La Ciencia Historica Del Siglo XX

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LA CIENCIA HISTORICA EN EL SIGLO XX

Las tendencias actuales. i

Una visión panorámica y crítica del debate internacional

Georg G. Iggers Prese n tació n , a d ap tació n y revisió n d e n tilica de Fern ando S án ch ez M a rc o s T rad u cción de Cfehiens Bteg

EDITORIAL LABOR, S.A.

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í'>*ijrG¡ívrCí>iv.o p'^crvcir, mundial mediante la integración en él de los alienados obreros. Aún así, en su Ih'tiltclu' Gcschichle ["Historia alemana"] se podía observar una aproximación a una concepción materia lista, en algún aspecto inclu­ so marxista” , que cuestionaba el papel central dei estado y, por consiguiente, el orden político y social que reinaba en el Imperio Alemán, j liste rechazo casi unánime hacia Lamprecht y la historiografía social y cultural en general tenía que ver, entre otras cosas, con ¡a conslitución c mstitucionalización de la disciplina "historia'' en Alemania, cuyos representantes, al reclutar entre tos jóvenes las nuevas generaciones de profesores de enseñanza media y universi­ taria, insistían en gran medida en la conformidad política e ideoló­ gica4’. Por consiguiente se produjo un ataque masivo de los historia­ dores establecidos contra Lamprecht. El resultado no sólo fue que Lamprecht quedara aislado como historiador, sino también que cu la disciplina "hísloria’' los enfoques sociohislóricos quedaran obstacu­ lizados e impedidos por mucho tiempo, a diferencia de disciplinas históricas vecinas, como la economía nacional o la sociología. A lo sumo en la historia regional, la cuat no cuestionaba tan directamente el orden político nacional, pudo hnber un desarrollo fructífero de ios enfoques histórico-sociáies y culturales. ‘ _. til marco político totalmente diferente en Francia y cu América explica, hasta cierto punto, la mayor receptividad en estos países

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hacia los esfuerzos por establecer una relación más estrecha entre.la historiografía y las ciencias sociales. Mientras en Alemania la historia social se veía obligada a pasnr a la defensiva, en Francia fue la sociología !a que conducía el combate contra la investigación histó­ rica universitaria lra»hvsef5uiuln-es¡'vecí«ilisjficl-{dc-és 72 filología dtfsicn), 23 lenfnn teología o filosofía; sólo Ifl iinb estudiado economía tincionnl y 1 2 , geografía'1. En Francia, po contrario, la geografía era un elemenlo fijo de ln n^itynHon, ei exnr que ern prácticamente obligatorio a fin de poder optar a una ulíe carrera uitivcrsilarin como historiador. Y la geografía, que desarrollada en Francia por l’aul Vidal de la Hincho hacia 1900 (el c en muchos aspectos siguió ia tradición de ia geografía alemana siglo xix, encabezada por Cari Riller), ern una áísciplina que situ eí espacio geográfico en un marco hislórico-culturnl. Vida! di Mache, ta! como fue entendido también por Febvre, evitaba er ^iv^ini’hichiininiiwí' 1 delerminismo geográfico de su «rontémpora Friedrich Halzel en Alemania. A la influencia tle la geografía vino a añadirse el enfoque soci gico de Emiie Ourkheim, el cual fue transmitido a los historiadme: los A/mnhr. a Ira ves de un discípulo de Durkheim, el ecnnniv Fran^ols Himiand. I'or una parle, Duíkheim quería Iransfomia sociología en una ciencia rigurosa, lo que para Siminnd siguífit maternal izndón, I'or otra parte, para I lurkheim el objeto cení ral tle ciencia tle la societlad esta conciencia, una conciencia colectiva en la las normas, ins cosí timbres y ln religión son elemenlos importíu lisias influencias explican ln estrecha imbricación en Iré geogr economía y nnlro^nlogín ett la historiografía francesa, una imbrica que se pone en movimiento con ln discusión sobre el método

Ln ciencia h is lM rn en el siglo X X

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oposición a ia insistencia en el estado, la administración y el derecho, propia de la tradición alemana, incluso de Max Weber. De este modo se hace comprensible ia gran importancia que Febvre y Bioch conceden a las estructuras anónimas, y también su insistencia civ la "vida sentimental", que ellos, cu el marco de una antropología histórica, conciben como una mentalidad colectiva, 1 ■ Los fundamentos de los Anuales fueron sentados por Fcbvre y Bioch mucho antes de la fundación de la revista. El libro sobre la Franche-Comté (1912) y el de Marc Bioch sobre las artes curativas 'mágicas de los reyes ingleses y franceses en el medievo (:1924)"J se publicaron mucho antes de la fundación de la revista en el año 1929. lista no representaba a ninguna doctrina. Siguiendo el modelo de la ; Vicrlvijahrzcilsciirifl fiir SnzinI- mui Wirlsdinftsgesdiichte ["Revista trimestral de historia social y económica"], en rfus orígenes adoptó el nombre de Anuales rl'histvire ccouonuqtic el sucinte ["Anales de historia económica y social"]; después de 4946, para resaitar-aúli-míis su .-caaSrlor.íiilordi./r l ’nilitjuctlcs UiirtlcS fctinhv. lista había sido fundada como centro tle investigación en LSíiK, siguiendo el ejemplo alemán, y no ofrecía carreras normales, sino que estaba dedicada exclusivamente,-! la investigación ya la formación de investigadores. Un la cuarta sección, la tle ciencia histórica, fueron introducidos en los años seleuln tlel siglo xix los seminarios concebidos según e¡ modelo tle Ranke, La sexta sección, que fue fundada en I9df> y que desde M72 funciona como un centro independiente — la Ecolc tic* Uiiithv l'Jitihv ni .SYrViftrs Serm/rs (lil ItiSS) — se propuso como objeti­ vo integrar en una exhaustiva ciencia del hombre nn sólo las ciencias sociales que habían sido importantes parn los Aiimilrs en los primeros anos, a saber, la economía, la sociología y la antropología, sino también la lingüística, la semiótica, las ciencias tle la literatura y del arle y el psicoanálisis. Mientras antes de I W J los miembros tlel círculo tle los A/iinrhv eran unos marginados, con in creación tle esta nueva institución, apoyada con fondos del consejo nacional francés de investigaciones científicas (CNRS), llegaron a ejercer una gran influencia ett ln investigación y en [a asignación de plazas. tisln.inslitiicionali/ación tuvo resollados conlratliclorius. Favo­ reció ia investigación inlertlisciplinary, con ello, a menudo una nueva receptividad, I li/.o posible el trabajo en equipo y proyectos coordina­

IM «.mitin iiimiuiui líí i¡4 dos en Iof ijuc se recimía de forma creciente a las nuevas herramientas que proporcionaba el íralnmiehlo electrónico de dalos {yj que en ocasiones lomaban un cari?, dentiricisln). Asf, en los años sesenta y setenta surgieron por un Indo las grandes síntesis ele Fernand Brnudel, Pierre C.oubert, Jacques Le Coff, (Jeorges Duby, Emmanuel Le Roy Ladurie y Robert Mandroti,* 5 y por otro aparecían en los Anímica artículos altamente especializados, que con frecuencia estaban escritos en una jerga Inl que resultaban incomprensibles para el profano. Pese a In variedad de enfoques melódicos e ideológicos en los 8(1 años que lian transcurrido desde el libro de Febvre sobre la Franche-Comté, publicado en 1912, las obras tle ios historiadores de los Anuales presentan puntos en común. Para elucidar esto pasare­ mos revista brevemente a algunas obras del perfodo que abarca desde 1912 basta mediados de los años ochenta: el libro de Febvre sobre la Franche-Comlé; el de Marc Bioch La socicdnrl feudal, publica­ do en-i-939/40; el libro de Febvre sobre la incredulidad en la época de Rabelais, de I9¡12; el libro de Fernand Brnudel sobre ol mar¡Mcdite~ rráneo, de 1949; Uts campesinas iii'í Tjii'i^iüüivc (Í96fí) y~M'airiniibu {1975) de Le Roy Ladurie y, finalmente, los dos primeros volúmenes de !a Idenlilé de In Frailee ("Identidad de Francia"]117, cíe ÍJrnudel, de aparición postuma en 1987 y 1988, respectivamente, F.n ninguna de estas obras existe ya un punió centra! o una institución central que pudiera servir como hilo conductor de una historia, en la que las acciones de las personas desempeñan un papel decisivo, Lil estado y también la economía han quedado integradas en unn consideración global ele ia sociedad, listo no significa que se ignore el elemento político. íisle desempeña'!!» papel sustancial en ei esUidtode Bioch sobre In sociedad fei clal1 — si bien distinto del que tenía en la mcdicvfsticn alemana, para ‘a cual son de máximo relieve la constitución y ln administración— ; saber, como un complejo de modos de comporta miento y de relacio tes humanas. Al hablar de un "complejo" evito conscientemente el ce icepto de "sistema", concep­ to que tampoco ios historiadores de lo? Aúnales emplearon apenas y que objetivaría y cosificarfa excestvanv nlc los modos de comporta­ miento humano. Por la misma razón ta abién se debe ir con¡cuidndo al habla, tle una "estructura", concepto utilizado alguna vez por los historiadores de los Anuales. Las person; s, los hombres individuales, rara ve/, aparecen en eslas obras. M o u l i i l l o t t es una excepción y, en cierto sentido, representa el comienzo el ■unn nueva etapa, I .os reyes en Ln sociedad feudal de Bioch, por ejcm| lo, sólo son mencionados a!

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innrgen, mientras que en el libro Hubíccl Mediterráneo de Brnu son tle.slerrmlos n ü im 'parle separada de! libro, no unida de for orgánica con Ins dos partes principales. Se niega el concepto ideali tic la personalidad, tlel individuo, que era fundameníai para tod< concepción de la burguesía cuita del siglo xix. Tampoco los cam sinos y campesinas de Montnüiou, e! pueblo medieval de herejes Líü Hoy Laduri®, son personas en el sentido idealista de unos indi dúos que tuvieran unn kk'n dnra tie sí mismos y tie su mundo.

Otra ruptura con in tradiciones ln rupLumcon ln itlea hlstorici tradicional acerca tiel desarrollo tie ln hisiorin, ln ruptura cor conceplo de un tiempo de progresión lineal, el ey.l1hnsin enton hnbfn sitio imprescindible para ln concepción tle ciencín de ln cíen historien. Según Keinhnrt Koselleck !n itlea tie que existe una lítate y no sólo historias”" es ftmdnmenlnl parn ln transición tle ln épi preinodernn n ln época moderna, después tle 1750 npmximadnm

TeT^MIchül^oucriitfí~OTTOiikTir™lrí^d'e'n“ lTvTTTnT-hirítnrra-corTTm

mvrilí'ii'.ri i.lt* la i■i ior.1 inodefon ni ir va ha Ilegado a su fin. I’ero en ya mencionadas obras de los historiadores tle ios Ainwlfp.vn cnsni no existe ya un solo tiempo, sino tiempos muy diversos, así ei clásico ensayo de ]ñeques Le (.kiff !'J fífihjp raií t’rtfffiímd tíe hivesiij-acione:'. y discusiones sociuliistóricas empíricas, fin el cenlro de esas investi­ gaciones figura el proceso tle indos! ráihV.ación con sus efectos sobre clases y capas sociales, sobre obreros, empleados y burguesía. Este interés por las consecuencias de la industrialización no es nuevo c .1 Alemania, lira ya el tema principal del A il’cihkrt'i''- fiir ntorfrnie SozÍtil$rscliielilr ("Círculo de trabajo para historia social moderna"j, fundado en i c>fi7 por Werner Con/.e, al cual pertenecieron entonces (y siguen pertenecieiulo) muchos tle los jóvenes historiadores socia­ les críticos y en cuyas series de publicaciones han aparecido muchos de sos trabajos. Sin embargo, la historia social crítica introdujo un nuevo matiz en la investigación, esto es, la perspectiva política con ia vista dirigida al pasado alemán y una asociación mucho más fuerte entre la teoría y la empina., l.os temas que ocupan a los historiadores sociales críticos alemanes tle los años setenta, en especial la historia tle los libreros, contaban en Inglaterra sobre lodo, pero también en América, con una lar};a tradición, y en los años setenta y ochenta fueron adoptados en Frauda. I'ero les solía faltar ln clara referencia a las teorías tlel cambio estructural, las cuales en ios trabajos alemanes, en los que se resaltaba conscientemente que la misión del historiador no sólo consiste en cnnlnr, sino también en explicar, desempeñaban un papel cenlrnl. jiirgen Kocka lo expresó asf: "tle un modo general, es indudable que la historia ¡lasada sólo habrá sitio comprendida tlel todo cuando se puedan entender y

explicar fas conexiones que existen entre estructuras y procesos por un laclo y experiencias y acciones por otro"11. ¡ . A finales de los años sesenta, Jurgen Kocka yn emprendió el primer gran iiiLento de emplear modelos teóricos en el análisis de desarrollos sociohistóricos. Mediante el ejemplo de la gran empresa Siemens intre 1847 y 191411no sólo se analiza e¡ problema general que supone la formación de un colectivo de empleados, sino que también se verifica el Upo ideal weberinno de la burocracia en la economía privada, lio este i rali ajo, y aún más en su investigación comparativa de ios empleados en Alemania y América entre 1890 y 19'HF, donde lo que le interesa a Kocka os hallar unn explicación de la proclividad de los empleados alemanés hacia el nacionalsocialismo, se intenta clvam eníc traspasar los límites de las estructuras y de lori procesos objetivos y entapar éstos con la conciencia política de los Afectados, lista relación de las condiciones laborales con las realidades -exi-sieivcialcs de jos obreros y, además, con la cultura de los obreros, desempeña un papel cada vez más importante en~ÍoS trnti,ifo:r empíricos cte los h1 ífls® i^ itiry,Tjdiciitflr«iee^ee«f«s$vd8 -!a-»!da del obrero, por ejemplo de las condiciones de vivienda, del tiempo libre y de ln familia. En muchos de estos trabajos, también en Kocka, el concepto de clase ocupa un lugar decisivo. Se basa en una concepción ile capas sociales que modifica el concepto de clase marxinno, pero que presupone, — en un g-ndo aún mayor que Max Weber, para quien el estamento* y ei hor nr continúan ocupando un lugar impor­ tante incluso en la sociedad industrial— ia estrecha relación entre la conciencia de cíase y las reí iciones de producción. I’ero los trabajos empíricos sobre el colectivo obrero, por ejemplo los estudios de Nielhammer, Tenfeldc y Bi jggcmcíer en Ins años setenta sobre las ’ condiciones de vida de los i niñeros del Rulirir’, conducen .necesaria­ mente— así al tratar la cucst ón de los inmigrantes polacos en la zona del Rirhr— n factores tales orno ln clnicidad y In religión,jque, si no desbaratan el concepto de el tse, fuertemente influenciado por Marx, sf lo modifican de un modo fundamental. ír.sín ampliación de 1 .- historia social desde una historia de estructuras y procesos socii'Scs hacia una historia de la vida y ele la cultura no quedaba limitaca a la ciencia histórica alemana federa!. Partiendo ele un concepto d : ciase marxista clásico, HartmutZwahr * "Sl.inti",en el c)rtf>ln,it. ijui'tln í.1l’nuiiiifliíslti i;nt:*ílc capíltllu, t'l wlmnerr ln es unn calegorínsociolófiícn cap tal en Weber y no se aplica únicamente n lasodechj del Aiil¡¡;nu Ultim en picinduslrl 1. fN. tít'f Trtttl.)

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I¡yir'is

mueslra en su estudio 7,m Kinistiiutbti tic* rivlelnriais ti Sfniítiiniiilrrsiirlm ii^fii tihtr i/ds l.'ri¡'ziw '¡rr Vivlclnrint U'iil iitilii^hirUt'it lin'nltilúni ["Subió la constitución del proletaria clase. Ksludios estructurales sobre el proletariado de Loipzsj: l,i revolución indii sirial" |, lermmado un ll)74 en la ROA y b grandes caiilidadcs de dalos empíricos, cómo Ins procesos es les se n'llcj.in en las relaciones enlre las personas, eslo e relaciones familiares y de amistad, así romo en la concienc También en América, l'Y.'meia, Italia y, rumo veremos, sobn liij’I.íleri'n, la historia social se desplazaba de modo orrcier estructuras hacía ios mondos vil ales, lin los anos seseóla y st América lian tenido mucha importancia los estudios sobre ! dad social ', realizados ron el ordenador. I’n los anos setenta romo los lie 1 lerbeli ( miman’51,parecí dos a los de fxl ward I'. 'II en Inglaterra, comen/.arnn entonces a subrayar las ¡¡-adicione les v del mmulo vital con las i¡i le una población en extremo bel entró a participar en el proceso de industrialización. I ,ns inv nes niaiititalivas sobre las elecciones, emprendidas desde cincuenta por politólogos americanos para conocer la compo. electorado en ¡as elecciones presidenciales y al congreso do los y xx, condujeron, de lorma parecida a como hicieron los rmá! éxitos electorales nadoiiiilsuciaíislas, a la convicción deque lo ios de dase tradicionales no eran solídenlos para explicar el Inmienlo electoral, líl camino condujo desde los factores soc colímales, religiosos, regionales y, eo América de forma también a los tactores étnicos v especílims de la cuestión de Para la nueva orientación de las investigaciones socio! llevadas a cabo eo la República Poder,li de Alemania en ochenta resoltan ejemplares los estudios comparativos nci burguesía europea en el siglo xi\ que Jiirgen Kockn empi colaboración con un gran círculo inlernacional de espcci; ciencias-sociales y humanas,entre los que íigornban lambi íicos del antiguo bloque del este'”1, Aquí; aun definición qi ni ile todo de! es tal us eco mímico de la burguesía, es roievnd concepción que relaciona estrechamente a ln burguesía ci burgués"*, el cual, en última instancia, solamente puede ser dido medíanlo conceptos como culi u rn, honor y modo ele c *MHiií j;iTÍh lií;rU,Ten rl rión lurrj;ur;íí»" o pnr pft'íiMihli*. íN. tit’l Ti tul. I

T.itiU'íi’n li.tbrfn ln irnthlrii'Sr j*»*m "Kcr hurj^uiV' m»4» 1

1.a ó á t m historia l cu el sigla XX

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miento. Do ninguna manera so niegan Ins estructuras y Ins procesos i¡iic son accesibles o los métodos cuantitativos y a la estricta conceptualización, poro sf se humanizan y se llenan de nn contenido que coloca los mudos de vida en el centro de ln investigación™. Como ejemplo tle la estrecha unión entre la hishjria de las estructuras y la de tas experiencias, entre métodos .cuantitativos y hermenéuticas, puede servir el libro de Dorothee Wierling Miúklwii fiir iillc$. Arlii'iisttiltiig mui I.A'lvn^tVi'hidilc slüiltisclwi' Dii’tislniíithltni ¡un ilic Inlirhiniilcrlwt'nitc {"Chicas para todo, Historia de la vida y trabajo cotidiano de tas criadas en las ciudades hacia el cambio de siglo" | (1987). L-l oficio de criada es visto aquí como una manifesta­ ción ile lin a sociedad qtir se transforma en el proceso de industria­ lización y modernización. Durante esa transición, las criadas hicie­ ron posible un estilo de vida que la señora Wierling califica de "burgués". Participaron en el significativo cambio histórico desde una sociedad agraria-feudal a una sociedad urbana-cnpilnlisla. La inclusión de la perspectiva de las criadas en la exposición tiene por finalidad "convertir en objeto de la investigación histórica las diver­ sas interpretaciones de los participantes, subjetivas c.n cada caso, de una situación histórica, de un cambiosocial, como elementos de tina experimentación compleja de historia"’11, lisia investigación histórica exige una unión tle fuentes nuevas, cuino las Silstorirjs de vidn obtenidas mediante entrevistas, con las fuentes y ¡os métbdos clási­ cos tle la ciencin social historien. í Taníbión ln variante austríaca de una "ciencia social.histórica" crflica, como la re presen la'Ja por Miciiael Mitternuery sus colabora­ dores tras ser llamado a Vienn en 1971, enlaza los puntos de vista socioest i'uetii rales con la consideración de Ins experiencias vitales. Ll "grupo Mitterauer" ha adoptado métodos cuantitativos según los modelos angloamericano y francés, en un grado todavía mayor que la "escuela de Bielefeld", la cual se halla todavía muy unida a las tradiciones humanísticas alemanas y, por encima de todo, a un Mnrx en la lectura de Weber. La Demografía Histórica, tal como surgió en Inglaterra y en Francia, desempeñó aquí un papel especial. Por primera vez en el ámbito germanoparlantc se efectuaron evaluacio­ nes de fuentes masivas a gran escala con ayuda del ordenador. Sin embargo, a diferencia de la Demografía Histérica, como la practica­ da en Inglaterra por el Qwtbiidgc Crou/i for Ihc liiston/ of Popula!iva iiiííf Social Slniclnrc y en Francia por el grupo formado en turno a Louis l lenry, se atribuye aquí una mayor importancia a ln historia de

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C C D f tf C .

ln familia moderna y ai proceso tic modernización. IVos aspectos socioeslnicltirales son vinculados á ios demográficos más est rocha mentó que cn Inglaterra o on Francia. i .legan a discutirse temas como hi pubertad, l.i sexualidad y ln juventud; so enlazan los métodos estadísticos con la reconstrucción de los itinerarios vitales individua­ les medianle los métodos de la Oí til lliftoiy |"historia oral")11.

3. 1 .a ciencia histórica marxista desde ol materialismo histórico hasta ln antropología crítica Con el derrumbamiento de los regímenes del socialismo real, los cuales so consideraban a sí mismos como encarnaciones de ideas marxistas o maixisías-loniutsíns, se plantea, por supuesto, la cues­ tión do si ol marxismo ha perdido su relevancia no sólo como sistema sucia!,-sino lambiéu como método científico. l,a aportación.que el marxismo ha hecho a la moderna ciencia histórica no debo ser subestimada. Sin Marx no son concebibles ni la ciencia social histórica ni Weber, ni tampoco tas formas principales do la historia cultural moderna, como veremos en ct apartado siguiente, lixisten cortamente similitudes fundamentales entre los conceptos tle ciencia do la ciencia social histórica y las principales tradiciones tle la historiografía marxista. Ambas tienen en común tres premisas. El ¡i: imer punto en común consisto en el supuesto de que existe una lógi a tle ln investigación que es obligatoria para todas las ciencias, fin e;te sentido, las ciencias sociales y las naturales forman una imilla .1 . F,n unas como en ot ras, Sa cioníificidad equivale a la utilización de tnos procedimientos analíticos cuya mofa consiste en explicar el mu ido visible, liste es también el punto tle vista def positivismo lógic >, tlel cual, sin embargo, fa ciencia social histórica y el marxismo so .liferencian en que, parn ellos, el mundo social sólo pu ed eser comprendido como historia. Asf-lo ve también el hisloricismo cl;ts co desde Ranke a DilShey y Moinecke. Sólo que la ciencia social hi ilórica rechaza la separación que el historici^mo establece entre I W métodos explicativos, aualfficns, y los objetivos cognilivos tle h s ciencias naturales por un lado, y los métodos asnipiomticnle;. hermenéuticas, y ios objetivos cognilivos de Ins ciencias históricas por olro; y aspira a una ciencia de la sociedad que tina los métodos hermenéuticos con los analíticos. Además, el mar­ xismo y la cien* ia social histórica so hallan unidas por la idea de que

!.n d e lic ia histórica cu el s¡xii>t XX

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la sociedad y ln hislorin poseen unn coherencia interna, l’arn ambas, esta coherencia consiste en éi concepto de unn ínrmncióirsocinl y de un desarrollo hacia adelante, tal como so formulan en la doctrina marxista de tos estadios, en la concepción weberiana de !a racionalización o en la vvehleriana de la modernización, Ln tercera idea que comparten la ciencia social histórica y el.marxismo es el rechazo de una ciencia aséptica y neutral, tal 'como la postulan, cada cual a su manera, el positivismo lógicoy Max Weber. En.este orden de cosas, el difuso concepto de la "dialéctica" significa qüe la realidad no es aquello que intentan describir las ciencias empíricas, sino que, inris bien, debe comprenderse como un todoj liste todo presupone la coherencia entre la sociedad y Sa evolución. Todo fenómeno empírico debe ser entendido en ei marco deísta totali­ dad. A ello va .también unida una perspectiva normativa) sin la cual no es posible comprender ni la ciencia social histórica ni el marxis­ mo, a saber, ia idea de una sociedad racionalmente organizada, liberada de antagonismos y da-dominación.- Cusíquicra que les el primer capítulo de El cn/nlnl de Marx, que termina con el apartado sobre e! fetichismo de ln meicancfn, ver.i claramente que con ello se pretenden desenmascarar l?s contradicciones económicas y n ln vez las contradicciones luimanrs del capitalismo, como ya insinúa el subtítulo "Crítica de la economía política". De modo parecido a como le ocurrió a la ciencia -;ocial histórica, también el marxismo se vio obligado cada vez mds, en los años setenta y ochenta, n revisar ■ sus premisas macrosociales y mncrohistóricas. La historia del marxismo como teoría científica está caracteri­ zad n desde sus inicios por !a contradicción entre la pretensión del materialismo histórico y dif lOclico de ser unn ciencia rigurosa en el sentido de las ciencias uati rales, y ia perspectiva sociocrítica que rechaza este afán deobjeiivi Inci como una forninde positivismo. 1 la sido una debilidad del mar; ismo el que se haya orientado durante demasiado tiempo hacia un concepto tle ciencia positivista. El materialismo, tal como es representado por Fricdrien Engels en el. Anii-Dnlnitig y en la Dialéctica de la naturaleza, significa una visión del mundo que, pese a apelr.r a la dialéctica, entiende el mundo con arreglo a conceptos en parle mecanicistas y en parte dnrwimstas. Marx dio pie a una visión semejante cuando en su frcciienlemcnlc citado prólogo a ln Crítica ¡V ln iroitomía ¡mlílicii (1859) {>tésenlo el transcurso de la historia m.mdial como el de un proceso predeter­ minado por leyes y condicionado detm modo relativamente mecri-

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Ciiury Ci. iyyj'i

nico por la base económica” . Mientras a Ira vis de su cono problemiitiznnle o interdisciplínar dé la sociedad, Marx por u impulsaba ia ptisi hi Iiti ni i de una dedicación cít’n tifien a ln Ir por otro lado la limitaba por su esquema hislór ieo-filosóíico, predeterminaba en j;ran medida ¡os resultados de la investí empírica. Con ia revolución bolchevk jue y rl estnblcciniienio tlel si nm real, esta concepción de la hisloria se convirtió en ct fundr tle unn ideología oficial, el marxismo-leninismo. P.ste ya se d ciaba del marxismo marxiaun por la base institucional que rct un régimen dictatorial, I.a posición predominante del parlk posible ulteriormente unn creciente dogmati/.ación tle ia fi mundana. i,os teóricos hablaban de ln "unidad de So lógico histórico" y postulaban "que la historia se cumple como un | histórico-nalurnl, ¡milano, en un lodo reculado por leyes"1', t el prósenle es equivalente a la convicción tle una victoria irre del socialismo y del comunismo"''’. líl papel centra! dei ¡ condujo también a una mayor instrunienlnliz,ación de la histórica romo "principal arma ideológkn ¡,.,| tle la lucha. ■ Si s-rr'
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se ira! aría lanío de las condiciones materiales de la vida cotidiana, tai conio las describe Braudel en su libro sobre ia vida cotidiana en su CivHizmim ninlain!, ccnntmm t/ capilnlismo, simios xv-xvm, sino, nnlcs 1 bien, de cómo los hombres experimentan esas condiciones. Lo que hasta ahora le ha faltado a la historia social es, en la opinión de sus críticos, una idea adecuada y matizada de "cómo se puede aprehender y exponer la compleja relación mutua que existe entre ins estructuras globales y la praxis de los sujeios, entre las condiciones de vida, las relaciones de producción y cíe dominación y las experiencias y los iñudos de comportamiento de los afectados"'71, lisia insistencia en la subielividad de muchas personas requiere unn concepción distinta tie in hisiorin que complemente los actuales "puntos de vista hisíórícos centristas y uniíineares" de la historia social y de su " lógica sisl émica" con íi na "lógica del mundo vital, comunicativa y referida a ins experiencias" (I íabermas)71. De forma muy'parecida reaccionaron respecto a la antigua historia social y a! marxismo tradi­ cional los historiadores sociales y culturales en Uníoslos pafscftcccídciv tales —en Italia, Francia, Inglaterra, los EE.UU., Suecia, la antigua República Federal de Alemania, japón y otros— y exigieron una hisiorin "micmhislórica" de la vida colidíana7'1. Desde la Ilustración no ha habido ningún discurso internacional homogéneo como ésto. En sus matices nacionales, las tradiciones de la historia social, determinantes én Francia, en los EE.UU. y en Alemania durante los dos primeros

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írrcin s i\v c»sU’ srj;lo, se tlifm 'nciabnn m ucho mas fut'rkníicnU? entre sí

de lo que lo lince la niievn hisloria .cultural, !,n nueva historia di1 ln vida cotidiana, o micrnhislorln, no se puede separar tic las valoraciones políticas y filosófico-históricns, a las cuales se halla estrechamente vinculada. ! ,o que le imporín es ln gente amiento. Unn hisloria tle in vitln cotidiana y unn historia m i)iim i tle insélites habían existido desde hacía tiempo, líjcmplos tic ello son las historias biográficas antiguas y niedievnles, no sólo las biografías de Plutarco, sino también la descripción de Airuíno de ía viiln cotidiana de (.'arlnmagno, además de In CulInrniM Urutu inticnlo dejakob lUirckhardl y dei ( lloihi ilf ln l'.thul Malin de Jolino I luizinga. Pero en la nueva historia de la vida cotidiana se trata conscieuiemenle de aquellos hombres (¡ue 110 llevaban jas lieiid:?:- tlel poder, se pretende. Sal como lo formula lídwnrd I’. Thompson, "salvar al —■ «-•-ií-1^ 4 btirgucsa de! electorado nacionalsocialista y sobre el rechazo casi tmá.nime del partido nacionalsocialista por parlo de los obreros ya no cftsoster.iblc. William Sheridan Alien ”7 subrayó ya en su tompran(> estudio

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sobre ln loma depoder nncionnlsoesnlisln en Norlheim que, pos h-aslncierlogradoconespumlfaiin las ngriipnoinnessotioeconón los pnrlitlos políl icos ernn alfil nsoeindoties complejas, en Ins q» sociedades, ¡os rim ilos ilp nmigos y Ins nj^rnpncinnes so< desempeñnbnn lin papel docisi vo. i .os a uáíisis oléelo rales tle Kit I tomatal!" Tlmmns CbiIders"", Jingen l;®Het;lw! y otros bau de írndo que lus oledores (le! pmliiio nacionalsocialista alemán p tí fn11 tk’ todas ins clnses, incluso tic ln alia burguesía y, nunq menos' grado, del colecti vo altftffc». I .n itlenlitlatl social y políl! la detenninabnn lus criterios socioeconómicos, sino lus mod comporlnmiento y lus vínculos culturales e incluso religioso cuales iban más allá ele osos criionos. Como ya se hn mencioi 1'liornas Cliilders lia investigado el pnpí’l Ueí lenguaje y de ln reí en ln niovili/.nciúu polílicn ik’ Ins oledores en. ln Uepúblk VVeÍinnr"!|, Ln hisforin do ln vida coüdinnn y ¡a microliisionn se i] LhÍéUü'i-ñtlí'-l-ílí-!ílK lIHlCi'Ll!USllK-i-lS."lllVÍ'Qlívií-.-'' ; tas cuales ernn de impoilnneia decisiva para el marxismo y pn tlivorsas fnnnns de la ciencia social histórica; pero lian ndnpin idea tk" que el poder y ia desigualdad social constiluyen bu básicos cié la Iiislnria. I*n la concepción ele historia de ln mayor de los historiadores do ln vida cotidiana y de los microliistoriai la desigualdad y las trincarnos tk’ dominación asonadas coi inclusonssmion un pape! núII más selevnnle(jue en el marxismo quenhorn tn atención nuseceulraya en los mnerongrogndos 'ni do' y 'oslado', sino en Ins experiencias cotidianas do Ins perso

Foueaoll, por ejem plo, dio, en su s I ¡ab ajos yn ciIndos, ejen de cóm o esins relaciones de d n m iun ció n — Lou cn ull linbln do | (¡uuu’o ir)— lep orcuien en las retndones in le riiu in a n a s" 13, Ln bb cié los obreros se exnininn no sólo en el m nenjui vel cJcl estado y econom ía de m ercado, sin o en el n ivel n l.n nien le personal c relaciones en Iré p erso n asen el p u e slu tle Irnbnjo. u n ejem plo d reoi ienlaeió u tle esla unUnnlezn es » hislo rin de las m ujeres, Ir se aleja del m u v im ie n lo íem inisln, o rig in a rin n ie n k 'e í lem a ifgnli ln in vestigación tle ia m ujer, pnrn o n e n iarse bncin una historia c de ln vid a co üilian n de ln m ujer. I’nrn el enneepío m nrxisln tío < ©ti cam bio, ln m u je re s in visib le com o m ujer"'1, A hora n ln cale d e "einse" se níínde ln tle "sexo". Ln relación entre ei h o m b n

niu|er es considerad;!, ni ignnl que miles la rí Incióu en lie el obr el pnlrón, como una relación esencialmenle desigual. Ln que ln

Ln rícñcin hittórica cu el ¡¡¡alo X X

91.

marxismo es ln jucha de clases, para muchas historiadores de la vida cotidiana y microhisíorindorcs es la resistencia. Ésta no se manifiesta Innlo'en disturbios espectaculares, sino m.1 s bien en formas sutiles del comportamiento cotidiano1111. Una serie de estudios está dedica­ da a estas formas de resistencia, a la resistencia en la familia, en el puesto de trabajo de la sociedad industrial o en la corle de la Sociedad campesina prcindustrinl. Como ya se ha expuesto, teóricos alemanes de la historia de la vida cotidiana someten el concepto tle ciencia de Ins ciencias sociales anal (ticas a una crítica radical- Desde ln aparición de l ltalorin 1/ nutanian tic rlnsc (1923) de- Georg Luid es, también ios marxistas occidenlnles adoptan una postura crítica ante los planteamientos positivistas de la moderna investigación social. A partíp de tmn visión dialéctica, Lukács habfn condenado un mndo de proceder analítico que descomponfn la historia y la sociedad en partes sin comprender el significado de estas partes en el gran conjunto de ■interrelaciones 1sis tói'ico-socia1es1j'\ La concepción mneronistórien de un transcurso racional dé la Historia] idea tji.it? I.uk.ics adoptó de Marx, fue rechazada por los pensadores de la [jscuela de l'nmkfurt, en particular por Max 1iorkheimcry Thcodor Adorno. No obstante, ambos adoptaron ln idea dialéctica de la interdependencia y de la interacción recíproca tle toda vida histórica. Con ollocnlas’.nrs con un;i tradición alemana que se remonta al siglo xix y que insiste] cu que, ‘diüló que’ se" ocup'an"ile significados- y-valores,das ciencias de-la cultura, es decir, también la historia, deben proceder con métodos hermenéuticos, comprendientes y narrativos,' y que por ello ios métodos puramente analíticos de Ins ciencias sistemáticas son . inapropiados'*’. ' Se plantea, sin embargo, la cuestión de cómo los procedimien­ tos hermenéuticos que evitan la argumentación analítica pueden llegar a aportar algún conocimiento demostrable. La hermenéutica, tai como ha sido comprendida desde Wilhelm von I lumboldt y Leopold von Ranke hasta los microhistoriadores de nuestro tiempo, ■presupone que el historiador puede entender su materia directamen­ te, ahondando en ella sin prejuicios mediante "el estudio documen­ tado, concienzudo y profundo" de las fuentes1117. De acuerdo con ln hermenéutica, ios planteamientos teóricos y los métodos analíticos de los científicos sociales empíricos no son aplicables aunque sólo sen porque los conceptos abstractos no son capaces de comprender y transmitir los aspectos cualitativos de la existencia humana sin que

92

Grurg C . Iflxt'rf;

se proi.lu7.rnti pérdidas o distorsión.' Pero ci salto hermcnéutíco' presupone que exista un conjunto tic inlerreiaciones mayor — en Ranke y Droysen, por ejemplo, fas "potencias éticas", en Ciny.burp, y ¡ )avis la cultura campesina— que confieren una unidad n Ir materia y la lineen comprensible. Nnlnlie Davis va más allá del proceciitnienlo hermenóutico, cuestionando radicalmente la existencia de una fu h itero en Iré el hecho y la ficción. Según el i.i, la exposición histórica lio puedo pasar Sin la facultad imaginativa del historiador o de la historiadora; sin embargo, esa facultad imaginativa puede alcanzar perfectamente el punió esencial de la cuestión, Lo factual y lo ficticio están inseparablemente fusionados entre sí. Fin su libro Ln vvnlmicra historia iti'l riyirsn ilr Martin Gurrrr, que trata de un forastero que se hace pasar por el esposo de una campesina de un pueblo francés del siglo xvi, la cual, habiendo sido abandonada por su marido, acepta al forastero como tal, la autora explica que el historiador está en su derecho de rellenar las lagunas que existen en tas fuentes con una fmiinsftrqtit^Niríc»ini-|w^4H^le^pwufHe4iuid4tkU&< Uía55ci$;a-. dr {! >avis utiliza para esto la expresión inglesa rmtvi/íiw11*). Natural­ mente, a t)a vis se le reprocha que, yendo más allá de las fuentes, proyecte deseos feministas del siglo xx sobre el razonamiento de una campesina del s ig lo xvi1"'1. S u punto de vista es el de que, profundi­ zando en ura amplia gama de fuentes que contengan información - acerca de las condiciones.sociales y económicas y de la relación cutre los sexos en la región, se puede reconstruir eí razonamiento do !a campesina abandonada. lill.o presupone que exista algoasf como una cultura campesina que haga posible lal reconstrucción. 1 ,a historia de la vida cotidiana y la antropología histórica quieren restringir expresa metí le la inJluencia de la- teorías, a fin de no violentar el objeto de la investigación. ¿ I’ero se puede pasar sin teorías explícitas? I’ara muchos historiadores de la vida cotidiana y microhistoriadorcs, incluidos Natalio Uavis y 1lans Medick, la "des­ cripción densa" de Clifíord Ceertz brinda una clave para el conoci­ miento. La "descripción densa" exige que el investigador no se aproxime a su objeto con planteamientos guiados por la teoría, sino que deje que e! sujeto de su investigación hable por sf mismo. Ello recuerda a la antigua hermenéutica del historicismo clásico alemán, pero se refiere a algo completamenio distinto. Pues el historicismo presupone que los sujetos que el historiador quiere comprender tienen ideas y motivaciones, de las epates son más o menos conscien­ tes y que por lo tanto pueden ser comprendidas, sobre todo por

Ij i acita n in fin ita : cu a tugut

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aquellos investigadores que pertenece» al misino.ámbito cultural que esos sujetos. En cambio, i Inns Medick y los representantes de la Aníropoiogfa Histórica en general subrayan precisamente la-calidad de extraño de cualquier objeto de la investigación histórica, úo sólo la de los "indígenas" extracuropeoR, sino también la de los aldeanos de WürUetnberg ele ¡a Kdad Moderna11" o la del obrcro.de fábrica en los años del nacionalsocialismo111. Para Medick, la "descripción densa" resulta de "la necesidad de mantener presente, en forma de una reconstrucción descriptiva y lo más completamente posible, aquello que, en los 'textos' de una cultura que se deben investigar, resulta nuevo, extraño, desconocido o difícil dé interpretar". Vistn así, la "descripción densa" se contrapone a In "investigación que comprueba las hipótesis". Medick resalla que la "descripción densa" no significa, en modo alguno, una remitida n la interpretación sistemática, "pero sí una renuncia n suscitar In (falsa) apariencia de univocidad, coherencia y finalidad de una 'intervención' .intpj’jV c»ziii!u’is-:cii:u'hi¡fl uini Gcsilnchl^sclnvihiiii^. 7 Wobor, "WissottsdinfS nís BerufV páfi- 6123 NíOtirntiimcr; fkgíüiisfmn'. 9 Wbile, Auch Kiiíi r/n/iJW. Primera p n iíc

1 Kuhn.* 2 ümtrdieu, Suzinlcr Sinit* ’ 3 Cí. Wchler, Deulf¡ti& €kMoH$tíií'h{s>, .vul, I' png. 4ÍUvol. 2, p;1p, 5IM-52Í); NipptftófJ, Í5t’irf#jÉt' Gcschiihtt' Í800-! pd|», 47ÍH82,

•4 K m ik c , " k lo o di> t 5 V éase K iih n /

U iiiv o r s n liu s lo r k * " . p n g .

72-73.

6 Sobre !ns at/ntiomins veniS* Kiaus, C!t. WcCfelkiíkl, Weblev, ÍJéú ! ',iVt'íki!nij¡:;¡ pág. 498-533; n sim ¡M iio Igg e rs, Pfii HiVf/fMtlüm/xten.trlia//. 8 Vóiiso IpRers, “I lislo n o isin ", vol. 7, píig. 4 5fí-4 é l, 9 S ob re " n a lm a lis m o " aunó exp re sió n op ;esln -i " liis lo r id s véase U m m iss; lam b ién JggeO?, "i lislorieism ". 10 Véase Trueltscb y Mnnnbeim. * Un

¡sen tíi'Ir.i': •.1 1-| Ifílilc tic tilín ímmíi íufj*^ qttv ¡Hictlr HH'onírr

rt’fi'fi'iii'iii iíi* I;*ctlii iún i*r¡j*in¡il 11 ilr l;i rtlirión r;is¡rllíin;i Ji* i'Kíi í»hrn rn ln rv h íM iiij’.riU írii iju o fi|*i(i’íi ;íl Iíím I i l r l lih n í. íN . «¿W ! i»u{.)

119

Ln d n id ii hiílórim en el si^to XX

11 Ortega y Gassel,* pág. 68, 12 Véase Düthey, Windcibnnd;* Rickerf,* 13 Véase Mnx VVeber, "Roscher". J4 Meinecke, Enkli'!iuii$ rics 1lisfiirisiniií!* pág. 4. 15 Véase Cadnmer.* 16Ranke, Vor-edezudenGesckkhlcfídcrrmumiisdtciiuitrt •{ctvmnmdwii VoIkcr," pííg. 46. 17 Véase ibfd.| pág. 45 y Ranke, "Über die Vcrwandlsdwft"/ pág. 50: "dn(< dereti [der I listone} Amt nicht sovvohl auf die Sammiung der Tntsnchen und iht-c Aneinandci'fügung, nls auf dns Vcrstñndnis derselben gerichtetsei". ["que su misión {.la de ia historia] no consiste tanto en reunir y acoplar hechos, como en comprenderlos"] 18 Véase Ranke, "Idee der Umversnihislonc", prfg. RO-83. 19 Ranke, Givjkn MUchle,1 ’ pág. 41. 2íl Ranke, ¡’otitisdH’S GespmV/f,* ibfd., pág. 61, 21 Véase Ranke, !jai tedie G cfidridttc*, vol. 2, pág. 124-158. •}"> ........-,t~ . >

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23 Vénse Ranke, "Idee der Univcrsalhistone", pdg. 85. 24 I legel, Gnutdliiiieti < Icr ¡’hUtisojihie rlcí Rediís,* pftg, 165-207: Die bürgerliche Gesellschaft. 25 Ringer, üddirirrt. 26 Véase Ranke, por ejemplo: 'Über die V er vvnnd Isch a{t",* y el ca, pitido sobre ia guerra de los campe,■sinos.en: -Ranke,. DerífsdfC .

Gesdiidíle:' 27,Véase Iggers, Wuludtt Gesdtidtlswiwensdiiifl; Ringer, Gddtrtcii, y VV. Weber, Pricalrr. 28 Véase Slndler, Mellon, Gerhard y Keylor. 29 Véase I lübinger. r-O I’or ejemplo M¡chele!, té ¡Vajilé*. 31 Sobre América véase í Siglwm y otros, / lir-lon/; sobre Francia, Keylor. " * 32 Véase Iggers, "The Imnge oí Ranke". 33 V é ase Iggers,

Dculsche G cfidtidilfíuissi'itfidiaft, y

W . W e b c i1.

34 Véase Krílf,

35 Véase Keylor y Simón. 36 Véase Sciiom-ScbüUe, pág, 287-337: Karl Lnmprechf und. "New ’ I iislory"; Inmbicn Igget'R, "Social llisíury". 37 Véase Schom-ScluiUc, también Ocstreich,.

38 Lamprechl, Dctitsche Gcñdiidile, voi. 1, pág. vi-vm. 39 Lamprechl, AÜc mui naic’ liidit linden.

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t •(’pi1g. II. 60 Mi traducción: cf. ibfd., pñf;. 9, fd Ibfd., pág. 7. 62 Thompson, "Moni! l-'conotny"*. 63 Kudé, Volktntii'.xcii.* M l’or ejemplo Í,tidlke, " l’rok’st"; Masón, /V/rrs. 65. Vínst’-¡vlürx: .'Tlío Ml'üscIh'o uia.ohen ilne eEiroue Ciesciiichte, ntic’i‘ sii» machen sie niciiE ñus froten Slücken, n¡dit trnler selbslgC' wahlten, snmlern linter umnilteihnr vmgefundenon, gegebeneu und ¡iberlieferten Umsliinden", ["ios hombres lineen su propia historia, pero un ln lineen arbilrnriamenle, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo circunslnncias directamente dadas y heredadas del pasado” | en: At hlzclniU Hnuuniir/ pág. I ¡5 |pág- 11 de la edición enslellana|. 66 Acerca de ía controversia sobre el "euilurnüsmo" tle‘tiiompson y Conoveso véase Jolmí-'nn, también K. MeC.leiland. 67 Véase Thompson, "Time”*. 68 (.’jinzburg v l'oni, "Was isl Mikrohisiorio?" 69 K o ck a , "liberta,sehung", páj*. 19.

70 Mediek, "Missionarc", pág. ‘19. 71 l.iidlke, AUttlgsaivcli t'lih’: introducción, pág. Í2. 72 Mediek, "Missiimart ", pág. 50. 73 I Inbermas, T/ieonc/ vol. 2, pág. 232; rilado en Lipp, "Übcrlegimgun", P-'VvTI. _ 7' 1Véase í .eví, "C)n Miciohislory";* véase también Medick, "Epillegeno ( ioschichte?" 75 Tiiompson, l'.iü^h'lr’ii^ i/cr fit^liy-cheu Arívilcrklitsav/ pág. 11. 76 Véase versión nnler or de Mediek, "Missionare", en: Gt'sdriclih’ ttiiil GiVi'lbclmfl, p;íg. 3('í o 30 % . 1 1 . 145 A g u lb o n , Rvpiihlirjiic mi v illa je . 146 O/.ouf, IV Ie ivw h ü io u n n irc. \A7 A q u í mi Irnducck'in; cf. T h o m p so n ; Ettislclttttiü * p á$, 9, 11. 148 Sled m an -Jo n cs, pág, 1 1 . ,14 9 C h íld e rs, "Social L an g u a g c”. ¡ .150 Véase la discusión en torno a Damton, O nsgro jíc Kntzawinssnkcr*; . Cluirticr, “Texis, Sym bols and Frcnclmess"; y la respuesta tle Damton, "The Synsbolic Elemenl in Hislory". Consideraciones finales 1 N io tham m cr, P iv íh islo ire ; F u k u y a m íi. ! 2 Kierkeganrd. 3 V cnse jiin g e r .* 4 Véase N iclh n m m cr, P onH ikloirc, pág. 16 4 -17 2 . 5 Koselieck, "Zm n Vcrhíiltnis von Vcrgangenheil und Z u k u n ítV (i Le Cofí, der Kirche"* en: Bioch, P m zt'.w , pág. 393-41T 7 V éase Brnuticl, Dns M iH etiiiccr,1'

8 Pili bey, Aajlm t* 9 Coliingwood,* 10 Cadnmer.' 1,1 Ricueur.* 12 Max Weber, " ü b je k tiviín l",* p ig . 180. 13 Droysen,* pág. 25-26, 398. 14 Ibfd. 15 Dan lo* 16 Véase Rüsen, "W ic krmn man C e scb ich te v e m íin flíg sehreiben?1', en: R ü se n , Z t’il m ui S iiin , p ág . 1 0 6 -13 4 ; R ü se n , G n a ttizfíg e eitwr

iíM friK . 1 7 T iio m p so n , J-jí/s/iw tm ;,* pág'- 1 1 . 18 A nkersm it. 19 F.m B lan ke y Fleischer, T lu vrctík i'r rlcr dcntsclicit pág, '152-466.

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