La deuda odiosa y la descolonización de Puerto Rico 1982050357, 9781982050351

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La deuda odiosa y la descolonización de Puerto Rico
 1982050357, 9781982050351

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'-'Río Piedras. Sus dueños, los hermanos Torres, resistieron

como ausubos, pero se impuso esta crisis que lo tritura todo. Se acabó una época de cierto ascenso, y toca fondo una nueva etapa de abandono imperial. Tenemos que comprender los cambios para timonear y transformar, para bien ético, la nueva realidad de nuestra patria. Desde las primeras décadas del siglo XX, luego de la Revolución rusa de los pobres en octubre de 1917 (que pronto cumple su centenario) hasta el 1980, hubo una época de valorización del trabajo, mediante una reducción menguada del capital, el desarrollo del estado benefactor y un ascenso de la visión solidaria global. Esta época impacto un movimiento religioso solidario; movimientos obreros cooperativos y sociales; alianzas de países no alineados; y una contestataria Naciones Unidas, hacia las aberraciones morales e injustas como el apartheid y el colonialismo. Con la inmoralidad estalinista, estatista, de capitalismo de Estado y el surgimiento de una nueva clase burocrática desviada, el socialismo real fue deteriorándose hasta colapsar con la desaparición del bloque socialista en 1989. Mientras tanto, desde los años 80, comenzó una ofensiva del capital, feroz, egoísta, neoliberal, para acaparar el mundo, triturar todo lo que signifique

104 ’ Publicado el 14 de julio de 2017 en 80grados. 257

La deuda odiosa y la descolonización de Puerto Rico

valorización del trabajo y la solidaridad social. Hasta China y Rusia se desviaron al capitalismo. Hoy el capital es más rico y poderoso; y los trabajadores y pobres, más pobres. Hoy en día se disputa qué estado o bloques capitalistas regentearán el mundo. La izquierda perdió su brújula en esa crisis de las ¡deas, y hoy ensaya proyectos más de tendencias social-demócratas, unas más radicales que otras, con sistemas pluriclasistas, de economía mixta y distribución de las riquezas, con amplios programas de beneficencia social como los de Venezuela, Bolivia, Ecuador, Nicaragua, Brasil y en esa dirección también transita Cuba, desde el periodo especial y el establecimiento de la empresa mixta y el cuenta-propismo. También esa disputa se refleja en los senos de las potencias de Estados Unidos e Inglaterra con la polarización de proyectos social-demócratas, por ejemplo el Sanderismo, frente al descaro egoísta supremacista del Trumpismo. En nuestra tierra se han reflejado esas corrientes globales egoístas, coloniales, con el abandono de la colonia por la metrópolis, la terminación del mercado exclusivo, con la firma de tratados de libre comercio, eliminación de las 936 y el no ofrecer alternativas a una colonia que no tiene poderes de soberanía para crear y proteger riqueza ni imponer tributos al capital foráneo. El resultado ha sido, desde el 2000, el crecimiento exponencial de la deuda pública impagable (de $24 billones a cerca de $120 billones, incluidos los sistemas de retiro), la depresión de más de una década, la pérdida de centenares de miles de empleos, la desvalorización y pérdida de las riquezas de los boricuas, el éxodo masivo, la pobreza y quiebra de las mayorías. Recuerdo los años 1960 y 1970, cuando la ciudad universitaria era el centro, florecía el comercio en la calle De Diego y la educación universitaria era la esperanza del ascenso social y superación de grandes sectores. La ciudad de la luz se enfrentó a las fuerzas de derecha, pero al fin y al cabo se sobreponía. En el campo se vio un mejoramiento en las viviendas e infraestructuras de carreteras, agua, luz y comunicaciones. Ya mis amigos de la niñez del campo no andaban descalzos, y pronto los vi educados, progresando, con negocios y trabajos remunerados. Esa época de bonanza se acabó. Nuestros campos y ciudades vuelven a los pies descalzos; las pérdidas de hogares y escuelas; los terrenos baldíos; 258

Un arco y uno flecha nocional a ¡a metrópolis

el decrecimiento poblacional con el éxodo; la desaparición del asfalto y renacimiento de hoyos de barro; los caminantes a pie; los flagelos de las drogas y la corrupción; la destrucción de la misión universitaria y educativa como servicios esenciales; y el deterioro en los sistemas de salud. Es decir, espiral abajo hacia un hoyo negro. Mientras desaparecen los pequeños comercios como La Tertulia, todo se concentra en los grandes centros comerciales, y allá tienen que mudarse las nuevas librerías. Veremos cuánto tiempo se sostienen Plaza Las Américas y el Malí of San Juan. Cada día los pequeños comerciantes cierran en esas plazas, resisten las cadenas foráneas, pero ya veremos hasta cuándo, porque necesitan un pueblo con dinero que vaya a gastar en compras, dinero que cada vez es menor y pronto no dará ni para la subsistencia. Así que la trituradora afecta y afectará a todos. Y en esa nueva coyuntura de la escasez, tendrá que desarrollarse una nueva visión solidaria, un nuevo bloque histórico que voltee patas arriba esta colonia. Mientras tanto, no le va bien a la estadidad en el Congreso. Los congresistas no le hacen caso al gobernador con el resultado del plebiscito mongo, inservible e inmoral. Estoy deseoso de que lleguen los siete delegados a las escalinatas del Capitolio y que reciban las reacciones de sus "ídolos". Todo es cuestión de tiempo. Habrá algunos sin remedio a quienes les gustarán las bofetadas del "maltratante". Habrá muchos que decepcionados desvanecerán quimeras y comprenderán educados que la independencia no es ni el infierno ni el limbo, sino el sitial digno para nuestra nación. Hay que diseñar un arco, lo llamo un Congreso de pueblo para la descolonización, que convoque a elecciones para una Asamblea Constitucional inclusiva de todos los sectores, solvente y permanente. Hay que construir una flecha, que es el pueblo organizado para el rescate de su soberanía, mediante la Asamblea Constitucional de delegados, paralela desde la sociedad civil, desde la Isla y la diáspora, ante el boicot del bipartidismo y para enfrentar la metrópolis, negociar con ella, exigir la reparación de agravios por el coloniaje y la asunción de la deuda pública que es de su exclusiva responsabilidad, establecer un plan de transición y decretar la independencia nacional. Habrá que construir una economía mixta, en una alianza pluriclasista, donde el capital foráneo y la economía informal 259

Lo deudo odiosa y lo descolonización de Puerto Rico

paguen impuestos razonables por eventos locales que hoy no tributan, para lograr tener actividad económica, recaudos justos suficientes para planes universales de beneficencia, salarios y pensiones dignas para toda la población. Eso es posible. Se está haciendo en Latinoamérica. Son economías mixtas con capitalismo, cooperativas y proyectos estatales. Eso no debería presentar contradicciones con un futuro gobierno tipo Bernie Sanders en la metrópolis, ni presentar objeciones a los empresarios medianos como Mueblerías Berrios; grandes como Holsum y Pueblo; o pequeños como La Tertulia y los trabajadores puertorriqueños. Caminemos sin miedo hacia adelante.

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LA AUDITORIA NO PUEDE SER OBSESIÓN PRRR SOSLAYAR EL COLONIALISMO Y LR DEUDA ODIOSA108

presidente de la Junta de Control federal Camón III acaba de alegar en la prensa que la auditoría es un reclamo de la izquierda. Y rápido, viene la manía reactiva: ¡Pues vamos a llevarle la contraria, vamos a revivir la campaña por la auditoría! Señores hagan la auditoría y no continúen con esa insistencia pública. Yo no levantaría una campaña de recaudación de fondos en una era de tanta escasez para ese reclamo. Mejor haría una campaña de recaudación para levantar los fondos necesarios para sufragar los gastos de una Asamblea Constitucional de delegados convocada desde la sociedad civil. Y me explico. Ningún gobierno, ni la Junta de Control, van a hacer la auditoría integral, forense, como la quieren algunos. No cultiven falsas ilusiones con remedios que solo los pueden conferir los tribunales. Porque una cosa son los hallazgos que un comité de ciudadanos pueda concluir con un trabajo de auditoría y otro, los remedios que solo los foros judiciales pueden ordenar en ausencia de acuerdos voluntarios entre los contratantes en relación a sus contratos. Por ejemplo, un licitador adquiere una residencia en una subasta. La subasta se hizo en contra de la ley al no publicarse unos edictos y por tanto es ¡legal. El licitador obtuvo el título de la casa por una escritura o contrato que otorgó con el alguacil del tribunal. Ese contrato o escritura se presume válido. Una vez el deudor que perdió la casa en ejecución mediante la subasta, como tiene legitimidad para litigar, cuestiona la subasta en un tribunal.

105 ’ Publicado el 28 de junio del 2017 en Facebook.

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Lo deuda odiosa y la descolonización de Puerto Rico

Es el tribunal quien ordena la nulidad de la subasta por incumplir con los requisitos de notificación dispuestos por ley. Pero como el licitador adquirió el inmueble de buena fe, tiene derecho a que le reembolsen el pago, precio o prestación pagada en la subasta, y, además, si invirtió en mejoras, no importa la cuantía, y obtuvo rentas y frutos tiene derecho a que se le reembolsen las mejoras y respeten las rentasy frutos percibidos. Eso lo ha decidido el Tribunal Supremo de Puerto Rico: un licitador, a quien le anulan el contrato de subasta y la subasta, tiene derecho como edificante de buena fe a la retención del inmueble hasta que se le reembolse lo pagado y las mejoras realizadas, y tiene derecho a retener los frutos y a no pagar las rentas devengadas previo al decreto de nulidad. Esos argumentos, entre otros, de índole legal son los que se predican a favor de la auditoría, al alegar que la ilicitud de la deuda deriva de utilizar los fondos del gobierno para fines prohibidos, es decir, utilizar el préstamo para gastos recurrentes. Ante esto lo que hay que preguntarse es: ¿Qué remedios obtendrá el pueblo puertorriqueño y en qué foros los conseguirá? Decretar la ¡legalidad de un contrato es facultad de los tribunales. Mientras un foro judicial no decrete su ilegalidad, se presume válido y es vinculante. Cuando una corte declara un contrato bilateral ilegal y nulo en consecuencia, las partes están obligadas a devolverse las prestaciones. Si un grupo de acreedores del ELA, por ejemplo los de obligaciones generales, prestó $17 billones, y el deudor ELA pagó $1 billón en intereses, habría que devolverle $16 billones al acreedor. ¿Dónde queda la teoría de incrementar poder de negociación para reducir la deuda? Al final la deuda se queda casi igual. Si el acreedor puede probar que prestó de buena fe, sin conocer los fines ilegítimos (usarse para pagar gastos recurrentes, por ejemplo), entoncestendría derecho a que le respeten cualquier mejora o fruto devengado. Por favor, no despachen argumentos legalistas sin análisis rigurosos de cuáles serán las defensas que antepondrán los acreedores y los remedios que al final obtendrán. Por otro lado, no olvidemos que si se enfocan en una lucha legal contractual sobre el contrato de deuda, se actúa como abogado de una de las partes contratantes: de los acreedores o del deudor, que en este caso es el ELA territorial y sus instituciones. Al fin y al cabo los que

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La auditoria no puede ser obsesión para soslayar el colonialismo y la deudo odiosa

abogan por la nulidad del contrato de deuda asumen la postura de abogados pro bono o por ¡guala del gobierno territorial. Hay muchos abogados preparados que están defendiendo al gobierno en el foro del Título III. No hace falta que los recursos de la lucha anticolonial y progresista se canalicen para salvar las castañas al ELA colonial. Quien está jorobado en todo este embrollo es el pueblo, la nación de Puerto Rico, a quien ya le están imponiendo aceleradamente el pago de una deuda injusta, que no le corresponde por ser colonial, mediante tributos, tarifas y recortes de servicios, trabajos y pensiones. Todos esos argumentos legalistas entran en normas relativas a remedios judiciales que toman muchos años en dilucidarse por foros de instancia y apelativos creados para proteger los contratos como ley entre las partes. En el caso del ente territorial bajo sindicatura dentro del Título III (ELA y sus corporaciones), al haberse radicado una petición bajo el título III de Promesa, toda acción que se radique en tribunales estatales o federales que afecten el caudal del deudor queda paralizada automáticamente y será objeto de remoción al Tribunal de Distrito federal donde se ventilan los asuntos bajo el Título III. Los procesos apelativos se siguen ante el Tribunal de Circuito de Apelaciones para el Primer Circuito cuando los dictámenes sean finales, y como último recurso se acude ante el Tribunal Supremo federal. Ya hemos visto las joyas procolonialistas y proacreedores que ese tribunal resolvió en los dos casos recientes: en el de la quiebra criolla que decidió que es campo ocupado federal y en el de Sánchez del Valle que resolvió que el único soberano es el Congreso. Por eso, hemos reiterado la necesidad de que hay que enfocar nuestras energías y campaña para que la parte realmente ausente y responsable última de la deuda pública odiosa colonial asuma la misma: el gobierno colonialista de Estados Unidos. Por el gran amor que le tenemos a nuestra patria, no debe haber desenfoques y desorientación. La deuda pública de Puerto Rico es injusta fruto del coloniaje, por tanto odiosa y es responsabilidad del único soberano, el verdadero deudor, que tiene que asumirla para que sea borrada de los estados financieros en rojo, para que nuestra nación pueda organizar un nuevo ente soberano sin ese pasivo o deuda impagable. 263

La deuda odiosa y la descolonización de Puerto Rico

Ese remedio de asunción de la deuda por la metrópolis no se conseguirá en las cortes; es de naturaleza política. Se conseguirá cuando la nación puertorriqueña de la Isla y la diáspora lo comprenda a cabalidad y lo reclame en reparación de agravios mediante su órgano representativo, la Asamblea Constitucional de delegados, y lo luche en todos los espacios políticos posibles, en la Isla, la metrópolis y el mundo. No ayudan a clarificar la conciencia anticolonial de nuestra población argumentos legalistas reformistas que tampoco educan sobre el colonialismo y su criatura la deuda odiosa colonial. No se olviden del colonialismo los que insisten nada más en la auditoría. De qué le vale al que naufraga en el mar olvidarse del mar para hablar de las algas, si lo que lo matará al fin y a la postre es el agua o un tiburón. De qué le sirve al avestruz meter la cabeza en un hoyo para fijarse en las lombrices, si afuera está el león listo para devorarlo. Y por cierto, ya no lo dice el que escribe solamente, lo reitera la Revista Jurídica de prestigio mundial de Harvard en su número del 10 de abril del 2017, capítulo II: "si Puerto Rico es una colonia, su deuda es odiosa colonial y el responsable de la misma es el gobierno colonialista de Estados Unidos".

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CONGRESO PRRR LR DESCOLONIZACIÓN V LOS NEGOCIOS106

erró la librería La Tertulia en Río Piedras, pero no es un evento aislado; ocurre ante la crisis que tritura todo, como parte de los procesos históricos globales. En Puerto Rico se acabó una época de ascenso; toca fondo con una nueva etapa de egoísmo imperial. La ruta ética debe ser reconstruir a Puerto Rico con un proyecto de país solidario. La Revolución obrero-campesina rusa de 1917 generó valorización del trabajo, reducción del capital, desarrollo del estado benefactor y ascenso de la visión solidaria global. Impacto movimientos humanos y a una Organización de las Naciones Unidas contestaría hacia aberraciones injustas como el opartheid y el colonialismo. Con la inmoralidad estalinista, estatísta, de capitalismo de estado y el surgimiento de una nueva clase burocrática desviada, se desgastó y colapso el socialismo real en 1989. Ello achicó la visión solidaria en el planeta. Desde 1980 comenzó una ofensiva egoísta neoliberal del capital para acaparar el mundo, triturar la valorización del trabajo y la solidaridad social. Hasta China y Rusia se movieron al capitalismo. Hoy el capital es más rico y poderoso, y los trabajadores y pobres más pobres. Se disputa qué estado o bloques capitalistas regentearán el mundo. La izquierda perdió su brújula en esa crisis de las ¡deas; ensaya en América Latina proyectos solidarios social-demócratas, con sistemas pluriclasistas, de economía mixta, distribución de las riquezas y programas de beneficencia social. En esa dirección

106 ’ Publicado el 2 de julio de 2017 en El Nuevo Día.

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La deudo odioso y lo descolonización de Puerto Rico

transita Cuba desde el periodo especial, con empresa mixta y cuenta-propismo. La disputa entre la visión egoísta y solidaria se refleja en el Sanderismo social-demócrata frente al Trumpismo neoliberal. En nuestra tierra se ha reflejado ese egoísmo y abandono de la colonia: terminación del mercado exclusivo con la firma de tratados de libre comercio, la eliminación de las 936, el no ofrecer alternativas al altee ego del Estado Libre Asociado (ELA) colonial que carece de soberanía para crear ahorro y proteger riquezas ni voluntad para imponer tributos al capital foráneo. Esto ha causado desde el 2000 el crecimiento exponencial de la deuda odiosa (de $24 a cerca de $120 mil millones, incluidos los sistemas de retiro) y la crisis actual. Recuerdo los años del 60 y tempranos 70: persistía el estado benefactor y florecía la ciudad universitaria y el comercio en la calle De Diego. La educación universitaria era esperanza de ascenso social. La ciudad de la luz enfrentó fuerzas contrarias, pero sobrevivía. Hubo mejoramiento social, viviendas, infraestructura. Esa época solidaria se acabó. Crece el éxodo, drogas y corrupción, ataques a universidades, cierre de hogares, escuelas y sistemas de salud. Vamos espiral abajo, hacia un hoyo que rinde culto al egoísmo, reflejado con la imposición federal de una Junta de Control. Desaparecen los pequeños comercios como La Tertulia. Crecen grandes centros comerciales. Veremos cuánto tiempo duran. Los pequeños empresarios cierran. Resisten cadenas foráneas. Veremos hasta cuándo. Necesitan un pueblo que gaste. El dinero disminuye. Pronto no dará ni para la subsistencia. No le va bien a la estadidad. Los congresistas no le hacen caso al gobernador, ni al plebiscito; tampoco oirán a los siete delegados. Servirá para desvanecer quimeras en muchos y comprender que la independencia no es infierno ni limbo, sino destino digno para nuestra nación. La trituradora afecta y afectará a todos. Y en esta nueva coyuntura de la escasez, colapsado el anexionismo, tendrá que desarrollarse una nueva visión solidaria, un nuevo bloque histórico que voltee patas arriba esta colonia inservible. Sugiero un Congreso para la Descolonización, que convoque a elecciones en la Isla y 266

Congreso pora lo Descolonización y los negocios

diáspora para una Asamblea Constitucional inclusiva de todos los sectores, solvente y permanente, ante el boicot del bipartidismo, capaz de resolver el estatus, negociar reparación de agravios y la asunción de la deuda odiosa por la metrópolis, para construir con soberanía un proyecto económico mixto solidario. En él, el capital foráneo y la economía informal pagarían impuestos por eventos que hoy no tributan, y podría tener actividad económica, recaudos justos para planes universales de beneficencia, salarios y pensiones dignas. Eso no presentará contradicciones en la metrópolis con un gobierno tipo Bernie Sanders. Esto será del agrado de empresarios medianos, grandes y pequeños, como La Tertulia y los trabajadores.

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CONGRESO DEL PUEBLO V RSRMBLER CONSTITUCIONAL CONVOCRDR DESDE LR SOCIEDRD CIVIL107

I. Preámbulo

íl a situación de Puerto Rico ha llegado a un nivel crítico que I requiere creatividad y pronta acción colectiva y democrática ÍEsasdel pueblo puertorriqueño de la Isla y su diáspora. II. Argumentos justificativos de esta propuesta conceptual

1. Gran parte de los fundamentos de la presente propuesta están contenidos en los escritos anteriores.

2. Los asuntos de consenso que servirán de convergencia a los distintos sectores ideológicos y que presidirán como acuerdos vinculantes a todos los participantes son los siguientes: que Puerto Rico es una colonia, que hace falta un proceso serio de descolonización y que la deuda pública impagable por la nación puertorriqueña es de naturaleza odiosa colonial y es responsabilidad de la metrópolis, quien ostenta todos los poderes de la soberanía. La descolonización con los valores de libertad e igualdad que encarna no son plebiscitares, ni tampoco es efectivo el plebiscito como mecanismo. Le compete atender y resolver esos problemas al órgano supremo de una nación que es su Asamblea Constitucional de delegados. El bipartidismo ha boicoteado la

107 * Publicado el 28 de julio de 2017 en SOgrados. 269

Lo deuda odioso y la descolonización de Puerto Rico

Asamblea Constitucional como mecanismo descolonizador y ha insistido en el plebiscito. De ahí que la Asamblea Constitucional tenga que ser convocada desde la sociedad civil. Partimos de una concepción dialéctica: que existe una relación creativa entre tradición y novedad, que los procesos se transforman constantemente y toman rutas insospechadas y que nada impide que un proceso como el propuesto desde la sociedad tenga impacto en otros órganos convocatorios, ya sea por un nuevo bloque histórico o por una transformación de sectores del bipartidismo, que, influenciados por el proceso, lo acojan como compromiso honesto para la descolonización. El sector opuesto a la estadidad ha señalado, entre otros argumentos, que la misma no garantiza la existencia de la nacionalidad puertorriqueña y conllevaría su destrucción. Los que la apoyan plantean que la mayoría de los puertorriqueños apoyan esa fórmula de estatus y, aunque hay un sector colonialista interesado en administrar la colonia y vivir del presupuesto público, muchos honestamente creen que con la estadidad se lograrán los beneficios que garantiza la ciudadanía norteamericana en igualdad de condiciones a los ciudadanos que residen en los demás estados de los Estados Unidos. La estadidad no es un derecho; la tiene que conceder los Estados Unidos. Como hay un sentimiento mayoritario y hay que reconocer esa fuerza política actual, hay que buscar un mecanismo procesal que integre a los estadistas en un proceso de descolonización. Podrán hacer su reclamo, y, luego de un proceso educativo, despejarán quimeras e ilusiones si su propuesta de estatus no es concedida por la metrópolis. Como llevamos 119 años de coloniaje, hay que establecer un término de caducidad corto y razonable (se sugiere 2 años) a los delegados estadistas (si obtienen la mayoría de los delegados en la Asamblea Constitucional), para que puedan presionar por esa fórmula sin obstáculos de las otras fórmulas. Tiene que haber un contrato acordado vinculante para los delegados a la Asamblea Constitucional, que si al cabo de los 2 años Estados Unidos no ha conferido la estadidad, entonces los delegados se reúnen y negocian un estado intermedio como la libre asociación o mecanismos de transición como la ciudadanía dual. De no ser aceptable a Estados Unidos, decretan la independencia y, 270

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Congreso del pueblo y Asamblea Constitucional convocado desde la sociedad civil

como una sola voz, negocian con los Estados Unidos la reparación de agravios, incluyendo que asuma la deuda pública de su única responsabilidad como deuda odiosa colonial y un programa económico de transición, con todas las facultades soberanas para acudir a las acciones, foros y remedios necesarios. Notemos que se contempla un proceso de una etapa a otras según se vayan rechazando fórmulas por la metrópolis, se despejen quimeras en sectores adictos al coloniaje y educados puedan romper la dependencia ideológica hacia el colonizador. Para esto, la Asamblea Constitucional debe ser inclusiva, solvente y permanente108. lili. Calendario de procesos y eventos

1. Primer objetivo: crear un Comité Provisional para la Descolonización de Puerto Rico, compuesto de 15 a 20 personas (o las que sean), variado, con composición de las diversas ideologías (incluidas las mayoritarias de la nación), con caras frescas (no 108 Deseo distinguir entre Asamblea Constituyente, Asamblea de pueblo, Asamblea Constitucional de estatus y Asamblea Constitucional. La Asamblea Constituyente la concibo como la magna reunión de delegados constituyentes de una nación dirigidos a constituir un pacto social en la amplia faceta que requiere la nación. La Asamblea de pueblo de estatus o Asamblea Constitucional de estatus, limitadas a resolver el problema del estatus sin plantearse en esa etapa constituir una nueva constitución que rija los destinos de un país soberano. Entonces utilizo el concepto Asamblea Constitucional de delegados de la nación, de la Isla y la diáspora, como cuerpo que delibera permanentemente, atraviesa por distintas etapas, sus delegados representan la nación, el punto de consenso es incipiente: reconocer que Puerto Rico es una colonia, iniciar un proceso de descolonización en diversas etapas mientras se van derribando quimeras, y además del estatus enfrentar la deuda odiosa colonial. Esos son los consensos en esta etapa histórica. Atiende al estatus en tres etapas, una en que tienen prioridad los estadoístas, luego los que plantean la libre asociación (fórmulas que dependen de la voluntad de los EE. UU.)Z atiende el problema de la deuda odiosa, y finalmente, según se puede apenas atisbar en este consenso incipiente de la nación, pues decretar la independencia. Ya una Asamblea Constituyente, cuando haya un consenso mayoritario del país en el futuro, atiende la fundación del estado nacional, descripción de los órganos de poder, carta de derechos civiles y humanos, relación y representatividad con derecho al voto de los boricuas en la diáspora y demás articulados propios de una nueva constitución para un país soberano o de estado intermedio como la libre asociación. Por eso sugiero crear constantemente. Desarrollar conceptos fundados sobre nuestra realidad concreta, que tengan vida, vigencia y devoción democrática. Eso no quiere decir que lo realizado desde el Colegio de Abogados y recogidos en proyectos de ley engavetados por el bipartidismo tengan que ser descartados; no, recoger de ellos lo que sea útil, pero trascender lo que ha sido producto de deliberaciones en gran parte entre abogados. Es necesario que los proyectos tengan vida de pueblo, de ahí que sea necesario un proceso de discusión desde las bases, que se conviertan en reclamos vitales, comprendidos como necesarios y adecuados al presente y futuro por amplias mayorías de la población de la Isla y la diáspora.

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Lo deuda odioso y la descolonización de Puerto Rico

desgastadas), con legitimidad y capacidad de convocatoria en la Isla y en la diáspora, inclusivo de mujeres, jóvenes, mayores, de diversos sectores sociales, que:

a. Convoque a reuniones democráticas partidpativas en municipios, barrios, centros de estudios y trabajo y en las ciudades de la diáspora. Esas reuniones en las bases tienen tres propósitos: i. Generar y facilitar un proceso educativo organizado; ¡i. Preparar, difundir y discutir una declaración de propósitos y reglas en las bases para incorporar cambios y sugerencias y someter el proyecto así depurado a la Asamblea Preparatoria;

iii. Seleccionar, en cada reunión o asamblea local, 7 delegados para asistir a la Asamblea Preparatoria. 2. Asamblea Preparatoria del Congreso para la Descolonización: a. El Comité Provisional consigue y habilita un local amplio que pueda acomodar cerca de 500 delegados de las bases;

b. Convoca, organiza la publicidad, logística y detalles de la Asamblea Preparatoria del Congreso para la Descolonización; c. La Asamblea Preparatoria pasará juicio y discutirá el proyecto de declaración de propósitos y reglas; aprobará una resolución para convocare! PrimerCongreso Para la Descolonización de Puerto Rico; dispondrá fecha y lugar apropiado para reunir 25,000 a 30,000 personas para el Congreso; y creará variados comités de trabajo, organización y coordinación con los delegados de base; logística del Congreso para la Descolonización; finanzas; publicidad; educación; declaración de propósitos y resoluciones; normas sobre el proceso de votación; selección de delegados a la Asamblea Constitucional; y cualquier otro comité que se sugiera y estime necesario. 272

Congreso del pueblo y Asamblea Constitucional convocada desde la sociedad civil

3. Congreso para la Descolonización de Puerto Rico:

a. Aprobará la declaración de propósitos, resoluciones y normas que regirán las elecciones para escoger los delegados a la Asamblea Constitucional;

b. Escogerá un Comité Ejecutivo a cargo de dirigir los trabajos hacia la Asamblea Constitucional, con suficientes personas para conformar una Junta Ejecutiva y con potestad para crear los diversos comités que sean necesarios. 4. Asamblea Constitucional: a. Se organizarán unas elecciones a base de voto universal y secreto en la Isla y en la diáspora, en las que participen los ciudadanos puertorriqueños con derecho al voto (tendrán derecho al voto: los que demuestren, mediante certificado de nacimiento, haber nacido en la isla de Puerto Rico; los que demuestren, mediante declaración jurada y certificado de nacimiento, que son hijos de madre o padre puertorriqueño aunque hayan nacido en Estados Unidos o en país extranjero; aquellos extranjeros que se naturalizaron, obtuvieron la ciudadanía de Estados Unidos, mientras han estado domiciliados en Puerto Rico por los pasados 20 años y, mediante declaración jurada, afirmen que son ciudadanos puertorriqueños).

b. Se escogerán 100 delegados representantes a la Asamblea Constitucional: 67 delegados serán de la isla de Puerto Rico y 33 de la diáspora. c. Se elaborará con suficiente tiempo y con la participación y sugerencias de un comité de expertos, los criterios para la selección de delegados a la Asamblea Constitucional, de manera que se armonicen criterios de representatividad regional y selección de los delegados que acumulen mayor cantidad de votos; d. La Asamblea Constitucional elegirá en su primera reunión, un Presidente los oficiales y los comités; se aprobarán las reglas y resoluciones que soberanamente se decidan; se respetarán 273

La deuda odiosa y la descolonización de Puerto Rico

los acuerdos o contratos previos que le han dado razón de ser bajo los siguientes consensos:

i. La situación colonial de Puerto Rico y los delegados deliberarán permanentemente hasta lograr su descolonización; ¡i. La fórmula de estatus que gane en la primera votación de los delegados tendrá un término de caducidad de 2 años para exigir al gobierno de Estados Unidos, su fórmula de estatus sin el obstáculo de las demás fórmulas de estatus. Si al cabo del término de caducidad, el gobierno de Estados Unidos no ha accedido a esa fórmula de estatus, los delegados de la Asamblea Constitucional se reunirán y comenzarán un proceso de negociación con el gobierno de Estados Unidos hacia el estadio intermedio de libre asociación; y, de no ser aceptado por la metrópolis, los delegados se reunirán para decretar la independencia nacional, iniciarán negociaciones con la metrópolis para exigir y obtener reparación de agravios, exigirán a dicho gobierno que asuma la deuda pública odiosa colonial, negociarán las condiciones para un programa de transición y acudirán a las acciones y foros que sean necesarios para hacer valer estos reclamos y los que apruebe la Asamblea Constitucional.

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DESDE LR FRESCURA V RENOVACIÓN DE LRS REDES: ¿CUÁL ES EL BRLRNCE CRÍTICO DEL JUNTE SOBERRNISTR SOBRE EL BOICOT RL PLEBISCITO V CUÁLES SON SUS PLRNES FUTUROS HRCIR LR DESCOLONIZACIÓN?109

I a verdad es que el Junte Soberanista no ha informado cuáles I son sus deliberaciones. Por lo menos tenemos las redes ^■sociales. Aquí nadie pone cortapisas, ni censura, ni boicotea

tras bastidores las nuevas ¡deas que fluyen por debajo, con sus propios méritos, hasta que son evaluadas sensatamente por el público e irrumpen como un volcán. ¿Por qué digo esto? Pues se lo adelanto. El jueves fui a un conversatorio organizado por Claridad, donde hablaron desde el podio, en representación del Junte Soberanista, Juan Dalmau, Manuel Natal y Alexandra Lúgaro, mientras la periodista Millie Gil les hacía preguntas. Llegué un poco tarde, ya que cuando salía de la finca, un portón eléctrico se trancó y me consumió algunos minutos. Le pregunté a un amigo si me había perdido algo importante y me dijo que no, porque desde mi llegada los oradores se habían soltado a hablar. Fui al conversatorio y pagué dos entradas para colaborar con un valioso órgano periodístico como Claridad. Había sugerido a uno de sus líderes principales, que el intercambio fuera democrático y participativo y que el público pudiera hacer preguntas. Me aclaró que él no controlaba la organización del evento, no obstante llevaría la sugerencia a los organizadores. Pero no se hizo. Había muy poca gente y un silencio

109 ’ Publicado el 14 de julio de 2017 en Facebook. 275

La deuda odioso y la descolonización de Puerto Rico

muy particular, según lo percibí. Puede que haya otros con opinión encontrada. Hubo un boicot al plebiscito; y el Junte Soberanista que participó no hizo, ni ha hecho, un balance crítico de ese experimento político. No se han contestado preguntas como las siguientes: ¿A qué se debió que solo acudiera un 23% a votar por la estadidad? ¿Qué fuerzas y factores lo hicieron posible? Ni ha habido una afirmación de humildad de que el resultado exitoso del boicot no fue obra exclusiva del Junte Soberanista. Eso hay que decirlo para tener credibilidad. El boicot ocurrió porque hubo muchas columnas autónomas marchando al ritmo del boicot: hubo grandes sectores que expresaron con su ausencia un castigo al gobierno; el PPD, partido colonial grande, lo boicoteó; y la ley fue diseñada para el fraude. Aunque tuvimos la exhortación del Junte Soberanista, a quienes felicito por la iniciativa, hace falta que hagan un pronunciamiento desde la humildad, que reconozca que fue ese variado pueblo el gestor de la victoria del boicot. Como no lo escuché, o las opiniones que sean, espero escucharlas. Tampoco ha habido la exposición de un plan hacia dónde va el Junte Soberanista. ¿Si boicotearon el plebiscito, cuál es la alternativa descolonizadora que se propone al mismo? Eso tampoco lo escuché en el conversatorio, ni lo he visto en ningún lado todavía. Solo hubo expresiones de que era "algo" de lo que no se podía hablar todavía. Entonces. ¿Cómo es posible que no se discuta a los cuatro vientos, públicamente, con todo el pueblo, cuál es el plan descolonizador? Por mi parte, con humildad, hesometido un plan conceptual y calendario hacia un Congreso para la Descolonización y una Asamblea Constitucional de delegados del pueblo puertorriqueño convocada desde la sociedad civil, proceso que debería comenzar pronto, aunque los eventos por su complejidad tarden. ¿Cuál es la postura del Junte Soberanista y los grupos que lo integran sobre este plan o el que ellos hayan elaborado? Hace falta transparencia, debate público, para que las cosas no se queden en cúpulas, ni se disuelvan como la espuma. Para mí es muy doloroso y difícil hacer estas críticas fraternales, pero creo que son necesarias. Veo en este Junte Soberanista un buen punto de partida, sobre todo, porque están a la cabeza tres 276

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Desde lo frescura y renovación de las redes: Cuál es el balance crítico del Junte Soberanisto...

líderes jóvenes prometedores para nuestro país. La incorporación de la juventud es fundamental, por eso, de 1996 al 2000, fundé, junto a un grupo de compañeros, y presidí la Fundación Fefel Varona y su Escuela de Liderato Patriótico que impacto a 200 jóvenes de intermedia, secundaria y universidad. Pero el problema de nuestro movimiento emancipador, más que generacional, es de crisis en el pensamiento crítico nacional. Un problema que afecta a toda la nación. Por eso, los mayores son importantes, sobre todo en una formación nacional donde no tiene primacía la solución armada, ni se impone el músculo joven; sino que se promueven otras construcciones de desobediencia civil, sufragistas y de bloque crítico contracultural, prolongado y hegemónico. Ahí están Pepe Mujica y Bernie Sanders, recordando que se puede ser mayor y renovado o joven con ¡deas caducas. Por lo pronto me gustaría conocer públicamente el balance crítico del Junte Soberanista sobre el boicot al plebiscito y sus planes futuros.

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CONGRESO DEL PUEBLO PARA LA DESCOLONIZACIÓN V CONTRA LR DEUDA ODIOSA, PEDESTAL HACIA LA CONQUISTA DE NUESTAA LIBEATAD SOLIDARIA110 1. Introducción: uenastardesatodos. Muchasgraciasal Partido Nacionalista de Puerto Rico Movimiento Libertador por invitar a quien se dirige, un libre pensador Independentista, a esta honrosa tribuna. No celebramos. Acudimos hoy a condenar una ignominiosa invasión ocurrida hace 119 años, predicada sobre las ideologías del engaño y la fuerza de las armas. Mencionaremos varios ejemplos de intervenciones imperialistas inmorales, como preámbulo para unas reflexiones en ruta de la lucha contra la deuda odiosa y el colonialismo, que sirvan de fortaleza y pedestal hacia la conquista de nuestra libertad y un nuevo orden de justicia social. Hay mentiras que son más viejas que el frío, duran milenios, centurias, décadas. Hasta que la crítica, que es inteligencia guiada por la moral, descubre y revela la verdad. Verdad que puede ser ocultada y maniatada muchas veces. Hasta que el consenso de las mayorías la convierte en verdad general, y como torrente caudaloso arrastra la mentira al abismo merecido.

110 Discurso pronunciado en los actos de repudio a la invasión norteamericana el 25 de julio de 2017, organizados por el Partido Nacionalista de Puerto Rico Movimiento Libertador

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Asíocurrióen la invasión norteamericana a nuestra tierra: el hundimiento del Maine fue fraude cometido por el gobierno de Estados Unidos para levantar los ánimos imperialistas en su población y conquistar las últimas colonias controladas por la decadente monarquía española. Igual se sostuvo, con el engaño y la mentira, la invasión norteamericana de Irak. Decía su Presidente George Bush que Sadam Hussein tenía un arsenal de armas químicas, y con esa justificación bombardearon y mataron más de un millón de personas. Un genocidio, un crimen de lesa humanidad que todavía permanece impune. Hasta que su ex jefe de estado, el general mayor Colín Power, confrontado con la veracidad de los hechos, admitió, hace algunos años, que las razones para invadir Irak, derrocar el gobierno, cometer un genocidio e instaurar un gobierno títere, fueron falsas. La verdad fue que la invasión a Irak y toda esa barbarie fue y ha sido para saquear el petróleo y el gas natural de allí y de toda la región. Esa verdad vuela el mundo y algún día se hará justicia. El Estado Libre Asociado estuvo montado en el fraude y el engaño. Estados Unidos, junto a sirvientes locales, fue, en el 1953, a presentar en las Naciones Unidas que Puerto Rico, con su nueva constitución, había dejado de ser colonia. Esa falsedad fue denunciada por Don Pedro Albizu Campos y sus discípulos por todos los medios. Lo encarcelaron, torturaron y le causaron la muerte. Su figura fue mancillada, difamada. Ha correspondido a sus discípulos establecer su legado inmortal. Su ejemplo y heroísmo han sido tan grande que hoy es el héroe supremo de nosotros los puertorriqueños. Las grandes mayorías admiran a Albizu y portan su silueta. Tiene millares de discípulos orgullosos y valientes, mientras que sus carceleros, portadores de la mentira y causantes de su encierro y muerte, languidecen en la memoria colectiva cada día más, a pesar de lasfundaciones o monumentos que les erijan. Hoy sus discípulos pululan divididos, sin brújula hacia la extinción, buscando nueva lumbre.

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Para culminar, la falsedad del ELA se ha demostrado tan evidente en los hechos y por la denuncia critica que hasta las 3 ramas del gobierno federal reconocen que con el ELA 280

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Puerto Rico continuó siendo una colonia bajo los poderes plenarios del Congreso federal. Ya existe un consenso general, aunque incipiente en su profundidad, en la isla y en nuestra diáspora, que Puerto Rico es una colonia y eso es un proceso de avance. Pero tenemos que adelantar en la comprensión y conciencia de que el coloniaje es indigno. Es una forma de explotación. Las colonias existen para ser explotadas. Sus nacionales son ciudadanos de segunda clase a pesar de que les hayan endilgado la ciudadanía norteamericana. Y que la verdadera descolonización de una nación ocurre únicamente con la plena independencia que le permita florecer en la historia orgullosa junto a las otras naciones del orbe.

2. La Deuda Odiosa Impagable La deuda pública es el problema tal vez mayor al que se enfrenta la nación puertorriqueña. La ley Promesa y la Junta de Control ha sido la solución imperialista para el problema de la deuda pública. Pero esa solución se predica en la falsedad, en el fraude. Para enfrentar un problema es importante enfrentarlo con un pensamiento crítico, renovado, honesto y vertical. Para entenderlo y buscar soluciones y rutas verídicas, justas, solidarias, realistas y posibles. Veamos la veracidad de los hechos en cuanto a la deuda pública. Según el Centro para la Nueva Economía, la deuda pública de Puerto Rico ascendía a diciembre de 2000 a $24 billones de dólares. Entonces había corrupción y mala administración, pero la deuda era manejable y pagable. En diciembre de 2014 había aumentado $48 billones adicionales, para llegar a la cifra impagable de $72 billones. En ese periodo comenzó el gran éxodo y, a partir del 2006, comenzó la depresión económica que dura hasta hoy (y seguirá si no se toman medidas extraordinarias). Se perdieron más de 240,000 empleos; se han desvalorizado las propiedades de toda índole de los puertorriqueños en más de un 50% de su valor y los 281

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bancos ejecutan más de 14 residencias al día. Se desplomaron los sistemas de retiro, lo que ha causado una deuda adicional cercana a los $48 billones de dólares. Entonces la deuda odiosa, con números conservadores, ronda los $120 billones. Es impagable. Además, es una deuda odiosa colonial. Las deudas públicas generadas durante una relación colonial son responsabilidad de la potencia colonial que tiene todos los poderes de la soberanía. Eso lo estableció el gobierno de Estados Unidos en el 1898 cuando en las negociaciones del Tratado de París obligó a la Monarquía española, al aplicar la doctrina de deuda odiosa, a que asumiera la deuda pública del gobierno colonial de Cuba. Desde entonces, la deuda odiosa colonial se mantiene como norma obligatoria del derecho imperativo internacional. Y se ha desarrollado esa doctrina para prohibir otras deudas públicas: aquellas incurridas para cometer genocidios, torturas, promover segregaciones raciales, dictadores u oligarquías.

Mientras que el contrato de préstamo recoge como norma general la moralidad de los acreedores de que las deudas se pagan por el deudor, y que los contratos se cumplen, existen excepciones a esa norma general. Las deudas odiosas son deudas injustas. Se predica la doctrina en la excepción de equidad y justicia que no todas las deudas se tienen que pagar por un pretendido deudor que no ha tenido el control de sus decisiones o porque se violentan los derechos civiles y humanos de amplios sectores. Existen otras deudas en el derecho civil y anglosajón, que no tienen que ser pagadas por el ente deudor controlado y afectado. Así los herederos tienen derecho a repudiar la herencia del causante mal administrador, el deudor no tiene que pagarle al banco que lo controla con prácticas ¡lícitas ("tying arrangements"), la corporación que controla paga frente a su alter ego. En el derecho público federal se ha reconocido por su Corte Suprema la responsabilidad del gobierno federal hacia asuntos, deudas o daños causados a las naciones indias por actos y control federal. 282

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Igual, el deudor quebrado tiene el derecho humano de ser descargado de sus deudas mediante el procedimiento de quiebras para poder tener un nuevo respiro y garantizar su derecho humano fundamental a la rehabilitación. Es el plasma de la moral que sirve de bálsamo. A través de la historia la humanidad va consensuando valores justos. Esa moralidad ha ¡do incrementando su vuelo en espiral, aunque a veces desigual en algunos lados, ha absorbido esos ascensos valorativos para impactar el derecho privado y público civil y anglosajón y el derecho internacional. La Corte Suprema de Estados Unidos decidió en junio de 2016, en el caso de Pueblo vs. Del Valle, que los poderes plenarios de soberanía sobre Puerto Rico los tiene el Congreso federal. Es la potencia colonial quien controla absolutamente el territorio colonial. Entonces el control plenario produce responsabilidad originaria plenaria y completa sobre la deuda pública odiosa. Y tiene que ser así. No puede ser de otra manera. Si Puerto Rico no tiene ningún poder de soberanía para crear y proteger las riquezas de sus nacionales, y todas las variables y poderes los tiene el Gobierno federal, pues el que controla esel deudorreal. El soberano federal tiene que pagarles a los acreedores, los fondos buitres y los acreedores locales. Puede crear un fondo especial y, en el ejercicio de su poder soberano de expropiación, puede pagar a los fondos buitres lo que ellos pagaron por los créditos. Si pagaron un centavo por el crédito de deuda, no pueden cobrar ni un dólar. Y puede acusar y, en derecho de nivelación, cobrar de los corruptos lo que tengan que pagar, si tuviera voluntad de hacerlo y como en justicia y derecho corresponde. Esa responsabilidad federal se puede corroborar con la veracidad de los hechos. Desde 1952, en plena Guerra Fría, Estados Unidos tenía el interés de presentar el modelo del ELA como vitrina de una supuesta democracia. Por eso mantenía los resquicios de solidaridad del estado benefactor que surgió de la gran depresión de 1930, el cual estaba motorizado por el oleaje solidario de la Revolución rusa de los humildes de 1917. En la crisis energética de principios de los 70, la metrópolis enfrentó 233

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la inestabilidad social y el crecimiento de los movimientos contestatarios con medidas de mantengo como cupones de alimentos, becas Pell, plan 8 de vivienda y la excepción de privilegio corporativo a las compañías 936. Siempre todo sistema de explotación esclavista, feudal, capitalista y colonial ha tenido como premisa fortalecer el capital de los dueños de los sistemas de producción y disminuir el valor del trabajo de esclavos, siervos, jornaleros, arrimados y trabajadores. Eso ha sido una constante en toda la historia colonial puertorriqueña durante 524 años. Durante los 119 años de dominación norteamericana, el modeloesencialseha predicadoen protegeryconferirprivilegios al capital foráneo en detrimento del capital nativo, el cual se ha convertido en mera franquicia servidora del gran capital, y en conceder excensiones tributarias y de utilidades públicas, mientras se fomenta la emigración y la desvalorización de los salarios para que su valor excedente de plusvalía incremente el valor del capital. Ello ha evitado el ahorro nacional. Según estadísticas de la Junta de Planificación, en el 2014 Puerto Rico tuvo un producto interno bruto de $104 billones de dólares. La economía informal que no tributa se estima genera $25 billones adicionales. Según el profesor y estudioso de sistemas Dr. Víctor Sánchez Cardona, mientras el capital absentista se lleva de nuestra jurisdicción cerca de $35 billones de dólares de ganancias netas anuales sin pagar contribuciones en Puerto Rico, ese capital foráneo le paga inmerecidamente al Gobierno federal más de $12 billones de contribuciones cada año por esos eventos que tributarían aquí si tuviéramos plena soberanía. Si añadimos que la economía informal podría generar cerca de $5 billones en contribuciones adicionales, notamos que en esos dos renglones habría cerca del triple en los recaudos actuales, no hubiera sido necesario tomar prestado y sobraría para desarrollar una economía que garantizaría amplios servicios de salud universal, educación, pensiones adecuadas y programas sociales gratuitos a la población. Esa producción de riqueza demuestra la viabilidad de una economía próspera en la independencia, con la garantía de todos los poderes soberanos que provee. 284

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En unos periodos de auge del estado benefactor, ha menguado un poco el valor del capital e incrementado el valor del trabajo. Pero ya eso no ocurre desde 1980 con el desarrollo del neoliberalismo y la caída del socialismo real estalinista, deformado hasta su colapso en 1989. Con ello se achicó la visión solidaria global, mientras que, a la par, ha crecido como tumor maligno el egoísmo rapaz del capitalismo neoliberal. Entonces desde el 1989, con la terminación de la Guerra Fría, Estados Unidos, atizado aún más por ese egoísmo, abandonó la colonia de Puerto Rico y descartó seguir presentándola como disfraz al mundo. A fines de los 90, Estados Unidos decidió terminar las compañías 936 con plazo hasta el 2006, y firmó los tratados de libre comercio con países de Latinoamérica y el Caribe, lo que eliminó la preferencia mercantil que tenía el territorio colonial. Las compañías 936, con todas sus faltas, era el motor de la actividad económica colonial y la metrópolis no desarrolló alternativas sustituías. La deuda pública incrementó a partir del 2006, en un corto periodo de 14 años, $48 billones de dólares adicionales, sin incluir la deuda con los sistemas de retiro público. Hay una correlación entre esos eventos de control y abandono, la deuda odiosa que se hizo impagable y la pérdida de más de 200,000 empleos a partir del 2006 y la depresión y crisis actual. Así que la deuda pública odiosa colonial ha sido fruto del control colonial de la metrópolis, de privilegios al capital foráneo, de la desvalorización y maltrato al trabajo y del abandono hacia el territorio, todo lo cual ha traído ausencia de ahorro nacional y el desarrollo de una deuda impagable fomentada por la triple exención de la Ley federal Jones, autorizada por leyes federales y supervisada anualmente por su agencia de valores y decretos federales. En resumen, la causa eficiente de la deuda odiosa ha sido el control colonial del Gobierno de Estados Unidos sobre Puerto Rico. La Ley Promesa, y su criatura la Junta de Control, se predicó desde el primer día en los debates del Congreso en la falsedad de que la deuda pública era responsabilidad de los puertorriqueños por su corrupción, mala administración y 285

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ausencia de estados financieros auditados. Entonces enviaron 7 procónsules, no electos, a gobernar a los puertorriqueños; y facultaron y designaron un magistrado federal para organizar un plan de pago a los acreedores por la población puertorriqueña. La Ley Promesa no deroga ni la Ley 600 ni los casos insulares. Crea una corporación provisional con duración tal vez de 10 años, según anticipan los expertos, en lo que se logran tres presupuestos balanceados simultáneos y el ELA puede volver a los mercados de préstamos. Se aprobó para intentar salvarle las castañas al orden colonial imperante, mientras se complace a los acreedores. Es una ley y sistema inservible. No provee mecanismos para descargar y eliminar la deuda pública. Se predica en recortar servicios y nómina en cantidades billonarias y en aprobar tributos y tarifas bi I lona rías odiosas contra la población (ambas partidas suman alrededor de $7 billones). Pero ello traerá una contracción económica mayor, una caída del producto bruto cercano al 9% en dos años, la continuación del éxodo, una baja sustancial en los recaudos y el agravamiento de la depresión por otra década. Eso dicen los expertos. Así que no habrá recaudos suficientes para balancear presupuestos ni para planes de pago a los acreedores. No sobrará dinero para los servicios esenciales al pueblo. Se necesita desarrollo económico y empleos para obtener recaudos y salir de la crisis. Pero eso es imposible en esta época de abandono metropolítico y con la camisa de fuerza del coloniaje, que impide el desarrollo de nuestra agricultura, pesca, comercio, industria y fuerzas productivas. Solo es posible ese florecimiento económico nacional con los poderes de soberanía que garantiza la independencia nacional.

3. Hoja de ruta: el Congreso del pueblo para la descolonización y contra la deuda y la Asamblea Constitucional de delegados ¿Entonces cuál es la ruta, la solución cívica a ese problema tan monumental y complejo? 286

Congreso del pueblo paro la descolonización y contra lo deuda odiosa, pedes".: bo: : c

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En primer lugar, ninguna de las tres ramas del gobierno federal son foros favorables a la nación puertorriqueña. Desean la perpetuación del coloniaje y protección de los acreedores. No se puede ir a mendigar al Congreso o al Presidente, ni esperar peras del olmo judicial federal. Tampoco el bipartidismo cipayo es solución; es rabo y parte del problema. Con la aceptación ser/il de la deuda odiosa impagable, ningún partido o movimiento podrá gobernar. El problema de la deuda odiosa hay que enfrentarlo políticamente. Hay que comprender que la lucha anticolonial y solidaria será prolongada, en todos los frentes. Hace falta crear una contracultura solidaria y masiva de liberación, mediante la utilización de los medios éticos disponibles en cada momento histórico. Hay que desvanecer quimeras y desarrollar un consenso mayoritario emancipador. Para enfrentar la deuda colonial odiosa, el frente principal es la organización y la movilización popular hacia la descolonización de Puerto Rico, asistido de los frentes de solidaridad internacional y de la población norteamericana. Es vital comprender que el anexionismo ha crecido como la espuma; el autonomismo se ha reducido y está en crisis; y el patriotismo apenas llega a un 3% electoral y está fragmentado, sufriendo una crisis de pensamiento, como ocurrió en el mundo a los movimientos contestatarios a raíz del desprestigio y caída del socialismo real. Por eso es fundamental el desarrollo de un pensamiento crítico nacional y jóvenes y cuadros cultos. Existe demasiada dispersión, protagonismo desmedido, sectarismo, desconfianzas, cinismos... todos los cuales debemos superar. Sugiero como ruta un proceso educativo y de lucha hacia un Congreso para la descolonización que unifique todos los sectores anticolonialistas, que tenga como punto central la convocatoria y celebración de una Asamblea Constitucional permanente y solvente, poderosa con la participación en la votación de nuestra diáspora. Esa lucha anticolonial que desarrolle un nuevo proyecto moral y político, una contra cultura solidaria, que nos lleve a una nueva mayoría política 287

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que incorpore y establezca estas y otras medidas solidarias programáticas. Hay que crear un nuevo bloque histórico compuesto por todos los grupos, clases y sectores afectados por la crisis: trabajadores, pequeños y medianos empresarios, profesionales, estudiantes, mujeres, pensionados de la isla y la diáspora. Montada esa unidad en un proyecto solidario de país, que repudie la deuda odiosa, que promueva la economía mixta, pluralista y solidaria, con tributos razonables, que como vimos serán suficientes para rendir servicios universales dignos a la población. Algunos dicen que la deuda es debilidad, pero nosotros podemos darle un giro de pedestal y fortaleza. Un delincuente es débil y hay que explotar esa debilidad con astucia ética. Según un dicho pueblerino, cuando un toro brinca la cerca y destruye la cosecha de otro campesino, se recomienda al afectado amarrarlo a cuerda chica, achicarlo en el tronco de un árbol en lo que el dueño aparece. Entonces se negocian los daños causados con el arma de la acusación de daños a la propiedad. En nuestro caso, Estados Unidos es un delincuente del colonialismo y el neoliberalismo, y es responsable en el derecho obligatorio internacional de la deuda odiosa pública puertorriqueña. Esa debilidad del delincuente es nuestra fortaleza moral y política. No lo digo yo solamente, lo concluye la prestigiosa revista jurídica de Harvard en su volumen del 10 de abril de 2017, dedicada a los territorios. Pues hace falta que este fraude en que se monta el ELA, la Ley Promesa, la Junta de Control, el colonialismo en Puerto Rico y la responsabilidad federal de la deuda odiosa pública se difunda. Se debe educar y organizar a nuestra población a hacer una denuncia constante y fuerte de esa actividad delictiva, al mundo y al noble pueblo trabajador en las capas medias norteamericanas, para crearle un problema geopolítico a los Estados Unidos. Que la verdad de los hechos, los nuevos paradigmas de que Puerto Rico es una colonia vilmente explotada y que la deuda odiosa pública colonial impagable es responsabilidad de la metrópolis, se conviertan en consenso de

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las mayorías de nuestra nación de la Isla y la diáspora; y sean los puntos centrales de ese nuevo bloque histórico que convoque un Congreso del pueblo para la Descolonización y la deuda odiosa. Ese Congreso del pueblo debe convocardesde la sociedad civil para elegir los delegados a una Asamblea Constitucional del pueblo, delegados de la diáspora e isleños, para que sea inclusiva de todos los sectores ideológicos y sociales afectados, solvente, permanente y financiada con vida y hacienda por ese bloque histórico pluralista. Porque financiar este proceso conllevará aunar recursos sustanciales, que solo se levantarán al envolver a una multiplicidad de clases y grupos afines, con y sin recursos, que configuran el concepto pluriclasista y variado del pueblo oprimido. Este cuerpo de delegados representativo de la nación puertorriqueña debe negociar por etapas, sujetas a términos cortos de caducidad, las alternativas de estatus que dependan de la prerrogativa de la metrópolis y la deuda odiosa, sin obstáculos de las demás fórmulas. Se comenzaría con la tendencia mayoritaria estadoista de los delegados, si esa fuera el resultado; luego, la libre asociación con dualidad de ciudadanía fuera de la cláusula territorial, con el compromiso y pacto previo de volver a deliberar los delegados. Mientras la metrópolis va rechazando las fórmulas de estatus que dependen de su voluntad y la asunción de la deuda odiosa, paralelamente se lucha en todos los frentes. Así se despejarán quimeras en la población sometida al colonialismo mental y se llegará al convencimiento mayoritario de que el olmo imperial no da peras. Finalmente se decretaría la independencia nacional como voluntad mayoritaria, negociando un plan de transición y reclamando reparación de agravios, incluyendo la asunción por el Gobierno federal de la deuda odiosa. La independencia no depende de Estados Unidos. La libertad se decreta y la igualdad se conquista. No sería aventurado pensar que en ese momento, luego de agotadas esas etapas, es que se transformará y dará un salto en espiral el proceso para organizar una Asamblea Constituyente que 289

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apruebe un nueva constitución justa que rija los destinos de la nación soberana de Puerto Rico. El inmenso reto del momento lo constituye identificar quiénes y cuándo convocar el inicio, para luego masificar el proceso. Tiene que haber una comprensión, como cuestión vital, de que quienes convoquen tengan prestigio, idoneidad y capacidad de llegar y ampliar a todos los sectores beneficiados por la descolonización. Anticipo, por los problemas de dispersión, sectarismo y protagonismo actual, que habrá muchos tira y jala y diversas convocatorias. Nuestro nido está revuelto, pero sugiero con humildad: que la convocatoria inicial se cuaje mediante un conglomerado idóneo que no excluya sectores; que no nos guíe la moda pasajera; que se convoque a estadoistas, soberanistas, independentistas y diversos sectores de clases que conforman el pueblo y a quienes convenga y crean de verdad en la descolonización con justicia social; y que se convoque más allá de un pequeño junte soberanista. Si hacemos un balance crítico del plebiscito mongo reciente, la menguada demostración del 23% de la estadidad y el éxito del boicot fue posible por la convergencia de diversos bloques autónomos y de tendencias como la expresión de castigo al orden de cosas, al partido de gobierno y a la Junta de Control promovido por el segundo partido colonial PPD, el Junte Soberanista y diversas personalidades y grupos. Si comprendemos eso, si se logra articular un centro de mando idóneo, entonces habría buen juicio para iniciar la convocatoria, para nuclear, en un proceso complejo, una dirigencia colectiva y un bloque de masas capaz de vencer los obstáculos que se presentarán todos los días al enfrentar el azar, con el arma de la razón para poder avanzar y triunfar.

Es imperativo que los partidos, grupos, personalidades del patriotismo y anticoloniales, movimientos autogestionarios y sectores en lucha, sectores que configuran un vasto y pluralista pueblo, variado de juventud, género y madurez, se impregnen de un sentimiento solidario y unitario y convoquen y comiencen a organizarse localmente sobre la base de esos consensos resumidos en una declaración de propósitos inicial 290

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para quesea enmendada yqueenvíen delegados de municipios de la isla y ciudades de la diáspora a una reunión nacional preparatoria para organizar el Congreso del pueblo para la descolonización. Que desde las bases enriquezcan, modifiquen y mejoren estas y otras ¡deas lanzadas a la discusión pública. Para que sea un proceso democrático, abierto, participativo y no desde cúpulas excluyentes. No nos deben animar fines de protagonismo egoísta sino la comprensión que es etapa donde tiene primacía el deber de fiducia o lealtad general hacia nuestra sociedad, donde debe por necesidad vital disminuir en todos el egoísmo y satisfacción hedonista de los placeres y preferencias individuales o de grupo. Si esta época de nuestra patria logramos, como gestión colectiva, impregnarla de esa concepción moral solidaria, unitaria, como proyecto político moral, surgirán los líderes nacionales y sectoriales y de base, cultos y audaces, requeridos para construir un proyecto de salvación nacional urgente y necesario que nos lleve al triunfo nacional. Será una nueva forma de achicar al gran toro o lanzar una flecha al Minotauro norteamericano (como le llamaba el apóstol José Martí), siendo el arco el Congreso para la Descolonización y cancelación de la deuda y la flecha, la Asamblea Constitucional de delegados. ¡Viva Puerto Rico libre y solidario!

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ES NECESARIO UN DEBATE PÚBLICO V RBIERTO BE IDEAS SOBRE EL CONGRESO PRRR LR DESCOLONIZACIÓN V LR RSRMBLER CONSTITUCIONAL DE DELEGADOS111

I uestro problema mayor es de pensamiento. Necesitamos I \| un pensamiento crítico nacional que le dedique esfuerzos I 11 a comprender la interrelación entre los fenómenos o

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problemas concretos nacionales con los acontecimientos globales y la totalidad. Es importante afinarlo para poder arreglar nuestro nido nacional. Con respecto a Venezuela está bien que celebremos la victoria de un bloque histórico que plantea una visión solidaria de economía mixta frente a un bloque financiado por y adicto al Minotauro norteamericano. Aunque nuestros hermanos venezolanos lo llaman el socialismo del siglo XXI y ahora insisten más en bautizarlo como Revolución bolivariana, esa es su prerrogativa. Cada formación nacional tiene su impronta definida por la tradición nacional en su relación con las transformaciones o novedades y las fuerzas particulares dinámicas. Pero nosotros en nuestra nación no podemos calcarla; tenemos que llamar las cosas por su nombre. La mejor contribución que hacemos a Venezuela, Latinoamérica y para un mundo mejor es concentrar nuestras energías en cómo arreglar nuestro nido. Ya los venezolanos intentan arreglar el de ellos con la voz de 8 millones de almas en su proceso constituyente reciente, a su ritmo, con su pensamiento, con la construcción creativa de sus propias instituciones.

111 ’ Escrito el 1 de agosto de 2017.

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Se trata de estructurar los valores de justicia, igualdad y libertad de una nueva moralidad concentrada en los problemas nacionales, vista nuestra nación del presente como la de los isleños y la diáspora. No es adecuado en esta etapa histórica bautizar los procesos generales con nombres que no apelen a lo que constituye nuestra tradición. Nuestra población está muy contaminada con toda una cultura de la aberración desarrollada al calor de la Guerra Fría. Los nombres, el idioma, los conceptos cargan una gran dosis de moralidad. Por eso nadie cuerdo le pone a su hijo el nombre de hiena, sátrapa o Judas. Eso hiere la retina moral de cada cual. Así que hablemos un lenguaje que una y masifique. Hablemos de los valores de libertad, solidaridad, hermandad, igualdad, libre pensamiento para no encerrarnos en sectas minúsculas. Llamemos a la construcción de un nuevo bloque histórico solidario, autogestionario, independiente. De ese concepto "independiente" no podemos escapar; es necesario, vital, es el curso natural de una nación que florece en el goce pleno de la soberanía e independencia nacional. Hablemos las cosas como son. En Venezuela no se construye un sistema socialista por el gobierno en el poder. Es un gobierno social-demócrata, de economía mixta, con capitalismo, cooperativismo y empresas estatales, con inversión de capital extranjero. Es bueno que el capital foráneo sea chino o ruso, porque son los nuevos estados emergentes capitalistas. China, Rusia, Irán e India practican capitalismo, y bastante salvaje; que deseen influir en el mundo y que a Venezuela le convenga atraer ese capital y atraer sus recursos militares, es su estrategia. Pero las cosas por su nombre, sin idealizar heroicamente esos países emergentes, sino con ojo y criterio independiente y crítico. Estados Unidos no lucha por valores. Lucha por los intereses económicos de su gran capital. Cuando Irán tenía una monarquía, el Sha de Irán era un héroe para el gobierno y el capital norteamericano porque les permitía saciarse con su petróleo y gas natural. Cuando el fundamentalismo nacionalista islámico derrocó la monarquía y paró la fuga de sus recursos naturales, entonces lo demonizaron. Eso mismo ocurre con Venezuela. Mientras dictadores como Rojas Pinilla o gobernantes de un proceso burgués liberal como Carlos Andrés Pérez les permitían el saqueo de sus

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Es necesario un debate público y abierto de ideas sobre el Congreso para la Descolonización

recursos naturales, pues eran héroes. Pero cuando el chavismo paró el saqueo de sus recursos naturales, lo demonizaron. Concentremos aquí en construir un proceso nacional, criollo, boricua, democrático, justo, solidario, con economía mixta, con inversión del capital extranjero, con mucha solidaridad y plena soberanía para imponer tributos y garantizar salarios altos, planes universales de salud, educación y retiro digno. Así podremos construir una amplia alianza pluriclasista de empresarios, trabajadores, grupos sociales, estudiantes, géneros, isleños y diaspóricos que conformen el bloque ético de pueblo colonial oprimido; que reconozca que nuestra diáspora es codueña, junto a los isleños, de los elementos comunes de Borinquen; que somos una nación bilingüe de 8.5 millones de almas que agruparán todos sus recursos y energías a echar hacia adelante esta, su única patria. Elaboremos un proyecto que, mientras lo construimos en la lucha, nos sirva para debatir ¡deas nobles, cuya comprensión cuaje consensos generales que lleven al desarrollo de un nuevo bloque político-histórico montado en un proyecto moral que sustituya el bipartidismo servil, castrado, cobarde y sin virtud. Eso, debatir ideas hace mucha falta en esta etapa. Repudiemos las soluciones que salen de cúpulas para evadir las prácticas de una tradición nefasta que nos ha llevado al borde del precipicio. ¿Y cuál es el gran debate actual que debe consumir nuestras mayores energías? Pues humildemente doy una sugerencia, una aproximación. Al calor de la crisis y la crítica social-cultural, se va desarrollando consenso en que somos una colonia (aunque eso ya es una verdad absoluta); que la deuda pública es injusta, es decir, odiosa porque es impagable por la población más humilde, ya que se desarrolló dentro de una relación colonial que no permitió el desarrollo y protección de riqueza o ahorro nacional y afecta los derechos humanos y culturales de las grandes mayorías si se imponen recortes a los servicios esenciales, tributos y tarifas odiosas para pagar el mero interés de lucro de los acreedores; y que con esa deuda los estadistas, autonomistas, soberanistas, ¡ndependentistas, anarquistas ni nadie podrá gobernar. La nación es ingobernable con una actitud servil frente a los acreedores de la deuda, por lo que es un asunto vital, necesario, de vida o muerte. 295

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Si ese consenso preside un nuevo bloque histórico de Puerto Rico, la nación se renueva y florece. Pero ¿dónde reside el mayor obstáculo para afinar y conducir ese consenso por rutas estratégicas y tácticas, éticas y sabias? Reside en que no se ha generado un suficiente debate público, honesto y abierto de ideas. No pueden resolverse estos problemas si no se lanzan al público las ideas. Desde las tinieblas, se notan unas tendencias en esa búsqueda, que pueden ir alumbrando el camino. Hay una tendencia que menciona la Asamblea Constitucional de estatus, incluso contempla como ruta de avanzada convocarla desde la sociedad civil ante el boicot del bipartidismo. Esa corriente corre tras la tradición de los debates ocurridos en el Colegio de Abogados. Es una tendencia para la cual la estadidad está excluida como fórmula descolonizadora. Se utiliza el argumento de que "la estadidad es la culminación del coloniaje" A la par, entonces, se construye el argumento de que hay que edificar un bloque soberanista que se enfrente al bloque estadista para aplastarlo y vencerlo. Esa ruta perpetúa el bipartidismo en los hechos, porque alrededor de esa idea se fraguan alianzas independentistas y autonomistas para candidaturas, dentro del Partido Popular Democrático, que comanden un amplio frente para detener la estadidad. ¿Y eso resuelve los grandes problemas del colonialismo y del endeudamiento? No. Repite viejos paradigmas. Dicho lo anterior, no deseo descartar que proyectos independientes al bipartidismo incidan dialécticamente en él y hasta lo obliguen a adoptar programas y cursos de acción. Hay tendencias que doblan o tuercen las estadísticas para llegar a conclusiones. Según esas tendencias, la estadidad va en franco declive con el resultado del plebiscito en el que sacó un 23% del espectro electoral. Pero no se ha hecho un análisis crítico y autocrítico del boicot al plebiscito. Considero respetuosamente que no se puede cargar demasiado el éxito del boicot al Junte Soberanista, ya que fue el resultado de múltiples fuerzas actuando paralelamente de manera autónoma: el boicot del segundo partido colonial PPD; el descontento social ante la crisis, gobernanza y medidas tomadas por la Junta de Control federal y el gobernante



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PNP; y como fuerza de vanguardia (pero solo eso, vanguardia) y reducida, el boicot del Junte Soberanista. No se deben olvidar varias cosas en el análisis: (1) que el PNP ganó las elecciones en noviembre 2016, con una baja en sus números de un 9%,; (2) que el PPD continúa siendo el segundo partido, dividido, desgastado, pero en busca de un segundo aire, aunque sea a costa de nuevos señuelos en sectores fuera de esa formación política; (3) que amplios sectores atesoran la ciudadanía norteamericana y son adictos a ella, a tal grado que si se hiciera un plebiscito de ciudadanía norteamericana "sí" o "no", ganaría el "sí" por tal vez un 98% de los votos. El experimento del ¡lustre maestro y patriota Juan Mari Bras de renunciar a la ciudadanía norteamericana (que solo unos pocos siguieron) nos debe llevar a estudiarla y comprenderla mejor como institución de dominación colonial. Escritos recientes de expertos (Charles Venator y Edgardo Meléndez) destruyen mitos cultivados como verdades. Siempre se ha dicho en la tradición independentista que la ciudadanía norteamericana se impuso en el 1917 para obligar a los puertorriqueños a participar en la Primera Guerra Mundial. Pero eso no es cierto, según afirman estos distinguidos intelectuales. Los puertorriqueños, filipinos, guameños como nacionales, aunque no tuvieran esa ciudadanía estaban obligados a servir en el ejército y en esa guerra. Así que concluyen que fue impuesta a los puertorriqueños como mecanismo de control y dominación colonial. Entonces tenemos que diseñar un proceso que rete la lógica del pasado como paradigma político. El juicio y la decisión política debe ser concreta, moral, histórica y determinada en cada momento. Ejemplos en la historia sobran. Basta señalar el de los palestinos, que la lógica de antaño los llevaba al paradigma de destruir el estado de Israel impuesto por las potencias mundiales en el 1948 y hoy hay corrientes nuevas en ambas naciones que se plantean un estado plurinacional judío-palestino para salvar la vida de los palestinos y la moral de los judíos; o el de los surafricanos, que en la lógica de antaño, impulsada por las potencias imperiales y el racismo, se planteaba un estado negro al sur y uno blanco al norte, hasta que Nelson Mándela y su movimiento cuajaron un estado multirracial con voto universal para blancos y negros. 297

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Por lo pronto he lanzado al ruedo en varios ensayos dos proyectos que van de la mano: un Congreso para la Descolonización que convoque a una Asamblea Constitucional de delegados, inclusiva, solvente y permanente, con votación de isleños y diaspóricos, que atienda y resuelva los dos grandes problemas del momento (el coloniaje y la deuda pública odiosa colonial); que siga unas etapas para ir desvaneciendo quimeras; que sirva para descolonizar mentes cautivadas al enfrentarse al rechazo del poder colonizador; y que nos conduzca a un proyecto políticomoral solidario que presida la conquista de la plena soberanía en la independencia nacional. Finalmente, lanzo la siguiente sugerencia: hagamos foros, debates, conferencias, nacionales o regionales, para debatir fraternalmente ideas, sobre la deuda odiosa, la Asamblea Constitucional y otros temas, no para despedazarnos sino para llegar a consensos informados; no en espíritu de tribus, sino con afecto entre hermanos, para avanzar, echar hacia adelante el proyecto de la nación puertorriqueña de hoy y del futuro.

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TODO NUDO PUEDE DESATARSE: PONENCIA PARA DIÁLOGO CIUDADANO EN EL MUNICIPIO DE CAGUAS SOBRE UN PLRN DESCOLONIZRDORUS omparezco como libre pensador, a título personal. No represento partido ni movimiento alguno. Tampoco pretendo iniciar un nuevo partido político. Conversaremos sobre un plan conceptual, que imagino ya han leído, para enfrentar y buscar soluciones a dos grandes problemas que afectan a vastos sectores del pueblo puertorriqueño, independientemente de sus ideologías: la deuda pública odiosa impagable y el colonialismo. La propuesta ha circulado ampliamente en medios alternativos como la revista 80grados y redes sociales. Nos mueve conversar sobre ese plan pacífico, educativo, por organizar desde la sociedad civil, en el ejercicio de los derechos constitucionales a la libre expresión, reunión y asociación. Contemplamos que en el momento adecuado, si fructifica hacia etapa superior, se puedan hacer acercamientos a partidos, grupos, movimientos, personas, sectores sociales y pueblo en general para ver cómo lo acogen, enmiendan y enriquecen. Sugiero, como un punto de partida para todo proyecto humano, una evaluación autocrítica para estar en condiciones de trazar rutas hacia el futuro. Así, un periódico, un partido político y su función (aquel que perdura o aquel que desaparece), una huelga obrera o una huelga universitaria, un plebiscito o un boicot, o la presente propuesta, por vía del ejemplo y sin agotar la lista, deben 112 'Ponencia presentada en el diálogo ciudadano auspiciado por la convergencia Vamos en el Municipio de Caguas el 22 de agosto de 2017. Publicado el 25 de agosto 2017 en Puerto Rico Te Quiero.

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ser objeto de la crítica y, más que nada, autocrítica honesta, culta y pública, porque del raudal de ideas éticas surgirá el pedestal de alternativas y cursos de acción para el país poder avanzar. Estimo, como algo muy importante, que estemos atentos al proceso, con espíritu autocrítico, mientras discutimos y damos forma a este plan cívico. Espero aprendamos todos de este intercambio, con sus inquietudes, preguntas y aportaciones. Todo problema debe tener solución. Todo nudo puede desatarse. Hay problemas pequeños y sencillos, otros inmensos y complejos. Los dos mencionados son monumentales y complejísimos. A muchas generaciones les ha tomado enfrentar y resolver grandes problemas humanos muy complejos por largos periodos históricos. Por eso es apropiado consignar que fueron luchas prolongadas del pueblo. Por ejemplo, tomó siglos para el desarrollo de una contracultura crítica emergente y luchas variadas de diversos procesos humanos, para ser capaces de sustituir la esclavitud y el feudalismo, como formas de dominación de unas clases sobre otras, por otros órdenes de dominación más elevados. El colonialismo es la dominación de una nación más débil por otra másfuerte mediante la fuerza y la manipulación ideológica. Presenta un problema de desigualdad, discrimen y explotación a la nación colonizada y un grave problema moral para la élite colonizadora. Inmensos sectores de la humanidad invirtieron siglos para desarrollar una contracultura y luchas anticoloniales, en un proceso desigual, y hoy día quedan muy pocos casos. Desafortunadamente la nación puertorriqueña lleva siglos de coloniaje y luchas consecuentes contra uno de los pocos sistemas que como rémora quedan en el mundo. Hay varios puntos de vista puertorriqueños frente al colonialismo. Hay un pensamiento dócil, que ha aceptado y acepta servilmente esa dominación, como la aceptaban algunos esclavos en la esclavitud y siervos en el feudalismo. Hay otro punto de vista que entiende que si nos impusieron la ciudadanía norteamericana en 1917, la solución debe ser la plena igualdad para que la nación puertorriqueña se disuelva y se convierta en parte integrante, como estado, de los Estados Unidos. Hay otro punto de vista que cree en la soberanía, segregado en dos tendencias: una postura más tenue que cree que debe haber una relación de protectorado, mediante 300

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la cual la nación puertorriqueña negocie un tratado de asociación "entre ¡guales" con los Estados Unidos, mutuamente beneficioso para ambas naciones; y otra tendencia que cree que la nación puertorriqueña, sus fuerzas vivas y productivas, podrá florecer en el tiempo y espacio con todos los poderes de la soberanía que garantiza la independencia nacional. Al día de hoy, según los resultados electorales, el punto de vista mayoritario de nuestra población en la Isla es el de los que creen que la estadidad debe ser la solución para el estatus de Puerto Rico, bajo el argumento central deque garantiza la seguridad económica de ellos y su descendencia al estar unidos a una potencia mundial. No han tomado conciencia de que transita por periodo acelerado de declive mundial y de fragmentación interna. Considero que como parte de un juicio político-histórico concreto, sin seguir las reglas de la lógica de hace 80 años cuando el estadoísmo era tendencia minoritaria, y para continuar el proceso de desvanecer quimeras, la fórmula estadoísta, que es aspiración y no se ha logrado, debe estar representada en una Asamblea Constitucional. No es ético el mal llamado Plan Tennessee criollo mediante el cual el gobernador de turno nombró la Comisión de los 7. La primera ofendida con el nombre de Plan Tennessee fue una congresista de dicho estado que indicó que eso era un insulto a los habitantes del territorio incorporado gestores del Plan Tennessee original, quienes eligieron tres delegados al Congreso por una Asamblea Constituyente que aprobó una resolución para reclamar al Congreso la estadidad o si no declaraban la independencia. La aludida Comisión criolla fue designada sin legitimidad, por un gobernante que sacó 41.76% de los votos en los comicios de noviembre de 2016 y que acaba de ser derrotado por un boicot compuesto por una amplia convergencia de columnas autónomas y por diversas razones, en el plebiscito del 11 de junio de 2017 que tuvo una menguada votación de 23% de los electores hábiles a favor de la estadidad. La Comisión estadoísta tiene la emergencia soldada y está herida moral y legalmente, ya que se trata de un proyecto partidista que intenta utilizar recursos y fondos públicos, como los de la Oficina de Asuntos federales de Puerto Rico. De un reclamo inicial de "estadidad ahora" y el gobernante decir que la traerá en 5 años como manipulación para correr para un 301

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segundo término, los comisionados acaban de anunciar que el reclamo de estadidad corre suavecito, despacito y, tal vez, no saben cuándo, tarde 15 años. No hay seriedad porque saben que dentro del nacionalismo y supremacismo blanco en ascenso no hay ambiente para considerarla. Por tanto, si los estadoístas con dignidad en realidad desean reclamar con fuerza su petición, el proceso de una Asamblea Constitucional tiene mayor poder, fuerza ética e incluso complementaría sus gestiones actuales. Le sigue en seguidores la tendencia dócil que acepta el coloniaje mediante el arreglo dentro de la cláusula territorial del Estado Libre Asociado. Como no resuelve el problema colonial, sino que lo acepta, hay que debatir y considerar a base de un juicio político-histórico concreto, y les exhorto a ponderar si debe quedar excluido de un proceso descolonizador, a menos que evolucione hacia una tendencia de mayor soberanía fuera de la cláusula territorial (por ejemplo, el ELA soberano que estuvo en la papeleta del plebiscito del 2012). No favorezco excluir tendencias numerosas por decreto, creo, más que nada, en que deben ser derrotadas en el debate de ¡deas cívico, pacífico y con el desarrollo de una contracultura mayoritaria. No obstante, permitir la tendencia del estadolibrismo inmobilista, territorial y colonial dentro de la Asamblea Constitucional, se prestaría para que la metrópolis favorezca una opción que ya tuvo su oportunidad histórica y ha fracasado; que la apoye con poderosos recursos y engaños; y logre que al fin permanezca el problema del coloniaje y no avancemos en el proceso de descolonización. Dentro de esta tendencia pululan líderes del bipartidismo servil, que se disfrazan o como estadolibristas o como estadoístas, pero lo que les interesa es seguir usufructuando privilegios del presupuesto público mediante la administración de la colonia. Habrá algunos, como en otras experiencias mundiales, que evolucionarán para romper con el colonialismo e integrarse a las nuevas corrientes. En síntesis, es el mismo punto de vista de la potencia colonial que ha expresado oficialmente vía sus tres ramas de gobierno, particularmente en el caso de Pueblo vs. Del Valle, que nunca hubo un pacto en 1953, que Puerto Rico bajo el Estado Libre Asociado sigue siendo un territorio no incorporado sin soberanía sujeto a los poderes plenarios del Congreso bajo la cláusula territorial de la 302

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Constitución federal, es decir, una vil colonia. Un sistema colonial, más aún admitido así por la potencia colonial, no puede ser alternativa descolonizadora. Tampoco puede ser aceptable como fórmula descolonizadora ningún sistema que opere dentro del control del Congreso bajo la cláusula territorial, se llame territorio incorporado o no incorporado. Luego le sigue, en número de preferencia de la población, la postura intermedia de libre asociación o ELA soberano, que no esté sujeto a la cláusula territorial y que aspira a un tratado bilateral con unos poderes de soberanía para Puerto Rico, mientras entrega otros poderes de soberanía a la potencia imperial en la creencia de mantener ciertas ventajas para la población. El otro sector, muy reducido hoy en día (y lo reconozco), somos los que creemos que solo en la independencia, con todos los poderes de la soberanía, el país tendrá las herramientas para mejorar y desarrollar en su plenitud sus fuerzas productivas, y debemos pasar por un proceso muy autocrítico y de estudio para poder comprender y explicar cómo, de mayoría políticaelectoral en las primeras tres décadas del siglo XX, pasamos a un 25% en 1952, a un 6% en 1976 y a un 2.13% en el 2016. Definitivamente estamos en una profunda crisis de pensamiento e ideario y fragmentación organizativa que hay que superar con un pensamiento crítico y autocrítico autóctono nacional, que sepa recoger la tradición y la armonice con los nuevos desarrollos de la novedad, capaz de hablar el lenguaje de nuestra época y evitar convertirnos en folklore o en sectas inconsecuentes. Las primeras dos tendencias, la estadoísta y la soberanista menguada, no dependen de la voluntad de los puertorriqueños. No son derechos exigidles unilateralmente. Dependen de que el Gobierno, el Congreso de Estados Unidos, decida conferir una de esas dos alternativas. Sin embargo, la independencia de una nación es un derecho imprescriptible, no sujeto a votación plebiscitaria de sus nacionales. No depende de la metrópolis; depende de la voluntad mayoritaria de la nación para decretar la misma. Cuando enfrentamos un problema debemos primero estudiarlo, conocerlo, para entonces estar en condiciones de resolverlo, buscar soluciones y cursos de acción. El colonialismo es un fenómeno muy complejo que a su vez ha generado otros 303

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problemas enormes, entre ellos, la ciudadanía norteamericana, aún de segunda clase cuando se reside en la Isla como forma de dominación; la balcanización y configuración de una diáspora más grande que los isleños, facilitada por esa ciudadanía; la adicción a las drogas y el narcotráfico; y la deuda pública odiosa impagable. Estos problemas son de tal envergadura que moldean como rasgos o impronta distintiva a nuestra formación nacional concreta; cada uno es menester estudiarlos, conocerlos, para estar en condiciones de diseñar alternativas y hojas de ruta para su adecuada atención y superación. En ensayos previos he abordado esos fenómenos. El problema de la deuda pública impagable es uno crucial. Sin recursos económicos nadie puede subsistir. Ningún partido o movimiento podrá gobernar, ni Puerto Rico será viable si se acepta su legitimidad para pagarles a los acreedores. Este asunto tiene las características para unificar en una gran convergencia al vasto pueblo oprimido. Por eso opino que vastos sectores, sin importar las ideologías, tenemos que asumir una postura unida contestaría, no servil, frente a esa deuda. No todas las deudas tienen que pagarse. Hay muchas excepciones dentro del derecho civil, anglosajón e internacional. La deuda pública es una deuda injusta. Se ha declarado, por el derecho obligatorio internacional entre las naciones del orbe, que las deudas públicas coloniales son injustas, odiosas y son responsabilidad de la potencia que controla todos los poderes de la soberanía. Así lo reconoce la prestigiosa Revista Jurídica de Harvard en su número del 10 de abril de 2017, dedicada a los territorios controlados por los Estados Unidos. Y hace sentido. Si el esclavista endeuda al esclavo y no le permite libertad para trabajar y generar y proteger riqueza, pues es lógico que en justicia y moral responda por sus deudas. El colonialismo es una especie de esclavitud de una nación para explotarla, a la que se le priva de todos los poderes soberanos para generar y proteger su riqueza. Nuestra nación se explota para beneficio del capital foráneo y algunos cipayos locales. Para ser consecuentes y tener la legitimidad del derecho imperativo internacional que proscribe las deudas coloniales odiosas, hay que reconocer desde el punto de salida que Puerto Rico es una colonia norteamericana. Si no hay ese reconocimiento

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entonces no hay la capacidad de fortalecer teorías de control que imputen la responsabilidad de la deuda pública a la metrópolis. El Congreso federal no ha querido decidir el estatus ni asumir responsabilidad por la deuda pública. Solo impuso Promesa, que resulta ser un mecanismo inservible para atender los problemas del pueblo, y busca las formas, ya sea bajo el Título VI o III, mediante las cuales el pueblo puertorriqueño les pague a los acreedores, con imposición de medidas de austeridad, recortes de servicios esenciales, jornadas y pensiones, imposición de tributos y tarifas odiosas, sin importar si se afectan los derechos humanos y servicios esenciales para nuestra subsistencia, o si se acrecientan y extienden la depresión y la crisis económica y social. Promesa es un ente provisional para intentar perpetuar el ELA y a la vez pagarles a los acreedores. No deroga la Ley 600 ni los casos insulares, y parte de la premisa que una vez se logren 4 presupuestos balanceados consecutivos y el ELA pueda acudir al mercado de préstamos, desaparece junto con la Junta de Control. Así que al estudiar la deuda pública y ver que no hay neutralidad en los foros ejecutivo, legislativo y el poder judicial federales para asumir la deuda y resolver el coloniaje, entonces no hay otra opción que el pueblo de Puerto Rico organice su foro u órgano más poderoso, que es la Asamblea Constitucional de delegados, con el derecho al voto de isleños y diaspóricos. Con ese derecho al voto, profundizamos la unidad política de una nación bilingüe de 8.5 millones de boricuas. A través de la historia la Asamblea Constitucional se ha reconocido como el órgano representativo de una nación capaz de orientar su porvenir o de fundar un estado nacional. Como el bipartidismo servil la ha boicoteado, el plan conceptual que discuto propone organizar esa Asamblea Constitucional de delegados del pueblo desde las bases de la sociedad civil, estructurada mediante un contrato, desde el comienzo, vinculante para todas las tendencias no coloniales ni territoriales, que recoja los puntos centrales de consenso para terminar con el coloniaje y requiera a la potencia colonial la asunción de la deuda odiosa en reparación de agravios. Proponemos, como acuerdos primordiales del contrato social, incluir que si los estadoístas obtienen la mayoría de los votos en la primera votación de los delegados, tendrán la prioridad 305

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de exigir al Congreso, con el concurso o sin la obstaculización de los demás delegados de las otras fórmulas, que confiera la estadidad dentro de un periodo de caducidad de dos años. Si en ese periodo la ignora o no la concede, los delegados se reúnen y exigen un convenio de libre asociación. Si en el segundo periodo de caducidad acordado no lo han otorgado, entonces los delegados declaran la independencia, negocian un plan de transición y reclaman y luchan, en todos los foros necesarios, la reparación de agravios por el coloniaje. Este proceso contempla un profundo proceso educativo de todas las tendencias y servirá para despejar quimeras por cabeza propia, para comprender que el olmo federal no da peras. Hablaremos ahora de tres grandes categorías: el pueblo oprimido, un plan procesal idóneo de descolonización y un plan sustantivo que satisfaga sus intereses. Tenemos que reconceptualizar la composición del pueblo colonial oprimido para ir configurando un nuevo bloque histórico mayoritario. En el 2014 Puerto Rico tuvo un ingreso interno bruto de 104 billones de dólares y se produce una inmensa riqueza. Más, en esta etapa histórica, debemos comprender que el capital foráneo destroza sectores considerables del empresariado y comerciantes, agricultores, profesionales, trabajadores y grupos sociales, mientras expatría ganancias anuales ascendentes a 35 billones de dólares, sin pagar impuestos aquí. No obstante, por esa actividad pagan contribuciones al tesoro federal por una cuantía que excede los 12 billones, el doble de los recaudos centrales anuales y más que el presupuesto central anual. Eso constituye fraude de activos del pueblo puertorriqueño. La riqueza que se produce en Puerto Rico es suficiente para desarrollar una economía próspera en un estatus soberano. Si el capital foráneo pagara esos impuestos aquí, como en moral y derecho corresponde, podrían reclamar un crédito al Tesoro federal para no incurrir en doble tributación. Así ocurre con el impuesto especial que pagan actualmente del 4%. Portanto, ese amplio pueblo oprimido tiene contradicciones sustanciales con el capital foráneo y la metrópolis. Ello aconseja una disminución en la insistencia de lucha de clases contra el capital nativo y una concepción de que los antagonistas principales del pueblo oprimido son el capital foráneo y el imperialismo 306

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norteamericano. Estamos en una etapa de gran fragmentación y debilidad del movimiento obrero. No pasa del 1% la organización sindical en el sector privado, y la legislación de empleador único ha herido gravemente al sindicalismo del sector público y amenaza la unidad apropiada como dínamo generador de cuotas obreras. Este proceso contempla como colorado la instrumentación de un plan procesal idóneo de descolonización desarrollado democráticamente por ese pueblo oprimido. El plan procesal contempla cuatro etapas. Una primera etapa de movilización, educación y organización desde las bases populares en municipios y ciudades de la diáspora, que culminen en asambleas locales para escoger siete delegados representativos de las diversas tendencias, generaciones y género, que converjan en una asamblea nacional organizativa preparatoria. La segunda etapa comienza cuando los delegados locales se reúnen en la asamblea nacional preparatoria en la que aprueban una declaración de propósitos y reglas y convocan y organizan el Congreso para la Descolonización. La tercera etapa comienza cuando el Congreso para la Descolonización aprueba la declaración de propósitos, las reglas procesales y convoca a elecciones universales y secretas de la nación de la Isla y la diáspora para elegir los delegados de la Asamblea Constitucional de delegados. Estos últimos son electos por los electores hábiles para votar como ciudadanos puertorriqueños, según se define en el plan conceptual. La cuarta etapa ocurre cuando los delegados de la Asamblea Constitucional deliberan y negocian con la metrópolis en las distintas etapas y sujeto a los términos de caducidad acordados. Será ese amplio pueblo oprimido quien sufragará los procesos y altos costos de una Asamblea Constitucional de delegados inclusiva, solvente y permanente. La otra premisa de este proceso debe ser desarrollar paralelamente un programa sustantivo solidario de desarrollo económico mixto nacional que satisfaga los intereses del pueblo oprimido en una economía que combine inversión extranjera, capitalismo nativo, cooperativismo, empresas estatales y autogestionadas; guie ese plan nacional por una visión moral solidaria, de manera que sea protegido el empresariado puertorriqueño para que florezcan sus proyectos; y recaude 307

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tributos justos, razonables y transparentes que rindan y garanticen servicios y pensiones dignas a la clase trabajadora y sectores no privilegiados. Debemos estar conscientes que para la protección de las fuerzas productivas nacionales son necesarios los poderes de la plena soberanía. Considero que no es posible ni en fórmulas coloniales, territoriales ni en la estadidad, pues luego de la Guerra Fría hemos entrado en una etapa de abandono evidente del Gobierno federal hacia la nacionalidad puertorriqueña, y el colonialismo existe para explotar la nación colonizada, recursos naturales y fuerzas productivas. Esta noche es especial. Esta noche hemos iniciado humildemente una primera etapa educativa. Les exhorto, compatriotas de Caguas, a dar un paso adelante, a educar, organizar y convocar a su ritmo, la primera asamblea del Municipio de Caguas, que sirva de ejemplo y detonante para otros municipios y ciudades de la diáspora. Que cuando llegue el momento y se celebren esas asambleas locales, esos delegados electos convoquen a una asamblea nacional preparatoria, y pueda ir avanzando el proceso hacia las distintas etapas del Congreso para la Descolonización y la Asamblea Constitucional de delegados. Marchemos adelante, que vivir dignamente conlleva hacer camino valiente al andar, educar, organizar, para proteger y engrandecer una patria solidaria.

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EPÍLOGO

staba inmerso en el proceso de edición y publicación avanzada t"3* de este libro, con fecha fijada para su presentación el 16 de Hz=) noviembre de 2017. Llegaron los huracanes Irma y María, hicieron más difícil y lentas esas labores y hubo que posponer la publicación y actividad. Este libro sufrió los efectos de María, pero con disciplina, a pesar de muchas noches sin luz, continuamos el proceso de revisión y sale finalmente publicado. Siento que forma parte de una, entre muchas, de las diversas maneras, mediante las cuales nuestro pueblo ha resistido la adversidad posciclónica. María arrazó. Al otro día, los montes y llanos estaban teñidos de marrón. A los varios días renacía el verde y las flores. Eran los retoños alegres, la renovación insaciable de la naturaleza. Somos parte de ella. Y el cerebro humano constituye uno de los instrumentos, tal vez el más refinado, de la naturaleza. En el Puerto Rico de hoy, después del huracán María, en medio de la gran depresión económica causada por la deuda odiosa, tenemos que renovar el periscopio humano, aceitar el cerebro, para enfrentar los problemas del presente y el futuro con vigencia y frescura. Serán los retoños, idearios necesarios. Solo así aportaremos luz y guía a nuestra atribulada nación de la Isla y la diáspora, a la vez que damos loas a los héroes del pasado, porque ellos fijaron los cimientos. Tenemos que prestar, ahora más que nunca, atención a la construcción inconclusa de la edificación nacional, y esa gran obra es tarea de un florecido pensamiento crítico nacional en proceso colectivo de construcción. Luego de los huracanes se aceleró gravemente el deterioro de la situación de los puertorriqueños. No es la primera ocasión en que dos temporales han azotado a Puerto Rico en medio de una depresión económica: en 1928 fue el huracán San Felipe y en el 1932 el huracán San Ciprián, época en que creció con mayor ímpetu el sentimiento independentista. Algunos creen que es momento de posponer u olvidarnos de la descolonización, de atrasar ese 309

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reclamo y concentrar las energías en tareas inmediatas y reformas para la reconstrucción dentro del orden colonial, reformas que no cabe dudas hay que promoverlas porque mientras vivimos, también luchamos por cuestiones inmediatas necesarias para mejorar nuestras vidas. No es la primera vez que en nuestra historia esos desánimos y desvarios pululan en el espectro político. Ya con la derrota de la insurrección independentista de Lares de 1868, algunos sectores del separatismo se replegaron al reformismo y el autonomismo. Los patriotas más preclaros como Ramón Emeterio Betances, Eugenio María De Hostos, Sotero Figueroa, Pachín y Wanseslao Marín, el general Juan Rius Rivera, Antonio Alvarado, Lola Rodríguez de Tió y muchos otros y otras optaron por la difícil y lenta resistencia separatista o la manigua cubana. Luego de la confrontación, persecución y encarcelamiento del nacionalismo en las décadas de 1930 y 1950 y la persecución y asesinatos políticos de los 70, algunos se replegaron al silencio o a las filas del bipartidismo colonial. Pero siempre la resistencia emancipadora, con alzas y bajas, ha permanecido en las corrientes de pensamiento y acción del país. Los ejemplos de Cataluña, Escocia,las naciones del interior de Yugoslavia y del extinto bloque soviético demuestran que los proyectos emancipadores independentistas de naciones sólidas perduran y reverdecen, en ocasiones durante siglos, y aún luego de la integración a otros estados más poderosos. Hoy más que nunca la corriente independentista es pertinente para desarrollar un plan sustantivo que garantice la felicidad y bienestar permanente de la nación puertorriqueña y evite que seamos parias errantes por el mundo sin patria. En verdad que ahora nos enfrentamos a un Puerto Rico bastante alterado y muy distinto. Los huracanes han dado mayor visibilidad al proceso de deterioro sistémico que se venía fraguando. Hace falta muchos estudios y simposios para aproximarnos a esta nueva realidad. Ello ha producido inquietudes. Opino que los ensayos agrupados en este libro mantienen su vigencia, que no están atascados en épocas distantes de nuestra historia. Todo lo contrario, son reflexiones sobre acontecimientos y fenómenos recientes del presente, que están a la orden del día, muy pertinentes y orientados hacia el futuro. Considero que hay 310

Epilogo

que dar continuidad a la tradición emancipadora, de resistencia, con vocación de renovación. El huracán María no evaporó el coloniaje, ni la sólida nación puertorriqueña, ni su historia y sus luchas. El problema colonial persiste magnificado por la depresión y los destrozos causados por los dos ciclones. Debemos reconocer que decenas de miles de puertorriqueños acudieron nuevamente al éxodo hacia Estados Unidos, facilitado por la ciudadanía norteamericana y por las autoridades gubernamentales mediante su ineficiencia e indolencia, y que los limitados paquetes de fondos y asistencias se vislumbran equivocadamente por muchos sectores adictos a la dependencia como dádivas de los norteamericanos, cuando lo cierto es que en el negocio colonial la metrópolis y el capital foráneo se han llevado mucho más de lo que han enviado. Esa participación de las tropas del ejército federal, agencias y recursos federales puede que haya producido un impacto en el sentido de dependencia, a pesar de los desplantes, atrasos, abusos cometidos, incluidas la aborrecible corrupción ejemplificada en el incidente White Fish y la aglomeración en casetas de campaña luego del aterrizaje de boricuas en la metrópolis. Habrá que ver los resultados de encuestas y futuros procesos electorales para aquilatar las preferencias de estatus en nuestra atribulada población. Mas considero que el plan conceptual de descolonización propuesto en este libro tiene mayor vigencia, de manera que los sectores confundidos por la dependencia que propendiera a intensificar, si así fuera el resultado, puedan acelerar el desvanecimiento de sus quimeras. Por otro lado, se hace muy necesario, imprescindible, la unidad y colaboración estrecha del patriotismo para lograr consensos y que sea capaz de moverse con mayor fuerza y armonía frente a las demás fórmulas de estatus. Se discute la necesidad de un frente de las fuerzas patrióticas y puertorriqueñistas. Concuerdo en que debemos dialogar y dar pasos para hacerlo posible, pero percibo tendencias en el patriotismo que confunden el proceso táctico ordinario electoral con el proceso estratégico descolonizador y visualizan la unidad patriótica y soberanista en el proceso de descolonización como un frente que aglutina independentistas, libre asociacionistas y autonomistas como 311

La deuda odiosa y la descolonización de Puerto Rico

dique contra la amenaza estadista. Visto el proceso de unidad puertorriqueñista de esa manera lineal, tradicional electoralista, el resultado sería la reproducción del bipartidismo en el proceso electoral colonial. Llegado el periodo electoral, el popularismo exacerba los miedos a la estadidad y logra atraer a su campaña y tristemente a sus filas a sectores independentistas, lo que resulta en que se mantenga el consenso favorable para el estatus territorial actual. Nuestra propuesta reconoce la necesidad de la unidad patriótica y puertorriqueñista, pero no considera la amenaza estadoísta como el enemigo a combatir que sirva de motor al proceso de unidad estratégica para descolonizar. El proceso electoral que ocurre cada cuatro años amerita un análisis distinto y particular de juicio ético-político-histórico eminentemente táctico, organizativo, educativo, de si se participa o no, de a qué partidos y candidatos se respaldan, con el propósito de adelantar la lucha por la independencia, igualdad y solidaridad. El procedimiento de descolonización que presentamos en este libro es de índole estratégico y contempla, como juicio ético-político-histórico para terminar la relación colonial, un proceso participativo de las fórmulas no coloniales ni territoriales, incluida la corriente estadoísta que ha ido en incremento. No considero que sea un juicio histórico correcto, en la presente etapa, la exclusión de la estadidad en las fórmulas descolonizadoras, bajo el argumento de que la estadidad constituye la culminación del coloniaje. Aunque la concesión de estadidad sería una culminación del coloniaje, opino que es una quimera y no una realidad política. Sustento esta creencia personal en el rechazo y abandono federal al territorio luego de la terminación de la llamada "Guerra Fría", evidenciada en la causa eficiente de la deuda odiosa, en la imposición de la Ley Promesa, en la no aprobación del equivalente al generoso Plan Marshall de reconstrucción para Puerto Rico y en el desdén, corrupción, negligencia e incumplimiento de sus deberes fiduciarios frente a la crisis humanitaria posciclónica que enfrenta nuestra población. Como indico en uno de los ensayos, otros pueblos han tenido, por necesidad vital, que descartar paradigmas o lógicas del pasado para poder avanzar. Los palestinos vieron la imposición 312

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del estado israelita en el 1948 y la utilización por las potencias mundiales de las olas migratorias judías para la construcción de un estado sionista que ha desplazado mediante el genocidio al pueblo palestino. Para los palestinos era paradigma, y lógico, la destrucción del estado de Israel. Hoy nuevas corrientes en el interior de las naciones palestina e israelí se plantean un nuevo paradigma que evite la muerte física de los palestinos y la destrucción moral judía, mediante la concepción y creación de un estado multinacional judío-palestino. Asimismo, los surafricanos negros y blancos visualizaban naciones separadas promovidas por la aberración racista del apartheid, más la solución al problema vino con una nueva reconceptualización de Nelson Mándela y su movimiento para la edificación de un estado multirracial y la instrumentación del voto igualitario universal para ambas razas. Esos son dos buenos ejemplos que demuestran que en los procesos políticos y sociales prima el juicio ético-histórico concreto sobre paradigmas y lógicas del pasado. Por eso considero necesario que elaboraremos nuestro propio juicio ético-político- histórico concreto para el gran problema colonial puertorriqueño y que, conforme al mismo, se incorpore la fórmula estadoísta dentro del proceso descolonizador. Los estadistas constituyen la mayoría o un amplio componente del electorado, mientras la corriente independentista ha disminuido dramáticamente y hay que acelerar el proceso de petición con formas vigorosas para producir una decisión o resultado de la metrópolis que rompa el tranque colonial. Ya vemos que el mal llamado "Plan Tennessee" criollo ha sido un aguaje tétrico: los 7 delegados estadoístas campean por su ausencia y su liderato atrasa la campaña de estadidad de ahora y sus predicciones inmediatas porque en el fondo lo que les interesa es el latrocinio de los fondos públicos y seguir administrando la colonia. Como discuto en uno de los ensayos, opino que la fórmula territorial del Estado Libre Asociado debe quedar fuera de la papeleta de la Asamblea Constitucional, ya que sería un contrasentido mantener una fórmula colonial en un proceso descolonizador y se presta para que el gobierno de Estados Unidos y sectores que apoyan la fórmula territorial logren consensos mayoritarios coloniales en la población. Precisamente 313

La deuda odiosa y la descolonización de Puerto Rico

la Ley Promesa está concebida como una corporación provisional, predicada en mantener el estatus colonial, ya que ni deroga la Ley 600 ni la doctrina discriminatoria de los casos insulares, y parte de la premisa ilusoria de que una vez se estabilice la situación fiscal y el ELA pueda acudir al mercado de préstamos, desaparecerá junto con la Junta de Control, para continuar con el arreglo colonial existente. Los sectores del pueblo autonomista deben comprender que es hora de trascender el arreglo colonial que nos ha llevado a la ruina y buscar nuevas formas descolonizadoras fuera de la cláusula territorial de la Constitución federal. Como cualquier medio fundamental, la independencia no es una panacea que con su sola invocación e instauración resolverá milagrosamente todos los problemas de los puertorriqueños. Habrá que edificar un complejo plan sustantivo nacional solidario, asistido por los poderes de la soberanía que garantiza la independencia nacional. Es la única opción que facilita la vida y el florecimiento de las fuerzas productivas nacionales en una era de abandono y desdén por la potencia colonial. Los estatus son medios para alcanzar fines. Ninguno, ni la estadidad (como demuestra Mississippi), independencia o libre asociación, es una varita mágica que con instaurarla se resuelven los problemas. Son punto de partida. La independencia, en esta etapa de abandono imperial y supremacismo de la metrópolis, garantiza un control de mayores variables de poder con la plenitud de poderes soberanos que permiten proteger y desarrollar las fuerzas productivas nacionales: el trabajo, el capital, las tecnologías, el cooperativismo, empresas estatales y mixtas, con plena participación de la diáspora e interacción respetuosa con todos los países de nuestra región y el mundo. Por eso la favorezco. Todo proyecto político y social emancipador debe estar imbuido por un proyecto moral, que surge, como proceso complejo, de la crítica de las malas conductas existentes. Si las malas conductas o aberraciones han nacido como fenómenos históricos concretos determinados dentro de la relación colonial y promovidos y generados por el proyecto inmoral dominante de la metrópolis, es imposible una regeneración en los próximos decenios dentro de Estados Unidos que impacte y regenere la nacionalidad puertorriqueña. Es mucho más sencillo, aunque 314 i

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complejo al fin, desarrollar un proyecto solidario guiado por un proyecto moral para una nación de 3.5 millones de habitantes en la Isla y 5 millones en la diáspora, que para una nación de 325 millones de almas en plena decadencia y abrumadas por prácticas genocidas, supremacistas, terroristas y desiguales. La estadidad, con la emigración o domicilio continental, ha representado para los indígenas, negros, hispanos y puertorriqueños coloniaje y discrimen. Esa es la gran encrucijada, cada cual deberá ir tomando decisiones según su conciencia ética, honesta y vertical le vaya dictando en la experiencia. Dentro de la formación nacional puertorriqueña, achicada por el coloniaje o liberada con la independencia nacional, habrá tendencias ideológicas diversas, proyectos de clase y grupos igual de variados como es la nación de isleños y diaspóricos. La comprensión de cada proyecto y de cada clase o sector en su plenitud no se puede resumir en dos o tres líneas. Debemos interesarnos por entender los procesos históricos y las tendencias mundiales actuales para saber navegar en el mundo que vivimos. El concepto "socialismo" es tan amplio y ambiguo hoy en día que lo usa Bernie Sanders, Maduro, Raúl Castro, Ortega, Evo, Mujica, todos a la punta de procesos social-demócratas más que socialistas, unos más radicales que otros, incluyendo la empresa mixta con el capital extranjero y el cuenta-propismo en el caso de Cuba (luego de la caída del socialismo real) y hasta lo utiliza el heredero del monarca coreano Kim Mil Sung y la nueva dinastía que rige en China. No existe en el mundo hoy un país socialista como lo concibió Marx y sus discípulos: los principales medios de producción administrados por una clase obrera dirigente gobernante en alianza con sectores explotados afines. Eso no existe y sus seguidores en cada país son pequeños grupos más menguados y sin posibilidades reales de llegar al poder. Debemos describir con honestidad las cosas por su nombre real y construir entonces un proyecto social-político pluriclasista, de economía mixta, solidario y viable hoy en día para la nación puertorriqueña. Habrá muchas tendencias, por lo que cada cual desde su óptica tiene que ser respetuoso de esas diferencias y escoger los asuntos fundamentales que nos unen para construir un bloque mayoritario histórico que nos lleve a la conquista de 315

La deuda odioso y la descolonización de Puerto Rico

la independencia nacional, sin nadie rendir sus autonomías y su derechos a convencer a los demás de sus ideales. En mis reflexiones he llegado a unas aproximaciones. Más que unidad de ideologías alrededor del estatus, busquemos la unidad en aspectos que unifiquen a un vasto pueblo oprimido por el coloniaje que constriñe las fuerzas productivas nacionales. Necesitamos empresarios criollos, trabajadores, agricultores, profesionales, grupos sociales, desempleados, isleños y diaspóricos capaces de articular un proyecto sustantivo pluriclasista solidario para la independencia (con capitalismo, inversión de capital extranjero, economía mixta, cooperativismo, empresas estatales), que garantice servicios esenciales, salarios, pensiones, educación y vivienda digna para todos mediante captación equitativa y transparente de tributos y con voluntad para articular un procedimiento adecuado de descolonización. He sugerido que un Congreso para la Descolonización, organizado desde las bases en un proceso complejo, sea capaz de convocar a elecciones de delegados en la Isla y la diáspora para la Asamblea Constitucional de delegados. Tenemos que insertarnos más en la corriente latinoamericana posneloiberal y solidaria. Eso es posible y entendible en el mundo que vivimos hoy. Estos asuntos y muchos otros se tratan en este libro. Para conquistar la plena independencia hace falta unas generaciones que comprendan a cabalidad esta realidad y necesidad vital; que puedan trascender el egoísmo, las divisiones y, sobre todo, la ausencia de comunicación franca y honesta personal entre los militantes, cuadros y simpatizantes; que se enfrente a los trabajos de contrainteligencia destructiva de la potencia colonizadora; que comprendan la necesidad de educar en esta tarea emancipadora; que estén dispuestos a dejar a un lado autoritarismos nefastos, ausencia de espíritu autocrítico, protagonismos desmedidos, chismes y divisiones, para dialogar, desarrollar tácticas y estrategias éticas que adelanten ese fin. La lucha por la independencia nacional contra el colonialismo norteamericano ha sido y es un proceso prolongado, largo, duro y complejo para la construcción de una contracultura emancipadora solidaria mayoritaria, que habrá que tallar día a día y que hoy se dificulta por elementos subjetivos de mezquindades, espíritu de



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secta, fragmentación y vacío de voces colectivas que arrojen luz y guía sabia. Está por verse si los recursos humanos nacionales patrióticos y puertorriqueñistas, con que contamos en el presente, podrán superar mezquindades y pequeñeces, sentarse a dialogar largo y tendido en persona, no exclusivamente por las redes sociales, para producir convergencias y un movimiento de masas que respete la diversidad y pueda articular una especie de voz o estado mayor dirigente, con legitimidad, con poder real de convocatoria popular, democrático, emancipador, pluralista, efectivo y en ascenso, mientras transcurre el procedimiento descolonizador por etapas según propuesto. Es crucial promover las reuniones de personas sensatas, respetuosas de los demás, movidos por la buena fe, el deber de fiducia, lealtad y honestidad hacia los intereses de ese vasto pueblo oprimido que hemos descrito. Grupos de personas con tales inclinaciones deberían ser capaces de acometer cualquier problema, sencillo o complejo, buscar soluciones y cursos de acción adecuados. ¿Cómo podemos domar las pequeñeces, los intereses de grupo, frente a una de las grandes crisis de la historia de nuestra nación? ¿Tendremos la humildad, la sabiduría, la voluntad para crecer y superar nuestras limitaciones? Son grandes retos. Hay que hacer todos los intentos genuinos posibles hasta que un grupo, una generación o una combinación de generaciones lo logre. Además del procedimiento descolonizador discutido, hay tareas urgentes, sensatas, realistas y posibles para enfrentar la crisis humanitaria que afecta a Puerto Rico, con óptica contestataria, que sirva de denuncia y educación y exija a la potencia colonial el cumplimiento cabal de sus deberes fiduciarios. La responsabilidad para reparación de agravios por la potencia colonial, ya sea por causa de la deuda odiosa impagable o por la crisis humanitaria magnificada por los huracanes Irma y sobre todo María, surge de ese deber de fiducia o adecuada administración que emana del derecho internacional, de la cláusula territorial de la Constitución federal y de las obligaciones asumidas por la metrópolis bajo el Tratado de París, mediante el cual Puerto Rico fue cedido por España como botín de guerra sin consentimiento de la nación boricua. El reclamo de estos deberes puede unir grandes y variados sectores del pueblo, independientemente de sus ideologías 317

La deuda odiosa y la descolonización de Puerto Rico

políticas transitorias. El rechazo, negligencia o mezquindad hacia el cumplimiento cabal de esas obligaciones imperativas fiduciarias por parte de la potencia colonial debe ser causa para la toma de conciencia y el desvanecimiento de quimeras. La responsabilidad fiduciaria corresponde al estado norteamericano. Opino que hay dos asuntos que deben tener prioridad en las campañas de movilización, denuncia y exigencias actuales al Congreso federal: (1) la elaboración de una especie de Plan Marshall para la reconstrucción de Puerto Rico, con garantías de transparencia y honestidad en el uso de los fondos; (2) y la creación de un fondo especial federal para expropiar los créditos de la deuda pública impagable de Puerto Rico al valor actual devaluado en el mercado. Es propio recordar que como parte del Plan Marshall para la reconstrucción de Europa, luego de la Segunda Guerra, Estados Unidos aportó entonces el equivalente al valor presente de $132 billones, 11% de cuyos fondos fueron otorgados a Alemania (país causante de la debacle), y además incluyó la condonación del 50% de la deuda pública alemana. El momento de expropiar debería ser ahora. Los fondos buitres compraron a precio de quemazón los créditos de la deuda, así que no pueden quejarse que les paguen el valor devaluado actual en el mercado. Por otro lado, los acreedores en general venden sus créditos al precio del mercado y muchos los han vendido aceptando pérdidas por el riesgo asumido. No expropiar ahora podría conllevar que los fondos de reconstrucción que sean, a la postre y a la larga, sirvan para paliar en algo la economía a largo plazo. En este caso los beneficiados serían los acreedores, en una especie de rescate financiero a cargo de la diezmada población. La era es propicia para la invención, renovación y lucha anticolonial. Es cuestión de abordar con energía, espíritu de riesgo y, sobre todo, ingenio y creatividad cada problema, desde los más complejos hasta los más sencillos. Creo firmemente que la nación puertorriqueña, con los aliados del exterior que sea necesario incorporar en cada momento, cuenta con los recursos materiales e intelectuales para enfrentar los retos del presente y el futuro. Mientras se lucha por la descolonización, es necesario avanzar en muchos frentes de reformas solidarias. Se puede sanear mediante proyectos morales que solidifiquen el proyecto nacional, tales como 318

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la defensa del ambiente; la autosuficiencia alimentaria; la reforma y autonomía universitaria; la reforma tributaria transparente y equitativa; la reforma electoral para conferir el derecho al voto a nuestra diáspora, que también reconozca las alianzas y la segunda ronda electoral; la puertorriqueñización de la enseñanza; la excepción de la ley de cabotaje; servicios y derechos esenciales dignos como salarios adecuados, pensiones y plan universal de salud; entre otros. En varios ensayos de este libro abordo el asunto del derecho al voto de la diáspora. Insisto. Todo cambia, nada es igual, aunque persiste la sustancia. Creo que un griego dijo que el agua del río es siempre distinta, igual su cauce, pero es el mismo río. La nación nuestra se transforma, a veces drásticamente, con un evento como María o una depresión causada por la deuda y el coloniaje o los grandes éxodos, particularmente el último. Se cambian los balances idiomáticos y de castellana se diversifica a otro idioma, más se piensa boricua en los dos. De ahí que hay que perseguir al éxodo y no olvidarlo, pues mañana podemos ser nosotros o los amigos lectores los que hagamos el viaje forzoso. Por eso hay que explorar cómo enfrentamos a la balcanización de nuestra nación, que como división debilita, pero bien abordada fortalece. Nuestra diáspora es nuestra fortaleza, retaguardia estratégica, y lo ha comprobado a la saciedad con su plena solidaridad en estos días de desgracia. Por eso, la solución para la unificación política es insistir en el derecho natural de ser boricua, confiriéndole derecho al voto a esa diáspora, sin atarla al criterio domiciliario o territorial y que baste solo la representación adecuada y satisfactoria para los nacidos aquí y para sus hijos no importa donde nacieran. En algún lugar habrá que trazar la raya, en un acomodo sensato y justo. Tomemos varios ejemplos de reformas energéticas necesarias inmediatas y de mediano plazo. En este momento la inmensa mayoría de los isleños no tenemos luz; la oscuridad de la noche prevalece sobre las luciérnagas y luces. Sin embargo, la labor de la inteligencia pertinente no cesa. Algunos adelantados dieron los primeros pasos y fortalecieron sus hogares con paneles absorbentes de energía solar. Tuvieron y todavía tienen luz. Mientras tanto, colapso la fuente primaria energética, víctima de malas decisiones, ausencia de planificación, visión de futuroyentreguismo 319

Lo deudo odiosa y la descolonización de Puerto Rico

a proyectos del capital foráneo. Las grandes generatrices se construyeron en el sur, impulsadas por los proyectos petrolíferos de la década del sesenta que hoy se yerguen como cementerios de metales viejos y abandonados. Allí en Peñuelas se ve la gran calavera de la CORCO, mientras en el norte no hay generatrices suficientes para alumbrar las áreas más pobladas. Hay que pensar si vale la pena, como proyecto permanente, invertir billones en una infraestructura deteriorada que tiene más de 4 décadas, colapso y está endeudada hasta el tuétano con los acreedores. No hay duda que habrá que poner a funcionar la red energética existente a corto plazo. Ahora bien, viene sonando un ruido cada vez mayor con las fuentes de energía renovable. ¿Cómo sectores sociales pueden valerse de tecnologías ajenas a la industria fósil que provoca las guerras y asiste al calentamiento global? ¿Estamos condenados a invertir en plantas eléctricas que dependen del gas, gasolina o diesel, pero que solo resisten cortos periodos de emergencia? ¿O la ciudadanía y grupos autogestionarios tendrán que ir sustituyendo por necesidad vital los modos de proveer de energía? Esas son preguntas que están a la orden del día en Puerto Rico. Hace falta que el talento científico y empresarial de nuestra juventud, sabios y peritos, aborden y contesten estas y otras interrogantes aledañas con tecnologías viables, duraderas y adaptables a nuevos desarrollos tecnológicos en este renglón. Para ello es necesario un pensamiento crítico nacional en acción: analizar el gran problema energético, experimentar y hacer alianzas que nos brinden experiencias e intercambio de tecnologías que hoy no tenemos al alcance, para buscar soluciones, alternativas e instrumentar cursos de acción pertinentes y efectivos dentro del orden colonial existente. A veces demonizamos oficios sin percatarnos que pertenecemos a ellos. Tomo los ejemplos de unos cineastas, arreglistas musicales, comerciantes y agricultores de productos orgánicos, que han producido documentales, películas, arreglos musicales, restaurantes, negocios exitosos y huertos de primer orden. Necesitan trabajadores, proveen empleos. Son empresarios. A orgullo deben decirlo. Con valor debemos reconocerlo. Lo que no podemos hacer es reprimirlos con discursos obreristas absolutos

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provenientes de indigestión de textos extranjeros. De eso trata la renovación necesaria. Recientemente escuché una noticia que narraba las gestiones de los empresarios puertorriqueños dueños de la empresa Dañosa para invertir capital y hacer negocios en la hermana antilla de Cuba. Este ejemplo tiene vertientes interesantes por varios ángulos. Por un lado, refleja el proceso de transformación del modelo de la economía cubana, desde la caída del bloque socialista en 1989. Cuba para sobrevivir tuvo que acudir a la inversión cada vez mayor del capital foráneo mediante la instauración de la empresa mixta; luego ha dado pasos hacia el cuenta-propismo, casas particulares, paladares y la gran zona del puerto de Mariel. Se mantienen ciertos servicios esenciales a la población como la educación, salud y vivienda. Esto lo concibo como un tránsito timoneado hacia la social-democracia, con efectos en la configuración de nuevos idearios y moralidades, y en cuyo escenario habrá que estar atentos a procesos de contradicción y síntesis, es decir, a cómo compitan y sufran acomodos las visiones de la solidaridad del modelo socialista con las individualistas que pueda dinamizar el mercado privado. Por otro lado, el ejemplo de la empresa Dañosa refleja la óptica del modelo de desarrollo puertorriqueño. Representa una ruta para el fortalecimiento y expansión del empresariado puertorriqueño, que necesita la eliminación de la camisa de fuerza del coloniaje para poder florecer con los poderes de la soberanía que garantiza la independencia nacional. La era hay que rebautizarla. Dentro de la situación colonial y para lograr su superación hay que glorificar el espíritu empresarial solidario y no demonizarlo. La conquista de la independencia para la formación de un estado nacional en todos los países ha sido tarea preeminente de las clases empresariales criollas y sus aliados más desposeídos avasallados por los intereses extranjeros de las naciones colonizadoras. Un gran ejemplo heroico es el general mayagüezano Juan Rius Rivera, combatiente en las dos guerras mambizas cubanas, primer Alcalde de la Habana, empresario exitoso agroexportador y fundador de un banco en Centro América. Ese es el espíritu que hay que enaltecer, entre otros, en esta época que requiere de retoños que sirvan para reverdecer 321

La deuda odiosa y la descolonización de Puerto Rico

nuestra economía y proyecto nacional. Por eso considero importante reconceptualizar el pueblo oprimido por el coloniaje, para integrar al empresariado criollo comprometido con su patria, tanto el que vive en la Isla como el que ubica en la diáspora. Si tenemos muchos empresarios, emprendedores, comprometidos, solidarios, en alianza con proyectos cooperativistas, universitarios, obreros y artesanales, nuestro país superará esta hora amarga y se fortalecerán las fuerzas productivas necesarias para atender el proceso descolonizador y fundar un futuro estado independiente. Son los retoños necesarios luego de María: un pueblo amplio capaz de generar su propio proyecto sustantivo y bloque nacional histórico y de articular el procedimiento descolonizador necesario, que sugiero, como ¡dea inicial y no como receta acabada, que sea el Congreso para la Descolonización que convoque desde la sociedad civil la poderosa Asamblea Constitucional de delegados. Conforme explico en ensayos de este libro, no es correcto, estratégica y tácticamente en la presente coyuntura, fomentar concepciones que inciten a la lucha de clases contra el capital nativo renovador y otros sectores que conforman el pueblo oprimido puertorriqueño. En la presente etapa histórica es necesario construir un nuevo bloque histórico mayoritario que sustituya e impacte al bipartidismo servil y enfoque al capital foráneo, la metrópolis y sus aliados locales como los enemigos centrales de la nación puertorriqueña. Para esa acometida hay que reconceptualizar ampliamente lo que constituye el pueblo oprimido de la nación puertorriqueña. Reitero, es imprescindible el desarrollo y fortalecimiento del pensamiento crítico nacional como proyecto colectivo capaz de efectuar esa articulación, fomentar un nuevo proyecto moral político, diseñar mecanismos procesales eficientes de descolonización (luchas cívicas y electorales, con énfasis en la desobediencia pacífica) y, en lo sustantivo, implementar un programa de reconstrucción y desarrollo nacional solidario que promueva los intereses de ese amplio pueblo oprimido. Tenemos que profundizar el estudio de las dinámicas económicas, políticas y sociales que conforman ese sistema de dominación colonial en la actualidad. Si comprendemos qué ocurre con las riquezas producidas en el país, tendremos mayores elementos para enfrentar los grandes problemas nacionales y 322

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educar a nuestro pueblo sobre las ventajas de la independencia, única opción que proveerá los cimientos para desarrollar a plenitud las fuerzas productivas nacionales. Como hemos reseñado también en el libro, según las estadísticas de la Junta de Planificación de 2014, recopiladas por el estudioso de sistemas el Profesor Víctor Sánchez Cardona, el ingreso bruto nacional de Puerto Rico ascendió en el 2014 a 104 billones de dólares. Con esa inmensa riqueza es inconcebible que el territorio tenga una deuda pública impagable y haya sido sometido a un proceso de quiebra ventajoso para los acreedores. Se explica, entre otras razones, por qué el capital foráneo ha extraído más de 35 billones de dólares de ganancias netas anuales de esa cantidad y las ha exportado a los Estados Unidos. No ha pagado impuestos en Puerto Rico y ha gozado de enormes privilegios, mientras su competencia y presencia destroza las fuerzas productivas de la nación puertorriqueña (empresarios, comerciantes, agricultores, artesanos y profesionales nacionales); desvaloriza y precariza el trabajo; enguye, destruye o sustituye nuestras tecnologías; y promueve un éxodo de capital humano formado a costa de la inversión de monumentales recursos del país. El capital foráneo le paga tributos al Tesoro federal que exceden los 12 billones de dólares anuales por eventos tributables generados en Puerto Rico. Esto constituye un fraude inmenso sobre los activos del pueblo de Puerto Rico. Si esos tributos se pagaran en Puerto Rico, como corresponde, no habría quiebra del territorio, ni necesidad de Promesa, ni de su Junta de Control federal. Hay algunos que dan vivas a la Junta de Control bajo el argumento trivial "del lobo un pelo" y "de algo sirve para paliar el apetito de los acreedores", pero si la Junta de Control de verdad quisiera proteger al pueblo, podría ordenar que se legisle para que el capital absentista pague sus tributos en Puerto Rico. Es un activo que se llevan en fraude de nuestro cuadro financiero y pueblo. Si desearan ayudar a Puerto Rico cabildearían, como hemos sugerido, para establecer una especie de Plan Marshall para la reconstrucción, que incluya un fondo para la expropiación de los créditos de la deuda pública odiosa. El Gobierno federal tiene el poder para hacerlo. No haría falta Promesa ni habría quiebra del territorio. En el derecho civil, cuando un deudor esconde sus 323

Lo deuda odiosa y la descolonización de Puerto Rico

bienes, se permite a los acreedores acudir en acción pauliana para traer al caudal del deudor los bienes escondidos o enajenados para defraudarlos. En realidad en el caso de Puerto Rico, el acreedor es el pueblo puertorriqueño y el deudor, el capital absentista y el Gobierno federal (único responsable de la deuda odiosa) que han desaparecido recaudos que en moral y derecho constituyen activos de la nación puertorriqueña. Constituye una solución adecuada y sensata, a corto plazo, que el capital foráneo tribute plenamente sobre sus ganancias en Puerto Rico para resolver la crisis y la quiebra. Tales tributos duplican los recaudos generales anuales y sobrepasan el presupuesto central anual. El capital foráneo podría utilizar ese tipo de tributación como crédito al Tesoro federal y no tendría que incurrir en la doble tributación. Así ocurre en efecto con el tributo especial del 4% que se impuso al capital foráneo. Con ese panorama podemos ver que, en la normalidad de la experiencia, Puerto Rico ha producido riqueza idónea para tener una economía próspera en la independencia nacional, suficiente para generar servicios universales solidarios, pensiones y salarios dignos para la mayoría de la población. Con los poderes de la soberanía estaríamos en mejores condiciones de proteger a las fuerzas productivas nacionales (tecnologías, mercancías, agricultores, empresarios grandes, medianos y pequeños, profesionales), mediante una economía mixta capitalista, cooperativista, con empresas estatales e inversión extranjera, con un sistema de contribuciones justas, trasparentes, progresivas y razonables. Congruentemente, esos planes estarían integrados a tendencias social-demócratas globales como el Sanderismo y el laborismo inglés, a procesos solidarios de similar tendencia en curso en Latinoamérica y a un sistema de intercambio amistoso con Estados Unidos, nuestra región y el mundo. Estos sectores amplios que componen el pueblo oprimido son los llamados a organizar y financiar mecanismos procesales ¡dóneos de descolonización: el Congreso para la Descolonización que convoque elecciones desde la sociedad civil para una Asamblea Constitucional de delegados del pueblo de la Isla y la diáspora; el Órgano Supremo Nacional permanente, inclusivo y solvente, que negocie con la metrópolis su responsabilidad por la deuda odiosa, 324

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el estatus de las distintas fórmulas políticas no territoriales por etapas y los planes de transición, con términos cortos de caducidad, comenzando por la exigencia de la estadidad, si obtiene la mayoría de los delegados de la Asamblea Constitucional, luego de ignorada esta (como preveo), la libre asociación, hasta que desvanecidas las quimeras nuestro pueblo pueda declarar la independencia nacional; finalmente, la Asamblea Constituyente, mediante la cual el pueblo de la Isla y la diáspora organice el estado soberano de Puerto Rico con poderes plenos para negociar con la metrópolis una transición y luego instrumentar un proyecto sustantivo solidario viable de país.

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José Nicolás Medina Fuentes ha sido abogado, servidor público, profesor de derecho y escritor sobre variados temas. Posee un Bachillerato en Ciencias Políticas de la Universidad de Rutgers (1978); un Juris Doctor de la Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana (1981), Magna Cum Laude, primer promedio de su clase, primera nota de la reválida de abogados en marzo 1982; y una Maestría en Derecho de la Universidad de Harvard, Magna Cum Laude (1987). Fue oficial jurídico del juez asociado del Tribunal Supremo don Víctor Dávila (1983) y Chief Staff Attorney del Tribunal Supremo de Puerto Rico bajo la presidencia de don José Trías Monge (1985); profesor de educación legal clínica de la Escuela de Derecho de la UPR (19851991); y por 35 años se ha desempeñado como abogado de litigaciones civiles complejas, negociador y consejero en diversas áreas del derecho. Ha dictado conferencias e investigado extensamente en diversas áreas del derecho civil, administrativo y constitucional en los casos ante su atención, y publicado en revistas y periódicos sobre la deuda pública de Puerto Rico, la diáspora, el proceso de descolonización, la educación legal clínica, la misión universitaria, la reglamentación de las drogas, teoría del liderato, la moral, teoría y proceso de negociación, proceso político y otros. Fue líder estudiantil universitario en la década de los 70, presidente de la Fundación Fefel Varona y director de la Escuela de Liderato Patriótico (1996-2000). Recientemente tuvo un rol dirigente en el proceso primarista de respaldo a la candidatura presidencial de los Estados Unidos del senador Bernie Sanders (2016); ha organizado talleres educativos; y ha sido gestor y ponente en simposios, como los dos celebrados el 29 de abril de 2015 y el 30 de mayo de 2017 bajo el tema: La deuda pública de Puerto Rico y la responsabilidad del Gobierno federal: Remedios y cursos de acción de la ciudadanía.



Este libro discute cómo se generó la deuda pública colonial impagable; bajo qué normas morales y de derecho, Estados Unidos es responsable a los acreedores de la deuda; qué alternativas políticas y jurídicas hay para enfrentar la deuda y la crisis; y cómo construir un nuevo bloque histórico amplio del pueblo puertorriqueño para generar un programa sustantivo pluralista solidario de país. Se expone un procedimiento sencillo, unitario y por etapas de descolonización —atractivo a todas las tendencias ideológicas, incluidos estadistas, soberanista e independentistas—, mediante un plan para organizar é; Congreso del pueblo para la Descolonización, que tenga la legitimidad para convocar una Asamblea Constitucional de delegados de la Isla y la diáspora por la sociedad civi" y el poder necesario para descolonizar a Puerto Rico i( cancelar la deuda odiosa. '

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José Nicolás Medina Fuentes ha sido abogado, servidor público, profesor de derecho y escritor sobre variados temas. Posee un Bachillerato en Ciencias Políticas, un Juris Doctor y una Maestría en Derecho. Fue oficial jurídico del juez asociado del Tribunal Supremo don Víctor Dávila y Chief Staff Attorney del Tribunal Supremo de Puerto Rico; profesor de educación legal clínica de la Escuela de Derecho de la UPR; y por 35 años se ha desempeñado como abogado de litigaciones civiles complejas, negociador y consejero en diversas áreas del derecho. Ha dictado conferencias e investigado extensamente en diversas áreas del derecho civil, administrativo y constitucional en los casos ante su atención, y publicado en revistas y periódicos sobre la deuda pública de Puerto Rico, la diáspora, el proceso de descolonización, la educación legal clínica, la misión universitaria, la reglamentación de las drogas, teoría del liderato, la moral, teoría y proceso de negociación, proceso político y otros.

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ISBN 9781982050351 MILICICIllll

LIBRE PENSADOR

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