La-Economia-Postkeynesiana-Marc-Lavoie

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M

a r c

L a v o ie

LA ECONOMÍA POSTKEYNESIANA UN A N TID O TO DEL PENSAMIENTO ÚNICO

Icaria § Antrazyt E C O N O M ÍA

N o ia del tra d u c to r Se han incorporado a la presente versión algunos leves retoques propuestos por el propio autor, el cual ha resuelto asimismo con extrema corcesía unas pocas dudas sobre ciertos Orminos. También quiero mencionar (y manifestarles desde aquí mi agradecimiento) la buena disposición de mis colegas, los profesores Josep Altarriba y Joscp González Calvet, que tuvieron la amabilidad de revisar el léxico especializado de los capítulos sobre microeconomíay macroeconomía, respectivamente. Por otra parte, con permiso del autor, se han incorporado al texto algunas indicacio­ nes escuetas a fin de ofrecer un plus de información sobre autores, términos o conceptos. Estos añadidos se presentan dencro de paréntesis angulados (< >). En fin, en las referencias bibliográficas, cuando disponía de la información pertinen­ te, he reemplazado la mención a las versiones francesas por la ficha del original en inglés. Y, cuando me ha sido posible, he dado razón de la existencia de versión caste­ llana de las obras, mediante título, lugar de publicación, empresa editora y año de aparición. Alfons Barceló

Título original: L ’économie postkeynJsienne, París, Editions La Découverte, 2004. Traducción aJ castellano: Alfons Barceló Diseño de la colección: Josep Bagá Fotomontaje de la cubierta: Muntsa Busque» ©

Marc l_avoie

©

De esta edición Icaria editorial, s.a. Ausiás Marc, 16, 3o 2o I 08010 Barcelona www.icariaeditorial.com

ISBN: 84-7426-785-4 Depósito legal: B-2 3.834-2005 Impreso en Romanyá/Vails, s.a. Verdaguer, 1. Capellades (Barcelona) Todos los libros de esta colección están impresos en papel reciclado-

Printed in Spain. Impreso en España. Prohibida la rcproducció total o parcial.

ÍN D IC E

In tr o d u c c ió n I.

7

La h e te ro d o x ia p o s tk e y n e sia n a

L1

¿Q u ién e s son los postkeynesianos?

11

Las características de las escuelas heterodoxas Los e lem entos postkeynesianos esenciales

12

22

■ Las diversas tendencias de la escuela postkeynesiana II.

U n a m ic r o e c o n o m ía heterodox a

35

La teoría de la elección del c o n s u m id o r

35

M ercados o lig op olistas y obje tivos de las empresas La fo rm a de las curvas de costes

45

51

Los p ro c e d im ie n to s de fija c ió n de los precios Los d e te rm in an te s del m argen d e beneficios

54 59

C o n se cue n cias para la teoría m a cro e c o n ó m ic a III,

28

U n a m a c r o e c o n o m ía del c irc u ito m o n e ta rio

63 65

Principales características del análisis m o n e ta rio postkeynesiano

66

Las relaciones enrre el ba nc o central y la banca p riv ad a Las relaciones entre los bancos y las empresas U n a v isió n sistém ica de la e c o n o m ía m o n e ta ria

75 81

70

IV,

El corto plazo: d e m a n d a efectiva y m ercado de trabajo Los com ponentes de Ja d e m a n d a efectiva El m odelo de los kaleckianos

94

Extensiones del m odelo kaleckiano V.

92

103

El largo plazo: viejos y nuevos m odelos de crecim iento

111

Los viejos m odelos postkeynesianos Los nuevos modelos kalecki a nos

111

116

Extensiones y objeciones al m o d elo kaleckiano V I.

C o n c lu s ió n general

Referencias bibliográficas

131 133

122

91

INTRODUCCIÓN

Desde hace algunos años es fácil encontrar en las librerías un a buena cantidad de obras de econom ía que d e n un cian las consignas y recetas del «pensam iento ún ico ». Sus autores condenan las políticas econó­ micas seguidas por los gobiernos, los bancos centrales y las grandes instituciones económ icas internacionales c o m o el F o n do M onetario Internacional (FM l) o el Banco M u n d ia l (B M ). Estas políticas — b a­ sadas en la austeridad, la liberalización y las privatizaciones— tienen com o objetivo e lim in a r o contener la plaga de la in flac ión , preservar el tipo de cam bio, increm entar la rasa de crecim iento de la p ro d u c ti­ vidad y crear puestos de trabajo estables. N o hay m u cha controversia sobre estos fines, pero sí sobre los medios idóneos para alcanzarlos. Los medios que hemos m enciona­ do se fu n d a n en la d octrina neoliberal y constituyen el d e n o m in ad o «consenso de Washington»*. Se presentan c o m o las verdades indiscu­ tibles de nuestra época («conventional whdvm») que ya denunciaba Jo h n Kennerh G a lb raith (1961). Los neoliberales preconizan unos bancos centrales independientes, con unos tipos de interés elevados (com o ocurre con el Banco C entral Europeo, BCE); unos sindicatos débiles, una m ayor flexibilidad en el mercado de trabajo y una con­ gelación o reducción de los salarios; la reduccción de los servicios públicos y de los im puestos; la cuasi desaparición de los déficit públicos y la fijación de lím ites en el peso relativo de la deu da pública, según se estipuló en el Tratado de M aaStricht y en el Pacto de Estabi­ lidad que arroparon el n a c im ie nto de la nueva Europa y que todavía hoy constriñen la hacienda pú b lic a de los países m iem bros; y, final' m ente, la privatización de numerosas empresas públicas y el desmán-

telam iento de numerosas reglamentaciones que regulan los merca­ dos, a fin de devolver a éstos toda su flexibilidad. Para los defensores de esta política, la apertura y la liberalización de los mercados son medidas benéficas para la sociedad. Los estropicios del «consenso de Washington)» han sido señala­ dos m uchas veces por sus adversarios. Sin embargo, los libros o artí­ culos aludidos a m enudo dejan insatisfechos al lector. Los críticos brillan a la hora de examinar los mecanismos de Ja teoría neoclásica con vistas a revelar sus insuficiencias; pero en general no ofrecen al lector n in g ú n m odelo alternativo. Verdad es que ciertos economistas neoclásicos, com o Joseph Stiglitz (2002, 2003), rechazan con v iru ­ lencia las políticas neoliberales que se han practicado en los años ochenta y noventa, subrayan que éstas se apoyan sobre una teoría neoclásica escandalosamente sim plificada y afirm an que unas versio­ nes más elaboradas ponen en cuestión estas políticas.

U n a n u e v a te o ría a lte rn a tiv a Ahora bien, para criticar el pensam iento d o m in a n te es in ú til tom ar el cam ino tortuoso que consiste en adoptar unos modelos neoclásicos con fundam entos criticables y añadirles, pu n to seguido, algunos su­ puestos cargados de realismo. Eso nos llevaría a modelos de difícil contrastadon, Este libro propone u n atajo. Nuestra meta es presen­ tar una alternativa a la econom ía dom in an te , u n a alternativa que contradiga directamente los principales preceptos del neoliberalismo. Esta alternativa es la economía postkeynesiana. La econom ía postkeynesiana no goza de m u cha popularidad en Europa y aun menos en España. Eventualmente, se hacen algunas referencias a ella en tas cursos de historia del pensam iento e c o n ó m i­ co, o bien en los cursos sobre ciclos y fluctuaciones que dan cabida a los modelos de crecimiento y distribución de C am bridge, elaborados por R o binso n, Kaldor y Pasinetti, o cuando se exam ina la controver­ sia sobre el capital de los años sesenta. A veces, en este contexto, Ja teoría postkeynesiana se v in c u la co n la teoría neorricardtana o srafftana. Pero su contribución a la ciencia económ ica es a m e n u d o presentada com o una aportación básicamente negativa, que ha m os­ trado Jas deficiencias y los lím ites de las parábolas derivadas de la función de producción neoclásica.

En cam bio, los m odernos desarrollos del pensam iento posckeynesiano han ceñido m enor eco, a pesar de la publicación de numerosos libros y la creación de diversas revistas en el m u n d o anglosajón, com o Cambridge Journal ofEconomics (1977) >Journal ofPost Keynesian

E conom ía (1978), o la Review o f Politícal Economy (1989). En cuanro a Francia, vale la pena m encionar el libro de Barreré (1985) y la

señcM onnaie et Production {dirigida por el «circuitisra» A lain Parguez) de la revista £conomies et Sociétés. El presente libro, la obra de Piegay y R o cho n (2003) y la puesta en marcha de una Asociación de Estu­ dios Keynesianos (ADEK, [email protected]) bajo la dirección de E d w in Le H éron en colaboración con los Cahiers lillois d ’économie et de sociologíe deberían servir para corregir esta situación y ayudar a d ifu n d ir la parte positiva de los trabajos pos tkeyn es lanas,

Un antidoto contra eí «pensamiento único» La teoría posckeynesiana es un antíd oto contra el «pensam iento único», y ofrece un útil apoyo teórico a quienes desean cuestionar la econom ía d o m in a n te y oponerse a ías políticas de austeridad. La teoría postkeynesiana, al igual que la teoría neoclásica, posee unos fundam entos m icroeconóm icos, pero estos fundam entos son diferentes, más realistas. Las teorías macroeconóm icas que se derivan de ellos se plasman en políticas económicas que difieren radicalm en­ te de aquellas políticas que se inspiran en los fundam entos microeconóm icos neoclásicos. E n los siguientes capítulos vamos a discutir num erosos m itos derivados de la aplicación elemental de la teoría neoclásica. A m o d o de ejemplo: un increm ento de la dem anda no produce necesariamente un alza de precios; un increm ento del salario m ín im o o del salario real no provoca un a um en to del paro; el m ism o a um en to del salario real no acarrea fatalmente la dis m in u ció n del tipo de beneficio de las empresas; la d is m in u c ió n de las tasas de ahorro no provoca una caída de la inversión, ni Ja m oderación del crecim iento, n i la subida de los

9

tipos de interés; la flexibilidad de los precios no lleva necesariamente a una economía hacia el equilibrio ó p tim o . A m enudo se considera la econom ía tradicional com o una cien­ cia lúgubre («dism al Science»), dado que postula que una sociedad debe sufrir, ser ausrera y librarse a un competencia desenfrenada para alcanzar el superbíenestar. La teoría postkeynesiana ofrece un m en­ saje diferente, más cautivador: es la cooperación, y no la com peti­ ción o las relaciones conflictivas, lo que puede llevar a resultados m ucho mejores; y la escasez es, en cierta m edida, una construcción intelectual que puede ser sorteada y superada (VENTELOU, 2001).

Hacia una economía postautista El año 2000, estudiantes franceses de escuelas normales superiores y de varias universidades denunciaron la econom ía que se les enseña­ ba, lo que cuajó en un m ovim iento de protesta que se extendió a otros países (ECONOCLASTES, 2003; FULLBROOK, 2003). E n Fran­ cia, estas quejas estudiantiles llegaron hasta el ministro de Educa­ ción e incluso incitaron a estudiar ciertas propuestas de reformas, que sin embargo no llegaron a tom ar cuerpo. Los estudiantes criticaban el dogm atism o de los planes de estu­ dio y se quejaban de la falta de pertinencia de unas formal i ¡tac iones que con demasiada frecuencia retrataban m undos imaginarios, loque según ellos correspondía a una «economía autista». Reclam aban una enseñanza que les inform ara de los límites y las debilidades de la teo­ ría neoclásica; y reclamaban una enseñanza pluralista que integrara las teorías heterodoxas y que estuviera más vinculada al m u n d o real. El presente libro les está dedicado, pues tiene precisamente com o objetivo contribuir a esta exigencia.

10

I. LA H E T E R O D O X IA P O S T K E Y N E S IA N A

¿Quiénes son

los

postkeynesianos?

La escuela postkeynesiana es un a de las numerosas escudas de pensa­ m iento heterodoxo que hay en econom ía. Entre los economistas heterodoxos, que en su mayoría se oponen netamente a la economía neoclásica d om in an te , se encuentran los economistas tnatristas, los sraffíanos (o neorricardianos), los estructuralistas (del desarrollo), los institucionalistas, los regulacionistas, los economistas humanistas o sociales, los antiutilitaristas, los behavioristas, los economistas de los acuerdos táñeos, los schumpeterianos (o evolucionistas), los econo­ mistas feministas y otros. Las escuelas hecerodoxas padecen la presión de dos fuerzas opues­ tas. Por un lado están afectadas por la explosión de las ciencias en general y de la ciencia económ ica en particular: cada escuela tiende a especializarse en el estudio de un cam po propio y acotado, a la vez que quiere distinguirse de las dem ás. De m o d o que las distintas heterodoxias son rivales y, a la vez, complementarias a] analizar cada una u n aspecto particular de la economía. Pero existe igualmente una contratendencia, debida quizás a una siruación de m inorías en riesgo de m arginación, que estimula a in ­ vestigadores de heterodoxias diferentes a promover aproximaciones e interacciones. Esto es particularm ente evidente en el caso de los postkeynesianos y neorradicales (marxistas) norteamericanos, en macroeconomía y en econom ía monetaria. D e hecho, existe una or­ ganización que cobija a todas las heterodoxias y a sus organizaciones y revistas, la «International C onfederation o f Associations for Pluralism in Economtcs» (1CAPE). A sí que las fronteras de las diferentes escuelas que hemos m encionado tienen, en parte, un com ponente arbitrario.

11

C o m o indica su nombre, los postkeynesianos se inspiran en los trabajos de John Maynard Keynes, el famoso economista de la un i­ versidad de Cambridge, en Inglaterra. Se dice a veces que su obra más conocida, publicada en 1936, Teoría general de la ocupación, el interés y el dinero, dio origen a la teoría macroeconómica, Pero este libro tam bién ha suscitado diversas interpretaciones divergentes (COMEEMALE, 2003). Los economistas postkeynesianos proponen una interpretación diferente de la que plantearon los economistas de la «síntesis neoclásica», como Paul Samuelson o Jam esT o bin , igual que difiere también del punto de vista de los «nuevos keynesianos» (neoclásicos) como Gregory M ankiw o Joseph Stiglitz. Los postkeynesianos modernos se inspiran principalmente en los trabajos y métodos desplegados por los economistas que se codeaban con Keynes en la época en que estaba escribiendo su Teoría general en la universidad de Cambridge, com o Roy Harrod o Joan Robinson, o que han contribuido a la formación de lo que se llam ó la «escuela de Cambridge» en los años cincuenta y sesenta, como Nicholas Kaldor, M ichal Kalecki y Piero Sraffa. Los postkeynesianos, como los regulacionistas (cuyas fuentes son a la postre bastante cercanas [BOYER, 19871), también están estrechamente relacionados con los economistas institucionalistas, en especial con los que se han inspirado en las ideas deThorstein Veblen o de John Kenneth Galbraith. También conec­ tan con los estudios sobre el com portam iento empresarial dados a conocer en 1936 por el «Oxford Economisis’ Research G roup». Pero los economistas postkeynesianos, como Keynes, se interesan sobre todo por los asuntos macroeconómicos.

Las características de las escuelas heterodoxas Ames de examinar los rasgos específicos de la escuela pos t keynes ¡ana, señalemos en qué se diferencian las escuelas heterodoxas de la teoría neoclásica. N o es tarea fácil definir la teoría neoclásica. ¿Cuál es el poso com ún que caracteriza a los economistas que se ocupan de la teoría del equilibrio general de matriz walrasiana, a los que utili­ zan la teoría de juegos, y tam bién a los keynesianos de la síntesis neoclásica? Los neoclásicos subrayan a menudo el principio de la maximización con restricciones. Sin duda se trata de un elemento esen­ cial del método neoclásico. N o hace aún m ucho tiempo alguien podría

12

Gráfico 1. Filiación de las escuelas en macroeconomía

S8

Marshall

Walras

r,g .-nj h-1

13

LO S P O S I K E Y N E S IA N O S EN G R A N B R E T A Ñ A La escuela de C am bridge Harrod, Kalecki, Sraffa, Robinson,

que se convirtió después en un es­

Kahn, Kaldor, Pasinetti: todos es­

trecho colaborador de Joan R o bin ­

tos economistas están asociados a

son, Harrod había comentado cada

la escuela de Cambridge, aunque los

capítulo de la General Thtory d u ­

dos primeros no hayan trabajado

rante la redacción de esta obra por

nunca en la universidad de C a m ­

Keynes. Harrod se destacó por sus

bridge, sino en la universidad de

trabajos innovadores, de 1939,

Oxford. Ames del hundim iento del

sobre dinámica económica, en es­

Imperio Británico y de que las un i­

pecial, gracias a su principio de la

versidades estadounidenses im pu­

inestabilidad dinám ica y a su con­

sieran su hegemonía, esta escuela

cepción del progreso técnico, no­

gozaba de una influencia muy con­

ciones que luego se encuentran en

siderable en todo el m undo y cons­

R o bin so n , Kaldor y Kalecki, así

tituía un enclave destacado de pen­

com o en los autores postkeyne-

samiento heterodoxo. Hoy en día,

sianos en general. También partici­

solamente sus Escuelas («colleges»)

pó en los estudios de Oxford sobre

y el D epartam ento de economía

el com portam iento de las empre­

aplicada conservan ciertas tradicio­

sas, estudios que llevaron a poner

nes críticas. El Departam ento de

en cuestión la teoría microeconó-

economía de Cambridge es comple­

mica dominante.

tamente neoclásico, hasta tal pu n ­

Joan R o bin so n alcanzó fama,

to que los estudiantes de doctorado

ante todo, por su trabajo de 1933

firmaron no hace mucho una peti­

sobre la competencia imperfecta,

ción similar a la de los estudiantes

estudio elogiado por los economis­

franceses de las Escuelas normales

tas neoclásicos, pero que ella ulte­

superiores, en la que reclamaban

riormente desacreditó. Economis­

más pluralismo en Ja enseñanza de

ta muy prolífica, tiene como obra

la economía (FULLBROOK, 2003,

cumbre La acumulación de capital

36).

(1956), en la que aborda, a la vez, la elección de técnicas, problemas

Los fundadores: escueta

m onetarios y cuestiones de dis­

presentación

tribución, junto con los obstáculos

Roy Harrod fue el primer biógrafo

para crecer a una tasa sostenida y

de Keynes. Igual que Richard Kahn,

sin paro. Se trata de una obra clást-

14

ca, igual que la Teoría general de

pios neoclásicos. Kalecki era un eco-

Keynes, aunque a veces resulca de

nómetra y en sus primeros trabajos

difícil lectura. Robinson, con Sraffa,

se ocupó de los ciclos económicos,

dio la señal de partida de las «con­

de manera que los primeros mode­

troversias deCam bridge sobre el ca­

los econométricos keynesianos se

pital» al poner en cuestión la con­

inspiraron en gran medida en sus

cepción neoclásica del capital y de

planteamientos.

la distribución. Nicholas Kaldor ha sido, junco

Piero Sraffa también inm igró a Inglaterra, en 1927, procedente de

con Robinson, el principal ariete de

Italia. Sraffa se dio a conocer por su

la revolución cambridgiana. De ori­

crítica a la teoría marshalliana de la

gen húngaro, llegó a Inglaterra en

oferta en situación de competencia

1927. Las ideas de Kaldor estaban

pura. Poco amante de impartir cur­

en permanenteevolución. Ha hecho

sos, Sraffa recibió el encargo de edi­

aportaciones novedosas en muchos

tar las obras completas de David R i­

campos, examinando las teorías de

cardo. Al m ism o tiempo, intentaba

la especulación, de los equilibrios

resolver algunos problemas plantea­

múltiples y de los encadenamientos

dos por Ricardo (lo que explica que

virtuosos, y elaborando una m u lti­

se hable de teoría sraffiana o neorricardiana), en particular el famoso

tud de modelos de crecimiento o de desarrollo. Asimismo, ha reali­

problema de la medida invariable

zado numerosos trabajos en el te­

del vaJor, asunto vinculado a la de­

rreno monetario y fiscal. A unque

terminación de los precios relativos

nunca intentó sintetizar sus escri­

en un m u n do en el que la produc­

tos, sus trabajos teóricos y empíri-

ción de mercancías se lleva a cabo

eos hoy son fuente de inspiración

mediante un proceso circular. Este

para muchos investigadores.

proyecto se consumó en 1960, con

entre 1936 y 1946, y allí entabló

la publicación del libro Producción de mercancías por medio de mercan­ cías (1960), obra breve que Sraffa

una sólida amistad con Joan R o bin ­

caracterizó como el preludio a una

M ichal Kalccki era un econo­ mista polaco. Vivió en Inglaterra

son, Muchos economistas le atri bu-

crítica de la economía neoclásica.

yen la verdadera paternidad del

Atraídos por su prestigio, muchos

principio de la demanda efectiva.

economistas italianos iránaestudiar

Además, a diferencia de Keynes, los

a Cambridge, siendo los más cono­

fundamentos microeconómicos de

cidos PierangeloGaregnani (1990)

las teorías m acroeconóm icas de

y Luigi Pasinetti (1993), cuyos res­

Kalecki estaban exentos de princi­

pectivos estudios sobre la teoría del

15

capital y sobre el crecimiento sec­

ta nuestros días, y King (1995b)

torial con tasas desiguales han mar­ cado una nueva etapa, por lo que a

ofrece una bibliografía exhaustiva. Además de la guía de H olt y Pressman (2001) y de los dicciona­ rios postkeynesianos de King (2003)

veces se habla de la escuela italocambridgiana. Para tener más información so­ bre estos autores, o sobre los auto­ res heterodoxos en general, véanse Arestis y Sawyer (2002) o Baslé et al. (1988). King (2002) expone la historia de los postkeynesianos has­

y de Arestis y Sawyer (1994), existen diferentes manuales de teoría posckeynesiana, entre los que destacan (en orden de dificultad creciente): Reynolds (1987), Arestis (1992), Lavoie (1992) y Eichner (1987).

haber señalado que el principio de los rendimientos decrecientes, tan presente en las enseñanzas de la microeconomía tradicional, también constituía un elemento inseparable de la teoría neoclásica, pero los nuevos modelos de crecimiento de estirpe neoclásica (o «modelos de crecimiento endógeno») desdeñan este principio. Así que definir la heterodoxia en relación con la teoría neoclásica dom inante requiere un enfoque más global. Es preciso mirar las co­ sas con a lg ú n d is ta n c ia m ie n to . Un fam oso econom isra, Axel Leijonhufvud (1976), señaló a ese respecto la conveniencia de estu­ diar lo que él llamaba los presupuestos. Es decir, los conceptos esen­ ciales de una escuela de pensamiento, que no pueden ser formaliza­ dos y que son previos a la constitución de las hipótesis y de las teorías que se elaboran dentro del marco determinado por ellas. Algunos dicen que los presupuestos son las creencias metafísicas que regulan un paradigma (o programa de investigación). Vamos a identificar estos presupuestos. Los cinco pares de presupuestos La teoría neoclásica y las escuelas heterodoxas se distinguen por cua­ tro notas metodológicas esenciales, que pueden oponerse dos a dos, a las que cabe añadir un rasgo político. Al programa neoclásico se le puede asociar una epistemología instrumentalista, el individualismo metodológico, una racionalidad ilimitada y una concepción de la eco­ nomía centrada en la escasez y los intercambios. El programa hetero­ doxo, en cambio, incorpora el realismo, el holismo (o globalismo),

16

una racionalidad procedimcncal y una economía centrada en Ja pro­ ducción. Escás distinciones no son nada arbitrarias; han sido recalca­ das, de manera casi idéntica, por diversos autores heterodoxos (LAVOIE, 1992b). Más abajo abordaremos el rasgo político.

Tabla 1. Presupuestos de los programas de investigación neoclásicos y heterodoxos Paradigma

Presupuestos

Escuelas heterodoxas

Escuela neoclásica

Epistemología

Realismo

Instrumentalismo

Ontología

Globalismo

Individualismo

Racionalidad

Racionalidad razonable

Hiperracíonalidad

Núcleo analítico

Producción, crecimiento

Intercambio, escasez

Estrategia politica

Intervención estatal

Libre mercado

Realismo e ¡nstrum entalism o La epistemología (o ciencia del conocim iento) dom inante en la eco­ nom ía neoclásica es el ¡nstrumentalismo. Para los instrumentalistas una hipótesis es pertinente con tal que permita hacer predicciones o calcular las coordenadas de un nuevo equilibrio. El realismo de los postulados no tiene importancia. Las teorías no son más que una herramienta, unos instrumentos; no pretenden revelar el verdadero funcionam iento de las economías. Esta es la epistemología defendi­ da por M ilto n Friedman y avalada por la mayoría de los autores neoclásicos. La gran mayoría de los economistas heterodoxos, por el contra­ rio, atribuyen gran importancia al realismo de las hipótesis. El obje­ tivo de la economía, según los heterodoxos, es suministrar explica­ ciones, contar una historia que permita comprender lo que ocurre. Para alcanzar esta meta hace falta partir de la realidad, con sus prin­ cipales hechos estilizados, y no de una situación hipotética idea!. Toda teoría es una abstracción, y toda abstracción es imperfecta y simplificadora, pero esta simplificación tiene que describir algo, a pesar de todo; tiene que representar el m u n do efectivo, y no un m u n d o im a­ ginario.

Se puede afirm ar sin tem or a equivocarse que el reproche que con más frecuencia se im p u ta a la teoría neoclásica es no ser realista. Verdad es que los econom istas neoclásicos incorporan hechos realis­ tas en sus teorías, pero se trata de hipótesis auxiliares que se superpo­ nen a unos fu n d a m e n to s basados en u n m u n d o ideal inexistente. Según ios econom istas heterodoxos, el resultado son unas construc­ ciones engañosas que no p e rm iten representar adecuad am e n te el m u n d o real, puesto que se apoyan sobre referentes quim éricos. En fin de cuenta, los fun d am e n to s están en el aire. H o iis m o e in d iv id u a lis m o m e to d o ló g ic o E n el corazón de la teoría neoclásica se encuentra el in d iv id u o , el agente e con óm ico. Eso ya era o bvio en la teoría walrasiana del e qui­ librio general, pero todavía es más p alm ario en la reconstrucción de la nueva m acroeconom ía. Ésta requiere unas bases m icroeconóm icas fundadas en u n agente representativo, a la vez c o n s u m id o r y p ro d u c ­ tor, que m ax im iza una d eterm in ad a fu n c ió n con determ inadas res­ tricciones. Las instituciones, com o los bancos o las empresas, n o ha­ cen sino enmascarar las preferencias de los in d iv id u o s, que son unos seres atom izados, Eso dice, en sustancia, la tesis del in d iv id u a lis m o m e todológico. E n las teorías heterodoxas el in d iv id u o es u n ser social, podero­ samente in flu id o por el e n torno, las clases sociales y la cultura que le ha im preg nado . Las decisiones m icroeconóm icas de los in d iv id u o s pueden dar lugar a paradojas m acroeconóm icas, c o m o es el caso de la famosa paradoja del ahorro. Las instituciones tienen vida propia, n o son tan sólo la em a n a c ión de los deseos de los in d iv id uo s que las fo rm an, sino que tienen sus propios objetivos. El todo no es ú n ic a ­ m e nte la sum a de las partes. El organicism o o el ho iism o , o al menos u n a c o n c e p c ió n m o d e ra d a d e estos p r in c ip io s , rein a entre los heterodoxos. Las nuevas m atem áticas de la d in á m ic a caótica, apoya­ das sobre n o linealidades y atractores extraños, h a n d ado un nuevo im p u ls o a esta visión, puesto que im p o n e n u n acercam iento que sólo puede llevarse a cabo en un plano global. Las instituciones no son co ntem plad as c o m o im perfecciones, sino m ás bien c o m o organizaciones qu e apo rtan un a fo rm a de esta­ b ilid a d al sistema e co n ó m ic o . Relaciones de poder, asimetrías y re­ laciones de fuerza son colocadas en p rim e r pian o. Eso pro m ue ve el

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estudio de la d is trib u c ió n de la renca entre las diversas clases sociales o entre las diversas entidades que gozan de posiciones privilegiadas c o m o los bancos o las grandes empresas, así c o m o el análisis de las conexiones entre sectores y de las constricciones mesoeconóm icas. R a c io n a lid a d razonable y ab so luta E n la teoría neoclásica la racionalidad es absoluta e irrazonable. Los agentes d isp o n e n de una in fo rm a c ió n y unas capacidades de cálculo que son casi ilim itadas. La in tro d u c c ió n de un a in fo rm a c ió n defi­ ciente en ciertos m odelos neoclásicos n o hace sino resaltar a u n más la increíble capacidad de los agentes para m anejar y o p tim iza r esta in ­ fo rm ación. Se trata de una hiperracionalidad, com o es el caso con la hipótesis de las expectativas racionales de los nuevos clásicos y los nuevos keynesianos. Entre los heterodoxos la racionalidad es «procedim ental», para em plear el concepto y el té rm ino que a c u ñ ó Herberr S im ó n (1976). Los agentes o las instituciones tienen capacidades lim itadas en lo que atañe a conseguir y m anejar la in fo rm a c ió n . Esta incapacidad va más allá de la n o c ió n de in fo rm a c ió n im perfecta que m anejan los econo­ mistas neoclásicos, en v irtu d de la cual los agentes evalúan el tiem po de búsqueda necesario para conseguir la cantidad de in fo rm a c ió n ó p tim a . Según los heterodoxos, la in fo rm a c ió n o btenida es a m e n u ­ d o insuficiente y obliga a postergar la to m a de decisiones. C ua n to m ás d ependa u n a decisión de las anticipaciones del futuro, tanto más d ifícil de tom ar será, y para co lm o este m ism o futuro podría ir cam ­ b ian d o c o m o consecuencia de las decisiones que fuera to m a n d o el sujeto decisor. En este marco, lo más frecuente es que el agente se conform e con un a so lu ció n satisfactoria, dado que nadie conoce la solución óptim a, si es que tal cosa existe. En u n m u n d o así, ía gente se fija unas normas* unas convenciones, unas reglas de c o m p o rta m ie n to , unos hábitos, o se fía de los actores d o m in a n te s de su en torn o, que supone m ejor inform ados; o incluso crea instituciones que perm iten d om e ­ ñar m ejor las consecuencias de la in ce rtid um bre. Las reglas de c o m ­ po rta m ien to a las que se pliegan los consum idores y los empresarios no son arbitrarias, sino que son u n a respuesta racional a un entorno c o m p le jo e incierto.

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Producción y escasez La definición tradicional de lo económ ico, inspirada en Lionel Robbins, describe la economía com o la ciencia de la asignación ó p ti­ ma de los recursos escasos. Esta definición no es aplicable más que a la escuela neoclásica. En la teoría neoclásica la escasez regula el com portam iento de la economía. Todo lo que es importante es necesariamente escaso y tie­ ne un coste de oportunidad. Los precios son índices de escasez. La teoría neoclásica está construida sobre la base de una economía de intercambio. Las hipótesis auxiliares que se presencan en los modelos de producción sofisticados no sirven más que para preservar las con­ diciones y los resultados del intercambio puro. Los productores ac­ túan en una economía de intercambio glorificada, y no están ahí más que para llevar a cabo operaciones de arbitraje. En el campo de los autores heterodoxos es la noción de reproducción la idea dom inante, y no la noción de escasez. Lo que pre­ ocupa a los heterodoxos es cóm o crear recursos e incrementar la pro­ ducción y la riqueza, como ya planteaban los grandes economistas clásicos, como A dam Smith o Karl Marx, Las cuestiones esenciales tienen que ver con la génesis de un excedente y con las causas del crecimiento de la ocupación, la producción y el progreso técnico que dan como resultado el alza del nivel de vida, cuestiones a veces abor­ dadas por los teóricos neoclásicos del crecimiento endógeno. D ado que no se postula el pleno empleo de los recursos, es obvio que resul­ ta secundario el tema de su asignación, así que prima la cuestión del grado de utilización. Lo usual es que la economía se encuentre en el interior de la frontera de las posibilidades de producción, y esta mis­ ma frontera puede ser desplazada. N o siempre es necesario realizar elecciones dolorosas. Mas incluso si se alcanza el pleno empleo de los recursos y de la mano de obra, los postkeynesianos sostienen que habrá innovaciones que moverán esta barrera natural. El problema económico no es asignar los recursos escasos, sino más bien superar la escasez cuando existe. El presupuesto político: actitudes frente a los mercados La lista de presupuestos no serfa completa si no se mencionara la actitud de los economistas neoclásicos y la de los heterodoxos frente al sistema de mercado. Incluso si algunos economistas neoclásicos

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construyen modelos que demuestran que las economías capitalistas basadas en un sistema de precios pueden desembocar en inestabili­ dades o producir resultados subóptimos, hay que reconocer que la mayoría de ellos tienen un prejuicio favorable con respecto a los mecanismos del mercado, la libre empresa y el laissez-faire. Si fuera verdaderamente posible eliminar las imperfecciones que entorpecen la libre competencia o la circulación de una información perfecta, la perfecta flexibilidad de los precios perm itida llegar al mejor de Jos m undos. En el plano práctico, eso se traduce en la tesis según la cual una intervención del Estado puede a veces ser necesaria a corto pla­ zo, pero a largo plazo el ideal sería un m ínim o de intervención o de legislación reguladora. El Estado es percibido como una fuente de ineficiencias. A esta confianza de los neoclásicos en los mecanismos de merca­ do y de la mano invisible se contrapone la desconfianza de los eco­ nomistas heterodoxos. Éstos, con énfasis diversos, ponen en cues­ tión a la vez la eficacia y la equidad de los mecanismos de mercado, cuando existen de verdad. La iniquidad de los mercados es subraya­ da sobre todo por los economistas sociales, hum anistas y a n ti­ utilitaristas. Por otra parte, los mercados no pueden ser abandona­ dos a su suerte, pues no pueden autorregularse, como se vio en 2002 en el caso de fraudes financieros colosales de grandes empresas como Enron o W orídcom . El mercado, m uy en especial el sistema finan­ ciero, debe ser vigilado y regulado por el Estado, al igual que debe ser protegida por el Estado la propiedad privada que está en la base del sistema capitalista. Según los economistas heterodoxos, la competencia pura, favo­ rable para todos, no es más que una situación transitoria. La compe­ tición exacerbada lleva rápidamente a la constitución de oligopolios o monopolios. Los gobiernos tienen que intervenir o tomar posicio­ nes en la arena de la economía privada, pues en caso contrario la economía se vería abocada a una inestabilidad demasiado grande y a un enorme despilfarro de recursos. El Estado tiene que gestionar el mercado, al igual que debe gestionar la demanda global.

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Los elementos postkeynesianos esenciales Las principales corrientes del pensam iento heterodoxo com parten los presupuestos indicados más arriba. Ahora bien, ¿cuáles son los ras­ gos que d isting ue n la escuela postkeynesiana de otros enfoques heterodoxos? Siete son las características que parecen peculiares de la corrien­ te postkeynesiana, al menos si dam os crédito a las panorám icas de esta escuela (ElCHN ER y KREGEL, 1975; AREST1S, 1996; PALLEY, 1996), Las dos primeras son tal vez las esenciales: a saber, el prin ci­ pio de la dem anda efectiva y la consideración del tiem po histórico. Estos dos elementos están presentes en todas las variantes de la es­ cuela postkeynesiana. Las cinco restantes son rasgos auxiliares que em anan de los dos elementos esenciales antedichos o de los presu­ puestos heterodoxos. N o todos los postkeynesianos atribuyen a esos rasgos la m ism a im portancia, y otras escuelas los adoptan en todo o en parte. El prin c ip io de la dem and a efectiva El principio de la dem anda efectiva plantea que la producción se ajusta a la dem anda. La econom ía es dirigida por la dem anda, y no por las restricciones que dependen de la oferta y de las dotaciones existentes. Este prin cipio se halla presente de manera indiscutible en el núcleo de todas las corrientes postkeynesianas. Verdad es que m uchos economistas reconocen la validez de este principio, pero tan sólo cuando se traca del corro plazo. E n este mar­ co tem poral, tan to los econom istas marxistas c o m o los nuevos keynesianos, por ejem plo, adm iten que la d em anda global regula el nivel de producción y la renta nacional. Así que a corto plazo la eco­ n om ía es dirigida por la dem anda. En cam bio, tanto los economistas marxistas com o los neoclásicos c o n tin ú a n sosteniendo que, a largo plazo, la econom ía es dirigida por restricciones vinculadas a la oferta. En los modelos neoclásicos de oferta y dem and a globales eso se traduce en el hecho de que la oferta a largo plazo es un recta vertical: la e conom ía no puede producir más, sea cual fuere el nivel de pre­ cios. En el marco del m o d elo de la curva de P hillips, el pre do m in io del lado de la oferta se expresa en la verticalidad de la curva de Phillips de largo plazo, fijada al nivel de la tasa natural de paro (o de la tasa de paro con inflación estacionaria), que tiene un valor ú n ic o a pesar

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de las fluctuaciones de la casa de paro efectiva. En el m odelo decre­ cim ie n to de Solow el crecim iento a largo plazo está lim itado por la tasa de crecim iento de la población activa y la tasa de progreso téc­ nico, que se postulan com o variables exógenas. E n los modelos de crecim iento marxistas, la tasa de crecim iento de largo plazo está de­ term inada por la tasa de ahorro sobre los beneficios y por el tipo de beneficio norm al, siendo una y otra variables fijadas por el lado de la oferta. Lo que caracteriza a los economisras postkeynesianos es el recha­ zo a creer que los factores del lado de la oferta puedan constituir una restricción ni siquiera a largo plazo. Para los postkeynesianos el prin­ cipio de la dem anda efectiva se aplica en todas las escaías temporales» dado que la inversión determina causalmente el ahorro. Así pues, exis­ ten infinid ad de equilibrios posibles de largo plazo, que dependen de las restricciones impuestas por la dem anda y de las instituciones en presencia. Al final, los factores del lado de la oferta van a ajustarse. El tiem po histórico d in ám ic o A m e n ud o, los postkeynesianos plantean la dico to m ía entre «tiem po histórico» y «tiem po lógico»», una distinción que se remonta a tos escritos de Joan R o binso n (1984). El tiem po lógico es el que subyace en el estudio de los puntos de equilibrio, cuando u n o no se plantea c óm o se alcanzan estas situaciones. Se m odifica un parámetro, se desplaza una curva de oferta o de dem anda, se descubre una nueva intersección, se la bautiza con la expresión de «nuevo equilibrio» y se com paran sus propiedades con las de Ja intersección previa. Sin pro­ blemas se podría rehacer el cam ino al revés. F,¡ tiem po carece de espesor. El cóm o del tránsito de un pu n to de intersección a otro se deja a oscuras. Pero si tratamos con el tiem po histórico resulta que el tiem po no es reversible. Puede ser extremadamente costoso y difícil darle la vuelta a un a decisión ya ejecutada. Este es el caso, sobre todo, de las inver­ siones en nuevos equipam ientos, que son costes fijos. La verdadera escasez es la del tiem po. Según los postkeynesianos, tiene una im portancia prim ordial la ruta que se tom a después de cualquier cam bio, puesto que la tenden­ cia a largo plazo no es más que el resultado de u n a sucesión de perío­ dos cortos (KALECKI, 1971 ,1 65 ). C o m o han dicho H aievi y Kriesler

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Tabla 2. Elementos postkeynesianos significativos, a parte de los presupuestos heterodoxos

Elementos esenciales El principio de la demanda efectiva

Los efectos de la demanda predominan sobre los de Ja oferta, tanto a corto como a largo plazo: es la inversión lo que determina el ahorro, y no al revés.

El tiempo histórico y dinámico

Es preciso analizar la transición de un punto a otro y reconocer que las condiciones de la transición pueden afectar al equilibrio final.

Los efectos nefastos de la flexibilidad de los precios

Debido a los efectos sobre los ingresos, la flexibilidad de los precios puede empeorar la situación que se supone tendría que corregir.

La economía monetaria de la producción

Los modelos deben tener en cuenta el hecho de que Eos contratos son pactados en unidades monetarias, que las empresas tienen deudas y que las familias poseen activos, todo lo cual impone determinadas restricciones financieras.

La incertidumbre fu nd amen cal

El futuro es necesariamente diferente del pasado; el futuro es imprevisible, pues las decisiones actuales van modificando su configuración.

Una microeconomía moderna y pertinente

Esta microeconomía se apoya sobre unas elecciones de carácter lexicográfico y sobre unas curvas de costes en forma de L invertida (véase capiculo 11).

El pluralismo de las teorías y de los métodos.

La realidad es multiforme, lo que justifica la presencia de variados métodos y ia existencia de una multitud de teorías aparentemente rivales.

Elementos auxiliares

(3 991, 86), el análisis de largo plazo con tiem po lógico no es perti­ nente «si no puede especificarse un proceso de ajuste dinám ico cohe­ rente, proceso que tiene que describir el paso de una posición de equi­ librio a otra» sin que el tránsito influya sobre la posición final de

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equilibrio, esto es, sin que haya dependencia en relación con la ruta seguida». Ahora bien, en general, según los postkeynesianos, no existen equilibrios de largo plazo independientes de la trayectoria seguida durante la transición. Los postkeynesianos ponen en primer plano la necesidad de construir modelos dinámicos que tengan en cuenta la evolución en el tiem po de Jos stocks de activos físicos o de riqueza financiera, y que puedan explicar las recomposiciones de la estructura productiva. He aquí el tiem po dinámico. Keynes y buen núm ero de autores postkeynesianos, com o KaJdor o Hym an Minsky, plantearon hace tiempo que el equilibrio que po ­ día alcanzarse no era independiente de La ruta tomada. Estas ideas, antaño juzgadas poco idóneas para la formalización, se encuentran ahora en el centro de los últimos desarrollos matemáticos no lineales construidos en torno a las nociones de histéresis, de dependencia del cam ino adoptado, de la irreversibilidad y de los efectos de «bloqueo» (« iock-in »), com o es el caso de la adopción del teclado QWERTY. Es­ tos conceptos im plican m uy a m enudo la existencia de equilibrios múltiples. Sin duda, los postkeynesianos no tienen la exclusiva de estas nociones, pero conviene resaltar que se hallan intrínsecamente ligadas a su visión de cóm o funciona la economía. Los elementos postkeynesianos auxiliares C uand o los postkeynesianos pretenden caracterizar su escuela de pen­ samiento suelen mencionar tam bién otros cinco rasgos: la percep­ ción de la flexibilidad de los precios como factor desestabilizador, una economía monetaria de producción, la incertidumbre fundam en­ tal, una m icroeconom ía moderna y pertinente, y la pluralidad de aproximaciones teóricas. En el próximo capítulo discutiremos los fun ­ damentos microeconómicos. Los postkeynesianos im pu gn an el papel que en la teoría neo­ clásica se concede a los precios relativos. Ante todo restringen el ám b ito del «efecto sustitución» (en virtud del cual las elecciones de los consumidores y de Jos productores dependen de la evolución de los precios relativos), y atribuyen mayor peso al «efecto renta» {la evolución de los diversos agregados se explica en mayor m edida por las fluctuaciones de los ingresos y los cambios técnicos). Creen que la flexibilidad de los precios puede ser desestabilizadora. Mientras

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que los autores neoclásicos afirm an que la caída de los salarios n o ­ minales y reales contribuye a enderezar la econom ía hacia el pleno em pleo, los postkeynesianos piensan, por el contrario, que la flexi­ b ilid ad de los salarios nom inales y los salarios reales va a empeorar la situación, dado que va a reducir la dem anda efectiva al d is m in u ir el poder de com pra de los trabajadores y al aum entar la carga de las deudas de los empresarios. Dichas deudas constituyen una característica ineludible de las economías monetarias de producción. Las economías modernas se apoyan en la existencia de contratos estipulados en unidades m o ne­ tarias corrientes, com o dólares o euros, y no en unidades de produc­ to. Las familias no poseen directamente los activos físicos utilizados por las empresas; conservan más bien activos financieros, y su mayor o m enor disposición a renunciar a los activos menos líquidos puede provocar crisis. El m otor de la econom ía postkeynesiana es el gasto en inversión. Este gasto es decidido por los empresarios, con independencia de las decisiones de ahorro de las familias. El papel de los bancos es prim o r­ dial, pues son ellos quienes sum inistran los adelanros requeridos por las empresas para llevar a cabo la producción. Los postkeynesianos o pin an que el sistema bancario concede créditos a todos los empresa­ rios potenciales con solvencia. Esca reputación de solvencia depende sobre todo del grado de endeudam iento de la empresa. Ése es el p rin ­ cipio del riesgo creciente de Kalecki, cuya incidencia es considerable. La cuantía de los créditos y su coste en intereses variarán según la economía se halle en expansión o en recesión. Eso se plasma en la preferencia por la liquidez de los bancos. La incertidum bre radical La preferencia por la liquidez se asocia a m e n u d o con la incertidumbre radical, subrayada por Keynes y Franz Knighr. La in c e rtid um ­ bre radical es un género diferente del riesgo probabilizable de las teorías neoclásicas. E n el caso de la incertidum bre radical no vale aplicar el cálculo de probabilidades, pues no se conocen ni las pro­ babilidades que tendrían que asignarse, ni el c o n ju n to de estados posibles del universo de referencia. El futuro distante es im previsi­ ble. Lo que cuenta entonces es la confianza del decisor, sus «espíri­ tus animales».

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El concepto de incertidum bre radical se halla obviamente vin c u ­ lado a las nociones de tiem po histórico y de una racionalidad razona­ ble, ligada a u n conocim iento lim itado. En el tiem po histórico el futuro no puede ser igual al presente o al pasado. En términos técni­ cos tom ados de la física, el m u n d o es no ergódico. lo que significa que las medias y las fluctuaciones observadas en el pasado no se repetirán de manera idéntica para cada lapso temporal (DAVIDSON, 1988). Cada decisión crucial, según la definición forjada por G . L. S. Shackle, destruye los procesos ergódicos que pudieran haber existido hasta el m o m e n to en que se adoptó dicha decisión. El rasgo de no ergodicidad relativiza las previsiones que pudieran derivarse de los análisis estadísticos o de los estudios econométricos. O sea, es poco verosímil que las regularidades observadas se repitan en el futuro. Los economistas postkeynesianos más fundamentaüstas, com o, por ejem plo, Davidson y Minsky, opinan que la incertidum bre radi­ cal pone en cuestión toda la teoría neoclásica. En efecto, a pesar de que la incertidum bre radical sea omnipresente, los autores neoclásicos hacen co m o si no existiera y c o ntin úan echando m ano del cálculo de probabilidades. Si no lo hicieran, com o ha planteado sin rodeos un autor galardonado con el premio N obel, R o b e n Lucas, el razona­ m iento económ ico neoclásico n o tendría n in g ú n valor (citado en ARENA y T o r r e , 1992, 15). Parece adecuada la réplica de Davidson (1984, 572) de que ¡más vale estar aproximadam ente en lo cierro que no incurrir en falsedad con precisión! Algunos creen que la noción de incertidum bre roza el nihilism o, si se afirma, por ejem plo, que, puesto que el futuro no puede ser idéntico al pasado, es imposible saber si tal o cual política económica tendrá los efectos previstos. U n p u n to de vista contrario estriba en afirmar que, salvo en período de crisis, la incertidum bre crea ciertas continuidades, puesto que los agentes o las instituciones van a m o d i­ ficar poco su com portam iento ante fluctuaciones de cualquier tipo, precisamente a causa de sus titubeos al encarar una inform ación im ­ perfecta.

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Las diversas te n de n cias de la escuela po stke yn e sian a El pluralism o de las ideas y de los métodos La realidad es m ultiform e. Esto explica que los economistas hetero­ doxos, que adoptan una epistemología realista, acepten gran varie­ dad de teorías y de enfoques. Según D ow (2001), ésa es en particular la situación en el ám bito de la economía postkeynesiana. Bien es ver­ dad que la abundancia de teorías y enfoques representa una ventaja y tam bién un inconveniente, dado que las numerosas tendencias teó­ ricas o incluso metodológicas crean a veces la impresión de falta de coherencia, com o han reprochado a los postkeynesianos e, incluso, algunos simpatizantes (WAl.TERS y YOUNG, 1999). La últim a característica de la economía postkeynesiana es, pues, su pluralismo, pluralismo de ideas y de enfoques. Los postkeynesianos aceptan gustosamente las contribuciones procedentes de otras escue­ las, com o, por ejemplo, la de los economistas humanistas en el á m b i­ to de la teoría del consum idor o la de los economistas institucionalistas en el ám bito de la teoría de la empresa. U n poco al estilo de los «regulacionistas» franceses o los econo­ mistas de los acuerdos tácitos, los postkeynesianos se nutren en n u ­ merosas fuentes económicas (Marx. Keynes, Kalecki, Kaldor. Leontief, Sraffa, Veblen, G a lb ra n h , Andrews, Georgescu-Roegen, Hicks, Tobin), y se inspiran en numerosas disciplinas (sociología, historia, economía política), dando por descontado que la verdad se encuen­ tra bajo formatos diversos. Todos los métodos, canco formales como literarios, son aceptables. Fundamentalistas, sraffianos y kaleckianos La escuela postkeynesiana está lejos, pues, de formar un todo ho m o ­ géneo. En el seno de esta corriente de pensamiento se distinguen, a veces, tres tendencias: los fundamentalistas, los kaleckianos y los sraffianos (H/\MOUDA y H a RCOURT, 1988). Los fundamentalistas, a cuya cabeza está el norteamericano Paul Davidson (1992). se inspi­ ran más directamente en Keynes. Ponen énfasis en la incertidumbre radical, el dinero, la preferencia por la liquidez, la inestabilidad fi­ nanciera. así como sobre los aspectos metodológicos. Los fundam en­ talistas creen que la teoría postkeynesiana es más general que la teo­ ría neoclásica y, para demostrarlo, están dispuestos a aceptar incluso

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¿UN P R E M IO N O B E L POST K EYN ESIA N O ? Muchos economistas juzgan que Joan Robinson y Nicholas Kalcfor, fallecidos respectivamente en 1983 y 1986, habrían merecido ser galar­ donados con el premio Nobel de

Desde hacía más de una década, Vickrey participaba en rodos los se­ minarios de verano organizados por el más egregio representante de la corriente fundamentaltsta postkey-

economía. Pero otro economista postkeynesiano ha obtenido efecti­ vamente el premio Nobel: se trata deW illiam Vkkrey. Este estadouni­

nesiana, Paul Davidson.cofundador (con Sidney Weintraub, su antiguo profesor) delJournalofPost Keynestan Economía. Vickrey (1997) sostenía

dense, nacido en Canadá, fue pre­ miado en 1996 por sus trabajos an­ teriores, de factura ortodoxa, sobre el papel de la información, Murió

que las economías contemporáneas

tres días después de haberse anun­ ciado su premio Nobel. Prcvisiblemente, los miembros del jurado hubieran quedado estupefactos al escuchar su discurso de aceptación.

padecían una insuficiencia estructu­ ral de la demanda global, y por tan­ to la plena ocupación requería sus­ tanciales déficits públicos. Vickrey se oponía explícitamente a las res­ tricciones sobre los déficits presu­ puestarios europeos impuestos por el Tratado de Maastricht.

ciertas hipótesis dudosas de los neoclásicos, com o la hipótesis de los rendimientos decrecientes. Los srafFtanos se inspiran, como puede suponerse, en los trabajos de Piero Sraffa, e indirectamente en Marx. Se interesan, sobre todo, por los asuntos relacionados con Jos precios relativos, la elección de técnicas y las interdependencias inherentes a la circularidad peculiar de un sistema de producción multisectorial que genera un exceden­ te. Los trabajos de esta corriente tam bién se han ocupado de asuntos intrincados com o la producción conjunta (por ejem plo, la carne y la lana de los carneros), la m edición del capital fijo o la determinación de un patrón invariable de valor. Estos asuntos, notablemente técni­ cos, suscitaron un gran interés en la década de los setenta por dos motivos: por un lado, los trabajos sraffianos invalidaban la teoría neoclásica de la distribución (BENETTI, 1976; PASINETTl, 1975); por otro, ponían en cuarentena Ja versión esquemática estándar de la

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teoría marxista del valor trabajo (STEEDMAN, 1977). C o n to d o y con eso, el m o d elo de Pasinetri (1993) puede ser considerado c o m o el arquetipo de u n a teoría sofisticada del valor trabajo. Los restantes postkeynesianos pueden subsumirse bajo el título de kaleckianos (entre ellos los más conocidos son sin d u d a M a lc o lm S a w y e ry A m it B haduri). Se inspiran en Kalecki y, por tanto, in d ire c ­ tam ente en M arx (la parte de la obra de M arx referente al pro b le m a de la realización de los beneficios), pero tam bién en K aldor y en los ¡nsmucionaliscas. Los kaleckianos son m u y eclécticos (KJNG, 2002, 219). Se ocupan tanto de los problem as m icroeconóm icos de fija­ ción de los precios com o de los grandes agregados m acroeconóm icos, así c o m o de las re la c io n e s fin a n c ie r a s m e s o e c o n ó m ic a s . Los kaleckianos no creen que sus teorías sean más generales que las teo­ rías neoclásicas; piensan sim plem ente que son más realistas y que se aplican a un m ayor n úm e ro de industrias. Sea co m o fuere, varios autores po d rían ubicarse en cualquiera de los grupos, en especial los más eclécticos de todos, Alfred E ich n er (1987) y Edw ard N ell (1998). Las divergencias más agudas se dan entre fundam entalistas y sraffianos (ARENA, 1992). Estas divergen­ cias de o p in ió n atañen, sobre todo, a la crítica de la e c o n o m ía neo­ clásica. Los fundam entalistas o p in a n que la teoría neoclásica es falsa porque o m ite la in ce rtid um bre radical, la inestabilidad de las a n tic i­ paciones y las parrícularidad de un a e con o m ía m onetaria de p r o d u c ­ ción m onetaria; los sraffianos, por su parte, creen que es la parte «real» de la teoría neoclásica la que es errónea, puesto que sus m ecanism os de ajuste se apoyan en la existencia de precios de los factores (salario real, tipo de interés real) que reflejan la escasez, lo que n o es el caso en general, según los sraffianos. S in em bargo, fund am e ntalistas y kaleckianos, c o m o explicó R o b in so n (19 84), piensan que esta crítica es esencialmente una crítica interna a la teoría neocJásica y tiene poco interés desde u n p u n to de vista heterodoxo, dado que desdeña el tie m ­ po histórico.

¿Qué corrientes excluir o favorecer? A lg un o s panoram as recientes de la teoría postkeynesiana excluyen a los econom istas sraffianos ya que consideran que los temas y los m é ­ todos de este colectivo están dem asiado alejados de las otras varian ­ tes de la escuela postkeynesiana. S in dar realce a los temas específi-

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cam ente abordados por los sraffianos, prefiero incluirles en m i lista­ do de postkeynesianos. En p rim er lugar a causa de los vínculos his­ tóricos y am istosos que existen entre los sraffianos y las otras co­ rrientes postkeynesianas, pero ta m b ié n por el hecho de que, cu a n d o los sraffianos se o c upa n de asuntos m acroeconóm icos más concre­ tos, p ro p o n e n m odelos de parecido tenor a los propuestos por otros postkeynesianos. Y, c u a n d o se dejan a u n lado las aportaciones críticas y se exam i­ nan las contribuciones en positivo de las diferentes corrientes, es fácil percibir que hay un notable consenso, sobre to d o en lo que concier­ ne al papel desem peñado por el p rin c ip io de la d e m a n d a efectiva (K lN G , 1995, 244-245). Por e jem plo, el m o d e lo de ocupación del sraffiano G a ry M o n g io v i (19 91), centrado en la d e m a n d a efectiva, ofrece resultados similares a los del m o d elo kaleckiano (capítulo IV), al igual que el m odelo de crecim iento del sraffiano H e in z K.urz(1994), tam bién centrado en el p rin c ip io de la de m a n d a efectiva, es en reali­ dad una variante del m odelo de crecim iento kaleckiano (capítulo V). Adviértase, por otra parte, que, en su estudio sobre las conexiones existentes entre las tres corrientes, D u t t y A m ad e o (1990) hablan de «neorricardianos keynesianos». Las semejanzas son ta m b ié n llamativas en el caso de diversas con­ tribuciones que tratan de la form a de las curvas de costes de las e m ­ presas (com párense los trabajos sraffianos de R o n ca g lia [19951 y S chefold [1997, cap. xvil] con el c o nte n id o del capítu lo II), o de c ó m o fu n c io n a un a econom ía m onetaria. Los sraffianos co m o C ario Pánico (19 88), al igual que los fundam entalistas o los kaleckianos, juzgan que el dinero es e ndóg eno y que los bancos centrales no pue­ den controlar más que los tipos de interés a corto plazo (capítulo III). M is aun, un sraffiano co m o R o n ca g lia (2003) ha propuesto u n aná­ lisis del precio de los recursos naturales que n o se apoya para nada en la n o c ió n de escasez, sino que recurre a factores c o m o la incertidum bre radical y el ritm o de cam b io técnico, que son ideas típicam ente postkeynesianas. Los siguientes capítulos dan algo más de realce ai enfoque kaleckiano que al enfoque fundam entalista por diversos motivos. En primer lu­ gar, el m o d elo kaleckiano ofrece una presentación clara, realista y co­ herente del principio de la dem and a efectiva. El grado de formalización que requiere es el ideal para los lectores del presente libro, por lo que

31

constituye, de hecho, el antídoto buscado contra el -pensamiento ú n i­ co». Después, porque el m odelo kaleckiano es extremadamente flexi­ ble y además ya ha demostrado que era fecundo: constituye una refe­ rencia c o m ú n , a partir de la cual los economistas de diversas escuelas (marxistas, sraffianos, estructuráis tas, regulacionistas) discuten y cons­ truyen variantes. Finalm ente, a pesar de estar particularmente bien adaptada para las investigaciones empíricas, la corriente kaleckiana es en Francia, en España y en la Am erica Latina la menos conocida de las tres corrientes postkeynesianas. y merece mayor difusión, Pero siguiendo el talante kaleckiano, intentaré ser ecléctico y me ocuparé en especial de los temas que inquietan a las corrientes postkeynesianas en bloque.

¿ P O S T K E Y N E S IA N O S O N U E V O S K E Y N E S IA N O S ? En l’I seno de la escuela neoclásica se

que éstas son imperfecciones que

lia desarrollado una corriente un tan­

amplifican las fluctuaciones econó­

to contestataria, la corriente de los

micas; la consecuencia que se deriva

«nuevos keynes ianos». ¿Qué relacio­

de esta concepción es que sus reco­

nes liay entre los nuevos keynesianos

mendaciones de política económ i­

y los postkeynesianos? N o es fácil

ca son parecidas a las de los nuevos

zanjar este asunto (véase Arena y

clásicos. Los nuevos keynesianos del

Torre [1992] y Rotheim [ 1998]). En

tipo dos, entre los que destaca Sti-

un primer estadio se puede afirmar

gjitz, se proponen explicar las rigi­

que los nuevos keynesianos c o m ­

deces reales, usualmente a base de

parten la tradición neoclásica, pues

postular la presencia de una infor­

emplean los mismos titiles que sus

mación imperfecta y asimétrica. A

colegas, los nuevos clásicos. Pero la

su juicio, la flexibilidad de los pre­

corriente de los nuevos keynesianos

cios o de los salarios no ayuda para

no constituye de ningún modo una

nada a corto plazo. Finalmente, los

escuela unificada, como tampoco es

nuevos keynesianos del tipo tres

e! caso para la escuela posikcynesiana.

construyen modelos con equilibrios

Sepueden distinguirtres corrien­

lacionados con la existencia de pro­

múltiples o que se autorrea!izan, re­

tes principales. Los nuevos keyne­

blemas de coordinación. Eüesta ter­

sianos del tipo uno se proponen ex­

cera variante, aunque se inspire en la

plicarlas rigideces nominales y creen

teoría del equilibrio general, la que

32

se halla más cerca de la teoría post-

precisamente Steve Fazzari, al que

keynesiana, en la medida en que en

algunos sitúan entre los nuevos key-

genera! pone en duda la existencia

nesianos, cuando en realidad es un

de una tasa natural de paro o de una

economista kaleckiano.

tasa de crecimiento narur.il y única (V an E es y G a r r f t s f n , 1993).

De todos modos, los posrkeynesianos y los nuevos keynesianos

F.sta convergencia de visiones

difieren netamente, si se analiza el

también se da en el ám bito de los

diverso papel desempeñado por la

trabajos de economía aplicada, por

restricción de la demanda efectiva

ejemplo, en los trabajos sobre la po­

en los modelos peculiares de cada

lítica monetaria y la función de in­

grupo. Para los postkeynesianos este

versión. Actualmente, las investiga­

papel es predominante y esencial,

ciones de este género suelen dejar

como hemos señalado más arriba;

mucho protagonismo a las restric­

para los nuevos keynesianos la de­

ciones de liquidez, siguiendo la es­

manda global es en general exógena

tela marcada por Kalecki. Uno de

y los racionamientos se producen

los especialistas de este campo es

por el lado de la oferta.

33

II. UNA MICROECONOMLA HETERODOXA

La microeconomfa neoclásica se halla estrechamente ligada al marginalismo y al principio de la utilidad marginal decreciente. Cuanta más cantidad tengamos de un recurso cualquiera, tanta menor será la u ti­ lidad adicional que este recurso va a proporcionarnos. Mientras que la im portancia que se atribuye a un bien se deriva de la utilidad total, en cambio, el precio de cada dosis no depende más que de la utilidad adicional que va a obtener el consum idor. Ése es el principio de la utilidad marginal, y m arginalismo la doctrina que postula estas tesis. Los primeros neoclásicos calcaron su teoría de la producción a partir de la teoría del consum idor. El principio de los rendim ientos decrecientes es un copia del prin cipio de la u tilid ad marginal decre­ ciente. Esos paralelismos que maravillan tanto a los estudiantes no son leyes naturales; consrituyen tan sólo una creación intelectual de los primeros neoclásicos* que andaban en pos de simetrías. La teoría postkeynesiana rechaza canto las curvas de indiferencia com o las isocuantas convexas neoclásicas, con sus famosas curvas de costes en form a de U. Las motivaciones que explican el comportamienco de los consumidores y de los empresarios son m uy diferences a las postuladas por los autores neoclásicos.

La te o ría de la e le c c ión d el c o n s u m id o r La teoría postkeynesiana del consum idor se alim enta de numerosas fuentes, en especial de los trabajos de psicólogos, sociocconomistas, institucionalistas, especialistas en marketing, y de ciertos economis­ tas que van por libre, com o N icholas Georgescu-Roegen (1970) o

35

Herbert S im ón y su escuela behaviorisia. De hecho, Drakopulos (1992) ha mostrado que el mismo Keynes podría ser incluido entre los adeptos a esra teoría alternativa del consumidor. Dicha teoría no se apoya en un enfoque axiomático, sino en unos principios que dan razón de los comportamientos observados. Antes de enunciar los principios sotenidos por los postkeynesianos, conviene recalcar la diferencia entre necesidades y deseos. Los autores neoclásicos modernos suelen equiparar estas nociones, algo que no hacían sus predecesores como Alfred Marshall o Karl Menger. Las necesidades pueden ser objetivamente clasificadas y jerarquizadas, mientras que los deseos se configuran a partir de las necesidades y se concretan en «diferentes preferencias en el marco de una categoría com ún o de determinado nivel de necesidad» (LUTZ y LUX, 1979, 21). Esa distinción puede ilustrarse así: la sed es una necesidad; la elección entre una fanta y una cola es un deseo. Tabla 3. Los siete principios de la teoría postkeynesiana del consum idor Racionalidad El consumidor se rige por hábitos, por procedimemal (Simón) reglas de comportamiento no compensadoras, por atajos. Saciedad (Georgescu-Roegen)

Más allá de un umbral finito, la necesidad queda satisfecha, y consumir más unidades no aporta ninguna satisfacción.

Separación (Lancastcr)

El consumidor subdivtde sus elecciones o sus necesidades en diversas categorías, débilmente relacionadas unas con otras.

Subordinación (Georgescu-Roegen)

Las necesidades son a menudo jerarquizadas, y subordinadas unas a otras.

Crecimiento (Georgescu-Roegen y Pasinecci)

F.l tiempo y el aumento de los ingresos permiten pasar de una necesidad » otra de forma escalonada.

Dependencia (Galbraith)

Las necesidades están influidas por la publicidad, las modas, los grandes personajes, la cultura, la familia, los amigos...

Herencia (Georgescu-Roegen)

Las elecciones de hoy están condicionadas por las elecciones de ayer.

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Siete principios que gobiernan la conducta del consum idor C o n vistas a comprender el com portam iento de los consumidores, pueden señalarse los siete principios que se resumen en la tabla an­ terior. El primer principio, el de la racionalidad procedimemal, retoma uno de los cuatro presupuestos de las teorías heterodoxas. Se ha com ­ probado que la gran mayoría de las decisiones de los consumidores son espontáneas y se basan en rutinas o en elecciones que no atien­ den a más de uno o dos criterios. Por ejemplo, a la hora de elegir un tresillo, poder escoger entre muchos colores no compensará, en ge­ neral, una calidad de la tapicería inferior a la apetecida por el com ­ prador. Los hogares no aquilatan todas las opciones posibles, salvo para ciertas compras significativas. Eso permite, por otra parte, to­ mar las decisiones necesarias de forma rápida. Además, los consumidores se fijan a menudo unos umbrales, lo que puede condensarse en el principio de la saciedad de las necesida­ des. Más allá de este umbral, el bien no aporta ninguna satisfacción. Este principio se parece al principio neoclásico de la utilidad margi­ nal decreciente, que afirma que las sucesivas dosis de un bien apor­ tan cada vez menos satisfacción. Pero, en contra de lo que dice el principio neoclásico de no saturación, el principio postkeynesiano de saciedad asevera que se alcanzará, para un precio positivo del bien y una renta finita del consumidor, un umbral de saturación.

La separación de las necesidades. Los dos principios siguientes son los más importantes, por sus considerables repercusiones. El principio de la separación de las necesidades afirma que las necesidades o las categorías de los gastos de consumo pueden ser claramente distin­ guidas unas de otras. Si fuera obligatorio que el consum idor asignara sus ingresos te­ niendo en cuenta todos los precios y todos los bienes de consumo posibles, se enfrentaría a una tarea colosal. Para paliar esta com pleji­ dad, los consumidores toman una serie de decisiones que simplifican y fragmentan la tarea. Asignan diferentes presupuestos a las diversas partidas de gasto (alimentación, vestido, vivienda, transportes, ser­ vicios, ocio) y, a continuación, dentro de cada partida (o en el ám b i­ to de cada necesidad) evalúan las diferentes subeategorías o sus de­ seos, con independencia de las demás partidas. De esta manera se

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configura un haz de gastos* con diversas bifurcaciones en las que cada ramal representa una partida o una subclase de gastos. Las variaciones de precios relativos en el seno de los bienes de una misma partida de gastos no tendrán, por tanto, ninguna influencia sobre las decisiones que van a tomarse en lo que se refiere al gasto en otras partidas. Estas variaciones de precios sólo tendrán im pacto so­ bre las subcacegorías de la partida de referencia. Así, un descenso en el precio de las camisas tendrá quizás un im pacto sobre la dem ada de pantalones, pero no tendrá nin g ún im pacto sobre la dem anda de ser­ vicios de odontología. Únicam ente la subida del coste global de los componentes de una partida de gastos podría tener un im pacto sobre la asignación arribuida a las otras grandes partidas. Por ejem plo, un alza del coste global del vestido podría acarrear una d is m in u ció n de los gastos en alim entación. E n realidad, los estudios empíricos han demostrado claramente que tas grandes partidas de gasto tienen unas elasticidades de precio extremadamente débiles (entre -0,003 y -0,072, según un o de estos trabajos) y unas elasticidades de precio cruzadas próximas a cero (in­ feriores a 0,02 en más de 30 casos registrados sobre 36) (ElCHNER, 1987, cap. Vil), D ic h o de otro modo* los efectos de sustitución entre las grandes partidas de gasto son prácticam ente nulos. Los efectos de sustitución, que desempeñan un papel tan im portante en la teoría neoclásica, no son corroborados a efectos prácticos más que en el caso de confrontación entre productos similares (por ejem plo, en el caso de zumos de fruta frente a refrescos con gas).

La subordinación de las necesidades. Los efectos sustitución aún que­ dan más encogidos cuando se atiende al cuarto p rin c ip io , el de la subordinación de las necesidades. Este p rin cipio se asocia a m enudo a la pirám ide de las necesidades, o a la jerarquía de necesidades, de A braham M aslow (según la gradación: necesidades fisiológicas, m a­ teriales, de lujo, sociales, morales). En este caso la distrib ución del presupuesto se hace según una secuencia com pletam ente jerárqui­ ca: en prim er lugar se cubren las necesidades esenciales, hasta que se hallan saturadas; después de eso se to m an en consideración las par­ tidas de gastos discrecionales, según un orden de prioridades bien definido. En tal caso se dice que las elecciones siguen un «orden lexicográfico».

38

Según este principio, ia utilidad no puede ser represen rada por una m agnitud unidim ensional. Si la utilidad existej tiene que ser represen­ tada por un vector, cada uno de cuyos componentes está vinculado a una necesidad. Se trata de lo que Georgescu-Roegen (1970} llam ó el principio de irreductibilidad , que tam bién podría denominarse princi­ pio de inconmensurabilidad. Pues no hay ningún arbitraje posible en­ tre bienes situados en partida* principales distintas. N o es posible nin-

LOS P O S T K E Y N E S IA N O S Y EL O R D E N L E X IC O G R Á F IC O A pesar de que los postkeynesianos no han estudiado de manera siste­

los bienes por sí mismos. Cada bien

mática la teoría del consumidor, se pueden encontrar indicacionesy su­

de manera que el conjunto de bie­

gerencias en los autores más conocidosyprolíficoscomojoan Robinson (1972), Luigi Pasinetti (1984), Edward Nell (1992, cap. XVII).

posee un vector de características, nes puede modelizarse como una matriz de consumo. Si la matriz es descomponible, eso significa que a cada grupo de características te co­ rresponde una necesidad. Es la ilus­

Alfred Eichner (1987. cap. IX) o

tración del principio de separación

Philip Arestis (1992, cap. V), Los

de las necesidades, aceptado tam­

trabajos más meritorios son los de

bién por ciertos autores neoclá­

Peter Earl (1983). Se puede encon­ trar una presentación de cinco de tos siete principios en Lavoie (1992,

sicos. Para pasar al principio de subor­ dinación. es preciso introducir una

cap. I!) y una presentación formal del orden lexicográfico en Drakopoulos (1994).

elección de carácter lexicográfico» que ordena los grupos de caracte­ rísticas según un orden de priori­

Si fuera necesario formalizar los principios de separación y desubor­

dades. El mismo Lancaster (1971, p. 154) propuso una combinación

dinación de las necesidades, buen

de ese estilo, que llamó ^dominan­ cia», aunque casi no creía en ella;

número deeconomistas posrkeynesianos estarían dispuestos a utilizar la noción de características pro­

en cam bio, Ironm onger (L972) propuso en consonancia con dicha

puesta porKelvin Lancaster(1971).

hipótesis una combinación de ese

Según Lancaster, los consumi­

género. Todo eso ha sido examina­

dores están interesados en las ca­

do con rigor y detalle en la tesis doc­

racterísticas de los bienes y no en

toral de Jean Arrous (1978).

39

guna sustitución entre estas diferentes partidas de gastos. Los axiomas de Ajquímedes y de sustitución bruta, tan esenciales para la teoría neoclásica, que postulan que «todo tiene un precio» y que todo bien puede ser sustituido por otro, no se sostienen. Las únicas sustituciones posibles operan en el seno de las grandes partidas de gastos.

Crecimiento, dependencia y herencia. Si admitim os que hay hay una jerarquía de las necesidades, ¿cómo se ha constituido esta jerarquía y cóm o se pasa de una necesidad a otra? Los principios de crecimiento, dependencia y herencia ayudan a contestar a esta pregunta. El prin­ cipio de crecimiento plantea que los hogares van rrepando hacia la cima de la pirámide de las necesidades a medida que crecen los ingre­ sos percibidos. El «efecto renta» es lo que explica la evolución en el seno de esta pirámide. Se presume que en la cima de la pirámide se encuentran las necesidades morales, uno de cuyos ejes son las consi­ deraciones medioambientales. ¿C óm o se realiza el aprendizaje de las necesidades? Las elecciones y la evolución de las necesidades son influidas por la sociedad que nos rodea y por las modas que alientan los creadores de imágenes y los departamentos de márlceting. Se trata de lo q ue Galbraith (1961) denom inó el «efecto de dependencia». Los consumidores observan a los demás miembros de la sociedad, y procuran im itar a los persona­ jes más famosos o a aquellos que consideran com o referentes socia­ les. El principio de la dependencia de las necesidades se plasma tam­ bién en el consumo de ostentación, que está dirigido hacia los otros y no hacia uno mismo, com o bien pusieron de manifiesto Veblen y sus discípulos. Existe asimismo otro efecto de dependencia, más peculiar del in ­ dividuo, que se vincula al principio de herencia. Se trata de un hecho bien demostrado en el campo d é la psicología experimental. En con­ creto, las elecciones no son independientes de la secuencia en que se han ido haciendo. Las elecciones regidas por la costumbre se sitúan en el dom inio de la herencia, estudiado por Georgescu-Roegen. La satis­ facción que se deriva de una experiencia particular depende de las relaciones habidas en el pasado, de la duración y la intensidad de estas experiencias pasadas, y del lapso temporal que transcurrió desde en­ tonces. El principio de herencia es la aplicación de la noción de tiem­ po histórico a la economía del consumidor. Las elecciones pasadas

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REMÉ ROY, EL P R IM E R T E Ó R IC O D EL E N F O Q U E POS T K EYN ESIA N O D EL C O N S U M O Rene Roy, profesor en la École des ponts etchaussées y colega de Maurice Aliáis, publicó en 1943 un artículo notable por su lucidez, «La hiérarchie des besoins et la nocion de groupe en économie des choix», en la revista Econometrica, y que había propues­ to en 1940, En esce trabajo Roy de­ sarrollaba varios de los elementos constituyentes de una teoría alterna­ tiva del consumo, sobre todo los tres principios de saciedad, separación y subordinación, como revela el si­ guiente pasaje. Sus «grupos» equiva­ len a nuestras «panidas de gastos». «Los grupos de los que se trata se conciben (...) teniendo en cuenta el hecho de que antes de pasar a consu­ mos de orden superior en la jerar­ quía de las necesidades, cualquier persona dedica su i ngreso, en primer lugar, a la adquisición de los bienes o servicios que le son indispensables para subsistir en las condiciones im­ puestas por su naturaleza física, el clima, las particularidades de su vi­ vienda y las constricciones sociales. De ahí que sea posible establecer, en

el conjunto de los bienes y servicios, una clasificación en grupos, de ma­ nera que un consumidor no acceda a un grupo de un determinado or­ den más que después de haber alcan­ zado la saciedad de las necesidades referentes a los grupos de las catego­ rías inferiores. (...) En lo que se refiere especial­ mente a los fenómenos de consu­ mo. pensamos en ftn de cuenta que la noción de urgencia en la satisfac­ ción de las necesidades humanas tiende a crear una escala de los bie­ nes de consumo que pueden ser así clasificados engrupos.mienrrasque la noción de gusto se manifiesta en et interior de cada grupo, al fijarse la elección de cada consumidor so­ bre los artículos que responden a sus preferencias personales. (...) Es tan sólo en el interior de cada grupo que los niveles respecti­ vos de los diversos precios, en com­ binación con los gustos individua­ les, orientan las demandas hacia tal o cual artículo, por el mecanismo de la sustitución.»

vana influir sobre las elecciones fururas. Es el fenómeno de la histéresis. El equilibrio de hoy depende del sendero que se tom ó ayer. La elec­ ción inicial de una particular consola de juegos (Xbox, por ejemplo) convertiría en inútil la ulterior adquisición de un lector DVD.

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JEAN A N O U IL H , U N R E F IN A D O EX P E R T O EN E L E C C IO N E S L E X IC O G R Á F IC A S Jean A nouilh (1910-1987) es au­

Messerchmann: -Eso me parece

tor dramático con abundante pro­

salirse del precio... Me cae usted

ducción* al tiempo que un notable

muy simpática y estoy dispuesto

analista del comportamiento huma­

a ser m uy generoso. ¿Cuánto

no. En el fragmento que se repro­

quiere usted?

duce a continuación, relata la con­ versación entre Messerchman, un

Isabel: -Nada, señor. Messerchmann: -Es demasiado

fabricante adinerado, e Isabel, una

caro.

joven bailarina encantadora, pero

{L’invitation au cháteau, 1951,

pobre, Messerchman está dispues­

acto [V)

to a pagar para que abandone el cas­ tillo, pues la presencia de Isabel

El texto precedente ilustra una

eclipsa la de su hija, que está ena­

elección lexicográfica. C u a n d o

morada del señor del castillo.

Messerchmann pregunta a Isabel qué cantidad de dinero haría taita

Messerchmann: -¿Cuánto quie­

para convencerla de abandonar el

re usted para marchar y no verle

castillo, ésta responde «Nada*. Se

otra vez? Isabel: -Nada, señor. No pensa­ ba volverle a ver ...

trata de una puja de protesta. Su par­ tida no está en venta. Haría falta una indemnización infinita. Las prefe­

Messerchmann: -No me siento

rencias de Isabel son lexicográficas.

a gusto cuando las cosas son gra­

Messerchmann lo entiende dema­

tuitas, señorita. Isabel: -¿Eso le preocupa a us­

siado bien. Por eso replica con «Es

ted?

fiesta su precio: cero, «Nada».

demasiado caro» cuando ella mani­

Im plicaciones para la teoría y la po lític a económ icas A causa del principio de irreducibilidad, del engarce entre los princi­ pios de separación y de subordinación, no todos los bienes pueden tratarse de manera idéntica. Existe una asimetría en los efectos sobre las cantidades dem andadas derivados de cambios en los precios. Toda variación de precios que afecte a bienes asociados a un a necesidad de rango secundario (u n cachivache cualquiera) n o tendrá n in g ú n im-

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LAS E L E C C IO N E S L E X IC O G R Á F IC A S EN E C O N O M Í A A M B IE N T A L Supongamos un individuo que tie­

con flechas. Cuanto más elevada es

ne que escoger entre diversas com ­

la horizontal* tanto mayor es la sa­

binaciones de entorno forestal (f) y

tisfacción del individuo; peto, so­

de gastos privados de consumo {y).

bre una misma horizontal, un des­

Vamos a postular que mientras sus

p la za m ie n to hacia la derecha

ingresos netos sean inferiores a y*, este individuo preferirá la com bi­

produce más satisfacción.

nación con la renta neta más eleva­

superior o igual a y*, el elemento

da (su gasto de consumo máximo),

primario de la elección es el tama­

sea cual fuere el tamaño del bosque.

ño del bosque, mientras que su renta

En cambio, para un ingreso neto

Sin embargo, para iguales rentas

neta se convierte en elemento se­

netas, este individuo preferirá la si­

cundario. Las curvas de cuasi-indi­

tuación con el bosque más extenso.

ferencia son entonces verticales.

Diremos entonces que el consumo

Cuanto más a la derecha está la ver­

privado es el primer elemento de

tical, tanto más contento está el in­

elección, mientras que el bosque es

dividuo, convertido ahora en un

el elemento secundario. Esto pue­

«verde» perfecto. Según la gráfica,

de ilustrarse mediante curvas de cuasi-indiferencia, horizontales y

el individuo preferirá las siguiences combinaciones; A >C>B>D >E>G.

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Supongamos que nuestro indivi­ duo esté en el punto A, rodeado de un bosque deramanoy^ydísponiendo de una renta neta^. ¿Cuánto es­ taría dispuesto a pagar para impedir una reducción del tamaño del bos­ que? La cuantía será y- y* puesto que por debajo de y* el ingreso neto se convertiría de nuevo en el primer criterio. Ahora bien, esta cuan ría subestima considerablemente el va­ lor que el indiviuo atribuye al bos­ que, pues si se redujera el tamaño del bosque y el individuo se encon­ trara en B, su satisfacción sería mu­ cho menor que en el punto C. Por otro lado, ¿qué compensación sería necesaria para que aceptara una re­ ducción del bosque? La cuantía del pago sería indefinida o infinita.

Así, en el caso de individuos para los cuales el bosque se ha convertidoen un primercriterio deelección lexicográfica, las evaluaciones de contingencia no reflejan adecuada­ mente un intercambio libremente aceptado, como debería ser el caso para todo mercado, incluso hipo­ tético. En el fondo, la transacción imaginada es semejante al pago de un rescate. Pues bien, en el caso de un rescate, nunca puede uno ser in­ diferente entre la recompensa exi­ gida y el valor atribuido a la entU dad en peligro. Por consiguiente, la teoría neoclásica del bienestar que­ da invalidada. Sea cual fuere la re­ ducción dd tamaño del bosque, el individuo no puede contribuir más que con la cantidad y -y*-

pacto sobre las cantidades demandadas de bienes relacionados con una necesidad esencial (pan); en cambio, toda variación de precios de los bienes esenciales tendrá un efecto sobre las cantidades dem an­ dadas de bienes de lujo o de bienes menos esenciales. El principio de irreduciblidad de Jas necesidades justifica ciertas intervenciones públicas, sobre todo el control y las subvenciones a ciertos productos de primera necesidad que cubren las necesidades esenciales de la gente. Algo parecido podría decirse sobre el control de los alquileres, o al menos en lo referido a las subvenciones a la vivien­ da social. Al dism inuir el coste de estos productos esenciales, más per­ sonas están en disposición de satisfacer sus necesidades prioritarias. Implicaciones para los estudios ambientales La teoría postkeynesiana del consumo ha conseguido explicar un fe­ nómeno recurrente en economía del medio ambiente. Los autores de estudios de evaluación contingente, que intentan estimar los pagos

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que los consumidores estarían dispuestos a abonar o a aceptar para conseguir una mejora o soportar un deterioro de su entorno o de la fauna, detectaron desde hace m ucho tiempo una enorme cantidad de respuestas incongruentes con la teoría neoclásica y con sus curvas de indiferencia habituales. Así, unos consumidores responden «cero», mientras que en otros pasos del cuestionario se declaran afectados por las consideraciones medioambientales; otros dan por respuesta cifras que parecen absurdamente elevadas. Todas estas respuestas tienen sentido si, para dichos consum ido­ res, el entorno constituye una necesidad primordial, subordinada a una restricción m ín im a de ingresos. N inguna cantidad será bastante alta para compensar el deterioro de su entorno. Para expresar su dis­ posición, los consumidores oscilan, pues, entre unas pujas de protes­ ta iguales a cero y otras pujas de cuantía desmesurada (SPASH y H a n l e y , 1995).

M ercados o lig o p o listas y objetivos de las em presas Características de la empresa postkeynesiana La teoría neoclásica de la empresa contempla, en esencia, la ficción de una pequeña empresa sometida a rendimientos decrecientes, que maximiza sus beneficios a c o no plazo en un mercado de competen­ cia perfecta, produciendo una cantidad de o utput tal que su coste marginal es igual al precio de mercado. La empresa sobrevive m ien­ tras el precio supere los costes variables medios. Si la demanda au­ menta, los precios suben. La empresa postkeynesiana es muy diferente. O pera en merca­ dos de competencia imperfecta, sobre todo en mercados oligopolistas donde algunas empresas de grandes dimensiones, las megasociedades, d o m in a n un surtido de pequeñas empresas. Las empresas son inrerdependientes, pues las decisiones de unas tienen repercusiones sobre otras. Las empresas tienen que estar atentas a sus rivales, in ­ cluidas las empresas rivales potenciales que podrían penetrar en su mercado. La planificación desempeña un papel sustancial, y muchas decisiones estratégicas se toman en función de un horizonte de largo plazo, sobre todo las decisiones sobre precios. En este marco, los precios no son fijados por el «mercado» o por un subastador omnipotente. Son las empresas quienes fijan los pre-

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cios, Aigunas pueden seguir las pisadas de las empresas dom inantes, pero entonces son éstas las que deben fijar el precio líder, que consti­ tuirá la norm a de referencia para el mercado en cuestión. Los precios no vacían en general los mercados: no tienen com o objetivo igualar la oferta y la dem anda. Algunos postkeynesianos com o G albraith (1968) plantean com o una característica de la empresa postkeynesiana el divorcio entre ges­ tió n y propiedad. Nosotros diremos más bien, siguiendo a Robinson (1972b, cap. VI!), que tanto los propietarios de las empresas com o los ejecutivos están preocupados por la supervivencia a largo plazo de la empresa. Van a desarrollar políticas y estrategias a fin de asegurar la perennidad de su empresa (salvo anomalías, c o m o fue el caso d u ­ rante la locura bursátil de finales de los años noventa). Las megasociedades tienen com o características disponer de va­ rias fábricas o partes de fábricas, así com o la de ofertar diferentes productos y servicios. Sus costes variables medios son aproxim ada­ m ente constantes, com o veremos en detalle más adelante.

Tabla 4, Diferentes d enom inaciones de los mercados

Autor

Teoría postkeynesiana

Teoría neoclásica

Kalecki (1966)

Precios determinados por los costes

Precios determinados por la demanda

G, Means

Precios rígidos

Precios flexibles

Precios administrados

Precios que vacían ios mercados

Precios dominados por las instituciones

Precios dominados por los mercados

Precios fijados por las empresas

Precios fijados por los mercados

Precios estratégicos de largo plazo

Precios de corro plato

Fijadores de precios

Tomadores de precios

Sawycr (1995)

O kun (1981)

Hicks (1988)

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Precios etiquetados

Precios de subasta

Mercados de precios ftjos

Mercados de precios flexibles

Poder y crecim iento Numerosos estudios han revelado que los directivos de una empresa tienen objetivos m últiples. Sin embargo, para sobrevivir, es conve­ niente que la empresa sea capaz de d om in ar su entorno, ejerciendo un control sobre la entrada de empresas rivales, sobre las actividades pro­ pias de investigación y desarrollo, sobre sus proveedores, sobre sus fuentes de crédito, sobre el futuro de la industria y, eventual menee, sobre la legislación del gobierno. Para ejercer un control, hace falta disponer de cierro poder. El poder es, pues, el medio para asegurar la perennidad de la empresa, su escalafón en la jerarquía social y el res­ peto de sus iguales. D ado que «poder» es un concepto vago y m u lti­ forme, los estudios revelan una m u ltip lic id ad de objetivos explícitos. ¿ C ó m o se consigue el poder? U na empresa con un gran volum en de negocios y una gran cuota de mercado tendrá más poder. El po­ der, por tanto, está vinculado al tam año de la empresa y a las cuotas del mercado. Para aum entar su tam año y su parte de mercado es pre­ ciso crecer. Él crecim iento es, pues, el m edio para conseguir el poder. Si hace falta explicítar que las empresas quieren m axim izar algo, d i­ ríamos que buscan m axim izar su crecimiento. El crecimiento siempre ha desempeñado un papel esencial entre los autores postkeynesianos. Según R o bin so n (1962, p. 38), «el me­ canism o central de la a cum ulación es el ardiente deseo de las empre­ sas de crecer y sobrevivir». Eso ha sido verdad en todas las épocas del capitalism o, tanto hoy com o hace cien años, en tiem po de Veblen, o hace cincuenta años en tiem po de G albraith. Según los economistas postkeynesianos, no existen límites al ta­ m a ñ o ó p tim o de las empresas. N o existen deseconomías de escala. Las empresas se hallan constreñidas en lo que atañe a su tasa de cre­ cim iento, no en cuanto a su tam año absoluto. El prin c ip io del riesgo creciente de Kalecki ¿ Q u é pasa entonces con el beneficio? ¿Cuál es su com etido en el sis­ tema capitalista? El beneficio permite el crecimiento. El beneficio es el talism án que permite a una empresa tom ar prestado en los merca­ dos financieros o pedir crédito a los bancos. Además, los beneficios no distribuidos de las empresas perm iten a éstas financiar en gran parte sus inversiones en m aquinaria, o en investigación y desarrollo de carácter endógeno.

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Para la teoría neoclásica, todo empresario puede obtener fondos. Le basta demostrar la calidad y seriedad del proyecto. Los fondos son suministrados en función de la cifra de negocios o de los beneficios futuros anticipados. Ésa era la tesis de la «nueva economía» del crecimiento rápido {«start-up»), que duró poco, al tener que confrontarse con la realidad de las ilusiones perdidas. En el m undo real las empresas se hallan bajo el yugo de las res­ tricciones financieras. La teoría postkeynesiana de la empresa sostie­ ne el principio del riesgo creciente, planteado por Kalecki (1966, cap. VIH), Este principio está ligado ai asunto de la incertidumbre esen­ cial. La cuantía máxima que los mercados financieros o los bancos van a prestarle depende del tam año de la empresa, y más precisamen­ te de sus fondos propios, pues el prestamista quiere acotar sus ries­

gos. La cuantía prestada va a ser un determinado m últiplo de este capital. Además, los propios empresarios querrán lim itar los fondos prestados, por miedo a encontrarse con falta de liquidez, o en una situación de insolvencia que ponga en peligro la perennidad de la empresa. Es el riesgo del prestatario. El beneficio va a permitir a la empresa incrementar sus fondos propios, asegurar su solidez financiera y tener acceso a| mercado de obligaciones o a préstamos bancarios. El beneficio es la respuesta a Jas necesidades financieras que constriñen el objetivo de maximizacíón del crecimiento de la empresa. La frontera de expansión ;Q u é conexión hay entre el tipo de beneficio y la rasa de crecimiento a la que aspira una empresa? Los postkeynesianos piensan que las empresas encaran dos constreñimientos esenciales (W oO D , 1975). Por un Jado está la frontera financiera que, para cada tasa de creci­ miento decidida por la empresa, determina el tipo de beneficio m ín i­ mo necesario para financiar su expansión, según el principio del riesgo creciente de Kalecki. Por otro lado está la frontera de ía expansión que, para cada tasa de crecimienro, señala el tipo de beneficio máxi­ mo que la empresa es capaz de alcanzar. Estas fronteras han de ser entendidas com o restricciones que operan a largo plazo. La frontera de la expansión tiene forma de campana. Dicho de otra manera, el crecimiento de una institución comporta efectos positivos y negativos. Cabe suponer que Jos efectos positivos superan a los efectos

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negativos cuando la tasa de acumulación es débil. Las empresas que invierten mucho incorporan más fácilmente tos últimos desarrollos tec­ nológicos, reduciendo así sus costes de fabricación, con lo que aumen­ ta su tipo de beneficio. Sin embargo, un rápido crecimiento dificulta la integración de los nuevos empleados, en el plano de los valores y los métodos de gestión propios de la empresa. Esto es lo que se denomina «efecto Penrose», en recuerdo de la persona que identificó estos hechos, Edith Penrose (1959), una amiga de Joan Robinson. Por añadidura, el crecimiento rápido implica a menudo la adopción de técnicas menos conocidas, gastos importantes en marketing o disminución del mar­ gen de beneficio, todo lo cual reduce Ja tasa de beneficio máxima. Eso explica la parte descendente de ia frontera de la expansión. La frontera financiera La frontera financiera tiene en cuenta las posibilidades de financia­ ción de la empresa, tanto interna como externa. La inversión de las empresas puede realizarse a base de autofinanciadón, o puede ser financiada mediante endeudamiento externo adicional (préstamos bancarios, emisión de obligaciones y/o acciones), que supondremos es un m últiplo p del beneficio obtenido. Así, suponiendo que las empresas consigan unos beneficios P, y que la tasa media de remune­ ración en intereses y dividendos sobre el capital K sea i, la inversión máxima que podrá llevarse a cabo será de: / « ( P - i K ) +p ( P - i K ) . D ividiendo por K, tendremos que I / K es la tasa de crecimiento del stock de capital y que P /K c s el tipo de beneficio sobre el capital. Y reordenando esta nueva ecuación así obtenida, desembocamos en la frontera financiera (M a RRIS, 1971; SYLOS LaBIM!, 1971, p. 252). Esta frontera define la tasa de beneficio m ín im o rque una empresa debe conseguir para poder crecer a la tasag, cuando los tipos de inrerésy las restantes tasas financieras están próximas a i. Adviértase que estas tres variables pueden ser expresadas todas ellas tanto en términos nom ina­ les, com o en términos reales, una vez han sido dcflactadas por la tasa de inflación. La frontera financiera viene dada por la ecuación:

r - i + g / (1+ p )

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La confrontación de las dos fronteras Las dos fronteras se cortan en el p u n to G , que nos inform a de la tasa de crecimiento m áxim a de la empresa en su contexto institucional. Este p u n to es diferente del pu n to R, el cual correspondería a la em ­ presa neoclásica que quiere m axim izar su tipo de beneficio. Por lo que se refiere a las empresas afectadas de ineficiencia-X, según la ter­ m inología de Harvey Leibenstein (1978), estarían simadas en algún lugar entre las dos fronteras. G ráfico 2 . Las fronteras financiera y de expansión de una empresa in d iv id ual

Para crecer más rápidamente, para desplazar el pu n to G , existen dos posibilidades, si nos referimos a empresas cuyo objetivo prim or­ dial es el crecim iento. Primera, cuando la empresa consigue despla­ zar hacia arriba su frontera de expansión, por ejem plo, reduciendo sus costes en com paración con los de sus competidores, o bien quizá desarrollando nuevos productos que le confieran un m o n op olio tem- * poral. Segunda, cuando la frontera financiera se mueve hacia abajo, gracias a una reducción de los tipos de interés y de los dividendos, o bien gracias a un relajamiento de las normas de endeudam iento que se juzgan admisibles.

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La fo rm a de las curvas de

costes

Los postkeynesianos postulan generalmente las llamadas «tecnolo­ gías de Leontief». Según este supuesto, los coeficientes de produc­ ción , esto es, la relación entre la cantidad de m áquinas utilizadas y el núm ero de trabajadores, por una parte, y el producto de la empresa, por otra, son coeficientes técnicos fijos, al menos en tanto que La empresa produzca por debajo de su capacidad práctica (que d efini­ mos más abajo). Los postkeynesianos descalifican la función de pro­ ducción neoclásica tradicional (por ejemplo la función Cobb-Douglas) con posible sustitución entre capital y trabajo. C ada empresa dispone norm alm ente de varias factorías. Y cada factoría se com pone de m últiples secciones, talleres o cadenas de montaje. La capacidad práctica es la capacidad de producción de una factoría o de una sección, tal com o es cuantificada por los ingenieros. Cada sección está planeada para operar con un determ inado núm ero de empleados durante un determ inado núm ero de horas. Por ejem­ plo, en general, ante una pantalla de ordenador trabaja un solo em ­ pleado. Incluso cuando es posible cierta flexibilidad, hay normas b u ­ rocráticas, com o las normas de un^convenio colectivo que fijan el núm ero de empleados que deben operar en cada m áquina. En defi­ nitiva, unos coeficientes técnicos fijos constituyen la hipótesis más verosímil en el corto plazo. Hechos estilizados A la postre, pues, tenemos los siguientes cuatro hechos estilizados que configuran el núcleo de la teoría postkeynesiana de la empresa (ElCHNER y KREGEL, 1975): -

el coste m edio de fabricación y los costes marginales de una fac­ toría son aproxim adam ente constantes, hasta el nivel de capaci­ dad práctica definido por los ingenieros;

-

el coste de fabricación de un producto es en general decreciente,

-

es posible producir más allá de la capacidad práctica, pero a cos­ tes marginales crecientes;

hasta el nivel de capacidad práctica (véase el recuadro de la p. 5 3 );

-

la sum a de todas las capacidades prácticas constituye lo que se d en o m in a plena capacidad de una empresa (9 ^); las empresas operan habitualm ente por debajo de su plena capacidad y, por

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tanto, operan. salvo casos excepcionales, en la zona en que los costes medios de fabricación son constantes. C uan d o se tiene en cuenta el tiempo histórico y el progreso téc­ nico, es inevitable que el coste medio de fabricación con un viejo equipo sea en general superior al coste medio de un producto idénti­ co en una instalación nueva, de manera que no se puede afirmar que el coste medio de fabricación de una empresa que disponga de varias instalaciones fabriles sea totalmente constante. Sin embargo hare­ mos abstracción de esta complicación suponiendo que una empresa reparte a m enudo su producción enere las diferentes plantas tenien­ do en cuenta los costes de fabricación, pero también en función de los costes de transporte y entrega. Las reservas de capacidad Las empresas operan, en general, por debajo del umbral de plena capa­ cidad, representado por el punto q; ,en el siguiente gráfico. De hecho, las empresas no utilizan habitualmente más que enrre el 70 y el 85% de su capacidad. Fste dato procede de las encuestas que realizan con regularidad los institutos de estadística o los servicios de estudios, y está confirmado por los sondeos llevados a cabo por investigadores que han descubierto que las empresas consideran que los niveles «nor­ males» o «estándar» de utilización de la capacidad se sitúan a menudo en torno al 80% . ¿Por qué no se proponen las empresas niveles de actividad del 100 % , con Ío cual se hallarían con costes unitarios más bajos? ¿Por qué disponen normalmente de tales reservas de capacidad? Además de una explicación basada en las indivisibilidades (una fábrica de tamaño óptim o podría ser demasiado grande para el mer­ cado existente), la noción de incertidum bre radical, una vez más, permite revelar la racionalidad de dicho comportamiento. Las em ­ presas no pueden prever con exactitud cuál será la demanda futura. Al igual que los agentes poseen reservas monetarias o disponen de líneas de crédito garantizadas que les permiten responder a cualquier vicisitud en las transacciones, así también las empresas han de dispo­ ner de un colchón que les permita reaccionar ante las fluctuaciones en el tamaño y la composición de la demanda. El hecho de disponer de plantas y secciones temporalmente subempleadas les ayuda a ajustar de manera más fácil ía oferta a la dem anda.

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LA F O R M A D E LAS CURVAS D E C O S T E D E LAS EMPRESAS POSTKEYN ES LANAS

9 Los autores británicos emplean a menudo el término unit direct cost o unirprime cosí («coste unitario di­ recto») que sim bolizam os por CUD. Equivale a nuestro «coste medio de fabricación». Estos costes directos incluyen los costes salaria­ les, las macerias primas y las pro­ ductos intermedios directamente li­ gados a la fabricación. En la medida en que son constantes, costes uni­ tarios directos y costes marginales ( O h ) son iguales. Con pequeños matices estos costes unitarios direc­ tos son similares a los costes varia*

bricación los gastos generales me­ dios. Tenemos así el unit overhead cosí o unit indirect cost de los an­ glosajones. Los gastos generales incluyen los gastos de supervisión de la producción, así como la por­ ción de los gastos de administra­ ción y de otros gastos imputables al producto en cuestión, por ejem­ plo los gastos de colocar el artículo en el mercado. El precio de coste

bles medios de la microeconomía tradicional. Para calcular el precio de coste de un producto («rowr d t revienta,

es similar a! «coste total medio» de la microeconomía tradicional (que es la suma del coste variable medio y del coste fijo medio), pero — a diferencia de éste— no compren­ de el beneficio normal por unidad (que, se supone, ha de cubrir como mínimo la amortización del capi­

CR) hay que añadir al coste de fa-

tal fijo).

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Esta flexibilidad se logra asim ism o gracias a los stocks, pero las existencias en inventario no pueden servir más que una sola vez para responder a u n a d e m a n d a inesperada. T am b ién añade cierta flexibi­ lidad el poder recurrirá horas extraordinarias, aunque tengan un coste horario superior, o poder a ñ a d ir u n cuarto tu rn o laboral; o sea, prod ucie n do por encim a de la capacidad práctica, hasta el nivel de la capacidad teórica {cjA ). Pero entonces las m áq uinas son más p ro pe n ­ sas a averías, que pueden resultar costosas, perturbar la p ro d u c c ió n y hacer perder clientela. Si la dem a nd a es m ay or que la d e m a n d a n orm al prevista, si crece m u y rápidam ente y de form a c o n tin u a , la empresa no p o d rá dar res­ puesta a la dem anda a m edio plazo. E n fecto, la construcción de nuevas plantas requiere tiem po y m u y a m e n u d o las m áq u in a s requeridas se fabrican por encargo. La ausencia de reservas de capacidad podría a n im a r a empresas que operan en el extranjero o en mercados íimícrofes a lanzarse a la fabricación del pro ducto en cuestión. D ispo n e r de reservas de capacidad es ta m bié n, pues, asunto de estrategias orien­ tadas a desalentar a los com petidores virtuales. En sum a, las empresas dispo n en de un c o lc h ó n de capacidad ociosa porque tem en n o poder responder a un increm ento súbito de la d em and a para determ in ad o producto, y perder así la bue na consi­ deración de sus clientes. Las empresas saben que los clientes, en los países capitalistas, pocas veces están dispuestos a esperar, y que si no pueden co m pra r el pro ducto apetecido se plegarán a a d q u irir u n pro­ ducto sim ilar, fabricado por un com petidor. Pues bien, conservar su cuota de mercaco es u n o de los objetivos prim ordiales de cualquier empresa, si quiere sobrevivir. Esa es la razón por la cual las empresas m a n tie ne n cierta capacidad ociosa, a u n q u e la existencia de estas re­ servas parezca ineficaz a prim era vista.

Los procedimientos de fijación de los precios Todos los modelos postkeynesianos se basan en el p rin c ip io de que los precios vienen determ inados por los costes ( cosr-pluspricing). El d epartam ento de la empresa encargado de fijar los precios calcula u n coste un ita rio y le añade u n margen de beneficio para establecer el precio (BRUNNER, 1967). Este precio se fija siempre po r adelantado, es un «precio ad m in istrad o», antes de que los artículos en venta lie-

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¿ C Ó M O SE C A L C U L A EL G R A D O D E U T IL IZ A C IÓ N D E LA C A P A C ID A D ? En C anadá, Stacisrique C añada,

funcionam iento obtiene una pro­

equivalente a! Instituto Nacional de

ducción teórica (lo que nosotros he­

Estadística (INE) en España, realiza

mos denominado la capacidad prác­

un sondeo entre unas 7.000 empre­

tica) de 1 50 unidades de producto

sas a fin de cuancificar el grado de

al mes. El mes de referencia la pro­

utilización de las plantas fabriles. Se

ducción real fue de 125 unidades.

hace la siguiente pregunta: «En

En dicho período el grado de utiliza­

(2004), ¿en qué porcentaje de su ca­

ción de la capacidad para la fábrica A

pacidad ha operado la fábrica?». El

será igual a ( 125 /150)* 100 = 83%.

cuestionario puntualiza que «la ca­

Supongamos ahora que la fábrica

pacidad de producción se define

A monta un turno los sábados para

como la producción máxima de la

responder a un incremento inespe­

fábrica en condiciones normales»,

rado de la demanda del producto.

habida cuenta de las vacaciones ha­

Habida cuenta del calendario nor­

bituales. Statistique Canadá pone

mal de explotación de esta fábrica, la

dos ejemplos:

producción teórica continúa siendo de 150 unidades. La producción real

«La fábrica A tiene normalmente

ha sido de 160 unidades, de manera

un puesto de trabajo por día, cinco

que la utilización de la capacidad se­

días a la semana, y con esta pauta de

ría de (160/150)* 100 - 107%.»

guen a los mercados. Por supuesto, existen interdependencias: una empresa que sum inistra bienes interm edios a otro sector fija u n pre­ cio que se convierre en coste para este otro sector (este género de interdependencias son esenciales en los modelos sraffianos). El m é to d o del « m a rk -u p » La más sencilla de las teorías postkeynesianas sobre fijación de pre­ cios es la teoría kaleckiana del «mark-up». Es el m é to d o de fijación de precios con más solera, y m uchas pymes lo em plean todavía hoy, pues es un m é to d o que requiere pocos recursos contables. D eb ido a su sim p lic id a d es ta m b ié n el m étodo más a m e n u d o utilizad o en los m odelos m acroeconóm icos postkeynesianos.

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La teoría del mark-up supone que los precios dependen de los cos­ tes unitarios directos (o coste medio de fabricación). Se añade luego a este coste unitario un margen de beneficio bruto (destinado a cubrir todos los gastos comunes y otras retribuciones salariales, asi como la ganancia anticipada), con vistas a fijar un precio final de referencia. Puesto que los costes unitarios directos son aproximadamente constantes, sea cual fuere el volum en de producción, al menos mien­ tras no se supere el nivel de plena capacidad, es obvio que la contabi­ lidad requerida por este método es la más sencilla. El método del precio de coste norm al El método que parece más realista y el más extendido es el de fijación del precio según el coste normal (normalpricing o normal-costpricing). Este método toma en cuenca aquellos avances contables que permiren distribuir fácilmente y con rigor los gastos comunes entre los d i­ versos artículos que produce una fábrica. Según Frederic Lee (1998), las grandes empresas utilizan el método del precio de coste normal, más que el deí mark-up, desde 1920. También se conoce bajo el n om ­ bre de «método del coste total» [fuil-costpricing ), sistema puesto en evidencia por H all y H itch (1939) en su innovador estudio de Oxford sobre pautas de com portam iento de las empresas. El procedim iento del precio de coste normal consiste en que las empresas calculan un coste total unitario normal y le añaden a con­ tinuación un margen de beneficio neto que ha de cubrir la ganancia normal. El coste unitario antedicho comprende todos los costes d i­ rectos e indirectos que pueden asociarse o atribuirse al producto en cuestión, pero son estimados para un nivel de producción considera­ do normal o estándar. O sea: un nivel de producción convencional, determinado según las reglas preestablecidas por la empresa y las nor­ mas de la industria o de una asociación de fabricantes, y no el nivel de producción previsto para el período. Este nivel normal es habitualmcntc el producto de la plena capacidad y del porcentaje normal (o estándar) de utilización de dicha capacidad. La ventaja de un procedimiento de este tipo es que las empresas no tienen necesidad de conocer sus costes reales para un nivel de pro­ ducción cualquiera; les basta conocer los costes normales para el n i­ vel de producción normal. Eso es el precio de coste normal, que es, por tanto, independiente de las fluctuaciones de la demanda.

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F O R M A L IZ A C IÓ N D E LOS P R O C E D IM IE N T O S PARA LA FIJA C IÓ N D E P R E C IO S La Fijación de los precios normales

Los diferentes procedimientos de fijación de precios pueden formali­ zarse del siguiente modo. Procedimiento de mark-up />=( 1 + 0 X 0 / 0 )

CUDc s el cosie unitario directo (el coste medio de fabricación o coste variable medio), mientras que 0 es el margen de beneficio bruto. Procedimiento del precio de coste normal /> - (!+ © ) (CK)

0 es el margen de beneficio neto mientras que CRwrepresenta el cos­ te normal («coúr de revtent normal», o coste total medio), calculado para

Procedimiento del tipo de rendimiento deseado La ecuación de precios es la misma que la del precio de coste normal, pero el valor del margen de benefi­ cio neto 0 está especificado y es igual a 0 = rvf(u-ry)

u cs el coeficiente de utilización mencionado más arriba; r es el tipo de rendimiento deseado; ves un in­ dicador de cariz, tecnológico, defi­ nido como el cociente entre el valor del capital de la empresa y el valor de su outpur q de plena capacidad. Precios de producción

un nivel de producción estándar q

Los precios de producción sraffia­ nos. cuando se excluyen las mercan­

= ufl ■ , donde « representa el coefi­ ciente de utilización estándar o nor­ mal de la plena capacidad q .

cías intermediarias, vienen expre­ sados por la siguiente ecuación que indica que el valor de una mcrcan-

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cía es la suma de sus costos en tér­

Estxsdos últimas ecuaciones son

minos de salarios y en términos de

de hecho virtualm ente idénticas,

beneficios sobre el capital: p - wrt + rM p p es un vector columna de pre­ cios, w es el salario por unidad de trabajo, « y M son respectivamente un vectory una matrizde coeficien­ tes técnicos (el trabajo por unidad de output, y el número de m áqui­ nas de cierto tipo por unidad de oueput, y ^ es el tipo de beneficio uniforme. Todo eso puede reescribirse bajo la forma:

puesto que los sraffianos postulan que el coeficiente de utilización estándar de la capacidad producti­ va es igual a uno. Falta por averiguar si, y de qué manera, llegará la economía a estos precios de producción (con o sin un tipo de beneficio único): es el tema de la «gravitación». Se confrontan a ese respecto dos posiciones desta­ cadas. Una, que prioriza el papel de los precios de mercado y su evolu­ ción en virtud de las divergencias manifestadas entre oferta y deman­

p = urn [ / - rM ]'! Esta ecuación es muy parecida a

da: es la visión sostenida por algu­ nos sraffianos y marxistas como

la ecuación del tipo de rendimien­

D um én il y Lévy (1996). Otra, que

to deseado, puesto que si se incor­

parte del coste normal, y que su­

pora el valor de 0 en la ecuación de

giere que las variaciones de costes

costes normales y si se supone que

están en el origen de las variacio­

el precio de coste es el coste en sala­

nes de precios: es la tesis propuesta

rio por unidad de producción, se

por otros sraffianos como Boggio

llega a:

(1980), más próximo a la corrien­ p = U' wn(u -r v)'!

te kaleckiana.

El m é to d o de la tasa de re n d im ie n to deseada N um erosos estudios han c o nfirm a do que tanto las grandes empresas com o buena cantidad de pymes ucilizan ahora el m étodo de la tasa de ren d im ie n to deseada. Este m é to d o , exam inad o por L a n zillo ti (1958) en sus trabajos para el Brookings Institure, es un caso parti­ cular del m étodo del precio de coste norm al. C o m o en el caso del coste norm al, se añade al coste total un ita rio norm al un margen de beneficio neto. Este margen corresponde a una situación en la que la empresa obtiene una tasa de rendim iento deseada sobre su capitaJ,

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dadas unas ventas que igualan exactamente a la producción que co­ rresponde al grado de utilización norm al de la capacidad. Este m éto ­ do es el más sofisticado, puesto que los contables tienen que dispo­ ner de u n a estim ación correcta del valor del capital utilizado por la empresa. El m é tod o de la tasa de rendim iento deseada está m u y cerca de la teoría de los precios de p ro ducción propuesta por los economistas sraffianos para los m odelos multisectoriales. La tasa de rendim iento deseada d es e m p e ñ a d m ism o com etido que el tipo de beneficio ñormal en los modelos de precios de p ro ducción. E n los modelos srafifianos. el tipo de beneficio norm al es el m ism o en todas las industrias o sectores, y lo m ism o ocurre con el salario de los trabajadores. E n el caso de modelos basados en la tasa de rendim iento deseada, tanto esta tasa co m o los salarios pueden ser diferentes en cada sector. Por consiguiente, cabe presum ir que el m odelo de precios sraffiano es la versión idealizada de u n m odelo m ultisectorial basado en el m étodo de la tasa de rend im ie nto deseada.

Los determ inantes del m argen de beneficios ¿Son de veras realistas un o s precios basados en cálculos de costes? A veces se pone en d ud a la validez de las teorías del precio basadas en cálculos sobre costes, pues parecen cuestionar un concepto esencial del capitalism o, a saber, la com petencia entre las empresas. Es difícil creer que todas las empresas tengan siempre capacidad para m o d ifi­ car sus precios en fu n c ió n de sus costes unitarios. Evidentemente, no es así. A nte todo, hay que entender que los precios son fu n c ió n del coste total unitario norm al. Este coste u n ita ­ rio, a pesar de hallarse vinculado a m edio plazo al coste unitario efectivo, puede divergir de él considerablemente a corto plazo, sea cual fuere la causa de las variaciones del coste unitario efectivo. C u a n d o los costes cam bian, puede ocurrir que sea el margen de beneficios, más que los precios, lo que va a cambiar. Todo depende de cuáles son las estrategias perseguidas por cada empresa en cada m o m ento. D e he­ cho, los Trabajos de Coutrs, G odley y N ordhaus (1978) y los de Sylos Labini (1971) revelan que las empresas no repercuten los incrementos de costes unitarios que sufren, sino de manera gradual.

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El mismo fenómeno se observa en el marco de los actuales mer­ cados globalizados. En las industrias en que la competencia es fuerte, o en las industrias en las que los productos importados no constitu­ yen más que una pequeña proporción del mercado, las compañías extranjeras fijan sus precios sobre la base de los precios interiores. Estas compañías absorben las pérdidas o se embolsan los beneficios casuales asociados a las alteraciones de los tipos de cambio. Ahora bien» en las industrias dom inadas por empresas foráneas, éstas tienen tendencia a «transferir» al extranjero las subidas de costes interiores así como los efectos de las variaciones de los tipos de cam bio (BLOCH y O l iv e . 1995). Empresa líder y empresas seguidoras Todo eso invita a resaltar una distinción m uy pertinente entre «empre­ sa líder» y «empresas seguidoras» (las que siguen las decisiones de la empresa que opera como líder en cuanto a la fijación de precios). Las teorías del cosí-plus explican que los precios dependen esencialmente de la cuantía del coste unitario, que se supone invariante en el corto plazo, sean cuales sean las fluctuaciones de la demanda. Pero, como ya había advertido y formalizado Kalecki (1966, cap. i), las empresas fi­ jan sus precios en función de sus costes, pero también en función de los precios fijados por sus competidoras. En realidad, tanto en un m undo competitivo como en un m undo oligopolista, los precios de un pro­ ducto idéntico, en u n mercado dado, tienen tendencia a igualarse. Tanto la teoría del mark-up com o la del precio normal explican cóm o las empresas líder, las que dom inan su mercado o q u e sirven de barómetro a su industria, fijan sus precios. Las demás empresas, las empresas más pequeñas o seguidoras, pueden m uy bien utilizar los mismos procedimientos, pero han de tener en cuenta los precios fija­ dos por las empresas dominantes. En este sentido, las empresas ex­ tranjeras transferirán o no a los mercados exteriores las subidas de costes que hayan padecido, según sean dominantes o dominadas. Las empresas menos eficaces, que soportan costes unitarios más elevados, no serán capaces de aplicar márgenes de beneficio que les reporten un tipo de rendimiento deseado normal. Tendrán que poner unos precios competitivos, similares a los de las empresas rivales. A corto plazo, estas empresas están en disposición de conservar su cuota de mercado y de responder a cualquier aum ento de la demanda. Es a

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medio y largo plazo que la disciplina impuesta por las fuerzas de la competencia producirá sus efectos, a no ser que la empresa aborde la renovación desús productos y la reducción de sus costes unitarios, a fin de poder lograr unos márgenes de beneficio normales. En caso contrario, la competencia empujará a las empresas inefi­ cientes a la impotencia financiera, lo que les im pedirá avanzar en sus programas de inversión, sea en equipo productivo, sea en investiga­ ción y desarrollo (STEINDL, 1952; KAI.DOR, 1985, p. 47). La combinación de la frontera de expansión y de tas resrricciones financieras va a presionar a estas empresas con costes elevados a crecer a ritm o lento, lo que las condenará a una cuota de mercado en retroceso y tai vez a su posterior desaparición. Los determinantes del tipo de rendim iento deseado ¿Cuáles son los factores determinantes del margen de beneficio neto? Estos determinantes han sido señalados en el recuadro dedicado a la formalización de los procedimientos de fijación de los precios (p. 57): el margen de beneficio es inversamente proporcional al grado de uti­ lización esrándar de la capacidad, y es proporcional a la tasa de rendi­ miento deseada y a la proporción capital/capacidad (o a la razón in ­ versión/capacidad adicional, si las empresas no quieren cubrir más que las inversiones más recientes). Ahora bien, si suponemos que la tasa de utilización estándar depende de convenciones y que la razón capital/capacidad depende de consideraciones dadas por la técnica, ¿de qué depende la rasa de rendim iento deseada? C o n otras palabras, ¿de qué depende el tipo de beneficio normal? D entro de la tradición marxista, la tasa de ganancia normal de­ pende de la lucha de clases, del poder negociador de los empresarios en relación con el de los trabajadores (mientras que la legislación regula el trabajo, la tasa de paro, etc.) Según la tradición kaleckiana, la cuantía del margen de beneficio, y por tanto del tipo de beneficio normal, va a depender no sólo de esta lucha de clases, sino también del «grado de m onopolio» de la industria, sobre todo del grado de concentración en la industria y de su capacidad para restringir la entrada a nuevos competidores. D entro de la tradición postkeynesiana, la de los antiguos mode­ los de crecimiento al estilo de Robinson y Kaldor, existe una relación de proporcionalidad entre la tasa de crecimiento de la economía y el

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cipo de beneficio macroeconóm ico. Lo m ism o sucede en los esque­ mas elaborados por Pasinetci (1993), basados en la noción de econo­ mía «natural*, que asignan a cada seccor vercicalmente integrado un cipo de beneficio igual a la tasa de crecimiento del seccor. Siguiendo la estela de los crabajos de Steindl ( 1952 , 5 1) y Lanzillotri (1958), buen núm ero de postkeynesianos han señalado asimis­ m o una relación m icroeconóm ica positiva entre la tasa de crecim ien­ to tendencial de una empresa y el tipo de rendim iento apetecido o el margen debeneficio neto de dicha empresa (ElCHNER, 1987; W O O D , 1975). Hace poco, los autores sraffianos han avanzado otra hipótesis, a saber, que el tipo de beneficio norm al podría depender del tipo de interés tendencial observado o anticipado (PfVETT], 1985; PANICO, 1988). D icho de otro m odo, en un régimen monetario con cipos de interés reales elevados fijados por el banco central correspondería un tipo de rendimienco apetecido real más elevado. H ay que señalar que esca hipótesis ya había sido adm itida por ciertos autores posckeynesianos com o Kaldor o Harrod. Para estos autores, el pago de intere­ ses es equiparable a los otros costes de las empresas, y éscas intentarán traspasar dichas cargas financieras a sus clientes. Tabla 5. D eterm inantes de la tasa de rendim iento apetecida o del tipo de beneficio norm al

Tradición

Determinante

Marxista

La lucha de clases

Kaleckiana

El grado de concentración y la capacidad de restringir la entrada a los competidores

de Cambridge

La tasa de crecimiento del capital

SrafFlana

El tipo de interés fijado por el banco central

Unos determ inantes com patibles entre sí ¿Cuál de estas explicaciones sobre la rasa de rendim iento apetecida es la buena hipótesis? C ada una de ellas tiene u n grano de verdad. To­ das tienen un sitio en la representación gráfica de las fronteras de expansión y financiera. U n deterioro del grado de m o n o p o lio o del poder de los empresarios en relación con los trabajadores podrá ser

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representada por un desplazamiento hacia abajo de la frontera de expansión, y en consecuencia por una reducción det tipo de benefi­ cio norm al, para una rasa de crecimiento dada. En el caso de las empresas que internan maximizar su casa de crecimiento, el tipo de rendim iento deseado que debería incorporarse a los precios es el que está determ inado por la intersección de la frontera de expansión con la Ironrera financiera. Es el resultado de la ecuación ya presentada:

r< = *, + s / ( 1+ p ) El tipo de rendim iento deseado r será tanro más alto cuanto más elevados sean el tipo de interés tendencia! í y la rasa de crecimiento tendencia] g de la empresa o de ía industria. En definitiva, todas las explicaciones acerca de la tasa de rendi­ m iento deseado hallan una posible justificación en las fronceras de expansión y financiera. Así, el alza de la dem anda cíclica podría oca­ sionar un alza de los márgenes de beneficio en caso de que se produz­ ca un aum ento de la tasa de rendim iento deseado: pero, de no ser así, las fluctuaciones coyunrurales de la dem anda no deberían acarrear modificaciones del margen de beneficio, co m o se ha com probado en numerosos trabajos de investigación.

C onsecuencias para la teoría m aero económ ica El análisis precedente tiene unas consecuencias obvias para la teoría de la inflación. Mientras que para los autores neoclásicos la acelera­ ción de la dem anda ejerce necesariamente una presión al alza sobre costes y precios, en virtud de la hipótesis de los rendimientos decre­ cientes, no ocurre lo m ism o para los autores postkeynesianos. Salvo para algunos sectores productivos, en especial para algunos produc­ tos agrícolas y ciertas materias primas, un aum ento de la dem anda no ocasiona una subida de los costes unitarios y, por ende, tam poco incrementos de precios. Eso explica que los postkeynesianos aboguen por el establecimiento de stocks de materias primeras para taponar escaseces m om entáneas (KALDOR, 1987, cap. v), Gracias a ellos la inflación dejaría de ser un fenóm eno «natural", y dependería de factores institucionales y sociológicos que podrían someterse a regula­ ciones políticas.

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III. UNA MACROECONOMÍA DEL CIRCUITO MONETARIO

La comprensión de los fenómenos monetarios y financieros es un paso obligado en la ruta hacia la macroeconomía. La causalidad fun­ damental de la macroeconomía keynesiana y postkeynesiana, que va de la inversión al ahorro, se explica ante todo por la macroeconomía del circuito monetario. Por eso abordamos los asuntos monetarios como preámbulo al estudio de las teorías macroeconómicas de la ocupación y el crecimiento. En algún sentido, la teoría monetaria postkeynesiana es bien conocida en Francia. En efecto, desde hace tiempo se encuentra cier­ to número de sus tesis en los teóricos franceses del circuito y de la circulación monetaria (DEL.EPLACE y NELL, 1996: ROCHON y ROSSI, 2003). Lo m ism o ocurre en numerosos manuales franceses sobre d i­ nero y crédito, al menos cuando sus autores no se someten en dem a­ sía a las modas derivadas de la adopción generalizada del monetarismo en el últim o cuarto del siglo XX, intentando remedar los manuales anglosajones. Por ironías de la historia, se observa ahora un m ovi­ miento pendular, al haberse incorporado varios principios de la teo­ ría monetaria poítkeynesiana a las más recientes teorías de los nue­ vos keynesianos estadounidenses, las agrupadas bajo la etiqueta del «nuevo consenso monetario», según la terminología de sus adeptos. La gran diferencia entre este "nuevo consenso» y la visión postkeynesiana estriba en que los postkeynesianos rechazan la teoría wickselliana de los fondos prestables, inspirada en los trabajos del economista sueco Knut Wicksell, mientras que los nuevos keynesianos y algunos autores franceses de manuales la acepran. Según la teoría

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de los fondos prestables, en un m u n d o sin dinero, el tipo de interés sería el precio que aseguraría el equilibrio entre los fondos prestables y las inversiones reales, esto es, entre la tasa de preferencia temporal y la productividad del capital. El papel del banco central sería entonces asegurar que el tipo de interés del mercado m onetario se adecuara bien a este tipo de interés real de un m u n d o ficticio sin dinero. Es lo que se denom ina el «tipo de interés natural». C u a n d o los tipos efec­ tivos {en términos reales) son inferiores a dicho tipo natural, se dis­ para la inflación. Los postkeynesianos descartan la existencia de esc tipo natural (SM1THIN, 2003). Existe otra diferencia im portante. Mientras que la mayor parte de los nuevos keynesianos creen que las políticas monetarias restric­ tivas, que tienen com o meta reducir las tasas de inflación a unos n i­ veles aceptables, no tienen n in g ún im pacto a largo plazo sobre las tasas de crecimiento de la economía, los postkyenesianos afirman por el contrario que estas políticas monetarias restrictivas van a tener un im pacto negativo* tanto a corto com o a largo plazo.

Principales características del análisis m onetario postkeynesiano Las causalidades invertidas S in d u d a la característica más c o no cid a del análisis m o netario postkeynesiano es su tesis de que la oferta de dinero es endógena. N o puede ser fijada de manera arbitraria por el banco central. Esta oferta de dinero se halla determinada por la dem anda de créditos y las pre­ ferencias del público. Se condensa en el famoso aforismo «los crédi­ tos producen depósitos». Así, según la teoría postkeynesiana, la causalidad está invertida. Para que los bancos abran cuentas y concedan créditos, no hace falta que primero tengan depósitos. La creación de créditos y de depósitos bancarios (el dinero) se basa únicam ente en la credibilidad y en las garantías ofrecidas por el prestatario (HE1NSOHN ySTElGER, 2000). La creación de esta m oneda crediticia tam poco requiere que los bancos privados tengan a su disposición reservas excedcntarias. Tam­ bién aquí la causalidad está invertida. Los bancos crean créditos y depósitos, y a continuación se encargan de conseguir los billetes de banco emitidos por el banco central y dem andados por sus dientes,

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Tabla 6 . Características del dinero en econom ía postkeynesiana y e n econom ía neoclásica

Característica

Escuela postkyeiiesiana

Escuela neoclásica

El dinero

ha de tener una contrapartida

cae de un helicóptero

El dinero es percibido como

un flujo y un srock

un stock

El dinero está integrado

en la producción

en los intercambios

La oferta de dinero es endógena

exógena

Causalidad

los créditos crean depósitos

las reservas crean depósitos

Los tipos de interés

son variables distributivas

resultan de las leyes del mercado

El tipo guia es

fijado por el banco central

influido por los mercados

Una política monetaria restrictiva

tiene efectos negativos a corto y largo plazo

no tiene efecto negativo nías que a corto plazo

El tipo de interés natural

es múltiple o no existe

es único

Racionamiento del crédito debido a

una falta de confianza

la información asimétrica

así com o de las reservas obligatorias exigidas por las leyes (MOORF., 1988; ÜLGEN, 1995). Por tanto, el dinero legal, al igual que el dinero bancario, es una variable endógena, y no puede ser fijado de manera arbitraria por d banco central. El volum en de dinero legal está relacionado con los créditos realizados y con el dinero bancario a través de un divisor del crédito. El dinero bancario no es un m ú ltip lo de la cantidad de d in e ­ ro de curso legal; por el contrario, el dinero de curso legal es un co­ ciente de la cantidad de dinero bancario. Esta inversión de causalidad arriba sugerida permite justificar otras dos causalidadades invertidas, particularmente importantes. E n

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el modelo postkeynesiano es la inversión que deciden las empresas lo que determina la cantidad de ahorro. Para invertir, no hace ninguna falta ahorro previo o depósitos preexistentes. Mientras sólo se pre­ tendan movilizarlos recursos de una economía nacional, el financiamiento de la actividad no depende más que de la credibilidad del prestatario y de las normas financieras existentes. La escasez del financiamiento tiene naturaleza convencional. Otra consecuencia de la endogeneidad de la moneda es que la inflación no puede ser ocasionada por una excesiva tasa de crecimiento del dinero. De hecho, la causalidad va en sentido opuesto: es la tasa de crecimiento de los precios y de la producción lo que va a incidir sobre la tasa de crecimiento del stock de dinero. Por lo tanto, las su­ bidas generalizadas de los precios tienen que explicarse con claves distintas a las usuales. Economías de endeudam iento y economías de activos Las nociones de dinero endógeno y del divisor del crédito están bien consideradas en Francia, dado que las teorías anglosajonas del dinero exógeno y el m ultiplicador monetario no parecían encajar con las instituciones monetarias de Europa continental. Los manuales fran­ ceses tienen tendencia a adoptar una distinción propuesta por Hicks (1988), Se señalan, entonces, por un lado, las «economías de endeu­ damiento» (o «economías de descubierto»), en las que los bancos privados se endeudan frente al banco central y el dinero es endógeno; y de orro lado, las «economías de mercado» (o «economías de acti­ vos» o también «economías de fondos propios») en que la moneda es exógena y está bajo el control del banco central. Ahora bien, esta distinción, aunque refleja fielmente los diferen­ tes balances de los bancos centrales según los países, sólo tiene un interés relativo. Según los postkeynesianos, rodos ¡os sistemas finan­ cieros modernos funcionan con una relación de causalidad invertida y con dinero endógeno. En el caso de las economías de endeuda­ miento dicha caracterización resulta sencillamente más obvia, Tipos de interés exógenos En una economía moderna hay gran cantidad de activos, y por tan­ to existe un gran número de tasas de rendim iento sobre dichos ac­ tivos. Los postkeynesianos consideran que al menos una de estas

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casas se halla por compicto bajo el control del banco cencral. Este cipo base constituye el tipo de interés oficioso para el sistema fin a n ­ ciero. Los otros tipos, al menos los otros tipos a corto plazo, gravi­ tarán alrededor de esa norma, que constituye, de hecho, lo que los bancos centrales d enom inan su «tipo director» o «tipo de interés de referencia». En otros tiempos, la casa de descuento, esto es, el tipo al cual el banco central prestaba a los bancos privados, era el tipo oficial de referencia. En los países en que las operaciones de mercado abierto (uopen marketv) son importantes, el tipo de referencia se halla ahora representado por el cipo de interés de los bonos del Tesoro a un o o tres meses. En Europa, con el euro, el tipo d o m in a n te para la rcfinanciación es el tipo de referencia que fija el Banco Central Euro­ peo. En Canadá y en otros países, el tipo de referencia es el tipo interbancario del día a día, que es asumido por el banco central. C on un sistema bien rodado, un banco central que fije u n tipo de referencia del 3 ,0 0 % puede confiaren acertar por completo o lo­ grar tasas entre 2,99 y 3 ,0 1 % todos los días, salvo anomalías. C o n unas reservas obligatorias que se mantienen a lo largo de varios días o semanas, como ocurre en el sistema europeo o estadounidense, las estrategias planeadas por los bancos a veces no dan en el blanco con canta precisión (la desviación media entre la diana y el tipo efectivo de los federal funds fi.

curva E D en el gráfico de la página 119). Tenemos pues:

y (5) (o, in d is tin ta m e n te , las

Combinando las ecuaciones (I) ecuaciones (3) y (4)). queda deter-

(4)

= [p u + (a - P u ) } /

Por otra parte, si se combinan las ecuaciones (2) y (3), se obtiene la

minadoel coeficiemede utilización de equilibrio: « * = ( a - $ u ) h eT t / v - Pv)

las empresas reducen sus márgenes de ganancia, entonces van a ele­ varse, para el co njunto de la economía, los niveles de utilización de la capacidad, con lo que alcanzarán todas ellas unos tipos de beneficio superiores. Así pues, cada empresa, tom ada individualm ente, tiene interés en mantener su margen de beneficio ye n reducir sus costes (en tanto y en cuanto eso deje inalterada la productividad de sus empleados}; pero si todas las empresas aceptan reducir dichos márgenes de ga­ nancia, el cipo de beneficio macroeconóm ico subirá. Así que, en el m odelo kaleckiano, la paradoja del ahorro y la paradoja de los costes mancienen su validez. La d ism in uc ió n de la propensión a ahorrar lleva a un incremento de la tasa de acumula-

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ción, y la subida de los salarios reales lleva a una subida del tipo de beneficio. Estos dos resultados son com pletam ente contrarios a las «leyes» del «pensamiento único». Estas dos paradojas evidencian lo que sucede cuando no se postula, desde el com ienzo, el pleno empleo de los recursos. Estas paradojas ejem plifican la aplicación del princi­ pio de la dem anda efectiva y de los ajustes vía cantidades. D em ues­ tran asimismo que el estudio de los com portam ientos individuales es insuficiente para realizar enjuiciam ientos de cariz macroeconóm ico, y que los errores de com posición acechan a los economistas.

Ex tensiones y o b je cio n e s al m o d e lo k a le c k ia n o Tasa de crecim iento natural y dem anda efectiva El m odelo de crecimiento kaleckiano aquí presentado sólo depende de consideraciones desde el lado de la demanda; no se deja espacio algu­ no para consideraciones desde el lado de la oferta. Sin embargo éstas no carecen de im portancia, así que tam bién es necesario estudiarlas. Empecemos por el asunto de la tasa de crecimienco natural. La tasa de crecimiento natural es el resultado de la sum a de la tasa de progreso técnico y de la tasa de crecimiento de la población activa. Ahora bien, en términos del m odelo kaleckiano, por ejem plo, si la tasa de crecimiento natural diverge de la tasa de crecimiento efectivo de la economía, entonces las casas de paro estarán subiendo o bajan­ do co n tin u a m e n te . E n tal caso, el m odelo kaleckiano parecería subdeterminado, dado que situaciones de desequilibrio de esta n atu­ raleza no pueden ocurrir sino durante lapsos temporales reducidos, pues la tasa de paro pronto valdría cero o alcanzaría niveles excesivos. Cabe dar dos respuestas a esta crítica. La primera consiste en suponer que el poder de negociación de los trabajadores, y por con­ siguiente los márgenes de beneficio de las empresas, está condiciona­ do por el desfase enere la tasa de crecimiento de la economía y la tasa de crecimiento nacural, y por tanto por la evolución de la tasa de paro. Bajo determinadas condiciones, el carácter endógeno de los márgenes de beneficio hará confluir la tasa de crecimiento de la eco­ n om ía hacia la tasa de crecimiento natural. D e todos modos, conti­ n úa operando una m odalidad del principio de la dem anda efectiva, pues a una dem anda autón o m a más elevada va a corresponder una tasa de paro de largo plazo más débil (STOCKHAMMER, 2004).

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La segunda respuesta de los kaleckianos, más radica!, consiste en afirmar que en realidad es la tasa de crecimiento natural la que se ajusra a la tasa de crecimiento determinada por la dem anda efectiva. Esta tesis ha sido sostenida particularm ente por León-Ledesma y T hirlw all (2002). Para estos autores la tasa de crecimiento natural es ella m ism a endógena, y se ajusta a la tasa de crecimiento realizada, que es resultado de las fuerzas de la dem anda. Diversos mecanismos explican este ajuste de la tasa natural hacia las tasas efectivas. Por un lado, cuando la economía se halla en rápida expansión, la oferta de trabajo tiende a desplegarse en varios frentes: aum enta el núm ero de horas de trabajo por empleado, aum enran los índices de participación de la población (sobre todo el porcentaje de mujeres activas), aum én tala mano de obra extranjera. Por otro lado, diversos mecanismos tienden a incrementar el ritm o de crecimiento del progreso técnico: en un prim er m o m e n to la reorientación de la m ano de obra hacia los sectores más productivos, a continuación las economías de escala, y finalm ente los mecanismos dinám icos vinculados en especial a los procesos de aprendizaje (leam ing by doing). Todos estos mecanismos hacen que la tasa de crecimiento natural pueda ser considerada com o endógena, y que pueda resultar deter­ m inada en últim a instancia por factores relacionados con la dem an­ da efectiva. Tendríamos, pues, aquí, unos efectos de histéresh, m o ti­ vados por la evolución de la dem anda global, que provocan la aparición de una m ultip licid ad de tasas naturales de crecimiento. La Ley de Verdoorn La relación positiva entre la tasa de crecimiento y la tasa de progreso técnico de una economía, presentada bajo el nom bre de función de progreso técnico por Kaldor (1974b), ha sido verificada para m u ­ chas economías, y es conocida con el nombre de Ley de Verdoorn ( M c C o m b i e y T h ir l w a l l , 1994). C u a n d o se acopla la Ley de Verdoorn al modelo de crecimiento kaleckiano, se obtienen unos resultados particularmente significati­ vos. En efecto, im aginem os una d is m in u c ió n de los márgenes de beneficio y por consiguiente, permaneciendo todo lo demás igual, una subida de los salarios reales de los trabajadores. Sabemos que eso, según el modelo kaleckiano, com porta una aceleración de la tasa de crecimiento de la economía. Esta superior tasa de crecimiento

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acarrea de rebote, en virtud de la Ley de Verdoorn, una subida de la tasa de progreso técnico. Lo que significa una casa de crecim iento más rápida del parámetro T (definido en el capítulo III), que repre­ senta la productividad por trabajador. Kiesto que los salarios reales, para un margen de beneficio dado, dependen esencialemente de este Índice de productividad, ello im plica una superior tasa de crecimien­ to de los salarios reales (LaVOIE, 1992, p. 327). En suma, añadir la Ley de Verdoorn al modelo kaleckiano robus­ tece aun más la paradoja de los costes. La dism inución de los márge­ nes de beneficio y el aum ento relativo de los salarios tendrán entonces efectos favorables no sólo sobre los tipos de beneficio de las empresas, sino también sobre la tasa de progreso técnico y la tasa de crecimiento de los salarios reales a largo plato, y por tanto sobre la tasa de creci­ m iento del poder de compra de la población. Una vez más encontra­ mos unos resultados que son completamente contrarios a las ideas sostenidas por los defensores del «pensamiento único». Variantes de la fu n c ió n de

inversión y antagonism os sociales

La versión del m odelo de crecimiento kaleckiano que hemos presen­ tado tiene unas implicaciones socioeconómicas y políticas im po rta n ­ tes. Demuestra que el antagonism o entre clases sociales, en especial entre los capitalistas y los trabajadores, no es algo inexorable. C o n ­ trariamente a las ideas de los defensores del «pensamiento único», y tam bién en contradicción con las tesis propugnadas por los econo­ mistas clásicos y marxistas, no hay una relación inversa ineludible entre tipo de beneficio y salario real. De hecho, los modelos kalcckianos dan realce a los intereses com partidos por trabajadores y empre­ sarios. E n los modelos kaleckianos, en fin de cuentas, las reivindica­ ciones salariales de los sindicatos tienen unos efectos favorables sobre la economía. La acum ulación es liderada por los salarios. Sin embargo, m uchos economistas de fo rm ación marxista o sraffiana ponen en cuestión los resultados del m odelo de crecimiento kaleckiano presentado más arriba, y proponen unos planteamientos ligeramente distintos. Estimamos co m o particularmente interesan­ tes las formulaciones alternativas presentadas por Bhaduri y M arglin (1990) y Kurz (1990). Dichos autores aceptan todas las hipótesis del modelo kaleckiano, pero m odifican la función de inversión. Según ellos, la tasa de acu-

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m utación g decidida por las empresas depende no sólo del nivel de utilización de la capacidad, sino tam bién del tipo de beneficio nor­ mal r estimado por Jas empresas (KURZ) o acaso de la proporción de los beneficiosa (BHADUR1 y MARGL1N). Esta modificación, que puede

EL PAPEL D E LOS M E R C A D O S F IN A N C IE R O S Los modelos presentados hasta aquí han pasado por alto el papel de los mercados financieros, en aras de la simplificación. ¿Qué sucedería si se integraran en los modelos postkey­ nesianos los pagos de intereses y la Bolsa? El análisis de la frontera de la financiación de la empresa expues­ to en el capítulo II suministra alguñas pistas apropiadas. La subida de los tipos de interés reales (acom­ pañada accesoriamente por un au­ mento paralelo de los dividendos) fuerza a las empresasa elevarsus már­ genes de beneficio o a aceptar una

cias de capital en la Bolsa) provo­ can un aumento del consumo de los rentistas, de formaque el efecto glo­ bal podría ser positivo, como han comprobado para ciertos países Epstein (1994) y Hein y Ochsen (2003). Los autores «regulacionistas» (BOYER. 2000; PüHON, 2002) ana­ lizan cómo podrían aparecer otras paradojas macroeconómicas, cuan­ do se tiene en cuenta el consumo sobre la riqueza bursátil y las pautas accionarialesdel rendimiento que el sector financiero desearía imponer

menor autofinanciación- En el mo­

alseccor productivo. El cuadro mo­

delo kaleckiano estándar, estos dos

netario sistémico presentado al fi­ nal del capítulo III resulta particu­

efectos tendrán un impacto negati­ vo, puesto que el primero reduce el consumo de los asalariados m ien­ tras que el segundo reduce la inver­ sión.

larmente idóneo para responder a estas preguntas, puesto que permite to mar en consideración si m ul táneamente las posibilidades de endeu­

Sin embargo, las cosas pueden

damiento de las empresas y la evo­

complicarse, sobre todo si se adop­

lución de las preferencias de las

ta una versión modificada de las

familias con vistas a poseer mayor o

funciones de inversión de Bhaduri

menor porcentaje de activos finan­ cieros de renta variable, esto es bási­

y Marglin o de Kurz, debido a que unos rendimientos elevados de los activos financieros (o unas ganan­

camente de acciones bursátiles (LAVOIE y GODLEY, 2001-2002).

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parecer trivial, tiene, con todo, efectos considerables sobre la parado­ ja de los costes, a un c u a n d o preserve la p arado ja del ahorro. En efecto, una subida de los salarios reales im plica una d is m in u ­ ción de la proporción de beneficios y una d ism in ución de la tasa de beneficio normal. Los efectos favorables de la subida de los salarios reales sobre la com ponente «consumo» de la dem anda global se neu~ tralizan entonces, en parte o totalmente, con los efectos desfavora­ bles que el aum ento de los salarios reales ocasiona sobre la c o m p o ­ nente «inversión» de la demanda global. C uando predomina este efecto negativo, el aum ento de los salarios reales lleva a una dism in ución de la tasa de acum ulación, del tipo de beneficios y del grado de utiliza­ ción de la capacidad: tenemos así un régimen de acum ulación orien­ tado por el beneficio, régimen dom inante en el caso délas economías movidas por normas de rendim iento típicas de los accionistas. La paradoja de los costes deja de ser un vaticinio cierto, sólo es una po­ sibilidad. El consenso entre autores postkeynesianos y marxistas sobre esros asuntos parece ser ahora del siguiente tenor (BLECKER, 2002). En la práctica, el efecto negativo derivado de la d ism in ución del tipo de beneficio normal queda anulado por el efecro posirivo que un in ­ cremento de disponibilidades líquidas causa sobre la inversión. En efecto, numerosos estudios empíricos han demostrado que las deci­ siones de inversión de las empresas eran m u y sensibles a la evolución de su cash flow (FAZZARl rtal., 1 9 8 8 ). Pues bien, un nivel de utiliza­ ción superior com porta una subida de los cash floivs. Q u ed a por señalar que tanto el ahorro sobre los salarios com o las cargas impositivas con que están gravados pueden m uy bien elim i­ nar los efectos positivos sobre el crecimiento de una reducción de los márgenes de beneficio. Además, en una economía abierta, una subi­ da de los salarios reales, que se llevara a cabo por la vía de una subida de los salarios nom inales, podría reducir la com petitividad de las empresas locales y reducir, por tanto, la dem anda procedente del ex­ terior. La restricción de la

balanza de pagos

Esto nos lleva a examinar una nueva restricción, que hasta ahora hemos dejado a un lado, la de la balanza de pagos. Según algunos postkeynesianos, que se inspiran en los trabajos de H arrod sobre la

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teoría del m ultip licad or en economías abiertas y en los trabajos de K aldor de los años setenta, muchas economías podrían crecer a un ritm o más rápido, si no estuvieran constreñidas por sus balanzas de pagos. Según ciertos autores com o M c C o m b ie y Thirlwall (1994)* la mayoría de los gobiernos im ponen restricciones al crecimiento con el fin de evitar los desequilibrios exteriores motivados por un crecimiento demasiado rápido de las importaciones. Estos países poseen recursos para crecer rápidam ente y disponen de una dem anda global interior suficiente para posibilitar una fuerte acum ulación de capital, pero se enfrentan al peligro de un saldo comercial deficitario. Desde luego, los déficit comerciales pueden ser compensados con la entrada de capitales extranjeros; pero para codos los países, con la excepción de Estados U nidos, cuya m oneda, el dólar, es la moneda internacional, esta situación no puede ser más que Transitoria, en especial debido a los intereses y dividendos que deben pagarse com o contrapartida de la deuda acumulada y de [as inversiones proceden­ tes del exterior. En suma, a largo plazo, la balanza comercial debe equilibrarse, de manera que las importaciones, a lo sumo, tienen que ser de la m ism a cuantía que las exportaciones. Si se supone que las exportaciones dependen de la tasa de creci­ m iento de la renta del resto del m u n do , mientras que las im portacio­ nes dependen de la renca interior y de la propensión a importar, los postkeynesianos han establecido la denom inada «Ley de Thirlwall». Según esta ley, la casa de crecimiento m áxim a de largo plazo en una economía abierta (salvo para Estados Unidos) está regida por la si­ guiente ecuación: = ez/ t|. La tasa de crecimiento m áxim a, atendiendo a la restricción de la balanza de pagos de un país, esg af‘. Esta tasa es proporcional a la casa decrecim iento del resto del m u n d o z y a la elasticidad E d é la dem an­ da m u n dial de los productos del país de referencia. La c a s a b e s , además, inversamente proporcional a la elasticidad r| de la dem anda local para los productos im portados del resto del m u n d o (aquí se define la elasticidad com o el cociente del porcentaje de aum ento de la dem anda para un porcentaje dado de aum ento de los ingresos). Numerosos estudios empíricos parecen confirm ar esta sencilla fórm ula, tanto para los países semündusrrializados com o para los países industrializados. Entre éstos, en el período 1960-1990, sólo

Estados U nidos y Jap ó n parecen haber escapado a la regla. Estados U nidos presenta unas tasas de crecimiento netamente superiores a las pronosticadas por la ecuación precedente, merced al inm enso dé­ ficit comercial que los demás países aceptan financiar gustosamente, acopiando bonos del Tesoro estadounidense. Japón ha tenido tasas de crecimiento inferiores a g Rr, merced a los enormes superávit co­ merciales que va acum u land o añ o tras año. Esta restricción de la balanza de pagos tiene efectos no desdeñables, pues obliga a los países con fuerte crecimiento a frenar la dem anda interna, co m o recomiendan siempre los burócratas del Fondo M o ­ netario Internacional y del Banco M u n d ia l, d ep rim ien d o así la de­ m anda m u n d ia l global. Por el contrario, según D avidson (1985), tendrían que implantarse mecanismos que obligaran a los países acree­ dores a realizar los ajustes pertinentes. D icho de otro m odo, el Fon­ do M onetario Internacional, u otro organism o bancario internacio­ nal, debería forzar a los países que tienen superávit comercial a aum entar su dem anda global, lo que evitaría tener que im poner p o ­ líticas de restricciones monetarias o presupuestarias a los países con fuerte crecim iento y saldos comerciales deficitarios. El asunto de la inflación Además del e quilibrio exterior, existe una segunda resrricción que podría poner en peligro los resultados del m odelo de crecimiento kaleckiano. Esta segunda restricción es la inflación. Los economistas marxistas G érard D u m é n il y D o m in iq u e Lévy (1999) han elabora­ do una sugerente variante del m odelo kaleckiano, que pone en cues­ tión los principales resultados de largo plazo de los modelos de creci­ m iento postkeynesiano, en especial las paradojas del ahorro y de los costes. Según D u m é n il y Lévy, cuando el grado de utilización de la capacidad supera el nivel de utilización norm al, se activan determ i­ nadas fuerzas inflacionistas. Aparece entonces una inflación de de­ m anda. C u a n d o la d em anda es fuerte en relación con la oferta que se produciría si el grado de utilización fuera el norm al, hay inflación. En el m odelo de D u m é n il y Lévy, cuanto mayor sea la distancia entre el nivel de utilización efectivo y el nivel norm al, más elevada será la tasa de inflación. D u m é n il y Lévy suponen tam bién que los bancos centrales im ­ ponen restricciones monetariass cada vez más severas mientras no

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sea d om inada la inflación. Estas restricciones pueden manifestarse bajo el aspecto de cipos de interés reales cada vez más elevados. Estos tipos d ebilitan las anticipaciones de crecimiento tendencial imaginadas por las empresas (a); tam bién pueden dificultar la o btención de los créditos bancarios que éstas precisan, a consecuencia de la m uy pesada carga financiera asociada con la subida de los cipos de interés. ¿Keynesiano a corto plazo, clásico a largo plazo? Si eso es lo que pasa, entonces la política m onetaria constituye el mecanismo discrecional que puede contrarrestar las fuerzas paradóji­ cas de la m acroeconom ía. La política monetaria de lucha contra la inflación reconducirá los coeficientes de utilización de la capacidad hacia sus niveles normales. Para la concepción kaleckiana, las conse­ cuencias que de ello se derivan son sustanciales. C o n esta política m onetaria, subrayan D u m é n il y Lévy, se puede ser keynesiano o kaleckiano en el estudio de las fluctuaciones de corto plazo, pero para estudiar el crecimiento de largo plazo hay que regresar al m odelo clá­ sico, según el cual la d is m in u c ió n de la propensión a ahorrar y el a um ento de los salarios reales llevan a una bajada de la tasa de acu­ m u lación y a una subida de los tipos de interés reales. C o m o pensa­ ban los clásicos, la acum ulación no puede llevarse a cabo más que gracias a la abstinencia y la parsim onia. Regresamos así a las doctri­ nas de la «ciencia lúgubre». Los economistas postkeynesianos o p in a n , por el contrario, que unos niveles de utilización elevados no conducen necesariamente a una subida de los costes unirarios. Esa conclusión se desprende del análisis de las curvas de costes de Jas empresas que hemos presentado en el capítulo II, que son horizontales en tanto y en cuanto los nive­ les de urilización estén bien por debajo de los niveles de plena capa­ cidad. Si un rápido crecimiento genera mejoras de productividad su­ ficientes para compensar la dem anda de incrementos salariales por parce de los trabajadores, las fuerzas inflacionistas quedarán neutra­ lizadas. Es la situación que se ha dado en Estados U nidos a finales de los años noventa, cuando boom económ ico y d is m in u c ió n de las ca­ sas de paro no llevaron consigo nin g un a presión inflacionista. Según los postkeynesianos, la inflación es principalm ente el re­ sultado de conflictos distributivos entre clases sociales, esto es, entre rentistas, em presarios y trabajadores (TAYLOR, 1991, cap. IV;

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CASSETT!, 2 0 0 3 ) . Unos altos niveles de utilización llevan a unos al­ tos tipos de beneficio, que alientan a ios asalariados y a sus sindicatos a ser más reivindicativos (K a LDOR, 1 9 8 5 , p. 3 9 ) . En particular, ése es el caso cuando unos tipos altos van acom pañados de elevadas tasas de crecimiento y de bajas tasas de paro. Pero con adecuados instru­ mentos de negociación colectiva, no hay necesariamente una rela­ ción positiva entre altas tasas de inflación y altas tasas de crecimien­ to. Además, el aum ento del precio m undial de las materias primas puede ser bloqueado por la constitución de stocks estratégicos supranacionales. A fin de cuentas: la inflación no es inevitable; es el resul­ tado de instituciones deficientes.

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VI. CONCLUSION GENERAL

Los postkeynesianos, siguiendo el ejemplo de Keynes, conciben el capitalismo com o un sistema económ ico eficaz, pero a co nd ición de que esté acotado por un Estado y unas instituciones democráticas que lim iten sus excesos y corrijan la distribución de la renta generada por su funcionam iento incontrolado. Un capitalismo dejado a su aire desemboca en una com petición destructiva, que provoca despilfarro y una insuficiente inversión pro­ ductiva, y puede conducir al em pobrecim iento de los más desventu­ rados. Un capitalismo sin regulaciones provoca la aparición reiterada de ciclos económicos y alim enta inestabilidades económicas varias. De ninguna manera garantiza ni el pleno empleo de los recursos ni una dem anda global suficiente. En oposición al enfoque neoclásico, los economistas postkeyne­ sianos no creen que esta inestabilidad sea causada por la insuficien­ cia de los mecanismos competitivos y la falta de flexibilidad de los precios: más bien piensan que las rigideces, los convenios y las regu­ laciones legales, ju n to con las restricciones a la líbre circulación de los capitales, confieren a los sistemas económ icos una estabilidad de la que no gozarían en caso contrario. Según los postkeynesianos, las políticas de austeridad que res­ tringen la dem anda global a corto plazo (con vistas a reducir la infla­ ción o la deuda pública) tienen tam bién consecuencias nefastas a lar­ go plazo, dado que disminuyen la capacidad productiva. Es necesario, por consiguiente, reconsiderar la pertinencia de estas políticas y tras­ tocar las prioridades de los gobiernos, colocando a la plena ocupa­ ción com o primer objetivo.

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