La filosofía de la gramática

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Otto Jespersen

La filosofía de la gramática

EDITORIAL ANAGRAMA BARCELONA

Título de la edición original:

The Philosophy of Grammar © George Alien & Unwin Ltd. Londres, 1924

Traducción (de la décima edición, de 19 6 8 )

Carlos Manzano

Maqueta de la colección:

Argente y Mumbrú

© EDITORIAL ANAGRAMA Calle de la Cruz, 44 Barcelona - 1 7 Printed in Spain ISBN 84 - 339 - 0030 - 7 Depósito Legal: B. 22767 - 1975 G ráficas D iam ante , Zamora, 83, Barcelona - 5

PREFACIO

II fa u t b e a u c o u p de p h ilo s o p h ie p o u r s a v o ir o b s e rv e r u n e fo is ce q u ’o n v o it to u s les jours. — R o u s s e a u .

La gestación de este libro ha sido larga y, como se hace con los niños a los que se quiere de forma especial, le he ido dando sucesivamente varios nombres diferentes. Cuando hice el primer esbozo de él — todavía sin elaborar— , en una serie de conferencias en la Universidad de Columbia en 1909-1910, lo llamé I n tr o d u cció n a la Gramática In glesa ; en el prefacio al segundo volumen de mi M od ern English G rammar (1914) tuve la presunción de mencionar «una obra en preparación sobre Los Funda­ m e n t o s d e la G ram ática»; en El L en gu aje (1922), volví a hablar de él como de «una futura obra, que probablemente se llamará La lóg ica d e la G ram ática», y ahora, por fin, me atrevo a presentarlo con el título, quizás pretencioso, de La F ilosofía d e la Gramática. Constituye un interno de presentar de forma coherente mis puntos de vista sobre los principios generales de la gramática; he llegado a ellos después de largos años durante los cuales he estudiado varias lenguas y he estado preparando una extensa obra sobre la gramática inglesa,1 de la que hasta ahora sólo he podido acabar dos volúmenes. Estoy firmemente convencido de que muchas de las deficiencias de las teorías gramaticales actuales se deben al hecho de que la gramática se ha estudiado principalmente en relación con lenguas antiguas conocidas solamente por mediación de la escritura, y de que solamente se puede ob­ tener una correcta comprensión de la naturaleza esencial del lenguaje cuando el estudio se basa en primer lugar en una observación directa de la lengua hablada y sólo secundariamente en documentos escritos e im1.

A M odern English G ram m ar, Londres, 1909-1949.

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presos. En muchos sentidos, un gramático moderno debería ser n o v a r u m rerum studiosus. A pesar de que mis reflexiones se han dirigido sobre todo al dominio lingüístico, en algunos momentos me he atrevido a cruzar los límites del dominio de la lógica, y espero que algunas partes de mi obra contengan algo interesante para los especialistas de esta disciplina; por ejemplo, la definición de los nombres propios (Cap. IV), el estudio de la relación en­ tre substantivo y adjetivo (Caps. V y V II), la definición de los «abstractos» como palabras-nexo (Cap. X), la relación entre sujeto y predicado (Cap. XI) y las divisiones propuestas en el capítulo sobre la negación (Cap. XXIV). He tenido que enfrentarme con muchas dificultades al escribir este libro; una de ellas ha sido la de dar con la ordenación más adecuada de los capítulos, ya que ios temas que en ellos se tratan se entrelazan y su­ perponen de la forma más embrollada. He procurado por todos los me­ dios no tener que hacer referencias a secciones posteriores, pero temo que el orden en que los diferentes temas aparecen tratados pueda parecer a veces arbitrario, Tengo también que pedir indulgencia al lector por ha­ ber indicado unas veces, y otras no, la referencia de los textos que cito como ejemplo de ciertos fenómenos gramaticales,. Ello no me ha parecido tan necesario aquí como en mi A M od ern English Grammar, en la que tuve por norma dar las referencias exactas de todos los textos citados; pero la mayoría de los fenómenos mencionados en este libro son de tal naturaleza que se pueden encontrar ejemplos de ellos casi en cualquier libro escrito en la lengua considerada. OTTO JESPERSEN Un iv e r sid a d

df.

C

o p f .n h a c ; u e

Enero d e 1924.

Desde la primera edición de esta obra (en 1924) he vuelto a conside­ rar y he estudiado más a fondo algunas de las ideas que contiene en los volúmenes 3 y 4 de mi A M o d ern English Gramm ar y en Essentials o f En­ glish G ram mar} por lo que recomiendo al lector que consulte dichas obras. O. J. Lundehave, H e l s i n g o r ( E l s i n o r e ).

N ov iem b r e d e 1934.

2.

Essentials of English Grammar, Londres, 1933.

CAPITULO I LA GRAMATICA VIVA

Hablante y o y e n t e •La esencia del lenguaje es la actividad humana: actividad por parte de un individuo para hacerse entender por otro, y actividad por par­ te de ese otro para entender lo que el primero quería decir. Nunca debemos perder de vista a esos dos individuos, el emisor y el receptor del lenguaje o, como más adecuadamente podemos llamarlos, el hablante y el oyente, y las relaciones que entre ellos existen, si queremos entender la naturaleza del lenguaje y de esa parte del lenguaje de que trata de gramática. Se trata de un punto que hasta ahora se había descuidado, pues se consideraba a las palabras y a las formas como si fuesen cosas u objetos naturales con existencia propia; es posible que esa concepción provenga de la exclusiva atención que se prestaba a las palabras escritas o impresas, pero no por ello deja de ser fundamentalmente errónea, como puede verse con un poco de reflexión. Si aquí hablamos de los dos individuos, el emisor y el receptor del lenguaje, como de hablante y de oyente respectivamente, es porque consi­ deramos que la palabra hablada y oída es la forma primaria del lenguaje y de mucha mayor importancia que la forma usada en la escritura (y en los documentos impresos) y en la lectura, que constituye un aspecto se­ cundario. Ello es evidente, cuando nos referimos al período de tiempo extraordinariamente largo durante el cual la humanidad todavía no había inventado el arte de escribir o lo utilizaba solamente en raras ocasiones; pero, incluso en nuestra sociedad, dirigida por los periódicos, la inmensa mayoría de nosotros utilizamos infinitamente más el lenguaje hablado que el escrito. En cualquier caso, nunca podremos entender lo que es el len­ guaje y cómo se desarrolla, si no tenemos en cuenta en primer y principal lugar la actividad de hablar y de oír, y si olvidamos, aunque sea por un instante, que la escritura no es otra cosa que un substituto del lenguaje 9

hablado. Una palabra escrita está momificada hasta que alguien le infunde vida al transponerla mentalmente en la palabra hablada correspondiente. El gramático debe estar siempre en guardia para evitar las trampas en que la ortografía habitual puede hacerle caer. Voy a dar algunos ejem­ plos elementales de ello. En inglés, la terminación para el plural de los substantivos y para la tercera persona del singular del presente de los verbos es, en el lenguaje escrito, -s, en palabras como ends, locks, rises, pero en realidad se trata de tres terminaciones diferentes, como vemos al transcribirlas fonéticamente [endz, b k s, raiziz]. De igual forma, la ter­ minación -ed del lenguaje escrito abarca tres terminaciones diferentes en el lenguaje hablado en sailed, locked, en d e d , fonéticamente (seild, lokt, endid]. En el lenguaje hablado parece como si los pretéritos paid y said estuviesen formados de igual manera y fuesen diferentes de stay ed , cuan­ do en realidad paid y s ta y ed son formas regulares [peid, steid], mientras que said es irregular por tener la vocal abreviada [sed ]. Mientras que en la lengua escrita existe solamente una palabra there, el lenguaje hablado distingue dos, tanto al nivel de la pronunciación como del significado (y del valor gramatical), como se puede ver en la frase T h e r e [5 a ] i v e r e m a ny p e o p l e t h e r e [' 5 e -9 ] («A llí había mucha gente»). La cantidad, la intensidad y la entonación, que la ortografía usual no representa o representa de forma muy inadecuada, desempeñan una función importante en la gramá­ tica de la lengua hablada. Todo ello nos recuerda de diversas formas la importancia que reviste el hecho de que la gramática deba tratar en primer lugar y principalmente los sonidos y secundariamente las letras.

Expresiones fijas y ex presio nes libres Si, después de estas observaciones preliminares, dirigimos nuestra aten­ ción al aspecto sicológico de la actividad lingüística, será interesante mencionar la importante distinción entre expresiones fijas y expresiones libres. Ciertos elementos de una lengua, de cualquier lengua, entran den­ tro de la categoría de las expresiones fijas, es decir, de aquellas que nadie puede cambiar en lo más mínimo. Una expresión como H o w d o y o u d o ? («¿Cómo está usted?») es enteramente diferente de una expresión como I g a v e t h e b o y a l u m p o f su gar («D i al muchacho un terrón de azúcar»). En la primera todo es fijo: ni siquiera se puede cambiar la entonación y decir H o w do y o u d o ? o hacer una pausa entre las palabras, y en la ac­ tualidad ya no se dice como antes H o w d o e s y o u r fa t h e r d o ? («¿Cómo está su padre?») o H o w d id y o u d o ? («¿Cómo estaba usted?»). Aunque todavía se pueda, después de haber dicho H o w d o y o u d o ? de la forma habitual a algunas de las personas presentes, desplazar el acento para de­ cir And h o w d o you do, little Mary? («Y tú, M ary, ¿cómo estás?»), dicha expresión sigue siendo prácticamente fija e imposible de cambiar. Lo mis­ mo ocurre con G o o d m o r n in g ! («¡Buenos d ías!»), Thank y o u («G racias»), 10

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B e g y o u r pardon («Le ruego que me perdone») y otras expresiones si­ milares. Naturalmente, podemos analizar las expresiones de este tipo y mostrar que se componen de varias palabras, pero se sienten y se utilizan como unidades, cuyo significado muchas veces puede ser muy diferente del de las palabras que las componen y tomadas por separado; B e g y o u r par don, por ejemplo, muchas veces significa: «¿Q uiere usted repetir, por favor, lo que ha dicho? No lo he entendido»; H o w d o y o u d o ? ha deja­ do de ser una pregunta que requiera respuesta, etc. Es fácil ver que I g a v e t h e b o y a l u m p o f su gar es de un tipo total­ mente diferente. En este caso se puede acentuar de forma especial cual­ quiera de las palabras esenciales y hacer una pausa, por ejemplo, después de b o y o substituir I por h e o she, g a v e por lent, th e b o y por Tom, etc. Podemos añadir n e v e r y hacer otras alteraciones. Mientras que para ma­ nejar las expresiones fijas basta el recuerdo o la repetición de lo que una vez se aprendió, las expresiones libres exigen otro tipo de actividad mental; el hablante tiene que crearlas en cada ocasión escogiendo las pa­ labras adecuadas para la situación concreta. La frase que así crea puede ser diferente, o no, en uno o más aspectos de todo lo que haya podido oír o pronunciar antes; eso es algo que carece de importancia para nuestra investigación. Lo esencial es el hecho de que al pronunciarla se ajusta a un modelo determinado. Cualesquiera que sean las palabras que utilice, construye la frase de la misma forma e incluso quien carezca de conoci­ mientos gramaticales especiales sentirá que las dos frases J o h n g a v e Mary th e app le («Juan dio la manzana a M ary») My ú n ele l en t t h e j o i n e r f i v e shillings («M i tío prestó cinco chelines al carpintero») son análogas, es decir, que están construidas de acuerdo con el mismo modelo. En ambos casos se trata del mismo tipo. Las palabras que com­ ponen las frases son variables, pero el tipo es fijo. Ahora bien, ¿cómo es que dichos tipos existen en la mente del ha­ blante? A un niño no se le enseña la regla gramatical de que el sujeto se debe colocar delante, o la de que (en inglés) el complemento indirecto normalmente precede al directo; y, sin embargo, sin ninguna clase de instrucción gramatical, de la innumerable cantidad de frases oídas y en­ tendidas abstrae cierta idea de su estructura, que es suficientemente pre­ cisa como para guiarle al componer sus propias frases, si bien es difícil o imposible expresar qué idea es, a no ser de otra forma que mediante términos técnicos como sujeto, verbo, etc. Y cuando se oye al niño usar una frase construida correctamente de acuerdo con determinado tipo, ni él ni sus oyentes pueden decir si se trata de algo nuevo creado por él o simplemente de una frase que ha oído antes con la misma forma exacta­ mente. Lo único que cuenta es que se le entienda y así será, si su frase se ajusta a las costumbres lingüísticas de la comunidad en que le ha toca11

do vivir. Si fuese francés, habría oído una infinita cantidad de frases como Pierre d o n n e u n e p or n m e a Jea n («Pedro da una manzana a Juan») Louise a d o n n é sa p o u p é e a sa s o e u r («Luisa ha dado su muñeca a su hermana») etc., y estaría preparado para decir, cuando la ocasión se presentase, algo como II va d o n n e r un so u a c e p au vre e n fa n t («Va a dar una moneda a ese po­ bre niño»). Y si hubiese sido un niño alemán, habría construido las frases correspon­ dientes de acuerdo con otro tipo, con d e m y d e r en lugar del francés a, etc.1 Así pues, si definimos las expresiones libres como expresiones crea­ das en el momento, de acuerdo con determinado tipo cuya existencia en el subconsciente del hablante es el resultado de haber oído muchas frases que presentaban ciertos rasgos en común, de ello se sigue que la distinción entre ellas y las expresiones fijas no siempre se puede descubrir sin un análisis muy profundo; para el oyente presentan en principio las mismas condiciones; por eso las expresiones fijas pueden desempeñar, y eso hacen de hecho, un importante papel en la formación de los tipos en las mentes de los hablantes, tanto más cuanto que muchas de ellas son muy frecuentes. Veamos algunos ejemplos más. Long liv e t h e K in g ! («¡V iva el R ey!»), ¿es una expresión fija o una expresión libre? No se puede construir un número indefinido de frases diferentes de acuerdo con el mismo modelo. Actualmente ya no se usan combinaciones como Late d ie t h e K in g ! (literalmente: «¡M uera tarde el R ey!») o S oon c o m e the train! («¡V enga pronto el tren!») para expresar un deseo. Por otro lado, podemos decir L ong l iv e t h e Q u e e n ! («¡V iva la R eina!») o th e P residen t o Mr. Joh n so n . En otras palabras, el tipo cons­ tituido por un adverbio colocado al principio y seguido por un subjunti­ vo y un adverbio al final ha perdido su carácter de fuerza viva en la lengua para expresar uñ deseo. Pero, las frases de ese tipo que todavía se pueden usar son supervivencias; por eso, la frase Long l i v e t h e K in g ! se debe analizar como compuesta de una expresión fija L on g live, toda­ vía viva a pesar de que el tipo a que corresponde esté muerto, y de un sujeto que es variable. Por lo cual se trata de un tipo -de frase cuyo uso es mucho más restringido en nuestros días de lo que lo fue en inglés an­ tiguo. En un artículo sobre moral de J. Royce he encontrado enunciado el 1. Cf. Jespersen, Language, l is 1922, cap. V II.

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Nature, Development and Origin, Londres,

principio Loyal is that loy ally d o e s («Leal es quien con lealtad actúa»). Inmediatamente lo sentimos como anormal, pues el autor ha tomado como modelo el proverbio H a n d so m e is that h a n d so m e d o e s («Noble es quien noblemente actúa»), sin preocuparse del hecho de que — fuese cual fuese el carácter de dicha frase en la época en que se creó— actualmente no es sino una expresión fija, como revelan el uso de that sin antecedente y el orden de las palabras. La distinción entre expresiones fijas y expresiones libres la encontra­ mos en todos los niveles de la gramática. Tomemos, por ejemplo, la mor­ fología: en este terreno encontramos la misma distinción en relación con las formas flexionales. El plural e y e n se fue dejando de usar ya en el si­ glo x v i; ahora es una forma muerta, pero hubo un tiempo en que no sólo esa palabra, sino también el tipo de acuerdo con el cual estaba construida eran elementos vivos de la lengua inglesa. El único ejemplo que ha so­ brevivido del plural formado añadiendo -en al singular es oxen, que está vivo como expresión fija, aunque el tipo a que corresponde haya desapa­ recido. Entretanto, las formas sh o es, f o es , ey es, cotos, fueron suplantan­ do a sh oen, f o n e , ey en , kine; es decir, que el plural de dichas palabras se volvió a formar de acuerdo con la forma viva encontrada en kings, lines, st o n es, etc. Este es ahora tan universal, que todas las palabras nue­ vas tienen que ajustarse a él: h ycicl es, p h o to s , kodaks, aeroplanes, hooligans, ions, stunts, etc. Cuando e y e s se empleó por primera vez en lugar de e y e n , se trataba de una primera formación de acuerdo con el tipo de las numerosas palabras que utilizaban ya -s en el plural. Pero, ahora, cuando un niño dice e y e s por primera vez, es imposible decir si está re­ produciendo una forma plural que ya ha oído o si solamente ha apren­ dido el singular e y e y ha añadido por sí mismo -s (fonéticamente [z ]) de acuerdo con el tipo que ha deducido de numerosas palabras similares. En cualquier caso, el resultado sería el mismo. Si el resultado de la libre combinación de elementos existentes por parte del individuo no fuese en la mayoría de los casos idéntico al modelo preexistente a la forma tradi­ cional, la vida de la lengua resultaría dificultosa. Una lengua sería algo di­ fícil de manejar si sus hablantes tuviesen que soportar la carga de recor­ dar cada mínimo detalle por separado. Veremos cómo en morfología lo que más arriba hemos llamado un «tipo» es la misma cosa que el principio en que se basan las llamadas formaciones «regulares», mientras que las «expresiones-fijas» correspon­ den a formas irregulares. En la teoría de la formación de palabras se suele distinguir entre sufijos productivos e improductivos. Un ejemplo de sufijo productivo es -ness, pues se pueden formar palabras nuevas como w ea r in ess («fatiga»), c l o s e n e s s («intim idad»), p e r v e r s e n e s s («perversión»), etc. Por el contra­ rio -lock en w e d l o c k («matrimonio») es improductivo, como también lo es -th en ividth («anchura»), breadth («latitud»), health («salud»), pues el intento por parte de Ruskin de construir una palabra illth («enferme­ 13

dad») en analogía con w ea lth («riqueza») fracasó, y no parece que haya aparecido en varios centenares de años otra palabra con esa terminación. Esto constituye una nueva aplicación de lo que más arriba decíamos: el tipo adjetivo -ness está todavía vivo, mientras que w e d l o c k y las pala­ bras acabadas en -th que acabamos de citar son ahora expresiones fijas correspondientes a un tipo ya desaparecido. Pero cuando la palabra w id t h apareció, dicho tipo estaba vivo. En aquella época lejana, se podía añadir la terminación, que entonces era algo así como -ipu, a cualquier adjetivo. Sin embargo, con el transcurso del tiempo, la terminación se redujo al simple sonido de f) ( t h ) , mientras que la'vocal de la primera sílaba re­ sultó modificada, con la consecuencia de que el sufijo dejó de ser produc­ tivo, pues a un hombre ordinario, que no estuviese instruido en gramá­ tica histórica le resultaba imposible ver que los pares l o n g («largo»): l en g th («longitud»), broad («ancho»): breadth («anchura»), w i d e («an­ cho»): w id th («anchura»), d e e p («profundo»): d e p t h («profundidad»), w h o l e («sano»): health («salud»), dear («caro»): dearth («carestía»), re­ presentaban un solo e idéntico tipo de formación. Por lo cual dichas pa­ labras se fueron transmitiendo de generación en generación como unida­ des, es decir, como expresiones fijas, y cuando se hizo sentir la necesidad de un nuevo «nombre abstracto» (uso aquí provisionalmente el término que se usa corrientemente para esa clase de palabras), ya no se recurrió a la terminación -th, sino a -ness, porque ésta no ofrecía ninguna dificultad, pues el adjetivo entraba en la combinación sin cambiar. Las mismas consideraciones son válidas con respecto a los compues­ tos. Tomemos tres antiguos compuestos de hü s [«h o use»] (casa), hüsb on d e, hüsping, hüswíf. Estos estaban formados de acuerdo con el tipo usual que figuraba en innumerables compuestos; los primeros creadores de ellos se ajustaron a las reglas usuales y, por tanto, en un principio fueron expresiones libres. Pero se transmitieron de generación en gene­ ración como palabras completas, indivisibles y, como tales, sufrieron los cambios fonéticos de rigor: la vocal larga ü se abrevió, [s ] se sonorizó en [z ] delante de sonidos sonoros, [f)] se convirtió en [ t ] después de [ s ] , [w ] y [f ] desaparecieron y las vocales del segundo elemento del compuesto se obscurecieron; el resultado fue nuestras formas actuales husband, h u s t i n g ( s ) , hussy, fonéticamente [h/vzband, hAstigz, hAzi]. El lazo que unía a dichas palabras con hüs y que en un principio era muy estrecho, se fue perdiendo gradualmente, tanto más cuanto que la u larga en este caso se convirtió en un diptongo, h o u s e («casa»). Y si diferencia había en la forma, diferencia había también en el significado, de forma que a quien no fuese etimologista no se le hubiera ocurrido nunca que había relación entre husband, hu stin gs o hussy y house. Desde el punto de vista de la lengua viva de nuestros días, esas tres palabras no son compuestas; de acuerdo con la terminología que hemos empleado aquí, se han convertido en expresiones fijas y van a la par con otras palabras bisílabas de origen obscuro u olvidado, como so pha o cousin. 14

No obstante, en el caso de h u s w i f se dan diferentes grados de aisla­ miento con respecto a h o u s e y a w ij e. Hussy [hAzi] en el sentido de «picarona» ha perdido toda relación con aquéllas; pero, para el sentido arcaico de «estuche de agujas», los diccionarios antiguos presentan varias formas que revelan tendencias opuestas: h u s w i f e [hA zw aif], hussif [hA zif], h u ss i v e [hA ziv]; además tenemos, con el sentido de «ama de casa», h o u s e w i f e , en que la form a de los dos componentes está intacta, pero parece ser que esta forma es una formación nueva, relativamente recien­ te, no reconocida, por ejemplo, por Elphinston en 17 6 5 . A sí pues, la ten­ dencia a convertir la forma antigua en una forma fija se vio contrarres­ tada en mayor o menor medida por un instinto de la lengua, que en cier­ tos casos la trató como expresión libre: en otras palabras, se seguían combinando los dos elementos sin preocuparse de la existencia de com­ puestos ya convertidos en expresiones fijas, que habían quedado más o menos petrificados tanto en el sonido como en el significado. Este fenó­ meno no es nada raro: gr i n d s t o n e («piedra de afilar»), como expresión fija, se convirtió en [grinstsn] con la habitual abreviación de la vocal en ambos elementos, pero el resultado de una combinación libre prevale­ ció .en la pronunciación corriente [graindstoun]; en el caso de waistcoat («chaleco») la forma nueva [w eistkout] se está empezando a usar en lugar de la expresión fija [w e sk st]; los ortólogos del siglo x v m dan fea rfu l («tem eroso») como pronunciado «ferfu l», pero ahora sigue siendo [fi9 f ( u ) l] 2.

Algo similar observamos en palabras que no son compuestas. En el inglés medio encontramos vocales breves en muchos comparativos: d e p p r e («más profundo»), g r e t t r c («más grande») corresponden a d e e p («profun­ do») y g r e a t (g r e e t ) [«gran d e»]. Algunos de estos comparativos se con­ virtieron en expresiones fijas y se transmitieron como tales a las siguien­ tes generaciones; los únicos ejemplos de supervivencias han sido latter («últim o») y u t te r («completo»), que han conservado las vocales breves porque estaban aislados de los positivos late («tardío») y out («exterior») y adquirieron un significado algo diferente. Pero otros comparativos se formaron de nuevo como combinaciones libres, por ejemplo: d e e p e r («más profundo») y g r e a t e r («más grande»), y de la misma forma tenemos ahora later («más tardío») y o u t e r («exterior»), que están más próximos a late y o u t que latter y utter. Los mismos fenómenos presenta la acentuación. Naturalmente, los ni­ ños aprenden al mismo tiempo la acentuación que los sonidos de cada pa­ labra: en este sentido la totalidad de la pronunciación de una palabra es una unidad fija. Pero en ciertas palabras puede haber un conflicto entre dos formas de pronunciación, porque en ciertos casos el hablante puede formar expresiones libres con las palabras cuando las necesite. Como norma, los adjetivos acabados en -ahle, -ible van acentuados en la cuarta 2. Se pueden ver otros ejemplos en Jespersen, A Modern English Grammar, Londres, 1909-1949, I, 4, 34 y ss.

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sílaba a partir del final en virtud del principio rítmico según el cual se acentúa la vocal que va separada por una sílaba (no acentuada) de la sílaba que originariamente iba acentuada, como en ' d e s p i c a b l e A (origina­ riamente como en francés ¡d espi'cab le), 'compa ra ble, ‘lamentable, 'p referable, etc. En ciertos casos, el principio rítmico coloca el acento en la mis­ ma sílaba que en el verbo correspondiente: c o n s i d e r a b l e , 'violable. Pero en otros no es así, y una formación libre, en la que el hablante estuviese pensando en el verbo y añadiese -able, produciría una acentuación dife­ rente: el adjetivo correspondiente a a c 'ce p t era 'a c cep ta b le en Shakespeare y en otros poetas y esa fórmula sobrevive todavía en la lectura cuando se lee el Prayer Book 4, pero en todos los demás casos actualmente tiene la nueva forma de a c‘c e p t a b le ; refu ta b le se acentuaba ['re fju tsb l], pero ahora es más usual decir [ri'fju -ts b l]; 'res p ecta b le se ha convertido en r e ‘sp e ct a b l e ; la forma ' detestab le usada por Shakespeare y Spencer se ha visto sustituida por de' testable, que es la forma que usa M il ton; en el caso de admirable la nueva forma [sd 'm airsb l] no ha conseguido sus­ tituir a [ ’aedmirsbl], pero en gran número de adjetivos la analogía, es decir, la formación libre, ha prevalecido enteramente: a 'greeable, d e p l o ­ rable, re'markable, irres is tib le. En palabras con otras terminaciones tene­ mos el mismo conflicto: ' c o n f e s s o r y c o n ' f e s sor, ca'pitalist y 'capitalist, d e' m o n s tr a ti v e y 'd em o n stra tive, etc., a veces con cambios de significado, pues la forma libre sigue no sólo el acento, sino también el significado de la palabra de la que se deriva, mientras que la expresión fija ha quedado más o menos aislada5. La forma británica a d v er t i s e m e n t [sd 'v s-tizm sn t] cons­ tituye la expresión fija tradicional, mientras que las pronunciaciones ameri­ canas [laevs'taizm snt] o ['aedv3,taizm3nt] son expresiones libres forma­ das a partir del verbo. La distinción entre una expresión fija y una expresión formada libre­ mente afecta también al orden de las palabras. El siguiente ejemplo puede ser suficiente: mientras s o m e + thing (alguna + cosa) se siente como una combinación libre de dos elementos, se puede insertar un adjetivo de la forma habitual: s o m e g o o d thing (literalmente: «alguna buena cosa»). Pero, desde el momento en que s o m e t h i n g se convirtió en una fórmula fija se percibió como una expresión fija, resultó inseparable, y el adjetivo tuvo que colocarse detrás: s o m e t h i n g g o o d («algo bueno»). Compárese también la diferencia enre la antigua expresión T h ey t u rn ed eac h to o t h e r y la moderna T h e y tu rn ed to each o t h e r («Se volvieron el uno hacia el otro»). 3. Vamos a indicar el acento principal mediante un trazo vertical alto y el acento secundario mediante un trazo vertical bajo; ambos van colocados delante de la sílaba acentuada de acuerdo con la práctica que siguen actualmente la mayoría de los fonetistas. 4. The Book of Common P rayer (finales del siglo x v i) contiene la liturgia y los fundamentos de la doctrina de la Iglesia anglicana. 5. Se pueden ver otros ejemplos en A Modern English Grammar, cap. V.

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La fusión de elementos originariamente separados en una expresión fija no siempre es igualmente completa: está clara en breakfast («desayu­ no») no sólo por la pronunciación [brekfast] frente a [breik, fa-st] sino también por la existencia de formas como he breakfasts, breakfasted («desayuna», «desayunó»), en lugar de las formas antiguas breaks fast, broke fast; pero en el caso de take p la c e («suceder», literalmente: «tener lugar»), la fusión no es tan total, y, sin embargo, hay que considerarlo como una expresión fija eíi el sentido de «come to happen» («suceder»), ciado que es imposible analizarlo de la misma forma que take con otro complemento directo, que en ciertas combinaciones se puede colocar de­ lante (a book h e took: [«u n libro que cogió»]) y como sujeto en una oración pasiva ( t h e boo k ivas t a k e n ) , operaciones que son imposibles en el caso de take place. Aunque hay que admitir la existencia de casos dudosos en los que es difícil decir si se trata de expresiones fijas o no, hemos visto que la dis­ tinción aquí establecida entre expresiones fijas y combinaciones libres se aplica al conjunto de la actividad lingüística. Una expresión fija puede ser una frase o un grupo de palabras o una palabra o bien solamente parte, de una palabra, poco importa, pero tiene que ser siempre algo que el instinto del habla siente como una unidad imposible de analizar o de descomponer como en el caso de una expresión libre; pero, naturalmen­ te, el tipo o modelo de acuerdo con el cual se crea una expresión libre tiene que estar vivo; así pues, las expresiones fijas pueden ser regulares o irregulares, pero las expresiones libres siempre presentan una formación regular.

Los tipo s gramaticales

Realmente, la forma en que los tipos o modelos gramaticales aparecen en la mente de los niños, cuando aprenden a hablar, es algo extraordina­ rio v en muchos casos vemos curiosos efectos en la historia de las len­ guas. En alemán, el prefijo ge-, que en un principio se podía añadir a cualquier forma del verbo para expresar una acción acabada, acabó por asociarse con el participio pasivo. No obstante, en el caso del verbo essen se produjo de forma natural una fusión de la vocal del prefijo con la vocal inicial del propio verbo, de ahí la forma g e s s e n ; dicha forma se transmitió como una expresión fija y dejó de verse que contenía el mismo prefijo que getru nken , g e g a n g e n , g e s e h n y otros; en una combinación como ich habe ge tr u n k en und g e s s e n se sintió como si la última forma estuviese incom­ pleta y se añadió ge-: ich ha be getru n k en und g e g e s s e n («he comido y bebido»), lo que restauró el paralelismo. Así pues, los hábitos gramaticales pueden producir lo que desde cierto punto de vista se puede llamar redundancia. Un ejemplo de ello vemos en el uso de it en muchos casos. Colocar un sujeto delante del verbo se 17 2 . — F IL O SO FÍA GRAMÁTICA

convirtió en una costumbre invariable y, por eso, una frase que no lle­ vaba sujeto se sentía como incompleta. En épocas pasadas no se sentía la necesidad de colocar un pronombre junto a verbos como el latín, pluit, ningit («llueve», «nieva»), etc., y el italiano todavía conserva p i o v e («llue­ ve»), nevica («nieva»), pero, en inglés, por analogía con innumerables ex­ presiones como I c o m e («yo vengo»), h e c o m e s («él viene»), etc., se aña­ dió el pronombre en it rains («llueve»), it s n o w s («nieva»); lo mismo ocurrió en francés, alemán, danés y otras lenguas: il pleut, e s r egn et , d e t r e g n e r («llueve»). Con razón se ha observado que la necesidad de dicho pronombre se sintió de forma especial cuando se adquirió la costumbre de expresar la diferencia entre la forma afirmativa y la forma interrogati­ va mediante el orden de las palabras (e r k o m m e t [« é l v ien e»], k o m m e t er ? [«¿viene é l? » ] ) , pues ello permitía señalar de la misma forma la diferencia entre es r e g n e t («llueve») y r e g n e t e s? («¿llu ev e?»). Originariamente, verbos como rain («llover»), s n o w («nevar») no te­ nían sujeto y, como todavía hoy resultaría difícil definir lógicamente lo que representa y significa it, muchos autores 6 lo consideran simplemente como un recurso gramatical para ajustar la frase al tipo más extendido. En otros casos, existe realmente un sujeto pero, por una u otra razón, se da la tendencia a añadir el pronombre it. Podemos decir, por ejemplo: To find o n e ’s w ay in London is n o t easy («Orientarse en Londres no es fácil»), pero muchas veces nos parece más cómodo no empezar la frase por el infinitivo; sin embargo, no por eso decimos Is n o t ea sy to fin d o n e ’s w ay in London, porque estamos acostumbrados a considerar las fra­ ses que empiezan con el verbo como interrogativas; por eso decimos: It is n o t ea sy ... Igualmente podemos decir That N ew to n was a gr ea t ge n iu s ca nn o t b e d en i e d («Que Newton fue un gran genio no se puede negar»), pero si no queremos colocar delante la cláusula introducida por that, tene­ mos que decir: It cannot b e d e n i e d that N ew to n w as a g r e a t ge n i u s («No se puede negar que Newton fue un gran genio»). Enesas frases it repre­ senta a la expresión o la oración de infinitivo que le sigue, de la misma forma que en He is a gr ea t sco u nd rel, that husban d o f hers («Es un au­ téntico canalla, ese marido suyo»), h e representa a las palabras that hu s­ band o f hers («ese marido suyo»). Lo mismo ocurre con la expresión co­ loquial: It is p e r f e c t l y w o n d e r f u l t h e w a y in w ic h he r e m e m b e r s things («Es algo completamente extraordinario la memoria que tiene»). Resul­ taría tosco decir She m a de that h e had c o m m i t t e d m a ny o f f e n c e s appear clearly con los diferentes elementos gramaticales ordenados como en la construcción habitual de make app ear (She m a de his gu ilt appear clearly [«M ostró claramente su culpabilidad»]): dicha tosquedad se evita usan­ do it delante del infinitivo: She m a de it appear clearly that h e had c o m ­ m it te d many o f f e n c e s («Mostró claramente que había cometido muchas infracciones»). En este sentido vemos que muchas de las normas referen­ 6.

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Brugmann, por ejemplo. Cf también el capítulo sobre el género.

tes al uso de it se deben, por un lado, al deseo del hablante de ajustarse a determinados modelos de construcción que encontramos en innumera­ bles frases con otros sujetos y complementos y, por otro lado, a su deseo de evitar construcciones pesadas que a veces pueden incluso dar lugar a malentendidos. De igual forma hay que explicar las normas para el uso del auxiliar do en frases interrogativas. La tendencia universal es al orden sujeto-com­ plemento directo, pero existe también la tendencia contraria a expresar una pregunta mediante el orden invertido verbo-sujeto, como en la for­ ma arcaica W r ites h e ? («¿Escribe é l?») [cf. el alemán S chreib t er? y el francés Ecrit-il?']. Ahora bien, muchas frases interrogativas tenían la for­ ma auxiliar-sujeto-verbo (Can he w rit e? [«¿Sabe escrib ir?»], Will h e w r i t e ? [«¿E scrib irá?»] Has h e w r i tt e n ? [«¿H a escrito ?»]), en el que el verbo principal iba colocado detrás del sujeto como en las frases afirma­ tivas; con la creación de la forma de compromiso D oes h e w r i t e ? («¿E s­ cribe é l?») las dos tendencias en conflicto quedaron reconciliadas: desde el punto de vista formal el verbo, a pesar de ser vacío, precedía al sujeto para indicar la pregunta y desde otro punto de vista el sujeto procedía al verbo real. Pero cuando la frase lleva como sujeto un pronombre inte­ rrogativo (W ho w r i t e s ? [«¿Q uién escrib e?»]), no hace falta auxiliar, pues aquél de forma natural va colocado delante, y así la frase sin d o e s se ajusta al modelo universal7.

La c o n s t r u c c i ó n d e las fra ses A excepción de las expresiones fijas, una frase no brota de una vez en la mente del hablante, sino que éste la construye gradualmente a me­ dida que va hablando. Ello no es siempre tan evidente como en el si­ guiente ejemplo. Quiero citar a alguien las personas que encontré en cierta ocasión y empiezo diciendo: « T here I s aw T om B r o w n and Mrs. Hart and Miss J o h n s t o n e and C o lo n el D u tt o n . .. » («A llí vi a Tom Brown y a la señora Hart y a la señorita Johnstone y al coronel D utton...»). Cuando empiezo la enumeración todavía no sé cuántos voy a citar o en qué orden, por eso tengo que usar y en cada caso. En cambio, si antes de empezar el relato, sé exactamente a quién voy a citar, dejo solamente un y, el que precede al último nombre. Además hay otra diferencia carac­ terística entre los dos modos de expresión: 7. Jespersen, Language, Its Nature, Development and Origitt, Londres, 1922, págs. 357-358. El empleo de do en las frases negativas se debe a un compromiso similar entre el deseo universal a ver colocada la negación delante del verbo y la regla especial que coloca not después del verbo: en I do not say («no digo») not sigue al verbo que indica el tiempo, el número y la persona, pero precede al verbo principal. Cf. Jespersen, Negation in English and O ther Languages, Copenhague, 19 17 , págs. 10-11.

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1. T here I saw T o m B row n , and Mrs. Hart, and Miss J o h n s t o n e , and c o l o n e l Dutton («A llí vi a Tom Brown, y a la señora Hart, y a la señorita Johnstone, y al coronel Dutton»). 2. T here I sa w T o m B r o w n , Mrs. Hart, Miss J o h n s t o n e , and c o l o n e l Dutton («A llí vi a Tom Brown, a la señora Hart, a ia señorita Johntone y al coronel Dutton»). , En el primer caso pronuncio cada nombre con una entonación descen­ dente, como si fuese a acabar la frase allí, mientras que en el segundo todos los nombres, excepto el último, tienen entonación ascendente. Es claro que la segunda construcción, que requiere que la frase se haya con­ cebido como un todo, es más propia de la lengua escrita, y la primera de la lengua hablada. Pero los escritores pueden recurrir ocasionalmente al estilo coloquial. Defoe es uno de los ejemplos más ilustres de la uti­ lización del habla coloquial en la lengua inglesa y en su R o bin son Crus o e encuentro: Our G od ?nade t h e w h o l e world, and yo u , and I, and all things [«D ios Nuestro Señor creó el mundo, y a ti, y a mí, y todas las cosas»] (Robinson Crusoe, 2, 178), donde la forma I en lugar de m e es característica de dicho estilo, en que las frases van adquiriendo forma paso a paso. Muchas irregularidades en sintaxis se pueden explicar gracias al mis­ mo principio: por ejemplo, frases como H ee that r ew a r d s m e, h e a v e n rew ard him [«A aquel que me recompensa, recompénsle el cielo»] (Shakes­ peare). Cuando un escritor usa el pronombre th o u («tú »), no encuentra di­ ficultad para añadir -st al verbo, si éste va inmediatamente después del pro­ nombre; pero, en caso contrario, puede olvidarlo y usar la forma que corresponde a y o u («vos»), que quizás tenía en la cabeza. Por ejemplo, en esta frase de Shakespeare (La T em p esta d, I, 2, 333): T h o u stroaks me, and made m u c h o f m e («M e acariciabas y me hacíais caso»). Byron apostrofa así a Sulla (Childe Harold, IV, 83): Thou, w h o didst s u b d u e T h y c o u n t r y ’s f o e s ere thou wouldst pause to f e e l The w rath o f thy o w n w ro n gs, o r reap th e d u e O f h o a r d ed ven geance... th o u w h o w ith thy f r o w n Annihilated senates... th ou didst lay d o w n («Tú que conseguisteis subyugar a los enemigos de tu país antes de detenerte para sentir la furia provocada por tus errores o recoger el premio de la venganza am asada..., tú que con un fruncir de cejas reducías a los senados... rendiste»). Esas transiciones son corrientes en Byron. De forma similar, muchas veces if deja de introducir subjuntivo, cuando el segundo verbo está suficientemente alejado de la conjunción. Veamos algunos ejemplos: If Hamlet f r o m h i m s elf e b e tañe away, And w h e n h e ’s n ot h im selfe, do’s w r o n g Laertes, T hen Hamlet d o e s it n ot: «Si Hamlet se viese arrancado a sí mismo y, cuando ya no fuese él mismo, te ofende, Laertes, entonces ya no es Hamlet quien lo hace» (Shakespeare, Hamlet, V, 2, 245). 20

I f h e be a w h o r e m o n g e r , and comes b e f o r e him, h e w e r e as g o o d g o a mile o n his errand: «Si es traficante de putas y comparece ante él, más le valiera estar a mil leguas de aquí». (Shakespeare, Medida p o r medida, III, 2, 37). But if th e mass o f g o o d th ings be inexhaustible, and t h e r e are ho rses f o r e v e r y b o d y , — w h y is n o t e v e r y b e g g a r on h o rseb a ck ?: «Pero, si las cosas buenas son inagotables y si hay caballos suficientes para todo el mundo, ¿por qué los mendigos no van a caballo?» (Ruskin). A w o m a n may chat w it h w h o m s o e v e r s h e likes, p r o v id e d it be a tim e o f holiday, and s h e is n o t b et ra y ing h er art: «Una mujer puede charlar con cualquiera, con tal de que sea un día de fiesta y de que no deje que se trasluzcan sus intenciones» (Mrs. W ard )8. Quien escuche cuidadosamente las conversaciones corrientes encon­ trará numerosos ejemplos de la forma en que el hablante va constru­ yendo gradualmente sus frases: muchas veces modifica su plan original de presentar las ideas durante la realización de la misma frase, vacila, se interrumpe y finalmente cambia de camino. Naturalmente, dicho fenómeno, llamado anacoluto, es mucho más raro en la lengua escrita e impresa, aunque los especialistas conozcan algunos casos. Como ejemplo, voy a citar un pasaje del R e y Lear de Shakespeare 9, que todos los comentaristas eluden. Lo cito tal como aparece en la primera impresión en cuarto, pues se trata de una escena omitida en la edición en folio: P a tien c e and s o r r o w st rov e, W h o s h o u l d ex presse h e r goodliest\_.~\ You hav e s ee n e , Sun shine and raine at o n c e, h er sm ile s and teares, W e r e like a b e t t e r w a y th o s e happie smilets, That pla yd on h e r ripe lip seeme\_d] n o t to know, W ha t g u e s t s w e r e in h er e y e s w h i c h p a r ted th ence, As pea rle s f r o m d ia m o n d s dropt\_.~\ In briefe, Sorot v tvou ld b e a raritie m o s t b el oued , I f all c o u l d s o b e c o m e i t 9.

8. C. Alphanso Smith ha reunido numerosos ejemplos de este fenómeno en The Short Circuit (Studies in English Syntax, pág. 39). 9 «La paciencia y la pena luchaban para revelar lo mejor de sus gracias. Ha­ béis visto sol y lluvia juntos; así estaban sus sonrisas y sus lágrimas, pero de for­ ma más bella; las sonrisas felices de su labio parecían ignorar los huéspedes de sus ojos, que de ellos caían como perlas de diamantes. En resumen, la pena sería una rareza muy apreciada si todo el mundo pudiese embellecerla así» (IV , 3, 19 y ss.). He cambiado streme por strove y seeme por seemed y he añadido los puntos des­ pués de goodliest y dropt; es una lectura aceptada por todos los especialistas.

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Algunos editores han renunciado a dar un sentido a las líneas 20-1, mientras que otros piensan que las palabras like a b e t t e r w a y constituyen una versión inexacta y las corrigen de diferentes maneras. Por ejemploi ver e ivere w ere were were w ere w ere

link’d a b et t e r w a y («estaban todavía mejor unidos») like a b et t e r day («eran como un día radiante») like a b et t e r May («eran como un radiante mes de mayo») like a w e t t e r May («eran como un mes de mayo sembrado de rocío») like and April d ay («eran como un día de abril») like a bridal day («eran como un día de boda») like a b et te r i n g day («eran como un día m ejo r»),0.

Pero no es necesario corregir nada, si recordamos que quien está hablando en este caso es un cortesano que se expresa con un estilo refinado. En las dos cortas escenas en que aparece (ésta y la escena 1 del acto III) se muestra incapaz de hablar con sencillez y naturalidad; constantemente está buscando nuevos símiles y deleitándose con palabras y frases inesperadas. Así pues, yo leería el pasaje en cuestión de esta forma, cambiando sola­ mente la puntuación: Y ou h a v e s e e n Sunshine and rain at o n c e ; h er sm iles and tears W e r e like— (pronunciado con entonación ascendente y con una pequeña pausa después de like-, está tratando de encontrar una bella comparación, pero no con­ sigue encontrar una que le satisfaga, y por eso se dice a sí mismo: «No, voy a decirlo de otra manera»), —a b e t t e r w ay: («Ya he encontrado la mejor forma de describir con bellas palabras lo que vi en el rostro de Cornelia:») t h o s e h ap py smilets, That p la y’d on her ripe lip s e e m ’d ñ o r to k n o w What g u e s t s w e r e in h e r e y e s 11—

10. Estos son unos pocos ejemplos de la larga lista que encontramos en la edición de Cambridge. 11. «Habéis visto sol y lluvia juntos: así estaban sus sonrisas y sus lágrimas — mejor: las sonrisas felices sobre su labio maduro parecían ignorar los huéspedes de sus ojos...». En un artículo mío aparecido en A Book of Homage to Shakespeare, 19 16 , págs. 481 y ss., se puede leer una explicación desarrollada de forma más amplia.

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Mi objetivo principal al escribir este capítulo ha sido hacer compren­ der al lector que el lenguaje no es exactamente lo que el trato unilateral con gramáticas y diccionarios usuales podría hacernos creer; en realidad, es una serie de hábitos, o acciones habituales, y cada palabra y cada frase hablada representa una acción compleja por parte del hablante. La mayor parte de dichas acciones van determinadas por lo que anteriormente hizo en situaciones similares y que, a su vez, iba determinado por lo que habitualmente había oído a otros. Pero, exceptuando las meras expre­ siones fijas, en cada ejemplo individual, el hablante tiene que aplicar dichos hábitos a nuevas situaciones, para expresar lo que no se había expresado anteriormente en todos sus detalles; por eso no puede ser un mero esclavo de los hábitos, puesto que tiene que cambiarlos para acomodarlos al cambio de las necesidades, y ello puede producir nuevos hábitos y nuevos cambios con el paso del tiempo; en otras palabras, nuevas formas y usos gramaticales. Así pues, la gramática entra dentro del dominio de la sicología lingüística o lingüística sicológica; no obstante, éste no es el único aspecto en que la gramática necesita nuevas formas y cambios, si quiere evitar los errores habituales de tantos gramáticos: pedantería y dogmatismo, pero ése será el tema de los capítulos si­ guientes.

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CAPITULO II LA GRAMATICA SISTEMATICA. I

Lingüística d esc r ip tiv a y lingüística histórica Existen dos formas de tratar los fenómenos lingüísticos, que podemos llamar descriptiva una e histórica la otra. Corresponden a lo que en física se llama estática y dinámica (o cinética) y difieren en que una con­ sidera los fenómenos en equilibrio y la otra los considera en movimiento. El mérito de la ciencia lingüística de los últimos cien años aproximada­ mente reside en haber substituido los métodos antiguos por la gramática histórica, que no se limita a describir los fenómenos, sino que además los explica, y no se puede negar que el nuevo punto de vista, al mostrar las relaciones entre los fenómenos gramaticales que antes se consideraban aislados, ha obtenido muchos resultados nuevos e importantes. Mientras que en el pasado sólo se veían normas arbitrarias y excepciones inexpli­ cables, ahora podemos dar explicaciones en muchos casos. Antes el plural f e e t («pies») de f o o t («p ie»), se citaba solamente como una de las pocas excepciones a la regla según la cual los plurales de los substantivos ingleses se formaban con la terminación -s: ahora sabemos que la [i ] larga de plural es el desarrollo regular del protoinglés [o e] y que dicho [ ce-] pasó a ser en todos los casos [e -] (todavía representado así en la ortografía actual) y después [i-] en inglés contemporáneo (cf. f e e d , green, s w e e t , etc.). Además, se ha demostrado que [ce-] de fo e' t ; es una muta­ ción de la vocal original [o ] , que se conservó en el singular fo-t; el so­ nido [o -] sufrió la evolución regular y pasó a ser [u ] en la lengua hablada, a pesar de que la ortografía ha conservado la grafía oo. Dicha mutación se debió a la presencia de una i en la sílaba siguiente; ahora bien, la terminación en gran número de plurales del protogermánico era -iz. Finalmente, vemos que dicha terminación, que desapareció después de haber provocado la mutación de la vocal, era el desarrollo regular de la terminación del plural, que encontramos, por ejemplo, en latín -es. De forma que lo que, desde el punto de vista unilateral y estático del inglés 25

moderno es un hecho aislado, desde el punto de vista dinámico, resulta estar en relación con muchos otros hechos en las etapas anteriores de la misma lengua y en otras lenguas de la misma familia. Podemos mostrar que en muchos casos las irregularidades en una etapa son supervivencias de regularidades en etapas anteriores, con lo que se pueden aclarar muchos fenómenos que hasta ahora habían permanecido obscuros. Ello es válido no sólo en el caso de la lingüística histórica en sentido estricto, sino también en el de la lingüística comparativa, que no es sino otra rama de la misma ciencia, que, al establecer las correspondencias entre lenguas cuyo «antecesor» común es desconocido, completa mediante mé­ todos análogos las informaciones que nos proporcionan las fuentes his­ tóricas. Pero, por grandes que hayan sido los éxitos de dichos métodos nuevos, no se debe olvidar que no todo está dicho, una vez interpretados los hechos de una lengua en términos de lingüística histórica. Incluso después de haber mostrado la relación que existe entre muchas irregula­ ridades y regularidades anteriores, existen otras todavía que siguen sin explicación, por mucho que nos adentremos en el pasado. En cualquier caso, sigue sin explicar la primera etapa conocida y debemos tomarla como es, ahora que nos hemos librado de la superstición de la primera generación de lingüistas comparatistas, quienes pensaban que la lengua aria (indoeuropea), base de nuestra familia de lenguas ( G r u n d s p r a c h e ) era la representación exacta de la primera lengua de nuestros antepasados más lejanos (U rspra che). Podemos explicar muchas irregularidades, pero no por ello desaparecen: para los hablantes de nuestra lengua moderna siguen siendo tan irregulares, como si no se hubiese aclarado su origen. La dis­ tinción entre regular e irregular siempre será importante para la vida sicológica de la lengua, pues las formas regulares son las que los hablantes usan como base para nuevas formaciones y las irregulares son las que muchas veces intentan substituir por nuevas formas creadas de acuerdo con el principio de la analogía. De todas maneras, la lingüística histórica nunca podrá invalidar a la lingüística descriptiva, pues la primera se debe basar siempre en la des­ cripción de las etapas del desarrollo de una lengua que nos son accesibles directamente. Y en el caso de gran número de lenguas sólo conocemos una etapa definitiva y ésta es la única que puede ser objeto de tratamiento científico. Por otro lado, al estudiar dichas lenguas, el especialista nunca debe perder de vista la lección que nos enseñan las lenguas que sola­ mente se pueden investigar históricamente, a saber, que las lenguas siem­ pre están en movimiento, que ninguno de sus más mínimos detalles está fijo nunca, y que en todas ellas hay necesariamente puntos que pueden cambiar incluso en el transcurso de una sola generación. Ello es una consecuencia inevitable de la propia esencia del lenguaje y de la forma en que se transmite de una generación a la siguiente.

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Gramática y diccionario Cuando consideramos la mejor forma de presentar los hechos lingüísti­ cos, el primer problema que se plantea es la importante distinción entre gramática y diccionario (lexicología). La gramática trata los hechos gene­ rales del lenguaje y la lexicología los hechos particulares \ El que la palabra cat («gato») designe en inglés a ese animal concreto es un hecho particular que concierne solamente a dicha palabra, mientras que la formación del plural añadiendo la terminación -s en es un hecho general porque concierne a muchas otras palabras también: rats, hats, works, books, caps, chiefs, etc. Se podría objetar que si esa es realmente la distinción entre gramática y diccionario, la formación del plural oxen de la palabra ox («buey»), no debería formar parte de la gramática inglesa y solamente debería citarse en los diccionarios. Ello es en parte cierto, como lo demuestra el hecho de que todos los diccionarios citan tales irregularidades al hablar de la palabra en cuestión, mientras que no se molestan en indicar el plural de palabras como cat y las demás citadas. Lo mismo ocurre con los verbos regulares e irregulares. No obstante, tales irregularidades no se deben excluir de la gramática de una lengua, pues son necesarias para indicar los límites dentro de los cuales se inscriben los «hechos generales» y las normas: si no citásemos oxen, un estudiante podría pensar que el plural de ox es oxes. Así pues, en algunos puntos gramática y diccionario se superponen y tratan los mismos hechos. Por eso, vemos que la habitual lista de los numerales en las gramá­ ticas está fuera de lugar, mientras que, por otro lado, hechos como la formación de los ordinales mediante la terminación -th y de las decenas mediante -ty pertenecen incuestionablemente al dominio de la gramática. En lo referente a las preposiciones es perfectamente normal que los diccionarios expliquen los diferentes usos de at, for, in, etc., de la misma forma que tratan a fondo los diferentes significados de los verbos p u t y set. Pero, por otro lado, las preposiciones merecen ocupar un lugar en la gramática en la medida en que hay que citar «hechos generales» en relación con ellas. Citaré unos pocos ejemplos: mientras que a veces las preposiciones introducen oraciones subordinadas interrogativas (T h e y d is a g r e e as to how he works. [«N o coinciden al juzgar su trabajo»]; That d e p e n d s on what a n s w e r s h e will give. [«Eso depende de la respuesta que él d é » ]), por regla general no pueden regir una oración introducida 1. Cf. H Sweet, Collected Papers, O xford, 19 13 , pág. 31. En este sentido, no comprendo cómo puede Schuchardt afirm ar: Es gibt nur eine Grammatik, und die heisst Bedeutungslehre oder wohl richtiger Bezeicbnungslebre... Das W órterbucb stellt keinen anderen Sto ff dar ais die Gram m atik; est liefert die alphabetische Inbaltsangabe zu ihr («Solam ente hay una gramática, que es el estudio de los significados, o más exactamente el estudio de las designaciones... El diccionario solo da la gra­ mática; proporciona un índice alfabético de ella»), (Hugo Schuchardt-Brevier, v. L. Spitzer, Halle, 1922, pág. 127).

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por that (lo cual es posible en danés: Der e r in ge n t v i v l om at han e r droebt, cuyo equivalente inglés literalmente sería T h e r e is n o d o u h t that h e has b ee n killed [«N o hay duda de que lo han m atado»]); la principal excepción es in that ( T h e y d if fe r in that h e is g e n e r o u s and s h e is m is erly [«S e diferencian en que él es generoso y ella es avara»]). Por eso, sure aparece tratado de dos formas en la frase de Goldsmith: Are y o u su re of all this, are y o u s u re that n o t h i n g ill has befalien m y b o y ? («¿E stá usted seguro de todo eso? ¿Está usted seguro de que nada malo le ha ocurrido a mi hijo?»). Otros hechos generales se refieren a la combinación de dos preposiciones como en from behind th e bush [literalm ente: « d e d etrás del m atorral»] (nótese que to b eh i n d [«hacia atrás»] es imposible), a las relaciones entre preposición y adverbio (como en clim b up a t r e e [«subir a un árbol»], he is in [« é l está ahí dentro»]; in his s t u d y [«en su despacho»]; h e s te p s in [« é l en tra»]; h e st ep s into his e s t u d y [« é l entra en su despacho»]). La gramática trata también los hechos generales referentes a las formas en que las preposiciones expresan la idea de estar parado en un sitio y el movimiento hacia o procedente de un sitio, así como la relación entre las significaciones locales y temporales de la misma preposición. Todavía más estrictamente del dominio de la gramática son los usos de ciertas preposiciones en que pierden su significado local o temporal y descienden a la categoría de palabras o de auxiliares vacíos o incoloros («pálidos»); ése es el caso de o f en th e f a t h e r o f t h e b o y (cf. el genitivo en t h e b o y ’s father, con el mismo significado), all of t h e m («todos ellos»), t h e city of London («la ciudad de Londres»), that s c o u n d r e l of a se rvan t («ese canalla de criado»), etc., e igualmente con t o delante de un infinitivo y cuando desempeña el papel de lo que algunos gramáticos llaman un equivalente de dativo: I g a v e a shilling to t h e b o y = I g a v e t h e b o y a shilling («di un chelín al muchacho»), Pero en algunos casos sigue siendo dudoso y en gran medida arbitrario lo que se incluye en la gramática y lo que se reserva para ser tratado exclusivamente en el dic­ cionario. Ahora bien, cualquier fenómeno lingüístico se puede considerar bien desde fuera o desde dentro, bien desde la forma exterior o desde el signi­ ficado interior. En el primer caso tomamos el sonido (de una palabra o de otra parte de una expresión lingüística) y después nos preguntamos por el significado que a él va unido; en el segundo caso, empezamos por el significado y nos preguntamos qué forma recibe en la lengua concreta que estamos tratando. Si notamos la forma exterior con la letra E y el significado interior con la letra I, podemos representar las dos formas respectivamente como E —> I e I —> E. Así, en el diccionario podemos coger en primer lugar (E —>1) una palabra, inglés cat, por ejemplo, y después explicar lo que significa, bien mediante una paráfrasis o definición en inglés, como se hace en los dic­ cionarios unilingües, o bien mediante la traducción española ga to , como se hace en los diccionarios bilingües. Entonces se dan los diferentes sig28

niñeados de la misma palabra y en algunos casos puede ocurrir que a lo largo del tiempo hayan llegado a ser tan diferentes que constituyen prácti­ camente dos o más palabras, como ocurre en el caso de ch eev. 1) rostro, 2) comida, 3) buen humor, 4) aplausos. Aquí debemos incluir juntas las palabras que tienen la misma forma sonora (homófonos u homónimos), por ejemplo, so u n d : 1) sonido, 2) examinar, 3) sano, de buena salud, 4) brazo de mar, estrecho2. y En segundo lugar, empezando por adentro (I —> E) obtenemos una colocación totalmente diferente. En este caso tenemos que tratar de orde­ nar todas las cosas y relaciones significadas en orden sistemático o lógico. Ello es bastante fácil en unos cuantos casos, como en el de los numerales, cuyo lugar, como hemos visto más arriba, corresponde al diccionario más que a la gramática: uno, dos, tr es. .. Pero, ¿cuál sería la mejor ordena­ ción lógica de las palabras i m a g e («im agen»), p ic tu r e («cuadro»), p h o t o («foto»), portrait («retrato»), painting («pintura»), dra w in g («dibujo»), sk etch («esbozo)? A causa de la gran complejidad del mundo que nos rodea y de las cosas y pensamientos que la lengua tiene que expresar, es extarordinariamente difícil hacer una ordenación satisfactoria del vocabu­ lario total de acuerdo con una base lógica; un intento bien conocido representa el Thesaurus o f English W o r d s and Phrases de Roget; los resultados del Traite d e Stylistique franqaise, vol. II, de Bally son me­ jores, pero infinitamente menos completos que los de Roget. Mientras que en la operación E —> I todos los homófonos estaban colocados jun­ tos, aquí, en cambio, tenemos que colocar los sinónimos juntos; así, d o g («perro») irá con houn d, pup, w h e l p , cur, mastiff, spaniel, terrier, etc.; w ay («cam ino») en uno de sus significados, con road («calle»), path («sende­ ro»), trail («pista»), passage («pasaje»), etc., y en el otro con m ann er («m a­ nera»), m e t h o d («método»), m o d e («modo»). Y también, c h e e r («festín»), se encontrará en un lugar con repa st («colación»), f o o d («comida»), p r o ­ visión («provisiones»), m eal («sustento»), etc., en otro con approval («aprobación»), sanction («sanción»), applause («aplauso»), acclamation («aclamación»), etc. Estas observaciones son aplicables a un diccionario unilingüe del tipo I —>E; en los diccionarios bilingües simplemente se empieza con la palabra de la lengua extranjera y se dan la palabra o las palabras correspondientes en la propia. Como consecuencia de la dificultad para ordenar sistemáticamente todos estos hechos especiales, muchos diccionarios se contentan con una ordena­ ción en orden alfabético que es completamente acientífica, pero práctica. Si nuestro alfabeto hubiese sido como el alfabeto sánscrito, en que los sonidos formados con el mismo órgano se colocan juntos, naturalmente el resultado habría sido mejor que con la pura ordenación accidental del alfabeto latino, que separa b y p, d y t y mezcla sonidos que no tienen 2. Los diccionarios corrientes citan también en el mismo apartado a los homó­ grafos, es decir, las palabras cuya ortografía es idéntica pero no su form a sonora, por ejemplo bow. 1. ([b o u] arco; 2 [bau] saludo, proa de un barco).

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ninguna semejanza fonética, consonantes y vocales en completo desorden. También hubiera sido posible imaginar otras ordenaciones, en las que se colocasen juntas palabras cuyos sonidos fuesen tan semejantes que se pudiesen confundir fácilmente, así bag («bolsa») y b e g («rogar») en un sitio, bag («bolsa») y back («espalda») en otro. Pero, en conjunto, no se puede concebir un sistema totalmente satisfactorio para la parte léxica de la lengua. Quienes, como yo he hecho hasta ahora, aceptan el juicio de Sweet de que la gramática trata los hechos generales y el diccionario los hechos particulares de la lengua, estarán dispuestos a admitir que a veces ambos campos pueden superponerse y que hay ciertos fenómenos que puede ser necesario o conveniente tratar a la vez en la gramática y en el diccionario. Pero existe todo un dominio para el que resulta difícil encontrar un lugar en el sistema binario así establecido, a saber, la teoría de la significación de las palabras. No se ha creado un nombre aceptado universalmente para esta rama de la ciencia lingüística: Bréál, uno de los pioneros en dicho campo, usa la palabra «semántica» (s é m a n t i q u e ) del griego sémaino, mientras que otros hablan de «semasiología» y aún otros (Sayce, J. A. H. Murray) de «sematología»; Noreen la llama «semiología», que es una formación bárbara del griego sema, sém atos, que, por cierto, no quiere decir «significación», sino «signo» y finalmente Lady Weby utiliza el término igualmente objetable de «significa». Por mi parte, voy a usar la palabra de Bréal, semántica, para este estudio, que desde hace varios años ha despertado mucho interés. Consecuencia natural de la corriente histórica que domina la lingüística moderna ha sido que se hayan escrito muchos menos estudios de semántica estática que dinámica, es decir, la que estudia la forma en que los significados de las palabras han cambiado con el transcurso del tiempo; pero la semántica estática puede ser también de gran interés, como lo prueba, por ejemplo, el libro de K. O. Erdmann, Die b e d e u t u n g d es w ortes. A pesar de que el tema de la semántica es la forma en que los significados y los cambios de significado se pueden cla­ sificar e integrar en un sistema general, y de que, por tanto, dicha rama de la ciencia lingüística trata hechos «generales» y no «especiales», no se acostumbra a incluirla dentro de la gramática (salvo en el caso de la importante Gramática histórica de Nyrop) y pido que se me excuse por no hablar de ella en este volumen.

Los sonid os Empezando por la gramática, la primera parte de casi todos los tra­ tados científicos consiste en una teoría de los sonidos sin atender a los significados que puedan tener. La posibilidad de establecer una teoría de los sonidos del lenguaje humano en general, de la forma en que los órganos del habla los producen y de la forma en que se combinan para 30

formar sílabas y unidades mayores, es consecuencia de la naturaleza del lenguaje hablado. También existe la teoría de lo que es peculiar de una lengua particular, que interesa al gramático. El término usual para referirse a la teoría general de los sonidos es fon ética , a pesar de que el mismo término se usa con frecuencia para la teoría de los sonidos de una lengua particular, como cuando hablamos de «fonética inglesa», etc. Quizá sería aconsejable limitar la palabra «fonética» para referirse a la fonética universal o general y usar la palabra f o n o l o g í a para el estudio de los fenómenos peculiares de una lengua particular (cf. «fonología inglesa»), pero esta cuestión de terminología no es muy importante. Algunos autores distinguen las dos palabras y usan «fonética» para el estudio descriptivo o estático de los sonidos y «fonología» para el punto de vista histórico o dinámico (L a u tlehre), pero otros los usan al revés (Saussure, Séchehave). No entra dentro del objetivo de este libro hablar mucho sobre fonética o fonología; no obstante, debemos hacer unas pocas observa­ ciones. El orden que siguen la mayoría de los libros sobre este tema me parece muy poco sistemático; el lector se ve aturdido desde el comienzo por la cantidad de detalles pertenecientes a numerosos dominios. En con­ traste, con ello, en mi propia F o n e t í k i he intentado dar una presentación más sistemática del conjunto y de esa forma hacer más accesible el tema a los estudiantes, cosa que, gracias a mis muchos años de experiencia como profesor de fonética, creo haber conseguido. Mi método consiste en empezar con las unidades más pequeñas, los elementos que componen los sonidos, lo que produce un órgano determinado, empezando por los labios y continuar gradualmente hasta los órganos interiores, y tomando en primer lugar la posición más cerrada y después las más abiertas; una vez estudiados todos los órganos de esta forma, me ocupo de los propios sonidos como construidos por la acción simultánea de todos los órganos del habla y finalmente trato de las combinaciones de sonidos. Al tratar de la fonología de una de nuestras lenguas civilizadas es necesario decir algo sobre la forma en que se representan en la ortografía tradicional; en ionología histórica especialmente, sonidos y grafías no se pueden tratar por separado, aunque sea importante no confundir nunca ambas cosas. Naturalmente, se pueden utilizar dos puntos de vista opues­ tos: podemos empezar por la ortografía y preguntarnos qué sonido repre­ senta tal o cual grafía o, a la inversa, podemos tomar el sonido y pregun­ tarnos ccmo se lo representa. El primer punto de vista es el del lector, el segundo el del escritor. La definición de fonética que he dado más arriba («teoría de los sonidos sin tener en cuenta su significado») no es competamente correcta, pues al estudiar los sonidos de una lengua no se pueden dejar completa­ mente de lado los significados. Es importante observar qué sonidos se 3. La edición danesa data de 1897-99. Esta obra se publicó en alemán con el título Lebrbucb der Phonetik.

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usan en una lengua para distinguir las palabras, es decir, los significados. Dos sonidos que se distinguen en una lengua, porque, si no, se confun­ dirían palabras que designan cosas diferentes, pueden no desempeñar la misma función en otra; por eso los hablantes de ésta no prestan atención a distinciones que en la primera eran muy importantes. Muchos de los fenómenos que habitualmente se tratan en fonología podrían igualmente, o incluso mejor, encontrar un lugar en otras partes de la gramática. Raros son los gramáticos rigurosos con respecto a esto, y yo mismo debo reco­ nocer mi propia culpabilidad en este sentido, pues en el vol. I de mi M o d ern English Grammar dediqué algunas páginas a la diferencia de acentuación entre substantivos y verbos, como en el caso de p r e s e n t («present»), o b j e c t («objeto», «objetos»), etc. Pero hay que admitir que en gramática existen muchas cosas que se pueden colocar igualmente bien, o aproximadamente, en diferentes lugares dentro del sistema.

La división habitual d e la gramática Después de haber delimitado así nuestro campo, llegamos a lo que todo el mundo coincide en considerar la parte central de la gramática; algunos incluso la consideran como la totalidad del campo de la gramática. La principal división, que las gramáticas dan con poca o ninguna dife­ rencia, consta de tres partes: 1. 2. 3.

Morfología. Formación de palabras. Sintaxis.

Esta división, con sus habituales subdivisiones, ofrece muchos argu­ mentos para la crítica. Vamos a examinarla para mostrar que un sistema de gramática coherente no se puede construir sobre esa base. En el esquema tradicional, la morfología se divide generalmente en capítulos, cada uno de los cuales trata una de las «partes de la oración» (así se las llama habitualmente). Los substantivos, considerados la clase más noble, se colocan delante, después los adjetivos, etc., y en último lugar las preposiciones y conjunciones. El gramático tiene algo que decir sobre cada una de dichas clases. En el caso de los substantivos, indica sus flexiones, es decir, los cambios que experimentan, pero nada dice sobre el significado de dichos cambios o sobre las funciones que realiza una forma determinada, excepto lo que implican nombres como genitivo, plural, etc. La ordenación es paradigmática, pues todas las formas de una determinada palabra se colocan juntas: así, no se intentan reunir todos los casos que presentan la misma terminación, si se encuentra en varios paradigmas; en inglés antiguo, por ejemplo, el dativo plural se da por 32

separado en cada una de las diferentes clases, a pesar de que acaba en -um en todas las palabras. A continuación vienen los adjetivos, cuya presentación es la misma, exceptuando el hecho de que (en lenguas del mismo tipo que el inglés, inglés antiguo, etc.) muchos adjetivos presentan formas diferentes para los tres géneros y, por tanto, los paradigmas están más llenos que los de los substantivos. Como, por otro lado, las terminaciones son generalmen­ te las mismas que en las clases correspondientes de substantivos, mucho de lo que se dice en este capítulo es una repetición de lo que el lector sabe desde el primer capítulo. Si seguimos adelante, en el capítulo que trata de los numetales encon­ traremos un tratamiento similar de su flexión en la medida en que los numerales están sujetos a cambios, como ocurre con frecuencia con los primeros de ellos. La flexión irregular aparece expuesta con detalle y para el resto se nos envía al capítulo de los adjetivos. No obstante, ade­ más de esto, el gramático hace con los numerales lo que no hubiera pensado en hacer en los dos capítulos anteriores: da una enumeración completa y ordenada de todas las palabras que pertenecen a esta clase. El capítulo siguiente trata de los pronombres; éstos aparecen tratados prácticamente de la misma forma que los substantivos, con la única diferencia de que, como en el caso de los numerales, se los enumera a todos, aun cuando no hay nada especial que decir sobre sus formas. Más aún, aparecen clasificados no de acuerdo con la forma en que se declinan, sino de acuerdo con su significado: pronombres personales, posesivos, demostra­ tivos. Muchas gramáticas dan en este capítulo la lista de los adverbios pronominales, aunque no tengan nada que ver con la morfología propia­ mente dicha, dado que no están sujetos a cambios flexionales. También los verbos aparecen tratados de la misma forma que los substantivos, sin atender a su significado ni al de las formas flexionales, salvo la simple mención de tal o cual forma como primera persona del singular, o en ciertos nombres como indicativo, subjuntivo, etc. En cuanto a los adverbios, vemos solamente un tipo de flexión: la comparación. Esta última figura, naturalmente, pero además muchos gra­ máticos incluyen aquí una división de acuerdo con el significado, adverbios de tiempo, de lugar, de grado, de modo, etc., prácticamente como si en el primer capítulo se nos diese una división de los substantivos en nombres de tiempo (año, mes, sem ana...), nombres de lugar (país, ciudad, pue­ b lo ...), etc. Muchas veces se nos da también una división en adverbios primarios y adverbios derivados junto con las reglas de acuerdo con las cuales se forman estos últimos a partir de los adjetivos, pero obviamente esto pertenece a la segunda parte de la gramática, la de la formacion de palabras. La clase siguiente comprende las preposiciones: como son invariables, y, a pesar de todo, algunos gramáticos quieren decir algo sobre esta clase de palabras, en este lugar dan listas de aquellas preposiciones que gobier33 ).

- FILOSOFÍA GRAMÁTICA

nan un caso y aquellas que rigen otro, a pesar de que parece obvio que ello debería formar parte de una subdivisión de la sintaxis en casos. Final­ mente, con respecto a las conjunciones e interjecciones, para tener algo que decir sobre estas palabras invariables, muchos autores las enumeran también todas aquí y en otros casos las ordenan en clases como los adverbios. A continuación viene la sección que trata de la formación de palabras (al. Wortbildu ng, fr. dériva tio n). Aquí vale la pena observar que en esta sección el significado de cada elemento derivativo (prefijo, sufijo) se da generalmente con su forma. En cuanto a la ordenación, existen varios sistemas, unos basados en la forma (primero los prefijos, luego los sufijos, cada uno de ellos tratados por separado), otros en el significado (forma­ ción de nombres abstractos, de nombres sujeto, verbos causativos, etc.) y, por último, otros que utilizan ambos puntos de vista de la forma más sorprendente. La división usual de las partes de la oración no siempre es provechosa: así en un libro muy bueno sobre la gramática inglesa en­ cuentro en la parte dedicada a los substantivos la terminación -íes {p ol itics, etc.), totalmente separada de los adjetivos en -ic; mientras que en un tercer lugar figura el estudio de la substantivación de adjetivos (mediante el plural -j), con lo que las tres formas aparecen tratadas como si nada tuvieran que ver las unas con las otras. La tercera parte, la sintaxis, se dedica a detallar el significado (es decir, la función) de aquellas formas flexionales que se trataron desde otro punto de vista en la primera parte (casos de los nombres, tiempos y modos de los verbos, etc.), pero no de las tratadas en la sección de la formación de palabras. Por otro lado, en algunos capítulos de sintaxis encontramos que los aspectos formal y funcional de cada fenómeno aparecen tratados en uno y el mismo lugar (construcción de frases, orden de las palabras). Basta con este corto resumen de los diferentes capítulos de las gramá­ ticas corrientes para mostrar qué inconsistentes y confusas son realmente; el sistema completo, si sistema se puede llamar, es una supervivencia de los tiempos en que la ciencia gramatical estaba en su infancia y sola­ mente el hecho de que todos nosotros nos hayamos acostumbrado a él desde niños puede explicar la atención que todavía se le presta. Muchos gramáticos han modificado el sistema en algunos puntos, pero en con­ junto todavía no ha sido substituido por otro más científico. Tampoco es tarea fácil, como demuestra, quizá más claramente que nada, el fracaso de los dos intentos más serios de establecer un sistema coherente de presentar los hechos gramaticales, los de John Ries 4 y de Adolf Noreen 5. Ambos libros contienen muchas observaciones pertinentes y muchas críti­ cas acertadas de las gramáticas anteriores, pero sus sistemas no me parecen satisfactorios o naturales. Sin embargo, en lugar de criticarlos 4. 5.

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J. Ries, W as ist Syntax?, Marburg, 1894. A. Noreen, Vart Sprak, Estocolmo, a partir de 1903.

prefiero dar aquí mis propias ideas sobre el tema y dejar que otros des­ cubran en qué coincido y en qué difiero de mis predecesores 6. Un n u e v o sistema Podemos obtener un sistema coherente, si tomamos como división principal la que, como hemos visto, constituye las dos partes de la lexicplogía de una lengua. También en el caso de la gramática debemos empezar desde fuera o desde dentro'; en la primera parte (E —>1) partimos de una forma y después nos preguntamos por su significado o función; en la segunda parte ( I —>E) invertimos el proceso y tomamos el significado o función y nos preguntamos con qué forma se expresa. Los hechos gramaticales son idénticos en ambas partes, las cuales se comple­ mentan mutuamente y juntas dan una visión completa y clara de los hechos generales de la lengua. La m o r fo lo g í a En la primera parte (E —» I ) , partimos de la forma para llegar al contenido; propongo llamar a esta forma morfología, a pesar de que así esta palabra adquiere un sentido algo diferente del que habitualmente se le atribuye. En este caso se tratan juntos los fenómenos que se expresan externamente con los mismos medios: en un lugar tenemos, por ejemplo, la terminación -s, en otro la terminación -ed, en otro los fenó­ menos de mutación, etc. Pero es muy importante observar que ello no significa que dejemos de lado el significado; en cada punto tenemos que investigar también la función o el uso de tal o cual terminación o de lo que sea, lo que naturalmente equivale a responder a la pregunta «¿Q ué significa?». En muchos casos se puede hacer simplemente dando el nom­ bre: en el caso de -s en cats decimos que convierte al singular en plural; al tratar de la terminación -ed decimos que en added, etc., indica el segundo participio (pasivo) y el pretérito indefinido, etc. Podemos llamar­ las definiciones sintácticas, y en casos simples basta con unas palabras para decir lo que hace falta decir al respecto, mientras que generalmente 6. He criticado indirectamente el sistema de Ries en mi artículo sobre la obra de Holthausen, Altislándisches Elementarbuch (Nord. tidskrift f. filologi, tredie raekke, IV , 17 1) y el de Noreen en Danske studier, 1908, pág. 208 y ss. 7. Y a he utilizado esta distinción en mi obra Studier over engelske kasus, Co­ penhague, 18 9 1, pág. 69, y en Progress in Language, 1894, pág. 14 1 (que aparece re­ producida en Chapters on English, Londres, 19 18, pág. 4), probablemente por in­ fluencia de G. v. d. Gabelentz, quien utiliza una distinción del mismo tipo en su Chinesische Gram m atik; el chino, que no posee ninguna flexión, es sin embargo tan diferente de las lenguas europeas, con su gramática que se reduce a las reglas que rigen el orden de las palabras y el empleo de las palabras «vacías», que resulta imposible aplicar su sistema a estas últimas.

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hay que reservar un análisis más detallado para la segunda parte de nues­ tra gramática. Aunque Sweet hace prácticamente la misma distinción que yo entre las dos partes de la gramática, no puedo coincidir con él cuando dice que «no sólo es posible, sino también deseable, tratar forma y signi­ ficado por separado —por lo menos, en cierta medida. La parte de la gramática que se ocupa especialmente de las formas e ignora dentro de lo posible su significado se llama morfología. La parte de la gramática que ignora la distinción de formas dentro de lo posible y se ocupa del significado se llama sintaxis» 8. Me veo obligado a rechazar la expresión «ignora... dentro de lo posible». La tarea del gramático debería ser siempre la de tener presentes ambos fenómenos, pues sonido y significado, forma y función, son inseparables en la vida del lenguaje, y ha sido perjudicial para la ciencia lingüística ignorar un aspecto cuando hablaba de) otro, pues de esa forma perdió de vista la constante interrelación entre sonido y sentido 9. En una lengua ideal, que combinase la mayor expresividad con una total simplicidad y ausencia de excepciones, de irregularidades, así como de ambigüedad, la presentación de su gramática sería algo muy fácil, porque el mismo sonido o la misma modificación de sonidos siempre tendría el mismo significado, y el mismo significado o función siempre se expresaría de la misma forma. Ese es el caso ya en gran medida de las gramáticas de ciertas lenguas artificiales como el ido, en la que basta con decir una vez por todas que el plural de los substantivos se expresa con la terminación -i (I —» E) o que la terminación -i indica el plural de los substantivos (E —> I): así, se da una perfecta armonía entre la forma morfológica y la forma sintáctica de expresar un mismo hecho. Pero nuestras lenguas naturales están construidas de otra forma, no se las puede representar mediante líneas que se cruzan mutuamente en ángulos rectos como la mayoría de los límites de los Estados Unidos, sino más bien como Europa con sus fronteras irregulares y extrañas. Ni siquiera esta comparación da una idea exacta de los fenómenos del habla, pues en éste se dan innumerables superposiciones, como si una misma región perteneciese al mismo tiempo a dos o tres estados diferentes. Nunca hemos de perder de vista el hecho de que una forma puede tener dos o más signi­ ficados o ninguno, y que puede indicar uno y el mismo significado o fun­ ción unas veces con unos medios y otras con otros y otras veces sin ningún medio. Por eso, en ambas partes del sistema nos vemos obligados a clasificar juntas cosas que en realidad son diferentes y separar cosas que podría parecer que pertenecen de forma natural a la misma clase. Pero nuestra tarea consiste precisamente en construir nuestras divisiones y subdivisiones de la forma más natural posible y evitar repeticiones in­ necesarias mediante referencias. 8. 9.

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Sweet, A New English Grammar, Oxford, 1892, 1898, I, pág. 204. Cf. Jespersen, Language, passim.

Voy a intentar dar un pequeño resumen de las diferentes subdivisiones de la morfología tal como las he establecido en una de las partes de mi M o d e r n English Gram mar 10. Como en mis libros sobre fonética, trato en primer lugar los elementos de los sonidos, después los sonidos y final­ mente las combinaciones de sonidos, propongo aquí tratar primero los elementos de las palabras, después las palabras y finalmente las combi­ naciones de palabras. No obstante, hay que reconocer que los límites entre dichas divisiones no siempre son claros e indiscutibles: n o t en co u ld n o t es una palabra separada, y los americanos escriben can n o t como dos palabras, pero en Inglaterra ca nn o t se escribe en una sola; ahora bien, naturalmente no podemos aceptar la costumbre tipográfica como decisiva, pero la fusión fonética con el consiguiente cambio de vocal en c a n ’t, don't, w o n ’t muestra que en dichas combinaciones hay que considerar nt como elemento de una palabra y no como una palabra separada. Inversamente, el genitivo j tiende a independizarse cada vez más de la palabra que lo precede como se ve en los «genitivo de grupo» (t h e K in g o f England's p o w e r , [« e l poder del rey de Inglaterra»], s o m e b o d y e l s e ’s hat [« e l som­ brero de alguien m ás»], Bill Stu m ps his mark\ [«B ill Stumps, su mar­ c a » ]) n. En la parte dedicada a los elementos que constituyen las palabras, tenemos que citar todos los afijos (prefijos, sufijos o infijos) por sepa­ rado, indicar su forma o formas y definir su función o funciones. No cogemos las diferentes clases de palabras (partes de la oración) y acaba­ mos con una antes de pasar a la otra, sino que, al hablar de la terminación -s, por ejemplo (con sus tres formas fonéticas diferentes [s, z, iz ]), cita­ mos primero su función como signo del plural en los substantivos, des­ pués como signo del genitivo, después como marca de la tercera persona del singular del presente de los verbos, después de la forma de los pronombres posesivos (por ejemplo, en ours [« e l nuestro»]). De igual forma, la terminación -n (-en) sirve para el plural en oxen («bueyes»), un posesivo no adjunto en m in e («el mío»), un participio en bea te n («pega­ do»), un adjetivo derivado en silken, («de seda»), un verbo derivado en tveaken («debilitar»), etc. En capítulos separados tenemos que tratar ele­ mentos de palabras menos importantes como las modificaciones del radical de la palabra, así la sonorización de la consonante final para formar los verbos (halve [«cortar en d o s»], b rea the [«resp irar»], use [« u s a r» ], a partir de half [«m ita d »], breath [«respiración»], u s e [« u s o » ]), la muta­ ción (u m la u t) para formar el plural ( f e e t a partir de f o o t ) y un verbo (f e e d [«alim en tar»], a partir de f o o d [«alim en to »]), la afonía (ablaut) para formar el pretérito sang y el participio s u n g a partir de si ng («can­ tar»), el cambio de acento que distingue el verbo o b j e c t («objetar») del substantivo o b j e c t («objeto»); aquí podemos hablar también del cambio 10. 11.

Jespersen, A M odern English Grammar. Cf. Jespersen, Chapters on English, Londres, 19 18, cap. III.

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de la palabra llena that [ Seet ] a la vacía o pálida que se escribe de la misma manera pero se pronuncia [S a t]. Se nos objetará quizá que con esta presentación mezclamos fenómenos de los dos dominios distintos de la morfología y de la formación de palabras. Pero, si nos fijamos más detenidamente, veremos que es difícil, por no decir imposible, decir dónde se debe trazar exactamente la fron­ tera entre flexión y formación de palabras: siempre se considera que la formación de los nombres femeninos en inglés (s h e p h e r d e s s [«p asto ra»]) pertenece a esta última, y en cierta medida así es también en francés (m a it r e s s e ), pero ¿qué decir de paysa nn e a partir de p a y sa n ? ¿Hemos de considerarlo diferente del caso bon, bon n e, que se considera flexión y que se incluye dentro de la morfología? La presentación que aquí proponemos ofrece la ventaja de reunir lo que el instinto ingenuo del habla considera idéntico o similar y que atrae la atención del gramático hacia fenómenos que, si no, pasaría por alto. Por ejemplo, las diferentes terminaciones -en en adjetivos, en verbos, en derivativos, en participios: en todos estos casos -en se encuentra (tanto si se trata de palabras de formación reciente como si no) después de las mismas consonantes, mientras que detrás de otras consonantes no aparece (ya sea porque haya desaparecido o bien porque nunca haya existido). Obsérvese también el paralelismo entre la forma adjunta en -en y otra forma sin -en: a drunken boy, he is drunk: «un muchacho borracho», «está borracho» ill-gotten wealth, l ’v e g o t : «fortuna mal adquirida», «he adquirido» silken dalliance, ciad in silk: «la broma vestida de seda», «vestido de seda» in o ld en days, th e man is oíd: «en tiempos pasados», «ese hombre es viejo» h idden treasures, it was hid u : «tesoros escondidos», «estaba oculto». Podemos mostrar que todo esto está en curiosa conexión con la ex­ tensión de gran cantidad de verbos mediante -en, que se produjo a partir de 1400 y dio no sólo las formas hap pen («ocurrir»), listen («escuchar»), f r i g h te n («asustar»), sino también verbos como b roa den («ensanchar»), blacken («ennegrecer»), m o i s te n («humedecer»), que ahora se consideran formados a partir de adjetivos, cuando en realidad originariamente eran simples extensiones fonéticas de v e r b o s existentes que tenían la misma forma que los adjetivos 13. Esta nueva presentación revela cosas que antes habían escapado a nuestra atención. Puesto que estamos hablando de la formación de palabras, quizá no sea superfluo aprovechar la ocasión para condenar la costumbre que tienen las gramáticas inglesas de tratar las formas de las palabras latinas adopta­ das en inglés como si fuesen formativos ingleses. Así el prefijo pre- se 12. 13.

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Esa es la forma primera del participio; hoy se diría hidden. En mi A Modern English Grammar anuncié la presentación de estos hechos.

presenta a través de ejemplos como p r e c e p t («precepto»), p r e f e r («prefe­ rir»), p r e s e n t («presentar), y re- con ejemplos como r epeat («repetir»), resist («resistir»), r e d e e m («rescatar»), r e d o le n t («perfumado»), etc., a pe­ sar de que la parte de las palabras que queda, cuando quitamos los pre­ fijos, no tiene existencia en inglés como tal (c e p t , jer, etc.). Esto prueba que en inglés todas estas palabras (aunque originariamente estaban for­ madas con los prefijos prce, re) son «expresiones fijas» indivisibles. Nó­ tese que en una la primera sílaba se pronuncia con las vocales breves [ i] o [e ] (cf. prepare, preparation [«preparar, preparación»], repair, reparation [«reparar, reparación»]), pero junto a tales palabras tenemos otras en que el comienzo e scr ito es el mismo, pero se pronuncia de forma dife­ rente, con [i-] larga, que señala un prefijo inglés auténtico con su propio significado: p r e s u p p o s e («presuponer»), p r e d et e r m i n e («decidir por ade­ lantado»), re-enter («volver a entrar»), re-open («volver a abrir»). Sola­ mente este pre- y este re- merecen ocupar un lugar en las gramáticas in­ glesas: las otras palabras pertenecen al diccionario. Similares consideracio­ nes son aplicables a los sufijos: a pesar de que existe realmente en inglés un sufijo -ty, no debemos incluir entre sus ejemplos una palabra como b e a u t y ■[bju ti] («belleza»), porque no existe en inglés la palabra [bju-]: (beau [bou] ahora no tiene nada que ver con beauty). Que bea u ty es una expresión fija lo prueba el hecho de que el adjetivo correspondiente es b ea utiful («bello»); podemos establecer la relación beautiful : beauty = fr. beau : b ea u t é (pues en francés el sufijo -té está vivo). Una gramática inglesa debería citar el sufijo -ty en sa fety («seguridad»), certainty («certi­ dumbre»), etc., y el cambio en el radical que se da en ciertos casos como reality («realidad») de real («real»), liability («responsabilidad») de liable («responsable»). La parte siguiente trata de las palabras, principalmente de las llama­ das palabras gramaticales o auxiliares, ya se trate de pronombres, verbos auxiliares, preposiciones o conjunciones, pero solamente en la medida en que son realmente partes de la gramática, es decir, «expresiones genera­ les». Al tratar de ivill (y de las formas reducidas ’ll en h e ’ll, etc.) hemos de mencionar así su uso para expresar 1) voluntad, 2) futuro, 3) cos­ tumbre. Pero, como hemos dicho más arriba, no puede haber frontera rigurosa y rígida entre gramática y diccionario. Finalmente, en la parte dedicada a la combinación de palabras, tendre­ mos que describir cada tipo de orden de palabras e indicar el papel que desempeña en el habla. Así, la combinación substantivo + substantivo, aparte de ciertas colocaciones como Captain Hall («el capitán H all»), se usa en ciertas clases de compuestos substantivos, como mankind («huma­ nidad»), w in egla ss («vaso de vino»), s t o n e wall («muro de piedra»), c o tt o n d ress («tela de algodón»), b o s o m f r i e n d («amigo querido»), w om a n h a t er («m isógino»), w o m á n a uth or («escritora»); habrá que precisar las rela­ ciones entre los dos componentes tanto desde el punto de vista de la forma (acentuación y, secundariamente, ortografía) como desde el signi­ 39

ficado. Adjetivo + substantivo se usa principalmente en grupos en que el adjetivo va adjunto al substantivo como r ed coa t («vestido rojo»), y de ahí compuestos como blackbird («m irlo»); pero en el caso de redco at, o n e w h o wea rs a r ed co a t («alguien que lleva un vestido rojo») se trata de un tipo especial de compuestos. La combinación substantivo + verbo forma una frase acabada como por ejemplo en fa th e r carne («vino papá»), en la que f ather es el sujeto. En el orden inverso el substantivo puede ser sujeto (como en el inciso said T o m [«dijo Tom »] o en la pregunta Did T o m ? [«¿E so hizo Tom? o «¿Tom lo hizo?»] o después de ciertos adverbios: and so did T o m [« y lo mismo hizo Tom] o en una oración condicional Had T o m said that, I s h o u l d b e l i e v e d it [« S i hubiese sido Tom quien lo hubiera dicho, lo habría creído»]) o bien el substantivo puede ser el complemento (como en I s a w T om [« V i a T om »]), etc. Naturalmente, lo máximo que puedo hacer aquí es indicar rápidamente los grandes rasgos de mi sistema, dejando los detalles para desarrollar en mi M o d ern English G r a m m a r 14. Probablemente muchos se preguntarán por qué incluyo cosas como estas en la morfología, pero me atrevo a pensar que es la única forma coherente de tratar los hechos gramaticales, pues el orden de las palabras es sin duda alguna un elemento formal de las frases por las mismas razo­ nes que las propias palabras. Y con estas observaciones acabo la primera división principal de la gramática en la que examinamos los fenómenos desde fuera, a partir del sonido o forma. Como se verá, en nuestro esquema no hay lugar para los paradigmas habituales que en un lugar dan todas formas de la misma palabra, como en latín s e r v u s s e r v e s e r v o servi, am o amas amat amamus, etc. Esos paradigmas pueden ser útiles para quienes aprenden la lengua 15 y en mi sistema se pueden dar en un apén­ dice a la morfología, pero no hay que olvidar que, desde un punto de vista puramente científico, la paradigmática no pertenece al dominio de la forma gramatical, puesto que reúne, no formas idénticas, sino formas diferentes de la misma palabra, que solamente tienen una relación entre sí desde el punto de vista léxico. La presentación que aquí hemos propuesto es puramente gramatical, pues trata en la primera parte lo que se pueden llamar homófonos gramaticales (homorfos) y en la segunda parte los sinó­ nimos gramaticales. Como el lector recordará, tenemos las dos clases correspondientes en las dos divisiones del diccionario.

14. Id. 15. A pesar de que resulta imposible descubrir la menor utilidad para ciertos paradigmas que los gramáticos citan destinados a los estudiantes extranjeros, tales como: I got, you got, he got, y we got, you got, they got — I sball get, you w ill get, he w ill get, we shall get. you w ill get, they will get, etc.

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CAPITULO III LA GRAMATICA SISTEMATICA. II

La sintaxis Como hemos dicho, la segunda división principal de la gramática se ocupa de los mismos fenómenos que la primera, pero desde un punto de vista diferente, desde el interior o significado ( I ^ E ) . La llamamos sin­ taxis. La subdividimos de acuerdo con las categoría gramaticales, cuya función y empleo definimos aquí. Uno de los capítulos de sintaxis trata del número; empieza por recordar los diferentes métodos de formar el plural (d o g s , oxen, fee t, we, th o se, etc.); para ello basta con enviar al lector a los pasajes de la mor­ fología donde los hemos tratado. A continuación sigue una enumeración de todo lo que tienen en común todos los singulares y todos los plurales, cualquiera que sea el procedimiento de acuerdo con el cual se formen estos últimos; así, el plural en a thousa nd and o n e nights [«la s mil y una noches»] (caso en que el danés y el alemán emplean singular a causa de la presencia de o n e [« u n a ]), el singular en m o r e thean o n e man («más de un hombre») (= m á s h o m b r e s que uno), los casos de atracción de una forma por otra, el uso «genérico» de singular y plural para denotar una clase de objetos (un ga to es un animal de cuatro patas, los ga t o s son animales de cuatro patas), y muchas otras cosas que no se pudieron tratar en la parte de morfología. En el capítulo sobre el caso, hemos de tratar, entre otras cosas, el genitivo y su sinónimo, la construcción con o/ (a ía que se llama equivoca­ damente genitivo): Q u een Victoria’s d ea th = th e dea th o f Q u een Victoria («la muerte de la reina Victoria»). Hay que especificar aquellos casos en que no es posible substituir una de esas formas por la otra: I b o u g h t it at t h e b u t c h e r ’s («Lo compré en la carnicería»), por un lado, y the date o f h e r d ea th («la fecha de su muerte»), por otro. En el capítulo sobre la comparación vamos a reunir formas como s w e e t e s t («el más dulce»), best 41

(«el mejor») y m o s t e v i d e n t («el más evidente»), que en nuestra morfo­ logía aparecen tratadas en apartados diferentes, y a examinar el uso del comparativo y superlativo al hablar de dos personas o cosas. Otro capítulo lo dedicaremos a las diferentes formas de expresar la idea de futuro: I start t o - m o r r o w («mañana empiezo»), I shali start t o - m o r r o w («mañana empezaré»), I am to start t o - m o r r o w («debo empezar mañana»), h e will start t o - m o r r o w («él empezará mañana»), I m ay start t o - m o r r o w («puede que empiece mañana»), I am g o i n g to start t o - m o r r o w («voy a empezar mañana»). Estas indicaciones pueden ser suficientes para mostrar la natu­ raleza del tratamiento sintáctico de los fenómenos gramaticales. Aquí es­ tudiamos las mismas cosas que hemos descrito en la parte morfológica desde un punto de vista diferente, y nos enfrentamos con los nuevos problemas de forma más sintética. Nuestro método doble nos da una idea más exacta de la intrincada red gramatical de una lengua como el inglés que la que nos daba el punto de vista tradicional. Para mostrarlo con mayor claridad, vamos a intentar representar mediante un esquema el entrecruzamiento entre forma y función en una parte de dicha red: F orm a

F u n c ió n

1. radica]

a. substantivo plural b. substantivo genitivo

2.

-j

c. 3.a persona del singular del presente del verbo 3. -en d. participio 4. mutación

e. verbo derivado 'de un nombre.

Ejemplos: la sheep. — le can. — Id put. — le hand. — 2a cats. — 2b J o h n ’s — 2c eats. — 3a oxen. — 3d eaten. — 3e f righten . — 4a feet. — 4e fee d .

Si comparamos estos dos aspectos de la gramática, teniendo presente lo que hemos dicho más arriba sobre las dos partes de un diccionario, descubrimos que los dos puntos de vista son realmente los del oyente y del hablante respectivamente. En un diálogo el oyente encuentra ciertos sonidos y formas y tiene que averiguar su significado — va de afuera hacia adentro (E —» I ). Por otro lado, el hablante parte de las ideas que intenta comunicar; lo dado para él es el significado y tiene que descubrir la forma de expresarlo: va de dentro hacia afuera (I —> E). 42

¿ lis p o s i b le una gramática univ ersal?





Con respecto a las categorías que tenemos que establecer en la parte sintáctica de nuestro sistema gramatical, en primer lugar tenemos que formular una pregunta importante: ¿son dichas categorías puramente ló­ gicas o son categorías meramente lingüísticas? Si son lógicas, es evidente que son universales, es decir, que son comunes a todas las lenguas; en caso contrario, todas o, por lo menos, algunas de ellas, solamente son aplicables a una o varias lenguas por oposición a las demás. Así pues, la pregunta que nos estamos haciendo es muy antigua: ¿Puede exis'tir una gramática universal (o general)? La actitud de los gramáticos con respecto a esta cuestión ha variado mucho de unas épocas a otras. Hace varios siglos, la creencia general era que la gramática no era sino lógica aplicada y que, por tanto, era perfectamente posible descubrir los principios subyacentes a las dife­ rentes gramáticas de las lenguas existentes; así pues, se intentó eliminar de una lengua todo lo que no era estrictamente ajustable a las reglas de la lógica y medir todo en función de la llamada gramática general o filo­ sófica.' Desgraciadamente, muchas veces se cometía el error de creer que la gramática latina era el modelo perfecto de la coherencia lógica y por eso se intentó encontrar en todas las lenguas las distinciones que existían en latín. Con frecuencia la especulación a priori y la pura lógica hizo que los gramáticos se encontrasen en una lengua cosas en las que nun­ ca habrían pensado, si no hubieran estado impregnados de gramática latina desde sus primeros días escolares. Esa confusión entre lógica y gramática latina con su consecuencia, un método dogmático de estudiar las lenguas, fue la más prolífica fuente de errores en el dominio de la gramática. Lo que Sayce escribió hace tiempo en el artículo «Gramática» de la novena edición de la Encyclopaedia Britannica, «Lo único que ha producido el empeño por encontrar en la gramática inglesa las distinciones de la gramática latina ha sido errores grotescos y una concepción total­ mente falsa sobre el uso de la lengua inglesa», sigue siendo válido todavía y ningún gramático debería olvidarlo, cualquiera que sea la lengua que estudie. En el siglo xix, el desarrollo de la lingüística comparativa y la nueva perspectiva que abrió el interés mayor por diferentes lenguas exóticas desanimaron a quienes intentaban establecer una gramática lógica, y afir­ maciones como ésta de Stuart M ili eran raras: «Consideremos por un momento lo que la gramática es. Es la parte más elemental de la lógica. Es el comienzo del análisis del proceso del pensamiento. Los principios y reglas de la gramática son los medios con que se hace corresponder a las formas de la lengua con las formas univer­ sales del pensamiento. Las distinciones entre diferentes partes del habla, entre casos de nombres, entre los modos y los tiempos de los verbos, las funciones de las partículas, son distinciones en el pensamiento y no 43

solamente en las palabras... La estructura de cada frase es una lección de lógica» '. Mucho menos fácil resulta encontrar ideas como éstas en los filólogos y lingüistas; el último ejemplo que he encontrado es en Bally 2: «La grammaire qui n’est que la logique appliquée au langage». Más frecuente es encontrar concepciones como la siguiente: «Una gramática universal es tan inconcebible como una forma universal de cons­ titución política o de religión, o como una planta universal o una forma animal; por eso, lo único que podemos hacer es observar qué categorías nos ofrecen las lenguas que existen actualmente y no empezar a partir de un sistema de categorías a priori» Benfey dice también que, después de los resultados obtenidos por la lingüística universal y las gramáticas filosóficas han desaparecido de repente tan completamente que sus méto­ dos y concepciones aparecen solamente en libros que nada tienen de cien­ tíficos 4. Y, según M advig5, las categorías gramaticales no tienen nada que ver con las relaciones que existen entre las cosas en la realidad. A pesar de la aversión que la mayoría de los lingüistas modernos sienten hacia la idea de una gramática obtenida por un proceso de razona­ miento deductivo y aplicable a todas las lenguas, de vez en cuando encon­ tramos la creencia de que existen nociones gramaticales o categorías de carácter universal. Así, C. Alphonso Smith, en su interesante S íu dies in Englisb Syntax, dice 6 que existe una especie de uniformidad de los pro­ cesos lingüísticos que no reside en las palabras, en los sonidos o en las flexiones, sino en las relaciones entre las palabras, es decir, en la sintaxis. «Las palabras que utilizan los polinesios, por ejemplo, son diferentes de las que nosotros utilizamos, pero los polinesios tienen su modo subjun­ tivo, su voz pasiva, su serie de tiempos y de casos, porque los principios de la sintaxis son físicos y, por tanto, universales». Y en la página 20: «Casi llegamos a pensar que las normas de la sintaxis son indestructibles, puesto que reaparecen en lugares tan inesperados» 7. Temo que lo que dice en este caso sobre los polinesios no es el resultado de un estudio completo de sus lenguas, sino que más bien está basado en la suposición a p r i o r i de que los procedimientos sintácticos citados son inevitables, de la misma forma que el filósofo danés Kroman, después de establecer un sistema de nueve tiempos sobre una base lógica, dice que «es evidente que la lengua de toda nación racional tiene que tener expresiones» para todos esos tiempos. Un examen de las lenguas 1. Discurso pronunciado en Saint-Andrews en 1867. 2. Bally, Traite de stylistiquc frangaise, Heidelberg, 1909, pág. 156. 3. H. Steinthal, Cbarakteristik der bauptsachlicben Typen des Spracbbaues, Ber­ lín, 1860, págs. 104-105. 4. Benfey, Gescbicbte der Sprachwissenscbaft, pág. 306. 5. Madvig, 1856, pág. 20; Kleine philologische Schriften, Leipzig, 1875, pág.

121.

6. 7.

44

Pág. 10. Id., pág. 20.

existentes actualmente muestra que en muchos casos tienen menos, y en otros casos más, de lo que podíamos pensar, y que lo que en una lengua se expresa en cada frase con detallada precisión, en otra puede no expresarse, como si no tuviese ninguna importancia. Esto es especial­ mente cierto si nos referimos a fenómenos como «el modo subjuntivo»: las lenguas que tienen una forma especial para dicho modo no hacen siempre los mismos usos de él, de forma que, aunque dicho tiempo reciba el mismo nombre en inglés, alemán, danés, francés y latín, hablando estrictamente no es la misma cosa en todas esas lenguas. Sería completa­ mente imposible dar una definición del subjuntivo de ninguna de dichas lenguas que nos permitiese decidir dónde usarlo y dónde usar el indica­ tivo, y mucho más aún una definición que abarcase su empleo en todas las lenguas citadas. Por tanto, no hay por qué extrañarse de que haya mu­ chas lenguas que no tengan nada que se pueda llamar modo subjuntivo, por muy amplio que sea el sentido que se dé a dicha palabra. De hecho, la historia del inglés y del danés muestra que el subjuntivo, que en una época estuvo vivo, fue desapareciendo progresivamente, de forma que hoy solamente se puede comparar con órganos rudimentarios cuyo uso es problemático o sin gran importancia realmente.

Difer en ci as e n t re las lengu as En la lexicología comparada vemos constantemente cómo las cosas que las palabras representan se agrupan de forma diferente de acuerdo con los caprichos de las diferentes lenguas; lo que en una está fusionado en otra está separado: mientras que el inglés distingue entre d o c k («reloj de pared») y ivatch («reloj de bolsillo») y el francés entre h o r l o g e («re­ loj de pared»), p e n d u l e («reloj de péndulo») y m o n t r e («reloj de pulsera), el alemán sólo dispone de una palabra uhr, (compensado por el hecho de que mediante compuestos puede expresar muchos más matices: Turmuhr, Schlaguhr, Wanduhr, Stubenuhr, Standuhr, Stutzuhr, Taschenuhr)-, mien­ tras que el inglés tiene prin ce, el alemán distingue entre Prinz y Fürst; el español c a fé abarca las palabras inglesas c o f f e e («café») y c a f é («sala»); el español t i e m p o corresponde a las inglesas t im e («tiem po»), y w ea t h e r («estado atmosférico») y el inglés ti m e a las francesas t e m p s («tiempo) y f o i s («vez»), por citar solamente ejemplos obvios. Lo mismo ocurre en la gramática, y no hay dos lenguas que tengan las mismas agrupaciones ni que hagan las mismas distinciones. Por tanto, al tratar de la gramática de una lengua particular hay que examinar lo más cuidadosamente posible las distinciones que hace dicha lengua y no establecer una categoría sin que los hechos lingüísticos reales muestren que el instinto del habla de dicha comunidad .o nación la reconoce. Por mucho que el especialista en lógica insista en que el superlativo es una categoría necesaria que toda nación racional debe poder expresar en su lengua, el francés no tiene 45

superlativo, pues, aunque las formas le p lu s pur, l e plus fin, le m e i ll e u r corresponden a los superlativos ingleses genuinos t h e p urest, t h e fin est, t h e best, dichas formas no son otra cosa que comparativos convertidos en absolutos añadiendo el artículo y ni siquiera podemos decir que el francés tiene un superlativo que consiste en el comparativo precedido del artículo definido, pues muchas veces no se emplea el artículo definido, y sí otra palabra determinante que produce el mismo efecto: m o n m e i ll e u r ami, etc. Por otro lado, mientras que el francés tiene un tiempo futuro real (je donnerai, etc.), sería equivocado incluir una forma separada en el sistema de los tiempos de la lengua inglesa. Muchas veces la idea de futuro tampoco se expresa en el verbo (I start t o - m o r r o w at six [«salgo mañana a las se is»]; I f h e c o m e s . . . [« s i vien e»]), o se expresa mediante frases que no significan meramente idea de futuro sino algo más; en will hay idea de voluntad (He will start at six [«tien e intención de salir a las seis»]), en is to idea de fatalidad (t h e c o n g r e s s is to b e h e l d next y e a r [« e l congreso debe celebrarse el año que v ien e»]), en m a y idea de incertidumbre ( he may c o m e y e t [«todavía puede lleg ar»]), y en shall idea de obligación (I shall w rite to him t o - m o r r o w [«Tengo que escribirle m añana»]). Es cierto que los significados originarios en muchos casos han quedado borrados, pero no tanto como el significado originario de infinito -f- ai, del futuro francés que en un principio quería decir «he de». Dicho significado ha quedado especialmente borrado en el caso de shall, dado que no hay idea de obligación en I shall b e glad if y o u can c o m e («M e alegraré de que puedas venir») y dado que shall ya no se emplea prácticamente nunca con el sentido original (compárese la forma bíblica t h o u shalt n o t kill [«N o m atarás»], con la moderna y o u m u s t n ’t walk th e r e [«n o hay que andar por a h í»]), s h d l es la forma que más se parece en inglés al auténtico auxiliar del futuro y, si se usase en todas las personas, no dudaríamos en decir que el inglés tiene un tiempo de futuro. Pero, si admitiésemos que h e will c o m e es un tiempo futuro, igualmente tendría­ mos que considerar como futuros « h e m ay c o m e («puede venir»), h e is c o m i n g («viene»), h e is g o i n g to c o m e («va a venir») y otras perífrasis. La objeción reside en que will es una «palabra» separada y que para poder hablar de «tiempo verbal» siempre tiene que haber una forma verbal en que el radical y la terminación flexional formen una unidad inseparabie; nada nos impediría decir que una lengua tiene futuro si tuviese un auxiliar (verbo o adverbio) que sirviese realmente para indicar el tiempo futuro, simplemente la colocaríamos en la parte de la morfo­ logía que trata de las palabras y no, como en el caso del futuro francés, en la que trata de los elementos de las palabras, pero ello nada cambia­ ría en la sintaxis tal como en este libro la estudiamos.

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Las c a tego ría s q u e hay q u e r e c o n o c e r El principio a que aquí nos atenemos es el de que en la sintaxis de una lengua solamente debemos estudiar las categorías que hayan encon­ trado expresión formal en dicha lengua, pero hay que recordar que usa­ mos el término «forma» en sentido muy amplio, que abarca las palabrasinstrumento y el orden de las palabras. No obstante, al convertir así a la forma en el criterio supremo, debemos evitar una idea errónea que podría parecer el resultado natural del mismo principio. En inglés decimos o n e sh e e p , («un cordero»), m any s h e e p («muchos corderos»): ¿vamos a decir que s h e e p no es singular en la primera frase ni plural en la segunda porque tiene la misma forma y que dicha forma se debe llamar más bien «número común» o «número cero» o algo equivalente? Podríamos decir que c u t en I cu t m y f i n g e r e v e r y d ay («M e corto el dedo cada día») no está en presente y que c u t en I cut m y f i n g e r y e s t e r d a y («Ayer me corté un dedo») no está en pretérito indefinido, porque en ambas frases la forma es idéntica. Más aún, si comparamos Our king’s l o v e f o r bis su b jects («El amor de nuestro rey por sus súbditos») y Our kings l o v e th ei r su b ­ j e c t s («Nuestros reyes aman a sus súbditos»), vemos que las dos formas son idénticas (si exceptuamos la distinción puramente convencional que se hace en la escritura, pero no en el habla, mediante el apostrofe), y un formalismo estricto nos impediría decir nada sobre el caso y el número de kings. ¿Y qué decir de l o v e ? No hay nada en la forma que nos indi­ que que en una frase es un sustantivo en singular y en la otra verbo en plural, y deberíamos inventar un nombre separado para la extraña cate­ goría así creada. Sin embargo, creo que la auténtica conclusión que hay que sacar de tales ejemplos es la de que es un error tratar cada aspecto lingüístico por separado; al contrario, debemos considerar la lengua como una totalidad. S h eep en m a ny s h e e p es un plural, porque en m a ny lambs («muchos corderos») y centenares de otros casos similares la lengua in­ glesa reconoce un plural en los sustantivos; en una frase cut está en pre­ sente y en la otra en pasado, pues la diferencia se revela inmediatamente si sustituimos I por b e ( h e cu ts [« é l corta»], h e cu t [« é l cortó»]) o cut por otro verbo ( I tear [«yo desgarro]», I to r e [«yo desgarré»]); en un caso kings es genitivo singular y en el otro nominativo plural, como lo prueban las frases t h e m a n ’s l o v e f o r his s u b j e c t s («el amor de ese hom­ bre por sus súbditos») y t h e m e n l o v e their s u b j e ct s («los hombres aman a sus súbditos»), y por último, l o v e es un sustantivo y un verbo respecti­ vamente como lo prueba la forma en colocaciones como our king’s admiration f o r his s u b j e c t s («la admiración de nuestro rey hacia sus súbditos») y o u r kings admire th eir s u b j e c t s («nuestros reyes admiran a sus súbdi­ tos»). En otras palsbras, aunque debemos excluir cuidadosamente de la gramática de una lengua distinciones o categorías que encontramos en otras lenguas, pero que la lengua en cuestión no expresa formalmente, no debemos negar en un caso particular la existencia de distinciones en la 47

misma lengua, por el hecho de que no las exprese mediante signos exter­ nos. La cuestión de cuántas y qué categorías gramaticales distingue una lengua se debe plantear para la totalidad de dicha lengua o, en cualquier caso, para clases completas de palabras, mediante la consideración de las funciones gramaticales que expresa formalmente, aun cuando no las ex­ prese en todos y cada uno de los casos en que podíamos esperar: las cate­ gorías así establecidas se tienen que aplicar después a los casos más o menos excepcionales en que no existe una forma externa para guiarnos. En inglés, por ejemplo, tendremos que reconocer un plural en los substan­ tivos, pronombres y verbos, pero no en los adjetivos ni en los adverbios; en cambio, en danés, un plural en los substantivos, adjetivos y pronombres, pero no en los verbos. Deberemos tener especialmente en cuenta este principio cuando consideremos la cuestión de cuántos casos hemos de admitir en inglés. No es raro que el principio que acabamos de establecer se infrinja en las obras gramaticales. Muchos autores hablan de la facilidad con que el inglés puede convertir a los substantivos en verbos y viceversa, pero el in­ glés nunca confunde esas dos clases de palabras, aunque use una misma forma unas veces como substantivo y otras como verbo: a f i n g e r («un dedo») y a fin d («un hallazgo») son substantivos, y f i n g e r y fin d son ver­ bos en la frase y o u f in g e r this and fin d that («tocas esto y encuentras aquello») con todas las características: flexión, función, etc. Un comenta­ rista de Harnlet dice sobre el pasaje en que el espectro avanza « s l o w and s t a t ely » («lentamente y con dignidad») refiriéndose a s l o w : «Muchas veces los adjetivos aparecen usados como adverbios»; es falso, s l o w es realmente adjetivo lo mismo que ¡ on g en h e s t a y e d l o n g («se quedó mucho tiempo»), aunque la forma sea la misma que en a l o n g stay («una larga estancia»), donde es adjetivo. Al substantivo en f i v e sn ip e («cin­ co agachadizas») o a f e w a n t e l o p e («algunos antílopes») o t w e n t y sail («veinte veleros») se le llama muchas veces singular (a veces «singular colectivo»), a pesar de que no es más singular que s h e e p en f i v e s h e e p : una forma que siempre se reconoce como plural, probablemente porque los gramáticos saben que esa palabra tiene un plural invariable desde el antiguo inglés. Pero realmente la historia no tiene nada que ver con la cuestión que estamos tratando. Snipe es ahora una forma del plural de esa palabra («el plural invariable») y el hecho de que exista otra forma. snipes, no debe impedirnos ver el auténtico valor de la forma snipe.

Las ca tegorías sintéticas Ahora estamos en condiciones de volver al problema de la posibilidad de una gramática universal. Nadie ha pensado nunca en una morfología universal, porque está claro que todas las formas que encontramos, así como las funciones y su importancia, varían de una lengua a otra en ta48

les proporciones que solamente se pueden estudiar en las gramáticas es­ pecializadas, con la posible excepción de algunas generalidades sobre la función del acento de frase y la entonación. Solamente con respecto a la sintaxis se ha pensado que puede haber algo en común a todas las lenguas humanas, algo basado directamente en la naturaleza del pensamiento hu­ mano, en otras palabras, en la lógica, y que, por tanto, trascendía las formas accidentales de expresión encontradas en tal o cual lengua parti­ cular. Ya hemos visto que dicha base lógica en cualquier caso no es coextensiva al terreno completo de la sintaxis efectiva, pues muchas lenguas carecen del modo subjuntivo o del caso dativo y algunas incluso del nú­ mero plural en sus substantivos. Así pues, ¿hasta dónde llega esa base lógica y qué significa exactamente? En el sistema esbozado más arriba encontramos una indicación del valor sintáctico o la función de cada forma en particular, así en el caso de la terminación -s del inglés, «plural del substantivo», por un lado, y «tercera persona del singular del presente del verbo», por otro, etc. Cada una de estas indicaciones consta de dos o más elementos, uno de los cua­ les se refiere a la «parte de la oración» o clase de palabra v las otras al número singular o plural, a la tercera persona y, por último, al presente del verbo. En inglés, dichas indicaciones constan de pocos elementos com­ parativamente, pero si tomamos el latín, vemos que los fenómenos son mucho más complicados: la terminación de bonarum, por ejemplo, denota plural, género femenino y caso genitivo, la de t e g e r e n t u r plural, tercera persona, tiempo imperfecto, modo subjuntivo, voz pasiva, y así en otras formas. Ahora podemos ver claro que, aunque es imposible, o no siempre posible, aislar esos elementos desde un punto de vista formal (¿dónde está el signo del plural y dónde el del genitivo en anim aliu m?; ¿dóndé la indicación de la persona, del perfecto, del modo indicativo, de la voz activa, en fec i, etc.?), desde el punto de vista sintáctico no sólo es posi­ ble, sino también natural aislarlos, y reunir todos los substantivos, todos los verbos, todos los singulares, todos los genitivos, todos los substantivos, todas las primeras personas, etc. Así obtenemos una serie de ideas sintác­ ticas aisladas, e incluso debemos dar un paso más, pues algunas de esas ideas sintácticas van unidas de forma natural, formando grupos en un ni­ vel más elevado o clases sintácticas más amplias. De esa forma substantivos, adjetivos, verbos, pronombres, etc., consti­ tuyen juntos la división de las palabras en partes de la- oración o clases de palabras. • El singular y el plural (con el dual) forman la categoría del número. El nominativo, acusativo, dativo, genitivo; etc., forman la categoría de los casos. El presente, pretérito (imperfecto, perfecto), futuro, etc., forman la categoría de los tiempos. El indicativo, subjuntivo, optativo, imperativo, etc., forman la catego­ ría de los modos. ■

4 . — FILOSOFÍA GRAMÁTICA

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La activa, pasiva y media (m é d i u m ) forman la categoría de las «voces» o «giros». La primera, segunda y tercera personas forman, como el nombre indi­ ca, la categoría de las personas. El masculino, femenino y neutro forman la categoría de los géneros.

Sintaxis y lógica Podemos establecer todas las ideas y categorías sintácticas sin salir ni un solo instante del terreno de la gramática, pero tan pronto como for­ mulamos la pregunta ¿qué representan?, pasamos del dominio de la len­ gua al mundo exterior 8 o dominio del pensamiento. Ahora bien, algunas de las categorías enumeradas más arriba están en relación evidente con algo que encontramos en el dominio de los hechos reales: así, la categoría gramatical del número corresponde evidentemente a la distinción que en­ contramos en el mundo exterior entre «uno» y «más de uno»; para ex­ plicar los diferentes tiempos gramaticales, presente, imperfecto, etc., he­ mos de referirnos al concepto exterior de «tiem po»; la diferencia entre las tres personas gramaticales corresponde a la distinción natural entre el hablante, la persona a quien se habla y algo exterior a ambos. En algunas de las demás categorías la correspondencia con algo exterior al dominio del habla no es tan evidente, y puede ser que los autores que pretenden establecer dicha correspondencia, que piensan, por ejemplo, que la distin­ ción gramatical entre subjuntivo y adjetivo corresponde a la distinción externa entre substancia y cualidad, o que intentan establecer un sistema «lógico» de casos o modos, cometan un error fundamental. Es algo que examinaremos en algunos de los capítulos siguientes, donde veremos que dichas cuestiones plantean problemas muy complicados. El mundo exterior, tal como la mente humana lo refleja, es extraor­ dinariamente complicado, y no debemos esperar que los hombres hayan encontrado siempre la forma más simple o más precisa de indicar las miríadas de fenómenos y de numerosas relaciones entre ellos que hay que comunicar. Por tanto, la correspondencia entre categorías externas y gra­ maticales nunca puede estar completa y encontramos los más curiosos e inesperados recortes y superposiciones en todas partes. De un dominio que comparativamente podría parecer simple voy a dar aquí una concreta ilustración que me parece ser muy característica de la forma en que la lengua actual puede no corresponder a las exigencias de la lógica y a pesar de ello entenderse. Tomemos un lugar común y una de las frases prover­ biales escritas por Shakespeare: 1. 2.

Man is mortal («El hombre es mortal»). Men ivere d e c e i v e r s e v e r («Los hombres siempre fueron bribones»), 8.

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Tal como se refleja en la mente humana, naturalmente.

Si analizamos gramaticalmente estas frases, vemos que (aparte de la diferencia de predicado) difieren en que una está en singular y la otra en plural y en que una está en presente y la otra en pretérito o pasado. Y, sin embargo, ambas frases dicen algo de una clase completa, sólo que la clase es diferente en las dos frases: en la primera es la humanidad sin tener en cuenta el sexo, en la segunda solamente la parte masculina de la humanidad; así una distinción de número implica distinción de sexo. Y ,, a pesar de que los tiempos son diferentes, en el significado no hay distinción real de tiempo, pues la primera afirmación no se refiere sola­ mente al momento presente como tampoco la segunda a un tiempo pasa­ do. Lo que en ambas se pretende es una afirmación que no tiene en cuen­ ta la distinción entre ahora y entonces, presente y pasado, algo cuyo valor existe en cualquier época. Un lógico hubiera preferido una cons­ trucción del lenguaje en que ambas frases estuviesen en el mismo número universal («om niel», como Bréal lo llama) y en el mismo tiempo universal o genérico, y que el sujeto de la primera estuviese en género común y el de la segunda en género masculino, porque entonces el significado hubiera sido unívoco: «todos los seres humanos han sido, son y serán siempre mortales» y «todos los seres humanos de sexo masculino han sido, son y serán siempre bribones». Pero, de hecho, esa no es la forma de la lengua inglesa y una gramática tiene que hablar de realidades, no de deseos.

Las ca tego ría s c o n c e p t u a l e s Por tanto, tenemos que reconocer que junto a, o por encima o por de­ bajo de, las categorías sintácticas que dependen de la estructura de cada lengua tal como efectivamente la encontramos, existen otras categorías extralingüísticas que son independientes de los hechos más o menos ac­ cidentales de las lenguas existentes; son universales en la medida en que son aplicables a todas las lenguas, aunque raras veces aparezcan expresa­ das en ellas de forma clara y unívoca. Algunas de ellas se refieren a he­ chos de la realidad extralingüística como el sexo, otros a estados menta­ les o a la lógica, pero, a falta de un nombre común mejor para dichas ca­ tegorías extralingüísticas, voy a usar el adjetivo c o n c e p t u a l y el substanti­ vo c o n c e p t o . Con respecto a esto la misión de los gramáticos consistirá en investigar en cada caso la relación entre las categorías conceptuales y sin­ tácticas. No es una tarea fácil en absoluto y una de las grandes dificultades que se oponen a su realización satisfactoria es la falta de términos apro­ piados, pues muchas veces las mismas palabras se usan para cosas que pertenecen a los dos dominios que queremos distinguir. Podemos mostrar, mediante una ilustración en que anticipamos brevemente el contenido de un capítulo siguiente de este libro, cómo una terminología adecuada faci­ lita la comprensión de un tema difícil. El g é n e r o es una categoría sintác­ 51

tica en lenguas como el latín, francés y aleman; la correspondencia natural o categoría conceptual es la del sexo: el sexo existe en el mundo de la realidad, pero no siempre se expresa en las lenguas, ni siquiera en aque­ llas que, como el latín, el francés y el alemán, tienen un sistema de gé­ neros gramaticales que coincide en muchos puntos con la distinción natural de los sexos. Por tanto, distinguiremos: NATURALEZA

GRAMATICA

Sexo (conceptual)

Género (sintáctico) 1. 2. 3.

masculino femenino neutro

palabras

1. macho / .seres vivos 2. hembra ' 3. cosas asexuadas

Tomemos algunos ejemplos franceses y alemanes. Der Soldat, le soldat («el soldado»): seres vivos, macho, masculino; d ie T o cb ter, la filie («la hija)»: seres femeninos, género femenino; d e r Sperling («el gorrión»), le c h e v a l («el caballo»): seres de ambos sexos, género masculino; d ie Maus, la souris («el ratón»): seres de ambos sexos, género femenino; das P ferd («ca­ ballo»): ambos sexos, género neutro; d ic S child wach e, la s e n tin elle («el centinela»): sexo masculino, género femenino; das Wei b («la mujer, espo­ sa»): sexo femenino, género neutro; d er Tisch, la table («la mesa»): asexua­ do, género masculino; d ie Frucbt, le fruit («el fruto»): asexuado, género fe­ menino; das Buch («el libro»): asexuado, género neutro ’. En otros domi­ nios no es posible como aquí formular dos series de términos, uno para el mundo de la realidad o de la lógica universal y otro para el mundo de la gramática, pero deberíamos distinguir siempre ambos mundos. Nuestros ejemplos de género y sexo muestran claramente que las re­ laciones entre las categorías sintácticas y conceptuales presentan muchas veces una especie de red semejante a la observada entre categorías forma­ les y sintácticas 10. Así hemos obtenido en realidad una división triple, tres niveles de tratamiento de los mismos fenómenos o tres puntos de vista desde los que se pueden considerar los hechos gramaticales, que podemos describir brevemente como: 9. Esta es una terminología más clara que la de Sweet en A New English Grammar, § 146. Habla del género natural en los casos en que el género correspon­ de al sexo, y del género gramatical cuando es diferente de él; así define la palabra del antiguo inglés wifmann como un masculino gramatical y la palabra mann como un masculino natural. Según mi terminología, diremos que en ambos casos se trata de un masculino y que wifmann («m ujer»), indica un ser vivo hembra, mientras que mann indica un ser vivo macho o bien un ser humano sin distinción de sexo. 10. Cf. pág. 42.

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A : la forma B: la función C: el concepto Tomemos ahora una clase sintáctica o funcional y veamos sus rela­ ciones con la forma, por un lado, y con el concepto, por otro. El preté­ rito inglés se forma de varias formas, y, aunque es una categoría sintác­ tica definida, no siempre tiene el mismo contenido lógico, como se puede ver en el siguiente esquema:

A. FORMA

B. FUNCION

-ed (han ded ) -t

C. CONCEPTO

tiem po pasado presente irre al (if w e k n e w [«si su p ié se m o s» ]; I w ish w e k new [« o ja lá su p iésem o s»])

(fixed)

-d (s h o w e d )

fu tu ro (I t is tim e you w en t to bed [ « y a es hora de que vayas a la ca m a »])

-t (con cam bio de vocal (le f t ) ra d ic a l.in v a ria b le (p u t ) cam bio de vocal (d ra n k )

rad ical d ife re n te (ivas)

p re te rito

p re sen te en un co n texto pasado H ow did yo u k n o w I w as a D añe [« ¿c ó m o supiste que yo era d a n é s?» ] siem pre (m en w e re deceivers ev e r [« lo s hom bres siem pre fu e ­ ron b rib o n e s» ]).

Como Jano, las categorías sintácticas tienen dos direcciones, hacia la forma y hacia el concepto. Se sitúan a medio camino y constituyen el lazo que une el mundo de los sonidos con el mundo de las ideas. Al ha­ blar (o escribir) empezamos por el lado derecho (C) del esquema y nos movemos a través de la sintaxis (B) hacia la expresión formal (A): al oír (o leer) el movimiento es en sentido opuesto, de A hacia C a través de B. El proceso es, por tanto, el siguiente:

Hablante: Oyente:

C B A B C, Concepto—> Función —> Forma Forma —> Función —> Concepto

Al descubrir qué categorías reconocer en la tercera división (C) es importante recordar siempre que deben tener un valor lingüístico; que­ remos entender los fenómenos lingüísticos (gramaticales) y, por consi­ guiente, sería un error proceder como si el lenguaje no existiese, clasifican­ 53

do las cosas o las ideas sin tener en cuenta su expresión lingüística. Por el contrario, deberíamos proceder, mutatis mutandis, como hicimos más arriba al establecer nuestras categorías sintácticas: entonces prestamos la mayor atención a lo que se expresaba formalmente en la lengua examinada, y ahora debemos prestar atención de nuevo a las categorías sintácticas que hemos descubierto. La misión más importante de la mayor parte de esta obra consistirá en conseguir realizar un estudio sistemático de las principales categorías conceptuales en la medida en que existe para ellas una expresión gramatical e investigar la relación mutua de esos dos «mun­ dos» en varias lenguas. Bastantes veces veremos que las categorías grama­ ticales son síntomas, prefiguraciones de las categorías conceptuales y a veces el «concepto» que subyace al fenómeno gramatical es tan inaprensi­ ble como la cosa en sí (Ding an s i c h ) de Kant. En conjunto no hemos de esperar que vayamos a obtener una «gramática universal» en el sentido en que de los antiguos gramáticos filósofos. Lo que obtenemos es el acercamiento máximo a ella que la ciencia lingüística moderna permite.

APENDICE AL CAPITULO III F erdinand B ru n o t, el em inente h isto ria d o r de la lengua fran cesa, p ro p o n e revo lu cio n ar la enseñanza de la gram ática (fran cesa) p a rtie n d o d el in te rio r, de los pensam ientos que hay que exp resar, en lugar de las form as. S u im p o rtan te lib ro La P ensée et la langue, ex trao rd in ariam en te rico en nu evas o b se rv a ­ ciones y propu estas m etodológicas, se p u blicó (P arís, M asson et C ié, 1 9 2 2 ) , cuando más de las dos te rc e ra j partes de este lib ro estaban escritas en su form a d efin itiva o bien casi en la form a e n que aparecen aquí. Es posib le, aunque ahora no puedo darm e cu en ta, que m i lib re h u b iera ad q u irid o una fo rm a d ife ren te, si el lib ro de B ru n o t hubiese aparecido antes de que mis con­ vicciones se hubiesen fo rm ad o; tal com o ahora es, aunque reconozco en él a un pod ero so aliado, difiero de él p o r lo m enos en dos p u n to s im p o rtan tes. El prim ero es que lo que considera com o el m étodo adecuado (em pezar desde el in te rio r, desde « la pensée»), de acuerdo con mi p u n to de v ista , sería una de las dos form as de co n sid erar los hechos de la lengua, un a de afu era hacia ad en tro, o tra de d en tro hacia afu era. Y el segundo es que se debe m an ten er claram ente la distinción en tre la gram ática y el diccio n ario , m ientras que B ru ­ not en su lista de sinónim os co n fun de dem asiadas veces am bos dom inios. T am poco puedo co m p artir el d esprecio que m anifiesta p o r la antigua teoría de las «p artes de la o ració n », por m uy erró n ea que sea en m uchos pu ntos.

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CAPITULO IV LAS PARTES DE LA ORACION

Los antigu o s sistem as Es costumbre empezar la enseñanza de la gramática dividiendo las palabras en ciertas clases, generalmente llamadas «partes de la oración» — substantivos, adjetivos, verbos, etc.— y dando definiciones de ellas. Di­ cha división procede esencialmente de los gramáticos griegos y latinos con algunas añadiduras y modificaciones, pero las definiciones distan mu­ cho de haber alcanzado el grado de exactitud que encontramos en la geometría euclidiana. La mayoría de las definiciones dadas, incluso en li­ bros recientes, son imposturas que resulta extraordinariamente fácil criti­ car; tampoco ha sido posible obtener un criterio general sobre aquello en que deba basarse la distinción, si en la forma (y en los cambios de forma) o en el significado o en la función en la frase o en las tres a la vez. Sin lugar a dudas, el sistema más ingenioso es el de Varro, que dis­ tingue cuatro partes de la oración, una que tiene casos (nombres, n o m in a ), una que tiene tiempos (verbos), otra que tiene casos y tiempos (partici­ pios) y otra que no tiene ni casos ni tiempos (partículas). La razón evi­ dente de que dicho esquema se abandonase es que solamente era válido para el latín (y el griego) y no para las lenguas modernas constituidas con una estructura lingüística similar a la del latín (inglés, por ejemplo) o para las lenguas de un tipo totalmente diferente, como el esquimal. Encontramos una regularidad matemática similar a la del esquema de Varro en el sistema siguiente: algunos nombres distinguen tiempos como los verbos y géneros como los nombres ordinarios (participios), otros no distinguen ni géneros ni tiempos (pronombres personales). Los verbos son las únicas palabras que combinan dicha distinción con la ausencia de gé­ nero. Así, tenemos:

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nombres verbos:

j

ordinarios: con pronombres personales: sin participios: con sin

género, genero, género, género,

sin sin sin con

tiempos tiempos tiempos tiempos

Una vez más, se trata de un sistema que solamente es válido para lenguas de nuestra familia y difiere del esquema de Varro principalmente en el hecho de estar basado en la distinción del género en lugar de la del caso. Ambos son igualmente arbitrarios. Los dos consideran el tiempo como la característica distintiva de los verbos, concepción que ha encon­ trado expresión en el equivalente alemán de verb o, Z eitw o r t : en ese caso, el chino no tendría verbos, mientras que, por otro lado, más adelante ve­ remos que a veces los nombres distinguen tiempos. Otros gramáticos pien­ san que la característica distintiva de los verbos son las terminaciones personales (Steinthal, etc.). Pero este criterio excluiría también el verbo chino de la denominación; en danés, una vez más, los verbos no distinguen las personas, y no constituye una solución decir, como Schleicher 2, que los «verbos son palabras que tienen, o tuvieron, terminaciones personales», pues no tiene que ser necesario conocer la historia lingüística para decidir a qué parte de la oración pertenece una palabra.

Las d ef in icio n es Examinemos ahora algunas de las definiciones que encontramos en la gramática de J. Hall y E. A. Sonnenschein 3: «Los nombres nombran. Los pronombres identifican sin nombrar». No veo que w h o en W h o killed Cock Robin? («¿Quién mató a Cock Robin?») identifique; más bien pide a alguien identificar. ¿Y qué identidad establece n o n e en Then n o n e w as f o r a party («Nadie quería una recepción»)? «Los adjetivos se usan con los nombres para describir, identificar o enum erar»4. Pero, ¿acaso no se pueden usar los adjetivos sin los nombres? ( t h e a b sen t are a lw ays at fault [«los ausentes siempre son culpables»], h e was a n g ry

1. Schroeder, Die form elle Unterscheidung der Redeteilc im Griecbischen u. Laieinischen, Leipzig, 1874. 2. Schleicher, Nomen tind Verbum, Leipzig, 1865, pág. 509. 3. J. Hall-E. A . Sonnenschein, Grammar, Londres, 1902. 4. Parece que la palabra «enumeran» está usada aquí en este caso en un sen­ tido totalmente desconocido para los diccionarios. Si la tomásemos en su sentido habitual, esta definición implicaría que en A ll his garments, coat, waistcoat, shirt and trousers, were wet («todos sus vestidos, abrigo, chaleco, camisa y pantalón, estaban mojados»), las palabras coat, waistcoat, shirt y trousers son adjetivos.

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[«estaba furioso»]). Por otro lado, ¿es un adjetivo p o e t en B r o w n i n g t h e p o e t («Browning el poeta»)? «Mediante los verbos se dice algo sobro algo o alguien». Si decimos: Ynu s c o u n J r e l («¡C an alla!») decimos algo so­ bre y o u de la misma forma que en You are a s c o u n d r e l («Eres un cana­ lla»), y en esta última frase no es el verbo are, sino el predicativo lo que dice algo. «Las conjunciones enlazan palabras o grupos de palabras», pero eso hace también o f en a man o f h o n o u r («un hombre de honor») sin por ello ser una conjunción. Ni una sola de estas definiciones es exhaus­ tiva o convincente 5.

Las bases d e la clasificación Algunos gramáticos, al sentir el fracaso de definiciones como las que acabamos de citar, han desesperado de poder resolver el problema me­ diante el método de examinar el significado de las palabras pertenecientes a las diferentes clases: y por eso sostienen que el único criterio ha de ser la f o r m a de las palabras. Esa es la opinión que mantiene, por ejemplo, J. Zeitlin en su artículo On th e parts o f Sp eech. The Noun 6 y es una lástima que solamente trate los sustantivos. Utiliza el término «forma» en un sentido más bien amplio y dice que «en inglés el nombre posee to­ davía ciertas características formales que no encontramos en ninguna otra clase de palabras. Así, el ir precedido de un artículo o de un demos­ trativo, el uso de un signo flexional que indica posesión y pluralidad, y la unión con preposiciones que señalan relaciones que originariamente se indicaban mediante terminaciones flexionales». Toma la precaución de añadir que la ausencia de todas las características enumeradas no debe excluir a una palabra de la clase de los nombres, pues hay que considerar a éstos «como palabras que poseen o en ciertos casos pueden poseer» di­ chos signos formales. Si la forma, entendida en sentido estricto, tuviese que ser el único criterio, llegaríamos al absurdo resultado de que must en inglés, al ser indeclinable, pertenecería a la misma clase que t h e («él»), then («enton­ 5. Mucho tiempo después de haber escrito esto en la primera versión de mi libro, he conocido el libro de Sonneschein, A New English Grammar, Oxford, 1921, que en muchos sentidos es una obra importante, como tendremos ocasión de ver. Algunas de estas definiciones aparecen en él en forma mejorada: «Un pronombre es una palabra que se emplea en lugar de un nombre e indica o enumera personas o cosas sin nombrarlas». «Indica» es un término infinitamente más satisfactorio que «identifica, pero la objeción que he hecho a propósito de none y de who sigue sien­ do válida. «Una conjunción de coordinación es una palabra que se emplea para unir una oración adverbial o nominal al resto de una frase completa». Se puede también utilizar una conjunción coordinativa para unir frases (Sonnenschein, id.., § 59). Se trata de una definición complicada y que supone explicitados muchos otros términos gramaticales. No responde verdaderamente a la pregunta de qué es una conjunción y no dice nada sobre lo que los dos tipos de conjunción tienen en común. 6. The English Journal, marzo de 19 14.

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ces»), f o r («por»), as («como»), e n o u g h («bastante»), etc. La única jus­ tificación para clasificar m u s t entre los verbos es la de que reconocemos su uso en combinaciones como I m u s t (go), («debo [irm e ]»), m u s t w e (g o ) ? («¿debemos [irn o s]?») paralelas a I shall ( g o ) («me voy a [ ir ] » ) , shall w e ( g o ) ? («¿Vamos a [irn o s]?»); en otras palabras, tenemos en cuenta su significado y función en la frase. Y si Zeitlin dijese que el uso de m u st con un nominativo como I es «formal» (de la misma forma que el uso de preposiciones para los nombres), no le discutiría que tenga en cuenta fenómenos como esos, sino solamente que los considere «formales». En mi opinión, todo debe tenerse en cuenta, forma, función y signi­ ficado, pero hay que insistir especialmente en el hecho de que la forma, que es el criterio más obvio, puede conducirnos a reconocer ciertas clases de palabras en una lengua que no sean clases distintas en otras lenguas, y que el significado, a pesar de ser muy importante, es más difícil de tra­ tar, y sobre todo que una clasificación no se puede basar en definiciones cortas y de fácil aplicación. Podemos imaginar dos tipos extremos de estructura lingüística, uno en el que siempre existe un criterio formal definido para distinguir cada clase de palabras, y otro en que no haya tales signos externos para dis­ tinguirlas. La posición más cercana al primero la encontramos, no en nin­ guna de las lenguas naturales, sino en lenguas artificiales como el espe­ ranto o, mejor aún, el ido, en que todos los nombres comunes acaban en -o (y en -i en plural), los adjetivos en -a, los adverbios derivados en -e, los verbos en -r, -s o -z, según el modo. El segundo tipo lo encontramos en la lengua china, en la que algunas palabras solamente se pueden usar en determinadas aplicaciones, mientras que otras, sin cambio exterior, pue­ den funcionar unas veces como substantivos, otras como verbos, otras como adverbios, etc., pues el valor en cada caso lo revelan las reglas gramatica­ les y el contexto. Podemos colocar el inglés aproximadamente en un tipo intermedio, aunque tienda a parecerse cada vez más al sistema chino. Tomemos la forma r o u n d : es un substantivo en a r o u n d o f a l ad der («un peldaño de escalera»), h e took his daily r o u n d («dio la vuelta cotidiana»), un adjeti­ vo en a r ou n d tahle («una mesa redonda»), un verbo en h e f a i le d to r o u n d t h e lam p-post («no consiguió dar la vuelta al farol»), un adverbio en c o m e roun d t o - m o r r o w («ven por aquí mañana») y una preposición en h e walked r o u n d t h e h o u s e («caminó alrededor de la casa»). De igual for­ ma, w h ile puede ser un substantivo: h e s t a y e d h e r e f o r a w h i l e («estuvo aquí durante un rato»), un verbo (t o w h i l e a w a y tim e: «pasar el tiem­ po») y una conjunción (w h il e h e w as away: «mientras estaba fuera»). M o v e puede ser un substantivo («movimiento») o un verbo («m over»), a fter («despues») una preposición, un adverbio o una conjunción, etc. 7 7. Más adelante veremos que se trata verdaderamente de diferentes partes de la oración.

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Por otro lado, existen gran número de palabras que solamente pue­ den pertenecer a una clase de palabras: admiration («admiración»), s o c i e t y («sociedad»), Ufe («vida») solamente pueden ser substantivos, poli t e («edu­ cado») solamente adjetivo, ivas («era»), c o m p r e h e n d («comprender») so­ lamente verbos, at solamente preposición. Para descubrir a qué clase particular pertenece una palabra, sirve de poco atenerse a una forma aislada. Tampoco las flexiones pertenecen a tal o cual clase de palabras. La terminación -ed (-d) se encuentra principal­ mente en verbos (e n d e d , o p e n e d , etc.), pero se puede también añadir a substantivos para formar adjetivos (b l u e - e y e d [«d e ojos azules»], m o n e y e d [«qu e posee dinero»], t a len ted [«dotado de talento»], etc.). Algunas terminaciones se pueden usar como puntos de referencia, si tenemos en cuenta también su significado; así, si la terminación -s cambia la palabra al plural, la palabra es un substantivo, y si lo encontramos en la tercera persona del singular, la palabra es un verbo: por tanto, éste es uno de los criterios para distinguir el substantivo r o u n d del verbo r o u n d (many r o u n d s o f t h e la d der significa «varios peldaños de la escalera» y h e rounds t h e lam p -p ost «da la vuelta al farol»). En otros casos, el uso de ciertas palabras en combinaciones es decisivo, así m ay y th e en m y l o v e f o r her («m i amor hacia ella») y t h e l o v e I bear h e r («el amor que siento por ella») frente a I l o v e h e r («la amo») muestran que l o v e es un substantivo y no un verbo en la última combinación (cf. m y admiration [«m i admira­ ció n »], t h e admiration [« la adm iración»], frente a I a dm ire [«ad m iro »], en que admiration y a dm ir e son unívocos)8. No obstante, es muy importante observar que, aunque r o u n d y l o v e y muchas otras palabras inglesas pertenezcan a más de una clase de pa­ labras, ello es cierto solamente si tenemos en cuenta la forma aislada: cada caso separado en que la palabra se usa en el habla pertenece a una clase determinada y no a otra. Pero esto es algo que pocas veces tienen en cuenta escritores que dicen que en la frase ive tea d at t h e vicarage («tomamos el té en la vicaría») tenemos un caso de substantivo usado como verbo. En realidad, estamos ante un verbo tan real como d iñ e o 8. Para más detalles, ver mi obra A Modern English Grammar, II, caps. V III > IX , donde examino el problema que plantean enunciados como Motion requires a here and a there («para poder hablar del movimiento hay que poder hablar también de un aquí y un allí»), a he («un él»), a pick-pocket («un carterista»), My Spanish ts not very good («mi español no es muy bueno»). También he tratado en el cap. X III un caso en que podemos vacilar: ¿se ha vuelto en inglés el primer término de las palabras compuestas un adjetivo? Tenemos, por ejemplo: intímate and bosom friends («amigos íntimos y muy queridos»), the London and American publishers («los edi­ tores de Londres y de los Estados Unidos»), a Boston young lady («una joven de Boston»), bis own umbrella, the cotton one («su paraguas, el de algodón»), much purely class legislation («una legislación puramente de clase»), the most every-day occurences («los acontecimientos más cotidianos»), the roads which are all turnpike («las carreteras que son todas de peaje»), his chiefest friend («su mejor amigo»), matter-of-factly («prosaicamente»), matter-of-factness («carácter prosaico»).

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eat («com er»), aunque derivado del substandvo tea sin ninguna termina­ ción en el infinitivo9. Formar un verbo a partir de otra palabra no es lo mismo que usar un substantivo como verbo, cosa imposible. Por eso, los diccionarios tienen que distinguir dos palabras: l o v e («am or») substantivo y l o v e («am ar») verbo, igual que tea («té») substantivo y tea («tom ar el té») verbo. En un caso como w ir e tienen que distinguir incluso tres pala­ bras: 1) substantivo: «hilo metálico», «cable», 2) «enviar un mensaje por cable», «telegrafiar», verbo formado a partir de la palabra anterior sin sufijo de derivación, 3) «mensaje», «telegrama», substantivo formado a partir del verbo sin sufijo de derivación. Al enseñar la gramática elemental yo no empezaría definiendo las di­ ferentes partes de la oración, y desde luego no mediante las definiciones ordinarias, que tan poco dicen, aunque parezcan decir mucho, sino de forma más práctica. De hecho, el gramático con experiencia sabe si una palabra determinada es un adjetivo o un verbo no mediante la referencia a una definición, sino de la misma forma prácticamente que todo el mundo, al ver un animal, sabe si es una vaca o un gato, y los niños pueden muy bien aprender de la misma forma que aprenden a distinguir animales fa­ miliares, por la práctica, si se les muestra un número suficiente de ejem­ plos y se llama su atención sucesivamente hacia tal o cual rasgo distin­ tivo. Yo les daría un texto que constituyese una totalidad, una historia corta, por ejemplo, en la que todos los substantivos estuviesen impresos en itálicas. Después de haberlos identificado y explicado brevemente, el alumno no encontrará gran dificultad para distinguir substantivos de forma y significado similares en otro texto en que no vayan resaltados; entonces se puede pasar a los adjetivos, usando el mismo texto, esta vez con los adjetivos impresos en itálicas. Procediendo de esta forma con diferentes clases, irán adquiriendo gradualmente suficiente «instinto gramatical» como para poder comprender las siguientes lecciones sobre morfología y sintaxis en su lengua y en lenguas extranjeras. Sin embargo, mi intención aquí no es dar consejos sobre la enseñanza elemental de la gramática, sino intentar obtener una comprensión cientí­ fica de las bases lógicas de la gramática. Para ello, me parece que lo mejor es considerar lo que realmente ocurre cuando hablamos de algo y examinar la relación que existe entre el mundo real y la forma en que sus fenóme­ nos se expresan en la lengua.

El len gu a je y la vida real La realidad en todas partes nos ofrece sólo objetos únicos ( c o n c r e t i s sima): vemos esa manzana, inequívocamente roja por un lado y amari­ llenta por el otro, con tamaño, forma, peso y grado de madurez precisos, 9.

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Cf. pág. 48.

con manchas y asperezas concretas, con un determinado matiz de color y colocada en tal lugar en este determinado momento del día, etc. Como el lenguaje es completamente incapaz de expresar todos estos detalles co­ rrespondientes a esta visión concreta, nos vemos obligados, de cara al objetivo de la comunicación, a ignorar muchas de dichas características individuales y concretas: la palabra «manzana» no sólo se aplica a la misma manzana en otras circunstancias, en otro momento del tiempo y con otro tono de luz, sino a una gran cantidad de objetos también, que resulta cómodo designar con el mismo nombre, porque, si no, necesitaría­ mos un número infinito de nombres individuales y a cada momento del día tendríamos que inventar nombres particulares para nuevos objetos. El mundo está en perpetuo movimiento a nuestro alrededor y dentro de nosotros, pero para captar la realidad fugaz creamos en nuestro pensa­ miento o, en cualquier caso, en nuestro lenguaje ciertos puntos más o menos fijos, ciertos términos medios. La realidad nunca nos presenta un objeto término medio, pero el lenguaje sí, pues en una palabra como man­ zana, en lugar de indicar una cosa concreta, representa el término medio de un gran número de objetos que tienen algo, pero naturalmente no todo,, en común. En otras palabras, si queremos comunicar nuestras im­ presiones e ideas, nos es absolutamente necesario disponer de denomina­ ciones más o menos abstractas 10 para clases de conceptos: manzana es abstracto en comparación con cualquier manzana individual que cae ante nuestra vista, y lo mismo es f ru to en mayor grado, y todavía más en el caso de palabras como rojo o amarillo y así sucesivamente: el lenguaje opera siempre mediante abstracciones, sólo que el grado de abstracción varía hasta el infinito. Ahora bien, cuando queremos infundir una idea muy concreta en la mente de nuestro interlocutor, notamos que dicha idea es muy compleja, que consta de muchos rasgos, realmente muchos más de los que podría­ mos enumerar, aunque siguiésemos hasta el fin de los tiempos. Necesi­ tamos hacer una selección y naturalmente seleccionamos aquellos rasgos que nos parecen más adecuados para despertar exactamente la misma idea en la mente de la otra persona. Más aún, seleccionados los que lo hagan de la forma más fácil para nosotros mismos y para el oyente y que nos eviten a los dos la molestia de expresiones demasiado largas o indirectas. Por eso, en lugar de un m a m íf e r o tímido, gregario, cu b ie r t o d e lana y rumiante, decimos co r d er o , en lugar de so b er a n o masculino d e un estado i n d e p e n d i e n t e , decimos rey, etc. Así pues, siempre que podemos, usamos términos individuales y especiales en lugar de compuestos. Pero como no existen términos especiales para cada idea compuesta, muchas veces hay que fabricar expresiones mediante palabras cada una de las cuales representa uno de los rasgos componentes de la idea que tenemos en la 10. Utilizo aquí el término «abstracto» en un sentido más corriente que el que le daría en mi terminología lógicogramatical en el capítulo X.

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mente. Aun así, la designación nunca es exhaustiva. De ahí que podamos hablar en diferentes circunstancias del mismo hombre en formas total­ mente diferentes y, sin embargo, se entiende que el hablante se refiere al mismo individuo: llamado unas veces «James Armitage» o simplemente «Arm itage» o «Jam es» o incluso «ese hombre pequeño vestido con un traje gris que encontramos en el puente» o «el médico-jefe del hospital ginecológico» o «el viejo doctor» o «el doctor» o «su marido» o «tío Ja­ mes» o «el tío» o simplemente «é l». En cada caso, el oyente saca de la situación (o contexto), es decir, de lo que ya sabe, una gran cantidad de rasgos distintivos que no reciben expresión lingüística —la mayor canti­ dad en el último caso citado, cuando la única designación es el pronom­ bre personal «él». Entre dichas designaciones para el mismo individuo hay algunas que se ve claramente que presentan un carácter propio e inmediatamente identificamos J a m e s o Armitage (y, naturalmente, la combinación J a m e s A rm it age) como n o m b r e s pro pio s, mientras que a palabras como h o m ­ bre, d octor , marido, tío, que entren en las otras denominaciones, las llama­ mos n o m b r e s c o m u n es, porque son comunes a muchos individuos o, por lo menos, a muchos más que los nombres propios. Ahora vamos a estudiar más de cerca la esencia de los nombres propios.

Los n o m b r e s p ro p io s Podría parecer que un nombre propio es aquel que solamente se pue­ de usar al hablar de un solo individuo. No constituye una objeción a di­ cha definición el hecho de que los Pirineos o los Estados Unidos sean nombres propios, a pesar de que la forma plural con que se designa esa cadena de montañas o esa institución política se consideren como uni­ dades, como singulares: no es posible hablar de un Pirineo o de un Es­ tado Unido, sino sólo de uno d e los Pirineos, de uno d e los Estados Unidos. Nos enfrentamos con una dificultad más seria cuando reflexionamos sobre el hecho de que coincidimos en considerar J o h n y Smith como nom­ bres propios, a pesar de que es indudable que hay muchos individuos llamados J o h n o Smith e incluso muchos también J o h n Smith. De igual forma, Rom a es un nombre propio, a pesar de que existen por lo me­ nos cinco ciudades de ese nombre en América del Norte, además de la Roma original de Italia. ¿Cómo podemos entonces mantener la distin­ ción entre nombres propios y nombres comunes? Un intento muy célebre de solución es el de John Stuart Mili n. Se­ gún él, los nombres propios no son c o n n o t a t i v o s ; simplemente d en o tan a los individuos que designan; pero no indican o implican ningún atri­ 11.

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J. S. M ili, System of Logic, I, cap. II.

buto propio de dichos individuos, sirven para señalar aquello de lo que se habla, pero no para decir nada sobre ello. En cambio, un nombre como h o m b r e , además de d e n o t a r Pedro, Jaime, Juan, etc., y un núme­ ro indefinido de otros individuos, c o n n o t a ciertas propiedades: corporei­ dad, vida animal, racionalidad. Así pues, la información que transmiten los nombres de objetos, es decir, su significado, no reside en lo que d e n o ­ tan sino en lo que connota n. Los únicos nombres de objetos que no con­ notan nada son los nombres propios, y, hablando con propiedad, carecen de' significado. Así, un autor danés reciente 12 afirma que Juan es un nombre propio, porque todos los «Juan» solamente tienen en común el nombre frente a todos los «Enrique» o todos los «Ricardo», mientras que un nombre co­ mún particulariza algo peculiar a las personas individuales o a los objetos a que se aplica, no ocurre lo mismo con los nombres propios. Según eso, la distinción nada tiene que ver o, en cualquier caso, no guarda ninguna relación precisa con el número de individuos a que se da el nombre. Sin embargo, creo que esta concepción no llega hasta el fondo del problema.

El a u tén tico sen t i d o d e los n o m b r e s p ro p io s Lo que en mi concepción es de importancia esencial es la forma en que los hablantes emplean los nombres efectivamente y la forma en que los oyentes los entienden. Así, cada vez que un nombre propio se em­ plea en el habla, su valor tanto para el hablante como para el oyente es el de denotar un individuo solamente y el de que se aplica a esa persona concreta únicamente. Hoy, al hablar con un grupo de amigos míos, puedo usar el nombre J o h n para referirme a una persona particular de ese nom­ bre, pero ello no impide que mañana lo use con otros amigos para re­ ferirme a otro individuo diferente; no obstante, en ambos casos el nom­ bre cumple su cometido de despertar en la mente del oyente el exacto significado que le atribuye. Mili y sus partidarios conceden demasiada atención a lo que podríamos llamar el valor léxico del nombre y dema­ siada poca a su valor contextual en la situación particular en que se pro­ nuncia o se escribe. Ciertamente es completamente imposible asignar un significado a J o h n fuera de un contexto, pero lo mismo podemos decir de gran cantidad de «nombres comunes». Si se me pregunta por el significado de jar o s o u n d o palm o tract, la única respuesta posible es: enséñeme el contexto y le diré el significado. En un caso, la palabra pip e significa una pipa para fumar, en otro una tubería, en un tercero un tubo de órgano, y de la misma forma igualmente J o h n en cada frase diferente en que se usa tienen un significado distinto, que revelan el contexto y la situación; y si dicho significado es más especial en todos los casos que el de pipe 12.

H. Bertelsen, saellensnavne og egennavne, 19 11.

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o de otras palabras citadas, se debe a que el número de los rasgos carac­ terísticos en el caso de un nombre propio es mayor que en el caso de un nombre común 13. Utilizando la terminología de Mili, pero en contraste absoluto con su concepción, me atrevería a decir que los nombres pro­ pios (tal como se usan efectivamente) «connotan» el mayor numero de propiedades. La primera vez que oímos el nombre de una persona o que lo leemos en un periódico, no es más que un simple nombre, pero, cuanto más lo oímos y lo vemos, más significa para nosotros. Reparemos también en la forma en que nos familiarizamos con una persona en una novela a medida que leemos. Pero lo mismo exactamente ocurre con un «nombre común» que sea nuevo para nosotros, por ejemplo i c h n eu m o n : también en este caso, el significado o connotación aumenta a medida que lo vamos cono­ ciendo mejor. Solamente podríamos negarlo si creyésemos que la connota­ ción de un nombre es algo inherente a él, algo con existencia indepen­ diente de una mente humana que conozca y use el nombre: pero esto es absurdo y contrario a todas las ideas correctas sobre la esencia del lenguaje y la sicología humana. Si los nombres propios tal como efectivamente los empleamos no connotasen muchas propiedades, nos sería imposible comprender o expli­ car el fenómeno cotidiano de la conversión de nombres propios en nom­ bres comunes. Un francés preguntó a una joven danesa cuál era la pro­ fesión de su padre y, como ésta ignoraba la palabra francesa correspon­ diente a escultor, resolvió el problema diciendo: Es un Thorvaldsen en miniatura. Oscar Wilde escribe: Hoy t o d o gran h o m b r e t i e n e sus d isc í p u ­ los y s i em p r e es Judas quien e s cr ib e la biografía.14 y sigue hablando de un Judas. Walter Pater dice que Francia estuvo a punto de convertirse en una Italia más italiana que la propia Italia b. De esa forma, César se convirtió en el nombre general para designar a los emperadores romanos, los káiseres alemanes y los zares rusos (en el Ju lio César de Shakespea­ re 16, la multitud grita: ¡Viva B ruto ! ¡Viva! ¡Viva!... ¡ Q u e sea César!) y podríamos citar muchos otros ejemplos 17. Naturalmente, los lógicos lo saben, pero esquivan la dificultad dicien­ do como Keynes 18: «Naturalmente, los nombres propios se vuelven con13. Por tomar solamente los casos en que dichas palabras son nombres, pode­ mos alinear para cada una una serie de sentidos: Jar: 1) «sonido discordante», 2) «sacudida», 3) «ranura de perforador», 4) «tinaja». Sound: 1) «sonido», 2) «son­ da», 3) «estrecho». Palm: 1) «palmera», 2) «ramo», 3) «palma», 4) «palma de la mano», 5) «oreja de ancla», 6) «rem pujo». Tract: 1) «superficie». 2) «aparato (di­ gestivo, respiratorio, etc.)», 3) «período», 4) «folleto», etc. 14. O. W ilde, lntentions, pág. 81. 15. W . Pater, Renaissance, pág. !.33. 16. Acto III, esc. 2, 1, 55. 17. La palabra lituana para designar al «rey» karalius viene de Carolus (Carlomagno); lo mismo ocurre con el ruso korol, el polaco król y el húngaro király. 18. Keynes, Studies and Exercicrs in Formal Logic, Londres, 1906.

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notativos cuando se usan para designar cierto tipo de persona; por ejem­ plo: un D ió gen es, un Thomas, un Don Q u ijo te, un Paul Pry, un Benedick, un Sócrates. Pero, cuando se usan así dejan de ser nombres propios com­ pletamente; adquieren todas las características de los nombres comunes». El lógico puro, con su predilección por los compartimentos estancos en el terreno de las ideas, no se preocupa de lo que a mí como lingüista me parece la cuestión más importante, es decir, cómo se debe explicar el he­ cho de que una secuencia de sonidos sin significado alguno de repente de ser'no connotativa se convierta en connotativa y el de que ese nuevo sig­ nificado sea aceptado de una vez por el conjunto de la comunidad ha­ blante. Si adoptamos el punto de vista que he sugerido más arriba, dicha di­ ficultad se desvanece en un momento. Pues lo que ha ocurrido es simple­ mente que del conjunto de características de quien lleva el nombre en cuestión (y realmente connotadas por dicho nombre) se selecciona una de ellas por ser la más conocida y se la usa para caracterizar a otros seres o cosas que poseen la misma cualidad. Pero ése es exactamente el mismo proceso que vemos con tanta frecuencia en los nombres comunes, como cuando llamamos campanilla a una flor con esa forma, por muy diferente que en otros sentidos sea de una campanilla real, cuando llamamos viejo zorro a un político, o cuando decimos de una mujer que es una perla o una joya. La transferencia en el caso de los nombres propios se debe a la misma causa que en el caso de los nombres comunes, a saber, su capacidad de connotar, y, por la misma razón, la diferencia entre esas dos clases re­ sulta ser solamente una diferencia de grado. La diferencia entre Creso, cuando se aplica a un individuo y cuando se usa para designar a un hombre muy rico, se puede comparar con la que existe entre human («humano»), que connota todo lo referente al hombre, y h u m an e («humano»), que connota solamente una de sus pro­ piedades, la de ser sensible a la piedad. El moderno sistema europeo de nombres personales compuestos nos proporciona un ejemplo de extensión de los nombres ligeramente dife­ rente cuando un niño recibe, por el mero hecho de haber nacido, el nom­ bre de familia de su padre. En este sentido sería un error afirmar que los T y m p e r l e y s , por ejemplo, sólo tienen en común el nombre; muchas veces se les puede reconocer por su nariz o por su forma de andar, pero su herencia común, tanto física como síquica, puede ser mucho más am­ plia, y así el nombre de T y m p e r l e y puede muy bien no ser diferente de ciertos «nombres comunes» como francés, n e g r o o perro. En algunos de los últimos casos es difícil definir exactamente lo que el nombre «con­ nota» o precisar los rasgos que nos permiten decir que una persona pertenece a tal o cual clase y, sin embargo, los lógicos coinciden en decir que todos esos nombres son connotativos. Entonces, ¿por qué no en el caso de T y m p e r l e y también? Naturalmente, el caso de los nombres de pila es diferente, pues éstos 65 5 . — FILOSOFÍA GRAMÁTICA

se distribuyen de forma arbitraria. Puede ser que se haya dado el nom­ bre de Maud a una niña en recuerdo de una tía rica y en otro caso sim­ plemente porque a los padres les parecía un nombre bonito y, por tanto, sólo tienen en común el nombre. Lo mismo ocurre con las palabras t e m p l e («tem plo») y t e m p l e («sien»). De hecho, las dos Maud tienen más cosas en común que los dos t e m p l e , pues ambas son seres humanos hembras 19. Pero ello no afecta al principal punto de mi argumentación, es decir, que cuando se oye el nombre de Maud se piensa en un conjunto de cualidades o características distintivas. Se me podría objetar que «la connotación de un nombre no es la cua­ lidad o las cualidades mediante las cuales yo o cualquier otra persona pue­ de reconocer la clase que denota. Por ejemplo, puede reconocer a un in­ glés en el extranjero por su traje, o a un francés por su pronunciación, o a un abogado por su peluca; pero no m e r e fi ero a esas cualidades cuan­ do pronuncio los nombres, ni forman parte tampoco de la connotación (en el sentido de Mili) de dichos nombres» 20. Esto parece establecer una distinción entre características esenciales comprendidas en dicha conno­ tación 21 y cualidades no esenciales o accidentales. Pero, sin duda no se puede trazar una frontera definida entre las dos. Si quiero conocer lo que connotan los nombres sal y azúcar respectivamente, ¿debo necesariamente analizarlas y dar las fórmulas químicas de esas dos sustancias o puedo apli­ car el criterio popular de probarlas? ¿Qué cualidades connota la palabra d o g («perro»)? En éstos y muchos otros casos empleamos los nombres ge­ néricos sin vacilar, a pesar de que en muchas ocasiones nos encontraría­ mos en un aprieto si se nos preguntase qué queremos decir con tal o cual nombre o por qué lo usamos en determinadas frases. Unas veces recono­ cemos a un perro por tal característica, o grupo de características, y otras veces por tal otra y si atribuimos el nombre «perro» a un animal particu­ lar, significa que estamos seguros de que posee todos los demás rasgos que caracterizan al perro 22. El uso de los nombres propios en p lu ral23 se hace inteligible gracias a la teoría que hemos sostenido aquí. En sentido estricto, ningún nombre propio puede tener plural, es algo tan inimaginable como un plural del pronombre y o : solamente existe un yo, y solamente existe un J o h n y una Roma, si por ese nombre entendemos la persona individual o la ciu­ dad de que estamos hablando. Pero en los casos más arriba citados en 19. O tro ejemplo de extensión de nombres propios vemos cuando una mujer se casa: cuando Marie Brown se casa con Henry Taylor se convierte en la señora Taylor, señora Marie Taylor e incluso señora Henry Taylor. 20. Keynes, Studies and Exercices in Formal Logic, pág. 43. 2 1. Id., pág. 24. «Consideramos que pertenecen a la connotación de un nom­ bre genérico solamente las propiedades que fundan su clasificación». 22. No hay duda de que ’a mejor definición de lo que es un perro es la que afirma que un perro es el animal que otro perro reconoce instintivamente. 23. Cf. Jespersen, A Modern English Grammar, II, 4, 4.

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que el sentido aparece modificado, se puede formar el plural de los nom­ bres propios de la forma habitual. Tomemos las clases siguientes: 1) Individuos a los que de forma más o menos arbitraria se designa con el mismo nombre: In th e party t h e r e w e r e three J o h n s and four Marys («En la fiesta había tres Juanes y cuatro M arías»); I h av e n o t visited any o f t h e Romes in America, «No he visitado ninguna de las Romas de América». ^ 2) Miembros de la misma familia: All th e Tymperleys h a v e lon g n o se s («Todos los Tymperleys tienen la nariz larga»); in t h e days o f th e Stuarts («en la época de los Estuardo»); th e Henry Spinkers («los Henry S p in ker»)24. 3) Personas o cosas que se parezcan al individuo denotado por el nombre: Edisons and Marconis may trhill th e w o r l d w it h a stounding nov el ties («Edisons y Marconis pueden conmocionar el mundo con novedades asombrosas»); Judases («los Judas»); King-Henrys, Queen-Elizabeths ¿o th eir w a y [«Los reyes Enrique, las reinas Elizabeth hacen lo que quieren»] (Carlyle); se habla también de las Montañas Rocosas como de «fifty Switzerlans in o n e » («cincuenta Suizas en una»). 4) . Por metonimia, un nombre propio puede designar una obra de la persona que lleva dicho nombre: th e r e are t w o Rembrandts in this ga llery («H ay dos Rembrandts en este museo»). Además, no hay que olvidar que, si nos fijamos bien, lo que designa­ mos mediante un nombre individual es una mera abstracción. Todo indi­ viduo está constantemente cambiando de un momento a otro, y el nom­ bre sirve para comprender y fijar los elementos permanentes de las apari­ ciones fugitivas, o, por decirlo así, las reduce a un común denominador. De. esa forma podemos entender la existencia de las frases siguientes, que serían inexplicables si considerásemos que los nombres propios no tienen ninguna connotación: h e f e l t c o n v i n c e d that Jo ñas w as again th e Joñas h e had k n o w n a w e e k ago, and n o t th e Jo ñas o f t h e i n ter v en in g tim e [«estaba convencido de que Joñas volvía a ser el Joñas que había cono­ cido hacía una semana, y no el Joñas de la semana que acababa de trans­ currir»] (Dickens); t h e r e w e r e days w h e n Sophia was th e oíd Sophia — t h e forb id din g, d iffi cu lt Sophia [«ciertos días Sofía era la antigua So­ fía —la adusta y difícil Sofía»] (Bennett); Anna w as a st o u n ded b y the co n tra st b e t w e e n t h e Titus o f Sunday and th e Titus o f M on da y [«A na estaba sorprendida ante el contraste que había entre el Titus del domin­ go y el Titus del lunes»] (Bennett); T h e G rasmer e b e f o r e and a fter this o u t ra ge w e r e t w o d i f f e r e n t vales [«E l Grasmere de antes y el de después de aquel ultraje eran dos valles distintos»] (De Quincey). De esta forma un nombre propio puede tener plural también: Darius had k n o w n England b e f o r e and a fter t h e repeal o f t h e Corn Laws, and t h e d i f f e r e n c e b e t w e e n t h e t w o Englands wás s o strikingly dra matic... [«Darius había conocido 24.

Cf. el plural de aproximación, cap. X IV .

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Inglaterra antes y después de la abolición de las leyes sobre los cereales, y la diferencia entre las dos Inglaterras era tan sorprendentemente dramatic a ...» ] (Bennett). Lingüísticamente es imposible trazar una línea de separación entre los nombres propios y los nombres comunes. Hemos visto transiciones de los primeros a los segundos, pero la transición inversa es igualmente fre­ cuente. Sólo unos pocos nombres han sido siempre propios (por ejemplo, R a ss ela s)25, la mayoría de ellos se han originado, total o parcialmente, en nombres comunes especializados. ¿Podemos decir que la Union, referido a una unión de estudiantes particular de Oxford o de Cambridge es un nombre propio? ¿O la Academia Británica o la Compañía real d e s e g u r o s o, en otro terreno, títulos de libros como H o m b r e s y M u jeres o Ensayos si n c er o s o Ensayos y cr íticas? Cuanto más arbitrario es un nombre más inclinados nos sentimos a considerarlo como un nombre propio, pero no es una condición indispensable. El cam ino d e Dover, es decir, el cami­ no que conduce a Dover, originariamente no era un nombre propio, mien­ tras que la calle d e Dover, que no tiene conexión con Dover y se podría haber bautizado igualmente calle d e Lincoln, es un nombre propio desde el principio. Pero el cam ino d e D o v e r puede llegar a convertirse en un nom­ bre propio con el transcurso del tiempo, si se llega a olvidar la razón originaria por la que recibía dicho nombre y el camino se convierte en una calle ordinaria; y en cierta medida la transición se puede marcar lin­ güísticamente mediante la supresión del artículo determinado. Mucha gente llama todavía a uno de los parques de Londres t h e G reen Park («el parque verde»), pero otros omiten el artículo y entonces G reen Park es un nombre propio; ese es el caso también de Central Park en Nueva York, de N ew C o llege («el nuevo College»), N ew ca st le («Castillo nuevo»). Así pues, la ausencia del artículo en inglés (pero no en italiano o en ale­ mán) se convierte en una de las señales exteriores por las que podemos distinguir los nombres propios de los nombres comunes. En el uso familiar palabras como padre, madre, c o c i n e r o , e n ferm er a , etc., sin el artículo se aproximan a los nombres propios; no hay duda de que así las sienten los niños hasta cierta edad, y está justificadosi la madre o una tía al hablar al niño dice padre para referirse no al suyo, sino al del niño. La especialización que se produce cuando un nombre común se con­ vierte en nombre propio no es diferente cualitativamente, sino sólo cuan­ titativamente, de las especializaciones que se observan en el caso de los nombres comunes. Así, cuando la Selva Negra (o de forma todavía más distintiva con el nombre alemán S c h w a r z w a ld ) se convirtió en el nombre de un macizo montañoso particular, la relación entre dicho nombre y la combinación de palabras la selv a negra, que se podría aplicar como nom­ bre común a cualquier otro bosque, es similar a la que existe entre los 25.

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Rasselas, novela «moral» de Samuel Johnson, 1759.

términos ingleses th e hlakhird («el mirlo») y the black hird («el pájaro n eg ro »)26. De forma que llegamos a la conclusión de que no existe una frontera clara entre los nombres propios y los comunes, pues la diferencia es más cuantitativa que cualitativa. Un nombre siempre connota la cualidad o cualidades mediante las cuales se conoce al objeto u objetos que lo re­ ciben, es decir, las cualidades que lo distinguen de otros seres o cosas. Cuanto más especial o específica es la cosa denotada, más probable es que el nombre se escoja arbitrariamente, y tanto más se acerca a éste a un nombre propio o se convierte en él. Si un hablante quiere evocar la idea de cierta persona o cosa, dispone en ciertos casos de un nombre que se aplica especialmente al individuo en cuestión, es decir, un nombre que en esa situación particular todo el mundo entenderá que designa a dicho individuo; si no, tendrá que construir mediante otras palabras una deno­ minación compuesta que sea lo suficientemente precisa para la función que él le asigna. La forma en que eso se produce va a ser el tema de nues­ tro estudio en el capítulo siguiente.

26. Un último ejemplo para ilustrar la perpetua oscilación que existe entre los nombres comunes y los nombres propios. Los músicos que hablan de la Novena Sinfonía piensan siempre en la obra maestra de Beethoven. En ese caso se trata de un nombre propio; pero Romain Rolland lo vuelve a convertir en un nombre co­ mún cuando lo emplea en plural — señalado por el articulo, mientras que la forma del singular del substantivo y el uso de mayúsculas muestran que se siente como nombre propio— al decir de ciertos compositores franceses: lis faisaient des Neuviéme Symphonies et des Quatuor de Frank, mais beaucoup plus difficiles («Hacían Novenas sinfonías y Quatours de Frank. pero mucho más difíciles») (Jean Christophe, 5 83).

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CAPITULO V SUBSTANTIVOS Y ADJETIVOS

Examen d e las f o r m a s

Entre las designaciones aplicadas a un solo individuo que hemos visto más arriba había algunas que contenían dos elementos que eviden­ temente guardan la misma relación entre sí, por ejemplo: little man («hombrecito»), principal physician («médico-jefe»), o íd D octor («viejo doctor»). Llamamos a las palabras little, principal y oíd adjetivos y a man, physician y D o ct o r substantivos. Adjetivos y substantivos tienen mu­ cho en común, y hay casos en que es difícil decir si una palabra pertenece a una clase o a la otra; por eso, conviene disponer de un nombre que abar­ que a ambas clases y, de acuerdo con la terminología latina, que frecuen­ temente encontramos también en obras de gramática recientes, voy a usar la palabra n o m b r e (lat. n o m e n ) para designar a esa clase que se subdivide en adjetivos y substantivos. Los autores ingleses usan normalmente la pa­ labra nombre para referirse a lo que aquí llamamos substantivo, pero la terminología que aquí adoptamos nos proporciona el adjetivo nominal para las dos clases y, por otro lado, el verbo substantivar, cuando habla­ mos, por ejemplo, de «adjetivos substantivos». Mientras que en ciertas lenguas, como el finés, parece imposible encontrar un criterio flexional que distinga los substantivos de los adje­ tivos, y así una palabra como suomalainen solamente se puede definir como nombre, que en ciertos contextos lo traducimos como un substantivo {Finn [« fin é s » ], Finlander [«fin lan d és»]) y en otros como adjetivo (Finnish [«fin és», «finlandés»]), nuestra familia lingüística distingue las dos clases de nombres, aunque con diferentes grados de explicación. En lenguas más antiguas, griego, latín, etc., la principal diferencia formal se refiere al género y se revela en la concordancia de los adjetivos con los 1.

Cf. pág. 62. 71

substantivos a los que acompañan.' Mientras que cada substantivo pertenece a un género definido, el adjetivo varía, y el hecho de que digamos bon u s d o n ú nu s («buen señor»), bona mensa («buena mesa»), bonum. t e m p l u m («buen templo») nos obliga a reconocer a los substantivos y adjetivos como dos clases distintas de nombres. Ahora bien, es interesante obser­ var que en cierto modo los adjetivos son más «ortodoxos» en sus flexio­ nes de género que los substantivos: tenemos substantivos masculinos aca­ bados en -a y substantivos femeninos en -us, pero solamente b on u s en el masculino y bona en el femenino (bornes poeta [«buen poeta»], bona f a g u s [«buen haya»]). En conjunto, los substantivos presentan muchas más irregularidades en su flexión (palabras indeclinables o defectivas, palabras en que un radical se añade a otro) que los adjetivos. La misma diferencia característica encontramos en la gramática alemana: los substantivos so11 más individualistas y conservadores, mientras que los adjetivos están más sujetos a la influencia de la analogía. En las lenguas románicas, aparte de la desaparición del género neutro, encontramos las mismas relaciones entre ambas clases que en latín, a pesar de que en el francés hablado las distinciones entre las formas mascu­ lina y femenina han desaparecido generalmente, de forma que d o n n é y d o n é e , poli y polie, m en ú y m en u e, g r c c y g r e s q u e se pronuncian de la misma forma. También es interesante observar que tampoco hay regla invariable para la posición de los adjetivos, que en ciertos casos se colo­ can delante y en otros detrás de sus substantivos. Como consecuencia de ello, uno puede dudar en ciertos casos sobre cuál de las dos palabras es el adjetivo y cuál el substantivo, así en un savant a v e u g l e («un sabio ciego»), un p h i l o s o p h e g r e c («un filósofo griego»); combinaciones como un p eu p le ami («un pueblo amigo»), u ne nation amie («una nación amiga») se pueden analizar como un substantivo (p euple , nation), acompañado de un adjetivo o como dos substantivos unidos de la misma forma que e\ presiones inglesas como b o y m e s s e n g e r («chico de recados») xvoman w riter («escritora»). En las lenguas germánicas, por regla general no puede existir ese tipo de dudas. En época muy temprana, los adjetivos adquirieron ciertas terminaciones de los pronombres, y desarrollaron la distinción peculiar entre declinación fuerte y declinación débil; esta última era originaria­ mente una flexión en -// perteneciente a una clase de substantivos que .se fue extendiendo gradualmente a todoá los adjetivos y especialmnte cuando se usan después de una palabra determinante, como el artículo determi­ nado. Este estado de cosas se ha conservado con cierto grado de fidelidad en alemán, donde todavía encontramos formas indiscutiblemente adjetiva­ les como ein alter Mann («un hombre de edad»), d e r alte Mann («el hom­ bre de edad»), alte Manner («hombres de edad»), die alten Manner («los hombres de edad»), etc. El islandés conserva todavía el antiguo compli­ cado sistema de la flexión adjetiva, pero las otras lenguas escandinavas lo han simplificado enormemente, a pesar de haber conservado la distin­

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ción entre formas fuertes y débiles: por ejemplo, en danés en g a m m e l maná («un hombre viejo»), d en g a m le mand («el hombre viejo»). El antiguo inglés se parecía mucho en este sentido al alemán. Pero, con el transcurso del tiempo, la evolución, fonética y en otros terrenos, produjo un sistema que es radicalmente diferente del antiguo. Ciertas terminaciones, como las que llevan una r, han desaparecido completamen­ te; y también las en -e y en -en, que en un principio desempeñaron un papel importante tanto con respecto a los adjetivos como a los substan­ tivos. El genitivo en -s de los adjetivos en singular ha desaparecido com­ pletamente, y hoy los adjetivos tienen una forma única cualquiera que sea el caso o el número y tanto si van precedidos del artículo determinado como si no. Por otro lado, la simplificación de las flexiones substantivas, a pesar de haber sido muy profunda, no ha sido tan completa como la de los adjetivos. En este caso las terminaciones en -s resultaron especialmente resistentes y ahora constituyen el principal rasgo distintivo de los subs­ tantivos, mientras que no ha quedado ningún rastro de la antigua con­ cordancia indoeuropea. Así, hemos de decir que en th e oíd boy 's («geni­ tivo») y t h e oíd b o y s (plural) vemos que oíd es adjetivo porque carece de terminación y que h o y s es substantivo por la terminación -.v. Cuando se dice t h e blacks («los negros») para referirse a la raza negra, el adjetivo hlack se ha substantivado completamente: de igual forma the heathen s («los paganos») es un substantivo, mientras que the heathen («los paganos») sigue siendo un adjetivo aunque no vaya seguido de ningún substantivo, empleado en lo que muchos gramáticos llaman «función substantiva». Así, en el verso de Shakespeare2: Normans, hut bastará Normans, Norman bastarás («Normandos, pero normandos bastardos, bastardos normandos») aparece primero el adjetivo bastará seguido del substantivo Normans v después el adjetivo Norman seguido del substantivo bastará.

Substancia y cualidaá Este breve análisis ha mostrado que, aunque la distinción formal entre substantivo y adjetivo no aparece marcada con igual claridad en todas las lenguas consideradas, todas ellas tienden a marcar dicha dis­ tinción. Igualmente fácil es mostrar que, en todos los casos en que dicha distinción existe, la distribución de las palabras es esencialmente la misma: las palabras que denotan ideas como piedra, árbol, cuchillo, m u je r son substantivos en todos los casos y las palabras como granáe, viejo, brillante, gris son en todos los casos adjetivos. Esta coincidencia hace pensar que probablemente no se trate de algo puramente accidental: tiene que haber una razón intrínseca, una base lógica o sicológica («conceptual»), y ahora vamos a examinar en qué consiste dicha base. 2.

E nrique V, III, 5, 10.

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Una de las explicaciones que con frecuencia se dan es lá de que los substantivos denotan substancias (personas o cosas) y los adjetivos cualida­ des de dichos objetos. Esta definición es evidentemente la que explica el nombre de «substantivo», pero no podemos decir que sea completamente satisfactoria. Los nombres de muchas «substancias» se derivan tan paten­ temente de una cualidad particular, que las dos ideas no se pueden separar: los n egros, los c o m e st ib les, el desie rto , una llanura debemos llamarlos substantivos y como tales aparecen tratados en la lengua. Y no hay duda de que una gran cantidad de otros substantivos cuyo origen ha quedado olvidado fueron en un principio nombres de una cualidad esco­ gida entre otras por los hablantes. Así pues, lingüísticamente la distinción entre «substancia» y «cualidad» no tiene mucho valor. Y desde un punto de vista filosófico podemos decir que solamente conocemos las substancias a través de sus cualidades; la esencia de cualquier sustancia es la suma de aquellas cualidades que percibimos (o concebimos) relacionadas entre sí de alguna manera. Antiguamente se pensaba que la substancia era una realidad en sí y que las cualidades no tenían existencia real, pero hoy existe la tendencia a pensar en sentido contrario, a considerar la substancia o «substratum» de varias cualidades como una ficción, que nuestros hábi­ tos de pensamiento han hecho más o menos necesaria, y a decir que son las «cualidades» las que en última instancia constituyen el mundo real, es decir, todo lo que podemos percibir y que tiene valor para nosotros 3. Tanto si el lector concede mucha o poca importancia a los argumentos que acabamos de presentar, tiene que reconocer que la antigua definición no puede resolver el enigma de los llamados «abstractos» como sabiduría o bondad, pues, a pesar de que dichas palabras son desde todos los puntos de vista substantivos, y como tales aparecen tratados en todas las lenguas, denotan las mismas cualidades que los adjetivos sabio y b u e n o y nada subs­ tancial hay en ellos. Sea cual fuere la definición conceptual que demos de un substantivo, dichas palabras plantean problemas; por eso, es preferible dejarlos de lado ahora y volver a hablar de ellos en un capítulo pró­ ximo 4.

La especialización Exceptuando a los «abstractos», encuentro la solución de nuestro problema en la concepción de que en conjunto los substantivos son más especializados que los adjetivos, que se pueden aplicar a un número menor de objetos o, en términos lógicos, que la extensión de un subs­ 3. Las tres palabras «substancia» (y «substantivo»), «substrato» y «sujeto» son variedades diferentes del concepto aristotélico to hypokeimenon («lo subyacente»). 4. Cf. capítulo X .

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tantivo es menor y su comprensión mayor que la de los adjetivos. El adjetivo indica y señala una cualidad, un rasgo distintivo, pero un substan­ tivo sugiere a quien lo comprende muchos rasgos distintivos mediante los cuales reconoce la persona o cosa de que se habla. Por regla general lo que dichas características son no va indicado en el propio nombre; incluso en el caso de un nombre descriptivo sólo nombramos una o dos características destacadas y las otras se sobreentienden: un botánico reco­ noce fácilmente un b lu eb ell («jacinto silvestre»), en una estación en que dicha planta todavía no tiene ninguna flor azul5. La diferencia entre las dos clases se puede ver muy claramente, cuan­ do la misma palabra se puede emplear en ambos sentidos. Existen mu­ chos adjetivos substantivados, pero su significado es siempre más especial que el de los adjetivos correspondientes: compárese, por ejemplo a cathedral («una catedral»), t h e blacks («los negros»), natives (en los dos senti­ dos: «indígenas» o «productos del país»), s w e e t s , e v e r g r e e n s («árboles de hoja perenne»), etc. Lo mismo podemos decir de aquellos casos en que el uso adjetival ha desaparecido, como en ti th e («diezmo»), que originaria­ mente significaba «décimo», j r i e n d («am igo»), antiguo participio de un verbo que significaba «am ar», o como en el caso de antiguo participios latinos o griegos j a d («hecho»), s e c r e t («secreto»), s e r p e n t («serpiente»), O rien t («Oriente), horizon («horizonte»). A la inversa, cuando un substantivo se convierte en adjetivo, vemos que su significado se ha vuelto menos especial. Así, el francés r o se («rosa»), m a u v e («m alva»), p u c e («color de pulga»), son más generales cuando figuran como adjetivos que indican color que cuando son substantivos: se pueden aplicar a un número mayor de cosas diferentes, pues en ese caso «connotan» sólo una de las características que componen el objeto a que se refieren en su significado original6. Ejemplos ingleses de la transición son c h i e j («principal»), c h o i c e («escogido»), dainty («delicado», original5. Esta definición está en relación con 'a que da G. Paul en su obra Prinztpien der Sprachgeschichte, Halle, 1909; § 2 5 1: «El adjetivo designa una propiedad simple, o por lo menos dada como simple, el substantivo agrupa todo un conjunto de propiedades». Pero en las líneas siguientes parece desmentir su propia definición. Quizás no sea inútil precisar que no quiero decir que la «extensión» de un substan­ tivo, cualquiera que éste sea, es siempre y en cualquier circunstancia mayor que la de un adjetivo, cualquiera que éste sea: la mayoría de las veces resulta imposible determ inar cuantitativamente el caso de aplicación de dos palabras que se compa­ ran, y dicha imposibilidad se debe a la propia naturaleza del objeto estudiado. La continuación de mi estudio y los ejemplos que vamos a estudiar confirmarán esta opinión. 6. Cf. Elle avait un visage plus rose que les roses [«tenía un rostro más ro­ sado que las rosas»] (M. Audoux, M arie Claire, pág. 234). La diferencia que hay en la ortografía entre des doigts roses («dedos rosados») y des gants paille («guan­ tes color de paja») es artificial. Desde una época reciente existe también el adje­ tivo peuple, como en: ses manieres affables... un peu trop expansives, un peu peuple («sus modales afables... un poco expansivos, un poco vulgares») (R. Rolland, Jean Christophe, 6, 7) y en: Christophe, beaucoup plus peuple que lui [«Christophe, mucho más vulgar que él»] (Id., 9, 48).

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mente «delicadeza»), l e v e l («regular», originariamente «nivel»), kindred («emparentado», originariamente «parentesco»). Según Bréal, el adjetivo latino ridiculus procede de un substantivo neutro ridiculum («objeto de risa»), formado de la misma forma que cu rr icu lu m , cu bicu lu m, v e h i c u l u m 1. Cuando se aplicó a las personas, adquirió terminaciones masculina y femenina y este rasgo formal fue el que lo convirtió en adjetivo; pero, al mismo tiempo, su significado se volvió más general y perdió el elemento «objeto». Una transición gradual de substantivo a adjetivo vemos en los llama­ dos adjetivos débiles germánicos. Como ha señalado Osthoff, éstos tienen su origen en un proceso de formación paralela al que encontramos en griego en strabón («el hombre que bizquea»), que corresponde al ad­ jetivo str ab os («bizco») o en el latín Cato Catonis («el astuto»), de catus («astuto»), y Marco («el delgaod») de m a ce r («delgado»). En ger­ mánico este procedimiento se generalizó gradualmente, pero al princi­ pio dichas formas, como las palabras griegas y latinas citadas, eran sobrenombres o nombres distintivos, por tanto individuales en su apli­ cación. Como dice Osthoff, las expresiones latinas M. P or ciu s Cato, Abudius Rufo, trasladadas al alemán, significan algo así como M. P orcius d e r K lu ge («M . Porcius el Astuto»), Abudius d e r R o te («Abudius el Rojo»), de la misma forma que en antiguo alto alemán encontramos con la misma terminación L u d ow ig d e r Snello («Luis el Rápido») y como todavía encontramos en alemán la forma débil del adjetivo en Karl d er G ro sse («Carlos el Grande, Carlomagno»), Friederich d e r W ise («Federico el Sabio») y August d e r Starke («Augusto el Fuerte»). Al principio no se necesitaba el artículo determinado, como lo muestra la forma del antiguo normánico Brage Gatnle («Brage el Viejo») y hasta más tarde no apareció Are enn (hinn) gatnle. Lo mismo ocurría en B e o w u l f b ea h sele behorta, que originalmente había que interpretar como dos substantivos en aposición: «la sala de los anillos — la brillante»; h r ef e n blaca («el cuer­ v o — el negro»). Una combinación como Peer se g o d a scet B e o w u l f («A llí estaba sentado el bueno, es decir Beowulf») al principio era paralela a Poer s e c y n in g scet, B e o w u l f («A llí estaba sentado el rey, es decir, Beowulf»), pero después s e go d a se unió más directamente con B e o w u l f o cualquier otro substantivo; esa formación se extendió a los neutros (no todavía la épica inglesa más temprana) y finalmente se convirtió en la forma regu­ lar de colocar un adjetivo y un artículo determinado delante de un subs­ tantivo. El número de palabras que requiere la forma débil de un adjetivo fue aumentando gradualmente, especialmente en alemán. Con ese aumento gradual, que convirtió a dichas formas en adjetivos igual que las antiguas formas «fuertes», la antigua fuerza individualizadora se perdió y las palabras se volvieron más generales en su significado de lo que fueron en un principio, aunque debemos decir que ( d e r ) g u t e (Mann) 7.

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Mémoires de la Société de linguistique, 6, pág. 171.

[« (e l hombre) bueno] es más especializada que (ein) g u t e r (Mann) [«(un hombre) bueno»]. Bally 8 llama la atención sobre otro efecto de la substantivación del adjetivo: Vous é t e s un i m p er t in e n t («es usted un impertinente») es más familiar y más enérgica que Vous é t e s im pertinen t («es usted impertinen­ te»). Efectivamente, en este caso la substantivación se efectúa simplemente añadiendo el artículo indeterminado. El mismo efecto observamos en otras lenguas, por ejemplo: H e is a b o r e o H e is tedious, o Er ist ein prahlans o Er ist prahlerish. Lo mismo ocurre con los términos afectivos: Y o u are ü dear («Eres un amor») es más afectuoso que You are dear, que no se emplea prácticamente nunca. La razón de ello es evidente: esos substantivos son más fuertes porque son más especializados que los adjeti­ vos, aunque en apariencia abarquen !a misma idea. Un simple corolario de nuestra definición es que los substantivos más especializados, los nombres propios, no se pueden convertir en adjetivos (o adjuntos, como veremos más adelante) sin perder completamente su carácter de nombres propios y volverse más generales. Vemos esto en una combinación como th e G ladstone ministry, que significa el ministerio diri­ gido .por Gladstone y mantiene con respecto al nombre propio real, Gladstone, la misma relación que rom an o con Roma o inglés con Ingla­ terra. El significado general lo vemos de forma más clara incluso en ejemplos como Brussels sp r o u ts («coles de Bruselas»), que pueden crecer en cualquier parte, o Japan table (que significa una mesa lacada de acuerdo con un procedimiento inventado en Japón)9. El paso d e una clase a otra Vamos ahora a ocuparnos de los casos en que de torma relativamente natural se pueden intercambiar un adjetivo y un substantivo del mismo grupo nominal. Couturat, que en general se inclina por no tener en cuenta la diferencia entre las dos clases de palabras, posiblemente a causa de la ligera diferencia formal que existe en su propia lengua materna, aduce ejemplos como: «u n sa g e s c e p t i q u e est un sc ep t i q u e sage, un p h ilo s o p h e g r e c est un G r ec p h i l o s o p h e » «un sabio escéptico es un escéptico sa­ bio», «un filósofo griego es un griego filósofo»), y dice que la diferencia es solamente un matiz, según que consideremos una u otra de dichas cualidades como esencial o simplemente como más importante o más interesante en un momento dado: pues es evidente que uno es griego antes de ser filósofo, «et néanmoins nous parlons plutó des philosophes grecs que des grecs philosophes» 10 («y, sin embargo, hablamos de filósofos griegos más que de griegos filósofos»), 8. Bally, Traite de stylistiquc franqaise, pág. 305. 9. El empleo de mayúsculas para palabras derivadas de nombres propios; po­ demos comparar: French-franqais («francés»), Frenchify-franciser («afrancesar»). 10. Revue de métaphysiqiie et de morale, 19 12 , pág. 9.

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Ahora bien, puede parecer difícil decir cuál de esas dos ideas es la más importante o interesante, pero si aplicamos el criterio citado mas arriba veremos fácilmente por qué, al escoger entre las dos formas de designar a los griegos que son filósofos o a los filósofos que son griegos, de forma natural expresamos la idea de filósofo (la idea mas especial) mediante el substantivo y la idea de griego (la más general) mediante el adjetivo y decimos los f i l ó s o f o s g r i e g o s (les p h i l o s o p h e s g r e c s ) en lugar de les g r i e g o s f i l ó s o f o s (les G r ecs philoso phes). En inglés la inversión no es tan completa y th e p hilosophica l Greeks no corresponde exactamente a la expresión francesa. Una famosa obra alemana se llama G riechis ch e Denker («Pensadores griegos»); D enk en d e G r iech en hubiera sido un título mucho más débil, porque el adjetivo Denkend es mucho más vago en su aplicación que el substantivo Denker, que designa con mucha precisión aquellos que piensan de forma más profunda y más profesional que la gente corriente. Otro ejemplo: Gaslworthy escribe en uno de sus libros la frase Ha ving beert a C on se rva tive Liberal in politics till ivell past sixty, it w a s not until Disraeli’s t i m e that h e b e c a m e a Liberal C o n ser v a t iv e («Después de haber sido en política un liberal conservador hasta pasados los sesenta años, no se convirtió en un conservador liberal hasta la época de Disraeli). Las palabras c o n s er v a t i v e y liberal aparecen como substantivos (y por esa razón llevan -s en plural), cuando significan miembro de uno de los dos partidos políticos; es evidente que esta última es una idea más especial que la que evocan las mismas palabras cuando son adjetivos ge­ nerales u. Si comparamos las dos expresiones a p o o r Russian («un pobre ruso») y a Russian p au p er («un ruso pobre»), vemos en primer lugar que el subs­ tantivo Russian es más especial que el adjetivo correspondiente, en el sentido de que implica la idea de «hombre o mujer», y que, por otro lado, pau per es más especial que poor, pues esta última idea se puede aplicar a muchas cosas además de a seres humanos: p a u p e r es incluso más especializado que a p o o r p e r s o n («una persona pobre»), en el sen­ tido de que designa alguien que tiene derecho o que recibe la caridad pública 12.

11 . Se pueden encontrar otros ejemplos, entre otros la frase de Chesterton: Most official Liberáis wish to come become Liberal officials («la mayoría de los li­ berales oficiales desean convertirse en oficiales liberales») en A M odern English Grammar, II, 8, 14. 12. J. S. M ili afirma que «no hay ninguna diferencia de sentido entre redondo y un objeto redondo» (Logic, 15). Es cierto en alguna medida en el caso en que redondo es un elemento predicativo (o «atributo») y en que el balón es redondo equivale a «es un objeto redondo», pero en los demás casos no es así, pues un balón redondo sería entonces una tautología carente de significado. El adjetivo no implica verdaderamente la idea de «objeto» más que cuando va substantivado.

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Otras co m b i n a c i o n e s La regla que define a los substantivos como más complejos y más especializados se verifica, por tanto, cada vez que podemos comparar dos palabras de significado muy similar; pero ¿se podrá aplicar a otros casos? ¿Podemos decir que en una colocación de un adjetivo y un substan­ tivo el primero es siempre más especializado que el segundo? En gran cantidad de casos podemos indudablemente aplicar el criterio, incluso en Sli forma más aritmética, contando el número de individuos a que la palabra se puede aplicar. Napoleón t e r c ero : sólo hay unos pocos Napo­ leones, pero muchas personas y cosas que son terceras en serie. Un libro n u e v o : existen más objetos nuevos que libros. Un ca m p esin o islandés: es cierto que hay más campesinos en el mundo que islandeses, pero el adjetivo islandés se puede aplicar a muchas otras cosas además de a personas: montañas islandesas, cascadas islandesas, corderos islandeses, ca­ ballos islandeses, jerseys islandeses y así sucesivamente. Muchos críticos han objetado a mi ejemplo a p o o r w i d o w que, si substituimos w id o i v por rich, resulta desgraciadamente muy dudoso que existan más personas ricas que viudas, olvidando el hecho de que rico se puede decir de ciudades, pueblos, regiones, minas, botines, provisiones, recompensas, vestidos, ex­ periencia, esculturas, comidas, pasteles, cremas, rimas, y así sucesivamente. El O cé a n o Atlántico: encontramos el adjetivo atlántico, por ejemplo en los poemas de Shelley, aplicado a los substantivos: nubes, olas e islas. El adjetivo raro, que significa «que aparece pocas veces», puede usarse al hablar de innumerables objetos, hombres, piedras, árboles, sellos, cualida­ des mentales, etc., y, por tanto, dentro de nuestra definición. Pero, natu­ ralmente, hemos de conceder que la prueba numeral no siempre se puede aplicar, pues los adjetivos y substantivos que se pueden combinar muchas veces son inconmensurables: hablamos de una piedra gris, pero nadie sabría decir si es la palabra piedra o la palabra gris la que se aplica al mayor número de objetos. Pero la aplicabilidad a un mayor o menor número es solamente un aspecto de lo que las palabras especial y general implican, y me inclino a conceder mayor importancia al criterio según el cual los substantivos denotan todo un conjunto de cualidades, mientras que los adjetivos aíslan una. Dicha complejidad es tan esencial que sólo en raros casos es posible dar, mediante una serie de adjetivos, una definición completa del concepto que el significado de un substantivo evoca: como observa Bertelsen, siempre quedará algo indefinible, un núcleo que pode­ mos concebir como el «soporte» de las cualidades que podemos especificar. Esto es también lo que subyace a la antigua definición basada en el concepto de «substancia», con lo que vemos que contenía algo de verdad, aunque no toda. En términos metafóricos, podríamos comparar los substan­ tivos con cristalizaciones de k s cualidades, que en los adjetivos encontra­ mos sólo en estado líquido. También debemos citar aquí que nuestras lenguas contienen cierto 79

número de substantivos de significación muy general, como cosa, c u erp o , ser. Pero su significado «general» no es del mismo tipo que el de los adjetivos: muchas veces funcionan como término de conjunto para gran número de ideas indudablemente substantívales (todas esas co sa s pueden substituir a una enumeración de libros, papel, vestidos, etc.). Este uso es muy frecuente en filosofía y en el pensamiento científico abstracto. En el habla corriente, se los emplea a veces abusivamente en lugar de un substan­ tivo especializado que no existe en la lengua o que momentáneamente hemos olvidado (cf. palabras como machín, truc, en francés, t h i n g u m m y b o b en inglés, Dingsda en alemán, ch ism e, ca ch arro en español, d'aixó, d ’aixonc e s en catalán). A excepción de esos dos empleos, no los encontramos prácticamente, a no ser combinados con un adjetivo, y en ese caso no son otra cosa que una especie de procedimiento gramatical para substantivar el adjetivo, por ejemplo one. (O n e s , en th e n e w o n es [«lo s nuevos»], substi­ tuye al substantivo que se ha citado unos momentos antes; en her y o u n g o n e s [«sus pequeños»], empleado refiriéndose a un pájaro, o n e s substituye a un substantivo correspondiente a ch ild ren [« h ijo s » ], que no existe en la lengua). Esto conduce a su uso en pronombres compuestos: s o m e t h i n g , nothing, q u elq u e c h o s e, in gentin g, s o m e b o d y , etc. Por otro lado, cuando una lengua dispone de cierto procedimiento para formar adjetivos, puede generalizarlo para obtener adjetivos muy especializados, por ejemplo los que aparecen en pink-ey ed cat («gato de ojos de color de rosa»), tenr o o m e d h o u s e («casa de diez habitaciones»), ejemplos que se han utilizado contra mi teoría: existen más gatos que seres de ojos rosas, etc. No obs­ tante, no me parece que invalide mi teoría tal como aquí la he expuesto: hay que recordar también que la parte adjetival real de combinaciones como ésas es pink o ten, respectivamente. Ahora es fácil de comprender, gracias a lo que hemos dicho más arriba, que los llamados grados de comparación (g r e a t e r , g r e a t e s t ; compa­ rativo y superlativo) como regla general sólo se aplican a los adjetivos: esas comparaciones se aplican necesariamente a una sola cualidad en cada caso. Cuanto más especial es una idea más difícil será aplicarle grados de comparación. Y en los casos en que efectivamente encontramos compara­ tivos o superlativos de formas substantivas, si nos fijamos detenidamente, vemos que aíslan una cualidad y significan, por tanto, lo mismo que si se tratase de auténticos adjetivos. Así ocurre con el gr. basileuteros, basileutato s («más real», «el más real») n , con el magiar szamár («asno»), szamarabb («más tonto»), róka («zorro»), rókább («más astuto»), con el finés ranta («orilla»), rannem pi («más cerca de la orilla»), syksy («otoño»), syksymana («más avanzado el otoño») ’4. Una última observación: no podemos considerar la complejidad de las cualidades o la especialización de significado como criterio mediante el 13. B. Delbrück, Vergleichende Syntax der Indogermaniscben Spracben, 1893, 1, pág. 415. 14. Cf. también H. Paul, Principien der Sprachgeschichte, 7.a ed., Halle, 1909, 25.

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cual decidir si una palabra es un substantivo o un adjetivo: eso es algo que hay que decidir en cada caso a partir de criterios formales que varían de una lengua a otra. En este capítulo hemos intentado ver si existe o no algo en la naturaleza de las cosas o en la del pensamiento que justifique la clasificación que encontramos en tantas lenguas según la cual los subs­ tantivos son algo distinto de los adjetivos. Naturalmente, no podemos esperar encontrar una línea de demarcación precisa que separe las dos clases de la forma que les gustaría a los lógicos: los creadores del len­ guaje, es decir, los hablantes no son pensadores muy rigurosos. Pero no por ello carecen de una cierta lógica natural y, por muy imprecisas que a veces puedan parecen, las principales clasificaciones generales expresa­ das por las formas gramaticales siempre resultan tener cierta base lógica. Así es en el caso que estamos tratando: esencialmente, los substantivos se distinguen por su significado más especial y los adjetivos por su significado más general, pues los primeros connotan ia posesión de una complejidad de cualidades y los segundos la posesión de una sola cualidad 15.

15. Este capítulo es una nueva versión, ligeramente modificada, de lo que escri­ bí en Sprogets logik (Copenhague, 1913). Sin renunciar esencialmente a ninguna de mis concepciones, me he esforzado por responder a las criticas formuladas por S. Er Ehrlich (Sprak och stil, 1914), H. Bertelsen (Nordisk tidskrift, 1914), H. Schuchardt (Anthropos, 1914), N. Beckman (A rkiv for psykologi och pedagogik. 1922) y Vendryes (Le Langage, 19 2 1, pág. 153 y ss.).

81 6 . — F I L O S O F Í A GRAMÁTICA

CAPITULO VI LAS DEMAS PARTES DE LA ORACION

Los pronombres

Todo el mundo coincide en reconocer que los pronombres constituyen una clase de palabras, pero falta definir qué es lo que constituye su peculiaridad distintiva. La antigua definición va incluida en el propio término: los «pronombres» son las palabras que se emplean en el lugar de los nombres de personas o cosas. Según Sw eet', que fue quien desarrolló esta idea, un pronombre es un substituto de un nombre y se emplea en parte por brevedad, en parte para evitar la repetición de un nombre y en parte para evitar enunciados demasiado precisos. Pero esto no es válido en todos los casos y dicha definición se hunde en el propio caso del primer pronombre. Para una mente sencilla resulta innatural decir que «Yo te veo » sustituye a O tío Jespersen ve a Mary Brown; por el contrario, la mayoría de la gente dirá que en Bellum Gallicum el es­ critor usa la palabra Ceesar en lugar de yo. También podemos decir «Yo, Otto Jespersen, por la presente declaro...», lo cual sería absurdo si «yo» fuese simplemente un sustituto del nombre. Y gramaticalmente tiene gran importancia que yo sea primera persona y el nombre tercera persona, como lo revela la forma del verbo de muchas lenguas. Más aún: nadie duda de que nadie y el interrogativo quién son pronombres, pero no es fácil decir a qué nombres sustituyen. Es cierto que, en inglés, he, she e it se usan la mayoría de las veces en lugar del nombre de la persona o la cosa de que se habla, y realmente se podría establecer una clase de palabras usadas con ese fin, pero incluiría palabras que no se consideran pronombres. Así:

1.

he, she, it, they, usados en lugar de un substantivo. 2. that, those, de forma semejante: His house is bigger than that of his neighbour («Su casa es mayor que la de su vecino»). 1.

Sweet, A New English Grammar, Oxford, 1892, 1898, pág. 196.

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3. on e, o n es: A g r e y h o r s e and t w o black ones («Un caballo gris y dos negros»), I like this cake b e t t e r than t h e one y o u g a v e m e y e s t e r d a y («M e gusta más este pastel que el que me diste ayer»). 4. so: H e is rich, but his h r o t h e r is still m o r e so («Es rico, pero su hermano lo es todavía más»), Is h e rich? I b e l i e v e s o («¿E s rico»? «Eso creo».) 5. to: Will y o u c o m e ? I s h o u ld like to («¿V endrás? Me gustaría mucho»). 6. d o : H e will n e v e r l o v e his s e c o n d w i f e as h e did his first («Nunca amará a su segunda mujer como a la primera»). De esta forma obtendríamos una clase de palabras substitutorias que se dividirían en «pro-nombres», «pro-adjetivos», «pro-adverbios», «pro-in­ finitivos», «pro-verbos» (y «pro-frases», como en el caso de so en la se­ gunda frase del ejemplo), pero difícilmente podríamos llamarla una clase gramatical. El tratamiento de los pronombres que hace Noreen es muy original e instructivo2. Opone los pronombres a los «sememas expresivos» cuyo significado es fijo en la medida en que va contenido especialmente en la propia expresión lingüística; así pues, los pronombres se caracterizan por el hecho de que su significado es variable en la propia expresión lingüística y va contenido esencialmente en una referencia a determinada circunstancia exterior a la propia expresión lingüística y determinado por la situación en conjunto. Yo es un pronombre porque designa a una persona cuando es John Brown quien habla y a otra cuando quien lo hace es Mary Smith. La consecuencia es que, según Noreen, gran cantidad de palabras y grupos de palabras son pronombres, por ejemplo: e l abajo fir m ante, h o y , el m a y o r (de tres muchachos), etc. No hay dos palabras que puedan ser más pro­ nominales que sí y n o (pero, ¿qué decir entonces de al con tr ario como respuesta en lugar de n o?). Dentro de esa óptica la palabra inglesa h e r e {«aquí») sería el adverbio pronominal de lugar de la primera persona y t h e r e («allí») el adverbio correspondiente para las segunda y tercera personas y n o w («ahora») y th en («entonces») los adverbios pronominales de tiempo correspondientes (pero las combinaciones h e r e and t h e r e [«aq uí y a llí» ], n o w and th en [«d e vez en cuando»] no pueden ser pronombres de acuerdo con la definición de Noreen). Además, d er echa, izquierda, el d o m i n g o , el caballo (no sólo el, sino ambas palabras juntas), m i caballo son todas pronombres. Noreen encuentra gran dificultad (por lo demás, no lo consigue) para demostrar que un «nombre propio» tan corriente como J o h n no es un pronombre, a pesar de que su significado propio, dondequiera que aparezca, depende de la situación en conjunto. ¿Y qué decir de p adre usado por un niño en el sentido de m i p a d r e ? La clase de pronombres creada por Noreen es demasiado amplia y 2.

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A. Noreen, V art Sprak, Lund, 1903, 5, pág. 63 y ss.

demasiado heterogénea, y aún así no es fácil ver cómo palabras del tipo de los interrogativos w h o («quién») y w ha t («qué») o de s o m e («algo») y n o t h i n g («nada») pueden entrar dentro de la definición. Pero el prin­ cipal defecto en su tratamiento de éste y otros puntos, en mi opinión, se debe al hecho de que basa sus categorías enteramente en un punto de vista «semiológico» o, como yo lo llamaría, conceptual, sin tener en cuenta la forma en que se expresa el significado en la lengua real, es decir, sin considerar en absoluto los elementos formales. Si tenemos en cuenta ambos puntos de vista, vemos que tiene cierto sentido agrupar palabras correc­ toras 3, recordatorias 4, anafóricas y relacionadoras en una misma clase y designarlas con el nombre de pronombres, acuñado desde hace tiempo por la tradición. No es fácil decir qué tienen en común todos ellos desde el punto de vista conceptual, pero si consideramos cada una de las subclases tradicionales en sí misma su unidad conceptual es evidente: pronombres personales con los posesivos correspondientes, pronombres demostrativos, pronombres relativos, pronombres interrogativos, pronombres indefinidos, aunque en el caso de esta última clase los límites entre algunos de ellos, como s o m e («algo, algunos»), y algunos adjetivos como many («muchos)» son difíciles de trazar; por eso, los gramáticos no coinciden a la hora de decidir qué palabras incluir en dicha subclase. Sin embargo, esto no es fundamentalmente diferente de lo que encontramos en otras clasificaciones gramaticales: siempre habrá casos límites. Y cuando investigamos las for­ mas y funciones de dichos pronombres en diferentes lenguas descubrimos que presentan ciertas características mediante las cuales se distinguen de las demás palabras. Pero dichas características no son las mismas en todas las lenguas ni tampoco sonexactamente las mismas con todos los pronombres que encontramos en una misma lengua. Los pronombres pre­ sentan muchas anomalías formales y funcionales. En inglés tenemos la distinción entre dos casos en h e : («él»): him («lo »), th e y («ellos»): th em («lo s»), y entre una forma adjunta y otra que no lo está en m y («m i»): m in e («m ío»), la distinción de sexo en h e («él»): sh e («ella») y la distin­ ción similar w h o («quien»): w ha t («que»), el plural irregular en h e («él»), s h e («ella»): t h e y («ellos, ellas»), that («ese»): th o s e («esos»), combina­ ciones del tipo de s o m e b o d y («alguien»), so m e t h i n g («algo»), que no encontramos con adjetivos ordinarios, el uso de each («cada») sin que lo acompañe ningún substantivo o artículo, etc.5. Similares particularidades encontramos en los pronombres de otras lenguas; en francés, por ejemplo, tenemos las formas especiales j e («yo »), tu («tú »), te («te»), etc., que solamente aparecen acompañadas de formas verbales. 3. Este es el término utilizado en Language, pág. 123. 4. Id., pág. 353. . 5. También hay que observar que la th de la grafía solamente se realiza so­ noramente [Q] cuando se trata de pronombres: thou («tú»), the («él»), that («eso»), etc.; por tanto, se considera que los adverbios then («entonces»), there («ahí»), thus («así») son pronominales.

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A veces el término pronombre se reserva (generalmente en los libros franceses, pero también en el caso de la Comision M ’xta encargada de los problemas de terminología) para aquellas palabras cuya función es como la que en el capítulo VII llamo «palabras primarias», mientras que mi es un «adjetivo posesivo» y e s t e en e s t e libro es un «adjetivo demos» trativo». No obstante, no existe la más mínima razón para separar así m y y m i n e o, menos todavía, los dos his de His cap w as a n e w cap («L a suya era una gorra nueva») o los dos this de This boo k is oíd («Este libro es antiguo») y This is an o íd book («Este es un libro an tigu o »)6 y para asignar la misma forma a dos «partes de la oración» diferentes, es­ pecialmente si en ese caso resulta necesario establecer las mismas subclases de adjetivos (posesivos, demostrativos) que encontramos en el caso de los pronombres. Yo incluiría incluso entre los pronombres los llamados pronombres adverbios th en («entonces»), t h e r e («allí»), t h e n c e («de ahí»), w h e n («cuando»), w h e r e («donde»), w h e n c e («de donde»), etc., que com­ parten algunas de las peculariedades de los pronombres y están formados evidentemente a partir de ellos (nótense también formaciones como w h en e v e r [«cuandoquiera q u e»], w h o e v e r [«quienquiera que»] y s o m e w h e r e [«en alguna p arte»], etc.). A veces se considera a los numerales como una parte de la oración diferente; probablemente sería mejor tratarlos como una subclase de los pronombres, con los que tienen algunos puntos en común. En inglés como en otras lenguas, o n e («uno»), además de ser un numeral, es un pronombre indefinido, como en O ne n e v e r k n o w s («uno nunca sabe») o también en la combinación o n e s e l f («uno mismo»). Su forma débil es el llamado «artículo indeterminado» y, si al «artículo determinado» se lo co­ loca con razón entre los pronombres, lo mismo debería hacerse con a, an, con el fr. un, etc. Establecer una «parte de la oración» diferente para los dos «artículos», como hacen muchas gramáticas, es irracional. El ingl. o t h e r («otro»), originariamente era un ordinal que significaba «segundo», como todavía ocurre con anden en danés; ahora generalmente se lo clasifica entre los pronombres, lo cual está justificado por su uso en ea ch o t h e r («uno al otro»), o n e a n o th er («unos a otros»). La mayoría de los nume­ rales son indeclinables, pero en las lenguas en que algunos de ellos se declinan, muchas veces presentan anomalías comparables a las que encon­ tramos en otros pronombres. Si incluimos a los numerales entre los pro­ nombres, tenemos que incluir también los numerales indefinidos m a n y («muchos»), j e w («unos pocos»): lógicamente, son del mismo tipo que 6. Sus diferencias de función, o de «categoría», es paralela a la que hay entre los dos poor en The poor people loved her («la gente pobre la amaba») y The poor loved her («los pobres la amaban») o entre There were only two men («había sola­ mente dos hombres») y There were only tw o («había solamente dos»), Sonneschein considera que both («ambos») es un adjetivo en both boys («ambos muchachos») y un pronombre en aposición en both the boys («los dos muchachos»); evidentemente se trata de una distinción muy poco natural.

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all («todos»), s o m e («algunos») y los negativos none, n o («ninguno»), que siempre se han considerado como pronombres indefinidos. Pero, en ese caso, habría que incluir también m u c h («mucho»), little («poco»), como en m u c h h am m («mucho daño») y little g o l d («poco o ro »)7. Todos esos «cuantificadores», como podemos llamarlos, difieren de los adjetivos calificativos ordinarios en el hecho de que se pueden emplear solos (sin artículos), como las «palabras primarias», como cuando decimos: S o m e (many, all, both, t w o ) w e r e absent («Algunos [muchos, todos, los dos, dos] estaban ausentes»), All (much , little) is true («todo [mucho, poco], es verdad»); siempre van colocados delante de los cualificadores y no se pueden transcribir en forma de predicativos: a n ice y o u n g lad y («una joven agradable») es lo mismo que a lady w h o is n ice and y o u n g («una mujer que es agradable y joven»), pero una transposición de ese tipo es imposible con m a ny ladies («muchas mujeres»), m u c h w in e («mucho vino»), etc., de la misma forma que es imposible también con no ladies («ninguna mujer»), w ha t ladies («qué mujeres»), that w in e («ese vino») y otros pronombres. Todavía podemos añadir unas últimas palabras sobre los nombres de algunas subclases. Pronombres r e la t iv o s : en esta época en que todo resulta ser relativo, quizás sería posible darles un nombre más pertinente, como pronombres c o n e c t i v o s o c on ju n tivo s, puesto que su función consiste en unir frases casi de la misma forma en que lo hacen las conjunciones: real­ mente podemos preguntarnos si that no es una conjunción más que un pronombre; compárese la posibilidad de omitir that: I k n o w th e man {that) y o u m e n t i o n e d («conozco al hombre que usted ha citado») y I know {that) y o u m e n t i o n e d th e man («Sé que usted ha citado a ese hombre»), y la imposibilidad de colocar una preposición delante de th at: The man that y o u sp ok e abou t («el hombre de quien usted habló») frente a The man a b o u t w h o n y o u sp o k e («el hombre de quien usted habló»). Pro­ nombres p e r s o n a l e s : si con este término nos referimos a p er so nas en el sentido de «seres humanos» es impropio en casos como el al. er, fr. elle o ingl. it aplicado a mesa {der tish, la table) y más todavía en el de los «impersonales» it, es, il en it rains, es regn et , il ple u t («llueve»). Por otro lado, si consideramos que el nombre perso nal se refiere a las tres personas gramaticales 8, entonces deberíamos decir que estrictamente sólo las dos primeras personas pertenecen a esta clase, pues todos los demás pronombres {this [« é s te » ], w h o [«q u ié n »], n othin g [«n a d ie»], etc.) son tan de la tercera persona como h e o she. Pero será difícil encontrar un nombre mejor para substituir al de pronombres «personales», y, por lo demás, no es una cuestión demasiado importante. A veces, la delimi­ tación de los pronombres personales y demostrativos presenta dificulta­ des; así, en danés, lengua en la que d e y d e m están emparentados for­ 7. 8.

Cf. cap. X IV . Little, tomado en otro sentido, es un adjetivo ordinario. C f. capítulo X V I.

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malmente con los demostrativos d en, d e t («ese») y («esa»), pero funcio­ nalmente son los plurales de den , d e t y de han («él») y hun («ella»).

Los v e r b o s En la mayoría de las lenguas, por lo menos las de los tipos indoeu­ ropeo, semítico y ugrofinés, los verbos tienen tantas características distin­ tivas, que es absolutamente necesario considerarlos como una clase de pa­ labras diferentes, a pesar de que en algunos casos uno o más de dichos rasgos distintivos puedan faltar. Dichos rasgos son las distinciones de personas (primera, segunda, tercera), de tiempo, de modo y de vo z9. Por lo que se refiere al significado, los verbos constituyen lo que Sweet llama palabras-fenómeno y se pueden dividir g r o s s o m o d o en los que denotan una acción (él c o m e , respira, mata, habla, etc.), los que denotan un pro­ ceso [él se c o n v i e r t e en, cr e ce, pierde, m uere, etc.) y los que denotan un estado o condición (él d u e r m e, s e queda, espera, viv e, sufr e, etc.), a pe­ sar de que existen algunos verbos a los que resulta difícil incluir en ninguna de dichas clases (él resiste, desprecia, divierte). Casi siempre es fácil reconocer si una idea dada es verbal o no, y si combinamos un ver­ bo con un pronombre, como en los ejemplos que acabamos de dar (o con un nombre: el h o m b r e c o m e , etc.), descubrimos que el verbo añade a la combinación un carácter especial de acabado y lo convierte (en mayor o menor medida) en enunciado completo —característica que falta si com­ binamos un nombre o un pronombre con un adjetivo o un adverbio. El verbo es un elemento que da vida, cosa que lo convierte en un elemento esencial para la construcción de las frases: una frase casi siempre incluye un verbo y sólo en casos excepcionales encontramos combinaciones sin verbo, a las que podamos llamar frases completas. Algunos gramáticos llegan incluso a exigir la presencia de un verbo para considerar como frase a un enunciado. Volveremos a hablar de esta cuestión en un capí­ tulo posterior. Si comparamos las dos expresiones th e d o g barks («el perro ladra») y th e barking d o g («el perro que ladra»), vemos que aunque barks y barking están en una relación muy estrecha y se pueden considerar dos formas diferentes de la misma palabra, solamente la primera se siente como un enunciado completo, mientras que the barking d o g carece de ese carácter de acabado y nos hace preguntar: «¿Q ué ocurre con ese pe­ rro?» El poder de construir una frase lo encontramos en aquellas for­ mas que muchas veces reciben el nombre de formas verbales «persona­ les», pero no en las formas como barking o eaten (participios) ni en infi­ nitivos como to bark («ladrar»), to eat («comer»). Los participios son realmente una especie de adjetivos formados a partir de los verbos y los infinitivos tienen algo en común con los substantivos, a pesar de que 9.

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Cf. más arriba pág. 56.

sintácticamente ambos, participios e infinitivos, conservan muchas de las características de verbos. Por eso, desde cierto punto de vista, estaría justificado limitar el nombre de verbo para aquellas formas (las formas personales), que tienen el específico poder verbal de formar frases, y considerar a los «verboides» (participios e infinitivos) como una clase in­ termedia entre nombres y verbos (cf. el antiguo nombre participium, por ejemplo, que participa de las características del nombre y del verbo). No obstante, debemos admitir que sería algo innatural disociar eat («corfier») y eat en («comido») en frases como h e is eating th e app le («está comiendo la manzana»), h e will eat t h e app le («comerá la manzana»), h e has eaten t h e apple («ha comido la manzana») de h e eats th e apple («come la manzana»), h e ate th e app le («comió la manzana») 10. Y por eso, es preferible reconocer la existencia de formas no personales de los verbos junto a las formas personales, como muchas gramáticas hacen. Las partículas Casi todas las gramáticas tratan los adverbios, preposiciones, conjun­ ciones e interjecciones como cuatro «partes de la oración» diferentes, con lo que ponen en paralelo las diferencias que existen entre ellas con las que existen entre substantivos, adjetivos, pronombres y verbos. Pero, de esa forma exageran demasiado las diferencias que existen entre dichas palabras y en consecuencia sus evidentes semejanzas quedan obscureci­ das. Por eso propongo volver a la antigua terminología de acuerdo con la cual se considera a dichas cuatro clases como si fuera una, la de las «partículas». Desde el punto de vista formal, son invariables, exceptuando la ca­ pacidad que tienen algunos adverbios de formar comparativos y superlati­ vos de la misma forma que los adjetivos a los que corresponden. Pero, para considerar las diferencias en significado o función que han condu­ cido a muchas gramáticas a considerarlas como diferentes partes de la oración, habremos de empezar por estudiar ciertas palabras que no per­ tenecen a dichas clases. Muchas palabras provocan una distinción, que se designa con dife­ rentes nombres y por eso no se percibe como fundamentalmente la mis­ ma, dondequiera que aparezca, es decir, la que existe entre una palabra completa en sí misma (o usada en determinado momento como tal) y otra completada mediante otro elemento que se le añade, generalmente de carácter restrictivo. Así tenemos un verbo completo en h e sing s («él canta»), h e plays («él juega»), h e h e g in s («él empieza) y el mismo verbo seguido de un complemento en h e sings a s o n g («él canta una canción»), h e pla ys t h e piano («él toca el piano»), h e hegin s a work («él comienza 10. Cf. el tiempo del pasado en ruso, como por ejemplo kazal («m ostró»), que al principio era un participio pasado: «habiendo mostrado».

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un trabajo»). Se suele llamar verbo intransitivo en un caso y transitivo en otro, mientras que el complemento se lo llama «objeto» (complemento directo). En otros verbos para los que no se usan dichos nombres, la dis­ tinción es de hecho la misma: h e can (en este caso, «él sabe») es com­ pleto; pero en h e can sing («él sabe cantar») el verbo can va completado por un infinitivo. Para esta última distinción no disponemos de un tér­ mino aceptado por todos y los términos usados por algunos autores, verbos independientes y auxiliares, no son totalmente adecuados; pues, mientras que, por un lado, tenemos un uso anticuado de can con una clase diferente de complemento en He c o u l d t h e Bible on t h e h o l y t o n g u e («conocía bien la Biblia en la lengua sagrada»), por otro lado, tenemos expresiones como He is able («Es capaz»), H e is able to s i n g («Es capaz de cantar») y He wan ts to sing («El quiere cantar»). Otro caso más ve­ mos en He g r o w s b i g g e r («El engorda»), en el que va completado por un adjetivo «predicativo» o T roy w as («Troya existió») y T r o y was a t o w n («Troya era una ciudad»). Sin embargo, a pesar de estas diferencias en los verbos, nadie pensaría en asignarles diferentes partes de la oración: sing, play, begin, can, g r o w , b e son siempre verbos, ya sean completos o incompletos en una expresión particular. Si consideramos ahora palabras como on o in, encontramos lo que en mi opinión constituye un paralelo exacto de los ejemplos que aca­ bamos de citar, cuando aparecen usadas en expresiones como P u t y o u r cap on («Ponte tu gorra») y P u t y o u r cap on y o u r head («Ponte la gorra en la cabeza»), He was in («Estaba allí») y H e was in t h e h o u s e («Estaba en la casa») y, sin embargo, en las primeras frases se considera a on &in adverbios, pero en las segundas preposiciones, que se consideran dos partes de la oración diferentes. ¿No sería más natural incluirlas en una clase y decir que o n e in unas veces son completas en sí mismas y que otras veces van seguidas por un complemento (o incluso complemento directo)? Tomemos otros ejemplos: He clitnbs up («El sube») y H e clim bs up a t r e e («El sube a un árbol»), He falls d o w n («El cae») y H e falls d o w n t h e s te p s («El cae por las escaleras»), cf. h e a s c en d s o d e s c e n d s («él sube» o «baja» con o sin el complemento t h e s t e p s [«la s escaleras»] expresado); He bad b e e n th e r e b e f o r e («Había estado allí antes») y He had b e e n t h e r e b e f o r e breakfast («Había estado allí antes de desayu­ nar») ", ¿Qué es near en It w as near o n e o ’clock («Era cerca de la una en punto») en el sistema tradicional: una preposición o un adverbio? Almost y a bou t son dos sinónimos que significan «casi», pero al prime­ ro se lo considera adverbio y al segundo preposición. La estrecha rela­ ción entre el complemento directo de un verbo transitivo y el de una «preposición» lo vemos en aquellos casos en que una preposición no es otra cosa que una forma verbal usada de forma especial, como, por ejemplo, co n c e r n i n g (al. b e t r e f f e n d ) («referente a») y past en He walked 11. Cf. the house opposile ours («la casa de enfrente de la nuestra») y the house opposite («la casa de enfrente»).

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past t h e d o o r at half-past o n e («Pasó por delante de la puerta a la una y m edia»), que es simplemente el participio pasado escrito de forma di­ ferente, en He walked past («el paso») past no lleva complemento. Tampoco existe ninguna razón para considerar a las conjunciones como una clase de palabras diferentes. Compárense enunciados como After his arrival («Después de su llegada») y Ajter h e has arrived («Despues de que llegó»), b e j o r e his breaksfast («antes de su desayuno») y b e f o r e h e had breaksjasted («antes de que desayunase»), s h e spread th e table against h e a rrived («Puso la mesa para su llegada») y la forma ahora anticuada s h e spr ea d th e table against he arrived («Puso la mesa para cuando llegase»), h e la u g h e d f o r j o y («Rió de alegría») y he l a u gh e d f o r h e w as glad («rió porque estaba alegre»). La única diferencia consiste en que en un caso el complemento es un substantivo y en el otro una frase (o una oración). Por tanto, la llamada conjunción es una preposición que introduce una frase: la diferencia entre los dos usos de la misma pala­ bra consiste en la naturaleza del complemento y en nada más; y así como no necesitamos un término diferente para un verbo cuyo complemento es una frase entera (o una oración) en lugar de un substantivo, igual­ mente, es superfluo disponer de un término diferente para las «conjun­ ciones». Si conservamos dicho nombre, lo hacemos por costumbre, no por ninguna necesidad científica, pero ello no quiere decir que reconozca­ mos a las conjunciones como una «parte de la oración». Nótese el para­ lelismo en 1.

2.

3.

I believe in G o d («Creo en Dios»). T h e y h a v e l i v e d happily e v e r since. («Desde entonces han sido feli­ ces siempre»), I believe y o u r w o r d s («Creo en tus palabras»). T h e y h a v e d l i v e d happily e v e r since their marriage («Han sido feli­ ces en todo momento desde su boda»), I believe [that) y o u are right («Creo que tienes razón»). T h e y h a v e l i v e d happily e v e r since t h e y w e r e married («Han sido felices en todo momento desde que se casaron»).

Podemos incluso encontrar la misma palabra usada en dos formas en la misma frase, así: After th e Badén business, and h e had {= after he had) d r a g g e d o f f his ivife to Champagne, t h e Duke b e c a m e gratly broken [«Despues del asunto de Badén y de haberse llevado a su mujer a Cham­ pagne, el duque resultó un hombre deshecho»] (Thackeray). Si parece ra­ ro, debemos recordar que igualmente raro es encontrar el mismo verbo en la misma frase construido de forma transitiva primero e intransitiva después o con un complemento que primero sea un substantivo y después una oración. Los ejemplos que hemos dado más arriba muestran a la misma pala­ bra usada primero como una preposición y después como una conjunción, 91

en otros casos encontramos ligeras diferencias como en b e c a u s e o f his a b s e n c e («a causa de su ausencia») y b ec a u s e h e w as a b s e n t («porque es­ taba ausente»), lo que históricamente se explica por el origen de b ec a u s e a partir de b y cause (hubo un tiempo en que la gente decía b e c a u s e that h e w as absent). En otros casos también una palabra particular sólo tiene un uso bien con un complemento directo ordinario o bien con una ora­ ción que desempeñe la función de complemento: d ur in g his a b s e n c e («du­ rante su ausencia»), w h ile h e was absent («mientras estaba ausente»). Pero eso no debe hacernos vacilar a la hora de afirmar la identidad esen­ cial de las preposiciones y conjunciones, de la misma forma que colo­ camos todos los verbos dentro de una sola clase a pesar de que no todos pueden llevar una oración como complemento. La definición de una conjunción como proposición que introduce una frase no se aplica a ciertas palabras que siempre se han considerado como conjunciones, como and en H e and I are gr e a t fr i e n d s («El y yo somos grandes amigos»), s h e sang and d a n c e d («ella cantó y bailó») y o r en was it blue or g r e e n ? («¿era azul o verde?»), etc. Las mismas palabras se pueden usar para unir frases, como en s h e sang, and h e d a n c e d («Ella cantó y él bailó»), h e is mad, o r I am m u c h mistaken («él está loco, o mucho me equivoco»). En ambos casos son coordinativas, mientras que las preposiciones y las conjunciones hasta ahora consideradas son subordinativas, pero, a pesar de que se trata de una distinción importante, no por ello hay razón para separarlas en dos clases de palabras. And y w it h significan casi lo mismo, pues la principal diferencia entre ellas es que la primera coordina y la segunda subordina; ello tiene algunas conse­ cuencias gramaticales: nótese, por ejemplo, que la forma del verbo es di­ ferente en h e and his w i f e are c o m i n g («Su mujer y él van a venir») y en He with his w i f e is c o m i n g («El va a venir con su mujer») y el pronom­ bre posesivo en danés: Han o g na rans kone k o m m e r («Su mujer y él van a venir»), pero Han k o m m e r m e d sin kone («El va a venir con su mujer»). Pero la diferencia conceptual es tan pequeña, que se tiende a infringir la regla estricta, como en este ejemplo de Shakespeare: Don Alphonso, With o t h e r g e n t l e m e n o f g o o d e s t e e m e Are ¡o u r n y in g («Don Alphonso, con otros gentileshombres de buena reputación, v ia ja n »)12. B oth («am bos»), eith er («uno de dos») y n eith er («ni uno ni otro») presentan los tres la 12. Cf A Modern English Grammar, II, 6, pág. 53 y ss. En comparaciones as y than desempeñan la función de coordinadores: I like you nearly as w ell as (better than) her = as, or than I do her («m e gustas casi tanto como [más que] elk’ = tan­ to o más de lo que ella me gusta»); I like you nearly as w ell as (better than) she ( = as or than she does) («me gustas tanto como [más que] ella = tanto o más de lo que gustas a ella»), Pero ejemplos como I never saw anybody stronger than he (sobreentendido: is) («nunca vi a nadie más fuerte que él» ( = «de lo que él es») y ...than him (caso en el que kim se refiere a anybody) muestran que el empleo co­ rrecto de los casos no se siente como algo muy claro y que corrientem ente se em­ plea he por him y viceversa. Se pueden ver numerosos ejemplos de este fenómeno en Chapters on English, págs. 60 y ss. El empleo del nominativo después de as provoca incluso el de like I en lugar de like me («como yo»), Cf. id., pág. 62.

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peculiaridad de que van seguidos de and, o r o ñor, pero, naturalmente, no por ello forman una clase aparte. Como última «parte de la oración» las clasificaciones tradicionales dan las interjecciones, nombre bajo el que comprenden a la vez palabras que no tienen otra función (unas constan de sonidos que no encontramos en palabras ordinarias, como, por ejemplo, la / aspirada que se pronuncia al sentir un dolor repentino o la oclusiva aspirada que se representa grá­ ficamente de forma inadecuada por tut, y otras formadas mediante soni­ dos ordinarios, por ejemplo, hullo, oh) y, por otro lado, palabras del habla ordinaria, por ejemplo: W ell! W h y ! («¡B ueno!» «¡B ien !») W h y ! («¡V a y a !»), Fiddlesticks! («¡T onterías!»), N on sen se! («¡R idículo!), Com e («¡V am o s!») y la forma elisabetina Go to ! («¡V en ga!»). Lo único que todos estos elementos tienen en común es su capacidad para constituir por sí solos un enunciado; si no fuese así, formarían parte de las diferentes clases de palabras. Por tanto, no hay que separarlas de sus usos habituales. Las interjecciones que no pueden desempeñar ninguna otra función se deben clasificar con otras «partículas».

Sumario El nuevo resultado de nuestra investigación es que solamente las si­ guientes clases de palabras se pueden considerar suficientemente distin­ tas como para que las consideremos «partes de la oración»: 1. 2.

3. 4. 5.

Los substantivos (incluidos los nombres propios). Los adjetivos. En cierto sentido, estas dos primeras partes «de la oración» se pue­ den agrupar bajo la denominación de «nombres». Los pronombres (incluidos los adverbios numerales y pronominales). Los verbos (con dudas sobre si incluir los «verboides»). Las partículas (es decir, lo que tradicionalmente se llama adverbios, preposiciones, conjunciones —coordinadas y subordinadas— e inter­ jecciones). A esta última clase podemos definirla negativamente como la que agrupa todas las palabras que no pueden entrar dentro de las otras cuatro.

He acabado mi examen de las diferentes clases de palabras o partes de la oración. Como se verá, a pesar de hacer muchas críticas, especial­ mente de las definiciones que se suelen dar, he conseguido conservar muchos aspectos del esquema tradicional. No puedo ir tan lejos como E. Sapir °, quien afirma que «ningún esquema lógico de las partes de la oración — su número, su naturaleza y límites necesarios— presenta el me13. E. Sapir, Language, Nueva York, 19 21, pág. 125 (trad. esp.: Fondo de Cul­ tura Económica).

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ñor interés para el lingüista», porque «cada lengua dispone de un esque­ ma propio. Todo depende de las delimitaciones formales que reconozca». Es completamente cierto que lo que en una lengua se expresa por me­ dio de un verbo en otra se puede expresar por un adjetivo: ni siquiera necesitamos recurrir a ejemplos diferentes del inglés para ver que la mis­ ma idea se puede expresar mediante h e h a p p e n e d t o fall y h e f e l l accidentally. Podemos incluso hacer una lista de expresiones sinónimas, en la que substantivos, adjetivos, adverbios y verbos parecen substituirse unos a otros de forma arbitraria. Por ejemplo. H e m o v e r astonish ingly fast — Se movió de forma asombrosamente rá­ pida. He m o v e d w it h astonishing rapidity — Se movió con asombrosa rapidez. His m o v e m e n t s w e r e a stonish ingly rapid — Sus movimientos eran asom­ brosamente rápidos. His rapid m o v e m e n t s ast o n ished us — Sus rápidos movimientos nos asombraron. His m o v e m e n t s astonish ed us b y their rapidity — Sus movimientos nos asombraron por su rapidez. T h e rapidity o f his m o v e m e n t s w as astonishing — La rapidez de sus mo­ vimientos era asombrosa. The rapidity with w ic h h e m o v e d a st on ish ed us — La rapidez con que se movió nos asombró. He aston ished us b y m o v i n g rapidly — Nos asombró al moverse rápida­ mente. He aston is h ed us by his rapid m o v e m e n t s ■ — Nos asombró por sus rá­ pidos movimientos. He aston ished us b y t h e rapidity o f his m o v e m e n t s — Nos asombró por la rapidez de sus movimientos. Pero en este caso se trata de un ejemplo extremo, que sólo es posible gracias al uso de «palabra-nexo» (substantivos verbales y los llamados substantivos abstractos), cuya función consiste en transponer palabras de una clase a otra, como veremos en el capítulo X. En la inmensa mayoría de los casos este tipo de malabarismos es imposible. Tomemos un ejem­ plo sencillo como This little b o y pic ked up a g r e e n app le and in m ed ia tely ate it. (Este ni­ ño ha recogido una manzana verde y se la ha comido inmediatamente). En este caso, las clases de palabras están completamente fijadas y no permiten ninguna transposición: substantivos {boy, apple), adjetivos {little, green) , pronombres {this, it), verbos {picked, a t e ) , partículas (u p, and, inmediately). Por eso me aventuro a sostener que es razonable distinguir estas cinco 94

clases, aunque no nos sea posible definirlas tan rigurosamente como para que no queden casos dudosos o limítrofes. Pero no debemos creer que dichas clases son absolutamente conceptuales: son clases gramaticales y como tales diferirán en cierta medida —pero sólo en cierta medida— de lengua a lengua. Puede ser que no sean aplicables a lenguas como el es­ quimal y el chino (dos extremos) de la misma forma que al latín o al in­ gles, pero en éstas y en otras lenguas que constituyen el tema principal de este libro los antiguos términos de substantivo, adjetivo, etc. son in­ dispensables: por tanto vamos a utilizarlos con los sentidos y dentro de los límites que hemos indicado.

La palabra ¿Qué es la palabra? ¿Y qué es una palabra (no dos o más)? Se trata de problemas muy difíciles, que no podemos dejar de tratar en este libro.14 Las palabras son unidades lingüísticas, pero no unidades fonéticas; el mero análisis fonético de una cadena de sonidos pronunciados no pue­ de revelarnos el número de palabras que la forman o la división entre pa­ labra y palabra. Es algo que los fonetistas han reconocido desde hace tiempo y es innegable: a maze suena exactamente como amaze, in sight como incite, a sister como as sis t her, en fr. a s e m b l é como as sem blé, il l ’e m p o r t e como il en p orte, etc. Tampoco la ortografía nos ayuda, por­ que muchas veces es completamente arbitraria y depende de la moda o, en algunos países, de decretos ministeriales no siempre acertados. ¿Cam­ bia la naturaleza de at any rate («en cualquier caso»), si lo escribimos, co­ mo a veces se hace hoy, al a n y r a l c ? ¿O any one, s o m e one, cuando se escribe a nyone, s o m e o n c ? (No o n e [«n ad ie»] es una caso paralelo, pero la ortografía n o o n e nunca podría llegar a ser popular porque se leería como n o on ). Cuesta trabajo encontrar razones suficientes para las orto­ grafías alemanas oficiales como miteinander, in fo lg ed e sse n , zurzeit, etc. En sus primeros libros, Barrie escribía la expresión escocesa I suppaud, probablemente porque pensaba que era un verbo como s u p p o s e («supo­ ner»), pero después seenteró de su origen y ahora, si no me equivoco, escribe I ’se uphauld (= I shall uphold). Todo esto muestra la dificultad de decir si ciertas combinaciones se deben considerar dos palabras unidas o una palabra resultado de la unión. Por otro lado, las palabras no son unidades conceptuales, porque, co­ mo observa Noreen, la palabra triángulo y la expresión fig ura rectilínea 14. El problema de la definición correcta de la palabra se ha estudiado muchas veces en las obras de lingüística entre otras en: A . Noreen, V art Sprak, 7, pág. 13 y ss.; H. Pedersen, G ott, gel. Anz., 1907, pág. 898; Wechssler, Giebt es Lautgesetze, pág. 19; F. Boas, Handbook of American Indian Languages, 1, pág. 28; E. Sapir, Language, pág. 34; Vendryes, Le Langagc, 85, 103; A. Gardiner, British Journal of Psychology, abril de 1922.

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c o n tres lados tienen exactamente el mismo significado, de igual forma que Armitage y el viejo d o c t o r v es ti d o c o n un traje gris q u e h e m o s e n ­ c o n tr a d o en el p u e n t e pueden designar al mismo hombre. Por consiguien­ te, como ni un sonido ni un significado nos indican la separación de las palabras, tenemos que encontrar criterios gramaticales (sintácticos) para decidir esta cuestión. En los siguientes casos criterios puramente lingüísticos muestran que lo que originalmente era dos palabras se ha convertido en una. Al. Grossm a ch t y dan. st o rm a g t difieren del ingl. gr eat p o w e r , como lo muestra su flexión: die e u ro p aischen G r o s s m a c h t e , d ie eu ropaeiske sto r m a g t e r , pero en inglés con diferente ordenación de las palabras se dice t h e g r e a t European p o w e r s IS. Los numerales 5 + 1 0 tanto en lat. q u i n d e c i m como en ingl. f i f t e e n difieren desde el punto de vista del sonido de las formas to­ madas por separado; el lat. d u o d e c i m no tiene una forma de dativo duob usd ec im , etc. Las formas francesas quinte, d ou ze deben considerarse na­ turalmente como unidas, incluso en alto grado, porque han perdido toda posible semejanza con cinq, deux y dix. El dan. e e n o g t y v e (literalmente, «uno y veinte») es una sola palabra, a pesar de que la ortografía con que se escribe, porque la misma forma se usa delante de un neutro: e e n o g t y v e ar («veintiún años»), mientras que se dice et ar («un año»). Ingl. breakfast, v o u c h s a f e eran compuestos de dos palabras hasta que empezó a decirse en lugar de las primeras formas h e broke fa st y he v o u c h e s safe, h e breakfasted («él desayunó») y h e v o u c h s a f e s («él atesta») 16. Se podría perfectamente escribir each o t h e r en una palabra, puesto que la prepo­ sición se coloca delante (w it h ea c h other), en lugar de la antigua cons­ trucción each w ith o t h e r («uno con otro»). En francés, j e m ’en fuis se ha convertido en j e m ’en fo u is y con razón se escribe ahora así, pues el perfecto es je m e ’n suis enfui; pero la expresión paralela je m ’en vais se escribe siempre por separado: es cierto que en el habla coloquial se dice muchas veces j e m ’en suis en-allé (literalmente, «me fui de allí») en lugar de la forma académica je m ’en suis alié, pero la amalgama no puede ser tan completa como en el caso de enfuis, porque el uso de raíces dife­ rentes {vais, alié, ir ai) impide la fusión en una sola forma. El fr. republique y el ingl. rep ublic son unidades, cosa que no puede ser el lat. res publica a causa de su flexión: r em publicam. La ausencia de flexión in­ terna en al. jedermann, je d er m a n n s («todo el mundo», «de todo el mun­ do») y d ie Mitternacht [«la medianoche»] (originariamente j e d e r es no­ minativo y m itter dativo) muestra que hay fusión completa, como tam­ bién en el caso de lat. ipsum en lugar de au m p se {ipse is-pse). 15. Podemos admitir que la fórmula latina forsitan («quizás») constituye más auténticamente una unidad cuando va seguida por el indicativo que por el subjun­ tivo cuyo empleo proviene de la forma original for sit an. La forma francesa peutétre hoy es solamente una palabra, como lo muestra claramente la frase II est peutétre r'tche («quizás es rico»). 16. Cf. pág. 17.

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En todos estos casos hemos de reconocer una completa amalgama de lo que en principio eran dos palabras, puesto que disponemos de crite­ rios lingüísticos indiscutibles mediante los cuales mostrar que el instin­ to innato trata la combinación como una unidad. Pero ese no es el caso en ingl. h e l o v e s («él ama»), que a veces se ha considerado como unidad comparable al latín Amat (Arna-t): en inglés podemos separar los ele­ mentos (h e n e v e r l o v e s «él nunca ama») y aislar cada uno de ellos, mien­ tras que en amat no es posible; de igual forma, el fr. il a aimé no es una unidad de la misma forma que el lat. amavit, porque podemos decir il ría pas aimé, A-t-il a i m é ? e tc .17. A veces encontramos el movimiento inverso, de palabras-unidad a combinaciones más libres. La cohesión de dos elementos de los substan­ tivos compuestos ingleses es más floja de lo que fue en un principio (y de lo que es en alemán y en danés). Mientras que el al. st einm a uer y el dan. s t e n m u r son palabras desde todos los puntos de vista, el ingl. st o n e wall («pared de piedra») y expresiones semejantes debe considerarse como dos, una primaria, st one, y la otra, wall, complemento. Cosa que revela no sólo la entonación (el acento de intensidad es el mismo o varía), sino también otros fenómenos: la coordinación con adjetivos: his personal and p arty in ter e st s («sus intereses personales y de partido»), a m o n g th e e v e n i u g and w e e k l y p apers («entre los diarios y semanarios»), a Yorkshire y o u n g lady («una joven de Yorkshire»); el empleo de on e: f i v e go l d w a tc h es, and s e v e n silv er o n e s («cinco relojes de oro y siete de plata»), de adverbios: a p u r ely family ga th erin g («una reunión puramente fam iliar»); aislamiento: any position, w h e t h e r State or national («cualquier posi­ ción, ya sea de Estado o nacional»), things that are dead, second-hand, and p o i n t le s s («cosas que están muertas, que son de segunda mano y en recen de importancia»). De esta forma algunos de estos elementos se han vuelto completamente adjetivales hasta tal punto, que pueden to­ mar la terminación de superlativo -est (c h ie fe s t [«e l más im portante»], c h o i c e s t [« e l más buscado»]) y a partir de ellos se pueden formar ad­ verbios (ch iefly, c h o i c e ly ) 18. En el ejemplo de Shakespeare s o n e w a fa s h i o n e d r o b e («un vestido de forma tan nueva») vemos cómo otro ti­ po de compuesto (n ew -fa sh io n ed ) se siente como muy poco unido. Todas estas consideraciones, así como los cambios de los sonidos iniciales, frecuentes, por ejemplo, en lenguas celtas, y fenómenos como el que encontramos en antiguo normánico ham kvaBsk eigi vita («dijo él no saber» = «dijo que no sabía») y muchos otros muestran qué di­ fícil es en muchos casos decir cuándo se trata de una palabra y cuándo de dos. Muchas veces nos ayuda la posibilidad de aislar una palabra, pero no hay que olvidar que hay palabras, que hemos de reconocer como 17. Para más detalles, ver las críticas que he hecho a varios lingüistas en Latíguage, pág. 422 y ss. 18. Cf. A Modern English Grammar II. cap. X III y más adelante la nota de la pág. 59 de este libro.

97 7 . — FILOSOFÍA GRAMÁTICA

tales, y que, sin embargo, por una u otra razón no se pueden aislar; por ejemplo, I">s preposiciones rusas que constan de una sola consonan­ te, s, v, o paladas francesas como je, tu, le, que nunca aparecen solas a pesar de que no existen solamente razones puramente fonéticas que lo impidan. Si son g la b ra s, es porque se pueden colocar en diferentes posiciones con otras pa)abras, que sin duda alguna son completas; por consiguiente, je, tu, etc. no son partes de palabra, sino palabras com­ pletas. De igual forma, an, bei, statt en al. ich n ehtn e es an («lo supon­ go»), wir ivoh n ten d er V'e r sa m m lu n g b ei («asistimos a la reunión»), es find e t nur s elt en statt («eso solamente se produce raras veces»). Y, si la ortografía fuese coherente, se ecribiría an zu n e b m e n , b ei zu w o b n e n , es hat statt g e f u n d e n en lugar de las formas unidas en una sola palabra que se escriben normalmente, pues la posición de las palabras es la misma que en g e r n zu n eb m e n , d ort zu w o b n e n , er hat et.was ge f u n d en , etc.19. Nunca debemos olvidar que las palabras se usan casi siempre den­ tro de un contexto, en el que van unidas de forma más o menos estre­ cha con otras palabras: generalmente estas últimas ayudan y muchas veces son completamente indispensables para mostrar el significado par­ ticular en que determinada palabra debe entenderse. Las palabras aisla­ das, tal como las encontramos en los diccionarios y en los tratados de filología, son abstracciones, que en esa forma poco tienen que ver con el habla real y viva. Es cierto que en las respuestas y réplicas las pala­ bras aparecen aisladas, incluso aquellas que en otros casos nunca lo es­ tarían, por ejemplo, si en si y o f u e s e rico ... Pero en esos casos el sen­ tido se entiende en función de lo que precede, como ayer, que, cuando responde a la pregunta ¿Cuánd o lle g ó ? , significa Lleg ó ayer. Pero po­ sición aislada debe considerarse siempre como una excepción, no como una regla. Necesitamos un nombre para una combinación de palabras que for­ man juntas una unidad de sentido, aunque no siempre necesiten ir en yuxtaposición inmediata y de esa forma no se trata de una sola pala­ bra, sino de dos o más. Podemos llamarla frase, aunque otros autores usan dicho término para referirse a otras cosas. Las palabras p uts o f f 19. Los gramáticos de hoy se dejan llevar hasta exageraciones curiosas y a con­ cepciones equivocadas cuando tratan este problema. Uno de ellos afirma por ejem­ plo que en francés contemporáneo el plural se señala mediante el sonido de z de­ lante: (le) z-arbres («los árboles»); pero ¿qué decir entonces de beaucoitp d ’arbres («muchos árboles») y de les pommes («las manzanas»)? F. Brunot pretende afirmar que los substantivos franceses se declinan y que el artículo lleva la marca del caso: le cheval («el caballo»), du cbeval («del caballo»), au cbeval [«al caballo»](L¿z Pensée et la Langue, pág. 162); pero, en el caso de Pierre («Pedro»), de Pierre («de Pe­ dro»), a Pierre («a Pedro») no hay artículo y, por otro lado, no es correcto hablar de declinación en un caso así. Un lingüista alemán afirma también que der Mattn, dem Mann, etc., forman una sola palabra, de forma que «la flexión va al principio o más exactamente en el medio de la palabra y no al final como antes».

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forman una frase, cuyo significado («pospone») no se puede inferir del que dichas palabras tienen por separado. Pueden ir separadas, como en h e p u ts it o f f («lo pospone»). El al. w e n n auch constituye una frase, por ejemplo en w e n n er auch reich ist («aunque sea rico»).

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CAPITULO VII

LAS TRES CATEGORIAS

La subordinación La pregunta sobre en qué clase se debe colocar una palabra —la de los adjetivos o la de los substantivos u otras— concierne a la propia palabra. Por eso, los diccionarios pueden responderla en cierta medida ‘. Ahora tenemos que estudiar combinaciones de palabras y vamos a ver, aunque un substantivo siempre sigue siendo substantivo y un adjetivo adje­ tivo, existe cierto esquema de subordinación en el lenguaje hablado que es análogo al de la distribución de palabras en «partes de la oración», sin que sea totalmente dependiente de él. En toda denominación de una palabra o cosa en la que se emplean varias palabras, como aquellas a que me refiero en la página 61, siem­ pre vemos que hay una palabra de importancia primordial al que las demás van subordinadas. Dicha palabra principal va definida (califica­ da, modificada) por otra palabra, que a su vez puede ir definida (cali­ ficada modificada) por una tercera palabra, etc. Así pues, debemos es­ table’ cr diferentes «categorías» de palabras de acuerdo con las relacio­ nes que mantengan, según definan o vayan definidas. En la combina­ ción ex tr em ely h o t w ea th e r («tiempo extraordinariamente caluroso»), a la última palabra w ea th er, que evidentemente constituye la idea princi­ pal, se la puede llamar primaria o de la primera categoría, a hot, que define a w ea th er, secundaria o de la segunda categoría y a ex trem ely, que define a hot, terciaria o de la tercera categoría. Aunque una pala1. No obstante, hay que observar que una palabra, un gruDo de palabras o una parte de una palabra cualquiera puede convertirse siempre en un substantivo cuando es cita (cf. A Modern English Gram m ar II, 8, 2), como por ejemplo: Votre «tard» a été compris a tort comme «fa rd » («vuestro “ tarde” se ha entendido erró­ neamente como “ disfraz” »), Son discours abondait en «Je suis d’accord» («su dis­ curso abundaba en “ Estoy de acuerdo”»), II devrait y avoir deux «l» a son norn («su nombre debería llevar dos “ 1”»).

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bra terciaria puede ir definida a su vez por otra cuaternaria o de la cuarta categoría y ésta a su vez por una de quinta categoría, y así su­ cesivamente, no es necesario distinguir más de tres categorías, dado que no existen rasgos formales o de otro tipo que distingan a las palabras de estos últimos órdenes con respecto a las palabras terciarias. Así, en la frase a certainly not very cleverly worded remarck («una observación no expresada de forma muy inteligente ciertamente»), ninguna de las palabras certainly, not y very, aunque definan a la palabra siguiente, en nada es diferente gramaticalmente de lo que sería si fuese palabra ter­ ciaria como en certainly a clever remark («una respuesta realmente inte­ ligente»), not a clever remark («una respuesta no inteligente»), a very clever remark («una respuesta muy inteligente»). Si comparamos la combinación a furiously barking dog (a dog barking furiously ) [«u n perro que ladra con fu ria»] con the dog barks fu­ riously («el perro que ladra con furia»), es evidente que en la segunda se da la misma subordinación que en la primera. Y, sin embargo, existe una diferencia fundamental entre ellas, razón por la cual necesitamos términos diferentes para designar los dos tipos de combinación: llama­ remos a la primera unión y a la segunda nexo. Ya hemos hablado de esa diferencia en la página 88 y volveremos a hablar de ella más amplia­ mente en el capítulo V III, donde veremos que existen otros tipos de nexos además del que hemos visto en the dog barks. Hay que hacer la observación de que the dog es una palabra primaria no sólo cuando es sujeto, como en the dog barks, sino también cuando es complemento de un verbo, como en I see the dog o de una preposición, he runs after the dog («él corre tras el perro»). Por lo que se refiere a la terminología, las palabras primaria, secun­ daria y terciaria se aplican a nexos así como a uniones, pero será útil disponer del término «adjunto» para referirnos a una palabra secunda­ ria colocada dentro de una unión y del de «adnexo» para referirnos a una palabra secundaria colocada dentro de un nexo. Para las palabras terciarias podemos usar el término «subjunto» y para las cuaternarias, en los escasos casos en que necesitemos una palabra especial, el de «subsubjunto» 2. De la misma forma que puede haber dos (o más) palabras prima­ rias coordinadas, por ejemplo, en the dog and the cat ran away («el perro y el gato huyeron»), puede ser también que haya dos o más adjuntos de la misma palabra primaria coordinados: así en a nice young lady («una joven agradable») las palabras a, nice y young definen a lady, compárese 2. Prefiero hablar de elemento de 1.a categoría más que de elemento principal, como lo hago en el tomo II de A M odern English Grammar. Se podrían incluso inventar términos como «superjunto» y «supernexo» para designar una palabra de 1.a categoría situada respectivamente en una unión y en un nexo, o como «subnexo» para una palabra de 3.a categoría en un nexo; pero sería una terminología pesada y totalmente superflua.

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much (II) g o o d w h i t e (II) w i n e (I) con v e r y (III) g o o d (II) tvrne (I). Muchas veces los adjuntos coordinados van unidos mediante pala­ bras coordinativas, como en a rainy and s t o r m y a fte r n o o n («una tarde lluviosa y tormentosa»), a brilliant, t h o u g b l e n g t h y n o v e l («una novela brillante, pero demasiado larga»). Cuando no hay palabra coordinativa muchas veces el último adjunto va en conexión especialmente estrecha con la palabra primaria como formando una unidad de sentido, un com­ puesto primario como en y o u n g -la d y («mujer joven»), y especialmente en ciertas combinaciones fijas como en high g o o d h u m o u r («de buen humor»), b y g r e a t g o o d f o r t u n e («por suerte»)3 y ex trem e o íd a g e («ve­ jez extrema») 4. A veces el primero de dos adjuntos tiende a ir subordi­ nado al segundo y casi se convierte en un subjunto, como en burning h o t s o u p («sopa tan caliente que quema») y a sbo ck in g bad m u r se («una enfermera espantosamente mala»). De esa forma very, que era un adje­ tivo (cosa que todavía es en in t h e v er y day [« e l día m ism o»]) en el ejemplo de Chaucer a ver ray parfit gen til knight («un caballero verda­ dero, perfecto y noble») se ha convertido en un intermedio entre un adjunto y un subjunto primero y en un subjunto después, que debemos clasificar entre los adverbios; véanse otros ejemplos en A m o d e r n En­ glish Grammar. Un ejemplo semejante es el de n ice and w arm («muy calien te»)5, del que hay curioso paralelo en italiano: II c o n c e r t o . . . oh ci h o b e l l ’ e rinunziato [«E l concierto... ¡Oh! he renunciado totalmente a é l» ] (Giacosa, F ogli e 136), Tu l ’hai b ell’e trovato («Bien lo has en­ contrado») [Id., 117). Otros ejemplos de adjuntos, donde esperaríamos subjuntos, encontramos en fr. elle est t o u t e surprise («está completnmente sorprendida»), les f e n é t r e s gr a n d es o u v e r t e s («las ventanas abier­ tas de par en par»). Encontramos subjuntos coordinados en a logically and grammatically infustifiable c o n s t r u c t io n («una construcción lógica y gramaticalmente injustificable»), a s e l d o m o r n e v e r s e e n f o r m («una forma raras veces o nunca vista»). En los ejemplos que hemos escogido hasta ahora hemos visto subs­ tantivos como palabras primarias, adjetivos como adjuntos y adverbios como subjuntos; y existe sin lugar a dudas cierto grado de correspon­ dencia entre las tres partes del habla y las tres categorías que hemos es­ tablecido aquí. Podríamos incluso definir a los substantivos como las palabras que habitualmente figuran como palabras primarias, a los adje­ tivos como palabras que habitualmente hacen de adjuntos y a los ad­ verbios como palabras que habitualmente hacen de subjuntos. Pero la correspondencia dista de estar completa, como resultará evidente con el siguiente examen: ambas cosas, clases de palabras y categorías, se mue­ ven en dos esferas realmente diferentes. 3 4. 5.

Cf. A Modern English Grammar, II, 15, 15. Cf., id., II, 12, 47. Cf., id., II, 15, 19.

103

Los substantivos

En el caso de los substantivos como palabras primarias no necesita­ mos dar más ejemplos. Por lo que se refiere a los substantivos adjuntos la forma corriente de usarlos consiste en ponerlos en caso genitivo, por ejemplo: Shelley's p o e m s («los poemas de Shelley»), t h e b u t c h e r ’s s h o p («la tienda del carnicero»), St. Paul’s Cathedral («la catedral de San Pablo»). Pero he­ mos de notar que un genitivo puede muy bien ser una palabra prima­ ria (mediante lo que se suele llamar elipsis), como en I p r e f e r Keats's p o e m s to S h elley ’s («Prefiero los poemas de Keats a los de Shelley»), / b o u g h t it at th e b u t c h e r ’s («Lo compré en la carnicería»), St. Pau l’s is a f i n e building («Saint Paul es un bello edificio»). Lo que en otro tiem­ po era en inglés un primer elemento de un compuesto ahora se consi­ dera muchas veces una palabra independiente, que hace de adjunto, co­ mo en s t o n e wall («pared de piedra»), a silk d ress and a c o t t o n o n e («un vestido de seda y otro de algodón»); (con respecto al hecho de que di­ chas palabras tienden a considerarse cada vez con mayor frecuencia co­ mo adjetivos, véase más arriba págs. 96-97). Otros ejemplos de s u b s in ” tivos como adjuntos son w o m e n w riters («escritoras»), a q u e e n b e e («una abeja reina»), b o y m e s s e n g e r s («recaderos») y (¿por qué no?) Captain Smith {«el capitán Smith»), D o c to r J o h n s o n («el doctor Johnson»).; compárese con la ausencia de flexión en al. Kaiser W ilh elm s Erinnerung e n («las memorias del emperador Guillermo»), aunque los títulos com­ plejos presenten mayor fluctuación. En ciertos casos, cuando queremos unir dos ideas expresadas por substantivos, resulta imposible o impracticable colocar a uno de ellos como adjunto del otro mediante simple yuxtaposición; para esto muchas veces las lenguas recurren al «genitivo de definición» o a una combina­ ción prepositiva correspondiente, como en lat. urbs R o m a e («la ciudad de Roma»), mientras que en dan. b y e n R om se hace mediante simple yuxtaposición o en combinaciones como Captain Smith («el capitán Smith»), fr. la c i t é d e R o m e («la ciudad de Roma»), ingl. the c i t y o f R om e, etc. y muchas otras expresiones interesantes como ingl. a d e v i l o f a f e l l o w («un diablo de tipo»), that s c o u n d r e l o f a s e r v a n t («ese bri­ bón de criado»), his g h o s t o f a v o i c e («su hilo de voz»), al. ein alter s c h e l m von l o h n b e d i e n t e r («ese viejo canalla de criado»), con el uso excepcional del nominativo después de von, dan. d e n skurk av en tj e n e r («ese bribón de criado»), et vid u n d e r av e t barn («una maravilla de niño»), d e f o e til Nielsen («ese imbécil de Nielsen»), fr. c e frip on d e valet («ese bribón de criado»), un a m ou r d ’e n fa n t («un amor de ni­ ño»), celui qui avait un si d r ó l e d e n o m («el que tenía un nombre tan extraño»), it. q uel ciarlatano d ’un d o t t n r e («aquel charlatán de doctor»), q u e l p o v e r u o m o d i tuo pad re («ese pobre hombre de tu padre»). Este empleo se asemeja al del uso escandinavo del pronombre posesivo d it f o e 104

(«¡id io ta !») y a las formas españolas ¡ p o b r e c i t o s d e n o so t r o s!, ¡desdichada d e m í! 6. El uso de los substantivos como subjuntos es raro, excepto en gru­ pos de palabras, en los que es extraordinariamente frecuente (ver p. 109). Ejemplos: em o t io n s , part r eligiou s... but parí human [«emociones en parte religiosas... pero en parte humanas»] (Stevenson), th e sea w e n t m o u n ta in s high («el mar subió hasta alturas de montaña»). En C o m e h o m e («ven a casa»), I b o u g h t it c h e a p («Lo compré barato»), h o m e y c h e a p eran originalmente substantivos, pero ahora generalmente se los llama adverbios, lo mismo ocurre con g o S outh («ve al sur»).

Los a d j e t i v o s Adjetivos como palabras primarias: y o u had b et t e r b o w to th e im ­ p o s sib le (sing.) [«M ás valía que te hubieses inclinado ante lo im posible»], y o u h a v e th e p o o r (pl.) always w ith y o u («tienes siempre a los pobres contigo»)7. En cambio en los casos de sa vages («salvajes»), regulars («re­ gulares»), Christians («cristianos») t h e m o d e r n s («los modernos») se tra­ ta de auténticos substantivos, como lo muestra la terminación del plural, también dea r en th e child is a dea r («el niño es un cielo»), como lo mues­ tra el artículo 8. El al. b e a m te r seconsidera generalmente como substan­ tivo, pero en realidad es más bien un adjetivo primario, como se ve por la flexión: d e r Bea m te, ein B eam ter («el funcionario»), ein B eam ter («un funcionario»). De adjetivos como adjuntos no hay necesidad de dar ejemplos aquí. Adjetivos como subjuntos. En a fast m o v i n g e n g i n e («una locomo­ tora que avanza rápidamente»), a l o n g d e l a y ed p u n ish m en t («un castigo diferido durante mucho tiempo»), a clean sha ven f a c e («un rostro per­ fectamente afeitado») históricamente es más correcto llamar a fast, lon g y clean adverbios (que han perdido la antigua terminación adverbial -e, como ocurrió con todas las terminaciones de -e no acentuada) mejor que adjetivos subjuntos. Con respecto a ttew-laid e g g s («huevos frescos recién puestos»), c h e e r f u l t e m p e r e d m en («hombres de buen humor»), etc. con­ súltese mi A M o d e rn English Grammar, II, 15, 3; el caso de bur ning ho t lo hemos citado más arriba en la p. 103.

6. Para más detalles sobre este fenómeno y sobre otros del mismo tipo, con­ sultar Grim m, Personenwechsel; Schuchardt, Hugo Schuchardt-Brevier, pág. 197; E. Tegnér, Om Gemís i Svenskan, págs. 11 5 y ss. 7. Cf. A Modern English Grammar, cap. X I. 8. Cf. id., cap. IX .

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Los pronombres

Pronombres como palabras primarias: I am w e l l («me encuentro bien»), this is m in e («esto es mío»), w h o said that? («¿quién dijo eso?»), w h a t h a p p e n e d ? («¿qué ocurrió?»), n o b o d y k n o w s («nadie sabe»), etc. (Pero, en a m e r e n o b o d y , n o b o d y es un substantivo, como lo indica el plural nob odies). Pronombres como adjuntos: this hat («este sombrero»), m y hat («m i sombrero»), w ha t hat? («¿qué sombrero?»), n o hat («sin sombrero»), etc. En ciertos casos no hay distinción formal entre pronombres en estos dos empleos, pero en otros sí, por ejemplo: m ine: m y n o n e : n o ; así tam­ bién en alemán mein Hut («mi sombrero») y d e r m e i n e («el m ío»). Nótese también Hier ist ein Umstand (ein Ding) richtig gen annt, aber nur ein er ( eines) («Aquí tenemos un objeto [una cosa] cuyo nombre es correcto, pero solamente uno solo [una so la]»). En francés encontramos diferencias de forma en varios casos: m o n chapean («m i sombrero»): le m i e n («el mío»), c e chapean («este sombrero»): celui-ci («éste»), q u e l c ha pean ? («¿qué sombrero?»): leq u el («cuál»), ch a q u é («cada»): ch a cun («cada uno»): q u elqu e («algún»); q u e l q u ’un («alguno»). Pronombres como subjuntos. Además de los «adverbios pronominales», que no necesitan ejemplificación, tenemos ejemplos como I am that sleepy: I am that s l e e p y — Estoy tan dormido. The m o r e the m er rie r — Cuantos más somos, más reímos. None to o able — No demasiado capaz. I w o n ’t stay any l o n g e r — No voy a quedarme más tiempo. Nothing loth — Con mucho gusto. Somewhat paler than usual — Un poco más pálido que de costumbre 9.

Los v e r b o s Las formas personales de los verbos solamente pueden ser palabras secundarias (adnexos), nunca primarias ni terciarias. Pero los partipicios como los adjetivos, pueden ser primarios (th e living are m o r e valuable than th e dead [«lo s vivos cuentan más que los m uertos»]) y como ad­ juntos (th e living d o g («el perro v ivo »]). Los infinitivos, de acuerdo con 9. Ciertas combinaciones están formadas con adverbios pronominales y adver­ bios de número unidos a adjuntos cuyo análisis gramatical es muy difícil; así por ejemplo this once («esta vez»), W e should have gone to Venice or somewhere not half so nice [«Deberíamos haber ido a Venecia o algún otro sitio ni siquiera la mitad de agradable»] (Masefield) o A re we going anywhere particular? («¿V am os a algún sitio en particular?»). No se puede explicar este empleo desde el punto de vista si­ cológico más que recordando que once = one time («una vez») y que somewhere y anywhere = (to) some, any place («a un sitio [alguno]»); se relaciona así el ad­ junto con el substantivo sobren ten dido.

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las circunstancias, pueden pertenecer a cada una de las tres categorías; en determinadas posiciones en inglés requieren ir precedidos de to (cf. zu en alemán y at en danés). Propiamente, combinaciones como to g o («ir») deberían tratarse más adelante con los «grupos de palabras». Infinitivos como palabras primarias: t o s e e is t o b e l i e v e [«ver es creer»] (cf. s e e i n g is b el ievin g), s h e wan ts to rest [«ella quiere descan­ sar»] (cf. s h e w an ts s o m e rest, con el substantivo correspondiente). Fr. e s p é r e r c ’e s t jo u ir («esperar es disfrutar»), il e s t d e f e n d u d e f u m e r ici («está prohibido fumar aquí»), sans co u rir («sin correr»), au lieu d e cotírir («en lugar de correr»). Al. d en k en ist s c h w e r («pensar es difícil»), er v e r s p r i c h t zu k o m m e n («promete venir»), o h n e zu laufen («sin correr»), anstatt zu laufen («en lugar de correr»). Infinitivos como adjuntos: in ti m e s to c o m e («en tiempos por venir»), t h e r e i sn ’t a girl to t o u ch h e r («no hay una muchacha de su altura»), the c o r r e c t thing to d o («lo que se debe hacer»), in a w a y n o t to b e f o r g o t t e n («de forma inolvidable»), th e n e v e r to b e f o r g o t t e n look («la mirada im­ posible de olvidar n u n ca»)10. Fr. la c h o s e a faire («lo que hay que hacer»), d u tabac a f u m e r («tabaco para fumar»). (En alemán se ha desarrollado un participio especial a partir del uso correspondiente del infinitivo: das zu l e s e n d e b u c h [« e l libro para leer»]). En español: todas las academias ex iste nte s y p o r existir (Galdós). Este uso del infinitivo de alguna manera cubre la ausencia de una serie de participios: de futuro, pasivo, etc. Infinitivos como subjuntos: to s e e him, o n e w o u l d think («al verle uno pen saría...»), I s h u d d e r to think o f it («tiemblo de pensar en ello»), h e carne h e r e to s e e y o u («vino aquí para verte»).

Los a d v er b io s Adverbios como palabras primarias. Este es un uso raro, como ejem­ plos podemos citar: h e d id n o stay f o r l o n g («no se quedó por mucho tiempo») y h e ’s o n ly just back f r o m abroad («acaba de regresar justamente ahora del extranjero»). Con adverbios pronominales es más frecuente: f r o m h e r e («desde aquí»), till n o w («hasta ahora»). Otro ejemplo es h e l eft t h e r e at t w o o ’d o c k («salió de allí a las dos en punto»), en el que there es el complemento directo de left. H ere y th e r e pueden ser también subs­ tantivos en el lenguaje filosófico: M o tio n requ ires a h e re and a th e r e («El movimiento requiere un aquí y un allí»), in th e space-f ie ld lie in nu m era ble o t h e r th e r e s («en el campo espacial hay otros innumerables a llís » ) 11. Adverbios como adjuntos. Este uso es raro también: th e off side («el lado exterior»), t h e f e w near b y t r e es («los escasos árboles cercanos»), in after yea rs («los años siguientes»), all th e w e l l p a se e n g e r s («todos los 10. Cf. A Modern Englisb Grammar, II, 14, 4 y 15, 8. 11. Cf. M urray, A New Englisb Dictionnary y Jespersen, A Modern Englisb Gram­ mar, II, 8, 12.

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pasajeros sanos») l2, a so-so m atron [«un a dama envarada»] (Byron). En la mayoría de los casos, el uso de un verbo como adjunto es innecesario, puesto que existe un adjetivo que se puede utilizar. Ejemplos de adverbios pronominales: t h e then g o v e r n e m e n t («el gobierno de entonces»), t h e hither s h o r e («la orilla más cercan a»)13. Adverbios como subjuntos. No necesitamos ejemplos, pues éste es el uso ordinario de esta clase de palabras. Cuando un substantivo se forma a partir de un adjetivo o verbo, su determinante cambia por esa razón de categoría y pasa de la tercera a la segunda y, en todos los casos en que es posible, se emplea un adjetivo en lugar de un adverbio. absolu tely novel, u tterly dark. p e r f e c t l y strange. d escr i b e s accurately. I fir m ly believe. j u d g e s se verely . reads carefully.

II + III

a bso lu te n o v e lt y . u tter darkness. p e r f e c t stranger. accurate descr iptio n. m y firm b eliev e, a firm believer. s e v e r e ju dges. c are fu l r e ad er 14.

I + II

Vale la pena observar que los adjetivos que indican tamaño (gr eat [«gran d e»], small [«pequeñ o»]) se emplean como equivalentes de adver­ bios de la segunda categoría (m u c h [«m uch o»], little [«p o co »]): a great a dm irer o f T en n y so n («un gran admirador de Tennyson»), fr. un gr a nd adm irateu r d e T e n n y s o n 15. G. O. Curme lfi cita el al. d ie g e i s t i g Armen («los pobres de espíritu») y e t w a s lángst Bekanntes («algo conocido desde hace mucho tiempo»), donde g e i s t i g y langst carecen de flexión como los adverbios, «aunque modifiquen a un substantivo», la explicación de ello reside en el hecho de que Armen y Bek.anntes no son substantivos, sino simplemente adjetivos primarios, como lo indica su flexión. Algunas pala­ bras inglesas se pueden emplear de dos formas: th e s e are f u l l e q uiv alen ts (fo r) [«son equivalentes exactos d e»] o fu lly eq uiv alen t ( t o ) [«exacta­ 12. 13. 14.

Estas dos últimas expresiones son más americanas. Cf. A Modern English Grammar, II, 14, 9. «Absolutamente nuevo» «Novedad absoluta» «Completamente obscuro» «Obscuridad completa» «Perfectamente extraño» «Perfectamente extranjero» «Describe exactamente» «Descripción exacta» «Creo firmemente» «Mi firme creencia, un firme creyente» «Juzgo severamente» «Jueces severos» «Lee cuidadosamente» «Lector cuidadoso».

15. Para más detalles sobre esta cuestión, se puede consultar A M odern English Grammar, II, 12, 2, y en esta obra veremos el problema de los nexos en la p. 158. 16. G. O. Curme, A Grammar of the Germán Language, Nueva Y ork, 1922, pág. 136.

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mente equivalente a » ], y th e d ir e c t o p p o s i t e {of) [« e l opuesto exacto d e»] o d ir e c t l y o p p o s i t e (to) [«directamente opuesto a » ]. Macaulay es­ cribe: T h e g o v e r n e m e n t o f t h e T u do rs w as t h e d irect o p p o s i t e t o th e g o v e r n e m e n t o f Augustus [«E l gobierno de los Tudors era el opuesto exacto al de A ugusto»], caso en el que to parece convenir mejor al adjetivo o p p o s i t e que al substantivo, mientras que d ir ect presupone a este último. Los daneses dudan entre d e n indbildt s y g e y d e n indb ildte s y g e como tra­ ducción de Le malade imaginaire.

Los g r u p o s d e palabras Los grupos que constan de dos o más palabras, cuya mutua relación puede ser del carácter más variado, muchas veces pertenecen a la misma categoría que una palabra sola. En algunos casos resulta realmente difícil decir si se trata de una palabra o de dos (cf. ps. 96 y ss.). Originalmente, tod ay («hoy») constaba de dos palabras, pero actualmente existe cada vez ma­ yor tendencia a escribirlo en una sola palabra: today, y la posibilidad de de­ cir f r ó m t o d a y («desde hoy») muestra que no se percibe el significado origi­ nal de to. También t o m o r r o w («mañana») es una sola palabra en la actua­ lidad e incluso se puede decir: I look f o r w a r d to t o m o r r o w . No obstante, para el objetivo que nos hemos fijado en este capítulo poco importa que decidamos considerar éste y otros casos dudosos como una o dos palabras, pues vemos que un grupo de palabras (de la misma forma que una palabra sola) puede ser de la primera, de la segunda o de la tercera categoría. Ejemplos de varios tipos de grupos de palabras desempeñando la fun­ ción de primarios: Sunday a ft e r n o o n was fin e — El domingo por la tarde fue bonito. I s p e n t s u nd ay a ft e r n o o n at h o m e — Pasé la tarde del domingo en casa. W e met t h e kind o í d A rchbisho p o f York — Encontramos al bueno del viejo arzobispo de York. It had taken him ever since t o g e t u s e d to th e idea — Ha necesitado todo el tiempo desde entonces para habituarse a la idea. You have till ten to-night — Tienes hasta las diez de lanoche de hoy. From infancy to manhood is rather a te d io u s p e r i o d — El periodo que va desde la primera infancia hasta la edad adulta es más bien aburrido (Cowper). Jusqu’au roi l ’a cru — Hasta el rey lo creyó. Nous a v o n s assez p o u r fusqu’a samedi — Tenemos bastante hasta el sábado. Hasta los malvados c r e e n en é l (Galdós). Grupos de palabras como adjuntos: A Sunday afternoon c o n c e r t — Un concierto del domingo por latarde. T h e A r chb isho p of York — El arzobispo de York. 109

A Saturday to Monday excursión — Una excursión desde el sábado hasta el lunes. T he ti m e between two and four — El tiempo que va desde las dos a las cuatro. His after dinner p ip e — Su pipa de después de la cena. Grupos de palabras como subjuntos (terciarias): He sle p t all Sunday afternoon — Durmió durante toda la tarde del do­ mingo. He sm o k e s after dinner — El fuma después de comer. H e w e n t to all the principal cities of Europe — Fue a todas las ciudades de Europa. H e Uves next door to Captain Strong — Vive en la puerta de al lado del capitán Strong. T h e canal ran north and south — El canal iba del norte al sur. H e u sed to laugh a good deal — Acostumbraba a reír mucho. Five feet high — Cinco pies de alto. He wan ts things his own way — Quiere que las cosas se hagan como a él le gusta. Things shall g o man-of-war fashion — Todo se desarrollará dentro de un orden perfecto. H e ran upstairs three steps at a time — Subió las escaleras de tres en tres 17. Como se habrá visto por estos ejemplos, el grupo, tanto primario, como secundario o terciario, puede contener también elementos que man­ tengan entre sí la relación de subordinación que hemos señalado con res­ pecto a las tres categorías. Una cosa es la categoría del grupo y otra la categoría dentro del grupo. De esa forma pueden existir relaciones más o menos complicadas, que, a pesar de todo, siempre son fáciles de analizar desde el punto de vista estudiado en este capítulo. Algunos ejemplos pue­ den servir para revelarlo con claridad: W e m e t th e kind o í d A rch hish op o f York («Encontramos al simpático anciano arzobispo de Y ork»): las seis últimas palabras juntas forman un grupo primario, el complemento directo del verbo met\ pero el propio grupo consta de un primario Archhishop y cuatro adjuntos, the, kind, oíd, o f York o, deberíamos decir más bien que Archhishop o f York, que consta del primario A rch hish op y el adjunto o f York, es un grupo primario calificado por tres adjuntos the, kind y oíd. Pero el adjunto o f York, a su vez, consta de la partícula (preposición) o f y su complemento, la palabra primaria York. Para convertir el conjunto de dicho grupo en un grupo adjunto basta con ponerlo en genitivo: W e m e t the kind oíd Archbishop of York’s d a u g h te r («Encontramos a la hija del buen anciano arzobispo de York»). He Uves on this sid e th e river («Vive en este lado del río»): en este caso el grupo constituido por las cinco últimas palabras es terciario con 17.

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Para más detalles, ver la «construcción absoluta» en el capítulo IX .

respecto a Uves; on this side, que consta de la partícula (preposición) on con su complemento this (adjunto) si d e (primario) forma, a su vez, un grupo primario que desempeña la función de una preposición, cuyo com: plemento en este caso es el grupo t h e (adjunto) river (primario). Pero en la frase t h e buildings on this sid e t h e river are ancien t («los edificios de este lado del río son antiguos»), el mismo grupo de cinco palabras es un adjunto de buildings. De esa forma podemos llegar a un análisis natural y coherente hasta de las más complicadas combinaciones que podamos en­ contrar en el lenguaje real ,s.

Las o r a c i o n es Un caso especial de gran importancia lo ofrecen aquellos grupos que generalmente se llaman oraciones. Podemos definir una oración como un miembro de una frase que tiene en sí misma la forma de una frase (como regla, lleva un verbo en forma personal). Así pues, una oración puede ser, según las circunstancias, primaria, secundaria o terciaria. I.

Oraciones primarias:

That h e will c o m e is certain (His cotn ing is certain) — Es seguro que va a venir (Su venida es segura). W h o steals m y p u r s e steals trash (He steals trash) — Quien roba mi mo­ nedero roba menos que nada (Roba menos que nada). What y o u say is q uite t r u e (Your assertion is quite true) — Lo que usted • dice es totalmente cierto (Su afirmación es totalmente cierta). I b e l i e v e whatever he says (I b e l i e v e all his w o r d s) — Creo todo lo que dice (Creo todas sus palabras). J d o n o t k n o w where I was born (I d o not k n ow m y own birthplace) — (No sé dónde nací (No conozco mi lugar de nacimiento). I e x p e c t that he will arrive at six (I ex p ect his arrival.) — Espero que lle­ gará a las seis (Espero su llegada). W e talked o f what he would do ( W e talked o f his plans) — Hablamos de lo que haría (Hablamos de sus planes). O ur i g n o r a n c e o f w h o the morderer was (Our ign o ra n ce o f the ñame of the murderer) — Nuestro desconocimiento de quién fuese el asesino (Nuestro desconocimiento del nombre del asesino). 18. Un amigo me contó un día que un niño de siete años había preguntado a su padre si los bebés hablan desde el nacimiento. Su padre le respondió que no, en­ tonces el niño dijo: «Entonces ¿por qué dice la Biblia en la historia de Job que Job cursed the day that he was born?» («Job juró el día de su nacimiento» o «Job maldijo el día de su nacimiento», según el análisis que se haga de la frase). Senci­ llamente había analizado el grupo de la 1.a categoría, es decir, el complemento, como un grupo de la 3.a categoría.

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En las tres primeras frases, la oración es sujeto, en el resto es com­ plemento del verbo o de la preposición of. Pero existe una especie de aná­ lisis seudogramatical contra el cual debo avisar de forma especial al lector: afirma que en frases como la segunda el sujeto de steals es he, del que se dice que va implícito en w h o y constituye su antecedente, de la misma forma que man lo es en the man w h o steals, uno de los numerosos mitos que han viciado y complicado la gramática sin contribuir a un entendi­ miento real de los hechos del lenguaje 19. 19. Sweet en New English Grammar, § 112 y 220, escribe que hay un fenómeno de «condensación» en W hat you say is true («Lo que dices es verdad») y que la pa­ labra what desempeña la función de dos palabras en una sola; es el complemento de say en la oración relativa y al mismo tiempo sujeto del verbo is en la oración principal. Si tomamos W hat I say I mean («lo que digo lo mantengo»), what es com­ plemento en las dos oraciones y es sujeto en las dos oraciones de W hat is done canno t be undone («lo que está hecho no se puede deshacer»). Afirm a que la proposi­ ción introducida por un relativo que «condensa» dos funciones precede a la oración principal en lugar de seguirla, y que el antecedente que falta reaparece muchas ve­ ces cuando invertimos la construcción: Jt is quite true what you say («Es completa­ mente cierto lo que dices»), I j I say a thing I meant it («si digo algo lo manten­ go»). Pero esta última frase no es en nada un equivalente gramatical de What I say 1 mean y no contiene ni antecedente ni relativo. En el caso de It is quite true what you say, no es posible decir que it es el antecedente de what como tampoco se puede decir It what you say (para más precisiones, cf. más arriba, pág. 18). W h at no admite antecedente. El hecho de preceder a la oración principal en lugar de seguirla no es nada propio de las oraciones que contienen un pronombre que «condensa» dos funciones. En algunas de las frases que Sweet da como ejemplos, vemos el orden normal de las palabras en que el sujeto viene en primer lugar, y W hat I say I mean es un ejemplo de la forma enfática en que el objeto va en cabeza, como lo muestra la frase perfectamente natural I mean what I say («mantengo lo que digo»), en la que what es relativo, aunque Sweet no considera que hay «condensación», porque no tiene en cuenta la diferencia que hay entre una oración relativa y una oración subor­ dinada interrogativa. La principal objeción que podemos hacer al análisis de Sweet sigue siendo la de que no es natural decir que what desempeña la función de dos .palabras. W hat por sí solo no es el sujeto de it is true, pues si formulamos la pregunta Q u’est-ce qui est vrai? («¿Q ué es lo que es verdad?»), la respuesta nunca será W hat («lo que») sino what you say («lo que tú dices») y lo mismo ocurre con las otras frases. W hat es el complemento de say y de nada más, por las mismas razones que which en The words which you say are true («las palabras que dices son ciertas»); pero en este último caso considero que el sujeto de are es the words which you say («las palabras que dices») y no simplemente the words («las palabras»). Solamente así puede el análisis gramatical coincidir con el simple sentido común. Onions, en An Advanced English Syntax, habla de omisión del antecedente a propósito de la frase de Pope: To help who want, to forw ard who excel («ayudar a quien lo necesita, favorecer el que des­ taca») en la que who iría en el lugar de those who («aquellos que»): lo que no ve es que eso no le permite explicar I heard what you said («oí lo que dijiste»), donde resulta imposible intercalar nada delante de what. Onions no tiene en cuenta que what es un relativo y no se sabe cómo hacerlo entrar en su sistema. Ni Sweet ni él citan en este sentido los «relativos indefinidos» whoever («quienquiera»), whatever («lo que quiera que»), aunque no difieren de los casos de «condensación» más que en la intercalación de ever. Hay que analizar frases como W hoever steals my purse

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II.

Oraciones como adjuntos:

I like a b o y who speaks the truth (I like a truthful b o y ) — Me gustan los muchachos que dicen la verdad (Me gustan los muchachos sinceros). This is t h e latid where I was born (This is tny native latid) — Éste es el país donde nací (Éste es mi país natal). Vale la pena observar que en los casos en que aparecen dos oraciones relativas con el mismo antecedente (palabra primaria), la segunda va califi­ cada por la primera, es decir, es adjunta de un grupo constituido por una palabra primaria y por su adjunto, la primera oración de relativo. Veamos algunos ejemplos: T h e y tn u r d er ed all they met w h o m t h e y th o u g h t g e n t l e m e n — Asesinaron a todos los que encontraron y pensaron que eran gentileshombres. T h e r e is no one who knows him that d o e s not like him — No hay nadie que lo conozca y no lo ame. It is n ot the hen who cackles the most that lays th e largest e g g s — No es la gallina que más cacarea la que pone más huevos. III. Oraciones como subjuntos: Whoever said this, it is true (A n y h o w ...) — Sea quien fuese quien lo haya dicho, es cierto (De cualquier form a...). It is a c u s t o m where was born {...there) — Es una costumbre donde nací (...a llí). When he comes, I must g o ( T h e n . . . ) — Cuando llegue, tendré que irme (Entonces...). If the comes / must go (In that c a s e . . . ) — Si viene, tendré que irme (En ese caso...). As this is so, t h e r e is no harm d o n e ( A c c o r d i n g ly ...) — Siendo así, no ha habido daño (En consecuencia...). stcais trash («Q uien roba mi monedero roba menos que nada»), W hatever you say is true («cualquier cosa que digas es cierta») o I mean whatever I say («mantengo cualquier cosa que digo») de la misma forma exactamente que analizaríamos las fra­ ses correspondientes a éstas en que esas palabras irían substituidas por who y what. Cuando Dickens escribe Peggotty always volunteered this information to whomsoever ivould receive it («Pegotty daba siempre espontáneamente esta información a todos los que querían oírla»), se equivoca al escribir whom, pues whosoever es el sujeto de would receive aunque la oración en su totalidad sea el complemento de to; pero whomsoever sería perfectamente correcto si la farse terminase por (to) whomsoever it concerned («a todos los que concernía»). Tenemos así He was angry with whoever crossed his path («Se enfadaba con cualquiera que se cruzase por su camino»), y la frase de Kingsley Be good, sweet maid, and let who can be clever («sé buena, mu­ chacha, y deja a los que pueden ser inteligentes»). Cuando Ruskin escribe I had heen writing of what I knew nothing about («Había estado escribiendo de cosas que no conocía»), what va regido por la preposición about, mientras que of rige a toda la oración what I knew nothing about.

113 8 . — F I L O S O F Í A GRAMÁTICA

Lend m e y o u r knife that I may cut this string {...to cu t it w it h) — Prés­ tame tu cuchillo para que pueda cortar esta cuerda (...p ara cortarla). Nótese en este caso de forma especial el primer ejemplo, en el que la oración introducida por w h o e v e r no es ni sujeto ni complemento como las oraciones consideradas más arriba, sino que mantiene una relación menos estrecha con it is true. La definición del término «oración» exige ciertas observaciones sobre la terminología usual, de acuerdo con la cual las oraciones aquí citadas se llamarían «dependientes» o «subordinadas» como opuestas a la «oración principal»; términos semejantes encontramos en otras lenguas, por ejem­ plo: al. Nebensatz, hauptsatz. Pero, no es necesario en absoluto disponer de un término especial para lo que usualmente se llama oración principal. En primer lugar hay que hacer la observación de que no siempre se expresa la idea principal en la «oración principal», por ejemplo en el caso de This was b eca u se h e was ill («era porque estaba enfermo»). La idea que aparece expresada en la «oración principal» e n It is tr u e that h e is v e r y lea rned («es cierto que es muy sabio») puede expresarse mediante un simple ad­ verbio Certainly h e is v e r y l ea rned («Ciertamente es muy sabio»). ¿Cambia acaso la idea de que es muy sabio por el hecho de convertirse, de principal que era, en subordinada? Compárense también las dos expresiones I tell y o u that h e is mad («te digo que está loco») y H e is mad, as I tell y o u («está loco, como te digo»). Más aún, si definimos la «oración principal» como lo que queda, después de que se hayan eliminado las oraciones subor­ dinadas, muchas veces obtenemos curiosos resultados. Hay que admitir que en ciertos casos se pueden suprimir las oraciones subordinadas sin detrimento para el significado, que en cierta medida constituye un todo, como en I shall g o to London (if I can) («iré a Londres [si puedo]») o ( W hen h e g o t back) h e d in e d with his b r o t h e r («[Cuando volvió] cenó con su hermano»). Pero ni siquiera en este caso parece necesario disponer de un término especial para lo que queda después de haber eliminado los elementos de una expresión determinada, como tampoco cuando el mismo resultado se obtiene con la simple omisión de expresiones sinónimas de otra forma, como, por ejemplo, I shall g o to L ondon (in that ca se) («Iré a Londres [en ese caso]») o (A fter his return) h e d i n e d w ith his b r o t h e r (« [A su regreso)] cenó con su hermano»). En las tres frases I d o n o t knorv w h e r e I ivas born («No sé dónde nací»), This is t h e land w h e r e I was born («Esta es la tierra donde nací») y It is a c u s t o m w h e r e I w as b or n («Es una costumbre de donde nací»). Si eliminamos la oración w h e r e I was born, lo que queda es 1) I d o n o t k n o w («No sé»), This is th e land («Esta es la tie­ rra»), 3) It is a c u st o m («Es una costumbre»); pero tan poca razón hay pa­ ra tratarlas como categorías gramaticales separadas como en el caso de que se hubiesen poducido por omisión de las partes subrayadas de las frases 1) I do not know m y birthplace («No conozco mi lugar de nacimiento»), 2) This is my native land («Esta es mi tierra natal»), 3) It is a custom at ho114

m e («Es una costumbre en mi tierra»). Más aún, muchas veces lo que que­ da, después de la supresión de las oraciones dependientes, carece comple­ tamente de significado, como en (Who steals my purse) steals trash («[Q uien roba mi monedero] roba menos que nada») y todavía de forma mas absurda en (W hat surprise me) is (that he should get angry) («[L o que me sorprendre] es [que se enfade]»). ¿Puede realmente decirse que la pequeña palabra is contiene la idea principal? La unidad gramatical es la oracion completa, que incluye todo lo que el hablante o escritor ha reunido para expresar su pensamiento; debe considerarse como una totalidad y en­ tonces se vera que poca importancia tiene que el sujeto o cualquier otra parte de ella este en forma de oración y por tanto pueda recibir el nombre de oracion o que sea una sola palabra o un grupo de palabras o cualquier otra forma. O b s e r v a c i o n e s finales La term inología gram atical que aquí utilizam os, según la cual la distinción en tre las tres categorías aparece tratada com o d ife ren te de la d istinción en tre su b stan tivo s, ad je tivo s y ad verb io s, es p re ferib le en m uchos sentidos a la ter­ m inolog ía que encontram os en m uchas obras gram aticales, m uchas veces con­ fusa y co n trad icto ria. A veces encontram os conceptos paralelo s a las tres ca­ tegorías que aquí hem os establecid o, pero designados con los térm inos subs­ ta n tiv a !, a d je tiv a l y ad ve rb ia l, c se dice que una palabra está «usada como a d v e rb io » , etc. (P o r ejem p lo, el N ew English D iction n ary de M u rray, al ha­ b la r de la exp resión a sight too c le ve r [« u n poco dem asiado lis to » ] ). O tros dicen d irectam en te que w h a t o sev eral son su b stan tivos en un co n texto d e te r­ m inado y en o tro ad je tivo s, aunque !os coloquen a ambas palabras en tre los p ro n o m b res (W e n d t). F alk y T o rp dicen que el noruego disig es u n pro n o m ­ b re re fle x iv o « su b sta n tiv a l» y que sin es un p ronom b re re fle x ivo « a d je tiv a l» , pero el ú ltim o es su b stan tival en h v e r tog sin, sá tog je f m in («cada uno co­ gió lo suyo, así que yo cogí lo m ío»). M uchos autores hablan d el g enitivo « a d n o m in a l» com o o pu esto al g e n itivo « a d v e rb ia l» , pero algunos, no todos, lo re se rv a n para el caso en que se em plea con un verb o . En The K in g ’s E n­ glish el térm in o « a d v e rb ia l» se usa para grupos sub juntos y oraciones, pero no me parece hab er v isto « a d je tiv a le s » o « su b stan tív ales» usados para los ad­ ju n to s y p rim arios co rresp on d ien tes. P ara lo que yo llam o « a d je tiv o p rim ario » se usan los siguientes térm inos: ad je tivo su b stan tival, ad je tivo su b stan tivad o, a d je tivo ab solu to , a d je tivo usado de form a absoluta (pero « a b so lu to » se usa tam bién en aplicaciones to talm en te d ife ren tes, com o p o r ejem plo en el «ab la­ tivo a b so lu to »), quasi su b stan tivo (así d efin e el N ew English D ictio n n ary the g reat [« lo s g ra n d e s » ]), a d je tivo lib re (S w e e t, A N ew E nglish G ra m m a r, § 17 8 , ni h a b la r de la exp resión alem ana die G u ten T«los b u e n o s» ]), a d je tivo p ar­ cialm en te n om inalizad o {id., § 1 7 9 , al h ab lar de la exp resión inglesa the good M o s b u e n o s » ]), eq u iva len te de un su b stan tivo y eq u ivalen te de un nom bre. O n io n s, en su A n A d va n c e d E nglish S y n ta x ; § 9 , utiliza esta ú ltim a ex p re­ sión ; ap lica el térm in o « e q u iv a le n te de un a d je tiv o » en tre otras cosas a un « n o m b re en ap osició n», por ejem p lo: Sim ón Leem, the o íd huntsm an (« S i­

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m ón Leem , el v iejo cazad or») y «n o m b re v e rb a l que fo rm a p a rte de un n o m ­ b re com pu esto», p or ejem p lo: cannon balls («b alas de ca ñ ó n »). Es cierto que dice que en a lunatic asylutn, lunatic es un n o m b re (lo que es exacto, como lo m uestra el p lu ral lunatics ), pero lo llam a « e q u iv a le n te de un a d je tiv o » ; p o r con siguiente, debería decir que en sick room («h a b ita c ió n de e n fe rm o » ), la p alabra sick es un ad je tivo que es un e q u iva le n te de un n o m b re (id., § 9, 3 ), pero, de acuerdo con su § 1 0 , 6 , dicho e q u iva le n te de un n o m b re ¡te n ­ d ría que ser un eq u iva le n te de un a d je tiv o ! V eam o s un ejem p lo de la te rm i­ nología u n ifo rm e y «sim p lificad a» de S o n n e n sc h e in 20: según él, London en the London papers («lo s periódicos de L o n d res») es un e q u iv a le n te de un ad je tivo y el a d jetivo un eq u iv a le n te de un n om bre. A lg u n o s dicen que en the top on e («e l de a rrib a » ), el su b stan tivo está p rim ero ad je tivad o y después su b stan tivad o de n u evo, y que esas dos operaciones son o b ra de la p alabra one. Si consultam os A Modern Englisb Grammar21 verem o s q u e, en m i sis­ tem a, top es siem pre un su b stan tivo , pero en este caso ad ju n to del prim ario one. M i term inología es tam bién más sim ple de la que en co n tram os, por ejem ­ plo, en la Grammar of Late Modern Englisb de P ou tsm a, en la que en con­ tram os expresiones com o « a d ju n to atrib u tiv o ad nom in al com puesto de un nom bre o p ro n o m b re precedido de una p rep o sició n » para re fe rirse a lo que yo llam o «grup o ad ju n to p re p o sitiv o » (efectivam en te, P ou tsm a u tiliza el té r­ m ino adjunto en un sentido más am p lio que el mío).

Ahora estamos en condiciones de apreciar lo que Sweet decía en 187622: «Los gramáticos y los lógicos no han tenido en cuenta hasta ahora el hecho curioso de que la definición de un nombre solamente es aplicable estrictamente al caso nominativo. Los casos oblicuos son realmente pala­ bras atributivas y la flexión no es prácticamente otra cosa que un proce­ dimiento para convertir a un nombre en adjetivo o adverbio. Ello resulta perfectamente claro en el caso del genitivo... Igualmente claro resulta que noctem en flet noctem (“llora de noche”) es un puro adverbio de tiempo.» No obstante, Sweet, en su gramática anglosajona, no colocó el genitivo de los nombres en la clase de los adverbios y tiene razón al no hacerlo, pues lo que dice solamente es cierto a medias: los casos oblicuos son procedi­ mientos para convertir a un substantivo, que en nominativo es una pala­ bra primaria en una palabra secundaria (adjunto) o terciaria, pero sigue siendo substantivo en todos los casos. Existe cierta correspondencia entre la división en substantivos, adjetivos y adverbios y las tres categorías, y a veces ocurre que formas adjuntas de substantivos se convierten con el tiem­ po en auténticos adjetivos, y que formas subjuntas se convierten en adver­ bios (preposiciones, etc.), pero la correspondencia es solamente parcial, no completa. La clasificación en « partes de la oración » y la clasificación en «categorías» representan ángulos diferentes desde los que se puede consi­ derar la misma palabra o forma, en primer lugar tal como es en ú misma y en segundo lugar tal como es en combinación con otras palabras. 20. 21. 22.

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Cf. A Modern Englisb Grammar, II, 12, 41. A Modern Englisb Grammar II, 10, 86. Sweet, Collected Papers, O xford, 19 13, pág. 24.

CAPITULO V III NEXO Y UNION

Los adju ntos Ahora vamos a intentar definir la función de los adjuntos: ¿para qué objetivo u objetivos se añaden los adjuntos a las palabras primarias? Podemos distinguir aquí varias clases de adjuntos. Sin duda alguna, la más importante de ellas es la constituida por lo que podemos llamar adju ntos r est r ict iv o s o calificativos: su función es limitar la extensión de las palabras primarias, es decir, limitar el número de ob­ jetos a los que se pueden aplicar; en otras palabras, especificarlas o definir­ las. Así r e d en a r e d r o s e limita la aplicabilidad de la palabra r o s e a una subclase particular de la clase de las rosas, especializada y define la rosa de que estoy hablando al excluir las rosas blancas y amarillas; y lo mismo ocurre la mayoría de los demás ejemplos: Napoleon th e third («Napoleón tercero»), a n e w book («un libro nuevo»), I c ela n d ic peasants («campesinos islandeses»), a p o o r w i d o w («una pobre viuda»), etc. Ahora hemos de recordar que ejemplos idénticos dimos más arriba como ilustraciones de la tesis según la cual los substantivos son más es­ peciales que los adjetivos, y podemos hacernos la pregunta: ¿no existe una concentración entre lo que decíamos entonces y lo que acabamos de afir­ mar ahora? Pero, en un examen más detallado, vemos que realmente es más natural que un término especial se use para especializar más lo que en cierta medida es ya especial: el método de alcanzar un mayor grado de especialización es análogo al de llegar al techo de una casa a través de las escaleras: si una sola escalera no basta, cogeremos primero la escalera más alta de que dispongamos y después añadiremos la segunda más alta que tengamos y, si no es suficiente, añadiremos aquella cuya longitud sea inmediatamente inferior, etc. De igual forma, si w i d o w («viuda»), no es suficientemente especial, añadiremos p o o r («pobre»), que es menos espe­ cial que w i d o w , pero al añadirla, nos permite alcanzar una mayor especia117

lización; si no basta con eso, añadiremos el subjunto v e r y («m uy»), que en sí mismo es mucho más general que poor. W i d o w es especial, p o o r w i d o w más especial, y v e r y p o o r w i d o w todavía mucho más especial, pero v e r y es menos especial que p o o r y esta última a su vez menos que w i d o w . A pesar de que los nombres propios son muy especializados, todavía se los puede especializar más mediante adjuntos. Y o u n g B u rn s o bien sig­ nifica una persona diferente de oíd Burns, o bien, en caso de que solamen­ te exista una persona con ese nombre en la mente del hablante (y del oyente), quiere decir que se le cita con cierto énfasis en el sentido de que todavía es joven (en cuyo caso queda fuera de los adjuntos restrictivos, ver más adelante p. 120). Entre los adjuntos restrictivos, hemos de citar algunos que presentan carácter prenominal. This y that en this r o s e («esta rosa») y that r o s e («esa rosa») difieren de muchos otros adjuntos por el hecho de que no son des­ criptivos en absoluto: lo que hacen, tanto si van acompañados de un gesto del dedo como si no, es especificar. Lo mismo ocurre con el llamado ar­ tículo determinado the, al que sería mejor llamar artículo definido o de­ terminante: es el menos especial de los adjuntos y, sin embargo, especializa más que la mayoría de otras palabras y tanto como this o that (constituye una forma fonéticamente relajada de este último). En t h e r o s e («la rosa»), r o s e queda limitado a esta rosa concreta que en este preciso momento está en mi mente y debe estar en la tuya también, porque acabamos de citarla o porque todo la situación señala a esa rosa particular. Lo mismo ocurre con Shut t h e d oo r , p lease («cierra la puerta, por favor»). Mientras que king («rey»), por sí mismo, puede aplicarse a centenares de individuos, th e king («el rey») es tan concreto como un nombre propio: si nos encontra­ mos en el medio de un relato o una conversación sobre cierto rey particu­ lar, entonces nos estamos refiriendo a él, si no, significa o u r king («nuestro rey»), el rey actual del país donde estamos viviendo. Pero la situación puede cambiar y entonces el valor de la definición contenida en el artículo cambia automáticamente. T h e king is dead. Long l iv e t h e K i n g ! («El rey ha muerto. ¡Viva el rey!»). En la primera frase se cita a un rey, aquel de quien la audiencia piensa que todavía es rey allí; en la segunda frase las dos mismas palabras se refieren necesariamente a otro hombre, el sucesor legal del primero. Ocurre lo mismo exactamente con caso como t h e d o c t o r said that th e patien t w as likely to d ie s o o n («el doctor dijo que era proba­ ble que el paciente muriese pronto») y también con aquellos casos en que S w eet1 encuentra el «artículo único»: th e Devil [« e l demonio»] ¿por qué (a d ev i l [«un dem onio»]) tiene un sentido diferente?, th e sun («el sol»), t h e m o o n («la luna»), t h e earth («la tierra»), e tc .2 Realmente no existe ninguna razón para crear una clase «de personas o cosas que son únicas en sí mismas». 1. Sweet, A New English Grammar, § 20 31. 2. La misma actitud encontramos en M. Deutschbein, System der Neuenglischen Syntax, Cothen, 19 17 , pág. 245.

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No obstante, ésta no es la única función del artículo determinado. En casos como t h e English K in g («el rey de Inglaterra»), t h e e ld e s t b o y («el muchacho de más edad»), t h e b o y w h o s t o le t h e a pp les («el muchacho que robó las manzanas»), etc., los adjuntos bastan por sí mismos para individua­ lizar; por eso podemos decir que el artículo es inútil lógicamente, aunque el uso lo exija, no sólo en inglés sino también en otras lenguas. Quizás podemos llamarle artículo’ de determinación suplementaria. La relación en­ tre t h e K in g y t h e English K in g es paralela a la que existe entre h e o t h e y cuando bastan para indicar la persona o personas señaladas por la situa­ ción: h e can a ff o r d it («puede pagarlo»), t h e y can a j fo r d it («pueden pa­ garlo»), y los mismos pronombres cuando van determinados por una ora­ ción relativa adjunta: h e that is rich can a ff or d it («quien es rico puede pagarlo»), t h e y that are rich can a ff o r d it («quienes son ricos pueden pa­ garlo»). Lo mismo ocurre con los dos usos de t h e same, en primer lugar por sí mismo, con el significado de «la misma persona o cosa que acaba de mencionarse» y en segundo lugar completado por una oración relativa: th e s a m e b o y as (o t h a t ) s t o l e t h e apple s («el mismo muchacho que el que robó las manzanas»). Pero como señala el N ew English Dictionnary, el ar­ tículo definido con sa m e denota muchas veces un objeto indeterminado, como el all t h e p la nets travel r o u n d t h e sun in t h e sa m e d ir ectio n («todos los planetas se mueven alrededor del sol en la misma dirección»), sentido en el que el francés utilizaría el artículo indeterminado: deux m o t s qui sign ifient u n e m é m e c h o s e («dos palabras que significan la misma cosa»), y con frecuencia muchas veces en inglés se dice o n e and t h e same, podemos decir que o n e neutraliza al artículo determinado; así, en otras lenguas, lat. unus e t i d e m , gr. ( h o ) heis kai h o autos, al. ein u nd desrselb e, dan. e e n o g s a m e (sin el artículo determinado)3. Un adjunto constituido por un genitivo o por un pronombre posesivo siempre limita, aunque no siempre con la misma extensión que el artículo 3. No es nuestra intención examinar con detalle aquí los empleos del artículo definido, que muchas veces son muy curiosos y que varían de una lengua a otra e incluso de un siglo a otro dentro de una misma lengua. Puede ocurrir que su empleo vaya determinado de forma puramente accidental, como ocurre en la expresión at bottom («en el fondo»), en la que el artículo que estaba presente en la forma ori­ ginal at the (atte) bottom ha desaparecido a consecuencia de un proceso fonético bien conocido. G . Shütte, en Jysk og stdansk artikelbrug (Videnskabernes selskab, Copenhague, 1922), ha lanzado teorías interesantes, aunque poco convincentes, sobre la aparición y la difusión del artículo en numerosas lenguas. Sería interesante ver cómo expresan la determinación las lenguas que no poseen artículo determinado. En finés, por ejemplo, la diferencia entre el nominativo y el partitivo corresponde mu­ chas veces a la diferencia que nosotros hacemos entre el artículo determinado y el artículo indeterminado o la ausencia de artículo: Linnut (nom.) ovat (pl.) pussa («los pájaros están en el árbol»), Lintuja (part.) on (sing., siempre usado con un sujeto en part.) puussa («hay pájaros en el árbol»), Amnium linnut («he matado los pájaros»), Ammuin lintuja [«he matado pájaros»] (cf. Eliot, A Finnish Grammar, 13 1, 126). El partitivo está más próximo al artículo partitivo francés que el nominativo finés al artículo determinado inglés.

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determinado. M y f a th er («m i padre») y J o h r í s head («la cabeza de John») son los más concretos y especializados posible, porque un hombre solamen­ te puede tener un padre y una cabeza; pero ¿qué decir de m y b r o t h e r y («m i padre») y J o h r í s hat («el sombrero de John»)? Puedo perfectamente tener varios hermanos y John puede poseer más de un sombrero, y, sin embargo, a pesar de ello, esas expresiones se entienden como perfectamen­ te concretas: M y b r o t h e r arriv ed y e s t e r d a y («M i hermano llegó ayer»), Did y o u s e e m y b r o t h e r this m o r n in g ? («¿H as visto a mi hermano esta maña­ n a?»), J o h r í s hat b l e w o f f his head («El viento se llevó el sombrero de John»); la situación y el contexto muestran en cada caso a cuál de mis her­ manos se refiere y en la última frase se alude naturalmente al sombrero particular que John llevaba puesto en la ocasión citada. Pero cuando esas expresiones forman parte del predicado, no producen el mismo grado de concreción: cuando se presenta a una persona con las palabras this is m y b r o t h e r («éste es mi hermano») o cuando decimos That is n o t J o h r í s hat, esas palabras pueden significar «uno de mis hermanos» y «uno de los som­ breros de John». En alemán, un genitivo colocado delante define (S chillers G e d i c h t e ), pero un genitivo colocado detrás, no; por eso, se puede decir e in ig e G e d ic h t e Schillers («algunos poemas de Schiller»), pero debemos aña­ dir el artículo determinado (d i e G e d i c h t e S ch ill ers: [«lo s poemas de Schi­ lle r»]), si queremos obtener el mismo grado de concreación que el que obtenemos con el genitivo colocado delante. Cuando se utiliza un grupo prepositivo en lugar del genitivo, se necesita igualmente el artículo: d ie G ed ic h te v on Schiller («las poesías de Schiller»), y en otras lenguas: the p o e m s o f Schiller, les p o é m e s d e Schiller, i p o e m i d e l l o Schiller, l o s p o e m a s d e Schiller. En algunas lenguas se puede usar un pronombre posesivo en un sen­ tido parcialmente restrictivo. En medio-alto-alemán se decía ein sin bruod e r , mientras que hoy se dice ein Brud er v on ihm («un hermano de él»). En italiano, los posesivos no tienen carácter concreto, de ahí que se pueda decir un m i ó a m ic o («un amigo mío»), alcuni s u o i amici («algunos amigos suyos»), c o n d u e o tre amici su oi («con dos o tres amigos suyos»), si com u nica ro n o c e r t e lor o i d e e di ga stro n o m ía («se comunicaron algunas ideas suyas de gastronomía»). Por consiguiente, para concretar la expresión se necesita el artículo: il m i ó a m ic o («m i amigo»), Pero existe una excep­ ción interesante a esta regla: con nombres que indiquen una relación de parentesco no se usa el artículo: m ió fratell o («m i hermano»), su o zio («su tío»). Si no me equivoco, el origen de esto deben de serlo las expresio­ nes m ió padre («m i padre»), mia m a dre («m i madre»), en las que la con­ creción es consecuencia natural del hecho de que sólo se tiene un padre y una madre, y se extendieron analógicamente a los demás términos de parentesco. Es perfectamente natural que sea obligatorio utilizar el ar­ tículo cuando se trata de un plural: i m iei fratelli («mis hermanos») y que, por otro lado, no se use en el predicado: q u e s t o lib ro é m i ó («este libro es mío»). En francés los posesivos tienen carácter concreto, como 120

lo muestra su combinación con un comparativo, como en m o n meilleur ami («m i mejor amigo»), donde el pronombre produce el mismo efecto que el artículo en le m eilleu r ami («el mejor am igo»)4. Pero se usa una forma diferente en la expresión arcaica un m ien ami («un amigo mío») = it. un m ió amico, que actualmente se emplea en la expresión un d e m e s amis («uno de mis amigos») o un am i á m o i («un amigo mío»). En inglés, la inconcreción de un posesivo se expresa mediante combinaciones con o f: , a f r i e n d o f m in e («un amigo mío»), s o m e f rien d s o f h ers («algunos amigos de ella»), existe también la expresión any fri en d o f B r o w n ’s («cual­ quier amigo de Brown»), que se usa también para evitar la colocación del posesivo (o genitivo) junto con otros pronombres determinantes: that n o b l e heart o f h ers («ese noble corazón suyo»), this gr e a t America o f y o u r s («esa gran América tuya»), etc. Como no se trata de formas parti­ tivas, a esa construcción vamos a llamarla aquí «seudopartitiva» 5. Llegamos ahora a los a dju ntos no r estr ictivo s como en m y dear little Ann («m i querida A nita»). Como en este caso los adjuntos no se usan para decir de cuál o a cuál Ana (de varias) estamos hablando, sino sim­ plemente para caracterizarla, podemos llamarlos adjuntos decorativos («epitheta ornantia») o, desde otro punto de vista, «adjuntos inciden­ tes». Generalmente, su uso es de carácter emocional o incluso sentimen­ tal, aunque no siempre favorable, mientras que los adjuntos restrictivos son puramente intelectuales. Muchas veces se añaden a nombres propios: Rare Ben J o n s o n («el precioso Ben Jonson»), Beatiful Evelyn H op e is d e a d («la bella Evelyn Hope ha muerto»); poo r, hearty, honest, little Miss La C r e e v y [« la pobre, alegre, honrada pequeña Miss La Creevy»] (Dickens), dear, dir ty Dublin («Dublín, querida y sucia»), o, en francés, le B o n Dieu («el buen Dios», literalmente). En thise e x t r em el y sagacious little man («este hombrecito extraordinariamente sagaz»), solamente this define, los demás adjuntos son meramente incidentes, pero en h e is an e x t r em e l y sagacius man («es un hombre extraordinariamente sagaz») el adjunto es restrictivo. A veces puede ser difícil saber a qué clase pertenece un adjunto. His first i m p o r ta n t p o e m («su primer poema importante») significa general­ mente «el primero de sus poemas importantes» (después de haber escrito otros que carecían de importancia), pero puede significar también el pri­ mero que escribió al que se añade la información de que era importante: 4. Cf., a pesar de todo, el artículo partitivo en: J'ai eu de ses nouvelles («he tenido noticias suyas»). 5. Esa es sin embargo la -única explicación que admite Sonneschein (A New English Grammar, § 184), quien afirma que se so bren tiend e un nombre en frases como He is a friend of John's («Es un amigo de John») y que of John’s significa of John's friends («de los amigos de John»), de forma que dicha frase es equivalente de He is one of Joh n’s friends («es uno de los amigos de John»). En este caso of tiene el sentido de «entre». Pero, ¿podemos realmente afirmar que «un amigo entre los amigos de John» equivale a «uno de los amigos de John»?

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la entonación en el lenguaje hablado y la puntuación en el escrito permi­ tirán saber de qué significado se trata. T he industries J a p a n ese will c o n q u e r in t h e lon g run («A largo plazo los japoneses industriosos resul­ tarán vencedores»): ¿significa esto que Japón como nación resultará ven­ cedor, porque es industrioso, o bien que aquellos japoneses que son in­ dustriosos resultarán vencedores? Bernard Schmitz, en su Grammaire frangaise, da un buen ejemplo de la diferencia entre los dos tipos de adjuntos: Arabia Félix es una parte de Arabia, pero el conocido epigrama sobre Austria (como totalidad), que extiende sus fronteras mediante matrimonios, mientras que los de­ más países solamente pueden extender las suyas mediante la guerra, dice: «Tu, felix Austria, n u b e s » («Tú, feliz Austria, te casas»). La misma dife­ rencia entre un adjunto colocado delante, no restrictivo, y un adjunto colocado detrás, restrictivo, encontramos en las conocidas reglas de la gra­ mática francesa, de acuerdo con las cuales s es p au vr es p a rents («sus po­ bres parientes») abarca a todos sus parientes, todos ellos pobres, mien­ tras que se s parents p au vres significa aquellos de sus parientes que son pobres; no obstante, se trata de una distinción que no encontramos sis­ temáticamente en el caso de todos los adjetivos. La distinción entre las dos clases de adjuntos es importante en rela­ ción con las oraciones relativas. En inglés, mientras que los pronombres w h o y w ic h pueden introducir ambos tipos de oraciones, las oraciones restrictivas solamente pueden ir introducidas por that o sin pronombres th e sold iers that w e r e brave ran f o r w a n d («los soldados que eran valien­ tes avanzaron»), t h e soldiers, w h o w h e r e brave, ran f o r w a r d («los solda­ dos, que eran valientes, avanzaron»), e v e r y b o d y I saw t h e r e w o r k e d v e r y hard («todos aquellos que allí vi trabajaban duro»). La diferencia entre las dos primeras oraciones puede resultar todavía más evidente mediante la inserción de all: all t h e sold iers that w e r e b ra v e... («todos los solda­ dos que eran valientes...»), th e soldiers, w h o w e r e all b r a v e . .. («los sol­ dados, que eran todos valientes...»). Nótese que existe también una mar­ cada diferencia en la entonación, pues una oración no restrictiva empie­ za con entonación más baja que una restrictiva; además, delante de una oración no restrictiva puede existir una pausa, pero difícilmente delante de una restrictiva, como lo indica la coma en la escritura. En danés la diferencia va señalada por el artículo del antecedente: (alie) t h e s o ld ater s o m var m o d i g e lob frern; Soldaterne, s o m (alie) var m o d i g e , lob frem . Pero este criterio no siempre es válido; si el antecedente lleva otro adjun­ to, la única diferencia reside en el acento de intensidad del artículo colo­ cado delante: 'de franske so ld ater s o m . . . («los soldados franceses q u e ...»), d e 'franske soldater, s o m . . . («Los soldados franceses, q u e ...»). Una ora­ ción relativa que indica una sucesión en el tiempo no tiene ningún carác­ ter restrictivo de forma natural: h e g a v e th e l et t e r to th e clerk, w h o th en c o p i e d it («dio la carta al escribiente, el cual la copió»), Han g a v b r e v e t til kontoristen, s o m sá skrev d e t av, pero: He g a v e th e l e t t e r to th e 122

clerk w h o w a s to c o p y it («dio la carta al escribiente, el cual debía copiar­ la»), dan. Han g a v b r e v e t til d e n kontorist s o m skulde skrive d e t av. Los siguientes ejemplos servirán de ilustración de las dos clases de oraciones relativas adjuntas: T h e r e w e r e f e w p a ss en g ers w h o esc a p e d w i t h o u t s erie s injuries («Hubo pocos pasajeros que no resultasen con he­ ridas»), T h er e w e r e f e w passen gers, w h o es c a p e d w it h o u t se rio u s inju­ ries («había pocos pasajeros, que resultaron sin heridas»); T h e y d iv id e w o m e n into t w o classes: th o s e t h e y w an t to kiss, and t h o s e t h e y w an t to kick, w h o are t h o s e t h e y d o r í t w an t to kiss («Dividen a las mu­ jeres en dos categorías: aquellas a las que quieren besar y aquellas a las que quieren abofetear, que son aquellas a las que no quieren be­ sar»). La distinción entre adjuntos restrictivos y no restrictivos (que en cier­ to sentido son ambos calificadores), no se aplica a los adjuntos que ex­ presan cantidad, como m a n y («muchos»), s o m e («algunos»), m u c h («mu­ cho»), f e w («algunos»), little («poco»), m o r e («m ás»), less («menos»), no («ninguno»), o n e («uno») y los demás numerales. Siempre que van con adjetivos como adjuntos de la misma palabra primaria se colocan delan­ te: m a n y small b o y s («muchos niños»), m u c h g o o d w in e («mucho vino bueno»), t w o y o u n g girls («dos niñas»). Existe una curiosa relación entre estos cuantificadores y combinaciones de substantivos que indican núme­ ro o cantidad, cuando van seguidos de un grupo de palabras introducido por o f o, en lenguas cuyo sistema de formas es más complicado, un geni­ tivo u otro caso de carácter partitivo: originariamente h u n d re d («cien») era un substantivo y en el plural siempre lo es: hu n d red s o f sold iers («cen­ tenares de soldados»), pero en singular, a pesar de ir precedido de o n e o a, no §e distingue de los demás numerales: a hu n d red sold iers («cien solda­ dos») o t h r e e h u n d red sold iers («trescientos soldados»); lo mismo ocurre con d o z en s o f h o t tle s («docenas de botellas») y a dozen b o tt le s («una do­ cena de botellas»). Mientras que en inglés se dice a c o u p l e o f days («un par de días») y a pair o f l o v e r s («un par de amantes»), en alemán se dice ein paar T a ge y en danés et par d a g e («dos o tres días»), e incluso, en estas dos últimas lenguas, d ie paar T age y d e par dage («estos dos o tres días»), exactamente como se dice d ie z w e i Tage y d e to d a g e («los dos días»). Al inglés m u c h w i n e («mucho vino»), m a ny b ottles («muchas botellas») y no frie n d s corresponde en francés b ea u co u p d e vin, b ea u co u p d e bouteilles y pas d ’amis\ a a p o u n d o f m eat («una libra de carne») y a b otlle o f w in e («una botella de vino») corresponde en alemán ein P fu nd Fleisch y ein e Flasche W ein y en danés et p u n d kod y en flaske vin. Siempre que aparece un artículo indeterminado, parece ser una for­ ma debilitada del numeral o n e : uno, un, ein, en, an (a ), i en chino, forma débil de yit, y en ruso odin, que muchas veces sirve de artículo indeter­ minado. En inglés, en ciertos casos, a tiene el valor de un numeral, por ejemplo: en f o u r at a tim e («cuatro a la vez), birds o f a f e a t h e r («gente de la misma calaña»), y en muchos casos la forma llena y la débil son

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sinónimas, como en o n e Mr. B r o w n = a Mr. B r o w n («cierto Sr. Brown»), caso en el que también se puede decir certain Mr. B r o w n («cierto Sr. Brown»). Este último uso de la palabra certain nos recuerda que mu­ chas veces en que usamos el artículo «indeterminado», pensamos en reali­ dad en algo muy concreto y que el término «indeterminado» en el senti­ do gramatical no significa otra cosa prácticamente que «lo que no (o to­ davía no) se nombra», como ocurre en el comienzo de un relato: «En cierta ciudad vivía una vez un sastre que tenía una h ija ...» . Al conti­ nuar, usamos la forma determinada para referirnos al mismo hombre y decimos: «En aquella ciudad conocían al sastre con el nombre d e ..., etc.» 6. Como el artículo indeterminado es un numeral debilitado, no se usa para referirse a lo que no se puede enumerar, como veremos en el capí­ tulo XIV. Y como o n e («uno») no tiene plural —y, por lo tanto, a(n) tampoco— , no existe una forma plural del artículo indeterminado, a me­ nos que consideremos como tal la curiosa forma española unos. Pero, de forma diferente, el francés ha desarrollado lo que podemos llamar un ar­ tículo indeterminado, que se usa con las palabras que no se pueden enu­ merar y los plurales, el llamado «artículo partitivo», como en d u vin, d e l ’or, d e s amis. Naturalmente nació de un grupo prepositivo, pero actual­ mente ya no se siente como tal y, en cualquier caso, se puede usar detrás de otra preposición: a v e c d u vin, j ’en ai parlé a d es amis. Actualmente es tan adjunto como cualquier numeral o como su sinónimo q u e l q u e (s) o su equivalente en inglés: s o m e («algunos»).

El nexo Llegamos ahora a lo que antes hemos llamado nexo. El ejemplo que entonces dábamos era th e d o g harks fu rio u sly («el perro ladra furiosa­ mente») en oposición con la unión que hay en a fu rio u sly bar king d o g («un perro que ladra furiosamente»). El elemento terciario f u r io u sly es el mismo en ambas combinaciones, por lo cual podemos dejarlo de lado aquí. Evidentemente la relación entre t h e d o g barks y a barking d o g es la mis­ ma que la que existe entre th e r o se is r e d («la rosa es roja») y a r e d ro se («una rosa roja»). En th e d o g barks y the ro se is r ed tenemos significa­ dos completos, oraciones completas, en las que se suele hablar de the d o g y th e ro se como de sujetos y de barks y de is r e d como de predicados, mientras que a la combinación de ambos elementos se la llama «predición». Pero, ¿cuál es la diferencia entre éstas y las otras combinacio­ nes? Paul, en sus Prinzipien d er S p r a c h g e s c h i c h te , considera al adjunto co­ mo una forma debilitada del predicado (ein d eg r a d i e r t e s Prádikat, p. 140 6. cap. X V .

124

Sobre el empleo

«genérico»

del artículo

indeterminado,

ver

pág.

175

v

y ss) e, igualmente, Sheffield dice que un adjunto «implica una cópula latente» . Si esto significa que a r e d r o se («una rosa roja») es equivalente de (o tiene su origen en) a r o s e w i c h is red («una rosa que es roja») y que por tanto, r e d es siempre una especie de predicativo, no hay que olvidar que en este caso se ha añadido a la combinación el pronombre relativo, pero la función del relativo consiste precisamente en convertir al conjun­ to en un adjunto (un atributo, un epíteto). Barking no es una forma de­ ' bilitada de barks, a pesar de que a barking d o g («Un perro que ladra») es lo mismo que a d o g w h o barks («un perro que ladra»). Peano está más cerca de la verdad cuando dice que el pronombre relativo y la cópula son como el positivo y el negativo de una cantidad que se anulan mutuamen­ te al sumarlos: w ic h («que») = — is (« — es») o — w ich (« — que») = -fis ( « + es»), o sea: w ic h is = 0 . Mientras que Paul piensa que la unión (Attributivverbaltnis — «re­ lación de atribución») se ha desarrollado a partir de una relación predica­ tiva y, por tanto, en última instancia, de una oración, Sweet no dice na­ da sobre la relativa prioridad de las dos combinaciones, cuando dice que la «asunción» (así llama a lo que nosotros llamamos «unión») es una predicación implicada o latente y, que, por otro lado, la predicación es una especie de asunción reforzada o desarrollada 8. Pero esta forma de ver las cosas realmente no conduce a ninguna parte. W undt y Sütterlin distinguen dos clases de combinaciones: abiertas y cerradas (o j j e n e u nd g e s c h l o s s e n e W o r t v er b in d u n gen ) . Probablemente sería mejor decir que la una está inacabada y hace que esperemos una continuación {a r e d rose, — w ell, what about that rose?-, «una rosa roja, bueno, ¿qué pasa con esa rosa?»), mientras que la otra forma, por sí sola, un todo (t h e r o se is r e d [« la rosa es ro ja»]). La primera es una combina­ ción sin vida, yerta, la segunda tiene vida por sí misma. Generalmente se considera que ello se debe a la presencia de un verbo en forma personal (t h e r o s e is red, [« la rosa es ro ja»], t h e d o g barks [«e l perro lad ra»]) y con razón llaman los gramáticos chinos «palabra viva» al verbo por opo­ sición al nombre, que carece de vida. Y, sin embargo, no son tanto las propias palabras como su combinación lo que infunde vida o está privado de ella y, como ahora vamos a ver, existen combinaciones sin verbo en forma personal, que desde cualquier punto de vista deben considerarse del mismo carácter que combinaciones como th e ro se is red, o t h e d o g barks Se trata de frases completas, es decir de enunciados completos, y eso na­ turalmente es muy importante, incluso desde el punto de vista de los gramáticos. Pero exactamente la misma relación entre palabras prima­ rias y secundarias que vemos en frases completas la encontramos en mu­ chas otras combinaciones que no son tan redondas ni tan completas en sí mismas como para formar auténticas frases. Para comprobarlo basta con 7. 8.

Cf Sheffield, Grammar and Thinking, 56. Cf. A New English Grammar, 44.

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que nos fijemos en las oraciones subordinadas ordinarias, por ejemplo: (I s e e ) that t h e r o s e is r e d («[V e o ] que la rosa es roja») o S h e is alarmed w h e n t h e d o g barks (« [S e asusta] cuando el perro ladra»). Además, la re­ lación entre las dos últimas palabras en h e p a in ted t h e d o o r r e d («pintó la pared de rojo») es evidentemente paralela a la que existe en t h e d o o r is r e d («la puerta es roja») y diferente de la de t h e r e d d o o r («la puerta roja») y las dos ideas, t h e d o c t o r («el doctor») y a rr iv e («llegar») están en la misma relación esencial en las cuatro combinaciones siguientes: 1.

T h e d o c t o r arrived — «El doctor llegó». 2. I sa w th e d o c t o r arrived — «V i que el doctor llegó». 3. I s aw t h e d o c t o r arrive — «V i llegar al doctor». 4. I s aw t h e d o c t o r ’s arrival — «V i la llegada del doctor». Lo que estas combinaciones y las que veremos en el capítulo siguiente tienen en común es lo que llamo nexo, y ahora voy a intentar determinar en qué consiste la diferencia entre un nexo y una unión, al tiempo que pido al lector que recuerde, por un lado, que en un nexo no se requiere la presencia de un verbo en forma personal y, por otro, que, aunque no siempre, un nexo puede formar una frase completa. En una unión un elemento secundario (un adjunto) se une a una pa­ labra primaria como una etiqueta o señal distintiva: una casa se carac­ teriza diciendo que es th e next h o u s e («la casa siguiente») o t h e d o c t o r ’s h o u s e («la casa del doctor»). El adjunto y la palabra primaria juntos for­ man una sola denominación, un nombre compuesto para lo que se hu­ biera podido perfectamente citar mediante un solo nombre. De hecho, muchas veces, en lugar de n e w - b o r n d o g («perro recién nacido») decimos p u p p y («cachorro»), en lugar de a silly p er s o n («una persona tonta») po­ demos decir f o o l («im bécil»); compárense también las expresiones com­ puestas a f em a l e h o r s e («una yegua»), t h e w arm seaso n («la estación cá­ lida»), an unnaturally small p e r s o n («una persona anormalmente peque­ ña»), an o f f e n s i v e s m ell («un olor desagradable») con las expresiones de una sola palabra mare, («yegua»), t h e s u m m e r («el verano»), a d w a r f («un enano»), a s t e n c h («un tufo»), etc. Lo que en una lengua se expresa me­ diante una palabra, en otras muchas veces tiene que decirse mediante la combinación de una palabra primaria y un adjunto: ingl. claret, fr. vin r o u g e («vino tinto») y, por otro lado, fr. patrie («patria»), ingl. n ativ e c o u n t r y («país natal»). Por tanto, una unión es una unidad o idea indivi­ dual, expresada de forma más o menos accidental mediante dos elemen­ tos 9. En cambio, un nexo siempre contiene dos ideas que necesariamente 9. Una palabra de la 2.a categoría o de la 3.a puede también indicar una idea que una sola palabra de la 2.a categoría bastaría para expresar; tenemos así tres petit = muy pequeño = minúsculo, extraordinariamente grande = enorme, que hue­ le mal = que apesta.

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deben permanecer separadas: el término secundario añade algo nuevo a lo que ya se ha expresado antes. Mientras que la unión es más inerte o rígida, el nexo es más flexible; es como si estuviera animado o articula­ do. Naturalmente, las comparaciones siempre son inadecuadas en alguna medida; no obstante, como es muy difícil expresar estos fenómenos en forma completamente lógica o científica, nos atrevemos a decir que la forma en que el adjunto va unido a su palabra primaria es semejante a , la forma en que la nariz y los oídos están fijados a la cabeza, mientras que el nexo descansa sobre su palabra primaria como la cabeza sobre el tronco o una puerta sobre la pared. Una unión es como un cuadro, un nexo como un proceso o acontecimiento. La distinción entre un nombre compuesto para una idea y la conexión de un concepto con otro concepto es más fácil de ver si comparamos dos frases como th e blue d ress is th e o l d e s t («el vestido azul es el más viejo») y th e o ld e st d ress is blue («el vestido más viejo es azul»); la nueva información que se da sobre el vestido en la primera frase es que es el más viejo y en la segunda que es azul; la misma diferencia existe entre a dancing w o m a n cha rm s («una mujer que baila es encantadora») y a cha rm in g dan ce s w o m a n dan ces («una mujer encantadora baila»). Ahora vamos a estudiar detalladamente las diferentes combinaciones gramaticales que se caracterizan por la presencia del nexo. Algunas de ellas son muy familiares a los gramáticos, pero, que yo sepa, ésta es la primera vez que alguien intenta reunirías desde este punto de vista.

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CAPITULO IX LOS DIFERENTES TIPOS DE NEXOS

Las f o r m a s p er so n a le s d e l v e r b o Al intentar clasificar las diferentes clases de nexos primero vamos a citar brevemente las tres clases que contiene un verbo en forma personal: primero, la frase completa ordinaria, como en th e d o g barks («el perro la­ dra»), t h e r o s e is r e d («la rosa es roja»). En segundo lugar, la misma com­ binación en oraciones subordinadas, es decir, como partes de una frase, como en s h e is affraid wheti th e d o g barks («se asusta cuando el perro ladra»), I s e e that t h e r o se is r e d («veo que la rosa es roja»). En tercer lugar, el fenómeno muy interesante que vemos en Arthur w h o m t h e y say is killed t o n i g h t («A rtur, a quien, según dicen, han matado esta noche»), de ahí el uso del acusativo w h o m . En el Apéndice daré otros ejem­ plos de esta construcción así como mis razones para defender la forma w h o m , que generalmente se considera como un gran error. Los n ex os en infinitivo A continuación tenemos una serie de construcciones que contienen un infinitivo. El acusativo con el infinitivo. Ejemplos de esta bien conocida expre­ sión: I heard h e r sing («La oí cantar»), I c a u sed h e r to sing («L a enseñé a cantar»), es decir, en ciertas combinaciones con t o y en otras sin él. Lo mismo ocurre en otras lenguas. Sweet ‘, observa la diferencia entre I like q uiet b o y s («M e gustan los niños silenciosos») y I like b o y s to b e quiet («M e gusta que los niños estén silenciosos»), lo cual es diferente en la medida en que la segunda frase no indica en absoluto que gusten los ni­ ños, pero no ve la razón real a que se debe dicha diferencia, dado que, según él, «la única palabra a la que I like rige gramaticalmente es boys, pues t o b e q uiet es solamente un adjunto gramatical de b o y s» . Sería más 1.

Sweet, A New English Grammar, O xford, 1892, 1898, 124.

129 9 . — FILOSOFÍA GRAMATICA

correcto decir que no es b o y s el complemento directo, sino el nexo com­ pleto que consta de la palabra primaria b o y s y del infinitivo, exactamen­ te como si dijésemos que es la oración en conjunto y no sólo el sujeto la que es el complemento directo, si tuviésemos que traducirlo por I like that b o y s are quiet [«m e gusta que los niños estén silenciosos»]. (Esta última construcción es rara con este verbo, aunque N ew English Dictionnary da una cita de W . Scott; es corriente con otros verbos como s e e [« v e r» ] o b e l i e v e [«c re e r»], que exigen también acusativo delante del infinitivo). Sonnenschein 2 habla de «dos complementos directos» y colo­ ca esta frase en el mismo apartado de h e asked m e a q u es tio n («m e hizo una pregunta»), mientras que I like to b e q uiet («me gusta estar en silen­ cio») es totalmente diferente de la frase que lleva la palabra boys. La re­ lación entre b o y s y el infinitivo no es en absoluto la misma que la que existe entre m e y a question, pero es exactamente la misma que la que hay entre las dos partes de cualquier otro nexo, como por ejemplo entre el sujeto y el predicado de una frase completa. La misma construcción encontramos muchas veces en inglés en casos en que el nexo es el complemento no de otro verbo, sino de una preposi­ ción, o quizás más bien de una frase compuesta de un verbo y una pre­ posición, lo que muchas veces es sinónimo de un solo verbo (look on = co n s id e r [«considerar»], p revail on — in d u c e [«p ersu ad ir»], etc.) Ejem­ plos: I loo k ed u pon m y s e l f to b e fu lly se t t le d [«m e consideraba comple­ tamente instalado»] (Swift), s h e can hardly prevail u pon hi m to eat («d i­ fícilmente puede convencerle de que coma»), y o u m a y c o u n t on him to c o m e («puedes contar con él para que venga»). Mientras que I l o n g f o r y o u to c o m e («estoy impaciente por que ven­ gas») se puede analizar de la misma forma, no se puede decir lo mismo de algunas otras combinaciones con f o r y en infinitivo que se han desa­ rrollado en el inglés moderno. La división original de una frase como It is g o o d f o r a man n o t to t o u c h a w o m a n («Es bueno que un hombre no coque a una mujer») era It is g o o d f o r a man ¡ n ot to t o u c h a w om a n . pero acabó por entenderse como It is g o o d / f o r a man n o t to to u ch a w om a n , caso en el que a man se considera como más íntimamente unido al infinitivo. Esto conduce a la posibilidad de colocar f o r y la palabra por ella regida delante, como en: f o r a man to tell h o w human Ufe b eg an is bard [«A l hombre le resulta difícil decir cómo empezó la vida huma­ n a»] (Milton), f o r y o u to cali w o u l d b e t h e b es t [«lo mejor para ti sería llam ar»], y este empleo se ha extendido hasta el punto de aparecer des­ pués de than: Nothing was m o r e f r e q u e n t than f o r a bailiff to seize Jack [«N ada era más frecuente que un alguacil detuviese a Ja ck »] (Swift), n o th i n g co u ld b e b et t e r than f o r y o u to cali («nada sería mejor para ti que llam ar»): f o r y su complemento no son actualmente otra cosa que el (sujeto) primario del nexo, cuya parte secundaria es el infinitivo; combi­ 2.

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Sonneschein, A New English Grammar, Oxford, 19 21, 487

naciones como it m ig h t s e e m d is r e s p e c t f u l to bis m e m o r y f o r m e to b e on g o o d te r m s w ith (his e n e m y ) [«Podría parecer irrespetuoso para su memoria que yo mantuviese buenas relaciones con (su enemigo)»] (Jane Austen), muestran qué lejos ha llegado a estar la construcción de su uso original, pues en este caso his m e m o r y desempeña la misma función que la que la expresión introducida por f o r desempeñaba en un principio 3. Una evolución paralela a ésta se ha producido en eslavo, lengua en la que muchas veces encontramos un dativo con infinitivo en casos en que en griego y en latín habría un acusativo con infinitivo4. Desde frases como, en viejo eslavo, d o b r o j e s ñ nam ü síd e byti, que corresponde al inglés it is g o o d f o r us to b e h e r e («es bueno que estemos aquí»), en las que el dativo originariamente pertenecía a is g o o d , se extendió a casos como n e d o b r o jesti m n o g o m ü b o g o m ü byti, que corresponde al inglés it is n o t g o o d f o r m a n y g o d s to b e («no es bueno que haya mu­ chos dioses»); dicha construcción se usa incluso con verbos que normal­ mente no pueden llevar dativo. En las lenguas germánicas primitivas ha­ bía una construcción similar, y Grimm y otros hablan de una construc­ ción de dativo con infinitivo en gótico jah wairp pairhgag ga n imma pairh atisk■ [«S e le ocurrió atravesar el campo»] (Marc, 2, 23) y otros ejemplos similares en lenguas de la misma familia; no obstante, no se pueden considerar más que como los primeros esbozos del desarrollo que resultó ser tan fructífero en eslavo (sobre este tema véase la importante obra de Morgan Callaway, T h e In fin itive in Anglo-Saxon, Washington, 1913, pp. 127, 248 y ss., donde aparecen citados trabajos anteriores sobre el mismo tema). Hemos visto palabras primarias, que desempeñan prácticamente la función de sujeto del infinitivo, en acusativo y en dativo, con la prepo­ sición f o r ; pero en algunas lenguas puede ir también en nominativo. En inglés medio el caso común de los substantivos, que abarcaba a los casos nominativo y acusativo primitivos, se usaba en combinaciones como Lo! s w i c h it is a m illere to b e fals [«¡V ed ! ¡Ahí tenéis! ¡Así es como un mo­ linero puede ser indecente!»] (Chaucer), And v e r e l e y o n e man to l y u e in pleasure, w h y l e s all o t h e r w e p e . . . that is t h e part o f a iayler [«R eal­ mente, la misión de un verdugo consiste en que un hombre viva en el placer cuando todos los demás se lam entan»] (More). En pronombres en­ contramos el nominativo: T h o w to l y e b y our m o t h e r is to m u c h sh am e f o r us to s u f f r e » («Pero mentir a nuestra madre e¡> Una vergüenza que no podemos soportar»). El español emplea también el nominativo: ¿Es cau­ sa bastante para t e n e r ham b r e y o ? , ¿ Q u é importará, si está m u e r t o mi ho n o r, el q ued ar y o v i v o ? (Calderón, El Alcalde d e Zalamea, I, 308 y 2, 3. He tratado este problema en Festscbrift W . V ietor (Die neueren Sprachen. 1910). . ‘ 4. Cf. Miklosich, Synt. 6 19 , Vondrák, Vergleichende Slaviscbe Grammatik, 2. 366' y especialmente C. W . Smith en Opuscula Philol. ad 1, N. Madvigium, 1876, págs. 2 1 y ss.

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840). Lo mismo ocurre en italiano y en portugués, en el que la forma e u corresponde a « y o » 5. En italiano la combinación prima di narrarci il poeta la favola («antes de que el poeta nos cuente la historia»), en que el infinitivo lleva a la vez un sujeto y dos complementos nos recuerda mucho a una oración subordinada, de la que solamente difiere en el he­ cho de no tener un verbo en forma personal. De igual forma, en árabe, según Steinthal6, quien la traduce en alemán así: es ist gemeldet-mir die Tddtung (nominativo) Mahmud (nominativo) seinen-Brunder («M e han anunciado el asesinato Mahmud su hermano», es decir: dass Mahmud seinen Bruder getótet hat, «que Mahmud ha matado a su hermano»). Los siguientes ejemplos muestran otros casos en que el nominativo puede ser el sujeto conceptual de un infinitivo. Si bien el complemento en he believes me to be guilty («cree que yo soy culpable») es el nexo com­ puesto por las cuatro últimas palabras, debemos decir que en la construc­ ción pasiva el sujeto no es I sólo, sino el nexo I to be guilty completo a pesar de que estas palabras no vayan colocadas juntas y a pesar de que la persona del verbo vaya determinada solamente por la primera pala­ bra. Lo que se cree es mi culpabilidad. Lo mismo ocurre en casos como he is said (expected, supposed) to come at five («Dicen [piensan, espe­ ran] que vendrá a las cinco»), que equivale a His arrival at five is ex­ pected («Esperan su llegada a las cinco»), o como I am made (caused) to work hard [«M e hacen (me incitan a) trabajar d u ro »], (lo que se hace no es «yo» sino «que yo trabaje») y también en otras len­ guas 7. La misma consideración se puede aplicar a las construcciones activas, como he seems to work hard en inglés, Er scheint hart zu arbeiten en alemán, II semble (parait) travailler dur en francés, Parece trabajar duro en español, casos en los que el danés utiliza la forma pasiva: Han synes at arbejde h ard t 8. Lógicamente este análisis debe extenderse a ejemplos co­ mo ingl. he is sure (likely) to come («Es seguro [probable] que vendrá»), 5. El «infinitivo con flexión» del portugués representa otra forma de indicar para la segunda persona de) singular y para todo el plural cuál es el sujeto concep­ tual de un infinitivo; tenemos así íer-es («que tú eres») y en el plural íer-mos, ter­ cies, ter-em (cf. F. Diez, Grammatik der Romanischen Sprachen, 2, 187 y 3, 220). A l­ gunos autores piensan que históricamente se trata no de la adopción de las termina­ ciones personales por analogía, sino de formas que siempre han sido personales, pero ello no modifica en nada la naturaleza de dichas formas tal como aparece a través del empleo que de ellas se hace. 6. H. Steinthal, Charakteristik der hauptsachlichen Typert des Sprachhaues, páf>. 267. 7. Sonneschein (A New English Grammar, § 301) afirma que el infinitivo to be que vemos en He is believed by me to be guilty («Creo que él es culpable») es un complemento como el acusativo en He was awarded the prize, forma pasiva de They awarded him the prize («le concedieron el premio»). Se trata de un paralelismo que realmente no es muy sorprendente. 8. No sé si Sonneschein hablaría también de «complemento mantenido» en el caso del infinitivo en He seems to be guilty («parece ser culpable»).

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j h e b a p p e n e d t o look up («Resulto que ella alzó los ojos»), aunque estas últimas construcciones se hayan desarrollado históricamente a partir de otras primitivas en las que lo que ahora está en nominativo iba en da­ tivo. Mientras que todas las combinaciones de infinitivo hasta ahora cita­ das son miembros primarios de la oración principal, ahora vamos a tra­ tar los raros casos en que combinaciones semejantes son subjuntos: /

T h e caid was put up in a raffl e t o f i f t y m e m h e r s at a half-a-crown a head, the winner to spend f i v e shillings — Se rifó la cofia entre cincuenta par­ ticipantes que pagaron cada uno media corona, con la condición de que el ganador gastase cinco chelines (Dickens). W e d i v i d e d it: h e t o speak to t h e Spaniards, and 1 to th e English — Nos re­ partimos la tarea: él hablaría con los españoles y yo con los ingleses (Defoe). En este caso el infinitivo tiene el mismo significado que la forma h e is to s p en d , que indica que está destinado u obligado a pagar, y podemos con­ siderar que en este caso el nexo se emplea en lugar de la construcción t h e w i n n e r h e i n g t o s p e n d («debiendo el ganador pagar», literalmente), que es más pesada y que veremos en el apartado siguiente. Existe todavía otro tipo de nexo en combinaciones como I heard o f t h e d o c t o r ’s arrival («O í [hablar] de la llegada del doctor»)9. Pero para hablar de esos substantivos verbales vamos a necesitar todo un capítulo (cap. X). Lo único que debemos decir aquí es que la terminología tra­ dicional, al hablar de un «genitivo subjetivo» por oposición al «genitivo posesivo» en t h e d o c t o r ’s h o u s e («la casa del doctor») o t h e d o c t o r ’s f a t h e r («el padre del doctor»), reconoce la semejanza entre combinacio­ nes como ésta y frases como th e d o c t o r arr ived («el doctor llegó»).

Nexos sin v e r b o La última clase de nexos la constituyen aquellos que no llevan ni verbo en forma personal, ni infinitivo, ni un substantivo verbal si­ quiera. En primer lugar, tenemos las llamadas frases nominales, que cons­ tan de un sujeto y un predicado, que puede ser un substantivo o un ad­ jetivo. Este tipo de frases son extraordinariamente frecuentes tanto en lenguas que no poseen cópula, es decir, un verbo que signifique «ser», como en las lenguas que la tienen, pero no la usan tan extensamente co­ mo en inglés. Entre estas últimas figuran algunas de las más antiguas de 9.

Cf. pág. 125.

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nuestra familia indoeuropea, por ejemplo, el griego antiguo I0. En ruso, la frase nominal es la construcción corriente que corresponde a nuestro uso del presente de la cópula: «estoy enfermo» corresponde a ja bolert, «él es un soldado» a on soldat; la forma del adjetivo varía según que se use como predicativo o como simple adjunto: d o m n o v («la casa es nue­ va»), d o m n o v ji («casa nueva»). Sin embargo, en otros tiempos, así como en frases que signifiquen «hay», tiene que expresarse el verbo «ser». Se suele decir que estas frases «nominales» ya no existen en nuestras lenguas de Europa occidental, pero, de hecho, existe una forma parti­ cular, que es extraordinariamente común. Bajo la influencia de una emo­ ción fuerte parece existir en todas partes la tendencia a colocar el pre­ dicado delante, al que se añade el sujeto como a poste riori, pero sin emplear el verbo «ser». De esta forma resultan frases que son análogas desde todos los puntos de vista a la frase griega ouk a gathon polukoiranié, en inglés Not a g o o d thing, g o v e r n m e n t b y the many, en francés Pas une b o n n e c h o s e q u e le g o u v e r n e m e n t par l e gr a n d e n o m b r e , en español No buen a cosa el g o b i e r n o d e la mayoría. Tenemos por ejemplo: Quite seriou s all this, t h o u g h it reads like a joke — Muy serio todo eso, aunque suene a broma (Ruskin). Amazing th e things that Russians will ga t h er t o g e t h e r and k e e p — Asombroso lo que los rusos son capaces de reunir y conservar (H. Walpole). What a beastly and pitiful w r e t c h that W o r d s w o r t h — Qué infecto y lamentable bribón ese Wordsworth (Shelley)11. Fr. Charmante, la p et i t e H e l én e ! — ¡Encantadora, Helenita! Dan. Et skroekkeligt b oest, d en C hristensen! — ¡Qué espantoso bru­ to, ese Christensen! Dan. G odt d e t s a m m e ! 12 — ¡Mejor! Encontramos con frecuencia esta construcción con expresiones corres­ pondientes a la idea expresada por «feliz». Por ejemplo: Gr. Trismakares Danaoi kai tetrakis, ho i t o t ’ c l o n t o Troiéi en eu rei éi — Tres y cuatro veces felices los dáñaos que murieron entonces en plena Troya (Odisea, 5, 306). Lat. Félix qui p otu it r eru m c o g n o s c e r e causas — Feliz quien puede conocer las causas de las cosas (Virgilio). 10. Cf. en especialmente M eillet, «La phrase nomínale en indoeuropéen» (Mémoires de la Société de Unguistique, 14, 1906, págs. 1 y ss.). 11. Las frases de este tipo son extraordinariamente frecuentes. 12. Podemos preguntarnos si hay que considerar W itness the way in wich he hehaved («V e la forma en que se comportó»), como una frase nominal en que witness es un substantivo. Podríamos quizás considerar a witness como un verbo en subjun­ tivo.

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Lat. Beati p o s s i d e n t e s — Felices los que poseen. Ing. H appy th e man, w h o s e w ish and care A f e w paternal acres b o u n d — Feliz el hombre cuyos deseos y preocupaciones están limitados por unos cuantos acres paternos (Pope). Ing. T b rice blest w h o s e Uves are faithjul p ra yers — Tres veces ben­ ditos aquellos cuyas vidas son oraciones fieles (Tennyson). Dan. Lykkelig d en , hvis lykke folk f o r a g t e r — Felices aquellos cuya .felicidad se ve despreciada (Rordam). Tenemos también en gótico Hails Piudans iudaie («¡Salud, rey de los judíos!») (Juan 19, 3), en antiguo normánico Heill Pü nü Va f p r ü p n e r y en Shakespeare All baile Mache th ! («¡Salud, M acbeth!») 13. Shakespeare nos proporciona también el ejemplo de un giro muy frecuente: N ow I am in Arden, th e m o r e f o o l I ! («Ahora que estoy en Arden, ¡no soy sino más loco!»). Muchas veces el sujeto que sigue al predicado es un infinitivo o toda una oración: Gr. Argaleon, basileia, d ié n e k ed s agoreusai — Difícil, reina, hablar de placer (Odisea, 7, 241). N ee d les to say, his case is irrefutable — No hace falta decirlo, su ar­ gumentación es irrefutable. Small w o n d e r that w e all l o v e d him ex ce e d in g l y — Nada extraño que todos lo amásemos con locura. H o w true, that th e re is n o th i n g d ea d in this Universe — Qué cierto que nada está muerto en este Universo (Carlyle). True, s h e has n o t d ared to sick to th e m — Es cierto que ella no se atrevió a quedarse en eso. A la frase inglesa What a p it t y that he s h o u ld die s o y o u n g corres­ ponde en alemán Wie shade, dass er so friih s te r b en so lí te, en francés Q u el d o m m a g e q u ’il soit m o r t si tót, en danés Skade at han d o d e sá ung y en español Q u é p en a q ue m u ri e se tan joven. En una forma francesa especial, que aparece delante del sujeto: Sing u lier h o m m e q u ’Avistóte («hombre singular, Aristóteles»), Mauvais p r e ­ tex te q u e to u t cela («M al pretexto, todo eso»). He dado todos estos ejemplos, porque generalmente los gramáticos no aprecian la importancia de semejantes construcciones. Es inútil decir que en esos casos existe una elipsis de la cópula; simplemente, si añadié­ semos el verbo, debilitaríamos la fuerza idiomática de dichas frases, aun­ que sea necesario hacerlo cuando el sujeto va delante. Encontramos también las correspondientes combinaciones sin verbo dentro de oraciones: en ruso g o v e r j a t c t o on b o len («dicen que está en13. Hail era al principio un adjetivo cuando se empleaba en esta construcción, pero después se creyó que se trataba de un substantivo; eso es lo que explica que se añadiese Hail to hee thee, thane of Cawdor («¡Salud a ti, conde de Caw dor!»).

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fermo»), H o w e v e r gr ea t t h e loss, h e is alw ays h a p p y («por grande que sea la pérdida, siempre está contento»), t h e g r e a t e r his losses, t h e m o r e will h e sing («cuanto mayores son sus pérdidas, más canta»), his patrim o n y w as s o malí that n o w o n d e r h e iv ork ed n o w and th e n f o r a living [«su patrimonio era tan pequeño, que no tenía nada de extraño que de vez en cuando trabajase para ganarse la vida»] (Locke).

Los n ex os c o m p l e m e n t o Existen muchos ejemplos de nexo complemento: I f o u n d th e c a g e e m p t y («Encontré vacía la caja») se distingue claramente de I f o u n d the e m p t y c a g e («Encontré la caja vacía»), caso en el que e m p t y es un ad­ junto. Con respecto a este caso se suele decir que th e c a g e es el com­ plemento y que e m p t y se usa de forma predicativa con respecto al comple­ mento, pero es más correcto considerar a toda la combinación th e c a ge e m p t y como complemento. (Compárese I f o u n d that th e c a g e w a s e m p t y [«encontré que la caja estaba vacía»] y I f o u n d t h e c a g e to b e e m p e t y , (la misma traducción en español). Ello resulta especialmente claro en frases como I f o u n d her g o n e («Encontré que se había ido», literalmente, «la encontré ida», es decir, «no la encontré»), cf. también el contraste entre I f o u n d Fanny n ot at h o m e («encontré que Fanny 'no estaba en casa»), caso en el que la partícula negativa forma parte del nexo subordinado, y I d id n o t fin d Fanny at h o m e («no encontré a Fanny en casa»), en donde la partícula negativa se retiere al verbo principal. Otros ejemplos: t h e y m a de him P residen t [«lo hicieron presidente»] [him P residen t es un complemento que indica el resultado). He m a de ( r e n d e r e d ) her u n h a p p y — La hizo desgraciada. D oes that p r o v e m e w r o n g ? — ¿Prueba eso que no estoy en lo cier­ to? He g e t s things d o n e — Consigue que el trabajo se haga. She had s o m e t h i n g th e m a tter with h er spin e — Tenía algo en la co­ lumna vertebral. What makes y o u in s u c h a hu rry? — ¿Por qué tienes tanta prisa? She o n ly w is h e s th e d in ner at an e n d — Sólo desea que se acabe la comida. El elemento del nexo que desempeña la función de predicado puede ser cualquier palabra o grupo que pueda ser predicativo después de la cópula. En este caso lo más interesante es que un verbo puede llevar un nexo complemento, que es algo completamente diferente de su complemento habitual, como en: 136

H e drank h im self drunk — Bebió hasta emborracharse. 7 h e g e n t le m a n had dru nk e h i m s e lf e o u t o f his f i v e s e n s e s — Bebió has­ ta el punto de perder el uso de sus cinco sentidos (Shakespeare). Efectivamente, h e drank h i m s e lf sería absurdo. Por otra parte, verbos que normalmente son intransitivos pueden llevar un nexo complemento que indique el resultado: H e slep t h im se lf s o b e r — Durmió hasta despejarse. A l o v e r s ’s e y e s will gaze en e a g le blind — La mirada de un enamorado cegaría a un águila (Shakespeare). Lily w a s nearly sc r ea m in g h e r s e l f into a fit — Lily gritaba hasta tener un ataque de nervios. Encontramos fenómenos semejantes en otras lenguas, como el danés y el antiguo normánico: De drak J e p p e f u l d — Hicieron beber a Jeppe hasta que estuvo bo­ rracho. D e drak J e p p e u n d e r b o r d e t — Hicieron beber a Jeppe hasta hacerle rodar debajo de la mesa. P eir bidja hana grata Baldr ó r helju — Le pidieron que llorase hasta que Baldr saliese de los Infiernos. En sus Prinzipien d e r S p r a c h g e s c h i c h t e , Paul cita expresiones como: Die Augen r o í w e i n e n — Enrojecerse los ojos de tanto llorar. Die Füsse w u n d laufen — Herirse los pies a fuerza de andar. Er schw a tzt das Blaue v o m H im m el heru n ter — Hace descender el azul del cielo a fuerza de hablar. Denke d ic h in m e i n e Lage hinein — Ponte en mi lugar. Pero sus comentarios no permiten ver claramente el análisis que hace de lo que llama « f r e i e v e r w e n d u n g d e s akkusativs» («empleo libre del acusativo»). En finés tenemos un caso característico de esa lengua, llamado «translativo» 14. Aiti makasi lapsensa kuoliaaksi — La madre mató al niño mientras dormía (= lo ahogó). Han joi itsensá siaksi — Bebió hasta volverse como un cerdo. La estrecha analogía entre el acusativo con infinitivo y este nexo com­ plemento permite comprender fácilmente el hecho de que a veces en­ contremos el mismo verbo con las dos construcciones en la misma frase: 14. Cf. Eliot, A Finnish Grammar, O xford, 1890, pág. 128. Se pueden ver otros ejemplos en Setala, Finska sprakets sa/slara, 29.

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A w in n in g frankness o f m a n n er w h i c h m a d e m o s t p e o p i e f t n d o f her and p i í y h e r — Una encantadora franqueza en sus modales que hacía que la mayoría de la gente la amase y la compadeciese (Thackeray). A c r o w d r o u n d m e on ly m a d e m e p r o u d and try to d r a w as w el l as 1 c o u l d — Una multitud a mi alrededor me hacía volverme vanidoso e in­ tentar dibujar lo mejor que podía (Ruskin). He f el t h im se lf d is h o n o r e d and his so n to b e an e v i l in th e tribe — Se sentía deshonrado y que su hijo era una vergüenza para la tribu (W ister). J En los giros pasivos que corresponden a frases con nexos-complcmento, debemos considerar siempre (como cuando hablábamos de las construcciones con infinitivo b) al nexo entero como sujeto (conceptual), como en h e was m a d e P residen t («lo hicieron presidente»), donde h e .. . P residen t es el sujeto conceptual, aunque evidentemente la persona del verbo depende solamente de la parte primaria del nexo, lo cual explica casos como I f I am m a d e P residen t («si me hacen presidente»). En da­ nés existen construcciones como han b l e v drukket u n d e r b o r d e t («lo hi­ cieron beber hasta que rodó bajo la mesa») o Pakken onskes ( b e d e s ) bragt til m it konton, que se puede traducir palabra por palabra en inglés por th e par cel is w i s h e d (asked) b r o u g h t to m y o f f i c e («Se desea [p ide] que se lleve el paquete al despacho»). Igualmente en antiguo normánico At bidja, at Baldr w aeri grátinn ó r Helju («Pedir que se saque a Baldr de los infiernos a fuerza de lágrimas»). A veces encontramos construcciones análogas con verbos, así en grie­ go: Allaous m e n pautas elanthane dakyra leib ó n [literalm ente: «escapó a la atención de todos los otros vertiendo lágrimas», es decir, «el hecho de que derramase lágrimas escapó a la atención de todos los otros»] ■O dis ea , 8 , 5 3 2 ) , o también Hos d e apausato lalón (Lucas, 5, 4), cuya tra­ ducción inglesa W hen h e had l e f t o f f speaking («Cuando dejó de hablar») solamente en apariencia coincide con la frase griega, pues lalón es un participio en nominativo y no un substantivo verbal complemento del verbo en forma personal lé. Un nexo puede ser complemento de una preposición. En inglés este fenómeno es especialmente frecuente después de with, como en I sat at n'ork in th e s c h o o l- r o o m w i n d o w o p e n [«M e senté a trabajar en la clase con la ventana abierta»] (diferente de: near t h e o p e n w i n d o w [«cerca de la ventana abierta»]). Otros ejemplos: Y ou sneak back w it h h e r kisses h o t on y o u r lips — Vuelves, furtiva­ mente [con] sus besos quemando todavía en tus labios (Kipling). 15. Cf., p. 13 1. 16 Es muy difícil distinguir esta construcción de aquella en la que el verbo ad­ mite un elemento predicativo, como por ejemplo Ella parece feliz.

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H e fel l a sl eep w ith his ca nd le lit — Se durmió con la vela encen­ dida. With e v e r y io y n t a w o u n d — [Con] cada articulación como una he­ rida (Shakespeare). H e kept standin g with his hat on — Se quedó de pie con su som­ brero en la cabeza. La naturaleza de esta construcción y el sentido particular en este caso w it h , por oposición al que tiene en frases como w ith his b r o t h e r on th e s t e p s («Se quedó en las escaleras con no»), se revelan claramente, cuando el elemento secundario neutraliza el sentido que ivith tiene normalmente:

que tiene He s t o o d su herma­ del nexo

With b o t h o f us absent — Estando nosotros dos ausentes. Wailed t h e little Chartist w ith n e r v e u tterl y g o n e — Gimió el pe­ queño Chartist, toda su audiencia desapareció. I h o p e I ’m not th e s a m e n o w , w it h all t h e p rettin ess and th e y o u th r e m o v e d — Espero que no soy el mismo, ahora que toda mi belleza y mi juventud han desaparecido. A veces encontramos también w it h o u t rigiendo a un nexo: like a rose, full- blow n, but w i t h o u t o n e p e tal y e t fallen («como una rosa abier­ ta, pero sin que ni uno sólo de sus pétalos haya caído todavía»). En danés, m e d va muchas veces seguido de un nexo; por ejemplo: m e d h o e n d e r n e t o m m e («con las manos vacías»), diferente de m e d d e t o m m e h o e n d e r («con las manos vacías»), que supone que se ha hecho algu­ na acción con las manos, mientras que la primera combinación no implica nada más que una oración («mientras que sus manos están o estaban, vacías»). El mismo fenómeno se da en otras lenguas. Con otras preposiciones tenemos las conocidas construcciones latinas p o s t u r b e m co n d ita m («después de la construcción de la ciudad») o ante Christum natum («antes de que Cristo naciese»). Cuando Madvig dice que la idea dominante en este caso no es tanto la de la persona o cosa en determinada situación, como la de acción considerada como una «idea substantiva», en realidad está pensando en la traducción que de ella se ha hecho en ciertas lenguas y especialmente en danés, mediante un subs­ tantivo, pero éste, naturalmente, pertenece a la clase que más abajo vamos a definir como substantivo-nexo («después de la co n st ru c ció n de la ciu­ dad», «antes del nacim ien to de Cristo»), que es diferente de las ideas substantivas ordinarias, de forma que la explicación de Madvig nos deja donde estábamos. Tampoco avanzamos mucho con el comentario de Alien y Greenough de que «muchas veces un nombre y un participio pasivo van tan unidos, que es el participio y no el nombre el que contiene la idea 139

principal». Brugmann 17 caracteriza la explicación según la cual se trata de una oración abreviada como «filosofía lingüística estéril» y piensa que esa construcción se originó en un «deslizamiento de la estructura sintáctica» (V erschiebung d e r sy ntaktischen G l i e d e r u n g ) en combinaciones como p o s t h o c factu m , que en un principio significaba «después de ese hecho» (h o c era el adjunto de la palabra primaria factu m , de acuerdo con la terminología que aquí empleamos), pero después se entendió con b o c como palabra primaria y factu,n como secundaria y se extendió a todos los demás casos. Esta explicación parece cogida por los pelos. A ninguno de estos gramáticos se le ha ocurrido clasificar este fenómeno junto con el resto de las construcciones que he citado en este capítulo (ablativo absoluto, etc.), a pesar de que solamente un estudio general puede expli­ carlas completamente en el sentido de que se aclaran unas a otras. En italiano la misma construcción es muy frecuente después de dopo: D o po vuo ta to il su o b ic chie re, Felino d is se... — Después de haber vaciado su vaso, Felino dijo... Cercava di r i leg g er p osa tam en te, d o p o fata la c o n e x i o n e — Intenta­ ba releer lentamente, después de haber hecho la corrección. D o p o letta questa risposta, gli experti fra n ces i banno dichiarato c h e . . . Después de haber leído la respuesta, los expertos franceses declararon que... (ejemplo encontrado en un periódico). Las citas de Milton a ft er Eve s e d u c ’d («después de seducida Eva») y de Dryden th e royal fea s t f o r Persia w o n («el banquete por la con­ quista de Persia») se deben sin lugar a dudas a la imitación consciente de las sintaxis latina, pero ello no basta para explicar construcciones se­ mejantes que encontramos en escritores menos cultos. Por ejemplo: B e f o r e o n e d e w t y d o n e — Antes de cumplir una misión (Heywood). T h e y had heard o f a w o r l d r a n s o m ’d, o r o n e d e s t r o y e d — Habían oído hablar de un mundo rescatado o de uno destruido (Shakespeare: en este caso puede tratarse de adjuntos).

17. Brugmann, Indogermanische Forschungen, 5, págs. 145 y ss. Naturalmente, Brugmann está totalmente en lo cierto al elevarse contra esta visión, desde el punto de vista del origen de esta construcción, punto de vista que es el único que interesa a Brugmann y a la escuela a la que pertenece. Pero el punto de vista histórico, o dinámico, no es el único que se puede aplicar a los fenómenos lingüísticos; natu­ ralmente también podemos preguntarnos cuál es el origen de un fenómeno, pero in­ teresa también saber cómo ha evolucionado. Así la etimología de una palabra sólo es una parte, y muchas veces no la más importante, de lo que esperamos de un dic­ cionario. De hecho, la construcción estudiada aquí desempeña exactamente la misma función que una oración subordinada y ello significa que estábamos en lo cierto al [rutarla en este capítulo.

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After light and m e r c y r e c e i v e d — «Después de recibir la luz y el perdón» (Bunyan). H e w i s b e d h e r j o y on a rival g o n e — La felicitó de que una rival hu­ biese desaparecido (Anthony Hope). Se pueden encontrar nexos similares en otras posiciones, en las que no son complemento ni de un verbo ni de una preposición, así, en latín, , la frase de Cicerón: Dubitat n e m o quin v io la d ho spites, legati necati, pacati atq ue s o c ii nefa rio lacessisti, fana vexata hanc tantam e f f i c e r e n t v asitatem («Nadie duda de que las violencias ejercidas contra los huéspe­ des, la muerte de los embajadores, una guerra impía hecha contra pue­ blos y aliados, y los sacrilegios, han producido este estado de desolación»), que Brumann traduce en alemán por Dass d ie Mifthan dlun g d e r Gastf reu n d e, d ie E rm ord un g d e r Gesandten, d ie ruchlsen Angriffe auf friedl i c h e u n d v e r b ü n d e t e Volker, d i e Schandung d e r Heiligtümer. Una expresión similar encontramos en Shakespeare: P r o v id e d that m y b an ish m e n t r ep e a l ’d, And lands r e s t o r ’d againe b e f r e e l y gr aun ted, lo que quiere decir T h e repealing o f m y ban ishm en t and restoration o f m y lands («Con la condición de que no me vea exiliado y de que se me devuelvan mis tierras», Richard II, III, 3, 40). Pero en casos como el siguiente pue­ de ser dudoso saber si estamos ante un participio o un substantivo verbal: T he ’S q u i t e’s portrait b ei n g f o u n d united w it h ours, was a h o n o u r to o g r e a t t o e s c a p e e n v y [«Q ue el retrato del castellano apareciese unido al nuestro era un honor demasiado grande como para no provocar la en­ vid ia»] (Goldsmith), And is a w e n c h having a bastard all y o u r netos? [«Q ue una muchacha ha tenido un bastardo, ¿esas son todas las noticias que d a is?»] (Fielding). Sandfeld Jensen y E. Lerch 18 han coleccionado ejemplos franceses: Le v e r r o u p o u s s é l ’avait surp rise («el hecho de que estuviera puesto el can­ dado la había sorprendido») y C’était so n r e v e a c co m p l i («Era la realización de su sueño»). No es necesario que el elemento secundario sea un partici­ pio, como lo muestran algunas oraciones rélativas analizadas por Sandfeld Jensen: Deux jurys qui c o n d a m n e n t un h o m m e , ga v ou s im pressi one, donde ga (singular) muestra claramente el carácter de la combinación19. Quiero incluir aquí algunas combinaciones con «cuantificadores», que deben considerarse diferentes de las corrientes. Así t o o m a ny c o o k s spoil t h e b roth («demasiados cocineros estropean la salsa»), que significa th e c i r c u m s t a n c e that th e co o k s are t o o n u m e r o u s spoils th e b roth («el hecho de que los cocineros sean demasiado numerosos estropea la salsa»). Otros ejemplos: 18. Sandfeld Jensen, Bisaetningerne i moderne jranss, 1909, pág. 120. E. Lerch, Prddiktative partizipia für verbal substantiva im franzós, 1912. 19. Cf. F. Brunot, La Pensée et la Langue.

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T ro p d e cuisiniers g a ten t la sauce. Viele k ó c h e v e r d e r b e n d en Brei. M a n ge kokke f o r d a e r v e r maden. Many hands make quinck work. M a n ge h u n d e er baren dod. No n e w s is g o o d new s. Pas d e n o u v elles , b o n n e s n o uvelles. Es evidente que se trata de algo completamente diferente de los ad­ juntos que aparecen en t o o m a n y p e o p l e are p o o r («mucha gente es pobre») o no n e w s arrived on that d ay («no llegaron noticias aquel día»).

Nexos su bju nto s Ninguno de los nombres que se han dado a los nexos de la tercera categoría («ablativo doble», «ablativo absoluto», «participio absoluto») explican su naturaleza: «absoluto» tiene que significar «que no cumple las reglas de las relaciones sintácticas», pero ¿podemos decir que las cumplen menos que otros subjuntos? En el nombre no debe aparecer la palabra participio, puesto que no se necesita un participio: T h e d in ner o v e r — La cena acabada. S ci pio ne autore — Escipión el autor. Brugmann 20 ha intentado explicar la diversidad de los casos que se em­ plean en esta construcción: genitivo en griego, ablativo en latín, dativo en gótico, en alemán antiguo, en inglés antiguo y en normánico antiguo, etc.; cree que al principio el participio era un adjunto ordinario, que, después, a consecuencia de un deslizamiento de la estructura sintáctica» ( v er s c h i e b u n g d e r syntaktischen glie d er u n g) , se consideró que formaba con otra palabra «una especie de subordinada» (e in e Art v o n \_temporalem o d e r dgl.~\ Nebensatz). En mi opinión, lo característico de esta construc­ ción reside en dos hechos: 1) que hay dos miembros que mantienen la relación mutua peculiar que a'quí hemos llamado nexo, es decir, paralela a la relación entre sujeto y verbo en el p e r r o ladra, y 2) que dicha com­ binación desempeña en la frase la función de un subjunto. No me inte­ resa aquí saber la cuestión de cómo debe explicarse el ablativo latino, si es local, temporal o instrumental; en lo que conocemos de esa lengua el temporal Tarquinio r e g e («cuando reinaba Tarquino») solamente difie­ re de h o c t e m p o r e («en aquella éfioca») en que r e g e mantiene con su primario Tarquinio una relación diferente de la que h o c (adjunto) man­ tiene con su primario t em p o r e . La misma diferencia vemos entre las ex­ 20

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Brugmann, Kurze Vergleichende Cram matik, Estrasburgo, 1904, 815.

presiones m e in vito (literalmente: «no queriendo yo») y b o c m o d o («de esa forma»), que indican las dos modo 21. Los nexos subjuntos son tan comunes en las lenguas románicas, que bastará dar algunos ejemplos del italiano, francés y español: M o r to m ió padre, d e v r e i andaré a Roma — Muerto mi padre, debería ir a Roma. , S únate le chique, n o n é piü p e r m e s s o a n ess u n o d ’entrare — Sonadas las cinco, no se permite entrar a nadie. Ces dis p ositio ns faites, il s ’e s t retire — Hechos aquellos preparativos, se retiró. Dieu aidant, n o u s y p a r vie n d r on s — Dios mediante, lo consegui­ remos. C on clu id os los est u d i o s .. . p u e s no h u b o clase... Examinadas im pa rcia lm en te las cualidades d e aquel niño, era i m p o ­ sible d e s c o n o c e r su m é r ito (Galdós). En inglés, esta construcción es frecuente, aunque exceptuando ciertas aplicaciones limitadas, es más literaria que popular: W e shall, weather permitting — Iremos, si el tiempo lo permite. Everything considered, w e m a y f e e l quite ea sy — Considerándolo todo, podemos sentirnos despreocupados. This done, h e shut th e w i n d o w — Hecho esto, cerró la ventana. S h e sat, her hands crossed on her lap, her eyes absently bent upon them 22 — Estaba sentada, con las manos cruzadas sobre las rodillas y los ojos ausentes dirigidos a ellas. 2 1 . En latín, el elemento sujeto (de la 1.a categoría) de un nexo de 3.a catego­ ría puede ser un acusativo seguido de un infinitivo, o bien una oración; por tanto, puede ir en ablativo, como lo muestran los siguientes ejemplos que he tomado a Madvig, evidenciando el elemento de 1.a categoría: Alexanderm, audito Dareum movisse ab Ectabanis, fugientem insequi pergit («A nte la noticia de que Darío había abandonado Ectabana, Alejandro siguió persiguiendo al fugitivo»). Cónsul... edicto ut quicumque ad valum vallum tenderet pro hoste haberetur, fugientibus hos obstitit («E l cónsul, después de haber anunciado que quienquiera que se dirigiese hacia la muralla sería considerado enemigo, detuvo a los fugitivos»), A dditur dolus, missis qui magnam vim lignorum ardentem in flumen conjicerent («Se añadió una nueva treta: gentes enviadas al río para arrojar madera ardiendo en gran cantidad»). Por lo que se refiere a este último ejemplo, me resulta igualmente imposible que antes aceptar el análisis según el cual el sujeto de missis es un pronombre imaginario en ablativo «sobreentendido» delante de qui. En el primer ejemplo, el elemento sujeto del nexo de la 3.a categoría es también un nexo cuyo elemento sujeto es Dareum. Madvig considera inútilm ente en este caso, como en el segundo, que el participio es una «expresión impersonal» acompañada de un complemento. 22. En el proverbio M orte la hite, mort le verin («muerta la fiera, muerto el veneno») vemos en prim er lugar un nexo de 3.a categoría, después un nexo indepen­ diente del tipo de los que hemos visto en la pág. 134.

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He stood, pipe in mouth 23 — Estaba de pie con la pipa en la boca. Dinner over, w e le f t th e h o t e l — Acabada la cena, abandonamos el hotel. Vemos, pues, que esta bras o grupos de palabras también pueden constituir En ciertos casos existe diante palabras como o n c e

construcción aparece con frecuencia con pala­ que no son ni adjetivos ni participios y que predicativos. la tendencia a introducir nexos subjuntos me­ («una vez»):

O n c e the m u r d e r e r fo u n d , th e rest was ea sy en ou gh. Una vez en contraron al asesino, el r est o era bastante fácil. Une f o i s le m eu rtrier tro uv é, le reste était assez facile. Une fois l ’action term in ée, n o u s rentrám es chez nous. En alemán, los nexos subjuntos, aunque relativamente recientes, son hoy muy corrientes. Veamos algunos de los ejemplos que da P a u l24: Louise k o m m t zurück, einen Mantel umgeworfen — Louise vuelve con un abrigo a la espalda. Alie Hánde voll, w ol le n Sie n o c h i m m e r m e h r g r e i f e n — Con las ma­ nos llenas y todavía quieren más. Einen kritischen Freund an der Seite k o m m t man s c h n e l l e r v o m Fleck — Se progresa más deprisa con la ayuda de una crítica amistosa. Paul no explicita cómo debe entenderse lo que llama «una especie de acusativo libre» (eine Art d e s f r e i e n akkusativs), pero el comentario que da, después de haber dado ejemplos con participio pasivo: I n alien d iese n Fallen kónnte man statt d e s passiven ein aktives attrib utiv es Partizipium einsetzen («en todos los casos se podría emplear un participio activo atributo y no un participio pasivo») y su mención, en la página 284, del acusativo como forma que indica un complemento no nos ayudan nada a la hora de explicar las combinaciones que no llevan participio. Curme 25 interpreta también el participio en sentido activo y piensa que la forma hab end está sobreentendida: Dies vorausgeschickt ( h a b e n d ), fahre ich in m e i n n e r Erzáhlung f o r t — Explicado esto, sigo con mi historia. S olc he Hindernis(se) alie u n g e a c h t e t [habend), r ichtet G ott d ies en Zug aus — A pesar de todos los impedimentos, Dios prepara esta asamblea. 23 se trata 24. 25. 553.

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Podríamos perfectamente añadir aquí la preposición with y es evidente que de una construcción muy próxima a la que estudiamos en las ps. 138 y 139. Deutsche Grammatik, 3, págs. 281 y 283. Curme, A Grammar of the Germán Language, Nueva Y ork, 1922, 26 6 y

Soy muy escéptico con respecto a esta explicación del origen de la construcción mediante un elemento sobreentendido; en cualquier caso, no explica cómo (así lo dice el propio Curme) «llegó la construcción a ser productiva, de forma que hoy encontramos como predicado de la oración (lo que yo llamo el nexo) no sólo un participio pasado de un verbo tran­ sitivo, sino también el participio pasivo de un verbo intransitivo, un adje­ tivo, un adverbio o una frase prepositiva». , Podemos considerar también nexos subjuntos los genitivos en casos como los siguientes: U n v e r r i c h t e te r D in ge kam er züruck — Vuelve como se fue. W a n k end en S c h r i tt es ... e r sc h e i n t d e r alte Mann — Vacilante aparece el viejo (Raabe, citado por Curme). A veces se explica el «dativo absoluto» de las antiguas lenguas góticas como una imitación de la construcción latina. En danés, la construcción desempeña solamente un papel subordinado, aparte de algunas combina­ ciones como: Alt v el o v e r v e j e t , r ejser j e g i m o r g e n — Después de reflexionar, me vov mañana. Alt i b e r e g n e t — Todo comprendido. Diñe o r d i oere, tror j e g d o g . . . — Con todo el respeto debido a vues­ tras palabras, no obstante, creo... Esta última expresión corresponde al alemán dein W o r t in Ehrett, lite­ ralmente: «vuestras palabras respetadas», es decir, «con el respeto debido a vuestras palabras». En un principio, el elemento sujeto de un nexo subjunto iba siempre en caso oblicuo, a pesar de que, como hemos visto, ese caso era diferente en las diversas lenguas. Pero, varias lenguas, de forma independiente unas con respecto a las otras, empezaron a usar el caso nominativo para la fun­ ción de sujeto. Ésa es la regla en griego moderno 26 y Sandfeld afirma que no se trata de un fenómeno reciente, como lo prueba la frase encontrada en el Evangelio apócrifo de Santo Tomás: M e t ’oligas h ém er a s skhizón tis xula... e p e s e n b é a há ne [«A l cabo de unos días, cuando alguien es­ taba hendiendo la m adera... el hacha cayó»] (10, 1). También cita un ejemplo del latín de la alta edad media: Benedicens nos episcopus p r o f e c t i su m u s [«Después de que el obispo nos hubo bendecido, partimos»] (P er e grinatio silvae, 16, 7). En las lenguas románicas no se indica el caso en los substantivos, pero en los pronombres existe la forma de nominativo, por ejemplo, en it. e s s e n d o egli Christiano, io Saracina [«siendo él cristiano y yo sarraceno»] (Ariosto) y en español: Rosario n o s e opondrá, querién­ dolo yo (Galdós, D. Perf. 121). En inglés el nominativo es la forma do26.

Cf. Thumb, Handbook, 2.a edición, pág. 161.

145 1 0 . — FILOSOFÍA GRAMÁTICA

minante en el lenguaje corriente: For, he being dead, w it h hi m is bea u tie slaine (Shakespeare, El M e r c a d e r d e Venecia, 1019). En alemán encon­ tramos el nominativo de vez en cuando: cf. la gramática de P a u l27, donde da este ejemplo sacado de Grillparzer: d e r W u r f g e w o r f e n , fliegt der Stein («Una vez lanzada, la piedra voló») y la de Curme 2S, que contiene ejem­ plos sacados de las obras de Schiller, Auerbach, Hauptmann, etc. En las expresiones n o tw i th st a n d i n g (n o tw ith sta n d in g this) y n o t w i tb standing all o u r e f f o r t s vemos un nexo subjunto con this y all o u r e f f o r t s como palabras primarias y el participio negativo como adnexo, pero hoy prácticamente debemos considerar esta construcción como una preposición seguida de un complemento; lo mismo ocurre en alemán en el caso de u n g e a ch t e t unserer B e m ü h u n g e n («a pesar de nuestros esfuerzos»), en danés w a g t e r v o r e a nstr e n g el s er («a pesar de vuestros esfuerzos»), en francés p en d an t c e t e m p s («durante ese tiempo»), inglés during that t i m e («du­ rante ese tiempo»), que en principio significa w h i l e that t i m e d u r e s o r lasts («mientras ese tiempo duraba o pasaba»). En este caso, el alemán lleva mucho más lejos el metanálisis: el antiguo nexo subjunto en genitivo wahr e n d e s krieges, («durante la guerra»), pl. w a h r e n d e r krie ge («durante las guerras»), se ha disuelto en la expresión w a h r en d d e s K r i e g e s («durante la guerra»), w a h r en d d er K r i eg e («durante las guerras»): de esta forma w a h r en d se ha convertido en una preposición que rige el genitivo. En los nexos subjuntos del español vemos un deslizamiento que pode­ mos explicar por la relación natural que existe entre el sujeto y el com­ plemento. Tomo los siguientes ejemplos de H anssen29, pero doy mi propia interpretación: •' 1. Elemento sujeto + participio: estas co sa s puestas, como en francés y otras lenguas. , 2. Los mismos elementos en el orden inverso: visto q u e no quie res hacerlo, o íd o s los r e o s (cf. también los ejemplos citados más arriba ps. 143, 144). En este caso el elemento primario sigue al participio, como ocurre con el complemento en una frase con verbo en forma personal. Por lo tan­ to, se los siente como un complemento y, como los complementos directos que se refieren a seres vivos van precedidos de la preposición a, esa peculia­ ridad se extiende al nombre en estas combinaciones, y así resulta: 3. oído a los reos. Es interesante observar aquí que el participio ha dejado de estar en plural: de esta forma la construcción es paralela a la de una frase activa como h e o í d o a los r e o s y en cierto sentido podemos considerarlo como una especie de pretérito del participio activo o y e n d o a los r e o s ; en otras palabras, el participio va usado en sentido activo y sin sujeto expreso. Finalmente, el instinto popular ha conducido finalmente a una forma que muestra la misma concepción de la que, según Curme 30 27. 28. 29. 30.

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Deutsche Grammatik, 3, págs. 281 y 283. A Grammar of the Germán Language, pág. 554. F. Hanssen, Spanische Grammatik, Halle, 19 10, 39, 3. Y quizás Paul; cf. más arriba en la pág. 144.

(y posiblemente Paul, mas arriba, p. 144), fue el origen de la construcción alemana. Muchas veces un nexo se expresa mediante un genitivo y un «substan­ tivo abstracto», como en I doubt the Doctor’s cleverness («Dudo de la pericia del doctor»), que significa lo mismo que I doubt that the doctor is clever («Dudo de que el doctor sea experto»). El paralelismo con subs/ tantivos verbales, como en the doctor’s arrival («la llegada del doctor»), es obvio; no obstante, la terminología gramatical tradicional limita el uso del nombre «genitivo subjetivo» a la última combinación, a pesar de que se puede aplicar igualmente a casos como the doctor’s cleverness («la peri­ cia del doctor»)31. Vamos a estudiar esas dos clases de substantivos en el próximo capítulo.

Nexos que expresan rechazo

En todos los diferentes tipos de nexos que hemos estudiado la cone­ xión entre los dos miembros debe considerarse en sentido directo o posi­ tivo ... Pero ahora llegamos a los que podemos llamar «nexos de rechazo», en los que parece como si la relación se considerase imposible y se rechaza­ se inmediatamente. Por tanto, su significado es negativo, cosa que la lengua hablada manifiesta mediante la entonación, que en inglés es la misma que en las preguntas, muchas veces exagerada y en no pocos casos aplicada por separado a los dos miembros del nexo. En un próximo capítulo veremos que la interrogación y la negación están muy próximas en muchas oca­ siones. Existen dos formas de nexos de rechazo: la primera con un infinitivo: W hat? I loue! I sue! I seeke a w ife! — ¿Cómo? ¿Amar, yo? ¿Rogar,

yo? ¿Buscar una mujer, yo? (Shakespeare). Did you dance with her? — Me dance! says Mr. Barnes — ¿Bailó usted con ella? — ¿Bailar, yo? dice Mr. Barnes. (Tackeray). I say anything disrespectful of Dr. Kenn? Heaven forbid! — ¿Decir algo irrespetuoso del Dr. Kenn, yo? — ¡Dios me libre! (G. E lio t)32 En este último ejemplo, las palabras Heaven forbid! muestran que se rechaza la idea expresada por el nexo. El siguiente ejemplo, de Browning muestra que si se continúa la construcción, hasta formar una frase com pleta del modelo regular, responde al tipo citado más arriba en la p. 134: 31. Si se habla de genitivo posesivo en el caso de the Doctor’s, es porque se dice que el doctor «posee» o «tiene» la «pericia», pero es evidente que no es más que una forma de hablar. 32. Se pueden encontrar ejemplos en Jespersen, Negation in English and Other Languages, Copenhague, 19 17 , págs. 23 y ss.

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S he to b e his w e r e hardiy les s absurd Than that h e to o k h e r ñ a m e into his m o u th — Que ella fuese suya era apenas menos absurdo que verle pronunciar su nombre. No obstante, no es corriente completar la frase de esta forma, pues el sujeto y el infinitivo, con la especial entonación que he descrito, resultan suficientes generalmente para expresar el rechazo. Otras lenguas usan el mismo procedimiento. Por ejemplo: Al. Er! s o w as s a g e n ! — ¡Él! ¡Decir eso! Dan. Han g i f t e sig! — ¡Él! ¡Casarse! Fr. Toi, faire qa! — ¡Tú! ¡Hacer eso! It. l o , far q u e s t o ! — ¡Yo! ¡Hacer eso! Lat. Men e i n c e p t o d es i s t e r e v ic tam ? — ¡Yo! ¿Abandonar,vencida, q u e J i e empezado?

lo

En latín, tenemos la forma acusativo + infinitivo, que sería obligatoria con un auténtico predicado33. La segunda forma se compone de un sujeto y un predicativo con la misma entonación interrogativa, que producen el mismo efecto de rechazar la idea de que la relación sea real o posible: Why, his gra nd jather was a trad esm an! h e a g e n t l e m a n ! — ¿Cómo? ¡Su padre era un tendero! ¡Él, un señor! (Defoe). T h e denunciati on rang in his head day and night. H e arrogant, uncharitable, cr u e l ! — La acusación le resonaba en la cabeza noche y día. ¡Él, arrogante, poco caritativo, cruel! (Locke). Naturalmente, se puede añadir una respuesta negativa de forma que se evidencie perfectamente el significado: He a rroga nt? No, n e v e r ! o Not h e ! («¿Arrogante él? ¡No, nunca!» o «¡N o él!»). Lo mismo ocurre también en este caso en otras lenguas: Dan. Hun, utaknemlig! — ¡Ingrata, ella! Al. Er! in Varis! — ¡En París, él! Fr. L uí, ava re? — ¿Avaro, él? En alemán existe también una forma con und: 33. Existe también una forma próxima a ésta, que generalmente va introducida por and y que no indica como aquí un rechazo formal de !a relación, sino simple­ mente la sorpresa: .W hat? A beggar! a slave! and he to deprave and abuse the V irtue of tobáceo! [«¿Q u é? ¡Un mendigo, un esclavo, denigrar y vilipendiar las virtudes del tabaco!»] (Ben Jonson); One of the ladies could not refrain from expressing her astonishment — A philosopher, and give a picnic! [«una de las damas no pudo esconder su sorpresa — ¡un filósofo dar una merienda en el cam po!»] (Spencer). Cf. Jespersen, Chapters on English, Londres, 19 18 , págs. 70 y ss.

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Er sagte, er wolle Landvogt werden, Der und Landvogt! Aus dem ist nie was geworden — Decía que quería ser magistrado. ¡Magistrado, él!

Pero, si nunca ha hecho nada de provecho. (Frenssen). Estas frases con nexo de rechazo se pueden añadir a las que hemos citado más arriba, compuestas por frases completas, independientes, pero sin verbo en forma personal. Desde otro punto de vista se pueden consi✓derar como ejemplos de aposiopesis: bajo la influencia de una emoción intensa, el hablante no acaba su frase, y en no pocos casos resultaría difícil seguir y producir una frase construida de forma regular.

Sumario

Podemos acabar este capítulo dando un cuadro de los principales ejem­ plos de nexos, usando ejemplos característicos en lugar de nombres des­ criptivos. En la primera columna colocamos los ejemplos que llevan un verbo (en forma personal o no personal) o un substantivo verbal, en la segunda los ejemplos que no llevan ni uno ni otro. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10.

the dog harks When the dog barks Arthur, whom they say is kill’d I hear the dog bark count on him to come for you to cali he is believed to be guilty the winner to spend the doctor’s arrival I dance!

Happy the man, whose. Howcver great the loss

he makes her happy with the window open viola ti h ospites she was made happy everything considered the doctor’s cleverness He a gentleman! 34

En los casos n.° 1 y n.° 10 los nexos forman una frase completa, en todos los demás ejemplos constituyen solamente parte de una frase, bien el sujeto, o bien el complemento o un subjunto. 34. 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. 9. 10.

En español podemos dar un cuadro equivalente: «¡Feliz el hombre, cu yo ...!» «Por grande (que sea) la pérdida»

«El perro ladra» «Cuando el p e r o ladra» «A rthu r, a quien dicen que han ma­ tado» «Oigo al perro ladrar» «Contad con él para venir» «Q ue vengas» «Le creen culpable» «El ganador debe gastar» «La llegada del doctor» « ¡Y o , a bailar!»

«La hace feliz» «Con la ventana abierta» «Los huéspedes sometidos a violencias» «La han hecho feliz» «Bien considerado todo» «La habilidad del doctor» «¡E l, un hombre como es debido!»

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APENDICE AL CAPITULO IX

La cóp u la y e l p red ic a tiv o Este puede ser el lugar adecuado para incluir algunas observaciones so­ bre lo que muchas veces se llama la cópula, es decir, el verbo «ser», que in­ dica que se da una combinación completa (nexo) de dos ideas que están en la relación de sujeto y predicado. A los lógicos les gusta analizar toda clase de frases en los tres elementos: sujeto, cópula y predicado; consideran que The man tvalks consta del sujeto the man («el hombre»), la cópula is («está») y el predicado walking («andando»). Un lingüista tiene que considerar insa­ tisfactorio este análisis, no sólo desde el punto de vista de la gramática in­ glesa, en la que is walking («está andando») significa algo diferente de tvalks («anda»), sino también desde un punto de vista general. Dicho análisis pre­ senta ciertas dificultades cuando no se usa el presente: the man walked («el hombre andaba») no se puede convertir en nada que contenga el verbo is, sólo en la forma the man was walking («el hombre estaba andando»), pero es cierto que ¡los lógicos se mueven en el presente de las verdades eternas! En realidad, la cópula dista tanto de ser el verbo típico, que muchas lenguas nunca la han tenido y otras en muchos casos no la emplean, como hemos visto más arriba. El verbo inglés he («ser») ha llegado a ser lo que hoy es después de un largo proceso de concretización de su significado primitivo («llegar a ser»). Entonces admitía un predicativo, de la misma forma exacta­ mente en que muchos verbos de sentido completo lo llevan todavía hoy: He gr o w s oíd — Se hace viejo. He g o e s mad — Se vuelve loco. The dream will com e true — El sueño se volverá real. My hlood runs coid — Mi sangre se hiela. He fell silent — Se calló. He looks healthy — Parece sano. It looms large — Parece inminente. It seem s important — Parece importante. She blushed red — Se sonrojó. It tastes delicious — Sabe delicioso. This sounds c o r r e d — Parece correcto. También hemos de señalar que un predicativo no aparece solamente con verbos, sino también con ciertas partículas; en inglés, se trata especialmente de for, to, into y as\ I take it for granted — Lo considero evidente. You will be hanged for a pírate — Te colgarán como a un pirata (Detoe). He set himself d ow n for an ass — Se consideró a sí mismo como un imbécil. He took her to w if e (arcaico) — La tomó como mujer. She g r e w into a tall, handsome girl — Se volvió una muchacha alta y bella. I look upon him as a foll — Lo considero un imbécil. 150

Este fenómeno explica de forma interesante las combinaciones más arriba estudiadas en la página 139: With his brother as protector — Con su hermano por protector. The Committee, with the Bishop and the Mayor for its presidents, had already held several meetings — El comité, con el obispo y el alcalde por presi­ dentes, se había reunido varias veces. De forma semejante en otras lenguas: got. Ei tawidedeina ina du piudana — Para que puedan hacerle rey. al. Das Wasser wurde zu Wein — El agua se volvió vino. dan Blive til nar, holde een fo r nar — Verse engañado, engañar a alguien. Es interesante observar que el nominativo aparece usado en alemán en la expresión Was für ein Mensch («¿Qué hombre?»), en neerlandés en Wat voor een y también en ruso después de ¿to za, formas que recuerdan a la ex­ presión de Shakespeare What is he for a fool? («¿Qué clase de loco es?»). Es interesante que de esta forma la preposición for puede regir un adjetivo (par­ ticipio) o un participio, lo que en cualquier otro caso no es posible. Así tene­ mos: I gave myself over for lost («Me consideré perdido»). Esta construcción es paralela a las que encontramos en latín, italiano, y francés: Sublatus pro ociso — Llevado por muerto, Quum pro damnato mortuoque esset — Cuando estaba como condenado y vencido. Pro cer to habere aliquid — Tener algo por cierto. Giovanni non si diede por vinto — Giovanni no se dio por vencido. Ainsi vous n’étes pas assessiné, car pour volé nous savons que vous l'étes — Así no estás asesinado, pues en cuanto a robado sabemos que loestás. Las reglas que rigen en inglés el empleo del artículo indeterminado son las mismas, tanto si el elemento predicativo sigue a un verbo como si sigue a una partícula, lo cual subraya el paralelismo que hay entre estas dos cons­ trucciones: In his capacity as a Bishop — En su calidad de obispo. In his capacity as Bishop o f Dutham — En su calidad de obispo de Durham.

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CAPITULO X LOS SUBSTANTIVOS NEXOS

Los «abstractos»

Quienes definen a los substantivos como nombres que se da a las subscias o a las cosas encuentran dificultades para explicar palabras como beauty («belleza»), w i s d o m («sabiduría»), w h i t e n e s s («blancura»), que son evidentemente substantivos y todas las lenguas las consideran como tales, y sin embargo, no se puede decir que sean nombres de substancias o cosas. Por eso, se suelen distinguir dos clases de substantivos, concretos y abs­ tractos. A los primeros se los llama también «nombres de cosa» o «nom­ bres de substancias» (D ingnam en , su bstan zbez ei ch nen de Substantiva) y en­ tre ellos se incluyen nombres de personas y de «objetos», entre ellos ciertos fenómenos más o menos «inmateriales» como s o u n d («sonido»), echo («eco»), p o e m («poema»), lig btn ing («resplandor»), m o n tb («m es»), etc. A los abstractos se los llama también «nombres de idea» ( B e g r i fj sn a m en , V erdinglichu ngen). La distinción entre ambas clases parece bastante fácil, pues casi nunca dudamos a la hora de saber en qué clase debemos colocar un nombre dado; y, sin embargo, resulta muy difícil encontrar una defi­ nición satisfactoria de los «substantivos abstractos». Veamos primero cómo trata esta cuestión un lógico eminente. J. N. Keynes 1 explica la definición según la cual un nombre concreto es el nombre de una cosa, mientras que un nombre abstracto es el nombre de una propiedad, diciendo que «un nombre concreto designa todo aquello que posee propiedades, es decir, e s el s u j e t o d e las p r o p i e d a d e s ; mientras que un nombre abstracto es el que designa todo aquello que se puede atri­ buir a un objeto, es decir, en una p r o p ie d a d d e los su jetos» . Pero en la p. 18 dice que las propiedades mismas pueden ser sujetos de propiedades, co­ mo en la frase u npunctu ality is irritating («la inexactitud es irritante») y que «por tanto, unpunctuality (“inexactitud”), a pesar de ser en primer lu­ I.

J. N. Keynes, Studies and Exercises in Formal Logic, pág. 16.

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gar un nombre abstracto, se puede usar también de tal forma que se convier­ ta en un nombre concreto, de acuerdo con nuestra definición». Pero, ante el hecho de que nombres que en principio son abstractos y se puedan emplear también como concretos siguen usándose como tales, es decir, que son nombres de propiedades a los que se les pueden aplicar propiedades, Keynes se ve obligado a admitir que «ese resultado es paradójico». Ve dos formas de evitar esa dificultad, pero rechaza la primera como carente de validez lógica. Consiste en definir al nombre abstracto como el que designa todo objeto al que se puede atribuir otro objeto y al nombre concreto como el que designa todo objeto al que no se puede atribuir otro objeto. Por eso, prefiere la segunda forma, que consiste en abandonar por razones de tipo lógico la distinción entre nombre concreto y abstracto y lo susti­ tuye por la distinción entre el uso concreto y abstracto de los nombres, añadiendo que «como lógicos poco tenemos que ver con el uso abstracto de los nombres», pues, «cuando un nombre aparece tanto en la función de sujeto como en la de predicado de una oración no verbal2, su uso siempre es concreto». Ello equivale a eliminar toda clase de distinción entre nombres con­ cretos y abstractos y, sin embargo, no se puede negar que una palabra como hard ness («dureza») pertenece a un plano completamente diferente que el de s t o n e («piedra»), etc. Me parece que Keynes ha llegado a ese resultado a causa de la impropiedad del término «abstracto», y especial­ mente de su contrario «concreto», porque en. el lenguaje ordinario dichos términos muchas veces se aplican a diferencias que no guardan relación con la que aquí nos ocupa. Lo vemos con especial claridad en el artícu­ lo 3 de V. Dahlerup’s, «Abstrakter og konkreter», donde dice que la dis­ tinción entre abstracto y concreto es relativa y se aplica no solamente a substantivos, sino también a todas las demás clases de palabras. Hard («duro») es concreto en a hard s t o n e («una piedra dura»), pero abstracto en hard w ork («trabajo duro»), t o w a r d s es concreto en h e m o v e d t o w a r d s th e towti («fue hacia la ciudad»), pero abstracto en his b e h a v io r t o w a r d s he r («su comportamiento para con ella»), turn es concreto en h e t u rn ed ro u n d («se volvió»), pero abstracto en h e t u rn ed palé («em palideció»), etc. Este uso, de acuerdo con el cual «concreto» designa principalmente lo que, en la realidad extralingüística, resulta ser palpable y ocupar un espacio, perceptible a los sentidos, y «abstracto» se refiere a objetos es­ trictamente mentales, coincide evidentemente con el lenguaje popular, pero no nos ayuda a entender qué hay de peculiar en palabras como w h i t e n e s s («blancura») por oposición a oíros substantivos. W . H azlitt4 escribe: «un substantivo no es ni el nombre de una cosa 2. En la página 49 define una «oración verbal» como una oración «que sola­ mente da información en lo referente al sentido o a la aplicación del termino que es su sujeto». 3. V. Dahlerup, «Abstrakter og konkreter» (Dama 10, 65 y ss.). 4. W . Hazlitt, New and Im proved Grammar, 18 10 , Prefacio, pág. V II I.

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ni el nombre de una substancia, sino el nombre de una substancia o de cualquier otra cosa o idea, considerada en sí misma o como individuo distinto. Es decir, no es el nombre de una cosa que posea existencia pro­ pia, de acuerdo con la antigua definición, sino de una cosa que se con­ sidera con existencia propia. Así, si hablamos de w b i t e (“blanco") como de una circunstancia o cualidad de la nieve, es un adjetivo; pero si abs­ traemos la idea de w b i t e ("blanco”) de la substancia a que pertenece y consideramos dicho color como una realidad en sí misma o como un sujeto distinto del que hablar, entonces se convierte en un substantivo, como en la frase w b i t e or w h i n t e n e s s is bartf u l to t b e sig bt (“el blanco [la blancura] hace daño a la vista”)». La misma esencialmente encontramos en muchos autores recientes, quienes definen a los substantivos como «palabras falsamente substantí­ vales», «nombres de substancias puramente imaginarias» (V orstellu ng en, w e l c b e ais selb sta n d ig e G e g e n s t a n d e g e d a c b t w e r d e n ) « ge g e n s ta n d lic h ged a c b t e B e g r i ff e » , etc., («meros nombres, que se piensan como objetos distintos y a los que, por consiguiente, se trata gramaticalmente como si fueran objetos independientes») [N oreen5]. A pesar de este consenso he de confesar que cuando hablo de la « belleza de una muchacha» o de «la sabiduría de un ancia no », no pienso en dichas cualidades como en «cosas» u «objetos reales»; se trata de otras formas de expresar el hecho de que ella es bella y de que él es sabio. Cuando Wundt dice que humanidad (M e n s cb l i cb k e i t) denota una cualidad de la misma forma que humano, está perfectamente en lo cierto, pero no cuando añade que- la forma subs­ tantiva nos permite considerar más fácilmente dicha cualidad como un o b j e t o (G e g e n s t a n d ). Misteli evita esa ilusión e insiste exclusivamente en el tratamiento gramatical, pero nadie explica cómo y por qué resulta que todas las lenguas tienen esa clase de substantivos que corresponden a ideas adjetivas. Mucho antes que Wundt y Misteli, ya había expresado Sweet ideas semejantes 6: «El cambio de blanco en blancura es puramente un proce­ dimiento formal que nos permite convertir a una palabra que designa una propiedad en sujeto de una frase... Es correcto describir blancura como un nombre “abstracto”, en el sentido de que significa una propie­ dad sin hacer referencia a las cosas que poseen dicha propiedad. No obs­ tante, se considera que blanco es connotativo... La verdad es, natural­ mente, que blanco es un nombre tan abstracto como blancura, pues los dos son absolutamente idénticos en significado». Por tanto, para Sweet, «la única definición satisfactoria de una parte de la oración tiene que ser 5. V art Sprak 5, 256 y ss. Finck, por su parte, en Zeitschrift fü r Vergleichende Sprachforschung, 4 1 , pág. 265, dice que todavía (!) hablamos de «la muerte», «la vida», «el tiempo», «la noche», etc., como si se tratase de objetos como las piedras o los árboles. 6. En Collected Papers 18, 1876. Cf. A New English Grammar, Oxford, 1892, 80, 99.

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formal: nieve, por ejemplo, no es un nombre porque designa un objeto, sino porque puede desempeñar la función de sujeto de una oración, por­ que se puede formar su plural añadiéndole una -s, porque va precedido de un prefijo determinado (el artículo determinado), etc. y whiteness es un nombre precisamente por las mismas razones» 7. Sweet tiene razón cuando dice que blanco y blancura son igualmente abstractos (en el sentido de «independientes de objetos particulares»), pero no al sostener que ambos son absolutamente idénticos en significa­ do. La diferencia puede ser pequeña, pero no deja de ser real, ¿cómo ex­ plicar, si no, que todas las naciones posean palabras diferentes para ex­ presar ambas ideas? Obsérvese que usamos diferentes verbos en los dos casos: ser blanco, tener blancura, el ministro es (o llega a ser) sabio, tiene {adquiere) sabiduría. En el ido, Couturat tuvo el ingenio de crear la ter­ minación -eso para esta clase de nombres, que es la raíz del verbo es-ar («ser») con la terminación de substantivo -o: blind-es-o («el hecho de ser ciego», es decir, «la ceguera»), superbeso («orgulloso»), etc. Aquí debe­ ríamos quizás decir que la idea de «ser» va introducida erróneamente en la palabra, exactamente de la misma forma que nuestros hábitos lingüís­ ticos nos inclinan a añadir el verbo «ser» (que no está ni expresado ni es necesario) en frases rusas como dotn nov («la casa [e s ] nueva»); pero Couturat percibió correctamente la verdad esencial de que en los subs­ tantivos de esa clase el elemento adjetivo entra como predicativo. Eso es lo que es característico de esas formas: que son substantivos predica­ tivos 8.

Evidentemente existe gran semejanza entre los substantivos aquí es­ tudiados, que se forman a partir de adjetivos, y los substantivos verbales (nombres de acción, nomina actionis) como coming («venida»), arribal («llegada»), movement («movimiento»), change («cam bio»), existence («existencia»), repose («reposo»), sleep («sueño»), love («am or»), etc. 9. Pero los ejemplos muestran que el término «nombre de acción» no es adecuado, a menos que admitamos que estados como descanso y sueño son acciones. Ya he dicho cuál es mi concepción: empezando por el hecho 7. Lo que Sweet escribe en su segunda obra, A New English Grammar, § 6 1, con respecto a los nombres abstractos no permite clarificar las cosas; entre ellos co­ loca no sólo nombres como rojez o lectura, sino también claridad, sombra, día y mu­ chas otras; segur él, norte y sur unas veces son abstractos y otras concretos, según el punto de vista que se adopte. 8. La mayoría de ellos se derivan de adjetivos (gentileza de gentil, etc.), otros tienen una relación natural con adjetivos (bondad, belleza de y bueno, bello)-, es algo muy natural si pensamos que los adjetivos desempeñan con mucha frecuencia una función predicativa; pero hay también otras palabras que pertenecen a esta misma clase y que se derivan de substantivos (profesorado, decanato). A veces se considera que una de las características principales de los «abstractos» es que no admiten plu­ ral; pero no es cierto en absoluto, como veremos en el capítulo sobre el número. 9. El parentesco entre estas dos clases explica que el danés, que no posee sus­ tantivo verbal correspondiente al verbo elske («am ai») emplea en su lugar la palabra kaerlighed («am or»), que procede del adjetivo kaerlig («afectuoso»).

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de que I s a w t h e d o c t o r ’s arrival («vi la llegada del doctor») equivale a I s a w t h e d o c t o r arrive («vi llegar al doctor») a I s a w that th e d o c t o r a rr ived («vi que el doctor llegaba») y que I d o u h t t h e d o c t o r ’s c l e v e r n e s s («dudo de la pericia del doctor») equivale a I d o u b t that t h e d o c t o r is c l e v e r («dudo de que el doctor sea experto»), tenemos que reconocer una clase de palabras separada, a las que llamaremos nexos substantivos, y subdividirla en nexos verbales (arrival [«lleg ad a »]) y nexos predicativos { c l e v e r n e s s [«in teligen cia»]). Falta por investigar examinar el uso de dicha clase, o el objetivo para el que se emplean dichas palabras en el lenguaje real. Por lo que veo, su uso reside en el hecho de que nos permiten evitar muchas expresiones tos­ cas, porque, si no, necesitaríamos oraciones subordinadas para expresar la misma idea. Inténtese, por ejemplo, expresar sin los substantivos subra­ yados en itálicas el siguiente pasaje de una novela reciente: his display of a n g er was equivalent to an adm ission of b e l i e f in the other’s boasted pow e r of divination («la m a nifestación de su có ler a equivalía a la admisión de su f e en el p o d e r de adivinación de que el otro se vanagloriaba»). El valor de esa capacidad de proporcionar medios para expresar ideas complejas se ve reforzado enormemente por el hecho de que cuando un verbo o un predicativo se convierte así en un substantivo, los elementos subordinados se convierten en elementos de una categoría más elevada: los elementos terciarios se convierten en secundarios y los cuaternarios en terciarios. En otras palabras, los subjuntos se convierten en adjuntos y los sub-subjuntos en subjuntos, y podemos construir frases con una faci­ lidad que compensa el cambio correspondiente de un miembro primario (el sujeto o el complemento directo) en un miembro secundario (un ad­ junto, un genitivo «subjetivo» u «objetivo»). Vamos a dar algunos ejemplos. Si comparamos The d o c t o r ’s ex trem ely quick arrival and u n c o m m o n l y ca refu l examination o f th e patient b ro g h t a b o u t h e r v e r y s p e e d y r e c o v e r y («La llegada extraordinariamente rápida del doctor y el examen increíblemente minucioso de la enferma permitió su muy rápida curación») con T h e d o c t o r arr ived ex tr em ely quickly and ex am in ed t h e p atie nt u n c o m m o n l y ca refully ; s h e r e c o v e r e d v e r y s p e e d ly («E l doctor llegó extraordinariamente rápido y examinó a la enferma de forma increíblemente minuciosa; ésta curó muy pronto»), veremos que los verbos arrived («llegó»), exam ined («examinó»), r e c o v e r e d («curó») de la segunda categoría se han convertido en los substantivos arrival («lle­ gada»), examination («exam en»), r e c o v e r y («curación») de la primera ca­ tegoría, los subjuntos (adverbios) quickly («rápidamente»), carefully («m i­ nuciosamente»), sp e e d i ly («prontamente») de la tercera categoría se han convertido en los adjuntos (adjetivos) quick («rápido»), ca reful («cuida­ doso minucioso»), s p e e d y («pronto») de la segunda categoría, mientras que el cambio dé subjuntos de la cuarta categoría en subjuntos de la tercera no ha afectado a la forma en ex tr em el y («extraordinariamente»), u n c o m m o n l y («increíblemente»), v e r y («m uy»). Por otro lado, las pala­ 157

bras primarias (sujeto y complemento directo) t h e d o c t o r («el doctor»), patient («el enfermo»), s h e («ella») de la primera categoría se han con­ vertido en los miembros secundarios (adjuntos) t h e d o c t o r ’s («del doctor»), o f t h e patient («del paciente»), h e r («de ella»). Los mismos cambios observamos en la frase w e n o t i c e d t h e d o c t o r ’s (I I ) really ( I I I ) aston ishing ( I I ) c l e v e r n e s s ( I ) («Notamos la pericia [ I ) verdaderamente [I I I ] asombrosa [ I I ] del doctor [ I I ] » ) en comparación con t h e d o c t o r (I) was really (IV) aston ishin gly ( I I I ) c l e v e r ( I I ) («E l doc­ tor [ I ] era experto [ I I ] de forma verdaderamente [I V ] sorprendente [ I I I ] » ) 10. Los substantivos predicativos son también muy útiles en las frecuen­ tes combinaciones en que se emplean como complementos de la preposi­ ción w ith («con»), puesto que nos permiten evitar largas combinaciones sübjuntas de tercera categoría: H e w o r k e d w ith p o s i t e v e l y su rp rising rapid it y [«Trabajaba con una rapidez realmente sorprendente»] (en lugar de p o s i t e v e l y su rp risi ngly rapidly [«real y sorprendentemente rápido»]), w it h ahsolute f r e e d o m («con absoluta libertad»), w it h app roxim ate accuracy («con relativa precisión»), e tc .11 Ahora estamos en condiciones de dar una explicación clara de un fe­ nómeno gramatical que generalmente recibe el nombre de «complemento directo interno» u . No podemos entenderlo totalmente si empezamos con ejemplos como I d r e a m e d a d rea m («soñé un sueño»), que Onions da en su An a d v a n ced English Syntax o s e r v i t u t e m s e r v i r e («sufrir la esclavitud»), pues combinaciones como ésas son, como mínimo, extraordinariamente raras en la lengua real por la sencilla razón de que la presencia del com­ plemento directo es innecesaria y no añade nada al significado verbal. En la lengua real encontramos frases como: I w o u l d faine d y e a d ry d ea th — Preferiría morir de una muerte seca (Shakespeare). I n e v e r s a w a man d ie a v io l e n t d ea th — Nunca vi morir a un hom­ bre de muerte violenta (Ruskin). 10. En el caso en que «verdaderam ente» se apüca al verbo «era» es de la 2.a ca­ tegoría y no de la 3.a. 11. Cf. los deslizamientos citados en la pág. 94. 12. También se habla de «complemento de contenido» y de «complemento fac­ titivo»; existe también el término más antiguo de «llamada etimológica». Se pueden encontrar muchos ejemplos tomados de las primeras etapas de las lenguas indoeuro­ peas en la obra de Delbrück, Vergleichende Syntax der Indogermanischett Sprachen, 1, 366 y ss., así como en Brugmann, Grundriss der Vergleichenden Gramm atik II, 2. págs. 621 y ss., y Willmanns, Deutsche Grammatik 3, 226, Curme, A Gram mar of the Germán Language, 4 9 1, Falk y Torp, Dansk-norskens Syntax, pág. 2 6 y M. Cahen, Etude sur le vocabulaire religieux, págs. 97 y 236, donde se citan otras obras. Desgra­ ciadamente, gran número de estos gramáticos confunden el complemento interno con otros tipos de complemento que en mi opinión no tienen nada en común. Este fenó­ meno lo encontramos en lenguas que no pertenecen a la familia de las lenguas indo­ europeas; sobre esto se puede consultar Setálá, Finska sprakets satsldra, § 30.

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S h e sm i le d a little stnile and b o w e d a little b o w — Sonrió con una sonrisita e hizo un pequeño saludo (Trollope). M o w g l i la u g h e d a little sh o rt u g l y laugh — Mowgli rió con una risita breve y desagradable (Kipling). He la u g h e d his usual ca rel ess laugh — Rió con su habitual risa des­ preocupada (Locke). He l i v e d th e life and d i e d th e d eath o f a Christian — Vivió una vida ,y murió una muerte de cristiano (Cowper). Estos ejemplos muestran claramente que el nexo substantivo se in­ troduce simplemente para proporcionarnos un medio cómodo de añadir un rasgo descriptivo en la forma de un adjunto, que sería difícil o incluso imposible añadir al verbo en forma de subjunto (cf. también f ig h t the g o o d f ig h t [«batirse en la buena lucha»] literalmente, es decir: «batirse por la causa justa»), que es diferente de fi g h t tvell («batirse bien»). En algunos casos dicha descripción se añade como una especie de aposición, señalada mediante una coma o un guión, como en: T h e d o g sigb ed, t b e in si n cere and pity-seeking sigh o f a spoil t animal El perro suspiró, con el suspiro poco sincero que lanza un animal dema­ siado mimado que busca verse compadecido (Bennett). K itt y la u g h e d —a laugh musical but malicious — Kitty rió —con una risa musical, pero maliciosa (Mrs. Ward). Vemos el mismo procedimiento empleado en otros casos, en los que un añadido especial a una palabra secundaria no se puede expresar ade­ cuadamente mediante un rasgo distintivo en forma de adjunto que sería difícil mediante un subjunto; por consiguiente se añade a la frase un ele­ mento predicativo como portador de la especialización en forma de ad­ junto, así en: H er f a c e w as v e r y palé, a g r e y i s h pallor — Su rostro era muy pálido, una palidez grisácea (Mrs. W ard). He had b e e n t o o p r o u d to ask — th e ter rible pride o f t h e b e n e f a c t o r — Había sido demasiado orgulloso como para preguntar —el terrible orgullo del benefactor (Bennett). En no pocos casos el elemento predicativo que se añade va introducido por la preposición w i t h : S he w a s p retty , w ith th e p rettin es s o f t w e n t y — Era bella, con la belleza de los veinte años. I am sick w ith a sickness m o r e than o f bod y , a sickness o f m in d and m y o w n s h a m e — Estoy enfermo con una enfermedad que afecta a algo más que mi cuerpo, una enfermedad de la mente y de mi propia ver­ güenza (Carlyle). 159

Supongo que con añadir que muchas veces los nexos substantivos son adecuados en casos en que el uso idiomático no permite una oración su­ bordinada, como después de u p o n en Cióse u p o n his resi gna ti on f o l l o w e d bis last illness and d ea th («A su dimisión siguieron de cerca su última en­ fermedad y su muerte»), habré explicado suficientemente la funcióp que dichas formas desempeñan en la economía del habla 13. Pero, como ocurre con la mayoría de las cosas buenas de este mundo, se puede abusar de los substantivos de este tipo. Es lo que revela claramente un artículo muy interesante de Hermann Jacobi sobre el estilo nominal en sánscrito u . Cuando las lenguas envejecen (a lt ernd e Spra chen!), dice, tienden a desa­ rrollar expresiones nominales, especialmente cuando han servido durante mucho tiempo para el pensamiento científico. Parece posible expresar ideas con mayor precisión y exactitud por medio de nombres que por medio de verbos de carácter más significativo (d ie m e b r d e r Spbd re d e r a nschauu ng sich n áher nden v er b a [«m ediante verbos que entran más dentro del dominio de la intuición»]): «En la India el sánscrito se ha convertido en el vehículo privilegiado para la educación más elevada; se ha vuelto ininteligible para las clases inferiores de la población y ha de­ jado de usarse para los fines de la vida diaria. A medida que el sánscrito resultaba cada vez más alejado de los detalles prácticos de la vida coti­ diana y se iba usando simultáneamente cada vez más para servir a los intereses de la vida más elevada del intelecto, cada vez se necesitaron más métodos abstractos de expresión a medida que la esfera de las ideas que había que expresar se iba volviendo cada vez más lim itada» y ello condujo de forma natural a la preferencia por los substantivos, es decir, lo que hemos llamado nexos substantivos. Creo que se puede ilustrar la diferencia entre los dos tipos de estilo comparando mi traducción de la última frase con el texto original ale­ mán: «Mit d er z u n eh m en d en Abkehr v on d e r g e m e i n e n Alltaglichkeit d es Daseins u n d d er damit Hand in Hand g e h e n d e n Z u w e n d u n g zum h ó h e r e n g e i s ti g e n Leben in d e m sich also e i n e n g e n d e n Id eenk reise, w e l c h e m das Sanskrit ais Ausdrucksmittel d ie n te, das B edürfn is b e g r i f fl i c h e r Darstellung, La prosa científica alemana a veces se parece al estilo sánscrito descri13. Fuera de su esfera propia, un dcsfeam iento semántico bastante corriente hace que se empleen las palabras de este tipo para designar «concretamente» a quien posee tal o cual cualidad: una belleza = «una cosa bella» (con frecuencia «una mujer bella»), realidades = «cosas reales», una verdad = «algo cierto», etc. Podemos com­ parar así No creo en la personalidad de Dios («que sea una persona») y El prim er ministro posee una fuerte personalidad. Se trata de un fenómeno paralelo al que en­ contramos con los substantivos verbales: construcción significa «una cosa construida» y edificio «una cosa edificada». Puede ocurrir que el empleo del término se haga tan corriente, que se forme un nuevo «abstracto»: así en inglés vemos relationsbip («re­ lación») y acquaintancesbip («conocimiento»). Existe también una figura de retórica que venios por ejemplo en: E l era todo bondad y todo atención en nuestro viaje de vuelta. 14.

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Hermann Jacobi, Indogermaniscbe Forsbungen, 14, págs. 236 y ss.

to por Jacobi. Cuando expresamos mediante nombres lo que generalmente se expresa mediante verbos en forma personal, nuestro lenguaje se vuelve no sólo mas abstracto, sino mas abstruso, debido entre otras cosas al hecho de que en los substantivos verbales algunos de los elementos que dan vida al verbo (tiempo, modo, persona) desaparecen. Por tanto, mientras que el estilo nominal puede servir para los fines de la filosofía, terreno en el que, a pesar de todo, a veces no hace otra cosa que disfrazar ideas ^ sencillas bajo apariencia de profunda sabiduría, no tiene en absoluto el mismo Ínteres para los fines de la vida cotidiana.

In fin itivo s y g e r u n d i o s Es interesante observar cómo a veces en la historia del lenguaje los substantivos verbales tienden a perder algunas de las características de substantivos y a asumir algunas de las características verbales, de las que antes hemos dicho que «dan vida», o, en otras palabras, cómo de vez en cuando los hablantes los han tratado como acostumbran a tratar a los verbos en forma personal. Eso es lo que ocurre con nuestros infinitivos, con respecto a los cua­ les todo el mundo admite ahora que son formas fosilizadas de casos de antiguos substantivos verbales. Han llegado a asemejarse a los verbos morfológica y sintácticamente, aunque no en la misma medida en todas las lenguas: pueden llevar un complemento en el mismo caso que los verbos ordinarios (acusativo, dativo, etc.), admiten las combinaciones usuales con palabras negativas y otros subjuntos, adquieren diferencias de tiempos (infinitivo perfecto en latín amari [«ser am ado»], etc.). To­ dos estos rasgos son ajenos a palabras como m o v e m e n t («movimiento»), co n s t r u c t io n («construcción»), o b e l i e f («creencia»). Una asimilación más profunda del infinitivo vemos en aquellas lenguas que admiten su com­ binación con un sujeto en nominativo 1S. En algunas lenguas el infinitivo se puede usar con el artículo deter­ minado. Ese rasgo substancial tiene la ventaja de que el caso del artículo revela la función que el infinitivo desempeña en la frase. En los casos en que esta particularidad se puede aplicar a la combinación de un acusativo con un infinitivo, como en griego, el valor es mayor que en los casos en que solamente el infinitivo «desnudo» puede llevar el artículo, como en alemán 16.

ple vo) del the see

15. Cf. pág. 132. 16. La combinación to + infinitivo que vemos en inglés al principio era un sim­ grupo preposicional (en antiguo inglés existía to donne, en que donne era dati­ cuyo empleo correspondía al sentido habitual de to ; se encontraba en las frases mismo tipo que las que existen en inglés moderno cuando decimos I went to see D uke («fui a ver al duque») o He was forced to go («se vio forzado a irse»). To y to go eran, por tanto, de 3.a categoría. Pero después se fue extendiendo progre-

161 I I . — f ilo so fía

g ram ática

Un desarrollo correspondiente al que aquí hemos observado en el in­ finitivo lo encontramos en otros substantivos verbales. Un complemento en acusativo se ve pocas veces en sánscrito, griego y latín como en la frase tantas veces citada de Plauto: Quid tibi harte cu ratiost r e m ? («¿P o r qué te mezclas en esto?») 17. En algunas lenguas eslavas, por ejemplo el búlgaro, se ha convertido en un fenómeno común añadir un complemento en acusativo a los substantivos verbales acabados en -anije y en otras terminaciones de este tipo. En danés, el substantivo verbal en -en puede llevar un complemento, aunque sólo en el caso de que el verbo y el com­ plemento estén muy próximos semánticamente, cosa que revela la acentua­ ción del segundo: d e n n e skiften tilstand («ese cambio de estado»), tagen d el i lykken («participación en la felicidad»), etc. Véanse otros ejemplos en mi Fonetik, 565. El caso más interesante es el de la forma inglesa en -ing, en la que podemos seguir un largo desarrollo histórico por el que lo que originaria­ mente era un puro substantivo formado solamente a partir de determi­ nados verbos ha acabado por poder formarse a partir de cualquier verbo y ha adquirido cada vez más características de un verbo en forma per­ sonal 18. Puede llevar un complemento directo en acusativo: o n s e e i n g him («al verlo»), un adverbio: h e p r o p o s e d o u r i m m e d i a t e l y drinking a h o ttle t o g e t h e r («propuso que bebiésemos inmediatamente una botella jun­ tos»); ha desarrollado un perfecto: hap p y in hav ing f o u n d a f r i e n d («fe­ liz de haber encontrado a un amigo»), y un pasivo: f o r fea r o f b e i n g killed («por miedo a verse asesinado»). En cuanto al sujeto, que originariamen­ te tenía que ir siempre en genitivo y todavía a veces lo encontramos con esa forma, ahora muchas veces se coloca en caso común: h e in si sted on th e Chantber carrying ou t his p o l i c y («insistió para que la cámara aplica­ se su política») y excepcionalmente en el lenguaje coloquial puede ir en nominativo: instea d o f t h e c o n v e r t i n g t h e Zulus, th e Zulu c h i e f c o n v e r ­ t e d him [«en lugar de que él convirtiese a los zulúes, el jefe zulú lo convirtió a é l» ], con el acento principal en he. Cuando un inglés dice ahora: th e r e is s o m e possibility o f t h e p la ce h aving n e v e r b e e n i n s p e c t e d b y t h e p ó l i c e («es posible que ese sitio no haya sido registrado nunca por la policía»), se desvía en cuatro puntos gramaticales de la construc­ ción que uno de sus antepasados hubiera empleado seiscientos años atrás (el caso común, el perfecto, el pasivo y la presencia de un adverbio).

sivamente el empleo de esas combinaciones y transformándose muchas veces su con­ tenido gramatical. A sí en I wisb to see the Duke («deseo ver al duque»), to see es hoy un grupo de 1.a categoría y el complemento de wisb; de igual forma en To see is to believe («ver es creer») los dos grupos son de 1.a categoría. 17. Cf. Delbrück, Vergleichende Syntax der Indogermanischen Sprachen, Es­ trasburgo, 1893, 1, 386. 18. Jespersen, G row th and Structure of the English Language, Leipzig y O xford, 1923, 197 y ss.

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Aquí podemos citar también el gerundio latino. El desarrollo de esta forma es bastante interesante. El latín tenía un participio pasivo en -ndus (el «gerundivo»), que se podía usar de la misma forma que otros participios y adjetivos para formar un nexo como los que hemos estu­ diado en la página 141, por ejemplo en elegantia a u g et u r l e g e n d i s oratoribus e t p o e t i s («la elegancia aumenta con los oradores y poetas leídos», es decir, «con la lectura de los oradores y poetas»). Después, paralela­ mente a cu piditas libri l e g e n d i («el deseo del libro leído», literalmente, es decir, «el deseo de leer el libro») que se debe interpretar de la misma forma, se llegó a decir cu piditas l e g e n d i («deseo de leer»), sin ningún substantivo en la función de primario; más adelante, l e g e n d i se inter­ pretó como una especie de genitivo del infinitivo, que podía llevar un complemento directo en acusativo. Así se formó lo que hoy se considera como una forma separada de los verbos, que lleva todos los diferentes casos (excepto el nominativo) del singular, como cualquier substantivo neu­ tro, y que recibe el nombre de «gerundio» (cf. Sommer, Hendb. d. lat. laut -u. f o r m e n l e h e r e f o r m e n l e h r e , 631). Encontramos ambas formas, la ori­ ginal y la derivada, en esta frase de César: Ñeq ue consilii h ab end i ñ eq u e arma ca pien di spatio d ate («sin tiempo para deliberar ni para tomar las arm as»)19.

C on clusión Puesto que he insistido en la existencia de dos ideas en un nexo a diferencia de las uniones en las que los dos miembros forman una sola idea, quizás se sorprenda el lector de verme preguntarme si un nexo puede componerse de un solo miembro, y más todavía de verme responder afirmativamente. Efectivamente, encontramos casos en que aparece bien una palabra primaria sola, bien una secundaria y que, a pesar de todo, se aproximan tanto a los nexos ordinarios, que resulta imposible distinguir­ los de los casos en que no hay duda de que se trata de nexos. Pero un análisis riguroso muestra que en todos los casos los dos miembros habi­ tuales están presentes en la mente del hablante y simplemente puede ocurrir que uno de ellos esté ausente en la expresión lingüística. En un primer caso, podemos encontrar una palabra primaria sola o, en otras palabras, un nexo sin adnexo. Un ejemplo de ello es la siguiente frase inglesa: Did t h e y run? Yes, I m a d e t h e m («¿Corrieron? Si, les obligué»), que significa lo mismo que I m a d e th e m run («les obligué a correr») y, por paradójico que pueda parecer, es un acusativo 4- infinitivo sin el infinitivo; en este caso t h e m constituye un auténtico nexo y es di­ 19. Los nombres de agente, como a believer («un creyente») y los participios como a believing Christian («un cristiano creyente») o believed («creído») suponen un nexo, pero no designan al nexo mismo, como lo hacen los nombres de acción como belief («creencia») o los infinitivos como to believe («creer»).

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ferente del complemento directo en W h o m a d e t h e s e f r a m e s ? I made t h e m («¿Q uién hizo estos marcos? Yo los hice»). De igual forma en in­ glés coloquial podemos encontrar un to aislado, que representa a un in­ finitivo con to: I t o ld t h e m t o ( = I t o ld t h e m t o run) [« S e lo di­ je» = «les dije que corriesen»]. Desde el punto de vista sicológico, se trata de casos de aposiopesis o «frases interrumpidas» (así las llamé en mi L a n g u a g e 20): se elimina el infinito, como en: Will y o u play? —Yes, I ’tn g o i n g to — ¿Quieres jugar? Sí, voy a ha­ cerlo. Will y o u pla y? Yes, Vam w illing to — Sí, quiero. Will y o u play? Yes, I am anxious to — Sí, estoy deseando hacerlo. El segundo caso consiste en que la parte secundaria del nexo aparezca aislada, sin ninguna palabra primaria. Se trata de un fenómeno extraor­ dinario frecuente en las exclamaciones en las que no es en absoluto nece­ sario precisar al oyente de qué estamos hablando; constituyen enuncia­ dos completos y no debemos dudar a la hora de considerarlos «frases». Así, por ejemplo: Beautiful! — ¡Magnífico! H o w n i ce f — ¡Qué agradable! What an extraordinary p i e c e o f g o o d luck! — ¡Qué suerte tan extraor­ dinaria! Como vemos, se trata realmente de predicativos, y lo mismo se po­ dría decir: This is beautiful! («¡E s magnífico!»), etc. Efectivamente, el predicativo es lo primero que viene a la mente del hablante; si, después, se le ocurre añadir el sujeto, el resultado constituye una frase del tipo de las que hemos estudiado en la página 134: Beautiful this v i e w ! («¡B ella, esta vista!»). Puede también escoger una forma diferente añadiendo la interrogación: Beautiful, isn ’t? («¿Bonito? ¿verdad?»), que corresponde a This v i e w is beautiful, isn ’t? («Esta vista es bonita, ¿v e rd a d ?»)21. Creo que podemos hablar también de un nexo cuyo elemento prima­ rio no vaya expresado en todos los casos en que una forma personal del verbo es suficiente por sí misma sin necesidad de ir acompañada de un nombre o pronombre como sujeto, como en latín dico, dicis, d ic it («digo», «dices», «dice»), etc. En varias lenguas, un verbo en tercera persona ex­ 20. Jespersen, Language, Its Nature, Developments and Origin, pág 2 5 1. . 2 1. W u ndt afirma que W elch eine Wendung durch G ottes Fügung! («¡Q u é cam­ bio producido por la mano de D ios!») es una frase atributiva, en la que welch eine W endung es el sujeto y durch G ottes Fügung el atributo — término usado aquí en el sentido de adjunto— , pero es una explicación muy poco natural. De hecho, el con­ junto es el predicado de 2.a categoría de un nexo, y el elemento de 1.a categoría, que no va expresado, aparece si añadimos dies ist («esto es»).

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presa muchas veces la «persona genérica»: por ejemplo, on («se») en francés 22. En nuestras lenguas modernas, el sujeto debe expresarse generalmen­ te y aquellos raros casps en que va omitido deben explicarse como ca­ sos de prosiopesis, que a veces se convierte en un hábito en expresiones como Thank y o u («G racias»), Bless y o u ! (¡«Dios le bendiga!»), C o n fo u n d it! («¡Q ue se lo lleve el diablo!»), H o p e l ’m n o t b or in g y o u («Espero que no te estoy aburriendo») o en alemán, Danke («G racias»), Bitte («por favor»). En todos los casos que hemos visto hasta ahora, los nexos que cons­ tan de un solo miembro constituyen frases independientes. Pero pueden constituir parte de una frase. El nexo que constituye el complemento de makes en el proverbio inglés Practice makes p e r f e c t («la experiencia nos hace perfectos») no lleva elemento primario: Practice makes p e r f e c t = P ra ctice makes o n e perfecta este fenómeno es muy frecuente en danés: p e n g e ale ñe gerikke lykkelig («el dinero solo no hace la felicidad» o «el dinero solo no hace [a un hombre] feliz»), j e g skal g o r e opm a e rk so m pá at..., que corresponde al alemán: I c h m a c h e darauf aufmerksam, dass... («Debo llamar la atención sobre...»). No es nada raro encontrar un acusativo + infinitivo sin el acusativo, como se ve en los siguientes ejemplos: Live and let liv e — Vivir y dejar vivir. Make b e l i e v e — Hacer creer. I h a v e heard say — He oído decir. Let s e e n o w w h o shal telle a n o th er tale — Veamos ahora quien va a contar otro cuento (Chaucer). En danés es muy frecuente: Han l o d ly s e til b ry llu pp er — Hizo publicar los bandos. J a g har hart s i g e at... — He oído decir que... Lo mismo ocurre en alemán y en francés. El elemento primario que no va expresado representa lo que hemos llamado la «persona generica». En alemán, puede ser la segunda persona: I c h b itte zu b ed en k en («Le pido que reflexione»). _ _ Estos no son los únicos ejemplos en que el elemento primario del nexo no va expresado, pues en la mayoría de los casos en que usamos bien un infinitivo o bien un substantivo nexo no hay necesidad de indicar expresamente quién o qué es el sujeto del nexo. Dicho sujeto puede ser concreto, como lo muestra el contexto, así en I like to travel o I like tr avellin g («me gusta viajar»), donde el elemento primario no expresado 22 . H. Pedersen y J. Zubaty han recocido un gran número de ejemplos inte­ resantes en Zeitschrift fü r Vergleichende Spracbforschung, 40, págs. 13 4 y 478 y ss.

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es I («yo »), en it a m u s e d h e r t o tease him («le divertía hacerle rabiar»), caso en que el primario no expresado es s h e («ella»), o en h e f o u n d happiness in activity and t e m p e r a n c e («encontró la felicidad en la activi­ dad y la templanza»), donde dicho elemento es h e («él»), etc. O bien puede ser la «persona genérica» indefinida, que corresponde al francés on («se»): t o tr avel (travelling) is n o t ea sy n o w a d a y s («viajar no es fácil en la actualidad»), a ctiv ity leads t o ha ppiness («la actividad produce la felicidad»), p o v e r t y is n o d isg ra ce («la pobreza no es vina desgracia»), etc. Que el elemento primario, aunque no vaya expresado, está presente en la mente lo revela la posibilidad de usar un pronombre «reflexivo», es decir, un pronombre que indica la identidad del sujeto y el objeto, etc. con los infinitivos y los nexos substantivos: to d e c e i v e o n e s e l f («engañarse a sí mismo»), c o n t r o l o f o n e s e l f (s e l f c o n t r o l ) («control de sí mismo [auto­ control]»), c o n t e n t m e n t w it h o n e s e l f («satisfacción de sí mismo»). El mismo fenómeno encontramos en danés, alemán y latín: At elske sin naeste s o m sig s e l v er vanskelight — Amar al prójimo como a sí mismo es algo difícil. Glaeae o v e r sit e g e t h j e m — Felicidad del propio hogar. Sich mitzuteilen ist Natur — Desahogarse es natural. C o n ten tu m r ebu s suis e s s e maximae sunt divitiae — Estar satis­ fecho de los propios bienes es la mayor de las riquezas (Cicerón). Y de forma semejante en otras lenguas. Me parece que al insistir en el concepto de nexo y en la correspon­ diente necesidad de un elemento primario o de un sujeto he conseguido llegar a una mayor comprensión de los «abstractos», de los « n o m in a actionis» («nombres de acción») y de los infinitivos y especialmente de la función que dichas formas desempeñan en la economía del habla de la que dan las definiciones habituales. Efectivamente, nada se adelanta con definir al infinitivo como «la forma del verbo que expresa simplemente la idea del verbo sin aplicarla a ningún sujeto» (como dice Murray en su N ew English D ictionnary) o como «la forma que expresa la idea del verbo en general sin indicar que se aplica a un sujeto definido, con el que podría formar una frase» (Madvig). Se podría hacer a estos autores la objeción que, de hecho, muchas veces existe un sujeto definido, que unas veces va expresado y otras veces se deduce del contexto, y que, por otro lado, muchas veces el sujeto de un verbo en forma personal es tan indefinido como el de un infinitivo aislado. Me atrevo a esperar que el lector verá que los numerosos fenómenos que he agrupado en éste y en los capítulos anteriores se aplican los unos a los otros y está justificado agruparlos en una clase aparte, para la que el nombre de «nexo» no creo que resulte inapropiado.

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CAPITULO XI SUJETO Y PREDICADO

Algunas d ef i n i ci o n e s La discusión sobre los dos miembros del nexo ha anticipado ya en cierta medida la cuestión de la relación entre el sujeto y el predicado, pues hemos mostrado que en aquellos nexos que constituyen frases completas el elemento primario resulta ser idéntico al sujeto y el adnexo (miembro elemento secundario) al predicado; en otras formas de nexos podríamos emplear también los nombres de «elemento-sujeto» y «elemento-predi­ cado», en lugar de «primario» y de «adnexo». Ahora tenemos que examinar las diferentes definiciones dadas a los términos «sujeto» y «predicado» por autores anteriores, que en general solamente han tenido en cuenta las llamadas «frases» o bien incluso la clase más limitada de los llamados «juicios». Un examen crítico exhaus­ tivo de todo lo que los gramáticos y lógicos han dicho sobre esta cues­ tión requeriría todo un volumen, pero espero que las observaciones que siguen resultarán suficientemente completas. A veces se dice que el sujeto es el elemento relativamente familiar, al que el predicado se añade como algo nuevo: «El hablante pone en el sujeto todo lo que sabe que el oyente admitirá y a ello añade en el pre­ dicado le que constituye la nueva información que la frase va a trans­ m itir... Cuando decimos "A es B", queremos decir en realidad: "Sé que sabes quién es A, pero quizás no sabes que también es la misma persona que B "» Esto puede ser cierto en el caso de la mayoría de las frases, pero no de todas, pues si como respuesta a la pregunta ¿Q uién dijo e s o ? damos: P ed r o lo dijo, Pedro es el nuevo elemento y, sin embargo, no hay duda de que es el sujeto. La «nueva información» no siempre va contenida en el predicado, pero siempre es inherente a la co n ex ió n de los dos elementos, al hecho de que van juntos, es decir, al «nexo». Con res­ 1.

Baldwin, D ictionnary of Pbilosopby and Psycbology, 1902, 2, pág. 364.

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pecto a esto véase lo que hemos dicho sobre la diferencia entre la unión y el nexo 2. Otros autores dicen que la función del predicado consiste en especi­ ficar o determinar lo que en el punto de partida era indefinido o inde­ terminado, que el sujeto es algo que se ha de determinar y que solamente llega a estarlo gracias al predicado \ Pero esta descripción corresponde más a un adjunto como blusbin g («que se sonroja») en th e blu shin g girl («la muchacha que se sonroja») que a blushes («se sonroja») en th e girl blushes («la muchacha se sonroja»). Lo que en este caso queda determi­ nado no es la muchacha sino toda la situación. Otra definición que se da con frecuencia es la de que el sujeto es aquello de lo que se habla y el predicado lo que se dice del sujeto. Ello es cierto con respecto a muchas, quizás la mayoría, de las frases, a pesar de que el hombre de la calle nos diría que no le ayuda mucho, pues diría que en una frase como J o h n p r o m i s e d Mary a g o l d ring («John pro­ metió a Mary una sortija de oro»), hay cuatro cosas de las que se dice algo y que, por tanto, todas ellas podrían llamarse «sujetos», a saber: John, una promesa, Mary y una sortija. Esa definición corriente, de acuer­ do con la cual el sujeto se identifica con el tema principal del que se ha­ bla, realmente no es satisfactoria, como quizás podríamos apreciarlo de la mejor manera posible viendo a dónde conduce a un sicólogo eminente como Stout, quien en un famoso pasaje la toma como punto de partida y llega a conclusiones muy alejadas de las concepciones de los gramáti­ cos sobre sujeto y predicado: «El predicado de una frase es la determi­ nación de lo que previamente estaba indeterminado. El sujeto constitu­ ye la calificación previa de aquello de lo que se habla a la cual se añade una nueva calificación. El sujeto es el producto de lo que ha precedido y que forma la base inmediata y el punto de partida para el desarrollo pos­ terior. El predicado constituye dicho desarrollo posterior. Las frases son en el proceso del pensamiento lo que los pasos en el andar. El pie sobre el que descansa el peso del cuerpo corresponde al sujeto. El pie que se avanza para ocupar un nuevo terreno corresponde al predicado... Todas las respuestas a preguntas son, en cuanto tales, predicados y todos los predicados se pueden considerar como respuestas a posibles preguntas. Si el enunciado I am h u n g ry ("tengo hambre”) es una respuesta a la pre­ gunta W h o is h u n g ry ? (“ ¿Quién tiene hambre?”), entonces el predicado es I ("Yo"). Si fuese una respuesta a la pregunta Is th e r e a n y th in g amiss with y o u ? (“Le molesta a usted algo?"), entonces h u n g r y ("hambre”, en este caso) es el predicado. Si la pregunta es Are y o u really h u n g r y ? ("¿tiene usted realmente hambre?"), entonces am (en este caso "tengo”) es el predicado. Cada nuevo paso en una cadena de pensamientos debe 2. Cf., págs. 124 a 127. 3. Cf. Keynes, Studies and Exercises in Formal Logic, pág, 96, Noreen, V art Sprak 5, págs. 13 y 153 y Stout, A nalytic Psychology, 2, pág. 213.

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considerarse como una respuesta a una pregunta. El sujeto, por decirlo asi, es la formulación de la pregunta; la predicación es la respuesta». Si esta es la consecuencia lógica de la definición corriente del sujeto, entonces el gramático no puede usar dicha definición, pues no le ayuda lo más mínimo. Es realmente una pena que los gramáticos tengan que usar la palabra «sujeto», que en el lenguaje ordinario significa, entre otras cosas, tema del que habla *.

S u jeto s i c o l ó g i c o y s u j e to l ó g i c o La confusión que produce la ambigüedad de la palabra «sujeto» es responsable en gran medida de lo que los lingüistas y lógicos han escrito sobre los llamados su j e t o s y p r e d ic a d o s l ó g i c o s y sicoló gicos. De hecho, varios autores aplican dichos términos a conceptos totalmente diferentes, como veremos en el siguiente examen, que probablemente no es en abso­ luto exhaustivo. 1. La su c e si ó n en e l tie m po. Esta es la concepción que aparece en la obra de C. G. v. d. Gabelentz, Zeitschrift fü r V ólk er sp sy ch olo gie u. S p ra c h w is sen s ch a ft , VI y V III condensado en Die Sprachwissenschaft, p. 348 y ss. el hablante capta primero una palabra A y pregunta con expectación: ¿Qué ocurre con A? Entonces recibe la siguiente palabra o idea B, las agrupa y pregunta: y ahora, ¿qué ocurre con (A -f B)? La res­ puesta constituye la siguiente idea C y así sucesivamente. Cada palabra sucesiva es el predicado del sujeto contenido en lo anterior. Se parece a los dos rollos de papel de un telégrafo; por un lado, tenemos el rollo escrito que no cesa de aumentar y, por el otro, el rollo en blanco que va corriendo continuamente y engrosando el otro. El hablante sabe de ante­ mano lo que contiene el primer rollo y lo que va a llenar el papel en blanco. Ahora bien, ¿qué es lo que le hace citar A en primer lugar y des­ pués B, etc.? Evidentemente coloca en primer lugar lo que provoca su pensamiento: su «sujeto sicológico», y a continuación lo que piensa de él: su «predicado sicológico»; después de reunidos, pueden constituir juntos el sujeto de un pensamiento y de un enunciado posteriores. La misma concepción vemos en la obra de Mauthner Kritik d e r Sprache, 3, p. 217 y ss. Se trata de una teoría interesante y el agudo análisis que Gabelentz hace desde este punto de vista con la frase H a bem u s sena tu sc on su lt u m in te v e h e m e n s e t g r a v e («Tenemos una grave y severa decisión del Se­ nado contra ti») debe citarse en todo estudio sobre el efecto sicológico del orden de las palabras. Pero la analogía entre fenómeno y la relación entre sujeto y predicado es demasiado ligera como para que se pueda * Así es, efectivamente, en inglés y en francés, pero no en español, donde exis­ ten dos términos diferentes para nombrar Jas dos ideas, sujeto y tema. (N. del T.).

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aplicar el mismo nombre a los dos casos. El término de «exposición» que Wegener propone para lo que Gabelentz llama sujeto sicológico es mucho más adecuado. Pero debe recordarse siempre que el orden de las palabras en el lenguaje real no sólo está determinado por razones sicoló­ gicas, sino que también muchas veces es puramente convencional y va determinado por reglas particulares de la lengua en cuestión e indepen­ dientes de la voluntad de los hablantes. 2. La n o v e d a d y la importancia. Paul, en su obra D e u t s c h e Gramma­ tik (3, 12), parece coincidir en principio con Gabelentz, cuando define el sujeto sicológico como la idea o grupo de ideas que están presentes en primer lugar en la mente del hablante, y el predicado sicológico como lo que a ella se añade (neu angek nü pft). Pero neutraliza la definición cuan­ do añade que, aun cuando el sujeto sea la primera idea que surge en la mente del hablante, a veces puede ir colocado en una posición posterior, si en el momento en que empieza a hablar, la idea del predicado es la que aparece como la más nueva y más importante, especialmente bajo el efecto de una emoción fuerte. En su obra anterior4 dice que el predi­ cado sicológico es el elemento más importante, y que el fin de la frase es comunicarlo y por eso lleva el acento principal. Si en la frase Karl fdhrt m o r g e n nach Berlín («Karl sale mañana para Berlín»), todo es igualmente nuevo para el oyente, entonces Karl es el sujeto al cual se añade el pre­ dicado fdhrt, si fdhrt es el sujeto, entonces el primer predicado es m o r g e n y el segundo nach Berlín. Por otro lado, el hablante está al corriente del viaje que mañana iniciará Karl, pero ignora su destino, entonces el predi­ cado es nach Berlín-, si sabe que va a Berlín, pero no cuándo, entonces m o r g e n es el predicado, etc. Paul llega incluso a decir que si la única cosa que ignora es la forma de llegar a Berlín (a caballo, en coche, o a pie), entonces fdhrt «ist g e w is s e r m a s s e n in zw ei B esta n dteil e zu zerlegeti, ein a llgem ein es Verbum d e r B e w e g u n g und eine B e s t i m m u n g dazu, w e l c b e die Art d e r B e w e g u n g bczeichn et, u n d nur d ie letzter e ist Pradikat» («eviden­ temente hay que analizar fdhrt en dos elementos: un verbo general de mo­ vimiento al que se añade una determinación que indica el tipo de movi­ miento, y solamente este segundo elemento constituye el predicado»). Sería difícil imaginar una sutileza mayor o más innecesaria. ¿Por qué no evitar los términos sujeto y predicado en este sentido y simplemente de­ cir que en cualquier enunciado lo que es nuevo para el oyente puede aparecer según las circunstancias en cualquier lugar de la frase? 3. La acentuación. Esta concepción no es distinta verdaderamente de la primera. En Den m e n n e s k e li g e tankel, p. 88, Hoffding escribe que muchas veces el predicado lógico es el sujeto gramatical o un adjetivo que pertenezca a él: You are th e man («tú eres el hombre»), All th e g u e s t s hav e arrived («todos los invitados han llegado»). Se le reconoce en todos los casos por la acentuación: The king w il l not c o m e («el rey 4.

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Prinzipiert der Sprachgescbicbte, pág. 283.

no vendrá»), He has g o n e («Ese ha ido»). En frases de contenido des­ criptivo prácticamente todas las palabras pueden expresar un predicado lógico, porque pueden acentuarse como elementos que contienen nueva información. Lo que en este caso se llama predicado lógico es casi idén­ tico a lo que Paul llama predicado sicológico, pero sería mejor reconocer que tiene muy poco que ver con la lógica: el mismo autor, en su manual de lógica formal, usa continuamente las palabras sujeto y predicado, por ejemplo, en las reglas que da para los silogismos, pero notemos que em­ plea dichos términos no con su significado lógico, sino gramatical, sin hablar para nada de la acentuación. Como esta última está menos deter-y minada por consideraciones estrictamente lógicas que emocionales (ya sea el interés que se siente por una idea o el valor que se atribuye en el momento), Bloomfield 5 prefiere con razón el término e l e m e n t o dom in an te d e s d e el p u n t o d e vista e m o c i o n a l 6 para lo que Paul llama predicado ló­ gico y Hoffding predicado sicológico. 4. Tod a palabra primaria en una fra se es el su j e t o lógico. Esta es la concepción de Couturat (R e v u e d e M éta ph is iq ue, enero de 1912). En la frase Fierre d o n n e un liv re á Paul («Pierre da un libro a Paul»), que sig­ nifica lo mismo que Pierre reqoit un liv re d e Paul («Pierre recibe un li­ bro de Paul»), las tres palabras Pierre, livre, Paul (que él llama te r m es) son todas ellas « les su jets du v e r b e qui exprim e leu r relation» («los suje­ tos del verbo que expresa su relación»). 5. «In g u t e r Vater ist gut, logisch betrachtet, eben so wohl prádicat zum Subject Vater, wie in d e r Vater ist g u t ; in einen Brief sch reiben . s ch ó n sc hrei b en, hat, logisch genommen, das Subject sch r eib en sein Prádicat ei n e n brief, s e b ó n » («En b u en p a d re b u e n o es el predicado y padre el su­ jeto desde el punto de vista lógico, exactamente como en e l pad re es bueno-, en escribir una carta y bien escribir los predicados del sujeto e s ­ cribir son una carta y b ien » ) [Steinthal, Charakteristik, p. 101]. 6. Wegener, en U nte r s u ch u n g en ü b e r d ie G run dfra gen d e s Sprachl eb ens, p. 138, analiza el verbo alemán satteln como sattel + el sufijo que lo convierte en verbo, y dice que los dos elementos son respectivamen­ te el predicado lógico (sa t t e l ) y el sujeto lógico (-«). 7. Sweet, en A n e w English Grammar, dice que en una frase como I carne h o m e y e s t e r d a y m o r n in g la palabra carne («volví») en sí misma es el predicado gramatical, pero que c a m e - h o m e - y e s t e r d a y m o r n i n g («volví-ayer-por-la-mañana») es el predicado lógico. Y, en otra obra, dice que en g o l d is a m etal («el oro es un m etal»), el predicado gramatical propia­ mente dicho es is («es»), pero el predicado lógico es m etal («m etal»). 8. Muchos gramáticos usan el término «sujeto lógico» para el ele­ mento de una frase pasiva que sería el sujeto, si la misma idea se expre­ sase en forma activa, por ejemplo his f a th er («su padre») en h e w as l o v e d 5. 6.

L. Bloomfield, A n Introduction to tbe Study of Language, páp. 114. Cf. 3o que ya W undt había escrito en Die Sprache, 2, págs. 25 9 y ss.

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b y his f a th er (esto es lo que estudiaremos en el capítulo siguiente con el nombre de «sujeto invertido»). 9. Otros dicen que en frases como I t is d ifficu lt t o f i n d o n e ' s tvay in Lon don (« es difícil orientarse en Londres») o I t c a n n o t b e d e n i e d that N ew to n w as a gen iu s («No se puede negar que New ton era un genio») it es el sujeto formal y el infinitivo o la oración el sujeto lógico. 10. Otros gramáticos afirman incluso que en una frase sin sujeto como la alemana m ic h frier t («tengo frío»), el sujeto lógico es «yo ».7 11. Un último uso de este término (muy próximo al del apartado 10) lo vemos cuando la transición entre la antigua construcción M e dream e d a. stran ge d ream (literalmente, «me soñó un sueño extraño») y la moderna I d r e a m ed a str a n ge d rea m («he tenido un sueño extraño») se describe diciendo que el sujeto sicológico (o lógico) se ha convertido en el sujeto gramatical. No es de extrañar que, después de tantas utilizaciones inútiles de los términos sujeto «lógico» y «sicológico», algunos autores hayan intenta­ do evitar el empleo del término «sujeto». Entre ellos, Schuchardt, quien prefiere el de a g e n t e \ pero dicho término no parece apropiado en casos como h e su ff er s («él sufre»), h e brok e his l e g («se rompió una pierna»), etc. y en el caso de A l o v e s B («A ama B ») deberíamos decir más bien que B actúa sobre A y no al contrario. Por lo que yo sé, los dos lingüistas que han intentado seriamente prescindir del término s u j e t o en su análi­ sis gramatical son los suecos Svedelius y Noreen. Pero, no por ello se ha avanzada nada. Es preferible conservar los términos tradicionales, pero limitarlos al dominio en que todo el mundo sabe qué significan: usar su­ jeto y predicado exclusivamente en el sentido de sujeto y .predicado gra­ maticales y rechazar toda propuesta de añadirles palabras como «lógico» o «sicológico».

El s u j e to gramatical Para entender claramente lo que la palabra sujeto significa en su apli­ cación gramatical, sería útil recurrir a lo que dijimos en el capítulo sobre las tres categorías de palabras. En toda frase hay ciertos elementos (pa­ labras secundarias) que comparativamente son fluidos o líquidos y otros (palabras primarias), que están más fijos y se parecen a rocas que sobre­ salen del mar. El sujeto siempre es una palabra primaria, aunque no ne­ 7. El pronombre reflexivo se refiere al sujeto de la frase, pero puede ocurrir que se refiera a lo que estos autores llamarían el sujeto lógico; es lo que vemos en viejo normánico en G úftrún mcelti nú vid Bolla, at henni, P ótti han eigi bafa sér allt satt til sagt («...q u e le parecía que no le había dicho toda la verdad»); también lo que vemos en latín en Sunt et sua fata sepulcbris («Los oráculos del túmulo son también de él»), 8. Hugo Schuchardt-Brevier, v. L. Spitzer, pág. 243.

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cesariamente la única de la frase; ello equivale a decir que el sujeto es relativamente concreto y especial, mientras que el predicado es menos definido, y por tanto aplicable a gran cantidad de cosas. A veces puede haber dudas sobre qué palabra es el sujeto, cuando el verbo vacío «ser» va seguido de un predicado 9, pero incluso en ese caso generalmente no es difícil ver cuál es el sujeto, si recordamos lo que hemos dicho sobre el carácter del sujeto, más especializado que el del predicado. Después de los resultados obtenidos por nuestro examen en el capí­ tulo V, podemos entender que con mucha frecuencia encontremos a los adjetivos desempeñando la función de predicados, porque son menos es­ peciales que los substantivos y aplicables a un número mayor de cosas diferentes: así en m y f a th er is oíd («mi padre es viejo») o t h e d ress is blue («el vestido es azul») nadie duda de que las palabras impresas en italicas son los sujetos, y los dos adjetivos los predicados. Si uno de los substantivos es perfectamente definido y el otro no, el primero es el sujeto; ese es el caso de cuando aparece un nombre propio: T o m is a s c o u n d r e l («Tom es un bribón»). Lo mismo ocurre si uno de los substantivos se vuelve concreto gracias al artículo determinado o a una palabra con el mismo efecto: The thief was a c o w a r d — El ladrón era un cobarde. My father is a j u d g e — Mi padre es juez. Hemos de precisar que el orden de las palabras no siempre es decisi­ vo, a pesar de que en muchas lenguas existe una fuerte tendencia, que en el caso del inglés lo es especialmente, a colocar el sujeto al principio. Encontramos excepciones en los casos -en que los adjetivos van colocados en primer lugar —pero solamente cuando no hay duda de que se trata de predicativos— o substantivos que desempeñan también la función de predicativos: Great was his a st o n ish m en t w h e n h e s aw th e result — Grande fue su extrañeza cuando vio el resultado. A s c o u n d r e l is T o m — Un bribón es Tom. Este fenómeno es muy frecuente en alemán, lengua en que todo el mundo coincide en reconocer que en este verso de Heine K o n i g ist der Hirtenknabe («el pastorcito es rey») el sujeto es Hirtenknabe («el pastorcito»). En danés no es necesario que se coloque el sujeto al principio, 9. No hay que confundir el predicado con el elemento predicativo: en la frase Este hombre pinta flores, pinta — o, según otros autores, pinta flores— es el pre­ dicado, y en Este hombre es pintor, es pintor es el predicado, que en este caso se compone del verbo es y del elemento predicativo pintor. Para más detalles sobre los elementos predicativos de los verbos que no son «ser», ver pág. 150.

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pero, por otro lado, si no va al principio, debe colocarse inmediatamente después del (primer) verbo, mientras que los infinitivos y palabras como ikke ( « n o » ) deben colocarse delante del predicativo. En dicha lengua exis­ ten dos palabras cuya ortografía es idéntica, Moller, pero si es un nom­ bre propio se pronuncia con una oclusiva global en la l, mientras que como nombre común («el molinero») no lleva dicha oclusiva. El curioso resul­ tado de ello es que un danés nunca dudará de la pronunciación de estas cuatro frases: 1. 2. 3. 4.

M olle r skal vaere M olle r — Molinero (como nombre propio) debe ser molinero. Mol ler skal M oller vaere — Molinero, Molinero debe serlo. Mol ler er ikke M o l l e r — Molinero no es molinero. Mol ler er M oller ikke — Molinero, Molinero no es.

En la primera y la tercera pronunciará el primer Moller con una oclusiva global, mostrando así que se trata del nombre propio, porque el orden de las palabras revela que es el sujeto. En cambio, en la segunda y en la cuarta, el nombre propio es el segundo Moller. La traducción en inglés de las cuatro frases es la siguiente: 1.

'M iller 2. Miller 3. Miller 4. Miller

is to b e is to b e is n o t a is not a

a rniller — Molinero debe ser molinero. a miller — Molinero debe ser molinero. miller — Molinero no es molinero. miller — Molinero no es molinero.

Como se ve, en inglés el artículo indeterminado indica la diferencia entre los dos términos. ■ Si los dos substantivos unidos por is («es») son igualmente indeter­ minados en la forma, cuál sea el sujeto depende de la extensión de cada uno: A lieutenant is an o f f i c e r — Un teniente es un oficial. A cat is a mam mal — Un gato es un mamífero. A mammal is an animal — Un mamífero es un animal. Naturalmente, lo mismo ocurre en todos los casos en que existe una je­ rarquía: clase, orden, familia, género, especie. Podemos decir: a spiritualist is a man — un espiritista es un hombre, pero no a man is a spiritualist — un hombre es un espiritista 174

caso en el que man («hombre» >es sujeto, aunque naturalmente se puede decir this man is a spiritualist — este hombre es un espiritista. No constituye una excepción a la regla el que se pueda perfectamente de­ cir a man is a spiritualist, if h e b e l i e v e s in t h e possibility o f co m m u nica tion w it h th e spirits o f th e d ea d («un hombre es espiritista si cree en la posibilidad de comunicar con los espíritus de los muertos»), porque la oración condicional es equivalente a una especificación, pues la frase significa «Un hombre que cree que... es un espiritista». De la misma forma se puede decir: I f a man is a spiritualist... («Si un hombre es es­ p iritista...»), pues eso significa «...solam ente hablo de los hombres que son espiritistas». Aquí podemos hacer una curiosa observación, la de que si el sujeto y el predicado parecen ser igualmente inconcretos, existe, a pesar de todo, una diferencia, pues el sujeto se emplea en sentido genérico, y el predi­ cado en sentido individual particular. Así, en el plural: la frase T h ie ves are c o w a r d s («los ladrones son cobardes») significa all t h i e v e s are c o w a r d s («todos los ladrones son cobardes»). La misma idea se puede expresar en número singular: a thief is a c o w a r d («un ladrón es un cobarde»). Al de­ cir esto, no hablamos de un ladrón en particular, sino de cualquier la­ drón (aunque naturalmente no significa que cualquier ladrón es cualquier cobarde, los dos términos no son idénticos). De la misma forma: a cat is a m a m m a l («un gato es un mamífero»), etc. Es interesante observar cómo el valor del artículo indeterminado cam­ bia automáticamente. Tomemos una conversación como la siguiente: A dice: T h e sailor sh o t an albatros («el marino mató a un albatros»), re­ firiéndose a un individuo de esa especie. B pregunta: What is an albatros? («¿Q ué es un albatros?»), pregunta que no se refiere a un solo albatros, sino a la especie completa, y, por consiguiente, la respuesta de A: An albatros is a big sea-bird («un albatros es un gran pájaro del mar») se re­ fiere a la especie entera y dice que todos los albatros pertenecen a la clase de las aves marinas. Esto nos permitirá comprender por qué a veces los predicativos se usan bien sin artículo o bien con el artículo indeterminado, a pesar de que las reglas son algo diferentes en diversas lenguas. En inglés se dice: J o h n w a s a tailor («John era sastre») y J o h n w as a liar («John era un mentiroso»), mientras que el alemán y el danés emplean el artículo inde­ terminado en la segunda frase, pero no en la primera, en la que el pre­ dicativo denota una profesión: Hans war S ch n eid er Hans w a r ein Lügner J e n s var sk r o e d d e r 175

J e n s var en lógnhals Jean était tailleur Jean était un m e n t e u r En inglés, el predicativo no lleva el artículo, cuando su significado va li­ mitado: Mr. X. is bishop o f Durham — El Sr. X. es obispo de Durham. He is a bishop — El es obispo. Igualmente, en He was m a de p res id e n t («Lo hicieron presidente»), pues solamente existe un presidente en un momento dado. (Lo mismo ocurre en un nexo complemento: T h ey m a de him P residen t [«L o hicieron pre­ sidente»]). Veamos ahora las dos frases siguientes: My brother was captain o f th e v e s s e l — Mi hermano era capitán del navio. The captain o f th e v e s s e l w a s m y b r o t h e r — El capitán del navio era mi hermano. En la primera las palabras m y b r o t h e r («m i hermano») son más concre­ tas que en la segunda, pues en la primera significan «mi único hermano» o «el hermano de quien estamos hablando», mientras que en la segunda significan «uno de mis hermanos» o, por lo menos, no se precisa si tengo más hermanos o no 10. Noreen y otros autores han discutido la cuestión de cuál es el sujeto y cuál el predicado en las frases en que ambos miembros se pueden inter­ cambiar: Miss C a stle w o o d ivas th e p re tt i es t girl at th e ball — La señorita Castlewood era la muchacha más bella del baile. The prettiest girl at th e ball w as Miss C a st l e w o o d — La muchacha más bella del baile era la señorita Castlewood. No es una cuestión muy importante y, si la consideramos desde el punto de vista que aquí hemos utilizado, veremos que un término es tan especializado como el otro. No obstante, en ciertos casos parece natural considerar al nombre propio como el más especializado y, por tanto, como sujeto. Podemos comprobarlo formulando las preguntas correspondientes, pues el neutro w ha t substituye siempre al predicado; las dos frases antes citadas son respuestas naturales a las preguntas: What w a s Miss Castle­ w o o d ? («¿Q ué era la señorita Castlewood?») y W h o w a s th e p ret t i est 10.

176

Cf. el significado de los posesivos, pág. 120.

girl? («¿Q uien era la muchacha más b o n ita ?»)11, pero la pregunta What w a s t h e p rettiest girl at the ball? («¿Q ué era la muchacha más bonita del b aile?») se referiría a algo diferente. Obtenemos el mismo resultado al notar que podemos decir 1 look o n Miss C a st l e w o o d as tre pretti est girl at t h e ball («Considero a la señorita Castlewood como la muchacha más bonita del baile»), pero no I look on t h e p rettiest girl at th e ball as Miss C a s t l e w o o d («Considero a la muchaca más bonita del baile como la seño­ r it a Castlew ood»)12. En los casos en que existe perfecta identidad (coextensión) de los dos términos unidos por la cópula is, se pueden substituir mutuamente en las funciones de sujeto y predicado; esto es lo que muestra la frase de Keats: Bea uty is truth; truth, b ea u ty («Belleza es verdad; verdad, belleza»). Pero, como ya hemos visto, la identidad perfecta es rara, y es importante ob­ servar que el elemento lingüístico constituido por la cópula is no signi­ fica o implica identidad, sino dependencia en el sentido de la lógica aris­ totélica, que en este sentido coincide con la gramática de forma mucho más exacta que la llamada «lógica de identidad» (Leibniz, Jevons, Hoffding). Según esta última, la frase P e te r is stupid («Peter es estúpido») se debería analizar como P et e r is a estup id P et e r («Peter es un Peter es­ túpido»). Sin embargo, de esa forma se pierde el carácter de comunica­ ción desde el hablante hasta el oyente; por medio de las palabras is stu pid P ete r («es un Peter estúpido») no se dice al oyente más de lo que ya ha oído al principio y la frase no tiene valor alguno. Por eso, los comunes mortales prefieren la fórmula P e t e r is stupid, mediante la cual se coloca a Peter entre aquellos seres (y cosas) a los que se puede llamar stupid. En la fórmula matemática A = B no debemos considerar al signo = como cópula y a B como el predicado, sino insertar la cópula e s delante del predicado igual a B y entender que significa lo siguiente: A va compren­ dido, incluido, entre los (posiblemente varios) objetos que son iguales a B (ya connote solamente igualdad cuantitativa o bien perfecta identidad). En ciertos usos idiomáticos podemos sentirnos inclinados a conside­ rar que es implica identidad, por ejemplo: to s e e her is to l o v e her («verla 11. Es evidente que who es el sujeto en este caso. Pero es curioso que Sweet, en su New English Grammar afirme que «un pronombre interrogativo es siempre el predicado de la frase que introduce». Es cierto en el caso del ejemplo que da, es decir, W ho is he? («¿Q uién es él?»), simplemente porque he es más concreto que who. Pero si tomamos el de W ho is ill? («¿Q uién está enferm o?») o W ho said it? («¿Q uién lo dijo?»), who es evidentemente el sujeto. Es interesante observar también el orden de las palabras en las interrogativas indirectas como I asked who he was («pregunté quién era») y I asked who was ill («pregunté quién estaba enfermo»). En danés, tenemos der después del sujeto en el segundo caso: Jeg a spurgte hvem han var («pregunté quién era él»), Jeg su spurgte hvem der var syg («pregunté quién estaba enfermo»). 12. Si examinamos en las dos frases iniciales el lugar en que se podría intercalar en danés la negación ikke, vemos que en la primera Frk. C. var den smukkeste pige pa ballet, ikke debe necesariamente seguir a var, mientras que en Den smukkeste pige pa ballet var frk. C. podemos colocarlo después de var o en posición final.

177 12.

- F IL O SO F ÍA GRAMÁTICA

es am arla»), s e e i n g is b el i e v i n g («ver es creer»). Pero esa identidad es más aparente que real. Sería imposible invertir los términos, y la signi­ ficación lógica de esos enunciados es simplemente: «ver conduce inmedia­ tamente a, o causa amor, creencia». El mismo sentido tienen expresiones como: To raise this questi on is to a n s w er it («Formular esa pregunta es responderla»), e tc .I3.

Las fr a ses im persona le s En relación con lo que hemos dicho con respecto al sujeto de una frase, es decir, que es más especial y más concreto que el predicado, he­ mos de citar la tendencia a no emplear como sujeto una palabra con ar­ tículo indeterminado, excepto cuando se trata del «artículo genérico» que designa a las especies en su totalidad y corresponde, por tanto, a una idea concreta. En lugar de empezar un relato deestaforma: A tailor was o n c e liv ing in a small house, etc. («Un sastre vivía una vez en una ca­ sita», etc.), es mucho más natural empezar: O n c e u p o n a ti m e t h e re w as a tailor («Había una vez un sastre»), etc. Al poner la forma átona de t h ere en el lugar ocupado habitualmente por el sujeto, es como si es­ condiésemos el sujeto y lo redujésemos a una posición inferior, porque es indefinido. La palabra there, que se usa para introducir frases de ese tipo, aun­ que se escribe igual que el adverbio de lugar t her e, se ha convertido real­ mente en algo tan diferente de ella como el artículo indeterminado lo es del determinado; no lleva acento y generalmente se pronuncia con la vocal neutra (central) [5 a ] en lugar le [d e -a ]; su significado indetermi­ nado lo demuestra la posibilidad de combinarlo en la misma frase con el locativo (acentuado) t h e re («a llí») o con he r e («aq uí»). Va seguido de un sujeto indefinido: T here was a time w h e n . . . — Hubo un tiempo en que... T here w e r e many people p r e s e n t — Había mucha gente presente. T here was no moon — No había luna. T here carne a beggar — Llegó un mendigo. El t h e re átono ocupa el lugar del sujeto en expresiones como Let t h e re b e light («Hágase la luz») y on a cc o u n t o f t h ere b ei n g n o m o n e y in th e box («por no haber dinero en la caja»). En una novela reciente aparece el siguiente ejemplo: No o t h e r little girl e v e r fel l in l o v e w it h y o u , d id t h e r e ? («Ninguna otra muchacha se enamoró de ti, ¿verdad?»). 13. La expresión Los niños son los niños significa «todos los niños pertenecen a la categoría de seres caracterizados por ser niños». Para más detalles sobre las expre­ siones de la forma Soy yo en las diferentes lenguas, consúltese mi obra Sprogets Logik, 59.

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La inconcreción de que aquí estamos hablando no siempre va indi­ cada formalmente, así t h o s e es conceptualmente indefinido en th e r e are t h o s e w h o b e l i e v e it («hay quienes lo creen»), que significa T h er e are s o m e w h o («hay quienes») y, por tanto, es diferente del t h o s e concreto con el que empezamos una frase: T h o s e w h o b e l i e v e it are v e r y stu pid («quie­ nes lo creen son muy estúpidos»). También: In B r o w n ’s r o o m t h e r e was t h e greatest d iso r d e r («en la habitación de Brown había el mayor desor­ den»), que significa In B r o w r í s r o o m t h e r e was a v e r y g r e a t d e s o r d e r («en la habitación de Brown había el gran desorden»), lo cual es diferente de T h e greatest d is o r d e r was in B r o w r í s r o o m («El mayor desorden era el que había en la habitación de Bíown», es decir, mayor que el que había en las otras habitaciones). Nótese también el orden de palabras diferente en T h e r e [ 5 s ] was f o u n d th e g r e a t e s t d iso r d er («Se encontró el mayor desorden») y en T h er e [S e -s ] t h e g r e a t e s t d iso r d e r was f o u n d («A llí se encontró el mayor desorden»), a pesar de que la primera frase th e r e se pueda pronunciar acentuado. En varias lenguas, las frases correspondientes a las que en inglés lle­ van t h e r e is o t h e r e are, en las que se afirma o se niega la existencia de algo — vamos a llamarlas «frases existenciales»— presentan caracterís­ ticas interesantes. Tanto si se usa como si no una palabra como t h e re .para introducirlas, el verbo precede al sujeto y éste último muy raras ve­ ces aparece tratado gramaticalmente como un sujeto real. En danés tiene la misma forma que Im complemento, a pesar de que el verbo es «es»: d e r er d e m s o m tror («hay quienes creen»), incluso en la forma pasiva d e r g i v e s d e m («los hay»). El verbo iba ya en singular delante de una pala­ bra en plural incluso en una época en que generalmente se indicaba la dis­ tinción entre el singular er y el plural ere-, en inglés existe la misma ten­ dencia a usar t h e r e ’s delante de plurales, aunque en la lengua literaria no es tan fuerte como fue primitivamente; en italiano, también, encontramos v ’é en lugar de vi sono. En ruso el verbo «es» en la mayoría de las demás frases no va expre­ sado, pero en éstas se utiliza un verbo. Byl m a l ’cik — Había un muchacho. Zila v d o v a — Vivía una mujer. La forma jest' («hay»), originariamente tercera persona del singular, se usa incluso delante de una palabra en plural e incluso delante de pro­ nombres de las otras personas, como señala V ondrák14, y, por último, debemos citar la curiosa forma naéxalo g o s t e j [«llegó en coche (neutro singular) algunos invitados»] 1S.

14. 15.

Vondrák, Vergleichende Slaviscbe Grammatik, Gottingen, 1906, 2, pág.'267. Berneker, Russian Grammar, pág 156.

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En griego antiguo el verbo e s no iba expresado necesariamente en las frases ordinarias, pero en esta clase de frases encontramos una forma esti colocada delante, como en este ejemplo de h a Iliada (3, 45): All’ouk esti b ié phresin, o u d e tis alké («No hay ni fuerza ni valor»)16. En alemán tenemos la conocida forma es gibt, que naturalmente pre­ cede a lo que se dice que existe; esto último constituye el complemento del verbo, aunque algunos dialectos del este de Alemania lo usan en no­ minativo y dicen es g e b e n viele Ápfel («hay muchas m anzanas»)17. Muchas lenguas tienen expresiones que contienen la palabra «h a» se­ guida por lo que originariamente era su complemento, pero que ahora no siempre es distinto formalmente del caso sujeto, así el fr. il y a, esp. hay (de ha y y, que significaba «allí»), it. v ’ha (en v ’han n o m o lt i [«h ay muchos»] m o lti se considera sujeto)18, alemán del sur e s hat, serbio y búlgaro ima, griego moderno e k h e i 19. En chino existe una regla invariable según la cual el sujeto debe colo­ carse delante del verbo, pero estas frases empiezan con y e ü , originaria­ mente «tener» 20. Finck transcribe la misma palabra con la forma y u 3 y da como ejemplo y u 3 ko l a n g 2 («había una vez un lobo», originariamente «tiene trozo lo b o »)21. Debo citar aquí algunas peculiaridades de la gramática finesa. El no­ minativo se usa solamente con sujetos concretos, entre los cuales se cuen­ tan expresiones genéricas; por otro lado, si se denota algo inconcreto, se usa el partitivo. Así: Viini (nom.) on póydallá — El vino está en la mesa. Viini (nom.) on hyvcia — El vino (la especie vino) es bueno. Viinia (part.) on p o y dalla — Hay vino en la mesa. Así como en inglés o en danés no usamos como regla t h e r e o d e r cuando el verbo lleva un complemento, porque eso parece implicar una especie de concreción, así también en esos casos el finés usa el nominativo, aun­ que se trate del indefinido: (Jorkut) varkaat (nom.) varastivat tavarani — Unos ladrones han ro­ bado mis cosas. Varkaita (part.) tuli t a l o o n i 22 — Vinieron ladrones a mi casa. 16. Cf. M eillet, Mémoires de la Société de linguistique, 14, 9. 17. Grimm, Wórterbuch IV , 1, 1704, y Paul, Deutsche Grammatik, 3, pág. 28. 18. En v’hanno molti («hay muchos»), molti se considera como un sujeto. . 19. Cf. también H. Pedersen en Zeitschrift fü r Vergleichende Sprachforschung, de Kuhn, pág. 137. 20. Cf. la gramática china de Gabelentz, pág. 144. 2 1. Fink, en Zeitschrift fü r Vergleichende Sprachforschung, de Kuhn, 4 1 , pág. 226. 22. Eliot, A Finnish Grammar, O xford, 1890, págs. 121-122.

180

CAPITULO XII EL COMPLEMENTO

¿ Q u é es un c o m p l e m e n t o ? Es bastante fácil saber cuál es el sujeto de una frase, cuando ésta con­ tiene solamente una palabra primaria, como en J o h n sle p t («John dor­ m ía») o T h e d o o r o p e n e d s l o w l y («La puerta se abrió lentamente»); ya hemos visto que en frases que constan de dos términos unidos por es o un verbo similar (y también en las frases sin verbo expresado, citadas en el cap. IX) el miembro que es más especial es el sujeto y el menos es­ pecial es predicado. Pero muchas frases constan de dos (o tres) palabras primarias: en un caso una es el sujeto y la otra (o las otras) el comple­ mento (o complementos) así en J o h n beats Paul («John pega a Paul»), J o h n s h o w s Paul th e w ay («John muestra el camino a Paul»), Jo h n es el sujeto y Paul y th e w a y los complementos. Enfrases quellevan verbo casi siempre es fácil encontrar el sujeto, pues estapalabra primaria es la que tiene la relación más inmediata con el verbo en la forma en que este último aparece en la frase. Esto se aplica a frases como las ya cita­ das y también a frases de la forma P eter is bea ten b y J o h n («Peter es pegado por John»), en las que, de acuerdo con otras definiciones, po­ dríamos sentirnos inclinados a considerar a John como el sujeto, porque es el agente. Se han dado varias definiciones de complemento. La más popular es la de que el complemento denota la cosa sobre la que recae la acción del verbo. Esta se aplica a muchas frases, como J o h n beats Paul («John pega a Paul»), J o h n f r i g h t e n e d th e child ren («John ha asustado a los niños»), J o h n bur ns t h e papers («John quema los papeles»), pero es difícil apli­ carla a otras innumerables frases con respecto a las cuales, a pesar de todo, no dudan en usar el término complemento, por ejemplo: J o h n burns his f in g e r s — John se quema los dedos, es decir, John sufre en los dedos porque se ha quemado. J o h n s u f f e r s pain — John siente dolor. 181

Hace mucho que Sweet vio esta dificultad y dijo «Con verbos co­ mo beat, carry, etc., el acusativo denota sin lugar a dudas el objeto de la acción expresada por el verbo, pero con verbos como see, hear, es clara­ mente una mera metáfora para hablar de un "objeto”. No se puede pe­ gar a un hombre sin que lo sienta, pero se lo puede ver sin que lo sepa, y en muchos casos no hay absolutamente ninguna acción o volición en el hecho de ver. Y en una frase como h e fears t h e man ("teme a este hombre"), las relaciones están exactamente invertidas, pues el nominativo gramatical es en realidad el objeto afectado, mientras que el acusativo gra­ matical representa la cau sa»2. Sweet concluye que en muchos casosel acusativo no tiene significado alguno; mejor sería decir que no tiene el significado que le concede la estrecha definición que habitualmente se da, sino que varía de acuerdo con los significados infinitamente variados de los propios verbos, como se ve en las frases: Kill t i m e — Matar el tiempo. Kill th e calf — Matar al ternero. It r e p r e se n t s th e b es t British tradition — Representa la mejor tradición británica. H e r e p r e s e n t e d t h e University — Representó a la Universidad. The p ie tu re r e p r esen ts the K in g — El cuadro representa al rey. Run a risk — Correr un riesgo. Run a bussiness — Dirigir un negocio. Anstver a letter, a question, a p e r s o n — Contestar una carta, una pregun­ ta, a una persona. He a n s w e r e d n o t a w o r d — No contestó una sola palabra. Pay th e bilí — Pagar la cuenta. Pay six shillings — Pagar seis chelines. Pay th e cabman — Pagar al chófer. I shall miss th e train — Voy a perder el tren. I shall miss y o u — Te voy a echar de menos. 1. Sweet, Collected Papers, pág. 25. 2. En 19 18 , Deutschbeín redescubría el aspecto de este problema que con­ cierne a los verbos de percepción: «Pues en ejemplos como Veo el árbol u Oigo el canto de las gaviotas, no podemos hablar, como quisiera la concepción habitual, de una acción sufrida por el complemento» (Sprach-psycho Studien, pág. 37). A nterior­ mente había definido el acusativo como un «causativo» — término que, por lo demás, se podría aplicar infinitamente mejor al nominativo que al acusativo, si creemos lo que él mismo dice: «En el acusativo lo que prevalece es el sentido, que remite al efecto producido por una causa ( = nom inativo)». Pero había advertido que los tér­ minos de causa y efecto no se pueden aplicar a esta categoría de verbos. Propone una solución según la cual «veo el barco» (Ich sebe dasSchiff) significaba original­ mente «Me represento el barco y conservo su imagen» (Ich nehmeeinSchiff in m ir auf), procedimiento que después se habría extendido a los casos de utilización no intencional. Deutschbein nunca habría inventado una teoría así si la estrechez de la definición tradicional del objeto no le hubiese obligado a ello.

182

ais Bild

Entertain g u e s t s — Recibir invitados. Entertain th e idea — Acoger la idea. FUI a p ip e — Llenar una pipa. Fill an o f f i c e — Desempeñar una función \ Si comparamos frases en que el mismo verbo aparece usado «intran­ sitivamente» (o «absolutamente»), es decir, sin un complemento directo, y «transitivam ente», es decir, con un complemento directo4, vemos que el complemento sirve para especializar el significado del verbo, como en: She sin g s w e l l — Ella canta bien. She sin g s f r e n c h s o n g s — Ella canta canciones francesas. I w r o t e to him — Le escribí. I w r o t e a l o n g l et t e r — Escribí una larga carta. S en d f o r th e d o c t o r — Mandad a buscar al doctor. S en d him f o r t h e d o c t o r — Mandadlo a buscar al doctor. He d o e s n ’t s m o k e -r- El no fuma. H e d o e s n ’t sm o k e cigars — El no fuma puros. He drinks b e t w e e n m eáis — Bebe entre las comidas. He drinks w in e — Bebe vino. Pero, a pesar de su importancia, no podemos usar esta observación para definir lo que es un complemento, pues el significado de un verbo se puede «especializar» por otros medios, por ejemplo, mediante el pre­ dicativo: . T r o y w as T r o y was He g r o w s He g r o w s

— Troya existió. . gr ea t — Troya era grande. — El crece. oíd — El envejece.

También se lo puede especializar mediante un subjunto: 3. Cf. Sprogets Logik, pág. 83. 4. El dialecto de Somerset presenta la curiosa particularidad de distinguir dos formas del verbo que corresponden a estos dos empleos; el verbo se termina por una [i] breve cuando no va seguido de un complemento (cf. Elsworthy, Grammar, pág. 19 1), de forma que tenemos [digi] («cavar») frente a [dígdagraun] («cavar el suelo») y [ziq i] like a man («cantar como un hombre») frente a [ziq] the song («cantar la canción»). Esta distinción se parece mucho a la que existe en hún­ garo entre la conjugación «subjetiva, en la que vemos Irak («yo escribo») y la con­ jugación «objetiva», en la que vemos Irom («yo escribo [algo])». En el criollo de la isla de Mauricio,- tenemos igualmente To m amé («tú comes») frente a To mame póssom [«T ú comes pescado»] (cf. Baissac, Etude sur le patois creóle mauricien, pág 42). Un fenómeno similar encontramos en vasco; para más detalles consultar Uhlenbeck, Karakteristiek, pág. 32.

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He walks fast — Camina deprisa. He sin gs l o u d — Canta fuerte. H e walks t b r e e miles an hour — Anda tres millas en una hora. Travel third class — Viajar en tercera clase. R ide post-haste — Cabalga veloz. En algunos casos puede resultar difícil saber si debemos considerar a una palabra como predicativo o como complemento. En muchos casos se puede reconocer al sujeto mediante la posibilidad de convertirlo en el sujeto de una frase pasiva. El complemento va unido de forma más es­ trecha al verbo de la frase, y el predicado al sujeto (al que puede unirse como adjunto, si se cambia el enunciado). De esta forma, es natural que el adjetivo predicativo, en las lenguas en que tiene flexión, concuerde con el sujeto en género y número, y que en muchas lenguas el predicado, tanto si es substantivo como si es adjetivo, vaya en el mismo caso que el del sujeto (nominativo). Algo intermedio entre el complemento y el predicativo vemos en inglés después de make en She will make a g o o d w i f e («hará una buena espesa») y en los dialectos alemanes después de g e b e t i 5. Los subjuntos («substantivos usados como adverbios») muchas veces se parecen a los complementos, y no siempre es fácil trazar la línea entre las dos categorías, por ejemplo, en b e walks t h r e e m iles («camina tres millas»). No dudamos en considerar a s t o n e s en t h r o w s t o n e s como el com­ plemento directo del verbo, pero muchas lenguas usan en este caso el instrumental, que en gótico se confundía con el dativo en inglés antiguo la palabra que correspondía a t h r o w w e o r p a n podía llevar un dativo, como ocurre en la expresión t e o s e lu m w e o r p e p («echa los dados»), aunque mu­ chas más veces llevaba un acusativo; en antiguo normánico se decía kasta (verpa) st einu m («arrojar [con] piedras»); en ruso, bros a t’ («lanzar») lleva el acusativo o el instrumental. El inglés ya no tiene naturalmente, caso instrumental, pero podemos hablar de un «complemento de instru­ mento» en casos como: She n o d s her head — Hace una señal con la cabeza. She clap h er hands — Aplaude. She sh ru gs her sh o u ld e r s — Encoge los hombros. She p o i n t e d h er f i n g e r at m e — Me señaló con el dedo. It rained fir e and b rim sto n e — Llovió fuego y azufre.

5. Cf. Grimm, Wórterbuch, 1702, donde encontramos por ejemplo: W elche nit gern spinnen, die geben gute W irtin (« A las que no les gusta hilar son buenas huéspe­ des») y W ottu en Bildhauer gáwen? = W illst du ein Steinmetzer werden? («¿Q uie­ res ser tallador de piedras?»).

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Los complementos que expresan un resultado

Existe una clase de complementos diferentes de los demás y que pre­ senta considerable interés: la de los complementos que expresan un resul­ tado, como por ejemplo en: H e built a h o u s e -— Construyó una casa. She paints f l o w e r s — Ella pinta flores. He w r o t e a let te r — El escribió una carta. T h e m o u s e g n a w e d a h o le in th e c h e e s e — El ratón hizo un agujero en el queso. Los gramáticos que se interesan por esta clase de complementos, que en alemán reciben el nombre de Er g eb n iso b jek t o effiz iertes Objekt («com­ plemento producido») por oposición a R icb tu ngsobjek t o affiziertes Ob­ jekt («complemento afectado»), solamente citan verbos como make («ha­ cer»), p r o d u c e («producir»), create («crear), c o n s t r u c t («construir»), etc., cuyo complemento tiene que ser obviamente un complemento que expre­ se resultado, e ignora el hecho más interesante de que uno y el mismo verbo puede llevar ambas clases de complementos sin que su significado cambie realmente, a pesar de que la relación entre el verbo y el comple­ mento es totalmente diferente en ambos casos; compárese, por ejemplo, dig t h e g r o u n d b o r e t h e plank light th e lamp h e eats an apple hatch an e g g roll a h o o p strike th e table c o n c l u d e th e b ussiness

d ig a gr a ve b o r e a h o le in the plank lig ht a fire the m o t h s eat h o le s in curtains hatch a chicken roll pills strike a bargain, strike sparks c o n c l u d e a t r e a t y 6.

Una subdivisión de los complementos que expresan un resultado in­ cluye a los «complementos internos», que cité al hablar de los substan­ tivos nexos, como drea m a stran ge dream («soñar un sueño extraño»), f i g h t th e g o o d f ig h t («batirse por la buena causa»), etc.7. Los otros son del tipo de G r o p e o n e ’s w ay («buscar el camino a tientas»), /o r c e an en6. «Cavar el suelo», «cavar una tumba»; «perforar la plancha», «perforar un agujero en la plancha»; «encender una lámpara», «encender un fuego»; «él come una manzana», «los aradores hacen agujeros al comer las cortinas»; «incubar un huevo», «incubar un pollo»; «hacer rodar un aro», «enrollar píldoras»; «golpear en la mesa», «concertar un mercado, hacer brotar una chispa»; «concertar el negocio», «concertar un tratado». 7. Cf., págs. 158 y 159.

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trance («entrar por la fuerza»), h e s m i le d his a c q u i e s c e n c e («asintió con una sonrisa»), etc.

El s u j e to y e l c o m p l e m e n t o La relación entre el sujeto y complemento no se puede determinar de una vez por todas mediante la pura lógica o por medio de una defini­ ción, sino que debe determinarse en cada caso de acuerdo con la natura­ leza especial del verbo empleado. Tanto el sujeto como el complemento son elementos primarios y, en cierta medida, hemos de aceptar la afir­ mación de Madvig de que el complemento es en cierto modo una espe­ cie de sujeto escondido, o la de Schuchardt de que j e d e s objek t ist ein in d e n schatten gerü k tes subjekt («todo complemento es un sujeto relegado a segundo p lan o »)8. En muchos sentidos vemos que existe cierto paren­ tesco entre sujeto y complemento. Si no fuese así, nos costaría mucho trabajo comprender los intercam­ bios de uno a otro que se han producido a lo largo del tiempo, como el paso de inglés medio him (complemento) d rea m s a strange d rea m (sujeto), que en inglés moderno se ha convertido en h e (sujeto) d r e a m s a str ange dre a m (complemento), transición que, naturalmente, se vio facilitada por la existencia de gran número de frases en las que por la forma no se podía decir que la primera palabra fuese un complemento, como th e king dream e d . . . («el rey soñó...»). Esta transición causó un cambio semántico en el verbo like, que del significado «gustar, ser agradable a» — como en him like o y s te r s («le gustan las ostras»)— llegó a significar «sentir placer en, amar» —como en he likes o y s t e r s («le gustan las ostras»). Mediante dicho cambio el nombre de la persona, que siempre se había colocado delante por su importancia emocional, al convertirse en sujeto, pasó a ser la palabra principal de la frase también desde el punto de vista gra­ matical. Mientras que, en inglés y en danés cierto número de verbos dejaron así de ser «impersonales» para ser «personales», un cambio correspon­ diente en italiano produjo el desarrollo de una especie de pronombre pa­ ra la «persona genérica» 9. Si d i c e co sí significa en inglés literalmente (it) says itself thus y en alemán Es sagt sich so, que equivale en alemán a man sagt so («se dice así») y lo que en un principio era el complemento empezó a considerarse como sujeto y viceversa, como en si p u o v e d e r l o («se puede verlo»); lo vemos en el cambio de número de si v e n d o n o biglietti («se venden billetes»), caso en que biglietti es sujeto, en si v e n d e biglietti («se vende billetes»), donde biglietti es complemento. Actual­ mente encontramos ambas construcciones en un mismo autor, por ejem8. 9.

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Sitzungsber. d. preuss. Akad. d. Wiss., 1920, pág. 462. Para más precisiones sobre este término, ver el capítulo X V I.

pío en Fogazzaro, quien escribe en Santo, pág. 291: P r e g ó c h e si togliessero le c á n d e le («pidió que se quitasen las velas»), y en la página 290: Disse c h e si aspetta va s o la m e n t e lo r o («dijo que se esperaba solamente a e llo s»)10. El parentesco lógico entre sujeto y complemento explica el hecho de que de vez en cuando encentremos frases sin sujeto formal, pero con com­ plemento, como en alemán m ic h fr iert («tengo frío»),mich h u n g er t («ten­ go hambre»). Sin embargo, en la inmensa mayoría de los casos, cuando 'un verbo lleva solamente un elemento primario, se percibe a éste co mo sujeto y por eso va en nominativo, caso propio del sujeto.

ha r eci p r o c i d a d El significado de algunos verbos permite invertir la relación entre sujeto y complemento. Si, por ejemplo, A encuentra a B, B encuentra a A también (nótese que, cuando decimos I m e t an oíd man [«encontré a un v iejo »], los alemanes, aunque tengan el mismo orden de palabras, co­ locan «viejo» como sujeto: mir b e g e g n e t e ein alter Mann [«u n viejo me encontró»]). Cuando en geometría una línea corta a otra, la segunda cor­ ta también a la primera. Si Mary se parece a Ana, Ana se parece a Mary tairtbién; y si Jack se casa con Jill, Jill se casa también con Jack. En esos casos muchas veces colocamos las dos palabras en un sujeto conec­ tado y usamos each o t h e r como complemento. The oíd man and I m e t each o t h e r — El viejo y yo nos encontramos. The t w o Unes cu t o n e another — Las dos líneas se cortan. Mary and Ann res s e m b l e each o t h e r — Mary y Ann se parecen. Jack and Jill marry o n e anoth er — Jack y Jill se casan. Naturalmente, la reciprocidad puede producirse sin que vaya impli­ cada necesariamente en el propio verbo. A puede odiar a B sin que B odie a A, pero si B le odia también, podemos expresarlo de la misma manera: A y B se odian. En inglés muchas veces el verbo basta por sí mismo para expresar reciprocidad: A y B m e e t (marry, kiss, fig h t ) = A m e e t s (marries, kisses, f i g h t s ) B and B m e e t s (marries, kisses, f ig h ts ) A n . En algunos de estos casos el danés tiene la forma en -s (antiguo reflexi­ vo): A o g B mcrdes, kysses, sl'áss. • 10. Existe una teoría — ampliamente impugnada, por lo demás— según la cual el pasivo latino es el resultado del deslizamiento inverso: el activo prim itivo Amatur atnicos («es amado por sus amigos») dio después la forma Amantur amici («los ami­ gos son amados»); Brugmann cita varios artículos sobre este tema en Ursprung des ?cheinsubjekts «es», pág. 27. 11. Una y otra forma se traducen en español por «A y B se encuentran (se ca­ san, se besan, se pelean)» = « A encuentra (se casa, besa...) a B y -B encuentra (se casa, besa...) a A » . •

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Dos complementos

Puede haber dos complementos en la misma frase, por ejemplo: He g a v e his d a u gh te r a w atch — Dio un reloj a su hija. He s h o t v e d his d a u gh t er th e w a y — Mostró el camino a su hija. He taught his d a u gh te r arithm etic — Enseñó aritmética a su hija. Pero hemos de observar que én T h e y m a d e B r o w n P r e s i d e n t («H icie­ ron presidente a Brown») solamente hay un complemento, es decir, el nexo completo, como en T h ey m a d e B r o w n laugh («Hicieron reír a Brown»), En las lenguas que tienen formas separadas para el acusativo y el dativo, la persona se pone generalmente en dativo y la cosa en acusativo; el primero se llama complemento indirecto y el segundo complemento di­ recto. Pero a veces encontramos el dativo en casos en que solamente hay un complemento y en algunos casos ambos complementos van en acusa­ tivo, lo que prueba que la diferencia entre el dativo y el acusativo no es conceptual, sino puramente sintáctica, que depende en cada lengua de reglas idiomáticas 12. Muchas veces en lugar de una forma de caso encontramos una prepo­ sición, que pierde su significado local, así en inglés to y en las lenguas románicas a. Originariamente dicha preposición expresaba dirección y se usaba apropiadamente con verbos como g i v e , pero su uso se extendió a casos en que no hay ninguna idea de dirección, por ejemplo con el verbo d e n y («negar»). En español se usa incluso con el complemento directo, si se refiere a una persona. En inglés a veces se usa la preposición on: b e s t o w s c m e t h i n g on a p er s o n («regalar algo a alguien»), c o n f e r a d e g r e e on him («concederle un grado»). El punto de vista que determina si un complemento es directo o indi­ recto puede variar a veces, incluso dentro de una misma lengua, como en inglés p rese n t s o m e t h i n g to a p er so n y p r e s e n t a p er s o n w ith so m e thing, que se traducen los dos en español por regalar algo a alguien. Mientras que en francés se dice fou rnir q u elq u e c h o s e a q u e l q u ’uit («pro­ porcionar algo a alguien») en inglés se dice /urnish s o m e o n e w ith s o ­ m e t h i n g («proveer a alguien con algo»). Aquí solamente tenemos que limitarnos a citar la tendencia que existe en francés a considerar a un verbo y a un infinitivo que de él dependa como un solo verbo y por con­ siguiente colocar a la persona en complemento indirecto: il lui fit v o ir le ch ev a l («le hizo ver el caballo») de acuerdo con el modelo de il lui m on tra le c h e v a l («le mostró el caballo») por oposición a il le fit ch a nter («le hizo can tar»)13, más aún: je lui ai e n t en d u dire q u e . .. («le he oído decir q u e...»). 12. Para más detalles sobre el empleo de los casos para el complemento, ver el capítulo X III. 13. En La Pensée et la langue, pág. 390, Brunot escribe: «Hemos de admitir el

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En los casos en que el verbo activo lleva dos complementos, uno de ellos puede colocarse de sujeto en la forma pasiva 14. En la mayoría de los casos el complemento directo es el que se convierte en sujeto y muchas lenguas tienen reglas muy estrictas que no permiten que el complemento que en forma activa va en dativo sea sujeto en la forma pasiva. No obs­ tante, en francés tenemos j e veux é i r e o b é i («quiero que se me obedezca»). En ingles existe una tendencia en aumento a colocar la palabra que de'signa a la persona de sujeto del verbo pasivo, lo cual es muy natural porque ahora ya no existe diferencia entre dativo y acusativo y porque, por razones emocionales, se tiende a colocar el nombre de la persona en primer lugar. Asi, se suele decir de forma natural: th e girl w as p r o m i se á an a p p le («se prometió una manzana a la muchacha»), h e w as a w a rd e d a g o l d m e d a l («se le concedió una medalla de oro»), etc. Los gramáticos se han opuesto a esta tendencia, principalmente porque estaban empapados con las reglas de la gramática latina, pero los profesores pedantes no pue­ den eliminar el instinto innato del habla. Es curioso que los pedantes hayan hecho pocas objecciones a construcciones como: h e w as taken no n o t i c e o f («no se le notó»), que vamos a explicar en el próximo apartado.

Los a d j e t i v o s y a d v er b io s c o n c o m p l e m e n t o s Los verbos no son las únicas palabras que pueden llevar complemen­ tos. En inglés hay algunos adjetivos que también pueden llevarlos: h e is n o t w o r t h his salí («no vale el pan que come»), h e is like his f a th e r («es como su padre»); danés: han er d e t franske s p r o g m o e g t i g ; alemán (con genitivo): e r ist d e r franzósischen spra che m a ch tig («es fuerte en fran­ cés»); lat. avidu s laudis («ávido de elogios») y p le n u s tim oris («lleno de temor»). En inglés tenemos también expresiones como c o n s c i o u s that s o m e t h i n g had h a p p e n e d («consciente de que algo había ocurrido»), anxious t o a v o i d a scandal («deseoso de evitar un escándalo»), casos en que el complemento lleva la forma de una oración o de un infinitivo. No obs­ tante, esos adjetivos no pueden llevar un substantivo como complemen­ to suyo excepto en el caso de que vaya acompañado de una preposición: instinto lingüístico que, a pesar de una construcción idéntica, atribuye dos sentidos profundamente diferentes a J'ai fait faire un vélement a mon tailleur («he encargado ur, traje a mi sastre») y J ’ai fait faire un vétement a mon fils («he encargado un tra­ je para mi hijo»)». Más que admiración, lo que experimento es una inmensa sorpre­ sa al ver que construcciones tan ambiguas provocan después de todo relativamente pocos errores. 14. En tagalo, lengua hablada en Filipinas, existen tres pasivos y tres construc­ ciones diferentes correspondientes a una frase como Yo busco un libro en la habita­ ción con esta vela, según se considere el libro, la habitación o la vela como el ele­ mento más importante que irá en nominativo. Para más detalles, ver H. C. v. d. G a­ belentz, Ueber das Passivum, pág. 484

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c o n s c i en c i o u s o f evil («consciente del m al»), anxious f o r o u r s a f e t y («in ­ quieto por nuestra seguridad») son complementos conceptuales, a pesar de que no los reconozcamos como complementos gramaticales. Las mismas observaciones son aplicables a los grupos de palabras introducidos por o f detrás de adjetivos como s u g g e s t i v e («sugestivo»), in dicative («indicador»), etc. En latín existe la regla de que los participios en -ns llevan su com­ plemento en acusativo cuando el sentimiento que el verbo expresa es muy fuerte: amans patriam, pero en genitivo (como adjetivos del tipo de tenax), cuando denotan una característica más constante: aman s patriae. Si un adverbio lleva un complemento, se convierte en lo que comun­ mente se llama preposición1S. Obsérvese que la preposición alemana nach no es otra cosa que una variante fonética del adverbio nah. Cuando un verbo va seguido por un adverbio (preposición) con su complemento, muchas veces este último puede considerarse como el com­ plemento de la expresión completa verbo + adverbio; de ahí que encon­ tremos vacilaciones, en su empleo, por ejemplo en alemán er láu ft ihr nach ( um ihr nachzulaufen) [«corre tras ella (para correr tras ella)»] y e r lauft nach ihr ( u m nach ihr zu lau fen ) [«corre detrás de ella (para correr detrás de e lla )»]; en francés unas veces se dice il lui c o u r t aprés («le corre detrás», literalmente) y otras il co u rt aprés elle («corre detrás de ella»). En antiguo inglés tenemos h e him after rad ( o e ft e r r á d ) [« le siguió»] y po­ demos considerar a after como una preposición pospuesta. Nótese también que las expresiones danesas inseparables (at) a f t e r f o l g e y (at) a ft e r s t r o e b e corresponden a las expresiones alemanas separables nach (zu) f o l g e n («su­ ceder a») y nach (zu) s t r eh e n («aspirar a»). De ello proceden las cons­ trucciones pasivas que encontramos en inglés h e w as la u g h e d at («se reían de él») y h e is to b e d e p e n d e n t o n ( « se puede confiar en él»), etc.

La pasiva En ciertos casos nuestras lenguas disponen de dos verbos que guar­ dan una relación similar entre sí como la que existe entre o v e r («por encima») y u n d er («por debajo»), b e f o r e («antes») y a fte r («después»), m o r e («m ás») y less («menos»), o ld e r («más viejo») y y o u n g e r («más joven»), y así tenemos: «A precede a B» = «B sigue (sucede) a A». Lo que en la primera frase se considera desde el punto de vista de A en la se­ gunda se considera desde el punto de vista de B 16. En la mayoría de los casos la transición se efectúa mediante el giro pasivo («B va precedido por A »). En este caso lo que era el complemento (o uno de los comple­ mentos) en la frase activa se coloca como sujeto y lo que era sujeto en la frase activa va expresado mediante un gupo preposicional introducido 15. Cf., capítulo V I. 16. Tenemos también « A lo vende a B» = «B lo compra a A », « A lo da a B» = «B lo recibe de A », « A lo tiene (lo posee)» = «eso pertenece a A ».

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por una preposición (en inglés con b y — antiguamente o f — , en francés con par o de, en latín con ab, etc.) o bien, en algunas lenguas, simple­ mente mediante un caso (instrumental, ablativo). Podemos expresar esto en una fórmula, usando la letra S para el sujeto, la C para el complemento, la V para el verbo, la a para la activa, la p para la pasiva y la I para el «sujeto invertido»: ,

S «Jack

Va ama

C a Jill»

=

S «Jill

Vp es amada

I por Jack»

y:

Jack : Sa= Ip Jill : C = SP. En inglés se acostumba a hablar de voz activa y pasiva. W illiam James, en su obra Talks to T ea cher s 17 cuenta cómo uno de sus parientes estaba intentando explicar a una niña qué significaba la voz pasiva. «Supon que tú me matas a mí: tú, que cometes la acción de matar, eres la voz activa, y yo, que resulto muerto, soy la voz pasiva», le dijo. «Pero ¿cómo puedes hablar si estás m uerto?», dijo la niña. «Bueno, puedes suponer que toda­ vía no estoy del todo muerto.» El día siguiente en clase pidieron a la niña que explicase la voz pasiva y dijo: «Es el tipo de voz con que se habla, cuando no se está del todo muerto». Esta anécdota muestra no solamente las tonterías que se pueden decir al enseñar gramática (ejemplos absurdos, explicaciones estúpidas), sino también el inconveniente que supone el tér­ mino tradicional de voz. Algunos gramáticos de Alemania y de otros luga­ res usan la palabra g e n u s ( g e n u s verbi) , que presenta el inconveniente de que también se usa para designar el género de los substantivos. Probable­ mente sería mejor usar la palabra gi ro y decir «giro activo» y «giro pasivo». Las palabras «activa» y «pasiva» no se pueden evitar, a pesar de que tam­ bién dan lugar a malentendidos: incluso en las obras de buenos especialistas podemos encontrar ocasionalmente la idea de que verbos como s u f f e r («su­ frir»), s l e e p («dorm ir»), die («m orir») deberían llamarse pasivos mejor que activos o que el verbo latino vapulo («recibir golpes») es pasivo a pesar de su forma activa o que nada tienen de activas frases como A s e e s B («A ve a B »), A l o v e s B («A ama a B »). Estas ideas proceden de la errónea concepción según la cual la distinción entre la activa y la pasiva en sentido lingüístico corresponde a la distinción entre actividad y pasividad — corpo­ ral o mental— , error que está en relación con otro semejante que hemos visto más arriba al hablar de la definición del complemento. En este caso, como en otros, es importante distinguir entre categorías sintácticas y categorías conceptuales. Que un verbo sea activo o pasivo desde el punto de vista sintá ctico depende solamente de su forma; pero la misma idea puede expresarse unas veces mediante la forma activa y otras mediante la forma pasiva: «A precede a» = «A va seguido por B »; «B gusta 17.

Talks to teachers, pág. 152.

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a A» —«A se siente atraído por B». La forma latina pasiva nascitur dio en francés nait («nace»), que significa lo mismo, y en inglés a veces se expresa mediante la forma pasiva is b orn y otras veces por la forma activa originates o c o m e s to existence\ el hecho de que la palabra latina v a p u lo se tra­ duzca en otras lenguas por una forma pasiva no altera su carácter grama­ tical activo; y la forma griega a po th n ésk ei es tan activa cuando la traduci­ mos en inglés por is killed («lo matan») —cuando va seguido por h u p o («por»)— como cuando decimos simplemente d ie s («m uere»). Así pues, nada hay en las ideas en sí mismas que permita calificarlas de activas o pasivas. Y, sin embargo, podemos hablar de «activa» y «pasiva» como categorías co n c e p t u a l e s así como sintácticas, pero solamente aplicadas al significado de cada verbo por separado y —cosa que es muy importante— solamente en el caso de que haya una tran sposición d e la relación en t re el su jeto (y el c o m p l e m e n t o , si lo hay) y el p ro p io v er b o, Jill is l o v e d b y Jack (« Jill es amada por Jack»), en inglés, y e s ivird getanzt («se baila»), en alemán, están en pasiva tanto conceptual como sintácticamente, porque los sujetos son diferentes de los de Jack l o v e s Jill («Jack ama a J ill» ) y de sie tanzen («ellos bailan»). En otros casos no existe coincidencia entre las categorías sintácticas y conceptuales, activas o pasivas. Así, si tomamos las dos frases h e sells th e b ook («él vende el libro») y t h e book sells w e l l («el libro se vende bien»), hemos de decir que la forma activa sells es activa conceptualmente en la primera y conceptual­ mente pasiva en la segunda, porque lo que en una es complemento en la otra es sujeto. De igual forma, tenemos otros verbos (en unas lenguas más, en otras menos), que se usan como activos y como pasivos desde el punto de vista conceptual, así: Persia b eg an th e war — Persia comenzó la guerra. T h e war began — Comenzó la guerra. He o p e n e d t h e d o o r — Él abrió la puerta. T h e d o o r o p e n e d — La puerta se abrió'. He m o v e d h ea v en and earth — Revolvió cielo y tierra. T he earth m o v e s r o u n d th e sun — La tierra se mueve alrededor del sol. Roll a s t o n e — Hacer rodar una piedra. T h e s t o n e rolls — La piedra rueda. Turn th e leaf — Pasa la página. T h e tide turns — La marea cambia. Burst t h e boil er — Reventar la caldera. T h e boiler burst — La caldera estalla. Menos frecuente es encontrar verbos con formas pasivas que se pue­ dan usar de las dos formas. El danés m i n d e s tiene una forma pasiva y ge­ neralmente significa «recordar» y, por tanto, se puede decir que es una forma activa conceptualmente, pero cuando se usa, como ocurre en algunas ocasiones, en el sentido de «ser recordado» (d e t skal m i n d e s l a e n g e [«se 192

recordará durante mucho tiem po»]) es pasivo conceptualmente; de igual forma, tenemos vi má omgás hatn m e d v a r s o m h e d («debemos tener pre­ caución al tatar con él») y han má o m g á s v a r s o m h e d («se lo debe tratar con precaución»). Más adelante veremos otros ejemplos de pasiva conceptual no expresada formalmente en substantivos verbales e infinitivos. En relación con esto, debemos decir algo sobre una característica gra­ matical que encontramos en ciertas lenguas poco corrientes y sobre la que algunos autores piensan que puede arrojar alguna luz sobre las etapas primitivas de nuestras lenguas, a saber, la distinción entre el casus activus o transitivus y el casus passivus o intransitivus. En esquimal una forma acaba en -p se usa como sujeto del verbo transitivo (cuando existe un complemento en la misma frase), mientras que se usa otra forma como sujeto de un verbo intransitivo o como complemento de un verbo transiti­ vo, por ejemplo: Nan-o(q) Pe-lip takuva — Pele ha visto al oso. Nan-up P ed e takuva — El oso ha visto a Pele. Pe-le o 'm a v o q — Pele vio. Nan-o(q) o-m avoq — El oso vio. Compárese el uso en genitivo: Nan-up niaqua Pe-lip takuva — Pele ha visto la cabeza del oso. Nan-up niaqua a n g iv o q — La cabeza del oso era grande. P e í i p niaqua nan-up takuva — El oso ha visto la cabeza de Pele. Reglas semejantes encontramos en vasco, en algunas lenguas del Cáucaso y en algunas lenguas amerindias. Sobre esta base se ha hecho la conje­ tura de que la lengua aria primitiva tenía una forma, caracterizada por -s, y usada como caso activo (subjetivo, o posesivo), es decir, solamente con nombres de seres animados (masculino y femenino) y, por otro lado, una forma sin terminación o con -m, que se usaba como caso pasivo u objetivo, y que servía también como sujeto de verbos intransitivos y llegó de forma natural a usarse como «nominativo» de los nombres de cosas inanimadas (neutro). Posteriormente el caso en -s se dividió en un nominativo y un genitivo y este último se caracterizaba en ciertos casos por un acento dife­ rente y en otros por la adición de otro sufijo. Pero, originariamente, indi­ caba no tanto posesión como cierta unión o conexión íntima y n atu ral18. 18. Cf. Uhlenbeck, Indogermanische Forscbungen 12, 170, Zeitschrift für V er­ gleichende Sprachforschung 39, 600, 4 1, 400, Karakt. K. bask. gramm. 28, Amsterdam Acad. Verslagen, 5.a ed., Deel 2, 19 16 , H. Pedersen, Zeitschrift für Vergleichende Sprachforschung 40, págs. 151 y ss., Schuchardt, Indogermanische Forscbungen 18, pág. 528, Berlín Akad., 19 2 1, 65 1. Se pueden ver opiniones diferentes en los artícu­ los siguientes: Finck, Berlín Akad., 1905 y Zeitschrift fü r Vergleichende Sprachfor­ schung 4 1 , págs. 209 y ss., Sapir, International Journal of American Linguistics, vol. I, 85.

193 1 3 . — F IL O S O F ÍA G RAMATICA

Ya veremos que esas especulaciones ayudan a explicar ciertas peculiarida­ des de nuestro sistema de género así como de nuestro sistema de casos, y deberían recordarse, cuando lleguemos a hablar del genitivo «subjetivo», aunque entonces veremos que éste se usa no sólo con nombres procedentes de verbos transitivos, sino también como intransitivos y pasivos y no se puede distinguir del genitivo «objetivo».

Uso d e l pasivo Usamos el uso activo o pasivo según que tomemos como punto de partida una u otra de las palabras primarias contenidas en la frase. Jack l o v e s Jill («Jack ama a Jill») y Jill is lo v e d b y Jack (« Jill es amada por Jack») significan esencialmente lo mismo y, sin embargo, no son exacta­ mente sinónimos desde todos los puntos de vista y, por tanto, no resulta superfluo que una lengua posea ambos giros. Como norma, la persona 0 cosa que constituye el centro del interés en el momento se coloca de sujeto de la frase, y, por consiguiente, en unos casos el verbo debe ponerse en activa y en otros en pasiva. Si examinamos todas las pasivas que encon­ tramos en un texto, veremos que en la inmensa mayoría de los casos la elección de dicho giro se debe a una de las siguientes razones: 1. lidad:

El sujeto activo es desconocido o no se puede designar con faci­

He w as killed in th e B o er war — Lo mataron en la guerra de los Boers. T he city is w el l su p p lie d w it h w ater — La ciudad está bien provista de agua. 1 w a s t e m p t e d to g o on — Sentí tentación de continuar. i h e m u rd erer w as ca u g ht y e s t e r d a y — Capturaron al asesino ayer. En gran cantidad de casos, el sujeto activo es la «persona genérica», como en it is k n o w n («se sabe»). En th e d o c t o r w as s e n t f o r («fueron a buscar al doctor») no se cita ni quién envía ni la persona a la que se envía. 2.

El sujeto activo resulta evidente gracias al contexto:

His m e m o r y o f t h e s e e v e n t s w a s b e y o n d r e c o v e r y — El recuerdo que tenía de aquellos acontecimientos había quedado perdido para siempre. She to ld m e that her m a ste d had d is m isse d her. No reason had b e e n assign e d ; no o b j ec t io n had b e e n m a d e to h e r co n d u ct . She had b e e n forbid d en to appeal to her mis tr ess — Ella me dijo que su amo la había expulsado. No se había dado ninguna razón; no se había hecho ninguna objeción a su conducta. Le habían prohibido apelar a su ama.

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3. Puede existir una razón especial (tacto o delicadeza) para no citar al sujeto activo; así muchas veces se evita la mención de la primera per­ sona, con más frecuencia al escribir que al hablar: E nougb has b ee n said h e r e o f a s u b j e c t w ic h will b e treated m o r e fully in a s u b s e q u e n t ch a p te r — Ya se ha hablado bastante aquí de un tema que se tratará con detalle en un capítulo posterior. /

.

En sueco, se suele usar el giro pasivo para evitar los substitutos de los pronombres de la segunda persona, que son muy pesados: Onskas e n tandstick? — ¿Quiere usted una cerilla? Finns inte en tandstick? — ¿No tiene usted una cerilla? En ninguno de los casos que acabamos de citar se menciona el sujeto activo y muchas veces se ha señalado que esa es la regla general con frases pasivas en muchas lenguas (árabe, letón, latín antiguo 19). Investigaciones estadísticas hechas por algunos de mis alumnos me mostraron hace muchos años que entre 70 y 94 por ciento de las frases pasivas en varios escritores ingleses no llevan mención del sujeto activo. 4. Aun en el caso de que se indique el sujeto activo en la forma de «sujeto invertido», se prefiere el giro pasivo, si de forma natural se atri­ buye mayor interés al sujeto del giro pasivo que al del giro activo: T h e h o u s e w as struck b y lig htning — La casa fue alcanzada por el rayo. His s o n was run o v e r b y a m o t o r car — Su hijo fue atropellado por un coche. 5.

El giro pasivo puede facilitar la conexión de una frase con otra:

He r o s e to speak and w a s lis ten ed to w it h enthusiasm b y th e gr eat c r o w d p r e s e n t — Se levantó, tomó la palabra, y fue escuchado con entusias­ mo por la inmensa multitud que estaba presente. En la mayoría de las lenguas existen ciertas restricciones al uso del giro pasivo, que no siempre son fáciles de explicar. En inglés, el verbo have (h a v e g o t ) [«haber», «ten er»] en su sentido propio raras veces se emplea en pasiva (aunque puede usarse, por ejemplo: This m ay b e had f o r t w op e n c e at any g r o c e r ’s [«Eso puede encontrarse por dos céntimos en cual­ quier tienda de comestibles»]). A veces los pedantes hacen objeciones n frases como this w o r d o u g h t t o b e p r o n o u n c e d d i f fe r e n t l y («esta palabra debe pronunciarse de forma diferente») (¡con el pretexto de que una pala­ bra no puede tener un deber m oral!) o h e r ñ am e will hav e to b e m e n t i o n e d 19.

J . Wackernagel, Vorlesungen über Syntax, Basilea, 1920, pág. 143.

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(«habrá que citar su nombre»). En algunas lenguas son corrientes verbos intransitivos en pasiva, como en latín itur («se va»), itum e s t («se ha ido»), curritur («se corre»), en alemán es w ir d getanzt ( « s e baila») e incluso con w as nützte e s auch, ger e i s t m u s st e w e r d e n ; man m u s st e e b e n vorw arts , so la n g e es gi n g («Para qué, había que viajar; estábamos obligados a avan­ zar, mientras fuese posible») (Ch. Bischoff), en danés Der danses, h e r má a rb ejdes («allí se baila, aquí hay que trabajar»), pero nunca los encontra­ mos en inglés o en francés.

La voz media Sobre la «voz media», tal como la encontramos, por ejemplo, en griego, no es necesario que digamos mucho aquí, dado que no corresponde a una idea particular: a veces es puramente reflexiva y denota la identidad del sujeto y del complemento (que va sin expresar), a veces una vaga referen­ cia al sujeto, a veces es puramente pasiva y otras muy difícil de distinguir del giro activo ordinario. En algunos verbos ha producido valores semán­ ticos especiales difíciles de clasificar.

Adjetivos a ctivo s y pasivos La distinción conceptual entre activo y pasivo es aplicable también a algunos adjetivos derivados de verbos o conectados con ellos. Tenemos participios activos y pasivos (en inglés, k n o w i n g [«que conoce»], k n o w n [«conocido»], aunque el último no es puramente pasivo). Los lingüistas comparatistas están convencidos de que en los participios del antiguo indo­ europeo en -to y -no, que son el origen de nuestros participios fuertes y débiles, en un principio no tenían carácter activo ni pasivo20. Tenemos también con terminaciones como -s o m e (t r o u b l e s o m e [«revo lto so »], wearis o m e [«fastidioso»]), -ive ( s u g g e s t i v e [«su gestivo »], talkative [«charla­ tán »]) o -ous ( m u rd ero u s [«asesin o »], laborious [«lab orioso»]) que son todos activos, y adjetivos terminados en -ble, que en general son pasivos (respecta ble [«respetable»], eatable [«com estible»], c r e d i b le [«creíb le»], visible [«v isib le»]), pero que a veces son activos (p erishable [«perece­ d ero»], s e rv i ce a b le [«aprovechable»], f o r c i b le [«p o ten te»]); la termina­ ción -less es activa en s leep less («sin sueño») y pasiva en tireless («incan­ sable»), A veces existen dos formas para el activo y el pasivo: c o n t e m p tu ous («despreciativo»), c o n t e m p t i b l e («despreciable»), d es i r o u s («deseo­ so»), d esir ab le («deseable»); a veces la misma palabra puede tener en unos casos un significado activo y en otros pasivo: c u riou s («curioso»), suspi20. Brugmann, Indogermaniscke Forscbungen, 5, pág. 117 y Pedersen, en Kuhn, Zeitschrift fiir Vergleichende Sprachforschung, 40, págs. 157-158.

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c io u s (unas veces «que sospecha» y otras «sospechoso»). Algunos de los adjetivos activos pueden llevar un complemento conceptual por medio de la preposición of: s u g g e s t i v e o f tr easo n («evocador de una traición»), o b l i v i o u s o f a o u r p r e s e n c e («olvidado de nuestra presencia»), etc.

S u bsta ntivos a ct iv o s y su b s ta n tivos pasiv os Al hacernos la pregunta de si los substantivos pueden ser activos y pasivos y si pueden llevar complementos, pensamos en primer lugar en los llamados nombres agentes, que son activos, como fisher («pescador»), liar («m entiroso»), c o n q u e r o r («conquistador»), saviour («salvador»), creator («creador»), r ec ip ien t («donante»). Lo que sería el complemento del verbo correspondiente se pone en genitivo (Ann’s l o v e r [« e l amante de A n a»]), o con frecuencia, sigue a la preposición o f (t h e o w n e r o f this h o u s e [« e l propietario de esta casa»], th e sa viour o f th e ivorld [« e l salva­ dor del m undo»]). En este caso, como antes, podemos hablar de comple­ mentos conceptuales. Substantivos de la forma pic k po ck et («carterista»), breakivater («rompeolas»), se componen de un verbo y de su complemento; se puede definir a un pick pock et como «ladrón de carteras». En inglés tenemos una curiosa clase de substantivos pasivos en -ee: les s e e («arrendatario»), r e f e r e e («árbitro» [alguien a quien se remite una cuestión]), ex aminee («examinado» [alguien a quien se examina]). Pero con la misma terminación tenemos los substantivos activos r e f u g e e («refu­ giado»), a b s e n t e e («ausente»).

Los s u b sta n tivo s nexos A continuación hemos de examinar los substantivos nexos. Originaria­ mente, éstos no eran activos ni pasivos, sino que, según las circunstancias, se los podía considerar de un tipo o del otro. Tomemos en primer lugar un ejemplo latino familiar: am or d e i puede significar bien el amor que Dios siente o bien el amor que alguien siente por Dios como objeto. En el primer caso, llamamos a d e i genitivo subjetivo (algunos lo consideran como simple genitivo posesivo, en la medida en que Dios «tiene» o «posee» dicho amor); en el segundo lo llamamos genitivo objetivo. En el primero d e i es, de acuerdo con los símbolos que hemos utilizado más arriba, Ss, en el segundo Ca, pero, como hemos visto que Ca = Sp, podemos decir también que en ambos casos d e i es un genitivo subjetivo, pero que amor es una palabra activa en el primer caso y pasiva en el segundo. En ambos casos, se trata de un nexo, en el que el genitivo indica el elemento primario y a m o r el secundario; en sí mismo el nexo no es ni activo ni pasivo, pues lo único que expresa es la conexión entre los dos elementos, Dios y amor, en la que se deja al oyente escoger el significado de que Dios ama o de 197

que se ama a Dios. De igual forma, o d i u m Caesaris y t i m o r h o s ti u m son ambiguos. Lo mismo ocurre en la expresión griega H e ga r a gap e to u K hr istou su nek hei hémas, que se traduce en inglés por T h e l o v e o f C h n s t co n s t r e i n et h us («El amor de Cristo nos mantiene unidos»). En ciertos casos el inglés presenta la misma ambigüedad. Hodgson21 cuenta la siguiente anécdota: «Un juez, que no era famoso por su probidad, fue desvalijado una noche cuando iba de W icklow a Dublín. El día si­ guiente, su padre, al encontrarse con el barón O’Grady, dijo: "Señor, ¿se ha enterado usted del robo de mi h ijo ?” "No, no —respondió el barón— , ¿a quién ha robado?”». En Hamlet, la palabra m e m o r y aparece usada de dos formas: por un lado, el empleo corriente de la palabra (58) en Tis in m y m e m o r y l o c k ed («Está encerrado en mi memoria») y, por otro, el más raro empleo de 5”: a gr e a t m a rís m e m o r y m a y o u t li v e his life half a y e a r («la memoria de un gran hombre puede servirle la mitad de un año»). Antiguamente, el geni* tivo objetivo (5P) era más corriente que ahora, por ejemplo, en Shakes­ peare: R e v e n g e his f o u l e and m o s t unnaturall m u r th e r (literalmente, «ven­ gar su muerte abominable y contra natura», es decir, el hecho de que haya sido asesinado). Sin embargo, existen ciertas reglas concretas para el uso del genitivo (y de los pronombres posesivos), aunque los gramáticos no las hayan descrito. Las principales son las siguientes: 1. Es obvio que con verbos intransitivos no se puede hablar de sen­ tido pasivo; así pues, el genitivo es simepre S°: t h e d o c t o r ’s arrival, existe n ce , life, death («la llegada, existencia, vida, muerte del doctor»), etc. Las demás reglas se aplican a los verbos transitivos, pero las que llevan los números 2 y 5 se refieren solamente a la combinación de genitivo y substantivo, cuando este último no va seguido por un grupo introducido por una preposición. 2. Como los substantivados formados a partir dedichos verbostran­ sitivos no pueden llevar una persona como complemento a causa de su significado, llevan sentido activo: his (S*) s u ggest io n , d ec isió n , su p p ositio n («su sugestión, decisión, suposición»), etc. 3. Cuando por el significado del verbo el sujeto es una persona y puede llevar una persona como complemento, el genitivo o posesivo se coloca como Ss: his attack, d is c o v e r y , admiration, l o v e, r e sp e ct , approbation, in terruptio n («su ataque, descubrimiento, admiración, amor, respeto, aprobación, interrupción»), etc. No obstante, en este caso notamos una curiosa diferencia cuando el substantivo nexo es el sujeto de la frase y va usado detrás de una preposición: His assistance (S°) is r equ ired — Se requiere su ayuda. C o m e to his assistance (S*) — Vaya en su ayuda. His Service (Sa) is valuable — Su servicio es valioso. 2 1.

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Hogdon, Errors in the Use o f English, pág. 91.

At bis Service (Sv) — A su servicio. His d e f e n c e (Sa) is valuable — Su defensa es valiosa. In his d e f e n c e (Sp) — En su defensa. Lo mismo ocurre con la expresión arcaica: in o r d e r to his humiliation («para humillarlo»). El substantivo tiene el mismo sentido pasivo sin geni­ tivo detras de verbos como n e e d («necesitar»), ask\ /

He n e e d s s u p p o r t — Necesita apoyo. H e asks f o r app ro bati on — Pide aprobación. Pero, en el caso de H e asks m y approbation («Pide mi aprobación»), m y es Sa. 4. No obstante, el genitivo o posesivo se entiende en su sentido obje­ tivo cuando se siente mayor interés por la persona que es el complemento de la acción que por la que es agente. Así, en un ejemplar reciente de un periódico inglés he encontrado a pocas líneas de distancia las dos expre­ siones siguientes: De Valera’s ca ptu re («la captura de De Valera») y De Valera s arrest («la detención de De Valera») citadas como posibilidades: no importa quién capture o detenga al líder irlandés. Otros ejemplos: A man's trial — El juicio a un hombre. His d e f e a t — Su derrota. His o v e r t h r o i v — Su destitución. His d el i v e r a n c e — Su entrega. His r elease — Su liberación. His ed u c a t io n — Su educación. También encontramos el sentido pasivo en: H er r e c e p t i o n was unique — Su recepción fue única. H er e s c a p e d r e c o g n it i o n — Consiguió que no lo reconociesen. En He is full o f y o u r praises («Está lleno de sus alabanzas»), la persona que concede las alabanzas es la que se designa mediante h e y, por tanto, y o u r representa Sp = C‘. 5. Cuando el sujeto de un verbo es con la misma, o incluso con ma­ yor frecuencia, una cosa que una persona y, por otro lado, el complemen­ to es una persona, el substantivo nexo lleva sentido pasivo: his (Sp) aston ishm en t, surprise, amaxement, a m u sem en t, irritation («su asombro, sor­ presa, diversión, irritación»), etc. A continuación hemos de estudiar el uso de las preposiciones con substantivos nexos. O f en sí mismo es tan ambiguo como el genitivo en t h e l o v e o f G o d («el amor de Dios»), donde o f G o d puede ser tanto Sp como S*. Pero deja de ser ambiguo cuando se combina con un genitivo, 199

pues entonces este último siempre es S* y el grupo introducido por o f Sp: his in stinctive a vo id a n c e o f m y b r o th e r («el hecho de que evite ins­ tintivamente a mi hermano»), etc. Cuando las combinaciones de genitivo citadas en el apartado número 4 van seguidas por of, cambian inmediata­ mente su significado: Luther’s d eli v e r a n ce o f G er m a n y f r o m p riest cr aft — El hecho de que Lutero liberase a Alemania del sacerdocio. He tvou praise his release o f his p riso n er s — Se ganó elogios por haber libertado a sus prisioneros. Her r ec ep t i o n o f h er g u est s — La recepción que dio a sus invitados. En el siglo x ix la construcción con by empezó a ser común como me­ dio nada ambiguo de indicar 5a; se trata del mismo b y que se usa con el verbo pasivo, pero, curiosamente, este uso reciente no aparece citado en el N ew English Dictionnary: The purchase, by the dich, o f p o w e r to tax th e p o o r — La compra, por parte de los ricos, del poder de imponer impuestos a los pobres (Ruskin). Aplea f o r th e edu cati on by the State o f n e g l e c t e d c o u n t r y girls — Un alegato en favor de la educación por parte del Estado de las jóve­ nes campesinas abandonadas. The massacre o f Christians b y C hínese — El asesinato de los cristianos por parte de los chinos. Cuando se usa un by, el genitivo se puede usar con el sentido de Sp: His expulsión f r o m p o w e r by th e Toríes — Su expulsión del poder por parte de los tories (Thackeray). Existe también una creciente tendencia a emplear otras preposicio­ nes con el sentido de Sp en lugar de la ambigua of, así: 1 o u r luv e for m y d au ghter — Su amor por mi hija. The l o v e o f B r o w n i n g for Italy — El amor de Browning por Italia. His dislike to (for) that o f f i c e r — Su desagrado por ese oficial. T h e r e w o u l d h a v e b ee n n o hatr ed o f Protestan t to Catholic — No bría habido ningún odio de los protestantes hacia los católicos. C o n tem p t for him — Desprecio por él. Fear for him — Miedo por él. Attack on him — Ataque contra él.

ha­

Con ciertos substantivos es corriente encontrar preposiciones semejantes en otras lenguas. En danés for, til, en latín se dice o diu m in Antonium 200

(«odio hacia Antonio»), en italiano la sua ammirazione p e r le d iec i d a m e piu b el le [«S u admiración por las diez damas más bellas»] (Serao)22. El substantivo verbal inglés en -ing tenía originariamente el mismo carácter doble, aunque hoy tiene generalmente un sentido activo: bis (S*) t b r o w i n g («el hecho de que lance»). Antiguamente, con frecuencia tenía el sentido de Sp: Sball w e ex cu se his t b r o w i n g into th e w a t e r ? («¿Vamos a perdonar el hecho de que lo hayan arrojado al agua?»). El mismo sen­ tido pasivo vemos en: Use e v e r i e m an a ft er his desart, and w h o sh o uld s c a p e w h i p p i n g ? («Tratad a cada hombre como merece y ¿quién escapa­ ría al castigo?»). Todavía hoy lo encontramos en combinaciones como b e roads w an t m e n d i n g («Los caminos necesitan ser reparados»), pero la creación relativamente reciente de la combinación pasiva b ei n g t h r o w n (y ha v i n g b e e n t h r o w n ) en la mayoría de los casos limita la forma sim­ ple al uso activo. Por lo que se refiere al sujeto conceptual, véase la página 162.

Los in fin it iv os Hemos de decir algo también sobre la antigua forma del substantivo verbal a partir de la cual se formó el infinitivo actual. Tampoco ésta era, en un principio, ni activa ni pasiva, pero con el paso del tiempo se desarrollaron formas pasivas simples o combinaciones: amari, b e l o v e d en inglés («ser amado»), etc. Huellas de la forma activa o indiferente encontramos todavía, en inglés, por ejemplo en t h e y w e r e n o t t o blame («no había nada que reprocharles») por oposición t h e y w e r e n o t to b e s e e n («no se les podía ver»), en t h e reason is n o t d ifficu lt to s e e («la ra­ zón no es difícil de ver»), caso en el que t h e reason es el sujeto de is, pero al mismo tiempo se puede casi considerar una especie de comple­ mento de to see, si entendemos a este último en el sentido pasivo a . Te­ nemos también las dos frases siguientes, que no son exactamente sinó­ nimas: T h e r e is a l o t to s e e in R o m e — Hay mucho que ver en Roma. T h er e is a l o t to b e s e e n in R o m e — Hay muchas cosas para ver en Roma. En el siguiente ejemplo se dan las tres posibilidades una tras otra: T h e r e w a s n o o n e to ask (forma activa, sentido pasivo), no o n e to g u i d e him (forma activa, sentido activo), t h e r e w a s n o t h i n g t o b e relied u p o n 22. En finés, el genitivo tiene los dos valores; tenemos por ejemplo isánmaan rakkam («el amor al p?ís natal»), jumalan pelko («el miedo de Dios»). En los casos en que se combinan los dos, Sp + el substantivo se comportan como un substantivo compuesto: Kansalaisen isáanmaan-rakkaus («el amor de los ciudadanos por su país natal»). Cf. Setála, Satslara, pág. 31. 23. Cf. en francés Ce vin est bon a boire («este vino es bueno para beber»).

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(«No había nadie a quien preguntar, nadie que lo guiase; no había nada en que apoyarse»). Veamos otros conocidos ejemplos del doble carácter del infinitivo: en alemán Er Hess ihn (S*) komrnen («le hizo venir») y Er Hess ihn (S*) strafen («mandó que lo castigasen»), que corresponde ai danés han lod ham kotntne y Han lod ham straffe y en francés Je l*ai vu venir («le he visto venir») y Je l’ai vu hattre («he visto que le pegaban»). En inglés, mientras que actualmente la forma pasiva se usa con frecuencia en ca­ sos como éstos, antiguamente en sentido pasivo se usaba la forma activa con forma pasiva: (He) leet anón his dere doghter calle — Permitió que llamasen inme­

diatamente a su querida hija (Chaucer). He made cast her into the riv e r 24 — Mandó que la arrojasen al río.

24.

202

Cf. A New English D ictiornary, make 53 d.

CAPITULO X III EL CASO

¿Cuántos casos hay en inglés?

El tema de este capítulo, que ya hemos tratado en cierta medida en el capítulo anterior, es uno de los más difíciles, porque las lenguas di­ fieren mucho con respecto a este punto y porque las ideas que los di­ ferentes casos expresan de forma sobreentendida no son tan palpables como, por ejemplo, la diferencia entre singular y plural o entre pasado, presente y futuro, que constituirán los temas de otros capítulos. Qui­ zás será mejor empezar a partir de un ejemplo concreto, que ilustra la diferencia fundamental entre las dos lenguas, latín e inglés, que tienen un origen común. . Mientras que los romanos decían Petrus filio Pauli librum dat («Pe­ dro da un libro al hijo de Pablo»), los ingleses dicen Peter gives Paul’s son a book. No hay duda de que los substantivos latinos están en cuatro casos diferentes: Petrus : nominativo filio : dativo Pauli: genitivo librum: acusativo,

y de forma semejante no puede haber duda de que la palabra inglesa Paul’s está en genitivo, que corresponde aproximadamente al mismo ca­ so en latín, pero se puede discutir —y así se ha hecho— si podemos de­ cir que Peter está en nominativo, son en dativo y book en acusativo, dado que en inglés no hay diferencias en las terminaciones, como las hay en latín, que indiquen cuál de dichos casos se emplea. ¿Hemos de decir que tenemos los mismos tres casos que en latín o que tenemos dos ca­ sos, un nominativo (Peter) y un caso oblicuo (son, book) o, por últi­ mo, que las tres palabras están en «caso común»? Ha habido gramáti203

eos que han defendido cada una de estas tres posiciones y, como la dis­ cusión presenta considerable interés teórico, además de ser de importan­ cia práctica para la enseñanza del inglés y de otras lenguas en las escue­ las, será necesario dedicar algunas páginas a discutir los argumentos a favor y en contra. En pimer lugar, preguntémonos si el inglés tiene un caso dativo dis­ tinto del acusativo. Así sería sin lugar a dudas, si pudiésemos encon­ trar auténticos criterios gramaticales, bien formales bien funcionales, que permitiesen distinguirlos. Puesto que en el capítulo II hemos recono­ cido que el orden de las palabras era un elemento formal, podemos ima­ ginar que alguien mantenga que existe un dativo real en la frase que hemos citado, basándose en el orden fijo de los elementos, dado que es imposible decir: h e g a v e a b ook Paul’s son. No obstante, un examen más detallado de los hechos nos muestra que es imposible reconocer un da­ tivo basándose en su posición en la frase, pues en I g a v e it him («se lo di») tenemos el orden inverso. Sin duda alguna, sería absurdo también decir bien que it es dativo en este caso o bien que tenemos un dativo que podemos distinguir por su posición en la frase, unas veces delante y otras veces detrás del complemento que va en acusativo. Más aún, si aceptamos que en th e man g a v e his son a b ook («el hombre dio un libro a su hijo») son es un dativo por posición, tendremos que considerar un dativo por posición en todas las frases siguientes en las que sería imposible invertir el orden de los dos substantivos: I I I I

asked th e b o y a f e w questions — Hice algunas preguntas al muchacho. heard th e b o y his lesson s — Mandé recitar su lección al muchacho. took th e b o y l o n g walks — Llevé al muchacho a dar largos paseos. painted th e wall a d if fe r e n t c o l o u r — Pinté la pared con un color di­ ferente. I ca lled the b o y bad ñam es — Traté al muchacho con malos nombres. I ca lled the b o y a sc o u n d r e l — Llamé bribón al muchacho. Si hemos de hablar de dos casos diferentes en inglés, dativo y acu­ sativo, por mi parte, no sé dónde acaba el dativo y dónde empieza el acusativo y las gramáticas que hablan de esos dos casos no me sirven de ayuda. Se podría sugerir que tenemos un criterio en la posibilidad de que una de las palabras se pueda convertir en el sujeto de una frase en pa­ siva, puesto que eso solamente puede ocurrir con las palabras que vayan en acusativo. Sería solamente un criterio puramente lingüístico, pero no es aplicable. En primer lugar, no todos los «acusativos» pueden colo­ carse como sujetos de una frase en pasiva, como vemos en casos como t h e y m a de B r o w n M ayo r («nombraron alcalde a Brown») y t h e y a p p o i n t e d Kirkman p r o f e s s o r («nombraron a Kirkman profesor»). En segundo lugar, es perfectamente posible que palabras consideradas «dativos» se conviertan 204

en sujetos de frases en pasiva como hemos visto en la p. 189 con casos como h e w a s a w a rd er a m ed a l («se le concedió una medalla»), s h e was r e f u s e d adm ittan ce («le negaron la entrada»). Mientras no se descubra un criterio infalible, podemos afirmar sin miedo que en inglés moderno no existe un dativo y un acusativo distintos uno del otro. Esta conclusión resulta reafirmada cuando vemos la forma en que el mejor defensor de dicha distinción la pone en práctica en su gramá­ t ic a , en la que sena difícil encontrar un sistema coherente que nos guiase en casos diferentes de los que cita. A veces invoca razones históricas, por ejemplo, cuando da la regla de que el caso que sigue a una preposición e¿ siempre acusativo: «En antiguo inglés algunas preposiciones regían dativo... pero se produjo un cambio, de forma que en inglés tardío había una fuerte tendencia a usar el acusativo después de todas las preposicio­ nes» *. De todas formas, esto no es totalmente verdad, pues el dativo se conservó hasta muy tarde en algunas fases, como vemos en los ejem­ plos de Chaucer o j t o w n e («de la ciudad»), y e r e by y e r e («año tras año»), con la e pronunciada. Huellas de ello se han conservado hasta hoy en algunas formas, así el dativo singular en alive (originariamente on life [«v iv o », «en v id a»]), el dativo plural en (b y ) in chm ea l («poco a poco»), o n f o o t («a pie»), que debe considerarse como una continuación del an­ tiguo inglés on f o t u m , inglés medio on jo t en , on jo te , al menos en los casos en que se emplea al hablar de más de una persona, como en t h e y are on f o o t («van a pie»). Aparte de tales supervivencias históricas aisladas, la auténtica verdad histórica completa es lade que lo único que ha so­ brevivido ha sido el dativo en la mayoría delos pronombres,el acusativo en los plurales de los substantivos (con forma idéntica a la del nomina­ tivo) y en los singulares de los substantivos una forma en que el nomi­ nativo, acusativo y dativo se funden sin que se los pueda distinguir, pero, cualquiera que fuese su origen, desde un período muy temprano las dos formas (him, kings, king) se usaron siempre en los casos en que antes se exigía un dativo o un acusativo2. Volviendo a la forma en que el profesor Sonnenschein distribuye los dos casos en inglés moderno, en h e asked m e a questi on («m e hizo una pregunta»), dice que tanto m e como question son complementos directos, probablemente porque el antiguo inglés ascian llevaba dos acusativos; en tea ch him f r e n c h nos deja en libertad para considerar a him acusativo o dativo, aunque parece preferir el primero, a pesar de que teach procede 1. A New English Grammar, 169, pág. 489. 2. Nos preguntamos cuál sería la reacción delos niños ingleses si se les ense­ ñase en la escuela una regla como ésta: him en I saw him («yo le he visto») y for him («por él para él») está en dativo; kings en I saw the kings («vi a los reyes») y en fo r the kings («para los reyes») está en acusativo, pero king está en acusativo en I saw the king («vi al rey») y en dativo en fo r the king («para el rey»). Y , sin em­ bargo, desde un punto de vista histórico, se trata de una descripción infinitamente más próxima a la verdad que la seudohistoria de Sonneschein.

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del antiguo inglés toecan, que lleva dativo y acusativo. Probablemente nunca habríamos oído hablar de dos ocusativos en relación con este verbo, si no hubiese sido por el hecho de que el latín d o c e o y el alemán lehreti tienen esa construcción 3, pero este hecho sin duda alguna es irre­ levante para la gramática inglesa, porque si no, podríamos esperar que un día nos dijesen que use («usar») lleva abalativo como el latín utor. En algunos casos las reglas que da el citado autor son evidentemente incompletas. En el § 173 parece admitir que el complemento indirecto va en dativo, pero solamente cuando la misma frase lleva un complemen­ to en acusativo, como en F o r g i v e us o u r trespasses («Perdónanos nues­ tras deudas»), pero ¿hemos de decir que us está en acusativo, si la frase se compone solamente de f o r g i v e us («Perdónanos»)? En la frase I paid him («le pagué»), ¿está him en acusativo, porque es el único comple­ mento, o está en dativo, porque es el complemento indirecto en I paid him a shilling («le pagué un chelín»)? Preguntas como éstas surgen, cuan­ do separamos artificialmente lo que de forma natural va reunido en un solo caso, y, mientras que en alemán podemos contestar dichas pregun­ tas porque las formas que se usan nos guían, en inglés no hay nada en que podamos apoyarnos. ¿Quién puede decir si, en la frase hit him a b l o w («dale un golpe»), him es el complemento indirecto (dativo) y a blotv el complemento directo (acusativo) y a blotv un subjunto («instrum ental» o «adverbial»)? La mayoría de la gente, si le preguntásemos su opinión sobre la frase simple hit him («pégale»), probablemente diría que him es el complemento directo y que, por tanto, está en «acusativo». Sonneschein reconoce usos «adverbiales» de ambos casos, pero resulta imposible descubrir las razones en que se basa la distribución que da. Afir­ ma que him está en dativo en Near him («cerca de él»). ¿Por qué? Si es por razones de sintaxis histórica, entonces him debería estar también en dativo en to him («a él»), f r o m hi m («de él»). Sin embargo, en este caso se dice que está en acusativo a causa del mito según el cual todas las preposiciones llevan acusativo, pero, ¿por qué no ocurre lo mismo con near, que el N ew English Dictionnary considera preposición? Dice tam­ bién que t h r ee tim es está en acusativo en He b l e w his p ip e th r e e times. ¿Por qué? (En inglés antiguo sería dativo). Y así podríamos seguir, pues no hay nada que justifique la asignación perfectamente arbitraria de las palabras a uno u otro caso. Los alumnos tienen que aprender estas reglas de memoria, pues son incomprensibles. El profesor Sonnenschein dice que el estudio de la historia de las gramáticas inglesas le ha conducido a refutar definitivamente la concep­ ción sostenida por muchos autores según la cual el progreso en la gra­ mática inglesa se debió efectivamente a su emancipación con respecto a la 3. El verbo alemán lehren admite perfectamente que el nombre de persona com­ plemento vaya en dativo; se consideran pesados los dos giros Ich wurde das gelehrt y Das wurde mlch gelehrt y se los substituye por Das wurde mir gelehrt («Eso me fue enseñado»).

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gramática latina. En marzo de 1915 escribía en su M o d ern Language T e a c h in g que una línea directa conduce desde los primeros gramáticos, que no veían ninguna analogía entre las gramáticas inglesa y latina, hasta un progresivo reconocimiento de los mismos casos que en latín y que una comprensión completa de la coincidencia de las dos lenguas no había sido posible hasta que la gramatica comparada elucidó las relaciones exis­ tentes entre ellas. Pero, esa concepción de un «progreso» constante hasta llegar al sistema de Sonnenschein dista mucho de representar la verdad, pues dicho autor olvida que su sistema lo encontramos íntegro en 1586, cuando Bullokar dijo que el inglés tenía cinco casos y que en la frase H o w , Joh n , K ob er t g i v e s Richard a shirt («Cómo, John, Robert da una camisa a Richard»), J o h n era vocativo, R o b e r t nominativo, shirt acusativo y R ichar d dativo (o, como él lo designaba pintorescamente, g a in a tive), es decir, que reconocía cinco casos además del genitivo. En 1920, el pro­ pio profesor Sonnenschein cita algunos gramáticos primitivos (Gil en 1619, Man Masón en 1622), que basaban la gramática inglesa en la gramática latina, pero, aunque parece que en todas las épocas ha habido dos con­ cepciones diferentes sobre este aspecto de la gramática inglesa, Sonnens­ chein piensa que «esencialmente», la línea según la cual se ha producido el progreso es la que él ha descrito. No cita gramáticos excelentes como W illiam H azlitt4, W illiam Cobbet y Henry Sweet, que se oponían a esa concepción de los casos, pero cita con especial elogio a Lindley Murray, que dio «el paso capital de reconocer un caso “objetivo” en los nom­ bres» y así «prestó a la gramática inglesa el servicio de liberarla de la falsa definición de los casos» y «abrió el camino» para el siguiente paso capi­ tal, el reconocimiento por parte del propio Sonneschein del caso dativo. ¿Cuál ha de ser el próximo paso en esa serie progresiva? nos pregunta­ mos. Probablemente alguien agradecerá a Sonnenschein el haber abierto así el camino a la admisión de un caso ablativo y a continuación, ¿por qué no, al instrumental, locativo, etc.? Todos los argumentos de dicho autor para admitir un dativo se pueden aplicar a esos otros casos con la misma fuerza exactamente. . Dice que los casos indican categorías de significado, no categorías de forma y que ello es tan cierto con respecto a la gramática latina como con respecto a la inglesa. Los diferentes casos del nombre latino no siem­ pre difieren unos de otros formalmente: el acusativo de los nombres neutros tiene siempre la misma forma que el nominativo, todos los abla­ tivos plurales tienen la misma forma que los dativos plurales, en algunos 4. «Lindley M urray afirma que los nombres ingleses tienen seis casos, es de­ cir, seis flexiones diferentes, sin tener flexiones, y que los verbos ingleses tienen to­ dos los modos, todos los tiempos y todas las personas de los verbos latinos. Lo cual representa una extraordinaria dosis de ceguera y obstinación. Traduce muy pomposa­ mente la gramática latina en inglés (como hicieron tantos otros antes que él) y se imagina haber escrito una gramática del inglés; y los teólogos aplauden, los profeso­ res lo introducen en sociedad y los sabios ingleses alimentan la broma» (Hazlitt, The Spirit o f the Age, 1825, pág. 119.

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nombres los dativos singulares no difieren formalmente de los genitivos singulares. Todo esto es perfectamente cierto, pero no invalida la con­ cepción según la cual las distinciones de caso de la gramática latina están basadas en primer lugar en distinciones formales, a las que corresponden diferentes funciones. Nadie habría pensado en postular un caso ablativo latino, si no hubiese sido diferente formalmente del dativo en muchos casos. Y cuando los dos casos son idénticos en la forma, sigue estando justificado decir que no se trata unas veces de uno y otras veces del otro, pues otras palabras en la misma posición nos muestran cuál es el usado. Decimos que Ju lio es dativo en d o Ju lio lib rum («doy un libro a Julio»), pero ablativo en c u m Ju lio («con Julio»), porque en las frases corres­ pondientes con Julia tenemos diferentes formas: d o Juliae librum («doy un libro a Ju lia») y c u m Julia («con Ju lia»). T e m p lu m en ciertas frases está en nominativo, en otras en acusativo, porque en las primeras usa­ ríamos d o m u s y en las otras la forma d om u m . Y así en todas las demás frases, de la misma forma que más arriba 5 veíamos que c u t era pretérito en I cu t m y f i n g e r y e s t e r d a y («Ayer me corté un dedo»), a pesar de que nada en la forma de este verbo particular nos muestra que no es pre­ sente. Pero, con los nombres ingleses resulta imposible usar el mismo argumento: existe un desacuerdo fundamental entre el sistema latino, en el que las distinciones de caso van generalmente, aunque n o s ie m p r e, ex­ presadas formalmente, y el sistema inglés, en el que nunca van expresa­ das. Colocar en el mismo plano el acusativo y dativo ingleses, que siem­ pre son idénticos formalmente, con los mismos casos en latín, que son diferentes en más del noventa por ciento de las frases, equivale a actuar de forma anticientífica. Es absolutamente cierto que debemos basar nuestro estudio gramati­ cal en los hechos comprobados de la gramática comparativa e histórica, pero una de las más importantes verdades de esta ciencia es la diferen­ ciación que a lo largo del tiempo separó lenguas que en principio erm'1 muy semejantes unas de otras, con lo que resulta imposible aplicar en todos los casos exactamente las mismas categorías. No hablamos de un número dual en la gramática inglesa como lo hacemos en la griega, a pe­ sar de que no hay duda de que esa categoría conceptual existe también en la primera lengua; así pues, ¿por qué hablar de un caso dativo, cuan­ do resulta que existe tan poco fundamento desde un punto de vista formal, y cuando el significado de dativo en las lenguas que lo poseen es vago y confuso desde el punto de vista conceptual? El profesor Sonnenschein dice que los casos «indican categorías de significado». Pero no especifica, ni puede hacerlo tampoco, cuál es el significado particular del dativo6. Si examinamos las reglas de cualquier 5. Cf., pág. 47. 6. Ni siquiera podemos decir que el significado principal del dativo en alemán sea el del complemento indirecto. He repasado todas las formas del dativo que apare­ cen en unas páginas de una obra alemana reciente: he advertido que solamente 3 de

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gramática alemana, latina o griega, encontraremos en cada una de ellas una gran variedad de usos, o funciones, es decir, significados asignados al dativo, pero muchos de ellos difieren de una lengua a otra. Lo cual no es extraño, si consideramos la forma en que dichas lenguas se de­ sarrollaron a partir de la lengua indoeuropea, que es el «antepasado» co­ mún de todas ellas. Como dice Paul, es perfectamente gratuito (e s ist im g r u n d e rein e willkur) llamar al caso alemán (y al del inglés antiguo) da­ tivo, pues, ademas de las funciones de dativo, desempeña las del antiguo locativo, ablativo e instrumental. Formalmente corresponde al antiguo dativo solamente en el singular de algunas palabras, en otras palabras representa el antiguo locativo, mientras que en otras el dativo plural es el antiguo instrumental. El dativo griego en el singular de la tercera declinación es un antiguo locativo y el dativo de todas las plurales se hizo cargo de las funciones del locativo e instrumental, así como las del antiguo dativo propiamente dicho. Por mucho que retrocedamos, no en­ contramos ningún caso con una sola función bien definida: en todas las lengvas cada caso sirve para diferentes fines, y los límites entre ellos dis­ tan de ser claros. Esto, junto con las irregularidades e inconsistencias en los elementos formales que caracterizan a los casos, sirve para explicar los numerosos sincretismos que vemos en la historia lingüística y las re­ glas caóticas que encontramos en las diferentes lenguas, reglas que, aun así, son en gran medida inexplicables históricamente. Si la lengua inglesa ha ido más lejos que las demás en el proceso de simplificar dichas reglas, debemos estar profundamente agradecidos y no salimos del camino para obligarlo a volver al desorden y la complejidad que tenía hace si­ glos. Pero si no se puede atribuir un significado preciso al dativo tal como actualmente lo encontramos en cualquiera de las lenguas antiguas de nues­ tra familia, lo mismo podemos decir del acusativo. Algunos autores han expuesto una teoría «localista» de los casos y han visto en el acusativo en primer lugar un caso que indica movimiento a o hacia, a partir del cual se desarrollaron los demás usos: R om am iré («ir a Roma») produjo R o m am p e t e r e («dirigirse a Roma») y éste los demás acusativos del com­ plemento directo, y, por último, incluso linquere R omam («abandonar Roma»). Otros consideran el uso de complemento directo como función original del acusativo y, por último, otros más piensan que el acusativo era un caso comodín que asumió las funciones que no correspondían ni al nominativo ni a los demás casos especializados. La única cosa segura es que el acusativo combinaba la connotación de un complemento directo con la del movimiento hacia un sitio y el de extensión temporal espacial y temporal. Puede incluso que originariamente hubiese tenido otros usos más que no conocemos. los 157 dativos contados eran complementos indirectos de frases que llevasen un com­ plemento y que 18 eran complemento de un verbo sin complemento en acusativo.

209 14 . — f i l o s o f í a g r a m á t i c a

Que los significados del acusativo y del dativo no se pueden consi­ derar específicamente distintos lo prueba también el hecho de que el mis­ mo verbo en la misma lengua puede llevar unas veces un caso y otras veces el otro. Así, en alemán, encontramos vacilaciones entre ellos des­ pués de rufen, gelten , nachahmen , helfen , kleiden, liebko sen, v e r s i c h e r n y otros7. (En antiguo inglés, folgia n [«se g u ir»] y scildan [«p ro teger»] va­ cilaban de forma similar.) El complemento que seguía a o n f o n («tom ar», «recibir») iba unas veces en acusativo, otras en dativo y otras en genitivo. Si nos atuviésemos a criterios de historia lingüística, tendríamos que decir que, de los tres sinónimos ingleses que significan «ayudar», h e lp rige da­ tivo y aid y assist acusativo. Naturalmente, no existe base histórica en la lengua para la regla de Sonnenschein, según la cual (aparte de sus usos «ad­ verbiales») solamente encontramos dativo cuando el verbo lleva también otro complemento (del que se dice que está en acusativo): se trata de una regla que no encontramos en ninguna lengua y debe su aparición en la gramática de Sonnenschein a una decisión tan arbitraria como la regla según la cual todas las preposiciones rigen acusativo. El profesor Sonnenschein trata de apoyar su concepción con un ar­ gumento pedagógico8: el alumno que domine perfectamente los usos de los casos ingleses, tal como aparecen explicados en su libro, tendrá poco que aprender cuando vaya a estudiar latín, excepto que esta última len­ gua tiene un caso más, el ablativo. Lo cual significa que ha trasladado parte de las dificultades de la gramática latina a la enseñanza del inglés; no por ello el propio tema de estudio queda simplificado para los alum­ nos que después vayan a estudiar latín; la única diferencia consiste en que tendrán que aprender una parte en una primera etapa y en relación con una lengua en la que quizás sea más difícil de entender, puesto que la memoria no dispone de la ayuda de formas tangibles a las que atribuir las funciones. ¿Y qué decir de los alumnos que nunca vayan a estudiar la­ tín? ¿Está justificado realmente que se les cargue con la tarea de apren­ der distinciones que nunca les serán de la menor utilidad más adelante en su vida?

El g e n i t i v o Ninguno de los casos indoeuropeos tiene un significado tan preciso que podamos decir que tenga una función o aplicación determinada que lo distinga de los demás. En finés, el genitivo combina dos funciones que se mantienen separadas en dos casos, el genitivo y el partitivo. Pero no se puede definir a la primera de ellas sino de forma muy vaga en el 7. Se pueden encontrar numerosos ejemplos en págs. 267 y ss. 8. Cf. el prefacio de la tercera parte de su obra.

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Andresen, Sprachgebrauck,

sentido de que indica pertenencia o reunión, relación o asociación9: en ingles el uso de dicho caso es muy limitado, y, sin embargo, encontramos relaciones indicadas por el tan diferentes como las que muestran los si­ guientes ejemplos: P et er's h o u s e — La casa de Peter. P e t e r ’s f a t h e r — El padre de Peter. P e t e r ’s s o n — El hijo de Peter. P eter 's w o r k — El trabajo de Peter. P e t e r s b ooks — Los libros de Peter (es decir, tanto losque posea como los que haya escrito). P e t e r ’s serv a n ts — Los criados de Peter. P e t e r ’s m a ste r — El maestro de Peter. P e t e r ’s e n e m i e s — Los enemigos de Peter. An h o u r ’s rest — Una hora de descanso. O ut o f h a r m ’s w a y — Fuera de peligro. Algunos gramáticos han tratado de clasificar estos diferentes usos del genitivo, pero en muchos casos el significado especial depende no del uso del genitivo en sí mismo, sino del intrínseco significado de cada una de las palabras unidas y, por eso, en cada caso el oyente lo entiende sin ambigüedad. Hemos de citar aquí también los genitivos «subjetivo» y «ob­ jetivo» estudiados más arriba (ps. 197 y ss.) El inglés ha conservado solamente aquellos usos en que el genitivo sirve para unir dos nombres, uno de los cuales se convierte de esa forma en adjunto del otro («genitivo adnominal») y el uso derivado en que el genitivo es por sí solo un elemento primario, por ejemplo, en at th e g r o c e r ’s («en la tienda de comestibles»). En las lenguas más antiguas, el genitivo tenía otros usos, por ejemplo con ciertos verbos, con los que formaba una especie de complemento, con ciertos adjetivos, etc. La re­ lación entre ese genitivo y un complemento ordinario se ve claramente en alemán, donde ciertos verbos, por ejemplo, v er g e s s e n , w a h r n e h t n e n , sc h o n en , que solían llevar genitivo, ahora llevan un acusativo; es en ich kann e s nicht los w e r d e n («no puedo deshacerme de ello»), ich bin es z u fr ied en («m e alegro de ello») originariamente era genitivo, pero ahora se lo siente como acusativo. A continuación vamos a ver el segundo valor del genitivo indoeuropeo, el partitivo, que no se puede separar del llamado «genitivo genérico». En latín se usa principalmente con palabras primarias (substantivos, etc.), por ejemplo:

9. daridad»).

En

alemán,

Zugekorigkeit («pertenencia»)

y Zusammengehorigkeu («soli­

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Magna pars m ilitum — Gran parte de los soldados. Major fratru m — El hermano mayor, M ultum te m p o r is — Gran parte del tiempo. Esto coincide en gran medida con el otro valorde dicho caso, dado que el genitivo es un adjunto en ambos casos; peroexisten otras aplicacio­ nes del genitivo partitivo en las que desempeña funciones más indepen­ dientes en la frase. Muchas veces el genitivo se usa como el complemento de un verbo, y en ese sentido compite con el acusativo, como en antiguo inglés b r u c e p f o d r e s («probar una comida»), en griego p b a g e i n t o u artou («comer [parte] de un pan»), en este ejemplo de Lutero en antiguo ale­ mán w e r d e s was sers trincken wird, en ruso, por ejemplo: d aite m n é xléba («dame algo de pan»). En ruso este uso del genitivo como complemento se extendió (después de perder la idea de partitivo) a todos los masculinos y plurales que indicasen seres vivos. El partitivo se puede usar también como sujeto de la frase y así compite con el nominativo. Esto es frecuen­ te en el caso del partitivo finés, y el mismo uso encontramos de vez en cuando en nuestra familia de lenguas, así en frases rusas negativas como n ét xléba («no hay pan»), ne stalo n a seg o gru ga («no quedaba nada de nuestro amigo» es decir, que murió). Fenómenos correspondientes vemos en las lenguas románicas, en las que la preposición d e ha ocupado el lu­ gar del antiguo genitivo incluso en su uso como partitivo, y se le suele llamar «artículo partitivo»; es interesante observar que ese artículo par­ titivo, se puede usar no solamente como un complemento del verbo en la frase j'ai v u d e s amis («he visto a unos amigos»), sino también como su­ jeto de la frase: c e soir d e s amis v o n t arriver («esta noche van a llegar unos amigos»), il t o m b e d e la pluie («cae lluvia»), como un predicativo como en c e c i est d u vin («esto es vino») y detrás de preposiciones como en a v e c d u vin («con vino»), aprés d e s d e t o u r s («después de algunos ro­ deos»), j e le d on nerai á d es amis («lo entregaré a los amigos»). Si bien el uso como sujeto es relativamente raro, ello se explica por la tendencia general que tienen los hablantes a preferir sujetos indefinidos 10. La expresión de la idea partitiva, que indica la idea de una cantidad indefinida de algo, viene en cierto modo a colocarse de través en el sis­ tema de los casos, porque resulta usarse en las mismas funciones para las que muchas lenguas disponen de casos separados (nominativo, acusa­ tivo); ello es así tanto si la idea partitiva se expresa mediante un caso separado, como en finés, o mediante el genitivo, como en griego, o, fi­ nalmente, mediante las combinaciones francesas con la preposición de. Si la distinción entre ambos casos fuese realmente una distinción de significado, es decir, si cada caso tuviese su propio valor conceptual dis­ tintivo, sería completamente impensable que una sola y la misma cons10. Cf. pág. 178; en Voici du vin («aquí está el vino»), II y a du vin («H ay vino»), II faut du vin («hace falta vino») al principio había complementos.

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truccion, a saber, la llamada construcción «absoluta» (nexo-subjunto, co­ mo yo lo llamo), se expresase mediante usos tan diferentes según las lenguas, ablativo en latín, dativo en antiguo inglés, genitivo en griego, acusativo en aleman, nominativo en inglés moderno. Puede ser que ello se pueda explicar históricamente, pero en ningún caso lógicamente me­ diante supuestos significados intrínsecos de dichos casos. ^ El carácter irracional de las antiguas distinciones de casos puede qui­ zás revelarse mejor mediante las siguientes consideraciones. El dativo y el genitivo parecen ser opuestos de alguna forma, como lo indica el hecho de que cuando se substituyen los antiguos casos por grupos de palabras introducidos por una preposición, la preposición escogida en el primer caso es to, ad, y en el segundo una que desde el principio indicaba el movimiento opuesto, o f (una forma débil de off), de. Y, sin embargo, muchas veces el dativo (o su substituto) llega a significar lo mismo que un genitivo, como d e m K er l seine M u tter («la madre de ese tipo») en el habla popular aleman, c e n ’e s t pas m a fau te a m o i («no es culpa mía»), en francés y en el habla francesa popular la m e r e a Jean («la madre de Juan»), que corresponde al antiguo francés j e te donrai le file a un roi ti a un c o n t e [« te daré la hija de un rey o de un conde»] (Aucassin e t Nic o l e t t e ) . C’est a m o i significa «es mío». En los dialectos noruegos, las expresiones con til y át («a»), y en las islas Feroe las combinaciones con hj'< («con») han substituido en gran medida al antiguo genitivo11.

F.l n o m in a t iv o y el ca so oblicu o Si el lector vuelve a formularse la pregunta que hicimos al comienzo de este capítulo (¿cuántos casos hemos de reconocer en la frase inglesa P e t e r g i v e s Paul’s s o n a b oo k ? [«P eter da un libro al hijo de Pablo]?), espero que coincidirá conmigo en que es imposible decir que son y book están en casos diferentes (dativo y acusativo); pero nada hemos dicho contra la segunda posibilidad de que ambos estén en un caso oblicuo que debe considerarse diferente del nominativo, un ejemplo del cual es P e t e r en la frase antes citada. El francés antiguo disponía de un sistema de ese tipo, en el cual P e t e r y so n en nominativo serían P ierres y fils y en el caso oblicuo P ierre y fii. A pesar de que no existe tal distinción formal en los substantivos ingleses, puedo imaginar que alguien diga que de acuerdo con mis propios principios debería reconocer dicha distinción, pues la encontramos en pronombres como I - m e ( « Y o » - «m e»), h e - hi m («él» «lo »), etc., y de la misma forma que digo que s h e e p en m a ny .sheep («muchos corderos»), a pesar de no ser distinto formalmente del singular, 11. En finlandés no existe dativo propiamente dicho, sino más bien lo que se llama un «allativo», que expresa con más o menos precisión el movimiento en una dirección y que corresponde con frecuencia al dativo de las lenguas indoeuropeas.

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es plural, porque lambs en m a n y s lam bs es distinto del singular lam b y que en muchas frases se debe considerar a cu t como un pretérito, así tam­ bién debo decir que P e t e r y s o n están en nominativo en aquellas combi­ naciones en que podríamos usar la forma h e y en caso oblicuo en las que usaríamos him. Parece un argumento poderoso y, sin embargo, no me parece decisivo. En el caso de s h e e p y c u t el paralelismo lo hacíamos con respecto a palabras pertenecientes a la misma clase, caso en el que las condiciones son prácticamente las mismas, mientras que ahora nos apoya­ mos en otra clase de palabras, que presentan muchas más peculiaridades propias y conservan distinciones que no se han conservado en otras. Si tuviésemos que distinguir casos en razón de las distinciones pronominales, tendríamos que distinguir igualmente un género en los substantivos ingle­ ses en función de las distinciones que vemos en h e («él»), s h e («ella»), it («ello») y w h o («quién»), w ha t («que») y distinguir a los adjetivos algo así como dos «etapas», o como se las quiera llamar, según que correspon­ dan a m y [« m i» ] (adjunto) o m i n e [«m ío »] (no adjunto). Pero, en reali­ dad, a ningún gramático se le ocurriría hacer tales distinciones, de la misma forma que ninguna gramática de antiguo inglés habla de un nú­ mero dual en los substantivos, mientras que lo reconocen de forma natural en los pronombres personales, en los que presenta formas distintas. Así, vemos que las distinciones que son apropiadas e inevitables en una clase de palabras no siempre se pueden trasladar a otras partes de la oración. En relación con el sign ifica do del nominativo por oposición a otros casos, las gramáticas del latín y de otras lenguas nos han acostumbrado a considerar que ni sólo el sujeto de una frase, sino también el predicado, van evidentemente en nominativo. No obstante, desde un punto de vista lógico, esto no es lo natural, pues sujeto y predicado no se deben consi­ derar como idénticos conceptualmente o incluso necesariamente próximos. En este caso, como en otros, resulta útil ver cómo se expresan ideas idén­ ticas en otras lenguas. En finés el predicativo está 1) en nominativo, como en pojat ovat iloiset («los muchachos están contentos»), 2) en partitivo, «si se considera el sujeto como traslado a una clase común con la que comparte la cualidad en cuestión» (Eliot), «para indicar cualidades que siempre o habitualmente se encuentran en el sujeto» (Setálá), por ejemplo, en pojat ivat iliosia («los muchachos son [por naturaleza] alegres»), 3) en el caso «esivo» para indicar que el sujeto está en un momento determi­ nado, como por ejemplo en: isáni on kipeána («m i padre está [ahora] enferm o»)12, y 4) en el translativo después de verbos que significan llegar a ser (pasar a otro estado), por ejemplo: isáni on j o tullut vanhaksi («m i padre ha envejecido»)I3. Incluso en nuestras lenguas de Europa occidental el predicativo no 12. Se emplea también el esivo en aposición: lapsena («[siendo] niño»). 13. Cf. en alemán Zu etwas werden («transform arse en») y en danés Blive til noget («convertirse en algo»).

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siempre va en nominativo. En danés, desde hace dos siglos se emplea el acusativo (o, más bien, el caso oblicuo) y se considera así el predicado como una especie de complemento directo: d e t er m i g («soy yo»). En inglés, en la lengua coloquial, tenemos el mismo uso: it’s me. La habitual omision del pronombre relativo en frases como S w in b urne c o u l d n o t b av e b e e n th e gr e a t p o e t h e was w i t h o u t his s t u d y o f th e Elizabetbans («Sw in­ burne no hubiera sido el gran poeta que fue si no hubiese estudiado a los poetas isabelinos») —uso que encontramos también en danés— parece mostrar también que el instinto popular clasifica al predicadojunto al complemento directo 14. En inglés y danés no podemos separar esto de la tendencia a limitar el nominativo a su uso en inmediata conexión con un verbo (en forma personal) al que sirve de sujeto y a usar la forma oblicua en cualquier otro caso, por ejemplo detrás de than y as, y cuando el pronombre forma un enunciado por sí solo. Tenemos así: I d o — Hago. Do I ? — ¿Hago? H e is o l d e r than m e — Es mayor que yo. He is n o t s o o íd as m e — No tiene tanta edad como yo. W h o is that? — M e ! — ¿Quién es? — ¡Yo! Esta tendencia prevaleció en francés, lengua en la que se usa m o i cuando la palabra va aislada y el nominativo j e y el acusativo me, cuando acompa­ ñan a una forma verbal, y de forma semejante en el caso de los demás pronombres. Lo mismo ocurre con las formas aisladas lui, lei, l o r o en ita­ liano IS. Sobre esta evolución en inglés, véase mi obra Chapters on english.

El v o c a t i v o Sobre el llamado vocativo no necesitamos decir mucho aquí. En algu­ nas lenguas, como el latín, tiene una forma separada y debemos admitir que se trata de un caso distinto. Sin embargo, en la mayoría de las lenguas es idéntico al nominativo y, por tanto, no necesita un nombre diferente. En los casos en que existe un vocativo, hemos de decir que indica que un nombre se usa en segunda persona y va colocado fuera de la frase o como constituyendo una frase por sí mismo. Tiene puntos de contacto 14. En lugar de hablar de predicativo, ciertas gramáticas prefieren el término «nominativo de predicación». No pude por menos de sonreír el día que encontré en un artículo sobre las faltas de gramática que hacen los escolares en Kansas esta frase: «Nominativo de predicación que no va en nominativo. Ej. They were John and him («eran John y él»), It is me («soy yo»)». 15. Cf. lo non sono jatta come te («no estoy hecha como tú») (Rovetta).

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con el imperativo y podemos decir que, como éste, expresa una petición dirigida al oyente, como, por ejemplo, «escuche» o «preste atención». La estrecha relación entre el vocativo y el nominativo la vemos en el imperativo, cuando You, take that chair! («Tú, ¡coge esta silla !») con y o u fuera de la frase (exactamente igual que en Jo h n , take that chair! («John, ¡coge esta silla!»), en el hablar rápido se convierte en Y o u take that chair! («¡T ú coges esa silla!») con y o u como sujeto del imperativo.

Ultimas o b s e r v a c i o n e s s o b r e los casos Es costumbre hablar de dos clases de casos: casos gramaticales (nomi­ nativo, acusativo, etc.), y casos concretos, que indican localización princi­ palmente (locativo, ablativo, instrumental, etc.). En el mismo sentido fun­ damentalmente, Wundt distingue entre casos de determinación interna y casos de determinación externa y Deutchbein entre Kasus d e s begri f flichen Denkens («caso del pensamiento conceptual») y Kasus d e r Anschaua n g («caso de la intuición»). Sin embargo, resulta imposible mantener esa distinción, por lo menos en las lenguas que conocemos mejor. Ni siquiera en finés, con su completo sistema de casos de localización, se puede man­ tener la distinción, pues el ablativo se usa para el complemento indirecto y el esivo, que ahora es principalmente un caso gramatical, era originaria­ mente un caso de localización, como se ve especialmente en ciertas super­ vivencias adverbiales. En las lenguas indoeuropeas las dos categorías iban inextricablemente mezcladas desde el principio. Pero, los usos puramente concretos de los antiguos casos se fueron abandonando gradualmente, prin­ cipalmente porque se empezaron a usar preposiciones que indicaban las relaciones de localización y de otros tipos con mayor precisión que los casos, menos numerosos, y de esa forma volvieron a éstos superfluos. Con el paso del tiempo, el número de los antiguos casos fue disminuyendo constantemente, especialmente porque en numerosos casos un orden de palabras más regular bastaba generalmente para indicar el valor de la pala­ bra en la frase. Pero ninguna lengua de nuestra familia ha tenido nunca un sistema de casos basado en un sistema de significados preciso y cons­ tante; en otras palabras, el caso es una categoría puramente gramatical (sintáctica) y no conceptual en el auténtico sentido de la palabra. Los valo­ res principales que los casos representan son: invocación (vocativo) sujeto (nominativo) predicado (no existe un caso especial) complemento directo (acusativo y dativo) conexión (genitivo) lugar, tiempo, etc. (locativo, etc.) medida (no existe un caso especial) 216

modo (no existe caso especial) medio (instrumental). Otra clasificación, que en muchos sentidos sería mejor, podría ser la basada en las tres categorías de palabras que hemos estudiado en el capí­ tulo V II: ' I. Casos que desempeñan la función de palabras primarias. Caso-sujeto. Caso-complemento. Aquí podríamos añadir una subdivisión que distinguiese el caso del com­ plemento directo y el del complemento indirecto. Caso-predicado. II. Caso adjunto. Genitivo. III. Casos subjuntos. Estos podrían dividirse en casos que indican tiempo (tiempo puntual y duración), lugar (sin movimiento, con movimiento hacia, con movi­ miento desde), medida, modo y medio. No obstante, muchos de estos conceptos están mal definidos y no hay fronteras precisas entre ellos. Por tanto, no hay que extrañarse de que las lenguas varíen enormemente con respecto a esto, incluso las que tienen un origen común. Los casos constituyen uno de los aspectos más irracio­ nales del lenguaje en general16.

Los g r u p o s i n t r o d u c id o s p o r p r e p o s i c ió n Habrá observado el lector que en este capítulo he hablado solamente de los llamados casos sintéticos, no de los «casos analíticos», que están formados por la preposición y su complemento; la razón es que estoy convencido de que no deben separarse de cualquier otro grupo introdu­ cido por una preposición. En inglés, t o a man («a un hombre») es tan poco dativo como b y a man («por un hombre»), o in a man («en un hom­ bre») locativo, etc. Deutschbein sostiene una opinión diametralmente opuesta 17 y da como ejemplos de dativo en inglés los siguientes: He carne to London — Vino a Londres. This h a p p e n e d to him — Le ocurrió. 16. Mis conclusiones son esencialmente las mismas que las de Paul, para quien «los casos sólo son medios de expresión que no forman parte del conjunto de ele­ mentos necesarios de cualquier lengua y que, donde aparecen, se comportan de forma muy variable según las diferentes lenguas y los grados de desarrollo, y nunca debe­ mos esperar que desempeñen su función en condiciones estables desde el punto de vista lógico y sicológico» (Paul, Zeitscbr. f. Psycb., 19 10, pág. 114). 17. Deutschbein, System der Neuengliscketi Syntax, pág. 278 y ss.

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Complain to the magistrate — Quéjese al magistrado. Adhere to something — Estar unido a algo. T h e ancient Trojans w e r e f o o l s to your father — Para tu padre, los anti­ guos troyanos eran imbéciles. He b e h a v e d r e s p e c t fu l ly to her — La trataba con respeto. Y o u are like d au gh ters to me — Sois como hijas para mí. Bring t h e boo k to me — Tráeme el libro. I h a v e b o u g h t a villa for my son — He comprado una villa para mi hijo. W hat’s H ecu ba to him? — ¿Qué es Hecuba para él? It is n ot easy for a foreigner t o a p p r e h e n d — No es fácil de comprender para un extranjero. Encontramos tanto to como for, probablemente porque en la mayoría de estos casos el alemán tiene dativo. Mucho más correcto es reconocer estas combinaciones como lo que son realmente, grupos introducidos por una preposición, y evitar el nombre de «dativo», salvo cuando estemos ante algo análogo al dativo latino, inglés antiguo o alemán. Es curioso observar que Deutschbein, con su insistencia en el «dativo de lugar» (Der ráumlich e dativ), per ejemplo en H e carne t o London («Vino a Londres»), está en oposición directa a la antigua teoría que deducía los casos de rela­ ciones locales, pues, según ella, el dativo era el caso de ausencia de movi­ miento, el acusativo el caso del «movimiento hacia» y el genitivo el caso del «movimiento desde». Puesto que Deutschbein considera L o n do n dativo, ¿por qué no también into th e h o u s e («dentro de la casa»)? Pero, entonces el alemán in das haus («dentro en la casa») sería un dativo, a pesar de uso real como acusativo, que significa algo diferente del dativo en in d e m haus. Aun cuando las dos expresiones I g a v e a shilling to th e b o y («D i un chelín al muchacho») y I g a v e th e b o y a shilling («DÍ al muchacho un chelín») sean sinónimas, de ello no se sigue que hayamos de aplicar el mismo término gramatical a ambas construcciones: m a n-m ade institutions y institutitions m a de b y man significan lo mismo, pero no son gramatical­ mente idénticas. El significado local de la preposición to ha desaparecido en la mayoría de los casos, pero ello no es una razón para hablar de un dativo, incluso cuando no lleva ninguna ida de localización. Así también en francés, donde j ’irai au ministre («iré al ministro») y j e dirai au min istre («diré al mi­ nistro») son análogos, a pesar de que el caso dativo se use en una de las frases (con preposición) y no en la otra j ’irai a lui («iré a él») y j e lui dirai («le diré»). Lo mismo se puede decir con respecto al genitivo. Deutschbein habla de genitivo no sólo en el caso de th e w ork s o f Shakespeare («las obras de Shakespeare»), sino también en: Particípate o f th e nature o f satire — Tener carácter satírico. Smell o f brand y — Olor a brandy. 21 8

Proud of his country — Orgulloso de su país.

y, si no me equivoco, añade incluso las siguientes: T h e man f r o m B irm in gh am — El hombre de Birmingham. F ree f r o m o p p o sit io n 18 — Sin oposición. ' Algunos gramáticos hablan de «separar un genitivo de la palabra a que se refiere por medio de otros miembros de la frase», a propósito de expre­ siones como t h e arrival at C o w e s o f t h e Germán E m p er or («la llegada del Emperador de Alemania a Cowes»), donde simplemente tenemos dos ad­ juntos paralelos; algunos usan incluso un término como «genitivo discon­ tinuo» (Anglia, Beibl. 1922, 207) con ejemplos como t h e ce l e b r a t e d p ietu re b y G a insb oro u gh o f t h e D u ch es s o f D e v o n s h i re («el célebre retrato por Gainsborough de la duquesa de Devonshire»), caso en el que por las mismas razones se podría llamar a b y G ainsborough genitivo como a la expresión introducida por of. Ambos son grupos introducidos por una preposición y nada más.

V o y a ap ro vech ar esta ocasión para e le va r una pro testa co n tra cierta « si­ cología n acion al», que se está co n virtie n d o en moda en ciertos círculos uni­ v e rsita rio s en A lem an ia , p ero que a mí me parece fu n d am en talm en te errónea y a n tin a tu ra l. D eu tsch b ein es uno de los que la aplican a la sintaxis de los casos, cuando dice: « W e n n nun d er sachs. G en. bei Z eitbestim m ungen im lebendigen G ebrau cb ist, so d e u te t dies d a rau f hin, dass der Z eit im englischen Sprachb eiuusstsein eine b evorzu gte R olle eingerdum t w ird , w as nam entlich in gew issen B eru fsk reisen w ie bei V erleg ern , H erausgebern, Z eitungsschreibern d e r F a ll sein w ird » («S i el g en itivo sajón resulta ser de uso co rrien te en las determ in acio n es de tiem po, ello indica que la conciencia lingüística inglesa reconoce al tiem po una fu nción p rivileg ia d a; efectivam en te, se puede com pro­ b ar en p rofesion es com o las de la edición y de la p rensa» 19). En la misma o b r a 20 considera el d a tivo en la frase alem ana Ich b elfe m einen F reunden («a y u d o a mis am igos») com o signo de «ein personlicbes V ertra u en sve rb altn is statischen C b a ra k ters zw ischen m ir und m einen F reu n d en » («u n a relación p erson al de confianza de carácter estático entre yo y mis am igos»), pero w enn im ne. to help ( I help m y frie n d ) m it dem akk. k o n stru ie rt w ird , so verzicb tet es d a rau f, das persón liche V erb d ltn is vo n m ir zu m einen F reun de auszudrücken... dass ne. b esitzt dem nach einen dynam ischen G ru n d c h a ra k te r, d e r auch in an d eren zab lreicb en E rscbeinungen d er Sprache bem erk b art ist» («cuando en inglés m oderno el v e rb o to h elp se con struye con acusativo, qu iere d ecir que 18. 19. 20.

Id., págs. 28 6 y ss. Id., pág. 289. Id., pág. 269.

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renunciamos a expresaf la relación personal entre yo y mis amigos... El inglés moderno posee así un carácter fundamentalmente dinámico que se manifiesta en otros muchos aspectos de la lengua en cuestión»). ¿Qué significa dinámico en este caso? ¿Y cómo sabe Deutschbein que el caso que sigue a belp no sigue siendo un dativo? En gi v e tny friettd a book («da un libro a mi amigo») considera a friend como dativo ¿por qué no en este caso también? La forma es la misma. La función es exactamente la misma que en la frase de inglés antiguo correspondiente Ic helpeminum freonde, cuya ininterrumpida continuación constituye y que, a su vez, corresponde en to­ dos los sentidos al alemán ich heife meinern Freunde («ayudo a mi amigo»). ¿Por qué no decir simplemente que en inglés moderno no es ni acusativo ni dativo y olvidar todas esas conclusiones sobre caracteres nacionales «persona­ les», «dinámicos» y «estáticos»?

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CAPITULO XIV EL NUMERO. 1 1

El número puede parecer una de las categorías naturales más simples, tan simple como «dos y dos son cuatro». Y, sin embargo, en un examen más atento presenta muchas dificultades, tanto lógicas como lingüísticas. Desde un punto de vista lógico, la distinción obvia es entre uno y más de uno; esta segunda clase se subdivide en 2, 3, 4, etc. Podemos admitir que «todo» constituye una clase aparte, y queda todavía una clase de «objetos» a los que palabras como u n o o d o s no se pueden aplicar; pode­ mos llamarlos no numerables, aunque los diccionarios no admiten este uso de la palabra u n co u n t a b le en inglés, para la que solamente dan la acepción relativa de «demasiado numerosos para contarlos» (fácilmente), (como ocurre también con innu merable, [«innum erable»], n u m b e rless [«sin nú­ m ero»], c o u n t l e s s [«sin cuento»]). Las distinciones sintácticas correspondientes son el singular y el plural, que encontramos en la mayoría de las lenguas, mientras que otras, además del plural ordinario, cuenta con un dual y unas pocas con un trial. Así tenemos los dos sistemas siguientes: SINTACTICO

CONCEPTUAL

A.

Numerables «uno» «dos» «tres» «más de uno»

B.

singular (dual) (trial) plural

No numerables.

1. Lo esencial de este capítulo constituyó una comunicación a la Academia de ciencias de Copenhague el 17 de noviembre de 19 1 1 , pero dicha comunicación nun­ ca se publicó.

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Solamente podemos hablar de «más de uno» en relación con objetos, que sin ser idénticos, pertenecen al mismo tipo. Así pues, pluralidad supo­ ne diferencia, pero, por otro lado, si la diferencia es demasiado grande, resulta imposible usar palabras como d o s o tres. Una pera y una manzana son dos frutos; un ladrillo y un castillo difícilmente pueden ser dos obje­ tos; un ladrillo y un sonido musical nunca hacen dos; un hombre, una verdad y el sabor de una manzana nunca hacen tres, y así sucesivamente. La naturaleza de los objetos que se pueden contar juntos depende de la expresión lingüística. En la mayoría de los casos la clasificación es tan natural que es prácticamente idéntica en la mayoría de las lenguas; pero, en algunos casos, existen diferencias producidas por las variedades de es­ tructura lingüística. Así, en inglés no existe dificultad para decir T o m and Mary are co u s in s («Tom y Mary son primos»), dado que co u sin se refiere tanto a un primo macho o hembra; en cambio en danés (como en alemán y otras lenguas) se emplean dos palabras diferentes y, por tanto, hay que decir T o m o g Mary er f o e t t e r o g kusine («Tom y M ary son primo y prim a») y el inglés f i v e cou s in s («cinco primos») no se puede traducir exactamente en danés. Por otro lado, el inglés carece de un término corres­ pondiente a lo que los alemanes llaman G e s c h w i s t e r y los daneses sBskende («hermano y hermana»). No obstante, a veces se coloca un numeral de­ lante de combinaciones como b r o t h e r s and sisters («hermanos y herma­ nas»): t h e y h a v e ten b rothers and sisters («tienen diez hermanos y herma­ nas»), que puede equivaler a dos hermanos y ocho hermanas o a cualquier otra combinación; se dice también: w e h a v e t w e n t y co ck s and h e n s («tene­ mos veinte gallos y gallinas»), que corresponde al danés t y v e hons. La necesidad natural de un término lingüístico que abarque a los seres varón y hembra del mismo tipo ha producido la regla sintáctica de que el mas­ culino plural sirva para ambos sexos: italiano gli zii («los tíos y las tías»), español los p ad res 2. En algunos casos no es posible decir por adelantado qué palabra desig­ na a un solo objeto, pues las diferentes lenguas utilizan diferentes puntos de vista en relación con los objetos compuestos. Compárense los siguientes términos en francés, inglés, alemán y danés: un pantalón («un pantalón») — a pair o f trousers, e t par buxer, ein paar H o se n ; e i n e Brille — a pair o f spect acles , u n e paire d e lunettes, e t par briller («unas gafas»); en sax («unas tijeras»), ein e S c h e r e — a pair o f seissors, u n e paire d e ciseaux. A veces el inglés tiende a emplear la forma plural como singular, así a seissors («unas tijeras»), a to n g s («unas tenazas»), a tw e e z e r s («unas pinzas»). En islandés moderno tenemos el curioso plural de einn («uno»), en einir sokkar («un par de calcetines»); para indicar más de un par se usan los numerales «distributivos»: tv en n ir vetlingar («dos pares de guantes»), Al hablar de las partes del cuerpo difícilmente puede haber dificultad 2.

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Cf. pág. 277.

para distinguir lo que es «uno» y lo que es «dos»; y, sin embargo, en ingles existe (o, más bien, existía) cierta vacilación con respecto a mousta ch e («bigote»), que el N ew English Dictionnary define como sigue: a) el vello de ambos lados del labio superior, h) el vello que recubre uno u otro de los lados del labio superior, de forma que lo que para unos es un par de bigotes, para otros es un bigote: h e t w ir l ed first o n e m o u s t a c h e and th en t h e o t h e r («se rizó primero un bigote y después el otro»), , En húngaro existe la regla fija según la cual se consideran como un todo las partes del cuerpo que forman un par; mientras que en inglés se dice m y e y e s are weak («mis ojos son débiles») o his hands t r e m h l e («sus manos tiemblan»), el húngaro usa el singular: A szem en (sing.) g y e n g e , Keszket a keze (sing.). La consecuencia natural de ello, que a nosotros nos parece completamente antinatural, es que, cuando se habla de un ojo o mano o pie, se usa la palabra f é l («m itad»): f é l s z e m m e l («con un ojo», literalmente: «con medio ojo»), f él lábára santa («cojo de una pierna»). Ello se aplica también a las palabras que significan guantes, botas, etc.: keztyíí («un par de guantes»), f é l keztyü («un guante»), csizma («unas botas»), f é l csizma («una bota»). Las formas del plural de las palabras de ese tipo (keztyük, csizmák) se usan para indicar varios pares o dife­ rentes tipos de guantes o de botas.

El plural norm al El uso más simple y más fácil del plural es el que vemos en h orses («caballos»), cuando equivale a «(un) caballo + (otro) caballo + (un tercer) caballo, etc.». Podríamos también usar la fórmula: Api. = Aa + Ab + A c... A éste podemos llamarlo plural normal y no hay que hacer muchas observaciones sobre él, dado que en la mayoría de las lenguas la gramática y la lógica coinciden con respecto a este punto en la inmensa mayoría de los casos. . No obstante, existen casos en que las diferentes lenguas no coinciden, a causa principalmente de sus peculiaridades formales. El inglés y el fran­ cés usan el plural del substantivo en th e e i g h t e e n t h and n i n e t e e n th centuries, l es sié c le s dix-huitéme et d i- n e u v i é m e («los siglos dieciocho y die­ cinueve»), mientras que el alemán y el danés usan el singular, y la razón no es que el inglés y el ■francés sean en sí mismos más lógicos que otras naciones, sino una razón puramente formal: en francés el artículo, que revela el número, va colocado delante del substantivo y no va en contacto inmediato con los adjetivos; en inglés el artículo es el mismo en ambos números y, por tanto, se puede colocar delante del adjetivo (singular), como si fuera también en singular sin impedir que se emplee el plural natural en centuries. En cambio, en alemán hay que escoger inmediata­ mente las formas singular y plural del artículo, pero la última forma die, chocaría delante del adjetivo achzehnte, que es neutro singular; por otro 223

lado, si empezamos con el artículo (singular) das, sería igualmente extraño acabar con el plural del substantivo: das 18te u n d 19te J a b r b u n t e r t e («los siglos 18 y 19»), de ahí el uso coherente gramaticalmente, aunque ilógico, del singular en todo el enunciado. Lo mismo ocurre en danés. También en inglés, cuando se usa el artículo indeterminado, se prefiere el singular por la misma razón: an u p p e r and a l o w e r s h e l f («un estante de arriba y otro de abajo»). A veces, se puede usar el singular para evitar malenten­ didos, como Thackeray escribe: The e i d e r and y o u n g e r s o n o f t h e h o u s e o f Craivley w e r e n e v e r at h o m e t o g e t h e r («el hijo mayor y el menor de la casa de Crawley no estaban nunca en casa juntos»): la forma so n s («hijos») hubiera implicado la existencia de más de un hijo en cada clase 3. La diferencia que existe en inglés entre las dos expresiones sinónimas m o r e w e e k s than o n e y m o r e than o n e w e e k («más de una semana») muestra claramente la influencia sicológica de la proximidad (atracción). La fuerza de este fenómeno no es igualmente poderosa en todas las len­ guas: mientras que el italiano usa el singular en v en tu n a nn o («veintiún años»), acaso por influencia de un, el inglés dice t w e n t y - o n e years, exacta­ mente igual que cuando dice o n e and t w e n t y y e a r s ; así también a th ousa nd and o n e nights («mil y una noches»). Pero en este caso el alemán y el danés muestran la influencia de la atracción con peculiar claridad, porque usan el plural cuando la palabra que significa «uno» va alejada del subs­ tantivo y el singular cuando va inmediatamente delante: ein u n d zwanzig Tage (literalmente, «uno y veinte días») y tausen d u nd e i n e Nacht («m il y una noches»), en alemán; e e n o g t y v e d a g e («veintiún días») y tu s e n d o g e en nat («m il y una noches»), en danés. Las fracciones plantean ciertos problemas: ¿debe emplearse un subs­ tantivo en singular o en plural después de u n o y m e d i o ? Naturalmente se puede eliminar la dificultad diciendo o n e m ile and a half («una milla y media»), pero eso no es posible en lenguas que tienen una expresión indi­ visible como anderthalb en alemán, halvanden en danés. En alemán parece 3. Para más detalles sobre casos particulares de este tipo, ver Jespersen, A Modern English Grammar, II, págs. 73 y ss. La palabra and («y»), que sirve para coordenar objetos diferentes, puede también coordinar dos propiedades del mismo objeto o del mismo ser, como vemos en la expresión My friend and protector, Dr. Jo ­ nes («mi amigo y protector, D r. Jones»), Esta característica de la coordinación puede ser causa de ambigüedades. Podemos preguntarnos por ejemplo lo que quiere decir Shelley en el verso 492 de Epipsychtdion: So me wise and tender Ocean-King... Reared it... a pleasure house Made sacred to his sister and his spouse («U n rey pruden­ te y tierno de los mares la construyó... casa del placer dedicada a su hermana y espo­ sa»), ¿Se trata de una persona o de dos? En los anuncios se hace diferencia: se dice Wanted a clerk and copyst («se necesita escribiente copista», si se trata de una sola persona, y a clerck and a copyst («un escribiente y un copista»), si se trata de dos. Mientras que en inglés se dice a secret wkich she, and she alone, coult know («un secreto que ella, y solo ella, podía conocer»), en alemán se emplea generalmente la combinación und zwar, que indica que und no realiza una adición como hace general­ mente. Sie hat nur ein Kind, und zwar einen Sohn («sólo tiene un hijo [general], es decir, un hijo [masculino]»).

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que se emplea el plural: anderthalb Ellen («una braza y media»), pero en danés se usa el singular: halvanden k rone («una corona y media»), a pesar de que existe la curiosa tendencia a colocar delante un adjetivo en plural aunque el substantivo vaya en singular: m e d m in e stakkels halvanden lun ge [«con mi pobre pulmón y medio»] (Karl Larsen), i disse halva ndet ar [«durante aquellos diez y ocho m eses»] (Pontoppidan). Mientras que en ingles se emplea el plural para decir t w o and a half ho urs («dos horas y media»), la atracción provoca el singular: to o g en halv tim e (sing.). En el caso en que varias personas tienen cada una una cosa, unas veces se emplea el singular y otras el plural: el danés dice h j e r t et sad os is halsen con singular, mientras que el inglés usa tiene o u r hearts lea ped t o o u r m o u th s, y el francés el singular, aunque no se trata de una regla absoluta, pues también se dice t h r e e m e n carne marchin g along, p ip e in m o u t h and s u o r d in hand («Tres hombres avanzaron con la pipa en la boca y la espada en la m ano»)4. Wackernagel cita un ejemplo de Eurípides en el que una madre pide a sus hijos que le den la mano derecha: D o t’ ñ tekna, d o t ’ aspasasthai m ét r i dexian khéra («dad, hijos, dad la mano dere­ cha [literalm ente: «las manos derechas»] a vuestra madre para recibirla»)5. El plural d e aproximación Hemos de hablar ahora de lo que llamaremos el plural de aproxima­ ción, en el que varios objetos o individuos van incluidos en una misma forma, a pesar de no pertenecer exactamente al mismo tipo. La palabra inglesa sixties, que aparece en expresiones como a man in th e sixties («un hombre de unos sesenta años de edad»), t h e sixties o f th e last c e n tu r y («los años sesenta del siglo pasado»), no significa «(un) sesenta + (otro) sesenta...», sino «sesenta + sesenta y uno + sesenta y dos...........sesenta y nueve). El mismo uso encontramos en danés en treserne, pero no en francés, por ejemplo. El ejemplo más importante del plural de aproximación es w e («noso­ tros»), que significa «yo + uno o varios que no son yo». La definición de la primera persona implica que solamente se puede pensar en singular, puesto que se refiere al hablante en este momento concreto. Incluso cuando un grupo de individuos, a la pregunta «¿Quién se unirá a m í?», responden: «todos nosotros», en boca de cada hablante no significa otra cosa que Yo y (s u p o n g o ) t o d o s los demás. La palabra n o s o t r o s es vaga por esencia y no da indicación sobre a quién quiere incluir el hablante además de a sí mismo. Por eso, muchas veces tiene que completarse añadiendo algo: Noso tros los m é d ic o s, n o s o ­ tros los ciudadanos, n o s o t r o s los d e Yorkshire, etc. Numerosas lenguas, de África y de otros sitios, tienen una distinción entre un plural «exclu4. 5.

Para más detalles, cf. A Modern Englisb Grammar II, págs. Wackernagel, Vorlesungen über Syntax, 1, 92.

76 y ss.

225 1 5 . — FILOSOFÍA GRAMÁTICA

sivo» y otro «inclusivo», como lo muestra la conocida anécdota de aquel misionero que dijo a los negros: «Todos nosotros somos pecadores y todos nosotros necesitamos la conversión», pero, desgraciadamente, para decir «nosotros» usó la forma que significaba: «Yo y los míos, excluyendo a aquellos a quienes me dirijo», en lugar del plural in c lu s iv o E n varias lenguas es posible añadir detrás de n o s o t r o s el nombre de la persona o personas que junto con «yo» forman el plural, bien mediante « y » o bien mediante «con»; así, en inglés antiguo: Wit Scilling («Yo y Scilling») y Une Adame («Para mí y Adam»), en antiguo normánico 7. Vit Gunnarr («Yo y Gunnarr»), en frisón: Wat en Ellen («Nosotros dos, yo y Ellen»), en alemán popular: Wir sind h e u t e mit ihm spaxieren g e g a n g e n («H oy hemos ido a pasear con él»), en francés popular: Nous ch a ntion s a v e c lui («cantábamos con él»), en italiano: Quan do sia m o g i u n ti c o n mia cu gina («Cuando lleguemos mi prima y yo»), en ruso: M y s b ra to m p ri d em («Yo y mi hermano vendremos»), etc.8. Según las circunstancias, el plural de la segunda persona puede ser el plural normal, es decir cuando y o u equivale a «tú + otro tú diferente del primero», o bien un plural de aproximación, cuando y o u equivale a «tú + una o varias personas». De ahí que en algunas lenguas encontremos expresiones semejantes a las que más arriba hemos citado con we\ Git Jo h a nn is («Tú y Johannis») en viejo inglés, it Egill («Tú y E gill») en anti­ guo normánico, Vy s s es tro j («Tú y tu hermana») en ruso. La idea de que w e y y o u implican otra u otras personas además de I y th o u es la base de la expresión francesa n o u s (o v ou s ) autres Frangais («Yo [o tú] y los otros franceses»). En español, se generalizaron las for­ mas noso tr os, v o s o t r o s y se usan en lugar de nos, vos, cuando van aisladas o se usan de forma enfática. Muchas gramáticas dan la regla de que, si las palabras que componen el sujeto son de diferentes personas, se prefiere la forma de la primera persona del plural del verbo a la segunda o tercera, y la segunda a la ter­ cera. Fácilmente se ve que, cuando esta regla aparece en una gramática latina (con ejemplos como si tu et Tullía valetis, e g o et C icero v alem u s [« S i tú y Tulia estáis bien, Cicerón y yo también»] es superflua real­ mente, dado cinc por definición la primera persona del plural no es otra que la primera persona del singular más alguien más, y lo mismo ocurre con la segunda personal del plural. En una gramática inglesa (con ejem­ plos como h e and I are fr i e n d s [« é l y yo somos am igos»]; y o u and t h e y

6. Cf. Friedrich M üller. 7. Cf. p e ir Sigurdr («Sigurdr y los suyos»); pau H jalti («H jalti y su mujer»), 8. Para más detalles, se pueden consultar las gramáticas corrientes, pero también Grimm, Personenwechsel 19; Tobler, V ermischte Beitrage zur Franzosischen Gram ­ matik 3, 14; Ebeling, Archiv. f. neu. Spr. 104, 129; Dania 10, 47; H. M oller, Zeitschrift fü r deutsche W ortforsch 4, 10 3; Nyrop, Eludes de grammaire franqaise, 1920; pág. 13.

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tvould a g r e e on that poin t [«vosotros y ellos estaréis de acuerdo sobre eso »], H e and his b r o t h e r w e r e to h a v e c o m e [«É l y su hermano deberían de haber v en id o »])9 resulta todavía más inútil, puesto que ningún verbo hace distinción entre las diferentes personas del plural en inglés. El tercer ejemplo del plural de aproximación lo vemos en th e Vincent C rumleses, que significa «Vincent Crumles y su familia», en francés les Paul («Paul y su mujer»), Et Mme. d e R osen les signaleit: T iens... les un, tel [« Y Mme. de Rosen los señalaba: M ira... los tales»] (Daudet, , L’I m m o r t e l , 1 6 0 )10. Cuando una persona habla de sí misma en primera persona del plural, en ciertos casos puede deberse a modestia que le impide imponerse a sus oyentes o lectores; esconde su propia opinión o acción detrás de las de otros. Pero en la práctica puede deberse con mayor frecuencia incluso a un sentido de superioridad, como en el «plural de majestad». Así era especialmente en el caso de los emperadores romanos que, al hablar de sí mismos, decían n o s 11 y exigían que se dirigiesen a ellos con vos. Con el paso del tiempo produjo la forma francesa de dirigirse a los superiores (y, posteriormente, por cortesía a los iguales, especialmente extranjeros) con el pronombre plural vous. En la Edad Media dicha cos­ tumbre se propagó a muchos países; en inglés produjo prácticamente la desaparición de thou, que resultó substituido por you, signo de deferencia o respeto. Ahora y o u es forma común del número y lo mismo ocurre en cierta medida con el italiano voi, el ruso vy, etc. El uso del «plural de desigualdad social» produce algunas anomalías, como en alemán Sie (y en danés De, calcado de este último) al hablar de una persona, el ruso oni, o n e («ellos»), o n e («ellas») al hablar de una persona de clase superior; irregularidades gramaticales vemos, por ejemplo, en el singular s e l f en la forma real o u r s e fl («nosotros mismos»), en la forma francesa v o u s - m é m e y en el singular del predicativo en danés Der er sa g o d («Usted es tan bueno»), en ruso v y se g o d n j a n e takaja kak vcera 12 («No es usted la misma [sing. fem.] de ayer»). Hemos de citar también el uso del plural de defe­ rencia en los verbos alemanes, cuando no se usa pronombre: Was wün sc h e n d e r he rr gen e ra l? («¿Q ué desea usted, general?»). La educación y el servilismo no siempre carecen de cierto carácter cómico 13. 9. Onions, An Advanced English Syntax, 21. . 10. Para más detalles sobre el empleo de Rosners en alemán en el sentido de «la familia Rosner», que originalmente es un genitivo, pero que con frecuencia se siente como plural, y sobre el de gamle Suhrs («los viejos Suhr») en danés, consultar A Mo­ dern English Grammar II, 4, 42; consultar también Tiselius en Sprak och stil 7, págs. 126 y ss. 11. Sobre el empleo de «nosotros» por «yo» en griego, ver Wackernagel, Vorlesungen über Syntax, págs. 98 y ss. 12. Pedersen, Russisk Grammatik, pág. 90. 13. Y a no recuerdo dónde leí que en nunda-koh no es correcto hablar de una mujer casada de otra forma que empleando el dual: se considera en cierto modo que no es concebible que tenga una existencia propia, independiente de la de su marido.

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Las unidades d e or d e n s u p er io r Muchas veces es necesario, o en cualquier caso conveniente, disponer de una expresión lingüística en que varios seres o cosas vayan incluidos en una unidad de orden superior. Hemos de distinguir varias formas en que dicha fusión puede efectuarse. En primer lugar se puede usar simplemente el plural. Con respecto a esto el inglés tiene una tolerancia que resulta desconocida en gran me­ dida en otras lenguas; se puede colocar simplemente el articulo indeter­ minado u otro pronombre en número singular delante de una expresión en plural: That d e l i g h t f u l t h r e e w ee k s — Aquellas tres semanas deliciosas. A nother f i v e p o u n d s — Otras cinco libras. A s e c o n d United States — Otros Estados Unidos. Ever y t h r ee days — Cada tres días. A Z oolo gical Gardens — Un parque zoológico. No hay duda de que eso resulta posible principalmente por el hecho de que no se ve si el adjetivo antepuesto es singular o plural, pues una expre­ sión como that d eligh t fu l t h r e e w ee k s se sentiría como incoherente en una lengua en que d el i g h t f u l fuese exclusivamente o bien una forma sin­ gular o bien una forma plural; pero la forma inglesa invariable se puede aplicar cómodamente a ambas formas: el singular that y el plural t h r e e weeks. Un caso ligeramente diferente vemos en a six p e n ce («una moneda de seis peniques»), a t h r e e p e n c e («una moneda de tres peniques»). En el nombre danés correspondiente para la moneda que vale dos coronas la analogía con el singular en krone («una corona»), en e e n k r o n e («una mone­ da de una corona») prevaleció y la forma es en to k ro ne («una moneda de dos coronas»), plural m a n g e to k r o n er («muchas monedas de dos coronas»). Esto nos recuerda el inglés a f o r t n i g h t («una quincena»), a s e n n i g h t («una semana»), en la que, a pesar de todo, el segundo elemento es la forma plural del antiguo inglés night (la terminación s en nights es una formación analógica posterior); lo mismo ocurre en a t w e l v e m o n t h que procede del antiguo inglés monap. ■ En segundo lugar la unificación del plural se puede efectuar mediante la formación de un substantivo singular distinto. Así en griego tenemos de deka («diez») el substantivo dekas («decena»), latín d ec a s («década»), de donde procede el inglés d ec ad e. En francés tenemos las palabras acaba­ das en -a in e : u n e douzaine («una docena»), vin gta ine («veintena»), trentaine («treintena»), etc., la primera de las cuales ha pasado a otras lenguas: inglés dozen, alemán dutzen d y danés dusin. Las antiguas lenguas germá­ nicas tenían un substantivo (gótico tigus) que, como es sabido, encontra­ mos en los compuestos ingleses t w e n t y («veinte»), thirty («trein ta»), 228

etc., en los alemanes zwanzig o dreissig, etc. Por tanto, originariamente estos eran substantivos, a pesar de que ahora se han convertido en adje­ tivos. En latín c.entum, mille, y en inglés hu ndred, thousand, eran también substantivos del mismo tipo, todavía podemos encontrar reminiscencias del mismo uso, por ejemplo en francés deux c e n t s y en el uso inglés de a, on e, a h u n d r e d («cien»), o n e th ou sa n d («m il»), a million («un millón»), a hillion («un billón»). Un tipo especial de compuestos, disimulados en patte, podemos verlo en el latín bid uum , triduum, hiennium, triennium que designan períodos de dos o tres días o años. Con estos deben clasificarse palabras como a pair ( o f g l o v e s ) («un par [de guantes]»), a c o u p l e ( o f frien d s ) («un par [de am igos]») y palabras que designan un conjunto de objetos como a s e t ( o f tools, o f v o l u m e s ) [«un a serie (de herramientas, de volúm enes»)], a pack ( o f hounds, o f cards) [«u n paquete (de cartas)»], a h u n ch ( o f f lo w e r s , o f keys) [«un ramo (de flores, de llav es)»], a h e r d ( o f oxen, o f goats) [«u n rebaño (de bueyes, de cabras)], a flock («una manada»), a b e v y («una banda»), etc. Con razón se llama a palabras como ésas «colectivos», y creo que este término no se debería usar en la forma vaga que encontramos en las gramáticas, sino solamente en el sentido estricto de palabras que indican una unidad compuesta de varios objetos o seres que se pueden contar por separado; así pues, un colectivo desde un punto de vista es «uno» y desde otro punto de vista «más de uno», lo cual explica las propiedades lingüísticas de palabras que unas veces llevan una construcción en singular y otras una construcción plural. (Véase más adelante lo que decimos sobre la diferencia entre colectivos y palabras que indican objetos que no se pueden contar). Algunos colectivos derivan de palabras que indican las unidades más pequeñas: b r o t h e r h o o d («hermandad») de b ro t h e r («hermano») y también n o bility («nobleza»), peasantry («campesinado»), s o ld iery («soldadesca»), mankind («humanidad»). En las lenguas germánicas existe una interesante clase de palabras con el prefijo ga-, ge- y el sufijo neutro -ja; el gótico tenía ga sk ohi («par de zapatos»); estas formaciones llegaron a ser especial­ mente numerosas en antiguo alto alemán, en el que tenemos, por ejemplo, gidertn i («las entrañas»), giknihti («cuerpo de criados»), gib irgi («distrito montañoso»). En alemán moderno tenemos g e b i r g e («montaña»), gepack («equipaje»), g e w i t t e r («torm enta»), u n g eziefer («parásitos») y muchos otros cuyo significado o construcción se han transformado un poco. Geschw i s t e r significaba en un principio «hermanas»: zwei B rüd er u n d drei G e s c h w i s t e r («dos hermanos y tres hermanas»), pero posteriormente pasó a significar «hermanos y hermanas» y a veces se puede usar incluso en singular para significar un solo hermano o hermana, cuando se prefiere no especificar el sexo. Pero en el habla ordinaria ya no se usa como colec­ tivo, sino que es un plural ordinario. El latín familia significaba al principio un conjunto de famuli, es decir, de gente que vivía en la casa y posteriormente domésticos; cuando dejó 229

de usarse la palabra famulus, familia adquirió su actual significado europeo y como colectivo inanalizable debe clasificarse con palabras como c r e w («tripulación»), c r o w d («m ultitud»), sw a r m («enjam bre»), c o m p a n y («com­ pañía»), arm y («ejército»), tr ib e («trib u»), natíon («nación»), m o b («tro­ pel»), etc. Algunas palabras pueden adquirir un significado colectivo por meto­ nimia, como cuando se usa t h e parish («la parroquia») para referirse a sus habitantes, o all t h e ivorld («todo el mundo») con el sentido de «todas las personas», t h e Church («la Iglesia»), t h e b en c h («el episcopado»), soc i e t y («la sociedad»). El carácter doble de los colectivos aparece en la gramática; son unida­ des y como tales pueden usarse no sólo con a o o n e antepuestos, sino tam­ bién de la misma forma que otros objetos que se pueden contar: t w o flock s («dos rebaños»), m a n y nations («numerosas naciones»), etc. Por otro lado, denotan pluralidad y, por tanto, pueden llevar el verbo y el predicado en plural: m y fam ily are early raisers («en mi familia nos levan­ tamos pronto»), en francés la pluplart disen t («la mayoría dicen»), y de la misma forma en muchas otras lenguas también, y podemos referirnos a ellas por medio de pronombres como they. No obstante, es interesante observar que encontramos la construcción plural solamente con colectivos como los que denotan seres vivos y nunca con otros como library («biblio­ teca») o train («tren»), a pesar de que estas palabras significan «conjunto de libros o de vagones». A veces, un colectivo puede mostrar los dos aspec­ tos de su naturaleza en la misma frase: this (sing.) fam ily a re (pl.) unanim o u s in c o n d e m n i n g him («Esta familia es unánime en condenarle»). No hay que pensar que se trata de algo ilógico o «antigramatical» (como lo llama S w eet14), sino de una consecuencia natural de la doble naturaleza de dichas palabras. En ciertos casos algunas lenguas van más lejos y admiten combina­ ciones en que la misma forma, que es realmente un singular, aparece tra­ tada como si fuese el plural de una palabra que indica la unidad más pequeña: así en inglés t h o s e p e o p l e («esa gente»), m a n y p e o p l e («mucha gente») —por oposición a m a n y p e o p l e s («muchos pueblos»)— , a f e w p ó l i c e («unos pocos policías»), t w e n t y c l e r g y («veinte sacerdotes»). En danés vemos el mismo fenómeno con folk (como en inglés con la palabra que se escribe de la misma forma), que es un auténtico colectivo en e t folk («un pueblo») y que tiene un plural m a n g e folkeslag, pero ahora se usa como plural: d e folk («esas gentes»), m a n g e folk («mucha gente»), a pesar de que no se puede decir t y v e folk («veinte personas»); existe una curiosa mezcla de ambos en d e g o d t f o l k («esa gente buena»), caso en el que g o d t es neutro singular 15. 14. A New English Grammar, § 116. 15. Se pueden encontrar las referencias correspondientes a los ejemplos de este fenómeno sacados del inglés en A M odern English Grammar II, págs. 100 y ss.; se trata entre otras de 80.000 cattle («80.000 cabezas de ganado»), six clergy («seis

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La transición de un colectivo a un plural la vemos también en los substantivos indoeuropeos en -a. Originariamente eran colectivos en feme­ nino singular; un ejemplo de ellos hemos visto en el latín familia. En muchos casos dichos colectivos correspondían a neutros, como en opera, gen. o p e r a e («obra»): o p u s («obra hecha acabada»); de ahí que finalmente -a se acabase usando como la forma regular de formar el plural de los neutros, a pesar de que encontramos una supervivencia del antiguo valor de la terminación en la regla griega según la cual los neutros en plural llevan el verbo en singular 16. Es interesante ver la evolución en las len­ guas románicas, en las que la misma terminación sirve todavía para formar el plural en muchas palabras italianas como: frutta («frutos»), u o va («hue­ vos»), paja («pajas»), pero generalmente se ha convertido en una forma singular, pero sin sentido colectivo: it. foglia («hoja»), fr. feu ille («hoja») a partir del latín folia («hojas»). En todos los casos en que encontramos un plural de las palabras cita­ das en esta sección, podemos hablar de un «plural elevado a la segunda potencia»: por ejemplo en d ec a d s («decenas»), hu n d red s («cientos»), t w o e l e v e n s («dos equipos de once»), sixpen ces («monedas de seis peniques»), c r o w d s («m ultitudes»), etc. Pero el mismo término, un plural elevado a la segunda potencia, puede aplicarse a otros casos también, como en inglés ch ild ren («niños»), en el que la terminación de plural -en se añade al plural original cbilder, probablemente porque en un principio se pensaba que se trataba de varios conjuntos de niños, procedentes de diferentes familias, como en la forma dialectal escocesa shuins, citada por Murray, que significa los zapatos de diferentes personas, mientras que shuin signi­ fica un par de zapatos solamente I7. No obstante, no podemos suponer que este significado lógico de un plural doble (plural de un plural) estaba presente en todos los casos en las mentes de los hablantes desde el primer momento y, en cualquier caso, ahora se sienten como plurales simples en casos como child ren («niños»), kine («vacas»), h r e e c h e s («posaderas»), etc. El bretón tiene plurales de plurales: b u g e l («niño»), bugale («niños»), pero b ugale-ou («varias bandas de niños»); l o e r («m edia»), ler o u («m edias») y l er e ie r («varios pares de medias») o también daou-lagad-ou («los ojos de

sacerdotes»), five hundred infantry («quinientos soldados de infantería»); six hundred troops («seiscientos soldados de tropa»). En este sentido es interesante observar que la expresión alemana ein paar («un par»), que puede adquirir un sentido muy preci­ so y significar «dos o quizás tres, o incluso quizás algunos», se emplea como adjunto sin flexión en mil ein paar Freunden [«con algunos amigos»] (y no en einem paar) y puede incluso ir acompañado del artículo plural: die paar Freunde («algunos ami­ gos») y de par venner («esos algunos amigos», literalmente). 16 Cf. el estudio erudito y profundo que de ello ha hecho J. Schmidt en Die Pluralbildungen der indogermanischen Neutra, del que aparece un breve resumen en Jespersen, Language, pág. 395. 17. M urray, Dial, of the Southern Counlies, pág. 16 1; y también A Modern En­ glish Gram m ar II, 5, pág. 793.

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varias personas»)I8. En alemán existe un doble plural en cuanto a la forma, pero no en el significado, en Tranen («lágrim as») záhren («lloros»). En este caso la antigua forma plural Trane (t r e h e n e ), záhre (z á h e r e ) se ha conver­ tido en singular. En latín el uso de una serie distinta de numerales sirve para indicar el plural. Litera es una letra, elemento gráfico, y el plural literae puede significar «letras» o «carta», unidad compuesta, o bien el plural lógico de esta última; ahora bien q uin qu é literae significa «cinco letras», elemen­ tos de la grafía. Castra («campo») originariamente era el plural de ca stru m («fuerte»); d ú o castra significa «dos fuertes» y bina castra «dos campos». De igual forma, en ruso la palabra que significa «reloj» es casy, formal­ mente plural de cas («hora»); «dos horas» es d v a casa, pero «dos relojes» es d v c e c a s o v ; con numerales más altos se inserta stuck («piezas»): dvadtsat’p jat’stuk casov, s to stuk c a s o v («vetinticinco relojes», «cien relojes»). En relación con esto podemos observar también que cuando decimos m y s p e c t a c l es («mis gafas»), his tro users («sus pantalones»), h e r scissors («sus tijeras») nadie puede decir si nos referimos a un par o más de uno, y, por tanto, no sabemos si en otras lenguas hay que traducir por m e i n e Brille («m i par de gafas»), son pantalón («su pantalón»), ih re S c h e r e («su par de tijeras») o por m e i n e Brillen («mis pares de gafas), s e s pantalons («sus pares de pantalones»), ih re S cheren («sus pares de tijeras»). Pero cuando decimos: He deais in s p e c t a c l e s («Vende gafas») o T h e s old iers w o r e khaki trousers («Los soldados vestían pantalones kaki») no hay duda de que el significado es plural. Las formas plurales s p e c t a c l e s («gafas»), trousers («pantalones»), scissors («tijeras») indican por sí mismas un «nú­ mero común» desde un punto de vista conceptual.

El n ú m e r o c o m ú n A veces se nota la necesidad de una forma de nombre común, es decir, una forma que no tenga en cuenta la distinción entre singular y plural, pero habitualmente la única forma de satisfacerla es mediante procedi­ mientos toscos como a star o r t w o («una estrella o dos»), o n e o r m o r e stars («una o más estrellas»), s o m e w o r d o r ivords m is s in g h e r e («una palabra o palabras que faltan aquí»), th e p r o p e r t y ivas l e f t to h e r ch ild o r child ren («los bienes quedaron para su hijo o h ijo s»)19. En W h o carne? («¿Q uién vino?») y W h o can tell? («¿Q uién puede decirlo?») vemos el 18. Pedersen, Vergl. Grammatik der Keltiscben Spracben, 2, pág. 7 1. 19. En francés la mayoría de los substantivos van de hecho en número común, al menos desde el punto de vista de la pronunciación; pero los adjuntos tienen gene­ ralmente dos formas distintas, lo que explica que existan construcciones como éstas: II prendra son ou ses personnages á une certaine période de leur existence [«Tom a­ rá su o sus personajes en un determinado período de su existencia»] (Maupassant). Le ou les caracteres fondamentaux [«la o las características fundam entales»] (Bally),

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nombre como número común, pero en W h o has c o m e ? («¿Q uién ha ve­ nido?») nos vemos obligados a usar una forma numeral concreta en el verbo, aun en el caso de que queramos que la pregunta sea inconcreta. Nótese también casos como N o b o d y p r e v e n í s you, d o t h e y ? («Nadie os lo impide ¿no es cierto?») en el que la idea se habría expresado de forma más clara, si se hubiera podido evitar el singular en una frase y el plural en la otra 20.

Las palabras q u e n o s e p u e d e n co n tar En una lengua ideal construida sobre la base de puros principios lógicos sería todavía más necesario disponer de una forma que no fuese ni de singular ni de plural al pasar del dominio de las palabras que se pueden contar (casas, caballos, días, millas, sonidos, palabras, crímenes, planes, errores etc.) al de las que no se pueden contar. Existe una gran cantidad de palabras que no evocan ningún objeto con forma determinada o límites precisos. A éstas las llamo «no numerables»; pueden ser bien materiales, en cuyo caso denotan una substancia en sí misma independientemente de la forma que pueda adoptar, como silv er («plata»), quicksilver («mercu­ rio»), w a t e r («agua»), b u t t e r («m antequilla»), gas («gas»), air («aire»), etc. o bien inmateriales como leisure («ocio»), m u sic («música»), traffic («trá­ fico»), s u c c e s s («éxito»), tact («tacto»), c o m m o n s e n s e («sentido común») y especialmente muchos substantivos nexos (véase «substantivos nexos» 21) como satisfaction («satisfacción»), admiration («admiración»), r e f i n e m e n t («refinam iento»), derivados de verbos, o como r est lessness («inquietud»), j ü st ice («justicia»), s a f e ty («seguridad»), co n st a n cy («constancia»), deriva­ dos de adjetivos. Mientras que las palabras que se pueden contar se «cuantifican» en inglés mediante palabras como o n e («uno»), t w o («dos»), m a ny («mu­ chos»), f e w («algunos»), las que no se pueden contar se cuantifican me­ diante palabras como m u c h («mucho»), little («poco»), less («menos»). Aunque s o m e («algo») y m o r e («m ás») se pueden aplicar a ambas clases, la traducción a otras lenguas muestra que la idea es realmente diferente: s o m e h o r s e («un caballo cualquiera»), s o m e h o r s e s («algunos caballos»), m o r e h o r s e s («más caballos») y s o m e quicksilver («un poco de mercurio»), m o r e quicksilver («más mercurio»), m o r e admiration («más admiración»)

Le contraire du ou des mots choisis comme synonimes [«lo contrario de la o las pa­ labras escogidas como sinónimos»] (Id.). Cf. en alemán: Erst gegen Ende des ganzen Satzes kommen der oder die Tonsprünge, die dem Satze seinen Ausdruck geben («so­ lamente al final de la frase completa encontramos la o las desviaciones de entonación que dan a la frase su expresión»). 20. Cf. el capítulo sobre el genero, pág. 277.

21. Cf. capítulo X. 233

se convierten en alemán en i r g e n d ein Pferd, e in ig e P fe rde, m e b r (m e b r e r e ) P f e r d e (en danés, f l e r e h e s t e ) y etiva s Q u eck silb er, m e b r Q u eck silb er , m e b r B e w u n d e r u n g (en danés, m e r e b e u n d r i n g 21). Como no existe una categoría distinta que corresponda a un número común, en el caso de las palabras que no se pueden contar las lenguas tienen que escoger una de las dos formas del número existentes: o bien el singular, como en los ejemplos que hemos citado hasta aquí o bien el plural como en victuals («víveres»), d regs, l e e s («heces»), p r o c e e d s («bene­ ficios»), b el o n g i n g s («bienes»), s i v e e p i n g s («volantes»), m e a s l e s («saram ­ pión»), rickets («raquitism o»), t h r o e s («ansias») y nombres coloquiales de estados de humor desagradables como t h e b lu es («m orriña»), th e c r e e p s («carne de gallina»), th e sulks («m al humor»). En muchos casos existe cierta vacilación entre ambos números, así existen coal («carbón»), y coals («carbones»), brain («cerebro») y braihs («sesos») y otros, y mientras que una lengua usa el singular, otra puede usar para la misma idea el plural. Es curioso que mientras que el inglés del sur y el danés para designar las «gachas» usan el singular: p o r r i d g e y gro d, las mismas palabras se usan en plural en Escocia y en Jutlandia. El alemán y otras lenguas usan pala­ bras singulares como b e f e correspondientes a las palabras inglesas plurales l e e s y d r e g s («heces»). Con palabras que no se pueden contar e indican ideas inmateriales ocurre lo mismo: m u c h k n o w l e d g e («mucho saber») se dice v ie le kenntnisse en alemán y m a n g e kundskaber en danés. La delimitación de las palabras que no se pueden contar ofrece a veces dificultades, porque muchas palabras tienen varios significados. Algunos objetos se adaptan de forma natural a diferentes puntos de vista, como vemos, por ejemplo, en fruit («fru ta») y hair («cabello»), como en el ejemplo de Shakespeare: s h e e hath more hair t b e n w i t a nd m o r e faults than haires («tiene más cabello que inteligencia y más faltas que cabellos»), lo mismo ocurre con a little m o r e cake («un poco más de pastel»), a f e w m o r e cakes («unos cuantos pasteles más»). En un edicto latino encontra­ mos la carne y los vegetales secos citados en singular, como palabras que no se pueden contar, y los frescos en plural, porque se pueden contar23. Lo mismo ocurre con v e r s e : He w ri t es b o th p r o s e and v e r s e («Escribe tanto prosa como verso»), I like his v er s e s to Lesbia («M e gustan sus versos dedicados a Lesbia»). Veamos otros ejemplos en que la misma palabra unas veces se puede contar y otras no: A little m o r e cheese I t is hard as iron Cork is lig hte r than w a t e r S o m e earth stuck t o bis s h o e s

T w o b ig cheeses A h o t iron (fla t-iron) I want t h r e e corks f o r t h e s e b o t t l e s T h e earth is r o u n d

22. «Cualquier caballo», «algunos caballos», «más caballos», «un poco de mer­ curio», «más mercurio», «más admiración». 23. Wackernagel, Vorlesungen über Syntax, 1, pág. 88.

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A p a r cel in b r o w n paper Little talent M u ch experience

Sta/e-papers F e w talents Many experiences 24.

En ciertos casos el significado original puede pertenecer a una de las clases y en otros a la otra. A veces se distinguen formalmente los dos tipos de palabras, así s h ad e y s h a d o w («som bra»), que se derivan de diferentes casos de la misma palabra del antiguo inglés: sceadu, s c e a d o w e . Como norma, sh ad e se usa como palabra que no se puede contar y s h a d o w como palabra que se puede contar, pero en ciertas combinaciones sh a d e se puede contar igual que sh a d o w , por ejemplo, cuando hablamos de d if fe r e n t s shades o f c o l o u r («diferentes matices de color»). Cloth en un sentido es una palabra que no se puede contar por denotar un tipo de material par­ ticular, pero cuando denota un objeto concreto como, por ejemplo, tablec l o t h («m antel»), o cuando se refiere a una tela para cubrir al caballo, se puede contar y se ha desarrollado el nuevo plural cl o t h s («vestidos»), mientras que ahora el antiguo plural clathes está separado de c lo th y debe considerarse como una palabra diferente: una palabra que se puede contar con forma plural. El nombre de un árbol como oak («encina roble») por ejemplo, puede convertirse en una palabra que no se pueda contar, no sólo cuando designa la madera obtenida de dicho árbol, sino también cuando indica un con­ junto de árboles recién plantados; lo mismo ocurre con barley («cebada») y con w h e a t («trigo»): Oak and b e e c h began to take th e pla ce o f w i l l o w and e l m («Robles y hayas empezaron a substituir a sauces y olmos»). Se trata de un fenómeno que encontramos en todas las lenguas. Un caso similar vemos en el uso de fish («pescado»), no sólo para denotar la «carne» del pescado que comemos, sino también para el animal vivo como objeto de la pesca; también lo encontramos en otras lenguas, así en danés (fisk), en ruso (r y b a 2S) y en húngaro26. Esta es una de las causas a que se debe el hecho de que en inglés y en danés dicha palabra no cambie de forma en el plural: m a ny fish, m a n g e fisk («muchos pescados»). Muchas veces las palabras que no se pueden contar producen otras que sí se pueden contar, aunque las diferentes lenguas difieren considera­ blemente con respecto a esto. Así en inglés, pero no en danés, tin («hierro 24.

25. 26.

«Un poco más de queso» «Es duro como el hierro» «El corcho es más ligero que el agua» «Queda tierra tras sus zapatos» «Un paquete envuelto con papel marrón» «Poco talento» " «Mucha experiencia»

«Dos grandes quesos» «Un hierro caliente (un hierro de vaciar)» «Veo tres corchos para esasbotellas» «La tierra es redonda» «Papeles oficiales» «Pocos talentos» «Numerosas experiencias».

Asboth, Kurze russiscbe Grammatik, pág. 68. Simonyi, Die Ungarische Sprache, pág. 259.

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blanco») se emplea para designar las cajas de conservas hechas con hoja­ lata (para sardinas, etc.). En inglés, bread («pan») es exclusivamente una palabra que no se puede contar, pero la palabra correspondiente en muchas lenguas se usa para lo que en inglés se llama a loaf: un p e u d e pain («un poco de pan»), un p et i t pain («un panecillo») = a little bread, a sm all loaf en inglés. Las palabras que no se pueden contar y que designan propiedades inma­ teriales sufren un cambio de significado similar, cuando designan un ejem­ plo, un caso particular de dicha propiedad, como cuando hablamos de a stu pidit y («una estupidez») = es tu p id act («un acto estúpido»), m a n y follies («muchas locuras»), o k id nesses («bondades»), etc. No obstante, este uso, no es tan universal en inglés como en muchas otras lenguas y la mejor correspondencia de ei n e u n e r h ó r t e u n v e r s c h a m t h e i t («una insolen­ cia monstruosa») es a p ie c e o f m o n st r u o s i m p u d e n c e ; («una injusticia in­ soportable»), a n o t h e r p i e c e o f a scandal («otro escándalo»), an act o f p e r f i d y («una perfidia»), etc. Esta construcción es análoga en todo a la de a p i e c e o f l o o o d («un trozo de madera»), t w o l u m p s o f su ga r («dos trozos de azúcar»), etc. Existe otra forma por la cual las palabras que no se pueden contar se pueden convertir en palabras que se puedan contar, cuando un subs­ tantivo nexo como b ea u ty («belleza») designa un objeto (o a una persona) que posea la cualidad indicada. Y, finalmente, hemos de citar el uso de una palabra que no se pueda contar para denotar un elemento de la clase a que se refiera: this tea is b e t t e r than t h e o n e w e had last w e e k («este té es mejor que el que tomamos la semana pasada») y naturalmente en plu­ ral: various sa u ce s («varias salsas»), th e b e s t italian w i n e s c o m e f r o m Tuscan y («los mejores vinos italianos proceden de Toscana»).

E spero h ab er co n trib u id o a clarificar un tem a d ifícil al p ro p o n e r el con­ cep to de « n o n u m erab le» y al d e fin ir rigurosam en te un a clase de p alab ras a la q u e se aplica exclu sivam en te el concepto de « c o le c tiv o » , de fo rm a q u e d i­ chas clases están en oposición co n stan te, puesto q u e el con cep to d e núm ero es lógicam ente inap licab le a las palab ras que no se pueden c o n ta r, m ien tras que se aplica d o b lem en te a los co lectivo s. L a necesidad de un té rm in o com o «n o nu m erab le» podem os co m p ro b arla en los d iccion arios: en el N ew E nglish D ic tio n n ary encontram os, p o r ejem p lo , definiciones com o ésta: « c la p tra p » : 1. con el p lu ra l: « p e ro ra ta » , « em b u ste» . 2. sin artícu lo in d e term in ad o y sin p lu ­ ral: «discurso para la g alería». Es decir, que la palab ra aparece definida com o n u m erab le en el p rim er caso y com o no nu m erab le en el segundo. E l p rin c i­ pio de clasificación que propongo m e parece p re fe rib le a las que pensaba que eran las m ejores divisio n es de las q u e conozco, las d e S w e e t y N o reen . S w e e t 27 distingue dos clases de nom bres, los «n o m b res d e sub stan cia» o « n o m b res co n creto s» y los «n o m b res ab stracto s», es decir, los d e l tip o d e 27.

23 6

A New English Grammar, 150 y ss.

whíteness («blancura»), stupidity («estupidez»), conversation («conversación»). Divide los nombres concretos en:

nombres de clases nombres comunes

individuales (man «el hombre») colectivos (crowd «la multitud»)

nombres de materias (iron «el hierro») nombres propios (Plato «Platón») Sweet no ve la semejanza esencial entre sus «nombres de materias» y «nombres abstractos»; y el término «nombres de materia» no es muy afortu­ nado, porque muchos nombres de fenómenos inmateriales presentan las mis­ mas características que iron o glass. Tampoco puedo ver el valor de la distin­ ción que hace entre los nombres de clases que van en singular (como sun [«so l»] en la lengua corriente por oposición a la lengua científica) y los nom­ bres ' plurales (como tree [«árbol»]): ambos representan a «numerables», a pesar de que en un caso haya más ocasión de usar el plural que en el otro. La clasificación de Noreen es extraordinariamente original, si exceptuamos los «abstractos», como beauty («belleza») o tvisdom («saber»), etc. Podemos resumirla así2S: I. Los «impartitivos», es decir, los nombres que designan objetos a los que se considera que no se pueden dividir en varias partes homogéneas. Son los «individua» como I («yo»), Stockholm, los Trossachs y «dividua» como parson («pastor»), man («hombre»), tree («árbol»), trousers («pantalóji»), measles («sarampión»). Incluso horses en la frase Horses are quadrupeds («Los caballos son cuadrúpedos») se considera impartitivo, porque significa el ca­ ballo genérico indivisible es una frase sinónima a la de a horse is a quadruped («un caballo es un cuadrúpedó») 29. II. Partitiva. Estos se dividen en dos tipos: A. Los «materialia» o nombres de substancia, como iron en iron is expensive n ow («ahora el hierro es caro»), fish en He eats fish («El come pes­ cado») y tvood en This is made of tvood («esto está hecho de madera»). B. Colectivos. Que se subdividen en: 1) «Colectivos de totalidad» como brotherhood («hermandad»), nobility («nobleza»), army («ejército») y 2) Los «colectivos de pluralidad», de los que son ejemplos many a parson («más de un pastor»), ever y parson («todo pastor») y plurales simples como fires («fuegos»), wines («vinos»), waves («olas»), cotos («vacas»), etc. Los colectivos de pluralidad se subdividen en dos grupos: a) los «homogéneos» como horses («caballos»). 28. 29.

V arí Sprak 5, págs. 292 y ss. Id .I pág. 300.

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b) los «heterogéneos» como w e («nosotros») o parents («padres»), cuyo singular es bien father («padre»), bien rnother («madre»). El segundo de dichos grupos corresponde casi, aunque no completamente, a lo que yo he llamado el plural de aproximación: es accidental que la palabra sueca foráldrar («padres») carezca de singular, de forma que Noreen conside­ ra que su singular es «padre» o «madre». En otras lenguas existe un singular: a parent, en inglés, un parent en francés y en foroelder en danés, por lo me­ nos en la lengua hablada. Así pues, es un caso muy diferente de w e («noso­ tros»), cuyo singular es I («yo»), tanto más cuanto que father tiene un plural fathers perfectamente normal, y que se dan en frases como the fathers o f the boys w ere invited to the school («se invitóla los padres de los niños a ir a la escuela»), mientras que un plural normal de I es imposible. En conjunto el sistema de Noreen me parece muy artificial y de muy poco valor para un lin­ güista, porque separa cosas que de forma natural deberían ir juntas y crea cla­ ses inútiles como la de los impartitivos, además de dar una aplicación de­ masiado amplia al término «colectivo». La primera pregunta que debemos hacernos es la de saber cuáles son las ideas a las que se aplican palabras como uno o dos y no cuáles son los objetos o las ideas que se pueden dividir en partes homogéneas. La idea de número, a pesar de ser tan importante en la vida diaria, apenas aparece en el sistema de Noreen. Por eso, en la página 298, empieza con el plural y a pesar de que, naturalmente, tiene razón cuan­ do observa que el auténtico singular de the horses («los caballos») w e («noso­ tros») es one o f us («uno de nosotros»), no lleva.el razonamiento hasta el fi­ nal para decir que el auténtico singular de the horses («los caballos») no es the horse («el caballo»), sino one o f the horses («uno de los caballos») y que el plural de one o f us (o de one o f the horses) no siempre es w e o the hor­ ses, sino some of us («alguno de nosotros») o some of the horses («alguno de los caballos»).

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CAPITULO XV EL NUMERO. II

Algunas anomalías En todas las lenguas existen palabras que sirven para designar cada uno de los miembros individuales de una pluralidad de seres o de objetos, y permiten así expresar en la forma de un singular lo que es común a todos: e v e r y («todo») y each («cada»), en inglés, por ejemplo. Existe so­ lamente un matiz de diferencia entre e v e r y b o d y was glad («todo el mundo estaba contento») y all w e r e glad («todos estaban contentos») o entre el neutro e v e r y t h i n g («toda cosa») y all («todas las cosas») en All is w el l that etids w e l l («Todo lo que acaba bien está bien»). En latín leñemos: U terque vir — Cada uno de dos hombres, uno (cualquiera) de los dos hombres. Utraque lingua — Cada una de las dos lenguas, una de las dos lenguas, las dos lenguas. U tru m que — Cada una de las dos cosas, una de las dos cosas, las dos cosas. Un caso semejante vemos en m a ny a man («muchos hombres»), que individualiza, mientras que m a n y m e n generaliza; lo mismo encontramos en muchas otras lenguas: m a nch ein mann en alemán, man g e n en mand en danés o m u ch a palabra loca en español. De vez en cuando encontramos anomalías en el uso del número que son difíciles de explicar, pero que, en cualquier caso, muestran que los hablantes no son absolutamente racionales, así en inglés antiguo el uso del singular con las decenas, como en este ejemplo del B e o w u l f (3.042): Se w a e s f i f t i g e s f o t g e m e a r c e s lang («tenía cincuenta pies de la rg o »)1 y p riti ges manna m¿egencr¿vft («la fuerza de treinta hom bres»)2, dando prue­ ba de esa forma de cierta coherencia, puesto que f o t g e m e a r c e s es singular v 1. 2.

Beowulf, 3042. Id., 379.

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manna es plural. En el inglés medio encontramos el singular a delante de un numeral, a f o r t y m en , que significaba «unos cuarenta», y de la misma forma es muy frecuente en danés e n t y v e stykker («unas veinte [p iezas]»), del mismo tipo que el inglés f e w («algunos»), que también existe en los dialectos de Jutlandia con la forma o e n lile fo. En este caso el artículo singular convierte una cantidad casi negativa, como H e has f e w fri e n d s («tiene pocos amigos»), en una cantidad positiva: H e has a f e w f rie n d s («tiene algunos amigos»). Pero f e w puede muy bien proceder de a m a n y («una m ultitud»), caso en que m a n y puede ser un substantivo colectivo y no un adjetivo; las formas del substantivo y del adjetivo, que originariamente eran distintas, se confundieron posteriormente. El francés v er s les u n e h e u r e s («hacia la una») o vers les m idi (literalmente, «hacia las mediodía») con su incoherencia numérica se deben evidentemente a la analogía con otras indicaciones de tiempo como v er s les d eu x h e u r e s («hacia las dos»); es como si vers-les («hacia las») se hubiese convertido en una preposición que introduce indicaciones de la hora. El pronombre interrogativo alemán w er , como el inglés w h o 3, es independiente del nú­ mero, pero cuando queremos indicar expresamente que la pregunta se refiere a más de una persona, se puede hacer añadiendo alies ¡en neutro singular! Tenemos, pues, W e r k o m m t d en n alies? («¿Q uiénes vienen?») por oposición a W e r k om m t ? («¿Q uién viene?») y se dice: W e n hast d u alies g e s e h e n ? («¿A quiénes has visto?»), lo que implica que se han visto varias personas. Compárese con lo que diremos más adelante a propósito de las formas neutras b ei d es («ambas cosas») y m e h r e r e s («varias cosas») por oposición a las formas personales b e id e («ambas personas») y m e h r e r e («varias personas»)4.

El g e n é r i c o singular y plural Ahora vamos a tratar las expresiones lingüísticas para hablar de una especie entera completa, caso en que palabras como all en all cats («todos los gato s»)5, e v e r y en e v e r y cat («todo gato») o any en any ca t («cualquier 3. Cf. más arriba, pág. 232. 4. Cf., pág. 283. 5. A/J cats have four feet («todos los gatos tienen cuatro patas») dice exacta­ mente lo mismo que A ny cat has fo u r feet («todo gato tiene cuatro patas»); pero no hay que confundir este empleo genérico de all con su empleo distributivo que vemos en A ll his brothers are millionnaires («todos sus hermanos son millonarios»), lo que no quiere decir en absoluto que A ll his brothers together posses. a million («todos sus hermanos juntos poseen un m illón»). Si se tratase del empleo distributivo de all, habría que decir que all cats («todos los gatos») tienen juntos un número incal­ culable de patas. Los lógicos dan como ejemplo de estos dos empleos las dos oracio­ nes siguientes: «Todos los ángulos de un triángulo son más pequeños que dos ángu­ los rectos» y «Todos los ángulos de un triángulo son iguales a dos ángulos rectos». Cf A Modern English Grammar II, 5, 4.

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gato») no se usan. Para esta idea Bréal ha inventado el concepto de «omnial», paralelo a «dual, plural», que sería un término gramatical legítimo en una lengua que poseyese una forma distinta para ese «número». Pero no conozco ninguna lengua que tenga dicha forma; en realidad, para ex­ presar dicha idea de una clase o especie completa, las lenguas unas veces usan el singular y otras veces el plural; unas veces carecen de artículo determinado y otras de artículo indeterminado. Como en inglés no existe irideterminado en el plural, tenemos cinco posibilidades, que se emplean efectivamente todas ellas, como vemos en los siguientes ejemplos: 1. El singular sin artículo. — En inglés esta construcción la encontra­ mos solamente con man y w om a n , como, por ejemplo, en man is mortal («el hombre es mortal»), w o m a n is b es t w h e n s h e is at rest («la mujer esta mejor cuando no se mete en nada») y con las palabras que no se pueden num erar6, tanto si designan materiales como si no: B loo d is thicker than w a t e r («La sangre es más espesa que el agua»), History is o j i e n str a n ger than f ic tio n («Muchas veces la historia es más extraña que la ficción»). En alemán y en danés se usa solamente con numerables que expresen ideas materiales; en francés ni siquiera así aparece7. 2. El artículo in defi n ido s e g u i d o d e l singular. — A cat is n o t as vigilant as a d o g («una gato no es tan vigilante como un perro»); podemos considerar que el artículo es una forma más débil, pero equivalente a any («cu alq u ier...») o, mejor, se toma a un perro como representativo de la clase entera. 3. El artículo d e te r m i n a d o s e g u i d o d e l si n g u l a r . — T he d o g is vigi­ lan t («el perro es vigilante»). Esta construcción existe también en la jerga filosófica con un adjetivo neutro: t h e beautiful («lo bello»), en el sentido de «todo lo que es bello». Chaucer escribía: T he lyf so short, t h e craft so l o n g to ler n e («la vida es breve, pero el arte se tarda en aprender»), mientras que en moderno inglés actual no tiene artículo, como en este ejemplo de Longfellow: Art is long, but life is f le e ti n g («El arte es largo, pero la vida se escapa»). En esto el ejemplo de Chaucer coincide con el griego, como en este ejemplo de Hipócrates: Ho bios brakhus, h e d e t e c h n é makré en frunces, en danés y en alemán; en el Fausto de Goethe, Wagner dice: Ach G o tt! d ie Kunst ist lang, Und kurz ist u nser Leben («¡O h, Dios mío! El arte es largo y breve nuestra vida»). 4. El plural sin artículo. — D o gs are vigilant («Los perros son vigi6. Bréal, Mélanges de mythologie et de linguistique, pág. 394. 7. Sweet, en su obra A New English Grammar, § 1, escribe: «Desde el punto de vista teórico, la gramática es la ciencia del lenguaje. Por “lenguaje” (langage) en­ tendemos las lenguas (languages) en general por oposición a una o varias lenguas en particular». Es interesante ver que se expresan de forma diferente las dos ideas de lenguas (languages) y de lenguaje (language) en inglés y en francés, pues el francés emplea dos palabras diferentes, mientras que el inglés emplea la misma en número diferente. (Cf. Vendryes, Le langage, pág. 273.)

241 16.

— FILOSOFÍA GRAMATICA

lantes»), Oíd p e o p l e are apt t o ca tch c o i d («Los viejos cogen frío fácil­ mente»), I like o y s t e r s («me gustan las ostras»). 5. El artículo d e t e r m in a d o s e g u i d o d e l plural. — B l e s s e d are t h e p o o r in spirit («Bienaventurados los pobres de espíritu»). Este uso, que en inglés encontramos solamente con adjetivos: T h e o íd are apt to ca tch c o i d («Los viejos cogen frío fácilmente») corresponde exactamente a la cons­ trucción con un substantivo: o í d p e o p l e . . . («los viejos»); de igual forma en inglés t h e English («los ingleses») designa a la nación inglesa. Es la expresión regular en algunas lenguas, por ejemplo, en francés l e s vieillards s o n bavards («Los viejos son charlatanes») o j ’a im e les b u itres («m e gustan las ostras»). Una y la misma verdad genérica se expresa de forma diferente en el proverbio alemán Ein Ungliick k o m m t nie allein («Una desgracia nunca viene sola»); Shakespeare dice: W h e n s o r r o w s c o m e , t h e y c o m e n o t sin g le spies, But in battalions («Cuando llegan las penas, no llegan como espías aislados, Sino por batallones»). Dos v e c e s p o r semana, por ejemplo, se dice en inglés t w i c e a w e e k con el artículo indeterminado. Con estas expresiones genéricas podemos clasificar las expresiones para la «persona inconcreta» o mejor «genérica»: 1. El singular sin artículo. — Así en alemán y en danés man se dis­ tingue del substantivo Mann en alemán mediante la pérdida de la acen­ tuación solamente, y en danés de m a nd mediante la ausencia de la oclusiva glotal stod. En inglés medio tenemos no solamente man, sino también m en (m e ), que muchas veces se usa con el verbo en singular y así puede ser una forma de man debilitada fonéticamente. En francés tenemos on, evolución regular a partir del nominativo latino hom o. 2. El singular co n el artículo in d e te r m i n a d o. — Esto es frecuente en el inglés coloquial con varios substantivos: What is a man (a f e l l o w , a person, an individual, a girl, a b o d y ) to d o in s u c h a situ atio n? («¿Q ué debe hacer un hombre [un tipo, una persona, un individuo, una mucha­ cha... alguien] en semejante situación?»). Realmente se trata de la misma idea en que se basa el frecuente uso en muchas lenguas de palabras como o n e en inglés, ein en alemán (especialmente en los casos oblicuos), en en danés (principalmente en la lengua corriente cuando no es sujeto, pero en dialectos también como sujeto), u n o a veces en italiano, por ejemplo en Uno si c o m m u o v e quand o si t o c c a n o c e r t e tasti [«S e emociona uno cuando se habla de ciertos tem as»] (Serao, Cap. S anson e 135, 136). 3. El singular c o n el artículo d eterm ina do . — L’on en francés, que hoy se percibe solamente como una variante fonética de on. 4. El plural sin ningún artículo. — F e l lo w s y p e o p l e se emplean a veces de tal forma, que se pueden traducir en francés por on: F e l lo w s say, p e o p l e say = On dit («Se dice»); lo mismo ocurría en inglés medio con m en , cuando iba seguido por un verbo en plural. Cuando t h e y (y en danés d e) se usa en el mismo sentido, se puede comparar con el uso genérico, 242

citado más arriba, del plural de un substantivo con el artículo determinado. Para el uso de y o u y de w e para la persona genérica véase el cap. XVI. La diferencia entre esta «persona indeterminada» y el uso genérico de m an (en man is mor tal [« e l hombre es m ortal»]) no es fácil de definir y muchas veces parece ser más emocional que intelectual. De ahí también el frecuente uso de man, o n e en inglés y si en italiano como «yo» disfraza­ do, cuando deseamos evitar citar a uno mismo y, por tanto, generalizamos lo que queremos decir: a un motivo similar se debe el uso de y o u en el mismo sentido. Pero es interesante, como algo relacionado con el carácter «genérico» de la «persona indeterminada», que man u on no pocas veces va seguido por una palabra en plural. Así en danés tenemos Man b l e v en ig e («Nos pusimos de acuerdo») y en francés La j e m m e qui v ien t d e v ou s j o u e r un mauvais tour, mais vou dra it q u ’on r e ste amis quand m é m e [«L a mujer que os acaba de jugar una mala pasada, pero quisiera que siguiése­ mos siendo amigos, a pesar de todo»] (Daudet, LTmmortel, p. 1 5 1 )8. De igual forma en italiano con si: Si resta liberi p e r tre m e s i [«Estamos libres por tres m eses»] (Serao), Si d iv en t a ministri, ma si nasci poeti, pittori [«S e llega a ser ministro, pero se nace poeta, pintor»] (Rovetta, M oglie S. Ecc., 49).

El dual En lenguas que poseen un dual encontramos dos concepciones dife­ rentes. Una la representa el groenlandés en el que una palabra como nuna («tierra») forma su dual nunak y su plural nunat\ en este caso «el dual se usa principalmente cuando el hablante quiere señalar expresamente que la cuestión se refiere a una dualidad; si, por otro lado, la dualidad es obvia, como en el caso de las partes del cuerpo que encontramos a pares, se emplea casi siempre la forma plural. Así es costumbre decir issai (“sus ojos”), siutai ("sus oídos”), talé ("sus brazos”), etc. y no issik, siutik, tatdlik ("sus dos ojos”), etc. Incluso con el numeral mardluk ("dos”), que por sí mismo es un dual, se usa muchas veces el plural, por ejemplo inuit mardluck ("dos hombres”) 9». La otra concepción, según la cual el dual se usa preferentemente en nombres de objetos que de forma natural se encuentran por pares, como en alemán o s s e («los ojos»), la representa el indoeuropeo. En muchas de las antiguas lenguas de esta familia había duales; tendieron a desaparecer con el paso del tiempo y ahora sobreviven solamente en algunos dialectos aislados (lituano, servio, esloveno; en unos cuantos dialectos bávaros en los 8. En noruego tenemos también En b lir lei hverandre m m ar en gaar lo meennesker og ser ikke andre dag ut og dag ind («cuando somos solamente dos y no ve­ mos a nadie en todo el día nos enfadamos el uno con el otro»), Cf. W estern, Norsk Riksmals-grammatikk, Kristiania, 19 2 1, pág. 4 5 1. 9. Kleinschm idt, Gramm. d. Grónland. Spr. 13.

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pronombres personales). La desaparición gradual de formas de dual en las lenguas indoeuropeas 10 presenta muchas características interesantes que aquí no podemos detallar. Generalmente la existencia del dual se consi­ dera 11 como señal de mentalidad primitiva; por tanto, su desaparición se considera como una consecuencia o señal de progreso en la civilización. En mi propia concepción de la evolución lingüística, cualquier simplifica­ ción, cualquier abandono de las antiguas distinciones superfluas es progre­ siva, a pesar de que no se puede demostrar detalladamente que exista una relación de causa a efecto entre la civilización general y una gramática particular. El dual griego se perdió en un período temprano en las colonias, donde la civilización era relativamente avanzada, mientras que se conservó con mayor resistencia en la Grecia continental, por ejemplo, en Lacedemonia, Beocia y Atica. En Homero los duales son frecuentes, pero resultan ser un arcaísmo artificial usado para fines poéticos, especialmente por las necesi­ dades de la métrica, mientras que el plural aparece usado al hablar de dos acontecimientos, incluso en proximidad de un dual. Tenemos, por ejemplo, expresiones como am phd kheiras [«las dos manos»] (O disea , 8, 135). En gótico las formas duales aparecen solamente en los pronombres de pri­ mera y segunda persona y en las formas correspondientes de los verbos, pero estas últimas son muy pocas en número; y en las demás lenguas germánicas antiguas solamente los pronombres «nosotros» y «vosotros» conservaban la antigua distinción, que posteriormente se abandonó. (Por el contrario, los duales vid, pid substituyeron a los antiguos plurales vér, per, en islandés moderno, y posiblemente también en danés.) Huellas aisladas del antiguo dual se han encontrado en las formas de unos pocos substan­ tivos como d o o r («puerta») [que originariamente significaba «los dos ba­ tientes»] y breast («pecho»), pero incluso en estos casos desde las épocas más remotas se entendían no como duales, sino como singulares. Las únicas palabras de las que ahora podemos decir que están en dual son t w o («dos») y b o t h («ambos»), pero hay que observar que la segunda, cuando se usa como «conjunción», se aplica muchas veces a más de dos, como en b o t h London, Paris and Amsterdam\ aunque lo encontramos en muchos escri­ tores buenos, algunos gramáticos critican ese uso n . Según Gauthiot, las formas duales (sánscrito aksi, griego o s s e y lituano aki) no son propiamente «los dos ojos», ni siquiera «el ojo y el otro ojo», 10. Cf. Cuny, Le nombre diiel en grec, París, 1906; Bruggmann, Grundriss der Vergleichenden Grammatik II, 2, págs. 449 y ss ; Lei-Millet, Aperqu d'une histoire de la langue grecque, págs. 189, 226, 303; Wackernagel, V orlesungen über Syntax I, págs. 73 y ss.; Gauthiot, en Festschrift Vilh, Thomsen, págs. 127 y ss. compara de forma extraordinariamente interesante el dual de las lenguas indoeuropeas y el de las lenguas finohungrias. 11. Cf. Lévy-Bruhl y M eillet. 12. Vemos otro caso de extensión del dual cuando el substantivo toma el dual después de un nombre como 52, como ocurre en la Odisea (8, 35): Kouro de dúo kai pentékonta («cincuenta y dos hombres jóvenes»).

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sino «el ojo en la medida en que es doble», así mitra significa «M itra en la medida en que es doble», por ejemplo, Mitra y Varuna, pues Varuna es el doble de Mitra. De igual forma tenemos en sánscrito ábarii («el día y [« la noche]»), pitáráu («el padre y [la m adre]»), matarán [«padre y m adre»] (ambos en dual) y, de forma algo diferente, en griego Alante Teukron te («A yax [d u al] y Teukros»). Las lenguas ugrofinesas tienen paralelos de la mayoría de esas construcciones, así ambas palabras se ponen en plural en expresiones como imeYjen imeYjen («el viejo y la vieja»), tetetj en tuYjgen («invierno y verano»). En algunos casos el dual que desapareció dejó ciertas huellas tras sí, cuyo caracter auténtico ha quedado olvidado. Así en antiguo normánico, el pronombre bau («ellos dos») es una antigua forma dual, pero como resulta ser también el neutro plural, conduce a la regla sintáctica de que el neutro plural se usa cuando se habla de personas de ambos sexos al mismo tiempo. En ruso resultaba que en algunas palabras el antiguo dual tenía la misma forma que el genitivo singular; casos como dva muzika («dos cam­ pesinos») condujeron al uso del genitivo singular en otras palabras y, cu­ riosamente, incluso después de palabras como tri («tres») y c e t y r e («cua­ tro»): c e t y r e g o d a («cuatro años»), etc.

El plural en las palabras d e la seg u n d a ca tegoría Cuando S w eet13 dice que la única categoría gramatical que los verbos tienen en común con los nombres es la del número, está en lo cierto en la medida en que se refiere a la gramática inglesa; pero hay que recordar que el plural no significa lo mismo en los verbos que en los substantivos. En estos últimos significa pluralidad de lo que se denota mediante la propia palabra, mientras que en el caso del verbo se refiere no a la acción o estado denotado por el verbo, sino al sujeto: compárese t w o sticks («dos basto­ nes») o t w o walks («dos paseos») con t h e y walk («ellos pasean»), que está en plural, pero no implica más de un paseo, sino más de un paseante. De la misma forma, cuando en latín y en otras lenguas los adjetivos se colocan en pdural, como en u rb er magn as en latín, g r o s s e Stádte en alemán, ello no indica ninguna pluralidad de la idea adjetival, pues la pluralidad se refiere a «ciudades» y a nada más. En ambos casos se trata del fenómeno puramente gramatical llamado «concordancia» que no tiene nada que ver con la lógica, pero era omnipresente en las etapas más antiguas de las lenguas de la familia indoeuropea; afectaba no solamente a las formas numerales, sino también a las formas de las palabras adjetivales, a las que se hacía concordar con las palabras primarias a que pertenecían. Pero esa regla de concordancia es realmente superflua 14 y, como el concepto de pluralidad pertenece lógicamente a la palabra primaria solamente, no hay 13. 14.

Sweet, A New English Grammar, 269. Cf. Jespersen, Language, págs. 355 y ss.

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que extrañarse de que muchas lenguas hayan abandonado de forma más o menos consistente la indicación del número en las palabras de la segunda categoría. En los adjetivos, el danés, como el alemán, todavía conserva la distin­ ción entre en stor m aná (ein g r o s s e r M a n n ) («un gran hombre») y s t o r e m a en d (g r o s s e M a n n er) («grandes hombres), mientras que en este caso el inglés es más progresivo y no hace distinción entre el singular y el plural en los adjetivos (a great man [«u n gran hom bre»], g r e a t m e n [«gran ­ des hom bres»]) y las únicas supervivencias que quedan de la regla de la concordancia son that man («ese hombre») t h o s e m e n («esos hombres»), this man («este hombre»), t h e s e m e n («estos hombres»). En una lengua ideal ni los adjuntos ni los verbos tendrían formas diferentes del p lu ra l15. En húngaro existe la regla contraria, según la cual el número se indica en la palabra de segunda categoría y no en la primaria, pero solamente cuando un substantivo va acompañado por un numeral. Se pone entonces en singular, como si dijésemos «tres casa». El eminente lingüista húngaro considera esto ilógico, pero yo lo llamaría más bien un ejemplo de econo­ mía, dado que en este caso cualquier indicación de la pluralidad del subs­ tantivo resultaría superflua. La misma regla encontramos en otras lenguas; en finés con la curiosa adición de que en el sujeto no se usa el nominativo singular, sino el partitivo singular; en otros casos hay concordancia con el numeral. Existe cierta aproximación a la misma regla en danés con t y v e m aná («veinte hombres»), t y v e sto erk e («veinte escudos»), f e m daler («cinco dólares»), que designa una suma, frente a f e m d aler e («cinco bi­ lletes de dólar») y to f o d («dos pies»); en alemán tenemos z w e i Fuss («dos pies»), d rei Mark («tres marcos»), 400 Mann («400 hombres»); en in­ glés también tenemos f i v e doz en («cinco docenas»), t h r e e s c o r e («tres veintenas»), f i v e f o o t n ine («cinco pies de nueve pulgadas»)16. En muchos sentidos el primer elemento de un substantivo compues­ to es como un adjunto del segundo. Sabido es que en el tipo antiguo de los compuestos indoeuropeos se usaba el propio radical y, por consiguien­ te, no se indicaba el número: en griego h ip p o -d a m o s («domador de ca­ ballos») no indica si se trata de uno o de varios caballos. En inglés se emplea habitualmente la forma singular, incluso cuando la idea es cla­ ramente plural, como en t h e p rin ted boo k s ec t io n («sección de libros impresos»), a t h r e e v o l u m e n o v e l («una novela en tres volúmenes»). Pero en muchas formaciones, principalmente recientes, el plural figura en el demento: a savings-bank («una caja de ahorros»), t h e C on tagiou s Diseases Act («la ley sobre enfermedades contagiosas»). En danés existe un curio­ so ejemplo en que los dos elementos llevan la indicación del número: 15. En esperanto, el verbo no se ve afectado por el número del sujeto (M i amas, Ni amas), pero los adjetivos llevan la indicación del número (La bona amiko, La bonai amikoj), mientras que coherentemente el artículo es invariable. En cambio, el ido es perfectamente lógico (La bona atniki). 16. Cf. A Modern Englisb Grammar II, págs. 57 y ss.

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b o n d e g á r d («granja de campesino»), plural b o n d e g á r d e («granjas de cam­ pesinos»); generalmente, la forma singular del primer elemento se con­ serva en plural: ta n d lo e g e r («dentistas»). En los verbos el inglés ha abandonado la distinción entre singular y plural en todos los pretéritos: He g a v e («él dio»), T h e y g a v e («ellos die­ ron»), He e n d e d («el acabó»), T h e y e n d e d («ellos acabaron»), He drank («el bebió»), T h e y drank («ellos bebieron»), con la única excepción de He w as («el era»), T h e y w e r e («ellos eran»). Lo mismo ocurre también en algunos presentes: can, shall, m u s t y otros, que originariamente eran pretéritos. En los casos en que se conserva, se trata solamente de la ter­ cera persona: He c o m e s («él llega»), T h e y c o m e («ellos llegan»), pero nunca en la primera ni en la segunda: I c o m e («yo llego»), w e c o m e («nosotros llegamos»), y o u c o m e («tú [o vosotros] llegas [o llegáis]»). En danés la distinción del número ha desaparecido totalmente en los verbos, mientras que la antigua forma singular se ha convertido en un «número común»; así ocurre siempre en el lenguaje danés hablado y ac­ tualmente casi siempre en la lengua literaria. Parece existir una fuerte tendencia en todas las lenguas a usar la for­ ma singular del verbo en lugar del plural (más que lo contrario) cuando el verbo precede al sujeto; en muchos casos la razón puede ser porque en el momento de enunciar el verbo el hablante no ha decidido todavía qué palabras va a añadir. Shakespeare escribe, por ejemplo: That spirit upon w h o s e w e a l d e p e n d s and rest T he Uves o f m a ny («Ese espíritu de felicidad de quien depender, sobre el que descansan tantas vidas»). Esto es espr cialmente frecuente con t h e re is («h ay»): T h e r e ’s s o m e th in gs I can’t resist [«Existen ciertas cosas que no puedo resistir»] (Thackeray). Lo mis­ mo ocurre en otras lenguas. En danés literario la regla consistía en em­ plear d e r er («h ay») con un sujeto plural en la época en que la forma ere se empleaba siempre con un sujeto plural. De forma semejante muchas veces en italiano: in teatro c ’era quattro o sei per sona («en el teatro había cuatro o seis personas»). La misma tendencia vemos en esta última lengua a usar el singular cuando e v v i v a («¡V iv a !») se usa con un sujeto plural: Evviva le b io n d e al p o t e r e l («¡V iva las rubias en el poder!»). Las lenguas que han conservado la antigua regla de la concordancia en las palabras de la segunda categoría se encuentran muchas veces con dificultades, y las gramáticas tienen que dar reglas más o menos compli­ cadas que no siempre se observan en la vida ordinaria, ni siquiera los «mejores escritores». Unas cuantas citas del inglés bastarán para mos­ trar la naturaleza de tales dificultades con verbos 17: Not o n e in ten o f t h e m w rit e it so b adly — Ninguno de los diez lo escri­ be tan mal. Ten is o n e and nine — Diez es uno más nueve. 17.

Estos ejemplos están tomados de A Modern English Grammar II, cap. V I.

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None are i v r e t c h e d but b y th eir oxvn jault — Nadie es desgraciado si no es por su propia culpa. None has m o r e k eenly f el t t h e m — Nadie los sintió con mayor agudeza. Neither o f y o u r heads are safe — Ni una ni otra de vuestras cabezas esta a salvo. Much care and p a tie n c e w e r e n e e d e d — Se necesitaba mucha atención, cuidado y paciencia. I f t h e dea th o f n eith er man ñ o r gnat are d e s i g n e d — Si ni la muerte de un hombre ni la de un mosquito responden a un plan. Father and m o t h e r is man and w i f e ; man and w i f e is o n e f le s h — Padre y madre son marido y mujer; marido y mujer son una sola carne. His hair, as w e l l as his e y e b r o w s was noiv xohite — Su cabello, así como sus cejas, eran ahora blancos. T h e f i n e lady, o r f i n e gen tle m a n , w h o s h o w m e th eir t e e t h — La fina dama, o el fino caballero, que me muestran sus dientes. O n e o r t w o o f his things are still w o r t h y o u r readin g — Una odosde sus obras valen todavía la pena de que las leas. His m eat was loc ust and w il d h o n e y — Su carne era de algarroba y miel salvaje. Fools are m y t h e m e — Mi tema son los tontos. Both death and I am f o u n d etern al — Se descubre que yo como la muer­ te soy eterno. Todas estas citas están tomadas de escritores famosos, la última, por ejemplo, de Milton. Dificultades similares encontramos en las formas ad­ jetivas en las lenguas que hacen concordar a sus adjuntos en número, en género o en caso con palabras primarias, y una simple comparación del francés ma f e m m e et m e s en fa nts («m i mujer y mis hijos») o la p r e s s e lóc ale et les c o m i t é s locaux («la prensa y los comités locales») con el in­ glés m y w i f e and child ren («m i mujer y mis hijos») muestra la ventaja que supone para una lengua el deshacerse de distinciones superfluas como ésas en las palabras de la segunda categoría 1S. 18. En el caso en que el sujeto no está expresado fuera del verbo, como ocurre con frecuencia en las lenguas indoeuropeas, no es en absoluto superfluo que el verbo lleve la indicación del número, a diferencia de los casos en que el sujeto va expre­ sado por separado del verbo; es lo que vemos en latín por ejemplo con Amamus Laeliam («Amamos a Laelia») y Am ant Laeliam («Am an a Laelia»). En italiano ve­ mos un caso especial en frases como Furono soli con la ragazza («estaba solo con la muchacha»), que es equivalente a Egli e la ragazza furono soli («él y la muchacha estaban solos») y a Egli fu solo con la ragazza («él estaba solo con la muchacha»). Se pueden encontrar ejemplos en francés, alemán, eslavo, albanés y en otras lenguas en Meyer-Lübke, Einführung in das Studium der Romanischen Sprachwissenschaft, pág. 88, y en Delbrück, Vergleichende Syntax der Indogermanischen Sprachen 3, pág. 255. En inglés, existe un empleo del plural del atributo que entra dentro de esta categoría en Joseph is friends with Miss Sharp («Joseph y Miss Sharp son amigos») y en tam­ bién en danés Ham er jeg gode venner med («él y yo somos grandes amigos»).

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El plural d e la idea verbal La idea de «uno o más de uno» no es incompatible con la idea expre­ sada por el propio verbo. No estoy pensando en este caso en lo que los verbos que R. M. Meyer llama v er b a pluralia tantum 19, pues se refiere a verbos como los alemanes w i m m e l n («pulular»), sich anhaufen («acu­ m ularse»), sich z u sa m m en r o tten («agruparse»), y umzingeln («cercar») en alemán o sw a r m («horm iguear»), t e e m («abundar»), c r o w d («apretu­ jarse»), a ss e m b le («reunirse») y c o n s p i r e («conspirar») en inglés, en los que la necesidad de la idea plural no va en el verbo como tal, sino en el sujeto 20; sino que estoy pensando en aquellos casos en que la propia idea verbal por sí misma exije el plural. Lo que ello significa lo vemos fácilmente si consideramos primero los substantivos verbales y substan­ tivos nexos que hemos definido en el capítulo X, Si el plural de o n e walk («un paseo») o o n e action («una acción») es (sever al) walks (« [v a ­ rios] paseos») y (s e v e r a l ) actions («[v a rias] acciones»), el plural de la idea verbal debe ser «hacer varios paseos», «realizar más de una acción». Pero en inglés y en la mayoría de las lenguas no existe una forma verbal distinta para indicarlo; cuando digo h e walks («él pasea»), h e s h o o t s («él dispara»), t h e y walk («ellos pasean»), t h e y s h o o t («ellos disparan»), es imposible decir si se trata de un paseo o de más de uno y si de un dis­ paro o de más de uno. Si decimos t h e y o f f e n kissed («se besaban con fre­ cuencia»), vemos que el adverbio expresa exactamente la misma idea plu­ ral que la forma plural y el adjetivo en m a ny kisses («muchos besos»). En otras palabras, el plural real del verbo es lo que en ciertas lenguas se expresa mediante el llamado frecuentativo o iterativo. A veces se trata de una «forma» distinta del verbo que muchas veces se clasifica con el sistema de los tiempos 21 o el sistema del aspecto de la lengua en cuestión, como cuando en las lenguas semíticas se expresa la repetición (como tam­ bién la duración, etc.) mediante un reforzamiento (por reduplicación o alargamiento) de la consonante media, o en chamorro por una redupli­ cación de la sílaba acentuada de la raíz verbal22. A veces existe una forma distinta para expresar una acción repetida o habitual, así en ciertos casos en latín mediante la terminación -ito como en cantito («cantar con frecuencia»), v e n t i l o («venir a menudo»). Desde un punto de vista for­ mal visito (literalmente, «ver a menudo») es un frecuentativo doble, pues está formado a partir de viso («exam inar»), que es a su vez un frecuen­ tativo de v i d e o («ver»), pero la idea plural tiende a desaparecer: en fran­ 19. R. M. Meyer, lndogermanische Forscbungen, 24, 279 y ss. 20. Q uarrel («reñir») entra dentro de esta categoría, puesto que es necesario que haya por lo menos dos personas para que riñan; si tenemos un singular como I quarrel w ith him («riño con él») hay que relacionarlo con los ejemplos„que hemos visto en las págs. 92, 226, 248. 21. A propósito del imperfecto, ver págs. 329 a 331. 22. W u lff, Festschrift Vilhelm Thomsen, pág. 49.

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cés visiter («visitar») y en inglés visit («ídem ») pueden usarse para sig­ nificar una sola acción. En las lenguas eslavas esta categoría de los ver­ bos plurales o frecuentativos está muy desarrollada, por ejemplo en ruso tenemos strelivat («hacer varios disparos de fusil») formado a partir de stréljat («hacer un disparo»). En inglés varios verbos en -er, -le implican acción habitual o repetida: s t u t t er («tartam udear»), p a t t e r («cacarear»), c ha tter («parlotear»), cakle («reír sarcásticamente»), b ab ble («parlotear»). Cuando no se dispone de dichos procedimientos la acción repetida se tiene que expresar de otras formas diferentes: He He He He

talked and talked — Hablaba y hablaba... u s ed to talk o f his m o t h e r — Solía hablar de su madre. w as in th e habit o f talking — Tenía la costumbre de hablar. w o u l d talk o f his m o t h e r f o r hours — Hablaba de su madre durante horas. He talked o f his m o t h e r o v e r and o v e r again — No cesaba de hablar de su madre.

Después de haber citado el plural de substantivos verbales como walk («paseo») o kiss («beso»), hemos de recordar al lector el otro tipo de subs­ tantivos nexos, los que contienen un predicativo, como s tu p id ity («estu­ pidez»), kindness («bondad»), f o l l y («locura»). Estos también se pue­ den poner en plural, a pesar de que, como hemos observado más arri­ ba, cambian y de no numerables se convierten en numerables (cosa que son realmente, cuando se usa el singular con el artículo indeterminado: a stu pidity [«una estupidez, un acto, ejemplo de estupidez»]). Los adverbios, naturalmente, carecen de distinción de número, la única excepción la constituyen adverbios como t w i c e («dos veces»), th ric e («tres veces»), o f t e n («muchas veces»), de los que se puede decir que son plurales de o n c e («una vez»), porque lógicamente dichos adverbios son equivalentes de «dos veces, tres veces, muchas veces»; así pues, la idea plural se refiere a la idea substantival contenida en el adverbio y que está explícita en grupos de la 3.a categoría como at t w o (t h r ee, m any) places («en dos [tres, muchos] lugares»). De igual forma, podemos decir que grupos como n o w and t h e n («de vez en cuando»), h e r e a nd t h e r e («aquí y allí») contienen una idea plural, pues significan lo mismo que at various ti m es («en varios momentos»), at various p la ces («en diferentes lugares»), pero esto, naturalmente, no afecta a la validez de la afirma­ ción general según la cual el concepto de número no se puede aplicar a los adverbios.

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APENDICE A LOS CAPITULOS SOBRE EL NUMERO P ara in d icar el lug ar d en tro d e una serie, la m ayoría (¿to d a s?) de las len ­ guas disp o n en de palabras d erivad as d e los num erales (cardinales); se les llam a o rd in ales. C on m ucha frecuencia los p rim ero s o rdinales no se fo rm an a p ar­ tir de lo s card in ales co rresp o n d ien tes de la fo rm a usual: prim us, firs t, erst no gu ardan relación con unus, one, ein, sino que desde el origen designan lo que es p rim o rd ia l en cuanto a lugar o a tiem po. El la t. secundus («segun do») o ri­ gin ariam en te significaba « sig u ien te» y no precisaba el n ú m ero de o bjetos que p reced ían ; con frecuencia en contram os una palabra para designar al segundo o b jeto , que al m ism o tiem po tien e el vago significado de « d ife re n te » , así el antiguo inglés o p e r, que se co n servó en inglés m edio con el sentido in d e ter­ m inado de o th e r (« o tro » ), m ientras que el card in al se tom ó del francés, el ale­ m án a n á e r y el danés anden. E n francés ex iste una nueva form ación regular a p a rtir de dos: deuxiém e, que en u n p rincip io se usaba p ro b ab lem en te en com binaciones com o vin gt-d euxiem e («vig ésim o segundo») p o r analogía con vin gt-et-un iém e («vig ésim o p rim ero »). E n m uchos casos se usan los card inales cuando desde un p u nto de vista lógico estricto se d eberían em p lear los o rd in ales; ello se debe a la co n ven ien ­ cia, esp ecialm en te cuando se trata de núm eros alto s; así se dice 1 9 2 2 cuando se debería d ecir th e 1 9 2 2 n d year a fte r C h rist’s b irth («el año 1 9 2 2 ° después del nacim ien to de C risto » ), En este caso el ruso em plea el ordinal. Lo m ism o o cu rre al leer indicaciones com o Une 7 2 5 («lín ea 7 2 5 » ) , ch apter X V I I I («ca­ p ítu lo X V I I I » ) , etc., y en francés tam bién L ouis X I V («L u is X I V » ) , le 1 4 septem bre («e l 1 4 de sep tiem b re»), etc. D espués de la palabra que significa «n ú m e ro », el uso del cardinal en lugar del o rd in a l es u n iv ersal: nu m h er seven («n ú m ero siete») significa el séptim o de la serie. Lo m ism o o cu rre con la indicación de la « h o ra » : at tw o o ’clock («a las dos h o ras»), a t th re e -ftfty («a las tres cincuenta»). O b sérvese el uso del o rd in al en alem án d ritte h a lb y en danés h e lvtre d ie, que significan am bos «dos y m ed io », p ero que literalm en te significan: «el te r­ cero es solam ente la m itad », y el uso algo d ife ren te en escocés de h a lf three, de k lo k k en h a lv en danés y de um h alb d re i U h r en alem án que significan «a las dos y m ed ia». En m uchas lenguas los o rdinales (con adición o no de la palabra « p a rte ») son los que se u tilizan para ex p resar las fracciones: fiv e seven ths, cin q septiémes, fü n f sieb en tel, fem syven d ed el, q u e significan todos ellos «cinco séptim os», etc. En cam bio, en el caso de 1/ 2 se em plea una palabra d ife ren te: half, dem i, etc.

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CAPITULO XVI LA PERSONA

D efin icio n es En el N ew Englisb Dictionary se define a la «persona» gramatical­ mente como sigue; «Each of the three classes of personal pronouns, and corresponding distinctions in verbs, denoting or indicating respectively the person speaking {first per son) , the person spoken to (s e c o n d person), and the person or thing spoken of (third p e r s o n ) » («cada una de las tres clases de pronombres personales y las correspondientes variaciones en los verbos, que denotan o indican respectivamente la persona que habla [ primera p er ­ sone?], la persona a quien se habla [ s e g u n d a p e r s o n a ] y la persona o cosa de quien se habla [ t ercera p e r s o n a l » ) , Pero aunque esta misma definición se encuentre en otros buenos diccionarios y en la mayoría de las gramá­ ticas, es evidentemente errónea, porque cuando yo digo I am ill («yo es­ toy enfermo») o y o u m u st g o («tu tienes que ir») tanto I («yo ») como y o u («tú ») son, sin lugar a dudas, aquello de lo que se habla; la diferencia real se encuentra pues entre: 1°, el hablante; 2.°, al que se habla y 3.°, lo que no es ni el hablante ni al que se habla. En la primera persona se habla de uno mismo, en la segunda se habla de la persona a quien se dirige la palabra, y en la tercera se habla de aquello que no es ni la pri­ mera ni la segunda persona. Es importante recordar además que cuando empleamos así la pala­ bra «persona» — adjetivada con uno de los tres primeros ordinales— , significa algo muy distinto de su acepción más corriente de «persona», no implicando el significado «personalidad», como condición humana o racional; th e h o rse runs («el caballo corre») y th e sun shines («el sol brilla»), están en tercera persona; pero en una fábula podemos hacer que el caballo diga I run («yo corro») o que el sol diga I shine («yo brillo») y ambas frases están en primera persona. Este uso de la palabra «perso­ na», que procede de los gramáticos latinos y, a través de ellos, de los griegos (que hablaban de p r o s ó p o n ) es una de las muchas inconveniencias 253

de la terminología gramatical tradicional que están demasiado arraigadas como para abolirías ahora, por muy extraño que pueda parecer a una mente sencilla que se le enseñe que los «verbos impersonales» van siem­ pre en «tercera persona»: pluit, it rains («llueve»). Algunos autores han hecho la objeción de que un pronombre como it no se debe incluir entre los «pronombres personales», pero dicha inclusión está justificada, si consideramos que la expresión «pronombre personal» significa pronom­ bre que indica persona en el sentido que aquí hemos citado. Pero, cuan­ do hablamos de la distinción entre los dos pronombres interrogativos w h o («quién») y what («qué») y encontramos que el primero se refiere a per­ sonas y el segundo a todo lo que no es persona, podríamos sentirnos in­ clinados a llamar pronombre personal a w h o , lo que sería realmente in­ cómodo. Constituye una consecuencia inmediata de la definición de primera persona que hemos dado, hablando estrictamente, que la primera persona aparezca solamente en singular*; en un capítulo anterior ya hemos ci­ tado el hecho de que la llamada primera persona del plural «nosotros» es en realidad «Yo + alguien más o algunos otros», y en algunas obras que tratan de las lenguas amerindias las figuras 1/2 y 1/3 se usan adecua­ damente para designar a «nosotros», según que lo que se añada a «yo» sea de la segunda o de la tercera persona respectivamente. Por curiosidad, puedo citar aquí una frase para ilustrar el valor emo­ cional de las tres personas: With Ruskin t h e p e o p l e are a lw a y s « Y o u » ; w it h Carlyle t h e y are e v e n f a r th er away, t h e y are « t h e y » ; b ut w ith Morris t h e p e o p l e are alw ays « W e » («Para Ruskin, las gentes del pue­ blo son siempre «vosotros»; para Carlyle, están todavía más lejos, son «ellos»; pero, para Morris, son siempre «nosotros»)2. En muchas lenguas la distinción entre las tres personas figura no sólo en los pronombres, sino también en los verbos, así en latín (amo, amas, amat), en italiano, en hebreo, en finés, etc. En dichas lenguas muchas fra­ ses carecen de indicación explícita del sujeto y en un principio se decía solamente e g o a m o («yo amo»), tu amas («tú amas») cuando era necesario o deseable subrayar la idea de «yo » o «tú ». No obstante, con el paso del tiempo, se volvió cada vez más usual añadir el pronombre, incluso cuando no se pretendía dar ningún énfasis especial y así se fue obscureciendo gra­ dualmente el sonido de las terminaciones personales en los verbos, a me­ dida que se iba volviendo cada vez más superfluo para la correcta com­ prensión de las frases. Así en francés f a i m e («yo amo»), tu a im e s («tú 1. Cuando se emplea I o me («yo») o ego, como substantivos, como ocurre en Jos textos filosóficos, se trata de una tercera persona que, como tal, admite un plu­ ral: several I ’s (me’s ) («varios yos»), several egos («varios egos»). P or tanto, hay algo incongruente en la frase de Lowes en Convention and R evolt in Poetry, 6: The I who see am as manifold as what I see («el yo que ve soy tan m últiple como lo que veo», literalmente). 2. Bruce Glacier, W illiam Morris.

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amas»), il aim e («él ama»), je veux («yo quiero»), tu veux («tú quieres»), il v e u t («él quiere»), je vis («yo vivo»), tu vis («tú vives»), il vit («él vive») son idénticas en sonido. En inglés tenemos la misma forma en I can («yo puedo»), y o u can («tú puedes»), h e can («él puede»), I s a w («yo vi»), y o u sa w («tú viste»), h e sa w («él vio») e incluso en el plural w e can («nosotros podemos»), y o u can («vosotros podéis»), t h e y can («ellos pue­ den»), w e s a w («nosotros vimos»), y o u sa w («vosotros visteis»), t h e y sa w («ellos vieron»); en estos casos, los niveles fonético y analógico han ido a la par para borrar las distinciones personales. No obstante, éstas no han desaparecido enteramente, pues encontramos supervivencias en francés j'ai («yo tengo»), tu as («tú tienes»), il a («él tiene»), n ous a von s («noso­ tros tenemos»), v o u s avez («vosotros tenéis»), ils on t («ellos tienen») y en inglés I g o («yo voy»), h e g o e s («él va») y generalmente en la tercera persona singular del presente. En danés moderno todas estas distincio­ nes han desaparecido: j e g s e r («yo veo»), du s e r («tú ves»), han se r («él ve»), v i s e r («nosotros vemos»), I ser («vosotros véis»), d e se r («ellos ven») y así en todos los verbos y en todos los tiempos, exactamente como en chino y algunas otras lenguas. Esto debe considerarse la etapa ideal o lógica del lenguaje, dado que la distinción pertenece a la primera idea y no necesita repetirse en las palabras secundarias de la segunda cate­ goría. En inglés se ha desarrollado una distinción en los verbos auxiliares usados para expresar la idea de futuro: I shall g o («yo iré»), y o u will g o («tú irás»), h e will g o («él irá») y para expresar la idea de irrealidad con­ dicional: I s h o u l d g o («yo iría»), y o u w o u l d g o («tú irías»), h e w o u l d g o («él iría»). Un imperativo (y podríamos añadir, un vocativo) está virtualmente en segunda persona, incluso en casos como Oh, please, s o m e o n e g o in and tell h e r («Oh, por favor, que alguien entre a decírselo») o Go o n e and cal th e l e w into th e co u rt («Que alguien vaya y convoque al judío a la corte») (Shakespeare), como vemos claramente, por ejemplo, por adición en And hring ou t m y hat, s o m e b o d y , will y o u («y tráigame mi sombrero, alguien, por favor») (Dickens). En inglés la forma de los verbos no revela qué persona se usa, pero otras lenguas tienen una tercera persona del imperativo, en casos en que existe un conflicto entre la tercera persona gramatical y el concepto de segunda persona. No obstante, a veces esta última prevalece, incluso en la forma, como cuando en griego encontramos sigan n un hapas ekhe sigan (caso en que, según W ackernagel3, substituye a ek h et ó (3.a persona): «silencio, que todos guarden silencio ahora». Cuando encontramos una primera persona plural en imperativo, como en italiano d ia m o («dem os») y en francés d o n n o n s («demos»), el significado virtual es «da y yo daré también» y así en este caso el imperativo se refiere siempre a la' segunda persona. En inglés la antigua forma g i v e w e 3.

V orlesungen ü b er Syn tax, pág. 106.

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(«dem os») ha quedado substituida por let us g i v e [«dem o s»] (como en danés y, en cierta medida, en alemán); en este caso let, naturalmente, tan­ to del punto de vista gramatical como conceptual, está en segunda per­ sona y la tercera persona del plural aparece solamente en el nexo corres­ pondiente us give. El adverbio de lugar correspondiente a la primera persona es h e r e y cuando encontramos dos adverbios en el sentido de «no aquí», como en los dialectos ingleses del norte t h e r e («allí») y y o n d e r o y o n , y o n d («allí»), podríamos decir que t h e r e corresponde a la segunda y y o n d e r a la tercera persona 4; pero muchas veces existe solamente un adverbio para las dos ideas, como en el inglés general t h e r e («allí»), pues y o n d e r ha quedado anticuado. La conexión entre la primera persona y «aquí» la ve­ mos en italiano, donde el adverbio ci («aquí») se usa muy ampliamente como pronombre de la primera persona del plural en los casos oblicuos en lugar de ni («nosotros»). En alemán tenemos dos adverbios de movi­ miento, hin para un movimiento hacia y h er para un movimiento desde. En su obra Les Langues Ouralo-A ltdiques5, W . Bang piensa que es indudable que la mente humana, antes de tener el concepto de «yo» y «tú », tuvo el de «aquí» y «allí». Por tanto, distingue dos clases de elementos pronominales, una para aquí, y o , ahora y que incluye los elementos que empiezan con m-, n- y otra para no-yo, allí, y que incluye los elementos que empiezan con t-, d-, s-, n-; esta segunda clase se subdivide en dos: «a) b)

la persona más cercana, ahí, tú, hac e p o c o , h ace un rato, la persona más alejada, allí, él hac e m u c h o ti e m p o , p o s t e r i o r m e n t e » .

Cito esta opinión porque me parece interesante, a pesar de que en esta obra procuro evitar toda clase de especulaciones sobre la gramática primitiva y el origen de los elementos gramaticales.

Perso na c o m ú n y p er so na g e n é r i c a Más arriba hemos visto (p. 232) que es, o sería, conveniente en algu­ nos casos disponer de una forma para el «número común»; de- igual for­ ma a veces se siente la falta de una «persona común». Como ya hemos observado, n o so t r o s plantea el problema, dado que substituye a «yo y tú» y «yo y algún otro» y combina así la segunda y la tercera personas segunda y tercera. Pero esto no se aplica a los casos en que las dos personas no van unidas mediante y, sino que van separadas, por ejemplo, por una conjunción. En este caso encontramos considerables dificultades en las lenguas que distinguen personas en sus verbos: eith er y o u o r I are w r o n g 4. 5.

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Cf. los tres demostrativos latinos bic (1), iste (2), ille (3). Bruselas, 1893.

(«o tú estás equivocado o lo estoy y o » )6. Obsérvese también el uso de our en Clive and I iven t eac h to o u r habitation («Clive y yo fuimos cada uno a nuestra habitación») (Thackeray), caso en el que se habría podido decir: . .. e a c h to his h o m e («...cad a uno a su casa»), y, mientras que el danés usaría sin duda su pronombre reflexivo de la tercera persona: Clive o g j e g gik h v e r til sit h )em («Clive y vo fuimqs cada uno a su casa»), como se dice: Vi t o g h v e r sin hat («Cogimos cada uno nuestro sombrero»), pero una persona común sería más lógica. Wackernagel cita un caso curioso en que una forma de persona común hubiera resuelto la dificultad7: Uter mer uistis culpam [«¿C u ál de vo­ sotros dos ha merecido la culp a»?] (Plauto). Efectivamente, ute r requeri­ ría la tercera persona del plural porque la frase se dirige a dos hom­ bres. Todavía en un sentido más amplio puede considerarse también «per­ sona común» lo que yo llamaría la «persona genérica» como en francés on. En el capítulo del número (p. 241) ya he estudiado el uso en este sen­ tido del singular plural genéricos con o sin artículo en varias lenguas, y en el capítulo sobre la relación entre sujeto y objeto he hablado del desarrollo del italiano si y su construcción (p. 186); éste es el momento de señalar que lo que desde el punto de vista conceptual es «toda persona» o «ninguna persona en particular» aparece expresado, de hecho, en las tres personas gramaticales: 1. As we k n o w — Como sabemos. 2. You n e v e r can tell — No se puede decir. 3. One ivould think he w as mad — Se diría que está loco. What is a fellow l o think — ¿Qué hay que pensar? They say (people say) that h e is mad = Dicen (la gente dice) está loco.

que

La elección entre estas expresiones diferentes depende de un factor más o menos emocional: unas veces querer poner énfasis en el hecho de que nos incluimos a nosotros mismos en la afirmación general, a veces queremos dirigirnos de forma especial a la persona a la que hablamos en el momento 8, y otras veces queremos dejar nuestra persona en el fondo, a pesar de que lo que se expresa es la primera persona más que otra cosa: 6. Para más detalles, se pueden consultar los ejemplos que figuran en Language, págs. 335-336. 7. Vorlesungen über Syntax, pág. 107. 8. En M artin Edén, de Jack London, he encontrado en la página 65 esta con­ versación que ilustra muy bien el alcance del «os» genérico en la lengua corriente. Mademoiselle Ruth dice a M artin Edén: « A propósito, M. Edén, ¿a qué le llama us­ ted pintarse? Ya ha hablado usted de ello varias veces.» — «Oh, pintarse, dice él riendo. Es argot. Quiere decir beber whisky o cerveza, todo lo que puede emborra­ charos». A lo que ella responde diciendo: «No diga os, cuando no habla de nadie en particular. Os es demasiado personal, y usted ha traicionado su pensamiento al

257 1 7 . — FILOSOFÍA GRAMÁTICA

o n e («uno»), a f e l l o w («un tipo»). Pero el nombre de «persona generica» abarca el concepto que subyace a todos esos empleos de las diferentes personas gramaticales. Es interesante observar que en algunas lenguas el pronombre que sig­ nifica «nosotros» está desapareciendo y se va viendo substituido por la expresión genérica («uno»). Así en francés j e suis prét, e s t- c e q u ’o n part («Estoy listo, ¿salim os?») en lugar de ... n o u s p a r t o n s 9; de Gaspard de Benjamín cito Nous, on va s ’battre, nous, on va s ’tu er («nosotros vamos a batirnos, nosotros vamos a matarnos»), donde el contraste entre n o u s y on es muy marcado y Moi, j ’a tten d s le ballet, e t c ’es t n o u s q u ’on dansera a v e c les p et it e s Allemand es («Yo voy a esperar el ballet y nosotros sere­ mos los que bailaremos con las alemanitas»). En italiano es muy co­ mún: La piazzetta d o v e noi si g io c a v a a v olan o — La placita donde jugábamos al volante (Verga, Eros, 27). Noi si p o t r e b b e a nch e partiré da un m o m e n t o all’altro — Nosotros po­ dríamos marcharnos de un momento a otro. (Fogazzaro, Dan. Cortis, 31). La sign ora Dessalle e io si va stamani a visitare i C o n ven ti — La señora Desalíe y yo vamos a ir a visitar los conventos esta mañana (Fogazzaro, Santo, 139). Noi si sa c h e lui non v u o l e andaré! — Nosotros sabemos que él no quiere venir (Id., 2 1 6 ) 10. La frecuencia de este fenómeno en italiano parece mostrar que la ra­ zón a que se debe no es la que aduce Bally. según el cual en la primera persona plural n o u s ch a nton s («nosotros cantamos») el verbo lleva una terminación especial que es inútil y no armoniza con las de j e c ha nte («yo canto»), tu ch a ntes («tú cantas»), il ch a n te («él canta»), ils ch a n te n t («ellos cantan)», cuya pronunciación se ha vuelto idéntica pero, enton­ ces, ¿qué decir de v o u s chantez [«vosotros can táis»]?). Pero, probable­ mente Bally está en lo cierto, cuando dice que mientras que formas como m o i je chante, toi tu chantes, lui il chante, eux ils c h a n t e n t son perfedtamente naturales, la combinación con la primerea persona plural enfática n o u s , n ous cha nton s es obscura e inarmoniosa y que, por tanto, la forma emplearlo al instante.» — «No comprendo muy bien.» — «Veamos, acaba usted de decir “beber whisky o cerveza” , todo lo que puede emborracharos, eso quiere decir todo lo que puede emborracharme a mí, ¿verdad?» — «Pero, claro, ¿ese es el efec­ to que le produciría a usted, no?» — «Naturalmente, dice ella sonriendo, pero sería más amable no mezclarme en eso. Basta con decir la gente en lugar de os, es mu­ cho mejor.» 9. Cf. Bally, Le Langage et la vie, Genéve, 19 13 , pág. 59. 10. Se pueden encontrar otros ejemplos de este fenómeno en N yrop, Ital. Gram ­ matik, 19 19, pág. 66.

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n o u s o n se ha preferido como más satisfactoria para el oído y para la mente.

P er so n a c o n c e p t u a l y p er s o n a gramatical En la inmensa mayoría de los casos existe una completa coincidencia entre la persona conceptual y la persona gramatical, por ejemplo, el pro­ nombre «yo » y las formas verbales correspondientes se usan cuando el hablante habla realmente de sí mismo y así también con las demás per­ sonas. No obstante, las desviaciones no son raras; servilismo, deferencia o simple educación pueden hacer que el hablante evite la mención di­ recta de su propia personalidad, y así una tercera persona puede subs­ tituir a «yo» como y o u r en y o u r h u m b l e servan t («su humilde servidor») o en español D isponga V., caballero, d e e s t e su serv id or . En lenguas orien­ tales esta característica se lleva hasta sus últimas consecuencia y pala­ bras que originalmente significan «esclavo» o «súbdito» o «sirviente» se han convertido en las expresiones normales para «yo» 11. En Europa oc­ cidental, con su mayor afirmación del individuo, expresiones de ese tipp se usan principalmente en el lenguaje de la broma, así en inglés y o u rs truly. («su servidor») en el lenguaje epistolar, this child y vulgarmente this b a b y («este niño»). Un substituto cortés de «yo» es n u m b e r o n e («nú­ mero uno»). Algunos escritores evitan lo más posible decir «yo» mediante construcciones pasivas, etc. y cuando esos recursos no se pueden utilizar di­ cen el a uto r o el crítico. Un ejemplo famoso de autodesdibujamiento para producir la impresión de absoluta objetividad es César, quien en sus co­ mentarios usa César en lugar del pronombre de primera persona. Pero, naturalmente, es diferente, cuando el mismo procedimiento de usar el propio nombre en lugar del pronombre personal lo usan el Fausto de Harlowe o el Julio César de Shakespeare o Cordelia o Richard II o el Saladino de Lessing o el Hakon de Oehlenschláger 12. En algunos casos esto puede ser una especie de introducción de uno mismo a la audiencia, pero generalmente es el resultado del orgullo o de la arrogancia. Otro caso más es el que vemos cuando personas mayores, al hablar a los niños, dicen «papá» o «tía M ary» en lugar de «yo» para que hacerse entender mejor 13. En inglés se usa a veces p r e s e n t c o m p a n y («los presentes») en lugar 11.

Cf. por ejemplo F. M üller, Grundriss der Sprachwissenscbaft, II, 2, pág.

121 . 12. Se pueden encontrar numerosos ejemplos de este fenómeno en alemán, en viejo normánico, en griego y en otras lenguas en Grimm, Personenwechsel, págs. 7 y ss. 13. Cuando alguien habla consigo mismo diciendo tú (Juan, has vuelto a hacer una tontería: ¿cómo es posible que seas incapaz de conducirte correctamente?), se trata de una segunda persona conceptual. Para más detalles sobre los monólogos en segunda y en primera persona, ver Grim m, id., págs. 44 y ss.

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de w e («nosotros»): You f a n c y y o u r s e l f a b o v e p r e s e n t c o m p a n y («Os creéis superior a los presentes»). Entre los substitutos de la segunda persona conceptual citaré en pri­ mer lugar el paternalista w e («nosotros»), usado con frecuencia por pro­ fesores y doctores: Well, and h o w are w e to-day? («Bueno, y ¿cómo es­ tamos hoy?») para indicar predisposición favorable al reunir en un mismo término al hablante y al oyente. Esto parece ser corriente en muchos paí­ ses, por ejemplo, en Dinamarca, en Alemania 14 y en Francia: Eh bien, n o u s d e v i e n d r o n s un gran savant c o m m e le p é r e ? («A sí que, ¿llegaremos a ser un gran sabio como el padre?») (Bourget), Oui, n o u s a v o n s d e l ’anémie, d e s ír o u b le s n erv e u x («Sí, tenemos anemia, trastornos nervio­ sos») seguido inmediatamente por v o u s [«u sted »] (Maupassant). El ma­ tiz usual de protección está ausente de este n o so t r o s en el frecuente ejem­ plo danés J e g skal s ige os («Déjeme decirle»). A continuación tenemos los substitutos que constan de un pronom­ bre posesivo y del nombre de la cualidad: Y o u r h igh n ess («Su alteza»), y o u r ex cellen ey («su excelencia»), y o u r Majesty («su majestad»), y o u r Lordsbip («su señoría»), etc. Sabido es que en español v u estra m e r c e d abreviado en u s te d se ha convertido en la palabra educada habitual de la segunda persona. En francés Monsieur, («señor»), Mada me («señora»), Madem ois elle («señorita») se pueden usar en lugar de v o u s («usted»): M o n sieur d ési r e? («¿E l señor desea?»), etc. En países en que se insiste mucho en los títulos los pronombres personales simples y naturales tie­ nen que substituirse a veces por expresiones como las que encontramos en alemán y en sueco: Was w ü n s c h t ( w ü n s c h e n ) d e r Herr Leutnant? («¿Q ué desea mi teniente?») o Darf ich d e m gn á d i g en Fraulein e t w a s Wei n ei n sch en k en? («¿Puedo servir un poco de vino a la señorita?»). En Suecia es muy difícil mantener una conversación educada con alguien cuyo títu­ lo se desconoce o se ha olvidado. Desgraciadamente debo reconocer que hoy mis propios compatriotas están empezando a imitar a nuestro vecinos del sur y del este en este sentido y dicen: Hvad m e n e r p r o f e s s o r e n ? («¿Q ué piensa el señor profesor?») en lugar de Hvad m e n e r De («¿Q ué piensa usted?»). En alemán antiguamente era usual decir er y sie con el verbo en ter­ cera persona del singular en lugar de du, especialmente al hablar a los in­ feriores y la práctica correspondiente (han, hun) prevaleció en Dinamarca hasta bien entrado el siglo xix. La tercera persona del plural Sie se ha convertido en la actualidad en la palabra educada para la segunda perso­ na conceptual (sing. y plu.) en alemán y este uso, que Grimm llama acer­ tadamente una mancha indeleble para la lengua alemana 1S, se ha imitado servilmente en Dinamarca: De. Existe un uso diferente de la tercera persona para referirse a la se14. Grimm, id., pág. 19. 15. «Queda sobre la hopalanda de la lengua alemana a estar mancillada para siempre» (Id., pág. 13).

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una mancha con la que va

gunda persona conceptual que podemos ilustrar con una cita de la obra de Shaw, en la que Cándida dice a su marido: M y b o y is n o i loo king well. Has b e b ee n o v e r w o r k i n g ? («M i muchacho no tiene buen aspecto, ¿Ha estado trabajando excesivamente?»). De igual forma un amante puede decir m y darling («m i querida») o m y o w n girl («m i niña») en lugar de you. Existe también una forma afectuosa de dirigirse a un niño con it, que puede provenir de la costumbre de no dirigirse enteramente a un niño que es demasiado pequeño como para entender lo que se dice. Esto podemos ejemplificarlo también con una cita de Candida, quien dice a Marchanbanks: P o o r b o y ! Have I b e e n cr u el? Did I mike it slice nasty lit­ tle r ed o n io n s? ( « ¡Pobrecito! ¿No he sido cruel? ¿No le he obligado a cortar cebollitas rojas?»). Con los compuestos posesivos ingleses con s elf como m y s e l f («yo mis­ mo») vemos un conflicto entre la persona gramatical (tercera) y la persona conceptual (primera, segunda); el verbo generalmente se hace concertar al verbo con la persona conceptual m y s e lf am («yo mismo soy»), y o u r s e l f are («tú mismo eres»), aunque ocasionalmente se usa la tercera persona, Shakespeare a veces usa m y s elf batb (literalmente «yo mismo tiene») tby s e lf is (literalmente, «tú mismo es»), etc.

El est ilo in dir ec to En el estilo indirecto resulta natural en muchos casos que las perso­ nas cambien y que una primera persona del estilo indirecto se convierta según las circunstancias en segunda persona o tercera persona en el in­ directo, etc. Podemos dar el siguiente cuadro de las diferentes posibilida­ des. A habla a B y dice en estilo directo: I am glad o f y o u r a g r e e m e n t w ith hi m («Estoy contento de que coincidas con él»), él representa a C, lo cual en estilo indirecto se convierte en: 1. (A hablando a C): I said 1 was glad o f his a g r e e m e n t w ith y o u («Dije que estaba contento de que coincidiese contigo»). 2. (A hablando a D): I said I w as glad o f his a g r e e m e n t w it h him («D ije que estaba contento de que coincidiese con él»). 3. (B hablando a A): You said y o u w e r e glad o f m y a g r e e m e n t with him («Dijistes que estabas contento de que yo coincidiese con él»). 4. (B hablando a C): He said h e w as glad o f m y a g r em e n t w ith y o u («Dijo que estaba contento de que yo coincidiese contigo»). 5. (B hablando a D): He said h e was glad o f m y a g r e e m e n t w it h him («Dijo que estaba contento de que yo coincidiese con él»). 6. (C hablando a A): You said y o u w e r e glad o f his a g r e e m e n t w it h m e («D ijiste-que estabas contento de que él coincidiese conmigo»). 7. (C hablando a B): He said h e w a s glad o f y o u r a g r e e m e n t w ith m e («Dijo que estaba contento de que tú coincidieses conmigó»). 261

8. (C hablando a D): He said h e was glad o f his a g r e e m e n t w it h m e («Dijo que estaba contento de coincidir conmigo»). 9. (D hablando a E): He said h e w as glad o f his a g r e e m e n t w ith him («Dijo que estaba contento de coincidir con él»). No obstante, habría que observar que en los casos 2, 5, 8 y 9 se ga­ naría en claridad usando el nombre propio en lugar de uno o más de los ambiguos él. Simple consecuencia de la naturaleza del plural w e («nosotros») es el hecho de que muchas veces permanezca invariable, como en: H e said that h e still b e l i e v e d in our g l o r i o u s f u t u r e as a nation («dijo que todavía creía en nuestro porvenir glorioso como nación»). En inglés el auxiliar shall o s h o u l d se usa muchas veces en el lenguaje indirecto para mostrar que la segunda o la tercera persona son el resultado de un cambio de la primera persona: Do y o u think y o u shall s o o n r e c o v e r ? («Crees que te recuperarás pronto»), He t h o u g h t h e s h o u l d s o o n r e c o v e r («Pensaba que pronto se recuperaría») por oposición a la continuación: hu t t h e D o ct o r k n e w that h e w o u l d d ie («pero el doctor sabía que mori­ ría»). Existe un caso poco frecuente de un cambio del pronombre personal en El M er ca der d e Venecia de Shakespeare, Shylock exclama: M y ston es, m y dau ghter, m y duca tsl («¡M is piedras, mi hija, mis ducados!») y los muchachos de la calle se burlan de él imitándolo: W h y all t h e b o y e s in Venice f o l l o w him, Crying his sto n es, his d a u g h t e r and his d u ca ts («Y to­ dos los muchachos de Venecia lo siguen, gritando por sus piedras, por su hija, por sus ducados»). En este caso el estilo directo habría sido más natural. En las sagas islandesas es muy usual encontrar el comienzo un estilo indirecto y, después de una frase, el resto se da en la forma exacta en que se hizo el discurso. La cuarta p erso na ¿Hemos de reconocer la existencia de una cuarta persona junto a la tercera? Esta era la opinión de Rask 16, quien afirma que en h e bea ts hi m («le pega»), him está en cuarta persona, mientras que en h e b ea ts him s e lf («se pega a sí mismo») h im s e lf está en tercerapersona como el sujeto. (Por el contrario, Thalbitzer en Ha nd book o f American Ind. Lang 17, consi­ dera al reflexivo tercera persona). Y, sin embargo, podemos decir que, si aceptamos la definición de «persona» que hemos dado más arriba, estas dos están en tercera persona, y que es imposible pensar en la existencia de. una cuarta «persona», por muy cierto que sea que el mismo pronombre o forma verbal (en tercera persona) pueda referirse a diferentes seres o cosas, en la misma frase o en frases sucesivas. 16. 17.

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Rask, Vejledning, 1 8 1 1 , pág. 9 6 y Prisskr... 18 18 , pág. 2 4 1. Thalbitzer, Handbook of American Indian Languages, pág. 1.021.

Algunas lenguas amerindias tienen distinciones muy sutiles 18. En chipewa la primera vez que se cita una tercera persona no se señala de forma especial, pero cuando aparece una segunda persona subordinada, también llamada obviativo , se señala mediante un sufijo -n y la tercera que aparece, Uhlenbeck la malla s u b o b v i a t i v o mediante el sufijo -ini. En J o s e p h took t h e b o y and his m o t h e r («Joseph llevó al muchacho y a su m adre»), t h e b o y es la segunda y his m o t h e r la tercera y se indica exactamente si his se refiere a J o s e p h o al muchacho. Ante esto Brigton se lamenta de la pobreza del in glés19, lengua en la que la frase J o h n t o ld R o b e r t ’s so n that he m u st he lp him («John dijo al hijo de Robert que tenía que ayudarle») puede tener seis sig­ nificados diferentes, que en chipewa irían distinguidos claramente. No obstante, hemos de decir que casi siempre el significado de pronombres como h e y his quedan aclarados suficientemente por la situación y el con­ texto, incluso en frases como: Jack ivas v e r y r e s p e c t f u l to Tom, and alw a y s to o k o f f his hat w h e n h e m e t him («Jack tenía mucho respeto por Tom y siempre se quitaba el sombrero cuando lo encontraba»), Jack was v e r y r u d e to Tom, and always k n ock ed o f f his hat w h e n h e m e t him («Jack-trataba groseramente a Tom y siempre tiraba su sombrero cuando lo encontraba»). Sully cuenta cómo una niña de cinco años no comprendía el sentido del antiguo himno: And Satan tr e m b l e s w h e n h e s e e s T h e weakest saint u p on his k n ees («Y Satán tiembla cuando ve al Más débil santo sobre sus rodillas») y preguntaba: «Pero, ¿por qué se sientan entonces en sus rodillas?». Obsérvese también cómo hizo reír el telegrama que el Kaiser envió a la princesa heredera: Fr eu e m ich mit dir ü b c r Wilhelm's er sten Sieg. Wie herrlich hat G ott ihm zur Seite ge standen. I h m sei Dank u nd Ehre. Ich ha be i h m e is ern es Kreuz z w e i t e r u n d e r ste r Klasse v er lieh en («M e alegro contigo de la victoria de Guillermo. Qué apoyo magnífico le ha concedido Dios. Gracias y que honrado sea. Le he concedido las cruces de hierro de segunda y de primera clase»). En el inglés hablado la acentuación permite en muchos casos eliminar toda posible ambigüedad e indicar claramente lo que se quiere decir. En el ensayo de John Stuart M ili Essay o n P o e t r y leemos: Shelly is t h e v e r y r e v e r s e o f all this. W h e r e W o r d s w o r t h is strong, h e is weak; w h e r e Wordsivorth is weak, h e is s t r o n g («Sheelly es lo contrario completamente de to­ do esto. Donde Wordsworth es fuerte, él es débil; donde Wordsworth es débil, él fuerte»). Este párrafo parece absurdo si se lee sin acentuar he, pero tiene sentido perfecto con h e acentuado, que entonces se refiere a Shelley; podría incluso entenderse perfectamente, si después de acentuar el pri­ mer h e substituyésemos un h e átono por W o r d s w o rth . Ese acento aclara­ torio va indicado con itálicas en la frase de Lamb: «Children l o v e to lis­ 18. 19.

Uhlenbeck, Grammatische onderscheldingen in het Algonkinsch, 1909. Brinton, Essays of an Americanist, 1890, pág. 324.

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ten to sto ries abou t th ei r eiders, w h e n they w e r e c hild ren («A los niños les gusta escuchar historias sobre sus mayores, cuando éstos eran niños»). En el dialeceto de Somersetshire Bill c u t ’s v i n g e r significa «B ill se ha cor­ tado ei dedo», mientras que Bill cu t e e s v in g e r quiere decir «B ill le ha cortado el dedo».

P r o n o m b r e s refl exivos y r e c í p r o c o s Muchas lenguas han desarrollado pronombres reflexivos, gracias a los cuales muchas ambigüedades desaparecen. Su función consiste en in­ dicar identidad con lo que se ha dicho antes en la mayoría de los casos con el sujeto, de ahí que dichos pronombres carezcan generalmente de no­ minativo. En las lenguas indoeuropeas tenemos pronombres que originariamente empezaban con sw-, pero su esfera de aplicación no es en todos los casos la misma, por eso puede ser interesante dar un corto examen de su empleo en las lenguas que mejor conocemos. 1. Originalmente el pronombre reflexivo se usaba en las tres per­ sonas y sin distinción de número, por ejemplo, en sánscrito y en el griego más antiguo. Este uso se conserva todavía en lituano y en eslavo; así en ruso, por ejemplo, se dice t y vredis s e b e («te haces daño a ti mismo»), m y d o b o l d o v o l ’n y s o b o j u («estamos contentos de nosotros m ism os»)20. 2. En muchas lenguas el pronombre reflexivo ha quedado limitado a la tercera persona, singular o plural: así en latín se y las formas deriva­ das de ésta en las lenguas románicas; y también en alemán sich, antiguo normánico sik, danés sig, aunque, como veremos enseguida, con algunas limitaciones. 3. En los dialectos de Jutlandia este pronombre sig se usa solamente cuando se refiere al sujeto singular; cuando se refiere al sujeto plural se usa dem. Este uso de d e m en lugar del habitual si g no es nada raro en danés literario, incluso en escritores que no nacieron en Jutlandia; así Kierkegard escribe: Naar d e ikke k e d er d e m («Cuando no os aburrís») 4. Mientras que en alemán el pronombre de cortesía Sie (segunda persona desde el punto de vista conceptual) lleva el reflexivo s i c h : Wollen Sie sich setzen («¿Q uiere usted sentarse?»), la imitación danesa De va ahora siempre seguida de Dem: Vil d e De ikke s o e t t e D em (en el siglo x v ili se usaba en algunos casos sig). 5. Aunque la forma átona francesa se usa en tercera tanto en plural como en singular, la forma acentuada so i está limitada al singular y gene­ ralmente se usa solamente cuando se refiere a un sujeto inconcreto: c e q u ’il laisse d er r i ér e lui («lo que deja tras sí»), pero con sujeto inconcreto: c e q u ’on laisse d er r iér e soi («io que se deja tras sí»), pero con sujeto 20.

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Cf. Pedersen, R usstk G ram m atik.

concreto: c e qu'il laisse d e r r ié r e lui («lo que deja tras sí»), c e q u ’elle laisse d e m e r e elle («lo que deja tras sí [e lla ]» ), c e q u ’ils laissent d er r iér e eux («lo que dejan tras de sí [e llo s]»). De vez en cuando encontramos ex­ cepciones a esta regla, muy frecuentemente en Romain Rolland: II était tr o p p e u su r d e so i p o u r c e role. («Estaba demasiado poco seguro de si para esa función»)21. 6. En época muy temprana el inglés evolucionó mucho más que ninguna de las otras lenguas de la misma familia, puesto que la única huella de los pronombres reflexivos —y ello en una época muy an­ tigua— era el posesivo sin, del que hablaremos más adelante. Por lo tanto, las antiguas expresiones eran: I ivash m e, («yo me lavo»), th o u w a sh e t th ee («tú te lavas»), h e w a sh es him («él se lava»), sh e w a shes h er («ella se lava»), w e w ash us («nosotros nos lavamos»), y e toash y o u («vosotros os laváis»), t h e y w ash t h e m («ellos se lavan»). Encontramos supervivencias de éstas en expresiones como I h a v e n o m o n e y abou t m e («No llevo dine­ ro conmigo»), h e has no m o n e y a b o u t him («no lleva dinero consigo»), etc. En muchos casos el simple verbo, además de su función transitiva, tiene ahora un significado reflexivo: I wash, («yo me lavo»), I d ress («yo me visto»), I s h a v e («yo me afeito»). Pero en la mayoría de los casos el significado reflexivo va indicado expresamente mediante combinaciones con s elf: I d e f e n d m y s e l f («me defiendo»), y o u d e f e n d y our s e f («tú te defiendes»), h e d e f e n d s h im s elf («él se defiende»), ere. De esta forma han aparecido pronombres reflexivos que difieren de los originales indoeuro­ peos por el hecho de que distinguen tres personas y dos números y así se parece a los fineses, que se forman mediante itse, al que se añaden los po­ sesivos: itseni («yo mismo»), i t s e m m e («nosotros mismos»), itsesi («tú mismo»), itsensa («él mismo»), etc. Un fenómeno semejante encontramos en griego tardío e m a u t o n («m e»), se au ton («te»), heau to n («se»), etc, y especialmente en las curiosas formaciones del griego moderno to n em auto m o u («yo mismo»), to n em a u to so u («tú mismo»), ton e m a u t o sas («voso­ tros mismos»), ton em a u t o to u («él mismo), to n e a m u t o te s («ella misma»), t on e a m u to mas («nosotros mismos»), etc. La evolución del posesivo reflexivo ha seguido las mismas líneas a pesar de que aunque no ha sido completamente paralela a la de se, etc. 1. Al principio, se aplicaba a todas las personas en todos los núme­ ros. Así es todavía el uso ruso, por ejemplo, ja vzjal s v o j platok («he to­ mado mi bolsillo»). 2. Está limitado a la tercera persona, pero puede referirse tanto a los plurales como a los singulares. Esta etapa la encontramos en el latín, su us y en las antiguas lenguas germánicas, por ejemplo en gótico tenemos: Q e m u m hclljan sik sauht e seinaizo («Vinieron para que se los curase de sus enfermedades») y w i p on d a n s haubida seina («moviendo accionando la ca­ beza») (M a rco s, 15, 29). En antiguo encontramos la forma poética sin co­ 21.

Jean-Cbristopbe, 7, pág. 8 1 ; y también 3, pág. 213, 4, 6.

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rrespondientes a his («su », masculino) y he r («su », femenino), pero raras veces referido al sujeto plural y el pronombre parece haber desaparecido en época muy temprana de la lengua hablada. El antiguo normanico sinn puede referirse al plural tanto como al singular; encontramos todavía este uso en noruego: d e vasker sine h a en d e r («se lavan las manos») y en sueco. 3. Pero en danés sin se usa solamente con un sujeto en singular: Han (hun) vasker sine h a e n d er («E l [e lla ] se lava las manas»), pero De vasker d e r e s h a en d er («Ellos se lavan las manos»). 4. En los dialectos de Jutlandia, se añade una restricción según la cual sin solamente se emplea con un sujeto indeterminado: se dice Enhver (en ) vasker sine hae n d er («Cada uno se lava las manos»), pero Han vasker hans haen d er («El se lava las manos») y Hun vasker h e n d e r h a e n ­ d e r («Ella se lava las manos»). En algunas lenguas este pronombre ha perdido su carácter refle­ xivo y se usa como un posesivo general de tercera persona singular, asi en francés, en que je j mains se puede usar en cualquier posición, con el significado de «sus manos». 6. De igual forma en alemán, con la única restricción de que signi­ fica solamente «su» (de él o de ello): s e i n e Hánde («sus manos»), pero en femenino ihre Hande («sus m anos»)22. La falta de espacio me impide tratar aquí la cuestión de la distribu­ ción de los pronombres reflexivos, que difiere ampliamente en las len­ guas que lo poseen, especialmente en construcciones participantes infini­ tiva y en oraciones subordinadas 23. En los casos en que se puede hacer referencia a dos personas diferen­ tes en combinaciones complicadas, en ciertos casos la existencia de un pronombre reflexivo no basta para eliminar la ambigüedad, como en latín Publius dicit Gaium se o c c i d e r e voluisse («Publio dice que Gaio ha que22. Quizá no sea inútil recordar al lector que los pronombres posesivos no siempre se contentan con indicar el sexo (o el género) del «poseedor», sino que a veces indican el género de los substantivos a los que van aplicados. Podemos verlo examinando la forma en que se dice la misma cosa en francés, en inglés, en alemán y en danés: Son frére («su hermano») = his brother, her brother = sein Brttder, ihr Bruder = hans broder, hendes broder, sin broder. Sa soeur («su hermana») = his sister, her sister = seine Schwester, ihre Schwester = hans soster, hendes soster, sin soster. Son chat («su gato») = his cat, her cat — seine Katze, ihre Katze = hans kat. hendes kat, sin kat. Sa maison («su casa») = his house, her house = sein Haus, ihr Haus = hans hus, hendes hus, sit hus. 23. A quí vemos algunos ejemplos tomados de las antiguas lenguas germánicas: Gawaurhta tw alf du wisan mif) sis [«H izo venir a doce con él»] (Marcos 3, 14); Bisaihwands bisunjane fians bi sik sitandans [«m irando a todos los que estaban sen­ tados a su alrededor»] (Marcos 3, 34); p a i frawaurhtans pans frijondans sik frijond [«los pescadores aman a quienes les aman»] (Lucas 6, 32); Utgardaloki spyrr hvárt hann (h ó rr) hefir hitt rikara mann nokkurn en sik («Uigardaloki pregunta si ha encontrado alguna vez un hombre más poderoso que él») (Snorra Edda 52). Para más

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rido matarse») o en danés han fa n d t P e t e r l i g g e n d e i sin sen g , que no es más claro que la frase inglesa He f o u n d P e t e r lying in his b e d («Encontró a Peter acostado en su cama»). Por eso en alemán se emplea d e s sen en los casos en que sei n sería ambiguo: Der Graf hat d i e s e m Manne und d e s s e n S o h n e alies anvertraut («E l conde ha confiado todo a aquel hombre y a su h ijo » )24. Los pronombres recíprocos, que significan «uno a otro» están muy próximos a los pronombres reflexivos. Su papel consiste en precisar que cada una de las partes de los diferentes seres que componen el sujeto actúan sobre cada una de las otras partes y recíprocamente. Muchas veces se expresa el mismo significado mediante el simple pronombre re­ flexivo, bien solo como en francés ils s e ha'issent («ellos se odian») o bien añadiendo algo como en ils s e ha'issent e n t re eux («se odian entre sí») o en latín in ter s e co n figu n t , gótico Sokidedun m i p sis m isso (M arco s I, e 27) y en alemán Sie half en sich g e g e n s e i t i g («se ayudaron mutuamente») o en francés ils s e s o n t tu és l’un Vautre («se mataron el uno al otro»), dado que ils s e s o n t tu és («se mataron») se puede entender con el sentido de «se suicidaron». Combinaciones como l’un Vautre se usan también sin nin­ gún pronombre reflexivo en varias lenguas, en las que siempre tienden a convertirse en un todo inseparable, como ha ocurrido en griego allélous, danés hinanden. Y hverandre, holandés elkaar y mekaar, alemán einander. Sobre la evolución de la palabra alemana consúltese el interesante artículo de Grimm en su W ó r te rb u ch , que da también expresiones correspondien­ tes de otras lenguas diferentes (románicas, eslavas, celtas, lituano). En inglés los elementos que antiguamente iban separados, como en este ejemplo de Shakespeare gazed each on o t h e r («se miraron mutuamen­ te») o w ha t w e spea ck o n e to a n o t h e r («lo que nos decimos el uno al otro»), ahora en la lengua ordinaria se han fundido: gaze on each o t h e r («m irarse») y spea ck t o o n e a n o t h e r («hablarse el uno al otro»). En ruso d ru g y dru ga van separados por una preposición y se dice d ru g s d r u g o m («uno con otro»), pero existe la tendencia a considerar a la combina­ ción como una unidad, dado que siempre se la emplea de la misma for­ ma, sin tener en cuenta el género ni el número25. En húngaro, egy-m as parece ser simplemente la traducción del alemán e i n a n d e r 26. detalles, se puede consultar M. Nygaard, Norton Syntax, págs. 388 y ss.; Falk y Torp, G , Dansk-norskens syntax, 130 y ss., Mikkelsen, Dansk Ordfdjningsleere, págs. 258 y ss.; W estern, Norsk Riksmálsgrammatik, págs. 145 y ss.; Curme, A Grammar of the Germ án Language, págs. 187-188. 24. Curme, A Grammar of the Germán Language, pág. 168. 25. Boyer y Speranski, M anuel pour l ’étude de la langue russe, pág. 273. 26. La presencia de una palabra única como einander permite evitar las difi­ cultades que se presentan a veces cuando hay que escoger entre el singular y el plu­ ral. En francés se dice fácilmente Les trois fréres se ha’issent l ’un l’autre («los tres hermanos se odian el uno al otro», literalm ente), pero sería más lógico decir l ’un les autres («el uno a los otros») o les uns l ’autre («los unos al otro»); en ido, se duda

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A veces encontramos pronombres recíprocos como sujeto de una ora­ ción subordinada, así en una novela inglesa reciente encontramos este ejemplo: Miss C. and I are g o i n g to f in d o u t w h a t e ach o t h e r are like («M iss C. y yo vamos a averiguar en qué nos parecemos uno y otra»). Fra­ ses similares se pueden oír en danés. Muchas gramáticas tratan la teoría de los reflexivos en un capítulo sobre varias clases de verbos y dan como una de ellas la de los «verbos reflexivos» y otra la de los «verbos recíprocos». Pero no hay duda de que el verbo es exactamente el mismo en w e hurt him («le hicimos daño»), w e hurt o u r s e lv e s («nos hicimos daño») o w e hurt o n e a n o th er («nos hicimos daño mutuamente»), pues la única diferencia es la identidad o no identi­ dad de sujeto y complemento. Así también en alemán ich s c h m e i c h e l e mir («yo me adulo») y ich s c h m e i c h e l e dir («yo te adulo») contienen el mismo verbo como en ich s p o t t e m e i n e r («me burlo de mí mismo») y ich s p o t t e se in er («me burlo de él»). Los únicos casos en que podríamos hablar con razón de un verbo reflexivo serían aquellos en que encontramos un ver­ bo sin otro complemento que un pronombre reflexivo, como en inglés I p ri d e m y s e l f («me elogio a mí mismo»), danés j e g forsnakker m i g («se me ha abierto la lengua»), alemán ich s c h a m e m i ch («siento vergüenza de m í»). La identidad de sujeto y complemento (directo e indirecto) in­ fluencia la elección del auxiliar en francés il s ’es t tu é («se ha matado»), n o u s n ous s o m m e s d e m a n d é («nos hemos preguntado»). Lo que en nues­ tras lenguas se expresa con un pronombre reflexivo en ciertas lenguas puede expresarse mediante una forma separada distinta del verbo, como en la «voz media» griega: lo u o m a i («yo me lavo»), e tc .27. En las lenguas escandinavas el pronombre reflexivo sik se ha fundido en forma simplifi­ cada con muchas formas verbales, que entonces han adquirido un signi­ ficado puramente pasivo: han kaldes, originalmente «se llama a sí mismo» y ahora «le llaman». A veces el significado es recíproco: d e slás (con vocal breve) [«se pegan»]; en este verbo existe otra forma con vocal larga (y oclusión glotal) para el sentido pasivo: a sla(e)s («es pegado»). En ruso el pronombre reflexivo tiende de forma semejante a fundirse con verbos en las dos formas sja y s ’, pronunciados con una s sin palatalizar, a pesar de Ja ortografía. Para mayores detalles sobre los diferentes significados de estas formas, (vagamente reflexivos, recíprocos o más o menos pasivos), consúltense las obras de Pedersen, Boyer y Speranski28. sobre si se debía escribir La tri fra ti odias l ’unu l ’altru o l'unu l’altri o l ’uni l ’altri. Por consiguiente sería mucho más cómodo disponer de un sólo término e inmediata­ mente pensamos en mutu, que se obtendría por derivación retrógrada a partir de mu­ tílala, con lo que en ese caso este último aparecería como un adjetivo regularmente formado a partir de mutu y no como una raíz independiente. 27. La misma forma encontramos con un sentido pasivo como hemos visto en el capítulo X II, pág. 196. 28. Pedersen, Russik Grammatik, pág. 190 y Boyer y Speranski, obra citada, pág. 247.

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CAPITULO XVII SEXO Y GENERO

El g é n e r o e n d i f e r e n t e s len guas

Con el término g é n e r o nos referimos aquí a cualquier clasificación gra­ matical que presente alguna analogía con la distinción existente en las len­ guas indoeuropeas entre masculino, femenino y neutro, tanto si está basa­ da en la división natural en dos sexos 1 o en la existente entre seres ani­ mados e inanimados o en cualquier otro criterio. Mientras que una gran cantidad, probablemente la inmensa mayoría, de las lenguas carecen de género en este sentido, existen algunas lenguas que dividen a los nombres de acuerdo con este principio. Aquí solamente podemos hacer una breve mención de dichas clasificaciones, lo suficiente para mostrar, por un lado, las semejanzas y, por otro, las desemejanzas con nuestro propio sistema. En las lenguas bantúes de Africa del Sur todo substantivo pertenece a una de las diferentes clases, cada una de las cuales se caracteriza por su propio prefijo, que se repite con forma más o menos relajada como «re­ cordatorio» en todas las palabras subordinadas que se refieran al subs­ tantivo en cuestión, ya sean adjuntos o verbos. Algunas de esas clases implican número singular, otras número plural, pero ninguna de ellas hace referencia alguna al sexo, a pesar de que algunas se usan principalmente para hablar de seres vivos y otras de cosas. El número de las clases varía en diferentes lenguas pertenecientes al grupo, y el máximo es dieciséis, pero algunas de las clases se pueden confundir, y no es posible indicar en qué criterio se basa la clasificación 2. En tush, una de las lenguas del Cáucaso, se usan varios diferentes pre­ 1. Más vale distinguir claramente entre el género y el sexo que hablar de un «género gramatical» y de un «género natural» como muchas veces se hace. El lector puede ver la pág. 52 donde he explicado la distinción que hago en mi terminología entre «macho», «hembra», «asexuado» y «masculino», «femenino», «neutro». 2. Cf. Language, págs. 352 y ss. y las obras que en ella se citan.

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fijos según que se denote un ser racional del sexo masculino, un ser ra­ cional del sexo femenino, un ser irracional o una cosa. Así. Waso iva — El hermano es. B stu in o ja — La mujer es. Naiv ja — El barco es. Xaux ba — El pichón es. Bader da — El niño es. Cuando se dice «pesado» de un hombre es watshi, de una mujer jatsbi, de una cosa batshi y, de acuerdo con ello, «pesadez» es w a ts h o l, jatshol, batshol. Waso es hermano, jaso hermana, w o h muchacho, j o h muchacha. En otra lengua de la misma familia, chechene, «yo soy» es s u o w u , cuando quien lo dice es un hombre, s u o ju cuando habla una mujer, s u o du cuando es un muchacho el que habla 3. En alemán una clase comprende las cosas inanimadas, otra los seres animados, que se subdividen en humanos y no humanos. Existe una di­ visión en siete subclases de las partes del cuerpo humano, pero dicha divi­ sión se emplea también para las cosas inanimadas que presentan alguna relación con esas siete partes del cuerpo humano4. Las lenguas algonquinas hacen una distinción entre seres animados e inanimados, aunque la distribución presenta muchos puntos que nos pa­ recen extraños, como cuando las partes del cuerpo humano se consideran generalmente como inanimadas, mientras que varias partes de los cuerpos de los animales se incluyen entre las cosas animadas. Sobre esto se puede consultar la obra de J. P. B. Jossein de Jong, De W aardeerin g- sonderssc h e id in g van L e v e n d en L e venloos, Leiden, 1913, en la que el autor com­ para este sistema con el de los géneros indoeuropeos y discute las teorías lanzadas sobre el origen de este último. En las lenguas hamíticas existe una división en dos clases, una que comprende los nombres de personas, de cosas grandes o importantes y de seres machos, y otra que comprende las cosas pequeñas y seres hembras, con la curiosa regla en algunos casos de que las palabras de la primera clase, cuando van en plural, pertenecen a la segunda clase y viceversa. Así, intercambiando los mismos prefijos, el hombre se convierte en un hom­ bre pequeño, el hermano en hermana y un perro en perra o perrito. En badauyo ando («excremento») es masculino cuando se habla de un caballo, buey o camello, femenino cuando se habla de animales más pequeños. Un pecho de mujer es masculino y un pecho de hombre (por ser más peque­ ño) femenino5. Los géneros de las lenguas semíticas se consideran generalmente como 3. M uller, Grundriss der Sprachwissenschaft, III, 2, 162. 4. Schmidt, Stellung der Pygmáervólker, pág. 121. 5. Meinhof, Spr. der Hamiten, pág. 23 y passim;Die mod. Sprachforsch. in A frika, págs. 134 y ss. '

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los más semejantes a los géneros indoeuropeos, a pesar de que no existe neutro y de que en las lenguas semíticas hasta las formas verbales se ha­ cen concertar con el género o el sexo del sujeto. Así en árabe katabta («tú [m asculino] has escrito»), katabti («tú [femenino] has escrito»), kataba («él ha escrito»), katabat («ella ha escrito»), katabtum («vosotros habéis es­ crito»), katabtunna («vosatras habéis escrito»), katabü («ellos han escri­ to»), katabna («ellas han escrito»); en la primera persona no encon­ tramos tal distinción: katabtu («yo he escrito»), katabna («nosotros hemos escrito»).

El género indoeuropeo Nuestra familia de lenguas indoeuropeas en las formas históricas más antiguas que conocemos distingue tres géneros, masculino, femenino y neu­ tro, el último de los cuales puede considerarse en cierta medida una sub­ división del masculino, caracterizado principalmente por el hecho de que no hace distinción entre el nominativo y el acusativo. La distribución de las palabras en esas tres clases es en parte racional y en parte irracional. Es racional en la medida en que muchos nombres de seres masculinos son de género masculino, muchos nombres de seres hembras son femeninos y muchos nombres de cosas asexuadas son neutros. Pero junto a éstos, en algunos casos encontramos nombres de seres machos como femeninos o neutros, nombres de seres hembras como masculinos o neutros y nombres de cosas o ideas sin sexo natural como femeninos o masculinos 6. Ya he citado los diferentes intentos de explicar el origen de este sistema sin­ gular — o mejor de esta falta de sistema— en L a n g u a g e 7, así como las desventajas prácticas que im plica8. Se pueden encontrar razones por las que ciertas palabras tienen un género determinado, así Handel Jakób ha señalado recientemente 9 que las palabras que significan «tierra» (khthdn y khdra en griego, térra en latín, ziemia en eslavo, Erde en alemán) son femeninos, porque se piensa que la tierra es la madre que produce las plantas, etc.; de igual forma los nombres de árboles, porque producen los frutos; también presenta algunos ejemplos semíticos paralelos. Pero el problema principal sigue sin resolver: ¿por qué se extiende dicha clasifi­ cación a todas las palabras, incluso en casos en que no es posible ver nin­ 6. La distinción de sexo tal como los botánicos la aplican a las plantas no tiene ninguna existencia naturalmente para el gramático: el hecho de que lirio sea masculino y rosa femenino corresponde solamente al género de dichas palabras; tie­ ne tampoco relación con el sexo como el hecho de que palabras como muro y casa no sean del mismo género. 7. Language, págs. 391 .y ss. A las obras que ahí aparecen citadas podemos añadir: M eillet, Linguistique historique et linguistique genérale, págs. 199 y ss., y Vendryes, Le Langage, págs. 10 8 y ss. 8. Id., págs. 346 y ss. 9. Bulletin de l ’Académie polonaise des sciences, 1919-1920, págs. 17 y ss.

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guna relación con el sexo natural? ¿Por qué, por poner solamente un ejemplo, la palabra indoeuropea común para «pie» (p o u s , p es, f o t , etc.) es masculino, mientras que las diferentes palabras para «mano» son femeni­ nas (kheir, manus, handus, ruka)? Palabras que significan «mesa, pen­ samiento, fruto, fruta, trueno», etc. en una lengua son masculinas y en otra femeninas. Realmente resulta imposible encontrar un principio único para poner orden en este caos. El género se revela en parte mediante la forma, como cuando en latín el nominativo y el acusativo se distinguen en rex r e g e m (masculino), lex l e g e m e (femenino), mientras que ambos casos son idénticos en r e g n u m (neutro), pero fundamentalmente se trata de un fenómeno sintáctico, pues con diferentes géneros se requieren diferentes formas de adjetivos y pronombres: ille rex b o n u s es t («ese rey es bueno»), illa lex b on a es t («esa ley es buena»), illud r e g n u m b o n u m es t («ese reino es b u en o »)10. En la inmensa mayoría de los casos el género de las palabras se trans­ mite tradicionalmente de generación en generación sin cambio alguno; pero a veces se producen cambios. En no pocos casos se deben a acciden­ tes puramente formales; así, se ha observado que, en francés, las palabras que empiezan con vocal se han visto especialmente sometidas a cambios de género, porque en en su caso la forma del artículo determinado es siempre la misma (/');el artículo indeterminado un, u n e se pronunciaba en un principio [y n ] delante de una palabra que empezase con vocal. Las palabras acabadas en femenino en -e (o, debemos decir de acuerdo con la pronunciación actual, las palabras que acaban en sonido consonante) tendían a volverse femeninas. Ambas causas actuaron juntas para hacer que é n i g m e («enigm a»), ép i g r a m m e («epigram a»), é p i t h é t e fuesen feme­ ninas en lugar de masculinos. En otras ocasiones, el caso de género se ha debido al significado de las palabras. Existe una tendencia natural a que las palabras que tienen un significado próximo tengan el mismo género, pues muchas veces dichas palabras aparecen citadas en el mismo contexto, así en francés é t é («verano») de femenino pasa a ser masculino a causa de los nombres de otras estaciones, h i v e r («invierno»), p r i n t e m p s («pri­ mavera»), a u t o m n e («otoño»), que son masculinos, aunque la última de ellas vaciló durante mucho tiempo entre el masculino original y el feme­ nino; la minuit («la medianoche»), por influencia de l e m idi («el medio­ día») se convirtió en le minuit. De igual forma en alemán d ie M i tt i v o c h e («miércoles») se convirtió en d e r M i t t w o c h por influencia de d e r Tag («el día») y los nombres de los demás días de la semana. De forma semejante, el género de las palabras nuevas (o de las pala­ bras extranjeras recién adoptadas) en muchos casos va determinado por consideraciones formales, como cuando Etage es femenino en alemán, mien­ 10. El tiempo pasado en ruso, que al principio era un participio, lleva la marca del género, de forma que tenemos Znal («él sabía») en masculino, Znala («ella sa­ bía») en femenino y Znalo en neutro. Se trata de una distinción semejante a la'que en­ contramos en los verbos de las lenguas semíticas.

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tras que en francés es masculino, pero en otros casos por analogía de sig­ nificado, como cuando en alemán Beefs te ak se convierte en neutro por analogía con R indfleisch («carne de buey»), y Lift («ascensor») en mascu­ lino por influencia de Aufzug («ascensor, montacargas») o cuando en da­ nés se dice e t vita por analogía con et liv («una vida»), en examen («un examen»), igual que se dice en p r o v e («una prueba»), etc.; a veces ocurre incluso que la misma palabra aparezca tratada con diferentes significados, por ejemplo: fo t o g r a fí en , siguiendo el modelo de kunsten («arte») signi­ fica «la fotografía», mientras que f ot o g r a fi e t, formado por analogía con b illed et («im agen»), designa «una fotografía»; se habla de im perativ en para referirse al modo «imperativo» y de d e t kategoriske im p e r a tiv («el imperativo categórico»). Cuando se introdujo el sistema métrico, gram («gram o») y kilogram o kilo («kilo [gram o ]») se colocaron en género neutro siguiendo el modelo de et p u n d («una libra») y de et l o d («un pe­ so»), pero se dice en litter por («un litro») por analogía con en p o t («un pote»), y en p o e g l («un cuarto»), y en m e t e r («un metro») por analogía con en alen («una vaca») y en f o d («un pie»). Vemos la influencia de los accidentes formales en mayor escala en la forma en que el grupo de tres géneros indoeuropeos ha quedado reducido a dos en algunas lenguas. En las lenguas románicas las características dis­ tintivas del masculino y el neutro han ido desapareciendo poco a poco, principalmente por la pérdida de la distinción en los sonidos de las ter­ minaciones, mientras que la terminación del femenino con su vocal llena -a se ha conservado, consecuencia de lo cual ha sido la existencia de dos géneros solamente, masculino y femenino (sobre los restos del antiguo neutro, véase más adelante). Por otro lado, en danés, la distinción entre los artículos masculino y femenino (antiguo normánico enn, en o inn, in, einn, ein, etc.) se perdió, y así los antiguos masculino y femenino se fun­ dieron en un «género común» como en h est en («el caballo»), b o g e n («el libro»), d e n g a m l e h e s t («el viejo caballo») y d en g a m m l e b o g («el viejo libro») por oposición al neutro en d y r e t («el animal»), d en g a m le d y r («el viejo anim al»). Pero en los dialectos daneses en que la antigua termina­ ción -nn y -n se han conservado diferenciadas, pues la primera tiene una forma palatalizada de la nasal, se preservó el antiguo grupo de masculino, femenino y neutro. Ahora vamos a estudiar de forma especial la relación entre categorías conceptuales (es decir, en este caso, naturales) y categorías gramaticales e intentar mostrar como en algunos casos con el paso del tiempo las len­ guas han desarrollado otras agrupaciones diferentes y más racionales que las tradicionales.

273 18.

— f ilo s o f ía

g r a m á tic a

El sexo A pesar de que, como hemos señalado, existen muchos ejemplos de incoherencia, aún así la correspondencia entre macho y masculino, por un lado, y hembra y femenino, por otro, es suficientemente fuerte como para que se sienta activamente, y expresiones que a veces son necesarias, como en alemán e in e má nn liche Maus («un ratón macho») o ein w e i b l i c h e 9 Hase («una liebre hembra»), siempre se sienten como inarmónicas y como si contuviesen una contradicción entre la forma del artículo y el significado del abjetivo. En una revista humorística he encontrado la siguiente ilus­ tración: «El profesor: —C o m m e n t d o n e ? Vous é t e s inca pable s d e faire l'analyse grammatica le d e c e t t e sim p l e pbrase: L’a lo u et t e c h a n t e ? Vous avez écr it dans v ó t r e d e v o i r : Alouette, su bstanti f masculin singulier. El alumno: —sans dou te. Et j e m aintiens é n e r g i c a m e n t «m asculin»: chez les alou ettes, il n ’y a q u e le mále qui c h a n t e » («E l pro­ fesor: ¿Cómo? ¿No es usted capaz de hacer el análisis gramatical de esta frase tan sencilla: La alondra canta? Ha escrito usted en su ejercicio: Alondra, substantivo masculino singular. El alumno: claro que sí. Y lo mantengo enérgicamente como «masculino»: de las alondras, solamente el macho canta»). Lo mismo ocurre en sueco: Hvad h e t e r d e n bar apan? H on h e t e r Kalle, f ó r d e r ar en hanne («¿Cómo se llama este mono? Se llama Carlos porque es macho») En el norte de Jutlandia, se dice tam­ bién: I honkat rió w ne w i áse m e haj («designamos a la gata también con “é l”» 12, lo que equivale a decir él cuando se habla de una gata. El artículo i indica que kat («gato») es un nombre masculino. Por esto, existe una tendencia natural a hacer que exista coinciden­ cia entre el género y el sexo 13. Ello puede conseguirse en primer lugar mediante un cambio de forma, como cuando en latín se formó lupa para substituir a lupus, que se había usado, por ejemplo, para hablar de la loba que alimentó a Rómulo o cuando mucho después el español leona, francés lion n e italiano signora, español señ o ra se formaron a partir del la­ tín leo, sénior, que no hacían diferencias de sexo. En griego la antigua palabra neania («juventud») adoptó la terminación masculina -s y se con­ virtió en neanias {«hombre joven»). O puede ocurrir que se conserve, pero cambie la construcción sintáctica, como cuando el latín nauta auriga, al aplicarse a hombres, se volvió masculino y tomó los adjetivos en masculino, mientras originalmente era una palabra abstracta que significaba «el hecho de conducir»; o cuando en español se dice el justicia, el cura, el gallina, el figura. Así también en francés l e t r o m p e t t e («el trompeta») y la t r o m p e t t e («la trompeta») o la j u m e n t («la yegua»). En sueco la palabra statasrad («consejero de Estado»), significaba originalmente «consejo», es todavía 11. Noreen, V art Sprak, 5, 314. 12. Gronborg, Optegnelser, 72. 13. Sully toma de Lombroso el ejemplo de un niño italiano que preguntaba por qué barba («la barba») no se decía barbo.

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neutro, pero como adjetivo predicativo generalmente va en la forma co­ mún al masculino y al femenino: statasradet ar sjuk («el consejero está enfermo») y no statsr ád et ar sjukt. En danés esta palabra ha perdido de­ finitivamente su genero neutro: statsráden e r syg. Así también en danés v i v («esposa») que al principio era neutro (como en alemán das w eib, ingles antiguo p a e t w if, sueco v i v e t ) va ahora en género común y, en lu­ gar del antiguo g u d e t («el dios»), t o l d e t («el gnomo»), se dice ahora guden , trolden.

El sex o c o m ú n A veces es deseable, e incluso necesario, al hablar de seres vivos, dis­ poner de palabras que no digan nada sobre sexo y se pueden aplicar igual­ mente a seres macho y hembra. Palabras como la alemana M en sch, la da­ nesa y noruega m en nesk e, la sueca manniska significan todas «ser humano», a pesar de que curiosamente desde el punto de vista gra­ matical M en s ch es masculino (por lo cual los alemanes en ciertas expresionesvacilan a la hora de usarlo para referirse a una mujer), manniska es femenino y m e n n e s k e neutro. En inglés man se ha usado desde los tiem­ pos más antiguos para ambos sexos, pero, como también puede usarse específicamente para referirse al sexo masculino, el resultado de ello es que a veces se producen ambigüedades y confusión, como vemos, por ejemplo, en esta línea de Miss Hitchener, que tanto divertió a Shelley: All, all are m e n — w o m e n and allí («Todos, todos son hombres, tanto las mujeres como los otros»). Encontramos huellas de esa ambigüedad en ca­ sos como los siguientes: Atrabiliar o í d men, especia ll y oíd w o m e n , hint that t h e y k n o w w h a t t h e y k n o w («Los viejos atrabiliarios, especialmente las mujeres viejas dan a entender que saben lo que saben») (Carlyle), o bien T h e d eificati on o f t h e Babe. I t is n o t likely that man — th e human m a le— l e f t to h i m s e l f w o u l d h a v e d o n e this... Bu t t o w o m a n it w as na­ tural («L a deificación del Niño. Es poco probable que el hombre —el ma­ cho de la especie— la haya hecho por sí mismo... Pero para la mujer era algo natural»). El genérico singular man a veces significa ambos sexos, como en G o d m a d e th e c o u n t r y and man m a d e th e t o w n («Dios creó el campo y el hombre hizo la ciudad») y a veces solamente uno, como en Man is d e s t i n e d t o b e a p r e y to w o m a n («El hombre está destinado a ser presa de la m u jer»)14. No hay duda de que esto constituye un de­ fecto de la lengua inglesa y recientemente ha aparecido la tendencia a usar expresiones no ambiguas, aunque toscas, como a human b ei n g : Marriage is n o t w h a t it was. It's b e c o m e a d i f f e r e n t thin g b ec a u s e w o m e n h a v e b e c o m e hum an b ei n g s [«E l matrimonio ya no es lo que era. Se ha 14. Se pueden encontrar gran número de ejemplos en A Modern English Gram­ mar, II, 5, 4.

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vuelto algo diferente, porque las mujeres han pasado a ser seres huma­ nos»] (W ells) o la expresión más corta human, pl. hu m an s frecuente en libros recientes de Galsworthy, W . J. Locke, Carpenter y otros. Es interesante observar que los derivados manly («v iril»), mann ish («m as­ culino, macho»), man f u l («macho») así como compuestos como man-servant se refieren a hombres macho, pero manlike («semejante al hombre») y m a n h o o d («humanidad») se aplican generalmente a ambos sexos, como en m a n h o o d s u ff r a g e («sufragio universal»). El antiguo compuesto mankind («humanidad»), ahora acentuado en la segunda sílaba comprende a todos los seres humanos, pero la más reciente mankind, acentuado en la primera sílaba, se opone a womankind. No obstante, no todo el mundo acepta la diferencia de acento, tal como aparece en el N ew English Dic­ tionnary. La palabra francesa h o m m e («hombre») es tan ambigua como la in­ glesa man y por eso, a veces es necesario decir un é t r e humain («un ser humano»); en libros científicos encontramos incluso expresiones muy lar­ gas como un é t r e humain («un ser humano»), sans a cc e p ti o n d e sex e («sin acepción de sexo»), mientras que otras lenguas disponen de palabras sen­ cillas como m e n s c h junto a mann en alemán, a n th r o p o s junto a anér en griego, etc. I5, Mientras que gran número de nombres especiales para seres humanos se pueden aplicar a ambos sexos, por ejemplo liar («mentiroso»), p o s s e s s o r («posesor»), inhabitant («habitante»), Christian («cristiano»), aristocrat («aristócrata»), f o o l («tonto»), stran ger («extranjero»), n e i g h b o u r («veci­ no»), etc., otros, a pesar de no llevar una marca distinta, se aplican prin­ cipal, o incluso exclusivamente, a un sexo solamente, porque las funcio­ nes sociales correspondientes han quedado limitadas bien a los hombres bien a las mujeres. Ese es el caso de min ister («ministro, pastor»), b ish o p («obispo»), l a w y e r («abogado»), baker («panadero»), s h o e m a k e r («zapa­ tero») y muchos otros, por un lado, y nurse («enferm era»), dre ssm ak er («m odista»), por otro. Es curioso que algunas palabras con el paso del tiempo han quedado limitadas a las mujeres, aunque originalmente se aplicaban también a los hombres, como lemán, que con la forma l eo f m a n («hombre querido») encontramos en Chaucer e incluso Shakespeare lo emplea hablando de un hombre, después se aplicó solamente a las muje­ res y ahora ha desaparecido, b a w d («alcahueta»), w i t c h («b ru ja»), girl («chica»). Cuando resulta preferible restringir las palabras de sexo común a un sexo, se puede hacer de varias formas así man- servant o servan t-m an («ayuda de cámara»), maid-serva nt o se rv a n t girl («criada»), a he -d ev i l («diablo masculino») a sh e-d ev il («arpía»), h e r girl-friends («sus amigas»), a p o e t e s s («una poetisa»), pero hay que observar que en este último caso conceder el título de gran poeta constituye un elogio infinitamente supe­ 15.

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Cf. M eillet, Linguistique bistorique et linguistique générale, págs. 273 y ss.

rior al que implica el título de gran poetisa. También autho r («autor») es en gran medida una palabra de sexo común, a pesar de que la palabra auth o r e s (autora») existe también, pero no existe una forma correspondien­ te para denotar la mujer tea c h e r («m aestra») o s in g er («cantante»). La mayoría de las lenguas presentan incoherencias semejantes y en muchos casos han aparecido dificultades lingüísticas con la reciente extensión de las actividades de las mujeres a esferas que solían estar reservadas a los hombres 16. De las lenguas artificiales solamente una ha resuelto con éxi­ to el problema de disponer, por un lado, de palabras de sexo común y, por otro, de palabras de sexo particular, a saber, el ido, en el que todas las denominaciones sin terminación especial se pueden aplicar a ambos sexos, mientras que el masculino se expresa mediante la terminación -ulo y el femenino mediante la de -ino, por ejemplo frato («hermano o herma­ na»), fratulo («hermano»), fratino («hermana»), frati, que corresponde al alemán G e s c h w i s t e r , h o m o («ser humano»), h o m u l o («hombre»), ho m in o («m ujer»), s p o s o («cónyuge»), spozulo («m arido»), spozino («espo­ sa») y así den tisto , d en tis culo , dentistino, e tc .17. En plural existe naturalmente mayor necesidad incluso de palabras de sexo común que en singular, pero solamente algunas lenguas pueden usar el plural masculino de la misma forma que en italiano gli zii («los tíos»), que corresponde a il zio e la zia («el tío y la tía»), i fratelli («los herma­ nos»), que corresponde a il fratello e la sorella («el hermano y la herma­ na»), i s u o c e r i («los suegros»), pero no i padri en lugar de i g e n i to r i («los padres») o en español los padres, los herm anos, sus d o s hijos, Juan y P er ­ f e c t a (Galdós, D. Perf. 29). Con respecto a los animales, solamente los pocos que tienen mayor im­ portancia para los hombres, tienen una forma para el sexo común y otra para el sexo especial, como h o rse («caballo»), stallion («sem ental»), mare («yegua»); a partir de éstas existen varias graduaciones, por ejemplo d o g («perro»), h e - d o g para el macho, bitch o s h e - d o g para la hembra; sp a r ro w («gorrión»), c o ck s p a r r o w («gorrión macho»), he en -sp a rr o w («gorrión hem­ bra») hasta llegar a animales cuyo sexo carece de interés para los hablan­ tes ordinarios, como en f l y («mosca»), w o r m («gusano»). En pronombres y adjetivos, en los casos en que no existe una forma de sexo común, como ocurre en s o m e b o d y («alguien»), e v e r y b o d y («todo el mundo»), each («cada»), el masculino se usa con mayor frecuencia, como en francés q u e l q u ’un («alguien»), ch a cun («cada uno») o expresiones como 16. Veamos, no obstante, un caso que precedió de lejos a la emancipación de la mujer: fyorgerdr húsfreya var ok m ikill {rn.) hvatamadr, at fiessi ferd skyldi takaz («ella fue una instigadora [literalm ente: "un instigador”] importante de aquel raid») (Laxdaela Saga, 54, 11). 17. Las lenguas difieren enormemente en la forma en que designan a las muje­ res casadas en función de la categoría o de la profesión de su marido. Se habla por ejemplo de una duquesa para referirse a la mujer de un duque, en sueco tenemos professorska para la mujer de un profesor y Frau Professor en alemán. Pero este no es el lugar adecuado para entrar en esos detalles.

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Jean et NLarie éta ient tr es c o n t e n t s d ’eux-mém es. Ciertas incoherencias son inevitables en frases como Was Ma ña u n d Fritz s o zu ei nander zog, w a r , dass j e d e r v on ihnen am a n d eren sah, w i e er u nglü ck ic h w a r «(Lo que atraía a María y a Fritz uno hacia el otro era que cada uno de ellos veía lo desgraciado que el otro era») o «Doña P er f e c t a . . . su h e r m a n o . . . pasaron u n o s p o c o s años sin q u e uno y o t r o s e vie ran» (Galdós, D. Perf. 3

2

)



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Parece ser de importancia disponer de un pronombre interrogativo de sexo común, porque al preguntar W h o dit it? («¿Q uién lo hizo?») no sabemos si se trata de una persona de sexo masculino o femenino; de ahí que la mayoría de las lenguas dispongan en este caso de una sola for­ ma (en no pocos casos una forma con terminación masculina), así en griego tis, gótico h w a s (la forma femenina h w o que dan las gramáticas probablemente nunca fue un interrogativo como palabra primaria), en inglés hw a, inglés actual w h o , alemán wer, holandés w ie , danés h v e m y hvo, ruso kto, etc. Constituyen excepciones los casos del antiguo normánico (masculino h w err, femenino hver , masculino hvárr, femenino hvár) y latín (masculino quis, femenino quae), pero en islandés moderno las diferencias han desaparecido, por lo menos, en el nominativo {hver, h v o r ) y en las lenguas románicas solamente la forma masculina sobrevive como forma de sexo común: italiano chi, francés qui, español quién. En los pronombres personales de la tercera persona h e y s h e son distintos en inglés como en otras lenguas de nuestra familia; cuando se necesita un pronombre de sexo común, se puede usar h e en lugar de h e and she, pero en el lenguaje coloquial muchas veces se usa t h e y , como en N ob o d y p r e v e n í s yo u , d o t h e y ? («Nadie te impide, ¿verdad?»), lite­ ralmente: « ...¿ t e im p id en ?»)18. En el plural la mayoría de las lenguas germánicas han generalizado en la actualidad una forma para ambos sexos (inglés they, alemán sie, danés de, etc.), lo cual e s muy natural, dado que muchas veces hay que hablar a grupos de personas de diferentes sexos. Así también en ruso excepto en nominativo, donde oni, o n e se conser­ van separados: eg lin o y e ll e n o ; el lo s y ellas; ils (eux) y elles, excepto en dativo: loro, les, leur, y en francés en acusativo con verbos: les. El an­ tiguo normánico tenía formas distintas en nominativos y en acusativo: peir, p ee r ; pá, peer, pero no en dativo: p e i m ; en nominativo y en acusativo tenía también una forma distinta para el neutro: pau, y ésta se usa también como plural de sexo común, un fenómeno que gene­ ralmente se explica por el hecho accidental de que el antiguo dual (que muchas veces podía usarse para «él y ella») llegó a ser idéntico fonética­ mente al neutro plural. Si ello es cierto, es posible que el neutro singu­ lar substituyese a la forma plural del dual en la función de. forma de -sexo común; un ejemplo de ambos encontramos en una saga: Eptir p et ta 18. Para más detalles, ver Language, pág. 347 y A M odern English Language Grammar, II, 5, 56.

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skilja p au Gu drún talit, ok bad hvárt pei ra annat v e l jara («Des­ pués de aquello, Gudrún y él [Snorri] se callaron y se dijeron adiós») (Laxdaela Saga, 59, 20), donde vemos que pau es un neutro plural, mientras que hvá rt y annat son los dos neutros singular 19.

Los a nim ados y l o s inan im ad os /

Una distinción entre lo que está vivo y lo que carece de vida, o en­ tre lo animado y lo inanimado, o a veces entre lo humano y lo no hu­ mano, lo personal y lo no personal (cosas que no siempre es fácil diferen­ ciar) figura en las gramáticas de muchas lenguas, a veces en relación muy estrecha con el género y el sexo, otras veces independiente de ellos. Desde el punto de vista gramatical, dicha distinción puede revelarse de las formas más diferentes y no pretendo que la lista que doy a conti­ nuación sea completa incluso en el caso de las lenguas que meson más familiares. En inglés la distinción se ve de la forma más clara en el caso de los pronombres, como vemos en la lista siguiente: A n im a d o s

he, s h e w h o (interrogativo) w h o (relativo) somebody, som eone anybody, anyone nobody, no one everybody, every one all (plural) t h e g o o d (plural)

I n a n im a d o s

it w ha t (interrogativo) w ic h (relativo) something anything n o thin g everything all (singular) t h e g o o d (singular)20.

19. Para más detalles sobre la regla correspondiente en gótico y en antiguo-altoalemán, ver Wilm anns, Deutsche Grammatik, 3, pág. 768, y Streitberg, Gotisches Elementarbuch, pág. 166. En antiguo danés tenemos por ejemplo Hwat lengaer liuaer mothaer aethe barn? [«¿C uál de los dos vive más tiempo, la madre o el hijo?»] (Jysk, 1, 4, 3). . , . _ 20 Podemos traducir así la lista en español: «eso» «él» «ella» «qué» (interrogativo) «qué» (interrogativo) «que» (relativo) «que» (relativo) «algo» «alguien» «cualquier cosa» «cualquiera» «nada» «nadie» «todas las cosas» «todo el mundo» «todo» «todos» «el bien». «los buenos»

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Desde los dempos más antiguos ha existido una fuerte tendencia a usar el pronombre it (antiguo inglés hit) para representar a las cosas. Así era incluso cuando el antiguo sistema de tres clases de género (masculi­ no, femenino, neutro) todavía estaba vivo en uso y se veía en las formas de los adjuntos (artículos, pronombres, adjetivos). Así: h l o e w . . . h e o r t h n e (acusativo masculino)... hit («la montaña brillante... «ello »), anne are... hit (masculino-femenino) ... hit («un cofre... ello»), anne calic (mascu­ lino) ... hit («un cáliz ... ello»), p is n e callic ... hit («ese cáliz... él»), p e o s race (femenino) ... hit («ese humo... e llo » )21. También: p e n e kinedotn ... hit («el reino... ello») (Ancr ene Rítale). En su artículo, Moore confunde este fenómeno con el uso de h e o («ella»), cuando se refería a palabras como los neutros w i f («M ujer»), m o e g d e n («muchacha») o de los masculinos w ifm an («m ujer»), h e («él») con el neutro cild («niño»); hubiera sido mejor tratar esos temas por separado: el segundo, aunque no el primero, es muy frecuente en alemán moderno. Este uso de it com­ pletamente natural llegó a ser todavía más predominante incluso des­ pués de que las antiguas distinciones de caso y género en pronombres adjuntos y adjetivos hubiesen desaparecido y hacia 1600 condujo a la creación de un nuevo caso genitivo its, en las ocasiones en que antes se usaba his tanto para el masculino como para el neutro; its substituyó también al genitivo dialectal it, que empezaba a usarse en inglés ge­ neral. No obstante, resulta imposible trazar una línea de demarcación pre­ cisa y estable entre un género animado, representado por he o she, y un género inanimado, representado por it. Pues it puede usarse al hablar de un niño pequeño o de un animal, si el hablante no conoce su sexo o su interés por el niño o el animal no es muy grande: cuanto mayor sea el interés personal que sintamos por el niño o el animal, menos inclinados nos sentiremos a usar it, y h e o sh e se usa inclusive en muchos casos al hablar de un animal sin saber nada del sexo real del ser de que se habla: a haré ... sh e («una liebre ... ella»), a canary-bird . . . h e (un canario ... él») a cr o c o d i l e . . . h e («un cocodrilo ... él»), an ant ... s h e («una hormiga ... ella»). Por otro lado, se puede hablar de las cosas, en forma más o menos humorística, como de él o ella para indicar una especie de interés personal por ellas. El mejor ejemplo más conocido y universal es el uso de ella por parte de los marineros para referirse a su barco; en Dickens a c o a c h («una diligencia») es s h e y esta es también actualmente la moda entre los auto­ movilistas para referirse a sus coches. Un país puede ser tratado, desde diferentes puntos de vista, bien como inanimado o bien como animado. Por otro lado, al hablar de Francia, po­ demos decir It certainly is sm aller than Spain, but th en it is m u c h m o r e jer tile («Sin duda es más pequeña que España, pero mucho más fértil») 21. Moore, Grammatical and N atural Gender in Middle English, Modern Languages Association, 1921.

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y, por otro lado, I d o n o t a p p r o v e o f h e r p o l i c y in t h e reparations question («No apruebo su política con respecto a la cuestión de las reparaciones de guerra»): en el segundo caso se ve a Francia como un agente político, de ahí que se escoja el pronombre que indica el sexo y, si así es en el femenino a pesar del hecho de que los líderes políticos son (¡todavía!) hombres, ello se debe a la tradición literaria del francés y del latín, en los que los nombres de países eran femeninos. En alemán y en danés, las lenguas en las que dicha influencia no es tan fuerte, los estados, incluso como agentes políticos, aparecen mencionados en neutro citados en neu­ tro, es y d e t (aunque a veces podemos substituir el nombre personal Franksmanden («el francés») y dccir Ja, Franksmanden, han v e e d nok h v a d han vil («si, el francés sabe muy bien lo que quiere»), sin pensar en ningún individuo francés en particular. Un caso algo semejante vemos en h ea v en («cielo»), que al que se puede designar por he, cuando constituye una expresión velada de Dios. La Na­ turaleza, cuando se la considera como un agente, es she, lo que constituye otra explicación del género latino y francés. Browning extendió dicho em­ pleo a Fate («D estino»): Let Fate reach m e h o w s h e likes («Que el Des­ tino me alcance como quiera»), a pesar del género de dicha palabra en latín 22. Cuando se cita al so l como h e y a la luna como she, ello poco tiene que ver con un sentimiento real de ambos como animados, es pura tradición literaria artificial heredada del latín: sabido es que en inglés antiguo, como en las demás lenguas germánicas, el sol era femenino y la luna masculino. No puede haber duda de que la tendencia poética a personificar cosas inanimadas o nociones abstractas, por ejemplo a apostrofar a la Muerte como si fuese un ser vivo y la representación en las artes plásticas de di­ chas nociones, se deben en gran medida a la influencia de lenguas, cuyo género va estrechamente relacionado con la idea de sexo, principalmente en latín. Pero con razón se ha observado 23 que ese tipo de personificaciones es más vivido en inglés de lo que puede ser, por ejemplo, en alemán, porque el pronombre h e o she, en los casos en que la lengua diaria usa it, llama a la atención, cosa que en alemán no es tan notoria porque toda silla y toda piedra es e r y toda planta y toda nariz son sie. Los poetas ingleses disponen también de gran libertad para escoger el sexo que atri­ 22. D onnerw etter! was ist doch manchmal diese verdammte W elt niedertr'áchtig schón! Man sollte gar nicht glauben, dass sie dabei einen so hundsgemein behandeln kann! — Kein W under, meinte Hermann Gutzeit, es heisst ja die W e lt! — Frau W elt! rief D oktor Herzfeld und ’lachte («¡R ayos! ¡Este dichoso mundo es extra­ ordinariamente bello! — ¡No es nada sorprendente, dijo Hermann Gutzeit, pues­ to que se dice la mundo! — ¡Dama mundo! exclamó el doctor Herzfeld soriendo»). Esta observación un poco irreverente sólo es posible gracias a que la palabra alemana W elt es femenino y significa: 1) el mundo exterior, la naturaleza — que no es ni macho ni hembra— y 2) la especie humana, que se compone de seres machos y hembras. Por tanto, no es posible en español como tampoco en inglés o en turco. 23. Entre otros Jenisch, en 1796.

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buirán a dichas nociones 24. Por ejemplo, compárese el siguiente pasaje de Shakespeare S ee h o w th e m o r n i n g o p e n s h e r g o l d e n gates, And takes h er f are w e l l o f th e glo rio u s sun («V e cómo el alba abre sus puertas doradas y dice su adiós al glorioso sol»), en el que la mañana es la dama que des­ pide a su amante, con la traducción de Schlegel: Sie, w i e sein T o r d e r g o l d e n e M o r g e n ó ff n et , Und A b schied v o n d e r l ie b e n S o n n e n im m t, en la que la relación aparece invertida a causa del género de M o r g e n , que en alemán es masculino, y Sonne, en alemán femenino. En M ilton, Sin («el Pecado») habla a Satán, que le ha dado un hijo, Death («la M uerte»); ello resulta imposible en una traducción francesa, porque l e p e c h é («el pecado») no puede ser la madre y la m o r t («la muerte») no puede ser el hijo. Nótese también la observación de Brunot25: h e hasard d e s g e n r e s a c r é é aux artistes d e grand s embarras. La Gráce, la Beauté, la S cien ce, p renaient facilm en t f ig u r e d e fetn m e, mais la F o r cé? On a e u r e c o u r s a H e r c u le! («el azar de los géneros ha puesto en grandes aprietos a los ar­ tistas. La Gracia, la Belleza, la Ciencia fácilmente adoptaban figura de mu­ jer, pero ¿ y la Fuerza? ¡Hubo que recurrir a H ércules!»). Algunas de las distinciones que hemos enumerado en la p. 279 son relativamente recientes; así el relativo w h i c h («que»), que todavía a co­ mienzos del siglo diecisiete se podía emplear para referirse a personas. Cuando this («este») y that se usan como palabras primarias, son inani­ mados; nótese también la diferencia en definiciones de diccionario como Rubber-, o n e w h o , or that w i c h rubs («alguien o algo que lustra»). Cuando o n e es anafórico (es decir, que se refiere a una palabra citada an­ teriormente) puede ser bien animado o bien inanimado: this cake... t h e o n ly o n e I ca re f o r («este pastel... el único que me gusta»), pero en todos los demás casos es personal: t h e gr e a t o n es o f th e earth («los grandes de la tierra»). Todos estos problemas aparecen estudiados detalladamente en mi obra A M o d ern English Grammar, volumen II. También es interesante citar los colectivos que llevan el verbo en plu­ ral solamente si denotan seres vivos, como fam ily («fam ilia»), p ó l i c e («po­ licía»), pero en los demás casos siempre llevan el verbo en singular, con palabras como library («biblioteca») o f o r e s t («bosque»). También hay que observar que el genitivo ha dejado de usarse salvo en el caso de nom­ bres de seres vivos: t h e m a n ’s f o o t («el pie de ese hombre»), pero t h e f o o t o f a mountain («el pie de una montaña»), exceptuando ciertas supervi-

24. Tby wish was father, H arry, to that thought [«T u deseo, H arry, fue el pa­ dre de ese pensamiento»] (Shakespeare). Y our wish is mother to your thought [«tu deseo es la madre de tu pensamiento»] (Galsw orthy, Loyalties, acto II). It is stnall wonder — the wish being parent to the thought— that some accepted the rumour («N o hay que extrañarse, puesto que el deseo es padre [literalm ente: «pariente»] del pensamiento, de que algunos hayan aceptado ese rum or») (Mckenna, 'While I remember, pág. 149). 25. Brunot, La Pensée et la Langue, pág. 87.

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vencías en expresiones fijas: o u t o f h a r m ’s w a y («fuera de peligro»), a b oa t’s l en g t h f r o m t h e sh ip («a la longitud del barco»)26. En aleman la distinción entre animados e inanimados no está tan clara como en ingles: para muchas cosas se usan e r («él»), sie («ella»), d ieser («éste»), j e n e (,aquélla»), es decir, pronombres que se usan para perso­ nas. No obstante, existen algunas formas de indicar la diferencia, ade­ más de los casos evidentes de w e r («quien») y w as («que»): los dativos ihm e ihr no se usan con frecuencia para referirse a las cosas y, en lugar de m it ihm («con el»), m it ihr («con ella»), in ihm («en él») e in ihr («en ella»), se usan los compuestos dam it («con esto»), darin («en ello»), etc. Existe una gran inclinación a usar d e r s e l b e («el mismo») y d i e s e l b e («la misma»), para referirse a inanimados y no a seres vivos; el pronombre posesivo sei n se reserva generalmente para los seres vivos: Sie l e g t e die Hand a u f d e n Stein u n d e m p f a n d d e s s e n W á rm e («ella puso la mano sobre la piedra y notó su calor») o d ie á rm e d e s s e l b e n (« ...s u calo r»)27. El antiguo dativo de los neutros w as («lo que»), e t w a s («algo»), n ichts («na­ da») ha desaparecido y en los casos en que con inanimados tenemos mit w e m («con quien»), v o n w e m («de quien»), se usan los compuestos con w o - : w o m i t («con que»), w o v o n («de que»). Hasta qué punto es importante la idea de neutro nos lo muestra el curioso hecho de que ha llegado a superar la idea de pluralidad en b ei d es («ambas cosas») por oposición a b e i d e («ambas personas»); así también m e h r e r e s («varias cosas»), pero ne m e h r e r e («varias personas») y de igual forma alies («todo»), que recuerda al latín omnia, plural neutro, de los que naturalmente existen paralelos en otras lenguas: inglés all, neutro sin­ gular, que tiende a verse substituido por e v e r y t h i n g («todas las cosas»), y a quedar reservado para usarse con personas en plural, danés alt, etc. Originariamente el danés altig era plural y significaba «todas las cosas», pero ahora se usa como neutro singular: altig e r m u ligt («todo es posible»). La misma diferencia aproximadamente existe entre m u c h ( viel, vie les) [«m ucho»] y m a ny things ( v i el e D inge) [«muchas cosas»]. En danés la distinción entre animados e inanimados no está bien de­ finida gramaticalmente. Pero tenemos el pronombre interrogativo h v e m («quién») para los seres humanos y h va d («qué») para cosas, correspon­ dientes a w h o y w h a t en inglés, y, en lugar de usar b e g g e («los dos») co­ mo palabra primaria sola, existe la tendencia a usar b e g g e to, cuando se trata de dos personas y b e g g e d e l e (cuando se habla de dos objetos), co­ rrespondientes a alie (a lles a m m en ) [«to d o s»] y alt (alting) [«todo», «todas las cosas»] en alemán. Los pronombres que indican el sexo han («él»), hun («ella») se usan para referirse a seres humanos y a los animales por los que el hablante siente interés personal; para referirse a otros anima26. «Cuando se substituye la expresión England’s bistory («La historia de Ingla­ terra»), que es la más habitual, se indica cierta personificación del país» (Brodley, The Making of English, pág. 60). 27. Curme, A Gram m ar of the Germán Language, pág. 168.

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les se usa d e n o d e t según el género de la palabra: lam m et, s v i n e t ... d e t («el cordero, el cerdo...»), heste n, m u sen ... d e n («el caballo, el ra tó n ...»); exactamente lo mismo ocurre con los objetos: h u se t ... d e t («la casa...»), m u ren ... d en («la pared»). Como en inglés, aunque no con la misma ex­ tensión, existe tendencia a no usar el genitivo en -s con nombres de ina­ nimados: se dice t a get pá buset («el techo de la casa»), t r o e e r n e i b a v en («los árboles del jardín») en lugar de hu se ts tag, h a v en s troeer. La lengua literaria sueca ha conservado mucho más del antiguo sis­ tema del género que el danés, pero existe la tendencia a llegar al mismo uso que en danés de d en en lugar del han y h o n al hablar de cosas. Véase la exposición que de este problema hizo Tegnér en O m g e n u s i svenskan (1892). En francés, tenemos, naturalmente, qui ( qui e st -ce qui) frente a q u e (q u ’s st-ce q ue) y q uoi; en se refiere a algo inanimado, mientras que con animados se usa el pronombre: j ’en conna is la p récisio n («conozco su pre­ cisión») hablando de un reloj, je con na is sa p récisio n («ídem ») hablando de un hombre. Pero existen ejemplos en que es necesario emplear so n («su ») incluso al hablar de una cosa y el relativo correspondiente a en, d o n t se usa con ambas clases. En español existe la regla de que el complemento lleva la preposición a delante si denota un ser vivo: h e visto al ministro, pero h e visto Madrid. En ruso y en las demás lenguas eslavas con nombres de seres vivos se usa el genitivo en lugar del acusativo. En algunas de las lenguas moder­ nas de la India, como el hindustani, el complemento va completado con la terminación -ko cuando se refiere a seres vivos, mientras que para nom­ bres de cosas inanimadas el complemento tiene la misma forma que el nominativo28. Por tanto, en varias lenguas, vemos reflejada una distin­ ción entre estas dos clases en la forma de indicar el complemento, pero, como los medios que se utilizan son enteramente diferentes, podemos pen­ sar que se trata de una característica que se basa en los rasgos sicológicos comunes a todos los hombres del mundo. Quizá podamos relacionar con esto la terminación en -s del nominativo en las lenguas indoeuropeas, dado que sabemos que en un principio indicaba a los seres vivos; lo cual parece más que dudoso, puesto que, por un lado, la encontramos en inanimados como naktis, que dio en latín nox y, por otro lado, parece que muchos animados nunca tuvieron -s, por ejemplo pate r («padre») en latín y kuon («perro») en griego. La distinción entre animado (o personal) e inanimado (o impersonal) se revela a veces directamente en el modo como ciertas formas de casos se han conservado mientras que otras han desaparecido. El dativo se usa con mayor frecuencia con palabras que denotan seres vivos que con ina­ nimados; de ahí que las formas de acusativo que encontramos en el in­ glés más antiguo mee, p ee, usic, e o w i c desapareciesen muy pronto para 28.

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Konow, F etsk rift til A . T orp, pág. 99.

ser substituidas por las formas de dativo m e, p e, us, e o w , que en inglés moderno han dado m e, thee, us y you. En una época posterior, las antiguas formas del dativo hire, him, h e m y hwam , que han dado en inglés mo­ derno her, him, ’e m y w h o m , substituyeron en la tercera persona a las formas de acusativo h ee, hiñe, hie y hivane\ el pronombre de la tercera persona del plural t h e m es también un antiguo dativo. Por el contrario, en el neutro los antiguos acusativos hit (it), that, w ha t son los que se con­ servaron a expensas de los dativos. De igual forma en danés los antiguos dativos ham, h en d e, d em , y h v e m substituyeron a los acusativos (aunque es cierto que en mig, d ig el acusativo substituyó al dativo); en alemán del norte ( w e m en lugar de toen), en francés (lui), en italiano (lui, lei, loro, cuando no van usados con verbo) vemos la misma tendencia, mientras que el acusativo prevaleció en el caso de was en alemán y de quo i en francés. En los substantivos el antiguo nominativo ha prevalecido en algunas ocasiones sobre los casos oblicuos en nombres de seres vivos, mientras que lo contrario ocurrió con los nombres de inanimados. Behaghel, Bojunga y Tegnér han observado que en la declinación en n en alemán el antiguo nominativo sin -n prevaleció para los nombres de seres vivos so­ lamente: B o t e («mensajero»), Erbe («heredero»), K na be («muchacho»), mientras que para los inanimados se generalizaron los casos oblicuos: B o g e n («arco»), Magen («estómago«) y T r o p f e n («gota»). De igual forma en sueco el acusativo prevaleció sobre el nominativo en palabras como maga («esposa»), baga («curva»), strupa («garganta»), vana («costum­ bre»), mientras que los nombres de personas conservaron y generalizaron el nominativo en -e: g u b b e («viejo»), granne («vecino») y b o n d e («cam­ pesino »)29. Otra terminación de nominativo se conservó en los nombres de personas solamente: slarver, spjuv er, l u v e r 30. El antiguo francés tiene una distinción entre el nominativo y el caso oblicuo; generalmente el último se ha generalizado, pero B réal31 ha observado que todos los anti­ guos nominativos que se han conservado denotan seres humanos, por ejemplo, tráitre («traidor»), so e u r («herm ana»), fils («hijo»), maire («al­ calde»). Como las cosas inanimadas se consideran de valor inferioral de los seres vivos y dado que el género neutro en las lenguas que lo tienen se usa preferentemente para referirse a cosas, dicho género ha acabado por indicar un matiz despectivo, cuando se aplica a los seres humanos y ani­ males: en danés, es interesante notar que muchos términos de insulto son neutros: et fjo ls («un bobo»), pjok («crío»), f o e («bobalicón»), b o e s t («bruto»), d r o g («golfo»), algunas palabras que se refieren a animales que se usan principalmente en sentido peyorativo, en tiempos históricos cambiaron de género y se volvieron neutros: 0g («haragán»), asen («bo29. 30. 31.

Tegnér, Otn Genus i Svenskan, pág. 221. Id., pág. 225. Bréal, Mémoires de la société de linguistique, 6, 170.

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rrico»), o e s e l («asno»), kreatur («criatura»). Todo esto esta en relación con el conocido hecho de que varias lenguas los diminutivos son neutros en la mayoría de los casos, aun cuando las palabras de que se deriven tengan otro género: griego paidion («niñito») de pa'is («niño»), aleman Fischlein (pescadito»), Frdulein («señorita»), B ü b c h e n («chaval»), M á dchen («muchacha»), e tc 32. Supongo que si en italiano existen tantos diminuti­ vos en -ino derivados de nombres femeninos, originariamente no debían de ser masculinos, sino neutros: casino, tavolino, o m b r e ll i n o de casa, tavola, ombrella, paralelos a d onnina y martina, y me atrevo a pensar que una vez más esa función peyorativa del neutro es la que explica formas tan curiosas como las en -o para referirse a objetos de pequeña talla frente a las en -a para designar objetos de gran talla tamaño: b u c o («agujerito»), co ltello («cuchillito») junto a buca («agujero») y co ltel la («cu­ chillo»), etc. En los dialectos del sudeste de Jutlandia algunos nombres referentes a animales jóvenes, que en los otros dialectos del danés son de género común, se han convertido en neutros: et kalv («un ternero»), et b va lp («un cachorro»), et gris («un cochinillo»), et kylling («un po­ llito » )33. En sueco individ («individuo») lleva siempre el artículo común en, cuando se aplica a un ser humano, muchas veces también a animales importantes, pero al hablar de un animal inferior se emplea el neutro ett i n d i v i d 34; en danés, como en alemán, sim siempre es neutro. De vez en cuando encontramos la tendencia a establecer una distinción gramatical entre las palabras numerables y las no numerables, diferente de la que hemos estudiado en el capítulo sobre el número (XIV). En los dialectos del sudoeste de Inglaterra los objetos que podemos decir que tienen una forma definida van asociados a he, acusativo e n (del inglés anti­ guo h i ñ e ) y llevan los adjuntos pronominales theá se y thik, mientras que las cantidades consideradas «informes» van asociadas a it y pueden llevar this, that-. C o m e u n d e r theáse t r e e b y this w a t e r («Ven bajo este árbol cerca del agua»), g o u n d e r thik tree, an zit o n that grass («V e bajo ese árbol y siéntate en la h ierb a»)3S. En otras lenguas existe la tendencia a preferir el género neutro para las palabras no numerables, así en alemán das Gift («el veneno»), das Kies. («grava») han ocupado o están ocupando el lugar de d ie Gift, d e r Kies. De igua forma, en danés tenemos ahora s t o v e t («el polvo») en lugar del antiguo st o v en . Pero en danés esto ha ido más lejos: se usan formas neutras de los adjuntos para indicar cantidad con palabras no numerables •incluso cuando éstas son de género común. 32. Se trata de sufijos neutros, pero es curioso constatar que cuando se aplican a nombres propios se puede emplear el artículo femenino en el caso del sufijo -cben y decir: die arme Gretchen («la pobre Gretchen»), pero no con el sufijo dialectal -li; así pues, se dice das Jiabeli («la Bábeli»), aunque sea posible decir der Jakobli («el Jokobli») con un nombre masculino. 33. Kristensen, Nydansk, 1906, pág. 57. 34. Tegnér, Om Genus i Svenskan, pág. 39. 35. Barnes, Dorset Grammar, 20; Ellis, E. E. P. 5, 85; W right, Dial. Grammar, 393, 4 1 6 y ss. •

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Así decimos m o e lk e n («leche»), o s t e n («queso»), pero alt d e t m o e lk («toda esa leche»), n o g e t a n d et o s t («otro queso») como palabra no numerable, mientras que «otro queso» se dice en a den o s t; j e g ikke n o g e s m e d d e t te («no puedo quedar satisfecho con esa cantidad de té»), pero . . . m e d d en tea («...co n esa clase de té»). Muchos dialectos de Jutlandia van todavía más lejos, pues colocan a todas las palabras no numerables en neutro sin tener en cuenta su género original; uno de ellos, el hanherred, ha completado dicha evolucion al colocar a todas las palabras numerables en el género común: iset («hielo»), j o r d e t («tierra»), skiben («barco»), h u sen («casa»), que corresponden a las palabras danesas isen, jorden, skibet y huset.

El n e u t r o co n c e p t u a l Antes de concluir este capítulo sobre el género tenemos que estudiar todavía algo a lo que, por falta de un nombre mejor, propongo llamar «el neutro conceptual». Podría decirse que se trata del neutro real, con­ ceptual o universal frente al neutro concreto o especificado que se emplea en inglés cuando se dice it para hablar de una casa o de un gusano, citado anteriormente, y al neutro arbitrario que tenemos, cuando en alemán em­ pleamos es para referirnos a una Haus o M a dchen citadas anteriormente, porque resulta que dichas palabras son de género neutro en su sistema gramatical. La primera aplicación de dicho neutro no especificado conceptual la vemos en frases como inglés it rains («llueve»), alemán e s r egn et , danés d e t r e g n er , francés il p le u t (en el habla coloquial qa p le ut) o it s n o w s («nieva»), it th u n d e rs («truena»), etc., casos en los que resulta o difícil o imposible decir qué representa exactamente el pronombre it: la situación atmosférica, si se quiere, pero, en cualquier caso, algo que se considera tan definido como cuando usamos el artículo determinado en t h e w e a t h e r is f in e («el tiempo es bueno») o t h e day is hr ight («el día está claro»). Mu­ chas lenguas no usan pronombre: latín pluit, italiano p io v e, etc., y Brug­ mann y otros autores ven en el uso de it un procedimiento puramente gramatical, consecuencia de la costumbre de que las frases lleven siem­ pre un sujeto expreso (He c o m e s , il vient, mientras que el latín o el italiano la mayoría de las veces solamente usan la forma verbal: venit, v iene). Ello es sin lugar a dudas en parte cierto, pero no totalmente, y Grimm ( W ó r t e r b u c h ) no está totalmente equivocado cuando habla de das G eis terh a ft e, G es p en s ti g e, Unsischtbare, U n g eh e u r e («lo fantástico, lo so­ brenatural, lo invisible, lo monstruoso») como expresado en los «impersona­ les» 36. Spitzer usa la expresión das g r o s s e Neutrum d e r Natur («el gran neutro de la naturaleza») y piensa que este it es un resultado de la imagi­ nación humana creadora de mitos, de igual forma que la expresión latina 36.

Grim m , W órtcrbuch.

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Jú p ite r tonat («Júpiter tru en a)»37. Aquí puedo presentar, por un lado, el siguiente fragmento de conversación de una novela de Bennett: I t o n ly b eg an l o rain in earnest just as w e g o t t o t h e gate. Very t h o u g b t f u l o f it, l ’m s u r e ! («No empezó a llover verdaderamente hasta el momento pre­ ciso en que llegábamos a la puerta. ¡Qué previsión por su parte!» y, en otra esfera totalmente diferente, el uso que Browning hace de That con letra mayúscula como sinónimo de Dios: Re/oice w e are allied To That w h i c h d o t h p r o v id e And not partake, e f f e c t and n o t r e c e i v e ! («Rego­ cijaos, ¡estamos unidos a Lo que viene en ayuda y no reparte, da y no rec ib e!»)38 y el semejante de Hardy con It: W h y d o t h I t s o and so, and e v e r so, This v iew le ss, v o i c e l e s s T u rn er o f th e W h e e l ? («¿P o r qué actúa así una y otra vez, ciego, mudo, El Que da vueltas a la R ueda?»), que dicho autor justifica diciendo que «el abandono del pronombre masculino al hablar de la Energía Primera y Fundamental me parecía una consecuen­ cia lógica y necesaria del abandono ya antiguo de la concepción antropomórfica que de la misma se había tenido» 39. Encontramos también el mismo neutro no específico o conceptual it (aunque no el «gran neutro de la naturaleza») como complemento en combinaciones expresiones idiomáticas como: To lord it — Hacer lo importante. You are g o i n g it! — ¡Te lanzas! W e can walk it p e r f e c t l y w el l — Podemos hacerlo a pie perfectamente. Let u s tnake a day o f it — Aprovechémoslo al máximo. En el siguiente ejemplo se obtiene un efecto cómico con la ambigüedad de it, tanto si es específico como si no lo es: He n e v e r o p e n s his m o u th, but h e p u ts his f o o t in it («Nunca abre la boca, pero mete la pata»). Usos semejantes encontramos en otras lenguas, por ejemplo, en alemán sie hat es eilig («ella tiene prisa») y er t r e ib i ’s arg («él exagera»), en danés con Han bar d e t g o d t, sidd er g o d t i d e t («Está a sus anchas»), en francés con l 'e m p o r te r («Vencer», «prevalecer») le p r e n d r e sur un certa in to n («to ­ márselo en cierto tono»). En danés el neutro d e t curiosamente se inter­ cambia con la forma de género común d en : ta d e n m e d ro («tumbarse a la bartola») ha substituido recientemente a ta d e t m e d ro, y encontramos d e n en muchas frases idiomáticas: b r o e n d e d e n a («hacer novillos»), h o ld e d en g o e n d e («sostenerse»), 37. En su artículo «Das syntbetische und das symbolische N eutralpronomen in Franzosischen en Idealistische Neupbilologie, Festschrift fü r K arl Vossler, 1922. He­ mos visto también el neutro de la naturaleza — aunque no haya pronombre— en la expresión lusa Ocio derevon ubilo («un árbol ha matado a mi padre»), que literal­ mente es: «ha sido matado mi padre por un árbol» (Pedersen, Russik Grammatik, pág. 110). 38. Rabbi Ben Ezra. 39. The Dynasts.

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Podemos citar aquí también en alemán es klopft an d e r Tür y en danés d e t banker pá d or e n , que corresponde en inglés a s o m e o n e is knoeking at t h e d o o r ( t h e r e is knoek at th e d o o r ) y en francés a on f ra pp e a la p o r te («llam an a la puerta»). Tenemos también un neutro conceptual en palabras como w h a t («lo que»), n o t h i n g («nada»), e v e r y t h i n g («todo»), s o m e t h i n g («algo») y es interesante observar que en danés, donde ting es de género común, ingenting («nada») y alting («todo») llevan predicativo en género neutro: d en ting er sikkert («nada es cierto»). Lo mismo vemos en las lenguas romá­ nicas en las que el neutro latino se ha fundido con el masculino, pero dichas palabras, incluso las que originariamente eran femeninas, se consi­ deran masculinos, es decir como neutros. Así francés rien del latín rem\ rien n ’est eertain («nada es cierto»), q u e l q u e e h o s e d e bon («algo bueno»). En italiano qua lehe co sa («algo»), o g n i cosa («todo») y c h e co sa («qué») y el interrogativo abreviado cosa llevan un predicativo en masculino, es decir neutro: c h e cosa fu d e t t o ? («¿Q ué se dijo?»). Así también: nulla fu p ub blicato («no se publicó nada»), una visione, un nulla c h e f o s s e f e m m i n i l e («una visión, una nada que sea femenino») (Serao, Cap. Sans. 87, 123). También encontramos un neutro conceptual en los adjetivos de empleo genérico th e beautiful («lo bello»), t h e g o o d («lo bueno»). En este caso el español ha conservado el neutro latino en la forma de artículo: lo bueno, diferente del masculino el bueno. Otra función del neutro conceptual consiste en representar al predi­ cativo como en: All m e n m y b r o t h e r s ? Nay, thank Hea ven, that t h e y are n o t 40— ¿Todos los hombres, hermanos míos? No, gracias a Dios, que no lo son (Gissing). Y ou make him into a smith, a carp en ter , a masón : he is then and thencefo r t h that and nothing else — Lo haces leñador, carpintero, albañil y desde ese momento es eso y nada más (Carlyle). Marian g r e w up everything that h e r f a th er d e s i r e d — Marian fue lo que su padre deseaba (Gissing). His f o r m e r f rien d s o r masters, whichever t h e y had b een — Sus antiguos amigos o sus antiguos amos o lo que quiera que hayan sido (Stevenson). She had n o w b e c o m e what sh e had alw ays d esir ed to be, A m y’s intímate f r i e n d — Había llegado a ser lo que siempre había deseado, la amiga íntima de Amy (Gissing). She tr ea ted him like a tam e cat, which is what he was — Ella lo trataba como a un gato doméstico, cosa que era (McKenna). W hat is h e ? ] u st nothing at all as y e t — ¿Qué es él? Nada por el mo­ mento. 40.

C f. A Modern English Grammar, II, 16, pág. 377.

289 19,

— F I L O SO F Í A GRAMÁTICA

Sweet demuestra no haber comprendido la función w h a t en este último caso, cuando dice que está «empleado en un sentido personal» 41. No hay que olvidar que la respuesta a la pregunta TWhat is h e ? («¿Q ué es é l?») puede llevar cualquier predicativo: sh o e m a k e r («zapatero») o k indhearted («bondadoso»), etc. En otras lenguas encontramos exactamente el mismo neutro. Er d e m o d i g e ? Ja, det er de. Hvad e r han? — ¿Son valientes? Sí, lo son. ¿Qué es él? Sind sie m u t i g ? Ja, das sind sie — ¿Es usted valiente? Sí, lo es ustel. Vnm Papst ist es hekannt, dass er, ais er es n o c h n ich t war, s e i n e Verháltnisse g e r e g e l t hatte — Es sabido que el papa, cuando todavía no lo era, había arreglado sus asuntos. Was ist er? Er ist n o c h nichts — ¿Qué es él? No es nada todavía. Si elles s o n t b el le s e t si e lles n e le s o n t pas — Si son bellas y si no lo son. Pensar i c h ’eg li era lib ero e c h e a n c h e lei lo era! — ¡Pensar que él era libre y que hasta ella lo era! (Fogazzaro). Personas que p a recen buenas y no lo son (Galdós). Onk agathon polukoiranic — No es bueno que gobierne la mayoría. Welches sind Ih r e B e d i n g u n g e n 42? — ¿Cuáles (neutro sing.) son sus con­ diciones? Encontramos también un neutro conceptual en el caso en que un pro­ nombre representa a un verbo o a un nexo: Can y o u f o r g i v e m e ? Yes, that is easy e n o u g h — ¿Puede usted perdonar­ me? Sí, eso es bastante fácil. The Duke hath banished me. That h e hath n o t — El duque me ha deste­ rrado. Eso no lo ha hecho (Shakespeare). Til w r it e or, what is better , te leg ra p h at o n c e ■ — Voy a escribir o, mejor, telegrafiar ahora mismo. Las oraciones completas y los infinitivos llevan siempre también ar­ tículos, adjetivos, etc., en género neutro en las lenguas que lo tienen: T o pinein — El beber. Das trinken — El beber. Humanum est errare — Equivocarse es humano, etc.

4 1. Sweet, A New English Grammar, 212. 42. Hay que recordar también el empleo de that en A re there not seven planets? — That there are, quoth my father («¿N o hay siete planetas? — Esos hay, dijo mi padre») (Sterne). .

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CAPITULO X V III LA COMPARACIÓN

C om pa rati vo y su perla tivo En todas las gramáticas corrientes se dice que existen tres grados de comparación: 1. positivo: o í d 2. comparativo: o ld e r 3. superlativo: o ld e s t

d a n g er o u sly m o r e d a n g er o u sly m o s t d a n g e r eo u s ly 1.

Esta división en tres términos corresponde a las formas que efectiva­ mente vemos en las lenguas que conocemos mejor, en las que el «positivo» es la forma fundamental de la que se derivan las otras dos bien mediante terminaciones o añadiendo adverbios (subjuntos) como m o r e y m ost. En ciertas frases de todos conocidas los dos grados superiores se forman de raíces diferentes de la del positivo: g o o d , better, b es t en inglés, bonus, melior, o p t i m u s en latín, e tc .2. Vamos ahora a estudiar este sistema más de cerca, desde un punto de vista l óg ico . En primer lugar, no hace falta pensar mucho para descubrir que al «positivo» no se le puede llamar propiamente «grado de compara­ ción», pues cuando decimos de un caballo o de un libro que es viejo,. no lo comparamos con ningún otro caballo o libro; por tanto, se trata de una forma de comparación más «negativa» que «positiva», como los gra­ máticos la han llamado con un extraño desprecio por la coherencia termi1. Eso corresponde en español a: 1. «viejo» — «peligrosamente», 2. «más vie­ jo» — «más peligrosamente», 3. «el más viejo» — «lo más peligrosamente». 2. Ciertos adjetivos y adverbios no admiten ni comparativo ni superlativo; other («otro»), several («varios»), half («medio»), daily («diariamente»), owti («propio»). Ya hemos tratado el problema de la comparación en lo que se refiere a los substantivos en la pág. 80.

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nológica. Sin embargo, este término no presenta ningún inconveniente, pues no es fácil que se lo pueda confundir con positivo en el sentido de «no negativo». La forma en que normalmente se hace la presentación de los tres grados nos hace pensar que constituyen una escala graduada, como si oíd, older, o ld e s t formasen una progresión, como los números 1, 2, 3 (progresión aritmética) ó 1, 2, 4 (progresión geométrica). Pero ello solamente es así en casos excepcionales, como en The

e l o w n e b o r e it ( m y s o n n e t ), t h e f o o l e s e n t it, and th e lady hath it: sweete ela wne, sweeter f o o l e , sweetest lady — El bufón lollevó (mi soneto), el loco lo envió y la dama lo tiene: amable bufón, más amable el loco y la dama la más amable (Shakespeare). W e d in e d y e s t e r d a y on dirty bacon, dirtier e g g s and dirtiest p o t a t o e s — Ayer cenamos bacon malo, peores huevos y patatas peores todavía (Keats).

Este modo de colocar las tres formas juntas 3 puede deberse realmente a la enseñanza de la gramática; pero es importante insistir en el hecho de que en el uso ordinario el superlativo no indica un grado superior al comparativo, sino que señala el mismo grado, sólo que considerado desde un punto de vista diferente. Si comparamos las edades de cuatro mucha­ chos: A, B, C y D, podemos hacer la misma afirmación en dos formas diferentes: A is A is

o ld e r than t h e o t h e r b o y s th e o ld est b o y (th e o ld e s t of, or a m on g, all th e b o y s ) 4.

En ambos casos se compara a A con B, C y D; pero en el primer caso el resultado se da en relación con los tres (th e o t h e r b o y s : [«lo s otros muchachos»]), mientras que en el segundo se hace en relación con t o d o s los muchachos, incluido él mismo. Así, el comparativo debe complemen­ tarse mediante un miembro (expresado o sobreentendido), añadido me­ diante than y diferente del objeto comparado, de ahí el frecuente uso de la palabra other. Ese tipo de complemento no es posible en el caso del su­ perlativo, que, por otro lado, muchas veces va seguido de o f o a m o n g all. Pero, como ambas formas expresan realmente la misma idea, no debería­ mos sorprendernos de encontrar una confusión más bien frecuente, que produce híbridos como 3. En este caso el superlativo da la idea que denota still («todavía») en otros contextos en que tendríamos por ejemplo: still sweeter («todavía más amable») y still dirtier («todavía más malas»), 4. En español sería: « A es mayor que los otros muchachos», « A es el mucha­ cho de más edad» o «el de más edad de todos los muchachos»

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T he b es t o f all o t h e r s — El mejor de todos los otros. A king, w h o s e m e m o r y o f all o t h e r s w e m o s t adore — Un rey, cuya memoria no es la más querida de todas para nosotros (Bacon). Parents are t h e last o f all o th e r s tu b e tr usted w it h th e ed u ca tion o f their o w n ch ild ren — Los padres son los últimos (de todos los otros) a quienes se confía la educación de sus propios hijos (Swift). , Ahora podemos ver qué fácil era para lenguas que antiguamente po­ seían un superlativo el abandonar dicha forma y contentarse con el com­ parativo. En las lenguas románicas la única expresión para la idea super­ lativa es el comparativo concretado mediante el artículo o cualquier otra palabra: le plus gr a nd m alh eu r («la mayor desgracia»), m o n m eilleu r ami («m i mejor amigo»), etc. A veces, no se necesita una palabra que con­ crete como en la v ie dans to u t d e c e q u ’elle a d e plus inten sif («la vida en todo lo que tiene de más intenso»). De igual forma, en ruso el compa­ rativo se usa muchas veces como una especie de superlativo, que se ve facilitado por el hecho de que el segundo miembro de la comparación se añade en genitivo y que el mismo caso se usa como partitivo y corres­ ponde a las dos palabras inglesas than y o f: l ú cs e v s e g ó («mejor que nada»), b o g á c e vséx («el más rico de todos»). Además, el superlativo se puede expresar con nai- colocado delante del compartivo o con sámyj, que es un reflexivo 5. En inglés existe lo que podríamos llamar un superlativo limitado que significa «mejor que todos los demás con la excepción de uno (dos, etc.)»: t h e next b est («lo mejor después de él»), t h e largest but o n e (t w o etc.) («el mayor después de él»), t h e third bes t («el mejor, después de los otros dos que son mejores que él») etc. De forma semejante en danés y alemán, que, a pesar de todo, carecen de expresiones correspondientes a las inglesas con but. Por el contrario, existen muchas lenguas, que ca­ recen de formas tan cómodas de expresar esa clase de superlativo. En alemán se produce una curiosa confusión, cuando un superlativo va calificado por «posible», porque entonces esta última palabra es la que va en superlativo en lugar del otro adjetivo o adverbio. El profesor Jodl ha cambiado ambas expresiones al decir: Das P ro b lem d e r grósstm óglic h e n G lilc k sb efr ied igu ng fü r d ie m o g l i c h s t g r o s s t e Zahl («el problema tlr la mayor felicidad posible para el mayor número posible»).

Ig uald ad y desigüald ad Así pues, si consideramos al superlativo como un tipo de comparativo, podemos establecer el siguiente sistema de comparación virtual: 5. Pedersen, Russik Grammatik, 89; cf. también Vondrák, Vergleichende Slavtsche Grammatik, 1, pág. 494 y 2, págs. 71 y ss. 293

1. 2. 3.

( > ) m o r e d a n g e r e o u s (b e t t e r ) th a n : superioridad ( = ) as d a n g e r e o u s ( g o o d ) as: igualdad. ( < ) less d a n g e r e o u s ( g o o d ) than\ inferioridad6.

Evidentemente, el primer y tercer puesto de comparación están muy próximos, puesto que los dos indican una desigualdad. El inglés usa than con el primero y el tercero y as con el segundo, mientras que otras len­ guas usan la misma palabra en los tres casos, así el francés m e ill eu r que («mejor que»), aussi b on q u e («tan bueno como»). El danés distingue e n d y s o m como en inglés, pero en algunas partes de Dinamarca (en Fionia, por ejemplo) se usa s o m incluso después de los comparativos. De igual forma en algunas partes de Alemania se usa w i e en los tres tipos de comparación, mientras que en otras se usa w i e para la igualdad solamente y ais con el comparativo. De ahí que en francés se pueda decir, por ejem­ plo, il a autant o u p eu t -ét r e p lu s d ’a rg en t q u e m o i («tiene tanto o quizás más dinero que yo»), mientras que otras lenguas carecen de una expre­ sión como esa, pues la frase h e c o u l d box as w e l l o r b e t t e r than I [«podía boxear tan bien o mejor que y o » ], (W ell) parece incorrecta en inglés. En muchos casos las lenguas ponen a nuestra disposición dos expre­ siones de significado opuesto, que en cierta medida nos permiten invertir la relación entre los grados primero y tercero: w o r s e than («peor que») significa lo mismo que less g o o d than («menos bueno que»). Con oíd («viejo») y y o u n g («joven»), que son opuestos, podemos establecer -las siguientes ecuaciones: 1. 2. 3.

old e r than =■ less y o u n g than as oíd as — as y o u n g as less oíd than = y o u n g e r than 1.

Pero, en la práctica, resulta poco natural emplear las expresiones con less; además, las dos formas que hemos citado en el caso 2 no son exac­ tamente sinónimas: obviamente resultaría imposible decir as y o u n g as t h e hills («tan joven como las montañas») en lugar de as oíd as th e hills («tan viejo como las colinas»). Ello es consecuencia natural del hecho de que oíd, además de tener un significado neutro («de tanta edad») como en baby is o n ly t w o hours oíd («el bebé tiene solamente dos horas de edad»), significa también «viejo» («de mucha edad»), que el es el que se opone a y o u n g («joven»). En algunas lenguas los dos sentidos se con­ servan diferenciados, como en francés á g é d e deux h e u r e s («de dos horas de edad) y vieux («viejo»), en ido evanta du ho ri y oída. De forma semejante, aunque m o r e unkind than («más inamistoso 6. En español tenemos: 1) ( > ) «más peligroso (mejor) que»; 2) ( = ) «tan pe­ ligroso (bueno) como»; 3) ( < ) «menos peligroso (bueno) que». 7. En español tenemos: 1) «más viejo que» = «menos joven que»; 2) «tan viejo como» = «tan joven como»; 3) «menos viejo que» = «más joven que».

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que») = less kind than («menos amistoso que»), vemos que los términos as unkind as («tan inamistoso como») y as kind as («tan amistoso como») no son sinónimos, porque el primero implica que las dos personas com­ paradas son inamistosas y el segundo que las dos son amistosas. Por tan­ to, la comparación con as generalmente no es neutral o indiferente, aun­ que ocasionalmente puede serlo, como en I d o r í t think man has m u ch capacity f o r d e v e l o p m e n t . H e has g o t as far as h e can, and that is n o t jar, is. it? [«N o creo que el hombre tenga mucha capacidad para evolucionar. Ha ido lo más lejos que ha podido y no ha llegado lejos, ¿verdad?»] (W ilde). Por otro lado, las comparaciones con than son por regla general indi­ ferentes o neutras: P e t e r is o ld e r than J o h n («Peter es más viejo que John») no implica que Peter sea viejo y, por tanto, el comparativo puede indicar realmente un grado inferior del que indicaría el positivo en P e te r ís oíd («Peter es viejo»). Tampoco la frase P e t e r is o ld e r than J o h n («Pe­ ter es más viejo que John») significa que John sea viejo, pero sí lo significa si añadimos el subjunto still («todavía»): P e te r is still o ld er than J o h n («Peter es todavía más viejo que John»); también en otras lenguas francés: P ierre est e n c o r e plu s vieux q u e Jean («Pierre es todavía más viejo que Jean»), en danés: P e t e r er en dn u aeldre e n d Jens, en ale­ mán: P e t e r ist n o c h alter ais Hans. El mismo empleo del adverbio encon­ tramos en ruso, lo cual es muy interesante, pues a priori no es evidente que hayamos de encontrar la misma construcción en diferentes lenguas. Si negamos la frase 1, obtenemos P e t e r is n o t o ld e r than J o h n («Peter no es tan viejo como John»), cuyo significado puede ser o bien la frase 2 (igualdad) o 3 (inferioridad); en inglés existe una curiosa distinción entre n o t m o r e than, que designa indiferentemente la igualdad y la inferioridad, y no m o r e than, que designa únicamente la igualdad. En negativo, la fra­ se 2 adquiere la forma de n o t so oíd as («no tan mayor como») y prácti­ camente siempre significa inferioridad 3; menos frecuente es la forma n o t as o íd as, que a veces puede significar superioridad, a condición de que se insista de forma especial en el primer as, como cuando se contra­ dice una afirmación como A is as oíd as B: Oh no, n o t as oíd as B, hut m u c h o ld e r («A es tan mayor como B: Oh no, no tan mayor, sino mucho más mayor»).

Super la tivo s y c o m p a r a t iv o s debilitados Existe una tendencia natural a exagerar usando el superlativo para hablar de un alto grado de algo, sin que se trate verdaderamente del más alto. A veces recibe el nombre de «superlativo absoluto» o «relativo». Por ejemplo: w ith th e gr e a te s t p leasu re («con el mayor placer»), a m o s t learn e d man («un hombre de los más cultos»). En español y en italiano se ha convertido en una regla, hasta tal punto, que la antigua forma del su­ 295

perlativo latino nunca se emplea como auténtico superlativo: bellísim o («m uy bello») en italiano, d o c t í s i m o en español8. En noruego coloquial existe el mismo ejemplo en negativo: ikke sá v o e r t s («no tan malo»). En danés se hace una distinción entre una forma de superlativo sin flexión y otra con flexión, la primera, sin artículo, constituye el auténtico super­ lativo y la segunda el relativo: m e d stó rst v el t a l e n h e d («más elocuente­ mente que nadie»), m e d s tó r s te v el t a l e n h e d («de forma muy elocuente verdaderamente»). A veces la forma del comparativo se usa de forma semejante sin que implique una comparación, como en danés en b e d r e m id d a g («una buena cena»). También en inglés: Does it rain? — Rather! («¿L lueve? —Más bien sí»). Un comparativo debilitado semejante encontramos en la palabra danesa flere, como en v e d f l e r e l e j li g h e d e r («en varias ocasiones»), caso en que el inglés dice de forma más explícita m o r e than o n e («más de una»), es­ pecie de plural de one. Curiosamente, en este caso, en que no hay com­ paración, algunas lenguas tienen una doble terminación de comparativo, como en alemán m eh re r e, que antiguamente podía llevar ais, lo que ahora resulta imposible, en latín tardío plusiores, de donde procede el francés plusieurs, que a pesar de su forma son realmente más débiles que los «po­ sitivos» viele, beaucoup.

Las co m p a r a c io n e s implícitas En ciertas expresiones lingüísticas la idea comparativa va implícita. Así en el verbo p r e f e r i r : P re f ie r o A a B significa lo mismo que A m e gusta más que B; lo mismo ocurre en inglés: I p r e f e r A t o B = I like A b et t e r than B, y en alemán: Ic h ziehe A d e m B v o r ; en este caso en ido se emplea el mismo comparativo de conexión: m e p r e f e r as A kam B = m e prizas A plu kam B. En muy pocos casos encontramos algo semejante en inglés, como Thackeray: P refer r in g a solitu de, and to b e a bachelor, than to put up w ith o n e o f t h e s e f o r a c o m p a n i o n («Prefi­ riendo cierta soledad y quedar soltero que - resignarse a tener a una de ellas por compañera»). Tenemos también una comparación implícita en t o o en inglés, trop en francés, f o r en danés, zu alemán, que significa «más que bastante» o «más que decente, o propio o bueno». En este caso tam­ bién se puede indicar la distancia: an h o u r to o late («con una hora de re­ traso»), en tim e f o r sent, ein e Stitnde zu spat, trop tard d ’u n e h e u r e («con una hora de retraso») y expresiones como outlast («durar más d e ...» ), o u t li v e («sobrevivir»), danés o v e r l e v e , alemán über leben . También pueden considerarse como comparativos implícitos b e f o r e y 8. Igualmente tenemos medesimo en italiano, mismo en español y méme en francés, que proceden todos de metipsimus; además en español existe una forma mis­ mísimo.

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su opuesto, after, francés avant, aprés, alemán vor, nach, etc.; nótese que el inglés a ft er y el danés e f t e r formalmente son también comparativos; vemos la indicación de distancia en an h o u r b e f o r e su nrise («una hora antes de salir el sol»), u n e h e u r e avant le l e v e r du soleil, eine s t u n d e v o r d e m so n n en a u fg a n g, etc. Pero, cuando decimos after an h o u r h e carne back («una hora después regresó») y en francés aprés u ne h e u r e il rentra, etc., se produce realmente una confusión de la indicación de distancia y del complemento de la preposición, dado que significa «una hora después (de su salida o de lo que se haya citado antes)». Se trata de un fenómeno comparable al que se ha producido en el uso matemático de más y m en os, en el sentido de «aumentado en» y «disminuido en», cuando se dice cua­ tro m e n o s dos, f o u r les s t w o o vier w e n i g e r zwei. En francés ca det («hijo menor») y a m é («primogénito») son también comparativos implícitos: ils est m o n ca det d e deux ans («es dos años menor que yo»), il avait un f r é r e cadet, d e dix ans m o in s age, in genieu r c o m m e lui [«tenía un hermano menor, diez años menor, ingeniero como é l» ] (Romain Rolland). Fenómenos sintácticos semejantes encontramos en inglés con palabras procedentes de comparativos latinos, aunque en inglés no se les pueda considerar como comparativos desde el punto de vista formal; por ejemplo: h e is m y sén io r b y t w o years («es dos años mayor que yo»), etc. Los siguientes hechos muestran la irracionalidad de ciertos fenómenos gramaticales. Mientras que en latín p o s t y ante, como hemos visto, son comparativos virtuales, llevan quam solamente cuando el segundo miem­ bro de la comparación es una oración completa; la terminología gramati­ cal tradicional lo explica diciendo que p o s t y ante son preposiciones, pero p o s t q u a m y ante quam son conjunciones; pero es fácil ver que esa no es la función usual de quam, que en este caso corresponde al inglés that más que a than. Las palabras inglesas a fter y b e f o r e pueden las dos introducir palabras y oraciones (ambas son preposiciones y conjunciones): he carne af­ t e r (b e f o r e ) t h e w ar («llegó después [antes] de la guerra») y h e carne after (b e f o r e ) th e w ar w as o ver , («llegó después [antes] de que la guerra acabase»). En danés esas dos palabras se comportan de forma diferente, pues e f t e r necesita que se añada at para convertirse en conjunción: han kom e f t e r krigen («él vino después de la guerra»), han kom efterat krig e n var f o r b i («él vino después de que la guerra acabase»), mientras que en el caso de f o r no se necesita at: han kom f ó r krigen («él llegó antes de guerra»), han kor f ó r krigen var f o r b i («él vino antes de que la guerra acabase»); en ambos casos se puede substituir f ó r por f ó r e n d ( e n d sig­ nifica «que», en el sentido del inglés than), pero el habla vulgar tiende a añadir at para convertirlo en conjunción: han k o r fó r e n d f ó r e n d at krigen var f o r b i («él vino antes de que la guerra hubiese acabado»). En alemán se requiere el dativo del pronombre demostrativo relativo d e m para con­ vertir la preposición nach en la conjunción nach d em , mientras que v o r ( f r ü h e r ais) [«an tes»] corresponde a la conjunción e h e («antes de que»). 297

En francés tenemos aprés y avant son preposiciones mientras que q u e y aprés q u e y avant q u e son conjunciones, pero resulta imposible decir qué es q u e (si equivalente a than o that en inglés); el mismo problema plan­ tea el italiano poseía che, Cuando el complemento es un infinitivo, el fran­ cés tiene, o tenía, las siguientes construcciones: avant q u e d e partir, avant d e partir, avant q u e partir, avant partir, que significan «antes de salir» en español.

Los com p a r a tiv os form a le s Por otro lado, existe una clase de palabras que, consideradas desde el punto de vista gramatical, son comparativas, pero no comparativos con­ ceptuales en la medida en que no pueden llevar t h a n : u p p e r («superior»), o u t er («exterior») y su doblete u tter («completo»), f o r m e r («prim ero»), etc. Probablemente nunca desempeñaron realmente la función de compa­ rativos; pero latter («últim o») y ei d e r («m ayor»), que comparten ahora la misma función con than, antiguamente eran auténticos comparativos de late («tardío») y oíd («viejo»), y todavía en Shakespeare encontramos e i d e r than («más mayor que»). Así pues, podemos llamarlos antiguos comparativos. O ther es un comparativo formal, a pesar de que no existe su positivo correspondiente; puede llevar than (como ocurre en otras lenguas: autre que, etc.). En inglés, o t h e r influye a veces a su sinónimo d i f f e r e n t («dife­ rente»), que entonces lleva than en lugar del regular f r o m , por ejemplo: things will b e m a de d i f f e r e n t f o r m e than f o r o t h e r s [«la s cosas me ocu­ rrirán de forma diferente que a otros»] (W ilde). Inversa. Y, al contrario, podemos encontrar f r o m detrás de a n o t h e r : I h o p e to b e a n o t h e r man f r o m w h a t I w as [«Espero ser otro hombre del que e ra »] (Dickens). Existen otras conocidas palabras en nuestras lenguas formadas con la misma terminación y todavía más alejadas de los comparativos, a saber, las palabras pronominales relacionadas con la idea de «dos», como en la­ tín u te r y n e u te r ; se trata de las formas del antiguo inglés o e g d e r , h w o e d e r que han dado en inglés actual ei t h e r («bien», «o bien»), n e i t h e r («n i»), w h e t h e r («si»). Podemos preguntarnos, quizá, si el sufijo indoeuropeo -ter pertene­ cía originariamente a dichas palabras pronominales relacionadas con la idea de «dos» o si desde el principio era una terminación de comparativa 9. De todas formas, encontramos en muchas lenguas la regla de que cuan­ do no existe comparación directa (con th a n ) se usa en comparativo, cuan­ do se trata de dos elementos, y el superlativo, cuando hay más de dos así, en latín, se usa major pars («la mayor de dos partes»), frente a 9. Esto hay que relacionarlo con el hecho de que en finlandés el interrogativo kumpi («cuál de los dos») y el relativo jompi, que tiene el mismo sentido, tienen la misma forma que los comparativos y llevan la misma flexión.

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maxima pars («la parte mayor»), que se emplea cuando hay tres o más partes. En inglés existe el mismo fenómeno en If Hercules and Lychas plaie at dice W itch is the better man, the throw May turne by for­ tune from the weaker hand [« S i Hércules y Lycas echan los dados para saber cuál de los dos es el mejor, la suerte puede colocar en manos del mas débil el numero mas elevado»] (Shakespeare), pero, si exceptuamos ciertas expresiones fijas como the lotver lip («el labio inferior») o the upper end («el extremo superior»), la tendencia natural en inglés moderno consiste en usar el superlativo en todos los casos, como en ivhose blood is reddest, his or mine ? («¿Q uién tiene la sangre más roja, él o y o ? » ) 10. Esta tendencia ha prevalecido totalmente en danés. Es curioso observar que el alemán dispone en este caso de una forma compuesta de un anti­ guo superlativo a la que se añade la terminación de comparativo: ersterer («el primero»), y que el equivalente inglés the former se forma de modo semejante a partir del superlativo del inglés antiguo forma (= primus), al que se ha añadido la terminación -er del comparativo.

La indicación de la distancia

Con comparaciones de desigualdad se indica muchas veces el grado de diferencia (de distancia), por ejemplo: he is two years older than his brother («es dos años mayor que su hermano»), también con by. En latín se usa en este caso el ablativo y en alemán muchas veces um, etc. Por consiguiente, es posible combinar los dos tipos de comparación como en la frase: She is as much better than her husband as champagne is better than beer («Es superior a su marido como el champán lo es a la cerveza»), she is superior to her husband as champagne is to beer («es superior a su marido como el champán es a la cerveza») o The distance between her and her husband is like that between champagne and beer

(«la distancia entre ella y su marido es la misma que la que hay entre el champán y la cerveza»). En algunos casos la distancia se indica mediante la forma the, que pro­ cede del instrumental del antiguo inglés py. Se trata de un pronombre demostrativo en expresiones como: I like him all the better on account of his shyness — Me gusta todavía

más por su timidez. That makes it all the worse — Eso lo vuelve peor. So mutch the better — Tanto mejor.

En los dos últimos ejemplos all y so much indican también la distancia añadidos a the, que apenas se siente como algo más que como una partícula 10.

Cf. A Modern English Grammar, II, 7, 77.

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desprovista de significado. Pero en t h e m o r e, t h e m e r r i e r («cuántos más somos, más reímos») y otras expresiones de dos miembros, el primei th e es relativo, mientras que el segundo es demostrativo; al primer miembro se le puede llamar determinante y al segundo determinado. En el ing!és ordinario los dos miembros tienen exactamente la misma construcción y nada hay que indique cuál es la oración principal y cuál la subordinada en t h e m o r e h e gets, th e m o r e h e w an ts («cuanto más consigue, más quiere»); pero en danés y en alemán (y antiguamente también en inglés) en casos así el orden de palabras revela que el primero es el determinante y el segundo el determinado: jo m e r e han fár, d e s m e r e onsk er ban («cuan­ to más tiene, más quiere») y J e m e h r e r b ek om m t, d e s t o m e h r w ü n s c h t er («cuanto más se le da, más desea»). La misma relación entre ambos se in­ dica a veces añadiendo that después del primer the, como en T h e n earer that h e carne, th e m o r e s h e j l e d [«cuánto más se acercaba, más se alejaba] (Marlowe). En la construcción rusa con c é m . . . t é m . . . , el primero resulta ser por la forma un relativo y el último un pronombre demostrativo en instru­ mental, que indica diferencia. Pero en francés existe una pequeña diferen­ cia formal entre los dos como en inglés y ni siquiera existe una palabra como the\ plus on est d e fous, plu s on rit («cuanto más locos somos, más reímos»). Por tanto, las dos partes se sienten, incluso más que en inglés, como iguales gramaticalmente y ello se manifiesta muchas veces en la intercalación de et como entre dos frases independientes: plus il a, et plus il d és ir e 11. Las expresiones inglesas (del inglés antiguo) y rusa parecen indicar proporcionalidad exacta, pero en la práctica dicha proporción no existe, y la única fórmula matemática para explicar una expresión de este tipo, como, por ejemplo, t h e m o r e b o o k s b e reads, t h e m o r e s t u p id h e b e c o m e s («cuantos más libros lee, más estúpido se vuelve») sería algo así como

S (n-H) > S (n) donde S , n) significa el grado de estupidez que encontramos después de haber leído n libros. En la mayoría de los casos el determinante se coloca en primer lugar, y esta costumbre casi fija es la que permite que en inglés y en francés los dos miembros se parezcan tanto gramaticalmente. Si invertimos el or­ den, en francés hay que usar otras fórmulas más explícitas o más toscas: 11. Igualmente en italiano tenemos: Ma piü ti guardo, e piü mi sentó commuoevere [«y cuanto más te miro, más conmovido me siento»] (Serao); pero en cambio existen expresiones como: Quanto piü ti costa, tanto piü devi parlare [«cuanto más te cueste, más debes hablar»] (Giacosa). Para más detalles sobre expresiones más an­ tiguas como que plus, quant plus, se puede consultar Tobler, Vermischte Beitmge zur Franzosischen Grammatik, 2, págs. 59 y ss.

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la f i g u r e est d’autant plus adm irab le qu'elle est mieux p r o p o r t i o n n é e («la figura es tanto más admirable, cuanto más proporcionada es»), lo que co­ rresponde a mieux la f i g u r e est p r o p o r ti o n n é e , plus elle est admirable («cuanto más proporcionada es, más admirable es»), Si la v ie réalise un plan, e lle d ev r a m a n i f est er u n e ha r m o n ie plus haute á mesure qu 'elle a v a n c e plus loin [« s i la vida corresponde a un plan, deberá manifestar una armonía más alta a medida que avance m ás»] (Bergson). En inglés generalmente lo que se requiere es un cambio en el orden de las palabras para aclarar el sentido: t h e y liked t h e boo k th e better, t h e m o r e it m a d e t h e m c r y («les gustaba tanto más el libro, cuanto más les hacía llorar»). Existe una interesante subclase de estas expresiones de correlación proporcional, en que el determinante es la longitud del tiempo, pero no va expresado explícitamente como tal. Las diferentes lenguas disponen de diferentes formas de indicarlo: la forma inglesa usual es mediante un comparativo repetido, como en it g r e w darker and darker («obscurecía cada vez más», que significa realmente: «a medida que pasaba el tiempo, más obscurecía»), He b e c a m e m o r e and m o r e impatient («se impacientaba cada vez más»). De forma semejante en danés y en otras lenguas. Mu­ chas veces los poetas substituyen el positivo por el primer comparativo, como en and s w i f t and s w i f t e r g r e w t h e v e s s e l ’s m o ti o n [« y el movimiento del barco se hacía cada vez más rápido»] (Shelley), otra expresión es la que vemos en h e r p ositio n w a s b e c o m i n g daily m o r e in secu r e («su posición se volvía cada vez más insegura»). Otra expresión es la que utiliza e v e r m o r e : h e spok e e v e r m o r e indistinctly («hablaba cada vez de forma más indistinta»). Esto es raro en inglés, pero la fórmula correspon­ diente en alemán es la usual: es w u r d e i m m e r dunkler y e r sprach imm e r w en ig er . La expresión usual equivalente en francés es d e plus en plus («cada vez m ás»): d e plus en p lu s o b s c u r («cada vez más obscuro»), il parla d e m o i n s en m o in s («habló cada vez menos»), etc. En este caso la idea es que en el punto de partida ya era más obscuro (que anteriormen­ te) y que entonces se hizo más obscuro todavía (pero no se expresa «to­ davía»).

La idea d e c o m p a r a ció n en las palabras secundarias y terciarias En la inmensa mayoría de los casos la comparación se establece entre dos palabras primarias como en J o h n is o ld e r than T o m («John es mayor que Tom»), this h o u s e is b i g g e r than ours («esta casa es mayor que la nuestra»), I like claret b e t t e r than b e e r («prefiero el burdeos a la cerveza»), Pero a veces pueden compararse dos conceptos secundarios o terciarios («cualidades»), como en His s p e e c h w as m o r e e lo q u en t than c o n v i n c i n g — Su discurso fue más elocuente que convincente. 301

He spoke more eloquently than convincingly — Habló de forma más

elocuente que convincente. En este caso el inglés requiere la perífrasis con more 12 (lo mismo ocurre en danés y alemán), mientras que el latín dispone de la conocida expre­ sión ilógica con el comparativo en el segundo adverbio además de en el primero: verior quam gratior («más verdadero que agradable»). También se pueden comparar dos verbos: he felt rather than saw her presence in the room («más que ver, sintió su presencia en la habita­ ción»), Esto implica una comparación estilística más que real y significa algo así como « sintió sería una expresión más correcta que vio». En una idea semejante se basan expresiones como this rather frightened him («aquello más bien lo espantó»), mientras que el segundo término de la comparación se deja sin expresar, y que en un principio significaba: «es­ pantó es una expresión más adecuada que cualquier otro verbo». Ello nos conduce a emplear expresiones como there are some things wich I more than dislike («hay ciertas cosas que más que me desagradan»), en que se omite el primer término: «desagradan es una expresión demasiado dé­ bil».

12. Sin embargo, en los diccionarios encontramos una definición de oblong («oblongo»): longer than broad («más largo que ancho»). Tenemos también, aunque sea un poco diferente, el caso de Aunt Sarah, deafer than deaf («tía Sara, más sorda que los sordos»),

302

CAPITULO XIX TIEMPO CONCEPTUAL Y TIEMPO GRAMATICAL.

I‘

El sistema de nueve tiempos

En este capítulo vamos a tratar las expresiones lingüísticas para el concepto natural (o conceptual) de «tiempo» y sus subdivisiones. En mu­ chas lenguas encontramos indicaciones de tiempo expresadas en formas verbales, los llamados «tiempos», y los gramáticos han considerado esto tan natural, que han considerado la distinción de tiempos como la prin­ cipal característica de los verbos (de ahí que la palabra alemana que de­ signa al verbo sea: Z e i tw o r t [«palabra de tiem po»]). Pero existen len­ guas cuyos verbos no distinguen tiempos, e incluso en inglés, que nor­ malmente los distingue, encontramos algunos verbos como must y ought, que en la lengua moderna solamente tienen un «tiem po»; por otro lado, muchas veces se indica el tiempo mediante palabras diferentes de los ver­ bos y en muchos casos esa forma de indicar el tiempo es mucho más pre­ cisa que la que podrían dar las formas verbales en cualquier caso, como cuando decimos on t h e third o f feb ruary , 1923, at 11, 23 p. m. («el tres de febrero de 1923 a las 11,23 de la noche»). No obstante, vamos a limitamos en primer lugar a las distinciones de tiempo que encuentran expresión en los verbos de las lenguas que cono­ cemos mejor. La primera pregunta que hemos de hacernos es si podemos establecer un esquema de los «tiempos» de aplicación universal. En la su gramática latina Madvig propone el siguiente sistema. Todo enunciado puede referirse simplemente a uno de los tres tiempos princi­ pales, presente, pasado y futuro, o indicar que determinado punto (pasa­ do o futuro) está en relación con un presente, un pasado o un futuro. Así obtenemos nueve divisiones, que cito aquí con los términos de Madvig 1. Este capítulo y el que le sigue constituyen una nueva versión de un artículo titulado «T id og tempus» que publiqué en Oversigt over det danske videnskabernes ' selskabs forhandlinger, 19 14, págs. 367-420, y que reorganicé después de haber abre­ viado algunas partes y completado otras.

303

y son con sus ejemplos añadiendo solamente las cifras I, II, III y 1, 2, 3, para poder referirnos más adelante a ellas cómodamente. I «praesens»

1. scribo «in praeterito» «in futuro»

2. 3.

scribebam scribam

II «praeteritum » scripsi scripseram scripsero

III «futurum » scribam scripturus eram (fui) scripturus ero.

La primera línea no lleva una designación especial; el término para­ lelo a los otros sería «in praesenti». En estrecha relación con éste encontramos sistemas con tres tiempos en otras obras, de Matzen, Kroman, Noreen 2; pero estos autores los con­ sideran como sistemas puramente lógicos sin tener en cuenta en absoluto la forma en que esas nueve categorías van representadas en la lengua real. Madvig probablemente pensaba haber dado un sistema empírico para el latín exclusivamente (en su sintaxis griega no da este esquema y hubiera encontrado dificultades para encontrar un lugar para el aoristo), pero incluso como descripción de los tiempos latinos este sistema pre­ senta inconvenientes. Scribam lo encontramos en dos lugares, como «prae­ sens in futuro» (I 3) y como «futurum in praesenti» (III 1), mientras que otras formas solamente aparecen una vez. En la serie III lo natural sería scripturus sum en la línea 1, paralelo a las otras formas, y la razón de la discrepancia es evidentemente que scripturus sum implica un futuro cercano y Madvig quería introducir la idea de distancia en el tiempo en su sistema. No obstante, resulta difícil eliminar dicho elemento de pro­ ximidad al hablar de las otras formas compuestas con scripturus, y en su sintaxis griega (f. 116), Madvig aplica los términos «futurum in prae­ senti» y «futurum in praeterito» a expresiones con melló y emellon, que implican proximidad en el tiempo, y el mismo elemento está presente en la serie III tal como Kroman y Noreen la describen. Por otro lado, si eliminamos dicho elemento, no hay necesidad de distinguir un «praesens in futuro» y un «futurum in praesenti». Hay que considerarlos, por tan­ to, como uno, representado por scribam y scripsi, pero entonces la ana­ logía nos exigiría identificar también I 2 «praesens in praeterito» con II 1 «praeteritum in praesenti»: la diferencia entre scribebam y scripsi no va indicada con suficiente precisión por los lugares que ocupan en el siste­ ma, como lo muestra incidentalmente el hecho de que Madvig coloque scripturus eram y scripturus fui en el mismo lugar (III 2). Estos dos úl­ timos no son sinónimos, pues se distinguen de la misma forma exacta­ mente que scribebam y scripsi, pero la distinción, sobre la que volvere­ mos a hablar, no tiene realmente nada que ver con las otras distinciones 2. Estos sistemas aparecen expuestos detalladamente y criticados en Tid og tempus, pág. 374.

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que aparecen en el sistema. Por tanto, sería mejor rebajar ei esquema de nueve a siete lugares, unificando I 2 y II 1, por un lado, y I 3 y III 1, por otro.

Los siete tiempos Al querer distribuir estos siete tiempos en un esquema coherente, en primer lugar encontramos la dificultad de terminología. Sería mejor dis­ poner de dos series de términos distintas, una para las divisiones con­ ceptual o natural del tiempo y otra para las distinciones de tiempos gra­ maticales o sintácticos. En danés, y también en alemán, es muy conve­ niente reservar sus términos propios para la primera y los términos latinos para la segunda; así: ñutid, fortid, fremtid y jetzzeit, vorzeit, zukunft para las tres divisiones del tiempo (presente, pasado y futuro), y praesens, praeteritum, futurum para los tres tiempos verbales. Pero en inglés no pode­ mos hacer lo mismo, porque no existen palabras propias anglosajonas correspondientes a presente y futuro, por lo que ambas han de emplearse para referirse al tiempo natural y al tiempo gramatical, pues no sería so­ lución distinguir entre present y praesens, y entre future y futurum. No obstante podemos reservar la palabra past («pasado») para el pasado con­ ceptual y usar preterit para el tiempo gramatical correspondiente. Cuando sea necesario, para mayor claridad escribiré «presente conceptual» y «pre­ sente gramatical», «futuro conceptual» y «futuro gramatical» respecti­ vamente. Para las subdivisiones propongo el empleo de las expresiones «lo que precede» y «lo que sigue» como designaciones conceptuales y «anterior» y «posterior» como designaciones sintácticas. La segunda pregunta es la de cómo distribuir los siete «tiempos» con­ ceptuales que hemos establecido. Un métcdo sería colocarlos en un trián­ gulo: «presente»

«pasado»

«precede a un pasado»

«sigue a un pasado»

«futuro»

«precede a un futuro»

«sigue a un futuro»

Pero el resultado no es satisfactorio, y es mucho mejor disponer los siete «tiempos» sobre una línea recta. Evidentemente lo que precede a un pasado es un «pasado en el pasado», y de la misma forma «lo que sigue a un pasado» se convierte en un «futuro en el pasado» y, análogamen305 2 0 . — FILOSOFÍA GRAMATICA

te, lo que precede a un futuro es un «pasado en el futuro» y lo que sigue a un futuro es un «futuro en el futuro», por usar términos toscos que nos recuerdan el sistema de Madvig. Así obtenemos un sistema que evita los dos graves errores lógicos de Madvig: 1) el de la división en tres del «presente», que de hecho es puntual y no se puede dividir, y 2) el todavía más grave de organizar el tiempo conceptual en un esquema de dos dimensiones que constaba de tres veces tres elementos. Pues no hay duda de que la naturaleza del pro­ pio tiempo o, en cualquier caso, la forma en que nos lo representamos nos obliga a considerar el tiempo como una realidad de una sola dimensión, que por tanto podemos representar mediante una línea recta. Las tres divisiones principales del tiempo conceptual se tienen que organizar de la forma siguiente: ------------------------------------------------ o ------------------------------------------------» A «pasado» B «presente» C «futuro» La inserción de los «tiempos» intermedios nos da este esquema, en que colocamos arriba los tiempos conceptuales y abajo los tiempos grama­ ticales correspondientes debajo de la línea que representa el transcurso del tiempo:

Ab

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a ca 03 V a .2P *00

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9.

-2

o

Esta figura, y las letras que indican las diferentes divisiones, mues­ tran el valor relativo de los siete puntos; los tiempos que corresponden a subdivisiones van orientados en relación con cierto punto en el pasado (Ab) y en el futuro (Cb), de la misma forma exactamente que los tiempos principales (A y C) van orientados en relación con el momento pre­ sente (B). ^ El sistema así obtenido parece inatacable desde el punto de vista lógico, pero, como veremos, no pretende incluir todas las categorías tem­ porales ni todos los tiempos gramaticales que encontramos en las lenguas 3. Ahora nos corresponde examinar las siete categorías definidas, empe­ zando por las principales y analizar la forma en que se expresan efectiva­ mente en varias lenguas.

Las c a tego ría s principales d e l t i e m p o c o n c e p tu a l A. El pasado. En inglés le corresponde solamente un tiempo grama­ tical, el pretérito, por ejemplo w r o t e («escribió»). Otras lenguas dispo­ nen de dos tiempos: por ejemplo, en latín scripsi («escribí»),, sc ribeba m («escrib ía»)4. Mientras que en estas lenguas la distancia de tiempo desde el momento presente es completamente inmaterial, algunas lenguas dispo­ nen de pretéritos diferentes para expresar el pasado lejano y el pasado reciente respectivamente. El segundo se expresa en francés mediante la perífrasis j e v ie n s d ’é c r i re («acabo de escribir»). Entre las expresiones que se refieren al pasado, hemos de citar tam­ bién el llamado «presente histórico», al que sería mejor llamar «presente ahistórico» o, como lo llama Brugmann, p r e s e n t e dramático. Al usarlo, el hablante se coloca fuera de la historia, viendo y representando lo que ocurrió en el pasado como si estuviera ocurriendo ante sus ojos. Como dice Noreen, sirve para producir una ilusión artística. Pero por artístico que sea este recurso, no hay que olvidar que es de origen popular; basta con que escuchemos la forma en que la gente más humilde cuenta los in­ cidentes de que ha sido testigo para comprobar qué natural, e incluso ine­ vitable, es esta forma. Y, sin embargo, Sweet piensa que en inglés se debe a la influencia literaria del francés y del latín y que en las sagas islandesas, en que es extraordinariamente frecuente, se había tomado del irlandés 5. Einenkel y otros creen que su uso en inglés medio se debe n 3. Se puede ver un esquema relativamente próximo a éste, pero que compren­ de un gran número de distinciones que en mi opinión no tienen ninguna relación con la simple línea recta que representa el tiempo, en la obra de Sheffield, Grammar and Think.tng, pág. 13 1. He hecho la crítica de ella en mi artículo Tid og tempus, págs. 383-384. 4. En la pág. 329 veremos lo que les distingue. 5. Sweet, Philological Society Proceedings, 1885-87, pág. X L V y a New English Grammar, § 2228.

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la influencia del francés antiguo. Pero, en el inglés medio es muy fre­ cuente en la poesía popular, en la que es muy improbable la influencia de una característica sintáctica extranjera. La ausencia o escasa presencia de este presente en el inglés antiguo creo que debe explicarse por el hecho de que la literatura del inglés antiguo no nos ofrece ninguna de esas vi­ vidas narraciones en prosa natural que son famosas en la literatura islan­ desa. En conjunto el presente dramático pertenece a esa clase de expre­ siones de la vida cotidiana que aparecen relativamente tarde en la lengua escrita, porque no se consideraban dignas de emplearse en literatura. Nunca aparecen en Homero, pero son frecuentes en Herodoto. Delbrück está en lo cierto cuando dice que es «gewiss uraltvolkstümlich» («de ori­ gen popular muy antiguo»)6. B. El p resente. Las lenguas cuyos verbos llevan indicaciones de tiem­ po usan generalmente en este caso el presente. Pero ¿qué es el presente desde el punto de vista conceptual? Teórica­ mente, es un punto, que no tiene duración, de la misma forma que un punto en geometría teórica carece de dimensión. El momento presente, que se expresa mediante la palabra «ahora», no es sino la frontera im­ perceptible entre el pasado y el futuro, siempre está en movimiento «ha­ cia la derecha» a lo largo de la línea que hemos representado más arriba. Pero en la práctica «ahora» significa un tiempo con una duración apreciable, que varia enormemente según las circunstancias; vemos algunos ejemplos: He is h u n g r y — Tiene hambre. He is ill — Está enfermo. He is d ea d — Está muerto. Lo mismo ocurre con la palabra espacial correspondiente, «aq uí», que según las circunstancias significa cosas muy diferentes (en esta habitación, en esta casa, en esta ciudad, en e s t e país, en Europa, en e s t e m u n d o ) y con la palabra «nosotros», que puede abarcar un número diferente de in­ dividuos además del hablante, pues la única condición exigida en el caso de «aquí» y en el caso de «nosotros», es que el hablante vaya incluido. Con respecto al presente gramatical todas las lenguas parecen coincidir en tener la regla de que lo único que se requiere es que el punto teórico cero, «ahora», en su sentido estricto, entre dentro del periodo a que aludimos. Esta definición se aplica a casos como: He Uves at n u m b e r 7 — Vive en el número 7. Kfiives are sharp — Los cuchillos son cortantes. Lead is h e a v y — El plomo es pesado.

261 . 308

6.

Delbrück, Vergleichende Syntax der Indogermanischen Sprachen, 2, pág.

W a te r boils at a h u n d r e d d e g r e e s Celsius — El agua hierve a cien grados Celsius. T w i c e f o u r is e i g h t — Dos veces cuatro son ocho. Con respecto a «verdades eternas» como ésas, a veces se ha dicho equi­ vocadamente que nuestras lenguas tienen deficiencias, porque solamente las expresan en relación con el tiempo presente y carecen de medios para expresar que eran igualmente válidas en el pasado y lo serán en el futuro. Esta objecion pierde su validez cuando tenemos en cuenta que la mayo­ ría o todas nuestras afirmaciones sobre el tiempo presente necesariamente afectan a una parte de lo que estrictamente pertenece al pasado y al fu­ turo. Si definimos el «tiempo presente» como hemos hecho aquí, se puede aplicar incluso a hechos intermitentes como los que aparecen en las si­ guientes frases: I g e t u p e v e r y m o r n i n g at s e v e n — Me levanto todas las mañanas a las siete 7. T he train starts at 8.32 — El tren sale a las 8.32. T h e s t e a m e r l ea v e s e v e r y T u esda y in tvinter, but in s u m m e r b oth on T u esda ys and Fridays — El barco sale los martes en invierno, pero en verano sale los martes y los viernes. En la última frase el momento presente cae dentro de los límites de aque­ llo de lo que se está hablando, puesto que se trata de la organización actual de las salidas del barco en este año y en los últimos años y con toda probabilidad en algunos de los próximos años. Esta forma de ver las cosas me parece preferible a la adoptada por Sweet. quien escribe que «para el objetivo de afirmaciones de este tipo (como t h e sun rises in t h e east [« e l sol sale por el este»], platinum is t h e h e a v i e s t m eta l [« e l platino es el metal más pesado]») el que mejor corresponde es el presente, puesto que es el tiempo más inconcreto»8. ¿Por qué inconcreto? Mucho menos todavía podemos llamar a dichas frases «atemporales» (z eitlo s), como muchas veces se hace9. Mejor sería hablar de «tiempo genérico», de la misma forma que hemos hablado de «número genérico» y de «persona genérica». Si se usa el tiempo presente para ese tipo de frases, es para afirmar que son válidas ahora. Pero oca­ 7. Se puede decir incluso aunque la frase se pronuncie por la tarde. Si repre­ sentamos la acción de levantarse mediante un punto y el momento presente mediante O, obtenemos la figura siguiente, que muestra que cumplen las condiciones para que se pueda usar el presente: ............. O ...................... etc. 8. Sweet, A New English Grammar, 289. 9. Brunot dice por ejemplo: «La terre tourne autour du soleil» («la tierra gira alrededor del sol») presenta una acción situada fuera del tiempo (La Pensée et la langue, pág. 2 10 ) y «las acciones situadas fuera del tiempo se expresan en presente» (Id., pág. 788).

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sionalmente se pueden usar otros tiempos: el llamado «pretérito gnómico» como en este ejemplo de Shakespeare: Men w e r e á e c e i v e r s e v e r («los hombres siempre fueron tram posos»)10; se trata de una especie de re­ curso estilístico para hacer que el propio oyente saque la conclusión de que lo que hasta ahora fue cierto lo es todavía y lo será hasta el fin de los tiempos. Por otro lado, el tiempo presente se usa «gnómicamente» en la frase francesa rira bien qui rira le d e r n i e r («el que ríe el último ríe mejor»), mientras que los proverbios correspondientes en otras lenguas van en presente. La razón por la que el francés usa este tiempo es la de que el proverbio se cita la mayoría de las veces cuando alguien está riendo y el hablante quiere decir que él reirá después y mejor 11. C. El futuro. Es fácil comprender por qué las lenguas disponen de medios menos concretos y menos explícitos para expresar lo que ha de venir que los que se utilizan para hablar de lo pasado: no sabemos tan­ to sobre el futuro como sobre el pasado y por esa razón nos vemos obli­ gados a hablar de él en forma más vaga. Muchas lenguas no tienen tiem­ po futuro propiamente dicho o incluso han abandonado formas que en un tiempo tenían y las han substituido por circunloquios. Voy a hacer aquí un examen de las principales formas en que las lenguas han llegado a poseer expresiones para el futuro conceptual. 1. Se usa el presente con sentido de futuro. Esto es especialmente fácil cuando la frase contiene una indicación de tiempo precisa en la for­ ma de un subjunto y cuando la distancia en el tiempo desde el momento presente no es muy grande: I d iñ e w ith m y ú nele to-night («Esta noche ceno con mi tío»). La extensión con que el presente se usa de esta forma es diferente según las lenguas, pero es especialmente frecuente con verbos que denotan la idea de « ir»: I start to -m o r r o w , Ic h reis e m o r g e n ab, J e g r ejser m o r g e n , J e pars demain, Parto d om a n i («salgo mañana»), etc. En griego ei m i («voy») significa casi siempre «iré». También se usa mucho el presente en oraciones que empiezan con w h e n («cuando») y if («si»): I shall m en t io n it w h e n I s e e him (if I s e e him) («Lo diré, cuando lo vea [si lo v eo ]»); en francés se puede decir también: J e le dirai si j e l e voi s («lo diré si lo veo»), pero con quand hay que emplear el futuro: J e le dirai quand j e le verrai («lo diré cuando lo vea»). 2. La volición: Tanto la forma inglesa w ill como la danesa vil con­ servan en cierta medida la huella del significado original de volición, y, por eso, la forma inglesa w ill g o no se puede considerar como un puro 10. Cf. el aoristo gnómico en griego. 11. Puede haber un pasado conceptual genérico en frases como Last year the early morning train started at 6.15 («el año pasado el prim er tren de la mañana sa­ lía a las 6 y 15»). Este no es el lugar para examinar ciertos empleos interesantes del presente gramatical que tenemos por ejemplo en I hear (I see in the papers) that the Prime M inister is ill («M e entero [veo en los periódicos] que el prim er ministro está enfermo») o en 7 come to bury Caesar, not to praise him («vengo a enterrar a César, no a alabarlo»).

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«futuro» gramatical, aunque se acerca mucho a dicha función, como ve­ mos especialmente cuando se aplica a fenómenos naturales como it will certain ly rain b e f o r e n ight («seguro que va a llover antes de que ano­ chezca»). Existe también una tendencia creciente a usar will o ’U en pri­ mera persona en lugar de shall como en l ’m afraid I ’11 d ie s o o n («temo que voy a morir pronto»), lo que hace que will sea todavía más el auxi­ liar común del futuro. En alemán w o l l e n se tiene que usar en es sch eint r e g n e n zu w o l le n («parece que va a llover»), porque el auxiliar usual w e r d e n no se puede usar en infinitivo. Se expresa también el futuro por volición en rumano: voiu canta (literalmente, «quiero cantar»). También ocasionalmente se dice en italiano v u o l p i o v e r e [«quiere llover»] (Rovetta, M o g li e di Sua Eccel. 155). En griego moderno la idea de volición parece haber desaparecido completamente de las expresiones con tha: tha graphd y tha gra pso («voy a escribir» regularmente o una sola vez); tha, antiguamente thena, se deriva de la persona th e (= thelei) i de na (de hiña [« q u e » ], conjunción de subordinación) y actualmente no es sino una simple partícula tem poral12. 3. Idea, intención. Ejemplo: antiguo normánico mun. Resulta difícil distinguirlo de la volición. 4. Obligación. Este es el significado original del antiguo inglés sceal, ahora shall y del holandés zal. En inglés el significado de obligación ha desaparecido prácticamente, pero el uso de este auxiliar está limitado a la primera persona en las frases afirmativas y a la segunda en las inte­ rrogativas, aunque en ciertas clases de oraciones subordinadas se usa en las tres personas B. El significado de obligación entraba también al prin­ cipio en las formas románicas del tipo de sc r ib e r e habeo («tengo que es­ cribir»), que hoy es solamente un simple futuro en casos como el italiano sc r i v e r o , el francés écrirai o el español es crib ir é, etc. En este apartado he­ mos de colocar también la expresión inglesa is to como en h e is to start to­ m o r r o w («debe salir mañana»). 5. Movimiento: los verbos que significan « ir» y «venir» se usan muchas veces para indicar la idea de futuro, como en francés je vais écrire («voy a escribir») usado para el futuro inmediato, en inglés I am g o i n g to write, que a veces, aunque no siempre, tiene el mismo matiz de inme­ 12. Cuando se dice en italiano Sta per partiré («está por salir»), parece que la idea de futuro se aplica a per que indica la intención; lo mismo vemos en La bottega e per chiudersi («la tienda va a cerrar»), 13. Puede ocurrir que se emplee en alemán el auxiliar sollen con sentido futuro, como vemos en Es handelt sich hierbei freilich meist um Dinge, die erst werden sollen [«a decir verdad, de lo que aquí se trata esencialmente es de cosas que están todavía por hacer»] (Bernhardi), donde naturalmente es preferible evitar así la forma werden werden. En francés encontramos frases como ésta: L ’ouvrage semble devoir étre tres complet et précis (Huchon, Histoire de la langue anglaise, V II, a propósito de una obra de la q u e ' solamente ha podido examinar la primera parte); devoir étre sustituye en este caso a la forma inexistente del infinitivo futuro y significa «será, por lo que parece».

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diatez, y, finalmente, sin dicho matiz, en sueco jag k o m m e r att skriva, en francés quanel j e viendrai a m ou rir («cuando me llegue la muerte), en in­ glés I w is h that y o u may c o m e to b e a sh a m ed o f w h a t y o u h a v e d o n e («espero que llegues a avergonzarte de lo que has hecho»), t h e y m a y g e t to k n o w it («pueden llegar a saberlo»). En cambio, en danés, j e g k o m m e r til at skrive denota lo accidental o lo necesario, bien «resulta que estoy escribiendo» o bien «tendré que escribir». 6. Posibilidad. El inglés m a y muchas veces indica una idea de futuro un poco vaga: Según algunos autores this m a y e n d in disaster («esto puede acabar en un desastre»). Aquí podemos citar también los casos en que un presente de subjuntivo, originariamente, se ha convertido en futu­ ro, como en latín scribam («escribiré»). 7. Existen otras formas en que se pueden desarrollar expresiones para la idea de futuro. Según algunos autores, el alemán ich w e r d e s c h r e i b e n («escribiré») se deriva de una construcción participal ich w e r d e schreib en d, pero no todos lo aceptan; Paul no lo cita en su gramática 14, aunque hemos de reconocer que su estudio del futuro no es satisfactorio. Se dice que el futuro griego en -so (leip só [«abandonaré»], etc.) fue originaria­ mente un «desiderativo». Un imperativo conceptual está en relación necesariamente con el fu­ turo conceptual. En los casos en que, como en latín, existen dos tiempos en el imperativo, ambos se refieren al futuro, el llamado imperativo pre­ sente se refiere bien al futuro inmediato o bien a cierto momento no concretado del futuro, y el llamado imperativo futuro se usa principal­ mente en relación con un momento especialmente concretado. Un «im ­ perativo perfecto» se refiere también al futuro y constituye un recurso estilístico para indicar lo rápido que el hablante quiere que se ejecute su mandato: por ejemplo, b e g o n e («te hayas ido», literalmente). Cuando decimos Ha ve d o n e ! queremos decir lo mismo que con Stop at o n c e ! («de­ tente ahora mismo») o D o r ít g o on («no sigas»), pero mediante un cir­ cunloquio: let that w ic h y o u h a v e already d o n e (said) b e e n o u g h («que lo que ya has hecho baste»).

Las categorías secundarias d el t i e m p o c o n c e p t u a l A continuación hemos de estudiar las categorías secundarias del tiem­ po conceptual, es decir, puntos en el tiempo anteriores o posteriores a otros puntos (pasados o futuros) mencionados o implicados en la frase en cuestión. Aa. Lo q u e p r e c e d e a un pasado: esta idea tiene que citarse tantas veces que muchas lenguas han desarrollado tiempos especiales para ella: antepretérito (pluscuamperfecto, pretérito perfecto) simple, como en la­ 14.

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Paul, D eutsche G ram m atik, 4, 127 y 128.

tín scrip seram , o perifrástico, como en inglés had w ritten («había escrito») y las formas correspondientes en las demás lenguas germánicas. En in­ glés antiguo lo que precede al pasado se indicaba mediante un simple pre­ térito con el adverbio aer («antes»), como vemos en la frase p a e t p e he aer s a e d e («lo que él había dicho», literalmente: «lo que ha dicho an­ tes»). Las relaciones entre ambos tiempos conceptuales, el pasado y lo que precede al pasado, se pueden representar gráficamente así. La línea in­ dica el tiempo que se tardó en escribir la carta y el punto o el momento en que Uegó: I had w r i t t e n th e le tt e r b e f o r e h e carne = He carne after I had w ritten the l e t t e r — Yo había escrito la carta antes de que él llegase = El llegó después de que hubo escrito la carta. = ----------------------- c H e carne b e f o r e 1 had w ritte n th e l et t e r = o bien I fin is h ed w ritin g the l e t t e r after h e had c o m e , o bien I w r o t e the let te r after h e had c o m e Ei llegó antes de que yo hubiese escrito la carta, o bien: Yo acabé de escribir la carta después de que él hubo llegado, o bien: Yo escri­ bí la carta después de que él hubo llegado. = o b ie n ------------- , o bien c ---------c Ac. Lo q u e s i g u e a un p a s a d o : que yo sepa, no existe ninguna len­ gua que posea un tiempo simple (postpretérito) que corresponda a esta idea. Una expresión usual es mediante un verbo que indique destino u obligación; ese es el empleo más corriente de la expresión inglesa w as to: Next y e a r s h e g a v e birth to a so n w h o was to cause h er gr ea t anxiety — El año siguiente dio a luz a un niño que iba a causarle gran an­ siedad. It was m o n d a y nigth. On w e d n e s d a y m o r n in g M o n m o u th was to die — Era el lunes por la noche. El miércoles por la mañana Monmouth iba a morir (Macaulay). He was not destined to arrive th e r e as s o o n as h e had h o p e d to d o — No estaba destinado a llegar allí tan pronto como había esperado (Kingsley). Lo mismo ocurre en otras lenguas: en danés N oeste ar f o d t e hun en son s o m skulde v o l d e h e n d e s t o r e b ek y m r i n g e r («el año siguiente dio a luz a un niño que iba a causarle grandes preocupaciones»), en aleman Im n a ch sten Ja b r e g e b a h r sie ei nen Sohn, d e r ihr g r o s s e B ek ü m m ern is verursa ch en sollte, en francés Quand J a c q u e s don n a a l ’é l e c t e u r Frederic sa filie qui d ev ait étr e la tige d e s rois actuéis d e l’Angleterr e («Cuando Jac­ ques dio al elector Frédéric la niña que debía ser el tronco de los reyes 313

actuales de Inglaterra») o J e n e p r e v o y a i s p oin t to u s les m a lh eu r s qui allaient nous frapper c o u p sur c o u p [«Y o no preveía todas las desgra­ cias que iban a caer sobre nosotros una tras o tra»] (Sarcey). A veces en francés se usa el futuro, que corresponde al presente dramático: I r r ité d e Vobstination d e Biron e t voulant d o n n e r a la n o b l e s s e un d e c e s e x e m p l e s q ue R ichelieu multipliera, Henri IV laissa ex é c u te r la s e n t e n c e («Irritado ante la obstinación de Biron y queriendo dar uno de aquellos ejemplos que Richelieu iba a multiplicar, Henri IV dejó que se ejecutase la sen­ tencia»). En griego tenemos: T en h o d o n h é i d e e m e l l e n e m o i kaka kéd e' esesthai («aquel camino en que tantas angustias me esperaban»)15. Ca. Lo q u e p r e c e d e a un futuro . Habitualmente el tiempo gramati­ cal que corresponde a esta idea recibe el nombre de «futuro anterior». Por ejemplo, en latín: s c n p s e r o , en nuestras lenguas modernas es perifrástico: I shall h a v e written, Er w ir d g e s c h r i e b e n haben, II aura éc r it («E l habrá escrito»), etc. En danés el elemento del futuro generalmente queda sin expresar: Hvis du k o m m e r klokken 1, har han s k r e v e t b r e v e t ( . .. h a r vi spist, ... er s o len gd et n ed ) («Si vienes a las siete, él habrá escrito la carta» [«habremos cenado»..., ...« e l sol se habrá puesto»]). Así es también en inglés y en alemán cuando se emplean conjunciones temporales: I shall b e glad w h e n her marriage has taken p la ce; Ic h w e r d e f r o h sein, w e n n d ie Hochzeit st a tt g efu n d en hat («Estaré contento cuando su matrimonio se haya celebrado»). También en este caso podemos representar gráficamente la relación temporal así: I shall hav e w ritten t h e let t e r b e f o r e h e c o m e s = He w ill c o m e after I h a v e w ritten (shall h a v e w r i t t e n ) th e let t e r — Yo habré escrito la car­ ta antes de que él llegue = El llegará después de que yo haya escrito la carta. — ----------------------- c He will c o m e b e f o r e I (shall) h a v e w ritten th e l et t e r = o bien I shall finish w rittin g th e l et t e r a ft er h e has c o m e , o bien I shall w r i t e t h e l et t e r after h e has c o m e — El llegará antes de que yo haya escrito la carta, o bien: Yo acabaré de escribir la carta después de que él haya llegado, o bien: Yo escribiré la carta después de que él haya llegado. = o b ie n ------------- , o bien c ----------

c Ce. Lo q u e s ig u e a un futuro-, esto presenta un interés esencialmen­ te teórico, y dudo mucho de que formas como I shall b e g o i n g to w r it e 15. de carne en over me at sobre mí»),

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Odisea 6, 165; también id., 7, 270 y 8, 510. Hay que relacionar el empleo la frase de Dickens, The influence of all good which she carne to exercise a later time («la influencia benéfica que posteriormente llegó a ejercer con la expresión 5 de C. que hemos visto en la pág. 3 1 1.

(«estare a punto de escribir»), que índica proximidad en el tiempo al futuro principal o scriptarus e r o sean de uso frecuente. Madvig cita un ejemplo de Cicerón: Orator eoru m , apud q uos aliquid a get aut acturus erit, m e n t e s s e n s u s q u e d e g u s t e t o p o r te t, pero vemos que en este caso el futuro aget, que arrastra a las otras formas equivale de hecho a un pre­ sente genérico, y va en futuro a causa de oportet-. «Es (hoy como siempre) deber de un orador calibrar las disposiciones espirituales y los sentimien­ tos de aquellos ante quienes habla o va a hablar». La idea de que algo no habrá ocurrido todavía en un momento situado en el futuro se ex­ presa muchas veces mediante una frase negativa: I f y o u c o m e at s ev e n , w e shall n o t y e t hav e á in e d ( . . . t h e sun w ill n o t y e t have s e l ) («Si lle-! gas a las siete, todavía no habremos cenado [ ...e l sol todavía no se habrá puesto]»), Si tu v ie n s a s e p t heures, n ous ríau ron s pas e n c o r e d iñ é {...le s o le il n o s e sera pas e n c o r e co n ch é. En danés generalmente el elemento de futuro no se expresa: hv is du k o m m e r klokken 7, har vi ikke spist en dn u ( . . . e r s o l e n ikke g a e t n e d e n d n u ) ,6.

La e c o n o m í a d e l habla Las lenguas difieren mucho en su economía en el uso de tiempos así como en otros aspectos. Las lenguas que admiten frase como Salgo mañana usan un signo para el futuro (el adverbio), mientras que otras lenguas obligan a sus hablantes a usar dos, como en la frase Cras ibo («saldré mañana»). Esto es paralelo a la expresión económica en m y oíd friend's fa t h e r («el padre de mi viejo amigo») con solo una marca de genitivo frente a pater v ete r is m e i amici en latín o en ten trout («diez truchas») frente a ten m e n («diez hombres») o d e c e m viri. Muchas veces se ha elogiado al latín por su lógica en este sentido, como cuando Weise escri­ be: Der g e s u n d e M e n s c h e n v e r s t a n d b ef a h ig t e d en R ó m e r b e s o n d r e s zu g e n a u e r S c h e i d u n g d e r B e gr iffe , s ch a r fe d e r Darstellung, klarheit und d u rchsichtig k eit d e r R e d e . .. Der g e b i l d e t e R o m e r ist peinlich sorgfa lt ig in d e r Tem pusbezeichnung-. « I c h w e r d e k om m en , w e n n ich kann» heisst bei i h m ; veniam, si potero; « w i e d u sáhest, so wirst d u e r n t en » : ut sememtem feceris, ita metes; « s o o ft er fiel, stand er a u f »-. cum ceciderat surgebat. («El sentido común permitía al romano expresar sus ideas con una pre­ cisión muy especial en la distinción de los conceptos, una gran exactitud en la exposición, una claridad extraordinaria, una propiedad en el habla... El romano cultivado ponía un cuidado extremo en la expresión del tiem­ po: I c h w e r d e k o m m e n w e n n ich kann («vendré si puedo») se dice: Ve­ niam, si p o t e r o ; W ie d u sdhest, so wirst d u er n ten («recogerás lo que havas sembrado»): Ut s e m e n t e m fec e r is , ita m e t e s ; So o ft er fiel, stand 16. Evidentemente estamos ante un simple futuro y no una forma posterior a un futuro cuando decimos: («[M añana irá a Liverpool y] poco tiempo después sal­ drá en barco para América»).

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er a u f («Cada vez que caía se volvía a levantar»): Cum c ecid er a t , s u rg eb a t » . En este terreno el inglés y el danés generalmente coinciden con el ale­ mán. Pero hay que recordar que no se puede considerar ilógico el hecho de omitir la designación de lo que es evidente: la situación y el contexto aclaran muchas cosas que un lógico estricto preferiría ver expresado en un análisis pedante. Tampoco debe olvidarse que en otros casos el latín es bastante económico. Vostquam u rb em liquit («Después de que hubo abandonado la ciudad»), en este caso lo que precede al pasado me­ diante la combinación de p o st q u a m («lo que precede») y de liquit (pa­ sado); en inglés se puede emplear en esecaso ambas expresiones, la más corta y la más explícita: after h e l e f t th e t o w n («después de que abandonó la ciudad») y after h e had l e f t («después de que se hubo marchado»); el danés y el alemán exijen la doble expresión más explícita: e ft e r a t han h a v d e forladt b y e n ; n a ch d e m er d ie Stadt ver lassen hatte. El latín es muy económico también al omitir la marca del pasado en h o c d u m narrat, f o r t e audivi («mientras contaba aquella historia, la oí por casualidad»). Shakes­ peare omite dos indicaciones de tiempo, cuando dice: o u r vizarde w e e will c h a n g e after w e lea v e t h e m («nuestras máscaras las cambiaremos cuando hayamos abandonado a nuestra gente») y en y o u m u s t l e a v e th e h o u s e b e f o r e m o r e harm is d o n e («tienes que abandonar la casa antes de que se haga más daño»). Esas omisiones de las indicaciones de tiempo son especialmente frecuentes después de conjunciones temporales y con­ dicionales; obsérvese así la diferencia entre las dos oraciones introducidas por w h e n : W e d o n o t k n o w w h e n h e w ill c o m e , b ut w h e n h e c o m e s h e will n o t fin d us un grate fu l («no sabemos cuándo vendrá, pero, cuando venga, no nos encontrará ingratos»), el primer w h e n es interrogativo y el segundo un adverbio relativo o una conjunción. En francés con qua nd tendríamos que emplear il v ien d r a en ambas oraciones, pero si substitui­ mos quand por si, vemos la misma diferencia que en inglés: Nous n e sav o n s pas s ’il viendra, mais s ’il v ie n t il n e n o u s t r o u v era pas ingrats.

El uso no tem po ral d e los t i e m p o s A veces lo que es un signo gramatical de una relación temporal puede usarse con fines conceptuales. Así se usa muchas veces un futuro para ex­ presar una mera suposición que se sitúa en el presente: II d or m ir á défá, He will already b e asleep y Er w ir d s c h o n sc hla fe n («dormirá ya»), sig­ nifican «supongo que ya está durmiendo». Es cierto que lo que podemos decir con respecto al futuro es solamente suposiciones y esta verdad se invierte en la lengua como si las ideas de futuro y de suposición fueran idénticas. O puede ser que la idea sea la siguiente: «se verá (en algún momento en el futuro) que él está ya (en el momento presente) dormido», de la misma forma que podemos usar h o p e («esperar»), que implica futuro, con una oración subordinada en presente o en perfecto: I h o p e h e is 316

alread y a sl e e p («espero que ya esté dormido»), I h o p e h e has p a y d his bilí («espero que haya pagado su cuenta»), lo que significa: «espero que despues se comprobará que ahora está dormido o ha pagado su cuenta». El uso no temporal más importante de las formas del pretérito es el de indicar irrealidad o imposibilidad. Lo encontramos en las frases que ex­ presan deseos y en las frases condicionales. Si queremos encontrar una . conexión lógica entre este uso y el uso temporal normal del pretérito, podemos decir que el lazo común es que en todos los casos se niega algo en relación con el presente. At that tim e h e had m o n e y e n o u g h («en aquella época tenía suficiente dinero»), I w is h h e had m o n e y e n o u g h («O ja­ lá tuviese suficiente dinero») y I f h e had m o n e y e n o u g h («si tuviese su­ ficiente dinero»), cada una de estas frases a su manera es un contraste con h e has m o n e y e n o u g h («tiene suficiente dinero»). I w is h h e had m o n e y e n o u g h expresa mediante el pretérito un deseo con respecto al presente y, al mismo tiempo, su imposibilidad o irreali­ dad («desgraciadamente no tiene suficiente dinero»); igualmente la for­ ma anterior a un pretérito en I w is h h e had had m o n e y e n o u g h («ojalá hubiese tenido suficiente dinero») expresa un deseo con respecto a cierto momento pasado y, al mismo tiempo, niega que tuviese entonces dinero suficiente. Pero, en relación con el futuro, no es posible negar nada de forma tan categórica y, por eso, el empleo de w o u l d en lugar de will sirve meramente para expresar la incertidumbre de su realización: I wish h e w o u l d s e n d th e m o n e y t o m o r r o w («ojalá envíe el dinero mañana») ex­ presa el deseo sin decir nada sobre la probabilidad de su realización. En las oraciones condicionales vemos el mismo fenómeno. I f h e had m o n e y e n o u g h hace referencia al presente y niega que tenga dinero; if he had m o n e y e n o u g h hace referencia al pasado y niega que tuviese dinero entonces; if h e s h o u l d h a v e m o n e y hace referencia al futuro, pero, en lu­ gar de negar, mantiene la incertidumbre de si tendrá o no. Pero, la últi­ ma forma se puede usar también para expresar una duda en relación con el presente: if h e s h o u l d b e in n o c e n t («si fuese inocente»), que en la mayo­ ría de los casos significa probablemente «si resulta (posteriormente, fu­ turo) que él es inocente ahora», etc. Al hablar del futuro se puede usar el simple pretérito (sin sh ould): I f w o u l d b e a p it y if h e m is s e d t h e boat t o m o r r o w («sería una pena que perdiese el barco m añana»)17. A veces, principalmente en el habla coloquial, podemos encontrar el uso de una forma anterior al pretérito no sólo cuando se hace una refe­ rencia al pasado, sino también en relación con el momento presente, sim­ plemente para intensificar la irrealidad independiente de toda conside­ 17. Un fenómeno del mismo tipo vemos en los casos en que el carácter hipoté­ tico de la preposición no va explícitamente indicado por una conjunción como if («si»); tenemos por ejemplo: Fancy your w ife attached to a mother who dropped her h’s [«imagina que tu m ujer tuviese una madre que no pronunciase las h»] (Thackeray).

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ración temporal. Así podemos decir: I f I had had m o n e y e n o u g h (at t h e p r e s e n t m o m e n t ) , I ivou ld h a v e paid y o u («si hubiera tenido dinero sufi­ ciente [en el momento presente], te habría pagado») y I ivish I ha d had m o n e y e n o u g h ( n o w ) to pay y o u («O jalá hubiera tenido suficiente dinero [ahora] para pagarte»). También es interesante observar que el uso del pretérito para indicar irrealidad en el momento presente produce la consecuencia de que se puede usar al hablar del futuro, como en It is high t i m e t h e b o y w e n t t o b e d («Es hora de que el niño vaya a la cama»). En las expresiones de deseos y condiciones la irrealidad o imposibi­ lidad no se indicaba originariamente mediante la utilización de un tiempo determinado, sino que requería además el paso del indicativo al subjun­ tivo, como sigue ocurriendo en alemán. Pero en danés no existe actual­ mente en el pretérito (ni en la forma que indica un tiempo anterior al pretérito) distinción formal entre ambos modos y la modificación de significado recae únicamente sobre el tiempo gramatical. Lo mismo ocu­ rre en inglés en más del 99 por ciento de los casos, dado que el antiguo pretérito de subjuntivo es idéntico al de indicativo, excepto en el singular de un verbo, to be, en el que sigue existiendo la diferencia entre w e r e y was. Por tanto, es fácil comprender que los hablantes no perciban de forma muy aguda la necesidad de conservar la distinción entre esas dos formas y empleen w as donde hace varios siglos hubiera sido obligatorio utilizar wer e. Desde 1700 w a s ha ido ocupando cada vez con mayor fre­ cuencia esa posición: I w is h h e was p r e s e n t to hear y o u — Ojalá estuviera presente para oírte. (Defoe). A m u r d e r b eh in d th e s c e n e s w ill a f f e c t th e a u d ien ce w ith g r e a t e r ter ro r than if it w a s a c t e d b e f o r e their e y e s — Un asesinato cometido entre bastidores llenará al auditorio de un terror mayor que si se hubiese producido ante sus ojos (Fielding). En la lengua literaria se ha producido una reacción recientemente en fa­ vor de w er e , que la mayoría de los profesores prefieren; pero en el habla coloquial w e r e es relativamente raro, excepto en la frase I f I w e r e y o u («si yo fuese tú») y es interesante observar que w as es sin lugar a dudas más enfático que w e r e y, por tanto, podemos decir que señala la imposi­ bilidad mejor que la antigua forma del subjuntivo: I ’m n o t rich. I w ish J, w as — No soy rico. Ojalá lo fuera. ' I am ill. I f I wasn't, I s h o u ld c o m e w it h y o u — Estoy enfermo. Si no lo estuviera, iría contigo. Obtenemos así una oposición entre I f h e w e r e to cali, donde w e r e no va acentuado e indica una vaga posibilidad («si él llam ase») y I f h e w a s t o cali («Si él debiese llam ar»), donde w as lleva el acento principal, y que se 318

opone a He is to cali («él debe llam ar») donde is to tiene casi el sentido de «está obligado», como en: I f I w a s to o p e n m y heart to y o u — Si debiese abrir mi corazón a ti (Cowper). I f I w a s t o b e skot f o r it I c o u l d n ’t — Si debiera acabar fusilado por ello, no podría (Shaw). En francés tenemos el uso correspondiente del pretérito y forma an­ terior al pretérito en frases condicionales y también en este caso ha pre­ valecido el indicativo sobre el subjuntivo, a pesar de que las formas eran más diferentes de lo que lo eran en inglés y danés: S’il avait assez d ’argent, il paierait («si tuviese suficiente dinero pagaría»), mientras que anti­ guamente se hubiera dicho: S’il eü t... Aquí hemos hablado solamente del tiempo gramatical en la oración subordinada, pero originariamente las mismas reglas se aplicaban también a la oración condicional principal. Así tenemos: Bu t if m y f a th er bad ñ o r sca n te d m e . . . Y ourselfe, r e n o w n e d Prince, than stood as faire as any c o m m e r — Pero si mi padre no hubiera reducido mis posibilidades de elección... vos, príncipe renombrado, tendrías tantos títulos como todos aquellos a los que he visto venir aquí (Shakespeare). S he were an ex cellen t w i f e f o r B en ed ick — Sería una mujer excelente para Benedick (Shakespeare). De igual forma, en el caso de las formas anteriores al pretérito, te­ nemos : I f t h o u hadst b e n e here, m y b r o t h e r had not died — Si tú hubieses es­ tado aquí, mi hermano no habría muerto (A. V .) 18 Pero, de la misma forma que existe una gran tendencia a expresar el futuro más claramente en frases principales que en las oraciones subordi­ nadas (que en inglés se realiza usando will o shall), de igual forma en di­ chas frases condicionales la expresión más corta se ha substituido por otra más completa con s h o u l d o shall: Y ou w o u l d standth t h e r e — Tú te quedarías ahí. She w o u l d b e t h e r e — Ella estaría ahí. M y b r o t h e r w o u l d n o t h a v e d i e d — Mi hermano no habría muerto. C ould y m i g h t se siguen usando con la forma antigua en las frases, ora­ 18.

A . V. = Authorized Versión — traducción de 16 11 de la Biblia, admitida

por la Iglesia Anglicana.

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ciones principales, porque estos verbos carecen de infinitivos y por esa razón no se pueden combinar con s h o u l d o w o u l d : H o w could I b e angry w ith y o u ? — ¿Cómo podría enfadarme contigo? H e might stay if h e liked — Podría quedarse, si quisiera. En francés encontramos un desarrollo semejante: il v in t ( v en a it) en una frase condicional ha quedado substituido por il viendrait, que origina­ riamente indicaba una obligación en el pasado («él tenía que venir»), pero ahora se usa principalmente como lo que generalmente se llama «le conditionnel», como en s ’il p ou vait, il v iendrait («si pudiese, vendría»). De igual forma en el pasado: m o n f r e r e n e sera it pas m o r í, s ’il l'avait su («m i hermano no hubiera muerto, si lo hubiera sabido»). Aplicaciones particulares del pretérito irreal vemos en el empleo de s h o u l d y o u g h t para indicar una obligación o deber en presente y en el uso «educado» de c o u l d en lugar de can de w o u l d en vez de w ill o de m i g h t en lugar de may. C ou ld y o u tell m e t h e right ti m e ? — ¿Podría ud. decirme la hora exacta? W o u ld y o u kindly tell m e . . . ? — ¿Sería usted tan amable de decirm e...? M ight I ask...? — ¿Podría preguntar...? Eso es lo que ha hecho que must, que en principio era un pretérito, se haya convertido hoy en un presente... Lo mismo ha ocurrido en sueco con la palabra mdste. Los demás detalles deben ser las gramáticas espe­ cializadas las que los expliquen.

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CAPITULO XX TIEMPO CONCEPTUAL Y TIEMPO GRAMATICAL. II

El p e r f e c t o Probablemente se hará la objeción al sistema de tiempos que hemos presentado más arriba de que no reserva un lugar para el perfecto: have w r it t en en inglés, ha b e g e s c h r i e b e n en alemán, ai écrit en francés, etc., que corresponde a uno de los dos aspectos del latín scripsi, muchas veces denominado «perfectum absolutum» o «perfecto definido». No obstante, ello no constituye un defecto del sistema, pues el perfecto no se puede incluir en la serie simple, porque además del elemento puramente tempo­ ral, contiene el elemento de resultado. Es un presente, pero un presente de permanencia: representa el estado presente como resultado de acon­ tecimientos pasados y, por esa razón, podemos llamarlo una variedad retrospectiva del presente. Que se trata de una variedad del presente y no del pasado lo vemos en el hecho de que puede llevar el adverbio n o w («ahora»): N ow I h a v e c a len e n o u g h («Ahora he comido bastante»), He has b e c o m e mad («Se ha vuelto loco») significa que está loca ahora, mien­ tras que h e b e c o m e m ad no dice nada sobre el presente. Have y o u written t h e l e t t e r ? («¿H as escrito la carta») es una pregunta sobre el presente, Did y o u w r i t e t h e l et t e r ? («¿Escribiste la carta?») es una pregunta sobre determinado momento en el pasado. Nótese también la diferencia de tiem­ po gramatical en la oración dependiente en He has g i v e n o r d er s that all s pies are to b e s h o t at o n c e («H a dado la orden de que se fusile inme­ diatamente a todos los espías») y H e g a v e o r d e r s that all spies w e r e to b e s h o t at o n c e («Dio órdenes según las cuales debía fusilarse a todos los espías inmediatamente»). Quizás podríamos representar esto mediante las letras A y B, tomadas en el sentido en que les hemos dado al repre­ sentar el sistema de tiempos en la página 306: es decir que tenemos BA o B(A). Es muy probable que el antiguo perfecto indoeuropeo fuese al princi­ pio un presente intensivo o «de permanencia»; esa es la opinión que sostiene Saraw de forma convincente cuando escribe: «Originariamente el 321 21.

— FILOSOFÍA

g r a m á t ic a

perfecto indicaba un estado: o d i ( “odio"), m etn ini ( recuerdo ), hestéka (“me mantengo de pie"), kektémai (“poseo ), kekeutha ( contengo ), heimai (“llevo sobre m í”), oída (“ tengo ante mis ojos ). El significado de perfecto se entendía por deducción: quien posee ha adquirido, quien lleva un vestido se lo ha puesto» '. Los dos aspectos de la idea de perfecto no se pueden mantener en equilibrio estable. Algunos de los perfectos antiguos se usan exclusiva­ mente como presentes reales, por ejemplo, en latín o d i y memini\ en las lenguas germánicas los llamados pretérito-presentes2, por ejemplo en in­ glés can, may, en gótico ivait, correspondiente al griego oida, antiguo normánico veit, antiguo inglés wat, inglés arcaico w o t , etc. Pero, aparte de éstos, los perfectos de las lenguas germánicas han perdido el elemen­ to de presente y se han convertido en puros pretéritos, como en inglés d r o v e («condujo»), sang («cantó»), b el d («m antuvo»), etc. Posteriormente se crearon formas compuestas con h a v e para expresar la idea de perfecto: I h a v e d riv en («he conducido»), I h a v e s u n g («he cantado»), I h a v e he ld («he mantenido»), etc. En época muy reciente una de estas combinaciones se ha convertido en un simple presente (y, por tanto, en un nuevo preté­ rito-presente: I h a v e g o t o I ’v c g o t [«te n g o »]); el elemento retrospectivo ha desaparecido completamente en I ’v e g o t n o tim e («no tengo tiempo»), y o u ’v e g o t to d o it («tienes que hacerlo»)3. El perfecto latino, que se originó de la amalgama de antiguos pre­ téritos (o aoristos) y perfectos 4 combina las funciones sintácticas de esos dos tiempos. No obstante, en los verbos románicos, vemos la misma evo­ lución que en la mayoría de los verbos germánicos, pues las antiguas for­ mas de perfecto se han convertido en puros pretéritos, aunque con la diferencia con respecto a los verbos germánicos de que son aoristos (ahora llamados passé déjini, passé historique, past historie), porque junto a ellos existen imperfectos, como veremos más adelante. El perfecto real, como en las lenguas germánicas, se expresa perifrásticamente: h o scritto, ai écrit, etcétera5. Ahora bien, a pesar del empleo de la forma de presente h a v e en estos perfectos nuevos, resulta difícil mantener clara la distinción entre la idea del presente resultado de acontecimientos pasados y la de dichos aconte­ cimientos pasados en sí mismos: el perfecto tiende a convertirse en un mero pretérito, a pesar de que la tendencia no es igualmente fuerte en todas las lenguas. El inglés es más estricto que la mayoría de las lenguas 1. Sarauw, Festschrift Vilh. Thomsen, 1912, pág. 60. 2. El verbo inglés must es un auténtico pretérito-presente, mientras que su fo r­ ma antigua presente most constituía un perfecto-presente. 3. Encontramos también una forma bastante curiosa en Irlanda, donde se dice He is after drinking con el sentido de He has drunk («él ha bebido»). 4. Dixi («yo he dicho») es un antiguo aoristo en j y Pepuli («he puesto en movimiento») un perfecto con reduplicación. 5. Para más detalles sobre el empleo del auxiliar «haber» en perfecto en va­ rias lenguas, ver M eillet, Linguistique historique et linguistique générale, pág. 189.

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y no permite el uso del perfecto, si nos referimos a un punto concreto del pasado, tanto si cita expresamente como si no. Las frases que contienen palabras como y e s t e r d a y («ayer») o in 1879 («en 1879») exigen el pre­ térito, como también las frases sobre personas que han muerto, excepto cuando decimos algo sobre el efecto presente de sus acciones, por ejemplo en N ew t o n has explained t h e m o v e m e n t s o f th e m o o n («Newton explicó los movimientos de la luna»), lo que de hecho quiere decir: «los movi-mientos de la luna han sido explicados — a Newton se lo debemos». Pero se dice: N e w t o n b e l i e v e d in ah o m n i p o t e n t G o d («Newton creía en un Dios omnipotente»), Bradley dice con razón: «Podemos decir England has had m a n y able rulers (“Inglaterra ha tenido muchos gobernantes eficaces” ), pero si substituimos Inglaterra por Asiría hemos de cambiar el tiempo» 6. El alemán es mucho menos estricto en este sentido y el alemán del sur tiende a usar el perfecto compuesto en todos los casos: ich hab e ihn g e s t e r n g e s e h e n («lo vi ayer»). Por otro lado, los alemanes (quizá de forma especial los del norte) dicen con frecuencia: Waren Sie in Berlín? («¿E stu­ vo en B erlín?»), en casos en que un inglés diría Have y o u b een in Berlín? («¿H as estado en Berlín?»). Cuando un inglés oye a un alemán preguntar: W e r e y o u in Berlín? («¿Estuviste en B erlín?») su primera reacción es pre­ guntar: «¿C uándo?». El danés se sitúa a medio camino; un danés, por ejemplo, siempre preguntará: Har De v aeret i Berlín? («¿Estuvo en B erlín?»), pero considerará perfectamente natural decir J e g har se t ham igár («Lo vi ayer»), literalmente: «Lo he visto ayer»). Sin embargo, si la indicación de tiempo va delante, se exige el pretérito: igár sáe j e g ham («ayer lo v i»), cuya explicación sicológica es que en el primer caso la frase se ha formado como si no fuera a llevar ninguna indicación de tiempo y esta última aparece prácticamente como una reflexión posterior, añadida a una frase ya completa, mientras que con «ayer» no se puede escoger el tiempo gramatical. En español la distinción parece respetarse cuidadosamente; Hanssen da en su gramática española ejemplos correspondientes a los ingleses que hemos citado: R om a se hizo s eñ o ra d el m u ndo, La Inglaterra s e ha h e c h o se ñ o r a d e l mar. Pero, en francés, se ha perdido la capacidad de distinguir, por lo menos en el actual habla coloquial de París y del norte de Francia, donde el «passé definí» (pretérito indefinido) ha quedado fuera de uso completa­ mente: J e l ’ai vu hier («lo vi ayer», literalmente «lo he visto ayer»), ils se s o n t m ariés en 1910 («se casaron en 1 9 1 0 » , literalmente: «se han casado en 1910»). La transición de un perfecto a un pretérito parece deberse a una tendencia universal; en cualquier caso, lo encontramos en lenguas tan remotas como el húngaro, en que írt («ha escrito») ha substituido en la lengua ordinaria a ira («escrib ió »)7. 6. 7.

Brandley, The making of english, pág. 67. Simonyi, Die Ungarische Sprache, pág. 365.

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Un pasado retrospectivo, que guarde la misma relación con un período del pasado que la que el perfecto guarda el presente con el presente, no se puede distinguir de un tiempo que indique lo anterior a un pasado, que ya hemos citado: en ambos casos es had w r i t te n («había escrito »)8. De igual forma lo más arriba hemos considerado como la forma que indica lo que precede a un futuro no se puede distinguir de un futuro retrospectivo: will h a v e w r itten («habrá escrito»). El hecho de que se emplee en ambos casos una perífrasis con el auxiliar h a v e parece indicar que los hablantes tienden a considerar a esas dos frases como paralelas con el perfecto más que con el simple pretérito; de ahí también que se hable de «pasado perfecto» y de futuro perfecto.

El t i e m p o in clusivo En no pocos casos necesitamos hablar de algo perteneciente al pasado y al presente al mismo tiempo. En ese caso se pueden combinar dos tiem­ pos gramaticales: I was (then ) and am a dm irer o f Mozart («era [entonces] y soy [ahora] un admirador de M ozart»), I h a v e b e e n and am an a dm irer o f Mozart («he sido y sigo siendo un admirador de M ozart»). Pero si se añade una indicación de duración, podemos combinar ambos en lo que podríamos llamar un pasado-y-presente inclusivo. A causa del carácter com­ puesto de esta idea algunas lenguas usan el perfecto, como el inglés y el danés, y otras el presente, como el alemán y el francés: I h a v e k n o w n him f o r t w o yea rs («lo conozco desde hace dos años», literalmente: «lo he conocido durante dos años»), J e g har kendt man i to ár (el mismo sifnificado), Ich k en ne ihn seit zw e i ]ah r en («lo conozco desde hace dos años»), j e l e connais d ep u is d eu x ans (con el mismo significado). Nótese la dife­ rencia en la preposición usada en los diferentes casos. En latín tenemos la misma regla que en francés, sólo que sin preposición: annum jam audis Cratippum («oyes hablar de Crátipo desde hace un año»). Es evidente que no podemos reservar un lugar en nuestro sistema para este tipo de relación de tiempo, pero se podría expresar mediante B & A 9. Expresiones correspondientes encontramos en relación con el pasado y con el futuro: in 1912 I had k n o w n him f o r t w o y ea rs («en 1912 lo cono­ cía desde hacía dos años»), I 1912 h a v d e j e g kendt ham i to ár, 1912 8. R. B. M cKerrow hace observar con razón en English Gram mar and Grammars (Essays and Síudies by Members of the English Association, 1922, pág. 162) que la frase Caesar had thrown a bridge across the Rhine in the previous autumn («César había echado un puente sobre el Rhin en el otoño anterior»), implica gene­ ralmente que había un puente sobre el Rhin en el momento de que el historiador habla pero que basta con añadir but it had been swept away by the w inter floods («pero lo había barrido la crecida invernal»), para que no sea así. Prefiero decir que, en el prim er caso, se trata de un pasado retrospectivo y, en el segundo, simplemente de un tiempo que precede al pasado. 9. Cf. pág. 306.

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kannte ich ihn zivei j a h re, En 1912 je le connaissais d ep u is d eu x ans, o también: Next m o n t h I shall h a v e k n o w n him f o r t w o years («el próxi­ mo mes hara dos años que lo conozco»), Noeste m a n ed har j e g (vil j e g ha) kendt ham i to á, Im ríáchsten Monat w e r d e ich ihn seit zw ei Jahren kennen, Le m o is procha in je le connaitrai d ep u is deux ans. No hace falta decir que estas últimas expresiones no son muy frecuentes. Los t i e m p o s d e la pasiva Conviene recordar el doble carácter del perfecto, cuando tratamos los tiempos de la «perifrástica pasiva» en las lenguas germánicas y románicas. En latín clásico, donde existía un presente pasivo real en -r: como scrihitur, la forma compuesta scr ip tu m est es un perfecto con el sentido de «está escrito», es decir «esto ha sido escrito, existe ahora después de haber sido escrito». Pero en las lenguas románicas la pasiva en -r ha desa­ parecido y el significado de la perífrasis se ha modificado en parte. Diez ha estudiado este tema mejor que nadie 10. Cita ejemplos sacados de docu­ mentos antiguos, como quae ibi su nt aspecta («que ahí han sido [son] considerados»), en lugar de aspiciuntur, y es t p o s s e s s u m («ha sido [es] poseído») en lugar de p ossid etur, a continuación divide los verbos en dos clases. En la primera la acción expresada por el verbo se limita a un solo momento, por ejemplo: atrapar, so rp r en d er , despertar, dejar, acabar, matar o bien implica un fin como en hac er , traer, decora r, construir, edificar. En este caso el participio pasivo indica que la acción está realizada, acabada, y la combinación con su m en las lenguas románicas igual que en latín es un perfecto. Por ejemplo: il n e m i c o é battuto («el enemigo está vencido»), l 'e n n e m i es t baitu, host is vis tus e s t ; igualmente en italiano tenemos: Era b att uto — Estaba vencido. l o s o n o aba ndonato — Estoy abandonado. l o s o n o s o r p r e s o — Estoy sorprendido. La c o sa é tolta via — La cosa está eliminada. Diez llama a esos verbos «perfectivos». La segunda clase, los «imperfec­ tivos», comprende los verbos que indican una actividad que no se inicia con el fin de acabarla, como amar, odiar, criticar, alabar, admirar, ver, oír. En este caso el participio combinado con su m indica un presente concep­ tual: eg l i é amato da tutti («es amado por todos») en italiano, II es t aimé d e t o u t le m o n d e en francés, Amatur ab ó m n ib u s en latín. En italiano tenemos también: E biasimato — Es criticado. E l od a to — Es alabado. 10.

Diez, Grammatik der Romanischen Sprachen, 3, 202.

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E E E E

oáiato — Es odiado. riverito — Es respetado. t e m u t o — Es temido. v e d u t o — Es visto.

En las lenguas románicas, como en latín, los participios de la primera clase, al perder su significado temporal, tienden a convertirse en adjetivos: Eruditus est — Es instruido. Terra ornata est florib u s — La tierra está cubierta de flores. Cuando se quiere atribuir la idea de pasado a los participios que tienden a convertirse en adjetivos, se usa el nuevo participio del verbo ess e: il n e m i c o é stato battuto («el enemigo ha sido vencido»), l ’e n n e m i a é t é battu. Para el presente se prefiere la construcción activa: b atton il n e m ic o , on bat l ’e n n e m i («vencemos al enemigo»). En italiano y español * st puede usar también v en ir e como auxiliar de pasiva para el presente con­ ceptual. H. Lindroth ha desarrollado en dos artículos importantes 11 esta dis­ tinción de dos clases que Diez vio tan claramente. Para la primera clase usa el término «sucesivo» y la subdivide en dos subclases: «terminativo» y «resultativo», a la segunda clase la llama «cursiva». Aun a riesgo de que parezca que multiplico innecesariamente los términos existentes, me atrevo a proponer los nombres de verbos «terminativos» y «no termina­ tivos». En alemán y en danés, lenguas en las que existen dos auxiliares, w e r d e n y blive, por un lado, y sein y vaere, por otro, se pueden emplear práctica­ mente uno u otro con los verbos de la segunda clase («no terminativos»): e r w i r d g e l i e b t (ist g e l i e b t) v o n jed er m a n n («es amado por todos») = je d er m a n n liebt ihn («todos le aman»), han b li v e r elsket ( e r elsket) av alie = alie ek elsker ham n . Pero, con los verbos de la primera clase (terminativos), los auxiliares indican tiempos diferentes: e r w ir d überw u n d e n («es dominado») = Man ü b e r w i n d e t ihn («se lo domina»), y Han b liver o v e r v u n d e t = Man o v e r v i n d e r ham, pero Er ist ü b e r w u n d e n («es dominado») = Man hat ihn ü b e r w u n d e n , Han er o v e r v u n d e t = Man har o v e r v u n d e t ham («Lo han dominado»). En este último caso se puede indicar que se trata de un perfecto pasivo de forma más explícita mediante * En español no se usa «venir» sino «ir». (N. del T.). 11. Lindroth, en Paul y Braune, Beitrage zur Geschichte der deutchen Sprache, 31, 23 8 y Om Adjektivering of particip, Lund, 1906. 12. Puede ocurrir que el empleo de un auxiliar en lugar de otro aporte con es­ tos verbos un matiz algo diferente. En danés existe también un pasivo en -s (elskes, overvindes) que provoca matices extraordinariamente sutiles con ciertos verbos. Cuan­ do se emplea en italiano el verbo venire como auxiliar corresponde al alemán werden y al danés blive: Viene pagato («está pagado») es diferente de e pagalo («es pagado»).

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la construcción compuesta er ist ü b e r u m n d e n ivorden («ha sido domina­ do») y han er h l e v e t o v e r v u n d e t . En inglés, el antiguo auxiliar w eo r b a n , correspondiente al alemán w er d en , ha desaparecido y hoy la situación es comparable a la del francés. Si consideramos en primer lugar los verbos no terminativos (la segunda clase de Diez), vemos que, cuando participios como ho no u red , admired, d e s p i s e d se usan como adjuntos como en an h o n o u r e d colle ague, no dicen nada sobre el tiempo y, según las circunstancias, se pueden usar para referirse a cualquier tiempo conceptual: an h o n o u r e d co l le a g u e o f Bacon («un respetado colega de Bacon»). Así pues, la expresión is h o n o u r e d , is adm ired, etc., pertenece al mismo tiempo gramatical (presente) que la simple forma is («es»). El caso de los participios terminativos como paid («pagado»), co nquer e d («conquistado»), lost («perdido») es diferente. Cuando desempeñan la función de adjuntos en una expresión indican el resultado de una acción pasada: A paid bilí — Una cuenta pagada. C o n q u e r e d t o w n s — Ciudades conquistadas. A lost battle — Una batalla perdida. Las combinaciones con el auxiliar is pueden tener dos significados dife­ rentes, según predomine el sentido de presente inherente al participio o el sentido de presente de is; podemos verlo comparando las dos frases si­ guientes : His bilis are paid, s o he o w e s n o th i n g n o w — Sus cuentas están pagadas, así que ya no tiene deudas. His bilis are paid regularly on th e jirst o f e v e r y m o n t h — Sus cuentas son pagadas regularmente el primero de cada mes. Naturalmente el pretérito his bilis w e r e paid puede tener dos significados correspondientes; otros ejemplos de la misma ambigüedad: H e w as d r e s s e d in th e latest fashion — Iba vestido a la última moda. T h e c hild ren w e r e d r e s s e d e v e r y m o r n i n g by their m o t h e r Los niños eran vestidos cada mañana por su madre. Veamos ahora un último ejemplo que tomo de Curne, modificándolo lige­ ramente: W h e n I carne at fiv e, th e d o o r w as shut (war g e s c h l o s s e n en alemán), but I d o n o t k n o w w h e n it w as shut (g e s c h l o s s e n w u r d e en ale­ mán) («Cuando vine a las cinco, la puerta estaba cerrada, pero no se cuándo fue cerrada»). Creo que la mejor forma de aclarar la distinción es señalar cómo se haría la afirmación contraria: W h e n I carne at f iv e , th e d o o r w a s o p e n (adjetivo), but I d o n o t k n o w w h e n is was o p e n e d (parti­ 327

cipio) [«cuando vine a las cinco la puerta estaba abierta, pero no sé cuándo fue abierta»]. Evidentemente, esto provoca muchas ambigüedades 13, pero hay que reconocer que durante los últimos siglos se han desarrollado ciertas correc­ ciones. En primer lugar la combinación has b e e n + participio y had b e e n + participio, que eran raras en el inglés isabelino, han llegado a ser muy frecuentes. Shakespeare emplea con mucha frecuencia is en casos en que un autor moderno usaría sin lugar a dudas has b e e n : S p e n d in g againe w h a t is already spent... So is m y l o v e still telling w ha t is told («Gastando todavía lo que ya está gastado... Así mi amor sigue diciendo lo que ya está dicho»), Arthur, w h o m t h e y say is k ill’d to-n ig ht on y o u r s u g g e s t i o n («Arthur, a quien dicen que han matado esta noche a instancias tuyas»). Igualmente en la versión de 1611 de la Biblia encontramos B l es s e d are t h e y w h i ch are persecuted f o r r i g h t e o u s n e s s sake [«Bienaventurados son los que se ven perseguidos por la justicia»] (Mateo, 5, 10), mientras que en una versión posterior encontramos: B l es s e d are t h e y that h a v e b ee n p e r s e c u t e d . . . («Bienaventurados son los que se han visto perseguidos...»),4. En segundo lugar los verbos b e c o m e y, especialmente en el habla coloquial, get, se usan cada vez más en los casos en que b e sería ambiguo: Taking it into bis head rather late in life that h e m u st get married — Metiéndose en la cabeza a una edad tan avanzada la idea de que debía casarse (Dickens). 1 am e n g a g e d to Mr. W. — You are n o t e n g a g e d to anyon e. W h e n y o u d o become engaged to anyon e, I o r y o u r f a th er will in fo r m y o u o f t h e fa ct — Estoy prometida a Mr. W . — No estás prometida a nadie. Cuando se te prometa a alguien tu padre o yo te lo haremos saber (W ild e ),s. Por último, en algunos casos la relativamente reciente expresión combi­ nación is b ei n g sirve para eliminar la ambigüedad de algunas expresiones. Así vemos que el inglés actual dispone de no menos de tres nuevas expre­ siones junto a la antigua th e b oo k is read («el libro es leído», literalmen­ te), a saber: The b ook has b e e n read («el libro ha sido leído», literalmente). 13. No es posible traducir de forma exacta la frase de G oethe: W as heute nicht gescbieht, ist morgen nicht getan («lo que hoy no se hace no se hará mañana»), 14. A l comienzo del evangelio según san Lucas, encontramos en la versión de 16 11 Thy prayer is heard («tu oración es oída»), am sent («soy enviado»), is hom e this day («ha nacido hoy»), which was told them («que se les dijo»), I t was revealed («era revelado»), mientras que la versión del siglo x x dice: has been heard («ha sido oída»), have been sent («he sido enviado»), has been born («ha nacido»), w hat have been said («lo que se ha dicho»), It had been revealed («había sido revelado»), 15. En una de las obras de B. Shaw encontramos este ejemplo interesante: No man goes to battle to be killed — But they do get killed («Nadie va a la batalla para m orir Pero mueren realmente»): la forma enfática es necesaria en la segunda frase y They are killed se prestaría a confusión.

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gets read, is being read, The book gets read («se lee el libro») y The book is being read («se está leyendo el libro»). Esta especialización ha sido

un proceso evidente para la lengua.

El aoristo y el imperfecto

Más arriba hemos visto que el lat. scripsi, además de ser un perfecto («have w ritten») [«h e escrito»], era un pretérito («escribí»), pero existía también otro pretéiito scribebam («escribía»). Ahora vamos a estudiar la diferencia entre estas dos clases de pretéritos, usando los nombres que encontramos en las gramáticas griegas, aoristo e imperfecto. En las gramá­ ticas francesas, como ya hemos visto, el aoristo recibe los nombres de passé défini o passé historique-, este último nombre lo ha adoptado el Comité de Terminología gramatical, a pesar de que el historiador necesita no solamente este tipo de pretérito, sino también el imperfecto. En griego, latín y en las lenguas románicas los dos tiempos están formados a partir de los verbos mediante diferentes terminaciones. En las lenguas eslavas, en las que existe esencialmente la misma distinción, se crea de modo diferente, mediante la distinción entre los llamados verbos perfectivos e imperfectivos, términos que en este caso significan casi, aun­ que no exactamente, lo mismo que en la terminología de Diez que hemos citado más arriba en la página 325. Por regla general se trata de dos verbos paralelos que la mayoría de las veces tienen la misma raíz (aunque existan excepciones), a la que se añaden sufijos diferentes. Se complementan y permiten expresar matices de significado temporal, a pesar de que el verbo eslavo solamente tiene dos tiempos. Podemos representarlo mediante el siguiente cuadro:

verbo perfectivo: verbo imperfectivo:

presente futuro conceptual presente conceptual

pretérito aoristo imperfecto

En cuanto al significado del aoristo y del imperfecto, ambos indican tiempo pasado y no se pueden colocar en puntos diferentes del eje tem­ poral que hemos descrito en la página 306, pues guardan la misma relación con el presente y no guardan relaciones con las subdivisiones que hemos distinguido. Tampoco hacen por sí mismos ninguna referencia a la duración de la acción y no podemos decir que uno sea momentáneo o puntual y el otro durativo. Ambos pueden llevar una indicación de duración, por ejem­ plo: Ebasileuse tessera kai p en té k on ta etea («reinó cincuenta y cuatro años»), en griego. Lucullus m u lto s ann os Asiae pra cfuit («Luculo goberno Asia durante muchos años») en latín, Louis XIV regna soixante-douze ans e t m o u r u t en 1715 («Luis XIV reinó setenta y dos años y murió en 1715») o De r e t o u r d e c e s c a m p a g n e s , il f u t l o n g t e m p s malade; il languit pendant 329

d e s a n n é e s e n t ié r es («al regreso de sus campañas, estuvo enfermo durante mucho tiempo; se consumió durante años enteros») en francés. Los dos tiempos corresponden a los dos significados de la palabra inglesa t h e n : 1) «entonces», «después» como en T h en h e w e n t to Trance («Entonces [después] fue a Francia») y correspondiente al danés dasrpá y (2) «en aquella época» como en T hen h e l i v e d in France («en aquella época vivía en Francia»), correspondiente al danés d e n ga n g. El aoristo nos arrastra en la narración, nos dice lo que ocurrió después, mientras que el imperfecto se detiene sobre la situación y la detalla más o menos. Un tiempo implica movimiento, el otro pausa. Un gramático latino, al que no recuerdo dónde he visto citado, expresó esto de forma concisa: P e r f e c t o p ro ce d it , I m p e r f e c t o insistit oratio («en el perfecto lo que se dice pasa rápidamente, en el imperfecto se extiende»). De forma semejante, Krüger dice que el aoristo reúne (z u sa m m en fa s st ) y concentra, el imperfecto desa­ rrolla (e n t f a l t e t ). Sarauw expresa esto con mayor detalle 16 al decir que en el caso del aoristo se hace una especie de abstracción de lo que no es esencial, de las circunstancias en las cuales se produjo la acción y de las interrupciones que haya podido haber, lo que era de hecho una serie de acciones se condensa en una sola, cuya duración a pesar de ello no queda abreviada. Es interesante que, como Sarauw observa con insistencia, en eslavo antiguo se formó un aoristo tanto a partir de los verbos imperfec­ tivos como de los perfectivos. De igual forma el francés usa su aoristo (p a ssé historiq ue) con cualquier verbo, sea cual sea su significado. Pode­ mos decir, quizás algo exageradamente, parafraseando la frase bíblica, que el imperfecto lo usa aquel para quien un día equivale a mil años y el aoristo aquel para quien mil años equivalen a un día. En cualquier caso vemos que un término como el alemán aktionsart (literalmente: «manera de considerar una acción») está muy alejado de la realidad: la distin­ ción no se refiere a la acción en sí misma, y nos acercamos mucho más a la verdad, si decimos que se trata de una diferencia en la rapidez de la na­ rración; si el hablante, en su presentación de los hechos, quiere apresu­ rarse hacia el presente, escogerá el aoristo; en cambio, si se entretiene en los detalles, usará el imperfecto. Por lo tanto, se trata de una distin­ ción de ritmo más que de una distinción de tiempo: podríamos decir que el imperfecto es «lento» y el aoristo «allegro» o quizás que son «ritardando» y «accelerando», respectivamente. Esto nos permite comprender también que muchas veces en el im­ perfecto existe una coloración emocional distintiva imperfecto, de la que carece el aoristo. En francés existe la misma distinción en el tiempo que la forma que expresa algo anterior al pasado: j'avais écrit («yo había escrito») y j ’e u s écrit («yo hube escrito»). También en esta lengua en el habla popular e u s se ha substituido por ai eu como en Quan d ma f e m m e a eu t r o u v é une 16.

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Sarauw, en Kohn, Zeitschrift fü r Vergleichende Sprachforschung, 38, 15 1.

place, e lle a á o n n é so n enfa nt a u n e vieille p o u r le r a m e n er au pays («Cuan­ do mi mujer hubo encontrado un sitio, dio su hijo a una vieja para enviarlo al país») (Daudet). De igual forma que el perfecto latino tiene dos funciones, el imper­ fecto en latín, griego, lenguas románicas, etc, tiene también dos, pues, además de indicar, como acabamos de ver, una acción que se prolonga, indica una acción habitual en determinado período del pasado. Por tanto, en este caso la idea de tiempo se funde con la de repetición, que es real­ mente una idea numérica, como hemos visto en el capítulo sobre el Nú­ mero, pág. 249: la idea de pluralidad en relación con la acción verbal que se expresa en este uso del imperfecto, es del mismo tipo que la que expresan de forma más explícita formas iterativas o frecuentativas. Ahora podemos dar un esquema comparativo de los tiempos grama­ ticales en ciertas lenguas conocidas. La línea 1 representa el auténtico perfecto, la línea 2 el aoristo, la línea 3 el imperfecto habitual y la línea 4 el imperfecto descriptivo. Este cuadro muestra claramente cómo algu­ nas lenguas confunden las diferencias de tiempo, mientras que otras las distinguen estrictamente: griego

latín

francés

1. gegraphe 2. egrapse

scripsit scripsit

3. 4.

scrib eb at scrib eb at

a écrit é c riv it a écrit éc riv ait é c rw a it

egrapbe egraphe

inglés

alemán

has w ritte n w ro te

h at gesebrieben sebrieb

w ro te w as w n ttin g

sebrieb sebrieb 17.

Las f o r m a s desarrolladas d e los t i e m p o s en in glés En el cuadro anterior encontramos dos formas inglesas equivalentes al latín s c r i b e b a m : w r o t e corresponde a la acción habitual y ivas toriting al imperfecto descriptivo. Expresiones correspondientes encontramos en el presente, etc., pues el inglés posee toda una serie de formas compues­ tas: is ivriting, was writing, has b en n w r i t i n g , will (shall) b e writing, will (shall) h a v e b e e n writing, w o u l d (sh ould) b e writing, w o u l d (s h o u ld ) h a v e b e e n w ri t in g y en pasiva is writing, was b e i n g writing. Sweet indica también en su sistema las formas I h a v e b e e n b ein g se en, I had b e e n b e i n g s een , I shall b e b e i n g seen , I s h o u ld b e b ei n g s e e n y I shall h a v e b e e n b e i n g se en, aunque sin duda alguna podríamos recorrer toda la literatura inglesa sin recoger media docena de ejemplos de dichas «for­ mas». Los gramáticos han escrito mucho sobre estas combinaciones, que 17. Para más detalles sobre la expresión comparada del futuro y del imperativo en griego moderno, se puede consultar A . Thumb, Handbuch d. neugriech. Volksspr., 1895, pág. 73, 2.a edición, 19 10 , pág. 119 , y C. Buck, Classical Philology, 19 14, pág. 92.

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han recibido diversos nombres: definidas, progresivas, durativas. Prefie­ ro llamarlas formas «desarrolladas», pues este nombre es suficientemente descriptivo sin decir nada previo sobre su empleo. Con respecto a la evolución histórica de estas formas hice una prime­ ra exposición del resultado de mis investigaciones en Tid o g T e m p u s li así como un examen crítico de las teorías anteriores, por lo que aquí solamente voy a dar un breve resumen. Mi principal conclusión es que la construcción moderna debe muy poco a la construcción del antiguo inglés w o e s f e o h t e n d e , que en medio inglés desempeñaba un papel im­ portante, sino que al contrario procede principalmente por aféresis de la construcción del substantivo verbal con la preposición on : is o n hunting, is a-hunting y is hu nti ng («está de caza»), como burst o u t on iveep in g , burst out a iveep ing, burst out i v e e p i n g («estallar en sollozos»). Esto ex­ plica el hecho de que esas formas se volviesen más comunes precisamente cuando la aféresis, que vemos en back, procedente de on b ese y aback, llegó a ser especialmente frecuente, y también el uso de la preposición o f delante de un complemento (que todavía se usa en el habla vulgar) y el significado pasivo de la frase th e h o u s s w as building («la casa se iba cons­ truyendo») y, por último — lo que también tiene enorme importancia— nos ayuda a comprender el significado exacto de los tiempos desarrolla­ dos del inglés moderno, que es mucho más preciso de lo que era el de las combinaciones participiales del inglés antiguo y medio. Hemos de re­ cordar que muchas veces la preposición on se usaba en casos en que ahora decimos in: h e is on h unti ng significa «está dentro de la acción de cazar» y contiene dos elementos: el primero b ei n g («el hecho de estar»), que lleva la indicación de tiempo, y el segundo hu nti ng («cazar»), que cons­ tituye una especie de marco para is. La acción descrita por la palabra hu nting ha empezado antes del momento indicado por is, o ivas en pasado, pero todavía no ha acabado. Corresponde más o menos a la frase fran­ cesa II était á se raser quand est v en u s o n b ea u -fr ére («Estaba afeitándose cuando llegó su cuñado»). La función de las formas de los tiempos desarrollados no consiste en e x p re s a r la d u ra c ió n p o r sí misma, sino la duración relativa, comparada con el momento más corto dedicado a otra acción. En M ethu sela h l i v e d to b e m o r e than nine h u n d r e d y e a rs o íd («Matusalén vivió hasta más de los novecientos años»), la forma simple del verbo indica un tiempo muy largo, pero en He was raising his hand to strike her, w h e n h e s t o p p e d short («estaba alzando la mano para pegarla, cuando se detuvo en seco»), la forma compuesta expresa una acción de duración muy corta. Podemos representar la duración relativa mediante una línea recta, en la que un punto muestra el momento más breve, bien el presente (que no siempre necesita que se lo indique) o bien determinado momento del pasado, que en la mayoría de los casos debe indicarse: 18. 332

Págs. 406 a 420.

h e is w ritin g

h e was w ritin g

A (now)

when I entered

Como regla general, los verbos que indican estados sicológicos, sen­ timientos, etc. no se pueden usar en tiempos desarrollados; ello se ex­ plica, si recordamos que se trata del origen de la combinación is on -ing, pues difícilmente podemos decir: h e is on lik.ing fish («está gustando un pescado» u «ocupado en gustar un pescado»). Sin embargo, hablando de un estado pasivo, se puede decir I am f e e l i n g c o i d («me siento frío»). Las formas desarrolladas de los verbos que indican movimiento, como g o (« ir»), c o m e («venir»), merecen que se les preste una atención espe­ cial. En primer lugar se usan en la forma corriente en los casos en que los verbos tienen un significado especial, que por sí mismo no indica la idea del comienzo de un movimiento: My iva tch has s to p p e d , but t h e d o c k is going — Mi reloj se ha parado, pero el péndulo sigue andando. Thin gs are coming m y w a y n o w — La suerte está a mi favor ahora. Y o u are going it, I m u st say — He de confesar que te juegas el todo por el todo. En segundo lugar se pueden usar cuando no se trata de una acción de ir 0 de venir: T h e real hardsbips are now coming fast u pon us — Ahora se nos vienen encima todas las desgracias. She tu r n e d to t h e w i n d o w . H er brea th was coming quickly — Se volvió hacia la ventana. Su respiración se estaba acelerando. Cigarettes were then coming into fash ion — Los cigarrillos empezaban entonces a ponerse de moda, Pero en la mayoría de los casos is co m i n g , is g o i n g se usan al hablar del futuro, de la misma forma que en muchas lenguas los verbos correspon­ dientes adquieren el significado de futuro cuando se usan en su tiempo gramatical presente 19. El subastador dirá: Going, going, g o n e («A la una, a las dos, a las tres. Adjudicado», literalmente: «se va a ir, se va ir a ir, se fue»). De igual forma, tenemos: 1 am going to Bir min gh am next w e e k — Voy a ir a Birmingham la sema­ na próxima. . 19.

Cf. eimi en griego, entre otros, como hemos visto en la pagina 310.

333

Christmas is coming, t h e g e e s e are g e t t i n g fat — Se acerca Ja Navidad, las ocas están engordando. En esto hemos de ver la explicación de la expresión que se emplea para el futuro próximo, como en: H e is g o i n g to g i v e up b u sin es s («V a a aban­ donar los negocios») o incluso: h e is g o i n g to g o («Se va a ir»). Las reglas que hemos dado aquí abarcan la mayoría de los usos de las formas desarrolladas en inglés moderno; y veremos que lo que hemos dicho sobre la idea de un tiempo más largo como marco para algo más va a resultar especialmente útil. Y, sin embargo, no podemos negar que existen aplicaciones que no se pueden explicar fácilmente de esta forma, así, por ejemplo, muchas combinaciones con subjuntos como a lw a y s y e v e r («siem pre»), co n stan tly («constantemente»), all d a y l o n g («todo el día»), all t h e a ft er n o o n («toda la tarde»). Pero, es interesante mencionar que éstos eran especialmente frecuentes en el inglés medio, antes de la gran influencia de la aféresis en a-hunting cambiase completamente el carácter de la construcción. La consecuencia natural de que se usen las formas desarrolladas para formar un marco para algo más es que muchas veces indiquen una tran­ sición frente a un estado pasajero en oposición a un estado permanente que se expresa mediante una forma simple. La forma desarrollada nos hace pensar en los límites temporales, dentro de los cuales se produce un acontecimiento, mientras que la forma simple no indica límite temporal. Compárese: He is staying at t h e Savoy H o tel — Se aloja (en este momento) en el Hotel Savoy. He Uves in London — Vive en Londres. What are y o u d o i n g f o r a l iv in g ? — I am w ritin g f o r t h e p a p er s — ¿Qué hace usted para ganarse la vida? (en este momento) — Escribo en los periódicos. What d o y o u d o f o r a living? — I w r it e f o r th e p ap er s — ¿Cuál es su profesión? — Escribo en los periódicos. Las costumbres se tienen que expresar generalmente mediante las formas simples, como vemos en los siguientes ejemplos: A gr e a t a w e s e e m e d to h a v e fallen u pon her, and s h e w a s b eh a vin g, as s h e b e h a v e d in c h u r c h — Parecía extraordinariamente sorprendida y se puso a comportarse como tenía costumbre de hacerlo en la iglesia. N ow h e d iñ es at s e v e n , but last y e a r h e d i n e d at half-past — Ahora cena a las siete, pero el año pasado cenaba a las siete y media. Thanks, I d o n ’t sm o k e — Gracias, no fumo. I am n o t sm ok ing — Ahora no fumo.

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Pero si una acción habitual se toma como marco para otra acción, nos vemos obligados a emplear la forma desarrollada: I realize m y o w n stu pidit y ivhen 1 am playing c h e s s w ith him — Me doy cuenta de mi estupidez, cuando juego al ajedrez con él. E ver y m o r n i n g ivhen h e was having his breakfast his w i j e asked him f o r m o n e y — Todas las mañanas, cuando estaba tomando el desayuno, su mujer le pedía dinero. t

Mientras que si se quiere expresar una perfecta coincidencia entre los dos acontecimientos, se puede emplear la forma desarrollada en las dos frases: E v er y m o r n i n g w h e n h e was having his breakfast his d o g was staring at him — Todas las mañanas, mientras tomaba el desayuno, el perro le miraba fijamente. El uso de la forma desarrollada para expresar un estado pasajero en contraste con el estado permanente se ha extendido recientemente al verbo be, aunque la distinción entre He is b e i n g p o lit e («está comportándose edu­ cadamente», en este momento) y H e is p o l i t e («se comporta educadamen­ te», siempre) sea todavía algo nuevo. Pero es curioso ver cómo en otras lenguas la misma distinción se expresa a veces mediante procedimientos que nada tienen que ver con los tiempos del verbo. En danés a v sig en algunos casos sirve para señalar la cualidad como rasgo característico, como en Han er b a n ge av sig («es tímido por naturaleza»), mientras que han e r b a n g e significa que se siente intimidado en el momento presente. En español tenemos la distinción entre los dos verbos correspondientes al inglés to b e: s e r para el tiempo genérico y estar para el tiempo indivi­ dual: M i h erm a n o es m u y activo, m i h erm a n o está en fe r m o . He encon­ trado un buen ejemplo en Calderón: Tu hija soy, sin honra e s t o y 20. Con otros verbos tenemos una forma que se parece a la del inglés: él está c o ­ m i e n d o 21, pero él c o m e a las siete. En ruso el predicado se pone en no­ minativo si se hace referencia al tiempo genérico: on b yl k u pec («era un mercader», permanentemente), pero en instrumental si se hace referencia a un tiempo individual: o n b yl k u p c o m («era mercader» en aquella época). No obstante, esta distinción se aplica solamente a los substantivos, pues los adjetivos predicativos siempre se ponen en nominativo. Pedersen22 cita una distinción semejante en irlandés moderno. En finlandés el pre­ dicado se pone en nominativo, si se hace referencia al tiempo genérico: isáni o n kipeá («m i padre está enfermo», permanentemente: es un in­ 20. 2 1. 22. 2, 76.

El Alcalde de Zalamea, 3, 275. Cf. la expresión italiana Sta mangiando («está comiendo»). Pedersen, Vergl. Grammatik der kelitiscben Spracben, Góttingen,

1909,

335

válido), en los demás casos en esivo: isáni on kipeaná («m i padre está enfermo», en el momento actu al)23. Por ultimo, hemos de estudiar la construcción pasiva en una frase arcaica como t h e h o u s e is b uilding («se está construyendo la casa») y en la que todavía es usual w h i l e t h e tea w a s b r c w i n g («mientras que el té se hacía») o My Ms. is n o w c o p p i n g («mi manuscrito está copiándose»). En el artículo que precedió a esta obra expliqué las razones por las que no creía que esta construcción fuese antigua, como tampoco me conven­ cía la teoría de que dichas construcciones tengan su origen en el uso pa­ sivo conceptualmente de los verbos ingleses, como en His p r o s e read s like p o e t r y («su prosa se lee como poesía») o en este ejemplo de Shakespeare: it loo k e s ill, it eates drily, marr y ’tis a w h i t h e r 'd pear («tiene mal aspecto, está seca cuando se come, ¡demonios! es una pera apergaminada»). Este ultimo uso puede ayudarnos a explicar algunos ejemplos de is-ing (p r e paring, b r e w in g , maturing), pero no todos, y especialmente no el que qui­ zás aparece con mayor frecuencia: th e h o u s e is building («se está cons­ truyendo la casa»), pues es imposible decir the h o u s e builds con sentido pasivo. En mi opinión el origen principal de esta construcción es la combinación on con el substantivo verbal en -ing, que, como otros subs­ tantivos verbales, no es en sí mismo ni activo ni pasivo y, por tanto, ad­ mite la interpretación pasiva, del mismo tipo que la que vemos en T h e h o u s e is in c on s tru ction («La casa está en construcción»). Antiguamente las combinaciones con la preposición a no eran nada raras con significado pasivo: As this was a d o y n g — Según se iba haciendo aquello (Malory). T here is s o m e ill a-brew in g t o w a r d s m y rest — Hay un complot tramado contra mi reposo (Shakespeare). While m y mittim us w as a making — Mientras se redactaba mi orden de depósito (Bunyan). Esto explica la construcción que encontramos en: While g r a c e is saying («mientras se da la bendición») y While m eat w a s b rin gin g in («mientras traían la carne»). Existe una clara diferencia entre M y p e r i w i g g that w as m e n d i n g th e r e [«m i peluca que se estaba arreglando a llí» ]. (Pepys) y He is n o w m e n d i n g rapidly («se está recuperando rápidamente»), pues en este último caso, pero no en el primero, se pueden usar las formas simples m e n d s o m en d e d . Compárese también While s o m e t h i n g is dressing f o r ou r din er [«m ientras se prepara algo para nuestra cena»] (Pepys) y While G e o r g e was d ressin g f o r d in n er («mientras George se preparaba para la cena»), en este último caso se puede decir también G e o r g e d r e s s e s f o r d in n er («George se prepara para cenar»). La ambigüedad de otras combinaciones con el substantivo en -ing 23.

336

Cf. el capítulo sobre el caso, pág. 214.

en su uso original, ni activo ni pasivo, produjo la aparición relativamente reciente de la construcción con b ein g: Foxes e n j o y hunting, but d o n o t e n j o y b e i n g h u n t e d («A los zorros les gusta cazar, pero no verse cazados»). Era natural que la construcción más antigua is building se conservase un sentido activo y que apareciese la nueva is b ei n g built («se está constru­ yendo»). Sabido es que esta construcción tosca, pero no ambigua, apa­ reció por primera vez a finales del siglo x v m y que hubo de enfrentarse con una violenta oposición durante el siglo x ix antes de resultar aceptada como parte legitima de la lengua inglesa.

P ro b lem a s d e ter m in o lo g ía Debemos decir unas palabras todavía sobre la terminología. Con el uso extensivo de varios auxiliares en las lenguas modernas resulta imposi­ ble o, por lo menos, impracticable, disponer de términos especiales para todas las combinaciones, tanto más cuanto que muchas de ellas tienen más de una función: He w o u l d g o en He w o u l d g o if b e c o u ld («él iría si pudiese») es diferente de I will g o , que va en estilo indirecto, en H e said h e w o u l d g o t o - m o r r o w («Dijo que iría mañana»). ¿Por qué dar nom­ bres especiales a las combinaciones w o u l d g o («iría») y w o u l d have g o n e («habría ido») y no a las de m i g h t g o («podría ir») y m ig h t h a v e g o n e («podría haber ido»), o dared g o («se atrevió a ir»), etc.? La única razón es que estas formas sirven para traducir formas de tiempos simples exis­ tentes en otras lenguas. Realmente no existe necesidad de emplear tér­ minos como «futuro perfecto en el pasado» para w o u l d have w r itten («ha­ bría escrito»), que, como hemos visto, en su empleo principal nada tiene que ver con el tiempo futuro y conserva todavía en su primer elemento cierta huella del significado original de volición. Si consideramos I shall w r i t e («yo escribiré»), y o u will w r i t e («tú escribirás»), h e will w r i te («él escribirá») como paradigma del tiempo futuro, encontramos dificultades, cuando consideramos h e shall w rit e en h e says that he shall w r it e («dice que escribirá») en estilo indirecto. Resulta muy fácil hacer comprender a nuestros alumnos todo esto, si consideramos a cada auxiliar en si mis­ mo y observamos su significado original y su significado debilitado pos­ terior y, por otro lado, mostramos después cómo la idea de futuro se expresa mediante diferentes procedimientos en ingles, unas veces me­ diante un significado will debilitado (volición), otras veces mediante un shall debilitado o mediante is to (obligación), otras veces por otros me­ dios (is c o m i n g ) y con qué frecuencia va implicado en el contexto sin que haya ninguna indicación formal. Así hemos de decir no que I shall g o («iré») y h e will g o («irá») son un «tiempo futuro», sino que contienen un auxiliar en el presente y en el infinitivo. El único ejemplo en que existe cierta justificación para hablar de autentico tiempo gramatical es h a v e w r i t t e n (y had w r i t t e n ) porque en este caso se ha perdido totalmente 337 22.

— FILOSOFÍA GRAMATICA

el significado original de h a v e y esta combinación sirve exclusivamente para señalar una relación temporal muy especial. Pero, incluso en este caso podríamos preguntarnos si no sería mejor prescindir del término «perfecto».

Las r ela cio n es t e m p o r a l e s en l o s n o m b r e s (in clu id os los in finitiv os) Después de haber tratado con detalle las relaciones temporales ex­ presadas mediante los tiempos en los verbos en forma personal, queda par ver si podemos encontrar fenómenos gramaticales semejantes en otros dominios. Naturalmente se puede imaginar una lengua construida de tal manera, que la forma misma de una palabra nos permitiese saber si la puesta de sol de que estamos hablando pertenece al pasado, al pre­ sente o al futuro. En una lengua así las palabras correspondientes a «ca­ sada», «m ujer» y «viuda» serían tres tiempos gramaticales de una mis­ ma raíz. Podemos encontrar una primera semejanza lejana con esto en el prefijo ex-, que en los últimos tiempos ha llegado a ser de uso común en varias lenguas europeas: ex-king, ex-roy, ex-rey, etc. En los demás casos, hemos de recurrir a los adjuntos de diferentes tipos: T h e late Lord Mayor —■El difunto Lord Mayor. A future P rim e Minister — Un futuro Primer Ministro. An o w n er , present or prospective, o f p r o p e r t y — Un propietario, actual o en perspectiva. He d rea m t o f h o m e , or o f what was home once — Soñó con su casa o con lo que un tiempo fue su casa. T h e Ufe to c o m e — La vida por venir. She roas already the expectant m o t h e r o f his child — Era ya la futura madre de su hijo. En una novela he encontrado incluso la combinación: G o v e r n o r s and exg o v e r n o r s and p r o s p e c t i v e g o v e r n o r s («Los gobernadores y los ex-gobernadores y los aspirantes a gobernadores»)24. En lenguas de otro tipo la distinción de tiempos de los substantivos está mejor representada. Por ejemplo, en el esquimal de Alaska vemos que ningla («frío, hielo»), tiene un pretérito ninglithlukk y un futuro ninglikak, y de p u y o k («hum o») se forma un pretérito p uyu thlu k («lo que ha sido humo») y un futuro puyoqkak («lo que se convertirá en hu­ mo»), que de forma ingeniosa designa la pólvora del cañón25. El mismo fenómeno encontramos en las lenguas amerindias. Así, en athapascain 24. Lo mismo ocurre con un adjetivo; se dice por ejemplo: This august or ottceaugust body («este cuerpo augusto o que lo fue»). 25. Cf. Barnum, Grammatical Fundamentáis of the Innuit Language of Alaska, Boston, 19 0 1, pág. 17.

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(o hupa) el prefijo -neett indica tiempo pasado tanto en substantivos co­ mo en verbos, por ejemplo: xon ta n een es «una casa en ruinas» y x ou tneen («su difunta mujer» ) 26. Podría parecer natural que los nombres derivados de verbos o muy cer­ canos a ellos tuviesen indicaciones temporales. No obstante, los nombres de agente generalmente son tan diferentes en relación con el tiempo como los demás substantivos: a pesar de que cr ea to r la mayoría de las veces significa «quien ha creado», no tiene por qué ser necesariamente así, y baker («panadero»), liar («mentiroso»), b eg g a r («mendigo»), reader («lec­ tor»), etc., no nos dicen nada sobre el momento de la acción27. En la mayoría de los casos se trata de una acción habitual, pero existen excep­ ciones 28, por ejemplo: th e speaker («el conferenciante»), th e sitter («el modelo, el que posa»). Algunas lenguas han desarrollado distinciones de tiempo en los par­ ticipios activos, por ejemplo en griego gra phó n («el que escribe»), grapsdn («el que va a escribir»), grapsas («el que ha escrito»), g e g r a p h d s («el que ha acabado de escribir»). Las lenguas germánicas solamente tienen un participio activo: s c h r e i b e n d en alemán, w ritin g en inglés y en latín scribens («el -que escribe»), scriptu ru s («el que va a escribir»). Las lenguas ger­ mánicas solamente tienen un participio activo: s c h r e ib e n d en alemán, w ri­ ti ng en inglés; lo mismo ocurre en las lenguas románicas: s c r i v e n d o en italiano, éc riva nt en francés, etc. que generalmente recibe el nombre de «participio presente», aunque no sea más presente realmente que cual­ quier otro tiempo gramatical, pues la idea de tiempo depende del tiempo del verbo principal: I s a w a man sitti ng on a s t o n e — Vi a un hombre sentado en vina pie­ dra. I s e e a man sittin g on a s t o n e — Veo a un hombre sentado en una piedra. Y ou will s e e a man sitting on a s t o n e — Verás a un hombre sentado en una piedra. Lo mismo ocurre en la expresión f o r th e tim e b ein g («por el mo­ mento»). En cambio, la forma compuesta hav ing w ritten, ayant écrit me­ rece el nombre de «participio perfecto». Con respecto al participio que encontramos, por ejemplo, en el ita­ 26. Cf. F. Boas, Handbook of American Indian Languages, Washington, DC, 1 9 1 1 , págs. 105 y 1 1 1 ; Uhlenbeck, Grammatische ondersheidingen in het Algonkinsch, Amsterdam Ac., 1909. 27. Por esa razón es por lo que las combinaciones formadas por un nombre de agente y el verbo «ser» pueden ir según los casos en futuro o en perfecto gramatical. L. Hammerlich da ejemplos de este fenómeno en varias lenguas: cf.: A rk iv fo r nord. filol., págs. 38, 48 y ss. 28. Estas excepciones son más corrientes en inglés que en danés.

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liano scritto, francés écrit, alemán g e s c h n e b e n , etc. ya hemos hecho algu­ nas observaciones sobre las relaciones temporales que indican en la p. 325. El término usual, participio pasado o participio de perfecto, puede ser adecuado en ciertos casos, por ejemplo en p r i n t e d b o o k s («libros im­ presos»), pero no lo es, por ejemplo, en los siguientes: J u d g e d b y this standard, t h e s y s t e m is p e r f e c t — Juzgado con ese crite­ rio, el sistema es perfecto. He can say a f e w w o r d s in broken English — Puede decir algunas pala­ bras en mal inglés. M y b e l o v e d b re th r en — Mis queridos hermanos. He is e x p e c t e d e v e r y m o m e n t — Le esperamos a cada instante. Many b ook s are p r i n t e d e v e r y y e a r in England — Cada año se publican muchos libros en Inglaterra. Ante esta dificultad terminológica, algunos gramáticos usan los términos participio activo y participio pasivo para w rit in g y w ritten , respectiva­ mente, lo cual es correcto, en lo que se refiere a la forma (exceptuando la expresión anticuada t h e h o u s e building n o w =■ a buildin g («una casa que se construye en este momento»), pero el otro participio no siempre es de carácter pasivo. Es claramente activo en los ejemplos siguientes: A w el l- read man — Un hombre muy leído. A well- sp ok en lad — Un muchacho bien hablado. M o u n t ed s old iers — Soldados montados. He is p o s s e s s e d o f lan ded p r o p e r t y — Posee tierras. Aunque el participio fuese activo pasivo en la construcción original que después dio el perfecto, pues I h a v e ca u g ht a fis h («he atrapado un pez») originariamente era I h a v e a fish (as) caught («tengo un pez atrapado»), hace mucho tiempo que ya no es así, como vemos en I h a v e lo st it («lo he perdido») y especialmente con verbos intransitivos como 1 h a v e slept, c o m e , fallen, b ee n («he dormido, venido, caído, sido»), en que la com­ binación completa es activa sin lugar a dudas. Bréal llega incluso a decir que el propio participio se ha vuelto activo por contagio, que prueba el hecho de que en el lenguaje telegráfico se escriba: Regu d e s m auvaises n o u v e l l e s («recibido malas noticias»). Pris la lig n e d i r e c t e («tomado la línea d irecta»)29. Puesto que no existe realmente ningún posible nombre descriptivo para los dos participios tal como se usan en la lengua actual, no veo otra solución para el problema terminológico que el método, no muy satisfactorio, de numerar las formas, llamado al participio inglés en -ing participio primero y al otro participio segundo30. 29. Bréal, Essai de sématitique, pág. 224. 30. A veces se puede considerar que el infinitivo con to desempeña la función del participio futuro que nos falta: A chapter in a book soon to appear in London

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Como regla general los substantivos nexos no admiten más indicación temporal que los demás substantivos; según las circunstancias el signi­ ficado de his m o v e m e n t («su desplazamiento») puede corresponder a b e m o v e s («él se desplaza»), h e m o v e d («él se desplazó»), h e wtU m o v e («él se desplazará»). De igual forma, on a cco u n t o f his co m in g («a causa de su llegada») puede ser equivalente de b eca u se h e c o m e s («porque viene») o carne («vino») o w ill c o m e («vendrá»), I in ten d s e e in g th e d o c t o r («ten­ go intención de ir a ver al doctor») se refiere al futuro, I r e m em b e r s e e i n g th e d o c t o r («recuerdo haber visto al doctor») al pasado. Pero des­ de 1600 aproximadamente la forma compuesta con having ha estado en uso, como en H e th o u g t h im self hap py in having fo u n d a man w h o k n ew th e w o r ld [«S e sintió feliz de haber encontrado a un hombre que conocía el mundo»] (Johnson). El infinitivo, como ya hemos dicho más arriba, pág. 161 es un an­ tiguo substantivo verbal y conserva todavía algo de la antigua indiferen­ cia hacia las distinciones temporales: I am glad to s e e h er («me alegro de verla») se refiere al presente, I w as glad to s e e h er («me alegré de ver­ la») al pasado, y I am anxious to s e e h er («estoy impaciente por verla») al futuro31. Pero en algunas lenguas, por ejemplo en griego, se han de­ sarrollado formas en el infinitivo que indican relaciones temporales; en latín vemos también una forma scrip sisse («haber escrito») junto a scr ib er e («escribir»). Las formas compuestas correspondientes existen también en las lenguas germánicas: (to ) h a ve w ritten («haber escrito») en inglés, g e s c h r ie b e n (zu) haben en alemán. El infinitivo perfecto inglés corresponde no sólo al perfecto en ’Tis b e t t e r to h a v e l o v e d Than n e v e r to h ave lo v e d at all («Vale más 'haber amado que no haber amado en absoluto»), sino también al pretérito sim­ ple pretérito en Y ou m ean that? — I s u p p o se 1 h a ve m ea n t that («¿Q ue­ rías decir eso? — Supongo que lo quería decir») y a un tiempo anterior a un futuro en This w eek I h o p e to h a v e fin ish ed m y w ork («Dentro de una semana espero haber acabado mi trabajo»). Antiguamente se usaba con mucha frecuencia para indicar una intención no llevada a cabo, por ejemplo: W ith that L eander s to o p t to haue im b ra c’d her, But fr o m his sp rea d in g a rm es a w a y s h e cusí h er («Entonces Leandro se inclinó para («un capítulo de un libro que pronto aparecerá en la n d res» ) y también en pasiva: A book soon to be publisbed by MacMillan («un libro que pronto publicará MacMillan»), Tenemos también: A National Tricolor Flag; victorious, or to be victorious, in the cause of civil w ar and religious liberty [«una bandera nacional tricolor; victo­ riosa o que lo iba a ser en la causa de la defensa de la libertad civil y religiosa»] (Carlyle). Igualmente en italiano vemos: Non c'era nessuna tavoletta, né abbozzata, né da abbozzare («no había ninguna mesita, ni esbozada ni por esbozar»), 31. El infinitivo envía también a un futuro relativo cuando indica la finalidad, como por ejemplo en la frase He said this {in order) to convert the other («dijo eso para convertir al otro»), y también en In 1 8 18 Shelley left England never to return («en 1 8 18 Shelley abandonó Inglaterra para no volver más»), caso en el que indica lo que sigue a un pasado en el sentido en que lo hemos definido en la pág. 313.

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cogerla en sus brazos, pero ella se escapó de su abrazo») (Marlowe). No hay duda de que hay relación entre este uso y el correspondiente al pre­ térito de irrealidad, un uso que muchas veces los gramáticos dejan de lado, pero presenta más rasgos interesantes de los que aquí puedo se­ ñalar. Tengo que contentarme con dar algunos de los ejemplos que he encontrado, sin clasificarlos ni comentarlos: T o h a v e fallen in to th e hands o f th e sa v a ges had b ee n as b ad (Defoe) = I t w o u ld h a v e b ee n as bad if I had fa llen ... — Haber caído en manos de los salvajes hubiera sido igualmente malo = Hubiera sido igual­ mente malo que hubiera caído... It w o u ld h a v e b een w is e r to h a v e l e f t us — Hubiera sido más sensato dejarnos (Ruskin). I t w o u ld h a v e b se n ex tr em ely in ter estin g to h a v e h ea rd M ilton ’s op in ion — Hubiera sido extraordinariamente interesante oír la opinión de Milton (Saintsbury). A l e w w o u ld h a v e w e p t to h a u e s e e n e o u r p a rtin g — Un judío habría llorado, si hubiera sido testigo de nuestros adioses (Shakespeare). She w o u ld h a v e m a de H ercu les h a v e tu rn ed sp it — Habría convertido a Hércules en un asador (Shakespeare). She w as o íd e n o u g h t o h a v e m a d e it h e r s e lf — Erabastante mayorcomo para haberlo hecho ella misma (Lamb). It s e e m s lakely to h a v e b een a d esira b le m a tch f o r Ja n e = I t s e e m s that it w o u ld h a v e b e e n .. . — Parece probable que habría sido un partido deseable para Jane (Jane Austen, P rid e and P reju d ice). W e w e r e to h a v e g o n e and s e e n C o lerid g e t o -m o r r o w — Debíamos ha­ ber ido a ver a Coleridge mañana (Carlyle). La forma de] infinitivo en la frase I t w o u ld h a v e b e e n b e t t e r f o r him to h a v e s ta y ed o u tsid e [«H ubiera sido mejor para él haber permanecido afuera»] (de la misma forma que if h e had s ta y ed [« s i se hubiera que­ dado»]) implica que no se quedó afuera, lo cual no ocurre con el sim­ ple to stay en it w o u ld h a v e b e e n b e t t e r f o r him to sta y o u tsid e («h u ­ biera sido mejor para él quedarse afuera»); este último infinitivo es tan «neutral» con respecto a la cuestión de la realidad o irrealidad como stayin g en la frase Staying o u tsid e w o u ld h a v e b e e n b e t t e r («Quedarse afuera hubiera sido mejor»). De forma semejante h e o u g h t t o h a v e c o m e h e r e («Debía haber venido aquí») implica que no ha venido, frente a h e o u g h t to c o m e h e r e («debía venir aquí»). De ahí que encontremos expresiones sinónimas como I sh o u ld like to h a v e s e e n («M e gustaría haber visto») y I s h o u ld h a v e lik ed to h a v e s e e n («M e hubiera gustado haber visto » ) 32 junto a I sh o u ld h a v e lik ed to 32. En este ejemplo como en algunos de los que preceden, los gramáticos con­ sideran en general que el infinitivo perfecto constituye una redundancia o una falta.

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s e e («m e hubiera gustado ver»). En ciertas expresiones verbales com­ puestas la indicación del pasado podría añadirse por sí misma con igual motivo a uno de los dos verbos: al inglés h e c o u ld h a v e d o n e («podía haberlo hecho») y al danés han k u nd e ha g jo r t d e t corresponde al francés il aurait p u le fa ire («habría podido hacerlo») y el alemán e r h a tte e s tun k on n en 33. En danés podemos decir también han h a v d e k unnet g o r e d et, pe­ ro en inglés es imposible porque can carece de participio; por la misma ra­ zón se tiene que usar el infinitivo perfecto en h e m igh t h a v e d o n e it («po­ dría haberlo hecho»), h e m u st h a v e d o n e it («tiene que haberlo hecho»), H e s h o u ld h a v e d o n e it («Habría debido hacerlo»), H e w o u ld h a v e d o n e it («lo habría hecho») y H e o u g h t to h a v e d o n e it («Debía haberlo he­ cho»). En lugar de decir Y ou n e e d e d n o t to say that («no necesitabas decir eso»), como en alemán Das b ra u ch ten Sie n ich t zu sagen y negar la ne­ cesidad en el pasado, ahora se acostumbra a trasladar la indicación de tiempo al infinitivo: y o u n e e d n ’t h a v e said that («no necesitabas haber dicho eso»). La operación inversa vemos en I shall h o p e to s e e y o u to -m o r r o w («Es­ peraré verte mañana»), que en realidad significa una esperanza en el momento presente de una visita futura; como en inglés no existe infini­ tivo futuro, en su lugar se añade la señal de futuro a h o p e M.

El aspecto

Ahora voy a tratar muy brevemente un tema que ya he mencionado y que ha provocado discusiones acaloradas en los últimos años: lo que generalmente se ha llamado en inglés el a sp ecto del verbo y en alemán Aktionsart, aunque algunos autores usen ambos términos para cosas di­ ferentes. Generalmente se considera que nuestras lenguas indoeuropeas al principio no disponían de formas reales para las distinciones de tiem­ pos gramaticales, sino que indicaban diferentes aspectos, perfectivo, im­ perfectivo, durativo, incoativo, etc. y que a partir de esas distinciones se fue desarrollando gradualmente el sistema de los tiempos gramaticales, que encontramos en las lenguas indoeuropeas más antiguas y que son la base de los sistemas existentes hoy. Los investigadores obtuvieron esa idea del aspecto de los verbos eslavos, en los que desempeña un papel fundamental y relativamente claro, pero cuando empezaron a encontrar 33. Cf. Tobler, Vermischte Beitrage xur franzósischen Grammatik, 2, págs. 38 y ss., donde encontramos 11 a dü venir, traducido por E r muss gekommen sein («él ha debido de venir»), il a pu oublier («él ha podido olvidar»), il peut avoir oublié («él puede haber olvidado»), etc. 34. Vemos un fenómeno comparable, cuando se dice I can't seem to remember («parece que no puedo acordarme»), en lugar de I seem not to can remember que no es posible, porque el verbo can no tiene infinitivo.

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algo semejante a esto en otras lenguas, cada uno de ellos rechazó parcial o totalmente los sistemas de sus predecesores y estableció una termino­ logía propia, de forma que hoy, si quisiéramos, podríamos dar una lista muy larga de términos, muchos de ellos con dos o tres o incluso más de­ finiciones, algunas de las cuales no son nada fácil de entender35. Tam­ poco distinguieron siempre dichos autores las cuatro posibles expre­ siones del aspecto, es decir: 1. 2. 3. 4.

el significado ordinario del propio verbo el significado ocasional del verbo en un contexto o una situación un sufijo de derivación una forma de tiempo gramatical.

Puede parecer que, al criticar así a mis predecesores, veo la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio, pues voy a dar mi propia clasifica­ ción, que, después de todo, puede no ser mucho mejor que las demás. No obstante, me atrevo a esperar que se pueda considerar como un paso adelante el hecho de que no pretendo dar un sistema que represente los diferentes «aspectos» del verbo; por el contrario, me parece que los di­ ferentes fenómenos que se han reunido bajo dichos términos no perte­ necen en absoluto a la misma clase desde el punto de vista conceptual y deben definirse explícitamente unos en relación con los otros. Así di­ vidiría y describiría yo dichos fenómenos: 1. La distinción de ritmo entre el aoristo y el imperfecto: afecta (in­ dependientemente del significado del propio verbo) a la forma que adop­ tan los tiempos gramaticales en algunas lenguas; cf. más arriba p. 329. 2. La distinción entre verbos terminativos y verbos no terminati­ vos. En este caso el significado del verbo afecta, influye al segundo par­ ticipio en las lenguas románicas y germánicas al mismo tiempo en el valor temporal de las combinaciones pasivas; cf. más arriba p. 334. 3. La distinción entre durativo o permanente y puntual o transi­ torio. Más arriba hemos visto que ésta es una de las funciones de la distinción que existe en inglés entre formas simples y formas desarrolla­ das: y que la misma distinción se expresa en otras lenguas con medios to­ talmente diferentes. En danés muchas veces se expresa mediante la pre­ 35. Me parece que ésta es la lista de obras y artículos esenciales que se pueden consultar sobre este tema: Miklosich, Vergl. Gr. d. slav. Spr., vol. I V ; Strietberg, Beitráge zur Geschichte der deutschen Spracbe, págs. 15, 71 y ss.; Herbig, Indogermanische Forschungen, 6, 157 y ss. (aquí figura una buena bibliografía); Delbrück. Vergl. Syntax der indogertnanischen Spr., 2, 1 y ss. (cf. Streitberg, Indogermattische Fors. Anz, 11, 56 y ss.); Pedersen, Zeitschrift für Vergl. Sprachforschung, 37, 22 0 y ss.; Sarauw, id., 38, 145 y ss.; Lindroth, cf. más arriba pág. 32 6; Noreen, V art Sprak, 5, 607 y ss.; Deutschbein, Englische Studien, 54, 79 y ss.; Pollak, Beitráge zur Geschichte d. deutschen Spr., 54, 352 y ss.; Wackernagel, V art Sprak, 1, 153. Sobre los proble­ mas de terminología, se puede consultar también Pedersen, Indogermattische Forschungen, 12, 152.

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posición pá: han sk rev pá e t b r e v («escribía una carta»); en alemán tene­ mos también an e t w a s a rb eiten («trabajar en algo»). 4. La distinción entre acabado e inacabado. Esta es una de las fun­ ciones de las formas desarrolladas en inglés, como en H e w as w ritin g a l e t t e r («estaba escribiendo una carta») frente a h e w r o te a le t t e r («es­ cribió una carta»); en danés muchas veces se expresa mediante la pre­ posición pá: han sk rev pá e t b r e v («escribía una carta»); en alemán te­ nemos también an etw a s a rb eiten («trabajar en algo»). 5. La distinción entre lo que se produce una sola vez y las acciones habituales o repetidas. Como ya hemos observado, esto pertenece en rea­ lidad al capítulo sobre el «número». Con mucha frecuencia las acciones habituales no se expresan de forma especial [ b e d o e s n ’t drink [« é l no b eb e»]); en algunas lenguas existen sufijos para expresarlas, en cuyo caso hablamos de verbos iterativos o frecuentativos. Muchos verbos in­ gleses en -er y -le pertenecen a esa clase: to tt e r («tambalearse»), ch a tter («parlotear»), b ab b le («balbucear»), etc. é. La distinción entre la estabilidad y el cambio. A veces dispone­ mos de un par de verbos correspondientes, como h a v e («tener») y g e t («adquirir»), b e («ser») y b e c o m e («llegar a ser») y sus sinónimos ^ j^et, turn, g r o w 36. De ahí los dos tipos de pasiva citados más arriba en la p. 328: b e m arried («estar casado»), g e t m arried («casarse»). La mayoría de los verbos derivados de adjetivos indican un cambio: ripen («madura?»), s lo w d o w n («disminuir la marcha»); lo mismo ocurre con los verbos transitivos formados a partir de un adjetivo: fla tten («aplanar»), w eaken («debilitar»), etc., que son causativos 37. Pero un verbo como halt («cojear»), derivado del adjetivo anticuado halt, expresa un estado. Muchos indican estado y cambio; en lie d o w n («tenderse») el significado de cambio lo aporta el adverbio. Existen otras formas de expresar cambios semejantes: fall s le e p («dormirse») y g o to s le e p («ir a dormir»), g e t to k n ow («aprender a conocer»), b egin to look («empezar a m irar»), mientras que s le e p («dorm ir»), k n ow («co­ nocer»), y look («m irar») son verbos que expresan estado. Algunas len­ guas disponen de terminaciones especiales de derivación para expresar el cambio a un estado o el comienzo de un estado: así se forman los verbos incoativos 38. Pero es interesante observar que este significado de comienzo muchas veces se ha debilitado o perdido en el transcurso del tiempo; así en los verbos románicos derivados de los incoactivos lati­ nos en -isco, por ejemplo: en francés f e finis, j e punis, de donde proce­ 36. En finlandés el predicativo va en un caso particular (el «translativo»), cuando el verbo indica un cambio o un comienzo. 37. Gran número de estas formas tienen tanto empleos intransitivos como tran­ sitivos. 38. Tenemos por ejemplo en ido: staceskas («se levanta») de stacas («está de pie»), sideskas («se sienta»), jaceskas («se echa»), dormeskas («se duerme»), redeskas («en­ rojece»), etc.

34=>

den las formas inglesas finish, ptm ish. De igual forma, en inglés medio gatt perdió su fuerza original y h e gan look llegó a significar simplemente «ha mirado». Al principio to solamente se empleaba con un predicativo, cuan­ do se hacía referencia a un cambio: h e took h er t o w if e («la tomó por esposa»), pero posteriormente sin ese significado: h e had h e r to w if e («la tenía por esposa»). Lo mismo ocurrió en danés con til. El tipo opuesto de cambio, en el que un estado cesa, se expresa a veces por medio de una forma especial, como en alemán v er b lü h en y en danés a v h lo m stre («dejar de estar en flor»), pero generalmente mediante verbos como cea se («cesar»), s to p («parar»). Obsérvense las tres expresiones para formas de expresar el paso a un estado, el estado y el cese de dicho estado: fall in l o v e w ith (b eg in t o l o v e ) («empezar a amar»), b e in l o v e ( l o v e ) («estar enamorado») [« a m a r»], fall o u t o f l o v e (cea se to l o v e ) («dejar de amar») o fall s le e p («dorm irse»), s le e p («dorm ir») y wake (w ak e up) («despertar»). Pero en este sentido puede considerarse también que w ake indica un cambio «cambio a un estado» y el verbo correspondiente que expresa la estabilidad es t o b e awake («estar despierto») o a veces w ake («velar»). De igual forma exis­ te en danés vágne, que corresponde al francés s 'é v e ille r («despertarse») y vdge, que corresponde a v eiller («velar»). 7. La distinción entre los casos en que se indica un resultado y aquellos en que no: los verbos compuestos con -er suelen ser resultativos, como e r steig en («hacer el ascenso de») y esto se ha considerado muchas veces como uno de los ejemplos principales de « P erfek tiv ier u n g d u rch Z u sa m m ensetzu ng» («hacer perfectivo a un verbo por composición»), pero resulta difícil decir por qué, por ejemplo, e r g r eife n («tom ar») habría de ser más perfectivo que el simple g r e ife n («captar»). Creo que sería mejor prescindir de los términos perfectivo e imper­ fectivo excepto al tratar el verbo eslavo, en el que tienen un sentido con­ creto y han sido de uso universal durante mucho tiempo. En otras len­ guas, hay que examinar en cada ejemplo cuál es el significado de la ex­ presión verbal en cuestión y si se debe al verbo, al prefijo o al sufijo, a la forma del tiempo gramatical o al contexto. Así, si analizamos la inte­ resante colección de ejemplos góticos con el prefijo ga- que da Streitberg39, veremos que la idea de perfectivo significa tres cosas. En primer lugar, el fin de una acción: sw a lt («agonizaba»), ga sw a lt («estaba muerto»), saqq (« se acostaba»), gasaqq («estaba acostado»). En segundo lugar, el cam­ bio: slepan («dorm ir»), gaslepan («dorm irse»), pahan («estar silencioso»), gapahan («dejar de hablar»). Y, por último, el resultado de una acción: fraihnan («preguntar»), gafraihnan («aprender preguntando»), rinnan («correr»), garinnan («esperar corriendo»)40. Este último caso está en re39. Streitberg, Gotiscbes Elementarbuck, 5.a ed., 1920, pág. 196. 40. Lo mismo existía en antiguo inglés con winnan («pelearse, batirse») y gewinnan («obtener batiéndose»); el prefijo -ge desapareció después y el verbo ha conser-

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lacion con la categoría 7, aunque no se trate exactamente de la misma cosa, puesto que quien e r s t e ig i («hace la ascensión de») una montaña no llega a poseerla; no deja de estar en relación con lo que hemos llamado e complemento que expresa un resultado 41, como por ejemplo d ig a h o le («cavar un agujero»), frente a d ig th e ga rden («labrar el jardín»), pero naturalmente no tiene nada que ver con las distinciones de tiempo con­ ceptual o tiempo gramatical.

vado el sentido de gewínnan, del que ha desaparecido toda idea de batalla. La mayo­ ría de los ejemplos tomados del gótico corresponden a nuestra sexta categoría: bausjan («oír»), gahausjan («conseguir oír»), saihwan («ver»), gasaihwan («conseguir vei»); tenemos así: Wild.ed.un saihwan patei jus saihw'tf) jah ni gasehwun («deseaban ver lo que vosotros veis, pero no conseguían verlo»). Pero se trata de una distinción que no siempre está clara; el texto original dice en la línea siguiente (Lucas, 10, 24): Jah hausjan patei jus gahauseip ha jah ni hausidedun y Streitberg corrige diciendo: ...hauseip jah ni gahausidedun. Más adelante {id., 14, 35) corrige de nuevo el manuscrito para darle una coherencia, de la que W ulfila no se había preocupado. 41. Cf. pág. 185.

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CAPITULO XXI E ST ILO DIRECTO Y ESTILO INDIRECTO

Los d o s tip o s d e estilo in d irecto Cuando queremos citar lo que otro dice o ha dicho (piensa o pen­ sado), o lo que uno mismo ha dicho o pensado en cierta ocasión anterior, podemos hacerlo de dos formas. O bien citamos o intentamos citar las palabras exactas del hablante (o escritor): estilo d ir ecto (pratio recta). O bien adaptamos las palabras de acuerdo con las circunstancias en que las citamos ahora: estilo in d irecto (oratio obliqua). El estilo directo puede ir precedido por una frase como «dijo» o «preguntó», etc., pero con mucha frecuencia la referencia al hablante se inserta dentro del propio texto citado: I w o n d er , sh e said (said sh e) ivhat w ill b e c o m e o f us? («M e pregunto, dijo ella, ¿qué va a ser de no­ sotros?»). El latín dispone de palabras reservadas para este uso: inquam («digo»), inquit («dice»). La cita directa es un resultado del mismo estado psicológico con su vi­ vida imagen del pasado, que impone el empleo de lo que hemos llamado el «presente dramático» '. De ahí que muchas veces encontremos insertadas en el texto las palabras: says h e («dice él») en lugar de said («dijo»). Existen dos tipos de estilo indirecto: los que vamos a llamar el estilo «dependiente» y el estilo «representado». El p rim ero 2 depende general­ mente de un verbo que precede inmediatamente a la parte del enunciado en estilo indirecto: He said (th o u g h t, h o p ed , etc.) («El dijo [pensó, es­ p e ró ]» ) o H e asked (w o n d e r e d , xvanted to k now , had n o idea, etc.) («El preguntó [se preguntó, quiso saber, no tenía idea]»), mientras que en la segunda clase como regla general este elemento se entiende en función de la relación completa. 1. Cf. pág. 307. 2. Lorck le ha dado el nombre de berichtete Rede [«estilo citado»] (Lorck, Die erlebte Rede, Heidelberg, 1921).

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Quizás un ejemplo nos permita mostrar mejor qué queremos decir al hablar del segundo tipo de estilo indirecto. Después de que su personaje Pendennis ha sido «desplumado» en la universidad (P en d en n is, p. 238), Thackeray escribe: I d o r ít e n v y P e r ís f e e l in g s as h e t h o u g h t o f w h a t h e had d on e. H e had slep t, and th e to r to is e had w o n th e race. H e had m a rred at its o u tset ivhat m igh t h a ve b e e n a brilliant career. H e h ad d ip p e d u n g en er o u sly into a g e n e r o u s m o t h e r ’s p u r se; b a sely and r eck lessly spilt h e r little cruse. O h! it w a s a co w a r d hand that w o u ld strik e and ro b a crea tu re so te n d e r ... P o o r Arthur P en d en n is f e l t p e r f e c t l y co n v in c e d that all England w o u ld rem ark th e a b sen ce o f his ñ a m e f r o m th e exam ination lists, and talk a bou t his m isfortu n e. His w o u n d e d tu to r , his m a n y duns, th e u n d ergra d u a tes o f his o w n tim e and th e yea rs b e l o w him , w h o m h e had p a tro n ised and s c o r n e d — h o w c o u ld h e b ea r to look any o f th e m in th e f a c e n o w ? («No envidio los sentimientos de Pen cuando pensaba en lo que había hecho. Había dormido y la tortuga había ganado la carrera. Había arruinado desde el comienzo lo que podría haber sido una carrera brillante. Había metido la mano con mezquindad en el mo­ nedero de una madre generosa; sin reflexionar había tirado cobardemente su cántaro. ¡Oh! solamente la mano de un cobarde podía haber golpeado y robado a un ser tan débil... El pobre Arthur Pendennis estaba absoluta­ mente convencido de que toda Inglaterra iba a notar la ausencia de su nombre de las listas de exámenes y a hablar de su desgracia. Su herido profesor, sus numerosos acreedores, sus compañeros y los más jóvenes que él, a los que había tratado con condescendencia y desprecio — ¿cómo iba a poder ahora mirarlos a la cara?») Unas páginas más adelante es­ cribe refiriéndose a la madre de Pendennis: All that th e R e c t o r co u ld say co u ld n o t b rin g H elen to f e e l any in dign ation o r particular unhappiness, ex cep t that th e b o y sh o u ld b e unhappy. W hat w as this d e g r e e thay m a de su ch an o u tcr y about, and w ha t g o o d w o u ld it d o P en ? W h y d id D o cto r P ortm an and his ú n ele insist u p on s en d in g th e b o y to a p la ce w h e r e th e r e w as so m u ch tem p ta tio n to b e risked, and so little g o o d to b e w o n W h y d id r ít t h e y lea v e him at h o m e w ith his m o th e r ? As f o r his d eb ts, o f co u r s e th e y m u st b e paid; — his d e b t s !— w a sr ít his fa th er's m o n e y all his, and h a d rít h e a righ t to s p e n d it? In this w a y th e w i d o w m et th e virtu ou s D o cto r («A pesat de lo que pudiera decir el rector, Helen no sentía ninguna indignación ni especial infelicidad, excepto la de que el muchacho pudiera sentirse desgraciado. ¿Qué significaba aquel examen para provocar tales clamores y que podía aportar de bueno a Pen? ¿Por qué el doctor Portman y su tío habían insistido de aquella forma en enviar al muchacho a un lugar donde había tantas tentaciones y tan poco de bueno por ganar? En cuanto a sus deudas, naturalmente había que pagarlas; — ¡sus deudas!— ¿Acaso no era suyo el dinero de su padre? y ¿no tenía acaso derecho a gastarlo? Así fue como la viuda respondió al virtuoso doctor»). No es fácil encontrar un nombre adecuado para describir el estilo 350

indirecto de este tipo. Lorck rechaza con razón el término de Tobler, según el cual se trata de una mezcla de estilo directo e indirecto, y el de Kalepky, quien habla de v er s c h le ie r te R ed e («estilo velado») y el de Bally, quien lo llama «estilo indirecto libre»; pero el nombre que él le da e r le b t e R ed e («estilo vivido»), no parece mucho mejor. No he encon­ trado nombre mejor que el de estilo rep resen ta d o , que corresponde al ale­ mán v o r g e s t e l lt e R ed e y al danés fo r e s tille t t a l e 3. Bally pensaba que este fenómeno era peculiar del francés, pero Lerch y Lorck dan gran número de ejemplos alemanes, aunque piensan que en alemán se debe a influencia francesa, especialmente de Zola (!). Pero es muy frecuente en inglés (donde lo encontramos mucho antes de la época de Zola, por ejemplo en Jane Austen) y en danés y probable­ mente también en otras lenguas. Recientemente he encontrado ejemplos españoles. En conjunto parece tan natural que puede muy bien ser que empezase a existir independientemente en diferentes lugares. Principalmen­ te se usa en largas narraciones continuadas en las que la relación de los sucesos en el mundo exterior queda interrumpida — muchas veces, sin ninguna transición del tipo de d ijo o p en só — por una transcripción de lo que persona citada estaba diciendo o pensando en aquel momento determinado, como si dichas palabras o pensamientos fuesen la conti­ nuación inmediata de los acontecimientos anteriores. El escritor no ex­ perimenta o «vive» dichos pensamientos o palabras, pero las representa, de ahí el nombre que he escogido. El estilo representado es más vivido en conjunto que el primer tipo de estilo indirecto. Puesto que está más próximo al estilo directo, con­ serva algunos de los elementos de este último, especialmente los de ca­ rácter emocional, tanto si la emoción se expresa mediante la entonación o con palabras separadas como: «¡O h !», « ¡A y !» , «¡Gracias a Dios!», etcétera. La adaptación a circunstancias cambiadas, que es característica del estilo indirecto, se efectúa por los siguientes medios: translación translación translación cambio de cambio de

de la persona, de tiempo, del modo, forma de los interrogativos, forma de la orden o de la prohibición.

La diferencia entre el estilo dependiente y el representado se ve prin­ cipalmente en los dos últimos tipos de cambios. En el cap. XVI hemos estudiado ya la translación de la persona; ahora vamos a tratar los otros fenómenos. 3. Curme, en A Grammar of the Germán Language (1.a ed., pág. 248, 2.a ed., pág. 245), habla de la «form a independiente del estilo directo». Lorck no utiliza este término.

351

La translación d e los tiem p o s gra m atica les Cuando en estilo directo tenemos las frases siguientes: 1. 2. 3. 4.

I I I I

5.

am ill — Estoy enfermo. sa w h e r th e o th er d ay — La vi el otro día. h a v e n o t y e t s e e n h e r — Todavía no la he visto. shall s o o n s e e her, and th en e v e r y th in g w ill b e all r igh t — Pronto la veré y entonces todo se arreglará. I shall h a v e fin ish ed b y n o o n — A mediodía habré acabado.

en estilo indirecto tenemos: He said th a t... — Dijo que... 1. h e w as ill (presente indirecto) — estaba enfermo. 2. h e had s e e n h e r th e o t h e r d a y (presente indirecto)— la había visto el otro día. 3. h e had n o t s e e n h er y e t (perfecto indirecto) — no la había visto to­ davía. 4. h e sh o u ld so o n her, and th en e v e r y th in g w o u ld b e all r igth (futuro in­ directo) — pronto la iba a ver y (que) entonces todo se arreglaría. 5. h e sh o u ld h a v e fin ish ed b y n o o n (lo que precede a un futuro en el estilo directo) — a mediodía habría acabado. Lo que es anterior al pretérito no se puede transladar: I had a lrcad y s een h er b e f o r e s h e n o d d ed («Yo ya la había visto antes de que hiciese un gesto con la cabeza») se convierte en: H e said that h e had a lread y se e n h er b e f o r e sh e n o d d ed («Dijo que la había visto antes de que ella hiciese un gesto con la cabeza»). El pretérito de irrealidad muchas veces no se translada tampoco; H e said that he w o u ld p a y if h e co u ld («dijo que, si podía, pagaría») puede ser, por tanto, el equivalente en el estilo indirecto de I w o u ld pay if I co u ld ( « y o pagaría, si pudiese») y de I w ill pay, if J can ( « y o pagaré, si puedo»). Como el verbo m u st sólo tiene una forma ac­ tualmente, en el estilo indirecto no sufre ningún cambio: H e said that h e m u st lea v e at o n c e («dijo que tenía que marcharse inmediatamente») co­ rresponde a H e said: I m u st lea v e at o n c e («Dijo tengo que marcharme in­ mediatamente»), Esta es prácticamente la única forma en que m u st puede usarse como pretérito en el habla coloquial moderna. Como vemos, el pretérito indirecto y el perfecto indirecto son formal­ mente idénticos a la forma que expresa lo que precede al pretérito, y el fu­ turo indirecto es formalmente idéntico al condicional; de igual forma, en francés j'écrirais («yo escribiría») realiza las dos funciones del condicional: j ’écrirais si je savais son a d resse («escribiría si supiese su dirección») y de futuro simple indirecto: il disait q u ’il écrirait le p lus tó t p o ssib le («él decía 35?

que escribiría lo más pronto posible»), que corresponde a J ’écrirai le plus tó t p o s s ib le («escribiré lo más pronto posible») en el estilo directo. Si ahora nos preguntamos cuál es la relación entre estos tiempos indi­ rectos y la serie de tiempos que ya hemos establecido con anterioridad/ la respuesta es que no se deben colocar en dicha serie, con la que nada tie­ nen que ver, puesto que están orientados en relación con otro «punto cero» («entonces») diferente del de la serie original («ahora»). Una frase como (H e said that) h e sh o u ld c o m e as s o o n as h e co u ld («[D ijo que] vendría lo más pronto que pudiese»), no nos da la más mínima indicación sobre el momento de su venida en relación con el momento presente, sino sola­ mente en relación con el momento en que se hablaba. Puede haber venido ya o puede estar viniendo ahora mismo o puede venir en un momento del futuro, eso no se precisa, y lo único que se nos dice es que cuando él ha­ bló dijo que su venida se produciría en determinado momento que en­ tonces pertenecía al futuro. Tampoco es necesario disponer de términos especiales para los tiempos que se originan en esta translación. El N ew English D ictio n n a r y 5 habla del «futuro anterior» o «futuro en el pasado» en h e had e x p e cte d that he sh o u ld b e able to push fo r w a r d («Había esperado que podría hacer ca­ mino»), pero en realidad se trata solamente de un simple futuro transladado al estilo indirecto, y del «futuro perfecto anterior» no da nin­ gún ejemplo, pero debe de corresponder a casos como h e said that h e sh o u ld h a v e d in ed b y e ig h t («dijo que a las ocho ya habría cenado»), que en el estilo directo corresponde a I shall h a v e d in ed b y e ig h t («a las ocho ocho ya habré cenado»); por tanto, se trata de la forma que expresa algo anterior a un futuro transladada al estilo indirecto. La translación de los tiempos en el estilo indirecto es muy natural y en muchos casos es incluso inevitable: H e to ld m e that h e ivas ill, but n o w h e is all righ t («me dijo que estaba enfermo, pero ahora se encuentra bien»), caso en el que el uso del pretérito se debe a la materia de la que se habla y al mismo tiempo w as es el pasado directo y el presente indirec­ to. Pero no siempre es así y muchas veces el verbo se pone en pretérito simplemente por la razón de que el verbo principal está en este tiempo y el hablante no interrumpe la corriente de su discurso para deliberar sobre si lo citado pertenece a tal o cual período de tiempo, considerado en rela­ ción con el momento presente. Van Ginneken hace la siguiente observa­ ción: « J e n e savait qui il était. Est-ce que je veux dire par la qu’il est quelque autre maintenant? Nullement. Etait se trouve la par inertie, et par savait seul on comprend qu’il faut entendre la chose ainsi: était et est encore» 6 (« Y o n o sabía quién era. ¿Quiero decir con eso que ahora es algo diferente? De ningún modo. Era figura ahí por inercia y gracias a sabía solamente se comprende que hay que entenderlo así: era y sigue 4. 5. 6.

Cf. pág. 306. M urray, etc., New English Dictionnary, «shall», 14 b. J. Van Ginneken, Principes de linguistique psychologique, pág. 499.

353 2 3 . — FILOSO FÍA GRAMÁTICA

siendo»). O, mejor, podríamos decir que no se aclara si las cosas siguen siendo como eran. Cuando decimos I to ld y o u h e w a s ill («te dije que es­ taba enfermo»), no sabemos si sigue enfermo o si se ha recuperado. En las siguientes frases lo que muestra que nos referimos al momento presente es la naturaleza de aquello de lo que se habla más que las palabras, pero la translación es perfectamente natural: W hat d id y o u say y o u r ñ am e was? — ¿Cómo dijo usted que se llamaba? I d id n ’t k n ow y o u knew B righ t? — No sabía que conocías a Bright. H o w d id y o u k n o w I was th e r e ? — ¿Cómo supiste que estaba yo aquí? Este último ejemplo es especialmente interesante a causa de la «contradictio in adjecto» entre su presencia aquí y la forma w a s: I am h e r e n o w , b u t h o w d id y o u k n o w that? («Estoy aquí ahora, pero ¿cómo lo sa­ bías?»). Se necesita cierto esfuerzo mental para abandonar el pretérito y usar el tiempo presente, más lógico. Por eso, no podemos esperar que los ha­ blantes vayan a ser siempre coherentes incluso cuando han de enunciar una verdad universal. Por eso, es normal que no siempre de forma coherente se respete la co n s ec u tio tem p o ru m . Podemos vacilar en un caso como éste: He to ld us that an u nm arried m an w as (o is) o n ly half a m an («Nos dijo que un hombre soltero era (o es) sólo medio hombre»), pero es probable que se prefiera la forma no transladada en un caso como I t w a s h e w h o ta u gh t m e that t w ic e t w o is fo u r («él fue quien me enseñó que dos veces dos son cuatro»). El uso del presente no transladado en este caso implica que el hablan­ te está convencido de la verdad de la aserción, mientras que la translación del tiempo translada también la responsabilidad de la afirmación al hablan­ te original; de ahí la diferencia en H e to ld us that it w as s o m e tim es la w fu l to kill («Nos dijo que en ciertos casos era lícito matar» [pero pudo equi­ vocarse]) y I d id n o t k n ow th en that it is s o m e t im e s la w fu l to kill («yo no sabía en aquella época que en ciertos casos es lícito matar» [pero es cier­ to]). Nótese el pretérito en esta frase de Falstaff: Did I say y o u w e r e an h o n est m a n ? ... S ettin g m y k n igh th o o d and m y so u ld iersh ip aside, I had ly e d in m y throat, if I had said so («¿D ije que eras un hombre honrado?... Puesto aparte mi doble título de caballero y de guerrero, mi garganta ha­ bría mentido, si hubiese afirmado algo semejante»). A veces la entonación desempeña un papel decisivo: I th o u g h t h e w as m a rried con un tipo de entonación puede significar: «Ahora me doy cuenta de que me equivoca­ ba al pensar que estaba casado», y con otro: «Claro que está casado, ¿no te lo dije?». El presente de subjuntivo no se translada a pretérito en el estilo indi­ recto; si se cita, por ejemplo, una propuesta hecha en una reunión, se dice: He m o v e d that th e bilí b e read a s e c o n d tim e («pidió que se volviese a leer el proyecto de ley»). En este caso se siente que la forma b e indica

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idea de futuro y que, por tanto, es más adecuada que w er e, que indicaría más bien algo irreal o hipotético; en otros verbos no habría diferencia entre el indicativo y el subjuntivo, razón por la cual la forma de la frase no cambia a pesar de la conjunción t h a t 1. En la mayoría de los casos de translación de tiempos, el verbo princi­ pal se refiere a cierto momento del pasado; pero podemos encontrar las mismas translaciones después de un verbo en futuro, aunque esto es más raro. Cuando imaginamos a una persona, que ahora está ausente, diciendo en cierta fecha futura I r e g r e t I w as n o t w ith th em th en («siento no haber estado con ellos entonces»), decimos de forma natural H e w ill r e g r e t that h e is n o t w ith us n o w («Sentirá no haber estado con nosotros ahora»). Pero, en Enrique IV, Shakespeare emplea el pretérito que pertenece al es­ tilo directo del personaje en cuestión (aunque hace una translación al decir h e r e [« a q u í» ]), que representa su propio punto de vista: And g e n tle m e n in England, n o w a bed, Shall think e t h e m s e lv e s a ccu rst th e y were n o t here, And h o ld t h e n m a n h o o d s ch ea p e, w h iles any speak es That fought w ith us u p on Saint Crispirles day [« Y los gentileshombres que están en Inglaterra en su cama, Se juzgarán malditos por no haber estado aquí, Y harán poco caso de su virilidad cuando hable alquien Que se haya batido con nosotros el día' de San Crispín»] (Enrique IV, IV, 3, 64). Esto nos recuerda los «tiempos epistolares» del latín, en que el escritor de una carta se transladaba con el pensamiento al momento en que se le leería y, por tanto, usa­ ba el imperfecto o perfecto en casos en que hoy solamente nos parece rformal emplear el presente.

La translación d e l m o d o La translación del modo desde el indicativo a otro modo en estilo indirecto no lo encontramos en inglés moderno ni en danés, sino en otras lenguas de la misma familia. El latín hace un uso extenso del acusa­ tivo con infinitivo en lo que en estilo directo sería una oración princi­ 7. En ruso, la regla consiste en que se emplea el mismo tiempo gramatical en el estilo indirecto y en el estilo directo correspondiente; por consiguiente, la transla­ ción no afecta a la persona. Esta regla que parece siempre poco natural para los ha­ bitantes de Europa occidental, la introdujo en esperanto al mismo tiempo que otras particularidades de las lenguas eslavas, su creador, el doctor Zamenhof; después se utilizó también en ido, de forma que ahora se enseña que frases como He said that he loved, that he had heard, that he should come («dijo que amaba, que había oído, que vendría») deben ir en ido respectivamente en presente, en pretérito y en futuro; así tenemos: II dicis ke il amas, ke il audis, ke il venos. El único argumento en favor de esta regla bastante artificial es que, si no, habría que inventar una nueva forma para el futuro transladado, puesto que emplear la misma forma para el futuro transladado y para el condicional [venus), como hacen nuestras lenguas de Europa occidental ( viendrait, should come, würde kommen, vendría) equivaldría a contravenir todos los principios lógicos de dicha lengua.

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pal, así como en ciertas subordinadas relativamente independientes, y del subjuntivo en otras oraciones dependientes. Otras lenguas tienen otras reglas, y el uso del modo subjuntivo, o del optativo, en el estilo indi­ recto muestra diferencias tan acusadas en las distintas lenguas antiguas de nuestra familia, que parece haberse desarrollado independientemente en diferentes lugares por razones diferentes. T. F rank8, al tiempo que recha­ za antiguas explicaciones «metafísicas» de la naturaleza de la «subjetivi­ dad» y la «virtualidad», da razones válidas para suponer que el uso del sub­ juntivo en las lenguas germánicas es una extensión gradual por analogía de su empleo en oraciones dependientes introducidas por verbos como w en ja n en gótico, w en a n en antiguo inglés, ivahnen en alemán, que al principio significaba «esperar, desear» y, por tanto, exigía de forma na­ tural al optativo. Se conservó cuando los verbos pasaron a significar «im a­ ginar, pensar» y después se extendió a otros verbos que significaban «pensar», «decir», etc. La evolución de las formas del.estilo indirecto en alemán es especial­ mente interesante, porque está determinada por tendencias diversas y mu­ chas veces contradictorias: la tendencia a armonizar el tiempo con el del verbo principal (expresado o sobrentendido) y, por otro lado, la tenden­ cia a conservar el mismo tiempo que en el enunciado original; además, la tendencia a usar el subjuntivo como indicación de duda o incertidumbre que se opone a la tendencia a usar el subjuntivo simplemente como señal de subordinación incluso en casos en que no aparece idea de duda y, por último, la tendencia a limitar el uso del subjuntivo y a usar en su lugar el indicativo. Ahora bien, como el poder de dichas tendencias varia en dife­ rentes períodos y en diferentes partes del país, los escritores y gramáticos alemanes no siempre están de acuerdo a la hora de qué forma recomendar. De hecho, en el uso actual encontramos las formas siguientes9: Er sagt, dass er krank ist. Er sa gt, er ist krank. Er sa gt, dass er krank sei. Er sagt, er s e i krank Er sagt, dass er krank ware. Er sagt, er w a re krank. Er sagte, dass er krank war. Er sa gte, er w ar krank. Er sa gte, dass er krak sei Er sa gte, dass er krank w a re Er sagte, er w a re krank.

«El dice que está enfermo»

«Pretende que está enfermo» «El decía que estaba enfermo»

í

«El pretendía que estaba enfermo»

8. T. Frank, Journal of English and Germán Philology, 7, págs. 64 y ss. 9. Cf., por ejemplo, Delbrück, Grundlagen der neuhochdeutschen Satzlehre, págs. 73 y ss.; Behagbel, Die Zeitfolge der abhangigen Rede, 1878; Curme, A Gram­ mar of the Germán Language, pág. 237.

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Naturalmente, la situación no es tan caótica como esta lista podría hacer suponer, pero no dispongo de espacio para dar una explicación más detallada. No obstante, quiero llamar la atención sobre el papel que desem­ peña el deseo de disponer de formas no ambiguas, aun a costa de la cohe­ rencia, que Curme presenta excelentemente como sigue: «Aunque en ciertos casos nos adaptemos al nuevo esquema de concor­ dancia (es decir, que empleamos el mismo tiempo en el estilo indirecto y en el estilo directo) ( ...) es más corriente emplearlo solamente en los casos en que las formas subjuntivas se distinguen claramente de las formas indicativas correspondientes, y en los demás casos usar el antiguo esque­ ma de concordancia. Así, como el pasado distingue el subjuntivo con mayor claridad que el presente, una forma presente ( ...) se substituye generalmen­ te por una forma de pasado, cuando la primera sigue a un pasado ( ...) en los casos en que no está claro que el presente sea subjuntivo: Sokrates erklarte, alies, w as er w isse, sei, dass e r n ichts w is s e ; v ie le w ü ssten aber au ch d ie s n ich t («Sócrates decía que todo lo que sabía era que no sabía nada, pero que muchos ni siquiera sabían eso»), pues el subjuntivo presen­ te haba sido idéntico al presente de indicativo. Sie sagten, sie hatten es n ich t g eta n («Dijeron que no lo habían hecho»), caso en que vemos una forma de pasado en lugar de la forma haben del presente, y Sie sagten, sie w ü r d en m o r g e n k o m m en («Dijeron que vendrían mañana»), con una for­ ma de pasado en lugar de la forma w er d en del presente. Tan fuerte es la necesidad de emplear una forma de subjuntivo clara, que se usa una forma de pasado en lugar de una forma de presente incluso después de un pre­ sente, si dicha forma permite indicar sin ambigüedad que se trata de un subjuntivo: Sie sagen, sie hatten es n ich t g e s e h e n («Dicen que no lo havían visto»), Sagen Sie ihm, ich kame sch o n («Dígale que ya voy»). Cuan­ do las formas no son claras se prefieren las formas de pasado, aunque no sean claramente de subjuntivo: Die B ildhauerei, sagen Sie, k ón ne keine S t o ffe n a ch m a ch en ; dick e Falten m a ch ten ein e ü ble W irkung [«Según ellos, la escultura no podría reproducir ropa alguna y los pliegues es­ pesos causaban mala impresión»] (Lessing). El propio hecho de escoger una forma de pasado se siente en este caso como que indica un deseo de expresar el subjuntivo»10. Esto puede deberse, en parte por lo menos, al sentimiento de que el pretérito indica algo remoto con respecto a la reali­ dad actual, como en I f h e w as w ell, h e w o u ld w rite («Si estuviese bien escribiría»)11.

10. 11.

Curme, A Grammar o/ the Germán Language, 240. Cf. pág. 317.

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Las interrogativas en el estilo indirecto

Aquí nos enfrentamos con la principal diferencia entre los dos tipos de estilo indirecto: el estilo dependiente y el estilo representado.Vamos a hablar primero de las interrogativas en el estilo dependiente. Cuando se cita una interrogación en el estilo indirecto, la entonación, que en muchos casos es la principal indicación del carácter interrogativo de la frase, desaparece necesariamente o se debilita, pero existe cierta compensación, parte en la fórmula introductoria, en la que se usa el ver­ bo «preguntar» en lugar de «decir», parte en el uso de una conjunción interrogativa donde no hay pronombre interrogativo. Dicha conjunción proviene muchas veces de un pronombre es que significa «cuál de los dos»: w h e t h e r en inglés, hvárt en islandés y u tru m en latín, pero en otros casos su origen es diferente, y a veces podemos encontrar el uso de una conjunción condicional: if en inglés, si en francés, o m en danés, o b en ale­ mán. Muchas veces la diferencia entre una pregunta en estilo directo y otra en estilo indirecto va señalada por un orden de palabra diferente n . W ho is sh e? — H e asked w h o s h e w as — ¿Quién es ella? — El preguntó quién era ella. H o w can I bear to look any o f th em in th e fa c e ? — . . . h o w h e c o u ld b ear to lo o k ... — ¿Cómo voy a poder mirarles a la cara? — ...cómo iba él a poder mirarles a la cara... H asn’t h e a right to s p e n d his m o n e y ? — . . . w h e t h e r h e h ad n o t ... — ¿No tiene él derecho a gastar su dinero? — ...s i no tenía él derecho a ... Lo mismo vemos en otras lenguas; por ejemplo, en danés: H vem er hun? —Han sp u rgte, h v e m un var — ¿Quién es ella? — El preguntó quién era ella. H vor kan j e g h o ld e d et u d? — ... h v o r j e g k unde h o ld e d e t u d — ¿Cómo puedo soportarlo? — ...cómo podía yo soportarlo. Har han ikke ret? — ...o m han ikke ra h a v d e ret — ¿No tiene él razón? — ...s i no tenía el razón? En francés vemos: Qui est-elle (Q ui e s t - c e ?) — II a d em a n d é qui elle était (Q ui c ‘était). — ¿Quién es ella? (¿Quién es?) —El preguntó quién era ella (¿quién era?) C o m m en t p eu t-on le s o u ffr ir ? — ... c o m m e n t on p ou v a it le sou ffrir. — ¿Cómo podemos soportarlo? — ...cómo podíamos soportarlo. 12. Y también en ingles por ausencia del auxiliar do, que sirve de apoyo al or­ den de las palabras en una interrogativa: W hat does she see? — I ask w hat she sees («¿qué ve ella? — Pregunto qué ve ella»).

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N’a-t-il pas raison? — . . . s ’il n ’avait pas raison — ¿No tiene él razón? — ...s i no tenía él razón. En danés existe otra diferencia: la de que un pronombre interrogativo como sujeto de la frase requiere que se añada d er en la pregunta en estilo indirecto: H ivem hat h et? — Han s p u r g te ( o m ) h v em d e r h a vd e ret — ¿Quién tiene razón? — Preguntó quién tenía razón. H vad er g r u n d en ? — ...h v a d d e r var gru n d en — ¿Qué razón hay para ello? — ...qué razón había para ello. Pero si consideramos que gru n d en es el sujeto de esta última frase, lo cual es perfectamente posible, obtenemos el orden de palabras inverso: Han s p u r g te om h va d g ru n d en var — Preguntó qué razón había para ello. En lugar de la forma peculiar para las preguntas indirectas depen­ dientes, se ha vuelto cada vez más frecuente emplear en inglés la forma que encontramos también en el estilo representado, sin un if o w e th e r introductorio. Así: I k n o w n o t y e t w as it a d rea m o r n o — Todavía no sé si era un sueño 0 no (Shelley). H e said w as I c o m in g back, and I said y e s ; and h e said d id I k n ow y o u , and I said y e s ; and h e said if that w as th e case, w o u ld 1 say to y o u what 1 h a v e said, and as so o n as I e v e r saw you , w o u ld I ask y o u to step ro u n d th e có r n e r — Me preguntó si iba yo a volver y le dije que sí; entonces me preguntó si le conocía yo a usted y le dije que sí; entonces me preguntó que si, en ese caso, aceptaría yo decirle a usted lo que le he dicho y pedirle que fuese usted a encontrarse con él en cuanto le viese yo a usted (Dickens). Esto es realmente muy frecuente en escritores recientes; lo vemos combinado con la forma dependiente en: th e y asked w h e r e sh e w as go in g, and w o u ld s h e c o m e a lon g w ith th em ? [«L e preguntaron dónde iba ella y si iría con ellos»] (Carlyle). En alemán encontramos la misma forma, aunque pocas veces, por ejemplo en: Man w eiss nicht rech t, ist er Ju n ggeselle, W itw er o d e r gar g e s c h ie d e n [«N o se sabe exactamente si está soltero, viudo o divorciado»] (Hermann). Además de usarse en citas, las interrogativas indirectas se usan mu­ chas veces, como «oraciones primarias», después de verbos como k n ow («saber»), d o u b t («dudar»), s e e («ver»), etc., como en: I w a n t to k n o w if h e has b e e n th e r e — Quiero saber si él ha estado ahí, G o and s e e w h o it is, and try to fin d ou t w h e r e h e c o m e s fr o m — Ve a ver quién es e intenta averiguar de dónde viene. 359

It is n o t ea sy to say w h y th e b ook is so fa scin a tin g — No es fácil decir decir por qué el libro es tan fascinante. También pueden ser sujetos, como en: W eth er this is tru e o r n o t is still an o p en q u estio n — Si es o no cierto es algo que todavía no está resuelto. A veces la frase principal puede omitirse, y así la pregunta indirecta desde el punto de vista formal se convierte en una pregunta directa des­ de el punto de vista conceptual: I f I m ay lea v e it at that? (« ¿ S i puedo de­ jarlo ah í?») corresponde de h ech o M a y I lea v e it at that? («Puedo dejar­ lo ahí?»). En el estilo representado las únicas translaciones en interrogativas son las de persona y de tiempo gramatical que son comunes a todo el estilo indirecto; en los demás casos, las preguntas conservan la forma que ten­ drían en estilo directo. Así las preguntas: H o w can I bear to look any o f th em in th e f a c e n o w ? («¿Cómo voy a poder mirar a ninguno de ellos a la cara ahora?») y H asn’t h e a r igh t to s p e n d it? («¿A caso no tiene él de­ recho a gastarlo?») en el pasaje de Thackeray sobre Pendennis se con­ vierten en H ow cou ld -1 b ea r... («¿Cómo podría y o ? ...» ) y H a drít h e a r igh t... («¿Acaso no tenía é l? ...» ) Igualmente W hat s h e s e e ? («¿Q ué ve ella?») se convierte en W hat d id sh e s e e ? («¿Q ué veía e lla ? » ) 13. En francés, el imperfecto substituye al presente, en alemán se usa el pretérito de indicativo (no el subjuntivo), etc. Las frases exclamativas introducidas por una palabra interrogativa no sufren cambios salvo el de la translación de tiempo gramatical y de per­ sona: What a nuisance it is to change\ («¡Q ué molesto es cam biar!») se convierte en W hat a nuisance it w a s to ch a n g e! («¡Q ué molesto era cam­ b iar!»), tanto cuando depende de un verbo como H e said («él dijo») como cuando forma parte de un enunciado en estilo representado.

El m andato en el estilo in d irecto Las órdenes o mandatos para ser expresadas en imperativo tienen que cambiarse. En el estilo dependiente la idea de mandato se expresa en el 13. Se conserva la misma forma cuando se intercala la fórm ula he asked («pre­ guntó él»): H adrít he a right, she asked, to spend his money? («¿Acaso no tenía de­ recho, preguntó ella, a gastarse su dinero?»). Lo mismo vemos en danés, lengua en la que esta frase se diría: Havde han ikke, spurgte hun, rettil at bruge sine egne penge? También hay que observar la fórm ula que es corriente en inglés en: Mrs. W right presents her compliments to Mrs. Smith, and might she borrotv a saucepan, picase? («La señora W right presenta sus cumplimientos a la señora Smith y pregunta si [li­ teralmente, “ ¿es qué?” ] ¿podrá tom ar prestada una cacerola?»).

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mandato, por ejemplo, cuando C o m e at o n c e («ven inmediatamente») se convierte en H e o r d e r e d (co m m a n d ed , ¿oíd, asked, im p lo red ) m e (her) to c o m e at o n c e («E l me [le ] ordenó [mandó, dijo, pidió, imploró] que viniese inmediatamente») o bien el verbo principal no expresa el elemen­ to de^ mandato, que por tanto debe recibir expresión de otra forma en la oracion subordinada: H e said ( w r o t e ) that I (sh e) w as to c o m e at on ce. La última es la forma empleada generalmente en el estilo representado, aunque ocasionalmente el imperativo puede conservarse, como en el si­ guiente pasaje de Dickens: M r S p en lo w a rgu ed th e m a tter w ith me. H e said, Look at th e w o r ld t h e r e w as g o o d and ev il in that; look at th e ecclesia stical law, th e r e w as g o o d and ev il in that. It w as all part o f a system . Very g o o d . T h ere y o u w ere. («M r. Spenlow discutió el asunto con­ migo. Dijo, coge el mundo; había bueno y malo en él; coge el derecho canonico, había bueno y malo en él. Todo ello formaba parte del mismo sistema. Muy bien . Así era.») Los imperativos con let us se expresan de forma diferente en los dos tipos de estilo indirecto: H e p r o p o s e d that w e [ th ey ) w e r e to g o («sugirió que nosotros [ellos] debíamos [debían] ir») y Let us g o («vayamos»).

O b ser v a cio n es fin ales La distinción entre estilo directo e indirecto no siempre se respeta estrictamente. Puede ocurrir que una cita directa se introduzca mediante la conjunción [that), que habitualmente se reserva para la cita indirecta. La frase griega Kai l e g o o n autoi, h o ti ean theleís, dunasai m e kitharisai («Y diciéndole [q u e] si quieres, puedes purificarme») la imitó W ulfila al escribir: jah q ipa nd s d u im m a p a tei jabai w ileis, m agt mik a gahrainjan 14. Tomo un ejemplo moderno sacado de Tennyson: She th o u g h t that p er a d v en tu r e h e w ill fig h t f o r m e («E lla pensó que quizás él luchará por m í» ) 15. En francés tenemos j e cro is q u e non («yo creo que no»), a pesar de que n o n pertenece al estilo directo. La negligencia o la incapacidad para conservar en la mente durante mucho tiempo el cambio que supone el estilo indirecto causan el fenóme­ no frecuente de que un enunciado citado empiece indirectamente y se con­ tinúe después en estilo directo. Los manuales de gramática griega dan ejemplos de escritores griegos como Jenofonte. En las sagas islandesas son muy abundantes, por ejemplo: 14. Evangelio según san Marcos 1, 4 0 ; ver también id., 1, 37. 15. Encontramos también en Dickens la frase siguiente: She sai sobbing and murmuring behind it, that, if I was uneasy, why had I et¡er married? («ella estaba sentada, sollozando y murmurando entre sus sollozos que, si no me encontraba a gusto, ¿por qué me había casado entonces?»). Vemos que I (1.a persona) es un you (2.a persona) transladado y que la pregunta va hecha en estilo indirecto representado.

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S egir at B redi ha fi ridit frá h o n u m á sk óginn, ok var hann s e e n ó r augliti m ér, ok v eit ekki til h a n s 16 — Dijo que B lo abandonó para ir al bosque, y pronto lo perdí de vista y no sé qué ha sido de el. M celti at hann sk yldi gera til braud peira, en ek man scekja eld iv id 17 — Dijo que el otro les prepararía pan, pero voy a buscar algo con qué hacer fuego. Hann spyrr, h v er ir p ar vceri, ed a h v í er u -p ér svá reid u ligir? 18 — Pregunta quién estaba allí y ¿por qué estás tan irritado? Un tipo diferente de mezcla de los dos estilos vemos en la frase de Goldsmith: But tell m e h o w hast th ou b ee n r eliev ed , o r w h o th e ru ffia n s w e r e w h o ca rried t h e e a w a y ? («Pero dime cómo te liberaron, o ¿quién fueron los bandidos que te habían llevado?»). El alemán y el danés disponen de una curiosa forma de expresar lo que desde el punto de vista conceptual es estilo indirecto mediante los verbos s o lí y skal, respectivamente: Er s o lí s e h r reich sein ( g e w e s e n sein ) y Han skal v a ere (ha v a eret) m e g e t rig. Como so lí y skal en la mayoría de lo scasos so nun equivalente débil de m u ss y má, respectivamente, creo que este uso debe clasificarse como un tipo de contrapartida debilitada de m uss, má m ust, que indican la necesidad lógica o la conclusión inevita­ ble, como vemos en la frase H e m u st b e v e r y rich (sin ce h e can g i v e s o m u ch to th e p o o r ) («Tiene que ser muy rico [puesto que puede dar tan­ to a los pobres]»).

16. 17. 18.

362

Volsunga Saga, 1. Id., 6. Id., 9.

CA PIT U L O X X I I

LA CLASIFICACIÓN DE LOS ENUNCIADOS

Que donnée nous fut parole Por faire nos voloirs entendre Por enseignier et por aprendre. R om án d e la R ose

¿Cuántas clases? Brugmann ha establecido una clasificación de frases o enunciados con las siguientes divisiones principales, cada una de las cuales contiene hasta once subclases: 1. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8.

la el la la la la la la

exclamación. deseo. incitación (A u ffo r d er u n g ). concesión. amenaza. prohibición y la negación(A b w eh r u nd A bw eisung). aserción que se refiere a una realidad imaginada. interrogación

En el estudio de dichas clases muchas veces las consideraciones his­ tóricas se suporponen a los principios lógicos y resulta difícil ver en qué principios racionales se basa, así como en cuál de ellas hay que colocar una frase simple como El es rico. Esta crítica no quiere decir que no va­ loramos muchas de las cosas que encontramos en su libro, uno de los úl­ timos que el admirado maestro de la filología comparada escribió. La cla­ sificación tradicional es mucho más clara:

1. Brugmann, Verschiedenbeiten der Satzgestaltung nach Massgabe der seelischen G rundfunktionen, Sachs. Ges. d. Wiss., 19 18. Es muy interesante comparar esta cla­ sificación con la de Noreen en V ari Sprak, 5, págs. 91 y ss., que es igualmente com­ plicada, pero totalmente diferente. Desgraciadamente me resulta imposible resumirla aquí para criticarla.

363

1. 2. 3. 4.

la aserción. la interrogación. el deseo. la exclamación2.

Pero incluso esta clasificación se presta a la crítica: la frontera entre el deseo y la exclamación no está clara; ¿por qué G od s a v e th e K in g («Dios salve al rey») y L ong m a y h e reign («que reine mucho tiempo») se excluyen de entre las exclamaciones? y ¿por qué se dice que solamente son exclamativas las frases «introducidas por pronombres, adjetivos o ad­ verbios exclamativos» como w hat («cu ál») y h o w («cóm o»)? Otra objeción a la clasificación de Sonnenschein es la de que solamen­ te se aplica a lo que tradicionalmente se llama las «frases», es decir, a los enunciados que contienen un verbo en forma personal. Pero, es obvio que enunciados como W hat fu n ! («¡Q ué diversión!»), H o w o d d ! («C u­ rioso!»), G loriou s! («¡Fabuloso!») o H urrah! («¡H u rra !») son «exclama­ ciones» por la misma razón que las citadas. No se puede colocar una fra­ se como W aiter, a n o th er b o ttle ! («Camarero, ¡otra botella!») en una cla­ se diferente de la que corresponde al deseo expresado por un imperativo; y entre las aserciones hemos de considerar las frases «nominales» de que hemos hablado más arriba 3. A veces podríamos decir que el término «de­ seo» no es el mejor para abarcar los «mandatos, órdenes, ruegos y deseos» y, al mismo tiempo, excluir I w ant a ciga r («Quiero un cigarro puro») y Will y o u g i v e m e a light, p lea se? («¿Q uiere darme fuego, por favor»). Desde el punto de vista conceptual se trata de deseos que hay que clasi­ ficar con el imperativo G ive m e («dam e»), aunque desde el punto de vis­ ta formal sean «afirmaciones» y «preguntas». Así vemos que esta clasi­ ficación no es satisfactoria, porque no se basa ni en criterios puramente conceptuales ni en criterios estrictamente sintácticos, sino que alterna am­ bos puntos de vista: ambos son importantes, pero deben diferenciarse en éste como en otros terrenos de la teoría gramatical. Si queremos establecer una clasificación p u r a m en te c o n ce p tu a l de los enunciados sin tener en cuenta la forma gramatical, parece que lo natural es dividirlos en dos clases principales, según que el hablante no quiera, o sí, ejercer una influencia sobre la voluntad del oyente directamente a través del enunciado. En la primera clase hemos de incluir no sólo las aserciones ordinarias y las exclamaciones, sino también deseos como G od sa v e th e K in g! («¡Dios salve al rey!»), etc. Con respecto a esta clase, na­ turalmente la existencia o no de un oyente carece de importancia; un enunciado como W hat a n u isa n ce! («¡Q ué m olestia!») es la misma tanto si se pronuncia en soliloquio o si se dice a alguien. En la segunda clase el objeto del enunciado es influir en la voluntad 2. 3.

364

Cf., por ejemplo, Sonneschein, A New English Grammar. Cf., pág. 133.

del oyente; es decir, hacer que haga algo. En este caso, tenemos dos sub­ clases, los mandatos y las preguntas. Los mandatos abarcan enunciados de diferentes formas: imperativos, expresiones sin verbo, como A nother b o t tle ! («¡O tra botella!»), T w o th ird B righ to n ! («¡Dos terceras para Brighton!», A h o rse, a h o r s e ! («¡U n caballo, un caballo!»), O ne m in u te! («¡U n m inuto!»), Hats o f f ! («¡Fuera sombreros!»), frases que formalmente son interrogativas como Will y o n pack at o n c e ! («¡Q uieres hacer las maletas inm ediatam ente!») o afirmaciones como You w ill pack at o n c e («Vas a nacer las maletas ahora mismo»), si la situación y la entonación muestran que se trata de órdenes, etc. Los enunciados de mandato pueden ir des­ de órdenes brutales a través de muchos pasos intermedios (peticiones, in­ vitaciones) hasta la más humilde súplica.

Las in terro ga tiv a s Una interrogación es también una especie de orden, es decir, la de que se diga al hablante algo, de que se proporcione una información que reclama. También las interrogaciones pueden ir desde virtuales órdenes hasta ruegos educados: se puede arrancar la respuesta o solicitarla con humildad. El parentesco entre las órdenes ordinarias y las interrogacio­ nes se ve en la frecuencia con que las interrogaciones siguen a imperati­ vos: con respecto a Hand m e that box, w ill y o u ? («Pásame esa caja, ¿quieres?») la pregunta W ell? («¿Y bien?») significa lo mismo que el imperativo Go o n ! («¡V am os!») o Speak! («¡H ab la!»). Existen dos clases de interrogaciones: Did h e say that? («¿D ijo eso é l?») es un ejemplo de la primera y W hat d id h e say? («¿Q ué dijo él?») ó W ho said that? («¿Q uién dijo eso?») son ejemplos de la otra. Se han propuesto muchos nombres para dichas clases: se ha hablado de interro­ gación categórica y de interrogación pronominal, de interrogación en el ni­ vel de la frase y de interrogación en el nivel de la palabra, de interrogación global y de la interrogación de detalle o parcial, de preguntas cerradas y preguntas abiertas, de E n tsch eid u n gsfra ge («pregunta referente a una de­ cisión») y de E rganzungsfrage («pregunta referente a una completiva») o de T a tsa ch en fra ge («pregunta por la cosa»), de B esta tigu n gsfra ge («pregunta que busca el asentimiento del interlocutor») y de B estim m un vsfr a g e («pregunta referente a una determinación»). Noreen ha examinado y criticado estos diferentes términos y ha acabado por proponer — en el caso sueco— los términos de ro ga tion y k v e s t i o n 4. Pero esa distinción resulta imposible en francés y en inglés, lenguas en las que la palabra q u estion («pregunta») se aplica tanto a la una como a la otra; a ello se añade el hecho de que resulta imposible hacer una diferencia en4. Noreen, V art Sprak, 5, págs. 1 1 8 y ss. Quizás se podría traducir por «inte­ rrogación» y «pregunta», pero vamos a conservar aquí los términos en el sentido en que Noreen les da.

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tre ellas en sueco. Podemos encontrar una terminología inequívoca si re­ cordamos que en la primera clase el objeto de la cuestión es siempre un nexo: el hablante quiere que se elimine su duda sobre si es correcto co­ nectar ese determinado sujeto con determinado predicado. Por tanto, po­ demos llamar a éstas «preguntas sobre el nexo». En la otra clase la inte­ rrogación se refiere a una cantidad desconocida, en el sentido en que se entiende en las ecuaciones algebraicas; por tanto, podemos usar el cono­ cido símbolo x para referirnos a lo desconocido y llamar «pregunta sobre x» la que tiene por objeto descubrir qué representa x. A veces puede haber dos cantidades desconocidas en la misma ecua­ ción, como en la expresión coloquial: W h o shall sit w h e r e ? («¿Q uién se va a sentar dónde?»). Pero frases como I d o n ’t k n ow w h ich is w h ic h («¿N o sé cuál es cuál?») y W h o ’s w h o ? («¿Q uién es quién?») son dife­ rentes: significan en realidad w h ich (w h o ) is o n e, and w h ic h ( w h o ) is th e o th er? («¿cuál [quién] es uno y cuál [quién] es el otro?»). La respuesta a una pregunta sobre el nexo es no o íf o n o, a una pre­ gunta sobre x puede ser, según las circunstancias, cualquier cosa excepto st o no. En cuanto a la entonación, la regla general es que las preguntas sobre el nexo llevan entonación ascendente y las preguntas sobre x ento­ nación descendente hacia el final de la frase. Pero existen ciertas pregun­ tas sobre x y, sin embargo, por la forma se parecen a las preguntas sobre el nexo. Si alargamos la pregunta I s it w h ite ? («¿E s blanco?») añadiendo or black? («¿o negro?») o transformamos Do y o u drink s h e r r y ? («¿Bebe usted sherry?») en Do y o u drink sh err y o r p o r t? («¿Bebe usted sherry u oporto?»), obtenemos preguntas disyuntivas o alternativas, en las que la entonación ascendente se concentra en la primera parte como en la pre­ gunta simple y lo que se añade lleva entonación descendente. Esas pregun­ tas son equivalentes de las preguntas pronominales (preguntas sobre x) de este tipo: W hat co lo u r is it? («¿D e qué color es?»), W h ich d o y o u drink, sh erry or p o r t? («¿Q ué bebe usted, sherry u oporto?»). Pero es interesante observar que la misma pregunta puede tener significado dife­ rente con una entonación diferente, si s h err y o p o r t constituyen un térmi­ no complejo que abarca vinos, la respuesta a la pregunta, que en ese caso significa de hecho «¿Bebe usied vinos fuertes como sherry u oporto?», es de forma natural sí o n o 5. Las preguntas con n eith er-n o r (« n i...n i» ), como H ave y o u n eith er seen ñ or h ea rd it? («¿N i lo ha visto ni oído usted?») son preguntas sobre el nexo porque n eith er. ..ñ o r es la forma negativa de b oth . ..and y no la de eith e r ... («a la v ez ...y») y no la de e i t h e r . . . o r ( « o . o»). Aquí hemos de citar también el fenómeno que he llamado «interro­ gación elevada a la segunda potencia»6. Una persona pregunta: I s that tru e? («¿E s eso verdad?»), pero en lugar de responderla, la otra replica: 5. 6.

366

Jespersen, Lehrbuch der Pbonetik, 15, pág. 54. Id., 15, pág. 52.

I s that tr u e ? con el sentido de «¿Cómo puede hacerme esa pregunta?». En este caso la mayoría de las lenguas usan la misma forma que en las preguntas indirectas: en danés O m d e t er sandt?, en alemán Oh das ivahr ist? y en francés Si c ’e s t vrai? («¿S i es v erd ad ?»)7 aunque la frase difie­ re de las preguntas indirectas ordinarias porque la entonación interroga­ tiva ascendente es mucho más marcada. Encuentro la misma forma en Caxton 8: L oue y e w e l m y e s ? Y f I lou e h em vel, said th e catt, I lou e m y e s b e t t e r than o n y th in g («¿L e gustan a usted los ratones?» — Si me gustan, dijo el gato, me gustan más que nada»). Pero, en los demás casos, la forma inglesa de la pregunta (inversión sin conjunción) es en este caso la misma que en las preguntas directas; he recogido un gran número de ejemplos tanto en las primeras comedias como en las últimas nove­ las. Como la repetición de la pregunta implica que era superfluo pre­ guntar, equivale a una afirmación: D o I r e m e b e r it? («¿Q ué si lo recuer­ do?») = C ertainly I r e m em b e r it, («Claro que lo recuerdo»), y la con­ secuencia curiosa de ello es que muchas veces no importa que haya o no una negación en la pregunta, como D on ’t I r e m em b e r it? («¿S i no me acuerdo?») es también equivalente de una afirmación. Las preguntas introducidas por una palabra interrogativa (preguntas sobre x) pueden repetirse de forma semejante, y también en este caso la mayoría de las lenguas usan la forma de la pregunta indirecta: en alemán, Was hast du g e tan? Was ich geta n h a b e? ; en danés, H vad bar d u gjort? —H vad j e g har g jo r t? mientras que en francés una oración relativa subs­ tituye a la oración interrogativa: Q u 'est-ce q u e tu as fait? —Ce q u e j ’ai fait? («¿Q ué has hecho?» — «¿Q ue qué he hecho?»). Chaucer insertaba that como en las otras oraciones: But w h e r e fo r e that I spek e al this? («Pero, ¿por qué cuento todo esto?»). Pero desde la época de Shakes­ peare lo usual en inglés ha sido simplemente repetir la pregunta sin cam­ biarla (excepto la entonación): W h er e is it? — W h ere is it? taken fro m us, it is («¿Dónde está? ¿Dónde está? Nos lo han cogido, ahí está»). Ve­ mos en qué cambia el carácter de la interrogación cuando está «elevada a la segunda potencia», nos fijamos en la respuesta que exige: W hat have y o u d o n e ? — W hat h a v e I d o n e ? — Y es, that is w ha t I iva n ted to k n ow » («¿Q ué has hecho?» — ¿Que qué he hecho? — Sí, eso es lo que quería sa­ ber»). Así pues, las preguntas de este tipo son siempre preguntas sobre el nexo 10. 7. Cf. Est-ce que vous avez deja tué beaucoup de lions, monsieur de Tartarin? — Si j ’en ai beaucoup tué, monsieur? [«¿H a matado usted ya muchos leones, señor de T artarin? — ¿Si he matado ya muchos, señor?»] (Daudet). 8. Reynard, 2 1 ; es posible que sea por imitación del francés. 9. Parí. 17. 10. Existe otra clase de interrogación repetida en la que puede haber dos pala­ bras interrogativas; es lo que ocurre cuando se dice W hy are you doing this? («¿P or qué haces esto?») a alguien que responde W hy am I doing what? («¿P o r qué hago qué?»). Se trata de una pregunta sobre x que se refiere a una parte de la primera pregunta.

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Los procedimientos formales mediante los cuales se expresan las pre­ guntas son: 1) entonación, 2) palabras interrogativas, pronombres o par­ tículas, como n u m y la enclítica -ne en latín, que originariamente era una negación, m o n en danés, que originariamente era un verbo auxiliar y en el francés hablado t i 11 y [E ska] y 3) el orden de las palabras. Pero hay que observar que lo que desde el punto de vista formal es una pregunta muchas veces se usa para algo que desde el punto de vista conceptual no lo es, por ejemplo, un mandato para eliminar una duda en la mente de quien habla. Además de las llamadas preguntas retóricas, he­ mos de citar aquí expresiones de sorpresa, como W hat! are y o u h e r e ? («¡C ó ­ mo! ¿Estás aquí?»), que sin duda alguna no se pronuncia para informar de que la otra persona está aquí. O también I s n ’t h e stu p id ? («¿N o es es­ túpido?») o en alemán I s t das u n gla u b lich ! («¡E s increíble!»). En excla­ maciones de este tipo se modifica la entonación y, por esa razón, no se puede decir que tengan forma completa de preguntas. Esto es incluso más cierto en el caso de las oraciones condicionales que tienen el mismo orden de palabras que las preguntas y que al principio eran interrogativas, como Had h e b ee n h ere, I sh o u ld h a v e g i v e n him a p i e c e o f m y m in d («Hubiera estado aquí y le habría dicho lo que pensaba»).

h a frase Las definiciones de la «frase» son demasiado numerosas y divergentes como para que valiese la pena reproducirlas y criticarlas todas a q u í12. Las que no son únicamente definiciones falaces en las que los términos téc­ nicos sirven para enmascarar la ausencia de claridad de pensamiento, to­ man como punto de partida consideraciones formales, lógicas o sicológi­ cas, mientras que las otras intentan conciliar dos o tres de dichos puntos de vista. Pero, aunque no existe coincidencia entre los gramáticos al nivel de la teoría, en la práctica encuentran mayor facilidad para coincidir y, cuando se les propone un grupo de palabras, no dudan mucho sobre si deben o no considerarlo como una auténtica frase. De acuerdo con la lógica tradicional, toda frase forma una trinidad de sujeto, cópula y predicado. Los lógicos reducen todas las frases, u oracio­ nes, que tienen que estudiar a esos tres componentes y obtienen así un es­ quema fijo que facilita sus operaciones. Pero aunque se trate de oraciones 11. Jespersen, Language, pág. 358. 12. Cf. Noreen, V art Sprak, 5, 5 1 , 57 6; Sonneschein, A New English Grammar, 1; Sweet, A New English Grammar, 4 4 7 ; Brugmann, ICurze Vergleichende Grammatik, 623 y Verschiendenheiten der Satgestaltung, 15; Paul, Prinzipien der Sphachgeshichté, 85 y Deutsche Grammatik, 3, 10; W undt, Die Sprache, 2, 23 4; W ellander, Bedeutungslehre, 5; Sunden, Elliptical W ords, 4; E. O tto, Grundlage der Sprachwissenschaft, 145; Kretschmer, Einleit, in die Altertum swiss, 1, 5 1 5 ; Sheffield, Grammar and Thinking, 37, Wegener, Indogermanische Forschungen, 39, y muchos otros más.

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de carácter puramente intelectual, el esquema es artificial y ficticio, y nc coincide en absoluto con la inmensa mayoría de las frases de la vida diaria con matiz emocional más o menos marcado y que constituye el principal objeto de las investigaciones de los gramáticos. En lugar de la antigua «tríada» en la actualidad es más habitual considerar que la frase se compone de dos elementos: el sujeto y el pre­ dicado. En T he sun sh in es («el sol brilla»), th e sun es sujeto y sh in es predicado. Cada una de estas dos partes puede ser compuesta: en The y o u n g e s t b ro th er o f th e b o y w h o m w e h a v e ju st s e e n o n c e to ld m e a fu n n y s t o r y a b ou t his sister in Irela n d («El hermano menor del mucha­ cho que acabamos de ver me contó una vez una historia sobre su hermana en Irlanda»), todas las palabras hasta se e n constituyen el sujeto y el resto el predicado. Se han lanzado diferentes hipótesis para explicar el mecanis­ mo sicológico subyacente a esa articulación en dos elementos; unos pien­ san que se trata de la reunión de dos ideas que existían ya por separado en la mente del hablante y otros que se trata de la división de una idea única, de una «representación de conjunto», en dos ideas especializadas con el fin de permitir la comunicación. Sin embargo, no tenemos que ocu­ parnos de este problema aquí. Por otro lado, es importante recordar que las dos partes de la frase, sujeto y predicado, son las mismas que las dos partes de un nexo, es decir, un elemento primario y un elemento secun­ dario, pero como hemos visto, todos los nexos no forman frases: sola­ mente un nexo in d e p e n d ie n te constituye una frase. No obstante, los lingüistas van reconociendo cada vez más que, ade­ más de las frases de dos miembros que hemos citado, existen frases de un solo miembro, como, por ejemplo: C o m e! («¡V en !»), S p len did («¡E s­ pléndido!») o W hat? («¿Q u é?»), o de dos o más palabras, que no guardan entre sí la relación que hay entre sujeto y predicado, como C o m e a lo n g ! — ¡Ven por aquí! A capital id ea ! — ¡Qué idea extraordinaria! P o o r litle Ann! — ¡Pobre Anita! Sobre todo no hay que caer en el error que encontramos incluso en la obra de un gramático excelente como Sweet, quien dice que «desde el punto de vista gramatical a estos grupos condensados apenas se los pue­ den considerar como frases, sino más bien como algo intermedio entre la palabra y la frase» I3. Esta afirmación supone que la palabra y la frase son pasos en una jerarquía ascendente, en lugar de pertenecientes a dos esferas diferentes; una frase de una sola palabra es a la vez una palabra y una frase, de la misma forma que una casa de una sola habitación es desde un punto de vista una habitación y desde otro una casa, pero no al- * go entre las dos. 13.

Sweet, A N ew English G ram m ar, 452. 369

2 4 . — F IL O S O F ÍA G RAMÁTICA

Un gramático tradicional se sorprendería ante esta teoría de las frases de una sola palabra y se sentiría inclinado a explicarlas mediante la pana­ cea de la elipsis. En el caso de C o m e! («¡V en !») diría que el sujeto y o u («tú ») está sobreentendido y en el caso de S p len d id ! («¡E spléndido!») y de A capital idea ! («¡Extraordinaria idea!») que no sólo el sujeto sino también el verbo is («es») está sobreentendido. En el caso de muchas ex­ clamativas, se considera por tanto que lo que se dice es el adnexo y el sujeto (elemento primario) o bien la situación o algo que ésta implica 14. La mayoría de los gramáticos probablemente dirían que frases latinas de una sola palabra como Canto («yo canto») o P luit («llueve») llevan un sujeto implícito, por difícil que resulte decir cuál es exactamente el sujeto del segundo verbo citado. Pero los gramáticos no deberían hablar de elip­ sis, excepto en los casos en que sea absolutamente necesario, como, por ejemplo, en h e is rich, but his b r o th er is n o t («él es rico, pero no su herma­ no»), it gen era lly co s ts six shillings, but I p a yd o n ly f i v e («generalmente cuesta seis chelines, pero he pagado solamente cinco»). Pero, ¿qué hay sobreentendido en S pecial ed itio n ! («¡Edición especial!»)? ¿Diremos que se trata de I o f f e r y o u .. . («le ofrezco...») o de W ill y o u b u y ... («¿Q uiere usted com prar...?») o de This is... («Esto e s ...» )? Si la palabra J o h n ! («¡Jo h n !») forma una frase completa, según las circunstancias y la entonación con que se pronuncie, puede interpretarse de diferentes formas: H ow I l o v e y ou , J o h n («¡Cómo te quiero, Jo hn!»), H ow co u ld y o u d o that? («¿Cómo has podido hacer algo así?»), I am gla d to s e e y o u ! («¡M e alegro de verte!»), Was it J o h n ? I th o u g h t it w as T oom («¿E ra John? Pensaba que era Tom»), etc. ¿Cómo se pueden reducir estos diferentes J o h n ! al esquema de sujeto y predica­ do y cómo pueden ayudarnos las elipsis para analizar dichos elementos? Y, sin embargo, no se puede negar que se trata de auténticas frases. Y ni siquiera podemos quedarnos en esto. Y es («sí») y No («no») e interjec­ ciones como Alas! (« ¡a y !» ) u O h! o los chasquidos de la lengua que a veces se representan poco fielmente por T ut y Tck son desde cualquier punto de vista frases por las mismas razones que las más elaboradas pro­ nunciadas por Demóstenes o redactadas por Samuel Johnson. Si admitimos esto —y confieso que no veo en qué punto de la cadena entre la construcción johnsoniana y el simple chasquido de la lengua de­ bemos trazar la línea de separación, entonces la definición de frase es una cuestión relativamente fácil. Una frase es un enunciado relativamente completo e independiente perteneciente al lenguaje humano y dicho carácter completo e indepen­ diente lo revela el hecho de que constituye un todo por sí mismo y se puede enunciar solo 1S. 14. Cf. capítulo X. 15. He definido la frase como algo que puede form ar un todo por sí mismo y que no es ni una respuesta a una pregunta ni una réplica; una definición así excluye

370

He escogido para esta definición la palabra «enunciado» expresamente como el término más amplio que he podido encontrar. Generalmente un enunciado significa un ejemplo de comunicación a alguien, pero no tiene por qué ser necesariamente así: también existen los soliloquios; no obs­ tante, para que se lo pueda considerar como frase un enunciado debe ser tal, que pueda constituir un mensaje en caso de que alguien lo escuche I6. Veamos lo que implica la palabra «independiente» en nuestra defini­ ción. S h e is ill («ella está enferma») es una frase, pero si las mismas pa­ labras entran en combinaciones como H e thinks (that) s h e is ill («él pien­ sa que ella está enferma») o He is sad w h e n (if, h eca u se) sh e is ill («él está triste cuando [si, porque] ella está enferma»), no constituyen un enun­ ciado independiente, sino partes de frases, bien como complemento de think s («piensa») en el primer caso, o bien como elemento subjunto —o, dicho con mayor exactitud, como parte de un elemento subjunto, puesto que falta la conjunción— en el segundo caso. Estas partes de frases, que en inglés generalmente reciben el nombre de oraciones subordinadas, er» alemán se llaman N ebensátze y en danés bisaetnin ger, como si constitu­ yesen por sí mismas frases de un tipo especial, cosa que de acuerdo con nuestra definición no son. De igual forma, mientras que W hat to d o ? («¿Q ué hacer?») es una frase completa cuando va sola, en H e d id n ot k n o w w h a t to d o («No sabía qué hacer») n, deja de serlo y se convierte en una simple oración dependiente. Constituye un simple corolario de nuestra definición que ejemplos como I f o n ly s o m e th in g w o u ld h a p p en l («¡S i solamente algo ocurriese!») en el sentido de «M e gustaría que algo sucediese» y I f this isn ’t th e lim itl (« ¡S i esto no es el colmo!») en el sentido de («¡Esto es el colmo!») constituyen frases completas, por muy fácil que sea ver que se han desa­ rrollado a partir de oraciones que necesitaban una continuación para ser completas. Vemos que la frase, tal como aquí la hemos definido, es una categoría puramente conceptual: para considerar a una palabra o a un grupo de pa­ labras como frase no se requiere una forma gramatical particular. No quie­ ro seguir el ejemplo de los autores que utilizan el término «frase normal» (N orm alsatz) para referirse a frases que constan de un sujeto y de un Ayer, cuando constituye una respuesta a la pregunta ¿Cuándo llegó?-, y la palabra si, en la réplica citada en la página 98. Hoy no estoy seguro de que esa restricción tenga fundamento. 16. Ciertas definiciones de la frase son tan estrechas, que no vemos forma de que puedan aplicarse a las interrogativas. Pero, no ocurre ásí con la que he propues­ to, puesto que las interrogativas, que son incompletas en la medida en que exigen que se las complete con una respuesta, son, a pesar de todo, relativamente completas e independientes. 17. No es en absoluto necesario disponer de un término especial como el de «frase compleja» para las frases que contienen por lo menos una oración subordinada. Cf. el final del capítulo V II.

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verbo en forma personal. Esas frases pueden ser normales en el habla fácil, fluida y desprovista de emoción, pero en cuanto el habla se ve afec­ tada por una viva emoción, se hace extenso, hemos de considerarlas como frases regulares y naturales. Probablemente sería mejor dividir a las frases en las siguientes clases: 1.

Frases no articuladas:

Thanks! (Thanks v e r y m u ch , M any thanks) — ¡Gracias! (Muchas gracias, Muchísimas gracias). W hat — ¿Qué? O ut! — ¡Fuera! 2.

Frases articuladas a medias:

Thank y o u ( Thank y o u v e r y m u ch ) — Gracias a usted (Muchas gracias a usted). W hat to d o ? — ¿Qué hacer? O ut w ith h im ! — ¡Afuera con él! 18 3.

Frases articuladas:

I thank y o u — Le doy las gracias. W hat am I to d o ? — ¿Qué debo hacer? H e m u st g e t o u t! — ¡El debe salir! Las frases articuladas contienen los dos componentes de un nexo y, como las «frases nominales» que hemos estudiado más arriba en la pági­ na 133, constituyen una minoría, lo que significa que la inmensa mayoría de las frases articuladas contienen un verbo en forma personal. En la práctica de cualquier comunidad hablante siempre hay fuerzas poderosas que tienden a mantener el orden y la regularidad, la uniformi­ dad y los esquemas fijos. La imitación en gran escala de las combinacio­ nes más frecuentes hace que algunos tipos de ellas tiendan a volverse prác­ ticamente universales. De ahí que ciertas palabras, que al principio po­ dían ser raras y considerarse más o menos superfluas, se vuelvan cada vez más frecuentes y al final puedan llegar a considerarse necesarias, por­ que hacen que la frase en su totalidad se atenga a los modelos más usua­ les. Como la mayoría de las frases tienen un sujeto (P etru s v ein l 18. Tenemos también, por ejemplo: A w ay with you («¡L árgate!»), On with your vizards! («¡Poneos vuestras máscaras!»), To the rack with him (« ¡a l suplicio con él!»). Son un tipo de frases muy interesante, compuestas de una palabra subjunta que indi­ ca un movimiento y de una palabra de la 1.a categoría introducida por la oreposición with, que en este caso tiene una función muy próxima a la que desempeña en expresiones como a cage with the bird flow n («una jaula de la que el pájaro ha vo­ lado») y palé with the pallor of death («pálido con la palidez de la m uerte»).

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[«Pedro v in o »]), se introdujeron sujetos en casos en que en principio no había: j e viens, il vien t, il p le u t frente a v en io («yo vengo»), ven it («él viene»), pluiat («llueve») y, de igual forma, en inglés I c o m e , h e c o ­ m es, it rains. Como la mayoría de las frases llevan algo colocado delante del verbo, se uso la palabra vacía th e r e en casos como th e r e are m any («hay muchos»), etc. Como la mayoría de las frases llevan un verbo, se insertó un verbo en lugares en que al principio no era necesario que lo hubiese, de ahí el uso de la cópula is («es») y de d o e s en So J o h n d o e s ! («¡Ju an tam bién!»). Como algunos verbos van seguidos generalmente de un predicado, una palabra vacía como s o (alemán es, danés et) se usa, por ejemplo, en In F rance th e p op u la tion is stationary, and in E ngland it is rapidly b e c o m in g so («En Francia la población es estacionaria v en Inglaterra esta llegando a serio rápidamente») o en To make m en ha p p y and to k een thern s o [«P ara hacer que los hombres sean felices y que lo sigan siendo»] (Pope). Como ía mayoría de los adjuntos van se­ guidos por un elemento primario, se usa o n e como apoyo de la palabra adjunta y se dice: A g r e y h o rse in stea d o f th e w h ite o n e («Un caballo gris en lugar del blanco») y Birds l o v e their y o u n g o n es («los pájaros aman a sus. pequeños»). Prácticamente en todos estos casos encontramos la mis­ ma tendencia a completar las frases para hacer que se adapten al esque­ ma más corriente. Aunque esa tendencia uniformadora no se ha llevado hasta el final con perfecta coherencia, a pesar de todo se ha convertido en el fundamento de la afirmación de los gramáticos según la cual toda frase, o toda frase normal, debe contener un sujeto y un verbo en forma personal; pero, des­ de el momento en que vemos que se trata solamente de una tendencia, y no de una ley de la lengua, resulta urgentemente necesario dar una defi­ nición de «frase», que exija la presencia de esos dos elementos constitu­ yentes citados. En toda actividad lingüística hay que distinguir tres cosas: expresión, supresión e impresión. Expresión es lo que el hablante dice, supresión es lo que no dice, aunque podría haberlo dicho, e impresión lo que el oyen­ te recibe. Es importante observar que muchas veces no sólo lo que se dice expresamente, sino también lo que se suprime produce una impre­ sión. La sugestión es la impresión que produce la supresión. Solamente los charlatanes quieren expresarlo todo, pero incluso a ellos les resulta imposible. No sólo el arte de escribir consiste en saber lo que hay que dejar en el tintero, sino que también en la mayoría de las observaciones de la vida cotidiana suprimimos muchas cosas que resultaría pedante ex­ presar. Una frase como T w o th ird B righ ton retu rn («dos terceras de ida y vuelta a Brighton») significa algo así como W ou ld y o u p lea se sell m e tw o third class tick ets fr o m L ondon t o B righ ton and back again, and I w ill p ay y o u th e usual fa re f o r su ch tick ets? («¿Q uiere usted venderme, por favor, dos billetes de tercera clase de Londres a Brighton v vuelta, y le pagaré el precio que habitualmente se pide por dichos tickets?»). 373

Los nombres compuestos dan dos términos, pero no dicen la forma en que debe entenderse la relación que hay entre ellos: h o m e l if e corres­ ponde a Ufe at h o m e («vida de fam ilia»), h o m e lette r s a l e t t e r s fr o m h o m e («cartas procedentes de casa»), h o m e jo u r n e y a jo u r n e y (to ) h o m e («viaje a casa»); de igual forma tenemos life boat («bote de salvamento»), life Insurance («seguro de vida»), y Ufe m e m h e r («miembro de por vida»), su n rise («salida del sol»), su n w o rsh ip («culto al sol»), s u n f lo w e r («gira­ sol»), sunhurnt («bronceado»), su nday («domingo», literalmente «día de sol») y su n-bright («que brilla como el sol»). De igual forma que en la estructura de los compuestos, también en la estructura de las frases se deja mucho a la imaginación del oyente, y lo que desde el punto de vista del pensador riguroso o del profesor pe­ dante es solamente parte de una frase, muchas veces es lo único que se ha dicho y lo único que hace falta para que el oyente pueda entender cla­ ramente el significado. Esto es especialmente cierto en algunos tipos de frases en que supresiones del mismo tipo se han producido con tanta fre­ cuencia, que al final nadie piensa en lo que se deja sin expresar; lo que queda se convierte en una expresión idiomática regular, que los gramáti­ cos tienen que reconocer como una frase completa. Existen dos tipos de supresiones que exijen atención especial19. 1. El comienzo de la frase desaparece por lo que en términos cultos podríamos llamar «prosiopesis»: el hablante empieza a articular o piensa que articula, pero no produce ningún sonido audible (o bien porfalta de expiración o porque no coloque sus cuerdas vocales en la posición correcta hasta la segunda o tercera sílaba después del comienzo de lo que pretendía decir. Ejemplos de ello son formas de saludo como: M orn in g en lugar de G o o d m o r n in g («buenos días»), y en alemán Tag en lugar de G uten Tag, etc. En la lengua hablada los ejemplos son may numerosos: (Do y o u ) s e e ? — ¿Ves? (Do y o u ) r e m em b e r th e ch a p? — ¿Recuerdas ese tipo? (W ill) that d o ? — ¿Funcionará esto? ( I ’m a) fraid n o t — Temo que no. (W hen y o u ) c o m e t o think o f it — Cuando piensas en ello. (I shall) s e e y o u again a fter n o o n — Te volveré a ver esta tarde. (G od ) b less y o u — ¡Dios le bendiga! Encontramos ejemplos de este tipo en todas las lenguas. 2. Desaparece el final de la frase: el término culto para nombrar este fenómeno es el de «aposiopesis»: al que yo he llamado de forma más simple «frases de detención brusca»20. Después de decir I f o n ly s o m eth in g w o u ld h appen («Si solamente algo pasase»), el hablante se detiene 19. 20.

374

Cf Jespersen, Language, pág. 273. Id., pág. 2 5 1.

sin aclarar si iba a completar la frase con I sh o u ld b e ha p p y («m e senti­ na feliz») o I t w o u ld b e b e t t e r («sería mejor») o th in gs w o u ld b e tolera ­ b le («la situación sena soportable») o con cualquier otra cosa en la que estuviese pensando. Pero, incluso sin continuación la oración introducida por if («si») significa algo más de lo que dice y, tanto para el hablante como para el oyente, se convierte en un expresión completa de deseo. Otras expresiones de deseo en otros idiomas son: W er d o c h ein e Zigarre kátte! en aleman y H vem d er h a v d e en sigar! («¡Q uién tuviese un cigarro!». En español se dice: ¡Q u ién le d iera ! T o think that h e has b e c o m e a min ister ! («¡Pensar que ha llegado a ser m inistro!») corresponde a Dire q u ’il e s t d e v e n u m in istre en francés, Tcenke sig at han er b le v e t m in ister! en danés y Figurar si c h ’eg li é d iv e n u to m in istro! en italiano. Otros ejemplos ingleses: W ell I n e v e r ! — ¡Por ejemplo! T he th in g s h e w o u ld sa y ! — ¡Lo que es capaz de decir! T h e ca llo u sn ess o f it! — ¡Tal falta de sensibilidad! En todos esos casos, el hecho de que algo se omita no debe impedir­ nos considerar el enunciado como suficientemente completo como para que podamos llamarlo frase. Sin embargo, en otros casos, la supresión es tan violenta, que no se cumple esta condición. No podemos considerar como frases los enuncia­ dos que encontramos en los rótulos, como J. C. Masón, B ook seller («J. C. Masón, Librero»), en títulos de libros como M en and W o m en («Hom­ bres y mujeres»), en titulares de periódicos como K illed his father-in-law («M ató a su suegro»), las indicaciones de personajes en las obras de tea­ tro como H amlet, o las notas escritas en un diario como T u esd a y, Rain and Fog. C hess loith ú n ele Tom , walk w ith th e girls («Martes. Lluvia v niebla. Partida de ajedrez con el tío Tom, paseo con las chicas») y otras expresiones de ese tipo. Pero es importante observar que todos estos fe­ nómenos se producen solamente en el lenguaje escrito y por tanto quedan fuera de la lengua propiamente dicha: la lengua hablada acepta muchas supresiones, pero el resultado siempre se distingue de los ejemplos que acabamos de dar. Con respecto a la supresión todavía podemos hacer algunas observa­ ciones más aq u í21. Se ha dicho que «los verbos denotan actividad y cam­ 21. Podemos decir que en la primera oración se da una abreviación en frases como W hen in France, he was taken prisoner [«(Cuando estaba) en Francia, lo co­ gieron prisionero»] y I f in doubt, answer no! («En caso de duda, ¡responde no!») y que se omiten he was y you are. Pero, desde otro punto de vista, podemos decir que se trata de una expansión de In France he was taken prisoner («En Francia lo co­ gieron prisionero») y In doubt answer no! («En la duda, ¡responde no!»). Lo mismo podemos decir de una expresión como Iw ant to know the reason why («Q uiero sa­ ber [la razón] por qué»).

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bio: anuncian el ruido y el bullicio»22 y que, por esa razón, la omisión del verbo produce la impresión de calma. Encontramos un ejemplo de ello en el pasaje de Tennyson de In M em oriam que empieza con estas palabras: Calm and d e e p p e a c e on th is h igh w o l d . .. («Calma y paz profunda en esta alta colina»). Pero, en realidad, la impresión la produce en primer lugar la repetición constante de la palabra calm («calm a») y sus sinónimos, y en segundo lugar el hecho de que el verbo omitido es «ser», que indica reposo. Si se omiten verbos de movimiento, su supresión puede muy bien acentuar la impresión de agitación, como en el siguiente ejemplo: T hen rapidly to th e d o o r , d o w n th e step s, ou t in to th e Street, and w ith o u t looking to righ t o r l e f t in to th e a u tom o b ile, and in th r ee m in u tes to W all S treet w ith u tter d isrega rd o f p ó lic e r egu la tion s a n d s p e e d lim its («Enton­ ces, enseguida a la puerta, abajo de las escaleras, a la calle, y sin mirar ni a derecha ni a izquierda al coche, y en el espacio de tres minutos a W all Street sin el menor respeto por las reglas de la circulación ni por los límites de velocidad»), o en la descripción que hace Longfellow de la ca­ balgada de Paul Revere: A h u rry o f h o o fs in a v illa ge Street, A sh a p e in th e m o o n ligh t, a bulk in th e dark, And b en ea th , fr o m t h e p eb b les, in passing, a spark Struck ou t b y a s t e e d fly in g fea r le s s and f l e e t («Ruido de zuecos apresurados en la calle de un pueblo, Una silueta bajo la luna, y vaga masa obscura, Y debajo un corredor que vuela, ágil y seguro, Saca chispas de los guijarros de la orilla»). Como en estos casos, la omisión del verbo produce una gran concisión y mayor vigor en proverbios, apo­ tegmas, refranes y dichos similares. El alemán E nde gu t, a lies g u t («Lo que acaba bien está bien») tiene más fuerza que el inglés All is w e l l that en d s w ell y el francés T ou t e s t b ien qui fin it b ien o el danés Nár en d e n erg o d , e r alting go d t. Tenemos también, por ejemplo: Like father, like son — De tal palo tal astilla. E very man to his ta ste — Sobre gustos no hay nada escrito. No cu re, n o p a y — No cura, no paga. O n ce a clergym a n , alw ays a c lerg y m a n — Cura un día, cura siempre. Least said, s o o n e s t m e n d e d — Cuanto menos se diga, más vale. O n e man, o n e v o t e — Un hombre, un voto. Al emitir así lo superfluo, se produce la impresión de prisa o tensión que no deja tiempo suficiente para completar las frases de la forma ha­ bitual: es importante también que los proverbios o los dichos han de ser fáciles de recordar y, por tanto, no demasiado largos. No obstante, en estos casos, lo que produce el efecto no es el hecho de que lo que vaya omitido sea un verbo, pues tenemos otros proverbios u otros dichos breves que producen el mismo efecto aunque lleven verbos:

22.

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C. Alphonso Smith, Studies in English Syn tax, 1906, pág. 3.

L ive and learn — Vivir para ver. R ule a w i f e and h a v e a w i f e — Toma una mujer y sé su amo. Spare t h e r o d and sp o il th e ch ild — Quien bien ama, bien castiga. L o v e m e, l o v e m y d o g 23 — Quien me ama, ama a mi perro. En ambos casos, se abandona la construcción habitual de la frase con sujeto y verbo formal personal a cambio de algo que se puede comparar a, un dibujo japones, en el que los contornos no están completamente marcados: la audacia del dibujo obtiene un efecto artístico al apelar a la imaginación del espectador. Y este fenómeno gramatical que acabamos de estudiar resulta ser un aspecto de la eterna guerra entre clasicismo e impresionismo.

23. Podemos preguntarnos cuál es la forma de los verbos en estas expresiones. Es muy próxima a la del imperativo que vamos a estudiar en la página 380 y que no expresa el orden, sino más bien algo emparentado a una condicional; es diferente en la medida en que esos imperativos van seguidos de una frase completa que desempeña prácticamente la función de apódosis, mientras que en este caso hay un verbo a con­ tinuación cuya forma es idéntica y que resulta más difícil considerar como un impe­ rativo.

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CAPITULO XX III LOS MODOS

C lasificación Muchos gramáticos hablan de los siguientes modos en inglés y en otras lenguas: indicativo, subjuntivo, imperativo, infinitivo y participio. Sin embargo, es evidente que los infinitivos y los participios no se pue­ den agrupar en la misma categoría que los otros; ya hemos dicho bastan­ te sobre ellos en otras partes de esta obra y, por eso, en este capítulo va­ mos a tratar los tres primeros modos solamente. A veces se los llama modo del hecho, modo del pensamiento y modo de la voluntad respecti­ vamente. Pero no «expresan diferentes relaciones entre el sujeto y el predicado» como dice Sweet. Es más correcto decir2 que expresan cier­ tas actitudes de la mente del hablante hacia el contenido de la frase, aun­ que en algunos casos la elección de un modo va determinada no por la actitud del hablante, sino por el carácter de la propia oración y su rela­ ción con el nexo principal del que depende3. Además, es muy importan­ te recordar que hablamos de «modo» solamente si dicha actitud de la mente se revela en la forma del verbo: así pues, el modo es una categoría sintáctica, no conceptual.

El im p era tiv o Ello es cierto incluso en el caso del imperativo, a pesar de que este modo está más cerca del terreno conceptual que el indicativo y el subjun­ tivo. Es un modo de voluntad en la medida en que su principal uso es el 1. Sweet, A New English Grammar, 293. 2. Eso hacen Brugmann, O ertel y Noreen. 3. Cuando en francés vemos Ma femme veut que je lui obéisse («mi mujer quie re que le obedezca») o Ma femme ne croit pas qu’il vienne («mi mujer no cree que vendrá»), naturalmente el subjuntivo no depende de la actitud del hablante.

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de expresar la voluntad del hablante, aunque solamente —y esto es muy importante— en la medida en que el hablante pretende con ello influir en la voluntad y en el comportamiento del oyente, pues, si no, el hablan­ te expresa su voluntad de otras formas. Así pues, los imperativos son órdenes y, como ya hemos visto, abarcan desde el mandato estricto hasta la súplica más humilde. Pero vimos también que muchas veces los man­ datos se expresan por otros medios diferentes del imperativo (A n other b o t t le ! [«¡O tra b o tella!»], W ollen w ir g e h e n [«V am o s»] Y ou w ill pack at o n c e and lea v e this h o u s e [«V as a hacer las maletas inmediata­ mente y a abandonar esta casa»] 4, y aquí hemos de recordar al lector el uso en mandatos de los infinitivos: E in steigen ! («¡A l coche!»), N icht hin a u sleh n en ! («¡N o asomarse al exterior!») en alemán, NNon p ia n g er e («N~> llores») en italiano, y de los participios: V o rg eseh en ! («A tención!»), Still g e sta n d en ! («Estén tranquilos!»), W oh l auf, K am erad en , a u f’s P ferd , a u f’s P ferd, I n ’s Feld, in d ie F reiheit g e z o g e n ! («¡Vam os, de pie, camaradas, a caballo, a caballo, a los campos, hacia la libertad!»). Por tanto, pode­ mos decir que imperativo y orden no son términos sinónimos e intercam­ biables. Tampoco podemos decir que los imperativos se usan exclusivamente para expresar mandatos. Muchas veces un imperativo significa permiso, que no es algo diferente de un mandato, pues no dice que el hablante quiera que el oyente actúe de determinada forma. Pero el permiso se puede expresar de otras formas: Take that (if y o u like) — Cógelo (si te gusta). I a llow y o u to take that — Te permito cogerlo. Y ou m ay take that — Puedes cogerlo. I h a v e n o o h jectio n to y o u r taking that — No pongo objección a que lo cojas. I d o n ’t m in d if y o u take that — No me importa que lo cojas. En el capítulo siguiente veremos los problemas que plantea la ex­ presión de la prohibición, es decir, el permiso y el mandato negativos. Otro uso del imperativo es el que vemos en este ejemplo tomado de H am let: Use e v e r ie man a fter his desart, and w h o sh o u ld s ca p e w h ip p in g («Tratad a todo hombre de acuerdo con su mérito y quién escaparía a su castigo»), cuya primera parte no es una orden de tratar a todo hombre 4. Incluso los esquimales emplean con mucha frecuencia el futuro con el sen­ tido que daríamos a un imperativo; tenemos por ejemplo Torqorumárparse [literal­ mente: «Lo pondrás en lugar seguro», es decir, «¡G u árd alo !»] (cf. Kleinschmidt, Grammatik der gronl. Spr., pág. 69). He de citar esto porque E. Lerch ha pronun­ ciado recientemente una condena sin apelación de la mentalidad francesa a partir del simple hecho de que en francés se dice Tu le feras («lo harás») con el sentido de Fais-le («hazlo») y ha afirmado «el carácter dominador y tiránico del futuro inmedia­ to». Los esquimales de Groenlandia constituyen probablemente la nación menos ti­ ránica que existe.

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según sus méritos como tampoco la segunda es una auténtica pregunta; las dos frases juntas significan: «si tratamos a todo hombre según sus méritos, nadie escaparía al castigo». Otros ejemplos: S poil f o c ’s ’le hands, make d e v ils («Cualquier villano le castigará») (Stevenson), G ive y o u w o m e n b u t r o p e en o u g h , y o u ’ll d o y o u r o ivn bu ssin ess («Si se os da, a vosotros mujeres, mucha cuerda, acabaréis por hacer lo que os parezca»), donde el empleo de y o u como complemento indirecto muestra que no se trata de ninguna orden hacia la persona n quien se dirige. Como el imperativo no tiene una terminación especial en inglés, po­ dríamos pensar quizás que estas frases contienen infinitivos, pero sería un empleo extraordinariamente extraño. No obstante, los usos paralelos que encontramos en otras lenguas muestran claramente que contienen imperativos, por ejemplo en alemán: Sage das, u nd d u w irst (so ivirst du) v e r h ó h n t («Dilo y te despreciarán»), y en danés: Tag hatten o p eller lad d en lig g e , i b e g g e tilfa eld e fár du p r y g l («Recoge el sombrero o déjalo en el suelo, en ambos casos recibirás golpes»), en francés: O bligez c e n t fois, r efu sez une, on n e s e so u v ien d ra q u e d u r efu s («Concede cien veces, recha­ za una, sólo se acordarán del rechazo»), en latín S ca eva e v iv a cem c r e d e nep o t i JJÍatrem-. nil fa ciet s celer is p it d ex tera («Confía un niño zurdo a una madre bien viva y la manita derecha no hará de criminal») y en griego: D os m o i p o u std, kai ten g e n k inésó («Dime dónde ponerme y moveré la tierra»). Como en esta función los imperativos sirven para expresar una con­ dición, podemos entender que aparezcan unidos junto al pretérito, por ejemplo: G ive him tim e, and h e w a s g en era lly equal to th e d em a n d s suburban cu s t o m e r s ; b u rry or in terru p t him, and h e s h o w e d h im self anything b u t th e man f o r a crisis («Le dabas tiempo y era capaz de responder a las exigencias de los clientes de los suburbios; le metías prisa o le interumpías y se revelaba incapaz de hacer frente a una situación crítica») o con el imperativo perfécto, como en este ejemplo de Romain Rolland: Soyez bon, p ito ya b le, in telligen t, ayez s o u f fe r t m ille m o rts: v o u s n e sentirez pas la d o u leu r d e v ó t r e ami qui a mal aux d en ts («Sed buenos, piadosos com­ pasivos, habed sufrido mil muertes y no sentiréis el dolor de vuestro ami­ go al que le duelen las muelas»). Nótese también la aparición del impe­ rativo en medio de una oración subordinada: D arwin tell us h o w little cu rly w orm s, on ly g i v e th em tim e en o u gh , will c o v e r w ith earth e v e n th e larger king o f sto n e s — Darwin nos cuenta como unos gusanitos, si se les deja suficiente tiempo, pueden cubrir con tierra hasta las piedras más grandes (Birrell). An A lpine a va la n che; w ich o n c e stir it, w ill sp rea d — Una avalancha al­ pina; se la despierta y se extenderá (Carlyle). I th o u g h t that, take, th em all round, I had n e v e r s e e n their e q u a ls 5 — ’Pen5. Cf. Brugmann, Verscbiedenheiten der Satzgestaltung, 79, que estudia un em­ pleo bastante extraño del imperativo en la narración.

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saba que, en conjunto, nunca había encontrado ninguno igual (Buler). Este uso de lo que podríamos llamar el imperativo im aginario6 nos ayuda a explicar el hecho de que algunos imperativos se hayan convertido en preposiciones o conjunciones, por ejemplo: S u p p o se h e w e r e to co m e, w ha t th en ? («Supon que viniese, ¿entonces qué?»). Otros ejemplos: W hen y o u f e e l that, bar a ccid en ts, th e w o r ts is o v e r — Cuando sientes que, salvo acidente, lo peor ya ha pasado (Quiller-Couch). I am n ot in th e hahit o f h eatin g w o m e n at any tim e, let alone at a lu n ch party — No entra dentro de mis costumbres pegar a las mujeres en ningún caso, pero menos en una comida banquete (Hope).

El in dica tivo y el su b ju n tiv o Al llegar al indicativo y al subjuntivo, la primera observación que se impone es la de que quienes consideran las combinaciones como M ay h e c o m e («¡ojalá pudiese él venir!»), He m ay c o m e («Puede ser que él venga»), If h e sh o id d c o m e («Si él viniese»), H e w o u ld c o m e («él ven­ dría») como formas de subjuntivo del verbo c o m e («venir») complican innecesariamente el problema. Los especialistas no habrían usado esos tér­ minos, si solamente hubieran tenido que estudiar la lengua inglesa, pues lo que hace que se los use es el hecho de que en ciertos casas esas com­ binaciones sirven para traducir subjuntivos alemanes, franceses o latinos, de la misma forma que algunos llaman dativo a to th e b o y («al mucha­ cho»). Igualmente es erróneo considerar optativo a b less en G o d b less y o u («Dios le bendiga»), mientras que la misma forma en if h e b lesses y o u («si te bendice») se considera subjuntivo; el término optativo se debería usar solamente cuando la lengua en cuestión disponga de una forma dis­ tinta, como en griego, pero en este caso el optativo no es exclusivamente un «optativo» en el sentido a que acabamos de aludir, es decir, un modo que expresa deseo, sino que tiene también otros significados. Si queremos entender los hechos gramaticales, una terminología precisa constituye una co n d itio sin e qua non 7. La concepción que acabamos de exponer está en oposición directa a la sostenida por el profesor Sonneschein. Aunque mis objeciones a su tra­ tamiento de la teoría de los modos son esencialmente las mismas que las que hago a su teoría de los casos, puede que no resulte superfluo pa­ 6. Podemos decir que este im perativo se dirige no a la segunda persona, es de­ cir, al oyente, sino a la «persona genérica», que hemos definido en el capítulo X V I. 7. Algunos comparatistas hablan de «optativo» y no de «subjuntivo» en las lenguas germánicas porque las formas que en ellas encontramos corresponden desde el punto de vista etimológico al optativo griego.

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sar revista a lo que dice sobre los modos y mostrar las contradicciones y dificultades inherentes a su concepción de ellos. Dice que el término «modo» no implica una variación formal de desinencia. Esta definición destrozaría los modos de cualquier lengua que estudiemos; por ejemplo, el latín regañí y rexerit en latín y lie b te en alemán pueden ser tanto in­ dicativo como subjuntivo; y las formas latinas en -ere pueden ser im­ perativo, indicativo o infinitivo. Naturalmente, mi respuesta es que reco­ nocemos los modos latinos porque la mayoría de las formas son distintivas: r e g ó («d irijo ») regis («diriges»), rex ero («yo habré dirigido»), rexeras («tú habías dirigido») y muchas otras formas solamente pertenecen a un modo y, si substituimos una forma ambigua por la de otro verbo o la de otra persona del mismo verbo, resulta muy fácil decidir cuál es el modo en un contexto determinado. Si en una frase alemana en lugar de lieb te podemos poner hat te («yo había») podemos decir que se trata de un in­ dicativo («yo amaba»), pero si se puede substituir por hátte («yo hubiese») se trata del subjuntivo («yo am ase»)8. Así pues, según el profesor Sonneschein, los modos denotan catego­ rías de sign ifica d o, no de forma. El modo indicativo expresa un hecho r e a l9 Pero, si decimos T w ice f o u r is s e v e n («dos veces cuatro es siete»), usamos el indicativo para expresar lo contrario de un hecho real. Se po­ dría decir que esta objeción es un sofisma, pues evidentemente el signifi­ cado es que el indicativo se usa para r ep resen ta r algo como un hecho; pero, aún así con esa forma, esa afirmación no siempre se puede mante­ ner, puesto que muchas veces se usa el indicativo en las oraciones condi­ cionales: if h e is ill («si él está enfermo»), y después de w ish : I w ish h e w a sn ’t ill («¡O jalá no estuviera enfermo!»). Después nos dice que «el significado del subjuntivo es completamen­ te diferente del de indicativo» 10. Y, sin embargo, más adelante la ob­ servación de que en Take ca re that y o u are n o t c a u g h t 11 («Ten cuidado de que no te cojan»), el indicativo se «usa con el significado de subjun­ tivo». Contradiciones similares encontramos en otros lugares12: admite por ejemplo que sería posible usar c o m e s t y falls en lugar de los subjun­ tivos en stin t n o t to ride, Until th o u c o m e to fair T w e ed s id e («No esca­ times tu montura hasta que no hayas llegado a la orilla del Tweed») y en W ho stands, if fr e e d o m fall? («¿Q ué queda si la libertad desaparece?»), 8. Sonneschein precisa a continuación que «el subjuntivo inglés — a condición de que se lo comprenda b ien -v nos da indicaciones admirables sobre el empleo de este modo en las otras lenguas». Estamos una vez más ante el sofisma pedagógico que ya hemos criticado más arriba (pág. 210). Basta «con decir» al alumno que haya asi­ milado las complicadas reglas que rigen las condicionales en inglés según Sonneschein que el lafín y el alemán emplean los mismos modos, para conseguff que se equivo­ que, por lo menos en gran cantidad de casos. 9. Sonneschein, A New English Grammar, 2 1 1. 10. Id., 214. 11. Id., 315. 12. Id., 219. ‘

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pero dice que «estos presentes de indicativo se usarían entonces con un significado especial; de hecho, serían equivalentes de subjuntivos»13. Pero, como la distinción de modos es por definición una distinción de sig­ nificado, la conclusión que se saca es que ¡dicho indicativo es un subjun­ tivo! Por el contrario, en otro lugar habla de un subjuntivo que no pre­ senta ninguna clara diferencia de significado con respecto a un indicativo en W hen I ask her, if s h e l o v e m e («cuando le pregunto si me a m a » )14. Según este autor, es imposible, absolutamente imposible que figure un indicativo presente en las oraciones nominales, que expresan la idea de que debe hacerse algo 15. Tomamos el mismo ejemplo que él da: G iv e th e o r d e r that e v e r y so ld ier is to kill his p riso n ers («D ad la orden de que todo soldado debe matar a sus prisioneros»), y de forma natural nos pre­ guntamos ¿es is (to kill) un indicativo o un subjuntivo? ¿Cómo pode­ mos pensar que los alumnos dotados de capacidad de pensar puedan orien­ tarse en esta jungla? 16. Si desde el punto de partida admitimos que el significado es decisivo en este terreno, también resulta difícil ver cuál es la lógica de Sonneschein, cuando dice: «La razón por la que el subjuntivo no es tan común ahora como lo fue en otro tiempo es la de que nos hemos acostumbrado a ex­ presar su significado de otras formas, especialmente usando los verbos shall y m ay con el infinitivo en lugar de con el subjuntivo» 17 y que «cons­ tituye un error decir que el modo subjuntivo prácticamente ha desapa­ recido del inglés moderno... Pero es correcto decir que las expresiones equivalentes que hemos citado son todavía más comunes» 18, pues en este caso el término «subjuntivo» designa una form a , para que estas observa­ ciones tengan sentido. Aunque el profesor Sonneschein dice que el significado del subjun­ tivo es distinto del de indicativo, en ningún sitio nos dice cuál significado es exactamente (aunque explica el de algunos empleos específicos del sub­ juntivo). Tampoco sería posible encontrar en su obra una definición que abarque todos los usos del subjuntivo en cualquiera de las lenguas indo­ europeas. Lo que más se acerca a ello es el término «modo de pensa­ miento» 19 o mejor quizás «modo de la reserva»20 por oposición a la 13. Id., 234. 14. Id., 303, nota. 15. Id., 219. 16. A propósito de should en I am glad that he should be here («estoy conten­ to de que esté aquí»), Sonneschein dice en el § 299 que es equivalente de un sub­ juntivo, pero en el § 475 dice que es casi equivalente de un tiempo de indicativo. 17. Id., 215. 18. Id., 219. 19. Noreen (V arí Sprak, 5, 13 1) habla del «conjuntivo», que expresa lo imagi­ nario pero, no el permiso— y el deseo — pero no la esperanza— . Lo que llama «op­ tativo» constituye para él otro modo «de las opiniones permisivas y esperanzadas». Los términos que emplea distan mucho de ser claros. 20. Sheffield, Grammar and Tbinking, Nueva Y ork, 19 12 , pág. 123.

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afirmación «categórica»: se cita algo con cierta vacilación, duda o incer­ tidumbre con respecto a su realidad, pero incluso esa vaga definición no se aplica en todos los casos, pues a veces se usa el subjuntivo para lo que es «categóricamente» imaginario o irreal, como en W are ich d o c h reich ! (« ¡S i yo fuese rico!») y a veces para lo que es «categóricamente» real: J e suis b ereu x q u e tu sois v en u («M e alegro de que hayas venido»)21. Lo cierto parece ser que el subjuntivo se usaba al principio vagamente en una serie de casos, que resulta imposible desde el punto de vista lógico o' conceptual delimitar frente al indicativo y que cada lengua siguió su propia evolución unas veces limitando y otras ampliando su esfera de empleo, especialmente en las oraciones subordinadas. La vaguedad del sig­ nificado del subjuntivo facilita la transición de un presente de subjuntivo a un futuro de indicativo como en las formas latinas en -am, y la extensión de la segunda persona del singular en los verbos fuertes del subjuntivo al indicativo, por ejemplo en antiguo inglés: woere. En muchos casos es posible que la oposición entre esos dos modos se haya reducido por la fusión de ciertas formas, pero, aparte de eso, en muchas lenguas existe una fuerte tendencia a prescindir del subjuntivo. En danés y en ruso existen solamente unos pocos casos en que se ha conservado22; en in­ glés, desde las épocas más antiguas, el subjuntivo ha ido retrocediendo a pesar de que a partir de mediados del siglo xix hubo un renacimiento literario de algunos de sus usos. En las lenguas románicas el subjuntivo se usa menos que en latín, como vemos de la forma más clara en fran-t cés en las oraciones condicionales: s ’il était rich e il payerait («si fuese rico pagaría»), esta última forma procede del indicativo latino Vacare habebat. Este abandono casi general del subjuntivo no se habría podido producir, si a un modo se lo hubiese sentido claramente como modo del hecho real y el otro como modo del pensamiento. Nos acercamos mucho a la realidad, si consideramos al indicativo como el modo que se elige, cuando no existe una razón especial que lo impida, y al subjuntivo como el modo que se debe o se puede emplear en ciertos casos que varían de una lengua a otra. Solamente así podemos explicar la frecuencia con que se producen vacilaciones, como en inglés if h e c o m e s o if h e c o m e («Si viene» o «si viniese») y en alemán dam it e r k om m en kann o dam it er k om m en k ón ne («para que pueda venir»), y el cambio de modo sin que cambie el significado en francés: s ’il v ie n t et q u ’il d ise («si viniese y dijese»). El inglés, el alemán y el francés usan los modos de forma extraordinaria­ mente diferente, como lo muestran estas frases de la vida diaria: 2 1 . Sweet dice a propósito de esto (First Steps in Anglo-Saxon, § 96) que «a veces se emplea el subjuntivo de forma ilógica, cuando se habla de hechos reales». Para ello se apoya en un ejemplo sacado de Beowulfo (696): Gresproec fia se goda gylp-worda surn, B eowulf Geata, aer he on bed stige («entonces el bueno de Beo­ w ulfo pronunció algunas palabras de jactancia antes de irse a acostar»). 22. Apenas podemos considerar que by o b sea todavía una forma verbal: se añade a sto («que») o a je si i («si») o incluso al propio verbo. Tenemos así Jesli b ja znal («si yo supiese») o Znal by ja («si yo hubiese sabido»).

385 25. — f ilo s o f ía

gram

A tic a

S: I f h e b e ill («si estuviera enfermo») — I: I f h e is ill («si esta enfer­ mo»); s ’il est m alade; W en n er krank ist. S: I f h e w e r e ill («si estuviera enfermo»); W en n e r krank w'áre — I: I f h e w as ill («si estuviera enfermo»), s ’il était m alade. S: Sie glaubt, er w'áre krank («ella cree que él está enfermo») — I: Sie glaubt, dass er krank ist («ella cree que él está enfermo»); S he b e l i e v e ¿ h e is ill; Elle cro it q u ’il e s t malade. S: Sie glaubt nicht, er w á re krank («ella no cree que él esté enfermo») Elle n e cro it q u ’il soit m alade — I: She d o e s n o t b e l i e v e that h e is ill. S: Damit w áren w ir fe r tig («espero que hayamos acabado») — 1 :1 h o p c w e are th rou th n o w ; E spérons q u e c ’est fini. S: h e p rem ier qui soit a rrivé («el primero que haya llegado») — I: T he first w h o has a rrived («el primero que ha llegado»); D er erste, d er a n gek om m en ist. S: J e c h e r c h e un h o m e qui p u isse m e le d ire («busco un hombre que me lo pueda decir») — I: I am look in g f o r a man w h o can tell mef that («estoy buscando a un hombre que me lo pueda decir»); I ch s u ch e ein en Mann, d er m ir das sa gen kann (o: k ónnte). S: Q oiqu ’il soit r é elle m e n t r ich e («aunque sea realmente rico») — I: T h ou gh h e is really rich («aunque es verdaderamente rico»); O b g leich er w irck lich reich ist. Aunque existen, como vemos, muchas diferencias, existen también tendencias generales comunes a las lenguas de nuestra familia. El indi­ cativo se usa generalmente en oraciones relativas y oraciones introducidas por conjunciones de lugar y de tiempo (d o n d e, cu an do, m ien tr a s), a no ser que (en ciertas lenguas) se quiera dar idea de intención o la oración exprese el pensamiento de una persona que no sea el hablante o el escri­ tor. Con respecto a las condicionales, en la mayoría de los casos se re­ quiere el subjuntivo si se quiere dar idea de imposibilidad, como por ejem­ plo en las oraciones que expresan el rechazo de una condición o, mejo-r, una condición contraria a la realidad, aunque incluso en esos casos el in­ glés tiende a prescindir del subjuntivo; mayor vacilación encontramos cuando se trata de una posibilidad que el hablante admite, pero «no quie­ re hacerse responsable de la realidad o la realización de la condición» M. Y, por último, se requiere el indicativo cuando la relación entre las dos ideas no es una relación de condición, porque ambas son igualmente cier­ tas: if h e w as rich, h e w as o p en -h a n d ed t o o («si él fuese rico, también se­ ría generoso»), podemos decir que el significado de la forma condicio­ nal es: «si admites que es rico, tienes que admitir también que es gene­ roso». La expresión S he is f if t y if s h e is a d ay («tiene cincuenta años, si tiene un día») significa en realidad: «tiene cincuenta años bien cum23.

386

Burray, etc., A N ew E nglish D ictionnary.

p iíd o s»24. Observaciones similares podríamos hacer con respecto concesivas.

a las

Los m o d o s co n ce p tu a le s ¿Sería posible colocar todos los «modos» dentro de un sistema lógico coherente? Hace más de cien años algunos gramáticos lo intentaron ba­ sándose en las teorías de Wolff y después en las de Kant. El primero distingue en su ontología tres categorías: posibilidad, necesidad y contin­ gencia, y el segundo da tres «modalidades»: posibilidad, existencia y ne­ cesidad. Después Gottfriend Hermann propuso subdivisiones: posibilidad objetiva («conjuntivo»), posibilidad subjetiva («optativo»), necesidad obje­ tiva (correspondiente a los verbos adjetivales griegos en -t e o s ) y necesidad subjetiva («im perativo»). Ofrece poco interés examinar el desarrollo de estas teorías 25. Recientemente Deutschbein ha propuesto un sistema algo semejante al que acabamos de c itar26. Se compone de cuatro categorías principa­ les: 1. 2. 3. 4.

«Cogitativo», «O ptativo», «Voluntativo», «Expectativo»,

cada una de las cuales se subdivide en cuatro clases, que se represen­ tan seudomatemáticamente por las fórmulas: 1 , 0 , < 1 y > 1. Con­ sidera que dichas figuras representan la relación entre el pensamiento o deseo, por un lado, y la realidad o posibilidad de realización, por otro. Así, en la frase L eb te m ein Vater d o c h (« ¡S i mi padre viviera todavía!»), la relación entre W (el deseo) y R (R ea lisieru n gsm óglicb k eit [«posibilidad de realización»]) es igual a 0, aunque probablemente un matemático di­ ría más bien que = , dado que R es lo que es 0. Aparte de este curioso descuido, evidentemente lo que quiere decir es que la necesidad es > 1, la realidad = 1, la posibilidad < i y la realidad o imposibilidad 0. Se trata de una concepción que puede defenderse, a condición de que se 24. En realidad, en una frase como I f he was succesful it was because the whole situation helped him («si tuvo éxito, fue porque la situación entera le ayudó»), no hay ninguna idea de condición, a diferencia de I f he were succesful in that m atter he would go on in the same way («si tuviese éxito en este asunto, seguiría actuando de la misma forma»). 25. Cf. el artículo muy interesante de W . G . Gale en el St. Louis Congress of A rts and Sciences, 1904, vol. III, A Century of Metaphysical Syntax. 26. Deutschbein, System der Neuengliscben Syntax, págs. 11 3 y ss., y también Sprachpsychologische Studien, Cothen, 19 18.

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la formule de esta manera, aunque mi propia división en tres categorías de necesidad, posibilidad e imposibilidad me parece preferible desde el punto de vista lógico, dado que la realidad y la irrealidad pertenecen realmente a una esfera diferente de la de la necesidad y la posibilidad. El esquema de Deutschein ni siquiera es exhaustivo, pues no distin­ gue de forma suficientemente rigurosa entre las categorías sintácticas y las categorías conceptuales. Como un intento de esquema de las ideas puramente conceptuales expresadas de forma más o menos vaga por los modos verbales y los auxiliares de varias lenguas podríamos dar quizás la siguiente lista, a la que, por lo demás, no concedo mucha importancia. Muchas veces las categorías se entremezclan y algunos de los términos que empleo no son unívocos. También podemos preguntarnos si la co­ locación que doy a la condición y a la concesión es la correcta y quizás habría que añadir al final de la lista un «subordinante». 1.

Los modos conceptuales que llevan un elemento de voluntad:

La orden: g o («ve»). La compulsión: h e has to g o («él tiene que ir»). La obligación: h e o u g h t to g o («él debería ir»), toe sh o u ld g o («debemos ir»). El consejo: y o u sh o u ld g o («deberías ir»). El ruego: go, p lea se («ve, por favor»). La exhortación: L eí us g o («vayamos»). El permiso: y o u m ay g o if y o u like («puedes ir, si quieres»). La promesa: I w ill g o («iré»), I t shall b e d o n e («se hará»). El deseo (realizable): m ay h e b e still a live («con tal de que esté todavía vivo»). La pena: w o u ld h e w e r e still a live (« ¡s i estuviera todavía vivo !»). La intervención: in o r d er that h e m a y g o («para que pueda ir»).

La La La La La La La Lo La 388

2. Los modos conceptuales que no llevan ningún elemento de vo­ luntad. necesidad lógica: t w ic e t w o m u st b e (n e ce ss a r y ) f o u r («dos veces dos son necesariamente cuatro»). necesidad intuitiva: h e m u st b e rich ( o r h e c o u ld n o s p e n d s o much)\ («tiene que ser rico [si no, no podría gastar tan to]»). afirmación: h e is rich («él es rico»). probabilidad: h e is p ro b a b ly rich («probablemente es rico»), h e w o u ld (w ill) k n o w («probablemente él lo sabrá»). duda: h e m a y b e (is p erh a p s) rich («puede ser [quizás es] rico»). capacidad: h e can speack («él sabe hablar»). condición: if h e is rich («si él es rico»). irreal: if h e w e r e rich («si él fuese rico»). concesión: th o u g h h e is rich («aunque es rico»).

Cada uno de estos modos se puede expresar de muchísimas otras formas, además de las que hemos citado. Descubrimos muchos «modos» si abandonamos el terreno seguro de las formas verbales que encontramos en una lengua27.

27. Las lenguas artificiales, el esperanto y el ido, se contentan con razón con dos modos además del indicativo; tenemos así lo que podríamos llamar un «desiderativo» indicado por una desinencia en -u en esperanto y en -ez en ido: Venez («ven»), II venez («que venga»), P or ke il venez («para que venga») y un condicional en us: Se il venus, me pagus («si ha venido, debe pagar»). En los demás casos, se em­ plean auxiliares y adverbios: mustas («deber»), povas («poder»), forsan («quizás»).

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CAPITULO XXIV LA NEGACION

C ontrario y co n tra d icto rio Los lógicos distinguen entre términos «contradictorios», como blanco y n o blanco, y términos «contrarios», como b lanco y n egro, r ico y pob re. Dos términos contradictorios engloban todo lo existente y excluyen todo término medio, mientras que dos términos contrarios admiten uno o más términos medios. Para los términos contradictorios el lenguaje em­ plea generalmente palabras derivadas como unha pp y («desgraciado»), im ­ p o s ib le («im posible»), d iso r d er («desorden») o expresiones compuestas que contengan el adverbio not. Por otro lado, muchas veces se usan raíces distintas para expresar los términos contrarios de uso corriente. De ahí la existencia de pares como y o u n g -o ld («joven-viejo»), g o o d -b a d («buenomalo»), big-sm all («grande-pequeño»), etc. Las etapas intermedias se pueden expresar negativamente, por ejemplo: n eith er y o u n g ñ o r o íd («ni joven ni viejo»), pero en algunos casos existen expresiones especiales para la etapa intermedia, por ejemplo: in d ifferen t («indiferente») en el sentido relativamente reciente de «lo que está entre bueno y malo». A veces existe incluso toda una cadena de palabras con matices de signifi­ cado que se oponen parcialmente, por ejemplo: h o t (s w elterin g ), warm , tepid, luk ew arm , mild, jresh , co o l, chilly, coid , fro sty , icy («asfixiante», «caliente», «tibio», «templado», «dulce», «fresco», «enfriado», «fresquete», «frío », «glacial»). Aunque cada adjetivo del comienzo de esta lista está en contraste con cada uno de los del final, resulta imposible trazar una frontera entre los dos grupos. En mi opinión, dos frases simples como J o h n is rich («John es rico») y J o h n is n o t rich («John no es rico») son términos contrarios, no con­ tradictorios, porque admiten el intermedio de p erh a p s J o h n is rich («qui­ zás John es rico») o h e m ay b e rich, h e is p o ssib ly rich («puede que sea rico», «es posible que sea rico») y, como una especie de subdivisión de este término medio, hemos de citar J o h n is p ro b a b ly rich («probablemen­ 391

te John es rico») o No d o u b t J o h n is rich («no hay duda de que John es rico»), pues la expresión n o d o u b t («no hay duda») tal como se emplea en la lengua ordinaria, implica una pequeña duda. Por tanto, podemos es­ tablecer la siguiente tripartición: A. B. C.

Lo positivo *. Lo incierto. Lo negativo.

A y C son absolutos e implican certidumbre, B implica incertidumbre y, en este sentido, B es la contrapartida negativa de las dos frases positi­ vas: A it is certain that h e is rich («es seguro que es rico») y C it is certa in that h e is n o t rich («es seguro que no es rico»). A un lógico puede sorprenderle que las dos frases J o h n is rich («John es rico») y J o h n is n o t rich («Juan no es rico») aparezcan aquí estudiadas como contrarias y no como contradictorias, pero espero que se tranqui­ lizará, cuando digo que evidentemente «rico» y «no rico» son contradic­ torios y no admito término medio: la tripartición que acabamos de hacer se refiere solamente a la actitud del hablante con respecto a la inclusión de J o h n en una de las dos clases: «rico» o «no rico». Esa tripartición nos ayuda a entender algunos hechos lingüísticos en relación con las interro­ gaciones, pues una interrogación es una afirmación de la clase B más un mandato dirigido al oyente para resolver la duda. Por tanto, carece de interés que la interrogación lleve forma negativa o positiva: I s J o h n rich ? («¿E s rico John?») o Is n o t rich J o h n ? («¿no es rico Jo hn?») son perfectamente sinónimos, porque la pregunta real tiene dos aspectos: Is J o h n rich, o r is h e n o t? («¿E s rico John o no lo e s ? » ) 2. De igual forma, al ofrecer un vaso de cerveza, podemos decir: W ill y o u h a v e a gla ss o f b e e r ? («¿Q uiere un vaso de cerveza?») y W o n ’t y o u h a ve a glass o f b e e r ? («¿N o quiere un vaso de cerveza?»). En este caso lo positivo y lo negativo sig­ nifican lo mismo, como en P erhap s h e is rich? («¿Q uizás es rico?») v P erhap s h e is n o t rich («Quizás no es rico»). Lo que acabamos de decir solamente es aplicable a las preguntas sin matiz emocional; un tono de sorpresa muy marcada crearía un gran con­ traste entre las dos frases: en ese caso W ill y o u (really) h a v e a glass o f b e e r ? significa: I am su rp rised at y o u r w a n tin g a glass o f b e e r («M e sorprende que quieras un vaso de cerveza») y W o n ’t y o u h a v e a glass o f b e e r ? «me sorprende que no quieras un vaso de cerveza». Mientras que en inglés W o n ’t y o u pass m e th e salt? («¿N o me vas a pasar la sal?») re­ sultaría rudo, pues implicaría que la persona a quien hablamos no desea pasarnos la sal, en danés Vil D e raekke m ig sal te t? («¡Pásem e la sal!») generalmente es una orden y Vil De ikke raekke m ig sa ltet? es una 1. El empleo de este termino, en lugar del más corriente de «afirm ativo» se ex­ plica en la pág. 418. 2. Cf. pág. 366, las alternativas.

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petición educada: («¿Q uiere usted pasarme la sal?»). Una vez una holan­ desa me contó la sorpresa que tuvo al principio en una pensión de Co­ penhague ante esas preguntas negativas, que interpretó como órdenes de no pasar la sal. Muchas veces se elige esta forma especial de la interroga­ ción para sugerir una respuesta particular, especialmente en las preguntas del tipo de H e is rich, isn ’t h e? («él es rico ¿verdad?»), h e isn ’t rich, is h e? («él no es rico ¿verdad?»). Por eso, muchas veces las preguntas acaban por significar lo mismo que afirmaciones de lo contrario: Am I m y b r o th e r ’s k eep er ? («¿Soy yo responsable de mi hermano?») = I am n o t («no lo soy»), I s n ’t that n ice? («¿N o es agradable?») = it is v e r y n ice («es muy agradable»). Como en muchos casos las exclamaciones se han desarrollado a par­ tir de interrogaciones, también entendemos que muchas veces no impor­ ta que se añada o no la palabra n o t: H o w o fte n h a ve I (-not) w a tch e d him ! («¡Cuántas veces (no) le he m irado!»). '

Algunas tripa rticion es Ahora hemos de estudiar algunos términos de extraordinaria impor­ tancia para el lógico como para el lingüista, es decir, los dos extremos ab­ solutos «todo» y «nada» con el término intermedio «algo». Vamos a lla­ mar a los dos extremos A y C y al intermedio B. Se representan de la forma más natural es una escala descendente: A. e v e r y th in g , all, e v e r y b o d y (all girls, all th e m on ey ). B. s o m eth in g , so m e, s o m e b o d y ( s o m e girls, a girl, s o m e m o n ey ). C. n oth in g, n on e, n o b o d y (n o girl\_s~\, n o m o n ey ) \ El mismo esquema podemos establecer con los adverbios: A. B. C.

alw ays, e v e w y w h e r e . so m etim es, s o m e w h e r e . n ev er , n o w h e r e 4.

Nótese que aquí tomamos s o m e («algunos»), s o m e th in g («algo») en el sentido ordinario que tienen en el habla natural y no en el sentido que los lógicos les dan, en el que representan la contrapartida de no, n o th in g 3. A . «todo», «todos», «todo el mundo» («todas las muchachas, todo el dinero»), B. «algo», «alguien», «algunos» («algunas muchachas, una muchacha, dinero»). C. «nada», «ninguno», «nadie» («ninguna muchacha, nada de dinero»). 4. A . «siempre», «en todas partes». B. «algunas veces», «en algún sitio». C. «nun­ ca», «en ninguna parte».

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(«nada»), por lo que incluyen all («to d o »)5. La etapa intermedia B admi­ te, naturalmente, muchas subdivisiones, de las que citamos aigunas de es­ pecial interés lingüístico: B 1. m any (girls) B 2. a f e w (girls) B 3. f e w (girls)

m u ch ( m o n e y ) a little ( m o n e y ) little ( m o n e y )

v e r y sorry. &little s o r r y . little so r r y 6.

B 1 está próximo a A y B 3 a C: en muchos casos se lo puede con­ siderar incluso como negativo más que positivo; así ocurre con el adver­ bio little, por ejemplo en T h ey little think o f w h a t m is c h ie f is in hand [«Pocos piensan que la desgracia se está preparando»] (Byron). Lingüísti­ camente, resulta interesante el uso del artículo indeterminado para dis­ tinguir B 2 y B 3; no está limitado al inglés, en francés vemos un p eu , en italiano y español un p o c o , en alemán ein w en ig. Una frase de Sha­ kespeare muestra claramente la diferencia: W hen h e is b est, h e is little w o r s e than a man, and w h e n h e is w orst, h e is a little b e t t e r than a b ea st («Cuando es mejor, es un poco peor que un hombre, y cuando es peor, es un poco mejor que un animal»). B 3 se siente como contraste de B 1, pero B 2 más bien de C, como vemos al comparar F ew o f t h e p a ssen g ers su r v iv e d («pocos pasajeros sobrevivieron») con A f e w o f th e p a ssen g er s surv iv e d («algunos pasajeros sobrevivieron»). La tripartición: A. B. C.

Necesidad. Posibilidad. Imposibilidad.

no es otra cosa realmente que un caso especial de la tripartición que he­ mos citado más arriba, pues la necesidad quiere decir que toda s las po­ 5. Cf. Keynes, Studies and Exercises in Formal Logic, pág. 100: «Sin em­ bargo, cuando los lógicos interpretan el esquema tradicional (A = universal afirma­ tiva, I = particular afirmativa, E = universal negativa, O = particular negativa), los lógicos tienen la costumbre de emplear otro sentido de la palabra, de forma que Algunos S son P no está en contradicción con Todos los S son P ». En k página 200, se ve obligado a reconocer que muchos lógicos «no han visto todos los problemas que iba a crear el empleo de la palabra «algunos». Se podrían citar muchos casos en que no hay duda de que le dan el sentido de «algunos, pero no todos». Pero el simple sentido común me obliga a preguntar qué. razón ha podido m over a los lógicos a preparar así trampas en las que sus colegas no pueden dejar de caer al emplear pa­ labras del lenguaje corriente en un sentido que no lo es. Los argumentos desarrolla­ dos por Keynes en la página 203 de su obra no son totalmente convincentes en este sentido. 6. B 1. «numerosas (muchachas)», «mucho (dinero)», «muy enfadado». B 2. «al­ gunas (muchachas)», («un poco [de dinero]»), «algo enfadado». B 3. «pocas (mucha­ chas)», «poco (dinero)», «poco enfadado».

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sibilidades existen, de la misma forma que imposibilidad significa la ex­ clusión de todas las posibilidades. Las expresiones lingüísticas de estas tres posibilidades son: A. B. C.

m u st (o tteed), can (o may), c a n n o t 1.

/

Si a estas tres categorías añadimos un elemento de volición en rela­ ción con otro ser, el resultado es: A. B. C.

Mandato. Permiso. Prohibición.

que se expresan mediante las formas verbales siguientes: A. B. C.

Y o u m ust, Y ou may, Y on m u st n o t (m a y n o t...)* .

El imperativo, como Take that («¡Coge eso!»), puede significar A o B, como hemos visto en el capítulo anterior.

El sig n ifica d o d e la n ega ción Si queremos analizar el significado de la negación, el primer punto importante es insistir en la diferencia entre una negación lingüística y una negación matemática: — 4 no designa todo lo que es diferente de + 4, sino un punto por debajo de cero a la misma altura en que 4 está por encima de cero. Por el contrario, una negación lingüística, con­ vierte a un término en su contradictorio, por lo menos teóricamente, pues en un examen más detallado vemos que en la práctica esta regla debe mo­ dificarse; para entender esto basta con la división que hemos hecho más arriba las categorías A, B y C, que no se debe olvidar nunca. Vamos a examinar en primer lugar las cantidades en la categoría B 9, és decir, lo que no es nada ni todo. En este caso la regla general en todas las lenguas o la mayoría de las lenguas es la de que n o significa «menos que» o, en otras palabras, «entre 7. A . «Es preciso» (o «es necesario»); B. «Es posible»; C. «Es imposible». 8. A . «tú debes»; B. «tú puedes» («tienes permiso»); C. «no debes» («no puedes», «no tienes permiso»). Para más detalles sobre este aspecto, cf. «El signi­ ficado de la negación». 9. Cf. pág. 393.

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el término al que se aplica y nada». Así, n o t g o o d («no bueno») significa «inferior», pero no incluye a «excelente»; n o t lu k ew arm («no tibio») in­ dica una temperatura inferior a lukew artn («tibio»), algo entre «tibio» y «helado», no entre «tibio» y «caliente». Ello es especialmente evidente, si consideramos el significado ordinario de los numerales negativos: H e d o e s n o t read th r ee b ook s in a y ea r — No lee ni siquiera tres libros en un año. T h e hill is n o t t w o h u n d red f e e t h igh — La colina no tiene ni siquiera doscientos pies. His in co m e is n o t £ 200 a y ea r — Sus rentas no son ni siquiera £ 200 por año. H e d o e s n o t s e h er o n c e in a w eek — No la ve ni siquiera una vez por se­ mana. T h e b o ttle is n o t half fu ll — La botella no está llena ni siquiera a me­ dias. En todos estos casos la negación significa «menos d e ...» . Por eso, en mu­ chas lenguas n o t o n e («ni uno») resulta ser la expresión natural de «nin­ guno», por ejemplo: nan = ne-an en inglés antiguo (de ahí la forma mo­ derna none), no, ein g i en antiguo normánico, k’-ein en griego, pas un en francés, etc. Pero en casos excepcionales la misma expresión puede significar tam­ bién «más de», sólo que en ese caso la palabra que siga a n o t tiene que ir acentuada con fuerza (con la entonación especial que indica contradic­ ción) y toda la combinación tiene que ir seguida de una indicación más exacta: Not lukewarm, but really h o t — No tibio, sino verdaderamente caliente. His in co m e is n ot two h u n d red a year, but at least th r ee h u n d r ed — Su renta no es doscientos al año, sino por lo menos trescientos. Not once, but t w o o r th r ee tim es — No una, sino dos o tres veces. Nótese que not o n c e o r tw ic e («no una ni dos veces») siempre significa varias veces, como en este ejemplo de Tennyson: Not o n c e o r t w ic e in ou r fair island-story, T h e path o f d u ty w a s th e w a y to g l o r y («M ás de una vez en la historia de nuestra bella isla el sendero del deber ha sido el camino de la gloria»). Not a b o v e 30 («no más de 30») significa 30 o menos de 30. N o m o r e than («no más de») generalmente significa «tan poco como» y n o less than («tanto .como»), como en este ejemplo de Bernard Shaw: t h e rank and file o f d o c to r s are n o m o r e s c ie n tific than th eir tailors; o r th eir tailors are n o less s cien tific than t h e y («L a masa de los médicos no son más cien­ tíficos que sus sastres; o sus sastres no menos que ellos»); nótese la distinción entre n o y n o t en estas combinaciones: n o m o r e than th r e e («no

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más de tres») n o t m o r e than t h r ee («como máximo tres»), h e paid n o less than t w e n t y p o u n d s («pagó no menos de veinte libras») implica asombro ante la enormidad de la suma, que era exactamente veinte libras; h e paid n o ts les s than t w e n t y p o u n d s implica incertidumbre con respecto a la can­ tidad exacta, que como mínimo fue de veinte libras 10. En latín las ex­ presiones n on m a gis quam («no más de») y n on m inus quam eran expre­ siones muy corrientes para expresar igualdad, aunque, naturalmente se usaban contextos diferentes: Caesar n o n m in us o p erib u s pacis quam rebu s in b e llo g e s tis («César no se distinguía menos por sus obras de paz que por sus hazañas guerreras»), F eríeles n on m agis o p erib u s pacis flo r ev a t quam r eb u s in b ello g e s t is («Pericles no se distinguía más por su obras de paz que por sus hazañas guerreras»). Si consideramos los términos intermedios que hemos visto en la ca­ tegoría B, vemos que al negar B 1 se obtiene B 3 : n o t m u ch («no mu­ cho») = little («poco»), n o t m any («no muchos») = f e w («pocos»). Pero B 2 negativo se convierte casi en sinónimo de 1 (o se sitúa entre 1 y 2): n o t a little («no un poco») = m u ch («mucho»), n o t a f e w («no algu­ nos») = m any («muchos»). B 3 no se usa con negación. Llegamos ahora a los dos extremos, las categorías A y C. En éstas la regla general es que, si la palabra negativa se coloca delante, elimina el carácter absoluto del término modificado, y el resultado es el térmi­ no intermedio: No A = B y no C también = B. En cambio, si el término absoluto se cita en primer lugar, él es el que prevalece y el resultado es la idea contraria: A ... no = C y C ... no = A. Veamos algunos ejemplos de A negativo = B. T h ey a re n o t all o f th em f o o l s — No todos ellos son imbéciles. H e is n o t a lw a ys so sad — No siempre está tan triste. Non o m n is m oriar — No morirá del todo. Excepcionalmente se obtiene el mismo efecto, aunque la negativa vaya detrás de la palabra A en frases como: All that glisters is n o t g o l d (Sha­ kespeare) y T ou t c e qui brille n ’e s t pas o r («Todo lo que brilla no es oro), que corresponden a las formas danesa y alemana del proverbio: Ikke alt h v a d d e r g lim rer er g u ld y N icht alies w as glanzt, ist go ld . Otros ejemplos: All th in g s are la w fid l u n to m ee, but all th in gs are n ot ex p ed ien t — Todas las cosas son legítimas para mí, pero todas las cosas no son oportunas (La Biblia). All is n o lost — Todo no está perdido (Milton, Shelley). B u t all m en are n o t b orn to reign — Pero todos los hombres no han na­ cido para reinar (Byron). 10.

A M odern English G ram m ar, II, 16. 84

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F or each man kills th e th in g h e lo v e s , Y et ea ch man d o e s n o t d ie — Por­ que todos los hombres matan a lo que aman, y sin embargo todos los hombres no mueren (W ilde). Encontramos ejemplos semejantes en la literatura de otras lenguas; es fácil explicarlas sicológicamente como resultado de dos tendencias, la de colocar el sujeto delante y la de colocar la negación junto al verbo. Tobler 11 ha intentado explicarlos lógicamente diciendo: v o n d e m S u bjek te «alies gla n z en d e» d a rf « g o ld sein » n ich t pradiziert w e r d e n («no se puede pre­ dicar», g o l d sein [«ser oro»] del sujeto alies glan z en d e [«todo lo que b rilla »]). Es cierto, pero no por ello cambia el hecho de que el orden de las palabras nos hace que esperemos el significado «nada de lo que brilla es oro» ( w as glanzt, ist n iem als Gold, que entra dentro de la categoría C) en lugar del auténtico significado: «solamente parte de lo que brilla es oro» {was glanzt ist n ich t im m er G old, que entra dentro de la categoría B ) 12. Veamos ahora algunos ejemplos de C negativo = B: En latín: Non-nulli — Algunos. N on-nunquam — A veces. Y en inglés: H e w as n o t th e o ld est son o f his fa th er f o r n o th in g — No por nada (¡por algo) era el hijo mayor de su padre. It is n o t g o o d f o r a man to h a v e n o g o d s — No es bueno que el hombre no tenga dioses. Ejemplos de A seguido de negación = C: T ou s c e s gens-la n e so n t pas hum ains — Todas esas gentes no son hu­ manos (Romain Rolland). T he o n e I w as a lw a ys g o in g to w r ite to. And a lw a ys d id n 't — Al que siempre iba a escribir. Y nunca lo hice (Dickens). 11. A . Tobler, Vermischte Beitrage zur Franzdsiscben Grammatik, 1 , pág. 197. 12. En los ejemplos que hemos dado aquí, all tiene el sentido genérico de «todo el mundo, cualquiera»; pero se puede emplear all también con un distributivo como «la^ suma de» (cf., pág. 240, nota 5). En ese caso se puede colocar la negación des­ pués del verbo, como hace Shakespeare en A ll the perfumes of Arabia w ill not sweeten this little hand («todos los perfumes de Arabia no perfumarían esta mano»), pero se coloca también con frecuencia delante de all, cuando se quiere insistir, como el mismo autor hace en otro caso: Not all the water in the rough rude sea Can wash the balme from an anoynted king («todas las aguas del océano fiero e indomable no podrían borrar el bálsamo de un rey ungido»).

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Se trata de un caso raro, excepto cuando la negación es un prefijo o va indicada por el contexto, como en estos ejemplos: T h ey w e r e all th e m unkind — Ninguno era amable. E v er y b o d y w a s unkind — Nadie era amable. H e w a s a lw a ys unkind — Nunca era amable. T h ey all fa iled — Todos fracasaron. /

La diferencia entre los dos posibles resultados de la negación con una palabra de la clase A se expresa a veces mediante diferentes adver­ bios: B: H e is n o t a lto g e th e r ha p p y («él no es completamente feliz»); IIn ’est pas to u t a fait h eu reu x ; ikke helt, n ich t ganz. C: H e is n o t at all ha p p y («él no es feliz en absoluto»); II n ’es t pas du to u t h eu reu x ; slet ikke, gar nicht. Encontramos un ejemplo en un artículo de un periódico reciente: G er m a n y ’s o f e r is entirely unacceptable to th e F rench not wholly acceptable to th e E nglish g o v e r n m e n t («L a oferta de Alemania no es acepta­ ble en absoluto para el gobierno francés y no totalmente aceptable para el gobierno inglés»). Ejemplos de palabras de la clase C seguidas de negación = A: N ob od y w as unkind — Nadie era antipático. H e w a s n e v e r unkind — Nunca era antipático. N ob o d y fa iled — Nadie fracasó. Ello es relativamente raro con not, y frases como Not a clerk in that h o u s e d id n o t tr e m b le b e f o r e h e r [«N o había un empleado en aquella casa que no temblase ante ella»] (Thackeray), se suelen evitar, porque no son suficientemente claras: el oyente se confunde fácilmente; pero si las dos negaciones van colocadas en frases diferentes, la combinación es perfecta­ mente aceptable: T h ere w a s n o o n e p r e s e n t that d id n o t w e e p — No hubo nadie que no llorase de los que estaban presentes. T h ere is n o th in g I c o u ld n o t d o f o r h er — No hay nada que no pueda hacer por ella. Podemos relacionar este con el epitafio que Johnson dedicó a Goldsmith: Q ui n ullu m f e r e sariben di g e n u s N on tetigit, Nullum q u o d tetiyia t non orn a vit («Quien no dejó de cultivar ningún género literario ni cultivó nin­ guno sin honrarlo»). 399

A continuación llegamos a las tres categorías derivadas de nuestra primera tripartición 13: A. B. C.

Necesidad. Posibilidad. Imposibilidad.

Si añadimos una negación a A y a C, obtenemos en ambos casos B: «no necesario» A = «posible» B y «no imposible» C = «posible» B; si la negación sigue a C, obtenemos A: No o n e can d e n y («Nadie puede negar») = E very o n e m u st a dm it («todo el mundo debe admitir»). N ob ody n e ed b e p r esen t («nadie necesita estar presente») — E v er y b o d y m ay b e a b sen t («todo el mundo puede estar ausente»). H e ca n n o t s u c c e e d («él no puede triunfar») = H e m u st fail («él tiene que fracasar»). I t is im p ossib le n ot to s e e («es imposible no ver») = «se ve necesaria­ mente». Non p o t e s t n on amare — No puede dejar de amar. II n e p ou v a it pas n e pas v o ir q u ’on s e m oq u a it d e lui — No podía dejar de ver que se burlaban de él. En cuanto a las tres categorías siguientes: A. Mandato. B. Permiso. C. Prohibición. ya hemos visto que el imperativo puede significar A o B. Por tanto, un imperativo negativo, por ejemplo: D on ’t take that! («¡N o cojas eso!») puede significar un mandato negativo, es decir, una prohibición educada o un aviso. A causa de esa ambigüedad en muchas lenguas existe una tendencia a no usar el imperativo negativo. En latín siempre lo encon­ tramos en textos poéticos y, en los demás casos, se substituye por una pe­ rífrasis con noli, como en Noli m e ta n g er e («No me toques») o por un subjuntivo: Ne n os inducas in ten ta tio n em («no nos sometas a la tenta­ ción»). En español el subjuntivo se ha convertido en regla en todos los casos: No ven gas. En danés, el imperativo negativo Tag d e t ikke í«n o lo cojas») es generalmente un consejo y La v o e r á ta d e t (Lad v a er á ta d e t ) se ha convertido en la forma usual para expresar la prohibición. En otras lenguas encontramos formas del verbo distintas o palabras negativas, co­ mo en griego m i, usadas para expresar las prohibiciones. 13.

40 0

Cf. pág. 393.

Tanto may n o t como m u st n o t 14 pueden usarse para expresar las pro­ hibiciones. En la primera n o t lógicamente pertenece a may, puesto que se trata de la negación de un permiso 1S; pero como la misma combinación se usa muchas veces con sentido diferente, por ejemplo en He m ay n ot b e rich, but h e is a g en tlem a n («puede no ser rico, pero es un caballero»), caso en el que n o t va con be, y como m a y se siente también como de­ masiado débil para una prohibición, cada vez más existe la tendencia a usar la expresión más enérgica m u st not, excepto en interrogaciones que implican respuesta positiva y cuando figura ya un m ay de permiso en el contexto inmediato: M ayn’t I — Supongo que puedo. May I take that — No, y o u m ay n o t — ¿puedo coger esto? — No, no pue­ des. En una frase como Y ou m ust n o t take that («No puedes coger eso»), el elemento negativo pertenece al infinitivo: se trata de una orden de no cogerlo 16. Pero la atracción que ejerce el auxiliar es más fuerte y pro­ duce la forma Y ou m u sn ’t («no debes»). De esta forma encontramos di­ ferentes auxiliares en frases positivas y negativas: Y ou m a y cali m e D olly if y o u like; but y o u m u sn ’t cali m e a child — Puede llamarme Dolly, si quiere, pero no me llame niña (Shaw). Y ou m u sn ’t m a rry m o r e than o n e p e r son at a tim e, m ay y o u ? — No pue­ de usted casarse con más de una persona, ¿no es así? (Dickens). No obstante, ahora m u st se está empezando a usar en este tipo de preguntas: I m u st n o t g o a ny farther, m u st 1? [«N o debo ir más lejos, ¿verd ad ?»] (G. Eliot), aunque en otros casos no es posible substituir M ust I ? por M ay I?

N egación esp ecia l y n eg a ció n nexal Ya hemos visto que el significado de una frase a veces depende del lugar en que vaya colocado el elemento negativo. De forma mas gene­ ral podemos decir que la negación lógicamente puede pertenecer a una sola idea (negación especial) o a la combinación de las dos partes del nexo (negación nexal). En el primer caso se expresa mediante un pre­ fijo negativo (como en n e v e r [«n u n ca»], u n h a pp y [«in feliz »], d iso rd er [«d eso rd en»]) o mediante el adverbio n o t colocado delante de la palabra (como en n o t ha p p y [«no feliz »]); en algunos casos una palabra sin pre14. 15. 16.

Cf. pág. 394.* Cf. en alemán du darfst nicbt («no debes»). Por tanto, se podría escribir You must not-take, pero You may-not take.

401 26.

— F IL O SO F ÍA GRAMÁTICA

fijo negativo puede contener una idea de negación, por ejemplo lack («fal­ ta, ausencia»), fail («fracaso»), pero también podemos decir que s u c c e e d es la contrapartida negativa de fail. Cuando la negación se aplica a un nexo, generalmente el verbo atrae al adverbio negativo y en muchas lenguas adopta la forma de una partícula débil como n e o similiares colocada delante del verbo y a veces unida a él, por ejemplo en antiguo inglés nis ( = n e is ) y nill {— n e will)', en inglés moderno se emplean combinaciones con d o, como d o e s n o t c o m e («no viene»), d o en s't c o m e , salvo en ciertos verbos como is n ot, isn ’t («no es»), ca n n o t («no puede»), etc. En la frase M any o f us d id n ’t w ant th e w a r («muchos de nosotros no querían la guerra») la negación abarca el nexo completo, pero en N ot m any o f us w a n ted th e w ar («No muchos de nosotros querían la guerra») n o t afecta exclusivamente a m any, que se convierte así en f e w («po­ cos»). En muchos casos parece no tener importancia si aplicamos la negación a una idea solamente o a la combinación de dicha idea con otra; s h e is n o t hap py («ella no es feliz») se puede analizar como una descripción de lo que ella es («no feliz») o como la negación de que sea feliz. Pero, si añadimos v e r y («m uy»), vemos la diferencia entre sh e is v e r y u n ha pp y («ella es muy infeliz») y sh e is n o t v e r y ha p p y («ella no es muy fe­ liz»). La tendencia general a usar la negación nexal, incluso en los casos en que una negación especial sería más apropiada. Junto a la frase I carne n o t to s e n d p e ace, but a s w o r d («No he venido a trer la paz, sino la es­ pada») 17, impecable desde el punto de vista lógico, encontramos con fre­ cuencia frases como I d o n ’t com p la in o f y o u r w o rd s, b u t o f th e t o n e in w h ich th e y w e r e u tter ed («no me quejo de tus palabras, sino del tono con que las pronunciaste»), W e a ren ’t th er e to talk n o n sen se, b u t to act («no estamos aquí para decir estupideces, sino para actuar»), donde «no estamos aquí» es una contradición en sus propios términos. La conjunción b eca u se («porque») es un caso especial: la frase I d id n ’t g o b ec a u s e I w as afraid («no fui porque sentía miedo») es ambigua y puede significar: «fui, pero no porque sintiese miedo» o «no fui, porque sentía miedo», aunque en la lengua hablada puede ser que la entonación revele el significado. Lo mismo ocurre con I d id n ’t cali b eca u se I w a n ted to s e e h er («no llamé porque quería verla») y I d id n ’t cali b eca u se I w a n te d to a v o id h e r («no llamé porque quería evitarla»). Con construcciones de infinitivo y similares muchas veces es muy im­ portante saber sobre cual de las dos ideas recae la negación; los procedi­ mientos empleados para aclarar el significado varían según las lenguas. Damos unos cuantos ejemplos tomados del inglés, del danés v del francés: 17.

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Evangelio según san Mateo, 10, 34.

( Will h e c o m e ? ) I am afraid n o t — Temo que no. I am n o t afraid — No tengo miedo. She d id n ot w ish to r e fl e c t ; sh e s tr o n g ly w ish ed n o t to r e fle c t — Ella no quería reflexionar; lo que más deseaba era no reflexionar (Bennett). T o m m y d e s e r v e d n o t to b e hated — Tommy merecía no ser odiado. T o m m y d id n o t d e s e r v e to b e l o v e d — Tommy no merecía ser amado. P r o v ikke pa at s e d er h en — No intentes mirar ahí. P ro v pa ikke at se d er h en — Intenta no mirar ahí. II n ’essa y e pas d e regard er. — El no intenta mirar. II essa y e d e n e pas r ega r d er — El intenta no mirar. II n e p e u t pas e n ten d r e — El no puede oír. II p eu t n e pas e n ten d r e — -El puede no oír. La atracción antes citada que el verbo ejerce sobre la negación no es la única tendencia que encontramos en las lenguas; muchas veces encon­ tramos la tendencia opuesta a que cualquier palabra que se pueda poner fácilmente en forma negativa atraiga la idea de negación. En inglés lite­ rario se considera más elegante w e m e t n o b o d y («no encontramos a nadie») que la expresión coloquaial w e d id n ’t m et a n y b o d y , lo mismo ocurre con this w ill b e n o ea sy m a tter («no va a ser fácil») y this w o n ’t b e an easy m atter. En muchos casos encontramos palabras como n oth in g («nada») usadas en casos en que una negación nexal sería máslógica, porejemplo: sh e l o v e s y o u so w e ll that s h e has th e heart to thw a rt y o u in n ithin g [«ella te quiere tanto, que su corazón no está dispuesto a contradecirte en nada»] (Gilbert), y o u n e e d b e u n d er n o u n ea sin ess («no necesitas sentirte incó­ modo»). Una atracción del mismo tipo vemos en el uso de h e w as no ordin ary b o y («no era un muchacho corriente») con preferencia a h e w as a n o t ordin ary b o y y en frases como y o u and I w ill g o to th e sm ok ingro o m , and talk a b ou t n o th in g at all su b tle [« tú y yo iremos a la sala de fumar y hablaremos de nada demasiado sutil»] (Benson), que significa « y ... hablaremos de algo que no sea demasiado sutil», frase que la mayo­ ría de la gente consideraría seguramente como errónea. En todos los casos en que pueda parecer posible el elemento negativo puede verse atraído por una de dos palabras, casi siempre se coloca con la primera. Podemos decir n o o n e e v e r saw him a n gry («nadie lo vio nunca enfadado»), pero any o n e n e v e r saw him a ngry o e v e r d id n o on e s e e him angry. Se prefiere w ith o u t a ny d a n ger («sin peligro alguno») a w ith n o d a n ger («sin peligro»), de la misma forma que en latín se dice n e c quisquam («y n ad ie...») y no e t n em o, o ñ eq u e ullus («y ninguno...») y no et nullus. Cuando la negación recae sobre el sujeto, generalmente la continuación de la frase sobreentiende su contrario. En la vida diaria ello no provoca equívocos y solamente un gramático crítico o hipercrítico puede encontrar faltas. Por ejemplo:

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Not o n e sh o u ld sca p e, b u t p erish b y m y s w o r d = b u t all p er ish — Nin­ guno debería escapar, sino perecer más bien a mi espada = sino todos perecer (Mario we). N one o f th em are hurtful, b u t lo v in g and h o ly — Ninguno de ellos es perjudicial, sino amante y santo (Bunyan). D on't le t any o f us g o to b e d to-n ight, b u t s e e th e m o r n in g c o m e — Que ninguno de nosotros vaya a la cama esta noche, sino que vea llegar la mañana (Benson). I q u ite f o r g e t th e details, o n ly that I had a g o o d d ea l o f talk w ith him — He olvidado completamente los detalles, salvo que hablé durante mu­ cho rato con él (C arlyle)18. \

La d o b le n ega ció n o n ega ció n acum ulativa Parece que todos los teóricos, ya sean lógicos o lingüistas, coinciden en afirmar que dos negaciones deberían anularse, porque en lógica dos negaciones equivalen a una afirmación, de la misma forma que en mate­ máticas — (— 4) = + 4. En virtud de este principio, se censura a quie­ nes usan una doble negación para aumentar su fuerza e incluso el propio uso. Si esa opinión fuese correcta, un lógico coherente tendría que encon­ trar faltas en este ejemplo de Chaucer H e n e u e r e y e t n o v il e y n y e n e s e y d e In al his ly f u n to n o m a n er w ig h t («en toda su vida nunca dijo nada desa­ gradable a nadie»), puesto que hay cuatro negaciones (es decir, un nú­ mero par) para dar mayor fuerza a la expresión negativa, pero no en la expresión del antiguo inglés nan man n y s te nan p in g («nadie supo nada»), porque hay tres negaciones, dos de las cuales se anulan y dejan una. Pero, de hecho, nadie hace ese tipo de cálculos con la negación acumulativa, lo cual es perfectamente correcto desde el punto de vista de la lógica lin­ güística. El lenguaje no es lo mismo que las matemáticas y, como ya hemos visto, una negación lingüística no se puede comparar con el signo — (menos) en matemáticas; de ahí que en cuestiones lingüísticas sea irrele­ vante una referencia a la regla matemática sobre dos signos menos. Pero tampoco los intentos que han hecho algunos lingüistas para justificar el uso de la doble negación son satisfactorios. Van Ginneken critica con razón la idea de muchos especialistas de lenguas románicas, que hablan de media negación en el caso del francés ne, explicación que en cualquier caso no explica muchos fenómenos de otras lenguas. Su propia explicación es que la negación en las lenguas naturales no es una negación lógica, sino la expresión de un sentimiento de resistencia; según dicho autor, la con­ 18. Si tomamos It is always astonishing to me how few people know anything (or very little) about Faraday («siempre me asombra que la gente no sepa nada [o muy poco] sobre Faraday»), vemos que la intercalación de or very little solamente es posible porque la frase significa: «hasta qué punto la gente no sabe nada...».

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cepción matemática o lógica de la negación, de acuerdo con la cual dos negaciones se anulan mutuamente, solamente se ha enraizado en algunos centros de civilización, pero nunca en la mente popular. Yo dudo incluso de que la idea de resistencia sea más «prim itiva» que la de la negación tal como la entendemos en una frase tan sencilla como h e d o e s n o t s leep («él no duerme»). Otros autores hablan de una diferencia entre negación cualitativa y negación cuantitativa y creen que dicha distinción se ve con­ firmada por la tabla de las categorías de Kant, aunque, en realidad, Kant coloca todas las negaciones bajo el epígrafe de la «cualidad». En cualquier caso, esta distinción no nos ayuda en absoluto a comprender la doble negacion . El lenguaje tiene su propia lógica y en este caso podemos decir que está bien. Siempre que dos negaciones se refieren realmente a la misma idea o palabra (como negaciones especiales) el resultado es invariable­ mente positivo; ello es cierto en todas las lenguas y se aplica a coloca­ ciones como n o t u n co m m o n («común»), n o t in freq u en t («frecuente»), n o t w ith o u t s o m e fea r («no sin cierto miedo»). No obstante, las dos nega­ ciones no se anulan la una a la otra de forma que el resultado sea idéntico a las expresiones simples co m m o n («común»), fr eq u en t («frecuente»), w ith s o m e d o u b t («con cierta duda»); la expresión larga es siempre más débil: this is n o t u n k n ow n to m e («eso no es desconocido para m í») o I am n ot ign ora n t o f this («no ignoro eso»), que significan «en cierta medida lo conozco». La razón sicológica que explica esto es que el rodeo que consti­ tuyen las dos negaciones debilita la energía mental del oyente e implica por parte del hablante cierta vacilación que está ausente en las afirma­ ciones simples como co m m o n («común») o k n ow n («conocido»). De igual forma, I d o n ’t d e n y that h e w as a n gry («no niego que él estaba enfadado») es más débil que I a ssert... («afirm o ...»), como en francés il n ’était pas sans é t r e fra p p é («no dejaba de estar sorprendido») es más débil que il était fr a p p é («estaba sorprendido»). Por otro lado, si se aplican dos o más elementos negativos a palabras diferentes, no tienen el mismo efecto en todos los casos y el resultado puede muy bien ser negativo. Este fenómeno lo encontramos en gran número de lenguas en las que la negación acumulativa es corriente. Ya hemos dado ejemplos del inglés antiguo y medio; en esos períodos eran muy abundantes, pero en el inglés isabelino son algo más raros; en el inglés dialectal y vulgar de la actualidad son frecuentes y podemos encon­ trar muchísimos ejemplos en las obras teatrales y novelas que intentan reproducir el lenguaje popular: • /

19

N oh od y n e v e r w e n t and h in ted n o s u ch thing, said P e g o t t y — Nadie in­ sinuó nunca una cosa semejante, dijo Pegotty (Dickens). 19. Se puede ver la crítica de estas teorías en Delbrück, Negative Satze, págs. 36 y ss. y en mi obra Negation in English and Other Languages, págs. 69 y ss. La nega­ ción es siempre cuantitativa y no cualitativa.

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I can't d o n o th in g w ith o u t m y sta ff — No puedo hacer nada sin mi bastón (Hardy). En otras lenguas encontramos el mismo fenómeno de forma mas o menos regular. Así, por ejemplo, en medio-alto-aleman: Nu en-kan ich niemanne gesa g en , en francés: On ne le v o it nulle part («no se le ve en ninguna parte»), en español: Aquí no v ien en nunca sold a d o s, en servio: I nikto m u ne m o g a se o d g o v o r it i rijeci («Y nadie podía responderle una palabra»), en ruso: Filipok nicego ne skazal («Filipok no dice nada») y en griego: Aneu to u to u oudeis eis ouden oudenos an h u m ón oudepote g e n o it o axios [«S in eso nadie llegaría nunca a ser digno de vos en nada»] (Platón). Lo mismo vemos en lenguas diferentes de las de la familia indo­ europea; por ejemplo en húngaro: Sémmit sém hallottam o Ném hallotam sémmit [«no he oído nada»] (Szinnyei») y en bantú: K a va n gid i ktvandi ivawubik o («no ha hecho nada malo»), K am on an ga ktvandi nganziko («no siente dolor»), Kaha yela n ga ktua-u ko («no están enfermos»). ¿Cómo explicar este fenómeno que encontramos en lenguas tan dife­ rentes? Se impone una observación muy importante, sin la cual no creo que podamos entender el problema, la de que la negación acumulativa se convierte en un fenómeno habitual solamente en las lenguas en que el elemento negativo ordinario tiene una importancia fonética relativamente pequeña, como n e o n- en antiguo inglés, en francés, en las lenguas eslavas, en o n- en medio-alto-alemán y medio-bajo-alemán, ou en griego, s- o nen húngaro. Esas partículas resultan atraídas fácilmente por ciertas pala­ bras (ya hemos visto ejemplos de dicha atracción), y la insignificancia de esos sonidos iniciales o sílabas débilmente acentuadas provoca la necesidad de repetirlas en una frase, para prevenir que no pasen inadvertidas. Bajo la influencia de una emoción fuerte, el hablante quiere estar absoluta­ mente seguro de que el sentido negativo se advertirá perfectamente, de forma que aplica la negación no sólo al verbo, sino también a todas las palabras que admitan fácilmente una negación: casi podríamos decir que extiende la coloración negativa a toda la frase en lugar de concentrarla en una sola palabra. Probablemente una de las razones de que esa repeti­ ción sea más rara en inglés y alemán modernos de lo que era antigua­ mente en dichas lenguas sea que elementos negativos más llenos — n o t y n ich t— han substituido a n e y en 20, aunque la lógica que se enseñaba en las lenguas y la influencia del latín han contribuido también al mismo resultado. También podemos decir que hay que gastar mayor energía men­ tal, cuando se dispone solamente de un elemento negativo, que el ha­ 20. También la negación non del latín clásico es más importante que la forma ne que existía al principio. Creo que se puede explicar la relativa rareza de la negación acumulativa (y no de la negación de repetición de neither... ñor [ « n i... n i» ], que es por el contrario extraordinariamente corriente) en inglés isabelino por el hecho de que la partícula not no se había debilitado todavía en aquella época para dar la fo r­ ma n’t que empezó a usarse unida al verbo en época más reciente.

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blante y el oyente han de recordar a lo largo de toda la frase, que para repetir la negación, cuando se presenta una ocasión, y dar así una colo­ ración negativa a toda la frase. Si hemos de juzgar este empleo tan extendido de la negación acumu­ lativa, yo no diría que es ilógica, puesto que los elementos negativos no se aplican a las mismas palabras. Yo diría más bien que, aunque desde el punto de vista lógico una negación es suficiente, dos o tres constituyen simplemente una redundancia, que desde un punto de vista estilístico puede ser superflua, como lo es toda repetición en una frase afirmativa: «todo el mundo» y «todos», «siempre» y en «en toda ocasión», pero no por ello deja de ser incuestionable. Nadie hace objeciones desde el punto de vista lógico a combinaciones como éstas: I shall n e v e r co n sen t, n ot u n d er a ny circu n sta n ces, n o t on any con d ition , n eith er at h o m e ñ o r abroad («No lo consentiré nunca, en ninguna circunstancia, con ninguna condición, ni aquí ni en el extranjero»). Es cierto que en este caso las pausas, que en la escritura van marcadas por comas, separan las negaciones, como si perteneciésen a frases diferentes, mientras que en h e n e v e r said n o th in g («nunca dijo nada») y todos los demás casos citados de varias lenguas las negaciones pertenecen a una y la misma frase. Pero resulta completamente imposible trazar una línea de separación entre lo que constituye una y lo que constituyen dos frases: ¿acaso una frase como I ca n n ot g o e n o fu rth er [«n o puedo ir más lejos»] (Shakespeare) se vuelve más lógica mediante la mera colocación de una coma: I ca n n o t g o e , n o f u r t h e r ? Podemos considerar como una variedad distinta de la doble negación lo que podríamos llamar «negación de repetición»21. Es especialmente ! cuente cuando n o t va seguido de una combinación disyuntiva con n eith er ... ñor (« n i... ni») o una adición restrictiva con n o t e v e n («ni siquiera»): h e ca n n o t sleep , n eith er at n igh t ñ or in th e day tim e («no puede dormir ni de noche ni de día») o h e ca n n o t sleep , n o t e v e n a fter taking an opiate («no puede dormir, ni siquiera después de tomar un opiáceo»); también con la adición de ñ or n o fu r th er al final de la frase: L oue n o m an in g o o d earn est, ñ o r n o fu r th er in sp o r t n e y th er [«no ames a ningún hombre por­ que sí y, para -divertirte más de lo d eb id o ...»] (Shakespeare). De forma semejante en otras lenguas: así en latín n o n ... ñ e q u e ... ñ eq u e («n o ... n i... n i...» ), y n o n ... n e ... q u id em («n o ... ni siqu iera...») y en griego ou... o u d e ... o u d e («n o ... n i... n i...» ). En estos casos todas las lenguas parecen admitir dobles negaciones, aunque incluso en este caso haya puristas que las critiquen 22. Muy próxima a ésta es la negación paratáctica, cuando un elemento 2 1. Esto es lo que Delbrück llama Ergánzungsnegation («negación complemen­ taria»). 22. Vemos un caso especial de la negación de repetición cuando el sentido de not va atenuado por el adverbio hardly que significa «apenas» y bastaría por sí solo para dar la idea que así se obtiene; tenemos por ejemplo: He wasn’t changed at all hardly [«apenas había cambiado»] (Kipling).

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negativo aparece en una oración subordinada a un verbo de sentido nega­ tivo como d en y («negar»), fo r b id («prohibir»), h in d er («im pedir»), d o u b t («dudar»), como si la subordinada fuese una oración dependiente o como si el verbo de la principal se usase con sentido positivo: First h e d en i’d y o u had in him n o right — Primero negó que usted tuviese algún derecho sobre él (Shakespeare). W hat hin d ers in y o u r o w n in sta n ce that y o u d o n o t retu rn to t h o s e habits — Lo que en tu caso impide que vuelvas a esos hábitos (Lamb). Sabido es que en algunas lenguas esto se ha convertido en una regla fija, por ejemplo en latín con ne, quin y q u o m in u s, en francés con ne, que ahora tiende a desaparecer como los demás empleos de esa partícula. También en este caso se trata de una redundancia y de insistencia más que de irracionalidad y de falta de lógica.

La e v o lu c ió n d e la n ega ción La historia general de las expresiones negativas en algunas de las len­ guas mejor conocidas presenta una curiosa fluctuación. Muchas veces el adverbio negativo va acentuado débilmente, porque alguna otra palabra de la frase lleva el acento principal. Pero cuando el elemento negativo se ha convertido en una mera sílaba proclítica e incluso en un sonido único, se siente como demasiado débil y tiene que reforzarse mediante alguna palabra adicional, y entonces ésta puede llegar a sentirse como la propia negación, que entonces puede verse sometida a la misma evolución de la palabra original. Así pues, vemos que hay una perpetua oscilación entre debilitación y reforzamiento que, junto con la otra tendencia a colo­ car la negación al comienzo de la frase de forma que muchas veces acaba por desaparecer por prosopiesis, produce curiosos resultados, de los que aquí solamente podemos dar una vaga idea a partir de algunos ejemplos. Primero, vamos a examinar el caso del latín y después el del francés. En éste como en otros casos, el punto de partida es ne, que en mi opinión primitivamente era, junto con la variante m e, una interjección que expre­ saba disgusto y consistía principalmente en el gesto facial de contraer los músculos de la nariz. Así, pues, tenemos una serie de etapas que podemos describir así: 1. Ne dico. — Esta forma se conserva únicamente con algunos verbos como n e sc io («no sé»), n e q u e o («no puedo») y n o lo («no quiero») y con algunos pronombres y algunos adverbios; en todos los demás casos, n e se siente demasiado débil y se refuerza añadiéndole o en u m («una cosa»); n o en u m da la forma non. 2. Non dico. — Con el paso del tiempo n on perdió su acento y se 408

convirtió en el antiguo francés n en y después en ne, es decir, práctica­ mente en el mismo sonido que el adverbio protoindoeuropeo. 3. J e o n e d i . — Esta forma se ha conservado en la lengua literaria hasta nuestros días en algunas combinaciones: je n e sais («no sé»), j e ne peu x («no puedo») y en el lenguaje coloquial n ’im p o r te («cualquier»); pero generalmente se ha sentido la necesidad de reforzarla. 4. J e n e dis pas. — En la lengua hablada ne, que no lleva acento, desaparece. 5. J e d is pas. También en las lenguas escandinavas, la forma original n e se reforzó con otras formas, las cuales acabaron substituyéndola. Tenemos así eig i y ekki en antiguo normánico, ej, ikke en danés, que al principio no tenían significado negativo. En alemán existía primero ni solamente delante del verbo; después ni, n e (o las debilitadas n ‘, e n ’-) delante del verbo y n ich t después de él y, por último, nicht. En inglés las etapas son las siguientes: 1. 1c n e s e c g e . 2. I n e s e y e not. 3. I say not. 4. I d o n o t say. 5. I d o n ’t say. — En algunas combinaciones frecuentes, especialmente en I d o n ’t k n o w («yo no sé»), asistimos al esbozo de una nueva debilita­ ción de la negación, puesto que en la pronunciación no queda práctica­ mente nada de lo que la negación era originalmente. El reforzamiento de la negación se realiza mediante palabras que signi­ fiquen algo pequeño, como n o t a bit, n o t a jot, n o t a scrap, en inglés, n e ... m ié, g o u tte , p oin t, pas en francés, o mediante un adverbio que signifique «nunca»; así tenemos na en inglés antiguo, que procede de n e + a y que corresponde al gótico ni a iw s y al alemán nie\ a veces también n e v e r en inglés pierde su significado temporal y no significa otra cosa que «no». Por último, lo que se añade para reforzar puede ser una palabra que signi­ fique «nada» como el n on en latín, n o t en inglés (una forma debilitada de n o u g h t) o n ich t en alemán; en la expresión del antiguo inglés medio I n e s e y e n o t hay una noble negación. La desaparición u omisión de un adverbio negativo debilitado cambia una palabra de positiva en negativa. Los ejemplos más característicos de este fenómeno los vemos en francés, donde pas («no»), p er s o n n e («nadie»), jam ais («nunca») y otras palabras son ahora negativas, cuando no van acompañadas de un verbo; es lo que ocurre en enunciados como pas d e d o u t e («indudablemente»), Qui le sait? P er so n n e («¿quién lo sabe? Na­ die»), Jam ais d e la v ie («nunca jam ás») y en el vulgar y familiar incluso en frases que lleven verbo: en casos en que la lengua literaria exije la 409

presencia de la forma ne: Viens-tu pas? («¿n o vienes?»), j e l e v o is jatnais («no lo veo nunca»). Con plus la diferenciación de pronunciación elimina la ambigüedad en ciertos casos, pues significa «no hay más» [jan a ply] significa «hay más». La expresión p lu s d e bruit aislada tiene sentido nega­ tivo, pero plu s d e bruit q u e d e mal tiene sentido positivo, a pesar de que en este caso la pronunciación es la misma. Existe una curiosa consecuencia de este uso negativo de plus: en ciertas ocasiones m oin s («m enos») puede figurar como una especie de comparativo de plu s: Plus d 'é c o le s , p lu s d ’asi­ les, p lus d e b ienfaisance, e n c o r e m o in s d e t h é o lo g ie [«n i escuelas, ni asilos, ni beneficencia y menos todavía teología»] (Merimée). En otras lenguas encontramos esporádicamente la transición de positivo a negativo, como en español nada del latín (res) nata («[co sa] nacida») y nadie, y en antiguo normánico las palabras acabadas en -g i ; en inglés vemos but («solamente») de n e ... but, como revela la forma dia­ lectal n o b b u t y el empleo curioso de m o r e en el sentido de n o m o r e («no más») en el sudoeste de Inglaterra: Not m u ch o f a scholar. M ore am I [«no tiene nada de letrado. Tampoco yo »] (Phillpotts).

La n ega ción im plícita Como ocurre en otros dominios de la gramática, también en éste vemos casos de no coincidencia entre el significado conceptual y la expre­ sión gramatical. Muchas veces una frase implica una negación conceptual aunque no contenga ninguna negación propiamente dicha. Muchas veces una pregunta equivale a una afirmación negativa: Am I m y b r o th e r ’s k eep er? («¿Soy yo responsable de mi herm ano?»)23 que significa en realidad: «yo no soy responsable de mi hermano». Ya hemos citado exclamaciones como M e tell a lie ! («¡Y o , decir una m entira!», que significa «yo no puedo m entir»)24. Las expresiones condicionales pueden desempeñar la misma función: I am a r o g u e if I drunk e to-day [«soy un granuja, si he bebido ho y»] (Shakespeare), que significa en realidad: («hoy no he bebido»), I ’m d a sh ed if I k n ow («¡que me cuelguen si lo sé!»); lo mismo puede ocurrir con la oración condicional sola: I f th e r e isn ’t Captain D on n ith orn e a -co m in g in to th e ya rd ! («¡ah í tenemos al capitán Donnithorne entrando en el patio!»); naturalmente en este caso las negaciones directa e implícita se anulan mutuamente y el resultado es positivo: Podemos citar también: (Y ou ) s e e if I d o n ’t — ¡No voy a hacerlo! Catch m e g o in g th e r e ! — ¡No me cogerás! 23. 24.

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Cf. pág. 393. Cf. págs. 147 y ss.

M r. C o p p er field ivas tea ch in g m e. — M uch h e k n ew o f it h im self — Mr. Copperfield me daba lecciones. — Sin embargo, él tampoco sabía mucho (Dickens). W hen th e d e v i l w as ill, th e d ev il a monk w o u ld b e ; w h e n th e d ev il g o t w e l l th e d ev il m onk w as h e — Cuando el demonio estaba enfermo, quería hacerse monje; cuando el demonio se restableció, ya no tenía nada de monje. /

Al parecer, expresiones irónicas semejantes se encuentran en todas las lenguas. El uso del pretérito —y en ciertos casos del subjuntivo 25— en las oraciones que expresan una condición irreal implica también negación desde el el punto de vista conceptual26.

25. Cf. pág. 317. 26. El tema abordado aquí aparece tratado con más detalle en Jespersen, Negation in English and O ther Languages (Det kgl. Danske Videnskabernes Selskabs Historisk-Filologiske M ellelelser, I, 5, Copenhague, 1917), donde se pueden ver ilustra­ cionestomadas de gran cantidad de lenguas diferentes y donde aparecen tratados ciertos problemas que aquí he omitido, como,por ejemplo, las conjunciones negati­ vas, los prefijos negativos, la contracción de not en n’t, etc.

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CAPITULO XXV CONCLUSION

Los■conflictos

Consecuencia natural de la complejidad de los fenómenos de la vida que hay que expresar, por un lado, y de los medios lingüísticos disponible para expresarlos, por otro, es que inevitablemente se produzcan conflic­ tos de diversos tipos, en los que el hablante tiene que escoger y, probable­ mente después de cierta vacilación, usa una forma en un caso en que otra persona en la misma situación podría haber usado otra forma. En ciertos casos asistimos a una especie de lucha entre dos tendencias que puede prolongarse durante un período largo, durante el cual los gramáticos dis­ cuten sobre cuál de las formas o expresiones es «correcta»; en otros casos, una de las tendencias en conflicto prevalece y la comunidad de hablantes resuelve el problema en la práctica, a veces a pesar de los Lindley Murray o de las Academias de la época, que muchas veces prefieren la coherencia lógica a la comodidad y la naturalidad. En este volumen se pueden encon­ trar varios ejemplos de conflictos gramaticales: los más típicos son quizás los citados en el capítulo XVII sobre la rivalidad entre la idea de sexo y el género gramatical, que acabó por dar neanias («joven») en griego, ein frá u lein ... sie («una señorita... ella»), e l justicia en español. En el capítulo XIV hemos visto la competencia entre el singular y el plural cuando el verbo va unido a un colectivo. Podemos citar aquí otros con­ flictos de carácter similar. En las lenguas germánicas no existe distinción de género en plural; pero la falta de una indicación expresa del «neutro natural», al hablar de más de una cosa, provoca el empleo de lo que propiamente es un neu­ tro singular en el alemán b eid e s («los dos, ambos»), v er s c h ie d e n e s («varias cosas») e incluso alies («todo»). Curme cita una forma alies d r eies («los 413

tre s » )1 y Spitzer emplea alies d r e i («los tre s »)2. En este caso, el género ha prevalecido sobre el número. De forma semejante, muchas veces el sentimiento del neutro es más fuerte que el del caso. En el dativo originariamente no había diferencia entre masculino y neutro; pero en inglés desde una época temprana en­ contramos f o r it, to this y a fter w hat, casos en los que la preposición va seguida de la forma única del nominativo y del acusativo; estas formas de los pronombres neutros son las únicas que han seguido usándose. La misma tendencia encontramos en alemán, aunque no ha prevalecido tan completamente como en inglés: Goethe emplea zu w as («para qué»); w as ivo h n te er h ei es una forma corriente y zu (m it, v o n ) etw a s («a [con. del algo») es la única forma que se utiliza; lo mismo podríamos decir de m it n ich ts («sin nada»), aunque existe una supervivencia de la forma an­ tigua en zu n ich te m a ch en («reducir a nada»), m it n ich ten («en absoluto»); en la conversación corriente se usa w e g e n w as («a causa de que») en lu­ gar de la ambigua expresión w e g e n w e s s e n («a causa de que» o a «a cau­ sa de q u ien »)3. Pero esa tendencia no ha sido suficientemente fuerte como para permitir que se diga m it das o v o n w elch e s , a pesar de que v on m it d em («con eso») y v on w e lc h e m («del cual») con el sentido neu­ tro son frecuentes, por lo que hay que emplear el dativo cuando el adje­ tivo sigue a un pronombre no flexionado: D er G edanke v o n etw a s Unverz eilich em («el pensamiento de algo imperdonable»). El pronombre alemán w en , como el inglés w h o m , tiene una sola for­ ma para el masculino y el femenino, pero se emplea una forma w er , cuan­ do se quiere precisar que se trata del sexo femenino; aunque es una for­ ma rara que los gramáticos no admiten: Von H elios g e z e u g t ? Von w er g e h o r e n ? — ¿Procreado por Helios? ¿Na­ cido de quién? (Goethe). Da d u so ein e Art B ruder v on ihr bist. — Von ih r ? Von w e r ? — Eres un auténtico hermano para ella. — ¿Para ella? ¿Para quién? (W ilbrandt) 4. Sin embargo, esto sólo es posible después de una preposición, dado que w e r como primera palabra de la frase se consideraría nominativo; Raabe ha encontrado la forma de resolver esta dificultad diciendo: Festg e r e g n e t ! Wem und welcher s t e ig t n ich t b ei d iesem W o rte e in e gesp en stisch e E rinnerung in d er S eele a u f? («¡N o ha cesado de llover! ¡Para qué

1. Curme, A Grammar of the Germán Language, 149. 2. Sie sind weder Germanen noch G allier noch aucb Romanen, sondern alies drei der Abstammung nach («no son ni alemanes, ni galos,-ni romanos, sino las tres cosas a la vez según su origen»), 3. Cf. Curme, A Grammar of the Germán Language, pág. 198. 4. Id., pág. 191.

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hombre o para que mujer no evocan esas palabras un recuerdo fantasma­ górico?»). En cambio, en inglés y danés el caso ha resultado más fuerte que el género en la gradual extensión de la terminación -s de genitivo a los fe­ meninos, y la razón esencial ha sido, naturalmente, que la forma original no permitía distinguir con suficiente claridad el genitivo de los demás casos. En alemán encontramos a veces la misma tendencia con nombres propios. Fressen escribe por ejemplo: L isbeths h eller K o p f («la clarivi­ dencia de Elisabeth»), A veces un conflicto entre la regla ordinaria que exije un caso oblicuo después de una preposición y el sentimiento de que hay una relación de sujeto a predicado, que exije el nominativo, hace que la segunda idea prevalezca, como vemos en los siguientes ejemplos del inglés, del alemán y del danés: M e tbink es no b o d y sh o u ld b e sad but I — Pienso que nadie debería es­ tar triste salvo yo (Shakespeare). N ot a man depart, Save I a lon e — Que nadie salga, salvo yo solo (Shakes­ peare). Did a n y o n e in d eed , except I? — ¿Existía verdaderamente alguien, aparte de mí? (Shelley). W o ist ein G ott ohne der Herr — ¿Dónde hay un Dios sin el Señor? (Lutero). N iem and k om m t m ir e n t g e g e n ausser ein Unverschámter — Nadie ha veni­ do a mi encuentro, a no ser un insolente (Lessing). I n g e n uden jeg kan v id e d e t — Nadie, salvo yo, pueden saberlo s. De forma semejante, tenemos en español Hasta y o lo s é y en francés J u s q u ’au roi le sait («Hasta el rey lo sabe»). Se trata realmente del mis­ mo principio en que se basa el nominativo alemán en Was fü r ein M ensch («Q ué hombre») y el ruso correspondiente en la expresión correspondiente sto za ce lo v je k y también en alemán enEin alter S ch elm v o n L ohnbedient e r («ese viejo canalla de criado»). Vemos que el deseo de indicar la segunda persona del singular ha sido más fuerte que el de distinguir entre el indicativo y el subjuntivo por el hecho de que combinaciones como if th ou d o s t («si lo haces») y if th o u d id st («si lo hicieses») se volvieron frecuentes en un perído mu­ cho más temprano que los usos correspondientes del indicativo en lugar del subjuntivo en la tercera persona. Ya hemos visto en el capítulo XXI los conflictos en el estilo indirecto entre la tendencia a conservar el tiempo del estilo directo y la tendencia a cambiarlo para ponerlo en concordancia con el verbo principal: 5.

Cf. Jespersen, Chapters on English, págs. 57 y ss.

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H e to ld us that an u nm a rried man ivas o n ly half a man — Nos dijo que un hombre soltero era solamente medio hombre. H e to ld us that an u n m a rried man is o n ly half a m an — Nos dijo que un hombre soltero es solamente medio hombre. H e m o v e d that th e bilí b e rea d a s e c o n d tim e — Propuso que se releyese el proyecto de ley. En la frase H e p r o p o s e d that th e m e e tin g adjou rn («propuso que se levantase la sesión») podemos decir que el modo ha sido más fuerte que el tiempo, como en francés, donde il désirait q u ’e lle lui é c r i v e («él deseaba que ella le escribiese») es la única forma usada en la lengua ordinaria en lugar de écrivisse. En cambio, el tiempo es más fuerte que el modo en el francés coloquial en un caso como cr o y ez -v o u s q u ’il f e r a bea u d em a in («cree usted que mañana hará buen tiempo»), mientras que los gramáticos tradicionales preferirían el presente de subjuntivo fa sse («haga»); Rousseau escribe: J e n e dis pas que les b o n s s e r o n s r e c o m p e n se s , m ais je d is q u ’ils se r o n s hereu x («no digo que los buenos serán recompensados, digo que serán felices»), a pesar de que después de un verbo principal negativo la regla ordinaria es que el verbo se ponga en subjuntivo en la oración su­ bordinada. , En relación con el orden de las palabras existen muchos conflictos si­ milares, muchos de los cuales son una cuestión de estilo más que de gra­ mática. Voy a citar solamente un caso de interés gramatical: por un lado, las preposiciones se colocan delante de los complementos, por otro, los pronombres relativos e interrogativos se tienen que colocar al comienzo de la frase. Ello provoca conflictos, que en general se revuelven de forma diferente según la mayor o menor conexión íntima entre la preposición y alguna otra palabra de la frase: . W hat are y o n tal king o f? — ¿De qué estás hablando? W hat to w n is h e liv in g in? — ¿En qué ciudad vive? In tohat to w n is h e liv in g ? — ¿En qué ciudad vive? In w ha t r e sp e ct w as h e su sp icio u s? — ¿En qué sentido era desconfiado? S o m e thin gs w ich I ca n t’t d o w ith o u t — Cosas de las que no me puedo pasar. • S o m e thin gs w ith o u t w h ich I ca n t’t make pancakes — Cosas sin las cua­ les no puedo hacer tortas. Encuentro un ejemplo revelador en Stevenson: W hat d o th e y ca re for but m o n e y ? For what w o u ld th e y risk th eir rascal ca rea ses b u t m o n e y ? («¿Q ué les preocupa, si no es el dinero? ¿Por qué arriesgarían sus villanos cuerpos si no por dinero?»). En inglés se dice This m o v e m e n t o f w h ich I h a v e s een th e b eg in n in g («este movimiento cuyo comienzo he visto») — en este caso sería menos natural decir This m o v e m e n t w h ich I h a v e s e e n th e b eg in n in g o f — pero la lengua literaria prefiere T his m o v e m e n t th e b egin 416

n in g o f w h ich I h a v e s e e n 6. En francés, es imposible relegar la preposi­ ción al final de la frase, por lo que hay que decir l ’h o m m e a qui j ’ai d o n n é l e prix («el hombre a quien he dado el premio») y l ’h o m m e au fils d u q u el j ’ai d o n n é e l prix («el nombre a cuyo hijo di el premio»). En inglés, como no se puede separar el genitivo de la palabra a la que pertenece, el com­ plemento, que en las frases ordinarias va detrás del verbo, se tiene que colocar delante del sujeto después del relativo w h o s e en una frase como th e m an w h o s e so n I m e t («el hombre con cuyo hijo me encontré»); en cambio, en francés el complemento va en su lugar habitual, aunque sepa­ rado por d on t, en l ’h o m m e d o n t j ’ai r e n co n tr é le fils.

P ro b lem a s d e term in o lo gía Toda rama científica que sea progresiva tiene que renovar o revisar de vez en cuando su terminología. Hay que encontrar nuevos términos no sólo para cosas recién descubiertas como radium, ion, sino también para las nuevas ideas resultantes de las nuevas formas de considerar los hechos. Los términos tradicionales son a veces un peso para la mente de los investigadores y pueden incluso convertirse en obstáculos que impi­ dan fértiles descubrimientos. Es cierto que una terminología fija, en la que el significado de cada término individual sea unívoco para el lector, es algo muy útil, pero si la terminología solamente es fija en el sentido de que se usa siempre el mismo término, mientras que los significados varían según las circunstancias o el uso que de él hagan los autores por separado, se hace sentir la necesidad de decidir cuál ha de ser el signifi­ cado mejor que atribuir a dicho término o bien de introducir nuevos tér­ minos que provoquen confusiones. En la terminología gramatical las dificultades se ven agravadas por el hecho de que muchos términos se remontan a épocas precientíficas y de que muchos de ellos se usan en otros dominios diferentes del de la gramática, muchas veces con significados que tienen poco o ningún pare­ cido con los significados técnicos que les atribuyen los gramáticos y, por último, por el hecho de que la misma serie de términos se usa para len­ guas de estructura diferente. Naturalmente, representa una ventaja para el estudiante el hecho de que no tenga que adquirir una nueva serie de términos para cada nueva lengua que aprenda, pero ello solamente es in­ teresante en caso de que los hechos gramaticales a los que se alude con los mismos términos sean realmente análogos y no tan diferentes, que el uso del mismo nombre pueda crear confusión en la mente del estudiante. El desprecio de los gramáticos antiguos por la terminología lo muestra 6. Puede ocurrir que esa incertidumbre con respecto al lugar en que hay que co­ locar la preposición provoque fenómenos de redundancia, como vemos en la frase de Shakespeare: O f what kinde should this cocke come of? («¿D e qué especie puede ser este pájaro?»).

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F IL O SO F ÍA G RAMATICA

su empleo del término v er b u m su b sta n tivu m para hablar del verbo que es el elemento menos substancial y más alejado del substantivo, y también el uso del término p o sitiv o como primer grado de comparación y no con su sentido usual de opuesto a negativo, sino a comparativo, y el uso de im p erson a l para referirse a ciertas funciones de la tercera «persona». Cons­ tituye una gran desventaja que muchos términos gramaticales tengan otros significados no técnicos, que a veces hacen que resulte difícil evitar ex­ presiones equívocas como lo encontramos en otros casos también» o « en d ’autres cas on tr o u v e aussi le n o m in a tif» , «un uso singular del singular». Cuando un gramático ve las palabras «una oración lógica» en un tratado de lógica, al principio se siente inclinado a pensar que tiene algo que ver con un verbo y que puede oponerse a una frase nominal (por cierto, n o ­ minal también es ambiguo) hasta que descubre que significa la mera de­ finición de una palabra. Ya he tenido ocasión de señalar en diferentes capítulos de esta obra hasta qué punto el uso cotidiano de palabras como a ctivo, pasivo, voz, o b jeto , s u jeto pueden equivocar a los no iniciados. El hecho de que en inglés, s u b ject pueda significar «tem a» ha provado largas discusiones sobre el sujeto lógico, sicológico y gramatical que se habrían podido evitar, si los gramáticos hubiesen escogido un término menos am­ biguo. La palabra n eu tro, además de su empleo ordinario fuera del domi­ nio de la gramática, tiene dos significados distintos en gramática, uno de los cuales es inevitable (género neutro), pero del otro se puede prescin­ dir fácilmente: verbo neutro — cuando no es «ni activo ni pasivo: intran­ sitivo»— a pesar de que un verbo intransitivo es activo en el único senti­ do en que el lingüista debería utilizar este último término. Además, el N ew English D ictionnary da otro sentido, el de «neutro pasivo, que tiene las características de un verbo neutro y de un verbo pasivo». Así tenemos un caso de confusión sobre confusión. Un término mal escogido o mal entendido puede engendrar reglas erróneas que pueden influir en el uso erróneo de la lengua, especialmente en la escritura. Así, el término p rep o sició n , o mejor el desgraciado he­ cho de que se conozca su etimología latina, es responsable de la absurda aversión a colocar una preposición al final de una frase, que muchos pro­ fesores y redactores de periódicos practican, mostrando así que igno­ ran los principios y la historia de su propia lengua. No tienen en cuen­ ta las dos posibilidades en las que el conocimiento más superficial de la lingüística general les habría hecho pensar: que ese término puede haber sido inadecuado desde el principio o que el valor de la palabra puede ha­ ber cambiado, como ha ocurrido con tantas palabras cuya etimología no entienden, o han dejado de entender, los hablantes ordinarios de la len­ gua. La mariquita, que en inglés se llama layb ird no es un pájaro (b ird , en inglés), de la misma forma que la mariposa, llamada b u t te r fly no es una mosca (j l y ); las moras, llamadas bla ck berries, no son negras (black ) hasta que no están maduras; se pueden usar un granero para almacenar algo diferente de la cebada, aunque barn venga del antiguo inglés b e r e o e r n 41 8

(«almacén para la cebada») y un obispo tiene funciones diferentes de las de «observar» o «vigilar», como podría hacer creer el griego epi-sk opos («vigilante»). Si es así, ¿por qué no admitir, entonces, la existencia de preposiciones propuestas 7, de la misma forma que admitimos la existen­ cia de adverbios que no van junto al verbo? De hecho, v e r y («m uy») se considera siempre adverbio, a pesar de que nunca califica a un verbo. A veces las dificultades terminológicas se ven agravadas por el hecho de que las lenguas cambian con el paso del tiempo y, por tanto, términos que puedan haber sido adecuados para un período dejan de serlo en el período siguiente. Es cierto que el caso que seguía a la preposición to en antiguo inglés to d o n n e era un dativo, pero eso no justifica que lla­ memos a d o en la expresión de inglés moderno to d o «dativo de influen­ cia», como hace el N ew English D ictionn ary (aunque en el apartado de­ dicado al dativo no cita este uso). Peor es incluso cuando los términos da­ tiv o y g e n itiv o se aplican a los grupos introducidos por una preposición como to G od («a Dios») y o f G od («de D io s»)8. Evidentemente, en la práctica sería imposible eliminar toda la termi­ nología tradicional y crear otra totalmente nueva, por ejemplo, mediante un sistema arbitrario análogo al de los antiguos gramáticos indios, que acuñaron palabras como lat («presente gramatical»), lit («perfecto»), lut («prim er futuro»), Irt («segundo futuro»), let («subjuntivo»), lan («im ­ perfecto»), Un («condicional»), e tc .9. Hemos de tomar la mayoría de los términos antiguos como son y hacer el mejor uso que podamos de ellos, completándolos cuando sea necesario y limitando los significados de to­ dos los términos, antiguos y nuevos, lo más precisa e inequívocamente posible. Pero ello no es una tarea fácil y comprendo muy bien que Sweet me escribiese en el momento de la aparición de su obra A N ew English Grammar-. «La mayor dificultad la he tenido con los problemas termino­ lógicos». En este libro, como en A M od ern English Grammar, me he atrevido a introducir algunos términos nuevos, pero creo que no han sido ni de­ masiado numerosos ni demasiado difíciles. En ambos sentidos mi proce­ dimiento me parece mejor que el de Noreen, que ha inventado sistemá­ ticamente nuevos términos, y que la terminología de ciertos sicólogos re­ cientes. También debe ponerse a mi favor el hecho de que haya abando­ nado muchos de los términos usados en las obras gramaticales anteriores; así, por ejemplo, he abandonado términos como «sinalefa», «crasis», «si­ néresis», por citar solamente términos correspondientes a una de las ramas de la fonética teórica; en cuanto al aspecto 10, me he contentado también con un número de términos muy inferior al que utilizan la ma­ yoría de los autores recientes. 7. 8. 9. 10.

Cf. Cf., Cf. Cf.,

también en latín tenus («hasta») y en griego heneka («a causa de»), capítulo X III. Benfey, Gesch. d. Sprach., 9 2 ; omito aquí los signos diacríticos. capítulo X X .

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Entre mis innovaciones, me gustaría llamar la atención sobre los tér­ minos relacionados con la teoría de las «tres categorías», caso en el que los pocos términos nuevos permiten explicar muchas mas cosas de forma más precisa y, al mismo tiempo, más concisa de lo que era posible antes. Veamos un ejemplo que he visto recientemente. En el cuaderno XV de Society for Puré English, Mr. H. Fowler habla de la posicion de los adverbios en estos términos: «la palabra a d v erb io tal como la entendemos aquí comprende las expresiones adverbiales como, por ejemplo: f o r a ti­ m e ["durante un momento"] y las oraciones adverbiales (como, por ejemplo: if p o ssib le ["en caso de que sea posible ]), los adjetivos predi­ cativos (como a lon e ["so lo "]) y las conjugaciones adverbiales (como th en ["entonces"]), así como los simples adverbios como so n n ("pronto") y u n d o u b tely (“sin lugar a dudas")». El autor podría haberse ahorrado estas líneas, si hubiera usado simplemente la palabra su b ju n to («elemento de 3.a categoría»).

El alma d e la gram ática Mi tarea está terminando. Una gran parte de este libro he tenido que dedicarlo a cuestiones polémicas, pero espero que las críticas que en él aparecen se consideren constructivas más que destructivas. Y debo aña­ dir, para quienes gustan de citar tal articulito recién aparecido en una re­ vista o tal tesis de doctorado que ha pasado desapercibida, que mis crí­ ticas se dirigen en silencio a concepciones que me parecen equivocadas, y sin citar en cada caso particular el lugar exacto en que se pueden encon­ trar las opiniones que critico. El tema que trato es tan amplio, que el libro habría alcanzado dimensiones exageradas, si hubiese tenido que ex­ plicar detalladamente y en toda su extensión todas las diferentes opinio­ nes de otros autores sobre las cuestiones que estudio. Quienes se intere­ sen más por los problemas esenciales que planteo que por los detalles de la gramática pensarán quizás que he hecho demasiadas citas de la cada vez mayor inundación de libros y artículos sobre estas cuestiones. Sin despreciar los detalles de las lenguas que conozco, me he esforza­ do por dar preeminencia a los grandes principios subyacentes a las gra­ máticas de todas las lenguas y dar, así, mi contribución a una ciencia gra­ matical que al mismo tiempo esté basada en una sicología rigurosa, en una lógica segura y en hechos sólidos de la historia lingüística. La sicología debería ayudamos a entender lo que ocurre en la mente de los hablantes y, de forma más especial, los procesos que los conducen a apartarse de las reglas existentes a consecuencia de la existencia de ten­ dencias en conflicto, dependiente cada una de ellas de ciertos hechos de la estructura de la lengua en cuestión. La lógica que hasta ahora se ha aplicado a la gramática ha sido un ti­ po especialmente limitado y estrictamente formal de dicha disciplina, a 420

la que generalmente se recurría sólo para condenar ciertos desarrollos del habla viva. En lugar de ello, deberíamos cultivar una lógica más abierta, que reconozca, por ejemplo, que desde el punto de vista lógico el com­ plemento indirecto puede ponerse como sujeto de una frase pasiva, de la misma forma que el complemento directo, con lo que la cuestión de si se pueden admitir frases como He w as o j j e r e d a c r o w n («se le ofreció una corona») la resolvería, no solamente la lógica, sino también el habla r^al. La expresión francesa j e m ’en s o u v ie n s fue una expresión ilógica so­ lamente mientras los hablantes eran conscientes todavía del significado original de so u v en ir, pero en aquella época la gente decía todavía il m ’en so u v ien t, y la nueva construcción es el síntoma del hecho de que el sig­ nificado del verbo ha cambiado. El mismo fenómeno encontramos en in­ glés en el cambio de m e d rea m s («me sueña») a I d rea m («yo sueño»). Al hablar de la doble negación n, hemos visto las aplicaciones de ideas lógicas erróneas a la gramática, y nuestra conclusión es no la de que la lógica no se puede aplicar a las cuestiones gramaticales, sino que debería­ mos tener cuidado de no recurrir a una lógica superficial para condenar lo que en un análisis más profundo podría aparecer como perfectamen­ te justificable. Por otro lado, la lógica es, naturalmente, del mayor valor para la construcción de un sistema gramatical o para formular reglas y leyes gramaticales. El estudio de la historia lingüística es de la mayor importancia para el gramático. Le da una visión más amplia y tiende a eliminar la tenden­ cia a la condena, error que los gramáticos que desconocen la historia de la lengua cometen constantemente, pues la historia de las lenguas muestra que en el pasado se han producido cambios constantemente y que lo que en un período no estaba admitido puede llegar a admitirse en el siguien­ te. Pero, quizás la historia lingüística se ha ocupado demasiado de in­ tentar descubrir el origen último de cada fenómeno, al tiempo que des­ preciaba muchas cosas más próximas a nuestros días y que todavía no se han investigado cuidadosamente. Los fenómenos gramáticales se pueden y deben considerar desde di­ ferentes puntos de vista, que muchas veces son complementarios. Podemos verlo en la concordancia entre substantivo y adjetivo (en género, número y caso) y entre un sujeto y su verbo (en número y persona). El gramático tradicional formula las reglas y considera las desviaciones como faltas y no vacila en considerarlas ilógicas. El lingüista sicólogo descubre las razones por las cuales no se respetan las reglas en tal o cual caso puede ser que si el verbo se coloca mucho después del sujeto, no quede energía men­ tal para recordar cuál era el número del sujeto o que si el verbo pre­ cede al sujeto, el hablante todavía no sepa cuál va a ser el sujeto, etc. El historiador examina los textos a lo largo de varios siglos y descubre una tendencia creciente a tener en cuenta las formas distintivas del número, etc. 11.

Cf., capítulo X X IV .

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Y después el filósofo del lenguaje puede explicar que la exigencia de una concordancia gramatical en esos casos es simplemente consecuencia de la imperfección del lenguaje, pues las ideas de número, género, caso y persona pertenecen lógicamente sólo a las palabras primarias y no a las secundarias como el adjetivo (adjunto) y el verbo. Así pues, la tendencia de una lengua a abandonar progresivamente las flexiones que señalan la concordancia de los adjetivos y de los verbos con las palabras primarias debe considerarse, por el contrario, progresiva, y la completa estabilidad solamente puede encontrarse en la lengua que haya abandonado todas esas toscas supervivencias del pasado. Pero no puedo decir aquí sobre este tema más de lo que ya dije en el cuarto tomo de mi obra Language. Lo que me ha preocupado en este volumen ha sido lo que podríamos llamar la teoría pura de la gramática. Pero, está claro que, si se aceptan mis concepciones, aun cuando incluso sólo sea parcialmente, han de tener consecuencias prácticas. En primer lugar han de influir en las gramáticas escritas para estudiantes avanzados 12 y, a través de ellas, las nuevas con­ cepciones pueden también penetrar con el paso del tiempo en las gramá­ ticas elementales e influir en toda la enseñanza de la gramática desde la edad más temprana. Pero cómo debería llevarse a cabo y cómo muchos de los nuevos términos y concepciones pueden adoptarse provechosamente en los libros de enseñanza primaria son preguntas sobre las que no me gus­ taría pronunciarme antes de haber visto la acogida que los especialistas, a quienes va dirigido, darán a este libro. Solamente expresaré que la enseñanza elemental de la gramática llegue a ser en el futuro algo más vivo de lo que ha sido hasta ahora, con menos preceptos sobreentendidos o ininteligibles, menos prohibiciones, menos definiciones e infinitamente mayor observación de los hechos del habla real. Esa es la única forma en que la gramática puede convertirse en una parte útil e interesante de los programas escolares. En las escuelas primarias la única gramática que se puede enseñar es la de la lengua materna de los alumnos. Pero en las escuelas superiores y en las universidades se enseñan también las lenguas extranjeras y pue­ den servir para mejor entenderlas unas a otras y para entender la lengua materna. Ello implica una gramática comparada, una parte de la cual es la gramática histórica de la propia lengua materna. Todo el mundo reco­ noce la vivificante influencia de la gramática comparada e histórica, pero me gustaría señalar aquí antes de acabar que la forma en que aparecen con­ siderados en este volumen los hechos gramaticales puede inaugurar un nuevo método en la gramática comparada o un nuevo tipo de gramática comparada. Tal como ahora se enseña, empieza con los sonidos y las for­ mas, los compara en varias lenguas de una misma familia o en diferentes períodos de la misma lengua para establecer las correspondencias que se 12. El segundo volumen de mi M odern English Gram mar constituye un ejemplo de ello, como la obra de August W estern, Norsk Riksmaalgrammatik.

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conocen con el nombre de leyes fonéticas y que se completan con las evo­ luciones basadas en la analogía, etc. De acuerdo con el esquema que he­ mos dado en el capítulo III, esto significa que se empieza por A (forma) para llegar a B (función) y C (concepto o significado interno). Incluso la sintaxis comparada va en la misma dirección, que siempre parte de las formas y se dedica pricipalmente a examinar el uso que las diferentes len­ guas han hecho de las formas y de las categorías de formas establecidas por la morfología comparada. Pero podemos obtener puntos de vista nue­ vos y provechosos y llegar de hecho a un nuevo tipo de sintaxis compa­ rada siguiendo el método de este volumen, es decir, empezando por C (concepto o significado interno) y examinando cómo se expresan en las di­ ferentes lenguas las ideas fundamentales comunes a toda la humanidad, es decir, para llegar a B (función) y A (forma). No es necesario limitar la comparación a las lenguas pertenecientes a una misma familia y que repre­ senten las diferentes evoluciones a partir de una lengua original común, sino que se pueden considerar lenguas de los tipos más diversos. Los ejem­ plos que aquí he dado de ese tratamiento pueden servir de esbozo preli­ minar de la gramática comparativa conceptual, que espero que otros con una visión más amplia que la mía y mayor conocimiento de lenguas re­ cojan y desarrollen, con el fin de porporcionarnos una comprensión más profunda de la naturaleza esencial de lenguaje y del pensamiento humano de lo que ha sido posible en este volumen.

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APENDICE

En el ca p ítu lo sobre el nexo *' he citad o un fenóm en o que consta de un acu sativo + un verb o en form a p erson al dep en d ien te de un v erb o que sigue al acu sativo. T odos los lib ro s que pro cu ran el inglés correcto consideran el uso de w hom en frases com o W e fe e d ch ild ren w hom w e th in k a re hungry («alim en tam o s a niños que pensam os que están h am b rien to s») com o un craso y b u rd o e rro r; su razonam iento es el siguiente: el re la tiv o es el sujeto de a re hu ngry, ahora bien el sujeto debe ir en n o m in ativo y la intro d u cció n de w e th in k no cam bia nada en la relación en tre el pro n o m b re y a re ; w ho es la form a correcta del n o m in ativo y no w hom , luego la fra se debería ser: W e fe ed ch ild ren w h o w e th in k are hungry. Se adm ite que el uso de w hom es co rrien ­ te, p e ro los lib ro s antes citados dan solam ente un par de ejem plos de autores rep u tad o s, adem ás de otros au tores m enos conocidos y de periodistas recien­ tes. M i prim era objeción es que eso da una im presión falsa de la extensión en q u e w hom se usa en dichas exp resion es, pues, de hecho, es m ucho más fre cu e n te de lo que se cree en buenos escritores. V o y a rep ro d u cir los ejem ­ plos q u e he recogido en mis lectu ras, que no son dem asiado extensas, y en las qu e no he prestad o m ayor atención a éste que a centenares de otros fe ­ nóm enos sintácticos: To spyie an d tak e w hom th a t he fo n d U n to th a t ro ser p u tte an h on d — Para esp iar y so rp ren d er a quien en co n trase que echaba a m ano a ese rosal (C b au cer, R om au n t o f th e R ose 3 0 2 1 ) . Y e t w o l w e us avyse W h o m th a t w e w o le {that) shal ben o u r ju stise — Q u e­ rem os exam in ar cu id adosam ente a quien querem os que sea n u estro juez (C hau cer, B o eth iu s 6 6 5 ). H is fo w le h o u n d w hom I n e v e r see doth good — Su p erro de aguas, al que nunca he v isto hacer nada bien (C ax to n , R eyn ard the Fox, 86). A rth u r, w hom th ey say is k ill’d to n ig ht — A rth u r, a quien dicen que han m atado esta noche (Shak esp eare, E l rey Ju an , I V , 2 , 16 5 ). T hy vassall, w hom I k n o w Is fre e f o r m e to aske — U no de tus vasallos que 1.

Cf. pág. 129.

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sé bien que te puedo p e d ir (Shak esp eare, B ien esta lo q u e bien acaba,

II, 1, 202). ^ W h a t l a d y . . .? Y o u rs, w hom in constancie yo u th in k e stan d s so safe — ¿Q u é dam a...? La vu estra , que creéis tan firm e en su fidelid ad (S h ak esp eare, C im b elino, I, 4 , 1 3 7 ). T k y iv ife ? I S ir: w hom I th an k e heauen is an hon est w om an — ¿T u m u­ je r? Sí, señor, que gracias al cielo es un a m u jer hon esta (S h ak esp eare, M e ­ dida p o r m edida, I I , 1, 7 2 ). T he n o b ility ... w hom w e see haue sided in bis b eh alfe — La n o b le z a ... que, com o vem os, se ha alineado a su lado (Sh ak esp eare, C o rio lan o , I V , 2 , 2). F erd in an d (w hom th ey suppose is d ro u n d 'd ) — F ern an d o [a q u ien con sid eran ahogado] (S hakesp eare, La T em pestad, I I I , 3, 92). A bastará, w hom th e oracle H ath d o u b tfu lly p ro n o u n ced th y th ro a t sh all cut — U n bastardo que según el oráculo te co rtará el cuello (S h ak esp eare, T im ón de A te n as, I V , 3, 1 2 0 ) . S h all 1. . . guie it vn to m en, w hom I k n o w not w hence th ey b e? — ¿L o re­ velará a hom bres que no sé de dónde v ie n e n ? (trad u cció n de 1 6 1 1 d e la B iblia, sal. 2 5 , 1 1 ). P lin y places th e perosites h ere ivh om hee saith bee so n a rro w m o u th e d th a t th ey liv e o n ly b y th e sm el o f ro st m eat — P lin io sitúa allí a los p erositas que, dice, tienen la boca tan pequ eña que se alim en tan sólo con el o lo r de la carne asada (Jo h n Speed, 1 6 2 6 , citad o p o r L o w es, C onv. an d R e v o lt, 16 3 ). S. Jam es an d S. Jo h n ivhom w e k n o w w ere fish e rs — San tiag o y san J u a n d e quienes sabem os que eran pescadores (W a lto n , C o m p lete A n g le r, 3 0 ). T h o rn h ill, w hom th e host assu red me w as h a ted — T h o rn h ill qu e, me aseguró n u estro huésped, era odiado (G o ld sm ith , V ic a r o f W a k e fie ld , 2 , 4 1 , 1 7 6 6 ) . M r. T h o rn h ill w hom n o w I fin d w as even w orse th an th e he rep resen ted him — M r. T h o rn h ill, que ah ora me doy cuenta de que era p e o r de com o él me lo había d escrito (Id ., 4 7 ) 2. I

ad vise you to ap p ly to a ll th ose w hom you k n o w w ill g ive so m eth in g ; next, to those w hom you are in certain w h e th e r th e y w ill g iv e an yth in g o r n o t. .. and, lastly, do n o t neglect those w h o you are su re w ill g ive n o th in g — Le aconsejo ir a v e r a todos aquellos que u sted sabe que le darán algo; y después a aquellos que no sabe si le darán o no a lg o ... y, p o r ú ltim o , no o lvid e a los que está u sted seguro de que no darán nada (F ran k lin , A u to b iog rap h y, 14 8 ).

To anyone, w hom he k n e w had d irec t com m unication w ith me — A toda p e r­ sona que sabía que podía com un icar d irectam en te conm igo (S h elley , L et­ te r s, 4 5 3 ). I h ave m et w ith xoomen w hom I re a lly th in k w o u ld lik e to be m a rrie d to a poem — H e en contrado m ujeres que estoy seguro que les gu staría estar casadas con un poem a (K eats, 5 , 7 2 ). I

suppose th at th e G o d w hom yo u say m ade m e . . . — S up on go que el D ios que usted dice que me ha c re a d o ... (K in g sley, Y east, a P ro b lem , 3 5 ).

2. Unos «puristas» han corregido las dos últimas citas en recientes reediciones de este libro. 426

To assist th ose w hom he th ou gh t d e serv ed assistance — P ara ayu d ar a los que pensaba q u e m erecían ayuda (D a rw in , 1, 60). O n e w h o m a ll th e w o rld k n e w w as so w ro n g ed an d so u n h ap p y — A lg u ien de quien to d o el m un do sabía hasta qué p u n to había sido tratad o injusta­ m en te, hasta qué p u n to era desgraciado (M u lo ck , Jo h n H alifax, G en tlem an, 2 , 1 1 ) .

The

W om an w hom w e know m os que está esculpida con T h e S le e p e r — w hom no o n e dream t w o u ld w ak e again p ersticioso s, las gentes del p e rta rse (W e lls , W h e n th e

is h e w n tw elve-arm ed — La M u jer que sabe­ doce brazos (K ip lin g , T he D ay’s W o rk s , 36 ). bu t th e su p erstitio u s, com m om peo p le had e v e r — E l D u rm ien te — que nadie, salvo los su­ com ún, habían pensado nunca que pod ría des­ S le e p e r w akes, 1 1 8 ) .

C o llege frie n d s, w h o m he g a th ered fro m M a rjo rie ’s talk w ere d e stin ed to play a larg e p a rt — A m igos de la U n ive rsid ad , que p o r lo que había dicho M arjo rie habían com prendid o que estaban destinados a desem peñar un papel im p o rta n te {Id., M arrtage, 1, 2 4 6 ) . J a n e t ... w hom she had been to ld w as th e heiress o f th e state — J a n e t ... que le h ab ían dicho que era la h eredera de la p ro p ied ad (C h u rch ill, C oniston, 23 7). I m et a m an w h o m I th ou g h t w as a lu n a tic — E ncontré un hom bre que pensé que era un lu n ático (B enson, A ru n d e l, 15 0 ). H is k in d n ess to his grandson, w hom he h o p ed an d b elieved w o u ld be g ra tefu l — Su b on dad hacia su n ieto q u e esperaba y creía que estaría agradecido (In g p en , S h e lle y in E ngland, 6 2 4 ). P eo p le ask m e to d in n er, p eo p le w hom I fe e l ought to hate m e — G en tes me in v ita n a cenar, gentes que me parece que deb erían odiarm e (O p pen heim , P e o p le ’s M agazine, 1 4 9 ). In ten m inutes, th e m an w h o m yo u m ust b elieve, since th e b reak in g up o f y o u r band, has been y o u r secret enem y f o r a ll these m onths, w ill be here — D en tro de diez m inutos el h om bre que debes creer desde la disolución de tu com pañía que ha sido tu enem igo secreto du ran te todos estos meses, estará aquí (Id ., 1 1 1 ) . I am going to w atch th e m an w hom y o u r little frie n d M iss T h o rn d yk e believes is con cern ed in h er fa th e r ’s disappearance — V o y a v ig ila r al hom bre que su amiga M iss T h o rn d yk e cree que tiene algo que v e r con la desaparición de su pad re (Id ., 2 7 6 ). W ith th e lo v e r w hom P ro s p e r had to ld h e r w as dead — C on la am ante que P ro sp er le había dicho que estaba m uerta (B u rt B rand, I r., 89 ). T he p ó lice h ad th e rig h t to lock an yo n e up w hom th ey suspected co n tem plated co m m itting p o litic a l crim e — La policía tenía derecho a en cerra r a todos los que sospechaba que p ro yectab an un crim en p o lítico (R e view o f R eview s, oct. 1 9 0 5 , pág. 3 8 1 ) . T he le a d e r w hom I lea rn ed a fte rw a rd s w as D. L. M o o d y — El je fe q u e des­ pués supe q u e era D . L. M o o d y (T im es, 2 sept. 1 9 2 0 ). W rite rs w h o m w e m ust a ll ad m it a re hon est in th e ir in ten tio n s h ave traeted u n p lea san t sub jécts — E scritores que todos hem os de ad m itir que son ho n rad o s en sus intenciones han tra ta d o tem as desagradables (U n periódico de 1 9 2 2 ) .

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The person w hom the Prime Minister considers was th e original suggestor of the ñame — La persona que según el primer ministro era quien había sugerido el nombre (Inform e d e la comisión real sobre los títulos honorí­ ficos, diciembre de 1922). A Germán Princess, w hom she hopes will h elp her to gain her independance — Una princesa alemana que espera que la ayudara a obtener su indepen­ dencia (Suplemento literario del Times, 1.° de marzo de 1923). A éstos podemos añadir algunos empleos del acusativo cuando el pronom­ bre desempeña la función de predicativo: la frase del Evangelio de san Ma­ teo (16, 3) «¿Quién dicen que soy, el Hijo del Hombre?», se dice en inglés antiguo Hwaene (acus.) secgád men p cet sy mannes sun? y en la edición de 1611 leemos: Whom do men say that I th e son o f man am? En la versión de Wyclif vemos: Whom seien men to he mannus soné?, mientras que en el evangelio de san Lucas (9, 18 y 20) se lee: Whom seien the p u p le that Y am?... But w ho (nom.) seien ze that I am? («¿Quién dice la gente que soy?... Y vo­ sotros ¿quién decís que soy?»). Encontramos también, por ejemplo: Asking him w hom he thought that h e was — Preguntándole quién se creía que era (Walpole, Fort, 83). And w hom d o you think it is? — ¿Y quién crees que es? (Farnol, The Ame­ rican Gentleman, 476). Never mind whont you thought it might have been — Poco importa quién pen­ sabas que podía haber sido (Oppenheim, P eop le’s Magazine, 122). Es posible que en este caso en las frases bíblicas haya influencia del acu­ sativo con infinitivo latino. La frecuencia de w hom en las frases de este tipo es tanto más notable cuanto que en inglés durante siglos la tendencia ha sido en sentido contrario, hacia usar w ho en lugar de w hom como complemento. Por esto debe existir un sentimiento muy fuerte de que el relativo en children w h om w e think are hungry («niños que pensamos están hambrientos») no está en la misma posi­ ción que en children w h o are hungry («niños que están hambrientos»), caso en el que a nadie se le ocurriría sustituir w h o por whom. Así pues, el relativo tie­ ne que sentirse como algo dependiente de w e think, del que no va separado por ninguna pausa: una pausa no sería natural y, en de hecho, es completa­ mente imposible usar la forma w hom si añadimos as y hacemos una pausa an­ tes de la oración subordinada intercalada: children who, as w e think, are hun­ gry («niños que, como pensamos, están hambrientos»), caso en el que hay una intercalación real sin ninguna influencia de la frase que queda interrum­ pida por el pasaje intercalado 3. Además, en children w hom w e think are hun­ gry («niños que pensamos están hambrientos») vemos una oración compuesta 3. Who es sin duda alguna la forma que encontramos delante de una pausa — ésta va indicada en la edición en folio por un paréntesis— en Shakespeare: I should do Brutus wrong, and Cassius tvrong: W ho (you all know) are honourable men («ha­ ría daño a Bruto y a Casio: quienes [como todo el mundo sabe] son hombres hono­ rables»).

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relativa de tipo especial, en la que yo no diría que w hom por sí mismo es el complemento de think, sino que, como en otros ejemplos estudiados4, el com­ plemento de think es el nexo completo, cuyo elemento primario es whom (que va en acusativo, porque el nexo es subordinado) y cuyo anexo es la com­ binación en forma personal are hungry. Se usa la forma w hom porque en w ho w e think el instinto del habla sentiría como anormal la presencia de dos no­ minativos contiguos, como si hubiera dos sujetos en la misma oración. Una segunda prueba de que el instinto del habla no considera al relativo como auténtico sujeto es la posibilidad de omitir el pronombre relativo, que, como regla general, solamente se puede omitir en inglés cuando no es sujetos. Zangwill escribe: Is it so with everything th ey say is w rong? («¿Ocurre lo mismo con todo lo que dicen que es falso?»). Ahora bien, no habría omitido el relativo si no se hubiese insertado th ey say en la frase, pues Is it so with everything is w rong es un enunciado imposible en inglés. Podemos dar los si­ guientes ejemplos de este fenómeno: I did not like to w rite b efore him a letter he knew was to reach your hands — No me gustaba escribir delante de él una carta que iba a llegar a tus manos (Keats, 4, pág. 188). Count the p eop le w ho com e, an compare them with the number you hoped w ou ld co m e — Cuenta las gentes que vienen y compáralas con el número de gentes que esperabas que viniesen (Thurston, Antag., 227). They ch o se the lingering death th ey w ere sure awaited them rather than the imm ediate death th ey w ere sure w ould pounce upon them if th ey w ent up against the master —- Escogieron la muerte lenta que Fabían que les espe­ raba, en lugar de la muerte inmediata que sabían que se arrojaría sobre ellos si se alzaban contra el amo (The London Advertiser and Literary Gazette, 1751, 32). ■Puzzled o ver som ething untoward he was sure had happened — Intrigado por algo desgraciado que estaba seguro que había ocurrido (Id., 50). In Central Europc there w ere blood feu d s they all thought had been dead and buried for centuries — En Europa central había rivalidades familiares que todo el mundo creía muertas y enterradas desde hacía siglos (Lloyd George, Discurso de mayo de 1921). A piratical anthology in w ich he included certain poem s he knew w ere not Shakespeare’s — Una antología pirata en la que incluyó poemas que sabía que no eran de Shakespeare (Suplemento literario del Times, 22 de marzo de 1923). She’s just the type I always he knew w ould attract him — Es exactamente el tipo de chica que siempre he pensado que le atraería (Lawrence, Ladyb., 193). La exactitud de este análisis se ve confirmada al comparar estas construc­ ciones con otras similares del danés y del francés6. En danés el relativo der 4. Es lo que ya hemos visto en otros casos en el capítulo IX. 5. Grey Wig, pág. 326. 6. Cf. mi artículo De to hovedarter av grammatiske forbindelser, Academia de Ciencias de Copenhague, 1921, págs. 20 y ss. 429

solamente puede usarse como sujeto, pero som puede usarse como sujeto y como complemento: ahora bien der no se usa nunca en lugar de som en d en mand som je g tror har taget pungen («El hombre que creo que ha cogido el mone­ dero»). Muchas veces se omite el relativo como complemento, no como sujeto, pero puede omitirse en den mand je g tror har taget pungen. El orden de pa­ labras en den mand som je g ikke tror har taget pun get («el hombre que no creo que haya cogido el monedero») con ikke colocado detrás muestra que no se trata de una intercalación que tenga valor de paréntesis. En francés existe una construcción algo anticuada: Mais quelle este cette fem m e que je vois qui arrive? («Pero, ¿quién es esa mujer que veo que llega?»), en la que el primer relativo va en la forma oblicua, porque el hablante no se atreve a decir qui a causa de la presencia inmediatamente después del sujeto, pero después de je vois el pronombre relativo va en nominativo. Es fácil ver que el orden de las palabras no provoca ese cambio en latín donde se dice: Cicero qui quantum scripserit nemo nescit («Cicerón, que nadie sabe cuánto escribió»), mientras que la frase se ordena de otra manera en Cicero, quem nemo nescit multa scripsse («Cicerón, de quien nadie sabe que escribió mucho»). En otras palabras, dos de las premisas del razonamiento ortodoxo antes citado no resisten un examen detallado: un sujeto no necesita ir siempre en nominativo y la intercalación de las palabras w e think puede cambiar, y así ocurre de hecho, la relación entre el pronombre relativo y su verbo.

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INDICE

a, esp., 146, 188, 284. a, franc., 2 18 . a, ing.. (V. artículo); a few, a little, 240, 394. ablativo, 142, 2 10, 2 13 , 299. absoluto (ablativo — , acusativo — , da­ tivo — , genitivo — , nominativo — ), 143 y ss., 2 1 3 ; superlativo — , 295. abstractos, 6 1, 153 y ss., 233; — en plu­ ral, 236, 250. acentuación (variaciones de la — ), 15, 16; — en el predicado lógico, 170; — y ambigüedad, 263, 264, 276. acabado, inacabado, 345. acusativo, en las frases impersonales, 178, 17 9; — complemento directo, 188; — en inglés, 204 y ss.; — intro­ ducido por una preposición, 205; sen­ tido del — , 209, 2 10 ; — en neutro, 285. acusativo seguido de un infinitivo, 129, 130; — verbo en forma personal, 425 y ss. activo, 19 0 y ss.; caso — , 193; adjetivos — , 19 6; substantivos — , 197; parti­ cipio — , 339. adjetivo (y substantivo), 7 1 y ss.; — de la primera, segunda o tercera catego ría, 10 5; — seguido de un comple­ mento, 189 y ss.; — activo y pasivo 19 6; concordancia del — , 246, 4 2 1. adjunto, 10 2 y ss.; — restrictivo y no restrictivo, 117 y ss.; — incidente, 1 2 1 ; — y nexo, 124, 125.

aféresis, 332. adnexo, 102. adnominal (genitivo — ), 2 1 1 ; (V. adjun to). adverbio, 89 y ss.; — de la primera, se­ gunda o tercera categoría, 107 y ss.; número del — , 250; — y personas, 256; — pronominales, 8 6 ; adjunto del — , 106 nota 9; problemas de ter­ minología, 419. adverbial (empleo — de los casos), 206; (V. subjunto). after, 91, 297; — en el perfecto angloirlandés, 322 nota 3. agente, 172. agente (nombre de — ), 163 nota 9, 197; tiempo del — , 339. ahora, 308. aktionsart, 330, 343 y ss. a ll 239, 240 nota 5, 283, 394, 395; ne­ gación de — , 397. allativo, 213 nota 11. alies (wer alies), 240. alternativo, en las interrogativas, 366. amalgama, 17, 96, 97, 109. anacoluto, 21. análisis gramatical erróneo, 1 1 1 y ss., 163, 369, etc. and, con repetición, 20; empleo idiomático de — , 148 nota 33; sentido de — , 224 nota 3. animado, inanimado, 270, 279 y ss. animales (empleo de it, he, she, para los — ), 280.

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ante, antequam, 297. anterior a un futuro, 306, 313, 324. anterior a un pretérito, 306, 3 12 , 323, 330. aoristo, 329 y ss.; — gnómico, 3 10 . aposiopesis, 149, 164, 374. aproximación (plural de — ), 225. artículo (— determinado), 86, 1 1 8 ; — indeterminado, 86, 123, 174; genérico, 241. articuladas (frases — , — a medias, no — ), 372. as, 92 nota 12 ; — delante de un elemen­ to predicativo, 15 0; caso empleado des­ pués de — , 215. aspecto, 343 y ss. atracción, 224; — de los elementos nega­ tivos, 398, 4 0 1, 403, 406. autres, 226.

be, 150; — cópula, 173 y ss.; valor de — , 176, 17 7; is being, 335 y ss. before, 90, 9 1, 297. both, 244. by (después de un pasivo), 19 1, 19 5 y ss.

calificadores, 101 y ss., 1 1 7 y ss. cambio y estabilidad, 345. can, 395. caso, 203 y ss.; número del — , 203 y ss.; — gramatical y local, 2 1 6 ; — del complemento directo, 188 y ss.; — y distinción animado-inanimado, 28 4 y ss.; — oblicuo, 2 1 3 ; conflictos, 414. categoría, 101 y ss.; de primera — , 101 y ss.; substantivos de primera — , 104; adjetivos de primera — , 105; pronom­ bres de primera — , 106; infinitivos de primera — , 107; adverbios de pri­ mera — 107; grupos de palabras de primera — , 109; oraciones de prime­ ra — , 1 1 1 ; de segunda — , 10 1 y ss., 1 1 3 ; número de las palabras de se­ gunda — , 245; comparación en las palabras de segunda — , 3 0 1; de ter­ cera — , 101 y ss.; comparación en las palabras de tercera — , 301. categorías (— del habla), 47, 48; — con­ ceptuales, 43, 44, 48, 49. causativos, 345.

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certain, 124. cita (palabra empleada como — ), 10 1 nota 1. colas de frases, 364, 36 5, 392, 400. colectivo, 229, 2 3 0 ; — y verbo en plu­ ral, 282. come, coming (con sentido futuro), 3 12 , 333, 334. comparación, 2 9 1 y ss.; — implícita, 29 6; — para los substantivos, 80. comparativo, 2 9 1 y ss.; — debilitado, 29 5; — formal, 2 9 8 ; — aplicado a los términos, 298. complemento, 89, 90. complemento (— de un verbc o de una preposición), 90; definición, 18 1 y ss.; — en instrumental, 18 4 ; — que de­ signa an resultado, 185, 18 6; — y su­ jeto, 186, 18 7; frases con dos — , 136 y ss., 188, 18 9; — indirecto, 18 9 ; — de un adjetivo o de un adverbio, 189, 19 0; — en genitivo, 2 10 , 2 1 1 ; nexo — , 136 y ss.; — interno, 15 8 ; — del infinitivo y de los substantivos verba­ les, 16 1, 162, 19 7 y ss. complejo (objeto — ), singular y plural,

222 . compuestos (palabras — , fijas o libres), 14 y ss.; cohesión de los — , 59 nota 8, 97, 104, 109 y ss.; número de los — , 246; supresión en los — , 373, 374. común (nombre — ), 62, 63; número — , 232, 233, 247; persona — , 2 5 6 ; — a los dos sexos, 275. conceptual (categorías — ), 5 1 y ss.; — pasivo, 1 9 1; caso — , 2 1 6 , 2 1 7 ; perso­ na — , 259 y ss.; comparación — , 296 y ss.; modo — , 387 y ss.; clasificación — de los enunciados, 363 y ss.; inte­ rrogación — , 364 y ss.; negación — 410, 411. conceptual (neutro — ), 287. concesión, 387, 388. concordancia, 7 1 y ss., 24 5 y ss.; p ro­ blemas planteados por la — , 247, 256 257, 421. concreto (objeto — ), 6 1 ; substantivo — . 153. condensación, 1 1 2 nota 19. condición, 388; conjunción de — en lar subordinadas interrogativas, 35 8; fra ­ ses condicionales, 3 1 7 y ss., 38 6; orp ciones condicionales con construcción

interrogativa, 36 8; oraciones condicio nales con im perativo, 3 8 1 ; que im pli­ can una negación, 4 1 0 ; oraciones con dicionales irreales, 3 17. condicional (en francés), 320, 352, 385. conflictos, 4 1 3 y ss. conjunción, 89, 91 y ss., 35 8; proceden te originalmente de un imperativo, 38 2; pronombres de — , 87, 92. connotación, 62 y ss. contradictorio, 391 y ss. contrario, 39 1 y ss. coordinación, 92, 102, 103. cópula, 150, 15 1, 173, 174, 368. costumbre, 33 4; presente de — 30 9; pa­ sado de — , 331. could have, 343. cualitativa (negación — ), 405. cualidad, 73 y ss. cuantificadores, 86, 87, 12 3; — en e' nexo, 1 4 1, 14 2; — empleados con lo