecer una i n c i p i e n t e s o c i o l o g í a del gusto literario e n la línea de lo que y a proponía S c h U c k i n g en 1931, lo cual lo c o n vierte e n un caso e x c e p c i o n a l dentro de la historia literaria del s i g l o X I X

latinoameri-

cana . Este trabajo e s , q u i z á s , el primer intento de sistematización de la literatura p e r u a na del s i g l o X I X hasta la guerra con C h i l e r e a l i z a d o con un criterio c i e n t í f i c o . Está d e más repetir que he logrado comprender más adecuadamente las particularidades literarias porque he observado el proceso social de producci&n de los supuestos básicos que las sustentan. El tono predominante de la e x p o s i c i ó n es el de una crónica histórica que se d e sarrolla a r t i c u l a n d o el nivel literario al sujeto que lo p r o d u c e , y que e x p l i c a las v a r i a ciones del fenómeno literario por las v a r i a c i o n e s del cuadro de relaciones que e s t a b l e cía aquél sujeto productor con los demás actores s o c i a l e s . C o m o hubiera q u e r i d o G o l d mann 1956, creo haber demostrado que existe un suficiente paralelismo entre las v a r i a ciones de ese sistema de relaciones s o c i a l e s que i d e n t i f i c a n el desarrollo de la personalidad social de un sujeto productor, con las v a r i a c i o n e s del paradigma es té tico-cultural que formulaban para expresar e instituir esas relaciones; hasta q u e , finalmente, se estab i l i z a n ambos y dan lugar al tipo de literatura y de cultura que describo en el capítulo tercero. El lector a v i s a d o p e r c i b i r á , por otra parte, que no hablo a c á de la a n a l o g í a e n tre una v i s i ó n del mundo y del universo literario, sino entre un paradigma e s t é t i c o - c u l tural y un sistema de relaciones s o c i a l e s que e s p e c i f i c a la naturaleza de un tipo social productor de cultura. El deseo de poder a l c a n z a r este primer ensayo de sistematización e interpretación al lector medio interesado por la cultura peruana, y a l c r í t i c o literario que no domina el discurso e p i s t e m o l ó g i c o de las c i e n c i a s s o c i a l e s , me han d e c i d i d o a adoptar el tono narrativo, e x p o n i e n d o llanamente los hechos, las a r t i c u l a c i o n e s y las i n terpretaciones, sin insistir sino lateralmente en el modelo operativo que los controla. Q u i e n desee ver tratado este fenómeno con d i c h o modelo teórico, deberá consultar el trabajo que publiqué al respecto ( " P a r a d i g m a de la cultura dependiente. . . " 1977) d o n de también e l a b o r o una teoría general sobre la e s p e c i f i c i d a d de este tipo de literatura moderna, cuando se desarrolla en medio de una s o c i e d a d predominantemente tradicional en l a t i n o a m é r i c a , a un mayor nivel de a b s t r a c c i ó n . 15

4 . - A diferencia de lo que ocurre con el s i g l o X I X peruano, el investigador e n c u e n tra su tarea

enormemente facilitada cuando trata el fenómeno e n el Río de la Plata.

El hecho es e x p l i c a b l e y a que mientras para la cultura peruana, el período es v a l o r a d o como el menos s i g n i f i c a t i v o de su expectro, para la del Río de la Plata es considerado el m6s importante i n c l u y e n d o el presente. Por e l l o , existen a c 6 diversas historias sistemáticas donde, a través de distintos enfoques y con diversos presupuestos, se trata el p e ríodo con un particular pormenor. A b u n d a n igualmente las b i b l i o g r a f í a s , los estudios b i o gráficos, los a n á l i s i s literarios y los ensayos de interpretación. N o se encuentran tampoco ausentes múltiples trabajos n a c i o n a l e s y extranjeros sobre historia s o c i a l , de las ideas p o l í t i c a s , de las ideas estéticas, de historia econ&mica, p o l í t i c a e institucional y , a ú n , estudios demográficos y de la a r t i c u l a c i ó n con el mundo i n t e r n a c i o n a l . Este conjunto de trabajos h a c e n innecesaria una e x p o s i c i ó n sistemática o una c r ó n i c a de los sucesos, r e a l i z a d a y a por muchos. He p r o c e d i d o , por lo tanto, a destacar solo algunos aspectos r e l e vantes del fenómeno s o c i o - l i t e r a r i o , e v a l u a r los trabajos y las fuentes, y proponer una teoría general sobre esta nueva forma de cultura, insistiendo solo e n los aspectos fundamentales del modelo que expuse anteriormente; es decir e n la constitución de un n u e v o tipo de sujeto social productor, que produce un n u e v o conjunto literario porque ha formulado un n u e v o paradigma es té tico-cultural como un modo de r e l a c i ó n i n é d i t o consigno mismo y con los demás actores s o c i a l e s . Esto me ha permitido proceder de una manera más abstracta, a v a n z a n d o a través del proceso g e n é t i c o de f o r m u l a c i ó n del p a r a d i g m a , y comparándolo al mismo tiempo con el caso peruano y español contemporáneos a ese comportamiento. D e esta manera, he podido culminar el estudio formulando tácitamente una teoría sobre este n u e v o modo de p r o d u c c i ó n , elaborada de tal manera que pueda ser desarrollada para e x p l i c a r la e v o l u c i ó n de la misma tendencia e n las sucesivas décadas e n las diversas regiones, hasta llegar a configurar una de las tendencias más v i g o r o s a , todavía v i g e n t e en la a c t u a l i d a d . Q u i e n se interese por esta formulación teórica, presentada con un a d e c u a d o nivel de a b s t r a c c i ó n , deberá consultar el modelo que he p u b l i cado al respecto ("Los modos de p r o d u c c i ó n . . . " 1977; " E l desarrollo de las literaturas autónomas. . . " 1978).

5 . - En la primera s e c c i ó n de la Bibliografía he agrupado los instrumentos de trabajo y b i b l i o g r a f í a s , tanto generales como referidas a temas monográficos. El campo que c u bren las secciones siguientes e x muy a m p l i o , y a que se trata de una s e l e c c i ó n de trabajos que estudian el fenómeno social latinoamericano, y su manera de concretarse e n las

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dos sub-reg'ones tratadas, desde diferentes puntos de v i s t a . Esto era necesario, y a que a o á se presenta el fen&meno literario como un aspecto de una formación s o c i a l . Entre todos e l l o s , los textos literarios y las fuentes documentales que permiten interpretar su modo de p r o d u c c i ó n tienen prioridad, y a que a c á se ha tomado como objeto formal a la literatur a . La cuarta secci&n a g r u p a estudios sobre la s o c i e d a d hispanoamericana desde finales del s i g l o X V I I I , cuando se preparan las estructuras institucionales a las que se a r t i c u l a r á n las nuevas generaciones productoras de cultura, hasta que se c o n s o l i d a su n u e v o paradigma e s tético cultural; es d e c i r , e n el PerG aproximadamente hasta la d é c a d a 1 8 6 0 - 1 8 7 0 , y e n el Rfo de la Plata hasta la d é c a d a

1840-1850.

6 . - La primara parte de este trabajo ha sido r e a l i z a d a con el a p o y o del S o c i a l S c i e n ce Research C o u n c i l (Joint Committee on Latin A m e r i c a n Studies) y el A m e r i c a n C o u n c i l of Learned S o c i e t i e s , 1 9 7 5 - 1 9 7 6 , e n el Instituto de Investigaciones de Literatura Peruana de la U n i v e r s i d a d N a c i o n a l M a y o r de S a n M a r c o s , Lima, y en la Biblioteca y el Institute of Latin A m e r i c a n Studies de la U n i v e r s i d a d de T e x a s , en A u s t i n . Le d e b o al D r . Jorge D a n d l e r el estímulo y la c o l a b o r a c i ó n para el diseno de esta primera parte de la i n v e s t i g a c i ó n ; a los s e minarios y críticas científicas del D r . R . S c h a e d e l , igual que a su e f i c a z h o s p i t a l i d a d , la formulación más rigurosa de mis modelos teóricos; y al Director y miembros del I L A S en la U n i v e r s i d a d de Texas, e n particular a los D r s . R. G l a d e , R . C a r d o n a y F . A l l i s o n , su a p o y o pora llevar adelante la i n v e s t i g a c i ó n y para poder discutir mis puntos de vista con otros investigadores dentro de U S A . La segunda etapa de la i n v e s t i g a c i ó n y su formulación final fué r e a l i z a d a c o n el a p o y o de la A l e x a n d e r v o n Humboldt Stiftung e n la RepCiblica Federal A l e m a n a ( 1 9 7 6 - 1 9 7 8 ) . D e b o un especial r e c o n o c i m i e n t o a la a y u d a práctica y c i e n t í f i c a del D r . G u s t a v Siebenmann por las nuevas p o s i b i l i d a d e s que encontré e n Europa y e n el mundo a c a d é m i c o a l e m á n a través de su a p o y o , su c r í t i c a , sus consejos y sus d e s v e l o s . El trabajo fué r e a l i z a d o ¡unto a l Prof. D r . H a n n s - A l b e r t Steger e n el Seminar für Romanische S p r a c h e n und A u s l a n d s k u n d e (F. Wirtschafts- und S o z i a l w i s s e n s c h a f t e n , U n i v . E r l a n g e n - N ü r n b e r g ) a q u i e n d e b o no solo la cordial hospitalidad que encontré e n este ámbito a c a d é m i c o , sino el i n v a l o rable aporte c i e n t í f i c o de q u i e n c o n o c e los problemas de los intelectuales y de la cultura de A m é r i c a Latina y puede interpretarlos críticamente a la luz de la tradición de la K u l t u r s o z i o l o g i e , que prácticamente ha casi d e s a p a r e c i d o en el presente. Este trabajo ha sido presentado como tesis de doctorado (Departamento de F i l o s o f í a , Historia y C i e n c i a s S o c i a l e s de lo F r i e d r i c h A l e x a n d e r Universität, E r l a n g e n - N U r n b e r g ) a l D r . Prof. D r . L e o P o l l m a n n , a q u i e n d e b o a g r a d e cer la generosa a y u d a que me prestó e n la e t a p a f i n a l . N ü r n b e r g , 1978 17

Introducción

El período hist&rico que se desarrolla a lo largo del ciclo del guano puede ser considerado como el primer momento de afirmación de la República del Perú. En los primeros años de la década de 1840 es posible percibir que se clausura la etapa de transición que había comenzado con la guerra por la emancipación y que se había prolongado a lo largo de dos décadas absorvida por el problema de la definición nacional. En ese período se produce un intenso movimiento cultural que ha sido considerado como la primera expresión colectiva del carácter nacional. " N a c i d o s bajo la sombra del pabellón de la República, cumplíamos con romper el amaneramiento de los escritores de la época del coloniaje", nos dice Ricardo Palma en 1887 cuando escribe sus recuerdos. Y a no serán figuras excepcionales como M e l g a r , O l a v i d e o Felipe Pardo, sino una "nueva y ardorosa generación de revolucionarios bohemios". Y no producirán obras circunstanciales, sino que dominarán el panorama artístico con un movimiento relativamente independiente de las demás manifestaciones de la vida social. Palma nos habla de esta cultura con un matiz confidencial, desvalorizando sus ooras e ironizando la distancia que existía entre sus desplantes pretenciosos y lo exiguo de sus frutos. Después de una sabrosa narración que abarca aproximadamente hasta el momento en que la realiza, tenemos una idea de lo que hoy llamaríamos el "temple" de una generación y de cuáles han sido sus relaciones predominantes con la sociedad y con la cultura dominante de su tiempo. Recuerda la lucha entablada entre los "rutinarios" y una "nueva generación", entre los viejos y la juventud, entre el romanticismo libérrimo y el clasicismo tiránico. Parecería la crónica circunstancial del modo en que un grupo de jóvenes pudieron afirmar su personalidad social optando por la modernidad y utilizando, como instrumento, la defensa de un nuevo modo expresivo, para después i n tegrarse a la vida social que antes aparentemente habían agredido. Palma no atribuye ninguna trascendencia a toda esa producción y sólo atina a decir que pertenece a una época determinada de la literatura nacional. A lo sumo se habría tratado de cultivar las bellas letras y de llamar la atención sobre sí mismos hasta que al fin se convierten en personajes serios y responsables, envejecen, llega la hora de declararse cesantes y dar paso a la nueva generación. En la sutil exposición de Palma es posible percibir que esa producción, sin embargo, absorviá la vida cultural de la ciudad de Lima durante un prolongado ciclo que abarca

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varías décadas; que esa ¡oven generaci&n se identificaba con ella de manera decidida; y que, tanto esa juventud como su cultura, tenían estrechos modos de articulaci&n con los grupos sociales urbanos. Se puede pensar con suficiente verosimilitud que ella representaba el horizonte existencial de quienes participaron activamente en sostenerla. Y su consideraci&n como un aspecto de la nueva sociedad que se produjo en el siglo X I X , nos puede dar acceso para comprender cu6l ha sido la característica y los limites de la primera afirmación del modo de ser republicano en el PerO. A principios de siglo, José de la Riva AgUero (1905) presenta su tesis "Carácter de la Literatura del PerCi Independiente", con la que se graduó de Bachiller en Letras a los veinte años. Es el primer estudio de carácter integral que se acerca a la cultura republicana procurando documentarla, sistematizarla e interpretarla. A partir de él, la critica peruana erudita no ha propuesto nuevas perspectivas, por lo que nos interesa d e tenernos en sus planteos. En el nivel mfis general, Riva AgUero asume el supuesto de Marcelino Menéndez y Pelayo (1893), quien vela en las diversas literaturas hispanoamericanas apéndices menores de la literatura española. Por otro lado, procede con el esquema de Taine ''rozo, medio y circunstancia), tratando de llegar a la definición de un " t i p o " o de una psicología nacional. El tipo literario del PerO sería el resultado de la degradación del tipo español caballeresco del siglo X V I , sometido al tibio y húmedo clima de la costa, obligado a cruzarse y a convivir con las razas india y negra, y organizado en la molicie y al servilismo del régimen colonial. La raza criolla reproduciría, afinados y debilitados, los rasgos de su madre. Es flexible, aguda, rápida, frivola etc. (p. 65-71). Finalmente, y siguiendo a Gabriel Tarde, defiende que una literatura depende, además del factor anterior, de cómo lleva adelante la imitación de los modelos tradicionales locales o de los extranjeros. Los peruanos, por su carácter, necesariamente y en todos sentidos, obedecen al avasallador prestigio de los ejemplos extranjeros. Las sociedades inferiores, débiles y jóvenes, viven casi por completo de la imitación de las sociedades poderosas y adelantadas. La originalidad (sobre todo la literaria) es allí rara. La literatura del PerO ha debido ser, pues, principalmente imitativa, y por la imitación se explica en gran parte, aunque siempre se le imprima el carácter n a c i o nal

(p. 73-74). De aquí concluirá que la literatura peruana forma parte de

la castellana, es incipiente y con predominio de la imitación sobre la o r i g i n a l i d a d . ' Riva AgUero relacionará el fenómeno del Romanticismo con los grandes acontecimientos de la Revolución Burguesa. Se produce en esa época una gama de sentimientos, esperanzas y dolores tan particulares que, el Clasicismo, con sus normas estáticas, no 19

podio expresar y que exigía una especial manifestación artística. Lo relaciona además con un cambio en lo estructuración social, de manera que después de la destrucción de las autoridades religiosas y sociales, le tocaba ahora a las literarias. Por ello, define el Romanticismo como un producto del espíritu revolucionario. Finalmente, lo articula al surgimiento de una individualidad exaltada, a una ampliación de la conciencia humana y a un sentimiento inédito del mundo - que pedían una nueva poesía y una particular libertad estética - que romperían las trabas del pseudo-clasicismo. Este último aspecto, continúa Riva Agüero, también se puede aplicar a los países que ahora pueden ser venero de bellezas y de inspiración artística de manera independiente de un centro dominante que imponga sus normas y al que, antes, habían imitado servilmente. Este movimiento ha renovado todos los géneros, ha dado al mundo sus mayores poetas líricos y ha fundado la literatura moderna que, hoy todavía, vive de su impulso. Si la raza había sido pensada por Riva Agüero como una degradación de la española, el movimiento romántico es interpretado como una degeneración en segundo grado. Llega al Perú cuando había dejado de existir en Europa, "que ha sido nuestro destino el estar atenidos a la antepenúltima moda europea". Si es una imitación, no toma como modelo a la literatura francesa sino a la española, de manera que "se hicieron reflejos de reflejos, ecos de ecos"; y eso los distrajo de beber en fuentes frescas y puras. El romanticismo español tuvo de original su verbosidad deslumbradora, que fue lo único que se pudo imitar. En cambio, produjo dos géneros notables en el drama histórico y en la leyenda, que los peruanos no pudieron aprovechar. N o podía repetirse con fortuna el drama en una sociedad atrasada que no tenía un público cultivado. Y no podía apelarse a la leyenda careciendo de tradiciones épicas: la Colonia no se prestaba, la República estaba muy cercana y el Imperio Incaico no interesaba. El pueblo peruano es impresionable y retórico, aficionado a la brillantez de la palabra y se enamoró del resonante, espléndido y verboso romanticismo de Hugo, Zorrilla y Espronceda. Esto es lo único que pudo producir una generación que prometió más de l o q u e cumplió, cuya única figura es Palma, que tiene tres o cuatro poetas honrosos y que, a pesar de que nunca a n duvo más próspera, produjo una literatura que hoy no se puede leer sin experimentar decepción y fatiga (p. 132-139). N o se trata ahora de discutir un texto que ha sido producido hace setenta anos, aunque no sería una tarea gratuita considerando la fortuna que tuvieron algunas ideas de R i 2 va Agüero, como el concepto de la literatura como expresión de un tipo mestizo,

la

crítica al servilismo imitativo y la discriminación entre todos los autores para valorar 20

solo a uno, Ricardo Palma, y salvar del olvido a otros tres. N o s interesa, en cambio, poner en evidencia el carácter problemático de su concepción, para se Pialar algunas contradicciones que todavfa no han sido resueltas. Antes que nada, se ha de poner en tela de juicio el concepto tácito de literatura " p e r u a n a " , como aquella expresión culta que refleja el genio de la raza, el carácter o el tipo de una sociedad. Y en ésto se incluye también el concepto de literatura hispanoamericana como un apéndice de la literatura española. Trataremos de mostrar en este trabajo que estas literaturas, a partir de la Ilustración, (aunque podríamos decir a partir de la Conquista en cuanto refleja un aspecto de la Edad Moderna) ya no son las literaturas de una raza, de un pueblo o de una naci&n. Si algunos rasgos de estas regiones pudieran ser contrastados con otros de diferentes sociedades, los caracteres dominantes de una nueva tendencia estilística y de un nuevo espíritu cultural deberán ser referidos a la composición, al proyecto social y a la evolución de las élites ilustradas, en sus complicadas relaciones con la cultura tradicional, con la modernidad europea, con la élite dominante y con el pueblo mayoritario. Es una literatura y una cultura por la que esas élites ¡lustradas se constituyen como grupos d i ferenciados frente a la realidad social y con la que toman una concreta fisonomía social. V de la misma manera se han de poner en duda aquellos conceptos como el medio fTsico y la circunstancia ambiental, puesto que esa producción tendrá algCin sentido solamente si se la articula al medio social. Las élites ilustradas producirán una nueva cultura, a sumirán como propio un nuevo estilo y escogerán unos u otros géneros, porque esas e x presiones serán las más apropiadas para entrar en relación con los demás actores que i n fluyen en su destino social y porque así legitimarán mejor sus pretensiones sociales.

El segundo tema que se ha de replantear es el tan manido problema de la Imitación. La relación que propone RIva Agüero entre sociedades inferiores y sociedades poderosas y adelantadas tiene notables debilidades y contradicciones. En primer lugar, no nos e x plica por qué, en vez de imitar a Francia - d e cuya literatura eran asiduos lectores- se deciden por Espada, ya que aludir al carácter inestable y entusiasta de los peruanos, que se "enamoran" más fácilmente de lo resonante, espléndido y verboso que de las fuentes puras de la poesía francesa no hace sino postergar el problema. En segundo lugar, no explica por qué no han reproducido la leyenda tradicional, siendo así que, no sólo no faltaban, sino que abundaban motivos en la historia inmediata, la pasada y la lejana; y , en ésto Riva Agüero se manifiesta, o bien ignorante de la historia y el ambiente republicanos del PerG y de la América Española, o bien demasiado controlado por sus pro21

pío prejuicios. Juan Marta Gutiérrez estuvo en Lima en los aflos cincuenta y eran conocidos en el ambiente las expresiones del romanticismo localista del RTo de La Plata. La liberaci&n de los esclavos, la anulación del tributo indígena, la anarquía, la lucha por la independencia, figuras como la de la Maríscala Gamorra, como la del Coronel N i e t o , la de Salaverry, la de San Martín, Sucre y Bolívar, la de TGpac Amaru o la historia de las guerras civiles coloniales y de la Conquista ofrecían un riquísimo material para la leyenda histórica y la novela romántica. ¿ P o r qué no existieron estas expresiones cuando abundaron en el resto del continente? . En tercer lugar, no es verdad que no existiera un público teatral ya que este es uno de los rasgos diferenciales del romanticismo peruano frente al resto de la América Española. En cuarto lugar, ¿ p o r qué no cultivaron el ensayo iluminista que busca interpretar la realidad y dramatizar el destino de los grupos ilustrados, oponiendo las épocas, las generaciones, los grupos sociales y los valores, como lo hizo el romanticismo en Italia, G r e c i a , Polonia, Hungría y en la América Española? ¿ P o r qué no cultivaron la nóvela? El problema de la imitación sólo es posible de comprender si se lo plantea en el momento histórico en que ha tenido lugar. Casi todos los autores lo hacen correctamente con respecto a la literatura colonial, refiriéndolo a un aspecto del problema general de la dominación y la dependencia de las sociedades sometidas a un sistema colonial. Para el siglo X I X , debe ser planteado, en relación con la expansión de las ideas y las posibilades productivas que ofrece la revolución burguesa de los países industriales; en re lard ó n con la incorporación de ciertos enclaves al sistema comercial, financiero y productivo controlados por aquellos, y por la identificación de ciertas élites looales con su sistema de vida. Se ha de preguntar, en este contexto, qué es lo que se imita y qué se d e ja de lado; para qué se lo imita, en relación con el propio grupo y en relación con el resto de la sociedad; y qué efecto social produce esa imitación. Sólo a partir de esas coordenadas será posible comprender, no sólo la literatura romántica, sino toda la producción cultural de los países dependientes, articulada de manera desigual a la de los países industriales y reducida a una élite en situación problemática consigo mismo y con

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su nación.

De allí que tampoco se pueda concebir a la literatura como expresión de un

carácter, de una subjetividad o de un tipo nacional, porque a partir de la independencia, ella es producida por uña élite en función de un proyecto social, sostiene la configuración de un grupo y disena su horizonte existencial frente al de toda la sociedad y es, sobre todo, constitutiva de su existencia social. Reducirla a un expresionismo emocional o a la revelación de un atavismo tipológico es negarse, desde al principio, a e n tender su peculiaridad. 22

Luís Alberto S&nchez ha caracterizado su visión de " L a Literatura Peruana" (1928-1936, 1966), como un "Derrotero para una historia cultural del Perú". Y a no pertenece, como Riva AgUero, a las capas artistocráticas identificadas con las sociedades industriales y con el partido civilista, sino que es un representante de la nueva generación de esas c l a ses medias que se presentan como alternativa y pretenden disputar el dominio del poder a las anteriores. Tiene una visi&n optimista de su patria como de un país adolescente (1959), valora lopopular y tiene un marcado sentido histórico y social. Su generación llevó adelante la Reforma Universitaria, fundó el A . P . R . A . y el Partido Socialista, produjo la literatura indigenista y la poesía vanguardista e intentó realizar una revolución social. En este contexto, Luis Alberto Sánchez tratará al fenómeno literario como un aspecto de la historia general de la sociedad peruana. Se interesará por los productos de cada nueva tendencia formal, describirá el espíritu que los sostiene, procurará entenderla en sus relaciones con el pasado y con el futuro, con el pueblo y con la ¿lite dirigente, con la mayoría tradicional y con Europa. Sánchez presenta el romanticismo peruano como un fenómeno artístico vinculado a la historia de los estilos y de las reformas del arte occidental a partir del Renacimiento. Aludirá a una liquidación de las formas expresivas del clasicismo colonial y a un nuevo cultivo de las bellas letras "al modo romántico" a partir de la difusión de las Leyendas y Tradiciones Poéticas (Zorrilla, 1843) y de los poemas de Fernando Velarde (Las Flores del Desierto, 1848) en la sociedad limeña. Vinculará esta renovación formal a una nueva actitud frente a la vida donde se pretendía exaltar la pasión (por oposición a la razón), destacar la individualidad (en vez de buscar la sanción de la colectividad) y remover los moldes literarios consagrados por la preceptiva clásica. Cita el prólogo del libro de Velarde, por ejemplo, donde opone la escuela moderna regida por el individualismo y la independencia, al sistema de leyes, códigos y normas del preceptismo tradicional. Finalmente, señala que este cambio formal y espiritual corresponden a una variación del gusto del público y se identifica con una nueva generación de artistas que producen un considerable florecimiento cultural. En esa literatura predominará el género lírico-sentimental y el drama histórico que hasta entonces estaban prácticamente ausentes de la cultura peruana. Esta primera aproximación permite asimilar, en un nivel muy abstracto, este proceso al mismo período del desarrollo cultural de los países europeos. Entre los rasgos generales del romanticismo peruano, Sánchez llama la atención sobre el exotismo de sus temas, su limeflismo, su nacionalismo y su preocupación dominante por el arte dramático. El carácter exótico es un rasgo comón.de una de las tenden-

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d a s del romanticismo europeo. El nacionalismo y el limeflismo se comprenden por s? mismos dadas las circunstancias históricas y sociales del PerO republicano. Aludir al teatro como al género dominante, en cambio, indica un rasgo diferencial con respecto a la mayoría de la regi&n hispanoamericana que ha de ser explicado. Pero, sobre todo, se d e tiene para discutir la opción por el lejonismo, que serta la forma peruana del exotismo y que se diferencia de él (p. 967-972). N o se tratarla una fuga al pasado, de la nostalgia por otro modo de vida o de la identificación con otro sistema de relaciones sociales (a lo que llama pasatismo) que implique un rechazo del presente. Ese impulso nostálgico o meláncolico estará ausente de la vida espiritual peruana, como lo estará también la contemplación y la identificación con la naturaleza. También estarán ausentes las tradiciones nacionales y el pueblo mayoritario, su presencia masiva, sus costumbres o sus leyendas. Se trata más bien de un salto más allá de lo histórico, lo social y lo natural, que logra suprimir todas las referencias que pudieran vincular el drama escénico con las circunstancias en que se movía la sociedad contemporánea y con las raices que la ligaban a su propio pasado. Luis Alberto Sánchez no se plantea qué función podía cumplir este romanticismo. Si no está sostenido por una intencionalidad social, no parece que este tratamiento de los temas tenga por objeto la afirmación de una individualidad insatisfecha y el diseno de un mundo utópico en el que pudiera reconocerse. ¿ E s , e n tonces, una irrelevante superficialidad? Sánchez evita llevar sus planteos hasta ese e x tremo, pero alguna relación debe haber entre un género espectacular como el teatro romántico, su público y el modo en que se tratan los temas. Ese pCiblico estaba absorvido por una intensa experiencia histórica y , a lo largo del período que Sánchez llama romántico, vivió tensiones tan significativas como la liberación de los esclavos, la abolición del tributo indígena, el escándalo de la consolidaciór, la formación de la nueva plutocracia, la lucha contra los consignatarios del guano, el peligro de la bancarrota del Estado, los negociados con los empréstitos y las obras pOblicas, las sucesivas revoluciones, la guerra contra España, el asesinato de Manuel Pardo, la ridicula y trágica asonada de los Gutiérrez que termina con sus cadáveres colgados de la torre de una iglesia y quemados en la plaza pública luego del asesinato del presidente Balta y , sobre todo, la ola revolucionaria liberal que se desató en 1848 y acompañó el desarrollo del romanticismo peruano. Esta nueva generación le propone, a ese público, dramas idealistas como El Poeta Cruzado, El Templario o El Barquero y el Virrey, que se alternarán con El Pabellón Peruano y La Bandera de A y a c u c h o . ¿ S e trata de aceptar el papel de aquellos artistas que cumplieron la función de suprimir de la conciencia pública todo aquello 24

que pueda Inquietar, de borrar las zonas sociales conflictivas, de negarse a tratar todo aquello que pudiera enfrentar a los artistas con el pCiblico o a los diversos sectores del püblico entre sí? La interpretación de esta constricción, la e x p l i c a c i ó n de esla autorrepresi6n artística, el sentido que pudo tener esa negativa a u t i l i z a r la imaginación creadora para comprender la realidad circundante o para proyectar un mundo utópico -subjetivo u o b j e t i v o - con el que puedan identificarse, es e l problema central que presenta la comprensión de la cultura o f i c i a l peruana del siglo X I X y , por lo tanto, de la primera a f i r mación del modo de ser de los dirigentes fundadores de la RepOblica. Y su resolución nos puede llevar a definir a este romanticismo peruano de una manera especifica y , aOn, a postular la ausencia de un movimiento literario con sentido social romántico en el PerCi. Y no es este un problema específicamente literario, ya que su solución nos indicará que esta sociedad tenía todavía una a c t i t u d espiritual preburguesa en plena RepOblica, o bien nos mostrará cuól ha sido el límite que ha encontrado el sector más modernizado de la sociedad peruana para interiorizar una actitud burguesa frente a la v i d a . Sánchez insinúa una e x p l i c a c i ó n a este hecho cuando alude a la distinta estructura social, el diverso estadio en el proceso de modernización y el tradicional tipo de cultura que caracterizaba a la sociedad peruana, comparada con la de los países industriales. Citando a Plejanov (p. 960), juzga que el romanticismo europeo es un movimiento cultural eptgonal, producto de la crisis espiritual de quienes deben integrarse a un nuevo orden social que rechazaban. Simplificando los términos, se habría realizado una revolución que tuvo por consecuencia el dominio de la burguesía, la transformación acelerada del aparato productivo conforme a sus intereses y un nuevo tipo de organización social que sirviera al proceso de industrialización. El romanticismo significaría la i d e a l i z a c i ó n de una posición de revuelta contra ese nuevo orden burgués. Implicaría la afirmación impotente de la individualidad insatisfecha del artista contra un mundo que no puede aceptar. En el PerO, en cambio, la revolución fue más p o l í t i c a que económica y social; no se consolida un nuevo orden productivo y un nuevo tipo de relaciones sociales sino que se produce un incipiente proceso de modernización limitado a algunas instituciones, a las comunicaciones, a la aceleración de la circulación comercial urbana y a la adopción de algunas formas culturales contemporáneas, pero no una transformación global del modo de producción, de consumo y de valoraciones; tampoco se impuso el dominio de una nueva clase burguesa sino de un sector militar mestizo que, a l contacto con e l poder, fue progresivamente aburguesándose, absorvido por la administración de la riqueza generada por la exportación del guano y por la consolidación del aparato estatal. De a l l í que

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esta cultura no sea producida a partir de una actitud anárquica, contestataria o marginal, sino que " e n esa sociedad persistía la organizaci&n agraria, feudal, cu/a versión literaria era un arte de minoría, vistoso, declamatorio, apegado a las motivaciones exóticas antes que a las propias, estas últimas miradas con desdén". Cuando Luis Alberto Sánchez estudia qu6 significó para aquella generaci&n una v i da "bohemia" y cuáles eran las relaciones del grupo con el poder, nos presenta datos significativos para interpretar el sentido social de su práctica artística. Para el arte europeo, la "bohemia" implicaba estar en pugna con la realidad. Los datos biográficos de los peruanos muestran, en cambio, armonía con su medio social y una acentuada integración social. Casi todos parecían llevar vidas pacificas; tenían seguridad económica, ya por sus propios dineros, ya por sus ingresos provenientes de sus cargos burocráticos; fueron funcionarios, tuvieron a su cargo consulados en el exterior, fueron secretarios de v a rios caudillos y , aün, de algunos presidentes; fueron diputados y senadores, cobraron pensiones militares, cumplieron misiones diplomáticas, publicaron sus libros sin sacrificio, se permitieron prolongados viajes por Europa, con su propio peculio o a cuenta del Estado (p. 963). Como grupo, se caracterizarán por una disciplina clásica más bien que por una anarquía romántica. N o se rebelaban contra los escritores consagrados (Joaquín Olmedo, F e lipe Pardo), guardaban entre sí una insólita armonía y formaban una asociación literaria dirigida por los mayores entre ellos. Siempre se vieron apoyados por el poder oficial. Cuando organizaron la "Sociedad de amigos de las letras", fueron subvencionados por el Poder Ejecutivo y la Universidad de San Marcos les cedió un local. Cuando se transformaron en el " C l u b Literario", les dieron una habitación en el Senado y funcionaron bajo la presidencia del Ministro de Instrucción PGblica. A 61 lo sucede Francisco G a r c í a Calderón, futuro Presidente de la República, que les obsequia un bello mobiliario francés, de caoba, con incrustraciones doradas. El Presidente Manuel Pardo les habla cedido también sus dietas parlamentarias. N i n g u n o de estos personajes oficiales consideraba a esos artistas como "bohemios" y no hay duda que el Club despertaba gratos sentimientos en los altos círculos sociales, indicio que su rebeldía era sólo un desplante verbal (p. 963). Podría afirmarse a partir de estos supuestos que, en uno y otro lado, el romanticismo es el producto de una revolución. V que en ambas sociedades significa una ruptura con la realidad social y la afirmación de la individualidad. En la sociedad europea se habría dado como un desencuentro con la realidad social dominada por un grupo burgués 26

que la modifica. En la sociedad peruana, en cambio, con la realidad social dominada por la estructura tradicional y gracias a un grupo dirigente aburguesado que le permite a una nueva generaci&n identificarse con la modernidad artística y el lejanismo imaginativo. Lo que habría variado fundamentalmente es la relación del artista y del movimiento con el ámbito social y con el poder. En el primer caso, habría un desencuentro que proviene de una escisión entre el grupo dominante de la realidad y la subjetividad insatisfecha del artista. En el segundo, se daría un desencuentro entre la realidad social, que no ha podido ser transformada por un grupo dominante, y una 6lite privilegiada que se desarrolla a espaldas de aquella realidad. En el PerO se daría el caso de un romanticismo que, más que una ruptura con el medio social y más que la afirmación de una subjetividad diferenciada, sería una adhesión a un grupo dirigente cuyo dominio se reducía a los recursos del Estado. V una identificación con su proyecto histórico, donde se trataba de asumir el nuevo

poder económico derivado de las crecientes rentas del Estado, no para dominar y

transformar la realidad social sino para usufructuar esa nueva posibilidad como una renta patrimonial, reducida a un estrecho ámbito elitista. De la misma manera, la afirmación de la individualidad no significaría una diferenciación del medio cotidiano y una a c e n tuación de la subjetividad sino, al contrario, la búsqueda de prestigio a través de un nuevo tipo de personalidad social. Ahora se trataría de adoptar los signos formales y exteriores

de la modernidad liberal y burguesa, sin interiorizar ninguna de las actitudes que

pudieran provocar una ruptura con la élite dirigente que domina la administración estatal. V si esto fuera así, la sociedad peruana habría producido un curioso romanticismo, donde se asumirían limitadamente algunos gestos expresivosexteriores, para formalizar precisamente lo contrario de la experiencia europea. La primera manera de ser republicana se expresaría con los gestos de la modernidad para afirmar una forma de hacer arte del pasado colonial; y la individualidad republicana se habría revestido de las actitudes burguesas para evitar tener que asumir las consecuencias revolucionarias de esa actitud. Se revelaría aquí esa reiterada astucia histórica de los grupos sociales que, para evitar una verdadera revolución, aparentan representarla para legitimar, con sus formas exteriores y con su retórica ideológica, sus privilegios tradicionales. En el caso peruano sería una nueva clase social mestiza y sectores intelectuales de clase media que utilizan la demagogia democrática y las instituciones burguesas para legitimar su pretensión de ser los herederos de los privilegios de la aristocracia, de los funcionarios y del clero c o lonial . Luis Alberto Sánchez plantea los problemas de la cultura peruana no sólo en relación

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con los países industriales, sino también en comparaci&n con otros países periféricos que podrían reproducir un grado similar de transición hacia la modernidad. A l u d e a la presencia de una serie de emigrados y proscriptos liberales entre los que se cuentan los mismos españoles que propagaron las ideas románticas, un grupo de intelectuales del Rio de la Plata, los chilenos Francisco y Manuel Bilbao, Lastarria, V i c u ñ a M a c k e n n a , el portorriqueño José Marta de Hostos y el colombiano José Marta Samper. Todos ellos participaron más o menos activamente en el movimiento político y artístico de la época, pues en muchos pafses de América Latina se identificó a la tendencia demoliberal con el romanticismo revolucionario. N o es necesario recordar aquí la adhesión de la intelectualidad hispanoamericana al utopismo democrático revolucionario, ni aludir a la organización de movimiento subversivos como los de la Joven Italia y de la Joven Argentina. N i hace falta mostrar que los mismos que escribían el articulo de periódico o el ensayo político liberal eran también quienes producían, o defendían, una combativa literatura romántica. El grupo que producía El Dogma Socialista, el Facundo, El Gobierno de lo libertad o la Sociabilidad Chileno era el que hacia critica literaria defendiendo el romanticismo, que defendía un tipo de cultura nacional liberal que reemplazar a la española tradicional y producía obras específicamente literarias como El Matadero, Recuerdos de Provincia, Cantos del Peregrino, la Historia del General Salaverry, novelas, poemas, dramas y artículos de costumbres. Los románticos peruanos también fueron liberales y , al principio de su producción artística, se radicalizaron y fueron revolucionarios. Pero así como en su proyecto artístico desvincularon el arte de la experiencia histórica y de la realidad social, así también divorciaron su vivencia política de sus metas literarias. Y esto nos plantea nuevamente cuál fue la peculiaridad de esta literatura. Y a hemos visto que no es posible interpretarla al modo europeo, donde se daba una ruptura entre la élite cultural y el medio social dominado por una nueva clase. Ahora vemos que tampoco es posible identificarla con esa tendencia del romanticismo hispanoamericano, donde representa la ruptura de la é l i te ilustrada con el medio social tradicional y la opción por la modernidad.^ En el PerO, en cambio, parece darse un desencuentro entre los intelectuales modernizados y la sociedad nacional tradicional; pero, en vez de resolverse en una ruptura revolucionaria con la clase dirigente que la mantiene fijada en el pasado y aspirar a conquistar el poder p a ra introducir la modernidad, se produce una represión que borra de la conciencia artística todo ese horizonte. Y pareciera que pueden realizar este compromiso entre sus aspiraciones políticas y sus expresiones artísticas precisamente porque el grupo dominante, usu28

fructuando una nueva renta, los incorpora, los habilita y los identifica con su propio proyecto, en el que se incluía un grupo de intelectuales que representaran la incorporación limitada y progresiva del país a la modernidad europea. A diferencia del choque irreconciliable que se dí& entre los liberales y los terratenientes rosistas en el Río de la Plata, en el PerO se habría llegado a una situaci&n donde los grupos que detentaban el poder buscaban rodearse de intelectuales modernos, incorporándolos a la élite dirigente y exigiéndoles la renuncia de planteos radicales. La exposición de Riva AgUero y Luis A . Sánchez constituyen una muestra representativa de la manera en que la reflexión científica ha comprendido el fenómeno cultural latinoamericano durante el siglo X I X . En el caso concreto de la Literatura peruana, la crítica erudita la ha interpretado dentro del horizonte que sustenta el trabajo de los dos críticos nombrados. Y de hecho, todos ellos encuadran su exposición teniendo en cuenta una agenda de cuestiones que constituyen una interpretación social del fenómeno cultural. Precisamente estas amplias coordenadas, que articulan la producción y sentido de la cultura latinoamericana con determinado hechos y formaciones sociales, es lo que nos interesa problema ti zar. En las páginas anteriores hemos expuesto con relativa inmediatez la manera en que los autores citados entremezclan la exposición de ciertos hechos literarios con una serie de referencias sociales que, de hecho, los trasladan a un vasto campo de relaciones. Para hablar del romanticismo literario aluden a la sociedad local, a la sub-región latinoamericana, a Europa, al fenómeno específicamente artístico que es el movimiento del romanticismo occidental y , finalmente, al proceso revolucionario que conmueve a las sociedades industriales y se continOa en las periféricas y en las predominantemente tradicionales. Si para lograr mayor claridad conceptual, abstrayéramos los términos de estas relaciones, reconoceríamos el contenido problemático de los siguientes enunciados, sobre los que girará nuestra reflexión: 1) El desarrollo cultural latinoamericano durante el siglo X I X se constituye d e pendiente del español y , en general, de los centros dominantes europeos; 2) tiene, además, características específicas que se reproducen de manera a n á l o ga y son específicas de América Latina; 3) expresa, por otro lado, el carácter nacional de las nuevas sociedades y seríala el punto de partida de sus literaturas. 4) C a d a una de estas literaturas puede ser descrita en un nivel específicamente 29

artístico utilizando los rasgos inmanentes elaborados por la crítica europea para exponer su propia evolución cultural. 5) Estos procesos artísticos están articulados a profundas transformaciones sociales como, por ejemplo, las revoluciones burguesas de los países industriales, las revoluciones contra los imperios coloniales, la lucha contra la anarquía social o la formaci&n de los nuevos Estados nacionales independientes. En estos planteos, se puede percibir

la falta de claridad predominante en lo que

respecta al nivel en que debe ser analizado el fenómeno cultural latinoamericano del siglopasado. Estos enunciados pueden parecer en parte contradictorios y en parte complementarios porque, en realidad, están referidos a distintos objetos. En los tres primeros c a sos la unidad de análisis la constituyen formaciones sociales concretos que deben ser estudiadas como estructuras relativamente cerradas y determinaciones muy específicas: las sociedades industriales del siglo X I X -donde la regi&n latinoamericana aparece como incorporada a este sistema productivo-; la nueva sociedad latinoamericana después de la Independencia; o cada una de las sociedades nacionales de América Latina. En los dos últimos casos, en cambio, ya no se trata de estudiar concretas formaciones sociales, sino, en un nivel mayor de abstracci&n, de reconocer ciertos "procesos" artísticos o socio-culturales. Hasta hoy, el presupuesto menos elaborado se refiere al nivel descriptivo que permite caracterizar cada uno de los movimientos culturales con ciertos rasgos inmanentes que corresponden a los europeos. Reduciéndonos al caso del romanticismo peruano, ya hemos visto que no parecen adecuados los conceptos de " p a s i ó n " , "subjetivismo", " e x o tismo" o "libertad" con que se ha descrito el europeo. N o s encentramos, en cambio, con un astuto modo de composición formal, donde se asumen ciertas modalidades de las " m o dernas" sociedades de ultramar, no para afirmar al individuo en oposici&n a la sociedad como en Europa, sino para responder a la expectativa de una élite dirigente dominante; donde laaparenterebellón constituye, en realidad, la manera de lograr la integración a un grupo de privilegiados sociales; y donde la elaboración artística no se realiza en base a los datos de la experiencia vital, sino que reprime todas aquellos sentimientos cuya expresión pudieran poner en peí i y o su adhesión al aparato del Estado, produciendo solo un estereotipo que repite el modo tradicional con que la pequeña burguesía intelectual se articula a un Estado patrimonial. De la misma manera, resulta difícil relacionar este fenómeno con una profunda transformación de la conciencia y de las relaciones sociales - como suele interpretarse en Europa-, ya que al observar el fenómeno 30

peruano nace la sospecha que no se ha producido la interiorización de un nuevo modo de ser hombre, n¡ se ha producido la ruptura con el ámbito social donde el sujeto ya no puede encontrar su hogar; sino, mas bien, se percibe una aceptaci&n global de ese contexto inmediato que le exige, para usufructuar sus prebendas, precisamente la renuncia a privilegiar lo insatisfecho de la subjetividad, a interpretar el ámbito social, a referirse a un mundo utópico o a ejercitar la libertad. En lo que respecta a la interpretación del fen&meno cultural latinoamericano como un aspecto de una concreta formación social, la crítica ha dado énfasis a una u otra de las tres posibilidades - n a c i ó n , región latinoamericana, dependencia de sociedades industriales- moviéndose a un nivel muy elevado de abstracción sin realizar estudios concretos y manteniéndose en generalizaciones. En los textos de literatura peruana se hace difícil encontrar rasgos nacionales en este romanticismo''que, en verdad, repite el estereotipo que ya se había producido en la vida cultural cortesana durante la colonia, d o minado por las expectativas y demanda del madoramente

aparato oficial y reducido a una élite a b r u -

minoritaria. Si una cultura se reduce al juego social de unas pocas do-

cenas de personas y si ese comportamiento se integra a la demanda de un grupo privilegiado de, digamos, 1500 o 2000 familias, enormemente diferenciadas del resto de la población, es posible, todavía, hablar que acó se produce la expresión de un nuevo tipo nacional? ¿ Y se puede hablar todavía de romanticismo, en el sentido europeo? El concepto de literatura latinoamericana no resulta menos problemático. De la misma manera que no se articula el fenómeno cultural a la N a c i ó n como a una formación social concreta, tampoco se procede a definir qué se entiende por la sociedad latinoamericana, para comprender allí el sentido de la producción cultural. En un nivel inmediato, ya hemos mencionado la diversa orientación del romanticismo en el Pacífico andino y en el Río de la Plata. En verdad, se trataba de sociedades enormemente diferenciadas, ya que no es lo mismo una formación social sustentada en base a una fuerza de trabajo casi esclavizada, organizada y culturalmente homogénea de tipo indígena; que otra que todavía se encuentra en proceso de colonización en base a la conducta empresarial de ciertos "pionners" o sustentada en un tipo de producción pastoril con fuerza de trabajo asalariada y libre. De la misma manera, no será igual el comportamiento de la élite intelectuales en una situación de expansión y estabilidad del Estado que en una crisis general del modo de producción y en la anarquía institucional. Por e l l o , si el estudio de la cultura ¡lustrada latinoamericana debe ser planteado como de una cultura de élites intelectuales minoritarias y diferenciadas, a ello hay que agregar la d e 31

terminación del tipo de formación social a que se articulan y la etapa institucional en que producirán su c u l t u r o . ' Finalmente, la descripción de la cultura latinoamericana como un aspecto- de la Europea, que se resuelve en el carácter imitativo o dependiente de sus movimientos, tampoco atiende a los hechos. Se debe plantear, nuevamente, la peculiaridad del Impulso a la imitación que llevó a los representantes del romanticismo en el Río de la Plata a producir obras como el Facundo o el G a u c h o Martín Fierro (que no tienen ningOn antecedente en las modernas sociedades industriales de la época); a los italianos a constituirse en una generación combativa como la de M a n z o n i , Péllico, Fóscolo, Leopardi y M a z z i n I ; y porqué en cambio, la misma tendencia produjo efectos tan diferentes en el Perú. La respuesta solo será posible de formular estudiando los distintos proyectos sociales de aquellas élites ilustradas, a través de los que trataban de establecer una peculiar relación con Europa, con la propia sociedad y consigo mismos por medio de la producción cultural, en uno y otro ámbito social.

N o hay duda que las obras del romanticismo

peruano fueron estéticamente eficaces para conmover suficientemente a sus destinatarios hasta lograr la consagración de sus autores. ¿Fueron la forma social más ajustada para un tipo de proyecto social donde sólo se trataba de celebrar las glorias nacionales, de vincularse al grupodomlnante representando de alguna manera a la modernidad sin Interferir en sus privilegios ni inquietarlos

haciéndoles reflexionar sobre su experiencia his-

tórica y sobre sus contradicciones sociales?

¿ F u e , como toda la cultura cortesana colo-

nial, una producción reprimida, sometida a los ajustes que provienen de un estricto control social, producida por una peque fia burguesía que tenía la Onica posibilidad de é x i to social en la integración al proyecto de esa clase dominante? Para responder a estas y a la anteriores preguntas, debemos entender la producción cultural como un aspecto de una formación social particular y comprender su aparición como el resultado de la praxis social de un grupo intelectual, producido para cumplir un proyecto social en el que se enfrentarán a los demás actores sociales. Igualmente, se hace necesario interpretar qué significó ese movimiento cultural en el proceso general de evolución de la sociedad peruana desde que se estructuró colonialmente en el siglo X V I , trató de destruir el orden tradicional con el movimiento emancipador desde fines del siglo X V I I I y se empeñó en fundar un nuevo orden social a lo largo de los siglos X I X y X X . Por permitirnos plantear las cosas de esta manera y articular la producción de la cultura con la lucha entre varios actores sociales, con la consideración del tipo de Estado y de relaciones sociales que caracterizó la vida republicana, y con la pregunta por su significación e n el proce32

so del desarrollo histórico de esta s o c i e d a d , trataremos de responder a estas preguntas a partir de la obra de Jorge B a s a d r e . ' ' A n a l i z a r e m o s , en la primera parte, la nueva coyuntura histórica y el n u e v o e s p a c i o cultural que caracterizan a la R e p ú b l i c a e n los anos inmediatamente anteriores a la a p a r i c i ó n de esta g e n e r a c i ó n . I g u a l m e n t e , describiremos los dos p r i n c i p a l e s actores s o ciales de quienes dependerá cuando entre e n la escena p ú b l i c a . En la segunda parte, mostraremos la fisonomía de la nueva g e n e r a c i ó n y su i d e n t i f i c a c i ó n con otros dos a c t o res s o c i a l e s . Finalmente, en la tercer parte, trataremos de reproducir panorámicamente el sentido que tuvo la p r o d u c c i ó n cultural e n la v i d a de esa g e n e r a c i ó n y en la v i d a de la s o c i e d a d peruana. A lo largo de esta última parte, aludiré también a otras tendencias de la cultura peruana, desarrolladas en la m a r g i n a l i d a d y q u e , probablemente, por no haber tenido nada que ver con la cultura o f i c i a l , deberían despertar un interés e x c e p cional a una crítica de la cultura que proceda con sentido s o c i a l .

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1

El

Nuevo

Espacio

Cultural

y el

Surgimiento

del

Romanticismo

La generación romántica entrará en escena alrededor del ano 1850. Su comportamiento y sus productos revelan un nuevo tipo social. Es posible distinguir, en el siglo X V I , el conquistador y el misionero; en el X V I I , el noble que representa al poder absoluto, el clérigo que organiza la vida religiosa inspirado por la contrarreforma y el minero; en el siglo X V I I I , el comerciante, el bur&crata y el intelectual ilustrado. Habrá que esperar hasta mediados del siglo X I X para que se definan nuevas fuerzas y tipos sociales. Nos interesará mostrar c6mo se produce una destrucción parcial de la organización social colonial y cómo, a partir de una violenta y anárquica indefinición, se perfilan el nuevo caudillo militar administrador y político, se reconstituye la plutocracia y se forma un partido liberal. En ese cruce de fuerzas nacerá y se consolidará la generación romántica, buscando vacilante un modo de relaciones consistentes con esos tres autores sociales, hasta que se definan con rasgos más o menos definitivos. Por ello, con propiedad, podrá ser reconocida como la primera generación republicana.

1.1. Desestructuración y reestructuración social

En el aflo 1836 Perú tenia aproximadamente 1 3 7 3 0 0 0 habitantes. El Departamento del C u z c o era el más poblado (216000). La Libertad, A y a c u c h o y Puno tenían entre 156 y 162 mil habitantes. Los seguía el de Lima-Callao con 151 000; Junín, ArequipaMoquegua y Ancash contaban entre 121 y 144000. ' La situación de la cuidad de Lima y del Estado peruano era enteramente dependiente de los departamentos más ricos y más poblados y tenía solo una importancia administrativa. Las rentas se recaudaban de los productos de la aduana y de los impuestos a las castas y a las personas que, casi en un 4 0 % , era sostenido por los indios. Era una época de permanentes conflictos cuya resolución no dependía de la voluntad del poder central sino de los recursos de las minas de Junín, de la riqueza agrícola del Cuzco y de la población dispersa más o menos equilibradamente en todo el territorio. La capital era sólo un centro cultural y administrativo dependiente de ellos, con aproximadamente 5 0 0 0 0 habitantes, de los que un tercio eran españoles o criollos, un millar clérigos y religiosos, cinco mil esclavos, otros tantos i n 2 dios y, el resto, castas intermedias. 34

A l contar sorpresivamente con los recursos del gua-

no,

la ciudad de Lima y el Estado peruano pueden Independizarse por primera vez de

su directa articulaci&n con el resto de la naci&n y reestructurar su fisonomía destruida por la revolución. M u y pocos aflos despufes se produce el romanticismo peruano que, en este caso muy claramente, es un fen&meno cultural directamente articulado a un hecho económico. Implico la afirmaci&n del Estado, de la ciudad, de su articulación al mercado mundial dominado por los países industriales, de su opci&n por la modernidad y de la renovación de su cultura, posibilitados e impulsados por la explotación y la exportación de un recurso primario. El hecho de que esta nueva fuente de recursos pueda ser e x plotada a partir de la financiación externa, contratando unos pocos obreros que se trasladan a las islas, sin tener que modificar la estructura productiva ni las relaciones sociales tradicionales, aunque no de una manera tan inmediata, tendrá también una influencia decisiva en la evolución de esta nueva tendencia cultural. Treinta años después de la emancipación, la ciudad no había cambiado su ritmo y su fisonomía, excepto para mostrar signos de deterioro y la imposibilidad de renovarse. Rodeada de murallas, huertas y campos de cultivo, seguía organizada con el sistema de gremios, corporaciones y castas, cerrada casi a los extranjeros y controlando todas las actividades productivas, sociales y culturales. Los días de fiesta, la manera cómo habían de tocar las campanas en cada ocasión sus cincuenta y una iglesias, la paralización de las actividades a la hora del ángelus y las recorridas nocturnas de los serenos, anunciando la hora e indicando si el tiempo estaba tranquilo, lluvioso o ventoso, nos hablan de un ritmo de vida acompasado y patriarcal. C a d a dueño de casa estaba o b l i gado a dar razón de su familia y de los inquilinos que tuviere y nadie podía salir de la ciudad sin pasaporte. Las mujeres vestían la saya y el manto para presentarse en pOblico y las principales actividades seguían desarrollándose en el Palacio, en las iglesias y conventos, en los salones y en el Cínico teatro de la ciudad. A partir de los aflos treinta las mujeres comenzarán a vestir a la moda francesa para las visitas y para las funciones de teatro, y a partir de los cuarenta se inaugurará la navegación a vapor, el primer ferrocarril desde El C a l l a o , el alumbrado a gas y las cañerías de fierro para el agua corriente. El romanticismo peruano estará directamente vinculado a este anhelo de modernización del ritmo ciudadano y aparecerá como la oposición más decidida a las costumbres tradicionales, a las constricciones colectivas de la vida colonial y a los valores consagrados que impedían la expansión de la Individualidad. En los veinte anos que habían trascurrido desde la Independencia, la nación todavía no había definido su fisonomía. En la primera época, el Perú, como cabeza resisten-

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te del V i r r e i n a t o , fué el e s c e n a r i o donde confluyeron los ejércitos del N o r t e y del Sur y donde más se prolong6 la guerra por la e m a n c i p a c i & n . Después de A y a c u c h o , su estado normal fué la transítoriedad confusa que no lograba consumar ningOn p r o y e c t o n a c i o n a l . Esta s o c i e d a d deb¡& optar, primero, entre el modelo monárquico propuesto por S a n M a r tín y su ministro M o n t e a g u d o , y una constitución liberal al modo de la d e m o c r a c i a nortea m e r i c a n a (1823); m6s tarde, entre la C o n f e d e r a c i ó n de los A n d e s , dominada por una e s p e c i e de cesarismo n a p o l e ó n i c o , y la R e p ú b l i c a independiente y democrática (1828); f i nalmente, entre ser parte de la C o n f e d e r a c i ó n del Estado S u r - p e r u a n o , o tomar una o r g a n i z a c i ó n estrictamente l o c a l . Esto s i g n i f i c a b a , también, definir sus fronteras, donde persistieron siete zonas críticas durante casi un s i g l o . S i g n i f i c a b a , además, la presencia d e c i s i v a del Ejército y de los c a u d i l l o s militares; las sucesivas a l i a n z a s y rupturas con los b o l i v i a n o s y chilenos; el v a i v é n entre el l i d e r a z g o c a u d i l l e s e o y centralista de un G a m a r r a , la o p c i ó n por un despotismo ilustrado y " r e g e n e r a d o r " como el de V í v a n c o , y la permanente r e a c c i ó n liberal a p o y a d a por algunos jefes militares como La M a r y O r b e g o z o . En una palabra, el h e c h o más permanente fué la i n e s t a b i l i d a d y la guerra, e n la que p a r t i c i p a r o n varias v e c e s ejércitos b o l i v i a n o s y chilenos. N o está demás recordar que esta s i t u a c i ó n estaba sostenida por constantes levas y e x a c c i o n e s forzosas, que la m i tad del presupuesto era consumido por el Ejército, que d e c a y ó abruptamente el aparato p r o d u c t i v o , que se destruyeron las instituciones culturales, que d e s a p a r e c i ó la b u r o c r a cia v i r r e i n a l y que la guerra c i v i l , que d e c i d e esta situación y termina con el C o n g r e s o de H u a n c a y o y la C o n s t i t u c i ó n de 1839, había durado cuatro anos y h a b í a sido tan c r u e n -

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ta como la de la i n d e p e n d e n c i a .

R i c a r d o Palma opone la e s t a b i l i d a d de su é p o c a a

esta confusa transitoriedad d i c i e n d o q u e , a l largo período de r e v o l u c i o n e s y motines, había s u c e d i d o una era de p a z , orden y garantías, e n que se reconstruyó el aparato del Estado, las instituciones democráticas y la v i d a c u l t u r a l . U n movimiento cultural r e l a t i vamente autónomo pide cierta estabilidad de la v i d a social y , e n t o n c e s , es posible p e r cibir una r e l a c i ó n más o menos inmediata entre el n u e v o orden y la n u e v a tendencia a r tística. El romanticismo peruano será la cultura que corresponde a la primera é p o c a en que se clausura a q u e l l a transi toriedad y a c o m p a ñ a a la primera d e f i n i c i ó n de la n a c i o n a l i d a d . Por e l l o tiene un sentido afirmativo y no un

énfasis i n d i v i d u a l i s t a , p r o b l e m á -

tico o contestatario. Es un aspecto del proceso de constitución n a c i o n a l y , más que eso, como respondiendo a la i n t u i c i ó n del mundo que sostiene la obra de V a l d é z y P a l a c i o s (1844) que v e í a las úlitmas décadas como una d e c a d e n c i a del f l o r e c i m i e n t o e c o n ó m i c o y cultural del s i g l o X V I I I , una restauración. N o tendrá el carácter a r i s t o c r á t i c o y c u l 36

(¡vado de aquel período que produjo un O l a v i d e , un Pando, un H i p ó l i t o Unanue o al mismo V a l d é z y Palacios sino un matiz repentista, d e m o c r á t i c o y p l e b e y o . Pero r e c u p e rará a q u e l l a seguridad con que ellos se r e l a c i o n a b a n con el mundo y mantendrá la fe e n el progreso, en la raz&n y en las luces de aquel espíritu ilustrado. En esos veinte anos, no había cambiado la estructura econ&mica y las relaciones sociales semi-feudales en que v í v í a la mayoría del p a í s . En la agricultura de la costa d o minaba la forma de plantación que había sido o r g a n i z a d a en el s i g l o X V I I I , atendida por e s c l a v o s . En la sierra habían desaparecidos los obrajes industriales, pero se desarrolló el latifundio. Los "señores" propietarios consolidaron su d o m i n i o al debilitarse el poder estatal, al ser fuente de recursos para la guerra y a l administrar el cobro del tributo i n d í g e n a , restablecido e n 1826 y o r g a n i z a d o según la o r d e n a n z a

c o l o n i a l de 1784. S u b -

sistían los mayorazgos y las v i n c u l a c i o n e s l a i c a l e s , los c&digos y las ordenanzas c o l o n i ales; no existía la libre c i r c u l a c i ó n de la tierra, e x c e p t o a q u e l l a que era distribuida por el Estado como premio a los servicios militares; perduraban los gremios y las corporaciones, la esclavitud y el tributo, la a u s e n c i a de i n m i g r a c i ó n , el tipo de e d u c a c i ó n y de v i d a r e l i g i o s a , la misma forma productiva - a u n q u e muy m e n o s c a b a d a - de la é p o c a c o l o n i a l . N o habían a p a r e c i d o nuevos n e g o c i o s , no se habían formado bancos ni se o r g a n i z a b a n empresas que permitieran vislumbrar el n a c i m i e n t o de un nuevo espíritu c a p i talista n a c i o n a l . Q u i z á s lo ú n i c o que h a b í a c a m b i a d o e n este rubro eran los c o m e r c i a n tes españoles, reemplazados por los ingleses y franceses. Y el Estado, que de fundamentalmente rentista, es decir basado en una r e c a u d a c i ó n impositiva que tenía por f i n la r e c o l e c c i ó n de fondos y no la reinversión o el fomento de las a c t i v i d a d e s p ú b l i c a s , se h a bía convertido e n un Estado que o r g a n i z a b a la guerra, d e s v i n c u l a d o de los intereses s o ciales. Si la estructura social se mantenía mós o menos i g u a l en lo que respecta a las c l a ses productoras v i n c u l a d a s a la tierra y permanecía la d i f e r e n c i a c i ó n de razas y de c a s tas, e n el vértice de la pirámide había v a r i a d o la c o m p o s i c i ó n del poder. D e s a p a r e c i ó , abruptamente, el dominio c o l o n i a l . Todo el a p a r a t o administrativo y-parte del poder c l e r i c a l , o b t e n í a n su legitimidad y su fuerza de su d e p e n d e n c i a metropolitana. A él e s taban unidos los p r i v i l e g i o s de la n o b l e z a , la a c c i ó n permitida a los terratenientes y las concesiones a los comerciantes. C o n la r e v o l u c i ó n , desaparece la burocracia virrei nal y emigra

un sector importante de la n o b l e z a , del clero y del comercio que consti-

tuían la élite de su tiempo. La n o b l e z a que permanece se empobrece económicamente y , políticamente, pierde el comando del país arrastrada por la fracasada aventura de

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Riva AgUero y Torre Tagle. Se produce, entonces, una brusca reestratificación social donde ascienden rápidamente aquellos que disponen del nuevo poder. Y el poder, en ese entonces, surge de la capacidad de los terratenientes para suministrar recursos para la guerra, de la victoria de los militares en el campo de batalla y de la habilidad para a d ministrar el aparato del Estado, de organizar Congresos, dictar Le/es y redactar proclamas que tienen el clero y los profesionales liberales. En los sucesivo, la sociedad peruana

mostrará, por un lado, una cierta estaticidad donde perdura la estructura colonial ,

consolidándose el poder de los terratenientes y de los caudillos locales, en desmedro del poder de decisión del Estado y de la mayoría indígena; y , por otro lado, una movilidad intensamente dinámica donde se lucha por mantener los privilegios locales o por el d o minio del poder central. Los tres actores sociales que se enfrentarán en una complicada y fluida red de alianzas, en las que se incluyen compromisos internacionales o la uni&n de todos ellos para afirmar la independencia nacional, son los caudillos militares, los señores terratenientes y los intelectuales. Y haciendo eco a unos y a otros, con una participación cada vez más intensa y , para nuestra perspectiva, acentuadamente incoherente, se hará presente para sancionar, aprobar, legitimar o combatir, la masa urbana p o pular. ¿ C u á l e s fueron los problemas que debieron resolver esas nuevas fuerzas sociales? El más importante fue el de la soberanía nacional. Las dos tentativas de alianzas confederóles de Bolívar y Santa Cruz provocaron una enorme resistencia y se decidieron a favor del localismo regional. El segundo era de organización interna que podría ser entendido en dos sentidos. Por un lado, se trató de afirmar la democracia liberal por sobre los proyectos que trataban de imponer una especie de despotismo ¡lustrado. Este era un planteo principista que tuvo por principal actor a la primera generación liberal. Por otro, se repitió una y otra vez la lucha entre un estilo centralista y autoritario contra la d e mocracia representativa o el localismo, como una opción pragmática que buscaba terminar con la anarquía para imponer el orden o , como la llamaba V i v a n c o , la regeneración. El tercero era un problema económico y administrativo, donde se trataba de sanear el casi permanentemente déficir presupuestario y organizar nuevemante las instituciones y el aparato del Estado. En cuarto lugar, se trató de hacer de alguna manera realidad el principio democrático constitucional y el de la representación popular a través de las elecciones, la formación de la opinión pública, la discusión parlamentaria o la oposición a las medidas autoritarias. Todos estos aspectos pueden comprobarse en la prensa periódica, en las asonadas y las revoluciones militares, en las seis Constituciones o en

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el rúpído cambio de gobiernos y de proyectos. En esta primera època de transición, ser peruano significò otra cosa y reclamò otros comportamientos de lo que implicarla la misma identificación a partir del año cincuenta. Y , sin embargo, debemos considerar a u n que sea brevemente esta situaci&n porque la futura generación emergerá sobre las relaciones sociales y la experiencia histórica de este período histórico. Aunque se hace muy difícil ver con claridad la manera en que se desarrollan las relaciones sociales y el modo como se vivencian las experiencias históricas de esta primera época, algunas cosas se pueden afirmar que serán determinantes de la situación futura. En primer lugar, podemos hablar de una especie de empate entre las corrientes a u toritarias y las democráticas, de tal manera que unas llegan a anular a las otras y ninguna puede imponersedefinitivamente y dominar el poder. La resistencia del grupo liberal, capitoneado por Luna Pizarro, implica la caída a un plazo más o menos corto de todo gobierno con tendencias absolutistas o autoritarias. Por otro lado, estos liberales d e ben conspirar e intrigar para poder hacer valer sus aspiraciones y terminan buscando un militar con tendencias civiles que pueda ser dominado o, para utilizar sus propios planteos, que asegure el control de la Asamblea representativa sobre el Poder Ejecutivo y no derive hacia una dictadura. Sin embargo estos nuevos gobiernos caen en la impotencia y son efímeros ante el avance del caudillismo militar o ante los planteos de los intelectuales conservadores partidarios del "orden" y de la autoridad. A ésto está vinculado una especie de degradación de la vida política y de los principios ideológicos que estos defendían. Faustino Sánchez Carrión, por ejemplo, se opone airadamente a que se llame a Bolívar para defender la patria en peligro, temiendo que se imponga por sobre la democracia y , poco después, viajará a Q u i t o a invitarlo. Bolívar será nombrado dictador y , la misma Asamblea que lo había consagrado, organizará su caída. De la misma manera. Luna Pizarro, después de desanimarse de los militares manipulables pero débiles, termina apoyando a Sania Cruz y a su proyecto confederal progresista pero autoritario. Pando, que había sido ministro real en Espana, colabora con Bolívar y , luego se reincorpora a Espana. Felipe Pardo servirá a Gamarra, V i v a n c o , Echenique y Castilla indistintamente aunque siempre defenderá una tendencia autoritaria. La generación romántica liberal aparecerá con un radicalismo que recuerda al de la primera época de la República y se opondrá a ese especie de vaciamiento ideológico,- resultado del fracaso y del deterioro de un mismo grupo que había sido impotente para organizar e l país. Se presentarán con una exigencia de pureza política, de rigor ideológico, de radicalismo democrático y condenarán en bloque al pasado, excepto algún caso excepcional que se 39

había mostrado siempre igualmente radical como el de V i g i l . Domine una u otra tendencia, se pruebe un proyecto confederal o uno local, los que deben dirigir siempre serán los nuevos caudillos militares. Sin embargo, la ambigüedad de su comportamiento no es menor que la de los intelectuales. Cuando necesitan apoyo, llaman a los caudillos locales y , más de una vez, a los pafses vecinos, pidiendo d i nero, armas, hombres y , a veces, ejércitos. Uro vez que ha comenzado la lucha, tratan de justificar su conducta con proclamas retóricas que hablan de la regeneración, el orden y la moralidad, o de la ley, la constitución y la nación. Una vez que han triunfado, buscan legitimar su posición invocando el bien nacional y llamando a la consulta popular que suele terminar con la elección de una nueva Asamblea Constituyente y la legalización de su poder con un nombramiento de Presidente. A la larga, los militares comienzan a aprender el manejo del poder. Esto significa que aprenden a manejar la administración, a seducir, expulsar y utilizar los intelectuales y , finalmente, a repartir las zonas de influencia entre aquello que está controlado por el Estado y lo que ha de ser dejado en manos de los señores locales. En ellos se dará más que en nadie un caudillismo democrático vaciado ideológicamente, que puede asegurar su poder gracias a las alianzas con los caudillos menores pero justificarlo con la ornamentación y la retórica democrá. 6 tica. Sobre este panorama es que surge, como una nueva realidad que participa activamente, la nueva opinión pública urbana. El origen popular de la autoridad significa,en esta 6poca, los pronunciamientos legitimados por el poder popular, las alianzas con los terratenientes, las elecciones manipuladas muchas veces por la violencia y por el asalto a las plazas parroquiales, los Congresos amañados que justifican un Poder Ejecutivo empírico y arbitrario. Ese pueblo ya no es una masa pasiva pero, tampoco, es un actor definido que tiene sus propias metas sociales. Sobre todo el pueblo limeño, ha sido siempre un expectador de los desenlaces militares que se decidían por la presencia de ejércitos extranjeros o por la movilización de las fuerzas del interior del país. A las primeras batallas ideológicas, vio sucederse los Congresos, las elecciones fraudulentas, las proclamas y los caudillos. A l primer periodismo principista, lo siguió una intensa batalla de panfletos, tonadillas, insultosy caricaturas. La vida política se decidía más por la seducción, la intriga, la conspiración o la violencia que por los principios. Lima v i v i ó esa constante contradicción de ser simultáneamente el centro del poder administrativo y cultural, y el lugar más débil de la nación. A g u d i z ó su conciencia y , simultáneamente, aumentó su escepticismo que la hacía sentirse superior a cualquier gober40

nante de turno. Todas las Memorias y manifestaciones, desde Bolívar hasta la guerra con Chile inclusive, hablan de su inconstancia, de su volubilidad, su obsecuencia y su traición. Probablemente esta ciudad sea una imagen del Estado y del nivel en que se desarrollaba la lucha por el poder. Era una ciudad costeña y una capital cortesana que sostenía a un Estado y a un débil andamiaje oficial disputado por varias facciones, que v i v í a una vida propia, dislocada del resto del país. M 6 s a l l á , se extendía una sociedad agraria constituida, en su mayoría, por una raza aborigen con otro idioma y otra cultura, donde la posesión de la tierra era fuente de dominación interno y de poder externo, donde se combinaban la gran propiedad señorial y el pequeño cultivo tradicional sometido a un vínculo semifeudal. Se pertenecía a uno o a otro sector y no había alternati7 vas. El grupo de caudillos, los liberales y el " p u e b l o " , nunca imaginaron una república donde se transformaran esas formas de producción y esas relaciones sociales. Luchaban por el poder y por ciertos principios ideológicos para organizar las relaciones de la élite urbana. En ese conflicto se manifestaba, con una claridad acentuada, aquello que vislumbraba confusamente Sarmiento (1850) en la pequeña sociedad de San Juan, y que lo hacía imaginar a la América Española como aquél monstruo mitológico bifronte, cuyos dos rostros miraban, simultáneamente, al pasado y al futuro. La generación romántica se pensará a si misma como realizando una ruptura definitiva con el pasado y optarán enfáticamente por la modernidad pero, a pesar de todas sus retóricas intenciones, no trascenderán el proyecto social de esta primera época histórica. Se opondrán al estilo de gobierno pragmático de los caudillos, condenarán sus luchas y diseñarán un programa ideológico radical. Pero deberán apoyarse en esa opinión pOblica voluble a la que primero idealizarán para, después, despreciarla; deberán sostenerse en los caudillos militares que pretenden combatir y , finalmente, al muy poco tiempo, repetirán la experiencia de los antiguos liberales: comprobarán su impotencia al tratar de reformar las relaciones inmediatas de la élite dirigente revistiéndola de formas democráticas sin cambiar la estructura de la sociedad en que se articulaba y reproducirán el mismo vaciamiento ideológico.

La estabilización política, la independización de Lima y del

Estado, la reestructuración institucional y la expansión económica, todo ello sumado a una nueva actitud pragmática, cansada de la anarquía y fortalecida con los recursos del guano, los convencieron de que entraban en una nueva época. Pero esos cambios coyunturales fueron una modernización aparente y , por ello, el gesto del romanticismo será más fácil de comprender si se lo interpreta a la luz de esta primera experiencia republio cana, todavía fijada en el pasado. ..

A partir de los primeros anos de la década de 1840, la situación general del país comienza a estabilizarse. Es posible percibir que varían los problemas, las tareas y los proyectos que absorven la atenci&n de las ¿lites dirigentes y de la opini&n pública. D e s de el punto de vista internacional, la derrota del boliviano Santa Cruz liquida el grave y dilatado problema de la indefinición nacional y se puede afirmar que, recién entonces, el Perú toma una fisonomía propia frente al resto de las naciones americanas. En pocos aRos, esta.consolidación le permitirán retomar su condición de cabeza de la América Hispana y de cumplir una especie de liderazgo político frente a las diversas agresiones francesas, inglesas, españolas y norteamericanas a la regi&n, hasta fines de la década del setenta. Internamente, la muerte de uno de los caudillos vencedores de A y a c u c h o - G a m a r r a - y el fracaso de las dos tendencias antagónicas que se venían enfrentando hacía dos déoadas con pretensiones más o menos absolutistas -despotismo ilustrado y principismo liberal- dan paso a una especie de compromiso social representado por un nuevo tipo de caudillo. Castilla, m6s que un militar ambicioso, y mucho menos que un estadista utópico o un mesías regenerador, es un político pragmático. Su astucia lo lleva a fomentar las formas democráticas liberales - y a veces aparenta representarlas- a la vez que afirma su poder manteniendo la red de alianzas con los terratenientes serranos y costeños del sur. Defendiendo las formas democráticas, el suyo es un gobierno fuerte, donde el Poder Ejecutivo tiene un estilo autoritario. La imagen ladina y cazurra de Castilla 9 que, con evidente simpatía, nos disena Basadre,

muestra un gobernante propiamente

republicano, en el sentido que representa un tipo humano formado por la experiencia republicana. Su conducta tiene en cuenta parámetros que no habían sido considerados como decisivos en las élites de los siglos anteriores y que determinaron el fracaso de las tentativas que lo antecedieron. Ha entendido el proyecto histórico democrático y progresista de los liberales, se apoya en ellos y parece estimular la modernización y la afirmación de las instituciones; representa el espíritu nacionalista de una sociedad que se q u i so despojar del dominio español para caer, durante veinte anos, bajo la influencia de naciones americanas a las que siempre consideró subordinadas; y tiene en cuenta los l í mites que le marcan los intereses económicos nacionales y extranjeros, los privilegios adquiridos por una extensa red de validos y habilitados acodados a la sombra del Estado y la decisiva presencia de los señores terratenientes localistas. De esta manera, será alternativamente legalista y revolucionario, conservador y liberal, autoritario y democrático, constitucionalista y reformador de la constitución, limeño y serrano, aunque casi nunca será las mismas cosas simultáneamente. Se nos aparece como un moderador, 42

de tendencia progresista y de un autoritarismo contenido, prefiriendo utilizar el poder m6s para amenazar y cooptar que para dominar; militar aventurero en la organización de ejérci tos y cortesano intrigante para dirigirse al Congreso en los términos consagrados por las formas democráticas, consiguiendo perdurar durante dos administraciones e imponer un nuevo ritmo a la vida del Estado. Durante su gobierno funcionan, por primera vez de manera estable, los diversos poderes del Estado (Ejecutivo, Consejo de Estado, Asamblea), se confeccionan presupuestos, cae el primer ministro por un voto de censura de las Cámaras, se organizan elecciones con una escenografía democrática, los partidos se pronuncian por un programa de gobierno y , sobre todo, se reconstruye el aparato institucional.

A partir de entonces predominará lo administrativo sobre lo político, lo

institucional sobre lo individual, lo pragmático sobre lo doctrinario. Durante sus gestiones comenzará verdaderamente el proceso de modernizaci&n de la costa con la explotación del azúcar y del guano; la abolici&n de la esclavitud y de los gremios; la reorganización - o refundación- de la Universidad de San Marcos, del C o l e g i o San Carlos, de la Escuela de Medicina y del Seminario de Santo Toribio y se redactarán las primeras obras de aliento en el terreno legal, histórico, doctrinario e histórico propiamente nacionales. A partir del año 1847, el incremento de los recursos del guano vendrán inespe ra mente en su ayuda, permitiéndole impulsar la formación de un Estado independiente de los recursos del interior y atender a la posibilidad de abolir la esclavitud y el tributo indígena. Se comenzará a perfilar así un aparato burocrático relativamente autónomo, en cuanto puede prescindir temporalmente de la red de alianza con los terratenientas costeños y serranos, formar sus propias clientelas, incorporar las anteriores e impulsar el proceso de modernización. Estos recursos también configurarán el escenario donde se desarrollará una nueva lucha por el poder, con nuevos actores sociales. A partir de la década del cincuenta, el escenario político estará todavía absorvido por la presencia de los antiquos caudillos militares, pero su problema será cómo realizar nuevas alianzas y dirimir las tensiones entre la renovada plutocracia recién reconstituida y el nuevo partido liberal, que busca conquistar el poder de manera más o menos independiente de los dos anteriores. Pero esa tensión y su resolución constituirá el campo concreto de fuerzas donde se consolidará, entrará en crisis y variará esencialmente de sentido el romanticismo peruano. Ahora nos interesa, en cambio hacer notar que la formación y la entrada en escena de la generación romántica será un fenómeno social directamente articulado a este cambio de situación. En su horizonte, todo lo que había ocurrido hasta entonces pertenecía al pasado. Se trataba ahora de consolidar la nación, afirmar las institucio43

nes, administrar la expansión económica, asegurar la incorporación a la modernidad. Pero todo ello era posible de imaginar gracias a un recurso directamente dominado por una élite tradicional, a un Estado controlado por los viejos caudillos que venían luchado desde A y a c u c h o y a una opinión pública plebe/a y populachera que se hacia presente para sancionar las decisiones del poder. La nueva generación nacerá a partir de la pertenencia a esta situación tan firmemente arraigada en el pasado y , por primera vez, decidida a incorporarse progresivamente al futuro. Aquellos dirigentes verán en ellos, con declarada complacencia, su propia incorporación a la modernidad. Ellos los despreciarán, en cambio, porque solo percibirán en los antiguos caudillos y en su pueblo al pasado que quieren abolir. Pero antes de que lleguen a combatirlos, como adolescentes que eran y dispuestos a incorporarse a esa sociedad, a ganar prestigio y asumir los gestos que les aseguren el éxito social, su propia afirmación tendrá todos los caracteres de una integración social, donde se cumple lo que se espera de una juventud promisoria, bajo el control de una clase tradicional que, en ellos, ve el resultado de su opción por la modernidad.

1.2. Lo felite dominante y lo formación de lo personalidad social de lo nueva generación

Se ha comentado que la obra de Basadre, más que una historia, es una crónica política. Con ello se ha querido caracterizarla peyorativamente, como si se hubiera reducido a una historia narrativa de los conflictos íntimos de una élite vinculada al aparato del Estado. Basadre mismo se ha encargado de aclarar que los hechos no valen en cuanto pueden ser pintorescos, o generan una retórica nacionalista, sino por su significado en la vida social; que la historia política es un estudio de la génesis, las características y la lucha por el reparto del poder; que su obra, lejos de mantenerse en el ámbito elitista, registra las conmociones populares, el comportamiento de los diversos estratos sociales, las ideas, la organización económica y los productos culturales; y que ella no se agota en lo anecdótico sino que diseña "tiempos largos", donde aquellas anécdotas adquieren su verdadera dimensión. "

De la misma manera, solo es posible captar la imagen del ro-

manticismo peruano si se lo interpreta articulado a ese tiempo largo que es la primera experiencia republicana, a la que ha definido como el despertar de una promesa todavía no cumplida (1913, 1943). Es un aspecto de la primera tentativa por fundar la República que comienza con la estabilización del gobierno de Castilla '1845-1851) y ter44

mina con la crisis de los años setenta y la guerra con Chile (1878). Y le atribuirá de a l guna manera la misma significación con que juzga a todo el período, al que ha caracterizado como de prosperidad falaz, en el que se ha desaprovechado la primera oportunidad que tuvo esta sociedad para constituirse como naci&n, conforme a los ideales republicanos. En la primera etapa de este período, Basadre tiene en cuenta cuatro actores sociales que, en su confluencia, dar&n la fisonomía del Perú republicano. Los dos primeros tienen una participaci&n mediata, y sólo se harán presentes constituyendo una especie de campo de fuerzas de atracción para la élite urbana que pasaremos a estudiar: la sociedad industrial europea y la sociedad local tradicional. Europa se hará presente con su política expansionista comercial y financiera, será utilizada como modelo de organización institucional y como paradigma de las formas culturales vigentes; se infiltrará en la modernización de los transportes, en algunas obras públicas de modernización y ornato edilicio y, sobre todo, en la demanda de productos primarios y de mercado para sus capitales y sus productos industriales. La sociedad local influirá a través de las imposiciones de sus terratenientes y caudillos, se planteará como problema cada vez que se trote de discutir cuál ha de ser su participación en los procesos democráticos, o cuál es la responsabilidad del Estado para incorporarla a los beneficios de la modernidad, aparecerá como fijada en el pasado en las sucesivas rebeliones indígenas y en la permanencia de un modo de relaciones sociales que el nuevo Estado no podía controlar. Entre ambos parámetros se moverán, por un lado, la élite dirigente que controla esos recursos del Estado y , por otro, la respuesta popular urbana a sus estímulos, sus iniciativas y su liderazgo caudillesco. Y si es posible alcanzar una comprensión acabada de cuál ha sido la naturaleza de la producción cultural de ese período, es porque se la puede articular a aquellos dos actores sociales mediatos y al proceso social dirigido por esta élite v i n culada al poder político, teniendo en cuenta la repercusión popular de sus intervenciones y proyectos. Será la producción de una nueva generación que, para incorporarse a la élite dirigente, hará sus primeras armas en, el campo aparentemente neutro del arte romántico vinculado a la modernidad europea, rechazando las formas tradicionales, siendo celebrado por los nuevos intereses del pueblo urbano y logrando, de esta manera, el éxito social. El romanticismo, en el momento de su aparición y su primera consolidación, es el resultado final de la conducta de esos jóvenes estudiantes, ardientemente dispuestos a incorporarse a las posibilidades que les brinda el nuevo Estado en expansión, con

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respecto a aquellos cuatro actores sociales. Y esta nueva comprensión de la cultura romántica, como el resultado de un peculiar proceso social, nos permitirá diferenciarla esencialmente de otros sistemas literarios hispanoamericanos que, aparentemente,

utili-

zaron los mismos modos expresivos; y nos posibilitará mostrar su analogta con sistemas l i terarios posteriores, producidos en varios países hispanoamericanos durante la consolidación de la burguesía exportadora y que tendrá su expresión más acabada en la poesía modernista 0 8 9 0 - 1 9 1 0 ) . De al IT la importancia que tiene la obra de Basadre, que permite describir el nuevo estado de ánimo, el tipo remozado de relaciones políticas y sociales, el nuevo proyecto interno y externo que controla su acci&n social y los modos de conducta de la antigua élite dirigente, en los años de la exportación guanera. En ese período gobiernan V i v a n co, Castilla, Echenique, nuevamente Castilla, San Román, Pezet y Prado. Sin embargo, la figura de Castilla adquiere una relevancia excepcional si se tiene en cuenta que, e n tre 1843 y 1867, Castilla gobernó catorce años mientras los otros generales solo lo h i c i e ron uno, dos o, excepcionalmente Echenique, tres años. V i v a n c o , Castilla, Echenique y San Román eran viejos militares que, a lo largo de toda su carrera, habían luchado consecutivamente en diferentes alianzas unos contra otros y lo seguirán haciendo hasta que, todos de acuerdo, se opongan a Pezet. La sensación de irracionalidad que tendría la g e neración liberal frente al ejercicio del poder se derivará de la persistente influencia de estos caudillos y de sus partidos personalistas, de sus ambiciones y de su constante empleo de la intriga, la conspiración y la revolución. Sin embargo, a pesar de sus antagonismos y de sus campanas, algunas notablemente prolongadas, se los puede observar en perspectiva coexistiendo y participando del aparato del Estado, usufructuando sus beneficios y , en situaciones mas o menos dilatadas, persiguiendo los mismos objetivos, de tal manera que configuren un mismo grupo social. Todos eran militares, contaban con sus propias clientelas, demostraban la suficiente habilidad para levantar y movilizar ejércitos y tenían la 01 tima palabra para decidir el rumbo de la nación. Pero, a partir de Castilla, gobernar era administrar, entrar en relación con los que iban a favorecerse de la riqueza guanera, distribuir puestos burocráticos, incorporar a los intelectuales, relacionarse con Europa. Todo el proceso del romanticismo peruano estará determinado por la relación ambigUa, forzada, cortesana, principista y contradictoria de la juventud con esta i n e v i table clase dirigente. La ambigüedad de esta relación de oposición y adhesión, de rechazo muchas veces revolucionario e incorporación, determinará, a la larga, la conciencia que esta generación tendrá de sí misma, de su sociedad, de la cultura y de la fun46

ci6n que debe cumplir la creación literaria. Castilla llega al poder después de una revolución constitucionalista contra V i v a n co-Echenique, El movimiento fué apoyado por San Román en la zona sur serrana y , mús tarde, por un rico comerciante en la costa norte. Tenfa cincuenta aFlos. Combatía desde que se incorporó al ejército del Virrey Pezuela (1818) sin haber recibido educación especial, sin tener riquezas, ni haber pertenecido a los cenáculos tradicionales que se disputaban el poder. Era mestizo. La imagen política de su primer gobierno (1845-1851) es de normalidad institucional. En el Consejo de Estado, quien expresa su desconformidad por las cuentas presentadas y trata de disminuir los gastos es Domingo El fas, el que lo había apoyado en la revolución y quien, después, trató de aliarse a Echenique para e v i tar la elección de Castilla. A l mismo Consejo se incorpora, después, Echenique por elección de las Cámaras, a pesar de la oposición de Castilla. De todas maneras, la actitud de ambos no llega a la conspiración y Echenique devela una revolución que trataba de nombrarlo Presidente. Se restablece la vida parlamentaria que funciona normalmente en todos sus períodos, cuando ningún representante se vio perseguido, desterrado, apresado o coactada su libertad de tribuna. En 1849, por primera vez, cae un Ministro por un v o to parlamentario. San Román conspira y trata de organizar otra revolución contra su a n tiguo aliado y es desterrado, pero pronto se verá reincorporado a funciones de gobierno y llegará a ser Presidente Constitucional. Castilla no tomó represalias contra los partidarios de V i v a n c o que lo habían combatido e, inclusive, gobierna con alguno de sus antiguos enemigos ^Felipe Pardo). Llega a dictar una ley de amnistía y permitir el regreso de todos los desterrados, a reponer en sus cargos a los que lo habían combatido y a derogar todas las expropiaciones y proscripciones realizadas en el pasado. La normalidad institucional se convierte, entonces, en una especie de conciliación de los enemigos, en un intento de suprimir los antagonismos del pasado. Como veremos, la lucha proseguirá entre los caudillos hasta fines de la década del sesenta pero parece haberse controlado, ya que no se producen represalias y , muy pronto, se comprueba que están de nuevo todos sentados en la mesa del Estado. 13 N o hay duda que el proceso ha sido posibilitado por los recursos del guano.

Ya

no es un Estado en permanente penuria y que es casi la única fuente de recursos para los que no tienen propiedades rústicas o urbanas. Ahora alcanza para todos y pueden irse incorporando nuevas carnadas de pretendientes si se muestran aptos para colaborar con la reorganización patriótica de la nación. A principios de la década de 1840 comienza su explotación, donde el Estado aparecía propietario, realizando un contrato de expor47

tación con dos particulares. Estos no encontraron suficientes fondos en la castigada e c o nomía peruana y fueron habilitados por una casa inglesa. Unos arios m6s tarde, ante las penurias y las urgencias económicas, el Estado otorgará consignaciones sobre adelantos y préstamos, que le permiten atender al servicio de la deuda externa y cubrir las necesidades del Presupuesto. En el año 1849 se exportan algo más de cien mil toneladas, que darían al fisco una utilidad de 2 250.000 pesos. Hasta entonces el presupuesto ascendía aproximadamente a cinco milliones de pesos, cubiertos con el producto de las aduanas y de las contribuciones personales. En 1845 las aduanas estaban empeñadas, la Casa de la Moneda se encontraba abrumada de deudas, el tráfico de pastas paralizado y sus pro14 ductos empeñados, y no se podían pagar los sueldos y pensiones.

A partir de la nego-

ciación del guano, los consignatarios adelantaron el dinero para cubrir las necesidades del presupuesto y , más adelante, para las obras públicas, cobrándose con el producto de la venta. En sus manos se encontraba todo el circuito de la explotaci&n, depósito, traslado, especulación, entrega y cobranza. V esta situación, que perdurará mas o menos igual hasta la guerra con C h i l e , muestra las bases de la institucionalización a que hemos a l u dido y la mentalidad rentística de la élite dirigente que la controlaba. Aquella es posible de realizar gracias a la asociación con las naciones industriales, que proveía los c a pitales y mantenía directamente las necesidades del Estado. V todo el proceso se realiza a través de un grupo nacional que ejerce de intermediario con las casas capitalistas y que llegará a constituirse, cada vez más, en un nuevo grupo de poder, engrosado por los beneficiados de la futura consolidación y por los terratenientes exportadores. A partir de acá es posible redactar presupuestos; atender normalmente al servicio de la deuda y conseguir nuevos empréstitos; consolidar la deuda interna, pagar a los perjudicados y reconstruir parcialmente el aparato productivo; formar una burocracia profesional y regularizar la administración pCiblica; y consolidar la acción de un Estado que puede ponerse al servicio de los grupos antagónicos, reconocer los servicios anteriores, los presentes y prometer recompensas para los futuros, pagar indiscriminadamente las pensiones y atender a todos los que pertenezcan a la élite urbana sin mostrar claramente sus preferencias. La consolidación de estas nuevas posibilidades del Estado es la que permite atenuar los antagonismos políticos - que nunca se acallaron- y reunir a todos los dirigentes, con sus respectivas clientelas, incorporando a sectores cada vez más amplios cercanos a la cOspide de la pirámide social, en el banquete de la estabilidad, la expansión y la modernidad. También permite el nacimiento del romanticismo. Pero ni uno ni 48

otro, significan realmente una revoluci&n en la producción, en las relaciones sociales, en el modo de incorporarse a la transformación burguesa. Es un cambio que tiene m6s de usufructuó de una renta, orientada ahora hacia las formas de prestigio derivadas de Europa, que a una variación esencia! de la sociedad. Sobre este trasfondo es posible interpretar la emergencia de nuevas instituciones intermedias relacionadas con la educación, el ocio, los servicios urbanos, la administración de justicia, la religión o la política. En esta época se comienzan a crear o reorganizar aquellas formas culturales relativamente autónomas que apuntan a configurar las relaciones sociales, que atienden a un específico requerimiento social o a organizar a c t i vidades relativamente gratuitas. Aparecen los centros educativos con una nueva fisonomía, se reestructuran los estudios del Seminario, se reorganiza el poder judicial y se redactan los códigos, aparecen los nuevos partidos políticos y se diversifica con una estructura empresarial el periodismo y la actividad teatral. A nosotros nos interesa señalar más específicamente el modo en que se desarrolla la producción de la ideología y el lugar que le caben ahora a la discusión de las ideas. Se recordará que, en la primera época, los problemas doctrinales estaban directamente articulados a la organización de la n a ción. Se debatía si se debía elegir entre la Monarquía o la República, entre el absolutismo ilustrado o la democracia representativa y, esa discusión, antecedía o seguía al ascenso o la caída de un grupo y a una forma de ejercitar el poder. M á s adelante, en la época del caudillismo anarquista, las ¡deas se utilizaban para la inmediata lucha política. Una personalidad ¡lustrada como Felipe Pardo, que hubiera hecho un buen papel como redactor del primer periódico ilustrado El Mercurio Peruano, o como diputado en la Asamblea principista de 1823, tendrá que defender a un caudillo mestizo como G a marra quien, a lo largo de su Gobierno, tuvo que enfrentar, en cuatro aFlos, 14 conspi15 raciones. Degradada ya la vida política, combatió a Orbegozo redactando El Hijo del M o n tonero, centro de una Intensa lucha periodística en la que participaron El Montonero, La Madre del Montonero y El Tío del Montonero; se pliega después, ¡unto con V i o a n c o , a la revolución de Salaverry. Para desprestigiar a Santa Cruz redacta El Coco de Santa Cruz, Para muchachos y El Conquistador Ridículo, publicando también un pequeño v o l u men de poesías ÍLa Jeto, 1835) donde lo ridiculiza.

La producción ideológica, a par-

tir de ahora, será principista, estará vinculada a la lucha por el poder o se articulará a un movimiento plebeyo y caudlllista solo por excepción. Basadre recuerda aquél célebre debate entre el P. Herrera, Rector del Convictorio de San Carlos, y los Liberales,

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sobre todo Pedro G á l v e z , del Colegio Guadalupe, acerca del origen de la soberanía y , más tarde, alrededor del problema del sufragio de los i n d i o s . ' ^ El escenario es el C o n greso, el ptilpito, remitidos a los periódicos, la cátedra y los exámenes del Colegio, desarrollándose en un auténtico ambiente intelectual tal como hoy lo entendemos. Más era un debate académico y una confrontación de ¡deas teóricas que la justificación del poder o la agresión personal, como había sido hasta entonces. Participan en él, por ambas partes, personajes vinculados al gobierno y

el Ejecutivo se mantiene como expec18

tador interesado, sin tomar partido ni sentirse afectado por su evolución. Con ésto queremos hacer notar que en esta época comienza a desarrollarse el mundo de la cultura en un ámbito específico, teniendo menos que ver con la acción política y con la lucha por el poder que con la organización del ocio, con la actividad religiosa, con el espectáculo social, con la preparación de profesionales y burócratas y con la producción de una ideología mas o menos independíente de una situación social que no se discute. N o será, sin embargo, una cultura autónoma, como aquella que producirá la poesía vanguardista y los planteos revolucionarios en la primeras décadas del siglo X X . Ese espacio cultural se encontrará articulado inmediatamente al proyecto con que la élite dominante cumple su acción social. Lo que ha cambiado es ese proyecto y ese ámbito de acción y las relaciones sociales entre sus participantes. V a no se trata de discutir cómo organizar el país, donde todos están de acuerdo. Tampoco de quién ha de prevalecer en el usufructuó de la renta estatal, en la que todos participan. Les interesa más lo administrativo y lo pragmático que lo político y lo doctrinario y , por ello, al mismo tiempo que posibilitan su constitución se mantienen ajenos e impermeables a sus propuestas. La consolidación del Estado y de sus recursos, la expansión económica que incide en una relativa modernización de las formas de relación y de las costumbres de la

élite urbana, la formación de instituciones que han de ser atendidas por civiles y

profesionales, la valorización de la habilidad y el nuevo culto a la inteligencia subordinada al Estado, permiten la emergencia de ese nuevo espacio cultural como un fenómeno dependiente y subordinado al proceso social y económico controlado por aquella clase dominante. M á s aOn, la formación de ese nuevo espacio cultural es uno de los elementos del proyecto con que sustentan su acción social y con que legitiman sus privilegios en la conducción del Estado. Esa responsabilidad se limitará a la apropiación externa de formas democráticas, de instituciones modernas y de cuadros profesionales que le permitan administrar la expansión. Y esta relativa autonomía de la c u l h r a , s o metida al control de la clase dirigente, explicará la aparición del primer momento cul-

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turaI republicano y , también su constricción frente a la sociedad global, frente a la c l a se popular, frente a la sociedad inmediata urbana, frente a la experiencia histórica y, a ú n , frente a la propia individualidad. La formación de la personalidad social de los representantes del romanticismo peruano a lo largo de las décadas del cuarenta y cincuenta, se realizará a partir de esta situación de base. Serón producto inmediato de ese nuevo espacio cultural que, a su vez, ha de ser entendido en su articulación al proyecto de la clase dirigente. Si se piensa en el modo en que se desarrolla la actividad del Colegio de San Carlos, que era el centro más importante de preparación profesional, se comprenderá más exactamente lo que queremos decir. Tuvo una vida intermitente, casi colonial, entre 1822 y 1844, que puede ser considerada como una penosa decadencia después del alto grado académico que a l canzó en los ül timos años del siglo X V I I I y en las dos primeras décadas del X I X . El M i nistro Laso le encarga, en 1842, al P. Bartolomé Herrera, la reorganización y la modernización de sus estudios. Aquél era de tendencia liberal y , éste, representa las ideas conservadoras y aún ultramontanas. Sin embargo toda la élite se enorgullece del alto nivel que alcanza su disciplina intelectual. Herrera introdujo el estudio de los idiomas modernos, la economía política, la teneduría de libros y la práctica forense; impuso también nuevos autores para el estudio del derecho natural, de la filosofía, el derecho i n ternacional y el canónigo. Toda su reforma puede ser considerada una mezcla de rigorismo conceptual conservador y una clara adecuación a la demanda de la época, llevándose a cabo el entrenamiento profesional según la imagen que se tenía del nuevo " f u n cionario público", o del nuevo tipo de abogado que tendrá cada vez más que ver con la administración de los recursos del Estado. El régimen disciplinario era monacal. En las salidas de los domingos vestían frac y tricornio y era fama que debían cuidar su conducta, ya que el Rector les estaba vigilando desde la torrecilla de la Iglesia. Luis Benjamín Cisneros (1886) recuerda las galerías adornadas con los retratos de los Santos Padres, los salones conventuales, el Convictorio presidido por el "primer monarca cristiano, el Emperador Carlos V " , y los exámenes públicos, realzados con la presencia del Mariscal C a s tilla, sentado bajo un ancho dosel de terciopelo carmesí, "fijos los ojos vivos y chispeantes en el alumno que contestaba". Los exámenes eran controlados y aprobados por los representantes del Estado. Asistían los funcionarios oficiales y los antiguos alumnos - q u e hoy formaban parte de la élite dirigente- " a sonreimos dulcemente y alentarnos con sus aplausos cuando las respuestas dadas a sus preguntas correspondían a las que ellos conocían desde que eran alumnos del Convictorio". Se cuenta que Castilla pagaba con onzas 51

de oro las respuestas ingeniosas y que premiaba a los alumnos sobresalientes dándoles asiento en su coche hasta el Palacio de Gobierno, o regalándoles un abono para el teaw

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tro. Toda esta imaginería anecd&tica parece que no fuera suficiente paro fundar la i n terpretación de un hecho histórico. Sí lo es, en cambio, para comprender c&mo veía aquella generaci&n su relación con la élite que disponía del poder y controlaba la e x pansión haciéndose presente espontáneamente en los centros culturales. Bartolomé Herrera, su Rector, participaba activamente de la vida del Estado. Tiene a su cargo e l sermón cívico que se pronuncia durante el Te Deum celebrado con ocasión de un nuevo a n i v e r sario de la Independencia, donde realiza por primera vez su defensa del autoritarismo. El mismo Laso que lo había nombrado unos años antes, ahora vocal de la Corte Suprema, entabla la polémica periodística que se prolonga durante doce artículos de cada contendiente. Más tarde, con ocasión de los exámenes, un Consejero de Estado se presenta para impugnar esas doctrinas y el mismo Herrera hace una invitación pOblica para que q u i e nes

quisieren, aún cuando no fueran examinadores oficiales, se presten a rebatirlas, po-

lemizando con un estudiante escogido por é l . Intervendrán un diputado y otras a u t o r i dades. Herrera, más tarde, sin dejar su Rectorado, será Ministro de Echenique y , en los aPlos siguientes, delegado del gobierno ante la Santa Sede y parlamentario. Y con esto queremos mostrar la estrecha relación que existía entre los centros de cultura, la é l i t e dirigente y el Estado. Esto nos explica la imagen benevolente de Ricardo Palma (1887) con respecto a las autoridades de su tiempo. Una de ellas, que había sido sucesivamente Ministro, Consejero de Estado y V o c a l de la Corte Suprema -además de censor de teatros- los alentaba diciéndoles: "Acusar a su país de ingratitud, ha sido, es y será recurso de ineptos y pretenciosos sin mérito r e a l . Hoy todos pueden escribir y hablar, exhibiéndose tales como son. Si hay sabios ocultos, que nos descubran su sabiduría; si hay literatos eminentes, que nos enseñen sus producciones. En el gran certamen del siglo, el que no alza la voz es porque nada tiene que decir. Dudemos de los genios mudos. El reinado de la inteligencia se afirma en el mundo, y el hombre de verdadero talento pasa el Rubicán, dejando atrás a la aristocracia de la sangre y a la aristocracia del d i n e r o . " Palma, Corpancho y otros poetas de la bohemia asistían a su tertulia en la que alternaban con altas autoridades. Recuerda que " a l l í estábamos de plácemes: podíamos aspirar a todo y alcanzarlo todo". Y tiene cuidado de anotar que

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la juventud d* entonces no tenía la petulancia de creerse en aptitud de imponer a los gobiernos un plan de conducta administrativa, ni imaginaba que los claustros del colegio podían convertirse en centros o en clubs revolucionarios. Recuerda que aquél Ministro deseaba que la Naci&n favoreciese a esos muchachos p o bres de solemnidad, concediéndoles lo que Palma llama "canongías de merced", a través de un nombramiento, lo que les permitía recibir mensualmente la mitad del haber i n tegro de los oficiales activos / les daba el derecho de usar "el bonito uniforme de o f i ciales de marina; / los favorecidos bohemios seguíamos nuestros estudios en el colegio, muy contentos de comer la sopa boba del presupuesto, lejos del mar y de los buques". En los textos anteriores se encuentra esbozado c&mo el Poder Ejecutivo, el Parlamento y otras instituciones del Estado, la Educación, la Iglesia, la vida profesional y, como veremos más tarde, el espectáculo, estaban articulados alrededor del proyecto e x pansivo de una misma y reducida élite dirigente. Los jóvenes alumnos que formarán la generación romántica se codearán, por así decir, con el Presidente y sus Ministros y , en la expectativa de no contradecir sus proyectos, formarán su personalidad social. De allí que el éxito teatral del ¡oven estudiante de medicina Corpancho, le valiera una beca para terminar sus estudios en Europa, pronto fuera incorporado al cuerpo docente del C o legio Independencia y, simultáneamente, llegara a ser secretario de Castilla durante su segunda presidencia. De la misma manera, la representación de una alegoría patriótica fue el comienzo de la exitosa carrera pública de Luis Benjamín Cisneros, lo incorpora a la burocracia, a pesar de su participación revolucionaria le hace ganar después un consulado en Europa y lo adscribe a los negocios del salitre. Palma nos recuerda que aquellos jóvenes pobres de solemnidad, como él mismo, después llegaron a figurar ventajosamente en la política, en el foro, en el magisterio y en la tribuna parlamentaria y que cinco o seis de ellos llegaron hasta Ministros de Estado. Vicente Camocho tuvo representaciones diplomáticas, Palma fue Cónsul y, después, secretario del Presidente Balto y Diputado y, Salaverry, cronista, vate y protegido del mismo General Baila. También se diseña acá cuál es el nuevo espíritu de la época, dominada por una relativa democratización del poder y una mayor movilidad social para quienes tuvieran la suerte de ser a d mitidos entre los doscientos alumnos del Colegio San Carlos, entre el centenar de discípulos del Guadalupe o entre las pocas decenas del Colegio Independencia o del Seminario Santo Toribio, dándose culto al talento y a la aristocracia de la inteligencia. Finalmente se muestra cómo se desarrolla un tipo particular de amable presión social desde

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arriba, donde los jóvenes estudiantes se ven inconscientemente obligados a asumir como propio el proyecto de la élite dirigente como un modo de afirmación nacional, de modernización social y de progreso, sin tener en cuenta cuál era la composición del poder, el modo en que el Estado cumplía sus funciones, el olvido de las clases populares, la postergación de la transformación de los modos productivos y las relaciones sociales y el precio que habrían de pagar por articularse, a espaldas de su país, como una aristocracia privilegiada, al mercado mundial.

1.3. La cultura urbana popular y lo personalidad artística de la ¡oven generación

En un párrafo anterior, habíamos esbozado qué significó para la sociedad peruana el proceso revolucionario. Destacamos que, entre 1822 y 1842, se modifica la élite que rodea al aparato del Estado y surge un peculiar modo de comportamiento social de las c a pas medias urbanas que, de una nueva manera activa, participan en la lucha por el poder. La democracia republicana no significó el juego libre de las instituciones, pero se manifestó claramente en la imposibilidad de consolidar una autoridad personalista sin consentimiento popular, en los pronunciamientos masivos, en la organización de una escenografía electoral aunque estuviera controlado por la fuerza caudillesca, en la necesaria justificación en la letra constitucional y en la profusa utilización de la prensa periódica para formar la opinión pública. Para la ¡oven generación, la presencia activa y vocinglera de este nuevo sector urbano constituirá el escenario -literalmente- donde se delinea su camino hacia el éxito y la arena donde pondrá a prueba su talento. Y si fue necesario llamar la atención acerca de cómo se consolidaba la nueva élite dirigente y de cuál era su proyecto restringido de modernización, es porque la producción cultural popular y aproblemática instituye el modo más eficaz de relación de la pequeña burguesía profesional con aquella clase dominante. Para esta juventud, la participación en el espectáculo artístico estará directamente dirigida a recibir la sanción de la o p i nión pOblica plebeya. Su triunfo popular le dará, por otro lado, la necesaria significación social como para participar, con derecho propio, en la clase dirigente de su país. De allí que en este período, las formas culturales populares tengan esa duplicidad irresuelta que, en tantos planos, las caracteriza: son formas modernas europeas, y tienen por público a un sector dominante de la cultura artística que exige expresiones populacheras; muestran interés por lo regional y entusiasmo por lo exótico, mezclando perso54

najes locales pintorescos con caballeros cruzados medievales; captarán gustosas referencias alusivas a la vida inmediata y rehusarán a tomar como tema la experiencia histórica; cultivarán la sátira, la gracia y la ironía pero evitarán formular una critica que ponga en duda la pertenencia a la clase dirigente; cultivarán la expresión de sentimientos individuales, que indicarían un impulso a la diferenciaci&n social, pero los presentarán a un público que los interpreta como un estereotipo colectivo adecuado para ser consa20 grados como pertenecientes a una determinada clase social. Basadre no muestra la composición, los valores y los comportamientos de lo que él gusta llamar la "multitud" o el " p u e b l o " , con la misma claridad con que diserta los de la élite dirigente. Sin embargo, sus indicios y referencias ofrecen una base s&lida p a ra imaginarse c&mo se va formando una nueva actitud del sector urbano, c&mo se va ampliando su composición, cuál es su nuevo comportamiento social y cultural y de qué manera participa decisivamente, con un eficaz sujeto productor, en la configuración de la nueva forma cultural que estamos estudiando. Ello resulta más inteligible si lo comparamos con el comportamiento colectivo de la sociedad urbana a fines del siglo X V I I . 21 En El Conde de Lemos y su Tiempo. Basadre ya muestra esa preferencia por hacer una historia que trascienda el estudio de personalidades privilegiadas y de las vicisitudes políticas, para centrarse en la comprensión del medio social y diseñar lo que, ahora, llamaríamos un complejo estructural. Antes de hablar de la sociedad de Lima, se refiere al espíritu de la contrarreforma que guiará sus futuros actos, la cultura renacentista que fomentará y la conciencia imperial con que hará justicia. N o s interesa acá señalar el ritmo ceremonial con que se participa en la celebración de la llegada del Virrey. Después del desembarco en balsas especialmente aderezadas según el ritual adecuado, y el desfile de carrozas donde el cortejo contestaba los vítores de la multitud con gestos contenidos, se entregan los símbolos de posesión de la ciudad del C a l l a o y el mismo Virrey debe dar la solución a una controversia sobre si el Santo Cristo que lo acompañaba debía entrar revestido o no a la Iglesia. A la noche hubo fiesta popular con fuegos artificiales. A l día siguiente se realizó una corrida de toros donde se sacrificaron quince reses. Cuando unos días más tarde entre a la ciudad de Lima, lo hará bajo palio, recibido por las autoridades vestidas con los colores y telas de rigor, cada una según su condición. M á s a l l á , bajo los arcos, se congregó el Cabildo. Se forma un cortejo donde, en lugar obligado, revistaban los tribunales, la Universidad, las diversas compañías de soldados con uniformes adecuados y en estricto orden de precedencia. La virreina tenía su lugar en los balcones, el A r z o -

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bispo estaba preparado para las ceremonias, las compañías militares batieron las banderas en el momento preciso hasta que Ileg6 a Palacio. La celebración colectiva de un acontecimiento se realizó siempre en la vida urbana, a partir del medioevo, con activa participación popular. Era un espectáculo que se rodeaba de símbolos para refrendar sensiblemente la presencia de laautoridad, una manifestación colectiva, jerarquizada, controlada y normada, para rendir fidelidad aúlica al poder y, al mismo tiempo, pretexto para el lucimiento social. El mismo sentido tenían después las justas poéticas, las fiestas populares y las ceremonias religiosas. La participación popular, en la república, ya no será jerarquizada sino democrática; no estará ordenada por normas rígidas y predominará la espontaneidad; y , sobre todo, no se producirá para consagrar un orden valorativ o definido sino que ella misma creará sus valores en una inmediatez imprevisible. Tomará los caracteres tumultuarios que toma la multitud después que se han derrumbado las jerarquías definitivas y nacerá de la nueva conciencia social de quienes saben de a l guna manera que son ellos mismos los que pueden consagrar y derribar esas jerarquías. De allí sus rasgos repentistas, volubles, chabacanos, donde el encumbramiento de una nueva autoridad se produce simultáneamente con el saqueo de las propiedades de las anteriores y donde la figura caudillesca elevada hoy se encuentra desprestigiada mañana. El pueblo urbano aparece, en la Historia de Basadre, con los primeros acontecimientos de la República manifestando un nuevo comportamiento. Alrededor de la renuncia de San Martín, del asesinato de Monteagudo, de los conflictos entre Torre Tagle y Riva AgUero, de las solemnidades que rodearon a la promulgación de la Constitución de 1823, se manifiesta su presencia desordenada y la complacencia que encuentra en el nuevo modo de participación democrática. Es particularmente notable el arte narrativo con que reproduce el clima social en que germinó el proyecto vitalicio de Bolívar que, a partir de pequeños signos sociales, muestra cómo se va configurando un nuevo sentimiento popular, enfrenta la actitud de varios actores sociales, agudiza la contra22 dicción hasta que se llega a un cierto "frenesí colectivo". que nos interesa, describe la cito

M á s cercano a la época

primera lucha y la victoria de la multitud contra el Ejér-

en el levantamiento popular de 1834. Recoge los primeros indicios aludiendo al

rumor de que algo estaba ocurriendo ya que se encontraban empavesados los barcos del Callao; pasa, más tarde, en aparente huida, un destacamento del Ejército; crece la exitación, tocan a vuelo las campanas, comienza una desordenada refriega, escapa la esposa del General Gamarra vestida de hombre, con capa azul y grana bordada de oro 56

y , finalmente, se desata el saqueo popular. A l tifa siguiente entra, triunfante, el G e n e ral Orbegoso, las mulatas lo paran por las calles para abrazarlo, se presenta y recibe ovaciones espontáneas en el teatro, en las corridas de toros y en los paseos públicos y, aOn la nueva moda femenina - l a saya orbegosina- muestra la recepción popular de un nuevo ídolo con el que se identifican y que, por otra parte, se preocupa de exhibir su 23 figura para recibir las muestras de adhesión hasta en los conventos.

El mismo espec-

táculo popular es posible de comprobar durante la Semana M a g n a (1844), cuando el G e neral Echenique es vencido sin combate gracias a la movilización popular de toda la ciudad.^ Este anecdotario, comparado con la época virreinal, ofrece suficiente material indiciarlo para servir de base a una interpretación. Se manifiesta acó un sentimiento c o lectivo de pertenencia al ritmo del acontecer social, donde el pueblo no es espectador pasivo sino actor, que será después desconocido para la ciudad individualista y masificada, excepto en los grandes acontecimientos deportivos. Este no es un acontecimiento organizado según normas autoritarias, sino que predomina la espontaneidad imprevisible donde, por primera vez de manera constante, este sector se siente participe de su propia historia. Se percibe, también, una cada vez m6s real democratización social ya que, en estos movimientos, participan las corporaciones, los artesanos y el pueblo bajo, mezclados familiarmente ccn sus líderes, o sancionando directamente a sus opresores. Tampoco se puede dejar de percibir que el proceso político republicano no es un a c o n tecer elitista, desarrollado en los claustros, en el Palacio o en la Universidad, sino que se produce igualmente en las calles, contando con la participación popular de quienes se ven afectados inmediatamente por los sucesos y , de alguna manera, intervienen para provocar su desenlace. Será inútil buscar coherencia ideológica, ni siquiera implícita, en esa conducta popular que se guía más por lo inmediato, por la intuición y se caracteriza, sobre todo, por su inconstante inestabilidad. Esa participación supone, i g u a l mente, un rápido fluir de información subjetiva a través de la calle, los paseos y los salones e, inclusive, los refectorios de los conventos, como la ha pintado con tanta v i veza Flora Tristón M838). Esta nueva fisonomía del sector urbano terminó creando un espacio físico adecuado para su intercambio social. Si la cultura oficial colonial se desarrollaba en los claustros, en la Universidad, en el palacio y en los púlpitos de las iglesias; y si la élite i n telectual ilustrada creó para sí la vida de salón; la cultura popular se expresará desde la barra de los Congresos, en la disputa periodística, en las fiestas colectivas y en el 57

teatro. Precisamente, uno de los hechos notables que aluden a la presencia activa de este nuevo sector social es el que haya dado vida permanente a esas dos formas culturales organizadas - e l periódico y el teatro- hasta convertirse, a lo largo de las tres primeras décadas de la República en las expresiones dominantes de su cultura. Habrá que esperar la década de los años cincuenta para que se reorganicen otras instituciones culturales y , a la del setenta, para que el libro comience a encontrar un incipiente lugar en esta nueva sociedad. Una tradici&n de Ricardo Palma (Mauro Cordato, 1853) nos describe el teatro de Lima como el edificio más a propósito para desacreditar una capital. N o s habla de una platea incómoda y estrecha donde con gran trabajo pueden colocarse seiscientas personas, tres órdenes de palcos con pretensiones de cuartuchos y un techo amenazando desplomarse. Pinta al pueblo como decidido partidario de las comedias, acudiendo en tropel a las "llamadas de magia" y aplaudiendo con frenesí a cada fantasma que se asomaba, o a cada angelito que volaba desde la escena a la cazuela con auxilio del tramoyis25 ta.

Y Palma comenta que, en aquella época, "el pueblo tenía una manera especial

de comprender el arte y al artista", ya que en vez de celebrarlos con ramilletes y coronas -que eran de introducción reciente en Lima- juzgaban que la más espléndida ovación consistía en esmaltar la escena con onzas de oro arrojadas desde la luneta. Si esto hubiera sido así, tendríamos que ya en 1810 existía en Lima un tipo de espectáculo popular, en un local ruinoso, cuyo público era un estrato enriquecido, de gusto plebeyo, que sostenía una propia vida cultural. Basadre nos dice que en 1828 numeraron las localidades y que, en el año siguiente, se abolió la costumbre de estar separados los hombres y las mujeres, tanto en el patio como en la cazuela. E:l público tenía sus ídolos, como el actor cómico español José María Rodríguez, de quien cuenta una anécdota significativa. Cuando en 1826 da una función en su beneficio, no se atreve a salir a escena por haberse refugiado anteriormente en el Callao con Rodil. Los gritos repetidos ante el actor que lo sustituía, le obligaron a representarla personalmente, demostrando que ya en esa época, para este sector urbano, existía una cierta identificación entre ese tipo de espectáculo y sus propias vivencias que, en buena parte, se desarrollaban más allá de la política. Parece ser que por entonces ya existía un verdadero público-en el sentido estricto que lo entendemos actualmente, como receptor inmediato de un circuito cultural al que le impone sus normas de gusto según sus necesidades sociales-, y se habla del hondo cariño y de la identificación que suscitaban actores españoles como Rodríguez, la Samaniego y Fedriani. Después de 1851, el fenómeno se repetirá con la Pantanelli, 58

la Rossi y O Loghlin. Se representaban tragedias o comedias, seguidas de saínetes jocosos de mal gusto, actos de baile y tonadillas. Se destacaban, al lado de las actrices, las bailarinas y cantantes, ordinariamente españolas. Predominó la moda de las piezas truculentas, melodramáticas e inverosímiles lo que, conforme a la critica posterior de Pal-

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ma (1887), todavía no había cambiado a principios de la década de 1850.

También es

sintomático que la comedia de Pardo (Frutos de la Educación, 1830) provoque una reacción del medio, donde se le acusaba de tener la intención de denigrar a la ciudad de Lima, sus habitantes y su modo de ser. Porque ella indicaría una diferenciación de un nuevo público plebeyoy aproblematico, del sector ¡lustrado, aristocráticoy purista que había dominado la cultura a fines del siglo X V I I I y que todavía se expresaba en la tertulia de Pando. Esto no obstaba para que, a veces, los libretos aludieran a la política inmediata, como la representación de la Monja Alférez (1834) que el público celebró como una parodia de La Maríscala esposa del General Gamarra y que provocó su prohibición; o la alegoría en que las tropas de la Ambición optaban por fraternizar con las de la Libertad, con ocasión del abrazo de Maquinguayo (1834). De la misma manera, en 1839 tuvo lugar un auto de fe en el proscenio del teatro, quemando la obra Peregrinaciones de una Paria, por considerar que ofendía a la sociedad peruana. Palma alude a una ceremonia similar que se habría efectuado con Lima por dentro y fuera, del poeta Esteban de Te27 iralla y Lando, en 1799. Aunque todavía es prematuro tentar una interpretación exacta de esos hechos, no es aventurado afirmar que, en las primeras décadas de la república ya se puede percibir una opinión pública popular, diferenciada por igual de los sectores aristocráticos y del pueblo bajo, que encuentra en el teatro un medio adecuado para celebrar sus propias v i vencias e imponer sus propios valores. Hasta entonces, el teatro había combinado el antiguo gusto cortesano por la comedia, con los propios gustos plebeyos. Se combinaban melodramas truculentos, bailes y tonadillas, con algunas tragedias clásicas como las de Voltaire, con el gran teatro español de Lope y Moreto y con algunos autores contemporáneos entre los que se contaban Quintana y Mora tin. Se refleja acá el desplazamiento del dominio de la cultura desde un sector cortesano e ilustrado a un nuevo sector popular urbano, donde la antigua herencia comienza a ser usufructuada por nuevos actores sociales que aportan una nueva sensibilidad y nuevos valores, pero dispuestos también a constituirse en herederos del patrimonio de la antigua clase dominante. De la misma manera, en la década de 1840 es posible percibir que se produce una variación en el gusto del público, donde se liquida por primera vez la identificación casi exclusiva con 59

el depósito cultural tradicional y se incorporan las nuevas expresiones del espectáculo europeo y donde, simultáneamente, se impone la comedia nacional de costumbres. Es decir que, por un lado, la complacencia ante el espectáculo tiene manifestaciones más refinadas y , por otro, la conciencia diferenciada de clase encuentra una forma más adecuada para afirmarse. La opera italiana es popular a partir de 1840 -Romeo y Julieta, de Bellini- y pronto se producen verdaderas batallas campales en el teatro entre pantanelistas y rossitas, dos sopranos de la misma compañía. En la temporada 1840-1841, se representaban cuarenta y seis funciones en seis meses, es decir que se habría formado un elenco estable, propiamente profesional, que daba funciones todas la semanas. En los anos siguientes las funciones aumentaban a sesenta y nueve y la compañía se organiza como una empresa en base a suscripciones permanentes. Felipe Pardo recogerá la impresión de la época, comentando que se trataba de "un espectáculo nuevo, sorprendente, grandioso, encantador" (1840). En 1850 se construirá un teatro especial de Variedades con capacidad para 900 personas, con el nombre de Salón-Lírico-Dramático, que se d i ferenció y entró en competencia con el Principal, aunque después se fusionaron ambas empresas y, aquél desapareció ( M o n d o s y Covarrubias 1909). De esa época es la introducción del ballet escénico romántico francés y de los conciertos, la prohibición de "tapadas" en los palcos y la organización de premios y pensiones para las obras y autores nacionales. También de entonces es la organización del diario El Comercio como una empresa específicamente capitalista, desvinculada del Gobierno y de los grupos tradi28 dónales y en base al aporte de 900 suscriptores. La circunstancia que esta variación se produzca antes de la estabilización política y ¡unto con los primeros indicios de expansión económica; que tome una estructura empresarial apoyada directamente por accionistas, suscriptores o abonados que ya constituyen un mercado estable de una cultura propia; y que, mós tarde, incorpore todas las formas nuevas del espectáculo escénico italiano, francés y español, nos hablan de un público urbano que ya estaba constituido y ejercía su propia demanda antes de la nueva coyuntura económico-institucional y explicará sus variaciones por su participación en su proceso de expansión. Precisamente en esa época entrará en escena el romanticismo, respondiendo a esa demanda popular que busca incorporar las formas modernas del teatro, estimulando lo espectacular, lo aproblemático, lo melodramático, lo sensible y , dentro de su experiencia cultural, lo refinado. El romanticismo será la primera respuesta nacional a esa demanda. Y por ello, si no se tiene en cuenta la composición del nuevo espacio cultural urbano, no se podrán explicar sus caracteres partiendo del impul-

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so de todas las sociedades dependientes a la imitac¡6n. En la misma é p o c a , los emigrados rioplatenses h a b í a n imitado a H u g o , Byron y Lamartine y no a los españoles, h a b í a n p r e f e r i d o el poema n a c i o n a l , el e n s a y o ilustrado y la n o v e l a , e s c r i b í a n e n f u n c i ó n del propio grupo ilustrado despreciando al p u e b l o urbano rosista y , finalmente, p r o d u c í a n cultura p a ra preparar una r e v o l u c i ó n . Si interpretamos lo incorporación de estas nuevas formas teatrales como respuesta a la demanda de un nuevo sector dominante de la cultura, es natural interpretar el gusto s i multáneo de ese nuevo p ú b l i c o por la comedia y el a r t í c u l o de costumbres. Porque el m i s mo gesto de autoafirmación se d a e n el fomento empresarial a formas modernas y e n el i n terés por reconocerse en e s c e n a , escuchar el propio ritmo e n el d i á l o g o entre los actores e identificar los propios tipos s o c i a l e s . Los títulos de las obras de S e g u r a , que afirman el costumbrismo n a c i o n a l e n la d é c a d a del c i n c u e n t a , son un índice de la n u e v a tendencia: La S a y a y el M a n t o , La M o z a M a l o , (1842), N a Catita (1845), o La pelimuertado ( 1 8 5 0 ? ) , esta última criticada por su c h a v a c a n a p r o c a c i d a d . Palma cuenta en La Bohemia de mi tiempo que Segura era u n o de los participantes y q u e , e n 1855, los jóvenes románticos lo estimularon para que sacudiera su p e r e z a , hasta que produjo dos comedias, otra en 1856, y continuó c o n una intensa p r o d u c c i ó n , simultánea a la de S a l a v e r r y , hasta 18Ó2. Palma recuerda que, en una de e l l a s , había un tipo de mujer que era "perfecta copia del o r i g i nal por ambos c o n o c i d o " , sugiriéndole que agregara otra v i e j a que les era igualmente

fa-

m i l i a r . Segura le confió el n u e v o personaje, al que Palma bautizó como dofla C h o m b i t a . La obra se estrenó en una noche de c o n m o c i ó n pOblica, c u a n d o a dos leguas, el p u e b l o bajo estaba batiéndose contra el ejército, a l que mandaba el mismo Presidente C a s t i l l a . El " p u e b l o " - e l término es de P a l m a - eran los artesanos que protestaban contra la libre importación de puertas y artefactos y trataban de impedir su desembarco. El teatro, s i n embargo, tuvo un lleno, la comedia fue calurosamente a p l a u d i d a y los autores llamados a e s c e n a . Q u e r e m o s hacer notar q u e , los bohemios, se identificaban igualmente con la modernidad y con el costumbrismo que su p ú b l i c o " p o p u l a r " no era ni la a r i s t o c r a c i a d i e c i o c h e s c a ni el p u e b l o trabajador; que el p ú b l i c o que celebraba al l í r i c o S a l a v e r r y , h a c í a lo mismo con el costumbrista Segura; que la i n i c i a c i ó n de la poesía romántica de Palma y del teatro e x ó tico de C o r p a n c h o se da incorporada a un e s p a c i o donde encontraba su lugar - y un b r i l l a n 29 te l u g a r - el localismo de S e g u r a .

Y esto nos e x p l i c a r á la d e s p r e o c u p a c i ó n a p r o b l e m á t i -

c a , simultáneamente, de la ópera i t a l i a n a , del ballet francés, del teatro n a c i o n a l r o m á n tico y de la comedia de costumbres. Era u n e s p e c t ó c u l o m o n t a d o e n f u n c i ó n de una clase media que ahora se ha c o n v e r t i d o e n dominante del movimiento c u l t u r a l , interesada e n el e s p e c t á 61

culo novedoso y deslumbrante, que se regocija en la ironta amable y busca, en la escena, la proyección de sus propias vivencias. Manuel Asencio Segura hace un teatro c o n c a racteres bien disenados, cómicos o ridículos, fácilmente comprensibles e igualmente fá30 ciles de olvidar.

En el teatro romántico no estarán los grupos sociales característicos

de su público como lasgentes nostálgicas de la Colonia, las intrigas por puestos y prebendas, los militares prepotentes o la búsqueda de un matrimonio ventajoso en las nuevas condiciones sociales. Pero si cambian los temas, y si se tranforma decisivamente el modo expresivo que incorpora lo heroico y lo Ifrico, si se crea un lenguaje que proyecta la escena a un nivel de irrealidad elegante, no por ello todo el teatro romántico dejará de estar determinado por el público popular que lo celebra. De al IT su carácter melodramático, sus personajes simples y contrastados, su vuelo retórico, su preocupación tramoyfstica exótica con más tendencia a lo espectacular que a lo trágico, su diálogo trabajado para dar la impresión de obra " c u l t a " y moderna. Y esto es tan determinante que, cuando se produzca la ruptura del grupo romántico con el "pueblo" medio urbano, a raíz de la disolución de la Asamblea Constituyente en 1857 y de la fracasada revolución l i beral del aflo siguiente, casi todos ellos abandonarán el teatro y será posible comprobar una violenta variación en las formas literarias. De tal manera que esta relación con el pueblo determinará la forma literaria del romanticismo teatral y poético de la década de 1850; y la ruptura de esta relación, dará por consecuencia la producción de una novela y una poesía intimista, aristocrática y a espaldas de ese pueblo que ahora se desprecia, abandonando la producción teatral y , aún, la producción en función de un público. 31 El proceso electoral de 1850

nos permite relacionar este nuevo sector de clase

media con la vida política de la época. En ese entonces se produce la primera campana con características escenográficas y coreográficas que un acontecimiento de esta clase presenta en los Estados democráticos donde el pueblo tiene participación activa. El modo cómo se desarrollarán los acontecimientos puede ilustrar para entender la peculiaridad de la participación popular y la integración de ese sector en la vida política de la época, con lo que podremos cerrar el círculo de antecedentes en que se hallaban condicionados los representantes de la nueva generación romántica que, precisamente en esta época, entrarán en escena. Tres fueron los contendientes. El General José Rufino Echenique, antiguo v i v a n quista, había sido asimilado por el gobierno (Consejero de Estado en 1845, Ministro de Guerra en 184¿, Presidente del Consejo de Estado y Vice-preiidente de la República en 1850-1851). Unía a la alta posición militar y política, el hecho de pertenecer a la aris62

tocracia económica y social. Prácticamente sin programa, representaba de alguna manera el continuismo conservador y a la "gente de orden". Su campaña se realizaba con el apoyo de Castilla, que escribió a laj autoridades de los departamentos y habl6 a las personas de su confianza en la capital. Se dijo también que su principal arma fue el reparto de dinero con lo que logró obtener la mayoría de votos IValdivia 1874). De esta manera contó con las autoridades de departamentos y provincias, con los empleados y con buena parte del Ejército, además del apoyo del grupo conservador de Arequipa que develó una insurrección apoyando a V i v a n c o . Este último era el segundo candidato. N o contaba alianzas en el Ejército, con los terratenientes, con las autoridades ni con el sector que dominaba el poder económico. Además estaba enemistado con Castilla. Pero era el que tenía mayor popularidad urbana, tanto en Lima como en Arequipa. La lucha comenzó con una agria y soez campana periodística en la que abundaron insultos por ambos partes. Fernando Casós fue uno de los colaboradores de un nuevo diario echeniquista y Manuel Atanasio Fuentes del vivanquista. Hubo también un aventurero que inundaba los periódicos con desorbitadas producciones y fue sucesivamente partidario de los tres candidatos. Se organizaban meriendas públicas, repartos de licor, juegos de cometas y desfiles tumultuarios por las calles. En uno de los actos vivanquistas, un globo arrojaba flores y versos y varias cometas lucían emblemas alusivos; los manifestantes se dirigieron después a un banquete, en el que participaron ochocientos, que continuó con un desfile hasta la Plaza de Armas. Se adornaban con botones colorados, se daban vivas y causó conmoción el hecho de que se asomara, a los balcones de Palacio, la esposa de Castilla y una relación afirma que también lo hizo éste. Era tan importante el apoyo del Ejecutivo que se dio gran importancia a una e n trevista que tuvieron V i v a n c o y Castilla con motivo de los sucesos de Arequipa, reprimidos por partidarios de Echenique. De allí se dirigieron separadamente al teatro. C a s tilla llegó primero acompañado de Echenique, y este último fue recibido por una estrepitosa ovación. Terminada la canción nacional, tomó V i v a n c o asiento en otro palco, aclamado por la multitud. En el drama hubo frases sobre el "orgullo extranjero" - q u e fueron festejadas por los espectadores como una alusión a la pretendida nacionalidad boliviana de Echenique-; lo que convirtió a la representación en un tumulto estrepitoso fueron otros versos donde se aludía a que ese personaje carecía antecedentes heroicos. Cuando se levantó V'rvanco y entró al palco de Castilla, se produjo un clamor de entusiasmo y la representación tuvo que ser interrumpida. A l llegar las elecciones, ya se había procedido a hostilizar a los partidarios de 63

V i v a n c o que no habían logrado ser atraídos al bando echeniquista. Los prefectos -terratenientes o militares- habían formado unas llamadas Juntas del Orden, que decidían sobre los electores. Para las elecciones, que en Lima se celebraban en cinco parroquias después de una misa, fueron traídas gente de la llamada de acción, con aquiescencia o intervención de la policía y que se impuso violentamente en las plazas parroquiales, después de verdaderas refriegas con muertos y heridos. El Gobierno quiso reprimir la v i o lencia y prohibió la portación de armas, ordenando que los sirvientes, domésticos y esclavos se restituyeran a las casas y haciendas de sus amos y patronos. Se derramó abundante sangre también en las provincias y el partido echeniquista fué llamado la Mazorca y, mazorquero fue, más tarde, sinónimo de echeniquista, en recuerdo de la época de Rosas. En este panorama resalta la participación popular y tumultuaria en los acontecimientos y cómo el teatro puede convertirse, en ocasiones, en el escenario de la lucha política al igual que el periodismo. Aparece como un fenómeno democrático, espintóneo, que simultáneamente busca presionar sobre la autoridad del Ejecutivo y mostrar su adhesión a un caudillo que, a su vez, pretende legitimar sus pretensiones en su popularidad. También se muestra que el desenlace "democrático" del proceso electoral dependerá del apoyo de la red de prefectos y autoridades, de la neutralidad del Ejército, de la corrupción a través del dinero y del uso de la fuerza pero que, en definitiva, todo ello ha de permanecer encubierto por la escenografía democrática a través de la formación de mesas receptoras de sufragios, de los colegios electorales de provincias, de la fiscalización del Concejo de Estado y, finalmente, de la elección indirecta de Diputados, Senadores y del Presidente de la RepGblica. Posteriormente se producirá otra reacción popular similar, como respuesta a la actitud revolucionaria de V i v a n c o y Castilla y que terminará con el derrocamiento del Presidente Echenique. M á s adelante Castilla se enemistará nuevamente con V i v a n c o (éste se aliará de nuevo a Echenique), se unirá a los liberales y a los sectores populares más bajos de la escala social y tomará otra vez el poder, representando la reacción contra la clase conservadora, terrateniente y plutocrática que se había apoderado del Estado. Esto significa que esa presión popular no puede ser definitivamente burlada pero, también, que solo procede estimulada por los caudillos que tienen el monopolio del poder y que, vistos en perspectiva, configuran una misma élite dominante de los resortes del Estado. La nueva generación se incorporará a la vida pública precisamente mediante el éxito social conseguido en el escenario popular, plebeyo y democrático; pero ese triun-

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fo les doró la posibilidad de integrarse a aquella élite social que domina sobre el Estado. Condicionados por unos y por otros, sin pertenecer vitalmente a unos ni a otros, queriedo identificarse con la modernidad democrática,

liberal, romántica e individualista

europea dentro de esos estrechos marcos, producirán la peculiar vida cultural que nosotros conocemos hoy por el período romántico peruano.

1.4.

l a iniciaci&n romántico juvenil: un populismo ilustrado

Después de esta extensa presentación de la fisonomía y los proyectos de los nuevos actores sociales, es posible exponer la aparici&n y la evoluci&n de la literatura romántica peruana como un fenómeno social. A partir de ahora hos toca presentar los textos principales para comprender, en ellos, el comportamiento de un grupo productor y tratar de averiguar cuál ha sido la resultante social de su tarea. En la primera época, será posible interpretarla como el resultado de su identificación por la modernidad, controlada por su pertenencia inmediata a la élite dominante y el público medio urbano (1848-1858). A partir de los primeros anos de la década del cincuenta, el proceso social tomará una notable aceleración, donde se diseñarán dos nuevos actores sociales como principales antagonistas: el grupo plutocrático conservador y el partido liberal. El enfrentamiento hará crisis en la revolución de 1854, la liberación de los esclavos y la abolición del tributo indígena y la tentativa de dominar el poder a través de la A s a m blea constituyente liberal. En este momento de transición entrará en escena una segunda modalidad de este período, en que la opción por la modernidad no significa ya un modo de integración social sino una decidida identificación con un grupo revolucionario y una lucha frontal contra los sectores reaccionarios. N o s interesará el sentido que toma esta producción en el caso particular de Luis Benjamín Cisneros M 8 5 4 - 1 8 5 7 ) porque su obra refleja la crisis que deberá afrontar la generación romántica cuando fracase la experiencia liberal y se encuentre problematizada la relación con su sociedad (18581864). En el último periodo, veremos cómo la producción literaria se diferencia en v a rias tendencias, que son otras tantas tentativas de solucionar aquél problema que había puesto en cuestión el sentido que podía tener la producción cultural como un modo de existencia social (1864-1878). La primera época del romanticismo se manifiesta como una ruptura cultural repentina en el ano 1848. Basadre lo escoge como representativo porque entonces se impri-

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m¡6 en Lima el poemorio Flores del Desierto, del español Fernando V e larde,

llegado

hacía poco y convertido en el poeta de moda. Las damas recitaban sus versos de memoria; los estudiantes se sentían arrebatados por aquella música sonora tan impregnada de sensibilidad; hízose capitán de una docena de jóvenes talentoso que andaban poetizando por ahí con desasosiego y , gracias a él -nos dice este texto de la época^3- recibe impulso el movimiento literario. Los primeros poemas se publicaron en un quincenario (El Ateneo Americano 1847-1848) 34 y en el Semonario de Limo (1848).

Velarde se vi& atacado por un crítico que expresó

reservas de inspiración clásica y , a la vez trataba de ridiculizarlo con expresiones h i rientes. Los jóvenes estudiantes tomaron acaloradamente su defensa. Los mayores - S a l a verry, Corpancho, y , acaso, Manuel A . G a r c í a - tenían dieciocho años; José Arnaldo Márquez, diecisiete; Palma, quince; Clemente Althaus, trece; Luis Benjamín Cisneros, once; Carrasco y Rossel, siete; Manuel Velarde estaba por nacer. De esta manera, Basadre vincula la aparición del romanticismo con una influencia cultural venida de España y constata la variación del gusto del público y la identificación de los jóvenes ilus trados con la nueva tendencia. La primera producción de la ¡oven generación 35 Arnaldo Márquez,

la realiza el adolescente José

estrenando una alegoría patriótica 'La Bandera de A y a c u c h o 1849)

y , poco después, un drama social donde un joven pobre y virtuoso, se enfrenta a un hombre perverso, poderoso y acaudalado con ocasión de una pretensión amorosa. En 1850 Ricardo Palma presentó una pieza que aludía al ajusticiamiento de G o n z a l o Pizarro en el Cuzco y escribe otra, ahora desconocida, de contenido cívico (La muerte y la libertad). Sin embargo, la primera obra de éxito fue de Corpancho (1851). La tendencia se impone durante la ola revolucionaria de 1854-1857, cuando triunfa Carlos Augusto Salaverry (1854) que, durante este primer período, escribe más de veinte piezas dramáticas y llega a ser el autor más fecundo de la escena nacional en todo el siglo. En 1856 se consagra Luis Benjamín Cisneros. En ese mismo período publican sus poemas Corpancho, P a l ma, José Arnaldo Márquez, Trinidad Fernández, A n g e l Fernández Q u i r o z y Clemente Althaus. A l final de la década, la nueva generación domina el panorama artístico y el romanticismo se ha convertido en el modo dominante de la literatura peruana. 36 37 El poeto cruzado (1851) de Corpancho

es un drama disenado con esa línea a r -

gumental. Un poeta huérfano y desconocido se enamora de la hija de uno de los primeros nobles de España. Se despierta el amor, escala los muros del castillo, el padre v u e l ve de improviso de una partida de caza, quiere victimar a la doncella, el poeta sale 66

de su escondite y ofrece su pecho a la venganza paterna jurando que no está deshonrada, se le perdona si se a l e j a . Se produce después un torneo cuyo premio será la mano de Clorinda. El poeta participa encubierto y vence a l noble r i v a l ; se le niega el casamiento por ser v i l l a n o . El poeta ingresa en una Cruzada, gana un trtulo de nobleza, regresa, se presenta en el momento en que Clorinda va a ser la esposa del rival vencido, a lo que ha consentido a través de un engaño, cuando le ensenaron una joya que testimoniaba la muerte del poeta. Los enemigos riñen, muere el poeta y se descubre que el r i val era su padre, la ¡oven se suicida, su padre pierde e l j u i c i o y muere. La Revista de Lima afirmó que el drama estaba conducido con "naturalidad y verosimilitud". Corpancho fue coronado en la noche del estreno; su emoción apenas le permitía estar de pie en el escenario. Amigos entusiastas sufragaron la impresión del drama que se estrenó después en Santiago de Chile y tuvo lugar una polémica donde se cambiaron los más v a riados insultos. En aquel mismo año el Gobierno se decidió pagar los gastos para la recepción de Corpancho como médico y , en el siguiente, v i a j ó a Europa por cuenta del Estado. Tenía 20 años. De esta manera, el primer acontecimiento significativo del romanticismo peruano es producido por un ¡oven poeta no profesional de la cultura, coronado por un público popular y cuyo é x i t o es sancionado por el Gobierno en el orden práctico. Estos son los rasgos nacionales del primer romanticismo y el i n i c i o de la v i n c u 38 loción de esta sociedad a la modernidad. 39 La producción temprana de Ricardo Palma

revela una mayor conciencia genera-

cional y un cierto distanciamiento entre el productor de cultura y su público. Rodil H851Í gira alrededor de la rivalidad entre un ¡oven artista y el odioso general español por conquistar e l amor de una doncella. Aparte de una serie de detalles truculentos, como el hecho de que ambos sean padre e h i j o , en el drama se identifica el triunfo del ¡oven con el del pueblo, en la lucha por la Independencia. La obra tiene una perspectiva alegórica, donde se trata de aunar al personaje y a la nación alrededor del tema de la juventud triunfando sobre el dominio t r a d i c i o n a l . N o solo es una tendencia de a f i r mación nacionalista sino, sobre todo, una pretensión de que la juventud a c t u a l , a la que pertenecía Palma, representara la herencia nacional de lucha por la libertad. Recientemente Echenique había dictado una ley de represión. En varias estrofas se alude a su gobierno con versos que, no por ser intensamente aplaudidos dejan de mostrarse notablemente declamatorios: Desgraciada la nación donde se humilla el talento

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y hasta para el pensamiento hay leyes de represl&n. A l finalizar el último acto, el héroe aparece con una bandera y amenaza que "si intentaren los tiranos / esclavizarnos un día / para darles muerte impía / tenefs puñal en las manos". El drama fue prohibido a menos que se suprimiesen esos pasajes, a lo que se neg& Palma, En 1853, el mismo Ricardo Palma escribe dos folletos a los que llama "romances", aludiendo a la nueva forma del relato francés, donde confiesa que no lo ha movido la vanidad del literato sino la inspiraci&n del hombre y del americano, que hojea con ansiedad las páginas de su patria. Aunque Mauro Cordato tratará sobre una tragedia amorosa, Palma se ve obligado a endosarle una introducción ideológica. Para ubicar al lector en la época, dice: Las ¡deas de emancipación volcanizaban las cabezas. Lafayette y Washington marchando de triunfo en triunfo, habían consumado la obra santa de hacer un pueblo libre; de erigir una nación. El Verbo estaba enclavado; ellos lo bajaron del G&lgota etc. 40 Escobar

comenta el tono discursivo del texto, más propio de una exposici&n teó-

rica que de una transformación de vivencias; señala la distancia que aisla al autor de los hechos que enumera, la yuxtaposición no elaborada del material, el predominio del énfasis enunciativo donde m&s se busca informar al lector que provocarle una resonancia estética y cómo, todo este ideario liberal, aparece yuxtapuesto, antecediendo al relato y no incorporado a su horizonte lingüístico. De tal manera que, cuando el poeta no se identifica completamente con el público y quiere ir más allá de la producción exitista, se produce una diferenciación entre el relato, o el drama, como espectáculo, como recreación o como ilusión, y la personalidad del artista. Esta última solo puede resolverse, en esta primera etapa, en un voluntarismo retórico que expresa más una decisión intencional que una vivencia artística. El romanticismo todavía no había podido incorporar a su expresión artística su proyecto social, como lo había logrado el aventurero Byron, el proscripto Sarmiento o el revolucionario Manuel Bilbao. El ideal romántico de la v i da, que encontraba una doble demanda entre las exigencias de la juventud liberal y la expectativa de triunfar ante un público tradicional, se ve imposibilitado todavía de v i vir románticamente su relación con el mundo. El Pabellón Peruano de Luis B. Cisneros

41 es una alegoría cuyos antecendentes i n -

mediatos habría que buscarlos en la representación de autos sacramentales tan frecuentes en la vida colonial. Sus personajes son Bolívar, San Martin, Sucre y La Mar, que re-

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presentan a cada una de las cuatro naciones vinculadas al Perù (Venezuela, Argentina, Colombia y Ecuador -están excluidas Chile y Bolivia). Además participa la G l o r i a , que bajará de su altar para saludar a la gesta americana de la independencia y oponer el "entonces" al " a h o r a " , y para estimular a la juventud a repetir aquellos gestos con los déspotas de hoy. La Gloria responderá algunas preguntas de Bolívar, quien desea a v e r i guar si todavia Lima tiene un alma ardorosa y noble entregada al patriotismo -opuesto al "estupido egoísmo"-, o si la juventud aspira al heroísmo - o solo "se entrega a las mujeres"-. De la misma manera càndida participan los otros generales hasta que llega La Paz, corriendo despavorida, anunciando que se ha desatado la anarquía ante el asombro de los héroes. Bolívar, por ejemplo, se indigna maldiciendo la hora en que fueron libres, pero La Paz lo tranquiliza, mostrando que la esperanza reside en la noble juventud altiva, "cuya clara inteligencia / ilumina ya la ciencia / con su luz serena, v i v a " , a la manera de una exhortaci&n. Entra, finalmente, La Libertod, mostrando el estandarte peruano tinto en sangre, esplendoroso, a q u i e n solo la falta que " l e des con tu aliento generoso los triunfos de la paz, dicha y reposo. / Sí, eso falta,

Juventud Peruana!", con lo que termina la es-

cena. Fué representada en el aniversario de la Independencia M 8 5 6 Ì , un ano después del triunfo de la revolución, con gran éxito. Castilla lo llamó al palco y le dio un cargo en el Ministerio de Relaciones Exteriores, que le permitió a Cisneros el ascenso social, hasta llegar a participar de la élite económicamente dominante alrededor de los negocios del guano y del salitre. Los núcleos de oposición son los mismos (pasado/presente, Independencia/anarquía, Juventud/Vieja sociedad). Sin embargo, es una escenografía de circunstancia que no revela ninguna tensión real entre el grupo productor de cultura y su sociedad, sino una ideologización del momento actual lo suficientemente difusa, abstracta y declamatoria como para ser aceptada por el poder oficial. Con esto quiero hacer notar que, para la tendencia romàntica, el pasado puede desempeñar una función estética - l o mismo que el presente, desfigurado, de modo que pueda representar tipos y antitipos- si se lo trata en función de la tensión entre el hombre y su mundo. Tiene entonces un poder revelador de una esencia que se encuentra más allá de la percepción cotidiana, disena un universo inédito para quien participa del proyecto del propio grupo contestatario y constituye una experiencia vital para establecer las relaciones consigo mismo y con el mundo. Pero si surge directamente de la vida del grupo productor, esa idealidad se convierte en retórica vacía. La eficacia artística se desprende del hecho de haber encontrado una forma ajustada para objetivar una relación

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consigo mismo y un mundo n u e v o donde se habita. Se trata de percibir que esas formas ejemplares, o esos personajes ideales, no son i n v e n c i o n e s v a c í a s sino referencias e s e n ciales para desplegar la e x i s t e n c i a . 42 Probablemente ha sido C a r l o s A u g u s t o S a l a v e r r y ,

que por otra parte no pertene-

ce directamente al grupo ilustrado sino que es un militar, el ú n i c o que ha podido e n c o n trar una resolución aproblemática a este punto de partida, formulando una estética d o n de la p r o d u c c i ó n l í r i c a y dramática se fundamentara precisamente sobre ese d e s e n c u e n tro entre las e x i g e n c i a s del arte y la e x p e r i e n c i a s o c i a l . A b e l , o el pescador a m e r i c a n o (1857), basada en una tradici&n de la época c o l o n i a l , explota sin ninguna economía el a r t i f i c i o melodramático de a c c i ó n complicada y milagrera. Un virrey y su sobrino pretenderán sucesivamente a la hija de un español n o ble y acaudalado; se busca y lucha por un tesoro con el que el padre espera salvar su h a cienda en bancarrota asociándose a su futuro yerno; se producen la defensa del tesoro por los indios, la salvaci&n de la d o n c e l l a por un descendiente de A t a h u a l p a , el e n a moramiento imposible, el triste canto del i n d i o al pie de la v e n t a n a , la locura de Elena al pretender casarla por la fuerza, un matrimonio f i n g i d o para desengañar a E l e n a , la l o cura, el rapto y un final f e l i z . A pesar de este soporte argumental tan c o m p l i c a d o , esta obra y a se dirige decididamente en otra d i r e c c i ó n de la que tomó d i e z afios antes El P a dre Horán 0 8 4 8 ) , que se desarrolla todavía con una mayor complejidad, dada la libertad del relato folletinesco. Esta n o v e l a se basa en un crimen a u t é n t i c o , esforzándose . por presentar tipos, escenas, ambientes y problemas regionales. A lo largo del relato aparecen alusiones al reclutamiento forzado para el ejército, el a b a n d o n o en que q u e dan los familiares de quienes murieron por la Patria, la costumbre reciente de adelantar un crédito sobre los productos para el trabajo de la tierra, el a b a n d o n o de los estudios de ciencias en los c o l e g i o s , la a r r o g a n c i a de los militares b o l i v i a n o s durante los días de la C o n f e d e r a c i ó n , el motín que estalló e n el C u z c o cuando la multitud creyó que la imagen del Señor de los Temblores iba a ser trasladada a B o l i v i a , la d e c a d e n c i a de la a n tigua industria del tocuyo por las importaciones extranjeras, el mal estado de la capital, la d e c a d e n c i a del clero, el e j e r c i c i o d e la usura, la e d u c a c i ó n de la juventud y muchos otros problemas, C o m o se v e , la truculencia melodramática es a c á portadora de una i n tención ilustrada q u e , en la línea de Pedro B l a n c o (1834), V a l d é z y P a l a c i o s (1844) o J u a n Bustamante (1845), imagina la obra escrita como a c c e s o a la comprensión racional y crítica de la sociedad. La estructura melodramática y tremendista del teatro de la é p o c a muestra que el gusto del p ú b l i c o no había cambiado a partir de la mitad del s i 70

g l o pero, e n cambio, que sí se había transformado la intención creadora de los nuevos productores de cultura. Salaverry, por ello, no solo está marcado por el gusto del publico, por la larga trad¡c¡6n local y la demanda de su sociedad, sino también por una nue43 va concepción del hombre y del arte.

Su argumento no solo es más depurado -dentro

de la complicación- sino que también tiene otro criterio de verosimilitud que remite, no a la circunstancia exterior, sino a la proyección de una subjetividad en una alegoría poética. Por ello en esta obra predomina la imaginación y el lirismo. Su fantasía no se encuentra sujeta al medio circundante sino que ella crea el medio adecuado para poder expresar sus sentimientos. Le interesa una versificación trabajada e irreprochable - d i r í amos profesional-, la sensación de hondura de sus estrofas y la intensidad de hermosos sentimientos que muestren un tipo de hombre, de vivencia y de ideal que subliman y espiritualizan la prosaica realidad cotidiana. Y de esta manera podemos percibir cómo, en este primer momento, el romanticismo peruano solo puede vivenciar una nueva relación con el mundo proyectándose en personajes caballerescos del medioevo, identificándose con la gloria nacional y , a veces, con la lucha de la América Española contra el nuevo expansionismo europeo, como lo hacía Corpancho combatiendo la intervención francesa en M é x i c o . Su punto de partida es la escisión entre la vida social y el ideal romántico individual, de tal manera que no se trataba de vivir y experimentar románticamente a su mundo, sino de referir una nueva sensibilidad a un orden abstracto, a tipos ideales, o a valores ahistóricos. La adopción del romanticismo que caracterizó, en esta primera etapa, a la ¡oven generación, con la que mostró su identificación con la modernidad, con el progreso social, con un nuevo tipo de hombre individualizado y creador, solo p u do resolverse en un lejano mundo caballeresco, en una interioridad exhibicionista, o en la afirmación nacionalista. En resumen, la difusión internacional de nuevos gustos y de una sensibilidad diferente ha hecho impacto en un grupo de adolescentes. Ellos comienzan a dar importancia a sus propios sentimientos y a buscar un modo expresivo que les permita diferenciarse de la sociedad de su época. Para ello asumen como propios nuevos conceptos sobre la creación poética y sobre el arte dramático. Basadre los juzga superficiales y retóricos, lo que puede ser suficientemente comprendido por la immadurez de la generación y por la falta de ambiente cultural. Pero hace notar que expresaron, a su manera, como los colegas de o tros países, el culto al amor idealista y al dolor; la angustia ante la vida, la muerte, Dios, el destino y el alma; la atración por lugares exóticos; la preocupación por lo nacional y por el pueblo; la fe en la libertad, la igualdad, la dignidad humana, la justi71

cia y el progreso. Pero más alió de esta inquietud temática, se revela el despertar de una nueva concepción individualista, libre y aventurera del hombre y de su relación con el mundo, cuando el ámbito tradicional le resulta estrecho y cuando la incorporación al medio social se convierte en problemática. Los datos de Basadre muestran que en esta primera época hicieron la primera experiencia con el mundo y pudieron probarse a si mismos enfrentándose a su medio. N o s interesa hacer notar qué resultado obtuvieron porque, en ese intento, está contenido el impulso de esta sociedad por integrarse a la modernidad burguesa y el límite que la realidad le impuso a esa incorporación. A partir de esta identificación con la modernidad, estos adolescentes realizaron su primera experiencia con la objetividad social y se probaron a sí mismos enfrentándose a su medio. Ese medio social no era el de la libre competencia, del impulso creador, de la afirmación de la subjetividad y el campo de las revoluciones, de las luchas políticas y de las insurrecciones obreras, como en Europa; sino un medio tradicional urbano, elitista, privilegiado, fijado en el pasado, en medio de una sociedad agraria de indios sometidos, esclavos, terratenientes que procedían como señores feudales y caudillos militares ignorantes que disponían del poder del Estado. De tal manera que, si bien estos jóvenes pretenden afirmar su individualidad y representar la modernidad, el tipo de cultura que produjeron nos muestra cuál ha sido el límite que imponía esta sociedad tradicional al intento de representar la modernidad burguesa. En esta primera manifestación de una nueva tendencia artística ya se manifiestq la contradicción fundamental de las élites ilustradas latinoamericanas del siglo X I X , cuando desean afirmar la individualidad y la modernidad y , al mismo tiempo, tienen necesidad de incorporarse a una élite privilegiada que domina sobre una estática sociedad tradicional. Lo sofisticado de este proceso consiste en que aquellas élites también desean articularse al mercado mundial y , limitadamente, incorporar ciertas instituciones burguesas, modificar el ornato urbano, introducir los transportes y , en general, acceder a los beneficios que trae consigo la revolución industrial y reproducir ciertos comportamientos sociales de las naciones más adelantadas. Ellas mismas serán las que demandarán una literatura romántica como índice de sus nuevas expectativas. Pero, al mismo tiempo, esas élites reducen las posibilidades de la modernidad a los intereses de su propia clase, procurando mantener las pautas esenciales que les permitan defender sus privilegios dentro de la sociedad: usufructurar las rentas del Estado como una propiedad patrimonial, relacionarse unos con otros como señores que tejen alianzas y se combaten apoyándose en sus respectivas cítenteles, reprimiendo todo cuestionamiento de la rígida pirámide social 72

en donde se funda su posición de predominio, defendiendo como un valor absoluto el localismo, evitando que se introduzca un verdadero internacionalismo o un auténtico i n d i vidualismo y , en general, manteniéndose identificados con el tipo de vida colonial d o n de un estrecho grupo, enormemente diferenciado, disfrutaba como una aristocracia de sus privilegios. Y más aún, no sería demasiado incoherente interpretar su sincero nacionalismo como el modo de garantizar aquella vida patriarcal de un grupo de señores que pretender mantener pacificamente sus posesiones territoriales, cuando ya se desplomaba el mundo colonial y crecía la amenaza de tener que transformarse en una sociedad burguesa. La manifestación más evidente de la contradicción que v i v i ó esta generación se resuelve, en el plano estético, en la producción de una forma artística que fuera, simultáneamente, moderna y tradicional. Debieron proponer un lirismo intimista, subjetivo y privado, incorporado a un teatro melodramático, espectacular y populachero. Y , s i multáneamente, debieron reprimir todo movimiento de individuación y de protesta social que pusiera en peligro su pertenencia a la élite urbana. Por ello creo que no es posible dar importancia a ese incipiente movimiento de i n 44 teriorización que revela el intento de producir poemas,

ya que no se produce una su-

ficiente individuación como para ir más alió de un estereotipo. Esta no es, definitivamente, una poesía moderna. Si es, en cambio, un intento de diferenciación a través de 45 un nuevo código y de nuevas pautas de prestigio.

En la década del cincuenta, ser mo-

derno era vestir a la francesa y hacer poesía, como era una exigencia social treinta años antes ser patriota o ser ilustrado. N o implica una ruptura con el mundo, realizada por una subjetividad insatisfecha que lo trasciende en su propio lenguaje creando nuevos h o rizontes, sino un intento de buscar el éxito, de legitimar una pretensión de ascenso social y , aCin, la decisión de dominar su sociedad. Por ello, los mismos que producían poemas líricos eran los autores de otro tipo de arte dramático. N o produjeron la pieza e x quisita, de puro sabor literario, ajena al público. Se acercaron, en cambio, al melodrama de a c c i ó n excitante, escenario pintoresco y caracteres simples. Basadre hace notar que estos rasgos se explican por la demanda popular del público tradicional, como hemos estudiado. Sus piezas se alternaban con otras de los grandes románticos españoles ÍDon Juan Tenorio, de Zorrilla, se estrena en 1851), con algunas francesas, con la ópera italiana, con el ballet romántico, con los conciertos y con una subliteratura que revela un estrato recién incorporado a la cultura e interesado por todo, sin discriminar. La escena se llenó de choques súbitos, argumentos complicados y equívocos, conjuras

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y trampas, seducciones, secuestros, cadáveres y féretros, cuevas y tumbas, torres de castillos y mazmorras, espadas, dagas y venenos, anillos, amuletos y maleficios, cartas interceptadas, testamentos perdidos y contratos secretos. Toda esta serie de artificios, 46 vinculan esta producci&n al relato de la primera novela peruana (Aréstegui 1848),

pu-

blicada en forma de folletín en el diario El Comercio y que se dirigía al mismo pGblico. Sin embargo, el hecho de que esos mismos motivos truculentos sean portadores de una i n tención poética radicalmente diferente en uno y otro caso, nos plantean el problema de cuál es la influencia de la demanda del püblico en las características de la nueva forma teatral. En aquella novela y en estas obras teatrales se accede a la exigencia de un tipo de emotividad que se complace en lo inverosímil, en lo espectacular y lo truculento. A l 16, el argumento soporta una intención ¡lustrada; acá, en cambio, el proyecto del grupo productor no incluye la tendencia a reconocer conflictos sociales, a comprender la época y a diseñar metas de transformación, sino a la afirmación de una personalidad y a la búsqueda de prestigio a través de cierto exhibicionismo lírico y de un suficiente talento dramático como para montar un espectáculo llamativo y moderno. Por ello, esta tendencia artística, más que como un romanticismo burgués, puede ser conceptuado más adecuadamente como un populismo ¡lustrado.

74

2.

El

Proyecto

Liberal

Revolucionaria

de

y el

una

Romanticismo

Elite

como

Utopia

Profesional

El fenómeno del romanticismo no se agota en su articulación a la élite dominante y al pueblo urbano. A lo largo de la década del cincuenta, la ¡oven generación se v i n cula a otros dos actores sociales: el nuevo partido liberal y la reconstituida plutocracia económica. Si la participación de los románticos en la vida social durante la década del cuarenta, muestra una serie de rasgos que pueden ser una consecuencia inmediata de factores externos al grupo productor del nuevo arte (Europa, élite dirigente, pueblo urbano), no es posible decir lo mismo de esta segunda época de su evolución. Porque acá esta juventud puede tomar una fisonomía propia en base a su propia experiencia social, teniendo en cuenta su lucha contra aquella oligarquía plutocrática y su identificación con el partido liberal. En este momento, el romanticismo parece vacilar entre la búsqueda de éxito y prestigio popular (Salaverry) y la vivencia de la utopia revolucionaria liberal 'Cisneros). La relación con uno u otro sector de la sociedad, la formulación de uno u otro proyecto cultural, tienen el mismo punto de partida; una juventud ilustrada que, diferenciada, busca incorporarse a la modernidad. En este preciso momento de transición la modernidad parece estar, a veces, en la retórica espectacular del teatro popular y , a veces, en el diseno de un horizonte utópico revolucionario, aristocrático y excepcional. Nos toca ahora estudiar cómo se configura esta segunda tendencia. Comprenderemos, entonces, por qué la generación romántica, a partir de la experiencia ganada en la lucha social que se prolonga dramáticamente dos o tres lustros, opta por un romanticismo individualista de evasión. Y veremos que esta decisión le hace abandonar igualmente su articulación al espectáculo popular. La explicación de estos hechos nos llevará a comprender la peculiaridad última de este romanticismo. N o s mostrará también las características de la lucha liberal de las décadas del cincuenta y sesenta, y los efectos muy persistentes de su fracaso que se prolongarán hasta la primera o segunda década del siguiente siglo.

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2 . 1 . La consolidación del portido liberal y lo formaci6n de la personalidad política de la ¡oven generaci6n

La nueva tendencia liberal tiene su primera manifestación en el orden cultural. En 1842 se funda el Colegio Guadalupe, como una respuesta al resurgimiento de la mentalidad conservadora que domina el Convictorio de San Carlos. M 6 s adelante, el enfrentamiento toma un carácter público con ocasi&n del debate sobre el origen de la soberanía y sobre la participación que debían tener los indígenas en las elecciones, y en la lucha por independizar al Estado de la influencia romana clerical. El primer intento de darle una fisonomía independiente, sin embargo, se concreta durante el proceso electoral de 1851. Se agrupan en el " C l u b Progresista" y fundan un partido político. Su órgano periodístico El Progreso se dirige a las masas para ilustrar su raz&n, hacerle conocer sus derechos y enseñarles a luchar por solucionar sus necesidades. Eligen como candidato al rico propietario y comerciante Domingo Elias, que había sido el fundador del C o legio Guadalupe. Elias acepta un programa reformista elaborado por el partido (gobierno civil, reducción del e¡6rcito, protección de la guardia nacional, creación de escuelas, reforma del sistema tributario). Sin embargo, Elias no era el Jefe del Partido y , probablemente, solo coincidía con los liberales en su oposición al clero y al militarismo. Era un poderoso dueño de haciendas, el primer productor de vinos y aguardientes, el organizador de las empresas para la venta de esclavos (1847) y , más tarde, el introductor de chinos para venderlos a las haciendas. Será también uno de los favorecidos por los negociados de la consolidación y por la exportación del guano a través de influencias políticas y de alianzas con esa oligarquía plutocrática que los liberales pretendían combatir. Había sido aliado de Castilla en la revolución de 1844 y dirigió la S e mana Magna; pero, vencido V i v a n c o , se había tratado de aliar nuevamente a Echenique para impedir que Castilla tomara la Presidencia. M ó s adelante, se unirá nuevamente a Castilla y V i v a n c o , sus antiguos enemigos, para derrocar a Echenique y , después, se volverá contra los mismos liberales que ahora representa. Los partidos políticos burgueses europeos suelen estar antecedidos por una intensa propaganda ideológica que los d i ferencia del resto de la élite dirigente y logran proponer un programa suficientemente definido como para poder representar nuevos intereses de clase, de fracciones de clase o de grupos de poder. El partido liberal peruano estaba formado por un pequeño grupo de intelectuales impotente para imponerse socialmente. Por ello necesitaba candidatos con suficiente poder propio como para asegurar la elección. Pero el poder de esos can76

didatos, como Elias y , más larde, Castilla, provenía de los intereses que representaban, que eran muy diferentes de la utopía doctrinaria liberal. Sobre 3800 electores, Echenique obtuvo 2392 y Elfos, aunque ganó la primera minoría, solo 609. Los liberales se habían imaginado representar los intereses populares. El último número de su periódico reconoció la inmensa popularidad de Echenique e i n terpretó el motivo de su triunfo por el estado de "letargo" en que se encontraban las masas en el Perú. Dominados los hijos del Perú por el despotismo militar; anonadadas las familias indígenas al extremo de encontrarse al nivel de las bestias de carga; embrionario el espíritu público; cuando no son sensibles las masas a los bienes que la democracia envuelve: ¿ a dónde encontrar los medios adecuados para reparar esta situación? Francisco O u i r ó s , uno de los organizadores del Club, suscribe el manifiesto final que, en resumen, es una requisitoria contra el poder militar. Lo acusa de haber desvirtuado la libertad que conquistara en Junín y A y a c u c h o , apoderándose de las instituciones que debía defender y reservando para sí todas las posiciones importantes, "formando una o l i garquía, centralizando la autoridad en unos pocos y no dejando a las mayorías más papel que el que cumple a las masas inertes destinadas a seguir el impulso que reciban de las elevadas regiones". ' De esta manera, ya en la primera tentativa de participación política, el grupo liberal se imagina a sf mismo como arrinconado en medio de dos sectores sociales. A r r i ba, tienen a una oligarquía autoritaria y caudillesca; abajo, a una masa ignorante, p a siva y engañada. Su candidato tampoco representa sus proyectos. V ellos,

¿ a quiénes

representan? . A su imagen de lo que debe ser un pueblo activo y democrático y una sociedad racional y moderna, donde no existan caudillos, donde todos sean individuos libres e ¡guales, donde se hayan liquidado los privilegios y las oligarquías y donde se g o bierne por instituciones representativas. El liberalismo, en Europa, era la expresión de nuevas formas productivas y la exigencia de nuevas relaciones sociales. Pero una vez que tomó cuerpo, se convirtió en un ideal democrático y progresista para las sociedades periféricas. Por ello, la adopción del liberalismo, en estas sociedades, se produce a partir de la experiencia central romántica, que es la insatisfaci&n ante el mundo en que se ven obligados a vivir. Pero toma la forma de un ideal revolucionario que no quiere evadirse, sino transformar ese medio social. La fisonomía y la evolución de la cultura romántica estará en relación inmediata con la posibilidad de realizar ese proyecto y

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con su evolución. Mientras en el Río de la Plata, que tenía la única posibilidad de i n corporarse a la modernidad si modificaba la estructura productiva, se fomentaba la i n migración y se articulaba transformada al mercado mundial, toma un cariz racionalista, dramático, mesiánico y , finalmente, triunfalista; en el Perú, que se trataba de apoderarse de los recursos del Estado sin modificar la estructura social y económica, solo puede plantearse como retórica idealista y, a lo m6s, como oposición ética a la mala administración de esos recursos. A q u í ya est6 presente la raíz del futuro proceso de aristocratización, donde la tendencia liberal y el romanticismo literario se desvincularán cada vez más del pueblo y de la 6lite dominante, para referirse a un grupo ¡lustrado que piensa, siente y vive a la "europea", sin lazos que la relacionen con su realidad. También está acá presente la situación de base que tendrá por consecuencia el abandono de un proyecto cultural que trate de comprender, servir o transformar la sociedad, o de diseñar un horizonte utópico que sostenga la lucha de un grupo revolucionario, para preferir sólo un emocionalismo privado. El gobierno de Echenique (1851-1854) puede ser calificado como un desarrollismo conservador. Se preocupa de las comunicaciones, trata de reorganizar la educación primaría, atiende a la preparación profesional, contrata ingenieros, sanea el aparato a d ministrativo evitando que se negocie con las boletas de los sueldos, reestructura y moderniza al Ejército, manda construir nuevos buques para la Escuadra. Sin embargo, hace un gobierno de círculo. Esta limitación se hace notable con ocasión de la consolidación de la deuda pública, que había comenzado con Castilla pero que él lleva adelante en su mayor parte. Basadre comenta que tantos años de penuria y estrechez económica habían empobrecido el país. Ahora, con la riqueza generada por el guano, se vivía la paradoja de un Estado rico en medio de un país pobre. Echenique ejecuta la consolidación con el propósito expreso de restaurar la riqueza pública, "distribuyendo veinte millones entre mil familias empobrecidas por la guerra". Esto significó la restauración de la antigua plutocracia. " F u e entonces que empezaron a impulsarse y rehacerse los fundos rústicos y a entrar en reparación las propiedades urbanas; fué entonces que se v i o engrandecer el comercio y dar vida a la industria", recuerda en sus Memorias, comentando que aquella fue una época floreciente y de riqueza para el país. De la misma manera dicta un nuevo reglamento de comercio, al que llama liberal y que fomentando las importaciones extranjeras, duplica las rentas de la aduana; y convierte parte de la deuda interna en externa, a través de un empréstito que iba a ser amortizado con los 2 productos del guano y que favorece a un sector privilegiado. 78

Durante este gobierno, la oposición liberal toma un acento puritano, escandali-

3

zado por la corrupción y la inmoralidad que vetan en la consolidación.

Corría la voz

de que se fraguaban documentos, se adulteraban cifras, se falsificaban firmas y se daban testimonios falsos. Juan Espinosa, en su Diccionario Republicano '1854) cuenta que hubo quien demandó el pago de quince mil pesos y encontró que le otorgaban ciento c i n cuenta mil, debiendo entregar el exceso al intermediario que posibilitaba el reconocimiento de la deuda. Comenta también que se reconoció a los realistas los danos y perjuicios que les hablan inferidos los patriotas; y no se compensó a los patriotas lo que les ocasionaron los realistas, aludiendo sin duda a la reconstitución de la antigua aristocracia virreinal que tenía lazos con Echenique. De la misma manera, las cartas que Domingo Elias envió o El Comercio tuvieron el carácter de escándalo público, ya que la polémica que provocaron revelaba una amplia inmoralidad de la élite dirigente que iba más allá de los partidos políticos. Elias acusaba que la ley de consolidación había dado predominio a los expedientes falsificados y enriquecido a gentes que no tenían derecho. Echenique le contestó acusándolo a su vez de pretender el reconocimiento de expedientes por montos excesivos, entre los que cita un caso a quien Elias había comprado sus papeles por cuarenta mil pesos, reclamando después un millón y ofreciendo compartir la ganancia con la familia del Presidente. Alude también a los oficios que le obligó a interponer en su favor delante del entonces Presidente Castilla para salvarse de la bancarrota, recibiendo el negocio de la venta del guano; y cómo, ahora que Echenique era la autoridad, trató de aumentar susganacias ofreciendo una parte al hermano del Presidente. La polémica prosiguió envolviendo a Ministros de Echenique y a otros amigos favorecidos que ahora hacían ostentación de su riqueza. Basadre recuerda que, en esa época, el baile ofrecido por la seFlora de Echenique en su quinta de La Victoria ha sido recordado como el más fastuoso de la época republicana. En la imaginación popular, el negociado de la consolidación tomó alcances prodigiosos, cuyo eco se percibe en el Diccionario de peruanisnos de Juan de Arona (1884), donde se indica que se llamó "consolidado" a todos los personajes políticos y militares que, aprovechándose de aquella ley, fraguaban expedientes descarados por los que aparecían grandemente perjudicados. Y agrega que lo mismo había de repetirse en los decenios del sesenta y del setenta, aludiendo a los negociados de los consignatarios del guano, al aprovechamiento que se hizo de las leyes de abolición de la esclavitud y de introducción de inmigrantes, de la contratación de empréstitos, de la expropiación de las salitreras y de los contra4 tos para obras públicas.

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En esta periodo, la oposición liberal toma como antagonista a esta nueva plutocracia conservadora y , en particular, a la figura de Echenique. Después de la revolución, la Junta Revisora impugnó como ¡legales créditos que ascendían a 12 millones de pesos. De la misma manera, José G 6 l v e z critica al Congreso de la época (El PerO en 1853^ porque, a lo largo de un ano, había dado ochenta y tres leyes sobre pensiones, sobre a u mentos de sueldos, sobre gratificaciones y montepíos, sobre ascensos, dispensas, rehabilitaciones y premios, y solo cuatro que se referían al interés general. G á l v e z presidió un gobierno revolucionarlo al que se llamó de la "moralidad", donde se ponía un acento particular en lo ético sobre lo Institucional. Pero el antagonismo se basaba en una oposición donde se diferenciaban, por un lado, la oligarquía económica y militar usufructuando sus privilegios y , por otro, el partido liberal representando los valores de la justicia, de la razón, de la ética y luchando por los derechos de la masa popular. Fernando Casos '1854) explicará que uno de los motivos de la revolución fue la lucha contra esa oligarquía plutocrática. Dice allí que, después de tantos aflos de guerra, solo fueron indemnizados los ricos y , de éstos, únicamente los que supieron valerse de influencias ante el círculo dominante del Estado, negociando con los vales de los demás. D i c e , con un cierto desprecio, que los ricos pusieron su fortuna porque no quisieron exponer su persona; los pobres, en cambio, pusieron su sangre. La independencia fue una empresa donde el capital de unos -dinero, ganados, especies- marchó confundido con el de los otros -sangre, horfandad, ejecución de la obra-. Y termina preguntando si la sangre derramada, el duelo y la borrasca que les ha sobrevenido a innumerables familias humildes no deben también repararse. " ¿Tendrá más eco la justicia de éstos que se quedaron sin capitales, que la justicia de aquellos que ahora permanecen sin padres, sin hermanos y sin h i j o s ? " ^ Entre 1854, que comienza la revolución contra Echenique y 1857, que se realiza la disolución de la Convención N a c i o n a l , la experiencia social del partido liberal tiene un carácter triunfalista. Los sucesivos factores internacionales, populares, políticos y éticos que se iban sumando para preparar el clima revolucionario, no sólo ayudaban a convencerlos de que eran depositarios de la razón y que representaban los intereses de la justicia, sino que fomentó la ilusión ilumlnista que, ya en el siglo X V I I I francés, había convencido a los intelectuales que las ideas eran el motor del progreso histórico.^ Era una época de efervescencia ideológica que trascendía los límites nacionales. En 1851 la revolución radical chilena había fracasado -se encontraban en Lima los principales Ideólogos emigrados-, pero poco después había triunfado en Buenos Aires con el 80

derrocamiento de Rosas. Echenique serta llamado "mazorquero", aludiendo al régimen rosista. Por otra parte, se lo identificaba con la reacci&n conservadora, ya que colaborb activamente en la preparación de la expedicí&n del General Flores para invadir el Ecuador y cambiar los gobiernos liberales recientemente victoriosos de ese país y , si fuera posible, de Nueva Granada. Por ello, los ¡&venes liberales eran llamados "rojos" y "socialistas" y ellos confesaban abiertamente estar dispuestos a sufrir la proscripción y el martirio, hasta que llegara el día en que, desde las barricadas de los libres, pudieran cantar la Marsellesa de la historia peruana (Cisneros 1856). Los liberales pensaron, entonces, que su partido concretaba, en el Perú, el incontenible desarrollo de la revolución liberal occidental.^ La oposición a la camarilla de Echenique y a los consolidados, habfa mantenido a este grupo en una posición ética, donde pensaban que representaban la moralidad frente a la corrupción de una oligarquía. Pero la revolución toma la magnitud de un plesbicito colectivo, donde la mayoría del pueblo urbano expresa su repudio por aquella oligarquía y donde, más tarde, las masas indias deciden la derrota de Echenique. Esto los hace trascender su tendencia elitista y doctrinaria para envolverlos en la lucha directa revolucionaria. José y Pedro Gálvez, al estallar la revolución, deciden unirse a ella. Reünen solemnemente al cuerpo de profesores del Colegio Guadalupe, los hacen prometer que proseguirán con la obra empezada, y se incorporan a los ejércitos de Junín y Ayacucho. El primero, con Sebastián Lorente, se adelantará a decretar la abolición del tributo indígena como secretario del Jefe de la zona y , el segundo, hará lo mismo acompaPiando a Castilla. Hablarán entonces de la regeneración social del indio, así como se referirán a su movimiento como a una regeneración política proclamada por los pueblos para corregir los abusos monstruosos de la administración de Echenique, volviendo prácticos los

derechos de libertad, igualdad y prosperidad escritos en la Constitu-

ción y haciendo en adelante imposibles las dictaduras deshonrosas fundadas sobre el envilecimiento de las masas. El mismo fundamento aduce el decreto de abolición de la esclavitud. Para Ureta, la existencia del régimen de Echenique se explicaba por la falta de conciencia cívica del país, debida a la sujeción popular que, tratándose del proletariado del litoral, tenía una de sus causas en la esclavitud. La lucha duró un afto, se gastaron 15 millones de pesos, que equivalían a casi el Presupuesto de tres ejercicios fiscales, combatieron veinte mil hombres y hubo aproximadamente cuatro mil muertos. Los liberales pasaron, después, a ser diputados de la Convención, dictaron una Constitución g y trataron de dominar al Ejército, a la plutocracia, al Ejecutivo y al pueblo. 81

D e esta manera, los liberales se imaginaron representar a l pueblo, a l progreso h i s t&rico, a la justicia, a la moralidad. Y pudieron convencerse que la r a c i o n a l i d a d y la pureza de sus i d e a l e s , - q u e h a b í a n aparentemente d i r i g i d o el proceso r e v o l u c i o n a r i o , representado los intereses de las masas y empujado la mano de los militares para que c o n v o c a r a n a una C o n v e n c i ó n y a b o l i e r a n el tributo y la e s c l a v i t u d - , legitimaba su pretensión de o r g a n i z a r un n u e v o orden s o c i a l . En esa é p o c a no parecen darse cuenta contra q u i é n y a favor de q u i é n estaban luchando y cuál era su papel en el proceso de

transi-

c i ó n r e p u b l i c a n o . C r e í a n que su antagonista era la i g n o r a n c i a de las masas, la corrupc i ó n de E c h e n i q u e y de su c í r c u l o y la prepotencia de los militares. Sus ideas y la justicia de su causa p o d í a n vencer esas d i f i c u l t a d e s . El problema i n d í g e n a , por ejemplo, no tenía sus causas e n la posesión de la tierra y el d o m i n i o de los terratenientes, sino que

9

se trataba de legislar sobre sus derechos c í v i c o s .

Si el E ' t a d o debía intervenir, era de

manera n e g a t i v a , no cargando sobre sus hombros un injusto tributo, dejando el resto al " n a t u r a l efecto de la c i v i l i z a c i ó n " . Sarmiento, unos artos antes H 8 4 5 ) había tratado de e x p l i c a r la e x i s t e n c i a de c a u d i l l o s , como Rosas y Q u i r o g a , por la i n f l u e n c i a de los terratenientes poderosos sobre las masas empobrecidas. La formación del carácter popular so debía a una r a z ó n histórica - e l opresivo y d o g m á t i c o régimen c o l o n i a l - y a otra e c o n ó m i c o - s o c i a l . El problema era el desierto, la c a r e n c i a de poblaciones y de relaciones s o c i a l e s , un modo primitivo de p r o d u c c i ó n . ^ se trataba de ideales

Para los liberales peruanos, en cambio,

abstractos y de sistemas conceptuales específicamente literarios,

que luego proyectaban sobre la r e a l i d a d social y con los que interpretaban su papel e n el proceso histórico. Para Sarmiento se trataba de hacer una r e v o l u c i ó n y conquistar el poder del Estado para transforma la sociedad: traer inmigrantes, fomentar la inversión de capitales, permitir la libre n a v e g a c i ó n de los ríos, tender las c o m u n i c a c i o n e s , trasplantar por la e d u c a c i ó n la cultura norteamericana y europea y articularse d e c i d i d a m e n te, como un todo, al sistema s o c i a l , p o l í t i c o y comercial de los países i n d u s t r i a l e s . " Para los peruanos, e n cambio, se trató de combatir la inmoralidad, desplazar a los m i litares y fundar instituciones modernas para mejorar la administración de los recursos del Estado. C u a n d o sean e l e g i d o s e n 1855 por el n u e v o sistema, donde el p u e b l o se p r o n u n cia por voto d i r e c t o , s i n e x i g i r l e siquiera que supiera leer y escribir, M a n u e l A t a n a s i o Fuentes los podrá r i d i c u l i z a r (1866) y un diputado del C o n g r e s o antiliberal de 1860 les hará recordar q u e , en la e l e c c i ó n de la C o n v e n c i ó n , los tabladillos electorales estaban convertidos e n mercados, que cada candidato tenía sus agentes al lado de las mesas p a ra comprar sus votos a los libertos y que más de uno v e n d í a el suyo e n varias p l a z a s p a 82

rroquiales (Basadre 1964: 1104). A partir de esta e x p e r i e n c i a histórica es posible interpretar la i d e o l o g í a que s o s tenía a la juventud liberal. E l l a se caracteriza por un contenido é t i c o y p r i n c i p i s t a , u t i l i z a una apasionada retórica r e v o l u c i o n a r i a pero, no por e l l o deja de mostrarse i n c a p a z de u t i l i z a r su aparato conceptual para intentar un a n á l i s i s de la r e a l i d a d social de su paTs o de su propio comportamiento histórico y , por lo tanto, de formular un p r o g r a ma p o l í t i c o concreto. Este desfasaje entre su i d e o l o g í a y su v i v e n c i a del mundo, con la r e a l i d a d que pensaban estaban llamados a d i r i g i r , que como hemos visto encuentra su e x p l i c a c i ó n última en el hecho que esa sociedad no atravesaba una verdadera coyuntura r e v o l u c i o n a r i a , o r i g i n a su pronto fracaso. E l l o traerá c o n s i g o el a b a n d o n o de todo p r o y e c t o p o l í t i c o independiente y una resignada letracción de su conducta s o c i a l , que se limitará a colaborar a regañadientes en lo e c o n ó m i c o - a d m i n i s t r a t i v o , d i v o r c i a d o s del p u e b l o y bajo el d o m i n i o del mismo grupo dominante que h a b í a n combatido. O c a s i o n a r á también la renuncia a una actitud triunfalista frente a la r e a l i d a d social y , con e l l o , a u t i l i z a r la r a z ó n para interpretarla, servirla y transformarla. Reprimirán todo estímulo para elaborar la e x p e r i e n c i a histórica, no intentarán interpretar la v i d a s o c i a l , no se v o l c a r á n sobre su medio sino que se reducirán a la interioridad. Y a c á hay que buscar la r a z ó n por qué toda la p r o d u c c i ó n cultural de la é p o c a se mantendrá e n la superficie del acontecer social urbano (el a r t í c u l o de costumbres), se v o l c a r á a lo e x ó t i c o , lo í n timo y lo ideal l i t e r a t u r a romántica) o se resolverá en la sátira y la i r o n í a . También h a brá que buscar a c á la r a z ó n por q u é , e n la é p o c a de la e x p a n s i ó n del género n o v e l e s c o , éste no tuvo fortuna en el Perú y por q u é , el ensayo romántico ilustrado y la misma n o v e l a tendrán que esperar hasta las primeras décadas del s i g l o X X , cuando se produzca una i n c i p i e n t e coyuntura r e v o l u c i o n a r i a , para dominar el panorama cultural. S i n e m b a r g o , esta tendencia a volcarse sobre la r e a l i d a d s o c i a l y d o m i n a r l a , a u n que r e d u c i d a a este nivel abstracto y retórico, se encuentra muy vigorosa hasta 1858. Y de h e c h o , como veremos, ha d a d o lugar a un romanticismo r e v o l u c i o n a r i o i n c i p i e n t e e n la p r o d u c c i ó n temprana de Luis Benjamín Cisneros. Parece que la presencia de F r a n c i s c o B i l b a o , un agitador c h i l e n o desterrado de su país, tuvo papel importante e n la for m a c i ó n del á n i m o juvenil ' L a r e v o l u c i ó n en C h i l e y M e n s a j e s del proscripto, 1852). Este, a su v e z , r e c i b i ó una i n f l u e n c i a d e c i s i v a del pensador radical Pascual C u e v a s , a q u i e n un biógrafo de la é p o c a c a r a c t e r i z a b a como un " r e f o r m a d o r " , un " v i s i o n a r i o " , que " s e esforzaba por emancipar al pueblo de las o l i g a r q u í a s s o c i a l e s y p o l í t i c a s y a l e n 12 taba a todos los r e v o l u c i o n a r i o s " .

De la misma 6poca es la Historio de Solaverry (M. Bilbao 1852) que probablemente sea una de las Cínicas obras auténticamente románticas en el sentido común que se aplica este término para el movimiento americano, donde se habla del " g e n i o atrevido y valiente", de la "juventud" y del destino trágico del "héroe" aventurero. N o es una casualidad que, como comenta Basadre, acá se entienda la historia en funci&n de la presencia de un hombre excepcional que puede realizarla a partir de su propia decisión y que su capitulo sexto, al que titula " N e c e s i d a d de la revolución',1 tuviera un acento subversivo. Defendía allT que debía consumarse la emancipación americana en nombre de la ley del progreso y de la perfectibilidad. Agregaba luego que la revolución de la independencia había quedado reducida al cambio de personas, que era una parodia burlesca de lo que debía ser una república y que había traído el empeoramiento material y aún de las garantías individuales. Hacía notar que la corrupción había llegado a predominar en el país, el fanatismo religioso seguía intacto, la esclavitud persistía, faltaban escuelas y la prensa yacía prostituida. Igualmente, Juan Espinosa publica, en 1954, M i República, en Nueva York. En ella critica las instituciones, muestra al Ejecutivo dominando en el Estado y la N a c i ó n , al Presidente identificado con el gobierno, al poder electoral ejercido por una "plebe abyecta y comprada"; censura la actitud complaciente del poder legislativo y la impotencia del poder judicial y califica al Consejo de Estado como "Panteón de los íanganos de categoría". Basadre comenta que, como más tarde haría Carlos Lissón, Juan Espinoza produjo una literatura de sarcasmo y reprobación ante el mal funcionamiento de la democracia en el país. Los males que denunció provenían, en su concepto, no de la prematura implantación de las instituciones republicanas como aseveraban los reaccionarios, sino precisamente de su falta de aplicación, es decir de los abusos y corruptelas que im14 pedían su autenticidad. Esta campaña radical fue sostenida también por varios periódicos (El Porvenir, La Revolución, El País) y algunas asociaciones, como la Sociedad Republicana, que mantenían la prédica del Colegio Guadalupe. Todos ellos defendían en la crítica institucional, en la retórica programática, en la prédica escolar o en la propaganda política mas o menos el ideario utópico del grandilocuente ensayo de Francisco Bilbao en El gobierno de la libertad (1854), publicado después de la revolución. Propugnaba la necesidad de un Estado sin Congreso, sin sistema representativo, a base de comicios permanentes, con un tribunado dependiente y revocable, con la guardia nacional alerta, con un ejército minúsculo cuyos jefes debían ser nombrados por la tropa y cuyas armas nunca debí84

an ser autorizadas a disparar contra el pueblo, con múltiples asilos, hospitales, cajas de ahorros / otras instituciones de asistencia. "Jamás ha habido una revolución mós i n fecunda" comentaba en su prólogo, pues para él los destinos del país debían haber quedado en manos de la Convención, con un programa de reformas radicales discutido por la prensa y en los clubs populares que debió haber formado para inocular al pueblo el genio revolucionario y para que los radicales obtuviesen su mandato cívico. Bilbao fué apresado y encerrado en uno de los calabozos de la antigua inquisición por defender la libertad de cultos y tuvo que abandonar el país en 1855. ^ Y el mismo destino tendrá este horizonte utópico, que sostuvo el segundo romanticismo peruano.

2 . 2 . La segunda etapa romántica: la producción cultural como diseño de un horizonte revolucionario abstracto

La producción literaria solo es comprensible, como fenómeno social, como un aspecto de la producción de una cultura. Cuando una cultura emerge, se produce un perfil de ese movimiento por el que la sociedad humaniza la naturaleza y determina su propia historia. Pero en América Latina, la producción cultural urbana no se encuentra a r ticulada inmediatamente a toda la sociedad sino a pequeños grupos de intelectuales que, precisamente en ella, tratan de adquirir una fisonomía propia, establecer nuevas relaciones con los principales actores sociales, y fundar un peculiar tipo de existencia en su mundo. Ese horizonte donde desplegarán su actividad social, no es el mundo heredado por la tradición y que condiciona a los diversos grupos, clases y élites sociales más o menos espontáneamente; sino que es su propio mundo que ha sido configurado a partir de la interioridad y del lenguaje. N o es posible dudar que, en estas primeras literaturas producidas a mediados de siglo, comienza la incorporación de Latinoamérica a la Edad Moderna. N o solo porque su ámbito de referencia sean las sociedades de los países industríales sino porque, al contrario, esas sociedades eran para ellos cultura literaria v i vida en la interioridad, optada por la subjetividad social de una generación como lo propio, identificada como el horizonte donde puede realizarse en su humanidad vital. Y precisamente, expresando esa opción y este proyecto, producirán una literatura apropiada para constituirse como un nuevo sujeto social frente a las demás clases,y élites de su nación, establecerán peculiares comportamientos y determinadas relaciones sociales, que tendrán un efecto concreto sobre sus existencias y sobre la fisonomía del resto de

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la sociedad. La g e n e r a c i ó n romántica fue la primera que intentó realizar este modo de e x i s t e n cia en el Perú y , por e l l o también, fue la primera que consagró la " j u v e n t u d " como un valor en si mismo y como una potencia histórica abierta al futuro. C o m o tal, enfrentó a la clase dirigente de su país y , cuando fue incorporada a e l l a , mantuvo una relación problemática con el poder. A partir de esos presupuestos entendieron su pueblo, su proceso histórico, las posibilidades abiertas al futuro y , sobre todo, se entendieron a sí mismos frente a ese mundo. Esa comprensión de si estuvo mediada por la producción de una cultura que objetivó sus aspiraciones y diseño sus ideales primarios. Haremos ahora un breve repaso de cómo algunos representantes de esa generación produjeron ese horizonte existencial desde el momento en que aparecen en escena - a l rededor de mediados de s i g l o - hasta la guerra con C h i l e . Podremos comprender, entonces, la e f i c a c i a del planteo de Jorge Basadre que tiene como presupuesto implícito la e x p o s i c i ó n de los hechos con dos aspectos íntimamente articulados. Por un lado, supone que una sociedad nacional está en sus productos y , por e l l o , se ve o b l i g a d o a documentar todo lo que los peruanos hayan producido a lo largo de su e x p e r i e n c i a - p r o d u c t o r a r e p u b l i c a n a . Pero, por otro lado, manifiesta con un vigor e x c e p c i o n a l dentro de la historiografía latinoamericana, que esos productos interesan no solo por lo que v a l e n en sí mismos, sino sobre todo por lo que s i g n i f i c a n como un aspecto donde se formaliza la v i da de los hombres. Para d e c i r l o con la tesis de la filosofía d i a l é c t i c a , las obras literarias y los productos culturales se nos aparecen como un valor en sí mismos pero, en d e f i n i t i v a , solo pueden ser comprendidos como un modo en que un grupo de hombres funda relaciones objetivas con los demás hombres, consigo mismos y con la historia. Trataremos de mostrar brevemente, de qué manera la constitución interna de las obras del romanticismo peruano está íntimamente articulada a las relaciones que trata de establecer a q u e l l a juventud liberal con la élite del poder, con el p u e b l o , consigo mismos y con la historia. Para la e v o l u c i ó n general utilizaremos el caso de Luis Benjamín Cisneros ( 1 8 3 7 - 1 9 0 4 ) , entre otras razones, porque podemos consultar una parte significativa de su obra en la que se i n c l u y e n sus poemas, su drama, su prosa y parte de su epistolario y otros documentos que permiten relacionar su producción literaria con su comportamiento social (1939).- Los textos que vamos a considerar de su primera época son los siguientes: S a n M a r t í n (1854), Enrique A l v a r a d o (1856), y A l f r e d o El S e v i l l a n o (1856). Excepto el primero, son trabajos inmediatamente posteriores a la batalla de La Palma, influenciados por el triunfo de la r e v o l u c i ó n liberal. Cisneros había sido alumno de Fer-

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nando Velarde y estuvo en el Colegio San Carlos entre 1852 y 1855. Ese mismo año, con motivo de su triunfo en el teatro, se incorpora a la Administración Pública por iniciativa personal del Presidente Castilla. Los dos primeros textos son en prosa y, el último, es llamado por el mismo autor "drama tradicional". El ensayo sobre San Martín tiene el motivo aparente de rendir un homenaje a quien había sido olvidado y todavía no contaba con un monumento, siendo asf que éste había sido decretado cuando se le rindieron honores después de su muerte 08491. Tiene, además, el propósito manifiesto de presentar un ejemplo a la ¡oven generación que se levanta en ese entonces en el Perú. Discurre en dos niveles. En un primer plano, se trata de la crónica histórica. Se relatan los hechos de su vida, se los relaciona con su época, se narra la liberación de Chile y del Perú, se reproducen textos de las memorias del General M i l l e r y del General Quintana sobre las principales batallas y algunas tradiciones locales para la época peruana. Sobre este primer texto, relativamente diferenciado y dominante, se teje el discurso de quien

Cisneros y su generación llamarían i n -

distintamente el "filósofo", la "juventud" o, mejor aún, el " p o e t a " . Esta oposición es la que nos interesa destacar. Percibir un hecho histórico con esta sensibilidad romántica significa, en primer lugar, ponerse en contacto con personalidades o hechos extraordinarios. En el romanticismo no existe lo cotidiano ni lo banal. De ahí un exordio poético de tendencia declamatoria, con rasgos excepcionales y que señalan una ruptura con el discurso ordinario: Ese hombre tenía, como Washington, la severidad del republicano, la generosidad del guerrero, la honradez del hombre público y la modestia del ciudadano. N a c i ó con el sentimiento de la justicia, con el amor de la libertad, con el instinto del guerrero, con la ambición de la g l o ria, con la aspiración por todo lo grande: y redimió dos pueblos de la esclavitud. Personalidad y hechos excepcionales son los que interesan. " L a juventud que abre los ojos a la vida, busca lo grande del pasado y dondequiera que lo encuentre dobla la rod i l l a " . La generación que nace no es ingrata, como los mayores, pues tiene un alma noble. De ahí que va a relatar los acontecimientos con un criterio selectivo, dispuesto a despreciar lo que hay de mezquino en los hechos que contempla y a admirar lo grande y lo bello que encierra esa existencia. A s í se aparecerá San Martín como un gigante entre los gigantes históricos: cuando se le busca en la oscuridad y a la distancia del p a sado, entre sus sombras heroicas se presenta vestido con el manto de sus glorias, coronado con la corona de sus virtudes y armado con la espada de sus triunfos (p. 37-39). 87

San Martín, por lo tanto, es una personalidad paradigmática solo accesible a una peculiar sensibilidad juvenil que se pone, selectivamente, en contacto con lo grande y lo bello de la existencia para diseñar su propio mundo. Se ha postulado así cuál es el nivel esencial de realidad, cuál es el criterio de verosimilitud, cuál es el fin del arte y de la producción cultural y cuál ha de ser el lenguaje que instituya esa nueva realidad. Este texto, de estructura tan similar al discurso del iluminismo francés del siglo X V I I I , pero sostenido por un lenguaje lírico, subjetivo y pasional que implica una ruptura generacional e histórica con los lenguajes de la sociedad hispanoamericana, es ya propiamente romántico. En la presentación del personaje, el autor utiliza igualmente toda la simbología del culto al genio. Era un niño predestinado para grandes cosas, a quien la Providencia lo iba a ir colocando en diversas circunstancias que debían revelar al héroe, que ya entonces existía en él, ignorado. Primero llegará a España durante esa revolución " l a más grande después que Cristo se ha alzado sobre la tierra", en la que ve la "humanidad" levantándose para sacudir el polvo de los viejos errores y que, si había sido ahogada, suestremecimento llega hasta nuestros días y , cunde sin sentirse, en las entrañas de la tierra y algún día palpitará en cada pueblo. De esta manera, Cisneros hablará del presente refiriéndose a San Martín. N o es que proponga un ejemplo para sacar una enseñanza. Se trata del mismo hecho histórico de la revolución democrática, cuyo primer acto se realizó en la época de San Martín y que puede eclosionar en cualquier momento. Y se trata .de tomar conciencia que en cada ¡oven puede latir esa esencia heroica ignorada y que puede llegar a realizar las mismas grandes gestas de entonces. Cada ¡oven es un San Martín ignorado y debe encontrar su verdadera dimensión en un tipo de personalidad y de gesta como la de entonces. Esa, y no otra, es la verdadera realidad (pp. 40 y 49). A partir de esta ruptura, el discurso se estructura por oposiciones que diseñan, paradigmáticamente, la situación de la propia generación. Señala, en primer lugar, la gesta heroica de la conquista de la independencia realizada por el genio y su ejército para redimir a esta sociedad de la degradación. Eran valientes jóvenes que, al igual que San Martín, fueron olvidados por la ingratitud de su generación. Sin nombrarla, desnuda la cualidad de la generación dirigente que combatan los jóvenes liberales -eran los vencedores de Junín y A y a c u c h o - (p.48). Opondrá, más adelante, los ideales por los que se peleaba antes a diferencia de ahora. Presenta el momento en que San Martín marchaba por los arenales y caminos y ve a sus soldados voluntarios buscando los peligros y la muerte para salvarlos de una dominación opresora, impelidos por la fraternidad, ese deber "hoy olvidado por la impertubable marcha del mundo". 88

Entonces no se peleaba por un hombre, por un partido, ni por intereses mezquinos. El corazón del soldado no estaba prostituTdo: no se llevaba en la espada el patrimonio de la familia ni el titulo para todos los puestos; entonces no se peleaba para escalar un dosel: se combatía por un (dolo, por un principio, por una ¡dea, por el bien, por la justicia, por amor a la humanidad, por lo que hay más santo sobre la tierra: la soberanía de un pueblo. Podrían haber afianzado su triunfo y fundado una dinastía sobre este pueblo pero "tuvieron conciencia de su misión, y su misi&n fue darnos posesi&n del derecho humano, y su deber fue cumplido". El resultado fue que se vieron desheredados de los títulos a d quiridos con su sangre, pobres y sin hogar, rodeados de la ingratitud y de la calumnia por esos mismos hombres " a los que hoy se acusa de ambici&n y de peculado" (60). Se diseñan, al pasar, otras oposiciones, como el sentido americanista que existía entonces y la indiferencia actual, aludiendo indudablemente al americanismo de la ¡oven generación liberal entre los que se contaban ecuatorianos, venezolanos, chilenos, mejicanos, panameños, argentinos y colombianos; la identificación de los actuales dirigentes con los tiranos realistas que deseaban mantener la dominaci&n sobre el pueblo y los jóvenes revolucionarios; o la que se plantea entre la ociosa y voluptuosa Lima que amenaza corromper al espartano ejército de los Andes. Cuando J. C . Ulloa, cunado de Cisneros, publique este "estudio" en La Revista de Lima (1860) insiste en la cualidad paradigmática de esta "epopeya" a la que llama "página gloriosa en los anales de la humanidad, testimonio elocuente de la unidad de acción y de la identidad de fines con que Dios conduce a las razas, a. través de las d i ferentes edades y de la diversidad de climas, a la realización del humano destino". Habla de San Martín como dechado del sincero republicanismo y espera que ese ejemplo haga nacer en la joven generación aquellas virtudes cívicas. La generación liberal podía constituirse como tal y emprender una acción porque había producido preliminarmente un mundo intelectual con el que te identifica.

Su mundo era la lucha de la H u -

manidad por el Progreso Humano, la predestinación de la juventud para realizarlo, los grandes héroes que señalaban su posible destino y los grandes hechos que los esperaban. A partir de estos presupuestos, no buscan entender la realidad social inmediata para manipularla, ni pretenden comprender las formas en que se distribuye el poder o las a l i a n zas políticas, sino que intentan suplantar a la élite dirigente en el dominio del Estado. Les interesaba identificarla e identificarse. Diseñan una imagen de la clase dirigente conforme a sus expectativas y , sobre todo, producen una imagen de sí mismos fundamentalmente libresca y utópica. Unos años antes, en el Río de la Plata, Esteban Echeverría

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había tratado de hacer mas o menos lo mismo a través de una novela corta, sostenida por los mismos presupuestos. Había publicado ya una adaptacidn de autores europeos, cjya cualidad más importante era la divulgación de un ideario para sostener la acción subversiva de pequeños grupos ilustrados clandestinos. Esta otra es una alegoría directa, donde la plebe rosista es identificada con la gentuza del matadero y la generación liberal con un ¡oven unitario y, su eficacia estética, a pesar de plantear claramente esa oposición, 18 reside en el tratamiento típico de los datos costumbristas que sostienen esa tesis.

El

texto de Luis Benjamín Cisneros adquiere su eficacia, en cambio, en que es un texto ideológico y político donde, sin embargo, se habla de San Martín. Lo notable de su construcción es que puede diseñar un programa político, realizar un diagnóstico moral del grupo antagonista y dar una fisonomía diferencial al grupo ascendente, con breves alusiones que pasan desapercibidas por estar estrechamente vinculadas a la persona del héroe y la gesta heroica de la Emancipación. Se perfila así una cualidad que es propia de la literatura peruana que se encuentra mós cercana a la influencia ilustrada; hablar de aquello que interesa, pero de manera elegante e indirecta. La situación de Cisneros no era la de un cortesano, pero recuérdese que todavía era alumno del Colegio San Carlos cuyo rector era el P. Herrera, que esperaba comenzar a ejercer su vida profesional al año siguiente y que estaba en contacto directo con la élite dirigente. Esa circunstancia y el hecho de que el grupo liberal no haya trascendido el proyecto de aquella élite dominante, a no ser en ciertos planteos institucionales y éticos, producen este esquema paradigmático que no estudia ni nombra directamente la realidad política y social, ni formula un programa de acción práctica para dominarla. Pero antes de mostrar cómo se desarrolló esta tendencia, debo hacer una reflexión sobre el problema de la ausencia de la temática nacional costumbrista, de los hechos históricos y de los conflictos sociales en la literatura romántica, a partir de la doctrina estética y de la ¡dea de cultura que hemos exbozado. El drama tradicional Alfredo El Sevillano fue representado el mismo año, cuando todavía dominaba el grupo liberal dentro del gobierno. El personaje principal es un estereotipo de Juan Tenorio de sangre noble, jugador, disoluto, pendenciero, que procura vivir la vida de un "calavera". La escena se desarrolla en Lima, donde Alfredo, los primeros seis meses, había tenidc ya c a torce lances y treinta y tres amantes. El enredo tiene la truculencia habitual del folletín romántico en base a dos historias que convergen en su persona. Por un lado, es pretendido por la Virreina, quien se vale de una vieja mensajera que lo maniata y le oculta la visión, lo desorienta por las calles hasta ponerlo en su presencia, mientras ella permane-

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ce de incógnito. La mujer se enamora apasionadamente y terminará vengándose cuando se entere que su galán la engaña. La otra historia gira alrededor de una ¡oven a quien pretende el Virrey y que desea ser entregada por su tio a cambio de una prebenda. A l fredo se enamora intensamente de la doncella, que es presentada pobre, heroica, v i r ginal e indefensa. Finalmente, los complotados deciden seducirla, la drogan, la trasladan a Palacio y la dejan en una cámara secreta, donde el Virrey irá a visitarla. A la misma cámara es conducido Alfredo después que el verdugo le arranca los ojos, se encuentran los amantes, se trata de armar una escena patética y terminan por sufrir la venganza de la virreina cuando se abre el piso y caen en los s&tanos. Sobre este fondo melodramático, por el cual Cisneros fue acusado de plagiario y de inmoral, el poeta teje un segundo plano donde presenta el amor definitivo de los jóvenes. Se trata de diseñar la oposición entre viejos disolutos y jóvenes puros, entre el mundo corrupto y el amor heroico, entre lo feo y lo bello y darle un fin trágico. Cisneros logra contrastar ambos planos solo a medias pero, si hay algo personal en la construcci&n del artificio, es el acento entre esos dos niveles que manifiesta su intención romántica de referirse a lo beI lo y lo sublime, que está representado en la juventud, como opuesto a lo caduco y decadente del orden social, las instituciones y las viejas generaciones. Y , precisamente, esa era su relación esencial con la sociedad y , sobre todo, con la élite dirigente de su época. El comentario de Manuel Bilbao que lo publica (1S5Ó) se refiere a las dotes privilegiadas que la Providencia le concedió al ¡oven poeta, caracteriza el drama como un destello de su inteligencia, juzga que es el "más completo que cuantos ha ofrecido la literatura del país" y enumera sus cualidades para hacer notar su nivel artístico. P a ra Bilbao es un hecho relevante que el drama haya sido construido correctamente, es decir que un artista peruano sea capaz de producir obras a nivel europeo y afirma, con acento generacional, que tiene el doble mérito de haber sido producido en quince días (elogio de la inspiración repentina) y de haber sido escrito por un autor ¡oven de corazón, de patriotismo fogoso, de inteligencia cultivada, atrevida y grandiosa. Si el seRor Cisneros hubiera mandado el drama de Europa con la firma de un autor conocido, - n o s d i c e - quienes lo critican lo hubieran aplaudido, pero "es ¡oven peruano, y un joven, en el concepto de algunos círculos, no debe ni puede producir grandes cosas". Si se tiene en cuenta el triunfo de jóvenes como Corpancho, Salaverry, Palma y el mismo Cisneros en esos años, se ve que la reacción de Bilbao demuestra una extrema susceptibilidad generacional. Se trataba de afirmar la juventud como un valor en sí, como antes se afirmaba el mérito de la tradición y la vejez; de relacionar sus productos artísticos 91

y sus tendencias estéticas con la modernidad europea; de oponer sus proyectos, su sensibilidad y su arte al de las viejas generaciones. A c 6 se puede citar con justeza la sen19 tencia de V . Hugo,

cuando decía que el romanticismo es en el terreno artístico lo que

el liberalismo en la política. De allí que la ausencia de la temática nacional, de los conflictos sociales o las luchas políticas no signifiquen que estos artistias no formalicen lo más importante de su experiencia vital elevándola a una creación estética, sino que, para ellos, lo más importantes eran ellos mismos. N o está acá la necesidad de entender al hombre a partir de su pertenencia a un medio social y a una tradici&n histórica, ni el diseno de un programa que traten de modificarlos, como se produjo en Sarmiento, F i del L&pez o Echeverría en el Río de la Plata. Lo característico de este incipiente romanticismo será la afirmaci&n de la juventud como generaci&n en una identificación paradigmática con los héroes del pasado, con las grandes gestas de la humanidad, con la modernidad europea y con la propia interioridad utópica. N o pertenece al historicismo decimonónico, como aquellos, sino a la ilustración dieciochesca. N o es, sin embargo, solamente una represión para no elaborar la realidad social en que se debatían sino, probablemente en mayor proporción, otro concepto de lo esencial de la realidad, de manera que les interesará más su propia articulación con un mundo de formas ideales que con los lazos insoslayables que los maniataban a las estructuras sociales, políticas y económicas de su nación. Y no sería improbable que entre los dos aspectos exista una relación recíproca, de manera que haya que interpretar la persistencia de esta vivencia iluminista en las clases intelectuales, precisamente por la imposibilidad de poder transformar decididamente el contorno social. V a es bien conocido aquel adagio que afirma que ninguna clase se pone tareas que no puede cumplir. Y no será casual que esta misma c a racterística se mantenga a lo largo de todo el siglo X I X y que no haya sido superada todavía por la estética modernista. Habrá que esperar a los movimientos revolucionarios de principios de siglo, a la inquietud obrera, la reforma universitaria y nacimiento de nuevas élites de clase media que se desvinculen de las oligarquías exportadoras y discutan su liderazgo, para que se produzca en el Perú la poesía de vanguardia y el ensayo revolucionario. La estructura y el lenguaje de un breve elogio lírico a la muerte de Enrique A l v a 20 rado (1856)

pueden sintetizar la imagen del hombre, el concepto de realidad y la ¡dea

de la poesía de esta época del romanticismo. El exordio es un lamento a una posibilidad truncada que revela en qué reside el valor de la juventud:

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Ha muerto el ¡oven que habría encontrado un dta su tribuna sobre los hombres del pueblo: que habrta sido un proscrito, que habría ¡do a la hoguera con la resignación de una mártir (. . .) no era un genio pero habría sido un genio; no era un héroe, pero habría sido un héroe; no era un mártir, pero habría sido un mártir; no era un Cristo, pero habría sido un Cristo (. . .) la Revolución ha perdido un soldado ( . . . ) Los que esperamos en el día de la D e mocracia, los que creemos en el evangelio de la revoluci&n, los que abrazamos la causa de los pueblos, los que miramos un hermano en cada ¡oven . .) llorémosle (. . .) El día de la Marsellesa en nuestra historia soprenderá su puesto vacio sobre las barricadas de los libres! (p. 73-74) Bastaría este párrafo para ilustrar aquella manera de exaltar la juventud como una potencia histórica, de referirla a los grandes hechos de la humanidad que deberían ser cumplidos por ellos en su propia sociedad, por los que se llega a ser héroe, genio, mártir / soldado, a que habíamos aludido como propios de esta segunda etapa del romanticismo peruano. El párrafo siguiente hace su retrato externo, presentándolo pobre pero honrado, ángel, color pálido, mirada triste, actitud modesta, labios encendidos, mejillas sonrosadas; su figura era bella. Lo compara con el Rafael de Lamartine y anota que pasaba su vida entre la meditación y sus papeles, asiduo en las lecturas, un hombre de talento. V define su personalidad con cuatro rasgos secundarios y uno principal; "Era filósofo, era político, era demócrata, era racionalista, pero sobre todo, era poeta". Cita después algunos párrafos suyos donde se confirma cada uno de ellos. Para mostrar su credo p o l í tico, señala una serie de oposiciones que ya conocemos: Adelante o atrás. O la monarquía o la República. El I a y l de los esclavos o el himno de los libres. La luz o las tinieblas. La democracia o la oligarquía. La inquisición con sus calabozos, sus cadenas, su sangre y sus hogueras, o la revolución triunfante, con la justicia por base, la libertad por sistema, la república por forma, la fraternidad por acción, la igualdad como ley. I A d e lante o atrás! Con ocasión de la prisión y el anatema contra Fracisco Bilbao del que ya hemos hablado, cita otra serie de oposiciones en que se enfrentan la juventud liberal con la clase dominante tradicional. A esta última la apostrofa como Los esclavos de Roma, los que especulan con la ignorancia de los pueblos, los que viven de la abyección de la razón ( . . . ) todos estos seres que no llevan una idea grande en su mente, ni un sentimiento noble en su corazón: toda esa caterva miserable que teme la luz, que odia el progreso, que persigue a los hijos del pueblo y arroja la venenosa baba de la impotencia a los apóstoles de la verdad, a los sacerdotes de lo nuevo.

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Lo grande, lo noble, la luz, el progreso, la verdad, lo nuevo, es lo que representaba Bilbao, al que llama " N o b l e atleta de la libertad", quién representa una América renovada, donde se constituirá definitivamente la República " a la sombra de la libertad, en una tierra purificada y bajo un cielo de paz y pureza". Y precisamente porque Alvarado era capaz de "revelar" todas estas realidades con las que se identificaba su generaci&n, lo califica m&s que de político, más que de filósofo, más que de racionalista, sobre todo, como poeta. La poesía puede diseñar ese ideal con el que se identifican y , por ello, es la actividad más trascendente de la existencia. Ellos existían en los ideales librescos y subjetivos, vivían en su poesía. Esta fue la segunda etapa, la más auténtica y vigorosa aunque incipiente y fijada en el pasado de la ilustración, del romanticismo peruano, cuando trató de utilizar este modo expresivo para diseñar una utopia revolucionaria.

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3.

La

Consolidación

Modo

de

Ser

de

del la

Romanticismo

Aristocracia

como

Afirmaci&n

Intelectual

del

Republicana

3 . 1 . El fracaso del proyecto liberal y la crisis de identidad de lo generación romántica

Cada vez que se ha formado una nueva generación ilustrada en el Perú, ha tenido m&s o menos los mismos problemas y ha debido realizar el mismo aprendizaje que el que le tocó en suerte a la generaci&n romántica. Toda su experiencia social podría sintetizarse como una búsqueda de la propia identidad y como el esfuerzo por formular un proyecto cultural, en relación con los demás actores sociales. La relación libresca con la modernidad europea debía resolverse en una relación objetiva consistente con las clases que dominaban el poder, con el pueblo urbano y con las clases inferiores negras o indígenas, con las perspectivas del proceso histórico de manera que debían formular qué podían esperar y qué les estaba negado en un futuro y , finalmente, con el sentido que debían atribuirle a la propia producción cultural. La primera experiencia que realizaron de sí mismos y de su sociedad, les brindó una acogida amable por parte de la élite dirigente y del pOblico urbano. En la segunda etapa deben enfrentar a la plutocracia conservadora y disputarle el dominio del poder. Los hechos púeden ser referidos brevemente. Los liberales dominan la revolución. M o n o polizan después, aparentemente, el poder a través de la Convención y pretenden reorganizar el país según la imagen utópica a que hemos aludido cuando expusimos la protesta de Francisco Bilbao. Castilla y V i v a n c o , en alianza con ellos, habían realizado también la revolución. Una vez que estuvo derrotado Echenique, V i v a n c o se vuelve contra C a s tilla. Este último deja hacer a los liberales

mientras liquida el problema de V i v a n c o ,

que se prolonga en un sitio al parecer inútil a la ciudad de Arequipa. Esto les da tiempo a los liberales para llevar adelante sus planes de reforma, hasta que se malquistan el pueblo urbano,

los empleados públicos, el Ejército, la clase económicamente dominante

de los negocios estatales, los terratenientes y el clero. Un oscuro coronel Arguedas d i suelve la Convención y, recién entonces, los liberales se dan cuenta que se han quedado solos. El choque entre su vivencia idealista y la realidad de quién es el país, quiénes sus dirigentes, quién el pueblo, los confronta dramáticamente con el problema de quiénes son ellos mismos. A p e l a n al pueblo, apelan a los ministros, al Concejo de Estado, a los guardias nacionales y , finalmente esperan en el mismo Castilla. Cuando éste 95

vence a V i v a n c o , ya no precisa la alianza con los liberales. Los abandona a su suerte, se rodea del equipo administrador que había apoyado a Echenique, de tendencia predominantemente conservadora, y dicta una nueva constitución moderada. Los liberales intentan hacerle una revoluci&n y atenían contra su vida, fracasando y marchando al e x i lio. A partir de 1862, el Ejecutivo estará representado por gobiernos a los que Basadre llama efímeros, pacíficos y legítimos. Son todavía militares que proceden como administradores, que se comportan más como moderadores pragmáticos que como caudillos políticos. Como hecho curioso, durante toda esta década, los antiguos generales enemigos y jefes de partido (Castilla, Echenique, V i v a n c o , Elias, José G á l v e z ) coexistirán en el Congreso. De esta manera se cumplirá de manera parad&jica el antiguo sueno liberal, que reclamaba el control del Poder Ejecutivo por la Asamblea representativa. Sin embargo, este hecho muestra más que ningún otro cuál es el límite de una institución liberal en una sociedad tradicional y , simultáneamente, cómo habían cambiado las cosas hasta producirse una cierta estabilización de la clase dominante.' Ahora domina la Junta pero ésta, a su vez, se encuentra nuevamente dominada por los antiguos caudillos. Ellos dejan en el Ejecutivo, rodeado ahora de los intelectuales

liberales, la administración del Estado. Pero lo controlan y deciden sobre todas las 2

situaciones fundamentales.

Solo que ahora la lucha por el poder ya no se resuelve en

las revoluciones y las batallas, sino que se negocia en los salones, en los teatros, los paseos de la Alameda y es presentada como una cosa consumada en los escaños parlamentarios. Como en la cúspide de la pirámide de la sociedad peruana no han existido sino excepcionalmente hechos definitivos, así como habían regresado Echenique y V i v a n c o , también serán nuevamente convocados los liberales para colaborar con el Gobierno. S o lo uno o dos anos después de su fracaso, grandes personajes como Pedro G á l v e z o el mismo Luis Benjamín Cisneros, ya 3estaban incorporados a la administración e intervenían moderadamente en la política.

Es verdad que un grupo de izquierda radical seguirá to-

davía una década presionando en las Cámaras, presentando iniciativas descabelladas como la reiterada declaración de vacancia del poder Ejecutivo, o la tentativa de disolver el Ejército entregando el ejercicio del poder a la Asamblea y a las Guardias N a c i o nales. Pero estos ya no serán productores de cultura o de ideología sino políticos profesionales y se agotarán en una retórica ridicula, encerrados en una estrecha minoría y mostrando una conducta contradictoria, como le ocurriría a Fernando Casós que terminará renunciando a sus principios por un consulado o apoyando aventuras caudillesoas 96

como la revolución de los Gutiérrez (1872); como le había pasado antes a Corpancho, en el apoyo prestado a Castilla en su lucha contra V i v a n c o (1858); o como harían Ricar-

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do Palma y Salaverry, que se plegarían a la revolución conservadora de Balta (1867). En esta época, por lo tanto, el intelectual solo tenía tres alternativas para definir su propia personalidad y para articularse a un proyecto social. O plegarse a la aristocracia plutocrática, a la manera del aristócrata Echenique; o aliarse al pragmatismo moderado de Castilla; o luchar utópicamente y representar el proyecto autónomo de la élite ilustrada, como el jacobino Francisco Bilbao. Sus propios ideales tenían su principal enemigo en el grupo dominante tradicional que representaba el poder económico. Pero tampoco podían aceptar como definitiva su vinculación a un militar mestizo, caudillesco, sin ideología, astuto, cuyo estilo político agredía las propias bases de una nueva personalidad moderna, ilustrada, libresca, aristocrática. Optaron por Bilbao y , esa elección sin alternativa, los llevó al fracaso. N o encontraron un estado burgués liberal, donde los intelectuales pudieran vincularse a los grupos exportadores para configurar una nueva sociedad sometida a su poder; como será también el límite que encontrarán los grupos revolucionarios de la década de los veinte y los sesenta, al no haber podido articularse a un movimiento popular como el de la Revolución M e x i c a n a , o el M L R boliviano. N o había margen para su prédioa cuando ella no significaba realmente una modificación de la estructura social y productiva tradicional y cuando solo debía reducirse a combatir la inmoralidad, entrar en alianza con jefes militares, debilitar el poder clerical frente al avance del Estado, modernizar el ornato urbano y el espectáculo artístico, y adoptar restringidas fórmulas electorales y vaciadas instituciones democráticas. Si no pudieron identificarse con militares aristocráticos vinculados a la plutocracia; y si no quisieron unirse a militares mestizos a quienes les interesaba el pragmático ejercicio del poder; tampoco pudieron ser liberales como lo deseaban. V , por ello, su romanticismo no pudo ser romántico y tuvo que contentarse con un sentimentalismo aburguesado, intimista, idealizador de ciertas actitudes y formas que expresarán su mezquina y frustrada tentativa de ser los representantes de la modernidad. Conocemos con bastante exactitud cuál era el estado interior de Cisneros entre 1858 y 1866 gracias a la selección de su intercambio epistolar con su cunado, José C a simiro Ullos, publicada en su obra completa (1939). Después del fracaso liberal de 1859, renuncia a su cargo en la Administración. En la misma época, José G á l v e z y R i cardo Palma huyen a C h i l e . V i a j a a Europa donde realiza estudios en la Sorbona y en el Colegio de Francia, viviendo una experiencia decisiva para su formación. En 18ól 97

es d e s i g n a d o c&nsul del Perú e n El H a v r e . Durante la misma é p o c a h a b í a n r e c i b i d o d e s tinos semejantes Palma, M á r q u e z , Liona y A r g u e d a s Prada. En ese período p u b l i c a sus dos novelas y , seducido por el mundo de los negocios y de las f i n a n z a s , estudia e l movimiento comercial del g u a n o en Europa y p u b l i c a un estudio sobre cuestiones e c o n ó m i cas referidas al Perú. Participa activamente en las gestiones diplomáticas que terminan e n la guerra con España que decide su regreso al Perú en 1865. ^ La primera carta 0 l - X I - 5 7 ) h a b l a de la C o n v e n c i 6 n disuelta por el e j é r c i t o . C a s tilla estaba ausente, d i r i g i e n d o el sitio de A r e q u i p a para reprimir la r e v o l u c i ó n de V i v a n c o . Los próximos cuatro meses Cisneros está a la e x p e c t a t i v a , p r o b l e m a t i z a n d o su modo de pertenencia a esa sociedad mientras permanece atento o la r e a c c i ó n del C o n c e jo de M i n i s t r o s , del Ejército, de las A c t a s que levantan uno u otro grupo p i d i e n d o la c o n v o c a t o r i a de una A s a m b l e a para dictar una nueva Constitución y e l e g i r un Presidente según la a n t i g u a ley electoral de 1851 y , sobre todo, de la actitud de C a s t i l l a . Recibe noticias del sur a través de la correspondencia de su a m i g o C o r p a n c h o , que lo había a l e n t a d o con una de sus Cartas Turcas 0 8 5 6 ) y ahora d i r i g í a un p e r i ó d i c o a p o y a n d o a C a s t i l l a . En medio de la incertidumbre, le escribe a su cuñado que e n v i d i a su soledad y su calma de v i d a , deseando compartir con él esas horas de tristeza y p u r i f i c a c i ó n .

No-

ticias p a r c i a l e s aseguran que C a s t i l l a desaprobará la a c c i ó n de Pedro A r g u e d a s pero, y a e n Febrero, se da cuenta que la C o n s t i t u c i ó n liberal del 5 6 no sobrevivirá un mes y que la r e v o l u c i ó n del 5 4 " h a sido a s e s i n a d a " . " H e m o s retrocedido a no sé d o n d e " , comenta con amargura. "Recorre este cuadro y díme qué se puede esperar, qué creer, qué d e c i r , a q u i é n seguir con c o n f i a n z a . Y o solo espero el momento en que se anule la n u e v a C o n s titución para meterme sin ruido en mi casa y e n v o l v e r m e en un mar de l i b r o s " . S e queja también que " e l guerrero" C o r p a n c h o permanezca a l u c i n a d o y le pide que le escriba p a ra "retraerlo del espíritu de partido que todo lo o s c u r e c e " , es decir de la lucha entre las facciones caudillescas personalistas, " h a c i a el buen sendero que por h o y creo que es el de buscarnos por nosotros mismos la s e r e n i d a d " . En otra carta, le d i c e que él la busca e n la reclusión p r i v a d a " d e mi cuarto a l de mi madre y , de a l l í , a mi o f i c i n a ; estudio el francés; leo a Byron, a Lamartine y a V í c t o r H u g o " . C u a n d o un grupo de e s tudiantes r e c i é n egresados de S a n C a r l o s edita el p e r i ó d i c o " E l L i b e r a l " , p u b l i c a a r t í culos para comprometer a l Ejército y al G o b i e r n o en el sostenimiento de la C o n s t i t u c i ó n . Finalmente A r e q u i p a es tomada al asalto. Cisneros v e los contendientes l u c h a n d o como bárbaros, asesinándose como bandidos. " J a m á s he sentido más lástima por este d e s g r a c i a d o p a í s " . C a s t i l l a toma represalias que p r o v o c a n la i n d i g n a c i ó n general y "sus l a u 98

reles, salpicados con tanto l o d o " , o c a s i o n a n que se publique un acta de protesta. A l regreso de C a s t i l l a , el C o n s e j o c o n v o c a a e l e c c i o n e s para autoridades y para un p r ó x i mo C o n g r e s o Constituyente q u e , para C i s n e r o s , no es sino una jugada para desprenderse d e f i n i t i v a m e n t e de las conquistas liberales, e n la que C a s t i l l a será e l e g i d o nuevamente Presidente. C o n d e n a globalmente a la contienda p o l í t i c a que se a p r o x i m a , donde p r e v e e se producirán "desórdenes y v i o l e n c i a s terribles y g e n e r a l e s " . Se d e c i d e a " p r o c l a mar una candidatura sin partido a c t i v o , sin reuniones asalariadas y turbulentas, p a c í f i ca y tolerante y de los hombres de b i e n " , que " i n d u d a b l e m e n t e será derrotada pero, al menos, fundaría un partido p o l í t i c o p u r o " . P o c o después parte para E u r o p a . ^ En este breve resumen, nos interesa destacar cuál ha sido el efecto de estos a c o n tecimientos e n la r e l a c i ó n que tiene Cisneros c o n s i g o mismo y con la s o c i e d a d de su tiempo para compararlo, después, con las v a r i a c i o n e s de sus composiciones literarias. La e x p e r i e n c i a histórica más importante es la ruptura de la inmensa e x p e c t a t i v a r e v o l u c i o n a r i a que los sostenía desde h a c í a casi una d é c a d a , del triunfo de la r e v o l u c i ó n en 1854 y de la tentativa de i n s t i t u c i o n a l i z a r l a en la C o n s t i t u c i ó n de 1856. R e c i é n ahora parece darse cuenta que la r e v o l u c i ó n fue d i r i g i d a por dos c a u d i l l o s tradicionales - C a s tillo y V i v a n c o - que se enfrentan con sus partidos, que el M i n i s t e r i o y el C o n c e j o de G o b i e r n o son predominantemente conservadores o p a r t i c i p a n e n una a l i a n z a p e c u l i a r de la é l i t e dominante controlados por un pragmatismo a c o m o d a t i c i o , que el Ejército s i gue siendo el poder decisorio de todas las crisis p o l í t i c a s y que es imposible r e a l i z a r el " p u r o " ideal liberal en a l i a n z a con esas fuerzas s o c i a l e s . " L a s farsas, las apostasías y los desengaños me tienen irritado el espíritu. El C o n c e j o de M i n i s t r o s y los jefes son una Babilonia,

i Y a no creo e n n a d i e !

¡ Q u e t i e m p o s ! " escribe e n la primera carta.

Y , a c o n t i n u a c i ó n , le hace una c o n f i d e n c i a a l u d i e n d o a su enamoramiento al que l l a ma " m i ú n i c o sueño, mi amor de poeta, b e l l e z a hasta lo d i v i n o , i n o c e n c i a hasta la c a n d i d e z . C r e o que cuanto puede a m b i c i o n a r un ¡oven que v i v a de la poesía, que quiere cantar, se reúne en e l l a . Puedo decir que no moriré y a sin haber a m a d o " . Y de esta manera se insinúa y a cómo Cisneros resolverá esta imagen problemática de sí mismo f r e n te al mundo. La s o c i e d a d será vista como un hecho corrupto, bárbaro, p r i m i t i v o , a j e n o , que hace fracasar todos sus ideales heroicos y sus e x p e c t a t i v a s utópicas. La poesía y a no hará referencia a ese horizonte p a r a d i g m á t i c o que solo los p r i v i l e g i a d o s pueden p e netrar y las jóvenes g e n e r a c i o n e s pueden cumplir, sino a un reino de a p a c i g u a m i e n t o , de b e l l e z a , de amor, de s e n s i b i l i d a d reducida a lo interior. El ámbito de la poesía y a no será la v i d a s o c i a l , la historia o las formas i d e a l e s que d a n sentido a cada persona y 99

cada h e c h o , sino la compensación que se encuentra en la v i d a privada a la forzada y necesaria r e l a c i ó n con un mundo degradado y que no tiene s a l v a c i ó n . S i n embargo, e n esta é p o c a de transición desde una imagen heroica de la v i d a a una e x i s t e n c i a o b l i g a d a a coexistir con el mundo degradado y compensada en la vida priv a d a , todavía se dan varias alternativas posibles. Además de la escapatoria a la intimidad, se puede intervenir directamente en la v i d a política escribiendo artículos periodísticos o fundando un partido puro, sin a l i a n z a s que, aunque sea derrotado, inaugure una nueva actitud c í v i c a y luche independientemente por la conquista del poder. Esta tendencia seguirá a lo largo de los años sesenta con Ureta, Francisco Laso, José G á l v e z , Cas6s, Q u í m p e r y su hermano, Luciano Benjamín Cisneros, que llegará a ser uno de los líderes del parlamento en defensa de ciertos principios éticos de la v i d a administrativa e instituc i o n a l . Cisneros abandonará esta o p c i ó n como la abandonaron, casi sin e x c e p c i ó n , todos los poetas de su tiempo. A medio camino entre el repliegue a la interioridad y la lucha p o l í t i c a , estael a r t í c u l o d e costumbres. En esta tendencia se inscribirán Francisco Laso, el último Felipe Pardo y A l i a g a , M a n u e l A t a n a s i o Fuentes y J u a n de A r o n a . Curiosamente, en está é p o c a Cisneros r e a l i z a la única tentativa que conocemos que se resuelva en una ,6 peculiar satira s o c i a l . En 1858, Cisneros compone una epístola A F a b i o a la que llama Desconsuelo y que no llegó a p u b l i c a r . El exordio es una contraposición muy lograda entre los hechos trascendentales que estaban ocurriendo y la indiferencia de los ciudadanos y del pueblo. Si, a la mañana, leen en El C o m e r c i o que se ha matado la A s a m b l e a , " n o hay c u i d a d o " . Si otro día se enteran de la v e n g a n z a que se ensaña contra un pueblo v e n c i d o , " n o hay cuidado t a m p o c o . / S e conversa, se comentan los hechos y se a l m u e r z a " . H a c e después la descripción de un artista teatral para v o l v e r a contraponer, en las estrofas siguientes, la indiferencia ante la farsa de las e l e c c i o n e s , la traición a las leyes o la a c c i ó n destructora del Ejército que las pisotea " c o n inmunda p l a n t a . / Pero ¿ q u é importan, si La Mur nos c a n t a ? " - Q u é nuevas h a y , a m i g o ? - U n a cruzada que v i e n e al Perú c u c h i l l a en mano. - L a e n v í a una n a c i ó n ? - N o , v i e n e armada por la mano traidora de un peruano. - Y en el teatro? - U n a obra titulada, si bien recuerdo, " U n A n g e l " . - Soberano! - Q u i é n trabaja? - La M u r - N o c h e completa. Pues me v o y a comprar una luneta. 100

La segunda parte, en tono épico, con alejandrinos, canta al gran acontecimiento cuando se derrotó al tirano, se alzó el pueblo en actitud severa, aclamó al vencedor, tañían las campanas, y se decían "Comienza al fin una gloriosa era". Y agrega: " Y tontos de nosotros,

lo creíamos! / A h ,

¿ q u i é n entonces, Favio, nos dijera, / que esa san-

grienta y bulliosa farsa / e r a el cambio nomás de una comparsa?". Describe después a ese mismo pueblo entregado al saqueo, transformado "de rey y soberano, en bandolero", critica a los bandos aclarando que subsisten solo dos partidos: "alzados" y "caídos"; confiesa su credulidad cuando se dijo "por la patria se c o m b a t e " , / y se engañó a la patria con tal treta,/que al fin y al cabo,

(necios de nosotros I,./apeados unos se montaron

otros". La composición, que tiene veinte estrofas de ocho versos cada una, es notable porque se estructura en base a la inversión de la anterior poética romántica. En aquellas composiciones se contraponían el plano circunstancial y el plano ideal; y la intención poética se dirigía a revelar todo lo que había de grande, de sublime o de bello en lo cotidiano. A c ó se realiza exactamente lo contrario, ya que el fondo narrativo está soportado por el tono épico y por los ideales utópicos con que ellos habían interpretado los acontecimientos; y , la intención poética en cambio, reside en que se desnuda, a través de un nuevo lenguaje coloquial y de la utilización de términos hirientes y cotidianos, la verdadera naturaleza de los hechos. Es la poesía del desencanto. Sin embargo no está referida a la sociedad, sino que es un intento de zaherirse a sí mismo, una especie de masoquismo donde los antiguos filósofos se convierten en "idiotas", los héroes en "necios" y lo grande y sublime en una farsa insostenible. Es también un manifiesto que revela la muerte de los ideales y prepara la tercera etapa de ese mal llamado romanticismo peruano que, como lo vió Ricardo Palma, terminó en 1860. N o deja de ser sintomático que este poema, que probablemente sea lo mejor que ha salido de la pluma de Cisneros, haya permanecido inédito y tenga el carácter de un ajusto de cuentas consigo mismo.

3 . 2 . La tercera etapa romántica: el repliegue a un aristocraticismo sentimental

A los seis meses de haber llegado a Europa, Cisneros agradece a la Providencia por haberlo alejado, cuando corría el peligro de ser arrastrado por aquel torbellino de pasiones y aturdimiento, y porque le concede una hora de paz que le permite meditar y contemplarlo todo con la completa tranquilidad de su corazón y de su conciencia. lAgosto 1860). Ha encontrado la soledad que le envidiaba a su cufiado y aquella serenidad que 10)

buscaba desconcertado cuando comenzó a problematizar la imagen del mundo y de los propios ideales que lo sostenían. A los veintitrés años, comienza un movimiento de inter i o r i z a c i 6 n y una intensa reestructuración de su propia personalidad s o c i a l . En marzo de 1861 se considerará y a un hombre nuevo gracias a la influencia del nuevo ambiente intelectual que lo rodea. D i c e que su biblioteca se ha llenado de libros serios y antiguos, que en ese centro de amor a la c i e n c i a y al trabajo se desarrolla una nueva dimensión ignorada hasta entonces. O p o n e la v i d a superficial de muchos estudiantes en el barrio l a tino, con una vida dedicada a la reflexión y a los estudios, donde se le v a n abriendo los ojos a horizontes ignorados y r e c o n o c e , con e v i d e n c i a y a f l i c c i ó n , qué grandes son la i g n o r a n c i a , la n e g l i g e n c i a , la pobreza de c i e n c i a y la insolente presunción con que se educan y v i v e n los jóvenes en el Perú. J u z g a que, hasta a h o r a , había v i v i d o en la más completa i g n o r a n c i a de la historia, de la r e l i g i ó n , de la f i l o s o f í a , de la literatura, del movimiento secular de la humanidad y hasta de los medios de i n d a g a c i ó n y de estudio. Las oposiciones con que Císneros se comprende ahora a sí mismo y a no son las de su época romántica - o de la bohemia, como diría Ricardo P a l m a - , sino que plantean una cierta r e c o n c i l i a c i ó n con el mundo entendido como proyecto burgués. Considera la juventud como una etapa de inmadurez (atolondramiento y presunción) contrastándola con el trabajo, la serenidad, el e q u i l i b r i o , la lucidez; diferencia los jóvenes disolutos y superficiales de aquellos otros que se rodean de libros antiguos y tienen amor a la c i e n c i a ; contrasta el torbellino de pasiones con la soledad dedicada al estudio; finalmente, abandona la retórica utópica para sujetarse a medios probados de i n d a g a c i ó n de la verdad que le permitan superar la i g n o r a n c i a . Dos meses más tarde recibe el nombramiento de cónsul en El Havre y se i n i c i a el movimiento

de reincorporación

a su sociedad

y a la élite

di-

rigente a partir de un r e c h a z o de sus viejos ideales, reemplazados por la c o l a b o r a c i ó n a c t i v a , profesional, con la s o c i e d a d , como un intercambio recíproco de servicios. Estudiará y llegará a dominar el movimiento comercial francés; tratará de ser corresponsal de El C o m e r c i o , prometiendo "trabajar incesantemente y con a h i n c o procurando sustituir, en cuanto me sea dado, a su a n t i g u o corresponsal Samper" prometiendo un cúmulo de materiales interesantes; se esfuerza por confeccionar una revista del movimiento comercial entre el Perú y Francia; y buscará distinguirse como funcionario del Estado, subordinando sus propias ideas y e v i t a n d o publicar a l g u n o de sus trabajos para no desmerecer sus servicios. Pocos años más tarde, según su propia confesión, Cisneros se verá apasionado por el mundo de las finanzas y se convertirá en un hombre de negocios. N o s interesa destacar cómo esta nueva actitud de una personalidad ilustrada con 102

respecto a su medio s o c i a l , producirá una reformulación de las funciones que ha de c u m plir la producci&n cultural e n la v i d a práctica y , por lo tanto, deberá formular un n u e v o paradigma estético y escoger nuevos lenguajes que realicen esa f u n c i ó n . Para d e c i r l o claramente, a c á empezamos a v e r i f i c a r la r e l a c i ó n inmediata que se produce entre la v a r i a c i ó n de una actitud social y la de un paradigma estético, de tal manera que p o d a mos imaginar el proceso de producci&n cultural como un modo de fundar una r e l a c i ó n c o n s i g o mismo y con la s o c i e d a d . La manera en que el e x - r o m á n t i c o Ricardo Palma relató el nacimiento y la e v o l u c i ó n del movimiento literario peruano desde esta n u e v a perspectiva 0 8 8 7 ) pone en e v i d e n c i a este cambio de actitud con respecto a la s o c i e d a d y a la f u n c i ó n que ha de c u m plir la p r o d u c c i ó n cultural e n la v i d a prática del grupo productor. Todo el texto está tens i o n a d o por el doble propósito de e l o g i a r y , simultáneamente, desvalorizar a q u e l l a tentativa cultural. Llamará a V e l a r d e el " g r a n c a p i t á n " , a la pasión por la literatura " f i l o xera l i t e r a r i a " , dirá que v i v í a n de la sopa boba del presupuesto, que eran presuntuosos e inmaduros, traviesos y chismosos, politiqueros e ignorantes. Por otro lado, les a t r i buye el hecho de haber sido fundadores de la literatura nacional y de haber impuesto el n u e v o gusto por la verdadera sensibilidad moderna; recordará como un rasgo e n c o m i a b l e el que hayan sabido v i v i r aquellas " p a r a siempre desvanecidas horas de mi v i d a de b o h e mio, horas de i l u s i ó n y de p o e s í a " . D i r á q u e , después, entraron en " l a e d a d del j u i c i o " que a b a n d o n a r o n ese mundo ideal y fantástico que h a b í a n creado para sí y q u e , al fin, e m p e z a r o n a hacerse hombres serios. Cree q u e , a pesar de esa v i d a f e l i z , superficial e irresponsable, cumplieron con romper el amaneramiento de los escritores c o l o n i a l e s y se lanzaron audazmente a la empresa r e v o l u c i o n a r i a , luchando con fe y con é x i t o . D e esa manera, cuando haga la biografía de los principales companeros, que le da al testimonio ese aire chismoso de f a m i l i a , u t i l i z a r á dos lenguajes, donde d i s t i n g u e , por un lado, al hombre p ú b l i c o y , por otro, al bohemio. Para el primero nombrará sus cargos, sus c u a l i dades c í v i c a s , su p a r t i c i p a c i ó n en la A d m i n i s t r a c i ó n y sus é x i t o s . Para el s e g u n d o , e m pañará con una constante ironía amable los logros artísticos, que no se refieren a la v i da p ú b l i c a , sino a la v i v e n c i a marginal de un grupo inmaduro y a la intimidad de una personalidad p r i v a d a . R i c a r d o Palma, e n 1887, se ríe de a q u e l l a primera juventud a la que opone la madurez. Los textos que hemos reproducido de Benjamín Cisneros nos han mostrado que, para a q u e l l a juventud, la p r o d u c c i ó n literaria no era n i n g u n a aventura frivola y que a l l í se jugaba nada menos que el problema de su modo de pertenencia a su s o c i e d a d y a la historia, y el de la propia identidad. O c u r r i ó , sin embargo, que la 103

identificación con un mundo utópico y heroico fue tan decidida, y que la destrucción de esa imagen al entrar en colisión con la realidad social tan definitiva, que se debe producir necesariamente una reinterpretación escéptica de aquella época y asimilar la tentativa por producir un nuevo horizonte cultural con la inmadurez juguetona, con la superficialidad y la bohemia. De la misma manera, a partir de acá, toda la producción artística será referida a la intimidad, a la vida privada, a la sensibilidad, a la belleza o al ocio gratuito, desvinculándola de la vida social. El hombre se escinde entre el personaje público, donde ejerce acciones responsables y mantiene una relación eficiente con la sociedad, por otro lado, la intimidad privada donde realiza su propia identidad. Julia o Escenas de la V i d a en Lima (Setiembre de 1860) representa esta nueva opción cultural. En el prólogo, Cisneros es consciente que inaugura un nuevo género, donde se opone tanto a la intención crítica o risueña del costumbrismo, como a la agresión escéptica de la sátira. El ridfculo frivolo y la crítica hiriente se han apoderado muchas veces de nuestras costumbres; pero nadie ha estudiado hasta ahora su faz bella, e l e vada y poética. Hay sin embargo en nuestra existencia social, en nuestra vida íntima de familia y en nuestros hábitos populares, un horizonte infinito abierto a la poesía, a la contemplación y al romanticismo. Se propone entonces hacer un romance al modo francés moderno, al que califica de noble y moral, y no desvirtuarlo presentando las formas de escándalo y de prostitución de una sociedad. El nuevo género es el de la novela intimista y emocionalista burguesa. Es un texto aristocrático, de diálogos contenidos, escenas idealizadas, donde nada hay que sea chocante, vulgar o inmediato. El lenguaje está pensado para purificar la realidad cotidiana - l a misma que puede ser vista por otra perspectiva como motivo de escándalo y prostituida- de manera que evidencia solo los aspectos bellos, poéticos y románticos de la v i d a . La misma experiencia literaria debe ser un momento de poesía y , por ello, esa constante afectación de los diálogos, de las descripciones y de la interioridad de los personajes que obeceden, ahora, a un nuevo estereotipo. Y a no se trata del mundo de las formas ideales sino de lo cotidiano idealizado. Se configura acá el paso de lo heroico a lo prosaico, de lo trágico a lo moralizante, de los grandes hechos paradigmáticos a lo cotidiano, de lo objetivo a lo íntimo, y de los escenográfico y espectacular a lo privado. De a l l í el artificio narrativo, aparecido tambjén por primera vez en la literatura peruana, donde el narrador construye el relato como una confidencia a un amigo mostrándole sus sentimientos interiores. En este relato no se pueden reconocer ninguna de las experiencias sociales que v i vió su autor, o la sociedad^ peruana tan brutalmente conflictuada en aquella época, s i 104

no que se encuentran frecuentes elogios a la vida capitalina donde se habla de "las encantadoras especialidades de nuestro modo social de existir", o de " l a dulzura . . . y encantos de nuestra vida de afecciones" ' p . 42). En el Cap. X I I , casi al terminar la novela, una reflexi&n global sobre lo narrado le hace decir que " D i o s nos ha dado una vida doméstica, tierna, dulce, indefinible, llena de hábitos y encantos suficientes para formar la paz de la casa y la felicidad del corazón" (p. 133). Es claro que el interés se centra en la familia y en la vida sentimental de los individuos. La alabanza más sostenida se refiere a la mujer: la lime Pía tiene "corazón excelente", " v i v e z a de espíritu", "sensibilidad delicada, tierna y exquisita", "penetraci&n profunda para las cosas serias", "perspicacia íntima y delicada", etc. En suma, " e l coraz&n de la limeña es un vaso de tierra purísimo en que Dios ha puesto la savia de todos los buenos sentimientos, desde el heroismo hasta la resignaci&n" 0 2 9 ) . Este complejo de virtudes - d i c e Antonio Cornejo g Polar , a quien seguimos en este análisis-, está permanentemente acosado por un paralelo y más nutrido complejo de vicios que también caracterizan la sociedad lime Ra. Se trata de la pasión por la exterioridad, del deseo de aparentar y deslumhrar,de ganar prestigio por la ostentación de la riqueza y de la posición social. D e allí nacen tres vicios sociales que pervierten el buen natural de la vida limeña - e l contrabando, la usura y el juego-. La novela se desarrolla contraponiendo las excelsas virtudes y el ¡nocente amor de Julia con la seducción que ejerce sobre ella este mundo hasta que, finalmente, se desencadena la tragedia donde el amor es vencido por la ambición. Frente a este drama vive Andrés su existencia laboriosa, frugal y estudiosa que formaliza mas o menos aquellos nuevos valores a que hemos aludido durante la primera etapa europea. Como hemos visto, el nuevo género novelesco se produce no porque haya cambiado el público popular, sino porque se ha roto la relación con la realidad social y con la imagen de la propia identidad, en un momento de interiorización, de reflexión y de estudio en la soledad. Lo que es muy difícil de explicar es que esa vuelta sobre st mismo y ese pedido de cuentas a la primera experiencia social, dé por resultado la decisión de hacer resaltar solamente lo bello y lo poético de la vida privada cotidiana de esa sociedad, no poniendo en tela de juicio ni a esa sociedad que tantas desilusiones le ha producido, ni constituyendo un problema su propia actitud ante la vida. La mirada alejada a la sociedad y a la propia individualidad, se resuelven en un estereotipo idealizado que los encubre. Si tenemos en cuenta que el mismo estado de frustración y desencanto, seguido por un similar movimiento de interiorización realizado en la marginalidad, han dado 105

por resultado las memorias de P i u v o n e d a , las de Echenique, las de O r b e g o z o , las de M e n d i b u r u , las de V a l d i v i a , de Francisco C a l d e r ó n , de Távara, de L a v a l l e o de C á c e -

9 res,

caemos en la cuenta que la verdadera o p o s i c i ó n no se plantea entre este nuevo g é -

nero y e l costumbrismo o la s á t i r a , sino entre todos aquellos que han a p e l a d o a la prod u c c i ó n de la c u l t u r a para configurar su r e l a c i ó n consigo mismos y con el mundo, y a q u e l l o s otros que la han u t i l i z a d o para o l v i d a r , compensar y o c u l t a r esa r e a l i d a d .

No

será a l acaso, entonces, que estos poetas y escritores se puedan incorporar a p r o b l e m á t i camente a la a n t i g u a é l i t e social que combatieron y q u e , a su v e z , esa misma é l i t e e l e ve sus producciones a la categoría de la c u l t u r a o f i c i a l , los r e c o n o z c a , los prestigie y los recompense, mientras a q u e l l a otra p r o d u c c i ó n c a i g a en e l o l v i d o . Esta l i t e r a t u r a ya no puede ser llamada l e g í t i m a m e n t e

r o m á n t i c a sino en el sentido p e y o r a t i v o que tiene

este concepto para referirse a l emocionalismo sensiblero r e f e r i d o predominantemente a la s u b j e t i v i d a d p r i v a d a . M i e n t r a s la etapa a n t e r i o r , a pesar de su f i j a c i ó n esencialista e n e l pasado de la i l u s t r a c i ó n , tenía e l carácter d e f i n i d o de un subjetivismo r o m á n t i c o , porque s i g n i f i c a b a la c o n f i g u r a c i ó n del i n d i v i d u o en su propio lenguaje como opuesto a su mundo, este subjetivismo r e b l a n d e c i d o no es sino un vago sustituto para ciertos momentos privados que no d e f i n e la personalidad burguesa que la p r o d u c e . N o es ya un i d e a l , sino una i d e a l i z a c i ó n f o r z a d a de l o r e a l . N o i m p l i c a una r e l a c i ó n con e l mundo sino que trata de o l v i d a r esa r e l a c i ó n . Y si la p r o d u c c i ó n de la crónica y de la costumbre ilustrada buscaba entender e l medio; si la sátira pretendió a g r e d i r a la sociedad a la que i n e v i t a b l e m e n t e se p e r t e n e c e ; si la memoria a p e l a a l recuerdo para dar coherencia a la e x p e r i e n c i a pasada, donde se i n t e r p r e t a e l destino i n d i v i d u a l a la luz de sus relaciones sociales y de los procesos históricos; la novela sentimental burguesa no es una e x p l i c a c i ó n , no es una u t o p i a , no es una agresión sino un compromiso, a l n i v e l más s u p e r f i c i a l de la v i d a p r i v a d a , con la sociedad degradada a la que resignadamente e l nuevo i n d i v i duo se r e i n c o r p o r a . I m p l i c a la r e n u n c i a a que la c u l t u r a intervenga en la historia, la r e n u n c i a a que las e x i g e n c i a s de un e s p í r i t u i n s a t i f e c h o se inmiscuyan en las relaciones sociales, la r e n u n c i a a buscar la propia i d e n t i d a d a p a r t i r de una p r o b l e m a t i z a c i ó n de la p r o p i a imagen y la r e n u n c i a a diseñar un h o r i z o n t e humanizado de la e x i s t e n c i a . T o do e l l o , compensado con la ternura de la v i d a í n t i m a y la b e l l e z a c o n t e n i d a en un l e n g u a j e i d e a l i z a d o . Esta d o c t r i n a e s t é t i c a , que como se ve es una toma de posición f r e n t e a si mismo, frente a la sociedad y frente a la c u l t u r a , ha dominado e l h o r i z o n t e o f i c i a l peruano los próximos c i n c u e n t a años y ha persistido aún más t a r d e , por e j e m p l o en la idea que se tuvo del f i n de la enseñanza de la l i t e r a t u r a n a c i o n a l , hasta hace muy pocos anos. 106

A partir de 1862, Cisneros se esfuerza por recomponer su r e l a c i ó n con la s o c i e d a d en base a un pragmatismo v a c i a d o i d e o l ó g i c a m e n t e . H a c e tiempo que creo - e s c r i b e e n J u n i o de 1 8 6 3 - que necesitamos gobiernos, no de grandes e imponentes personalidades, sino p a c í f i c o s , trabajadores y de buen sentido. Reglamentar y o r g a n i z a r la administración en todas sus r a mas, previendo y p r o v e y e n d o infatigablemente: he a l l í el gran secreto para gobernar los países hispanoamericanos cuando han llegado a a l c a n z a r unas semanas de p a z . C u a n d o muere S a n Román, se a l e g r a con la V i c e p r e s i d e n c i a de C a n s e c o que justifica su "constante pensamiento: el Perú n o necesita sino un hombre de buena v o l u n t a d , con h o m bres r a c i o n a l e s a su a l r e d e d o r " . M 6 s adelante (noviembre 1863), cuando se entera que se prepara otra r e v o l u c i ó n n a c i o n a l i s t a dominada por los liberales, aprueba que se p r o cure " h a c e r entrar e n orden al g o b i e r n o y a los p a r t i d o s " , pero condena toda r e v o l u c i ó n . En la misma carta a n u n c i a su nueva n o v e l a Edgardo, a la que pone por Subtítulo A m o r y Patriotismo, y a la que caracteriza como la "historia de un ¡oven de mi g e n e r a c i ó n , d o n de h a y episodios de amor, sueños patrióticos, a m b i c i ó n y muerte del héroe; gran drama del 5 de e n e r o " . En 1864 fabril) hace un d i a g n ó s t i c o del país con profunda tristeza y d e s a l i e n t o , pues juzga que una r e v o l u c i ó n sería el mayor mal que le puede sobrevenir. H e c h a la culpa de todos los males a la " i g n o r a n c i a de la g e n e r a c i ó n que nos g o b i e r n a " como si todo el problema fuera su g r a d o de ilustración. A p r u e b o la propaganda liberal de La R e p ú b l i c a en todos sus términos, pero aconseja moderación, de manera que no s e a n a q u e l l o s ideales los que se impongan sino que " l a moralidad, la l e g a l i d a d , el tino, la ilustración y la previsión lleguen a dominar y penetrar e n los G o b i e r n o s del p a í s , merced a las e v o l u c i o n e s y reacciones naturales de las cosas en la órbita de la l e y " . Y termina aconsejando nuevamente, que " l o s más vehementes sentimientos del patriotismo p u e den

concillarse con la moderación sin abandonar el estandarte del progreso y de r e g e -

n e r a c i ó n n a c i o n a l " . M á s a d e l a n t e , c u a n d o hace un b a l a n c e de la s i t u a c i ó n , muestra que n o aconseja esta actitud porque h a y a cambiado de o p i n i ó n a c e r c a de la é l i t e d i r i gente que domina el país. A c o n s e j a prescindencia y r i d i c u l i z a el que se quiera castigar la traición de P e z e t a n t e España c u a n d o todos los que antes fueron castigados, a h o r a , siguen dominando el gobierno como un mismo grupo impune a toda sanción: E c h e n i q u e o v a c i o n a d o a l regreso del destierro, V i v a n c o es a h o r a la personalidad más c a r a c t e r i z a da del g o b i e r n o , C a s t i l l a sigue i n f l u y e n d o y , sí cayera Pezet, regresaría a m n i s t i a d o p a ra incorporarse al mismo grupo de militares que todo lo d o m i n a . A partir de esta s i t u a c i ó n , aconseja que nada se h a g a por la v i o l e n c i a que ensangrienta,

desvasta

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y desprestigia al país para dejarlo después igual que antes. Piensa que los bandos que se disputan el poder son igualmente insensatos y los califica " e n la serenidad de mi razón, a unos pocos, niños; muchos, insinceros o farsantes; y, el resto, locos. Recorre con la mirada todos los países de la América Española:

Todos en la anarquía!" O p t a ,

entonces, por la prescindencia porque tomar parte en la política sería favorecer a uno de los bandos. Uno debe mantenerse " e n una esfera superior a las pasiones y los intereses personales". Si algo ha de hacerse con el país, sea en paz, sin mezclarse en las l u chas fratricidas. "Estoy por la paz, la paz lo más pronto posible, la paz a todo trance, la paz ante todo. La guerra civil me tiene abatido, atribulado, enfermo de espíritu y hasta avergonzado ante los que me conocen en este puerto" que, cuando lo saludaban, le preguntaban si el país seguía todavía en revolución (Agosto 1865). Paz, trabajo, buen sentido, administración, colaboración positiva, prescindencia política, moderación son los Cínicos medios para luchar por el progreso y la regeneración social; hay que mantener una razonable serenidad y colocarse en una esfera superior a las pasiones y los intereses personales, sin mezclarse en las luchas fratricidas ni identificarse con el populacho ni con la corrupción de la élite dirigente: esta es la ideología y el comportamiento social que condioiona aquella opción por una cultura sentimental e intimista que tampoco quiere mezclarse en la vida política, en la corrupción y en la guerra fratricida, y procura mantenerse en una razonable serenidad y una esfera superior de la vida. N o es un filisteísmo sino una resignada renuncia y un sabio apartamiento a la vida privada, aristocrática, en otro nivel de la sociedad. Este mismo ideario lo llevarán a componer, más tarde su elegía A la Muerte del Rey Don Alfonso X I I , donde hace la apología del soberano ilustrado que se mantuvo sobre la política y los partidos y fomentó el progreso, como un eco lejano de los ideales de un soberano constitucional de SanMartín, Bolívar o los primeros liberales aristocráticos, y con la que ganó los juegos florales de La H a bana (1886); o el largo poema inconcluso Aurora Amor (1891) que, en una repetición de la etapa romántica, señala a tipos y formas ideales para justificar épicamente el í m petu del siglo. Estas composiciones fueron las más celebradas en su tiempo y le valieron su coronación. De esta manera llegamos a explicarnos la aparente contradicción entre la progresiva radicalización y la intensa participación política de la ¡oven generación romántica y , por otro lado, la distinta resolución artística con que formalizó esa experiencia en el nivel del arte y de la cultura. Y podemos resolver el problema del porqué esta generación, que se embanderó decididamente en la lucha contra las d i c -

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Induras, se enfrentó a los prejuicios defendidos por el poder clerical, llevó adelante una intensa campana ideológica para fundar una sociedad moderna, ejecutó tres revoluciones para apoderarse del poder estatal, intentó reemplazar al Ejército por la Asamblea representativa y por el pueblo armado, trató de destruir a los cfrculos que dominaban el poder económico oponiéndose a la consolidación de la deuda pública, a los negociados de los consignatarios del guano, al déficit presupuestario que provento de los cuantiosos gastos del Ejército y del saqueo del tesoro por quienes gozaban de discutibles derechos adquiridos, y a los terratenientes que vinculaban su poder con la esclavitud de los negros, la explotación de los chinos y el dominio de los indios;porqué, repito, esta misma generación revolucionaria habría producido un romanticismo sin referencias a la v i da política y social y , posteriormente, defendió conscientemente que la función del a r te consistía en la espiritualización de los sentimientos privados y en la creación de un ámbito que obtenía su valor en la medida en que lograba independizarse de su medio social y suprimir las experiencias concretas de la vida.

3 . 3 . La consolidación del romanticismo intimista como cultural privada de la aristocracia republicana

A partir de los últimos anos de la década del setenta, dominará en el ambiente social limeño un nuevo espíritu preocupado por lo práctico, lo bursátil, lo atildado y , salvo momentos excepcionales, lo sedentario. Fue un ritmo aburguesado en una situación aparentemente próspera y confiada. En 1866 se instaura la dictadura de Mariano Ignacio Prado, triunfante en la revolución nacionalista contre Pezet, con un gabinete liberal de "talentos", como lo llama Casós. El 2 de M a y o , que se combate contra Espana, es una jornada cívica multitudinaria que deja una sensación de triunfo, no sólo contra la agresión, sino contra el mismo estado de disgregación social que vivía la é l i te dirigente. Se instaura un reformismo progresista democrático que buscaba reordenar el sistema hacendarlo, moralizar la vida del Estado, reorganizar el aparato administrativo y enfrentar el grave problema económico de una posible bancarrota del Estado. A l poco tiempo se enfrenta nuevamente el Poder Ejecutivo con el Congreso Constituyente, los liberales se ven hostigados por todos aquellos que defienden sus "derechos adquiridos", por el Ejército, por los hacendados, por los propietarios de predios rústicos y urbanos y , aún, por los indios, pues todos ellos se oponen a las reformas y al nuevo siste109

ma impositivo que intentaba sanear las fuentes de recursos del Estado. A n t e el ambiente revolucionarlo, un ministro liberal manda a deportar a Castilla, a quien llama " e l obrero más infatigable del desorden" (1867) y se da una Constitución liberal. A los primeros enfrentamientos con el Presidente, Casos pide el enjuicimiento del Poder Ejecutivo, presenta un proyecto por el que la Asamblea reasumiría aquella facultad en la persona del Presidente y convocaría a l Ejército para defenderla, hasta que se produce la revolución de 1868 dominada por la reacción caudillista y conservadora. En esta época termina la presión liberal que se mantuvo constante veinte años, siempre esperando dar la batalla definitiva tantas veces soñada para dominar el poder y lograr la transformación del país. El país, entonces, parece permanecer dominado por e l ímpetu de la expansión económica pero, también, por el caudillismo militar y los sectores conservadores, manteniéndose la sensación de corrupción en e l manejo de los negocios del Estado, usufructuados por los consignatarios del guano y los beneficiarios con una serie de prebendas conseguidas en las sucesivas r e v o l u c i o n e s . ' ^ Ante este panorama, se consolida el abandono de las posiciones políticas y de los planteos ideológicos de los liberales y se afirma su incorporación a la é l i t e dirigente y a l mismo ritmo simultáneamente aburguesado, caudillesco y venal de esa sociedad, justificándose con la colaboración racional, administrativa o ¡lustrada que aportaban. Se da, por lo tanto, una adhesión a aquel proyecto básico con e l que la clase dirigente, a la que habían combatido, imaginaba la organización de la sociedad y del Estado y a l modo en que han de encarrilarse las relaciones sociales, constituyendo un grupo de profesionales, de técnicos, de diplomáticos y de artistas que no sólo no es disidente ni contestatario, sino que es la faceta moderna donde la misma clase tradicional reconoce su propio progreso social. Esta ambigua reincorporación de los antiguos liberales produce aquella necesaria reacomodación ideológica que ya hemos comprobado en Cisneros y , con e l l a , también la escisión entre la personalidad pública y privada y lo referencia del nuevo arte, con nuevos lenguajes, temas y funciones, a esta última. En 1862, por ejemplo, Pedro G á l v e z , e l antiguo radical, regresa encandilado de la Corte de Napoléon III y se dedica a preparar un proyecto de Moneda y de Banco de emisión, depósito y descuento organizado en forma de sociedad anónima, con grandes privilegios para el Estado, colaborando con tareas de tipo administrativo y mostrando una moderación política tan manifiesta que se hace evidente que, por sobre e l revolucionario del Colegio Guadalupe, ahora v i v e el pragmático, e l realista y el administrador de los gobiernos g u a n e r o s . ' ' Casós, a pesar de su demagogia revolucionaria en las Asambleas, aban110

dona su escaño a cambio de un cargo en Europa en 1867. Ricardo Palma y Carlos Augusto Salaverry, apoyan la revolución de Bal ta y , el primero, es su bardo y su cronista y , e l segundo, su secretario y , después, es nombrado Diputado en las Cámaras. El mismo Salaverry cantó las glorias de C a s t i l l a , de Bal ta, del difunto Manuel Prado, de Francisco GarcTa Calderón y publicó sus poemas gracias a una subvención del Estado, mientras cumplía una misión en Europa, en 1872. De esta época, y no de antes, es ese apoy o incondicional de los principales dirigentes de la é l i t e dominante a la literatura -a estos poetas y esta literatura (y no del período romántico liberal)- cuando éstos litera12 tos ya pertenecían por derecho propio a la misma é l i t e social. En 1866, Sebastian Lorente -el precursor del romanticismo liberal- enuncia teóricamente la nueva postura frente a la cultura y el arte en un discurso académico, en la apertura del año de la Universidad de San Marcos. Lorente defenderá la importancia v i t a l de los estudios humanísticos en los que incluye la filosofía, la historia y la literatura. Es una reflexión sobre el hombre ilustrado que es capaz de incorporarse a ese gran movimiento histórico por e l que " e l género humano se encamina a mejores destinos". Piensa que se deben estudiar los grandes problemas de la filosofía además de la erudicción escolar que pasa revista a los sistemas y a los conceptos. Juzga que la historia debe enseñarse con un punto de vista práctico de manera que sea posible aplicar sus lecciones a la vida del Perú que, " e n su pasado y en su territorio lleva escrita la revelación de su grandioso porvenir", procurando crear un ambiente de confianza en la v i t a l i d a d de esta sociedad a pesar que las tormentas políticas nublen el presente y no permitan vislumbrar e l futuro. La filosofía, por lo tanto, tendería a formar la personalidad en contacto con los grandes problemas de la humanidad; la historia sería un instrumento de comprensión del proceso social y afirmaría la voluntad de dominio de la propia situación nacional; la literatura, en cambio - a la que le dedica la mayor atención-, permite acceder a l encanto y la fruición de la belleza. N o vengan a decirnos los hombres muertos para el entusiasmo, que los goces literarios son puras ilusiones. Si ilusiones fuesen, serían las ilusiones más dulces y mas duraderas; ilusiones que entretienen a l niño, extasían al ¡oven y en la helada vejez presentan al corazón un clamor suavísimo. Mas no, no es una ilusión de sabiduría presentada con todos sus encantos; la sabiduría, cuya virginal belleza excita castos y misteriosos amores, según el lenguaje del divino Platón; la sabiduría, que desciende del cielo para hacer a los hombres mejores y más dichosos. La referencia a la ilusión muestra que Lorente supone aquella dicotomía entre personalidad pública eficiente y vida privada gratuita, subjetiva e interior. Su discurso se di111

rige a valorar esta segunda faceta a la que llama una "sabiduría" donde se entra en contacto con lo dulce, el éxtasis y el suavísimo clamor, donde se vislumbran aquellos ideales morales que faltan en la vida práctica y donde se asumen sentimientos que descienden del cielo o , como dice mús adelante, los "escondidos tesoros" de la cultura. El mismo Luis Benjamín Cisneros, cuando ya sea un opulento hombre de negocios, gerente de las compañías que explotaban el salitre, llamado a dirigir la Sección Literatura de a quel Club Literario a que nos referimos en la primer parte de este trabajo, dirá en su discurso inaugural (1874) que pide voluntariamente a los serios participantes alguna hora de sus ocios para hacer algo por la literatura, que sólo han de pretender ese "fantasma a6reo y luminoso que se llama la gloria" y recuerda que en el Perú " n o hay literatura popular y que la literatura, como el arte, como sentimiento y como goce refinado del espíritu, es un privilegio entre nosotros". A esa actividad aristocrática vinculada con la vida privada, gratuita y ociosa, la llamará también "aliento de los espíritus" y "conso13 latriz de todos los dolores". Si se leen los poemas amorosos de Salaverry teniendo en cuenta su otra faceta laudatoria o ideologizante con los gobernantes de turno, se podrá percibir el sentido de esa interiorizaci&n sensitiva y melodiosa que ha representado el más délico e intenso lirismo de su é p o c a . ' ^ Su poema El héroe y el bordo (refiriéndose a él y Bal ta) muestran una concepci&n de la funci&n del poeta como de aquel que está en un ámbito superior 'Dios . . . / A vos os abrió el campo de la guerra . . , / a mí . . . / V u e l o s para dejar la tierra / y lira para cantar ilustres hechos . . . / V u e s t r a gloria será en lo venidero / de las leyes salvar el arca santa . . . / Y mi gloria mayor cantar la vuestra"!) y cuya funci&n es idealizar la figura de los que detentan el poder. La misma idealización del yo, de sus sentimientos íntimos y de sus experiencias amorosas empanan la vivencia directa de la vida en una visi&n idílica, rítmica y armoniosa que lo encuadra en un marco alejado y le trata de insuflar un matiz de amable b e l l e z a . ' ^ Hacer poesía se convertirá - c o m o diría Machado a propósito del Modernismo- en un idearafeites para una tarea cosmética, donde se trata de ocultar la realidad circundante y la experiencia cotidiana con un barniz de idealismo que permite soportarlos. Y de allí que no será muy difícil poder relacionar todo este modo de producción de un tipo peculiar de cultura con su más alta realización en el período Modernista. Porque toda ella está soportada por esa escisión entre arte y vida social, entre cultura y vida cotidiana, entre poesía y experiencia inmediata. El modo de producción del modernismo se consolidará cuando esta tendencia incipiente sea cul112

tivado por profesionales de la belleza y del lenguaje, que se dediquen con ahinco a la tarea de abolir la experiencia cotidiana amputando todas sus impurezas hasta convertirlas en una experiencia estética. Serán maestros en el escamoteo deliberado de todas las aristas de la realidad, aún de la propia vivencia, y expertos eri el oficio artesanal que sabe encontrar palabras, ritmos, imágenes, contextos y melodías que permitan trasladarlas a una esfera distante, aut&noma y casi autosuficiente del canto poético. Se tratará precisamente de suprimir aquello que entrega la vida sin negarlo, a través de un nuevo lenguaje que la reintegra a un universo orquestral y sonoro. N o habrá modo más eficaz de justificar ideológicamente el proyecto de una clase social sin nombrarla ni cantarla - l o q u e también hicieron- ya que se realizará en base a la escisi&n entre la existencia y la conciencia, refiriendo a la cultura solamente a un reino ideal de belleza y procurando que no interfiera en la vida de la sociedad o del propio yo, sino que las purifique, que las transforme y las i d e a l i c e . ' ^ Todos los grupos intelectuales peruanos tuvieron, como problema fundamental, la definici&n de su propia identidad. Es convincente la reiterada tesis de Basadre, donde afirma que la gesta emancipadora y las sucesivas luchas nacionales tuvieron eco multitudinario.

Esto significaría que, a nivel de la producción de la cultura, las tenden-

cias y los productos intelectuales, ya sean las Constituciones, los periádicos, los discursos o las obras literarias, significarían la cultura de toda la naci&n. Las cosas, sin embargo, podrían ser planteadas de otra manera. N o se trata de que la gran mayoría indígena y la ya amplia clase urbana iletrada no pudieran tener conciencia actual de todos estos problemas, aunque en definitiva toda esta producci&n podría haber representado sus intereses históricos confusamente entrevistos cuando participaban en las luchas nacionales. Este argumento tendría que explicar la diversidad de intereses a los que se incorporaban y, se siguieron sucesivamente incorporando hasta que la lucha toma un a cento anticivilista y antiologárquico con el Pierolismo costeño y, más tarde, clasista con las rebeliones indígenas y las luchas obreras de este siglo. Pero, más que eso, se trata de comprender que el movimiento por la Emancipación y , después, por la organización de la República a lo largo de los últimos dos siglos, ha sido un fenómeno inducido por la revolución democrático-burguesa de los países industriales. Y si es posible decir que la naci&n como totalidad se articula progresivamente a ese movimiento con el inicio de la República, hay que tener en cuenta que el impacto de esa ola expansiva no es el mismo en la élite ¡lustrada, en la que se incorpora aparte de la antigua clase dominante y dirige los negocios del Estado, y en la mayoría popular. El dinamismo con 113

que se forman estas élites ilustradas, con que progresan y ascienden rápidamente a los altos niveles de la sociedad, con que se reclama su colaboraci&n, con que se vinculan a la sociedad europea y se desvinculan de la nacional es tal, que pronto se produce un grave desfasaje entre ellos y su realidad social. Es en ese momento cuando se plantean con agudeza el tema de su propia identidad y de una imagen del mundo, de la historia y de sí mismos que de alguna manera elabore su experiencia social, que no es sino la manifestación, al nivel de la conciencia, del gravísimo problema de su modo de pertenencia a la sociedad nacional, a la élite dirigente y a la moderna sociedad europea. Por ello, la producci&n de su cultura se ve también problematizada y no puede ser d i rectamente referida a la sociedad nacional y , tampooo, a la élite dominante, sino que ha de ser vista como la producci&n de un horizonte de un grupo diferenciado y sometido a graves contradicciones con su medio s o c i a l . ^ A partir de este planteo, es posible reflexionar sobre las diversas soluciones que estas élites ¡lustradas han ido formulando precisamente en la producci&n de su culturaa ese problemático modo de pertenencia a su sociedad, a l papel hist&rico que debían representar y a la definici&n de su propia identidad. Se podría así describir el nacimiento de este apartamiento y la paulatina diferenciación de la primera élite ilustrada, dependiendo todavía de la Corona, de la corte virreinal y de las instituciones clericales, a fines del siglo X V I I I . En el nacimiento de la República, podrían estudiarse las diversas actitudes que toman los que pertenecen a la antigua nobleza como Pando, Riva A g ü ero o Felipe Pardo y A l i a g a , partidarios de una modalidad aristocrática, elitista y autoritaria; aquellos otros que se constituyen en personajes civiles principistas que representarán la tendencia democrático-burguesa como Vidaurre, V i g i l , Luna Pizarro o V a l d i via; y la incipiente figura del profesional medio, que se pone directamente en contacto con el pueblo urbano como Segura, Bonifaz o el costumbrismo localista. De la misma manera hemos estudiado cuál ha sido la actitud, la soluci&n y el proyecto que ha sostenido la cultura en el periodo llamado romántico. A l pasar revista al esfuerzo de autodefinici&n de esta generaci&n en la década del cincuenta, a sus relaciones con la élite dominante y con la clase popular que configuraba la opini&n pública y , sobre todo, su identificaci&n con las formas modernas de las sociedades industriales, hemos comprendido algunas características de ese primer proceso cultural. Por un lado, es la primera generaci&n propiamente republicana, en el sentido que ha nacido, crecido y dominado el ambiente cultural a partir de las posibilidades y las experiencias que le brindó la sociedad republicana. De a l l í esa extraña síntesis - l a primera síntesis de un nuevo modo 114

de ser entre aristocracia ¡lustrada, liberalismo democrático y populismo urbano, entre tradición y modernidad-, que manifiesta el primer romanticismo. También es posible a firmar que esa confluencia se da solamente en esa generación juvenil, bajo el dominio de la tendencia liberal. Por este motivo, ellos se pueden identificar con los antiguos representantes de esta actitud, recoger su herencia y tratar de consumar sus proyectos, creando una relaci&n ambigUa con la élite del poder y con los sectores populares urbanos que se resolverá en una actitud revolucionaria. Esta cultura, precisamente, cre& esa relación y posibilitó ese romanticismo revolucionario que, esta vez con claridad, no pueden ser atribuidos a toda la sociedad, ni siquiera a todas las élites, sino que era en lenguaje exclusivo que los identificaba, los diferenciaba y posibilitaba sus proyectos de acción. Sin embargo, a partir de 1858, el proyecto revolucionario fracasa, la imagen del mundo que los mantenía en la expectativa se destruye y , sobre todo, la conciencia que tenían de su propia identidad y del modo en que han de pertenecer a la sociedad entra en una violenta crisis que nunca pudieron realmente resolver. Los ideales liberales y la conciencia aristocrática de ser los representantes del progreso humano, de la racionalidad, de las luces y de aquello que más convenía a su propia sociedad no desapareció nunca de esta generación. Y , simultáneamente, debieron resolverse a participar forzadamente en la administración y la política, en los negocios y en la organización de la cultura con aquella élite a quien consideraban corrupta, con ese pueblo al que desde entonces despreciaron y del que se apartaron, añorando una sociedad como la europea que los hacía avergonzar de su anárquico estado social. Ellos no tuvieron ninguna duda para definir los polos de aquella antinomia entre la que se debatían la sociedad moderna europea y la anárquica sociedad local. Su problema era definir quién eran ellos mismos, cuál había de ser su modo de pertenencia a su sociedad y cuál era la finalidad y el tipo adecuado de cultura que debían producir para que configurara esa imagen de sí y esa relación con el mundo. A partir de 1860, esta generación intenta varios caminos. Por un lado, colaborarán activamente con el Gobierno como profesionales, administradores y técnicos, intentando más de una vez una crítica ¡lustrada a la situación económica, a las relaciones internacionales o la organización administrativa y hacendaría. Algunos de ellos escriben folletos, otros participan activamente en el Parlamento, casi todos siguen colaborando en los periódicos y , otros, se dedican a la tarea profesional de la enseñanza. Pero, por otro lado, en lo que se refiere a la producción literaria, se produce un distanciamiento 115

d e f i n i t i v o entre ellos y la s o c i e d a d urbana, en la que i n c l u y e n a los antiguos dirigentes, al pueblo que los a p o y a b a y a la nueva plutocracia que los u t i l i z a b a para su propio e n riquecimiento. Si hay a l g o de común en todos e l l o s , será esa ruptura que n o tiene r e 19 greso.

A l g u n o s producirán una literatura s a t í r i c a , desencantada, con lo que reafirma-

rán ese r e c h a z o y se incorporarán al antiguo antagonismo de a l g u n o s sectores r e a c c i o narios que, como F e l i p e Pardo y A l i a g a con su proyecto de constitución M 8 5 8 ) , o como M a n u e l A t a n a s i o Fuentes, condenaban la e x p e r i e n c i a r e p u b l i c a n a .

O t r o s tomarán el

camino de la d i f e r e n c i a c i ó n aristocrática como Cisneros y S a l a v e r r y , e v i t a n d o nombrar todos esos temas desagradables y de referir la p r o d u c c i ó n cultural a un cierto ritmo p r i v a d o que los identificaba con la modernidad, la c i v i l i d a d , la humanidad sensible, los valores morales y la intimidad c u l t i v a d a . S o l o R i c a r d o Palma, desde ese

mismo d i s t a n -

cimiento d e f i n i t i v o , toma esa c o n t r a d i c c i ó n con su s o c i e d a d como materia de su tarea literaria y solo él encuentra una forma estética que la configure. D e a l l í la s i g n i f i c a c i ó n e x c e p c i o n a l , pero también el límite de su c r e a c i ó n . En un a n á l i s i s brillante, Escobar 21 de las T r a d i c i o n e s .

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ha d i f e r e n c i a d o entre la materia y el lenguaje

La primera es el acontecer de la s o c i e d a d peruana, a v e c e s con

base documental, otras como leyenda popular, como testimonio o , simplemente, como i n v e n c i ó n de cómo podrían haber sido a l g u n a s anécdotas del pasado. El otro n i v e l , que da el verdadero tono a la obra, se produce a partir del alejamiento del narrador con respecto a l a c o n t e c i m i e n t o . Es como si esa v o z lo desprendiera de su contexto y lo e n tregara, en un ambiente c o l o q u i a l de amigos, con una mezcla de historia y de leyenda, de fantasía, de crítico y de humor, deformándolo y trasmutándolo, para deleitar a l l e c tor. El mundo de la tradición, el suyo, el intransferible, no está e n la historia ni en la r e a l i d a d o b j e t i v a , c i r c u n s t a n c i a l , sino en ese entramado de palabras, ideas y figuras. Es su propio mundo creado a partir de un lenguaje 22 subjetivo que ha transfigurado a q u e l l a incómoda, indescifrable y a n á r q u i c a realidad. Lo notable del subjetivismo de Palma no es solo esa c a p a c i d a d de proyectarse a sí mismo e n el lenguaje s i n o , sobre todo, de tomar posesión del mundo s o c i a l , de la h i s toria y de su patria a partir del lenguaje. N o es suficiente que llamemos la a t e n c i ó n a c e r c a del distanciamiento que provoca esa actitud tan moderna y que produce un arte propiamente burgués; ni tampoco basta que nos satisfagamos d i c i e n d o que se d i r i g e a nosotros como a un a m i g o a q u i e n ha querido darle s o l a z y divertimiento. La inusitada riqueza que d e s p l i e g a en ese complejo aparato lingüístico que i n c l u y e varias normas de habla en las que la íntima y c o l o q u i a l , es la dominante; la rigurosidad literaria que 116

busca transformar la materia hasta lograr la c r e a c i ó n de un n u e v o mundo intransferible e n donde percibir todo lo real; la curiosa m e z c l a de benevolente caricatura, suave i r o n í a , tolerancia picara, e x c e p t i c i s m o y c r í t i c a , mitigados por la simpatía con que describe los personajes y narra las situaciones; la contemplación de todo el despliegue de hechos y personas de varios siglos de historia de su s o c i e d a d , retiradas de su contexto dramático y a n á r q u i c o para trasladarlo, digamos, al interior de su casa donde se reúne con sus amigos y convertirlo en una serie de anécdotas familiares, recordadas con c o m p l a c e n c i a : todo e l l o significa una de las más elaboradas manipulaciones para poder a s u mir su propia personalidad social y poder establecer una r e l a c i ó n no reprimida con su patria. Palma, como todos los de g e n e r a c i ó n , no se ha

sometido a la élite " c a u d i l l e s -

c a " , a la " p l u t o c r a c i a corrompida" o a la " p l e b e i g n o r a n t e " ; solo que él y a no se i d e n tifica con ideales abstractos, ni v i v e en f u n c i ó n de metas utópicas q u e , desde un a p a r tamiento aristocrático, v e en la sociedad sólo c a u d i l l o s , plutócratas y plebe ajenas a sí mismo sino q u e , interiorizando todo su pasado, se ve a sí mismo e n ellos y los e l a b o ra con una sabia bonhomía. N o se percibe e n él y a esa tensión ilustrada que busca m o d i f i c a r la s o c i e d a d a través del aporte de la c i e n c i a , la cultura o la i n t e l i g e n c i a ; tamp o c o una a g r e s i ó n y una ruptura que proteste contra la pertenencia al medio s o c i a l ; no busca o l v i d a r , compensar y embellecer el ritmo cultural de un c í r c u l o a través de la i l u sión de la b e l l e z a , la moralidad o la melodía armoniosa del amor. Para é l , producir cultura

no es un intento de modificar la s o c i e d a d , ni de a g r e d i r l a , ni formular un c o m -

promiso d i v i d i e n d o los ámbitos en que se p a r t i c i p a , sino una r e c o n c i l i a c i ó n c o n s i g o y con su mundo. La c r e a c i ó n de este lenguaje, que como vemos tiene esa c u a l i d a d porque ha s a b i d o formalizar una nueva relación c o n s i g o mismo y con su mundo, señala la a f i r m a c i ó n de un nuevo modo de ser nacional y reproduce a q u e l l a superior coherencia de q u i e n habita con derecho propio sobre la tierra. Y no es lo menos que este hecho se produzca sobre esta n u e v a tierra americana tan zaherida por propios y ajenos. Esta actitud i n é d i ta tenía que favorecer, por su c a l i d a d humana y por su v i r t u a l i d a d para unificar la s o c i e d a d n a c i o n a l , el prestigio de su obra, Palma fue el patriarca de las letras peruanas, el representante de su cultura en A m é r i c a y un escritor respetado e n la A c a d e m i a de la L e n g u a . Pero más que eso, a medida que se fueron incorporando nuevos sectores medios y bajos a la cultura, encontraron en él - y q u i z á s solo en él - la literatura n a c i o n a l .

No

es al a c a s o que ese prestigio le h a y a sido c o n c e d i d o por la é l i t e dominante, ni que los sectores que lo han ¡do sucesivamente a p r e c i a n d o sean aquellos que se caracterizan por 117

un ánimo aproblemático y nacionalista; no lo es tampoco que haya sido combatido por todos aquellos que, desde G o n z á l e z Prada (1894), han producido nuevamente una a c t i tud contestataria o r e v o l u c i o n a r i a y han r e c o g i d o la herencia postergada de ser los disconformes con el mundo que los rodeaba, de protestar por la personalidad social que el ámbito quería formar en ellos y , sobre todo, de negarse a colaborar con una élite dominante a la que nuevamente despreciaban. Por e l l o , la obra de Palma resume la máxima posibilidad y el límite que encontró ese primer modo de ser y de existir propiamente rep u b l i c a n o que produjo su sociedad e n el s i g l o X I X . Escobar llama a Palma el " a b u e l o fabulador" de las letras peruanas y señala c6mo su personalidad histórica ha desaparecido encubierta por la leyenda que emana de su obra: esa v o z q u e , para el lector de hoy y , especialmente para el e s c o l a r , tiene el acento de la época pretérita, de las consejas y razones que preservan el recuerdo e iluminan el pa24 sado.

Esto no solo ha de aplicarso al pasado lejano sino, como llama la a t e n c i ó n Basa-

dre, también a la inmediatez de la v i d a republicana a la que dedica casi un centenar de tradiciones. Esto es v e r d a d , como lo es, q u i z á s mucho más, el hecho que ese recuerdo sea un acto de r e c o n c i l i a c i ó n y una señal de que se puede asumir ese pasado sin amargura. Pero para quien trate de rehacer en mínima parte la frustrada e x p e r i e n c i a social republicana que le tocó e n suerte al mismo Palma, q u i e n pregunte si esa imagen que él ha logrado crearse de sí mismo, tan desfachatamente aristocrática, tan libérricamente e s c é p t i c a , tan constreñida a deformar aquella e x p e r i e n c i a y a trasmutarla para poder a c e p t a r l a , puede ser asumida como proyecto para configurar la propia identidad y la r e l a c i ó n más ajustada 25 con la v i d a , percibirá inmediatamente, como lo p e r c i b i ó M a r i á t e g u i

(1928), que Palma,

como el proyecto social a que se articula toda esta literatura, pertenecen al pasado. El romanticismo n a c i ó en v i n c u l a c i ó n directa con el pueblo y con la élite d i r i g e n te como un populismo ilustrado; se desarrolló a r t i c u l a d o a la lucha del Partido liberal como una utopía r e v o l u c i o n a r i a aristocrática; a partir del fracaso del proyecto liberal en 1858, se produce una crisis sobre su s i g n i f i c a d o s o c i a l . Y a no puede vincularse con el p ú b l i c o urbano, con la clase dominante o con el partido r e v o l u c i o n a r i o y toda r e l a c i ó n con la sociedad se v u e l v e problemática. Se p r o d u c e , entonces, una l i q u i d a ción definitiva de las dos tendencias anteriores y la p r o d u c c i ó n cultural se referirá predominantemente a la v i d a p r i v a d a . A q u e l l a s dos etapas duraron escasamente o c h o años y no logran constituir una tendencia literaria dominante, crear su propia tradición y madurar hasta dar obras de suficiente r e l e v a n c i a estética. Esta última o p c i ó n , e n cam118

bio, seílala la etapa de consolidación de la literatura republicana y formula un proyecto cultural y una doctrina estética que serán reconocidas por la conciencia oficial como " l a cultura peruana". Aquellas no fueron sino tentativas de la ¡oven generación modernizada por asumir un perfil social, que terminaron en el fracaso. La modernidad no pudo ser realizada vinculada a la antigua élite dirigente ni al pueblo urbano tradicional; tamp o c o pudieron optar por una personalidad social autónoma que, ganando el ejercicio del poder estatal, impusiera su dominio sobre la realidad nacional. La primera realización del modo de ser republicano, resultado de su opción por la democracia, se resuelve en una especie de compromiso, donde el individuo se incorpora resignado a una sociedad tradicional que no puede modificar, pero se identifica íntimamente con una modernidad que no puede tampoco representar. Y este será el perfil esencial que caracterizaré a toda la producción cultural de las élites ¡lustradas hasta nuestros días. Ser6 una constante más o menos estática del grupo incorporado a la élite dominante civilista hasta la guerra de 1914. Presentará un nuevo dinamismo que repetirá los dos movimientos anteriores a partir de la guerra con Chile, intentada por otros grupos ascendentes de clase media. Primero, en la novela populista más o menos disconforme con la realidad social, pero que busca expresar su visión del mundo a un público urbano que evoluciona desencontrado con la élite dominante (Clorinda Matto de Turner, Mercedes Cabello de Carboner, Dávalos Lissón, López Albújar) hasta producir una cultura decididamente revolucionaria (González Prada, V a l cárcel, Mariátegui). Después se dará un movimiento de individuación e interiorización que comienza con la poesfa vanguardista de los arios veinte y culmina con la narrativa del intelectual marginal de las décadas del cuarenta y cincuenta. Pero siempre se debatirá entre su condicionamiento por una sociedad tradicional y su empeño por ingresar a la modernidad, sin poder desarrollar una cultura que signifique una u otra cosa y terminando por referirse a la propia individualidad desdichada. Esta 01 tima época, a lo largo de todo el siglo X X , se caracterizará en que ya no se tratará de formular un compromiso entre el individuo y el medio, encindiendo su personalidad en ambas direcciones. Se dará, en cambio, una ruptura.donde se cortan todos los puentes que vinculen la cultura con la sociedad. V a no habrá un público, como existió en la década del cuarenta y del cincuenta; ni habrá un partido que alimente la formulación de un proyecto cultural, como se dió en el Río de la Plata; ni un movimiento popular que lo desafíe y obligue a elaborarlo, como en M é x i c o . Se realizará, en cambio, una literatura que cumpla por primera vez la exigencia interna del subjetivismo romántico, que se refiera a la propia interioridad, que cree su mundo en su len119

g u a j e . Y e n esto no se d i f e r e n c i a r á n esencialmente el romanticismo del s i g l o X I X , el indigenismo literario de V a l c á r c e l , C i r o A l e g r í a o José M a r í a A r g u e d a s , y la poesía vanguardista de M a r t i n A d á n , O q u e n d o de A m a t o C . V a l l e j o . Unos tendrán un impulso social y , otros, buscarán sus certidumbres en la interioridad. Pero unos y otros d e berán enunciar cuál es su mundo, quiénes son ellos mismos y c&mo han de constituir la

26 relaci&n con la v i d a a partir de una e l a b o r a c i ó n literaria. Por esta r a z ó n , con la crisis de 1858 podemos decir que se i n i c i a la literatura p e ruana r e p u b l i c a n a . Es a c á cuando se definen sus razgos esenciales que perdurarán, e v o lucionando dentro del mismo c í r c u l o , hasta mediados de la década del sesenta de este s i g l o . Será, definitivamente, una literatura de grupos de intelectuales ¡lustrados que producen su cultura a partir de una r e l a c i ó n problemática con la clase d i r i g e n t e , con el p ú b l i c o urbano, con la s o c i e d a d tradicional y con la modernidad europea. Será una literatura que tiene por destinatario a l propio grupo de intelectuales cuyo problema f u n damental es la d e f i n i c i ó n de su propia identidad. D e b e r á n responderse, una y otra v e z , qué s i g n i f i c a d o puede tener en esta s o c i e d a d , de la que no participan vitalmente, p r o ducir una cultura. Y deberán desarraigarse, sin poder nunca incorporarse coherentemente a otro ámbito cultural. La respuesta que podrá dar el indigenismo, e n su o p c i ó n por identificarse con un socialismo campesino; la d e c i s i ó n de los poetas como Eguran y M a r tín A d á n , de dejarse absorver por la propia interioridad; la e l e c c i ó n que tomará la joven g e n e r a c i ó n de narradores de clase media de los años c i n c u e n t a , de elaborar su p r o pia m a r g i n a c i ó n y su desarraigo como una protesta en contra de la s o c i e d a d que les ha tocado; todas esas tentativas no s o l u c i o n a n , sino que plantean más a g u d a m e n t e , el problema de la propia identidad del grupo productor de cultura, desencontrado con el mundo e n que deben v i v i r . Y todas estas tendencias tienen su primera formulación en a q u e l l a primera ruptura de la imagen de sí y en la destrucción de la imagen del mundo que sustentó a la primera g e n e r a c i ó n liberal modernizada q u e , desde entonces, no pudo ser recompuesta. En los primeros párrafos de este trabajo habíamos planteado la necesidad de comprender la p r o d u c c i ó n cultural del período romántico e n el contexto de la d i n á m i c a s o c i a l . El primer dato que surgía de un análisis g l o b a l era ese " t i e m p o l a r g o " que había i n i c i a d o el reformismo borbónico para liquidar una é p o c a y para fundar un n u e v o tipo de hombre, en una nueva s o c i e d a d , y que se extiende a lo largo de toda la R e p ú b l i c a . Si el período de la guerra por la e m a n c i p a c i ó n y por la o r g a n i z a c i ó n representan la p r i mera etapa de l i q u i d a c i ó n de una tradición c o l o n i a l q u e , a pesar de todo, permanece 120

tenazmente vigorosa en la mentalidad clerical y aristocrática, en los terratenientes y en la nueva oligarquía militar; el segundo período de prosperidad tiene un matiz de transición en medio de la cual hay que interpretar esta literatura. Esa situación intermedia se caracterizaba por la interacci&n de cuatro actores sociales. Entre los dos primeros, la europa industrial en expansi&n y la mayoría tradicional vinculada a la tierra, la nueva generación liberal opta por una sociedad que se adecúe al funcionamiento institucional de los países industriales, asume sus modos externos de comportamiento, a prende sus lenguas, asimila sus ideales generales abstractos, aunque no se plantea las mismas tareas en lo que se refiere a la modificación de la estructura productiva y de las relaciones sociales. Con el tercer actor, que hemos llamado la opinión pública, tiene una relación urbana inmediata que se extiende al campo del espectáculo artístico, el periódico, las elecciones y , aún mas, las revoluciones. Sin embargo no se siente identificada sino desencontrada con ese pueblo al que, a veces, apela democráticamente, para después vacilar entre el desprecio y una actitud paternalista y pedagógica que busca hacerle comprender sus "derechos" y estimular un comportamiento cjue esté de a cuerdo a su "imagen" ideal de lo que ha de ser un pueblo democrático. A medida que esta juventud se incorpore más activamente a la vida pública, su problema más inmediato será su modo de identificación con la élite dirigente, de la que deberá participar. Esta generación, precisamente por vivir en un momento violento de transición, debió configurar su propio tipo de personalidad social, sus pautas de prestigio, sus reglas de éxito, sus modos de comportamiento. Para simplificar los términos, después del panorama de la élite dirigente que hemos esbozado, tenía que tomar una decisión entre ser como Echenique, como Castilla o como Bilbao. O p t ó por esta última alternativa. Peí o con ello no imaginó un nuevo mundo en el que habitar y por el que luchar, sino que solo diseñó una ansiedad irrealizable cortando sus lazos con la sociedad real a la que debía integrarse. Esta decisión no significó un paso definitivo, como para S a r miento que la planteaba como " c i v i l i z a c i ó n " o "barbarie" y se decidía en una lucha, literalmente, a muerte. Porque excepto aquella ola revolucionaria que podía ilusionarlos y hacerlos sentir conductores del proceso histórico durante algunos meses de 1854 y 18.55, la paradoja que planteaba la transición social era que, también ser liberal, era uno de los modos de integración a la clase dirigente, como lo fue ser militar pragmático a lo Castilla, o ser aristócrata como Echenique. Sería interesante exponer la destrucción de la imagen del mundo y , sobre todo, de la imagen de sí mismo que implica la experiencia histórica de transición para una personalidad como la del Presidente Eche121

ñique. En este proceso de reestructuración social todavía no d e f i n i d o , los extremos que quieren representar el pasado o el futuro, y que forzosamente han de coexistir a l r e d e dor de dirigentes pragmáticos que logran c o n c i l i a r i o s , l l e v a n todas las de perder. El p r e c i o de su o p c i & n , por i r r e a l i z a b l e , los e s c i n d i r á entre un comportamiento e s p o n t á neo y una c o n c i e n c i a que n o logra configurar coherentemente una i m a g e n de s í y del m u n do que resuelva los antagonismos en que debaten y los compromisos reales que deben asumir. Y esta es la raz&n por q u é , lo más importante de la cultura peruana e n esta é p o c a , es la formalizaci&n de una tendencia a destruir las v a c í a s certidumbres i d e o l ó g i c a s a través de la sátira, la i r o n í a o el l i b e l o , y a que ellas n o resisten que se las c o m pare con la e x p e r i e n c i a social que justifican; lo es también la memoria p r i v a d a , m a r g i nal y c o n f l i c t u a d a , que pretende rehacer coherentemente el camino v i v i d o para darle una c o n f i g u r a c i ó n racional y justificarse delante de sí y de la o p i n i ó n ; y no a d q u i e r e e n cambio, suficiente r e l e v a n c i a el diseno utópico de una imagen ideal del hombre - l a poesía r o m á n t i c a - o de la s o c i e d a d - e l e n s a y o p o l í t i c o l i b e r a l - que buscan en las " i d e a s " o el " a r t e " la compensación a la amarga y contradictoria e x p e r i e n c i a social c o t i d i a n a . A su lado, estará la tendencia nacional que se manifestará e n la a l e g o r í a p a t r i ó t i c a , en la retórica americanista, e n los primeros ensayos de comprensión de la historia r e p u b l i c a n a , de la r e v o l u c i ó n emancipadora o del pasado i n c a i c o , e n la c o s tumbre y e n los libros de v i a j e s . Este es el Cínico terreno aproblemático que e s b o z a el movimiento de c o n s o l i d a c i ó n de una n a c i ó n en el sentido burgués y que serán aceptadas sin discusión por todos los sectores de la élite d i r i g e n t e . Las otras tres tendencias r e f l e jan, e n r e a l i d a d , el fracaso del p r o y e c t o de m o d e r n i z a c i ó n burguesa y a q u e , si bien están impulsados por un sujeto enfrentado con el mundo, si se producen a partir de las e x i g e n c i a s y las c o n v i c c i o n e s de una interioridad que se autodefine a partir de su p r o p i o lenguaje, - y todas estas características y a son propiamente modernas-, s i n embargo d e s p l i e g a n todo su esfuerzo, o b i e n para destruir la imagen de un mundo inconsistente con el que la s o c i e d a d se justifica; o bien para e x p l i c a r la destrucción de ese mundo por el que lucharon y no pudieron consolidar; o bien para superar ese mundo c o t i d i a n o , b a n a l , despreciable e incoherente para habitar en una i d e a l i d a d poética o i d e o l ó g i c a que rescate, e n una dimensión p r i v a d a , lo que no pudieron realizar e n la r e a l i d a d s o c i a l . Y esta n u e v a perspectiva nos permite superar a q u e l l a discusión de si hubo o n o un movimiento romántico en el Perú, nos entrega una base sólida para preguntar por sus c a racterísticas e s p e c í f i c a s y , por otro lado, nos abre la p o s i b i l i d a d de plantear la importancia relativa de esta p r o d u c c i ó n al lado de las otras tendencias que hemos e s b o z a d o .

122

Efectivamente, hubo un romanticismo en el Perú. Su rasgo diferencial es su reducción a la interioridad individual refiriéndola a un mundo ideal de belleza, eticidad, utopia o caballerosidad, reprimiendo su amplia experiencia histórica y social. Esa solución a la problemática cultural de su tiempo, sin embargo, es la tendencia más débil al lado de la reflexi&n marginal que implica la memoria, del descubrimiento nacional que supone la costumbre y los libros de viajes, y de la destrucción de la inautenticidad que conlleva la sátiro irónico. Y precisamente, porque esta tendencia oculta todo lo problemático de la experiencia histórica y social, y porque ayuda - c o n bastante eficacia para su tiempo- a compensar el desencanto que produce la reflexión sobre la propia patria, es porque ella fue asumida y elevada como cultura oficial por esa élite dirigente que mantuvo durante casi medio siglo el predominio del poder. V también ésta es la razón por qué toda la producción cultural del siglo X X , que trata de adoptar una nueva manera de ser hombre y de vincularse con la sociedad - l a poesía vanguardista, la novela social y la narrativa marginal- tendrá

su punto de partida en un rechazo a

ese sistema cultural que formaliza el primer modo de ser republicano en el Perú.

123

4.

El

Realismo

Social

en el

R í o de

la

Plata

(1837-1880)

Entre el año 1837, en el que se forma un grupo conspirativo en Buenos Aires con el nombre de la Joven Argentina, y el año 1879, en el que se publica la segunda parte del poema gauchesco El gaucho Martin Fierro, un conjunto de ¡6venes intelectuales liberales produce el horizonte cultural que, ¡unto con la Obra de José Martí, ser6 el más significativo de la sociedad latinoamericana durante el siglo X I X . A pesar de que las historias literarias presentan este fenómeno bajo el nombre g e nérico de "romanticismo" describiéndolo como un movimiento análogo al que se produce en el Brasil y en el Perú,' se trata de una literatura esencialmente diferente. La simultaneidad cronológica, el hecho de que ambos conjuntos sean diferentes del que estaba dominado por el lenguaje neoclasicista que los antecedía, y la circunstancia de que señalen la aparición de una literatura nacional producida por las primeras generaciones nacidas después de la Independencia no pueden ocultar su diversidad. Porque en uno y otro caso son diferentes los problemas que se elaboran, los paradigmas de lengua y expresión que utilizan, los géneros que prefieren y, en fin, se trata de diversos tipos de escritores y de público que tienen diferentes finalidades en la producción y utilización de la literatura. Vamos a mostrar la situación social general que condicionó esta nueva literatura; posteriormente, describiremos el comportamiento social del grupo productor o, dicho de otra manera, el horizonte de expectativas que explica sus pautas de acción y sus actitudes consigo mismos, con la cultura y con la sociedad; finalmente, señalaremos cómo esta relación con la sociedad los impulsa a producir un nuevo lenguaje conforme a un paradigma estético cultural radicalmente diferente del que condicionó las obras más importantes del romanticismo peruano, dando por resultado una serie de textos cualitativamente diferentes de los que produjo aquél otro movimiento literario en el resto de la región. Destacaremos el hecho de que estos intelectuales no hayan producido este lenguaje articulados a los sectores dominantes de su sociedad sino como perseguidos, exiliados, revolu2 cionarios o , como los llamó Ricardo Rojas,

como proscriptos. Estos jóvenes se vieron in-

fluenciados por la poesía y el teatro románticos que recibieron, admirados, desde el otro lado del Atlántico; pero se convirtieron al muy poco tiempo en críticos del romanticismo, y se transformaron en militantes de una revolución democrática que trataba de cortar las raíces que ligaban a su sociedad con el pasado, en artífices de un nuevo tipo de hombre y de sociedad y , aún, en constructores de una segunda naturaleza americana. Para reali124

zar esta tarea necesitaron también de un n u e v o t¡po de l e n g u a j e , de otro conjunto de obras y de una diferente forma de cultura que se articulara a este novedoso horizonte de e x p e c t a t i v a s . Este n u e v o paradigma se mantendrá v i g e n t e mientras la p r o d u c c i ó n c u l t u ral signifique un aspecto de un comportamiento r e v o l u c i o n a r i o , y desaparecerá cuando se e s t a b i l i c e un n u e v o tipo de s o c i e d a d que y a no necesitará de este c o n f l i c t i v o tipo de escritores, y cuya expansión e c o n ó m i c a le permita promoverlos y , también, cooptarlos, profesionalizarlos y enclaustrarlos en el terreno de lo cosmético, de lo p r i v a d o o de lo o c i o s o . Esperamos mostrar, entonces, que se trata, no de la i n f l u e n c i a de un m o v i m i e n to artístico europeo, ni de la sucesión c r o n o l ó g i c a de los estilos, ni de la historia p o l í tica de cada s o c i e d a d n a c i o n a l , sino de un diferente modo de p r o d u c c i ó n cultural. Se trata de un modo de producción autónomo l l e v a d o adelante con una e x p e c t a t i v a r e v o lucionaria q u e , con la e s t a b i l i z a c i ó n social a r g e n t i n a que traerá consigo el n u e v o o r den social y la o r g a n i z a c i ó n de un nuevo modo productivo a fines del s i g l o X I X , d e s a parecerá

para verse reemplazado por el modo de p r o d u c c i ó n dependiente que define la

cultura del llamado "romanticismo p e r u a n o " , y que ahora tomará una refinada forma de expresión que ha sido caracterizada como " m o d e r n i s m o " . S i se llega a entender que los movimientos culturales pueden ser definidos por sus modos de p r o d u c c i ó n , no costará c o m prender que esto tendencia autónoma y r e v o l u c i o n a r i a r e a p a r e z c a en la literatura de José M a r t í - q u e , cronológicamente, ha sido c l a s i f i c a d a como perteneciente al modernismo-; que v u e l v a a imponerse como dominante en a l g u n o s grupos de escritores d u r a n te la r e v o l u c i ó n mexicana; o que surga nuevamente en la é p o c a de emergencia prerrev o l u c i o n a r i a e n el Brasil y e n PerG, desde fines de la d é c a d a de 1 9 2 0 , y a que se trata de un e s p e c í f i c o tipo de cultura, cuya primera expresión e n la r e g i ó n tiene lugar tempronamente e n el R í o de la Plata.

3

4 . 1 . La situación social en el Río de la Plata

A fines del s i g l o X V I I I el enorme territorio de las Indias españolas estaba muy d e sigualmente p o b l a d o . En el extremo norte M é x i c o concentraba la mitad de sus trece milliones de habitantes. En el resto de la r e g i ó n , e x c e p t o en zonas de fuerte p o b l a c i ó n indígena como e n el P a c í f i c o a n d i n o , la regla era el desierto. En el extremo sur se h a bía asentado una p o b l a c i ó n de frontera de tipo rural, constituyendo una zona marginal a m e n a z a d a constantemente por agresivos indios nómades y por la e x p a n s i ó n portuguesa, 125

donde todavía no se había terminado el proceso de conquista y que apenas se encontraba colonizada. A manera de islas surgieron pequeñas ciudades en torno a las rutas esenciales que se mantenían escasamente integradas, en medio de un océano de barro seriamente peligroso, donde difícilmente se podía reconocer el tipo de sociedad que caracterizaba las cortes virreinales de la Península, de M é x i c o o de Lima. En 1837 el c&nsul inglés calculaba que existían 650000 pobladores y , después de una emigración constante, el primer censo de 1869 indicaría que habían 1 750000 habitantes y unos 100000 indios. Un tercio de la población se encontraba en el noroeste, recostada sobre los Andes. Cuatrocientos mil se dispersaban en un extenso territorio mediterráneo que era una inmensa llanura boscosa y , 900000 se concentraban en el litoral oriental, donde se encontraban comunicados entre sí y con el exterior por grandes ríos y por el puerto de Buenos Aires y de Montevideo. La provincia de Buenos Aires, a pesar de su prosperidad relativa f a c i l i tada por el contrabando y , posteriormente, por la creación del Virreinato y la libertad de comercio, era todavía una estrecha franja de 150 o 200 kilómetros, aprisionada entre el mar y el peligro indio. A principios del siglo XIX la ciudad contaba con 40000 habitantes y si bien aumentará sensiblemente a lo largo de todo el siglo, el resto de las ciudades no eran más que aldeas de unos pocos miles de habitantes, excepto Córdoba, que en 1868 tenía 28 000. Juan B. A l b e r d i , el redactor de la Constitución Argentina, recordará que su v i a j e desde la ciudad de Tucumán a la de Buenos Aires, a donde se había d i rigido para hacer sus estudios, lo tuvo que hacer en una lenta tropa de carretas, tardando dos meses en llegar. Algunas ciudades del interior, como Mendoza o Salta, que se encontraban dedicadas predominantemente a la agricultura, tenían un diez por ciento de 4 población flotante dedicada el transporte de muías y carretas.

N o será al acaso, enton-

ces, que sean los escritores del Río de la Plata o del interior de esta sociedad de frontera, quienes hayan sido los primeros en verse confrontados con la realidad de la naturalez a , hayan reflexionado sobre ella y la hayan incorporado como un actante animado a la literatura, ya que ellos se vieron desafiados en primer lugar por este condicionamiento de la geografía y del estado todavía salvaje de su medio. Todos ellos podrían haber suscripto la f e l i z frase de Sarmiento, quien d i j o en 1845 que el principal problema de la 5 República Argentina era la extensión,

y el desierto animado que desafía al poblador se-

rá una constante de la literatura de la época, hasta el poema de José Hernández. Una v e z terminada la conquista, precisamente en el año 1879

• que Hernández publica la

segunda parte de su poema, y organizado el nuevo modo de producción, la literatura argentina se convertirá a un horizonte predominantemente urbano, hasta que se agote en 126

la realidad del individuo perdido en la gran ciudad a lo largo de todo el siglo X X . La sociedad rioplatense, aún en el periodo colonial, no estaba tan acentuadamente diferenciada en base a los títulos nobiliarios y al dominio sobre la población produtora como el resto del Imperio. Precisamente por ser una zona pobre y marginal, el panorama era el de una ciudad pequeña y con población sobrante, que no alcanzaba a dar oportunidades al trabajo artesanoI, ni ofrecía una perspectiva promisoria para los hijos de familias "decentes" que habían podido consolidar una relativa posición social, y que era el polo de una campana despoblada, amenazada por los indios y cuyo principal problema era la falta de mano de obra. N o existían poblaciones indígenas sojuzgadas, el negro - en los primeros años del siglo X I X ya casi totalmente libre- no era un factor de producci&n sino de servicio; y el mestizo tradicional, el gaucho, era un tipo independiente, que defendía tenazmente una austera libertad y que cobraba los salarios más altos de la Colonia para eventuales tareas campestres, donde se explotaba una g a nadería destructiva en base a la caza, no a la cría de animales. Como en otras ciudades existían también acá un cuerpo de administradores peninsulares, otro dedicado al comercio, un grupo clerical y algunos profesionales liberales pero -como nota un viajero a fines des siglo X V I I I - las circunstancias obligaban a un acuerdo en el que "todos se consideraban ¡guales, sin conocer aquello de nobles y plebeyos", constituyéndose una aristocracia de hecho basada en los empleos, la riqueza o los talentos, es decir en la significación individual que podía tener cada poblador.^ Y este será uno de ios motivos porqué, en la revolución por la independencia, los grupos ilustrados pudieron tomar y conservar el poder y movilizar el pueblo para llevar la revolución hasta el PerCi, y por qué la juventud ilustrada de 1837 haya pretendido repetir su tentativa, considerándose heredera de la tradición revolucionaria de 1310 y legitimado su pretensión con su ilustración. Por esto, los antecedentes sociales del grupo que queremos estudiar se encuentran en lo que ha sido llamado como el hecho más trascendental de la existencia política del Río de la Plata durante el siglo X V I I I : la imposición de una política liberal, aunque restringida, por parte de la Corona que, posteriormente, fue tomada como una bandera de combate por los grupos ¡lustrados locales hasta que, con la invasión francesa a la península, trataron de llevarla hasta sus últimas consecuencias. La generación de 1837 será la heredera y responsable de este programa liberal,^ al que tratarán de realizar con la actitud radical del revolucionario tal como lo habían probado los primeros ¡aco-

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binos de 1810. Pero los datos y las experiencias que i n c i d i r á n en su horizonte de e x p e c tativas los diferenciará de la anterior g e n e r a c i ó n y a que tuvieron que tener e n cuenta tres elementos que todavía d e s c o n o c í a n los primeros ¡lustrados: la destrucci&n del orden y de la estructura social c o l o n i a l durante el período de las guerras por la i n d e p e n d e n cia (1810-24); la imposibilidad que tuvieron los grupos ¡lustrados de estructurar una s o ciedad moderna durante la d é c a d a de 1820 cuando dominaron el poder; y , finalmente, la realidad de la m o v i l i z a c i ó n popular y de su e x i g e n c i a de igualitarismo s o c i a l , que desembocó e n la destrucción de todas las tentativas liberales y e n la estructuración de un autoritarismo populista y c a u d i l l e s e o que ellos consideraron representante de la c o n trarrevolución c o l o n i a l ( 1 8 3 1 - 5 2 ) . La c r e a c i ó n del V i r r e i n a t o del Río de la Plata era parte de una p o l í t i c a que tend í a a crear nuevas unidades administrativas e n zonas amenazadas e n el curso de las guerras del s i g l o X V I I I . Esta zona estaba en p e l i g r o por la constante e x p a n s i ó n portuguesa, que sometía a su i n f l u e n c i a un territorio que comprendía todas las conexiones con el sistema fluvial que n a c í a e n la selva a m a z ó n i c a , i n c l u y e n d o las zonas pobladas del Paraguay y del litoral rioplatense. El mismo Buenos A i r e s será o c u p a d o por los i n gleses e n 1 8 0 6 y , posteriormente, nuevamente a t a c a d o e n 1807. Por otro lado, aquél programa reformista tendía al fortalecimiento del Estado absolutista dentro de un sistema colonial más rigurosamente controlado, creando un M i n i s t e r i o de Indias de tipo burocrático y estableciendo unidades locales llamadas I n t e n d e n c i a s , que asumían el poder de ejército y h a c i e n d a d e l e g a d o s directamente por la C o r o n a , y sustrayendo el poder a los cabildos locales y a los funcionarios tradicionales que e j e r c í a n el cargo como una prebenda o un b e n e f i c i o . A m b a s reformas buscaban modernizar el aparato f i s c a l , a u m e n tar la p r o d u c c i ó n y fortalecer los cuadros militares, dentro de una c o n c e p c i ó n a b s o l u tista y c o l o n i a l ; pero querían también poner al Imperio y a sus c o l o n i a s a la altura de las naciones más poderosas, impulsadas por los ideales de la ilustración y del progreso. Por e l l o , si e n las últimas décadas del s i g l o X V I I I se fortalecen las relaciones de s u b o r d i n a c i ó n y e x p l o t a c i ó n c o l o n i a l e s , e l l a s entrarán en c o n t r a d i c c i ó n con otro movimiento que ellas mismas estimularon con la c r e a c i ó n de sociedades de amigos del p a í s , de c o n sulados de comercio o de cuerpos c o l e g i a d o s ilustrados q u e , ¡unto con los nuevos p e r i ó dicos y la c r e a c i ó n de escuelas e s p e c i a l i z a d a s , configuran un movimiento de o p i n i ó n liberal que se preocupa del progreso, del dominio racional de la e c o n o m í a , de la i n s titucionjlización

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del Estado bajo la forma de una monarquía d e m o c r á t i c a , de la l u c h a

contra los sectores tradicionales de la nobleza, del clero o del comercio que dificultaban la nueva orientación política de la corona y , en general, del combate contra los privilegios de la vieja sociedad española. Y no es lo menos significativo para nuestro estudio el hecho de que este movimiento haya sido liderado por estratos medios profesionales desde los niveles m6s altos del nuevo aparato del Estado. La política de la C o rona era formar un cuerpo administrativo preparado y dirigido desde la metrópoli, reclutado entre la pequeña nobleza provinciana, entre militares pobres de buena familia que habían hecho una carrera profesional, o entre intelectuales que habían mostrado su talento en las universidades y , en reconocimiento de sus habilidades, eran llamados para ocupar los puestos de mayor responsabilidad en la vida del Estado siendo preferidos a g los sectores dominantes tradicionales.

Las futu as promociones que harán la revolución

en el Río de la Plata, y más tarde tratarán de reordenar la sociedad con una forma democrática desde 1837, podrá ser reconocida como el ala radical de este grupo inicial borbónico que se identificaba con las reformas del despotismo ilustrado. Mariano Moreno, Manuel Belgrado, el ministro Monteagudo, San Martín o el presidente Bernardino Rivadavia, eran jóvenes ¡lustrados formados por las expectativas de aquél movimiento y que tendrán sus mismos ideales para reorganizar la sociedad una vez que hubieran logrado la emancipación del imperio español: progreso económico, libertad de comercio, institucíonalización de la vida del Estado, normas constitucionales de relación con el poder, educación popular y lucha contra los sectores tradicionales de tipo clerical, aristocrático o señorial. Pero sus dificultades provendrán de que también como ellos tendían simultáneamente a fortalecer el autoritarismo, el centralismo, la limitación de la participación democrática, el orden y las jerarquías sociales. Deseaban, en suma, una reestructuración profunda de la sociedad y encauzarla por la senda del progreso económico, político y social, pero reservaban la toma de decisiones a la parte más alta de la pirámide social - u n a aristocracia basada en la posesión de la riqueza o a los mismos grupos ¡lustrados- que decía representar al pueblo en su lucha contra los sectores p r i v i legiados tradicionales. Pero no por ello dejaba de ser un poder enormemente diferenciado de una masa movilizada y militarizada que con su acción había vencido al poder de las autoridades españolas, la cual se encontraba muy poco dispuesta a entregarse a una conducción elitista de administradores de las "luces" y , menos aOn, a un poder centra9 lista, autoritario y despótico. Por esta razón la tentativa de los primeros liberales ¡lustrados que, después de la

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r e v o l u c i ó n , quisieron implementar un programa de reformas institucionales de tipo e u r o peo en medio de una s o c i e d a d de fronteras, terminó e n un reiterado fracaso. Porque e s tos intelectuales no contaban con el a u x i l i o de un poder central despótico como lo tuv i e r o n los reformadores borbónicos y , sobre todo, d e b í a n reestructurar un orden social a partir de la destrucción del a n t i g u o orden c o l o n i a l . Y , precisamente, la principal característica de la d e s a p a r i c i ó n de la antigua estructura p o l í t i c a y social fue la e m e r g e n c i a popular y el fortalecimiento de los influyentes grupos locales de terratenientes que se a p o y a r o n en las masas m o v i l i z a d a s por la guerra para imponer su d o m i n i o sobre cada r e g i ó n . La r e v o l u c i ó n por la i n d e p e n d e n c i a había sido ejecutada por é I i tes criollas ilustradas q u e , frente al persistente poder c o l o n i a l , tuvieron que ampliar sus bases h a s ta el máximo posible m o v i l i z a n d o a toda la p o b l a c i ó n con la promesa de la i n d e p e n d e n c i a , la d e m o c r a c i a y el igualitarismo s o c i a l . En el primer a v a n c e h a c i a el norte, c u a n d o los líderes del movimiento se trasladan a l A l t o Pe 0 , proclaman en las ruinas p r e i n c a i c a s de T i h u a n a c o la l i b e r a c i ó n de los esclavos y la e m a n c i p a c i ó n de los i n d í g e n a s , h a c i e n d o una solemne d e c l a r a c i ó n de i g u a l d a d social e n el idioma de los indios. C u a n do se deshace el ejército patriota, la frontera norte del R í o de la Plata es defendida por un Jefe rural aristocrótico que m o v i l i z a la plebe rural con el sistema de montoneras y , e n la Banda o r i e n t a l , un estanciero e n c a b e z a un a l z a m i e n t o rural que v e n c e la resistencia e s p a ñ o l a . En 1815 la r e v o l u c i ó n entra e n crisis y solo se mantiene en la zonas marginales del imperio - V e n e z u e l a y Buenos A i r e s - , que consiguen nuevamente a m p l i a r la e n base a la m o v i l i z a c i ó n total de los g a u c h o s y los llaneros, el nombramiento de generales mestizos y , a ü n , la formación de importantes cuerpos de infantería re el ufado entre los negros, a quienes se les promete la libertad. C u a n d o termina una guerra s a n grienta y p r o l o n g a d a que h a b í a m o v i l i z a d o toda la p o b l a c i ó n y los recursos en torno a unos ideales de i n d e p e n d e n c i a e igualitarismo s o c i a l , e l l a se había convertido, de una r e n c i l l a entre élites criollas y peninsulares, e n una guerra social contra el a n t i g u o o r den jerárquico que quedaba definitivamente destruido e iban a ser imposibles todas las tentativas por recomponerlo. Todo sistema de g o b i e r n o , desde entonces, se encontrará con la e v i d e n c i a de que tiene que vérselas con una s o c i e d a d m i l i t a r i z a d a , donde la a n tigua plebe tiene una p a r t i c i p a c i ó n a c t i v a y definitorio de las situaciones e n p u g n a , y donde el poder se había trasladado a los grupos r e g i o n a l e s , a los señores dueños de la tierra - a h o r a convertidos e n g e n e r a l e s - , a los nuevos jefes militares mestizos que no e s taban dispuestos a abandonar una s i t u a c i ó n de predominio social renunciándola en las manos de pequeños grupos ¡lustrados urbanos.

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A partir de esta situación de base, el antiguo Virreinato del Río de la Plata se disgrega en una serie de semi-estados autónomos que se relacionan con un sistema de alianzas mas o menos provisorias, o se repliegan sobre sT mismos, como fueron los casos del Paraguay, del futuro Uruguay y del A l t o Per ti. El proyecto del Congreso de Tucumán en 1816, quien trata de poner freno al igualitarismo plebeyo y al poder local de los jefes mestizos y de imponer una constitución unitaria tres años más tarde, termina con la invasión de las montoneras gauchas, la ocupación de la ciudad de Buenos Aires y la disolución del Estado central. La mesura conservadora de San Martín, quien entra en tratativas con el Jefe liberal del ejército español para instaurar una monarquía constitucional en el contexto de la revolución liberal de la península, termina también en el fra caso. Y ese fue también el destino del proyecto bolivariano, quien trato de estructurar una repOblica autoritaria y centralizada, que era una réplica del Estado absolutista borbónico. De esta manera las antiguas élites urbanas se encontrarán subordinadas a los hacendados, a los jefes militares mestizos, a los antiguos segundones que ahora tendrán un poder absoluto dentro de cada localidad y , finalmente, a la masa plebeya, que había permanecido durante siglos en una posición de minoridad y , ahora, se encontraba dispuesta a participar militarmente asegurando la posición de los jefes que representaran sus intereses frente a las pretensiones de las antiguas clases de las ciudades. El punto de partida de la conducta social de la Generación de 1837 no ser6 la que caracterizaba al partido de los intelectuales ¡lustrados de la primera hora, es decir la lucha contra los caudillos, las masas y el partido federal, sino la enorme frustración que siguió a la Revolución de M a y o por la esterilidad y la poca influencia que tuvieron las ¡deas ¡lustradas en la sociedad argentina. La primera lectura de Esteban Echeverría poco después de fundado el Salón Literario 0 8 3 7 ) constituye un pedido de cuentas al comportamiento de los representantes del Partido unitario, para liquidarlos como una opción válida y diferenciarse decidamente de ellos. Los acusará de haber sido talentos mediocres, incapaces de conocer el estado de la sociedad argentina, de diagnosticar sus necesidades y de tener conciencia de la misión que les correspondía: organizar la libertad recién conquistada y eaucar al pueblo para usufructuarla. Los gobernantes, d i ce, fueron talentos mediocres que se pusieron a imitar ¡deas e instituciones extrañas a nuestra sociedad y , por eso, fracasaron. Había en ellos mucha erudición, mucha pedantería y mucha información, pero fueron órganos mecánicos de inteligencias ajenas:

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. . . han estudiado mucho, pero y o busco e n v a n o un sistema f i l o s ó f i c o parto de la raz&n argentina y no lo encuentro; busco una literatura o r i g i nal, expresi&n brillante y a n i m a d a de nuestra v i d a social y no la encuentro; busco una doctrina p o l í t i c a conforme con nuestras costumbres y c o n d i c i o n e s , que sirva de fundamento al Estado, y no la encuentro. Todo el saber e i l u s tración que poseemos, no nos pertenece. . . Es una vestidura hecha de p e dazos diferentes y de distinto color, con la cual apenas podemos cubrir nuestra miserable d e s n u d e z . C o m o lo hará después en la O j e a d a retrospectiva H 8 4 6 ) , hechará la culpa a los " c l é rigos y doctores" - q u e p o d í a n exhibir muchos títulos que los convertían e n charlatanes, pero no les d a b a c a p a c i d a d para el e j e r c i c i o del p o d e r - , el que hubieran desquiciado la r e v o l u c i ó n y traído al país y a las masas al caos social por desconocer los medios acertados para c o n d u c i r l o s . ' ' O como lo dirá J u a n M . G u t i é r r e z en el discurso i n a g u ral del Sal&n Literario 0 8 3 7 ) , y que después será un tema comtin de toda la emigración a r g e n t i n a , estos doctores estaban formados con el inCitil saber español tradicional que los i n c a p a c i t a b a para formar una s o c i e d a d moderna que debía organizarse con el ejer12 c i c i o de la libertad. D e h e c h o , esta generaci&n r e c o n o c í a que el grupo unitario había sido responsable del esfuerzo r e v o l u c i o n a r i o de 1810 y de la o r g a n i z a c i ó n de la guerra por la i n d e pendencia hasta finales de la primera década de l u c h a . Posteriormente, este grupo i l u s trado tratará de propagar sus puntos de vista, c o n v o c a r á al p u e b l o e n su a p o y o d e c r e tando el sufragio universal, pretenderá dominar el poder central y de organizar la N a c i ó n bajo su hegemonía y , para poder r e a l i z a r l o , imponer simultáneamente la h e g e m o nía de la c i u d a d de Buenos A i r e s . Este programa despertó una v i o l e n t a r e a c c i ó n entre las diversas regiones que se h a b í a n o r g a n i z a d o bajo un sistema federal. D e esa manera, estos intelectuales se limitan a implementar sus reformas en su propia p r o v i n c i a , dando lugar a lo que ha sido llamada " l a admirable e x p e r i e n c i a de Buenos A i r e s " durante el g o b i e r n o de R i v a d a v i a : improvisan un brillante régimen parlamentario, reforman a l c l e ro y al ejército, rescatan la d e u d a , reforman el sistema a d u a n e r o y aumentan los i n g r e sos del Estado a través de una disminución de las tasas, crean un Banco para combatir los altos intereses, permiten una mayor c i r c u l a c i ó n de la tierra, estimulan la riqueza a g r o p e c u a r i a , o r g a n i z a n la b e n e f i c i e n c i a pCiblica, establecen el voto universal, d e s a r r o l l a n los estudios científicos y p l a n e a n un vasto p l a n de e d u c a c i ó n pCiblica. C u a n d o unos aRos más larde tratan de o r g a n i z a r nuevamente al país por la fuerza a través de un sistema centralista ilustrado, este grupo, que ya se había constituido en un partido u r bano de minorías, será definitivamente derrotado por el poder de los caudillos y de la 132

masas plebe/as que los desconocen y los obligan o exiliarse en 1831. Todo ésto no lo podían desconocer los jóvenes ilustrados de 1837, sobre todo teniendo en cuenta que unitarios habían sido sus maestros. Pero los culpaban de haberse reducido a aplicar sistemas te&ricos extranjeros para reorganizar una sociedad que era totalmente diferente, a la que no se tomaron el trabajo de conocer para poder gobernarla. Ellos eran educadores y legisladores, propagandistas e ide&logos, pero no sabían entendérselas con la realidad. Frente a la naturaleza dominante del desierto, al a i s l a miento de las poblaciones, a la ignorancia, a la formas espontáneas de vida de una sociedad predominantemente rural, a las exigencias de democratización e igualitarismo, se pusieron como tarea redactar principios constitucionales que no respondían a la realidad y , antes bien, parecían fantasías de visionarios o manías de doctores. Suponían que la destreza técnica que demostraban en el manejo de las le/es, podía legitimar su pretensi&n de establecer su hegemonía sobre la vida de la ciudad y , a partir de este poder, sobre toda la N a c i ó n , gobernándola con un sistema similar a una tutoría política, donde las masas renunciarían a sus nuevos derechos recién conquistados, y los caudillos a su poder, en nombre de la inteligencia ¡lustrada. Estaban tan seguros de su c a pacidad orientadora y de la validaz de sus principios que, en los primeros años, redujeron su acci&n a una convocatoria al pueblo para que los apoyara, convencidos de que ellos eran el grupo predestinado para conducir los destinos de la nueva sociedad. Tenían una concepci&n rousseauniana del pueblo, a quien veían como fuente de soberanía con caracteres ideales, que en un primer momento vieron confirmada cuando prestaron adhesión unánime a la revolución. Pero cuando se levantó en masa contra el nuevo orden que habían ideado, y se encontraron sumergidos en la violencia anárquica de la guerra c i v i l , donde finalmente fueron derrotados, solo atinaron a despreciarlo y enclaustrarse en un aristocraticismo violento y antipopular. De esta manera se abrió un abismo entre los intelectuales ¡lustrados y sus ideales del progreso político y social, por un lado, y las masas populares por otro, que fue el error político que la futura generación ilustrada no les pudo perdonar y constituyó el punto de partida de toda su futuro refle14 xión y de su conducta política posterior. La experiencia central que iban a elaborar estos jóvenes estudiosos era la imposibilidad de prescindir de las masas populares para reorganizar la sociedad y , al mismo tiempo, la esterilidad de un planteo teórico que tratara de adecuarlas a esquemas preestablecidos producidos para otras sociedades diferentes de la argentina. Se trataría, 133

para e l l o s , de reconstruir la r e l a c i ó n de la i n t e l i g e n c i a ilustrada con la r e a l i d a d so:ial sobre nuevas bases para poder comprenderla, manipularla y dominarla. D e esta manera, su producci&n estará determinada por este primer fracaso de la i n t e l i g e n c i a ilustrado, a q u i e n le e c h a b a n la culpa de haber traicionado los ideales de la R e v o l u c i ó n . Pencaba Echeverría que n i n g ú n p u e b l o se h a l l ó en mejor aptitud para constituirse, a l rnactr a la v i d a p o l í t i c a , que la s o c i e d a d argentina: era h o m o g é n e a , sin clases ni jerarquías, sin v i c i o s ni p r e o c u p a c i o n e s profundamente a r r a i g a d a s . J u z g a b a que la r e v o l u c i & n pudo hacerse sin resistencias y tenía todo por sí: . . . un pueblo d ó c i l y despreocupado; potencia moral y f í s i c a , todos los elementos necesarios para r e a l i z a r sus miras; y los encargados de d i r i g i r la se h a l l a r o n en la mejor aptitud para haber dado al cuerpo s o c i a l , como a un p e d a z o de c e r a , la forma que hubiesen q u e r i d o . Ese pueblo, d i c e , solo deseaba p a z , orden, libertad. " ¿ Q u é le dieron nuestros gooernantes, los encargados de su bienestar y su p r o g r e s o ? T i r a n í a , tumultos, robo, saqueo, a s e s i n a t o s . " Y e x p l i c a esta frustración por su falta de ideas claras y el d e s c o n o c i m i e n t o de la s o c i e d a d que estaban llamados a d i r i g i r . ^

Precisamente este pedido de cuentas

a la i n t e l i g e n c i a abstracta que no supo entendérselas con el pueblo y con la realidad de una s o c i e d a d concreta, introducirá en el horizonte cultural de esta g e n e r a c i ó n el problema del p u e b l o y el problema histórico del cambio s o c i a l , que la d i f e r e n c i a r á esencialmente del romanticismo de todo el continente. A partir de este p l a n t e o , la p r o blemática cultural de la g e n e r a c i ó n ilustrada argentina se moverá en un a m p l i o hori-. z o n t e , donde se tratará de interpretar todos los datos de la realidad social y de e n u n ciar un sistema teórico lo suficientemente vasto que permita e x p l i c a r y transformar esa r e a l i d a d . D e esta manera, esta p r o d u c c i ó n cultural no se dirigirá a la interioridad, no fomentará la sujetividad ni la v i d a p r i v a d a , no será un modo de r e l a c i ó n con el poder institucional, como en el Perú; sino que tratará de fundar una r e l a c i ó n consistente con la r e a l i d a d social para "descifrar sus e n i g m a s " , como d e c í a Sarmiento, para comprender sus procesos de formación y para lograr e n c a u z a r l a en otra d i r e c c i ó n . La década inmediatamente anterior a la entrada e n escena de la G e n e r a c i ó n de 1837, que constituyen propiamente sus años formativos, es un período de guerra c i v i l , de a n a r q u í a y de d e s o r g a n i z a c i ó n n a c i o n a l . La o p o s i c i ó n entre federales y unitarios había l l e v a d o a la constitución de dos grandes ligas militares que arrojaron al país e n una guerra c i v i l p r o l o n g a d a y cruel. Derrotada la liga unitaria e n 1831, tres c a u d i l l o s se d i v i d i e r o n la hegemonía del país e n base a un p a c t o federal que d e l e g a b a la repre-

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sentación exterior en el caudillo porteño. Con la muerte de dos de los caudillos del i n terior, uno de ellos asesinado, e l poder absoluto pasa a manos de un antiguo estanciero, ¡efe de milicias, que lo ejerce con la "suma del poder p ú b l i c o " , respondiendo solo " a n te su .onciencia", apoyado por un grupo de ricos terratenientes que veían en él la garantía del orden social y de sus propios privilegios para controlar el comercio exterior, y por la masa plebeya. Se crea as? una forma de Estado que, a los ojos de los intelectuales ¡lustrados, reproducía todas las formas de la sociedad colonial contra las que habían luchado en la revolución por la independencia, aunque esta vez no en benefico de Espafla, sino del despotismo del caudillo Rosas: aislamiento retr&gado frente a todo lo extranjero, persecución de la inteligencia, monopolio aduanero para disponer p a t r i monialmente de las rentas, sistema de "disolución nacional" negándose a organizar constitucionalmente al país, instrumentación de la Iglesia para lograr la adhesión p o l í t i c a de las masas a la persona del "restaurador de las leyes", uniformaci&n de la sociedad a través de una serie de signos exteriores que manifestaran públicamente la fidelidad al poder absoluto,

en f i n , como decía Sarmiento, la organización del país como una

gran estancia señorial, manteniéndolo sujeto y coaccionado por el poder restaurado de la tradicional inquisición espartóla. El efecto más importante que tuvo este cuadro general sobre la a c t i t u d de la joven generación de 1837, que la distingue de las demás generaciones de jóvenes i n t e l e c tuales del antiguo imperio español durante el mismo período, es la ruptura de toda relación con e l Estado, sus jefes, su sistema social, su forma de organización y con los partidos que luchaban por dominarlo. Los jóvenes liberales chilenos, peruanos, españoles, mexicanos o los de Nueva Granada, durante la misma época, tuvieron que luchar por sus ideales articulados mas o menos directamente a las antiguas generaciones, a los partidos, las instituciones y , sobre todo, a la vida del Estado de sus respectivas sociedades. Su impulso reformista tendía a realizar, por as! decirlo, una "revolución desde adentro", configurando e l a l a radical de algunos de los movimientos progresistas de la época, o tomando el poder del Estado con coalisión con las fuerzas sociales tradiciona18 les.

Los jóvenes del Río de la Plata, en cambio, sabían que su sociedad no los nece-

sitaba, no podía promoverlos, no les iba a permitir ningún comportamiento c o n f l i c t i v o y no podían esperar de e l l a un vasto campo abierto para ejercitar-su talento. De esta manera, las primeras actitudes definitivas de esos jóvenes se formarán en un espacio donde ellos se identificaban como ajenos al grupo fracasado de los Intelectuales unita135

rios que los precedieron, y donde sabían que no tenían nada que esperar de los caudillos federales que dominaban el poder. N o existía en ellos, en ese primer momento, una actitud agresiva, apasionada o demoníaca en contra de los caudillos y del Partido federal -como en los unitarios-, sino un gesto de prescindencia frente a los problemas y conflictos y que habían llevado el país a la ruina, frustrando las expectativas de la Revolución por la Independencia. Para Echeverría, "desde el principio de la revoluci&n a n damos como muías de atahona, girando en un círculo vicioso y nunca salimos del atolladero." Habían destruido hacía 27 aRos el régimen colonial para volver a la contrarevoluci&n encarnada en Rosas, y todo lo que se habían hecho desde entonces se había malgastado inútilmente. V e í a a la sociedad argentina dividida en dos facciones irreconciliables por sus odios y por sus tendencias, que se habían despedazado largo tiempo en el campo de batalla: la facci&n federal que se apoyaba en las masas populares y era la expresión de sus instintos semibárbaros; y la facci&n unitaria, una minoría con buenas tendencias pero antipática por sus arranques soberbios de exclusivismo y supremacía. Creía que, si bien estos dos partidos representaban dos tendencias legítimas de la sociedad argentina - e l localismo democrático y el centralismo progresista-, unos y otros habían procedido de tal forma que habían malgastado su energía y la habían desquiciado. Ellos, en cambio, sin participar en esas guerras fratricidas ni en esos odios, hijos de la revoluci&n por la independencia, habían crecido en el seno de esa sociedad que todavía heredaba los hábitos adquiridos durante la colonia, como una generaci&n nueva. La l&gica de la historia pedia la existencia de un partido nuevo que retomara los ideales de la Revoluci&n, cuya misi&n sería adoptar lo que hubiera de legítimo en uno y otro partido, y se consagrara a encontrar la soluci&n pacífica de todos los problemas sociales en una síntesis más alta, más nacional y más completa que la suya, que satisficiese todas las necesidades legítimas, las abarcara y las fundiera en una unidad. Ese partido nuevo no podían representarlo sino la nueva generaci&n que, por su edad, su educaci&n 19 y su posici&n, debía aspirar y aspiraba a ocuparse de la cosa pública.

En pocas p a l a -

bras, la crisis social general los hace desprenderse de las antiguas generaciones y romper todo tipo de identificaci&n con el pasado, colocándolos en un lugar tal que deciden desplazar a todos los antiguos dirigentes y tomar en sus manos la conducci&n de la sociedad con otras reglas de juego. N o planteaban, sin embargo, el problema de la toma del Estado como una tarea política, sino como una revisi&n radical de cuál había de ser la relaci&n de la inteli-

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gencio ¡lustrada con la sociedad en su conjunto. Solo una actitud correcta, que lograra comprender exactamente a esa sociedad, a su proceso de formación, sus antecedentes y sus necesidades, podría enunciar un programa de progreso adecuado para su regeneraci&n social. Y , precisamente, este nuevo programa es el que legitimaria su pretensi&n de desplazar a las antiguas generaciones y de ocuparse del ejercicio del poder del Estado. Si maMana cayese Rosas y nos llamasen al poder - d e c í a Echeverría en 1846podrtamos desenvolvernos con ellas 'con las teorías europeas) y ver claro en nuestras cosas? ¿ Q u é programa de porvenir presentaríamos que satisficiese las necesidades del país, sin un conocimiento completo de su modo de ser como pueblo? Y agrega que, si en ciencias especulativas y exactas debían atenerse al trabajo europeo, en "política nuestro mundo de observación y aplicación está aquí, lo palpamos, lo sentimos palpitar, podemos observarlo, estudiar su organismo y sus condiciones de v i d a . " V agrega que, para ésto, poco puede ayudarlos Europa, ya que hay que deducir las reglas de criteriopara poder marchar desembarazados por la senda del progreso a partir del 20 conocimiento de las condiciones de ser del país.

Se trataba, entonces, de un proble-

ma específicamente intelectual planteado por un grupo de jóvenes ¡lustrados convencidos de que la legitimidad para ejercer el poder político provenía de su capacidad para producir un sistema de ideas ajustado a la realidad social y sus posibilidades de progresar. Por ello, la principal tarea de estos jóvenes en los próximos anos serú el estudio, la reflexión y la Investigación de su sociedad, tratando de que la producción de un nuev o horizonte cultural los capacitara para regenerar y conducir su sociedad. De esta manera, la producción literaria de esta generación estará determinada por su decisión de comprender y manipular la realidad social como una totalidad. Pero de esta realidad, el elemento más importante a que se habrán de referir es la masa popular. Es así que, a diferencia de todas las literaturas burguesas de su época, entrará en su horizonte el problema del pueblo, de sus condiciones de vida, de sus formas de relación con la naturaleza y con las Instituciones sociales dominantes, sus costumbres y sus modos de sentimiento y , en fin, de sus posibilidades de "emancipación" o de " r e generación" y de los medios que se han de emplear para hacer de él un nuevo tipo social que pueda participar democráticamente de una nueva sociedad. A pesar de todas las influencias de las doctrinas francesas contemporáneas a ese período que se han seHa21 lado,

los textos de estos jóvenes revelan igualmente una actitud que tiene sus raíces

en el modo en que se relacionaban con el pueblo los antiguos intelectuales ilustrados

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durante el período del absolutismo borbónico. Si frente a la evidencia histórica del caudillaje popular como sistema de gobierno, estos jóvenes habTan superado la imagen rousseauniana del pueblo que tuvieron los primeros liberales, todavía lo consideraban en una posición de minoridad, en la que todavía no podían ejercer sus derechos democráticos mientras no se "regeneraran" por medio de la ilustración, de donde concluían que su tarea principal era ejercer una tutela paternal sobre las masas, comprenderlas, "moldearlas como la cera" por medio de la educación. Su concepto de educación era suficientemente amplio como para tener en cuenta no solo la instrucción popular, sino también 22 la influencia de la religión a través de un clero progresista y democrático,

la crea-

ción de instituciones locales donde pudieran participar democráticamente y aprender a usar su libertad; y la garantía de que se pudiera vivir en seguridad con posibilidades de trabajo y de producción lo suficientemente alentadoras como para que pudiera surgir el 23 espíritu de interés individual y de sociabilidad general.

Consideraban que los caudi-

llos no tenían esa dimensión por causa de su personalidad individual, sino porque representaban los más bajos instintos de individualismo y anarquía que la masa había heredado de la administración española; de manera que la lucha contra ese sistema social caudiIleseo no era un problema político sino una tarea del estadista, quien debía modificar primero el medio primitivo e inseguro y facilitarle después los medios para su educación social, con lo cual desaparecerían los caudillos y se fundaría una sociedad democráti24 ca.

Y pensaban que los culpables de que no se hubiera seguido ese camino después

de la revolución eran, no los caudillos, sino el partido unitario, quien les había dado a las masas la lanza y el sufragio para que entronizaran sus caudillos en vez de preocuparse de organizar la campana, permitir la seguridad y la educación del individuo p l e beyo, fomentar la sociabilidad y crear instituciones locales adecuadas a nivel municipal en las campañas. Creían, sobre todo, que la legitimidad para el ejercicio del poder provenía de la aplicación de una política ilustrada con sentido democrático e igualitario, que tuviera como primer destinatario al pueblo mayoritario; y que el principal error de los unitarios había sido el hecho de tratar de imponer el dominio de los intereses de la riqueza y de los grupos ilustrados urbanos sobre 25 la campana y las masas populares, cuando tendría que haber sido precisamente al revés.

Y es a partir de estos planteos - q u e no

tienen que ver específicamente con el arte y la cultura- que, en las próximas décadas, esta generación comenzará a producir una literatura que culminará en un poema escrito en lengua popular y para los gauchos, como coronación de una preocupación temática 138

donde el principal elemento será la masa popular, sus p e c u l i a r i d a d e s y sus posibilidades de progreso, su proceso histórico de formación y e v o l u c i ó n y sus sentimientos, el modo e n que se siente representado por determinadas instituciones y la manera en que puede ser transformado e n un ciudadano de una s o c i e d a d moderna, fenómeno que no c o n o c i ó n i n g u n a literatura de su é p o c a , no solo en A m é r i c a Latina sino e n todo el mundo o c c i dental; y que será imposible de comprender si se parte, no de la r e l a c i ó n de estos j ó v e nes con la s o c i e d a d de su tiempo, sino de las ideas y las actitudes románticas que p r o v e n í a n de Europa y h a b í a n sido adoptadas por muchos jóvenes de los nuevos países a m e r i canos, i n c l u s i v e en el mismo Río de la Plata. El h e c h o más importante que nos interesa destacar es la manera en que opera e s ta s i t u a c i ó n social para fundar la r e l a c i ó n de la G e n e r a c i ó n de 1837 con su s o c i e d a d y que la estimulará a producir sus obras conforme a un paradigma estético-cultural r a dicalmente diferente del que controlaba la p r o d u c c i ó n romántica. La entrada e n e s c e na de la primera g e n e r a c i ó n liberal republicana e n el Perú estuvo c o n d i c i o n a d a por una s i t u a c i ó n cuyas características eran la d o m i n a c i ó n de una pequeña élite sobre una masa de esclavos y de i n d i o s , la relativa paz s o c i a l , el entendimiento de los partidos liberal y conservador en torno a una C o n s t i t u c i ó n , la l i m i t a c i ó n del poder militar c a u d i l l e s c o que había r e c o n o c i d o la d i v i s i ó n de los poderes del Estado y , sobre todo, la e s t a b i l i d a d p o l í t i c a y la e x p a n s i ó n e c o n ó m i c a , que repercutió directamente en la c r e a c i ó n de un e s p a c i o cultural y , e n particular, e n la demanda y promoción de jóvenes talentos con ideas y actitudes modernas para ponerse a l s e r v i c i o del Estado. La s i t u a c i ó n del Río de la P l a t a , e n c a m b i o , era la de una s o c i e d a d comparativamente i g u a l i t a r i a que v i v í a en una i n e s t a b i l i d a d crítica y prerevolucionaria o , para describirla con un concepto de D u r k h e i m , de a n o m i a s o c i a l , donde se experimentaba una sensación de transítoriedad

26 permanente que buscaba una d e f i n i c i ó n .

Por otro lado, no se h a b í a formado todavía

un Estado central i z a d o , n o e x i s t í a n instituciones democráticas, ni se había promulgado una C o n s t i t u c i ó n , permaneciendo el país bajo el d o m i n i o despótico de a l g u n o s c a u d i llos, a m e n a z a d o por potencias extranjeras que lo sometieron a un duro b l o q u e o , d o m i nado por el desierto, el atraso y la i g n o r a n c i a , rodeado de agresivos indios nómades y en una permanente crisis p o l í t i c a y s o c i a l . Esta s o c i e d a d no necesitaba de los jóvenes intelectuales urbanos que deseaban dar muestra de su talento o , como ellos d e c í a n , de 27 ponerse a trabajar para regenerar la s o c i e d a d de la Patria.

Y esta será, p r o b a b l e m e n -

te, a nivel m a c r o s o c i a l , la r a z ó n más profunda porqué en el Perú, a partir de la i m i t a -

139

ción de los modelos románticos españoles, la juventud se identificó con un lenguaje pasatista, subjetivista, espectacular y "moderno"; y porqué, en cambio, en el Río de la Plata, la ¡oven generación juzgó muy pronto que esa forma expresiva era inadecuada para configurar su relación con la sociedad y para expresar su propia identidad, y debieron crear una forma cultural diferente que las definiera. A través de esa nueva forma replantearon globalmente cuól había de ser la relación de la inteligencia ilustrada con la realidad social, introdujeron el tema de la naturaleza animada en la literatura, trataron de elaborar el problema de la génesis de las sociedades y sus posibilidades de cambio en la historia y , a través de los textos, trataron de solucionar el problema más importante con que se confrontaron: cómo describir, interpretar, educar, movilizar y transformar a la masa popular. Todos estos niveles determinaron, finalmente, la formulación de nuevos principios estéticos y dieron origen a nuevas formas expresivas que confirieron a su literatura un nivel cualitativo esencialmente diferente a todas las demás literaturas de su época y que es imposible de clasificar con el nombre de romanticismo.

4.2.

El tipo social productor de culturo

El objetivo del párrafo anterior era mostrar las condiciones sociales que e x p l i can la nueva forma cultural producida por la Generación de 1837 para relacionarse con la sociedad. N o se puede dudar que, en un primer período H 8 3 0 - 3 7 ) , el modo con que trató de articularse a la clase dominante estuvo controlado por los presupuestos que definían el comportamiento social de los estratos medios intelectuales durante el despotismo borbónico. Uno de los rasgos que definían a aquel grupo social, como parte de una sociedad tradicional en proceso de recomposición, era su opción por las reformas pacíficas, sobre todo a partir de los sangrientos conflictos sociales que acompañaron el desarrollo de la revolución francesa. También el grupo rioplatense se caracterizó por el rechazo de la violencia como solución para los problemas de la sociedad, no solo por los motivos que movían a los liberales espadóles, sino también porque tenían en cuenta la 28 experiencia de la anarquía y de las guerras civiles posteriores a la Independencia. Por otro lado, estos intelectuales, como sus predecesores durante la monarquía, trataron de constituir una alianza entre los grupos ilustrados y el poder absoluto para ejercer un gobierno paternal y racional sobre toda la sociedad en su conjunto y, al mismo 140

tiempo, tener la suficiente autoridad como para desplazar pacíficamente a las clases privilegiadas tradicionales. En tercer lugar, como aquellos, también éstos estaban convencidos de que la sociedad era una unidad orgánica que no tenía contradicciones irresolubles, donde los intereses de cada individuo podfan armonizarse con los de la comunidad y donde era posible solucionar todos los problemas a través de la reflexi&n racional, pudiéndose llegar a una síntesis de todas sus partes creando una situación de prosperidad general. Como aquellos, también éstos vieron a sus principales antagonistas en los sectores tradicionales que pertenecían al clero, la nobleza y los caudillos sociales. Todos los elementos anteriores, finalmente, descansaban en la convicción de que las ¡deas eran el motor último del progreso histórico, y de que s&lo hacia falta una oportunidad para que se desarrollaran y difundieran, y de un poder fuerte que tomara en sus manos la educaci&n del pueblo y la aplicaci&n de esos principios, para que la sociedad accediera a una nueva etapa de su desarrollo, liberara sus energías, se enriqueciera y alcanzara su felicidad. Para decirlo con las mismas

palabras de Echeverría en

1837, ellos se veían en la misma situación de los intelectuales del siglo X V I I I , a quienes define como una "secta de filósofos que viene engendrando todas las revoluciones modernas y una nueva era de la humanidad", aclarando que para repetir lo que ellos habían logrado en Europa era necesario "que las ideas se encarnen en un hombre, en una secta o en un partido, de cuya inteligencia brotarán, como Minerva de la frente 29 de Júpiter, revestidas de hermosura, prestigio e irresistible prepotencia".

Hemos des-

crito, sin embargo, cómo a pesar de estar condicionados por la herencia de este patrón de comportamiento social, la desarticulación social que siguió a la guerra por la Independencia, el estado general de emergencia, violencia y atraso que vivía el país, y el fracaso de esta expectativa, los impulsó a retirar su identificación con quienes d o minaban el poder y con todos los grupos que monopolizaban el prestigio social por su riqueza o por su ilustración, para plantearse la necesidad de desarrollar una producción autónoma de la tradición ¡lustrada que los antecedía y de las élites dominantes de la sociedad. Señalaremos ahora brevemente cómo el mismo proceso social general de emergencia e indefinición, donde no había lugar para un intelectual que no quisiera ocupar un lugar tradicional, los llevó a trascender también la relación que mantenían con la sociedad los liberales hispanoamericanos de las nuevas sociedades nacionales, que luchaban por institucionalizar y democratizar la sociedad y por destruir las formas tradicio141

nales de gozar de ciertos privilegios en países más sólidamente constituidos que la C o n federación Argentina como fue el caso de Chile, el PerO, Brasil o M é x i c o . V a nos hemos referido a cómo evolucionó esta tendencia en la capital del Pacífico a partir de que los jóvenes ¡lustrados ensayan su primera ruptura con los grupos dominantes de la sociedad tradicional (antigua nobleza, plantadores costeños, oligarquía financiera y caudillos militares) y se une a la lucha del partido liberal. También hemos explicado que, en la confrontación entre los liberales y los grupos tradicionales, no se trataba de modificar esencialmente la estructura social o de imponer un modelo de desarrollo a l ternativo, sino que unos y otros se identificaban con el mismo proyecto y con los mismos objetivos de la nueva sociedad nacional. Se trataba, en cambio, de luchar por d o minar el poder y la administración de los recursos del Estado, por un lado; y de la reforma del aparato del Estado dotándolo de instituciones liberales, asegurando la soberanía del pueblo, por otro. Los liberales, en otras palabras, no buscaban realizar una revolución estructural sino liberarse de su posición de subordinación con respecto a los otros grupos de la misma clase, y tomar el poder; de administrar los recursos públicos con un sentido igualitario más pronunciado y una eficiencia técnica moderna; de atender a la educación y a la participación popular; de destruir los privilegios del clero, los militares, la antigua nobleza y de los que poseían capital o tierras; de facilitar las libertades de comercio, de circulación de la tierra, de prensa y las garantías individuales; de someter a los caudillos y al ejército a una asamblea ilustrada de notables que tuviera la representación popular; de limitar el poder del Ejecutivo y de la organización de una sistema parlamentario. Finalmente, hemos mostrado cómo esta tentativo de los estratos medios liberales debía terminar en el aislamiento, el fracaso, el exilio y , al poco tiempo, en la reincorporación cooptada a la clase dominante, representando la modernidad dentro de los límites que le imponía su dependencia para con aquella s o ciedad tradicional. De esta manera, hemos destacado la relación que existió entre el planteo abstracto del liberalismo y la actitud romántica idealista que, simultáneamente, los caracterizó. Liberalismo y romanticismo significaron diferentes expresiones de la misma forma de relación con la sociedad tradicional. En un primer momento, implicó la afirmación del estrato medio ¡lustrado frente a la clase oligárquica, el rechazo de su medio y la identificación con la modernidad europea, la posibilidad limitada de ejercitar la libertad y de afirmar la propia subjetividad insatisfecha dentro de la a c t i vidad política y cultural, hasta que llegaron a pensar que representaban los intereses

142

de todo el pueblo y , finalmente, 1o reducción de su horizonte de expectativas a un mundo de abstracciones institucionales, de comportamientos heroicos y de lenguajes sublimes. A medida que este comportamiento se puso a prueba con la realidad, el proyecto liberal y la actitud romántica idealistas entran en crisis al experimentar el choque e n tre sus abstracciones y la realidad social, el contraste desencantado entre sus expectativas y la consecuencia de sus acciones, evidenciándose que no eran lo suficientemente consistentes como para justificar ese comportamiento. Finalmente, el proceso se resolvió e n el abandono de los ideales democráticos e igualitarios de la lucha liberal, la reducción a lo técnico, lo burocrático y lo administrativo, y la fuga a la vida privada, a la interioridad cultivada y a una actitud aristocrática que buscaba superar el medio que la rodeaba y diferenciarse de una sociedad a la que se despreciaba, se servía y se usufructuaba, pero con la que no deseaban tener nada que ver, a la que no querían referirse y con la que no se identificaban. Excepto este desenlace, ya que los sectores ilustrados no pudieron reincorporarse al gobierno de Rosas después de sus reiterados fracasos, estos son los rasgos que caracterizaron también a los unitarios y a los primeros románticos entre el gobierno de Rivadavia a mediados de la década de 1820 y la caída de Rosas. Como lo comenta Echeverría, implantaron el parlamentarismo y el sufragio universal, aseguraron las libertades de enseñanza, de imprenta y de cultos, trataron de organizar la enseñanza y fueron, sobre todo, brillantes en lo que tocaba a los problemas administrativas y hacendarlos. Sin embargo rechazará su proyecto por antidemocrático y por ser una imitaci&n de ideas abstractas europeas que no tenían nada que ver con el progreso social de la sociedad argentina. Para Echeverría el objetivo primordial de un gobierno liberal debería ser la "poblaci&n pobre, desamparada, ignorante, oprimida y semibárbara de las campanas", preocupándose por fomentar sus intereses, asegurar sus derechos, organizar su producci&n y , en fin, de educarla por medio de instituciones locales que expresaran sus necesidades en la vida rural. Los unitarios, en cambio, trataron de aplicar "las soluciones más altas y especulativas de la ciencia europea", sacrificando a sus principios abstractos esta sociedad concreta, ignorando cómo estaba constituida, su cultura, sus costumbres, su industria y desconociendo sus aptitudes, no supo qué hacer con ella, ni hacia que rumbo debía encaminarla. . . no comprendían el sistema social de un punto de vista nacional o argentino. Ellos buscaron lo ideal que habían visto en E u ropa, o en libros europeos, no lo ideal resultante del desenvolvimiento a r mónico y normal de la actividad argentina. 143

Como lo sigue comentando el mismo Echeverría, los unitarios, después de su fracaso, v i vían todavía en medio de este mundo abstracto de expectativas, "creían que la edad de oro de la República Argentina estuvo en este pasado, esperando la oportunidad para 30 reconstruir la sociedad con estos viejos escombros e instituciones".

V , precisamente,

ese mantenerse fijado en un pasado abstracto e ideal que era imposible de realizar en la sociedad concreta que los dominaba, crea la base esencial del idealismo y de la insatisfacción romántica entre 1832, que lo introduce Echeverría, y 1851, que Mármol 31 lo lleva a su culminaci&n. Como comenta Hernán V i d a l ,

el paradigma sobre el que

se estructuran las obras del liberalismo romántico implica la tensi&n entre lo utópicoideal, representado por los héroes épicos de los poemas y las novelas, y lo demoníacoreal, que era el pueblo americano. En medio del espacio creado por ambos polos, se ubica el escritor como un profeta, como un conductor de pueblos en su peregrinación hacia la tierra prometida, o como el responsable de la recreación adánica de América que pasará de la infancia inmadura a la plenitud gracias a su tarea. Probablemente este último aspecto caracterice a esta literatura en su período triunfalista, como en el Facundo, de Sarmiento; pero en el momento de fracaso, aquella tarea adánica se ve reemplazada por el dramatismo desencantado del poeta, que se siente frustrado por no poder realizar lo que considera su misión, reduciéndose el esquema a la polaridad " i d e alidad utópica - realidad demoníaca" sobre la que se construyen los primeros poemas de Echeverría o las obras de Mármol, cuando tratan de encontrar una compensación a la realidad degradada que no pueden manipular en la proyección arquetípica de individuos sublimes. Para todos los de esa generación que no pertenecieron al antiguo partido unitario el rechazo del liberalismo abstracto implicó igualmente el de esta actitud poética romántica. La opción por otro tipo de relación política e intelectual con la realidad se resolvió también en la identificación con otro paradigma estético antirromántico. Probablemente nadie lo enunció mejor que J . B. Alberdi en 1838. Rechaza A l b e r di, en los primeros números de La M o d o , como modelos a V i r g i l i o y Cicerón, pero también a ciertos autores y conceptos echeverrianos como a los hermanos Schlegel, a quienes juzga

"espíritus retrógrados" vueltos hacia la Edad Media; considera a Victor Hu-

go "una estrella del ocaso", y a éste, junto con Chateaubriand y "todos los escritores de la escuela llamada romántica" como "decadentes", proclamando: " N o somos ni queremos ser románticos", y declarando que querían "una literatura profética del porvenir y no llorona del pasado". Dice más largamente Alberdi: 144

N o somos ni queremos ser románticos. N i es gloria para Schlegel ni para nadie el ser romántico; porque el romanticismo, de origen feudal, de i n s t i n to antisocial, de sentido absurdo, lunático, misántropo, excéntrico. . . por ningún tftulo es acreedor a las simpatías de los que prefieren el fondo a la forma, (de l o ) que es nacional s i n ser romántico, filosófico, moralista, progresivo, que expresa el sentimiento público y no el capricho individual, que habla de la patria, de la humanidad, de la igualdad, del progreso, de la l i bertad, de las glorias, de las victorias, de las pasiones, de los deseos, de las experanzas nacionales; y no de la perla, de la lágrima, del ángel, de la luna, de la tumba, del puñal, del veneno, del crimen, de la muerte, del infierno, del demonio, de la bruja, del duende, de la lechuza ni de toda esa cáfila de zarandajas cuyo r i d í c u l o vocabulario constituye la estética romántica. 32 La formación de la Asociación de Mayo significa e l principio de un movimiento donde se constituirá esta nueva relaci&n con la realidad, ya que se plantearán una serie de presupuestos que los llevará rápidamente a superar su expectativa dependiente tradicional, s i n resolverse en cambio en un radicalismo abstracto. Poco después de haberla organizado, Echeverría le propone a su vicepresidente J . M . G u t i é r r e z que "todos los miembros nos ocupásemos en preparar los elementos de la nueva organización social que proyectamos, y que ventilásemos aquellas cuestiones positivas que serán en lo porvenir de un interés más v i t a l para la P a t r i a " , formulando un programa de trabajo donde se incluyen los diferentes problemas que han de ser examinados y , lo que es más importante para nuestro estudio, e l método con que han de ser investigados. En primer lugar coloca el problema de la libertad de prensa, de la cuál dependerá la formaci&n de la opini&n y la propaganda de las nuevas ¡deas. Se discutirá, también, la organizaci&n del sufragio popular y la forma que había de tomar la democracia representativa. Otro tema se r e fería a la política en materia impositiva, el crédito público y la administración de la hacienda pública. Mientras estos puntos coinciden con las preocupaciones de los l i b e rales moderados de la época, menciona una segunda serie que se refieren a la manera de mejorar la condición del hombre popular, que solo fue incorporada por algunos e l e mentos radicales de manera fugaz en otras naciones pero que, para esta generación, fue el rasgo más importante que la distinguirá a lo largo de cuarenta años,

mantenién-

dose la misma formulación todavía en la década de 1870 en la Obra de José Hernández: la organización de la campana, el fomento de la industria r u r a l , la manera en que los Jueces de Paz han de representar los intereses populares y ejercitar su autoridad, el modo en que ha de formarse la m i l i c i a nacional de una sociedad democrática. F i n a l mente, propone una serie de trabajos históricos para recopilar los antecedentes consti-

145

tucionales, i d e o l ó g i c o s y militares de la n a c i 6 n , para dejar e n c l a r o a qué tradición deseaban articularse. E c h e v e r r í a cierra su programa afirmando su v o l u n t a d de m a n i p u lar la realidad concreta: d e b í a n plantear cada tema desde el punto de vista p r á c t i c o , con la o b l i g a c i & n de hacer uno reseña crítica de los antecedentes históricos que t u v i e se e n el país, de extraer lo substancial de ellos y de fundar, sobre esa base, las t e o r í as de mejora o de sustitución conveniente. O para d e c i r l o con las palabras de un texto que y a se ha convertido e n c l á s i c o para e x p l i c a r la a c t i t u d de estos intelectuales para con la realidad social: El punto de partida para el deslinde de cualquiera cuestión p o l í t i c a debe ser nuestras leyes y estatutos v i g e n t e s , nuestras costumbres, nuestro estado s o c i a l . Determinar primero lo que somos; y , a p l i c a n d o después los p r i n c i pios, buscar lo que debemos ser, h a c i a qué punto debemos encaminarnos. Mostrar e n seguida la práctica de las naciones cultas, c u y o estado s o c i a l tenga más a n a l o g í a s con el nuestro, y confrontar siempre los hechos con la teoría o las doctrinas de los publicistas más adelantados. N o salir del terreno práctico, no perderse en a b s t r a c c i o n e s , clavar el ojo de la i n t e l i g e n c i a en las entrañas mismas de nuestra s o c i e d a d , es el ú n i c o modo de hacer a l g o útil a la patria, y de atraer prosélitos a n u e s tra causa. A s í lograremos levantar el monumento de la g l o r i a de la ¡oven generaci&n a r g e n t i n a , tener e n nuestro poder todos los elementos de la lucha y del triunfo cuando llegue nuestro d í a , y brille el sol de la r e g e n e r a c i ó n de la patria. A s ? llegaremos a hacer una verdadera fusión de todas las doctrinas p r o g r e sivas, a uniformar nuestras o p i n i o n e s , a ligarnos por v í n c u l o s indisolubles, a disponer de los destinos de nuestra patria y a o r g a n i z a r uno a l i a n z a formidable que arrolle y pulverice la impura liga de los egoístas, los malvados y los opresores.33 En este texto se h a l l a n presentes los grandes temas que caracterizaron el horizonte c u l tural del liberlismo decimonónico: la e x p e c t a t i v a de llegar a formar una s o c i e d a d d e m o crática ideal en un futuro próximo - u n criterio u t ó p i c o , y a que no se trataba de a d a p tarse a la s o c i e d a d presente sino de luchar por producir una s o c i e d a d futura que solo e x i s t í a en su s u b j e t i v i d a d - ; la v i s i ó n de A m é r i c a como un organismo juvenil en c r e c i miento q u e , bajo la tutela de los liberales ¡lustrados, llegaría a su madurez; la n e c e s i d a d de producir una ruptura radical con el pasado c o l o n i a l ; la confianza c i e g a e n la fuerza de las ideas y la necesidad de formularlas claramente para propagarlas y e d u c a r con e l l a s a la o p i n i ó n ; la c o n v i c c i ó n de que podía transformarse todo, donde el i n t e l e c tual, como un n u e v o A d á n , tenía en sus manos la facultad de interpretarlo todo por v e z primera y de d i r i g i r l o hasta que llegara a constituir una nueva tierra o , mejor t o d a v í a , un paraíso. D e la misma manera, como ellos mismos se d e c l a r a r o n y después fue c o m e n 146

fado con insistencia, se holla acó presente la perspectiva historiaste del progreso h u mano, la división de la historia de la humanidad como una serie de etapas graduales, la meta señalada por esa marcha de la humanidad hacia su propio progreso y , en fin, la convicci&n de que la juventud es quien está predestinada para conducir a los pueblos a su destino como profetas, guías o mesías y , si perecían en la lucha, como mártires 34 35 del progreso. Sin embargo, como señala J. L. Romero, lo que diferenciará a esta generación de otros grupos liberales es la superaci&n de la actitud imitativa, principista y abstracta que caracteriz6 a estos últimos, su decisión de manipular la sociedad de una manera concreta, su actitud crítica frente a las demás generaciones ilustrades tratando de sacar experiencia de los acontecimientos pasados y , en fin, el hecho de haber destacado que lo esencial de los problemas que se han de solucionar no se encuentra en el orden de las instituciones, la política o las ¡deas, sino en el nivel social de la realidad. Esta nueva actitud implicó que trataran de comprender e interpretar la sociedad como totalidad, incorporando a su horizonte una vasta agenda de problemas que no fueron relevantes para los otros grupos liberales de la América Hispana; que se pusieran a estudiarlos considerando los deterninismos naturales e históricos que los condicionaban y trataran de solucionarlos desde un punto de vista pragmático. Esta nueva actitud que incorpora al pueblo y a la naturaleza como el elemento esencial que ha de ser interpretado, que realiza una reflexión crítica de la sociedad como totalidad, y que trata de comprenderla genéticamente poniendo en claro cómo se ha formado y cuáles son sus posibilidades prácticas de evolución, explicará el lugar que ocupó en su vida práctica la producción cultural, la función innovadora que llegará a tener la creación de una imagen comprensiva y genética de la realidad social y natural y , finalmente, porqué se pusieron como primera tarea la producción de una cultura nacional. Y será precisamente esta actitud, que es una particular relación de la inteligencia ¡lustrada con la sociedad en su conjunto, la que explicará el nuevo paradigma estético que formularon y controló sus obras.

4 . 3 El proyecto cultural de la Generación de 1837 y la formulación de un nuevo paradigma es ti lis tico-formal

Los trabajos que tratan de aprehender el fenómeno literario latinoamericano han prescindido del hecho de que se trata, al mismo tiempo, de un proceso específicamen147

te cultural y de un modo de relaciones sociales, donde los lenguajes literarios no solo se han de articular a la tradición artística sino que

también han de ser explicados por

la necesidad que tienen los problematizados grupos ilustrados de fundar una relación consistente con su sociedad y de darse una identidad. Por esta raz&n, nos vimos obligados a exponer la manera en que la producción literaria era, en alguna medida, producto de una situación social general y , sobre todo, del comportamiento de un pequeño grupo perteneciente a los estratos medios para consigo mismos, para con la sociedad tradicional en su conjunto y para con la cultura de su tiempo. A continuación, vamos a resumir y sistematizar brevemente estos elementos, para presentar teóricamente el nuevo paradigma es té tico-cultural que sostendrá la producción literaria autónoma con perspectiva revolucionaria en su primer momento de aparición, en el Río de la Plata, y que permanecerá vigente durante casi un siglo en el resto de la región en determinadas circunstancias. Si nos preguntáramos, por lo tanto, qué significaba para este tipo de estrato i l u s trado producir un texto, sea o no l i t e r a r i o , la respuesta tendría que imaginar un proceso de producción que vá más allá de la intencionalidad del autor, que no sólo debe atender a los modelos que recibe desde Europa y que comprehende problemas que trascienden el fenómeno propiamente l i t e r a r i o , es decir la manera en que sus lenguajes continúan o trasgreden la manera tradicional de configurar los textos en su sociedad. Más que todo ésto, una reproducción intelectual adecuada del fenómeno deberá atender a la manera en que la producción de esos lenguajes se articula a los problemas y contradicciones generales de todo el cuerpo social, y al modo en que fundan una praxis social del sujeto social productor para con los demás actores sociales, de manera que s i g n i f i quen una respuesta a su situación problemática con respecto a su medio.

a) La ruptura con la cultura y las clases tradicionales Simplificando los términos para obtener una mayor claridad conceptual que nos permita comparar este modo de producción con el que dominó la época del romanticismo en el Perú, podríamos afirmar que la producción cultural significó la manera de superar la situación de impotencia y desesperación de un grupo de jóvenes intelectuales frustrados que, nacidos con las ideas y expectativas que trajo consigo la independencia política, debían incorporarse en posición subordinada y dependiente al grupo dominante tradicional. 148

Como productores de cultura, este grupo no deseaba ganar la benevolencia de quienes dominaban el poder, no pretendía un puesto o una prebenda en la administraci&n pública, no quería ponerse al servicio de uno u otro de los sectores de prestigio dentro de su medio o representar alguno de los intereses sociales que estaban en conflicto político. Antes bien, formaron un grupo de presi&n, prepararon un programa de comportamiento que trasgredía las reglas de juego tradicionales, se abocaron a diseñar un horizonte de expectativas y una manera de interpretar la realidad que les permitiera identificarse como una nueva generación opuesta a las que les antecedían y , finalmente, pretendían representar una alternativa política, se vieron a sí mismos como un grupo revolucionario y aspiraron a la toma del poder. De manera que, durante el período mús 37 significativo de su producción intelectual (1837-51),

no tuvieron una intencionalidad,

por así decirlo, transitiva que buscara influir sobre toda la sociedad, sino otra inmanente que no se dirigía a alcanzar objetivos externos al propio grupo productor o que fuera más allá de la búsqueda de adeptos. Antes, al contrario, desde un primer momento el grupo toma la forma de una "secta", donde no se trataba todavía de hacer presi&n sobre la sociedad, sino de organizar una etapa de iniciación. Su finalidad era autoformarse, autoídentifioarse, producir un horizonte y un lenguaje que los unificara y , al mismo tiempo, les diera un perfil social diferente del que trataba de imponerles su medio tradicional, constituirse en alternativa de los grupos dominantes para dirigir la sociedad 38 y esperar el momento de la toma del poder. 39 Martínez Estrada

se ha referido a esta generaci&n como a un "cuerpo colegiado"

que se había puesto como tarea obtener la independencia espiritual de la tradición colonial. En efecto, para este grupo la producción intelectual era una labor colectiva donde no tenía lugar el subjetivismo individualista del poeta romántico. Cuando Echeverría le escribe a Juan M . Gutiérrez indicándole cómo habían de proceder los miembros de la Joven Argentina (1837), propone que se reparta el trabajo para que, después, la Asociación examine las conclusiones, las discuta y las sancione. Esos trabajos debían formar un "fondo comOn" de la Asociación y ningún socio podría publicarlos sin su consentimiento. El mismo Echeverría consideraba que sus ideas no tenían valor porque fueran originales, sino porque él había encontrado una forma de expresión adecuada de un "pensamiento común" y porque "resumían en un símbolo los deseos y esperanzas de la juventud", en el que todos podían reconocerse. De hecho, el Dogma Socialista oporeció sin firma y fue compuesto por una comisión de tres miembros que encargaron la redacción V49

o Echeverría para que tuviese uniformidad de estilo y de forma de exposición, terminándolo Juan R. A l b e r d i en la emigración. Cuando la redacción estuvo lista en un primer proyecto, fue discutida una noche entera por todos los miembros, lo que relata Echeverría vanagloriándose de "haber sido el intérprete y órgano de ese pensamiento", habiendo sido su papel solo tomar la i n i c i a t i v a de manifestarlo públicamente. De la misma manera, atribuye la entusiasta recepción del Dogma entre los jóvenes de todo el país, porque él era. como una "revelación de lo que deseaban y esperaban para el país todos 40 los patriotas".

También Alberdi comentó las fuentes de su trabajo más importante que

después sirvió de base para la Constitución de la República, explicando que no había pretendido ser original y que había tomado ¡deas de los demás miembros, " y de e l l o me lisonjeo, porque no he procurado separarme de todo el mundo, sino expresar y ser eco 41 de todos".

Igualmente, José Hernández explicó su tarea periodística y poética d i c i e n -

do que su labor era solo la de ser intérprete de los demás, limitándose a dar forma acabada a los sentimientos y expectativas comunes, diferenciándose decididamente de quienes veían en el intelectual un sujeto 42 destinado a cultivar la propia personalidad en vez de ejercitar funciones colectivas.

Cuando Sarmiento estaba en la inmigración (1844)

hacía propaganda de las ideas de Juan B. Alberdi explicando la situación privilegiada que encontraba en Valparaíso, al poder comparar el movimiento comercial e intelectual que llegaba desde Europa y la realidad del medio americano y , otros miembros a su vez, citaban y promocionaban a Sarmiento; y si este permanente autoelogio podía llegar aciertos extremos, como en aquél caso en que Juan M . Gutiérrez comentaba positivamente el Facundo sin haberlo leído, movido por la solidaridad de grupo 43 y suponiendo de antemano cuáles habrían de ser sus ¡deas, para después arrepentirse,

estos hechos re-

velan la homogeneidad generacional y la autoidentificación que llegaron a alcanzar. En el período de la emigración en Montevideo y C h i l e , este grupo deja la actitud que podríamos llamar "conspirativa", para tranformarse en activistas y propagandistas de un cuerpo de doctrina que proponen con una solvencia y una firmeza notables. La unanimidad que habían alcanzado es tan acentuada que, al lector de hoy, se le hace d i f í c i l juzgar a quién pertenece una cita sobre los grandes temas que se pusieron a discutir como, por ejemplo, la necesidad de un absoluto divorcio con la cultura y la literatura española,o la de promover una emancipación intelectual y una cultura nacional que consumaran el proceso de independencia p o l í t i c a comenzado unas décadas antes, el papel progresista que le tocaba desempeñar a la ¡oven generación ¡lustrada para regenerar la

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sociedad y hacer triunfar la democracia social, el historicismo mesiánico que los hacía juzgar e l presente como una transición hacia un estado ideal y muchos otros temas más concretos referidos a la educaci&n, el hombre popular y el juicio que le merecían los caudillos, la antigua aristocracia o la oligarquía del dinero. De esta manera, Echeverría, Juan M . Gutiérrez, Vicente F. L&pez, Juan B. Alberdi o Miguel Cañé no se d i ferenciarán entre sí, y aún es posible encontrar los mismos textos presentados todavía con idéntico lenguaje en personajes de una generaci&n posterior como O l e g a r i o A n d r a de, Carlos G . Spano o José Hernández, destacándose los de Sarmiento durante el p e ríodo de la emigraci&n por la peculiaridad de su estilo coloquial, no por sus temas o por el fondo de sus ¡deas. De manera que no solo en la actitud general tenían una autoidentificación colectiva, sino también en el horizonte ideológico que los unificaba y ellos se habían propuesto propagar. En 1846 Echeverría podía comprobar los resultados de esta labor conjunta, atribuyendo a su labor perseverante la difusi&n de "ese caudal de nociones políticas, literarias y económicas, e t c . , que circula entre el pueblo que lee y que hubiera en otro tiempo sido el patrimonio exclusivo de algunos hombres". Y agrega que, en sus manos, la prensa se había transformado ganando en moralidad y elevaci&n de doctrina, habiéndose acostumbrado el público a exigir artículos que reúnan un sólido fondo doctrinario con un estilo adecuado. Igualmente, refiriéndose a la influencia que habían tenido los jóvenes emigrados argentinos a través de la prensa chilena, junto con la ¡oven generaci&n de ese país, Lastarria juzgaba que ellos habían traído la "emancipación social de las preocupaciones y tradiciones religiosas, políticas y literarias. El espíritu público emancipado comenzó a hacerse libre pensador en religión, liberal en política, y romántico, es decir independiente, en literatura. La crítica reemplazó a la a n 44 tigua sumisión a los preceptos. . . " La acumulación de todo este material indiciario para referirse al comportamiento que tenía el grupo de la joven generación para consigo mismos, trata de acentuar el tipo de solidaridad que los sostenía en su labor de producción intelectual. Porque lo más característico del sujeto social productor de los textos de este período en el Río de la Plata, será la presencia de una razón ¡lustrada colectiva, impersonal, doctrinaria, v i n culada simultáneamente a un grupo que está haciendo lo mismo, y a un sistema general de ¡deas que les interesa divulgar. A c á está el origen de un tipode razón crítica, o de narrador omnisciente que caracterizará el ensayo y el relato autónomos con intención revolucionaria, que les da a los textos de diferentes épocas ese temple de quienes per151

fenecen a la misma familia, ya se trate de Sarmiento, de Martí y Mariátegui o, dentro del relato, de Echeverría, Alcides Arguedas, Rómulo Gallegos, L&pez y Fuentes o Ciro Alegría. También acá está el motivo del tono pedagógico y la insistente necesidad de generalizar y de elevar lo concreto a un nivel típico para que represente sistemáticamente a la sociedad. Finalmente, acá se encuentra el fundamento de un tema que será constante en el ensayo revolucionario ilustrado, donde se presentará a la nueva generación intelectual como representante, o intérprete, de un futuro utópico hacia el que puede encaminarse toda la sociedad, y que dominará la perspectiva intelectual durante todo el período de transici&n de cada nación, desapareciendo cuando la sociedad se rearticula y se organiza un nuevo modo de producción.

b) El ejercicio de lo autonomía y la elaboración de una nueva identidad La producción intelectual significó la ruptura de su relación con los grupos dominantes de su sociedad y , en particular con los sectores ¡lustrados tradicionales, desarrollándose de manera autónoma con respecto a las instituciones, los grupos o las ¡deas dominante de su nación. Significó, al mismo tiempo, la reelaboración de su propia identidad, que extraía

los rasgos con que se autodefinían y las metas que elegían para su

comportamiento colectivo, no de los datos objetivos que se referían a su origen social, su profesión, su riqueza o su educación, sino de juzgarse protagonistas del progreso humano en medio de su sociedad. Estos jóvenes concibieron a la sociedad, y a toda la humanidad, como viviendo en una situación de transición donde se confrontaban dos épocas históricas. Se trataba, para ellos, de una verdadera "guerra" entre el "principio retrógrado", que mantenía a las sociedades fijadas en las ataduras del pasado, y el "principio progresivo", que las hacía luchar para alcanzar su emancipación. De allí que juzguen a los hechos y a las personas según participen de uno de estos dos bandos en conflicto. Ellos mismos, en medio de esta confrontación crítica, extraían su identidad del hecho de considerarse como protagonistas empeñados en esta lucha dramática, o como representantes del progreso humano en medio de una sociedad dominada todavía por el pasado colonial o por la reacción restauradora que trataban de impedir el progreso de la revolución. A diferencia de los demás grupos de la región dedicados a la producción literaria, para esta juventud producir un texto era un modo de tomar partido en ese conflicto histórico. En esa decisión de convertirse en un actor de una revolución que, en primer lu-

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gar, debía significar una transformación de las ideas y del horizonte de expectativas de su sociedad, la elaboración de una lenguaje literario no implicaba la volutad de renovar los estilos artísticos, o de afirmar la subjetividad imitando un modelo europeo, sino la de hacer progresar a su sociedad destruyendo los persistentes prejuicios, costumbres y condicionamientos que la mantenía fijada a su pasado, incorporándola a la marcha de toda la humanidad hacia su progreso y regeneración social. Esta posición, donde se exigía una literatura "cristiana, espiritualista, progresiv a , profética, democrática y popular, revolucionaria", como propugnaba Alberdi en 45 1841,

fundamentará el criterio básico con que estos intelectuales juzgarán a la a c -

tividad cultural de su tiempo. Y a se trate del periodismo, de la organización de la educación, del horizonte general que América heredaba de la cultura española, o del arte literario, a todo lo clasificaban segbn perteneciera al futuro o al pasado, a la reacción retrógrada o al progreso, al estado del vasallaje y de esclavitud que dominaba la conciencia social durante el antiguo régimen o a la lucha por una sociedad emancipada y democrática que ellos trataban de reestructurar. Como lo comentaría Vicente F. López, a propósito de un discurso de Lastarria en Chile en 1842: Las ¡deas de que se alimenta la literatura son de dos clases: progresistas, nuevas, revolucionarias; y tradicionales, viejas, retrógradas. . . Luego, en literatura hay siempre dos banderas; si una de ellas es progresista y la otra no, alguna de las dos no es socialista, y no siendo socialista, no puede . . . que sirvan a la utilidad de la patria. A q u í es necesario servir a la patria haciendo triunfar una de las dos tendencias sobre la otra, la progresista sobre la retrógrada. N o hay medio entre estos dos caminos. Y termina exigiendo una "literatura s o c i a l " , es decir una que se ponga al servicio de las necesidades de su sociedad y colabore con su progreso, abocándose a investigar sus 46 antecedentes históricos y sociales y proponiéndose la representación de la nación. El mismo contexto ideológico sostiene la respuesta de Esteban Echeverría al crítico español A l c a l á G a l e a n o en 1846. G a l e a n o había afirmado que América no debía renegar de sus antecedentes españoles, haciéndose eco seguramente de las escandalizadas críticas que levantaron entre los grupos ilustrados tradicionales la actitud iconoclasta de toda esta generación con respecto a su pasado colonial. Echeverría negaba que en aquella tradición española, América pudiera encontrar el "principio engendrador" de su literatura, vinculando la cuestión literaria al movimiento de independencia p o l í tica empezado unas décadas antes, y afirmando que "es absurdo ser español en literatura y americano en p o l í t i c a " . Dentro de la España contemporánea, defiende Echeverría 153

las tendencias progresistas de Larra y Espronceda, que según él "aspiraban a lo nuevo y original en pensamiento y forma"; no asT a Zorrilla, quien "rehabilitando las formas y las preocupaciones de la vieja España, suicida su bello ingenio poético y reacciona contra el progreso". Reconoce Echeverría la exuberancia plástica de su poesía, y aún acepta la validez de " l ' a r t pour l'art" para otras sociedades s&lidamente constituidas donde los poetas tienen libertad para dedicarse a elevadas especulaciones -como sería el caso de Goethe y Hugo-, pero "nada progresiva nos parece esta teoría en un poeta de la España revolucionaria y aspirando con frenesí a su regeneraci&n." Y explica su posición exigiendo que la literatura se comprometa con "esa guerra desastrosa, en que están precisamente empeñadas las tradiciones coloniales y las ¡deas progresivas", e x p l i cando que un aspecto de esa confrontación es "el completo divorcio de todo lo colonial, o lo que es lo mismo, de todo lo español, y la fundación de creencias sobre el principio democrático de la revoluci&n americana". En fin, más adelante vuelve a reafirmar el mismo antagonismo, defendiendo que "nada tiene que hacer la tradici&n colonial, despótica, en que el pueblo era cero, con el principio democrático de la revolución americana, y que entre aquella tradición y este principio, no hay injerto ni transacción posible", declarando que la única tradición que reconocen como legítima "es la tradi47 ción democrática de su cuna, de su origen revolucionario". De esta manera, el proceso de producción literaria significa, al mismo tiempo, una ruptura con la sociedad concreta y una justificación de la propia generación que, como decía Alberdi, se propone realizar una literatura "profética del porvenir" de esa sociedad que hoy rechazaban. Esos dos polos -antagonismo y la ajenidad con respecto a la sociedad real presente, y la identificación con un futuro utópico y una sociedad ideal que ellos dicen representar- colocan a estos intelectuales en un espacio cultural autónomo, donde el compromiso con su sociedad y con su futuro se resuelve en una l i bertad de plantear todos los problemas que la atañen y de ejercitar en el máximo grado posible la razón crítica, la interpretación comprensiva o la proyección utópica de su medio. Esta actitud se reproduce en el carácter impersonal de sus textos, donde el a u tor no interviene como subjetividad sino como conciencia colectiva de esa lucha de la humanidad; en el tono afirmativo y en la confianza en la razón que ejercitan sus autores, tan diferente del acento problemático, desencantado, escéptico o de ironía satírica que caracterizan a otras literaturas; o en la tensión espacial y temporal que organizan la estructura de sus objetos, presentando el momento presente como un aconteci154

miento provisorio que es la consecuencia de un proceso donde han intervenido los e l e mentos retrógrados del pasado, y que revela su realidad cuando la raz&n ilustrada lo juzga a partir de un futuro que est6 llamado a gozar y hoy le está negado; o en esa combinación entre realismo social detallista y sistematización interpretativa que caracteriza a todos sus trabajos y que no es posible encontrar en las literaturas del resto de la región. Bellamente describe Juan M. Gutiérrez este sistema de identificaciones y rechazos de la generación cuando define al genio de la poesía que ellos querta realizar, e l que "mostrando al hombre la nada de sus obras, le impele siempre hacia adelante, y señalándole a lo lejos bellas utopías, repúblicas imaginarias, dichas y f e l i c i dades venideras, infúndele en el pecho el valor necesario para encaminarse a e l l a s , y la esperanza de alcanzarlas"; palabras que podrían concretarse en la visión profética con que Sarmiento termina su Facundo, donde culmina todo su esfuerzo interpretativo de la realidad presente con la presentación de un mundo mítico que, como una nueva tierra, creará la nueva generación en pocos anos cuando llegara al poder; y que pueden explicar, igualmente, la enorme frustración que le significó a José Hernández el desenlace que tuvo su expectativa historicista al experimentar la suerte del gaucho, y que determinó la perspectiva de su poema.

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c) La fundación de ur.a nueva relación con la sociedad y de un nuevo horizonte de la realidad La producción cultural significa la fundación de un nuevo horizonte de la realidad y la modificación esencial de la relación entre la inteligencia ilustrada y la sociedad: a través de la producción de una nueva cultura pretenden apropiarse de la totalidad social, convertirse en actores de su transformación y culminar su tarea con la producción de un nuevo tipo de hombre, de relaciones con la naturaleza y de sociedad. Junto a aquella posición comprometida con el progreso social que hemos resumido en el punto anterior, a la que podríamos llamar progresista utilizando el lenguaje de la época, e l órgano productor de cultura toma una actitud crítica con respecto a los prejuicios que dominaban la sociedad y la representación que se hacían los hombres de sí mismos, confrontándolos con los resultados de sus investigaciones históricas y de sus interpretaciones sobre el conjunto social. De esta manera la producción intelectual de esta generación está controlada por una actitud indagatoria que, en aquellas circunstancias, toma un rasgo dramático, ya que se trataba de averiguar por primera v e z qué 155

era realmente su sociedad;

o implicaba un pedido de cuentas a la realidad para e x i -

girle la explicaci&n de sus conflictos y de su a t r a s o ; ^ o bien se planteaba como un d e safío para desatar el misterioso nudo gordiano que la mantenía sumergida en la barbar i e ; ^ o tomaba la forma de una meditaci&n poética para recapitular todos los elementos de esa red que apresaba y destrozaba al hombre popular y pretendía, finalmente, iluminar su destino p o s i b l e . ^ La urgencia con que Echeverría planteaba esta tarea en 1837 y 1846 se desprende de su interpretación del proceso histórico por el que atravesaba la sociedad argentina. Reduciendo todo el pasado a la "prehistoria", coloca el nacimiento de esta sociedad en la revoluci&n de M a y o (1810), que "fué la primera y grandiosa manifestación de que la sociedad argentina quería entrar en las vías del progreso". A l l í empezó a existir como pueblo - d i c e - , su condición de ser experimentó una transformación repentina", c o mo esclavo estaba fuera de la ley del progreso; como libre, entró rehabilitado en ella. Cada hombre, emancipado del vasallaje, pudo ejercer la plenitud del derecho individual y social. La sociedad por el hecho de esa tranformación debió empezar y empezó a experimentar nuevas necesidades, y a desarrollar su actividad libre, a progresar conforme a la ley de la providencia". Explica que cada pueblo tiene condiciones peculiares y fines propios para encaminarse a su progreso social, con una ¡dea que tiene resonancias de Herder, quien no planteaba el proceso de evolución social en términos abstractos de "humanidad", sino que defendía el destino propio a la característica intrasferible que tiene cada sociedad. "Hacer obrar a un pueblo en contra de las condiciones peculiares de su ser como pueblo libre es malgastar su actividad, es desviarlo del progreso, encaminarlo al retroceso". De acá se desprende la visión básica de Echeverría, quien veía el presente como un retroceso, como una reacción y una vuelta al pasado colonial, como un hiato en el proceso comenzado en M a y o , cuyos responsables eran las antiguas generaciones de unitarios y federales, quienes por diversos procederes habían llegado a aniquilar la nación, sacándola de quicio y malgastando su energía en el vacío, o sofocándola bajo el peso de un despotismo brutal, apelando unos y otros a la guerra. De acá se desprende también la tarea que le correspondía a la nueva generación, quien era responsable de continuar la independencia política que había comenzado en M a y o , en la emancipación social. Aquella fue la época heroica, esta debe ser la época reflexiva, "dos épocas igualmente necesarias, igualmente gloriosas en nuestra vida social: entusiasta, ruidosa, guerrera, heroica la una, nos dio por resultado la independen-

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cía política. . . la otra pacífica, laboriosa, reflexiva, que debe darnos por fruto la libertad. . . La primera podrá llamarse desorganizadora. . . la segunda organizadora,

53 porque está destinada. . . a hechar el fundamento de nuestra regeneraci&n s o c i a l " . De esta manera, se configura la "misi&n" que, como continuadora de aquella primera generación de los héroes de la independencia, le correspondía a la nueva g e neración. Se trataba, en primer lugar, de una tarea cultural, es decir de abocarse a descubrir las "leyes o condiciones peculiares de existencia" de su sociedad, "que resultan de sus constumbres, de su historia, de su estado social, de sus necesidades físicas, intelectuales y morales, de la naturaleza54misma del suelo donde la providencia quiso que habitase y viviese perpetuamente".

En esta actividad de investigación,

contemplación y estudio, todavía nada tiene que hacer el oportunismo o la propaganda política, y mucho menos la conspiración para organizar un golpe de mano y tomar el poder. Es una tarea específicamente productora de un nuevo horizonte del mundo, que quiere apropiarse por vez primera de la realidad como totalidad a nivel afectivo e i n telectual, para provocar el consentimiento de los demós miembros de la sociedad y no para desatar una nueva lucha por el poder conforme a las reglas de juego que dominaban a los grupos de intereses del pasado. En este impulso a dánico, que pretende por primera vez dar un ser, por la palabra, a un mundo que vive sumergido en el caos y en el inconciencia, y que cree que este es el inicio de una movimiento que acabará en su liberación, hay que ver una cultura que quiere ser "fundacional", creadora y no, como ha sido interpretada, solo instrumental o política. ^ Esto se resuelve en una manera de apropiarse intelectualmente de la realidad que trasciende las posibilidades que tuvieron en aquella época otros intelectuales de la región por los niveles de realidad que considera esenciales en el objeto que trata de reproducir. Por un lado, tratan de articular los diferentes elementos de su sociedad para llegar a configurar una totalidad de sentido que incluya la naturaleza física y la manera que determina al hombre - o es determinada por é l - , el modo de producción dominante que da el ritmo básico a la sociedad, las relaciones sociales que la sostienen, las instituciones que la organizan, las formas de ejercitar y distribuir el poder, la manera en que los diversos sectores sociales llegan a adquirir un determinado tipo de cualidades y de personalidad y, en fin, el tipo de sensibilidad, los lenguajes y la manera en que esos hombres se representan su propia situación en el mundo. Por otro lado, pretenden descubrir el proceso histórico que ha generado este tipo de sociedad, los determinismos

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y condicionamientos que e x p l i c a n todas a q u e l l a s características de su totalidad y las posibilidades que tiene de superar esa s i t u a c i ó n . Para utilizar un término al que G e o r g y Lukács le ha conferido e n estricto sentido c i e n t í f i c o , podemos caracterizar a esta forma particular que tiene la i n t e l i g e n c i a de apropiarse de su r e a l i d a d a través de la p r o d u c c i ó n c i e n t í f i c a , filosófica o literaria, como realismo s o c i a l . ^ Finalmente, ¡unto a estos rasgos progresistas y realistas, caracterizará o esta g e neración la i n t e n c i ó n de producir una cultura democrática en un triple sentido. En p r i mer lugar, porque el hombre popular se convertirá e n el objeto y el tema esencial de la reflexión intelectual y p o é t i c a , trascendiendo los límites temáticos de las tendencias literarias del mismo período e n los países de h a b l a e s p a ñ o l a , donde predominaban a la propia subjetividad del poeta, o se referían a los sectores sociales dominantes. Por otro lado, lo que es todavía más importante, la e x p e c t a t i v a de esta g e n e r a c i ó n era lograr la d e m o c r a t i z a c i ó n de la cultura, liberándola del e x c l u s i v i s m o que la h a c i a patrimonio de clérigos y doctores. J u a n M . G u t i é r r e z , e n su famoso discurso e n la i n a g u r a c i ó n del S a l ó n Literario (1837), después de proponer el completo d i v o r c i o de las tradiciones c u l turales españolas, le aconseja a cada a r g e n t i n o que asuma su responsabilidad intelectual preocupándose de su propia formación, llenando el v a c í o que le h a b í a dejado su e d u c a c i ó n defectuosa, y disponiéndose a estudiar las e x i g e n c i a s y necesidades de su s o c i e d a d para cumplir con " e l destino que nos está reservado e n este gran drama del universo, en que los pueblos son a c t o r e s " . D i c e que deben proclamarse intelectualmente libres, c o mo supieron emanciparse e n p o l í t i c a , empaparse del saber que les ofrece Europa y , con esos conocimientos generales, disponerse a fundar una cultura n a c i o n a l y a desempeñar los variados destinos que deben ocupar en un país donde todos son ¡guales y donde todos, tanto los que se encuentran en el comercio, como e n las faenas rurales de los campos, están llamados a legislar, a administrar justicia, a ejecutar las leyes y a producir una 57 cultura n a c i o n a l .

Finalmente, la perspectiva democrática nace de la i n t e n c i o n a l i d a d

que sostiene la p r o d u c c i ó n cultural, que estaba d i r i g i d a al p u e b l o o q u e , como d e c í a Sarmiento, se preocupaba no de la o l i g a r q u í a y de quienes tenían e s t a n c i a s , sino de la " c a n a l l a " , tratando de modificar su suerte, educar su c o n c i e n c i a y transformar su d e s t i no. La masa del pueblo se convierte así e n o r i g e n , motivo y objeto de la p r o d u c c i ó n intelectual; e n la a f i r m a c i ó n de que él debe llegar a ser por sí mismo el sujeto p r o d u c tor de su propia r e a l i d a d cultural y social; y e n la f i n a l i d a d última de la a c t i v i d a d a r tística o intelectual. Para d e c i r l o con las palabras de E c h e v e r r í a , todo el problema de 158

ellos podía formularse con la siguiente pregunta: " ¿ B a j o qué condiciones se desarrollará la democracia en nuestro pais, o realizará su ley de progreso?" Este problema absorverá todas sus energías, de manera que se vieron comprometidos a orientar todas las a c tividades, aún la producci&n literaria, hacia esta investigaci&n de la realidad social, incorporándolas a la lucha por democratizarla: "Política, filosofía, religi&n, arte, ciencia, industria; toda la labor inteligente y material deberá encaminarse a fundar el imperio de la democracia." Y agrega que, una actividad política, religiosa o filos&fica que tuviese otras miras, que no cooperase a su desarrollo y no la sancionara y predicara, eran ajena a sus intereses; que una industria que no tendiera a emancipar a las masas y a elevarlas a la igualdad, sino a concentrar la riqueza, la abominaban y, en fin, que un " A r t e que no se anime de su espíritu, y no sea la expresión de la vida individual y social, será i n f e c u n d o . " ^ Esta tentativa de fundar una cultura progresista, realista y democrática, con la voluntad de apropiarse de la realidad como totalidad, de convertirse en actores del progreso histórico de su sociedad y de llegar a transformarla, representa el nivel decisivo en donde se origina el cambio cualitativo del paradigma estético-cultural que diferenciará esencialmente a estos lenguajes de los del resto de la región y , aün, de las otras l i teraturas burguesas de su época. Plantear la producción de un nuevo horizonte cultural como el primer paso para lograr la democratización de la sociedad trajo consigo la v a riación temática más significativa, ya que el hombre popular deja de ser un personaje excéntrico, jocoso o marginal de la literatura, para convertirse en el objeto central que ha de ser configurando, manifestado, revelado o, como quería José Hernández, " i l u m i -

59 nado".

La necesidad de hacer partícipe a esa masa social en su propio destino y de

comprometerla con las metas de la revolución democrática, produjo el hecho inusitado en las jerarquizadas sociedades tradicionales, y aOn más extraño en las modernas sociedades burguesas del siglo X I X , de que el sector inferior de la pirámide social se convirtiera en el destinatario de la producción literaria de individuos ¡lustrados durante medio siglo, hasta que esta preocupación llega a fundar una tendencia literaria enteramente original - l a literatura gauchesca-, y culmina en un poema escrito en ese leguaje, que fue dirigido y recibido con una enorme difusión por la población rural marginalizada, que, a través de ella, interpeló a la sociedad entera y llegó a significar la obra literaria más importante de la nación y, probablemente, de toda la región. Por otro lado, el programa de modificar la relación abstracta de la inteligencia 159

¡lustrada para con el mundo, fundando lo que he llamado el realismo social, se reproduce en el modo en que se configura el objeto literario, donde se trata de captar la multiplicidad de elementos que forman una sociedad estrechamente articulados, de tal manera que el lector pueda tomar conciencia de la esencia de su realidad como de una totalidad de sentido que trasciende, con mucho, su campo inmediato de observaci&n. Comenta Juan B. Alberdi el Facundo de Sarmiento indicando que por el suelo extenso y el desierto, por trescientos años de colonizaci&n española mal establecida, por los restos de las razas indígenas explica Sarmiento la existencia y la manera de ser de la sociedad y cómo el caudillo es la autoridad discrecional e irresponsable de la vida a r gentina por una necesidad derivada del modo de ser de esa naci&n pastora. Sarmiento mismo no vela en Facundo Q u i r o g a solo una personalidad exótica, sino la expresión fiel de una manera de ser de un pueblo, de sus preocupaciones e instintos o , para d e cirlo con sus palabras, "un espejo en que se reflejan en dimensiones colosales las creencias, las necesidades, preocupaciones y hábitos de una nación en una época dada de 60 la historia".

El realismo social privilegia, también, una nueva conciencia del tiem-

po, refiriéndolo no solo al acontecer inmediato, del que se tiene memoria, sino a los procesos genéticos que han determinado las peculiaridades de cada sociedad y a las posibilidades de fundar un nuevo proceso histórico para llegar a transformarla. A estos dos elementos Sarmiento los contraponerá como " c i v i l i z a c i ó n y barbarie" y se vió en la necesidad de terminar su estudio con un capítulo al que llamó simbólicamente " P r e sente y provenir", donde contrasta la totalidad social descrita con el futuro mítico a que ya nos hemos referido. También a ésto lo comenta Alberdi con una idea que, probablemente, constituya el motivo central de su pensamiento político, cuando destaca que no se podía oambiar el hecho del caudillaje con la violencia, sino que se debía combatirlo en sus causas, no habiendo otro camino que "concluir con el desierto, con las distancias, con el aislamiento material, con la nulidad industrial, que hacen existir al caudillo como su resultado lógico y n o r m a l . " " Este realismo confluye, finalmente, con la tendencia democrática, cuando en su búsqueda de comprender el medio natural y al hombre popular, acaba identificándose con él y reproduciéndolo con una evidente simpatía que valoriza todas sus cualidades positivas y lo propone a la sociedad como el valor más positivo que debe integrar el futuro orden social. La actitud posterior de S a r miento, cuando abandonó su identificación con el horizonte de la Generación de 1837 y se incorporó al Partido liberal de Buenos Aires formado por los antiguos unitarios, han 160

hecho olvidar la valoración positiva y decididamente simpática que tuvo con el gaucho, donde la vivencia de la realidad social que presentaba se imponen sobre la intención de oponerla a la civilizaci&n y darle un contenido negativo, de donde han resultado cuadros que se han convertido en clásicos para recordar elogiosamente ciertos tipos nacio62 nales como el baqueano, el rastreador, el payador, o la vida del gaucho en la pampa. El retrato que hace José Hernández, que está cargado de tantos rasgos negativos que podrfan incorporarse a la intenci&n del libro de Sarmiento, recuerda al mismo tiempo aquellas palabras de Ricardo Gutiérrez que el autor del Martín Fierro cita en el prólogo a la 8 ° edici&n C1874) para justificar su simpatía por el gaucho: " . . . son cristianos, pastores, son agricultores y jornaleros; los más famosos jinetes de la tierra; son criaturas de un coraz&n noble y bravo, de una inteligencia sorprendente; son hospitalarios, sobrios y generosos y habituados a tan enormes trabajos rurales, que son los tínicos que no le son disputados por el incesante concurso de la inmigraci&n." Pero más importante que todo ésto, el hecho es que estos autores llegaron a identificarse tan estrechamente con ese tipo social que pudieron incorporar sus textos a la cultura popular de la masa analfabeta, que los llegó a trasmitir por tradición oral, pensando Hernández que su li bro se ajustaba tan estrictamente a la vida íntima de su auditorio - y a que no eran lectores-, que ellos lo percibían como una "continuación natural de su existencia", y aOn a él mismo se le h a d a "muy difícil, si no de todo punto imposible, distinguir y separar cuáles son los pensamientos originales del autor, y cuáles los que son recogidos de las fuentes p o p u l a r e s " . ^ Desde el punto de vista formal, aquél programa cultural introduce en la literatura el tratamiento típico de los personajes y situaciones, donde la presentación de ciertos casos individuales están de tal manera elaboradas que, por confluencia, el lector llega a percibir el ámbito natural, ideológico e institucional que determinan el destino de una sociedad, lo cual constituye el objeto propio que pretende mostrar el autor para despertar la conciencia crítica del lector y comprometerlo en la lucha por transformar la sociedad. Esteban Echeverría hace un amplio cuadro de un matadero, de los tipos sociales que se han formado en el oficio, de sus lenguajes y sus costumbres, para terminar afirmando que, "el aquél tiempo, los carniceros degolladores del Matadero eran los apóstoles que propagaban a verga y puñal la federación rosina, y no es difícil imaginarse qué federación saldría de sus cabezas y cuchillas", explicando a continuación que ellos llamaban unitario a todo el que no era degollador, carnicero, ni salvaje ni ladrón 161

como ellos, concluyendo que "por el suceso anterior puede verse a las claras que el f o co de la Federaci&n estaba en el Matadero". Es el mismo procedimiento que empleaba Sarmiento para dar un significado social a la figura del caudillo, y el que empleará José Hernández para pasar de lo particular a lo general, elevando los casos particulares a la dimensión de la suerte general del gaucho y pronunciando, con ello, un juicio s o -

64 bre el nuevo orden social.

Esta última reflexión de Echeverría ¡lustra también la ma-

nera en que el autor interviene en el texto dirigiéndose al lector, que será otro rasgo estilístico que, ¡unto con los citados brevemente, configuran los rasgos formales del nuevo paradigma es té tico-cultural que dio origen a la nueva literatura. Como hemos mostrado, significa en realidad la fundaci&n de un nuevo horizonte cultural y , sobre todo, una manera inédita de establecer una nueva relaci&n de un grupo ¡lustrado con la sociedad de su t i e m p o . ^

162

Deutsche

Spezifische

Merkmale

gebildeten

der

Klassen

Zusammenfassung:

kulturellen in

Produktion

der

Lateinamerika

Die Arten kultureller Produktion der Urbanen Mittelschichten in Loteinomerika: die abhangigen Kulturen 0 7 8 0 - 1 9 2 0 ) und die a u tonomen Kulturen (1840-1970)

Inhalt:

1. Problemstellung und Forschungsgebiet 2. Analyse des Falles Peru 3. Paradigma der abhängigen Literaturen 4. Gegenüberstellung des Paradigmas mit dem Fall Río de la Plata 5. Paradigma der autonomen Literaturen

+ ) Übersetzt aus "Rasgos específicos de la producción literaria ilustrada en América Latina", en Revista de G f t i c a Literaria Latinoamericana (Lima), 1977, III, 6: 7 - 3 6 , von Sylphe Peschke, Ursula Reitberger und Daniel C a n o .

163

1. P r o b l e m s t e l l u n g

und

Forschungsgebiet

D i e Interpretationen der lateinamerikanischen Literatur g e h e n heutzutage v o n v i e r v e r s c h i e d e n e n , schwer z u vereinbarenden Standpunkten aus. A u f der e i n e n Seite stehen ¡ene, die die Literatur Lateinamerikas als eine imitative Prolongation der europäischen Literatur beschreiben. Menfendez P e l a y o betrachtete sie seinerzeit als Teilbereich der Literatur der iberischen H a l b i n s e l ( 1 9 1 1 - 1 9 1 3 ) . A u c h der Franzose D a i r e a u x und d i e ersten N o r d a m e r i k a n e r a n a l y s i e r t e n sie n a c h den K r i t e r i e n , die v o n der E n t w i c k l u n g und den Typen der spanischen und französischen Literatur abgeleitet waren (Daireaux 1930; Coester 1916). U n d Riva A g U e r o , der zum ersten M a l eine e i g e n s t ä n d i g e , historische Gesamtdarstellung der Literatur Perus schuf (1905), charakterisierte sie als eine i m i t a t i v e Produktion, wobei d i e Reproduktion der spanischen M o d e l l e in W i r k l i c h k e i t das l a teinamerikanische E c h o a u f das spanische E c h o der französischen Literatur bedeutete. N a c h den ersten Schriften v o n J u a n M . Ricardo G u t i é r r e z und Ricardo Palma in den j e w e i l i g e n Ländern, brachten die ersten n a t i o n a l g e s c h i c h t l i c h e n W e r k e die E n t w i c k lung der Literaturen mit der ihrer G e s e l l s c h a f t e n seit der U n a b h ä n g i g k e i t miteinander i n V e r b i n d u n g (Romero 1888; Urbina 1917; Rojas 1917). Seitdem sieht sich eine g l o b a l e lateinamerikanische Literaturgeschichte verpflichtet, die nationalen politischen E n t w i c k l u n g e n , so verschieden sie in den e i n z e l n e n Unterbezirken a u c h sein mögen, mit der E v o lution der ästhetischen M o d e l l e Europas z u v e r b i n d e n . Bis heute ist es keiner Literaturgeschichte g e l u n g e n das Problem z u läsen, d a ß sie mit z w e i relativ widersprüchlichen Standpunkten operieren muß, d i e letztlich den Tatsachen nicht gerecht w e r d e n . Darüber hinaus z i e h t dieses Erbe e i n e n Interpretationskonflikt nach sich: S t e l l e n diese Literaturen d i e E i n g l i e d e r u n g der R e g i o n , zumindest in ihren modernisiertesten Bereichen, in die Kultur des industriellen Europas d a r ? O d e r i m p l i z i e r e n sie nicht im G e g e n t e i l die n a tionale Selbstbestätigung und s p i e g e l n sie nicht e i n e G e s t e der U n a b h ä n g i g k e i t wider, und diese nicht nur der spanischen, sondern a u c h der gesamten europäischen Literatur g e g e n ü b e r , w i e es die "literatura g a u c h e s c a " , der indigenistische Roman oder der " r e a l i s m o " der " n u e v a n o v e l a " darzustellen v e r m ö g e n ? S e i t der weitverbreiteten A b h a n d l u n g v o n V a s c o n c e l l o s (1927), den brillianten A r beiten v o n Pedro Henrtquez UreBa (1928, 1941), der Historie v o n Luis A . S á n c h e z ( 1 9 2 8 1936) und den Entwürfen v o n G i l b e r t o Freyre (1933) und A n t o n i o Cflndido (1959) ist e i n

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anderes Interpretationsschema populär geworden, das heute vor allen anderen den V o r rang besitzt. N a c h diesen Autoren ist die lateinamerikanische Literatur weder eine Imitation der europäischen, noch beschränkt sie sich darauf, den Charakter jeder einzelnen Nation auszudrucken, sondern sie objektiviert den Prozeß der Rassenmischung, die die Bevölkerung des Subkontinents gegenüber den Übrigen Volksgruppen der Welt auszeichnet. Das Besondere dieser Literatur liege in der Art und Weise, mit der die neuartige kulturelle Synthese dargestellt werde, die durch die Mischung der traditionellen Bevölkerung (Indios, Neger und Gauchos) mit den Europäern entstand; beide Gruppen wurden durch den Einfluß einer primitiven und sagenhaften Umgebung verändert, einer Umgebung ähnlich derjenigen, die Christoph Columbus faszinierte und die noch heute eines der Interessengebiete der Nordamerikaner und Europäer ist. Aber diese Annahme hat noch immer einige Fragen unbeantwortet gelassen, die wir hier stellen wollen: Sind diese Literaturen Ausdruck der Gesellschaft des gesamten Gebietes oder nur Ausdruck der problemreichen Erfahrung einer schmalen privilegierten Elite, die innerhalb der lateinamerikanischen Gesellschaft eine differenzierte Haltung und eine andersartige kulturelle Herkunft besitzt? Und kann man andererseits Uberhaupt von "der" lateinamerikanischen Literatur sprechen, indem man sie mit dem Begriff der Mestizierung beschreibt, als ob Lateinamerika eine konfliktlose Einheit darstel le und nicht gleichzeitig v ä l l i g verschiedene Literaturen hervorgebracht hätte? A u f welcher Basis kann die hofische peruanische Romantik und die politische engagierte Literatur im Dialekt der Gauchos vom Río de la Plata als Einheit behandelt werden? Und welcher Umstand erlaubt es, so verschiedene, g l e i c h zeitige Strömungen als eine einzige Literatur zu betrachten wie die marginale, kritische Erzählkunst, die in den Großstädten entstand und die mit der avantgardistischen Poesie, dem mexikanischen Revolutionsroman und der indigenistischen Literatur koexistierte? In den letzten zehn Jahren ist eine Reihe von kritischen Teilstudien erschienen, in denen besonderer Wert auf die Einheit, die Transzendenz, die Besonderheit und die Aktualität des literarischen Schaffens gelegt wird. In diesen Arbeiten wird die historische und soziale Dimension der Kultur außer acht gelassen. V o n Bedeutung ist fUr sie die Lokalisierung bestimmter kultureller Monumente, die aufgrund ihrer VorzUglichkeit Teil der Weltkultur sind. N a c h ihrer Vorstellung wird die soziale und historische Entwicklung der Literatur ersetzt durch eine Ansammlung zeitloser, sich selbstgenUgender und transzendentaler Werke, die sich zugleich auf die Weltkultur und auf jede privat? und isolierte Subjektivität beziehen (F. Moreno 1972, Losada 1975: 193-198). V i e r Grundhypothesen sind folglich als Ansatz fUr eine Interpretation der Entwickl e

lung der lateinamerikanischen Literatur vorgeschlagen worden: (1) Sie ist eine Imitation der europäischen Literatur; (2) sie ist Zeugnis des nationalen Ausdrucks; (3) sie ist eine Objektivierung der Rassensynthese; (4) sie hat Teil am universalen Transzendentalismus. In der vorliegenden Arbeit werde ich in groben Zügen ein anderes Paradigma skizzieren, aus dem hervorgeht, daß jene anderen Entwürfe bei kritischer Betrachtung des Phänomens als Uberholt betrachtet werden kännen. Unser Arbeitsfeld beschränkt sich auf die gebildete Urbane Kultur Lateinamerikas und der spanisch sprechenden Welt im Besonderen. Das bedeutet eine zweifache Einschränkung: Einerseits werden wir nicht die gebildeten pre-urbanen Kulturen betrachten, d . h . jene, die im bäfischen und kirchlichen Bereich produziert wurden, und die sich auf die an der Spitze der sozialen Pyramide stehenden Mitglieder der herrschenden Klasse beschränkten; andererseits werden wir auch nicht die traditionellen Volkskulturen behandeln, in denen sich die Weltanschauung der bis vor kurzem zahlenmäßig Uberwiegenden Kieise ausdruckte, und auch nicht die der städtischen Volksgruppen, die auch heute noch in den großen Städten eine andersartige kulturelle Produktion entwickeln. Die Entwicklung der gebildeten Stadtkulturen begann mit der Aufläsung der kolonialen Welt in den letzten Jahrzehnten des 18. Jahrhunderts. Sie wurden von gewissen intellektuellen Eliten der Mittelschichten getragen, die bestimmte Funktionen Ubernahmen und Haltungen einnahmen, die im Umkreis der westlichen Welt ein ausschließliches Charakteristikum der neuen lateinamerikanischen Stadt darstellten. In der vorliegenden Arbeit werden wir folgende Punkte aufzeigen: (1) einige charakteristische ZUge dieser Eliten, die ihre soziale Realität und ihre literarische Produktionsweisen in den letzten 200 Jahren differenzierten; (2) den bedeutsamen Unterschied zwischen der abhängigen kulturellen Produktionsweise, die entstand, als sich diese Eliten in der prämetropolitanen Stadt mit den traditionellen O l i g a r c h i e n vereinten (1780-1920) und der autonomen Produktionsweise, als diese Beziehung in eine Krise geriet (1840-1880) oder als man im neuen kulturellen Raum produktiv tätig wurde, der durch die massive metropolitane und internationale Stadt geschaffen wurde (1920-1970); (3) gleichzeitig werden wir aufzeigen, daß die literarische Entwicklung nicht in jedem der Gebiete Lateinamerikas synchron verläuft, sondern daß sie nach einem unterschiedlichen Rhythmus verläuft, der die Wirkung des Modernisationsprozesses und vor allem den Wandel der sozialen Struktur begleitet.

166

2.

Analyse

des

Falles

Peru

E i n e spätere Bewertung des lateinamerikanischen kulturellen Prozesses, d i e v o m C o n o Sur aus vorgenommen wurde, b e z e i c h n e t e die revolutionäre Romantik A r g e n t i e niens, C h i l e s und U r u g u a y s als erstes bedeutendes literarisches Phänomen der R e g i o n . V o m Bewußtseinsstand der Epoche aus, d . h . w e n n man bedenkt, was man damals unter " L i t e r a t u r " verstand, entstand die erste N a t i o n a l l i t e r a t u r a l l e r d i n g s nicht in jener S u b r e g i o n , sondern in Peru. W i r werden d i e Entstehung des Phänomens darstellen, um aus den Tatsachen e i n i g e G r u n d k o n z e p t e a b z u l e i t e n , mit deren Hilfe die o f f i z i e l l e Entstehung der literarischen Kultur in den neuen lateinamerikanischen Ländern besser v e r s t a n den werden k a n n . D i e Romantik manifestierte s i c h in Peru als plätzlicher kultureller Btuch

Im J a h -

re 1848 wurde in Lima d i e G e d i c h t s a m m l u n g eines spanischen N e u a n k ö m m l i n g s g e d r u c k t , der daraufhin z u m M o d e d i c h t e r a v a n c i e r t e

Ein Text aus der d a m a l i g e n Z e i t e r z ä h l t uns,

wie dieser D i c h t e r " z u m fuhrenden K o p f eines Dutzends talentierter J u g e n d l i c h e r w u r de, d i e d i c h t e n d und v o n innerer Unruhe getrieben u m h e r z o g e n " fBasadre 1964; 9 0 3 V D i e s e jungen Studenten bildeten n a c h kurzer Z e i t die erste w i r k l i c h e r e p u b l i k a n i s c h e literarische G e n e r a t i o n Perus. A u f diese W e i s e verband s i c h das Erscheinen der R o m a n tik mit e i n e m aus S p a n i e n kommenden kulturellen E i n f l u ß und man stellte den G e s c h m a c k s wandel einer gewissen Leserschaft fest, d i e s i c h vor a l l e m aus D a m e n und g e b i l d e t e n jungen Leuten zusammensetzte. D a s A n e k d o t i s c h e dieser B e w e g u n g wird schon i n den Texten dei S p e z i a l i s t e n klar (R. Palma 1886, J . de la R i v a A g U e r o 1905, L. A .

Sánchez

1928). Es geht uns hier nicht so sehi darum, e i n e n Stilwechsel innerhalb einer n a t i o n a l e n Literatur und e i n e V e r ä n d e r u n g der A r t des Publikums a u f z u z e i g e n , das s i c h z u m Träger der K u l t u r e n t w i c k e l n sollte, sondern es interessiert uns v i e l m e h r , d i e Bedeutung d a r z u l e g e n , d i e e i n e bestimmte kulturelle Produktion als s o z i a l e r P r o z e ß erlangt. D a s durfte uns d a n n e r l a u b e n , d i e Hauptmerkmale gewisser Phänomene a u f z u d e c k e n , d i e sich i n jeder S u b r e g i o n w i e d e r h o l e n s o l l t e n , und d i e besonderen C h a r a k t e r i s t i k a dieser Produktion im V e r g l e i c h z u den Industrieländern z u bestimmen. D a z u mUssen wir uns - w e n n a u c h nur kurz - zunächst den s o z i a l e n K o n t e x t vor A u g e n h a l t e n , i n d e m dieses Phänomen auftrat. Erinnern wir uns, d a ß Peru in jener Epoche 0 8 3 8 - 1 8 4 8 ) eine junge, u n a b h ä n g i g e N a t i o n mit etwas mehr a l s einer M i l l i o n

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Einwohner war. Der Staat und die Stadt Lima waren abhängig von den reichsten Bezirken, in denen sich die Bevölkerung konzentrierte ' C u z c o , La Libertad, A y a c u c h o und Puno). Die Einnahmen kamen aus den Zollerhebungen und den Steuern, die den "Castas y Persona:", die zu 40 % aus Indios bestanden, auferlegt waren. Die Stadt Lima war ein Verwaltungszentrum von ungefähr 5 0 0 0 0 Einwohnern, von denen ein Drittel Spanier oder Weiße waren; 1000 gehörten dem Klerus und den Klöstern an; 5000 waren Sklaven und daneben gab es viele andere Indios, die sich dem Transportwesen, dem Handwerk und dem Dienst der 2000 Grundbesitzerfamilien,

des Klerus oder der Staatsinstitutionen

widmeten. Umgeben von Stadtmauern, Gärten und ländlichen Anbaugebieten blieb Lima als von Gremien, Korporationen und Kasten organisiertes System den Ausländern fast v ö l l i g verschlossen; selbst die Einwohner konnten nicht ohne Paß e i n - und ausgehen und jede handwerkliche, soziale und kulturelle Tätigkeit wurde vom Staat kontrolliert. Bis vor kurzem noch waren die Frauen in der Öffentlichkeit nur mit der "saya" und dem Umhang bekleidet gewesen und die Hauptangelegenheiten wurden weiterhin im Palast, in den Kirchen und Klöstern und in den Salons der einflußreichen Familien, auf dem Paseo de la Alameda, in der Stierkampfarena und im einzigen Theater Limas entschieden. Staat und Kirche waren arm und man erinnerte sich mit Wehmut an die Zeiten des Überflusses als Peru noch Kolonie war; der Produktionsapparat war durch die internationalen Kriege und Bürgerkriege der letzten 25 Jahre erschöpft; Stadt und Staat hatten durch die Emigration der Adeligen, des Klerus und der spanischen Kaufleute, die schon seit langem keine produktive Investition mehr gekannt hatten, einen Großteil der fuhrenden Elite verloren, die Hälfte des nationalen Staatshaushaltes wurde dazu verbraucht, ein unvermeidliches, ständig improvisiertes Heer unrühmlich zu unterhalten. Welche Art kulturellen Lebens war unter den gegebenen gesellschaftlichen U m ständen möglich? Kulturproduktion war ein der dUnnen FUhrungsschicht vorbehaltenes Privileg, d . h . diese Tätigkeit war denjenigen eigen, die dem Militär angehörten, Ländereien besaßen, sich einer klerikalen Bildung erfreuten oder durch den Klerus geschützt wurden. M i t anderen Worten, die einzige Möglichkeit voranzukommen bestand fUr e i nen jungen M a n n darin, in der Stadt Lima selbst zu wohnen, wo die Nationalregierung herrschte und wo sich die wenigen kulturellen Einrichtungen befanden, die direkt durch den Staat kontrolliert wurden. Und um es noch konkreter zu sagen: der einzige Weg war die Teilnahme am Leben der FUhrungselite - ungefähr 1200 "ehrbare" Familien, wie L. B. Cisneros es 1860 ausdrücken sollte - um die sich jegliche Tätigkeit in der Stadt 168

und im Staat drehte. Es war undenkbar, daß irgend eine andere Tätigkeit erfolgreich realisiert werden konnte, die nicht direkt von dieser FUhrungselite geleitet wurde oder zu ihr in Beziehung stand. Damit mächte ich deutlich machen, daß es in einer geschlossenen und streng nach Schichten getrennten und kontrollierten Gesellschaft nur dann möglich war, eine kulturelle Tätigkeit auszuüben, wenn der Künstler mit den wenigen Familien der Elite in Verbindung trat und in den Staatsdienst ging. Daraus ergibt sich folglich eine Produktionsweise, die abhängig war von der Stellung dieser Elite innerhalb der gesamten Gesellschaft, von deren Vorhaben und Einschränkungen, da ja die Eingliederung in diese Elite fUr ein gebildetes Subjekt die einzige Möglichkeit zu einer gesellschaftlichen Existenz darstellte. Wenn die Romantik - wie alle kulturellen Bewegungen des 19. und 20. Jahrhunderts in Lateinamerika - die Einführung der Modernität durch einige gebildete junge Leute inmitten einer traditionellen Gesellschaft bedeutete, so war es unter diesen Bedingungen eine Modernität, die einer starken Einengung durch die Elite unterlag und die schließlich die erzwungene Verinnerlichung der Schriftsteller hervorrufen sollte, die letztlich triumphierte und von jener traditionellen Klasse aufgenommen wurde. In der Praxis fiel die peruanische Romantik mit einer Konjunktur beschleunigter wirtschaftlicher Expansion zusammen, deren unmittelbarste Wirkung einerseits die institutionelle Konsolidierung der jungen Nation und andererseits die plätzliche Modernisierung der staatlichen Institutionen und der Stadt Lima sein sollte. Diese Tatsachen sind bekannt. A l l e s begann mit dem starken Bedarf der Industrieländer an Nahrungsquellen, was eine Ausbeutung der Guano-Vorkommen auf den peruanischen Inseln zur Folge hatte. Bald war der Staat kein zahlungsunfähiger Bettler mehr, der von einander nachstellenden Amtsanwärtern belagert war, sondern eine Q u e l l e des Reichtums; er konnte alle vier Jahre das Budget verdoppeln und immer mehr neue Beförderungen an diejenigen verleihen, die sich als fähig erwiesen, zur patriotischen Reorganisation beizutragen. In dem Augenblick, in dem die Romantik als literarische Bewegung erschien, brachten die ersten Exporte dem Fiskus bereits so viel ein, daß damit die Hälfte des bisherigen Budgets finanziert werden konnte. N a c h kurzer Z e i t wurden die seit der Epoche des Unabhängigkeitskrieges bestehenden externen und internen Schulden bezahlt, was eine Bewegung der Modernisierung und Bereicherung nach sich z o g , die den Rhythmus des Lebens in der Stadt wandelte. So erfolgte in Peru die Einführung der Romantik zusammen mit der der Eisenbahn, der Saloneinrichtung im Empire-Stil, dem fließenden Wasser, dem Gasherd, dem Bau neuer Theater, der europäischen M o d e und den italienischen O p e r n 169

ensemblen. Seitdem war es dem Staat möglich, das Budget zu erneuern, Kredite zu erlangen, den traditionellen Produktionsapparat wieder aufzubauen, eine neue professionelle Bürokratie zu bilden und die öffentliche Verwaltung in Ordnung zu bringen, die der Nation geleisteten Dienste anzuerkennen, die Pensionen zu bezahlen und bei all dem das kulturelle Leben wiederherzustellen, kleine Gruppen von Talentierten in die Elite einzufügen, die neue Stellen in der Verwaltung, in der Kultur, im Heer, im Handel und in der Politik einnahmen (Basadre 1964: 748-811 und 826-834). Während in a n deren Gebieten die Produktion der Romantik die Haltung jener darstellte, die sich durch schwere soziale Umwälzungen betroffen fühlten, die die Physiognomie der Gesellschaft radikal änderten, wie es bei den großen liberalen Revolutionen der Fall war, die sich zwischen 1776 und 1814 abspielten, entstand sie in Peru in einem Augenblick sozialer Stabilisierung und stand nicht in Verbindung mit irgendeinem sozialen Prozeß, der eine Revolution in der Produktionsweise, in der Art der sozialen Beziehungen und im Modell der kolonialen, gesellschaftlichen Schichtung implizierte. Der Reichtum kam von e i n i gen Inseln, wo er von einigen hundert Arbeitern erbracht worden war; dann wurde er von ausländischen Kapitalisten abtransportiert und gehandelt, um schließlich von einer dUnnen traditionellen Elite mißbraucht zu werden, die sich auf dem Gipfel der sozialen Pyramide befand und sich nicht vorstellte, daß sich diese Lage von G r u n d auf wandeln könnte 'Bonilla 1974). Der Modernisierungsprozeß brachte außerdem mit sich, daß die äußeren Formen des Prestiges von europäischen Haltungen Übernommen wurden; man sträubte sich aber dagegen, die Formen einer Gesellschaft zu ändern, in der sich die große Mehrzahl i n der Minderheit oder am Rande befand oder direkt ausgebeutet wurde. Die Produktion einer romantischen Literatur, die die Zustimmung dieser auf der Suche nach neuen Statussymbolen befindlichen Elite finden könnte, bedeutete, der Nachfrage nach einer Aktualisierung der formalen Aspekte des Schauspiels nachzukommen, aber die enge Beziehung zu dieser Elite wUrde ihren Preis kosten und der peruanischen Romantik letztlich ihre Charakteristika verleihen. Wer sich an den Tisch setzen wollte, den Stabilität und Wohstand bereiteten, mußte, um es bildlich zu sagen, Tischmanieren haben; d . h . er mußte sich strikt auf die Anschauungen der neuen Strömung beschränken, die von dieser Gesellschaft akzeptiert wurden. Daher kommt es, daß die gesamte peruanische Romantik als die künstlerisch-kulturelle Bewegung definiert werden kann, die die mögliche Modernität inmitten einer wohlhabenden, traditionellen Gesellschaft darstellt. W i r können hier nicht wiederholen, inwiefern diese soziale Lage als Katalysa-

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tor einer ästhetischen Doktrin und eines kulturellen Vorhabens wirkte, die zu solch Überspitzter Sprache wie die der Tradiciones von Ricardo Palma führte (Escobar 1971: 77-167); aber diese Andeutung verweist auf unsere Methode, die kulturelle Produktion als sozialen Prozeß vorzustellen, woraus hervorgeht, daß eine ästhetische Doktrin immer das Resultat einer sozialen Haltung und eines sozialen Vorhabens ist. Eine Analyse auf dieser Ebene, die wir in diesem Fall als die der abhängigen Kulturen charakterisiert haben, erlaubt uns, A n a l o g i e n zu suchen und Unterschiede zu anderen kulturellen Bewegungen aufzuzeigen, die nicht in derselben Region entstehen oder nicht g l e i c h z e i tig in derselben historischen Epoche erscheinen, die aber denselben sozialen Prozeß darstellen, und Ausdrucksweisen hervorbringen, die sich nach analogen ästhetisch-kulturellen Richtlinien richten. Die kritische Analyse rekonstruiert die Charakteristika eines bestimmten ästhetisch-kulturellen Projekts, sobald sich eine bedeutende Mannigfaltigkeit der vorherrschenden Gattungen, der Sprachen und Ausdrucksweisen innerhalb einer Gesellschaft entwickelt hat. Sie versucht a posteriori eine Art von idealem Verhaltensmodell zu formulieren, das auf kohärente Weise diese neue literarische Gesamtheit stutzen kann. Wenn die Kritik diese Aufgabe geschickt verwirklicht hat, um die Einheit einzelner Werke zu erklären, so hat sie nicht die gleichen Resultate - und in vielen F ä l len, wie in der lateinamerikanischen Literatur hat sich nicht einmal das Problem gestellt um die Einheit des literarischen Gesamtbildes zu erklären. Wahrscheinlich ist der unmittelbarste G r u n d fUr diese Selbstbeschränkung der Mangel an Konzepten, die geeignet wären, diese Abstraktionsebenen zu beschreiben, die die Formulierung eines neuen ästhetisch-kulturellen Paradigmas im Sinne eines sozialen Prozesses rechtfertigen. Denn wenn es darum geht, die Charakteristika eines idealen Modells zu formulieren, das die A n a l o gien einer V i e l f a l t von Werken zu beschreiben vermag, so ist der Gegenstand, auf den sich dieses Modell beziehen muß, nicht ein klar analysierbares Individuum, sondern ein soziales G e b i l d e . Die Untersuchung der Bildung der sozialen Persönlichkeit der Vertreter der peruanischen Romantik im Laufe der Jahrzehnte der 40er und 50er Jahre, die in jener Grundsituation, die wir beschrieben hoben, Gestalt angenommen hatte, vermag uns einige ZUge dieses neuen sozialen Subjekts aufzuzeigen. Denn sie sollten das unmittelbare Produkt des neuen kulturellen Raumes sein, der durch ökonomische Expansion geschaffen worden war, und der seinerseits in seiner Beziehung zum Programm der vorherrschenden, traditionellen, dominierenden Klasse verstanden werden muß. Wir werden einige Beziehungen aufzeigen, die, auch wenn sie auf den ersten Blick irrelevant er171

scheinen, uns eine Basis zur Verdeutlichung dessen liefern, was wir damit meinen, wenn wir von einer neuen sozialen Persönlichkeit sprechen, die ein neues ästhetisch-kulturelles Projekt verkündet. Wenn man bedenkt, wie die Aktivität des Colegio de San Carlos verlief, des bedeutendsten Zentrums für praxisbezogene Ausbildung, so wird man genauer verstehen, was wie sagen wollen. Zwischen 1822 und 1844 führte man dort ein unregelmäßiges, fast koloniales Leben, das nach dem hohen akademischen Niveau, das es in den letzten Jahren des 18. Jahrhunderts und in den ersten beiden Jahrzehnten des 19. Jahrhunderts erreicht hatte, wie ein qualvoller Niedergang angesehen werden kann. 1842 beauftragte Minister Laso den Pater Bartolomé Herrera mit der Reorganisation und Modernisierung der Studien. Jener war von liberaler Tendenz, während dieser die erzkonservativen Ideen vertrat. Dennoch rühmte sich die gesamte Elite des dadurch erreichten hohen intellektuellen Niveaus. Der Rektor Herrera nahm aktiv am Staatsleben teil. Er hielt die patriotische Predigt während des Te Deums anläßlich des Jahrestages der Unabhängigkeit, wo er sich zum ersten M a l zur Verteidigung des Autoritarismus einsetzte. Laso selbst, der ihn einige Jahre vorher ernannt hatte, eröffnete nun als Mitglied des Obersten Gerichtshofes die Polemik, die in den Zeitungen ausgetragen wurde und bei der jeder der G e g ner zwölf Stellungnahmen abgab. Später trat während der Prüfungen ein Staatsbeamter auf, der diese Doktrinen anfocht, und Herrera lud öffentlich dazu ein, daß jeder, der wollte, auch wenn er kein offizieller Prüfer war, sie in Auseinandersetzung mit einem von ihm ernannten Studenten anfechten könnte. Ein Abgeordneter und andere Autoritäten nahmen daran teil. Später wurde Herrera, ohne sein Rektorat zu verlassen, Minister unter Echenique und in den folgenden Jahren Regierungsgesandter vor dem Heiligen Stuhl und Parlamentarier. M i t diesen Ausführungen wollten wir die enge Verflechtung zwischen den Bildungszentren, der führenden Elite und dem Staat aufzeigen (Basadre 1964: 857-859). So erklärt sich auch, wieso Ricardo Palma ein so wohlwollendes Bild der Autoritäten seiner Z e i t gezeichnet hat. Eine dieser Autoritäten, ein M a n n , der nacheinander Minister, Staatsrat und Mitglied des Obersten Gerichtshofes war - darüber hinaus auch Theaterzensor - ermutigte sie, indem er ihnen sagte: "Es war, ist und wird immer die Ausflucht der Unfähigen und Angeber ohne wirkliches Verdienst sein, das eigene Land der Undankbarkeit anzuklagen. Heute können alle schreiben und lesen und sich so darstellen, wie sie sind. Wenn es verborgene Weise gibt, so sollen sie uns ihre Weisheit entdecken; wenn es hervorragende Literaten gibt, so sollen sie uns ihre Werke zeigen. Wer im gro172

Ben Wettstreit des Jahrhunderts seine Stimme n i c h t erhebt, tut es, w e i l er nichts z u s a g e n hat. M i ß t r a u e n wir den stummen G e n i e s . D a s K ö n i g r e i c h der I n t e l l i g e n z bestätigt sich in dieser W e l t und e i n wahrhaft talentierter M e n s c h Überschreitet den R u b i c o n und läßt die Aristokratie des Blutes und d i e des G e l d e s hinter s i c h . " P a l m a , C o r p a n c h o und andere D i c h t e r der " B o h e m i a " nahmen a n seinem literarischen Z i r k e l teil, i n dem sie mit hohen A u t o r i t ä t e n U m g a n g pflegten. Er erinnert sich: " d o r t fühlten wir uns sehr wohl: wir konnten a l l e s anstreben und a l l e s e r r e i c h e n " . U n d er legte W e r t darauf h i n z u z u f ü g e n : " D i e J u g e n d v o n damals besaß n i c h t d i e A r r o g a n z sich f ä h i g z u halten, den R e g i e r u n g e n eine bestimmte V e r w a l tungsführung v o r z u s c h r e i b e n , n o c h glaubte sie, d a ß sich d i e Hörsäle der C o l e g i o s in revolutionäre Z e n t r e n oder C l u b s w a n d e l n k ö n n t e n " . Er erinnert s i c h , d a ß jener M i n i s t e r wünschte, d i e N a t i o n möge a l l e diese armen J u n g e n fördern, indem sie ihnen das gewährte, was Palma " c a n o n g r a s de m e r c e d " nannte, d . h . sie wurden in e i n e öffentliche S t e l l u n g berufen, die es i h n e n erlaubte, m o n a t l i c h d i e Hälfte des G e h a l t e s eines a k t i v e n O f f i z i e r s z u b e z i e h e n und die i h n e n das Recht g a b , " d i e hübsche Uniform v o n M a r i n e o f f i z i e r e n z u tragen; und w i r , die begünstigten Bohémiens folgten weite h i n unseren S t u d i e n im C o l e g i o , äußerst zufrieden mit der v o m S t a a t kostenlos verteilten BrUhe, w e i t w e g v o n M e e r und S c h i f f e n " . I n früheren Texten ist in groben Z U g e n dargestellt, w i e sich die E x e k u t i v e , das Parlament und andere Staatsinstitutionen, die E r z i e h u n g , d i e K i r c h e , das berufliche L e ben u n d , w i e wir später sehen werden, das S c h a u s p i e l um das e x p a n s i v e Projekt einer g l e i c h b l e i b e n d e n , k l e i n e n FUhrungselite gruppierten. D i e jungen Studenten der r o m a n tischen G e n e r a t i o n standen sozusagen mit dem Präsidenten und den M i n i s t e r n a u f du und d u , und i n der A b s i c h t ihrem V o r h a b e n n i c h t z u s c h a d e n , e n t w i c k e l t e n sie ihre s o z i a l e P e r s ö n l i c h k e i t . D a h e r kam es, d a ß der Theatererfolg des jungen M e d i z i n s t u d e n t e n C o r p a n c h o ihm e i n Stipendium zur B e e n d i g u n g seiner S t u d i e n i n Europa e i n b r a c h t e , und daher a u c h wurde er b a l d i n den Lehrkörper des C o l e g i o I n d e p e n d e n c i a e i n g e g l i e d e r t und erreichte g l e i c h z e i t i g den Posten e i n e s Sekretärs unter der z w e i t e n Präsidentschaft v o n C a s t i l l a . In g l e i c h e r W e i s e wurde fUr Luis Benjamin Cisneros d i e A u f f ü h r u n g einer patriotischen A l l e g o r i e zum A n f a n g einer e r f o l g r e i c h e n , öffentlichen Laufbahn; sie f ö r derte seine E i n g l i e d e r u n g i n die Bürokratie, und trotz seiner revolutionären A k t i v i t ä t v e r h a l f sie ihm z u e i n e m Konsulat in Europa und l i e ß i h n i n den Salpeterhandel e i n s t e i g e n . Palma erinnert uns daran, d a ß es jenen J u g e n d l i c h e n , arm w i e er selbst, später g e l a n g , i n der P o l i t i k , im Forum, im M a g i s t r a t und a u f der parlamentarischen Tribüne e i n e n vordersten Rang e i n z u n e h m e n , und d a ß fünf oder sechs v o n i h n e n bis z u S t a a t s m i n i 173

stern aufstiegen

Vicente Camacho wurde Diplomat, Palma Konsul und später Sekretär

des Präsidenten Balta und Abgeordneter und Salaverry Chronist, Dichter und Schützling von eben diesem General Balta. Hier zeigt sich auch der neue G e i s t der Epoche, die von einer relativen Demokratisierung der M a c h t und einer größeren sozialen Mobilität für diejenigen beherrscht war, die das G l ü c k hatten, zugelassen zu werden zu den 200 Schulern des C o l e g i o San Carlos, den 100 Schulern des Colegio Guadalupe oder den wenigen Dutzend des Colegio Independencia oder des Seminario Santo Toribio, zu einem Zeitpunkt, wo Talent und Aristokratie hoch im Ansehen standen. Schließlich zeigt sich hier die Entwicklung eines besonderen Typs geschickten, sozialen Drucks von oben, u n ter dem sich die jungen Studenten unbewußt genötigt sahen, sich das Projekt der fuhrenden Elite zu eigen zu machen und es als eine A r t nationales Bestätigung, sozialer M o dernisierung und des Fortschritts anzunehmen, ohne sich darüber im klaren zu sein, wie sich die M a c h t zusammensetzte, wie der Staat seine Funktionen erfüllte, wie sehr die Volksklassen außer acht gelassen wurden, wie der Wandel der Produktionsweisen und der sozialen Beziehungen hinausgezögert wurden und welchen Preis sie dafür zu bezahlen hatten, daß sie sich wie privilegierte Aristokraten ohne Rücksicht auf ihr Land am Weltmarkt beteiligen konnten iSänchez 1966: 960-963; Basadre 1964: 207-2116). Ich mächte nicht zu sehr darauf eingehen, wie die literarische Bewegung dieser jungen Generation durch diese gleichzeitige, ambivalente Beziehung zur europäischen Modernität und zu einer nationalen traditionellen Leserschaft bestimmt wurde; dieses Publikum nahm sie an, mit dem Anspruch, sich mit der Epoche in Einklang zu bringen, aber zur gleichen Z e i t bewahrte es eine koloniale soziale Struktur und Haltung. Diese Bewegung betraf zunächst das Theater, in das exotische, mittelalterliche oder effekthascherische Themen und Scenarios aufgenommen wurden, die dem zeitgenössischen spanischen Drama geläufig waren. Andererseits entwickelte sich eine neue Ausdrucksweise, die sich durch Kultivierung des Heroisch-Ritterlichen und der Gefühlslyrik c h a rakterisierte, die in den vorhergehenden Gattungen unbekannt waren. Es wurde auch eine neue Sprache geschaffen, die einen Ton eleganter Irrealität auf die Bühne brachte und in der sich eine neue Kunstauffassung enthüllte: Kunst als Reich der Illusion und Schönheit, das sich grundsätzlich vom alltäglichen Leben der Zuschauer unterscheidet. Obwohl sich die Autoren bewußt waren, daß sie damit inmitten einer traditionellen G e sellschaft die künstliche Modernität einführten, bewahrten sie andererseits den melodramatischen Charakter, den ein vulgäres, wenig gebildetes Publikum forderte. Sie b e nutzten fiktive, idealisierte Gestalten, die leidenschaftliche Dramen erleben, wie wir 174

es noch heute in den schlechtesten Produktionen der frivolen Literatur sehen können; sie hielten fest an rhetorischen Höhenflügen und an einer Vorliebe fUr bUhnentechnische Effekte, sie interessierten sich mehr fUr das Spektakuläre als für das Tragische, d . h . sie ließen sich noch durch ein a-problematisches und traditionelles Publikum bestimmen, das sich durch das Schauspiel nicht beunruhigen lassen wollte und das keinerlei Interesse zeigte fUr eine individuelle Katharsis, für ein tieferes Verständnis des Menschen oder des Lebens, fUr eine Läuterung durch Schönheit oder den Zugang zu neuen Wirklichkeitsebenen, sondern sich allein fUr eine gesellschaftliche Unterhaltung ohne Folgen interessierte. N o c h Jahre später wiesen die intimistische lyrische Produktion (Salaverry 1878) und der idealistische Roman (L. B. Cisneros 1860-1864) keine Spur von Verinnerlichung oder Differenzierung der sie umgebenden Gesellschaft auf, sondern schufen einen e l e ganten rhetorischen Stereotyp. Mehr als eine neue Dichtung sollte es eine neue Form sozialen Prestiges werden, denn ein moderner Mensch zu sein bedeutete in dieser Z e i t sich nach der französischen Mode zu kleiden, feine Gefühle zu zeigen und intimistische Poesie zu rezitieren, gerade so wie es 30 Jahre frllher soziales Erfordernis war, Patriot zu sein, die Waffen zu ergreifen oder fähig zu sein, ähnliche Reden zu halten wie die der revolutionären französischen Volkstribunen. Aber wenn sich in jenem Fall eine gewisse Einheit zwischen dem revolutionären sozialen M i l i e u und dem künstlerischen Expressionismus ergeben hatte, so handelte es sich im Falle der Romantik darum, nur jene Bereiche des sozialen Lebens zu behandeln, die von der traditionellen Elite gebilligt wurden. Sie implizierte keinen Bruch mit der Welt und zeichnete auch nicht den Horizont unzufriedener Individualität ab, sondern versuchte, sozialen Erfolg zu e r ringen, legitimierte den Anspruch, Mitglieder der herrschenden Klasse zu sein und formulierte den Entschluß, mit Hilfe der Talentpflege zu den höchsten sozialen Rängen zu gelangen. Das heißt, sie druckten kein romantisches Lebensideal aus, wie es in der gleichen Epoche beim Abenteuer Byron, beim unglücklichen M a z z i n i oder dem g e ä c h teten Sarmiento der Fall war, sondern pflegten vor allem eine Rhetorik, die es ihnen erlaubte, sich in das prosaische Leben der Verwaltung, in die kleinkarierte Politik und in den Guano-Handel einzugliedern.

175

3.

Paradigma

der a b h ä n g i g e n

Literaturen

Rekapitulieren wir die Grundelemente des neuen Kulturphänomens als sozialen Prozeß . Es handelt sich darum, die junge romantische Generation als soziales Subjekt zu sehen, das in einer konkreten historischen Situation eine neue Literatur hervorbringt, indem es sich einem neuen ästhetisch-kulturellen Projekt anpaßt. Wir werden drei F a k toren unterscheiden: (1) die allgemeinen gesellschaftlichen Gegebenheiten, dieNJas A u f tauchen eines bestimmten Kulturtyps ermöglichen und fördern; (2) die Art der V e r f l e c h tung der produzierenden Gruppe mit dieser Gesellschaft, wo die kulturelle Produktion eine konkrete gesellschaftliche Funktion erfüllt; (3) das ästhetisch-kulturelle Projekt, das eine bestimmte Sprache hervorbringt, die sich in einem bestimmten Zeitabschnitt in einer V i e l z a h l von Werken zur vorherrschenden entwickelt.

1) Die sozialen Gegebenheiten

Die romantische Generation entwickelte sich zur Trägerin einer neuen Literatur, indem sie sich mit vier sozialen Subjekten auseinandersetzte. Mittelbar herausgefordert sah sie sich durch zwei Elemente, die sich in Form eines breiten magnetischen Feldes mit dem doppelten Effekt von Anziehung und Abstoßung zeigten: moderne europäische Gesellschaft und primitive traditionelle Gesellschaft, Zukunft und Vergangenheit oder, um es mit den Worten Sarmientos zu sagen, den sie auch gerne zitierten: " Z i v i l i s a t i o n und Barbarei". Europa manifestierte sich in seiner agressiven, expansionistischen H a n dels- und Finanzpolitik, in seinen Modellen für die Verwaltungsorganisation, in seinen Emigranten der gescheiterten liberalen Revolutionen, in der Nachfrage nach Rohstoffen und Absatzmärkten fUr ihre Produkte und ihr Kapital und schließlich in der Nachahmung seiner kulturellen Formen, dem Import seines Transportwesens und in der Einfuhrung seiner Architektur. Die einheimische Gesellschaft setzte sich immer dann durch, wenn die starke M a c h t der Großgrundbesitzer und der "Caudillos" spürbar wurde, wenn sich b e stätigte, daß es keine unmittelbare Läsung fUr die enorme Masse der Eingeborenen gäbe, die noch immer nicht der Nation eingegliedert und der Macht der einheimischen Herren unterworfen war, und wenn offenbar wurde, daß man einer uneinheitlichen G e s e l l schaft mit unterschiedlichen Mentalitäten und Sprachen, Lebensweisen und Schichtungs176

formen und verschiedenen sozialen Differenzierungen angehörte, wie sie eher für eine feudale, ja sogar für eine Stammesgesellschaft typisch war, als für eine moderne G e s e l l schaft. Zwischen diesen beiden Parametern, d . h . einer Stadt, die weder zu Europa g e hörte noch sich mit der allgemeinen einheimischen Gesellschaft identifizierte, stand diese führende Elite, die einen "selbständigen, nationalen Staat" gründete, und bei dessen Organisation sie einige Aspekte der europäischen Institutionen übernahm, wobei sie die finanziellen Q u e l l e n kontrollierte, die aus den mit ausländischem Kapital ausgebeuteten Rohstoffen stammten, die sie wie ein patrimoniales Vermögen mißbrauchten. Schließlich existierte auch noch ein urbaner Plebs, auf den wir hier bisher kaum e i n gegangen sind. Dieser äußerte sich in Form öffentlicher M e i n u n g , erwiderte die A n r e gungen, machte sich zum Echo der Initiativen oder rebellierte gegen diese CaudilloFührung der herrschenden Elite und zeigte irgendwie an, auf welche Weise die junge Generation ihr ästhetisch-kulturelles Projekt formte. Denn es gelang diesen jungen Schriftstellern nicht, sich unabhängig von diesem Eingebundensein in die soziale Realität für eine neue Sprache zu entscheiden, sondern allen vier sozialen Subjekten eine A r t Beziehung herstellte und bei der die kulturelle Produktion eine konkrete gesellschaftliche Funktion erfüllte.

2) Die A r t der Eingliederung und die soziale Funktion

In dieser "Stadt-Insel" (in der sozial-anthropologischen Terminologie könnten wir sie fast "Stadt-Staat" nennen; R. Adams 1975: 258-264) wurden in einem von Stabilität und Nationalstolz geprägten Rahmen neue kulturelle und administrative Einrichtungen gegründet und es entstand ein neuer kultureller Raum in Bezug auf Erziehung, Kunst und Schauspiel. Um die Bedürfnisse zu befriedigen, die durch Wohlstand und Freizeit, Begleiterscheinungen der ökonomischen Expansion, geweckt worden waren, um die offenen Stellen in der ständig wachsenden öffentlichen Verwaltung zu besetzen, um die politischen und finanziellen Geschäfte des neuen Staates zu führen, um ein Berufsheer oufzubauen und das künstlerische Schauspiel zu organisieren entstand eine starke Nachfrage nach jungen Talenten. A l s Anwärter präsentierten sich jene, die mehr oder weniger aus den Kreisen der Aristokratie des Landesinnern stammten, oder arme Verwandte, Schützlinge und Empfohlene der führenden Elite, denen man Gelegenheit gab, sich z u bilden und hervorzutun um sie dann in untergeordneter Stelle dieser pri-

177

v i l e g i e r t e n und s i c h vom Rest der a l l g e m e i n e n G e s e l l s c h a f t w e i t distanzierenden Elite e i n z u g l i e d e r n . D i e s e ¡ungen Leute, deren Eifer v o n der neuen Epoche und d e n E r w a r tungen der herrschenden Elite angeregt worden war, bildeten sich in einer a k a d e m i s c h e n Atmosphäre und b e g a n n e n b a l d , romantische Poesie und Theaterstücke zu schreiben. D a s eröffnete i h n e n den W e g z u m Erfolg beim Plebs und gerade dieser literarische E r folg wurde ihnen zum Freibrief dafUr, s i c h in d i e Fuhrungselite e i n z u g l i e d e r n und a u c h v o n den Einnahmen des neuen Staates z u profitieren.

3) D o s Osthetisch-kulturelle Projekt

I n dieser s o z i a l e n S i t u a t i o n bedeutete d i e Entscheidung der neuen G e n e r a t i o n fUr eine neue Sprache die W o h l eines neuen ästhetisch-kulturellen Projekts, a u f dessen B a sis sie eine B e z i e h u n g besonderer A r t z u s i c h selbst, zur Kultur und zur G e s e l l s c h a f t herstellte. D a s erste Element dieses Projekts war n e g a t i v e n Charakters: die künstlerische S c h ö p f u n g durfte sich n i c h t a u f d i e sozial e Erfahrung b e z i e h e n . D i e g a n z e G e n e r a t i o n wurde irgendwie zum Protagonisten der s c h w e r w i e g e n d e n W i d e r s p r u c h e , mit denen s i c h ihre G e s e l l s c h a f t in einem kritischen A u g e n b l i c k sozialer A u f l ä s u n g und Umstrukturierung auseinandersetzen mußte: Erklärung der U n a b h ä n g i g k e i t gegenüber e i n e m großen Imperium, A n s c h l u ß a n die Industrieländer, politische O r g a n i s a t i o n der N a t i o n ,

Lö-

sung der bewaffneten K o n f l i k t e mit anderen l a t e i n a m e r i k a n i s c h e n N a t i o n e n und des großen s o z i a l e n Problems, das v o n der K o l o n i a l z e i t ererbt war und das durch das V o r h a n densein einer g r o ß e n M e h r z a h l v o n Indios und N e g e r s k l a v e n entstand, und d i e A u s e i n andersetzung mit den C a u d i l l o s , dem k l e r i k a l e n Erzkonservatismus und mit den R e v o l u tionen und dem K r i e g a l s einer mehr oder w e n i g e r täglichen Erscheinung. N a c h mehreren Jahrzehnten des Lebens i n einer desorganisierten W e l t und im N o t s t a n d - d i e ernsthaften K o n f l i k t e entstanden schon seit d e n letzten Jahren des 18. Jahrhunderts, dem Z e i t p u n k t des Aufstondes v o n T u p a c A m a r u - z u einer Z e i t der S t a b i l i s i e r u n g und ö k o nomischen Expansion handelte es sich mehr darum z u vergessen und d i e verschiedenen s o z i a l e n G r u p p e n i n E i n k l a n g z u bringen, die Leidenschaften z u dämpfen, als sich z u erinnern und diese bittere Erfahrung z u problematisieren. S o entstand eine ästhetische D o k t r i n , die die Kunst v o m Bewußtsein trennte und sich weigerte, die literarische S c h ö p fung mit der s o z i a l e n Erfahrung z u v e r b i n d e n . N a c h einem S c h e i t e r n als liberaler R e 178

v o l u t i o n ö r l i e ß R i c a r d o Palma v o n seinem W u n s c h a b , der Historiker seiner G e s e l l s c h a f t z u werden, a l s er sich der K o n f l i k t e und Ressentiments bewußt wurde, d i e sein erster A u f s a t z hervorgerufen hatte. D a h e r widmete er s i c h der s c h ö n e n Literatur und schrieb mehrere tausend Tradiciones ( 1 8 7 2 - 1 9 1 8 ) , i n d e n e n er a u f diese Probleme n i c h t e i n g e h t o d e r , wenn er es d e n n o c h tut, so gliedert er sie a l s n e b e n s ä c h l i c h e n Hintergrund in die E r z ä h l u n g e i n und bagatellisiert ihre wahre Bedeutung durch spielerische I r o n i e . Im p o s i t i v e n S i n n w i r d der Kunst e i n e A t m o s p h ä r e harmonischer I d e a l i t ä t z u g e s t a n d e n , i n der s i c h irreale, subjektive oder ritterliche Erfahrungen e n t w i c k l e n , zumal man a n n a h m , d a ß es ihre A u f g a b e sei, d i e Leidenschaften z u läutern, d i e G e f ü h l e z u v e r feinern, die guten M a n i e r e n z u p f l e g e n , d . h . jene Lebensauffassung z u vertreten, die i m k o n f l i k t r e i c h e n und prosaischen t ä g l i c h e n Leben nicht realisiert werden konnte und d i e im g e s e l l s c h a f t l i c h e n B e r e i c h fehlte. Luis B. C i s n e r o s s c h r i e b den ersten modernen Roman Perus 0 8 6 0 ) , mit dem A n s p r u c h , " d a s s c h ö n e , erhabene und poetische A n t l i t z der G e w o h n h e i t e n Limas" z u untersuchen, indem er sich a u f das Leben im engsten F a milienkreise konzentrierte, w o " e s n o c h m ä g l i c h ist, e i n e n der Poesie, der K o n t e m p l a tion und der Romantik u n e n d l i c h geöffneten g e i s t i g e n H o r i z o n t z u f i n d e n . " S c h l i e ß l i c h akzeptierte man, d a ß das schöpferische I n d i v i d u u m seine P e r s ö n l i c h k e i t z w i s c h e n öffentlichem Leben und p r i v a t e n B e z i e h u n g e n aufzuspalten hatte, w o bei s i c h d i e K u n s t a u s s c h l i e ß l i c h a u f letzteres b e z i e h e n mußte. D a s war a m A n f a n g n i c h t der Fall g e w e s e n , als sich d i e romantische G e n e r a t i o n n o c h genötigt sah, s i c h d u r c h den Triumph vor e i n e m w e n i g g e b i l d e t e n Theaterpublikum soziales Prestige z u e r r i n g e n . D o c h seit den R e v o l u t i o n e n v o n 1 8 5 0 - 1 8 6 0 , w o diese jungen Liberalen v o m " V o l k " Limas enttäuscht worden w a r e n und ihre ersehnten s o z i a l e n Reformen n i c h t d u r c h setzen k o n n t e n , und vor a l l e m seit dem A u g e n b l i c k , in dem d i e M e h r z a h l v o n i h n e n z u Reichtum und g e s e l l s c h a f t l i c h e m Status gekommen w a r , d i e normalerweise nur der p r i v i l e g i e r t e n Elite zustanden, v o n diesem M o m e n t a n trennten sie a u c h die K u n s t v o m ö f f e n t l i c h e n Leben und b e z o g e n sie a l l e i n a u f das private

S i e machten d i e K u n s t z u e i -

nem differenzierten C o d e , der nur den w e n i g e n G e b i l d e t e n e i g e n war, d i e , o b g l e i c h sie inmitten einer u n g e s c h l i f f e n e n , traditionellen G e s e l l s c h a f t lebten, i n W i r k l i c h k e i t der e u r o p ä i s c h e n G e s e l l s c h a f t a n g e h ö r t e n . S c h o n 1 8 6 6 konnte Sebastiän Lorente bei der Eröffnung des a k a d e m i s c h e n Jahres a n der Universität /on S a n M a r c o s v o n den " l i terarischen G e n U s s e n " sprechen a l s v o n den M o m e n t e n , i n d e n e n man d i e "süßesten und haltbarsten I l l u s i o n e n " e r r e i c h e , a l s " e i n e r W e i s h e i t , deren jungfräuliche S c h ö n heit keusche und g e h e i m n i s v o l l e Liebe h e r v o r b r i n g t " und a l s jener G a b e , d i e " v o m 179

Himmel herabsteigt, um d i e M e n s c h e n besser und g l ü c k l i c h e r z u m a c h e n " . U n d Luis B. Cisneros selbst sagte in der Einweihungsrede des C l u b Literario im Jahre 1874, als er s c h o n e i n reicher G e s c h ä f t s m a n n w a r , d a ß d i e "Literatur als Kunst, als G e f ü h l und als verfeinerter G e n u ß des G e i s t e s e i n P r i v i l e g i s t " , eine a r i s t o k r a t i s c h e A k t i v i t ä t , die a n das müßige Privatleben g e b u n d e n war, wo man den " H a u c h des G e i s t e s " und den "Trost bei jedem S c h m e r z " findet.

4.

Gegenüberstellung

des

Paradigmas

mit

dem

Fall

Río

de

la

Plata

W e n n wir diese neue a n a l / t i s c h e Perspektive v o r s c h l a g e n , bei der eine kulturelle B e w e g u n g als e i n besonderer sozialer P r o z e ß beschrieben wird, unter B e r ü c k s i c h t i g u n g der Haltung eines s o z i a l e n Subjekts, so nehmen wir zum G r u n d k r i t e r i u m der D i f f e r e n z i e r u n g e i n Element, das bis jetzt v o n d e n Forschern n o c h nicht beachtet worden ist: die A r t der kulturellen Produktion. Um die G ü l t i g k e i t des neuen Konzepts d a r z u l e g e n , werden wir diese a b h ä n g i g e Produktionsweise kurz mit einer a n d e r e n , g l e i c h z e i t i g e n k u l t u r e l l e n Strömung v e r g l e i c h e n , die am R í o de la Plata entstand und die bis jetzt e b e n falls als Romantik klassifiziert worden w a r , unter Berufung a u f d i e Tatsache, d a ß sie zur g l e i c h e n Z e i t die Bestätigung der neuen N a t i o n a l s t a a t e n und den E i n f l u ß jener romantischen B e w e g u n g zum A u s d r u c k brachte, die ihr e i n i g e Jahre vorher i n Europa v o r a u s g e g a n g e n war. D a diese Bewegung in den Handbüchern g e n ü g e n d dargestellt ist, w e r de ich nur kurz darauf e i n g e h e n und versuchen, d i e A r t , in der i c h dieses methodische K o n z e p t benutze und d i e F o l g e n , die sich aus ihrer A n w e n d u n g ergeben, z u erklären. fArrieta 1958; A . Imbert 1954; Grossmann 1969). I n Peru erschien die neue Literatur als Produkt der E x p a n s i o n des Wohlstands und der institutionellen K o n s o l i d i e r u n g des Staates. A m R í o de la Plata d a g e g e n war sie e i ne Reaktion auf d i e institutionelle A n a r c h i e und d i e wirtschaftliche S t a g n a t i o n . Im e r steren F a l l begleitete sie e i n e n besonderen M o d e r n i s i e r u n g s p r o z e ß einer traditionellen Urbanen Elite und sah sich v o n den M a c h t h a b e r n gefördert. Im anderen Fall war sie e i n Kampf g e g e n die Immobilität der traditionellen O r d n u n g und, mit dem Z i e l die M o d e r nität e i n z u f ü h r e n , war sie vor a l l e m e i n K a m p f g e g e n d i e j e n i g e n , die die M a c h t i n n e hatten. I n Peru e n t w i c k e l t e sie sich z u e i n e r A r t der Integration in die traditionelle F ü h rungsklasse und damit a u c h der Integration moderner, europäischer, gesellschaftlicher 180

Ausprägungen. Dagegen repräsentierte sie am Río de la Plata den Kampf gegen die herrschende Klasse, die sie weder eingliedern wollte noch konnte, einen Kampf, der mit Hilfe der radikalsten Ideen, der Kriegsflotten und Kaufleute Europas geführt wurde. Im ersteren Fall handelte es sich um eine höfische Form von Mäzenatentum und gesellschaftlicher Einbindung, im anderen Fall stellte sie eine revolutionäre Haltung und den Bruch mit denjenigen dar, die die Gesellschaft beherrschten. Und dies spiegelte sich vor allem darin wider, daß sowohl die einen als auch die anderen gänzlich verschiedene Vorstellungen darüber entwickelten, welche Funktion die kulturelle Produktion in der jeweiligen gesellschaftlichen Situation zu erfüllen hatte und welche Wertgrundsätze in der Kunst, welche Kriterien der Kohärenz, der Wahrscheinlichkeit und Schönheit zu gelten hatten, d . h . um es kurz zu sagen, wie das ästhetisch-kulturelle Projekt beschaffen sein mußte, mit dessen Hilfe sie eine Beziehung zu sich selbst, ihrer Welt und der europäischen Kultur herstellen konnte. So machten die Revolutionäre des Südens ihre eigene historische Erfahrung und ihren Kampf fUr eine neue Gesellschaft zum eigentlichen Thema ihrer Werke, während die Gruppe peruanischer Höflinge ein Schauspiel inszenieren mußte unter der unvermeidlichen Bedingung, jene schwerwiegenden Probleme nicht einmal anzusprechen, durch die sie in Konflikt mit dem Publikum geraten wurden, das sie förderte und ihre Zukunft bestimmte. Die "Proscriptos" verstanden andererseits die Kunst nicht als etwas, das sich in e i ner A tmosphäre harmonischer Idealität entwickeln sollte, sondern sie glaubten vielmehr im Gegenteil, daß es ihre besondere Aufgabe wäre, die soziale Wirklichkeit dramatisch zu interpretieren. Der erste argentinische Romantiker, Esteban Echeverría, schrieb kurz nach seiner Rückkehr aus Europa ein Gedicht, das dem idealistischen und ritterlichen Stereotyp der peruanischen Romantik entsprach. Aber seit seiner Erzählung El Matadero (1840?) versuchte er mit größerer realistischer Wahrheitstreue den Pöbel um Rosas darzustellen, indem er ihn der Person des gebildeten Intellektuellen gegenüberstellte und den Zusammenstoß ihrer sozialen Modalitäten, ihrer Werte und Sprachen wiedergab, so daß die einen die Barbarei, die anderen die Zivilisation vertraten: und gerade dieser Zusammenprall zweier historischer Realitäten, die in seinen Gestalten personifiziert wurden, ergaben den tragisch-dramatischen Effekt. So verzichtete man am Rio de la Plata schon früh auf die Gattung- der Sittenschilderung und schuf den dramatischen sozialen Realismus CGhiano 1968).

181

Ebensowenig konnten die argentinischen Verfolgten die Auffassung der Peruaner teilen, die das öffentliche Leben dem privaten gegenüberstellten, wobei sie die Kunst ausschließlich auf letzteres bezogen. Im Gegenteil: derselbe Drang, die Realität zu verstehen und zu interpretieren, ließ sie das private Schicksal mit den sozialen K o n flikten identifizieren, wobei es die Rolle der Kunst war, die Dialektik dieser Beziehung aufzudecken. So schrieb Sarmiento die ersten realistischen Memoiren föecuerdos de Provincio 1850) und führte damit eine Gattung ein, die Uber ein Jahrhundert hinweg auf dem gesamten Kontinent eine beachtliche Entwicklung durchmachte. Er rekonstruierte in diesem Buch seine eigene Geschichte als Ergebnis des Zusammenpralls sozialer Kräfte und stellte sich selbst als ein Paradigma dar, das dazu diente, die sozialen Widersprüche, die sich in seinem M i l i e u entwickelten, zu verstehen. Derselbe Autor schuf auch den ersten dramatisch-aufklärerischen Essay, den ersten einer Gattung, die, o b gleich sie ihre Vorgänger im Essay der Aufklärung des 18

Jahrhunderts hatte, nun mit

dramatisch-realistischer Ausrichtung neuformuliert wurde in der Absicht, die soziale Realität und die historischen Vorgänge zu verstehen, mit einer utopisch-revolutionären Projektion, da man sich gezwungen sah, ein Bild der erstrebten, vernünftigen G e s e l l schaft zu zeichnen. Aufgrund dieser bildlichen Vereinfachung der sozialen Realität, aufgrund des dramatisierten Expressionismus und der utopischen Zukunftsvorstellung ist Facundo 0 8 4 5 ) ein wahrhaft literarisches Werk, das nahezu 80 Jahre lang in Lateinamerika als Beispiel einer großen Zahl von Erzählungen und dramatischen Essays d i e nen sollte. 1845 geschreiben wurde hier zum ersten M a l in diesen Literaturen das konkretisiert, was Luk6cs so treffend mit der Kategorie des "Typischen" beschrieben hat, d . h . die Person 'sowohl Erzähler als auch die Protagonisten) erlebt ihre Konflikte insofern, als sie bestimmte soziale Kräfte und konkrete historische Alternativen verkörpert und insofe n sie ihr Schicksal mit dem der Gesellschaft identifiziert. A l s außergewöhnlicher Fall innerhalb aller bürgerlichen Literaturen (obwohl er dem kulturellen Bruch vergleichbar ist, den der Gebrauch der romonischen Sprachen im späten M i t t e l alter bedeutete) muß hier auch der künstlerische Versuch der aufgeklärten Intellektuellen erwähnt werden, die die untersten Klassen der Gesellschaft zu ihrem Publikum machen wollten. Es waren Journalisten und Literaten, die 60 Jahre lang Romanzen in der Sprache der Gauchos schrieben, in politischer und humorvoller, festlicher oder dramatischer Absicht, als Versuch, die öffentliche Stimme jener zu sein, die bis kurz vorher die von der M a c h t am meisten Verachtetsten waren. Diese Strömung erreichte ihren Höhepunkt im großen elegischen G e d i c h t El gaucho Martin Fierro (1872-1879^, 182

in dem unter B e i b e h a l t u n g der K a t e g o r i e des T y p i s c h e n und unter Benutzung der t r a d i tionellen M i t t e l der Literatur der V o l k s w e i s h e i t e n e i n G a u c h o sein U n g l U c k e r z ä h l t und seinen e i g e n e n A u f k l ä r u n g s p r o z e ß w i e d e r g i b t , bis er feststellt, d a ß sein persönliches S c h i c k s a l in W i r k l i c h k e i t das S c h i c k s a l seiner Rasse e x e m p l i f i z i e r t (Losada 1967).

Die-

sem G e d i c h t g e l a n g e s , das k o l l e k t i v e Bewußtsein einer traditionellen G r u p p e a u s z u d r u c k e n , d i e a u f g r u n d des Modernisierungsprozesses im V e r s c h w i n d e n begriffen w a r . U n d dies g e l a n g ihm a u f so passendem künstlerischen N i v e a u , d a ß das G e d i c h t die sicher größte V e r b r e i t u n g fand, die je e i n Text in spanischer S p a c h e bis zum Tage seiner V e r öffentlichung g e h a b t hatte. In w e n i g e r als einem J a h r z e h n t wurden 4 0 0 0 0 Exemplare veröffentlicht und diese Z a h l entsprach in einem v o r w i e g e n d argrarischen L a n d mit nicht mehr a l s 1 7 0 0 0 0 0 E i n w o h n e r n i n etwa der A n z a h l der Personen, die lesen konnten. Später war das G e d i c h t e i n e m P r o z e ß fortschreitender A n o n y m i s i e r u n g unterworfen und g i n g in d i e m ü n d l i c h e Überlieferung über, wobei der Protagonist im Bewußtsein des V o l kes z u historischer Realität g e l a n g t e . M i t diesen kurzen A n d e u t u n g e n können wir schon e i n e n V e r g l e i c h z w i s c h e n den Ergebnissen der z w e i s o z i a l e n Produktionsweisen s k i z z i e r e n . Z u n ä c h s t finden wir z w e i unterschiedliche s o z i a l e S i t u a t i o n e n vor: die eine in der a l t e n Hauptstadt des V i z e k ö n i g tums, im P r o z e ß der Institutionalisierung und der E x p a n s i o n begriffen, w o s o z i a l e S t a bilität und der W u n s c h n a c h M o d e r n i s i e r u n g vorherrschten, d i e andere am R a n d e , i n der ehemals ärmsten Z o n e des a l t e n V i z e k ö n i g t u m s , d i e s i c h n o c h immer i n e i n e m Z u stand ökonomischer S t a g n a t i o n befand, v o n traditioneller C a u d i l l o - H e r r s c h a f t k o n t r o l liert und d u r c h d i e Indios und d i e G e f a h r der A n a r c h i e in ständiger Unruhe g e h a l t e n , Sowohl in der e i n e n als a u c h in der anderen S i t u a t i o n hatten sich G r u p p e n v o n G e b i l deten geformt, d i e d e n A n s p r u c h e r h o b e n , die europäische M o d e r n e z u repräsentieren. A b e r jede der G r u p p e n trat in unterschiedlicher

W e i s e in B e z i e h u n g z u ihrer G e s e l l -

schaft. W ä h r e n d s i c h d i e e i n e n v o n e i n e r w o h l h a b e n d e n traditionellen Elite gefordert und a n g e r e g t fühlten, sahen sich d i e anderen unterdrückt und geächtet bis sie s i c h s c h l i e ß l i c h g a n z der S u c h e n a c h einer revolutionären A l t e r n a t i v e widmeten. D e s h a l b beschränkten sich d i e Peruaner a u f e i n ästhetisches Projekt, das d i e E i n s c h r ä n k u n g e n verinnerlichte, d i e i h n e n die q u a s i - h ö f i s c h e Gesellschaftsform auferlegte; sie trennten die Kunst v o m s o z i a l e n Leben und schrieben sich d i e A u f g a b e z u , im privaten Leben die Frustrationen des ö f f e n t l i c h e n Lebens z u kompensieren, indem sie es z u e i n e m a r i stokratischen Bereich erklärten: d i e Revolutionäre d a g e g e n fühlten sich d a z u a n g e r e g t , in einem h o h e n M a ß subjektiver F r e i h e i t kreativ tätig z u s e i n . S i e wandten sich der 183

Realität zu um sie z u interpretieren oder entwarfen programmatische U t o p i e n , b e z o g e n die Kunst a u f das gesellschaftliche Leben, damit sie die K o n f l i k t e ausarbeitete und d i e A u f g a b e n der konspirativen G r u p p e n skizzierte. S i e schufen d i e Literatur a l s e i n e n weiteren A s p e k t des p o l i t i s c h - s o z i a l e n Kompromisses und stellten sie sich s c h l i e ß l i c h nicht a l s aristokratische T ä t i g k e i t v o r , sondern a l s A u s d r u c k des V o l k e s Es entstanden a l s o g l e i c h z e i t i g i n Peru und am R í o de la Plata zwei A r t e n k u l t u reller Produktion, die verschiedene soziale V o r g ä n g e darstellten. M a n kann diesen P r o z e ß auf drei Ebenen beschreiben: a u f der Ebene der s o z i a l e n G e g e b e n h e i t e n , a u f der der B e z i e h u n g e n der produzierenden G r u p p e z u ihrem M i l i e u , das s c h l i e ß l i c h in einem bestimmten ästhetisch-kulturellen Projekt zum Ausdruck kommt und l e t z t l i c h a u s gehend v o n dem G e s i c h t s p u n k t , d a ß diese produzierenden G r u p p e n eine bestimmte W e l t a n s c h a u u n g he vorbrachten und gerade d u r c h die Produktion unterschiedlicher S p r a chen verschiedene Relationen z u sich selbst, z u ihrer G e s e l l s c h a f t und zur e u r o p ä i schen Kultur institutionierten. D i e s e n gesellschaftlichen P r o z e ß bezeichne i c h als die s o z i a l e W e i s e der kulturellen Produktion. W e n n wir den stilistischen Begriff der Romantik zur Charakterisierung des l i t e r a rischen Phänomens benutzen, das sich i n Peru und am Río de la Plata e n t w i c k e l t e , so gebraucht man, um sie als ä h n l i c h z u beschreiben, offensichtlich e i n a n a l o g e s , jedoch irrelevantes Element, wobei man d i e großen Unterschiede, die sie z u g ä n z l i c h v e r schiedenen Literaturen machen, beiseite läßt. W e n n wir andererseits die s o z i o - k u l t u rellen Konzepte v o n der Imitation und V e r b r e i t u n g der europäischen Kultur oder d i e v o n der nationalen Literatur a n w e n d e n , stellen wir fest, d a ß a u c h sie sich als i n a d ä quat erweisen. Es stimmt, d a ß sich i n beiden F ä l l e n e i n Bruch mit der k o l o n i a l e n V e r g a n g e n h e i t v o l l z o g , wobei s i c h die kulturelle Produktion i n e i n e neue soziale G r u p p e städtischer M i t t e l s c h i c h t e n verlagerte, d i e eine andere A r t Empfindsamkeit besaß und der Kunst andere Funktionen z u w i e s a l s die vorhergehende Periode. Es stimmt a u c h , d a ß sich in beiden F ä l l e n eine N a c h a h m u n g bestimmter A s p e k t e der europäischen Bew e g u n g e n und e i n V e r s u c h der Bestätigung nationaler Kultur v o l l z o g e n . In W i r k l i c h keit aber lebten beide G r u p p e n in bereits differenzierten G e s e l l s c h a f t e n , hatten sie unterschiedliche V o r s t e l l u n g e n Uber die geistige Ausstrahlungskraft Europas; sie e n t w a r fen kontrastive W u n s c h b i l d e r einer z u k ü n f t i g e n N a t i o n und vor a l l e m vertraten sie v e r schiedene A n s i c h t e n Uber d i e R o l l e , d i e die gebildete kulturelle Produktion im s o z i a l e n Leben spielen sollte. A l l e i n das K o n z e p t der s o z i a l e n Produktionsweise wird der K o m plexität der Tatsachen gerecht und reproduziert a u f theoretischer Ebene das Bild v ö l l i g e r

184

V e r s c h i e d e n h e i t der S p r a c h e n , die sie p r o d u z i e r e n , der verschiedenen Paradigmen der S p r a c h e n und des A u s d r u c k s , die sie b e n u t z e n , der verschiedenen v o n ihnen bevorzugten G e f ü h l e und G a t t u n g e n , der unterschiedlichen F u n k t i o n e n , die diese Produktion e r f ü l l te und vor a l l e m der unterschiedlichen e x i s t e n z i e l l e n H o r i z o n t e , die sie aufstellten und der unterschiedlichen B e z i e h u n g e n - in dieser Sprache - z u s i c h selbst, z u ihrer G e s e l l schaft und zur Kultur. U m eine leichtverständliche Formulierung z u gebrauchen habe i c h d i e s o z i a l e P r o d u k t i o n s w e i s e , die ich mit dem Fall Perus als Beispiel herausgestellt habe, als Periode der a b h ä n g i g e n Literaturen b e z e i c h n e t , d . h . die Periode der lateinamerikanischen K u l tur, in der die kulturelle Produktion v o n modernisierten, aber durch ihre A b h ä n g i g k e i t v o n den traditionellen o l i g a r c h i s c h e n Eliten e i n g e s c h r ä n k t e n M i n d e r h e i t e n v o r a n g e t r i e ben wurde. I c h kann dieses Phänomen a n dieser Stelle nicht ausführlicher behandeln, aber erlauben S i e mir d a r a n z u erinnern, d a ß i c h a n anderer Stelle ausfuhrlicher e i n P a radigma vorgeschlagen habe (1977), mit dessen Hilfe man drei kulturelle B e w e g u n g e n , die s i c h z w i s c h e n 1780 und 1920 in v e r s c h i e d e n e n R e g i o n e n e n t w i c k e l t e n , als a n a l o g b e trachten k a n n (Reformismo b o r b ò n i c o , Romanticismo peruano y M o d e r n i s m o del Río de la Plata). In diesen drei B e w e g u n g e n kam es zu einer Konjunktur wirtschaftlichen Wohlstands, die auf dem Export der Rohstoffe basierte, der d i e traditionellen O l i g a r c h i e n in der M a c h t festigte. In a l l e n drei F ä l l e n hielten diese städtischen O l i g a r c h i e n daran fest, e i n P r o gramm begrenzter M o d e r n i s i e r u n g v o r a n z u t r e i b e n , das den Bedarf a n intellektuellen M i t telschichten, sowie deren E i n g l i e d e r u n g , D i s z i p l i n i e r u n g und V e r e i n n a h m u n g zur F o l g e hatte, und in diesen drei F ä l l e n sollten diese S c h i c h t e n eine neue Kultur hervorbringen, d i e bereits sehr v o n der h i f i s c h e n Kultur differenziert war, und d i e den A d e l oder A n g e h j r i g e der führenden Elite als Protagonisten hatte, entsprechend einem ä h n l i c h e n ästhetisch-kulturellen Projekt. Im R i o de la P l a t a , d a g e g e n , v o l l z i e h t s i c h a b 1840 e i n unters c h i e d l i c h e r s o z i o - k u l t u r e l l e r P r o z e ß . A b e r damit dies eintreten konnte, mußte sich der G e s e l l s c h a f t s t y p und der städtische kulturelle Raum w a n d e l n , in dem s i c h d i e T ä t i g k e i t der Intellektuellen e n t w i c k e l t e . Darüber hinaus mußten diese e i n qualitativ anderes V e r hältnis zu s i c h selbst haben und vor a l l e m mußte die s o z i a l e Produktionsweise durch die e i n bestimmter Typ eines ästhetisch-kulturellen Projekts gestaltet werden konnte, v ö l l i g anders werden. W e n n d i e v o r i g e Periode a l s dia der K u l t u r e n der z a h l e n m ä ß i g g e r i n g e n , v o n den o l i g a r c h i s c h e n E l i t e n a b h ä n g i g e n i n t e l l e k t u e l l e n G r u p p e n charakterisiert werden k a n n , so k a n n diese neue Periode als d i e der autonomen Kulturen der M i t t e l k l a s s e b e z e i c h net werden.

185

5.

Paradigma

der

autonomen

Literaturen

D a s K o n z e p t der A u t o n o m i e b e z i e h t sich als G e g e n s t ü c k z u dem der a b h ä n g i g e n Produktion a u f mehrere g l e i c h z e i t i g e Ebenen: (1) a u f den Gesellschaftstyp, der d i e e i ne oder andere A r t Kultur e i m ä g l i c h t ; (2) a u f die A r t des Verhältnisses der p r o d u z i e r e n den G r u p p e z u denen, die diese G e s e l l s c h a f t beherrschen; (3) auf die Wesensmerkmale der produzierenden G r u p p e , d i e sie a l s e i n bestimmtes soziales Subjekt i d e n t i f i z i e r e n , das e i n besonderes ästhetisch-kulturelles Projekt ausarbeitet; (4) auf die A r t der p r o d u zierten W e r k e und Sprachen; (5) a u f d i e Funktionen, d i e diese Literatur im s o z i a l e n G e samtbereich erfüllt. Es scheint mir hier nicht der passende A u g e n b l i c k , diese Ebenen a b strakt darzustellen. Es mag d a g e g e n angebrachter sein, d i e Charakteristika der k u l t u r e l len Produktionsweise der G r u p p e der "Proscriptos" v o m Río de la Plata theoretisch a u s z u arbeiten, um d a n a c h in a l l g e m e i n e r e r A r t und W e i s e die W u r z e l n der autonomen P r o d u k tion im 2 0 . Jahrhundert d a r z u s t e l l e n . Der am schnellsten e i n l e u c h t e n d e A s p e k t ist der, d a ß der Intellektuelle sowohl i n der e i n e n als a u c h in der a n d e r e n S i t u a t i o n a n verschiedenen s o z i a l e n Realitäten t e i l nahm. In Peru v o l l z o g sich e i n P r o z e ß der S t a b i l i s i e r u n g und der wirtschaftlichen Blute, a m R í o de la Plata hatte man die G e w i ß h e i t , sich a u f der S c h w e l l e z u e i n e m i m m i n e n ten P r o z e ß sozialer Restrukturierung z u befinden. I c h muß a u s d r ü c k l i c h darauf h i n w e i sen, d a ß i c h nicht mit der theoretischen A n n a h m e operiere, d a ß die Realität im B e w u ß t sein und der Praxis der Schriftsteller reflektiert w i r d , als o b es sich um e i n e n S p i e g e l s o z i a l e r Umstände handelte. Im G e g e n t e i l beziehe i c h m i c h bei der D a r s t e l l u n g der D i n g e a u f das V e r h ä l t n i s der I n t e l l e k t u e l l e n n i c h t zur G e s e l l s c h a f t a l s e i n e m g e g e b e nen Faktum, sondern z u m H o r i z o n t , innerhalb dessen sie ihre G e s e l l s c h a f t verstanden. Um es n i c h t sehr e x a k t aber sofort verständlich auszudrücken: die Peruaner interessierten sich fUr die G e g e n w a r t , d i e A r g e n t i n i e r für d i e V e r g a n g e n h e i t und die Z u k u n f t ; für die e i n e n war bereits a l l e s getan und es g i n g i h n e n nur um die A r t und W e i s e der E i n g l i e d e r u n g in e i n e g e g e b e n e W e l t , d i e sich n i c h t w a n d e l n konnte und d i e man nur a k z e p t i e r e n konnte; d i e anderen d a g e g e n konzentrierten ihr Interesse a u f d i e A r t und W e i s e , i n der sie in dieser Z e i t e i n e neue G e s e l l s c h a f t a u f b a u e n sollten; d i e e i n e n l e b ten i n einer stabilen W e l t , d i e s i c h fortschreitend neuen Z i e l e n näherte, d i e sich n i c h t i n Frage stellen ließen und d i e v i e l l e i c h t nicht einmal formuliert wurden, da sie b e r e i h d i e s o z i a l e Existenz prägten. D i e a n d e r e n d a g e g e n sahen die G e g e n w a r t a l s etwas V o r 186

Ubergehendes und fast Beendetes an und widmeten sich mit Eifer der Vorstellung neuer Z i e l e fUr die Gesellschaft, die sie umwälzen mußten. In diesem Sinn bezieht sich das Konzept der Autonomie nicht unmittelbar auf die Art, in der eine Literatur die G e s e l l schaft reflektiert, sondern auf die Art, in der sie einen bestimmten Horizont der kulturellen Produktion ermöglicht und anregt und es ihr schließlich erlaubt sich durch die Ebene der Realität, auf die sie sich beziehen sollte, qualitativ zu differenzieren. Dieses Konzept umfaßt auch die Art, in der sich die Intellektuellen objektiv und subjektiv in die Gesellschaft eingliedern. Im Falle der "Proscriptos" wiesdie relevante, die Q u a l i t ä t der kulturellen Produktion im wesentlichen bestimmende Tatsache einen doppelten, widersprüchlichen Aspekt auf, dessen Aufhebung der Kultur der lateinamerikanischen Mittelschichten ihre Eigenart gegenüber den traditionellen ländlichen, den höfischen und den bürgerlichen Kulturen der Industrieländer verlieh: die "Proscriptos" gehörten zur engen, privilegierten Gruppe ihrer Gesellschaft und gleichzeitg brachen sie drastisch jegliche Beziehung zu dieser herrschenden Elite, ihren Institutionen und Traditionen und Werten ab. Sarmiento, Echeverría und Alberdi gehörten z . B . zu diesem engen Kern von 2 0 0 0 0 oder 3 0 0 0 0 Personen, die Z u g a n g zu den Kulturgütern hatten. Sie unterschieden sich gewaltig von einer traditionellen Bevölkerung von eineinhalb M i l lionen Einwohnern, die einer anderen Welt angehörten und denen jegliche Teilnahme am produktiven Ertrag und an den politischen, wirtschaftlichen, sozialen und religiösen Institutionen der herrschenden Klasse verwehrt wor. A l s diese kleine Gruppe, deren Zahl einschließlich der Militanten und Sympathisanten vielleicht kaum 400 oder 500 erreicht, auf revolutionäre Weise ihre Beziehungen zu dieser Klasse abbrach, mußten sie ins Exil gehen, da die ihnen von der Gesellschaft auferlegte Sanktion darin bestand, sie von jeglicher gesellschaftlicher Funktion zu entbinden und sie ihrem eigenen S c h i c k sal auszuliefern. Aber außer dieser objektiven Konsequenz ergab sich ein viel einschneidenderes subjektives Phänomen, das die kulturelle Produktionsweise entscheidend beeinflußte: der Verlust der gesellschaftlichen Identität. V o n nun an sollte die Tatsache der Zugehörigkeit zu einer Gesellschaft nicht auf natürliche Weise die Definition der e i g e nen gesellschaftlichen Persönlichkeit bestimmen und sie sollten sich genötigt sehen, von neuem die Frage zu stellen, was es hieße, Peruaner oder Argentinier und später A m e r i kaner und nicht versteht, daß die intellektuelle Kulturpolitik Lateinamerikas zugleich den Versuch bedeutete, sich eine objektive gesellschaftliche Funktion zu geben und sich eine subjektive gesellschaftliche Identität zu schaffen, wird man kaum Verständnis h a ben fUr die Bedeutung der Produktion des kulturellen Verhaltens der Gruppe vom Rio de 187

la Piata, der Revolutionäre w i e M a r t i oder M a r i ö t e g u i , einer Erzählkunst w i e der v o n José M

A r g u e d a s , Carpentier und G a r c f a M ä r q u e z oder der a n t h r o p o l o g i s c h e n Poesie

v o n Borges, N e r u d a oder O c t a v i o P a z . S o ist es m ö g l i c h a u f z u z e i g e n , w e l c h e geistige und s o z i a l e Bedeutung die P r o d u k tion v o n S p r a c h e n fUr e i n e problematisierte G r u p p e entwurzelter Intellektueller spielen konnte; diese I n t e l l e k t u e l l e n versuchten eine Produktion zustande z u b r i n g e n , u n a b h ä n g i g v o n d e n o l i g a r c h i sehen E l i t e n , v o n ihrer konkreten G e s e l l s c h a f t und sogar von der g e s e l l s c h a f t l i c h e n Identität, d i e sie erhalten hatten. A l s erstes sahen sie s i c h d a z u g e z w u n g e n , die A r t ihrer W i e d e r e i n g l i e d e r u n g i n d i e G e s e l l s c h a f t z u bestimmen und so was wie e i n e Neuinterpretation der W e l t z u entwerfen

Ihr unmittelbarste

Bezugsrah-

men sollte gerade diese G r u p p e v o n P r i v i l e g i e r t e n sein, z u denen sie gehörten: so s t e l l ten sie d i e Legitimation der Herrschaft der O l i g a r c h i e in Frage; d i e traditionellen herrschenden G r u p p e n stellten sie a l s ihre Hauptgegner dar und strebten d a n a c h , diese aus ihrer M a c h t s t e l l u n g z u verdrängen, den Staat e i n z u n e h m e n , jene v o n der Universität z u weisen, d i e Institutionen, d i e jene vertraten, z u reformieren und a u c h d i e P r o d u k tionsweisen und die Formen der gesellschaftlichen Beziehungen z u restrukturieren, die jenen ihre M a c h t s t e l l u n g erlaubte. Andererseits sahen sie sich selbst als Vertreter der Interessen der Jahrhunderte lang v o n der fuhrenden Klasse unterdruckten V o l k s s c h i c h t e n und z u g l e i c h a u c h der der revolutionärsten europäischen Ideen und Bewegungen. S c h l i e ß lich interpretierten sie den gesamten historischen Prozeß neu, indem sie sich selbst als d i e Subjekte darstellten, die e i n e n r a d i k a l e n Bruch mit den traditionellen Tendenzen vornehmen sollten und indem sie die V e r g a n g e n h e i t 'repräsentiert durch jene O l i g a r c h i e n , deren Werte und Formen gesellschaftlicher Beziehungen) liquidierten und e i n e n neuen T/p zukünftiger G e s e l l s c h a f t begründeten. M i t diesen H i n w e i s e n mächte i c h die Tatsache herausstellen, d a ß s i c h diese Schriftsteller jetzt durch die Produktion einer literarischen Sprache ihre Realität schufen, sich selbst eine neue gesellschaftliche F u n k tion und Identität g a b e n . Es handelte s i c h dabei um eine spezifische literarische R e a l i tät, da sie nur in dem M a ß Bedeutung erlangte, in dem sie a u f besondere W e i s e s p r a c h l i c h behandelt wurde, während sie für andere Kreise e i n f a c h nicht existierte

A b e r die

Hauptsache ist z u verstehen, d a ß diese s p r a c h l i c h e Ebene fUr sie die e i n z i g faßbare R e a lität w a r , obwohl es eine subjektive, frei g e w ä h l t e , v o n der literarischen Tätigkeit h e r vorgebrachte Realität w a r . Um es b i l d l i c h auszudrucken: v o n a u ß e n gesehen konnten sie als arme Emigranten erscheinen, d i e versuchten, sich den Lebensunterhalt a l s J o u r nalisten, Lehrer oder sogar w i e Sarmiento a l s Bergarbeiter z u v e r d i e n e n , aber in ihrer 188

e i g e n e n V o r s t e l l u n g lebten sie in dieser a n d e r e n Realität. Dieses V e r h a l t e n implizierte e i n g ä n z l i c h anderes ästhetisch-kulturelles Projekt und e i n e ebenso unterschiedliche P r o duktionsweise mit Bedürfnissen und Funktionen, d i e i n anderen G e s e l l s c h a f t e n überhaupt n i c h t v o r h a n d e n waren. A u f diese W e i s e erhielten die g e b i l d e t e n K u l t u r e n L a t e i n amerikas ihre s p e z i f i s c h e n Charakteristika. Eine erste A n n ä h e r u n g a n das K o n z e p t der autonomen Produktionsweise in L a t e i n a m e r i k a erlaubt uns drei M e r k m a l e a u f z u z e i g e n , d i e sie a l s s o z i a l e n P r o z e ß k e n n z e i c h nen: M ) E i n e S i t u a t i o n imminenter gesellschaftlicher Restrukturierung, die es e r m ö g l i c h te, d a ß sich die kulturelle Produktion mit der A u s s i c h t a u f e i n e n geöffneten H o r i z o n t e n t w i c k e l t e , der durch d i e eigene Subjektivität definiert werden sollte; (2) eine z u den P r i v i l e g i e r t e n gehörende produzierende G r u p p e , d i e objektiv keine gesellschaftliche F u n k t i o n besaß und subjektiv ihre eigene Identität neu formulierte; (3) e i n ästhetischkulturelles Projekt, durch das sie versuchten, s i c h selbst eine gesellschaftliche Funktion z u geben und ihre e i g e n e Identität zu d e f i n i e r e n , s i c h wieder in die G e s e l l s c h a f t e i n z u g l i e d e r n und s c h l i e ß l i c h e i n e n H o r i z o n t der W e l t z u begründen, um in ihm d i e e i g e n e subjektive Existenz z u e n t w i c k e l n . Und gerade dieser kulturelle H o r i z o n t sollte sich a l s dauerhafter und w i c h t i g e r erweisen als d i e der g e s e l l s c h a f t l i c h e n O b j e k t i v i t ä t entstammenden Fakten. Es ist w i c h t i g z u verstehen, daß dieser gesamte P r o z e ß keine z u f ä l l i g e b z w . k o n junkturelle E r s c h e i n u n g war, keine A r t a u ß e r g e w ö h n l i c h e r W i l l k ü r , d i e eine G r u p p e v o n u n g l ü c k l i c h e n I n t e l l e k t u e l l e n k e n n z e i c h n e t e , sondern d a ß es s i c h um eine seit dem e r sten W e l t k r i e g u n a u s w e i c h l i c h e V o r a u s s e t z u n g und e i n gesellschaftliches Bedürfnis a l l e r l a t e i n a m e r i k a n i s c h e n Intellektuellen handelte. Es war eine Produktionsweise, d i e d i e g e s e l l s c h a f t l i c h e Persönlichkeit einer g a n z e n städtischen S c h i c h t a l s Kulturproduzent definierte. Unsere A u f g a b e wäre es nun a u f z u z e i g e n , unter w e l c h e n s o z i a l e n B e d i n g u n g e n sich jene a u ß e r g e w ö h n l i c h e Situation vom Rfo de la Plata in der M i t t e des 19. J a h r hunderts z u einer a l l g e m e i n e n gesellschaftlichen N o t w e n d i g k e i t wandelte. S c h l i e ß l i c h sollten wir d i e v e r s c h i e d e n e n A r t e n andeuten, mit denen d i e I n t e l l e k t u e l l e n a u s g e h e n d von dieser G r u n d s i t u a t i o n und mit dieser g l e i c h e n Produktionsweise das Problem ihres M a n g e l s gesellschaftlicher Funktion lösten und e i n e n E x i s t e n z - H o r i z o n t gründeten und versuchten, sich i n ihre G e s e l l s c h a f t neu e i n z u g l i e d e r n und sich e i n e neue Identität g a b e n . D i e s e verschiedenen A r t e n gestalteten die G r u n d t e n d e n z e n der g e g e n w ä r t i g e n l a t e i n a m e r i k a n i s c h e n Literatur. D i e s e E n t w i c k l u n g , die i c h in anderen Untersuchungen dargestellt h a b e , Uber-

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schreitet die Grenzen dieser Arbeit. Ich glaube aber, daß es uns gelungen ist, die U n zulänglichkeit der Inteipretationsparadigmen aufzuzeigen, die den bestehenden A r b e i ten Uber die lateinamerikanische Kultur und Literatur zugrundeliegen, und daß wir die operative Effizienz des Konzepts der "kulturellen Produktionsweise als sozialer Prozeß" bewiesen haben, das es erlaubt, die Besonderheit dieser Kultur und Literatur zu verstehen. Ich glaube auch, daß es uns darüber hinaus gegluckt ist, die zwei Grundtypen theoretisch darzulegen, die die Kultur der Gebildeten bestimmen, auf deren Basis sich die Literatur der Urbanen Elite im Lateinamerika des 19. Jahrhunderts entwickelte.

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N o t a s a la introducción 1

S i n este carácter racista, B a z i n 1953: 93 e x p l i c a la " a u s e n c i a de una generaci&n r o m á n t i c a " en el Perú por la resistencia que opuso a este movimiento la cultura - l i m e ñ a y u r b a n a - t r a d i c i o n a l . El Perú, dentro de A m é r i c a Latina, sería " l a tierra de e l e c c i ó n de la s á t i r a " ; y que " s u constante c a p a c i d a d para reírse de sí misma constituye el p r i v i l e g i o más raro y precioso de esta n a c i á n " , ídem: 4 4 . O v i e d o 1961 defiende la tesis del " f r a c a s o del romanticismo" e n el Perú; y e n 1965: 1 7 3 - 1 8 0 hace una teoría sobre un "temperamento n a c i o n a l " resistente que impone su s e l l o al proceso de la literatura peruana y c u l m i n a e n R i c a r d o P a l m a . Porras 1969: 4 1 s s . , dentro del mismo contexto, defiende que la sátira constumbrista es el rasgo relevante de la literatura peruana del s i g l o X I X . En todos estos casos, se desconoce la importancia del movimiento romántico, se r e conoce la d o m i n a n c i a del espíritu satírico, y se atribuye esta tendencia a un a t a v i s m o temperamental. M a r i á t e g u i (1928) 1974: 2 2 8 - 2 4 4 h a b l a r á , e n cambio, de un " e s p í r i t u de casta" y de la p r o l o n g a c i ó n e n esta literatura de los residuos e s p i r i t u a les y materiales de la C o l o n i a , de un grupo a r i s t o c r á t i c o que se siente español e n A m é r i c a y producen arte considerándose los descendientes de los " e n c o m e n d e r o s y de los oidores del V i r r e i n a t o " , aislados de un país al que sentían como d o m i n a d o por los conquistadores.

2

El concepto de mestizaje es uno de los supuestos importantes de las dos más i n f l u y e r o n en la crítica literaria latinoamericana: Pedro H e n r í q u e z y 1949) y la de A n t ó n i o C á n d i d o (1959). A c t u a l m e n t e se ha convertido radigma interpretativo predominante como, por e j e m p l o , e n G r o s s m a n n el v o l u m e n de c o n j u n t o a u s p i c i a d o por la U N E S C O ^Fernández M o r e n o V é a s e A . C u e v a 1972 y Losada 1975b.

obras que Urefla 0 9 4 7 e n un p a 1969, o en e d . 1972).

3

La misma v a l o r a c i ó n sobre cuáles son los autores más importantes del período y la misma crítica al servilismo imitativo, e n los autores que han comentado el m o v i miento dentro del Perú: Luis A . S á n c h e z 1966, A . Tauro 1946, Tamayo V a r g a s 1965, O v i e d o 1961 y 1965, y E . Nuflez 1 9 6 5 y 1971. Escobar 1971, sin c o n t r a d e cir a los anteriores, muestra el carácter e x c e p c i o n a l de las Tradiciones de P a l m a q u e , ¡unto con la a f i r m a c i ó n de Porras sobre la o r i g i n a l i d a d del aspecto satírico, constituyen también motivos comunes de la c r í t i c a .

4

Este planteo se ha convertido hace tiempo e n un imperativo de la crítica y la h i s toria literarias que permanece sin resolver. B a z i n 1953: 7 9 - 8 3 y a planteaba el p r o b l e ma, d i c i e n d o que el romanticismo, aún e n Europa, había que d e f i n i r l o como a un movimiento históricamente determinado y no como una categoría estética a b s o luta, y a que tiene sentido y rasgos diferentes e n cada uno de los países. S i en A m é r i c a Latina se da un evidente proceso de " i m p o r t a c i ó n " , debe definirse su s e n tido, o su s i g n i f i c a c i ó n histórica. R. Laso 1967: 12 sostiene también que la literatura latinoamericana n o puede ser comprendida a partir del concepto de " i m p o r t a c i ó n c u l t u r a l " : recibe de Europa los instrumentos pero elabora las obras con materiales americanos q u e , a la postre, se superponen y producen una nueva c r e a c i ó n . Para él la historia literaria europea y a m e r i c a n a no son fenómenos paralelos, sino que son dos regiones que v i v e n e n la misma é p o c a a lo largo de dos tiempos históricos diferentes. El proceso literario a m e r i c a n o no estaría i n f l u i d o por las mismas circunstancias, ni está fundado e n las mismas e x p e r i e n c i a s c o l e c t i v a s .

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Fernández Retamar, recapitulando el problema, e x i g e una c i e n c i a y una historia literarias que den razón de "nuestro mundo" como de un fenómeno e s p e c í f i c o d i ferente de los países de la Europa capitalista a d v i r t i e n d o que todavía este es un p o s tulado que ha de ser e l a b o r a d o < 1975: 5 8 - 6 6 y 8 2 - 8 3 ) . Lo mismo puede decirse de las líneas generales que propone A n t o n i o C á n d i d o 1972: 3 4 0 - 3 4 7 , cuando recuerda nuestra " d e p e n d e n c i a c u l t u r a l " donde, querámoslo o no, somos "parte de una c u l t u ra más a m p l i a de la cual participamos como v a r i e d a d c u l t u r a l " , donde " e s una i l u sión hablar de supresión de contactos e i n f l u e n c i a s " . Fernandez Retamar comenta este encuadre e x i g i e n d o que esa cultura más " a m p l i a " no sea considerada la de los países industriales, sino una cultura " m u n d i a l " que todavía debe ser formulada c i e n tíficamente, Ídem: 6 0 - 6 1 . 5

Véase cap. 4.

6

La mayoría de los historiadores de la literatura se ha visto en la necesidad de d i f e renciar tendencias dentro del romanticismo hispanoamericano sin llegar a concluir que se trata de diferentes literaturas. En la crítica y la comprensión histórica p r e domina el criterio de " i n f l u e n c i a s " a nivel estilístico, por el que se llega a una s i t u a c i ó n problemática y contradictoria. A n d e r s o n Imbert 1954: 2 1 8 - 2 2 1 y ss habla de los románticos " a r g e n t i n o s " como de un fenómeno d i f e r e n c i a d o , " s o c i a l " y " b e l i g e r a n t e " , opuesto al de M é x i c o - P e r ú predominantemente conservador; donde los primeros eran e u r o p e i z a d o s , y los s e gundos hispanófilos; y , e n el caso peruano, donde los conservadores producen otra literatura porque pertenecen a otra g e n e r a c i ó n ' p . 2 5 1 ) . G r o s s m a n n 1969: 2 0 5 207: 221 ss: 2 2 5 ss, tiene un esquema p a r e c i d o . En el caso del R í o de la Plata, la influencia sería francesa, la mentalidad antiaristocrática y los temas autóctonos, igual que en el M é x i c o temprano de 1820. En el P a c í f i c o a n d i n o y C u b a serían de "substancia e s p a ñ o l a " y conservadores. C a r i l l a 1958: 3 6 5 - 3 6 7 mantiene la diferencia g e n e r a c i o n a l entre argentinos y p e r u anos. A c e n t ú a , por otro lado, la pertenencia de ambos a l "romanticismo universal e n un sentido restrictivo" ( ? ) , n a c i d o e n Europa y con d e r i v a c i o n e s americanas ceñidas al modelo europeo, donde pueden reconocerse acentos propios (p. 5 0 3 ) . C i t a n d o las conclusiones del trabajo de R. Picard 1947, h a b l a de la existencia de una especie particular que sería el "romanticismo s o c i a l " más propia de los a r g e n tinos. G h i a n o 1968, h a b l a n d o de Echeverría y el Río de la P l a t a , citando a V a n Tieghem 1948, lo diferencia de la misma manera. B a z i n 1953: 7 9 - 8 3 también toma como criterios el tipo de romanticismo que se i m portó desde Europa, y el e s t i l o . En C u b a y e n los países del P a c í f i c o a n d i n o tiene rasgos pasatistas, declamatorios y ornamentales porque fué traído por poetas e s p a ñoles. En el R í o de la P l a t a , e n cambio, fué importado directamente desde F r a n cia como un arma i d e o l ó g i c a para la lucha p o l í t i c a . V e n e z u e l a y C o l o m b i a h a b r í a n permanecido " f u e r a del c i r c u i t o " resultando menos afectados y manteniéndose más cercanos al aristocraticismo c l á s i c o . F i n a l m e n t e , además de esos tres romanticismos, distingue el m e x i c a n o "mas cercano o lo p o p u l a r " . Roberto Fernández Retamar 1975: 8 2 - 8 5 llama la a t e n c i ó n sobre el eurocentrismo de estos conceptos y sobre la necesidad de elaborar otro tipo de p e r i o d i z a c i ó n h i s tórica " m u n d i a l " . D i s t i n g u e en Europa el romanticismo de los países industriales de el de la " o t r a E u r o p a " p e r i f é r i c a , donde se da una a p r o x i m a c i ó n entre literatura y p o l í t i c a y donde lo romántico fué " u n a misma cosa con los impulsos patrióticos por la libertad n a c i o n a l " y " c o i n c i d e con nuestro r o m a n t i c i s m o " .

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Lazo 1967: 13-14 habla de dos etapas que, en general, corresponden a las dos g e neraciones propuestas por A . Imbert. Sin embargo, en p. 128 parece hablar de dos literaturas diferentes, es decir, de un romanticismo "suspendido" en el destierro, donde se impuso "el tema social y político con carácter combativamente polémico", muy diferente de aquél otro en donde se daba vuelos " a la fantasía y a la sensibilidad". En el Río de la Plata, en donde predominaba los fines del "adoctrinamiento y la polémica", lo romántico sería solo una "nota implícita" en el individualismo ideol&gico de los grandes prosistas, es decir -agregamos nosotros- una nota irrelevante y un movimiento diferente. 7

O v i e d o 1965: 146-168 juzga que lo único nacional de esta literatura son sus rasgos satíricos; pero aclara que es una literatura específicamente "limeña" -es decir urbana y capitalina- que se caracteriza por los rasgos privativos del sector dominante desde el tiempo del Virreinato. En esto coincide con Mariátegui 1928: 1974: 239-244.

8

Para la determinación del sujeto social productor y del horizonte de expectativas en el que se íntegra su producción que especifican a la literatura latinoamericana republicana, Losada, Los sistema literarios como instituciones, 1975.

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Nuestro modelo de análisis prevee dos etapas en la investigación. El objeto de la primera etapa es el grupo productor en cuanto formula un determinado proyecto estético-cultural como un modo de relación social consigo mismos, con la cultura tradicional dsminanre y con los demás actores como unidades independientes, en cada fenómeno sub-regional. En una segunda etapa, de tipo comparativo, se toman por objeto formaciones sociales generales, tratando de averiguar qué tipos de cultura urbana ilustrada son característicos de cada tipo de sociedad, en cada etapa de desarrollo, dentro de América Latina.

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La concepción del fenómeno literario ¡lustrado como praxis de un grupo social es el concepto teórico que sostiene este tipo de investigación, Losada, CyP 1976, sobre todo 200-213, 242-251, y 273-282.

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La obra de Basadre (1929, 1931, 1947, 1961-1964, 1968-1969, 1971 y 1973) constituye el punto de partida imprescindible para la elaboración de una historia de la literatura peruana que, a pesar del meritorio trabajo de Luis Alberto Sánchez 1966, todavía está por escribir. M á s aún, probablemente el nivel predominante de esta obra monumental, sea el de una historia social de la cultura peruana republicana. Utilizaré como fuente básica la 5 ed. de la Historia, 1961-1964, citando genéricamente "Basadre 1964". Para el período que nos interesa, no hay ninguna modificación entre esta edición y la 6 a 1968. Es imprescindible, sin embargo, consultar sus trabajos de juventud y sus Fuentes 1971.

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Ñ o l a s al capítulo 1 1

Herbold F. C . Í 1 9 7 1 ) 1973: 2 0 8 . Para una v i s i ó n general de la distribución de la p o b l a c i ó n e n el p e r i o d o , véase también la b i b l i o g r a f í a , idem: 2 0 8 - 2 1 1 .

2

Lima es una c i u d a d a r t i f i c i a l (Basadre 1947), cuya importancia d e r i v a b a de sus funciones administrativas. C u a n d o dejó de ser la intermediaria entre las a u t o r i d a des del Imperio, y la p o b l a c i ó n a c t i v a del V i r r e i n a t o , desapareciendo la C o r t e , entró e n una notable d e c a d e n c i a cultural y e c o n ó m i c a . V é a s e la d i f e r e n c i a q u e establece R. M o r s e ' 1 9 7 1 ) 1973: II 8 2 ss entre la ciudad centrípeta (funciones a d ministrativas, culturales, fiscales y comerciales) y centrífugas 'de c o l o n i z a c i ó n , e x p l o t a c i ó n del suelo o e x t r a c c i ó n de bienesV En esta c l a s i f i c a c i ó n , Lima era una c i u d a d predominantementé administrativa que, con el derrumbe del sistema c o l o n i a l , había perdido sus f u n c i o n e s . Las memorias de E c h e n i q u e 1952 ofrecen un cuadro inmediato muy g r á f i c o sobre la d e p e n d e n c i a s o c i a l , militar, e c o n ó m i c a y estratégica de Lima con respecto a l C u z c o , P a s c o , A r e q u i p a , A y a c u c h o o la Libertad.

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Basadre 1964: 2 0 4 - 2 0 5 : 4 3 7 - 4 3 8 .

4

En lo que se refiere a los sectores que dominaron el poder del Estado después de la I n d e p e n d e n c i a , que quiebran la estructura de poder tradicional, esta es una tesis heterodoxa sostenida tempranamente por Basadre 1929, 1931 y 1947 q u e , a c t u a l mente, està siendo asumida en trabajos parciales sobre la d e c a d e n c i a de la o l i g a r q u í a terrateniente por otros científicos sociales como Bravo Bresciani 1966, F a v r e 1972. V é a s e un planteo del problema en Losada, Paradigma de literaturas d e p e n dientes 1977: 2 8 - 3 2 (en a d e l a n t e , citaré este trabajo como " L o s a d a Paradigma 1977).

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Lo que d i f e r e n c i a a la primera y segunda generación liberal no es tanto un problema i d e o l ó g i c o , como un modo diferente de a r t i c u l a c i ó n de su p r o d u c c i ó n cultural con la s o c i e d a d como conjunto. Los planteos ideológicos se mantienen dentro de los parámetros conservadores o radicales de las Cortes y las Constituciones españolas (1812, 1 8 2 0 - 1 8 2 3 ) . Pero entre este ambiente y la generación de 1850 se produce un desplazamiento de la cultura desde la Corte imperial, las sociedades y p e r i ó dicos ilustrados, las memorias y los panegíricos reales o el aparato o f i c i a l e c l e s i á s tico de tipo autoritario, h a c i a la c a l l e , los cuarteles, el Deriódico s a t í r i c o , m o r d a z y p o p u l a c h e r o , la barra de un parlamento improvisado, el pùlpito u t i l i z a d o de manera e x t r a o f i c i a l , el teatro popular, el panfleto o la proclama r e v o l u c i o n a ria. D e una cultura a r i s t o c r á t i c a , se convierte en una cultura p l e b e y a . C o m o un factor s e c u n d a r i o , se podría comprobar también un cambio en la c o m p o s i c i ó n s o cial del sector productor de cultura, y o sea por la d e c a d e n c i a de a n t i g u a s f a m i l i as, y a sea por la s i g n i f i c a c i ó n que a l c a n z a n personalidades como Felipe Herrera, Luna P i z a r r o , V i g i l o el P. V a l d i v i a , que no pertenecían a familias poderosas.

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Basadre discute la c o n c e p c i ó n tradicional del " c a u d i l l o " derivada del estereotipo romántico creado por Sarmiento (1845) y que todavía hoy determina las interpretaciones de muchos científicos sociales (E. W o l f f 1967, C h e v a l i e r 1962, R. M o r s e 1965, Hamill ( e d . ) 1965). Llama la a t e n c i ó n sobre al sistema de " d e m o c r a c i a d i r e c t a " que aseguró la v i d a del Estado en un período de crisis general; sobre el s i g n i f i c a d o que tuvieron para democratizar limitadamente la p a r t i c i p a c i ó n e n la é l i te d i r i g e n t e , introduciéndose ellos y sus clientelas; sobre su o p o s i c i ó n al d o m i n i o

de los aristócratas y terratenientes costeños tradicionales vinculados al circuito comercial internacional; sobre su alianza con la pequeña burguesía clerical o profesional liberal, la que trataba de representar los intereses nacionales y populares y luchaba en contra de los proyectos de restauración, o contra los intereses de la clase dominante tradicional; sobre su vinculación inmediata de la clase popular urbana y rural; de su manera de ejercitar el poder que trasciende los marcos coloniales tradicionales. SegOn los planteos de Basadre, en esta época, el caudillo peruano es un tipo social que cumple funciones sociales de mediación e integración entre los diversos actores sociales que se enfrentan en un nuevo cuadro de relaciones en un período de desestructuración social. Resulta imposible comprender su comportamiento si se atiende solo a factores psicológicos primitivos, o si se lo concibe como un gobernante arbitrario que trata de imponer sus propios intereses, o los de su clientela, y no se lo articula a un proyecto nacional y democratizante: 1929: 1 109: 130; II: 411-413; 1947: 238; 1971: 304-309; 401-411. 7

R. Morse 1973: II 3 2 - 3 5 comprueba que todas las antiguas ciudades capitales, e x cepto Buenos Aires, sufren una pérdida de hegemonía durante los primeros cincuenta años del siglo X I X . Una descripción gráfica del proceso de "ruralización" de la sociedad en ese período, que invierte la tendencia a fortalecer la urbanización del gobierno ilustrado de los borbones, en Facundo 1845: cap. I V .

8

Toda investigación de sociología de la literatura en la primera mitad del siglo X I X se va a encontrar con la dificultad de la ausencia de trabajos preliminares que le permitan definir las condiciones estructurales. Los trabajos actuales parten de una sistematización que diferencia la etapa colonial de la formación de los estados e x portadores y oligárquicos (Cardoso-Falsetto 1971, Germani 1968). Pero qué ocurre entre 1800 y 1880 ya que el aparato productivo se organiza para la producción externa en una etapa tardía debido al agotamiento del guano y la guerra con Chile, Chovarría 1972, Piel 1967-1968, Yepes del Castillo 1972? Los trabajos recientes han preferido ver en este período una continuación del orden colonial (Chaunu 1964, Stein 1971: 104-117: 121-134; Germani 1969: 219; una excepción es la Historia de Halperin Donghi 1969, donde presenta la desestructuración del orden colonial, sin llegar a formular una teoría sobre el tipo de formación social que se constituye). Sin embargo, hemos aludido a cómo en el PerO ha cambiado la composición de la élite dirigente, la participación que tiene la clase popular, la forma en que se ejercita el poder, la pérdida del poder hegemónico de la ciudad c a pital, etc. Si para otros objetos de investigación histórica bastan la descripción de grandes períodos, procediendo por oposiciones; el sociólogo de la literatura debe determinar en concreto qué tipo de formación social, qué clase de instituciones, qué tipos sociales de sujetos productores de cultura, y en qué cuadro de relaciones se encuentra esa producción con respecto a los demás actores sociales, para poder interpretar un "corpus" cultural determinado dentro de un horizonte concreto de expectativas. El caso de la sociedad peruana hereda ciertas formas estructurales de estratificación y jerarquización de la colonia. Tiene una zona orientada al mercado internacional explotada por esclavos. El poder político de esta sociedad, durante un período significativo (hasta 1860 aproximadamente), es conquistado por sectores mestizos militares y profesionales que se oponen a la oligarquía costeña y a la a n tigua aristocracia, pero que se diferencian igualmente de los esclavos e indios. Es que a partir de la expansión económica derivada de la exportación del guano

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que el Estado y la c i u d a d de Lima se e n r i q u e c e n y se i n s t i t u c i o n a l i z a n , pero no se v e n o b l i g a d o s a modificar las formas de relaciones o estratificación social ni las formas tradicionales de producci&n, aunque se da una relativa d e m o c r a t i z a c i ó n del poder para el sector que se encontraba en la cúspide de la pirámide s o c i a l , y se percibe una intensa lucha p o l í t i c a entre los plantadores costeños y la a n t i g u a a r i s tocracia e n contra de los grupos liberales y mestizos del interior. N o se podrá h a blar, s i n emoargc* ni de un Estado ni de una cultura n a c i o n a l o burguesa. Sería más a d e c u a d o describir este proceso de m o d e r n i z a c i ó n e i n s t i t u c i o n a l i z a c i & n a i s l a d o , e n base a los recursos que p r o v i e n e n de la e x p o r t a c i ó n de un producto que se e n cuentra en las islas que revierte exclusivamente al ámbito urbano y a una nueva clase p l u t o c r á t i c a , en términos de a n t r o p o l o g í a s o c i a l , como las instituciones y la cultura de una " c i u d a d - e s t a d o " , más que de un " e s t a d o - n a c i ó n " , o de una " s o ciedad c o l o n i a l " , A d a m s R . 1976: 2 6 4 - 2 7 4 . 9

Basadre 1964: 1 4 0 5 - 1 4 1 7 .

10

Ídem: 7 2 5 - 7 6 2

11

En Revista A p u n t e s (Limo), n ° 4 H 9 7 5 ) : 137 ss.

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¿ Q u é tipo social en cuanto sujetos productores de cultura, y qué tipo de a r t i c u l a c i ó n social con las instituciones y clases de su s o c i e d a d , d e f i n e n a estos i n t e l e c tuales? N u e v a m e n t e nos encontramos con la d i f i c u l t a d de falta de conceptos o p e rativos elaborados para poder trabajar sobre el fenómeno latinoamericano. Si tomamos, por ejemplo, las concepciones abstractas de C r o c e o Benda, no podríamos clasificar a éstos como " i n t e l e c t u a l e s " . Si tomamos el problema de su u b i c a c i ó n dentro de la estructura de clases y de sus funciones s o c i a l e s , como lo h a c í a G r a m s c i , tampoco nos encontramos a c á con una s o c i e d a d y un modo de relaciones s o c i a les como la europea, ni e n su etapa t r a d i c i o n a l , ni e n su etapa moderna industrial. Si e n v e z de imaginar una s i t u a c i ó n e s t a b i l i z a d a , hacemos un a n á l i s i s concreto de una situación d i n á m i c a de cambio r e v o l u c i o n a r i o , como lo estudian M a n n h e i m 1929, o Hobsbawn 1974, tampoco podemos articular al intelectual a estas s i t u a ciones de transición estructural, donde el poder es tomado por otras clases s o c i a les y se modifica esencialmente el tipo de formación s o c i a l . Hemos tratado de definir los rasgos de este tipo de intelectual latinoamericano durante el s i g l o X I X , cuando subjetivamente se identifica con la modernidad e u ropea, pero objetivamente se encuentra en s i t u a c i ó n dependiente con respecto a las o l i g a r q u í a s tradicionales q u e , a su v e z , lo promueven, lo cooptan y lo c o a c c i o n a n , a lo largo del último tercio del s i g l o X V I I I y las últimas décadas del s i g lo X I X , e n Losada Paradigma 1977: 2 7 - 3 7 . Estos rasgos se pueden a p l i c a r a los e s tratos medios en la etapa de e x p a n s i ó n p r e - í n d u s t r i a l , que e n el caso peruano se produce prematuramente a partir de 1850.

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Bonilla 1972, 1974 es el primer trabajo que define, e n términos de una hipótesis operativa, la constitución de una nueva p l u t o c r a c i a en el p e r í o d o del g u a n o . B a sadre advierte q u e , dentro de e l l a , hay que agregar a los intereses de los antiguos y nuevos plantadores costeños, que estaban c o m e n z a n d o a reconstruir el aparato productivo. Un buen ejemplo de ellos serían Elias y el presidente E c h e n i q u e .

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Basadre 1964: 7 2 5 .

15

Echenique 1952: 3 4 8 .

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Basadre 1964: 1 3 4 7 - 1 3 5 2 .

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ídem: 8 6 5 - 8 6 7 ; 8 5 7 .

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U n a crónica que muestra el contexto general de esta p o l é m i c a e n Pike F. 1967: 50-57.

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Basadre 1964: 8 5 9 - 8 6 1 .

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Sobre el horizonte de expectativas que r e c i b i ó y estimuló la p r o d u c c i ó n romántica en el Perú, no contamos con investigaciones sino con i n d i c i o s . En el presente p á r r a fo a c u m u l o estos i n d i c i o s y los interpreto partiendo de la hipótesis de que el c i r c u i to cultural urbano era a n á l o g o e n España y e n las dos p r i n c i p a l e s cortes v i r r e i n a l e s , M é x i c o y el Perú. Por ahora nos interesa destacar que el e s p e c t á c u l o teatral - l a principal expresión del primer período romántico e n España y e n el P e r ú - estaba c e n t r a l i z a d o y controlado por las autoridades m u n i c i p a l e s . Entre 1 7 8 0 - 1 8 3 0 se superponen, sin c o n f u n dirse, dos tendencias que o b e d e c e n a dos diferentes tipos de p ú b l i c o s . La tendencia popular tradicional, no interrumpida desde la é p o c a de los antiguos corralones e n donde el pueblo bajo era el receptor del teatro barroco del S i g l o de O r o , que todav í a tenía un lugar importante e n el repertorio; y la nueva tendencia moralista y p e d a g ó g i c a de la comedia moratiniana, controlada por un sentimiento estético c u l t i v a d o que provenía del neoclasicismo francés. Un teatro popular dominante, por lo tanto, coexistiendo con un teatro reformado ¡lustrado que no lograba imponer su gusto; el patio y el g a l l i n e r o por un lado, las lunetas y los aposentos por el otro; el p u e b l o a b a j o , d i c t a n d o las reglas para seleccionar el repertorio, la nobleza y los personajes ilustrados de la corte en las alturas (Desdevises du D e z e r t , " L a s o ciété espagnole a u X V I I I s i è c l e " , en Revue Hispanique 1925: 5 2 3 muestra esta c o n s tante o p o s i c i ó n del p ú b l i c o popular al teatro reformado y el fracaso de éste, citado por Campos 1969: 58). Todos los autores están de a c u e r d o en referirse a l " f r a c a s o de la reforma" e n el teatro por el comportamiento de la plebe (Palacio A t a r d V . 1964, Campos 1969: 1 3 - 6 7 ; A l i s s o n Peers 1954: 1 2 0 7 - 2 1 4 ) . S i n embargo, para el caso peruano, la persistencia de la tradición plebeya no debe interpretarse como un resultado de una confrontac i ó n entre dos tipos de p ú b l i c o s , como e n España, y a que no podemos hablar de dos clases s o c i a l e s , que pertenecen a diferentes horizontes culturales, c o i n c i d i e n d o e n el mismo teatro. A n t e s bien, hay que imaginarse un ámbito urbano e n donde ha d e s a p a r e c i d o la Corte y se ha visto desprestigiada la a n t i g u a a r i s t o c r a c i a , e n c o n t r á n dose ahora derrotada y desplazada; donde han casi desaparecido las a n t i g u a s instituciones culturales que imitaban a la metrópoli; y donde el ambiente cultural se e n cuentra dominado por el gusto y las expectativas del p ú b l i c o urbano medio, e n un proceso de brusca y v i o l e n t a d e m o c r a t i z a c i ó n y a p l e b e l l a m i e n t o de la cultura.

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Basadre 1945: 6 2 - 8 1 : 2 5 0 - 2 6 5 .

22

Basadre 1964: 1 1 3 - 1 2 5 .

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idem: 3 3 6 .

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idem: 7 1 9 - 7 2 1

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Las comedias de magia eran las que tenían más p ú b l i c o en España. Campos 1969: 17: 5 7 - 6 1 comenta que se d a b a n los días de fiesta ^ N a v i d a d , A ñ o n u e v o y otras fiestas religiosas o c i v i l e s ) , c u a n d o podía asistir la plebe y , a ú n , los niños. U n c r o nista de la é p o c a se queja de que en esas é p o c a s del a ñ o se " h a y a n desterrado las buenas composiciones d r a m á t i c a s " , suponiéndose que el p u e b l o " m i r a como una n e -

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cesidad suya el que se le divierta con monstruosidades, supersticiones e inverosimilitudes"; le hecha la culpa al público de "sirvientes, niños y gente de la m6s descuidada educación". Sin embargo, otro relator nota que "mucha gente docta, con borlas de doctor, tiene la misma a f i c c i ó n " . 26

Hay que diferenciar dos épocas en la tradici&n popular que lleg& al Perú. Por un lado, la del Siglo de O r o , ya que seguían representándose sus obras (el más popular era Calderón, con un cincuenta por ciento; también Lope, Tirso, Ruiz de A l a r cón y Ramón de la Cruz, en ese orden de importancia). Por otro lado, entre 17861800 se produce un nuevo teotro, también popular, que entra en competencia con la comedia neo-cl&sica afrancesada. Estas piezas heredaban del teatro tradicional el concepto del espectáculo como diversión y evasión; mantenían el interés por el aparato escénico, las fórmulas vistosas, la complicación tramoyística, los golpes de efecto y los trucos escenográficos; conservaban el gusto por la expresión de nobles sentimientos, lances aventureros, argumentos y ambientaciones exóticos y el cultivo de lo cómico; y mantenía la animación de la escena con elementos populares como fiestas y canciones de aldeanos, a la manera de Lope. De las corrientes extranjeras contemporáneas, este nuevo teatro no se deja influir por el gusto clásico y el tono moralizante, sino por la sensiblería lacrimógena y el sentimentalismo melodramático. El romanticismo español y peruanos heredarán ambos e l e mentos, tanto los del teatro tradicional del Siglo de O r o , como los del sentimentalismo folletinesco y melodramático. Sobre ellos, tejerá el expresionismo romántico, como un modo de asumir lo moderno sin abandonar su articulación al público tradicional y a sus gustos dominantes. (Campos 1969: 18: 32-33: 58).

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Todos los autores oponen los paradigmas estéticos de Segura y Pardo, aludiendo a sus dos tipos de teatro y a ciertas alusiones que hicieron uno del otro W a t s o n Espener 1976: V I - V I I ) . Cuando se recuerda la discusión que hubo en España entre 1823-1840, y aún desde 1800 (Allison Peers 1954: 331 ss, sobretodo I, c. V ) , se ha de concluir que se da en el caso peruano una transposición ficticia de aquella otra situación. N o hay duda que Pardo es un tipo aristocrático con formación ilustrada europea y que se distingue del militar y burócrata de provincias que era Segura. Sin embargo, en este caso lo decisivo no es la extracción social y los paradigmas estéticos que valoraban, sino el público que dominaba el teatro de su época, en donde no existía, como en Espafta, la Corte y la clase ¡lustrada ¡unto con el pueblo bajo. Por otro lado, las obras de ambos pueden considerarse dentro ae la misma tendencia literaria sin diferencias fundamentales ni en el artículo ni en el teatro de costumbres, para juzgar que se tratan de dos tendencias opuestas. Pardo en realidad, es más un político ilustrado que tuvo que vérselas con la nueva clase p l e beya en el poder; su producción teatral no tuvo relevancia (solo tres obras, la última no representada, y las primeras no formaban parte del repertorio habitual); y su revista constumbrista El Espejo de mi tierro solo alcanzó tres números, uno en 1839, y dos en 1840. Segura, en cambio, representó el teatro nacional ¡unto con Salaverry durante dos décadas, tuvo una vasta producción costumbrista y no realizó nada significativo fuera de su tarea artística-popular-periodística.

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Basadre 1964: 632-634: 648-650: 917-918, quien también cita a Moncloa C o v a rrubias 1909.

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Basadre 1964: 827-831: 1291.

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El autor más popular durante el periodo 1786-1800 en España que representó la nueva tendencia teatral urbana, fué Cómela. Durante los primeros anos del siglo aparece también una comedia urbana y burguesa donde el enredo tiene como ambiente la familia de clase media, que será lo tendencia dominante de las Obras posteriores de Segura. A partir de las guerras por la Independencia (1809-1823) también aparece el teatro patriótico, que continuarán Palma, Corpancho, A r n a l do Márquez y Cisneros: véase nota anterior n ° 26, y Campos 1968: II y I I I .

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Basadre 1964: 910-912.

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Bazin 1953: 80 explica los caracteres del romanticismo en los países del Pacífico por la influencia de los españoles J . J . de Mora y F. Velarde. El primero, sin embargo, internado en Francia después de la invasión napoleónica y exiliado en Londres después de la Restauración en 1823, pertenece a otra generación y siempre fué opuesto al romanticismo francés que sirvió de modelo a Hispanoamérica. Como A l c a l á Galeano, era anticlasicista y propugnaba una renovación de la literatura española por el contacto con las corrientes medievales -interpretados por un liberalismo nacionalista, no tradicionalista-, y con la literatura "romántica" inglesa anterior al romanticismo francés. Traído por Rivadavia al Río de la Plata en 1826, pasa a Chile, Bolivia y Perú, representando a la ilustración liberal a la manera de Andrés Bello. Velarde, en cambio, llega a Cuba veinte anos después, de donde pasa al Perú, Ecuador, Bolivia, Chile y, finalmente, a Guatemala, en una época cuando ya se había producido hacía tiempo el "desengaño románticoliberal" (V. Llorens 1968: 423-429), o el "fracaso de la rebelión romántico" en España (A. Peers 1954: II 12-94). N i uno, ni otro, representan al romanticismo español en el ámbito de América Hispana. Se puede hablar de un romanticismo temprano liberal en A . Bello, Pardo y A l i a g a o Valdéz y Palacios, parecido al de J . J . de M o r a , que se extiende por toda la región después de la Independencia, bajo la influencia de la Ilustración liberal española (Esfuardo Nudez 1971: 66: 73, donde cita el estudio de Porras, quien descubrió el romanticismo de Valdés y Palacios 1844), donde todos participan de un semejante horizonte generacional aristocrático, conciliador y constitucionalista como el que caracterizó a la emigración española. El de Velarde hay que referirlo al período "ecléctico" (A. Peers 1954: II 117-142), representado por la poesía lírica de Zorrilla, Campoamar o el Duque de Rivas. En este sentido tiene razón Bazin, cuando juzga que los dos rasgos dominantes de este lenguaje - n o del de J . J . de M o r a , a quien también se lo atribuye- son la tendencia a una poesía declamatoria u oratoria y el gusto por la leyenda histórica. N o la tiene cuando habla de la influencia del romanticismo español, si se acepta el estudio de A . Peers. E. N u n e z discute también la opinión de otros autores, quienes defienden la influencia predominante de este romanticismo español desde Riva Agüero, afirmando que la "influencia francesa fue directa y poderosa y no le quedó en zaga la inglesa y la alemana", 1971: 71.

33

Basadre 1964: 903.

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Sie fuera exacto que Juana M . Gorriti (1819-1892) publicó en Lima " L a quena" en 1845, sería lo más acertado clasificarla como la primera novelita romántica del Perú. Perseguidos por Rosas, esta familia salteria se traslada al A l t o Perú en donde participa políticamente en el período de la Confedereción peruano- boliviano. Juan Ignacio Gorriti (su t í o ? ) , estuvo vinculado a la reforma de la educación dentro de las concepciones ¡lustradas de Bolívar y Simón Rodríguez (Steger 1974: 271). Ella se casó con un militar boliviano que después fué presidente de

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su país y de quien se separd yendo a residir en Lima, donde permaneció largos periodos y con la que se mantuvo identificada hasta el final de su v i d a . Esta j o ven autora se trasladó a Bolivia a los doce años y , probablemente, se radicó en Lima cuando tenía menos de veinte. Sus narraciones se desarrollan en base al choque trágico, casi escenográfico, de tipos ideales que deben enfrentar un mundo peligroso, insensible y degradado, ordinariamente exótico. Su tono contenido, espiritualizado y " c u l t i v a d o " consigue crear un lenguaje " l i t e r a r i o " que, con temas y motivos realistas, transporta al lector a un ámbito irreal, emotivo, exótico y heroico. N o tiene nada que ver con la narración argentina de su época (Carilla 1958: 321-323). Las primeras narraciones de Palma, en cambio, escritas en 1851 (Oviedo 1965: 45) siguen aquél mismo modelo de la G o r r i t i , como otras también de tema incaico, que deben datar de aquella época aunque hayan sido publicadas al final de su v i d a . 35

José A . Márquez (1832-1903) fué el primer miembro de la ¡oven generación que escribió, estrenó y triunfó con sus piezas teatrales, a los 17 anos. Con La Bandero de Ayacucho (1849), escrita con ocasión de una celebración patriótica, emociona al público y provoca una entusiasta aprobación, según recuerda Palma en 1887. Su tercera obra, La cartera de un ministro (1850) la escribe para representarla en la fiesta del cumpleaños del Presidente Castilla. Abandonó después el teatro, escribiendo poesía sentimental, adscrito a la burocracia, viajando y v i viendo en el extranjero. Fué quien pasó más tiempo en el extranjero entre los de su generación (14 viajes, 33 anos, E. Nudez 1971: 124 ss). G a r c í a Merou 1891 habla de unas "memorias" suyas que se han perdido. Hay unas breves "memorias inéditas" en El N a c i o n a l , Lima 13 XII 1865, que no pude consultar.

36

Basadre 1964: 905-906; 1041: 1377:1385.

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Manuel N . Corpancho (1830-1863) publica a los 18 anos ¡unto con otros jóvenes, El Semanario de Lima (1848) de corta v i d a . Entre 1848-9 entra a la burocracia, en la Secretaría del presidente Castilla. Además del citado, escribe en la misma época dos dramas. En 1852 e l presidente Echenique lo envía a Europa por cuenta del Estado en " v i a j e de estudio y perfeccionamiento". A éste le dedicará la Lira patriótica del Perú en 1853, colaborando con El Heraldo de Lima, un diario echeniquista donde escribieron poemas la mayoría de los jóvenes románticos hasta 1854. En 1857 será de nuevo Secretario de Castilla. Desde 1860 se adscribe a la d i p l o macia, en donde fallece poco más tarde. Como en el caso anterior, vincula sus ensayos teatrales con el periodismo, la retórica americanista y e l nacionalismo, vinculado a los sucesivos presidentes y a la burocracia estatal, E. Nuflez 1971: 97-104.

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Ricardo Palma (1833-1919) alude en La bohemia (1887) a un "periódico infernal" titulado El diablo, s a t í r i c o - l i t e r a r i o , publicado por los jóvenes en 1848 y del que él era director. En 1851 fué redactor y corrector de pruebas de El Correo de Lima, en donde publica versos satíricos en contra de los presidentes Castilla y Echenique. Colabora con varios periódicos en 1852. En la misma época, escribe tres obras de teatro a las que llama, en su v e j e z , "monstruosidades" y "desatinos dramáticos". Con Rodil, la única que se conservó, triunfa en escena. Abandona el teatro, excepto una colaboración con Segura en 1858. Con motivo de un problema amoroso, abandona los estudios y pasa cinco años como contador de a bordo viajando por el Pacífico entre los 20 y los 25 anos, produciendo sus primeros po-

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emas. Hasta 1872 será sucesivamente periodista, poeta e historiador, además de Cónsul en el extranjero, O v i e d o 1965: 12: 2 9 - 5 4 . Hijo natural de un pequéRo comerciante, y destinado a dependiente de comercio, Palma debe su carrera a una breve estadía en el Colegio de San Carlos, y a la protecci&n de un Ministro, como lo cuenta jocosamente en 1887. En ese época tenia un puesto ficticio, siendo sostenido por el presupuesto oficial, como lo será después durante su viaje a Europa, como "C&nsul fantasma" en una pequeña ciudad del Brasil que parece nunca conoció (E. Nuflez 1971: 111-116). Después será también protegido del Presidente Balta, diputado y funcionario p ú blico hasta su muerte, cuando publica todas las series de sus tradiciones a partir de 1872. 40

1971: 8 0 - 8 6 .

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Luis Benjamín Cisneros (1837-1904) representó su alegoría a los 19 aftos, en 1855, con lo que consigue la protección del presidente Castilla, quien lo llama a su palco para felicitarlo, comenzando una trayectoria burocrática, vinculado a los negocios del Estado y la cultura oficial hasta el final de su vida. Como los anteriores, su trayectoria es la de un ¡oven talento, proveniente de una familia v e n i da a menos, que por padrinazgos y protectores consigue hacer carrera representando la inteligencia y la cultura. Un tío suyo fué Ministro de Echenique, S e nador por Junln y Presidente del Senado en 1851. Varios tíos fueron funcionarios o senadores, vinculados a la administración en el interior -donde eran terratenientes- o representándolo en el Parlamento. Ellos apoyaran su educación y la de su hermano, Luciano B . , que será después un famoso abogado y orador parlamentario, y que se encargará igualmente de la defensa de los intereses patrimoniales de su familia. Tres de sus hermanos varones se destacaron en la función pública, uno de ellos como conservador vinculado a Herrera, los otros como liberales. Todos vivieron en su primera época en estrecheces económicas, dependiendo de los parientes y del Estado, hasta que lograron triunfar, Porras 1965: 7-11. Cisneros ingresa en el Colegio San Carlos en 1846, bajo la protección de uno de sus tíos y del propio Herrera. En 1854, ¡unto con R. Palma, escribe unas " l e yendas tenebrosas" en El Heraldo de Lima, de Echenique. Después se vuelve l i beral antimilitarista, siguiendo a G á l v e z , otro discípulo de Herrera.

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Carlos A . Salaverry (1830-1891) es hijo del General fusilado por Santa Cruz en Arequipa, héroe idealizado posteriormente por la generación romántica (Manuel Bilbao 1853). Huérfano, publica sus primeros poemas en el diario El Heraldo de Lima, en 1855. Viaja a Europa entre 1856 y 1860. Lo vuelve a hacer protegido por el gobierno revolucionario del presidente Balta, de quien fue vate y cronista, entre 1868-1878. Escribió once piezas dramáticas y una traducción de Moliere. Dos libros de poemas, 1869 y 1971, publicados con una ayuda del presidente Balta, son considerados la expresión más depurada del lirismo romántico en el Perú, Escobar 1966; E. Nuflez 1971: 108-110. N o hay un estudio de conjunto de su v i da o de su obra, a pesar de haber sido el poeta de mayor prestigio entre 18571871. Véase Alberto Ureta 1918, O v i e d o 1961, dos tesis de grado convencionales. N o existe tampoco un estudio sobre El Heraldo de Lima que, ¡unto con las revistas de los jóvenes de aquella época, debe ser una de las fuentes más sólidas para el estudio del cambio artístico del periodo.

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A partir de la renovación teatral de Cómela 1786-1800. se produce un curioso procedimiento estilístico, en verdad común dentro del cambio de paradigma estético en la historia de la literatura y el arte, hasta el surgimiento de las literaturas aut&nomas dentro de la ciudad metropolitana. En base a los elementos de gusto tradicionales, a las exigencias de un mescenas o de un pCiblico de los que dependía el artista, se introducen elementos propios de una época futura o que obedecen a la intuición exclusiva del artista. En las grandes obras este elemento diferencial es él relevante. En casos como los de la Corte española, o de la literatura urbana en la c i u dad preindustrial, mientras el arte se mantiene articulado a un espacio cultural colectivo - como es el caso del teatro - , dominan todavía los elementos frivolos, p l e beyos y espectaculares, sobre los rasgos "modernos" o privados que le superponen los autores. Como fué mostrado e n la nota 26, en todas estas obras, tanto en España como en el Perú, predominan todavía las exigencias del gusto de un público plebeyo y aproblemótico. Sin embargo, Campos 1969- 36 ha demostrado que, aún la comedia popular y plebeya de Cómela, lo mismo que la neoclásica de M o ratín, eran portadoras de una intención ilustrada, moralizante y de propaganda que obedecía a la expectativa del público pertenenciente a la Corte durante el Despotismo ilustrado y no al público popular. De la misma manera, sobre la antigua tradición plebeya del siglo de oro, cuyos caracteres enumeramos en la citada nota 26, los románticos construyen personajes idealizados, formalizan un choque dramático donde nobles caracteres entran en colisi&n con esterotipos de maldad, y donde se trata que el lenguaje poético configure un orden de realidad bello, sublime, trágico, exótico y sobrehumano. De esta manera, logran el éxito en la escena por complacer al público tradicional; representan la exigencia de modernidad de su tiempo sin transgredir notablemente su articulación a una sociedad cuyos gustos se habían estructurado en un espacio cultural colonial y logran e x presar su propia relación adolescente con ese mundo, al que pertenecían, que los celebraba, pero con el que no se identificaban. Pero esto les impidió también una suficiente relevancia estética y la internalización de una actitud romántica profunda, ya sea de tipo tradicional, o revolucionario.

44

Además de los citados trabajos de L. A . Sánchez y Riva AgUero, un breve resumen ponderado en Bazin 1953: 91 ss; una cronología en O v i e d o 1965: 12 ss, muy incompleta. Existen monografías de introducción, con cualidad muy despareja y donde no se citan las fuentes, en la serie "Hombres del Perú", Lima, Ed. Universitaria 1964-1967, 4 series. Véase, además de los trabajos de Escobar y O v i e d o , V i l l a r á n 1937 y Zevallos 1957. N o incluímos en esta generación a Clemente Althaus (1835-1881), ya que lo consideramos perteneciente al período posterior a 1872 (cap. 3) por su extracción social, su formación en el extranjero y su temprana identificación en Europa: pasa a Chile donde estudia entre 1846-1851, permanece en Europa entre 1855-1863 donde publica sus primeros versos de poemas, Paris 1862. Es un humanista aristocratizante y mordaz que no tiene ninguna articulación con el público popular (primer período) ni con el liberalismo radical (segundo período) y que encuentra su lugar en la cultura republicana elitista que se configura como dominante a partir de 1870. Algunos de sus viajes y horizonte cultural e n E . Nuílez 1971: 105-107.

45

Si creemos en el testimonio de Palma, cuando describe el gusto literario de la g e neración romántica en 1887, tendríamos que concluir que aquellos adolescentes representan, en aquella época de los primeros anos de 1850, lo mismo que A .

202

Peers 1953: II 142 ss llama un "eclecticismo", refiriéndose al arte y la literatura españoles del mismo período. Dice Palma: "Nosotros, los de la nueva generación, arrastrados por lo novedoso del libérrimo romanticismo, en boga a la saz&n, desdeñábamos todo lo que a clasicismo tiránico apestara, y nos dábamos un hartazgo de Hugo y Byron, Espronceda, G a r c í a Tassara y Enrique G i l . Márquez se sabía de coro a Lamartine; Corpancho no equivocaba letra de Zorilla; para Adolfo G a r c í a , más allá de Arólas no había poeta; Liona se entusiasmaba con Leopardi; Fernández, hasta en sueños recitaba las do loras de Campoamor; y así cada cual tenía su vate predilecto e n tre los de la pléyade de revolucionarios del mundo viejo. Oe mí, recuerdo que hablarme del Mesías, de Larra, o de las Capiliadas, de Fray Gerundio, era darme en la vena del gusto." 46

Sobre la voluntad realista e ilustrada de Aréstegui (1826-1869) véase M a r i o Gastro Arenas (s.f.), 45 y ss, con bibliografía 6 0 - 6 1 . La obra más importante que, partiendo de la perspectiva ilustrada de comprender y de interpretar la realidad en su totalidad, queda frustrada en su intento y se resuelve en la queja en contra de un mundo degradado, es V a l d é z y Palacios 1844. Esta última obra sería la que correspondería por su fecha, y su intenci&n, para comprender cuáles fueron las p o sibilidades del proyecto ¡lustrado en medio de un mundo tradicional, cuando el Facundo de Sarmiento las puede realizar desde la autonomía revolucionaria. Palma alude en La bohemia 1887 a las sátiras que echaban desde El Diablo (1848) contra un señor Portillo, "autor de Lo noveno de los Mercedes, Los omores de un marido y Lima de aquí en cien anos, tres pecados gordos que él bautiz& con el nombre de novelas" y que serían anteriores, o simultáneas a las de Aréstegui. Seguramente fueron folletines y quizás no provinieran de un autor n a cional, O v i e d o 1965: 46.

203

Notos al capitulo 2

1

Basadre 1964: 927.

2

Echenique 1952: 196-201.

3

Véase la reacción de la ¡oven generación liberal en España con ocasi&n de la desamortización y el destino de los fondos públicos que se obtuvieron de su venta y que solo sirvió - en palabras de Larra - para pagar las deudas del Estado a los ricos y a los propietarios, fortaleciendo la "aristocracia de la sangre y la aristocracia del dinero". Para expresar esta relación con la clase dominante y la frustración de la expectativa liberal, Larra utiliza el mismo lenguaje literario éticoprincipista que describimos en este párrafo. Serrano 1973: 108-137.

4

Basadre 1964: 1016-1017.

5

Idem: 1014-1124. Retirado y desprestigiado de la vida política, Casós escribirá unas novelas sobre esta época en 1874. En la segunda de ellas acusa que "tres fuentes impuras tienen las fortunas improvisadas entre nosotros - e l huano con sus prórrogas y empréstitos, los empréstitos y agencias financieras de Europa y los ferrocarriles", Castro Arenas (s.f.): 82.

6

Hauser 1969: II 358-372.

7

Véase Libro I I , cap. 5, nota 4.

8

Basadre 1964: 1065-1125.

9

Véase la crftica de Mari&tegui al planteo liberal, en 7 Ensayos (1828), cap. II Una u otra visión de las cosas, es decir, un planteo abstracto y principista que deja la formación social tal como está, o un planteo alternativo que pretende su transformación estructural, diferencia el horizonte cultural de los grupos dependientes y de los autónomos, y los dos tipos de cultura, véase cap. 4. Lo que nos interesa destacar es que este planteo alternativo se produjo en el Río de la Plata ya entre 1840-1850, y recién se formulará en el PerCj en la década de 1920.

10

Facundo (1845), cap. I - I V ; Alberdi, Cortas sobre lo prensa militante en la República Argentina, 1853 (llamadas "Cartas Q u i l l o t a n a s " ; la reflexión se encuentra en la 2 a ) .

11

Facundo (1845), cap. X V ; la exposición más suscinta del programa liberal en el Río de la Plato, en Alberdi J . B., Memorio sobre la conveniencia y objeto de un Congreso General Americano . . ., Santiago, 1844. En Mayer 1963: 313-318.

12

Basadre 1964: 1050. Sobre F. Bilbao, véase Lastarria 1969, Figueroa P. P. 1898, Pinilla 1943.

13

Basadre 1964: 1051.

14

Idem: 1053.

15

Idem: 1100-1103.

16

Este enfoque, donde se toma como objeto de investigación una serie especifica de hechos culturales urbanos teniendo en cuenta quién es el sujeto social pro-

204

ductor y portador de esa cultura, lo he expuesto de manera general en Los sistemas literarios como instituciones 1975 y CyP 1976. Una presentaci&n desde el punto de vista de otras investigaci&nes sobre el cambio cultural en América Latina, en Bases para la investigaci&n 1978. 17

Luk6cs (1923) 1969: 11-18: 112-120.

18

G h i a n o 1968: 95-118, véase libro I I , cap. 4

19

Prólogo al Hernani, Paris 1830.

20

Enrique Alvarado, un adolescente muerto en Trujillo en 1855, hoy prácticamente desconocido, que tuvo importancia para la ¡oven generaci&n. A su muerte suscriben una corona fúnebre Cisneros, Corpancho, Salaverry, Fernández, Palma. O v i e d o 1965: 55 la considera el "primer manifiesto romántico" de aquella generaci&n. Porras 1956: 14-15 recuerda que Alvarado habfa llegado a ser para el ¡oven caudillo Piérola, una bandera en contra del militarismo: "El militarismo y la república son incompatibles", - escribía - " l a candidatura civil -decfa el mismo E. A l v a r a d o - es la única tabla de salvación en el espantoso naufragio en el que flotan nuestras instituciones truncadas por el sable". El radicalismo de este ¡oven de 19 años, que hablaba con el acento bíblico de Lammennais (modelo también para Alberdi, Echeverría y J. M . Gutiérrez en el Plata, 15 anos antes) condena el eclecticismo y las medias tintas de los consejeros de Castilla, pide que los partidos se formen para elevar principios, no candidatos, ¡deas y no personas, y reclama la sencillez republicana y la educaci&n de las masas. Porras lo considera un discípulo de Luis Blanc y Edgar Q u i n e t , precursor del socialismo, apóstol de las ideas de 1848.

205

Notos ol capítulo 3

1

Basadre 1964: 1246-1395. Bonilla H. 1974: 2 3 - 6 5 .

2

En 1864, los antiguos enemigos están en los puestos claves de las Asamblea: C a s tilla es presidente del Senado, Echenique presidente de Diputados, media entre ambos provocando su reconciliaci&n V i v a n c o e, inclusive, se tienta formar con los dos primeros, y con el liberal Mariátegui, un Gabinete de unidad nacional, donde figuraba el revolucionario José G á l v e z , que no progresa, Basadre 1964: 15161524.

3

La interpretaci&n que realiza Basadre 1931: 49-104 y 1971: 185, además de las que agrega en el tratamiento de cada uno de los líderes del Partido liberal, significan en realidad un punto de vista relevante para interpretar la experiencia de las élites dirigentes y del Estado republicano del siglo X I X en su conjunto. Propone B. inclusive una tipología donde distingue tres generaciones (Independencia, revoluci&n 1854, y una última etapa en 1865); tipos humanos que las representan (Luna Pizarro, José G 6 l v e z , Mariano Amézaga); y diversos tipos de funciones (validos, censores radicales, independientes). Nuestra interpretaci&n en el Paradigma de literaturas dependientes recoge estos indicios y estudia en particular dos aspectos: (a) en qué medida es posible realizar un horizonte liberal en medio de una sociedad estructural mente tradicional; (b) de qué manera se va reformulando el comportamiento de la generaci&n liberal a medida que va ganando experiencia frente a ese medio tradicional. El resultado de esta evolución es la formulación de diferentes paradigmas estético-culturales y la dominación de un paradigma aristocrático, donde a la literatura se convierte en un ámbito diferencial y aristocrático de una élite intelectual desencantada. Esta resolución, que nosotros entendemos como una forma de coopci&n, se aparta de la interpretaci&n de Basadre, aunque no la contradice.

4

En este trabajo no describimos objetivamente esta situación que repite el destino que le cupo a otros movimientos liberales en otras sociedades periféricas con estructuras sociales tradicionales (Reyes 1957; Carr 1969; Pamlényi e t a l . 1974). Sino que tratamos de formular conceptualmente una hipótesis que explique el proceso de tranformación de la relación de este grupo liberal con su sociedad predominantemente tradicional. Metodológicamente, estamos tratando de articular tres niveles para demostrar que se desarrollan con un suficiente paralelismo como para que se expliquen mutuamente: (a) la experiencia de fracaso de los ideales y expectativas de un grupo ilustrado; (b) la revisión de su proyecto so ció-cultural, por medio del cual pretendían fundar una relación con su sociedad; (c) la reformulación de un nuevo proyecto esté tico-cultural como un modo de fundar una nuevo relación con su sociedad. De esta manera pretendemos verificar nuestro principal presupuesto teórico para la investigación de la producción cultural latinoamericana como un proceso social- el hecho de que es imposible articular inmediatamente los niveles culturales y estructurales; que es imposible también referir el nivel cultural a la cultura europea; y la necesidad de articular los productos culturales a la relaci&n de las élites ilustradas con la propia sociedad y con las influencias europeas.

206

5

Los exiliados políticos de la revoluci&n de 1860 en contra de Castilla regresan gracias a una ley de amnistía dictada por su sucesor, San Román, en 1863. Palma 1887 narra esta reincorporaci&n de la juventud al gobierno y, sobre todo a la diplomacia, como lo constata casi permanentemente N u ñ e z 1971 en cada una de sus biografías. Palma, sin embargo, calla que 61 recibió un cargo ficticio de C ó n sul en el Pará, Brasil, que le permite pasar un año en Europa y los E E . U U . , N u ñez 1971: 111-124.

6

Una breve síntesis sobre el programa liberal de 1853-1858, la conducta de C i s neros, el hermano de Luis B., y su condena de la arbitrariedad de Castilla en Porras 1956; 14-25. El abogado y parlamentario Luciano Benjamín Cisneros defiende en el Congreso de 1858 dos mociones, declarando la Patria en peligro y la vacancia de la presidencia de la República. A pesar de su triunfo popular y de un parcial triunfo parlamentario - s e defiende la primera, pero no se coloca el C o n greso en contra de Castilla-, se disuelve el Congreso y Cisneros es apresado y confinado en un pontón, incomunicado durante unos días. A partir de entonces, decepcionado de la política, la condena: "Esta ofrece sinsabores y obstáculos y uno concluye a veces por sepultar en ella su tranquilidad, sus ideas, sus nobles aspiraciones y hasta su moralidad misma. Dedicarse a ella es agitarse en cuestiones estériles cuya última soluci&n está en lo fuerza". En otro artículo, dice Porras en pg. 23, habla del " c í r c u l o vicioso de la revoluci&n" y "del contacto impuro del Ejecutivo" (El Comercio, 22 de Julio 1859; La Revista de Lima, 1860, t. I I , p. 169). Como en España (Carr 1969: V - V I I I ) , durante los años 1833-1874, existieron también en el Perú dos tendencias liberales: una radical que buscaba una revolución institucional violenta y una moderada que finalmente se imponía. Esta segunda tendencia, a la que pertenecían los Cisneros, en momento de crisis se coaligaba con el ala radical (Bilbao, A l varado, Casos, Amezaga); llamada a la a d ministración, colaboraba con los conservadores desde una posición crítica y principista. Este grupo, desilusionado, parece haber sido el que enunció más decididamente la idea de la cultura como una compensación de las decepciones que trae consigo la vida pública degradada. Palma fue liberal radical hasta 1860, decepcionado igualmente que los Cisneros, se colocará en contra del ala radical cuando ésta domine al Parlamento entre 1865-1867, y apocará ¡unto con Salaverry y los Cisneros a Bal ta; pero lo que nos interesa hacer notar acá es la sensación de frustración frente a la sociedad y la política que los impulsará a apartar la cultura de toda vinculación social, suprimirle el contenido "ilustrado" como instrumento de relación y transformación de la sociedad y recluirla en la interioridad desencantada.

6

Desencantado de su propio liberalismo, Ricardo Palma publica el periódico satírico " L a Campana" en 1867, en contra del Congreso liberal de 1867, que había derogado la Constitución conservadora de 1860 contra la cual el mismo Palma había hecho la revolución. De ese año es el folleto burlesco Congreso Constituyente, "Semblanzas de un Campanero", que ¡unto con los citados configura la tendencia satírica moderada y antiliberal, característica de la misma época en España a partir de 1860 y el triunfo de Mesonero Romanos. Este último es comparable con los trabajos de Manuel Atanasio Fuentes, con quien Palma, en 1877, publicará un periódico satírico, Lo Broma. Entre 1860-1870 Palma sigue escribiendo y p u blicandopoesíaromántica, una etapa que parece definitivamente cerrada cuando

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publica Verbos y Gerundios, 1877 ("Si os complace ver siempre la cabellera desgreñada, la luz siempre pálida, los párpados siempre sombríos y las pupilas siempre húmedas de la poesía lacrimosa, no os aconsejamos leer Verbos y gerundios. . . Es un libro escrito en momentos de buen humor y para ser leído en horas de recreo", dice en el pr&logo), O v i e d o 1965: 77: 89-90. Este abandono de laposici&n principista, del romanticismo, y aOn de la política y de la historia razonada nos estimula para ver en las Tradiciones solo una v a riante del costumbrismo moderado de la segunda mitad del Siglo X I X , en donde predomina la ironía, la superficialidad fragmentaria, el humor ocioso y la presencia del narrador coloquial empañando las situaciones con su actitud subjetiva en donde disuelve toda intenci&n racional, documental, hist&rica o principista. Lo que nos interesará, sin embargo, en el caso de Palma, es mostrar este proceso que ahora comprobamos en Cisneros: a una crisis de su relación principista con la sociedad, se sucede un desencanto y abandono de aquellos ideales y , juntamente, una variación fundamental del paradigma estético, recluyendo la cultura al 6mbito de lo gratuito, lo íntimo y lo ocioso. 7

La novelita Edgardo 1864, es una excepción dentro de la producción de Cisneros, ya que trata de las frustraciones de un ¡oven frente al hecho de las revoluciones y la guerra. Inclusive, hay un incipiente descubrimiento de la realidad social del interior del Perú, en consonancia con los objetivos reformistas de los liberales de la década del 1850 con respecto a los indios. Sin embargo, esta sola obrita no es significativa dentro de su producci&n, expresa la frustración de la juventud y muestra la variación hacia otro tipo de cultura. Otras obras, como las de Segura, utilizan la vida social como pretexto para la intención jocosa, de la misma manera que en Julia Cisneros la elabora con intención romántico-idealizante.

8

Trabajo inédito presentado en el Instituto de Investigaciones de Literatura Peruana, U N M S M , Lima, dentro del Proyecto de Investigación " N o v e l a peruana del Siglo X I X " , 1974.

9

Para una visión del material de Memorias, véase Basadre 1971: 93-105. Las de Echenique tienen un enorme valor documental. Las de V a l d i v i a , Blanco y Bustamante, tienen un importante valor literario. V a l d i v i a , sobre todo, es el primer libro que presenta al pueblo como un actor social, o un personaje colectivo, que domina el relato; por otro lado, es notable la perspectiva del narrador, en donde combina una visión entusiasta y liberal del pueblo, un localismo documental en donde describe las personas y hechos con identificación simpática y una visión heroico-caballeresco, aún medievalista, de los enfrentamientos armados y las circunstancias peligrosas. Las de Cáceres, con su pintura de la campana de la resistencia, poniendo en primer plano igualmente un personaje colectivo, aunque seguramente arregladas por su editor, son un notable documento literario. Estos textos no tienen parangón dentro de la narrativa, la lírica o el teatro del siglo X I X peruanos, y han sido ignorados por la crítica literaria. Nuttez 1971: 108 habla de un diario de Salaverry que se habría perdido. G a r c í a Merou 1891 relata que escuchó leer el diario de Arnaldo Márquez, que estaría también perdido.

10

Basadre 1964: 1395-1458: 1687-1703.

11

Basadre 1964: 1395. Porras 1956: 25 ss presenta a Balta como un conservador tradicionalista en lo político y un revolucionario desarrollista en lo económico. Los intelectuales que lo apoyaron, entre ellos Luciano B. Cisneros y Pedro G á l v e z ,

208

revistaban en la tendencia liberal moderada, opuesta igualmente a la oligarquía, como a los liberales radicales. Porras (idem: 25-6) juzga que esos planes solo podían realizarlos la burguesía ¡lustrada y representa el advenimiento al gobierno y sobre todo, a la riqueza de la clase media. Esta explicación de Porras, estaría de acuerdo con la de Mariátegui 0 9 2 8 ) : 244-250, que percibe en las Tradiciones de Palma un espíritu anticivilista y una filiaci&n democrática. Esta tendencia del liberalismo moderado tenía una clara posici&n antioligárquica o, como decía Luciano B. Cisneros con frase de Larra: "gigante que amenaza devorarlo todo. . . que quiere pesar perdurablemente sobre el país, enseñoreándose de todo, dominando a todos, es la aristocracia del dinero: aristocracia funesta, porque desprecia el talento y desdeña el trabajq aristocracia materialista, porque no tiene m6s lenguaje que el de las cifras; aristocracia que ha llegado el momento de combatir y de vencer. . . " 'Porras, idem: 33). Sobre la frustración que le trajo a esta generaci&n su particípaci&n en política y su apartamiento de las esferas del poder en adelante dominadas por el civilismo hasta las primeras décadas del siglo X X , Porras, idem: 27; O v i e d o 1965: 80-86; Bazin 1954. Q u é tipo de clase media ascendía al poder y el límite que encontrará en las estructuras tradicionales a las que debía integrarse, apoyándose en caudillos tradicionales como Balta, o como los hermanos Gutiérrez de quienes fué secretario el radical Casós cuando ellos asesinaron a Balta, lo dice el mismo Cisneros cuando defiende el Contrato D rey fus (1869) para liberar al Estado de la garra de los consignatarios del guano. Se había dividido el país, dice Porras, idem: 29, en dos bandos: los dreyfusistas con Piérola (ministro de Economía) y la clase media detrás; y los consignatarios, representantes de la antigua oligarquía econ&mica y social. El argumento de Cisneros es que no cabría beneficiar a once familias tradicionales, y desechar a otras 260 familias nacionales, ya que unos y otros estaban apoyados por el capital extranjero (pg. 32). Esta imposibilidad de llevar adelante un programa liberal es el origen de su decepción y la base social para producir una cultura interiorizada que no puede, ni quiere, elaborar los problemas del medio y de su horizonte social. Esta es la idea central que defendemos en Paradigma de literaturas dependientes, 1977. N&tese que no hablamos de cultura de las clases dominantes; ni cultura aristocrática en el sentido tradicional; ni de culturas "herodianas" en el sentido que le atribuyen Toynbee o Vekemans (Steger 1974: 276); ni de coopción en el sentido tradicional, tal como lo utiliza R. Morse 1973: I 176 ss. Es una cultura liberal burguesa frustrada, ajena igualmente a la clase dominante tradicional, a la plutocracia y la clase dominante vinculada a la expansi&n de las oligarquías exportadoras pero, también ajena al pueblo plebeyo y a su situaci&n social en cuanto pueda significar una modificación estructural, o una lucha de clases, y no solo un llamado ético o una protesta institucional. Steger tiene raz&n cuando muestra su identificaci&n con el proyecto burgués europeo positivista y liberal y su vinculación al Estado; hay que aclarar, sin embargo, que trataban de constituir un Estado independiente de aquellas clases tradicionales, en los que fracasaron. Véase también las de Haya de la Torre (Sagitario, n ° 3, 1926; y en Por lo Emancipación de lo América Latino, B s . A s . , 1927: pg. 139, citados ambos por el mismo Mariátegui, idem: ¿ 4 7 ) . 12

Luis A . Sánchez 1966: 9 6 2 - 3 . N o era, sin embargo, ésta una cultural " o f i c i a l " . Fué, es verdad, en todo el proceso, desde 1848, una cultura de minorías elitistas, vinculada a dos pequeños centros educativos, a algunas revistas o periódicos 209

(La Ilustración, o El C o r r e o de Limo, y El H e r a l d o , en la primera é p o c a ; El C o mercio y Lo Revista de Limo y , de sabor ilustrado d i e c i o c h e s c o , La S o c i e d a d de A m i g o s de los Letras, e n la segunda; El Correo del Perú, la Revista Peruana y El C l u b Literario, e n la tercera.) Fué también, una cultura fomentada p o r miembros que se h a l l a b a n e n el poder, o pertenecían a la clase aristocrática d o m i n a n t e . P e ro no estaba directamente a r t i c u l a d a a sus intereses ni a su horizonte del mundo. Lo que se transforma son los modos de a r t i c u l a c i ó n s o c i a l . D e u n a cultura p o pulista, producida para un p ú b l i c o plebeyo; se convierte en una c u l t u r a que e x p r e sa los ideales de un partido c r í t i c o , r e v o l u c i o n a r i o y liberal; hasta qije finalmente se enclaustra y se interioriza. M á s que una cultura burguesa, v i n c u l a d a a una i n d i v i d u a l i d a d conquistadora, romántica o triunfalista; o una cultura burguesa p r o blemática, v i n c u l a d a a un mercado; es una cultura a d o c e n a d a , a b u r g u e s a d a , de sal&n. A b e l a r d o G a m a r r a , que prologó las memorias de Juana M a n u a l G o r r i t i d e s cribe las v e l a d a s literarias que frecuentaba Palma a partir de 1876, y e v o c ó en sus Recuerdos e n 1887 ( O v i e d o 1965: 86): " Q u é esplendor en lo familiar y qué v i d a tenían esas veladas literarias! Ibamos con intención de retirarnos a las d o c e o una de la mañana y salíamos cuando estaban llamando a misa de seis. En qué se pasaba la n o c h e ? Se b e b í a ? D o s o tres copitas de jerez. Se b a i l a b a ? Jamás. Se e s c u c h a b a ? E s o sí. Los más hábiles profesores, los más notables en el v i o l í n o en el p i a n o , dejaban oir las primicias de su talento e n las veladas literarias. . . Q u é n o t a b i l i d a d viajera no fué recibida antes que en ningún salón, en las v e l a d a s . . . H o m bres de c i e n c i a y de letras, pintores o artistas de la talla de Rossi; todos en las veladas se dejaron a p l a u d i r y admirar. Las veladas tenían tres partes: de nueve a o n c e , las señoras en un salón, y los caballeros en otro, d e p a r t í a n a su sabor y tijereteaban a su gusto; de once a una se ejecutaba el programa, caballeros y señoras e n un solo salón; de una a dos se retiraban los que temía n constiparse, y de dos e n a d e l a n t e , como después de las topadas de g a l l o s suelen venir las jugadas de chuscos, daban p r i n c i p i o las c h u s c a d a s , las p o e sías del género e p i g r a m á t i c o , las anécdotas picarescas, las letrillas, las i m provisaciones, las diabluras del i n g e n i o . Era la golosina de la tertulia y la S r a . G o r r i t i , que en la primera parte había sido la señora de c a s a , la gran Señora por sus maneras, comedimientos y a t e n c i ó n , y en la segunda se mostraba la literata de fuste, la escritora de vastísima ilustración, era e n la última parte la musa tentadora de las mataperradas, la reina de la g r a c i a , la e s p i r i tual decidora de las a g u d e z a s i n i m i t a b l e s " , citado por W e y l a n d , p r ó l o g o a N a r r a c i o n e s de J . M . G o r r i t i , 1946: X L I V - X L V . Este es el ambiente que i m a g i n o paro las Tradiciones de Palma q u e , por otro lado, no se contradice con el empaque retórico de las reuniones literarias o los actos o f i c i a l e s , e n donde i m a g i n o a Benjamín Cisneros, ambos con sabor a c u l t u ra cortesana c o l o n i a l . N o s encontraríamos, entonces, con un n ú c l e o elitista m o derno, frustado y a r r i n c o n a d o , que tienta una cultura burguesa en un m a r c o social cultura que hereda todavía de la C o l o n i a , entre la retórica ¡lustrada y el s a l ó n . Palma le e x p l i c a r á a V i c u ñ a M a c k e n n a ( 1 2 . V . 1878) los motivos por los que se d e c e p c i o n ó y se retiró de la p o l í t i c a , c o n v e n c i d o " q u e perdía lastimosamente el tiempo y me retiré a cuarteles de i n v i e r n o , es d e c i r , busqué refugio y s o l a z e n la h i s toria y e n la literatura (subr. nuestro)". Lo mismo le había confesado e n 1875 a J . M . G u t i é r r e z , O v i e d o 1965: 8 2 - 8 5 . Sobre la primero serie de las T r a d i c i o n e s , comenta al redactor de Lo N a c i ó n en B s . A s . que " L o s Tradiciones son mi ofrenda

de arroor al país y a las letras. . . Prefiero v i v i r en los siglos que fueron. En el ayer hay poesta, y e l hoy es prosaico. . . muy prosaico. Es mejor armar, vestir y adornar esqueletos de los tiempos coloniales. La obra del sepulturero, y nada más, amigo mío: pero las tumbas tienen su poesía", O v i e d o , idem: 81-82. 14

Escobar 1966; 48.

15

Idem: 64.

16

A . Rama 1970: 105-124.

17

Basadre 1964: 256-274.

18

Losada, Los sistemas literarios como instituciones, 1975: 53-58.

19

Véase la nota 11.

20

Escobar 1964: 5-55; 1971: 77-167.

21

Los Tradiciones, publicadas primero en revistas peruanas, y posteriormente aparecidas o reproducidas en revistas periódicos de toda América Hispana, son publicadas en forma de libro entre 1872-1877 (Series 1 - 4 ) , 1883 (5 y 6), 1889 (7), 1891 (8), 1906 y 1910 (Ciltimas, y apéndice a las últimas). Las primeras ediciones que los publican en conjunto, aparecen en Buenos Aires (1890), en Barcelona (1917), en M a d r i d , publicada por el Gobierno del Perú (1923-1925) y en Paris 1938. La e d i c i ó n más completa es la de Madrid: Aguilar 1952.

22

Véase, además del trabajo de Escobar 1964 y 1971, y del de Bazin 1953: 194-207 y 1954 (Bulletin Hispanique, LVI), Oviedo 1965: I I , sobre todo 169-173.

23

Como citamos en la nota 13, para Palma esta producción significaba una "ofrenda de amor a su país", pero para e l l o necesitaba buscar la poesía del pasado, evitar nombrar todos los elementos conflictivos - en tanto que tales, ya que podía incorporarlos quitándoles ese sentido y utilizándolos como materia de ironía o de curiosidad - y en la fuga al pasado. V e í a como una "obra de patriotismo popularizar los hechos del pasado". Pero no se interesaba por informar, instruir, o aprender lecciones de la Historia, como la mentalidad ilustrada. Sino, en una conocida fórmula de como ha de ser una tradición, crear un momento amable, sin agresividad, f r i v o l o y sin consecuencias: " . . . más que el hecho mismo, debía el escritor dar importancia a la forma, que ésta es el Credo del tío Antón. La forma ha de ser ligera y regocijada como unas castañuelas, y cuando un relato le sepa a poco al lector, se habrá conseguido avivar su curiosidad, obligándolo a buscaren concienzudos libros de Historia. . . como complementario de la dedada de miel que, con una narración rápida y más o menos humorística, le diéramos a saborear. . . " , O v i e do 1965: 152: 165: Busca "tener la gracia del barbero, que estriba en sacar p a t i l l a de donde no hay p e l o " , realizar una "narración rápida mas o menos humorística", "avivar la curiosidad", "popularizar recuerdos", hacer, "no una historia, sino un relato popular", ya que si el historiador es hombre "de raciocinio y de prosaicas realidades, e l tradicionista debe ser poeta y sonador", debe ser "mentiroso como el pueblo" y " e x presar el espíritu de las multitudes".

24

Escobar 1966: 45 .

26

Losada, Modos de producción, 1977.

25

Véase nota 11 .

211

N o t a s al capitulo 4

1

P. Henriquez Urefla, Las corrientes literarias en la A m é r i c a Hispana, Fondo de Cultura E c o n ó m i c a , M é x i c o 1964-*, cap. V ; G . D i a z - P l a j a (ed.), Historia g e n e ral de las literaturas hispánicas, Barna, Barcelona 1 9 5 3 - 5 8 , t. I V , pp. 4 8 3 - 8 6 ; E. A n d e r s o n Imbert, Historia de lo literatura, Fondo de Cultura Económica, M é x i c o 1 9 7 0 2 , I , cap. V I I I . Una reciente revisi&n del problema e n A . R o g g i a n o , "Proposiciones para una revisi&n del romanticismo a r g e n t i n o " , Revista Iberoamericana (Pittsburgh), 1975, n . 9 0 , p p . 6 9 - 7 7 .

2

R. Rojas, Historia de la literatura argentina, Kraft, Buenos A i r e s 1957, t. I I I .

3

D i s t i n g o tres modos de producción e n las culturas poscoloniales: dependiente, a u tónomo y marginal. C f . "Rasgos específicos de la producción literaria ilustrada en A m é r i c a L a t i n a " , Revista de C r i t i c a Literario Latinoamericano (Lima), 1977, n. 6

4

T. Halperín D o n g h i , Historia contemporáneo de A m é r i c a Latina, A l i a n z a , M a d r i d 1969, pp. 4 4 - 4 7 ; R. M o r s e , La ciudades latinoamericanas, Sepsetentas, M é x i c o 1973, v o l . I I , pp. 5 9 - 7 8 ; J . M a y e r , A l b e r d i y su tiempo, Eudeba, Buenos A i r e s 1963, p . 3 7 .

5

Facundo (ed. crítica por A . Palcos), Ediciones culturales argentinas, Buenos A i res 1961, p p . 2 1 - 2 6 .

6

Holperin D o n g h i , Historio c i t . , pp. 4 1 - 4 3 ; J. L. Romero, Las ideas políticas en la A r g e n t i n a , Fondo de Cultura Económica, M é x i c o 1956, pp. 5 0 - 5 1 ; S . BagO, Estructuro social de lo c o l o n i a . El A t e n e o , Buenos A i r e s 1952.

7

Romero, Las ideas, c i t . , p. 55; E. E l o r z a , La i d e o l o g í a liberal e n la ilustración españolo, Tecnos, M a d r i d 1970, pp. 1 8 - 2 4 ; cf. J . V i c e n s V i v e s (ed.), Historio social de España y A m e r i c a , Teide, Barcelona 1957, t. I V , v o l . I , y J . Sarrailh, La España ilustrada, Fondo de Cultura Económica, M é x i c o 1958.

8

S . - B . Stein, La herencia colonial de A m é r i c a latino, S i g l o X X I , M é x i c o 1971, pp. 96, 1 6 1 - 7 T .

9

H a l p e r í n D o n g h i , Historia c i t . , pp. 4 9 - 5 7 ; Romero, Las ideas c i t . , pp. 5 4 - 6 1 .

10

Halperín D o n g h i , Historia c i t . , pp. 9 2 - 1 0 7 .

11

E. Echeverría, Primero lectura (1837), en El Ensayo romántico, C e a l , Buenos A i res 1967, pp. 14 y 1 6 - 1 7 . E. Echeverría, O j e a d a retrospectiva (1846), en Dogma socialista y otras páginas políticas (ed. y prol. por S. M . D a n a Montaflo), Estrad a , Buenos A i r e s 1946, pp. 31 y 8 1 .

12

J . M . G u t i é r r e z , Discurso e n el salón literario (1837), e n El Ensayo c i t . , p p . 33-38.

13

Halperín D o n g h i , Historia c i t . , p . 196; Romero, Los ideas c i t . , pp. 9 3 - 9 4 .

14

Romero, Las ideas c i t . , pp. 7 9 - 8 4 y 8 7 - 9 1 .

15

Echeverría, Primera Lectura c i t . , pp. 1 1 - 1 3 .

16

Echeverría, O j e a d a c i t . , p. 4 3 .

212

17

Romero, Los ¡deas cit., p. 126; Facundo cit., pp. 78 y 238-44.

18

R. Carr, España 1808-1939, A r i e l , Barcelona 1969, pp. 160-87; Vicens V i v e s , Historia. . . cit., t. V , pp. 337-71; S. Serrano, Sociedad, literatura y político, G u a d i a n a , Madrid 1973, pp. 8 3 - 1 3 7 .

19

Echeverría, Ojeada cit., pp. 19-20; 7-8; 48-49; 68-69; E. Echeverría, Cortas a don Pedro de Angelis (1847), en Dogma cit., pp. 244-53.

20

Echeverría, Ojeado cit., pp. 6 8 - 7 0 .

21

R. Arrieta (ed.), Historia de la literatma argentina, Peuser, Buenos Aires 195860, t. II, pp. 64-80; Dana MontaPlo S. M . , Prólogo en Dogma cit., pp. V I I I XLVI.

22

Echeverría, Ojeada cit., cap. V .

23

I b i d . , pp. 3 5 - 3 7 , 255-56, 260-63.

24

I b i d . , cap. X , pp. 257-59.

25

I b i d . , pp. 2 0 - 2 3 y 241.

26

Empleado en este sentido por F. Bourricaud en Matos M a r J. (ed.) La oligarquía en el PerCi, Amorrortu, Buenos Aires 1972, pp. 127-28.

27

Echeverría, Ojeado cit., p. 7; Facundo cit., p. 255.

28

Stein, La herencia cit., pp. 96 y 161-177; Arrieta, Historia cit., t. I I , pp. 306, 357-86. ~

29

Primero Lectura cit., pp. 18-19.

30

Echeverría, Cartas a don Pedro cit., pp. 237-44; Facundo cit., pp. 120-22.

31

H. V i d a l , Literatura hispanoamericana e ideología liberal, Hispamerica, Buenos Aires 1976, pp. 50-57; D . V i ñ a s , Literatura argentino y realidad política, J . A l v a r e z , Buenos Aires 1964, pp. 126-38.

32

Arrieta, Historia cit., t. I I , p. 76; Carilla 1958: 145.

33

Echeverría, Dogma cit., pp. 13-15.

34

V i d a l , Literatura cit., pp. 53-54; Echeverría, Cartas a don Pedro cit., pp. 253254; R. A . O r g a z , Alberdi y el historicismo, Imprenta Argentina, C&rdoba 1937.

35

Romero, Lo ideas, cit., pp. 136; Echeverría, Cartas a don Pedro cit., pp. 264-65.

36

Losada, Los sistemas literarios, Revista de crítico literaria latinoamericano (Lima) 1975, pp. 42-58; A . Losada, Creoci&n y Praxis, U N M S M , Lima 1976, pp. 124253; Losada, Los modos de producci&n cit., pp. 16-23.

37

A partir de su reincorporación a la administración o al sistema social dominante, los escritos toman un sentido instrumental o directamente político. Sarmiento, por ejemplo, a partir de 1851, o J . Hernández cuando estaba al servicio de caudillos tradicionales (1861-67) o de los gobiernos oligárquicos (1880-86).

38

Echeverría, Ojeoda cit., p. 49; Facundo cit., pp. 256-58; V . Lastarría, Recuerdos Literarios (1885), Z i g - Z a g , Santiago de Chile 1967, pp. 118-21.

213

39

A r r i e t a , Historio c i t . , v o l . I I , p. 3 9 0 .

40

Echeverría, O j e a d o c i t . , pp. 1 0 - 1 5 , 18, 4 7 .

41

J . B. A l b e r d i , Bases pora lo C o n s t i t u c i ó n , V a l p a r a í s o 1852; S 6 e n z H o y e s , e n A r r i e t a , Historia cit. ( t. I I , p. 3 5 3 .

42

J. H e r n á n d e z , El pueblo y el escritor, e n El N o c i o n o l A r g e n t i n o (Paraná), 1 0 . 1 0 . 1860, n. 1342; idem, e n El Río de lo Ploto (Buenos A i r e s ) , 2 5 de n o v . 18ó9, n. 25; A . Losada, M a r t í n Fierro, G a u c h o , héroe y mito, Plus U l t r a , Buenos A i r e s 1967, pp. 1 7 - 2 5 .

43

Sáenz Hoyes en A r r i e t a , Historio c i t . , t. I I , p . 301; J . B. A l b e r d i , S e g u n d o carta Q u i l l o t a n a , e n El Ensayo c i t . , p. 68.

44

O j e a d a c i t . , en D o g m a , p. 65; Lastarria, Recuerdos c i t . , p . 1 7 3 .

45

M a y e r , A l b e r d i c i t . , pp. 2 5 4 - 5 6 .

46

N . P i n i l l a , La polémico del Romanticismo, A m e r i c a l e e , Buenos A i r e s 1943; Lastarria, Recuerdos c i t . , pp. 9 5 - 1 0 5 , 1 2 3 - 2 5 .

47

Estos planteos son paráfrasis de las ideas de V . H u g o e n sus pr&logos a Hernán! y C r o n w e l l , Lastarria, Recuerdos c i t . , pp. 1 3 6 - 3 8 ; E c h e v e r r í a , D o g m a c i t . , pp. 88-93.

48

J . M . G u t i é r r e z , Primera Lectura, en El Ensayo c i t . , p. 39; F a c u n d o c i t . , p. 119; J . H e r n á n d e z , La nueva é p o c a , en El N a c i o n a l A r g e n t i n o c i t . ; idem, e n El A r g e n t i n o cit.; idem en Discurso en la ceremonia de I n i c i a c i ó n e n la Logia A s i l o del Litoral, Paraná 1866.

49

Echeverría, Primera Lectura, en El Ensayo c i t . , p. 7.

50

J. B. A l b e r d i , O b r a C o m p l e t o , Buenos A i r e s 1 8 8 6 - 8 7 , t. I I , p. 118; S á e n z H a yes en A r r i e t a , Historia c i t . , t. I I , p. 3 3 5 .

51

D . F. Sarmiento, Presente y porvenir, e n Facundo c i t . , cap. X I V .

52

Losada, M a r t í n Fierro c i t . , pp. 6 3 - 6 8 .

53

E. Echeverría, Primera Lectura en El Ensayo c i t . , p. 6.

54

Dogma c i t . , pp. 1 1 0 - 1 7 ; O j e a d o c i t . , p. 19.

55

Por ejemplo A r r i e t o , Historia c i t . , v o l . I I , p. 111.

56

Una a p l i c a c i & n de los planteos de Lukács (Werke 4: Probleme des Realismus I , N e u w i e d : Luchterhand V . 1971) a la literatura latinoamericana en A . Losada, Creoci&n y Praxis, Lima 1976, pp. 1 4 0 - 7 7 .

57

J . M . G u t i é r r e z , D i s c u r s o salón, e n El Ensayo c i t . , pp. 3 7 - 3 8 .

58

O j e a d a e n D o g m a c i t . , pp. 6 6 - 6 7 ; el objetivo de Echeverría era " l o g r a r la d e m o cracia en la e n s e ñ a n z a , e n la industria, en la propiedad r a í z , e n la distribución y retribución del trabajo, impuesto, m i l i c i a , e n todo" y " d e s c e n t r a l i z a r el poder, arrancárselo a los tiranos y usurpadores para entregárselo a su legítimo dueño, el pueblo;, a la manera que lo pregonó más tarde. C o n s i d e r a n t , un d i s c í p u l o de Fourier, e n Francia: en D o g m a c i t . , pp. 1 9 - 2 5 y 3 5 . En idem, pp. 1 8 5 - 2 1 3 e x -

214

p l i c a ese programa de democratización que tenía como base la o r g a n i z a c i ó n mun i c i p a l y los intereses del hombre de la campaña y que constituyó igualmente el programa de José Hernández en su p e r i ó d i c o El Río de la Plata (Buenos A i r e s 1 8 6 9 70) y la i d e o l o g í a dominante de su poema El G a u c h o M a r t í n Fierro (1872). 59

Losada, M a r t í n Fierro c i t . ( pp. 5 8 - 5 8 y 8 5 - 9 4 .

60

J . B. A l b e r d i , S e g u n d a carta en El Ensayo c i t . , p . 78;

61

A l b e r d i , Segunda carta c i t . , pp. 7 6 - 8 0 .

62

F a c u n d o c i t . , pp. 1 6 - 1 7 .

I. V e r d u g o , Testimonio y denuncia en la novela a r g e n t i n o , A p o r t e s (París) 1968, n. 8 , p. 56.

63

J . H e r n á n d e z , Pr&logo a la 8 a e d . de El G a u c h o , 1874; Losada M a r t í n Fierro c i t . , pp. 1 8 - 2 5 , 2 4 - 4 5 y 8 1 - 8 5 .

64

Losada, M a r t í n Fierro c i t . , pp. 6 9 - 8 1 .

65

Por razones e d i t o r i a l e s , se ha p u b l i c a d o el análisis de textos que v e r i f i c a n este n u e v o paradigma estético en " E l Surgimiento del Realismo S o c i a l en la Literatura de A m é r i c a L a t i n a " , Ideologies a n d Literature (Minnesota) I I I , N o v . D e c . 1979, 11: 2 0 - 5 5 , donde se a n a l i z a El M a t a d e r o de E . Echeverría; y en "Rasgos específicos del realismo social e n la A m é r i c a h i s p á n i c a " , Revista Iberoamericana (Pittsburgh) X L V , J u l . D i e . 1979, 108-109: 4 1 3 - 4 4 2 , sobre el F a c u n d o de D . FT Sarmiento U n a versión completa se publicará bajo el título de El Realismo S o c i a l en el Río de la Plata en Buenos A i r e s , Editorial de la Universidad de Belgrano (en p r e p . ) . t i modelo teórico general fué p u b l i c a d o cómo "Lossistemas literarios como instituciones sociales en A m é r i c a Latina" en R C L L , Lima, I 1975, 1: 3 9 - 6 1 ; reproducido e n C o n t e x t o , S a o P a u l o , 1977, 2: 3 7 - 6 3 y e n Losada, C r e a c i ó n y Praxis, Lima, U N M S M , 1976: 1 7 9 - 2 1 3 . El modelo que formaliza conceptualmente el caso PerCi 1 8 4 0 - 1 8 8 0 fué p u b l i c a d o c o mo " L a literatura urbana como praxis social e n A m é r i c a Latina. Bases para la formul a c i ó n de un paradigma de la cultura ilustrada dependiente de las élites o l i g á r q u i c a s e n el período de expansión preindustrial ( 1 7 8 0 - 1 9 2 0 ) " , e n Lateinamerika S t u d i e n , Universität E r l a n g e n - N ü r n b e r g , 1977: 1 - 4 1 ; reproducido e n I d e o l o g i e s a n d Literature, University of M i n n e s o t a , I 1977, 4: 3 3 - 6 2 . El modelo que formaliza el caso Río de la Plata 1 8 3 7 - 1 8 8 0 ha sido p u b l i c a d o como " C u l t u r a n a c i o n a l o literatura r e v o l u c i o n a r i a ? " en N o v a A m e r i c a n a , Turin, 1980, 3: 2 8 7 - 3 3 0 y , con ligeras variantes, reproducido en el c a p í t u l o 4 de este trabajo. El modelo que compara los dos sistemas literarios fué p u b l i c a d o como "Rasgos e s p e cíficos de la p r o d u c c i ó n literaria ¡lustrada en A m é r i c a Latina. Los modos de p r o d u c c i ó n cultural de los estratos medios en A m é r i c a Latina: las culturas dependientes ( 1 7 8 0 - 1 9 7 0 ) y las culturas autónomas ( 1 8 4 0 - 1 9 7 0 ) " , e n R C L L , Lima, I I I 1977, 6: 7 - 3 6 ; reproducido e n I . wissenschaftliche Tagung des Deutschen Hispanisten V e r b a n des, Universität A u g s b u r g , 1978: 1 6 1 - 2 3 9 (corregida y aumentada). A c á se r e p r o d u c e , traducida, la primera versión, e n la " Z u s a m m e n f a s s u n g " .

215

Bibliografía Los libros están citados en el siguiente orden: apellido del autor, nombres, título, c i u dad, editorial (cuando es reciente), ano, edición (Basadre, Jorge. Historia de la República del Perú. Lima: Ed. Universitaria. 1962-1964, 4 ° . ) . Dentro del texto, en las notas, o en referencias aisladas, se cita solamente el apellido y el aflo de edición, para hacer referencia a la bibliografía. Los artículos de revistas se citan: el título del artículo va entra comillas, y el título de la revista subrayado. Cuando se cita una fuente histórica o literaria, y no es la edición original, va entre p a réntesis la fecha de la primera edici&n; sin paréntesis la edición empleada en el trabajo. (Sarmiento, Domingo F . , Facundo (1845), Bs.As. 1963). Para las fuentes y trabajos más frecuentemente citados, se utilizan las abreviaturas que figuran a continuación, excepto algunos otros que utilizan los sustantivos más importantes del título y cuya ubicación en la bibliografía resulta evidente: Bibl Bf.As. CEAL Dpto Edi r EUDEBA FCE Fac HLA Imp Inst NY PUF Rev RCLL Stgo UNAM UNMSM Univ

216

Biblioteca Buenos Aires Centro Editor América Latina Departamento Editorial Editorial Universitaria de la Univ. de Bs.As. Fondo de Cultura Económica Facultad Historia de la Literatura Argentina Imprenta Instituto N u e v a Y o r k , N e w York Presse Univèrsi taires de France Revista Revista de Crítica Literaria Latinoamericana Santiago de Chile Universidad Nacional Autónoma de M é x i c o Universidad Nacional Mayor de San Marcos Universidad

1. Bibliografías e Instrumentos de Trabajo

2. Fuentes Literarias y Documentales 2 . 1 . Río de la Plata y Chile 1830-1850 2 . 2 . Perú 1840-1880

3. Literatura Hispanoamericana del Siglo X I X 3 . 1 . Obras Generales 3 . 2 . Trabajos monográficos sobre la Literatura en el Río de la Plata, Chile y Perú, con énfasis en el período romántico

4. Sociedad Hispanoamericana 4 . 1 . Obras Generales con énfasis en el siglo X I X 4 . 2 . El mundo hispánico en el siglo X V I I I 4 . 3 . El Río de la Plata y Chile en el siglo X I X 4 . 4 . El PerO en el S i g b X I X

5. Ciencia y Sociología de la Literatura 5 . 1 . Obras Generales con énfasis en análisis sociológicos 5 . 2 . La ciencia y la sociología de la literatura en América Latina: trabajos teóricos 5 . 3 . Literatura y Sociedad en América Latina: trabajos monog-áficos con énfasis en el siglo X I X

217

1. Bibliografías e Instrumentos de Trabajo Basadre, J o r g e , " U n a bibliografía de la literatura p e r u a n a " , Lima, Perú, Boletín b i b l i o g r á f i c o , U N M S M , Biblioteca C e n t r a l , v o l . 9 - 1936, pp. 2 8 - 3 8 . Idem, Introducción a los bases documentales para la Historia de la República del Perú, con a l g u n a s reflexiones, Lima, P . L . V . , 1971 ( 2 v o l s . ) . B e c c o , H o r a c i o J o r g e , C o n t r i b u c i ó n a la b i b l i o g r a f í a de la literatura a r g e n t i n a , U n i v . de B s . A s . , D e p . E d i t . , 1 9 5 9 - 1 9 6 0 .

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Bs.As.,

D i c c i o n a r i o de lo literatura latinoamericano, W a s h i n g t o n , U n i ó n Panamericana. A r g e n tina, t. I y I I , 1 9 6 0 - 1 9 6 1 . E n g l e k i r k , John Eugene, " L a literatura y la revista literaria en H i s p a n o a m é r i c a " , en: Revista Iberoamericana, M é x i c o , v o l . 2 6 , num. 5 1 , e n e r o - j u n i o 1961, pp. 9 - 7 9 ; v o l . 2 7 , num. 5 2 , ¡ u l i o - d i c . 1961, pp. 2 1 9 - 2 7 9 ; v o l . 2 8 , num. 5 3 , e n e r o - j u n i o 1962, pp. 7 - 7 3 ; v o l . 29, num. 5 5 , e n e r o - j u n i o 1963, pp. 9 - 6 6 (ampliación B i b l i o grafía de Cárter). F i g u e r o a , Pedro P a b l o , La librería en C h i l e , Paris, G a r n i e r H n o s . , 1896

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218

Revistas hispanoamericanas: índice b i b l i o g r á f i c o ( 1 8 4 3 - 1 9 3 5 ) , (Sturgies E . Leavitt, c o l a b . de M . N i c h o l s y Jefferson Rea S p e l l ) , S t g o . , Fondo Histórico y B i b l i o g r á f i c o José Toribio M e d i n a , 1 9 6 0 . Romero del V a l l e , E m i l i a , D i c c i o n a r i o manual de literatura peruana y materias a f i n e s , Lima, U N M S M , i 9 6 5 . Tauro, A l b e r t o , " B i b l i o g r a f í a peruana de literatura ( 1 9 3 1 - 1 9 5 8 ) " , en: Boletín de la Biblioteca N a c i o n a l , Lima, artos 1 3 - 1 4 , 1 9 5 6 - 1 9 5 7 , nums. 1 9 - 2 0 , pp. 1 0 9 - 2 9 8 . V i l ches, Roberto, " L a s revistas literarias chilenas del s i g l o X I X ; su historia y su b i b l i o g r a f í a " , en: Revista c h i l e n a de historia y g e o g r a f í a , S t g o . , t. 9 1 , num. 9 9 , 1941, pp. 3 2 4 - 3 5 5 ; t. 9 2 , num. 100, 1942, pp. 1 1 7 - 1 5 9 . V i l l a n u e v a , E l s a , Bibliografía de la n o v e l a peruana, Lima, E d i c . de la B i b l . U n i v . , 1969.

2.

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220

G.

Idem, Revisto de Limo (1860), trabajos como " G u b ! A m a y a " , "£| ramillete de la v e l a d a " , "El lucero del manantial" y "El ángel caído" (en W . p. X X X ) . Idem, Otros trabajos y bibliografía de estudios sobre ella en el "Prólogo" de W . G . Weyland (Silverio Boj) a: J . M . Gorriti, Narraciones, B s . A s . , Ed. Estrada, 1946, pp. V I I - L X (sobre todo pp. X X X y ss.). Iniciador, El, (Montevideo, 1839), Reproducción facsimilar con estudio preliminar de Mariano de V e d i a y Mitre, Bs.As., Academia N a c . de la Historia, 1941. Iriarte, Tomós de, Memorias, Bs.As., Ed. Argentinas, 1944-1957. Lammennais, L ' A v e n i r , Paris, 1830-1831. Idem, Paroles d'un croyant, Paris, 1934. Lerminier, Jean Louis Eugène (1803-1857), Introduction générale à l'etude du droit, Paris, Chaumerot, 1835. Leroux, Pierre, De I humanité, de son principe et de son avenir, Paris, Perrotin, 1840. Idem, Les événements du Rio de la Plato dans leur rapporte avec les agents étrangers et avec I intervention franco-anglaise, Montevideo, Le National, 1843. Lastarria, J. V . , Recuerdos literarios, Stgo., Servat, 1885 (Stgo., Z i g - Z a g , 1967). Idem, Obras Completas, Stgo., Impr. Barcelona, 1906. Marmol, José, Amalia (1851), B s . A s . , Estrada, 1944. Idem, Poesías completas, Bs.As., Academia A r g e n t i n a de Letras, 1946. Mitre, Bartolomé, Rimas, Bs.As., 1854. Idem, "Defensa de la poesía" (Carta-prefacio), Estudio preliminar y notas por Mariano de V e d i a y Mitre, B s . A s . , Academia Argentina de Letras, 1947. Idem, Obras Completas, Bs.As., Congreso de la Naci&n, 1938-1949. La M o d a (Bs.As., 1838), (Reimpresión facsimilar, con prólogo y notas de José A . O r i a ) , B s . A s . , Academia Nacional de la Historia, 1938. Morales, Ernesto, Epistolario de Juan M . Gutiérrez, B s . A s . , Inst. Joaquín V . G o n z á lez, 1942. Paz, José M a r í a , Memorias postumas, B s . A s . , Estrada, 1957. Rivera Indarte, José, Rosos y sus opositores. Es a c c i ó n santa matar o Rosos. Tablas de sangre. B s . A s . , del M a z o , 1884. Sarmiento, Domingo Faustino, Obras, Paris, Belin, 1909. Idem, Facundo (Prólogo y notas del Prof. Alberto Palcos. Reedición ampliada de la e d i ción crítica y documentada de la Universidad Nacional de La Plata), B s . A s . , Edic. Culturales Argentinas, 1961. Thompson, Juan, " D i a r i o " , en: Piccirilli, Ricardo, Juan Thompson, su forja, su temple, su cufio, B s . A s . , Peuser, 1949. Tornero, Santos, Reminiscencias de un viejo editor, Valparaíso, El Mercurio, 1872.

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de nuestro sello editorial

Víctor Farías, Los manuscritos de Melquíades. „Cien años de soledad", burguesía latinoamericana y dialéctica de la reproducción ampliada de negación. Frankfurt, 1981. 404 p. (Editionen der Iberoamericana III, 5). DM 62,-, US$ 30,-

„Trece años después de su publicación, ,Cien Años de Soledad', ha dado origen a variadas lecturas. Como toda gran creación, la novela de García Márquez es un texto abierto y de múltiples significaciones. La extensa lectura que Víctor Farías ha hecho de ella es tan rigurosa como desconcertante: ha desglosado la novela del colombiano en. sus dimensiones ontológicas, pero también en sus niveles de significación histórica. El texto original parece haberse convertido en pretexto de quien lo glosa. Pero no se trata de una simple glosa. Este ensayo desglosa la fábula de Macondo en sus significaciones aún inéditas. Nos recuerda que, nacida de la imaginación, la gran novela puede ser devuelta a sus raíces históricas. Lo que ha conseguido en este ensayo, es traducir la fábula en términos de valor; el tiempo literario en tiempo histórico; la riqueza anecdótica en comportamientos colectivos que remiten no sólo a la fundación de America Latina, sino también a la formación de su identidad una y otra vez escamoteada." (Oscar Collazos)

IBEROAMERICANA 10 IBEROAMERICANA es la revista alenama que se dedica a la cultura de América Latina, España y Portugal en su más amplio aspecto. Colaboran hispanistas y latinoamericanistas alemanes y extranjeros, está dirigida por cinco profesores universitarios alemanes. La mayoría de los trabajos se publican en alemán, algunos en castellano. David Viñas publicó en el Número 10 (1980) un extenso ensayo inédito titulado „Pareceres y digresiones en torno a la nueva narrativa latinoamericana". Eberhard Geisler escribió sobre „Gewerbe und Alchimie. Zwei Passagen bei Quevedo im historischen Kontext". IBEROAMERICANA 10 incluye además reseñas, una entrevista con Santiago Alvarez y las habituales crónicas de España, Portugal y América Latina. IBEROAMERICANA se publica tres veces al año, con un total de más de 300 páginas. El precio de la sucripción anual esde DM 3 5 , - (US$ 17,50), el precio del número suelto DM 12,— (US$ 6,—) más gastos de envío.

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