La Historia De Los Annales

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LES. Ayer, Hoy, Mañana.

LA "ESCUELA" DE LOS ANNALES. Ayer, Hoy, Mañana. Carlos Antonio Aguirre Rojas

ANM A LX S 1IRK. IC O N O W IQ U t CT S O C IA L £

ANNALES ANNALES D 'H ISTO IRE SO CIALE

1945

907.2 A2846e 2005 la otra mirada de Clío

Annales

Armales

LA "ESCUELA" DE LOS ANNALES. Ayer, Hoy, Mañana. Carlos Antonio Aguirre Rojas

Los

libros

de

^ontrahi^oria^

Primera edición (en español): Editorial Montesinos, Barcelona, 1999. Segunda edición (en francés): U h istoire conquéran te. Un reg ará su r l'historiographie fra n g a ise, Ed. L'Harmattan. Paris, 2000. Tercera edición (en español): Ed. Universidad Juárez Autónoma de Tabasco, Villahermosa, 2000. Cuarta edición (en portugués): Urna historia dos A n n ales (1921-2001), Editora da Universidade Estadual do Maringá, Maringá, 2004. Quinta edición (en alemán): D ie "Schule" der A n nales. G estern , heu te, m orgen , Ed. Leipziger Uni ver sitáts veri ag, Leipzig, 2004. Sexta edición (en ruso): P ara una historia crítica de la co rrien te fr a n c e s a de los A n n ales, Ed. Krugh, Moscú, 2005. Séptima edición (en español): Editorial Contrahistorias, México, agosto de 2005.

isbn

970-94353-2-9

© C a r l o s A n t o n i o A g u í r r e R o ja s

© Contrahistorias. La otra mirada de CIío

Estamos por la difusión más amplia posible de la cultura. Se permite la repro­ ducción total o parcial de esta obra por medios electrónicos, mecánicos, quími­ cos, ópticos, de grabación o fotocopia, con el simple permiso escrito del editor. Diseño gráfico

y

formación:

A lf r e d o Q u iro z A r a n a

Impreso en México / P rin ted in M éxico

I n t r o d u c c ió n

C ontra el térm in o "E scu ela " de los A nn ales C a p itu lo 1

Los A n n ales en singu lar. Los A n n ales en plural CArlTULO 2

L os A n n ales antes de los A n n ales: 1921-1929 C a p itu lo 3

L os p rim ero s A n n ales (1929-1941): u n a revolución en la teoría de la h isto ria C a p ít u l o 4

D e los A n n ales de transición (1941-1956) a los A n n ales brau d elian os (1 9 564968): cu lm in ació n de u na hegem onía histo rio g ráfica C a p ít u l o 5

Los A n n ales de las 'm en talid ad es' y de la 'an trop ología h istórica': los años de 1 9 6 8 4 9 8 9 C a p ít u l o 6

O tra vez la co y u n tu ra 1968 -1989: ¿A nnales m arxistas o m arx istas a n n alistas? C

a p ít u l o

7

D esp u és de 1989: ¿cuartos A n n ales o nuevos A n n ales de tran sición? N

ota

B ib l io g r á f ic a

C O N TR A E L TERM IN O 'ESCU ELA ' DE LO S A N N A LES

H ablar hoy, en el año de 2005, de la célebre corriente fran cesa de h isto ­ riadores conocid a bajo el equívoco y erróneo térm ino de 'E scu ela de los A nnales', equivale a hablar de la m ás im portante tend encia h isto rio g rá ­ fica fran cesa d esarrollad a durante el 'breve siglo vein te' h istórico que se ha desplegado entre 1914-17 y 1989, a la vez que de aquella p ersp ectiv a que, dentro de los estud ios históricos de la ú ltim a cen tu ria, ha jugado durante m ás de tres décadas, el rol de perspectiva y ten d en cia hegemónicas dentro de ese m ism o horizonte de la ciencia histórica contem poránea. Porque a p rácticam en te setenta y seis años de su fech a oficial de n acim ien to -d a ta d a el 15 de enero de 1929, con la p u blicación de la prim era en trega de los Annales d'Histoire Économiqne et Sociale-, los A n n ales se h an convertido, sin duda alguna, en u na referen cia obligada para los historiad ores de todo el m undo, a la vez que en uno de los p rin ­ cipales interlocu tores que todavía hoy, definen los ru m b o s esen ciales por los que transita la innovación historiográfica y la elaboración en cu rso de las form as vigentes de ejercer el oficio de historiador. Con lo cual, resulta claro que es im posible pretender, en estos in icios históricos del tercer m ilenio que hem os com enzado a v iv ir en 1989, el h on roso títu lo de historiador, sin im ponerse previam en te en el co n o ­ cim ien to d irecto y en la lectu ra sistem ática del hoy ya considerable acervo de obras y de contribu ciones teóricas, m etodológicas, p ro b lem áti­ cas e h isto rio g ráficas de todo el vasto conjunto de protagon istas de esta corrien te h isto rio g ráfica an nalista. E igualm ente, y com p lem en tan d o lo anterior, sin haber recu perad o previam ente las prin cip ales lecciones, de teoría, de m étodo, de p ráctica y de oficio, que nos ha legado esta h isto ­ riog rafía del siglo veinte que nos antecede en el pasado m ás reciente, y dentro de la cual, nuevam ente, encontram os a la corrien te de los A n n ales com o u no de su s p rin cipales protagonistas. H ablar entonces de h istoria en la actualid ad , o referirse d irectam en te a la h isto ria de la h istoriografía del siglo veinte, resulta im posible sin referirse tam bién a la corriente de los A n nales. Lo que tal vez explica la im p o rtan te p roliferación de notas de pie de p á g in a en m últiples ensayos, pero tam bién de estudios y artícu los com pletos, e in clu so hasta

la escritu ra de unos cu antos libros, que en el m undo entero y d urante las ú ltim as tres d écadas, van a tom ar com o su referen cia y objeto de estudio central a esa m ism a tendencia h istoriográfica a n n a lista . Y así, lo m ism o en A rg en tin a que en C anadá, en R usia o en E spaña, en Japón y en Turquía, igu al qu e en M éxico y en H olanda, o en C h in a y en V enezuela, p od rem os encontrar ahora historiad ores que in ten tan recu ­ p erar los aportes p rin cip ales de esos m ism os A n n ales, ad en trán d ose sistem áticam en te en el estud io y exam en de sus m ás im p o rtan tes trabajos. Lo que entonces ha term inado por consagrar, com o un térm in o m u n­ d ialm ente célebre y com o u na referen cia am p lisim ám en te d ifu n d id a, al equívoco nom bre de 'Escuela de los Annales'. Térm ino cóm odo y que ha conqu istad o un en orm e con sen so planetario, que es sin em bargo criti­ cado, recu sado, rechazad o y descalificado por p rácticam en te todos los p rincipales pro tago n istas de esta m ism a corriente de los A n n ales. Pues desde el propio L ucien Febvre hasta B ern ard L ep etit y Jean-Yves G re­ nier, y p asand o por Fernan d Braudel, M arc Ferro, Jacqu es Le G o ff o Jacques R evel, en tre otros varios, van a m u ltiplicarse co n stan tem en te las declaraciones exp lícitas y las reiteradas negaciones en torno a la v alid ez y legitim id ad de esta célebre connotación, segu id as siem pre de la exp li­ cación de que no se trata, en térm inos estrictos, de 'u n a ' 'escu ela' - lo que im p lícitam ente su p one la esencial unidad de u n sólo proy ecto in telec­ tual y de un h orizon te teórico y m etodológico tam bién unificado, que se habría m an ten id o adem ás sin cam bios fu n d am en tales a lo largo de ya cu atro generacion es de h isto riad o res-, sino m ás bien de u n sim ple calificativo cóm odo, que vinculad o al h echo de que la rev ista in icia l­ m ente bau tizad a com o los Annales de Historia Económica y Social, se ha publicad o casi in in terru m p id am en te por p rácticam en te seten ta y seis años (1929-2005), habría term in ad o por crear esa falsa im p resió n de con­ tinuid ad y de profu n d a u nid ad de las sucesivas fases y etapas de vida de la corriente. Pero, com o es evidente, dicha unidad no existe ni ha existid o en el pasado, siendo entonces carente de sentido co n tin u ar h ablan d o de una 'E scu e la7 de los A nn ales. Pues lo que esta d esign ación co n n o ta es en realidad u n a h isto ria m últiple y com pleja, de su cesivos y a veces m uy d iferen tes p royectos intelectu ales, que cob ijánd ose y o rg an izán d o se m aterialm en te siem pre en torno de la publicación reg u lar y p erm an en te de u n a rev ista de h isto ria - l a revista que casi todo el tiem p o, y salvo en un corto p eriod o de tres años, durante la seg u n d a guerra m u n d ial,

ha inclu id o dentro de su título el térm ino de 'A nnales'~, han su frid o el im pacto de las tran sform acion es y de los cam bios p rin cip ales del con ­ texto in telectu al francés y europeo en el que se h an d esarrollad o, refle­ jan d o a su vez, en la m odificación y su stitu ción m ism a de unos proyectos in telectu ales p o r otros, esas m ism as m utaciones de las co y u n tu ras so cia ­ les y cu ltu rales que co n stitu y en la h istoria m ism a de Francia, de E uropa y del m u ndo entero d urante las últim as siete u ocho d écadas vividas. E ntonces, m as qu e hablar genéricam ente de E scu ela de los A n n ales, es n ecesario en trar a an alizar con detalle las p rin cipales con tin u id ad es y d isco n tin u id ad es que jalo n an su ya considerable periplo, v in cu lan d o a esos d iferen tes proyectos in telectu ales que co n fo rm an a su s d iversas fases de vida, con los tam bién d istin tos períod os y con textos generales qu e los en m arcan . Con lo cual, el propio térm ino de 'E scu e la de los A n n a les' p o d rá ser red im ension ad o y redefinido, com o un térm in o que entonces d esigne solam ente al conjunto com pleto de esos h eterog én eos y m ú ltiples p roy ectos in telectu ales, lo m ism o que a la sín tesis glob al de esas m u chas h isto rias p aralelas, que en la d ialéctica com pleja de su s co n flu en ­ cias y de sus d ivergen cias especificas, han term inado por co n stru ir fin al­ m ente a la cu rv a g lobal del itinerario sin g u lar de la co rrien te an n alista. Y es este ju stam en te un prim er objetivo del presen te libro: in ten tar reco n stru ir, en tod a su diversidad y com plejidad, al m apa global de los autores, de las lín eas de fuerza, de las persp ectiv as m etod ológicas, los cam p os p ro blem áticos de investigación, los m odelos teóricos y las obras fu n d am en tales qu e es posible reconocer dentro de esta cu rv a evolutiva general, de ese fenóm eno in telectu al que han sido los A n n ales. Y ello, desde u na persp ectiva que al m ism o tiem po recu p ere y se ben eficie de las m ism as en señ an zas de los A n n ales. Pues si qu erem os d ar cu enta adecu ad a del aporte global que ha rep resen tad o ese itin erario com pleto de lo s A n n ales, para los estud ios h istóricos del siglo veinte, estam os obligad os a resitu ar dicho recorrido an n alista dentro de esa cu r­ va m ás u niv ersal de la propia historiog rafía contemporánea, de esa h isto ­ riog rafía cuyo ciclo v ital arranca, claram ente, dentro del esp acio eu ropeo con la fech a de la revoluciones europeas de 1848, para d esp leg arse acti­ vam ente hasta el día de hoy. Y entonces, debem os m irar a los A n n ales desde la perspectiva de la historia global que ellos m ism os h an defend ido y d esarrollad o, p ersp ectiva que nos p erm itirá in sertarlo s dentro de las su cesivas co y u n tu ras de la h isto ria de Francia, de E urop a y del m undo, que se han d esplegado en estos últim os ciento cin cu en ta años que abarca ese ciclo de vid a de la historiog rafía contem poránea tod avía vigente.

"E n cu an to a los Annales, nunca, ni Bloch ni yo, h em os p re­ tendido crear o co n stru ir una «escu ela»... U na escu ela es algo cerrado, con un Pontífice, o dos, en la cum bre, y con d is­ cípulos, atentos en acom pasar su m arch a con la del M aestro. Todos adoptando los gestos, m entales y verbales, y a veces hasta físicos, y el tono del M aestro. Som etién d ose tod os p ara co m en zar a u na d iscip lin a com ún, asu m iend o u na estricta noción de la ortod oxia o de la heterodoxia, p legándose even ­ tu alm en te a las censuras y a los llam ados al orden, que ellos m ism os inflig en a su tu rno a los "sep aratistas". En este sentido, u na escuela su pone tam bién la existen cia de un c re d o ... Pero eso no dura nunca. El cred o se d esm oron a y los tem peram en tos libres lo superan rápid am ente. Y en to n ­ ces, sobre ciertos pu n tos esenciales, los jefes de la escu ela en su seg u n d a generación llegan, treinta años m ás tarde, a d efend er casi exactam ente lo contrario de aquello qu e h abían p red icado al principio."

Lucien

F ebvre

"Pro parva nostrn domo'' en Annales. E. S. C. año 8, núm. 4, oct-dic de 1953

Una p ersp ectiva de h istoria global que es adem ás, tam b ién y n ece­ sariam ente, u na persp ectiva com paratista, u na recu p eración del método comparativo dentro de la historia. Pues es sólo com parando las d iferen tes etapas de vida de A n n ales, que pod rem os esbozar el b alan ce general de sus continu id ad es y discontinuid ades, estableciend o tanto sus aportes m ás u niversales, com o aquellos que son específicos y característico s de sólo uno, o alg u no de su s autores o de alg u no de sus períod os sin g u la ­ res. E igu alm ente, es sólo com parando a la persp ectiva de A n n ales con las o tras ten d en cias qu e han tenido vida dentro de esta h isto rio g rafía con tem poránea del últim o siglo y m edio, que se d estacaran m ás n ítid a­ m ente tan to su s p erfiles ind ivid u ales com o sus deudas, in tercam bios, p réstam o s y co n tam in acio n es con esas otras corrientes h istoriográficas. Y, entonces, aparecerá m ás claro ese diálogo fu n d am en tal, aunque casi n u n ca abordado en los estud ios sobre los A nn ales, de estos ú ltim os con los diversos m arxism os con los que ha convivido a lo largo de su trayectoria, pero tam bién sus m últiples relaciones, del m ás diverso tipo y carácter, con el p ositivism o alem án y francés, con las co rrien tes de la h isto ria acad ém ica crítica de d istintos países eu ropeos, con los p royec­ tos m ás nuevos de la m icro h isto ria italiana, de las nuevas corrien tes de la h isto ria n o rteam erican a y anglosajona, con la renovada h isto rio g rafía esp añ ola p o stfran q u ista, o con las historiog rafías ru sa o latin o am erican a de los ú ltim os cinco o seis lustros, por m encionar sólo a lg u n o s posibles ejem plos. U n an álisis desde el ejercicio sistem ático de la com p aración h istórica y siem pre situad o en el horizon te de la h istoria to talizan te o globalizante, que tam bién nos perm itirá volver a trazar el d esigu al y para nada fortu ito m apa de la d ifu sió n de los A n nales en el m undo. Una d ifu sió n que se acom p asa claram ente con las d istin tas co y u n tu ras de la historia general del siglo veinte, a la vez que se despliega por los ca m in o s de las d istin tas sensibilidades culturales de larga duración que se h acen presen tes en la h isto ria profu nd a, tanto de E uropa com o del m undo en su conjunto. R esitu and o entonces a los A nnales, desde esta doble p ersp ectiv a de u na h isto ria global y com paratista, pod rem os superar, tal vez, alg u n as de las lim itacio n es de las que han adolecido la gran m ayoría de los trabajos consagrad os anteriorm ente al estudio de esta m ism a corriente: en su conjunto, y salvo algu na rara excepción, las h isto rias de m ás largo alien to ded icad as a reco n stru ir la cu rva del itin erario an n alista, se h an encasillad o siem pre en p erspectivas m uy acotad am en te n acionales,

dándonos entonces, en un caso, u na visión dem asiado exclu sivam ente fran cesa de este itinerario, y en otro, u n punto de vista m uy estrictam en te anglosajón - e n u na varian te inglés, y en otra n o rte a m e rica n o - de esta m ism a p roblem ática. E ig u alm ente, in ten tarem o s ir m ás allá de otro punto de v ista que ha m arcado tam bién, reiteradam ente, varios artícu lo s o ensayos sobre nu estro tem a, y que es el de una parte im portante de varios de los pro­ tagonistas m ism os de esa h istoria de la corriente, que h an escrito sobre ella interp retánd ola: un punto de vista a veces testim o n ial y a v eces m ás analítico, que, sin em bargo, term ina casi siem pre 'p riv ileg ian d o ' a unos A n n ales sobre los restantes, reconstru yend o en fun ción de tal o cual p royecto in telectu al, y en consecu encia, de tal o cual p eríod o de vida de los A n n ales, al conjunto de los otros proyectos y period os diversos. N osotros, en cam bio, quisiéram os o bserv ar y ex am in ar a esos A n n ales, sim u ltán eam en te y todo el tiem po, desde los observ atorios cru zad os de la h isto ria de Francia, de Europa, del O ccidente y del m undo, in sertan d o así el d esp liegu e de su cu rv a de vida, en el horizonte m ás global de sus rep ercu sio n es y efectos dentro de estos cuatro ám bitos. Y ello, ad em ás, en el m arco de u na p ersp ectiva ubicada desde la larga duración histórica, que rebasando la sola fran ja tem poral correspond iente a la existen cia m ism a de los A n n ales, los resitue dentro de ese m apa m ás vasto de las líneas de la h isto rio g rafía contem poránea de los últim os qu in ce d ecen ios. C on lo cual p o d rem o s no sólo p regu n tarn o s acerca del aporte real de A n n ales, ya concretad o en el interior de esa historiog rafía contem poránea, sino tam bién en torno a las posibles encrucijad as y p ersp ectiv as fu tu ras de la corriente, dentro de la historiog rafía in m ed iata por venir. Una p ersp ectiv a de larga duración, que al m ism o tiem p o que ubica a los A n n ales com o u no de los varios cam in os in tentad os dentro del p royecto m oderno de constru cción de u na verdadera cien cia de la h is­ toria, nos aporta tam bién nuevos elem entos para la com p ren sión del rol que, d urante una cierta coy u n tu ra social e in telectu al, han pod id o ju g a r eso s A n n ales, en tanto que corriente y perspectiva hegemónicas y domi­ nantes, no sólo dentro del espacio del hexágono, sino in clu so en la doble escala del entero co n tin ente europeo y tam bién de toda la h isto rio g rafía del m undo occidental. Y finalm ente, y siem pre acorde con estas leccion es p rin cip ales de los m ism os A n n ales, qu isiéram os an a liz a r su trayectoria in telectu al desde u n punto de vista crítico, es decir desde un em p lazam ien to que,

desconfian d o sistem áticam en te de las 'opiniones co n sag rad as' y de a lg u ­ nos de los lu g a re s com u nes' construid os, y trad icion alm en te aceptados en las in terp retacion es m ás usuales de la h istoria de la corriente, som eta d ich as o p inion es y explicaciones com unes al exam en rigu ro so de su real v eracidad , y a la pru eba constante de su verdadera capacidad explicativa. Y entonces, y desde todo el conjunto ya señalado de p ersp ectiv as glob alizan tes, com p aratistas y de larga duración, que sea capaz de fu n d a­ m entar u na interpretación nueva y diferente, pero ig u alm en te sólid a y bien establecida, del entero arco de vida de los A nn ales, y de sus p eríod os y en cru cijad as m ás im p ortan tes. C on lo cu al habrá que d istan ciarse tanto de las 'ley en d as dorad as' com o de las diversas 'ley en d as negras' de tal o cu al períod o de A n n ales, in ten tand o m ás bien exp licar los giros radicales, que sin d uda alg u na ha conocid o la tend encia an n alista, a p artir de los cam bios m ás globales de las co y u n tu ras cu ltu rales en que d ich a tend encia se ha desplegado. De este m odo, será p osible d esp lazarse desde las exp licacion es fáciles que atribu yen a los ind ivid u os la com pleta respon sabilid ad de un v iraje in telectu al de tod a u na corriente historiográfica, hacia nuevas in terp re­ taciones m ás equilibrad as, que com binen tanto la parte que en esas pro fu n d as m u taciones de los proyectos in telectu ales le co rresp o n d e a los contextos in telectu ales y globales, com o la que tam bién y sin duda algu na, es el fruto de las actividades y de las elecciones co n cretas de los in d iv id u os y de los grupos. D e este m odo, y apoyados en la aplicación de las m ism as con qu istas a n n alistas, hem os tratado de abordar la historia de los A n n ales desde un en foqu e crítico y p rácticam en te hasta hoy inexplorado, lo que de m anera in m ed iata n os ha llevad o ya a u na nueva in terp retación de n u estro tem a: a u na v isió n su ficientem en te d istan ciad a del problem a - e n la m edid a en que se em plaza y se construye desde el observatorio de A m érica L a tin a -, que nos p erm ite entrelazar, constantem ente, la historia 'in te rn a ' con la h isto ria 'extern a' de los A nn ales, trascendiend o los d istin tos con textos o v isio n es pu ram en te 'n acio n ales' o 'regio n ales' - la v isión pu ram en te 'fra n ­ cesa', o 'in g lesa' o 'n o rteam erican a' de la aventura a n n a lis ta - y arriban d o a u na p ersp ectiva global, crítica, com p aratista y desde la larga d uración h istórica, que nos lleva todo el tiem po desde los p erson ajes h acia las obras, de las obras al proyecto colectivo, del proyecto h acia los contextos cu ltu rales y so ciales, y de estos hasta el panoram a m ás g lobal de la cu rv a de los estu d io s históricos de la etapa contem poránea, para volver luego,

en sentido inverso y a lo largo de toda esta cadena de eslabones exp licati­ vos, a la exp licación de la h istoria concreta y esp ecífica de la co rrien te de los A n n ales d urante sus setenta u ochenta años de vida. H isto ria cuyas p articu larid ad es y sing u larid ad es son entonces ju stificad as y en sam b la­ das de m an era lóg ica y coherente, desde esos niveles m ás esen ciales de la historia larga, profu n d a y estru ctural. A sí, y com o fruto de esta visión singular, llegam os en ton ces a toda u na serie de problem as poco o nada abordados anteriorm ente, a la vez que se hace p osible d etectar m ás nítid am ente varias aparentes paradojas, hasta hoy no explicad as, que m arcan en d istin tos m om entos o en cru ci­ jad as a la corriente de A n n ales. Y al m ism o tiem po, y en esta m ism a línea, van a d isolverse fácilm ente varios de esos 'lugares com u n es' o V isio n es con sag rad as' y aceptadas acríticam ente, que a p a rtir de su am plio con­ senso y d ifu sión, constituyen la im agen m ás u niv ersalm en te aceptada de lo que ha sido y es actu alm en te esa célebre "escu ela" de los A n n ales. Por ejem plo, el hecho sin g u lar y sólo a p rim era vista paradójico, de que es exactam ente el m ism o período de vida de los A n n ales, el de su tercera generación que se afirm a entre 1968 y 1989, el p eríod o en el cual la corriente va a a lcan zar su m ás vasta y enorm e d ifu sió n plan etaria, im plantando de m an era im p ortante su presencia en u na b u en a p arte de las h isto rio g rafías de todo el m undo, al m ism o tiem p o en que dentro de Francia em pieza a ser m ás contestada y criticad a que n u n ca antes, desde m últiples pu ntos de vista y tradiciones in telectu ales, y sim u ltán ea­ m ente al pro ceso en el que en Europa com ienza a d eclin a r claram en te su hegem onía com o polo dom inante de la in n ovación h isto rio g ráfica y del d escu brim ien to de las nuevas líneas teóricas y m etod ológicas y de los nuevos cam p os problem áticos de la in vestigación histórica. U na parad oja sólo aparente, que nos recu erd a a esas estrellas cuyo brillo nos llega a n osotros m ás in tensam ente, en el m ism o m om ento en que d ich o b rillo com ienza a apagarse en su punto de origen, y que in ten tarem os explicar en el cap ítulo correspond iente. O tam bién la percepción , que desde esta visión g lo b alizan te resulta muy clara, pero que es poco abordada en los ensayos anteriores, de que en el proy ecto fu n d acio n al de los A n n ales se encontraba ya in scrita, de u na m anera m uy consciente, la vocación de lo que ellos van a rep resen tar dentro de la larga cu rv a de la h istoriografía del siglo veinte: el reem plazo de u na h eg em o n ía entonces d eclinan te dentro de los estud ios h istó rico s de E uropa y del m u ndo occidental, detentada por el esp acio g erm ano

p arlante entre 1870 y 1930, por parte de una nueva h egem onía, ahora localizad a dentro del hexágono francés, y que será su byacen te a toda la h isto ria co n creta de las prim eras etapas del im pulso y del d esarrollo de los A n n ales. G énesis de u na nueva hegem onía historiográfica, que nos p erm itirá in tro d u cirn o s con nuevas luces a ciertos problem as hoy ya 'clá sico s' de la h isto rio g rafía sobre A nn ales, com o el de la d ifícil y radical d isp uta entre M arc B loch y L ucien Febvre en la prim avera de 1941, d isp uta que se p re­ senta entonces, sólo com o el últim o eslabón de un con flicto profun d o y m ucho m ás largo en el que se confron tan dos diferentes orientaciones, rad i­ calm ente d istin tas y com pletam ente alternativas, del rol historiográfico y social que debe ju g ar la revista, y del sentido global que debe a n im a r a esa nueva hegem onía en construcción. O en otro caso, el problem a del consid erable 'p od er in stitu cio n al' que ha detentado en u na cierta época F ernand Braudel, poder que en esta línea de explicación es m ás la sim ple expresión y el resultado lógico de la afirm ación y el éxito de ese proceso global de conqu ista de esa hegem onía en los estud ios históricos, que el fruto de u na h abilid ad o vocación, realm ente inexistentes, del gran autor de El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe n. E ig u alm ente, la p regu n ta acuciante y fun d am en tal resp ecto del d es­ tino fu tu ro de estos m ism os A nnales. Pues dado que los estu d io s de m ás largo aliento sobre la corriente sólo abarcan hasta los años o ch en tas, han om itid o en tonces la evaluación de lo que representan, en la p ersp ectiv a larga de la h isto ria entera de la tendencia annalista, esos posibles 'cuartos A n n a les' que se esbozan claram ente desde 1989 con el célebre texto del núm ero de n o viem bre-d iciem bre de 1989 titulado 'T en ton s l'experience'. Y se trata de un p roblem a fundam ental, pues del d estin o esp ecífico de estos posibles cu artos A nn ales, depende en bu en a m edid a el rol que la h isto rio g rafía fran cesa pueda ju g ar dentro de la renovación h isto rio g rá ­ fica del siglo vein tiu n o hoy en curso. Y aunque A n n ales es hoy, sólo uno en tre varios de los protagonistas decisivos de esa h isto rio g rafía naciente del tercer m ilen io, no deja de ser uno de sus protagon istas prin cip ales, y sin duda alg u na, todavía de la prim era línea. Finalm ente, y sólo para cerrar esta rápida ejem plificación, cuyos casos retom arem os m ás adelante con cuidado, es tam bién in teresan te com ­ p rob ar com o desde este juego de m últiples ejercicios de com paración histórica, aparece com o fundamental el diálogo p ersisten tem en te reto ­ m ado, y resuelto siem pre de d istin tas m aneras, en tre estos m últiples

A n n ales y los ig u alm ente diversos m arxism os con los que ha convivido, y resp ecto de los cu ales se ha definido tanto en relacion es de sem ifu sión o en otro caso de clara alian za, com o de abierta sep aració n y d istan cia, pasand o tam bién por u na recep tivid ad firm e pero m atizad a, o por un escep ticism o no o b stan te atento de sus p rin cipales aportes. Un diálogo fu n d am en tal en la h isto ria de los A n n ales, que sin em bargo h a sido p er­ m anentem ente soslayado por los distintos estud iosos de la corriente, apa­ recien d o sólo de m an era tan g en cial o periférica en sus ensayos, a rtícu lo s y libros. Al revisar, entonces, la historia de los A n n ales desde estas d istin tas persp ectiv as cruzad as, este libro trata de resolver entre o tro s v arios, los puntos, problem as y aparentes paradojas arriba enlistad os, Pero tam bién, y d irectam en te conectad os con ellos, otros problem as que sí han sido m ás abordados en la literatu ra consagrad a a esta tend encia h isto rio g ráfica francesa, y que se p regu n tan acerca de en que con siste la verd ad era o rig i­ nalidad del aporte an n alista, lo m ism o que ex am in an las im p licacion es que para la propia corriente ha tenido su paso desde un status m arg in a l y claram en te herético, hasta su in serción clara com o p arte del establish m ent recon ocido y de las institucion es aceptadas y hasta prom ovidas por la p ropia cu ltu ra d o m in an te del hexágono. O tam bién , el b alance de lo qu e se pierde y se abandona con el p aso de los A n n a les b rau d elia­ nos a los A n n ales de la h isto ria de las m entalidades, así com o la sig n ifi­ cación m ás p ro fu n d a que puede ten er y tend rá en el fu tu ro el célebre 'tournant critique' que fu n d a a la etapa en cu rso co rresp o n d ien te a la cu arta generación de h istoriad ores an n alistas. Al retom ar, entonces, estos 'debates habituales' entre los estu d io sos de A n n ales, desde el en foqu e p articu lar antes esbozado, creem os que será p osible tam bién replantearlos en térm in os nuevos, resolvién d olos ig u alm ente de u na m anera d istin ta a las que h asta hoy h a n sido en say a­ das. Y todo ello p ara contribuir, activam ente, a este u rgen te p roceso de d efinición de los n uevos A n n ales post-89, frente a las en cru cijad as del d estino in m ed iato p o r venir. Porque este breve estud io sobre la historia y sobre la con tribu ción de A n n ales a la h isto rio g rafía del siglo veinte, no in ten ta ser sólo un balan ce pasivo de u na h istoria tran scu rrid a y ya term in ad a, sino por el contrario, u na evaluación crítica y bien definida, que desde la tom a de posición que elabora en torno de los problem as aún en debate sobre la explicación de este m ism o itinerario an n alista, p retende in terv e n ir activa

y enérg icam en te en el ejercicio p rospectivo de la bú squ ed a y de la d is­ cu sión en torno a la urgente renovación h isto rio g ráfica a la que asisti­ m os actualm en te. Pues es sólo al precio de esta p articip ació n d irecta en el m o vim ien to que hoy se d ibuja dentro de los estud ios históricos m u n diales, que los historiad ores de todo el m undo -in clu id o s en tonces tanto los A n n ales com o aquellos que nos ocupam os de estu d ia r e in v es­ tigar su h isto ria y su situación a c tu a l- pod rán coad yuvar a p erfilar los ru m bo s fu tu ro s de u na historia que, en estas circu n stan cias, sólo puede ser crítica, p ro fu n d a y rad icalm ente activa dentro de su propio presente. Es decir, pro fu n d am en te in scrita en las m ejores tradicion es y herencias de estos m ism os A nnales. A l lecto r toca aportar, con su ju icio crítico sobre esta m ism a obra y sobre los problem as m ás generales que aborda, su corresp o n d ien te grano de aren a a este p ro ceso de transform ación de la h isto rio g rafía actual.

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LOS A N N A LES EN SINGULAR. LOS A N N A LES EN P LU R A L

Una vez reconocid o el equívoco que im plica el térm in o de 'escu ela' de los A n n ales, y a p artir de la reubicación de todo el com p lejo m undo de problem as que se encierran detrás de esta célebre y aparen tem en te in o ­ cente con notación, es posible ahora p regu n tarn os, no obstante, acerca de los p osibles trazos característicos y de los posibles perfiles que, en una visión global y de conjunto de esos m últiples A n n ales que ab arca el itin erario de m ás de m edio siglo de la corriente, pueden ser detectad os com o los elementos comunes que tipifican a esta m ism a ten d en cia h isto ­ riográfica del siglo veinte. E lem entos com u nes qüe h an estado presentes en todos los d istin tos proyectos in telectu ales que conform an a los d iferentes períodos de vida de los A n n ales, y que por encim a de las divergencias fu n d am en tales entre esos diversos y m últiples A n n ales, sin g u larizan , en algún caso, a la propia corrien te francesa frente a las otras tend encias historiográficas d esarrollad as en los ciento cin cu en ta ú ltim o s años dentro del panoram a de los estu d io s h istóricos m undiales, y en otro caso, nos presentan sim plem ente el m odo de d es­ pliegu e p articu lar de ciertos trazos com p artidos con o tras corrien tes de la h isto rio g rafía contem poránea, en la m odalidad que ad qu ieren al ser reprod ucid os tam bién por los A nnales, pero que en cu alq u iera de las dos variantes, se presentan claram ente com o los perfiles constantes y característicos de la entera curva de la p erspectiva an n alista, v ista en su totalidad. En p rim er lugar, el hecho de que los A n n ales son u na h isto rio g rafía de clara m a triz cu ltu ral francesa, en un p rim er m om ento, y de m atriz cu ltu ral mediterránea en u na seg u nd a in stancia. Es decir, que al d esp le­ garse en las d istin tas co y u n tu ras cu ltu rales del siglo v ein te que les han correspondido, todos los diferentes proyectos de A n n ales han rep ro ­ ducido, sistem áticam en te y en sucesivos m om entos, a la sensibilidad cul­ tural mediterránea de larga duración, sen sibilid ad que es corresp o n d ien te al esp acio francés, pero que es ig u alm ente detectable, con sus varian tes esp ecificas, en todo el u niverso de la E uropa O ccid en tal m ed iterrán ea que abarca a p arte de Suiza, a Italia, a E spaña y a Portugal.

Ya que, com o Fern and Braudel ha explicado reiterad am ente, la civ ili­ zación eu ro p ea ha sido, a lo largo de toda su h isto ria y d esd e su m ism o origen, no u n a sino dos civilizacion es, su bsu m id as dentro de un m ism o proyecto civ ilizato rio , pero siem pre d iferenciad as y coexisten tes en el seno del m ism o territorio europeo. D os civ ilizacio n es eu rop eas dentro de 'la ' civ ilizació n eu ropea, cuyos rasgos d istin tiv o s se h allan presentes en la geografía, en la tecnología, en la econ om ía, en la socied ad y tam bién en la cu ltura, d án d on os a lo largo de la cu rv a de la h istoria de esa civilizació n europea, a la Europa de la 'G e rm a n ia ' de Tácito frente a la del Im perio R om ano, a la E uropa de C arlom agno ju n to a la E uropa de las conqu istas y de los esp acios a se­ diados por los m u su lm an es, a la E uropa p rotestante y p ro d u ctiv ista de la R eform a frente a aqu ella de la C ontrareform a que se co n su m e en el d is­ pendio lujoso y que p erm an ece fiel a Rom a, a la E uropa del b a rro co débil o in existen te fren te a la del b arro co floreciente y cu asio m n ip resen te, y fin alm en te a la Europa del n orte que crea, acoge y prom ueve al m arxism o frente a la E u rop a m erid ional m ás bien prou d h on ista, b a k u n in ista y an arqu ista. D os E uropas, u n a m ed iterránea y otra nórdica, cuyos m apas con tiguos pero bien d iferen ciad os es posible trazar, al ir estableciendo, por m en ­ cionar solo alg u n o s ejem plos posibles, a la E uropa m ás cálid a de clim a m ed iterrán eo que se v iste de lino y de la sed a im p o rtad a, fren te a la Europa m as fría y llu v io sa del norte que se cubre de lan a y de pieles, a la Europa de su elos m enos duros y por lo tanto prop icios para el u so del arado ligero, frente a la de suelos arcillosos sólo cu ltivables con el arado pesado con v erted era y ruedas, a la E uropa del vino, el aceite de olivo y el trigo abu n d an te ju n to al ganado escaso, frente a la E u rop a de la cerveza, de la m an teq u illa y la leche, del trigo m enos ab u ndante y del centeno m ás p resente y en la que el ganado es por el contrario un b ien b astan te fre ­ cuente. D os u n iv ersos que conviven perm an en tem en te dentro del suelo eu ropeo, y que d esd e estas bases geohistóricas d elim itad am en te d iver­ sas, han con stru id o tam bién d istintas estrategias de co n fig u ració n terri­ torial, tecnológica, económ ica, social, e inclu so cu ltural, en u n a historia m as que m ilen aria y de larga duración. E uropas d iferen tes en sus estru ctu ras civ ilizato rias fu n d am en tales que, sin em bargo, h an coexistid o y se h an com plem entado tam b ién de m odo p erm an en te p ara dar vida a la civ ilizació n eu ropea com o to ta li­ dad, y en co n secu en cia, a una civilización con form ad a desde su origen

por ese d iálogo co n stan te entre sus dos m atrices o u niv ersos orig in ales constitutivos. U n diálogo que en el plano de la cultura, nos ubica en to n ­ ces frente a la dualidad esp ecifica de sen sibilid ad es cu ltu rales de larga duración que co h abitan tam bién en E uropa occidental. Por u n lado, u na sen sibilid ad cu ltu ral de m atriz g erm án ica, carolin gia, protestante, poco barro ca y nordeuropea, que se sin g u la riz a por una apro xim ació n in telectu al h acia los tem as y problem as que aborda que es u na apro xim ació n m uy teórica, reflexiva y filosófica. U na v isión que con struyend o un tipo de argum entación austero y econ óm ico en el uso : del lengu aje, se d efine com o un d iscu rso elaborado de m an era m ás bien ind ivid u al y autoreflexiva, y que se apoya en u na estru ctu ra cu ltu ra l p re­ d o m in an tem en te escrita y d ifu n d id a de m anera m ás a n ó n im a e im p er­ sonal. U na cu ltu ra y un d iscurso que, desde estos elem entos, van a caracterizarse por u n a estru ctu ració n m ás rig u ro sa y acotada, de carácter m as ab stracto y filosófico y con un m odo de form alización sobrio y poco literario, m ás an alítico y m ás denso. Y ello fren te a u na seg u n d a form a de sen sibilid ad cu ltu ral, d istin ta y a veces opu esta a la prim era, que deriva en cam bio de una m atriz rom ana o helénica, m erov in gia, con trareform ista, b arro ca y m ed iterrán ea, que se caracteriza en cam bio por un acercam iento in telectu al h acia los o b je­ tos que estu d ia que es de orden m ás bien em p irista y exp erim en tal, elaborand o u na reflexión que argu m en ta de m anera reiterativa y florida, volviendo u n a y otra vez sobre u n m ism o pu nto de la reflexión, y que con stru ye el d iscu rso siem pre de modo m ás com u n itario o colectivo, a p artir de u na estru ctu ra m ucho m ás oral y hablada de com u n icación d irecta. Y con ello, un tipo de cu ltura y de d iscu rso que resu ltan ser m ucho m ás lib res e inventivos, m enos rigu rosos y siem pre m ás v in cu la ­ dos al ejem plo y al caso concreto, siendo m ás literarios y m ás colm ados de rep resen tacio n es plásticas y de im ágenes que en carn an la idea o tesis que in tenta d em o strarse o ilustrarse. D os form as m uy d istin tas de concebir y de crear los prod u ctos cu l­ tu rales y las estru ctu ras d iscursivas, que nos p erm iten com p rend er tam bién a este p rim er trazo general y recu rren te de la p ersp ectiv a h isto ­ riográfica de los A n n ales. Pues com o hem os ya señalado, los d istintos A n n ales que co n fo rm an a la h isto ria de la corriente, reproducen todos a este seg u nd o tipo de d iscu rso o de sen sibilid ad cu ltural m editerráneos. Y entonces, se tratará siem pre de textos, obras y autores, m as bien reacios a ex p licitar los

presu p u estos filosóficos de sus propias cosm ovision es h istóricas, a la vez que reticen tes fren te a los debates dem asiado teóricos o abstractos. Y aunque, com o verem os m ás adelante, esto no les im p ed irá d ebatir y reflexionar en torno a los parad igm as m etod ológicos y a los m odelos teóricos que an im an sus d istintos proyectos in telectu ales, si im plicará no obstante el hecho de que en ocasiones, sus m odelos y conceptos teó ri­ cos se h allen m as im p lícitos que explícitos dentro de sus obras, o que la form ulación de estos parad igm as m etod ológicos o leccion es ep iste­ m ológicas derivados de su p ráctica historiográfica, se lim iten a breves d esarrollos, a referen cias m uy pu n tu ales e inclu so a veces a u n a sim ple enu nciación. A l m ism o tiem p o, y a tono con ese estilo m ed iterrán eo que ellos rep resen tan de m anera m uy acabada, la g ran m ayoría de los autores de A n n ales serán autores célebres por su prosa florida y cuidada, por su bu en d o m in io del lengu aje y por sus habilid ad es literarias, que han facilitado la m ás am plia y ágil d ifusión de sus obras entre los m ás diver­ sos públicos de Francia, de Europa y del m undo entero. O bras, artícu lo s, textos y ensayos que com o es bien sabido, son m u chas veces la cond ensación de un largo trabajo previo en los S e m i­ n arios y en los C ursos del Collége de France, de la E scu ela de A ltos E stu ­ dios o de las d istin tas U niversidades francesas, igual que el resultad o y el reflejo de in ten sos y perm an en tes debates académ icos en tre los m ism os h istoriad ores fran ceses, y entre estos ú ltim os y sus colegas de las restan ­ tes ciencias so ciales o hum anas. C onju nto entonces de resultados in telectu ales a n n alistas, que por d ebajo de sus claras d iferencias, van a com p artir sin duda esta p erte­ nen cia a la sen sibilid ad cu ltu ral m editerránea de larga duración, a la que ellos van a m aterializar o en carn ar ya dentro de los p articu la res cód igos y v arian tes fran ceses, es d ecir cartesianos, racio n alistas e ilu stra­ dos. Lo que adem ás, com o verem os m ás adelante, explica en parte la m uy d esigu al d ifu sió n de los A n n ales tanto dentro de E u rop a com o dentro del m u ndo occid ental. Pues si los A n n ales serán m ás o m enos ráp i­ d am en te conocid os, debatidos, traducidos e in corporad os dentro de las h isto rio g rafías y las cien cias sociales de Italia, Su iza, E spaña, P ortu ­ gal y luego A m érica L atina - e s decir, en todo ese u niverso de países y zon as reg ion ales que com p arten y reprod ucen esta m ism a sen sib ili­ dad m ed iterrán ea en el plano cu ltu ra l-, su d ifu sió n y recep ción m ás gen eralizad as en p aíses com o A lem an ia, Inglaterra, A u stria, H olanda, el

C anadá in g lés o Estados Unidos, será en cam bio m ucho m ás accidentada, difícil, tard ía y m ucho m ás tam izad a por los filtros cu ltu rales de este segundo su bconjunto cu ltu ral que es ju stam en te el de la sen sib ilid ad cu l­ tural nordeu ropea. Un seg u nd o perfil característico, que estará tam b ién presen te en todos los su cesivos y d istintos proyectos ann alistas, es el del d iálogo perm anente que la h isto ria que ellos reiv in d icarán y co n stru irá n , tendrá con las restan tes ciencias sociales que com ponen el aban ico de d iscip li­ nas que se ocu pan de investigar acerca de lo so cial-h u m an o en el tiem po. Y ello, hasta el punto de que el entero periplo de la corrien te h isto rio g rá ­ fica que aqu í an alizam o s puede ser ju stam en te explicado, en u na de sus d im ensiones fu n d am en tales, com o el juego de su cesivos acercam ien tos, v inculaciones, alian zas, y hasta intentos de fusión de la historia con esas diferentes d iscip lin as que investigan los diversos aspectos del com plejo ser so cial de las o rg anizacio n es hum anas. Y si bien es cierto que este diálogo entablado con las otras cien cias sociales, no es exclusivo de la historiog rafía de los A n n ales, sí se h ace p re­ sente com o u na nota d istintiva que ha sido asu m id a y con scien tem en te reivindicad a en tod as las etapas de vida de la corriente, con u n a radicalidad, intensid ad y perm an en cia que d esem bocan en la idea de u na historia siem p re abierta y hasta urgid a del proceso que la fecu n d a con los aportes y desarrollos venidos de otros horizon tes d iscip lin ares, y en co n secu en cia de u na h istoria que apunta siem pre, m ás o m enos conscientem ente, y con m ás o m enos éxito com o verem os d esp ués, hacia la disolución misma del fundamento de la propia d ivisión del estud io de lo social en d iferen tes d iscip linas, cam pos, o ciencias p articu lares. C on lo cual, y en contra de lo que frecuentem en te se ha afirm ad o, no se trata aquí de u n a d efensa por p arte de A n nales, de u na v isión 'in te rd isci­ p lin aria' o 'm u ltid iscip lin aria' o 'tran sd iscip lin a ria ' o 'p lu rid iscip lin aria' -lo que en el fondo p resup one que se acepta com o legítim a la d iv isión entre las d iscip lin as, y que lo que se bu sca es entonces 'in ter'con ectarlas, 'm u lti'com bin arlas, 'tran s'relacio n arlas o 'p lu ri'v in cu larlas, acercán d olas y h aciénd olas d ialo g ar de m últiples m o d o s-, sino de una in tención m ucho m ás radical que apunta hacia el cu estion am ien to y luego hacia la d esleg itim ación y su p eración total de esa m ism a d iv isió n en d iscip lin as o ciencias so ciales diversas, autónom as y separad as, com o estrateg ia ep is­ tem ológica de co n ocim iento y aproxim ación in telectu al hacia la realidad de lo social.

"L a escu ela de los A nn ales no es u na escuela en el sentido estricto del térm ino, o en todo caso solo lo sería al m odo de u n a escu ela literaria o artística. No se en tra en ella para hacer carrera o para encerrarse en ciertos d ogm as. Los lím ites son bastan te elásticos. El p rin cipio está con M arc B loch y L u cien Febvre, que fueron grandes p erson ajes y a qu ienes yo d ebo enorm em ente. E llos son m is predecesores y, aunque yo m e con sid ero de la m ism a g eneración cu ltu ral de L ucien Febvre, él tenía de todos m od os veinticu atro años m ás que yo. Su d esap arición en 1956 h izo de m í su heredero. D espu és, yo seg u í m i cam in o p ersonal. D e la m ism a form a, aquellos que v in iero n desp ués de m í - L e Roy Ladurie, Duby, C haunu, F e r r o - h a n tenido su propia trayectoria p erson al." F ern a n d B r a u d e l "La derniere interview du m aitre de l'histoire len te" en Le Nouvel Observateur, núm. 1100, 6-12 die, 1985

Lo que nos explica la constante acusación, por lo d em ás p ertin en te, que han su frid o Bloch, Febvre y Braudel, en tre otros, de reiv in d icar y prom over u na h isto ria 'im perialista', que in ten taría en g lo b ar bajo su territorio y com o sim ples cien cias au xiliares, al conjunto de las o tras cien ­ cias sociales: en realidad , hacia donde apunta esta p reten sió n ecu m én ica de a sim ila rse y h asta de 'devorar' a las otras d iscip lin as sociales, es ju s ­ tam ente hacia la idea de elim in ar el fund am ento de las d ivisio n es d isci­ plinares, recu p erand o para la historia el vasto y u niversal cam po de la totalidad de lo so cial-h u m an o en el tiem po. Y si este es otro de los horizontes generales que su byacen a todos los p royectos an n alistas, siendo sin em bargo un horizonte que no siem pre ha sido asu m id o con la plena conciencia de su s im p licacion es ú ltim as, eso no elim in a el hecho de que cada p eríod o del itin erario de la ten d en ­ cia de A n n ales haya privilegiad o, en su m om ento, la recu p eració n y el diálogo con tal o cu al d iscip lin a o grupo de d iscip lin as so ciales esp ecí­ ficas. Y entonces, no pod rem os entend er los A nn ales de B loch y Febvre sin la ap ertu ra de la historia hacia la econom ía, la so cio lo gía y la psi­ cología, m ien tras que los A n nales brau d elianos serían in com prensibles sin con sid erar la m utua fecu nd ación entre geografía e historia, y luego entre h istoria, d em ografía y econom ía. O tam bién, verem os que la ter­ cera g en eración de A n n ales pondrá en el centro de su proyecto el v ín ­ culo con la antrop ología, m ientras que los A n n ales post-89 v u elv en a un esquem a m ucho m ás abierto de diálogo y de in terp en etració n con casi todo el aban ico de las cien cias sociales, e inclusive, lo que co n stitu y e una de sus noved ades esp ecíficas, tam bién con la propia filosofía. Forzando sistem áticam en te, y com o u na p ersp ectiv a de p rincipio, este diálogo y m u tu a fecu n d ación de la h istoria con las restan tes cien cias que se ocu p an de lo social, los A n n ales han podido entonces p royectarse, p rogresivam ente y a lo largo de su cu rva de vida, no sólo com o una corrien te p ro fu n d am en te innovadora dentro de la h isto rio g rafía, sino tam bién y cad a vez m as com o un revolucionario proyecto d en tro de las ciencias sociales en general, en cuyo seno h an ido ganand o cada v ez m ás espacio y recon ocim iento. U n tercer rasgo característico, que será ig u alm ente com p artid o por los d istin to s rep resen tan tes de los d iferentes proyectos in telectu ales de los A n n ales, es el que corresponde a la rep rod u cción de ciertos trazos que caracterizan , en general, a todas las nuevas historiografías d esarrollad as d urante el siglo veinte histórico, trazos que con trap on en a

esas h isto rio g rafías con casi todos los m odelos d esarrollad o s dentro del siglo d iecinueve, a la vez que los vin cu lan con ese proyecto pionero y excepcion al que, en los estud ios históricos, ha represen tad o el proyecto téo rico -crítico de M arx. Pues m ás allá de su datación cronológica in m ed iata, que lo ubicaría falsam ente entre las d istin tas vertientes d ecim on ón icas de la h isto rio ­ grafía, es claro que ha sido el m arxism o original, es d ecir el contenido en la obra de M arx y Engels, el que ha colocado los cim ien to s fu n d a­ m entales de lo que en sentido rigu roso podem os llam ar la historiografía contemporánea, del m od erno proyecto de con stru cción de u n a verdadera ciencia de la h istoria, que todavía hoy continúa vigen te y en m archa. Em presa m arx ista orig in aria, que habiéndose d esarrollad o dentro de la seg u n d a m itad del siglo xix, va a an ticipar entonces, en m á s de m edio siglo, al conjun to de d escubrim ientos, con qu istas y elem entos que van a tipificar a p rácticam en te toda la h istoriografía in n ovad ora del siglo veinte, in clu so hasta nuestra propia ép oca actual. Pues al ed ificarse ese m arxism o com o prop u esta crítica y alternativa a las lín eas d om in an tes y entonces en boga de la historiog rafía eu ropea d ecim on ón ica, y al co n stitu irse tam bién en la expresión in telectu al superadora de la entrada de la cu rva de la m od ernid ad b u rgu esa en su fase d escen d en te de larga duración -u n a fase que com ienza aproxim ad am ente con la co y u n ­ tura histórica de 1848-1870, para prolongarse h asta el d ía de h o y - esta p ersp ectiva cread a por C arlos M arx ha podido d esarrollar, de m anera in icial y gen u in am en te anticipatoria de lo que habría de d esp leg arse en los sigu ien tes ciento cin cu en ta años, un nuevo tipo de h isto ria p ro fu n d a­ m ente social, firm em ente anclada en el esfuerzo de h acer de la h isto ria u na ciencia, y que va a co n cen trarse de m anera p riv ileg iad a en tod o el co n ­ ju n to de d im en sio n es interp retativas de ese m ism o oficio de historiador. U na h isto ria rad icalm en te social, científica e in terp retativ a que tam ­ bién será d esarrollad a y reivin dicad a por las sucesivas g en eracion es de A n n ales, en la m edid a en que ellas encarnan, y luego asu m en com o herencia o legado fun d am ental, el de haber sido p arte de los protagonistas principales que en el siglo veinte cronológico han escen ificad o ese p ro ­ fundo viraje d esd e la h istoriografía 'estilo siglo d iecin u ev e' hasta la nueva h isto rio g rafía constru id a ahora sólo con los 'm old es típ icos del siglo veinte'. D e este m odo, y entroncando en esa h isto ria m ás estru c­ tural y de reg istro s profu nd os de la con strucción m od ern a de u na cien ­ cia de la h istoria, con ese anteced en te esen cial y fu n d ad o r que ha sido el

m arxism o o rig in al, los diversos A n nales van a reproducir, com o su tercer arista com ún, a esa h isto ria de carácter social, científico e in terp retativo. Porque al rev isar la h istoria de la corriente, en sus d istin to s períodos, resulta claro que el tipo de historia que ella ha siem pre defendido, construido y prom ovido, se construye siem pre a p a rtir del desplazamiento recu rren te de la p ersp ectiva de análisis desde los pro ceso s ind ivid u ales, de élite, sin g u lares y m ás superficiales, hacia los procesos colectivos, de los grandes gru p os y clases sociales, pro ceso s reiterados y d ifu n d id os de m anera so cial am plia y que corresponden siem pre en general a las estru ctu ras b ásicas de la h istoria profunda. A sí, lo m ism o en el estud io de la h isto ria de las técn icas so ciales y de la con stru cció n de los paisajes agrarios, o del u tillaje m ental de una época y de las creen cias colectivas de u na socied ad , qu e en el exam en de las form as de la civ ilizació n m ate­ rial de los hom bres y de su civilizació n económ ica, o en el estu d io de las 'm en talid ad es colectivas' y de las prácticas que definen las 'con v en cion es' dentro de las que se o rg anizan los actores y la acción so cial, en con tram os siem pre, com o dato repetid o y constante, el claro abordaje de u na h istoria social, entend id a ad em ás com o la historia de los grandes procesos, estru c­ turas, grupos, realidad es y fenóm enos colectivos, de masa, y en co n se cu en ­ cia rad icalm en te sociales. Y si b ien ha sido el propio Lucien Febvre el que ha d en u n ciad o la ; am bigüedad y vaguedad de ese térm ino de historia 'social', es claro que el ■m ism o es u tilizable para caracterizar a la propia h isto rio g rafía an n alista, si lo red efin im o s m ás rigu ro sam en te com o ese estudio de los grandes fenóm enos colectivos de la historia, de los procesos que afecta n a las ; grandes m asas y a los gru p os sociales princip ales de un entram ad o social ¡Vcualquiera. Y por lo tanto, com o esas historias, tan típicas de A n n ales, que son la h isto ria económ ica y social, la historia de la civ ilizació n m ate­ rial y de la b ase g eoh istórica de las civilizacion es, la h isto ria de las ; econom ías-m u nd o y de las civilizaciones del planeta, la h isto ria de las i: m entalid ad es y la an trop ología histórica, o la historia urbana, de las prac­ ticas cu ltu rales, de la econom ía del A n tig u o R égim en, o las h isto rias cu antitativa y serial o antrop ológica m ás recientes, entre otras. H isto ria p ro fu n d am en te social, opuesta a las trad icio n ales h isto rias biográficas, de las ideas, políticas, de héroes, batallas y tratados, que será al m ism o tiem po u na h isto ria in scrita conscien tem en te en el cam in o de ed ificar u na verdadera ciencia de la historia. Y que m ás a llá de las viejas d iscusiones, otra vez d ecim onónicas, sobre el estatuto de la historia com o

arte o com o ciencia, va a in tentar con stitu ir a esta ú ltim a, com o afirm a M arc Bloch, en u na real 'em presa razonada de análisis', en u na verdadera em presa científica. Lo qu e nu evam en te estará p resente en todas la etapas de la corriente: en todas ellas se reiv in d ica el objetivo de establecer las verdad es h istó ri­ cas com o verdades científicas, concibiendo el d escu b rim ien to y la con ­ quista de nuevas técnicas, nuevos paradigm as, nuevos p ro ced im ien to s de in terp retación , nuevos m étodos, nuevos m odelos teóricos y nuevos tem as de in vestigación, com o otros tantos pasos adelante en ese proceso de co n stru cció n de la verdadera ciencia histórica. Y puesto que h a sido a los A n n ales ha qu ienes ha correspond id o, en este brev e siglo v ein te histórico ya concluido, el p ro tag o n izar la m ás im p ortante revolución en la teoría de la historia d esarrollad a en los ú ltim os cien años -rev o lu ció n que, a su m anera, reedita en con d icion es y en esp a­ cios d istin tos a la revolución en la teoría de la h istoria fundante de los estud ios históricos contem poráneos, que ha sido el propio m arxism o o rig in a l- será tam bién a ellos a quienes les correspond erá, en tre otros, el reiv in d icar este carácter científico de la h isto rio g rafía contem poránea, abonado su cesivam ente por los análisis b loch ian o s de la estru ctu ra social, los m od elos de investigación del pen sam ien to de una época de L ucien Febvre o las teo rías brau d elian as de la g eoh istoria, la civ ilizació n m aterial o las 'econom ías-m undo', pero tam bién por los p arad igm as de la h isto ria global, com paratista, interpretativa, problem ática o de larga duración que verem os m ás adelante. U na h isto ria que se sep ara entonces tanto del m ito, la leyen d a y la ficción, com o tam bién de la constru cción a priori, de la esp ecu lació n y de la falsa e in fu n d ad a g eneralización , para establecer en su lu gar una explicación an alítica, coherente y razonada, pero ig u alm en te d em ostrada a través de los hech os em píricos, de los procesos sociales co n cretos que constitu y en a la h istoria. Y en con secu en cia, u n a h isto ria que, al estar com p rom etida en la bú squ ed a de las regu larid ad es y de los d eterm in ism os sociales, y al in ten tar encontrar las causas y las razon es p rofu n d as de los hechos, fenóm en os y procesos h istóricos que aborda, va a d istan ­ ciarse lo m ism o del m ero ejercicio narrativ o-d escrip tiv o de la h isto ria tradicional, com o de la bú squed a exclusiva de los h ech o s ú nicos, sin g u ­ lares e irrep etib les del acontecer histórico, p ero tam bién de las v ision es d esen cantad as, po sm o d ern as e irracionalistas, que tanto h an proliferado en los ú ltim o s trein ta años.

P royecto de h isto ria social y científica que h ará florecer y m u ltipli­ carse tam b ién a todo el conjunto de d im ension es in terp retativ as del m ism o oficio de historiador. Pues frente a la h istoria pred om in an tem en te d escrip tiva del siglo anterior, que pretende alcan zar u na in g en u a o b je­ tividad y neu tralid ad total del historiador, y que tem e sep ararse aunque sea u n in stan te de los hechos p u ros y duros, los d istin tos A n n ales van en cam bio a ser pródigos en la construcción de variad os y m uy d ife­ rentes m od elos explicativos, que apoyándose sin duda en la erud ición rigu rosa y en la investigación de todo tipo de fuentes y de datos, no dudarán sin em bargo en in tro d u cir todos los nuevos pro ced im ien to s, téc­ nicas, m étod os o p arad igm as de interp retación posibles. Lo cu a l va a exp resarse doblem ente, tanto en la m ultiplicación ilim itad a de las fu en ­ tes, com o en la invención perm anente de nuevos parad igm as y m odelos de explicación. Así, los an n alistas van a recuperar, sin problem as y siem pre creativam ente, la fotografía aérea y el an álisis del polen, los testim o n io s in volu n tarios y la lectu ra 'in volu ntaria' de los testim on ios v o lu n tarios : e in voluntarios, las técn icas cuantitativas y el m étodo serial, la den d rocronología y el an álisis iconográfico, la carto grafía y el pro ced im ien to ; m icroh istórico del cam bio de escala en el análisis, entre m uchos otros. Y ju n to a ello, y com plem entándolo, van a elaborar esos n oved osos para; digm as que y a h em os m encionad o antes, y que son las v ision es desde la larga d uración h istórica, el análisis de los fenóm enos histó rico s d esd e los : o bserv atorios cru zad os del acontecim iento, la coy u n tu ra y la estru ctu ra, la ap licación del m étodo com parativo para establecer las g en eralid ad es y las esp ecificid ad es de las realidad es estud iad as, el u so de la 'h isto riaproblem a' que saca a luz el cu estion ario explícito o im plícito p resente : en toda in vestigación, o la perspectiva de la historia global que en sa n ­ cha los territorios de an álisis del historiad or y que recrea el v ín cu lo del tem a an a lizad o con la totalidad o totalidad es que le son co rresp o n d ien ­ tes, en tre otros. Elaborand o, de esta m anera, u na h istoria que pone en el cen tro el estatuto in terp retativo del con ocim iento histórico, y que reiv in d ica su carácter científico y su clara orientación social, los A n n ales de las varias generaciones de la corriente van a definir un tercer elem ento com ún a todo el enfoqu e, u n elem ento que no será exclusivo de la corrien te fran ­ cesa, sino m ás bien u na línea com p artida tanto con el m arxism o o rig i­ nal y con los varios m arxism os historiográficos g en u in am en te críticos

d esarrollad os en el siglo veinte -c o m o por ejem plo, con la E scu ela de F ran k fu rt, o tam bién con ciertas tendencias de la h isto ria m a rx ista b ritán ica de la seg u n d a p o sg u erra -, com o tam bién con los proyectos m ás in n o v ad o res dentro de toda la h istoriog rafía de la ú ltim a cen tu ria, desde las líneas de la Kulturgeschichte alem ana hasta las varias ram as de la microstoria italian a, y pasand o por la an trop ología histórica crítica rusa, la nueva h isto ria rad ical norteam erican a o la reciente h isto ria region al latin o am erican a, entre m u chas otras. F inalm ente, y com o u n cu arto y últim o perfil general, com ú n a todo el itinerario an n alista, está el gusto y la prom oción p erm an en te de la inno­ vación problemática en la h istoria, es decir la apertu ra co n stan te de nuevas canteras de trabajo para los historiadores, así com o la con qu ista y co lo n i­ zación de nuevos territorios para la in vestigación histórica. Un rasgo que si b ien no es tam poco exclusivo de A n n ales, si se p re­ senta dentro de la co rrien te en todas y cada u n a de sus etapas de vida. Y entonces, y m ás allá de las evidentes d iscon tin u id ad es que a n a liz a re ­ m os a continu ación , en térm inos del abandono de ciertos parad igm as m etod ológicos, de la renun cia a una p osición esen cialm en te crítica y herética, o de la co n stru cció n de ciertos m odelos g enerales de p reten ­ siones m ás u niversales, m ás allá de estas evidentes d isco n tin u id ad es se m u estra claram en te ese trazo de continuidad entre todos los su cesi­ vos A n n a les que es el p erm an en te proceso de apertu ra y exploración de nuevos tem as, nuevos su jeto s y nuevos cam pos del saber h istórico. C ontinu id ad que es p osible ilustrar, por ejem plo, en el trayecto que va d esde la historia del p aisaje agrario y de los planos p arcelarios, h asta la renovada h isto rio g rafía de las ciudades y la h isto ria reg ion al m ás recien ­ tes, p asand o por la h isto rizació n de la in fluen cia del m edio am biente o base geo h istó rica sobre la h istoria de las civ ilizacio n es y p o r la historia del clim a y de su s im pactos sobre los ciclos agrarios de larga duración. O tam bién en el cam in o que transita desde la h isto ria de las creen cias colectivas y de su vín cu lo con los m ecan ism os so ciales del fu n cio n a ­ m ien to del p o d er político hasta la h istoria so cial de las p racticas cu l­ turales, en u n reco rrid o cuyas estaciones p rin cip ales son la h isto ria del u tillaje m ental de u na época, la h istoria de la cu ltura vista d esd e sus acontecim ien tos, sus co y u n tu ras y sus estru ctu ras, y los m ú ltiples y m uy d esigu ales m od elos de la h istoria de las m entalid ad es y del im ag in ario social. E ig u alm en te la línea que arran ca con el intento de reco n stru ir y explicar, en su globalid ad , a la estru ctu ra social gen eral del m undo

feudal, para d esem bo car en la reivin d icación de la recu p eración del análisis esp ecífico de las estrategias de com p ortam ien to de los actores sociales y de la con stru cció n progresiva y d in ám ica de sus 'convenciones', n orm as y relaciones sociales, pasando por los in ten tos de elaborar un nuevo tipo de b io g rafías sociales, y por los estud ios sobre las h istorias de la civ ilizació n m ed iterránea, de la civilizació n cap italista y de las civ i­ lizacio n es en general. Todo un vasto u niverso de nuevos cam pos problem áticos, y de in éd i­ tas lín eas de in vestigación que tam bién van a caracterizar a los m últiples : A nnales, a lo largo de toda su curva vital y hasta la actualid ad . C uatro rasgos o trazos p resen tes en todos los proyectos intelectuales de los d istin tos em peños ann alistas, que entonces nos p erm itirá n tipificar a la ten d en cia h isto rio g ráfica de los A n nales com o u na realid ad sin g u ­ lar, en su globalid ad y con claros perfiles frente a las otras ten d en cias o corrientes de la h isto rio g rafía contem poránea de los ú ltim o s cien to cin ­ cu enta años. Y que entonces, nos d arán este retrato posible, que d ibuja a esos A n n ales com o u na clara varian te francesa, de u na m ás u n iv ersal sen ­ sibilidad cu ltural m ed iterrán ea y latina de larga duración, v arian te que por la vía del d iálogo recu rren te con d istin tas y cam bian tes cien cias so ci­ ales, ha apu ntad o siem pre al cu estionam iento radical y a la su peración del fu n d am en to m ism o del actual horizonte d iscip lin ar de estu d io de lo social, elaborand o u na historia que siendo rad icalm en te so cial, cien tífica e interp retativa, ha desplegado siem pre esa vocación o apetito in saciab le resp ecto de los nuevos cam pos problem áticos y las nuevas zo n as antes inexplorad as del saber histórico. A n n ales definidos por estos perfiles o aristas com unes, que al m ism o tiem po se d isg reg an en m uy d iferentes entidades, y en p royectos in telec­ tuales in clu so contrapuestos, cuando los observ am os desde su interior, y en torno del problem a, ig u alm ente crucial, de la n ecesaria p erio d izació n y esp ecificació n m ás rig u ro sa de sus d istintos m om entos vitales.

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Si an alizam o s ahora de m anera m ás p articu lar el itin erario de la corrien te an n alista, y desde la p ersp ectiva de su consid eración global, nos d es­ plazam os h acia el observatorio del exam en de las d istin tas etapas o períod os que la m ism a ha recorrido, verem os aparecer, por en cim a de

esos p erfiles generales que ya hem os referido, toda u na serie de rasgos específicos, que en las sucesivas coyunturas cu ltu rales que los A n n ales han atravesado, van sin g u larizan d o y tipificando a los diversos p royec­ tos in telectu ales, y en consecu encia, a los d istin tos p eríod os recon ocibles dentro de la h isto ria de esta m ism a tendencia h isto rio g ráfica an n alista. Una v isió n d istin ta de los m ism os A nnales, y al m ism o tiem p o com ­ p lem entaria de la anterior, que al concentrar ahora la atención en las esp ecificid ad es de cad a u no de esos sucesivos A n n ales, apoyados en los diversos proyectos in telectu ales que la corriente h a cobijado dentro de su seno, nos cond uce d irectam en te al problem a, am pliam en te debatido entre los estu d io sos y esp ecialistas de esta tend encia h isto rio g ráfica, de las contin u id ad es y d iscontinu id ad es registrables a lo largo del entero periplo de los A n n ales. C ontin u id ad es y d iscontin u id ad es que, m ás allá de los perfiles com u nes que an tes h em os resum ido, h aría referen cia m as bien a la relación p articu lar que se establece entre las d istin tas etapas y proyectos de A n nales, in terco n ectan d o o d istin g u ien d o n ítid am en te a unos de otros. U na d ialéctica de lo continu o y lo d iscontinu o que, com o verem os ahora, nos da tanto relaciones de superación dentro de la continu id ad , que verdad eros giro s o ru p tu ras que represen tan de h echo u na clara d is­ continu id ad y un evidente abandono del cam in o an teriorm en te recorrido, pasand o tam bién por ciertas etapas de tran sició n de p erfiles m enos n íti­ dos, y por otros v irajes que junto a la ru ptu ra con la g en eración anterior, sign ifican al m ism o tiem po un cierto intento de retorno a los 'o ríg en es' de la corriente. Un periplo que no tiene entonces nada de lineal o sim ple, y que rep ro ­ duce en su propia com plejidad, la equivalente densidad de los cam bios m ás generales que los estu d io s históricos h an venido su frien d o d urante los ú ltim os setenta u och en ta años. C on lo cu al, no habrá de sorpren d ern os el hecho, claram en te registrable en la h isto ria de los A n nales, de que sus m utaciones fu n d am en tales, y en co n secu en cia la p erio d izació n de su itin erario global, se acerque en grandes lineas a la p rop ia period ización general de la h isto ria de Europa, cuyos cam bios de co y u n tu ra global o de m om ento so cial general, van a ir ritm an d o tam bién a las tran sform acion es in tern as del proy ecto in telec­ tu al vigente en cada etapa de la corriente an n alista. R ep ro d u zcam o s entonces, en una p rim era aproxim ación , esta p erio d izació n del p eriplo de A n n ales, la que a d iferen cia del arg u m en to

que antes hem os desarrollado, nos p erm itirá o b serv ar a los diversos A n n ales, a los A n n ales en plural, m ostránd onos el lado com p lem entario y al m ism o tiem po alternativo a aquellos trazos com u nes de ios A n n ales en sin g u lar que hem os definido anteriorm ente. U na p erio d izació n que nos haga posible m arcar en térm in os m uy generales, las gran d es etapas del recorrid o an n alista, a las que estud iarem os con m ás d etalle en los próxim os capítulos. Com o es b ien sabido ahora, luego de la recien te p u blicación de la corresp on d en cia entre M arc Bloch y L ucien Febvre con H en ri P irenne, aunque el p rim er núm ero de los Annales d'Histoire Economique et Sociale ha visto la lu z solo el 15 de enero de 1929, el proyecto de fu n d ar esta revista rem onta en realidad, en su p rim era co n cep tu alizació n com o in i­ ciativa in telectu al, al fin m ism o de la prim era gu erra m u n d ial. Es d ecir que coincid e p rácticam en te con el origen de esa co y u n tu ra, en m uchos sen tid os excepcion al, que ha sido la coy u n tu ra de la h isto ria de E uropa entre las dos g u erras m u ndiales del siglo veinte. A sí, el inicio de la década de los años veintes, que abren esta co y u n ­ tu ra caracterizad a por la crisis de la razón europea, y por la ru p tu ra definitiva de la secu lar ecuación que pretendía equiparar ju stificato riam ente a la civ ilizació n eu ropea con 'el p rogreso humano", es tam bién la fech a de origen de la prim era elaboración del proyecto de fu n d ar lo que un d ecenio d esp ués va a configu rarse com o los 'p rim ero s A n n ales'. Y es m uy claro, al rev isar esa correspond encia d irigida por Bloch y por Febvre a P iren n e d esd e 1921, que el proyecto inicial de la rev ista se constituye, clara y conscientem en te, para llenar el vacío dejado dentro de los estu ­ dios h istóricos, por la interrupción - q u e luego se revelará com o u n a su s­ p ensión solo tra n sito ria - de la revista alem ana Vierteljahrschrift f u r Sozial und Wirtschaftsgeschichte, su stitu ción o reem plazo que se rea liz a dentro de una exp lícita lógica de contrabalancear y luego in clu so superar, a la clara h eg em o n ía que el m undo germ ano parlante había ejercid o dentro de la h isto rio g rafía europea y occidental, desde ap roxim ad am en te 1870 y h asta la llegad a de esos golpes sucesivos que serán ju sta m en te la p rim era guerra m u ndial, el ascenso del nazism o y la seg u nd a guerra m u n dial. C on stitu y en d o entonces una clara iniciativa, fran cesa pero al m ism o tiem po m ás internacion al, para reconfigurar la organización general de los estudios históricos en escala europea, dentro de u na orien tación y u n m odo de fu n cio n am ien to d istin tos al que habían desplegado en tre 1870 y 1914, el p roy ecto o rig in ario de fu n d ar lo que m ás adelante serán los Annales

de Historia Económica y Social, se con form a desde su p rim era elaboración com o un proyecto que intenta asu m ir las lecciones de los resu ltad os de la prim era conflagración m u n d ial, reestru ctu ran d o tam bién en el cam po de la h isto rio g rafía eu ropea y occidental al entero p aisaje de sus líneas de evolución p rin cipales. Y au nque el proyecto orig in al tard ará casi u na década en m aterializarse, m o d ificán d ose de m anera im p ortan te d urante este lapso de tiem po, tam bién es claro que al concretarse, ese proyecto se co n stitu irá en u na de las v arias expresiones de los profun d os cam bios que vive el p aisaje cu ltu ral de esa E uropa de entre las dos guerras m u ndiales. Pues resulta im posible en tend er los rasgos de esos 'p rim ero s A n n a les' del períod o 1929-1941, sin consid erar que los m ism os form an p arte del m ás vasto m o vim ien to de transform ación que afecta a toda la cu ltu ra eu ropea de los años vein tes y treintas, m ovim iento que al m a rch a r en el sentido de la desconstrucción de todos los fundamentos de esa misma cultura europeaf va a en g en d rar a toda la m últiple fam ilia de persp ectiv as, proyectos, obras, escu elas y aproxim aciones cu lturales de evid ente sign o crítico, y de claro em p lazam iento a con tracorriente de las form as an tes d o m in an tes de ese m ism o u n iverso cu ltural. Porque la fuerza crítica y polém ica que va a caracterizar a esos p rim ero s A n n ales, fu erza que ha sido señ alad a por u n a g ran p arte de los estu d io sos de la corriente, se alim en ta espontáneamente de la época y del m edio en que ellos p rosperan, reproduciendo dentro de Fran cia y en el nivel de la h isto rio g rafía, el m ism o esp íritu y los m ism os trazos g en e­ rales que van a so sten er al psicoan álisis freu d ian o en V iena, a la a n tro ­ p ología crítica inglesa, al m arxism o de G ram sci y del Ordine Nuovo en Italia, a la E scu ela de F ra n k fu rty al teatro de Bertold B rech t en A lem an ia, lo m ism o que al m ovim iento su rrealista en Francia o a ciertas v arian tes del m o d ern ism o español, entre otros. Y es ju stam en te esta conexión entre toda esta fam ilia de m o v im ien to s críticos y la crisis g lobal d é la civilización y la razón eu rop eas que se d es­ pliega entre las dos g uerras m undiales, la que va a p erm itir su radicalidad teórica y su profund o im pacto dentro de la cu ltu ra, lo qu e p ara el caso de esos 'p rim ero s A n n a les' va a d esem b ocar en la verdad era revolu­ ción en la teoría de la historia que ellos van a rep resen tar y a en ca rn a r de u na m anera p arad igm ática y ejem plar. Ten dríam os entonces, en esta perspectiva, un p rim er m om ento de vida de los A n n ales, cuya period ización se ap ro xim aría m uy de cerca a la

:p erio d izació n general de la h istoria europea, que con figura a esa co y u n ­ tura so cial general de 1919-1939, com o u na coy u n tu ra de crisis de la so cie­ dad y de la cu ltu ra de esa pequeña Europa, dentro de la cu al se en m arca y se d esp liega correlativam ente dicha ru ptu ra teórica fu n d acio n al que da n acim ien to oficial a la corriente francesa en 1929. A d em ás, es claro que ese prim er m om ento de vida a n n alista va a subd ivid irse en dos claras etapas. Una prim era, que abarca desde 1921 hasta 1928, y que p o d ríam o s calificar de etapa g enético-form ativ a del proyecto de los p rim ero s A n n ales, etapa en la cual estos ú ltim os se u bican , com o proyecto in telectu al, fren te al vastísim o y com plejo u niverso de su s d iv er­ sos an teced en tes, tanto en la cultura y la h isto rio g rafía eu ropeas, com o dentro de las cien cias sociales francesas y dentro de los estud ios h istó ri­ cos del hexágono. Un p eriod o de lo que pod ríam os co n sid erar la 'p re­ historia' o rig in aria de los A nn ales, en el cu al ellos h abrán de dibujar su sin g u larid ad a través de u n com plicado m apa de ru p tu ras, alian zas, recu peracion es críticas y deslindes que estu d iarem os m ás adelante. U lteriorm en te, y com o fruto d irecto de esta etapa g erm in ativ a de la ; corriente, ten d rem o s el período de los 'p rim ero s A n n a les' los A n n ales y fundadores de tod a la corriente que van a d esp legarse en tre 1929 - n o casu alm en te el m ism o año de la g ran crisis de toda la econ om ía o ccid en ­ ta l- y 1941, fech a en que el proceso de la seg u nd a guerra m u n d ial alcan za en el corazón a ese m ism o proyecto de los A nnales in iciales, para cerrarlo : trágicam en te con la d ifícil disputa y luego real ruptura intelectual entre M arc B lo ch y L ucien Febvre. P royecto o rig in ario de los prim eros A n nales, que se d efin irá exp líci­ tam en te por su claro carácter crítico, com bativo y polém ico, que a la vez que alu m bra a esa revolución teórica dentro de la h isto ria a la que ya hem os aludido, va tam bién a en carn ar el claro descentramiento de la h egem on ía dentro de los estudios h istóricos eu ropeos, que tal y com o lo h ab ían p royectad o B lo ch y Febvre desde 1921, va a m overse entonces p rogresivam ente d esd e el espacio germ ano parlante h acia los territorios del h exág ono francés. El estallid o de la seg u n d a guerra y sus efectos su bsecu en tes, cierran entonces tan to la co y u n tu ra global de entre las dos g uerras m undiales, com o ese proyecto revolucionario de la h isto rio g rafía y fund ad or de una nueva h eg em o n ía histo rio g ráfica que han sido los A n n ales prim eros, el p rim er p eríod o de la corriente que va de 1929 a 1941. Y del m ism o m odo que a esos 'p rim eros A n n ales', tam bién a los 'segu n d os A n n a le s' o A n n ales brau d elianos va a serv irles de m arco y

a aco tar su tem poralid ad específica la coyun tura so cial gen eral de la seg u n d a posgu erra, que va a tener vida entre 1945 y el sim bólico y fu n d a­ m ental año de 1968, u n a coyuntura m arcada por la exp an sió n económ ica, la reco n stru cció n de todas la econom ías europeas, la m o vilid ad social ascend ente y el crecim ien to de la in d u strializació n y de los m ov im ien tos obreros en toda E u rop a occidental, que va tam b ién a im p reg n ar a este seg u nd o m om ento vital, y a ese segu nd o proyecto in telectu al an n a lista de lo que se conoce canón icam ente com o los 'años B rau del' de la historia de la corriente. 'A ños B rau del' que v an tam bién a reflejar esa seg u n d a co y u n tu ra general de la h isto ria de Europa en el siglo veinte, caracterizán d o se com o una con so lid ació n y estabilizació n del proyecto crítico de los p rim eros A n n ales. C on so lid ació n que al m ism o tiem po que p ierd e un poco el tono com bativo y polém ico de la etapa fundadora, afirm a y h asta com ien za a d arle cu erp o y estru ctu ra institu cio n alizad a a la corriente, a la vez que realiza, en el plano teórico, m etodológico e h isto rio g ráfico u na v er­ dadera superación dentro de la continuidad del proyecto de los p rim eros A n n ales. Un m o vim ien to de 'su peración ' o de aufhebung en el m ás hegelian o sentid o del térm in o, que al m ism o tiem po que p ro fu n d iza y rad icaliza los aportes de eso s prim ero s A nnales, con serván d olos, los su pera al re in ­ tegrarlos d entro de un nuevo y diferente proyecto in telectu al, que dentro de u na línea de evid ente continuid ad con sus an tecesores, recon figu ra a esos m ism os aportes dentro de u na rad icalm en te nueva estru ctu ra o p ersp ectiva in telectu al, esta sí com pletam ente original. Porque al re v isar con cuidado lo que ha sign ificad o el proyecto in telec­ tu al de esos A n n ales brau d elianos, resulta claro que esta etapa va a cu lm inar, com p letánd ola, y replanteánd ola en nuevos térm in os, a la revolución en la teo ría de la h istoria que había sido im plem en tad a por los prim ero s A n n ales. Y entonces, si esta revolución se h ace p resen te a través de la d efen sa de u n a h istoria in terp retativa y p roblem ática, de la apli­ cación sistem ática del m étodo com parativo a los tem as de h isto ria eu ro ­ pea que abord an B lo ch y Febvre, de la d efensa de u na h isto ria global en tanto abierta a la recu p eración de los aportes de las otras cien cias so cia­ les, y de u na h isto ria nueva y en con stru cció n que co m ien za a d escubrir in éd itos objeto s de in vestigación, la h istoria de los años Brau del de la revista va a radicalizar, profundizándolos hasta el final, a estos m ism os p ara­ d igm as, los qu e recon figurad os desde la nueva y o rig in al visión de los

procesos v istos desde la larga duración histórica, van a p resen tarse ahora como u na h isto ria de problem as nunca antes explorados, y por tan to que im ponen noved osísim os m od elos interpretativos, que extiend e la com ­ paración a la escala p lan etaria y en el registro tem poral ju sta m en te de la larga duración, redefiniend o a la h isto ria global com o su p eración del epistem e d iscip lin ar y m u ltiplicando los nuevos objetos, m étodos, té cn i­ cas y p arad igm as de esa h isto ria abierta o en con strucción. Y al m ism o tiem po que supera de este m odo a los p rim ero s A n n ales, el proyecto brau d elian o asim ila y reproduce, nuevam ente, los elem entos de su contexto: este proyecto de los seg u nd o s A nn ales va a darle carta de ciudadanía a la ram a de la h istoria económ ica en Francia, en un m om ento en que la eco n om ía crece y prospera, siendo prom ovida y fom entada in stitucionalm ente. Y al m ism o ritm o que la eco n om ía se vu elve protagónica en esta coy u ntu ra, apoyada por el Estado, in vestigad a por los nuevos In stitu to s de Econom ía, D em o grafía y E stad ística, los se g u n ­ dos A n n a les rescatan y d ifu n d en am pliam ente la h isto ria cuantitativa, inventando in clu so la h isto ria serial y abriendo los nuevos territorios de investigación de la h isto ria de la vida o civ ilizació n m aterial. Al m ism o tiem po, los A n n ales de la ép oca Braudel van a co n fro n tarse com pletam ente con la ola m últiple del estructuralismo, que se d ifun d e tam bién am p liam en te en u na sociedad en donde, en el períod o de los 'trein ta gloriosos', se afirm a la solidez y vigen cia de las 'e stru ctu ra s' sociales y económ icas, por en cim a de sus elem entos de cam bio y su h is­ toria. Y entonces, tom ando com o referente polém ico esen cia l al estru ctü ralism o de C laude L evi-Strau ss d esarrollado en la an trop ología, pero oponiéndose tam bién m ás en general a ese m ism o estru ctu ra lism o en la lin gü ística, en la filosofía, en la econom ía, en el p sico an álisis y hasta en el m arxism o, los A n n ales de esta seg u nd a generación van a tratar de defender a la h isto ria y a la visión g enética y p rocesu al de los hechos sociales, evacuad a p recisam en te en todo este aban ico de p resen cias in telectu ales estru ctu ralistas. Un com bate que los llevará a retom ar, h istorizándolos, alg u no s de los tem as clásicos de esa an trop olo gía com o los de la alim en tació n , el vestido, la o rg an izació n territo rial o la vida cotidiana, en su s m últiples d im en sion es y elem entos. E ig u alm ente, estos seg u nd o s A n n ales van a d ialogar y a colaborar estrech am en te con los m últiples m arxistas y m arxism os eu ro p eos y o cci­ dentales entonces tam bién en boga, m arxism os que apoyados en el cre­ cim iento de la clase obrera y en la rad icalizació n de ciertos sectores

m ed ios in telectu ales, van a com p artir con los A n n a les el estud io y los pro g reso s de la h isto ria económ ica, llegando en el plano m etod ológico h asta u na con vergen cia que seg ú n el propio Braudel se establece en torno a la d efensa de las p ersp ectiv as de u na historia p ro fu n d am en te social, de horizontes g lo b alizan tes y construid a desde la larga duración. Pero esos A n n ales de los años Braudel, que van a co n tin u ar y al m ism o tiem p o a su perar a los prim eros A n n ales, no se han desplegado inmediatamente d esp ués de estos últim os, sino sólo de m an era un poco retrasad a y luego de todo un período in term ed io de clara transición dentro de la corriente. C on lo cual, el segu nd o m om ento de vida de la tendencia an n alista, correspondiente otra vez con la tem poralid ad de la co y u n tu ra so cial general de la segu nd a posguerra, va a su b d iv id irse tam ­ bién en dos etapas, claram en te diferenciad as, y que ab arcan los p eríod os de 1941 a 1956, y de 1956 a 1968. A sí, desp ués de que se in terru m p e abru ptam en te el proyecto in telec­ tu al de los p rim ero s A n nales, a raíz de la ru ptu ra de la prim avera de 1941 entre sus dos d irecto res -ru p tu ra que com o verem os m ás adelante es d efinitiva en térm in os intelectuales, aunque no lo sea en térm in os per­ sonales-, se in icia un claro m om ento de transición que va a d esp legarse desde este año de 1941 y hasta la m uerte de Lucien Febvre en sep tiem b re de 1956. Y se trata de u na etapa de transición, y no de un seg u nd o y nuevo proyecto in telectu al, porque, com o lo ha dicho el propio F ern an d Braudel en alg u na ocasión, con la m uerte de M arc B loch se ha creado, dentro de los A nn ales, un vacío que L ucien Febvre no ha podido nunca volver a colmar. Y entonces, sin M arc Bloch y sin su aporte cotid iano a la co n stru cció n de la revista, se ha term in ad o el sin g u la r'tá n d em ' que con stru yó y m antu vo vigente al proyecto intelectu al de los prim eros A n n ales, lo que im plica que Lucien Febvre, entre 1941 y 1956, se ha lim itad o a tratar de m an ­ ten er y de rep ro d u cir el mismo proyecto in telectu al del período 1929-1941, proyecto que sin em bargo y en la ausencia de Bloch, se ha lim itad o a sobrevivirse a sí m ism o, perdiendo cada vez m ás su fu erza y su im pulso orig in ales, en u na co y u n tu ra que era ya diversa de la que le había dado origen, y bajo co n d icion es que m inab an progresivam en te esa m ism a so brev iven cia in tentad a por Febvre. E tapa de verdad era transición, que se expresa en el h echo de que al m ism o tiem po que este proyecto de los p rim eros A n n a les perd ía aliento y se com enzaba a apagar, se iba preparando el relevo g en eracion al dentro de la corriente, a p a rtir de la m ad uración de un nuevo proyecto in telec­

tual que d ará vida a los segu nd os A n n ales brau d elian os de los años 1956-1968 a los que ya hem os aludido. Ya que com o en toda transición, el fin del ciclo que se cierra va a co existir con los gérm enes del ciclo que habrá de sucederlo, y así los elem entos sobrev iv ien tes de los p rim eros A nnales conclu idos en 1941, h an convivido con los p rim ero s esb ozos de los A n n ales de la etapa p osterior a 1956. Pues es ju stam en te dentro de la vigencia de esos A n n ales de transición, que va a irse p reparan d o la su ce­ sión de L u cien Febvre a la cabeza de la revista, a la vez que se pu blica por ejem plo, en 1949, la g ran obra de Fernand Braudel sobre El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe n. Con lo cu al será h asta 1956 -o tr a vez, u na fecha im p o rtan te de la h is­ toria eu ropea, que con la in tervención so viética en H u n gría ha p ro vo ­ cado toda u na crisis im p ortante en las filas de los partidos co m u n istas de E u rop a-, cu an d o se afirm en esos seg u nd o s A nnales, d irigid os por Fer­ nand Braudel y cuyos perfiles generales ya hem os esbozado. Y entonces, con el fin de estos A nnales braud elianos, provocado una vez m ás por el cam bio de la coyun tura so cial general que rep resen ta esa enorm e revolución cu ltu ral de 1968, van a conclu ir no solo el proyecto in telectu al de esos años Braudel de la revista, y ese seg u nd o m om ento vital que in clu ye tam bién a la larga etapa de los A n n ales feb v rian o s de transición, sin o en verdad todo el ciclo com pleto abierto en 1929, con el in icio de los p rim eros A nnales, y caracterizado por la p u esta en p rác­ tica de u n a au téntica revolución en la teoría de la historia y por el d es­ pliegue de u n a nueva hegem onía en los estud ios h istó rico s de Europa y del occidente, hegem on ía y revolución que tu vieron com o su esp acio de í; u bicación al h exágono francés, entre 1929 y 1968, para con struir, desplef gar y luego cu lm in a r a ese revolucionario proyecto crítico dentro de la h istoriog rafía que se m aterializa en las obras de Bloch, Febvre y Braudel. C iclo 1929-1968 de la h isto ria de los A n n ales, m arcad o en ton ces por i el p red om in io de la continuidad, que va a contrastar rad icalm en te con la p osición que ten d rán los A n n ales de la tercera g eneración resp ecto de tod a su h isto ria previa. Pues com o ya hem os indicado, estos terceros A n n ales so n un fruto d irecto de la revolución cu ltu ral de 1968 y de la nueva co y u n tu ra global que ella inau gu ra. Y dado que esta revolución cultural de 1968, rep resen ta un corte radical con tod as las form as de la cu ltu ra hasta entonces predom inantes, así tam bién los A n n a les del período 1968-1989 sig n ificarán un corte radical y evid ente con los A n n ales anteriores del ciclo 1929-1968.

Pero si en los prim ero s y en los segu nd os A n n ales, la co y u n tu ra so cial global serv ía de m arco abarcador de los m ism os, sin co in cid ir p er­ fectam en te con ellos, los terceros A n n ales v an en cam bio a co rresp o n d er ; exactam en te a esta tercera y ú ltim a coyun tura general del b rev e siglo veinte, co m enzand o igu al que ella con el em blem ático año de 1968 y ; term in and o con el no m enos im portante año de 1989. E igual que los A n n ales que los preced ieron, tam bién estos serán claram en te 'h ijo s de su contexto' específico. P orque es bien sabido que estos A n n a les 1968-1989 se han concentrado, sobre todo, en la prom oción de un cierto tipo de h isto ­ ria de las m entalid ades, lo m ism o que en el cultivo de u na cierta v a ria n te de la entonces tam bién en boga antrop ología histórica. D on d e la conexión con la coyun tura post-68 ap arece evidente: es la revolución de 1968, que ha transform ad o de raíz todos los m ecan ism os de la reprod ucción de las form as de la cultura en las socied ad es m odernas, la que ha pu esto en el cen tro de la agenda de las d iscu sio n es a las tres in stitu cio n es que constituyen los espacios de afirm ación de esos m eca n is­ m os, es d ecir a la fam ilia, a la escuela y a los m edios de com u nicación. Y entonces, y p royectand o en la h istoriografía esta tran sfo rm ació n p ro ­ funda, los A n n ales han com enzad o a cu ltivar la h isto ria de la fam ilia y de la vida cotid iana, el an álisis histórico del p roceso de alfa b etiz a ció n en Francia y la h isto ria de la idea de la m uerte y de la im agen del niño en el A n tig u o R ég im en, las h istorias del m iedo, de los olores y de la d escris­ tian izació n , igual que la génesis de la idea del purgatorio, las h istorias de la v id a privada y de la m ujeres, el estudio de la m entalid ad m ed iev al o m od erna, o las form as de vida y de conducta en u na p eq u eñ a aldea del su r de Francia. R etom and o así, estos tem as de la 'm en talid ad ' o de la 'an trop ología h istó rica' de d istin tas épocas, m undos, socied ad es y esp acios, los ter- : ceros A n n ales h an in staurado tam bién una profu n d a ruptura tanto con los seg u nd o s com o con los prim eros A n n ales, es d ecir con ese ciclo global de toda su h isto ria antecedente. Lo que tal vez explique su d eseo de autobau tizarse com o 'nu eva historia', la nouvelle histoire, que será el apelativo bajo el cual habrán de p o p u larizarse y d ifu n d irse en el m u ndo entero los A n n ales, d urante esas décadas de los años seten tas y och en tas recién vividos. Porque al acercarn os al exam en de las prin cip ales obras de esta tercera generación an n alista, y m as allá de sus in vocaciones a la h isto ria de las m entalid ad es practicad a por M arc Bloch y por Lucien Febvre - y que es,

en verdad, en los dos casos, profundamente diferente de la que ellos p on ­ drán en p rá c tica -, es claro que hay un cam bio radical fren te a los p royec­ tos tan to de los seg u n d o s com o de los p rim eros A n n ales, cam b io que abarca lo m ism o el abandono de la h istoria económ ica y so cia l antes cultivada de m an era central, que la ren u ncia clara y exp lícita al debate m etodológico, al d esarrollo de nuevos parad igm as h isto rio g ráfico s y hasta a la d efen sa y aplicación de los antigu os parad igm as. Pues, com o verem os m ás adelante, no será extrao rd in aria la d eclaración , en tre los autores de estos terceros A n nales, de que la h istoria global es im posible y que hay que su stitu irla por la historia general, a la vez qu e d eclaran no estar atad os "a n in g u n a ortodoxia id eológica" y reiv in d ican el carácter m ás b ien 'ex p erim en tal' de su h istoriografía. R econociend o exp lícita­ m ente que ellos h a n renunciado a las persp ectivas vastas y de largo aliento, y a los tem as globales y abarcantes de sus p red ecesores, esta tercera g eneración an n alista propone su stitu ir d ichos tem as y p ersp ec­ tivas por el ejercicio de investigaciones m ás acotadas y pu n tu ales, m ás m onográficas y em píricas, que "con solid arían los terren os ya co n q u ista­ d os" en vez de co n tin u ar "expand iendo las fron teras" de la propia h isto ­ ria en el cam p o teórico, m etodológico y parad igm ático. Y entonces, al m ism o tiem po que in stau ran frente a los d istin tos A nnales del período 1929-1968, una relación de clara y rad ical disconitinuidad o ruptura, estos A n n ales de la historia de las m entalid ad es van vá cu lm in ar el pro ceso de in stitu cio n alizació n de la corriente, in teg rá n ­ dola de lleno al estabíish m en t oficial de la cu ltura fran cesa recon ocida ; y hasta exp ortad a, y dejándose llevar p lácidam ente por el p roceso de ■difusión p rácticam en te p lan etaria de los A n nales dentro del pan oram a de los estu d io s históricos de todo el m undo. De este m odo, la h isto ria de los terceros A n n ales va a caracterizarse por u na serie de p erm an en tes paradojas, que h abrán de d efin ir las ten sio ­ nes esp ecíficas de todo su d espliegue: los A n n ales del p eríod o 1968-1989 serán los A n n ales m ás d ifu nd id os en todo el m undo, a la vez que los A n n ales m ás criticad os de toda la h istoria de la corriente, siendo ad em ás los A n n a les de la ép oca en la que la h isto rio g rafía fran cesa pierd e su anterior h eg em o n ía dentro de los estudios históricos de E uropa y del occidente. A l m ism o tiem po, serán los A n n ales que van a p o p u la riz a r y a divulgar, tam bién en escala planetaria, el célebre género de la h istoria 'de las m entalidad es', aunque ju sto en el m om ento en el que todas las h is­ toriografías occid entales se ocu pan de este m ism o cam po problem ático

de la cu ltu ra, b ajo los térm inos de psicohistoria, h isto ria cu ltu ral, historia in telectu al, h isto ria del d iscurso y de las practicas d iscu rsiv as, historia de las id eologías, h isto ria del im aginario, h istoria de las tradiciones cu l­ tu rales o h isto ria de las practicas culturales, entre otros. E igu alm ente, estos A n n ales de la tercera generación serán los que m ás citen, refieran y aludan a sus ilu stres predecesores, a los fund ad ores y co n stru cto res de la corriente de los A n n ales en su prim era y seg u n d a etapas, al m ism o tiem po en que aban d on an radicalm ente el horizonte de la h isto ria global, y ren u n cian al ejercicio y aplicación de los p rin cip ales p arad igm as de esos m ism os A n n ales de las épocas de 1929-1968. Y finalm ente, esos A n n ales de las m entalid ades, que se d ivu lgaran en tod o el p lan eta gra­ cias al aura que los ilu m ina, rodea y sostien e y que es la h eren cia crítica de Bloch, F ebvre y Braudel, van a ser ju stam en te los A n n a les m ás in stitu cio n ales y m ás integrad os a la cu ltura oficial fran cesa de todos los que hasta entonces h abían existido, consolidando u na red de p re sen ­ cias im p resionante, tanto en los puestos de decisión de las ed itoriales y de la revistas -ig u a lm e n te académ icas que aqu ellas d estin ad as al gran p ú b lico -, com o en el radio, la prensa y la televisión. Sin em bargo, es interesan te con statar cóm o, de m an era paralela al d esarrollo de esos terceros A n n ales de la historia de las m entalid ad es, y tam bién com o un fruto intelectu al de esa gran revolución cu ltu ral de 1968, va a d esp leg arse toda una m atriz o abanico com plejo y diverso de posiciones que p o d ríam o s clasificar en general com o 'm a rx ista s-a n n a lis­ tas' y que fu n cio n arán m uy claram ente com o el con trapeso alternativo de esos A n n ales m ás franceses de la coyun tura 1968-1989. Porque com o resultad o de la crisis definitiva de la vieja izquierd a, que se colapsa com p letam ente a raíz de las im pugnaciones a las que es so m etid a por parte del m ovim iento del 68, y tam bién com o co n secu en cia de la m u l­ tiplicación y florecim iento de las nuevas izquierd as post-68 en todo el m undo, el m arxism o vulgar, sim plificado y m an u alesco que era h asta entonces d o m in an te va a derrum barse, para d ejar su sitio a un nuevo m arxism o que se abrirá rad icalm ente al diálogo y a la co n fro n tació n con las ciencias so ciales del siglo veinte, y entre ellas tam bién con los aportes princip ales de la corriente de los A n nales. Y entonces, y com o fruto de este m ovim iento de acercam ien to del m arxism o h acia los A n n ales, que adem ás se com plem enta con un análogo g iro de ciertos a n n alistas hacia posiciones m ás de izq u ierd a y hasta m arxistas, va a crearse todo un conjunto de ten d en cias y expresion es

in telectu ales dentro de la h isto rio g rafía cuyas obras, in v estigacion es y contribu ciones teóricas e historiográficas serán d oblem ente alim entad as, tanto por la teoría y los conceptos de M arx, com o por las lecciones y en señ an zas de los A n n ales de los años 1929-1968. C rean d o entonces obras tan interesantes com o las de Im m an u el W allerstein y el g ru p o del Fernand Braudel Center, o trabajos im p o rtan tes com o el de P ierre V ilar o el de M ichel Vovelle en Francia, en tre m uchos otros ejem plos posibles, esta coyuntura de 1968-1989 ha visto con for­ m arse y co n so lid arse a esa m atriz 'm arxista-an n a lista ' m atriz qu e a d ife­ rencia de los terceros A n n ales franceses se entronca directamente con la herencia de los A n n ales de M arc Bloch, Lucien Febvre y F ern an d Brau­ del. Pues m ien tras que esos A n nales de la antrop ología h istó rica y de las m entalid ad es, in stau ran frente a su pasado u n nexo de evid ente ru p tu ra y d iscon tin u id ad , estos m arxistas an n alistas van en cam bio a retom ar y a p ro seg u ir las líneas de investigación desplegadas por M arc Bloch y por F ern an d Braudel, m anteniend o el cultivo y d esarrollo de la h istoria í económ ica com o algo central, y continuando el trabajo ep istem ológico y m etodológico fuerte, para alim en tar y p ro fu n d izar con nuevos elem en ­ tos la co n stru cció n de explícitos m odelos teóricos y el debate tam bién general dentro de la historiografía. Lo que entonces sign ifica que una historia realmente integral y com­ pleta de la co rrien te de los A nnales, no puede escrib irse sin con sid erar de m an era esp ecífica a esta m atriz d iferen te y alternativa, pero al m ism o tiem p o contem poránea de los terceros A n n ales, que es esa m atriz 'm a rx ista -a n n a lista ' que ha florecido igu alm ente durante los años seten ­ tas y o ch en tas de este m ism o siglo. Finalm ente, es bien sabido que la im p ortan te co y u n tu ra abierta por los su cesos de 1968 en todo el m undo, e in m ed iatam en te resp ald ad a por la crisis eco n óm ica y social tam bién m u ndial de 1972-1973, se h a cerrado con la caíd a del M uro de B erlín y con la secuela de todos los h ech os fu n ­ d am entales que rod ean a esa fecha ig u alm ente em blem ática de 1989. En consecu encia, y sigu iénd ole otra vez los pasos a estos cortes históricos de valid ez social-general, el año de 1989 ha finiquitad o la etapa de los terceros A n n ales, para abrir la etapa de los A n n ales actuales, que se d es­ pliega ante n uestros propios ojos desde hace ya casi u n a década. Sin em bargo, nueve años después de concluido el ciclo de esa tercera g eneración de A n n ales, resulta aún d ifícil d efin ir si se trata de u nos 'cu artos A n n a les' o de u nos nuevos 'A nnales de transición', m ás bien

p reparatorios de u n a cu arta etapa o período por venir. Y eso, no por la falta de un perfil bien definido de esta cu arta generación, perfil que se ha esbozado claram en te desde 1988 y 1989, con las ed itoriales de los núm eros de m arzo -ab ril de 1988 y de n o viem bre-d iciem bre de 1989 y hasta los recien tes trabajos de B ernard Lepetit, de P ierre Sou yri, de JeanYves G ren ier y de Jocelyn e D aklh ia, sino m ás bien por la p ropia incertid u m bre hoy v ig en te resp ecto del rol que los A n n a les podrán y sabrán jugar, p rim ero d entro de la propia h istoriog rafía del hexágon o francés -h o y fu ertem en te com p etid a y habitada por m últiples proyectos in n ov a­ dores, com o el del grupo de la rev ista EspacesTemps, en tre o tro s -, pero tam bién y en seg u nd o lu gar dentro del com plejísim o m apa de la h isto rio ­ g rafía eu ropea y de la h isto rio g rafía m undial actuales. Porque es m uy claro qu e estos A n n ales post-89, h an vu elto a tran sfo r­ m arse rad icalm ente frente a su pasado inm ediato, in stau ran d o fren te a los terceros A n n ales, tam bién u na posición de clara discontinuidad: así, frente a la h isto ria de las m entalidades de esos terceros A n n ales, que cosechó una enorm e cantidad de ju stificad as críticas por p arte de los h is­ toriad ores fran ceses no an n alistas, de las d istin tas v arian tes de la m icro historia italian a, desde las posiciones de la historia so cia lista britán ica, desde las tradicion es de la nueva historia so cial alem ana, de los h isto ­ riadores crítico s n o rteam erican o s y de ciertos h istoriad ores latin o am eri­ canos form ados en el horizonte del m arxism o, los A n n ales de la cu arta generación v an a prom over en cam bio u na m uy diversa h isto ria social de las practicas cu ltu rales, representad a en los trabajos de R oger C h artier o de A lain B oureau. Y fren te a la an tigu a an trop ología h istó rica p racti­ cada p o r ciertos an n alistas en los años setentas y ochentas, estos nuevos A n n ales van a fom en tar m ás bien una nueva h istoria so cial con fu n d a­ m entos an trop ológicos, que recupera ya no sólo los tem as y problem as clásicos de la an trop ología desde la m ism a historia, sino sob re todo los p ro ced im ien to s an alíticos, los conceptos, las m irad as y los m od os de in terven ción antrop ológicos, ahora recuperados com o in stru m en to s de la práctica, de la in v estig ació n y de la explicación historiog ráficas. Al m ism o tiem p o, y rom piendo con el v irtu a l aband ono que los ter­ ceros A n n ales h abían h echo de la historia económ ica y so cial, lo s p o si­ bles cu artos A n n ales van a reivin dicar en cam bio u n a nueva h isto ria dem ográfica, cu antitativa, u rbana, económ ica y social, que atenta a los d esarrollos recien tes de la sociología de la acción y de la econ om ía de las convenciones, lo m ism o que a los progresos de la h isto ria so cia l

desarrollad a por los m icrohistoriad ores italianos, y a los avances en toda E uropa de la h isto ria cuantitativa, va a tratar de coad yu v ar a la ap ertu ra de las nuevas vías por las que deberá tran sitar en el futuro esta h istoria social y eco n óm ica renovada. Tam bién en esta lín ea de deslinde y d iscon tin u id ad frente a los A n n ales del p eríodo 1968-1989, los A nnales actuales van a retom ar, a cti­ vam ente, el debate m etodológico y la elaboración exp lícita de nuevos parad igm as epistem ológicos, rediscu tien d o la p ertin en cia y con ten ido de la h isto ria global y de la larga duración, a la vez que reiv in d ican u na 'in terd iscip lin aried ad dura', teorizan sobre las im plicacion es en h istoria del pro ced im ien to del 'cam bio de escala', o intentan rein trod u cir el rol de los actores dentro de la construcción de las convenciones, de las prácticas y de los v ín cu lo s so ciales que investigan. Con lo cual, y de m anera casi espontánea, estos A n n ales posteriores al año de 1989, se verán llevados a prom over un cierto 'retorno', m ediado y crítico, pero m uy evidente hacia los aportes de las etapas in iciales de vida de la corriente. Pues si el trazo general de su proyecto in telectu al im plica en p arte la efectiva superación de esos terceros A n n ales, frente a los cu ales ello s se ubican en u na clara posición de ru p tu ra y d iscon tin u id ad , es lógico que en ese m ovim iento de afirm ación de su propia identidad, estos p osibles cu artos A n n ales term inen reencontrand o ios elem entos fu n d am en tales de la vieja herencia de M arc Bloch, L ucien Febvre y Fer­ nand Braudel. Y dado que dicha herencia, aband onada por los terceros A n n ales, se m antu vo viva y actuante dentro del variad o u niv erso de los d istin tos rep resen tan tes de la m atriz 'an nalista-m arxista', en esos m ism os años de la octava y novena décadas recién tran scu rrid as, en ton ces es lógico tam b ién que esos m iem bros de la cu arta g eneración de A n n ales en cu en tren fácilm en te y sin problem as los esp acios de d iálo g o e in ter­ cam bio con d ichos h istoriad ores y científicos so ciales perten ecien tes a ese ab an ico de p o stu ras 'm arxistas-an n alistas'. Y entonces, no será tam poco casual o bserv ar que alg u n o s de los p ro ­ m otores p rin cip ales de estos potenciales cu artos A n n ales, será n ju sta ­ m ente los que red iscu tan seria y sistem áticam ente la larga d uración y la h isto ria global, rep reg u n tán d ose acerca de los posibles u sos y la v ig en ­ cia aún actu al de la h istoria cuantitativa, del m étodo com parativo, o de la h isto ria interp retativa, a la vez que retrabajan los p arad igm as de la h isto ria económ ica o intervien en activam ente en los a n im ad o s debates resp ecto de las actuales rein terpretaciones y reco n stru ccio n es críticas de la h isto ria m ism a de esos prim eros y segu nd os A n nales.

A sí, estos A n n ales m ás recientes, tal vez cu artos A n n a les o tal vez nuevos A n n ales de transición , se definen desde u na doble tensión, que los lleva a fundar, por un lado, su superación de los terceros A n n ales en un cierto retorno, m ediad o y com plejo, hacia los A n n a les brau d elia­ nos y hacia los A n n a les fund ad ores de la p rim era época, pero al m ism o tiem po, por el o tro lado, en un real esfuerzo por co n stru ir un nuevo y original proyecto in telectu al, acorde con las nuevas circu n sta n cia s de la h isto rio g rafía m u n d ial -ca ra cte riz a d a hoy, en este año de 2005, por un policcntrismo in ten so en la in novación h istoriográfica y por u n a ausencia de h egem onías en el pan oram a global de los estud ios h istó rico s-, y capaz de co n trib u ir a la d efinición general de los nuevos ru m bos de la h isto ­ riog rafía en este nuevo siglo y m ilenio h istóricos que h a n com en zad o en 1989. M oviénd ose entonces dentro de este doble p arám etro, de en lace con la herencia de lo s A n n ales del ciclo 1929-1968, y al m ism o tiem po de genu ina in n o vació n y constru cción de un proyecto in telectu al realm en te nuevo y o rigin al, los A n n ales posteriores al año de 1989 nos abren, con la p regu n ta acerca de su posible destino futuro, la p reg u n ta m ucho m ás general acerca de las encrucijad as actuales y de los posibles d erroteros in m ed iatos de todo el com plicado universo de los estud ios h istóricos contem p oráneos en el m undo entero.

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Si p ara conclu ir sobre esta in icia l aproxim ación general, observ am os ahora en su con junto esta trayectoria global de los v ario s y sucesivos A n n ales que hem os intentado periodizar, nos resu ltará claro el hecho de que la m ism a ha recibido, perm anentem ente, el im pacto directo de los cortes h istó rico -g en erales que p erio d izan a su vez a la h isto ria global de Europa y del occidente, durante el breve siglo veinte que corre desde 1914-17 h asta 1989. Es d ecir que, com o pod ría ser lógico de anticipar, los cam bios gen erales de la h isto ria europea y occid ental h a n incid id o de una manera decisiva en la h isto ria interna de la propia corriente, provocand o ju n to con el cam bio de co y u n tu ra social-general, tam b ién cam bios de etapa, de proyecto in telectu al, de m om ento o de d efinición gen eral de esa m ism a p ersp ectiva an n alista.

Por eso, no es casu al que las fechas de 1939, 1968 y 1989, que son fu nd am en tales para la h isto ria m ism a del continente eu ropeo, son tam ­ bién fech as decisivas p ara la p erio d izació n p articu lar de la h isto ria de la corriente de los A n n ales. Lo que sin em bargo, no im plica que esta ú ltim a se red u zca d irecta y m ecán icam ente a la prim era. Pues si los A n n ales reciben y reproducen esos cortes de orden h istó rico -g en eraí, tien en tam ­ bién evid entem ente su propia d inám ica e h istoria in tern as, que m arch an de acuerdo a la lógica de sus resp ectivos proyectos historiog ráficos, y que se redefin en tam bién en función de las vicisitu d es de las trayectorias tanto in d ivid u ales com o colectivas de sus prin cip ales protagon istas. Por eso, com o hem os visto anteriorm ente, la h istoria in tern a an n alista, si bien acoge y se deja im pactar am pliam ente por esos cortes y tra n s­ form aciones m ayores de la h isto ria general de la civ iliz a ció n a la que ella pertenece, no se redu ce sin em bargo pura y sim plem en te a esos cam ­ bios ritm ad o s por la co y u n tu ras sociales globales del m undo europeo, sino que se m atiza, sin g u lariza y d istin g u e de acuerdo a su s propias cu rvas evolutivas, cu rv as qu e com binan largas tran sicio n es con proyec­ tos in telectu ales bien definidos, que retard an el n acim ien to de u n a nueva etapa a p a rtir de ir m oldeando cuid adosam ente los elem entos de su ; gestación, o que p rolongan o anticipan la vigen cia de u n cierto proyecto hísto riog ráfico a p a rtir de la com pleja d ialéctica de accion es y reacciones de los p ro tago n istas an n alistas con sus resp ectiv os y cam b ian tes contex­ tos in telectu ales y sociales. Con lo cu al, resulta claro que la historia de A n n ales no es ni ha sido nunca u na h isto ria lineal, progresiva, sim ple y ascendente, sino por el contrario, u na h isto ria com pleja de m últiples rutas, m arcad a lo m ism o por claro s reto rn o s historiográficos que por abandonos rad icales de un cierto horizonte, y en la que aparecen tanto giros y ru p tu ras profu n d as com o tran sicio n es largas y m aduradas, su peraciones críticas y fundadas y recu p eracio n es creativas y explícitas de la herencia p recedente. Y en co n secu en cia, u n a h isto ria d ifícil y diversa aunque sin duda tam bién d escifrable, com p rensible y explicable. U na h isto ria en varios niveles que nos m u estra entonces, en u n prim er plano, esta serie de tran sform aciones p rofund as que hem os intentado resum ir, y que nos da las sucesivas etapas o períodos de v id a de los A n n ales. U na h isto ria de la pluralidad de A n n ales donde se d ibu jan los cuatro p royectos intelectuales fuertes que la corriente ha conocido, a través de las seis etapas recorrid as dentro de las cuatro co y u n tu ras sucesivas

que en m arcan a esta m ism a historia. Un itinerario com plejo donde las g eneraciones de h isto riad o res an n alistas se en cabalgan y su p erp on en dentro de esas d iferen tes etapas, para co n stru ir las d iversas génesis, proyectos, tran sicio n es, superaciones, ruptu ras y retorn os que en su m u l­ tiplicidad van tejiend o el periplo rico y d iferen ciad o de la corriente. Por debajo de este p rim er nivel, y com o un p rim er p osible reagru p am iento m ás general de estas d istin tas etapas, se aparece u n segu nd o plano en donde son registrables dos claros ciclos dentro de la trayectoria general de A n n ales: un p rim er ciclo que va desde 1921 h asta 1968 y que estaría m arcad o por la profunda continuidad de sus sucesivos m om entos y proyectos, ciclo en donde la curva vital de la corrien te de los A n n ales coincide con el ciclo de gestación, afirm ación y clím ax de la hegem on ía historiog ráfica ejercid a por el hexágono francés dentro de los estu d io s históricos eu ro p eos y occid entales. P rim er ciclo que cubre p rácticam en te m edio siglo, y que será segu id o de un segu nd o ciclo, desplegado entre 1968 y 2005, y aún no concluido, en donde la nota d o m in an te será la de la discontinuidad progresiva entre los sucesivos proyectos in telectu ales, d iscontinu id ad que a su vez va a expresar la rápid a d ecad en cia de esa hegem onía fran co p arlan te dentro de la h isto rio g rafía de E urop a y del O ccid ente, así com o la nueva situación post-68 m arcad a por el p olicentrism o de la in n o vació n h istoriográfica y por la au sen cia de n uevas h eg e­ m on ías en el p an o ram a m u n dial de los estud ios h istóricos. F inalm en te, y por debajo de estos dos prim eros planos, esta ría n los trazo s que hem os definido in icialm ente, y que nos d an la u nid ad p ro ­ fund a de la corriente de los A nn ales, el conjunto de perfiles que, m ás allá de estos dos prim ero s estratos, es com partido por las su cesivas gen era­ ciones, p eríod o s y p royectos del itinerario an n alista. Lo que g ráficam en te puede ser resum ido, del m odo en que hem os intentad o esq u em atizarlo en nuestro C uadro núm ero 1 (véase C uadro núm ero 1). Un cu ad ro o retrato solo global de los A n n a les en p ersp ectiv a histórica, que es preciso consid erar ahora de una m an era m ás detallada.

1914

1918

1929

1939

1941

1945

1956

1968

1989

2005

ESQUEMA NUM. 1. CONTIMUIDADES Y DISCONTINUIDADES EN LA HISTORIA DE LA CORRIENTE DE ANNALES

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siendo ahora im pulsad o sólo por Lucien Febvre y sin el aporte fu n d am en ­ tal de M arc B loch , dentro de cond iciones y contextos gen erales que no son ya los m ism os que aquellos que le dieron n acim ien to y razón de ser en la co y u n tu ra in telectu al anterior. Si o bserv am os entonces las diversas entregas de estos A n n a les de los años de 19414956, verem os que dentro de sus lín eas d om in an tes, no apa­ recen en absoluto nuevos aportes epistem ológicos, teóricos o m etod ológi­ cos resp ecto de aqu ellos que habían sido ya con qu istad os y explicitad os durante los años treintas del d esarrollo de la revista. Pero en cam bio, y

com o u n a clara co n secu en cia de la d esaparición de M arc Bloch, asesinad o por los nazis en 1944, estos "A nn ales de Lucien F eb v re" v erán atemiarse claram en te aqu ellos elem entos que correspon d ían a la lín ea de filiación o tradición in telectu al rep resentad a por el m ism o Bloch, y que im plicaban una p resen cia fu erte de estud ios h istóricos de tipo com p aratista, muy p reocu p ad os de reflexio n ar y p roblem atizar sobre la cu estión del tiem po histórico y de sus im plicaciones, estud ios volcados hacia las áreas de la historia económ ica, y tam bién de la h istoria eco n óm ico -so cial que ap u n ­ tan siem pre h acia la co n stru cció n de grandes m od elos y de explicaciones generales de los d istin tos aspectos de u na estru ctu ra so cial. A l m ism o tiem po, y ju n to a la d ism in u ció n de estos tem as y trazos de origen m ás bloch ian o, van a acentuarse lógicam ente, los p erfiles d erivados de esa d irección exclu siva de Febvre, haciendo de esos A n n a les de los años de 1941-1956, u nos A n n a les m ucho m ás orientados dentro de la p ersp ectiva de la historia problem a, que se abocan m ás al tratam ien to de tem as de historia cu ltu ral y de las m entalid ad es, y que se in terrog an co n stan te­ m ente acerca del d iálogo entre la h istoria y las cien cias so ciales com o fu n d am en to de la bú squ ed a de u na h istoria global. Unos A n n a les que entonces m an tien en , aunque dism inuido, el m ism o proyecto gen eral de sus años anteriores, au nque ahora dentro de un contexto que sin em bargo es rad icalm en te d istin to al del period o entre las dos g u erras m u ndiales. Pero al m ism o tiem po, si hablam os de unos A n n a les de tran sició n es tam bién porqu e ju n to a estas líneas d om inantes, establecid as por L ucien Febvre, van a d esp leg arse igu alm ente ciertas líneas su bord in ad as, que asociad as en lo fu n d am en tal a los trabajos y a la obra de Fern an d Brau­ del, van a p erfilar poco a poco a la etapa de los seg u n d o s A n n a les o A n n ales brau d elian os que ten d rán vida entre 1956 y 1968. P u es es todavía dentro de esos A n n ales de tran sición de Lucien Febvre, que Fernand Braudel co m en zará a p u blicar sus p rim eros artícu lo s de tem as de h isto ­ ria económ ica y de h isto ria social, a la vez que pu blica en 1949 su gran obra sobre El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe n y co m ien za a in tro d u cir dentro del círcu lo a n n alista las problem áticas de la h isto ria de las civilizaciones, del vín cu lo entre la h isto ria por un lado y la econ om ía, la geografía y la sociología por el otro, así com o sus reflexiones esp ecíficas acerca de los diferentes tiem p os y de la p ersp ec­ tiva de la larga d uración histórica. Junto a estos pro ceso s de orden m ás in telectu al, los A n n ales de Febvre son tam bién de tran sició n en la m edid a en que van a v iv ir el tránsito

desde u n a co nd ición de clara m argin alid ad acad ém ica e in stitu cio n al, que habían m an ten id o durante toda su p rim era etapa de 1929-1941, hacia una situ ació n de in icial conqu ista de esp acios in stitu cio n ales y de posi­ ciones acad ém icas im portantes, que se exp resará tanto en la fu n d ación desde 1947, de la vi secció n de la École Pratique des H autes É tu d es com o en las varias com isiones otorgadas a Lucien Febvre com o delegad o de Francia en la u n e s c o , m iem bro del d irectorio del c n r s de Francia, p resi­ dente del C om ité de H isto ria de la Segu n d a G uerra M und ial o m iem bro de la A cad em ia de C ien cias M orales y Políticas, entre otros. A n n ales de tran sició n que, com o en tod a tran sició n , serán en tonces una m ezcla o com bin ació n evidente de rasgos, trazos y elem en tos del viejo proyecto que les precede, y que se m anten d rá com o lín ea d om i­ nante au nque d ism in u id a en p arte de sus com p on en tes o rig in ales, con los g érm en es o expresiones, todavía incip ientes y su bord in ad os, pero p re­ sentes y actuan tes, del proyecto por venir, del en ton ces fu tu ro proyecto de lo que serán m ás adelante los A n n ales de la d irección de Fernand Braudel.

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Los seg u n d o s A n n ales, tam bién conocidos com o A n n ales b rau d elian os, tienen sus an teced en tes y sus prim eras raíces com o hem os dicho, dentro del p eriodo de los A n n ales de Lucien Febvre. Pero sólo van a afirm a rse y d esp legarse realm ente después de la m uerte de este últim o, en sep tiem ­ bre de 1956, cu ando Fernand Braudel asu m a com p letam en te la d irecció n de la revista. Y au nque durante una p rim era etapa, tam bién R o b ert M androu ten d rá u n rol im p o rtan te dentro de la cond u cción y co n stru cció n de la rev ista -r o l qu e cesará abru ptam ente luego de la d isp u ta p ro fu n d a entre Braudel y M an d rou, en 1962-, será sin duda la figura y so b re todo la obra de Fernan d B raudel, la que va a d efinir los perfiles esp ecífico s y m ás esen ciales de ese nuevo proyecto intelectu al que va a a n im a r a la corriente en tre 1956 y 1968. Perfiles esp ecífico s de este segu ndo proyecto a n n a lista que se en cu en ­ tran m ag istralm en te resum id os, y m uy claram en te d elim itad o s en el célebre artícu lo publicad o en el últim o núm ero de A n n a les de 1958, redactado por el m ism o Braudel y titu lad o "H isto ria y cien cias sociales. La larga d u ración". U n artícu lo que visto desde la p ersp ectiv a de la

h isto ria global de la corriente de los A n n ales tien e un claro carácter programático, que in tenta d efinir el p articu lar tipo de h isto ria que será prom ovido y d esplegado por estos m ism os A n n a les b rau d elian os. Y del m ism o m odo en que podem os considerar a la b rillan te au nque in co n ­ clusa Apologie ponr l'Histoire de M arc Bloch, com o la sín tesis m etod ológica o con densad o ep istem ológico del proyecto de los "p rim eros A n n ales", y a los célebres Combats ponr l'Histoire de Lucien Febvre com o el resu m en tam ­ bién m etod ológico del tipo de h istoria desplegado durante los A n n ales de tran sició n ya referidos, así tam bién p od em os con sid erar al ensayo sobre la Marga d u ración' de Fernand Braudel com o el verdad ero textom anifiesto p rin cip al del proyecto intelectu al de esos seg u n d o s A n n ales. Porque si releem os con cuidado este ensayo de 1958, que con ju sticia es el m ás d ifu n d id o y el m ás célebre de todos los que h an salid o de la plum a de Fern and Braudel, encontrarem os que en el m ism o se explícita la p ersp ectiva global que ha servido de hilo cond u ctor para la elabo­ ración y co n stru cció n progresiva de esos A n n ales del p eriod o 1956-1968, la p ersp ectiva de la larga duración histórica. A l m ism o tiempo,, es en ese m ism o texto que se tom a p osición frente a las corrien tes de p en sam ien to entonces m ás en boga, las corrientes tanto del m arx ism o m ed iterrán eo francés com o del estru ctu ralism o , y que se d elim itan los tem as, cam p os o áreas de investigación que serán los m ás frecuentad os d urante esta etapa de la co n stru cció n b rau d elian a de los A nnales. Así, la línea del argum ento central, anunciad a en el m ism o título del ensayo, es la de la explicitación de la teoría b rau d elian a de las d iferentes tem poralid ad es histó rico sociales y en p articu lar de las realid ad es de la larga d u ración h istórica. Una teoría que para fu n d am en tarse va a com en­ zar por criticar y d esco n stru ír rad icalm ente la noción m o d ern o -b u rg u esa de la tem poralid ad , que adoptando sin crítica al concepto n ew ton ian o del tiem p o físico, afirm a que existe un sólo tiem po, hom ogéneo, v acío y com ­ puesto de fragm en to s idénticos entre sí, y que avanza de m an era in d e­ pen d ien te e irreversible frente a los hechos y procesos h um anos, a los que inclu so regu la, controla y subordina. Frente a ella, la teoría b rau d elian a va a afirm ar que existen m últiples tiem pos, tiem p os que no son los del reloj o los del calend ario, sino que son tem poralid ad es histórico-sociales, tan m últiples, d iversas y heterogéneas com o las realid ad es históricas mismas,, y en co n secu en cia tiem pos variables, m ás o m enos den sos y m ás o m enos d isím iles, que al h allarse d irectam en te v in cu lad o s a esos acon tecim ien tos, fenóm enos y procesos so ciales-h u m an o s v a n a ex p re­

sarse com o las m u chas duraciones h istóricas a in vestigar por parte de los historiadores. T iem pos o duraciones d iferenciad os que Braudel va a resu m ir en su triple tip olog ía del nivel de los acontecim ientos o h echos del tiem po corto, el nivel de las coyunturas o fenóm enos del tiem po m edio y el plano de las estru ctu ras o de los procesos propios del tiem p o largo. Una descom posición trip artita de las d uraciones que hace posible d iscrim i­ nar, y luego clasificar en d istintos órdenes, a los diversos h ech os h istó ri­ cos, u bicand o in icialm en te a aquellos hechos in m ed iatos, n erv io so s e in stan táneos, que durando u nas pocas horas, días o sem an as se han constituido siem pre en la m ateria prim a favorita de los h istoriad ores tradicionales en general y de los h istoriad ores positivistas en particu lar. H echos de m uy co rta vida, tales com o la devaluación bru sca de una m oneda, la m uerte de un jefe de estado, la irru p ció n de un terrem oto que d estru y e a u n a ciudad, o el d esen cad en am ien to de u na g u erra que sirve para g astar y enterrar cientos de m isiles en el d esierto y que son hechos que tien en a veces un im pacto esp ectacu lar y que atraen de u na m anera d esm esu rad a tod as las m iradas de quienes los p ro tag o n izan o p resencian, estand o en general cortados a la m edida del trabajo de los period istas y de los pu ntos de vista de los políticos del día al día. H echos de m uy corta d uración que se d istin g u en claram en te de los fenóm enos de co y u n tu ra, de esos d atos repetid os y reiterados d urante años, lustros y hasta décadas, que han sido los datos m ás estud iad os por los h isto ria­ dores económ icos, so ciales o cu ltu rales de la ú ltim a cen tu ria. H ech os de la co y u n tu ra com o un m ovim iento cu ltural o literario de u na generación, com o u na ram a d epresiva o ascendente del ciclo Kondratiev, o com o los efectos d iversos de un m ovim ien to político o so cial con testatario, que en m arcan a los acon tecim ien tos del tiem po o de la duración cortas, a la vez que se p ro y ectan a la m edid a de la tem poralidad co rresp o n d ien te a las p ropias vid as de los hom bres. F inalm ente, y por debajo de este tiem po m edio de las co y u n tu ra s cu l­ turales, so ciales, económ icas o políticas, están las estru ctu ras de la larga duración histórica, que correspond en a los procesos secu la res y a veces h asta m ilen ario s de las realidad es m ás duraderas, m ás elem en tales y m ás p rofund as de esa m ism a vida histórica de las socied ad es. R ealid ad es de largo aliento com o los rasgos y perfiles de u na civ ilizació n , los hábitos alim en ticios de un g ru p o .d e hom bres, los sistem as de co n stru cció n y de vigen cia de las jerarq u ías sociales o las actitud es m entales frente al

trabajo, la m uerte, la vida o la n atu raleza, que serán entonces algu nos de los tem as esp ecialm en te im pulsad os, para su exam en e investigación, dentro de esos seg u nd o s A n n ales de los "años B rau d el" de la corriente. Ya que com o ha d icho el m ism o Braudel, cuando él tom ó "la d irec­ ción de los A n n ales, fijó la línea seg ú n la larga duración", lo que explica el hecho de que en 1961 y 1962 se haya im pulsad o u na v asta encuesta internacional, dentro de las p ág in as de la revista, en torno a los tem as de la "v id a m aterial" O tam bién los m últiples artícu lo s sobre el tem a de las civ ilizacio n es y su h isto ria, que se m ultiplican y p rosp eran d urante estos m ism os años. E ig u alm en te los ensayos sobre la id ea de cru zad a a través de varios siglos, sobre la h istoria serial de los precios en tre 1450 y 1750, sobre los fu n d am en to s g eográficos del individuo biológico, o sobre otros tem as ig u alm en te centrados en estas estru ctu ras p ro fu n d as de la larga duración. Y ello, por no m encion ar el propio debate m etod ológico, tam ­ bién escenificad o en los A n n ales, en torno al artícu lo m ism o ya referido de "H isto ria y cien cias sociales. La larga duración". P ersp ectiva de la larga duración h istórica que al m ism o tiem po que constituye el aporte esencial, y la o rigin alid ad m ayor de estos A n n ales brau d elian os en el plano de la m etodología h istórica, es tam b ién el paradigm a que va a p erm itir la clara profundización y radicalización del conjunto de los p arad igm as heredados de los p rim eros A n n ales, profu n d ización que m an ten ien d o u na continuidad esencial entre los p rim ero s y los seg u nd o s A n n ales, va a in stau rar sim u ltán eam en te a estos ú ltim os com o la etapa de superación y a la vez cu lm in ació n de los prim eros. A u nqu e se trata de u na "su p eración " en el sentid o h eg eliano, de una aufhebung, que al m ism o tiem po que niega, co n serv a a esos parad igm as de los A n n ales fund adores, refu n cion alizán d olos dentro de u n a nueva estru ctu ra y red im en sio n án d o los desde ese nuevo referen te de la propia larga duración. Porque dado que la larga duración se plantea entre sus o b jetiv o s p rin ­ cipales, el de d elim itar y aprehender a esas a rqu itectu ras o realidad es lentas en co n stitu irse, que se repiten y reiteran en la h istoria, y que sólo se d esg astan y d esestru ctu ran tam bién m uy lentam ente, nos p roporciona con ello u n a entrad a privilegiad a al ejercicio sistem ático del m étodo com parativo, al que perm ite extenderse dentro de period os m ucho m ás prolongad os de tiem po, y dentro de un universo m ucho m ayor de "fen ó ­ m en o s" o "c a so s" su scep tibles de ser ju stam en te "com p arad os". Y dado que la com p aración arroja com o uno de sus resultad os esen ciales el de la

d iscrim in ació n de los elem entos generales o u niversales, frente a aquellos particu lares o ind ivid u ales, es claro que dicha d iscrim in a ció n se hace más evidente y hasta necesaria cuando, desde esas estru ctu ras de esa larga d u ració n histórica acced em os ya a uno de los v arios eslab o n es de esta cadena, al u niverso de ciertos elem entos generales, reiterados y per­ sistentes que se exp resan en esos procesos cíclicos, rep etid o s y que rea­ parecen co n stan tem en te com o elem entos reales de d eterm in ació n de los procesos históricos hum anos, a lo largo de itin erarios siem pre tra n secu lares. C on lo cu al la larga duración dilata enorm em en te los territorios y puntos de apoyo del com paratism o histórico, otorgánd ole ad em ás a este últim o otra entrada posible hacia uno de los elem entos cuya apreh en sión constituye su objetivo general. Por otro lado, y al concentrar toda su atención en este d escubrim ien to, registro y luego explicación de esos elem entos m ás durables, profun d os y d eterm in an tes de la h istoria larga de las socied ad es h u m anas, los A n n ales b rau d elian o s van a d esem bocar en la reivin d icació n de un nuevo e inédito d eterm in ism o histórico: justam ente, el d eterm in ism o de las estru ctu ras de la larga duración histórica. Pero puesto que, com o b ien lo ha rem arcad o B raudel, la larga duración se encu en tra presen te lo m ism o en la g eo g rafía que en la cultura, e igu alm ente en la política o la econ om ía que en la socied ad , entonces ese d eterm in ism o de la larga d uración va a co n d u cir n atu ralm en te a esos segu nd os A n n ales h acia un rep lan ­ team ien to rad ical de la h isto ria global. Y entonces, la h isto ria globalizante no lo será ya solam ente por el hecho de in ten tar ab arcar tod as las d istin tas realid ad es o niveles de la totalidad social, sino tam bién por el hecho de afirm ar, com o postu lad o epistem ológico central, el de la pro­ funda y originaria unidad fundamental de lo social. Para Fern an d Braudel y los A n n ales brau d elian os lo so cial es, en el punto de p artid a, u na unidad, a la que las d istin tas ciencias o d iscip lin as sociales "m ira n " u "o b serv a n " desde d istin to s em p lazam ien tos o plataform as esp ecíficas. Y entonces, la exigen cia de resitu ar todo problem a dentro de las resp ectiv as to tali­ dades que lo en m arcan , y resp ecto de la totalidad global en que se in serta va a convertirse, en estos A n n ales de los años 1956-1968, en la m ás radi­ cal n ecesid ad de d esco n stru ír y su perar al "ep istem e" d iscip lin a r a ctu a l­ m ente vigente de aproxim ación hacia lo social, para su stitu irlo por otro nuevo epistem e, esen cialm en te "u n id iscip lin a r" y g lo b alizan te de acer­ cam iento a esa m ism a realidad.

H istoria que gracias a los servicios de la larga duración, extiend e los d om in ios y los m od os de acceso a la com paración, rad icalizan d o y hasta su b v irtien d o el carácter g lobalizan te de sus p erspectivas, y que ig u al­ m ente va a p ro fu n d izar hasta el final a los po stu lad o s de la historia problem a de los prim ero s A nn ales. Pues a tono con este abord aje de las realidad es del tiem po largo, van a co n stru irse en cuestas, cu estio n ario s y problem as que d efin itivam ente serían im posibles de abord ar por parte de la historia po sitivista o tradicional. Pues si com o ha dicho Braudel, es im posible d ecir que el m ar M ed iterráneo "n ació el día tal o ta l" o narrar resp ecto de sus cam bios o m an ifestacion es esen ciales "la s cosas tal y com o h an aco n tecid o " entonces es claro que desde la larga d u ra­ ción y desde los problemas específicos que a ella correspon d en , se ha vuelto im p rescin d ible irrem ed iablem en te la u rgen cia de co n stru ir y de exp licitar los cu estio n ario s de estas nuevas investigaciones, delin ean do las encuestas que nos p erm itan aprehender a la civ ilizació n m aterial, a las irrad iaciones civ ilizato rias del m ar M editerráneo, a las estru ctu ras p rofu nd as de la econ om ía de m ercado o del cap italism o, o a las co n d icio ­ nantes geo h istó ricas de las d istin tas civ ilizacion es del m u ndo actual. Y si no hay in dagación p osible de los procesos de la larga d uración histórica, m ás que d esde los presupuestos de la historia problem a, en ton ces esta ú ltim a se su b su m e e incorp ora com o precond ición fu n d am en tal de la prim era. Finalm ente, si esta p ersp ectiv a de la larga duración ha revolucionado pro fu n d am en te la agenda de los tem as de la in vestigación histórica, abriend o todo el vasto territorio de problem as antes m encion ad os, tam ­ bién ha renovad o con ello la conciencia del carácter abierto y todavía en proyecto de co n stru cció n de esa m ism a ciencia h istórica. Pues dado que es, otra vez, im posible h acer una historia em pírica, factual, o "év én em en tielle" de las estru ctu ras de larga duración, y es tam b ién em p resa vana el tratar de erig ir a esa larga duración en u na nueva "filo so fía " m etafísica de la h istoria, en ton ces vuelve a acen tu arse de m odo acu cioso el carácter nuevo, inicial, p rim ario o sólo in fan til del m od ern o proyecto de u na cien ­ cia de la h istoria, la que de nueva cuenta, y bajo el im p u lso d irecto de esta larga duración, ha vuelto a m udar de piel para ren ovar su s técn icas, sus p ro ced im ien to s de análisis, sus horizontes generales y hasta p arte de sus conceptos, teorías y m odelos principales. R ed im en sion an d o así desde la perspectiva de la larga d uración y en todas estas v ertien tes a los paradigm as característico s de los prim ero s

A n n ales, los A n n ales brau d elianos van a superar, en sentid o hegeliano, a sus p red ecesores, desplegando un nuevo proyecto in telectu al que aunque diverso y o rig in al frente a los A n n ales de 1929-1941, se in scrib e sin em bargo resp ecto de este últim o en una clara lín ea de con tin u id ad p ro ­ funda y esen cial. Si volvem os de nuevo al texto de "H isto ria y cien cias sociales. La larga duración"' de 1958, verem os que adem ás de exp licitar esta teoría de los d iferen tes tiem p os y esta persp ectiva m etodológica de la larga d uración -q u e h an servid o de criterio rector para la definición de la p olítica ed ito­ rial y del entero proyecto de estos A n nales b rau d elia n o s-, tam bién refleja de m anera clara, a través de los m últiples ejem plos que u tiliza, a la esp e­ cial co y u n tu ra general que va a ser el m arco de esos m ism os seg u nd os A n n ales. P u es com o ya hem os m encionad o antes, estos A n n ales de los años 1956-1968 son hijos de esa coyun tura exp an siv a del ciclo K on d ratiev que se d esp liega desde el fin de la seg u n d a guerra y h asta la g ran crisis económ ica in tern acio n al de 1972-1973, y que en Francia ha sido calificad a com o el perio d o de los "trein ta años g lo rio so s" Una co y u n tu ra m arcad a por un crecim iento econ óm ico sosten id o, que va a acelerar enorm em en te la in d u strializació n tanto de F ran cia com o de tod a E uropa, haciend o rem ontar a las cifras absolutas de la población u rbana por en cim a de las de la población ru ral, y d esen cad en an d o un p roceso de m ejo ram ien to del nivel de vida de las clases pop u lares y una clara m ovilid ad so cial ascendente de todos los estratos y grupos sociales de las d iferentes naciones de Europa occid ental. Un period o entonces de claro auge económ ico, que d isp ara h acia arriba los ín d ices de u rban izació n , in d u strializació n y m o d ern ización de la "p eq u eñ a E u rop a" y que va a ex p resarse tam bién en un fortalecim ien to im p o rtan te del m ovim iento obrero y en la consolid ación de socied ad es cu yas estru ctu ­ ras y fu n d am en to s generales parecen gozar de u na clara e in cu estion ab le estabilid ad y legitim id ad . E ntonces y a tono con estos trazos generales de esa co y u n tu ra económ ica y so cial expansivas, que ponen en el cen tro de la reflexión a las d im en sio n es económ icas y eco n óm ico -so ciales de las socied ad es eu rop eas m od ernas, es que van a legitim arse, dentro de la h isto rio g rafía eu ropea y tam bién francesa, los d istin tos estud ios in scrito s d en tro de la ram a de la h isto ria económ ica, pero tam bién las in vestigacio n es de la recién cread a h isto ria dem ográfica y ciertas áreas esp ecíficas de la h isto ­ ria social. Y todas ellas, en una orientación que apoyada en los pro g reso s

de la estad ística y de la cuantificación, va a derivarlas prim ero hacia la h isto ria cuantitativa y en un segundo m om ento inclu so hacia la propia h isto ria serial. A lgo que será evid ente dentro de esos A n n ales d irigid os por Fern an d Braudel, A n n ales qu e no sólo lan zarán la in iciativa y m u ltip licarán las investigaciones sobre, por ejem plo, la historia de los p recios en todos los p aíses de E uropa entre los siglos xv y xix, sino que tam bién fom en tarán y se harán eco d irecto de esos d istin tos estud ios cu an titativ o s y seriales sobre el papel de la m oneda en la econom ía eu ropea m od ern a, sobre las raciones y los m od os de alim en tación de las flotas de esa E u rop a a la conqu ista del m undo, o sobre la estratificación diversa de los d istin tos "ó rd en es" en las socied ad es del antigu o régim en, entre tantos otros de los tem as enton ces abordados. Sirvien d o en ton ces sim ultáneam ente, de foro para esas nuevas in v es­ tigaciones h istó rico -eco n ó m icas de los historiad ores de toda Europa, y de polo de con cen tración de una p arte im p ortan te de todas las in icia­ tivas d esplegadas en estos cam pos de la h istoria so cial, dem ográfica, económ ica, cu an titativa y serial, los A n n ales b rau d elian os v a n a in ser­ tarse muy activam en te en el conjunto de los grandes debates in telectu ales que en esa ép oca agitan a la m ayoría de los cu ltivad ores de Clío, y que se refieren tan to a la transición de las socied ad es feu dales hacia las socied ad es m o d ern as capitalistas, com o a las m últiples cu rv as evoluti-S: vas de estas ú ltim as, referid as igu alm ente a los m ov im ien tos e in su rrec- ; ciones cam p esin as de las sociedad p rein d u strial, que a las m u taciones : de la nobleza y luego de la bu rgu esía de los ú ltim os cin co siglos, pero tam bién a los orígen es y significado de la revolución in d u strial y a la caracterizació n global de la entera h istoria de las socied ad es cap italistas contem poráneas. Porque a tono con esta expansión económ ica fu erte que entonces v an a v iv ir to d as las eco n om ías eu ropeas occidentales, y ju n to a ella a la co n com itan te p o p u larizació n y consolid ación de una renovad a h isto rio ­ g rafía económ ica y so cial, es que los A n n ales brau d elian os co m en zarán a in crem en tar su p resencia in stitucion al dentro de los m ed ios acad ém i­ cos del hexágono e in clu so dentro de la m ism a Europa, co n v irtien d o a la vi Sección de la École Pratique des H autes É tu d es en la in stitu ció n de v an g u ard ia dentro de la investigación y la docencia en cien cias so ciales dentro de Francia, y ech an d o a andar la origin al y tam b ién m uy av an zad a Maison des Sciences de l'Homme, que se convertirá ráp id am en te en un ver-

dadero lu gar de recep ción y punto de concentración de la m ás avanzad a in telectu alid ad crítica de E uropa y del O ccidente de aqu ellos tiem pos. Al m ism o tiem po, y respaldados por esta cada vez m ás im p o rtan te estru ctu ra de apoyo in stitu cio n al, esos A n n ales d irigid os desde la óptica de la larga d uración histórica, van a in sertarse tam bién d en tro de las grandes lín eas de las m utaciones in telectu ales que entonces va a vivir el paisaje cu ltu ral del hexágono, y que se con centran en torno a la doble d ifusión, m asiva e invasora dentro de las ciencias so ciales francesas, p rim ero de un m arxism o de m atriz cultural claram en te m editerrán ea, y luego de la fu erte im plantación del estru ctu ralism o. Y si volvem os nuevam ente al texto pro g ram ático -m etod o lóg ico de Fernand Brau del de 1958, verem os que en él se encuentra tam bién una clara tom a de posesión frente a estas dos grandes ten d en cias in telectu ales que en los años cincu en tas y sesentas han reh ech o com p letam en te el clim a in telectu al francés. En prim er lugar, Braudel va a d efin irse frente a M a rx y a los m arx istas, en térm inos de una postura de abierta co lab o ­ ración estratég ica y de clara alian za intelectu al. Y ello, no sólo porque com p arte con esos m arx istas el m ism o cam po problem ático de la h is­ toria eco n óm ica y social, sino tam bién porque ha d escu b ierto fren te a la obra de M arx u na profund a afinidad de persp ectiv as m etod ológicas y ep istem ológ icas fu nd am entales. Porque es ju stam en te en este ensayo sobre "H isto ria y cien cias sociales. La larga duración", en donde Braudel va a d eclarar en fáticam en te que "el genio de M arx, el secreto de su p ro ­ longado poder, se debe a que él fué el prim ero en fabricar verdad eros m od elos sociales, a p artir de la larga duración histórica". En co n secu en cia, y ju sto en torno de esta p ersp ectiv a de la larga d ura­ ción, es que Braudel va a encontrar un terreno posible y propicio de d iálogo en tre los m arx istas y sus colaboradores y d iscíp u lo s m ás in m e­ diatos. Y así, en contrán d ose am bos en todos los co n g reso s de h istoria econ óm ica de aquellos tiem pos, y com p artiend o sus resp ectiv os resu l­ tados de in vestigació n sobre los tem as de los orígenes del cap italism o o los cam bios históricos de la bu rgu esía, pero tam bién sobre la h istoria serial de los precios eu ropeos y sobre la d in ám ica en tre las d istin tas civ ilizacio n es, es que se ha establecido esa relación de diálogo abierto y fraterno, y luego de m u tu a colaboración y apoyo, en tre ese círcu lo de los colaboradores y co n stru cto res centrales de los A n n ales brau d elian os y los d istin tos m a rx ista s de E uropa y del occidente. Y si los prim ero s A n n ales de B loch y F ebv re fueron un foro abierto en donde p u d ieron escrib ir y

participar, a veces inclu so m uy p a ta g ó n ica m en te, autores so cia lista s y com u nistas com o G eorges Lefebvre, Franz Borkenau, Lucie Varga, E rn est Labrousse, H en ri M ougin, Pierre V ilar o M aurice H albaw chs, los A n n ales brau d elian os v an a rad icalizar tam bién esta posición, entabland o rela­ ciones estrech as y sistem áticas con los m arxistas de la rev ista inglesa Past and Present, con los historiadores com u n istas polacos del g rupo de W itold K ula, con los h istoriad ores soviéticos y h ú n g aro s de clara filiación so cialista, con los h istoriad ores italianos, españoles o p o rtu g u eses de izquierd a, ig u al que con los historiad ores m arxistas v enid os de C anad á, E stad os U nidos o A m érica Latina. Y au nque es absolu tam ente claro que Fernand Braudel no ha sid nunca m arxista, com o no lo han sido tam p oco esos A n n a les brau d e­ lianos, eso no h a im p ed id o que el autor de El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe n declare m últiples veces que adm ira a M arx, no sólo porqu e éste poseía ya la "p ercep ción de la larga d ura­ ción h istó rica" sino tam bién porque tiene un "agud o sen tid o histórico", porque es cap az "d e ad optar las p erspectivas de la h isto ria g lo b al" y porque su em presa se in scrib e tam bién en el cam in o de un in ten to de edi­ ficar "u n a verdadera cien cia o proyecto científico de la h istoria". Y enton­ ces, n ad a de extraño tiene este hecho de que los A n n a les brau d elian os hayan colaborad o y hasta hecho "fren te com ú n" con los m a rx ista s del occidente, de Europa y de Francia, abriéndoles sus p á g in a s, in vitán d olos a sus co n g reso s y a sus in stitu cio n es académ icas, y d ebatiendo con ellos sobre sus m ism os tem as y resultados de in vestigación. E ig u alm ente, el hecho de que F ernand Braudel va a reclutar a los h istoriad ores a quienes: h ered ará la d irecció n de la rev ista - y tam bién varios de los pu estos de p od er acad ém ico o de im p o rtan cia in telectu al que él había o cu p a d o -, d entro de esos m ed ios com u nistas y de izq u ierd a del propio hexágono francés. D efin ién d o se entonces, frente a ese m arxism o que se d ifu n d e am p liam ente en toda la cu ltu ra de las ciencias so ciales en Fran cia después de 1956, en térm in os de u n a apertu ra am istosa y de una cierta alian za in telectu al, los A n n ales de la larga duración van en cam bio a oponerse frontal y rad icalm en te a la seg u n d a gran tend encia in telectu al, que tam ­ bién en los años cin cu en tas y sesen tas va a in vad ir al co n ju n to de las d iscip lin as so ciales del hexágono, a través de las su cesivas "o la s" de em ergen cia y luego d esp liegu e del estructuralismo francés. Y esto, por el sim ple y elem ental hecho de que este estru ctu ralism o ha sido en general,

y aún en su s rep resen tan tes m ás brillantes, pro fu n d am en te ahistórico, cuando no abierta y d eclaradam ente antihistórico. Porque u no de los postu lad os básico s de ese estru ctu ralism o es ju sta ­ m ente el de prom over el m ás detallado an álisis p osible de los elem entos y de las relaciones de la "estru ctu ra" que se in vestiga, a n á lisis que en general sólo se h ace posible si "con g elam o s" el m ovim ien to y evolución de esa estru ctu ra, sacriñcand o entonces la d iacron ía a la sin cro n ía. En consecu encia, el "co rte" presupuesto, que d iseca y luego d iseccio n a a esa estru ctu ra, para m ejor captar los víncu los entre su s d istin ta s partes constitutivas, cond u ce casi siem pre a la evacuación de los elem entos g enéticos o form ativos de esa m ism a estru ctu ra, lo que no pudo ser sal­ vado ni siquiera por p arte de un fallido "estru ctu ra lism o g en ético " que fué prom ovid o en respuesta a esa crítica recu rren te del a h isto ricism o o an tih isto ricism o congénito al enfoqu e estru ctu ralista. Así, y de m an era casi espontánea, tanto Lucien Febvre com o Fernand Braudel van a oponerse enérgicam ente a esas "olas e stru ctu ra lista s" tratando de reiv in d icar el carácter n ecesariam en te histórico - y por tanto genético ev o lu tiv o - de todos los fenóm enos sociales, y en co n secu en cia esas d im en sio n es esen cialm en te históricas n ecesariam en te o lvid adas por ese nuevo en foqu e estru ctu ral. Lo que sin em bargo, no va a im pedir a Braudel, ni a sus A n n ales braudelianos el u tilizar, y abundantem ente, el térm in o m ism o de "estru ctu ra". Pero se trata ju stam en te de un uso o co nn otación "an tiestru ctu ra lista ", si es p osible plantearlo así, de la propia noción o con cepto de estru ctu ra. Pues sigu ien d o u na estrategia in telectu al a la vez su til e in teligen te, lo que Braudel va a hacer es ju stam en te historizar el con cepto de estru ctu ra, recu p erán d olo desde la h istoria y u tilizánd olo para co n n o tar p recisa­ m ente a esas realid ad es, arqu itectu ras o fenóm enos de larga d uración que ahora serán tam bién rebautizad os com o "e stru ctu ra s de la larga duración h istó rica" Pero se trata, com o es evidente, de un " u s o " del térm ino absolu tam ente diverso al u so que los estru ctu ra lista s hacen del m ism o. O p o n ién d o se entonces m uy explícitam ente al estru ctu ra lism o en general - lo que no ha im pedido, paradójicam ente, que lectores poco aten­ tos de su obra lo califiquen de ¡historiador estructuralistal-, Braudel va a co n fro n tarse m ás d irectam en te con la an trop ología estru ctu ra l de su gran am igo C lau de L evi-Strau ss. Lo que u na vez m ás es evid en te en el texto -m an ifiesto de 1958, Pues siguiendo otra vez la m ism a estrateg ia

"A sí pues, n o so tro s aceptam os el p en sam ien to m arxista entre otros, N o lo hem os usado com o credo ni com o m arco de referencia, pero tam poco lo hem os apartado de n osotros. M ás de lo que u stedes piensan, en un país com o el nuestro y tal vez en todos los países del m undo occid en tal, el p en sam ien to de M arx h a pen etrado en profu n d id ad . No existe n in g ú n intelectu al, en Estados U nidos com o en F ra n ­ cia, en Italia com o en A lem an ia, en In g laterra com o en España, que no esté im buido por el vo cab u lario de M arx y, com o las p alabras no lleg an nunca solas, por el p en sam ien to de M arx. No es pues sorprend ente que nos h ayam os en ten ­ d id o bien con alg u no s m arxistas polacos, y tod avía m ejor con los m arx istas italianos, aprendiendo m ucho de u n o s y otros. N in g u n a barrera nos ha separado de los m a rx ista s franceses". F e rn a n d B r a u d e l "En guise de conclusión" en Review, vol. i, núm. 3/4, 1978

sutil ya señalad a, lo que Braudel y sus A n n ales b rau d elian os van a hacer frente a esta an trop ología levistrau ssian a estru ctu ralista, será ju stam en te "ap o d erarse" de sus m ism os tem as y objetos de in vestigación , pero para exam in arlo s y luego explicarlos desde u na p ersp ectiv a rad icalm en te histórica, d esde u na óptica que al historizarlos, les d evu elva esa d im en sió n esencial pero au sente dentro de los estud ios de la an trop ología francesa de aquellos tiem p os. Una estrategia que se ejem plifica m ag istralm en te en las investigacion es y en los resultados brau d elianos sob re el tem a de la "civ ilizació n m aterial". P ues es claro que en estos últim os, Fernan d Braudel va a estu d iar los mismos tem as que había abordado antes esa an trop ología estru ctu ralista, tales com o las m aneras de m esa, las form as del vestido, la com p osición del hábitat, la o rg an izació n esp acial del territorio o los hábitos alim en ticio s entre otros, pero ahora desde esta óptica p rofu n d am en te h istórica, que se preocu pa m enos de las relaciones funcionales o de las in terco n exio n es o co m bin atorias p osibles entre esos elem entos, y m ás de los efectos h istó ri­ cos y de las cu rvas evolutivo-progresivas y de las d uracion es de esas m ism as "e stru ctu ra s" de la civilización o vida m aterial de los hom bres. Con lo cu al, ese com bate radical y frontal en contra del estru ctu ralism o , no será u na sim ple crítica o d escalificación de sus tesis, sino m ás bien toda u n a ilu stració n y dem ostración de sus lagu nas a n alíticas y de los lím ites esp ecíficos de sus posibles explicaciones sobre cierto s tem as fu n ­ d am entales de las socied ad es hum anas, lagu nas y lím ites que en la posición b rau d elian a es posible colm ar y su p erar ju stam en te a través de su rig u ro sa historización. P osicionánd ose de estas d istintas m aneras, frente al m arxism o y al estru ctu ralism o entonces en boga en la cu ltu ra fran cesa, los A n n ales brau d elian os han term in ad o de definir sus esp ecífico s perfiles in telectu ales, perfiles que no sólo establecen u na profun d a continuidad superadora con los A n n ales del periodo 1929-1941, y en co n secu en cia, tam ­ bién con los A n n ales febvrianos de transición, sino que al m ism o tiem po dan con tenido in telectu al a un tam bién in in terru m p id o p roceso de afir­ m ación de u na cierta hegem onía h istoriográfica, que co m ien za con esos m ism os prim ero s A n n ales, para llegar a su punto de clím ax y cu lm i­ nación m áx im a con estos A nnales d irigidos por Fernand Braudel d urante los años de 1956 a 1968.

Ya hem os exp licad o antes, com o la prim era guerra m u ndial y luego sobre todo el ascen so de los nazis al poder, han golpeado cen tralm en te la cu ltu ra alem an a y austríaca, d estruyendo rápida y totalm en te el rol hegem ónico que esa cu ltura germ ano parlante había ejercid o sobre Europa d esd e aproxim ad am ente 1870 y hasta esas fech as trágicas de 1914 y 1933. C on ello, com o ya hem os explicado, se creó un vacío profund o e im p o rtan te dentro de la cu ltura europea, vacío que d esd e el fin de la p rim era guerra m u n d ial, y de una m anera lenta pero seg u ra, com enzó a ser llenad o cada vez m ás por los autores franceses y por las obras produ­ cidas dentro del u niverso europeo franco parlante. Por eso, no es extraño que al o bserv ar m ás en perspectiva la h istoria de esa cu ltu ra eu ropea en el siglo xx, se m an ifieste m uy claram ente este p asaje de u n a h eg e­ m onía cu ltu ral a otra, escen ificad o durante el p eriod o de en tre las dos g u erras m u n diales y consolidado durante la co y u n tu ra de la seg u nd a posguerra. Un p asaje que afecta tanto al conjunto de las cien cias so ciales com o tam bién a la esfera del arte y la literatura, exp resán d ose de m an era evi­ dente en el conjunto de las cu rvas in tern as evolutivas de tod as estas d is­ ciplin as y actividad es. Entonces es pasando por ejem plo d esd e el teatro de situ acion es de Bertold B rech t al teatro ex isten cialista de Jea n Paul S artre y de A lb ert C am us, y de la literatu ra de R o b ert M usil y de Thom as M an n a las obras de M arcel Proust y de A n d re M alrau x, que el arte eu ropeo co m en zó a recen trar los polos de sus cen tros de graved ad p rin ­ cipales. Pero tam bién la filosofía, que pasa de los ensayos de H eid egger y H usserl a los de S artre y M erlau-Ponty, o la sociología que tran sita desde Tonnies y Sim m el hasta G urvicht, o la cien cia política que reco rre el arco que va d esd e M ax W eber hasta R aym ond A ron y la an trop olo gía que d esde M au rer y B ach o fen se m ueve h asta Claude L ev i-Strau ss, v a n tam ­ bién a atestig u ar esta su stitu ció n de la hegem onía germ an o parlan te por la nueva h eg em o n ía cu ltu ral francesa. Y lo m ism o el p sico an álisis, que de Freud pasa a L acan, o el m arxism o que ve su ced er a la escuela de F ra n k fu rt con los trabajos de H enri Lefebvre y de L ou is A lth u sser, o la econom ía, que de neo clásica de la escuela au stríaca se tran sfo rm a en planificadora y estu d io sa de los polos económ icos con Fran^ois Perroux, o la lin g ü ística que d esd e W ittg en stein y el círculo de V ien a nos conduce hasta los b rillan tes resultad os de Roland B arth es, o la geo grafía, que de ratzelian a se convierte en vidaliana, van todos ellos a expresar, dentro

de estos d iversos cam pos del análisis de lo so cial, ese m o v im ien to m ás general de la d eclin ación de la cu ltura g erm án ica y de su relevo en el puesto h eg em ónico por p arte de la cu ltura del hexágono francés. U n m ovim iento que se in iciará claram en te en la co y u n tu ra de 1919-1939 p ara consolid arse definitivam ente d esp ués de la seg u n d a guerra m u n d ial. Y que en el plano de la h isto ria y la h isto rio g ra fía tendrá como su p rin cip al protagonista, ju stam en te a la corrien te de los A n n ales que aquí an alizam o s. Porque como ya hem os explicado antes, la crisis profund a que van a vivir los estud ios históricos en A lem an ia y A ustria, después de la p rim era guerra m undial, y que se d esp liega y ag u d iza a todo lo largo de los años veintes y treintas de este siglo, va a p ro v o car el progresivo eclip sam ien to de esa d om inación germ ano parlan te en la h is­ toriografía, p roceso que corre paralelo con el n acim ien to y con stitu ción de u na nu eva h isto rio g rafía que ahora serv irá de m odelo al co n ju n to de las h isto rio g rafías europeas, y que es ju stam en te la h isto rio g rafía fran ­ cesa prod ucida por los Annales d'Histoire Economique et Sociale fundados en 1929. Y si antes de 1939, esta nueva hegem on ía h isto rio g ráfica apenas in icia su cu rv a de vida, d esp un tand o tenuem ente d entro de los estu d ios h istóricos eu ro p eos de aquella época, d esp ués de la seg u n d a guerra en cam bio, d icha h egem onía va a afirm arse y a co n so lid arse com p leta­ m ente, erig iend o a la h isto rio g rafía de los A n n ales en el claro espacio en donde se p ro cesan las líneas m ás im portan tes de la in n o v ació n h is­ toriográfica, a la vez que se d esarrollan y se escen ifican los m ás im p o r­ tantes d ebates h isto rio g ráfico s y se escriben y pu blican , nueve de cada diez veces, las obras m ás representativas y fu nd am en tales de la h isto rio ­ grafía de aqu ellos tiem pos. E ig u al que en 1900 era A lem an ia quien d efinía los d erroteros de la h isto rio g rafía europea, en 1960 será Francia la que va a d icta r los ru m bos del d esarrollo y del ejercicio prin cip al de historiad or en el m undo europeo y O ccid ental. A poyada entonces, en esta fu erte irrad iació n ya evocada del conjunto de las ciencias so ciales y de las artes de la cu ltu ra francesa, la h isto rio g rafía an n alista va a ser la que abra para el conjunto de los cu lto res de C lío en el m undo, esa h isto ria cu an titativ a y sob re todo serial que se d ifu n d irá am pliam en te después de los años cin cu en tas y sesentas de nuestro siglo. Al m ism o tiem po, será tam bién F rancia la que va a in au g u rar los cam pos de la historia dem ográfica, o los de u na muy noved osa g eo h isto ria o h isto ria con reales fu n d am en to s g eográficos, a la vez que re lan za con nuevas y m ás sofisticad as h erram ien tas y apoyos, a

la h isto ria de las civ ilizacio n es en general, y a la de la civ ilizació n m ate­ rial en particu lar, Y esta últim a, en u na óptica que sim u ltán eam en te abre todo el com p lejo abanico de u na tam bién pionera y o rig in al h isto ria de la vida co tid ian a. F inalm ente, y otra vez nueve de cad a diez veces, serán los historiad ores fran ceses los que van a prod ucir las obras m ás im por­ tantes y rep resen tan tiv as de esta coyun tura in telectu al, desde los fu n d a­ m entales libro s de E rn est L abrousse sobre La crise de l'économie frangaise á la fin de l'ancien régime et au debut de la Révolution, o el de Fern an d Braudel sobre El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en la época de Felipe //, hasta Les Paysans du Languedoc de E m m an uel Le Roy L ad u rie o Cataluña en la España moderna de P ierre V ilar, entre m uchas otras. U na h eg em o n ía historiográfica francesa que avan za claram en te durante el p eriodo de los A n n ales de tran sición de 1941-1956 para alcan ­ zar su clím ax y cu lm in ació n durante el periodo de los A n n a les d irigid os por F ernand B raudel, en tre los años de 1956 a 1968. Pues es claram en te en estos tres lu stros referidos, cuando la h isto rio g rafía fran cesa ha ejer­ cido, de m anera p rácticam en te incontestad a, su d om in io sobre la h isto ­ riog rafía eu ropea y occidental, dom inio que ha term in ad o por su stitu ir al célebre "v ia je a A lem a n ia " de los historiad ores del p rim er cu arto de siglo, por la o bligad a "estan cia fran cesa" y hasta m ás bien "p a risin a " -d a d a la en o rm e cen tralizació n de F ra n cia - de los h isto riad o res de esta co y u n tu ra de los años de 1945-1968. Una estan cia fran cesa y parisin a, que era un req u isito im p rescin d ible en la form ación de un h isto riad o r d igno de ese título, en esas ép ocas referid as de la seg u n d a posguerra. H egem on ía o d o m in io esen cialm en te in telectu al de la cu ltu ra de cien­ cias so ciales y de la h isto rio g rafía fran cesas de esos años cu arentas, cin cu en tas y sesen tas que explica entonces tam bién , sen cillam en te, el cre­ ciente fortalecim ien to in stitu cio n al y el aum ento de pod er acad ém ico que la corrien te de los A n n ales va a ir conqu istand o a lo largo de esta co y u n ­ tu ra aludida. P u es si la h isto rio g rafía fran cesa se con vierte en el m odelo a seg u ir p ara la h isto rio g rafía de van g u ard ia en E uropa y en el occidente, y si los A n n a les son la corrien te m ás im p ortan te d entro de esa h isto rio ­ g rafía fran cesa, lógico es que atraigan hacía sí m ism os a los h istoriad ores m ás d esp iertos e innovad ores de A m érica L atin a, de la A m érica del N orte y de toda Europa. Y entonces, y para pod er acoger todo ese flujo de colegas, escu ch as, seg u id ores e interlocutores, es que se ha fundado, p rim ero en 1947 la vi Secció n de la École Pratique des Hautes Études y luego en 1962, la Maison des Sciences de VHomme. Y es por ello tam bién que,

en cierta m edid a, los m iem bros de la n ebu losa a n n alista co m ien z a n a ser llam ad os para ocu p ar C áted ras en el Collége de France, para d irig ir colecciones de h isto ria en las grandes ed itoriales, para presid ir los ju ra ­ dos de exam en de agregación, o para p articip ar en d istin tas com ision es u o rg an ism o s g u bern am en tales encargados de la prom oción o d iseñ o de las p o líticas relativas a la en señ an za e investigación h istóricas. P u estos de "p o d er in stitu cio n al" y "p o d er acad ém ico " que son el sim ple com plem ento, a nivel de las in stitu ciones, de esa cu lm in a ció n de la h eg em o n ía histo rio g ráfíca ejercid a por los A n n a les febvrian os y luego b rau d elianos, y no el resultado de u n a estrateg ia "co n scie n te " de con­ qu ista de d icho p o d er por parte de Lucien Febvre o de Fern an d Braudel, o el fruto de no se sabe qué extraña cond ición p erson al o p sicológica de "m an d arín ", "g ran p atró n " u "h o m bre de poder", que a veces h a sido evo­ cada por alg u n o s intérp retes un poco apresurados de la h isto ria de estos A n n ales d irigid o s por L ucien Febvre y luego de aquellos lid eread os por Fernand Braudel. D e este m odo, el pod er in stitu cional que por ejem plo, ha detentado en su m om ento Fernan d Braudel, no se explica ni m ucho m enos por una am bición p erso n al o por algú n trazo de la perso n alid ad del célebre autor de Civilización material, economía y capitalismo. Siglos xv-xvui, sin o sim p le­ m ente com o el correlato in stitu cio n al del rol h eg em ón ico ejercid o por los A n n a les dentro de los estud ios históricos fran ceses, eu ro p eos y occi­ d entales de eso s años cin cu en tas y sesen tas en que Braudel ha ocu pad o el pu esto d irectiv o de la corriente. Un pod er que, por lo d em ás, será abandonado alegrem ente y sin n in g ú n problem a por el m ism o Braudel después de esa gran fractura de larga d uración que ha sido la revolución cu ltu ral de 1968. R evolu ción que cierra la etapa de los A n n ales brau d e­ lianos, al m ism o tiem po que clausura, m ás en profun d id ad , todo el ciclo general vivido por la corriente de los A n n ales desde 1929 hasta 1968, ciclo m arcad o por u na esencial com u nid ad de p ersp ectiv a s teóri­ cas, m eto d oló gicas y problem áticas entre los su cesivos A n n a les de este periodo, y que d esp ués de esa fecha em blem ática sim b o lizad a en los sucesos del m ayo francés, cederá el paso a u na nueva etapa y a un nuevo ciclo de vid a de la corriente de los A n nales, ahora caracterizad o por una esencial discontinuidad y ruptura frente a todos los d istin tos p roy ectos de los A n n ales que le habían precedido.

LO S A N N A LE S D E LA S "M EN TA LID A D ES" Y DE L A "A N TRO PO LO G ÍA HISTÓRICA": LO S AÑ OS DE 1968-1989

La corriente de los A n n ales, que ha sido y es sin duda u na de las m ás relevantes exp resion es cu ltu rales del intelecto francés en el siglo xx, no ha escapad o entonces a los enorm es y profu n d os efectos de esa fu n ­ dam ental revolución cu ltu ral de 1968, revolución que Fern an d Braudel ha com parado, en su sign ificación profund a, con las revoluciones tam ­ bién cu ltu rales del R enacim iento y de la R eform a eu ropeos, y a la que Im m anuel W allerstein ha calificado com o toda u na "rev o lu ció n en la geocultura del sistem a-m u n d o contem poráneo". P orque a treinta años de distancia, resulta ahora m ás fácil ev aluar el h ech o de que esa revolución, sim bolizad a en las m últiples rev u eltas juveniles del año de 1968, ha sido en verdad toda u na revolución profunda de las estructuras culturales de larga duración hasta entonces vigentes, revo­ lución que h a alcanzad o adem ás d im ension es p lan etarias, involucrand o en su d esp liegu e tod a u na serie de con secu en cias civ iliz a to ria s de largo alcance. P u es al reco rrer la geografía de los grandes m o v im ien to s de protesta del seg u nd o lustro de los años sesentas, se h ace ev id en te que es un sólo pro ceso de m u tación cu ltu ral profun d a el que a n im a tanto a la gran revolución cu ltu ral proletaria de C hin a d esen cad en ad a en 1966, com o al otoño calien te de los trabajadores italian os en 1969, p asan d o por los m o v im ien to s estu d ian tiles, p opu lares y obreros del m ayo francés de 1968, de la revuelta estu d ian til trágicam ente m asacrad a en M éxico, de la prim avera de Praga sofocada con la ocu pación sov iética, de las "o cu ­ p acio n es" estu d ian tiles en N ueva York o Berkeley, del m ovim ien to de protesta berlin és, o de la corta in su rrecció n pop u lar del "co rd o b a z o " en A rg en tina, entre tantos otros ejem plos posibles. U na revolución que recorre prácticam en te todos los p aíses del orbe, readap tán d o se en cada caso a las cond iciones n acionales, y que tend rá sus cu atro ep icentros fu n d am en tales en París, por lo que to ca a los países occid en tales m ás desarrollad os, en la ciudad de M éxico, que va a estar a la cab eza de los países pobres y m enos d esarrollad o s, y en Pekín y m as ad elante en Praga, por lo que toca al grupo de los países

entonces llam ad os so cialistas. C uatro epicentros en donde esta revolu­ ción ad qu iere sus form as m ás acabadas, y que despliega sus efecto s d ife­ rencialm en te, ex p resán d o se en París y en los países d esarrollad os com o una crítica rad ical de la cu ltura con su m ista m oderna, crítica que intenta "lle v a r la im ag in ació n al p o d er" para "rev olu cion ar la v id a co tid ia n a " de los hom bres, evid encian d o el carácter caduco y lim itan te de las jerarq u ías escolares, de las estru ctu ras fam iliares y de los m odos de ejercicio del saber-pod er. Pero tam bién , y en otra vertiente, u na revolución cultural que va a m an ife starse en Pekín, en Praga y en el resto de los p aíses del m u ndo so cialista, com o el intento radical de "revolu cion ar las form as de conciencia y de v id a " tod avía b u rgu esas o cap italistas y al m ism o tiem po com o esfu erzo de creació n de u na genuina cu ltu ra so cialista, com u nista, del "h o m bre nu evo " y de la "nu eva so cied ad " en v ías de edificación. O tam bién, en el caso de la ciudad de M éxico, de C órdoba y de otras revu eltas en el llam ad o tercer m undo, 1968 irru m p irá sob re todo com o u na exigencia de in stau ración de u na real y efectiva cu ltu ra ciudadana y d em ocrática, resp ald ad a por un ejercicio libre del derech o a la in fo r­ m ación y por u na activa transform ación de las co stu m b res y de las p rác­ ticas fam iliares, escolares, sociales y políticas, siem pre en el sen tid o de su verdadera d em ocratización. Pero m ás allá de estas esp ecificacion es region ales, n acio n ales y locales, la revolución de 1968 ha sido entonces u na auténtica revolución de los prin cip ales m ecan ism o s que generan y que reprod ucen a las estru ctu ras de la vida cu ltu ral contem poránea, y en con secu en cia, u na m u tación total de la escuela, de la fam ilia y de los m edios de com u n icación . P orque al reco rrer la h isto ria de estos tres espacios de la rep rod u cción cu ltural, resu lta claro que en tod os ellos, la fech a de fines de los años sesen tas m arca el pu nto sin retorno de un claro antes y un absolu tam en te d ife­ rente después. A sí, com o efecto d irecto de 1968 va a rom p erse la ver­ ticalid ad in cu estio n ad a de la jerarq u ía m aestro-alu m n o, p on ien d o fin absoluto al intocad o "Magister dixit", y abriendo todo el aban ico in m en so de la bú squ ed a, hoy tod avía en curso, de nuevos m odelos ped ag ó gico s de tran sm isión del saber y de la generación y d ifu sió n de los nuevos co n o ­ cim ientos cien tíficos. Se acaba entonces tam bién el respeto fetich ista dé los estu d ian tes fren te a lo im preso, que desde entonces será su stitu id o por el libre exam en de las opiniones escritas, tan v álid as o tan eq u iv oca­ das com o las p ro p ias op iniones expresad as sólo verbalm ente. Y tam bién, será d esp ués de 1968 que la pedagogía educativa co m en zará a b u sca r m ás

orgánicam ente nuevas form as de incorporar m ás activa y críticam en te a los estud iantes, recom p on iend o las relaciones del aparato esco lar desde la d in ám ica de grupos, los m étodos de la in stru cció n p e rso n a liz a d a y las aplicaciones d iversas de la m ás m oderna p sicología de la ed u cación. Sim ultáneam ente, y tam bién com o efectos d erivados de la revolución del 68, co m en zarán a m u tar las tradicionales estru ctu ras fam iliares, las que cu estio n ad as y evidenciadas por la antipsiquiatría m od erna, se rem od elarán , trastocan d o el rol de la m ujer dentro de la pareja y dentro de la célula fam iliar, pero tam bién la relación de pad res a hijos y m ás en general en tre las d istin tas generaciones, a la vez que el peso m ism o de las relacio n es fam iliares dentro de la constitución m ism a de la p erso n a li­ dad de los in d ivid u os. Porque es claro que en los ú ltim os trein ta años, se ha revalorad o enorm em ente -lo que entre tantas o tras form as, se exp resa tam bién en el auge de los m ovim ientos fe m in ista s-, el papel so cial y fam iliar de las m ujeres, acrecentand o su in d ep end encia eco n óm ica ju n to a su lib ertad de d ecisión resp ecto de su cuerpo, su m atern id ad , su sexu alid ad y sus co stu m bres en general. Al m ism o tiem po, se ha tra n s­ form ado tam b ién de raíz la percepción de los niños, d ism in u y en d o la autoridad ilim itad a de los pad res sobre ellos y acercán d ose cada vez m ás al real co n o cim ien to de su evolución, sus necesidades y sus d istin tas dem and as. A tono con esto, la fam ilia ha perdido terreno com o esp acio de co n stitu ció n de los individuos, cediendo cada vez m ás alg u n a s de sus an tigu as fu n cio n es a otros m ecanism os de so cializació n y form ación de la p erso n alid ad com o la escuela, el barrio o los m edios de com u n icación m asiva. Igualm ente, es sólo en las tres últim as décadas que estos m edios de com u n icación de m asa explotan e invaden cada vez m ás ciertos territo ­ rios de la vid a so cial, acelerando la velocidad de la co m u n icación y acre­ cen tan d o inu sitad am ente la cantidad de in fo rm ació n d isp on ible, pero tam b ién las posibilid ad es de m an ip u lación y diversa u tilizació n de esa in fo rm ació n y com u nicación. A p artir de entonces la cu ltu ra se vuelve tam bién "m ed iática", potenciand o con ello en escala ex p o n en cial las posi­ bilid ad es de su circu lació n y d ifusión, en u na d im en sió n v irtu a lm en te plan etaria. D e este m odo y transform and o de m anera total al aparato escolar y a la estru ctu ra fam iliar, a la vez que abre las p u ertas a un nuevo e inédito rol de los m edios de com u nicación, la revolución cu ltu ra l de 1968 ha term in ad o por d esco n stru ír y hacer caducas todas las form as de la

rep rod u cción cu ltu ral que tu vieron vigen cia entre 1848 y 1968, sentand o las bases de u n a reco n stru cció n de sus m ecan ism os cu ltu rales que llena la h isto ria de los ú ltim os seis lu stros y que aún hoy con tin ú a todavía desp legánd ose frente a nosotros. Y a tono con esta revolución y con todas estas secu elas p rofun d a que la acom p añan, se ha revolucionado tam bién la h isto rio g rafía contem poránea, tanto francesa y europea com o la de todo el m undo. Pues no es u na casualid ad que sea ju stam en te a p artir de 1968 que van a flo­ recer y a cobrar fuerza, en todas las historiog rafías del occidente, d is­ tin tas v ertien tes de u na h istoria cuyos tem as centrales son los tem as de la cu ltura. U na h isto ria cu ltu ral que será b au tizad a de m ú ltip les form as en los d iferen tes esp acios cu ltu rales o n acionales, pero que en el fondo co m p artirá el h ech o esencial de in corporar dentro de su agenda a esas m ism as realidad es y fenóm enos que la contestación del 68 ha puesto en el cen tro de la escena. Entonces, es nuevam ente esa realidad ú n ica del cata­ clism o cu ltu ral del 68 y de sus con secu en cias prin cip ales la que subyace tanto al d esarrollo y pop u larización de la psicohistory an glo sajon a com o a la am plia d ifu sión de la histoire des mentalités francesa. Pero tam bién a la exp ansión de las vertientes m ás innovadoras de la an trop olo gía histórica rusa, al éxito creciente de la intellectual history n o rteam erican a, a la con­ solid ación de la lín ea de la m icro h isto ria italian a que se o cu p a de la h is ­ toria cu ltu ral, a ciertas derivaciones ju stam en te ocu pad as de esta nueva agenda de las pro blem áticas del discurso, la id eología y las form as de conciencia de la Neue Sozial Geschichte alem ana, o a la recu p eració n que varios autores de la h isto ria m arxista britán ica d esarrollarán en torno a d istin tos tem as de las tradicion es y los elem entos de la cu ltu ra popu lar. Todo un vasto abanico de enfoqu es historiográficos y de p o stu ras y ten d encias entre los h istoriad ores que escrib en h ace seis lu stros, cuyo d en o m in ado r com ún es ju stam en te el de red efin ir las priorid ad es de la agenda de trabajo de los segu id ores de la m usa Clío, reu bican d o en u n lugar central a todos los problem as conectados con la ram a de la historia de las estru ctu ras cu ltu rales, las que al estarse tran sfo rm an d o de m anera tan profun d a, im ponen tam bién a la d isciplin a histórica este esfu erzo de rep ro blem atización y recu peración crítica y analítica. N ueva d istrib u ció n de la agend a h isto rio g ráfica que tam bién va a rep lan tear la relación de la h isto ria co n o tras d iscip lin as, d ejando en u n seg u nd o p lan o a la g eo ­ grafía, la econom ía y la sociología que antes la habían alim en tad o tan centralm ente, p ara volcarse ahora m ucho m ás del lado de la an trop ología, de la filosofía y de la p sicología social.

E ntonces, y en fu n ció n de esta nueva lista de prioridades, y com o un esfu erzo in telectu al de com prensión y de asu n ción de los cam bios que se viven en estos ú ltim os treinta años, es que los h istoriad ores co m en ­ zaron a o cu p arse de tem as que antes habían sido poco frecuentados, p o p u larizan d o y m u ltiplican do las investigaciones sobre la historia de la fam ilia, sobre las tradicion es y form as de conciencia de u na clase obrera en gestación, sobre la h istoria del m iedo o de los olores, sobre la sen sib ili­ dad y las actitu d es m orales de una cierta sociedad, sobre los im a g in a rio s p opu lares, sobre el nacim iento de la idea del purgatorio, sob re la cosm ov isión de un m olin ero en el siglo xvi, sobre la historia de la lo cu ra o de la razó n p u n itiv a en las ép ocas clásica y m oderna, sob re la h isto ria de la vid a p rivada y de la vida cotid iana, sobre el im ag in ario trifu n cio n a l del feu dalism o, sobre la idea de la m uerte o la d escristian izació n , o sobre la im agen del n iño en el antigu o régim en o los estratos con d en sad os en el rito y el m ito del aqu elarre europeo, entre m uchas otras. U na verdadera explosión de tem as cu ltu rales nuevos, acom p añad a de u na paralela m u ltiplicación de enfoqu es y p ersp ectiv as para su tratam ien to, que caracterizó tam bién sin duda a la h isto rio g rafía de la corrien te de los A n n ales del periodo 1968-1989, pero que la d esbord a muy am pliam ente, constituyénd ose com o un trazo general y com p artid o por todas las h isto rio g rafías del m undo occid ental p osteriores a 1968. H isto ria que adem ás, gracias a ese nuevo rol so cial de los m edios de com u nicación , se va a volver tam bién u na historia "m ed iática", en tanto que acog id a y p royectad a g enerosam ente por esos nuevos can ales de la co m u n icación y la in fo rm ació n global. Pues d esp ués de 1968, los tirajes de los libro s de historia v an a cam biar de escala, ed itán d o se ahora en ciertos casos en can tid ad es de decenas de m iles de ejem plares. Tirajes que llev an a la h isto ria a convertirse en un bien de con su m o popular, que com pite ahora con la literatu ra en las p referen cias del gran público, y que en co n secu en cia gana fácilm ente los esp acios de la televisión , del radio, de los sem an ario s de g ran circulación, de los p eriód icos y de las co leccio ­ nes de libros de b o lsillo baratos y producidos tam bién en esca la m asiva. U na h isto ria que al abord ar los tem as que preocu p an a todo el m undo, va a en con trar fácilm en te su correlativa y cada vez m ás am plia d em an d a de d estinatarios. T ran sfo rm an d o entonces tanto la agenda de sus tem as m ás frecu en ta­ dos, com o su relación con las otras d iscip lin as sociales, pero tam bién la m edida y las form as de su im pacto y d ifu sió n en el gran público, esta

h isto rio g rafía p o st-68 va tam bién a com en zar a fu n cio n ar dentro de un nuevo y to talm en te inéd ito m odelo de in terrelación en tre sus com p o­ nentes nacio n ales esp ecíficos. Pues ya hem os in sistid o en el h echo de que, antes de 1968 y por lo m enos desde 1870, si no d esd e antes, la h isto rio g rafía fu n cio n ó a p artir de con stitu ir siem pre a un sólo polo hegem ónico, que concentrando u na clara m ayoría de los pro ceso s p rin ci­ pales de la in n o v ació n historiográfica, de los debates p rin cipales, de las líneas d o m in an tes y de los autores y obras m ás rep resen tativ o s de los estudios históricos de un cierto periodo, sirvió de "m od elo a im ita r" por p arte del resto de las h isto rio g rafías n acion ales del m u n do occidental, que de esta m anera eran colocadas com o h isto rio g rafías segu id oras, im i­ tadoras o rep rod u ctoras de ese m odelo hegem ónico con stituido. Y hem os visto tam bién com o ese rol hegem ónico le correspond ió, su cesivam ente, prim ero a las h isto rio g rafías germ ano parlantes y luego a la h isto rio ­ grafía francesa, dentro del periplo recorrido por la h isto rio g rafía occid en ­ tal anterior a 1968. Pero la revolución cu ltural asociad a a ese "aco n tecim ien to -ru p tu ra" de finales de los años sesen ta ha cerrado tam bién, entre tan tas otras cosas, la vigen cia de ese m odo de in terconexión entre las h isto rio g ra fía s n acion ales, haciend o caducar a la hegem onía h isto rio g ráfica d etentada por Francia en tre 1930 y 1970, pero al m ism o tiem po y de m an era m ás profund a, a todo tipo de hegem onía h istoriográfica posible. A sí, d espués de 1968 no existe más u n a nueva hegem onía dentro de los estu d io s h istóri­ cos, sino m ás bien una nueva e in éd ita situación de m u ltip licació n cre­ ciente y de p erm an en te renovación de los d istin tos polos que generan ahora las nuevas líneas de la investigación h istórica. Ya que durante los ú ltim os seis lustros, no existe m ás u na sola "p o ten cia d o m in a n te" dentró de la h isto rio g rafía occid en tal, que detentara en exclusiva "e l" m odelo a seg u ir por tod os los dem ás, sino m ás bien una situación d iversa en la que las g ran des polém icas, las obras fu n d am en tales y los autores m á s ; im p o rtan tes dentro del p anoram a h istoriográfico m u n d ial se rep arten d é m odo m ás h om ogéneo y plural a lo largo y ancho de todos los esp acios cu ltu rales del planeta. Y entonces, en los treinta ú ltim os años son tan im p o rtan tes los "te rce ro s" y los "cu a rto s" A n n a les fran ceses, com o las m últiples ram as d iversas de la com pleja m atriz 'm a rx ista -a n n a lista ' que an alizarem o s m ás adelante, pero tam bién e igu alm ente, las dos v ertien ­ tes p rin cip ales de la m icro h isto ria italiana, lo m ism o que la nueva an tro ­ pología h istó rica ru sa, la radical history n o rteam erican a, las v a ria s lín eas

y ten d en cias de la h istoria so cialista y m arxista britán ica, la nueva h isto ­ riog rafía region al latin o am erican a o la h istoria in stitu cio n al p o rtuguesa, entre tan tas otras. El m onopolio de la innovación h isto rio g ráfica ha d esa­ parecido, para ceder su puesto a una situ ació n de libre y plural com ­ peten cia entre to d as las histo rio g rafías del m undo, ahora ig u alm en te convocad as a d efin ir los nuevos derroteros del oficio de historiador. Por lo dem ás, se trata de un p roceso que p arece ir m ucho m ás allá de la h isto rio g rafía, e inclu so de la cu ltura en general, y que afecta al con junto del tejido social en cuanto a esta caducidad de la centralid ad y d o m inación de un sólo elem ento sobre los restantes: porqu e es claro que desde los años seten tas y h asta hoy la clase obrera ha d ejado de ser el sujeto ú n ico o central de los m ovim ientos contestatarios an tisistém icos, com p artien d o cada vez m ás su anterior protagonism o, con la variad a y m últiple gam a de m ovim ien tos sociales de factura reciente. Ig u al­ m ente, y luego de la gran crisis económ ica in tern acio n al de 1972-1973, E stad os U nidos ha perdido su función de centro de la econ om ía-m u nd o occid ental, para d ar paso a la actual situación de creación de v arios b lo ­ ques eco n óm ico s ig u alm ente poderosos e igu alm ente en fren tad o s en esta b ú squ ed a de u na nueva hegem onía. O tam bién, es el caso de la an tigu a cen tralid ad de las dem and as económ icas y políticas de los m ovim ien tos de resisten cia an ticap italista, la que ha caducado para ser su stitu id a por la nueva y v asta agenda de d em andas fem in istas, ecologistas, indígenas, étnicas, p acifistas, u rban as, o de las m últiples m in o rías que ahora enarb olan esos m ovim ientos. Pérd ida del m odelo de la centralidad y em ergen cia de u n m odelo de plu ralid ad y diversidad que en la cu ltu ra en gen eral se va a ex p resar tam bién com o crisis de los "grand es m odelos explicativos", com o cu estio n am ien to de las grandes interp retacion es en gen eral y de los in tentos de co n stru cció n de grandes síntesis y de las p ersp ectiv as v astas y globales, dando lu gar a m últiples respuestas, com o la del auge de las cóm odas pero estériles p o stu ras posm od ernas, pero tam b ién a otras resp u estas críticas m ás creativas com o la del enfoqu e m icro h istó rico de los h isto riad o res italian os. D e esta form a, el contexto general en el que h abrán de p ro sp erar estos "te rce ro s" A n n ales del p eriodo 1968-1989 estará m arcad o com p letam en te por estos efectos que la revolución cu ltural de 1968 ha tenido sobre el con ju nto de la h isto rio g rafía m u ndial, y que la d efin en com o u n a h isto ­ riog rafía abocad a al estud io de los tem as cu lturales, que co n q u ista su

"E l territorio del historiador, gracias a Fernand B raudel, no ha cesado de am pliarse. Pero al progresar, la in vestigació n se ha hecho m ás esp ecializad a, m ás lo calizad a, corriend o a sí a la vez el riesgo de la d isp ersión y el del ren acim ien to de una co n cep ció n p u ram en te acum ulativa de la historia. ¿Por qué tratar de disim ularlo? Fernand Braudel tenía m u chas reserv as resp ecto a la revista de la cu al él había tran sm itid o la resp onsabilid ad hace m ás de qu in ce años, y de la cual él se ha ido d istan cian do p rogresivam ente. Y ha dicho las razo n es de sus reticen cias y de sus críticas. No negaba que la revista se diversificó y en p arte se renovó. Pero le rep ro ch aba de d isp ersar sus in tereses y de d istin ­ g u ir m al, en ocasiones, lo im portante de lo accesorio. Su proyecto había sido el de u na h istoria global, que in teg raba los aportes de tod as las ciencias hum anas. N osotros, en cam bio, nos ded icam os a exp erim en tacion es m ás lo c a le s .. Los A n n a les, "Fernand Braudel (1902-1985)" en Annales. E. S. C.; año 41, núm. 1, ene-feb 1986

"sta tu s" m ed iático y que se expresa ahora dentro de u na situ ació n m ultipolar y m uy com p etid a en térm inos de la elaboración y d efin ición de sus nuevas lín eas, cam pos, técnicas y parad igm as fu n d am en tales. Y es p recisam en te este contexto el que va a explicar, en bu en a m edida, los p erfiles gen erales de estos A n nales de las m entalid ad es y de la a n tro ­ pología h istórica. Unos A n n ales que com o ya hem os señ alad o antes, rep resen tarán u na com p leta ru ptu ra con las etapas p reced en tes de la corriente, in stau ran d o frente a ellas una relación de clara discontinuidad. D iscon tin u id ad que se m an ifiesta ya inicialm en te, en el claro abandono y m arg in ació n hacia u n segu nd o plano, de la historia eco n óm ica y eco n óm ico -so cial que había sido tan centralm en te cu ltivad a por M arc Bloch y por F ern an d Braudel. Un abandono y m arg in ació n que se acom ­ pasa p erfectam en te con la apertura, dentro de la revista, de un nuevo cam po p roblem ático central que será ju stam en te el de los tem as de las "m en talid ad es" y de la "antrop ología h istó rica" Tem as típicos de esa coy u n tu ra post-68, que ya hem os m encionado antes, que poco a poco irán g anand o terren o y relevancia dentro de las p ág in as de los A n n ales, y para d ar cu enta general de los cuales se ha forjado ese térm in o con ­ fesam en te ambiguo, poco delim itado, y m ás p roblem ático que ú til de las "m en talid ad es". Y así com o todas las h isto rio g rafías del o ccid en te se vu elcan, d esp ués de 1968, a esa aproxim ación e intento de asim ilació n de los d istin tos renglones y fenóm enos del cam po de la "cu ltu ra", a sí los A n n a les van a acoger, prom over y p o pu larizar, en F rancia y m ás allá, a esta h isto ria cu ltu ral ahora rebautizada con el novedoso térm in o de "h is ­ toria de las m entalid ad es" R eu bicand o enton ces el cam po problem ático central de interés de la revista, que se d esp laza de la h isto ria económ ica y so cial hacía la an trop ología histórica y las m entalidades, los A n n ales post-68 van a ab an d on ar tam bién las persp ectivas de la historia global, que h ab ían sido tan fu n d am en tales en la etapa de los A n n ales b rau d elianos. U n aban ­ dono que va a acom p añarse, a veces de u na d eclaración exp lícita de las d ificu ltad es o h asta de la im posibilidad de esa historia global, y en con ­ secu en cia de su su stitu ció n por una "h isto ria g en eral" en el sen tid o que M ich el F ou cau lt da a este térm ino en su libro de La arqueología del saber, y otras veces, lisa y llan am en te de una reivin d icació n de la necesidad de u n a apro xim ació n m ás particular, m onográfica, acotada y lim itad a a las nuevas problem áticas de la historia. C om o lo d irán claram en te esos terceros A n n ales, en la nota necrológica titu lad a "F ern a n d Braudel

(1902-1985)" que fué pu blicad a en el núm ero uno de 1986 de la m ism a revista: "¿Por qué tratar de d isim ularlo?. F ernand Braudel ten ía m uchas reservas frente a la rev ista (de los A nnales) cuya resp o n sab ilid ad había tran sm itid o a otros h ace m ás de quince años y de la que él se había ido p ro g resivam en te d istan ciando. El dijo las razones de sus reticen cias y sus críticas. No negaba que la revista se diversificó y en p arte se renovó. Pero le rep ro ch aba de d esm enuzar sus intereses y de d istin g u ir m al, a veces, lo accesorio de lo im portante. Su proyecto había sido el de u na h is­ toria global, que in teg rab a los aportes de todas las cien cias del hom bre. N osotros, en cam bio, nos dedicam os a exp erim en tacion es m ás locales..." A bandono de la h isto ria económ ica y de la p ersp ectiv a de la h istoria global que se acom p aña tam bién con u n a renuncia al debate y al trabajo en el p lano m etod ológico y epistem ológico. Porque no es u n a casualid ad que no exista u n sólo equivalente, dentro de toda la p rod u cción de esos terceros A n n ales, ni de la Apologie pour l'Histoire de B lo ch o de lo s Combats pour VHistoire de Febvre, ni de los Ecrits sur l'Histoire de B raudel. Pues lo m ás cercano a estos textos m encionados, que serían los tres volúm enes de Faire de l'histoire de 1974 o el d iccionario de La nouvelle histoire de 1978, son com o es sabido textos colectivos, tan heterogén eos y d isp ares com o la m ultiplicidad de autores a llí convocados, y que cubre un aban ico de p o si­ ciones que va d esd e el m arxism o m ás clásico h asta cierto s autores p o s­ m od ernos, pasand o por todas las posiciones in term ed ias posibles. C on ló cual, esos textos se co n vierten en textos rep resen tativ os de lo que h a sido la h isto rio g rafía fran cesa en su conjunto durante esos años seten tas, m ás que en textos rep resen tativo s de esos terceros A n n ales. U na ren u n cia que por lo d em ás será exp lícitam ente aceptada por el m ism o Jacqu es Le G ofí, que en el prólogo a la ed ición de ese d iccion ario de La nueva historia titu ­ lado "U n a cien cia en m archa. Una 'ciencia en la in fa n cia '" d eclara que "la nueva h istoria, en efecto, aunque p o stu la la necesid ad de u n a reflexión teórica, no es trib u taria de n in g u n a ortodoxia ideológica. A firm a, p o r el contrario, la fecu nd id ad de los p lanteam ientos m últiples, y la plu­ ralidad de los sistem as de explicación por en cim a de la u nid ad de la p roblem ática". Lo que entonces, y tal com o lo ilu stra la h isto ria de esta tercera etapa de la corriente, sign ificaba que el eje articu lad o r del p royecto de estos terceros A n n ales era exclusivam ente un campo problemático com­ partido, el cam p o de las m entalid ad es y la an trop ología histórica, y no com o en el caso de los p rim eros y los segu nd os A n n ales, u na clara o rientación m etod ológica y una definida persp ectiva teórica, articu lad as

ju stam en te en torno del conjunto de parad igm as que antes hem os explicitado. R eprod uciend o de este m odo alg u no s de los trazos m ás u n i­ versales que entonces d esarrollan las d istin tas h isto rio g rafías del m undo occid ental, tam bién estos A n n ales p ost-68 van a d ista n cia rse de esos "m od elos generales", de esas "explicaciones g lo b a liz a n tes" y de esas "g ran d es sín te sis" que h abían con struid o su b rillo y su fuerza antes de 1968, para volcarse ahora a estud ios m ás locales, a tem as m ás acotados, a obras m ucho m enos am biciosas y m ás m onográficas, y por lo tan to y de m an era lóg icam en te com plem entaria, hacía u na esp ecie de confeso "eclecticism o " ideológico y m etodológico, que acepta ecu m én icam en te cu alq u ier p osición epistem ológica, teórica e h istoriográfica, siem pre y cu and o conflu ya hacia ese tratam iento de la p roblem ática com ú n articu ladora que son d ichas 'm entalidades'. P roblem ática nueva que al relegar a un seg u nd o plano a la h istoria económ ica y social, relega tam bién con ella el fecu nd o d iálogo que los A n n ales m antu vieron, antes de 1968, con el m arxism o y con los m a rx is­ m os que le fu eron contem poráneos. Pues al can celar el tem a gen eral de in vestigaciones com p artido con esos epígonos del au tor de El capital, y al a ban d o n ar tam bién la perspectiva de la historia global y el debate ep istem ológico fuerte, estos A n n ales de la tercera gen eración clau su ran todos lo s esp acios de su anterior diálogo con el m arxism o, del que entonces co m en zarán a d istan ciarse cada vez m ás. Lo que sin em bargo no im p ed irá, com o verem os m ás adelante, que este d iálogo con tin ú e e inclu so se m an ifieste aún con m ás fuerza, en otros núcleos y tend encias im p ortantes de la h isto rio g rafía occid ental y m undial. Por otra parte, y a tono con esta conversión de la historia en h istoria "m ed iática", estos terceros A n n ales se con vertirán tam bién en los gen era­ dores de u n a h isto rio g rafía que p rogresivam ente va a penetrar, en gran escala, dentro de esp acios im portan tes de la opinión pú blica y de la vida so cial francesa, al tiem p o que se consolid a y acrecien ta su total in stitu cio n alizació n e in teg ració n dentro del stablishment acad ém ico y cu ltu ra l del h exágono francés. P orque cuando el libro de E m m an uel Le R oy Ladurie, Montaillou, aldea occitana vende 130,000 ejem plares en dos años y m edio, cu and o Jaqu es Le G off dirige un program a sem an al de radio llam ad o "Lundi, histoire" que cu enta con m iles de auditores, y cu and o la serie de telev isió n sobre "La Méditerranée'' co ord inad a por F ernand Braudel, es v ista por d ecenas de m iles de televidentes, entonces los A n n a les co m ien zan a ser conocid os m ás allá del g rem io de los h istoriad ores de

p rofesión y fuera de los solos círculos académ icos. Y entonces, y com ­ p lem entand o esto, vend rá la p articipación de esos m ism os d irigen tes de A n n ales en los com ités editoriales de las grandes casas de ed ición francesa com o G allim ard o F íam m arion , en las rev istas sem an ales y m ensu ales de g ran circu lació n com o L'Express, Le Nouvel Observateur, o L'Histoire, en los p rogram as de radio o de televisión com o la p opu lar em isión "Apostrophes" o en las com isiones de los p rogram as de h isto ria de la en señ an za p rim aria, m edia y superior. Lo que entonces va a provocar el hecho de que los A n n a les sean asim ilad o s e integrad os com pletam ente dentro del estab lish m en t cu l­ tu ral francés, co n v irtién d o se en un "artícu lo de ex p o rta ció n " cu ltural prom ovido por las em bajadas fran cesas en todo el m undo, em bajadas que ad em ás de apoyar d irectam en te la traducción de las obras an n a lista s en todos los p aíses y len gu as posibles, van tam bién a o rg a n iz a r cu rso s y co n feren cias p ara su d ifu sió n igu alm ente plan etaria, C on lo cual, se cierra tam bién el ciclo de esos A n n ales pre-68, que h ab ían sido esen ­ cialm ente críticos del stablishment, rad icalm ente in n ovad ores y revolu­ cionarios en la teoría y m etodología de la historia, y en co n secu en cia d esafiantes y com bativos fren te a la h istoria oficial y d o m in an te en los esp acios acad ém icos del hexágono, para pasar a unos A n n a les que, por el contrario, son p arte de ese establish m en t siendo eclécticos o in d iferen tes en cu an to a la teoría y m etod ología h istóricas y co n stitu y én d o se en parte de esa m ism a h isto ria oficial y d om in an te que ahora los acoge, integra y proyecta com p lacientem en te en todo el m undo. C om o lo ha dicho el propio Braudel en su intervención de clausura de un coloquio celebrado en B in g h am to n en 1977, intervención titulada "E n g u ise de con clu sión": "...m is su cesores tien en u na tarea m ás d ifícil que la m ía, pues los A n n ales, qu ieran o no qu ieran, h an entrado a form ar p arte del stablishment, h an llegado a ser un poder, gozan de tran quilid ad , no tien en enem igos. Y esto plantea m u chos p roblem as. No digo que sea n ecesario com p rar en em i­ gos para sim p lificar la tarea de los A nnales, pero es d ifícil ser h erético e inn ovad or cuando, de repente, se ha llegado a ser de alg u n a m anera ortodoxo". Y al m ism o tiem p o que ab and onan su antigu o ca rá cter herétic crítico, d esafian te y com bativo, estos A n n ales terceros van a rep rod u cir en su interior, tam bién los efectos de la nueva situación de m u ltip olaridad y de au sen cia de hegem on ías en la historiog rafía. Y entonces, y en u na tam bién clara situ ació n de "p érd id a" del esquem a de la centralid ad ,

estos A n n ales no tend rán, com o lo rep etirá con frecu en cia Fern an d Brau­ del, u na clara "lín e a d ire ctriz " de su proyecto in telectu al. Pues si los A n n ales de M arc B lo ch h a n sido con struid os en torn o a la lín ea de la h istoria com p arativa y global, los A n n ales de Lucien Febvre desde el eje de la historia-p roblem a, y los A n n ales brau d elian os desde la óptica de la larga d uración, los terceros A n n ales no tienen en cam bio ningún eje paradigmático reconocible que hubiese servido de sustento a la co n stru c­ ción de u na nueva política editorial, y de un sólid o p royecto in telectu al. Porque las m entalid ad es y la antropología h istórica no son parad igm as m etod ológicos ni p ersp ectiv as teóricas esp ecíficas, sino sólo un cam po problem ático nuevo, que puede ser abordado, com o efectiv am en te lo fué, desde m últiples enfoques, p erspectivas y aproxim aciones m etodológicas. Entonces, y en sinto n ía con la m ultipolarid ad h isto rio g ráfica que com ien za a d esp legarse después de 1968, los A n n ales de la co y u n tu ra 1968-1989 van a caracterizarse por la p luralización y la co existen cia de mídíiples lín eas in telectu ales, n in g u n a de las cu ales será d o m in an te sobre las otras, y que cu b rirá desde los trabajos de an trop ología h istó rica de E m m anuel Le Roy Ladurie hasta la historia de las m entalid ad es de Jacqu es Le G off, p asand o por la historia exp erim en tal de M arc Ferro, la h isto ria an trop oló gica crítica de Lucette V alensi o los en fo qu es d iferen tes de A n d ré B u rg u iére o Jacqu es Revel. H isto ria de m últiples rostros y de muy diversas en trad as cuyo único denom inad or com ú n será el de conflu ir en el esp acio tem ático del a n á li­ sis y la d escrip ción de lo m ental y lo antropológico. Pero h isto ria que al negarse tam b ién a p ro seg u ir el trabajo ep istem ológico de sus an tecesores, y al alejarse del debate m etodológico fuerte, va a perd er claram en te su rol h eg em ónico dentro de los estudios h istóricos del m undo eu ro p eo y occid ental. A unque, paradójicam ente, y gracias a las con d icion es ya m en­ cionadas de la d ifu sió n m ed iática de los resultad os h istóricos, y tam bién al p roceso de su inco rp o ració n dentro del stablishment cu ltu ra l de Fran­ cia, u n a h isto ria que au nque no es ya hegem ón ica en térm in os de la in n o ­ vación y de la red efin ició n de los nuevos ru m b o s h istoriog ráficos, si será una h isto ria que se d ifu n d irá am p lísim am ente en todo el m undo, h acién ­ dose p resente en los m ás d istin tos am bientes h isto rio g ráfico s n acion ales y rebasando, com o ya hem os señalado, las fronteras de los m edios académ icos h acia los m ás vastos espacios cu ltu rales del gran público y de la op inión popu lar.

A n n ales de las m entalid ad es y de la an trop ología h istó rica que nos recu erd an entonces a esas estrellas lejan ísim as cuyo b rillo m ás intenso llega a no so tro s ju sto en el m om ento en que ellas ya están m uertas: así estos terceros A n n ales son los A n n ales m ás traducidos, difund id os y conocid os en escala planetaria, siendo tam bién los A n n a les que han dejado de ser h eg em ó n ico s dentro de E uropa y del O ccid ente, en cuanto a la in n o vació n h isto rio g ráfíca y en cu anto a la d efin ición de los destinos p rin cip ales de la h isto rio g rafía contem poránea.

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E n m ay o-ju n io de 1969, y luego de extraer las leccion es p rin cip ales que se an u n ciaban de m an era in m ed iata com o d erivadas de esa p ro fu n d a revo­ lución cu ltu ral de 1968, a la que él m ism o ha caracterizad o com o com pa-; rabie al R en acim ien to y a la R eform a eu ropeos, Fern an d Braudel decide de m anera to talm en te libre y volu ntaria ceder la d irecció n de la revista Annales. Economies. Sociétés. Civilisations., a un triu n virato com p u esto por E m m anuel Le R oy Lad urie, Jacques Le G off y M arc Ferro. P or lo dem ás, se trata de u n a d ecisió n lógica, que no solo in ten ta a su m ir activam ente los efectos del claro cam bio de coy u n tu ra so cial e in telectu a l que enton­ ces se vive, sino que cu lm in a tam bién un p roceso que arran ca desde 1962-1963, y en el que Braudel, luego de la d ifícil ru p tu ra con R ob ert M and rou, había co m enzad o a d istan ciarse un poco del trab ajo efectiv o de co n stru cció n de la revista, delegando cada vez m ás resp o n sab ilid ad es en el nuevo secre tario del com ité de redacción que era entonces M arc Ferro, D e este m odo, y en el contexto nuevo post-68 cu yos trazo s ya hem os referido, los terceros A n n ales van a co m en zar a d esp leg ar un nuevo proyecto que, d esd e el origen m ism o de esta tercera etapa, será un doble proyecto, orientad o en u na prim era lín ea h acía la an trop olo gía h istórica que E m m an u el Le Roy Ladurie con cretará en obras com o Montaillou, aldea occitana o El carnaval de Romans, y en u na seg u n d a lín ea hacía la h is­ toria de las m entalid ad es que se ejem plificará con El nacimiento del pur­ gatorio de Jacqu es Le G off. D os líneas que m ás ad elante se convertirán en tres, cu and o se con solid e el proyecto de h istoria con tem porán ea, m ás exp erim en tal y volcada a las problem áticas del siglo xx, que in trod ucirá M arc Ferro dentro de esos A nn ales. Pero dado que esta lín ea no será secun d ad a, d entro de A n n ales, por otros m iem bros del eq u ip o d irectivo

de la revista, serán entonces sólo esas dos lín eas antes m encion ad as las que d efin irán el horizonte general de lo que será el proyecto in telectu al global de esos terceros A n n ales. D os lín eas que si bien co m p arten en tre sí varios de los trazos de la h isto rio g rafía post-68, tam b ién p resen tan claros m atices de d iferen ciació n im portante. Pues cu an d o h ablam os de antrop ología histórica en estos terceros A n n ales, h ablam os sobre todo de un tipo de h isto ria que va a recu p erar los tem as y problem as m ás clásicos de la an trop ología, para in ten tar renovar su exp licación y exám en desde la aplicación de las m irad as y de los in stru m en to s h abituales del análisis histórico. Se trata entonces de investigar, ex am in a r y luego com prender y hacer com p ren d er a todo ese u n iv erso com p lejo de prácticas y comportamientos sociales que trad icio ­ n alm en te h an ocu pad o la atención de los antrop ólogos, recon stru yen d o, com o en el libro ya citad o de Montaillou, aldea occitana, la h isto ria de las p rácticas m atrim o n iales, de la organización del h ábitat dom éstico, de los hábitos alim en ticio s, h ig ién ico s o sexu ales de las gentes, de los esp acios y form as de so ciabilid ad en general o de los m ecan ism os de tran sm isión y circu lació n de la cu ltura y del saber. U na h istoria m ás a n trop oló gica, que será cu ltivad a d entro de esos terceros A n n ales, p rim ero por E m m an u el Le Roy L ad u rie y luego por Lucette V alensi -a u n q u e en este ú ltim o caso con cen trad a sobre todo en los tem as de historia del m undo islám ico y m ed iterrán eo m u su lm á n -, y que, aunque se ocupa tam bién de ciertos tem as y ám bitos cu ltu rales, se abre m ás am pliam en te a todo el estud io de esas realidad es p rácticas que son ciertos com p ortam ien to s, hábitos, m odos de o rg an izació n y de relación so cial de los g rupos h u m anos. Una lín ea de in vestigació n historiográfica que si bien florece b rillan tem en te con esos trabajos m encion ad os de Le Roy Ladurie y de L ucette V alensi, no a lcan zará sin em bargo, dentro de Francia, u na d ifu sió n e im itació n colectivas m uy am plias, fuera de esos trabajos de sus p rom otores ya m en­ cionados. E n cam bio y frente a esta p rim era línea, habrá u n a seg u n d a d eri­ vación de estos A n n ales post-68 hacia la llam ad a historia de las m en tali­ dades, d erivación que va a concentrarse m ucho m ás en el estu d io de las actitud es m entales, las visiones colectivas de las cosas, los u n iv ersos cu l­ tu rales y los sen tim ien to s y creen cias de una sociedad o u na época d eter­ m inad a, y en co n secu en cia m ás en el exam en de d istin tos asp ecto s del nivel de las realidades culturales o "m e n tale s" de los h om bres (lo que no im pid e que, ocasion alm ente, y en algu na de las tan tas y ta n d iversas

d efiniciones de lo que son esas "m entalidades", se inclu ya en ellas tam ­ bién a las realidad es prácticas que estud ia la an trop ología h istórica, lo que en nuestra o p in ión solo acrecienta la in d efin ición del térm in o y su co n fesa "am b ig ü ed ad "). Una segu nd a línea que dentro de los A n n ales será cu ltivad a sobre todo por Jacqu es Le G off, y fuera de ellos por gentes m ás o m enos cercan as a la corriente com o G eorges D uby, P h ilip p e A riés, M ichel V ovelle, Jean D elu m eau o A lain Corbin, entre otros. U na "h isto ria de las m entalid ad es" que será reco gid a y luego proyectada por esos A n n ales de la tercera generación, y que alcan zan d o una m ucho m ayor d ifu sió n e irrad iación tanto en Fran cia com o en el m undo, te rm in ará por aso ciarse fin alm ente com o el p rin cip al "a p o rte" de estos terceros A n n ales. Pero com o es claro a p artir de u na aproxim ación m ás d etallad a a la obra de los p rin cipales rep resen tan tes de esta tercera ép oca an n alista, d icha h istoria de las m entalid ad es ha sido generada, mucho más fuera que dentro de los A n n ales, los que sólo le h an servid o de caja de reso n an cia y de plataform a de proyección. Y si bien, a través de los trabajos de Le G off, estos A n n ales han tam bién contribuido a esa h isto­ ria de las m entalid ades, es claro que no son ellos ni los pioneros que la han relan zad o en los años sesentas y setentas -p io n e ro s que han sido m ás bien R obert M and rou, G eorges Duby, M ich el Vovelle y P h ilip p e Aries-/ ni tam p o co su s ú n ico s rep resen tan tes relevantes. P orque en contra de un lugar com ún, ten azm en te rep etid o por m uchos de los estu d io sos de los A nnales en general/ y de estos A n n a les de láá m entalid ad es en particu lar, es total m ente falso que estos terceros Annalesi rep resen ten la "co n tin u ació n " o "p rolongación " de la h isto ria de las "m en talid ad es" escrita por Lucien Febvre y por M arc B lo ch treinta o cu arenta o cin cu en ta años atrás. Pues si bien es cierto que la historiá de las m entalid ad es de Lucien Febvre es ya distinta, esen cialm en te, de lá historia de las creen cias p opu lares de M arc B loch - e l que en su carta a L ucien Febvre del 8 de m ayo de 1942 calificará a ese térm in o de m ental^ dad com o u n "térm in o m ed io cre" que "se presta a a lg u n o s eq u ív o co s"siend o entonces dos lín eas diferentes de aproxim ación a la h istoria cu l­ tu ral, tam bién es claro que n in g u n o de estos "m o d elo s" de los fun ­ dadores de A n n ales ha sido im itado o prosegu id o por los m iem bros p rin cip ales de esos A n n ales de la coy u n tu ra 1968-1989. Pues com o lo ha dicho el propio Fernan d Braudel, el único verdad ero con tin u ad or del tipo de h isto ria de las m entalid ad es que ha h echo L ucien F eb v re ha sido M ichel Foucault. M ien tras que, en nuestra opinión, el verdadero

continuador del com plejo m odelo de an álisis de las creen cias colectivas pop u lares conten ido en Los reyes taumaturgos de M arc B loch , es precisam ente C ario G in zbu rg, lo que es ya claro en su libro El queso y los gusanos, pero sobre todo y m ás n ítid am en te en su b rillan te obra Historia nocturna. H isto ria de las m entalidades de los terceros A n n ales, que si b ien no prolonga ni continú a p ara nada, ni a los trabajos de M arc B lo ch ni a las obras de L ucien Febvre, sí se define en cam bio en abierta con traposición crítica frente a la tradicional "h isto ria de las ideas", con la que rom pe rad icalm en te y a la que intenta explícitam ente superar. P ues si esa h isto ­ ria de las ideas ha sido siem pre u na h isto ria de los grandes pensadores, los g ran d es artistas, los grandes creadores de sistem as filosóficos o políti­ cos y de los gran d es inventores, o tam bién en otro caso u n a h isto ria de las selectas corrientes literarias, científicas, políticas o h u m an ísticas en carn ad as en las élites intelectu ales, la h isto ria de las m entalid ad es se esforzará en cam bio por ser u na h istoria no de élites o in d ivid u os sino de los g ru p o s colectivos, y por lo tanto de las creen cias, sen tim ien to s, o p in ion es e im ag in ario de toda u na época, o del conjunto de u na so cie­ dad o de la to talidad de u na cierta civilización. A dem ás, y frente a esa h isto ria trad icional de los h ech os del esp íritu, que sólo ha p restad o aten ­ ción a los sistem as conscientes de pensam iento, codificad os en coh eren tes a rm azo n es y co n stru cciones filosóficas o científicas en tre otras, la h isto ­ ria de las m entalid ad es intentará abarcar tam bién a las d istin tas d im en ­ siones d e las actitud es, com p ortam ientos y visiones in co n scien tes, no p rob lem atizad as y a veces ni siquiera explícitam ente form uladas por los hom bres y por las socied ad es. R ep resen tan d o así, un paso adelante respecto de esa an acrón ica h is­ toria de las ideas, la h isto ria de las m entalidades francesa, acogid a y practicad a p o r esos terceros A nn ales, ha su scitad o sin em bargo, casi desde su propio origen, toda u na serie de críticas serias y b astan te p er­ tinentes. En p rim er lugar, y reiteradam ente, u na crítica resp ecto del carácter ind efinid o, poco p reciso y claram ente am bigu o del m ism o con­ cepto de m entalid ad es. U n concepto que, p resentando un ca rá cter m ás connotativo que propiam ente riguroso y articulado en térm in os teóricos, ha sido d efinid o de m uy d istin tas m aneras por cada uno de los d iversos autores que h an intentad o presentarlo. Y entonces, ad qu irien d o u n sen ­ tido m ás b ien de designación de un cierto género no m uy p reciso de p roblem as, m ás que un estatuto claram ente establecid o y estrictam en te jera rq u iz ad o y estru ctu rad o , ese térm in o de "m en ta lid a d es" al que el

"Q u e m is su cesores prefieren estu d iar las m entalid ad es en d etrim en to de la vida económ ica ¡peor para ellos!. Por m i parte, n o estu d iaría las m entalidades sin con sid erar todo lo restante. Pues yo estoy de acuerdo con Eric H obsbaw m : no ex iste u n a h isto ria autónom a de las m entalid ad es, sino que ellas están v incu lad as a todo lo dem ás. C reo que m is su cesores no se dan p lena cuenta de ello. D an la im p resió n - e n la m edid a en que se in teresan por las m e n ta lid a d e s- de aban d on ar ese terreno económ ico que nos p erm itía u n v ín ­ culo con n u estros colegas m arxistas. Yo, que soy p rom otor de la historia globalizan te, no puedo estar de acuerdo con esto. Sin em bargo h e aband onado los Armales a m is sucesores. Son cosa de ellos. ¡A cada generación le corresp on d e su tarea!. Si qu iero que los Armales sean algo vivo, no puedo obligarlos a p erm an ecer con Lucien Febvre, con M arc B loch o con F ernand Braudel. Se les tiene que d ejar con tin u ar." F ern a n d B r a u d e l “En guise de conclusión" en Review, vol. i, núm. 314, 1978

propio Jacqu es Le G o ff caracteriza explícitam ente com o "am bigu o", ha servido com o u na su erte de "p arag u as" general para el cobijo de in v es­ tigaciones de m uy d istin ta relevancia y de m uy heterogén ea p ro fu n d i­ dad. P orque b asta com p arar con cuidado las definiciones, claram en te d ife­ rentes y a v eces alternativas, que han dado de esas "m en ta lid a d es" autores com o R o b ert M androu, G eorges D uby, M ich el Vovelle, P h ilip p e A ries o Jacqu es Le G off, para d arse cu enta que se trata de un térm ino que no alcan zó nunca una elaboración y co n stru cció n teórica fuertes, y cuya in ven ció n resp o n d ía m ás al deseo de d esign ar o co n n o tar de a lg u n a m anera, si b ien fu ese p rovisoria, a ese nuevo espacio de problem as que la h isto ria trad icio n al de las ideas había ignorado, y que los efecto s de la revolución cu ltu ral de 1968 actu alizaba y hasta u rgía p ara su reco n o ­ cim iento y explicación m ás detenidas. Lo que entonces exp lica que, en un m om ento dado, casi toda investigación de tem as de historia u n poco exóticos y extrañ os haya podido ser calificada de "h isto ria de las m en tali­ dades", a la vez que se in clu ían dentro de esta ú ltim a tam bién problem as que eran m ás bien problem as de h istoria antrop ológica, o estu d io s de h istoria de la vid a cotid iana, o investigaciones de historia lin g ü ística, o folklórica, o artística. Y tam b ién el hecho de que casi in m ed iatam en te, se abrió la d iscu sió n resp ecto de los vín cu lo s, articu lacion es, su p erp osicio n es o nexos esp ecí­ ficos de estas "m e n talid ad es" con otros conceptos p rovenientes a veces de trad iciones teóricas fuertes y m ucho m ás elaborados y p roblem atizados com o los con ceptos de "ideología", "form as de co n cien cia " "cu ltu ra " "im a g in a rio " o "in co n scien te". U na seg u n d a crítica, tam bién recu rren te a este concepto débil de "m en ­ ta lid ad es" fu é la de que, debido tam bién a esa falta de sistem atizació n y de m ayor rigor, era un concepto que dejaba en su sp en so la relación que ten ían d ich as "m en talid ad es" -fu e s e cu al fuese, el con ten ido que se les asign ara a ellas m is m a s - con el conjunto m ás vasto de la totalid ad social. Pues a d iferen cia por ejem plo del concepto de "ideología", que rem ite siem pre a m uy p recisas relaciones de ésta con las clases y los g ru p o s sociales, con las realidad es económ icas y con los co n flictos so ciales en el plano m ism o de la cu ltu ra, el concepto de m entalid ad es, en su total am bigü ed ad e in d eterm in ació n , dejaba com p letam ente en silen cio este problem a, p erm itien d o lo m ism o p o stu ras que reiv in d icab an la absoluta autonom ía y au tosuficiencia explicativa de estas m ism as realid ad es de

lo "m e n ta l" que p osiciones que, por el contrario, in ten tab an establecer y reco n stru ir de d istin tas m aneras esos puentes de relación con el todo social. Y así com o cad a autor que se ocupaba de estas m entalid ad es, se sentía obligado a aportar su propia definición de las m ism as, así cada autor ha resuelto de d istinto m odo este punto tam bién in d efin id o de su conexión con los restan tes niveles o d im ensiones del com p lejo tejido social. Lo que por lo dem ás, confirm a el h echo ya señ alad o de que esa h isto ria de las m entalidades no es ni un p arad igm a teórico ni una p ersp ectiva m etod ológica, sino solo u n nuevo cam po pro b lem ático que es su scep tible de ser abordado desde muy d istin tas persp ectivas, enfoqu es, parad igm as o aproxim aciones históricas. Por últim o, u n a tercera crítica central a esas m entalid ad es es la de su p retendid o carácter "tran sclasista " o universal. Pues si afirm am os, com o hace Jacqu es Le G off, que la m entalidad es aquello "qu e com p arte N apoleón con el m ás hu m ild e de sus soldados, o C ristób al C olón con el últim o de sus m arineros", lo que hacem os es ev acu ar el rol, fu n d a m en ­ tal e ineludible, del con flicto de clases en la esfera cu ltural, y tam bién la m uy relev ante d istin ció n entre la cultura de las clases d o m in an tes y la cu ltu ra popular. D os p arám etro s de análisis de los fenóm enos cu ltu ra les que al ser ignorados sesgan inevitablem ente todo a n álisis p osible de esas heterogéneas realid ad es inclu id as en el térm in o de m entalid ad es. Tres críticas con stantem ente repetid as frente a esta h isto ria fran cesa de las m entalidad es, que sin em bargo no han im ped id o su m uy vasta d ifu sión , tan to en F rancia com o fuera de ella, durante toda esta co y u n ­ tu ra de los años 1968-1989. Lo que en el fondo testim on ia, ju stam en te, de la p rofund idad de los cam bios desatados por la revolución de 1968, y de la n ecesidad tam bién ap rem iante de la socied ad fran cesa p ara a sim ila r y p ro cesar in telectu alm en te dichos cam bios. H istoria de las m entalid ad es que florecerá entonces ab u n d an tem en te en Francia, en los años seten tas y ochentas, para co n stitu irse en el aporte m ás característico de estos terceros A n n ales. Pero que, com o h em os ya señalado, no p o seerá un carácter hom ogéneo y b ien d elim itad o, sino que por el contrario, va a desp legarse a través de d istin tas v ertien tes o m odelos m uy d iferen tes entre sí. Y resulta cu rioso co n statar que, ni los estu d iosos de la h isto ria de la corriente de A n n a les en general, ni ta m ­ poco aquellos que se concentran en an a liz a r a esta tercera g eneración de a n n alistas y a esta h isto ria de las m entalidades en p articu lar, han intentado hasta hoy co n stru ir un esbozo de tipología general de los distintos

modelos de historia de las mentalidades que prosp eraron d en tro de la h isto ­ riog rafía fran cesa en esa coyuntura in m ed iata p o sterior a 1968. Tipología general que am eritaría sin duda u na in vestigació n m ás d etenida, y que al concretarse, tend ría seg u ram en te que señ a la r las d ife­ ren cias entre los sigu ien tes "m o d elo s" de ap roxim ación a esas "m e n ta li­ dad es": 1. El m odelo de una h istoria autónom a, au tosuficiente y casi id ealista de las m entalid ad es. M odelo que se ejem plifica en la obra de P h ilip p e A ries, El hombre ante la muerte, en la cual la evolución y tran sfo rm acio n es de las d istin tas actitud es de los hom bres frente al acto de m orir son rem i­ tidas, finalm ente, a los cam bios de un etéreo e in d efinid o "in co n scien te colectivo". U n m odelo que hace abstracción com p letam ente del contexto so cial general, y de los cam bios reales y m ateriales de las so cied ad es que han elaborado y d esarrollad o estas form as diversas de m orir, p ara in ten ­ tar exp licarlos sólo a través de factores exclusivam ente "psicológ icos", com o el p rog reso de la conciencia de sí, el rech azo frente a la n atu raleza salvaje, o las creen cias en la vida después de la m u erte y en el m al. Un m odelo apoyado en una enorm e y a veces m uy in teresan te eru d ició n fac­ tual, pero lim itad o com pletam ente por esta persp ectiva, que consid era a las m entalid ad es com o un fenóm eno autoexplicativo y absolu tam en te in d ep en d ien te de otras esferas o procesos de la totalidad social. 2. U n seg u nd o m odelo de historia, o m ás bien de arqu eo log ía y genealogía de las estru ctu ras discursivas y de los fu n d am en to s su b ya­ centes a la co n stru cció n m ism a de los d iscu rsos. M odelo com p letam en te original, asociad o a ciertos trabajos de M ichel Fou cau lt com o La historia de la locura en la época clásica, Las palabras y las cosas o Vigilar y castigar, que rech azan d o exp lícitam ente el concepto de m entalidades, y tam b ién el objetivo de reco n stru ir un problem a desde u na secu en cia h istó rica lineal y cronológ ica tradicion al, va sin em bargo a prolongar en alg u n a m edid a al tipo de h isto ria de las m entalidades propuesto por Lucien Febvre en su libro El problema de la incredulidad religiosa en el siglo xvi. La religión de Rabelais. Pues es m ás que evidente la cercanía entre el "u tilla je m en tal" febvriano y el "e p istem e " foucaultiano, am bos u tilizad o s p ara d iscern ir lo que es posible y lo que es im posible p en sar y con cebir en u na ép oca dada cu alq u iera. U n m odelo entonces de arqu eología y g en ealogía de los d iscu rsos, apoyado en una com pleja síntesis de la filosofía, la lin g ü ística y la h isto ria de las ciencias, que será aplaudido y rev eren ciad o por esos terceros A n n ales, pero que fuera de la obra m ism a de M ichel Fou cau lt no ten d rá casi im itad o res o segu id ores im portantes.

3. Un tercer m odelo de h istoria que p od ríam os llam ar n eop ositiv ista o p u ram ente d escrip tivo de las m entalidades. Es decir, u na varian te que sobre la b ase del abandono ya señalado de las persp ectiv as de la historia global y del debate m etod ológico fuerte, ha cultivado trab ajos casi p u ra­ m ente descriptivos y testimoniales de historia de la fam ilia, de h isto ria del cuerpo, de h isto ria de la m uerte, etc., que ú n icam en te nos reprod ucen u na su erte de d isecció n o rad iografía de tal actitud, in stitu ció n , creen cia o fenóm eno de la m entalidad en u na cierta ép oca o socied ad d eterm i­ nada, pero sin in ten tar nunca elaborar m odelos gen erales o exp licacion es articu lad as de m ás largo aliento de esos tem as que abord an. U n m od elo de h isto rizació n de las m entalid ad es que es en el fondo u na resu rrecció n de la vieja h isto ria po sitivista, p u ram ente n arrativa y d escrip tiva, y qu eí ahora se aplica tam bién a este cam po problem ático de las m entalidades, cam p o que com o es claro en esta versión o m odelo, acepta cu alq u ier enfoqu e o p ersp ectiva de an álisis posible, e inclu so p ersp ectiv as b astan te tradicion ales. U n m od elo que h a estado presente tam bién d en tro de estos terceros A nn ales, y que luego se ha d ifun d id o con cierta am plitud en Francia, y aún m ás en la historiog rafía española p osterior a la m uerte de Franco, y en ciertos ám bitos de la historiog rafía latin o am erican a de los ú ltim os veinte años. 4. U na cu arta v ertien te sería la de u n a historia so cio ló gica o so cio ­ económ ica de las m entalid ades, ejem plificada en los trabajos de G eorges D uby, por ejem plo su libro sobre Los tres órdenes o lo imaginario del fe u ­ dalismo. Una aproxim ación que intentando m ás seriam en te im b ricar a estas m entalid ad es con los contextos sociales y econ óm ico so ciales que las en m arcan , se ha dejado influir de m an era im p o rtan te por ciertos aportes del m arxism o. Y entonces, recu perand o el trasfon d o esen cial de la d ivisión en clases so ciales y de la lu cha de clases, y tam b ién la u bi­ cación de esas m entalid ad es dentro del con jun to de la totalid ad social, esta historia de los fenóm enos de la m entalidad se acerca m u ch o m ás que los otros m od elos a las viejas p erspectivas de la h isto ria global d efen ­ dida y p rom ovid a por M arc B loch, Lucien Febvre y F ern an d Braudel. Y aunque sin duda no se trata ni m ucho m enos de u na h isto ria m arxista, estrictam en te hablando, sí será un m odelo de h isto ria de las m en tali­ d ades que no tend rá d em asiado eco dentro de las p á g in a s de esos ter­ ceros A n n ales, los que acogerán m ás abu n dan tem en te a otras v arian tes de esta m ism a h istoria. Lo que no im pide el h echo de que ciertos traba­ jo s de Jacqu es Le G o ff com o El nacimiento del purgatorio p u ed an tam bién in clu irse dentro de este cu arto m odelo.

5. Por últim o, un m odelo de h istoria serial y crítica de las m en ta li­ dades, que se puede ilu strar con el libro de M ichel V ovelle, Pieté baroque et déchristianisation en Provence au xviue Siécle. Una h isto ria de explícita filiación lab rou ssian a que ha intentado abord ar este llam ad o "tercer n iv el" de las m entalid ad es con todas las herram ien tas y apoyos de la h is­ toria cu an titativa y sobre todo serial, a la vez que recu p era de m anera m ucho m ás explícita y central todo el aparato crítico del m arx ism o para introd u cirlo com o punto de apoyo fu n d am en tal de la explicación . Una h isto ria que rep ro blem atiza el vín cu lo entre id eología y m entalid ad es, esforzán d ose por u bicar a estas últim as com o ese "tercer n iv el" siem pre a rticu lad o e im bricado tanto con el nivel económ ico in ferio r com o con el nivel in term ed io de lo social. H istoria que a la vez que co n stitu y e otro de los m od elos alternativos posibles de exam en y exp licación de las m en­ talidad es -m o d e lo que tam poco ha tenido u na p resen cia m uy fu erte en los A n n ales de la tercera g en eració n -, se in serta tam bién com o u na de las tan tas expresiones del m ovim iento de convergencia in telectu al entre las p ersp ectiv as de los A n n ales y el m arxism o que in v estigarem o s a co n ­ tinuación. Porque de m anera paralela al d esarrollo de estos terceros A n n a les de h isto ria de las m entalid ad es y de la antrop ología histórica, que h an tenido vida entre 1968 y 1989, afirm ándose sobre todo desde la co n tin u ación de la p u blicación de la revista Annales. Économies. Sociétés. Civilisations., y de su irrad iació n desde Francia hacia todo el planeta, de m an era p aralela a estos A n n ales m ás "fra n ce ses" de la tercera generación, v an a florecer y a m u ltip licarse tam bién, a lo largo y ancho de los esp acios de la h isto rio ­ grafía m u n dial, toda u na serie de proyectos y p ersp ectiv as in telectu ales cuyo sign o com ú n será el de intentar aproxim ar o h acer dialogar, en d ife­ rentes m od alid ades, a los aportes derivados de las dos prim eras etapas de vida de la corrien te de los A n n ales por un lado, con la con tribu ción y los d esarrollo s fu n d am en tales de los tam bién d iversos y m últiples m arx ism os que la h isto ria del siglo veinte ha conocido. U n d iálogo o aproxim ación que se despliega sim u ltán eam en te a estos terceros A n n ales franceses, y que m ás allá de sus d iferen cias y esp eci­ ficidades, co n stitu irá tam bién parte esencial de la h isto ria general de la corriente de los A n n ales, sin cuya consideración es im posible entender el rol que hoy ju eg an y pueden ju g ar esos m ism os A n n ales, d en tro del pan o ram a m ás global de los estud ios históricos m ás con tem p orán eos.

O TR A V E Z L A C O Y U N T U R A 1968-1989: ¿A N N A LES M A RXISTAS O M ARXISTAS A N N A LISTA S?

La revolución cu ltu ral de 1968 no ha dejado in tacto p rácticam en te n in g ú n esp acio im p o rtan te de la cu ltura contem poránea. Y entonces, lóg ica­ m ente, tam bién ha im pactado de una m anera profund a a los m últiples m arxism os que ex istían en esta época, d isem in ad os a lo largo y ancho de todo el planeta. M últiples m arxism os, de los m ás d istin tos signos ideológicos y u bicad os en las m ás heterogéneas posiciones dentro de sus resp ectivas socied ad es, que abarcan desde un m arxism o que term inó co n v irtién d o se en "id eología de estad o" y en d o ctrin a sim plificad a de m an u ales que lim itab an y constreñían el d esarrollo del p en sam ien to so cial, h asta un m arxism o g enuinam ente critico, siem pre m in o ritario y m arg in al, que se esforzaba por p ro fu n d izar creativ am ente en las p ersp ectiv as d esarrollad as originalm en te por C arlos M arx, y que in ten ­ taba explicar, d esde ese h orizonte crítico y m arxista, los fen ó m en o s del siglo vein te que le eran contem poráneos. A banico in m en so de m últiples m arxism os, que en tre estos dos extrem os conoció todas las posiciones in term ed ias posibles, d esp le­ gand o enton ces m arx ism os h u m anistas frente a otros estru ctu ralistas, un m arxism o m ás econom icista frente a otro m ás político y m ilitante, m arxism os stalin istas frente a m arxism os trosquistas, ig u al que m arx istas que se au tocalificaban de "len in istas", "re v isio n ista s" "lu x em b u rg u ista s" o "co n se jista s" constituyend o a todo ese paisaje que llen a el siglo veinte de los m arx ism os m ás diversos, a veces sucesivos y a veces coexisten tes que son el m arxism o g ram scian o, el de la E scu ela de F ra n k fu rt, el austrom arxism o, el m arxism o de José C arlos M ariateg u i, el alth u sseriano, el an glosajón , el esp artaqu ista de José R evueltas, o el m aoísta, en tre tantos otros ejem plos posibles. M últiples m arxism os del siglo xx que, en su m ayoría, y salvo esa línea crítica y m arg in al ya m encionad a, se alejaron b astan te del pen sam ien to o rig in al de sus fund ad ores, constituyend o com o sus version es dominantes, a través de la in m en sa m ayoría de los partid os co m u n istas de la época afiliados a la Tercera In tern acional, a expresiones m ás bien sim p lificad as

y redu ctoras del propio p ensam iento m arxista, expresiones que con­ tentándose con re p etir u na serie de "apotegm as m arxistas", v acíos de real contenido y sep arados de su com pleja y sutil fu n d am en tación, p ropaga­ ron u na v isió n esquem ática, em pobrecida y m uy alejad a del verdad ero y m uy elaborado y com plicado pen sam ien to original de C arlos M arx. Versión d o m in an te del m arxism o, p resente en la m ayoría de los esp acios cu ltu rales del m undo occidental, que expresaba en realidad la situación de un m ovim iento social que había sido p rim ero d errotad o y luego d iezm ad o de sus m ejores cuadros en la p rim era guerra m u ndial, para luego ser progresivam en te cooptado e integrad o corp orativam en te dentro de las d istin tas socied ad es de E uropa y del occidente. C on lo cual, las élites d irigen tes de esos m ovim ientos so ciales y obreros, que en el origen h abían sido realm ente revolucionarios y a n tisistém ico s, se fueron tran sfo rm an d o poco a poco en sim ples b u ro cracias reform istas, que m an ten ían la protesta obrera y las rein vind icacion es so ciales dentro de los m arcos tolerables por el propio sistem a, y que a lim en tab an ju sta ­ m ente, en el p lano in telectu al, a esas versiones lim itad as y casi caricatu ­ rales del m arxism o. Pero 1968, com o ya hem os señalado, v ino tam b ién a rom p er con estas estru ctu ras de funcio n am ien to de esa "v ieja iz q u ierd a " b u ro cratizad a, refo rm ista e im p u lsora de ese m arxism o "v u lg a r" y m an u alesco . Porque ju n to a la tran sfo rm ació n radical de las estru ctu ras cu ltu rales que ya hem os evocado, y secu n d an d o a esta revolución de 1968, vino la enorm e crisis econ óm ica in ternacion al de 1972-73, que in ició la co y u n ­ tu ra econ óm ica d epresiva que se prolonga h asta hoy m ism o, y que com ­ binán d o se con la fractu ra de 1968, relan zó n uevam ente en el m undo entero, a los m o v im ien to s sociales de protesta y an tisistém ico s que van a d esp leg arse en todas partes durante los ú ltim o s treinta años. M o v im ien to s so ciale s que, ad em ás, no eran sólo u n a sim p le resu rrecció n de los m ovim ientos obreros y cam p esin os que existían desde antaño, sino tam bién y sim ultán eam en te la em ergen cia de nuevos ■ y m uy originales m o v im ien to s sociales, antes cuasi in existen tes o com p le­ tam en te lo calizad o s y m ino ritario s. Y así, al ritm o m ism o que cad u can y d esap arecen las v iejas form as de la reprod ucción cu ltural, para ser reem p lazad as por otras nuevas, van afirm ánd ose y creciend o los nuevos m ovim ien tos fem in istas, ecologistas, contra la guerra y por la paz, estu ­ d ian tiles, an tirracistas, hippies, u rb an o-p op u lares, étn ico s e in d ígen as, y de las m últiples m ino rías d iscrim in ad as, cuya con exión con los efectos

del 68 es m ás que evidente. N uevos m ovim ien tos de con testación antisistém ica que no sólo m ultiplican y com p lejizan los frentes de lucha en contra del cap italism o dom inante, sino que tam b ién van a red efin ir com p letam ente la agenda de los tem as fu n d am en tales que la socied ad plantea a su s in telectu ales, exigiéndoles los elem entos de a n á lisis y de co m p ren sión de los m ism os. Y enton ces el m arxism o y los diversos m arxistas, igual que todos los estratos p en san tes de esta época, van a verse in terrogad os para que provean sus explicaciones específicas acerca de todos estos fenóm enos, in stitu cio n es y realidad es que esos nuevos m ovim ien tos an tisistém ico s p onen en el centro de su im pugnación: ¿cuál es el rol de la m ujer dentro de la fam ilia, dentro de la econom ía y dentro de la sociedad?, ¿cuáles son los efectos de la tecn o log ía m od erna sobre el m edio am biente, y cu á le s los lím ites de su explotación?, ¿qué relación debe d esp legar la socied ad frente a su "m ed io n atu ral"?, ¿cuáles son las cau sas de la guerra, y el papel que ésta ha jugad o en la h isto ria de los pueblos? y ¿cóm o pu ed en crearse las cond icion es de u na verdadera paz duradera y generalizada?, ¿qué es lo que genera y reprod uce a la violencia de las socied ad es m od ern as?, ¿qué vín cu lo s existen entre guerra, sociedad y política?, ¿cuál es la función so cial de los estud iantes?, ¿qué perspectivas de largo plazo pu ed e tener un m o v im ien to estudiantil?, ¿cóm o se conecta él con las estru ctu ra s de la escuela cap italista y con los m odos de tran sm isión del saber?, ¿y cuáles son las raíces de los con flictos raciales en las d istin tas socied ad es co n tem ­ poráneas?, ¿cóm o se co nectan con la lucha de clases y con o tras form as posibles del conflicto social?, ¿qué perspectivas tiene la fam ilia m oderna?, ¿qué form as alternativas de fam ilia es posible generar y con stru ir?, ¿qué papel pu ed en ju g a r los m ovim ien tos generados en los b a rrio s, en las colonias, y m ás en general en los distintos territorios del esp acio urbano m od erno?, ¿o los m o vim ien to s ind ígenas, o de m in o rías étn ica s dentro de las naciones?, ¿o los grupos excluidos y d iscrim in a d o s de los pri­ sioneros, de los hom osexu ales, de los trabajad ores in m ig ran tes, etc.?. Toda una serie de cu estion es fu ndam entales, que ni los m arx ism o s ni los in telectu ales an teriores a 1968 habían abordado de m anera sistem ática y central, y que se volverán u rgentes y acu ciosas d urante los ú ltim o s seis lu stros vivid os. R esu lta claro que ni la v ieja izquierd a esclerosad a, ni el m arx ism o d o m in an te sim plificad o y de m anual eran capaces de responder, so cial e in telectu alm en te, a las dem andas prácticas de estos nuevos m ov im ien tos

an tisistém ico s y a sus u rgencias teóricas correlativas. C on lo cual, la fractura de 1968-1972/73 va a ser tam bién una crisis d efinitiva de esa vieja izq u ierd a y de ese m arxism o vu lgar d om inante, crisis que dará com o resultad o el n acim iento y desarrollo de m últiples nuevas izq u ier­ das, siem pre m ás rad icales y críticas que la izquierd a pre-68, y tam bién la em ergen cia de m últiples m arxism os post-68, que se a b o ca rá n ju stam en te al estud io de los nuevos agentes y sujetos sociales, igu al que al abordaje de toda esa lista com pleja de nuevos tem as, problem as y fen óm en os antes referidos. A p ertu ra fu n d am en tal de esa nueva izquierd a y de esos nuevos m arxism os, a los fenóm enos de esta nueva co y u n tu ra de 1968-1989, que va a in citar a esos nuevos m arxistas a aband onar las v iejas p o stu ras dé sus p red ecesores, en las cu ales su atención se con cen traba nueve de cadá diez veces en el estud io y exam en de los tem as econ óm icos y políticos) p ara abrirlo al an álisis y la reflexión en torno a todos los nuevos tem as dé la agenda post-68 que antes hem os resum ido. C on ello, y com o u na corísecu en cia lógica de esta p ostu ra, los diversos m arxism os y m a rx ista s vari tam bién a aban d on ar su vieja postura sem isolipsista, que re ch azab a por p rincipio todos los d esarrollos intelectu ales consid erad os com o exp resio ­ nes de u na "cien cia so cial bu rgu esa", para entablar un d iálogo abierto y m u cho m ás org ánico con otras tradiciones cu ltu rales, d iálo g o qu e le p erm itirá a esta nueva izquierd a neom arxista recu p erar los prin cip ales resu ltad os alcan zad o s por las ciencias sociales d urante todo el siglo veinte, a la vez que se acerca a otras persp ectiv as críticas, aunque no m arxistas, desp legad as tam bién dentro de este espacio del pen sam ien to so cial contem poráneo. Un ejercicio de diálogo, confrontación y debate abierto, que si bien había sido olvid ado y om itido por esos m arxism os v u lg ares d om in an tes; se m an tu vo sin em bargo vivo a través de los m ejores represen tan tes del m arxism o g en u in am en te crítico, los que desde L en in y R osa Luxem bu rgo hasta M ao Tse Tung, y pasando por G eorg L ukács, K arl Korsch, A n ton io G ram sci, Jo sé C arlos M ariategui, y tod a la E scu ela de F ran kfu rt, d esp legaron un trabajo de verdadera crítica y d esco n stru cció n de los d is­ cu rso s d om inantes, trabajo directam en te heredado de la m ism a práctica y actitud de M arx. En el cam p o de los estud ios históricos, uno de estos m últiples d iálo ­ gos que esa nueva izq u ierd a va a d esarrollar, será ju sta m en te el de un m ovim iento de reco n o cim ien to y recu peración crítica de los aportes de la

corrien te de los A n n ales en general, y m ás esp ecíficam en te de su periodo 1929-1968. Lo que entonces va a provocar un p roceso que, corrien d o p ara­ lelo con la ru p tu ra entre los terceros A n n ales y todo su pasado anterior, va a com plem entarlo de u na m anera casi sim étrica. Pues ju sto cu and o esos A n n ales del p eriod o 68-89 abandonan el cam po de la h isto ria econ óm ica y eco n óm ico -so cial, los m arxistas van a continuar d esarrollan d o esos m ism os cam p os de la investigación historiográfica que les h abían servid o de pu n to de encuentro con los A n n ales braudelianos, cam pos en los que ellos po seen ya u na im portante experiencia, trad ición y presencia, y que ahora co m en zarán a ser cultivados por esos m ism os m arxistas, siem pre desde la p ersp ectiv a crítica heredada de M arx, pero ahora tam bién in te­ grando en u na m edid a im p ortan te dentro de sus a n álisis, a las co n tri­ b u ciones esp ecíficas de M arc Bloch y de F ernand Braudel. Y dado que la obra de estos dos ú ltim os autores es u na obra co n stru id a desde la p ersp ectiva de la historia global, y puesto que los m arx istas están siem pre habituad os, d esd e el propio M arx, a estas visiones co n stru id as desde el punto de v ista de la totalidad , entonces ellos serán los que m an ten d rán tam bién vivo a este horizonte g lobalizante o to talizan te dentro de la h is­ toriografía, h o rizo n te que com o ya hem os visto atrás ha sido exp lícita­ m ente m arg in ad o por esos terceros A nnales, en aras de in vestigacion es m ás p u ntu ales, m onográficas y particu larizad as. Lo m ism o acontece con el debate epistem ológico y el trabajo teórico fuerte. D os d im en sio n es que habían sido im p o rtan tes en los prim ero s y en los seg u nd o s A n n ales, y que estarán ausentes en los A n n ales fran ceses de la tercera época. Lo que p erm itirá que sean tam b ién esos m arx istas que ahora hacen suyo p arte del legado a n n alista, los que se o cu p en de p ro se g u ir ese trabajo conceptual y m etodológico, trabajo que desde la h eren cia de M arx ha sido siem pre uno de su s ren glon es m ás d esarrollad os. Y entonces, m ientras que los A n n ales de la h isto ria de las m entalid ad es y de la antropología h istórica se su m ergen en el trata­ m iento d etallad o y m inu cioso de los m últiples elem entos de la "m o n o ­ g rafía ald eana", o en la reco n stru cció n exhau stiva y erud ita de la génesis, a firm ació n y co n secu en cias de la noción cristian a del pu rgatorio, los m arx istas van a co n tin u ar intentando co n stru ir exp licacion es generales y m od elos teó rico s de largo alcance, que nos recu erd an tan to al m odelo de u na estru ctu ra so cial global d esarrollad o y o p eracio n alizad o dentro de La Sociedad feudal, com o al m odelo general de exp licación del capi­ talism o que to m ará form a en el libro de Civilización material, economía y

capitalismo, pero ig u alm ente a los com plejos y elaborados m od elos con­ tenid os en El capital y en casi todas las obras im p ortan tes de M arx. C om p letand o fin alm en te estas sim etrías casi perfectas, es claro que m ien tras que los A n n ales de la coy u n tu ra 68-89 se in stitu cio n alizan totalm ente, in teg rán d o se en el estab lish m en t acad ém ico y en la cultura oficial francesa, los m arx istas fuertem ente influidos por los A n n ales, van en cam bio a m an ten er el filón crítico heredado de los prim ero s y seg u n ­ dos A n n ales, filón que se em palm a perfectam en te con el p u n to de vista de M arx, y que va a p ro seg u ir intentando h acer u na h isto ria diferente, d es-centrad a resp ecto de los lugares com u nes consagrad os, crítica de las in terp retacion es apologéticas, com placientes o rev ision istas, y siem ­ pre a con traco rrien te de la h isto ria oficial y legitim ad ora de los pod eres estatuid os. U n a h isto ria siem pre innovadora, que disu elve las evid en ­ cias, que restitu ye los p asad os vencidos, que hace h ab lar a los silen cios y que sólo se atiene a la bú squ ed a de la verdad histórica, sin com p rom iso algu no y fiel a su carácter de real "em presa razon ad a de a n á lisis" Y al m ism o tiem po que algu nos m arxistas de esas nuevas izq u ierd a post-68 se acercan a la heren cia de A n n ales, alg u n o s an n a lista s, que h abían p articip ad o activam ente en la con stru cció n de los A n n a les braudelianos, y que van a m arg in arse de los terceros A n n a les cu an d o éstos in stau ren la ru p tu ra in telectu al evidente resp ecto a eso s seg u n d o s A n n ales, van a ap ro xim arse tam bién al m arxism o, acen tu an d o su s posi­ ciones de izq u ierd a, o reivin d ican d o de nueva cu enta an tigu as y exp líci­ tas p osiciones so cia lista s y m arxistas. Es por ejem plo el caso de G eorg es Duby, que d esp ués de 1968 va a integrar a sus in vestigacion es el concepto alth u sseriano de ideología, intentando o p eracio n alizarlo en térm in os del an álisis histórico, a la vez que con stru ye sus a n álisis desde u n a explícita consideración que tom a en cuenta el planteam iento de la d iferen cia de clases y de su lu cha histórica. O tam bién los trabajos de M ich el Vovelle, que siendo d iscíp u lo d irecto de E rn est Labrousse, y por tanto d eudor de la con cep ció n crítica y so cialista de este últim o, va a p ro fu n d iz a r tam bién en el m arxism o, recu p erand o en sus trabajos u na p arte im p o rtan te de los aportes de esa m ism a cosm ovisión m arxista. C on lo cu al va a lograr d esarrollar u n a h isto rio g rafía m uy creativa, que rescata a la vez el doble aporte de M arx y tam bién el de las en señ an zas de A n n ales. O tam bién el caso de P ierre V ilar, que habiend o m antenid o siem pre un p u n to de v ista m arxista, no dudó sin em bargo en asim ilar e in co rp o rar en sus trabajos toda la h eren cia de M a rc B lo c h y tam bién la persp ectiv a b rau d elian a de la

larga duración, tal y com o él m ism o lo reconocerá m uy claram en te en su "In tro d u cció n " a su prin cip al obra sobre Cataluña en la España moderna. D e este m odo, y confluyendo con el m ovim ien to ya anotad o de acer­ cam iento del m arxism o a los A nn ales, habrá tam b ién este m ov im ien to de ciertos h isto riad o res form ados básicam en te en la n ebu losa de A n n ales, que se ap roxim an al m arxism o o que rev italizan su propia interp retación m arxista con elem entos an n alistas, contribu yend o así a fortalecer y m ul­ tip licar ese d iálogo A n n ales-m arx ism o que d esp ués de 1968 se vuelve realm ente orgánico y sistem ático. Un diálogo que si bien ha estado pre­ sente de m últiples m aneras, a lo largo de toda la h isto ria de la co rrien te de los A n n ales, ad qu iere sin em bargo, a raíz de los efectos de la revolución cu ltu ral de fines de los años sesentas, un nuevo e inéd ito carácter, que da ju stam en te sentid o a este doble m ovim iento de acercam ien to y con flu en ­ cia d esd e el m arx ism o hacia los A n n ales y viceversa. Ya que si recorrem os rápid am ente, de nueva cu enta, esta h istoria global de los A n n ales, p od rem os u bicar m uy claram en te cóm o la relación de estos ú ltim o s con el m arxism o y con los m arxistas que le so n co n tem ­ p oráneos, va tran sfo rm án d o se, otra vez, conform e cam b ian las co y u n tu ­ ras gen erales e in telectu ales de la historia francesa, eu ro p ea y occid ental, y con ellas los p royectos m ism os de los sucesivos A n n ales. Y enton ces, es claro que el perio d o de los prim eros A n n ales va a caracterizarse, en esta actitud frente al m arxism o, com o un period o de abierta apertura del foro que esos m ism os Annales d'Histoire Économique et Socíale represen tab an , para la colaboración y p u blicación dentro de sus p ág in as de artícu lo s y de autores d eclarad am ente so cialistas y m arxistas. Es d ecir que m an te­ niendo claram en te su identidad esp ecífica y su propio p royecto original, am bos no m arx istas, esos A n n ales del períod o 1929-1941 h an aceptado sin em bargo, sin n in g ú n im p ed im ento ni oposición, la p resen cia de cier­ tos so cia lista s o m arx istas, que h an p articipad o en su s propios com ités de red acció n -c o m o el caso de M aurice H albaw chs, H en ri H au ser o de G eorges L e fe b v re -, o que han colaborado con m ás o con m enos fre­ cu en cia den tro de las d istin tas entregas de la revista, com o en los casos de Lucie V arga, F ran z B orkenau, H enri M ougin, P ierre V ilar, E rn est L abro u sse o G eorges F ried m ann , entre tantos otros. Un d iálogo que entonces, ju n to a la declarad a ad m iración y sim p atía tanto de M arc B lo ch com o de L ucien Febvre resp ecto de la m ism a obra de M arx, se ha establecid o sobre todo, com o la cesión abierta y sin cortap isas, de un espacio p ara esos autores m arx istas y so cialistas, d en tro del proyecto

"E l m a rx ism o ,., es, para nosotros, una p ro b lem ática que hoy form a parte n ecesariam en te de todo a n á lisis h istórico s e r io ... entonces, a p a rtir del m om ento en que se estab lece el d iálogo, es d ecir el deseo de com prenderse recíprocam en te, n in g u n a d ivergen cia resulta m olesta. Por el contrario, ella es con frecu en cia u na incitación a pensar, una m anera de reco n o cer las d istan cias y las proxim idades, de p ercib ir u na co n ciliació n posible. Porque n o so tro s sosten em os siem pre que no pu ed e h ab er dos form as de cien cia h istórica. Las pro blem áticas pu ed en d iferir y efectivam ente, difieren, p ero los resultad os, entre historiad ores de b u en a fe, d eben re e n ­ co n trarse." F e rn a n d B r a u d e l "P resentación al artículo 'Les A nnales vues de M oscú " en Annales. E. S. Cv año 18, núm. 2, ene-feb, 1963

global, no obstan te inequ ívocam ente no m arxista, de esos A n n ales de los años 1929-1941. U na relació n que va a in ten sificarse y a h acerse m ás relevante d urante la etapa de los A n n ales braudelianos. Pues com o ya h em os señalad o, el periodo de vid a de estos segu nd os A n n ales es tam b ién el period o del auge y am plia d ifu sió n del m arxism o m ed iterrán eo y francés d en tro de la cu ltu ra del hexágono. Entonces, ese diálogo en tre A n n ales y m arxism o va a co n v ertirse en un diálogo sistem ático entre dos in terlocu tores co lo ca­ dos en pie de igu aldad , interlocutores que teniendo p erfiles e identidades diversas, v an a h allarse com prom etidos en la in vestigació n y exp licación de v arias problemáticas comunes. Lo que natu ralm en te los llevará a con ­ frontar co n stan tem en te sus resp ectivos resultad os de in vestigación , a criticarse y en riq u ecerse m u tu am ente y a co m p artir en ton ces p istas e in fo rm acio n es sobre archivos, fuentes, acervos, datos y d o cu m en tació n atingente a esos m ism os tem as convergentes de análisis. Lo que explica el hecho, ya antes referido, de los víncu los de colaboración y los debates am isto so s re cu rren tes entre Fernand Braudel y d istin tos h istoriad ores m arx istas de Rusia, Polonia, H ungría, Italia, Francia, In glaterra, Estados U nidos, C an ad á y A m érica Latina, pero tam bién la nueva situ ación en la cu al los m arx istas no sólo continu arán colaborand o dentro de los A n n ales, sino que ahora en tablarán u n debate co n stan te y m ultifacético con esas m ism as perspectivas y con esos autores im p o rtan tes de los A n n a les brau d elian os, debate en el que am bos p articip an tes se in fluyen y retro alim en tan de m anera significativa, co n tam in án d o se en cierta m ed id a de sus m utuas aproxim aciones. R elación de in terin flu en cia recíproca, que d esp ués de 1968 va a rad icalizarse y a p ro fu n d izarse bajo los efectos de las m u tacion es del m arxism o y de los cam bios en ciertos autores a n n a lista s que ya hem os señalado. P u es ahora, durante la coy u n tu ra de 1968-1989 la form a de ese d iálogo m arx ism o -A n n ales va a convertirse en el intento de construir un espacio teórico e historiográfico común que p erm ita acercar a estas dos p ersp ectiv as, in teg ran d o un horizon te con cep tu al, m etodológico, problem ático e historiog ráfico que sea capaz de in clu ir los ap ortes p rin ­ cipales de esas m ism as dos aproxim aciones in telectu ales, al m ism o tiem po que se op eracio n aliza in stru m en talm en te en todo un conjunto de nuevas h erram ien tas de investigación, h erram ien tas que in ten tan hacer po sible un renovado y siem pre crítico a n álisis em pírico de los d is­ tin to s problem as históricos que se abordan. U n esfu erzo com p lejo de

elaboración de ese lu gar de convergencia para los A n n a les y el m arxism o, que se propone de m anera explícita serv ir de plataform a in telectu al para la co n stru cció n y elaboración de nuevos m odelos gen erales de in terp re­ tación, nuevas exp licacion es de los viejos problem as, y nuevos pu ntos de vista h isto rio g ráfico s en torno de los principales debates y las m ás im por­ tantes p olém icas que entonces ocupan al grem io de los d istin to s cu ltiva­ dores del oficio de historiador. El fruto de este esfu erzo m encionado ha sido el de crear, en esta co y u n ­ tu ra de la octava y novena décadas de nuestro siglo, toda u na m atriz con m últiples expresiones, pero con u na ineludible p resen cia p lan etaria, de lo que p o d ríam o s llam ar "m arx ista s a n n a lista s" o "A n n ales m a rx ista s" U na m atriz tan heterogénea e internam ente d iversificad a com o los tantos m arx ism os que llen an toda la h istoria del siglo veinte, que sin em bargo com parte, en todas sus expresiones y autores, el trazo com ún de que se trata de obras h isto rio g ráficas que sería imposible entend er sin el doble referen te de las lecciones de Bloch, Febvre o Braudel, y ta m b ién de los conceptos, las categorías, los horizontes y las p ersp ectiv as d esarrollad as o rig in alm en te por M arx. Una m atriz de m últiples caras, pero d irectam en te fruto de esta conflu encia post-68 entre los A n n ales y el m arxism o, que será el con­ trapeso evid ente de los terceros A n n ales franceses, volcad os h acia las m entalid ad es y la antrop ología histórica. Y con trapeso no sólo en el sentid o de m an ten er viva y vigente la heren cia de esos A n n a les de los años 1929-1968, aband onada por la tercera g en eración an n alista, sino tam bién en el sentid o de crear y d esarrollar nuevas vías y nuevos espacios de la investigació n h istórica, alim entad os ahora d oblem ente por el legado m arxista y por el viejo legado an n alista y que van a fu n cion ar, en toda esta co y u n tu ra de 1968-1989, com o cam in o s d istin tos y alternativos a los prom ovidos por esos A n n ales fran ceses de esta m ism a época. ¿Q uiénes son estos m arx istas a n n alistas o a n n a lista s m a rx ista s que, a igu al títu lo que la h isto ria de las m entalid ad es, co n stitu y en u n a p arte ineludible de la h isto ria general de la corriente de los A n n a les en el siglo veinte?. E n p rim er lugar, varios de los h istoriad ores fra n ceses que ya hem os m encion ad o antes, y que por el sim ple h echo de h aberse for­ m ado, de v iv ir y de trabajar dentro del hexágono fran cés se h an im preg­ nado, n ecesariam en te, de las en señ an zas de los A n n ales. Y que entonces, aunque so sten gan o se in trod u zcan al estudio de la h isto ria d esd e posi­ ciones m arx istas o cercanas al m arxism o, no pueden d ejar de in co rp o rar

tam bién, en m ayor o m enor m edida, a la heren cia de Bloch, F ebvre y B raudel. H isto riad ores com o P ierre V ilar o M ich el Vovelle, qu e sin ren eg ar de un claro y explícito punto de vista m arxista o en otro caso lab rou ssian o - e s d ecir so cialista y m uy influid o por el p en sam ien to de M a rx -, son capaces ig u alm ente de reconocer la im p o rtan cia y n ece­ sidad de co n stru ir visiones desde la larga duración h istórica, reiv in d i­ cand o los ejercicios b loch ian o s de vin cu lació n en tre g eo g rafía e historia d esarrollad o s p o r ejem plo en sus Caracteres originales de la historia rural francesa o recu p erand o ios aportes del m odelo de a n álisis del "u tilla je m en tal" p rop u estos por Lucien Febvre. U na h isto ria que lo m ism o puede ocu parse de cu estion es econ óm icas que de tem as cu ltu rales, para an alizar por ejem plo com o h ace P ierre Vilar, los fu n d am en to s económ icos de las estru ctu ras n acio n ales, en el caso del nexo entre C atalu ñ a y España, incorporan d o lo m ism o la d ialéc­ tica entre m edio geográfico y m edio histórico o la in flu en cia de las evo­ luciones d em og ráficas del caso estudiado, en el m ás puro estilo de los A n n ales, ig u al que el estudio de las tran sform acion es agrarias, la for­ m ación de la b u rg u esía y el fu ncion am ien to del capital com ercial con las categorías y d esd e las persp ectivas aportadas por M arx y por los m a rx is­ m os u lteriores. O tam bién , en otra vertien te posible, u n a h isto ria com o la de M ich el V ovelle, que puede investigar las m od ificacion es lentas y p ro fu n d as del sen tim ien to cristiano y de la creen cia piadosa de los p ro ven zales franceses, a lo largo de todo el siglo x v i i i , m o d ificación que avanza en el sentid o de una progresiva "d escristia n iz a ció n " a su m ién ­ dola sim u ltán eam en te com o un estudio de realidad es que corresp on d en a ese "tercer n iv el" que se bau tiza explícitam ente con el térm in o m arxista de las "su p ere stru ctu ras id eológicas" al tiem p o que n u estro autor se au tocalifica ig u alm en te sin problem as com o un "h isto ria d o r de las m en­ talid ad es" en la lín ea de los m últiples proyectos prom ovidos por los ter­ ceros A n n ales. G rupo de h istoriad ores franceses de p o stu ras in icialm en te m a rx ista s o cercan as al m arxism o que se im p reg n an a la vez del "esp íritu de los A n n ales", o h istoriad ores form ados en las p ersp ectiv as a n n a lista s que se acercan luego al m arxism o, y que incluye, en u na con cep ció n laxa, ad em ás de los casos ya m encionados de P ierre V ilar y M ich el Vovelle, a autores com o G uy B o is -a u to r por lo dem ás de un ensayo qu e se ocupa ju stam en te de las conexiones y vasos co m u n ican tes en tre el m arx ism o y los A n n ales, en el d iccion ario de La nueva historia-, A la in G uerreau , o con

los m atices antes señalad os, el m ism o G eorges D uby. G rupo de autores representativos, dentro de la m ism a Francia, de ese m o vim ien to de con­ vergencia entre A n n a les y m arxism o, que evid entem ente no se reduce a estos h istoriad ores m ás conocidos, sino que abarca tam bién a todo un sector im p ortante de los cultores fran ceses de C lío que van a realizar in vestigación histórica en esta coyun tura 68-89, y cuyos resu ltad os se p lasm arán ig u alm ente en la producción h istoriográfíca de este periodo. L o que p o r lo d em ás, se reproduce igu alm ente fuera de F ran cia y en m últiples am bientes historiográficos. Por ejem plo en E spaña, en donde la d ifu sió n m asiva y en gran escala del m arxism o y de las in terp retacion es m arx istas de la h isto ria -rep rim id o s durante d écadas por el d o m in io del oscu ran tism o fra n q u ista - va a coin cidir exactam ente, luego de la m uerte de Franco en 1975, con la tam bién vasta y gen eralizad a p en etración del en foqu e de A n n ales en ciertos círculos de la h isto rio g rafía española, penetración que es acogid a igualm ente com o alternativ a renovad ora y refrescan te frente a la tradicional y m ás bien esclerosad a h isto ria que fue do m in an te durante el franquism o. Entonces, y com o fruto natu ral de esta sim u ltánea y activa d ifu sió n tanto de los A n n ales com o del m arx ism o en la cu ltu ra h isto rio g ráfíca española p ost-franqu ista, es que van a p ro sperar, tam bién en la p en ín su la ibérica, obras, ensayos e in v estigacion es cuya m an u factu ra sería im posible de com prender sin ese doble referen te in telectu al su byacente tanto an n alista com o m arxista. Lo que se expresa entonces en obras im p ortan tes com o las de R icardo G arcía C árcel, R eyna Pastor o Ju lio V aldeón - a l m ism o tiem po críticas p ero tam b ién d eudoras de las m ejores leccion es de A n n a le s-, igual que en la actu alid ad todavía candente, que en la h istoriografía esp añola con tem p orán ea tiene, el problem a y el esclarecim ien to de las m utu as relacion es recíp ro cas que existen o que p u ed en ex istir entre los A n n ales y el m arxism o. A lgo sim ilar a lo que ha acontecido tam bién en A m érica L atin a, luego de la gran fractu ra de 1968. Porque aquí, esta ú ltim a fecha, que en Cuba, B rasil y A rg en tin a se ad elanta en algu nos años, ha fu n cio n ad o tam bién com o el m om ento detonador, de un lado de u na d iv u lg ació n e irrad iación en gran escala del m arxism o dentro de las cien cias sociales, y por tanto tam bién dentro de la h isto rio g rafía latin oam erican a, y del otro de un relanzam iento, ig u alm ente am plio, de las p ersp ectiv as a n n alistas. Pues com o resultad o de los golpes m ilitares en varias n acion es su d am erican as y de la represión bru tal del gobierno m exicano contra el m o vim ien to estud ian til-p o p u lar de 1968, se ha provocado u na ola m igratoria im p o rtan te

de jó v en es in telectu ales latin oam erican os al viejo m undo, y d en tro de éste a varios centros cu ltu rales im portantes de Francia. Y entonces, cu and o dos, tres o cinco años después, esos jó v en es re g resa n a sus p aíses de origen, van a fu n cio n ar com o un activo ferm ento p rom otor de la cu ltu ra fran cesa en A m érica Latina, in clu id a o b v iam en te la am plia d ifu sió n de los A n n ales en las resp ectivas h isto rio g rafías de todo el sem icontin ente latin oam ericano. Y al com binar esta fuerte im p lan tación de A n n ales, con el auge de los varios m arxism os en L atin o am érica, auge propiciado por el clim a de protesta social crecien te y por el forta leci­ m iento de los m ovim ientos so ciales revolucionarios de esta co y u n tu ra post-68, va a crearse tam bién aqui esa confluencia m a rx ista -a n n a lista que se ex p resará claram ente en los trabajos de autores com o A n ton io G arcía de L eó n en M éxico, M anuel Burga en Perú o C iro F lam m arió n C ard oso en Brasil. C onflu encia entre m arxism o y A nn ales que está tam bién en la base de la b rillan te y o rig in al contribución de Im m an u el W allerstein . Pues en este caso, se trata de u na obra que habiendo partid o de u na co n cep ­ ción claram en te m arxista, que vive y asim ila d irectam en te las leccion es de 1968,. va a fecu n d arse después con todo el aporte de la p ersp ectiva brau d eliana, para generar com o resultado la visión del "w o rld -system a n aly sis" que tanto im pacto y tantos ecos ha tenido en E stad os U nidos, pero tam bién en el m undo entero. Una visión m uy n oved osa de la h isto ­ ria general y de la h isto ria m ás reciente y hasta in m ed iata del cap italism o m u ndial, que no sólo ha producido la ya célebre obra de El moderno sistema-mundo, sino que se ha desplegado com o todo un p royecto in telec­ tu al de m ás largo alcance, que se afirm a tanto in telectu al com o in stitu ­ cionalm ente, al d ar origen a la fu nd ación del Fernand Braudel Center en la U niversid ad E statal de N ueva York y a la p u blicación reg u la r de la rev ista Review. Y si es claro que la revista Annales, con tin u ó d urante la co y u n tu ra de 1968-1989 com o el órgano de expresión y com o el polo de co n cen tración fu n d am en tal de los terceros A n n ales fran ceses de las m entalid ad es, tam bién es interesante constatar que en las p ág in as de Revíeiv h an escrito varios de esos autores m arxistas que se h an acercado a A n n ales, ju n to a m u chos otros autores, que en carn an tam b ién a los d istin tos m arx ism o s y a las nuevas izquierd as post-68. D oble proyecto del C entro Fern and Braudel y de la revista trim estral Review, que no casu alm en te serán apad rinados por Fernand Braudel desde 1977, haciend o entonces evid ente la lín ea de continuidad que ya h em o s señ alad o entre

los A n n ales de los años 1929-1968 y esa m últiple y diversa m atriz de m arx istas an n alistas, m uy ejem plarm ente represen tad a por Im m an u el W allerstein y por alg u no s otros m iem bros del Fernand Braudel Center. Y así com o los A n n ales franceses de las m entalid ad es h an alcan zad o una d ifu sió n p rácticam en te planetaria, así tam bién se h an reproducido en escala m u ndial, los represen tantes de esta m atriz m arxista an n alista. Lo que exp lica por ejem plo tam bién u na obra com o la que ha con cretad o el h isto riad o r polaco W itold Kula con toda su escuela. Pues defend iend o e in ten tan d o d esarrollar, dentro de la Polonia so cialista, u na versión no d ogm ática ni em p ob recid a del m arxism o, sino por el con trario u n a p o s­ tu ra de un m arx ism o abierto y creativo, K ula ha pod id o tam b ién reco ­ ger, en tre o tras in flu en cias y de m anera significativa, a los ap ortes de la corriente de A n n ales, debatiendo con Fernand Braudel sob re su p ersp ec­ tiva de la larga duración y realizand o un in tercam bio de v isita s de estu ­ diantes e h isto riad o res polacos en Francia y fran ceses en Polonia que no tuvo p aralelo algu no, por su d im ensión cu antitativa, con n in g ú n otro program a de in tercam bio entre Francia y cu alquier país extranjero. C aso equiparable al de los m arxistas soviéticos del grupo de A ron G u rievich y Yuri B essm ertny. H istoriad ores que tam b ién form ados en las tradiciones del m arxism o y sin ren egar de sus p rin cip ales en señ an zas, van sin em bargo a ser p articu larm en te recep tivos a otros h o rizo n tes cu ltu rales, y entre ellos tam bién y de m anera relevante, a la co n trib u ­ ción an n alista. Con lo cual pod rán in cu rsio n ar en los cam p o s de la d em ografía h istórica, de la h istoria an trop ológica o de la h isto ria de las m entalidad es, recu p erand o a la vez los escritos a n n a lista s sob re estos d istin tos tópicos, pero m anteniend o una visión m aterialista y crítica de los m ism os, que se expresa entonces en sus d iferen tes obras. A banico, entonces, m uy plural de expresiones de esta m atriz "m arx istaan n alista", que ju n to a los casos m encionados de p resen cia en Perú, Brasil, M éxico, Estad os U nidos, España, Francia, Polonia y R usia, va a u bicarse tam bién en autores y obras fácilm ente id en tificables en Italia, C anad á, H o lan d a o A lem an ia, entre v arios de los ejem plos posibles. A banico que ad em ás es u na pieza im prescind ible del com p lejo ro m p e­ cab ezas que co n stitu y e la h istoria global de la corrien te de los A n n ales, pieza sin la cu al no sólo resu ltan incom prensibles los cam in o s del man­ tenimiento y persistencia de la herencia de los prim ero s y los seg u n d o s A nn ales, sino tam bién el esp ectro hoy todavía vigente de las p rin cip ales in flu en cias y p resen cias de A n n ales dentro de los d iversos am bientes

h isto rio g ráfico s nacio n ales de todo el m undo. Pues a sí com o en la edad m ed ia le corresp ond ió a ciertos m onasterios m ed iev ales el co n serv ar los ejem p lares de los autores de la ciencia de la an tigü ed ad , p ara s a l' varios de u na sociedad que con frecuencia era azotad a por la guerra y por la d estru cción, así le h a correspond id o a esta m atriz de "m a rx ista sa n n a lista s" el co n servar y recrear ía heren cia de M arc Bloch, Lucien F ebvre y Fernan d Braudeí, dentro de u na situación h isto rio g ráfíca que com o ya hem os señalad o se caracterizó entre 1968 y 1989 por la irru p ­ ción de u n a com p etencia historiográfica gen eralizad a y por la m ulti­ plicación acelerad a de enfoques y pu ntos de vista d iferen tes. E igual que esos m o n asterio s tran sm itieron a los pensadores ren acen tistas, ese legado co nservad o de los tesoros científicos de la an tigü ed ad clásica en la aurora de u na nueva sociedad, así los m arx ista s-a n n a lista s v an a tran s­ m itir esa h eren cia reactu alizad a de los A nnales de los años 1929-1968 a la cu arta g en eración annalista, a esos A n nales que co m ien zan a d esp u n ­ tar en el seg u nd o lu stro de los años ochentas, para la n z a r su m an ifiesto p ú blico de n acim ien to con el célebre núm ero seis del año de 1989 de esos m ism os Annales. Économies. Sociétés. Civilisations. Lo que en ton ces da sentido a la enfática frase con la que co m ien za el ed itorial de ese núm ero seis de 1989, y que afirm a: "L a h eren cia de los A n n a les p erten ece a todo el mundo...". Y no hay duda, qu e a la lu z de la h isto ria ya v iv id a de la coy u ntu ra de los años 1968-1989, la h eren cia de los p rim eros y los seg u nd o s A n n ales le ha pertenecido, m ás que a n in gú n otro, a esa m atriz d iversa, plural y com pleja de "m a rx ista s-a n n a lista s".

D ESP U ÉS DE 1989: ¿CUARTOS A N N A LES O N U EV O S A N N A LES D E TRA N SICIÓ N ?

1989 ha representad o, en tanto fech a sim b ólica fu n d am en tal de los ú ltim os años, el verdadero fin histórico del breve siglo xx que había com enzad o con la p rim era guerra m u ndial y con la revolución ru sa de 1917. Y así, com o 1968 abrió la coy u n tu ra que dio origen tan to a los A n n ales fran ceses de las m entalidades com o a la m atriz de los "m a rx istas-an n alistas", así 1989 inau gu ra, ju nto al siglo xxi h istórico y al tercer m ilen io real, tam bién la ú ltim a etapa de vida de la corrien te de los A n n ales. P orque a u na d écada de d istancia del conjunto de p ro ceso s que se sim b o lizan en la h istó rica caída del M uro de Berlín, es cad a v ez m ás nítido el hecho de que, h acia esta fecha de 1989, van a e x tin g u irse d efin i­ tivam ente varios de los trazos profund os m ás característico s cu yo d es­ p liegu e llen a las cu rvas esen ciales de ese "corto siglo xx". Trazos que abarcan d esd e la creación y luego la existen cia de la clásica polaridad de la g u erra fría y el enfren tam ien to entre un p royecto "s o cia lista " y otro cap italista - u n p roceso com enzado a fines de la prim era guerra m u ndial y no de la seg u n d a com o se afirm a g en era lm en te-, h asta el fin de todos esos p royectos conocidos com o inten tos del "so cia lism o real", intentos que pretend ieron m aterializar el proyecto so cia lista y co m u n ista de M arx, en socied ad es no obstante m uy pobres y m arcad as por la escasez del d esarrollo económ ico, social, político y cu ltu ral en general. Trazos tam bién com o el de la declin ación de las h egem on ías de los países eu ropeos sobre el m undo occid ental y el de la em erg en cia de la su stitu ía y efím era heg em o n ía estad ounidense sobre ese m ism o espacio, que tam ­ bién v an a term in arse y a eclipsarse hacia esta ép oca del fin de los años ochentas recién vividos. P ro cesos com p lejos in iciad os con la prim era guerra m u n d ial y que cierran su ciclo de vida con las célebres jo rn a d a s b erlin esas del 8 y 9 de n oviem bre de 1989, que van entonces a crear un vacío que será lle ­ nad o con los nuevos d esafíos sociales e in telectu ales que se afirm an en los ú ltim os dos lu stros. D esafíos que inclu yen tanto la asu n ción

radical de la actual situación histórica de bifurcación, y por tanto la bú squ ed a de un nuevo cam ino de reorgan ización global para la so cie­ dad h u m ana plan etaria, com o la necesidad de reco n stru ir un p arad igm a g en u in am en te crítico dentro del p en sam ien to so cial, que sea cap az de dar resp u estas y exp licacion es fund ad as, creativas y noved osas a los nuevos m ovim ientos so ciales hoy activos. Pues luego de la crisis d efinitiva de los diversos p royectos del llam ado "so cialism o realm en te ex iste n te" y de la enésim a d em ostración de la inviabilidad h istórica del cap italism o com o alternativa ju sta, d em ocrática e igu alitaria para las socied ad es, vuelve a rep lan tearse la necesid ad de co n stru ir alternativas, tan to so cia le s com o in telectu ales, para m ovim ien tos com o el de los in d íg en as n eo zap atistas de C hiap as en M éxico, el m ovim ien to de los desem pleados en Francia, el gran m o vim ien to b rasileñ o de los "sin tierra" o los m o v im ien to s de resis­ tencia en Rusia o en C hina, alternativas que p erm itan p o ten cia r a estos m ism os m ovim ientos en la bú squed a de la con stru cció n de u na so cie­ dad no cap italista, donde se haya suprim ido la explotación económ ica, las m últiples form as de d iscrim in ació n social, la opresión y m a rg in ació n políticas, y tam bién la d esigualdad so cial y cultural. D esafío s y tareas del siglo x x j y del tercer m ilen io de u n a envergadura enorm e, que en el p lano esp ecífico de la historiog rafía se p ro y ectan tam ­ bién com o la necesid ad de reco n stru ir o de co n trib u ir desde el aporte p osible del cam p o de los estud ios h istóricos a esa reco n stru cció n de un nuevo parad igm a, siem pre crítico y herético, capaz de en fren ta r in telec­ tu alm ente los p roblem as y las in terrogan tes fu n d am en tales de este fu tu ro por venir. R eco n stru cció n que no puede llevarse adelante, m ás que sobre la asu n ció n rad ical de los m ejores elem entos de la h eren cia recib id a de ese breve siglo xx, y entre ellos, obviam ente, tanto del legado de los su cesi­ vos proyectos an n alistas com o de las con qu istas de esa m atriz "m a rx ista a n n a lista " reciente. Pero tam bién, desde la in co rp o ració n , ig u alm en te profu nd a y radical, de la situación que se ha cread o a p a rtir de 1968, y que com o resultad o de la m ultiplicación y m u ltid isp ersión de los polos de la in novación h istoriográfíca, im pone ahora la co n stru cció n de un v er­ d adero diálogo plural de las h isto rio g rafías de todo el m undo, sin reíaciones de h egem on ía y sin jerarq u ías a propri, d iálogo que le p erm ita a E uropa reco n o cer los reales aportes del "o tro " y a esos m ú ltiples "o tro s" in terco n ectarse d irectam en te y sin la m ed iación obligad a del in term ed iario eu ropeo.

Y es ju sto dentro de este contexto nuevo, m arcad o por los retos m en­ cionados, que ha com enzad o a d esarrollarse el posible proyecto de unos cu artos A n n ales, proyecto que desde su origen ha tenido que en fren tar doblem ente tanto el agotam iento y la crisis general de la historia de las m entalid ad es de lo s terceros A nnales, com o, de otra parte, el fin del auge de la m atriz de los m arxistas-an n alistas, sacudidos ig u alm en te por los efectos del d erru m b e de 1989. Ya que, m uy conscien tem en te, ese proyecto de la cu arta g eneración an n alista se ha edificado en p arte com o intento de resp u esta y de su peración frente al vasto, diversificado y m uy intenso conjunto de críticas que, desde los m ism os años seten tas pero sob re todo d urante los años ochentas, recibieron esos A n n a les de la h isto ria de las m entalid ad es, críticas que cu estionaban sobre todo la p ertin en cia y u tili­ dad del concepto m ism o de m entalidades, y la viabilid ad de este en foqu e para abord ar los problem as que el m ism o se planteaba, pero que se exten d ían tam bién m ás allá hasta abarcar en ocasiones los aportes g en e­ rales m ism os de la corrien te de los A nnales, o su rol h istó rico esp ecífico dentro de la cu rv a de la h istoriografía contem poránea. C ríticas que en ocasion es p ro ven ían de los propios representantes del m arxism o, y otras de los pro tago n istas de la m atriz an n alista-m arxista, pero qu e tam bién in clu ían a antigu os colaboradores asiduos e im portan tes y h asta a las cab ezas cen trales m ism as de las etapas de la h istoria an terior de los A n n ales. C ríticas entonces tanto intern as com o extern as a la n ebu losa de los A n n ales, y tanto fran cesas com o provenientes de todo el m undo, que fu eron realizad as por toda una lista de p erson ajes que van desde el m ism o Fernan d Braudel hasta Im m anu el W allerstein, p asan d o por Jean C hesnaux, Frangois Furet, G eorges Duby, M ichel Foucault, Fran^ois D osse, R u g giero R om ano, Pierre V ilar o H ervé C outau-B égarie, igu al que por Josep Fontana, Peter Burke, M arin a C edronio, Cario G in zbu rg, o G eo ffrey Lloyd, entre m uchos otros. C onju nto de aproxim aciones críticas hacia esos terceros A n n a les y h acia la h isto ria de las m entalid ad es que, realizad as d esd e todos los án g u lo s y p osiciones teóricas e ideológicas posibles, p erm itiero n d es­ m ontar todos los su puestos inconsistentes de esa h isto ria de las m en­ talidades, ilu strand o sus lim itacion es e insu ficien cias y p reparan d o las cond icion es de su rápida superación. Pero que al m ism o tiem po y al com ­ b in arse con críticas que señalaban la in stitu cio n alizació n de los A n n ales, y su in co rp o ració n total al establishm ent académ ico oficial francés, lle­ garon a provocar u na fuerte p olém ica intern a en el seno del co m ité de

"¿Ha com en zad o u n a cu arta etapa dentro de la h isto ria de los A n n a le s? ... confieso haber dudado antes de resp on d er por escrito, y ello por v arias razones. La m ás evid ente es la dificultad que existe en este tipo de asu ntos en ser a la vez ju ez y parte. D esearía, claro está, que el ed ito rial titu lad o 'H isto ire et Scien cies So ciales. Un to u rn an t critiq u e7, que abre el últim o núm ero de la revista Annales. E. S. C. del año de 1989, pu d iese ser leído com o el signo de u na in flexió n en el trabajo de la revista: si no ¿para qué lo hem os escrito?. Pero si, dentro del orden del saber, m e ha p arecid o siem pre bastante sen cillo in d icar aquello que no se d eseaba hacer, m e p arece en cam bio m u cho m ás d ifícil d efin ir precisam en te y por anticipad o la lín ea de p en sam ien to nuevo, e incluso im posible el cap tar en su totalidad las im plicaciones de dicha línea. D e tal m od o que yo ign o ro si esta esp eran za está fundada. Y ad em ás se trata de u na em presa que es colectiva: ella es fru to de u n a d ecisió n deliberada del C om ité de la revista, la resp u esta a u na situ ación an alizad a conjuntam ente." B e rn a n d L e p e t i t "Les A nnales aujourd'hui" en Review, vol. x v iii, núm. 2, 1995

d irecció n de los A n nales, polém ica en que se p lanteó in clu so la p o sib ili­ dad de cerrar la revista, en 1989, clausu rand o con ello la h isto ria in iciad a oficialm ente sesen ta años atrás. Sin em bargo, desde 1985 había entrado a la revista, com o secretario del com ité de red acció n B ern ard Letetit, un h istoriad or form ado en el cam po de la d em o g rafía histórica y en el de la nueva h isto ria u rbana, y que siendo m iem bro de la célebre generación "so ix a n te-h u ita rd " fran ­ cesa, tenía u na clara sensibilid ad de izquierda. Y él, d esd e este segu nd o lustro de los años o ch en tas había com enzad o a im p u lsar poco a poco u na clara renovación del proyecto intelectu al de los A n n ales, renovación que tom a cu erp o in icial, en p rim er lugar, con la con vocatoria de la ed ito ­ rial "H isto ire et Scien ces So ciales: un to u rn an t critiq u e?" publicado en el núm ero de m arzo -ab ril de 1988 y redactado co n ju n tam en te por Jacqu es Revel y por el propio L epetit, y m ás sólidam ente, con el n úm ero resu l­ tante de esa convocatoria, el núm ero seis de 1989, que será y no por co in ­ cid en cia un nú m ero contem poráneo a la caíd a del M uro de B erlín , que se vend erá de m anera in h ab itu al para agotarse en unos cu an to s m eses, y que puede ser legítim am en te considerado com o un n ú m ero -m an i­ fiesto de las lín eas p rin cip ales a través de las cu ales se in ten ta co n stru ir ese nuevo proyecto intelectu al de unos posibles cu artos A n n ales, y esa su peración rad ical del proyecto de los terceros A n n ales. Porque al rev isar con cuidado el conjunto de textos de esta en treg a del ú ltim o n úm ero de 1989 de Annales E.S.C., se hace evid ente que esta cu arta g eneración a n n a lista ha in staurado frente su an teceso r in m ed iato u na clara relación, u na vez m ás, de profun d a discontinuidad intelectual. Una d iscon tin u id ad que se expresa en el abandono y en la total su peración de las lín eas que an im aro n el proyecto de los A n n ales fran ceses en los años de 1968-1989, y al m ism o tiem po en el claro intento de reco n ectarse de nueva cu enta, y por m últiples vías intelectu ales, con la h eren cia m ar­ g inad a de los prim ero s y los segu nd os A n n ales. E n tonces, fren te a la a m bigu a y nu n ca m uy b ien definida h isto ria de las m entalid ad es, esos posibles cu artos A n n ales van a proponer m ás bien u n a nueva h isto ria cu ltu ral de lo so cial o u na h istoria so cial de las d istin tas p rácticas cu l­ tu rales, en la v ertien te que recientem en te han d esarrollad o autores com o R oger C h artier o A lain Boureau. Así, su stitu yen d o el in ap reh en sib le térm in o de "m e n talid ad " por el m ás p reciso y rig u ro so co n cep to de "p rá ctica s cu ltu rales", los autores de esta cu arta g en eración v an a pod er p roponer u n a visión de los tem as cu ltu rales en donde se vu elve obligada

la in terco n exió n de esa cu ltu ra con su entorno so cial y m aterial, a la vez que se abre su o p eracio n alizació n para ser capaz de reflejar la diversidad, dentro de u na m ism a socied ad , de las d istin tas exp resion es cu ltu rales de las clases y de los gru p os sociales que la constituyen. Porque frente al concepto de "m en talid ad " que resp ecto de su con­ texto so cial general tien e u na relación totalm en te in d efin id a y por lo tanto aleatoria -d a n d o espacio lo m ism o a u na h istoria donde la m en ­ talid ad "flo ta en el a ire " autónom a y autosuficiente, que a u n a historia que intenta re co n stru ir los nexos de esa m entalid ad con sus fu n d am en tos so ciales esp e c ífic o s-, el concepto de p rácticas cu ltu rales d iferen ciad as rem ite en cam bio, necesariam ente, a la m aterialidad m ism a de los pro­ cesos cu ltu rales, y en consecu en cia, tanto a esos fu n d am en to s sociales y econ óm icos de d ich as p rácticas, com o tam bién a los esp acios y m odos reales y con cretos de co nstru cción de los m ensajes y de las ideas, ju n to a los m ecan ism o s y figuras reales de su d istrib u ció n , apropiación y asim ilació n . A d em ás y al in sistir en que se trata de u na h isto ria so cia l de esas p rácticas cu ltu rales, se reivin dica n uevam ente el ca rá cter in d iso lu ­ blem en te so cial de la cu ltura, es decir, el hecho de que d ich as p rácticas son siem pre exp resiones cu ltu rales de las p ropias realidad es y fenóm enos sociales, a las que se ligan y reproducen de m an era com p leja y m ediada. Igualm ente, y en esta m ism a lín ea superadora, la v isió n de u n a m en­ talidad "tra n scla sista " va a ceder su lugar a u na nueva aproxim ación , que al in terro g arse sobre las d iferen cias p rofund as entre las m últiples p rá cti­ cas cu ltu rales coexisten tes en cu alq u ier sociedad, va a en co n trar su raíz en la d iferen ciació n y com p artim en tación com plejas m ism a s de la so cie­ dad, que está g en eralm en te y sin duda divid id a en clases sociales, pero tam bién y a un m ism o tiem po habitada por grupos so ciales d iferen ciad os d esd e las d istin cio n es o p olarid ad es de lo urbano y lo ru ral, lo m a scu lin o y lo fem enin o, las g eneraciones viejas y las jóvenes, los gru p os católicos y los protestantes, los estratos artesan os y los de pro fesio n istas, etc., etc. Lo cual nos cond u ce a u na h isto ria que, ad em ás de recu p erar las d ife­ ren cias cu ltu rales nacid as de la oposición de clases, es cap az sim u ltán ea­ m ente de in tro d u cir los m atices derivados de estas o tras d iferen cias de los g ru p o s sociales, que a su tu rn o se exp resan en o tras tan tas p rácticas cu ltu rales ig u alm ente disím iles. N ueva h istoria cu ltu ra l de lo social, que asim iland o p arte de las críticas y de los aportes de los autores a n n a lista sm arx istas de la co y u n tu ra 68-89, va a co n stitu ir u na real alternativ a a la histo ria de lo m ental prom ovida por los terceros A n n ales.

Lo que ig u alm en te va a expresarse, en segu nd o térm in o, en u n giro im p o rtan te fren te a la an trop ología histórica desp legad a por esos terceros A n n ales. P u es frente a esta ú ltim a, que era sobre todo un intento de "h isto rizació n " de los tem as clásicam ente abordados por los an trop ólogos, y en co n secu en cia, u n intento de convertir "p ro blem as an tro p o ló g ico s" en "p ro blem as de h isto riad o res" para an alizarlos tod avía con las h erra­ m ien tas m ism as del practican te de Clío, la nueva h isto ria an trop ológica de estos posibles cu arto s A n n ales va a tran sfo rm arse, para en say ar la co n stru cció n de u na nueva m irad a de esos m ism os problem as, m irad a que sin tetizan d o a la vez el m odo de ver h istórico y el acercam ien to an trop ológico in teg re ju n to a las herram ien tas del h isto riad o r a los conceptos, las p rácticas, las técnicas y los p ro ced im ien to s de la a n tro ­ pología, p ara elaborar otras y nuevas in terp retacion es de los viejos p roblem as. In corp o ran d o entonces todos los com p lejos d esarrollo s del debate an trop oló gico de los ú ltim os treinta años en torno a la relación entre el in v estigad o r y el "o tro " al que se investiga - e n u n a cu rio sa profu n d izació n del p arad igm a de la historia p ro b lem a-, esta nueva h istoria an trop ológica, p racticad a por gentes com o Jocelyn e D a k h lia y en parte anticipad a por los trabajos de Lucette V alensi, será o tro de los ejes de d iferen ciació n en tre estos A n n ales post-89 y sus an tecesores. Una tercera frontera de d em arcación se refiere a la clara m a rg in ació n y casi aban d ono que los A n n ales fran ceses de 1968-1989 h iciero n de la h isto ria eco n óm ica y de la historia social. Frente a esto, y otra vez en clara p o sició n de ru p tu ra resp ecto a sus antecesores, esos A n n a les de la ú ltim a d écad a v an a recu p erar y a relan zar de nueva cu en ta a la h isto ­ ria eco n óm ica y a la h istoria social dentro de las p á g in a s de la revista, red iscu tien d o por ejem plo el estim u lan te y prod uctivo efecto in telectu al de las nuevas posibles alian zas e in terferencias, en cu an to a conceptos, pro blem áticas, técn icas y enfoques, entre la historia de un lado y la econom ía, la geo grafía, la sociología y el derecho, por el otro, d iscu sión que co n stitu y e u n a p arte im p ortante del núm ero ya citado de A n n a les de n o v iem b re-d iciem b re de 1989. A sí, lan zan d o u na prim era exploración de la p o sible red efin ició n del cam po de in teraccion es en tre la h isto ria y las cien cias so ciale s referid as, estos A n n ales de los ú ltim os dos lu stros han roto con el en casillam ien to en torno a la an trop ología y a la p sicología que caracterizó a la tercera etapa de los A n n a les fran ceses, para reab rir el d iálogo con la econom ía, la geografía y la sociología, que tan fecu n d as y centrales fu eron en los prim ero s y en los seg u nd o s A n n ales, ig u al que entre gran p arte de los autores de la m atriz m a rx ista -a n n a lista .

D iálogo recu p erad o entre el conjunto de las cien cias sociales y la h is­ toria, que in iciad o d esd e este núm ero de A n n ales de 1989, va a p ro segu ir d urante los años sigu ientes, m aterializánd ose, en el plano in stitu cio n al, tanto en el cam bio del su btítu lo de la revista, que d esd e 1994 dejó de lla­ m arse Annales. Economies. Sociétés. Civilisations., -títu lo que había m an ­ tenido desde 1946-, para rebau tizarse com o Annales. Histoire, Sciences Sociales, com o en la incorporación de un econ om ista (A ndre O rlean), y un sociólogo (L au ren t Thevenot) dentro del tam bién renovado com ité de d irección de la revista. Lo que en el plano in telectu al, va a d esem b o car en un explícito proyecto de estos posibles cu artos A n n ales de reincorp orar, para el an álisis histórico, tanto a los aportes de la so cio lo gía de la acción y de los actores, com o al p arad igm a de la econ om ía y la so cio lo gía de las convenciones, dos p ersp ectiv as desde las cu ales se ha in ten tad o red efin ir cóm o es que los agentes h istóricos con struyen la n o rm ativid ad y el tipo de relación so cial que rige sus com p ortam ientos, actitud es y p rácticas co tid ian as, p ero tam bién cóm o es que los in d ivid u os d iversos se in teg ra n e im b rican en d eterm in ad os esquem as de relaciones y de convenciones para co n stitu irse com o actores esp ecíficos que prod ucen y rep rod u cen u n d eterm in ad o entram ad o social. Lo que adem ás, y derivado de u na clara rep roblem atización de las p reocu pacion es brau d elian as, se com p lem enta con la p reg u n ta de cóm o eso s m ism os actores generan lo nuevo al in te­ rior de lo viejo, es d ecir com o es que logran ed ificar las figuras de una nueva n orm atividad , de nuevos v ín cu lo s sociales, de nuevas con v en cio­ nes y por tanto de nuevas prácticas, actitud es y com p ortam ien to s, sin violentar ni tra n sg re d ir durante largos periodos, y sólo en el m om ento del reem p lazo de u n as figuras por otras, a las v ieja s con ven cion es, rela­ ciones y norm as. Un proyecto intelectu al com plejo, largo y que se en cu en ­ tra todavía en su etapa inicial, que va a reflejarse m uy claram en te en el con junto de ensayos com p ilad o por el m ism o B ern ard L ep e tit y titu lad o Les formes de l'experience. Une autre histoire sociale. R eivin d icación de los varios cam pos posibles de la h isto ria so cial, que se acom p aña con un paralelo relan zam ien to de la h isto ria econ óm ica, la que no sólo es nu evam ente recuperada, por ejem plo, com o fu n d am en to de una renovad a h isto ria u rbana, sino tam bién , rein co rp orad a de una nueva m an era a través de la con frontación entre los datos, fu en tes y tes­ tim o n io s eco n óm ico s d isp onibles y los d iscu rsos econ óm icos que le h an sido contem poráneos, con frontación que perm ite su perar el an acron ism o en el an álisis de las econ om ías del pasado, y co n stru ir por ejem plo todo

un novedoso m odelo de explicación de los trazos que fu n d an la esp ecifi­ cidad de la econ om ía del antigu o régim en en los siglos xvn y xvm. Junto a esto, va a d esarro llarse tam bién la investigación y el rep lan team ien to en cu anto a v ario s de los tem as centrales de esta nueva h isto ria econ óm ica, tales com o los nuevos u sos posibles y las nuevas posib ilid ad es in terp re­ tativas de la h isto ria cu an titativa y serial o las p ersp ectiv as actu a les de co n stru cció n y aplicación de las tem poralid ad es econ óm icas d iversas. E lim in an d o , entonces, supuestos de la h isto ria econ óm ica anterior, com o los de que la serie económ ica refleja realidades hom ogéneas, que la cu rva co n stru id a de la serie es la m edición efectiva de m ovim ien tos reales de los fen óm enos históricos, o que la descom posición an alítica co rresp o n d e d irectam en te con la d iferenciación de niveles del objeto an alizad o, esta nueva h isto ria eco n óm ica de los posibles cu artos A n n ales se in trod u ce m ás bien en el sond eo de las p osibilid ad es de m edición de realidad es h eterogéneas, de las lecciones derivadas de la m u ltiplicación de v arian tes p ara exp resar serialm en te u na m ism a realidad , y de red iscu tir con m ás detalle la m ed iad a y com pleja relación entre la co n stru cció n tem poral y las realid ad es económ icas que se intentan com p rend er y explicar. N uevo tipo de apro xim ació n h istórica económ ica que va a ejem p lificarse clara­ m ente en los trabajos y ensayos de Jean-Yves G renier, hoy d irecto r de la redacció n de los Annales. Histoire, Sciences Sociales. Un cu arto trazo que evid encia la d iscontin u id ad p ro fu n d a en tre los A n n ales pre y post-89 es el de su actitud en torno a las p ersp ectiv as b rau d elian as de la h isto ria global y de la larga duración. Si los A n n a les fran ceses de la tercera época han renegado de la historia global, p ro p o ­ nien d o en su lu gar o la historia general o u na v u elta a h isto rias m ás acotad as y locales, los posibles cu artos A n n ales van en cam b io a reto ­ m ar cen tralm en te esta p roblem ática de la historia global, definiendo nu evam en te a la socied ad "com o un to d o " y rep lan tean d o la vigen cia y n ecesidad de acced er nuevam ente a la historia total, d and o cuenta de la totalidad so cial y de los procesos m acroh istóricos, p ara d esem ­ b o car siem pre en la con stru cció n de m odelos g en u in am en te globales. R ep lan team ien to que va a cu estion ar algu nas de las form as antes in ten ­ tadas de acced er a esa totalidad , que creían llegar a ella por la sim ple a cu m u lació n o su m a de elem entos, en un caso locales y en el otro de la totalidad so cial -su m a n d o regiones para co n stru ir la n ación o ag re­ gando lo eco n óm ico a lo social, a lo político y a lo cu ltu ral p ara form ar el todo so c ia l-, o en otro caso que p retendían a lcan zar a esa totalidad

desde el p ostu lad o de u na hom ología necesaria entre la p arte y el todo, lo que im p licaría que el an álisis del "ca so " escogido sería in m ed iatam en te extrapolable a la to talidad de la que aquel form a parte. A d iferen cia de esta po stu ra, los A n n ales post-89 van a proponer que esa to talidad no se redu ce en su exp licación a un principio único, y al m ism o tiem p o u nificador del conjunto, sino que rem ite al cru zam ien to y m u ltip licació n de p ersp ectiv as y de p rin cip ios explicativos, d efiniénd ose en ton ces com o un sistem a generalizad o de equivalencias p arciales en d onde lo eco n óm ico es tam bién cu ltural, lo cu ltural tiene significación política, lo político es p ro fu n d am en te so cial, lo social se expresa en la econ om ía, etc., etc. U na visión de la h isto ria total, que seg ú n el propio B ern ard L ep etit estaba todavía en su fase experim en tal, ind icand o m ás un cam in o de in vestigació n a seg u ir que resultad os acabados ya establecidos. Ig ualm ente, estos A n n ales posteriores a 1989 van a rep ro b lem atizar tam bién la vigencia de la "la rg a duración en el p re sen te" reiv in d ican d o de nueva cu en ta el p ostu lad o braudeliano de que es sob re tod o a la h isto ­ ria a qu ien corresp on d e la reflexión m ayor sobre los m ecan ism o s tem p o ­ rales del an álisis social, pero cuestionand o por ejem plo la legitim id ad de la jerarq u ía m ayor de esa larga duración frente a las d uracion es m ed ian a y corta. Pues si la explicación del cam bio en la corta d uración se rem ite a los procesos de la co y u n tu ra, y las tran sform acion es co y u n tu rales sólo se explican por la m od ificaciones estru ctu rales, entonces ¿cóm o se exp li­ can estas últim as?. C riticand o la idea de que el cam bio sea v isto sólo bajo la form a de la ru p tu ra bru sca y de la su stitu ció n total de u n a estru c­ tu ra por otra, B ern ard L epetit va a recond ucir nu evam en te el problem a a la sociología de la acción y a la econom ía de las convenciones/ p o stu ­ land o que si restitu im o s, fren te al peso in erte y cu asio m n ip resen te de las estru ctu ras, el rol activo y cam bian te de los actores, entonces acced em os a las m o dalid ades concretas de las con figuracion es su cesivas que, in clu so en la larga duración, co n form an las d in ám icas de los pro ceso s so ciales estudiad os, lo que perm ite exp licar la g en eración del cam bio so cial dentro de todos los niveles de la articu lació n tem poral. Y afirm an d o tam ­ bién que "tod a la densidad de la carga tem poral resid e en el p resen te" L ep e tit va a defender ju n to a los proced im ien tos h ab itu ales de d etección de la larga d uración d esarrollados por Fernand Braudel, el esfu erzo de reen co n trar a las estru ctu ras de esa larga duración tam b ién d esd e u na genealogía d iscrim in ato ria de los elem entos de ese presente, que id en ti­ fica en el hoy las líneas o hilo s que nos conducen h acia esas arq u itectu ras

b rau d elian as del tiem po largo, com o en el ejem plo p roporcion ad o en la obra m ás reciente de D enys Lom bard sobre el problem a de la h isto ria de la en cru cijad a javanesa. U na recu p eració n entonces reivindicatoria, pero al m ism o tiem po crítica y actu alizad o ra de las p erspectivas de la h isto ria g lobal y de la larga duración, que se in terroga sobre las m o d alid ades que en la situ ació n actual post-89 p u ed en ad qu irir estos p arad igm as m etod ológicos, en u n contexto in telectu al diverso al que fu eron cread os y fren te a los nuevos d esafío s de la h isto rio g rafía m ás contem poránea. Y que al m ism o tiem po, tiende un espacio de posible diálogo futuro en tre estos A n n ales de los años m ás recien tes y los eventuales h ered eros de la m atriz m arx ista-an n alista, que tam bién hoy se en cu en tran tod avía en p roceso de redefinición. Un qu into horizonte de d iferenciación en tre la tercera y la cu arta g eneración an n alistas, se ha construid o en torno a su actitud resp ecto del debate m etod ológico y el trabajo teórico y ep istem ológico fuerte. Y si, com o ya hem os visto, los terceros A n nales fran ceses ab an d o n aro n p rá c­ ticam en te estos terrenos, que fueron sólo cu ltivad os p o r los m arx istas an n alistas de esta m ism a tercera etapa, los posibles cu a rto s A n n a les van a desp legar en cam bio un intenso trabajo en estas dos lín eas, abriendo todo u n frente de reflexión teórica y de elaboración m etod ológica que se prosigu e d urante tod a la ú ltim a década. Pues ju n to a esa reiv in d icació n e inten to de p ro fu n d izació n y de puesta a punto de la larga d uración y de la h isto ria total que ya hem os señalado, y que im plica o b v iam en te el retorno a estos planos teoréticos, va a d arse tam bién u na exp lícita recu ­ p eración de la h isto ria síntesis, de la historia problem a, del m étod o com ­ parativo y de la h isto ria interp retativa, p arad igm as y referen tes qu e son claram en te m encionad os y relegitim ados en el célebre ed ito rial "T en ton s l'ex p erien ce" qu e abre el núm ero seis ya referido de los A n n a les de 1989. C on lo cual, esos posibles cu artos A n n ales se reco n ectan , no sólo con el legado brau d elian o, sino tam bién y m ás allá con la h eren cia m ism a de M arc B loch y de L ucien Febvre. R ecu p eran d o entonces esta línea que se había in terrum pid o en los A n n ales fran ceses de la co y u n tu ra 68-89, estos A n n ales de lo s diez ú ltim o s años van por ejem plo a proponer u na nueva ap ro xim ació n al viejo tem a de la in terd iscip lin aried ad , prop u gn an d o por u na in terd iscip lin aried ad "d u ra" que lejos de intentar reducir, o am in o rar o h acer m ás débil o tenue la frontera entre las d iscip lin as d iversas que estu d ian lo

social, com ience por el contrario por asu m ir rad icalm en te y hasta por refo rzar d ich as fron teras o barreras. Y que entonces, conciba a la interd iscip lin aried ad no com o en el pasado, en torno a un im p o sib le "m étod o com ún y u niversal", o en torno a un "objeto ú n ico " com p artido por d ichas d iscip linas, pero tam p oco com o la b u squed a de tem as o problem as 'de frontera' entre dos o m ás d isciplinas que tend eria ju sta m en te a h acer m enos rigid as o vigentes dichas b arreras in terd iscip lin arias, sin o m ás bien com o un p roceso consciente y explícito de transferencias reguladas, de técnicas, conceptos, m irad as o p arad igm as entre las d istin tas d iscip lin as. Es d ecir com o el exp erim en to que consiste en tom ar tal o cu al m étodo o concepto o m odo de percepción, por ejem plo de la econ om ía, para in tentar aplicarlo y hacerlo operativo dentro de por ejem plo la historia. A lgo que en opin ión de B ern ard L e p e tity Jean-Yves G renier, se ilustraría de m anera ejem p lar en la obra de E rn est L abrousse, tal y com o ellos lo d esarrollarán en su artícu lo conjunto incluido siem pre en la en trega de noviem bre-d iciem bre de 1989 de los Annales E. S. C. O tam bién , el caso de la interesante recu peración que estos A n n a les m ás recien tes han tratado de hacer, de los aportes y de las im p licacion es de la rica y creativa p ersp ectiva de la microstoria italian a. Un trabajo que com p arten Jacqu es Revel, B ernard L ep etít y Jean-Yves G ren ier y que ha dado com o resultad os sugestivas rep ro b lem atizacion es del pro ced im ien to del "cam bio de escala" en historia, p ro ced im ien to que d istin g u ién d o se de la variación de las escalas en la arqu itectu ra, la g eo ­ grafía, la econ om ía, la sociología y la antropología, pero in clu so tam bién de las p rácticas h abitu ales de la h isto ria local y region al, nos reen vía de nueva cu en ta al com plejo problem a de la d ialéctica en tre la historia general y las m últiples h isto rias p articu lares que la co n stitu y en , y por esta vía al problem a de la d ialéctica com pleja en tre m acroh isto ria y m icrohistoria. Un problem a para nada sencillo, y que h a sido ya d iscu ­ tido d esde tiem p o atrás por los historiadores, su scitan d o m uy d iversas salidas, y que ahora parece poder ser replanteado con nuevos elem entos desde la ex p erien cia h istorio gráfica y desde los resu ltad o s ya co n creta­ dos de la co rrien te italian a de E doardo G rendi, C ario Poni, G io van n i L evi y Cario G inzburg. M ostran d o entonces las aporías a las que a v eces con d u cen las tesis m icrohistóricas, pero reivindican d o la legitim id ad del p roblem a que abord an y del proced im ien to que in au g u ran para resolverlo, estos A n n ales post-89 h an contribu id o tam bién desde la p ersp ectiv a fran cesa a

d esarrollar este horizonte que pone en el cen tro del debate las in su ficien ­ cias y los lím ites de los antigu os "m od elos g en erales" de in terp retación , pero que rech azan d o explícitam ente la cóm oda y estéril salid a posm od erna, in ten ta reco n stru ir nuevos y m ás com plejos m od elos generales, d esd e la ex p erien cia del tránsito por el an álisis exh au stivo del caso, la reco n stru cció n m icro h istó rica y la legitim ació n de u n p arad igm a de lo particu lar, pero que con du zca no obstante com o su resultad o fin al a la capacidad de revelar y d escifrar fenóm enos de ord en m ás general. U na reap ertu ra entonces fru ctífera de estos A n n ales recien tes hacia el trabajo y el debate m etodológico, que les ha perm itid o d ialo gar y d ebatir con autores m arx istas y m arx istas-a n n a lista s com o Im m an u el W allerstein, Y uri Bessm ertny, Peter B urke o Fran^ois D osse, en tre otros. F inalm ente, un ú ltim o eje que sin g u lariz a estos A n n ales post-89, y que no se define por oposición a la etapa anterior, sino m ás bien com o un trazo nuevo del posible proyecto intelectu al en ciernes, se refiera a u na exploración m ás sistem ática de los horizontes, las cu ltu ras, los pu n tos de v ista y las ap ortaciones de otras civilizacio n es d istin tas a las civ ilizació n eu ro p ea y al m u ndo occid ental. Un trabajo que ha d esarrollad o p o r ejem ­ plo Pierre-Fran^ois Sou yri, y que nos coloca frente al d esafío de las leccio ­ nes que la h isto rio g rafía actual puede obtener del estud io de otras lógicas de co n stru cció n de lo social, y por ende, de otras m irad as de lo que es u na socied ad , de d iversas configuraciones de la in d iv id u alid ad y por tanto del problem a m ism o de la biografía, de m odos alternativos de abord ar a la racion alid ad , y en consecu encia de otras versiones de la h isto ria cu l­ tu ral, o de otra form a de "co n e ctarse" los hom bres con la n atu raleza, y desde a llí nuevas v isio n es de la h istoria g eográfica o am b ien tal, entre otros ejem plos posibles. U na reflexión que se in au gu ra apen as d en tro del proy ecto de la revista, y que tal vez p e rm itirá d escen trar y red efin ir en cierta m ed id a los estud ios históricos, antes tal vez d em asiad o co n cen tra­ dos en el exam en de los casos eu ropeos, y m ás extensam ente, o ccid en ­ tales. E stos son, m uy resum id am ente, los trazos fu n d am en tales de un proyecto de ren ovación profund a y radical de los A n n a les que se com enzó a g estar desde 1985, y que adquirió form a m ás o rg ánicam en te d esd e 1989, proyecto que en 1994 dio un paso adelante, con el cam bio del su btítu lo de la rev ista y sobre todo con la inco rp o ració n de cin co nuevos m iem bro s al equipo dirigente. C am bios im p ortan tes para los A n n ales, vivid os en un lap so relativam ente corto de tiem po, que a n u n ciab an la

gestación de un nuevo proyecto intelectu al, cuyo an im ad or y prom otor fu n d am en tal fue sin duda alg u n a B ern ard Lepetit. Pero en m arzo de 1996, com o co n secu en cia de u n inesperado, absurdo y trág ico accidente, m urió B ern ard L ep etit, lo que ha representad o un golpe m uy im p ortan te a ese naciente proyecto de u nos posibles cu artos A n n ales, com p licand o aún m ás las posibilid ad es de su ulterior afirm ación. P u es a casi tres años de esa trágica m uerte y luego de u na década de un claro com bate en pro de estos posibles cu artos A nn ales, aún se hacen sen tir las in m en sa s d ifi­ cu ltad es para la con so lid ació n com pleta de un nuevo proyecto in telectu al alternativo. D ificu ltad es que com p renden tanto el hecho de que los m iem bros m ás an tigu o s de A n n ales h an aportado ya lo fu n d am en tal de su p osible co n tribu ció n historiog ráfica, estando adem ás en p rácticam en te todos los casos encargad os de m últiples otras tareas y resp o n sab ilid ad es diversas, ; com o tam bién el reto aún no com pletam ente resuelto de in teg rar a algu ­ nos de los nuevos m iem bros reclutados en 1994, a la d in ám ica global y co tid ian a de co n stru cció n de la revista, y a través de ella de dicho proyecto alternativo. Con lo cual, resulta claro que será a aquellos m iem bros del com ité de A n n ales que se com p rom etan integralmente y con todas su s capacidades, en la recu p eració n y contin u ación de este proyecto de ren ov ació n rad i­ cal que co m en zó a p erfilarse entre 1989 y 1996, bajo el en érgico im p u lso de B ernard L epetit, a qu ienes les correspon d erá realm en te co n tin u ar com o los pro tago n istas activos en la edificación de la h isto ria in m ed iata y m ed iata de la corriente de los A nnales. A su m ien d o entonces esa herencia de revolucion ar u na vez m ás a los A n n ales, ese pequeño y joven núcleo activo d entro del com ité de A n n ales, deberá p ro seg u ir con la d in ám ica de in teg rar en esta tran sfo r­ m ación a todo el com ité en su conjunto, pro fu n d izan d o en la d efinición de los perfiles de ese m ism o proyecto alternativo de u nos reales cu artos A n n ales, d esde la resolu ción de los debates internos que hoy en día tejen la activid ad re g u lar de la revista, y desde la tom a de p osición activa y la in terv en ció n rad ical frente a los d esafíos que su situ ació n d en tro de la h isto rio g rafía co ntem p orán ea les plantea. D ebates in tern o s im portan tes, que reflejan los p osibles d estin o s fu tu ro s de esos Annales. Histoire, Sciences Sociales, y que cu bren d esd e la alternativa entre d esarrollar u na h istoria m ucho m ás a lim en tad a por la filosofía y m ás atenta a exp licitar sus leccion es y resu ltad os teóricos

o en cam bio u na h istoria m ás exp erim en tal y em pirista, m ás volcada h acia sus objeto s con cretos de estudio y sus d escu brim ien to s h isto rio g ráfícos, h asta la d iscu sió n sobre com o tender los pu entes y las nuevas a lia n ­ zas en tre la h isto ria y las restantes ciencias sociales, o p eracio n alizan d o de m anera con creta la vocación expresada en el nuevo su b títu lo de la revista. Y pasand o tam bién por la polém ica resp ecto de si los A n n ales deben ser m ás u na revista de h istoria francesa y europea, o por el con ­ trario u n a verdad era rev ista de h istoria m u ndial, que in co rp o re m ás seria y reg u larm en te los trabajos de y sobre todas las otras civ iliz a c io ­ nes, ab rién d ose orgánicam ente a otros horizontes cu ltu rales h isto rio g ráficos antes "in v isib les" o "sem i-in visibles". O igu alm ente, y com o ya hem os m encionad o antes, tam bién form an p arte de estos debates vivos y co tid ian o s tanto el de la p regu n ta sobre las con dicion es esp ecíficas para la co n stru cció n de u na nueva historia social, cuyo p rim er esbozo se con ­ cretó en el libro de Les formes de l'exiperience, com o el de la p ro fu n d izació n en el tem a de las im plicaciones e in stru m en tació n del p arad igm a del cam bio de escalas. Serie de debates que an im an las reunion es perió d icas del grupo que hoy d irige a los A n n ales, que son a la vez otras tantas en cru cijad as de la d efin ición de ese proyecto in telectu al en cu rso. Y de las cu ales d eberá d eriv arse tam bién u n a apuesta concreta de po sicio n am ien to fren te a alg u n o s de los que, desde nuestro punto de vista, son p arte de los p rin ­ cipales d esafío s práctico s y teóricos que hoy debe asu m ir la corrien te a n n alista. E n p rim er lugar, y en la m ism a línea de lo que antes hem os d esarrollad o, p en sam os que es urgente acelerar la d efin ición p recisa de lo s p erfiles esp ecíficos de ese proyecto in telectu al nuevo, lo qu e p er­ m itirá u b icar con m ás elem entos si nos encontram os fren te a unos cuar­ tos A n n a les o si se trata sólo de u na nueva transición equiparable a la del p eriod o 1941-1956. Porque m uchos h istoriad ores en el m u ndo entero sigu en con atención la evolución reciente de A n n ales, p regu n tán d o se co n stan tem en te acerca de las propuestas historiog ráficas esp ecíficas que la corrien te fran cesa es cap az de proponer p ara la ren ovación del oficio de historiador. Y al observarlos con cuidado, la im presión que se tien e es que se trata de un proyecto que no term in a de con solid arse, de un esbozo que p areciera resistirse a convertirse en cu ad ro term in ad o. Sin em bargo, y dadas las cond iciones hoy vigentes de fuerte com p eten cia h isto rio g ráfica de m últiples corrientes, y el p roceso de continu a m u ltiplicación de

los polos de la in n o vació n h istoriográfica en todo el planeta, resulta n ece­ saria esa m ayor y m ás p recisa definición de las aristas que pu ed an acotar a estos eventu ales cu arto s A nnales. Para lo cu al se im p one tam bién una ru ptu ra radical con las in ercias de la situ ación actual, situ ació n m ás bien cóm oda y fácil de rep ro d u cir sin cam bio. Porque hoy, los A n n ales siguen siendo la rev ista m ás im p ortan te de h isto ria en Francia y una de las m ás im p ortan tes en E uropa y en el m undo, con u na tradición y u na historia respetables que los acom p añan , y con un reco n o cim ien to e im plantación dentro de la h isto rio g rafía que no son nada d esp reciables. Pero, com o h an repetid o ten azm en te Lucien Febvre y F ernand Braudel "es necesario ser h erético " si se q u iere seg u ir siendo realm ente innovador, lo que debe co n seg u irse aún al p recio de rem over y de p o n er en cu estión esa situación cóm oda, e inclu so, si hace falta, h asta de socavar los fu nd am en tos m ism os en los que u no se apoya (algo qu e B ern ard L ep etit habia com prendido m uy b ien y que p racticó sistem áticam en te durante todo su trabajo dentro de los A n n ales). Ya que sólo avanzand o m ás allá de esas fáciles inercias, es que será posible relan zar d en tro de los A nnales u na h istoria m ás rica, in n ovad ora y g en u in am en te crítica, com o la que practicaron en su tiem po Bloch, F eb v re y B raudel, y com o la que intentaron pro segu ir los m a rx ista s-a n n a lista s del p eriod o de 1968-1989. A l m ism o tiem po, y com o otro d esafío central, se plantea la n ece­ sidad para estos A n n ales, de abrirse m ás o rg ánicam en te al diálogo, al reco n o cim ien to y a la colaboración sistem ática, tanto con otras ten d en ­ cias o p osicion es h isto rio g ráficas francesas, com o con otras corrien tes y p ersp ectiv as de la h isto rio g rafía europea y m undial. En el p rim er renglón p en sam os que sería fru ctífero abrir un espacio de diálogo y con fron tación con gru p os com o por ejem plo el de la rev ista EspacesTemps, inclu yend o en A n n ales artícu lo s de los h istoriad ores de este tipo de gru p os, pero sobre todo d ebatiendo con ellos, criticand o y evaluand o sus resultad os h istoriográficos, colaborand o en em presas h isto rio g ráficas com u nes, y d esp legand o in iciativas que les perm itan con flu ir en p royectos acad ém i­ cos, in telectu ales e in clu so sociales en general. Pues si es cierto, com o lo h an declarado ellos m ism os en v arias ocasiones, que los A n n a les qu ieren realm en te "reflejar el m ovim ien to histórico en cu rso", eso sólo es posible sobre la b ase de co n stru ir y luego retro alim en tar este d iálogo y espacio de en cu en tro con las restan tes posiciones dentro de la h isto rio g ra fía fran ­ cesa, ig u al que con las restan tes corrientes h isto rio g ráficas de todo el m undo.

Así, en el seg u n d o renglón, pod ría tam bién ser m uy ú til y prod uctivo para los A n n ales el g en eralizar la experiencia que ya han aplicado para el caso de la microstoria italian a. Pues habría que acercarse con la m ism a atención y creativid ad al rescate, y tam bién a la colaboración, de y con alternativas com o la del Fernand Braudel Center y su propu esta del worldsystem analysis, a los desarrollos de la Nene Sozial Geschichte alem an a, a las v arias ram as de la h istoria so cialista y m a rx ista b ritán ica, a los d esarrollo s en cu rso de la nueva h istoria region al latin o a m erica n a o a los m ás recien tes resultad os de la antropología h istórica ru sa, en tre tantas o tras p osibilid ad es. Pues sólo reconociend o de cerca estos aportes e in te­ g rando sus m ejores contribu ciones en el proyecto de co n stru cció n de la revista, será posible m antenerse dentro de las posicion es de v an g u ard ia en el cam po de los estu d io s históricos, que h ab itu alm en te h an ocupad o las su cesivas generacion es an n alistas. Tam bién, y com o otro reto central, creem os que ha llegado la hora de un verdad ero balance crítico y autocrítico de toda la h isto ria h asta hoy vivid a por esa corrien te de los A nn ales. Pues si el proyecto de los cu artos A n n ales apu nta a d eñ n irse claram ente com o algo nuevo y rad icalm en te d istin to resp ecto de los terceros A nnales franceses, y al m ism o tiem p o se proyecta com o un inten to de reconectarse por d iferen tes cam in o s con la h eren cia de B loch, Febvre y Braudel, entonces se vuelve cen tral retom ar, por estos m ism os A n n ales actuales, ese trabajo que por lo d em ás ya está en m archa, de reco n stru cció n crítica de toda la h isto ria global de la corriente, pero tam b ién de las m últiples in vestigacion es m ás acotad as sobre los aportes esp ecíficos de M arc Bloch, o de Lucien Febvre, o de Fer­ nand Braudel, ig u al que sobre los lím ites de la co n trib u ció n de los ter­ ceros A n n ales de las m entalidades y la antrop ología histórica, o sobre los m uy d esigu ales desarrollos de las varias lín eas de la m atriz m arx istaa n n alista. U n m o v im ien to de sucesivos balances p arciales, y de m u ltiplicación de las ap roxim aciones a todas estas tem áticas de la h isto ria a n n a lista , que apunte h acia un verdad ero balance global de lo que d ebe recu p erarse y lo que debe aband onarse dentro de la com pleja y m u ltifacética h erencia de los p rim ero s seten ta años de vida de los A n n ales. Ya que si las so cie­ dades no reco m ien zan su h istoria nunca desde cero, y p u esto que ni aún las revolucion es m ás radicales pu ed en hacer tabla rasa absolu ta de su pasado, entonces esos posibles cu artos A n n a les tienen ta m b ién que co n stru ir lo nuevo, desde la recu peración y refu n cio n a liz a ció n de los

m ejores elem entos de su herencia anterior. Algo que, por lo dem ás, y en n uestra op inión , d em ostrará claram ente el hecho de que la vigen cia actual y la cap acidad h eu rística aún viva de m uchas de las leccion es de M arc Bloch, de L u d e n F ebvre y de Fernand Braudel está todavía lejos de haber sido realm en te agotada y explotada en tod as su s posibles p o ten ­ cialidades. Finalm ente, un ú ltim o reto im portante que co n fro n tan estos A n n ales de hoy es el de rev in cu larse doblem ente a la h istoria contemporánea. En p rim er lugar en térm in os intelectu ales, recu perand o la cen tralid ad del estud io de los hechos y procesos que acontecen ah ora m ism o, y que habiendo sido tan im p ortan tes en el proyecto de los p rim eros A n n ales - a l pu n to de consid erar a la revista tam bién com o apta para los "h o m ­ bres de acció n " de esta é p o c a - se fué apagando d esp ués h asta qu ed ar relegad a en u n seg u nd o plano de los in tereses a n n alistas. F rente a esto, parece relev ante volver a desarrollar la línea del exam en in m ed iato de las ten d encias fu n d am en tales de esta historia contem poránea "en train de se faire", abriendo seccio n es o espacios m ás regu lares para la inclu sión de artículos, n otas críticas y ensayos dentro de esta lín ea de in vestigación . Al m ism o tiem p o y en térm in os m ás prácticos, tal vez sea p ertin en te in ser­ tar m ás activam en te a la revista dentro de los debates sociales, políticos e intelectu ales que hoy m ism o se escen ifican en Francia, en E uropa y en el m undo. Pues ahora que vuelve a replan tearse la cu estió n de la fun ­ ción so cial del in telectu al, en tanto que n ecesaria in telig en cia crítica de una sociedad, la h isto rio g rafía en general y los A n n a les en p a rticu la r no pueden p erm an ecer al m argen de esta in terp elación de p arte de la ■: socied ad. En nuestra op in ión, es sólo al precio de hacer frente a estos d esafío s, y a alg u no s otros ig u alm ente im portantes, que los A n n ales actu ales p o d rán co n v ertirse efectivam en te en unos cu artos A n n ales, con un estricto perfil de un nuevo proyecto in telectu al, y con u na clara u b icació n d en tro del p aisaje h isto rio g ráfico m undial. C on lo cual, serán fieles a la con sign a brau d eliana de situ arse "tanto com o se pueda y acep tand o todos los riesgos, en el lím ite m ism o de las in novaciones que se esbozan", y tam ­ bién a la vo cació n innovadora, com bativa y m ilitan te que ha so sten id o el proyecto fun d ad or de los A n nales, anim ad o hace siete u och o d écad as por M arc B lo ch y por L ucien Febvre.

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Los A n n ales, en este año de 2005, no son ya ni pu ed en ser esos A n n ales p ion eros y heréticos que entre 1929 y 1941 se co n stitu y ero n en la ver­ d adera v an g u ard ia de los estud ios h istóricos franceses, llevan d o a cabo u na genu ina revolución en la teoría de la h istoria, y abriend o el espacio para que la an terior hegem onía g erm ano parlan te dentro de la h isto rio ­ grafía, co m en zara a d esp lazar su centro de gravedad h acia el hexágono francés. Tam poco son ni pueden ser esos A n n ales brau d elian os de los años de 1956-1968, que afirm ando el m om ento de auge de esa hegem onía fran cesa dentro de la h isto rio g rafía occid ental de la seg u n d a posguerra, sirv iero n de "m od elo a im ita r" para u na g ran p arte de los h istoriad ores m ás avanzad os y críticos que trabajaron en Francia, en E urop a y en el m undo occid en tal durante estas épocas. M ucho m enos pu ed en ser los terceros A n n ales franceses de la coy u n tu ra 19684989, que rep resen tan d o la d ecad encia y el fin de esa hegem onía h isto rio g ráfica francoparlante, se alejaro n p ro fu n d am en te del cam in o con struid o por los p rim ero s y los seg u nd o s A n n ales. Y tam poco pueden ser esa com p leja m atriz de m arx istas-an n alistas que retom and o dicho cam ino, lo co m b in aro n e in co rp o raro n dentro de u na inéd ita perspectiva, ig u alm en te alim en tad a por las co n tribu cio n es de M arx. Pero si los A n n ales en este 2005 no pu ed en ser ya n ada de esto, si pu ed en en cam bio, si son capaces de recu p erar los m ejores elem en tos de toda esa heren cia m últiple que les precede, con tin u ar siendo p ro tag o n is­ tas de p rim era fila dentro de la historiog rafía m u n d ial con tem porán ea. P ro tag on istas u bicados adem ás en verdaderas p osicion es de v an g u ard ia, que co n tribu yan eficazm ente a definir, ju n to con las otras corrien tes y tend encias hoy fu n d am en tales dentro de los estud ios h istó rico s de todo el planeta, los ru m b o s que habrá de seg u ir la h isto rio g rafía en el siglo xxi y en el tercer m ilenio histórico que hem os com en zad o a v iv ir hace ya m ás de tres lu stros. Lo cual pod ría ser un adecuado y fiel h om enaje a ese p royecto que dos profesores de la U niversidad de E strasb u rg o co m en ­ zaro n a p erfilar h acia 1921, y que m ás de och en ta años después, con tin ú a tod avía estan d o p resente e im pactan do a las m ás d istin tas h isto rio g rafías y a los m ás d iferen tes p racticantes de Clío, ubicados en los m ás apartad os rin co n es y esp acios de nuestro hoy pequeño planeta.

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A . P A R A U N A P R IM E R A A P R O X IM A C IÓ N G E N E R A L Para saber lo que h an sido y son los A nn ales, lo p rim ero que habría que h acer sería rev isar las colecciones com pletas de las d istin tas series que abarca la p u blicación de la revista. Y au nque sin duda alg u na, el aporte gen eral de la corriente no se agota ni m u ch o m enos en los textos pu blicados d en tro de d ich as series, su consu lta resulta ú til p ara un acer­ cam iento in icial, ya que dicha revista ha servid o de esp acio con cen trad or y de órgano de d ifu sió n de los d istintos proyectos in telectu ales del entero itin erario an n alista. D ich as series com p rend en, en lo fun d am en tal: 1. L os Annales d'Histoire Economique et Sociale (1929-1938). D iez tom os co rresp o n d ien tes a diez años, con 4 fascícu los por año. 2. Los Annales d'Histoire Sociale (1939-1941). Tres tom os corresp o n d ien tes a tres años. E n 1939, 4 fascícu lo s; en 1940, 3 fascícu los y en 1941, 2 fas­ cículos: 3. L os Mélanges d'Histoire Sociale (1942-1944). Tres tom os co rresp o n d ien ­ tes a tres años, con 2 fascícu los o entregas por año. 4. L os Annales d'Histoire Sociale (1945). Un tom o que incluye 2 fascícu los de "H o m e n aje a M arc Bloch". 5. Los Annales. Economies. Sociétés. Civilisations (1946-1993). C u aren ta y ocho tom os corresp on d ien tes a cu arenta y och o años. D e 1946 a 1959, 4 fascícu lo s por año, y de 1960 a 1993, 6 fascícu los p o r año. 6. L os Annales. Histoire, Sciences Sociales (1994-...). H asta finales del año de 2004 se h an com pletado once tom os co rresp o n d ien tes a once años, con 6 fascícu lo s por año. Para o rien tarse en esta lectu ra de la rev ista de los A n n ales, so n ú tiles los d iversos ín d ices que ella m ism a ha publicado y que co m p ren d en hasta hoy:

ARNOULD, Maurice.

Vingt années d'histoire economique et sociale. Table analytique des “A nnales" fondées par M arc Bloch et L u d en Febvre (1929-1948),

Librairie Armand Colin, Paris, 1953.

Editorial

TENENTI, Branislava.

Vingt années d'histoire et de sciences humaines. Table analytique des Annales (1949-1968),

Editorial Librairie Armand Coiin, París, 1972. GRINBERG, Martine y TRABUT, Ivette. Vingt années d'histoire et des sciences humaines. Table analytique des Annales (1969-1988), Editorial Armand Colin, Paris, 1991. GRÉARD, Catherine, GRINBERG, Martine y TRABUT, Ivette. Table analytique des Annales, Economies. Sociétés. Civilisations. 1989-1993, Editorial Armand Colin, Paris, 1995. BRANCHEREAU, Simone, GRÉARD, Catherine, GRINBERG, Martine y TRABUT, Ivette. Table analytique 1994-1998, Editions de I'École des Hautes Études en Sciences Sociales, Paris, 1999.

Sobre la corrien te de los A n n ales existen pocos trabajos de largo aliento, que an alicen su trayecto ria global com o tem a central u o bjeto p rincipal. D en tro de este conjunto, es posible señ alar los sigu ien tes libros, qu e abor­ dan desde u na visión m as general, o bien un p eriod o im p o rtan te de la h isto ria de la corriente, o b ien u n aspecto o lín ea de su d esarrollo en general, o bien su cu rv a de evolución global:

AGUIRRE ROJAS, Carlos Antonio. Los Annales y la historiografía francesa. Tradiáones críticas de M arc Bloch a Michel Foucault, Ediciones Quinto Sol, México, 1996. - Itinerarios de la historiografía del siglo xx. De los diferentes marxismos a los varios Annales, -L a Escuela de los Annales. Ayer, hoy, mañana -L'histoire conquérante. Un regará sur l'historiographie frangaise,

:

Ed. Centro Juan Marinello, La Habana, 1999. , Ed. Montesinos, Barcelona, 1999. Ed. L'Harmattan, : Paris, 2000. -C orrientes, Temas y Autores de la Historiografía del siglo xx, Ed. Universidad Juárez Autónoma de de Tabasco, Vilíahermosa, 2002. —Antimanual del mal historiador, (Séptima edición latinoamericana), Ed. Contrahis­ torias, México, 2004. -F erna nd Braudel et les sciences humantes, Ed. L'Harmattan, Paris, 2004. -L a historiografía del siglo xx. Historia e historiadores entre 1848 y ¿2025?, Ed. Mon­ tesinos, Barcelona, 2004. -U rna historia dos Annales (1921-2001), Ed. Universidade Estadual do Maringá, Maringá, 2004. -D ie Annales "Schule". Gestern, Heute, M or gen, Ed. Leipziger Universitátsverlag, Lepizig, 2004. BURKE, Peter. La revolución historiográfica francesa. La escuela de los Annales: 3929-2989, Ed. Gedisa, Barcelona, 1993.

CARRARD, Philippe.

Poeíics of the New History. French Historical Discourse from Braudel to Chartier,

Editorial Johns Hopkins University Press, Baltimore, 1995. COUTAU-BÉGARIE, Hervé. Le phénoméne nouvelle histoire, G randeur et décadence de l'école des Annales , Editorial Económica, Paris, 1989. DOSSE, Frangois. La historia en migajas. De los Annales a la nueva historia, Ed. Alfons el Magnánim, Valencia, 1988. MASTROGREGORI, Massimo. II genio dello storico. Le considerazioni sulla storia di M arc Bloch c L u d en Febvre e la tradizione metodologica francese, Edizione Scientifiche Italiane, Nápoles, 1987. RAPHAEL, Lutz. Die Erben von Bloch und Febvre. Annales-Geschichtsschreibung und nouvelle histoire in Frankreich 1945-1980 , Editorial Klett-Cotta, Stuttgart, 1994. STOIANOVICH, Traían. French Historical Method. The Annales Paradigm, Editorial Cornell University Press, Ithaca-Londres, 1976. VÁZQUEZ GARCIA, Francisco. Estudios de teoría y metodología del saber histórico, Editorial de la Universidad de Cádiz, Cádiz, 1989. A esta lista p o d ria ag reg arse u na com p ilación que da u na bu en a idea del itin erario.en su con junto de la corriente, a través de sus propios textos:

MIDDELL, Matthias y SAMMLER, Steffen. Alies Gewordene hat Geschichte. Die Schule der Annales in ihren Texten, Editorial Reclam Verlag Leipzig, Leipzig, 1994. Tam bién vale la p en a co n su ltar ciertos núm eros de revista, de p eriód icos o libros colectivos, consagrad os total o parcialm en te a la h isto ria de los A n n ales:

num. 3/4, Binghamton, Nueva York, 1978. , Paris, 19 de enero de 1990. Año xiv, num. 1-2, Roma, 1993.

-Review , - L e M onde - Rivista di storia della storiografia moderna, - Sporii a glavnom. Diskusii a nashtayashiem u budushiem istoricheskoi nauki vokrug frantsuskoi shkolii "Annalov", -Eslabones, - Iztapalapa -Pedagogía, -M ars, - Contrahistorias,

Editorial Nauka, Moscú, 1993. núm. 7, México, 1994. , núm. 36, México, 1995. núm. 8, México, 1996. núm. 7, Paris, 1997. núm. 2, México, 2004.

A lo que h abría que añ ad ir la consulta, para el caso esp ecífico de la obra y de los ap ortes in telectu ales de M arc B loch en general, de los cinco núm eros pu blicad os de los Cahiers Marc Bloch, editados en P arís por la A sso ciatio n M arc B loch, entre 1994 y 1997.

B. P A R A A C E R C A M IE N T O S M Á S E S P E C ÍF IC O S ,

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LA "ESCUELA" DE LOS AN N ALES. Ayer, Hoy, M añana se term inó de im prim ir en el mes de agosto de 2005, en los talleres de Jim énez Editores e Im presores, S. A. de C. V., en 2o Callejón de Lago M ayor núm. 53, Col. Anáhuac, 11320. México, D. F. Correos electrónicos: jim enez_edit@ att.net.m x / jim enezedit@ yahoo.com .m x. Se tiraron 2000 ejemplares más sobrantes para reposición.