Informativo FOMCIENCIAS (6) 
Las ciencias sociales y la problemática del trabajo en el Perú

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Antología Denis Sulmont. Archivo IX: Sociología del Trabajo y de la Empresa_______

LAS CIENCIAS SOCIALES Y LA PROBLEMATICA DEL TRABAJO EN EL PERU1 Denis Sulmont S. Esta obra está bajo una Licencia Creative Commons Atribución-NoComercial-SinDerivar 4.0 Internacional.

Las relaciones de trabajo, además de ser decisivas para el desarrollo productivo del país, constituyen un terreno particularmente conflictivo. Además, en una sociedad como el Perú, estas relaciones tienen características complejas y precarias que dificultan su comprensión con los esquemas analíticos predominantes en los países industrializados. De allí que el reto de las ciencias sociales en este campo es grande. El balance que intentamos hacer al respecto es necesariamente incompleto y provisional. Pero buscamos relevar temas y aportes más significativos. Los ordenamos en cinco núcleos de problemas que tienen que ver con la evolución de las relaciones laborales como parte del proceso industrial y capitalista en el país: — El surgimiento de la cuestión obrera — La adaptación de los trabajadores al proceso de industrialización — El movimiento obrero — El empleo y las condiciones de trabajo frente a la crisis — La política laboral

1. El surgimiento de la cuestión obrera La “cuestión obrera” empieza a plantearse en el Perú a principios del siglo, como preocupación frente a los conflictos que estallaban en los nuevos c industriales textiles, mineros, petroleros, azucareros, etc. recién instalados en el país, y a las alarmantes condiciones de trabajo y vida de sus trabajadores. Esta situación originó una reflexión social sobre la problemática laboral peruana, que movilizó a juristas principalmente y algunos otros intelectuales. La reflexión se desarrolló inicialmente en dos campos principales: Uno, referido a las condiciones de trabajo y de vida de la población obrera y a la elaboración de medidas protectoras y regulares frente a ellas; otro referido al surgimiento del proletariado, de su organización y lucha como nueva fuerza en el proceso socio-político peruano. Sobre lo primero, una serie de reformadores sociales se preocuparon de proteger a los trabajadores de los abusos a los cuales estaban sometidos, de institucionalizar las relaciones de trabajo y de crear canales de arbitraje para regular el conflicto laboral. Destacan en esta línea:

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Publicado en Informativo FOMCIENCIAS, N° 6, Lima Setiembre – Diciembre de 1985.

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— Luis Miró Quesada y Alberto Ulloa Sotomayor quienes presentaron a principios de siglo importantes tesis sobre la cuestión obrera y legislación social. — José Matías Manzanilla, catedrático de San Marcos, quien integró una Comisión del Parlamento para elaborar una legislación protectora sobre higiene y seguridad, accidentes de trabajo, trabajo de niños y mu jeres, descanso obligatorio y horas de trabajo. — Pedro Zulen, Dora Mayer e lude brando Castro Pozo y otros juristas “indigenistas”, quienes hicieron valiosas contribuciones al análisis de las condiciones de trabajo y vida de los trabajadores en las minas y haciendas, abordando en particular el sistema de enganche. La otra perspectiva de reflexión está ligada al desarrollo del movimiento obrero. Se expresa inicialmente en los numerosos artículos de intelectuales, aparecidos en los periódicos anarquistas y la prensa radical y socialista de las primeras décadas del siglo. Sin duda los aportes más significativos son atribuibles a José Carlos Mariátegui y Ricardo Martínez de la Torre. Del primero destaca el conjunto de artículos reunidos en “Ideología y Política”; el segundo realizó estudios y una abundante compilación de materiales sobre las luchas obreras de la época, reunidas en sus “Apuntes para la Interpretación Marxista de la Historia Social del Perú”, publicados entre 1947 y 1949. No podemos dejar de mencionar también el aporte del historiador Jorge Basadre, en particular su libro “La multitud, la ciudad y el campo”, escrito en 1929 y su “Historia de la República”, publicada en 1937 que constituyen un considerable aporte al estudio de la problemática laboral hasta 1933.

Después de la gran crisis de 1929-33, la reflexión sobre el movimiento obrero como fuerza social se interrumpe prácticamente, mientras que sigue la labor de los juristas, abocados principalmente a una mayor institucionalización de las relaciones laborales, su administración por el Estado y el desarrollo de la Seguridad Social.

2. La adaptación de los trabajadores al proceso de industrialización Después de la Segunda Guerra Mundial, la expansión y diversificación del capital y modernización de las actividades productivas suscitan un nuevo interés por la problemática laboral que compromete ya no sólo a los juristas sino a disciplinas sociales recientes como la sociología y la antropología. Prevalece entonces el enfoque de la “modernización”, basado en una concepción dualista de la sociedad y su tránsito de un polo tradicional a un polo moderno. Desde este punto de vista, el problema que se plantean los científicos sociales es fundamentalmente la adaptación de los empresarios, trabajadores y estado al proceso de industrialización y su transformación en elementos dinámicos de este proceso. Esta perspectiva, propia de la llamada “Sociología Industrial” anglo sajona, apunta a la racionalización de los agentes o “elites” industriales y la armonización de las relaciones laborales en la empresa y la integración ideológica y política de los trabaja dores. 2

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Debe resaltarse la labor de investigación en dicha perspectiva realizada en torno a instituciones como la Escuela Superior de Administración de Negocios (ESAN), asesorada por la Universidad de Stanford y el Servicio Nacional de Aprendizaje Técnico Industrial (SENATI) financiado por las empresas. Por ejemplo, Femando Romero y William Foote Whyte, analizaron para el SENATI los requisitos de capacitación técnica de los trabajadores, sus características socio-culturales y la inadecuación del sistema educativo peruano respecto al trabajo industrial. La Universidad colaboró a esta labor de formación y estudios en el campo laboral. En 1956, Antonio Pinilla, ex-ministro de Trabajo, fundó el instituto de Relaciones Humanas de la Universidad de San Marcos. En 1964, la misma Universidad publicó bajo el título de “El obrero industrial”, los resultados de una encuesta sociológica pionera sobre los obreros de Lima Metropolitana realizada por Guillermo Briones y Luis Mejía Valera. Diez años después el sociólogo Román de Silgado, inició la encuesta que dio lugar a su libro “De campesino a obrero” publicado por el Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico. Entre los diagnósticos sociológicos más destacados, debe mencionarse la obra de David Chaplin, en particular “The Peruvian Labor Force” que publicó la Universidad de Princeton en 1967. Basándose en una investigación de la industria textil peruana, se interesó en los “obstáculos” a la modernización: obstáculos provenientes del mismo empresario, más comerciante y especulador que industrial, y obstáculos de orden cultural y psicosocial (nepotismo, compadrazgo y paternalismo) que traban la racionalidad del mercado de trabajo y de las empresas. Otro estudio que marca esta etapa de las Ciencias Sociales en el campo laboral peruano es el de James Payne, “Labor and Politics in Peru”, publicado por la Universidad de Yale en 1965. Junto con un análisis de las características del sindicalismo peruano, Payne desarrolló un modelo de interpretación de las negociaciones colectivas a partir de la experiencia de convivencia entre el Apra y el segundo gobierno de Manuel Prado. Constatando la debilidad de la negociación sindical en el terreno económico empresarial y legal, Payne mostró cómo los sindicatos tienen que recurrir a la “negociación política”para hacer valer sus reivindicaciones. Si bien Payne no llegó a captar las nuevas tendencias de los movimientos laborales que germinan en este período, su análisis puede considerarse como un aporte importante para la comprensión sociológica de las negociaciones colectivas en América Latina. Señalemos por último la creciente contribución del Ministerio de Trabajo en la investigación laboral. En 1962 éste creó el Servicio de Empleo y Recursos Humanos (SERH) que empezó a publicar una serie de informes estadísticos sobre la Población Económicamente Activa, las remuneraciones, los accidentes de trabajo, las huelgas y las asociaciones sindicales. El SERH contó con la asesoría del Centro de Investigación Social por muestreo, de la Universidad de Michigan. 3. Los estudios sobre el movimiento obrero El desarrollo del proletariado urbano industrial en los años 50 y 60 y su creciente presencia en la escena social y política en los años 70 puso al orden del día el estudio de ese proletariado como clase y movimiento social. 3

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Ya no se trataba sólo de analizar las condiciones de adaptación de los trabajadores a las relaciones de trabajo industrial, sino de investigar las condiciones sociales de su organización y conciencia como actor social. Esta nueva perspectiva implicó una revisión de la trayectoria histórica del movimiento obrero y una discusión sobre sus alcances y límites concretos en el contexto peruano. La investigación en dicha perspectiva cuenta con los aportes valiosos referidos al proletariado minero: en especial el del historiador Alberto Flores Galindo, del antropólogo Adrián Dewin y del sociólogo Julian Laite, quienes analizaron el proceso de proletarización, la interacción entre la condición obrera y comunera y su incidencia sobre las formas de subsistencia y el comportamiento social de los traba j adores. La recuperación de la experiencia histórica del movimiento obrero peruano fue promovida por el autor del presente artículo a lo largo de los años 70. Se cuenta hoy día con una gran cantidad de monografías, tesis y publicaciones sobre el tema muchas de ellas de sociólogos provenientes de la Universidad Católica. La mayoría de los estudios históricos se concentran en los años 1900- 1933 (Piedad Pareja, Wilfredo Kapsoli, César Lévano, Agustín Barcelli, Peter Blanchard, Wilma Verpich, Steve Stein). Pero también éstos se han ex tendido hacia los años más recientes (Denis Sulmont, Alberto Moya, Alan Angel, José Barba, Carlos Basombrío. Asimismo, hay que destacar los trabajos de historia obrera regional y sectorial (Peter Klaren, Oscar Castillo, María Escalante, Victor Colque, Raul Fernández, Carolina Carlessi, Beatriz Gil, Giovanni Bonfiglio, María Bermudez, Edith Aranda, Rosa Arciniega, etc.). Estos diferentes estudios han suscitado nuevas pistas de investigación más específicas. Por ejemplo sobre aspectos culturales, los trabajos promovidos por el historiador Steve Stein o por instituciones de educación y promoción obrera como Tarea, (Cedhip, ATC, etc.; y sobre legislación laboral, el estudio sobre la huelga de Jorge Santisteban y Ángel Delgado. Por otro lado, dichos estudios han contribuido a la reflexión teórica y política en el seno del mismo movimiento obrero. Si bien los científicos sociales han enfatizado la reflexión histórica, su interés es también y cada vez más el de captar la dinámica obrera actual. Además este interés no se limita sólo al estudio de una movilización obrera derivada de las relaciones de trabajo, sino que abarca también los diferentes campos de acción en la vida de los trabaja dores, tomando en cuenta su origen y movilidad social, las relaciones sociales de carácter étnico, las estrategias de sobrevivencia familiares y de barrio, las manifestaciones culturales religiosas, etc. La creciente precarización del empleo lleva a cuestionar la vigencia de una acción estrictamente obscura y a buscar más bien formas específicas de protagonismo obrero popular. En esta perspectiva se ubica la importante investigación sobre Migración, Urbanización y Sectores Populares en Lima que implementa Julio Cótler en el Instituto de Estudios Peruanos.

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4. Empleo y situación laboral frente a la crisis Si bien el problema del empleo ha sido un tema constante de estudio por parte de los científicos sociales, en particular, demógrafos, economistas y sociólogos, este terna adquirió una importancia mayor en los últimos diez años con la profunda crisis recesiva que vive el país. Las tesis optimistas en el sentido que el proceso de industrialización iba a absorber la mano de obra liberada del campo y proveniente de la expansión demográfica, tuvo poca vigencia en las ciencias sociales peruanas. Pre dominó en cambio una tesis pesimista basada en la percepción de un amplio sector de la fuerza laboral excluido del polo dinámico de la economía, refugiado en actividades muy precarias. Esta tesis pesimista cristalizó en la teoría de la marginalidad, que en cierta forma reprodujo la concepción dualista de la sociedad peruana y no tardó en demostrar sus limitaciones analíticas. Aníbal Quijano, intentó reformular la teoría de la marginalidad, integrándola a un análisis de la economía peruana en términos de dependencia y articulación de diferentes modos de producción subordinados al capital monopólico. Por su parte, analistas como Héctor Maletta, Francisco Verdera y Pedro Galín iniciaron una discusión minuciosa de los presupuestos teóricos y metodológicos de las estadísticas censales y del Ministerio de Trabajo sobre trabajo asalariado, desempleo y subempleo rural y urbano, cuestionando radicalmente la concepción marginalista. Mostraron la importancia creciente de las relaciones de trabajo asalariado y la situación de sub-remuneración y la precarización del empleo de amplios sectores de trabajadores que sin embargo constituyen una fuerza laboral decisiva para la acumulación del capital en el país. Este análisis llevó a ampliar la investigación hacia los problemas de la remuneración y de las condiciones de trabajo, hasta entonces bastante descuidados. En los últimos años, se realizaron una serie de estudios sobre temas como el trabajo eventual, el trabajo por turno, el trabajo a destajo, el trabajo a domicilio, etc. Esta línea de investigación fue promovida en particular por Pedro Galín a través del Centro Interamericano de Administración del Trabajo. En una perspectiva similar se ubica también el creciente interés en estudiar sistemáticamente la situación laboral de la mujer. Resaltan allí los aportes de Violeta Sara-Lafosse, en particular “Campesinas y Costureras” (1983) y de instituciones como la Asociación de Defensa y Capacitación Laboral (ADEC), el Centro Flora Tristán y UNICEF. La discusión sobre la precarización del empleo tuvo especial relevancia ante la política de apertura de la producción industrial hacia el exterior, la cual implica una serie de medidas para hacer más competitivas las empresas peruanas en el mercado internacional: aumento de turnos, bajas remuneraciones, flexibilidad en la contratación, etc. En torno a este problema se ubica el análisis del economista Juan Wicht. El problema de la precariedad del empleo y de las condiciones de trabajo y en general de la pobreza urbana agudizada por la crisis económica fue también abordado por los científicos sociales con el concepto de “empleo informal” hoy día muy en boga. Dicho concepto, introducido en los años 70 por estudiosos de la economía urbana de las metrópolis del tercer mundo, fue difundido en el Perú por el Programa Regional de 5

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Empleo para América Latina y el Caribe (PREALC) de la OIT, a través de Víctor Toknian y Pablo Souza. El debate en tomo a la conceptualización del sector formal e informal puso en evidencia una serie de perspectivas teóricas y políticas divergentes. Pero tuvo el mérito de promover una serie de valiosas investigaciones empíricas sobre sectores laborales poco estudiados tales como vendedores ambulantes, talleristas, trabajadores a domicilio, pequeña industria, etc. y de sentar las bases de un análisis sobre los mecanismos de organización, financiación y comercialización de estas actividades. Entre las investigaciones más destacadas están en primer lugar las promovidas por PREALC— OIT, el Ministerio de Trabajo y otras instituciones que apuntan a sustentar programas de promoción económica y social a partir de los sectores informales (acceso al crédito, incremento de la productividad e ingresos, mejora de las condiciones de trabajo), como parte de una política de empleo de carácter global. En esta perspectiva se ubican los aportes de sociólogos y economimistas como Carlos Wendorff, Eliana Chávez, Daniel Carbonetto y Romeo Gromnpone. En otra perspectiva neo-liberal, que enfatiza los aspectos legales del problema de la informalidad, se ubican las investigaciones del Instituto Libertad y Democracia promovidos por Hernando de Soto. Es necesario recalcar que el conjunto de las reflexiones sobre el problema del empleo en la última década no hubiera sido posible sin los valiosos aportes de la Dirección General de Empleo del Ministerio de Trabajo, y en especial de Edgard Flores y César Pazos. La información estadística disponible y su difusión mejoró considerablemente, con criterios analíticos cada vez más ligados a una perspectiva de investigación y elaboración de una política de empleo basada en diagnósticos de la realidad. Estos aportes, excepcionales en América Latina, inciden positiva mente sobre el desarrollo de las Ciencias Sociales en la materia.

5. La política laboral Al igual que el empleo, la Política laboral ha sido objeto de un interés constante por parte de los científicos sociales. Sin embargo, las importantes reformas implementadas en este campo a principios de los años 70, el incremento espectacular de los conflictos laborales, las nuevas medidas de corte neoliberal y los intentos de concertación social en los últimos años, han reavivado ese interés. La política laboral sigue siendo el campo privilegiado de la ciencia jurídica, pero su estudio requiere cada vez más de una perspectiva multidisciplinaria. Las reformas de la empresa, en especial la creación de las Comunidades Laborales y la expansión de las Cooperativas de Producción en el sector agrario durante el gobierno velasquista, abrieron una nueva línea de investigación referida al problema de la participación de los trabajadores. Es necesario mencionar allí los estudios de Giorgio Alberti, Jorge Santisteban, Luis Pásara, Francisco Durand y René Rodríguez, sobre la experiencia de la Comunidad Laboral; la encuesta de Abner Montalvo y Martin Scurrah de ESAN; y los análisis de Michael Anderson, Peter Knight, y del CIDIAG sobre el conjunto de la política participativa y autogestionaria.

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Otro campo de estudio se refiere al álgido problema de la estabilidad laboral, sobre el cual contarnos con trabajos de abogados como Josa J3urneo, Mario Paseo y Femando Mantero. La cuestión sindical ha sido abordada principalmente desde la perspectiva del movimiento obrero, ya reseñada. Sin embargo, esta cuestión ha sido tratada también desde otros ángulos: en especial el problema de la estructura sindical y de la tasa de sindicalización. En este campo contamos con el estudio pionero que realizó Lininger en el Ministerio de Trabajo en 1968, y el reciente trabajo de Isabel Yépez y Jorge Bernedo. Asimismo, el análisis de la política sindical y de su crisis en el segundo belaundismo ha sido desarrollado por los sociólogos Carmen Rosa Balbi y Jorge Parodi. Vinculado a la cuestión sindical, se plantea el problema de le negociación colectiva y la concertación social. Al respecto, destaca la labor de Mario Pasco, que fue Director del Instituto de Estudios del Trabajo reciénteme te creado por el Ministro de Trabajo Alfonso Grados Bertorini. También sobre este tema, están los aportes de los abogados Jorge Rendón y Adolfo Ciudad. Por último, un tema que ha cobra do una particular relevancia en los últimos años, como consecuencia de la crisis, es el de la Seguridad Social y de la Administración del Trabajo en relación a condiciones de trabajo y salud. El aporte más sistemático sobre este tema ha sido del sociólogo Javier Slodky, quien coordinó una serie de eventos reuniendo a los especialistas en la materia. Este trabajo contó con el apoyo de la Fundación Friedrich Ebert y el Centro de Altos Estudios Sindicales. La Fundación E. Ebert cumple últimamente un importante papel de promoción de los estudios laborales en el Perú. Entre los múltiples otros aspectos de la política laboral, es necesario mencionar la política de remuneración, cuyo estudio por parte de las Ciencias Sociales nos parece insuficiente. Hay en general una carencia de economistas especializados en la problemática laboral. Por Último, queremos recalcar el importante papel que desempeñan las revistas especializadas, en particular tres principales: — Análisis Laboral (iniciada en 1977). Aborda aspectos socio-económicos y legales en una perspectiva amplia y pluridisciplinaria. Su director, Luis Aparicio Valdez, es, un destacado laboralista, Presidente de la Asociación Pe ruana de Relación de Trabajo. — Cuadernos Laborales (iniciada cii 1980). Trata tainbidn aspectos socioeconómicos y legales, dirigiéndose principalmente a los medios sindicales. Su directora es Ana María Yáñez y es editada por ADEC, en coordinación con ATC y CEDAL. — Actualidad Laboral (iniciada en 1975). Ofrece fundanientalinente uit análisis de jurisprudencia destinado a los empresarios. Su director es Fer nando Elías Mantero. Además de estas revistas, se cuenta con varios informativos laborales, entre los cuales está el Boletín “Coyuntura Laboral” publicado por DESCO.

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Estas publicaciones periódicas permiten un seguimiento de la problemática laboral y de los principales debates en torno a ella.

Conclusiones En forma resumida, queremos concluir señalando algunas carencias y pistas de trabajo: 1. Si bien existe abundante material sobre la historia del movimiento obrero, falta una síntesis actualizada que abarque el último quinquenio y que enfrente el debate sobre la vigencia de este movimiento como actor social en relación al conjunto del movimiento popular. 2. La discusión sobre el empleo, marginalidad e informalidad, aún no está concluida. Hace falta una re-conceptualización en torno a este problema que incide de manera decisiva sobre las po1íticas de empleo. 3. El tema de las relaciones de trabajo al interior de las empresas, luego de las experiencias de participación, es hoy día prácticamente desatendido. Se requiere también el desarrollo de estudios psico-sociales en el campo laboral. 4. Si bien hay un gran avance en la apertura de la ciencia jurídica a las demás ciencias sociales, es necesario sistematizar el trabajo interdisciplinario, y lograr una mayor contribución especializada de los economistas en cuestiones laborales. En las universidades, la formación de los laboralistas es aún exclusiva de los programas de derecho, siendo conveniente abrir otras líneas de especialización en la materia.

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