La crisis del capitalismo
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ALONSO AGlHJ ,AR MONTEVERDE

LA CRISIS DEL CAPITALISMO ENSAYOS

E DIT O RIAL NUESTRO TIEMPO, S. A.

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Colecci6n DESARROLLO

©

Editorial Nuestro Tiempo, S. A.

Ave. Copilco 300 Locales 6 y 7 M&ico 20, D. F.

I SBN-968-427-041-0 Primera edición: 1979

Derechos reservados conforme a la ley Impreso y hecho en M&ico Print1d and madi in M11ti&o

·,.

CONTENIDO EL CAPITALISMO HOY

7

Cii.pitalismo monopolista significa: imperialismo, desarrollo desigual, crisis recurren tes, explotación, dependencia, subdesarrollo, 7. Te oría y desarrollo del capitalismo monopolista de Estado, 17. El de­ sarrollo del capitalis mo monopolista de Estado, 22. Rasgos del capitalismo hoy en día, 24.

LA CRISIS ECONÓMICA Y EL CAPITALISMO MONOPOLISTA DE ESTADO

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ALGUNOS RASGOS DE LA ACTUAL CRISIS CAPITALISTA

56

La posición burguesa ante la crisis, 26. Algun os rasgos significativos de la actual crisis, 29. ¿Qué son las crisis e conó mi cas y cuáles son sus causas?, 33. Crisis cíclicas, crisis general y cap ita lismo mo­ n op olista de Estado, 40. Naturaleza y p erspectivas de la presente crisis, 45.

Opiniones dominantes en cí rc ul os burgueses, 56. El verdadero alcance de la crisis, 57. De la de­ pre sión de entonces a la crisis de ahora, 61. Ac u­ mulación excesiva, i nfl ación y crisis, 67. ¿Depresión, fascismo o socialismo?, 74.

80

INFLACIÓN Y CRISIS

Ciencia, imaginación y cue ntas alegres, 80. Alcance y significado de la inflación, 83. Explicación bur­ guesa de la inflaci ón , 85. Los monetaristas: ¿de­ masiado din e ro?, 85. La corriente keynesiana: demanda, costos, salarios, 88. Otras explicacio­ nes, 92. Hacia una expl ica ció n marxista, 93. Los monetaristas de izquierda: creciente rivalidad in­ terimperialista, 95. La teoría del conflicto social, 97. Capi tal monopolista de Estado e inflación, 100. La in flación y la crisis, 105. ¿ Qué hacer frente a la inflación?, 110.

EL C ICLO ECONóMICO, LA POSTGUERRA

Y

SU DESARROLLO EN

Análisis maneista de las c risi s, a partir de los años ·veinte, 117. Los delos de postguerra, 120. El mercado mundi al y el ciclo econ ómico, 122. Las empresas y el Estado, 125. Intervención del Estado, 128. Desplazamientos tecnológico3 y cambios en el p r oce so de Teproducción, 133. El proceso de in­ vei;sión_ v·I:i;�4iiia.®JQ,54�.i,clos, 134. Progreso

115

tecnológico y consumo privado, 136. Ingresos, pre­ cios e inflación, 13 7. Causas de la inflación ac­ tual, 138.

LA CRISIS DEL CAPITALISMO, LOS PAÍSES SUB­ DESARROLLADOS Y EL NUEVO ORDEN ECONÓMICO I NTERNACIONA L

141

Antecedentes del NOEI, 143. La Estrategia Inter­ nacional del Desarrollo y el Nuevo Orden Económico, 148. Los países no alineados y el movimiento antimperialista, 152. Evaluación del programa del NOEI, 169. La estrategia trilateral del imperialismo, 170. El Nuevo Orden: ;.una nueva ilusión?, 177. El NOEI y los obstáculos fundamentales al desarrollo, 180. El Desarrollo, el "Nuevo Orden" y la "autosuficiencia colectiva'', 183. La crisis del capitalismo y la búsqueda de un Nuevo Orden Económico, 192. CME y crisis general. 204. TEORfA DE LA CRISIS GENERAL DEL CAPITALIS-

MO

Introducción, 209. Esencia v desarrollo de la crisi3 �neral, 211. Aspectos básicos de la teoria, 220. La contribución de Lenin, 220. La teoría de la crisis general v la teoría del "derrumbe". 222. Las posiciones de Bujarin, 232. Estado y capital financiero, 235. Crítica a Rosa Luxemburgo. 240. Posibles errores de Bujarin, 244. Trotski y la tendencia del imperialismo al estancamiento, 249. Un capitalismo incapaz de hacer crecer las fuerzas pro­ ductivas, 250. La crisis !!"eneral y la contradicción c,apitalismo-socialismo, 255. l.a posición de Stalin frente a la crisis, 260. La viabilidad del socialismo en uno o varios países, 262. Agravamiento de Ja crisis general, 271. Algunos errores de Stalin, 274. Los estudios de Eugenio Varga, 27B. El capi­ talismo antes y después de la Primera Guerra, 278. La crisis de 1929 la "gran depresión" y la crisis general, 282. El problema de los mercados y la acción del Estado, 286. La crisis i;reneral, el mercado y el CME desonés de la Seg-unda Guerra, 297. Algunas posibles fallas, 302. Algunos aportP.s teóricos de Vigotski y otros autores, 303. Crisis �eneral, CME y contradicción fundamental, 304. Tendencia decreciente de la tasa de ganancia, 311. Nuevo y más comnlejo carácter de la crisis, 313. Afanasiev, Drairuilev, Chernikov, Ryndlna, Rudenko y otros, 315. Inozemtsev: nuevas contradicciones del capitalismo. 324. AJg-unos trabajos de la Academia de Ciencias y de otros autores, 332. La crisis. ..1 CME v la integración capitalista, 339. P. N. Fedoseev y otros: imperiaU.mo v revolución socialista, 346. Posiciones del PCUS y del Movimiento Rcvolucion.ario .Mundial, 35-k:.,,,-

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209

EL CAPITALISMO HOY*

Capitalismo m o n opolista significa : imp erialimio, desarrollo desigual, crisis recurrentes, explotación, dependencia, subdlesarrollo

Con la segunda guerra mundial se inici'a una larga etapa

de prosperidad para el capitalismo. Durante un cuarto de siglo se mantienen tasas de crecimiento del ingreso y el

,

nivel de empleo que hacen pensar a los economistas bur­ gueses que el sistema ha encontrado, ahora síJ la manera de enfrentarse con éxito a sus más graves problemas. La expansión económica no es, sin embargo, un proceso ar­ monioso ni fácil. En diversas ocasiones surge el fantasma de la crisis: en 1946, cuando concluido el conflicto es me­ nester prepararse para la paz; en 1948 -49, en que el sistema comienza a caer en una postración de la que sólo puede librarse gracias a la guerra de Corea; en 1953-54, cuando terminada aquélla l a actividad comienza de nue­ vo a contraerse; en 1957-58 y sobre todo 1960-61, en que otra guerra much o más cruenta y criminal como sería la de Vietnam, jugará el papel dinamizador de un orden an· ti'social al que le es ya imposible vivir sin grandes dosis de violencia. A partir de 1967 empiezan a desaparecer los «milagros económicos»; las tendencias deflacionarias cada vez más *

Publicado en el número 1 de la revista Estrategia. México, de 1975.

enero

7

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LA CRISIS DEL CAPITALISMO

severas se entrelazan con rápidos aumentos de los precios, y la intensificación de la guerra de Vietnam, en 1966, no basta para mantener la prosperidad, iniciándose al año siguiente un receso que culmina con la devaluación de la libra esterlina.

A partir de ese momento se generaliza la especulación, y aunque la convertibilidad del dólar en oro se abandona en realidad desde 1968, oficialmente no se reconoce sino hasta agosto de 1971. Para entonces, en tanto que los han· cos y gobiernos extranjeros tienen en su ¡poder más de 53 000 milfones de dólares, las reservas 'de oro enfos Es­ tados Unidos apenas .alcanzan unos 10 500. ,.\nte tal si'tua. ción el dólar se déva:Ii'ia, fijá.Ildose nuevos tipos de cam·

bio entre los países participantes en el Fondo Monetario Internacional.1 ·•

La crisis no se produce súbitamente, y más que ser fruto de µechos aisládos es - consecuencia de la incapacidad del sistema para superar el carácter cíclico del proceso de reproducción así como las limitaciones insalvables que, a un nivel técnico como el presente� entraña el régimen de propiedad ¡privada -altamente monopolista- de los me: dios de producción. Aun en los años relativamente más

prósperos se acumulan desajustes y contradicciones, y el só�o intento de escapar a la depresión a través de una po. lítica de gastos improductivos en masa y de aliento a las más variadas formas de parasítismo, dilapidación y aun destrucción física de la riqueza lleva a la inflación y a una c;ada vez más grave irracionalidad que, extraña, aunque

1 Durante casi treinta años, los Estados Unidos lograron man· tener una artificial paridad del dólar con el oro ( 35 d6lares. por onza troy), lo que dio a su moneda y a su posición competitiva grandes ventajas en un sistema dólar-oro, que hizo de aquél el equivalente de éste y lo convirtió en la moneda de reserva por excelencia. Las emisiones de billetes norteamericanos no plantea· ron problemas mientras, gracias al superávit comercial, los de­ más paises necesitaban dólares para comprar a Norteamérica, pero a partir del momento en que la circulación de papel comenz6 a exceder con mucho la demanda, sobrevino la llamada crisis del d6lar.

EL CAPITALISMO HOY

9

conforme a la siniestra lógica del capitalismo, comprensi­ blemente, hace que coincidan los altos precios, el desem· pleo, los presupuestos deficitarios, el peligro de una depre· sión tan severa como la de los treinta, e incluso una guerra como la que el imperialismo desata y mantiene en fo. dochina. Abundan los signos que anuncian que la constelación de fuerzas que hizo posible la prosperidad, empieza a ceder ante las leyes rectoras del funcionamiento del sistema y lo vuelven cada vez más foestable e irracional. La crecien­ te explotación del trabajo, por una parte, y la concentra­ ción sin precedente de. la producción, el ingreso y el ca· pital, por la otra, hacen que la sociedad no sea capaz de consumir ló que produce pese a que, en una perspectiva histórica, el monopolio limita y deforma el crecimiento de las fuerzas productivas. El problema del desempleo y el peligro de que la demanda vaya siempre a la zaga de la producción genera fuertes y crónícas tendencias deflacio· narias; y como contrarrestarlas a través de una inversión productiva creciente y aun de una política anticíclica re· formista traería consigo aumentos de productividad que a la .postre sólo agravarían el problema, en la práctica se opta por una política que, en rigor, combate la deflación con la inflación, o sea con el gasto masivo, fundamental· mente improductivo y financiado en gran parte mediante la creación de nuevos medios de pago, lo que altera el pa· trón del ciclo económico tradicional y produce una situa. ción en la cual, lo que antes fueron dos fases sucesivas de un mismo proceso ahora se volverán dos hechos que ocu­ rren de manera simultánea, entrelazados íntünamente y que, más que dos momentos disti'ntos de un ciclo expresan la forma cada vez más antagónica en que se da la con­ tradicción fundamental del capitalismo -producción SO· cial y apropiación privada- y los profundos desajustes y conflictos que ésta provoca. La crisis política francesa del 68, las elecciones del año en curso y las recientes protestas contra el régimen de aus­ teridad del nuevo gobierno exhiben la radicalización de las masas y el alcance de sus desacuerdos con la burguesía.

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LA CRISIS DEL CAPITALISMO

La intensificación de las luchas obreras en Inglaterra e Italia y las acciones de masas contra una inflación espe­ cialmente severa y que, en el caso italiano, alienta el rena· cimiento del fascismo sobre todo en las regiones depaupe· radas del mezzogiorno; la situaci'ón política de Portugal,

Grecia e incluso España y aún lo que empieza a ocurrir en Alemania y Japón a partir del momento en que el crecimiento económico pierde impulso y la inflación se

agudiza, son hechos que ponen en relieve la acentuación de la lucha de clases.

En el seno mismo de la oligarquía, por el intento de las fuerzas más poderosas en cada país de hacer prevalecer sus intereses al amparo de una política de ¡sálvese quien

pueda!, que a menudo recuerda las leyes de la selva, se multiplican los desacuerdos en el comercio, las maniobras financieras con las que se hace frente a la crisis moneta· ria, la adopción de medidas restrictivas y discrimi'natorias que se creían definitivamente proscritas, la lucha dentro y fuera de los «mercados comunes> y los constantes forcejeos

en los organismos políticos internacionales. La presión, con. cretamente, que la burguesía de los países más fuertes ejerce sobre las clases dominantes y en general sobre los países del «Tercer Mundo», así como los naturales inten­ tos de defensa de estos últimos, afloran aquí y allá en tor· no a cuestiones tales como los precfos de las materias primas, el deterioro de las relaciones de intercambio, la crisis del petróleo y la decisión de los países productores de mantener sus precios y no ceder al chantaje imperialis. ta, la escasez de alimentos, la renegociación de las cada vez más asfixiantes deudas extranjeras y aún el mar terri· torial y los límites de la soberanía nacional. Mas si bien tales contradicciones llegan a manifestarse

aun rápidamente, parece indudable que el mayor antago. nismo que subyace a la presente crisis es la contradicción capitalismo-socialismo, o sea el enfrentamiento de los dos grandes si'stemas socioe conómicos que en nuestros días compiten entre sí. El hecho de que este enfrentamiento no se dé en el seno de los países capitalistas más avanzados de Europa o directamente entre las principales potencias

EL CAPITALISMO HOY

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imperialistas y la Unión Soviética, como ocurrió en otras épocas, acaso es una de las razones que explique la ten­ dencia de ciertas corrientes de izqui'erda a subestimar la contradicción de que hablamos. El agravamiento de las relaciones entre el imperialismo norteamericano y varios países atrasados en los que el socialismo se ha vuelto el sistema impe rante o al menos entraña una grave amenaza, no significa que no esté en juego la acción del im perialis mo europeo o japonés -que desde luego está presente aunque con un rol secundario-­ o que la contradicción capitalismo-socialismo no se dé en las relaciones con la URSS, los países de Europa Orien­

tal, China y otros. Bastaría recordar las crisis políticas viVi­ das en años no lejanos en Yugoslavia, Hungría y Polonia, y más recientemente en Checoslovaquia para comprobar que, aun en donde el socialismo ha arraigado y consoli ­ dádose cada vez más, el imperialism o no pierde la espe­ ranza d e encontrar eco a su política agresiva y de provo ­ cación. Empero, en los últimos 25 años ha sido en países como China, Corea, Cub a , Indonesia, Argelia, Guinea­ Bissau, Chile, Laos, Camboya y sob re todo Vietnam , en



donde, en un verdadero genocidio el imperialismo lanzaría toda su fuerza militar para destruir -a la postre naturalmente, sin conseguirlo-- a un pueblo heroico que por lo

demás siempre contó c on el apoyo resuelto de la URSS, China y otros paíse s socialista>. Y la decisión de los Esta­ dos Unidos y otras potencias imperialistas de sofocar todo movimiento que _ pud iera culminar en una revolución triun­ fante no se limitó a aquellos casos en que, en la jerga ma.­ cartista de la CIA y los polizontes del si stem a, hubiese un

grave «peligro comunista». Estuvo presente en casi todas las luchas de liberación nacional, las que debían confinar­ se al marco impuesto por los intereses de la burguesía. Tan s6lo en Latinoamérica pod rían recordarse las agresiones sufridas por Bolivia) Guatemala, Panamá y la República

Dominicana. Con frecuencia se admite que gracias a esa politice agresiva ha s ido posible alentar la deman da y, en cierto modo, evitar la crisis. Pero n o se repara en que, al mismo

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LA CRISIS DEL CAPITALISMO

tiempo, el remedio está resultando peor que la enfermedad y dicha política está llevando al capitalismo a extremos de irracionalidad sin precedente y a verdaderos callejones sin salida. Abundan los hechos que lo comprueban: la crecien­ te tirántez y el dislocamiento de las relaciones familiares, el clima de inseguridad y temor, los altos índi'ces de enfer. medades mentales, la drogadicción, la delincuencia juve­ nil, el homosexualismo, la discriminaci6n en el ejército nor­ teamericano, la tendencia al espionaje y la delaci6n y el reciente escándalo de Watergate -que aparte de ser el Waterloo del presidente Ni'xon exhibió lo que realmente es la democracia yanqui-, no son sino algunos de los sig­ nos que dan cuenta d� la profunda crisis por la que atra­ viesa el capitalismo monopolista.

La crisis comprueba las tesis leninistas de la acentuación del desarrollo desigual en la presente fase def desarrollo capitalista y de la imposibilidad del superimperialismo; señala el fin de la hegemonía norteamericana en el ca­

pitalismo de la posguerra y anunci'a el fracaso definitivo de la política que, a partir de los años cuarenta, intentaría bloquear y aún desconocer a los países socialistas como si

la historia ¡pudiera desenvolverse al antojo y conforme a los caprichos de los monopolios.

Cierto que los Estados Unidos mantienen una política abiertamente reaccionaria en Corea del Sur, Taiwán, Fi· lipinas, Brasil, Uruguay, Chile, Nicaragua y muchos otros países. Pero también lo es que los hechos, y entre ellos los

triunfos irreversibles del socialismo los han obligado al menos a cambiar de táctica. Y aunque en el fondo no abandonan sus posturas anticomunistas, admiten el fracaso de la política ·de «guerra fría» ; se retiran, derrotados, de Vietnam; reconocen a la República Popular China y a la

Alemania Democrática, suscriben importantes acuerdos URSS en busca de lina mayor «distensión» y, ante ·

cori la

las reservas de las propias burguesías asociadas de Latino­ américa y el clamor de una opinión mundial que denuncia la irracionalidad imperialista, empiezan a considerar la con. veniencia de mQClificar su absurda política hacia Cuba.

�.,

EL

CAPITALISMO HOY

13

Los int en tos de racionalización d evienen en la práctica, sin embargo, formas de compete ncia monopolística cada vez más severas, sordas rivalidades entre quienes apenas la víspera se ostentaban com o amigos y scicios, ajustes que de momento benefician a ciertos paí ses, pero que originan pro fundos desequilibrios en otrOl!, y aún formas de con· trol, de regimentación y cartelización obligatoria que re. cuerdan la ominosa respuesta que, hace cuatro decenios,

dio la Aleman ia de Hitler a una crisís análoga. Los EstadQS Unidos ya no buscan, como en los años treinta,.enfrentarse

a l a depresión a través de un New Deal, liberal y antifas­ cista como el de Roosevelt. Bajo la manruerna republi­ cana Ford-Rockefeller, el complejo industrial-militar del Pentágono y los conglomerado s trasnacionales empie7.3.n a

forjar una estrategia que fundamen talmente descansa en la superexplo tación, el reacomodo y, de ser necesario, aun el traslado físíco de millares de obreros a donde se l es

requiera, y nat ur almente de los trabajadores de los demás países -y sob re todo de los del «Tercer Mundo:.-, bajo u.n régimen en que el cap italismo renuncia a uno tras otro de los rasgos democrático-burgueses que en otras épocas so­ lía ostentar con orgull o y los sustituye por un poder· domi­ nado por unos cuantos consorcios gigantescos y en el que la « inteligencia > la ejerce la CIA, como en otros tiempos lo hiciera la Gestapo. Los conglomerados trasnacionales crean nuevas y más complej as formas de integración m onopolista, impul san

más y más la conce ntr ación y centralización del capital, elevan la producti vidad y las tasas de explotación del tra1>ajo ante el ,p eligro de descenso de la tasa d e ganancias. Y la posibilidad de imponer precios artificiales muy su· pe ri'ores a sus v alores, la incapaci d ad del E stado para com­ batir eficazmente la i n flación, y, sobre todo, la i ncapacidad del sistema para enfren tarse a sus contradiccion es más gn;t.· ves de un modo mí nim ame nte racional y no a través de la dilapi dación y el d esperdicio, vuelven la inflación y el desempleo -la llamada « stagflation»- una constante de la economía ca pitalista, mas no porque técnicamente no sea posible mantener altas tasas de creci miento del ingreso y

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LA CRISIS DEL CAPITALISMO

el nivel de ocupaci6n, sino porque econ6mica y política­ mente no conviene y aun no es posible hace:rlo a los ca­ pitalistas. En países como el nuestro las cosas tienden a agravarse. Las grandes potencias fincan en parte su recuperaci6n en la posibilidad de explotar el trabajo de otros, empez.ando con el de aquellas naciones que les están más subordinadas, y tal política hace chocar a menudo incluso a las burgue­ sías nacionales con los consorcios internacionales y su decisión de sacar el mejor partido así sea sacrificando aquéllas.

a

El capitalismo monopolista de Estado no es algo ajeno o lejano a nuestra economía, como podría parecer cuando se habla de consorcios multinacionales hostiles y sin arraigo profundo en ninguna parte. Además de ser el escenario histórico, la etapa actual del desarrollo del capitalismo y aun el marco geográfico en que se mueve nuestro país, es también el centro, la espina dorsal de la economía capita· lista mexicana, así corno desde otra perspectiva la causa principal del atraso y el subdesarrollo que padecemos. En momentos de crisis económica y agravamiento de múlti­ ples p·roblemas se advierte más claramente que en otros la responsabilidad del capital y del capitalismo. Por encima de limitaciones y fallas institucionales que sin duda están presentes, y al margen ele desaciertos y aun graves errores que están a la vista de todos, lo que tiene especial dimen· si6n histórica es el hecho de que el capitalismo mexicano, pese al impulso que sin duda le dieron la Revolución de 1910·ll 7 y las reformas sociales cardenistas, y en menor escala la segunda guerra mundial y otras coyunturas rnáf o menos favorables, ni ha sido hasta ahora ni será capa2 de resolver los problemas que aquejan a nuestro pueblo. Aunque, como a todo capitalismo, al capitalismo mexi· cano le interesa acumular capital, acaso su principal falla ha sido su incapacidad para lograr y para mantener altas tasas de inversión. El empresario mexicano siempre ha ga· nado mucho y reinvertido poco porque prefiere vivir bien y derrochar el dinero que obtiene de la explotación de lm demás. J.os monopolios extranjeros, por su parte, invierten

EL CAPITALISMO HOY

un poco

15

más y gracias a ello las índustrias que controlan

tienden a menudo a crecer más de prisa que el resto. Pero

el capital extranjero extrae más recursos que los que aporta, opera con altíisiinos costos económicos y sociales para la na:ción, y a la postre es siempre un factor que en vez de aliviar la escasez de recursos financieros, la inestabilidad y las presiones externas, las agudiza. Consci'ente de que la empresa privada nacional y extran·

jera no puede aportar una proporción de sus ganancias suficiente para que el sistema de explotación se mantenga se apresta a su· plirla, a complementarla, a contribuir a lograr cierto equi·

y reproduzca sin graves crisis, el Estado

librio para que los empresarios privados -generalmente inestables y pusilánimes- no se dejen ganar por la des­

confianza y el temor. Pero como el Estado no es tampoco una entidad neutra ni un juez imparcial sino una parte inmersa y comprometida en el proceso, un Estado burgués que, independientemente de que en su propio seno

se

libre

la lucha de clases, no por elo deja de servir a la clase dominante;

y como en la presente etapa del capitalismo

monopolista las relaciones entre el capi'tal público y el privado se vuelven cada vez más estrechas e indisolubles, el Estado y los monopolios se interinfluyen y apoyan mu· tuamente y aquél tiende en general a rodear a la gran

empresa de facilidades y estímulos, todo lo cual trae con· sigo, que, no importa lo que verbalmente se declare, la política oficial resulte a la postre un factor que refuerza

la estructura monopolística en la que descansa el proceso económico y, por ende, agudiza muchas de las contradic·

ci'ones que tal estructura genera. O sea que

el sistema no sólo es incapaz de lograr un alto

nivel de inversión sino de dirigir adecuadamente el es­ fuerzo productivo, de seleccionar las técnicas más conve­ nientes, de financiar el desarrollo por vías no inflacionarias,

de romper con la dependencia y modificar el cuadro en que

se

desenvuelven las relaciones económicas internado·

nales, de hacer que el Estado, al fin capitalista, contra· rreste con decisión y .eficacia las más graves fallas de los

..

'

capitalistas privados;

de movilizar activamente los recursos

16 disponibles

LA CRISIS DEL CAPITALISMO

y

absorber, en particular, la fuerza de trabajo,

y en última instancia de hacer crecer con mayor celeridad y utilizar el excedente con cierta racionalidad. Lo que el capitalismo monopolista puede hacer es des­

arrollarse en la forma anárquica, inestable >y desigual en que lo hace, en medio de la inflación y el desempleo, de· Ja corrupción y la injusticia, superando transitoriamente cier­ tos desajustes para caer en otros aún más graves, y ha· ciendo que los obreros trabajen y produzcan más para que los ricos ganen más, incrementen sus fortunas y afiancen el poder oligárquico.

La situaci6n de México, a estas horas� es el mejor y más aramático testimonio en tal sentido. Pese a que nunca fueron tan altas las ganancias de los empresarios ni tan

rápido el ritmo de concentración del capi'tal, o sea de que hay dinero y al menos teóricamente la poSibilidad de darle un mejor uso, el Estado no oculta su impotencia y aun se queja de carecel" de fondos para atender seivicios básicos; se endeuda sin medida en el extranjero y recurre incluso a la emisión de medios de pago, mientras la burguesía nacional y extranjera -incluidos no pocos altos funciona· rios y exfuncionarios públicos- despilfarra irresponsable­ mente el excedente potencial que, en otras condiciones, podría asegurar a la nación un desarrollo realmente autó­ nomo. Y cuando se decide a obtener mayores ingresos, el gobierno renuncia una vez más a la realización de una reforma fiscal que grave a los grandes capitalistas, y teme· roso de que el descontento de Jas masas populares se ex· tienda, se límita a afectar principalmente a sectores inter­ medios de la población urbana, que en parte pueden pagar un poco más sin mayores· sacrificios, y en parte carecen de los medios y de la organización para protestar y opo­ nerse enérgicamente a tal política.

17

EL CAPITALISMO HOY TEORfA Y DESARROLLO DEL CAPITALISl\fO MONOPOLISTA DE ESTAD01

·

Es Lenin el teórico marxista que por primera vez emplea de Estado'', como una

el término "capitalismo monopolista

categoría esencial en su teoría del imperialismo. ¿En qué

consiste esta categoría?

Para comprender mejor su alcance y las condiciones históricas en que surge quizás sea útil recordar la secuela del análisis leninista:

""

El imperialismo· surgió como el desarrollo y la con ti· nuación directa de las características ·fundamentales del capitalismo en general [. . . } L o fundamental de este proceso, desde el punto de vista económico, es el

1 1

desplazamiento de la fü:ire competencia capitalista por los monopolios [. ..] Estos, [. . .] que surgieron de la libre competencia, no la eliminan sino que exis· ten por encima y al lado de ella, engendrando así contradicciones, fricciones y conflictos muy

1

e intensos [...].2



bastante exactitud el momento en que



"Por lo que

a

agudos

Europa se refiere, se puede fijar con

talismo vino a sustituir

definitivamente

ocurrió a principios del siglo

xx",3

el nuevo capi·

al viejo: ello

como resultado

del proceso que sigue:

1)

De 1860 a 1880, culmina el desarrollo de la libre competencia. Los monopolios se encuen­

. tran en un estado embrionario apenas percep·

2)

tibie"; Después de la crisis de

18 73

largo periodo de desarrollo

[se inicia]

un

de los cárteles, los

cuales todavía constituyen la· excepción[ . ..];

1 Fragmento de un artículo publicado en el número 2 de la revista EstrateRia. . México, marzo-abril de 1975. , 2 V. I. Lenin, "El imperialismo etapa superior del" adolece de muchas otras fallas : exagera la significación de los salarios y de sus aumentos, sugiere demag6gicamente que todo el in· cremento de productividad beneficia a los trabajadores y no a los patrones, minimiza y aun ignora el rol del Estado y de los monopolioS en la inflaci6n, ignora la influencia de las ganancias 'én los precios, no ubica eorrectamente el fe. n6meno monetario ni la significación de la demanda, y divorcia a la inflación de la crisis capitalista y de las con· tradicciones inherentes al proceso de acumulad6n. La me· jor demostraci6n de que es · inaceptable consiste en que, con frecuencia, los precios suben ¡pese a que los salarios no aunientan y aun disminuyen en términos reales. '

Otras explicaciones

No podríamos ocupamos aquí de . otras explicaciones burguesas de la inflaci6n. Nos limitaremos a recordar que una de ellas se caracteriza por su eclecticismo y su empi· rismo, pues toma . parcialmente algunos elementos de las anteriores y más que buscar las causas primarias de Ja in· flaci6n, repara en relaci'?nes más o menos obvias, a menudo en planos meramente descriptivos, as� como en la influen· cia que ejercen ciertos fen6menos de escasez, el alza de los combwtibles . o de las materias primas, . el encarecimiento de las importaciones, la elevaci6n de los impues�, las de.

• Jacob Morri il; "La crisii de inflacl6n';• . · peridad; Méxic:O, 1 977, p. U 6.

en

El

fin' tl;

la

pro1-

INFLACIÓN Y CRISIS

93

valuaciones, el militarismo, etc étera, llegando inclusive, eri sus ve rsiones más elementales y dignas de Perogrullo, a su· gerir que los prec io s de ci e rtos artículos aumen tan porque los de otros lo hacen también , lo que en buen romance equivale a decir que l a causa d e la inflación es la in­ flación. La c onc epción «estructuralista» de l a CEPAL, por úl­ tim o, recoge ciertos elementos de algu nas variantes keyne­ sianas y en general reformistas, aunque comprende mejór los fenómenos monetarios y de distribución del ingreso al u b ic arl os entre los «mec ani smos de propagación» y centra su atención en los factore s que determin an no el exceso de d eman da sino la inflexi bili d ad d e la ofe rta, lo que se explic a en parte en razón de la m ayor rigi dez de las eco­ n o mí as subdesarrolladas. El alegat o de la CEPAL, sob re todo si se tiene presente que se produce hace poco más de dos d éc adas, e s signific ativo y digno de estud io. Pero si bien imp l ica el rechazo y a la vez el replanteo de algunas tesis keynes ianas, de hecho desplaza la explic ación de la i nfla ci ón de una forma a otra de institucionalismo. Es de­ cir, aunq ue alude a ciertas fallas del aparato productivo qu e c o nsi d era « es truc t ural es» , y q ue no d ejan de ser obs­ táculos efectivos al aumento de la p roduc ció n y en general al desarrollo, cuando se advierte de qu é probl em as se trata se comprueba que también q ued a n en parte al margen de las contradicciones fundamentales del c apit alismo lati­ noamericano en la et a p a a ctual d e l i mpe ri alisrno . 1 0 Hacia

a

una

explicación

marxista

Aun en círculos marxistas se

observa c i er t a tend en c i a en asp ectos p arciales

presc indi r de la teoría, a reparar

io S obre la posición d e la CEPAL, véase : Osvaldo Sunkel, "Un esquema general para el análisis de la inflació n", en la revista Economía, de la Univesidad de C hile, No. 62, d e 1 959, así como Héctor Malavé Mata, Dialéctica de la inflaci6n, Venezuela, 1 972, y José C onsueg ra, Un nuevo enfoque de la inflaci6n, Medellín, Colombia, 1976.

LA CRISIS DEL CAPITALISMO

del problema df( la inflación y a aglutinar fuerzas en la luch.a COIJ.tra ella a partir de planteos simplistas en los que a menudo se. actúa bajo la influencia de posiciones peque­ ñoburguesas, que en actitud meramente reformista sugieren -casi siempre sin éxito- insertar algunas justas demandas populares en la política

de

la clase en el poder. La expe­

riencia demuestra que caer en un regateo mezquino y sin pi;-rspectivas, hacer de la práctica la úi:iica divisa o adoptar UIJ.:3-, tác a d,�provista de una proyección estraté.gica y de upa,., lW.�'f. pql.itica realmente reyolucion.a;ria, es a mepµdo

pc;

.

f��!tN�. de tr.opi�i¡. d!!�ens hechos siguen imponiéndose a las palabras. La vigorosa recuperación que muchos esperaban tras la caída de 1 97475, está todavía por verse, y aun en los ¡países en que las tasas de crecimiento económico han sido relativamente más altas, persisten el desempleo, el rezago en la inversión pri­ vada, los desajustes comerciales y financieros y la infla­ ción. Desde luego no faltan los economistas que, provistos de la nueva bola de cristal que suelen ser las computado­

ras, con una precisión digna de su ligereza anuncían que el producto nacional subirá, digamos 4.27 % cuando en realidad desciende 2 % , o que los precios sólo aumentarán 3.5% cuando suben 1 2 % .1 * Ponencia presentada a la VII Conferencia de Facultades y ESc:uelas de Economia de América Latina, celebrada en Quito, Ecuador, del 3 al 7 de septiembre de 1 9 78. t Véase, al respecto, la informaci6n de la Revista Fortune re­ producida por André Gunder F rank en "Mainstream economists as astrologers", en U. S. Capitalism in crisis, The Union for political economics. New York, 1 9 78, pp. 1 2- 1 3.

��ical "

141 •

1 42



LA CRISIS DEL CAPITALI SMO

Aun las modestas amas de casa, sin más conocimiento

de la economía que el que les da el manejo de una cada vez más exigua quincena y con no otro equipo que una li­ cuadora, y un poco de sentido común, suelen tener mayor

capacidad de prevísión que ciertos técnicos de costosas instituciones gubernamentales y privadas, cuyos sofistica­ dos moditJ., p. 64. '5 !bid., pp. 26 y 2 7. 441 !bid., p. 1 0.

TEORI A DE LA CRI SI S GENERAL

239

estabilidad, "( . . . ] el Estado deja de ser un simple defensor del proceso de explotación para convertirse en el explota­ dor colectivo capitalista directo, que se enfrenta abierta­ mente · con el proletariado." Y no se trata del viejo Es­ tado. Con el capital financiero surge un nuevo tipo de po­ der estatal : "( . . . ] el estado imperialista expoliador con su aparato militarista-centralizado, y el papel social de la guerra pasa a cónsistir desde entonces en la ampliación de las esferas de dominación del capftal financiero con sus trusts y consorcios bancarios,"47 El Leviathan, de Hobbes -observa Bujarin-, "( . . . ] no es verdaderamente nada en comparación con la potente fuerza que ha manifestado el aparato estatal del capital fi. nanciero." Para preservar el sistema es preciso contar con una organización que domine a los hombres, no s6lo a las cosa.S. Y esa organización es el Estado.48 Todas las organizacfones de la burguesía se subordinan al Estado, porque es "[ . . . ] la mayor, la más fuerte, la más vasta [ . . . ]" El nuevo tipo del poder estatal, el estado im­ perialista, "se apoya en las relaciones de producción del capitalismo de estado. Aquí se fusiona, organizativamente, la 'economía con la 'política'."

Las relaciones de producción del capitalismo de Es­ tado son 16gica e históricamente, una prolongación de las relaciones del capital financiero, del que constitu­ yen la culminación [ . . . ] Los trusts, como organiza­ ciones monopolistas .privadas que centralizan la pro­ ducción [ . . . ] son reemplazados por el monopolio de estado.49 47 Ibid., pp. 21 y 16. • "La organización estatal es la organizac1on más profunda de la:.due, �n la que se concentra toda su fuerza, en la que est4n concen1rados les instrumentos de la presión mecánica y de · las me­ didas coercitivas, es decir, en la clase dominante está. organizada como clase y no como pequeñas partes o grupitos de una cla­ se • . ." !bid., p. 1 3. 49 !bid., pp. 1 3 , 2 1 y 22.

LA CRISIS DEL CAPITALISMO

240

[ . . . ] el c ap it ali sm o de estado e s la racionalización del p ro ces o de p rod u c ci ón sobre la base de las rela­ ciones sociales antagónicas y de la do min ación del c apit al, que se expre sa en la dictadura de la burgue­ sía [ . . . ] Sin ella no pod rí a el c api tal ismo, en ab sol u­ to, vivir durant e todo el l apso que la hi storia le ha adjudic_ado. Esta d ebili d ad ligad a a la forma del ca­ pita li smo de estado p o dia notarse tanto en la línea de la p r oduc ci ón como en la de las cl as es sociales. Pero la forma de c ap i ta lismo de estado de la econo· mía n acion al ist a sólo era posible con cierta "madu­ rez" de las relaciones capitalistas en general [ . . . ]

La conce n traci ó n del p od er social de la burguesía en el poder de estado soldado con las organizaciones económicas del capítal, creó una tremenda oposición al movimiento obrero. Por ello el desmoronamiento del sistema mun di al imperialist a comenzó por los sistemas económicos nacionales más d ébiles, por la orga nizaci ón capitalista de estado menos desarrolla­ da y m ás imperfect a .� º

Crítica

a

Rosa Luxemburgo

Aunque en va rias ocasiones habla Buj ari n del colapso del capitalismo, y a veces da la impresión de que éste ocu· rrirá i nevi tab l em ente, su posición no es fatalista ni "ca · tastrofista". "El 'marxismo ' fatalista ---,escribe en alguno de sus ensayos- fue siempre una caricatura de la doctri ­ na de Marx, que los te6ricos de la burguesía habían ima· ginado como el medio más seguro de 'vencer al marxis­ mo' ."51 En su crí tica a Rosa Luxemburgo, señala que la tendencia de és ta a caer en una teoría mecanicista del colaps o deriva de su in comprensi ón teórica del imperi alis­ mo. ¿ Por qué ? Porqu e ella supone que el capital se des­ envuelve en la dirección del c api t alismo "puro, lo que por 60

51

!bid., pp. 74 y 1 09. N. Bujarin, La economfa mundial. . . , p. 1 24.

TEORlA DE LA CRISIS GENERAL

241

sí sólo anuncia un límite matemático al desarrollo. Pues

el imperialismo, de cuya necesidad histórica tiene Luxemburgo clara conciencia, a:l resolver el proble­ ma de la realización mediante la explotación de la "peri­ feria" atrasada y no capitalista, alarga la vida del , sistema, pero al propio tiempo intensifica sus contradicciones, y so­ bre todo la contradicción producción-consumo, a medida que, a consecuencia de la propia expansión capitalista se reduce el número de "terceras personas". La clave de este error, para Bujarin, está en su concepto del imperialismo. "El imperialismo -según Rosa- es la expresión política de la acumulación de capital, en su lucha competitiva por lo que aún queda abierto del ambiente no capitalista." No es difícil objetar esta concepción. El capital siempre ha buscado "restos" y tratado de imponer su dominio en todas partes ; y la lucha por territorios ya capitalistas tam­ bién es imperialista. Lo que escapa a Luxemburgo es una "caracterización específica del capital como capital fi· nanciero. Si esto no se precisa no puede entenderse cuál es la "expresión política", ni cómo y por qué la política del imperialismo intenta reproducir las relaciones de pro­ ducción que ese capi'tal requiere para afirmar su poder. En vez de reparar en las "peculiaridades reales, concretas, his­ tóricas de nuestra época, que como tales reclaman un aná­ lisis especial [ . ]", Rosa habla de "cosas en general" y del "capitalismo en general",5'.2 y por eso no entiende el im­ perialismo. "El militarismo -nos dice- juega un papel decisivo [como] arma en la lucha competitiva entre los países capitalistas por áreas de civilización no r.apitalista [ . . . ]" Aquí cae en el error de Kautsky, que identifica al imperialismo con la lucha del capital por dominar regio­ nes agrarias, si'n reparar en que se trata de una lucha por el mundo entero, incluyendo desde luego a los países ca; pitalistas y aun a los centros controlados por el capital fi­ nanciero. Lo que Rosa no entiende es que "la expansión del capital está condicionada por el movimiento de la ganan-

bien,

Rosa

. .

s2 Véase : N. Bujarin, Imperialism and capital. Nueva York, 1 972, pp. 252 y 253.

the accum ulat ion

o/

242

LA CRISIS DEL CAPITALISMO

cia, su volumen y tasa, de la cual aquél depende." Razón por la cual, las raíces de la expansión capitalista radican en la dínámica del ciclo del capital, o sea en cómo se com­ pra, produce y vende, lo que a su vez depende de la es­ tructura monopolista del capitalismo. "[ . . ] la moderna expansión del capital difiere de la ;previa en que reproduce el nuevo tipo de condiciones históricas de producción a un nivel ampliado, es decir, el tipo de las condiciones que co­ rresponden al capital financiero."53 Toda la teoría del colapso de Rosa Luxemburgo descan­ sa sobre una base falsa : la idea de que la realización es imposible bajo un "capitalismo puro" . Si bien, objeta Bu­ jarin, "el capitalísmo ha llegado a ser la forma económica dominante en todas partes", no es menos cierto que la mayor ;parte de la población del mundo consiste en cam­ pesinos pobres, regiones atrasadas, o sea en una inmensa reserva de "terceras personas" que parecería augurar al capitalismo una larga vida. Tampoco parece convincente la idea luxemburguiana de que, independientemente de ello, bastará la "tendencia objetiva del desarrollo capitalista" hacia el colapso. Y lo cierto a la vez, subraya Bujarin, es que la crisis del capitalismo y sus contradicciones se acen­ túan, como lo comprueba por ejemplo la existencia de la Unión Soviética. Lo que demuestra que no es la impor­ tancia relativa de las áreas precapitalistas lo decisivo, sino la acción toda del capital monopolista en busca de mayo­ res ganancias y más altas tasas de explotación. En otras palabras : la descomposición del capitalismo empieza a ser manifiesta pese a que quedan muchas áreas atrasadas, que Rosa supone precapitalistas e indispensables para hacer posible la realización de la plusvalía lo que comprueba que las contradicciones del sistema se agudizan y anuncian su explosión, siempre y cuando la s tensiones lleguen al máximo. .

Aun esta ge1wral, esquemática, "puramente teórica" y por ende condicional explicación del colapso del 53

Véase : ibid., pp . 255 a 2 5 7 .



TEOR 1 A DE LA CRI S I S GENERAL

243

capitalismo, sugiere un límite en cierto modo objeti­ vo. El límite está dado hasta cierto punto por la ten­ sión de las contradicciones capitalistas. El capitalismo, como cualquier otro proceso, no puede desenvolverse sin contradicciones. "Su magnitud creciente y su cada vez mayor intensidad conducirán inevitablemen· te al colapso de la dominación capitalista."54 "El desarrollo del capitalismo es un proceso de repro­ ducción ampliada de todas las condiciones. básicas del sis­ tema' ', y no sólo de la contradicción producción-consumo en que repara Luxemburgo, y de cuyo tratamiento aislado y no dialéctico pretende derivar la inevitabilidad del co­ la,pso. Hoy, podemos observar el proceso del colapso capita­ lista no solamente a partir de construcciones abstrac­ tas y perspectivas teóricas. El colapso del capitalismo se ha iniciado. La revolución de octubre es la expre· sión más convincente y viva de ello. Junto a todas estas contradicciones en el sistema de la economía mundial [agravadas por la guerra y re­ veladoras, para Bujarin, del creciente antagonismo en­ tre las fuerzas productivas de la economía mundial y los métodos nacionales de apropiación, en el marco de Estados separados], surge otra gran contradicción : la existente entre el mundo capitalista y el nuevo sistema económico de la Unión Soviética. A través de ésta, el nuevo conflicto se vuelve más profundo, más agudo y más destructivo para el capitalismo.55 En resumen : El capitalismo d.e-sarrolla sus contra· dicciones internas ; éstas, no la falta de "terceras per­ sonas" , determinan finalmente su colapso, sin impor· tar el número de tales "terceras personas" y así sean ellas las tres cuartas partes de la población del mundo. Si el capitalismo reproduce sus contradicciones hasta



54

55

!bid., pp. !bid., p p .

264 266

y 265. y 267.

244

LA CRISIS DEL CAPITALI SMO

el punto de provocar una declinación de las fuerzas productivas, que vuelva imposible la existencia de la fuerza de trabajo y lance a los trabajadores a la re­ belión, que mine el poder de los países metropolita­ nos, desencadene la fuerza de los esclavos coloniales e intensifique los antagonismos nacionales [. . . ]56 Las contradícciones del capitalismo romperán el bloque que las clases dominantes forman con el campesinado. Posibles errores de

Bujarin

Todo lo cua l confirma en Bujarin la convicción de que, para evitar los errores de Rosa Luxemburgo, "es preciso volver, una y otra vez, a los postulad os teóricos y las con­ clusiones prácticas [. . .]" de Lenin. Éste, sin embargo, di­ fiere a menudo de aquél, a quien suele criücar m ten­ dencia al academicismo, ciertas posiciones mecanicistas y, acaso sobre todo su inestabilid ad, que se expresa ora en posiciones «izquierdistas», ora en posi'ciones «derechistas». Al celebrarse, por ejemplo, en 1 9 1 9, el VIII Congreso del partido --en que se revisa y actualiza su programa-, Lenin critica a Bujarin por no comprender la diversidad de elementos, la heterogeneidad presente en el capitalismo ruso.

Teóricamente --escribe Lenin-, el camarada Buja· comprende eso perfectamente y dice que el pro­ grama debe ser concreto. Pero una cosa es compren­ der y otra. actuar de acuerdo con esa comprensión. Lo concreto en el camarada Bujarin es la compren­ sión libresca del capitalismo financiero [ . . . ] En nin­ guna parte del mundo existió ni existirá el capitalis­ mo monopolista, sin libre competencia en una serie de ramas. Describir semejante sistema es describir un sistema falso y divorciado de la realidad [ . . . ] rin

66

!bid., p.

270.

TEORtA DE LA CRI5IS GENERAL

245

El imperialismo es la superestructura del capitalis­ mo. Cuando se derrumba, nos encontramos con que se destruye la cúspide y queda al desnudo la base. Por eso nuestro programa, si quiere ser justo, debe decir lo que realmente existe. Existe el antiguo capi­ talismo, que en una serie de ramas ha crecido hasta imperialismo. Sus tendencias son exclusivamente im­ perialistas. Los problemas fundamentales sólo pueden enfocarse desde el punto de vista del imperialismo [ . ] Pero el programa no habla ahora de esto . En realidad sigue existiendo el enorme subsuelo del an­ tiguo capitalismo [ . . . )57 .



.

He reproducido este largo pasaje, porque ayuda a com­ prender ciertos errores de Bujarin y el porqué de las crí­ ticas de Lenin. Pese a su innegable capacidad de análisis, Bujarin tiende con frecuencia a hacer afirmaciones absolu­ tas y simplistas. En su concepto, por ejemplo, de la Econo­ mía Política, como observa Lenin, da "un paso atrás res . pecto a Engels", que incluso lo lleva a negar la Economía Política del socialismo. Su convicción de que el capítalsimo se abre paso en todas partes, le impide apreciar la desigual­ dad de su desarrollo y las supervivencias precapitalistas. La importancia que bajo el imperialismo adquieren "las or­ gani'zaciones capitalistas colectivas" lo hace menospreciar y aun ignorar otro tipo de empresas. Los cambios induda­ bles que trae consigo el capital financiero sobre todo en los países industriales, lo llevan a afirmar erróneamente que dicho capital acaba con la anarquía de la producción. Las nuevas formas de la competencia monopolista dejan de lado las viejas y no descubren la verdadera dialéctica del fenómeno. A menudo es demasi'ado tajante, como cuando postula que : Cada tipo de producción tiene también un tipo de estado que le corresponde, y a cada tipo de estado

57

V. l. Lenin, Ob ras, tomo XXXI, pp. 33, 34, 35 y 36.

LA CRISIS DEL CAPITALISMO

246

corresponde un tipo de guerra perfectamente deter· minada [ . . . ]58 Su posición frente al Estado, aunque singularmente pe­ netrante y en general justa, a veces se antoj a esquemática y unilateral, y más que adver tir su relación dialéctica con el capital

monopolista,

sugiere una subordinación de éste

respecto a aquél, cuya fuerza tiende a exagerar, como ocu ­

rre cuando l o supone incomparablemente más poderoso que el Leviathan de Hobbes.

La explicación podría ser

que, como observa Lenin en su comentario a la

Económica del periodo de transición,

Teoría

con frecuencia olvida

Bujarin el ;papel del monopolio, y concretamente del mo­ nopolio privado, nacional y extranjero, que junto con el parte del capitalismo monopolista de Estado.

estatal forma

Sin menospreciar la contribución de Bujarin al estudio

del imperialismo y de sus contradicciones, es indudable que incurre a menudo en apreciaciones discutibles y aun erró· neas. Su definición según la cual "e l capitalismo de estado es la racionalización del proceso de producción sobre las bases de las relaciones antagónicas y de dominación del capital, que se expresa en la dictadura de la burguesía . . ]" es, verbigracia, objetada por L enill porque "no e s

[.

buena" . En ella no se presta suficiente atención a la esen­ cia concreta del fenómeno. Se alude a una "racionaliza. ción" que está lejos de caracterizar al sistema en su con­

junto ;

re

tratan la "dominación del capital" y el

carácter

"antagónico" de las relaciones capitalistas como si no fue. sen, en el fondo, la misma cosa y parece olvidarse que la "dictadura de la burguesía" "existía [y existe] antes capitalismo de estado."59

del

Lo mismo sucede cuando tras señalar que los sistemas de capitalismo de estado má.s desarrollados y "perfectos"

dan

cierta estabilidad al capitalismo, sostiene que, "por ello el desmoronamiento del sistema mundial imperi'alista comen· 58 s9

Teoría Econ6mica del periodo de transición. Ibid., pp. 1 8 7 y 1 88.

TEORI A DE LA CRISIS GENERAL

247

z9 por los sistemas económicos nacionales más débiles,

por la organización capitalista de estado menos desarrollada." "No es verdad : por los me dio-débiles --corrige Lenin- ;

sin un cierto grado de desarrollo del capitali'smo -aña· de� en nuestro país no habría ocurrido nada [ . . . ]" Por la misma razón, cuando Bujarin afirma que el proceso de la revolución comienza por los sistemas de "nivel más bajo" , o sea que la "prontitud del inicio de la revolución es inversamente proporcional a la madurez de las relacio· 'ti

nes capitalistas" , Lenin comenta que "habria que decir

'no

del nivel más alto' y 'no directamente proporcional' ."8º En el fondo, quizá Bu jarin olvida con frecuencia que

la "imposibilidad" del capitalismo no es demostrable teó· ric amente, sino sólo, como advierte Lenin, en la práctica.

Y en ésta, lo que cuenta es el nivel de conciencia y la ca­ pacidad de organización y de lucha de los trabajadores. Bujarin mismo hace , en uno de sus libros, una reflexión fundamental al respecto :

[ . . . ] la sociedad capitalista [ . . . ] sólo puede existir mientras la men talidad de la paz interior conserva, por así decirlo, vigencia general ; en otras palabras, sólo mientras la clase obrera, la fuerza productiva más importante [ . . . ] tácitamente "consiente" en cumplir la función

capitalista.

Una vez que esta condición

se

ha desvanecido, la ulterior existenci'a de la sociedad capitalista es imposible.61

A menudo, sin embargo, como ya señalamos, Bujarin parece asociarse a los teóricos del "derrumbe", como cuan·

do sostiene que las contradicciones cada vez mayores y su creciente intensidad "[ . . . ] conducirán inevi'tablemente al colapso de la dominación capitalista." José Aricó considera que Bujarin participa '(con Rosa Luxemburgo) 1 de

una

teoria del 'derrumbe' del capitalismo, aunque provocado por sus 'contradicciones internas' y no por la i'm posibilidad 80 61

!bid. , pp.2 1 2 y 2 1 3 .

!bid. , p . 3 2 .

248

LA C RISI S DEL CAPITALISMO

realizaciqn del plusvalor,"62 y aun piensa que "la teoría de la crisis de Bujarin [ . . . ] no es en última instancia otra cosa que una versión modificada de la concep ción tugan­ b::i.ranovskiana, lo cual parec e de manera muy evidente en el modelo que construye [ . . . ] de un c api talismo de estado donde aun manteniéndose la ley del va lor es capaz de cre­ cer ilimitadamente en la medida en que se respeten las proporciones correctas entre producción y consurno."113 Probablemente esta crítica, aunque no del todo irnpro· ceden te, es exagerada. El "capitalismo de Estado" bujari­ niano, importante en cuanto advierte la estrecha relación entre el capital monopolista y el E s tad o, parece oscil ar entre el capitalismo monopolista de Estado) de Lenin y una versión comparable al ultraimperialismo, de Kautsky, . es decir, entre la realidad histórica concreta y un modelo abs­ trae.to que, en rigor, no se da en ninguna parte. En un "capitalismo de Es tad o" corno el "imaginado" por Buja· rin, e n el que ep vez de anarquía haya cierta planificación y én donde los des ajustes entre la producción y el consumo puedan preverse y se corrijan ex ante y no a posteriori pue­ de, en efec to, no haber crisis de sobreproducción. Pero lo que es imposible es ese tipo de capitalismo, y más en la etapa h istórica de la crisis gen eral. Y aunque Bujarin no postulá expresamente que tal ca,pitali srn o esté en marcha y abra una nueva perspectiva , tampoco sostiene que sea del todo inviable, o corno claramente lo hace L en in res­ pecto al c apitalismo monopolista de E s tad o, que éste sea incapaz de s�perar las contradicciones propias del sistema. En cambio, Bujarin es justo en su severa crítica a Tugan j�aranovski, cu ando señala que éste supone a la producción indepen di ente del con su mo, porque arranca de un análisis ,parciai y limi t ado a la esfera de la producción de medios .de producción , y jus to también cuando critica el "deter­ minismo económico" de Rosa Luxembu rgo. Bujarin comde

62

Nota sobre Nicolás

Bt;jarin, en

Lucio Colletti, El Marxis­

mo y el "derrnmbe" del capitalismo. México, 1978, p. 4 1 5 . ss I bid. p. 4 1 6 .

TEORÍA DE LA CRISIS GENERAL

249J

parte la idea de que el capitalismo se dirige hacia el co-­ lapso ; cree incluso que su "explo sión" se ha iniciado corn la revolución rusa de octubre. Mas ello no obedece a que: el sistema tienda hacia un "capitalismo puro" en el que la1 falta de "terceras personas" haga imposible la realización;. sino a que, viviendo la mayor parte de la población eni países atrasados, éstos han sido divididos y dominados pon· las grandes potencias. [ . . . ] Rosa Luxemburgo -afirma Bµjarin- pasa por· alto el hecho de que la repro du cción ampliada de las: condiciones aapi,talistas es, al mismo tiempo, la re­ producción ampliada de todas las contradicc&Jnes ca-· pitalistas. Si ella hubiera visto esto claram ente, no se' habría molestado con el problema de los "límites ob­ jetivos" del capitalismo, ese límite que ella cree ha· ber encontrado en la desa,parición de· las "terceras' personas", después de atribuir a éstas el rol de ser las únicas "realizadoras" de la plusvalía producida por los esclavos asal ariados del capitalismo.u

TROTSKI Y LA TENDENCIA

DEL IMPERIALISMO AL ESTANCAMIENTO

Las posiciones de Trotski sobre la crisis general y el des­ arrollo que a partir de ella experimenta el capitalismo, difieren casi siempre y a menudo se oponen abiertamente a las de Lenin y Eujarin, aunque en ciertos momentos coinciden con la de este último. En general están más cer­ ca de las de Rosa Luxemburgo, sobre todo en lo que hace a la tendencia a pensar en un inminente derrumbe del capitalismo.

6� N.

p. 268.

Bujarin, Imperialism and accumulation of capitál [. . .J,

LA CRI S I S DEL CAPITALISMO

250

Un capitalismo incapaz .de hacer crecer

las fuerzas productivas

Abundan en la obra de Trotski las referencias al res­ pecto. Así por ejemplo : criticando con razón a Sombart y otros, a propósito de la inviabilidad del cap�talismo pa­ cífico, escribe que "en cualquier caso no hay duda de que 'la teoría del colapso' ha triunfado sobre la teoría del desarrollo pacífico [ . . . ]"as

[.

.

. ] aproximadamente hasta la guerra mundial --es­

cribe-, la humanidad creció, se desarrolló y se enri­ queció a través de las crisis ,parciales y generales [ . . . ] Pero ahora en

un

[.

. . ] el progreso humano se ha detenido

callejón sin salida. A pesar de los últimos triun­

fos del pensamiento técnico, las fuerzas productoras

naturales ya no aumentan. El síntoma más claro de la decadencia es el estancamiento mundial de la indus­ tria de la construcción [ . . . ] Marx previó que la socialización de los medios de producción sería la única solución del colapso econó­ mico en el que debe culminar, inevitablemente, el desarrollo del capitalismo, colapso que tenemos ante nuestros ojos [ . . . ]66 La burguesía misma -observa en otro trabajo-­ no ve una salida [ . . . ] La crisis actual, que está lejos aún de haber completado su curso, ha podido de­ mostrar ya que la ,política del Nuevo Trato en los EUA como la política del Frente Popular en Francia,

no ofrece ninguna nueva salida del atolladero econó. mico [ . . . )67 •

Trots.ki entiende el papel del ciclo económico en la re­

producción capitalista ; sabe, desde luego, que "el capita60 L. Trot ski , El pensamiento vivo de Karl Marx. Buenos Ai­ res, 1 943, p. 3 5 . 66 !bid., p p . 35, 3 6 y 3 7 . 6 7 León Trotski, Obras, E d . Juan Pablos, México, 1 9 7 3 , tomo 15, p. 250.

TEOR! A DE LA CRI S I S GENERAL

.. 1

25 1

lismo no se desarrolla en línea recta sino de manera zig­ zagueante y a través de altibajos'', pero piensa que des­ pués de la crisis de 1 920 no habrá ya una fase de ascenso. Es decir, si bien la actividad económica seguirá oscilando cíclicamente "[ . . . ] en la época que ahora se inicia -la época de compensación del drenaje y la destrucción de los años bélicos, la época de la nivelación en reversa -los ascensos de la actividad económica sólo pueden ser de un carácter superficial y fundamentalmente especulativo, mientras las crisis se vuelven más largas y profundas [ . . . ]68 Y lo que importa -para él- no es si hay o no la posi­ bilidad de que mejore la coyuntura, sino si sus fluctuacio­ nes se producen en una curva ascendente o descendente. ¿ Por qué cree Trotski que ya no existe la posibilidad de un crecimiento, a largo plazo, de las fuerzas productivas ? Salvo una aplicación mecánica de la tendencia al descen­ so de la tasa de ganancia, "[ . . . ] hay una completa ausen­ cia de argumentos teóricamente rigurosos --comenta Hodg­ son- para apoyar tanto la teoría del colapso como la opi­ nión de las fluctuaciones cíclicas en el marco de una ten­ dencia descendente."69 Pero aun faltando una explicación coherente y sólida, su idea de que "el capitalismo está con­ denado [y de que] nada lo salvará del colapso'', que reite­ ra inclusive en 1 940, parece obedecer, más que a un aná­ lisis riguroso de una realidad concreta y cambiante, a un entrelazamiento de argumentos abstractos en los que se piantean cuestiones como las siguientes : En primer lugar, Trotski piensa que ha llegado un momento en el desarrollo del capitalismo en que éste vuel­ ve imposible el crecimiento de las fuerzas productivas, lo que se explica probablemente porque en los años veinte y sobre todo en los treinta, el sistema, en efecto, parece no ser ya capaz de una fuerte expansión. Pero más que apoyar su razonamiento en hechos concretos, Trotski ex­ presa una vieja convicción y, como veremos enseguida, inas

L. Trotski,

The first five years of the co m un ist

Nueva York 1 9 7 2, Vol. 1, pp. 20 7-208. ,

69 Geoff Hodgson, 1 9 75, p. 4 7 .

Trotsky and fatalistic

international.

marxism.

Londres,

252

LA CRISIS DEL CAPITALISMO

cluso una posi ci ón dogmá tíca que lo lleva a rechazar toda idea de que el capitalismo pued a seguir creciendo en el futuro -como Lenin por ejemplo, lo a nticip a-, así sea en forma cada vez más inestable, desigual e irracional.

[ . . . ] Las fuerzas p roductiva s de la humanid ad -sos­ tiene Trotski una y otra vez- están e stanc ad as . Las nuevas i nven c iones y los n ue vos progresos técni cos no pueden ya elevar el nivel d e r i qu e za material [ . . . ]7° ¿A qué obedece tal situación ? A que el mundo está ya repartido y, sobre todo, a qu e el Estado-nación frena el crecimiento de las fuerzas produ c tivas y lleva, por tant o , a una larga fase d e declinación y estancamiento.

·

La guerra de 1 9 1 4 representa e n pri'mer lugar el co· lapso del Esta do- n ació n como u n a arena económica autosuficiente. El nacionalismo p ue de continuar como un factor c ultur al, i d eol ógico, psi col ógico [ . . . ], el sig­ nificado obj etivo de la guerra consiste en la des tru c ­ ción de los nidos económicos nacionales existentes en nombre de la economía mundial [ . . . ] La guerra a nuncia .el rompimiento definitivo del Estado-nación, y al mismo tiempo, el hu nd imi ento de la forma capi­ t alista de economía [ . . . ]11

Claramente se advi erte que, según Trotski, o d esaparec e el Estado-nación, o el capitalismo irá a l a ruina. El Esta· do-nación detiene el desarrollo de las fuerzas productivas y es, por tanto, el p ri ncipal obs táculo a sup erar . Pero este obstáculo sólo p u ed e removerse acabando con el capita­ lismo.

Si el ulterior desarrollo de l as fuerzas p ro du ctiva!. fuera concebible dentro del marco de la sociedad bur­ guesa, la revolución sería en gen eral i mposible. Pero como tal desarrollo de las fu e rzas productivas en el ro

L. Trotsky,

Obras.

. . , tomo 1 5, p. 250.

Cit. por I. Deutscher, The �ueva York, 1 964, pp. 70 a 7 2 . 71

age of p e rmanent revolution.

TEOR lA DE LA

CRI SIS

GENERAL

253

marco de la sociedad burguesa es inconcebible, la .¡premisa básica para la revolución queda en pie [ )72 .

.

.

Esta formulación descubre, a nuestro juicio, dos serios errores : en primer lugar postula -pese a que los hechos demuestran lo contraricr- que el capitalismo ha llegado a un límite o tope, a partir del cual es imposible el creci­ miento ; y en segundo, cae en la posición mecanicista y tec­ nologista, según la cual, de haber o incluso de ser "conce­ bible" un mayor desarrollo de las fuerzas productivas, "se­ ría imposible" la revolución. En vez de aplicar creadoramente la teoría, Trotski pa­ rece trasladar mecánica y dogmáticamente la tesis de Marx contenida en el famoso prefacio a la Contrib ución a la Crítica de la Economía Política. Y acaso ello obedece a que, al apartarse de la teoría leninista del imperialismo y de la revolución, sólo ve en su horizonte, de un lado un es1tancamient:> que lleva al colapso, pero que no se produce 1en la práctica, y del otro una revolución universal que .es la única solución, pero que tampoco se da en Ja rea­ ilidad. Como antes le había ocurrido a Rosa Luxemburgo, ::al no descubrir todo el vasto y complejo juego de contra­ .dicciones, agravadas ahora por el triunfo y consolidación .ele la primera revolución socialista, Trotski no comprende a fondo el alcance y la significación de la crisis general, como una nueva categoría histórica, y aun tiende a sus­ tituirla por una fase de decaimiento económico que es el corolario inevitable del estancamiento de las fuerzas produc­ tivas. Toda la visión trotskista se antoja unilateral. En donde Lenin ve una tendencia contradictoria al estanca­ miento, por un lado, y por el otro incluso a un rápido cre­ cimiento de las fuerzas productivas, aquél sólo advierte el primero, acaso debido a que tampoco descubre la contra­ dicción competencia-monopolio, sino que más bien parece tomar la posición de quienes creen que el monopolio exclu­ ye y liquida la competencia.73 rn 73

C it. por G. Hodgson, ob. cit. . . , p. 1 9. "La eliminación de la competencia señala el comienzo d!!

254

LA CRISIS DEL CAPITALISMO

Mientras Trotski ve en el Estado-nación un elemento rí­ gido y un obstáculo infranqueable al desarrollo económico, Lenin advierte que el imperialismo se transforma de capi· talismo monopolista en capitalismo monopolista de Estado, lo que si bien no resuelve a fondo ninguno de los más gra­ ves problemas del capitalismo, abre sin duda a la oligar· quía nuevas salidas, contribuye a la preservación del siste· ma y es la respuesta burguesa a una socialización de la pro­ ducci'ón que desborda el marco de las ya entonces gran­ des empresas privadas internacionales, o sea una medida de hasta dónde, sin lesionar sus intereses e incluso tratan· do de beneficiarlos al máximo y desde luego, de preservar el sistema, es dable modificar, al impulso de las nuevas y más agudas contradicciones, las relaciones de producción capítalistas. A diferencia también de Lenin, quien por todo e llo sien­ te la necesidad de actualizar las posiciones sobre el Estado, ¡para entender el nuevo rol de éste bajo el CME, Trotski sólo repara en diferencias de otro orden, a las que por lo demás ve siempre en la perspectiva catastrofista del de­ rrumbe del sistema, y como si las form as de organización del Estado burgués no fuesen importantes para los traba· jadores. "Naturalmente existe una diferencia entre los regíme­ nes políticos en la sociedad burguesa -escribe- del mismo modo que no son igualmente cómodos los vagones de un ferrocarril. Pero cuando todo el tren cae al abismo la dis­ tinción entre la democracia decadente y el fascismo asesi· no desaparece frente al colapso del sistema capitalista en su integridad." O sea que por encima de ciertas diferen­ cias el tren capitalista va hacia el precipicio y nada puede hacer cambiar su curso. Es tal la convicción del trotskismo de que el sistema ha agotado todas sus posibilidades de expansión que, incluso en 1 946, precisamente cuando se inicia una larga fase de la desintegración de la sociedad capitalista . . . " L. Trotski, El pensamiento vivo de Karl Marx . . . , pp. 1 9-20.

TEORÍA DE LA CRI SIS GENERAL

c re cimi ento, Mande! declara, con moti'vo de la IV I nternacio nal, que

255

de una reunión

razón alguna para pensar que estemos fren· a una nueva época de estabilización y de sarrollo

No hay te

capitali stas. Por el contrario, la guerra sólo ha servi· do para agravar la de sproporción entre l a creciente productivi dad de la economía capitalista y l a capa· ciclad del m erca do mundial para sostenerla [ . . . ]74 ..

La

crisis

ge ne ral y la contradicción

capitalism o·socialismo Y, sob re todo no comprende, en particular, l a enorme importancia del surgimi e nto y el desarrollo de la Unión So­ viética en la acentuación de l a c ri si s general del capitalis­ mo, y por tanto el sentido de la presente época histórica, en que la contradicción capitalismo-socialismo pasa del plano teórico a la práctica y se convierte en la nueva forma histórica de la contradicción princi pal, o sea d e la contrad i cción burgullopol:ies resulta kay insuficiente para encuadrar el nivel tle '50Cialización de los medios de producción, ,exigido por ·el crecimi'en­ to fabuloso de las fuerzas productivas. La ingerencia del Estado deviene una necesidad para el funciooa­ miento de los propios monopolios [ . . . ]

La

reproducción capitalista de

mayor ordenación,

sólo

hoy requiere una

nivel de monopolfo, sino escala nacional, estatal. Toda subestima­ no

a

sobre todo a ción del alcance de este proceso implica una defor­ mación de la imagen de1 imperiafümo moderno y de sus posibilidades [ . . . ]

Pero [ . . . ] fa necesidad objetiva de centralización, de regulación y planíficación eficaces desborda rápi­

damente las posibilidades de1 capitalismo monopolis­

ta de

Estado

[ . . . ]185

tste sin embargo, no renunciará a su dominación mien· tras los pueblos no lo obliguen a e1lo. En las condiciones actuales, su principal abjetivo estratégico es sobrevivir y, de ser posible, fortalecerse. El imperialismo fomenta el na­ cionalismo y el chovinismo, confunde todavía a muchos

trabajadores, promueve la división en el campo antimpe­ rialista y aun socialista y pone en pe1igro la paz. Y pese a

todos sus tropiezos no es un enemigo débil

[ . . . J 1 a flexibilidad de la estrategia y la táctica del capitalismo moderno exige perspicacia y flexibilidad de las fuerzas antimonopolistas y, en primer lugar, de Ios partidos revolucionarios f . . .)" y las contradic­ ciones interimperiafütas "[ . . .] siguen s iendo un importante punto de referencia para la 'lucha antim· perialista de las fuerzas revolucionarias [ . . . ]189 En un trabajo reciente del Instituto de Economía Mun· lM

iss

[bid., pp. 74-75 y 1l 1 . lbiá., pp. 05 y 1 24',

330



LA CRISIS DEL CAPITALISMO

dial y Relaciones Internacionales187 -que como ya recor­ damos dirige el profesor Inozemtsev-, se añaden intere­ santes consideraciones sobre la crisis general del capitalis­ mo. Se destaca, por ejemplo, que mientras la crisis de los años treinta llevó en varios países al fascismo, la de los setenta, sin menospreciar el peligro que entrañan las posiciones más reaccionarias, se ha visto acompañada del reforzamiento de la clase obrera, la consolidación del cialismo y nuevas rupturas revolucionarias.

so­

La crisis general del capitalismo surgió, a consecuen­ cia de la explotación, de antagonismos inherentes a la etapa monopolista del capitalismo. Pero con la aparición de dicha crisi's [ . . . ] esas contradicciones no sólo no se eliminan . sino que se desarrollan y se complementan con otras nuevas : con contradiccio­ nes interna s que están ligadas a la transformación del capitalismo monopolista en capitalismo monopo­ lista de Estado, y con las externas provocadas por la apari'ción y crecimiento tempestuoso de un sistema social contrario al capitalismo. 188 Después de la Segunda Guerra , aumentó sensiblemen­ te el papel del consumo en el proceso de reproducción y crecieron el mercado mundial y la exportación de capita­ les, sobre todo eritre los países industrializados, en parte a consecuencia de las nuevas formas de cooperación, inter­ cambio e integración monopolista reRional . La crisis de sobreproducción de 1 9 74-75 asestó un duro gojpe a la economía capitalista, y sobre todo a Japón, Ita­ li� y Francia. En la mayoría de los países creció grande­ mente el desempleo y, como signo de las cada vez más gra­

contradicciones del sistema, se hizo más severa la in­ flación¡, lo que dio a tal crisis un carácter especial.

ves

1s 1 La teorla leninista cú, 1 9 77. Las referencias la traducción al español isa Obra antes citada,

del imperialismo y la actualidad. Mos­

que se hacen de esta obr a proceden de de los capítulos X y XV. Cap. XV.

TEORIA DE LA CRISIS GENERAL

Lá.

331

inflación se atribuye como en ottos estudios, fundá.­

mentalmen te a la formación mo nop ol ista de los precios y de la emisión excesi va de medios de pago, que supone el financiamiento de los e norme s gastos -incluidos los mi­ litares- de los E s ta dos capitalistas. El aumento de precios también está re l ac ion a d o con l os c rec; i e n t es costós de circu· l ac i ón , entre los que tiene cada vez mayor importanci a la publ ici d ad . La pol ít i ca antiinflacionaria de los est ados burgueses es poco eJic32 y gravi t a , especialmente, sobre la clase ob rera

y los trabaja d ores en general. Con frecue ncia se t rad\lC e

en la reducción . de gastos soc ia l e s y d e sc a nsa en el e m pleo combinado de medidas fis c al es y mon eta ri as qu e, o bi en estimulan el d e semple o o bien impl i can un gravamen adi­ cional sobre el ya in su f i c i en te salario de los trabajador�s. Similar efecto tiene )a llamada "política de i ngreso s", m�­ díarite la cual, la re gulaci ón de precios y sal arios desenlaza casi si empre en el control de e s tos últimos.

La . i nflac ión e s timula y expre s a a la vez, c risi s "estruc­ turales". Éstas se consi d eran fenómenos cíclicos que se ma� nifi e s ta n en la supeiproducción o s ub p rod ucció n relativa. En cada ciclo se obs e rvan crisis de tal naturaleza que en o me no r medida afectan a determinadas ramas de la prod ucción . Lo que revel;i.. que di cha s crisis se i nsert an y c ons tituyen uno de los rasgos propi()s del ciclq econ6mico.

mayor

La crisis de 1 974-75 , sólo l ogró, según el Instituto de Ec o nom ía Mundial, reequilibrar parcial y precarillJll en­

te el mercado de los combu s tib l es, las materias p rim as y los productos alimentcios. Y si bien alentó ciertas inv€rsio· nes necesarias para reiniciar el ciclo, comprobó la inefica­ cia de las medidas gub ern am en tale s y la incapacidad tanto de la em p re s a p ri va d a como del c apit al monopolista de Es­ tado en su conj u n to para reanimar la econ omí a y librar al sistema de la inestabilidad. Dicha crisi s no fue, por . otra parte, una crisis o rdi nari a. Según los autores que comenta­ mos abrió induso una nueva . etapa en el desarrol lo cíclico del c api tal is m o , entrelazó diversos fenómenos, alteró sen· siblcmente el m ódul o previo, acentuó . desproporciones es-



LA CRISIS DEL CAPITALISMO

tructurales y claramen te dejó ver la intensidad sin prece­ d . entes de las contradicciones del capital ismo

1

.

ALGUNOS TRABAJOS DE LA ACADEMIA DE CIENCIAS Y DE OTROS AUTORES

Naturalmente, los autores hasta aquí considerados sólo son

algunos de los

que,

hecho del que omitamos -a varios de

en la Uni ón Soviética, han

contnbuciones al estudio · teórico de la crisis general

ca,p italísmo. Ineluso es posible Ios más prominentes, lo que no sería e xtraño dado

tro

.

nues­

d esconocim iento de bu en a parte de la literatura so­

viética. En descargo de esta falla cabe recordar que sólo hemos pretendido en est as páginas examinar los aspectos

principales 1le la teorfa de la crisis general, para concluir las cuales recogeremos, a manera de síntesis, las formu­ laciones teóricas de m ayor interés, co ntenidas ea progra­ mas e informes del PCUS y del movimiento comunista in­ ternacional. Antes, empero, en 'la imposib ili d ad de consi­ derar ta obra áe otros autores, debemos al m enos dejar constancia de que son sin duda interesantes, entre otros, los trabajos .de Otto V. Kuu sinen, de P. N. Fedoseev, Za­ gladin, Menshikov, Glezerman, Arzumanian y Cheprakov y, desde luego, los estudios co1ectivos heéhos princ i al ­ metYte baje los auspicios .de ·ia Acad�ia de Ciencias de la URSS. De estos últimos, cabria ·mencionar el Manutil tle Eco­ Mmfa Política que aparece en 1 956, y que tras largos deba­ tes se revisa y :amplía a partir de su tercera edición. En esta Obra ·se rescata 'la ,;ategoría l e nini sta de1 c apitalismo monepolista de Estad.o, -esenc ial sin duda en la teoría del imperialismo, y que bajo el l'égimen de Stalin fue relega­ da e 'incorrectamente empleada.188 A-simismo, se Sl:ibraya p

Ys t " En contraposición a la tesis leninista sobre el tránsito al capitalismo mooiopolista de Estado -escribe Vogotald�, se 11firmaba que la economfa1 propiamente clicha1 poco tenía que

• '

T!OR.IA DE LA CRISIS GENERAL

333

la importancia de la ley del desarrollo desigual en la agu­ dización de la crisis del capitalismo, las diversas fonms: en que ésta I� debilita y los cambios que sufre el proceso de reproducc1on.

Bajo< el imprerialismo [ . . . ] el aparato dd Estada: se entrela. y coníunde con. los monopolios. Los: ecooo· mistas burgueses, los reformistas y los revisionistas, afanándose por embellecer al capitalismo, presentan este proceso cerno la supeditación de los monopolios al Estado, en interés de todo el pueblo [ . . . ] Pero, en realidad son los monopol.ies [ . . . ]. qui.nres supedi­ tan a: sus fines el aparato de} EsJadc¡,, y utilizan a éste para multiplicar sus ganancias y fcmtalecer su dominación [. . .]" El ca,pitalismo monopolista de Estado [ . . . ] se ca­ racteriza por el más alto grado de socialiZac:ión ca­ pitalista de la producción, por el entrelazamiento de los monopolios privados y el Estado, por la supe­ ditación del aparato estatal a los monopolios [ . . . ]100



tstos, en efecto, obtienen puestoa importantes, utilizan la propiedad estatal, reciben subsidios y. créditos, se ase­ guran de materias ;primas y mercadC".ls, influyen para fre­ nar las salarios e impedir las huelgas, todo lo cual se traduce, como Lenin lo advirtiera, en una mayor explo­ tación de los trabajadores. La crisis general coloca al capitalismo frente: a un. nuevo sistema socíal y le hace perder el viejn � de: domi­ nación colonial. Agrava, además, el Ha:maicl. pniWema. de los mercados, vuelve crónica la subutili2ación de la capa­ cidad productiva, aumenta el desempleo, alienta la: infla. cióni y el militarismo, y la intem.ificación de: l'a ex:plotaver con

el Estado, lo cual impedia revelar la dialéctica áér CM'E elemento de fa crisis general del capitalismo''� Ob. cit., p. 276. 1 90 Academia de Ciencias de la URSS, Manual de Econ-omla política. México, 1 966, p. 255. como

334

LA CRISIS DEL CAPITALISMO

• '

ción acentúa, a su vez, las contradicciones fundamental y principal, del capitalismo y hace más desigual y anárquico su desarrollo. Los rápidos avances técnicos realizados, sobre todo des­ pués de la Segunda Guerra, refuerzan grandemente el desarrollo del CME y agudizan la contradicción competen­ cia-monopolios. En las clásicas palabras de Lenin : El rasgo esencial del imperialismo,

con mucho, no es la existencia pura y simple de los monopolios, sino la coexistencia de los monopolios con el cambio, los mercados, la competencia, las crisis [ . . . ] En realidad es la combinación de princi'pios antagónicos, esto es de la competencia y el monopolio, lo que constituye la esencia del imperialismo. Ello es lo que anuncia la proximidad de su crisis final, es decir, de la revo­ lución socialísta.191

Para alargar su vida, el capitalismo echa mano, como nunca antes, del Estado. "El capitalismo monopolista de Estado es la respuesta imperialista a las condiciones obje­ tivas precipitadas por el crecimiento de · las fuerzas pro­ ductivas y que determi'nan la necesidad de la transición al socialismo."192 Pero responde también a las cada vez más agudas contradicciones. y por tanto al desax:rollo de la crisis general del sistema. El capitalismo monopolista no tiene otro mejor expediente a qué recurrir que el con­ trol cada vez mayor de la economía por parte del Estado. Las leyes que rigen el desarrollo del CME son "[ . . . J ex­ tremadamente complejas, (Y) sin el conocimiento de ellas, es imposible entender la naturaleza del sistema [ . . . ]" Lo que en parte es así porque el CME no expresa directa y menos aún exclusivamente la creciente socialización que entraña la concentración de la producción. Estos y otros ·

1111 V. I. Lenin, cit. en : Academia de Ciencias de la URSS, Socialism and capitalism : Score and prosp e cts. Moséú,. 1 97 1 ,

p. 72.

192

!bid., pp. 78 y 93.

1 1

1

¿

TEORIA DE LA CRISIS GENERAL

i 4

335

factores económicos dejan sentir su influencia principal­ mente [ . . . ]" a través del prisma de las contradicciones económicas y social es [ . . . ]" Y por otra parte, e l p rincipal instrumento de manipulación estatal-monopolista "[ . . . ] es ·1a redistribución -sobre todo por vías fiscales, financieras y comerci ale s- del ingreso nacional y no el creciente vo­ lumen de l a prop ied ad estatal." · La revolución científica · y tecnológic a y el desmorona­ miento del sistema colonial, como expresiones de la crisis general, traen consigo profundos cambios en la estructura productiva. El rápi do desarrollo de ramas como la petro­ química, la electrónica y l a industria de los plásticos es un ejemplo de ello, aunque, a la vez, un hecho l igado a la centralización de la producción y el capital y al fortale­ cimiento de l m onop olio a escala internacional. Los gran­ des consorcios multinacionales d isp onen de medios que les p ermite n hacer lo que antes no estaba a su alcance : es­ tudiar y anticipar la de man d a , sostener p re cios y utilidades, proyectar l a inversi ón, etcétera. Pese a su· enorme pode r, "[ . . . ) ningún monopolio privado p uede satisfacer las exi­ ge n cias actuales que plantean la i nvestigación cíentífica y la tecnología experimental, la e ducación, la seguridad social, la c onstrucci ón de una moderna · infraestructura y la estabilidad y movilidad d e l sistema de crédi to [ . . . ]" Y lo mismo podría decirse de la p rogramación a nivel ma­ croeconómico y de las relaciones económicas interestatales, lo que, sin emb argo, tampoco significa que el alto grad o de control estatal monopolista sea capaz de. superar la contradicción fundamental y los des aj us tes en que ésta se expresa.198

Aun así, en la economía internacional del capitalismo juegan hoy un papel de primer ord en mecanismos esta tal ­ monopolistas como el GA TT ( Acuerdo General sobre Ta­ rifas y Comercio ) , el Fondo Monetario Internacional 'y el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo, . Ia Comunidad Económica Europea y mu chos otros que re198 !bid. , pp. 82, 8 7 , 9 5 , 96 y 98.

LA CRISIS, DEL CAPITALISMO

velan. que ante la imposibilidad de una verdadera plani­ ficaeifua. e1 capitalismo monopolista de Estado, aun reba­ sando con mw:ho a la empresa ¡pri"'ada inclusive trasna­ cional- u también una forma capitalista de organiza. ción de la :producción que no logra escapar a sus. contra­ diccion«S. Pero el CME es el punto máximo a que la olí· garquía puede hacer frente a. la creciente socialización de la producción sin poru!l' gravemente en peligro sus intere­ ses, lo que no. quiere decir que haya agotado sus posibili da.des. Mientras el capital y sobre todo el capital monopolista pueda.. »eguÚ' . explotando a . los trabajadores, sus días, por breves 'lile sean históricamente, no habrán terminado. La explotaci6n cada vez mayor es la condición del desarrollo capitalista, una ley del funcionamiento de este sistema. La explotación monopolista es hoy el eje y el área de esta explotaci6n "[ . . . ] desborda con mucho los limites de las empresas que pertenecen a. la oligarquía financiera" . 19� Bajo el CM:Es sobre todo en la fase actual de la crisis general, no es fácil descubrir las múltiples, complejas y aun sutiles fomiu q:ue asume la explotaeión. El capital mo­ nopolista, desde luego, hace �· lo que está a su alcance para. intensificarla El avance tecnológico y la mayor ¡pro­ ductividad contribuyen grandemente a ello. El desempleo, por su parte; no· sólo ayuda a mantener un bajo nivel de salarios: ante el temor a perder el trabajo, somete además al obrero a una tensión física y nerviosa sin precedentes. Pero JO" que se sustrae al trabajador en la fábrica es sola­ mente una parte de la plusvalía que retiene el capitalis­ ta : el resto se le arranca a travé s de la inflación y los pre­ cios de monopolio. Con frecuencia, inclusive, la fuerza de trabajo se vende por ahajo de su valor, aunque, en general "[. . .J Ja ley del valor de esta peculiar mercancía se desen­ vuelve bajo la influencia de la lucha de clases [ . . . f'195 Y lo cierto es que, aun en los países industriales en donde lH

195

Jbid., p. 1 20. !bid., p. 1 3 1 .



� 1 1

'

TEQRIA DE LA CRISIS

GENERAL

337

las condicfones de vida de los trabajadores y sobre todo su disponibilidad de bienes de consumo duraderos, Vivien:� da, educación y otros servicios ha mejorado respecto, di­

gamos, a la situación de principios de siglo, también la relación entre las utilidades -sobre todo las monopoli�­ tas- y los salarios se ha elevado : los salarios reales que­ dan atrás de la productividad y, por tanto, se reduce el tiempq de trabajo necesario respec;to al excedente, todo lo cual implica un incremento del . volumen y la tasa de plusvalia. ·

·



La redistribución del ingreso a través del sistema fiscal y financiero, fundamentalmente en beneficio del capítal monopolista, es otro expediente para elevar l::¡. tasa · de explotación.

·

·

La concentración y la centralización del capital no sólo refuerzan el poder económico del capital monopolista, también afirman su poder político, y éste, a su vez, influye y fortalece aún más a aquél. "El capitalismo monopolista de Estado convierte todas las palancas de la explotación económica y de la represión política en un mecanismo :único de opresión clasista del proletariado" . 1 9 6

1



En otro interesante estudio colectivo de la Academia de Ciencias,1 9 1 se hace notar que la revolución científico-téc­ nica confirma la tesis leninista de que, bajo el imperialis­ mo, el capitalismo se desarrolla con mayor intensidad. No obstante, la revolución acentúa a la vez el desarrollo des­

igual y agrava las contradicciones tanto entre los países más industrializados como entre ellos y los subdesarrolla­ dos y dependientes. Por otra parte, · si bien . alienta e\. au­ mento de la capacidad productiva, lo hace. a cQilta de

reducir en términos relativos y a menudo aun absolutos, el nivel de empleo, lo que no sólo muestra la forma del todo irracional .en que se produce el progreso técnico sino que éste se convierte en un nuevo vehículo . de explotación 196 !bid., p. 1 3 9. 197 The scientific and technological revolutiofl.: .social and prospects. Moscú, 1 972.

effects

LA CRISIS DEL CAPITALISMO ae lS trabajadores por parte, principalmente, del capital monopolista ; y en otra perspectiva : en un factor de impul5 del desarróllo del CME, pues como ya hemos dicho, la revolución científico-técnica y l a decisión de utilizarla en la competencia con el socialismo, desborda las posibi­ Íidades de las empresas privadas, incluyendo las grandes trasná.cionales. Los monopolios de hoy difieren grandemente de los cár­ teles y trusts de principios de siglo. Ahora se trata de ver­

daderos complejos de grandes corporaciones con filiales mul tipl es países, "altamente integradas no sólo en tér­ minos financieros sino en lo que hace a la producción, la tecnología y administración", y que, "[ . . . ] al mismo tiem­ po [ . . . ], asumen cada vez más el carácter de capital mo­ nopolista estatal, pues los acuerdos entre los Estados, que actúan en nombre de los monopolios nacionales, reempl a­ zan a los acuerdos internacionales entre los monopolios en

privaddS' ' ,iis

Al desarrollarse el CME, no sólo aumenta la carga fis. citl sino que · �'los ¡precios de monopolio se vuelven pteci'os estatal-monopolistas [ . . . ] debido a que el impuesto que grava a las grandes empresas ( c