Identidad en cuestión y compromiso político: los emigrados germano-hablantes en América del Sur 9783964566621

APARECE EN DICIEMBRE DE 2018. ¿Cómo se expresa el compromiso político en la situación de exilio o emigración? Tal es la

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Identidad en cuestión y compromiso político: los emigrados germano-hablantes en América del Sur
 9783964566621

Table of contents :
Índice
Los emigrados germanohablantes en América del Sur: expresiones e interpretaciones de su compromiso político
El compromiso político de los emigrantes alemanes en América Latina. Una visión de conjunto
Las actividades políticas del exilio en América Latina: redes y orientaciones políticas en pugna
Sobre la agrupación Das Andere Deutschland de la Argentina: política, cultura y sociedad
“A los brasileños no pudimos liberarlos”. Actividades políticas del exilio germanohablante en Brasil
La ola inmigratoria del periodo 1938-1940 en Bolivia: posiciones, actividades y compromisos políticos
Teatro y política: el Freie Deutsche Bühne de Buenos Aires
Hermann P. Gebhardt, un liberal de izquierda como figura integradora del exilio en Uruguay
El “Súper Austríaco”. Fritz Kalmar en América del Sur
Autoras y autores
Índice de personas

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Sandra Carreras (ed.)

Identidad en cuestión y compromiso político Los emigrados germano­hablantes en América del Sur



BIBLIOTHECA IBERO-AMERICANA Publicaciones del Instituto Ibero-Americano Fundación Patrimonio Cultural Prusiano Vol. 170

Consejo editorial de la colección Peter Birle (Ibero-Amerikanisches Institut, Berlin) Sandra Carreras (Ibero-Amerikanisches Institut, Berlin) Ulrike Mühlschlegel (Ibero-Amerikanisches Institut, Berlin) Héctor Pérez Brignoli (Universidad de Costa Rica, San José) Janett Reinstädler (Universität des Saarlandes, Saarbrücken) Friedhelm Schmidt-Welle (Ibero-Amerikanisches Institut, Berlin) Liliana Weinberg (Universidad Nacional Autónoma de México) Nikolaus Werz (Universität Rostock)

Sandra Carreras (ed.)

Identidad en cuestión y compromiso político Los emigrados germano­hablantes en América del Sur

Iberoamericana • Vervuert 2019

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

Reservados todos los derechos © Iberoamericana 2019 c/ Amor de Dios, 1 E-28014 Madrid © Vervuert 2019 Elisabethenstr. 3-9 D-60594 Frankfurt am Main

[email protected] www.iberoamericana-vervuert.es ISSN 0067-8015 ISBN 978-84-9192-034-2 (Iberoamericana) ISBN 978-3-96456-661-4 (Vervuert) ISBN 978-3-96456-662-1 (e-book) Depósito legal: M- 329-2019 Diseño de la cubierta: Rubén Salgueiros Imagen de portada: Agradecimiento de Paul W. Jacob (1946) en Buenos Aires: Editorial Júpiter Theater, Editorial Júpiter Composición: Patricia Schulze Este libro está impreso íntegramente en papel ecológico blanqueado sin cloro. Impreso en España

Índice Los emigrados germanohablantes en América del Sur: expresiones e interpretaciones de su compromiso político

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Sandra Carreras El compromiso político de los emigrantes alemanes en América Latina. Una visión de conjunto

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Anne Saint Sauveur-Henn Las actividades políticas del exilio en América Latina: redes y orientaciones políticas en pugna

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Patrik von zur Mühlen Sobre la agrupación Das Andere Deutsch­land de la Argentina: política, cultura y sociedad

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Germán C. Friedmann “A los brasileños no pudimos liberarlos”. Actividades políticas del exilio germanohablante en Brasil

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Marlen Eckl La ola inmigratoria del periodo 1938-1940 en Bolivia: posiciones, actividades y compromisos políticos

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León E. Bieber Teatro y política: el Freie Deutsche Bühne de Buenos Aires

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Frithjof Trapp Hermann P. Gebhardt, un liberal de izquierda como figura integradora del exilio en Uruguay

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Sonja Wegner El “Súper Austríaco”. Fritz Kalmar en América del Sur

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Raquel García Borsani Autoras y autores

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Los emigrados germanohablantes en América del Sur: expresiones e interpretaciones de su compromiso político Sandra Carreras

“A todos los que ayudaron, mi agradecimiento”. Tal la traducción de las breves palabras que ilustran la tapa de este volumen. Contra lo que sugiere la imagen, no se trata de un documento manuscrito, sino de una repro­ ducción que aparece impresa al pie del prólogo de un libro publicado por la editorial Júpiter en Buenos Aires en 1946. El volumen, editado por Paul Walter Jacob, estaba dedicado a dar cuenta “en palabra e imagen” de la difícil tarea realizada por el Freie Deutsche Bühne (FDB, Teatro Alemán Independiente1) durante los siete años que llevaba de existencia. El mismo nombre del FDB era en sí una declaración programática: libre de todo pre­ juicio nacional, religioso y racista; en idioma alemán incluyendo traduccio­ nes a esa lengua de obras de todos los pueblos y continentes, uniéndolos y reconciliándolos; y verdadero teatro, en tanto trabajo de artistas represen­ tando caracteres en el escenario en puestas de elenco (Jacob 1946: 7). El balance de esos siete años era un total de 165 estrenos y 550 funciones, un caso muy particular en el ámbito teatral de la Argentina de entonces, en que el éxito se equiparaba al mayor número posible de representaciones de una misma obra. En tanto emprendimiento que interpelaba varias dimensiones y apunta­ ba a alcanzar un efecto amplio, el FDB fue un ejemplo del diferenciado con­ junto de iniciativas y acciones a través de las cuales los emigrados germano­ hablantes expresaron su compromiso político fuera de su país de origen. Algunos de ellos habían sostenido una actitud política definida antes de partir, otros la formaron durante el proceso de traslado. En todo caso, las circunstancias de su emigración o exilio, la situación con que se encontra­ ron en Sudamérica y los acontecimientos que atravesaron sus sociedades de origen antes y después de su salida los ponía frente a la necesidad de 1 “Teatro Alemán Independiente” es el nombre que usaba entonces en español, pero en realidad la traducción más correcta sería “Teatro Alemán Libre”.

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(re)plantear sus posiciones y hasta los criterios en base a los cuales definían su adscripción nacional, cultural y política. Aun cuando en muchos casos la respuesta a esos cuestionamientos fuese una (re)afirmación de identi­ dades supuestamente invariables, la misma implicaba de todos modos un replanteo, en cuanto se trataba de un acto afirmativo de enunciación en medio de circunstancias muy diferentes a las anteriores. Los debates desarrollados entre los migrantes por la autodefinición in­ dividual y colectiva afectaban la dimensión cultural y la política simultá­ neamente. En buena medida, los ecos de esas pugnas resuenan hasta hoy en diferentes interpretaciones historiográficas, que han internalizado las visiones de los actores de entonces, transformándolas en sustrato de aná­ lisis históricos. Ajeno a la intención de poner en duda o comprobar la ‘veracidad’ histórica de esas interpretaciones decantadas, este volumen se propone más bien poner en evidencia la pluralidad intrínseca de las expre­ siones que adoptó el compromiso político y el (auto)cuestionamiento de los emigrados germanohablantes en América del Sur, así como la de sus posibilidades de interpretación. Se ha preferido optar aquí por el término gemanohablante, en lugar de alemán, aludiendo predominantemente a un ámbito de interacción cultural y política no restringido a las fronteras de un estado nacional, lo cual permite tomar también en consideración el caso de emigrantes pro­ venientes de Austria y otros países de Europa central. Las contribuciones que integran el libro se concentran sobre todo en la situación de quienes se vieron obligados a emigrar para escapar a la violencia desatada por el régimen nazi, pero no por eso la pluralidad de manifestaciones políticas y culturales de los migrantes germanohablantes radicados en América Latina comenzó recién entonces. Sin caer en la tentación de retrotraernos a épocas más lejanas, basta con indicar aquí que el establecimiento de un estado nacional alemán en 1871 no canceló en absoluto la cuestión precedente sobre las diferentes formas de ser alemán. Por el contrario, la misma debió ser replanteada en las décadas subsiguientes en el contexto de una emigración masiva para incluir entonces, en forma más destacada que en periodos anteriores, el concepto de Auslanddeutsche 2 (alemanes en el exterior). Es preciso señalar también que el establecimiento de colonos y otros emigrantes de habla 2 Sobre los significados de esta categoría en el contexto de la definición de la ciudadanía durante el Imperio, véase Blackbourn (2015).

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alemana en varios países latinoamericanos se inició décadas antes de la fundación del Imperio. Tanto por su origen geográfico, su estrato social, su socialización política, su confesión religiosa y la época de su radicación, la heterogeneidad de estos grupos fue siempre considerable, a lo que se agregaba la tendencia de los emigrantes a adaptarse al nuevo medio y adop­ tar las costumbres del país en el que se establecían, como reiteradamente atestiguaban sobre todo los observadores provenientes de Europa. En esas circunstancias, el tema de la Deutschtum (la alemanidad) (re)aparecería una y otra vez en forma de una tarea constante de (re)elaboración.3 Imbricados en la cuestión de la reelaboración del pasado reciente y la redefinición de la(s) identidad(es) nacional(es) en el contexto de posguerra, los estudios sobre el exilio se constituyeron en las dos Alemanias como un campo específico recién a partir de la década de 1960. Comenzaron cen­ trándose en primer término sobre todo en la literatura del exilio, habida cuenta de que los grandes escritores de lengua alemana se habían visto for­ zados a emigrar bajo el régimen nazi. Una segunda corriente se ocupó de los científicos y artistas emigrados, en tanto que habría que esperar varias décadas para que salieran a luz estudios dedicados a la “gente común”.4 La importancia de América Latina para el exilio desencadenado por la política del régimen nacionalsocialista fue puesta en evidencia por dos obras que, en cierto modo, configuraron esta área de investigación por varias décadas. El libro de Wolfgang Kießling Exil in Lateinamerika, publicado en su pri­ mera edición en la República Democrática Alemana (RDA) en 1980, era el cuarto tomo de una serie de siete volúmenes titulada Kunst und Literatur im antifaschistischen Exil 1933-1945,5 cuyo foco estaba puesto en la “lucha antifascista”, la cual se presentaba entonces como un componente de la identidad política propia del estado alemán oriental. Consciente de la difi­ cultad de abarcar todo un subcontinente, Kießling optó por colocar en pri­ mer plano el exilio en México, Argentina y Uruguay. En esa obra centrada 3 Penny/Rinke (2015) aportan una buena síntesis de las cuestiones planteadas en torno a los alemanes en el exterior. Por su parte, Schulze (2016) aporta un detallado análisis del trabajo de elaboración discursiva y práctica de la Deutschtum para el caso de Brasil. 4 Para una revisión de la evolución del campo de estudios véase Krohn (2012); para una síntesis de los resultados de investigación acumulados Krohn et al. (2008) 5 La obra fue resultado de la cooperación entre el Instituto Central de Historia de la Literatura de la Academia de Ciencias y la Academia de las Artes de la RDA. El primer volumen estaba dedicado al exilio en la Unión Soviética, el segundo a Suiza, el tercero a Estados Unidos, el quinto englobaba Checoslovaquia, Gran Bretaña, Escandinavia y Palestina; el sexto se ocupaba de Holanda y España y el séptimo de Francia.

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en la intersección de la literatura y el arte con la lucha antifascista, el caso de México, caracterizado por la concentración de escritores prominentes y exiliados comunistas, ocupó el lugar preponderante, pese a que allí el número total de exiliados fue mucho más bajo que en otros países. Por su parte, la investigación de Patrik von zur Mühlen, publicada en 1988 bajo el título Fluchtziel Lateinamerika. Die deutsche Emigration 1933-1945: Politische Aktivitäten und soziokulturelle Integration, formaba parte de la serie Politik- und Gesellschaftsgeschichte editada por el Instituto de Investigación de la Friedrich-Ebert-Stiftung, la fundación política cercana al Partido So­ cialdemócrata de Alemania (SPD). Con el interés centrado en el exilio político, esta investigación optó por referirse solo de forma tangencial a la producción cultural de los emigrados, ya analizada por Kießling, para ampliar su perspectiva hacia una historia social de grupos de personas más numerosos. El autor llamaba también la atención sobre la necesidad de profundizar el campo de estudios, observando que hasta el momento se contaba apenas con un único trabajo sobre un país particular: la tesis de Fritz Pohle (1986) sobre el exilio en México. En los treinta años que han transcurrido desde entonces, la situación ha cambiado radicalmente. Numerosos aportes provenientes de diferentes países e inscriptos en distintos campos disciplinarios han iluminado una variedad de casos, aspectos y particularidades de las experiencias de emi­ gración y exilio en América Latina, así también como sus efectos de me­ diano plazo. Sin pretender hacer aquí una descripción exhaustiva, corres­ ponde sí mencionar que contamos hoy con importantes contribuciones enfocadas en diferentes países, como las de Jackisch (1989) y Rohland de Langbehn/Vedda (2010) para el caso de Argentina, las de Furtado Kestler (1992) y Eckl (2016) para Brasil, la de Bieber (2010) sobre Bolivia, la de Cañadas (2016) sobre México, y las de Wegner (2013) y Álvarez (2015) sobre Uruguay. Otros autores fijaron su foco en atención a la proveniencia europea de los emigrados, como por ejemplo el caso de los exiliados pro­ venientes de Austria (Douer/Seeber 1995) o los emigrados que termina­ rían por dirigirse a América Latina luego de haberse exiliado primero en Francia (Saint Sauveur-Henn 1998). Contamos también con trabajos que pusieron principalmente la mira en espacios de acción específicos, como las actividades políticas (Friedmann 2010), teatrales (Lemmer 1999), mu­ sicales (Glocer 2006) o arquitectónicas (Schätzke 2015). Por su parte, las aproximaciones biográficas y los estudios de intersección entre la historia oral, la perspectiva (auto)biográfica y el testimonio recogido a través de

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entrevistas (Eisenbürger 1995; Siemsen 2000) ofrecen una mirada más centrada en la perspectiva de los actores y en varios casos se vinculan a la historia de género y de la vida cotidiana (Hopfengärtner 2005; Hock 2016). Completan el panorama los estudios dedicados a las actividades del nacionalsocialismo en América Latina (Müller 1997; Gaudig/Veit 2004; Meding/Ismar (2008); Meding 2014), las cuales tenían consecuencias para la situación de los exiliados. Siguen siendo escasas las publicaciones que enfocan la temática ge­ neral con respecto a América Latina tomando en cuenta la situación en diferentes países. Contamos en ese sentido con una compilación dedicada a las políticas migratorias de los países latinoamericanos con relación al ingreso de los refugiados judíos (Milgram 2003), con un volumen colec­ tivo que presenta estudios de casos sobre diferentes países y aspectos del exilio (Kohut/von zur Mühlen 1994), aparecido en esta misma serie Bi­ bliotheca Ibero-Americana, y con una compilación que trata algunos casos latinoamericanos como parte de un aproximación transcontinental (Benz 1994). Sigue pendiente la tarea de ofrecer al público de lengua española un panorama de este campo de investigación que refleje la internacionalidad intrínseca de la temática y la variedad de aspectos, casos y perspectivas que involucra. Con el ánimo de hacer un aporte en ese sentido, este volumen, que tuvo su origen en un simposio organizado por el Ibero-Amerikanisches Institut – Preußischer Kulturbesitz en Berlín con el apoyo financiero de la Deutsche Forschungsgemeinschaft (DFG), reúne trabajos de autores provenientes de diferentes ámbitos académicos. En la primera contribución, Anne SaintSaveur-Henn ofrece una visión panorámica del compromiso político de los emigrantes alemanes en América Latina en un periodo que abarca desde las últimas décadas del siglo xix hasta 1945. No solo distingue dos fases cate­ góricamente separadas por la llegada del nacionalsocialismo al poder, sino que además establece una fuerte diferencia dentro de la segunda etapa entre la emigración judía y la emigración por causas políticas, indicando que una minoría políticamente comprometida, integrada por escritores, artistas, periodistas, sindicalistas y políticos, optó por emigrar tempranamente, en tanto que la mayoría de los judíos apolíticos emprendió la emigración más tarde como consecuencia de la política racista. También considera que el desgarramiento de identidad de los emigrantes judíos que habían tenido que huir de su patria influyó negativamente en su vínculo político con Alemania y con América Latina, en tanto que los exiliados políticos veían

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a América Latina como un refugio provisorio y vivían con la mirada puesta en Alemania. En tales circunstancias el compromiso político podía mani­ festarse de diferentes formas: como apoyo concreto a la patria o a quienes permanecían en ella, como intento de influir en la opinión pública y tam­ bién a través de la toma de posiciones con relación a América Latina. El artículo de Patrik von zur Mühlen trata las diferentes redes de carácter eminentemente político establecidas por los exiliados germano­ hablantes en América Latina que estaban radicados en diferentes países. Su objetivo era trabajar por la transformación de su patria con la intención de poder retornar algún día, para lo cual desarrollaron en sus publicacio­ nes periódicas un debate que atravesó las fronteras de los países receptores individuales. Las dos redes mayores fueron Das Andere Deutschland (La Otra Alemania), con sede en Argentina y filiales en Chile, Bolivia, Brasil, Paraguay, Uruguay, Colombia y México, y el Bewegung Freies Deutschland (Movimiento Alemania Libre), con sede en México y ramificaciones en Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Ecuador, Colombia y Cuba. Mientras que la primera era de orientación social-demócrata e incluía socialistas de izquierda, la segunda apelaba a un espectro suprapartidario pero el control de las posiciones clave era ejercido de hecho por comunistas. La tercera red estaba representada por el Schwarze Front (Frente Negro), el movimiento surgido de lo que había sido el ala social-revolucionaria de izquierda que se separó del Partido Nacional-Socialista (NSDAP) a fines de la década de 1920. La cuarta red estuvo formada por exiliados austríacos y en ella participaban socialdemócratas y comunistas, pero también monárquicos y socialcristianos. Todas las redes difundieron sus posiciones y actividades por medio de publicaciones, cuya recepción no acababa en las fronteras na­ cionales. Pese al fuerte compromiso y las actividades realizadas, los comités y asociaciones no tuvieron sin embargo gran efecto político en sentido estricto porque no disponían de medios que les permitieran representar con éxito los intereses de sus miembros. La investigación de Germán Friedmann analiza con mayor deteni­ miento la composición, funcionamiento y actividades de Das Andere Deutschland, establecida en Buenos Aires, haciendo hincapié en las dis­ tintas maneras en que sus miembros se relacionaron con la Argentina y en las repercusiones que tuvieron sus actividades para distintas personas de habla alemana. Muestra en primer lugar la heterogeneidad inicial de la agrupación, que fue formada por exiliados políticos alemanes y austríacos opositores al nacionalsocialismo y por algunos germanoparlantes estableci­

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dos en la Argentina que adherían a diferentes posiciones políticas, sociales y religiosas. Fundada primero como un comité de ayuda, la asociación fue tornándose cada vez más política, pero desarrolló también actividades de orden cultural que contribuyeron a la construcción de una identidad que era antinazi y alemana a la vez, esto es un ámbito de socialización que fue compartido por los exiliados del régimen y por una parte de los antiguos residentes. La existencia de estos espacios habla de la necesidad de matizar las interpretaciones que postulan la existencia de dos “aldeas” de alema­ nes (nazis y antinazis) totalmente incomunicadas, y permite repensar el panorama presentado en muchos estudios, según los cuales el grueso de la colectividad alemana residente en Argentina habría apoyado al nacio­ nalsocialismo. Las particulares condiciones que restringieron las posibilidades de ac­ ción de los exiliados en Brasil son tema del trabajo de Marlen Eckl. En ese país, la campaña de nacionalización de Vargas, incluía la prohibición del uso público de las lenguas extranjeras y los refugiados eran considerados como súbditos de los países del Eje, de manera que su situación empeoró aún más a partir de la ruptura de las relaciones diplomáticas en febrero y la declaración de guerra en agosto de 1942. Las agrupaciones de exilia­ dos buscaron que las autoridades brasileñas las reconocieran oficialmente ofreciéndose a cooperar con ellas en la lucha contra los nazis, pero con la excepción de un comité de protección de los refugiados austríacos, no lo lograron, de modo que solo pudieron permanecer como grupos informa­ les. En tales circunstancias, la vinculación con correligionarios radicados en otros países resultaba particularmente importante. Así hubo distintas agrupaciones que se desempeñaron como representantes de DAD en Porto Alegre, Rio de Janeiro y São Paulo. Si bien entre los exiliados establecidos en Brasil abundaron los intelectuales, artistas, literatos o gente de teatro, las circunstancias políticas brasileñas no les permitieron llevar adelante un esclarecimiento político libre. Muy distinta fue la política adoptada por Bolivia, analizada por León Bieber, donde el decreto de libre inmigración de 1938 tenía por objeti­ vo atraer a personas que contribuyeran al desarrollo industrial y sobre todo agrícola. Eso permitió el ingreso de miles judíos provenientes sobre todo de Alemania y, en menor medida, de Austria, que se radicaron predominante­ mente en las ciudades, desconociendo la lengua y los códigos culturales del país. El activismo de las diferentes asociaciones se orientó primero a ayu­ dar a los que huían a llegar al país, colaborar con el gobierno para que se

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integrasen económicamente en la república y contrarrestar las tendencias antisemitas de la sociedad receptora. Si bien antes de emigrar, la mayoría de los judíos alemanes y austríacos no era sionista, muchos adoptaron esa posición después de la experiencia de la persecución sufrida y el asesinato de quienes no habían podido escapar. En los primeros años, las dificultades de integración obstaculizaron el compromiso político de los emigrados con relación a la política boliviana, pero a partir de la década de 1950 el ingre­ so de jóvenes judíos y de hijos de los emigrados a la actividad política se incrementó y su presencia se haría visible en importantes cargos públicos. La contribución de Frithjof Trapp revela el papel que tuvo el Freie Deutsche Bühne, el emprendimiento teatral más importante del exilio de ul­ tramar. Su director, Paul W. Jacob había desarrollado una intensa actividad artística y periodística antes de partir para Buenos Aires y la continuó allí. Era un organizador talentoso que había podido preparar su emigración y llevarse los materiales de trabajo necesarios para establecer en Argentina un teatro en lengua alemana. Apostó por un teatro de entretenimiento y un repertorio tradicional para evitar controversias políticas que pudieran pro­ vocar resquemores en el país receptor, consciente de que cualquier ligereza de su parte podía ser aprovechada por los sectores nazis. El emprendimien­ to se encontraba en un campo de tensiones cruzadas. El teatro era un acto político-social de solidaridad práctica, un factor que contribuía a afianzar la identidad y la integración social de los emigrados, y por eso mismo ob­ jeto de interés para los distintos grupos políticos y las asociaciones judías. La misma combinación de motivaciones estuvo en la base de la crea­ ción del programa radial en lengua alemana Die Simme des Tages por Her­ mann P. Gebhardt en Uruguay, como muestra la contribución de Sonja Wegner. En este país, en el que las condiciones políticas permitían mayor libertad de acción a los emigrados, Gebhardt no tenía que temer repre­ salias de las autoridades locales y se acercó a las organizaciones políticas antifascistas tomando partido por los defensores de la “otra” Alemania. El programa de radio contaba con una gran audiencia, a la cual le suministra­ ba informaciones generales, orientación para su vida cotidiana, literatura en su propia lengua, música, entretenimiento, y además un comentario político sobre la actualidad. Cumplía así la función de puente entre lo que había sido el mundo judío-alemán anterior al nazismo y la situación en la nueva patria, y actuaba simultáneamente como un formador de opinión afirmado en la actualidad y con la mira puesta en el futuro. Luego de la guerra, Gebhardt tendería puentes entre el Uruguay y la República Federal

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de Alemania, actuando como corresponsal de diferentes medios y contacto para los representantes alemanes. Igualmente multidimensional fue la actividad del vienés Fritz Kalmar, expuesta en la contribución de Raquel García Borsani. Abogado, co-fun­ dador de la Federación de Austríacos Libres en Bolivia, actor, director teatral, escritor, periodista y cónsul honorario de Austria luego de su ra­ dicación en Uruguay en 1953. Su acción al frente de la organización que presidió entre 1943 y 1948 en Bolivia procuraba ayudar a los exiliados para insertarse en el país sudamericano, al cual sin embargo no se orienta­ ba con vistas al futuro, proponiéndose en cambio luchar por una Austria independiente y democrática a la cual regresar. El instrumento más eficaz de la labor política de Kalmar fue la actividad teatral en lengua alemana que cumplió, entre otras, la función de actualización y profundización de la identidad colectiva de los exiliados. En esas circunstancias desarrolló una visión de Austria y su tradición cultural y artística, idealizada en sus rasgos plurinacionales y multilingües. Luego de la guerra, su acción estuvo marcada por su decepción respecto a la relación de su país con su historia reciente y el tratamiento dado en su patria a los emigrados. Radicado lue­ go en Montevideo como corresponsal de varios medios europeos y como cónsul honorario de Austria en Uruguay, actuaría desde allí como media­ dor entre ambas culturas y en la década del setenta volvería a dar muestras de su compromiso político utilizando su estatus diplomático para ayudar discretamente a perseguidos y presos políticos uruguayos. Tomadas en su conjunto, las distintas contribuciones que integran el volumen no sólo cumplen la función de presentar resultados de investi­ gación y perspectivas de análisis diferentes, sino que, puestas consciente­ mente en relación unas con otras, permiten visualizar la intersección de posiciones y dimensiones que los partidarios de distinciones tajantes sue­ len percibir como claramente deslindadas. Puestos en diálogo entre sí, los aportes nos revelan que las visiones de conjunto, enmarcan los casos indi­ viduales, a la vez que estos tienen el potencial de corregir ciertos elemen­ tos de las generalizaciones; que la constatación de claras diferencias entre las situaciones en los distintos países, no cancela el planteamiento de una problemática compartida; que los análisis sociopolíticos pueden iluminar facetas de una biografía a la vez que el testimonio de los protagonistas pue­ de poner en cuestión categorizaciones académicas; que la acción cultural no es una alternativa contraria al compromiso político, sino que este puede expresarse a través de aquella; que la identificación con una comunidad de

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origen o de destino no implica la ausencia de interacción con diferentes actores del país de residencia; y que la construcción de sentido, entendida como tarea política y cultural simultáneamente, puede tener cristalización en la vida cotidiana de los emigrados y repercusión en la sociedad local. Los casos de Paul W. Jacob, Hermann P. Gebhardt y Fritz Kalmar, quienes mantuvieron contacto entre sí, son particularmente reveladores para comprender el entramado de posicionamientos en que estaban si­ tuados los emigrantes germanohablantes y las dificultades con que debía enfrentarse la tarea de la construcción de sentido. Los tres manifestaron un fuerte compromiso con la comunidad de judíos germanohablantes exi­ lados, lo que no excluía su compromiso político por la otra Alemania/ Austria. Fueron personalidades intelectuales y públicas, algo que en sus vidas no implicaba tomar distancia de la “gente común”, sino que por el contrario emplearon su talento para convocar a estos grupos ofreciéndoles además refugio y orientación política y cultural en circunstancias doloro­ sas, a la vez que ese público constituía la condición de posibilidad de sus emprendimientos artísticos y/o radiales. Ellos supieron combinar la acción cultural con la toma de posición política expresada en términos de una ética de la responsabilidad y afianzada en una ética de la convicción.

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Sandra Carreras

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El compromiso político de los emigrantes alemanes en América Latina. Una visión de conjunto Anne Saint Sauveur-Henn

La investigación sobre la emigración alemana insiste en desestimar la rele­ vancia de América Latina en tanto destino del exilio alemán, a la vez que subraya la importancia de la región como refugio de los nacionalsocialistas tras 1945. Suele pensarse en la Argentina, por ejemplo, como zona de repliegue de los “peces gordos” del nacionalsocialismo, mientras se olvida que entre 1933 y 1945 unas 40.000 víctimas de Hitler hallaron refugio en ese país, cantidad que, en relación proporcional a la población total del mismo, resulta superior a la de las personas acogidas por los Estados Unidos. Para determinar claramente la problemática, definiremos primero los conceptos: • Por “compromiso político” se entiende aquí no solamente la po­ lítica partidaria, sino el compromiso político en su sentido más amplio, por ejemplo a través de los medios de comunicación, las asociaciones, el arte, etc. • Optar por la designación “emigrantes alemanes” implica que los austríacos no serán considerados aquí. “Emigrantes” es un término genérico amplio y corresponde distinguir entre quienes emigraron voluntariamente (Auswanderer), y quienes se vieron forzados a ha­ cerlo (Emigranten).1 • La temática se trata aquí no sólo teniendo en cuenta a los paí­ ses sudamericanos, sino también a México. Me planteo además 1 Nota de traducción: Si bien los términos Auswanderung y Emigration pueden con­ siderarse como sinónimos, su utilización en alemán difiere. Mientras Auswanderung designa la emigración en sentido amplio, Emigration suele utilizarse para designar la emigración no voluntaria y se usa sobre todo en referencia a quienes se vieron obligados a abandonar Alemania para escapar al régimen nazi. En esta traducción se ha optado por mantener la distinción utilizando la palabra “migración” cuando se trata de la emi­ gración en sentido general y “emigración” cuando se trata de la no voluntaria entre 1933 y 1945.

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la cuestión de si el compromiso político está dirigido al país de acogida en América Latina, o al país de origen, o sea, a Alemania. • Presentar una visión “de conjunto” de esta problemática, que ata­ ñe tanto al siglo xix como al xx, implica que la misma ha de ser necesariamente sumaria. En lo concerniente al siglo xx partiremos de la situación en Argentina, el país que más inmigrantes alemanes recibió, para tratar además la particularidades de otros países por contraste. Retrospectiva histórica: fases y tipología de la migración alemana a América Latina Las dos fases de la migración

Debemos distinguir dos fases de la migración alemana a América Latina, nítidamente separadas por el quiebre de 1933. América Latina cobra im­ portancia como destino migratorio, si bien con rasgos y peso diferentes en los distintos países, en dos momentos históricos. El primero de ellos se sitúa en el siglo xix y comienzos del siglo xx; el segundo, a partir de 1933. En el siglo xix, la importancia de América Latina como destino de la migración alemana a ultramar era secundaria. De 1835 a 1914, el 90 % de los migrantes a ultramar se dirigió a los Estados Unidos. El porcentaje correspondiente osciló entre el 80,6 % como mínimo, durante la Primera Guerra Mundial, y el 95,7 % como máximo, entre 1865 y 1869. Hasta la Primera Guerra Mundial, la mayoría de los alemanes que migraron a Amé­ rica Latina, lo hicieron a Brasil y a Chile, particularmente a las colonias agrícolas que en ambos países ocupaban extensos territorios y desde el siglo xix gozaban de muy buena reputación en tanto enclaves alemanes, sobre todo en Rio Grande do Sul y en el sur de Chile. En este período apenas uno de cada 60 migrantes optó por la Argentina como país de destino. Durante la Primera Guerra Mundial se dio un estancamiento transi­ torio de esa corriente migratoria, la cual se restableció después de 1919 con un desplazamiento de las preferencias. Entre 1920 y 1932, el 38,3 % del total de la migración alemana a ultramar se dirigió a América Latina, mientras la migración a los Estados Unidos se redujo a un 60,3 %. La tasa migratoria a Brasil fue del 10,2 %, y a Argentina del 8,6 %. La migración a Chile se redujo porcentualmente, en tanto que el flujo migratorio a la Argentina se incrementó después de 1914. En 1923 y 1924, los años de

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mayor flujo, se registraron más de 13.000 ingresos a ese país, coincidiendo con la gran crisis económica en Alemania. En esos años, uno de cada diez migrantes alemanes a ultramar se dirigió a la Argentina.2 Después de 1933 la situación se modificó radicalmente con la llegada al poder del nacionalsocialismo. Los países europeos, en especial Francia, cerraron cada vez más sus puertas a los emigrantes germanoparlantes que huían de los territorios dominados por Hitler, al tiempo que otros Es­ tados, como España y Portugal, debido la situación política interna que atravesaban, se prestaban más como países de tránsito que de asilo. En este contexto, la emigración a América Latina no dejaría de incrementarse. Se estima que en junio de 1935 esta constituía el 3,7 % de la emigración en su conjunto; en marzo de 1936 había aumentado al 11,3 % y en diciembre de 1937 llegaba ya al 13,4 %, a lo cual hay que agregar que la mayor parte de los emigrantes arribó efectivamente a América Latina en 1938.3 Puede estimarse que el 16 % del total de los emigrados germanoparlantes entre 1933 y 1945 halló refugio en América Latina. Denostada con frecuencia en tanto refugio de los nacionalsocialistas que buscaron allí “protección” después de 1945, a Argentina le cupo el papel protagónico en América Latina en tanto destino para los refugiados del Tercer Reich. Si bien las estimaciones sobre la cantidad de refugiados germanoparlantes acogidos por la Argentina en el período 1933-1945 os­ cilan entre 30.000 y 45.000 personas, no queda duda de que fue el país de América Latina que acogió la mayor cantidad de estos emigrantes: por lo menos el doble que Brasil, que recibió entre 16.000 y 25.000 personas, y casi el cuádruple que Chile, que recibió 12.000.4 Uruguay y Bolivia acogie­ ron unas 6.000 personas cada uno, mientras los demás países de América Latina, incluso México, desempeñaron un papel menor desde el punto de vista estadístico. Si se considera que la ciudad de París, metrópolis del exi­ lio, acogió en forma permanente a unos 10.000 refugiados judío-alemanes (Franke 2000: 97), entonces destaca más aún la relevancia de la ciudad de 2 Calculado por la autora a partir de las estadísticas del Imperio Alemán. Véase además: Kellenbenz/Schneider (1976: 400). 3 Porcentajes calculados por la autora a partir de los datos proporcionados por Rosen­ stock (1956: 379-381) y Simpson (1939: 563). Respecto de las cifras absolutas cfr. Saint Sauveur-Henn (1995: 247-260). 4 Véanse entre otros las estimaciones para 1943 contenidas en Asociación Filantrópica Israelita (1943: 114), así como las del American Jewish Joint Distribution Committee para 1941, en: Mitteilungsblatt des Hilfsvereins deutschsprechender Juden 8, 91, octubre de 1941, p. 12 s.

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Buenos Aires, también metrópolis del exilio, por cuanto allí tan solo en el año 1938 hallaron refugio más de 10.000 emigrantes germanoparlantes. Finalmente, todas las estimaciones en su conjunto llevan a concluir que más del 90 % de los emigrantes halló refugio en los países de la cuenca del Plata. A la emigración judía debe sumársele la emigración por causas políti­ cas, más difícil de medir. Generalmente se estima que esta constituyó entre el 8 y el 10 % de la emigración en su conjunto, con un porcentaje superior en México, debido a la liberalidad del gobierno de aquel país. Puede decir­ se que la emigración alemana a América Latina entre 1933 y 1945 abarcó muy probablemente entre 80.000 y 100.000 personas en total. Los distintos motivos de la migración a América Latina

En el siglo xix, sólo una minoría migró por motivos políticos, primero en 1848 y luego en el decenio de 1870 a raíz de la sanción de las leyes anti­ socialistas de Bismarck. Más decisivos fueron los factores económicos y sociales, los cuales se agudizaron mucho durante la República de Weimar. La Constitución de 1919 estableció por vez primera oficialmente el dere­ cho irrestricto a emigrar, y tras la Primera Guerra Mundial la migración se incrementó a causa del gran desempleo. A partir de 1933 las políticas de migración asumieron otro carácter. En una primera fase, la Alemania nacionalsocialista fomentó la emigración, a fin de “limpiar de judíos” el país. En los hechos, las condiciones impues­ tas la hicieron cada vez más difícil, particularmente después de la “Noche de los Cristales Rotos” en noviembre de 1938, dado que desde entonces los judíos alemanes estuvieron autorizados a llevar consigo solamente diez marcos al salir a un país vecino y 20 a uno más lejano. Además estaban obligados a pagar un impuesto para obtener la autorización para emigrar. Una vez comenzada la guerra, la emigración se hizo casi imposible; fue prohibida en 1941, año en que se decidió la “solución final”. En el siglo xix varios países de América Latina estaban interesados en la inmigración europea, y el aporte alemán era muy apreciado especial­ mente. La legislación era muy generosa, se ofrecían ventajas, se facilitó el ingreso y se hizo propaganda en Alemania. Se pueden distinguir diferentes categorías de motivaciones para la migración en el siglo xix y comienzos del siglo xx hasta 1933. Para algunos se trató de motivos puramente per­ sonales, un tipo de motivos que en el siglo xx ya no eran tan importantes

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como en el xix: el deseo de aventuras, la voluntad de conocer otro país. Para otros, la decisión tuvo que ver con la situación política en Alemania. Ello vale particularmente para aquellos que en el siglo xix huyeron de las leyes antisocialistas impulsadas por el canciller Bismarck. Hacia 1880 se fueron a la Argentina algunos socialistas como por ejemplo Karl Mücke, quien había huido primero a Suiza, donde trabajó en el periódico Der Sozialdemokrat de Zurich, antes de dirigirse a Buenos Aires. A comienzos del siglo xx el descontento con la situación política tras la Primera Guerra Mundial llevó a muchos a migrar a América Latina, como deja constancia el testimonio5 de dos mujeres, nacida una de ellas en 1911 y la otra en 1928: Mi padre no quería participar en otra guerra más y se fue de Alemania en 1920. Mis padres se fueron ambos de Alemania en 1920, independientemente uno del otro, por la situación en la posguerra.

Los motivos más importantes eran de naturaleza económica y tenían que ver con la situación de Alemania. En 1923 y 1924 la inflación cobró di­ mensiones catastróficas en el país, peores incluso que durante la crisis mundial de 1929. Hubo quienes emigraron solos y siendo muy jóvenes. Veamos algunos testimonios: No tenía trabajo y mis padres habían fallecido. Me fui de Alemania en 1923, a los 18 años. Me fui de Alemania por motivos económicos, sin nadie, en 1921, a los 21 años.

Otros migraron con sus familiares, ya todos juntos, ya en forma sucesiva, como lo relatan dos mujeres, nacidas una en 1897 y la otra en 1889: Mi marido era pintor, tenía aprendices a su cargo. Se quedó sin trabajo y no teníamos qué comer, así que en 1924 nos fuimos a la Argentina.

5 Salvo especificación en contrario, todos los testimonios provienen de un cuestionario confeccionado por la autora en el marco de su tesis de doctorado y distribuido en las instituciones alemanas y judío-alemanas de Buenos Aires en 1978. Las respuestas fue­ ron anónimas y los resultados pueden leerse en detalle en Saint Sauveur-Henn (1995: 204-237 y 289-320).

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Por la inflación mi marido migró a la Argentina en 1922. Yo me le reuní en 1923, y en 1927 nos trajimos a nuestro hijo de seis años.

En todos los casos prevalece, sin embargo, cierto grado de libertad al deci­ dirse por la migración. Después de 1933 se trata básicamente de otra categoría de motivos. Una minoría, políticamente comprometida, integrada por escritores, artis­ tas, periodistas, sindicalistas y políticos, emprendió la emigración tempra­ namente, dado que su actividad los había colocado en situación de riesgo y debieron huir de la represión. En este contexto destaca la gran excepción que representó México, país que hasta fecha más tardía acogió a numero­ sos emigrantes comunistas conocidos gracias, entre otras cosas, al auxilio prestado por el cónsul mexicano en Marsella. La mayoría de los judíos apolíticos emprendió la emigración más tarde, como consecuencia de una “política racial” que los obligó a abandonar pre­ cipitadamente el país para salvar su vida. Sobre sus motivos para emigrar presentamos a continuación apenas algunos testimonios seleccionados: Emigré por el racismo, a los 18 años, en mayo de 1939. Dejé Stuttgart por la Argentina debido a los nazis. Mis padres tuvieron que emigrar cuando yo era muy joven, obligados por Hitler. Pero qué pregunta, ¡somos judíos!

Esta expresión pone de manifiesto la necesidad perentoria de emigrar, una característica específica del exilio de la gente común, y no solo de la que emigró a América Latina. También en lo que hace a la elección de América Latina pueden seña­ larse dos fases. Hasta 1933 se puede hablar realmente de una elección; lue­ go de esa fecha, ya no. Muchos migrantes mencionan ventajas políticas y económicas. Argentina, por ejemplo, se mostraba como un país de futuro: Mi padre encontró en Argentina la oportunidad de trabajar y de progresar.

En todos los casos se trató de una elección propia en la cual había influido mucho la propaganda, por ejemplo a través de agentes:

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Después de la guerra había asociaciones de emigrantes que hacían propaganda para Argentina y Paraguay, presentados como países de futuro.

En 1919 el periódico Argentinisches Tageblatt publicó un artículo según el cual a lo largo y ancho de Alemania se pregonaba: “Vámonos a Argentina”.6 La propaganda desempeñó una función fundamental en la coloniza­ ción, tanto en el siglo xix como en el xx, como ilustran los ejemplos de Chile o Brasil. También en Argentina, Aaron Castellanos, el fundador de la primera colonia, se apoyó ya en 1855 en la labor de agentes que pro­ pagaban una imagen paradisíaca de Argentina para reclutar colonos en Alemania y en Suiza (Winiger 1917: I, 341). Por el contrario, quien emigró tras 1933 con frecuencia no eligió vo­ luntariamente trasladarse a América Latina, sino que su destino fue una decisión del azar. Los menos que emigraron tempranamente, eligieron América Latina por las posibilidades de trabajo (“Elegí la Argentina en 1936 porque aparentemente era el país que más oportunidades me brinda­ ba”). Pero la enorme mayoría subrayó que Argentina fue simplemente su única posibilidad: “Fue uno de los pocos países que permitía el ingreso”; “Huí a la Argentina en mayo de 1937 porque me dieron una visa”. Muchos debieron recurrir a un atlas para ver dónde quedaba el país para el que habían obtenido una visa. Así resumió esa situación James Friedmann: “Desem­ barcaban como náufragos en el puerto de Buenos Aires” (1963: I, 66). Muchos habían sido expulsados dos veces: habían encontrado un primer refugio en Europa pero después de 1939 también tuvieron que abandonar el continente (Saint Sauveur-Henn 1998). Hasta 1933 el migrante alemán abandonaba su patria con decepción para ir a un país nuevo de América del Sur del que esperaba mucho. Cierta desilusión y paralelamente una idealización del país natal influirían respec­ tivamente en sus vínculos políticos con América Latina y con Alemania. El emigrante judío a partir de 1933 había sido excluido de Alemania y para sobrevivir debía renunciar a su patria. El desgarramiento de su identi­ dad como judío alemán influiría negativamente en su vínculo político con Alemania y con América Latina. Por su parte, el exiliado obligado a huir debido a su compromiso político, concebiría a América Latina como un refugio provisorio y viviría con la mirada puesta en Alemania. 6 “Die kommende Einwanderung”, en: Argentinisches Tageblatt XXIX, 27 de mayo de 1919, p. 2.

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Las formas del compromiso político en el siglo xix y en el xx

A continuación volvemos a distinguir dos fases, antes y después de 1933, para preguntarnos cuáles fueron las formas que asumió el compromiso político en esas circunstancias. Partiremos de ejemplos representativos, fundamentalmente de Argentina, el mayor país de inmigración, para esta­ blecer una tipología que no aspira a ser exhaustiva. El compromiso político antes de 1933

En el compromiso político hasta 1933 pueden distinguirse dos formas: el compromiso frente a Alemania y el compromiso frente al país de acogida. Debe consignarse que el compromiso político toma por lo general la forma de un compromiso con el país de origen, y solo rara vez con América Lati­ na. Nos detendremos en tres aspectos: el apoyo a la patria de origen, el in­ tento de influir en la opinión pública y el compromiso en América Latina. El apoyo concreto a la patria

El acontecer político en Alemania ejerció por supuesto una influencia deci­ siva en el compromiso político de los emigrantes alemanes e incidió en su comportamiento, como lo demuestra el ejemplo de Argentina. Ya con anterioridad a la fundación del Imperio Alemán, la vida po­ lítica en Alemania incidía en el compromiso político de los alemanes en el exterior. Durante la Guerra de las Siete Semanas entre Austria y Prusia (1866), las simpatías estaban divididas, lo cual condujo a acaloradas dis­ cusiones y disputas en las asociaciones y en la prensa (Winiger 1917: II, 227) y dificultó la vida comunitaria. Resulta interesante que ya entonces se manifestó un elemento que se observaría también en el siglo xx, a saber: el vínculo con la nación se reforzaba a través de una acción concreta: una colecta para las víctimas. En efecto, en el Deutsche Zeitung del 31 de julio de 1868 se publicó una exhortación a apoyar a las víctimas del conflicto, donde se subrayaba que “la nación sangra también por nosotros” y que los alemanes afincados lejos de su tierra natal debían mostrarse también como “dignos hijos de la gran patria” (citado según Winiger 1917: II, 233-234). Ese compromiso concreto se reforzó durante las guerras y en las situa­ ciones de crisis. En 1870 los alemanes residentes en Argentina volvieron a fundar un comité para recaudar fondos con el fin de auxiliar a heri­

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dos, viudas y huérfanos. Al igual que más tarde durante la Primera Guerra Mundial, en este período se dio un renacimiento del espíritu y los valores alemanes, a la vez que la comunidad alemana se unificó. Ernst Bachmann, autor del anuario de la colonia alemana, se refirió en 1884 retrospecti­ vamente a “una unión fraterna” y “una sola familia” (Bachmann 1884: 5, 8). Durante la Primera Guerra Mundial un centenar de representantes de treinta organizaciones se reunieron el 7 de agosto de 1917 en el Club Alemán y acordaron fundar un comité para recolectar fondos en toda la Argentina a fin de auxiliar a aquellos alemanes perjudicados por la guerra, proporcionándoles vivienda, trabajo o ropa. El compromiso concreto se manifestó también en la fundación de aso­ ciaciones que asumieron carácter político en el sentido amplio de la pala­ bra, como las tres asociaciones que se fundaron durante la Primera Guerra Mundial. La Deutsche Wohltätigkeitsgesellschaft (DWG, Sociedad Alemana de Beneficencia) se especializó durante la guerra en atender problemas de vivienda y de empleo; la Deutsche Handelskammer (Cámara de Comercio Alemana), fundada en 1916 y que en 1918 contaba con 120 miembros, asesoraba a las empresas alemanas y luchaba contra las consecuencias eco­ nómicas del conflicto; y el Deutscher Volksbund für Argentinien (DVA),7 fundado el 2 de julio de 1916 entre otros por los directores de ambos periódicos alemanes, Theodor Alemann y Emil Tjarks, con el objetivo de reunir a todas las asociaciones que consideraran “sagrada la patria alemana, y valiosas la lengua alemana y las costumbres alemanas”, se proponía lograr una unión mayor y constituir un pilar contra “el romanismo” en su torno, a fin de “resaltar mejor y preservar el carácter propio”.8 Como decía clara­ mente un folleto del Volksbund: “Recuerda que eres alemán”.9 Por lo tanto, esta época se caracteriza por ese nuevo espíritu, empeñado en preservar el contacto con las fuentes de la patria, en contrapunto con las tendencias de asimilación y de compromiso político en América Latina.

7 En sus propias publicaciones en español esta organización utilizaba el nombre de Unión Germánica en la Argentina. Se conocen también otras traducciones como Liga del Pueblo Alemán para Argentina y Confederación Popular Alemana para la Argenti­ na (N. de T.). 8 “Aufgaben des Volksbunds”, en: Argentinisches Tageblatt XXVIII, 30 de mayo de 1916, p. 3. 9 “Der Volksbund für Argentinien, seine Aufgaben, seine Gestaltung”, en: Argentinisches Tageblatt XXVIII, 17 de junio de 1916, p. 5.

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Este compromiso político unificado reaparece en 1923 en oportuni­ dad de la ocupación del Ruhr. Todos los alemanes, incluso los política­ mente enfrentados, se unieron en torno a la patria amenazada. El 25 de enero de 1923 un comité integrado por veinticinco miembros, entre ellos los directores de ambos periódicos alemanes, representantes del Volksbund y de las asociaciones alemanas, publicó una “Convocatoria a los alemanes de Argentina, a los amigos del pueblo alemán” para que apoyaran a los que luchaban en el Ruhr contra “un inaudito acto de violencia, consecuencia de la codicia francesa”. Incluso el Vorwärts y la Deutsch-republikanische Vereinigung für die La Plata Staaten (Asociación Alemano-republicana para los Estados del Plata) apoyaron el movimiento. En el periódico Argentinisches Tageblatt se publicó un telegrama anunciando una campaña de donaciones para el Ruhr con la participación de “la comunidad alemana unida, sin diferencias”.10 Sin embargo, la unidad no caracterizó en absoluto la actitud de los alemanes en Argentina durante la República de Weimar. En contradicción con ese sentimiento de pertenecer a la misma patria, los alemanes en Ar­ gentina se combatieron mutuamente, según condenaran o apoyaran a la república. Muchos observadores subrayaron este “antagonismo notorio”, como lo llamó Theodor Alemann.11 Los disturbios en Alemania tendieron a “separar lo que se había unido con tanto trabajo” y llevaron a fuertes ten­ siones en la prensa y las asociaciones. La mayoría de los alemanes residentes en Argentina estaba en contra de la república. Una minoría de republica­ nos, congregados en torno al periódico Argentinisches Tageblatt, apoyaba al nuevo régimen, como también dos asociaciones: el Vorwärts, fundado en 1882, y la Deutsch-republikanische Vereinigung für die La Plata Staaten, fundada el 25 de noviembre de 1921. El compromiso político constituía un factor de escisión. El intento de influir en la opinión pública

El compromiso político no quedó circunscripto a la comunidad alema­ na, sino que hubo intentos de incidir en la opinión pública en América Latina a través de la prensa. En 1870 se intentó, por ejemplo, combatir 10 “Die Ruhrspende”, en: Argentinisches Tageblatt XXXV, 25 de enero de 1923, p. 3. 11 Alemann, Theodor: “Auslandsdeutsche Einheitsfront und Republik”, en: Argentinisches Tageblatt XXXV, 10 de marzo de 1923, p. 2.

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con propaganda la actitud pro-francesa mantenida por parte de la opinión pública pese a la neutralidad adoptada por el gobierno argentino. Para ello se redactó un suplemento en lengua española del periódico Deutsche Presse, Prensa libre, el cual se fusionó con el Deutsche Zeitung en octubre de 1870.12 Argentina se mantuvo neutral hasta el final de la Primera Guerra Mun­ dial, al igual que la mayoría de los países de América Latina. Sin embargo, grandes periódicos argentinos como La Prensa y La Nación se alinearon claramente con los Aliados, por lo cual incluso un periódico liberal como el Argentinisches Tageblatt se sintió llamado a combatir la propaganda an­ ti-alemana y las “acciones hostiles en contra de los alemanes en Argenti­ na”,13 las cuales incluían “listas negras” de empresas alemanas a ser boi­ coteadas. A fin de combatir la propaganda anti-alemana, el director del periódico Deutsche La Plata Zeitung fundó en noviembre de 1914 un pe­ riódico en lengua española que se llamó La Unión. El compromiso directo en América Latina

Si bien la mayoría de los alemanes en América Latina no se comprome­ tieron políticamente en el país de acogida e intentaron profundizar los vínculos con Alemania, hubo una excepción muy notoria: el Vorwärts, un pequeño grupo que adoptó una actitud diferente tanto con respecto a Ale­ mania como a Argentina con activo compromiso en el país de acogida. Los fundadores se habían visto obligados a abandonar Alemania de­ bido a las “leyes (anti) socialistas” de Bismarck. En efecto, Karl Mücke, por ejemplo, se refugió primero en Suiza y llegó en 1880 a la Argentina. Conjuntamente con otros socialdemócratas fundó el 1° de enero de 1882 la asociación Vorwärts, y el 2 de octubre de 1886 el periódico del mismo nombre. Mientras la mayoría de los alemanes en Argentina apoyaban al canciller Bismarck y al Emperador,14 y celebraban regularmente los cum­ pleaños del este, así como los aniversarios de la fundación del Imperio 12 Urwand, Matteo: “Die Freie Presse und die deutsche Zeitung vor 100 Jahren”, en: Freie Presse, 1 de octubre de 1970, p. 119. 13 “Anfeindungen von Deutschen in Argentinien”, en: Argentinisches Tageblatt XXVI, 12 de noviembre de 1914, p. 2; “Wo bleiben wir und was fangen wir an?”, en: Argentinisches Tageblatt XXVII, 6 de marzo de 1915, p. 3. 14 “Schreiben Seiner Durchlaucht des Fürsten Bismarck an die Redaktion der Deutschen La Plata Zeitung”, en: Deutsche La Plata Zeitung XXVII, 30 de junio de 1895, p. 1.

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Alemán, el Vorwärts se caracterizó por su aguda crítica a la política de Bismarck, a la que llamaba “bismarckitis”. En sus páginas presentaba a Bismarck como el “divisor de Alemania” y “sembrador de la semilla de la discordia”. El periódico criticaba vehementemente las líneas de política interior y exterior, por ejemplo las medidas contra los socialistas que se mantenían después de la derogación de las leyes antisocialistas, y la política colonial, descrita como “un monstruo que exige mucho dinero y muchos sacrificios humanos sin rendir provecho alguno”.15 Pero lo más distintivo fue su compromiso con Argentina, en el cual puede apreciarse un desplazamiento progresivo. También se criticaba con mucha dureza la política argentina, tanto la situación económica de los trabajadores en algunas fábricas, como la “estrechez de miras” del militaris­ mo. Si bien en sus comienzos el Vorwärts había sido ante todo un sustituto del movimiento en Alemania y su primer objetivo había sido apoyar a la socialdemocracia en Alemania, su actividad se fue desplazando más y más hacia la propia Argentina –por ejemplo con la fundación de la primera cooperativa de consumo y la participación en la fundación del Partido So­ cialista y en la introducción del 1° de mayo– considerando absolutamente necesario que los extranjeros participasen activamente en la vida política: “La participación de los extranjeros en la vida política sería una verdadera revolución”, se lee en el Vorwärts del 30 de septiembre de 1893.16 Para facilitar ese compromiso político, el Vorwärts se pronunció a favor de la naturalización, lo cual implicaba claramente una transferencia cultural y política de efectos duraderos (Saint Sauveur-Henn 1997). El compromiso político después de 1933: la escisión ante el advenimiento del nacionalsocialismo

El año 1933 marcó el punto de quiebre decisivo en el compromiso político de los alemanes en América Latina. Entre 1933 y 1945 hay que distinguir entre partidarios y opositores del nacionalsocialismo. El compromiso de estos últimos asumió diversas formas.

15 Vorwärts VIII, 377, 14 de abril de 1894, p. 3. 16 Vorwärts VII, 356, 30 de septiembre de 1893, p. 2.

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El movimiento nacionalsocialista

En las comunidades alemanas de casi todos los países de América Latina predominaron los partidarios del movimiento nacionalsocialista. Entre los distintos casos pueden identificarse ciertos rasgos comunes. Por presión de la embajada alemana se llevó a cabo la alineación (Gleichschaltung) de la gran mayoría de los colegios alemanes, se crearon organizaciones nacio­ nalsocialistas siguiendo el modelo alemán, como el Deutsche Arbeitsfront (Frente Alemán del Trabajo) y la Hitlerjugend (Juventudes Hitlerianas), y se establecieron unidades del Partido Nacionalsocialista. Por lo gene­ ral se trabaron contactos con círculos latinoamericanos de derechas, que mostraban tendencias antisemitas, lo cual se manifestó en cambios en la legislación y también a través de la prensa, que con frecuencia apoyó al movimiento desde el primer momento. Los defensores del movimiento nacionalsocialista, que eran la gran mayoría de los alemanes en Argentina, estaban congregados desde antes de 1933 en torno al periódico Deutsche La Plata Zeitung, el cual por me­ dio de un anunció convocó a la fundación del Landesgruppe Argentinien del partido, la que se concretó oficialmente en abril de 1931. El partido contaba con su órgano de prensa propio, Der Trommler. El apoyo del Deutsche La Plata Zeitung al nacionalsocialismo fue evidente desde el comienzo como demuestran las ediciones inmediatamente posteriores al 30 de enero, en las cuales se elogiaba constantemente al canciller del Reich Adolf Hit­ ler.17 En febrero de 1933 el diario condenó el incendio del Reichstag como “crimen absurdo y terrible”, llevado a cabo por un partido político que du­ rante demasiado tiempo había podido propagar “la criminal doctrina del comunismo, enemiga del Estado y la sociedad” difundiendo un “veneno”, una verdadera “peste” dirigida a “destruir” al pueblo alemán, la cultura y la economía del país.18 El diario opinaba que ahora finalmente “el enemigo interno había sido destruido”,19 y apoyaba los esfuerzos de la embajada alemana contra las “informaciones difamatorias y mentirosas”.20 17 “Der Tag des Führers: eine wahre Friedensbotschaft”, en: La Plata Post (edición se­ manal del diario Deutsche La Plata Zeitung) LVI, 2862 , 3 de mayo de 1939, p. 14; “Reichskanzler Adolf Hitler”, en: La Plata Post XXXXIX, 2541, 10 de marzo de 1933, p. 17. 18 La Plata Post L, 2540, 3 de marzo de 1933, p. 24. 19 La Plata Post L, 2543, 24 de marzo de 1933, p. 13. 20 La Plata Post L, 2541, 10 de marzo de 1933, p. 11.

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El movimiento nacionalsocialista se desarrolló en los distintos países según las diversas circunstancias. Por temor a la “tercera columna”, algunos países reaccionaron imponiéndole limitaciones. En Argentina eso ocurrió por ejemplo en 1941, cuando el Parlamento creó la Comisión investigadora de actividades anti-argentinas, con la colaboración de opositores a Hitler integrantes del movimiento Das Andere Deutschland (La Otra Alemania), y ello a pesar de que Argentina declararía la guerra a Alemania recién en marzo de 1945. Solo después de esta última fecha se clausuraron las asocia­ ciones y se confiscaron sus bienes. En Brasil, la reacción se produjo mucho antes. Allí se prohibió temporalmente el uso en público de la lengua ale­ mana y se restringieron las posibilidades de publicación. Sería sin embargo incorrecto equiparar el compromiso de los emigran­ tes alemanes con el apoyo al régimen nacionalsocialista. ¿Cómo se com­ portaron políticamente los numerosos emigrantes judíos? La posición de los emigrantes judíos

Para los judíos alemanes las relaciones con respecto a Alemania habían tomado formas ambivalentes a diferencia de los exiliados políticos, quienes no habían sido perseguidos en tanto alemanes sino en tanto políticos y en consecuencia “seguían amando” a su país de origen. En ese sentido, la revista de exiliados Volksblatt, editada en Buenos Aires, subrayaba que los emigrantes que se identificaban como Freie Deutsche (Alemanes Libres, grupo sobre el que volveremos más adelante), habían hallado una segunda patria en Argentina pero sentían orgullo por la Alemania previa a 1933 y la seguirían amando a pesar de que los nazis habían pisoteado y destruido el otrora floreciente país.21 Entre los emigrantes judíos, el carácter dual de su identidad como judíos y como alemanes dio lugar a reacciones diversas con respecto a la “alemanidad” (Deutschtum) en el exilio latinoamericano. Hasta 1933 la mayoría de ellos no había vivido como un problema la relación entre am­ bos elementos, y en ese dualismo preponderaba el elemento alemán. Ahora se sentían rechazados en tanto alemanes y en tanto judíos. Muchos de ellos ya no podían sentir sino odio y creían que debían suprimir de sí todo atri­ buto alemán: la lengua, la memoria, la cultura (Lebermann 1943: 338). Algunos se negaban a ser portadores de una cultura que se había converti­ 21 “Wir und Argentinien”, en: Volksblatt I, 3, enero de 1942, p. 5.

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do en “lo contrario a la cultura”;22 otros llegaron a negarse a hablar en ale­ mán y conversaban en francés estando en Argentina, como nos explicaron algunos emigrantes que habían hallado primero refugio en Francia y que luego huyeron a Argentina.23 Hubo otros emigrantes judíos que, por el contrario, se mantuvieron fieles a la cultura alemana. Rechazaban el odio y se sentían vinculados a un pasado cultural que no podía ser desechado, como expresó Stefan Zweig en un discurso pronunciado en Buenos Aires en octubre de 1936.24 Un emigrante declaró al periódico Argentinisches Tageblatt que no se debía “ti­ rar al niño con el agua sucia” y que había que conservar el pasado del que formaran parte Lessing, Nietzsche y Mann.25 Declaraba que, aunque uno quisiese, no podía renunciar a un cierto carácter alemán ni odiar la lengua alemana.26 Ese apego a la cultura generó en muchos emigrantes judíos un profundo dolor, un conflicto interior que marcó su especificidad. Por otro lado, la relación de los emigrantes judíos con Alemania en tanto entidad política fue en general mucho menos compleja. Algunos opinaban que la ruptura con Alemania era total e irremediable, y que se habían cortado definitivamente todos los vínculos con ese país y sus ha­ bitantes (Lachmann 1943: 408). Se trataba de un rechazo definitivo que incluía el rechazo a comprometerse políticamente en la lucha contra la Alemania nacionalsocialista. De ese modo, la enorme mayoría de los emigrantes permaneció ajena a toda forma de compromiso político, ya fuese porque antes de emigrar habían pertenecido mayoritariamente a la burguesía más bien apolítica, ya fuese por sus sentimientos contrarios a todo lo que les recordase el pasado alemán y por su voluntad de pasar desapercibidos en el país de acogida y adoptar una nueva identidad (Bankier 1989; von zur Mühlen 1989). Esas diferencias con respecto a la relación con Alemania creó tensiones entre los exiliados políticos y los emigrantes judíos. Las organizaciones del 22 “Weg von allem, was deutsch ist”, en: Argentinisches Wochenblatt LIX, 3179, 6 de febre­ ro de 1937, p. 23. 23 Entrevista de la autora con Franz y Uli Blum. Buenos Aires, 30 de septiembre de 1990. 24 Zweig, Stefan: “Eine unveröffentlichte Ansprache”, en: Mitteilungsblatt des Hilfsvereins deutschsprechender Juden III, 32, octubre de 1936, p. 15. 25 “Das Kind mit dem Bade ausschütten”, en: Argentinisches Wochenblatt LIX, 3179, 6 de febrero de 1937, p. 23. 26 Zweig, Hans: “Warum deutsche Bücher?”, en: Mitteilungsblatt des Hilfsvereins deutschsprechender Juden III, 28, junio de 1936, p. 14; “Deutsche Sprache”, en: Mitteilungsblatt des Hilfsvereins deutschsprechender Juden V, 51, mayo de 1938, p. 10.

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exilio, particularmente Das Andere Deutschland, criticaron duramente que los emigrantes judíos se negaran a comprometerse políticamente, se mos­ traron decepcionadas de que estos últimos se orientasen hacia la religión y las costumbres judías, y condenaron el rechazo generalizado al futuro de Alemania.27 Nadie podía odiar a la dictadura nacionalsocialista más que ellos –escribían los responsables de Das Andere Deutschland– y, sin embar­ go, seguían amando a Alemania.28 Los exiliados buscaron una explicación política del nacionalsocialismo. Das Andere Deutschland opinaba que Hitler no era un fenómeno sorpren­ dente o inesperado29 y luchaba contra el capitalismo en tanto “raíz econó­ mica del fascismo”.30 A diferencia de los emigrados judíos, los exiliados políticos elaboraron propuestas políticas para la Alemania del futuro. Para Das Andere Deutschland no era suficiente condenar a los responsables prin­ cipales, entre ellos a los círculos económicos, militares, administrativos, jurídicos e intelectuales que habían apoyado al régimen, sino que las raíces mismas del sistema debían ser extirpadas en el marco de una unión socia­ lista, homogénea y pacifista.31 Esta oposición entre apoliticismo y compromiso político parece haber­ se dado en la mayoría de los países latinoamericanos con la excepción de México, donde los comunistas intentaron ganar a los judíos para la lucha antifascista. En Argentina, ese intento se llevó a cabo en el marco del club Vorwärts, fundado en 1882 y convertido desde 1933 en punto de encuen­ tro de emigrantes de distintas tendencias.32 Sin embargo, se trató en ambos países de magnitudes muy diferentes, puesto que en México hallaron refu­ gio tan solo unos 1.000 judíos alemanes.

27 Sulbzerger, Lothar: “Die deutschen Juden und der antifaschistische Kampf ”, en: Das Andere Deutschland VIII, 91, febrero de 1945, p. 25. 28 En Freies Deutschland se lee con frecuencia que no debe equipararse el pueblo alemán con el régimen hitleriano. Véase por ejemplo: Freies Deutschland I, 12, octubre de 1942, p. 2. 29 Jahn, Hans: “Zehn Jahre Hitler”, en: Das Andere Deutschland VI, 58, enero de 1943, p. 5. 30 “Was ist und will Das Andere Deutschland?”. Volante incluido en edición especial de 1943. Das Andere Deutschland X, 147/8, 1 de agosto de 1947, p. 14. Véase tam­ bién: Siemsen, August: “Zehn Jahre politischer Kampf ”, en: Das Andere Deutschland X, 147/8, 1 de agosto de 1947, pp. 2 y 4. 31 “Das gilt heute noch”, en: Das Andere Deutschland X, 147/8, 1 de agosto de 1947, p. 12. 32 Entrevista de la autora con Rudolf “Rudy” Levy, integrante del movimiento Das Andere Deutschland. Buenos Aires, 9 de marzo de 1978.

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Puede afirmarse que la mayoría de los emigrantes judíos descartó re­ gresar a Alemania. Por ejemplo, el Jüdische Wochenschau de Buenos Aires afirmaba ya en 1941 que los emigrantes judíos alemanes no tenían nada más que ver con Alemania, y que la separación entre Alemania y los judíos era definitiva.33 Esa ruptura con Alemania los diferenciaba de los exiliados políticos. Estos últimos concebían su permanencia en el exilio como un fenómeno provisorio, a fin de regresar lo antes posible a su país, siguiendo una necesidad íntima de volver. Vivían con la mirada puesta en Alemania y organizaron la oposición política. La oposición política contra el nacionalsocialismo

En América Latina surgieron dos organizaciones del exilio, que con el tiempo habrían de rivalizar entre sí. La una tenía su base en Argentina, y la otra en México, pero ambas lograron contar con representaciones en otros países latinoamericanos. Das Andere Deutschland (La Otra Alemania)

La primera organización política del exilio se creó en Buenos Aires el 7 de junio de 1937. El movimiento Das Andere Deutschland (DAD, La Otra Alemania) fue fundado por el Dr. August Siemsen junto con otros diez emigrantes, entre quienes había socialistas y algunos comunistas, como por ejemplo Heinrich Bertzky. Siemsen había sido diputado en el Reichstag por el Partido Socialdemócrata (Sozialdemokratische Partei Deutschlands, SPD) y miembro del Partido Socialista Obrero de Alemania (Sozialistische Arbeiter-Partei Deutschlands, SAPD). Habiéndose constituido primero como una organización de ayuda, la “agrupación de opositores políticos al nacionalsocialismo” DAD se propuso cuatro objetivos: 1) ayudar a los emigrantes políticos; 2) congregar a todos los antifascistas que hubiese en Argentina, y más adelante en toda América del Sur; 3) desenmascarar y combatir la propaganda y la actividad de los nazis; 4) revelar a la opinión pública el peligro nazi.34 Para estos fines, el movimiento, que reunía en 33 “Der große Unterschied”, en: Jüdische Wochenschau III, 128, 2 de octubre de 1942, p. 3; “Antwort an ‘Das Andere Deutschland’”, en: Jüdische Wochenschau III, 137, 11 de diciembre de 1942, p. 2. 34 “DAD und die antifaschistische deutsche Bewegung in Südamerika”, en: Das Andere Deutschland 6, 58, enero de 1943, p. 17

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Buenos Aires unos 60 miembros activos y unos 200 emigrantes intere­ sados, fundó una publicación periódica homónima, cuyo tiraje se estima entre los 2.000 y los 5.000 ejemplares, la cual se distribuyó en casi todos los países sudamericanos.35 La revista incluía artículos de fondo e informes sobre la Alemania hitleriana y sobre las actividades antifascistas en América Latina en su parte general; una página austríaca, dirigida por Ernst Laken­ bacher, trataba ante todo los problemas de Austria; la sección “Heute und Morgen” (“Hoy y mañana”), a cargo de Pieter Siemsen, estaba destinada sobre todo a los jóvenes emigrados.36 A fin de aumentar su ámbito de influencia, se agregó un suple­mento en español, La Otra Alemania, publicado para informar a los círculos latino­ americanos sobre la existencia, los objetivos y las acciones del movimiento, denunciar públicamente las actividades nacionalsocialistas en Argentina y otros países sudamericanos, y acercar análisis teóricos sobre el nacio­ nalsocialismo y sobre la paz futura a un círculo de lectores más amplio, hispanoparlante.37 También, bajo la dirección de Heinrich Grönewald, se distribuían a agencias de prensa, revistas y periódicos entre 200 y 400 ejemplares de las Informaciones para la prensa sudamericana, con noticias sobre el nacionalsocialismo y los movimientos opositores.38 Se efectivizó así una transferencia política y cultural, tanto más si se considera que la organización con sede en Buenos Aires disponía de ramificaciones en toda América Latina, contando con tres representaciones en Bolivia, Chile y Brasil respectivamente, además de una por país en Paraguay, Colombia, Uruguay y México. Si bien las filiales se manejaban con cierta autonomía, mantuvieron la línea socialista de sus miembros fundadores. Se pueden distinguir distintas fases en las relaciones con otros exiliados germanoparlantes de orientación izquierdista. Desde 1937 hasta el Tratado de no agresión firmado por el Tercer Reich y la Unión Soviética en 1939, 35 Entrevista de la autora con Rudolf Levy. Buenos Aires, 22 de abril de 1978. 36 Para un análisis de la posición política de la revista, véase Saint Sauveur-Henn (1999: 117-137 y 2000: 397-405). 37 Véase por ejemplo: “La Alemania desconocida”, en: La Otra Alemania 6, 67, 15 de junio de 1943, p. 1; “El congreso de los alemanes antifascistas encontró un eco extra­ ordinario”, en: La Otra Alemania 6, 61, abril de 1943, p. 11; “La quinta columna en el frente y la retaguardia hitlerista”, en: La Otra Alemania 5, 48, marzo de 1942, p. 4; “Actividad nazi en Bolivia”, en: La Otra Alemania 6, 58, enero de 1943, p. 18; “El socialismo nazi es la explotación científica”, en: La Otra Alemania 6, 64, 1 de mayo de 1943, p. 13; “El Tratado de Versailles y la paz futura”, en: La Otra Alemania 6, 1 de abril de 1943, p. 10. 38 “Informaciones im zweiten Jahr”, en: Das Andere Deutschland 5, 44, p. 15.

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los socialistas y los comunistas cooperaron dentro de la organización con­ junta DAD. Con la firma del pacto, el frente se quebró. August Siemsen escribió entonces una y otra vez en la revista DAD que para los comunistas en Buenos Aires el enemigo número uno ya no era Hitler, sino Inglaterra. Los comunistas, por su parte, alegaron que el motivo de la ruptura era el anticomunismo de August Siemsen. Una nueva fase comenzó a fines de 1941, cuando el 1° de noviembre los comunistas fundaron su propia revis­ ta en Buenos Aires, Volksblatt, de la que se publicaron 33 números hasta que fue prohibida en agosto de 1943. Esta no careció de cierta particularidad. Si bien la fundación de la revista Volksblatt fue resultado de una decisión del grupo germanoparlante dentro del Partido Comunista de Argentina, la revista pretendía ser supra­ partidaria. Sin embargo, dos de sus editores le manifestaron a la autora de este trabajo que el motor de la revista eran los comunistas, y uno de ellos lo formuló así: “Volksblatt no era comunista, al menos se esforzaba por no mostrarlo”.39 Sus editores principales fueron Erich Sieloff, Rudolf Wein­ mann y Adolf Walter Freund. Según uno de sus colaboradores, en la revista Volksblatt trabajaban siete u ocho personas.40 Se trataba por cierto de un número muy inferior al de los colaboradores de Das Andere Deutschland, pero uno de los editores nos recalcó una diferencia importante: Das Andere Deutschland carecía de aparato organizativo y estaba formada sólo por personalidades que no estaban vinculadas por una disciplina, había diver­ sas opiniones y no una uniforme. Entre nosotros pasaba exactamente lo con­ trario. Éramos una red de colaboradores disciplinados y con obligaciones.41

Resulta difícil determinar la tirada del Volksblatt. Un colaborador nos ­habló de unos 1.000 ejemplares, otro confirmó esa cantidad pero nos dijo que muchos eran distribuidos en forma gratuita.42 El público al que iba dirigida la revista difería del público de Das Andere Deutschland. Mientras esta última no se proponía educar en sentido antifascista a los germano­ parlantes en Argentina, el Volksblatt estaba dirigido no solo a los alemanes de izquierdas, sino también a todos aquellos que habían sido engañados 39 Entrevista de la autora con Rudolf Weinmann. Buenos Aires, 1 de octubre de 1990. 40 Entrevista de la autora con Paul Kellner. Buenos Aires, 28 de septiembre de 1990. 41 Entrevista de la autora con Rudolf Weinmann. Buenos Aires, 1 de octubre de 1990. 42 Entrevista de la autora con Rudolf Weinmann. Buenos Aires, 1 de octubre de 1990; entrevista de la autora con Paul Kellner. Buenos Aires, 28 de septiembre de 1990.

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por el nacionalsocialismo y todavía buscaban su camino, particularmente entre los trabajadores.43 Lo particular del Volksblatt fue su posición con respecto a la Argentina. Mientras en Das Andere Deutschland no se opinaba en absoluto sobre los problemas argentinos, el Volksblatt quiso participar activamente en la vida argentina. Una y otra vez señaló la necesidad de una “educación para Argentina”, la cual sin embargo no estaría en con­ tradicción con el carácter alemán.44 El Volksblatt se propuso combatir el “complejo del huésped”, y en tal sentido propició que todas las asocia­ ciones organizasen cursos de idioma español, formaran grupos de trabajo sobre la historia y la economía del país y colaboraran en forma estrecha con la juventud argentina. En consecuencia, en el Volksblatt se trataron con frecuencia problemas argentinos de manera concreta y muchas veces muy crítica, tanto de política interior, como jurídicos o, fundamentalmente, económicos.45 Este aspecto distingue al Volksblatt también de la revista Freies Deutschland de México, donde casi no había referencias a asuntos mexicanos y abundaban los artículos de tema literario, algo similar a lo ocurrido en el periódico Deutsche Blätter de Santiago de Chile, pero casi una excepción en el Volksblatt, con apenas contadas colaboraciones origi­ nales de Paul Zech, Balder Olden o Hans Jahn y reimpresiones de algunos autores en el exilio, como Anna Seghers o Erich Weinert, antes publicados en Freies Deutschland. Freies Deutschland

Rivalizando con Das Andere Deutschland, el Bewegung Freies Deutschland (Movimiento Alemania Libre), de tendencia comunista y sobre la base de un frente popular, se fundó en 1942 en la ciudad de México. Ya anterior­ mente, el 15 de octubre de 1941, se había fundado la revista de literatura y política Freies Deutschland, con Bruno Frei como redactor en jefe, con el objetivo de lograr “unidad en la lucha contra Hitler”. A lo largo de cua­ tro años y medio se publicaron 55 números. También se confeccionó un 43 Volksblatt I, 1, 1 de noviembre de 1941, p. 2. 44 “Junge Front: Wir und Argentinien”, en: Volksblatt I, 3, enero de 1942, p. 5. 45 Véanse por ejemplo: “Die Alternative: Nationale Front oder Chaos”, en: Volksblatt II, 13, 1 de octubre de 1942, p. 4; “Der Radikalismus und die Wahlen in Tucuman”, en: Volksblatt I, 15, 1 de noviembre de 1941, p. 4; “Großer Erfolg der argentinischen Arbeiterschaft”, en: Volksblatt I, 1, 11 de noviembre de 1941, p. 4; “Wem nützt das Transportmonopol?”, en: Volksblatt II, 12, 15 de septiembre de 1942, p. 4.

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suplemento en lengua española, Alemania Libre. También en otros países de América Latina se constituyeron grupos siguiendo el modelo de Freies Deutschland. Así fue que, por ejemplo, el Volksblatt de Argentina saludó la lucha de los Freie Deutsche (Alemanes Libres), en Uruguay se formó en 1942 el Freundeskreis Freies Deutschland (Círculo de Amigos de Alemania Libre) en torno al Deutsches Antifaschistisches Komitee (DAK, Comité Anti­ fascista Alemán), y en Chile se creó el Bewegung Freies Deutschland (BFD, Movimiento Alemania Libre) el 2 de marzo de 1942. En todos estos países se enfrentaban dos líneas políticas, la de los comunistas y la de los social­ demócratas, lo que acarreó fuertes disputas, luchas y escisiones. También se emprendieron intentos por llegar a un entendimiento. A fines de 1942 se creó una instancia común, la Comisión coordinadora de los Alemanes Democráticos en la Argentina, y del 29 al 31 de enero sesionó en Montevideo el Congreso de los antifascistas alemanes (Kongress der deutschen Antifaschisten) bajo la presidencia de August Siemsen con la intención de llegar a la unidad en todo el continente latinoamericano. A partir de materiales inéditos, como propuestas de resoluciones del congre­ so y cartas, es posible hoy inferir algo más sobre la posición de los distintos participantes. Si bien se emitió una Declaración conjunta y se creó un “Comité de los tres” como instancia central, ya en mayo de 1943 el inten­ to de un entendimiento había fracasado debido a la rivalidad con Freies Deutschland, movimiento hacia el cual se inclinó la mayoría de la comisión coordinadora. No fue posible formar un frente común en América Latina pero, a pesar de ese fracaso, ambas organizaciones demostraron que había “otros” alemanes “libres”. El compromiso desde el periodismo y la cultura como acción política

El compromiso político adoptó también otras formas, sobre todo cultura­ les, expresándose en lo periodístico a través de revistas, periódicos y edito­ riales; y en lo artístico, a través del teatro y la radio. De todo ello presenta­ remos aquí solo algunas líneas generales. En América Latina hubo unas 50 publicaciones periódicas realizadas por los exiliados. Incluso los pequeños centros de emigrantes cumplieron una importante función política y cultural a través de revistas, como por ejemplo Rundschau von Illimani (editada entre 1939 y 1946 por Ernst Schumacher en La Paz), de periódicos como Der Deutsche Morgen (pu­ blicado en São Paulo de 1932 a 1941) o Das Deutsche Buch (editado por

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Friedrich Kniestedt en Porto Alegre), y también de emisiones radiofóni­ cas como La Voz del Día (fundada por Hermann Gebhardt en 1938 en Montevideo), en las que se irradiaban también radioteatros y programas literarios en lengua alemana. Los tres principales centros de la oposición cultural y el compromiso artístico fueron las ciudades de México, Santiago de Chile y Buenos Aires. En México colaboraron en la revista de política y literatura Freies Deutschland numerosos los escritores famosos como Anna Seghers, Lud­ wig Renn, Bodo Uhse, Egon Erwin Kisch y André Simone. En mayo de 1942 se fundó una editorial propia que publicó en cuatro años 26 libros, 20 de ellos en lengua alemana, con una tirada total de 54.000 ejemplares. Se editaron también libros políticos como por ejemplo un libro negro so­ bre el terror nazi con 56 escritores, periodistas y políticos de 13 países, o el volumen Deutschland. Sein oder Nichtsein (Alemania. Ser o no ser), de Paul Merker (Kießling 1974: 200-243). Todas estas publicaciones constituye­ ron un compromiso político. En Chile, la publicación Deutsche Blätter fue ante todo una revista literaria, fundada por Udo Rukser y Albert Theile en 1943. Tuvo gran importancia pese a que los exiliados en Chile no fueron muy numerosos. Los editores no pertenecían a ningún partido político pero simpatizaban con el movimiento Das Andere Deutschland. Querían demostrar que el Estado nazi no era el Estado de los alemanes, y en ello asumieron un claro compromiso político (Rukser 1943: 17; Durzak 1973: 53). Buenos Aires constituyó otro centro importante de la oposición cultu­ ral a través del Freie Deutsche Bühne (Teatro Alemán Libre) de Paul Walter Jacob y de los periódicos en lengua alemana, que tuvieron un rol decisivo en el exilio en Argentina y entre los cuales había medios de prensa tanto funda­ dos con anterioridad como recientes (Saint Sauveur-Henn 2002: 259-263). El portavoz más importante de los opositores a Hitler fue el periódico Argentinisches Tageblatt, fundado ya en 1889 por la familia Alemann, pro­ veniente de Suiza. Desde el primer momento el periódico combatió valien­ temente a los nacionalsocialistas, a los que llamaba Nazioten (formando un compuesto de Nazi e Idioten), así como su ideología y sus actividades no solo en Alemania sino también en Argentina,46 donde ese movimiento se 46 Véanse por ejemplo: “Die NSDAP in Argentinien”, en: Argentinisches Wochenblatt 61, 8 de abril de 1939, p. 2; “Deutsche in Argentinien, ja! Hitleristen, nein”, en: Argen­ tinisches Wochenblatt 56, 3062, 10 de noviembre de 1934, p. 4.

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organizaba cada vez más férreamente con el apoyo de la embajada alemana y de algunos bancos. Ya a fines de enero de 1933, el Argentinisches Tageblatt denunció públicamente el “cruento régimen hitleriano” que, como toda dictadura, significaba “sangre y corrupción” y estaba basado en una dema­ gogia extrema.47 Afirmaba el periódico que Alemania, gobernada por “cri­ minales nazis en uniforme”, se hallaba sometida a “indecibles crueldades, cometidas contra los opositores y los judíos”,48 por todo lo cual esa época era “el siglo de la bestialidad”.49 Con su valiente compromiso de crítica a la ideología y la demagogia nacionalsocialistas, los métodos políticos y la destrucción de la democracia, el odio racial y las atrocidades cometidas en los campos de concentración, el Argentinisches Tageblatt, periódico liberal, era leído por todos los emigrantes, incluidos los emigrantes judío-alemanes no comprometidos políticamente.50 Fue también órgano de publicación de muchos escritores exiliados, pues centenares de ellos publicaron al me­ nos un artículo en sus páginas (Spitta 1990: 185 ss.). Su participación en 1934 en la fundación de un colegio alemán antinazi para hijos de los opo­ sitores a Hitler –proyecto saludado por Albert Einstein, Thomas Mann y Heinrich Mann (Pinettte 1965: 59)–, la publicación de numerosos avisos de asociaciones culturales y religiosas, así como los anuncios y reseñas so­ bre actividades culturales, hicieron del Argentinisches Tageblatt el punto de encuentro cultural del exilio germanoparlante en Buenos Aires así como “un órgano de lucha”,51 cuya fama trascendió hasta los Estados Unidos y Europa. Los grupos específicos de exiliados contaron con sus propios órganos de publicación en lengua alemana. Además se intentó ampliar la transfe­ rencia cultural mediante publicaciones en español, por ejemplo a través del suplemento en ese idioma de la revista Das Andere Deutschland o del perió­ dico Porvenir, publicado de 1940 a 1945 por Hardi Swarsensky, editor del semanario Jüdische Wochenschau. 47 “Randglosse”, en: Argentinisches Wochenblatt 60, 2978, 1 de abril de 1933, p. 48; “Triumph der Demagogie”, en: Argentinisches Wochenblatt 60, 2972, 18 de febrero de 1933, p. 18. 48 “Es wird regiert”, en: Argentinisches Wochenblatt 60, 2971, 11 de febrero de 1933, p. 6 s. 49 “Randglosse”, en: Argentinisches Wochenblatt 60, 2977, 25 de marzo de 1933, p. 47. 50 Véanse por ejemplo: “Sadismus in den KZ”, en: Argentinisches Wochenblatt 6, 2989, 17 de junio de 1933, p. 21; “Skandalöser Vorfall im Konzentrationslager Oranienburg”, en: Argentinisches Wochenblatt 6, 2998, 19 de agosto de 1933, p. 5. 51 “Randglosse”, en: Argentinisches Wochenblatt 60, 3253, 9 de julio de 1938, p. 49.

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Para el sentimiento de unidad y pertenencia de los emigrantes fue muy importante la creación de un medio de prensa propio judío alemán. El semanario Jüdische Wochenschau fue fundado en abril de 1940 por el abo­ gado berlinés Hardi Swarsensky, quien se mantuvo como editor del mismo hasta su fallecimiento en 1968, con la colaboración del rabino berlinés Günter Friedländer.52 La publicación reivindicó abiertamente un retorno al judaísmo, ya que a diferencia de los miembros de Das Andere Deutschland, en nosotros no han sido afectados los alemanes que llevamos dentro, sino los judíos. Desde hace generaciones hemos renunciado a mucho, con frecuencia a demasiado, de nuestro ser judío, para ser alemanes. […] Solamente nuestro retorno a un espíritu judío y a una actitud judía podrá permitirnos superar el quiebre que ha sufrido nuestra existencia.53

Esta posición explica que la mayoría de los emigrantes judío-alemanes no se comprometiera en modo alguno en el movimiento político Das Andere Deutschland, y que haya habido incluso cierta animosidad recíproca entre ambos grupos. Los representantes de Das Andere Deutschland les re­ prochaban a los emigrantes judío-alemanes su pasividad. Los emigrantes judío-alemanes, por su parte, prefirieron actuar con reserva antes que com­ prometerse desde el Río de La Plata en una lucha que no les parecía realista contra la Alemania hitleriana.54 Ello explica que no se pueda hablar de una interconexión política en la metrópolis del exilio que fue Buenos Aires, como tampoco en el resto de América Latina.

52 Hardi Swarsensky emigró a Buenos Aires en marzo de 1939. De 1942 a 1953 presidió la asociación sionista Theodor Herzl Gesellschaft. Günter Friedländer huyó primero a Francia y en 1939 a Buenos Aires, pasando por Bolivia (Röder/Strauss 1980, I: 751 y 198). 53 “Das Andere Deutschland”, en: Jüdische Wochenschau 1, 6, 31 de mayo de 1941, p. 8. 54 Véanse por ejemplo: “Antwort an Das Andere Deutschland”, en: Jüdische Wochenschau 3, 137, 11 de diciembre de 1942, p. 2.; “Kleine Chronik”, en: Jüdische Wochenschau 4, 147, 5 de febrero de 1943, p. 5; Sulzberger, Lothar: “Die deutschen Juden und der antifaschistische Kampf ”, en: Das Andere Deutschland 7, 91, 12 de febrero de 1945, p. 25.

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Conclusión

Una visión de conjunto del compromiso político de los migrantes alema­ nes en América Latina revela fundamentalmente la diversidad del mismo. Sería errado buscar aquí un denominador común, dado que el compro­ miso abarcó desde la izquierda hasta la derecha, de la política partidaria al compromiso burgués, desde el aferrarse a los círculos alemanes y a la len­ gua alemana hasta la colaboración con la opinión pública hispanoparlante. Aun cuando en algunos casos se destacan algunos nombres de origen ale­ mán al más alto nivel político, como por ejemplo en Paraguay y en Bolivia, cabe afirmar que el compromiso político de los alemanes en los países de acogida se mantuvo dentro de ciertos límites. Solo a través de un proceso de integración, el (e)migrante alemán de segunda o tercera generación se transformó en ciudadano latinoamericano y dejó de comprometerse como alemán, quedando entonces superado el elemento divisor del siglo xx en el compromiso político. Traducción del alemán: Raquel García Borsani

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Las actividades políticas del exilio en América Latina: redes y orientaciones políticas en pugna Patrik von zur Mühlen

Entre los aproximadamente 90.000 emigrantes de habla alemana que se refugiaron en los países latinoamericanos huyendo de la persecución an­ tisemita o política, de la discriminación o de las otras formas de opresión ejercidas por el régimen nacionalsocialista (von zur Mühlen 1988: 45 ss.), se formaron redes de carácter político que mantuvieron contactos, inter­ cambiaron informaciones y desarrollaron un debate político más o menos intenso atravesando los límites de los países receptores individuales. Se destacaron cuatro agrupaciones principales, de las que nos ocuparemos en adelante, pero antes hay que mencionar que existieron también otras dos de tipo algo diferente. Dado que más del 90 % del total de emigrantes a América Latina era de ascendencia judía, las organizaciones judías de asistencia, comunidades de sinagoga, clubes culturales y deportivos, así como instituciones carita­ tivas y sociales, que en algunos países construyeron infraestructuras nota­ bles, cumplieron un papel muy importante. Pero estas organizaciones no se consideraron a sí mismas representantes de los intereses políticos de su clientela, y por ello solo difícilmente pueden ser comparadas con las agru­ paciones políticas (von zur Mühlen 1988: 67 ss.). La segunda red sí presenta esta cualidad, pero se sustrae a la compara­ ción por otros motivos. Es la red formada por asociaciones, círculos y pu­ blicaciones sionistas, con su entramado de contactos internacionales, que surgieron en todos los centros del exilio en América Latina. Sus miembros, sin embargo, se definieron como integrantes y voceros de una nación judía autónoma; habían roto con su pasado en Alemania o Austria y ahora te­ nían puestas sus expectativas en un futuro Estado de Israel. Aunque ello no canceló la continuidad de sus vínculos mentales con la lengua y la cultura alemanas, sí depuso en ellos todo interés por la reorganización política del país natal después de la guerra (von zur Mühlen 1987: 143-157; Fried­ mann 2010: 145-177). Eso las diferencia de las otras redes que dirigieron

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su mirada a Europa, y trabajaron con dedicación y compromiso por una reorganización política de la patria, a la que la mayoría de sus miembros se proponían retornar un día. Quedan así en el centro de nuestro interés cuatro agrupaciones que hemos de presentar a continuación: 1) el comité Das Andere Deutschland (DAD; La Otra Alemania); 2) el movimiento Freies Deutschland (FD; Mo­ vimiento Alemania Libre); 3) el movimiento de Strasser (Frei-DeutschlandBewegung) y 4) las asociaciones de austríacos que, sobre todo durante la Segunda Guerra Mundial, fueron creadas expresamente para marcar dis­ tancia e independencia frente a las agrupaciones de alemanes. No nos de­ tendremos en agrupaciones pequeñas de importancia local o regional que no se vincularon a ninguna de las redes mencionadas y llevaron una exis­ tencia en gran medida desapercibida y de duración relativamente breve. Antes de presentar estas agrupaciones en sus estructuras y programas políticos, es necesario dirigir la mirada al contexto y las posibilidades de que dispusieron para sus actividades. Por un lado, solo una pequeña mi­ noría de los emigrantes se comprometió y trabajó en partidos políticos, comités, comisiones, clubes o revistas. Algunos ejemplos: en Chile, la aso­ ciación de exiliados políticos más importante, surgida en 1943 de la fusión de varias asociaciones anteriores, contaba con aproximadamente 280 afilia­ dos, mientras el número de emigrantes en el país era de unos 16.000. En Ecuador, el Movimiento Alemán Pro Democracia y Libertad tenía unos 240 afiliados, de un total de entre 2.500 y 3.000 emigrantes. En otros países la situación fue incluso más difícil. Por ello resultan altamente dis­ cutibles los presuntos 800 afiliados del Movimiento Alemania Libre de México en 1944: de una cantidad de 3.000 emigrantes en total, tendría que haberse afiliado la mitad de los adultos para llegar a esa cifra. Los motivos de la escasa actividad política fueron de variada índole. La enorme mayoría de los emigrados a América Latina tenía ascendencia judía; muchos de ellos habían roto con su pasado alemán o austríaco a raíz de las ofensas, humillaciones y perjuicios sufridos en Europa; por tanto no podían vislumbrar razón alguna para actuar en organizaciones que se sentían comprometidas por el futuro político de sus países de origen. Ade­ más, las condiciones políticas marco eran difíciles. Los países democráti­ cos, constitucionales, eran pocos: Chile, Uruguay, Costa Rica (donde casi no hubo emigrantes) y hasta cierto punto el México post-revolucionario. Algunas dictaduras o Estados con gobiernos autoritarios (como Argentina, Brasil y Bolivia, tres importantes países receptores desde el punto de vista

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cuantitativo) dificultaron considerablemente la labor de las asociaciones y agrupaciones políticas, obstaculizaron sus actividades y prohibieron tem­ poralmente sus publicaciones. Además el compromiso político dependía de que la situación de las personas estuviera lo suficientemente asegurada como para poder dedicar tiempo y dinero para esas actividades. Allí donde no habían sido resueltos los problemas más elementales en la lucha por la supervivencia, faltaron por tanto también la motivación y las posibilidades para la actividad política. Finalmente hubo otra serie de factores impeditivos: las condiciones de transporte frecuentemente malas, la concesión burocrática por parte de las autoridades de las visas de ingreso o de tránsito necesarias para los con­ tactos internacionales y los servicios postales, a veces poco confiables. En aquellos países donde los emigrantes se concentraron mayoritariamente en la capital, como Argentina, Uruguay, México, Ecuador o Cuba, ello tuvo un impacto menor, pero en aquellos donde los emigrantes habían ido a dar a muchas y distantes zonas, como Brasil, Chile, Bolivia o Colombia, los impedimentos para la comunicación tuvieron efectos particularmente negativos. ¿Qué son las redes? El concepto se ha vuelto entretanto el objeto de estudio de una vasta investigación en las ciencias sociales y políticas, y se lo aplica también en los niveles de la cultura, la economía y la ciencia, entre otros. Existe consenso en torno a la afirmación de que un rasgo constitu­ tivo de una red es su capacidad de consolidar y expandir su propia organi­ zación en lo posible. Dicha capacidad consiste, sin embargo, esencialmente en estructuras comunicativas. Pero dadas las mencionadas dificultades de transporte en América Latina, las redes pudieron montar tales estructuras solo en muy escasa medida. Salvo pocas excepciones puede descartarse que los representantes de una red hayan emprendido el penoso viaje hasta su sede central. Las excepciones fueron, por un lado, los encuentros de los emigrantes asentados en Argentina y Uruguay, facilitados por el servicio regular de ferry a través del Río de la Plata que unía Buenos Aires y Monte­ video. Y la excepción realmente destacable fue el congreso del movimiento Das Andere Deutschland en enero de 1943 en Montevideo, al que llegaron delegados de Bolivia y Brasil después de un viaje de varios días. No se conocen otros ejemplos de contactos de este tipo; si los hubo, no pueden haber sido muchos. Por lo tanto, el medio de comunicación esencial de las mencionadas re­ des fueron sus publicaciones periódicas impresas o reproducidos en hectó­

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grafo, que se enviaban desde una central a las agrupaciones conectadas con ella en otros países, y también la correspondencia más o menos regular por carta, entre el centro y la periferia. Una dificultad adicional de la estruc­ tura de las redes fue la heterogeneidad organizativa de las agrupaciones conectadas. Hubo algunas que obtuvieron el estatus de asociación y con ello de persona jurídica con estatutos, cuerpo de afiliados, cuotas de socio y órganos funcionales electos, como la mencionada asociación en Chile o el movimiento en Ecuador. Otras prefirieron la forma de un comité in­ formal cuyos integrantes se habían auto-elegido. Otras más, finalmente, conformaron agrupaciones poco compactas en torno a una personalidad dirigente activa, pero sin estructura organizativa alguna y con un cuerpo de adherentes bastante fluctuante. Esta forma prevaleció en países con escasos grupos de emigrantes; hallamos pocas huellas de su labor o esporádicos informes en revistas del exilio en las que no vuelven a ser mencionadas en ediciones posteriores. O bien el interés por estos grupos languideció, o bien los grupos sucumbieron a sus disputas. Las dos grandes redes a destacar en América Latina fueron, por un lado, Das Andere Deutschland con sede en Argentina, y, por el otro, Bewegung Freies Deutschland con sede en México. Ambas surgieron a partir de asociaciones o iniciativas que las precedieron a nivel local, a las que aquí solo podemos referirnos superficialmente. Das Andere Deutschland se creó a partir de un comité de asistencia, que a su vez surgió de distintas inicia­ tivas. En los primeros años de la década de 1930 un grupo de emigrantes políticos que no se sentían representados por los comités de asistencia ju­ díos fundaron, con el apoyo del periódico liberal Argentinisches Tageblatt, de la Sociedad Pestalozzi, del Colegio Pestalozzi y de otras instituciones, organizaciones, agrupaciones y personalidades, un comité de asistencia que convocó tanto a alemanes exiliados como a alemanes residentes en el extranjero y a argentinos de ascendencia alemana. A través de una cuenta para donaciones, colectas de ropa, una bolsa de empleo y otra de vivienda, además de otros servicios, el comité brindó apoyo a los exiliados necesita­ dos de ayuda, pero también a alemanes residentes en Argentina que, de­ bido a su actitud crítica respecto del régimen nacionalsocialista, se sentían marginados de la colonia alemana, mayormente simpatizante del nazismo. El comité se reclutó en su mayor parte entre exiliados alemanes social­ demócratas y en parte también entre socialistas de izquierda, pero además actuaron en su entorno tanto personalidades de la burguesía liberal como comunistas. La personalidad rectora del comité y quien lo guió hasta que

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se disolvió fue el pedagogo y ex diputado del Reichstag August Siemsen, quien había pertenecido al Sozialistische Arbeiterpartei Deutschlands (SAP, Partido Socialista Obrero de Alemania). El comité estaba formado por una comisión directiva encabezada por August Siemsen y contaba con un en­ torno de colaboradores voluntarios en quienes el comité delegaba tareas. No existía una afiliación formalizada, en consecuencia tampoco había elec­ ciones de los miembros de la comisión directiva, ni contribuciones de los afiliados, ni estatutos, ni demás características de una organización estable o siquiera una persona jurídica reconocida por las autoridades. Esto signifi­ có también que Das Andere Deutschland en última instancia era un comité estructurado de forma bastante autoritaria, no obligado a rendir cuentas ante una asamblea de afiliados, ni legitimado por mandato democrático alguno (Seelisch 1969; Kießling 1980: 117 ss., 146 ss.). Similar estructura tuvo la red armada por Das Andere Deutschland en otros países. A incitación del boletín homónimo de la agrupación, que era leído también fuera de Argentina, se formaron en otros países agru­ paciones que se sentían vinculadas al comité de Buenos Aires. En todo Chile se formaron, ciertamente también por motivos de costos, pequeños círculos de lectura que estudiaban y discutían los contenidos de la revista. En 1942 esos círculos pasaron a conformar grupos locales de Das Andere Deutschland, la cual se constituyó como asociación un año más tarde y fue reconocida como miembro por el comité de Buenos Aires. La agrupación “hija” chilena había alcanzado así un grado de organización del que carecía la propia agrupación “madre” en Argentina (Wojak 1994: 236 ss.; von zur Mühlen 1988: 245). Por el contrario, en Bolivia el reducido grupo de Das Andere Deutschland permaneció como un conjunto poco estable de círculos de lectura en varias ciudades del país, si bien August Siemsen distinguió expresamente a dos personalidades particularmente activas en Tarija, nombrándolas repre­ sentantes de su comité en Bolivia. En consecuencia, la estructura de Das Andere Deutschland fue allí bastante similar a la de la agrupación en Ar­ gentina. En Uruguay se creó una ramificación de DAD cuando en 1941, a raíz de conflictos internos, el Freier Deutscher Klub (Club Alemán Libre) se acercó a DAD sin por ello subordinarse del todo a la entidad de Argentina. Nuevas querellas determinaron que dos años más tarde varios miembros abandonaran el club para fundar una filial propia de DAD en Montevideo, la cual no alcanzó, por lo demás, gran relevancia (von zur Mühlen 1988: 256-259; Wojak 1998: 441-443).

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Podemos apreciar ciertos paralelos con las agrupaciones en Brasil. También estas, como por ejemplo el Movimento dos Alemães Antinazis en Porto Alegre, se habían constituido antes de la fundación de Das Andere Deutschland y se afiliaron al comité de Buenos Aires algo más tarde. Poco después se formaron grupos locales en São Paulo y Rio de Janeiro, de los cuales uno se llamó Notgemeinschaft Deutscher Antifaschisten (Unión de Ayuda de Antifascistas Alemanes; Furtado Kestler 1992: 132-138). Hemos nombrado así las principales ramificaciones de Das Andere Deutschland. El carácter incompleto de las fuentes nos impide constatar si hubo otras. Grupos más pequeños como los de Paraguay parecen haber existido solo brevemente. Si se considera a Das Andere Deutschland como una red, se la habrá de designar red en estrella o red de nudos, por cuanto fue influida por una central a través de la revista homónima al menos en su contenido. Pero no fue una red de malla firme ni tampoco muy tupida debido a las dificultades de comunicación ya mencionadas. Resulta, sin embargo, destacable que las tres filiales en Chile, Bolivia y Brasil crearon a su vez redes internas y actuaron en cierta medida como sub-centros. Es posible establecer algunos paralelos con la génesis de la gran red rival, el movimiento Freies Deutschland (Alemania Libre). También este tuvo una raíz regional (México) y surgió a partir de organizaciones prece­ dentes, nacidas en casi todos los centros mayores a partir de iniciativas con fines sociales y sobre todo culturales, como por ejemplo la Liga Pro Cul­ tura Alemana en México (Kießling 1980: 164ss.; 310-326; Pohle 1986: 83ss.). El que México haya sido su centro, a pesar de que contaba con unos 3.000 emigrantes de habla alemana –cantidad menor si se la compara con los asentados en Argentina, Chile, Brasil, Uruguay y Bolivia– se debe a las grandes personalidades políticas y literarias que integraban el grupo de emigrantes allí residentes. Escritores reputados, como Anna Seghers, Ludwig Renn, Bodo Uhse, Egon Erwin Kisch o Gustav Regler; científi­ cos importantes, como el pedagogo Otto Rühle, el filósofo Leo Matthias, el economista Alfons Goldschmidt; además los dirigentes sindicales Max Diamant y Walter Oettinghaus; funcionarios de partidos políticos como Alexander Abusch, Walter Janka, Paul Merker, el austríaco Bruno Frei y otros, quienes en su gran mayoría pertenecían al Partido Comunista, sim­ patizaban con él o habían pertenecido al mismo en el pasado. Según decla­ raciones de Ludwig Renn, había en México algo más de 60 miembros del Partido Comunista de Alemania (KPD) y en toda América Latina tan solo

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unos 200 –según otras fuentes, hasta 400–, pero todos muy conectados y organizados. Su experiencia en temas organizativos les dio una enorme ventaja con respecto a todas las otras agrupaciones. La Liga Pro Cultura Alemana, fundada en 1938, fue inicialmente supra­partidaria y cubría, con sus 20 miembros, un espectro que iba desde personalidades burguesas hasta reputados comunistas. Su estructura re­ cuerda mucho al comité Das Andere Deutschland por cuanto, al igual que aquel, la Liga entendió que sus funciones eran las de ser portavoz político, organizador de actividades culturales y promotor de campañas de asisten­ cia y ayuda para emigrantes sin recursos. Su contingente de adherentes se incrementó notablemente recién cuando comenzó la guerra, pero esta circunstancia le trajo también duros conflictos internos. Como en todo el mundo, también en México y en América Latina el pacto entre Hitler y Stalin escindió a la emigración alemana. Los comunistas, que justificaron el pacto, pasaron a ser blanco de ataques por parte de los no comunistas. La Liga entró en una grave crisis, entre otros motivos por las duras polé­ micas que los miembros del KPD dirigieron contra ex comunistas como el escritor Gustav Regler, a quienes difamaron y acusaron de “trotskistas” o “renegados”. Los comunistas no lograron imponerse en la conducción de la Liga, pero en parte se mantuvieron activos en su interior. No está claro por qué motivos la Liga no estableció contacto con Das Andere Deutschland ni se definió como ramificación de la misma en México a pesar de que sus per­ files políticos presentaban ciertos paralelos. Posiblemente ello se deba a los efectos de la gran distancia geográfica entre México y Argentina, y a las dificultades que la guerra trajo aparejadas para las comunicaciones. Los comunistas trasladaron su labor a dos instituciones nuevas: la revis­ ta Freies Deutschland (Alemania Libre), creada en 1941, y el Club Heinrich Heine, fundado al mismo tiempo. En ambas predominaron y pudieron imponer su concepción política. Esta se basaba en fundamentos similares a los de la política de frente popular procurada y practicada en la década de 1930, que preveía un suprapartidismo formal de las organizaciones confe­ deradas del exilio alemán junto con un predominio organizativo del KPD. Que esta política ya hubiese fracasado en París, no los inhibió de volver a intentarla en América Latina (von zur Mühlen 1988: 124ss., 174ss.). A fines de 1941 el movimiento Freies Deutschland aparecía ya en afi­ ches y convocatorias en los medios de prensa; en enero de 1942 se fundó el comité oficialmente suprapartidario Freies Deutschland. Fueron su ejemplo

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inspirador las asociaciones homónimas nacidas antes en otros países del exilio, como Francia, Suiza y Gran Bretaña, las que a su vez seguían el modelo del comité France Libre de Londres. Mientras Das Andere Deutschland, dirigida mayoritariamente por socialdemócratas o por socialistas de izquierda, se posicionaba claramente a la izquierda, el movimiento Freies Deutschland era oficialmente suprapartidario y confiaba tareas representa­ tivas a dignatarios burgueses o incluso conservadores, al tiempo que por lo bajo el control de las posiciones clave quedaba reservado a los comunistas. El movimiento ocultaba en gran medida sus programas y posiciones detrás de un antifascismo bastante nebuloso, a fin de ganarse también la adhesión de emigrantes burgueses, en particular judíos. La única gran dificultad que encontró para ello fue su incondicional apoyo a la Unión Soviética, el cual por motivos tácticos mantuvo en un discreto segundo plano (Pohle 1986: 216 s.). Siguiendo el ejemplo del comité de México se constituyeron pronto asociaciones similares en Argentina, Brasil, Chile, Uruguay, Ecuador, Co­ lombia y Cuba. Ello prefiguró un conflicto con Das Andere Deutschland, entidad que también procuraba establecerse en otros países a través de ra­ mificaciones. En la década de 1930 no habían existido grandes conflictos entre los distintos grupos de exiliados alemanes en América Latina si se exceptúa el movimiento de Strasser, al que nos referiremos más adelante. En la mayo­ ría de los comités y asociaciones estaban representados tanto los comunis­ tas como los socialdemócratas, además de personalidades cristiano-con­ servadoras o liberales. El antagonismo común contra el régimen nazi y el destino compartido constituían la base del respeto mutuo. Ello cambió repentinamente tras el pacto entre Hitler y Stalin en agosto de 1939, el cual provocó inmediatamente una profunda fisura en la emigración alema­ na en su conjunto. La revista Das Andere Deutschland, en la que actuaban sobre todo so­ cialdemócratas o antiguos socialistas de izquierda, se dirigió directamente a los comunistas en mayo de 1940: “Por eso planteamos a cada comunista alemán esta pregunta: ¿Estás o no de acuerdo con este documento? Si no estás de acuerdo, entonces debes asumir hoy las consecuencias y manifes­ tarlo públicamente, esto es, debes apartarte del KPD” (von zur Mühlen 1988: 119). Con ello quedó encendida la mecha del conflicto y la rivalidad dentro de la emigración alemana en América Latina (y no solo allí) por el papel

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rector dentro de la misma. En primer término tomó la iniciativa Das Andere Deutschland, convocando a un congreso latinoamericano de todas las agrupaciones políticas del exilio alemán a celebrarse en diciembre de 1941 en Buenos Aires. La fecha debió ser postergada debido a las dificultades interpuestas por el régimen militar que entonces gobernaba la Argentina. Este denegó las visas de ingreso al país a los delegados provenientes del exterior. En esas circunstancias, el comité trasladó temporariamente la re­ dacción de su boletín homónimo al vecino Uruguay. Para fines de enero de 1943 –oficialmente el décimo aniversario de la toma del poder por Hitler– August Siemsen convocó a un congreso de todos los grupos de exiliados alemanes en América Latina a realizarse, dadas las dificultades políticas, no en Buenos Aires, sino en Montevideo, Uruguay. Los asistentes llegaron en su mayoría de Argentina y Uruguay, y también de Bolivia y Brasil. Algunos representantes ilustres del exilio ale­ mán, entre ellos Thomas Mann, enviaron mensajes de saludo al congreso. El resultado más importante del encuentro fue un manifiesto en el cual DAD se ofrecía a los Aliados como socio en la lucha contra el régimen nacionalsocialista. Como programa para la fase posterior a la guerra, el ma­ nifiesto postulaba el total desmantelamiento del Estado nacionalsocialista, el castigo a los culpables, la expropiación de los latifundios, las industrias esenciales, las minas y la gran banca, la renovación radical de la Adminis­ tración, la Justicia y el sistema educativo. Abogaba por la integración a largo plazo de Alemania en una Europa unificada. El manifiesto rechazaba de plano, sin embargo, el castigo colectivo o el sometimiento bajo tutela del pueblo alemán en su conjunto. Este manifiesto recibió no solo aproba­ ción, sino también críticas, tanto por parte de la emigración mayormente burguesa de ascendencia judía, como por parte de los adherentes comu­ nistas que seguían actuando dentro de DAD. El gran objetivo de crear un comité Das Andere Deutschland para toda América Latina fracasó por querellas internas. Se formó un gremio llamado Alemania Democrática/ Comité Sudamericano, dirigido por August Siemsen, pero la labor obs­ truccionista desarrollada por su integrante comunista determinó que no pudiera realizar nada y que se disolviese pocos meses más tarde (von zur Mühlen 1988: 120ss.). También el movimiento Freies Deutschland planeaba fundar una con­ federación, pero no logró anticiparse a DAD. Mientras sesionaba todavía el congreso en Montevideo, el movimiento publicó un documento en el que apelaba a todos los grupos de exiliados a integrar un Lateinamerikani-

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sches Komitee der Freien Deutschen (LAKFD, Comité Latinoamericano de los Alemanes Libres), convocatoria que fue seguida por algunas agrupacio­ nes en la mayoría de los países. El comité se constituyó el 12 de febrero. El escritor Ludwig Renn fue nombrado presidente, el funcionario del KPD Paul Merker, secretario. Para que también constara su carácter suprapar­ tidario fueron nombrados en el Consejo Honorario Heinrich Mann, el príncipe cristiano-conservador Hubertus zu Löwenstein y el escritor aus­ tríaco Karl Lustig-Prean. El 8 y 9 de mayo de 1943 se celebró el pro­ yectado congreso, al que asistieron 88 delegados. Para entonces se habían incorporado agrupaciones de Cuba, Honduras, Guatemala, Haití, Panamá y Venezuela; les siguieron otras en el sur de América Latina. En algunos lugares estas agrupaciones se llamaron Amigos de Alemania Libre, lo que hace suponer que se trató de círculos de amigos sin una estructura estable (Pohle 1986: 245 ss; 274-297). Si se toma la mera organización como modelo, Freies Deutschland apa­ rece como la vencedora en esta competencia. No cabe duda de que fueron más las agrupaciones que se incorporaron a esta entidad, y que esta tuvo las redes más eficientes y la mejor coordinación. Pero en varios países el con­ flicto desató duras controversias entre los seguidores de una u otra orienta­ ción. En general se crearon organizaciones, agrupaciones o comités de am­ bas por separado. Así ocurrió en Uruguay, Bolivia, Brasil, Chile y México, y probablemente también en otros países. En Ecuador, el Movimiento Pro Democracia y Libertad estaba internamente escindido. Algunas personali­ dades reputadas se orientaban a Freies Deutschland, mientras otras lo hicie­ ron a Das Andere Deutschland. La junta directiva también estaba escindida, pese a lo cual los comunistas no lograron imponer una resolución para el ingreso al LAKFD. Ello condujo finalmente a que en 1944 una fracción de orientación comunista se separara del Movimiento Pro Democracia y Libertad, el cual, varias veces rebautizado, habría de existir hasta entrada la postguerra (Kreuter 1995: 214-228). En Chile se intentó, probablemente a instancias de las autoridades chilenas, solucionar el conflicto a través de una fusión de ambas agrupaciones en Bewegung Freies Deutschland/Vereinigung Das Andere Deutschland (Movimiento Alemania Libre/Asociación La Otra Alemania), lo cual trajo como consecuencia que los conflictos continuaran dentro de la organización bajo la superficie y que en diversas ciudades chilenas se registrara la separación de disidentes identificados con DAD (Wojak 1994: 249 s.).

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Freies Deutschland fue más exitosa, pero no logró reducir a Das Andere Deutschland en Argentina ni Uruguay, sus baluartes, así como tampoco ocupar una posición predominante en Chile ni Bolivia. Y cabe poner en duda que el comité haya tenido éxito a largo plazo. Cuanto más avanzaba la guerra, cuanto más concretamente definían los Aliados sus objetivos de guerra, tanto más difícil se hacía la situación para los Freie Deutsche, que se veían cada vez más obligados a poner sus cartas sobre la mesa y a posicionarse de parte de Moscú, con lo cual perdían adherentes burgueses. Mientras Das Andere Deutschland reivindicaba una profunda reforma de Alemania pero rechazaba de plano toda cesión territorial a otros países, los Freie Deutsche se hallaban en la difícil situación de justificar la pérdida de los territorios orientales que ya se vislumbraba. El príncipe Hubertus zu Löwenstein y Karl Lustig-Prean se retiraron del Consejo Honorario de los Freie Deutsche en 1944. En los últimos años de la guerra muchas agrupaciones pertenecien­ tes tanto al comité Das Andere Deutschland como al movimiento Freies Deutschland mostraron síntomas de disolución. Algunos miembros y ad­ herentes perdieron el interés, pasaron a ocuparse de todo lo concerniente a su retorno y reconocieron, además, que las fuerzas decisivas que habrían de definir la situación de Alemania en la postguerra eran los Aliados, y no los grupos de exiliados, comparativamente insignificantes. Pocos años después del fin de la guerra se disolvió la mayor parte de las asociaciones. Unas po­ cas establecieron vínculos con la socialdemocracia y fundaron asociaciones socialdemócratas locales en el exterior, como en Argentina, Brasil, Bolivia y otros países. El LAKFD se disolvió en 1946; la mayor parte de los miem­ bros de los Freie Deutsche retornó a Alemania, en su mayoría a la Zona de Ocupación Soviética, donde algunos habrían de hacer carrera política en la futura República Democrática Alemana (RDA). En Argentina, Das Andere Deutschland desarrolló todavía numerosas actividades tras el fin de la guerra y en 1947 celebró sus diez años de existencia, pero dos años más tarde se disolvió definitivamente. August Siemsen, el severo crítico de los comunistas, fue a radicarse nada menos que en la RDA (von zur Mühlen 1988: 280-295). Hubo otra red que debe ser nombrada con reservas y que es necesario mencionar con distancia crítica: Schwarze Front (Frente Negro), el movi­ miento de Strasser. El mismo surgió a partir del ala social-revolucionaria de “izquierda” del NSDAP, se separó de Hitler en 1929 y desde entonces pasó a combatirlo duramente. Su líder, Gregor Strasser, fue asesinado por los

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nazis en 1934. Otto Strasser, su hermano, había partido al exilio en 1933 y congregó en torno suyo a nazis disidentes que por motivos personales o políticos habían entrado en conflicto con el régimen nacionalsocialista (von zur Mühlen 1988: 113-117). Otto Strasser jamás pisó suelo latinoamericano, sino que emigró a Ca­ nadá porque los Estados Unidos le denegaron el ingreso. Pero algunos de sus adherentes fueron a dar también a América Latina, donde hallaron gente con sus mismas ideas en las colonias de alemanes en el extranjero. En 1934 se constituyó en Paraguay una confederación del Schwarze Front que tenía representaciones en la mayoría de las repúblicas de América Central y del Sur. En los años 1935/36 el movimiento editaba en Buenos Aires el pe­ riódico homónimo Die Schwarze Front. Entre 1936 y 1940 el movimiento fue blanco de duros ataques del NSDAP y sus organizaciones en el exterior, y su influencia se redujo (von zur Mühlen 1985: 143-157). Un emigrante de filiación cristiano-conservadora –o sea, en ningún caso un disidente nazi– que en 1935 había fundado en Montevideo la revista de exiliados Die Zeit (El Tiempo), estableció en 1940 contacto con Strasser con la finalidad de revitalizar el movimiento. Dado que el Schwarze Front en tanto movimiento disidente nazi no gozaba de bue­ na reputación, Strasser aprovechó la oportunidad para un lavado de cara. Disolvió el Schwarze Front y ordenó a todos los afiliados que ingresaran al Frei-Deutschland-Bewegung que él mismo acababa de fundar. Su repre­ sentante para América Latina, Bruno Fricke, nombró por su parte los lla­ mados Landesleiter, de modo que muy pronto hubo ramificaciones del Frei-Deutschland-Bewegung en Argentina, Chile, Brasil y Uruguay, y poco después también en Colombia, Paraguay, Venezuela, Panamá, Perú, Hon­ duras y El Salvador. Strasser fracasó en sus intentos, emprendidos desde Canadá, de esta­ blecer vínculos con otras orientaciones del exilio con miras a fundar un comité alemán suprapartidario según el ejemplo del comité France Libre fundado por Charles de Gaulle en Londres. La anterior pertenencia o proximidad de Strasser y sus adherentes al NSDAP, su concepción auto­ ritaria y antidemocrática del Estado, su nacionalismo con componentes antisemitas y su concepción ultraconservadora y clerical de la sociedad fueron obstáculos insalvables para una vinculación con otros grupos en el exilio. Además, el movimiento se encontró cada vez más bajo la mira de los Aliados. Después que los británicos, que al parecer lo habían apoya­ do durante un tiempo, le retiraron su ayuda, las autoridades canadienses

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internaron a Strasser. También algunos gobiernos latinoamericanos (Ar­ gentina, Chile, Colombia, Cuba y México) dispusieron medidas contra el movimiento, por lo que gran parte de sus organizaciones se disolvieron. Solamente en Uruguay se mantuvo todavía la publicación Die Zeit hasta 1944. El movimiento terminó como una secta ruidosa pero anodina. Una red que se formó recién cuando la guerra ya tocaba a su fin, y por tanto resultaría superflua, fue la de las organizaciones austríacas, que pese a ello también deben mencionarse aquí. Ya en 1934 y 1938 se habían forma­ do en Buenos Aires (Blaschitz 1992: 113) grupos pequeños y generalmente efímeros de exiliados provenientes de Austria, pero los grupos políticos se constituyeron casi exclusivamente recién durante la guerra. Ello se debe a la especificidad de la emigración de los austríacos. Una vez instituido el Estado austrofascista en 1934, comenzó en primer lugar el éxodo de los ad­ herentes de izquierdas, mientras la emigración masiva de judíos comenzó recién después del Anschluss (Anexión) en marzo de 1938. A diferencia de la emigración alemana, conformada esencialmente por socialdemócratas, comunistas y algunos pocos grupos burgueses, hubo entre los austríacos también una emigración proveniente del espectro político de derechas: monárquicos y legitimistas, así como socialcristianos. Esta heterogeneidad habría de incidir más tarde, naturalmente, en la composición política de los grupos de exiliados. En algunos países de América Latina no se llegaron a formar grupos de exiliados austríacos; en otros, lo hicieron sólo tardíamente. Ello se debió muchas veces a que el número de emigrantes austríacos era demasiado pe­ queño, por lo cual los austríacos muchas veces actuaban dentro de los gru­ pos de exiliados alemanes. El periodista Bruno Frei actuó por ejemplo en el Movimiento Freies Deutschland en México, y el escritor Karl Lustig-Prean fue incluso vicepresidente del LAKFD. Algunos comités añadieron a su nombre “de habla alemana” para dar cuenta de su inclusión. Debe subra­ yarse, sin embargo, que el concepto de la “Gran Alemania” pertenecía ori­ ginalmente al dominio de las posiciones políticas de izquierda y liberales, mientras la idea de una nación austríaca pertenecía más bien al acervo de monárquicos y austrofascistas. Recién en la década de 1930 los comunistas fueron el primer partido político austríaco en propagar la idea de una na­ ción austríaca por separado, posición no exenta de controversia en el resto del espectro partidario. Las protestas expresadas en Buenos Aires contra el Anschluss de Austria probablemente no pasaron desapercibidas en otros centros políticos de América Latina (Blaschitz 1995: 15).

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Pero recién en 1940/41 se formaron Austria Libre en Chile, la Fede­ ración de Austríacos Libres en Bolivia, el Comité Austríaco en Argentina, Austria Libre en Uruguay y en Cuba, la Alianza Austríaca Pro Aliados en Paraguay, la Acción Republicana Austríaca de México y el Comité de Proteção dos Interesses Austríacos no Brasil. Algunas de estas asociaciones establecieron contacto con las dos confederaciones de austríacos en el exi­ lio, una con sede en Londres, y la otra en Toronto. A fines de octubre de 1943, un día antes de la Declaración de Moscú, en la cual los Aliados defi­ nieron el restablecimiento de un Estado austríaco independiente como un objetivo de guerra, se formó en Montevideo un Comité Central Austríaco de América Latina, que pronto se incorporaría al Free Austrian Movement establecido en Londres y dirigido por el Partido Comunista de Austria (von zur Mühlen 1988: 131-135). Si comparamos las agrupaciones y los comités de austríacos en Amé­ rica Latina tanto con Das Andere Deutschland como con el movimiento Freies Deutschland, advertiremos que faltó entre ellos un centro empeñado en reunir a todos en una confederación. Hay por cierto indicios de que las asociaciones mantuvieron un contacto entre sí a título individual, o sea que en cierta forma constituyeron una red, pero ello no generó institucio­ nes comunes, y las confederaciones del exilio, en Londres y en Toronto, de ningún modo cumplieron un papel comparativamente importante. El papel cumplido por estos grupos hasta el final de la guerra fue de por sí poco importante; el retorno de una parte de los emigrantes aparejó su disolución. Si comparamos las cuatro redes descritas, advertiremos que represen­ tan tipos muy diferentes. Das Andere Deutschland y Freies Deutschland se parecen en que ambas dispusieron de una central que editaba una revista y desde la cual partieron las iniciativas para establecer una interconexión in­ tegral. Ambos movimientos eran en sí heterogéneos, por lo que su trayecto­ ria estuvo jalonada por diferencias de opinión, disidencias y refundaciones. Muy otro es el caso del Schwarze Front y de su sucesor el Frei-DeutschlandBewegung, que fue, al menos en la concepción de su fundador Otto Stras­ ser, una organización rígida y mayormente homogénea. Sin embargo, su trayectoria finalmente infructuosa muestra que tal concepción no impidió los conflictos internos y que en el movimiento no existió la unidad a la que aspiraba la dirigencia. El cuarto movimiento, el de los austríacos en el exilio, fue el menos estructurado y no fue iniciado ni dominado por una central en América Latina. Fue el de carácter más cercano a una federación

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de grupos de base. Fue también ciertamente el más heterogéneo. Mientras en Das Andere Deutschland predominaba el pensamiento socialdemócrata o el socialista de izquierda, mientras Freies Deutschland era, al menos en su aparato de cuadros, comunista, y mientras el movimiento de Strasser puede ubicarse en el extremo derecho del mapa político, los integrantes de los grupos de austríacos en el exilio cubrían un espectro que iba desde monárquicos y socialcristianos hasta socialistas y comunistas. Una conclusión vale, sin embargo, para todos: sus comités y asociacio­ nes no tuvieron gran influencia en los distintos países, pues no disponían de medios con los cuales pudieran representar los intereses de sus miem­ bros o adherentes ni ofrecerles ciertos servicios. Esto vale también para las cuatro redes en su conjunto: estas representaron a representantes sin base real en la población. Fueron, más bien, la expresión de una situación de rivalidad entre distintas orientaciones políticas sin posibilidad de incidir sobre la historia. Traducción del alemán: Raquel García Borsani

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Sobre la agrupación Das Andere Deutsch­land de la Argentina: política, cultura y sociedad Germán C. Friedmann

En el presente trabajo señalo algunas conclusiones referidas a la composi­ ción, funcionamiento y actividades de la organización antinazi establecida en Buenos Aires Das Andere Deutschland. Hago hincapié en las distintas maneras en que sus miembros se relacionaron con la Argentina en una conflictiva época, caracterizada por una enorme polarización, y en los mo­ dos en que las actividades desplegadas por la organización repercutieron en diversas personas de habla alemana que por distintos motivos residían en aquel país. I

La organización Das Andere Deutschland (en adelante DAD) fue fundada en 1937 en Buenos Aires por exiliados políticos alemanes y austríacos opo­ sitores al nacionalsocialismo y por algunos germanoparlantes establecidos en la Argentina que pertenecían a una amplia constelación de fuerzas y provenían de distintas extracciones políticas, sociales y religiosas. Su mani­ fiesto fundacional fue suscripto por personas cuyas disímiles experiencias políticas permiten observar la heterogeneidad inicial de la agrupación. Er­ nesto F. Alemann, director del diario Argentinisches Tageblatt y presidente de la Asociación Pestalozzi, encabezó el llamado. Autodefinido como un “liberal convencido”, lo fue sobre todo en su concepción económica, en tanto su simpatía por los socialistas alemanes y argentinos estaba motivada fundamentalmente por sus inclinaciones humanísticas.1 Alemann fue el único argentino en rubricar el manifiesto de DAD y junto al periodista Joseph Riemer constituyó el ala “liberal” de la agrupación. El resto de los integrantes de la comisión fundadora de DAD eran emigrantes políticos recientes, que ya antes del exilio pertenecían a una amplia constelación 1 “Im Kampf um die Freiheit”, en: Argentinisches Tageblatt, 29 de abril de 1964. Suple­ mento especial, sin número de página.

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de fuerzas de izquierda. Aunque no estaba afiliado a ningún partido, el artista Carl Meffert (más conocido como Clément Moreau) simpatizaba con el socialismo, al igual que el fisiólogo Simon Neuschlosz. La por en­ tonces experimentada política Oda Olberg-Lerda y el abogado Curt Da­ merau estaban afiliados al Sozialdemokratische Partei Deutschlands (Partido Socialdemócrata de Alemania), en tanto que Hans Lehmann –quien al igual que Damerau era miembro la asociación Vorwärts– era parte de la Internationaler Sozialistischer Kampfbund (Liga de Combate Internacional Socialista) y tuvo una intensa actividad política en el Sozialistische Arbeiterpartei Deutschlands (Partido Socialista Obrero de Alemania). Entre los firmantes del documento también estaba otro integrante del Vorwärts, Heinrich Bertsky, un empresario próximo al partido comunista. La lista de suscriptores de la solicitada fundacional incluía también a Albert Günther, un alemán exiliado en Asunción del Paraguay, y a una persona de apelli­ do Lathmann. Aunque su nombre no figuró entre los promotores, Erich Bunke, quien era el secretario del grupo germanoparlante del Partido Co­ munista Argentino y un año más tarde se convertiría en el presidente del club Vorwärts, tuvo un importante papel en el establecimiento del comité. Dentro de la comisión fundadora de DAD se encontraban también algunos exiliados políticos alemanes con una vasta militancia en la variada y multifacética izquierda de Weimar que en ese momento, y pese a ser figuras centrales dentro de DAD, optaron por no firmar el comunicado que daba a conocer su constitución para no atraer la atención de las auto­ ridades argentinas sobre la escuela Pestalozzi, en la que se desempeñaban como docentes (von zur Mühlen 1988: 23). Entre ellos se encontraban muchos de los que posteriormente serían los miembros más activos de la agrupación: August Siemsen, Heinrich Grönewald, Alfred Dang, Hans Carl, Walter Damus, Martin Fenske y Lotte Hirsch. Independientemente de su heterogénea composición, la acción del movimiento se concentró, en sus inicios, en objetivos básicos que eran lo suficientemente abarcadores como para ser compartidos por todos sus integrantes. Organizó y dirigió una amplia red de actividades, entre las que se destacaba la ayuda económica y laboral destinada tanto a los refugiados del continente europeo, como a los alemanes residentes en la Argentina que fueron apartados de las diferentes asociaciones de la comunidad ale­ mana alineadas al Tercer Reich. Tomó notoriedad dentro del ámbito ger­ manoparlante a partir de su aparición en la prensa periódica –en un inicio en el Argentinisches Tageblatt– (Groth 1996: 168-169; Schoepp 1996: 42),

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desde donde ejerció una intensa difusión de las atrocidades cometidas por el nacionalsocialismo en Europa y de las acciones de diversas agrupaciones nacionalsocialistas en la Argentina, además de apelar a “los alemanes de buena voluntad” para que defendieran la cultura y los valores de la “verda­ dera” Alemania. Esta otra, la “verdadera” Alemania, era representada en el imaginario de la agrupación como una patria tolerante, pacífica y huma­ nista frente a la nacionalsocialista (Friedmann 2010a). Establecido como comité de ayuda, DAD fue transformándose en for­ ma gradual en una asociación en la que la actividad propiamente política se volvió cada vez más importante. Una de las tareas emprendidas por DAD que sería trascendental en su posterior constitución fue la edición de su propia publicación periódica –también llamada Das Andere Deutschland– que se transformaría en una de las más influyentes de la emigración germa­ noparlante de América Latina (Maas 1976: 63-71). Los primeros diez números del boletín, que desde mayo de 1938 hasta febrero de 1939 se distribuyeron en forma mensual exclusivamente entre sus abonados, consistían en cuatro páginas escritas a máquina y hectogra­ fiadas. Su artículo editorial inicial era seguido por pequeños comentarios acerca de la situación en Alemania y sobre la influencia nacionalsocialista en diferentes países sudamericanos. Desde el número 11, del 1º marzo de 1939, la publicación duplicó su cantidad de páginas y fue impresa en la editorial del Argentinisches Tageblatt. A partir de entonces apareció de ma­ nera ininterrumpida hasta el 1º de enero de 1949 con ediciones regulares de entre 16 y 32 páginas.2 2 El primer número de Das Andere Deutschland salió el 1º de mayo de 1938 y el último, el número 175, el 1º de enero de 1949. Das Andere Deutschland apareció mensualmen­ te desde sus inicios hasta el número 59/60 de febrero 1943, y desde el número 61 (20 de marzo de 1943) hasta el 79 (15 de diciembre de 1943) lo hizo en forma quincenal. Cuando la publicación fue prohibida, entre enero y marzo de 1944, comenzó a publi­ carse en Montevideo, donde su editor fue Heinrich Grönewald. Allí aparecieron dos números dobles –el 1/2, del 15 de febrero, y el 3/4, del mes de marzo– bajo el nombre de La Otra Alemania. Volvió a presentarse una vez por mes desde el número 80/81 (25 de abril de 1944) hasta el 94 (15 de mayo de 1945), y desde el 95 (1º de junio de 1945) nuevamente de manera quincenal hasta su último número, el 175, publicado el 1º de enero de 1949. El subtítulo de la revista cambió en muchas oportunidades. Desde el número 1 hasta el 14 fue Mitteilungsblatt (Boletín); del 15 al 18 “Periódico mensual alemán”; desde el 19 hasta el 41 “Periódico alemán independiente”; entre el 42 y el 46 “Órgano de los alemanes antihitleristas de la América Latina”; en el 47 “Órgano de los alemanes antihitleristas de Sudamérica”; desde el 48 al 51 “Órgano de los alemanes antinazis de Sudamérica”; del 52 hasta el 79 “Órgano de los Alemanes libres de Amé­ rica del Sur”, y desde el número doble 80/1 hasta el final: “Órgano de los Alemanes democráticos de América del Sur”.

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Las condiciones generadas por el comienzo de la guerra aumentaron la demanda de información en idioma alemán que no estuviera impregnada de opiniones nacionalsocialistas, lo que causó que Das Andere Deutschland acrecentara considerablemente su número de lectores. Este incremento también se debió no solo a la ampliación de la tirada del Argentinisches Tageblatt, donde la agrupación seguía teniendo una columna semanal, sino a que, desde noviembre de 1939, su boletín dejó de ser exclusivamente una revista de suscripción para abonados y comenzó a ser distribuido en diferentes quioscos de diarios de Buenos Aires, en el interior y en otras ciudades de Sudamérica. De esta forma, la publicación pudo ser leída de manera suprarregional y sus artículos e informes estuvieron a disposición de una considerable cantidad de germanoparlantes. Una parte importante del financiamiento de DAD se llevó a cabo gracias a la venta y anuncios publicados en la revista. El movimiento pudo sostenerse además debido a la ayuda recibida del Argentinisches Tageblatt y al aporte de donaciones pri­ vadas de algunos emigrantes. Gracias a esta amplificación de su mensaje se fueron conformando, en distintos países del continente, diversos círculos de lectores que establecieron una serie de organizaciones locales de DAD que tuvieron como centro la revista publicada en Buenos Aires. Hacia el final de la guerra había catorce agrupaciones de DAD radicadas en Suda­ mérica –tres en Bolivia, Chile, Brasil y Paraguay, respectivamente, una en Colombia y otra en la República Oriental del Uruguay–, una en México y otra en Sudáfrica. Después de la contienda, la agrupación tuvo represen­ tantes en Nueva York, Basilea, París, Londres y Heidelberg. Las normas legales argentinas, que restringían las actividades políticas de los extranje­ ros, forzaron a DAD a efectuar su trabajo político por intermedio de una publicación legalmente reconocida.3 La importancia que fue adquiriendo la revista dentro del movimiento estuvo íntimamente relacionada con la naturaleza de la composición de DAD. Ésta no estaba registrada oficial­ mente, nunca tuvo personería jurídica, miembros regulares, ni poseyó esta­ tutos fijos, elecciones de junta directiva, reuniones regulares o propiedades. En el momento de su mayor tirada, durante 1944 y 1945, la revista habría editado entre 4.000 y 5.000 ejemplares. Sin embargo, resulta difícil evaluar la cantidad real de lectores, pues seguramente cada número fue leído por más de una persona. Lo cierto es que la aceptación que fue adquiriendo 3 Das Andere Deutschland 28, 15 de julio de 1940, p. 7, y Das Andere Deutschland 58, enero de 1943, p. 10.

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su boletín informativo terminó por eclipsar al conjunto del comité DAD. De este modo se produjo una progresiva mimetización entre la revista y el movimiento que, al carecer de una organización formal, encontró un sustituto, una suerte de corporización, en la redacción de aquélla. El afianzamiento de su publicación fue fundamental en el desarro­ llo de la agrupación. Aunque la aceptación que obtuvo el boletín causó que su director, August Siemsen,4 tuviera un papel protagónico, resulta en muchos sentidos engañoso caracterizar a DAD exclusivamente como una asociación de ayuda a los emigrantes provenientes de la Alemania nazi o como una agrupación de carácter político propagandístico constituida por exiliados de izquierda puesto que, si bien estos aspectos fueron por demás importantes, tuvo toda otra serie de facetas más amplias. II

Además de las actividades de carácter político y solidario, dentro de DAD tuvieron también gran importancia las de orden cultural, que eran conce­ bidas en la tradición política del socialismo alemán –en la cual se habían formado gran cantidad de sus militantes– como otras tantas dimensiones del trabajo más específicamente político (Lidtke 1985). La escuela Pestalozzi, en la que trabajaban muchos de los miembros más activos de aquella asociación, prestó sus instalaciones para realizar en­ cuentros que servían a la discusión e información política y cultural. En ese espacio se realizaron una gran cantidad de charlas, cursos y mesas redon­ das a las que se acercaron personas que pertenecían al variopinto espectro 4 August Siemsen (Hamm, Westfalia, 1884-Berlín Oriental, 1958) estudió Historia, Lengua y Literatura alemana en la universidad de Gotinga. Luego de presidir el partido liberal de izquierda Fortschrittliche Volkspartei (Partido Popular Progresista), se incorporó en 1915 al Partido Socialdemócrata de Alemania. En 1919 representó al Unabhängige Sozial­demokratische Partei Deutschlands (Partido Socialdemócrata Independiente de Alemania) en el parlamento de la ciudad de Essen. Reingresó al Partido Socialdemó­ crata en 1922 y fue elegido diputado del Reichstag en 1930. En 1931 participó en la fundación del Sozialistische Arbeiterpartei Deutschlands (Partido Socialista Obrero de Alemania), del cual fue dirigente hasta 1933. En abril de ese año se exilió en Suiza, y llegó a la Argentina en enero de 1936. Se incorporó a la escuela Pestalozzi, donde enseñó Historia y Alemán, materias que ya había impartido en Alemania a nivel secundario y universitario. Fue la personalidad más reconocida de DAD y dirigió la revista homó­ nima. Dejó la Argentina en 1952 y se trasladó a la ciudad de Osnabrück. Desanimado por el desarrollo político de Alemania Occidental, en 1955 se radicó definitivamente en la República Democrática de Alemania.

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político antinazi de habla alemana (Schnorbach 1995: 199-200). Aquellas jornadas en las que participaron activamente algunos renombrados exilia­ dos alemanes antinazis radicados en la Argentina que militaban en DAD, como Alfred Dang, Paul Walter Jacob y August Siemsen, contribuyeron a la conformación de un ámbito de sociabilidad que era a la vez antinazi y alemán (Friedmann 2011b). Muchos miembros de DAD escribieron diversos ensayos y artículos no solo en diarios y revistas editados en idioma alemán, sino también en periódicos de amplia difusión nacional. Pueden señalarse, entre muchas otras, las innumerables colaboraciones de Paul Walter Jacob y Johann Luzian en el diario La Nación, los artículos y trabajos de August Siemsen, Oda Olberg-Lerda y Clément Moreau en Crítica, así como las notas de Ernesto Alemann en La Prensa. Además, algunos integrantes de aquella agrupación también publicaron libros en la Argentina a través de distintas editoriales que, a fines de la década de 1930 y principios de la de 1940, no estaban comprometidas con el nacionalsocialismo e imprimían obras en idioma alemán (Cartolano 1999: 81-92). Entre ellas, se destacó la editorial Cosmopolita. Fundada a mediados de 1939, la Freier Deutscher Buchverlag (Editorial Alemana Libre) fue rebautizada al año siguiente con el nombre castellano de Cosmopolita, para evitar dificultades con las autoridades ar­ gentinas. La empresa, dirigida por James Illy Friedmann, editó cuentos ilustrados de los hermanos Grimm, Hans Christian Andersen, Wilhelm Hauff y Ludwig Bechstein, y publicó más de veinte libros de autores ale­ manes en el exilio rioplatense que contaron con una temática muy variada. Johann Luzian, Doris Dauber, Hans Jahn, Paul Walter Jacob y August Siemsen fueron los integrantes de DAD que publicaron sus trabajos en aquella editorial. Todos estos libros fueron reseñados por los principales periódicos edi­ tados en lengua alemana y no “alineados” de Buenos Aires, entre los que se destacaron el Argentinisches Tageblatt, Das Andere Deutschland y el Jüdische Wochenschau, por lo que contaron con una amplia difusión entre el público germanoparlante residente en la Argentina. Más allá de su valor literario –y aunque muy diversos en sus temáticas y estilos– las novelas de Johann Luzian, la autobiografía de Doris Dauber, los ensayos culturales de Paul Walter Jacob, los discursos políticos y análisis históricos de August Siemsen, los libros para niños y las poesías de Hans Jahn, o las recetas de cocina de Jeanne Bachmann, conformaron un espacio común de sociali­

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zación alemana que podía ser compartido por una parte importante de los germanoparlantes de la Argentina. La teatral fue otra de las manifestaciones culturales presentes en DAD. A mediados de 1938 algunos de sus miembros conformaron un pequeño grupo de teatro que se llamó Truppe 38, cuya estética estaba influida por el “arte de agitación y propaganda”, estilo muy en boga en las agrupaciones culturales del movimiento obrero alemán durante la República de Weimar (Siemsen 2000: 48-49). Este cabaret político, dirigido por el artista gráfi­ co Carl Meffert/Clément Moreau, representó fundamentalmente escenas y diálogos de Kurt Tucholsky y Bertolt Brecht con canciones de Hanns Eisler y de Kurt Weil. En la puesta en escena de la Truppe 38, que incluía coros, baladas y consignas pintadas, tuvo un papel importante el conjunto vocal masculino de la Asociación Vorwärts, cuyo director era Paul Walter Jacob, quien había tenido una destacada participación en la actividad tea­ tral alemana durante la República de Weimar. Apenas llegado a Buenos Aires, Jacob se abocó a la organización de un teatro que se fijara como objetivos fundamentales: ofrecer a los actores profesionales exiliados en la Argentina oportunidades de volver a trabajar en su oficio, proveer un teatro germanoparlante antifascista a los alemanes democráticos locales y demostrar, sobre todo, la existencia de otra Alemania (Jacob 1946: 8).5

Esta empresa contó con el apoyo de diversas instituciones antinazis de habla alemana de Buenos Aires. La iniciativa para formar la compañía fue apoyada por el Argentinisches Tageblattt, periódico que publicó diversos avisos convocando a actores profesionales y al público en general a sumarse al futuro teatro. La escuela Pestalozzi organizó una serie de eventos desti­ nados a recaudar fondos para el nuevo emprendimiento; y la asociación Vorwärts facilitó sus instalaciones para los ensayos y muchos de sus socios se desempeñaron como extras. Posteriormente, el teatro ofrecería funciones a las que podían asistir los alumnos de los distintos grados de la escuela Pes­ talozzi en el marco de las clases de alemán del colegio. Del mismo modo, los integrantes del elenco teatral brindaron conferencias en el Vorwärts y se presentaron en muchos de sus actos culturales (Bauer 1989: 114). Así, con el sustento de distintas organizaciones germano-argentinas antinazis, 5 Muchas de las fuentes utilizadas en este trabajo fueron publicadas en idioma alemán. Son reproducidas aquí en la traducción al castellano del autor.

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el Freie Deutsche Bühne (Teatro Libre Alemán6) inició, el 20 de abril de 1940, con el estreno de la comedia Jean de Ladislao Bus-Fekete, una serie de más de setecientas cincuenta representaciones llevadas a cabo en la pri­ mera década de su existencia. Sus funciones tuvieron lugar en la Casa del Teatro, el Casal de Cataluña, el Teatro Nacional, la Asociación Unione e Benevolenza y el teatro Lasalle. Aunque enfatizó las comedias y piezas po­ pulares, el repertorio resultó extremadamente variado (Friedmann 2009c; Kelz 2010). Se representaron casi en su totalidad las comedias sociales de George Bernard Shaw, y el teatro de boulevard de Somerset Maugham y de Noel Coward. También fueron interpretadas, entre otras, obras de Frie­ drich Schiller, Henrik Ibsen, Máximo Gorki, Oscar Wilde, Luigi Pirande­ llo, Frank Wedekind y Franz Werfel. Cerca de cuarenta presentaciones fue­ ron escritas por exiliados, entre los que se destacaron Bruno Frank, Curt Goetz, Carl Rössler y Wilhelm Lichtenberg (Naumann 1985: 122-143). Este conjunto de prácticas culturales contribuyeron a la construcción de una identidad que era antinazi y alemana a la vez. Asimismo, los espa­ cios creados para realizarlas conformaron un ámbito de socialización que fue compartido por los exiliados del régimen nacionalsocialista y por los antiguos germanoparlantes residentes en la Argentina, incluso por aquellos que por diferentes motivos, no se habían comprometido activamente con­ tra el nacionalsocialismo (Friedmann 2009a). III

Contra lo que señala una concepción muy difundida entre los investigado­ res del exilio alemán y de la comunidad alemana en la Argentina, no hubo entonces una separación tajante entre dos mundos de alemanes: los repu­ blicanos y los nacionalsocialistas. Por el contrario, una serie de evidencias demuestra que existieron ámbitos comunes de socialización que sugieren al menos que esta separación no fue tan categórica (Friedmann 2010b). En este sentido, el escritor y periodista alemán antinazi exiliado en Buenos Aires, Balder Olden, señalaba en un artículo publicado en el pe­ riódico Aufbau de Nueva York, en agosto de 1941, que en amplios círculos de los viejos residentes alemanes existía un consenso generalizado sobre 6 Ante los medios de habla castellana esta agrupación se presentaba como Teatro Alemán Independiente.

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lo inconveniente de presenciar las funciones del teatro dirigido por Paul Walter Jacob. Olden informaba sobre el destino de una empleada de una firma alemana que luego de concurrir con él a una de las presentaciones del Freie Deutsche Bühne fue despedida de su trabajo sin previo aviso por ser considerada “indigna de confianza en su vida privada” y describía la situación de la comunidad alemana de Buenos Aires de principios de los años cuarenta en los siguientes términos: verdaderamente existen dos aldeas, la republicana y la nacionalsocialista... A saber, nosotros tenemos un teatro, los otros también tienen uno, tenemos cada uno un diario, cada uno una escuela, asociaciones, conferencias. En una palabra, un mundo alemán y un ambiente alemán. Pero la separación es tan absoluta que en una aldea se puede olvidar que la otra existe (Olden 1941: 9-10).

Esta cita ha sido repetida parcialmente en reiteradas oportunidades y su conclusión incuestionablemente aceptada como verdadera por distintos estudiosos del exilio alemán en la Argentina, sin reparar en una innume­ rable cantidad de hechos que por lo menos matizan la existencia de dos mundos incomunicados (Kießling 1981: 73-74; Saint Sauver-Henn 1995: 336; Cartolano 1999: 82). Sin ir más lejos, la misma anécdota que llevó Balder Olden a notificar a la publicación neoyorkina el insondable abismo existente entre las dos aldeas alemanas porteñas expresa una clara contra­ dicción con la idea de una total exclusión. La nota muestra al menos, la presencia de un puente entre ambas aldeas, pues evidencia no sólo que el crítico teatral del Argentinisches Tageblatt, periódico que congregaba a la opinión “republicana”, se relacionaba con una persona perteneciente a la aldea opuesta, sino también que desde la dirigencia de esta última se hacía necesario ejercer una explícita coacción sobre una parte de los alemanes del “bando nazi” para que éstos no entraran en contacto con la facción contraria. Esta prohibición carecería de sentido si no intentara suprimir una práctica existente. La experiencia de Rudolf Weinmann también contribuye a matizar el consenso historiográfico sobre la separación terminante de dos mundos de germanoparlantes en la Argentina, idea que permaneció además profun­ damente arraigada en la memoria colectiva de los alemanes antinazis. El berlinés Weinmann militó desde muy joven en el Partido Comunista de Alemania y, una vez establecido en Buenos Aires, formó parte de la sección idiomática alemana del PC argentino, de la que fue secretario entre 1941

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y 1945. Para obtener un empleo en Buenos Aires, este convencido mili­ tante comunista en ambas orillas del Atlántico leía el periódico Deutsche La Plata Zeitung porque, según señalaba, “los nazis eran los que tenían la plata”. Weinmann había trabajado en una empresa alemana, que él con­ sideraba nacionalsocialista, la cual le descontaba una parte de su sueldo para la Winterhilfe (ayuda de invierno).7 Aquella “donación”, oficialmente denominada “Winterhilfswerk des Deutschen Volkes” (Acción de ayuda de invierno del pueblo alemán) fue establecida el 13 de septiembre de 1933 como una forma de asistencia estatal al enorme desempleo entonces existente. Más tarde, sus fondos fueron utilizados para combatir los perjui­ cios causados por la guerra y la pobreza. Si bien un número considerable de personas colaboró con su tiempo y dinero libremente, en la práctica la “ayuda de invierno” funcionó como un impuesto al sueldo, cuyo “carác­ ter voluntario” consistía en la posibilidad de pagar una cantidad superior a la fijada, aunque para muchos esa “posibilidad” ocultaba una coacción a veces disimulada. Debe destacarse que esta recolección coercitiva, que en las empresas alemanas radicadas en la Argentina era organizada por la embajada del Reich en Buenos Aires, fue objeto de constantes denuncias realizadas por parte de DAD, asociación a la que Weinmann perteneció hasta 1939. Diversos artículos publicados por los integrantes de aquella agrupación con el objetivo de crear una conciencia solidaria partían de casos concretos para apelar a la sensibilidad de los lectores y obtener su colaboración, ya fuera a través de donaciones en efectivo o de puestos de trabajo. Uno de ellos contaba las peripecias de un empresario de la cuenca del Ruhr que, despojado de la totalidad de sus bienes por su oposición al nacionalsocialismo, debió huir precipitadamente y sin dinero, dejando a su familia en Alemania. Una vez finalizado el relato, el artículo recordaba que al comité de ayuda DAD le correspondía la tarea de asistir a aquella persona y a otras tantas que habían atravesado situaciones semejantes. Por ese motivo, lanzaba la siguiente exhortación: ¡Alemán de la Argentina!, en vez de colaborar con la “ayuda de invierno”, que no sirve para ninguna otra cosa que para fundir nuevos cañones y construir grandes aviones de guerra, brindanos tu colaboración para que podamos ayu­ dar a gente desafortunada y desesperada. Las palabras no son suficientes ¡No vaciles, es necesaria una ayuda rápida! Tu donación es destinada íntegramente 7 Entrevistas realizadas por el autor en los meses de agosto, septiembre y octubre de 2000.

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a propósitos benéficos. Hay que demostrar que en este país hay gente de buena voluntad.8

Es interesante notar que, además del carácter solidario, estos llamados te­ nían un fuerte componente propagandístico, dirigido a un público que, en potencia, podía apoyar a los nacionalsocialistas. De esto puede concluirse que, en los años inmediatamente previos a la guerra, las fronteras entre los adherentes al nacionalsocialismo y al “frente antinazi” no estaban aún claramente definidas y DAD consideraba estar compitiendo por obtener el apoyo de un mismo conjunto de personas. Sin duda los integrantes de esta agrupación exportaron a la Argentina su experiencia europea pues, independientemente de su discurso político, que acentuaba la enorme dis­ tancia de la mayoría de los alemanes, y, en especial, la casi inmunidad de los obreros ante el nacionalsocialismo, fueron testigos directos del enorme crecimiento electoral del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán. Este incremento, que lo llevó de obtener del 2,6 % en 1928 al 43,9 % en las elecciones de mayo de 1933, fue alcanzado a expensas del conjunto de las agrupaciones políticas de la República de Weimar, es decir, reclutando adherentes entre sus afiliados y votantes en todos los sectores sociales y grupos profesionales de la población alemana (Falter 1991). Poco antes del inicio de la guerra, los miembros de DAD observaron un creciente sentimiento antialemán en amplios sectores de la población local que simpatizaba con el “antifascismo”. Parte de la responsabilidad por esta situación fue adjudicada a aquellos alemanes residentes en la Ar­ gentina que, al no exteriorizar pública y rotundamente su oposición al nacionalsocialismo, habrían constituido “ejemplos vivientes de la cobardía y de la bajeza de convicciones que no hacen honor alguno a la reputación alemana”. Por este motivo, desde las páginas de Das Andere Deutschland se consideraba imprescindible separarse claramente de ellos para “recuperar la confianza de nuestros conciudadanos argentinos y salvar a la alemani­ dad de la Argentina y a nosotros mismos”.9 Además de la convicción de una generalizada pasión antialemana, la enérgica apelación a diferenciarse de manera manifiesta de los nacionalsocialistas dirigida a los lectores de la principal publicación de DAD muestra –al menos en la percepción de la

8 “Der Fall X”, en: Argentinisches Tageblatt, 12 de diciembre de 1937, p. 3. 9 “Was ist mit Patagonien”, en: Das Andere Deutschland 9, 1º de enero de 1939, pp. 3  s.

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revista– lo tenue de la separación en dos bloques claramente definidos de alemanes nacionalsocialistas y antinazis. Otra clara muestra de la necesidad de matizar la idea de una total separación entre esas supuestas dos aldeas es ilustrada por la actuación en el Teatro Colón de la ciudad de Buenos Aires de los ilustres músicos emigrados de la Alemania nacionalsocialista Erich Kleiber y Fritz Busch (Trapp 2005: 99-117). Aunque Busch no militó en ninguna organización política local, tenía una estrecha amistad personal con algunos integrantes del exilio antinazi; en tanto que Kleiber, quien reemplazó a Busch en la dirección de la temporada alemana del Teatro Colón, militaba activamente en Austria Libre.10 No obstante su estrecho vínculo con el ámbito anti­ fascista local, ambos músicos compitieron por encabezar el cuadro alemán que llegó a Buenos Aires en 1933, en una gira organizada por el Ministerio de Propaganda con el fin de publicitar a la “Nueva Alemania”. Finalmen­ te fueron ellos quienes llevaron al Teatro Colón las representaciones de Richard Wagner, el mayor ícono musical del nacionalsocialismo, consti­ tuyéndose en los más claros exponentes del “Bayreuth alternativo”. Por el contrario, quienes estaban sospechados de haber participado activamente con el régimen de Hitler representaron, luego de la finalización de la gue­ rra, un repertorio musical moderno y que incluía exponentes de la llamada “música degenerada”, prohibida durante el Tercer Reich (Couto 2011). Este escenario presenta un panorama muy distinto a la imagen de una fuerte división en “dos aldeas” germanas incomunicadas dirigida a los me­ dios locales que, más tarde, reproducirían gran parte de los estudios sobre el exilio alemán en la Argentina. IV

DAD tuvo una activa intervención en la política interna argentina, en contra del discurso de la asociación que acentuó su total exclusión y pres­ cindencia del juego político nacional. Muchos de sus integrantes partici­ 10 La organización Austria Libre fue fundada en Buenos Aires en 1941. Aunque confor­ mada por personas de diversa procedencia, estaba sustentada por militantes comunis­ tas. Presidida por el ex barón Ferdinand Erb, su vicepresidente fue Guido Forsthuber –hasta el Anschluss embajador en Brasil y vicecónsul en la Argentina– y su secretario general fue el economista Gustav Glück. En la organización tuvo un papel importante el que posteriormente sería director del Volksblatt, Adolf Walter Freund, quien desde octubre de 1945 también dirigió el periódico Nueva Austria, editado por Austria Libre.

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paron activamente en distintas instituciones locales que luchaban contra el “nazifascismo” de las más diversas maneras, entre ellas alertando sobre la amenaza contra la integridad nacional no sólo desde el punto de vista territorial sino también desde el “espiritual”. Una parte importante de este espacio se configuró alrededor de denuncias sobre actividades de infiltra­ ción nacionalsocialista en la Argentina que, originadas en publicaciones realizadas por miembros de DAD, tuvieron luego una fuerte repercusión en los medios de prensa nacionales e instalaron un debate en la opinión pública que se trasladó al Congreso Nacional. Desde mediados de 1933 el Argentinisches Tageblatt había denunciado la Gleichschaltung (alineación) de diversas organizaciones alemanas radica­ das en el país. A partir de diciembre del mismo año, el periódico comenzó también una intensa campaña contra la “infiltración” nacionalsocialista en las escuelas alemanas de la Argentina. La opinión pública local apenas tomó conocimiento de los ataques del diario a los intentos nacionalso­ cialistas por cooptar a los residentes alemanes y permaneció indiferente ante las disputas internas entre los enemigos de la comunidad alemana. Sin embargo, a partir de 1937, en las páginas del Argentinisches Tageblatt resultaron constantes los informes acerca de los “planes sudamericanos” de la Alemania nazi, que habrían involucrado a un conjunto de personas más amplio que las comunidades alemanes locales.11 Estas denuncias sobre las actividades de una “red parda”, que en un principio se realizaron en publicaciones de idioma alemán, tuvieron luego una fuerte repercusión en los medios de prensa nacionales. En esta difu­ sión desempeñó un papel muy importante la actividad realizada por algu­ nos integrantes de DAD, que no sólo propagaron entre los germanopar­ lantes noticias sobre las atrocidades cometidas por el nacionalsocialismo en Europa, sino que también denunciaron el “copamiento nazi” de las distintas instituciones germano-argentinas –haciendo especial hincapié en la cuestión de la “nazificación” de las escuelas de la colectividad– así como su creciente “penetración” en la política argentina y continental. En este contexto, en la Cámara de Diputados de la Nación tuvo lugar un debate tan extenso como ilustrativo de las diversas posturas existen­ tes frente a las supuestas amenazas contra la “argentinidad” (Friedmann 2009b). Los argumentos esgrimidos en aquellas sesiones parlamentarias 11 “Braunes Netz in Südamerika”, en: Argentinisches Tageblatt, 4 de septiembre de 1937, p. 3.

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mostraron la generalización de una concepción exclusivista de la naciona­ lidad y su utilización para descalificar al adversario político.12 En el mes de junio de 1941 comenzó su trabajo la Comisión Inves­ tigadora de Actividades Antiargentinas. Integrada por siete diputados de diferentes partidos políticos y presidida por Raúl Damonte Taborda, la comisión se fijó como objetivo investigar organizaciones e individuos “cu­ yas ideologías y métodos sean contrarios a las instituciones republicanas y a nuestra soberanía”.13 La comisión estaba conformada además por los diputados Juan Antonio Solari, Adolfo Lanús, Fernando de Prat Gay, Sil­ vano Santander, José Aguirre Cámara y Guillermo O’Reilly. En el mes de julio de 1942, los radicales Damonte Taborda y Santander renunciaron a su puesto y Solari pasó a ocupar la presidencia. Esta comisión fue un claro ejemplo del creciente consenso en torno a la eliminación de ese “cuerpo extraño” que, según se consideraba, estaba descomponiendo a la sociedad argentina desde dentro. Una vez finalizada la primera parte de su investi­ gación, la Comisión de Actividades Antiargentinas elaboró cinco informes que señalaban la continuidad de diversas organizaciones nacionalsocialis­ tas que, pese a la prohibición impuesta por un decreto de mayo de 1939, seguían desempeñándose de manera encubierta como “células antiargenti­ nas en acción” y detallaron sus estructuras.14 Se ha sostenido que la información sobre la “infiltración nazi” presente en los medios y en las distintas esferas gubernamentales fue proporcionada a los integrantes de la comisión por los servicios secretos de los Estados Unidos y de Gran Bretaña, así como por ex miembros de la sección argen­ 12 Diario de Sesiones de la Cámara de Diputados, 7, 9, 15, 16, 22 y 23 de junio de 1939, pp. 396-423; 473-509; 613-651; 660-705; 880-896; 909-966. 13 Su modelo fue el House Un-American Activities Comittee (Comité de Actividades An­ tiamericanas) del Congreso estadounidense que, creado en la década de 1930 por un período limitado para monitorear las actividades de “agentes extranjeros” entre los ciu­ dadanos de origen alemán, se transformó en permanente en 1945. Aunque en sus comienzos centró su interés en los grupos pronacionalsocialistas, el organismo nortea­ mericano fue más conocido por sus investigaciones anticomunistas y alcanzó el apogeo de su relevancia pública durante los inicios de la Guerra Fría con la “caza de brujas” organizada por el senador Joseph Raymond McCarthy a principios de la década de 1950. 14 Los informes están publicados en el Diario de Sesiones Cámara de Diputados. Informe número 1, 29 de agosto de 1941 (publicado el 5 de septiembre de 1941), pp. 67-104; Informe número 2, 5 de septiembre de 1941, pp. 105-150; Informe número 3, 17 de septiembre de 1941, pp. 643-687; Informe número 4, 30 de septiembre de 1941, pp. 824-950, e Informe número 5, 28 de noviembre de 1941 (publicado el 30 de noviem­ bre de 1941), pp. 1-270.

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tina del partido nacionalsocialista (Newton 1995: 282; Groth 1996: 123). Sin embargo, no fueron estos sus únicos informantes. En este sentido, debe ser matizada la constante insistencia de los integrantes de la agrupa­ ción DAD en cuanto a su no injerencia en la vida política argentina, pues algunos de ellos desempeñaron un papel central en el reconocimiento de las actividades nacionalsocialistas y en la difusión de las denuncias acerca de la existencia de una “quinta columna” y su eventual asalto al continente sudamericano. Desde un inicio, la propaganda antinazi tuvo como pilares, en la pren­ sa argentina, a los diarios Crítica, Argentinisches Tageblatt y Noticias Gráficas, publicaciones en las que colaboraron diversos integrantes de DAD. En mayo de 1938 Enrique Dickmann se refirió en la Cámara de Diputados a una serie de órganos del partido nazi que habrían estado operando con el fin de infiltrarse en el continente. En ese entonces, el diputado socia­ lista advirtió acerca del predominio del Frente del Trabajo Alemán sobre los trabajadores germano-argentinos y recordó a este respecto un suceso ocurrido en 1933 en la ciudad de Ginebra, cuando el director de aquella organización, Robert Ley, se refiriera en términos marcadamente despecti­ vos hacia todos los sudamericanos, tratándolos de “seres inferiores”. En la Argentina esas declaraciones se conocieron a raíz de una nota publicada en el Argentinisches Tageblatt y escrita por Alfred Dang (director de la escuela Pestalozzi y miembro de DAD) quien al igual que Enrique Dickmann for­ maba parte del Comité de Lucha Contra el Racismo y el Antisemitismo.15 Para ilustrar las ambiciones de hegemonía mundial del Tercer Reich, Juan Antonio Solari recurrió en sus intervenciones parlamentarias a diversos mapas que fueran publicados en La nouvelle Allemagne dans son nouveau manuel scolaire, libro editado en París en 1937 por la Verband Deutscher Lehrer­emigranten (Unión de Maestros Alemanes Emigrados). Esta asocia­ ción contaba entre sus miembros fundadores al docente del Pestalozzi e in­ tegrante de DAD, Heinrich Grönewald. La discreción de los diputados so­ cialistas a la hora de explicitar el origen de gran parte de sus fuentes no fue ajena al hecho de que los argumentos nacionalistas de carácter exclusivista, cada vez más generalizados en el escenario político argentino, resultaban incompatibles no solo con la existencia de la organización DAD, sino tam­ bién en buena medida con la de la escuela Pestalozzi. En el establecimiento de ambas instituciones había tenido un papel fundamental el director del 15 “Dr. Ley beschimpft Südamerika”, en: Argentinisches Tageblatt, 16 de abril de 1933, p. 1.

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Argentinisches Tageblatt, periódico al que Enrique Dickmann reconociera, en 1943, como la fuente principal de sus investigaciones y denuncias, en especial diversas notas escritas, entre otros, por integrantes de DAD que, además, eran docentes de aquella escuela.16 Gran parte de las investigaciones presentadas en el cuarto informe de la Comisión Investigadora de Actividades Antiargentinas retomó las de­ nuncias sobre las actividades de “las escuelas nazis” de la Capital Federal realizadas en una serie de artículos escritos en abril de 1938 por Heinrich Grönewald en el Argentinisches Tageblatt. En esas notas se daba cuenta de los libros de texto, revistas, películas, actividades extraescolares, fiestas y diversas colectas realizadas en los colegios Goethe y Humboldt, donde “en medio de retratos de Hitler, eran más tenidas en cuenta las festividades del partido nazi que las argentinas”.17 Además de los informes realizados por diversos integrantes de DAD en el diario de los Alemann y en su propia revista, tuvo un papel igualmente trascendente la publicación de Informaciones para la prensa sudamericana, editada en castellano por Heinrich Grönewald y repartida gratuitamente entre distintos diarios y agencias de noticias nacionales. Los miembros de la Comisión Investigadora de Actividades Antiargentinas no sólo tomaron de estas publicaciones gran parte de su material, sino que también sostu­ vieron relaciones personales de diversa índole con integrantes de DAD. A una militancia en común en el Comité Contra el Racismo y el Antisemitis­ mo compartida por Enrique Dickmann, Alfred Dang y Simon Neuschlosz debe sumarse que el primer presidente de la comisión investigadora de la Cámara Baja, Raúl Damonte Taborda, era el jefe de redacción del diario Crítica –y yerno de Natalio Botana, por entonces director del diario– don­ de trabajaban algunos activos miembros de DAD; entre ellos, Clément Moreau, Heinrich Grönewald, Oda Olberg-Lerda y Pieter Siemsen. Asi­ mismo, los redactores de Crítica y Argentinisches Tageblatt se reunían oca­ sionalmente y discutían cuáles eran las noticias que, a su parecer, valía la pena dar a conocer a la opinión pública (Groth 1996: 113). Además de la amistad que Ernesto Alemann tenía con Alfredo Palacios y Nicolás Repet­ to, el segundo presidente de la comisión, Juan Antonio Solari, poseía una 16 Dickmann, Enrique: “Mensaje de fe y esperanza”, en: Argentinisches Tageblatt, 30 de enero de 1943, p. 17. 17 Argentinisches Tageblatt, 5 de abril de 1938, p. 3, y “Die Humboldtschule eine nazioti­ sche Drillanstalt”, en: Argentinisches Tageblatt, 6 de abril de 1938, p. 3.

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estrecha relación personal con algunos miembros de DAD con quienes continuaría en contacto durante las décadas de 1950 y 1960.18 Debe destacarse que la intensa labor desplegada por DAD tuvo un efecto “boomerang” sobre los alemanes antinazis mismos, es decir, las di­ versas denuncias sobre la infiltración nacionalsocialista en la Argentina, fomentadas en muchas oportunidades por la propia actividad de difusión llevada a cabo por la agrupación, no solo tuvieron una fuerte repercusión en la opinión pública, sino que suscitaron la intervención del gobierno nacional, incrementando el odio indiscriminado hacia los alemanes que se percibe en las crónicas realizadas tanto por quienes apoyaban al régi­ men nazi como por sus detractores. El constante esfuerzo por distinguir a los “buenos” de los “malos” alemanes, que caracterizó desde sus inicios a la agrupación DAD, se transformaría progresivamente en una auténtica obsesión. En este sentido, los integrantes de DAD se definían como los representantes genuinos de la “verdadera” alemanidad, a la que creían que debían resguardar tanto de la “desnaturalización” a la que se viera sometida por el régimen nacionalsocialista, como del riesgo que implicaba un cre­ ciente nacionalismo argentino que trascendía las barreras partidarias y los posicionamientos políticos que actuaban en el escenario local. Independientemente del posicionamiento ideológico, del faro interna­ cional que iluminara su búsqueda de referencias para situar a los conflictos internos y de la militancia partidaria, la totalidad del ámbito político ar­ gentino compartía el mismo escenario radicalizado que ahondaba la ne­ gación de legitimidad del adversario. Las posturas existentes en aquellas discusiones muestran la generalización de una concepción exclusivista de la nacionalidad. En la Argentina de entonces casi nadie defendía una posi­ ción cosmopolita que velara por un patriotismo inclusivo. Por el contrario, estaba instalada como una cuestión de sentido común la idea de que la nación posee una cultura, un idioma, y entre los más extremistas, una raza propia. Esta concepción de la política en clave guerrera fue agravando 18 Correspondencia enviada desde Viena por Ernst Lackenbacher a Juan Antonio Solari, en CeDInCI [Centro de Documentación e Investigación de la Cultura de Izquierdas en la Argentina], Carpeta nº 9, Tarjeta Viena de 1954, 1 F. S-9. 32; 1º de junio de 1961, 3 F. S-9. 33; Viena, 5 de noviembre de 1961, 1 F. S-9. 38; 2 de febrero de 1963, 1 F. S-9. 39, y 22 de febrero de 1963, 1 F. S-9. 40. Cartas de Wolfgang Hirsch Weber a Solari desde Santiago de Chile, en CeDInCI, Carpeta nº 6, 2 de septiembre de 1966, 1 F. S-6. 93; 25 de octubre de 1966, 1 F. S-6. 97; 10 de octubre de 1967, 1 F. S-6. 99; Carpeta n° 19, 12 de julio de 1967, 1 F. S-19. 49; 14 de julio de 1967, 1 F. S-19. 50, y 21 de octubre de 1967, 1 F. S-19. 51.

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una polarización previa y ayudó a conformar un escenario representado por enemigos irreconciliables, que terminaría delineando la base del surgi­ miento del peronismo y del antiperonismo que se conformaría simultánea­ mente (Friedmann 2009b). V

El nacionalismo exclusivista predominante en la Argentina, sumado tanto al mensaje de los nacionalsocialistas como a las actividades desarrolladas por DAD, reforzó la identificación alemana de los germanoparlantes. Si bien es cierto que la década de 1930 y los primeros años de la de 1940 fueron los momentos de mayor enfrentamiento dentro de la comunidad alemana de la Argentina –y, en este sentido, el nacionalsocialismo ope­ ró como un fuerte elemento disociador dentro de ella–, en este período también aparecen elementos tendientes a profundizar la “alemanización”, tanto entre quienes adherían al régimen de Hitler como entre sus detracto­ res. Hacia los primeros, fueran nacionalsocialistas convencidos o alemanes que se incorporaban al movimiento por interés, el gobierno alemán dirigió una enorme difusión propagandística de manera directa, a través de la em­ bajada, e indirecta, mediante las múltiples actividades de las asociaciones “alineadas” al Tercer Reich. Desde el otro campo, en el caso de la agrupa­ ción DAD la activa militancia antinazi no era su única característica, pues sus miembros manifestaban, de igual modo, un fuerte compromiso con la identificación nacional alemana. Como se ha señalado más arriba, sus in­ tegrantes se definían –al igual que los nacionalsocialistas, aunque por mo­ tivos diferentes– como los verdaderos representantes de la Deutschtum,19 a la que debían preservar no solo de la “desnaturalización” que suponía el régimen por ellos combatido, sino también del peligro que entrañaban 19 Este concepto, de difícil traducción, y cuya ambivalencia es fácilmente perceptible en la expresión castellana “alemanidad”, estaba ampliamente difundido hasta la década de 1940, y comprendía una enorme variedad de significados que incluían el idioma, las costumbres, los valores, el modo de ser y la cultura de los alemanes. De manera con­ secuente con su Weltanschauung, los nacionalsocialistas interpretaron a la Deutschtum como una “esencia de lo alemán” que debía ser fomentada y preservada de la contami­ nación de influencias extrañas. Como otras tantas palabras de la lengua alemana, luego de la experiencia nazi ha dejado de usarse con la misma frecuencia, su utilización ya no es políticamente correcta en los ámbitos progresistas y es frecuentemente tomada como un emblema de los grupos que reivindican una pureza alemana.

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el nacionalismo argentino creciente y el clima de “histeria antialemana” que ellos mismos, sin proponérselo, habían ayudado a generar a partir de las denuncias de una “invasión nazi”. Esta doble identificación, en tanto antinazis y alemanes, fue producto en parte de la también doble coacción sufrida por los alemanes no nacio­ nalsocialistas. Por un lado, la fuerte presión unificadora de los nacionalso­ cialistas generó persecuciones (vividas en carne propia por los miembros de la nueva inmigración) o despidos (entre los residentes en la Argentina) y ayudó a la construcción de una fuerte identidad antifascista/antinazi. Pero, además, para entender la “alemanización” de gran parte de la va­ riada comunidad germanoparlante es necesario remitirse al ya mencionado clima de polarización del ámbito político argentino. El contexto político local también fue percibido por los alemanes antinazis como una presión ejercida tanto por los gobiernos como por la opinión pública antifascista. Esta última se difundió a través de los principales medios de prensa, que, según la percepción de los miembros de DAD, al calor de las tesis de la culpabilidad colectiva o de las que establecían una relación directa entre el carácter alemán y el nacionalsocialismo, igualaban o identificaban a Ale­ mania con aquél. En este sentido, el papel desempañado por el estado y sus políticas asimilacionistas fue fundamental, pues más allá de las simpatías o antipatías que los integrantes de los distintos gobiernos argentinos del período sintieran por la Alemania nazi, todo estado nacional tiene una concepción hegemónica tendiente a disolver identidades o solidaridades consideradas peligrosas para la conformación de la “comunidad imagina­ ria” nacional. En el caso argentino, una de las amenazas a esta homogenei­ zación era la existencia de diversas identidades nacionales que competían con la argentina por lograr la adhesión de los inmigrantes y de sus hijos. Hacia finales de la década de 1930 y principios de la de 1940, el nacio­ nalismo cada vez más exclusivo rechazaba los valores y la cultura de los inmigrantes como algo ajeno a la “auténtica” argentinidad. Esta situación contribuyó a crear, dentro del variopinto conjunto de personas de habla alemana residente en el país, un espacio de acción mayor para los difusores de una identidad alemana, fueran éstos promotores del nacionalsocialismo o sus acérrimos combatientes. Si bien la referida “alemanización” tuvo lugar tanto entre los adheren­ tes al régimen de Hitler (independientemente de las diversas maneras en que éste fue percibido por sus seguidores) como entre muchos de sus de­ tractores, no cabe duda de que los judíos alemanes constituyeron un caso

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especial. Las relaciones existentes entre DAD y las distintas asociaciones de alemanes judíos fueron muy complejas. Contra una idea presente en gran parte de la bibliografía que señala una separación absoluta entre los llamados exiliados “raciales” y los “políticos”, en DAD militaron activa­ mente muchas personas que por diversos motivos –religiosos, étnicos o culturales– se autopercibían como judíos que reivindicaban la existencia de una Alemania diferente a la nazi. En algunos casos, incluso, la cercanía a la agrupación sumada a la desolación de la Alemania de posguerra deter­ minó un fortalecimiento de la identificación alemana de quienes militaran en instituciones puramente judías durante la guerra. Sin embargo, ésta no fue la única posición que adoptaron los “judeoalemanes”, cuyas reacciones frente a su patria de origen variaron en forma considerable. Hubo algunos que desde un principio manifestaron una abierta germanofobia y otros que se aferraron a lo alemán en tanto cultura y compromiso político. Estos últimos, además, sufrieron una doble frustración: a la exclusión repentina de Alemania y de la comunidad alemana en la Argentina que supuso el nacionalsocialismo, a la atroz revelación del asesinato sistemático de millo­ nes de judíos en Europa, que compartieron con el conjunto de los judíos germanos, y al contexto local crecientemente hostil, que compartieron con la totalidad de las personas de habla alemana, se agregó la falta de una revuelta popular contra el nacionalsocialismo que mostrara que, en efecto, existía esa “otra Alemania” que muchos proclamaban. Esta combinación de experiencias provocó en muchos casos la disolución de la identificación cultural alemana y el fortalecimiento de la identidad judía (Friedmann 2011a). Esto contribuye a sostener la idea de la flexibilidad de los procesos de identificación colectiva, siempre en permanente construcción y recon­ figuración, originados a partir de un devenir complejo, en oposición a la historia lineal y sencilla que relata el mito creado por los distintos naciona­ lismos (Friedmann 2010a: 218). VI

La fortaleza del régimen nacionalsocialista y la urgencia por combatirlo funcionaron en un principio como elementos cohesivos de DAD. No obs­ tante, las divergencias entre sus integrantes se fueron agudizando a medida que la caída de Hitler se volvía cada vez más inminente, y se volvieron más virulentas luego, con el final de la Segunda Guerra Mundial y el inicio de

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la Guerra Fría, cuando la pluralidad de posturas frente a diversos temas fue más marcada. Uno de ellos fue el comportamiento de los alemanes de la Argentina frente al nacionalsocialismo. Desde la perspectiva de los redac­ tores de Das Andere Deutschland, quien no hubiera estado comprometido en la lucha contra el nacionalsocialismo y la organización capitalista de la sociedad era automáticamente sospechado de simpatizar con el nacional­ socialismo. En los artículos de esta publicación se aprecia la desilusión ante la posición de los alemanes de la Argentina, que en el mejor de los casos se tildaba de “apolítica”, lo que era condenado en un momento de toma de posición que no permitía los grises. Al finalizar la década de 1940, la visión pesimista que algunos integrantes de DAD tenían de la Alemania ocupada pareció hacerse extensiva también a su evaluación de un gran número de los germanoparlantes locales. Un claro índice de la evolución de esta decepción fue el desarrollo de las relaciones entre el Freie Deutsche Bühne y DAD. Los dos teatros de ­habla alemana radicados en Buenos Aires –el antinazi, Freie Deutsche Bühne, y el alineado con el nacionalsocialismo, Deutsches Theater (Kelz 2011)– repre­ sentaron en muchas oportunidades las mismas obras y, pese al significado que les otorgaban a sus contenidos, los que conformaban los respectivos elencos consideraban que mantenían la “verdadera” tradición cultural ale­ mana. Una vez finalizada la guerra, esta situación facilitó el traspaso de espectadores desde el Deutsches Theater hacia el Freie Deutsche Bühne y permitió, además, que esta agrupación contara con un nuevo público pro­ veniente de la inmigración alemana de posguerra. Ambos procesos fueron condenados en las páginas de Das Andere Deutschland porque entendían que suponían no solo la “nazificación” del teatro, que ahora daba espacio a quienes fueran simpatizantes del régimen derrotado, sino también la del conjunto de los germanoparlantes. Posiblemente esta postura reflejara cier­ tas dificultades para interpretar las claves de la lectura del contexto local e internacional realizada por los germanoparlantes radicados en el país, cuya heterogénea composición dio lugar a una mayor aceptación del compo­ nente alemán que del antinazi, socialista o “políticamente comprometido”, igualmente propugnado por la organización DAD. La agrupación DAD, cuyo principal punto de unión era la férrea opo­ sición al régimen nacionalsocialista, fue desapareciendo lentamente del ámbito argentino una vez que su enemigo común dejó de existir –lo que no quiere decir, como se ha visto, que desde la percepción de sus integran­ tes hubiese desaparecido el nacionalsocialismo como una amenaza real en­

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carnada ya fuera en el capitalismo, en el comunismo o en el peronismo. El 1º de enero de 1949 se editó el último número de Das Andere Deutschland debido a que la cantidad de lectores, auspiciantes y colaboradores había descendido de modo abrupto.20 A pesar de que muchos de sus miembros retornaron a Alemania, las ac­ tividades emprendidas por DAD y las desarrolladas a su alrededor dejaron una fuerte impronta en una parte considerable de los germanoparlantes de la Argentina. Un claro ejemplo lo constituye el Colegio Pestalozzi. Kurt Fischbein se refirió a uno de sus maestros de la escuela primaria, al que de­ finió como un “hombre riguroso y estupendo a quien todavía hoy recuerdo y respeto [porque gracias a él] conocí minuciosamente a Schiller y Goethe, a Heinrich Heine y Heinrich Mann, a Döblin y Tucholsky [...]. A través del Dr. Siemsen y sus clases no existió en mí ninguna verdadera ruptura con Alemania” (Fischbein 1991: 267). Lejos de romper con su pasado ale­ mán, este hijo de un líder sindical y judío (cóctel explosivo que le costó a su padre el inmediato encarcelamiento en la Alemania nazi), integrante de un movimiento juvenil sionista, reforzó en la Argentina su identificación no sólo con el judaísmo sino también con el germanismo. Debe subra­ yarse además que el Colegio Pestalozzi, fundado gracias a la iniciativa y al sustento de ciudadanos argentinos, pasó después de la finalización de la Segunda Guerra Mundial a ser subvencionado por la República Federal de Alemania, que lo consideraba una “escuela alemana en el exterior” (Fried­ mann 2011b: 73-76). Emblemático es también el cambio de postura del Argentinisches Tageblatt. Desde su fundación, la redacción se pronunció en diversas oportuni­ dades acerca del carácter argentino del periódico (de hecho, su traducción literal es “Diario Argentino”).21 Por otro lado, tampoco era considerado alemán por vastos sectores de la colectividad alemana local, pese a que durante las décadas de 1930 y 1940 adoptó el subtítulo de “Diario alemán independiente”. Los dos adjetivos recalcaban a la vez su alineación antinazi y su identificación alemana. Este desplazamiento hacia lo alemán perduró en el tiempo, imprimiendo su sello sobre el futuro desarrollo tanto del periódico como de quienes se relacionaron con él. Así, durante las elec­ 20 “An unsere Freunde und Leser”, en: Das Andere Deutschland, nº 179, 1º de enero de 1949, p. 2. 21 Riemer, Joseph: “Wie die Zeitung entsteht”, en: Argentinisches Tageblatt, 29 de abril de 1939, II, p. 15.

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ciones parlamentarias del 3 de diciembre de 1990, el liberal Freie Demokratische Partei (Partido Democrático Libre) reunió firmas de prominentes Auslandsdeutschen para apoyar la campaña electoral en favor de la política exterior llevada a cabo por el entonces ministro Hans-Dietrich Genscher. Entre los destacados “alemanes del exterior” que apoyaron a Genscher se encontraba Roberto Alemann, el entonces director del Argentinisches Tage­ blatt que, al igual que su padre Ernesto, había nacido en la Argentina. Incluso el club Vorwärts, asociación internacionalista y fuertemente integrada a la Argentina desde su establecimiento, tuvo durante los años de la guerra un giro hacia lo alemán. Uno de sus miembros más ilustres, Alfredo Bauer (quien, del mismo modo que Kurt Fischbein y Roberto Alemann, fue alumno del Colegio Pestalozzi), ha señalado que “la sociedad Vorwärts fue uno de los pocos centros organizados que mantuvieron vivo el espíritu democrático y humanitario, contribuyendo así a salvar, ante el pueblo argentino y ante el mundo, el honor de la nación alemana” (Bauer 1989: 57). La doble identificación –alemana y antinazi– adoptada por el Colegio Pestalozzi y por el Argentinisches Tageblatt les permitió establecer una buena relación con la República Federal de Alemania en el período de posguerra. Distinto fue el caso de la sociedad Vorwärts que, aunque también compar­ tía aquella filiación, optó por reconocer a los dos estados alemanes surgidos tras la Guerra Fría. Su alineación política de izquierda la convirtió en un blanco para el gobierno argentino que –presidido por Arturo Frondizi, un ex compañero de militancia antifascista de muchos de los integrantes de aquella asociación– la cerró en el contexto del Plan Conintes (Conmoción Interna del Estado). Por otra parte, también debe señalarse el papel de los integrantes de DAD en la creación de espacios a través de los cuales algunos alemanes que no se habían comprometido en forma activa contra el nacionalsocia­ lismo, e incluso algunos que adhirieron a aquel régimen, pudieron inte­ grarse legítimamente en tanto alemanes a diversas instituciones después de la Segunda Guerra Mundial. En este sentido, dos procesos distintos, la decepción ante la presunta aceptación de la ideología nacionalsocialista entre los alemanes locales y la incorporación de quienes contaban con un pasado deshonroso a una institución creada por los “buenos alemanes”, subyacen a la crítica que la revista Das Andere Deutschland hacía al fun­ cionamiento del Freie Deutsche Bühne y a su posterior colaboración con supuestos nacionalsocialistas.

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La compañía teatral fundada por Paul Walter Jacob no fue el único ámbito al que pudieron sumarse tanto quienes habían simpatizado previa­ mente con el movimiento nacionalsocialista como aquellos que no habían militado explícitamente en su contra. Así, Wilhelm Lütge, quien fuera el hombre de confianza de la Verein für das Deutschtum im Ausland (Asocia­ ción para la Alemanidad en el Extranjero) de la Argentina y, desde el mes de mayo de 1939, el director del “alineado” Deutscher Volksbund für Argentinien (Confederación Popular Alemana para la Argentina22), escribió pos­ teriormente una historia de los alemanes en la Argentina que fue editada por el Deutscher Klub (Lütge/Hoffmann/Körner 1955). La segunda edi­ ción de esta obra fue publicada en la editorial de los Alemann (Lütge/Hoff­ mann/Körner/Klingenfuss 1981). En ella, además del nombre de Lütge, aparece como coautor Karl Klingenfuss, un ex funcionario del gobierno alemán durante el nacionalsocialismo que fue acusado de complicidad en el exterminio de judíos de Europa del este (Meding 1999: 223). Además, Max Tepp, quien durante el período nacionalsocialista se desempeñó como docente en el Colegio Goethe, fue designado director del Colegio Pesta­ lozzi en 1948. De más está decir que esto no supone que Tepp hubiera militado o siquiera simpatizado con el nacionalsocialismo –en 1944 estuvo a punto de abandonar su cargo en el Colegio Goethe debido a la presión nazi–. Simplemente se resalta que quien trabajara en un establecimiento denunciado como nazi por el periódico dirigido por el presidente y fun­ dador de la Asociación Cultural Pestalozzi, y por la publicación Das Andere Deutschland, cuyos redactores más destacados eran docentes de aquella institución, pudo una vez finalizada la guerra, incorporarse a ésta como director de estudios. La presencia de estos espacios brinda una nueva prueba de la necesidad de matizar aquel cuadro que señala la existencia de dos “aldeas” de alemanes totalmente incomunicadas, y permite repensar el panorama planteado por la mayor parte de la bibliografía según la cual el grueso de la colectividad alemana apoyó al nacionalsocialismo o, al menos, no se opuso a él. Existían diversos motivos (que iban desde el patriotismo alemán, en cualquiera de sus vertientes, hasta las necesidades impuestas por la mera supervivencia, pasando por una real adhesión ideológica) por los cuales un alemán radi­ cado en la Argentina podía no rechazar el régimen nacionalsocialista. Al 22 Esta asociación era conocida con el nombre castellano de Unión Germánica en la Ar­ gentina.

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reproducir una lógica según la cual la colectividad alemana simplemente se habría separado en dos bandos enemigos irreconciliables, la bibliografía sobre el período no sólo se ha hecho eco del discurso de la época, teñido de la retórica bélica, sino que además ha perdido de vista la riqueza de la sociabilidad germanoparlante y las complejas y cambiantes relaciones entre sus diversos sectores en aquellos años de enorme convulsión política.

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“A los brasileños no pudimos liberarlos”. Actividades políticas del exilio germanohablante en Brasil Marlen Eckl A partir de un grupo de ‘Das Andere Deutschland’ […] que existía desde el año 1937, pero debido a las leyes de Brasil llevaba una vida difícil como mero círculo de lectores, surgió desde el 12 de mayo de este año con el consentimiento de las autoridades, el ‘Movimiento de los Alemanes Libres de Brasil’, el cual desde entonces ha hecho grandes progresos no solamente desde un punto de vista numérico, sino que se ha convertido en un ver­ dadero y vigoroso frente unitario […]. Para nuestra satisfacción podemos afirmar que dentro del sur de Brasil, contaminado de nazis, hemos reunido a 72 alemanes opositores al nazismo solamente en Porto Alegre […]. Nuestra situación no es fácil […] nuestro mentor es el cónsul general estadounidense (Karl Lustig-Prean citado según Kuschel/Mann/Soethe 2009: 220 s.).

En esta carta del 4 de septiembre de 1942, dirigida a Thomas Mann, en­ tonces exiliado en los Estados Unidos, el director teatral oriundo de Bohe­ mia Karl Lustig-Prean señalaba las especiales circunstancias adversas que dificultaban la actividad política de los refugiados de habla alemana en Brasil. Sin embargo, se mostraba muy optimista en cuanto al éxito del Movimento dos Alemães Livres, fundado y dirigido por él. Menos positivo sería su balance en la autobiografía que escribió diez años más tarde en Europa: “Nosotros [esto es, los exiliados políticamente comprometidos, M.E.] habíamos formado un círculo que iba de México a Montevideo, desde los Franceses Libres hasta los Alemanes Libres, los Húngaros, etc. A los brasileños no pudimos liberarlos” (Lustig-Prean 1952: 303). A continuación se presentará el trasfondo de esa evolución del opti­ mismo inicial hasta la desilusionada constatación del fracaso, una valo­ ración con respecto a la influencia de la actividad política de los exiliados germanohablantes en Brasil en la cual Lustig-Prean no fue un caso aislado. Para ello es necesario referirse a la situación política interna de Brasil, que ponía a los refugiados del nacionalsocialismo ante un desafío muy especial en comparación con lo ocurrido en otros países latinoamericanos. Es cier­ to que también en otros países la gran variedad de corrientes y opiniones

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representadas por los exiliados políticamente activos, les impidió confluir en una línea común. También las vinculaciones personales a través de dis­ tintas agrupaciones políticas pueden ser vistas como una característica del exilio en América Latina. Sin embargo, ello se registró con mayor inten­ sidad en el caso de Brasil (von zur Mühlen 1988: 197), debido en buena medida a las circunstancias políticas extraordinarias que debieron enfren­ tar los allí exiliados. Las circunstancias políticas bajo el régimen dictatorial de Getúlio Vargas

A diferencia de lo ocurrido en los demás países latinoamericanos, el ya de por sí arduo nuevo comienzo de los refugiados se vio dificultado en Brasil sobre todo por las medidas tomadas por el régimen dictatorial de Vargas en su campanha de nacionalização. El objetivo de esta campaña era integrar a las minorías nacionales, como las grandes comunidades de inmigrantes italianos, alemanes o japoneses, a la nación brasileña, establecer la lengua portuguesa en dichas comunidades prohibiendo el uso de lenguas extran­ jeras para la enseñanza y el culto, y asegurar la “nacionalización” de la eco­ nomía a través de disposiciones que, por ejemplo, reservaron el ejercicio de ciertas profesiones a los brasileños de nacimiento u obligaron a ocupar con brasileños de nacimiento un determinado porcentaje de la plantilla de las empresas. Cuando el gobierno brasileño se distanció de las potencias del Eje y entró en la Segunda Guerra Mundial en 1942, las autoridades promulgaron disposiciones especiales para los llamados súditos do eixo, los ciudadanos de las potencias del Eje, entre los que incluían a los exiliados, a pesar de que, perseguidos por el régimen nacionalsocialista, habían sido privados de su ciudadanía en 1941, si no antes, en su mayoría por ser ju­ díos, y por lo tanto carecían formalmente de nacionalidad. Estas medidas tuvieron también una influencia considerable con res­ pecto al libre ejercicio de actividades políticas. Especialmente en los años 1938 y 1939 se impusieron fuertes limitaciones. La labor de los medios de comunicación de las comunidades nacionales fue restringida en forma sucesiva y finalmente se prohibieron los programas radiales, los periódicos y las revistas en lenguas extranjeras. En abril de 1938 se prohibió a los ex­ tranjeros la actividad política, la formación de asociaciones de orientación política y toda manifestación pública sobre la situación política mundial,

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al tiempo que se proscribieron los partidos políticos extranjeros. En 1939 dejó de estar permitido utilizar una lengua extranjera en organismos de la administración pública. Los nombres de calles, asociaciones, comercios y fábricas, y también los carteles publicitarios en lengua extranjera fueron reemplazados por sus equivalentes en lengua portuguesa. Las asociaciones culturales y recreativas debieron abandonar toda actividad vinculada a tra­ diciones culturales que no fuesen las brasileñas. En vista de estas restric­ ciones no sorprende que en 1939 Lustig-Prean le hiciera saber a su amigo Alexander Roda Roda, refugiado en Nueva York, que “aquí han dispuesto […] unas riendas muy cortas para los extranjeros y cualquier eventual ac­ tividad de éstos”.1 Aún así, los exiliados políticamente comprometidos intentaron mani­ festar sus opiniones, lo cual solo era posible en un marco muy estrecho. Las agrupaciones antifascistas más importantes recién se atrevieron a buscar una mayor presencia pública y un reconocimiento por parte del gobierno a fines de 1941, ante el inminente vuelco de la política exterior del régimen de Vargas en favor de los Aliados. Ello era tanto más importante cuanto que la situación de los refugiados en Brasil volvió a empeorar con la rup­ tura de relaciones diplomáticas con las potencias del Eje en enero de 1942 y la declaración de guerra en agosto del mismo año. Se introdujeron una serie de disposiciones especiales para los súditos do eixo. Ahora se los consi­ deraba “ciudadanos enemigos”; sobre todo contra los brasileños de ascen­ dencia alemana se fomentó la desconfianza, el odio y la sospecha de que conformaban una “quinta columna”. “Lo que antes había sido propagado como ‘brasilianización’ asumía ahora, bajo auspicios antifascistas, los ras­ gos de una lucha de carácter étnico” (von zur Mühlen 1988: 191).2 Como se mencionó más arriba, las autoridades brasileñas no discri­ minaron entre los simpatizantes del nacionalsocialismo y sus opositores que habían llegado a Brasil huyendo de las persecuciones. Los refugiados se mostraron ciertamente comprensivos ante las dificultades de Brasil para hallar y aplicar definiciones adecuadas. Pero las disposiciones especiales 1 Carta de Karl Lustig-Prean a Alexander Roda Roda, 08.11.1939. Legado parcial Alexander Roda Roda, Wienbibliothek im Rathaus, Viena, Handschriftensammlung, I.N. 215.547. 2 Por razones evidentes la atención de la autora se centra en la situación de los alemanes, si bien fueron los japoneses quienes más sufrieron por las medidas. Además de las internaciones, se llevó a cabo la evacuación de miles de japoneses de la zona costeña al interior del país. Véanse Lesser (2001: 237 s.); Perazzo (2011: 185-203).

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perjudicaron notablemente su vida cotidiana. Se restringió la libertad de movimiento de los súditos do eixo. Para poder ausentarse de la ciudad de re­ sidencia, se requería ahora obtener un salvoconducto. Se dispuso además la confiscación o por lo menos la declaración ante las autoridades de todo aparato que pudiera servir para tareas de “espionaje”, como radios y cá­ maras fotográficas. Con frecuencia hubo denunciaciones con relación a la prohibición de usar en público las lenguas de los países del Eje, lo que significaba una gran dificultad sobre todo para los exiliados de mayor edad. No pocos fueron detenidos por ese motivo por la policía y en su mayo­ ría puestos en libertad poco después. Gradualmente se fueron instalando campos de internación en todo el país, como por ejemplo en Ilha Grande frente a Rio de Janeiro, en los cuales los refugiados detenidos volvían a en­ contrar a los viejos adversarios, los nacionalsocialistas y sus simpatizantes. Además, en algunos casos, los judíos alemanes tenían que reportarse sema­ nalmente ante la policía. Tampoco era una excepción la vigilancia refor­ zada por parte de la Policía Política, así como las denuncias por presunto espionaje nazi, que por lo general tenían por consecuencia allanamientos domiciliarios y la incautación de materiales y objetos “sospechosos”. Los refugiados, que de por sí se encontraban en una situación financiera preca­ ria, fueron especialmente afectados por la ley de indemnización de marzo de 1942, sancionada luego de que la Marina de guerra alemana torpedeara un número importante de barcos brasileños en aguas litorales de Brasil. Esta norma impuso que los súditos do eixo compensaran al país por los da­ ños infligidos por las potencias del Eje al patrimonio brasileño, afectando para ello entre el 10 % y el 30 % de sus haberes bancarios. Contra esta equiparación con los súditos do eixo poco o nada sirvieron los testimonios de solidaridad con la población brasileña por parte de las comunidades de sinagoga fundadas por exiliados judío-alemanes, ni los documentos de identidad que las comunidades pusieron a disposición de sus miembros para atestiguar que habían sido perseguidos por los nacio­ nalsocialistas. Mayor éxito tuvieron algunas de las agrupaciones políticas que garantizaron la integridad política de sus miembros ante las autorida­ des, como el Movimento dos Anti-Nazis Alemães fundado expresamente con este propósito en agosto de 1942. Fue esta una asociación montada por la Dirección de Policía de Porto Alegre, que le propusimos [Friedrich] Kniestedt y yo [esto es, Johann Grimeisen, M.E.] cuando después del ingreso de Brasil a la guerra […] comenzó la per­

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secución de los alemanes del Reich y de los austríacos por las autoridades de Seguridad. […] La situación se volvió intolerable y se multiplicaron los errores y abusos por parte de la soldadesca policial. Tras conversaciones iniciales con el Dr. Theobaldo Neumann [sic], Kniestedt y yo confeccionamos una lista con nombres de coterráneos por quienes nosotros queríamos asumir la responsa­ bilidad política ante la Dirección de Policía. El Dr. Neumann aceptó nuestra lista, y los allí incluidos tuvieron la garantía de que no volverían a ser moles­ tados. Inmediatamente pudieron utilizar el transporte público. Esta acción dio por supuesto mucho trabajo y nos trajo muchos sinsabores, dado que debimos negarnos a incluir a nazistas en la lista. […] Por otra parte, no fue sencillo hallar una forma medianamente jurídica para la asociación, llamada “movimento”, dado que por entonces estaba prohibido fundar asociaciones.3

Responder ante las autoridades brasileñas por la integridad política de sus miembros no fue la única forma que tuvieron las agrupaciones políticas de darse a conocer y de buscar el contacto con las instituciones públicas. A fin de poder realizar sus propias actividades, lo que implicaba infringir la legislación vigente, estuvieron también dispuestas a colaborar en parte con la Policía Política, a la que suministraron información sobre simpatizan­ tes nazis. Para la propia reafirmación de los exiliados y su confianza en la incidencia de su labor política de esclarecimiento, era imprescindible vin­ cularse estrechamente e intercambiar informaciones con las organizacio­ nes que se encontraban en otros países latinoamericanos, las cuales podían actuar con mayor libertad. En este contexto cabe señalar que, a diferencia de lo ocurrido en la mayoría de los demás países latinoamericanos, en los cuales el exilio de habla alemana en general se concentró en las capitales, en Brasil la gran mayoría de los refugiados se distribuyó en las tres metrópolis de Rio de Janeiro, São Paulo y Porto Alegre, así como en asentamientos agrícolas en los estados federados del sur, de modo que en Brasil no existió un verdadero centro del exilio germanohablante, lo cual también dificultó las actividades políticas no solo por las restricciones a viajar impuestas a los súditos do eixo. Las agrupaciones políticas alemanas y austríacas bregaron permanen­ temente por que las autoridades brasileñas las reconocieran oficialmente y legitimaran con ello su labor política. De manera clara y abierta declararon su lealtad a Brasil y expresaron su disposición a apoyar el intercambio cul­ 3 Grimeisen, Johann: Von mir über mich. Autobiographische Skizzen. Manuscrito inédito. Legado Johann Grimeisen. Dokumentationsarchiv des österreichischen Widerstandes (DÖW), Viena, Expediente N° 21314, pp. 114 s, cursiva en el original.

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tural con el país de acogida, así como a participar en todas las medidas que Brasil considerase necesarias en interés de la defensa nacional (Keller et al. 1943: 34). En este sentido, las cartas oficiales del Movimento dos Alemães Livres llevaban un membrete con una cita del manifiesto del 12 de mayo de 1942: “Os alemães livres do Brasil cooperarão, seja para a defesa do Brasil, seja na luta contra os nazistas. – Agora, mais do que nunca, estamos ao lado dos amigos brasileiros contra as forças do mal”.4 Sin embargo, de todas las agrupaciones del exilio germanohablante y de todos los círculos de austríacos que rivalizaban entre sí, finalmente solo el Comitê da Proteção dos Interesses Austríacos, dirigido por el ex embajador austríaco Anton Ret­ schek e integrado por algunos de los más prestigiosos exiliados austríacos en Brasil como Rudolf Aladar Metall, Fritz Feigl y Richard Wasicky, fue reconocido oficialmente por el gobierno brasileño a fines de 1943. Dado que el Comité era considerado como representación legal de los intereses austríacos, podía expedir documentos de identidad para austríacos con los cuales estos, en tanto “primeras víctimas” de los nacionalsocialistas, queda­ ban liberados de las disposiciones especiales para los súditos do eixo.5 En los hechos, sin embargo, no pocos austríacos siguieron siendo vistos como ale­ manes y sufrieron las consecuencias del caso. Por eso las agrupaciones polí­ ticas existentes en Brasil se mantuvieran como grupos informales sin llegar a ser asociaciones con registro oficial, de modo que estuvieron sometidas a múltiples limitaciones por carecer de personería jurídica. Ello explica, a su vez, la gran inestabilidad característica de los círculos políticamente activos del exilio en Brasil (von zur Mühlen 1988: 191). En vista de estas circunstancias apenas sorprende que solo muy pocos de los refugiados políticos del nacionalsocialismo que huyeron a Brasil re­ tomaran la actividad política. Más bien se observa el retiro al interior del país y el repliegue a una vida más centrada en la naturaleza por parte de los antiguos políticos. Así, por ejemplo, Erich Koch-Weser, antiguo mi­ nistro del Reich en las carteras de Interior y Justicia y representante del Deutsche Demokratische Partei (DDP, Partido Demócrata Alemán) en el Reichstag, y Johannes Schauff, representante del Deutsche Zentrumspartei 4 Carta de Karl Lustig-Prean a Ulrich Becher, 13.03.1943. Legado parcial Alexander Roda Roda, Wienbibliothek im Rathaus, Viena, Handschriftensammlung, I.N. 215.635. 5 Para reconocer al Comitê, Brasil se remitió a la interpretación contenida en la Decla­ ración de Moscú, por la cual el país reconocía en la forma del Comité a las antiguas representaciones diplomáticas de la República de Austria. Véase Goldner (1977: 252).

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(DZP, Partido Alemán del Centro) en el Reichstag, comenzaron una nueva vida como productores de café en Rolândia/Paraná. El banquero Hugo Si­ mon, quien como representante del Unabhängige Sozialdemokratische Partei Deutschlands (USPD, Partido Socialdemócrata Independiente de Ale­ mania) había dirigido en 1918/19 la cartera de Finanzas en el Consejo de los comisarios del pueblo de Prusia conjuntamente con Albert Südekum, miembro del Sozialdemokratische Partei Deutschlands (SPD, Partido Social­ demócrata de Alemania), se dedicó en Barbacena/Minas Gerais y Penedo/ Rio de Janeiro a la crianza de gusanos de seda y a la agricultura en una pequeña fazenda. Había logrado escapar de Europa solo con documentos falsos y una visa de turista. En Brasil vivió por un tiempo con la amenaza de ser deportado, de manera que resulta comprensible que temiera llamar la atención de las autoridades. Su amigo de Berlín Ernst Feder, durante muchos años director de la sección de política interior del Berliner Tageblatt y por un tiempo presiden­ te del Comité local del distrito Mitte de Berlín por el DDP, quien llegó a ser una de las voces políticas más importantes del país durante la República de Weimar y gozaba de gran prestigio también en el exterior, se radicó a su llegada a Brasil en la entonces capital Rio de Janeiro. En los primeros tiempos limitó su actividad periodística a temas culturales y adoptaba el papel de un alumno en las conversaciones sobre cuestiones políticas con interlocutores brasileños. Pudo publicar una columna diaria como perio­ dista político en la prensa brasileña recién en 1943, luego de que Brasil se pusiera claramente de parte de los Aliados y contra el nacionalsocialismo al entrar en la Segunda Guerra Mundial. Dado que no es posible tratar aquí todos los círculos de exiliados po­ líticamente activos entonces en Brasil, se mostrarán las actividades polí­ ticas desarrolladas en ese país a partir de las agrupaciones que mantenían vínculos estrechos con el movimiento Das Andere Deutschland activo en Argentina. Ello permite, por un lado, apreciar la red y el espectro de los refugiados políticamente activos en Brasil, puesto que las distintas agru­ paciones se formaron a partir de motivaciones diferentes, actuaron en dis­ tintas ciudades brasileñas y estuvieron todas en contacto entre sí. Por el otro, permite apreciar hasta qué punto los activistas políticos radicados en Brasil dependían, dadas las circunstancias de la política interior, de sus compañeros de lucha exiliados en otros países para conferir mayor fuerza a su labor en ese país.

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Das Andere Deutschland en Brasil

Distintas agrupaciones políticas en Porto Alegre, Rio de Janeiro y São Paulo se desempeñaron en Brasil como representantes del movimiento Das Andere Deutschland que actuaba en Buenos Aires. Ello les suministró el apoyo de la organización de Argentina y les permitió acceder más allá de fronteras, a tra­ vés de la revista de Das Andere Deutschland, a un público de habla alemana interesado en conocer los asuntos políticos y la situación en Brasil. Ello con­ firió a su labor una esfera de influencia que se les mantuvo vedada en el país de residencia. A su vez, para Das Andere Deutschland, la vinculación con los correligionarios residentes en Brasil significó la certeza de que sus opiniones políticas hallaban eco también en el país más extenso del continente. Por ello no sorprende mucho que las filiales de Das Andere Deutschland en Brasil conformaran el conjunto de agrupaciones políticas del exilio más activas del país. Las particularidades de la política interior determinaron que recién a fines de 1941 pudiese establecerse una red brasileña. El Movimento dos Anti-Nazis Alemães en Porto Alegre

La representación de Das Andere Deutschland en Porto Alegre la asumió el ya mencionado Movimento dos Anti-Nazis Alemães fundado en 1942 por el anarquista Friedrich Kniestedt y por Johann Grimeisen, refugiado político del nacionalsocialismo. Kniestedt no era un exiliado, pero había trabajado intensamente contra la progresiva ‘nazificación’ de la colonia de origen alemán. En tal sentido había fundado ya en 1933 la Liga für Menschenrechte/Sektion Porto Alegre (Liga por los Derechos Humanos/ Sección Porto Alegre), y editaba el periódico Aktion. En un primer momen­ to, cuando las disposiciones brasileñas lo obligaron a cesar en sus activida­ des periodísticas y políticas, interrumpió el contacto con los compañeros de lucha en Buenos Aires. Dado que el Movimento dos Anti-Nazis Alemães también asumió ante las autoridades brasileñas la responsabilidad por la integridad política de sus miembros, no todos ellos residentes en Porto Alegre ni en Rio Grande do Sul, sino también en Santa Catarina, Paraná y Minas Gerais (Kniestedt 1945: 28), resultó provechoso para Kniestedt el hecho de que a lo largo de años había buscado y cuidado con regularidad el contacto con las autoridades brasileñas. La revista de Das Andere Deutschland era distribuida en Brasil desde Porto Alegre. Kniestedt publicó regularmente en la revista artículos sobre

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la situación política local, en los que solía criticar abiertamente que los sim­ patizantes del nazismo lograran difundir su propaganda en Brasil pese a las medidas constrictivas que, sin embargo, casi paralizaban la actividad de sus contrincantes. Cuando las circunstancias políticas impidieron la libre dis­ tribución de la revista, el Movimento decidió editar y distribuir circulares en portugués para afianzar el vínculo entre los miembros pese a las grandes distancias. Kniestedt participó en 1943 como representante de Brasil en el congreso de Das Andere Deutschland en Montevideo y pudo hacerse así más conocido.6 Aunque los resultados finalmente decepcionaron a Kniestedt por­ que no fue posible zanjar las diferencias entre las distintas corrientes políticas ni siquiera ante el enemigo común, las agrupaciones que en Brasil estaban próximas a Das Andere Deutschland pudieron consignar un pequeño éxito. En la prensa brasileña de Porto Alegre, São Paulo y Rio de Janeiro aparecie­ ron informes sobre el encuentro internacional en los que también se dio a conocer la comprometida labor de Kniestedt en tanto representante de Brasil mediante entrevistas y breves noticias biográficas (Endries 2005: 177 s.). Para Kniestedt fue menos problemático darse a conocer públicamente como activista político, en primer lugar porque ya era conocido como tal. Los nacionalsocialistas habían incluido tempranamente su nombre en las listas de personas a las que retiraron la ciudadanía, que fueron publicadas en el Deutscher Reichsanzeiger, porque su actividad política no había pasado desapercibida en Alemania. El consulado alemán en Porto Alegre entraba en pánico cada vez que salía un nuevo número de Aktion (Willy Keller en: Zimber 1998: 114). Por otro lado, a diferencia de los exiliados, cuyo status y documentos no siempre podían ser legalizados sin problemas, Kniestedt 6 Si bien Kniestedt asistió al congreso como único representante oficial de Brasil, hay in­ dicios de que también dos miembros de la agrupación de exiliados de São Paulo asistie­ ron al mismo en calidad de observadores ocultos de la Policía Política paulista, en cuyo archivo se halla un informe sobre el congreso. Estos podrían haber sido Kurt Fabian y Karl Lustig-Prean. Stefan Baron menciona a Lustig-Prean en este contexto en una carta dirigida a Ludwig Renn. Kurt Fabian publicó posteriormente un artículo en las Briefe der Notgemeinschaft deutscher Antifaschisten, en el cual afirma que “nosotros” viajamos al congreso e informamos al respecto a los medios de comunicación brasileños. Por tanto el “nosotros” podría significar, en forma representativa, también todos los partidarios de Das Andere Deutschland en Brasil. Lustig-Prean mismo no lo menciona en su auto­ biografía. Tampoco los documentos disponibles permiten inferir si Kniestedt estaba al corriente de los observadores, ni si los reconoció en el congreso. No los mencionó ni en las cartas que le envió a Willy Keller después del congreso, ni en el informe que sobre sus impresiones del congreso confeccionó para la Policía Política tras su regreso a Porto Alegre. El hecho de que también Kniestedt hiciera llegar informaciones sobre el congreso a las autoridades estatales en Porto Alegre responde a su larga relación con el Jefe de Policía Aurélio da Silva Py (Endries 2005: 172-182).

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estaba expuesto a menos consecuencias desagradables en este sentido. Al fallecer Kniestedt en 1947, no solo perdió Brasil a uno de los luchadores más activos y firmes contra el nacionalsocialismo, sino que el Movimento dos Anti-Nazis Alemães perdió también a su motor principal, por lo cual puede suponerse que se disolvió luego de su muerte. La trayectoria de Johann Grimeisen, cofundador del Movimento, ex­ hibe nítidamente las interconexiones personales que se dieron en forma transversal entre distintos círculos políticos y caracterizaron particular­ mente el exilio en Brasil. Este creyente católico austríaco había actuado políticamente antes del exilio brasileño como consejero distrital del Par­ tido Socialcristiano de Austria en Viena, miembro de la dirección regio­ nal del Freiheitsbund (Unión por la Libertad) en Viena y de la dirección central de la Katholische Aktion (Acción católica) y como colaborador de la Arbeiter-Stimme (Voz Obrera). Por su profunda fe católica y su compro­ miso político influyó en la toma de algunas decisiones de Schuschnigg, y después del llamado Anschluss se posicionó abiertamente en contra del nacionalsocialismo. Por ello la Federation des Émigrés d’Autriche en París los reconoció a él y a su esposa como refugiados políticos pocos meses después de su llegada a Brasil en 1939. En el país de acogida, al igual que en Viena, Grimeisen promovió el esclarecimiento de sus hermanos de fe. Se ocupó de que pudiesen leer en lengua portuguesa la Encíclica Mit brennender Sorge (Con ardiente inquietud ), redactada en 1937 por el Papa Pío XI en términos que condenaban al nacionalsocialismo, y los sensibilizó ante los males sociales del país. Fue tan grande su dedicación y entrega en esa tarea que los medios de comunicación brasileños lo consideraron el “conductor católico austríaco” de una Igreja combatente.7 Justamente porque en Brasil no podía expresar sus ideas políticas tan abiertamente como antes en su patria, Grimeisen buscó el intercambio de ideas y opiniones sobre el futuro de Austria por medio de cartas a corre­ ligionarios. Además de Harald Michael von Schocher, refugiado en Para­ guay, fueron sus principales interlocutores epistolares Karl Lustig-Prean en São Paulo y Anton Retschek en Rio, quienes podían comprender la espe­ cial situación de los austríacos en Brasil. Karl Lustig-Prean, cuya trayecto­ ria como uno de los principales refugiados políticos en Brasil se tratará más 7 “‘Estamos na época da Igreja combatente’. Sensacionais declarações do líder católi­ co austríaco João Grimesein [sic]”. En: Folha da Tarde (Porto Alegre), 23.12.1942, pp. 2-3.

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adelante, supo explicar a Grimeisen con particular claridad los retos de la labor política y la función de los diferentes grupos en Brasil: Naturalmente, los movimientos libres pueden actuar SOLAMENTE den­ tro del marco de las leyes y disposiciones del país receptor. Así ocurre aquí. En ello reside la misión de los movimientos libres. En primer lugar, depurar y observar en su interior; luego ayudar a las autoridades en la depuración y observación. Aquí por ejemplo, donde yo asesoro al grupo de Alemanes Libres, la tarea de observación es tan estricta que no podría filtrarse ningún quintacolumnista (a diferencia de lo que ocurre con los austríacos). En Rio Grande do Sul cuentan con un experto tan importante como el Teniente Coronel Aurelio Py. Además la situación es más clara que en la megalópolis de São Paulo, donde hay columnistas tan inextricablemente relacionados, con vínculos personales tan intrincados, que incluso a especialistas no les es fácil la depuración y la lucha. Lo que hacen los austríacos, tomar distancia de los ale­ manes y luchar contra la justificada lei confisco [Lustig-Prean se refiere a la ley de indemnización arriba citada, M.E] no significa nada. Luchar no es querer robar a Brasil, sino defender a Brasil, y [luchar] junto a él contra Hitler. Eso quieren aquí los Alemanes Libres, quienes cierran filas de manera totalmente desinteresada y […] unánime […]. No se debe ser injusto. No en todos los movimientos están las cosas tan mal como entre los Austríacos Libres.8

El hecho de que los austríacos, no obstante su propia opinión en parte muy negativa de las organizaciones de austríacos en el exilio, no solo se mostraran leales a estas, sino que también adhirieran a agrupaciones polí­ ticas de refugiados alemanes e, incluso, como en el caso de Grimeisen y de Lustig-Prean, participaron en su fundación, fue quizás consecuencia de la naturalidad con que las autoridades brasileñas subsumieron a los austríacos dentro de los alemanes. Si, por un lado, el actuar en representación de un movimiento político alemán hizo las cosas más sencillas para los activistas austríacos, por el otro debe haber sido doloroso para ellos tener que leer alemã como su nacionalidad en el registro de extranjeros. No siempre se agregaba entre paréntesis “austríaca” para dar cuenta de la nacionalidad registrada en el pasaporte presentado. Por ello las intrincadas relaciones personales frecuentemente mencionadas entre los austríacos no son sor­ prendentes. Grimeisen, por ejemplo, a pesar de su participación en la fun­ dación del Movimento dos Anti-Nazis Alemães, ingresó en 1942, a través de la mediación de su conocido von Schocher, tanto a la Alianza Austríaca pro 8 Carta de Karl Lustig-Prean a Johann Grimeisen, 28.06.1942, Österreichische Gesell­ schaft für Zeitgeschichte, Viena. Legado 41, Johann Grim­eisen, Mappe 2, mayúsculas y subrayado en el original.

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Aliados, fundada ese mismo año en Asunción por Rudolf Frey, como tam­ bién a la Legion österreichischer Patrioten (Legión de Patriotas Austríacos), fundada por el propio von Schocher. Dos años más tarde integraba además el Comitê de Proteção dos Interesses Austríacos (Weinzierl 1991: 83). La Notgemeinschaft Deutscher Antifaschisten en Rio de Janeiro

En Rio de Janeiro Das Andere Deutschland estuvo representada por la Notgemeinschaft Deutscher Antifaschisten (Alianza de Emergencia de Antifascistas Alemanes). La misma había sido fundada en 1943 por el director teatral Willy Keller y, en palabras de este, fue un círculo independiente de amigos que tenían las mismas ideas. En Europa, Keller había sido despedido de su trabajo cuando los nacionalsocialistas llegaron al poder, debido a su labor de muchos años como delegado de la Genossenschaft Deutscher Bühnenautoren (Cooperativa de Autores de Teatro Alemanes), a su afinidad con el SPD y a la ascendencia judía de su esposa. Pudo escapar de la amenaza de detención que se cernía sobre él en 1934 huyendo al Sarre, y luego se embarcó con su familia rumbo a Brasil porque allí vivían familiares suyos (Keller 1989: 38; Kestler 1992: 95; Zimber 1998: 25/26). Primero intentó establecerse y ga­ narse la vida en Porto Alegre, y en ese período colaboró como redactor en el periódico Aktion de Kniestedt. El compromiso político, oponer resistencia en circunstancias políticas adversas, se convirtió en su elixir de vida, sin el cual no habría resistido el exilio. “Hubiera tenido que suicidarme. La política lle­ gó pues por caminos indirectos a mi vida. A la política y a mi activa participa­ ción en ella les debo el estar con vida” (Willy Keller en: Zimber 1998: 112). Keller se mantuvo en contacto con Kniestedt también después de mu­ darse a Rio e intercambió con él cartas sobre las posibilidades de acción política en Brasil en la medida en que la censura postal lo permitió. La asociación bajo la forma de Notgemeinschaft (Alianza de Emergencia) fue el resultado de varios intentos previos que habían fracasado por las regu­ laciones brasileñas. A diferencia de Porto Alegre, donde el Jefe de Policía, Aurélio da Silva Py, y su colaborador Teobaldo Neumann, en tanto auto­ ridades brasileñas luchaban contra los simpatizantes del nazismo y estaban interesados en las informaciones y la colaboración de los grupos antinazis, en Rio de Janeiro, la capital y sede gubernamental, los enemigos del na­ cionalsocialismo estaban bajo una vigilancia mucho más severa por parte de las autoridades, y los puestos clave estaban en gran parte ocupados por simpatizantes del nazismo.

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La actitud de las autoridades ante los alemanes antifascistas en Brasil era de absoluta hostilidad; en primer lugar, porque admiraban el nacionalsocialismo como un modelo de gobierno útil; en segundo lugar, porque estuvieron bajo una fuerte presión de la representación del NSDAP en el exterior hasta que Brasil entró en la guerra del lado de los Aliados (Willy Keller en: Zimber 1998: 121).

Recién a partir de comienzos de 1943, cuando el clima cambió y Nelson de Melo, simpatizante de los Aliados, pasó a ocupar la jefatura de Policía del distrito federal de Rio de Janeiro, se permitió la actividad de los exiliados, a condición de que mantuvieran el carácter informal de una organización laxa. Keller era consciente del peligro de que esa estructura pudiera ser aprovechada por “miembros” oportunistas que buscaban asegurarse un “certificado de pureza” para un futuro regreso a Alemania o que contaban con ser exonerados de las disposiciones especiales para los súditos do eixo (von zur Mühlen 1988: 200). Por ello propuso a las autoridades brasileñas un sistema de severos criterios de selección, similar al del Movimento dos Anti-Nazis Alemães de Porto Alegre, como garantía de la integridad política de los miembros de la Notgemeinschaft, a cambio de lo cual estos serían exonerados de las obligaciones para los súditos do eixo. Pero en Rio las au­ toridades se negaron a colaborar con los antifascistas alemanes en la lucha contra las fuerzas nacionalsocialistas. Ello no obstante, Keller fundó en 1943 la Notgemeinschaft porque que­ ría que el compromiso por una Alemania diferente y libre, y los alemanes antifascistas estuvieran representados también en Rio de Janeiro. Más ade­ lante explicaría sus motivaciones de la siguiente manera: En la profunda convicción de que los antifascistas no pueden esperar a que las autoridades los autoricen, o a que por el contrario se los organice desde el Es­ tado, asumimos los inconvenientes y peligros personales del caso a fin de ex­ presar la inquebrantable voluntad de resistencia de los elementos socialistas y demócratas alemanes aquí en Brasil. […] Sin ánimo presuntuoso puedo afir­ mar de nosotros que las únicas personas que desarrollaron aquí una actividad política positiva y constructiva son los amigos de la Notgemeinschaft, porque tuvimos y tenemos una concepción constructiva de nuestras obligaciones y no una condicionada exclusivamente por la intención de estar en CONTRA.9

9 Carta de Willy Keller a Wilhelm Sander, 10.08.1946. Legado Ulrich Becher. Deut­ sche Nationalbibliothek. Deutsches Exilarchiv 1933-1945. Fráncfort del Meno, EB 85/147, mayúsculas en el original.

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La orientación política de las personas que adhirieron a la Notgemeinschaft y para las cuales esta buscaba representar la conciencia de los exiliados ale­ manes en Brasil era, según las manifestaciones de Keller, liberal, y la Notgemeinschaft mostró esa liberalidad también para con refugiados de ideas conservadoras y cristianas. Porque las diferencias políticas e ideológicas tenían solo importancia secun­ daria frente al objetivo común de derribar al odiado régimen nazi. Se evitaba que las diferencias de opinión a nivel político o ideológico se tornaran agu­ das. […] rechazamos entre otras cosas la violencia no solo de los nazis, sino también entre sus adversarios (Willy Keller citado según: Zimber 1998: 119).

Keller mismo mantenía distancia con respecto a todo funcionariado y por ello nunca pudo ser miembro de ningún partido. Si bien la divergencia y la posible ruptura entre Keller y Kniestedt fueron evitadas solo porque Keller se mudó a Rio, ambos estuvieron unidos por la colaboración con Das Andere Deutschland y por el adversario común. Existían en forma paralela su organización [o sea, la de Kniestedt, M.E.], la mía y la dirigida por [August] Siemsen [se refiere a Das Andere Deutschland, M.E.] con objetivos ideológicos comunes, que queríamos defender conjunta­ mente sobre la base de una libre voluntad. Eso fue lo gratificante de nuestra colaboración a lo largo de tantos años: que hayamos hecho causa común a partir de ideales políticos comunes, sin vernos obligados mutuamente por programas o artículos determinados. Siemsen contaba […] con las mejores posibilidades […]. En Brasil eso no era posible. Sin embargo, si Kniestedt y yo no hubiésemos hecho nada en Porto Alegre y en Rio, no hubiese pasado absolutamente nada (Willy Keller citado según: Zimber 1998: 116).

Al igual que Kniestedt, también Keller habría querido participar personal­ mente en el congreso. Pero no pudo cumplir su deseo debido a la falta de dinero y al hecho de que, muy probablemente, la solicitud para el necesa­ rio permiso de viaje habría sido rechazada. Transfirió su derecho a voto a August Siemsen y apoyó a Kniestedt a través de declaraciones dirigidas a la prensa y al Gobierno brasileños, para protegerlo contra el reproche de que hacía algo ilegal. Además los Deutsche Antinazis, Rio de Janeiro (Alemanes Antinazis, Rio de Janeiro) enviaron un mensaje de saludo que se publicó en la revista Das Andere Deutschland (Keller et al. 1943: 33). En tanto colaborador permanente de Das Andere Deutschland y uno de los dirigentes de la Notgemeinschaft, Keller publicó una serie de artículos en la revista del movimiento. En ellos trató una y otra vez la cuestión de

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las posibilidades disponibles y la necesidad de esclarecer políticamente a la población de manera integral y veraz también en circunstancias adver­ sas. Conjuntamente con Curt Übel se encargó de difundir la revista en la región de Rio de Janeiro, para lo cual Kniestedt les hacía llegar los ejem­ plares. Al igual que hiciera el Movimento en Porto Alegre, a fines de 1943 se comenzó a editar en Rio un boletín hectografiado llamado Briefe der Notgemeinschaft deutscher Antifaschisten (Cartas de la Alianza de Emergencia de Antifascistas Alemanes) cuando ya no se podía traer el periódico al país debido a las circunstancias políticas. Keller lo consideró un “acto de solida­ ridad para cubrir el vacío provocado por la ausencia de nuestra revista ‘Das Andere Deutschland‘ y para no perder la cohesión que nos une a nuestros amigos de ideas afines” (Keller 1946a: 7). Las Briefe aparecieron hasta 1947 con un tiraje de 500 ejemplares y en alemán. Esta actividad periodística no estaba exenta de peligros. De hecho Keller debió soportar, según afirma, el primer allanamiento domiciliario apenas catorce días después de su llegada a Brasil, y, más adelante, durante la guerra –probablemente se refiera al período posterior al ingreso del país en la Segunda Guerra Mundial– hasta cuatro veces semanales, el último se realizó en 1946. “En lo que hace al registro domiciliario, no hubiese tenido que emigrar. Tampoco los nazis habrían podido hacerlo más veces por semana” (Willy Keller citado según: Zimber 1998: 121). Pero eso no disuadió a Keller de iniciar, junto con el escritor Ulrich Be­ cher, otro proyecto de publicación, la Notbücherei deutscher Antifaschisten (Biblioteca de Emergencia de Alemanes Antifascistas) para, según Becher, influir en las grandes islas de lengua alemana de Rio Grande do Sul y Paraná, hitlerizadas en un noventa por ciento. Dado que después del ingreso de Brasil en la guerra ([19]42) estaban prohibidas allí las publicaciones en los idiomas de las potencias del Eje, registramos nuestras publicaciones ante el Ministerio de Educación con la indicación: redactada en lengua suiza (Becher 1968: 324; cursivas del original).

El primer volumen de la Notbücherei, aparecido en 1943, fue la balada Das Märchen vom Räuber, der Schutzmann wurde (Historia fantástica del ladrón que se convirtió en guardia), en tirada limitada de 200 ejemplares

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firmados por el autor.10 Los mismos se distribuyeron exclusivamente entre los miembros, al igual que las Briefe der Notgemeinschaft, que frecuente­ mente contenían la indicación expresa: “distribuição interna”. En 1945 las Briefe aparecieron algún tiempo solamente en portugués, y tras la guerra y la reintroducción del alemán, hubo todavía dos números en portugués con la finalidad de informar a la prensa y a la opinión pública brasileñas sobre los antifascistas alemanes. En 1946 Keller abandonó todas sus actividades políticas. Desilusiona­ do como Lustig-Prean, tuvo que reconocer ante sí mismo que su accionar finalmente no había tenido resultado en vista de las circunstancias de po­ lítica interior: No puede haber en Brasil un partido político alemán, activo, que esté en condiciones de influir en la conformación del destino alemán. Simplemente faltan las condiciones para ello. Cuanto mucho puede haber un apéndice de partido, que puede ser extirpado actualmente sin importar quién empuñe el bisturí. […] Regresamos por lo tanto allí adonde nos encontrábamos, a nuestra autorresponsabilidad, a nuestra libertad de opinión y a nuestra unión amistosa sin organización. Bajo las condiciones actuales no puede haber li­ bertad organizativa para antifascistas alemanes. […] Solo el día que traerá la libertad a todos los pueblos, se la traerá también al pueblo alemán (Keller 1946b: 10).11

Ya un año antes, Keller había dejado de colaborar con el Movimento de Kniestedt, a raíz de diferencias de opinión insuperables respecto a una orientación político-partidaria común. Mientras el anarquista convencido que era Kniestedt rechazaba cualquier tipo de acercamiento a un partido político, Keller y muchos de sus compañeros de lucha se sintieron después de la guerra más ligados al Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD), sobre todo a su ala izquierda en tanto demarcación frente al Kommunistische Partei Deutschlands (KPD, Partido Comunista de Alemania). Además, de parte de la Notgemeinschaft se le reprochaba a Kniestedt que tenía inte­ reses pequeño-burgueses y un proceder poco democrático y parcial en la toma de decisiones. Pese al cese de Keller, las Briefe der Notgemeinschaft se 10 En la revista de Das Andere Deutschland se anunció en 1945 la publicación de un poe­ mario de Carlos Drummond de Andrade. La intención de dar a conocer una obra así en el marco de la Notbücherei pone de manifiesto el deseo de los exiliados de vincularse activamente al arte y a la cultura del país receptor. Véase Keller (1945: 2). 11 Véase al respecto “Curriculum Willy Keller para o Instituto Nacional do Livro” en: Zimber (1998: 123).

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siguieron publicando hasta 1947. Probablemente la Notgemeinschaft deutscher Antifaschisten fue disuelta de forma unilateral por Keller a fines de 1947 o comienzos de 1948. Su proceder fue duramente criticado por algu­ nos de sus antiguos compañeros de lucha en una carta abierta publicada en la revista de Das Andere Deutschland.12 El Movimento dos Alemães Livres en São Paulo

En lo que respecta a São Paulo, el periódico Das Andere Deutschland anun­ ció en agosto de 1942 la unificación de todos los antifascistas alemanes en el Movimento dos Alemães Livres do Brasil, fundado por Lustig-Prean en abril de ese mismo año. Desde entonces, el Movimento lideró en esta región las actividades de cooperación con Das Andere Deutschland. Lustig-Prean, quien había sido integrante de la dirigencia del Deutsche Christlich-Soziale Volkspartei (Partido Popular Social-Cristiano Alemán) en Checoslovaquia y huyó a Brasil en 1937 por motivos políticos, continuó de ese modo la labor política que había desarrollado antes en Europa y se convirtió en uno de los refugiados políticamente activos más importantes en Brasil. Ello ilustra otra característica del exilio germanohablante en Brasil: entre los activistas políticos abundaron los intelectuales, artistas, literatos o la gente de teatro, como en el caso de los directores teatrales Keller y Lustig-Prean. Ya en 1938 Lustig-Prean había congregado en São Paulo a un pequeño círculo de opositores a Hitler, en su mayoría alemanes y austríacos cris­ tianos. Con eso llamó también la atención de las autoridades brasileñas, que ya entonces lo vincularon con Das Andere Deutschland, o, mejor di­ cho, con A outra Alemanha.13 En su autobiografía Lustig-Prean utiliza el acrónimo “AOA”. Pero lo hace refiriéndose al año 1941 y al nacimien­ to del Movimento dos Alemães Livres do Brasil. Consigna brevemente: “Se nos dio el distintivo AOA, eso significaba tanto A Outra Alemanha como A Outra Austria […] Éramos sobrios“ (Lustig-Prean 1952: 307). Si bien esta afirmación debe tomarse con cautela porque en la autobiografía de Lustig-Prean los límites entre poesía y verdad son fluctuantes, la misma refleja un rasgo característico del patrón de conducta de Lustig-Prean en 12 En esa carta, firmada por Kurt Uebel, Wilhelm Feith, Kurt Lenhard, Ernst Oppen­ heim, Kurt Saalfeld, se habla de “poca fiabilidad” y “fracaso” por parte de Keller (Freun­ de des Anderen Deutschlands, Landesgruppe Brasilien 1948: 2). 13 Véase informe secreto de la Secretária da Segurança Pública, 31.01.1944, en: Processo Carlos Lustig-Prean. Arquivo Nacional, Rio de Janeiro, MJNI, 015567.

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su compromiso político, y es que de hecho no tuvo reparos en adherir a asociaciones tanto de alemanes, como de austríacos o de alemanes de los Sudetes. Ello despertó no solamente desconfianza entre los demás exilia­ dos, que se mostraron molestos ante sus cambios de bando. Keller conocía a Lustig-Prean de Europa, como colega, y advirtió a Kniestedt que tuviera cuidado con él. El Legado checoslovaco solicitó la intervención de Ernst Feder contra volantes de Lustig-Prean porque no estaba dispuesto a tole­ rar que éste se presentase un día como el representante de los Alemanes Libres en Brasil, y al otro como dirigente de los alemanes católicos de los Sudetes.14 También distintas instancias estatales manifestaron en reiteradas oca­ siones dudas con respecto a su integridad política en cuanto a su oposi­ ción a los nacionalsocialistas. Su relación con ellas se caracterizó por una particular ambivalencia. Por un lado, mantuvo excelentes contactos con algunas autoridades brasileñas, y mediante una hábil jugada ganó tempra­ namente la atención favorable del Presidente Vargas para los intereses del Movimento. En abril de 1942 había enviado en su nombre un telegrama al Presidente felicitándolo en ocasión de su cumpleaños: El dictador respondió con un largo telegrama en que dijo estar feliz de que deseásemos servir con lealtad a Brasil, y nos aseguró su simpatía. Así fue que nosotros, legalmente inexistentes y ni siquiera tolerados por la Policía, fuimos reconocidos por el Presidente de la República. […] Cada uno de nosotros lo llevó desde entonces como ‘laissez-passer’, como salvoconducto (Lustig-Prean 1952: 301 s.).

Ese mensaje, sin embargo, no significó un reconocimiento oficial de la asociación ni protegió a Lustig-Prean, o a otros miembros del Movimento y de los círculos cercanos a Das Andere Deutschland en Rio ni Porto Alegre, de la vigilancia de la Policía política (Alves 2006: 144-148). Para ganarse la confianza de esta entidad y explicar sus intenciones, en mayo de 1942 el Movimento hizo llegar al jefe de la Policía Política de la ciudad un manifiesto que luego fue publicado en distintos periódicos. El hecho de que se prefirió realizar allanamientos reiterados en lugar de gran­ des intervenciones habilita la conclusión de que la acción de Lustig-Prean era tolerada tácitamente. Ya por el número comparativamente reducido 14 Véase Tagebücher Ernst Feder (Diarios de Ernst Feder), 20.12.1944, Vol. 16 (19441945). Ernst Feder Collection. AR 7040. Leo Baeck Institute, Nueva York.

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de sus miembros y sus esfuerzos por atenerse a las normas brasileñas, el Movimento no era visto como una amenaza seria. A eso se agregaba que Lustig-Prean buscaba el contacto con los medios de comunicación y las autoridades brasileñas de manera mucho más ostensible que otros exiliados activos políticamente. Para ello le fue útil ser católico y también manifestar constantemente gran admiración y amor, así como su lealtad inquebranta­ ble hacia el país anfitrión.15 Pero finalmente ese despliegue resultó inútil. Alguien denunció a Lustig-Prean como comunista, y este debió compare­ cer ante la Policía. La forma en que relató el suceso evidencia el alivio de quien sabe que se ha salvado de una situación peligrosa sin recibir mayores daños. Por otro lado, el suceso revela la importancia de las relaciones in­ fluyentes. El Dr. Tavares me hizo contarle mi vida entera. […] ¿Que si fui comunista en Praga? Me reí a las carcajadas. Que el Legado brasileño me había recomen­ dado a Herbert Moses. […] Pero de dónde sabía el Legado que yo no había sido comunista. Del Cardenal. […] Tavares […] llegó a la conclusión: […] “Y probablemente de veras lo han calumniado, probablemente sea usted una bôa pessôa [sic], una buena persona”. Entonces, ya de pie, dije: “Estimado Doctor Tavares, pregúntele por mí al cónsul general de los Estados Unidos.” “¿Lo conoce? ¿Por qué no lo dijo?” “Quería ver cómo son aquí las cosas” (LustigPrean 1952: 301-302).

A pesar de sus buenas conexiones con funcionarios en altos cargos de la Policía de São Paulo, las autoridades brasileñas siguieron considerando sospechoso a Lustig-Prean, sobre todo debido a su contacto con Ernst Bachmann, hombre de confianza de Otto Strasser, y con el mismo Stras­ ser. Consideraban que solo sería posible determinar su verdadera posición política por medio de una vigilancia prolongada y exhaustiva.16 Si bien Lustig-Prean disponía de excelentes contactos con diplomáticos estado­ unidenses y recibió su apoyo para sus actividades políticas, en un principio el State Department miró su posición política con tanta desconfianza que pidió informaciones sobre su persona y su actividad en Brasil, e incluso ordenó interceptar su correspondencia. Finalmente los estadounidenses se

15 Véase Endries (2005: 169-170). Carta de Carlos de Lustig-Prean [sic] al secretario personal de Getúlio Vargas, Luiz Vergara, 30.01.1943, en: Processo Carlos de Lus­ tig-Prean. Arquivo Nacional, Rio de Janeiro, MJNI, 015567. 16 Véase informe secreto de la Secretária da Segurança Pública, 31.01.1944, en: Processo Carlos de Lustig-Prean. Arquivo Nacional, Rio de Janeiro, MJNI, 015567.

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convencieron de su postura anti-nacionalsocialista y de su confiabilidad, y buscaron establecer contacto con él (Endries 2005: 126). En septiembre de 1942 Lustig-Prean describió a Thomas Mann la fun­ ción del Movimento dos Alemães Livres do Brasil como la de un puente “entre el movimiento de Ludwig RENNs [sic] (México) tan apreciado por nosotros y la ‘Otra Alemania’ de Argentina, como cuyo hombre de con­ fianza para Brasil sigo actuando” (Karl Lustig-Prean citado según: Kuschel/ Mann/Soethe 2009: 220). Así ocurrió que, por cierto tiempo, el Movimento fue considerado una asociación tanto de Das Andere Deutschland como del movimiento Freies Deutschland. Sin embargo, Lustig-Prean no pudo sustraerse finalmente a las diferencias que separaban a ambos círculos en cuanto a la creación de un frente unitario en América Latina. A raíz de su decisión en contra de Das Andere Deutschland y su breve participación en la presidencia de honor del Lateinamerikanisches Komitee der Freien Deutschen (LAK, Comité Latinoamericano de los Alemanes Libres)17 en 1943 dejó de existir también el Movimento dos Alemães Livres do Brasil iniciado por él. A la debilidad de liderazgo de Lustig-Prean, que fue insinuada por al­ gunos de sus compañeros de lucha ante las autoridades brasileñas y notoria en el comportamiento señalado, se debió también que la cooperación entre los activistas de São Paulo y los grupos de Porto Alegre y Rio de Janeiro se viera interrumpida en un primer momento. De todas maneras, se des­ prende de distintas fuentes que las autoridades brasileñas habían ordena­ do la disolución del Movimento en junio de 1943 (Endries 2005: 190).18 Incluso circuló el rumor de que el propio Lustig-Prean habría solicitado dicha medida a las autoridades. Durante su breve existencia, el Movimento 17 En el comportamiento de Lustig-Prean, August Siemsen veía confirmados sus reparos acerca de su integridad política. La afirmación de Lustig-Prean de que se sentía perte­ neciente ideológicamente a Das Andere Deutschland y no quería establecer contacto con México sin ella le provocaron incredulidad. “Él cambia tan radicalmente de opinión, se ha mostrado no fiable en tantas oportunidades [¡correspondencia con Strasser sin informarnos!], prodiga ahora tan absoluta ‘lealtad’ hacia Brasil y los Aliados […] que nosotros nos comportamos con frialdad”. Carta de August Siemsen a Ernst Löhnberg, 06.10.1942, ápud Kestler (1992: 144). 18 Sobre la fecha exacta de la disolución del Movimento por parte de las autoridades bra­ sileñas hay informaciones contradictorias. Una fuente menciona una disolución ya en septiembre de 1942 en base al decreto-ley N° 4.684, e indica que Lustig-Prean ya habría sido informado. Véase informe secreto de la Secretária da Segurança Pública, 31.01.1944, en: Processo Carlos de Lustig-Prean. Arquivo Nacional, Rio de Janeiro, MJNI, 015567.

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logró incorporarse activamente al quehacer del exilio político en São Paulo a través de conferencias, exhibición de películas y la publicación de un boletín. A pesar de la desaparición del importante comité local, el efecto de Das Andere Deutschland resultó ser más persistente y duradero que el del movimiento Freies Deutschland (Alemania Libre). Bajo el liderazgo de Kurt Fabian, antiguo integrante del Movimento que ya en marzo de 1943 se había posicionado claramente en favor de Das Andere Deutschland, esta es­ tuvo pronto representada en la ciudad por un grupo más fuerte que antes. Cuando Lustig-Prean dejó su cargo en la presidencia del LAK a media­ dos de 1943, no pudo, como tampoco Keller, negar una cierta decepción por el fracaso de su compromiso por una Alemania nueva y diferente. También justificó su decisión de alejarse con el arraigo progresivo de los exiliados en el país de acogida a pesar de, o precisamente debido a, las medidas de la campanha de nacionalização y las disposiciones especiales para los súditos do eixo, con lo cual el interés y la solidaridad respecto del destino de su antigua patria desaparecían. Pero afirmó que sobre todo lo llevaron a tomar esta decisión el malentendido y la desconfianza que su elección de dirigir una agrupación de “alemanes del Reich“ despertara en­ tre los austríacos, que imaginaron en él una voluntad anexionista, y tam­ bién entre los checos, que no deseaban documentar ningún tipo de vínculo entre alemanes de los Sudetes y “alemanes del Reich” (Karl Lustig-Prean en: Kestler 1992: 147).19 El LAK había señalado claramente que la función de Lustig-Prean en su presidencia era la de representar, dado su origen, a círculos como los católicos, los alemanes de los Sudetes, los austríacos y los checos, y, además, la de servir de enlace con el mundo de habla portuguesa (Endries 2005: 171). Estas interconexiones de largo alcance resultaron en efecto decisivas para Lustig-Prean cuando, al cesar su actividad en los círculos alemanes, se reorientó a las agrupaciones de austríacos por las cuales ya había actuado al comienzo de su exilio en Brasil y también como cónsul honorario austría­ co en Santos. En 1943 volvió a trabajar por la independencia de su patria como colaborador del Comitê de Proteção dos Interesses Austríacos no Brasil, y un año más tarde pasó a integrar el Demokratisches Sudeten Komitee (Co­ mité Democrático de los Sudetes), antes de regresar a Austria en 1948. 19 Tras el cese de Lustig Prean, un pequeño grupo continuó representando al Bewegung Freies Deutschland en Brasil bajo la conducción de Stefan Baron, quien ya antes había trabajado por esa causa junto a Lustig-Prean.

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Conclusiones

“A los brasileños no pudimos liberarlos”. Como se ha expuesto más arriba, no solamente Lustig-Prean llegó a esta conclusión al evaluar en retrospecti­ va el éxito de su compromiso político. La decisión de abandonar todas las actividades políticas en 1946 fue la consecuencia que extrajo Keller luego de reconocer que en Brasil, dadas las adversas circunstancias de política interior, a pesar de todos los esfuerzos, no eran posibles ni el esclarecimien­ to político libre ni el desarrollo de la población, tampoco en el sentido de un compromiso por una Alemania nueva y diferente. Aunque se constata una relativa falta de importancia e influencia de las agrupaciones políticas del exilio germanohablante en Brasil, puesto que rara vez trascendieron al mero círculo de sus miembros (Kestler 1992: 134), tanto su labor como su presencia fueron imprescindibles. Para los activistas también era impor­ tante mostrar responsabilidad ante aquellos exiliados “que necesitaban a alguien en quien poder apoyarse para mantener la sensación de ser anti­ nazis. Pudimos dar ese sostén moral porque tuvimos el valor de mantener nuestra propia opinión a pesar de la prohibición” (Willy Keller citado se­ gún: Zimber 1998: 118). Algunos de los políticos que habían actuado en Alemania y que, como se ilustró más arriba, durante su exilio se retiraron de la actividad política a consecuencia de la especial situación en Brasil, consideraron después de la guerra que era su obligación, en tanto demócratas y alemanes, volver a involucrarse políticamente. Los sucesos no habían menoscabado su amor a la cultura ni a la patria alemana y tuvieron fe en la resurrección de una Alemania democrática y liberal. Fue en este sentido que Ernst Feder, quien actuara antes desde un segundo plano como observador e intermediario, pasó a trabajar activamente por la creación de agrupaciones nuevas que ahora podían actuar políticamente con mayor libertad, y en la redacción de un manifiesto de los Alemanes Libres. Fue entonces testigo de las diferen­ cias, que luego de la guerra se manifestaban en forma cada vez más marca­ da, y de los diferentes intereses de los diversos círculos y actores políticos, de los que ha dejado elocuente testimonio en su diario.20 Fueron necesarias conversaciones para aclarar malentendidos. En algunos casos, fue imposi­ 20 Véase anotaciones de marzo a julio de 1945 en: Tagebücher Ernst Feder (Diarios Ernst Feder), vol. 16 (1944-1945). Ernst Feder Collection. AR 7040. Leo Baeck Institute, Nueva York.

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ble zanjar la distancia provocada por la soberbia político-partidaria y las diferentes ideas sobre el futuro de Alemania. Pese a todo, gracias fundamentalmente al gran prestigio de que gozaba entre exiliados y brasileños, Feder pudo presentar en julio de 1945 un ma­ nifiesto del Movimento dos Alemães Livres do Brasil, el cual no debe ser con­ fundido con la agrupación tratada más arriba a pesar de que algunos de sus miembros coincidían. Si bien fue redactado en colaboración con el comité provisorio del movimiento, el manifiesto muestra inconfundiblemente la mano de Feder. Después de exponer y condenar el régimen nacionalsocia­ lista y sus crímenes, la mirada se dirige al futuro, a la construcción de una nueva Alemania, sin dejar de señalar la generosa hospitalidad brindada por el país receptor: É dever dos alemães livres reunirem-se dentro das prescrições legais, para desmascarar e frustrar todas as tendências de elementos nazistas destinadas a conservar suas idéias de violência, continuar seu trabalho criminoso e prepa­ rar novos conflitos – dever este tanto para com os seus próprios idéias quanto para com este generoso e hospitaleiro Brasil. Convidamos todos os que este­ jam decididos a participar nesta luta e cuja atitude e personalidade garanta a sinceridade da sua colaboração para se reunirem a nós nesta tarefa, afim de que a Alemanha […] possa entrar de novo no gremio dos povos civilizados como um companheiro estimado e com direitos iguais. O caminho é duro. Pretendemos abrí-lo (Comité provisório, citado según: Eckl 2010: 173-174).

Traducción del alemán: Raquel García Borsani

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La ola inmigratoria del periodo 1938-1940 en Bolivia: posiciones, actividades y compromisos políticos León E. Bieber

A modo de contextualización

A consecuencia del desenfrenado antisemitismo del régimen nacionalso­ cialista alemán, por un lado, y del Decreto de Libre Inmigración promul­ gado por el gobierno de Bolivia en junio de 1938, por el otro, entre 7.000 y 8.000 emigrantes de Europa central arribaron a ese país en el trienio 1938-1940. La abrumadora mayoría de ellos, probablemente alrededor del 95 %, eran judíos (Bieber 2003: 126-128). Por esa razón, este aporte se centrará en el rol político que ellos jugaron en territorio boliviano en el correr de las últimas siete décadas. La inmensa mayoría provenía de Alemania y de Austria. Mientras que el número procedente de Alemania habría sumado alrededor de 6.000, los que venían de Austria solo habrían sido 940. Por lo tanto es de suponer que a inicios de la quinta década del siglo xx al menos el 75 % eran de nacionalidad alemana y austriaca; cifra que incluía a checos y eslovacos, quienes en su mayoría también hablaban alemán. Los restantes eran en casi su totalidad ciudadanos de Polonia y en cantidad mucho menor de Hungría.1 El presente trabajo hace referencia a las posiciones, actitudes y com­ promisos políticos asumidos por esta ola inmigratoria y sus descendientes, aludiendo solo en la medida necesaria a casos en los cuales también se destacaron en el quehacer político judíos que llegaron a Bolivia en los años inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial o vástagos de estos. Para abordar la temática son necesarias dos observaciones: el perfil sociopolítico de los trasterrados y algunas características del país al que arribaron. 1 Entrevistas con Gert Philippsborn (La Paz, 06.01.2000) y Liselotte Süsz de Weisz (La Paz, 07.01.2000).

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Los inmigrantes aquí en cuestión constituían una masa heterogénea a nivel económico, social, cultural, religioso y político. En sus filas había desde gente pudiente hasta menesterosos. Llegaron artesanos, trabajadores califi­ cados y no calificados, así como personas con profesiones liberales. Existían diferencias de grado de instrucción, normas, valores, orientación política y fe religiosa. Notables eran estas últimas con su abanico desde ateos hasta ortodoxos. Frente a una abrumadora mayoría de personas sin filiación par­ tidaria, entre quienes la tenían, las divergencias políticas podían ser abisma­ les, tal como las que existían entre monárquicos austriacos y comunistas. La avalancha de europeos que inmigró a Bolivia entre 1938 y 1940 llegó a un país atrasado aún en términos sudamericanos. A su subdesarrollo eco­ nómico se agregaban marcados contrastes sociales, a los cuales se yuxta­ ponían diferencias étnicas. De una población estimada en 3 millones de habitantes, alrededor del 30 % estaba clasificada como blanca y mestiza, y el restante casi 70 % como indígena.2 Con anterioridad a la Revolución de 1952 la inmensa mayoría de estos indígenas vivían subordinados a un pequeño grupo de terratenientes, no podían participar en forma directa del mercado y vivían marginados de la movilidad social y de la dinámica polí­ tica.3 Tan solo entre 300.000 y 400.000 personas (aproximadamente 15 % de la población) poseían derechos ciudadanos (Averanga Mollinedo 1956: 99, 101).4 En comparación con la Argentina, Uruguay, Brasil y Chile, Bo­ livia nunca llegó a ser un polo de atracción para personas allende los mares. En consecuencia, era un país sin experiencia con relación a procesos masivos de inmigración y no acostumbrado a convivir con masas de foráneos. A ello se sumaba el carácter devotamente católico de sus habitantes urbanos. Tanto la heterogeneidad de la corriente inmigratoria como las caracte­ rísticas del país constituyen un importante marco de referencia para com­ prender el comportamiento político de sus miembros. Sin embargo, las vicisitudes que conoció esa conducta solo pueden aprehenderse en forma cabal si se consideran las dificultades que tuvo que enfrentar la inmensa mayoría que conformó aquella masa migratoria para integrarse en el país 2 Véase United States Department of Commerce/Bureau of Foreign and Domestic Com­ merce (1937). Basándose en el censo nacional de 1950, otra fuente señala que en aquel entonces 35,65 % habrían sido blancos y mestizos, y 63,05 % indígenas (Arze Cuadros 1979: 89, 108). Respecto de la división étnica véase también Schoop (1981: 9). 3 Para una excelente referencia al respecto véase Reyeros (1949). 4 La población indígena obtuvo el derecho al voto recién con la proclamación del voto universal después de la Revolución de 1952.

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que los acogió en una hora crucial para su supervivencia. Esta problemá­ tica se abordará en los siguientes dos apartados, para exponer en el último la militancia de los inmigrantes aquí en cuestión en la política boliviana desde la década de 1940. Escollos para una integración sociocultural y por ende política en el país receptor

Desde las grandes olas migratorias a nivel mundial a partir de la segunda mitad del siglo xix, grupos de diversas nacionalidades, así como étnicos y/o religiosos han formado colectividades con vida comunitaria propia en los países receptores. Ejemplos conocidos son los italianos e irlandeses en los Estados Unidos, los italianos en la Argentina, los japoneses en São Paulo, los alemanes en la Argentina, en el sur del Brasil y en Osorno y Valdivia en Chile, o actualmente los turcos en Alemania. En Bolivia ocurrió exac­ tamente lo mismo. La colectividad más grande de inmigrantes que residió en este país con anterioridad a la llegada de los judíos, la de alemanes, con­ taba con una amplia infraestructura comunitaria ya a inicios del siglo xx.5 También árabes, españoles, italianos, japoneses y yugoslavos organizaron sus colectividades. En este sentido, lo acontecido con la inmigración judía en Bolivia no escapa a esta realidad. Sin embargo, sí estuvo condicionada por dos factores que no jugaron ningún papel o al menos no tuvieron incidencia importante en el caso de otros grupos inmigrantes. En primer término, la migración de los israe­ litas fue absolutamente forzada (hacia 1938, a excepción de Shanghai y precisamente de Bolivia, todos los países habían vetado o puesto severas restricciones para su admisión). Con toda razón el historiador boliviano Alberto Crespo, aludiendo a la llegada de los judíos a su país a fines de los años 30 e inicios de los 40 del siglo xx, señala que no hay que olvidar que fue una migración obligada, ellos no eligieron Bolivia. Tampoco habían elegido dejar sus respectivas patrias. Vinieron a Bolivia por­ que aquí se les dio facilidades, nada más. En Europa no estaba en su mente llegar a un país tan difícil, tan inaccesible, tan recóndito, tan desconocido.6 5 Véase al respecto Bieber (1984: 95, 97); Kübler (1936: 37-59) y Wolff/Fröschle (1979: 155-158). 6 Entrevista con Alberto Crespo Rodas (La Paz, 13.01.2000).

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En efecto, cuando los judíos se embarcaron rumbo a la república andina, con contadísimas excepciones, no hablaban castellano, desconocían por completo su geografía, su historia, las características de su sociedad, su política. En segundo lugar, y a diferencia de la inmensa mayoría de los demás grupos extranjeros que llegaron a territorio boliviano, ellos no eran cris­ tianos, razón por la cual, sobre todo en las dos décadas siguientes a su masivo arribo, fueron víctimas del antisemitismo, en oportunidades soez. Este estuvo condicionado básicamente por circunstancias que hicieron po­ sible su arribo a la nación suramericana, así como por su inserción en la esfera económica del mismo. Desde la promulgación del Decreto de Libre Inmigración, los consulados bolivianos en Europa otorgaron miles de visas dolosas, la mayor parte de ellas señalando que su portador era agricultor, con las cuales miles de judíos ingresaron al país (Bieber 2010: 58-67). Siendo que con escasas excepciones no eran labradores se radicaron sobre todo en sus principales ciudades, vale decir en La Paz y en Cochabamba, donde mayoritariamente se dedicaron a actividades comerciales. Conside­ rando que la legislación inmigratoria boliviana tenía por objetivo atraer personas que contribuyeran al desarrollo del país en el campo industrial y, sobre todo, en materia de colonización agrícola, la presencia judía, que en buena medida contravenía estos propósitos, rápidamente creó fuerte malestar entre amplias capas de la población urbana. Este descontento fue articulado sobre todo por la prensa nacional,7 partidos políticos como la Falange Socialista Boliviana y el Movimiento Nacionalista Revolucionario, así como partes del clero católico (Bieber 2010: 194-197, 201-203). Estas manifestaciones de rechazo, la migración a un país al que se di­ rigieron por falta de opciones, así como –al menos al llegar– el desconoci­ miento del idioma y de la historia de la nación a la que tuvieron que diri­ girse, el hecho de que la religión absolutamente predominante en Bolivia no era la suya y que las normas, las costumbres y casi todos los códigos de la vida cotidiana eran completamente diferentes a los propios8 fueron 7 Al respecto véase “Los judíos y el pueblo”, en: La República, XVII, 3466 (30.05.1940), p. 4. Respecto de los órganos de prensa profesamente antisemitas véanse Spitzer (1998: 165-167) y Klein (1968: 392). 8 Un médico austriaco que llegó con la ola inmigratoria aquí en cuestión y que ejerció su profesión en diversos lugares del Chaco durante seis de los siete años que vivió en Bolivia se ha referido a esta realidad en los siguientes términos: los bolivianos “son tan diferentes, tan extraños […] en su comportamiento. Viven y reaccionan de otra mane­ ra, se articulan de modo diferente. Pero no es el idioma foráneo el cual nos imposibilita

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todos factores determinantes para que, en el correr de los primeros tres lustros de su vida en ese país, los inmigrantes judíos y sus descendientes construyeran una vida comunitaria autocentrada, ajena, en gran medida, al acontecer nacional. Ese enclaustramiento se manifestó en la vida social, cultural, deportiva y religiosa que tenía lugar en las diversas instituciones que crearon a poco de su llegada: el Círculo Israelita, fundado ya en 1935 por judíos de Europa oriental en la ciudad de La Paz, las sedes establecidas por judíos alemanes y el Hogar Austriaco en esa misma urbe, la Asociación Israelita en Cocha­ bamba, así como las casas alquiladas en otras capitales departamentales. Dependiendo del país de origen de sus socios, en estos centros la lingua franca era el alemán o el yiddish. Desde 1939 hasta 1946 los inmigrantes de habla alemana tuvieron en el Rundschau vom Illimani un órgano de prensa que les sirvió como vehículo de información sobre acontecimientos internacionales y nacionales en el único idioma que dominaban. En la Escuela Boliviano-Israelita, fundada en marzo de 1940 en la ciudad de La Paz, inicialmente el idioma de enseñanza era fundamentalmente el alemán (Wiener 2004: 28). En la clase de geografía del segundo grado de primaria, lo primero que pedía el profesor alemán era que los alumnos ubicaran en el mapa de Europa el “Danubio Azul”, el río Rin “con sus muchos casti­ llos” y los “bellos Alpes austriacos” (Spitzer 1998: 152). A pesar de haber sido expulsados violentamente de sus países europeos, miles de personas no dejaron de extrañar su tierra natal. En las palabras de un hijo de judíos austriacos nacido en Bolivia, Europa central era un mundo “del cual mis padres y otros refugiados en Bolivia escaparon pero que no abandonaron” (Spitzer 1998: 75). Inmigrantes radicados en la ciudad de Cochabamba se reunían en cafés con nombres europeos como Pigalle, Maxim y Danubio Azul, donde músicos emigrados tocaban piezas de las operetas de Lehar (Schwarz 1992: 170). Esta añoranza por el país de origen vinculada a las dificultades y/o a la imposibilidad de arraigar en el país receptor explica por qué, en las apro­ ximadamente primeras tres décadas de su arribo a Bolivia, los inmigrantes conocerlos y entenderlos […] tal vez lo sea al comienzo […]. Más bien se percibe muy pronto que […] expresiones como honor, moral, honradez, confianza y muchas otras […] tienen un significado muy distinto [que para nosotros]. […] De ello resultan muchos malentendidos; a consecuencia, algún europeo sin experiencia considera pre­ cipitadamente al suramericano de no fiable, superficial, mentiroso, falso, inmoral. Éste por su parte muchas veces considera al europeo grosero, pedante, mal educado o, en el mejor de los casos, simplemente gracioso” (Popper 2005: 293).

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aquí en cuestión, con contadas excepciones, no se inmiscuyeron en la polí­ tica nacional. En la medida en que asumieron actitudes de carácter político o mostraron clara militancia política, eso estaba vinculado a su país de origen y/o a acciones de apoyo a sus hermanos trasterrados. Activismo político judeocéntrico, eurocéntrico y sionista

Ya en los albores de la gran ola inmigratoria de 1938-1940 se manifes­ tó la presencia de los inmigrantes en la política boliviana tanto de forma institucional como a nivel individual. Sin embargo, esa presencia no tuvo carácter de militancia partidaria, sino que estuvo íntimamente relacionada a la política oficial y casi siempre fue incentivada por esta. Cuando a mediados de 1938 Bolivia abrió sus puertas a la inmigración prácticamente irrestricta, judíos ya radicados se mostraron dispuestos a colaborar en la materialización de esta decisión. Ello se debía ante todo a que sentían preocupación por familiares y amigos que no conseguían emigrar del Viejo Continente. No sorprende, por tanto, que cuando de manera prácticamente paralela al Decreto de Libre Inmigración el Ministro de Relaciones Exteriores, Eduardo Diez de Medina, decidió crear un Co­ mité Asesor Pro-Inmigrantes Semitas no tuviera dificultades en encontrar personas de la colectividad judía de La Paz que estuvieran dispuestas a integrarlo. Miembros de este comité ayudaron a salvar muchísimas vidas entre las víctimas de la persecución nazi. En su calidad de “agentes espe­ ciales”, algunos recibieron del Canciller boliviano poderes para ofrecer a inmigrantes las preciadas visas y además habrían podido demandar que éstas fuesen concedidas por los cónsules. Así, el Agente Especial de Inmi­ gración acreditado en Francia habría sido autorizado por el mencionado Ministro para conceder un permiso global a 400 inmigrantes.9 En este afán no faltaron casos en los cuales integrantes de la mencionada institución se hicieron cómplices de la profusa extensión de visas falsas.10 Fue en este 9 Véase: “Informe nº 157. Dictamen de la Comisión de Policía Judicial al Juicio de Responsabilidad por el ‘Affaire’ de Inmigrantes Semitas”, en: Informes de Comisiones de la H. Cámara de Diputados, Legislatura Extraordinaria de 1940 (La Paz, 1940), pp. 456-457. 10 Véase: “Informe Complementario de la Comisión de Policía Judicial al Juicio por el ‘Affaire’ de Inmigración, nº 182”, en: Informes de Comisiones de la H. Cámara de Diputados, Legislatura Extraordinaria de 1940 (La Paz, 1940), pp. 566-568.

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contexto que por primera vez miembros de la colectividad judía de Bolivia marcaron presencia como instancia política en el acontecer nacional. Con el propósito de que los recién llegados contribuyeran al desarrollo agrícola e industrial del país surgieron una serie de proyectos conjuntos entre el Estado boliviano y organizaciones judías en el correr de los años 1939 y 1940. En el caso relativo al desenvolvimiento en áreas rurales, todo indica que el primer proyecto conjunto tuvo lugar en Todos Santos, en el Departamento de Cochabamba. Mientras que las instancias públicas otor­ garon la tierra, una compañía colonizadora no especificada erogó los gastos para el asentamiento de los labradores, muy probablemente con fondos de la Sociedad de Protección a los Inmigrantes Israelitas (SOPRO), creada en febrero de 1939 por dirigentes de la colectividad israelita de La Paz con la finalidad de “prestar consejo y asistencia a todos los inmigrantes judíos” y de esta manera “integrarlos en la vida económica boliviana de manera productiva y, sobre todo, de orientarlos hacia la colonización agrícola”.11 A fines de mayo de 1939 un grupo de judíos partió con apoyo financie­ ro de la SOPRO al lugar indicado.12 En septiembre de 1939 el gobierno boliviano autorizó suscribir un convenio para promover la acción coloni­ zadora con elemento extranjero en dos haciendas de la provincia Warnes del departamento de Santa Cruz en base a una propuesta presentada por un representante de la sociedad (israelita) Weltverband Makkabi. A fines de 1939 e inicios de 1940 se constituyó la Colectividad Judía de Trabajo (CTJ, Jüdische Arbeitsgemeinschaft), estipulando entre sus metas la inte­ gración de los judíos a la vida económica de Bolivia y la incorporación de jóvenes y mayores para trabajos de colonización en estrecha cooperación con las instituciones nacionales (Seelisch 1989: 97). Todos estos proyec­ 11 SOPRO [La Paz] a los señores Gruenebaum, Dittmann, Goldberg, Kavlin, Recht, 19.02.1939. Los documentos de la SOPRO (Sociedad de Protección de los Inmigran­ tes Israelitas) corresponden al legado de esta institución, el cual el autor de este aporte revisó en la ciudad de Cochabamba en agosto y septiembre de 1996. Se trata de origi­ nales de la correspondencia de la SOPRO. Debido a que las carpetas carecen de rótulos temáticos las citas de los documentos solo indican al remitente y destinatario con la respectiva fecha. Se han utilizado corchetes [ ] cuando uno de estos datos o el asunto concerniente no se indican en el documento. Con escasas excepciones, la correspon­ dencia está redactada en idioma alemán; las traducciones al castellano son del autor de este trabajo. 12 SOPRO-La Paz a SOPRO-Cochabamba, 29.05.1939. Concierne: Ludwig Dicker y familia. Herbert Goldmann a la SOPRO-La Paz, 18.01.1940; y [SOPRO-La Paz] a [SOPRO-Cochabamba], 18.01.1940. Concierne solicitud de crédito Herbert Gold­ mann.

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tos fracasaron, sea porque no pasaron de ser una sugerencia (caso CTJ), sea por factores climáticos (caso Todos Santos) o porque la Weltverband Makkabi no dio cumplimiento a la estipulación relativa al aporte de capi­ tales y maquinaria agrícola que debía proporcionar. A pesar de ello no hay duda de que, particularmente en el bienio señalado, el proyecto de Bolivia de captar inmigrantes para labores agrícolas y la finalidad que se propuso la SOPRO en su acta de fundación, por un lado, y los brotes de malestar y de antisemitismo que ocasionó la masiva presencia de estos en las grandes ciudades, por el otro, fueron determinantes para que las organizaciones judías y las autoridades nacionales se empeñaran por encauzarlos hacia tareas colonizadoras. En mayo de 1940, representantes de la colectividad judía se presenta­ ron en el Ministerio de Agricultura, Regadío, Colonización e Inmigración proponiendo crear un Comisariato de Inmigración “con el fin de aprove­ char las aptitudes de los elementos semitas ingresados al país”. Ello deter­ minó que el Ministro del ramo decretase la creación de un Comisariato Nacional de Inmigración, integrado por algunos judíos dispuestos a atraer inversiones para erigir fábricas de dinamita, pólvora, aceites comestibles y seda artificial, entre otros, con el fin de dar empleo a miles de nuevos inmigrantes. Poco después, uno de los miembros del Comisariato realizó un viaje para gestionar el aporte de capitales. Por falta de notificaciones del mismo y debido a divergencias en el seno de la institución hebrea, el plan no prosperó y fue abandonado en agosto de aquel mismo año.13 Si bien durante la Segunda Guerra Mundial las actividades políticas de la colectividad judía de Bolivia se orientaron básicamente a ayudar a correligionarios a llegar al país, así como a colaborar con el gobierno para que los miembros de la comunidad se integrasen económicamente en la república, desde temprana fecha también fue importante la búsqueda de apoyo de las principales instancias políticas para hacer frente al antisemitis­ mo. En algún momento de la década de 1940, cuando la comunidad judía de la ciudad de Cochabamba todavía no disponía de una infraestructura mortuoria propia, familiares de un fallecido israelita solicitaron que duran­ te el transporte del difunto al cementerio fuese retirada la cruz del carro funerario y colocada una estrella de David. El pedido desató indignación en la población creando una situación de peligro de vida para la población 13 Memoria del Ministerio de Agricultura, Regadío, Colonización e Inmigración. Presentada al Honorable Congreso Ordinario de 1940 (La Paz: s.d.), pp. 80 s.

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hebrea, la cual envió una delegación al prefecto y al alcalde pidiendo ga­ rantías para sus vidas y propiedades. Transcurrieron semanas hasta que el ambiente nuevamente se tranquilizó (Krizsan 2009: 31). Un inmigrante que ocupó un lugar destacado en la política boliviana a nivel individual y dio apoyo importante a la ola inmigratoria de 19381940 fue Mauricio Hochschild. Hombre de ascendencia judía nacido en Alemania y graduado como ingeniero de minas en la Escuela de Minería de Freiberg arribó a Bolivia en 1921, donde empezó trabajando como res­ catador de minerales y logró ascender rápidamente hasta convertirse en el correr de una década en uno de los tres grandes barones del estaño del país, hecho que le otorgó un lugar preeminente en el acontecer político nacio­ nal.14 Al constituirse la Sociedad de Protección a los Inmigrantes Israelitas en febrero de 1939, la empresa de Hochschild, la Sociedad Anónima Mi­ nera Industrial (S.A.M.I.), jugó un papel fundamental. Como presidente de la SOPRO fue elegido un miembro del directorio de la S.A.M.I., y Hoch­schild aceptó formar parte de su Comité Honorario. Cuando llega­ ban a Bolivia miles de inmigrantes israelitas lo encontramos negociando en Europa y en los Estados Unidos la posibilidad de asentar a cientos de ellos en el campo,15 y está fuera de cuestión que el establecimiento de la Sociedad Colonizadora de Bolivia (SOCOBO), que fue la empresa agríco­ la judía más grande e importante en la historia del país andino, “contó con un considerable apoyo financiero del industrial minero Mauricio Hochs­ child” (Ajke 1987a: 19). Mangan (1952: 101) sostiene que entre 1941 y 1945 Hochschild habría donado aproximadamente 100.000 dólares a esta sociedad. A mediados de 1940 otorgó los fondos para la adquisición de tres fundos agrarios colindantes en el departamento de La Paz. Al mismo tiem­ po fue fundada la Sociedad Colonizadora. Gracias al apoyo otorgado por el magnate minero y por la SOPRO, la SOCOBO fue el único proyecto agrícola judío que llegó a tener arraigo, sobre todo en el período 19401943/44 (Bieber 1999: 297-304). A los esfuerzos de Hochschild para implementar la SOCOBO ante­ cedió un hecho importante que ayuda a ilustrar la influencia política del magnate minero. En abril de 1939, el entonces presidente de Bolivia, Ger­ 14 La única biografía sobre M. Hochschild que existe hasta el presente parece ser la obra de Waszkis (2001). 15 SOPRO-La Paz a Arturo Gruenebaum, Bruno Dittmann, Dr. Goldberg, Kavlin y Recht, 19.02.1939; y [SOPRO-La Paz] a [SOPRO-Cochabamba], 20.02.1939, [Con­ cierne:] Ludwig Dicker.

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mán Busch, le comunicó estar dispuesto a recibir hasta 20.000 colonos israelitas. Debido a la gran cantidad de judíos que ingresaron a la república suramericana sin dedicarse en número apreciable a faenas del campo, el mencionado presidente promulgó un decreto el 3 de mayo de 1939, el cual establecía realizar un censo de estos para conocer sus fuentes de trabajo, sus recursos económicos así como sus capacidades profesionales para ca­ nalizarlos a ocupaciones de interés nacional. Además suspendía por seis meses el ingreso de judíos al territorio nacional, con excepción de quienes hubiesen girado previamente un mínimo de 2.500 dólares al Banco de Bolivia; confería un plazo de 90 días para que aquellos que ya poseían un visado pudiesen llegar a territorio boliviano y solo admitía como válidas las autorizaciones de ingreso otorgadas hasta el 30 de abril de 1939. Las demás fueron declaradas nulas y sus portadores pasibles de ser sancionados con la expulsión del país.16 Mauricio Hochschild, preocupado por el creciente antisemitismo, fue, en sus propias palabras, el autor indirecto –o incluso directo– del decreto del 3 de mayo de 1939 (Avni 1994: 351). Aunque nada comparable con lo realizado por Hochschild, también otros inmigrantes se sirvieron de su estatus para obtener del Estado boli­ viano apoyo destinado a facilitar la salida de Europa y el ingreso a Bolivia de perseguidos del régimen de Adolf Hitler. Gracias a su calidad de cam­ peón nacional de ajedrez en los años posteriores a su llegada al país en los primeros meses de 1938, el comunista alemán Paul Baender consiguió del gobierno boliviano visas para unas dos docenas, o tal vez más, de fami­ lias judías que gracias a ellas lograron llegar a la república sudamericana.17 A fines de junio de 1939, un decreto supremo reglamentó la inmigración de agricultores concediendo “autorizaciones de ingreso de carácter condi­ cional, para elementos destinados a trabajos agrícolas en fundos particu­ lares […] a condición de que los inmigrantes se dediquen exclusivamente a la explotación de la industria agropecuaria, siendo causal determinante de su expulsión el hecho de habitar los centros poblados”.18 Dueño de una 16 Avni (1994: 351); Durán de Lazo de la Vega (1999: 164). 17 Gracias a P. Baender obtuvieron esas visas sus padres y un primo suyo, así como las familias Hecht (3), Nothmann (4), Schein (5), Sittenfeld (4) y Sorsky (4). Las cifras en paréntesis indican el número de personas. Harry Sojka, quien también obtuvo una de esas visas, asegura que la cantidad de beneficiados con ellas gracias a los contactos de Baender debe haber sido mayor, pero que a sus 86 años ya no conseguía recordar nombres (Conversaciones con Harry Sojka, La Paz, junio de 2010). 18 Memoria del Ministerio de Agricultura, Regadío, Colonización e Inmigración. Presentada al Honorable Congreso Ordinario de 1940 (La Paz: s.d.), p. 94.

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propiedad agraria, el inmigrante Semi Hermann comunicó a las autorida­ des nacionales su disposición a recibir en su fundo a cientos de compañe­ ros de destino. A fines de noviembre de 1939, el Cónsul General de Bolivia en Hamburgo informó al Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de su país que había concedido autorizaciones de ingreso “a un número no menor de 100 inmigrantes semitas con destino a la Hacienda Guayrapata del Señor Semi Hermann […]”.19 En otra nota aclaraba que tratándose de personas que no son, efectivamente, agricultores, me permito hacer notar a usted, Señor Ministro, la conveniencia de asegurarse si la propiedad Guayrapata está en condiciones de recibir un número tan alto de inmigrantes europeos y si real­ mente ellos permanecen en la Hacienda o se dedican al comercio en las capi­ tales de Bolivia.20

No puede haber duda de que al propietario del fundo no le interesaba la profesión de las personas beneficiadas con las licencias otorgadas, sino salvar vidas tanto de judíos como de no judíos de filiación socialdemócrata o comunista. Hasta aquí se han descrito formas de compromiso político asumidas por instituciones judías o por judíos a nivel personal que se caracteriza­ ron por su estrecho entrelazamiento con instituciones estatales del país receptor. Sin embargo, también hubo inmigrantes que debido al desco­ nocimiento de éste, a la concomitante dificultad y hasta imposibilidad de integrarse en él, a la añoranza por la tierra natal, a las preocupaciones por el devenir de ella, de Europa en general y del destino de familiares y/o amigos que continuaban viviendo allá y, en no pocos casos, sobre todo debido a su militancia política en el Viejo Continente, se organizaron a nivel partidario pero con una orientación estrictamente eurocéntrica. Este paso lo dieron sobre todo alemanes, en escala mucho más reducida austriacos, checoslo­ vacos y un grupo compacto de húngaros. Una buena cantidad de ellos ya habían sido militantes de organizaciones de tendencias socialistas o comu­ nistas en sus patrias. No considerándose fugitivos, sino exiliados políticos, desde su llegada a Bolivia se abocaron a levantar y consolidar secciones de 19 AMRREE 0443, Consulado General de Bolivia en Alemania Nº 33/39. Daniel Bilbao R. al Ministro de Relaciones Exteriores y Culto, Dr. Alberto Ostría Gutiérrez, Ham­ burgo, 27.11.1939, cursiva del original. 20 AMRREE 0443, Consulado General de Bolivia en Alemania, Nº 1480/39. Daniel Bilbao R. al Ministro de E. en el D. de Inmigración, Hamburgo, 27.11.1939.

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los partidos en los que militaron en Europa. Los más decididos activistas probablemente no sumaron más de medio centenar. Parecería que el resto de las personas estaban poco politizadas, llegando a “radicalizarse” debido a la persecución de la que fueron víctimas a partir de 1933. En su totalidad estos izquierdistas deben haber sumado entre el 5 y el 10 % de todos los inmigrantes; alrededor de 200 eran socialdemócratas alemanes, varios de los cuales habían sido funcionarios locales, regionales o provinciales en su país de origen (Kießling 1991: 19). Los socialistas conformaban un grupo claramente mayor al de los comunistas, entre quie­ nes destacaban dos alemanes, un austriaco y el grupo de los magiares, sin que en su totalidad llegasen a sumar más de dos a tres decenas. Aunque se produjeron esporádicos contactos con una organización de izquierda boliviana fundada en 1940, el Partido de Izquierda Revolucionario (PIR) (Kießling 1991: 33), estos no alcanzaron trascendencia política.21 La labor desarrollada por los socialdemócratas y comunistas alemanes y austriacos se centró en cuestiones vinculadas a la lucha contra el régimen nazi y a la política de los frentes populares, así como a las latentes o manifiestas des­ avenencias entre ambas tendencias. En comparación con todos los demás aspectos relacionados a las activi­ dades y a los compromisos políticos asumidos por la ola inmigratoria aquí en cuestión, los desplegados por las organizaciones socialistas y comunistas eurocéntricas son los únicos que cuentan con una valiosa pesquisa y con al menos dos monografías de carácter biográfico.22 Por esta razón sólo se hará un breve resumen sobre el particular. Siguiendo la tradición de otros países, también en Bolivia los exiliados políticos alemanes crearon dos organizaciones. En tanto que los de ten­ dencia socialdemócrata se agruparon en La Otra Alemania, los comunistas conformaron Alemania Libre, sin que la una o la otra llegasen a tener un carácter homogéneo. Líderes de ambas tendencias fundaron el Club Amistad, que contó con secciones en las ciudades de La Paz y Cochabam­ ba. Este Club fue la organización más antigua de orientación izquierdista 21 Un caso excepcional al respecto fue el del comunista húngaro György Adám. Acusado de conspirar a consecuencia de un encuentro con el líder del Partido de Izquierda Revolucionario, José Antonio Arce, fue expulsado de Bolivia. Vía Uruguay y México retornó a la República Popular Húngara una vez finalizada la Segunda Guerra Mundial (Kießling 1991: 32 s.). 22 Von zur Mühlen (1988: 211-242). Respecto a las biografías véanse Kießling (1991: 11-42) y Filippa (2005).

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eurocéntrica que se estableció en territorio boliviano. Si bien la mayoría de sus miembros fueron socialdemócratas y el directorio estuvo integrado en su totalidad por miembros de esta tendencia política (Krizsan 2009: 37), por lo visto también contó con miembros del Partido Comunista Alemán, socialistas disidentes del Partido Socialdemócrata de Alemania y trotzkis­ tas. Este hecho llevó a constantes escisiones y renuncias, cuyo principal trasfondo parece haber sido el Pacto de No Agresión que firmaron el Tercer Reich y la Unión Soviética el 23 de agosto de 1939 (von zur Mühlen 1988: 218 s.). Aparte de alemanes y austriacos casi todos los inmigrantes checoslo­ vacos fueron miembros del Club (Lehmann 1996: 117). El mismo orga­ nizaba excursiones, visitas a exposiciones e incluso una fiesta de Navidad; además ofrecía conferencias sobre el desarrollo de la situación en Europa y sobre acontecimientos importantes de la época. En un intento por unificar a las agrupaciones políticas de habla alemana se fundó en La Paz, en junio de 1942, la Vereinigung Freier Deutscher in Bolivien (Unión de Alemanes Libres en Bolivia, UALB), la cual, después de obtener la adhesión de casi todos los miembros del Club Amistad, llegó a contar con aproximadamen­ te 500 asociados. De ellos, alrededor del 95 % habrían sido judíos apolíti­ cos y el resto miembros y simpatizantes comunistas alemanes y austriacos. Secciones de la Unión se constituyeron en Cochabamba, Oruro, Potosí y Sucre.23 En noviembre de 1943, después de que dos comunistas alemanes, Paul Baender y Enzo Arian, lograron adquirir suficiente influencia en la UALB, ésta decidió, por gran mayoría, su adhesión al Comité Latinoamericano de los Alemanes Libres (CLAL). Por medio de ese paso, la organización se reconoció como de orientación comunista, a pesar de que la masa de sus afiliados era apolítica. Aunque en consecuencia no pocos miembros abandonaron la Unión, ésta continuó siendo hasta 1944 la más importan­ te de carácter político entre los inmigrantes de la Europa central (von zur Mühlen 1988: 227-231). Finalizada la Segunda Guerra Mundial, las organizaciones de exilia­ dos políticos perdieron prácticamente toda importancia. Por directivas de Moscú, el Comité Latinoamericano de Alemanes Libres y sus diversas secciones latinoamericanas se disolvieron en agosto de 1946. Sus líderes retornaron a Alemania, Austria, Checoslovaquia o a Hungría, países en 23 Coinciden al respecto von zur Mühlen (1988: 227 s.) y Kießling (1991: 31).

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los cuales muchos de ellos llegaron a ocupar cargos encumbrados (Bieber 2010: 254-257). Por otro lado, debido a la reconstitución del Partido So­ cialdemócrata en Alemania, en 1945 surgieron del seno de La Otra Alema­ nia dos organizaciones de clara orientación socialdemócrata que habrían de disputar la representación regional boliviana del partido matriz. A partir de 1945, cada vez más inmigrantes que ya habían militado políticamente en la socialdemocracia antes de verse obligados a abandonar Europa tam­ bién comenzaron a regresar a sus países de origen. El reducido resto que permaneció en el país andino fundó el Club Republicano Alemán, el cual se constituyó con la intención de mantener en alto las tradiciones de izquierda entre los alemanes radicados en él. Con ello buscaba, a su vez, crear un polo alternativo al Club Alemán que con­ gregaba a los alemanes no israelitas, de los cuales una buena parte, quizás la mayoría, tuvieron clara afinidad o al menos simpatía por el régimen nacionalsocialista alemán. El Club Republicano dejó de existir en el correr de la octava década del siglo xx. Los inmigrantes austriacos también adoptaron posturas políticas ne­ tamente eurocéntricas, pero mucho más moderadas que las asumidas por los inmigrantes alemanes. Empeñados en cultivar sus costumbres y tradi­ ciones fundaron en julio de 1941 su propia organización: la Federación de Austriacos Libres. Aunque de tendencia muy conservadora, ya en su acta de fundación ella puso énfasis especial en su carácter democrático y en su designio de reunir a todos los austriacos, independientemente del credo y la convicción partidista. Propugnaba la restauración de una Austria inde­ pendiente y democrática, vale decir la reversión de la anexión de este país al Reich Alemán ocurrida en 1938. Se trataba pues de una institución con un claro programa antifascista. De tendencia marcadamente antifascista también fue el mencionado periódico Rundschau vom Illimani, fundado por Ernst Schumacher, un alemán no judío quien antes de la toma del poder de los nazis se había desempeñado como secretario del Partido Socialdemócrata Alemán en un distrito de Renania. Un año después de haber llegado a Bolivia fundó el mencionado periódico dirigido a un amplio público de habla alemana. Para evitar cualquier enfrentamiento con el gobierno, el editor decidió no darle un perfil político más allá de su radical oposición al régimen nacio­ nalsocialista alemán. Pero fue precisamente esta orientación antifascista la que llevó a frecuentes denuncias por parte de representantes de la colecti­ vidad alemana no israelita en Bolivia, con la finalidad de que el órgano de

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prensa fuese prohibido. Ese hecho jugó probablemente un papel en las dos oportunidades en las que el gobierno de Gualberto Villarroel (1943-1946) no permitió su aparición y arrestó temporalmente a su director. Cuando Schumacher vendió su periódico en 1947 para financiar su retorno a Ale­ mania, este había alcanzado 330 entregas (von zur Mühlen 1988: 217218, 225-226; Lehmann 1996: 132,135). El que los militantes socialdemócratas y comunistas que no eran de ascendencia judía no fueran miembros de la comunidad israelita que se formó en el país andino no precisa explicación. Pero debido precisamen­ te a su orientación política y concomitantemente a su no identificación con instituciones centradas en el judaísmo, parece que también una buena parte de los socialdemócratas, más aún de los comunistas, de ascendencia hebrea se mantuvo alejada de aquella comunidad. Además de su rechazo a formar parte de organizaciones profesamente judías, otra importante razón de esta conducta fue el peso que en el seno de ellas tuvo el sionismo. Con una excepción que se mencionará más adelante, para prácticamente todas las instituciones de la congregación israelita el apoyo al ideal sionista de crear un Estado judío en Palestina primaba muy por encima de cualquier compromiso con la política boliviana, compromiso que, como se verá en la parte siguiente de este aporte, sólo asumió un grupo muy reducido de sus afiliados. Entre las actividades culturales de la Comunidad Israelita, fundada por judíos alemanes en agosto de 1939 en las ciudades de La Paz y Co­ chabamba, los temas judíos con fuerte énfasis en el sionismo ocuparon un lugar importante desde el comienzo. Esto vale especialmente para una de las organizaciones de mayor relieve que creó aquella institución: el Club Deportivo Israelita Macabi. En la década de 1940 una sección de este club, el Macabi Ha’tzair (Juventud del Macabi), fue el centro más importante de promoción sionista. Ella estaba compuesta por jóvenes entusiastas, sionistas convencidos, quienes desarro­ llaron una intensa e interesante labor, principalmente educativa. Recibie­ ron efectiva ayuda de madrijim [instructores] enviados por el movimiento Jalutziano Gordonia, organizando reuniones, […], campamentos, etc. (Ajke 1987b: 249).

Pedro Resnikowski, por aquel entonces de entre 13 y 14 años, recuerda aquel activismo que habría llegado a instigar a muchos a prepararse para

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emigrar a Israel: “hemos aprendido la Ha-Tikva. Estábamos preparados para embarcarnos e ir a los kibbutzim”.24 Existió oposición entre el club deportivo y el Círculo Israelita por un lado y una asociación de boys scouts integrada en su totalidad por inmigran­ tes alemanes y austriacos por el otro, cuyo origen se remonta al año 1940 y que en 1943 tomó el nombre de Asociación de Boy Scouts El Cóndor. Su objetivo era organizar a niños y adolescentes para desarrollar en ellos(as) cualidades morales y deportivas en un esquema claramente jerarquizado. Si esto ya marcaba una clara diferencia entre la asociación El Cóndor por un lado, y todas las otras organizaciones juveniles surgidas al calor de la inmigración judía por el otro, hubo dos hechos que las distanciaron defi­ nitivamente. En primer lugar, el grupo de scouts no tenía problema con los principios de orden y disciplina al estilo alemán, los cuales fueron acep­ tados con entusiasmo por sus miembros. Si por razones comprensibles en aquella coyuntura histórica mundial ello era poco o nada aceptable para una apreciable mayoría de los inmigrantes judíos, la incompatibilidad se hizo total cuando en 1943 la agrupación de boy scouts renunció a toda iden­ tificación con el judaísmo. Con Macabi y con el Círculo Israelita “había una severa competencia. En general no nos entendíamos con ellos porque en esas organizaciones jugaba un papel el judaísmo, mientras que nosotros prestamos atención a ser completamente interconfesionales”.25 Como se desprende ya de su nombre, una institución de clara rai­ gambre sionista es la Organización Internacional de Mujeres Sionistas, conocida como WIZO por la abreviatura del nombre en inglés (Women’s Internacional Zionist Organisation). Una organización de este tipo surgió en Bolivia en 1940 en el seno de la Comunidad Israelita de La Paz, creán­ dose, posteriormente, otras idénticas en ciudades del interior. Con ello la WIZO llegó a contar en su momento de mayor apogeo con 1.000 socias. Desde sus inicios la organización centró su trabajo en obras sociales y de beneficencia para la población boliviana en general. En calidad de Damas 24 Entrevista con Pedro Resnikowski. La Ha-Tikva es el himno de Israel; el kibbutz, un asentamiento agrícola israelí. 25 Entrevista con Heinz Wilhelm Kalmar (Viena, 02.03.1997), uno de los fundadores de la brigada de boy scouts judíos en Bolivia. Entre otras personas debo las referencias sobre la Asociación de Boy Scouts El Cóndor a los siguientes entrevistados: Arturo Buchmann (Ciudad de México, 08.04.2000), Marga Munter (La Paz, 12.08.2000), Gert Philippsborn (La Paz, 06.01.2000), Gunther Wolfgang Pollack (São Paulo, 22.05.1995) y Pedro Resnikowski (Cochabamba, 04.08.2000). Todos ellos fueron miembros del mencionado grupo de escultismo.

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Voluntarias Israelitas, las socias siguen realizando estas obras hasta la actua­ lidad, cumpliendo de esta manera con las instrucciones de WIZO Mun­ dial, en su condición de miembro de UNICEF y de otras reparticiones de las Naciones Unidas. La organización de mujeres mantiene contactos estrechos con el ejecutivo WIZO Mundial en Israel.26 Si bien al momento de emigrar a Bolivia la mayor parte de los judíos alemanes y austriacos no era sionista, vale decir no anhelaba la creación de un Estado judío en territorio del Mandato británico de Palestina, la reve­ lación de las dimensiones del Holocausto así como la posibilidad de que se estableciera un Estado judío independiente después de 1945, debido, entre otras razones, a la fuerte inmigración judía a ese territorio a consecuencia de la política racista nacionalsocialista, hizo cambiar de parecer a no po­ cos de ellos. En 1942, cuando ya se habían creado organizaciones sionistas en varias ciudades de Bolivia, las mismas se agruparon en la Federación Sionista Unida de Bolivia, a la cual también se afiliaron la WIZO, el Club Deportivo Israelita Macabi y otras agrupaciones juveniles. La Federación Sionista contaba con un local propio en la ciudad de La Paz. Allí “se reali­ zaban constantes actuaciones culturales de esclarecimiento, que contaban con masiva concurrencia” (Wiener 1987: 227 s.). Vinculada a la actividad sionista en Bolivia se dio la fundación del Comité Boliviano Pro Palesti­ na Hebrea, el cual “jugó un papel muy importante para obtener el voto favorable de Bolivia a la resolución de las Naciones Unidas que creó el Estado de Israel” (Wiener 1987: 229). Del seno de este Comité surgió posteriormente el Instituto Cultural Boliviano-Israelí, integrado por inte­ lectuales, profesionales y periodistas, que organizaba concursos literarios, exposiciones y otras actividades culturales contribuyendo de este modo al afianzamiento de vínculos entre Bolivia e Israel.27 Si bien jóvenes judíos se trasladaron a Palestina/Israel –sea para par­ ticipar en la guerra que tuvo que enfrentar el Estado judío apenas creado contra diversos países árabes, sea para contribuir a la construcción y con­ solidación del mismo– no hay indicios de que una apreciable cantidad de judíos residentes en territorio boliviano haya emigrado al país del Medio Oriente a pesar del apoyo económico que para este fin ofrecía el American

26 Mangan (1952: 101); Krizsan (2009: 40) y sobre todo Süsz de Weisz (1987: 214-216; 219). 27 Ajke (1987a: 27) y Salamanca (1987: 239-241).

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Jewish Joint Distribution Committee (JOINT) y sobre todo la Agencia Judía (Bieber 2010: 257-259). Militancia política a nivel nacional

Más allá de los factores reseñados para entender la ausencia de compromi­ so de los inmigrantes alemanes o de otros países de Europa central y orien­ tal que llegaron a Bolivia entre 1938 y 1940 con la política de este país, cabe mencionar otras dos razones adicionales. En primer lugar y como ya se ha insinuado, la inmensa mayoría de judíos trasterrados no eran perso­ nas politizadas.28 A ello se agregaba que en la fase inicial de su vida en la república suramericana cuestiones como conseguir trabajo y morada no sólo determinaban lo cotidiano, sino que anulaban todo otro interés. Esta realidad, además de la no integración sociocultural y política en la nación receptora, explica por qué al menos en el correr de la primera década des­ pués de su llegada los inmigrantes incursionaron en la política boliviana sólo excepcionalmente. Si bien no existen datos empíricos sobre el particular, gracias a más de un centenar de entrevistas y lecturas sobre el tema, el autor de este aporte ha podido constatar que han sido las mismas causas de antigua data las que instigaron a algunos inmigrantes llegados a tierras bolivianas a militar polí­ ticamente: rebeldía juvenil y/o inquietud intelectual vinculada a ideales de justicia social. Se han podido detectar al menos tres casos en los cuales por una u otra de estas razones jóvenes inmigrantes de Alemania y de Austria se comprometieron con el acontecer político boliviano ya en el correr de la quinta década del siglo xx. Ante la pregunta de si militó en un partido po­ lítico, Renata Kochmann de Fuchs, quien llegó a Bolivia en 1940 a los 10 años de edad, respondió: “¿A qué partido se podía pertenecer a mi edad? Al Partido Comunista. Fui líder, estuve en la cárcel”. Ella tomó esa decisión en el transcurso del mismo decenio en el cual arribó al país como rebelión

28 Respecto al carácter apolítico de los inmigrantes judíos, particularmente de los de h ­ abla alemana, el editor y librero Werner Guttentag, quien llegó a Bolivia en 1939 a los 19 años de edad, sostiene que “hay algo de verdad en ello”. Agrega que no solo eran apolíticos sino también “temerosos de inmiscuirse en la política boliviana, lo que era peligroso” (Lehmann 1996: 150).

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contra la ortodoxia religiosa del padre; y terminó rompiendo todo vínculo con la comunidad judía.29 Oriundo de Viena, Egon Schwarz llegó a Bolivia en 1939 con casi 17 años. Los siguientes factores parecen haber sido determinantes para la de­ cisión que tomó hacia 1942 de asociarse a una agrupación de orientación trotskista: su insatisfacción y frustración laboral, sus lecturas de tinte polí­ tico, su rechazo al estalinismo, la alternativa que predicaba Leo Trotski y, sobre todo, que el partido al que se afilió30 “había elaborado un programa muy razonable para mejorar las condiciones en Bolivia, que tan urgente­ mente demandaban una transformación” (Schwarz 1992: 186). La atrac­ ción se debió además a que “mis nuevos amigos del Partido eran enemigos de Hitler y amigos de los aliados” (Schwarz 1992: 186 s.). En sus memorias otro inmigrante que también llegó de Austria escribe que durante sus años de estudio secundario en la ciudad de La Paz en la segunda mitad de los años 40 [c]omencé […] a identificarme con los anhelos, pensamientos y manera de ser de los muchachos no judíos de mi edad. […] adquirí una mentalidad distinta […]. No podía concebir que se tratara al judío como una raza inferior como lo hacían los Nazis. Lógicamente era profundamente antifascista y me comen­ zaron a influir las ideas de izquierda (Wiener 2004: 44).

Agrega: No comprendía por qué mi padre me dijo que tenga cuidado al tomar parte en manifestaciones callejeras, ya que me iban a reconocer como extranjero. En ese momento yo dejé de ser extranjero y me convertí en miembro de la sociedad boliviana (Wiener 2004: 44 s.).

No cabe duda de que estos ejemplos de militancia política ya poco después del arribo al país, de los cuales muy probablemente existió uno que otro más, no fueron representativos para la comunidad israelita boliviana. Sin embargo, ellos revelan un aspecto importante que se desprende de la bio­ grafía de Guillermo Wiener al destacar la advertencia de su padre de no inmiscuirse en la política del país que los había acogido. En efecto, fueron 29 Entrevista con Renata Kochmann de Fuchs (São Paulo, 20.05.1995). 30 Schwarz no revela el nombre del partido. Probablemente se trata del Partido Obrero Revolucionario, fundado en 1938. En cambio sí indica el nombre del periódico que publicaba, La Chispa, en el cual él estaba a cargo de la parte humorística, tarea que aprovechó para mofarse de Hitler y sus consortes.

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personas que llegaron en su infancia a Bolivia, o hijos(as) ya nacidos(as) en este país, vale decir personas que no tuvieron que enfrentar, al menos no tan vehementemente, el desarraigo y la zozobra de sus progenitores a consecuencia de la migración forzada, los que no sólo consiguieron adap­ tarse mucho más o hasta completamente al país y, en consecuencia, se mostraron más abiertos a asumir compromisos políticos. Esto explica por qué a partir de la década de 1950 cada vez más miembros de esta gene­ ración, pero también integrantes de la segunda ola inmigratoria judía –la cual ingresó a territorio boliviano en el lustro posterior a la finalización de la Segunda Guerra Mundial (todos ellos supervivientes del Holocausto y casi en su totalidad nacidos en países de Europa Oriental)– se afiliaron a partidos políticos, llegando varios a ocupar elevados cargos en la esfera pública y/o a nivel político estatal. El primer partido político boliviano que contó en sus filas con inmi­ grantes judíos fue el Movimiento Nacionalista Revolucionario (MNR), fundado en 1941 con un programa copiado, casi literalmente, del pro­ grama del Partido Nacionalsocialista Alemán de los Trabajadores.31 Hasta el derrumbe del régimen nazi en 1945, la agrupación se caracterizó por sus virulentas polémicas contra los Estados Unidos, así como por su ad­ miración por la Alemania nazi. A partir de la segunda mitad de los años 40 el partido se masificó adquiriendo ribetes izquierdistas. Las hasta en­ tonces sañudas críticas a la “falsa democracia” boliviana, al “imperialismo anglo-sajón” y al “judaísmo internacional” desaparecieron por completo o perdieron el peso y la importancia de otrora. La conciliación del MNR con la colectividad judía llegó a tal punto que escasamente dos meses después de que asumió el poder en abril de 1952 algunos de sus líderes se reunieron con dirigentes de la colectividad judía boliviana para darles garantías de que su organización política no era antisemita y que el nuevo gobierno no tenía prevista ninguna medida discriminatoria contra los miembros de la comunidad hebrea (Mangan 1952: 103 s.). Si bien este viraje ideológico fue condición indispensable para que perseguidos por la dictadura de Hitler se aproximaran y hasta pasaran a militar en el Movimiento Nacionalista, en ello también tuvo incidencia 31 El texto completo del programa, intitulado “Movimiento Nacionalista Revolucionario. Sus bases y principios de acción inmediata”, se encuentra en Baptista Gumucio (2002: 163-203). Ver también Ostria Gutiérrez (1944: 117-122), quien coteja puntos del programa del MNR y del Partido Nacionalsocialista alemán mostrando sus evidentes analogías.

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su orientación antioligárquica y popular, adscrita a principios de igualdad ciudadana y de justicia social, que no sólo fueron propagados sino pues­ tos en práctica durante sus primeros cuatro años de gobierno. Motivados por esta orientación y vocación, algunos hijos de inmigrantes no sólo in­ gresaron al partido sino que llegaron a ocupar elevadas posiciones en él. Después de haber combatido en las filas de la milicia juvenil durante la revolución que llevó al poder al MNR, uno de aquellos inmigrantes, Juan Luis Neumann, fue elegido Secretario Permanente del Comando Nacional de la Juventud del partido a fines de esa década.32 Nacido en Sucre en 1941, David Edelman se afilió al Movimiento Nacionalista en 1964 llegando a trabajar “muy íntimamente” con el en­ tonces presidente de la república e indiscutido líder del partido, Víctor Paz Estenssoro. Entre 1968 y 1974 fue Director Ejecutivo del Instituto Superior de Administración Pública, organismo creado para investigar la problemática del Estado boliviano y formar recursos humanos especiali­ zados para la gestión de gobierno. Edelman explica su decisión de asumir una carrera pública y comprometerse políticamente con “una inquietud de que yo podía hacer algo para el país […] en vez de vender o comprar o quedarme en los Estados Unidos”. Había una dosis de idealismo, de amor por Bolivia. Fue “un proceso acumulativo y progresivo de conciencia social […] tenía que ver con la noción del bien común, con el aporte a la cons­ trucción de algo que no esté vinculado estrictamente a la acumulación de riqueza […]”. Su desencanto con la labor que venía desarrollando fue pro­ ducto de que, viviendo de un salario modesto y sólo motivado por tratar de cumplir eficientemente una tarea, era “poco o nada lo que podía hacer en términos reales”. Sin embargo, la experiencia de esos seis años le habría permitido plantearse “la ilusión de un país distinto”, le habría mostrado “que se puede ser funcionario público sin necesidad de ser un pillo, que se puede ejercer su trabajo con dignidad y ética”. En su decepción abandonó Bolivia. Años más tarde ingresó a trabajar al Centro Latinoamericano de Administración para el Desarrollo en Caracas en calidad de Director de Programas.33 Y el quizás más veterano inmigrante que ingresó al MNR, Jacobo Libermann, ascendió hasta el cargo de Secretario Privado de Paz Estenssoro, el cual ocupó hasta la muerte de este a mediados de 2001.

32 Entrevista con Juan Luis Neumann (Berlín, 12.02.1995). 33 Entrevista con David Edelman (Santa Cruz de la Sierra, 28.12.1999).

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Si bien, como en los casos mencionados, inmigrantes hebreos se hicie­ ron miembros del Movimiento Nacionalista por convicción ideológica no faltaron personas que ingresaron a sus filas para gozar de las ventajas que ofrecía la membresía, entre ellas tranquilidad para trabajar en el comercio y particularmente la posibilidad de un rápido otorgamiento de la nacio­ nalidad boliviana, codiciada sobre todo por muchos inmigrantes arribados después de 1945 que eran apátridas.34 Es a partir de los años 60 y de manera más acentuada desde fines del siglo xx que cada vez más judíos llegados de niños o de adolescentes o nacidos en Bolivia, no solo ingresaron a partidos políticos, sino incluso pa­ saron a ocupar altos cargos en la administración pública o a nivel político estatal. René Dörfler, nacido en La Paz en 1944, fue Gerente de la empresa telefónica de esa ciudad, Viceministro de Comercio y Turismo en el Mi­ nisterio de Industria y Comercio y, durante cinco años, Asesor General en el Ministerio de Defensa. Como ciudadano boliviano con título obtenido en una universidad boliviana e hispanoparlante, pudo abrir un bufete sin problema alguno, privilegio que no tuvo la generación de sus padres, sea porque el derecho que habían estudiado no se aplicaba al país, sea porque no dominaban el castellano. A diferencia de Edelman, Dörfler no sufrió un desencanto con su labor profesional, pero sí constató una imposibilidad de asimilarse completamente al país (del cual nunca emigró), lo cual se habría manifestado en los juzgados donde “era ‘el judiito’ o entre los jueces o entre los litigantes”. Considera que el que no se haya integrado plenamente en Bolivia se debe a “que me siento judío, [a] mi profunda convicción de ser judío”.35 Después de graduarse en Administración de Empresas en la Universi­ dad Católica Boliviana “San Pablo” y de ejercer diversas actividades, An­ drés Schwarzberg fue designado Gerente de la fábrica Hilbo de Oruro en 1991, cargo que le abrió las puertas para ocupar la presidencia de la Cáma­ ra de Industrias de esa ciudad. De 1995 a 2000 fue miembro del Consejo Municipal de aquella ciudad, durante un año en calidad de Vicepresidente y a partir de 1997 como Presidente del mismo.36 Un descendiente de pa­ 34 Según Neumann, se trataba de personas mayores, a las que habría visto muchas veces en el Comité Político del Partido. A su entender la “comunidad judía polaca habría votado por el MNR”. 35 Entrevista con René Dörfler Elias (La Paz, 13.01.2000). 36 Entrevista con Marion Weinheber (La Paz, 13.1.2000), madre de Andrés Schwarzberg y conversación telefónica con este (27.01.2010).

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dres emigrados de Austria que nació en La Paz, quien tiene en su haber un rol descollante en el ámbito de la comunicación y del cine en su país de origen, Pedro Süsz, fue director de la Cinemateca Boliviana entre 1979 y 2000. En este último año se lo designó Asesor General de la Oficialía Mayor de Culturas y Comunicación del Gobierno Municipal de La Paz y posteriormente ocupó el cargo de Viceministro de Cultura. Después de la fundación de la Unión Cívica Solidaridad (UCS) en agosto de 1989, varios hijos de refugiados judíos se hicieron miembros de esta nueva organización. Entre ellos Michael Meier, quien fue diputado por este partido entre 1993 y 1997. Uno de sus afiliados, de padre polaco y madre argentina que llegaron a Bolivia en la ola inmigratoria que trata este aporte, fue entre 1983 y 1993 Secretario General de Acción Democrá­ tica Nacionalista, un partido de “tendencia liberal-conservadora” fundado en marzo de 1979, e inmediatamente después ingresó a la UCS llegando a ser, en su calidad de Secretario Ejecutivo Nacional, el segundo hombre de importancia en la misma. Se trata de Moisés Jarmusz, quien durante el primer período presidencial de Gonzalo Sánchez de Losada, siendo su partido parte de la coalición gubernamental liderada por el MNR, fue designado Ministro de Desarrollo Sostenible, Planeamiento y Medio Am­ biente, cartera que ocupó entre 1994 y 1997. Con ello, por primera vez un individuo de fe mosaica accedió a rango ministerial en Bolivia. A prin­ cipios del siglo xxi fue designado primero Director Ejecutivo Nacional de la Administración de Aeropuertos Bolivianos (AASANA) y entre 2001 y 2004 Cónsul General de su país en Miami. Durante su gestión como Ministro fue nombrado Presidente de la Asamblea de la Organización de Estados Americanos, puesto que ocupó entre 1996 y 1998 y que considera el más importante de su carrera política.37 Descendientes de inmigrantes, que llegaron de infantes o en su prime­ ra juventud a Bolivia o nacieron en este país, militaron en uno u otro parti­ do político de prácticamente todos los que se fundaron a partir de la cuarta década del siglo xx. Al respecto se dio un caso ciertamente excepcional y curioso. En 1937 se creó Falange Socialista Boliviana, la cual, al igual que el MNR, fue un partido eminentemente antisemita (Wiener 2004: 35) pero, a diferencia de este, marcadamente católico. En 1972, la Célula “B” de Falange Socialista Boliviana confirió al judío Enrique [Heinz] Happ un 37 Datos obtenidos en conversaciones telefónicas con Moisés Jarmusz (17.02.2010) y Abel Jarmusz (17. y 18.02.2010).

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“Diploma al Mérito” “por sus relevantes y meritorios servicios prestados al PARTIDO”.38 Los casos traídos a colación muy probablemente no agotan los nom­ bres de judíos que ocuparon importantes cargos públicos y/o militaron en la política boliviana. Ciertamente tampoco dan cuenta de muchos inmi­ grantes judíos de Europa oriental, particularmente de sus descendientes que ocuparon destacados cargos a nivel estatal o en el seno de organizacio­ nes políticas.39 Puntualizaciones finales

Hecho este recuento cabe hacer algunas puntualizaciones finales respecto a la militancia política a nivel nacional que tuvieron integrantes de la ola inmigratoria aquí considerada. Ciertamente su número no fue grande y no puede descartarse que una pesquisa profunda pueda llegar a develar en casi su totalidad tanto su cantidad como los cargos que ocuparon. La afirmación respecto a su reducida cantidad precisa de una segunda aclaración. Si en 1940 los inmi­ grantes que entraron a Bolivia en el trienio anterior sumaban entre 7.000 y 8.000, esta cantidad se fue reduciendo drásticamente sobre todo después de la revolución de 1952. Para entonces se calcula que el total ya sólo era de 4.300 (Mangan 1952: 101) y tres décadas más tarde de apenas 650 personas (Ajke 1987a: 20). Es decir que –sin considerar el número de los miembros de la segunda ola– para entonces habría quedado en el país esca­ samente alrededor de un 6 % de los judíos arribados entre 1938 y 1940.40 38 Fotocopia del mencionado Diploma que Enrique [Heinz] Happ regaló al autor está en poder éste. 39 Se tratan tres casos al respecto en Bieber (2010: 332 s.). Se trata de José Daniel Kwacz, quien fue Viceministro de Turismo a comienzos de la primera década del siglo xxi y posteriormente Presidente del Fondo de Desarrollo Nacional; Patricia Blankitny de Jarmusz, diputada nacional suplente por la UCS entre 1997 y 2001 y, sobre todo, José o Jorge Brechner (el nombre aparece indistintamente en uno u otro artículo) miembro fundador de Acción Democrática Nacionalista, partido en el que ocupó el cargo de Secretario Ejecutivo en su ciudad natal de Cochabamba y por el cual fue diputado nacional entre 1985 y 1989, llegando a ser el primer parlamentario y embajador judío ante diversos foros internacionales en la historia de Bolivia. 40 En este cálculo habría que descontar a entre 1.000 y 2.000 personas que fallecieron en el país y que en su inmensa mayoría están enterrados en los cementerios judíos de las ciudades de Cochabamba y La Paz.

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Una merma de estas dimensiones naturalmente redujo el potencial de in­ dividuos que hubiesen podido seguir el camino de un Dörfler, Edelman, Süß o Jarmusz. Tratándose de un trabajo sobre activistas políticos alemanes en Bolivia es necesario destacar aquí –y esta sería la tercera puntualización– que de los 11 nombres de militantes políticos enumerados en el cuarto acápite únicamente tres son descendientes de padres alemanes (Happ, Kochmann, Neumann), otros tres tan solo son alemanes por el lado materno (Dörfler, Meier, Schwarzberg), tres son vástagos de padres austriacos (Schwarz, Süsz, Wiener), Edelmann es descendiente de padres polacos y Jarmusz de padre polaco y madre argentina de origen sefaradita. En cuarto término debe aclararse que en Bolivia por regla el acceso a cargos públicos, más aún a elevados, solo es posible si se está afiliado a un partido político o se ha contribuido fuertemente a sus arcas. Es imposible suponer que los mencionados inmigrantes hayan obtenido sus puestos sin lo uno o lo otro –en muchos casos probablemente gracias a ambos– espe­ rando, por regla, determinadas retribuciones. Finalmente cabe enfatizar que los ejemplos citados respecto a la pre­ sencia de elemento hebreo en la administración pública y en la política, aún no siendo abundantes, ilustran el profundo cambio ocurrido respecto al proceso de adaptación, enraizamiento y asimilación de éstos en el país al cual la primera generación de ellos llegó hace ya más de siete décadas.

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El Freie Deutsche Bühne1 fue, en lo que hace a duración y cantidad de representaciones, el emprendimiento teatral más importante del exilio de ultramar. La institución ofreció sus primeras funciones en abril de 1940 y se mantuvo activa hasta 1965, esto es, durante 25 años. Me concentraré aquí en el período inicial, entre 1940 y 1949, los años en que la institución estuvo dirigida por su fundador P. (Paul) Walter Jacob. P. Walter Jacob tenía formación de actor y director de ópera. Había nacido en Duisburg en 1905 y descendía de una familia judía. Pasó su infancia en Maguncia. Estudió en la Staatliche Akademische Hochschule für Musik (Escuela Superior Estatal de Música) de Berlín, se formó como actor en la Escuela de actores del Deutsches Theater y completó además una forma­ ción en danza y movimiento. Entre 1926 y 1929 fue asistente de dirección de Franz Ludwig Hörth en la Staatsoper Unter den Linden (Ópera del Esta­ do) de Berlín (Trapp 2005: 14-31). Jacob se desempeñó activamente como autor especializado en temas de música y cultura. En 1931, en ocasión del sexagésimo aniversario del nacimiento de Leo Blech, su mentor musical, publicó un libro en su ho­ menaje con contribuciones de colaboradores de la talla de Ferrucio Busoni, Wilhelm Furtwängler, Erich Kleiber, Otto Klemperer, Franz Schreker y Richard Strauss. En 1933, ya en el exilio, publicó un libro de homenaje a Felix von Weingartner, el sucesor de Gustav Mahler en la dirección de la Hofoper (Ópera de la Corte) de Viena, con motivo del septuagésimo aniversario de su nacimiento. Fue un activo sindicalista; en lo político sim­ patizaba con el SPD, el Partido Socialdemócrata de Alemania, o, más pre­ cisamente, con sus agrupaciones disidentes de izquierda. La carrera profesional de Jacob comenzó en 1926 en la Ópera del Esta­ do de Berlín, entonces el teatro de ópera más importante de Alemania, con 1 En castellano utilizaba la denominación “Teatro Alemán Independiente”; la traducción más adecuada del nombre sería “Teatro Alemán Libre”.

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Leo Blech y Erich Kleiber como directores musicales generales y Ludwig Hörth como director general y responsable de contrataciones. En 1929 Jacob pasó al Teatro Municipal de Coblenza, más tarde a Lübeck y Wup­ pertal. Posteriormente actuó como director de ópera y opereta en Essen, cargo que veía como un trampolín para una contratación en alguno de los teatros más importantes de la región, por ejemplo, el de la ciudad de Co­ lonia, donde ya había trabajado como artista invitado. Su carrera se truncó abruptamente con el advenimiento del régimen nacionalsocialista. El 26 de marzo de 1933, Jacob fue atacado en el Nationalzeitung de Essen, órgano del jefe regional nazi Josef Terboven, en estos términos: Según nos enteramos, en breve se estrenará en la Ópera Estatal de Essen El holandés errante de Wagner. La dirección estará a cargo nada menos que del judío y socialdemócrata Walter Jacob. Una pregunta, Señor Lengstorff, Director general de la Ópera ¿Tan bien le va a usted que se atreve a provocar al pueblo alemán con un director judío, justamente después de que por fin y gracias a Dios el espíritu judío ha sido erradicado de los teatros alemanes? (cit. según Naumann 1985: 45).

El alcalde cedió a la presión del Partido Nacionalsocialista Obrero Alemán (NSDAP) y suspendió a Jacob. En la noche del 31 de marzo al 1° de abril de 1933, el día del boicot a los comercios judíos, Jacob huyó primero a Amsterdam y después a París. Allí se ganó la vida publicando en medios de prensa del exilio. También trabajó a título honorario asesorando a músicos en el Service juridique, el comité de apoyo a refugiados de la Liga de Dere­ chos Humanos francesa, dirigido por Hellmut von Gerlach. Su propósito era fundar una orquesta filarmónica integrada por exiliados, proyecto para el que contaba con el apoyo de Arnold Schönberg (Trapp 2005: 56-67). Dado que los honorarios de la prensa del exilio no le alcanzaban para vivir, Jacob se sumó, como director y actor durante dos temporadas (1934-1936), a un pequeño elenco teatral integrado por exiliados de gira en Luxemburgo (Naumann 1985: 62-69; Trapp 2005: 68-71). Las dificul­ tades económicas obligaron al grupo, llamado Komödie, a suspender sus actuaciones a mitad de la segunda temporada. Entre tanto, Jacob había obtenido un empleo como cronista de espectáculos de ópera y opereta en Radio Luxemburg, pese a lo cual las autoridades denegaron la renovación de su visa. Por ello aceptó una oferta de trabajo en los Sudetes alemanes: el

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Neues Stadttheater (Nuevo Teatro Municipal) de Teplitz-Schönau (TepliceŠanov). Allí conoció a Liselott Reger, quien habría de ser su segunda esposa, una argentina de familia judía de lengua alemana. Con ella elaboró el pro­ yecto de fundar en Buenos Aires un teatro de cámara en alemán. A fines de 1936, envió a Enrique T. Susini en Buenos Aires un borrador detallado del proyecto, que incluía su plan de financiamiento y la propuesta para el repertorio (Naumann 1985: 79 s.). Susini fue un pionero de la transmi­ sión radiofónica de música, el iniciador de la primera emisora radial de Argentina y probablemente el productor cinematográfico argentino más importante de su tiempo. Es probable que el contacto con Susini haya sido facilitado por Liselott Reger. Ante el fracaso de otros planes –como emigrar a África del Sur o a Palestina, un contrato como director de ópera en Suecia, o como actor y director teatral en el Teatro de Zúrich– Liselott Reger y Jacob decidieron abandonar Checoslovaquia en la segunda mitad de 1938 (Trapp 2005: 78-84). Jacob llegó a la Argentina en enero de 1939, y en marzo de ese año contrajo matrimonio con Liselott Reger. *

He presentado con cierto detalle la trayectoria de Jacob porque resulta re­ veladora para comprender los hechos y situaciones que trataré a continua­ ción. Eso se refiere primero a la cualificación profesional de Jacob: no so­ lamente su trayectoria, sino sobre todo la estima que le profesaban colegas muy destacados muestran que era un artista y periodista excepcionalmente talentoso y polifacético. En Buenos Aires cultivó una estrecha amistad con Fritz Busch, que quedó expresada en una correspondencia minuciosa y muy personal (Trapp 2005: 102-115). Su labor periodística extensa y ver­ sátil le aseguró una importante presencia pública, sorprendente para un exiliado. Jacob recurrió reiteradamente a ese instrumento en Buenos Aires. Entre 1939 y 1949 publicó más de 300 ensayos y críticas solamente en el Argentinisches Tageblatt. Su trayectoria demuestra que Jacob no se sometió a las limitaciones derivadas del exilio, como la denegación de visa o la imposición de trabas al desempeño profesional, sino que buscó siempre una salida. Una de esas salidas fue la decisión de intentar empezar de nuevo en Argentina, es decir, en un medio absolutamente desconocido. Eso ocurrió antes de los Acuer­

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dos de Múnich. Otros emigrantes demoraron demasiado en decidirse a abandonar Checoslovaquia. Su temprana decisión le permitió a Jacob planificar cuidadosamente la emigración y llevarse a la Argentina los ma­ teriales de trabajo necesarios: el archivo, la biblioteca, una gran colección de libretos y partituras. Eso fue muy ventajoso para la organización de un teatro, dado que en Argentina era prácticamente imposible conseguir los textos adecuados de las piezas dramáticas. La biblioteca y el archivo se hallan hoy en el Archivo P. Walter Jacob del Centro de Investigaciones de Literatura Alemana del Exilio Walter A. Berendsohn (Walter-A.-Berend­ sohn-Forschungsstelle für deutsche Exilliteratur), perteneciente a la Univer­ sidad de Hamburgo. Jacob tenía capacidad de reflexionar sobre los errores y aprender de ellos. Reconoció claramente las causas del fracaso del elenco de gira en Luxemburgo: en un ámbito multilingüe habría sido necesario presentar las obras no solamente en alemán, sino también en luxemburgués y francés. Pero aquel elenco no había estado en condiciones de hacerlo. Además, el proyecto no había contado con el financiamiento necesario. Jacob no cometería el error de iniciar un proyecto sin el tiempo y la preparación debidos. No era solamente un artista, sino también un organizador con los pies sobre la tierra. Ello es evidente en la selección de obras que le envió a Susini desde Teplitz-Schönau, entre las que no aparecía el teatro acentuadamente político, es decir, el tipo dominante en esta etapa del exilio. Jacob apostó más bien por un teatro de entretenimiento, operetas y un repertorio más o menos tradicional en el que predominaba el teatro clásico. Esto era en sí paradójico tratándose de un artista políticamente comprometido. Es evi­ dente que la elección fue resultado de criterios pragmáticos: sobre todo del problema de la financiación de un teatro privado en un país donde se habla otra lengua. Allí sólo se podía contar con los ingresos de taquilla, y el menor trastorno podría poner en peligro todo el proyecto. Podemos dar por sentado que Jacob había advertido, además, que un teatro de claro acento político manejado por exiliados se convertiría casi necesariamente en un centro de controversias políticas en el país anfitrión. Así había sido en Checoslovaquia, donde la lucha por las nacionalidades entre checos y alemanes había afectado en forma creciente a los teatros de lengua alemana y ocasionado amargas disputas, tanto al interior de los elencos como entre los teatros y el público (Trapp 2005: 73). Casos es­ pectaculares de violaciones de contratos de actores provenientes del Reich

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por motivos políticos habían provocado el fracaso de determinadas puestas y obligado a cancelar funciones. Aunque invisible desde fuera, el Tercer Reich había tenido una participación clave en todo ello. La Cámara de Teatro del Reich (Reichstheaterkammer) había intervenido directamente en las decisiones sobre elenco y repertorio. Con el apoyo del Sudetendeutsche Partei (Partido Alemán de los Sudetes) y de su prensa se había llama­ do públicamente a boicotear las actividades de los teatros o directores no afectos, al tiempo que los teatros alineados recibieron apoyo por medio de subvenciones ocultas (Schneider 1999: 157-192). Los expedientes de la Cámara de Teatro del Reich permiten hoy de­ mostrar que también en Teplitz-Schönau hubo ese tipo de maquinaciones (Trapp 2005: 74). Jacob había intuido que Curth Hurrle, director del Tea­ tro Municipal, hacía un doble juego, dado que aceptaba por un lado el apoyo económico de auspiciadores judíos mientras, por el otro, solicitaba el apoyo de la Cámara de Teatro del Reich. Por supuesto, esto último solo era posible si se hacían las concesiones debidas. Jacob señaló varias veces la desconfianza que le inspiraba Hurrle. Por todo esto sabía que intentar conducir con éxito un teatro del exilio como empresa privada era como navegar entre Escila y Caribdis: el menor error podía arrastrarlo al fracaso. *

Antes de referirme a la historia de la fundación del Freie Deutsche Bühne quisiera detenerme brevemente en el rol de la Legación Alemana. Tanto esta como la Organización del Partido Nacionalsocialista en el Exterior eran factores que los exiliados debían tomar en cuenta en Argentina. Todas las obras sobre la historia del teatro del exilio en Buenos Aires se refieren en este contexto a dos situaciones: el fracaso de la representación de la obra teatral Die Rassen (Razas) de Ferdinand Bruckner en diciembre de 1934 y el atentado con bomba de enero de 1935 contra el Teatro Có­ mico, en el que se había presentado Die Rassen (Tapp 1999a: 441, 442). La representación de la pieza de Bruckner había sido primero interrumpida por tumultos que duraron 45 minutos, y luego suspendida cuando inter­ vino la policía. Fueron detenidos 68 manifestantes. Era evidente que los tumultos eran atribuibles a la Organización del NSDAP en el Exterior, y también que la Legación Alemana estaba involucrada. No tan claro estaba qué posición habían adoptado la policía y las autoridades argentinas.

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La cuestión se aclara leyendo el informe que envió el Ministro de la Le­ gación Alemana a Berlín. El funcionario expresó allí su satisfacción sobre el desarrollo de los acontecimientos. Sobre todo se detuvo en el tratamiento que dio la policía a los manifestantes. De acuerdo con sus palabras, esta había actuado según el ritual ya conocido y fiable: Los órganos policiales mostraron en este caso, como en tantos otros anteriores, una actitud benevolente, pero debieron cumplir su obligación de ir contra los manifestantes. Eso ocurrió sin severidad alguna. En la comisaría se concedió a los detenidos la mayor libertad, se les permitió que cantaran e hicieran demos­ traciones atléticas, que despertaron la admiración de los oficiales presentes. La continuación de la función teatral […] quedó provisoriamente prohibida.2

En otro informe posterior se lee: Desde el 10 de enero la obra desapareció del repertorio y tengo la esperanza de que, conforme a mis apremiantes deseos, no vuelva a aparecer en un teatro argentino.3

Esta cita vuelve ociosa la pregunta de cuán grande fue la influencia de la Legación Alemana. La Legación Alemana tenía prácticamente carta blan­ ca. Solo se debía guardar la apariencia de neutralidad. Eso era válido para ambas partes: para la Legación Alemana y para las autoridades argentinas. Limitaciones a esa libertad de acción por parte de las autoridades argenti­ nas hubo sólo en atención a consideraciones de política interior o exterior, las cuales cobraban más o menos relevancia según las circunstancias. El objeto de lucimiento por excelencia de la política cultural del Reich en la Argentina eran el Teatro Colón y especialmente su “temporada de ópera alemana” (Trapp 1999a: 440 s.). El Tercer Reich enviaba con natu­ ralidad directores teatrales, directores de orquesta y cantantes alemanes al Teatro Colón por encargo oficial del Ministerio del Exterior y con reem­ bolso de gastos de viaje. Las autoridades nacionalsocialistas sabían que en­ tre tanto trabajaban en el Colón artistas exiliados como Fritz Busch, Erich Kleiber, Erich Engel, Joseph Gielen (este con un contrato recién en 1940) o Margarethe Wallmann, y también que eso ya no era resultado de las 2 Bundesarchiv Berlin, Reichsministerium für Volksaufklärung und Propaganda, Bd. 553/69/52 (destacado del autor). 3 Bundesarchiv Berlin, Reichsministerium für Volksaufklärung und Propaganda, Bd. 553/69/52 (destacado del autor).

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relaciones de cooperación anteriores. Sin embargo, no les inquietaba que ello pudiese entrar en contradicción con sus propios objetivos de política cultural exterior. Cuando en junio de 1938 la Organización del NSDAP en el Exterior se dirigió al Ministerio de Propaganda del Reich con el fin de señalar que “la ópera alemana en el Teatro Colón cae cada vez más en ma­ nos de judíos emigrados de Alemania y Austria”, el funcionario encargado de la Cámara de Teatro del Reich respondió muy distendido: “De acuerdo con toda mi experiencia, para ganar en influencia en el Exterior a veces es necesario aullar con los lobos”.4 Esta autoconfianza habla por sí misma. Por cierto, la Legación Alemana sabía muy bien que su influencia so­ bre el Teatro Colón le permitía, de ser necesario, ejercer presión sobre el Freie Deutsche Bühne. Así, por ejemplo, la Legación comunicó en octubre de 1940 a Berlín que el actor Walter Szurovy, esposo de la cantante de ópera Risë Stevens que había sido contratada por el Teatro Colón para la temporada de invierno, integraba ahora el elenco del Freie Deutsche Bühne (Trapp 1999a: 442). Es evidente que von Thermann, el Ministro enviado, esperaba instrucciones de Berlín. No habría formulado la pregunta si no hubiese estado en condiciones de actuar. Es decir, la Legación Alemana observaba a los exiliados, cooperaba con las autoridades argentinas e in­ centivaba directamente otros emprendimientos teatrales como el Deutsches Theater (Teatro Alemán) dirigido por Ludwig Ney. El objetivo de la Lega­ ción era socavar las actividades de los exiliados. En este contexto hubo un caso que debe ser mencionado especialmen­ te. El programa del Freie Deutsche Bühne seguía un ciclo determinado de rotación de funciones: cada semana se presentaba una puesta. La obra se estrenaba la tarde del sábado, era repetida por primera vez la noche del sábado y por segunda vez la tarde del domingo (Naumann 1985: 147). Este ritmo estaba dictado por los costos de alquiler: no era posible alqui­ lar la sala otro día adicional, ni menos otra noche, pues no lo permitía el margen financiero. Además, era necesario renovar el programa a intervalos de la mayor brevedad posible, para alcanzar con la sucesión de estrenos a la totalidad de espectadores potenciales, que eran limitados. El ciclo de rotación debió ser alterado a fines de la temporada de 1943 debido a que la Asociación Argentina de Actores rescindió el contrato de alquiler de su sala teatral. El nuevo programa, con solo dos funciones por puesta y estrenos 4 Bundesarchiv Berlin, Reichsministerium für Volksaufklärung und Propaganda, Bd. 553/69/52.

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no ya semanales sino solo cada dos semanas, aparejó considerables pér­ didas económicas. La administración de la sala adujo que la rescisión del contrato se debía a las normas edilicias y de protección contra incendios. P. Walter Jacob se refirió al hecho de la siguiente manera: Arturo Mario, quien fuera muchos años el Director artístico de la Casa del Teatro y sincero amigo y promotor de la Freie Deutsche Bühne desde su fun­ dación, falleció en agosto de 1943. Ya antes de este triste suceso, Pedro E. Pico había renunciado a su cargo de Presidente de la Casa del Teatro. Las nuevas autoridades de la Casa son presionadas por las nuevas normas municipales de seguridad para salas teatrales. Una serie de incendios en salas de Buenos Aires, en los cuales desgraciadamente hubo que lamentar también víctimas fatales, han determinado que las autoridades extremen la vigilancia en la aplicación de todas las normas edilicias y de seguridad vigentes. La hermosa sala en la cual la Freie Deutsche Bühne pudo presentarse con tanto éxito durante cuatro temporadas no había sido considerada nunca como una sala habilitada oficial­ mente por las autoridades (Jacob 1946: 64).

Y comentó: Sea por las nuevas normas administrativas, o sea porque otras razones que permanecen ignoradas fueron decisivas para los nuevos responsables de la Casa del Teatro, a la dirección de la Freie Deutsche Bühne se le comunica en diciembre de 1943 que puede disponer de la sala para funciones individuales ocasiona­ les, pero ya no para temporadas teatrales ininterrumpidas (Jacob 1946: 65; destacado por el autor).

Se trata de una formulación notablemente críptica que abre espacio para muchas interpretaciones. Podemos suponer que Jacob consideraba que la verdadera causa de la rescisión del contrato eran influencias políticas. Él sabía, sin embargo, que, en caso de solo insinuarlo, tendría que hacerse cargo de nuevas sanciones. *

Esta situación explica algunos conflictos, particularmente de la fase de fun­ dación y los comienzos del Freie Deutsche Bühne. Jacob había proyectado originalmente comenzar la primera temporada teatral ya en octubre o noviembre de 1939. Ante el estallido de la guerra (Alemania acababa de desatar la Segunda Guerra Mundial con la invasión a Polonia el 1° de septiembre de ese año), quienes apoyaban el proyecto

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y brindaban asesoramiento le aconsejaron no hacerlo (Jacob 1946: 23). Evidentemente veían el peligro de que en esa situación el Freie Deutsche Bühne, en tanto era un teatro dirigido por exiliados, se convirtiera en un blanco fácil para grupos pro nazis. Tal como había sucedido con la presen­ tación de Die Rassen, podrían provocarse incidentes que a su vez habrían suministrado a las autoridades argentinas un pretexto para clausurar el tea­ tro. Con ello, el proyecto quedaría trunco en su mismo comienzo. El segundo conflicto, este al interior del elenco, se dio cuando Jacob eliminó una alusión, inofensiva pero mordaz, a la teoría racial de los nazis del texto de la comedia Sturm im Wasserglas (Una tormenta en un vaso de agua) de Bruno Frank, el segundo estreno. Allí, un ama de casa bávara testimonia sobre su perro mestizo y, ante la pregunta de si es de pura raza, responde: “Noo, nada para Hitler”. Jacob comentaría tiempo después su decisión de la siguiente manera: Y en esta obra […] en la que ante el tribunal se dice de un perro mestizo –ese es el gag mayor de toda la obra–: “Noo, nada para Hitler”, en esa obra tuve que tachar esa oración. Eso casi provocó el quiebre de todo el teatro. Porque mi público no lo entendió, y mis actores no lo entendieron, y el Dr. Siemsen [Presidente de Das Andere Deutschland ] no lo entendió, y nuestros amigos po­ líticos no lo entendieron, pero yo sabía que si Hitler hubiera sido mencionado en ese contexto en un teatro en lengua extranjera, yo hubiera recibido de la policía la prohibición del FDB al día siguiente.5

Lo decisivo en este caso no es si la prohibición hubiese sido realmente dispuesta. Lo más importante es que Jacob temía que en una atmósfera política de extrema tensión, como la que se vivía a fines de abril de 1940, hasta una frase inofensiva pudiera convertirse en tema de conversación en la opinión pública argentina y generar reacciones por completo incontro­ lables tanto de la Legación Alemana como de las autoridades argentinas. Jacob no quiso correr ningún riesgo. Prefirió tener un altercado por esa eliminación con sus actores, su público y sus amigos. Jacob puso especial cuidado al seleccionar la obra con que se abriría el ciclo de funciones. Eligió la comedia Jean, de Ladislaus Bus-Fekete, una pieza entretenida y conocida, apolítica y representada con frecuencia. ¿Por qué inauguró Jacob un teatro en el que muchos habían depositado sus es­ peranzas políticas precisamente con una comedia liviana construida sobre 5 P. Walter Jacob: “Das deutsche Theater im Exil” (texto mecanografiado, 1973). WalterA.-Berendsohn-Forschungsstelle Hamburg, Archiv P. Walter Jacob, p. 34.

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diálogos rápidos y chistosos? La obra de apertura era, al mismo tiempo, la tarjeta de presentación del teatro. ¿Acaso esa elección no contradecía el nombre Freie Deutsche Bühne ? La respuesta es obvia: desde la perspectiva de Jacob, una comedia era lo más adecuado para atraer mucho público. Pronto se sumó otro conflicto. Estaba previsto montar como cuarto es­ treno el drama pacifista Der Mann, den sein Gewissen trieb (título original: L‘Homme que j‘ai tué; El hombre que maté ) de Maurice Rostand. Su tema es la reconciliación de los contendientes de la Primera Guerra Mundial sobre las tumbas de los caídos. La obra fue retirada del programa. En este caso, los motivos responden a la situación del momento. Probablemen­ te había sido incluida en el programa en consideración hacia Das Andere Deutschland, que había apoyado consecuentemente la fundación del Freie Deutsche Bühne. Ahora le tocaba a Jacob devolver el favor montando una pieza de acento político. A esta relación hace referencia un artículo publicado en Das Andere Deutschland, la revista homónima de la organización. Allí se habla porme­ norizada y elogiosamente de la obra de Rostand: Además de piezas de entretenimiento […] se presentarán también obras de opinión con sentido educativo y valor ideal. Una de ellas es Der Mann, den sein Gewissen trieb, que está anunciada para el sábado [...] en el programa de la Freie Deutsche Bühne. Esta obra aboga de manera sensible, convincente e interesante por la reconciliación y la fraternidad entre alemanes y franceses, esto es, por un objetivo al que todos ardientemente aspiramos y una cuestión que justamente hoy, en el marco de la discusión sobre la configuración de la futura Europa, es de candente actualidad.6

En vista de los sucesos que se desarrollaban entonces en Europa, estas ma­ nifestaciones testimonian una sorprendente ceguera ante la realidad. El 15 de abril de 1940, día de publicación de este artículo, ya había comenzado la invasión alemana a Dinamarca y Noruega, y se preparaba la invasión a Holanda, Bélgica y Francia del 10 de mayo de 1940. La “reconciliación y fraternidad entre alemanes y franceses” era un tema que ninguna persona interesada en política, ningún “antifascista”, podía discutir en esas circuns­ tancias. Estrenar esa obra habría sido no solamente miope desde el punto de vista político, sino que una gran parte del público lo habría considerado una clara afrenta. Al retirar la obra del programa, Jacob logró salvar a últi­

6 Das Andere Deutschland 3, 15 de abril de 1940, p. 24.

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mo momento la situación. Das Andere Deutschland se refirió a la elimina­ ción de la obra del repertorio en los siguientes términos: Interrogado por la modificación del programa, el F[reie] D[eutsche] B[ühne] declaró que se vio obligado a cancelar la presentación de la obra mencionada porque gran parte del público había protestado contra ella y amenazado con un escándalo en caso de que no se atendiera a la protesta (cit. según Pohle 1987b: 41).

La frase final deja entrever que no se compartían las razones: Por eso, porque esta pieza, fiel a la gran tradición de la mejor Alemania y de la mejor Francia (con Romain Rolland a la cabeza) aboga en forma calurosa y entusiasta por la fraternización definitiva del pueblo alemán con el francés (cit. según Pohle 1987b: 41).

El ejemplo revela hasta qué punto incluso grupos con alto compromiso político pueden ser ciegos ante la realidad y sus exigencias. También este era un hecho que Jacob debía tener en cuenta. *

El hecho de que Jacob hubiese puesto siquiera la obra de Rostand en el repertorio muestra que el Freie Deutsche Bühne se encontraba desde sus ini­ cios en un campo de tensiones cruzadas e intereses divergentes. Para poder establecer el teatro en ese problemático entorno, Jacob necesitaba el apoyo de un círculo bastante heterogéneo de personas y organizaciones. De esa heterogeneidad resultaron conflictos que Jacob pudo eludir solo en parte. A ese entorno pertenecían el periódico Argentinisches Tageblatt, la Pestalozzi-Gesellschaft (Sociedad Pestalozzi), la asociación Vorwärts, la Jüdische Kulturgemeinschaft (Asociación Cultural Judía), la organización Das Andere Deutschland, la emisión radial Die Stimme des Tages (La voz del día) de Montevideo, organizaciones judías más pequeñas, así como diver­ sos patrocinadores. Jacob había logrado convencer a estas instituciones y organizaciones de su proyecto. Para ello le habían sido de gran ayuda su energía, su carisma personal, su disposición a participar activamente en las formas organizativas de esas agrupaciones, y también, por cierto no poco, los contactos de su esposa y de la familia de esta.

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El factor más importante fue el apoyo del Dr. Ernesto F. Alemann, editor del Argentinisches Tageblatt, periódico prestigioso, reconocido in­ ternacionalmente y establecido entre la parte de la población germanoha­ blante de Buenos Aires que en lo político mantuvo un curso inequívoco de oposición a Hitler. En la fase del exilio de ultramar se convirtió en un foro importante para los escritores exiliados. En ocasión de cumplir medio siglo de existencia, el diario recibió mensajes de felicitación de Heinrich y Thomas Mann, de Albert Einstein y Lion Feuchtwanger, de Stefan Zweig y Sigmund Freud (Naumann 1985: 96). En 1933 se había prohibido la circulación del periódico en todo el territorio del Reich; en 1934 su edifi­ cio fue blanco de un atentado incendiario. La Legación Alemana intentó repetidas veces persuadir al Gobierno argentino a tomar medidas contra el periódico, pero no tuvo mayor éxito (Naumann 1985: 97 ss.). Por medio de Ernesto F. Alemann el proyecto de Jacob contó con la inserción organizativa y periodística necesaria para que el Freie Deutsche Bühne pudiera concitar la atención y por ende ganar un público en ese en­ torno desconocido y políticamente peligroso. Los comentarios teatrales del Argentinisches Tageblatt eran imprescindibles para el Freie Deutsche Bühne. Además, el periódico le ofreció a Jacob la posibilidad de expresarse como periodista, oportunidad que este aprovechó ampliamente. Por intermedia­ ción de Ernesto F. Alemann fue posible además crear un fondo teatral con los aportes de gente de negocios y empresarios establecidos, que fue empleado para la financiación inicial y para compensar déficits. El fondo volvía a llenarse a intervalos regulares con donaciones. El más importante de esos promotores fue el Dr. Heinrich Fränkel, un empresario textil. El apoyo brindado por empresarios y gente de negocios no brotaba de intereses exclusivamente culturales, sino que era también un acto po­ lítico-social de solidaridad práctica. Los participantes concebían al teatro como un factor que contribuía al afianzamiento identitario y promovía la integración social. Sobre todo los refugiados recién llegados de Alemania se encontraban faltos de orientación frente a un entorno cuya lengua y cultura desconocían. La persecución sufrida en Alemania, la pérdida de su patria y sus pertenencias, las circunstancias de la huida y la difícil búsque­ da de medios de vida en el país de acogida había afectado su autoestima y los había desestabilizado psicológicamente. Asistir a un teatro en alemán formado por exiliados e identificarse con ese teatro les dio la posibilidad de establecer un vínculo entre su vida anterior y el nuevo comienzo en Argentina.

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Desde fines del siglo xix, el teatro había sido probablemente el prin­ cipal instrumento de aculturación para la población judía (Trapp 1999b: XVII ss.). La gente se había identificado con personalidades como Otto Brahm, Max Reinhardt o Leopold Jeßner. Max Reinhardt llegó a ser una figura sobresaliente de toda una era del teatro en lengua alemana. Artis­ tas como Elisabeth Bergner, Tilla Durieux, Grete Mosheim o Alexander ­Moissi no fueron vistos ya como judíos, sino como actores del teatro en alemán. Aunque el antisemitismo seguía siendo virulento, el reconoci­ miento recibido por artistas como Max Reinhardt o Elisabeth Bergner había demostrado a la población judía que su integración en la sociedad alemana en su conjunto había avanzado como nunca antes. Esta fuerza generadora de identidad del teatro explica por qué surgieron iniciativas teatrales en casi todos los destinos del exilio, de Cochabamba a Shanghái, incluso en entornos que no parecían ser propicios para las representaciones en lengua alemana. Precisamente porque el establecimiento del Freie Deutsche Bühne era en sí un acto de carácter socio-político que afectaba directamente la identi­ dad del grupo de exiliados, el teatro mismo se convirtió a su vez en un ob­ jeto de extraordinario interés. Tanto para las organizaciones políticas como para las judías, el teatro era un campo ideal de reclutamiento y una tarima para difundir el programa político propio. Por ello no fue desinteresada la ayuda que le brindaron organizaciones como Das Andere Deutschland o la asociación cultural judía Jüdische Kulturgemeinschaft. Esta circunstancia generó toda otra serie de conflictos, estallados siem­ pre con relación a la selección del repertorio, y ello pese a que el Freie Deutsche Bühne, después de cierto período prudencial, presentó también obras de claro acento político y obras de temática decididamente judía. Además colaboró en algunas iniciativas conjuntas, como la campaña de socorro a los internados en el Campo de Gurs en Francia. La crítica al repertorio presuntamente “apolítico” era en realidad un mero pretexto. Los distintos grupos y organizaciones locales comenzaron casi enseguida a reconocer en Jacob al rival que sabía imponerse y concitar la atención de la opinión pública para su teatro. La consecuencia fueron juegos de po­ der –gestos amenazantes para poner a prueba la firmeza y estabilidad de Jacob–, con los que intentaron ejercer influencia sobre el teatro.

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*

Un primer conflicto, que hoy podría verse como curioso y cómico pero en realidad fue serio, tuvo lugar cuando el Vorwärts anunció para una fecha en que había función del Freie Deutsche Bühne una “Fiesta de artistas” que contaría también con la participación de miembros del elenco del Freie Deutsche Bühne. La superposición de fechas parecía obedecer a un mero descuido, pero no era así. Jacob reaccionó molesto y ofreció una fecha alternativa, pero sin éxito. No era posible posponer el evento porque ya había sido anunciado públicamente. P. Walter Jacob entendió el proceder del club Vorwärts como una advertencia. Activó todos los contactos pe­ riodísticos a su disposición para resaltar la importancia del Freie Deutsche Bühne para todo el conjunto de exiliados y de opositores a Hitler germano­ hablantes. La concesión decisiva en este período fue que en el repertorio dedicó un mayor espacio, al comienzo todavía limitado, a obras teatrales sobre temas de actualidad, aunque no necesariamente “políticas” (Pohle 1987b: 43 s.). Un conflicto similar, también una superposición de fechas en el calen­ dario teatral, se produjo a comienzos de la temporada de 1941. La Jüdische Kulturgemeinschaft, la más importante de las organizaciones judías con sede en Buenos Aires, decidió trasladar sus veladas culturales a las noches de sábado y además incorporar la participación de miembros del elenco del Freie Deutsche Bühne para pequeños números de variedades. Pero el sábado a la noche era el horario central de las funciones del Freie Deutsche Bühne. Esta competencia (de eso se trataba: de competencia) no solo le sus­ traía una parte de su público potencial, sino que además dividía al elenco. Aparentemente volvía a tratarse de una cuestión meramente organizativa del calendario que hubiera podido ser vista como una torpeza de poca importancia. Pero en realidad era un gesto inequívoco dirigido a Jacob de que la Jüdische Kulturgemeinschaft consideraba que sus intereses no eran atendidos suficientemente. Por medio de la amenaza de una superposición de horarios se buscaba imponer que el Freie Deutsche Bühne le otorgara a la Jüdische Kultugemeinschaft participación activa y, por lo tanto, influen­ cia en la definición de su programa. Ya poco tiempo antes, un artículo publicado en el Jüdische Wochenschau (1° de noviembre de 1940) había reclamado que los “temas judíos” fueran tomados más en cuenta. Jacob res­ pondió amablemente al desafío declarando que no había inconveniente en que miembros del elenco participasen en las veladas culturales, siempre y

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cuando las mismas fuesen en noches en que no hubiera funciones del Freie Deutsche Bühne. Por lo demás, se declaró dispuesto a realizar funciones especiales para la Jüdische Kulturgemeinschaft (Pohle 1987b: 50 s.). El conflicto se agudizó en agosto de 1943. El Dr. Sklarz, director téc­ nico de las veladas culturales, había realizado manifestaciones en priva­ do caracterizando al Freie Deutsche Bühne como un “teatro antijudío” y criticando que allí trabajaran muchos “no judíos” y que además Liselott Reger fuera una “judía bautizada” (cit. según Pohle 1987b: 53). Esa no era la expresión privada de un individuo: lo que aquí se manifestaba en forma hiriente y personalizada era el conflicto entre sionistas y Assimilanten –como eran designados los propensos a la asimilación por parte de los sionistas–, que se había convertido en el tema central en todas las comuni­ dades judeo-alemanas desde por lo menos la década de 1920 (Barkai 2002: 226-257). Detrás de la discusión sobre quién debía ser designado “judío” y si un judío secular o un converso seguían siendo “judíos” se ocultaba la controvertida cuestión del futuro político tras la victoria de los Aliados: el regreso a Alemania o la nueva emigración a Palestina. Los ataques formula­ dos sobre todo por el Dr. Karl Berets desde diciembre de 1942 culminaron en una amenaza de boicotear al Freie Deutsche Bühne (Pohle 1987a: 46-48; Pohle 1987b: 50-52). Es interesante la manera en que reaccionó Jacob. En una carta dirigida al rabino Günter Friedländer, coeditor del Jüdische Wochenschau, subra­ yó que las obras teatrales de temática judía –obras “políticas” y comedias por igual– eran un rotundo fracaso de taquilla. El público habitual, sin duda judío, hacía “huelga” contra esas obras. Jacob continuaba pregun­ tado: “¿qué forma debe asumir la reclamada ‘mayor consideración’ hacia el público eminentemente judío, si este público evidentemente […] no quiere saber nada de las obras de teatro que presuntamente deberían con­ citar su interés?” (cit. según Pohle 1987b: 54.). Se trataba de una pregunta retórica, pues no era el repertorio lo que estaba aquí en discusión. Jacob no recibió respuesta a esa carta, y actuó en consecuencia: el 11 de julio de 1944 declaró su retiro de la Jüdische Kulturgemeinschaft. Además comunicó que aquellos de sus colaboradores que participasen en las veladas teatrales de la Jüdische Kulturgemeinschaft dejarían automáticamente de pertenecer al elenco del Freie Deutsche Bühne. Jacob no modificó la estructura del repertorio (Trapp 1991: 131-133). En la temporada teatral de 1945 (mayo a octubre) se presentaron, entre otras obras: Ein Volksfeind (Un enemigo del pueblo) de Ibsen, Oktobertag (Un día de octubre) de Kaiser, Sechs Personen

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suchen einen Autor (Seis personajes en busca de un autor) de Pirandello, Der Frauenarzt (El obstetra) de Rehfisch, Zwölftausend (Doce mil ) de Bruno Frank y Jacobowsky und der Oberst ( Jacobowsky y el coronel ) de Werfel. *

Del repaso breve y fragmentario de la posición del Freie Deutsche Bühne re­ sultan las siguientes conclusiones: el Freie Deutsche Bühne debió enfrentar no solamente las adversidades derivadas de la influencia de la Organización del NSDAP en el Exterior y de la Legación Alemana, sino que además tuvo que tomar en consideración los intereses divergentes de las organizaciones y asociaciones que la apoyaban. Los intereses de la “emigración política” y sus organizaciones se enfrentaban diametralmente a los intereses de las organizaciones sionistas. Jacob supo reaccionar adecuadamente en esa si­ tuación conflictiva: con cautela, pero también con firmeza. Para poder de­ cir de quién obtuvo consejo, apoyo y ayuda en cada circunstancia sería necesario adentrarse en mayores detalles. Lo decisivo fue, sin embargo, que a pesar de todas las diferencias descritas, existió entre los emigrados germa­ nohablantes y sus representantes un consenso tácito sobre la necesidad de proteger al Freie Deutsche Bühne y postergar en consecuencia los intereses propios. Que ese consenso haya sido sostenido se debió fundamentalmen­ te a Ernesto F. Alemann y al Argentinisches Tageblatt. Traducción del alemán: Raquel García Borsani

Referencias bibliográficas Barkai, Avraham (2002): “Wehr Dich!” Der Centralverein deutscher Staatsbürger jüdischen Glaubens (C.V.) 1893-1938. München: C.H. Beck. Jacob, P. Walter (ed.) (1946): Theater. Sieben Jahre Freie Deutsche Bühne in Buenos Aires. Ein Brevier. Buenos Aires: Júpiter. Naumann, Uwe (1985): Ein Theatermann im Exil: P. Walter Jacob. Hamburg: Ernst Kabel. Pohle, Fritz (1987a): “Paul Walter Jacob am Rio de la Plata. Rahmenbedingungen und Bestimmungsfaktoren eines exilpolitischen Engagements”. En: Exil 7, 1, pp. 34-51. –– (1987b): “Paul Walter Jacob am Rio de la Plata (2). Der Kurs der ‘Freien Deutschen Bühne’ – eine exilpolitische Gratwanderung”. En: Exil 7, 2, pp. 34-58.

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Schneider, Hansjörg (1999): “Exiltheater in der Tschechoslowakei”. En: Trapp, Frithjof/ Mittenzwei, Werner/Rischbieter, Henning/Schneider, Hansjörg (eds.): Handbuch des deutschsprachigen Exiltheaters 1933-1945. Vol 1: Verfolgung und Exil deutschsprachiger Theaterkünstler. München: Saur, pp. 157-192. Trapp, Frithjof (1991): “Zwischen Unterhaltungsfunktion und der Erwartung politischer Stellungnahme. Spielplan und künstlerische Konzeption der ‘Freien Deutschen Bühne’ Buenos Aires”. En: Koch, Edita/Trapp, Frithjof (eds.): Exiltheater und Exildramatik 1933-1945. Tagung der Hamburger Arbeitsstelle für deutsche Exilliteratur 1990. Vol. especial N° 2 de Exil: Forschung, Erkenntnisse, Ergebnisse, pp. 118-137. –– (1999a): “Exiltheater in Südamerika”. En: Trapp, Frithjof/Mittenzwei, Werner/Risch­ bieter, Henning/Schneider, Hansjörg (eds.): Handbuch des deutschsprachigen Exiltheaters 1933-1945. Vol 1: Verfolgung und Exil deutschsprachiger Theaterkünstler. München: Saur, pp. 437-455. –– (1999b): “Verfolgung und Exil deutschsprachiger Theaterkünstler zwischen 1933 und 1945”. En: Trapp, Frithjof/Mittenzwei, Werner/Rischbieter, Henning/Schneider, Hansjörg (eds.): Handbuch des deutschsprachigen Exiltheaters 1933-1945. Vol 2: Biographisches Lexikon der Theaterkünstler. München: Saur, pp. VII-XXX. –– (2005): Zwischen Schönberg und Wagner. Musikerexil 1933-1949. Das Beispiel P. Walter Jacob. Berlin: Henschel.

Hermann P. Gebhardt, un liberal de izquierda como figura integradora del exilio en Uruguay Sonja Wegner Cayó Berlín. Por fin, por fin ... llevamos doce años anhelando este día. Durante seis años, durante más de seis años, clamamos, gritamos y rogamos todos los día para que terminara finalmente esta vergüenza para Europa. Por fin, por fin, ocurrió esta tarde. Montevideo bulle en estos momentos. La masa corre por las calles; por fin, por fin el nazismo ha sido destruido. No, yo no opino que nosotros deberíamos también estar tristes porque Berlín fue en otro tiempo una ciudad hermosa. Al contrario, a nosotros nos robaron más, nos destruyeron más que a todos los que ahora celebran con razón en las calles de Montevideo la victoria de la libertad. Estamos con ellos. Su causa es nuestra causa. La caída de Berlín significa en este instante el fin de la guerra y el fin del nacionalsocialismo (cit. según Pohle 1990: 59 s.)

Con esta descripción de la caída de Berlín el 2 de mayo de 1945 cerraba la edición especial del programa radial Die Stimme des Tages – La Voz del Día que Hermann P. Gebhardt había preparado con toda celeridad en Montevideo. Había recibido la noticia recién a las 17.15 y junto con sus colaboradores armó una emisión especial para las 19 horas. Su programa incluyó poemas de Bertolt Brecht y de Johannes R. Becher recitados por Lieselotte Reger-Jacob, y se tocó el himno de la Unión Soviética y la Mar­ sellesa (!). Además hablaron los representantes de Das Andere Deutschland (La Otra Alemania) y del Deutsches Antifaschistisches Komitee (Comité Ale­ mán Antifascista). La composición del programa da una idea del significado extraordina­ rio que Hermann P. Gebhardt y su espacio radial en lengua alemana tenían en Montevideo. Su perfil de entonces podría ser descrito de la siguiente manera: claro partidario de los Aliados en lo político, valoraba el gran aporte que tuvo la Unión Soviética en la destrucción de la Alemania nazi, brindaba espacio en su emisión a las dos principales organizaciones antifas­ cistas de exiliados alemanes en el país, estaba arraigado profundamente en la cultura alemana y se sentía obligado hacia el Uruguay. Años más tarde,

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en una entrevista, se definía como “invariablemente liberal de izquierda, lo que antes podía llamarse la tendencia de [los periódicos] Vossische Zeitung y Weltbühne, y ahora del Frankfurter Rundschau”.1 La función que Gebhardt desarrollaría en el exilio no estaba inscrita de antemano en la vida de quien se había formado como jurista. Por el con­ trario se había esperado que él, proveniente de una familia de abogados, continuaría esa tradición. Nacido en 1903 en Frankfurt an der Oder, había estudiado Derecho y obtenido el doctorado en 1928 con una tesis sobre el concepto de usura en la legislación alemana. Más tarde ejerció como abo­ gado especializado en legislación pesquera. Siendo de ascendencia judía, fue afectado por la prohibición de ejercer su profesión impuesta en 1933, con lo cual se le hizo inviable proseguir su carrera en Alemania. Gebhardt logró emigrar al Uruguay junto con su esposa Elisabeth, hija del filólogo y crítico teatral Arthur Eloesser, y su hija Irene, nacida en 1932. Arribaron a Montevideo el 8 de noviembre de 1937 en el buque “Florida”, proveniente de Marsella. Gebhardt y su familia ingresaron a la Synagogengemeinde, la asociación de la comunidad judía germanohablante de Montevideo. Poco después, esta tuvo que cambiar de nombre debido a que ya existían otras congregaciones judías en esa ciudad y, siguiendo la decisión de un arbitra­ je, pasó a denominarse Nueva Congregación Israelita del Uruguay (NCI). Gebhardt intentó ganarse la vida como “asesor jurídico”, dado que, como a otros alemanes, le fue denegada la acreditación para ejercer la profesión de abogado en Uruguay. Para eso ofrecía sus servicios profesionales en el Boletín informativo – Gemeindeblatt, el órgano oficial de la NCI, que publicaba artículos y avisos en alemán.2

Figura 1: Aviso del Boletín informativo de febrero de 1940.3

Además Gebhardt publicó artículos jurídicos en el Boletín informativo, como por ejemplo uno dedicado a la cuestión de la redacción de testamen­

1 La Plata Post, Montevideo, 27.05.1968, p. 5. 2 La legislación uruguaya permite hasta hoy día tanto la publicación de periódicos como las emisiones radiales en el idioma de los distintos grupos de inmigrantes. 3 Boletín informativo – Gemeindeblatt, febrero de 1940, p. 6.

Hermann P. Gebhardt, figura integradora del exilio en Uruguay

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tos según la legislación uruguaya, que se publicó en noviembre de 1938 con el titulo “Einige Rechtsfragen” (“Algunas cuestiones jurídicas”).4 Pero también desde temprano escribió para el Boletín artículos acon­ sejando normas de comportamiento para los emigrados judío-alemanes. Cabe suponer que conocía los artículos difamatorios publicados por La Tribuna Popular y otros periódicos conservadores de derecha similares de Uruguay. Así escribió: A diferencia de los uruguayos, nosotros tenemos la costumbre de salir a ca­ minar los domingos por la tarde. Muy bien. Pero las playas del Uruguay son extensas y la rambla tiene una longitud de varios kilómetros. ¿Por qué todos los inmigrantes venidos de Alemania tienen que reunirse en esa franja de 200 metros entre la calle 21 de Setiembre y el Boulevard España?5

Se refería así, indirectamente, a la polémica que desataba la La Tribuna Popular hablando, entre otras cosas, de una “invasión judía”. Si muchos emigrantes salían a pasear en la playa de Pocitos, uno de los barrios prefe­ ridos de los judíos alemanes y al que pertenece la franja mencionada en la cita, se volvían particularmente visibles como grupo, dando así, según su opinión, lugar a la calumnia. Otros artículos de este tipo trataron la incon­ veniencia de hablar en alemán en el ómnibus y de que las mujeres fumaran en público, lo cual entonces era todavía muy mal visto en Uruguay. Gebhardt advirtió rápidamente que en Uruguay el sistema radiofónico estaba organizado de manera distinta que en Alemania. Si bien había –y hay– una emisora estatal, el Servicio Oficial de Difusión Radioeléctrica (SODRE), también existían emisoras radiales privadas a las que era posible alquilar espacios de emisión. Se le ocurrió entonces la idea de fundar un programa radial en lengua alemana, Die Stimme des Tages – La Voz del Día, al que sus amigos y conocidos presagiaron muy breve existencia. Años des­ pués, cuando el programa celebraba su trigésimo (!) aniversario, Gebhardt explicó su motivación inicial en una entrevista aparecida en un suplemento del periódico La Plata Post de la siguiente manera: Cuando comencé el programa hace treinta años, este tenía un triple propó­ sito. En primer lugar, habían llegado al país decenas de miles de emigrantes [fueron diez mil solamente, S.W.], que estaban completamente perturbados, habían sido arrancados de sus profesiones, no dominaban la lengua local y 4 Boletín informativo – Gemeindeblatt, noviembre de 1938, s. p. 5 Boletín informativo – Gemeindeblatt, diciembre de 1940, pp. 3 s.

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no tenían dinero. Quise facilitarles la adaptación. En segundo lugar, se tra­ taba de una capa social educada. Para ellos era necesario mantener la cultura alemana al nivel de los habitantes educados de las grandes ciudades. El tercer propósito fue algo absolutamente personal. Mis amigos solían preguntarme: ¿Qué ha hecho usted contra Hitler? Demasiado poco. Así sentí la obligación de trabajar políticamente.6

La siguiente cita revela la importancia que tuvo el programa para los re­ fugiados de la Alemania hitleriana precisamente en los primeros años de emigración: Era en septiembre de 1938. Hacía ocho días que había llegado al país. Jamás olvidaré la conmoción que sentí cuando encendí la radio y de pronto por el parlante sonaron [en alemán] las palabras: “Esta es la hora del programa ra­ dial democrático alemán”. ¡Estábamos en el Uruguay! Alemán y democrático ¿Existía eso todavía? ¡En algún sitio de esa ciudad tenía que haber un hombre parado ante un micrófono que, por increíble que fuese, había emprendido la lucha contra la peste del nacionalsocialismo! Desde ese momento esperába­ mos el programa todos los días. Estábamos de nuevo conectados de alguna forma con el mundo, porque el español era todavía chino para nosotros. ¡Con qué entusiasmo escuchábamos los avisos, con frecuencia injustamente difa­ mados! Nos permitían encontrar comercios donde conocimos personas que nos entendían y nos ayudaron con consejos y acciones. Dos meses más tarde nosotros mismos teníamos un comercio, y el programa de radio era el que con sus avisos hacía que los clientes vinieran a nuestro salón (Gebhardt/Leiser/ Sichel 1943: 7).

Esta carta de oyente está incluida en la publicación celebratoria de los pri­ meros cinco años de La Voz del Día. Resulta conmovedora la alegría que sintió su autor por la conexión de “alemán” y “democrático”. Era un judío alemán que había sido expulsado de su patria, la cual había sido durante quince años una democracia, aunque deficitaria. Esa identidad alemana no podía abandonarse así nomás. Todavía en la década de 1990 la mayoría de los entrevistados contestaban la pregunta sobre su identidad nacional con una tríada: uruguayo, judío o israelí, y alemán.7 La elección del medio de comunicación fue una jugada genial de Gebhardt. Publicar un periódico habría exigido una inversión financiera mayor y lo hubiera hecho depender de una clientela que en muchos casos 6 La Plata Post, Montevideo, 27.05.1968, Suplemento especial, p. 5. 7 Así resulta de las 40 entrevistas a emigrantes judíos de lengua alemana que realicé en Montevideo en 1993 en el marco de la preparación de mi tesis de maestría.

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no estaba en condiciones de permitirse el lujo de pagarlo. Un receptor de radio, por el contrario, formaba parte de los bienes que muchas familias habían llevado al Uruguay. Además, a diferencia de lo que sucedía en Bue­ nos Aires con el Argentinisches Tageblatt, en Montevideo no había un pe­ riódico en lengua alemana cuyas columnas pudiesen ser una competencia para el influyente comentario político de Gebhardt “Die Welt von heute” (“El mundo de hoy”). Este sucedáneo de columna editorial de un perió­ dico llegaba por medio del programa de temática variada a una audiencia muy amplia que solo tenía acceso muy limitado a informaciones actuales en su lengua materna. Al mismo tiempo, la preparación de un programa radial representaba un desafío, pues en la década de 1930 la radio era un medio de comunicación todavía reciente que requería una forma periodís­ tica propia. “Vom Sinn der Sendung” (“Del sentido de la emisión radial“) fue el título que Hellmut Freund eligió para su retrospectiva de los pri­ meros veinte años de Die Stimme des Tages – La Voz del Día. Allí describió la particularidad de la radiodifusión, un medio que, cuando Gebhardt se colocó delante del micrófono en 1938, estaba a disposición de los oyen­ tes de origen alemán desde hacía apenas quince años. En nuestro mundo mediatizado ya no tenemos conciencia de esa magia de la radio: “La radio­ fonía es esencialmente íntima. Íntima es esta Voz del día. No llama al azar. Tiene su lugar y su círculo, y anticipa lo mejor de la televisión, que aún es utópico: ve a sus oyentes. Haya diferencias de opiniones o concordia: los emisores están unidos a los receptores” (Freund 1958: [13]). El programa radial en lengua alemana de Montevideo se convirtió en un fenómeno de la historia de la radiofonía durante el Tercer Reich. Demasiado distante para ser escuchada en Alemania o en los territorios ocupados, La Voz del Día fue una emisión de exiliados para exiliados. Al mismo tiempo fue también un intento de llegar a la colonia alemana en Montevideo y tomar posición política contra la Alemania nazi. La Voz del Día tenía autonomía en la concepción del programa, era independiente y no estaba sometida a control político alguno. Solo debía acatar la Ley de radiofonía del Uruguay, que prohibía, por ejemplo, que los avisos comer­ ciales se emitieran en un bloque y obligaba a distribuirlos a lo largo de toda la emisión. Solo se impuso una restricción cuando se produjo la ruptura de rela­ ciones diplomáticas entre el Imperio Alemán y la República Oriental del Uruguay. Entonces se suspendieron las emisiones por unas ocho semanas, debido a que un decreto gubernamental del 28 de enero de 1942 dispuso

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que los medios de prensa y toda comunicación pública podrían publicarse o emitirse exclusivamente en las lenguas oficiales de los países latinoameri­ canos, esto es, en castellano, portugués, inglés o francés. Además del hecho de que había emisoras comerciales y programas ra­ diales de los más diversos grupos de inmigrantes en su respectiva lengua materna, eran necesarias también condiciones políticas adecuadas para rea­ lizar un programa radial que fuera más allá de las noticias de la comunidad de exiliados y los temas culturales. Luego del fin de la dictadura de Gabriel Terra, se produjo, a partir de 1938 bajo la presidencia de Alfredo Baldomir, un cambio en la política exterior que se caracterizó por un distanciamiento con respecto a las potencias del Eje y un acercamiento a los Estados Unidos y Gran Bretaña. En la política interior, se inició un retorno a las tradiciones democráticas del Uruguay que incluyó el regreso al país de sus exiliados políticos, entre ellos Luis Batlle Berres, quien años después sería presidente de la República y a quien Gebhardt conoció muy pronto a través de la ra­ dio. Fue en ese periodo de transformaciones políticas que el 23 de julio de 1938 Hermann P. Gebhardt emitió su programa radial por primera vez.8 En un comienzo la audición se emitía al mediodía, durante media hora, por CX 50 Radio El Mundo. Pero ya muy pronto pasó a ocupar una hora de emisión en horario vespertino. A partir de 1941 el programa se irradió por Radio Águila CX 32 (Pohle 1990: 8-10). Cuando el 15 de febrero de 1945 el Uruguay declaró la guerra al Imperio Alemán, La Voz del Día contaba con tal grado de reconocimiento en los círculos uruguayos que fue el único programa en lengua extranjera que pudo volver a salir al aire poco después gracias a una expresa resolución parlamentaria (Pütter 1986: 328). Es interesante advertir que también en el resto de América Latina existía la radiofonía privada. Sin embargo, se conoce solamente un único intento más de realizar un programa radial en lengua alemana en La Paz, Bolivia. Ese programa solo pudo subsistir unas pocas semanas. No se cono­ cen intentos de fundar una audición radiofónica en alemán en Argentina, Chile o Brasil, países con grandes comunidades de emigrantes judíos ger­ manohablantes (Pohle 1990: 18). Gebhardt subrayó siempre que su audi­ ción no era la obra de una sola persona, lo cual se reconoce fácilmente en el gran número de empleados, locutores y colaboradores con que contaba. Sin embargo, él era la fuerza impulsora de La Voz del Día, quien tomaba las decisiones y quien dotó a la audición de una base más amplia con emisio­ 8 La Plata Post, 11 (1963), 13, p 1.

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nes culturales especiales y actividades de cooperación. Gebhardt aunaba en su persona las funciones del director artístico y del director administrativo de una emisora radial, siendo al mismo tiempo el garante de la estabilidad y el motor de La Voz del Día.

Figura 2: Fritz Loewenberg, Hermann P. Gebhardt y Paul Walter Jacob en el estudio radial.9

Tan importante fue el papel de Gebhardt en Uruguay que, cuando falle­ ció el 12 de noviembre de 1984 a la edad de casi 81 años, el influyente diario liberal El País de Montevideo le dedicó un obituario de dos colum­ nas. Egon Friedler, hijo de emigrantes austríacos llegado a Montevideo en 1938, rendía allí homenaje a la obra de Gebhardt, el programa en alemán La Voz del Día que le sobreviviría nueve años, su lucha periodística contra el movimiento hitleriano y su actuación temprana y consecuente por “otra Alemania”:

9 Fotografía de Edgar Sichel (1952), que fue entregada por la autora al Archivo Alemán del Exilio (Deutsches Exilarchiv der Deutschen Nationalbibliothek), Frankfurt am Main.

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Al mismo tiempo, aun en los momentos más terribles de la barbarie hitlerista, no perdió la fe en un futuro renacimiento de los valores humanistas y demo­ cráticos en Alemania, y creyó su deber poner en claro que no debía cometerse el error de identificar a la lengua y cultura alemanas con un régimen inhuma­ no que tarde o temprano habría de desaparecer.10

Esta cita hace también referencia a un conflicto esencial de Hermann P. Gebhardt y partes de la comunidad judío-alemana: la cuestión de una “otra Alemania”. La actitud a tomar con relación al país de los perpetrado­ res, la propia tierra natal de la cual habían huido, se discutió en forma muy controvertida en las páginas del Boletín informativo. La elaboración de la propia experiencia de haber sido perseguidos por los nacionalsocialistas y, a partir de 1942, las primeras noticias sobre el asesinato de los judíos del Este europeo provocaron distintas reacciones dentro de la comunidad de judíos de lengua alemana. Una minoría adoptó una actitud sionista intransigente y tomó distancia de Alemania, el país de los perpetradores. La mayoría de los judíos germanohablantes permaneció expectante sintiéndose, pese a todo, identificada con la cultura y la lengua alemanas. Al fin de cuentas, su identidad no era uruguaya, sino que se­ guían siendo alemanes. Su toma de posición abierta por “otra” Alemania, democrática, acercaba a Gebhardt a los círculos izquierdistas y a los libe­ rales de izquierda, tanto entre los emigrantes como entre los uruguayos en general y los políticos del país. Pero también los emigrantes que no podían o no querían desprenderse de su identidad alemana encontraron una espe­ cie de patria en el posicionamiento de Gebhardt por “otra Alemania”. Su opinión transmitida por la radio tuvo un peso especial en las discusiones desarrolladas dentro de la comunidad judía de lengua alemana y, al parecer, la mayoría de los oyentes lo seguía. Pero no todos los miembros estaban de acuerdo con su actitud con respecto a la persecución de los judíos por los nacionalsocialistas. Para algunos, su actitud era demasiado conciliatoria. Eso provocó oposición y esa oposición, que se expresó en parte de modo muy polémico, se refería a la distinción entre “perseguidos políticos” y “perseguidos raciales”. La opinión vertida por Gebhardt en una audición de La Voz del Día de octubre de 1941 desató un debate amplio y en parte muy polémico en el Boletín informativo. Gebhardt reaccionó a una carta enviada por una 10 El País, Montevideo, 14.11.1984, recorte consultado en la Colección de obituarios del Archivo Alemán del Exilio.

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joven lectora a la revista Aufbau de Nueva York con una comparación que negaba la excepcionalidad de la persecución de los judíos. La autora de la carta había puesto en cuestión el proceso de asimilación. Expresaba que, luego de haber huido a los Estados Unidos, se encontraba ahora ante la americanización. Pero –se preguntaba– ¿preservaría eso a su hijo, nacido en los Estados Unidos de tener también que emigrar algún día? El comen­ tario emitido en el programa radial fue publicado en la primera página del Boletín informativo del 1° de noviembre de 1941 junto con una réplica del Dr. Filipp Maurer bajo el título: “Nuestro destino de emigrantes. Dos visiones encontradas: el lector tiene la palabra”.11 Además, se solicitaba a los lectores que enviaran su opinión. La respuesta de Gebhardt a la autora de la carta decía: Gran parte de nuestra gente sigue viviendo en el mundo de ayer; luchando con un destino que percibe como un caso excepcional de barbarie. […] Y allí hay que tomar primero posición contra el sentimiento de excepción única. […] Y todos los pueblos sometidos tienen hoy el mismo destino que las víc­ timas políticas y raciales del nacionalsocialismo sufrieron primero y con más fuerza porque eran las más débiles. No, no hay ninguna diferencia entre el destino de los bielorrusos tras la revolución de los soviets, el de los españoles tras la revolución de Franco, el de los noruegos tras la invasión de los nacio­ nalsocialistas. Todos han sido expulsados del país de su juventud y buscan una nueva patria. Todos son primero extraños en los nuevos países y todos tienen, en gratitud al país de acogida y por instinto espiritual de autoconservación, la obligación de volverse fieles ciudadanos de su nueva patria.12

Gebhardt sostenía así una percepción exclusivamente política de la perse­ cución de los judíos por parte de los nacionalsocialistas y colocaba la per­ secución racial al mismo nivel que las víctimas de dictaduras, revoluciones, guerras, guerras civiles y ocupaciones. Gebhardt parece haberse visto más afectado por la persecución nacionalsocialista en su identidad política y cívica que en su identidad judía. Por eso posiblemente no reconoció la dimensión antisemita de la persecución de los judíos por los nacionalso­ cialistas, y coincidía en cambio con la posición del Kommunistische Partei Deutschlands (KPD, Partido Comunista de Alemania), lo cual a su vez po­ dría explicar su proximidad al Deutsches Antifaschistisches Komitee (DAK, Comité Antifascista Alemán) y al Lateinamerikanisches Komitee der Freien Deutschen (LAKFD, Comité Latinoamericano de los Alemanes Libres). 11 “Unser Emigrantenlos. Zwei Anschauungen gegeneinander – der Leser hat das Wort”. 12 Boletín informativo – Gemeindeblatt, V, 4, 01.11.1941, p. 1

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El artículo del Dr. Filipp Maurer tocaba el núcleo de la identidad ju­ dío-alemana luego de la expulsión del Reich Alemán: Hablemos de la presente emigración. ¿Hemos emigrado? No. Nos han corrido de nuestros países de origen, echándonos pestes. Los únicos que han emi­ grado son aquellos que quisieron hacerlo por propia voluntad porque les re­ sultaba incompatible con su conciencia vivir bajo un régimen político opuesto a sus ideas, o porque no podían permanecer allí debido a su pasado político.13

A continuación añadía que para los judíos alemanes no había ninguna po­ sibilidad de equiparación. En noviembre de 1941 y en el otro extremo del mundo esta era una apreciación muy lúcida. Sin embargo, la cita expresa también que el régimen nacionalsocialista solo fue percibido como peligroso por haber ido aumentando su hostilidad contra la población judía. Con eso, la cita implica también que la propia emigración no se produjo por razones políticas. ¿Obedece la virulencia del ataque a un horror frente a la propia apreciación falsa y al tardío reconocimiento de que la huida era la única sal­ vación posible? El Dr. Maurer continúa: “Y cuando llegue el gran momento en el que seamos restituidos en nuestros derechos humanos y políticos, ¿po­ demos retornar entonces, como los demás, a nuestra patria? ¡No!”. Su con­ clusión es: “Estaremos en pie de igualdad con otros pueblos recién cuando tengamos lo que tienen los otros pueblos: una patria propia”.14 Con ello se desencadenaba en medio de la guerra, dentro de la co­ munidad judía alemana de Montevideo, la polémica sobre el significado de la persecución de los judíos por parte de los nacionalsocialistas para la identidad judía de los emigrantes procedentes de Alemania. ¿Cómo y dónde vivir en el futuro? ¿Era la nueva integración en el acogedor Uruguay el camino correcto? ¿O también aquí se cernían las amenazas de antisemi­ tismo y persecución? ¿Era Palestina un reaseguro o un objetivo concreto de reemigración? La participación y el discurso de Gebhardt en la manifestación anti­ fascista organizada por el Comité Alemán Antifascista (DAK) el 29 de octubre de 1942 en el auditorio del Ateneo de Montevideo fue la próxi­ ma piedra del escándalo. En ese acto participaron más de 700 personas, no solo exiliados judíos, sino también público y personalidades políticas uruguayas. En una carta abierta publicada en el Boletín informativo de no­ 13 Boletín informativo – Gemeindeblatt, V, 4, 01.11.1941, pp. 1 s., destacado en el original. 14 Boletín informativo – Gemeindeblatt, V, 4, 01.11.1941, p. 2.

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viembre de 1942 el Dr. Berets impugnó la toma de posición de Gebhardt a favor de “otra” Alemania: Su presentación como orador en un acto público organizado por el Comité Alemán Antifascista local bajo la divisa “Alemania no es Hitler” me lleva a expresarle […] mi sorpresa ante una actividad política de ese tipo por parte de un hombre que actúa en la vida pública de la colectividad judía […]. Permítame, estimado Dr. Gebhardt, dos preguntas. ¿Cómo se explica que ese “comité” poco numeroso esté integrado en su gran mayoría por judíos o (para no salirnos de su terminología) por alemanes judíos? En este país libre que es Uruguay, todos los alemanes tienen la libertad de afiliarse siguiendo su libre albedrío al grupo político de su elección, por tanto también al Comité Alemán Antifascista. A menos que usted no me proporcione una explicación mejor, para mí hay una sola respuesta: Alemania es Hitler. […]. Segunda pregunta: Su programa radial se denomina “alemán democrático”. ¿Por qué, estimado Dr. Gebhardt, son sus numerosos colaboradores casi exclusivamente judíos y algunos uruguayos aislados? ¿Por qué son sus clientes, que mantienen el programa económicamente, casi exclusivamente judíos y algunos urugua­ yos aislados? ¿Y por qué solamente hay ‘Amigos de la Voz del Día’ judíos, salvo quizás unos pocos uruguayos?¿Dónde están, con otras palabras, los objetos de su amor infeliz y unilateral, los alemanes, es decir, los alemanes no judíos? Respuesta: Alemania es Hitler. […] todo verdadero judío que entienda de po­ lítica tendrá que considerar su actividad pública como un gran daño, cuando no una suerte de traición, contra todos nosotros y contra el porvenir judío, y luchar contra usted y sus pocos amigos judíos que opinan como usted mien­ tras propaguen en público su amor unilateral e infeliz (cit. según Pohle 1990: 29 s.; subrayado en el original).

El ataque del Dr. Karl Berets, miembro de la asamblea de delegados de la NCI, fue de tono claramente hiriente. Su postura, en última instancia, no podía concitar mayoría en la comunidad, aunque el conflicto en torno a la cuestión de si había “otra Alemania” volvería a encenderse en muchas oportunidades. En su informe sobre la labor antifascista en América Latina, Paul Mer­ ker describió las dificultades que debió enfrentar el DAK en su intento de concienciar a la colonia alemana: Cuando los miembros del movimiento repartían invitaciones para una mani­ festación a la entrada de la iglesia alemana, las personas que habían guardado el volante en el bolsillo fueron conducidas de vuelta a la iglesia por elementos nazis y amenazadas con represalias si participaban en la manifestación.15 15 “Memorias...” de Paul Merker, p. 263. Stiftung Archiv der Parteien und Massenor­ ganisationen der DDR im Bundesarchiv (SAPNO, Fundación Archivo de partidos y

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Por supuesto podía uno vivir libremente en Montevideo siendo alemán, pero entonces tenía que romper por completo con la colonia alemana, lo cual podía aparejar consecuencias para la familia en Alemania. Hubo ale­ manes no judíos que integraron organizaciones antifascistas y participaron en manifestaciones, pero no fueron más que una minoría. En sus memorias, Merker se refirió también al acto del 29 de octubre de 1942 en Montevideo: El 29 de octubre de 1942 el Comité Alemán Antifascista convocó una mani­ festación bajo la consigna “Alemania no es Hitler”. El presidente de la Repú­ blica, el General Baldomir, envió en su representación al ministro del Interior. Al acto asistieron más de 700 personas, alemanes y uruguayos. Fue inaugura­ do por el Dr. Gil, conocido político demócrata del Uruguay. Luego hablaron el Dr. Karl (Leopold) Mayer sobre “La cultura alemana en el exilio”; el Dr. R. Obregón, sobre “Los antifascistas alemanes en la lucha internacional”; Käthe Eckermann, sobre “Las mujeres en la lucha antinazi”; Walter Telles, sobre “La juventud alemana”; el Dr. H. P. Gebhardt, sobre “La propaganda como arma en la lucha antifascista” y Alberto Castilioni y Willi Eckermann, sobre “Alemania no es Hitler”.16

Paul Merker fue uno de los miembros del Partido Comunista de Alemania que todavía en 1941/42 lograron escapar de la Francia ocupada a Méxi­ co. Fue el único miembro del comité ejecutivo del partido que no estuvo exiliado en Moscú. Desde México trabajó como director organizativo del LAKFD, se ocupó de la distribución de sus publicaciones y de los contac­ tos con los miembros en diferentes países latinoamericanos. Merker afirmó que Hermann P. Gebhardt, quien siempre subrayó su neutralidad, había sido miembro del LAKFD. Mencionó también como miembros del mis­ mo al Dr. Karl Leopold Mayer, al jurista Michael Placzek y a Arthur Levy, todos ellos socios de la NCI. Paul Walter Jacob, amigo de Gebhardt y di­ rector del Freie Deutsche Bühne (Teatro Alemán Independiente) de Buenos Aires, era miembro del LAKFD. Su carnet de socio aparece impreso en el libro de Uwe Naumann (1985: 163). Hasta donde conozco, no se ha hallado ningún carnet ni constancia de socio a nombre de Gebhardt. Fritz Pohle pone en duda que Gebhardt haya sido miembro del LAKFD, Mer­ organizaciones de la RDA em el Archivo Federal), Legado de Paul Merker, V 240/2, NL EA 1306 16 “Memorias...” de Paul Merker, pp. 263-268. SAPNO, Legado de Paul Merker, V 240/2, NL EA 1306.

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ker afirma que sí lo fue. ¿Se manifiesta también aquí el conflicto Este-Oes­ te? Durante la Segunda Guerra Mundial, muchos, también los Esta­dos Unidos, estuvieron más próximos a la Unión Soviética de lo que quisieron admitir luego. ¿Acaso también Gebhardt? ¿O se dejó engañar por la ‘po­ lítica de frente popular’ dispuesta por el VII Congreso Mundial de la In­ ternacional Comunista celebrado en 1935 en Moscú de establecer alianzas antifascistas también con los partidos burgueses? Otra explicación podría ser la proximidad de las posiciones de miem­ bros del LAKFD con las posiciones propias de Gebhardt. Un artículo pu­ blicado en la revista Freies Deutschland de noviembre de 1941 y atribuido a Anna Seghers decía: “No es nuestro país salvaje y bárbaro; salvaje y bárbaro en nuestro país es solo el fascismo. Y en qué país el fascismo no es salvaje y bárbaro” (cit. en Graf 2009: 465). Pero también hubo aprobación explícita a las manifestaciones de Geb­ hardt. El Dr. Nathan Rosenberg, nacido en 1869 y miembro de la NCI, escribió un texto de bienvenida para los participantes del Primer Congreso de los Alemanes Antifascistas de América del Sur celebrado en Montevideo en enero de 1943. El mismo fue publicado en la edición de marzo de 1943 de la revista Das Andere Deutschland (La Otra Alemania): En mi calidad de haber sido durante muchos años miembro de la comisión directiva de la que fue la Deutsche Friedensgesellschaft [Sociedad Alemana para la Paz] los saludo muy cordialmente en ocasión de la inauguración del Congre­ so Antifascista Alemán. Le deseo a este congreso el mayor éxito. La unión de todos los opositores liberales alemanes a Hitler es necesaria para que, cuando en un futuro ojalá no muy lejano colapse el hitlerismo, sea posible construir otra Alemania mejor en lo político y en lo económico. Coincido también ple­ namente con su última alocución radial en que no puede equipararse a todo el pueblo alemán con Hitler. Naturalmente, las capas dominantes del pueblo alemán son responsables por el hitlerismo y deben ser castigadas junto con él.17

En tal sentido, las opiniones de los miembros del Comité Alemán Anti­ fascista y de Das Andere Deutschland no eran muy distantes entre sí. El Dr. Rosenberg retornó a comienzos de la década de 1950 a su ciudad natal Essen, donde volvió a reinsertarse exitosamente como abogado y notario (Schmalhausen 1994: 187), y Gebhardt mantenía contacto con August 17 Das Andere Deutschland, V, 60, marzo de 1943, recorte consultado en el Archivo Ale­ mán del Exilio (Deutsches Exilarchiv der Deutschen Nationalbibliothek), Frankfurt am Main.

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Siemsen, La Otra Alemania y el Argentinisches Tageblatt, y remarcaba que su programa radial siempre estaba abierto a todas las agrupaciones. Que Gebhardt haya participado como orador en un acto público de importancia junto a políticos uruguayos no fue algo excepcional en él. Ya durante sus primeros pasos en el mundo de la radiofonía había establecido un contacto muy importante. En la emisora Radio Ariel conoció al políti­ co y futuro presidente Luis Batlle Berres, sobrino de José Batlle y Ordóñez, el gran político uruguayo. En 1938 Luis Batlle Berres acababa de regresar de su exilio en la Argen­ tina y se avocó de lleno a la actividad política bajo Baldomir, quien había prometido un retorno a la democracia. Batlle Berres tenía una posición crítica respecto a las potencias del Eje y apoyó a los Aliados durante la Segunda Guerra Mundial. Otros políticos conocidos de Gebhardt, con quienes él colaboró y que hablaron por los micrófonos de La Voz del Día fueron el socialista Pedro Cardoso y Julio V. Iturbide, jefe de prensa del Ministerio de Relaciones Ex­ teriores y miembro de la Comisión Parlamentaria Investigadora de Activida­ des Antinacionales, para la cual Gebhardt actuaba como traductor. Se trata­ ba del “Plan Fuhrmann”, un complot nazi para conquistar el Uruguay como cabeza de puente para dominar América Latina, un equivalente al llamado “Plan Patagonia” en la Argentina. Las fuentes de información disponibles no permiten determinar cuán concretos ni cuán peligrosos eran realmente esos planes. Lo cierto es que incluso el semanario TIME informó el 7 de octubre de 1940 sobre el “Plan Furhrmann” bajo el título “Funny Plot”. Siendo presidente de la Cámara de Diputados, Luis Batlle Berres h ­ abló en el programa de Gebhardt con motivo de la celebración del sexto aniver­ sario de La Voz del Día en 1944. Batlle Berres siempre mostró afecto por el joven emigrante de Alemania. También Hellmut Freund, el profesor de alemán de los dos hijos de Batlle Berres, quienes dejaron de asistir al Cole­ gio Alemán de Montevideo después de su alineación al nacionalsocialismo, encontró en él una cálida acogida y una amistad de por vida. Esos buenos contactos con la política uruguaya contribuyeron segura­ mente a que La Voz del Día pudiera volver a emitir en lengua alemana apenas ocho semanas después de la ruptura de relaciones diplomáticas. Gebhardt le escribió al respecto a Paul Walter Jacob el 2 de marzo de 1942: “Los decretos son el servil cumplimiento de las decisiones de Río. Se espera su restricción en cualquier momento. […] El ministro del Interior me ha asegurado que podré volver a emitir en alemán en los próximos días”. Tuvo que esperar

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algo más, como indica una carta a Jacob del 9 de marzo: “¡Mis gestiones no avanzan porque el ministro del Interior está veraneando en Punta del Este, cosa que nadie puede tomarle a mal!” (cit. según Pohle 1990: 15 s.). También el Boletín informativo de la NCI se vio afectado. El 31 de ene­ ro de 1942 apareció en español con el titulo “La ruptura de las relaciones”, pero poco tiempo después pudo volver a salir en alemán. Por entonces Gebhardt comenzó a irradiar una versión breve de “El mundo de hoy” y del resumen de noticias en español, sin que pueda deter­ minarse si lo hizo a raíz de presiones políticas o previniéndolas. Para junio de 1942 el programa ya salía al aire normalmente desde hacía tiempo. Gebhardt emitió un programa especial de La Voz del Día en conmemoración del aniversario de la invasión a la Unión Soviética del 21 de junio de 1941: “Se inició con el canto de la marcha fúnebre ‘Víctimas inmortales, a la tierra os entregamos’. A continuación Willi Eckermann hizo una alocución. La siguió el poema de Bertolt Brecht ‘An die deut­ schen Soldaten im Osten’ [‘A los soldados alemanes en el Este])”. En 1943, en ocasión del segundo aniversario de la invasión a la Unión Soviética, se realizó una actividad conjunta con los dos clubes deportivos judíos de Montevideo, el ITUS y el MACABI.18 En la publicación editada para conmemorar los siete años de La Voz del Día se publicó también un saludo aparecido en el Boletín informativo de la NCI del 9 de septiembre de 1944: Lo que La Voz del Día ha llegado a ser se lo debe sobre todo a la labor infa­ tigable y a la energía de su fundador y director, el Dr. Gebhardt. Él actuó al servicio de la libertad y la humanidad, y muchas veces avivó y sustentó nues­ tras vacilantes esperanzas.

Y en julio de 1945 el DAK escribió: “La Voz del Día es un valioso aliado en la lucha contra los nazis” (Gebhardt/Leyser/Sichel 1945: 11). Aparecen además otros mensajes de felicitaciones enviados por el Jüdische Wochenschau y el Argentinisches Tageblatt de Buenos Aires, el Aufbau de Nueva York y Alemania Libre de México. Los mensajes de felicitación impresos en la publicaciones dedicadas a celebrar el quinto y el séptimo aniversario de La Voz del Día representan a la mayoría de las organizaciones judías, así como a todo el espectro liberal y de izquierda (Gebhardt/Leyser/Sichel 1945: 12). 18 “Memorias...” de Paul Merker, pp. 264-268. SAPNO, Legado de Paul Merker, V 240/2, NL EA 1306.

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Figura 3: Portada de la publicación por el séptimo aniversario de La Voz del Día.

Sin embargo, los desencuentros dentro de la comunidad judía no desapa­ recieron. En el Boletín informativo del 20 de julio de 1946 se publicó una carta abierta firmada por Gustav Thalheimer, el Dr. Richard Frankfurter, Julio Löwengardt y el Dr. Walter Stern, quienes declaraban su decisión de retirarse de la NCI y justificaban ese paso por el desplazamiento del

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elemento liberal en favor de posturas ortodoxo-conservadoras.19 En 1948 hubo también intentos de poner fin a la cooperación entre la NCI y La Voz del Día por medio de una resolución de la asamblea de delegados, pero finalmente no prosperaron. Los iniciadores de estas acciones se vinculaban a tendencias sionistas o judeo-nacionalistas. Cuando, en una comparación poco feliz, uno de ellos caracterizó públicamente a Gebhardt y a su pro­ grama como “este tumor purulento en nuestro organismo”, se impusieron entonces las fuerzas que querían mantener la comunidad unida. En el Boletín del 27 de enero de 1948 Gebhardt replicó: Como toda la inmigración de habla alemana en Uruguay, debo mi formación, mi saber y mi concepción de la cultura a mi educación en Alemania. Y si aho­ ra aquí el Dr. Stryer y quienes piensan como él combaten la cultura alemana, lo hacen con las armas intelectuales de la misma y en lengua alemana, la única que dominan y en la que todos aprendimos a hablar y a pensar. Yo combatí la degeneración del espíritu alemán y la traición del nacionalsocialismo al hu­ manismo alemán antes que los hombres que ahora me atacan, precisamente porque, a diferencia de ellos, reconozco los valores imperecederos de la cultu­ ra alemana como el fundamento de mi vida intelectual. Goethe no encendió los hornos crematorios de Auschwitz. Mozart no compuso la Canción de Horst Wessel (cit. sg. Pohle 1990: 33).

En la publicación celebratoria de los 60 años de la NCI (1996) hay un capítulo dedicado a La Voz del Día. No se encuentra allí ninguna mención a las polémicas, sino solo la reproducción de una nota referida a un nuevo programa de radio en lengua alemana, que había aparecido en el Boletín en 1938: CX 50, Radio El Mundo. Desde el 21 de agosto se emitirá por CX 50 Radio El Mundo un programa en lengua alemana que sin duda contará en nues­ tros círculos con el mayor interés. En Montevideo hay muchas emisoras y programas en los más variados idiomas, pero faltaba sobre todo una emisora apolítica [!] en lengua alemana, una carencia tanto más notoria cuanto falta un diario alemán que pueda difundir rápidamente en nuestros círculos las últimas noticias e informaciones sobre actividades y noticias familiares. Como el programa, además de un servicio de noticias y actividades completamente apolítico y no partidario en todo sentido, promete buenos conciertos, varie­ dades e información sobre cine y deportes, esperamos este nuevo emprendi­ miento con gran interés (Nueva Congregación Israelita 1996: 41).

19 Boletín informativo – Gemeindeblatt, IX, 42, 20.07.1946, p. 19.

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Sin embargo, el deseo de ser informados en tiempos tan confusos y de elaborar los efectos de los sucesos políticos en el propio destino, que ya los había llevado a huir al otro extremo del mundo, era más fuerte de lo que había podido suponer el autor de este anuncio de un programa radial presuntamente apolítico. Cuando se trataba de política o del acontecer mundial, se hizo corriente entre los emigrados judío-alemanes en Uru­ guay preguntar: “¿Qué dice al respecto el Dr. Gebhardt?”. El espacio “El mundo de hoy“, que semejaba una nota editorial, era esperado, discutido y comentado. Allí se manifestaba la maestría de Gebhardt como periodista radial. En la publicación celebratoria de los siete años de La Voz del Día él describe cómo armaba ese comentario: Supongamos que, noventa minutos antes de que comience el programa, te­ nemos unas 150 noticias, ninguna de las cuales es en sí misma lo suficiente­ mente interesante como para justificar un comentario. Desecho 100 porque no aportan nada nuevo, o se repiten, o no son interesantes. Las 50 restantes se refieren a 17 temas diferentes. Las clasifico en: hechos / rumores verosímiles e inverosímiles / juicios. Me interesan exclusivamente el hoy y sus efectos para mañana. Lo de ayer lo utilizo solo para explicar o completar lo actual. […] Ordeno las noticias y busco los puntos de vista principales. Los detalles y las transiciones las encuentro al escribir a máquina (Gebhardt/Leyser/Sichel 1945: 7).

Para el comentario en alemán le quedaban cinco minutos y tres para la traducción al castellano. Lamentablemente se desconoce si el archivo de Gebhardt se ha conservado. Hans-Jürgen Puhle, quien lo conoció en Mon­ tevideo en la década de 1960, señala la meticulosidad con que Gebhardt escribía a máquina sus artículos con copia en carbónico y guardaba inme­ diatamente una copia en su archivo.20 Si se pudiese acceder a esos docu­ mentos, se podría reconocer mejor su papel como líder de opinión en base a los temas seleccionados para “El mundo de hoy”. El amplio programa, que abarcaba desde consejos para la salud y las compras, pasando por la astronomía y la cultura, hasta las noticias del día y el comentario “El mundo de hoy”, contaba con una gran audiencia entre los emigrados judío-alemanes en Uruguay. En el marco de ese pro­ grama dirigido a entretener y orientar, ellos se veían confrontados con los comentarios políticos de Gebhardt. Ese estímulo a la discusión política 20 Comunicación del Prof. Hans-Jürgen Puhle a la autora en una entrevista realizada en enero de 2012 en Frankfurt am Main.

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era valorado por la mayoría de los oyentes. De ello dan testimonio las in­ contables cartas de oyentes que Gebhardt recibió cada vez que mencionó públicamente la posibilidad de cerrar La Voz del Día.

Figura 4: Anuncio del programa radial.21

Cuando en 1968, en ocasión del trigésimo aniversario del programa, anunció su intención de dejarlo para dedicar todas sus energías a su traba­ jo como corresponsal de varios periódicos alemanes, le llegaron cientos de cartas de protesta. Extractos de algunas de ellas fueron reproducidos en la publicación especial por el aniversario: Todos los días de 8 a 9 de la noche se suspenden todas las actividades en nuestra casa…. Sobre todo su ‘Mundo de hoy’ nos es casi imprescindible, pues reemplaza los editoriales de los buenos periódicos a que estábamos tan acostumbrados allá antes.22

Otro testimonio:

21 Boletín informativo – Gemeindeblatt, febrero de 1941, p. 16 22 La Plata Post, 27.05.1968, Suplemento especial, p. 6.

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Incluso mi yerno, que no sabe alemán, cada vez que la situación política mun­ dial o en el país se pone crítica, siempre pregunta: ‘¿Qué dice el Dr. Gebhardt de la situación?’23

En casi todas las cartas se señalaba la gran importancia que el programa radial tenía para los oyentes y cómo se había transformado en parte de su vida diaria: “Esté donde esté, entre las 7 y las 8 de la noche miro la hora para estar a tiempo en casa para el programa de La Voz del Día.24 Pero además de la importancia del programa con relación a la informa­ ción política sobre el acontecer mundial, sobre la cultura y sobre la vida en Montevideo, las cartas revelan otro aspecto de La Voz del Día: Su programa es parte de nuestra comunidad. Eso lo noté sobre todo una vez que estaba mirando televisión en Alemania y de pronto apareció usted en la pantalla hablando con algún presidente sudamericano. Entonces se apoderó de mí la nostalgia por el Uruguay, por este país que, pese a sus muchas dificul­ tades y contrariedades, en estos treinta años se convirtió en nuestra patria.25

El programa radial se había convertido así también en un enlace entre el desaparecido mundo alemán-judío anterior a Hitler, el cual recreaba diariamente por medio de las grabaciones, y el Uruguay, la nueva patria. Hellmut Freund, miembro del equipo de La Voz del Día, lo expresó así: Los emisores y los receptores venían de un mundo de antaño, y muchas veces se preguntaban desconcertados qué poseían todavía, qué parte de su origen ya era pasado y cuál aún presente. El micrófono y los parlantes, sin embargo, se hallaban en un mundo nuevo que brindaba vida nueva y exigía obras nuevas (Freund 1958: [12]).

23 La Plata Post, 27.05.1968, Suplemento especial, p. 7. 24 La Plata Post, 27.05.1968, Suplemento especial, p. 6. 25 La Plata Post, 27.05.1968, Suplemento especial, p. 7.

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Figura 5 y 6: Publicación por el vigésimo aniversario de La Voz del Día.

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La actuación de Gebhardt después de 1945

Pese a haber defendido la “otra Alemania”, después de la guerra Gebhardt permaneció en Uruguay. También este hecho fue resaltado en la nota ne­ crológica de El País: “Amó entrañablemente al Uruguay y siempre se sintió comprometido con los destinos de nuestro país”.26 Tuvo la fortuna de po­ der compensar su posible nostalgia por Alemania con la labor que cumplió desde La Voz del Día tendiendo puentes con la joven RFA. Se mantuvo en contacto con ella como corresponsal de la emisora Südwestfunk de Stutt­ gart y de los periódicos Frankfurter Rundschau y Stuttgarter Zeitung. Escri­ bió también artículos para periódicos suizos y holandeses, para Die Zeit de Hamburgo, el Tagesspiegel de Berlín occidental, el Aufbau de Nueva York y el Argentinisches Tageblatt de Buenos Aires. Gebhardt estableció buenos contactos con los primeros embajadores que representaron a la la República Federal de Alemania en Uruguay, el Prof. Gustav Herbig y el Dr. Georg Rosen.27 En 1950 llegó a Montevideo el primer embajador alemán de la posguerra, Gustav Herbig, quien había sido antes diputado por el SPD en el Parlamento Federal. Él encontró en mi programa radial el instrumento adecuado para establecer buenas relaciones con la emigración y los círculos alemanes pro­ gresistas. Habló con frecuencia en La Voz del Día, a la cual manifestó en gran medida su solidaridad. Sentó las bases de las buenas relaciones con el gobierno de Bonn a través, entre otras cosas, de una visita al Presidente Federal Heuss, que fue sugerida por él (cit. en Pohle 1990: 10).

Los políticos alemanes que llegaban a Montevideo hablaban siempre por el micrófono de La Voz del Día. Sin embargo, cuando Gebhardt se enteró de que el ministro general de la Cancillería Hans Globke iría a Montevideo en abril de 1957 como representante de la República Federal con motivo de la inauguración de los vuelos directos de Lufthansa a Montevideo, reaccionó en forma y amenazó a la Embajada de la RFA con la devolución de todos los pasaportes de los judíos alemanes que acababan de volver a adoptar 26 El País, Montevideo, 14.11.1984, recorte consultado en el Archivo Alemán del Exilio (Deutsches Exilarchiv der Deutschen Nationalbibliothek), Frankfurt am Main. 27 El Dr. Georg Rosen es otra personalidad caída injustamente en el olvido. Su persona recibió un poco de atención a raíz de la película John Rabe. Al servicio del Ministerio de Relaciones Exteriores igual que su padre entró como “medio judío” en conflicto con los nacionalsocialistas. Se hallaba entonces en China y llevó a Nankín la idea de crear una zona de seguridad para la población civil china (Wickert 1997).

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la ciudadanía alemana como ciudadanía doble. Por su parte, el Comité Central Israelita del Uruguay, la asociación de las organizaciones judías del país, amenazó realizar una manifestación de protesta.28 Globke permane­ ció en Alemania, a la inauguración viajó Hermann Kohlhase, ministro de economía de Renania-Westfalia, y Lufthansa designó al emigrado judío Moser como director de sus oficinas en Montevideo.29

Figura 7: Willy Brandt, Elfi Gebhardt, Fritz Loewenberg y Hermann P. Gebhardt durante la visita a Montevideo de Willy Brandt, entonces ministro de Relaciones Exteriores del gobierno de la Gran coalición, octubre de 1968.30

En 1971 se publicó en Alemania un libro de Gebhardt titulado Guerillas: Schicksalsfrage für den Westen. Die lateinamerikanische Revolutionsbewegung (“Guerrillas. Una cuestión decisiva para Occidente. El movimiento revolucionario latinoamericano”). Su análisis de los movimientos revolu­ cionarios latinoamericanos resulta de gran interés todavía hoy. Alejado de 28 Der Spiegel, 10.04.1957, p. 66. 29 Agradezco la información sobre estos acontecimientos a Inés Hagemeyer (apellidada de soltera Loewenberg) y a su esposo Bernd Hagemeyer. Inés fue testigo del “caso Globke” en su juventud en Montevideo. Su padre, Fritz Loewenberg, era el número dos de La Voz del Día. 30 Fotografía de Edgar Sichel (1968), proporcionada amablemente por Ines Hagemeyer.

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toda euforia izquierdista, examina la situación país por país sin cerrar los ojos a la desigualdad creciente, también precisamente en un país hasta en­ tonces relativamente exitoso económicamente como Uruguay. El análisis de la situación política y económica de distintos países latinoamericanos (Guatemala, Colombia, Bolivia, Perú, Argentina y Uruguay) y su con­ textualización en el marco global de la Guerra Fría se leen hoy, cuarenta años después, como una estimación notablemente perspicaz del éxito de los movimientos revolucionarios. Es prácticamente imposible eliminar la persistente obstinación de la oligar­ quía en los círculos de los que hoy tienen entre 50 y 60 años de edad, pero sus hijos deben reconocer por la Revolución cubana, el curso marcadamente anticapitalista de los oficiales peruanos y la elección de Allende en Chile que con su egoísmo de grupo no llegarán a ninguna parte. Perderán todo si no están dispuestos a hacer concesiones. También América Latina debe llegar a ese “capitalismo flexible” con el que los estados industrializados de Occidente lograron conjurar el peligro del comunismo (Gebhardt 1971: 151).

En este punto resulta fácil acusar a Gebhardt de anticomunista. Sin embar­ go, sería deseable analizar la evolución política y social de América Latina en tanto escenario de la Guerra Fría y poner en evidencia las consecuencias tanto para los movimientos de liberación como para las tendencias repre­ sivas de los poderosos. Porque Gebhardt colocaba los movimientos revolu­ cionarios latinoamericanos en el contexto de la Guerra Fría: Puede haber dudas de que los Estados Unidos puedan prescindir de las llama­ das “materias primas estratégicas” de América Latina. Pero, pese al debilita­ miento de los Estados Unidos y la disminución de su capacidad y disposición intervencionista, hay que suponer que no estarán dispuestos a renunciar sin luchar a posiciones que les son vitales (Gebhardt 1971: 159).

Quedó demostrado que la capacidad de obstinación de las oligarquías lati­ noamericanas era mucho mayor de lo que Gebhardt con su sentido común suponía, y que esa persistencia llegaría a un pacto fatal con las aspiraciones globales de los Estados Unidos. La intervención de los Estados Unidos en Chile fue el punto de partida de los años perdidos de América Latina, en los que uno a uno los países fueron sumergiéndose en dictaduras sangrien­ tas y catástrofes económicas. Cuando el programa cumplió cuarenta años en 1978, el periódico ale­ mán Frankfurter Allgemeine Zeitung publicó un artículo titulado “­Deutsche

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Stimme in Uruguay” (“Una voz alemana en Uruguay”), en el que, según Hans-Jürgen Puhle, se caracterizaba acertadamente a Gebhardt: Sus amigos y sus contrincantes saben sobradamente que este “liberal de izquier­ da” no se deja intimidar ni comprar. No es Gebhardt alguien que emplee fór­ mulas diplomáticas para andarse con rodeos. Expone su opinión ante el micró­ fono con la ira del justo y el temperamento del joven de corazón. A veces, luego de formular una conclusión inequívoca quedó entre todos los bandos. Contra todo pronóstico, hasta ahora siempre ha vuelto a ponerse de pie.31

Quizás el secreto de su éxito y de su audiencia amplia y fiel, en la que había muchas personas más bien apolíticas, fue que era un periodista confiable que jamás renegó de su patria política ni de su propia opinión. Sus cla­ ros análisis de los sucesos del día hacían comprensibles los acontecimien­ tos políticos y dejaban al mismo tiempo espacio para la opinión propia. Gebhardt ofrecía los elementos para las discusiones y uno podía estar se­ guro de que ejercía su oficio con responsabilidad y a conciencia. Sobre esa base, este liberal de izquierda burgués llegaba a una gran audiencia para la cual él encaraba en forma vicaria conflictos fundamentales, como la cues­ tión de cuál podría ser la actitud de los exiliados judío-alemanes respecto a su antigua patria. También Fritz Pohle considera a Gebhardt una figura clave de la co­ munidad de exiliados germanohablantes en Uruguay: En realidad el gran grupo de los emigrantes tenía una postura antinazi como resultado de su situación de emigración, pero más allá de eso eran más bien apolíticos. Justamente entre ellos, inmersos en un contexto de medios de co­ municación en lengua extranjera, “El mundo de hoy”, la voz de un exiliado como ellos, tenía que tener efecto de formador de opinión. Esta circunstancia tuvo gran importancia para la configuración de la relación entre el programa radial y la minoría de exiliados políticamente activos, fragmentada en múl­ tiples asociaciones y agrupaciones. Por su monopolio, la emisión radial era para estas últimas un multiplicador potencial de su propia causa. Gebhardt se convirtió, más allá de la importancia de la radio, en una figura clave de la vida política de los emigrantes en Montevideo y tenía que empeñarse en mantener la independencia del programa y de sus propias posiciones políticas entre grupos de interés rivales (Pohle 1990: 27 s.).

31 Frankfurter Allgemeine Zeitung (1978), recorte consultado en el Archivo Alemán del Exilio (Deutsches Exilarchiv der Deutschen Nationalbibliothek), Frankfurt am Main.

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Luego de la guerra, Gebhardt viajó a Alemania, representando de cierta manera a muchos, y envió desde allí sus informes al Uruguay. En Montevi­ deo interrogaba a los políticos alemanes que visitaban oficialmente el país. Siempre se trataba también de la política de la RFA con respecto a los an­ tiguos ciudadanos alemanes, como puso claramente en evidencia el affaire en torno a Globke. A través de sus contactos con la RFA, ya como viajero en Alemania o como corresponsal para América del Sur de periódicos ale­ manes, continuó su labor de integración y tendió puentes. En el contexto de la Guerra Fría la integración fue exclusivamente con la parte occidental. La carta del Dr. Arthur Schleimer del 15 de marzo de 1958, publica­ da con motivo del vigésimo aniversario del programa, explica el éxito de Hermann P. Gebhardt desde la perspectiva del oyente, y seguramente de muchos como él: ¡Qué valor se requería para mantener la línea a pesar de todas las resistencias y los intentos de presión! La Voz del Día era el único foro desde el cual se podían difundir emisiones de convicción democrática honesta en lengua ale­ mana … No se trata solamente de las noticias cuidadosamente seleccionadas y comentadas que nos transmiten una visión clara de la situación mundial, sino también de los programas culturales, que se encuentran a un nivel capaz de satisfacer las más altas exigencias. Elijo al azar unos pocos ejemplos: pasajes de obras de Thomas Mann leídos por el propio poeta; conferencia pronunciada por el Dr. Rosen, Embajador de la República Federal de Alemania, en el lugar de nacimiento de Shakespeare; discurso de Adenauer sobre el desarme. ¡Todos temas de una palpitante actualidad! Uno recuerda las palabras de Goethe, pronunciadas más de un siglo antes de la invención de la radio: “De ahora en adelante y aquí comienza un nuevo periodo de la historia universal y vosostros podeís decir que habéis estado presentes” (Gebhardt/Leyser/Sichel 1958: 24).

El fin de La Voz del Día puede ser visto positivamente como signo de integración exitosa. La audiencia que todavía escuchaba el programa en 1993 era muy reducida y los colaboradores que quedaban en torno a Elfie Gebhardt habían superado largamente la edad de jubilarse.

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Referencias bibliográficas Freund, Joachim Hellmut (1958): “Vom Sinn der Sendung”. En: Gebhardt, Hermann P./ Leyser, Hanns/Sichel, Edgar (eds.): La Voz del Día 1938-1958 / Die Stimme des Tages 1938-1958. Montevideo: sin editorial, pp. 12-13. Gebhardt, Hermann P. (1971): Guerrillas: Schiksalsfrage für den Westen. Die lateinamerikanische Revolutionsbewegung. Stuttgart: Seewald. Gebhardt, Hermann P./Leyser, Hanns/Sichel, Edgar (eds.) (1943): Fünf Jahre La Voz del Día. Montevideo: sin editorial. — (1945): La Voz del Día. 7 Jahre Die Stimme des Tages. Montevideo: sin editorial. — (1958): La Voz del Día 1938-1958 / Die Stimme des Tages 1938-1958. Montevideo: sin editorial. Graf, Philipp (2009): “Angesichts des Holocaust: Das deutschsprachige kommunistische Exil in Mexiko-Stadt 1941-1946“. En: Jahrbuch des Simon-Dubnow-Instituts 8, pp. 451-479. Naumann, Uwe (1985): Ein Theatermann im Exil: Paul Walter Jacob. Hamburg: Ernst Kabel. Nueva Congregación Israelita (ed.) (1996): 60 Años de la NCI. Montevideo: NCI. Pohle, Fritz (1990): La Voz del Día – Die Stimme des Tages. Eine Rundfunkstunde der Emigration in Montevideo. Mit einem Beitrag von Hermann P. Gebhardt. Hamburg: manuscrito inédito. Pütter, Conrad (1986): Rundfunk gegen das Dritte Reich. Ein Handbuch. München: Saur. Schmalhausen, Bernd (1994): Schicksale jüdischer Juristen aus Essen 1933-1945. Bottrop: Pomp. Wickert, Erwin (ed.) (1997): John Rabe. Der gute Deutsche von Nanking. Stuttgart: DVA.

El “Súper Austríaco”. Fritz Kalmar en América del Sur Raquel García Borsani

El presente trabajo refiere aspectos de la vida y la obra del escritor aus­ tríaco Fritz Kalmar (Viena 1911-Montevideo 2008), quien fuera además abogado, actor y director teatral, periodista y cónsul honorario de Austria en Uruguay. Su accionar político como organizador social del exilio en Bolivia primero, y como cónsul honorario en Uruguay después, se caracte­ rizó por la actitud conciliatoria frecuentemente considerada innata al “ser austríaco” por cuya verosimilitud y viabilidad trabajó intensamente. Tras presentar su trayectoria entre Europa y América del Sur, se analizará su compromiso contra el fascismo y por la causa de una Austria independien­ te y democrática al frente de la Federación de Austríacos Libres de Bolivia, país en el que vivió entre 1939 y 1953. En tercer lugar indagaremos en los motivos de su no repatriación y en la difícil relación íntima entre Kalmar y la Austria de posguerra. En cuarto lugar referiremos su activa defensa de los derechos humanos y de principios demócrata-liberales en tanto cónsul honorario de Austria en Uruguay, país en el que residió desde 1953. Por último, el análisis de varios de sus textos (parte de su correspondencia y de sus artículos periodísticos, una pieza teatral estrenada en Viena en 1977 y la obra narrativa publicada en los once últimos años de su vida), completará el retrato de un gran humanista apasionado por el rescate y la promoción de ciertos valores de la “patria perdida”.1

1 El legado de Fritz Kalmar se conserva desde mediados de la década de 1990 en la Österreichische Exilbibliothek (Biblioteca Austríaca del Exilio), merced a la gestión de su entonces directora Ursula Seeber. Esa biblioteca, donde investigamos en junio de 2010, es una sección del Centro de Documentación de Literatura Austríaca Moder­ na y funciona en el centro cultural Literaturhaus Wien. Agradecemos por su valiosa ayuda al personal de la biblioteca, particularmente a Ursula Seeber y a Jana Waldhör, así como a Roberto Kalmar, sobrino de Fritz Kalmar, y su familia. La descripción del legado puede consultarse en: (10.08.2017). Todas las traducciones de las citas originales del alemán al castellano son de la autora.

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Una trayectoria marcada por el exilio

Nacido el 13 de diciembre de 1911 en la ciudad de Viena, por poco tiempo más capital del desfalleciente Imperio Austrohúngaro, en la tercera gene­ ración de una extensa familia judía asimilada, Fritz Kalmar habría querido dedicarse al teatro y la filosofía, pero para mejor ayudar a su madre, quien ganaba con un pequeño negocio de comida callejera el sustento propio y el de sus tres hijos desde la temprana muerte en 1927 de su esposo, empleado bancario, estudió Derecho y se recibió de abogado en 1935. Trabajó en un bufete en Viena hasta que en 1938 la anexión de Austria por la Alemania nazi lo empujó al exilio (R. Kalmar 2009: 6-9). Escapó como marinero de un buque noruego en el que trabajó varios meses antes de arribar en 1939 al puerto peruano de Talara. Desde allí se trasladó a Bolivia, donde le es­ peraba uno de sus hermanos y adonde llegaron luego su segundo hermano y su madre (F. Kalmar cit. según Eisenbürger/Küppers 1999: 2). Otros dieciocho miembros de la familia Kalmar morirían en Europa víctimas del nacionalsocialismo (F. Kalmar 2005; Saint Sauveur-Henn 2003: 96, 2005: 595). Los primeros años en La Paz, Kalmar se ganó la vida pintando pare­ des, vendiendo pantallas para lámparas, dando clases particulares de inglés. Más tarde fue empleado y después socio en una pequeña tienda de joyas y antigüedades, lo que le deparó el encuentro con dos coterráneos que se­ rían decisivos en su vida: Georg Eisler von Terramare, poeta y dramaturgo convertido al catolicismo, por vía materna también de lengua y cultura in­ glesa, y su esposa que lo siguió al exilio, la actriz Erna Terrel, figura impor­ tante del Teatro Alemán de Praga. Fueron ellos en la tienda los patrones, luego los socios y pronto los mejores amigos de Kalmar. Amantes como él de las letras, la música y el teatro vieneses, Terrel y Terramare encarnaron una parte esencial de la idea de Austria que Kalmar forjó a lo largo de toda su vida. A ellos se sintió unido por la cultura, la pasión por la patria perdi­ da y el rechazo al fascismo. Junto a ellos imaginó y realizó varios proyectos sociales y culturales con la esperanza de recuperar el lejano y añorado país (F. Kalmar cit. según Eisenbürger/Küppers 1999: 4). Kalmar y Terramare hicieron un programa radial de noticias en inglés y en alemán hasta que el gobierno boliviano lo prohibió. Para facilitar la vida de sus coterráneos exiliados en Bolivia, y sobre todo para abrirles un horizonte de futuro y promover con y para ellos una Austria no fascista y democrática a la cual retornar, cofundaron en 1941 la Federación de Austríacos Libres en Bo­

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livia, organización que Kalmar dirigió seis años y entre cuyas actividades destacó la teatral, como se precisará más adelante. En 1953 Kalmar contrajo matrimonio con Terrel, viuda de Terramare desde 1948, y con ella emigró al Uruguay. Los 3.700 metros de altura de La Paz se habían vuelto un grave problema para la salud de Erna y ese fue uno de los motivos para decidirse a dejar Bolivia. En el nuevo destino, los primeros años fueron muy duros desde el punto de vista laboral y eco­ nómico. Kalmar trabajó primero como administrador en la fábrica textil “Sedafina” del ingeniero Heinrich Neumann, quien también había estado exiliado en La Paz, puesto cuyas condiciones y beneficios distaban consi­ derablemente de lo prometido en Bolivia. También se desempeñó como profesor de inglés y como traductor literario del castellano al alemán para una editorial suiza. Desde el mismo año de su llegada ofició como vice­ cónsul honorario de Austria, apuntalando así, como había hecho en Boli­ via, la tarea del cónsul general honorario, cargo que en Uruguay ocupaba el mismo Heinrich Neumann. Cuando éste cesó, Kalmar fue nombrado cónsul general honorario de Austria en Uruguay (F. Kalmar cit. según Ei­ senbürger/Küppers 1999: 7 s.). En 1957 la Cancillería Federal de Austria le obligó a elegir entre sus funciones como cónsul y su actividad escénica en el grupo teatral Kammerspiele, fundado por él en Montevideo,2 y Kalmar renunció con disimulado pesar a la actuación teatral. Apenas repuesto de un infarto cardíaco, viajó con Erna a Europa entre diciembre de 1957 y enero de 1958, y ofreció allí sus servicios como corresponsal para América Latina a numerosos medios de prensa. Poco después comenzó a escribir, bajo seudónimos, artículos periodísticos en los que durante casi cuarenta años analizó desde Montevideo el acontecer político en el subcontinente. Mientras las familias de sus hermanos, también emigradas de La Paz a Montevideo en la década de 1950 y allí acrecidas (R. Kalmar 2009: 19) regresaron a Austria cuando en Uruguay arreciaba la violencia política a comienzos de la década de 1970, Fritz Kalmar y su esposa permanecieron en Uruguay. Erna falleció en 1985 tras haber padecido más de ocho años las consecuencias de un derrame cerebral (F. Kalmar 1997: 9). Kalmar perseveró en Uruguay y realizó al Estado austríaco los aportes que en 1990 le permitieron acceder a una jubilación. Un total de 38 años sirvió Kalmar 2 Dokumentationsstelle für neuere österreichische Literatur. Österreichische Exilbiblio­ thek im Literaturhaus Wien. Sammlung Fritz Kalmar, Nachlass N1.EB-29 (en ade­ lante: Oesterr. Exilbib., N1.EB-29), II.1, Meinrad Falser al Consulado austríaco en Montevideo (10.04.1957).

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a Austria en forma honoraria como diplomático. Una vez retirado de sus tareas consulares y periodísticas, se dedicó a viajar con cierta frecuencia a Europa e Israel, a cultivar amistades a ambos lados del Atlántico, a reunir sus trabajos literarios de muchos años, y a leer y escribir. Hacia 1995 la filóloga Ursula Seeber, directora de la Biblioteca Aus­ tríaca del Exilio, entrevistó a Kalmar en Montevideo, descubrió su obra narrativa y propició su publicación en Austria, proyecto alentado también por el escritor austríaco Erich Hackl. Cinco libros de narrativa de Fritz Kalmar se publicaron en Viena entre 1997 y 2005, y le reportaron gran reconocimiento como escritor. El autor ingresó en 1999 al PEN Club de Austria y recibió en 2002, conjuntamente con el vienés Alfredo Bauer, originalmente exiliado en Argentina, el “Premio literario Theodor Kramer de escritura en la resistencia y el exilio” (Hackl 2003). Kalmar pasó sus últimos años rodeado de la familia de sus amigos uru­ guayos Ana y Jorge Pelufo. Falleció a la edad de 96 años en Montevideo el 8 de junio de 2008. Sus restos descansan junto a los de su esposa en el Cementerio Británico de esa ciudad (R. Kalmar 2009: 24). El exilio en Bolivia La visión eurocéntrica

Los sentimientos de Kalmar hacia el continente latinoamericano que lo acogió, particularmente hacia Bolivia, fueron de gratitud y ajenidad pro­ fundas, lo común entre la gran mayoría del conjunto de 5.000 a 7.000 personas de habla alemana que desde 1939 hallaron refugio en ese país (von zur Mühlen 1988: 211). En efecto, los refugiados provenían mayo­ ritariamente de un contexto cultural urbano y pequeño-burgués, lo cual dificultó su adaptación a una sociedad política y socialmente inestable de estructuras económicas en parte neo-coloniales y pre-capitalistas, cuyas di­ versas lenguas y culturas les resultaron generalmente inaccesibles. Mientras aspiraban a un mejor destino migratorio (Spitzer 1998: XI), los exiliados de habla alemana introdujeron un contingente importante de oficios, mo­ dos de vida e ideales propios de una clase media hasta entonces inexistente en el país. Entre 1947 y 1960 la enorme mayoría de ellos efectivamente abandonó Bolivia para retornar a su patria o volver a emigrar, esta vez a los Estados Unidos o Israel, o, como Kalmar, a los países del cono sur de Amé­ rica Latina, que en términos económicos, demográficos y culturales les

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resultaban menos distantes del país de origen que Bolivia (von zur Mühlen 1988: 294). El fenómeno de la aculturación, en tanto síntesis de elementos de la cultura de origen y la cultura receptora (Strauss 1985: 9), está por com­ pleto ausente en la primera generación de emigrados y se consumará con éxito variado recién en las generaciones siguientes. Kalmar confesó su pesar por dejar el país que le había salvado la vida sin haber logrado establecer, en catorce años, lazos de amistad profunda con ninguno de sus conocidos bolivianos (F. Kalmar cit. según Eisenbürger/Küppers 1999: 3; Saint Sau­ veur-Henn 2003: 96). Las grandes dificultades para participar activamente en la sociedad de acogida consolidaron la visión eurocéntrica de los exiliados. Un desembo­ zado testimonio del escaso aprecio por la cultura del país de acogida resulta el apócrifo “Diario imaginario del Dr. Gebhardt”,3 escrito en clave humo­ rística en 1951 por Kalmar y Terrel en ocasión de la estadía en Bolivia de su amigo, el periodista alemán Hermann P. Gebhardt, quien desde 1938 realizaba en el exilio montevideano el exitoso programa radial en alemán Die Stimme des Tages (La voz del día). Las entradas en el “diario” dan cuenta en tono burlón del estrepitoso, degradante proceso sufrido por el viajero. Si al comienzo del diario se confiesa deslumbrado por el país andino al que ha llegado atraído por su “cultura exótica” y sus paisajes majestuosos, con cada día aumentan su desconcierto y temor ante situaciones violentas que no comprende. Transcurridos los 24 días de su estadía, el presunto diarista implora que, si no lograra regresar con vida a Montevideo, al menos su cuerpo sea trasladado allí para ser enterrado. El organizador social. Kalmar y la Federación de Austríacos Libres en Bolivia

Fritz Kalmar encontró en la Federación de Austríacos Libres en Bolivia (de aquí en adelante designada con su abreviatura FAL) el instrumento por excelencia para su acción política. La asociación fue fundada pocos meses antes de que el gobierno de Bolivia cediera a las presiones de Washington en enero de 1942 y rompiera relaciones diplomáticas con los países del Eje, con los que simpatizaba, para alinearse con los Aliados. Fue en parte pre­ 3 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.4, Fritz Kalmar/Erna Terrel: “Imaginaeres Tagebuch des Dr. Gebhardt. Notizen waehrend seines Besuches in Bolivien, nicht geschrieben und seinen Hoerern vorenthalten von ihm…” (mecanografiado, 2 págs.): pp. 1 s.

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viendo ello que Kalmar (sin pertenencia partidaria confesa, posiblemente legalista), Terramare (legalista confeso) y Richard Adler (simpatizante del Partido Social-Demócrata de Austria) fundaron esta organización a la que Kalmar confirió gran pujanza y marcó como nadie. La FAL contó hasta 1947 un promedio de 250 a 270 socios con sus familias, que aportaban una módica cuota social. Kalmar calificaría más adelante de proeza la misma creación de una asociación de exiliados aus­ tríacos, considerando la aversión que gran parte de ellos había desarrollado con respecto al país que había sido su patria pero los había humillado, perseguido y expulsado, destruyendo también lo que más amaban. Para lograr que sus compatriotas accediesen a organizarse en la FAL, sus impul­ sores les convencieron de la inconveniencia de seguir siendo considerados “alemanes” una vez que Bolivia declarara la guerra a Alemania. También fue un logro importante convencer a las autoridades bolivianas para que registrasen como austríaco a todo miembro de la FAL que pudiese exhibir su carnet de socio pese a que “entonces Austria no existía más en el mapa”.4 La comisión directiva elaboró los estatutos y las líneas de trabajo de la asociación. El cometido básico era ayudar a los exiliados en sus gestiones ante las autoridades bolivianas y en todo lo necesario para insertarse y de­ sarrollar sus actividades en el país. Los estatutos consagraron los principios básicos del suprapartidismo y de la libertad de opinión individual: “Cual­ quier austríaco podía ser miembro de la FAL sin importar a cuál corriente político-partidaria perteneciera, con una excepción: los nacionalsocialistas estaban excluidos” (F. Kalmar 2003: 230). La asociación, probablemente merced a las cualidades mediadoras de Kalmar, pronto fue reconocida por las autoridades bolivianas y participó cada año en los desfiles patriótico-cívicos que conmemoraban en Bolivia el 16 de julio la “Revolución de La Paz” de 1809, y el 6 de agosto la De­ claración de la independencia de 1825. No aspiró, sin embargo, a la plena integración de los exiliados en el país, por cuanto su objetivo esencial era la lucha por una Austria independiente y democrática a la que regresar. Kal­ mar presidió la FAL desde febrero de 1943 a enero de 1948. Las reuniones semanales de la comisión directiva se celebraron al principio en el restau­ rante Danubio Azul, propiedad de un socio, pero pronto se reunieron los fondos para alquilar como sede un piso en un edificio céntrico de La Paz, 4 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, III, Kalmar, Fritz cit. según Schwab, Andrea: “Interview mit Dr. Fritz Kalmar am 17.09.1987 in Wien” (mecanografiado, 39 páginas), p. 12.

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al que se acondicionó con un pequeño escenario teatral, una cocina y un restaurante en concesión a una familia exiliada. Desde entonces, el “Hogar austríaco” fue un prominente punto de encuentro de los exiliados de habla alemana en La Paz, un espacio de recreación y recuperación de la cultura de origen, una “Heimwehküche” o “cocina de añoranzas”, en palabras de Kalmar (F. Kalmar 2003: 229). La FAL colaboró en la lucha antifascista con otras asociaciones del exilio austríaco y apoyó al Comité Central Latinoamericano de Austríacos Libres, creado en Montevideo el 30 de octubre de 1943 y vinculado a su vez al Movimiento Mundial Austríaco con sede en Londres (Free Austrian World Movement / Freie Österreichische Bewegung), organización bajo el do­ minio más o menos velado de los comunistas que coordinaba el trabajo de un conjunto importante de organizaciones de austríacos en el exilio, asesoraba a los austríacos que combatían en filas británicas y colaboraba en la confección de programas radiales antinazis de la BBC dirigidos a la población de Austria. La importancia del teatro de la FAL

En el extenso y cambiante “caos de organizaciones” rivales que caracterizó al exilio en Bolivia (von zur Mühlen 1988: 211-238), la FAL se destacó particularmente por su actividad teatral, el instrumento más eficaz de su labor política. Kalmar consigna que hacia 1943 el exiliado alemán Ernst Schumacher, propietario y editor del semanario paceño en lengua alema­ na Rundschau vom Illimani, se preguntaba con envidia: “¿Qué cosa saben ustedes austríacos de nuestra añoranza de la patria, que la sentimos tanto como ustedes, sólo que no la podemos formular?”. Y responde que la clave estaba en el teatro de aficionados de la FAL, proyecto cuyo éxito sostuvo a toda la institución (F. Kalmar 2003: 230). El elenco, entre cuyos miembros había varios de la familia Kalmar, se desarrolló desde 1941 a partir del nú­ cleo teatral profesional Kleine Casino-Bühne, que Terramare había fundado en cuanto llegó a Bolivia y que había resultado económicamente inviable. A partir de 1942 el grupo teatral de la FAL presentó dramas de temática austríaca en alemán, algunos compuestos por el mismo Terramare, como la pieza Vom Turme (Desde la torre), que sería emitida por Radio Sucre la noche del cuarto aniversario del Anschluss. En varias “puestas a sala llena” se presentaron obras sobre el devenir de Austria escritas años antes por Terramare, como Ein Spiel vom Tode (estreno en La Paz en 1942) y Therese

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Krones (1946) (Heckl 2003: 2 s.). El grueso de las representaciones, sin em­ bargo, fueron comedias y espectáculos de variedades en alemán, dirigidas al entretenimiento y a la crítica, en la tradición vienesa de Johann Nestroy y Peter Hammerschlag (Jarka 2001: 42-47, Saint Sauveur-Henn 2003).

Erna Terrel y Fritz Kalmar en una representación teatral de la FAL (foto: gentileza de Roberto Kalmar).

Las aplaudidas “Veladas Austríacas”, por su parte, con actuación de Erna Terrel, Fritz Kalmar y su hermano Ernst Kalmar entre otros, eran dirigidas por Terramare y acompañadas al piano por el también compositor Man­ fredo Gynt. Las funciones se realizaban en la pequeña sala del Hogar aus­ tríaco o en salas de mayor capacidad, como el Teatro Municipal de La Paz. El elenco se presentó con éxito en Cochabamba, Sucre y Santa Cruz; y más tarde también en Buenos Aires y Montevideo. Fritz Kalmar no sólo fue actor, (co)autor y (co)director, sino que cumplió las más diversas funciones en la realización, incidió decisivamente desde la subcomisión de asuntos culturales en la labor del elenco teatral y finalmente dirigió el elenco tras el fallecimiento de Terramare en abril de 1948.

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Saint Sauveur-Henn ha analizado la naturaleza y la eficacia política del teatro desarrollado por el elenco de la FAL. El teatro en lengua materna cumplió en primer lugar una invalorable función de actualización y pro­ fundización de la identidad colectiva de los exiliados. La incorporación del cabaret artístico, su capacidad de desenmascarar mediante el humor y la sátira, fue una valiosa instancia de distensión y de catarsis liberadoras. No obstante ello, dado el apremio de no importunar ni al país receptor ni a los miembros de la FAL simpatizantes de corrientes ideológicas que iban desde el comunismo al monarquismo, la crítica política ejercida nunca alcanzó el nivel de mordacidad propio del género en contextos menos cir­ cunspectos (Saint Sauveur-Henn 2003: 104 s.). Una segunda función cumplida por la actividad teatral de la FAL fue la de establecer y estrechar relaciones políticamente provechosas con otros grupos de interés. Las veladas teatrales de la FAL congregaron a un número importante de la población germano-parlante de La Paz, vinculada o no a alguna de las abundantes agrupaciones políticas del exilio en Bolivia. Kalmar propició también la realización regular de espectáculos musicales y teatrales en español o en inglés, oportunamente seguidos de una “recep­ ción en ambiente típicamente austríaco”, a los que la FAL invitó con gran éxito a personalidades de la política, la cultura y la prensa bolivianas, así como a miembros del cuerpo diplomático destacado en Bolivia, particu­ larmente de las legaciones de los Aliados. Ello redundó en una creciente fluidez de las relaciones de la FAL con instituciones del país receptor y las embajadas de los Estados Unidos y Gran Bretaña, y resultó de gran ayuda para el trabajo político por Austria después de la guerra. Finalmente, una tercera función de las actividades teatrales de la FAL fue la obtención de recursos para cubrir parte del presupuesto de la asocia­ ción y sobre todo para apoyar la causa de la liberación de Austria y poste­ riormente a quienes allí sufrían hambre y miseria tras la guerra. En efecto, parte importante de la taquilla y de lo recaudado en las muy concurridas “Semanas Austríacas” realizadas en La Paz se destinó, durante la guerra, a los fondos para apoyo de los Aliados, a la Organización Internacional Sionista de Mujeres WIZO, y fundamentalmente a las distintas organiza­ ciones nacionales de la Cruz Roja (de Rusia, Gran Bretaña, Estados Unidos y de Austria en Bolivia). Tras la guerra, Kalmar coordinó el envío a Austria de comestibles (paquetes CARE), ropa de abrigo y otras ayudas con Viktor Matejka, destacado intelectual y político, entonces consejero cultural de la

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Municipalidad de Viena.5 El fondo de ayuda de la FAL atendió también situaciones de emergencia del país receptor, como su aporte de diez mil bolívares a la Cruz Roja Boliviana para los deudos de las víctimas de la Revolución de Junio de 1946.6 Austria: idea e idealización

Intentaremos dilucidar el conjunto de valores que para Kalmar constituían “lo austríaco” y que él defendió en una labor proselitista innegablemente exitosa. Fritz Kalmar, quien nunca volvería a vivir en Austria, logró “con­ vertir en añoranza y amor” la amargura de los exiliados austríacos en Bo­ livia por el país natal, y que ese país, que vilmente los había maltratado y expulsado, pasara a ser una Tierra Prometida a la que muchos regresaron.7 Antes del cataclismo de 1938, la idea de vivir fuera del país natal había sido inconcebible para el joven Kalmar, quien sentenciara “extra Austriam non est vita” (“fuera de Austria, no es vida”).8 Para soportar el destierro se entregó a cultivar una idea de Austria que le valió como ancla afectiva y que él desarrolló como proyecto identitario colectivo en el exilio boliviano. Esa construcción ideal relativiza la identificación de Austria como nación ger­ mana, soslayando su participación junto a Alemania en la Primera Guerra Mundial y también el efímero, frustrado proyecto de unificar en un estado (Deutschösterreich o República de Austria Alemana) aquellos territorios de población germano-parlante del recién fenecido Imperio Austrohúngaro, en vertiginoso proceso de desmembramiento desde la derrota de 1918, con el objetivo ulterior de su anexión por Alemania. Por el contrario, la idea de Austria que Kalmar cultivó desde 1939 prioriza el gran estado danu­ biano de las dieciocho nacionalidades y lenguas, así como las tradiciones cosmopolitas que conservó la pequeña, para muchos vergonzante Primera República (1918-1938) y en particular su Viena natal. Kalmar consideró que el fruto de esa construcción plurinacional y multilingüe, una vasta 5 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, III, Kalmar, Fritz cit. según Schwab, Andrea: “Interview mit Dr. Fritz Kalmar am 17.09.1987 in Wien” (mecanografiado), p. 20. 6 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.5, Kalmar, Fritz: “Taetigkeitsbericht” (11.02.1947) (mecanografiado), p. 3 s. 7 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, III, Kalmar, Fritz cit. según Schwab, Andrea: “Interview mit Dr. Fritz Kalmar am 17.09.1987 in Wien” (mecanografiado), p. 29. 8 Así se expresó en la película Einmal gab es ein Land. Ein Exilfragment in drei Akten zu einem Lied von Fritz Kalmar, dirigida por Claudia Heckl, Austria/Bolivia: 2003, min. 1.

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tradición cultural y artística, era el mayor patrimonio austríaco, benéfico para la humanidad en su conjunto. Así lo recordó y proclamó en el mensa­ je radial que dirigió el 13 de marzo de 1942 a sus compatriotas en Bolivia como introducción a la emisión de la pieza radiofónica Vom Turme (De la torre), al cumplirse cuatro años de la anexión de Austria por Alemania.9 El título de la pieza, escrita especialmente para la ocasión por Georg Terra­ mare, evoca la torre de la Catedral de San Esteban en Viena, testigo de 800 años de historia y símbolo de la resistencia. La alocución de Kalmar alterna el tono elegíaco para llorar la pérdida de la patria, con el épico, para reivindicar su grandeza intrínseca. Kalmar recuerda a sus oyentes “la tierra natal que como último recuerdo nos deparó tanta amargura”, y cómo en 1938 “se abatieron aquellos días sobre el país, días peores que todas las pre­ moniciones”.10 Los exhorta a discernir los valores de “lo austríaco”, afirma que “aquello que este país produjo cuando todavía era libre, fue bueno y valioso”, y que su pérdida definitiva afectaría no tanto a los austríacos desterrados, sino al devenir mundial, motivo para la desinteresada lucha patriótica: “aquello bueno que nos consta cuando recordamos tiempos pa­ sados, cuya existencia tanto valor tenía y de lo cual sabemos que, más allá de cuál sea nuestro destino, merece nueva vida: Austria”.11 Admite que es difícil definir “lo austríaco”, pues “cada exiliado tiene su Austria propia”. Pese a esa dificultad, la pieza de Terramare aspira a evocar un posible aunque vago denominador común de la Austria de todos ellos: no las grandes cosas de los libros de historia, sino pequeños reflejos de lo ocu­ rrido sobre el suelo de nuestra antigua patria, en la época de los Babenberg, en la época de la monarquía, en la época de la República, en los agitados días de la Revolución de 1848 y en el regodeo del palacio de Schoenbrunn de María Teresa: lo tumultuoso y lo apacible, lo famoso y lo modesto, lo grande y lo pequeño, pero siempre: lo austríaco.12

9 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.6, Kalmar, Fritz: sin título [“Meine Damen und Her­ ren! ...”] (13.03.1942), p. 1. 10 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.6, Kalmar, Fritz: sin título [“Meine Damen und Her­ ren! ...”] (13.03.1942), p 2. 11 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.6, Kalmar, Fritz: sin título [“Meine Damen und Her­ ren! ...”] (13.03.1942), p. 2. 12 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.6, Kalmar, Fritz: sin título [“Meine Damen und Her­ ren! ...”] (13.03.1942), p. 2.

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Un texto carente de título y de fecha, aparentemente leído en 1944 en una asamblea de la FAL, insiste en dilucidar entre el último y mezquino capí­ tulo de la historia de su país, “resultado de una coyuntura nefasta”, y “lo austríaco”, una esencia permanente, generosa de altos valores universales como el afán de justicia y libertad: ¿Por qué luchar por Austria? […] Porque no podemos hacer otra cosa. En Austria nacimos, en Austria fuimos a la escuela, allí recibimos con la leche materna también las altas tradiciones de su cultura antigua […]. Y algo más: generaciones antes que nosotros […] lucharon por el derecho a ser ciudada­ nos plenos de ese país. Por ese derecho se sumó Robert Blum a las barricadas y fue asesinado en 1848 […] ¿Y nosotros hemos de abandonar esa lucha, hemos de capitular y resignarnos sin más?13

En un texto escrito probablemente en 1944 o 1945, Kalmar analiza la encrucijada de la Primera República de Austria, así como la naturaleza de la democracia y sus enemigos. Reflexiona sobre la patria como “aquel bien que los austríacos perdieron sin saber que lo habían tenido” el 12 de febrero de 1934, inicio de la “guerra civil austríaca” que enfrentó por algunos días en varias ciudades a las fuerzas del gobierno conservador fas­ cista contra fuerzas irregulares socialistas, y definitivamente en 1938 con el Anschluss.14 Considera que la democracia es un “sistema político preferible a cualquier otro” y extrae lecciones de esa Primera República, defectuosa porque “los partidos políticos habían dejado de ser un medio para conver­ tirse en el fin”.15 En esos años cobra forma en sus escritos políticos un proyecto nacio­ nal que evoca (augurio, más que recuerdo) la pequeña república que vela diligente sobre su democracia en contra de fascistas y extremistas. Entiende que ese proyecto coincide parcialmente con un nuevo sentimiento de pa­ tria que se gesta en el propio país desde el comienzo de la guerra en buena parte de aquellos que, si bien habían celebrado la anexión largamente an­ helada con los “hermanos” alemanes, se sintieron cada vez menos alemanes y más austríacos, y de cuya creciente decepción se nutrió la resistencia. 13 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.5, Kalmar, Fritz: sin título [“Die Vereinigung...”] (me­ canografiado), p. 1. 14 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.5, Kalmar, Fritz: sin título [“Am 11. Maerz 1938...”] (mecanografiado), p. 1. 15 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.5, Kalmar, Fritz: sin título [“Am 11. Maerz 1938...”] (mecanografiado), p. 3.

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Las expectativas de Kalmar ante la incierta y trabajosa gestación de la deseada república por venir se desprenden del documento que elaboró para entregar oficialmente en nombre de la FAL a la delegación boliviana que asistió en junio de 1945 a la Conferencia de Paz de San Francisco, documento que sin embargo nunca fue presentado. En su primera parte describe las posiciones encontradas sobre “algunos puntos del problema austríaco”, para en cada caso desarrollar a continuación lo que llama “los hechos históricos”.16 En su segunda parte desarrolla cuál debería ser la po­ sición de Austria en San Francisco y aboga por profundizar lo establecido en la Declaración de Moscú de 1943, según la cual Austria habría sido “la primera víctima del nazismo”. Explica que, dado que ese país “no tuvo un gobierno en el exilio” y éste posiblemente tampoco exista al momento de celebrarse la conferencia, es imprescindible que quienes decidan sobre el destino de Austria escuchen antes a los miembros de las organizaciones resistentes del Frente Nacional Austríaco con sede en Bélgica (ÖFF) y del Movimiento Mundial Austríaco con sede en Londres (Free Austrian World Movement), “representantes del punto de vista” de ese país. Afirma que si el propósito de la Conferencia de Paz es establecer un nuevo orden europeo que asegure los derechos, las obligaciones y la viabilidad de cada uno de los estados, “parece adecuado y necesario escuchar también la voz de Austria”, cuyos hijos son los mejores conocedores de “las dificultades y posibilidades de una Austria independiente, y esto debido a las experiencias que este pequeño país ha reunido desde el colapso de la monarquía austro-húnga­ ra”.17 El documento concluye enfatizando la solidez de la deseada unidad nacional en el afán por la patria: “El objetivo de todos los austríacos es uno y el mismo. ¡Justicia para Austria!”.18 Tampoco estuvo exenta de rasgos quiméricos la visión que Kalmar cul­ tivó y propagó sobre el importante rol que en la Austria liberada habrían de cumplir los exiliados repatriados. El 11 de marzo de 1945 se dirigió nueva­ mente a sus compatriotas en Bolivia en un texto que aspiraba a ser el últi­ mo que recordaría desde el exilio la infausta fecha de la pérdida de la patria.

16 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.5, Kalmar, Fritz: “Einige Punkte des oesterr. Problems” (mecanografiado), p. 1. 17 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.5, Kalmar, Fritz: “Einige Punkte des oesterr. Problems” (mecanografiado), p. 3. 18 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.5, Kalmar, Fritz: “Einige Punkte des oesterr. Problems” (mecanografiado), p. 3.

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Allí plantea la situación actual de Austria intentando atisbar su porvenir y exhortando a la tarea que a cada austríaco compete en su reconstrucción: “ Hace cinco años y medio que truena la mayor guerra que ha conocido el mundo. […] Nos hallamos en América del Sur, en esta mitad de uno de los cinco continentes, donde nada se ha visto del horror y la crueldad de estos años, ¿estamos acaso más allá de todo eso? ¿Destinados a contemplar pasiva­ mente estos sucesos en los que se juega nuestro futuro? ¿O habrá tareas que podamos emprender, también por el bien del destino del mundo?”19

En gran medida, la idea intemporal de “lo esencial austríaco” promovida entonces por Kalmar no deja de ser vaga y sesgada, mientras su visión de la Austria ocupada es el resultado de una idealización esperanzada. Por último, el optimismo con que vislumbraba a mitad de la década de 1940 la futura disposición del país hacia sus exiliados y repatriados, se revelará infundado en los años siguientes y devendrá decepción y dolor. El patriota tenaz y desavenencias en la FAL

La posición política de Kalmar durante el exilio en Bolivia, orientada a unificar esfuerzos en pos del retorno a una Austria independiente, pudo sólo con gran perseverancia imponerse por encima de las resistencias de compatriotas y los ataques de algunos de los muchos otros grupos del exi­ lio germano-parlante en Bolivia, particularmente de aquellos inscritos en corrientes de pensamiento más internacionalistas y menos conciliatorias. Su tenaz patriotismo le valió el apodo entre hostil y cordial de “el Súper Austríaco”,20 referido al más abarcador de los muchos rasgos que Kalmar comparte con “el Austrochiflado”, el personaje central del reflexivo y me­ lancólico relato de austríacos desterrados que publicaría en 1997 bajo el título “Eine Flasche Châteauneuf-du-Pape oder der Austrospinner” (“Una botella de Châteauneuf-du-Pape, o El Austrochiflado”). Efectivamente es posible reconocer rasgos de Fritz Kalmar, como el fino humor, la juven­ tud y sabiduría de la mirada, la autoironía del “avezado nostálgico”, en el personaje Georg (von) Winternitz, el “anquilosado e inadaptado” antiguo 19 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.5, Kalmar, Fritz: sin título [“Liebe Landsleute!...”] (11.05.1945) (mecanografiado), p. 1. 20 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, III, Kalmar, Fritz cit. según Schwab, Andrea (1987): “In­ terview mit Dr. Fritz Kalmar am 17.09.1987 in Wien” (mecanografiado), p. 23.

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capitán de la caballería austríaca, exiliado para siempre en una hacienda en las afueras de Cochabamba cuyo nombre es A.E.I.O.U., lema de los empe­ radores de la Casa de Habsburgo. Winternitz ha educado con constancia y amor en “el carácter austríaco” al joven boliviano que ha de heredar su hacienda. Winternitz fallece y es enterrado con sus sueños en la hacienda apenas poco antes de cumplirse el que había sido su mayor anhelo desde que se resignase a la pérdida de la tierra natal: la visita en su hacienda de un miembro de la familia Habsburgo (F. Kalmar 1997: 139-184). También Kalmar se quedó bastante solo en Bolivia con sus sueños de la Austria deseada. Ello se evidencia, por ejemplo, en la distancia entre sus ex­ pectativas y las de otros exiliados respecto a la FAL: los detallados informes anuales elaborados por Kalmar para la Asamblea General de la asociación cada enero dan cuenta de su extensa actividad y su afianzamiento institu­ cional, pero, al igual que otros abundantes documentos, permiten además inferir frecuentes desavenencias porque no todos los socios respetaban ca­ balmente el principio del suprapartidismo. Tales dificultades internas ge­ neraron enfrentamientos crónicos que el organizador social y mediador supo mantener a raya por cinco años, pero que determinaron finalmente su negativa a postular para un nuevo período y su expeditivo alejamiento de la institución, después que un pequeño grupo de socios lo acusara rui­ dosamente de “antisemitismo” cuando en su calidad de presidente de la FAL impidió que en la fiesta de Fin de Año de 1947 celebrada en el “Hogar austríaco” se entonara el Hatikva, himno nacional de Israel, además de los himnos de Austria y de Bolivia como era de rigor.21 Su sucesor en la presidencia de la FAL fue el próspero ingeniero Heinrich Neumann, más aceptado que el Dr. Kalmar entre los socios religiosos, aunque no tan apto para la tarea. Neumann sería designado cónsul honorario de Austria en Bolivia y, como mencionáramos más arriba, posteriormente en Uruguay adonde emigró, y en todas sus actividades requirió constantemente la asis­ tencia de Kalmar.22

21 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, II.3, Copia de carta “confidencial” de la Legación Aus­ tríaca en Santiago (23.08.1948), sin nombre de remitente –presumiblemente Joseph Kripp, ministro adjunto–, dirigida a la Cancillería Federal en Viena. Véase también: “Ruhe nach dem Sturm” en: Federación Austríaca en Bolivia (ed.): Mitteilungsblatt, 2, 1948, p. 1. 22 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, II. 1, Correspondencia con Hugo Moser, secretario gene­ ral del Comité Central Austríaco de América Latina, con sede en Santiago, luego hasta 1950 agregado civil de la Legación de Austria en esa ciudad.

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El balance que hace Kalmar hacia 2003 sobre la incidencia de su labor por Austria, particularmente desde la FAL, no deja de ser positivo: Así es que todo cuanto desde la asociación hicimos, fue para la liberación de Austria, y la Austria por la que nos comprometimos y que, hasta cierto punto, efectivamente realizamos. No del todo, por cierto, no del todo. Pero sí en gran parte.23 La postergada repatriación y sus causas

Como se señaló más arriba, en 1953 Fritz y Erna Kalmar dejaron Bolivia para emigrar al Uruguay, donde pasarían el resto de sus vidas añorando el país natal al que habrían de regresar solamente de visita. Si bien no llegaron a sentirse “en casa” en América Latina, nunca se decidieron a volver e insta­ larse en Austria. Además de los consabidos afectos y costumbres adquiridos en el país de acogida, los motivos que Fritz Kalmar expresó públicamente para su permanencia en Uruguay fueron circunstanciales y variaron con la edad. Así, ha dicho que los primeros años después de la guerra él y su espo­ sa descartaron la repatriación por temor a posibles represalias de las fuerzas de ocupación soviética en Viena contra Erna, dado el carácter público de las convicciones monárquicas de su primer esposo. Más tarde, en la década de 1960, habrían desestimado el retorno tras evaluar las escasas posibilida­ des que el mercado laboral austríaco ofrecería al Dr. Kalmar como jurista y a Erna Terrel como actriz de un teatro anacrónico. Posteriormente, desde 1977, advirtieron que los cuidados médicos requeridos por la postración de Erna les habrían resultado inaccesibles en Austria, donde los ingresos por la corresponsalía de Kalmar desaparecerían y los de la jubilación de ambos rendirían menos que en Uruguay. Finalmente, desde mitad de los años ochenta, viudo y desacostumbrado a los fríos inviernos centroeuro­ peos, con dos infartos cardíacos a cuestas, Kalmar prefirió el clima más benigno de Uruguay (F. Kalmar cit. según Eisenbürger/Küppers 1999: 6). Todo indica que en la patria de adopción Kalmar siguió añorando Viena y la Austria cuya idea había cultivado. Los textos literarios que con­ cibió a lo largo de muchos años elaboran, no sin humor, el dolor de los

23 Einmal gab es ein Land. Ein Exilfragment in drei Akten zu einem Lied von Fritz Kalmar. Claudia Heckl (dir.), Austria/Bolivia, 2003, min. 23.

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desterrados, el desarraigo y sus avatares, también la certeza desgarradora de que “dos medias patrias no hacen una entera” (F. Kalmar 1997: 186). Resulta evidente una razón primera para su permanencia en la “media patria” latinoamericana de adopción: su decepción profunda respecto a la relación de Austria con su pasado reciente. En su primera visita a Eu­ ropa después de la guerra, a fines de 1957, Fritz y Erna Kalmar debieron reconocer que tampoco en Austria podrían sentirse “en casa”. Les pareció fingido o superficial el arrepentimiento de muchos de sus conocidos por los crímenes y el dolor infligido. Con los años, cuanto más se sustrajo el país real a asumir las crecientes evidencias de su identidad nacionalsocialis­ ta, más profunda fue la decepción de Kalmar por la Austria de posguerra. A Kalmar y a su esposa les constaba, además, la experiencia de mu­ chos repatriados enfrentados a la indiferencia de la población austríaca respecto a los millones de asesinados y los cientos de miles de exiliados del nacionalsocialismo. Como en Alemania, también en Austria la palabra “emigrado” valió como un insulto hasta entrada la década de 1960. Kalmar comprobó probablemente con espanto cómo la población en general e importantes políticos, incluso el canciller federal Leopold Figl, negaban el carácter forzado del exilio y reprochaban a los exiliados el haberse “pasado muy cómodos, recostados en sus sillones” los años de la guerra, mientras la población en Austria sufría todo tipo de privaciones. Ello instaló un hon­ do y callado dolor en Fritz Kalmar y su esposa. El esperado llamado de la patria a los exiliados para que participaran en la reconstrucción nacional, no se produjo, o fue escaso y equívoco. Ellos habían esperado que la social­ democracia austríaca los invitara efusivamente a repatriarse, pero ello no ocurrió. Incluso Oskar Helmer, prominente político de ese partido (SPÖ) y tras la guerra ministro del Interior durante quince años, se pronunció públicamente por la postergación de la repatriación de los exiliados (F. Kalmar 2003: 231). Cuarenta años debieron pasar para que una nueva generación de aus­ tríacos reconociera como propia una temática tabú en la investigación his­ tórica, y asumiera con ello la cuota de responsabilidad colectiva en los crímenes del Tercer Reich. En 1991 el canciller federal Franz Vranitzky (SPÖ) fue el primer gobernante en relativizar la tesis de “Austria primera víctima de la expansión nazi” y en reconocer que la sociedad austríaca, aunque no su Estado (en ello coincide con la visión de Kalmar de los años de 1940 y 1950), carga parte de culpa por la Segunda Guerra Mundial y sus consecuencias. El político exhortó a sus conciudadanos a asumir res­

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ponsabilidad por las malas acciones del pasado y en nombre del Estado y la sociedad de Austria pidió perdón por los crímenes cometidos a los so­ brevivientes y a los descendientes de los asesinados (Vranitzky 1998: 165). Cabe inferir que ha sido esa oscura brecha entre las tempranas expec­ tativas de Kalmar respecto a la Austria de posguerra y el país real, renuente tantos años a asumir su responsabilidad histórica, el motivo profundo, la causa esencial de su permanencia definitiva en América Latina. Uno de los aspectos de la compleja relación íntima de Kalmar con Aus­ tria es que nunca dejó de amar profunda y apasionadamente a su patria, ni de atender su evolución política y cultural, ni de trabajar incansablemente como cónsul al servicio de los intereses de Austria. “De todos los escritores que conozco, Fritz Kalmar es el que más ama este país”, ha dicho de él Erich Hackl (2001), comentando un extenso relato de Kalmar publicado en 1999 sobre el incómodo tema de los repatriados. Recién bastante tarde en su vida admitió Kalmar públicamente su decepción ante el hecho de que por decenios la sociedad austríaca no reconociera su culpa colectiva en el mal infligido, ni tampoco el mérito de quienes desde el exilio habían luchado por la liberación de Austria: Ni una palabra invitando a retornar a la vieja patria, ni una palabra de grati­ tud, o, cuanto mucho, un tibio reconocimiento de lo que los emigrantes hi­ cieron por Austria superando su comprensible resentimiento y las dificultades externas (F. Kalmar 2002: 46 s.).

Justamente de esa soterrada culpa colectiva, sus grotescos disfraces y pato­ lógicas consecuencias sociales trata el notable relato embebido de humor negro que Kalmar había titulado “Der Sarg” (“El ataúd”) y que publicó en 1999 con el título Das Wunder von Büttelsburg (“El milagro de Büttels­ burg”). La permanencia en Uruguay: cónsul honorario y periodista

Los primeros años desde su llegada al Uruguay en 1953 fueron difíciles para Fritz y Erna Kalmar. Como se señaló, pese al intenso trabajo no lo­ graban la estabilidad económica necesaria. Al mismo tiempo, el ya men­ cionado primer viaje a Europa desde su salida al exilio fue una experiencia particularmente intensa que los disuadió de regresar entonces a vivir en Austria. La breve estancia europea sirvió, sin embargo, para que Kalmar se

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presentase ante numerosos medios de prensa a los que antes había ofrecido por carta sus servicios como corresponsal en América Latina. Por cierto, en los años del exilio en Bolivia había colaborado regularmente con artículos y textos de ficción en el ya mencionado programa radial de Gebhardt en Montevideo, así como en el periódico antifascista Argentinisches Tageblatt de Buenos Aires. La apuesta tuvo éxito, y para 1958 una veintena de me­ dios de comunicación de Austria, Alemania, Suiza, Holanda y Noruega, entre ellos la emisora estatal de Austria ORF, habían aceptado su ofreci­ miento. Kalmar se convirtió en corresponsal desde Montevideo para la región, actividad remunerada gracias a la cual él y su esposa pudieron sus­ tentarse en Uruguay. Kalmar ejerció el periodismo con la mayor discreción, usando diversos seudónimos a fin de no perjudicar su investidura diplomática.24 Reunía innegables condiciones para el oficio: una gran curiosidad y lucidez para observar su entorno y el acontecer mundial, una gran cultura y un bri­ llante manejo de la lengua. Durante casi cuarenta años, hasta que cesó en 1996, trabajó intensamente para remitir un promedio de cuatro artículos semanales, firmados con seudónimo, los que en parte analizaremos más adelante. Las labores de periodista corresponsal, así como las de cónsul honora­ rio, permitieron a Kalmar oficiar de mediador entre la cultura centroeuro­ pea de lengua alemana de origen, y la latinoamericana de lengua castellana de adopción. Esa posición entre las culturas le ayudó además a habitar, en el “exilio definitivo”, su Austria propia, más parecida a la anhelada. Debe señalarse que ya desde 1946 había proporcionado a las autorida­ des austríacas cabales informes sobre la situación en Bolivia25 y en países vecinos, dirigidos en su mayoría a la Legación Austríaca en Santiago de Chile, que los elogió como “dignos de la pluma de un embajador impe­ rial”, pero también a la Cancillería Federal y al propio presidente federal Karl Renner en Viena.26 Los sucesivos gobiernos austríacos desde el mismo fin de la guerra recurrieron a él como asesor y colaborador altamente com­ petente, siempre a título honorario. 24 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, III, Kalmar, Fritz cit. según Schwab, Andrea: “Interview mit Dr. Fritz Kalmar am 17.09.1987 in Wien” (mecanografiado), p. 27. 25 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I. 5, Kalmar, Fritz: “Bericht ueber die gegenwaertige politische Lage Boliviens” (24.01.1950) (mecanografiado). 26 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, III, Kalmar, Fritz cit. según Schwab, Andrea: “Interview mit Dr. Fritz Kalmar am 17.09.1987 in Wien” (mecanografiado), p. 24.

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Su desempeño desde 1953 como cónsul honorario en Uruguay, de­ pendiente de la embajada en Buenos Aires, habría de permitirle trabajar en defensa de quienes en Uruguay sufrían persecución política. En tanto representante de la Segunda República de Austria proclamada en 1945, so­ berana desde 1955, suscriptora en 1958 del Convenio europeo para la pro­ tección de los derechos humanos y las libertades fundamentales, Kalmar se valió de su investidura diplomática para ayudar a perseguidos políticos del régimen militar instalado en Uruguay entre 1973 y 1985. Un número indeterminado de ellos, cuya ideología política Kalmar generalmente no compartía, logró salvar su integridad física y viajar a Austria gracias a la efectiva y silenciosa intervención del cónsul. También apoyó de distintas formas a familiares de presos políticos que acudieron a pedirle ayuda, y visitó en los penales a presas y presos políticos a solicitud de familiares o de Amnistía Internacional, organización con la que Kalmar colaboró estre­ chamente intercambiando información.27 Kalmar en sus textos Los artículos periodísticos

Los artículos enviados a Europa son particularmente reveladores de las convicciones demócrata-liberales de Kalmar.28 Hemos examinado la pro­ ducción correspondiente al primer decenio (1958 a 1968), y de ella hemos seleccionado para este análisis algunos artículos que consideramos repre­ sentativos del autor y su visión de la Guerra Fría. No nos consta la efectiva publicación de los artículos, sino los me­ dios a los que en cada caso estuvieron destinados, cuya abreviatura apa­ rece manuscrita en el encabezamiento de los textos mecanografiados que hemos inspeccionado. También aparecen indicados en cada caso la fecha 27 F. Kalmar cit. según Eisenbürger/Küppers (1999: 8); Cafaro (2008). Otros testimonios en ese sentido: Erich Hackl en un correo del 03.05.2011 a la autora; Sara Méndez en un correo del 05.09.2010 a la autora; Heber Ferraz-Leite en un correo del 06.03.2011 dirigido a Roberto Kalmar, quien lo puso a disposición de la autora; y Marta Barreto, en conversación con la autora el 15.12.2011. 28 Los tiposcritos de los artículos copiados al papel carbón sobre papel de calco fueron cedidos por Roberto Kalmar a la Biblioteca Austríaca del Exilio. Ocupan 33 de las 40 cajas que integran el legado de Fritz Kalmar. Si bien algunos habían sido fotocopiados, todavía no se había comenzado a catalogar los artículos cuando realizamos la investiga­ ción en la biblioteca.

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y el medio de transporte del envío. Los destinatarios más frecuentes, ge­ neralmente simultáneos, son: ORF, Salzburger Nachrichten y otros diarios y semanarios de Austria; la agencia DUKAS y el diario Neue Zürcher Zeitung, entre otros, de Suiza; en Alemania: Frankfurter Allgemeine Zeitung (conservador), Westfälische Rundschau (socialdemócrata), Rheinischer Merkur (conservador cristiano), Mannheimer Morgen, Weserkurier y la agencia de noticias DIMITAG, entre otros. Los textos mecanografiados eran en­ tregados personalmente, para su franqueo en Europa, en el aeropuerto de Montevideo a viajeros o a personal de las líneas aéreas que unían esa ciudad con Europa occidental. Mientras una colección de artículos dirigidos al diario Berliner Morgenpost y firmados por “Richard Mary” se titulan “Carta de América del Sur” y hablan al “querido lector” para desarrollar con humor una anécdota curiosa en tono reflexivo, cordial y personal, el grupo mayoritario de artí­ culos trata del acontecer político y económico en la región. Estos aparecen firmados generalmente por “Robert Peter”, desde 1960 por “Richard Hau­ ser” y, con menor frecuencia, por “João Da Cunha”. Los artículos enfocan el acontecer en un país o en la región a partir de sucesos dramáticos eficientemente contextualizados y destilan la preocu­ pación del autor ante la aparentemente incontrolable agudización del con­ flicto entre el bloque oriental-comunista y el occidental-capitalista, al que claramente prefiere: Kalmar desconfía particularmente del comunismo. También revelan su frustración ante la poca vigencia del Estado de Dere­ cho y sobre todo ante el generalizado desapego a la idea del “bien común” en los países sudamericanos, no obstante lo cual se muestra esperanzado en su desarrollo democrático. Los temas más frecuentes son: la difícil relación de los países latinoa­ mericanos con los Estados Unidos, los ineficaces esfuerzos por la integra­ ción económica del subcontinente, las variedades de la infiltración “anti­ occidental” y comunista, y la Revolución Cubana y sus efectos. Así, por ejemplo, en el artículo “El nacionalismo sudamericano” de mayo de 1960, el autor echa una mirada a los países de América del Sur a 150 años de su independencia y señala que un extenso complejo de in­ ferioridad los empuja a “un nacionalismo inflado con los espejismos de la estatización” y a simpatías por el imperio comunista, más lejano y por ello aparentemente menos amenazante que el conocido de los Estados

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Unidos.29 En numerosos artículos acompaña los esfuerzos surgidos de la “Operación Panamericana” iniciada por Kubitschek;30 en ocasiones deplo­ ra la incapacidad de los países americanos para concretar el objetivo de la integración económica, su propensión a ofenderse mutuamente y a culpar de sus fracasos a los Estados Unidos, como ilustran los títulos siguientes: “El Comité de los 21”, “Veintiún cocineros malogran la comida”, “Decep­ ción en Montevideo”, “Los sobrinos malos del Tío Sam”.31 En un artículo de enero de 1963 titulado “América Latina después de la crisis en Cuba”, explica Kalmar la difícil relación de los latinoamericanos con los estadou­ nidenses. Considera, sin acusar noticia del arielismo y sus variantes, que en los latinoamericanos anida un viejo odio contra el “imperialismo yan­ qui”, caracterizado éste por la impunidad con que “en el pasado” grandes empresas estadounidenses derrocaban y colocaban gobiernos sin siquiera preocuparse por cuidar la vulnerable autoestima de los latinoamericanos. Lamenta que la “Iniciativa de buena vecindad” observada por la adminis­ tración Roosevelt (1933-1945) poco haya modificado la opinión de mu­ chos latinoamericanos, alimentada eficientemente por los enemigos de los Estados Unidos y también por los continuos errores del propio coloso del norte, como por ejemplo la infeliz intervención de Spruille Braden, emba­ jador de EE.UU. en Argentina, cuyo ataque a Juan D. Perón ayudó a que éste ganara las elecciones de 1946. Señala que en esa oportunidad pasaron a votar por Perón “un sinnúmero de argentinos que quisieron demostrar que no permitirán que los imperialistas les dicten nada”.32 Kalmar diagnos­ tica una baja autoestima y un extendido complejo de inferioridad de los americanos del sur respecto a los del norte. Entre las secuelas inmediatas de la “crisis de los misiles” de octubre de 1962, constata con alivio que los Estados Unidos recuperaran algo del respeto perdido a consecuencia de su vergonzante fracaso militar en Bahía de Cochinos (abril de 1961) y de su errónea actitud vacilante en la Confe­ 29 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, sin signatura, “Der südamerikanische Nationalismus” (04.05.1960) (mecanografiado). 30 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, sin signatura, “Brasilianische Initiative” (16.06.1958) (mecanografiado). 31 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, sin signatura, “Das Komitee der einundzwanzig” (23.12.1958) (mecanografiado); “Einundzwanzig Köche verderben den Brei” (20.08.1959) (mecanografiado); “Enttäuschung in Montevideo” (03.10.1959) (meca­ nografiado); “Die schlimmen Neffen Onkel Sams” (17.11.1959) (mecanografiado). 32 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, sin signatura, “Lateinamerika nach der Kubakrise” (15.01.1963) (mecanografiado), p. 1.

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rencia de la OEA de Punta del Este (febrero de 1962), oportunidad ésta en que los países latinoamericanos más poderosos (Brasil, México, Argentina) impusieron su negativa a votar por la expulsión de Cuba y a sancionar al régimen cubano “no por simpatía con el barbudo, sino por temor de los gobernantes a los cada vez más poderosos simpatizantes de Castro en cada país”.33 La reciente, inesperada unidad de los países latinoamericanos solidarizados con los Estados Unidos y su adhesión a las sanciones contra el gobierno cubano, habrían sido impensables sin la “crisis de los misiles”, pues tras la fracasada invasión a Cuba el odio antiestadounidense de los latinoamericanos se había convertido en desprecio: Los estadounidenses se convirtieron por vez primera en objeto de burla. […] Nada pudieron contra ello los afanes de Washington por ganarse el amor de los latinoamericanos, quienes pronto se comportaron como si al aceptar sus créditos, estuviesen haciéndoles un favor extraordinario a los estadouni­ denses. Éstos también se comportaron así. […] Insistieron una y otra vez en que la ayuda a nada obligaba, ‘no strings attached’, cuando lo único correcto hubiese sido exigir solidaridad política”.34

El autor considera que la actitud cautelosa de Washington generó en los latinoamericanos una indebida arrogancia: “hasta el generoso proyecto de la Alianza para el Progreso es interpretado como el despliegue de las últimas fuerzas de los EE.UU. para asegurarse el favor de los latinoamericanos; cada acción de Washington se percibe como una muestra de su debilidad”.35 Por otro lado, los artículos “ La Revolución cubana” y “Los sucesos en Cuba” de enero de 1959 relatan con detalle y expectativa los “hechos cine­ matográficos” coronados por el derrocamiento de Fulgencio Batista, así como los antecedentes y primeras declaraciones del líder de los rebeldes.36 A la expectativa suceden la inquietud y la indignación desde las ejecucio­ nes sumarias de la “Operación Verdad”, y una creciente prevención contra

33 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, sin signatura, “Lateinamerika nach der Kubakrise” (15.01.1963) (mecanografiado), p. 1. 34 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, sin signatura, “Lateinamerika nach der Kubakrise” (15.01.1963) (mecanografiado), p. 3. 35 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, sin signatura, “Lateinamerika nach der Kubakrise” (15.01.1963) (mecanografiado), p. 3. 36 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, sin signatura, “Die kubanische Revolution” (02.01.1959) (mecanografiado); “Die Ereignisse in Kuba” (09.01.1959) (mecanografiado).

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Castro, quien “ afirma que no ambiciona poder, pero lo decide todo”.37 La capacidad retórica de Castro y su excepcional, alarmante poder de seduc­ ción dentro y fuera de Cuba son tema de muchos artículos. En “El héroe de viaje” de mayo de 1959 el cronista sigue a Castro y su comitiva en sus aplaudidas presentaciones en el Overseas Press Club of America de Nueva York; en la conferencia del “Comité de los 21” en Buenos Aires “donde exigió que los Estados Unidos invirtieran en la década siguiente en Amé­ rica Latina ‘sin condiciones’ 30 mil millones de dólares”, en lugar de los 10 mil millones anunciados, y donde el gobierno de Frondizi le rogó que prescindiera de más discursos—; así como en Montevideo, “donde todo el mundo puede hacer lo que le dé la gana”.38 El cronista registra su “im­ batible presencia de héroe y prima donna en uno” que en lo sucesivo “no podrá prescindir de barba ni de uniforme militar”, así como los riesgos de su elocuencia compulsiva: “Cuando llegó a Río, estaba ronco”.39 Los artículos escritos a partir de 1960 señalan crecientes similitudes entre el accionar unipersonal de Fidel Castro y el de Trujillo y Hitler, es­ peculan sobre el acercamiento de Castro a la Unión Soviética y registran la fascinación que ejercen también en Uruguay la imagen y la retórica de Cas­ tro.40 En el artículo “Esto no puede ocurrir en el Uruguay” alarma al cro­ nista que en ese pequeño país liberal y democrático se entrene gente para desestabilizar el sistema político e instaurar el comunismo con materiales e influencia paralelas de Cuba, China y Moscú.41 En 1967, varios de sus artículos tratan el accionar de grupos guerrilleros en Bolivia y la misteriosa desaparición del “Che” Guevara; los múltiples disfraces del comunismo internacional en América del Sur (entre los que cuenta a la Democracia cristiana y la Teología de la liberación); la promovida inestabilidad política en el cono Sur y la factibilidad de una revolución continental de Izquierda. Varios artículos registran el magnetismo que el devenir visible de la Re­ volución Cubana ejerce también en Europa. En este sentido, un artículo 37 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, sin signatura, “Justiz in Kolumbien und Kuba” (29.01.1959) (mecanografiado), p. 1. 38 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29 sin signatura, “Der Held auf Reisen” (07.05.1959) (meca­ nografiado), p. 2. 39 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29 sin signatura, “Der Held auf Reisen” (07.05.1959) (meca­ nografiado), p. 2. 40 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29 sin signatura, “Südamerika und Castro” (05.08.1960) (mecanografiado); “Der Bazillus” (19.08.1960) (mecanografiado). 41 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29 sin signatura, “In Uruguay kann das nicht passieren” (02.01.1967) (mecanografiado).

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no carente de amarga ironía titulado “Madres e hijos” se detiene en Régis Debray y su madre en Bolivia.42 La fascinación ejercida por la Revolución Cubana sobre sectores de la población estadounidense también es tema de otros textos.43 La muerte del “Che” en octubre de 1967 abre una nueva serie de ar­ tículos que analizan críticamente la significación de la trayectoria política de Guevara y el proceso mediático por el cual su figura de héroe y mártir es convertida en leyenda y mito redituables para la causa castrista. Entre ellos destacan: “Ejecutan una leyenda”, “¿Pueden los guerrilleros sobrevivir a Guevara?”, “¿A quién pertenece el ‘Che’ Guevara?” y “Disputas por el Diario del ‘Che’”.44 Ensayos y piezas dramáticas

Contra otras quimeras brillantes escribe Kalmar en la década de 1970 tex­ tos, algunos posiblemente inéditos, que deploran la inseguridad y el miedo íntimos resultantes de una nueva, enajenante relación entre el ser humano y la técnica, así como de la creciente primacía que en la sociedad de con­ sumo cobra la apariencia en desmedro de la esencia del ser humano. En diversos ensayos se pregunta por el significado moral de fenómenos que le preocupan: enajenación, consumismo, globalización, ciencia y tecno­ logía.45 Un tema que le preocupa particularmente es la expansión internacio­ nal del terrorismo. En un texto sin título, del que no consta su envío a medios de prensa, el autor lamenta la creciente aceptación de la “lucha revolucionaria” como vía para sustituir por la fuerza a un gobierno legíti­ mamente constituido, y desarrolla las devastadoras consecuencias morales y sociales de “aquella siniestra sentencia según la cual el fin justifica los

42 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29 sin signatura, “Mütter und Söhne” (15.05.1967) (meca­ nografiado). 43 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29 sin signatura, “Carmichael und Castro” (14.08.1967) (mecanografiado), entre otros. 44 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29 sin signatura, “Eine Legende wird erschossen” (17.10.1967) (mecanografiado); “Können die Freischärler Guevara überleben?” (23.10.1967) (meca­ nografiado); “Wem gehört der Che Guevara?” (20.11.1967) (mecanografiado); “Wir­ bel um ein Tagebuch” (20.07.1968) (mecanografiado). 45 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.6, “Homo sapiens 1967” (14 págs., mecanografiado), entre otros.

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medios”.46 Establece que “una característica del terrorismo actual es su in­ ternacionalización y el uso que hace precisamente de aquellos valores que se ha propuesto destruir”.47 Le alarma que “cada vez que el terrorista se vale en forma negativa de aquellos valores positivos de las relaciones humanas –amor, amistad, confianza, compasión– y los usa como arma contra quien vive en esos valores, hiere la vida social en lo más profundo”.48 Se pregunta si se asiste en América Latina y Europa a la “decadencia de Occidente” pre­ sagiada desde 1918 por Oswald Spengler, si hay alternativas al contra-te­ rrorismo desatado por el Estado, y si los portadores de la violencia serán “los emisarios del espíritu de la época y de un futuro que aplastará todo, arrasando toda resistencia”, ante el cual a “Occidente” “sólo le resta sucum­ bir con decencia”.49 El autor responde a esto último con la exhortación a promover, pese a todo, los valores de la tolerancia y la libertad: “Puede ser. Pero incluso en ese caso urge defender lo humano, aunque fuese el último mensaje caído al vacío del que sucumbe, por si hubiese oídos que todavía quisieran escuchar”.50 Lo cierto es que Kalmar estaba considerablemente solo en su apolo­ gía del diálogo en los muy ideologizados años sesenta y setenta del siglo xx. Mientras en su país de acogida Uruguay el Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros (MNL-T), una de las más visibles organizaciones dedicadas esos años a multiplicar los focos revolucionarios en América Latina, desarrolla sus acciones violentas entre 1966 y 1972, un conjunto importante de la intelectualidad americana y europea contempla o asiste con admiración los proyectos internacionales del castrismo. Es la hora de las guerrillas anticoloniales independentistas en África, y el “mayo 1968” propaga su furia antiautoritaria desde Berlín occidental hasta Montevideo. En Alemania occidental, parte de la generación nacida tras la guerra se avergüenza del pasado nacionalsocialista de sus mayores y de la abundancia material en que vive, imputada a una economía mundial colonialista. El 46 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.6, sin título [“Das unheilvolle Wort...”] ( s.f.) (mecano­ grafiado), p. 1. 47 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.6, sin título [“Das unheilvolle Wort...”] ( s.f.) (mecano­ grafiado), p. 1. 48 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.6, sin título [“Das unheilvolle Wort...”] ( s.f.) (mecano­ grafiado), p. 1. 49 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.6, sin título [“Das unheilvolle Wort...”] ( s.f.) (mecano­ grafiado), p. 2. 50 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.6, sin título [“Das unheilvolle Wort...”] ( s.f.) (mecano­ grafiado), p. 2.

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conjunto más radical y consecuente de la juventud oeste-alemana infiere excesivos lazos de continuidad entre el orden social vigente y el del Estado nacionalsocialista que le precedió. Se entrena para odiar al Estado de la República Federal de Alemania y se organiza clandestinamente para des­ truirlo. La principal de esas organizaciones armadas es la Fracción Ejército Rojo (RAF), inspirada en la guerrilla urbana desarrollada por el MLN-T en Uruguay.51 Una obra teatral reveladora: la regresada maldición de Babel

Kalmar siguió muy de cerca el acontecer político y cultural, también tea­ tral, en Europa, particularmente en Austria. Como se explicó antes, toda su vida fue un gran amante del teatro y esa pasión lo llevó a desarrollar con Terramare el elenco teatral de la FAL en el exilio en La Paz, así como otros esfuerzos posteriores. En sus primeros años en Montevideo aceptó dirigir puestas de óperas, tan ambiciosas como trabajosas, para el Servicio Oficial de Difusión, Radiotelevisión y Espectáculos de Uruguay (F. Kalmar cit. según Eisenbürger/Küppers 1999: 9). En las décadas de 1960 y 1970 escribió obras dramáticas que indagan generalmente en los mismos temas que los ensayos mencionados. Al me­ nos tres de ellas se representaron en Viena: Don José, Frühstück im Büro (Desayuno en la oficina) y una tercera, cuyo contenido y las circunstancias de su puesta en escena consideramos reveladores (R. Kalmar 2009: 22). En Viena había tenido lugar en diciembre de 1975 el espectacular se­ cuestro de la conferencia de ministros de la Organización de Países Expor­ tadores de Petróleo (OPEP), protagonizado por “Carlos” en nombre de la “Revolución árabe”. Allí también, durante el atroz “otoño alemán” de 1977, y mientras al otro lado del Atlántico se ha desatado en los países del cono sur de América Latina el terror de Estado coordinado internacional­ mente en el “Plan Cóndor”, se presenta bajo el seudónimo Harald Hauser una obra teatral de Fritz Kalmar opuesta a las corrientes ideológicas domi­ nantes. El drama Im Schatten des Turmes (A la sombra de la torre) se estrena en setiembre de 1977 en el Volkstheater bajo la dirección de Erich Margo.52 51 Sobre el surgimiento y la acción del MLN-T, véase Lessa (2003); sobre la RAF, Koenen (2005). 52 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.4, Harald Hauser: Im Schatten des Turmes (mecanogra­ fiado), 31 págs.

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El protagonista es Heinrich Kadereit, “burgués y próspero” parlamen­ tario en Hesse, en la también próspera República Federal de Alemania de la década de los setenta. Sumido en una profunda crisis personal, Ka­ dereit decide abandonar su exitosa carrera política para dejar el terreno a Brückmann, miembro de su misma bancada parlamentaria pero de talante más agresivo. Quisiera “dejarlo todo” e irse lejos, “a nacer de nuevo en el bosque, o en el desierto”,53 donde quizá la palabra todavía sea escuchada, todavía comunique amor. Se siente exhausto y solo; su fe en la cultura y en la palabra conciliatoria resultan anacrónicas: “Ahora es el tiempo de la fuerza, de los hombres de acción, de los Brückmanns”.54 Sus hijos, activis­ tas marxistas, deploran su actitud transigente y consideran que su apertura al diálogo es la débil, absurda fidelidad a una ideología moribunda: “esta burguesía que huele a podrido”.55 Kadereit, en cuya voz no es difícil identi­ ficar la del autor Kalmar, se defiende: “al menos no me hago falsas ilusiones del futuro de mi mundo. Tú sí, sin advertir que ustedes no son más que los idiotas útiles de otros”.56 En los argumentos de Klaus, su hijo clandes­ tino que reniega de su padre, pero al que éste no entrega a las autoridades: “¿Víctimas inocentes? Para hacer una tortilla es necesario romper algunos huevos”,57 Kadereit, cuya mujer Ruth ha sobrevivido al Holocausto, reco­ noce la misma justificación de los nazis para sus crímenes, su mismo odio ciego y su mismo desprecio a la vida. Antes de caer abatido en un atentado cuyo objetivo era Brückmann, Heinrich Kadereit se sabe derrotado, con sus adversarios, por la regresada maldición de Babel: las palabras no unen, sino separan. Las personas no pueden entenderse ni distinguir la mentira de la verdad: “Vivimos en una oscuridad fría, sin encontrarnos; a la sombra de la torre”.58

53 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.4, Harald Hauser: Im Schatten des Turmes (mecanogra­ fiado), p. 16. 54 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.4, Harald Hauser: Im Schatten des Turmes (mecanogra­ fiado), p. 16. 55 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.4, Harald Hauser: Im Schatten des Turmes (mecanogra­ fiado), p. 14. 56 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.4, Harald Hauser: Im Schatten des Turmes (mecanogra­ fiado), p. 14. 57 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.4, Harald Hauser: Im Schatten des Turmes (mecanogra­ fiado), p. 27. 58 Oesterr. Exilbib., N1.EB-29, I.4, Harald Hauser: Im Schatten des Turmes (mecanogra­ fiado), p. 16.

El “Súper Austríaco”. Fritz Kalmar en América del Sur

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Últimos años: reconocimientos, luces y sombras

La soledad y frustración del personaje Kadereit se corresponden en parte con las de Kalmar en los años setenta y ochenta, que son también los de la enfermedad y muerte de su esposa Erna. El mundo se le mostraba en­ tonces especialmente violento e ingrato. Resulta difícil estimar el grado de satisfacción o consuelo que le hayan podido infundir los reconocimientos oficiales que recibió primero por parte de Austria (Condecoración al Méri­ to por la Liberación de Austria, en 1976) y, más tarde, de Alemania (Cruz Federal al Mérito, en 1995), por su trayectoria como organizador social y representante de los intereses de Austria, y sobre todo como mediador, a imagen de su admirado Nathan el Sabio, entre las culturas, los continentes y los grupos de la emigración de habla alemana (R. Kalmar 2009: 22 s.). Sí parece haberlo conmovido el inesperado reconocimiento a su pro­ ducción literaria. Como ya se mencionó, desde 1997 se publicó en Austria, bajo el verdadero nombre del autor, una serie de libros, algunos escritos muchos años antes. Consignamos a continuación los títulos de esos libros con su traducción textual: Das Herz europaschwer. Heimwehgeschichten aus Südamerika (“Europa doliendo en el corazón. Historias de añoranzas en América del Sur”) de 1997;59 Das Wunder von Büttelsburg und andere Erzählungen (“El milagro de Büttelsburg y otros relatos”), de 1999; Von lauten und leisen Leuten. Erzählungen (“Gentes altaneras y de las otras. Relatos”), de 2001; Don Juans Rückkehr. Erzählungen (“El regreso de Don Juan. Relatos”), de 2003, y finalmente Wiener Familienfragmente: sechs Erinnerungen (“Fragmentos familiares vieneses: seis recuerdos”), de 2005. Erich Hackl, interlocutor y amigo muy cercano de Kalmar en los tres últimos lustros de su vida, ha dado testimonio de la inusual capacidad de este para la amistad, así como de la honda crisis personal que atravesó a fines de la década de 1990, atormentado por la duda de haber llevado una vida equivocada fundada en la postergación de su vocación artística, postergación que habría sido más extensa que la impuesta por el exilio.60

59 Publicado en español bajo el título Vivir entre dos mundos. Cuentos de añoranzas de judíos y otros exiliados en Bolivia y Uruguay (2011). 60 Hackl, Erich (2013): “Laudatio auf einen, der nie Schule geschwänzt hat” (mecanogra­ fiado, recibido del autor), discurso pronunciado el 29.04.2013 en ocasión del descubri­ miento de una placa conmemorativa en la escuela donde Kalmar cursara la enseñanza secundaria en Viena. Ver también Hackl (2008).

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Conclusión

El compromiso político de Fritz Kalmar, basado en el diálogo y el consenso por encima de las ideologías, y en consecuencia discreto aunque profundo y generoso, se orientó a una idea de Austria y de “lo austríaco” cuyos com­ ponentes eran afán de libertad, justicia y entendimiento mutuo en tanto herencia cultural y proyecto irrenunciables. Esta idea inspiró su infatiga­ ble labor al frente de la Federación de Austríacos Libres en Bolivia entre 1942 y 1947. El cotejo de sus expectativas de la Austria de posguerra con la efectiva actitud del país frente a los crímenes del nacionalsocialismo y a los exiliados, sugiere que la permanencia definitiva de Kalmar fuera de Austria fue su estrategia para mejor habitar a la distancia el país anhelado. Afincado en Uruguay desde 1953, sus intervenciones, como cónsul hono­ rario, en defensa de perseguidos políticos de la dictadura militar uruguaya, revelan su compromiso con la vigencia de los derechos humanos. El análi­ sis de parte de su extensa producción periodística, ensayística y dramática durante la Guerra Fría muestra su lectura atenta y desasosegada del devenir internacional, caracterizada por su perspectiva demócrata-liberal y su pro­ funda fe en la palabra y el entendimiento.

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Fritz Kalmar hacia el año 2000 (foto: gentileza de Roberto Kalmar).

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Referencias bibliográficas Cafaro, Jorge (2008): “Murió un ser humano comprometido”. En: (03.05.2017). Eisenbürger, Gert/Küppers, Gaby (1999): “Vom Emigranten zum Konsul. Der Wiener Fritz Kalmar in Bolivien und Uruguay”. En: ila 240, (03.05.2017). Hackl, Erich (2001): “Erich Hackl auf literarischer Entdeckungsreise im Süden”. En: Südwind Magazin. Internationale Politik, Kultur und Entwicklung, (03.05.2017). –– (2003): “‘Laudatio: Kalmar in Büttelsburg’. Theodor Kramer Preisverleihung 2002 für Fritz Kalmar”. En: Zwischenwelt – Zeitschrift für Kultur des Exils und des Widerstands 19, 3, pp. 44-45. –– (2008): “Klage um einen Freund. Abschied von Fritz Kalmar (1911-2008)”. En: ila 317, p. 55. Heckl, Claudia (2003): “Buscando huellas: Inmigración y exilio austríacos en La Paz, Bolivia (1938-1945)”. En: Boletín del Congreso de Bolivia 6, pp. 2-4. Jarka, Horst (2001): “Nestroy im Exil”. En: Nestroyana 21, 1/2, pp. 42-71. Kalmar, Fritz (1997): Das Herz europaschwer. Heimwehgeschichten aus Südamerika. Edición y epílogo por Ursula Seeber. Wien: Picus. –– (1999): Das Wunder von Büttelsburg und andere Erzählungen. Wien: Ibera. –– (2002): “Themen, die den Dahingebliebenen nicht vertraut waren. Worte zum Theo­ dor Kramer Preis 2002”. En: Zwischenwelt – Zeitschrift für Kultur des Exils und des Widerstands 19, 3, pp. 46-47. –– (2003): “Die Heimwehküche”. Das Jüdische Echo – Europäisches Forum für Kultur und Politik 52 (5764), pp. 229-231. –– (2005): Wiener Familienfragmente: sechs Erinnerungen. Epílogo por Erich Hackl. Wien: Atelier. –– (2011): Vivir entre dos mundos. Cuentos de añoranzas de judíos y otros exiliados en Bolivia y Uruguay. Traducción de Das Herz europaschwer. Heimwehgeschichten aus Südamerika y epílogo por Raquel García Borsani. La Paz/Montevideo: Plural/Trilce. Kalmar, Roberto (2009): Ein geübter Heimwehträger. Wien: sin editorial. Koenen, Gerd (2005): Vesper, Ensslin, Baader. Urszenen des deutschen Terrorismus. Frank­ furt a. M.: Fischer. Lessa, Alfonso (2003): La revolución imposible. Los tupamaros y el fracaso de la vía armada en el Uruguay del siglo xx. Montevideo: Fin de Siglo. Mühlen, Patrik von zur (1988): Fluchtziel Lateinamerika. Die deutsche Emigration 19331945: politische Aktivitäten und soziokulturelle Integration. Bonn: Neue Gesellschaft. Saint Sauveur-Henn, Anne (2003): “Exil als Förderung der Satire? Am Beispiel des Bolivienemigranten Fritz Kalmar”. En: Benay, Jeanne/Pfabigan, Alfred/Saint Sau­ veur-Henn, Anne (eds.): Österreichische Satire (1933-2000). Exil – Remigration – Assimilation. Bern: Peter Lang, pp. 91-126.

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–– (2005): “Zwei halbe Heimaten sind keine ganze. Österreich und Lateinamerika im Leben und Werk des Exilautors Fritz Kalmar”. En: Beil, Ulrich J./Dornbusch, Claudia S./ Nomura, Masa: Blickwechsel: Akten des XI. Lateinamerikanischen Germanistenkongresses São Paulo – Paraty – Petrópolis 2003. Vol. 2. São Paulo: Monferrer, pp. 594-602. Spitzer, Leo (1998): Hotel Bolivia: The Culture of Memory in a Refuge from Nazism. New York: Hill & Wang. Strauss, Herbert A. (1985): “Akkulturation als Schicksal. Einleitende Bemerkungen zum Verhältnis von Juden und Umwelt”. En: Strauss, Herbert A./Hoffmann, Christhard (eds.): Juden und Judentum in der Literatur. München: dtv, pp. 9-27. Vranitzky, Franz (1998): “Die Verantwortung Österreichs”. En: Jochum, Manfred/Olbort, Ferdinand (eds.): 80 Jahre Republik Österreich. 1918 bis 1938 und 1945 bis 1998 in Reden und Statements. Wien: Ketterl, p. 165.

Filmografía Einmal gab es ein Land. Ein Exilfragment in drei Akten zu einem Lied von Fritz Kalmar. Claudia Heckl (dir.) Austria/Bolivia, 2003, 33 min.

Autoras y autores

León E. Bieber es politólogo e historiador nacido y radicado en Bolivia. Se doctoró en la Freie Universität Berlin. Es autor de numerosos trabajos relacionados con la historia de ese país y sus vinculaciones con Alemania. Entre sus libros destacan: Presencia judía en Bolivia. La ola inmigratoria de 1938-1940 (2010); Dr. Mauricio Hochschild. Empresario minero, promotor e impulsor de la inmigración judía a Bolivia (2015), Pugna por influencia y hegemonía. La rivalidad germano-estadounidense en Bolivia, 1936-1946 (2016) y Aproximaciones y desencuentros: las relaciones entre Bolivia y Alemania 1880-1946 (2017). Contacto: [email protected]. Sandra Carreras es investigadora del Ibero-Amerikanisches Institut, Berlín. Se graduó en Historia por la Universidad de Buenos Aires y obtuvo su título de doctorado de la Johannes-Gutenberg-Universität Mainz. Sus áreas de trabajo son la historia social y política del Río de la Plata y la historia de las interconexiones entre Alemania y los países del Plata. Ha publicado Preußen und Lateinamerika. Im Spannungsfeld von Kommerz, Macht und Kultur (coed. 2004); Los socialistas alemanes y la formación del movimiento obrero argentino. Antología del Vorwärts, 1886-1901 (coed. 2008) y Las ciencias en la formación de las naciones americanas (coed. 2014). Contacto: [email protected]. Marlen Eckl completó estudios de Literaturas Comparadas, Judaística y Derecho en la Johannes Gutenberg-Universität Mainz y se doctoró en Historia en la Universität Wien. Sus temas de investigación comprenden el exilio germanohablante en Brasil, la literatura judeo-brasileña del siglo xx y la historia de Brasil entre 1933 y 1945. Entre sus publicaciones se desta­ can: “Das Paradies ist überall verloren”. Das Brasilienbild von Flüchtlingen des Nationalsozialismus (2010); Wir sind bereit. Junge Prosa aus Brasilien (ed. 2013) y “...mehr vorwärts als rückwärts schauen...” Das deutschsprachige Exil in Brasilien 1933-1945 (coed. con Sylvia Asmus, 2013).

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Autoras y autores

Germán C. Friedmann es doctor en Historia por la Universidad de Buenos Aires, investigador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), profesor de Historia Contemporánea en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA e investigador en el Programa de Historia Económica y Social Americana (PEHESA). Sus temas de investigación tratan sobre germanoparlantes antinazis y el movimiento antifascista en la Argentina, el partido nacionalsocialista de la Argentina, la relación entre Estados Unidos y América Latina y la construcción de la identidad latino­ americana. Es autor del libro Alemanes antinazis en la Argentina (2010) y, entre otros, de los artículos: “El antisemitismo en la prensa en alemán de la Argentina, 1933-1941” (2018) y “El Frente Negro en la Argentina durante la década de 1930” (2015). Contacto: [email protected]. Raquel García Borsani es egresada en Literatura del Instituto de Pro­ fesores Artigas de Montevideo y obtuvo su doctorado por la Universität Augsburg. Ha cumplido tareas docentes, periodísticas y de traducción en su país natal, Uruguay, en Perú y en Alemania. Es autora de los libros Lite­ ratura alemana de los años noventa (1998) y Reconstrucción de la historia. Un análisis literario de “Memoria del fuego” de Eduardo Galeano (2008). Tradujo el volumen de cuentos Das Herz europaschwer, de Fritz Kalmar, publicado en español con el título Vivir entre dos mundos (2011). Contacto: [email protected]. Patrik von zur Mühlen estudió Historia, Ciencias Políticas y Filosofía en la Freie Universität Berlin y en Bonn. Se desempeñó durante más de tres décadas como coordinador científico del Instituto de Investigación de la Friedrich-Ebert-Stiftung, donde llevó a cabo investigaciones sobre la historia de la resistencia, la persecución, el exilio y la emigración entre 1933-1945 y sobre la Guerra Civil española, la historia de la República De­ mocrática Alemana y la historia del Báltico. Entre sus publicaciones más importantes figuran los libros Spanien war ihre Hoffnung. Die deutsche Linke im Spanischen Bürgerkrieg 1936-1939 (1983); Fluchtziel Latein­amerika. Die deutsche Emigration 1933-1945: politische Aktivitäten und soziale Inte­ gration (1986); Fluchtweg Spanien-Portugal. Die deutsche Emigration und der Exodus aus Europa 1933-1945 (1992).

Autoras y autores

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Anne Saint Sauveur-Henn estudió Germanística y Ciencias Políticas. Se doctoró en la Université Sorbonne Nouvelle, París, institución de la cual es hoy profesora emérita. Se ha dedicado a la investigación de la emigración alemana a la Argentina, el exilio en Francia y América Latina y la proble­ mática de las identidades y la integración. Ha publicado Un siècle d’émigration allemande vers l’Argentine 1853-1945 (1995); Zweimal verjagt. Die deutschsprachige Emigration und der Fluchtweg Frankreich-Lateinamerika, 1933-1945 (ed. 1998); Fluchtziel Paris. Die deutschsprachige Emigration 1933-1940 (ed. 2002) y Migrations, intégrations et identités plurielles. Le cas de l’Allemagne au vingtième siècle (ed. 2011). Frithjof Trapp es germanista, historiador y profesor emérito de la Uni­ versität Hamburg, donde fue director de la Walter A. Berendsohn For­ schungs­​stelle für Exilliteratur. Entre sus numerosas publicaciones se destaca Zwischen Schönberg und Wagner – Musikerexil 1933-1949: Das Beispiel P. Walter Jacob (2005). Junto con Werner Mittenzwei, Hansjörg Schneider y Henning Rischbieter editó el Handbuch des deutschsprachigen Exiltheaters 1933-1945, aparecido en 1999 en dos volúmenes: 1. Verfolgung und Exil deutschsprachiger Theaterkünstler y 2. Biographisches Lexikon der Theaterkünstler. Sonja Wegner estudió Historia en Essen y completó su doctorado en el Zentrum für Antisemitismusforschung der Technische Universität Berlin con la tesis Zuflucht in einem fremden Land. Exil in Uruguay 1933-1945 (publicada en 2013). Sus trabajos se centran en la temática del exilio, sobre todo en América Latina, la migración durante la guerra y las biografías. Ha sido docente en la Leuphana Universität Lüneburg, entre otras, y trabaja también como historiadora independiente. Su actual proyecto, en coope­ ración con el artista Jürgen Wilms, se refiere a la creación de un sitio de memoria para las víctimas de la dictadura en Uruguay.

Índice de personas A

C

Abusch, Alexander   50 Adler, Richard   190 Aguirre Cámara, José   74 Alemann, Ernesto F.   61, 66, 76, 150, 154 Alemann, Roberto   83 Alemann, Theodor   27, 28 Andersen, Hans Christian   66

Cardoso, Pedro   170 Carl, Hans   62 Castellanos, Aaron   25

B Bachmann, Ernst   27, 105 Bachmann, Jeanne   66 Baender, Paul   120, 123 Baldomir, Alfredo   162, 168, 170 Batlle Berres, Luis   162, 170 Bauer, Alfredo   83, 188 Becher, Johannes R.   157 Becher, Ulrich   101 Bechstein, Ludwig   66 Berets, Karl   153, 167 Bergner, Elisabeth   151 Bertzky, Heinrich   35 Blech, Leo   139, 140 Brahm, Otto   151 Brecht, Bertolt   67, 157, 171 Bruckner, Ferdinand   143 Busch, Fritz   72, 141, 144 Busch, Germán   119 Busoni, Ferrucio   139 Bus-Fekete, Ladislaus (Ladislao) 68, 147

D Damerau, Curt   62 Damonte Taborda, Raúl   74, 76 Damus, Walter   62 Dang, Alfred   62, 66, 75, 76 Dauber, Doris   66 Diamant, Max   50 Dickmann, Enrique   75, 76 Diez de Medina, Eduardo   116 Dörfler, René   132, 135 Durieux, Tilla   151

E Edelman, David   131, 132, 135 Einstein, Albert   41, 150 Eisler, Hanns   67 Eloesser, Arthur   158 Engel, Erich   144

F Fabian, Kurt   95, 107 Feder, Ernst   93, 104, 108, 109 Feigl, Fritz   92 Fenske, Martin   62 Feuchtwanger, Lion   150 Fischbein, Kurt   82, 83

224

Índice de personas

Frank, Bruno   68, 147, 154 Frankfurter, Richard   172 Fränkel, Heinrich   150 Freud, Sigmund   150 Freund, Adolf Walter   37, 72 Freund, Hellmut   161, 170, 176 Frei, Bruno   38, 50, 57 Frey, Rudolf   98 Fricke, Bruno   56 Friedländer, Günter   42, 153 Friedmann, James   25, 66 Frondizi, Arturo   83, 208 Furtwängler, Wilhelm   139

G Gaulle, Charles de   56 Gebhardt, Elfie   182 Gebhardt, Hermann P.   14-16, 40, 157-183, 189, 203 Genscher, Hans-Dietrich   83 Gerlach, Hellmut von   140 Gielen, Joseph   144 Globke, Hans   178, 179, 182 Goetz, Curt   68 Goldschmidt, Alfons   50 Gorki, Máximo   68 Grimeisen, Johann   90, 94, 96, 97 Grönewald, Heinrich   36, 62, 75, 76 Günther, Albert   62

H Hackl, Erich   188, 213 Hammerschlag, Peter   192 Happ, Heinz (Enrique)   133, 135 Hauff, Wilhelm   66

Hauser, Harald   (véase Kalmar, Fritz) Hauser, Richard   (véase Kalmar, Fritz) Herbig, Gustav   178 Hermann, Semi   121 Hirsch, Lotte   62 Hochschild, Mauricio   119, 120 Hörth, Franz Ludwig   139, 140 Hurrle, Curth   143

I Ibsen, Henrik   68 Iturbide, Julio V.   170

J Jacob, Paul Walter   7, 16, 40, 66, 67, 69, 84, 139, 140-143, 146-154, 168, 170, 171 Jahn, Hans   38, 66 Janka, Walter   50 Jeßner, Leopold   151

K Kalmar, Ernst   192 Kalmar, Fritz   15, 16, 185-215 Keller, Willy   95, 98-104, 107, 108 Kisch, Egon Erwin   40, 50 Kleiber, Erich   72, 139, 140, 144 Klemperer, Otto   139 Klingenfuss, Karl   84 Kniestedt, Friedrich   40, 90, 91, 94-96, 98, 100-102, 104 Koch-Weser, Erich   92 Kohlhase, Hermann   179

Índice de personas

L

N

Lakenbacher, Ernst   36 Lanús, Adolfo   74 Lehmann, Hans   62 Levy, Arthur   168 Ley, Robert   75 Libermann, Jacobo   131 Lichtenberg, Wilhelm   68 Luzian, Johann   66 Löwenstein, Hubertus zu   54, 55 Löwengardt, Julio   172 Lustig-Prean, Karl   54, 55, 57, 87, 88, 95-97, 102-108 Lütge, Wilhelm   84

Nestroy, Johann   192 Neumann, Heinrich   187, 199 Neumann, Teobaldo   98 Neuschlosz, Simon   62, 76 Ney, Ludwig   145

M Mahler, Gustav   139 Mann, Heinrich   41, 54, 82, 150 Mann, Thomas   41, 53, 87, 106, 150, 182 Margo, Erich   211 Matthias, Leo   50 Maurer, Filipp   165, 166 Mayer, Karl Leopold   168 Meffert, Carl   62, 66, 67, 76 Meier, Michael   133, 135 Merker, Paul   40, 50, 54, 167, 168, Metall, Rudolf Aladar   92 Moissi, Alexander   151 Moreau, Clément (véase Meffert, Carl) Mosheim, Grete   151 Mücke, Karl   23, 29

O Oettinghaus, Walter   50 Olberg-Lerda, Oda   62, 66, 76 Olden, Balder   38, 68, 69 O’Reilly, Guillermo   74

P Pirandello, Luigi   68, 154 Placzek, Michael   168 Prat Gay, Fernando de   74

R Reger, Liselott   141, 153, 157 Regler, Gustav   50, 51 Reinhardt, Max   151 Renn, Ludwig   40, 50, 54, 106 Retschek, Anton   92, 96 Roda, Alexander Roda   89 Rosen, Georg   178, 182 Rosenberg, Nathan   169 Rössler, Carl   68 Rostand, Maurice   148, 149 Rühle, Otto   50

225

226

Índice de personas

S Santander, Silvano   74 Schiller, Friedrich   68 Schleimer, Arthur   182 Schocher, Harald Michael von 96-98 Schönberg, Arnold   140 Schreker, Franz   139 Schumacher, Ernst   39, 124, 125, 191 Schwarzberg, Andrés   132, 135 Schwarz, Egon   129 Seghers, Anna   38, 40, 50, 169 Shaw, George Bernard   68 Sieloff, Erich   37 Siemsen, Dr. August   35, 37, 39, 49, 53, 55, 62, 65, 66 Siemsen, Pieter   36 Silva Py, Aurélio da   98 Simone, André   40 Simon, Hugo   93 Solari, Juan Antonio   74-76 Spengler, Oswald   210 Stern, Walter   172 Strasser, Gregor   55, Strasser, Otto   56-58, 105, 106 Strauss, Richard   139 Südekum, Albert   93 Susini, Enrique T.   141, 142 Süsz, Pedro   133, 135 Swarsensky, Hardi   41, 42 Szurovy, Walter   145

T Tepp, Max   84 Terra, Gabriel   162

Terramare, Georg Eisler von   186, 187, 190-192, 195, 211 Terrel, Erna   186, 187, 189, 192, 200 Thalheimer, Gustav   172 Tjarks, Emil   27 Tucholsky, Kurt   67, 82 U Übel, Curt   101 Uhse, Bodo   40, 50 V Villarroel, Gualberto   125 W Wallmann, Margarethe   144 Wasicky, Richard   92 Wedekind, Frank   68 Werfel, Franz   68, 154 Weil, Kurt   67 Weinert, Erich   38 Weingartner, Felix von   139 Weinmann, Rudolf   37, 69, 70 Wilde, Oscar   68 Z Zech, Paul   38 Zweig, Stefan   33, 150

El Instituto Ibero-Americano (IAI) de la Fundación Patrimonio Cultural Prusiano en Ber­ lín dispone de un amplio programa de publicaciones en alemán, español, portugués e inglés que surge de varias fuentes: la investigación realizada en el propio Instituto, los seminarios y simposios llevados a cabo en el IAI, los proyectos de cooperación con instituciones nacio­ nales e internacionales, y trabajos científicos individuales de alta calidad. La “Bibliotheca Ibero-Americana” es una serie que existe desde el año 1959 y en la que aparecen publicadas monografías y ediciones sobre literatura, cultura e idiomas, economía y política de América Latina, el Caribe, España y Portugal. Volúmenes anteriores: 169. Eventos del deseo. Sexualidades minoritarias en las culturas/literaturas de España y Latinoamérica a finales del siglo xx. Dieter Ingenschay (ed.), 2018. 168. Kolumbien heute. Politik – Wirtschaft – Kultur. Thomas Fischer / Susanne Klengel / Eduardo Pastrana Buelvas (eds.), 2017. 167. Hombres en peligro. Género, nación e imperio en la España de cambio de siglo (xix-xx). Mauricio Zabalgoitia Herrera (ed.), 2017. 166. Peru heute. Politik, Wirtschaft, Kultur. Iken Paap / Friedhelm Schmidt-Welle (Hg.), 2016. 165. Transiciones, memorias e identidades en Europa y América Latina. Juan Ignacio Piovani / Clara Ruvituso / Nikolaus Werz (eds.), 2016. 164. “Dádivas, dones y dineros”. Aportes a una nueva historia de la corrupción en América Latina desde el imperio español a la modernidad. Christoph Rosenmüller / Stephan Ruderer (eds.), 2016. 163. Sur ↓ South: Poetics and Politics of Thinking Latin America / India. Susanne Klengel / Alexandra Ortiz Wallner (eds.), 2016. 162. Políticas y estrategias de la crítica: ideología, historia y actores de los estudios literarios. Sergio Ugalde Quintana / Ottmar Ette (eds.), 2016. 161. MicroBerlín. De minificciones y microrrelatos. Ottmar Ette / Dieter Ingenschay / Friedhelm Schmidt-Welle / Fernando Valls (eds.), 2015.

Más información: http://www.iai.spk-berlin.de/es/publicaciones.html