Introduccion A La Esencia De La Mitologia

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G. Jung Karl Kerenyi

Introducci6n

a la esencia

de la rnitologia

El mito del nino divino y los misterios eleusinos

Traducciones de

Brigitte Kiemann y Carmen Gauger

Ediciones Siruela

-fndice

Pr6logo a Ia nueva edici6n [1951] C. G. Jung y Karl Kerenyi PREMIO NACIONAL A LA MEJOR

Introduccion a la esencia de la mitologia

LABOR EDITORIAL CULTURAL 2003

Todos los derechos reservados. Ninguna parte de esta publicaci6n

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0

transmitida en manera alguna

eH~c{fico,

quimico, mecanico, optico,

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Introducci6n. Del origen y del fundamento de la mitologia (Karl Kerenyi)

15

EI nino original (Karl Kerenyi) I. Ninos divinos ~!. £1 nino huerfano

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de fotocopia, sin permiso previo del editor.

Titulo original: Einfiihrung in das Wesen der Mythologie.

Der Mythos vom gOltlichen Kind und Eleusinische Mysterien

En cubierta: C. G. Jung (1930, foto del Archivo familiar)

y Karl Kerenyi (1948, foto de Ursula Litzmann)

Colecci6n dirigida por Jacobo Stuart

Diseiio grafico: Gloria Gauger

© De los textos de K. Kerenyi, The Estate of Karl Kerenyi, 2004

© De los textos de C. G. Jung, Walter Verlag, 1995

© De los textos de C. G. Jung, Editorial Trotta 2002

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:\. Un dios de los vogules -I. Kullervo

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ri. Narayana

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Apolo '7. Hermes

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Ii.

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70

(cedido por Editorial Trotta)

H.

Zeus

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© De la traducci6n de los textos de Karl Kerenyi, Brigitte Kiemann

\1.

I>ioniso

91

© De la traducci6n de los textos de C. G. Jung, Carmen Gauger

© De la traducci6n de C. G. Jung,

Editorial Trotta 2002 (cedida por Editorial Trotta)

© Ediciones Siruela, S. A., 2004

Plaza de Manuel Becerra, 15. "EI Pabell6n»

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de la psicoIogia del arquetipo

lid nino (c. G. Jung)

Lroducci6n

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psicologia del arquetipo del nino

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:1) EI arquetipo como estado preterito

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h) La funci6n del arquetipo

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c) d) e) 3. La a) b) c) d)

EI caracter futuro del arquetipo

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Unidad y pluralidad del motivo del nino Dios-nino y nino-heroe especial fenomenologia del arquetipo del nino EI desvalimiento del nino La invencibilidad del nino EI hermafroditismo del nino EI nino como ser inicial y final

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La doncella divina (Karl Kerenyi) 1. La Anadiomena 2. Paradoja de la idea mitol6gica 3. Figuras de doncellas divinas 4. Hecate 5. Demeter 6. Persefone 7. Figuras de Cores indonesias 8. La Core en Eleusis 9. La paradoja eleusina

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Epilogo. A proposito del milagro de Eleusis (Karl Kerenyi) Apendices C. G. Jung 0 la espiritualizaci6n del alma (Karl Kerenyi)

223

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4. Resumen

Acerca del aspecto psicologico de la figura de la Core (C. G. Jung) 1. Caso X (Impresiones visuales espontaneas) 2. Caso Y (Suenos) 3. Caso Z

(:Olltactos con C. G. Jung. Un fragmento (Karl Kerenyi)

129 131 133 137 141 148 157 164 180

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Notas Uibliografia indice anaHtico

229 249 269

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Pr6logo a la nueva edici6n [1951]

Este Iibro aparecio primero en 1941 como segunda edicion de las monografias «Das gottliche Kind» [El nino divino] y «Das gottliche Madchen» [La doncella divina], que fueron escritas durante los anos 1939-1940 y aun pudieron publicarse por separado en una pri­ mera edicion. La tercera edicion, como reimpresion sin cambios de la segunda, fue impresa en Holanda durante los anos de la guerra, sin fechar y sin que las autoridades ocupantes tuvieran conocimien­ to de ello. Para no llamar la atencion de la censura sobre la reapari­ cion dellibro, a los autores ni siquiera se les entregaron las pruebas. Solo tras un intervalo de diez anos se brindo a los autores la oca­ sion de juzgar si debfan presentar con un formato mas detallado aquello que la presion del momenta les habia forzado a redactar en­ tonces de forma mas condensada. Habia la posibilidad de hacerlo, yen algunos puntos parecfa incluso conveniente. No obstante, aque­ lla forma condensada habfa marcado la publicacion; Ie habfa dado la forma caracterfstica de 10 que pretendfa ser: una primera intro­ duccion, un metodo para el conocimiento de los elementos esen­ ciales de la mitologia. Como metodo, se apoya en dos ejemplos que no ago tan la sustancia de la mitologfa, ni tampoco pretenden desa­ rrollarla en la totalidad de sus aspectos. Los autores renuncian, pues, a una revision de la obra que po­ clrfa destruir su formato anterior y quieren subrayar el caracter en­ sayfstico de todo cuanto se presenta a continuacion, evidentemente en el sentido de una tentativa basada en la investigacion para una ciencia de la mitologfa. C. G. Jung y Karl Kerenyi Kusnacht y Ponte Brolla, marzo de 1951

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Introduccion.

Del origen y del fundamento de la mitologia

Karl Kerenyi

(Que es la musica? 2Que es la poesfa? 2Que es la mitologfa? Son [l1J'guntas que no se pueden plantear sin tener en consideraci6n la 11·l;teion personal, real, preexistente con la esencia misma del pro­ hkllla. Esto resulta natural y evidente, a no ser que tratemos de re­ 1:lI'ionarnos con la mitologfa. Para hacerlo, las grandes creaciones .II' la mitologfa deberfan ellas mismas haber convertido en cons­ , wille al hombre de nuestra epoca, que aquf se enfrenta a la pre­ 'd'll('ia de fen6menos que, «por su profundidad, su duracion y su IllIivnsalidad, solo pueden compararse con la naturaleza misma». 'l" 1('11 verdaderamente se proponga divulgar el conocimiento de 1.1'1 Illilologfas no deberfa referirse de antemano a ninguna conside­ 1.1('II'l!l teorica, a ningunjuicio -ni tan siquiera a los de Schelling, de '11l1ell proviene el elogio de la mitologfa que acabamos de citar-. J'.IlIlPOCO deberfa referirse en exceso a las fuentes. A elIas deberfa I,-,'lilrir uno mismo, para ex traer el agua fresca que fluye, y beber­ I., p:II,\ que se derrame en nosotros y haga vibrar nuestros dones se­ t J ,'10,' para sentir la mitologfa. ,'iill embargo, tambien aquf, desde la copa hasta los labios se pre­ " 111:111 lOdavfa muchos obst:aculos. La verdadera mitologfa se nos ha \'lwll'o tan completamente excepcional que antes de apreciarla de­ III'I"IIIOS detenernos a reflexionar. No se trata solo de las ventajas y oI"',Vl'lIlajas de la mitologfa (el psic61ogo y doctor de almas ya dedi­ ,II ,I IIllas palabras al respecto en el presente volumen), sino de la ',It 1111111 que podremos adoptar al considerarla, Hemos perdido el t' ,,,Lillo inmediato con las grandes realidades del mundo espiritual dl'l,l'lC forma parte todo aquello que es genuino de la mitologfa­ \ ,',C, pJ'('cisamente nuestro cientificismo, siempre presto a intervenir 15

y sobrado de recursos, la causa de esta perdida. £1 nos ha explicado la naturaleza del brebaje que contiene nuestra copa, de forma que, con antelaci6n, ya la conocfamos, incluso mejor que los buenos y empedernidos bebedores. Somos nosotros quienes debemos con­ tentarnos con nuestra supremacfa en materias del conocimiento, 0 valorarla mas que nuestras ingenuas experiencias y placeres. Debe­ mos pues plantearnos la pregunta: 2nos resulta todavfa alcanzable un contacto inmediato con la mitologia, de forma que podamos vi­ virla y disfrutarla? Ya no podemos, ciertamente, privarnos de la liberaci6n de la mentira que nos ofrece la verdadera ciencia. Aquello que todavia exigimos, ademas de esta Iibertad -en realidad, aquello que pedi­ mos nos sea restituido por la ciencia-, es la posibilidad de entablar una relaci6n inmediata con los objetivos de la ciencia. La misma ciencia es la que -primero con sus interpretaciones, luego con sus explicaciones- ha obstruido el camino que conduce a la mitologia, y es ella la que debe proceder a su reapertura. Aqui se trata de la ciencia en su sentido mas arnplio: en el caso presente, tanto de la historia como de la psicologia, de la etnologia y de la antropologia como de la investigaci6n analitica de los mitos. Para senalar el pun­ to que ya hemos podido alcanzar con nuestra actitud hacia la mito­ logia, primero deberemos condensar aquello que aqui -y con este prop6sito- ya ha sido desarrollado en el primer capitulo de mi libro Die antike Religion, y a 10 cual se ha hecho referencia en el pr610go de la primera publicaci6n de «Das gottliche Kind». Si sobre el ori­ gen de la mitologfa pretendieramos averiguar d6nde y cuando ha podido nacer una gran civilizaci6n creadora de mitos que, por sus mismas creaciones, hubiera influenciado todas las mitologias poste­ riores, tampoco 10 tratariamos aqui. Una unica cuesti6n va a ocu­ parnos: "2Que relaci6n existe entre la mitologfa y el origen u orige­ nes?,>. Pero aun esta cuesti6n s610 debe servir para facilitar un acceso inmediato, a traves del cual ellector debera encontrar su propia via que Ie conduzca hacia la mitologia.

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1 es decir, era racional. lie aquf la otra veniente, el aspecto etiol6gico de la mitologfa. IIII :I.specto, en su conjunto, altamente parad6jico, En tanto que his­ l"l'i:l cuando el origen gene­ ral ya se ha revelado, en cada caso especial, como un origen parti­ cular? La pregunta puede formularse muy claramente a proposito de uno de los rasgos del plano del mandala: su exacta division en cuar­ loS. La division cuatripartita aparece todavia como un rasgo cosmi­ co en la utilizacion budista del simbolo. Los cuatro elementos, con los cuales se la relaciona, corresponden, en la India como en Gre­ cia, a una division del mundo en cuatro partes. En Grecia, bien pue­ de ser una herencia preindoeuropea; mientras que en la India puede tratarse de un origen indoeuropeo. Naturalmente, la primera in­ lencion seria la de relacionar, en general, la division cuatripartita con los cuatro puntos cardinales. Tambien es muy posible en el sis­ tema budista del mandala. EI adepto -as! 10 explica Zimmer­ hace emanar de Sl mismo, en todos los sentidos, los rayos con los colores de las cuatro regiones del cielo: azules, verdes, rojos y amariIlos; esos rayos sa­ len de las cabezas de Mahisukha, con quien, en su mirada interior, se ha identificado. Los colores dan fe de su sentimiento de piedad universal que pcnetra todo el espacio c6smic0 6

«Origen» tiene dos significados en la mitologia. En tanto que contenido de un relato, de un mitologema, es «fundamentaf», ar­ gumentar; en tanto que contenido de un acto, es su fundamento. En ambos casos propicia el retorno del hombre a su propio origen y, con ello, provoca la aparicion de «materias originales» que el hombre puede alcanzar, en forma de imagenes originales, de mito­ logemas originales, de ceremonias originales. Los tres modos de manifestacion pueden representar la forma de manifestarse de una misma materia al aIcance del ser humano, de una misma idea mito­ logica. No obstante, ~de donde emana una determinada idea mitol&­ gica, como aquella que fue mencionada y que, todavia en nuestros dias y sin que se produzca una intercomunicacion, se dibuja en oriente y occidente con la forma del mandala y se Ie atribuye el mis­ mo sentido? ~Era probablemente una idea que ya figuraba en el ori­

Aqu!, un proceso original -el punto de arranque de los cuatro cjes debe confluir en los cuatro puntos cardinales del horizonte­ parece invertido. Se trata de una emision de rayos que se proyecta Itacia las cuatro direcciones del cielo; y, solo por este hecho, quedan ido a la variabilidad de los numeros, rechaza la idea de los cuatro puntos cardinales, aunque se permite indicar, con las reservas re­ Cjlleridas, la posibiJidad de un origen cosmico de indole muy distin­ la: se trata de un singular lusus naturae que el principal elemento constitutivo del organismo corporal sea el carbono, marcado por su Ictravalencia quimica. EI "diamante» -simbolo, en los textos orien­ tales, de la individuacion alcanzacla (pensemos solamente en las murallas de demant del mandala budista)- tambien es, como se sa­ lle, un cristal de carbono. No obstante, si esto fuera algo mas que un .illego de la naturaleza -ya que, como el profesorJung subraya, el fe­ lIomeno del «cuatro" no constituye una simple creacion imaginati­ va del consciente, sino «un producto espontaneo de las facultades psiquicas objetivas,,-, podriamos entenderlo aquf como un elemen­ 10 mitologico fundamental a traves del retorno hasta aquello que h, para todo aquello que crece, significa por igual «ser abandonado» y «ser resultante». Lo mismo que Ie acontece a la esencia del plasma. No hablamos, por cierto, de un brote fisico abandonado, sino de un brote espiritualli­ brado a si mismo. De ningun plasma, sino de un paideuma, que es como 10 denominaba Frobenius. Si otros organismos son brotes plasmaticos, las civilizaciones son «paideumaticas». Pero «paideu­ matico» casi es equivalente a _a~abk,"si ~Q g;.p.f[!~·a·la

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