Historias Del Primer Milenio

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J u a n a T o r r e s P r ie t o

RAÚL GLABER

HISTORIAS DEL PRIMER MILENIO

Edición revisada, introducción, traducción y notas

NUEVA ROMA 22

C O N SEJO SU P E R IO R D E IN V E STIG A C IO N ES C IEN TÍFIC A S M A D RID 2004

N ueva R o m a

Bibliotheca Graeca et Latina A evi Posterior 22

Comité Editorial: P e d r o B á d e n a s d e l a P e ñ a (Director) A n to n io B r a v o G a r c í a L u is A l b e r t o d e C u e n c a y P r a d o N a ta lio F e rn á n d e z M a r c o s Jo s é M a r tín e z G á z q u e z C i r í a c a M o r a n o R o d r íg u e z I n m a c u l a d a P é r e z M a r t í n (Secretaria)

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D a to s de p u b lic a c ió n

Torres, Juana Raúl Glaber. Historias del primer milenio. 1. Alta Edad Media 2. Raúl Glaber 3. Crónicas 4. Iglesia Medie­ val. 5 Monasterio de Cluny. Descriptores: Prodigios milenaristas, Apariciones diabólicas, Mo­ nacato, Concilios, Herejías, Peregrinaciones, Treguas de Dios. (Nueva Roma, vol. 22) pp. 312

MINISTERIO DE EDUCACIÓN Y CIENCIA

© C SIC © Juana Torres Prieto ÑIPO: 6 5 3 -0 4 -0 2 1 -8 ISB N : 8 4 -0 0 -0 8 2 3 3 -8 Depósito Legal: M . 3 6 .6 8 7 -2 0 0 4 Impreso en España: P rinted in Spain Imprime: SAFEKA T, S. L. Belm onte de Tajo, 55 - 3.° A 2 8 0 1 9 Madrid

ÇSIC

CONSEJO SUPERIOR DE INVESTIGACIONES CIENTÍFICAS

A mis padres, in memoriam

INDICE

Agradecimientos

XI

Presentación (por J.A. García deCortázar)

XIII

Introducción

XVII

Bibliografía

XLI

Abreviaturas

XLIII

Texto latino y traducción Libro I

46

Libro II

88

Libro III

136

Libro IV

206

Libro V

250

Apéndice prosopográfico y topográfico

289

AGRADECIMIENTOS Deseo expresar mi agradecimiento a todas aquellas personas que, con su amistad y apoyo, me han ayudado a llegar hasta el final de este tra­ bajo y me han "soportado" en los momentos difíciles. De manera especial, manifiesto mi gratitud al Dr. Ramón Teja por haber llevado a cabo la ardua tarea de revisar la traducción. Igualmente, agradezco al Dr. Pedro Bádenas, director de esta colec­ ción, su apoyo, disponibilidad y aceptación para publicar este libro.

PRESENTACIÓN

"Al cumplirse los mil años de la pasión del Señor, toda Europa quedó cubierta por el blanco manto de nuevas iglesias". La frase de Raúl Glaber está a punto de cumplir mil años y continúa siendo, como el conjunto de sus cinco libros de Historias, objeto de la atención apasionada de los his­ toriadores. Una atención que, desde hace casi tres decenios, se ha intensi­ ficado entre los medievalistas y que, al filo de la entrada en el tercer mile­ nio, cobró rabiosa actualidad al traernos a la memoria las vivencias y, sobre todo, los imaginarios de un testigo del paso del primer al segundo milenio de nuestra era. Cualquiera de estas razones sería suficiente para saludar con alegría la primera edición en castellano de una de las cróni­ cas más célebres de la Edad Media europea. ¿Más célebres o más celebradas? La pregunta es pertinente. Pocas veces se cumple como en este caso la opinión de que no hay historia sino historiografía. El uso de la obra de Glaber, "aquel monje giróvago y psicótico" de que Georges Duby hablaba, en efecto, ha sido determinante, desde mediados del siglo XIX, en la elaboración de imágenes. No sólo de los presuntos "terrores del año mil" sino también de las propias mentali­ dades europeas de los siglos X y XI y, desde hace treinta años, del apasio­ nado debate sobre la realidad o virtualidad de "la mutación feudal" en torno al año mil. Desde los historiadores románticos franceses, con Michelet a la cabeza, hasta las recientes y enfrentadas páginas de Richard Landes y Dominique Barthélémy sobre temores milenarios, sentimientos apocalípticos y movimientos de paz de Dios a comienzos del siglo XI, una larga cadena de historiadores se ha afanado sobre las páginas de las Historias de Raúl Glaber. Desde ahora, con mayor comodidad, lo podrán hacer también los lectores españoles a través de esta edición de la profe­ sora Juana Torres.

XIII

La publicación llega en un momento especialmente oportuno. En particular, por tres razones que acabo de sugerir. En principio, por el panorama que la obra nos presenta sobre un período histórico visto por los ojos de un testigo que vive en un lugar privilegiado. El monasterio de Cluny es, sin duda, uno de los centros de creación de opinión en la Europa del momento en las fechas en que el abad Odilón está aseguran­ do las bases doctrinales y patrimoniales de lo que será la gran abadía de finales del siglo XI. En segundo lugar, porque el panorama que Raúl Glaber nos brinda trasciende el mundo del cenobio y nos acerca a las mentalidades de la época. La relevancia de la vida en el monasterio, como ejercicio de devoción pero también como práctica de relaciones sociales y políticas, la atracción de las reliquias, la popularidad de las peregrinacio­ nes, la difusión de la conmemoración de los difuntos, la percepción de un cambio, de una mejora de las condiciones materiales, por lo menos, para la minoría con la que convive Raúl Glaber, todo ello rellena las páginas de sus Historias. Y, en tercer lugar, y sobre todo, la edición castellana de Glaber resulta especialmente oportuna porque la obra del monje cronista consti­ tuye uno de los ingredientes con que los historiadores de la Alta Edad Media están construyendo hoy mismo sus argumentos sobre "la revolu­ ción feudal" del año mil. Argumentos que dividen a quienes aceptan y a quienes rechazan la realidad de esa "revolución", entendida como un rápi­ do cambio social que permite a los señores, amparados en su fuerza mili­ tar privada, apropiarse de los resortes (sobre todo, judiciales y fiscales) hasta ahora públicos para utilizarlos en beneficio propio. Su consecuencia será la puesta en pie y fortalecimiento en cada región de un grupo social dominante que, apoyado en su fuerza, promoverá la obtención de exce­ dentes económicos que contribuirá a desplegar por la Europa del siglo XI "el blanco manto de las iglesias" del primer arte románico. Desde un punto de vista historiográfico, el debate sobre la "muta­ ción feudal", al afectar a todos los aspectos de la vida de las sociedades del Occidente europeo, ha venido a conceder mucho mayor predicamento a obras de los autores que vivieron la experiencia del año mil. Producto de ese reconocimiento académico ha sido la atención prestada a un contem­ poráneo de Glaber como Adémar de Chabannes y, desde luego, al propio Raúl "el imberbe". Las discusiones sobre la existencia o no de un senti­ miento apocalíptico en torno al año mil, sobre el fundamento escatológico o simplemente social de los movimientos heréticos de comienzos del siglo XI y sobre el patrocinio monástico, episcopal, real o nobiliar de las XIV

iniciativas a favor de "la paz de Dios" encuentran hoy en los escritos de uno y otro autor abundante inspiración. Por todo ello, en un momento en que nuestra sociedad, asustada todavía por los fenómenos de la naturaleza que no controla y los sociales que algunos no desean controlar, siente temores de milenio, puede resul­ tar especialmente atractivo y sugerente la lectura de las páginas de Raúl Glaber, testigo de otros temores, que la excelente edición de la profesora Juana Torres ha puesto en nuestras manos. José Ángel García de Cortázar

XV

INTRODUCCIÓN 1. El autor En torno al 985 nació en la región de Borgoña un niño llamado Raúl1, con una particularidad física: la ausencia de pelo en todo su cuerpo. A lo largo de la historia, especialmente en el mundo latino, ha sucedido con frecuen­ cia que la característica más llamativa de un personaje generaba un apodo y éste era utilizado después para referirse a él sin ningún carácter ofensi­ vo; así ocurrió en este caso, pues ese rasgo determinó para siempre la forma de denominar a Raúl: "el glabro". Con seguridad resultaría fácil identificarlo en medio de monjes de largas melenas y descuidadas barbas. El hogar en que transcurrieron sus primeros años no debió ser el conven­ cional, a juzgar por la información que él mismo nos proporciona cuando afirma que fue concebido por sus padres en el pecado; algunos estudiosos han señalado la posibilidad de que hubiera sido engendrado por un reli­ gioso y, en cualquier caso, fuera del matrimonio. Conjeturas aparte, el mero hecho de que su protagonista lo mencione nos hace suponer que esa circunstancia condicionó su vida. Precisamente, debido a su carencia de referentes afectivos, mantuvo una estrecha relación con el abad del monasterio de S. Benigne de Dijon, Guillermo de Volpiano, a quien quiso y respetó como a un verdadero padre. Más adelante volveremos a tratar sobre este personaje. Hacia los doce años fue internado por un tío materno en un monas­ terio, Saint-Germain d'Auxerre. Pero ese adolescente carecía de vocación, era rebelde y no se resignaba al sometimiento de las reglas monásticas, pues suponían grandes sacrificios: debía permanecer recluido en el monasterio sin tener acceso al mundo exterior; adaptarse a los rígidos horarios que las distintas fases litúrgicas exigían; y aceptar las más varia­ 1 Adoptamos el término más extendido en la comunidad científica para denomi­ nar a este autor: Raúl y no Rodolfo, por ser un personaje de origen francés.

XVII

das mortificaciones físicas como la frugalidad, la austeridad, el silencio y la obediencia. En definitiva, el joven no quería romper el propositum, pero continuamente afloraba su rebeldía, desobedeciendo a sus superiores, incordiando a los de su edad y molestando a los más jóvenes. Por este motivo fue expulsado de varios monasterios y su vida se convirtió en un ir y venir de un lugar a otro, sin encontrar asiento. Fue, pues, un giróva­ go, como tantos otros monjes de época medieval. Raúl recibió su formación intelectual en los monasterios, principa­ les focos culturales de la época, donde se formaron, por otra parte, todos los historiadores y donde permanecieron después la mayoría de ellos. Era, por tanto, un monje culto, con fácil acceso a la cultura escrita de las distintas comunidades monásticas por donde pasó, lo cual suscitó en él inquietudes literarias. Precisamente, todos sus datos biográficos, que no son muchos, los conocemos únicamente gracias a su producción escrita, pues nos los suministra en sus dos obras conservadas: Las Crónicas del Año M il y La Vida de Guillermo de Volpiano. En la primera de ellas traza una especie de autorretrato que resume su trayectoria vital: «No me avergüen­ zo de confesar que fui concebido por mis padres en el pecado y además que he sido intratable por mi carácter e insoportable por mi conducta, más de lo que se pueda contar. Cuando tenía casi doce años, un tío mater­ no monje me arrancó por la fuerza de la descarriada vida mundana e inútil que yo llevaba por encima de otras cosas, y me revistió con el hábi­ to de monje, pero, ay qué dolor, sólo cambié de hábito, no de carácter. Cualquier consejo de moderación y santidad que mis superiores o mis hermanos espirituales me dieran caritativamente, llevando alrededor del corazón un escudo hinchado por el orgullo y la crueldad, y dejándome llevar por la soberbia, me oponía a aceptar esos consejos para mi salva­ ción. Era desobediente con los más ancianos, inoportuno con los coetáne­ os, una carga para los más jóvenes y, a decir verdad, mi presencia signifi­ caba una pesadez para todos, un alivio mi ausencia. Instigados por estas y otras cosas semejantes, los hermanos de ese lugar me expulsaron de su comunidad, sabiendo sin embargo que no me faltaría un sitio para vivir, a causa únicamente de mis conocimientos literarios. Esto se había verifi­ cado ya en muchas ocasiones»2. Como se puede observar, en ese párrafo

2 Historiae V, 3. La edición que se ha revisado es la de G. Cavallo-G. Orlandi, Rodolfo il Glabro. Cronache dell'Anno M ille (Storie), ed. y tr. it., (M ilán 1989).

XVIII

el autor relata con pocas líneas las vicisitudes fundamentales de su vida y, por ello, nos ha parecido interesante reproducirlo. Si trazamos un itinerario monástico siguiendo los pasos de nuestro autor, recalamos en primer lugar en Saint-Germain d'Auxerre, donde pro­ bablemente ingresó por decisión de un tío monje en su primera adoles­ cencia, y al que volvió en el ocaso de su vida, cerrando de esta forma el círculo de su trayectoria. Debido al comportamiento rebelde e indiscipli­ nado del joven, el abad de ese monasterio, Ilderico, lo internó en SaintLéger de Champeaux, un pequeño cenobio que dependía también de él. A diferencia de su estancia anterior en un centro monástico importante, con gran número de monjes y una rica actividad intelectual, éste era un priorato dependiente de Saint-Germain d'Auxerre, con escasas propieda­ des y habitado por ocho monjes solamente. Poco después volvió al primer monasterio, Saint-Germain, donde permaneció dos o tres años, desde el 1002 al 1004 ó 1005, entregado al estudio como único recurso para apaci­ guar su rebeldía. Allí dispuso de extraordinarios maestros y numerosos libros que contribuyeron a su excelente formación. Raúl mismo recuerda con orgullo al final de su vida los logros de aquella época en que los mon­ jes rechazaban su convivencia seguros de que encontraría fácilmente otro alojamiento debido a sus amplios conocimientos literarios (ob literatoriam notionem), como acabamos de recoger en un párrafo de las Historias. Nuevamente expulsado de su comunidad, fue admitido en la de Moutiers Saint-Jean, dependiente también de Saint-Germain, pero el comporta­ miento del joven debía dejar bastante que desear, pues se veía incitado por el demonio, al igual que sus compañeros, a no cumplir los horarios y permanecer en el lecho hasta más tarde. En forma de visiones, sueños o pesadillas nos describe sus relaciones con el diablo: «Una noche, a la hora en que la campana tocaba a maitines, a un monje le pareció que un ser horrible estaba a su lado y que, intentando convencerle de muchas cosas, le decía lo siguiente: «¿Por qué vosotros los monjes realizáis tantos esfuer­ zos, vigilias, ayunos, cantos de salmos y múltiples humillaciones, fuera del uso común de los otros hombres? ¿Acaso no es cierto que innumera­ bles personas de mundo, que perseveran en diversos pecados hasta el final de su vida, van a recibir sin embargo el mismo descanso al que vos­ otros aspiráis? Bastaría un solo día o una sola hora para merecer el pre­ mio eterno de la felicidad que os corresponde en cuanto justos. Me pre­ gunto con admiración por qué tú mismo, tan solícito, tan pronto como oyes la campana, rápidamente te levantas del lecho e interrumpes la dulce tranquilidad del sueño, cuando podrías abandonarte al descanso hasta el XIX

tercer toque. Además, voy a desvelarte un secreto muy digno de recordar, aunque signifique un perjuicio para nuestra causa y un remedio salvador para la vuestra. Cada año, el día en que Cristo, resucitando de entre los muertos, devolvía la vida al género humano, él mismo vaciaba por com­ pleto el infierno y conducía a los suyos hacia el cielo; por tanto, no debéis temer nada. Podéis entregaros tranquilos a cualquier deseo y a cualquier placer carnal que os apetezca». Estas y otras muchas tonterías le dijo el diablo, pues era muy insidioso, burlándose de ese monje, y le sedujo de tal manera que no asistió a la oración matutina con sus hermanos»3. Posiblemente esta descripción refleje la conducta del propio autor. Tras la muerte de su abad Ilderico, en el 1010 conoció a Guillermo de Volpiano, abad de Saint-Benigne de Dijon, y entabló relaciones con él; subyugado por su fuerte personalidad y talento, Raúl ingresó en ese monasterio después del 1015, perm aneciendo en él hasta el 1030. Guillermo representó para el joven monje una figura muy enriquecedora en su doble vertiente de instructor y padre, viendo así satisfecha su caren­ cia afectiva de la que hasta entonces había adolecido. Consiguió también estimular sus inquietudes literarias, dejando en segundo plano las actitu­ des rebeldes que tantos problemas le venían acarreando. Son muy ilustra­ tivos al respecto los capítulos XII y XIII de la Vita Willelmi que él redactó en honor del abad, donde describe la actitud comprensiva, afectuosa y de plena disponibilidad del "padre" hacia todos los monjes subordinados a él, unos 1200 repartidos en 40 monasterios4. Transcurrieron aproximada­ mente unos 15 años de serenidad y de productividad monástica, pero la insatisfacción e incorformismo de Raúl volvió a manifestarse, dando lugar a errores (culpables infamias) que disgustaron extraordinariamente al abad. Debido a esos problemas, el joven se trasladó a otro monasterio, quizá el de Moutiers Sainte Marie, y durante su estancia en ese lugar, tuvo una visión: «Mientras vivía allí, una noche, en sueños, lo vi (a Guillermo de Volpiano) junto a mí, con su rostro afable; acariciándome la cabeza con la mano decía: «Te ruego que no me olvides si no fingías amarme; deseo más que nada que pongas fin a la obra que me habías prometido». En efecto, por invitación suya ya había compuesto yo la mayor parte del rela­ to de los acontecimientos y prodigios que tuvieron lugar en torno y suce­ 3Historiae V, 1. 4 La última edición de esta obra es la de N. Bulst, "Rodulfus Glabers Vita domni W illelmi abbatis. Neue Edition nach einer Handschrift des 11. Jahrhunderts (París, Bibliot. Nat. Lat. 5390)", Deutsches Archiv fü r Erforschung des M ittelalters 30 (1974) 462487.

XX

sivamente al Año Mil de la encarnación del Salvador. Ese fue también el motivo que me impulsó a iniciar la presente obra»5. No debemos caer en el error de juzgar las actitudes de personajes de otras épocas con nuestros esquemas mentales actuales, pues las diver­ gencias resultan enormes, y conviene adaptarse a la mentalidad de un monje medieval para poder comprender el alcance de las ideas e inquie­ tudes manifestadas por nuestro autor. Hay que evitar en la medida de lo posible la transposición de sucesos históricos a la actualidad, pues resul­ taría, entre otras cosas, un anacronismo. Estas reflexiones están motivadas por la referencia de Raúl Glaber a unas "graves infamias o pecados" que provocaron un gran disgusto en su querido Guillermo de Volpiano, según acabamos de señalar. Seguramente esos errores se refieren a faltas de dis­ ciplina y manifestaciones de rebeldía en su conducta, nunca a cuestiones doctrinales, pues la ortodoxia de la fe era aceptada en su totalidad por el monje, a juzgar por la ausencia en sus obras de cualquier cuestionamiento al respecto. El sometimiento a las reglas monásticas entrañaba una sucesión de obligaciones, penitencias y mortificaciones que suponían enormes sacrificios para los que habían hechos los votos. Por una parte se situaba la obligación, el propositum, y por otra el deseo interno de romper con él, el rechazo al cumplimiento de esas normas. Esta pugna constante de Raúl refleja el inconformismo y la insatisfacción de un individuo que fue víctima de las circunstancias y de los tiempos, y cuya falta de vocación monástica degeneró en neurosis. Para él, la rebeldía y la arrogancia cons­ tituían "graves faltas" que perturbaban su conciencia y que le hacían sufrir. En su recorrido por la Europa del Año Mil, recaló en Cluny, centro neurálgico de la cultura de ese tiempo, dotado, además, de un enorme poder político y económico. Fue admitido en ese monasterio en el año 1031 por su abad Odilón y allí transcurrió un periodo de su vida, hasta el 1035, dedicándose a escribir La biografía del abad Guillermo, personaje al que tan unido estuvo durante su estancia en Saint Benigne de Dijon, como hemos puesto antes de manifiesto. También redactó en Cluny una gran parte de Las Historias, continuando así la tarea iniciada con anterioridad a instancias de Guillermo de Volpiano e interrumpida simultáneamente a la ruptura de sus relaciones; seguramente daría también satisfacción a la 3 Vita Willelmi abbatis XIII, cf. G. Andenna y D. Tuniz, Rodolfo il Glabro. Storie dell'Anno Mille. I cinque libri delle Storie. Vita dell 'abate Guglielmo, tr. it., (Milán 1981), p. 192.

XXI

solicitud del propio Odilón en el mismo sentido6. Si tenemos en cuenta las características del monasterio de Cluny durante la estancia de Raúl allí, se puede comprender mejor el ambiente en que se desarrolló su producción literaria y la incidencia que en ella ejerció. Se trataba de la congregación monástica más poderosa en aquel momento, por constituir un centro eco­ nómico, político, espiritual e intelectual de enorme actividad e influencia. Ser un monje cluniacense era causa de orgullo y otorgaba gran prestigio, tal como lo señala nuestro autor en las Historias a propósito de un anaco­ reta que habitaba en la zona más remota de África y que fue visitado por un ciudadano de Marsella; debido a la fama de aquel solitario, lo había buscado con insistencia hasta lograr encontrarlo y entonces el monje le increpó diciendo: "Sé que has llegado aquí desde la Galia; dime, por favor, si has visto alguna vez el monasterio de Cluny que se encuentra en ese país". Y él respondió: "Lo he visto y lo conozco muy bien". Entonces le dijo: "Has de saber que, por encima de todos los cenobios del mundo lati­ no, ése destaca por su capacidad de liberar las almas de la dominación del diablo. En él la celebración del sacrificio vivificador es tan frecuente que casi no pasa un solo día sin que tal mediación arrebate almas al poder de los demonios malignos".7 El número de monjes debía ser bastante eleva­ do, de tal forma que se celebraba la misa ininterrumpidamente durante horas. En este sentido, las normas cluniacenses introducen una novedad con respecto a las ya existentes, pues hasta entonces el sacerdocio y el monacato eran dos órdenes independientes, aunque no excluyentes. A los monjes no se les exigía la ordenación sacerdotal, que en Cluny se daba por supuesto para poder celebrar la misa. Además de esa tarea, los cenobitas se ocupaban únicamente del estudio y la oración y disponían, por tanto, de bastante tiempo para las actividades literarias: leer, escribir y copiar, Por consiguiente, es fácil imaginar que la biblioteca del monasterio sería una de las mejor dotadas de toda la zona, con gran número de autores tanto paganos como cristianos. Reunía por tanto unas condiciones ópti­ mas para que Raúl Glaber pudiera redactar sus dos obras, aunque todo 6 Al com ienzo de la obra dice su autor: «He sido impulsado por la muy justa queja formulada más a menudo por los hermanos instruidos, y a veces por vos mismo, (studiosorum fratrum querimonia interdumque propria) de por qué en nuestra época no existía ninguno que transmitiera, mediante cualquier forma literaria, a nuestros suce­ sores los m últiples acontecimientos dignos de recordar que se producen tanto en las iglesias de Dios como en los pueblos»; y termina la exposición de motivos afirmando «obedezco vuestra orden y el deseo de los herm anos (vestrae preceptioni ac fraternae voluntati obedio)», (Historiae I, 1). 7Historiae V, 13. XXII

parece indicar que no concluyó las Historias allí, sino en otro monasterio. Tras una breve estancia en San Pedro de Béze, sus últimos años transcu­ rrieron en el monasterio de S. Germain d'Auxerre, el primero que él cono­ ció, y donde redactó los libros restantes, el III y el IV, sorprendiéndole la muerte en la tarea de escribir el V. Concretamente el último relato data del 1046, fecha probable de su fallecimiento que se podría alargar hasta el 1049, a lo sumo. 2. La obra La obra consta de 5 libros en los que, tras una introducción sobre la simbología de los números a lo largo del pensamiento cristiano, - desde el Nuevo Testamento hasta los cluniacenses -, Raúl se dispone a recoger «los hechos que, según dicen, se multiplicaron en torno al milésimo año de la Encarnación de Cristo, nuestro Salvador». Comienza con una dedicatoria «a Odilón, el más insigne de los hombres ilustres, abad del monasterio de Cluny» y no «a Guillermo de Volpiano» como sería lo esperable, ya que éste fue el primero que le animó en la tarea de escribir una obra histórica, fue el inductor gracias al cual emprendió esa tarea, como señalábamos antes. La hipótesis más verosímil es que inicialmente aparecería dedicada al abad Guillermo, a quien le unió una estrecha relación durante años y que le confió el cometido de legar a la posteridad un relato pormenoriza­ do de los acontecimientos producidos en torno al año mil. Una vez insta­ lado en el cenobio cluniacense, su abad le instó igualmente a seguir en esa empresa que no sólo completó sino también modificó; en efecto, sometió a una reelaboración el libro I, incluyendo una introducción sobre la divi­ na cuaternidad. En esa modificación se produciría el cambio de destina­ tario en beneficio de Odilón, como aparece en la versión definitiva. No consta en ningún manuscrito el título, pues el de Historiarum libri que uti­ lizamos convencionalmente procede del primer editor, Pierre Pithou, en el 1596. A juzgar por el escaso número de manuscritos conservados, la obra no debió despertar gran interés, pues contamos con cuatro solamen­ te: P = Se encuentra en la Biblioteca Nacional de París, lat. 10912, datado en el s. XI, y todo parece indicar que se trata del "idiographo" del autor, motivo por el que G. Cavallo y G. Orlandi lo utilizan como base para establecer su edición del texto. Fue propiedad de Antoine Loisel (1536-1617) quien lo restauró para recuperar partes perdidas. A = También en la Biblioteca Nacional de París se conserva otro manuscrito del s. XII, lat. 6190; perteneció, entre otros, a Pierre Pithou XXIII

que, en el 1596, separó la parte que contenía la obra de Raúl Glaber y la puso junto a la Historia Aquitaniae de Ademar de Chabannes y al Chronicon Floriacense. V = Se encuentra en la Biblioteca Apostólica Vaticana Ciudad del Vaticano, Reg. Lat. 618, y es del s. XV. Anteriormente pertene­ ció a Nicolas Le Fèvre (1544-1612), preceptor de Luis XIII, y fue utilizado por Pierre Pithou para restaurar las partes mutiladas del manuscrito A. B = París, Biblioteca Nacional, lat. 13834. Además de las Historiae de Raúl Glaber, contiene el Eucharisticos de Paulino de Pella y algunos textos de Odorammo de Sens. El responsable de esta compilación fue Guillaume Brosse, y data de finales del siglo XVI. Algo parecido sucedió con las ediciones críticas, escasas y tardías: en el 1596 apareció la primera en Francfurt, realizada por Pithou y que reprodujo Duchesne en el 1641; después pasó a formar parte de la Patrología Latina de Migne en el volumen 142, y posteriormente, en el siglo XIX, se realizaron otras dos ediciones, una recogida en el volumen X del Récueil des historiens de France, por obra de Haudiquier, y la otra en el volu­ men VII de los Monumenta Germaniae historica, Scriptores, por Pertz et alii. Pero hasta 1886 no se realizó una edición de cierta calidad científica, la de M. Prou. A partir de ella el éxito no ha sido grande, pero en los últimos años del siglo XX se han publicado varias con una gran rigurosidad: la de J. France, N. Bulst y P. Reynolds en 1989, contemporánea a la de G. Cavallo y G. Orlandi, y la de M. Arnaux en 1996, todas ellas con sus correspondientes traducciones al inglés, italiano y francés respectivamen­ te. Con el presente libro, nuestra contribución al respecto consiste en hacer pública la primera traducción al castellano de las Historiae, acompa­ ñada de la edición crítica revisada del texto latino establecido por G. Cavallo-Orlandi, con las consiguientes variantes. Se trata, en definitiva de un texto bilingüe latín-castellano, que pretende resultar de gran utilidad para historiadores y filólogos de la Edad Media. La historiografía moderna tampoco ha hecho justicia, hasta fechas recientes, a la labor de Raúl como historiador. Algunos escritores le han tachado de ingenuo, crédulo, torpe, charlatán, fantasioso etc.; se han seña­ lado inexactitudes cronológicas y geográficas en su obra8 y se ha denosta8 Vid. G. Monod, "Etudes sur l'histoire de Hugues Capet", Revue Historique, 28 (1885) 271-278; L. Musset, "Raoul Glaber et la baleine. Les sources d'un racontar du XI siècle", Revue du Moyen Age Latin 4, (1948), 167-172; G. Andenna-D. Tuniz, Rodolfo il Glabro. Storie dell'Anno Mille ... pp. 26-28. XXIV

do la calidad del latín por él utilizado. Evidentemente, la concepción historiográfica del s. XI tenía muy poco que ver con la mentalidad y la cultu­ ra moderna, y debemos intentar adaptarla a los esquemas mentales de la época medieval si queremos realizar una valoración ajustada. Por fortuna, los planteamientos de los historiadores se han ido modificando con res­ pecto a los textos medievales. A partir de la segunda mitad del siglo XX se ha producido una justa revalorización de las Historias de Raúl Glaber, iniciada por Paul Rousset y que encontró su máximo reconocimiento en Georges Duby, con la obra El Año Mil, en la que utiliza fundamentalmen­ te textos de aquéllas1’, justificando su elección, el autor francés sentencia: «Conviene no juzgar su obra (la de Raúl Glaber) en función de nuestros hábitos mentales y de nuestra propia lógica. Si aceptamos introducirnos en su modo de pensar, de inmediato se nos aparece como el mejor testigo de su tiempo, y de muy lejos»'". Con posterioridad, varios autores han reclamado el reconocimiento de esa obra historiográfica como documen­ to de extraordinario interés para reconstruir la historia de las mentalida­ des así como el ambiente civil y religioso en torno al año Mil. Cuando Raúl decidió escribir su obra, la intención era clara: a tra­ vés de una especie de crónica universal, pretendía rastrear la intervención de Dios en la historia, con un claro enfoque providencialista; según esa concepción, nada es casual, todo se produce con una finalidad edificante, incluso los sucesos más terribles, permitidos por Dios para que sirvan de castigo o de admonición. Pero a nuestro autor no le interesan los meros sucesos cotidianos, en consonancia con la tradición historiográfica medie­ val, sino los extraordinarios y por ello dignos de recordar (minime abden­ da) como visiones, sueños, prodigios y milagros, que sirvan de exempla para los hombres. Por eso comienza el libro I con las siguientes palabras: «...n o ha existido ninguno que... hubiera enviado a sus sucesores algún escrito de carácter histórico; mientras que es bien sabido que tanto en el mundo romano como en las provincias de ultra mar y en las habitadas por los bárbaros ocurrieron numerosos hechos que, si fueran confiados a la memoria, resultarían bastante útiles para los hombres y servirían para sugerir a cada uno el ejercicio fundamental de la cautela». Se dispone a

9 Vid. P. Rousset, "Raoul Glaber interprète de la pensée commune au XI siècle", Revue d'Histoire de l'Église de France, 36 (1950) 5-24; y G. Duby, L'An Mil, (Paris 1967) (tr. esp. El año Mil. Una nueva y diferente vision de un momento crucial de la historia, [Barcelona 1988]). 10 Ibidem p. 18 (tr. esp). XXV

describir los acontecimientos dignos de relieve que se multiplicaron en torno al milésimo año de la Encarnación de Cristo. En cuanto a las fuentes que utilizó para redactar su obra, a partir de la información recabada en ella se pueden distinguir tres tipos: por una parte sus raíces ideológicas, basadas en la Escritura, la Patrística y la Hagiografía, y también en autores como Máximo el Confesor y Juan Scot; por otra parte se fundamenta en acontecimientos contemplados por él mismo o que le contaron otros. Teniendo en cuenta que su capacidad para presenciar sucesos se limitaría a los que le fueron contemporáneos, el resto se basaban en tradiciones orales o en testimonios de terceras perso­ nas; y por último, entre sus fuentes estaban los historiadores del pasado como Beda el Venerable y Pablo Diácono, explícitamente recordados: «en el transcurso de casi doscientos años, es decir después de Beda, sacerdo­ te de Britania, o de Pablo en Italia, cada uno de los cuales estableció la his­ toria de su propio pueblo y de su país, no ha existido ninguno que, con esas mismas aspiraciones, hubiera enviado a sus sucesores algún escrito de carácter histórico»11. En cualquier caso, las diferentes obras que circu­ laran en su tiempo, anales, crónicas e historias, probablemente a Raúl no le llegarían a causa de su reclusión entre los muros del monasterio y por la escasa circulación de los textos, debido a las dificultades que esto entra­ ñaba. Acerca de la cronología de nuestra obra, el inicio de su composi­ ción debemos situarlo en torno al 1020, cuando Raúl emprendió su tarea en Saint-Benigne de Dijon, a instancias de su abad Guillermo de Volpiano; el libro I comenzaría en el parágrafo 4 de la versión definitiva: «Así pues, vamos a hablar de los hombres ilustres que destacaron en el mundo roma­ no como defensores de la fe católica y de la justicia, y también de los numerosos acontecimientos dignos de recordar tanto en las sagradas igle­ sias como en uno y otro pueblo (Francia y Germania), desde el año 900 de la encarnación del Verbo que crea y da vida a todas las cosas, hasta nues­ tros días, tal como los hemos conocido por relatos fidedignos o como los hemos presenciado nosotros mismos». El libro I consta de 5 capítulos de extensión desigual, mayoritariamente dedicados a las biografías de los reyes y emperadores de la Galia y Germania en el año 900; y el último de esos capítulos se refiere a las cala­ 11Historiae 1 ,1.

XXVI

midades sufridas por los pueblos latinos a causa de los paganos. A raíz de su estancia en el monasterio de Cluny, inmerso en aquel efervescente ambiente intelectual, le surgió la idea de introducir el libro I con una refle­ xión sobre la divina cuaternidad, fiel reflejo de la concepción del mundo y de la historia propia de los cluniacenses. Se trata de un texto complejo por su composición, muy acorde con la línea de pensamiento imperante en Cluny en el año Mil, por sus abundantes referencias históricas, medi­ taciones teológicas, enseñanzas de la Sagrada Escritura y sugerencias neoplatónicas. Por tanto, el libro requería una reelaboración pero, si la idea parece haberse gestado durante la permanencia de Raúl en Cluny -entre el 1031 y el 1035-, la conclusión de dicha reforma se realizó con posterio­ ridad en S. Germain d'Auxerre, su primer y último espacio monástico. La redacción definitiva incluiría la dedicatoria a Odilón de Cluny, sustitu­ yendo el nombre de Guillermo de Volpiano, después la reflexión sobre la divina cuaternidad, y por último una adecuación de la parte final del libro I, puesto que la ceremonia de la coronación de Enrique II se adapta per­ fectamente al esquema teológico inicial. El libro II comprende 12 capítulos breves en los que describe dife­ rentes calamidades y prodigios que tuvieron lugar hasta el año 1000: apa­ rición de monstruos, saqueos, carestías, fenómenos meteorológicos extra­ ños, casos de simonía y algunas herejías desenmascaradas. El libro III narra los acontecimientos sucesivos, desde el año Mil en adelante, distri­ buidos en 9 capítulos. En él continúa describiendo la aparición de signos extraños, presagio de sucesos terribles: cometas, nuevas herejías, la des­ trucción del templo de Jerusalén y la masacre de los judíos. El libro IV está compuesto también por 9 capítulos que contienen relatos orientados en la misma línea que el libro anterior: actuación de espíritus malignos, herejí­ as, guerras de los sarracenos contra los cristianos y la terrible carestía del año 1033. Pero incluye también la descripción de manifestaciones de paz y prosperidad tras cumplirse los mil años de la Pasión del Señor, junto con la profusión de peregrinos hacia el Santo Sepulcro. Forman el último libro 5 capítulos con reflexiones personales sobre el carácter y la vida del autor; también relata la extirpación de la simonía, apariciones de figuras diabó­ licas, eclipses y, en general, sucesos premonitorios. El libro II y una parte del III fueron redactados en Cluny, pero este último lo concluyó en otro monasterio, a tenor de las referencias'2 conte­ 12 Ibidem III, 3: cum ego ... in monasterio Cluniacense cum ceteris fratribus degerem (cuando me encontraba en el monasterio de Cluny con los otros hermanos).

XXVII

nidas en él respecto al periodo cluniacense como ya concluido. Posiblemente el lugar sería S. Germain d'Auxerre, a donde se retiró en el año 1036 y permaneció hasta el final de su vida. Allí escribió también el libro IV y, una vez finalizado, con toda probabilidad en el 1041, pues los últimos acontecimientos recogidos datan del 1040, encargó su copia así como la nueva versión del libro I. En contra de la aparente primera inten­ ción del autor respecto a dar por concluida la obra con el libro IV, llegado el momento, no envió el manuscrito a su destinatario, Odilón, sino que dio comienzo al libro V. A esa tarea dedicó los últimos años de su vida, desde el 1041 hasta el 1047 aproximadamente. Si el esmero formal puesto de manifiesto en el libro IV induce a pensar en la idea de redacción defi­ nitiva y de final de las Historias, la gran pregunta que todos los estudiosos se plantean es ¿qué indujo a Raúl a continuar su redacción, y además con el libro de significativo número 5? ¿Por qué cambió de idea? Las posibles explicaciones resultan en su mayoría coincidentes en los distintos autores. Sin descartar sugerencias tan simplistas como un cambio de humor o la solicitud por parte de sus hermanos de continuar la obra, se apuntan: -El impulso de un hombre anciano a realizar confidencias, a hacer balance de su vida, a causa de la recurrente aparición de recuerdos que acentuaban sus eternas inquietudes, miedos y sentimientos de culpa. Además, desde la perspectiva que proporciona la vejez, con el distanciamiento necesario para entender las cosas con objetividad y sin apasiona­ miento, y libre ya de las perturbaciones mundanas, la posición resultaría idónea. De hecho, el libro V se compone de esa mezcla de meditaciones y reflexiones personales de su historia interior, con una metodología evenemencial o descriptiva de los sucesivos acontecimientos13. -También se señalan explicaciones de carácter bíblico que le habrí­ an inducido a escribir los cinco libros de las Historias a imagen del Pentateuco, o los cinco libros de Moisés: Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. Si tenemos en cuenta que el deseo de Raúl era escribir la historia según el modelo de la Sagrada Escritura y juzgarla a la luz de ésta, y que, desde su punto de vista, la función de los espirituales14 13 Esta argumentación la defienden: M.-C. Garand, "Un manuscrit d’auteur de Raoul Glaber? Observations codicologiques et paléographiques sur le ms. Paris, B.N., latin 10912", Scriptorium 37 (1983) 5-28; y G. Cavallo-G. Orlandi, Rodolfo il Glabro..., pp. 26-27 de la "Introducción". 14 Sobre este tema, vid. G. Duby, Les trois ordres ou l'imaginaire du féodalism e, (Paris 1978), (tr. esp. A.R. Firpo, Los tres órdenes o lo imaginario del feudalism o, [Barcelona 1980]).

XXVIII

en la Iglesia, representados por los monjes, consistía en «atestiguar la acción providencial de Dios en los acontecimientos y difundir fuera de los claustros la lectio divina»15, entonces esta conjetura podría estar perfecta­ m ente justificada.16 La concepción historiográfica medieval es otra de las c aducidas. Para el historiador de esa época, el final de la narración lo esta­ blecía la muerte; mientras vivía, su deber era proseguir el relato.17Al con­ cluir Raúl el libro IV, en torno al 1041, pretendía dar por acabadas las Historias porque, posiblemente, creía cercano el fin de sus días; pero, a medida que su vida se prolongaba, la sucesión de acontecimientos le impulsaría a retomar la pluma, debido a su conciencia de historiador medieval, y por ello continuaría la narración.18 Cualquiera de estas suge­ rencias puede resultar plausible y, por qué no, una combinación de varias, ya que no son excluyentes. Para concluir con el libro V, en el manuscrito más antiguo de la obra (P), datable en el siglo XI, los paleógrafos han descubierto, basándo­ se en explicaciones de carácter técnico-gráfico, que sólo ese libro ha sido escrito por el propio autor, mientras que los otros restantes, del I al IV, se deben a la labor de monjes amanuenses bajo su estrecha vigilancia. Conociendo el modus operandi de Raúl, que escribía de su puño y letra cada libro y, una vez concluida la redacción definitiva, lo hacía copiar por otros monjes, copistas profesionales, podemos deducir que la muerte le impediría terminar el libro V y ordenar que fuera transcrito después por otra mano. Se trata, por tanto, en el caso del manuscrito P, del "idiogra­ pho" o codex descriptus, con excepción del libro V que es el único texto autógrafo. En efecto, existen una serie de correcciones en los márgenes de los otros libros que procederían de la mano de Raúl, ya que poseen las mismas características gráficas que la escritura del V.19 13 Sobre esas consideraciones, vid. Historiae, I, 24-25; y R. Romagnoli, Le "Storie" di Rodolfo Glabro. Strutture culturali e modeli di santitá cluniacensi, (Bolonia 1988). 16 Tal es la explicación aducida por E. Ortigues-D. Iona-Prat, "Raoul Glaber et l'historiographie clunisienne", Studi M edievali, 3a ser., 26 (1985) 537-572, esp. 567. 17 Sobre estas cuestiones, vid. B. Guenée, Histoire et culture historique dans l'Occident médiéval, (Paris 1980), pp. 20-22. 18 Esta es otra de las respuestas que sugieren G. Cavallo-G. Orlandi, Rodolfo il Glabro..., pp. 26-27 de la "Introducción". 19 Vid. M.-C. Garand, "Un manuscrit d'auteur"...; y G. Cavallo-G. Orlandi, Rodolfo il Glabro..., pp. 27-28 de la "Introducción".

XXIX

3. Significado de la obra Guglielmo Cavallo realiza la siguiente valoración de la obra y su contri­ bución al conocimiento histórico: «A pesar de los límites de su extracción monástica, culturalmente restringida, la obra de Raúl restituye de forma vivida, envolvente, cuáles fueron los malestares, temores, esperanzas, impulsos, modos de comportamiento, referentes éticos, modelos de vida civil y religiosa en torno al Año Mil; y son éstos los documentos de histo­ ria de las mentalidades y de psicología colectiva que se deben buscar en las Historias, no la precisión de los hechos, que se muestran mezclados y confusos».20 A continuación analizaremos con cierto detenimiento esos valores para comprender la significación de las "Historias". En la intro­ ducción del libro I aparece el título De divina quaternitate, cuyo contenido no resulta excesivamente largo, pero ha suscitado controversias entre los distintos estudiosos, acerca de la utilidad y conveniencia de esa reflexión. En primer lugar lo cuestionó Pognon, llegando a afirmar la falta absoluta de interés y de lógica con respecto al resto de la obra.21 Inmediatamente después Giet y Rousset se plantearon la posibilidad de descubrir la utili­ dad de esa introducción;22 en fechas más recientes France logró demostrar el valor fundamental de ese breve tratado sobre la cuaternidad, debido a que proporciona las bases de carácter filosófico, teológico e historiográfico imprescindibles para comprender el conjunto de la obra.23 El título, cuaternidad, tiene su explicación en quater, término latino que significa "cuatro veces". Los números en la tradición patrística y en la cultura del platonismo y neoplatonismo, no expresaban cantidad o grandeza como actualmente, sino que tenían un valor místico y, en calidad de símbolos religiosos, señalaban relaciones de perfección, de valor y de armonía. A

20 Ibidem, p. 34 de la "Introducción". 21 Vid. E. Pognon, L'an mille. Oeuvres de Liutprand, Raoul Glaber, Adémar de Chabannes, Adalbéron, Helgaud, trad, fr., (Paris 1947), pp. 45-144. 22 Vid. S. Giet, "La divine quaternité de Raoul Glaber", Revue du Moyen A ge Latin 5 (1949) 238-241, y P. Rousset, "Raoul Glaber interprète de la pensée com mune au XI siècle", Revue d'H istoire de l'Eglise de France, 36 (1950) 5-24. 23 Vid. J. France, "The Divine Quaternity of Rodulfus Glaber", Studia M onastica 18, (1975), 283-294; y también P.E. Dutton, "Raoul Glaber's De divina quaternitate: an unoticed reading of Eriugena's translation of the Ambigua of M axim us the Confessor", M edieval Studies, 42 (1980) 431-435.

XXX

propósito del significado espiritual del número cuatro, Raúl se basó en los comentarios a la Biblia de Ambrosio, Isidoro, Agustín y Gregorio Magno, y éstos le sirvieron de guía. Pretendía afirmar que entre la materia, el hombre, y la realidad sobrenatural existía una unidad, y que ésta se ponía de manifiesto en las siguientes series cuaternarias: - El mundo material, inferior, está formado por los 4 elemen­ tos naturales: el éter o elemento ígneo, el aire, el agua y la tierra. - El mundo sobrenatural se rige por 4 virtudes: la prudencia, la fortaleza, la templanza y la justicia. - Los cuatro Evangelios representan el mundo superior de la vida del espíritu y conectan entre sí cada uno de los elementos de las dos cuaternidades anteriores de tal forma que se realiza una perfecta coinci­ dencia entre las páginas de Mateo, la tierra y la justicia; entre las de Marco, el agua y la templanza; entre el Evangelio de Lucas, el aire y la for­ taleza; y finalmente, entre el escrito de Juan, el éter y la prudencia. - A estas conexiones especulativas está asociado también el hombre, microcosmos, como duplicado del macrocosmos, ambos en armonía. Ese cosmos en escala reducida es representado por los cuatro sentidos del hombre: vista, oído, olor y gusto; el tacto aparece unas veces supeditado a los otros sentidos, y otras al mismo nivel que los demás. Tras esta reflexión "cosmológica", Raúl pasa a una segunda parte "histórica", también articulada en series cuaternarias: - Los cuatro ríos del Paraíso: el Fisón, que significa "apertura de la boca", representa la sabiduría; el Geón, o "hendidura de la tierra", simboliza la templanza; el Tigris, junto al que habitan los Asirios, y cuyo nombre quiere decir "los que guian", es el emblema de la fortaleza; el Eufrates, es decir, "la abundancia", indica justicia. - Las épocas de la historia: la primera va desde la creación al diluvio universal y ha sido dominada por la prudencia, cualidades repre­ sentativas de Abel y de Noé; la segunda es la edad de los patriarcas, con personajes paradigmáticos como Abraham, Isaac y Jacob, caracterizados por su templanza; a ésta le sigue el tiempo de los profetas con la fortale­ za como virtud característica, y cuyos ejemplos van desde Moisés hasta Cristo; y la cuarta etapa es la posterior a la Encarnación de Jesús, gober­ nada por la justicia, lo cual explica los numerosos ejemplos de justicia referidos por Raúl a lo largo de la obra.

XXXI

En la época medieval existía una distribución convencional de las actividades sociales en tres niveles u órdenes: los guerreros, los sacerdo­ tes y los trabajadores, en línea de categoría descendente.24Al primer orden pertenecen los que tienen poder, los que mandan, y conforman la clase privilegiada; al segundo los que rezan, la clase media; en tercer lugar están los que trabajan, el pueblo rudo e inculto, los súbditos, y encarnan la clase más baja. Este esquema de reparto guarda una total correspon­ dencia con la distinción efectuada por Raúl en los tres niveles del cosmos: el mundo intelectual, el espiritual, y el material, de forma que al mundo intelectual pertenecen los que mandan, al espiritual los que rezan y al material los que trabajan. Efectivamente, a lo largo de la obra se observan diversos ejemplos de esa correspondencia, pero no manifestada de forma explícita, sino implícita. Se trataba, en definitiva, de armonizar la historia con el orden del cosmos, entendiéndola como una historia de la salvación. Así pues, para el cristiano la historia está orientada y guiada por Dios, creador del mundo, y basándose en los textos sagrados, -Evangelios y Apocalipsis- sabe que un día este mundo acabará. Concretamente, en el capítulo XX del Apocalipsis se afirma lo siguiente: «Vi un ángel que des­ cendía del cielo, trayendo la llave del abismo y una gran cadena en su mano. Tomó al dragón, la serpiente antigua, que es el diablo, Satanás, y le encadenó por mil años. Le arrojó al abismo y cerró, y encima de él puso un sello para que no extraviase más a las naciones hasta terminados los mil años, después de los cuales será soltado por poco tiempo». Es decir, cuando se hubieran acabado los mil años, el mal invadiría el mundo y comenzaría el tiempo de las tribulaciones durante un breve período, tras el cual se instauraría un reino terrenal perfecto, imagen del Paraíso, que precedería al fin del Mundo. Este es el fundamento del pensamiento milenarista que Raúl Glaber parece compartir en su obra histórica.25 Al inicio de ésta expone su intención de describir los acontecimientos insólitos que tuvieron lugar en torno al milésimo año de Cristo. ¿Pero de qué Milenio se trata, del nacimiento o del de la muerte de Jesús? Ante la duda, Raúl 24 Vid. G. Duby, Les trois ordres... 25 Con ocasión de la fecha del segundo milenio, durante los últimos años se han originado multitud de trabajos individuales y colectivos a propósito del milenarismo; entre otros podemos citar a C. Carozzi, La fin des temps: Terreurs et prophéties au Moyen Âge, (Paris 1982); W.D.F. Verbeke-D. Verhelst-A. Welkenhysen (eds.), The Use and Abuse o f Eschatology in the M iddle Ages, (Lovaina 1988); R. Landes, "Rodulfus Glaber and the Dawn of the New Millennium: Eschatology, Historiography and the Year 1000", Revue Mabillon, 68 (1996) 1-21; J. Torres, "Prodigios milenaristas en las Historiae de Raúl Glaber" en F. Diez de Velasco (éd.), M iedo y Religion, (Madrid 2002), pp.155164. XXXII

organiza su historia en función de una doble fecha: parte del año 900, avanza y va descubriendo algunos fenómenos extraños, prodigiosos, cier­ tos signos de corrupción como la simonía y las herejías, que se pueden datar hasta finales del año mil; con la descripción de este periodo llega al libro III en el que se dispone a «narrar los acontecimientos sucesivos desde el año mil del nacimiento del Verbo».26 A partir del libro IV toma como punto de partida la otra fecha, es decir, la muerte de Jesús, como lo pone de manifiesto en el primer capítulo: «Después de los múltiples pro­ digios que acaecieron en todo el mundo tanto antes como después del milésimo año del nacimiento de Cristo Señor, se sabe que hubo varios hombres inteligentes y sagaces que predijeron sucesos no menos impor­ tantes en torno al año mil de la pasión del Señor; y esto sucedió con total evidencia».27 Se dispone, por tanto, a narrar los sucesos, milagros y demás signos extraños que se pueden datar a partir del 1033. Esta duplicidad explica la atmósfera de espera que impregna la obra; pero de espera, no de temor. Con excepción, probablemente, de los altos niveles sociales en los que sería comprendido el valor de la doble fecha entre el año 1000 y el 1033, para la inmensa mayoría de la gente el Año Mil sería más bien una cifra, una etapa de límites muy imprecisos, vivida en medio de temores y esperanzas, que recordaría el milenario de las vicisitudes terrenas de Cristo. Por tanto, el Año Mil no estaría definido por un conjunto de mie­ dos y estremecimientos, tal como la historiografía romántica nos ha trans­ mitido. Apenas se habla en los documentos y en las crónicas de la época sobre los terrores que anunciaban la muerte de los tiempos. La idea del fin del mundo tras mil años de vida ha invadido la mayoría de las religiones antiguas y fue heredada por el cristianismo a través del Apocalipsis de Juan.28 En la obra de Raúl se encuentra omnipresente esa concepción escatológica de la historia, y la creencia de que a la Providencia le correspon­ de la tarea de conducir a la humanidad hacia la salvación. De acuerdo con la mentalidad medieval, Raúl concede gran importancia a los signos y 26 Historiae III, 1. 27 Ibidem IV, 1. 28 Vid. P. Fredriksen, "Apocalypse and Redemption in Early Christianity: from John of Patmos to Augustine of Hippo", Vigiliae Christianae, 45, 2 (1991) 151-83, exce­ lente resumen sobre las actitudes cristianas hacia el milenarismo. w A propósito de los símbolos y su significado en la Edad Media, vid. J. Le Goff, "Les gestes symboliques dans la vie sociale. Les gestes de la vassalité", Simboli e simbologia nell'alto medioevo, Settimane di studio del Centro italiano di studi suü'alto medioevo XXIII, (Spoleto 1976) 679-684. XXXIII

símbolos29, de ahí que dedique tanto espacio a los prodigios, sueños y visiones, en cuanto obras de Dios, bien sean favorables o desgraciadas, destinadas a advertir a los hombres y a probar su lealtad; si se saben inter­ pretar esos signos de forma adecuada, se puede intuir la voluntad de la Providencia. Es decir, Dios envía signos a los hombres por medio de sue­ ños, milagros y visiones, que conviene entender correctamente para des­ cifrar sus designios. A juzgar por los relatos recogidos en nuestra obra, la profusión de fenómenos extraordinarios en los años cercanos al Milenio reflejaban desaprobación y malestar. A continuación haremos un breve recorrido por algunos de esos prodigios, premonitorios de algo importan­ te pero desconocido, y por ello causantes de esperanza y temor a un tiem ­ po. La aparición de cometas es una constante en los cronistas de la Edad Antigua y Media, como símbolo misterioso que anuncia grandes cambios30, y no podía faltar en las Historias. En efecto, se describen altera­ ciones cósmicas como cometas (III, 4), lluvia de meteoros (V, 1,18), eclip­ ses de luna (V, 1,18) y eclipses de sol (IV, 9,24 y 26; V, 3), el más funesto de todos el del 1033, año del milenario de la Pasión de Jesús. Se produjeron manifestaciones monstruosas que presagiaban dis­ cordias, como el crucifijo que echaba lágrimas en el monasterio femenino de Saint Pierre le Puillier, en Orléans; el lobo, símbolo del mal, que en la catedral de la misma Orléans, cogió la cuerda de la campana con los dien­ tes y comenzó a tocar; el inmenso dragón que surcó el cielo en medio de resplandores de fuego; la lluvia de piedras ininterrumpida día y noche sobre la casa de un noble, en una aldea fortificada de la Borgoña; y entre ellas, la más llamativa fue la de la ballena de Berneval31, cetáceo de extraordinario tamaño que atravesó el mar causando un enorme descon­ cierto (II, 2). Tuvieron lugar apariciones de espíritus malignos, de figuras tene­ brosas de "Etíopes" (IV, 3,8). Este término ya en la antigüedad se utilizaba para designar a individuos de piel oscura, y en los textos medievales se generalizó su uso en el sentido de "figuras diabólicas". Estos asaltos con­ tenían a veces útiles advertencias para algunos, y eran consentidos por Dios para castigar las culpas de la humanidad; pero en otras ocasiones 30 Vid., Isidoro, De natura rerum 26, 13; Etymologiae III, 71, 16; Pablo Diácono, Historia Longobardorum IV, 10; Adem ar de Chabannes, Chronica III, 58; y el estudio de D.J. Schove, Chronology o f Eclipses and Comets: A D 1-1000, (Dover, NH 1984). 31 Berneval-le-Grand, localidad cercana a Dieppe. Sobre este tema, vid. L. Musset, "Raoul Glaber et la baleine... p. 168. XXXIV

pretendían simplemente tentar a los cristianos para inducirles a cometer faltas. Tal sería la finalidad del ser tenebroso que incitaba a un monje a revelarse contra las reglas monásticas y a entregarse a los placeres de la carne, como señalábamos antes (V, 1). AI propio Raúl le asaltó una apari­ ción de ese tipo, produciéndole gran espanto: «En una ocasión, mientras yo estaba alojado en el monasterio del Beato M ártir Leodegario, que se llama Champeaux, una noche, antes de la reunión matutina, se me apare­ ció a los pies del lecho la figura de un hombrecillo de aspecto repugnan­ te. Por cuanto pude discernir, era de estatura media, de cuello delgado, rostro demacrado, ojos muy negros, frente fruncida por las arrugas, nariz aplastada, boca saliente, labios abultados, barbilla estrecha y afilada, barba caprina, orejas hirsutas y puntiagudas, pelos de punta y desgreña­ dos, dientes caninos, cráneo alargado, pecho hinchado, espalda con joro­ ba, nalgas temblequeantes, ropas sucias, estaba jadeando por el esfuerzo y con todo el cuerpo doblado» (V, 2).32 La proliferación de imágenes de seres monstruosos y terroríficos era una constante en el medievo, según lo pone de manifiesto el paradigmático ejemplo del comentario de Beato de Liébana al Apocalipsis, en el S. VIII. Abundaron las calamidades, sobre todo epidemias, hambre y carestías que postraban al género humano (II, 9,17): aparte del gran número de personas que murieron, los supervivientes se alimentaban de carroña, de reptiles, de hombres, mujeres y niños, sin consideración algu­ na ni siquiera hacia los lazos de sangre. Especialmente dramática nos pre­ senta Raúl la carestía del 1033, con una descripción tan pormenorizada que produce escalofríos (IV, 4,10-13). Pero los males no eran sólo cósmicos, morales o físicos; eran tam­ bién espirituales en un doble aspecto: por una parte la corrupción de la Iglesia, manifestada con la simonía, y por otra la perversión de la verda­ dera fe, la herejía. Una avidez ciega y desmesurada se había apoderado de los prelados de las iglesias; los cargos eclesiásticos se habían convertido casi en mercancías a la venta, puesto que dependía del dinero que se pose­ yera para adquirirlos, y no de los méritos. Esta corrupción afectaba inclu­ so a los obispos y arrastraban con ellos al pueblo entero hacia las calami­ dades que les exigía Dios como medio para expiar las faltas (II, 6). Ese capítulo constituye una auténtica denuncia contra las prácticas simoniacas de las altas jerarquías eclesiásticas, y es un documento raro, como tal, para esa época. Gracias a un Concilio convocado por el emperador Enrique III, -tal vez el de Pavía del 1046-, se extirparía esa enfermedad, con la publicación de un edicto válido para todo el Imperio, que prohibía XXXV

comprar con dinero cualquier cargo u oficio eclesiástico, so pena de ser despojado del puesto y excomulgado (V, 25). Pero faltaba aún el desorden de las herejías, que se difundían a gran velocidad entre las clases sociales más bajas a pesar de su carácter generalmente doctrinal e intelectual. Raúl describe varias: 1. En Ravena, el gramático Vilgardo proclamaba teorías con­ trarias a la verdadera fe, a causa de su apasionamiento por los autores clá­ sicos. Engañado por los diablos, afirmaba que era necesario creer absolu­ tamente las palabras de poetas como Juvenal, Virgilio y Horacio (II, 12). Esta anécdota enlaza con la concepción medieval sobre los autores anti­ guos paganos. Para su mentalidad, el estudio de éstos constituía única­ mente un medio para entender las Escrituras, para descubrir a través de ellas los signos que conducen a Dios. Raúl manifiesta en ese sentido una perfecta adecuación a los esquemas mentales monásticos de la época, como lo expresa en su obra al afirmar que de las artes liberales se salía más rebeldes que sometidos a la obediencia divina.33 Si bien es verdad que en el Año Mil las bibliotecas monásticas estaban muy bien dotadas de libros clásicos, eso no implicaba un amplio uso de ellos. Se escribían o se hacían escribir por su valor patrimonial, por penitencia o simplemente para legar algo personal a los sucesores. Lo que se escribía y lo que se leía eran dos cuestiones marcadamente diferentes.34 2. Entre el 1020 y el 1025, una mujer llegada de Italia y poseí­ da por el maligno introdujo en Orléans una herejía muy grave, que cues­ tionaba la autoridad de las Escrituras. Además fue difundida por dos clé­ rigos corruptos: Eriberto y Lisoio (III, 8). 3. En torno a la misma época, se descubrió en Monforte otra herejía similar a la de Orléans, cuyos miembros, ...«adoraban a los ídolos como los paganos y celebraban sus absurdos sacrificios a la manera de los Judíos»... (IV, 2). 4. A finales del Año Mil, en el condado de Chálons, Leutardo había arrastrado al engaño de la herejía al pueblo de Virtus. Se oponía a 33 «ex his (artibus liberalibus) plerosque plus fo re contumaces quam divinae oboedientiae subditos» (Historiae III, 14). 34 Vid. G. C av alloG . Orlandi, Rodolfo il Glabro..., pp. 16-18 de la "Introducción"; P. Lamma, M omenti di storiografia cluniacense, (Roma 1961), pp. 44 y ss.; P. Riche, Les éco­ les et l'enseignement dans l'Occident chrétien de la fin du V siècle au milieu du ΧΓ siècle, (Paris 1979); A. Wilmart, "Le couvent et la bibliothèque de Cluny au milieu du ΧΓ siè­ cle", Revue M abillon, 11 (1929) 89-124.

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la riqueza de la Iglesia al afirmar que era absurdo pagar el diezmo, rom­ pía los crucifijos porque le parecía un atentado contra la trascendencia de Jesús el mostrar su cuerpo muerto en la cruz, abandonó a su mujer para vivir en la castidad35, y además se refugiaba en la autoridad de las Escrituras, trastocando su sentido, para engañar más sutilmente (II, 11). Pero el insulto más grave contra todos los cristianos se produjo en el 1009 con la destrucción del Santo Sepulcro y de la iglesia de Jerusalén que lo contenía, a manos de los judíos, gentes que, a juicio de Raúl, eran arrogantes, envidiosas e impúdicas (III, 7). Además, resulta enormemen­ te significativa la justificación que aduce a propósito de que hayan queda­ do judíos en las ciudades occidentales: «Es oportuno que existan siempre algunos judíos como testimonio de sus propios crímenes y del esparci­ miento de sangre de Cristo» (III, 7). El odio a los judíos ha sido una cons­ tante a lo largo de la historia, retomado con más fuerza por los cristianos desde sus orígenes, debido al enfrentamiento y la rivalidad entre ambas religiones. La propia opción triunfadora de Pablo de Tarso supuso una ruptura con los orígenes judíos del cristianism o, y en el Nuevo Testamento se halla reflejado ya cierto antijudaísmo implícito en la des­ cripción de la muerte de Jesús. Los primeros apologetas cristianos reco­ gieron esa animadversión de forma totalmente explícita, y como tal ha pervivido a lo largo de los siglos y de las civilizaciones. Aparte de otras consideraciones obvias, por medio de este texto Raúl manifiesta una con­ tinuidad total en esa tradición antisemita, basada en la antigua creencia de que los judíos fueron los que dieron muerte a Jesús.36 Debido a esa acumulación de prodigios, los actos purificadores proliferaron después del Año Mil mientras se esperaba la segunda venida de Jesús. Los hombres se sometían a penitencias individuales y mortifica­ ciones, renunciaban a los placeres de comer carne, practicar el sexo, mane­ 35 La mayoría de las herejías del s. XI rechazaban el matrimonio, basándose en una interpretación rigorista del Evangelio de Mateo, 19, 29 y Ev. de Lucas 14, 26. Un hereje de Monforte respondió al inquisidor que le preguntaba cóm o podría entonces reproducirse el género humano: Sicut aves, sine coitu; vid. Landolfo Seniore, Historia Mediolanensis II, 27, M. G. H. SS. VIII, pp. 65-66; H. Taviani, "Le m ariage dans l'hérésie de l'an mil", Annales, 32 (1977) 1074-1089. 36 A propósito de los conflictos entre judíos y cristianos, vid. G. Dahan, La Polémique chrétienne contre le judaïsm e au M oyen Âge, (Paris 1990); M. Shermis-E.A. Zannoni (eds.), jeiuish-Christian Relations (Nueva York 1991); C. Mannucci, L'odio anti­ co. L'antisemitismo cristiano e le sue radici, (Milán 1993); O. Limor-G.G. Stroumsa (eds.), Contra ludaeos. Ancient and M edieval Polemics between Christians and jews, (Tubinga 1996); A.S. Abulafia, Religious violence between Christians and ]ew s: medieval roots, medie­ val perspective, (Nueva York 2002). XXXVII

jar oro, etc.; y también se producían sacrificios colectivos como la excomu­ nión, la muerte en la hoguera o la purga de elementos funestos e infeccio­ sos para los fieles como eran los judíos. Pero el rito penitencial más para­ digmático lo constituían, sin duda, las peregrinaciones, a través de las cuales los cristianos se lanzaban a los peligros de la aventura, en búsque­ da de la Tierra Prometida (IV, 6,18). A pesar de la presentación de Raúl como un hecho insólito, las peregrinaciones de los fieles a Tierra Santa se venían produciendo de manera ininterrumpida desde los primeros siglos del cristianismo. Por otra parte, no es cierto que nunca antes las mujeres hubieran realizado viajes a los Santos Lugares; piénsese en las dos Melanias, abuela y nieta, en Paula y Eustochio, compañeras inseparables de Jerónimo, en Silvia de Aquitania, en Poemenia y en la hispana Egeria, por citar simplemente los casos más conocidos entre las aristócratas del S. IV. Adem ás, m ultitudes de peregrinos se dirigían tam bién hacia Occidente, Roma y Santiago de Compostela, poniendo de moda un fenó­ meno que sería el inmediato precedente de las Cruzadas.37 Tras el milenario de la Pasión de Jesús, las medidas de purificación tocaron a su fin; se veía retroceder a las fuerzas del mal, puesto que la ira Dei se había aplacado. Se aproximaba una nueva primavera de los tiem­ pos. Raúl nos describe el aspecto de las ciudades, llenas de nuevas cons­ trucciones, con la metáfora, ya proverbial de que «Era como si la propia tierra, sacudiéndose para despojarse de la vejez, se revistiera de un cándi­ do manto de iglesias» (III, 4). Posiblemente, desde una perspectiva menos espiritual, lo que sucedió fue que, ante una situación de bonanza econó­ mica, la Iglesia habría puesto en circulación las riquezas hasta entonces acumuladas, invirtiéndolas en la restauración de edificios eclesiásticos y en la construcción de otros nuevos.Se celebraron asambleas de paz en las que se llegó al compromiso de abstenerse de cualquier hostilidad duran­ te ciertos periodos del calendario litúrgico; fueron las denominadas "tre37Sobre este tema vid. P. Alphandéry, "La chrétienté et l'idée de croisade", en A. Dupront (éd.), Les premières croisades, vol. I (Paris 1954), pp. 43-56; E. Delaruelle, "L'idée de croisade dans la littérature clunisienne du XI siècle et l'abbaye de Moissac", Annales du Midi, 75 (1963), 430 y ss.; A. Dupront, "La spiritualité des croisés et des pèlerins d'après les sources de la première croisade", Pellegrinaggi e culto dei santi in Europa fin o alla prima crociata. Atti del IV Convegno di Studi del Centro italiano di studi sulla spiritualità medievale, (Todi 1963) pp. 451-83; F. Cardini, Le crociate tra il mito e la storia, (Roma 1971); A. Vauchez, La spiritualité du moyen âge occidental. VIII-XII siècles, (Paris 1975) pp. 65-74.

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guas de Dios"38(V, 15). Así mismo, se redactó una lista, dividida en capítu­ los, con las prohibiciones y las promesas a las que debían comprometerse todos los cristianos. La principal, y que resumía todas las demás, era el mantenimiento de una paz inviolable; también se estableció la obligación de abstenerse de beber vino el sexto día de cada semana y de comer carne el séptimo, excepto por enfermedad o por una festividad muy importan­ te (IV, 5,15-16). Podemos observar en esas prescripciones los precedentes del ayuno y la abstinencia durante la Cuaresma, periodo sagrado por excelencia en la liturgia cristiana. Tras la terrible hambruna que asoló al mundo en el 1033, se nos describe en las Historias la alegría del universo, mediante uno de los párrafos más hermosos de la obra: « ...cesadas las lluvias tormentosas por consideración a la bondad y misericordia divina, el plácido rostro del cielo comenzó a aclararse, a exhalar vientos favorables y a mostrar, apaci­ ble y sereno, la magnanimidad de su Creador; y toda la superficie de la tierra, cubriéndose generosamente de verde, empezó a producir frutos en abundancia y expulsó de raíz la escasez» (IV, 5,14). A pesar de que el tema predominante en esta obra es el milenarismo, por razones cronológicas obvias, su autor dedica también un núme­ ro considerable de páginas a las biografías de los reyes y emperadores de la época, de Francia y Alemania básicamente. Así nos lo hace saber al con­ cluir la introducción sobre la divina cuaternidad: «Vamos a hablar de los hombres ilustres que destacaron en el mundo romano ... en uno y otro pueblo, desde el año 900 ... hasta nuestros días». En realidad lo que rea­ liza, más bien, es una somera descripción de las luchas sucesorias que tuvieron lugar en esa época entre los más conocidos linajes de reyes y emperadores galo-germanos e Ítalos: Cario Magno, Ludovico Pío, Carlos el Simple y los reyes de Sajonia: Otón I, II, III y Enrique. No pretendía hacer una relación exhaustiva de las hazañas de esos personajes, ni tam Ahora bien, como fuente histórica, la obra de Raúl resulta escasa­ mente fiable. No se debe pretender reconstruir la historia del año mil basándose en los datos que proporciona, pues contiene inexactitudes y errores de todo tipo: geográficos, cronológicos e históricos. Por otra parte, 38 Sobre estos concilios, vid. H.E.J. Cowdrey, "The Peace and the Truce of God in the Eleventh Century", Past and Present, 46 (1970), 42-67 y 21-24; B.H. Rosenwein, "Feudal War and Monastic Peace: Cluniac Liturgy as Ritual Aggression", Viator, 2 (1971) 129-157; F. Cardini, A lie origini della cavalleria medievale, (Florencia 1981); D. Callahan, "The Peace of God, Apocalypticism and the Council of Limoges of 1031", Revue bénédictine, 101 (1991) 32-49. 3q Vid. Historiae I, 1, 4-5; 2; 3; 4. XXXIX

su predilección por las apariciones, leyendas milagrosas, sueños y visio­ nes le resta verosimilitud. Pero, lo que sí debemos es saber aprovechar el gran interés que la obra posee como fuente para conocer las creencias, inquietudes, temores y, en general, el sistema de valores imperante en la Europa del año mil.

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BIBLIOGRAFÍA Ediciones y traducciones: M. Prou, Raoul Glaber: les cinq livres de ses Histoires (900-1044), (Paris 1886). E. Pognon, L'an mille. Oeuvres de Liutprand, Raoul Glaber, Adémar de Chabannes, Adalbéron, Helgaud, tr. fr., (Paris 1947), pp. 45-144. G. Andenna-D. Tuniz, Rodolfo il Glabro. Storie dell'Anno Mille. I cinque libri delle Storie. Vita d e ll abate Guglielmo, tr. it., (Milán 1981). G. Cavallo-G. Orlandi, Rodolfo il Glabro. Cronache dell'Anno Mille (Storie), ed. y tr. it., (Milán 1989). J. France-N. Bulst-P. Reynolds, Rodulfus Glaber, Opera. Historiarum libri quinque; Vita domni Willelmi abbatis, ed. y tr. ingl., (Oxford 1989). M. Arnaux, Raoul Glaber. Histoires, ed. y tr. fr., (Turnhout 1996). Artículos y estudios parciales: M. Arnaux, Raoul Glaber. Histoires, ed. y tr. fr., (Turnhout 1996). G.M. Cantarella, "Appunti su Rodolfo il Glabro", Aevum, 65 (1991) 279294. R. Colliot, "Rencontres du moine Raoul Glaber avec le diable d'aprés ses Histoires", Le diable au Moyen Age, (Aix-en-Provence 1979), pp. 119-132. G. Duby, L'An Mil, (Paris 1967) (tr. esp. El año Mil. Una nueva y diferente vision de un momento crucial de la historia, [Barcelona 1988]). Idem, Les trois ordres ou l ’imaginaire du féodalisme, (Paris 1978), (tr. esp. A.R. Firpo,[Barcelona 1980]).

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XLI1I

A = Paris lat. 6190, s. XII-XIII A2 = Mano del siglo XVI, del manuscrito A V = Vat. Reg. Lat. 618, s. XV V2 = Mano del s. XVII, en el manuscrito V B = Paris, lat. 13834, s. XVI Hugo Flav. = Hugo Flaviniacensis, Chron. II, 17 (M.G.H. SS. vol. VIII, p. 392). Gest. And. = Chronica de gestis consulum Andegavorum (P. Marchegay-A. Salmon, Chroniques dA n jou , Société de l'histoire de France, vol. I, [Paris 1856]).

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TEXTO LATINO Y TRADUCCIÓN

Clarorum virorum illustrissimo Odiloni, Cluni ensis coenobii patri, Glaber Rodulfus

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1. Iustissima studiosorum fratrum querimonia interdumque propria saepius permotus, cur diebus nostri temporis no quispiam existeret qui futuris post nos multiplicia haec que videntur fieri tam in ecclesiis Dei quam in plebibus minime abdenda qualicumque stili pernotatione mandaret, presertim cum, salvatore teste, usque in ultimam extremi diei horam, sancto spiritu cooperante, ipse fac­ turus sit in mundo nova cum patre, et quoniam in spatio fere ducen­ torum annorum nemo ista appetens extitit, id est post Bedam, Britannie presbiterum, seu Italie Paulum, qui historialiter quippiam posteris scriptum misisset, quorum uterque historiam propriae gen­ tis vel patriae condidit, dum videlicet constet tam in orbe Romano quam in transmarinis seu barbaris provinciis perplura devenisse que, si memorie commendarentur, proficua nimium hominibus forent atque ad commodandum quibusque cautele studium potissimum iuvarent -non secius ergo que dicuntur, quin solito multipli­ cius circa millesimum humanati Christi salvatoris contigerunt annum- et idcirco, prout valeo, vestre preceptioni ac fraterne volun­ tati obedio; primitus dumtaxat ostensurus (quamquam series anno­ rum a mundi origine pernotata secundum Hebreorum istorias a Septuaginta Interpretum translatione discrepet, illud tamen certis-

Prol. 6-7. ipse facturus ras. P I nova s.l. P dum Hebreorum istorias a Septuaginta s.l. Rod.

8. post s.l. P

19-20. secun­

LIBRO I

Raúl Glaber a Odilón, el más insigne de los hombres ilustres, abad del monasterio de Cluny

1. He sido impulsado por la muy justa queja formulada más menudo por los hermanos instruidos, y a veces por vos mismo, de por qué en nuestra época no existía ninguno que transmitiera, mediante cual­ quier forma literaria, a nuestros sucesores los múltiples acontecimientos dignos de recordar que se producen tanto en las iglesias de Dios como en los pueblos; especialmente porque, según el testimonio del Salvador, Él en persona junto con el Padre y con la colaboración del Espíritu Santo reali­ zará en el mundo cosas nuevas hasta la última hora del último día, y por­ que en el transcurso de casi doscientos años, es decir después de Beda, sacerdote de Britania, o de Pablo en Italia, cada uno de los cuales estable­ ció la historia de su propio pueblo y de su país, no ha existido ninguno que, con esas mismas aspiraciones, hubiera enviado a sus sucesores algún escrito de carácter histórico1; mientras que es bien sabido que tanto en el mundo romano como en las provincias de ultramar y en las habitadas por los bárbaros ocurrieron numerosos hechos que, si fueran confiados a la memoria, resultarían bastante útiles para los hombres y servirían para sugerir a cada uno el ejercicio fundamental de la cautela; pues estos suce­ sos no disminuyeron en torno al año mil de la encarnación de Cristo Salvador, por el contrario, fueron más numerosos de lo habitual, y por eso obedezco, en la medida en que sea capaz, a vuestro mandato y al deseo de los hermanos. En primer lugar solamente voy a exponer, -aunque la sucesión cronológica designada a partir del origen del mundo según las historias de los hebreos discrepe de la versión de los traductores de los 1 Se refiere a la Historia ecclesiastica gentis Anglorum, de Beda el Venerable, y a la Historia Longobardorum de Pablo Diácono, ambas obras escritas en el siglo VIII.

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Historiarum I, 1-2

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sime commendamus) quod annus incarnati Verbi millesimus secun­ dus ipse sit regni Heinrici Saxonum regis primus, isdem quoque annus Domini millesimus fuit regni Rotberti Francorum regis ter­ tius decimus. Isti igitur duo in nostro citramarino orbe tunc christianissimi atque premaximi habebantur, quorum primus, videlicet Heinricus, Romanum postmodum sumpsit imperium. Idcirco vero illorum memoriale seriei temporum stabilivimus. Preterea, quo­ niam de quattuor mundani orbis partium eventibus relaturi sumus, dignum videtur, ut cordi est qui utique religiosis loquimur, ut vim divine et abstracte quaternitatis eiusque conformem convenientiam, Domino preeunte, suscepti operis inseramus.

I. De divina quaternitate

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2. Multiplicibus figuris formisque Deus, conditor univ rum, distinguens ea quae fecit ut, per ea que vident oculi vel intelligit animus, sublevaret hominem eruditum ad simplicem Deitatis intuitum. In his ergo perscrutandis pernoscendisque primitus claruere patres Grecorum catholici non mediocriter philosophi. Cum enim in plurimis exercitatos haberent sensus, perinde in quarum­ dam quaternitatum speculatione, per quam presens mundus infi­ mus mundusque futurus datur intelligi supernus. Quaternitates vero earumque in sese reflexus, dum a nobis dispertiri immobiliter ceperint, mentes simul atque intellectus se speculandum alacriores reddent. Quattuor igitur sunt Evangelia, que constituunt in nostris mentibus supernum mundum; tot enim constant elementa, quae perficiunt istum infimum; quattuor quoque virtutes, quae cetera­ rum gerunt principatum, nosque per adunationem sui ad ceteras informant. Pari etiam ratione quattuor sensus existunt corporis, prefer tactum, qui subtilioribus famulatur ceteris. Quod est igitur 24. citramarino ex citramari P Duchesne

31. suppi. Orlandi: suscepto operi

Historias I, 1-2

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Setenta2, sin embargo lo mantenemos con total seguridad- que el año mil dos de la encarnación del Verbo es el mismo que el primero del reino de Enrique, rey de Sajonia3, y también el año mil del Señor fue el decimoter­ cero del reino de Roberto, rey de los franceses. Por tanto, estos dos eran considerados entonces los más cristianos y los más grandes en nuestro mundo de este lado del mar, el primero de los cuales, es decir Enrique, después asumió el gobierno del Imperio romano. Por eso nos hemos basa­ do en su recuerdo para establecer la cronología. Además, dado que vamos a narrar los acontecimientos de las cuatro partes del globo terrestre, nos parece conveniente, puesto que principalmente hablamos para religiosos, incluir en el inicio de la obra, bajo la guía del Señor, una introducción sobre la esencia de la divina y abstracta cuaternidad y su corresponden­ cia concreta. I. La divina cuaternidad

2. Dios, creador del universo, ha diferenciado con múltiples fig ras y formas las cosas que ha creado, para elevar al hombre erudito, a tra­ vés de las cosas que ven los ojos y comprende la inteligencia, a una sim­ ple contemplación de la divinidad. Así pues, originariamente destacaron en examinar y reconocer estas cuestiones, como grandes filósofos, los padres católicos de la Iglesia griega. Pues, al tener los sentidos ejercitados en múltiples temas y, por tanto en la observación de ciertas cuaternidades, por medio de ésta se nos permite comprender el mundo inferior presente y el mundo superior futuro. Las cuaternidades y sus recíprocos reflejos, mientras empiecen a ser distinguidas invariablemente por nosotros, agu­ dizarán más la mente y la inteligencia de los que las observen. Así pues, cuatro son los Evangelios que establecen en nuestras mentes el mundo superior; otros tantos elementos se sabe que configuran este mundo infe­ rior; cuatro también las virtudes que dirigen a las demás, y que, por medio de su unión, nos orientan para conseguir las restantes. Por igual razón, cuatro son también los sentidos del cuerpo, a excepción del tacto, que está subordinado a los otros más sutiles. Por tanto, lo que constituye 2 No había consenso en la forma de determ inar la cronología, y así, existían dife­ rencias entre el sistema utilizado por los primeros traductores de la Biblia, que se basa­ ban en la versión griega llamada los Setenta, y los que se remitían directamente a la forma de cóm puto de los hebreos (Hebraica veritas). 3 Se trata de Enrique II el Santo, rey de Germania. Raúl identifica a Germania entera con Sajonia, debido a la larga permanencia de la dinastía sajona de los otoñes en el poder.

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Historiarum I, 2

aether, igneum elementum, in mundo sensibili, idem est prudentia in intellectuali: sursum namque sese erigens hanelansque desideranter esse circa Deum. Illud quoque quod aer in mundo corporali, id ipsum fortitudo in intellectuali, qui cuncta viventia vegetans et in quemcumque actum promoventia roborat. Simili quippe modo quod gerit aqua in mundo corporali, iddem temperantia in intellec­ tuali; nutrix quippe est bonorum, efferensque copiam virtutum, ac servans fidem per divini amoris desiderium. Conformem quoque terra gerit speciem mundi infimi iustitiae speciei in intellectuali, sci­ licet subsistens atque immobilis collocatio recte distributionis. Dinoscitur namque per omnia similis Evangeliorum complexio spi­ ritalis. Evangelium itaque Mathei terrae ac iustitiae misticam conti­ net figuram, quoniam Christi hominis ceteris apertius demonstrat carnis substantiam. Illud autem secundum Marcum temperantiae et aquae speciem gerit, cum ex Iohannis baptismate penitentiam tem­ peranter indicet. Illud quoque iuxta Lucam aeris et fortitudinis praefert similitudinem, quoniam spaciatim diffusum plurimisque est historiis roboratum. Illud vero secundum Iohannem ignifici etheris ac prudentiae quodque ceteris constat sublimius formam signanter exprimit, dum simplicem Dei notitiam et fidem insinuans introducit. Quibus etiam speculativis conexionibus, elementorum scilicet ac virtutum Evangeliorumque, ille convenienter sociatur videlicet homo, cuius haec universa concessa sunt obsequio. Nam et illius vitae substantiam Greci philosophi michrocosmum, id est par­ vum mundum, dixerunt. Visus quippe et auditus, qui intellectum et rationem ministrant, superiori conveniunt aetheri, quod constat subtilius in elementis, quodque quantum ceteris sublimius, eo honestius ac lucidius. Subsequitur vero olfactus, qui aeris et fortitudinis significantiam sorte exprimit. Gustus namque satis convenien­ ter aquae et temperantiae parem portendit significantiam. Tactus ergo, qui omnium constat infimus, ceterisque solidius ac stabilius terrae ac iustitiae congruentissime prefert indicium.

18. intellectuali ex intuali P s.l. Rod. : Marcum P

32. indicet Orlandi : indicit P I Lucam corr.

Historias I, 2

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en el mundo sensible el éter, el elemento ígneo, eso mismo es la sabiduría en el mundo intelectual, pues se dirige hacia lo alto y anhela impaciente­ mente estar ante Dios. También lo que es el aire en el mundo corporal, eso mismo es la fortaleza en el ámbito intelectual, pues al vigorizar a todos los seres vivos, fortalece también a los que promueven cualquier acción. Del mismo modo, lo que hace el agua en el mundo corporal, eso mismo reali­ za la templanza en el intelectual, pues es la nodriza de los bienes, tanto produciendo abundancia de actitudes virtuosas, como preservando la fe a través del deseo del amor divino. Igualmente la tierra reproduce la ima­ gen del mundo inferior semejante a la imagen de la justicia en el mundo intelectual, es decir, permaneciendo inmutable el orden de una justa dis­ tribución. Pues la concepción espiritual de los Evangelios se reconoce semejante en todo. El Evangelio de Mateo contiene la figura mística de la tierra y de la justicia, puesto que muestra la sustancia carnal de Cristo hombre más abiertamente que los otros. Y aquel según Marco reproduce la imagen de la templanza y del agua, pues señala, a partir del bautismo de Juan, la penitencia con moderación. También el Evangelio según Lucas manifiesta la semejanza del aire y la fortaleza, puesto que está difundido en el espacio y consolidado por múltiples historias. Aquel según Juan expresa simbólicamente la forma del éter ígneo y de la sabiduría, y lo que está más alto que las demás cosas, mientras nos conduce al simple cono­ cimiento de Dios y a la fe, haciéndonos penetrar en ello. También a estas conexiones especulativas de los elementos, las virtudes y los Evangelios se asocia convenientemente el hombre, al servicio del cual han sido con­ cedidas todas esas cosas. Pues a la sustancia de su vida los filósofos grie­ gos la llamaron microcosmos, es decir pequeño mundo. La vista y el oído, que son instrumentos del intelecto y de la razón, están en posición supe­ rior al igual que el éter, el cual es el más sutil entre los elementos, y que, cuanto más por encima está de los otros, tanto más noble y brillante resul­ ta. Les sigue el olfato, al cual le toca expresar el significado del aire y de la fortaleza. El gusto muestra bastante adecuadamente el igual significa­ do del agua y de la temperancia. Por último el tacto, que está en el lugar más bajo de todos, con mayor solidez y estabilidad que los demás presen­ ta muy congruentemente la simbología de la tierra y de la justicia.

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Historiarum I, 3

3. Ab his igitur evidentissimis complexibus rerum pa et pulcherrime silenterque predicatur Deus, quoniam dum stabili motu in sese vicissim una portendit alteram, suum principale pri­ mordium predicando, a quo processerunt, expetunt ut in illo iterum quiescant. Constat etiam iuxta predicte speculationis condictum mente cauta intueri fluvium qui m anat ex Eden orientis partiturque in nominatissimos quattuor amnes. Horum igitur primus, id est Phison, qui oris apertio dicitur, prudentiam signat, que semper est in optimis diffusa et utilis; per inertiam quippe paradysus sublatus est homini, necesse habet ut, preeunte prudentia, repe­ tatur. Secundus Geon, qui terrae hiatus intelligitur, temperantiam signat, nutricem utique castitatis, quae scilicet frondes salubriter extirpât vitiorum. Tertius quoque Tigris, quem incolunt Assyrii qui interpretantur dirigentes; per hunc nihilominus signatur fortitudo, que videlicet, reiectis prevaricatoriis vitiis, dirigens homines per Dei auxilium ad eterni regni gaudia. Quartus vero Eufrates, cuius etiam nomen habundantiam sonat, patenter iustitiam designat, que pascit ac reficit omnem animam illam desideranter amantem. Cum igitur significantia horum fluminum gerat in se species predictarum virtutum, pariter et figuram quattuor Evangeliorum, non minus easdem virtutes figuraliter gerunt tempora mundani huius seculi divisa per quadrum. A mundi namque initio usque ad ultionem diluvii, in his dumtaxat, qui ex simplicis naturae amando suum cognoverunt creatorem bonitate, prudentia viguit, ut in Abel, Enoch, Noe, vel in ceteris qui, mentis ratione pollentes, utilia que agerent intellexerunt. Ab Abraham vero, et in reliquis patriarchis, qui signis et visionibus fruiti sunt, ut in Isaac, lacob, Ioseph et in ceteris, temperantia conformata probatur, qui scilicet inter adversa et prospera proprium super omnia dilexerunt auctorem. A Moyse quoque et in reliquis prophetis viris videlicet robustissimis lega­ lium preceptorum institutionibus fultis, fortitudo sancitur, dum laboriosa sicquidem legis precepta sollicite ab eis exercitata mons­ trantur. Ab adventu denique incarnati verbi ac deinceps omne seculum iustitia implet, regit et circundat, veluti ceterarum finis ac fun-

57. suppi. Orlandi

71. naturae ex naturae naturae P

Historias I, 3

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3. Así pues, Dios es proclamado de forma patente, hermosa y sile ciosa por estas conexiones tan evidentes de las cosas, pues, mientras una anuncia a la otra recíprocamente con un movimiento incesante, afirman­ do su origen primero del cual surgieron, tienden a descansar de nuevo en El. Según la observación ya mencionada, se está de acuerdo en que con prudencia se puede examinar el curso del agua que mana desde el Edén en oriente y se divide en los cuatro famosísimos ríos. El primero de éstos, es decir el Fisón, que se llama "apertura de la boca", representa la pruden­ cia, que es siempre abundante y útil en los mejores, pues el hombre per­ dió el Paraíso por negligencia y es necesario que lo recupere, bajo la guía de la prudencia. El segundo, el Geón, que se entiende como "hendidura de la tierra", representa la templanza, principal nutricia de la castidad, que extirpa saludablemente las ramas de los vicios. Y el tercero es el Tigris, lugar donde habitan los Asirios, cuyo nombre se traduce como "los que dirigen"; pues por medio de éste se señala nada menos que la fortale­ za, la cual evidentemente, una vez rechazados los vicios de la prevarica­ ción, dirige a los hombres con la ayuda de Dios hacia los gozos del reino eterno. El cuarto, el Eufrates, cuyo nombre suena a abundancia, designa claramente la justicia, que alimenta y restaura a cualquier alma que la ame apasionadamente. Así pues, como el significado de estos ríos lleva implí­ cita la imagen de las mencionadas virtudes, e igualmente la figura de los cuatro Evangelios, de forma similar estas mismas virtudes contienen figu­ radamente las etapas de este mundo terreno, divididas en cuatro. Pues desde el inicio del mundo hasta el castigo del diluvio prevaleció la sabi­ duría solamente en aquéllos que por su sencilla y natural bondad recono­ cieron a su Creador a través del amor, como Abel, Enoch, Noé, y otros que, poderosos por la racionalidad de su mente, comprendieron qué acciones convenía realizar. Desde Abraham en adelante, en los restantes patriarcas que disfrutaron de prodigios y visiones, como Isaac, Jacob, José y los otros, está probada la templanza en su justa forma; éstos tanto en situaciones adversas como prósperas han amado a su Creador por encima de todas las cosas. También desde Moisés y en los restantes profetas, varo­ nes muy vigorosos, apoyados en las instituciones de los preceptos legales, se confirma la fortaleza, cuando se demuestra que también las prescrip­ ciones legales difíciles han sido solícitamente practicadas por ellos. Y finalmente, desde la llegada del Verbo encarnado en adelante la justicia invade, guía y rodea todo el mundo como fin y fundamento de las demás

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damentum, sicut dixit suo Baptistae Veritas: «Decet, inquiens, nos implere omnem iustitiam». 85

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4. Dicturi igitur ab anno DCCCCmo incarnati creantis ac vivi­ ficantis omnia Verbi ad nos usque, qui claruere viri in Romano vide­ licet orbe insignes, catholice fidei cultores et iustitie, prout certa relatione comperimus vel visuri superfuimus, seu etiam qui rerum eventus, queve perplura contigerunt memoranda tam in sacris ecclesiis quam in utroque populo, primitus ad illud totius quondam orbis imperium principale scilicet Romanum convertimus stilum. Cum ergo omnipotentis Christi virtus ubique terrarum principes ad suum incurvasset imperium, tanto minus viguit terror Cesarum, quanto iura illorum veratius comprobantur plus extitisse ex timore ferocitatis quam ex amore pie humanitatis. Sic denique paulatim tota illorum stirps a prefato imperio dispertita atque evacuata, ut maius indigeret sui dominio urbs Romana eiusque populus quam, ut olim consueverat, promere leges et iura externis patriis ac civi­ bus; ceperuntque plures ex gentibus, quas prius subdiderat, crebris illam infestationibus vexare, illius nomen etiam imperii preripiendo usurpare nonnulli ex circumiectarum provintiarum regibus. Tunc perinde valentiores et prem axim i reges gentis Francorum Christianitatis iustitia pollebant, armorumque industria ac militari robore ceteris excellebant; quorum videlicet ditioni triumphaliter per plures annos applicatum est totum imperii culmen. Inter quos etiam excellentissime micuerunt, Karolus scilicet, qui dictus est Magnus, necnon et Ludowicus cognomento Pius. Hi denique pru­ denti consilio et virtute quosque in giro belliones ita proprio subiugavere dominio, ut quasi una domus famularetur suis imperatoribus orbis Romanus potiusque respublica de paterno gratularetur provectu, quam tuta pompatice extolleretur imperatorum metu. Sed quia horum gesta non disposuimus seu genealogiam historiali more narrare, ad quem tamen finem regnandi vel imperandi illo­ rum genus devenerit breviter curavimus intimare.

90. illud ex ilud P

92. omnipotentis ex omnipotis P

Historias I, 3-4

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virtudes, según le dijo la Verdad a Juan Bautista: «Conviene que nosotros cumplamos todos los preceptos».4

4. Así pues, vamos a hablar de los hombres ilustres que destacaro en el mundo romano como defensores de la fe católica y de la justicia, y también de los numerosos acontecimientos dignos de recordar tanto en las sagradas iglesias como en uno y otro pueblo (Francia y Germania), desde el año 900 de la encarnación del Verbo que crea y da vida a todas las cosas, hasta nuestros días, tal como los hemos conocido por relatos fidedignos o como los hemos presenciado nosotros mismos; y dirigiremos nuestra pluma desde el principio hacia aquel Imperio, en otro tiempo el primero de todo el mundo, es decir, el romano. Pues cuando la virtud de Cristo omnipotente hubo sometido a su dominio a los príncipes de todos los puntos de la tierra, el terror a los Césares fue disminuyendo en la medida que se comprobaba con más veracidad que su autoridad residía en el temor a su crueldad más que en el amor a su piadosa humanidad. Finalmente toda su estirpe fue debilitada y disgregada de ese Imperio hasta tal punto que la ciudad de Roma y su pueblo estaban entonces más necesitados de un gobierno que de imponer leyes y derechos a los países y ciudadanos extranjeros, como habían acostumbrado en otro tiempo. Muchos pueblos a los que antes Roma había sometido comenzaron a mal­ tratarla con ataques, y algunos reyes de las provincias limítrofes, usur­ pándole incluso el nombre de aquel Imperio, comenzaron a apropiárselo. Por tanto en aquella época los reyes más influyentes e importantes del pueblo franco eran muy estimados por su justicia cristiana, y superaban a los demás por su habilidad con las armas y por su fuerza militar; es decir: la cima del Imperio estuvo asociada durante muchos años a su poder triunfante. Entre ellos destacaron muy especialmente Carlos, que es lla­ mado Magno, y también Ludovico, con el sobrenombre de Pío. Estos finalmente sometieron bajo su dominio a algunos pueblos belicosos de los alrededores con tal habilidad y valentía que todo el mundo romano esta­ ba al servicio de sus emperadores como una única familia, y el estado dis­ frutaba del éxito de sus padres en vez de enorgullecerse con gran pompa de estar protegido por el miedo a los emperadores. Pero ya que no nos hemos propuesto narrar sus hazañas o su genealogía, según el método histórico, nos hemos ocupado de contar brevemente el final de aquella estirpe de reyes o de emperadores. 4 Mat. 3,15.

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5. Perduravere igitur reges ex eorum prosapia vel imperato­ res, tam in Italia quam in Galliis, usque ad ultimum regem Karolum Hebetem cognominatum. Is denique habebat unum inter regni sui primates quendam Heribertum, cuius ex sacro fonte filium suscepe­ rat, qui tamen ei calliditate sua certissime suspectus esse potuisset, si non excogitatae fraudis simultas intervenisset. Cum enim decre­ visset isdem Heribertus predictum regem decipere, fingens cuius­ dam deliberandi occasionem negotii qualiter illum, ut postmodum fecit, demulcendo in unum castrorum suorum introduceret ac vin­ culatum carceri manciparet. Tandem vero a quibusdam suggestum est regi ut cautissime se ageret, ne Heriberti involveretur fraudibus; dumque ille ex hoc quod audierat credulus cautelam sibi de Heriberto adhibere decrevisset, contigit una die nimis expedite eun­ dem Heribertum cum suo filio in regis palatium devenire. Surgens itaque rex osculum ei porrexit, ille vero toto se humilians corpore osculum regis suscepit; deinde, cum eius filium osculatus fuisset stansque iuvenis, quamvis conscius fraudis, novus tamen callidita­ tis, regi minime semet supplicaret, pater cernens, qui propter adstabat, valenter alapam collo iuvenis intulit, seniorem inquiens et regem erecto corpore osculaturum non debere suscipere quandoque scito. Quod intuens rex cunctique qui adhérant abhinc decep­ tionis fraudisque adversus regem Heribertum expertem credide­ runt. Videns quoque regem contra se placatum, nihilominus roga­ bat adtentius ut ad se veniens negotium deliberaturus quod dudum poposcerat; statim vero rex promisit se quo vellet iturum. Designato igitur die venit rex ubi Heribertus rogaverat, tenuem etiam ducens exercitum amicitiae gratia. Qui nimium pompose die primo ab eo susceptus, in secundo autem quasi ex iussu regis precepit isdem Heribertus ut universi qui cum rege venerant ad propria redirent, veluti ipse cum suis obsequio regis sufficeret. Illi quoque audito Heriberto recesserunt ignorantes quod regem in vinculis reliquis­ sent: tenuit enim Heribertus vinctum predictum regem usque in diem mortis suae. Genuerat preterea isdem rex filium nomine Ludoguicum, adhuc tamen puerum, qui, ut cognovit quod de patre factum fuerat, arripiens fugam Renum transiit ibique usque ad annos viriles deguit.

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5. Los reyes o emperadores de este linaje, tanto en Italia como las Galias, perduraron hasta el último rey llamado Carlos el Simple. Éste tenía entre los personajes más importantes de su reino a un tal Heriberto, a cuyo hijo había apadrinado en el bautismo; éste habría podido sin duda resultarle sospechoso por su astucia, si no lo hubiera impedido la rivali­ dad por medio de un engaño bien planeado. Pues habiendo decidido el propio Heriberto engañar al mencionado rey, y fingiendo la ocasión de negociar un asunto, a través de halagos lo habría conducido a uno de sus castillos y lo habría mandado a la cárcel encadenado, como después hizo. Pero algunos le sugirieron al rey que actuara con mucho cuidado para no verse envuelto por los engaños de Heriberto; y mientras él, convencido de lo que había oído, había decidido mostrar precaución con respecto a Heriberto, un día el propio Heriberto acudió al palacio del rey en compa­ ñía de su hijo, con excesiva confianza. Así pues, el rey se levantó y le dio el beso y él lo recibió inclinándose con todo el cuerpo; luego, cuando hubo besado a su hijo, y el joven, permaneciendo de pie, no se inclinó ante el rey -pues aunque conocedor del engaño, sin embargo era inexperto en el disimulo- al verlo su padre, que estaba cerca, dio una gran bofetada en el cuello del joven diciéndole: aprende de una vez que no se debe recibir a tu señor y rey cuando te va a besar, con el cuerpo erguido. Al ver esto el rey y todos los que estaban presentes, desde ese momento creyeron a Heriberto libre del engaño y la mentira contra el rey. Cuando él vio tam­ bién al rey aplacado respecto a su persona, entonces le empezó a rogar más insistentemente que fuera a su casa para discutir el asunto que hace tiempo le había solicitado; inmediatamente el rey prometió que iría donde él quería. Por tanto, en el día señalado el rey acudió donde Heriberto le había pedido, llevando una ligera escolta en señal de amistad. Habiéndole recibido demasiado fastuosamente el primer día, el segundo en cambio Heriberto mandó, como por orden del rey, que todos los que habían veni­ do con éste volvieran a sus propiedades, como si él en persona junto con los suyos bastasen para servir al rey. Aquéllos, tras haber oído a Heriberto, se marcharon ignorando que habían dejado al rey en la cárcel, pues Heriberto lo tuvo encarcelado hasta el día de su muerte. Además este rey había tenido un hijo de nombre Ludovico que, todavía un niño, cuando supo lo que había ocurrido con su padre, apresurándose a huir se trasladó al otro lado del Rin y allí continuó hasta la mayoría de edad.

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II. De Rodulfo rege

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6. Erat igitur tunc tem poris Rodulfus, Richardi Burgundiae filius, aptus videlicet corpore et intellectu idoneus. Qui etiam uxorem duxerat Emmam nomine, sensu scilicet atque aspec­ tu insignem, sororem videlicet M agni Hugonis, cuius siquidem militari industria regnum dirigebatur Francorum. Is quoque Hugo, cernens regnum rege destitutum ac sciens regis instaurationem suo pendere arbitrio, misit ad sororem, consulens illam quem potissi­ mum ad regale eligeret culmen, se videlicet, suum fratrem, an potius maritum, praedictum scilicet Rodulfum. Illa igitur prudenter, ut fuerat consulta, respondit magis se velle regis mariti genu osculari quam fratris. Audiens autem Hugo gratanter annuit regnique solium Rodulfo habere concessit. Qui Rodulfus, carens omni prole, solus sui generis regni culmine potitus obiit. Fuit enim hic Hugo filius Rotberti, Parisiorum comitis, qui videlicet Rotbertus brevi in tempore rex constitutus et ab exercitu Saxonum est interfec­ tus, cuius genus idcirco adnotare distulimus, quia valde inante repperitur obscurum.

III. De Lothario rege

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7. Interea totius regni primates elegerunt Ludowicum, videlicet predicti regis Caroli, ungentes eum super se regem heredi­ tario iure regnaturum. Iam enim praedictus Heribertus morte cru­ deli obierat; nam, cum diutino excruciatus languore ad vite exitum propinquaret atque a suis tam de salute anime quam de sue domus dispositione interrogaretur, omnino nihil aliud respondebat nisi hoc solummodo verbum: «Duodecim fuimus qui traditionem Caroli iurando consensimus». Hocque plurimum repetens expiravit. Preterea Ludowicus ex Gerberga, uxore quondam Gisleberti ducis, genuit filium nomine Lotharium; qui confirmatus in regno, ut erat agilis corpore et validus sensuque integer, temptavit redinII 6. destitutum ex destitum Rod III 4. ad s.l. Rod.

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II. El rey Rodolfo

6. Vivía en aquella época Rodolfo, hijo del duque de Borgoña, b dotado física e intelectualmente. Este se había casado con Emma, distin­ guida por su buen juicio y por su aspecto, hermana de Hugo el Grande, que dirigía el reino de Francia con su gran eficiencia militar. Hugo, al darse cuenta de que el reino estaba privado de rey y al saber que la ins­ tauración de uno dependía de su decisión, mandó consultar a su herma­ na a quién elegiría preferentemente para el más alto puesto de rey, a él mismo, su hermano, o a su marido, el mencionado Rodolfo. Entonces ella respondió sabiamente, tal como había sido consultada, que prefería besar la rodilla de un rey que fuera su marido, en vez de su hermano. Al oírla Hugo consintió con agrado y le permitió a Rodolfo ocupar el trono del rey; y Rodolfo, el único de su estirpe que poseyó la más alta dignidad real, murió sin descendencia. Ese Hugo fue hijo de Roberto, conde de París, que fue nombrado rey durante un breve espacio de tiempo y asesinado por el ejército sajón, de cuya estirpe hemos aplazado hablar porque en la época anterior resulta totalmente desconocida.

III. El rey Lotario

7. Entretanto, los dignatarios del reino entero eligieron a Ludovic hijo del mencionado rey Carlos, consagrándole como el rey que iba a gobernar sobre ellos por derecho hereditario. En efecto, Heriberto había fallecido de forma cruel; pues, tras haber sido atormentado por una larga enfermedad, al aproximarse al final de su vida e interrogarle los suyos acerca de la salvación del alma y de la organización de su casa, no respon­ día nada más que con esta única expresión: «Hemos sido doce los que nos hemos puesto de acuerdo en urdir una traición contra Carlos». Y repitien­ do muchas veces esa frase expiró. Además Ludovico tuvo con Gerberga, en otro tiempo esposa del duque Gisleberto, un hijo de nombre Lotario; éste, tras ser establecido en el reino, puesto que era ágil y vigoroso por su físico e íntegro en sus sentimientos, intentó restaurar el reino tal como

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tegrare regnum ut olim fuerat. Nam partem ipsius regni superio­ rem, quae etiam Lotharii regnum cognominatur, Otto rex Saxonum, immo imperator Romanorum, ad suum, id est Saxonum, inclinaverat regnum. Ipsum denique Ottonem, scilicet secundum, filium primi ac maximi videlicet Ottonis, conatus est quondam capere positum in palatio Aquisgranis. Sed quoniam eidem Ottoni clam prenuntiatum a quibusdam est, noctuque cum uxore vix fuge pre­ sidium petens obtinuit. Tunc denique Otto, congregato exercitu sexaginta milia et eo amplius militum, Franciam ingressus venit usque Parisius, ibique triduo commoratus, cepit redire in Saxoniam; rursus quoque Lotharius, ex omni Frantia atque Burgundia militari manu in unum coacta, persecutus est Ottonis exercitum usque in fluvium Mosam, multosque ex ipsis fugientibus in eodem flumine contigit interire. Dehinc vero uterque cessavit, Lothario minus expíente quod cupiit. Hic denique genuit filium nom ine Ludowicum, quem iam adultum iuvenem, ut post se regnaret, regem constituit; cui etiam adduxit ab Aquitaniis partibus uxorem. Quae cernens videlicet iuvenem patre minus fore industrium, ut erat ingenio callida, elegit agere divortium, monuitque illum ficte ut simul de qua advenerat redirent provintiam, scilicet iure heredita­ rio sibi subdituram. Ille quoque, non intelligens mulieris astutiam, ut monitus fuerat ire paravit; ad quam dum venissent, relinquens eum mulier suis adhesit. Cumque patri nuntiatum fuisset, prosequens filium ad sereduxit; qui simul deinceps degentes, post ali­ quot annos absque ulla liberorum ope uterque obiit. In his igitur duobus regale seu imperiale illorum genus regnandi finem accepit.

IV. Qui postmodum Rome imperatores extiterint

8. Prescriptorum igitur regum genere exinanito sumpserunt imperium Romanorum reges Saxonum. Quorum scilicet primus Otto, Henrici Saxonum regis filius, cuius etiam sororem, nomine Haduidem, duxit uxorem Hugo dux Francorum cognomento 14. Saxonum s.l. P

Historias I, 7-8

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había sido en otro tiempo. Pues la parte superior, también denominada reino de Lotario, la había incluido en su reino Otón, rey de Sajonia y emperador romano. Y al propio Otón II, hijo de Otón I el Grande, intentó capturarlo en una ocasión cuando residía en el palacio de Aquisgrán. Pero puesto que algunos se lo anunciaron secretamente a Otón, recurrió a la solución de huir de noche en compañía de su esposa, y lo consiguió a duras penas. Entonces Otón, habiendo reunido un ejército de más de sesenta mil soldados, tras haber invadido Francia llegó a París, y después de haberse detenido allí durante tres días, decidió volver a Sajonia. Lotario, por su parte, reunida en una sola la fuerza militar de toda Francia y Borgoña, persiguió al ejército de Otón hasta el río Mosa y a muchos de los que huían les tocó morir en ese mismo río. Después uno y otro se cal­ maron, consiguiendo Lotario menos de lo que deseaba. Éste tuvo un hijo de nombre Ludovico, al que estableció como rey siendo ya un adulto, para que reinara después de él; también tomó para sí una esposa proce­ dente de la región de Aquitania. Ésta, como era de mente astuta, al darse cuenta de que el joven sería menos hábil que su padre, decidió pedir el divorcio y le convenció mediante un engaño para volver juntos a la pro­ vincia de donde ella había venido, que iba a estar bajo su poder por dere­ cho hereditario. Él, al no comprender la astucia de su mujer, se preparó para partir tal como le había aconsejado; una vez llegados a esa provincia, la mujer lo abandonó y se reunió con los suyos. Cuando le fue comunica­ do al padre, acudió en busca de su hijo y lo devolvió a casa; éstos, después de vivir juntos durante algunos años, murieron uno y otro sin el apoyo de ningún hijo. Por tanto, con estos dos su estirpe de reyes o emperadores llegó a su fin.

IV. Los emperadores romanos sucesivos

8. Extinguida la estirpe de los reyes mencionados, asumieron e Imperio romano los reyes de Sajonia. El primero de ellos fue Otón, hijo del rey Enrique de Sajonia, con cuya hermana, de nombre Aduide, se casó Hugo, conde de Francia, de sobrenombre el Grande. Otón no fue inferior

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Historiarum I, 8-9

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Magnus. Is denique Otto in gloria et vigore imperii non dispar illo­ rum qui ante se imperium rexerant necnon et in ecclesiarum atque elemosine expensis valde liberalis extitit. Huius quoque imperii tempore egressi audacter Sarraceni ab Affricanis partibus occupa­ vere tutiora Alpium montium loca, ibique aliquandiu morantes vastando regionem in gyro diverso raptu tempus expleverunt.

9. Contigit ergo eodem tempore ut beatus pater Maio Italia rediens in artissimis Alpium eosdem Sarracenos obviaret. Qui arripientes abduxerunt illum cum suis omnibus ad remotiora mon­ tis, ipso tamen patre graviter in manu vulnerato, dum in ea excepis15 set ultro ictum iaculi super unum de suis venientis. Dispertitis quo­ que inter se omnibus que illius fuerant, interrogaverunt eum si tante ei essent in patria facultates rerum, quibus videlicet se suosque valeret redimere de manibus illorum. Tunc vir Dei, ut erat totius affabilitatis, dignitate precipuus, respondit se in hoc mundo 20 nil proprium possidere, nec peculiaris rei se fieri possessorem velle, sua tamen ditione non negans plures teneri qui amplorum fundo­ rum et pecuniarum domini haberentur. Quibus auditis ipsimet hor­ tabantur illum ut unum e suis mitteret, qui sue suorumque redemp­ tionis pretium illis deferret; insuper pecunie pondus atque nume25 rum ei determinantes indixerunt: fuit enim mille librarum argenti, ut videlicet singulis libra una in partem proveniret. Misit quoque vir sanctus per unum de suis ad monasterium scilicet cui preerat Cluniacense perparvam epistolam ita se habentem: «Dominis et fra­ tribus Cluniensibus frater Maiolus miser et captus. Torrentes Belial 30 circumdederunt me; praeoccupaverunt me laquei mortis. Nunc vero, si placet, pro me et his qui mecum capti tenentur redemptio­ nem mittite». Quae ut delata est videlicet predicti monasterii fratri­ bus, extitit illis pro vita incomparabilis meror ac luctus necnon et totius patrie pertristis nuntius. Distractis quoque ab eisdem fratri35 bus queque in omni eiusdem monasterii ornamentorum erant supe­ llectili, prestitutum pii patris quamtotius coadunavere pretium. Sed vir sanctus, dum interim a Sarracenis captus teneretur, cuius meriti esset latere non potuit. Nam cum ei hora prandii obtulissent cibos IV 34. toti dub. Wint.

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a los que habían gobernado antes que él por la fama y la autoridad de su gobierno y además fue muy generoso en gastos de las iglesias y en limos­ nas. En la época de este gobierno, los sarracenos, tras haber salido audaz­ mente de los territorios de África, ocuparon las posiciones más seguras de los Alpes, y deteniéndose allí durante bastante tiempo, se ocuparon en devastar la región saqueándola de un extremo a otro.

9. Ocurrió entonces que el bienaventurado padre Maiolo, al volv de Italia, se encontró a estos sarracenos en un estrechísimo desfiladero de los Alpes. Estos lo capturaron y lo condujeron junto con todos los suyos a los lugares más remotos de la montaña; el padre fue gravemente herido en una mano mientras había desviado con ella el golpe de una lanza diri­ gida sobre uno de sus acompañantes. Después de haberse repartido entre ellos todas sus propiedades, le preguntaron si tenía en su patria tantas riquezas como para poder rescatar a sí mismo y a los suyos de sus manos. Entonces el hombre de Dios, ilustre por su prestigio, como era de una enorme afabilidad, respondió que en este mundo no poseía nada propio, ni quería convertirse en propietario de nada material, pero sin negar que bajo su autoridad había muchos que se consideraban dueños de amplísi­ mos territorios y riquezas. Tras oír estas palabras, ellos mismos le anima­ ban a que enviara a uno de sus hombres para que les llevara el dinero de su liberación y la de los suyos; además, tras fijar el peso y la cantidad de dinero, se lo comunicaron: mil libras de plata, de tal forma que a cada uno le correspondería una libra en el reparto. Y el santo varón a través de uno de los suyos envió al monasterio cluniacense, del que era prior, una bre­ vísima carta con el siguiente mensaje: «A los padres y hermanos de Cluny, el desgraciado hermano Maiolo, hecho prisionero. Los torrentes de Belial me han rodeado; los lazos de la muerte se han apoderado de mí. Ahora, por favor, enviad el rescate por mí y por los que están prisioneros conmi­ go». Cuando la carta fue llevada a los hermanos del citado monasterio, les invadió un dolor y una tristeza incomparable por su vida, y fue la noticia más luctuosa de toda la patria. Retirando los mismos hermanos los obje­ tos de adorno de todo el monasterio, lo más rápidamente posible los aña­ dieron al rescate establecido para el piadoso padre. Y el santo varón, mientras estaba prisionero por los sarracenos, no pudo ocultar cuál era su

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quibus vescebantur, carnes videlicet panemque admodum asperum et dicerent: «Comede», respondit: «Ego enim si esuriero, Domini est me pascere; ex his tamen non comedam, quia non mihi olim in usu fuerunt». Cernens vero unus illorum viri Dei reverentiam, pietate ductus, exuens brachia simulque abluens et clipeum, super quem etiam in conspectu venerabilis Maioli satis mundissime panem confecit. Quem etiam citissime decoquens ei reverentissime detulit; ipse quoque suscipiens illum, atque ex more oratione premissa ex eodem reficiens, Deo gratias egit. Alius quoque Sarracenorum eorundem, cultro deplanans ligni astulam, posuit incunctanter pedem super viri Dei codicem, bibliotecam videlicet quam ex more secum semper ferre consueverat; dumque vir sanctus intuens inge­ muisset, aliqui minus feroces ex ipsis perspicientes suum increpue­ runt comparem, dicentes non debere magnos prophetas sic pro nichilo duci, ut illorum dicta pedi substerneret. Siquidem Sarraceni Hebreorum, quin potius Christianorum, prophetas legunt dicentes etiam completum iam esse in quodam suorum, quem illi Mahomed nuncupant, quicquid de universorum domino Christo sacri vates predixerunt; sed ad errorem illorum comprobandum, etiam ipso­ rum genealogiam penes se habent, ad similitudinem videlicet Evangelii Mathei, qui scilicet ab Abraham narrat genealogiae catalogum usque ad lesum per Isaac successionem descendens; in cuius videlicet semine universorum promissa atque predicta est benedic­ tio illorum, inquiens: «Hismahel genuit Nabaiot» ac deinceps usque in erroneum illorum descendens figmentum, quod scilicet tantum est a veritate alienum quantum a sacra et catholica auctoritate extraneum. Preterea, ut beati Maioli sanctitas claresceret, is qui eius volumen pede calcaverat, eodem die pro quavis occasione, revera iudicio Dei, ceteri, furiose irruentes in eum, eundem ei truncave­ runt pedem. Plures vero iam ex ipsis erga eum ceperunt mitiores ac reverentiores existere. Tandem vero quidam de fratribus illuc expeditius remeantes, data eisdem Sarracenis presignata pecunia, patrem cum viris tantum ui cum eo capti fuerant in patriam redu­ xerunt. Ipsi denique Sarraceni paulo post in loco qui Fraxinetus

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valía. Pues cuando le ofrecieron a la hora de comer los alimentos con los que ellos se nutrían, es decir carnes y pan muy bastos, y le dijeron: «Come», él respondió: «Si tengo hambre, es tarea del Señor alimentarme; pero no comeré de estos alimentos, porque no los he utilizado nunca». Al comprender uno de ellos el respeto debido al hombre de Dios, llevado por la compasión, se remangó y lavándose las manos junto con un escudo, sobre éste preparó un pan bastante refinado, bajo la mirada del venerable Maiolo. Cociéndolo rápidamente, se lo ofreció con suma reverencia; él lo aceptó y nutriéndose con él tras haber recitado una oración según la cos­ tumbre, dio gracias a Dios. Uno de estos sarracenos, al estar igualando con un cuchillo una astilla de madera, puso sin darse cuenta un pie sobre un libro del hombre de Dios, una Biblia que tenía por costumbre llevar siempre consigo, y, cuando el hombre santo, al verlo, empezó a lamentar­ se y algunos de ellos menos descorteses se dieron cuenta, increparon a su compañero diciéndole que no debía despreciar a los grandes profetas hasta el punto de pisotear sus palabras. Ciertamente los sarracenos leen a los profetas hebreos e incluso a los cristianos, afirmando incluso que en uno de los suyos, al que ellos llaman Mahoma, ya se había verificado todo lo que los santos profetas habían vaticinado sobre Cristo Señor del univer­ so; y para comprobar su error, tienen también ellos su propia genealogía a semejanza del evangelio de Mateo, que proporciona un catálogo genea­ lógico desde Abraham hasta Jesús pasando por la descendencia de Isaac. En su linaje ha sido prometida y anunciada la bendición de todos ellos diciendo: «Ismael engendró a Nabaiot» y después descendiendo hasta erróneas invenciones suyas, que son tan ajenas a la verdad como extrañas a la sagrada autoridad del catolicismo. Además, para que se pusiera de manifiesto la santidad del beato Maiolo, al hombre que había pisoteado su libro, ese mismo día con una excusa cualquiera, en realidad por deci­ sión de Dios, los demás, lanzándose con furia contra él, le cortaron el mismo pie. Y ya muchos de ellos comenzaron a ser más amables y respe­ tuosos con él. Finalmente, regresando allí con gran rapidez algunos her­ manos, tras serle entregado a los sarracenos el dinero establecido, lleva­ ron de nuevo a su patria al padre y a los hombres que habían sido captu­ rados con él. Y por último, los propios sarracenos, rodeados poco después en un lugar que se llama Fraxineto por el ejército del duque Guillermo de

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dicitur circumacti ab exercitu Wilelmi Arelatensis ducis, omnesque in brevi perierunt, ut ne unus quidem rediret in patriam. 75

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10. Ipso igitur in tempore mortuus est predictus Otto impe­ rator, suscepitque filius eius, secundus videlicet Otto, eundem imperium, quod satis strenue dum adviveret rexit. Eodem ergo imperante venerabilis pontifex Adalbertus, ex provintia que lingua Sclavorum vocatur Bethem, in civitate Braga regens ecclesiam Sancti martiris Vitisclodi, egressus ad gentem Bruscorum ut eis ver­ bum salutis predicaret, dumque apud eosdem plurimam egisset predicationem, multique ex eis converterentur ad fidem Christi, predixit suis quoniam in eadem regione martirii coronam esset accepturus, ac ne paverent eis pariter indicavit quia prefer eum ibidem nemo ex eis erat perimendus. Contigit enim ut die quadam, precipiente eodem episcopo, quedam profana arbor, sita iuxta flu­ vium, cui etiam superstitiose immolabat universum vulgus, videli­ cet excisa convelleretur. Constructoque ac sacrato in eodem loco altare missarum sollempnia per se episcopus explere paravit. Qui, dum in ipsis sacramentis peragendis esset constitutus, ictibus iaculorum ab impiis perfossus, tandemque sacrum sollempne peractum simulque presentís vite imposuit terminum. Denique discipuli eius, accepto corpore sui domini, illud secum ferentes in propriam sunt reversi patriam. Cuius etiam meritis usque in presens largiuntur hominibus plurima beneficia.

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11. Sequenti quoque post multa nobiliter gesta remque publicam decenter dispositam tempore, obiit Otto, relinquens filium Ottonem videlicet tertium, adolescentem tamen fere duode­ cim annorum, qui, ut erat iuvenculus, acer tamen viribus et ingenio suscepit iure paterno regimen imperii.

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12. Contigit igitur imperii illius initio ut sedes apostolica urbis Rome proprio viduaretur pontifice. Ipse vero ilico, imperiali usus precepto, quendam sui consanguineum, cuiusdam ducis filium, ibo delegit atque ex more in sede apostolica sublimari mandavit. Quod utique dum sine mora peractum fuisset, pergrandis calam itatis occasio extitit. Erat enim quidam Crescentius, 106. Crescentius ras. P

85. ex s.l. P

92. simulque ex simul P

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Arles, en breve tiempo perecieron todos de manera que ni uno siquiera volvió a su patria, 10. En la misma época murió el emperador Otón, y su hijo Otón II asumió el Imperio que dirigió con gran valentía mientras vivió. Bajo su gobierno el venerable obispo Adalberto, habiendo salido de la provincia denominada Bethem en eslavo5, en cuya ciudad de Praga dirigía la iglesia del santo mártir Vitisclodo, y dirigiéndose al pueblo de los prusianos para predicarles la palabra de la salvación, mientras estaba llevando a cabo ante ellos una multitudinaria predicación y convirtiendo a muchos de ellos a la fe de Cristo, anunció a los suyos que en esa misma región iba a recibir él la corona del martirio y, para que no se asustaran, les señaló igualmente que allí excepto él ninguno de ellos iba a ser asesinado. Un día, por iniciativa del mismo obispo, un árbol impío situado junto al río, al que todo el pueblo dedicaba sacrificios por superstición, fue cortado y arrancado. Tras ser edificado y consagrado un altar en el mismo lugar, el obispo se dispuso a celebrar una misa solemne. Mientras se encontraba en la celebración de los sacramentos, atravesado por las flechas lanzadas por los impíos, puso fin al mismo tiempo a la solemne ceremonia sagrada y a su vida presente. Por último sus discípulos, tras haber recogido el cuerpo de su señor, volvieron a su patria llevándolo con ellos. Gracias a sus méri­ tos, hasta el día de hoy son concedidos a los hombres múltiples beneficios. 11. A continuación, después de muchas gestas gloriosas y de una conveniente administración del estado, murió Otón, dejando a su hijo Otón III, un muchacho de casi doce años que, aunque era muy joven, sin embargo asumió con valentía e ingenio la dirección del Imperio heredado de su padre. 12. Al inicio de su gobierno ocurrió que la sede apostólica de Roma se quedó viuda de su propio pontífice. Enseguida, él mismo, mediante un decreto imperial, eligió para aquel puesto a un pariente suyo, hijo de un duque, y de acuerdo con la costumbre ordenó que se le elevara a la sede apostólica. En todo caso, tras haberse cumplido esto sin demora, se deri­ vó una situación de enorme desgracia. Pues había un tal Crescendo, pre5 Actual Bohemia.

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Romanorum civis prepotens, qui, ut illorum mos est, quantum one­ rosior pecunie tantum pronior serviens avaritie. Hic autem non plane, ut rei probavit eventus, parti favebat Ottonis. Nam ipsum 110 pontificem quem, ut dixim us, ordinari Otto iusserat, isdem Crescentius omni destitutum honore a sede expulit alterumque pro­ caciter in eius loco subrogavit. Sed mox ut Otto hoc factum comperit, ira accensus cum permaximo exercitu Romam properavit. Quod cum cognovisset Crescentius, illum scilicet urbi propinquare, cons115 cendens cum suis turrim que sita est extra civitatem trans Tiberim, ob altitudinem sui Inter Celos vocatam, vallavit eam defensurus pro vita. Tandem, cum pervenisset imperator ad urbem, primitus iussit com prehendere illum male securum pontificem , videlicet Crescentii arrogantia constitutum; comprehensumque precepit eius 120 manus quasi sacrilegas amputari, deinde vero aures abscidi atque oculos expelli. Post hec denique comperiens Crescentium, ut dixi­ mus, turre vallatum, que scilicet paulo post illum crudeli erat red­ ditura neci, precepit eandem circumdari densa obsidione sui exer­ citus, ne videlicet Crescendo quoquo modo locus daretur confugii. 125 Interea iubente imperatore construuntur in giro machine ex lignis celsarum abietum nimium artificiose composite. Cernens quoque Crescentius nullam posse evadendi viam reperire, licet tardius, penitudinis adinvenit consilium; non tamen ei prestitit miserendi aditum. Quadam igitur die, quibusdam de imperatoris exercitu 130 consentientibus, egrediens latenter Crescentius de turre, scilicet birro indutus et operto capite, veniensque inprovisus corruit ad imperatoris pedes oransque se ab imperatoris pietate vitae servari. Quem cum respexisset imperator, conversus ad suos, ut erat amaro animo, dixit: «Cur, inquiens, Romanorum principem, imperatorum 135 decretorem datoremque legum atque ordinatorem pontificum intrare sivistis magalia Saxonum? Nunc quoque reducite eum ad thronum sue sublimitatis, donec eius honori condignam videlicet preparemus susceptionem». Qui suscipientes illum, scilicet ut iussum fuerat, inlesum reduxerunt ad turris introitum; ingressusque

111. Crescentius ras. et s.l. P 113. quod ex correct. P 114. cum s.l. P I Crescentius ras. et s.l. P I urbi ex urbem P 119. Crescentii ras. P 121. Crescentium ras. P 124. Crescentio corr. s.l. Rod : lohanni P 127. Crescentius ras. P '130. Crescentius ras. P

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potente ciudadano romano, que, según sus costumbres, cuanto más car­ gado de dinero estaba, tanto más esclavo era de la avaricia. Éste, tal como el resultado de los acontecimientos lo demostró, claramente no era parti­ dario de Otón. Pues al mismo pontífice que, como dijimos, Otón había hecho ordenar, Crescencio lo expulsó de la sede despojado de cualquier honor y eligió de forma insolente a otro en su lugar. Pero luego cuando Otón descubrió esto, encendido por la ira se encaminó a toda prisa hacia Roma con un enorme ejército. Tan pronto como Crescencio supo que aquél se aproximaba, subiendo junto con los suyos a una torre situada fuera de la ciudad, al otro lado del Tiber, denominada "entre los Cielos" a causa de su altura6, la fortificó dispuesto a luchar en defensa de su vida. Cuando el emperador hubo llegado a la ciudad, ordenó en primer lugar apresar a aquel pontífice sin personalidad, nombrado por la arrogancia de Crescencio; y una vez capturado, mandó que fueran amputadas sus manos como sacrilegas, cortadas sus orejas y sacados los ojos. Después de estos hechos, al descubrir finalmente que Crescencio, como hemos dicho, se había atrincherado en la torre que poco después se convertiría en esce­ nario de su muerte cruel, ordenó que ésta fuera rodeada estrechamente por el asedio de su ejército, de tal manera que a Crescencio no se le diera ocasión de huir. Entre tanto, por orden del emperador se levantan alrede­ dor unas máquinas construidas bastante hábilmente con madera de enor­ mes abetos. Al darse cuenta Crescencio de que no podía encontrar ningu­ na vía de escape, decidió arrepentirse, aunque demasiado tarde; pues no se le concedió ninguna oportunidad de arrepentimiento. Así pues un día, con el consentimiento de algunos soldados del ejército del emperador, saliendo secretamente Crescencio de la torre, envuelto en una capa y encapuchado, y presentándose de improviso se arrojó a los pies del empe­ rador rogándole que por piedad le fuera perdonada la vida. Cuando lo vio el emperador, como tenía un carácter sarcástico, volviéndose a los suyos les dijo: «¿Por qué habéis permitido que un príncipe de los roma­ nos, que elige emperadores, promulga leyes y consagra obispos entre en las chozas de los sajones? Llevadlo ahora al trono de su majestad hasta que le preparemos una acogida adecuada a su honor». Éstos se hicieron cargo de él, como les había sido ordenado, y lo llevaron ileso de nuevo al interior de la torre; tras haber entrado, anunció a los que estaban reclui6 Se trata del mausoleo de Adriano, en la actualidad conocido como Castel Sant'Angelo.

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nuntiavit secum pariter reclusis quoniam solummodo tantum con­ tingeret illis vivere quandiu ipsa turris tueri valeret ab hostium cap­ tione, nec ullam prorsus salutem ultra debere sperare. At imperato­ ris exercitus a foris urgendo impellens machinas, paulatimque eun­ tes applicate sunt turri, sicque pugne inito certamine, dumque alii desuper contendentes intrare, alii prorupere ad ostium turris illudque concidentes evellunt sursumque certatim gradientes ad turris superiora pervenerunt. Respiciens quoque Crescentius cernit se teneri ab his quos putabat pugnando longius arceri posse. Capto namque ipso ac graviter vulnerato, ceterisque qui cum illo inventi fuerant trucidatis, miserunt ad imperatorem quid de eo preciperet. Qui ait: «Per superiora, inquit, propugnacula illum deicite aperte, ne dicant Romani suum principem vos furatos fuisse». Quem, ut iussum fuerat, proicientes, deinde post terga boum religatum per paludes viarum plurimum devolventes, ad ultimum vero in conspectu civitatis in trabe excelsa pendere dimiserunt.

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13. His denique ita gestis accersiens imperator Gerbertum, videlicet Ravenne archiepiscopum, constituit illum principalem Romanorum pontificem. Isque Gerbertus e Galliis oriundus extitit, minorum etiam gerens prosapiam virorum, sed tamen ingenio acerrimus artiumque liberalium studiis plenissime institutus. Proinde Remorum etiam primitus a rege Francorum Hugone fuerat consti­ tutus pontifex, sed quoniam, ut diximus, valde erat acer ac provi­ dus, intelligens Arnulfum eiusdem urbis archiepiscopum, quo vívente ordinatus fuerat, ex consensu eiusdem regis niti in pristinam reformari sedem, caute iter arripiens ad predictum devenit Ottonem. Qui satis honorifice ab eodem susceptus; quem etiam sta­ tion Ravenne, inde vero, ut diximus, Romane urbis sublimavit pon­ tificem. 14. Contigit igitur ipso in tempore ut isdem imperator, subgerente tam ipso pontifice quam aliis quibusque zelum profectus religionis domus Dei gerentibus, quosque in Beati Pauli ecclesia nomine tenus monachos, ceterum prave degentes, inde expellere 147. Crescentius ras. P

150. fuerant ex fu erat P

170. tam s.l. Rod

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dos con él que solamente les estaría permitido vivir durante el tiempo que la propia torre fuera capaz de defenderse del asalto de los enemigos y que después no debían esperar ninguna salvación. Por otra parte, el ejército del emperador presionando desde el exterior empujaba las máquinas y desplazándolas poco a poco las aproximó a la torre; así fue iniciada la batalla, mientras unos intentaban penetrar desde arriba, otros se lanzaron contra la puerta de la torre y rompiéndola la arrancaron, y subiendo más deprisa llegaron a los pisos más altos. Al verlos Crescencio se dio cuenta de que estaba en manos de aquéllos que él creía poder mantener todavía a distancia luchando. Capturado y gravemente herido, y degollados el resto de los hombres que habían sido encontrados con él, enviaron a pre­ guntar al emperador qué ordenaba hacer con éste. Les respondió: «Arrojadlo públicamente por la parte más alta de las murallas, para que los romanos no digan que habéis robado a su soberano». Lo arrojaron como les había sido ordenado, después, atado detrás de unos bueyes lo revolcaron varias veces por las ciénagas de las calles, y por último lo deja­ ron colgando de una viga alta, a la vista de toda la ciudad. 13. Tras estos sucesos, haciendo llamar el emperador a Gerberto, arzobispo de Ravena, le nombró sumo pontífice de los romanos. Este Gerberto era oriundo de la Galia, de un linaje de hombres modestos, pero de agudísimo ingenio y plenamente instruido en las artes liberales. Por ello anteriormente había sido también nombrado obispo de Reims por Hugo, rey de Francia, pero como era muy perspicaz y previsor, según hemos dicho, al darse cuenta de que Arnolfo, el arzobispo de su ciudad, al que él había sucedido estando éste aún vivo, estaba intentando con el consenso del propio rey recuperar la antigua sede, emprendió el camino cautelosamente y llegó junto a Otón. Éste le recibió con grandes honores; inmediatamente lo elevó al episcopado de Ravena, ν después, como hemos dicho, al de la ciudad de Roma. 14. Precisamente en esa época el emperador, a sugerencia tanto del pontífice como de los otros que se ocupaban de la buena marcha de la fe en la casa de Dios, debía expulsar a los que estaban en la iglesia de S. Pablo, monjes sólo por el nombre, pero que vivían de forma depravada, y

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deberet, ac alterius instituti, quos videlicet canonicos dicimus, in eodem loco servituros, ut ei subgestum fuerat, substituturus esset. Cumque hoc appeteret implere decretum, apparuit ei noctu per visum beatissimus apostolus Paulus atque eundem imperatorem huiusmodi monere curavit: «Si vere, inquiens, zelus divine servitu­ tis optimi operis te adurit, vide ne huius propositi institutum presu­ mas in monachis immutare expellendis. Non enim omnino expedit cuiusque ecclesiastici ordinis, quamvis ex parte depravati, pro­ prium umquam abici seu immutari propositum. In eo namque unusquisque iudicandus est ordine, in quo se primitus Deo vovit servire; reemendari tamen licet corrupto cuique in eadem proprie vocationis sorte». Taliter quippe monitus imperator retulit suis que audierat ab apostolo, curamque agens qualiter eorundem institu­ tum, scilicet monachorum, quivisset ad melius informare, non expellere a loco vel immutare. 15. Interea, minus idoneo usus consilio, predicti Crescentii in suam uxorem adsumens, quam etiam paulo post, ut inconsulte acceperat, divortium agens dimisit. Tandem quoque, nitens remea­ re ad Saxoniam, morte superveniente in Italia obiit. Cernens quoque exercitus quem secum duxerat se suo domino destitutum, coege­ runt se pariter in unum agmen, ne ab his quos in Italia presserant trucidarentur, imposito ante se in equo defuncti imperatoris corpore, sicque in patriam tuti pervenientes in monasterio Beate semper virginis Mariae Aquisgranis decenter sepelierunt. 16. Suscepit igitur post Ottonem, videlicet tertium, regnum Saxonum illius consanguineus Heinricus, qui etiam nono regni sui anno imperator creatus est Romanorum. Sed interim libet ex parte commemorare quibus vicissim cladibus prescriptorum regum tem­ poribus tam externis quam intestinis consequenter sit flagellatus orbis Romanus. Constat igitur ab anterioribus illud principale totius orbis imperium fuisse divisum, scilicet ut, quemadmodum univer­ sae latinitatis Roma gerere deberet principatum, ita Constantinopolis tam Grecorum speciale caput in transmarinis orientis partibus 173. instituti ex institi Rod corr. s.l. Rod : Iohanni P

179. enim P corr. AV

188. Crescentii

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establecer en ese lugar, para que desempeñaran los servicios divinos, a los miembros de la otra institución que llamamos canónicos, tal como le había sido sugerido, y tenía intención de reemplazarlos. Cuando preten­ día cumplir este mandato, se le apareció de noche a través de una visión el beatísimo apóstol Pablo y se ocupó de aconsejar al propio emperador de este modo: «Si verdaderamente te quema el deseo de servir a Dios por medio de la mejor obra, no te atrevas a apartar al monasterio de su regla expulsando a los monjes. Pues no conviene abolir o cambiar la regla pro­ pia de cada orden eclesiástico, aunque esté en parte corrompida. Cada uno debe ser juzgado dentro del orden en el que al principio hizo voto de servir a Dios; además, todo el qué ha sido corrupto puede ser enmenda­ do en el mismo puesto de su vocación». Tras ser aconsejado de esta forma, el emperador contó a los suyos lo que había oído al apóstol, y se preocu­ pó de buscar de qué manera podría mejorar la institución de los monjes sin expulsarlos de su puesto ni cambiarlos. 15. Entretanto, no siguió la decisión adecuada al tomar por esposa a la viuda de Crescencio, de la cual se divorció también poco después, de forma tan irresponsable como se había casado. Y finalmente, mientras se esforzaba en volver a Sajonia, le sobrevino la muerte en Italia. Al darse cuenta el ejército que había llevado con él de que su jefe les había abando­ nado, se reunieron en una sola formación para no ser masacrados por los que habían capturado en Italia, y tras ser colocado delante en un caballo el cuerpo del difunto emperador, así volvieron seguros a su patria y lo sepultaron convenientemente en el monasterio de Santa María siempre virgen, en Aquisgrán. 16. Después de Otón III asumió el reino de Sajonia Enrique, un pariente suyo, que también fue nombrado emperador de los romanos al noveno año de su reinado. Pero ahora deseo recordar en parte con qué desastres tanto externos como internos fue sacudido sucesivamente el mundo romano en la época de los reyes mencionados. Se sabe que desde hacía tiempo el imperio más importante de todo el mundo había estado dividido de tal forma que, como Roma debía asumir la capitalidad de toda el área latina, así Constantinopla fue la capital tanto de los griegos como de los demás habitantes de las regiones orientales de ultramar. Pero

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quam ceterorum. Sed dum semel in sese novit dispertiri, postmo­ dum paulatim pars utraque usitatius didicit minui, videlicet donec contigeret illud admodum coartari preliis, ut foret brevius, et istud appeteret moderari extraneus. Et quoniam magis contingebat tyrannide imperare quam vel liberali pietate vel originali propagi­ ne, idcirco par erat talium contumaciam, cum sibi subditis, crebris infestationum plagis atterere.

V. De paganorum plagis

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17. Denique circa nongentesimum verbi incarnati an egressus ab Hispania rex Sarracenorum Algalif, veniensque cum exercitu maximo in Italiam, scilicet traditurus humanas res cum suis in predam, tum gladio atque incendio demoliendas. Qui dum venisset, depopulans totam regionem usque Beneventum progres­ sus est. Ex aliquibus tamen civitatibus Italiae primates, collecto agmine, nisi sunt adversus predictum Algalif inire pugnam; sed cum se cernerent exercitu nimium impares, ut sepius mos est istis modernis Italicis, fuge potius quam bellum petiere presidium. Interea reversi cum suo principe ad Affricam Sarraceni ab illo tem­ pore non destiterunt impugnare regionem Italie, quamvis plurimis fuissent preliis lacessiti tam ab imperatoribus quam a patrie duci­ bus ac marchionibus, usque ad Almuzor illorum principem et pre­ dictum Henricum Romanorum imperatorem. 18. Prescripto igitur tempore non minor clades in Galliarum populis Normannorum infestatione extitit hostium. Qui videlicet Normanni nomen inde sumpsere, quoniam raptus amore, primitus egressi ex aquilonaribus partibus, audacter occidentalem petiere plagam. Siquidem lingua illorum propria 'nort' aquilo dicitur, 'mint' quoque populus appellatur; inde vero Normanni quasi aquilonaris populus denominatur. Hi denique, in primo egressu diutius circa

208. contigeret P corr. AV V 6. civitatibus s.l. ex regionibus P

13. muzor P corr. Rod

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una vez que se supo que se habían separado entre sí, después poco a poco una y otra parte se dieron cuenta de que se estaban debilitando más de lo habitual, hasta que la una se vio reducida por las guerras de tal modo que se volvió más pequeña, y a la otra deseó dominarla el extranjero. Y pues­ to que se gobernaba más con tiranía que con generosa bondad o por herencia legítima, por eso mismo fue justo que frecuentes oleadas de inva­ siones aplastaran el orgullo de éstos, junto con sus súbditos.

V. El azote de los paganos 17. Después, en torno al año 900 de la encarnación del Verbo, Algalfil7, el rey de los sarracenos, salió de Hispania y se dirigió a Italia con un enorme ejército con intención de entregar a los suyos como botín las propiedades de los habitantes y de destruir las demás a hierro y fuego. Mientras llegaba, saqueando completamente toda la región se encaminó hasta Benevento. Sin embargo, los grandes señores de algunas ciudades de Italia, tras reunir un ejército, intentaron iniciar una lucha contra Algalfil; pero, al darse cuenta de que eran demasiado inferiores por su ejército, recurrieron a la huida antes que a la lucha, como tienen bastante costumbre estos italianos actuales. Entre tanto los sarracenos, que habían vuelto a Africa con su príncipe, desde aquel momento no dejaron de ata­ car el territorio italiano, aunque fueran asaltados en numerosos combates tanto por los emperadores como por los duques y los marqueses de su patria, hasta la época de su príncipe Almanzor y de Enrique el emperador de los romanos. 18. En ese mismo periodo se produjo un desastre similar en los pueblos de las Galias con la invasión de los enemigos normandos. Estos normandos tomaron el nombre por el hecho de que originariamente pro­ cedían de la zona septentrional, y por el deseo de rapiña se dirigieron con audacia hacia la zona occidental. Puesto que en su lengua "nort" significa septentrión y "mint" se llama al pueblo, por ello son llamados Normandos en el sentido de "pueblo septentrional". Éstos, durante la primera migra7 Se desconoce a quién puede referirse exactamente, aunque cabe la posibilidad de que se trate de "el califa" de Córdoba.

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mare Occeanum degentes, brevibus contenti stipendiis, quousque in gentem coaluere non modicam; postmodum vero, telluris ampla et pelagi hostili manu pervagantes, aliquas urbes ac provintias in propriam redigere sortem. 19. In processu quoque temporis ortus est vir quidam in pago Trecassino ex infimo rusticorum genere, Astingus nomine, in vico videlicet qui Tranquillus dicitur, tribus a civitate distans m ili­ bus. Qui iuvenis, valens robore corporis, perversae tamen indolis, superbiendo abitiens fortunam pauperum parentum, elegit exui fore, dominandi victus cupidine; denique, clam egrediens ad predictam Normannorum gentem, illis tantummodo primitus adhesit, qui, assiduo raptui servientes, victum ceteris ministrabant, quos etiam illi communiter 'flottam' vocant; illoque aliquandiu huic nequam mori inserviente, cepit pessimis commilitonibus tanto existere diligentior quanto efficiebatur flagitiosior, paulatimque robus­ tior ceteris viribus ac rebus effectus, omnes pariter sui illum consti­ tuere terra marique principem. Constitutus autem huiusmodi, ampliore crudelitate assumpta, parvi pendens preteritorum sevitiam, coepit suum in longinquas gladium dilatare provintias. Postmodum etiam cum universa pene cui preerat gente conscen­ dens ad superiores Galliarum partes, quamvis pestifer parens nati­ vum male querens revisere solum. Qui cum venisset, gladio et igne ultra omnem hostium cladem universa demoliens, nemine repugnante, diutius consumpsit; tunc quoque domus ecclesiarum per Gallias universae, prefer quas municipia civitatum vel castrorum servarunt, omnimodis dehonestate atque igne succensae sunt. Universis siquidem peragratis Galliis, opimaque diversarum rerum potitus spolia, ad propria reduxit exercitum. Sicque deinceps tam ab ipso Astingo quam ab eius successoribus, illius videlicet gentis principibus, in spatio fere centum annorum huiusmodi clades illata est longe lateque populis Galliarum. 20. Haec quoque quae retulimus per intervalla defunctorum regum seu imperatorum tam in Italia quam in Galliis, priusquam restaurarentur, sepius contigerunt. Sed cum interea predicte gentis 55. restaurarentur ex restaurentur P

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ción pasaron largo tiempo cerca del Océano y se conformaron con escasas ganancias, hasta que aumentaron de número convirtiéndose en un pue­ blo importante; después, recorriendo con una banda armada amplias zonas de tierra y de mar, sometieron bajo su poder a algunas ciudades y provincias. 19. Con el paso del tiempo nació en el distrito de Troyes, de la más humilde estirpe de campesinos, un individuo de nombre Astingo, en una aldea llamada Trancault, a tres millas de distancia de la ciudad. Este joven, vigoroso por su fortaleza física, pero de carácter perverso, lleno de soberbia despreció la condición de pobreza de sus padres y eligió mar­ charse lejos, cegado por el deseo de poder. Entonces, salió a escondidas hacia ese pueblo de los normandos y desde el principio se adhirió sólo a aquéllos que, dedicándose asiduamente a robar, suministraban alimento a los otros que ellos llaman generalmente "flota"; durante un tiempo se dedicó a esas desvergonzadas costumbres y consiguió ser entre sus mal­ vados compañeros tanto más apreciado cuanto más desvergonzado era; paulatinamente se convirtió en más poderoso que los demás por su fuer­ za y por sus riquezas y todos de común acuerdo le nombraron su jefe por tierra y por mar. Consolidado de esta forma, aumentó su crueldad menos­ preciando la ferocidad de sus antepasados y comenzó a extender sus ata­ ques hasta las regiones lejanas. Después, subió a la zona septentrional de la Galias en compañía de casi todo el pueblo al que gobernaba, aunque parecía portador de desastres, buscaba desgraciadamente volver a ver su suelo natal. Cuando llegó, permaneció allí largo tiempo, sin oposición alguna, destruyendo todas las cosas a hierro y a fuego en mayor grado que los desastres provocados por los enemigos; además, la totalidad de los edificios eclesiásticos fueron profanados de todas las formas imagina­ bles e incendiados, con excepción de los protegidos por las fortificaciones de las ciudades o de los castillos. Una vez recorridas todas las tierras galas y habiéndose apoderado de ricos botines de los más variados enseres, condujo de nuevo al ejército hacia su propia tierra. Así, después, durante casi cien años, tanto el propio Astingo como los sucesores que dirigieron a este pueblo infligieron desastres de ese tipo a lo largo y ancho de los pueblos de las Galias. 20. Estos hechos que referimos se produjeron con excesiva frecuen­ cia tanto en Italia como en la Galia durante los intervalos desde la muer­ te de los reyes o emperadores hasta que eran sustituidos. Pero, mientras

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exercitus more solito ad Gallias procedere decrevisset, occurrit illis iam longius a solo proprio remotis venerabilis Burgundiae dux Richardus, pater scilicet regis Rodulfi, ut supra commemoravimus, initoque cum eis prelio, tanta cede eosdem prostravit ut perpauci ex eis fuga lapsi ad propria vix remearent. 21. Et licet post hec plures insulas ac provintias mari guas idem scilicet Normanni depopulaverint, in partes tamen Francorum regum sorte regendas non deinceps nisi ab eisdem regi­ bus evocati conscenderunt. Quin etiam paulo post vicissim scilicet Franci necnon et Burgundionum plerique cum predictis Normannis, catholicae fidei iam effectis cultoribus, pacifice iunxere conubia atque unius regis regnum pari consensu decreverunt dici et esse. Indeque orti duces excellentissimi, Willelmus videlicet, atque post ipsum quique denominati paterno seu avito iure Richardi. Illorum quippe ducaminis principatum tenuit metropolis civitas Rotomagorum. Cum igitur predicti duces ultra ceteros viguerint m il;tie armis, tum p e rin d e p r e ceteris gratia communis pacis ac vir­ tute Iiberalitatis. Nam omnis provintia, quae illorum ditioni subici contingebat, ac si unius consanguinitatis domus vel familia, inviolate fidei concors degebat. Nempe furi ac predoni apud illos compa­ rabatur quicumque hominum in aliquo negotio plus iusto vel fal­ sum quippiam venundandum m entiens subtrahebat alteri. Egenorum quoque et pauperum omniumque peregrinorum tam­ quam patres filiorum curam gerebant assiduam. Dona etiam amplissima sacris ecclesiis pene in toto orbe mittebant, ita ut etiam ab oriente, scilicet denominatissimo monte Sina, per singulos annos monachi Rotomagum venientes, qui a predictis principibus plurima redeuntes auri et argenti suis deferrent exenia. Hierosolimam vero ad Sepulchrum Salvatoris centum auri libras secundus misit Richardus ac quosque cupientes illuc devote peragrare donis iuvabat inmensis.

63. Francorum ex fracoru m P tenuit coni. Orlandi :fu it P

70. principatum P principatus Duchesne I

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que el ejército de ese pueblo había decidido, según su costumbre, dirigir­ se hacia las Galias, les salió al encuentro ya muy alejados de su propia tie­ rra el venerable duque de Borgoña Ricardo, padre del rey Rodolfo, como hemos señalado antes, y habiendo entablado un combate con ellos, los derrotó ocasionando tan gran carnicería que muy pocos de ellos regresa­ ron a duras penas a sus tierras, recurriendo a la huida.

21. Aunque después de estos sucesos los normandos devastaro numerosas islas y regiones próximas al mar, sin embargo, en adelante no subieron hasta las zonas sometidas a la jurisdicción de los reyes de Francia salvo que fueran llamados por éstos. Es más, poco después, los francos y muchos borgoñones concertaron matrimonios de forma pacífi­ ca con los normandos, ya convertidos en devotos de la fe católica, y decre­ taron por consenso que el reino se considerara y fuera de un solo rey. De ahí surgieron duques muy destacados, como Guillermo, y después de él los que heredaron el nombre de Ricardo por transmisión del padre o del abuelo. La capitalidad de su ducado la ostentó la ciudad metropolitana de Ruán. Estos duques fueron más poderosos que los demás no sólo por la fuerza militar, sino también por la búsqueda de la paz para todos y por la virtud de la generosidad. Pues cualquier región que le correspondía estar bajo su jurisdicción vivía en la armonía de una lealtad inviolable, como si se tratara de una casa o de una familia de la misma sangre. Además, entre ellos era comparado a un ladrón y a un bandido cualquier hombre que robase a otro en algún negocio, mintiéndole y vendiendo algo falso o a un precio superior al razonable. Se ocupaban asiduamente de los necesita­ dos, de los pobres y de los peregrinos como los padres cuidan de sus hijos. También enviaban regalos muy generosos a las sagradas iglesias en casi todo el mundo, hasta tal punto que cada año desde Oriente, desde el famosísimo monte Sinaí8, llegaban a Ruán monjes que al volver llevaban a los suyos grandes cantidades de oro y plata procedentes de estos jefes. Ricardo II envió a Jerusalén, hasta el Sepulcro del Salvador, cien libras de oro y a los que deseaban encaminarse allí con devoción les ayudaba con inmensos regalos.

8 M onasterio de Santa Catalina, en el monte Sinaí; el culto a esta santa experi­ mentó un considerable aum ento cuando fueron trasladadas sus reliquias a Rouen.

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22. Preterea in successibus predictorum temporum, exigenti­ bus culpis peccantium hominum, orta est discordia duorum regum, Francorum videlicet ac Saxonum, que scilicet diutius exardescens occulto Dei iudicio rursus terribile flagellum ingruit populis Galliarum. Denique Hungrorum princeps cum omni ipsius gentis militari exercitu, huius discordiae mali occasione fines Galliarum inrumpens, semel ac bis omnem miserabiliter depopulans regio­ nem utrumque etiam genus hominum captans cum rebus humanis abducens nemine obstante diripuit. Quae denique clades tandiu desevit quousque, Deo propitiante, utriusque regni principes, Francorum videlicet ac Saxonum, unius fidei ac consanguinitatis vinculo necterentur. Evacuato siquidem priorum regum genere sedatisque iurgiis, coepit orbis novorum regum pace sub amica reflorescere, Christique regnum per fontem sacri baptismatis cir­ cumquaque tirannos sibi subiugare. Ipsa denique Hungrorum gens, post tot patrata flagitia, post tot flagella gentibus illata, cum suo rege ad catholicam fidem conversa, quae prius consueverat crudeli­ ter rapere aliena, libens inpertitur pro Christo propria. A quibus etiam iamdudum diripiendo captivabantur undecumque in mise­ rrima mancipia distrahendi qui reperiebantur Christiani, ab eisdem quoque foventur nunc ceu fratres vel liberi. 23. Illud nihilominus nimium condecens ac perhonestum videtur atque ad pacis tutelam optimum decretum, scilicet ut ne quisquam audacter Romani imperii sceptrum preproperus gestare princeps appetat seu imperator dici aut esse valeat, nisi quem papa sedis Romane morum probitate delegerit aptum rei publice, eique commiserit insigne imperiale, cum olim videlicet ubique terrarum quilibet tyranni sese procaciter impellentes sepissime sint imperatores creati, atque eo minus apti rei publice, quo constat eos tyranni­ de quam pietatis auctoritate processisse. Anno igitur dominice incarnationis septingentesimo decimo, licet illud insigne imperiale diversis speciebus prius figuratum fuisset, a venerabili tamen papa

91. hungrorum ex ungrorum P

116. auctoritate ex auctoritati P

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22. Además, en épocas sucesivas, como castigo a las culpas de los pecadores, se produjo una discordia entre los dos reyes, el de Francia y el de Sajonia, que se enardeció durante largo tiempo por un secreto designio de Dios, cayendo de nuevo un terrible flagelo sobre los pueblos de las Galias. Entonces el jefe de los húngaros, con ocasión de esta desafortuna­ da discordia, irrumpiendo en las fronteras de las Galias con la fuerza m ili­ tar de todo su pueblo, devastó una y otra vez toda la región y tomando prisioneros a personas de ambos sexos, se los llevó junto con sus posesio­ nes, sin que nadie se opusiera. Y este desastre perseveró hasta que, con el apoyo de Dios, los jefes de uno y otro reino, el franco y el sajón, se unie­ ron mediante el vínculo de la lealtad y del parentesco. Eliminada, pues, la estirpe de los reyes anteriores y calmadas las desavenencias, comenzó el mundo a florecer de nuevo bajo la armoniosa paz de los nuevos reyes, y el reino de Cristo consiguió someter a los tiranos del entorno por medio de la fuente del sagrado bautismo. El propio pueblo húngaro, después de haber perpetrado tantos desmanes y de haber inferido tantos desastres a los otros pueblos, se convirtió a la fe católica junto con su propio rey, y habiendo estado habituado a apoderarse de los bienes ajenos con cruel­ dad, espontáneamente compartió los propios por amor a Cristo. Y quie­ nes hace tiempo en sus saqueos capturaban a los cristianos en cualquier lugar que los encontraran para arrastrarlos a las más míseras condiciones de esclavitud, éstos ahora los tratan cariñosamente como hermanos o hijos. 23. Extraordinariamente conveniente, digno e idóneo para la defensa de la paz parece aquel decreto que establece que ningún príncipe cometa la osadía de aspirar a llevar el cetro del Imperio romano con demasiada prisa, ni pueda llamarse o ser emperador, a no ser aquél a quien el papa de la sede de Roma haya elegido por su honradez de cos­ tumbres como adecuado para el gobierno del estado, y a quien le haya confiado la insignia imperial; pues en otro tiempo, de manera generaliza­ da eran nombrados emperadores con gran frecuencia diversos tiranos que se autoimponían desvergonzadamente, y está demostrado que tanto menos adecuados eran para gobernar cuanto que lo habían conseguido por medio de la tiranía más que por la autoridad derivada de la justicia. Así pues, el año 710 de la encarnación del Señor9, aunque la insignia imperial había sido ya representada de diversas formas, sin embargo el 9 Enrique II fue coronado como emperador en el 1014 por el papa Benito VIII. Desconocemos el origen de un anacronismo de tal envergadura.

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Benedicto sedis apostolice fieri iussum est admodum intellectuali specie. Idem insigne precepit fabricari quasi aureum pomum atque circumdari per quadrum pretiosissimis quibusque gemmis, ac des­ uper auream crucem inseri. Erat autem instar speciei huius munda­ ne molis, que videlicet in quadam rotunditate consistere perhibetur, ut, dum siquidem illud respiceret princeps terreni imperii, foret ei documentum non aliter debere imperare vel militare in mundo quam ut dignus haberetur vivifice crucis tueri vexillo; in ipso etiam diversarum gemmarum decoramine videlicet imperii culmen pluri­ marum virtutum speciebus exornari oportere. Cumque postmo­ dum predictus papa imperatori, videlicet Henrico, huius rei gratia Romam venienti, obviam cum maxima utrorumque sacrorum ordi­ num multitudine processisset ex more eique huiusmodi insigne, scilicet imperii, in conspectu totius Romane plebis tradidisset, sus­ cipiens illud ilariter, circumspectoque eo, ut erat vir sagacissimus, dixit: «Optime, pater, inquiens ad papam, istud facere decrevisti, nostrae portendendo innuens monarchiae: qualiter sese moderari debeat, cautius perdocuisti». Deinde manu gerens illud auri pomum subiunxit: «Nullis, inquit, melius hoc presens donum pos­ sidere ac cernere congruit quam illis qui, pompis mundi calcatis, crucem expeditius sequuntur salvatoris». Qui protinus misit illud ad Cluniense monasterium, Galliarum quod etiam tunc temporis habebatur religiosissimum ceterorum, cui et alia dona plurima con­ tulerat ornamentorum.

24. Sed et illud nimirum etiam perpendendum: quo cum ista quae retulimus, videlicet de conversionibus perfidarum ad fidem Christi gentium, altrinsecus in aquilonaribus atque occiden­ talibus orbis partibus persepe fieri contigerit, nusquam talia in orientalibus atque meridianis eiusdem orbis plagis contigit audiri; cuius denique veracissimus presagii index fuit constitutio illa crucis dominice, dum in ea salvator penderet in loco Calvariae. Nam, cum retro illius verticem suspensitum fuisset crudus nimium populis oriens, tunc etiam in eius oculorum conspectu lumine fidei repletu

120. idem fort, ex iddem P

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papa Benedicto de la sede apostólica ordenó que se hiciera una con un aspecto significativo. Prescribió que se fabricara la insignia en forma de una manzana de oro y que se la rodeara por los cuatro lados con las pie­ dras más preciosas, y encima se colocara una cruz de oro. Pues era seme­ jante al aspecto de este mundo, que se dice que consiste en una especie de círculo, para que, cuando el príncipe del imperio terreno lo mirase repeti­ damente, le recordara que debía gobernar y combatir en el mundo de forma que fuera considerado digno de ser protegido por la bandera de la cruz vivificadora; y también para recordarle por medio de la decoración de piedras preciosas que convenía que la más alta autoridad estuviera adornada de múltiples virtudes. Después, el mencionado papa en compa­ ñía de una enorme multitud de personas de ambas órdenes sagradas, según la costumbre, salió al encuentro del emperador Enrique, que venía a Roma para ese fin, y le entregó la insignia imperial descrita, a la vista de todo el pueblo romano; él la aceptó con placer, y tras haberla observado con detenimiento, como hombre muy sagaz dijo, dirigiéndose al papa: «Padre, habéis decretado muy acertadamente realizar este objeto que se refiere a nuestra monarquía simbolizándola; y habéis mostrado pruden­ temente cómo se debe gobernar». Después, llevando la manzana de oro en la mano añadió: «Poseer y contemplar este regalo compete de manera especial a quienes, pisoteadas las pompas del mundo, siguen con más libertad la cruz del Salvador». Este inmediatamente se lo envió al monas­ terio de Cluny, al cual había llevado ya otros muchos regalos ornamenta­ les, pues era considerado por entonces más religioso que los restantes de la Galia.

24. Pero hay que sopesar además otra cuestión: mientras los episo dios que hemos contado acerca de las conversiones a la fe de Cristo de los pueblos infieles se produjeron muy frecuentemente en las zonas septen­ trionales y occidentales del mundo, se da la circunstancia de que nunca se han oído tales sucesos en las regiones orientales o meridionales; y el indi­ cio más veraz del presagio fue la disposición de la cruz del Señor, cuando el Salvador colgaba de ella en el Calvario. Pues, por una parte, detrás de la cabeza del crucifijo estaba el salvaje Oriente con sus pueblos, y por otra, ante sus ojos estaba Occidente dispuesto a llenarse con la luz de la fe; así

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rus constitit occidens; sic quoque omnipotentem ipsius dexteram, ad misericordiae opus extensam, sacri verbi fide mitis suscepit sep­ tentrio, eiusque levam gentibus barbarorum tumultuosus sortitur meridies. Sed licet huius sacri breviter meminerimus portenti, nos­ trae tamen idest catholicae manet inviolabile subsidium fidei, quo­ niam in omni loco et gente absque exceptione quicumque sacro regeneratus fonte credens omnipotentem patrem eiusque filium Iesum Christum pariter et in spiritum sanctum unum solum, et verum Deum, si quid boni egerit ex fide, Deo acceptum fore atque omnem qui sic permanserit perhenni vita beatae vivere. Hoc quip­ pe soli Deo nosse competit, cur humanum genus maius seu minus propriae salutis capax efficitur in diversis partibus orbis; sed idcir­ co ista retulimus, quoniam usque in fines predictarum orbis binarum partium, videlicet septemtrionalis et occidentalis, Christi domini deveniens Evangelium optimum in illarum populis locavit sacre fidei fundamentum; cum videlicet e diverso minus reliquas duas, scilicet orientalem atque meridianam, penetraverit ac illarum populos diutius in proprii erroris feritate irretitos siverit.

25. Sed ne boni conditoris provide dispensationi contumelio­ sa a quoquam inferatur in hac parte calumnia, cautius nihilominus prospiciendus est sacer Scripturarum canon; in quo videlicet cano­ ne omnis procul dubio forma invenitur expressa mundani seculi, ut scilicet ipsius auctoris bonitas pariter et iustitia probabiliter 175 demonstrentur, videlicet in his qui salvi fiunt et in his qui pereunt. Nam, sicut primus hominum pater proprie salutis arbiter a totius boni auctore primitus fuerat constitutus, ita ab eodem redemptore universis pro captu spontanea generaliter oblata est salus. Sed tamen occulta illius dispensatio, cui semper et simul totum quic180 quid esse habet presto fuit ac cui nil defuit, ostendit spatiatim per incrementa temporum sese omnipotentem, solum bonum atque veracem tam per opera pietatis quam per ultionem vincdictae iustae retributionis. Non enim principalis bonitas aliquando vacat a pietatis opere, quin immo semper aggregat plerosque ex massa 185 filiorum Ade prevaricatoris in sinum filii suae Deitatis. Dumque id cotidie in mundo agitur, quid aliud quam omnipotentis bonitas, etiam inmobiliter mobilis, et mobiliter inmobilis, operari monstra­ tur?. Atque idcirco quanto presentís seculi terminus inminet pro­ pius, tanto ista fieri que dicuntur contigerit frequentius.

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también a su omnipotente mano derecha, extendida hacia las obras mise­ ricordiosas, la acogió el septentrión, de carácter amable por su fe en la palabra sagrada, y a su izquierda le toca en suerte el mediodía, tumultuo­ so por los pueblos bárbaros. Pero, aunque hayamos recordado brevemen­ te este presagio divino, sin embargo sigue siendo el apoyo invulnerable de nuestra fe católica, puesto que en cualquier lugar y pueblo, sin excep­ ción, cualquiera que, tras ser regenerado por el bautismo, crea por igual en el Padre omnipotente y en su hijo Jesucristo y en el Espíritu Santo como único y verdadero dios, si ha realizado buenas obras gracias a la fe, será admitido por Dios y todo el que ha permanecido así, vivirá en una beati­ tud permanente. Pues sólo a Dios compete saber por qué el género huma­ no resulta más o menos capaz de lograr su propia salvación en las distin­ tas partes del mundo; pero hemos referido esas cosas porque el Evangelio de Cristo Señor, llegando hasta las fronteras de ambas partes del mundo, es decir, la septentrional y la occidental, depositó en sus pueblos el mejor fundamento de la sagrada fe; penetró por el contrario menos en las otras dos, la oriental y la meridional, dejando a sus pueblos durante largo tiem­ po atrapados por la crueldad de su propio error.

25. Pero, para que en este punto nadie lance ninguna calumni ofensiva para la buena gestión de la providencia del Creador, hay que examinar con bastante cuidado el sagrado canon de la Escrituras; en él se encuentra cualquier imagen del mundo terreno lejos de toda duda, es decir, que la bondad y la justicia del propio autor se demuestran por igual en quienes están a salvo y en quienes mueren. Pues, como el primer padre de los hombres había sido establecido originariamente como árbitro de la propia salvación por el autor de todo bien, así fue ofrecida la salvación por el mismo Redentor de forma generalizada a todos por adquisición voluntaria. Pero la oculta previsión de quien tuvo siempre dispuesto todo lo que tiene que tener y a quien nada le faltó, demuestra ampliamente con el paso del tiempo que es omnipotente y que es el único y verdadero bien tanto por obra de su misericordia como por la restitución del castigo justo. Pues su bondad natural no descansa de vez en cuando de las obras de misericordia, sino que más bien acoge siempre a muchos de entre la mul­ titud de hijos del traidor Adán en el seno del hijo de su Divinidad. Si esto sucede en el mundo cotidianamente, ¿qué otra cosa demuestra que existe sino su bondad omnipotente, inmutablemente móvil y mutablemente inmóvil? Y cuanto más se acerca el fin del mundo presente, con tanta más frecuencia sucederán los acontecimientos mencionados.

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26. Suspiciendum etiam quomodo paulatim ab ipso humani generis exordio ipsius auctoris sit manifestata cognitio. Primus igi­ tur hominum Adam, etiam cum omni suo genere, Deum condito­ rem suum prédicat, dum pro transgressionis precepti illius culpa privatus paradisi gaudiis multatusque exilio sese lugendo miserum clamat. Sed, accepto diffusius per universum orbem terrae incre­ mento, nisi proprii auctoris bonitatis providentia misericordie reduxisset ad sinum, totum penitus idem genus humanum in sui erroris atque cecitatis precipitium iam olim inrevocabiliter fuisset dimersum. Idcirco ab exordio sui divina boni conditoris dispensatione prolata sunt ei prodigiosa rerum miracula ac portentuosa ele­ mentorum signa necnon et sagacissimorum virorum tam spem quam formidolositatem inculcatura divinitus oracula. Ac, velut isdem conditor per sex dierum intervalla cuncta mundanae rerum machinae proferendo perficiens opera hisque editis requievit die septima, videlicet ita per sex milia annorum spatia operatus est pro eruditione hominum, exhibendo illis frequentia signanter ostenta; scilicet ut non preteritis seculis quodquam dimissum est vacans ab his tempus signis miraculorum aeternum Deum predicantibus, usque quo illud maximum rerum principium apparens homine vestitus in mundo, sexta dumtaxat aetate presentís seculi; atque ut putatur quod sit finis in septima huius mundane molis diversorum laborum, ut ab illo procul dubio, unde cepit quicquid esse habuit exordium, in eodem competentissimum propriae quietis inveniat finem.

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26. Hay que admirar también cómo desde el inicio del propio gén ro humano paulatinamente se ha ido manifestando el conocimiento de su Creador. El primero de todos los hombres, Adán, junto con toda su estir­ pe, proclama a Dios su fundador cuando dice a gritos, llorando, que es desgraciado, al ser privado de los gozos del paraíso por haber transgredi­ do su mandato, y al ser castigado con el exilio. Pero todo el género huma­ no, una vez aceptada su multiplicación y difusión por todo el orbe de la tierra, desde hace tiempo ya habría sido arrojado irrevocablemente al pre­ cipicio de su propio error y de su ceguera, si la prudente bondad de su Creador no le hubiera acogido en los brazos de la misericordia. Por eso, desde el principio le fueron ofrecidos a la humanidad por obra de la divi­ na generosidad de su buen Creador, prodigiosos milagros y extraordina­ rios signos de la naturaleza y además profecías de hombres muy perspi­ caces con intención de inspirar tanto esperanza como temor. Y como el mismo Creador concluyó todas las obras de la máquina del mundo empleando seis días y, al terminar éstos, el séptimo descansó, así por espacio de seis mil años actuó en beneficio de la erudición de los hombres, mostrándoles frecuentes presagios significativos; en los siglos pasados no quedó ningún tiempo privado de estos signos milagrosos que proclaman al Dios eterno, hasta que el máximo principio de las cosas apareció en el mundo vestido de hombre, en la sexta edad del presente siglo; y se cree que en la séptima está el final de los diversos trabajos de este edificio del mundo, de tal manera que cualquier cosa que ha empezado a existir, encuentre el más digno fin para su propia tranquilidad en el mismo lugar de donde sin duda tomó su inicio. Final del libro primero

INCIPIUNT CAPITULA LIBRI SECUNDI

I.

De electione Hugonis in regem

II.

De coetu maris et occidentalium bellis

III.

De Conano duce Brittonum et Fulcone Andegavorum

IV.

De monasterio Lucacense

V.

De portento Aureliane urbis mirabili

VI.

De prelationibus turpis lucri arreptis

VII. De incendiis et mortibus nobilium VIII. De Henrici ducis morte et vastatione Burgundie IX.

D efam e valida et infestatione Sarracenorum

X.

De inundatione lapidum

XI.

De Leutardo insaniente heretico

XII. De here se in Italia reperta

V I. turpi lucro marg. Haudiquier

CAPÍTULOS

I.

Hugo elegido rey

II.

La ballena y las guerras de occidente

III.

Conuco duque de Bretaña y Folco de Anjou

IV.

El monasterio de Loches

V.

Sorprendente prodigio en la ciudad de Orléans

VI.

Cargos eclesiásticos arrebatados con afán de lucro

VIL Incendios, y muerte de los nobles VIII. Muerte del duque Enrique y destrucción de la Borgoña IX.

Terrible hambruna e invasión de los sarracenos

X.

Lluvia de piedras

XI.

Leutardo el loco hereje

XII. Descubrimiento de una herejía en Italia

INCIPIT LIBER SECUN DUS/

I,

5

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15

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1. Sicut quispiam igitur, peragrans quamlibet vastiss orbis mundani plagam, seu spaciosum remigando equor penetrans, sepius altitudini montium aut proceritati arborum scilicet respec­ tans dirigit aciem oculorum, ut videlicet, illorum a longe reperta agnitione, absque errore quo disposuerat valeat pervenire; ita quo­ que erga nos fore contigit, qui utique, dum cupimus preterita osten­ dere futuris, obtutus nostri sermonis pariter et animi frequenter in relatione porrigimus magnatorum virorum personis, quibus videli­ cet fiat ipsa relatio clarior et appareat cercior. Igitur finito, ut diximus, tam regnandi quam imperandi apud Italiam et Gallias magno­ rum regum genere, videlicet Ludovici necnon et Caroli ac sui gene­ ris ceterorum regum, protinus in unius consanguinitatis viros utriusque regni contigit devenire monarchiam. Nam, qualiter pri­ mus ac secundus necnon et tertius Octo sint potiti Romanorum imperio, scilicet usque ad Henrici imperium, supperius nos iam digessisse meminimus. Nunc quoque restat ut quemadmodum abhinc Francorum sit regnum dispositum referamus. Mortuis igitur Lothario ac Ludovico regibus totius Francie regni dispositio incu­ buit Hugoni, Parisicensi[s] duci, filio videlicet illius Magni Hugonis supramemorati, cuius etiam frater erat nobilissimus Burgundie dux Heinricus. Qui simul cum totius regni primatibus convenientes predictum Hugonem in regem ungi fecerunt. Erant ergo, ut iam com­ memoravimus, affinitate consanguinitatis regibus Saxonum uniti, a primo scilicet Ottone, qui natus est ex Hugonis Magni sorore. Suscepto igitur Hugo regimine regni Francorum, non multo post

di, 1)

I Tit. suppi. Pithou (cf. capitula libri secun­ 19. Parisicensis P corr. Orlandi

LIBRO II

I. Hugo elegido rey

1. Como le ocurre a quien, recorriendo cualquier extensísima zon de la tierra, o penetrando en el amplio mar a remo, se vuelve con bastan­ te frecuencia y dirige su mirada a la cima de los montes o a la longitud de los árboles para que, reconociéndolos desde lejos, consiga llegar sin equi­ vocarse al lugar donde había previsto, así también nos ocurre a nosotros: pues, mientras deseamos exponer el pasado a la posteridad, frecuente­ mente durante el relato dirigimos la atención de nuestro discurso e igual­ mente de nuestra mente hacia las figuras de los personajes importantes para que por medio de ellos resulte el propio relato más brillante y parez­ ca más cierto. Agotada, como dijimos, la estirpe de los grandes reyes en Italia y en la Galias, tanto en calidad de reyes como de emperadores, Ludovico, Carlos y los otros reyes de su dinastía- inmediatamente les tocó pasar a la monarquía de uno y otro reino a hombres unidos por el paren­ tesco. Ya antes hemos recordado de qué modo se apoderaron del Imperio romano el primero, el segundo y el tercer Otón, hasta el gobierno de Enrique. Ahora nos queda también referir de qué forma se administró desde entonces el reino de Francia. Una vez muertos los reyes Lotario y Ludovico, la administración de todo el reino de Francia le correspondió a Hugo, duque de París, hijo del mencionado Hugo el Grande y cuyo her­ mano era el famosísimo duque Enrique de Borgoña. Este se reunió con los hombres más importantes de todo el reino y ungieron como rey al citado Hugo. Como ya hemos recordado, estaban unidos por lazos de parentes­ co con los reyes de Sajonia, a partir de Otón I, que era hijo de una herma­ na de Hugo el Grande1. Asumido el gobierno del reino de Francia, no mucho después se dio cuenta de que muchos de los suyos, que antes habí1 Otón I era cuñado de Hugo el Grande, no sobrino. El autor lo ha señalado así en el Libro I, 8, que habría corregido ya, pero se olvidó de subsanar ese error en el Libro II.

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plerosque suorum, quos etiam prius in universis habuerat subditos, persensit contumaces. Tamen, ut erat corpore et mente vividus, cunctos sibi rebellantes paulatim compescuit. Habebat enim filium admodum prudentem, nomine Rotbertum, artium etiam litterarum studiis plurimum eruditum. Cumque se cognovisset iam aliquantu­ lum viribus defici, congregatis in Aureliana urbe regia quibusque Francorum ac Burgondionum regni primoribus, eundem Rotbertum, filium videlicet suum, anno scilicet tertio decimo ante millesimum incarnati salvatoris, adhuc se superstite regem constituit. Post aliquot vero annos isdem etiam rex Hugo, in pace regno disposito, feliciter obiit. Erat namque Rotbertus rex tunc iuvenis ut diximus, prudens atque eruditus dulcisque eloquio ac pietate insig­ nis. Sed divina providente clementia huiusmodi virum ad catholice plebis regimen omnium Dominus illo precipue in tempore dignatus est destinare. Nam diebus regni ipsius, elementorum etiam signis preeuntibus, non modice clades incubuere Christi ecclesie quibus nisi isdem rex sapienter, Deo se iuvante, restitisset seviendo multi­ pliciter in longinquum processissent.

II. De coetu maris et occidentalium bellis

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2. Anno igitur quanto de suprascripto millesimo vi cetus m ire m agnitudinis descendisse per mare in loco qui Bernovallis nuncupatur, egrediens scilicet a septentrionali plaga in occidentalem. Apparuit quoque mense novembrio mane prima diei aurora ad instar insule, ac transeundo perdurans usque in horam diei tertiam, maximum etiam stuporem admirationemque se cer­ nentibus contulit. Sed et ne alicui forte sit dubium quod narratur, quamvis a multis visum fuit, tamen huic simile monstrum a plerisque invenitur descriptum. Denique legitur in gestis egregii confessoris Bendani, orientalium videlicet Anglorum, quoniam isdem vir Dei, scilicet Bendanus, cum pluribus monachis per marinas insulas per aliquod temporis spatium heremiticam transegisset 26. plerosque ex plerisque P I I 10. orentalium P corr. AV tur Lôfstedt fort, recte

11. suppi. Orlandi : textum P tue­

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an sido sus súbditos en todas las circunstancias, eran hostiles. Sin embar­ go, como era vigoroso física y mentalmente, reprimió poco a poco a todos los que se le rebelaban. Tenía un hijo muy inteligente, de nombre Roberto, extraordinariamente versado en las artes y en las letras. Cuando fue cons­ ciente de que ya le faltaban un poco las fuerzas, tras reunir en la regia ciu­ dad de Orléans a todos los mandatarios del reino de Francia y de Borgoña, dispuso que fuera nombrado rey su hijo Roberto estando él vivo todavía, el año decimotercero antes del milésimo de la encarnación del Salvador. Después de algunos años, restablecido su reino en la paz, murió feliz el rey Hugo. El rey Roberto era entonces, como hemos dicho, joven, inteligente y culto, agradable por su conversación y célebre por su devo­ ción. El Señor de todas las cosas, con prudente clemencia divina, se dignó destinar a un hombre de esas características para el gobierno de todo el pueblo católico, especialmente en aquel momento. Pues en los días de su reino, como lo anticiparon incluso algunos presagios naturales, afectaron a la Iglesia de Cristo grandes desgracias; y si no se hubiera enfrentado a ellas con sabiduría este rey, con la ayuda de Dios, habrían llegado muy lejos en su destrucción.

II. La ballena y las guerras de Occidente

2. El cuarto año antes del mil fue vista una ballena de extraordina rio tamaño que bajaba por el mar en un lugar llamado Berneval, saliendo desde la zona septentrional hacia la occidental. Apareció en el mes de noviembre, por la mañana al amanecer, semejante a una isla, y permane­ ciendo en su recorrido hasta la tercera hora del día, ocasionó a los que la veían el más grande estupor y admiración. Y para que nadie tenga ningu­ na duda de lo que se cuenta, aunque fue vista por muchos, numerosos autores han descrito un monstruo similar a éste. Se lee en las gestas del egregio confesor Bendano, de la zona oriental de Inglaterra, que este hom­ bre de Dios, cuando llevaba una vida eremítica junto a numerosos mon­ jes entre las islas del mar durante un periodo de tiempo, se encontró en una ocasión a esta bestia u otra semejante. Cuando rodeaba remando las

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vitam, hanc vel huic similem quondam obviam haberet beluam. Nam, cum remigando quasque in mari constitutas circuiret insulas, 15 superveniente noctis crepusculo cernens procul velut maritimam insulam, ad quam etiam divertens cum omnibus qui secum erant, supervenientem dumtaxat exacturus noctem. Cumque ibi ventum fuisset, exeuntes de scafis conscendentesque turgentem belue dor­ sum, unius tantummodo noctis ibidem hospicio potituri. Cumque 20 post brevem cenam ceteri fratres fessa induisissent menbra quieti, solus vir Domini Bendanus, pervigil custos dominici ovilis ac magis assiduus quam frequens psalmicen, explorabat cautius vim vento­ rum et siderum cursus; qui, dum hoc attentius per noctis contici­ nium ageret, repente intellexit quoniam illud promuntorium, ad 25 quod scilicet hospitaturi diverterant, ad orientalem illos eveheret plagam. Luce quoque alterius diei reddita sollertissimus vir convo­ cans collegas videlicet suos qui aderant, blande exortans ac conso­ lans eos, inquiens: «Universorum conditori et gubernatori Deo, fra­ tres benignissimi, indefessas referamus gratias, qui sua nobis in his 30 marinis fluctibus providentia preparavit vehiculum non egens humano remigio». Quibus a viro Dei socii auditis, mentis stupore adacti, divine protinus sese providentie commitentes ac viri sancti innitentes prudentie, ceperunt securiones eventum prestolari rei fortuite. Huiusmodi ergo per spacia plurimorum dierum usi evec35 tione, semper tamen semet conspiciebant ad solis ortum tendere. Tandem vero perventum est ad insulam ceterarum speciosissimam atque omni amenitate gratiosissimam. Illius quoque arborum habi­ tudo atque avium dissimilitudinem gerit universorum. Egressus quoque vir sanctus, accedens ad eam, repperit etiam ibi monacho40 rum vel potius anacoritarum collectas miras ac multiplices, quorum scilicet vita et conversatio universorum mortalium studiis sanctior ac nobilior enitebat. A quibus etiam magna cum caritate suscepti, plurimis diebus ibidem commanentes, de multis que ad veram per­ tinent salutem diligenter instructi, postmodumque ad nativum 45 revertentes solum universa que conpererant patrie redditi narrave­ runt.

20. s.l. P

cetetri P corr. AV 41. sii ilicei P corr. A

32-33. commitentes ac viri sancti innitentes prudentie

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islas establecidas en el mar, al sobrevenir el crepúsculo vio a lo lejos en el mar una especie de isla y se desvió hacia ella en compañía de los que esta­ ban con él solamente con intención de pasar la noche que se echaba enci­ ma. Tras haber llegado allí, bajaron de sus barcas y subieron al prominen­ te dorso de la bestia dispuestos a tomar alojamiento en ese lugar por una sola noche. Después de una breve cena, cuando los restantes hermanos habían entregado sus fatigados miembros al descanso, solo el hombre de Dios Bendano, guardián vigilante del redil del Señor y asiduo más que frecuente entonador de salmos, exploraba con atención la fuerza de los vientos y el recorrido de las estrellas; y mientras llevaba a cabo eso con sumo cuidado durante el silencio de la noche, de repente se dio cuenta de que aquel promontorio hacia el cual se habían desviado con intención de hospedarse los trasladaba hacia la zona oriental. Al volver la luz del día siguiente el hombre convocó rápidamente a sus colegas que estaban allí y, exhortándolos con suavidad y consolándolos, les dijo: «Muy bondadosos hermanos, demos gracias sin cesar a Dios fundador y gobernador de todas las cosas, que con su providencia nos ha preparado en medio de este oleaje marino un vehículo que no necesita remero». Oídas estas pala­ bras del hombre de Dios e invadida su mente por el estupor, sus compa­ ñeros de inmediato se encomendaron a la divina providencia y confiando en la inteligencia del santo, más seguros comenzaron a esperar el resulta­ do de la aventura. Utilizando este transporte por espacio de muchos días, se dieron cuenta que se dirigían siempre hacia la salida del sol. Final­ mente llegaron a una isla más hermosa que las demás y muy atractiva por todo su encanto. También el aspecto de sus árboles y de sus pájaros tenía diferencias con respecto a todos los demás. Habiendo salido el santo, al acercarse a ella encontró allí también admirables y variadas comunidades de monjes o más bien de anacoretas, cuya vida y comportamiento desta­ caba por su mayor santidad y nobleza que los afanes de todos los morta­ les. Fueron recibidos por ellos con grandes muestras de hospitalidad y permanecieron allí durante muchos días; instruidos convenientemente sobre muchas cuestiones relativas a la verdadera salvación, después regresaron a su lugar de origen y una vez que llegaron a la patria descri­ bieron todas las cosas que habían conocido.

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3. Preterea viso, ut dicere cepimus, Oceani portento, ex est bellicus tumultus in universa occidentali orbis plaga, videlicet tam in regionibus Galliarum quam in transmarinis Oceani insulis, videlicet Anglorum atque Brittonum necnon et Scottorum . Siquidem, ut plerumque solet contingere, propter delicta infimi populi versi in dissensionem illorum reges ac ceteri principes, statimque exardescentes in subiecte plebis depopulationem scilicet usque dum perducuntur ad suim et sanguinis effusionem. Quod videlicet tamdiu patratum est in predictis insulis quousque unus regum earundem vi solus potiretur regiminis ceterarum. Denique mortuo rege Adalrado in regno scilicet illorum qui Danimarches cognom inantur qui etiam uxorem duxerat sororem Richardi, Rotomagorum ducis, invasit regnum illius rex videlicet Canuc occidentalium Anglorum. Qui etiam, post crebra bellorum molimina ac patrie depopulationes pactum cum Richardo stabiliens eiusque ger­ manam, Adalridi videlicet uxorem, in matrimonium ducens utriusque regni tenuit monarchiam. Post hec quoque isdem Canuc cum plurimo exercitu egressus ut subiugaret sibi gentem Scottorum; quorum videlicet rex Melculo vocabatur, viribus et armis validus et, quod potissimum erat, fide atque opere christianissimus. Ut autem cognovit quoniam Canuc audacter illius quereret invadere regnum, congregrans omnem sue gentis exercitum, potenter ei ne valeret restitit; ac diu multumque talibus procaciter Canuc inserviens iurgiis, ad postremum tamen predicti Richardi Rotomagorum ducis eiusque sororis persuasionibus pro Dei amore omni prorsus depo­ sita feritate, mittis effectus in pace deguit; insuper et Scotorum regem amicicie gratia diligens illiusque filium de sacro baptismatis fonte excepit. Cepit ergo ex illo fieri ut, si qua hostilis necessitas Rotomagorum duci incumberet, a transmarinis insulis in sui auxi­ lium exercitum sum eret copiosum . Sicque diutius gens Normanorum scilicet ac predictarum populi insularum tuti pace fidissima, ut ipsi potius formidine sue potentie plerosque extera­ rum provinciarum terrerent populos quam ipsi ab aliis terrerentur. Nec mirum quippe quoniam, a quibus bonorum extirpatrix Dei

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3. Además de haber sido visto el monstruo del océano, com hemos dicho al principio, se produjo un levantamiento bélico en toda la zona occidental de la tierra, tanto en las regiones de las Galias como en las islas del otro lado del océano, las de los anglos, los britanos y los escoce­ ses. Pues, como suele suceder la mayoría de las veces, a causa de las cul­ pas del bajo pueblo sus reyes y los otros nobles mezclados en la discordia, montan en cólera inmediatamente lanzándose a la destrucción de la plebe sometida a ellos hasta ser arrastrados al derramamiento de su propia san­ gre. Esto fue perpetrado durante largo tiempo en las citadas islas hasta que uno de sus reyes se apoderó él solo por la fuerza del gobierno de las demás. Una vez muerto el rey Etelredo, que se había casado con una her­ mana de Ricardo, duque de Ruán, en el reino de los que se llaman dane­ ses2, lo invadió Canuto, el rey de los anglo-occidentales. Después de fre­ cuentes guerras y saqueos a la patria, éste estableció un pacto con Ricardo y aceptando en matrimonio a su hermana, esposa de Etelredo, consiguió ser el monarca de uno y otro reino3. Posteriormente el mismo Canuto tam­ bién salió con un gran ejército para someter al pueblo de los escoceses; su rey se llamaba Malcolm, eficaz con las armas y, lo que era más importan­ te, muy cristiano por su fe y sus obras. Cuando supo que Canuto preten­ día audazmente invadir su reino, congregando todo un ejército de entre su propia gente, se opuso a ello con fuerza para que no lo consiguiera; dedicándose durante largo tiempo y con insolencia a tales ataques, al final Canuto, persuadido por el citado Ricardo, duque de Ruán, y por su her­ mana, abandonó completamente su fiereza por amor a Dios y, volviéndo­ se manso, vivió en paz; además apreciaba al rey de los escoceses y como prueba de amistad fue padrino de su hijo en la sagrada fuente bautismal. Desde entonces sucedía que, si en alguna ocasión se abatía sobre el duque de Ruán una amenaza de guerra, desde las islas del otro lado del mar reci­ bía en su ayuda un ejército numeroso. Así, durante largo tiempo el pue­ blo normando y los habitantes de las citadas islas estaban seguros con una paz muy sólida, hasta el punto de que ellos aterrorizaban a muchos pue­ blos de las provincias extranjeras con el miedo de su propia potencia más de lo que ellos mismos eran aterrorizados por los otros. Y no es extraño, pues un noble reino se mantuvo feliz allí donde había sido expulsada la

2 No se refiere al reino de Dinamarca, pues Etelredo era anglosajón, sino al de Danelaw, en el noreste de Inglaterra, donde se habían establecido los daneses a fina­ les del siglo IX. 3 Es decir, de Inglaterra occidental y de Danelaw.

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timore expulsa fuerat discordia, in eisdem pace previa Christi nobi­ le regnum felix obtinuit tripudium.

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4. Prescriptorum igitur dierum tempore nichilomi imfimis Galliarum partibus intestinorum bellorum desevit tumul­ tus. Narrant siquidem plerique disputantes de mundani orbis posi­ tione, quod situs regionis Gallie quadra dimetiatur locatione, licet ergo a Riféis montibus usque Hispaniarum terminos in levo habens Oceanum mare, in dextro vero passim iuga Alpium, propria exce­ dat longitudine mensuram rationis quadriforme. Cuius etiam infe­ rius finitimum ac perinde vilissimum Cornu Gallie nuncupatur. Est enim illius metropolis civitas Redonum; inhabitatur quoque diutius a gente Brittonum, quorum sole divitie primitus fuere libertas fisci publici et lactis copia, qui omni prorsus urbanitate vacui, suntque illis mores inculti ac levis ira et stulta garrulitas. Horum scilicet Brittonum aliquando princeps extitit quidam,Conanus nomine, qui etiam, accepta in matrimonio Fulconis Andegavorum comitis sorore, ac demum insolentior ceteris sue gentis principibus cepit existere. Nam more regio imposito sibi diademate in sui anguli popello plurimam inconsulte exercuit tyrannidem. Postmodum vero inter ipsum Conanum et predictum Fulconem, Andegavorum videlicet comitem exortum est indissolubile iurgium, ita ut, crebris suorum invicem depopulationibus ac sanguinis effusionibus lacessiti, ad ultimum quoque quamquam civile tamen inluctabile inirent com­ minus prelium. Cum igitur diu multumque vicissim sibi mala que poterant irrogassent, ab utroque decretum est ut in loco qui Concretus dicitur quisque illorum cum suo exercitu die constituto advenientes prelii certamen mirent. Sed Brittonum exercitus, exco­ gitata fraudis decipula, partem Fulconis exercitus nequiter prostra­ verunt. In predicto denique loco, scilicet ubi certamen iniendum III Tit. suppi. A (cf. capitula libri secundi, III) 1. nicolominus P corr. AV 7-8. inferius s.l. P 17. inconsultae P corr. AV 21. in e lu c t a b ile Gest. And., Migne

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discordia destructora de todos los bienes mediante el temor de Dios y teniendo como guía la paz de Cristo.

III. Conaco duque de Bretaña y Folco de Anjou

4. Durante esa época se desencadenaron un gran número de gue rras civiles en los más remotos lugares de las Galias. Muchos autores que se ocupan de la disposición del globo terrestre cuentan que la situación de la Galia se calcula en forma de cuadrado, aunque, extendiéndose desde los montes Rífeos hasta las fronteras de Hispania, con el océano a la izquierda y a la derecha las cadenas de los Alpes, excede por su propia longitud la medida de un cuadrado. Su zona más extrema y por ello más pobre se denomina Cuerno de la Galia. Su metrópolis es la ciudad de Rennes; está habitada también por el pueblo bretón, cuyas únicas rique­ zas al principio fueron la exención del fisco y la abundancia de leche; se trata de gente carente de toda urbanidad, de costumbres rudas, proclive a la ira y de estúpida charlatanería. En una ocasión fue príncipe de estos bretones un tal Conano, casado con una hermana de Folco el conde de Anjou, el cual resultó ser el más insolente de todos los príncipes de ese pueblo. Colocada sobre su cabeza una diadema, según la costumbre de los reyes, ejerció desconsideradamente una gran tiranía sobre el pequeño pueblo de ese ángulo de tierra. Después entre el propio Conano y Folco el conde de Anjou, se produjo una disputa irresoluble, hasta tal extremo que se provocaron recíprocamente con frecuentes devastaciones y con derra­ mamientos de sangre de los suyos, y al final entablaron un combate cuer­ po a cuerpo, civil pero inevitable. Habiéndose infligido respectivamente durante largo tiempo los mayores daños posibles, se decidió por parte de ambos entablar una lucha, acudiendo cada uno con su ejército a un lugar que se llama Conquereuil, en un día determinado. Pero el ejército bretón, por medio de una estratagema abatió de manera desleal a una parte del ejército de Folco. Muchos bretones acudieron a escondidas al lugar donde debía iniciarse el combate, y allí con bastante astucia excavaron una fosa

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fuerat, clam prevenientes plerique Brittonum ibique nimium astute profundum atque perlongum fodere valium, ramisque arborum densatim superinsertis, imposita videlicet hostibus muscipula, recesserunt. Die igitur constituto iuxta condictum, dum illuc uter­ que cum suo exercitu adveniret atque acies utraque iam in procintu videretur informata, gens Brittonum callida fraudisque proprie conscia simulans se velle arripere fugam, scilicet ut avidius demergeret hostem in latentem muscipulam. Quod cernens Fulconis exer­ citus cupiensque expedite super eos irruere, corruit pars ex eis non modica in foveam videlicet Brittonum astu patratam. Ilico autem conversi Brittones qui prius fugam simulaverant inhianterque super Fulconis exercitum irruentes, asperrima quamplures ex eis cede prostraverunt; ipsum etiam Fulconem pulsum de equo in terram loricatum deiecerunt. Qui exsurgens nimio accensus furore, dictis relevans exacuensque suorum animos, ac velut turbo vehementissimus per densas segetes impelentes, omnem exercitum Brittonum crudeli nimium cede mactaverunt; deletoque pene universo exercitu Britonum ipsum etiam Conanum illorum principem truncatum dextera vivum capientes Fulconi reddiderunt. Qui poti­ ta victoria reversus ad propria, non illi postmodum quispiam Brittonum molestus extitit.

IV. De monasterio Lucacense

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5. De eodem igitur Fulcone perplura dici potuissent ip gestorum, que scilicet fastidium vitantes siluimus; unum tamen res­ tat memorabile quod in presentiarum relaturi sumus. Cum enim circumquaque in diversis preliorum eventibus plurimum humanum fudisset sanguinem, metu gehenne territus Sepulchrum salva­ toris Hierosolimorum adiit, indeque, ut erat audacissimus, admo­ dum exultanter rediens aliquantulum ad tempus a propria feritate est lenior redditus. Tunc ergo mente concepit ut in optimo fundo­ rum proprii iuris loco ecclesiam construeret, ibidemque monacho37. patratam ex correct. P : paratam dub. Wint. 44-45. crudeli nimium cede mactaverunt deletoque pene universo exercitu Britonum s.l. P IV 4-5. humanum s.l. P

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profunda y muy larga, superpusieron frondosas ramas de árboles y, ten­ dida así la trampa a los enemigos, se retiraron. El día pactado, mientras uno y otro acudían allí junto con su ejército y parecían ambos ya forma­ dos en línea de batalla, el pueblo bretón, astuto y sabedor de su propia trampa, fingió que se ponía en fuga para sumergir al enemigo con más ímpetu en la trampa oculta. Viéndolo y deseando irrumpir contra ellos rápidamente el ejército de Folco, una gran parte de éstos cayó en la tram­ pa tendida por la astucia de los bretones. Los bretones, que antes habían fingido la fuga, volvieron al lugar y cayendo violentamente sobre el ejér­ cito de Folco, abatieron a un gran número de ellos con una terrible matan­ za; incluso el propio Folco fue arrojado del caballo y lo tiraron a tierra con la coraza. Este, levantándose enfurecido, reconfortó y estimuló los ánimos de los suyos por medio de sus palabras, e impulsándolos como una enér­ gica turbina a través de frondosos campos de mieses, masacraron en una cruel matanza a todo el ejército bretón; una vez destruido casi todo el ejér­ cito, capturando vivo incluso al propio Conano, su príncipe, se lo entre­ garon a Folco con la mano derecha mutilada. Después de lograda la vic­ toria, éste volvió a su patria y en adelante ningún bretón le incordió.

IV. El m onasterio de Loches

5. Acerca de las hazañas del propio Folco se habrían podido cont muchas cosas que silenciamos para evitar el cansancio; queda sin embar­ go un hecho memorable que inmediatamente vamos a relatar. Como había provocado grandes derramamientos de sangre humana en todo el entorno durante el transcurso de distintos combates, sobrecogido por el miedo al infierno, se dirigió al Santo Sepulcro de Jerusalén y al volver de allí exultante, pues era muy osado, durante un tiempo pasó de la cruel­ dad que le era propia a ser más humano. Planeó entonces edificar una iglesia en el mejor terreno de su propiedad y allí reunir una comunidad de monjes para que intercedieran noche y día por la redención de su alma.

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rum coetum coadunaret, qui videlicet die noctuque pro illius anime redemptione intervenirent. Qui etiam, ut semper curiose agebat, cepit quosque percunctari religiosos, in quorum potissimum memoria sanctorum eandem ecclesiam fundare deberet, qui videli­ cet pro eius remedio anime omnipotentem Dominum orarent. Cui inter ceteros a propria etiam uxore, que valde sano pollebat consi­ lio, suggestum est ut in honore ac memoria illarum celestium virtu­ tum, quas Cherubim et Seraphim sublimiores sacra testatur aucto­ ritas, votum quod voverat expleret. Qui libentissime annuens edificavit ecclesiam admodum pulcherrimam in pago scilicet Turonico miliario interposito a Lucacense castro. 6. Expleto denique quantotius basilice opere, protinus ad Hugonem Turonorum anchipresulem, in cuius scilicet constitu­ ta erat diócesi, ut illam sacraturus, quemadmodum decreverat, adveniret. Qui venire distulit, dicens se minime posse illius votum dicando Domino committere, qui videlicet matri ecclesie sedis sibi commisse predia et mancipia subripuerat non pauca. Hocque potius illi videbatur conpetere, ut primitus si quid iniuste diripue­ rat alicui restitueret, sicque deinceps iusto iudici Deo propria que voverat offerri deberet. Cumque igitur ista Fulconi a suis perlata fuissent, diutina feritate resumta, nimium indigne ferens episcopi responsa, insuper cominatus est illum valde, ac sublimius inde quod valuit adegit consilium. Mox denique copiosa argenti et auri assumpta pecunia Romam pergens ac Iohanni pape causam sue profectionis exposuit, ac deinde, poscens quod ab illo obtaverat, plurima ei munerum dona obtulit. Qui protinus misit cum eodem Fulcone ad predictam basilicam sacrandam unum ex illis, quos in Beati Petri apostolorum principis ecclesia cardinales vocant, nomi­ ne Petrum, cui etiam precepit, veluti Romani pontificis auctoritate assumpta, quicquid agendum Fulconi videbatur intrepidus expleret. Quod utique audientes Galliarum quique presules presumptionem sacrilegam cognoverunt ex ceca cupiditate processisse, dum videlicet unus rapiens alterque raptum suscipiens, recens in Romana ecclesia scisma creavissent; universi etiam pariter detes11. aiebat Orlandi : agebat A Gest. And., Duchesne

29. offerre A

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Éste, como actuaba4 siempre cuidadosamente, empezó a preguntar a todos los religiosos en memoria de qué santos debía fundar preferente­ mente esa iglesia, para que rezaran al Señor omnipotente por la salvación de su alma. Entre otros, su propia esposa5, mujer que gozaba de gran inte­ ligencia, le sugirió que cumpliera su promesa dedicándola en honor y memoria de los Querubines y Serafines, las virtudes celestes que la auto­ ridad de los textos sagrados testimonia como más sublimes. Aceptando de muy buen grado, construyó una hermosísima iglesia en el distrito de Tours, a una milla de distancia del castillo de Loches.

6. Concluida la construcción de la basílica lo más rápidamen posible, de inmediato envió un mensaje a Hugo, el arzobispo de Tours, en cuya diócesis había sido fundada, para que acudiera a consagrarla tal como él había decidido. Pero aquél retrasó su venida diciendo que no podía, mediante la consagración al Señor, cumplir la promesa de un hom­ bre que había sustraído abundantes bienes y esclavos a la iglesia madre de la diócesis encomendada a él. Le parecía que más bien era convenien­ te que Folco, si había arrebatado algo injustamente a alguien, se lo devol­ viera, y que después ofreciera a Dios, Justo Juez, las propiedades que había prometido. Cuando los suyos transmitieron estas palabras a Folco, volviendo a su antigua crueldad, tomó la respuesta del obispo con dema­ siada indignación, le dirigió además graves amenazas y elevó sus ambi­ ciones lo más alto que pudo. Después cogió una gran cantidad de mone­ das de plata y de oro y se dirigió a Roma; expuso al papa Juan la causa de su viaje y, tras plantearle lo que deseaba de él, le ofreció abundantes rega­ los. El papa envió rápidamente en compañía de Folco, para consagrar la mencionada basílica, a uno de aquéllos que en la iglesia de San Pedro, príncipe de los apóstoles, llaman cardenales, de nombre Pedro, a quien le ordenó cumplir sin temor cualquier cosa que a Folco le pareciera bien, como si le fuera conferida la autoridad por el Pontífice romano. Al oír esto, todos los obispos de las Galias supieron que esa sacrilega temeridad procedía de su ciega ambición, pues el uno robando y el otro aceptando lo robado, habían provocado un nuevo cisma en la Iglesia romana; se opu­ sieron de manera unánime absolutamente todos, pues les parecía dema

4 Nos parece más adecuada la lectura de Duchesne: agebat, es decir, "según solía actuar", y no aiebat como prefiere Orlandi. 5Ildegarda.

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tantes, quoniam nimium indecens videbatur ut his qui apostolicam regebat sedem apostolicum primitus ac canonum transgrediebatur tenorem, cum insuper multiplici sit antiquitus autoritate roboratum ut non quispiam episcoporum in alterius diócesi istud présumât excercere nisi presule cuius fuerit conpellente seu permitiente.

7. Igitur die quadam mensis maii congregata est innume lis populi multitudo ad dedicationem scilicet predicte ecclesie ex quibus multo etiam plures illuc Fulconis terror ob sue elationis pompam venire compulit. Episcopi tantum qui eius dicione preme­ bantur coacti interfuere. Cepta igitur die constituto satis pompatice huiusm odi dedicatione atque peracta, m issarumque ex more sollem niis celebratis, postm odum quique ad propria rediere. Denique iminente ipsius diei hora nona, cum flabris lenibus sere­ num undique consisteret celum, repente supervenit a plaga austra­ li vehementissimus turbo, ipsam impelens ecclesiam ac replens eam turbido aere, diu multumque concutiens; deinde vero solutis laquearibus universe eiusdem ecclesie trabes simulque tota teges per pignam templi eiusdem occidentalem in terram corruentes eversum ierunt. Quod cum multi per regionem factum conperissent, nulli venit in dubium quoniam insolens presumtionis audatia irritum constituisset votum, simulque presentibus ac futuris quibusque ne huic simile agerent evidens inditium fuit. Licet namque pontifex Romane ecclesie ob dignitatem apostolice sedis ceteris in orbe constitutis reverentior habeatur, non tamen ei licet transgredi in aliquo canonici moderaminis tenorem. Sicut enim unusquisque ortodoxe ecclesie pontifex ac sponsus proprie sedis uniformiter spetiem gerit salvatoris, ita generaliter nulli convenit quippiam in alte­ rius procaciter patrare episcopii diócesi.

45. canonum ex canonicum A

71. procatiter P corr. AV

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siado indigno que quien regía la sede apostólica violara la norma origina­ ria de los apóstoles y de los cánones, sobre todo porque había sido corro­ borado desde antiguo por múltiples sentencias que ningún obispo se debería atrever a ejercer ese poder en la diócesis de otro, a no ser que lo ordenase o lo permitiese su propio obispo.

7. En esas circunstancias, un día del mes de mayo se reunió u enorme multitud para la consagración de dicha iglesia; a la mayoría de éstos les obligó a acudir allí el terror de Folco para presenciar la ostenta­ ción de su orgullo. El día establecido se inició la consagración con gran fastuosidad y, una vez celebrada y concluida la ceremonia de la misa según la costumbre, después regresaron todos a sus casas. Casi a la hora nona de ese mismo día, cuando el cielo aparecía despejado en todas par­ tes por vientos suaves, de repente sobrevino desde la región del mediodía un violentísimo huracán que, empujando a la iglesia y llenándola de un torbellino de viento, la sacudió con fuerza durante largo tiempo; después, abiertos los techos de toda la iglesia se derribaron y cayeron a tierra las vigas junto con toda la cubierta por el extremo occidental del templo. Cuando conocieron este suceso muchos en la zona, ninguno puso en duda que la insolencia y la temeridad habían anulado la promesa, y fue una clara advertencia para todos, en el presente y en el futuro, de que no hicie­ ran nada semejante. Pues, aunque el Pontífice de la Iglesia de Roma es considerado más digno de veneración que los restantes obispos estableci­ dos en todo el mundo, a causa de la dignidad de la sede apostólica, sin embargo, no le está permitido transgredir el tenor de la reglamentación canónica en ningún aspecto. Pues del mismo modo que cada obispo de la Iglesia ortodoxa, como esposo de su propia sede, representa de manera uniforme la imagen del Salvador, así a ninguno en general le está permi­ tido realizar nada con insolencia en la diócesis de otro.

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V. De portento Aureliane urbis mirabili

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8. Anno igitur incarnati octingentesimo octogesimo octavo contigit in urbe Aureliana Galliarum admodum memorabile atque formidolosum portentum. Constat ergo in eadem urbe monaste­ rium in honore apostolorum principis antiquitus constitutum, in quo primitus collegium sanctimonalium virginum omnipotenti Deo deservisse dignoscitur, quod etiam exinde cognomento Puellare dicitur. In cuius denique monasterii medio defixum stabat venera­ bile crucis vexillum preferens ipsius salvatoris pro salute humana mortem patientis imaginem, a cuius scilicet imaginis oculis per aliquod dierum spatium continue, multis cernentibus, rivus emanavit lacrimarum; ad quod nimirum terribile spectaculum inspitiendum multitudo maxima convenit hominum. Plerique tamen, cum illud cernerent, admodum animadvertentes quoddam esse Divinitatis presagium , videlicet illius urbis superventure calam itatis. Quemadmodum enim isdem per se salvator presciens imminere urbis detrimentum Hierosolimitane flevisse illam perhibetur, sic denique et hanc, videlicet Aurelianam, paulo post iminentem cla­ dem passuram per expressam sue imaginis figuram flevisse com­ probatur. Contigit ergo post paululum in eadem civitate inaudite rei id ipsum, ut putatur, portendens eventus. Denique, cum una noctium custodes maioris ecclesie videlicet episcopii, ex more exsu­ rrexissent atque ipsius ecclesie portas quibusque ad matutinales laudes properantibus aperuissent, subito lupus adfuit ecclesiamque ingressus ac funem signi ore arripiens agitansque illud insonuit. Cernentes nimirum qui adhérant, mentis stupore concussi, tandem clamore emisso, ac si inermes, nisu quo valuere illum exturbantes ab ecclesia expulerunt. Sequenti vero anno tota illius civitatis huma­ na habitatio cum domibus ecclesiarum terribiliter igne cremata est. Unde etiam nulli venit in dubium quoniam unius cladis eventum utriusque rei precessisset portentum. 9. Erat igitur tunc temporis predicte civitatis pontifex vene­ rabilis Arnulfus, qui videlicet, genere et doctrina sapientie pernobiV 1. DCCCCLXXXVIII Haudiquier 988 marg. V2

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V. El admirable prodigio de la ciudad de Orléans 8. El año 888 de la Encarnación acaeció en la ciudad gala de Orléans un prodigio memorable y terrible. Existe en esta ciudad un monasterio fundado desde antiguo en honor del príncipe de los apósto­ les, en el cual se sabe que primitivamente servía a Dios todopoderoso una comunidad de vírgenes consagradas, por lo cual desde entonces se le conoce todavía con el sobrenombre de Puellier. En el centro de este monasterio estaba clavado el venerable estandarte de la cruz, con la ima­ gen del Salvador que soportó la muerte por la salvación humana; de los ojos de esta imagen, por espacio de unos días, brotó ininterrumpidamen­ te y a la vista de muchos un surco de lágrimas; una gran multitud acudió a observar este extraordinario y terrible espectáculo. Muchos, al contem­ plarlo, se dieron cuenta de que se trataba de un presagio divino de algu­ na desgracia que le sobrevendría a aquella ciudad. Del mismo modo que se cuenta que el Salvador en persona había llorado por la ciudad de Jerusalén al prever que era inminente la destrucción de la ciudad, así ahora se demuestra que El lloraba a través del signo aparecido en su ima­ gen, a causa de la ciudad de Orléans que iba a sufrir poco después un inminente desastre. Poco después se produjo en la misma ciudad un suce­ so inaudito que presagiaba lo mismo, según se cree. Una noche, cuando los vigilantes de la iglesia principal, es decir, del episcopado, se habían levantado según la costumbre y habían abierto las puertas de la iglesia a los que se encaminaban al oficio matutino, de repente apareció un lobo y tras entrar en la iglesia, coger la cuerda de la campana con la boca y agi­ tarla, la hizo tocar. Estupefactos al verlo los que estaban presentes, aun­ que desarmados, sin embargo mediante un enorme griterío y empujándo­ le con lo que pudieron le expulsaron de la iglesia. Al año siguiente todos los lugares habitados, junto con los edificios eclesiásticos fueron terrible­ mente destruidos por el fuego. Desde entonces nadie dudó que ambos sucesos presagiaron el mismo desastre.

9. Entonces era obispo de la mencionada ciudad el venerable Arnolfo, noble por su nacimiento y su sabiduría y muy rico por las rentas

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lis ac paternorum fundorum reditibus locupletissimus, cernens excidium scilicet proprie sedis desolationemque sibi commisse ple35 bis, potione usus consilio, magnum colligens apparatum cepit domum maioris ecclesie, que olim dicata fuerat in Christi crucis honore, iugiter a fundamentis reedificare. Qui dum acerrime cepto operi cum suis omnibus intenderet, ut scilicet quantotius honestis­ sime consummaret, nimium evidenter prestitum est illi divinitus 40 iuvamen. Contigit igitur quadam die, dum cementarii fundamina basilice locaturi soliditatem perscrutarentur ipsius telluris, ut repperirent copiosa auri pondera, que scilicet ad totius quamvis magne basilice fabricam reformandam certissime crederentur sufficere. Suscipientes ergo qui fortuito invenerant aurum, ex integro episco45 po detulerunt. Ipse vero omnipotenti Deo pro colato sibi munere gratias agens ac suscipiens illud custodibus operis tradidit totumque fideliter in opus eiusdem ecclesie expendi iussit. Fertur namque quod etiam illud aurum sollertia beati Evurtii, antiqui eiusdem sedis presulis, ibidem huius restaurationis gratia fuisset recondi50 tum, idcirco permaxime quoniam, dum isdem vir sanctus quondam potionem quam fuerat primitus eandem informaret ecclesiam, con­ tigit illi huic simile munus divinitus sibi reservatum inibi reperire. Sicque preterea factum est ut et domus ecclesie, videlicet sedis pon­ tificalis, priore elegantior reformaretur, ipsoque suadente pontifice, 55 ceterarum que in eadem civitate deperierant basilicarum sanctorum quorumque meritis dicatarum edes anterioribus potiores construe­ rentur atque divinorum operum cultus in eisdem excelentior habe­ retur pre omnibus; ipsaque urbs paulo post referta domorum editi­ ciis, plebs tandem illius mitigata a flagitiis, Domini pietate subven60 ta, tantoque citius convaluit quanto sagatius propriam calamitatem excepit ob correptionis ultionem. Fuit namque predicta civitas anti­ quitus, ut est in presentiarum, regum Francorum principalis sedes regia, scilicet pro sui pulcritudine ac populari frequentia necnon et telluris hubertate perspicuique irrigatione fluminis. Ex Ligere quip65 pe sibi congruo etiam flumine agnomen habet inditum diciturque Aureliana quasi Ore Ligeriana, eo videlicet quod in ore eiusdem fluminis ripe sit constituta: denique non, ut quidam minus cauti 40. quadem P corr. AV 48. sollertia ex solertia P 51. potioraem P corr. AV 56-57. construerentur ex constrerentur P 59. plebs ex correct. P 65. congruo ex conguo P 66. ora1'5 V

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de las propiedades paternas, que, al ver la destrucción de su propia sede y la desolación del pueblo confiado a él, habiendo tomado la mejor deci­ sión, hizo acopio de gran cantidad de materiales e inmediatamente comenzó a reconstruir desde los cimientos el edificio de la iglesia princi­ pal, que en otro tiempo había sido dedicada en honor de la cruz de Cristo. Mientras éste se dedicaba con energía a la obra emprendida en compañía de todos los suyos para acabarla lo más rápidamente y hermosa posible, con toda claridad le fue enviada una ayuda de Dios. Pues un día, mien­ tras los obreros que iban a colocar los cimientos de la basílica comproba­ ban la solidez del terreno, encontraron una abundante cantidad de oro que consideraron suficiente con toda seguridad para reconstruir la basíli­ ca entera, por grande que fuera. Así, recogiendo el oro quienes lo habían encontrado por casualidad, se lo entregaron íntegramente al obispo. Éste, dando gracias a Dios todopoderoso por el regalo que le había enviado y aceptándolo, se lo entregó a los supervisores de la obra y ordenó que se empleara en su totalidad y escrupulosamente para la construcción de la iglesia. Se dice también que aquel oro había sido escondido allí por la habilidad del beato Evurcio, antiguo obispo de esa sede, para su restaura­ ción porque, mientras este santo varón en una ocasión reconstruía la igle­ sia dándole un aspecto mejor del que tenía inicialmente, encontró allí un regalo similar a éste reservado para él por Dios. Así sucedió además que no sólo el edificio de la iglesia, es decir, de la sede episcopal, fue reforma­ do de forma más elegante que el anterior por recomendación del propio pontífice, sino también los edificios de las otras basílicas dedicadas a las hazañas de cada santo, que habían sido destruidos en esa ciudad, fueron rehabilitados de forma más hermosa que los anteriores y en ellos el culto de la liturgia fue considerado el más distinguido de todos; la propia ciu­ dad fue renovada poco después con la edificación de casas, el pueblo, por fin calmado tras sus escándalos gracias a la intervención de la misericor­ dia del Señor, se recuperó con mayor rapidez cuanto más sabiamente asu­ mió su propia desgracia como castigo y reprimenda. Esta ciudad ha sido desde antiguo, como lo es en la actualidad, la principal sede real de los reyes francos por su belleza, por la abundancia de gentes, por la fertilidad de su suelo y por la limpieza del río que la riega. Pues del río Loira (Liger), en todo acorde con ella, se le ha dado el sobrenombre y se llama Aureliana, es decir Ore Ligeriana (boca del Liger), porque ha sido estable­ cida en una ensenada, en la orilla de este río; y no fue llamada con ese nombre por el emperador Aureliano, como si él la hubiera fundado,

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existimant, ab Aureliano Augusto, quasi eam ipse edificaverit, sic vocata[m], quin potius ab amne, ut diximus, quod rectius veriusque illi congruit.

VI. De prelationibus turpis lucri areptis

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10. Sacro igitur premonente eloquio luce clarius conpertum habetur quoniam in processu novissimorum dierum, frigescente in hominibus caritate ac superabundante iniquitate, instabunt pericu­ losa animarum tempora. Nam et multiplicibus antiquorum patrum intimatur assertionibus quod, crassante avaritia, preteritarum iura vel ordines religionum ex eo unde consurgere debuere ad incre­ menti profectum, exinde sumpsere corruptionis defectum, illudque aliquibus versum est in animarum detrimentum, quod quibusdam eo legitime utentibus fuit emolumentum. Siquidem, ut diximus, turpis lucri avaritia inperante suffocatur sepissime censura iustitie. Cum enim in diversarum gentium ac provinciarum cultibus istud habeatur probabile, evidentius tamen in Israhelitice plebis levitis et sacerdotibus. Qui scilicet quanto dudum ceteris opulentiores, eo amplius plerique illorum superba cupiditate insolentiores, idcirco etiam ad ultimum omnibus effecti deteriores. Sed multum distant legis veteris instituta, multiplicibus figurarum enigmatibus vestita, a nove gratie perspicuis ac spiritalibus sacramentorum donis. Ibi namque munera solummodo conferebantur terrenarum hostiarum; in his ipse Deus accipitur in premium. Ibique nichilominus totum promerebatur quisque ex servitutis actione; hic vero quisque dig­ nus habetur dumtaxat ex sincera optime conscientie voluntate. 11. Atque idcirco ista premisimus, quoniam, iamdudum muneribus ineptis excecatis pene universis pincipibus, desevit hec pestis longe lateque in ecclesiarum quibusque prelatis toto terrarum orbe diffusis. Denique omnipotentis Christi domini gratuitum ac venerabile donum ad proprie damnationis cumulum converterunt 69. vocatam P corr. Orlandi

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según algunos lo consideran imprudentemente, sino más bien por el río, como hemos dicho, hipótesis que se adapta a ella de manera más razona­ ble y más creíble.

VI. Cargos eclesiásticos arrebatados por afán de un lucro indigno 10. Con la advertencia de la Sagrada Escritura resulta más claro que la luz que, en el transcurso de los últimos tiempos, al enfriarse la cari­ dad en los hombres y aumentar la injusticia, llegarán momentos peligro­ sos para la salvación de las almas. Pues en múltiples testimonios de los Padres antiguos se afirma que, al aumentar la avaricia, las leyes y los man­ datos de las religiones pasadas obtuvieron decadencia y corrupción de donde debían surgir el progreso y el enriquecimiento, y se convirtió en daño espiritual para algunos lo que resultó ventajoso para los que lo uti­ lizaron con legitimidad. En efecto, como dijimos, cuando impera el deseo desenfrenado de ganancias ilícitas, el rigor de la justicia es sofocado muy a menudo. Aunque esto se considera demostrable entre las religiones de diversos pueblos y provincias, resulta sin embargo más evidente entre los levitas y sacerdotes del pueblo de Israel. Pues, cuanto más ricos se hicie­ ron éstos con respecto a los otros, tanto más orgullosos se volvieron la mayoría de ellos a causa de la soberbia y la avaricia, y por eso al final resultaron ser los peores de todos. Pero los mandatos de la vieja ley, reves­ tidos de múltiples figuras alegóricas, distan mucho de los claros y espiri­ tuales dones sacramentales procedentes de la nueva gracia. Allí se ofrecí­ an regalos de víctimas terrenas; aquí el propio Dios es recibido como pre­ mio. Allí cada uno era merecedor de toda recompensa con actividades propias de la esclavitud; pero aquí cada uno es considerado digno del premio solamente por su sincera voluntad de una recta conciencia. 11. Y hemos hecho esta premisa porque, al haber sido ya cegados por regalos inapropiados casi todos los príncipes, esta plaga se ha conta­ giado a todos los prelados de las iglesias repartidos a lo largo y ancho por todo el orbe de la tierra. Y al final han convertido en lucro y avaricia, para cúmulo de su propia condena, el regalo gratuito y venerable del todopo­ deroso Cristo señor. Por eso se sabe que los prelados de esa clase son con-

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in avaritie lucrum. Ideoque huiusmodo videlicet prelati tanto minus ad divinum peragendum opus inveniuntur idonei, quanto constat quia non ad illud accesserunt per aditum principalis hostii. Et licet adversus talium personarum procacitatem multipliciter cla­ met Sacrarum Scripturarum canon, nunc tamen solito multiplicius conperitur fieri in diversis ecclesiarum ordinibus. Nam ipsi reges, qui sacre religionis idonearum decretores personarum esse debue­ rant, munerum largitione corrupti potiorem quempiam ad regimen ecclesiarum vel animarum diiudicant, illum videlicet a quo amplio­ ra munera suscipere sperant; atque idcirco permaxime quique pro­ caces ac turgore superbie inflati sese ultro cuique prelationi inge­ runt, minus formidantes incurrere lapsum neglecte pastoralis cure, quoniam tota solummodo illorum pendet fidutia ex loculis collecte pecunie, non ex percepte donis sapientie; tantoque amplius, adepto regimine, student avaritie, quanto constat propriam ex illa ambitio­ nem implesse, ac velut idolo sibi pro Deo constituto illi serviunt, per quam scilicet informati ad tale nomen absque merito vel opere pro­ ruperunt; fitque minus cautis deceptoria imitandi forma, ac perinde vicissim contumax invidentia. Quippe quoniam quicquid in talibus alter emulando colligit -videtur alteri- invidendo sibi subripit; atque, ut invidorum semper mos est, alienis felicitatibus indesinen­ ter appetunt torqueri. Hinc etiam procedunt litigiorum tumultus assidui oriunturque frequentia scandala ac diversorum transgrediendo convellitur tenor ordinum. 12. Sic etiam contigit ut, dum inreligiositas grassatur in procacitatis et incontinentie appetitus succrescat in populo. Deinde vero mendatiorum circonvenientie, fraudes atque homicidia uni­ versos pene in interitum subripiendo pertrahunt. Et quoniam catolice fidei oculum, videlicet ecclesie prelatos, pessime cecitatis caligo obrepsit, idcirco plebs illius, proprie salutis viam ignorans, in sue perditionis ruinam decidit. Iure etiam contigit ut ipsi scilicet prela­ ti ab eisdem quos subiectos habere debuere affligantur atque contu­ maces sentiant illos quos utique suo exemplo a iustitie itinere fecere devios. Nec mirum preterea si in aliquibus angustiis constituti VI 47. felititatibus P corr. AV homitidia P corr. AV

49. oriunturque ex orionturque P

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siderados menos idóneos para desempeñar la misión divina en la medida en que no accedieron a ella a través de la puerta principal. Y aunque las disposiciones de las Sagradas Escrituras clamen a menudo contra la pro­ cacidad de tales personas, sin embargo ahora se descubre que abundan más de lo habitual en los diversos órdenes de la Iglesia. Pues los propios reyes, que habrían debido elegir a las personas idóneas para las funciones sagradas, corrompidos por la generosidad de los regalos, consideran mejor para dirigir la Iglesia y las almas a aquél de quien esperan recibir mayores recompensas; y sobre todo por esto algunos insolentes e inflados de orgullo se imponen a sí mismos para cualquier cargo eclesiástico, sin preocuparse por incurrir en el error de descuidar su misión pastoral, puesto que sitúan toda su confianza en la cajita de recolectar el dinero y no en los regalos de la sabiduría adquirida; una vez conseguido el pues­ to, tanto más se ocupan de su avaricia cuanto saben que a través de ella satisfacen su propia ambición, y la sirven como a un ídolo establecido en lugar de Dios, pues, modelados por ella, se apoderaron de ese título sin mérito ni esfuerzo alguno. Los menos cautos se ven atraídos por una engañosa inclinación a imitar, y de ello se deriva a su vez una obstinada envidia. En tales circunstancias, cualquier cosa que uno consiga por imi­ tación, al otro le parece que se lo ha arrebatado por envidia; y, como es costumbre de los envidiosos, tienden a atormentarse ininterrumpidamen­ te por los éxitos ajenos. De aquí se derivan continuas y agitadas disputas, surgen frecuentes escándalos y el rigor de las diversas normas resulta anulado por medio de su transgresión.

12. Mientras la irreligiosidad aumenta en el clero, así también cre cen en el pueblo los deseos procaces e incontenibles. Después los engaños y mentiras, los fraudes y homicidios contagiaron a casi todos, arrastrán­ dolos a la perdición. Puesto que las tinieblas de la ceguera han invadido de la peor manera el ojo de la fe católica, es decir los más elevados cargos de la Iglesia, por eso su pueblo, que desconoce el camino de la salvación, se lanza hacia el desastre de su perdición. Con razón sucede que los mis­ mos prelados son abatidos por aquéllos a quienes debieron tener someti­ dos y ven que se rebelan aquéllos a quienes desviaron del camino de la Justicia con su ejemplo. Y no es extraño además si, al encontrarse en cier­ tas situaciones difíciles, no son escuchados mientras gritan, puesto que

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minus, dum clamant, exaudiuntur, quoniam ipsi sibimet per avari­ tie cumulum clausere misericordie hostium. Cum certissimum nichilominus habeatur pro huiusmodi vicisitudine flagitii sepissime iminere communem cladem populis et animantibus cunctis necnon etiam plurimam pestem frugibus, videlicet ex intemperie aeris, sic quippe fieri contigit ut hi scilicet, qui omnipotentis Dei gregi sibi commisso ferre debuerant salvationis aminiculum, obponerent eidem consueti beneficii obstaculum. Quandocumque enim desiit religiositas pontificum ac marcessit districtio regularis abbatum, simulque monasterialis discipline vi[r]gor tepescit, ac per illorum exempla cetera plebs mandatorum Dei prevaricatrix existit, quid aliud, quam totum simul humanum genus rursus in antiquum precipicii cahos sue perditionis spontanea voluntate inlabitur? Ex huiusmodi rei procul dubio eventu dudum ille antiquus Leviatan fidutiam conceperat quod mundatio Iordanis fluvii os inlaberetur illius, ut videlicet baptizatorum multitudo, per avaritie appetitum viam veritatis deserens, demergeretur in interitum. Et quia, ut ex auctoritate apostolica completum dinoscitur, frigescente scilicet caritate ac superabundante iniquitate in hominibus utique semet plus iusto amantibus, solito crebrius ista que retulimus circa milesi­ mum et post nati salvatoris Domini annum in universis mundi par­ tibus contigerunt.

VII. De incendiis et mortibus nobilium

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13. Septimo igitur de supradicto millesimo anno Ves mons, qui et Vulcani olla dicitur, solito multipliciore hyatu evomens igne permixtam sulphureo grandium saxorum multitudinem, qui usque in tercium rotabantur miliarium, sicque suo alatu putido circa se inhabitabilem cepit facere provintiam. Sed neque hoc puto silentio preterire, cur istud in sola Africana contingat fieri regione. Primum denique ob teluris vacuitatem, ex nimio solis ardore, et, quoniam illuc incombit devexum ab oriente Oceanum mare, inmen70. virgor P (tuetur Lófstedt) corr. AV dei. Migne

71. plesb P corr. AV

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ellos a causa del exceso de avaricia se cerraron a sí mismos la puerta a la misericordia. Pues se considera fuera de toda duda que, a causa de la sucesión de escándalos de este tipo, amenazaba un desastre general sobre los pueblos y sobre todos los seres vivos, y además una plaga de grandes dimensiones sobre las cosechas, producida por las inclemencias del tiem­ po, dando lugar así a que, quienes habían debido prestar ayuda para su salvación al rebaño de Dios todopoderoso encomendado a ellos, constitu­ yeran un obstáculo para sus habituales ventajas. Cada vez que deja de existir la religiosidad de los pontífices y se flexibiliza la rigurosidad en la observancia de las reglas por parte de los abades y, al mismo tiempo, se debilita el vigor de la disciplina de los monasterios y, siguiendo su ejem­ plo, el resto del pueblo se vuelve transgresor de los mandamientos de Dios, ¿qué otra cosa queda excepto que todo el género humano al mismo tiempo, por su voluntad de perdición, se lance al antiguo precipicio y al caos? Sin duda, a partir del resultado de una situación de este tipo, en otro tiempo aquel antiguo Leviatán había adquirido la confianza en que la inundación del río Jordán se deslizaría en su boca; es decir, que una mul­ titud de bautizados, abandonando el camino de la verdad a causa de su avaricioso apetito, se sumergiría en la perdición. Y como se percibe total­ mente a partir de la autoridad de los apóstoles, al enfriarse la caridad y abundar la injusticia entre los hombres que se quieren a sí mismos más de lo debido, los acontecimientos que hemos referido se produjeron con más frecuencia de lo habitual en todas las partes del mundo en torno al año 1000 del nacimiento del Salvador.

VII. Incendios y muerte de hom bres nobles

13. El séptimo día antes del año mil el monte Vesubio, que se llam también la olla de Vulcano, por un número de bocas superior al habitual vomitaba multitud de enormes piedras mezcladas con fuego sulfúreo, que rodaban hasta unas tres millas, e hizo inhabitable toda la provincia en torno a él con el fétido olor exhalado. Pero no considero conveniente silen­ ciar por qué este fenómeno se produjo solamente en la región de Africa'’. En primer lugar, a causa del hueco del terreno y debido al excesivo calor del sol; también porque el Océano inclinado desde oriente se bate en esta 6 La ubicación del sur de Italia en África puede responder a un error del autor, o bien refleja un profundo desconocimiento geográfico.

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sos undarum erigendo in sese recoligit vertices, quibus videlicet percusus reconditur aer telluris in gremio, deinde vero cum igniflua vaporatione quo valet eructuat ad supera. Siquidem aer, sicut ex ordinali constitutione penetrat supera, sic ex eiusdem ambigua natura, humoris scilicet aque caloris, sepius agitatus exprimit in aridis ignem aut in humidis glatiem. Contigit interea pene universas Italie et Gallie civitates ignium incendiis devastari ipsamque urbem Romam ex parte maxima igne cremari. Quod dum fieret, Beati Petri ecclesie tigna isdem ignis arripuit, cepitque sub ereo tabulatu consumendo lambere ligna. Quod cernens universa homi­ num multitudo que aderat, nullam omnino conpescende cladis artem repperiens, conversi unanimes, voce clamantes terribili, ad ipsius apostolorum principis cucurrere confessionem, diu inprecantes, si non pervigil proprie foret ad presens defensor ecclesie, mul­ tos in orbe terrarum a sue fidei professione decidere. Statim vero vorax flamma abietinas deserens trabes disparuit. 14. Per iddem tempus obierunt in Italia et in Galliis qui precipui erant pontifices et duces necnon et comites. Primitus quoque papa Iohannes, deinde Hugo marchionum optimus, post hec vero per Italiam quique nobiliores, in Galliis namque Odo et Heribertus, quorum prior Turonorum Carnotique, sequens vero Meldorum ac Trecorum comes extitit. Tunc temporis etiam dux Rotomagnorum Ricardus obiit, qui monasterium edificaverat nimium locuplex in loco qui dicitur Fiscam pus, in quo etiam sepultus quiescit. Willelmus quoque Pictavorum dux sub eodem tempore vitam fini­ vit. Pontifices item in Galliis qui[n]que religiosiores a seculo exces­ serunt: Manasses videlicet, vir sanctitate plenus, Trecorum episcopus, et Gislebertus Parisiorum necnon et Ieboinus Catalonorum cum aliis pluribus. Inter quos etiam bone memorie sanctus videlicet Maiolus apud Silviniacum cenobium vite presentís est terminum consecutus; cuius scilicet vite honestatem preciosus etiam commen­ dat transitus. Nam ad illius famam sanctitatis confluxere ex universo Romano orbe viri et mulieres utrorumque ordinum plurimi, exinde referentes diversarum infirm itatum gratiam sanitatis. V I I 11-12. siquidem aer sicut ex ordinali constitutione penetrat supera s.l. P 13. aque P corr. A 33. quinque P corr. B I asseculo P corr. A I excercerunt P corr. Duchesne

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zona, y levantando inmensas olas se recoge sobre sí mismo, y al ser inves­ tido por ellas, el aire es encerrado en las entrañas de la tierra; después, mediante una explosión de fuego lo lanza hacia arriba como puede. Pues el aire, como sale hacia arriba por su composición regular, así, a causa de su doble naturaleza, de humedad y de calor, al ser agitado frecuentemen­ te provoca el fuego en las zonas secas o el hielo en las húmedas. Sucedía entre tanto que casi todas las ciudades de Italia y de la Galia eran devas­ tadas por incendios, incluso la propia ciudad de Roma está abrasada por el fuego. Mientras se producía esto, un incendio alcanzó las vigas de la iglesia de San Pedro, y comenzó a devorar la madera bajo la cobertura del techo destruyéndola. Al ver esto, toda la multitud que estaba presente, sin encontrar ningún medio para detener el desastre, todos a la vez acudie­ ron al altar del propio príncipe de los apóstoles, gritando con voz angus­ tiada y rogándole que si él en las circunstancias actuales no era el vigilan­ te defensor de su propia iglesia, muchos fieles de toda la tierra se aparta­ rían de la profesión de su fe. Inmediatamente abandonando las llamas las vigas de abeto que estaban devorando, desaparecieron.

14. Por esa misma época murieron en Italia y en la Galia ilustr pontífices, duques y también marqueses. En primer lugar el papa Juan, después Hugo, el mejor de los marqueses, y después de estas muertes se produjeron las de algunos de los más nobles de Italia; en la Galia Odón y Heriberto, el primero de ellos fue conde de Tours y Chartres, el otro de Meaux y Troyes. En la misma época falleció también Ricardo, duque de Ruán, que había mandado edificar un espléndido monasterio en el lugar de Fécamp, donde también descansa enterrado. Igualmente Guillermo, duque de Poitiers, acabó sus días entonces. Abandonaron este mundo algunos de los mejores obispos de la Galia: Manases, hombre lleno de san­ tidad, obispo de Troyes; Gilberto de París, también Gebomo de Chalôns y otros muchos. Entre éstos, el santo Maiolo, de buena memoria, alcanzó el final de su vida presente en el cenobio de Sauvigny; el magnífico modo de morir confiere valor a la honestidad de su vida. Ante la fama de su santi­ dad acudieron de todo el mundo romano muchísimos hombres y mujeres de ambas órdenes, religiosos y laicos, llevándose de allí la gracia de la curación de sus diversas enfermedades. En aquel tiempo castigaba con

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Deseviebat eodem tempore clades pessima in hominibus, ignis sci­ licet occultus, qui quodcumque membrorum arripuisset exurendo truncabat a corpore; plerosque etiam in spatio unius noctis huius ignis consumsit exustio. Sed cum in plurimis sanctorum memoriis huius tremende pestis sint inventa remedia, maximus tamen con­ cursus factus est ad trium sanctorum confessorum ecclesias, Martini scilicet Turonorum atque Odolrici Baioariorum, necnon et istius venerabilis patris Maioli; optateque salutis inventa sunt beneficia.

VIII. De Heinrici ducis morte et vastatione Burgundie

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15. Igitur anno tertio de supradicto millesimo morit Burgundia dux Heinricus apud Castrum Pulliacum super Ararum fluvium, sepultureque Autisioderi apud eximium confessorem Germanum traditur octobrio mense. Sequente vero mense decembrio, vespere sabbati ante diem dominice nativitatis, aparuit in aere portentum mirabile: species videlicet seu ipsa moles immensi dra­ conis, a septemtrionali plaga egrediens, cum nimia coruscatione petebat austrum. Quod prodigium pene homines universos qui videre infra Gallias terruit. Sequenti denique anno ascendit Rotbertus rex in Burgundiam cum magno exercitu pugnatorum, ducens etiam secum Ricardum Rotomagnorum comitem cum tri­ ginta milibus Normagnorum, quoniam Burgundiones ei fuere rebe­ lles, nolentes eum suscipere in civitatibus et castris que fuerant ducis Heinrici, eius videlicet avunculi; quin potius sibi in proprias divisere partes. Deveniens quoque primitus rex cum omni excercitu civitatem Autisioderum, eam obsidione circumdedit. Qui diu ibi crebris assultibus fatigatus residens, non adversus eam prevaluit, que fertur numquam fraude vel hoste fuisse decepta. Relicta nam­ que civitate rex cum universo bellico apparatu convertit se ad castrum Beati presulis Germani expugnandum, quod munito aggere V I I I 15. primutus P corr. AV

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crueldad a los hombres un mal terrible, un fuego oculto que arrancaba del cuerpo, quemándolo, cualquier miembro que hubiera alcanzado; la que­ mazón de este fuego consumió a muchos incluso durante una sola noche. Cuando fueron encontrados los remedios para esta terrible enfermedad en las reliquias de numerosos santos, la mayor afluencia se produjo hacia las iglesias de los tres santos confesores, Martín de Tours, Ulrico de Baviera y del venerable padre Maiolo; y se consiguieron las medicinas para la deseada curación.

VIII. La muerte del duque Enrique y la devastación de Borgoña

15. Tres años antes del milenio murió en Borgoña el duque Enriqu en la localidad de Pouilly-sur-Saône, y fue enterrado en el mes de octubre en Auxerre, junto al eximio confesor Germán. En el siguiente mes de diciembre, al atardecer del sábado previo al día de Navidad, apareció en el cielo un sorprendente prodigio: la apariencia o el propio cuerpo de un inmenso dragón que salía de la zona septentrional y se dirigía hacia la meridional con un gran fulgor. Este prodigio aterrorizó a casi todos los hombres que lo contemplaron en la Galia. Al año siguiente el rey Roberto invadió la Borgoña con un gran ejército armado, llevando también consi­ go a Ricardo, conde de Ruán, con treinta mil normandos, pues los borgoñones se le rebelaron al no querer recibirle en las ciudades y castillos que habían sido del duque Enrique, su tío, sino más bien repartirse las propie­ dades entre ellos. Volviendo en primer lugar el rey con todo su ejército a la ciudad de Auxerre, la rodeó mediante el asedio. Este permaneció allí durante largo tiempo y, cansado por los frecuente asaltos, desistió sin lograr imponerse sobre esa ciudad que, según se dice, nunca fue conquis­ tada ni con engaños ni con la fuerza enemiga. Una vez abandonada la ciu­ dad, el rey se encaminó con todo su aparato bélico a asaltar el castillo de San Germán que se yergue ante la ciudad con su sólida fortificación. Lo

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prepollens heret civitati. Vallaverat enim illud Landrici comitis exercitus necnon eiusdem loci familiares viri, hostium siquidem metuentes sacri gregis diremtionem. Occurrit interea furenti regi Odilo, venerabilis abba Cluniensis monasterii, cupiens intervenire partes utrasques siquidem ut regi exiberetur honorificentia, solida­ retur concordia principum, pax patrie firmaretur. Qui, minus posse fieri cernens quod decreverat, hortabatur fratres octo tantum num e­ ro qui ad confessoris custodiam relicti fuerant (nam ceteros cum suo abbate Hilderico nomine iussio regis inde exire conpulerat) ut orationi instarent assidue, si forte Domini pietas eos pariter et locum a tanta obsidione dignaretur eripere.

16. Sexto igitur obsidionis die inlucescente, nimio rex a tus furore, indutus lorica simul et galea, omnemque excercitum dic­ tis exacuens, habens etiam secum Hugonem eiusdem urbis pontificem, solum ex omni Burgundia parti regis faventem. Eidem nam­ que regi in procintu iam constituto occurrit supradictus abba Odilo, illum increpans eiusque primates redarguens cur adversus tantum Dei pontificem, scilicet Germanum, hostili manu insurrexissent; cui specialiter, ut in gestis illius invenitur, usui fuit Dei auxilio et bella compescere plurima et regum ferocitati resistere. Cuius verbis minus auditum prebentes, quo tendebant pervenerunt, cingentesque supradictum castrum in corone modum, certatim illud expug­ naturi prelium inierunt. Alternis quoque partibus diu multumque decertantibus, domus sue parti Dei subito adfuit presens auxilium. Nam eiusdem castri universa capacitas ita repleta est in hora prelii teterrima nebula, ut nemini hostium a foris pervius foret iaculandi aditus, cum ab intro repugnantibus cernerent se gravi cede proster­ ni. Sicque cum suorum, maxime Normagnorum, concisione dimise­ runt castrum incolume, quos, licet tarde, penituit adversus magni meriti locum arma sumpsisse. Contigit etiam ut hora qua regis excercitus adversus locum sacrum certamen inire cepisset, vir reli­ giosus Gislebertus, eiusdem loci monacus, super altare beate Marie semper virginis, quod decentius ceteris in vertice eiusdem constat ecclesie, quemadmodum hora die tercia cotidie consueverat, mis21. comitis ex comitem P corr. AV anvenitur dub. Orlandi P corr.

37. reduguens P corr. AV 50. sumpsisse ex sumpsise P

39. anvenitur P 54. die

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había reforzado el ejército del conde Landrico y también los criados de esa comunidad, pues temían la devastación de la sagrada congregación por parte de los enemigos. Entre tanto, se presenta ante el furioso rey el venerable abad del monasterio de Cluny, Odilón, deseoso de mediar entre las dos partes para que se rindiera al rey el reconocimiento debido, se con­ solidara la concordia entre los príncipes y se firmara la paz en el país. Pero, al darse cuenta de que no podía llevar a cabo lo que se había pro­ puesto, aconsejó a los ocho únicos monjes que habían sido dejados para custodia del confesor (pues a los otros, una orden del rey los había hecho salir de allí en compañía del abad Hilderico) que rezaran continuamente por si la misericordia del Señor se dignaba liberarlos a ellos y a ese lugar de tan pesado asedio.

16. Al amanecer del sexto día del asedio, el rey, en un arrebato d furor, endosándose la coraza y el casco y llevando consigo también a Hugo, obispo de esa ciudad y el único de toda Borgoña que estaba de su parte, arengó a todo el ejército. Y ante el mismo rey, ya en disposición de batalla, se presentó el abad Odilón, que le increpó a él y a sus principales ciudadanos recriminándoles por haber emprendido una acción militar contra un obispo de la categoría de Germán, el cual tuvo por costumbre con la ayuda de Dios calmar muchos conflictos y hacer frente a la arrogan­ cia de los reyes, tal como se recoge en sus memorias. Sin prestar oído a sus palabras, llegaron a donde se dirigían y rodeando dicho castillo a modo de corona, entablaron el combate con intención de apoderarse de él. Tras luchar encarnizadamente y largo tiempo ambas partes, de repente hizo su aparición la ayuda de Dios en favor de su propia casa; pues a la hora del combate todo el castillo entero se llenó de una niebla tan espesa que nin­ guno de los enemigos tenía desde fuera un acceso libre para disparar, mientras se veían abatidos por una grave matanza por parte de los que resistían desde dentro. Así, con la pérdida de los suyos y sobre todo de los normandos, abandonaron el castillo intacto y, aunque tarde, se arrepintie­ ron de haber tomado las armas contra un lugar de tal prestigio. Sucedió también que a la hora en que el ejército del rey había comenzado a enta­ blar el combate contra el sagrado lugar, el religioso Gisleberto, monje de ese monasterio, empezó a celebrar el sacramento de la misa en el altar de Santa María siempre virgen, que es más hermoso que los demás, al fondo de la iglesia, a la hora tercia como se tenía por costumbre cada día. Y este

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sarum sacramenta celebrare inciperet. Quod scilicet factum satis celitus prestite congruit victorie. Sequenti igitur die, egrediens rex inde, processit igne cremando res hominum prefer civitates et cas­ tra tutissima usque in superiores Burgundie partes. Qui Frantiam rediens, post hec tamen, licet tardius, reversis ad se Burgundionibus, prospere universam optinuit regionem.

IX. De fame valida et infestatione Sarracenorum

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17. Eodem autem tempore facta est fames prevalida q quennio in universo Romano orbe, siquidem ut nulla audiretur non inobs regio et indigens pane; multique exausti inedia de populo perierunt. Tunc etiam per plura loca terrarum non solum inmundorum animalium et reptilium, verum etiam virorum ac mulierum infantumque carnes conpulit fames horrida sumere in cibum, nulla vel parentum obstante necessitudine. Nam eo usque devenerat huius sevitia famis, ut iam adulti filii consumerent matres, ipseque in parvulos, remota pietate materna, iddem excercerent. 18. Subséquente namque tempore gens Sarracenorum cum rege suo, Almuzor nomine, egressa est ex Africanis partibus ocupans pene universam H ispanie regionem usque in australes Galliarum fines plurimasque Christianorum dedere strages. Sed, licet inpar excercitu, sepius tamen iniit cum eis prelia Willelmus dux Navarrie cognomento Sanctus. Tunc etiam ob excercitus rarita­ tem conpulsi sunt regionis illius monachi sumere arma bellica. Cese denique graviter utreque partes; tandem, concessa Christianis vic­ toria, post grande suorum dispendium, qui superfuere Sarrace­ norum ad Africam fecere confugium. Sed et in illis diutinis conflictibus preliorum constat Christianorum religiosos plures ocubuisse, qui potius ob fraterne caritatis amorem cupierant decentare quam propter aliquam gloriolam laudis ponpatice. IX T if.l. valida ex valide P

10. Sarracenorum ex Sacenorum P

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hecho coincidió en gran medida con la victoria concedida por el cielo. Al día siguiente salió de allí el rey y, quemando las propiedades de los hom­ bres, con excepción de las ciudades y castillos más seguros, llegó a la zona superior de Borgoña; al volver a Francia, aunque demasiado tarde des­ pués de estas cosas, los borgoñones se sometieron a él y conquistó feliz­ mente toda la región.

IX, Terrible hambruna y ataque de los sarracenos 17. Por la misma época se produjo una terrible carestía en todo el mundo occidental que duró cinco años, y de tales proporciones que no hubo ninguna región de cuya indigencia y falta de pan no se escuchase hablar; una gran parte del pueblo murió consumida por la falta de ali­ mento. Entonces, en muchos lugares de la tierra una espantosa hambre obligó a tomar como alimento no sólo la carne de animales inmundos y de reptiles, sino también de hombres, mujeres y niños, sin que ni siquiera fuera un obstáculo cualquier vínculo de parentesco. Pues la crueldad del hambre había llegado a tal punto que los hijos adultos se comían a sus madres, y ellas hacían lo mismo con sus niños pequeños, olvidándose del amor maternal. 18. Posteriormente el pueblo de los sarracenos, junto con su rey, de nombre Almanzor, se lanzó fuera de las tierras africanas ocupando casi todo el territorio hispano hasta las fronteras meridionales de la Galia con grandes matanzas de cristianos. Pero, aunque en desigualdad por su ejér­ cito, sin embargo con bastante frecuencia entabló combate contra ellos Guillermo, duque de Navarra, de sobrenombre el Santo. Además, a causa de la escasez de soldados, los monjes de aquella región tuvieron que empuñar las armas. Ambas partes se vieron gravemente dañadas hasta que, finalmente, tras conseguir la victoria los cristianos, los sarracenos que quedaron después de una gran pérdida de los suyos, se refugiaron en África. Pero en aquellos largos enfrentamientos murieron muchos religio­ sos de entre los cristianos, que habían estado dispuestos a luchar más bien a causa del amor fraterno que por la gloria o jactancia mundana.

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19. Erat quippe eo tempore frater quidam, Vulferius nomine, dulcis admodum moribus et conversatione, in monasterio cogno25 mento Reomagensse, quod est situm in pago Tarnoderensse, cui etiam aparuit die quadam dominica visio satis credulitati commo­ da. Nam, dum post expletionem matutinalium laudum in supradicto oraturus quievisset monasterio, fratribus ceteris inde aliquantu­ lum ad pausam redeuntibus, subito repletus est totius eiusdem 30 ecclesie ambitus viris scilicet vestibus albis indutis ac purpureis sto­ lis insignitis, quorum etiam continentie gravitas plurimum de ipsis instituebat eos cernentem; qui vero eos precedebat, crucem manu gestans, episcopum se esse multarum dicebat plebium, ibique die ipso sacra missarum celebrare se oportere perhibebat. Referebat 35 etiam tam ipse quam ceteri se illius noctis cum fratribus eiusdem monasterii matutinales interfuisse sollempnes; asserebant insuper optime laudis officium quod audierant illi diei congruere. Erat autem dominica dies octava pentecosten, in qua propter expletio­ nem gaudii resurreccionis dominice eiusdemque ascensionis et 40 adventus sancti spiritus in plerisque diversarum regionum locis mos est psallere responsoria verbis valde honestisimis conposita ac suavi sonoritate referta et, ut mens valet humana, deifice trinitati condigna. Cepit interea qui preerat episcopus super altare sancti Mauricii martyris missarum sollemnia, eiusdem trinitatis antipho45 nam intonans, celebrare. Interim vero percunctatus est supradictus frater qui aut unde essent pro quave causa illuc devenissent. Cui satis leniter tale dederunt responsum: «Professionem, inquiunt, Christianitatis gestamus, sed ob tutelam patrie catholiceque plebis defensionem gladius nos in bello Sarracenorum separavit ab huma50 norum corporum habitatione. Idcirco nos omnes pariter divina vocatio nunc transfer in sortem beatorum; sed ideo per hanc pro­ vinciam nobis contigit habere transitum, quoniam plures ex hac regione infra breve temporis spacium nostro sunt addendi colle­ gio». Preterea is qui missarum explebat officium, finita oratione 55 dominica, pacem omnibus dans, misitque unum qui ipsi fratri pacis osculum daret. Qui cum fecisset, innuit etiam ei ut illum sequeretur. His ita conspectis, cum vellet eos sequi, disparuerunt. Intellexit 25. Reomam agensse P corr. A s.l. P 47. leviter P corr. Pithou corr. V 53. infa P corr. A

43. condigna ex cogdigna P 46. aut 50. divine P corr. Pithou 51. transfer P

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19. En esa época vivía en el monasterio llamado de la Réome, situ do en el territorio de Tonnerre, un monje de nombre Vulferio, agradable por sus costumbres y su trato, al que se le apareció un domingo una visión bastante fácil de creer. Después de concluidos los salmos matutinos en el monasterio, mientras se había quedado solo con intención de orar, pues los otros hermanos se retiraron para reposar un poco, de repente todo el espacio de la iglesia se llenó de hombres vestidos de blanco y adornados con estolas de púrpura; la solemnidad de su aspecto revelaba mucho sobre ellos a quien los observara. El que los guiaba, llevando una cruz en la mano, decía que él era obispo de muchas ciudades y añadía que se debía celebrar la misa allí ese mismo día. Afirmaba también que tanto él como los demás habían participado aquella noche en la celebración matutina junto con los hermanos del monasterio; y añadían que el oficio de laudes que habían escuchado se adaptaba perfectamente a aquel día. Pues era el octavo domingo de pentecostés, fecha en la que, a causa de la completa alegría por la resurrección del Señor, su Ascensión y la venida del Espíritu Santo, en numerosos lugares de diversos países se suelen entonar cantos responsorios compuestos con hermosísimas palabras, acompañados de una suave melodía y dignos de la divina Trinidad, en la medida en que la mente humana es capaz. Entretanto, el obispo que esta­ ba al frente comenzó a celebrar la misa sobre el altar de San Mauricio már­ tir7, entonando la antífona de la Trinidad. Entonces el monje mencionado les preguntó quiénes eran, de dónde venían y por qué motivo habían lle­ gado allí. Con am abilidad le respondieron del siguiente modo: «Profesamos el cristianismo pero, por defender la patria y el pueblo cató­ lico, durante la guerra contra los sarracenos la espada nos separó de la morada del cuerpo humano. Por eso la llamada de Dios nos lleva al des­ tino de los Santos; pero nos corresponde pasar por esta región porque muchos de sus habitantes deben unirse a nuestra asociación en breve». Además, el que celebraba la misa, terminada la oración dominical, al dar la paz a todos, envió a uno de los suyos a dar al monje el beso de la paz. Este, tras haberlo hecho, le indicó que le siguiera. Vista la señal, cuando el

7 Santo popular de época tardo-antigua; sobre el culto a san Mauricio, cf. M. Zufferey, "Le dossier hagiographique de Saint Maurice", Zeitschrift fiir Schweizerische Kirchengeschichte, 77 (1983) 2-46.

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quoque idem frater se in brevi spatio exiturum a seculo, quod etiam sic contigit fieri. 60

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20. Nam mense quinto, id est decembrio, postquam hec que diximus viderat, sui abbatis imperio perrexit Autissiodorum gratia medicandi aliquosium in monasterio Beati confessionis Christi Germani infirmantium fratrum; erat enim artis medicine studiis instructus. Qui veniens illuc cepit commonere fratres illos pro quorum causa advenerat, ut quam citius que pro salute illorum agenda erant exercere curarent; cognoverat enim exitum suum proximum fore. Cui dum responderent: «Quieti indulge iam hodie pro fatiga­ tione itineris, ut dies crastina te valentiorem inveniat», at ipse ait: «Si hodie quantum superest non explevero prout valeo, iam die crastina noveritis me ex his nichil acturum». Qui ludere illum exis­ timantes, ut erat semper alacri mente placidus, quod monuerat omi­ serunt. Die autem altera inlucescente preventus acri dolore accessit, prout poterat, ad altare beate Marie semper virginis sacra missarum celebraturus. Quibus peractis recessit ad domum infirmorum fratrum iamque nimium dolentes artus composuit lecto. Cui, ut talibus fieri solet, ceperunt palpebre somnum querere inter angustias. Repente vero astitit ei virgo splendida, coruscans immenso fulgore interrogansque illum quam mentis dubietatem haberet; quam cum ipse intuitus fuisset, adiecit: «Si de itinere metuis, non necesse est enim ut paveas, quoniam ego tibi custos extitero». Ex qua visione securior effectus, ad se venire mandans loci prepositum nomine Achardum , eruditissim um valde virum , qui postea eiusdem monasterii abbas extitit, narravit ei non solum presentem sed etiam preteritam visionem ex ordine. Qui dixit ei: «Confortare, frater, in Domino; sed quoniam ea vidisti que raro humano visui concedun­ tur, necesse habes persolvere universe carnis debitum, ut in eorum quos vidisti possis admisceri consortium». Convocatisque ceteris fratribus secundum morem ei visitationem fecerunt. Tertia namque die peracta incipiente nocte migravit a corpore. Quem dum cuncti fratres ex more abluere ac pannis componere pararent signaque monasterii universa pulsarent, quidam laicus, sed religiosus, iuxta 61. post diximus usque ad pedes (1. III, 4, 76) periit primitivus textus codi­ cis P; ad textum constituendum accedunt AV 63. medicine artis A 64. commovere AV corr. Loisel I illos fratres A 65. cititius A 68. iteneris V I inveniat A : reperiat V 85. visui A : usui V

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monje intentó seguirlos, ellos desaparecieron. Y él comprendió también que en breve se iría de este mundo, cosa que sucedió efectivamente.

20. Al quinto mes después de la visión que hemos referido, e decir, en diciembre, por orden de su abad el monje se encaminó a Auxerre, para curar a algunos hermanos enfermos del monasterio de Germán, el Santo confesor de Cristo; pues tenía conocimientos del arte médico. Al llegar allí comenzó a advertir a los hermanos por los que se había trasladado que procuraran llevar a cabo lo antes posible los reme­ dios que debían aplicarse para su curación, pues sabía que su final estaba próximo. Cuando ellos le respondieron: «Hoy descansa ya de la fatiga del viaje, para que mañana te encuentres más fuerte», él añadió: «Si hoy no cumplo todo lo que queda, en la medida de mis posibilidades, mañana ya os daréis cuenta de que no estoy en condiciones de hacer nada más». Éstos, pensando que bromeaba, pues era de carácter alegre y tranquilo, no hicieron caso de lo que les había advertido. Al amanecer del día siguien­ te, prevenido por un agudo dolor se aproximó como pudo al altar de Santa María siempre virgen con intención de celebrar la misa. Una vez acabada, se retiró a la enfermería del monasterio y doliéndole ya terrible­ mente los miembros, se tumbó en el lecho. Y como suele suceder a los enfermos, en medio de los sufrimientos los ojos comenzaron a cerrársele por el sueño. De repente se le apareció una espléndida muchacha que bri­ llaba con enorme fulgor y le preguntaba qué duda tenía en el alma; cuan­ do la miró, ella añadió: «Si tienes miedo por el viaje, no debes asustarte porque yo seré tu guía». Reconfortado por esta visión, hizo venir junto a él al prior del lugar, de nombre Acardo, un hombre muy culto que des­ pués fue el abad del monasterio, y le narró sucesivamente no sólo la visión del m om ento, sino también la anterior. Este le respondió: «Hermano, confórtate en el Señor, pero, puesto que has visto cosas que raramente se permiten ver a un ser humano, debes cumplir el destino de toda carne para que puedas unirte a la comunidad de los que has visto». Tras convocar a los demás hermanos, acudieron a visitarle según la cos­ tumbre. Transcurridos tres días, al inicio de la noche abandonó su cuerpo. Mientras todos los hermanos se disponían a lavarlo y vestirlo como era costumbre y tocaban todas las campanas del monasterio, un habitante de

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commanens, ignorans obitum fratris estimansque ob nunciandos matutinos signa pulsari, exsurrexit, ut solebat, pergere ad eccle­ siam. Qui cum venisset ad pontem quendam ligneum, qui fere in medio erat itinere, audierunt plures ex vicinis voces quasdam ex latere monasterii proclamantes huiusmodi: «Extrahe extrahe! et educ ad nos illum quantotius». Quibus etiam vocibus tale respon­ sum est redditum: «Hunc interim non queo; alium tamen educam, si potero». Statim vero ille qui ad ecclesiam pergebat cernit ante se super pontem quasi unum vicinorum suorum, revera ergo diabo­ lum, contra se venientem; de quo etiam dubitare non posset, quin etiam nomine proprio illum vocans monuitque ut provide transiret. Ilico autem malignus spiritus turrigera specie in altum se erigens, cupiensque decipere hominem, eius fallacem pompam visibus sequentem. Quam tamen dum aspiceret, eius pes lapsus graviterin ponte corruit. Qui citissime se erigens muniensque se crucis signo, cognita maligni diaboli fraude, regressus domum cautior est reddi ­ tus; paulo post nempe et ipse in pace obiit.

X. De inundantia lapidum

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21. Per idem tempus contigit in Burgundia apud cas launniacum valde mirum et memorabile presagium in domo cuius­ dam nobilis nomine Arlebaudi. Nam per triennium fere continue per universam illius domum indicibiliter vel ab aere sive a tabulatu distilavere magni atque parvi lapides, ita ut acervos circa domum ex ipsis eiectis lapidibus usque nunc in promptu est videre. Sed cum die noctuque per domum ubique pluerent, neminem tamen suo ictu ledebant, sed ñeque vas aliquod infringebant. Multi enim ibi limites, quos alii bonnas nominant, suorum recognovere agrorum. Simul etiam de viis et domibus ac diversis edificiis et prope et longe constitutis illuc delati reperti sunt lapides. Quod etiam futu­ re pestis illius domus familie fuisse indicium rei probavit eventus. Nam extiterat vir supradictus cum uxore sua de generosis admo94. cum A : dum V I qui2 V : que A 101. etiam om. V 106. signo crucis A X 4. a om. V 8. aliquid infringebantur V 9. bonnas A 11. illic Prou

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la zona, laico pero devoto, que ignoraba la muerte del monje y que pen­ saba que las campanas sonaban para anunciar los maitines, se levantó, como solía hacer, para dirigirse a la iglesia. Habiendo llegado éste al puente de madera que se encontraba aproximadamente a mitad de cami­ no, muchos vecinos oyeron unas voces procedentes de un lado del monas­ terio que decían: «Sácalo, sácalo y tráenoslo cuanto antes». A estas voces se respondió de la siguiente manera: «A éste no puedo; pero llevaré otro, si lo consigo». En aquel momento, el que se dirigía a la iglesia vio ante él encima del puente a alguien que parecía uno de sus vecinos, pero en rea­ lidad era un diablo, que venía a su encuentro; de éste no podía dudar, porque lo llamaba por su nombre propio y le recomendó que cruzara el puente con cuidado. De repente el espíritu maligno, estirándose hacia lo alto en forma de torre, intentaba engañar al hombre que seguía con la vista su falsa apariencia. Pero, mientras lo miraba, su pie resbaló y se cayó en el puente. Éste, levantándose rápidamente y protegiéndose con la señal de la cruz, pues había comprendido el engaño del diablo maligno, volvió a casa y se hizo más prudente; poco después también él murió en paz.

X. Un diluvio de piedras

21. Por la misma época sucedió en Borgoña, en el castillo de Joign en casa de un noble de nombre Arlebaudo, un prodigio extraordinario y memorable. Durante tres años, de manera casi continuada por toda su casa cayó una lluvia de piedras grandes y pequeñas, sin poder decir si desde el cielo o desde el techo, en tanta cantidad que todavía hoy es posi­ ble ver en torno a la casa montones de las piedras arrojadas. Pero aunque lloviera día y noche por todas las partes de la casa, no herían a ninguno en su caída, más aún, no rompían ni un vaso. Muchos reconocieron entre ellas las señales de los límites de sus terrenos, que algunos llaman "bonnas". Fueron encontradas además piedras caídas allí que procedían de calles, casas y edificios diversos tanto cercanos como lejanos. El desenla­ ce del suceso demostró que esto era un presagio de la desgracia que se abatiría sobre la familia que habitaba la casa. El hombre antes menciona­ do, junto con su esposa, tenían antecedentes muy nobles; por eso a sus

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dum parentibus; idcirco increverant eius filiis ac nepotibus paternorum fundorum cum circumiectis vicinis non parva litigia. Contigit ergo non longo post spacio temporis ut villam quandam, Allanto cognomine, sitam in pago Senonico, que etiam ex rectorum monas­ terii Sancte Columbe virginis largitione iuri illorum provenerat -sed milites Autissiodori comanentes ipsam eis diripiendo abstulerant-, ipsi tamen toto nisu illam sibi redintegrari pararent. Cum vero iam plures de hac altercatum annos fuisset, uno vindemiarum die bellum inierunt in eadem villa partes utreque, in quo etiam bello multi ex ambobus partibus sunt interempti; ex supradicta quoque domo inter filios et nepotes undecim ceciderunt. In processu namque temporis, imminente iurgio crescentibusque discordiis, perdu­ ravere cedes innumere illius familie illorumque homicidia hostium usque in tricesimum et eo amplius annum.

XI. De Leutardo insaniente heretico

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22. Extitit circa finem millesimi anni homo plebeius in apud vicum Virtutis vocabulo in pago Catalonico, Leutardus nomi­ ne, qui, ut finis rei probavit, Satane legatus credi potuit; cuius etiam vesanie pervicatia hoc exordium habuit. Morabatur enim aliquando solus in agro quippiam ruralis operis peracturus. Qui ex labore somno depressus, visum est ei ut grande examen apum in eius cor­ pus per secreta ingrederetur nature; quod etiam per illius os nimio cum strepitu erumpens crebris illum punctionibus agitabat, ac diu multum agitato stimulis loqui ei videbantur et multa hominum imposibilia precipere ut faceret. Tandem fatigatus exurgens venit domum, dimittensque uxorem quasi ex precepto evangélico fecit divortium. Egressus autem, velut oraturus intrans ecclesiam, arripiensque crucem et salvatoris imaginem contrivit. Quod cernentes quique territi pavore, credentes illum, ut erat, insanum fore; quibus etiam ipse persuasit, sicut sunt rustici mente labiles, universa hec patrare ex mirabil i Dei revelatione. Affluebat igitur nimium sermo26. homicidie AV corr. Pithou X I 1. post millesimi add. nati Domini V

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hijos y nietos les habían surgido graves disputas con vecinos colindantes de los terrenos paternos. No mucho después pasó a su propiedad una villa de nombre Aillant, en el territorio de Sens, gracias a la generosidad de los dirigentes del monasterio de Santa Columba virgen, pero unos caballeros de Auxerre que vivían allí se la arrebataron mediante el saqueo; sin embargo ellos intentaron con todo su esfuerzo recuperarla. Cuando la disputa se prolongaba ya durante varios años, un día de ven­ dimia entablaron una batalla en esa villa ambas partes, en la que murie­ ron muchos hombres de las dos facciones; de la casa antes mencionada cayeron once miembros entre hijos y nietos. Con el paso del tiempo, al agravarse la disputa y aumentar las discordias, las abundantes muertes de aquella familia y las de los enemigos se prolongaron hasta más de treinta años.

XI. Leutardo el loco hereje

22. A finales del año mil existió en la Galia, en la aldea de Virtus de territorio de Chálons, un hombre plebeyo de nombre Leutardo quien, como demostró el final de la historia, podía ser considerado un enviado de Satanás; su obstinada locura comenzó de la siguiente manera: en una ocasión se encontraba solo en el campo para realizar algún trabajo agríco­ la. Fue sorprendido por el sueño a causa del esfuerzo y le pareció que entraba en su cuerpo por un lugar oculto natural un gran enjambre de abejas8, que le salía por la boca con un gran estrépito y le molestaba con numerosas picaduras; tras ser atormentado durante largo tiempo, le pare­ cía que hablaban y le ordenaban hacer muchas cosas imposibles para los hombres. Despertando finalmente, volvió a casa cansado y abandonando a su esposa se divorció de ella aduciendo que actuaba según el precepto evangélico. Después salió, y entrando en la iglesia como con intención de rezar, se apoderó de la cruz y destruyó la imagen del Salvador. Todos los que lo vieron, aterrorizados pensaron que estaba loco, como así era; pero él los convenció, tal como son los campesinos de inconstantes mentalmen­ te, de que hacía todas estas cosas por una sorprendente revelación divina. “Desde la Antigüedad se utiliza el símbolo de las abejas para significar la elo­ cuencia y la sabiduría, por tanto, el hereje Leutardo no sería un cam pesino rudo e inculto como le presenta Raúl.

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nibus utilitate et veritate vacuis, doctorque cupiens apparere dedo­ cebat magistrum doctrine. Nam decimas dare dicebat esse omnimo­ dis superfluum et inane; et sicut hereses cetere, ut cautius decipiant, Scripturis se divinis, quibus etiam contrarie sunt, palliant, ita et iste dicebat prophetas ex parte narrasse utilia, ex parte non credenda. Cuius etiam fama, quasi alicuius mente sani ac religiosi, in brevi ad se traxit partem non modicam vulgi. Quod comperiens vir eruditis­ simus Iebuinus senex episcopus, in cuius scilicet erat diócesi, accersiri illum ad se iussit. Quem cum interrogasset de universis que dixisse vel fecisse compererat, cepit venenum sue nequitie occulta­ re, cupiensque, quod non didicerat, de Scripturis Sacris testimonia sibi assumere. Audiens vero sagacissimus episcopus non esse con­ venientia, immo non magis turpia quam dampnabilia, ostendens hominem insanientem hereticum factum, revocavit ab insania populum ex parte deceptum, catholice plenius restituit fidei. At ille, cernens se devictum atque ambitione vulgi destitutum, semet puteo periturus immersit.

XII. De herese in Italia reperta

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23. Ipso quoque tempore non impar apud Ravennam tum est malum. Quidam igitur Vilgardus dictus, studio artis gramatice magis assiduus quam frequens -sicut Italicis mos semper fuit artes negligere ceteras, illam sectari-; is enim, cum ex scientia sue artis cepisset inflatus superbia stultior apparere, quadam nocte adsumpsere demones poetarum species Virgilii et Oratii atque Iuvenalis, apparentesque illi fallaces retulerunt grates quoniam suorum dicta voluminum carius amplectens exerceret, seque illo­ rum posteritatis felicem esse preconem; promiserunt ei insuper sue glorie postmodum fore participem. Hisque demonum fallaciis depravatus cepit multa turgide docere fidei sacre contraria, dictaque poetarum per omnia credenda esse asserebat. Ad ultimum vero hereticus est repertus atque a pontifice ipsius urbis Petro dampna29. imno V X I I 12. esse om. V

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Estaba dotado de gran capacidad de palabra, pero carente de utilidad y de veracidad, y deseando aparecer como maestro, contradecía al verdade­ ro Maestro de la fe. Pues afirmaba que pagar el diezmo era superfluo e inútil de todo punto; como las demás herejías, que para engañar más sibi­ linamente disimulan con las Sagradas Escrituras, de las que son opuestas, así este individuo decía que los profetas narraron cosas en parte útiles, pero en parte no dignas de creerse. También su fama, como si fuera la de un hombre en su sano juicio y devoto, en breve le atrajo a una gran parte del pueblo. Al conocer esto el muy erudito Gebuino, anciano obispo9en cuya diócesis estaba, ordenó que fuera conducido junto a él. Habiéndole interrogado sobre las manifestaciones y actitudes que había descubierto, empezó a ocultar el veneno de su maldad intentando tomar ejemplos de las Sagradas Escrituras, que él no conocía. Al oír el muy sagaz obispo que las respuestas no eran adecuadas, sino más bien vergonzosas y condena­ bles, poniendo en evidencia que ese loco se había convertido en un here­ je, reclamó la parte del pueblo engañada por su locura y la restituyó ple­ namente a la fe católica. Entonces él, al verse vencido y privado del apoyo del pueblo, se arrojó a un pozo para morir.

XII. Una herejía descubierta en Italia

23. En ese mismo periodo se produjo en Ravena un mal simil Pues un tipo llamado Vilgardo se dedicaba asiduamente, o más bien apa­ sionadamente, al estudio de la gramática, tal como ha sido siempre cos­ tumbre entre los italianos el cultivar este arte y descuidar las demás; éste, hinchado de soberbia por el conocimiento de su arte, cuando empezó a mostrarse más insensato, una noche los demonios tomaron la apariencia de los poetas Virgilio, Horacio y Juvenal y apareciéndosele le agradecie­ ron pérfidamente el que se dedicara a sus obras con tanto cuidado y afec­ to, y le aseguraron que él sería su feliz divulgador para la posteridad. Corrompido por los engaños de los demonios, comenzó presuntuosamen­ te a predicar doctrinas contrarias a la sagrada fe y afirmaba que las pala­ bras de los poetas debían ser creídas por completo. Por último, el hereje fue desenmascarado y condenado por Pedro, obispo de aquella ciudad. 9Al denominarlo senex da la impresión de que debería tratarse de Geboino 1, pero falleció en el año 1000 y, por tanto, el obispo sería su nieto Geboino II. La confusión podría deberse a la coincidencia de los nombres.

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tus. Plures etiam per Italiam tunc huius pestiferi dogmatis sunt reperti, qui et ipsi aut gladiis aut incendiis perierunt. Ex Sardinia quoque insula, que his plurimum abundare solet, ipso tempore ali­ qui egressi, partem populi in Hispania corrumpentes, et ipsi a viris catholicis exterminati sunt. Quod presagium Iohannis prophetie congruit, quia dixit Sathanan solvendum: et expletis mille annis... De quibus in tercio iam libello prolixius tractabimus.

Explicit liber secundus

19. Sathanam V

19. et om. V

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Fueron descubiertos entonces en Italia muchos partidarios de esta perni­ ciosa doctrina que también ellos murieron a espada o a fuego. También de la isla de Cerdeña, que suele abundar en herejes, en la misma época salie­ ron algunos que llegaron a Hispania para corromper una parte del pue­ blo y fueron exterminados por los católicos. Este presagio concuerda con la profecía de Juan, pues dijo que Satanás debía ser liberado: y cumplidos los mil a ñ o s...10 Pero de estas cosas trataremos más prolijamente en el libro tercero.

Final del libro segundo

INCIPIT LIBER TERCIUS

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1. Nunc igitur, quoniam de priorum gestis aliqua retul ab illo et infra, ut spopondimus, anno, videlicet millesimo nati cuncta vivificantis verbi, tercii sumamus incitamen huius operis libelli. Eo autem, ut diximus, imminente privatus est pene orbis universus personis et religiosis et nobilibus. Claruere tamen ab eodem anno tam in Italia quam in Galliis utrorumque ordinum viri, quo­ rum vita et operatio queunt posteris immutabilia informare exem­ pla. Sicut enim aliquando perfidis honor exibetur ex timore, ita bonis infertur pro sua reverentia timor. Regnantibus quoque duobus christianissimis regibus, Henrico scilicet Saxonum rege et Rotberto Francorum, etsi ab exteris nationibus illorum quieverunt patrie, creberrime tamen preliis fatigate sunt intestinis. Nam, cum ab omni Romanorum populo, intercedente papa Benedicto, viro sanctissimo, Henricus adsciveretur in imperium, Longobardorum gens consueta fraude dissensit sibique regem Arduinum quendam ungentes instituerunt. Sed licet diu multumque renitentes, postea tamen cum suorum cede maxima imperialibus semet subdidere preceptis. Qui veniens Papiam ab eisdem Longobardis miri operis palatium sibi construi fecit, potitoque decenter imperio accepit in regno suo coniugem filiam scilicet Siefredi Saxonum ducis. Ex qua etiam cernens non posse suscipere liberos, non eam propter hoc dimisit, sed omne patrimonium quod liberis debebatur Christi ecclesie contulit. Edificavit quoque monasterium in Saxonie loco qui dicitur Bavoberch, id est Bavonis mons; lingua enim Theutonica 'berch' mons appellatur. Quod etiam monasterium donis nnumerabilibus locupletatum a pontifice Romano, supradicto cilicet Benedicto, in honore apostolorum principis dedicarifecit atque Prol. 5. e í'o m .V 6. m2 om. V 7. immutabilia A : inimitabilia Orlandi 8-9. sicut enim aliquando perfidis honor exibetur ex timore, ita bonis infertur pro sua reverentia timor post intestinis habent AV transp. Orlandi 12. fatigate ex fati­ gate fatigate A 16. unguentes A 24. Bavobech V

LIBRO III

1. Puesto que ya hemos proporcionado algunas referencias sob los acontecimientos anteriores, ahora emprendemos el inicio del libro ter­ cero de esta obra que se refiere, como hemos prometido, a lo sucedido con posterioridad al año mil del nacimiento del Verbo que da vida a todo. Al aproximarse este año, como ya hemos dicho, el mundo casi en su totali­ dad se vio privado de personajes relevantes del ámbito eclesiástico y de la nobleza. Sin embargo, a partir de esa fecha destacaron tanto en Italia como en la Galia hombres de uno y otro orden, cuya vida y actividad pue­ den constituir ejemplos perdurables1para la posteridad. Del mismo modo que a veces los malvados son respetados por temor, así los buenos son temidos a causa de la consideración de que gozan. Bajo el reinado de dos soberanos muy cristianos, Enrique de Sajonia y Roberto de Francia, aun­ que sus países fueron dejados en paz por las naciones extranjeras, sin embargo se vieron asaltados frecuentemente por guerras civiles. Pues, cuando todo el pueblo de Roma, con la intercesión del muy santo papa Benedicto, reclamó a Enrique para el trono imperial, el pueblo longobardo, habituado al engaño, no estuvo de acuerdo y eligió y consagró como su rey a un tal Arduino. Aunque se resistieron con fuerza y durante largo tiempo, sin embargo después, ante la grave matanza de los suyos, se sometieron a las órdenes del emperador. Al llegar éste a Pavía, hizo que los mismos longobardos le construyeran un palacio de extraordinaria arquitectura y, tras haber asumido el poder como convenía, aceptó en su reino como esposa a la hija de Sigfredo, duque de Sajonia. Cuando se dio cuenta de que no podía tener hijos con ella, no por eso la repudió, sino que donó a la iglesia de Cristo todo el patrimonio que debía asignar a sus hijos. Edificó también un monasterio en un lugar de Sajonia que se llama Bavoberch, es decir, monte de Bavón, pues en lengua teutónica "berch" significa monte. Este monasterio, enriquecido con innumerables regalos, hizo que fuera dedicado por Benedicto, el pontífice romano antes mencio1A diferencia de Orlandi, nos inclinamos por la lectura : immutabilia com o "inmu­ table" o "duradero".

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eiusdem pontificis usus consilio eandem ecclesiam in episcopalem sublimavit sedem, constitutoque in ea episcopo amplissimorum fundorum redditibus esse fecit locupletem.

I. De Stephano rege Ungrorum et bellis Beneventanorum

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2. Ipso igitur tempore Ungrorum gens, que erat circa Danubium, cum suo rege ad fidem Christi conversa est. Quorum regi, Stephano ex baptismate vocato decenterque christianissimo, dedit memoratus imperator Henricus germanam suam in uxorem. Tunc temporis ceperunt pene universi, qui de Italia et de Galliis ad Sepulchrum Domini Hierosolimis ire cupiebant, consuetum iter quod erat per fretum maris obmittere atque per huius regis patriam transitum habere. Ille vero tutissimam omnibus constituit viam; et excipiebat ut fratres quoscumque videbat dabatque illis immensa munera. Cuius rei gratia provocata innumerabilis multitudo, tam nobilium quam vulgi, populi Hierosolimam abierunt. Tunc etiam imperator Basilius sancti imperii Constantinopolitani precepit cuidam satrape suo, illi qui cognominatur Cataponti eo scilicet quod iuxta mare inhabitet, ut a transmarinis civitatibus, que Romano debentur imperio, veniens tributa exigeret; qui libenter annuens misit Grecorum classem ad res Italicas sublaturas. Hoc vero pertemptatum est per duorum annorum spacium; non parva etiam pars subiugata est a Grecis Beneventane provincie. 3. Contigit autem ipso in tempore ut quidam Nonmannorum audacissimus, nomine Rodulfus, qui etiam comiti Richardo displi­ cuerat, cuius iram metuens, cum omnibus quos secum ducere potuit Romam pergeret causamque propriam summo pontifici exponeret Benedicto. Qui, cernens eum pugne militari elegantissimum, cepit ei querelam exponere de Grecorum invasione Romani imperii, seque multum dolere quoniam minime talis in suis existe29. constituto V I 7. de2 om. A

30. reditibus V 10. et om. A

23. quos Loisel : que AV

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nado, en honor del príncipe de los apóstoles; sirviéndose del asesoramiento del mismo pontífice, elevó esa iglesia a la categoría de sede epis­ copal, y una vez establecido en ella un obispo, la hizo rica con las rentas de vastísimos terrenos.

I. Esteban rey de Hungría y las guerras beneventanas 2. Por los mismos años, el pueblo de Hungría, que se situaba en los alrededores del Danubio, se convirtió a la fe de Cristo junto con su rey. A éste, bautizado con el nombre de Esteban y buen cristiano, el ya recorda­ do emperador Enrique, le entregó por esposa a su hermana. Entonces, casi todos los que deseaban ir desde Italia y desde la Galia hacia el Sepulcro del Señor en Jerusalén, comenzaron a abandonar el itinerario acostumbrado por el mar y a atravesar las tierras de este rey. Él garantizó a todos el camino más seguro; recibía como hermanos a todos los que encontraba y les daba enormes regalos. Atraída por esto, una gran multi­ tud de personas, tanto nobles como del pueblo, se encaminó a Jerusalén. Entonces también Basilio, emperador de la sagrada sede de Constanti­ nopla, ordenó a un gobernador suyo, llamado Cataponto porque vivía cerca del mar, que acudiera a las ciudades de ultramar y les exigiera los tributos debidos al Imperio romano; éste, aceptando gustosamente, envió una flota griega para apoderarse de los recursos de Italia. Se intentó por espacio de dos años, y una parte importante del territorio beneventano fue sometido por los griegos. 3. Sucedió por la misma época que un normando muy audaz, de nombre Rodolfo, que había tenido un enfrentamiento con el conde Ricardo, temiendo su ira, se dirigió a Roma con todos los hombres que pudo llevar consigo, y le expuso su propia causa al sumo pontífice Benedicto. Éste, al darse cuenta de que era muy experto en estrategias bélicas, empezó a exponerle su queja por la invasión de los griegos al Imperio romano, y a lamentarse porque entre los suyos no había nadie

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ret, qui repelleret viros extere nationis. Quibus auditis spopondit se idem Rodulfus adversus transmarinos preliaturum, si aliquod ei auxilium preberent vel illi quibus maior incumbebat genuine neces­ situdo patrie. Tunc vero predictus papa misit illum cum suis ad Beneventanos primates, ut eum pacifice exciperent semperque preliaturi pre se haberent illiusque iussioni unanimes obedirent; egressusque ad Beneventanos, qui eum, ut papa iusserat, susceperunt. Illico autem illos ex Grecorum officio, qui vectigalia in populo exi­ gebant, invadens Rodulfus diripuit queque illorum ac trucidavit. His itaque auditis illorum socii, qui iam plures civitates et castella proprie subiugaverant ditioni, coacto in unum suorum exercitu inierunt prelium adversus Rodulfum et eos qui eius favebant parti. In quo scilicet prelio pars Grecorum occubuit maxima, insuper et castra aliqua dimisere vacua, que subsecutus Rodulfi exercitus vic­ tor obtinuit. Visa igitur Greci suorum cede m iserunt Constantinopolim, ut auxiliaretur eis quamtotius ab his qui eos miserant; statimque reformantes classem multo plures quam prius preliaturos miserunt. Interea cum auditum esset ubique quoniam paucis Normannorum concessa fuisset de superbientibus Grecis victoria, innumerabilis multitudo etiam cum uxoribus et liberis pro­ secuta est a patria, de qua egressus fuerat, Rodulfum, non solum permitiente sed etiam compellente ut irent Richardo illorum comite. Egredientes autem satis audacter venerunt ad loca Alpium, qui et mons Jovis dicitur, ubi etiam in angustissimis semitis prepoten­ tes regionis illius constituerant, imperante cupiditate, seras et cus­ todes ad pretia transmeantium exigenda. At illi cum denegassent eis transitum, requisitus primitus ex more precio, indignatus Normannorum exercitus, confractis seris cesisque custodibus, per vim transitum fecerunt, egressique non parvum Rodulfo contule­ runt auxilium. Sicque pars utraque, resumptis viribus, secundo inierunt prelium, in quo utrorumque exercitus graviter cesus; Normannorum tamen exercitui victoria provenit. Post paululum vero, terno commisso prelio, in sese pars utraque fessa cohibuit. Perspiciensque Rodulfus suos defecisse virosque illius patrie minus 32. primates A : principes ex primcipes V 33. iussioni AV2 : visioni V 36. ac A : atque V 37. castella A : castra V 43. his A : eis V 45. preliaturos prius A I esse V 46-47. Grecis victoria ex Grecis super victoria V 49. ut irent compellente V 54. requisito Waitz 57. resu m psisV 61. pers­ piciens quoque V

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que fuera capaz de rechazar a las tropas extranjeras. Oídas estas manifes­ taciones, el mismo Rodolfo prometió que él entablaría combate contra los soldados venidos de ultramar, si le prestaban alguna ayuda al menos aquéllos a quienes afectaba en mayor medida la amenaza de su país. Entonces el papa le envió junto con los suyos ante los notables de Benevento, para que le acogieran afablemente, se dispusieran a combatir bajo su mandato y obedecieran de forma unánime sus órdenes; él se diri­ gió hacia los beneventanos, que le recibieron como el papa había ordena­ do. Inmediatamente Rodolfo, asaltando a los funcionarios de la adminis­ tración griega que exigían los impuestos al pueblo, robó todas sus perte­ nencias y los asesinó. Una vez conocidos estos sucesos, sus aliados, que ya habían sometido bajo su dominio muchas ciudades y castillos, tras reunir su ejército, entablaron combate contra Rodolfo y sus partidarios. En esta batalla murieron la mayor parte de los griegos, y además dejaron vacíos algunos castillos que el ejército victorioso de Rodolfo ocupó a continua­ ción. Visto el desastre de los suyos, los griegos enviaron una embajada a Constantinopla para que les prestaran ayuda lo antes posible quienes los habían enviado a ellos a Italia; restaurando inmediatamente la flota, enviaron a combatir muchos más hombres que antes. Entre tanto, como se hubiera extendido la noticia de que unos pocos normandos habían conse­ guido la victoria sobre los orgullosos griegos, una enorme multitud inclu­ so con sus esposas e hijos acompañaron a Rodolfo desde la tierra de donde había partido, con el consentimiento y también el impulso del conde Ricardo para que se fueran. Marchando con bastante valentía llega­ ron a un lugar de los Alpes, que se llama "monte de Júpiter"2, donde los poderosos de aquella región, dominados por la avaricia, habían colocado en los senderos más estrechos cierres con barrotes y guardianes para exi­ gir pagos a los que pasaban. Pero cuando se les hubo negado el paso, tras ser exigido en primer lugar el pago de la suma acostumbrada, el ejército normando se enfureció y, una vez rotos los barrotes y retirados los vigi­ lantes, cruzaron por la fuerza y continuando su camino prestaron gran ayuda a Rodolfo. Así, una y otra parte, tras haber recuperado las fuerzas, por segunda vez iniciaron un combate en el que ambos ejércitos fueron gravemente abatidos; sin embargo la victoria le tocó al ejército normando. Entablado el tercer combate poco tiempo después y deterioradas ambas partes, se retiraron. Al darse cuenta Rodolfo de que los suyos habían dis­ minuido y que los hombres de aquella región no eran hábiles para la gue2 Aosta.

Desfiladero del Gran San Bernardo, que comunica el valle del Ródano con el de

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belli aptos, cum paucis perrexit ad imperatorem Henricum, exposi­ turus ei huius rei negocium. Qui benigne illum suscipiens diversis muneribus ditavit, quoniam rumor, quem de illo audierat, cernendi contulerat desiderium.

4. Protinus imperator, congregans exercitum copiosum tuendam rem publicam ire disposuit. Tandem vero Greci, putantes a patria fugisse Rodulfum, prosilierunt ad castra que ipse victor ab eis abstulerat, sed nequicquam. Nam et veterem Troadem civitatem festinanter cinxere muris replentes eam copiose viris et mulieribus. Interea pergens imperator ad regionem Beneventanam expugnavit ac subdidit universas civitates et castra, que Greci subripuerant eius imperio. Ad supradictam autem cum venisset Troadem, rebellantes qui intus erant diu multumque ei restiterunt; nam sperabant ut sibi futura aestate, sicut Greci promiserant fore, Basilius succurreret, insuper adicientes in tantum Henricum humiliari, ut pedes Basilii territus pavore susciperet. At ille circumdans civitatem sui exercitus obsidione instruxit machinas, ut eam per vim caperet. Illi quoque deintus noctu egressi tulerunt secum faces pice perlitas, igneque succensas machinas a foris cremaverunt. Quod cernens imperator, accensus ira potiores fecit reinstrui machinas crudoque circumdari corio, vigilantique custodia iussit illas tueri. Exacto igitur iam tercio obsidionis mense alternisque cedibus utrique nimium fessi (nam et exercitum imperatoris dissenteria clades opido vexaverat), tandem obsessi meliore usi consilio invenerunt viam evadendi discriminis. Quadam autem die accipientes solitarium quendam indutum monachali habitu, quibus etiam Italia plurimum abundat, dederunt ei crucem gestare miseruntque post illum omnes civitatis pueros minoris etatis; sicque exclamando «Kyrrieleison» devenit ad imperatoris tentorium. Quod audiens imperator iussit interrogari quid sibi vellent, cumque responsum fuisset quod misereri a se afflicte civitati implorarent, respondit: «Optime novit ipse qui agnitor est cordium, inquit, quoniam magis quam ego horum parvulorum patres illorum sunt homicide». Illacrimansque iussit ut salvi in civitatem redirent. Fecerunt autem ut iusserat imperator. Altera quoque 64. dictavit V 65. intulerat V 73. venissent V 75. future estati Orlandi : fu tura aestate Migne I Greci promiserant ex Greci promiserant Greci promiserant A : Greci permiserant V 76. post pedes iterum accedit textus pri­ mitivus codicis P

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rra, con unos pocos se dirigió hacia el emperador Enrique con intención de exponerle el asunto. Este acogiéndole con gusto, le gratificó con varios regalos, porque la fama que le había llegado sobre él le había suscitado el deseo de conocerlo.

4. Inmediatamente el emperador, reuniendo un ejército numeros se dispuso a marchar para defender el estado. Los griegos, pensando que Rodolfo había huido del país, se lanzaron sobre los castillos que él mismo les había arrebatado cuando venció, pero inútilmente. Rodearon rápida­ mente de muros la antigua ciudad de Troya, poblándola con abundantes hombres y mujeres. Entretanto el emperador, dirigiéndose a la región beneventana, asaltó y sometió a todas las ciudades y castillos que los grie­ gos les habían arrebatado de su dominio. Pero cuando llegó a la mencio­ nada ciudad de Troya, rebelándose los que estaban dentro, le opusieron fuerte resistencia durante largo tiempo, pues esperaban que el próximo verano3, tal como los griegos habían prometido, Basilio les socorrería, y afirmando además que Enrique sería humillado hasta tal punto que, ate­ rrorizado, abrazaría los pies de Basilio. Pero el emperador, rodeando la ciudad mediante el asedio de su ejército, preparó las máquinas para tomarla por la fuerza. Los que estaban dentro, saliendo por la noche, lle­ varon consigo antorchas rociadas de pez, y prendiendo fuego a las máqui­ nas las quemaron desde fuera. Al ver esto el emperador, encendido de ira, hizo construir nuevas máquinas más potentes y rodearlas de cuero sin curtir, y ordenó que fueran custodiadas mediante una vigilancia continua. Transcurrido el tercer mes de asedio y excesivamente debilitadas ambas partes por las masacres recíprocas -además una plaga de disentería había atacado con dureza al ejército del emperador-, al final los asediados, valiéndose de la decisión más adecuada, encontraron la forma de salir de la difícil situación. Un día, cogieron a un eremita vestido de monje, de los que abundan en Italia, le encargaron que llevara una cruz y enviaron tras de él a todos los niños menores de edad de la ciudad; y así llegó hasta la tienda del emperador gritando "kyrieleisón". Al oír esto, el emperador ordenó que les preguntaran qué querían, y habiendo respondido que le pedían que se compadeciese de la desgraciada ciudad, contestó: «El que conoce los corazones sabe bien que son sus padres más que yo los homi­ cidas de estos niños. Y llorando ordenó que volvieran a la ciudad sanos y salvos. Actuaron según les había ordenado el emperador. Al día siguien­ t e trata de un circunstancial en ablativo, futura estate, y no un dativo.

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die iterum primo mane processerunt a civitate, ut prius clamantes «Kyrrieleison», usque dum sonoritas vocum illorum aures pulsaret imperatoris. Qui statim egressus a tentorio respiciensque pupillo­ rum turbam, pietate permotus, ut erat vir sapientissimus, voce dominica usus ait: «Misereor super turbam». Nam ante iam dixerat quoniam, si ei contingeret capere civitatem, quicquid masculini sexus inveniretur in ea suspenderetur patibulis, reliqua vero igne cremari, ipsiusque civitatis moenia ad solum pertrahi. Preterea mandavit imperator illis qui in civitate ceteris preerant ut, si indulgeri sibi ab eo vellent iramque eius placare, ipsimet subverterent partem murorum civitatis que contra suas machinas rebellis stare videbatur. Qui audientes certatim impleverunt quod eis mandatum fuerat. Post haec quoque precepit imperator eos pacifice ad se ingre­ di murumque civitatis ab eisdem reedifican; acceptisque pacis obsidibus ab universis regionis illius provincialibus, reversus est Saxoniam. Normanni quippe, cum suo duce Rodulfo reversi in suam patriam, gratanter recepti a proprio principe Richardo. Sequenti denique anno mense iulio obiit Heinricus imperator apud Saxoniam, sepultusque est honorifice in monasterio Bavoberch quod ipse, ut dictum est, in honore apostolorum principis edificaverat.

II. De Rotberto rege Francorum

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5. In prescripto igitur tempore, disponente Francorum num Rotberto rege, plurimas ei intulere sui contumelie insolentias illi maxime, quos aut ex mediocri aut ex infimo genere quam uter­ que Hugo ei scilicet pater atque avus fecerunt tam ipse maximis honoribus sublimes, inter quos fuit Odo rebellionum maximus, qui fuit filius Tetbaldi Carnotensis cognomento Fallacis, ceterique quamplures inferioris potentie, qui exinde extiterunt ei rebelles, unde esse debuerant humiliores. Quorum non dispar fuit secundus Odo filius scilicet prioris Odonis, qui quanto potentior tanto frauII 4. ei Gesi. And., Haudiquier fortasse recte

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te por la mañana salieron de nuevo en procesión, gritando como antes "kyrieleisón", hasta que el sonido de sus voces golpeara el oído del empe­ rador. Habiendo salido éste inmediatamente de la tienda, al volver a ver a la multitud de niños, fue movido por la piedad, como hombre pruden­ te que era, y sirviéndose de la palabra del Señor les dice: «Me compadez­ co de esta gente»4. Pues ya antes había dicho que, si tuviera la suerte de apoderarse de la ciudad, a cualquiera de género masculino que encontra­ se allí lo colgaría del patíbulo, el resto lo arrojaría al fuego y derribaría hasta el suelo las murallas de esa ciudad. Además ordenó el emperador a los que estaban al frente de la ciudad que, si querían que él fuera indul­ gente con ellos y aplacar su ira, derribaran ellos mismos la parte de las murallas de la ciudad que parecía rebelarse contra sus máquinas. Al oírle, cumplieron a cual mejor lo que se les había mandado. Tras estos aconte­ cimientos, el emperador ordenó además que acudieran junto a él pacífica­ mente y que reedificaran ellos mismos la muralla de la ciudad; después de tomar rehenes de paz procedentes de todas las provincias de la región, volvió a Sajonia. Los normandos volvieron a su patria con su jefe Rodolfo y fueron recibidos con alegría por el propio príncipe Ricardo. Al año siguiente, en el mes de julio murió en Sajonia el emperador Enrique y fue enterrado con todos los honores en el monasterio de Bavoberch, que, como se ha dicho, había hecho construir él en honor del príncipe de los apóstoles.

II. Roberto, rey de Francia

5. En la época mencionada en que ocupaba el reino de Francia e rey Roberto, los suyos le infligieron gran número de afrentas, sobre todo aquéllos de extracción media o baja a quienes él mismo o los dos Hugos, el padre y el abuelo, habían elevado a los más altos cargos. Entre ellos, el máximo representante de las revueltas fue Odón, hijo de Tebaldo de Chartres, de sobrenombre "el Embaucador", y hubo otros de menor potencia que, cuando habrían debido ser más humildes, entonces se rebe­ laron contra él. No diferente de éstos fue Odón II, hijo de Odón I, tanto más desleal cuanto más poderoso que los demás. Pues cuando murió sin 4 Marcos, VIII, 2.

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dulentior ceteris. Nam, cum obisset Stephanus, comes Treconum et Meldorum, Heriberti filius, ipsius regis consobrinus, absque liberis, arripuit idem Odo contra regis voluntatem universa queque latifun­ dia in regis videlicet dominium iure cessura. 6. Fuit etiam iuge litigium et bella frequentia inter ipsum Odonem et Folconem Andegavorum comitem, quoniam uterque tumidus superbia idcirco et pacis refuga. Necnon etiam Willemus, Heinrici ducis privignus, Adalbert! Longobardorum ducis filius, eidem regi aliquando rebellis extitit, favente ei Landrico Nevernis comite, qui eius filiam uxorem duxerat, et Brunone Lingonensi episcopo, cuius habebat in matrimonio sororem, ex qua suscepit filios et filias, de quibus prius natam Landricus, reliquas uterque Willemus, scilicet Pictavensis et Arelatensis, duxere uxores; unusque filiorum eius, Rainaldus nomine, duxit filiam Richardi Rotomagensis ducis, Adeledam nomine, uxorem. Qui licet advena, puer etiam furtim sublatus a Langobardorum patria, matrique non mediocriter astute per quendam monachum redditus, in Burgundia in tantum conva­ luit, ut in divitiis et militia non inveniretur secundus in patria. Sed huic plurim um adversatus restitit Hugo, filius Lanberti Cabilonensis comitis, viri honestissimi, qui inter cetera que gessit optima monasterium etiam construxit in pago Augustidunense quod dicitur Paredo in honore sancte Marie sanctique Johannis Baptiste, in quo etiam sepultus honorifice quiescit. Fuit enim idem Hugo episcopus Autissioderi, regensque comitatum patris ex impe­ rio regis, quoniam prefer eum pater eius non habuit sobolem sexus masculini idcircoque hostibus regis contrarius quoniam regi fidelis­ simus parebat in omnibus. 7. Accepit autem supradictus rex ilius cognatam nomine et animo Constantiam, inclitam reginam, filiam videlicet prioris Willemi Aquitanie ducis, ex qua etiam suscepit filios quattuor et filias duas. Extitit tamen aliquando quidam Hugo, dictus Belvacensis, qui inter ipsum regem eiusque coniugem nequam semen odii[s] spargebat suique gratia premii reginam ei fecerat 42. odiis P corr. Orlandi

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hijos Esteban, conde de Troyes y de Meaux, hijo de Heriberto y primo del propio rey, este Odón se apoderó, en contra de la voluntad real, de todos los latifundios que por ley pasarían bajo dominio del rey. 6. Hubo también litigios continuos y frecuentes enfrentamientos entre el propio Odón y Folco el conde de Anjou, porque ambos estaban henchidos de soberbia y por ello rechazaban la paz. Además Guillermo, hijastro del duque Enrique e hijo de Adalberto el duque de los longobardos, en una ocasión se rebeló contra el mismo rey, con el apoyo de Landrico el conde de Nevers, que se había casado con una hija suya, y de Bruno el obispo de Langres, con cuya hermana se había casado él y de la que tuvo hijos e hijas; a la primera de ellas la tomó por esposa Landrico, a las otras dos siguientes Guillermo de Poitiers y Guillermo de Arles, y uno de sus hijos, de nombre Reinaldo, se casó con la hija de Ricardo el duque de Ruán, de nombre Adelaida. Este, aunque extranjero, pues de niño fue arrebatado de la tierra de los longobardos y devuelto a su madre de forma muy hábil por un monje, se hizo tan poderoso en Borgoña que ni en riquezas ni en artes militares se encontraba otro igual en su país. Pero fue su mayor adversario Hugo, hijo de Lamberto el conde de Chalón, varón muy honesto que, entre otras obras espléndidas edificó también un monasterio en el distrito de Autún, que se llama Paray, en honor de santa María y de san Juan Bautista, donde reposa enterrado con grandes hono­ res. El mismo Hugo fue también obispo de Auxerre y administraba el con­ dado de su padre, por orden del rey, porque su padre no tenía ningún hijo de sexo masculino, excepto él; era adversario de los enemigos del rey por cuanto era muy leal y obediente a él. 7. El rey del que hablamos antes se casó con una pariente de aquél (de Hugo), Constancia por el nombre y por su ánimo, reina insigne e hija de Guillermo I, duque de Aquitania; con ella tuvo cuatro hijos y dos hijas. Pero hubo un individuo llamado Hugo de Beauvais que esparcía entre el propio rey y su esposa la malvada semilla del odio y consiguió volver a la reina odiosa para su marido, en beneficio propio. Además logró tan gran

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odiosam. Tantam denique insuper gratiam a rege consecutus fuerat, ut comes palatii haberetur. Factumque est ut die quadam rex in silva venatum iret, idemque Hugo, ut semper solebat, cum illo; veneruntque, missi a Fulcone Andegavorum comite, cognato scili­ cet eiusdem regine, fortissimi trucidaverunt. Ipse vero rex, licet ali­ quanto tempore tali facto tristis effectus, postea tamen, ut decebat, concors regine fuit. Hic itaque rex, ut sapientissimus Dei cultor, semper fuit humilium amator superborumque ut valuit osor. Si qua enim pontificalis sedes in suo regno proprio viduaretur presule, cura erat ei maxima ut utilis pastor, licet genere infimus, restituere­ tur ecclesie potius quam nobilitatis eligeretur persona secularis pompe. Qua de causa etiam primates regni sensit plurimum contumaces, qui despectis humilibus sui similes eligebant superbos.

8. Fuit enim ei pax cum regibus in giro regni sui po maxime cum suprascripto imperatore Heninrico. Nam, cum ali­ quando ad invicem colloquendum super Mosam fluvium, qui limes est utriusque regni, convenissent, pluresque ex ambobus partibus musitarent indecens esse ut quis illorum, tantorum scilicet regum, semet humilians quasi in alterius transiret auxilium, hoc etiam fore potissimum, ut in fluminis medio navibus portarentur simul locu­ turi. Sed viri eruditissimi illud uterque in mente habens: «Quanto magnus es, humilia te in omnibus». Primo namque mane surgens imperator transiit cum paucis ad regem Francorum, nimioque amplexu semet deosculantes, sacramentisque missarum decenter ab episcopis in conspectu illorum celebratis, prandere simul utris­ que congruit. Expleto quoque prandio obtulit Rotbertus rex immen­ sa munera auri atque argenti et preciosarum gemmarum Heninrico, centum insuper equos honestissime faleratos super unumquemque lorica et galea, mandans insuper tantum illorum amiciciam minue­ re quantum contingeret ex omnibus illi relinquere. At Henricus, cer­ nens amici liberalitatem, suscepit ex illis tantum librum Evangelii, auro et lapidibus preciosis insertum, ac philaterium simile factum, continens dentem sancti Vincendi levite et martyris; uxor vero illius pares auri tantum naves accepit. Cetera autem egrediens in gratia 49. sapientissimus ex sapientissimi P

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favor de parte del rey que fue considerado conde de palacio. Un día el rey fue a cazar por el bosque e iba con él Hugo, como solía hacer siempre; lle­ garon doce soldados muy valientes, enviados por Folco el conde de Anjou, pariente de la reina, que asesinaron a Hugo delante del rey. Éste, aunque estuvo afligido durante un tiempo por tal suceso, sin embargo después se reconcilió con la reina, como era conveniente. Como gran sabio y devoto de Dios, fue siempre amante de los humildes y odió cuan­ to pudo a los soberbios. Si en su reino una sede episcopal era privada de su titular, su máxima preocupación consistía en que le fuera devuelto a la iglesia un pastor adecuado, aunque fuera de ínfima extracción, antes que elegir una persona de la nobleza, habituada al lujo mundano. Se dio cuen­ ta que le eran muy hostiles los grandes señores del reino, porque éstos ele­ gían a soberbios semejantes a ellos, despreciando a los humildes.

8. Vivió en paz con los reyes limítrofes de su reino, sobre todo c el emperador Enrique, ya mencionado. Pues cuando se reunieron en una ocasión para conversar junto al río Mosa, que establece la frontera de uno y otro reino, muchos de ambos partidos musitaban que era inconvenien­ te que uno de aquellos reyes tan poderosos se rebajara a cruzar el río como para ayudar al otro, y que habría sido mejor que los hubieran lleva­ do en naves al centro del río para hablar al mismo tiempo. Pero ambos eran hombres muy sabios y tenían en la mente aquel dicho: «Cuanto más grande seas, tanto más humíllate a ti mismo en todo»5. Por eso el empera­ dor, levantándose muy de mañana, cruzó con unos pocos a la ribera del rey de Francia y se besaron calurosamente en medio de un largo abrazo, asistieron a la misa celebrada solemnemente por los obispos y les pareció oportuno comer juntos. Una vez concluida la comida, Roberto ofreció a Enrique inmensos regalos de oro, plata y piedras preciosas, además de cien caballos magníficamente protegidos cada uno con escudo y casco, afirmando que su amistad disminuiría en la misma medida que los rega­ los que le dejara. Pero Enrique, dándose cuenta de la generosidad de su amigo, aceptó solamente el libro del Evangelio cubierto de oro y piedras preciosas y un relicario decorado de forma similar, que contenía un dien­ te de san Vicente diácono y mártir6; su esposa cogió sólo dos incensarios de oro. Lo demás se lo dejó al marcharse en señal de gratitud. Al día 5 Eclesiastés, III, 20. (>E1 término philaterium (phylacterium) se refería a una caja para guardar las reli­ quias. El santo aquí mencionado sería San Vicente diácono de Zaragoza, cuyo culto se difundió en España desde la Antigüedad tardía.

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dimisit. Sequenti igitur die iterum rex Rotbertus cum episcopis transiens ad imperatoris tentoria, qui eum satis sublime suscipiens, expletoque simul prandio, centum libras ei ex auro puro obtulit. Rex quoque pares tantum naves auri ex illlo sumpsit, firmatoque uterque pacto amicicie rediere ad propria. Ab aliis quoque regibus satis gratifice fuit semper habitus, Adalrado scilicet rege Anglorum et Rodulfo rege Austrasiorum necnon et Sancto rege Navarriae Hispaniarum; mittebantque ei munera et petebant ab eo auxilia.

III. De stella comete que apparens plurima portenderit

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9. Apparuit igitur prefati regis tempore in occidentalis aeris parte stella que vocatur cometis, septembrio mense, incipiente nocte, perdurans spacio trium fere mensium. Que scilicet nimia cla­ ritate fulgens maximam aeris partem sibi inlustrando vendicabat, usque dum circa galli cantum occumberet. Sed utrum noviter a Deo stella mittatur seu ab eodem ob gratiam portenti alicuius stelle lumen multiplicius augeatur, ipsi soli scire competit, qui cetera indicibiliter sua sapientia disponit. Illud tamen habetur probatissi­ mum, quoniam, quotiens huiusmodi hominibus ostenditur, fieri in mundo paulo post quoddam mirum atque terribile patenter innui­ tur. 10. Denique contigit in proxim um ecclesiam Beati Michahelis archangeli cremari incendio, que scilicet, constituta in quodam promuntorio litoris Oceani maris, toto orbe nunc usque habetur venerabilis. Nam et inibi certissimum conspicitur videlicet ex incremento atque decremento lunari, eundo ac redeundo, pro­ cessu mirabili in giro eius promuntorii reuma scilicet Oceani -cuius etiam maris excrementum 'malinas' vocant, decrementum quoque 'Iedones' numcupant-; atque ob hoc maxime predictus locus a plurimis terrarum populis sepius frequentatur. Est etiam non longe a

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siguiente el rey Roberto junto con algunos obispos pasó a la tienda del emperador, que le recibió espléndidamente y, terminada la comida en común, le ofreció cien libras de oro puro. El rey tomó solamente dos incensarios de oro y, una vez firmado un pacto de amistad, ambos regre­ saron a sus países. Roberto fue siempre tratado con gran reconocimiento por los otros reyes, Etelredo de Inglaterra, Rodolfo de Austria y también Sancho de Navarra, en Hispania, que le enviaban regalos y le pedían ayuda.

III. Aparición de un cometa que presagiaba muchas desgracias 9. En tiempos de ese rey, en la parte occidental del cielo, apareció al comienzo de una noche del mes de septiembre una estrella llamada cometa que permaneció allí por espacio de casi tres meses. Resplan­ deciendo con gran luminosidad, dominaba la mayor parte del cielo bri­ llando con luz propia, hasta que se ocultaba al canto del gallo. Pero si se trata de una nueva estrella enviada por Dios, o bien la luz de una estrella acrecentada mucho más por él para anunciar algún prodigio, le compete saberlo solamente a Aquél que dispone las demás cosas con su sabiduría inescrutable. Pero lo que está bien demostrado es que, cada vez que apa­ recen señales de este tipo ante los hombres, se anuncia claramente que poco después se producirá en el mundo algo sorprendente y terrible. 10. Poco después sucedió que fue incendiada la iglesia del Beato Miguel Arcángel, que está situada en un promontorio de la costa oceáni­ ca y venerada en todo el mundo hasta el día de hoy. Allí se observan cla­ ramente las mareas del océano con su sorprendente movimiento adelan­ te y atrás en torno al promontorio, según la fase creciente o decreciente de la luna -también llaman "malinas" a las mareas altas y "ledones" a las mareas bajas7-; y por eso especialmente, ese lugar es frecuentado por muchísima gente de todos los pueblos de la tierra. Cerca de ese promon-

7 Las malinas coinciden con la luna llena y los ledones con los cuartos, menguante y creciente, de la luna. Cf. 58, lib. III, de G. Cavallo-G. Orlandi, Rodolfo il Glabro ... pp. 327-328.

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predicto promuntorio fluviolus cognomento Arduus qui, post haec paululum excrescens, per aliquod temporis spacium intransmeabilis effectus atque ad predictam ecclesiam ire volentibus viam pluri­ mum impediens, aliquantisper eiusdem itineris obstaculum fuit; postmodum vero in sese rediens profundissime litus suo cursu sul­ catum reliquit. 11. His ita gestis, contigit ut venerabilis Abo, pater monaste­ rii Sancti Benedicti Floriacensis cognominati, gratia propagande religionis m onastice in provintiam transiret m eridianorum Wasconum. Cumque illuc deveniens in quodam moraretur coeno­ bio ibique more solito ea que Dei sunt sedule exerceret, nimio a cunctis venerabatur affectu. Accidit igitur die quadam ut in atrio eiusdem coenobii, exardescentibus quorumdam litigiosorum ira­ rum stimulis, nimium acer oriretur tumultus; dumque vir reverentissimus, predictus videlicet Abo, comperiens, ad eundem tumul­ tum sedandum pugillares gerens in manibus tabellas cum stilo pro­ cessisset, unus e vulgo afflatus spiritu diabolico irruens in eum eiusque latus lancea perforans Christi martyrem fecit. Qui etiam, ut fertur, paulo post arreptus a doemone miserabiliter vitam finivit. Corpus vero predicti patris tam sui quam ceteri quique fideles eius­ dem provintie honorifice inibi sepelierunt, ubi etiam ad laudem sui nominis perplura postmodum Dominus largitus est hominibus beneficia. 12. Tunc igitur temporis in Italia atque in Galliis plerique episcoporum nonnulla inter se de diversis questionibus habuere synodorum conciliabula. Nam de ieiuniis, que plerique fidelium scilicet inter ascensionem salvatoris et pentecosten observant, ita decreverunt ut ne per imperium sacerdotum fierent, excepto sabba­ to pentecosten, et a quibus fieri vellent ne prohiberentur fieri. Simulque incidit questio, cur monachi per tres vel quattuor domini­ cas dies ante diem nativitatis dominice seu quadragesimalis obser­ vationis tempore ymnum scilicet «Te Deum laudamus» decantarent contra morem Romane ecclesie. Qua videlicet questione aggressi,

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torio hay también un arroyo llamado Ardre que después aumentó un poco su caudal y se hizo intransitable por un tiempo, impidiendo el paso a los que querían ir a esa iglesia, y constituyó un obstáculo para su cami­ no durante un tiempo; después volvió a su lecho el arroyo y dejó la playa profundamente excavada por su curso. 11. Tras estos acontecimientos, sucedió que el venerable Abbón, abad del monasterio de San Benito de Fleury, se trasladó a la provincia meridional de los vascones8, para difundir la vocación monástica. Al lle­ gar allí, como se alojaba en un cenobio y realizaba con diligencia las tare­ as debidas a Dios, era objeto de gran afecto y veneración por parte de todos. Un día, en el atrio de este monasterio se produjo una feroz reyerta, al enardecerse los instintos violentos de algunos hombres pendencieros; dándose cuenta de ello el muy venerable Abbón, mientras se dirigía hacia el tumulto para apaciguarlo llevando en las manos las tablillas de cera y el punzón de escribir, uno del vulgo, inspirado por el diablo, lanzándose contra él y atravesándole un costado con una lanza, le convirtió en mártir de Cristo. Según se cuenta, éste fue arrebatado poco después por el demo­ nio y acabó miserablemente su vida. Tanto sus compañeros como los otros fieles de esa zona enterraron con todos los honores el cuerpo de este abad allí, lugar donde el Señor concedió después muchos beneficios a los hom­ bres, en alabanza de su nombre. 12. En aquella época, en Italia y en la Galia muchos obispos cele­ braron numerosas reuniones conciliares entre ellos sobre diversas cuestio­ nes. A propósito de los ayunos, que la mayoría de los fieles observa entre la Ascensión del Salvador y Pentecostés, decretaron que no fueran impuestos por los sacerdotes, a excepción del sábado de Pentecostés, y a quienes quisieran hacerlos, que no se les prohibiera. Se planteó también la cuestión de por qué los monjes cantaban el himno Te Deum laudamus durante los tres o cuatro domingos antes del nacimiento del Señor o en época de Cuaresma, en contra de la costumbre de la Iglesia romana. Al abordar esa cuestión, tanto los abades como los monjes respondieron que

8 Se refiere al país vasco-francés, tradicionalm ente conocido como la Gascuña francesa, término derivado del latín Wascones.

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tam abbates quam monachi responderunt se pro nulla re illud agere nisi ex beati Benedicti nominatissimi atque excellentissimi patris preceptione, cuius etiam actus simul et dicta a summo Romanorum pontifice, videlicet Gregorio, haberentur descripta ac laudabiliter roborata. His denique com pertis episcopi, usus monachorum autenticus ex more viguit. Necnon etiam de die adnuntiationis dominice, qui celebratur octavo kalendarum aprilium, si forte quolibet alio tem pore preter quadragesim am excoli congruentius potuisset, ab eisdem pontificibus non parva inlata est questio. Ferebatur enim a quibusdam eandem videlicet adnuntiationem dominicam Hispaniorum more quinto decimo kalendarum ianuariarum die irreprehensibiliter posse celebrari. Nam, cum ego postmodum in monasterio Cluniacense cum ceteris fratribus degerem, convenerunt illuc ab Hispaniis quamplures honeste conversationis iamdudum more viventes proprie regionis monachi. Propinquante vero die nativitatis dominice, petierunt predicti monachi venerabi­ lem Odilonem, eiusdem loci abbatem, ut more suorum liceret eis dominicam celebrare annuntiationem. Quod cum fecissent segrega­ ti a ceteris, visum est nocte eadem duobus senioribus loci quod unus de Hispanis fuscina focaria arriperet desuper altare puerum mitteretque illum in sartaginem prunis plenam ita clamantem: «Pater, pater, quod tu dedisti isti auferunt». Quid plura? Apud nos antiqua consuetudo, uti decebat, prevaluit.

IV. De innovatione basilicarum in toto orbe

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13. Igitur infra supradictum millesimum tercio iam imminente anno contigit in universo pene terrarum orbe, precipue tamen in Italia et in Galliis, innovari ecclesiarum basilicas; licet plereque decenter locate minime indiguissent, emulabatur tamen queque gens Christicolarum adversus alteram decentiore frui. Erat enim instar ac si mundus ipse, excutiendo semet, reiecta vetustate, passim candidam ecclesiarum vestem indueret. Tunc denique episIII 54. nominastissimi P corr. AV 63. quinto decimo ras. P brare P corr. M igne 68. petierunt P corr. AV

64. cele­

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lo hacían solamente por un precepto del muy famoso y eminente padre san Benito, cuyos actos y dichos fueron descritos y corroborados loable­ mente por el sumo pontífice romano Gregorio. Una vez conocidas estas cosas por parte de los obispos, la práctica auténtica de los monjes conti­ nuó vigente según la costumbre. Fue afrontada además por los mismos obispos una importante cuestión sobre el día de la Anunciación del Señor, que se celebra el 25 de marzo, por si se podía celebrar más conveniente­ mente en cualquier otra época, con excepción de la Cuaresma. Pues algu­ nos opinaban que la Anunciación se podía celebrar de forma irreprocha­ ble el 18 de diciembre, según la costumbre de los hispanos.9 Cuando yo vivía después en el monasterio de Cluny en compañía de los otros herma­ nos, acudieron allí desde Hispania numerosos monjes de comportamien­ to honesto que todavía vivían según las costumbres de su propio país. Al aproximarse la fecha de la Navidad, esos monjes le pidieron al venerable Odilón, abad del lugar, que les permitiera celebrar la Anunciación según su costumbre. Después de haberlo hecho separados de los demás, esa misma noche a los dos monjes más ancianos del lugar les pareció ver que uno de los hispanos cogía desde encima del altar, con un tridente a un niño y lo ponía en un brasero lleno de brasas gritando así: «Padre, padre, lo que tú nos diste, éstos nos lo quitan». En una palabra, la antigua cos­ tumbre prevaleció entre nosotros, como era conveniente.

IV. Restauración de las basílicas en todo el mundo 13. Se aproximaba ya el tercer año después del Mil cuando en mundo entero, pero sobre todo en Italia y en las Galias, se renovaron los edificios de las iglesias; aunque la mayoría, bien construidas, no lo habrí­ an necesitado, sin embargo cada pueblo cristiano rivalizaba con el otro por disfrutar de la más armoniosa. Era como si la propia tierra, sacudién­ dose para despojarse de la vejez, se revistiera de un cándido manto de

9 En el calendario mozárabe en vigor en España durante la época alto medieval la Anunciación era el 18 de diciembre. En el 1085, el concilio de Burgos estableció la liturgia romana, suprimiendo la mozárabe, pero en Toledo pervivió hasta el 1285.

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copalium sedium ecclesias pene universas ac cetera queque diver­ sorum sanctorum monasteria seu minora villarum oratoria in meliora quique permutavere fideles.

14. Eo quoque tempore inter cetera Beati Martini Tu monasterium emicuit, a venerabili scilicet viro Heriveo eiusdem loci archiclavo eversum atque ante ipsius obitum mirifico opere reedificatum. De cuius etiam vita et conversatione qualis a puericia usque ad presentís vite terminum extiterit si quis referre quivisset, pleniter incomparabilem huius temporis ostenderet virum homini­ bus. Duxit enim ex nobilibus Francorum, mente nobilior ipse, pro­ sapiam, et ut lilium vel rosa de spinis, de ferocioribus secundum sanguinem patrie fuit. Qui, ut generosioribus mos est, nobiliter educatus, dehinc vero scolis artium liberalium applicatus, sed intelle­ gens ex his plerosque plus fore contumaces quam divine oboedien­ de subditos, sufficere sibi credidit si exinde salutem anime reporta­ ret. Relictis autem pompatice scientie studiis, ad quoddam monas­ terium clam ingrediens, monachum se fieri satis devote postulavit. Sed quoniam, ut diximus, clari erat generis, idcirco parentum minas pertimescentes nullo modo adquieverunt fieri quod poposcerat fra­ tres eiusdem monasterii. In hoc tamen illum servantes ei fidem dederunt ut, si vis non obstaret parentum scilicet ipsius, libentissi­ me quod petebat explerent. Tandem inibi commorans, qualis postmodum futurus esset dans sanctitatis indicium, universisque ibi degentibus imitabile prebuit exemplum. Comperiens vero pater eius quod fecerat, furore arreptus venit ad predictum monasterium filium exinde abstracturus, revera potioribus lucris inservientem; satisque verbis redargutum, vim ei faciens, duxit illum inde secum usque in regis curiam, ipsumque regem obsecrans ut eius animum ab bac intentione honorum sponsionibus revocaret. Quem cernens rex videlicet Rotbertus, ut erat pius ac religiosus, dulcius illum exhortans qualiter bonum propositum mente integra conservare satageret atque in presens Beati Martini ecclesie archiclavum esse precepit, cupiens illum postmodum ceteris imitabilem constituere pontificem. Id denique multoties pertemptatum est, sed ipso renIV 31. vero s.l. P

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iglesias. En esa época, los fieles embellecieron casi todas las catedrales, todos los monasterios de los distintos santos e incluso los más pequeños oratorios de campo.

14. En ese tiempo destacó entre los demás el monasterio de sa Martín de Tours, demolido por Heriveo, el tesorero de ese lugar, y recons­ truido antes de su muerte con una magnífica obra. Si alguien pretendiera describir cuáles fueron su vida y sus costumbres, desde la infancia hasta el final de la existencia terrena, sin duda mostraría ante los hombres al varón más extraordinario de esta época. Procedía de nobles franceses, pero él era más noble por su disposición de ánimo y, como un lirio o una rosa entre las espinas, por su sangre perteneció a las familias más crueles del país. Según es costumbre entre los más ilustres, fue educado noble­ mente y después instruido en las escuelas de artes liberales pero, al com­ prender que de ellas saldrían la mayoría más rebeldes que sometidos a la obediencia divina, pensó que le bastaría con obtener de allí la salvación de su alma. Tras abandonar los estudios de la ciencia profana, ingresando en un monasterio a escondidas, solicitó con devoción hacerse monje. Pero, al ser de origen noble, como ya dijimos, por ese motivo los hermanos del monasterio, temiendo las amenazas de sus padres, no consintieron hacer lo que había pedido. Manteniéndolo sin embargo allí, le prometieron que si la fuerza de sus padres no lo impedía, con muchísimo gusto cumplirí­ an lo que pedía. Se quedó allí y, dando muestras de cuál sería en adelan­ te su santidad, proporcionó a todos los que vivían allí un ejemplo a imi­ tar. Al descubrir su padre lo que había hecho, en un arrebato de furia se fue al monasterio con intención de llevarse de allí a su hijo, que aspiraba a ganancias mucho mejores; después de haberle recriminado largamente, se lo llevó de allí consigo por la fuerza hasta la corte del rey, pidiéndole a éste que le disuadiera de ese propósito mediante la promesa de importan­ tes cargos. Cuando el rey Roberto lo vio, piadoso y devoto como era, le exhortó con dulzura a que intentara mantener aquel buen propósito con un corazón puro y en el momento le ofreció ser tesorero de la iglesia de san Martín, con el deseo de que después se convirtiera en un obispo ejem­ plar para los demás. Lo intentó más veces, pero no lo consiguió, pues él

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nuente effectu caruit. Suscepta quippe ac si coactus ecclesie cura, vesteque alba tectus interdum more canonico, mentem tamen et vitam pleniter possedit monachicam. Nam semper ad nudum tectus cilicio, inrefragabili macerans corpus ieiunio, sibi parcissimus, largus pauperibus, vigiliis et orationibus instabat assiduus.

15. Preterea vir Deo plenus mente concepit ut ecclesiam custos adscitus fuerat, amplioris altiorisque totius operis corpore sublimaret. Sancto itaque spiritu se docente designavit latomis incomparabilis iactare fundamentum operis, quod ipse, ut optave­ rat, ad perfectum duxit. Expleto itaque opere accersitisque plurima­ rum urbium episcopis opus predictum Deo consecrari studuit, ipsoque die sanctum Dei confessorem Martinum intro, sicut decebat, reposuit. Venerabatur enim eodem die preterite dedicatio basilice, quarto videlicet nonarum mensis iulii. Fertur etiam quoniam idem vir Dom ini Heriveus ante aliquot dies prefate translationis Dominum rogavisset ut ad ostensionem dilectionis sponse sue ecclesie per beatum Martinum, ut olim fecerat, quodcumque mira­ culum dignaretur demonstrare. Cui in oratione prostrato apparuit idem confessor, blando usus alloquio, ita inquiens: «Hoc quod petis, fili dilectissime, scito potiora posse te apud Dominum impe­ trare; sed tempori huic sufficere debent exibita dudum miracula, quoniam contiguum instat prius exsparsi seminis collecture messis. Sola enim animarum erigens medela exoranda est universis. Pro his enim Domini misericordiam obsecrare minime omitto. Nam et pro his noveris me apud Dominum precipue intervenire, qui illi assidue in presentí serviunt ecclesia. Quidam enim illorum, plus iusto pre­ sentís seculi implicati negociis, armis insuper militaribus famulan­ tes, quibus trucidati in prelio deciderunt. De quibus nolo te lateat quoniam vix apud Christi clementiam obtinui, ut erepti de ministris tenebrarum locis refrigerii ac lucis sistere mererentur. Ceterum tu delectabile Domino votum, ut ceperas, exple». Superveniente igitur designato die congregatisque episcopis et abbatibus, cum innume­ ra multitudine fidelium utrorumque sexuum et ordinum, priusquam inciperent sacra fieri, vir reverentissimus Heriveus sanctiori55, mensis iulii s.l. P Wint.

57. rogavisset ex rogavisse P

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mismo lo rechazó. Aunque asumió la dirección de una iglesia en contra de su voluntad y vistió de vez en cuando los hábitos blancos según costum­ bre de los canónicos, sin embargo conservó plenamente un corazón y una vida propia de los monjes. Pues, llevando siempre un cilicio sobre la piel desnuda, mortificando su cuerpo con un inflexible ayuno, muy parco con­ sigo mismo y generoso con los pobres, era asiduo a las vigilias y oracio­ nes. 15. Ese hombre lleno de la gracia de Dios ideó además ampliar elevar el edificio de la iglesia cuya custodia le había sido confiada. Así, guiado por el Espíritu Santo, ordenó a los obreros echar abajo los cimien­ tos de la extraordinaria obra que fue llevada a término tal como él había deseado. Una vez concluido el trabajo e invitados los obispos de muchas ciudades, se encargó de que fuera consagrada esa obra a Dios, y ese mismo día volvió a colocar en su interior los restos del confesor san Martín, como era debido. Ese mismo día se conmemoraba la consagración de la basílica anterior, es decir, el cuatro de julio. Se cuenta también que ese hombre de Dios, Herveo, unos días antes del traslado había rogado al Señor que tuviera a bien manifestar algún m ilagro operado por san Martín, para demostrar el amor a su iglesia, como había sucedido en otro tiempo. Mientras estaba arrodillado rezando se le apareció el propio con­ fesor10 que, con suaves palabras, le decía así: «Sobre lo que pides, queridí­ simo hijo, sábete que tú podrías conseguir del Señor cosas más importan­ tes; pero por el momento deben bastarte los milagros que se produjeron ya antes, porque está próximo el tiempo de recoger la mies de la semilla antes sembrada. Sólo debe ser pedida por todos en oración la curación que eleva las almas; por ellas no dejo de rogar la misericordia del Señor. Sabrás también que intercedo ante el Señor especialmente a favor de aquéllos que le sirven sin descanso en esta iglesia. Algunos de ellos, impli­ cados en los negocios de este siglo más allá de la justa medida, y además al servicio de las armas, cayeron muertos en combate. Sobre estos últimos quiero que sepas que con dificultad conseguí la clemencia de Cristo para que merecieran residir en la sede de la felicidad y de la luz, una vez arran­ cados de las manos de los ministros de las tinieblas. Por lo demás, tú cum­ ple la promesa agradable al Señor tal como la has iniciado». Al llegar el día establecido, congregados los obispos y los abades junto con una ingente multitud de fieles de ambos sexos y órdenes -laicos y eclesiásti­ cos-, antes de que empezaran a celebrarse los sagrados misterios, el reve­ r s e refiere a san Martín de Tours.

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bus qui convenerant sacerdotibus hoc quod ei revelatum fuerat manifestare curavit. Peracta vero ex more sacratione, omnibus uten­ silibus rite compositis, coepit idem vir artioris vite macerationibus sese conterere atque solitarius in exigua penes ecclesiam cellula psalmis et orationibus vacans degere. Qui cum post haec anno Illito cognovisset se in brevi migraturum a seculo, iam iamque egrotare coepisset, ac plures ad eum visitandi gratia concurrerent, simulque prestolantes in eius discessu aliquod fieri videre miraculum, utpote qui tanti meriti presciebant virum, ipse vero mente sagaci predixit illis ac monuit ut alia curarent, signumque quod minime essent visuri ne expectarent; pro se potius obsecrabat ut piissimum Dominum attentius orarent. Iam siquidem propinquans sui exitus horam, erectis in caelum manibus et oculis creberrime dicebat: «Domine miserere! Domine miserere!». Sicque inter haec verba ultimum efflavit spiritum, sepultusque est in eadem ecclesia, in eo sci­ licet loco ubi primitus beatus Martinus sepultus quieverat. V. De monasteriis reedificatis ben e a Willemo abbate vel institutis

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16. Claruit eo in tempore in predicta domorum Dei me tione venerabilis abba Willemus, a beato siquidem Maiolo primitus ecclesie Sancti martyris Benigni pater constitutus. Quam videlicet ecclesiam ilico tam mira locatione permutavit, ut huiuscemodi alter difficile queat inveniri. Regulari etiam districtione non minus effloruit atque incomparabilis humus ordinis suo tempore propagator extitit. Sed quantum pro hac re diligebatur a religiosis et piis, tanto magis detrahebatur insidiabaturque a fraudulentis et impiis. Fuit enim ex Italia ortus, nobilem ducens a parentibus prosapiam, nobilior tamen inlustrem per assecutam scientiam. Nam in eodem territorio, scilicet in fundo qui ei parentum iure debebatur, prius vocato Vulpiani, construxit monasterium totius gratiae abundantissimum, postea ab ipso mutato nomine Frutuariense cognomi­ natum. Quod cum multigenis locupletasset beneficiis constituit ibi monachorum patrem, per omnia se imitantem, nomine Iohannem. 85. signum quodque P corr. Wint. Vulpiam P corr. Orlandi

V 5. alter P corr. Migne

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rendísimo Heriveo se preocupó de manifestar a los sagrados sacerdotes que habían acudido lo que le había sido revelado. Una vez celebrada la consagración según la tradición y colocados en su sitio todos los objetos litúrgicos de acuerdo con la norma, él mismo comenzó a mortificarse con penitencias más duras y a vivir en una pequeña celda, contigua a la igle­ sia, dedicándose a entonar salmos y oraciones. Cuatro años después de esto, habiendo comprendido que en breve se marcharía del mundo terre­ no, y como había empezado ya a enfermar y muchos acudían a visitarle esperando asistir a algún milagro en su partida, pues presentían que era un hombre de gran mérito, él mismo con gran agudeza mental les advir­ tió y les recomendó que se preocuparan de otras cosas y que no esperaran una señal que no iban a ver; más bien les pedía que rogaran por él fervo­ rosamente al Señor misericordioso. Al aproximarse ya el momento de su partida, elevando las manos y los ojos al cielo decía sin parar: «Señor apiá­ date. Señor apiádate». Y así en medio de estas palabras exhaló el último aliento y fue sepultado en esa iglesia, en el mismo lugar donde descansa­ ba ya enterrado el beato Martín. V. Los monasterios restaurados o fundados por el abad Guillermo

16. Destacó entonces en la reconstrucción de los edificios religioso el venerable abad Guillermo, nombrado por el beato Maiolo para gober­ nar la iglesia del mártir san Benigno. Renovó esta iglesia de forma tan adm irable que difícilm ente se puede encontrar otra semejante. Igualmente se distinguió en el cumplimiento riguroso de la regla y fue en su tiempo un incomparable propagador de esta orden. Pero por esa razón, cuanto más era amado por los hombres devotos y piadosos, tanto más era denigrado y asechado por los malvados e impíos. Nació en Italia, adqui­ riendo la noble estirpe de sus padres, sin embargo se hizo más noble gra­ cias a la ilustre sabiduría adquirida. En esa tierra, en una propiedad que le pertenecía por herencia, antes llamada Volpiano, construyó un monas­ terio lleno de todo bien, que fue llamado después Fructuaria, tras haberle cambiado el nombre él mismo. Habiéndolo enriquecido con múltiples beneficios, estableció allí como abad a un hombre, llamado Juan, seguidor

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Erat enim predictus Willemus acer ingenio et insignis prudentia; idcirco summum in palaciis regum ac ceterorum principum obtine­ bat locum. Quodcumque denique monasterium proprio viduabatur pastore, statim compellebatur tam a regibus vel comitibus quam a pontificibus, ut meliorandi gratia illud ad regendum susciperet, quoniam ultra cetera divitiis et sanctitate ipsius patrocinio assump­ ta cernebantur excellere monasteria. Ipse quoque firma testabatur assertione quia, si huius institutionis tenor quocumque loco a monachis custodiretur, nullam omnino indigentiam cuiusque rei paterentur. Quod etiam evidentissime declaratum est in locis sibi commissis. 17. Fertur siquidem eadem institutio ususque humus con­ suetudinis ex sancti patris Benedicti monasteriis vel regula exor­ dium habuisse, atque per beatum Maurum ipsius videlicet discipulum ad nostrum id est Gallicarum territorium delatam fuisse. Extat etiam veridica relatio quoniam, post beati Mauri obitum, succeden­ ti tempore hostium infestationibus expulsi monachi a monasterio cognomento Glannofolio, quod ipse construxerat, sicut in eius ges­ tis habetur, in Andegavense territorio, venientesque ad monasterium Sancti Savini confessoris Pictavensis tulerunt secum totam que valuere suppellectilem, ibique per aliquod spacium temporis ea que didicerant operam dedere, rursusque illo frigescente eiusdem districtionis tenore apud monasterium Sancti Martini Augustudunensis suscepta dinoscitur aliquoties viguisse; deinde vero quasi terna transmigratione in superiore Burgundia locatum Balmense occupavit monasterium. 18. Ad ultimum quoque predicta videlicet institutio, iam pene defessa, auctore Deo elegit sibi sapientie sedem, vires collectu­ ra ac fructificatura germine multiplici, in monasterio scilicet cognomento Cluniaco. Quod etiam ex situ eiusdem loci adclino atque humili tale sortitum est nomen; vel etiam, quod aptius illi congruit, a cluendo dictum, quoniam cluere crescere dicimus: insigne quippe incrementum diversorum donorum a sui principio in dies locus 30. delata dub. W int. 36. que Orlandi : que P quam Duchesne 37. ea Orlandi Wint. : iis France

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suyo en todas las cosas. Guillermo era agudo por su ingenio e insigne por su sabiduría; por esto tenía un puesto importante en los palacios de los reyes y de los otros príncipes. Cuando cualquier monasterio se quedaba sin su pastor, inmediatamente era llamado por reyes, condes o pontífices para que aceptara dirigirlo y mejorar su estado, puesto que los monaste­ rios acogidos bajo su protección destacaban sobre los demás por sus riquezas y su santidad. Él mismo aseveraba que en cualquier lugar que fueran observadas con rigor las normas de esta orden por los monjes, no sufrirían ninguna necesidad en absoluto. Esto fue claramente evidencia­ do en los lugares encomendados a él. 17. Se dice que esta institución y sus costumbres procedían de los monasterios o de la regla del santo padre Benito, y que fueron trasladadas a nuestro país, la Galia, por su discípulo, el beato Mauro. Un relato fide­ digno asegura que, tras la muerte del beato Mauro, en años sucesivos, a causa de las invasiones enemigas los monjes fueron expulsados del monasterio denominado Glanfeuil, que él mismo había fundado en el territorio de Angers, como se recoge en su biografía; y cuando los monjes acudieron al monasterio del confesor san Sabino de Poitiers llevaron con­ sigo todo el menaje de culto que pudieron, y allí durante un periodo de tiempo se ocuparon en las tareas que habían aprendido; al debilitarse des­ pués el rigor de esta regla, y asumida en el monasterio de san Martín de Autun, se sabe que tuvo vigor durante un tiempo, y después, en una espe­ cie de tercera emigración, ocupó el monasterio de Baume, situado en la Borgoña superior. 18. Por último esta institución, ya casi agotada, por deseo de Dios eligió para sí la sede de la sabiduría, en el monasterio llamado de Cluny, para recuperar fuerzas y fructificar con múltiples semillas. Este nombre surgió de la ubicación inclinada y baja del lugar; o incluso, explicación que encaja mejor, fue llamado así por duendo, porque cluere significa cre­ cer; en efecto, desde el principio y de manera continua ese lugar consiguió un notable incremento procedente de diversas donaciones. Construyó

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idem obtinuit. Construxit igitur predictum coenobium primitus pater monachorum supradicti Balmensis monasterii, Berno vocatus, iubente Willemo piissimo Aquitanorum duce, in pago Matisconense super Graonam fluviolum. Quod etiam coenobium in primo non amplius quam quindecim terre colonias dicitur in dotem acce­ pisse; fratres tamen duodecim numero inibi memorantur convenisse. Ex quorum veluti optimo semine multiplicata stirps Domini exercituum innum erabilis m agnam orbis plagam cognoscitur replesse. Qui, quoniam his que Dei sunt, videlicet iusticiae et pieta­ tis operibus, incessanter adheserunt, idcirco bonis omnibus repleri meruerunt, insuper et futuris imitabile reliquerunt exemplum. Nam post prefatum Bernonem suscepit regiminis curam sapientissimus abba Odo, vir per omnia religiosissimus, qui fuerat Sancti Martini Turonis ecclesie prepositus, moribusque et conversatione sanctitatis valde ornatus. Hic enim in tantum huius instituti propagator extitit, ut a Beneventana provintia queque habebantur in Italia et in Galliis usque Oceanum mare potiora monasteria illius dicioni gratularen­ tur esse subiecta. Post cuius obitum successit Heimardus, vir sim­ plex, in ipsius locum, qui, licet non adeo famosissimus, regularis tamen observantie non impar custos. Post hunc quoque sanctus ac venerabilis eligitur Maiolus, cuius superius memoriam fecimus, qui etiam successorem sibi monachorum patrem previdit Odilonem. Hic etenim quintus a primo Berno abba extitit predicti Cluniensis coenobii. Ex quo videlicet coenobio per diversas provintias fratres sepius petiti atque monachorum patres ordinati plurimum Domino adquisivere lucrum. Hic tamen pater, scilicet Willemus, de quo in presentiarum sermo exordium habuit, pre omnibus exinde p rece­ dentibus prescripte institutionis laboriosior ac spermologius fructificatior est repertus.

VI. De sanctorum pignoribus ubique revelatis 19.Candidato igitur, ut diximus, innovatis ecclesiarum basi­ licis universo mundo, subsequenti tempore, id est anno octavo infra 55. multiplicatata P corr. AV

77. fructificatior P corr. Orlandi

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este cenobio inicialmente el abad del ya mencionado monasterio de Baume, llamado Bernón, por orden de Guillermo, el muy piadoso duque de Aquitania, en el territorio de Mâçon, sobre el riachuelo de Grosne. Se dice que este cenobio en principio recibió como dote no más de quince pedazos de tierra; sin embargo se recuerda que allí se reunieron doce monjes. A partir de su inmejorable simiente, se sabe que la estirpe del Señor de los ejércitos, multiplicada de forma innumerable, ha ocupado gran parte de la tierra. Estos monjes, puesto que se dedicaron incesante­ mente a las cosas de Dios, es decir, a las obras de justicia y piedad, por ello merecieron verse colmados de todos los bienes y además dejaron a sus sucesores un ejemplo digno de ser imitado. Después de Bernón asumió la tarea de la dirección el muy sabio abad Odón, hombre muy piadoso y de gran santidad por sus costumbres y su vida, que había sido prelado de la iglesia de san Martín de Tours. Fue tan buen propagador de esta institu­ ción que desde la provincia del Benevento hasta el Océano todos los monasterios más importantes de Italia y la Galia se congratulaban de estar sometidos a su jurisdicción. A su muerte le sucedió en el puesto Aimardo, hombre sencillo que, aunque no muy célebre, sin embargo fue un digno vigilante de la observancia de la regla. A continuación fue elegi­ do el santo y venerable Maiolo, a quien antes hemos recordado, que designó para su sucesor a Odilón, como abad del monasterio. Este fue el quinto abad del cenobio de Cluny, a partir del primero, Bernón. A menu­ do fueron reclamados hermanos de este cenobio por diversas provincias y tras ser elegidos abades, consiguieron abundantes bienes del Señor. Pero el abad Guillermo, sobre cuyo recuerdo versó el inicio de este capí­ tulo, fue considerado el más trabajador y fecundo difusor de esta institu­ ción de entre todos sus predecesores.

VI. Descubrimiento de reliquias de santos por todas partes

19. Cuando el mundo entero, como dijimos, se había vuelto blanco a causa de la restauración de los edificios eclesiásticos, a continuación, ocho años después del milésimo del nacimiento del Salvador, por medio

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predictum millesimum humanati salvatoris annum, revelata sunt diversorum argumentorum indiciis quorsum diu latuerant plurimorum sanctorum pignora. Nam veluti quoddam resurrectionis decoramen prestolantes Dei nutu fidelium obtutibus patuere, quo­ rum etiam mentibus plurimum intulere solamen. Haec enim reve­ latio primitus in Senonica Galliarum urbe apud ecclesiam Beati martyris Stephani dignoscitur cepisse. Cui etiam preerat archipresui Leotericus, a quo scilicet admiranda relatu reperta sunt ibi anti­ quorum sacrorum insignia: quippe inter cetera perplura, que late­ bant, dicitur virge Moysi invenisse partem. Ad cuius rei famam convenerunt quique fideles non solum ex Gallicanis provintiis, verum etiam ex universa pene Italia ac de transmarinis regionibus, simulque egrotantes non pauci sanctorum interventu exinde redie­ runt incolumes. Sed, ut sepissime contigit, quoniam unde humana utilitas sumit exordium, cupiditatis vicio impeliente, exinde solet incurrere casum -nam predicta urbs conventu populorum, ut dixi­ mus, gratia pietatis effecta opulentissima- conceperunt illius habitatores nimiam pro tanto beneficio insolentiam. 20. Siquidem mortuo ipsius civitatis comite, Frotmundo nomine, viro eque simplicissimo, suscepit eius filius principatum, satis nequam, res civiles dispositurus. Nimium quippe flagitiosus effectus, ecclesie insuper decus nisu quo valebat foedare temptabat. Iudeorum quoque in tantum prevaricatorias diligebat consuetudi­ nes, ut se regem ipsorum suo pre nomine (Rainardus quippe dice­ batur) suis omnibus imperaret, Cum enim in ceteris mendacissimus, etiam christiane fidei insidiosus habebatur detractor, atque ideo pauperum iudicia absque ulla promulgabat pietate, penitus humanitate remota. Nam rei, quam dicturus sum, tot testes extiterunt quanti in eadem civitate eo tempore vivebant homines. 21. Comprehensus aliquando flagiciosus quidam furtum faciens ductusque ad eum ut eius audientia quid de eo faciendum esset assignaretur; qui statim omni miseratione remota suspendi in patibulo illum adiudicavit. At ipse qui deprehensus fuerat lacrima­ v i 26-27. ex se regem ipsorum ... imperaret verbum dici vel vocari excidisse putat France

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de indicios de diversa índole fueron descubiertas las reliquias de muchos santos en los lugares donde habían estado ocultas durante mucho tiempo. Como dispuestas para una gloriosa resurrección, por deseo de Dios se hicieron visibles a los ojos de los fieles, y procuraron una gran alegría a sus ánimos. Se sabe que este descubrimiento se inició en Sens, ciudad de la Galia, en la iglesia de san Esteban mártir. Al frente de ella estaba el arzobispo Leoterico, por quien fueron descubiertos restos de antiguos objetos sagrados increíbles de referir; entre otras muchas cosas que esta­ ban ocultas se dice que se encontró un trozo de la vara de Moisés. Ante esta noticia, acudieron fieles procedentes no sólo de las provincias de la Galia, sino también de casi toda Italia y de las regiones de ultramar y ade­ más no pocos enfermos que, por mediación de los santos, volvieron de allí curados. Pero, como sucede con mucha frecuencia, lo que empieza siendo útil para los hombres, por impulso del vicio de la codicia, suele desembo­ car en desgracia, pues esta ciudad, como hemos dicho, con la afluencia de gente a causa de la devoción, se volvió muy rica, y sus habitantes adqui­ rieron un orgullo excesivo en medio de tantas ganancias. 20. Muerto el conde de la ciudad, de nombre Frotmundo, hombre de gran sencillez, asumió el poder su hijo, que dirigiría los intereses públi­ cos bastante mal. Se volvió demasiado vicioso y además intentaba manci­ llar el buen nombre de la Iglesia en cuanto podía. Hasta tal punto le gus­ taban las costumbres malvadas de los judíos, que ordenaba a todos los suyos que pusieran delante de su nombre (se llamaba Rainardo) el de rey de los judíos. Muy mentiroso en las demás cosas, era considerado tam­ bién un insidioso detractor de la fe cristiana, y por eso promulgaba con­ tra los pobres condenas despiadadas y profundamente inhumanas. De lo que voy a hablar hubo tantos testigos como hombres vivían en esa ciudad por aquella época. 21. En una ocasión fue apresado un bandido que estaba cometien­ do un robo, y conducido ante él para que decidiera qué se debía hacer, tras escucharle; éste, inmediatamente, sin ninguna compasión, le condenó a ser ahorcado en el patíbulo. El preso comenzó a rogar a Rainardo, entre lágrimas, que le perdonase la vida por esta vez, prometiéndole que en

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biliter predictum Rainardum rogare coepit ut ei ad presens vitam indulgeret, promittensque se deinceps non latrocinaturum; sed nequicquam. Crudelior quippe fiebat, sacramentis etiam se obstrin­ gens non ultra victurum obsecrantem se miserum. Qui videns minime posse prolatam de se immutare sententiam, hoc solummodo impetravit, ut predicto fieret confessus suorum facinorum episco­ po, sibique protinus morituro, quod huius ministerio concessum est, clementer remitteret. Quod ut optinuit, ilico a nequam ministris compellitur suspensum iri; eductusque ad constitutum locum haec verba sepius iterabat: «Domine Iesu, qui in hac die pependisti in cruce pro salute hominum, indulge mihi». Erat enim ille dierum sextus, qui idcirco fidelibus universis reverentior habetur. Esto; vin­ citur, elevatur, artatoque suspenditur gutture. Cunctisque ab hac funesta, ut putabant, exsecutione recedentibus, pendens velut exanimis mansit in diem alterum. Tunc nutu divino nuptis bigaminibus suscepit terra solutum hominem pariter et vivum, qui cogeba­ tur subire necem sibi sublatus per aeris vacua. Qui ingressus civita­ tem stupidum universis prebuit spectaculum. Sed heu proh dolor! ad pristina reversus flagiciosus evasit. 22. Cui rei simile fertur contigisse in Tricasina civitate non longo ante tempore. Nam, dum quidam fures boves pre se minan­ tes a dominis boum insequi se intellexissent, commiserunt eosdem boves viro cuidam seni et innocenti, quasi victus necessaria quesituri, revera fuge presidium petentes evasuri. Quod cum fecissent, statim deprehensus est senex cum bobus; trahitur, ceditur ac reo­ rum more vincitur, ductusque ad principem civitatis, comitem vide­ licet Heribertum, vult causam discutere. Non auditur, quin potius ac si cruda senectute reus, necis suspendio ab eodem comite adiudicatur; quodque etiam absque ulla dilatione peractum est. Sed mox ut suspendium pertulit, mirum in modum iuvenca magni et pervalidi corporis erecto corpore cornua suspensi plantis subposuit sicque per triduum sine dolore vivum sustinuit. Expletoque triduo audivit is qui pendebat viatores iuxta pretereuntes sermocinari adinvicem. Qui, exclamans voce qua potuit, ad deponendum se 52. ingressus Migne : egressus Orlandi 65. immodum P corr. AV

54. flagiciosus ex flagiosus P

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adelante no cometería robos; pero fue inútil. Se volvía más cruel, asegu­ rando incluso, mediante juramentos, que no viviría más el desgraciado que le estaba suplicando. Al darse cuenta de que no podía cambiar la sen­ tencia pronunciada contra él, solicitó únicamente que se le permitiera confesar sus pecados al obispo antes mencionado, pues era competencia de su ministerio, y que le perdonara puesto que iba a morir pronto. Tan pronto como lo consiguió, inmediatamente fue empujado al suplicio por los crueles guardianes, y al ser conducido al lugar establecido repetía con­ tinuamente estas palabras: «Señor Jesús, que en este día fuiste colgado en la cruz por la salvación de los hombres, perdóname». Era viernes, día que por ese motivo era considerado de mayor devoción por todos los fieles. Pues bien, es atado, levantado y colgado por el cuello muy apretado. Cuando se alejaron todos de esta ejecución mortal, según ellos creían, per­ maneció colgando como muerto hasta el día siguiente. Entonces, por voluntad divina, rotas las ligaduras, la tierra acogió libre y vivo al hom­ bre que fue obligado a soportar su ejecución suspendido en el aire. Habiendo vuelto” éste a la ciudad, proporcionó a todos un espectáculo digno de estupor. Pero desgraciadamente, convirtiéndose de nuevo en malhechor, volvió a las antiguas fechorías.

22. Se cuenta que un caso similar a éste tuvo lugar en la ciudad d Troyes, no mucho tiempo antes. Unos ladrones que empujaban delante de ellos a unos bueyes, apenas se dieron cuenta que les seguía el dueño de los bueyes, se los encomendaron a un anciano que desconocía los hechos, con la excusa de que iban a buscar alimentos que necesitaban, pero en rea­ lidad huyeron pretendiendo salvarse. Tras haberlo hecho, inmediatamen­ te fue cogido el anciano con los bueyes; es arrastrado, golpeado y atado a la manera de los reos, y, conducido ante el señor de la ciudad, el conde Heriberto, pretendió discutir su causa. No fue escuchado, es más, como si fuera culpable de su reciente vejez, fue condenado por ese conde a morir colgado, y además se ejecutó la condena sin ninguna dilación. Pero luego, tan pronto como se cumplió la ejecución, una ternera de cuerpo grande y robusto, con el cuerpo estirado de forma extraordinaria colocó sus cuer­ nos debajo de los pies del hombre colgado y lo sostuvo vivo y sin dolor durante tres días. Transcurridos éstos, el colgado oyó a unos viandantes " La lectura de Orlandi, egressus, significa "salir fuera" y no encaja con el sentido del párrafo, pues el ladrón había sido ejecutado fuera de la ciudad y cuando logró des­ prenderse de la cuerda "volvió a entrar" siendo causa de estupor para todos, por tanto, el verbo debería ser ingressus.

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quantotius venire rogabat. Illi vero audientes doemonica fieri illu­ sione credebant. Proclamante quoque ipso attentius seque vivere affirmante, occurrerunt viri, solventes illum deposuerunt. Qui per­ ductus ad civitatem, dum percunctaretur quomodo tandem in pati­ bulo pendens sese habuisset, aiebat: «Dum essem, inquiens, iuvenior, accepta iam coniuge excepi cum ipsa oblatum mihi a quodam de sacro fonte filiolum, cui etiam consensimus dare ex nostra parva facultatula, quem solum de matre susceperamus liberali gratia, vitulum unum. Ut enim pridem sum dimissus celsa de trabe pende­ re, visa est mihi grandior universis occurrisse, extensoque corpore atque erecta cervice leniter meis submisit cornua plan­ tis ac me huiusmodi quamdiu pependi sustinuit». Hoc vero illo qui servatus a monte fuerat referente, ad illius exemplum data est pos­ tmodum in giro filiolis fontis sacrae fidei vitulorum innumera mul­ titudo. 23. Preterea Rainardo, ut diximus, iudaizante, quin potius insaniente, suasum est regi, qui videlicet illum frequenter ob suam improbitatem redarguerat, ut scilicet tantae civitatis principatum regio subiugaret dominio, ne siquidem diutius vires pessimi incre­ menti sumeret scandalum sacrae fidei. Qua ratione rex compulsus misit exercitum qui predictum Rainardum a civitate pellerent sibique illam tuendam servarent. Venientes vero qui missi fuerant a rege, coeperunt urbem cum nimia depopulatione[m], partem etiam eius non modicam incendio cremavere. Superavit siquidem magni­ tudinem prioris gaudii promerentibus flagiciis enormitas calamitatis.

79. suppi. Orlandi

92. depopulationem P corr. AV

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que pasaban cerca conversando entre ellos. Gritando cuanto pudo les pidió que fueran lo antes posible a bajarle. Pero aquellos, al oírle, creían que se trataba de una estratagema del diablo. Al gritar más fuerte y afir­ mar que estaba vivo, acudieron en ayuda del hombre y, desatándolo, lo bajaron al suelo. Conducido a la ciudad, mientras se le preguntaba cómo se había encontrado colgando en el patíbulo, él respondía: «Cuando era más joven, ya casado, mi esposa y yo aceptamos el ofrecimiento de un individuo para ser padrinos de un niño, al que decidimos regalar, de entre nuestros escasos medios, un ternero, el único que habíamos recibi­ do de nuestra madre en un acto de generosidad.12 Cuando fui dejado col­ gando de lo alto de una viga, vi que se me acercaba una ternera más gran­ de que todas las demás, y estirando el cuerpo y alargando el cuello, sua­ vemente colocó sus cuernos bajo mis pies y me sostuvo así durante el tiempo que estuve colgado». Al referir esto el individuo que había sido salvado de la muerte, siguiendo su ejemplo, posteriormente una inmensa cantidad de terneros fue regalada en aquella zona a los ahijados.

23. Por evidenciar Rainardo actitudes judaizantes, o más bien pr pias de un loco, como ya dijimos, se convenció al rey, que le había repren­ dido a menudo por su maldad, de que sometiera el gobierno de tan importante ciudad al dominio real, para que el escándalo religioso no aumentara de manera funesta si persistía durante más tiempo. Impulsado por esta explicación, el rey envió un ejército para que expulsara a Rainardo de la ciudad y la preservara bajo su protección. Al llegar los sol­ dados enviados por el rey, se apoderaron de la ciudad con un inmenso saqueo e incendiaron una gran parte. Ciertamente, las dimensiones de la desgracia, motivada por sus actos ignominiosos, superaron la magnitud de su felicidad anterior.

12 Esta frase (consensimus dare ex nostra paw n facultatula, quem solum de matre susce­ peramus liberali gratia, vitulum unum) es interpretada de modo diferente en la traduc­ ción de G. Cavallo-G. Orlandi, Rodolfo il Glabro... p. 151 quienes consideran que matre se refiere a la madre del ternero, y que los padrinos se lo regalaban a su ahijado en un acto de generosidad. La propia ubicación de liberali gratia dentro de la oración de rela­ tivo nos induce a pensar que liberali gratia alude a un gesto generoso por parte de la madre del protagonista.

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VII. De eversione templi Iherosolimorum et cede Iudeorum

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24. Eo quoque in tempore, id est anno nono post pref millesimum, ecclesia, que apud Hierosolimam Sepulchrum contine­ bat Domini ac salvatoris nostri, eversa est funditus iussu principis Babilonis. Cuius videlicet eversionis occasio tale quod dicturi sumus cognoscitur exordium habuisse. Cum enim de toto terrarum orbe ob insigne dominicum memoriale plurima fidelium multitudo Hierosolimam visitaturi pergerent, rursus coepit invidus diabolus per assuetam sibi Iudaeorum gentem vere fidei cultoribus venenum sue nequitie propinare. Erat igitur huius generis apud Aurelianensem Galliarum regiam urbem non modica multitudo, qui ceteris sue gentis tumidiores et invidi atque audatiores sunt reperti. Hi denique nequam consilio inito corruperunt quendam data pecunia, videlicet girovagum sub peregrino habitu, nomine Rotbertum, fugitivum utique servum Beate Marie Melerensis cenobii. Quem accipientes caute miserunt ad principem Babilonis cum Hebraicis caracteribus scriptis epistolis, pictaciolis ferri, baculo insertis, ne quo casu potuissent ab eo divelli. Qui egressus detulit litteras predicto principi refertas dolo et nequitia et quoniam nisi celerius domum Christianorum venerabilem subverteret, sciret se in proximum, Christianis regnum illius occupantibus, omni peni­ tus dignitate carere. His vero princeps auditis, protinus furore arreptus, misit Hierosolimam de suis qui predictum funditus sub­ verterent templum. Qui venientes fecerunt ut eis fuerat imperatum; ipsum quoque concavum sepulchri tumulum ferri tuditibus quassare temptantes, minime valuerunt. Tunc etiam Beati martyris Georgii ecclesiam in Ramulo pariter subverterunt, cuius olim virtus Sarracenorum nimium gentem terruerat; fertur enim crebro illuc eos ingredi cupientes raptim cecitatem pertulisse. Everso igitur, ut diximus, templo, post paululum m anifeste claruit quoniam Iudeorum nequitia tantum sit nefas patratum. Utque divulgatum per orbem universum, communi omnium Christianorum consensu decretum est ut omnes Iudei ab illorum terris vel civitatibus fundiV I I 18. lac. coni. Orlandi

28. raptum P corr. Orlandi

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VII. La destrucción del tem plo de Jerusalén y la matanza de judíos

24. En esa época, es decir, nueve años después del mil, la iglesia d Jerusalén, que contenía el Sepulcro de nuestro Señor y Salvador, fue des­ truida completamente por orden del príncipe de Babilonia. Es sabido que la oportunidad de esta destrucción se gestó del modo que vamos a descri­ bir. Como de todas las partes del mundo, a causa del insigne monumen­ to dedicado al Señor, acudía una inmensa multitud de fieles a visitar Jerusalén, el diablo, envidioso, empezó de nuevo a esparcir el veneno de su maldad entre los seguidores de la verdadera fe, a través del pueblo judío, como tenía por costumbre. En Orléans, ciudad regia de la Galia, había una gran cantidad de esta gente, que se manifestó más orgullosa, envidiosa y audaz que los demás miembros de su pueblo. Habiendo tra­ mado un plan malvado, estos judíos sobornaron con dinero a un giróva­ go con apariencia de peregrino, de nombre Roberto, y además esclavo fugitivo del cenobio de Santa María de Moutiers. Lo recibieron y enviaron en secreto ante el príncipe de Babilonia con una carta escrita en caracteres hebreos y sujeta al bastón mediante una abrazadera de hierro, para que de ninguna manera pudiera ser robada de allí. El hombre se marchó y entregó al príncipe la carta llena de engaño y maldad (...) y que supiera que en breve, si no destruía el venerable templo de los cristianos lo antes posible, cuando invadieran los cristianos su reino, él carecería completa­ mente de autoridad. Leídas estas noticias, el príncipe, en un arrebato repentino de cólera, envió a Jerusalén a los suyos para derribar por ente­ ro el templo. Acudiendo allí, actuaron como se les había ordenado; y al intentar demoler el túmulo cóncavo del sepulcro con martillos de hierro, no lo consiguieron. Derrumbaron también en Ramala la iglesia del beato mártir Jorge, cuyo valor había atemorizado demasiado en otro tiempo al pueblo de los sarracenos; se cuenta que a menudo a los que deseaban entrar allí les sobrevenía de golpe la ceguera. Una vez destruido el tem­ plo, como ya dijimos, poco después se descubrió que el horrible crimen había sido perpetrado a causa de la maldad de los judíos. Cuando la noti­ cia se divulgó por todo el mundo, con el común acuerdo de todos los cris­ tianos se decretó que absolutamente todos los judíos fueran expulsados

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tus pellerentur. Sicque universi, odio habiti, expulsi de civitatibus, alii gladiis trucidati, alii fluminibus necati, diversisque mortium generibus interempti, nonnulli etiam sese diversa cede intereme­ runt; ita scilicet ut, digna de eis ultione peracta, vix pauci illorum in orbe reperirentur Romano. Tunc quoque decretum est ab episcopis atque interdictum ut nullus Christianorum illis se in quocumque sociaret negocio. Si qui tamen de illis ad baptismi gratiam converti voluissent omnem que Iudaicam respuere consuetudinem vel morem, illos tantum suscipere decreverunt. Quod et fecerunt pluri­ mi illorum magis amore presentís vite coacti metu mortis quam vitae sempiterne gaudiis. Nam quicumque illorum sese tales men­ tiendo fieri poposcerant, paulo post ad morem pristinum sunt impudenter reversi.

25. Preterea his ita gestis predictus litterarum baiulu nativum male securus repedavit solum. Coepit itaque sedule per­ quirere si forte quempiam gentis sue fraudis conscie repperiret. Inventis vero perpaucis in civitate Aurelianorum pavide admodum degentibus, rursus coepit illorum familiarius uti consortio. Accidit igitur ut peregrinus quidam eius in transmarino socius itinere atque certisime illius itineris conscius negocii, illuc deveniret, rursusque illum ludeorum amicitiis nimis herere cerneret; palam universis indicare curavit quanti mali gerulus ille esset homuntio et cuius rei causa ludeorum potiretur opibus. Qui ilico comprehensus acrisque agitatus verberibus proprie delationis confitetur crimen; moxque a ministris regis in conspectu totius plebis extra civitatem igni est tra­ ditus atque consumptus. Iudei tamen profugi ac vagabundi, qui in locis abditis delitescentes predicte superfuerant cladi, post quinquennium eversionis templi ceperunt in urbibus apparere perpau­ ci. Et quoniam oportet, quamvis ad illorum confusionem, ut ex illis aliqui in futurum supersint, vel ad confirmandum proprium nefas seu ad testimonium fusi sanguinis Christi, idcirco vero credimus Christianorum animositatem, divina dispensante providentia, in eis ad tempus mansuevisse. Eodem nichilominus anno, divina propi­ nante clementia, cepit mater ipsius principis, videlicet ammirati 53. amiciis P corr. A

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de sus tierras y ciudades. Y así, en su totalidad fueron víctimas del odio y expulsados de las ciudades, unos fueron degollados por la espada, otros ahogados en los ríos, otros asesinados con diversos tipos de muerte, algu­ nos incluso se suicidaron con distintos métodos; hasta tal punto se llegó que, una vez ejecutada una venganza digna de ellos, apenas unos pocos quedaron en el mundo romano. Entonces los obispos decretaron y prohi­ bieron que ningún cristiano se asociara con ellos en ningún tipo de nego­ cio. Sin embargo, si alguno de ellos deseara convertirse a la gracia del bautismo y renunciar a cualquier tradición o costumbre judía, decidieron admitir solamente a ésos. Cosa que hicieron muchísimos, impulsados más bien por amor a la vida presente y por el miedo a la muerte, que por los gozos de la vida eterna. Pues todos aquéllos que habían pedido hacerse cristianos de forma hipócrita, poco después volvieron sin ningún pudor a las antiguas costumbres.

25. Tras estos sucesos, el mensajero de la carta se volvió preocup do a su lugar de origen. Y comenzó a indagar cuidadosamente por ver si encontraba a algún cómplice de su engaño. Tras haber encontrado a unos pocos en la ciudad de Orléans que vivían atemorizados, de nuevo comen­ zó a relacionarse con ellos con familiaridad. Se dio la circunstancia de que llegó allí un peregrino, compañero suyo en el viaje al otro lado del mar y bien informado conocedor del objetivo de aquel viaje, y veía que él nue­ vamente estrechaba lazos de amistad con los judíos; se preocupó de reve­ lar a todos públicamente de qué gran desgracia era portador ese tipejo y con qué medios se apoderaba de las riquezas de los judíos. Apresado inmediatamente y azotado con crueldad, confesó el crimen de su traición; luego, a la vista de todo el pueblo, fuera de la ciudad fue arrojado al fuego por los ministros del rey y quemado. Los judíos prófugos y vagabundos que habían sobrevivido a aquella matanza ocultándose en lugares aparta­ dos, cinco años después de la destrucción del templo, empezaron a apa­ recer en las ciudades en pequeño número. Puesto que conviene que algu­ nos de ellos sobrevivan en el futuro, aunque sólo sea para envilecimiento propio, bien para confirmar su maldad o bien para testimoniar el derra­ mamiento de la sangre de Cristo, por eso creemos que el odio de los cris­ tianos hacia los judíos se ha suavizado momentáneamente, por disposi-

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Babilonis, mulier christianissima, nomine Maria, reedificare Christi templum iussu eius filii eversum politis et quadris lapidibus. Nam et vir ipsius, quasi alter Nichodemus, pater huius scilicet, de quo presens est sermo habitus, occulte Christianus dicitur fuisse. Tunc quoque de universo terrarum orbe incredibilis hominum multitu­ do, exultanter Iherosolimam pergentes, domui Dei restaurande plu­ rima detulerunt munera.

VIII. De herese apud Aurelianis reperta

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26. Tertio de vicesimo infra iam dictum millesimum reperta est apud prefatam Aurelianensem urbem cruda nimium atque insolens heresis, que scilicet diutius occulte germinata in per­ ditionis segetem male pullulans plures in sue cecitatis precipitavit laqueum. Fertur namque a muliere quadam ex Italia procedente hec insanissima heresis in Galliis habuisse exordium, que, ut erat diabo­ lo plena, seducebat quoscumque valebat, non solum idiotas ac sim­ plices, verum etiam plerosque qui videbantur doctiores in clerico­ rum ordine. Que scilicet, veniens civitatem Aurelianensem, dum moraretur ibi per aliquod spacium temporis, veneno sue nequitie plures infecit. Quod etiam seminarium nequam in pluriores hi qui susceperant toto conamine spargere nitebantur. Fuerunt nempe huius perversi dogmatis heresiarces duo, heu proh dolor! qui in civitate putabantur genere ac scientia valentiores in clero, quorum unus Heribertus, alter Lisoius dicebatur. Hi denique, quamdiu res latuit, tam apud siegem quam apud palatii proceres summam obti­ nuerant amicitiam; nempe idcirco facilius quosque decipere potue­ runt, quorum mentes amor fidei versalis minus adstrinxerat. Qui non solum in predicta urbe sed etiam in vicinis urbibus malignum dogm a spargere tem ptabant, dum quendam sane m entis in V III 4. pullulans A France 11. plures s.l. P 13. post dolor usque ad idemtidem (VIII 108) periit primitivus textus codicis P; ad textum constituen­ dum accedunt AV

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ción de la providencia divina. Ese mismo año, con el favor de la miseri­ cordia de Dios, la madre de ese príncipe, el emir de Babilonia, que era una mujer muy piadosa, llamada María, empezó a reconstruir con piedras pulidas y bien proporcionadas el templo destruido por orden de su hijo. Se dice también que su marido, el padre de quien nos estamos ocupando en este capítulo, como un segundo Nicodemo, era cristiano en secreto. Entonces, una increíble multitud de peregrinos procedentes de todas las partes de la tierra se dirigieron con entusiasmo a Jerusalén, y ofrecieron gran número de regalos para restaurar la casa de Dios. VIII. Se descubre una herejía en Orléans

26. En el decimoséptimo año después del mil13, fue descubierta e la ciudad de Orléans una herejía demasiado cruel e insolente que, germi­ nada durante largo tiempo en secreto, se propagó en el campo de la per­ dición y arrastró a muchos a la trampa de su propia ceguera14. Se cuenta que esta loca herejía fue iniciada en la Galia por una mujer procedente de Italia, la cual, poseída por el diablo como estaba, seducía a todos los que podía, no sólo a los ignorantes y simples, sino también a muchos del clero, que parecían bastante instruidos. Al llegar ésta a la ciudad de Orléans, mientras permanecía allí por un periodo de tiempo, infectó a muchas per­ sonas con el veneno de su maldad. Quienes habían recibido esta funesta simiente se esforzaban en repartirla por todos los medios entre el mayor número posible de gente. Esta perversa doctrina tuvo dos heresiarcas que, ¡ay desgracia!, gozaban de gran prestigio en la ciudad entre los miembros del clero por su familia y su cultura; uno de éstos se llamaba Heriberto, el otro Lisoio. Mientras que el asunto permaneció en secreto, contrajeron una gran amistad con el rey y con los ministros de palacio; precisamente por eso pudieron engañar con más facilidad a aquéllos cuyas mentes no había unido el amor de la fe universal. Intentaban difundir la malvada doctrina no sólo en esa ciudad, sino también en las localidades vecinas 13 Parece que el acontecimiento se produjo en el 1022, fecha del Concilio de Orléans en el que se abordó el problema de esa herejía. Nuevamente Raúl da mues­ tras de su imprecisión cronológica. 14 Sobre las herejías en época medieval y, concretamente, la de Orléans, cf. G. Cracco, "Riforma ed eresia in momenti della cultura europea tra X e XI secolo", Rivista di storia e letteratura religiosa, 7 (1971) 411-477; R. Wernwe, "Spiritualismus und heterodoxe Dialektik im 11. Jahrhundert", Jahrbuch fiir Geschichte, 13 (1975) 9-10; M. Lambert, M edieval Heresy: popular movements from Bogomil to Hus, (Londres-Nueva York 1977), pp. 24-36.

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Rotomagorum civitate presbiterum sue cupientes consortem facere vesanie, missis legatis qui ei omne secretum huius perversi dogma­ tis explanantes docerent, dicebant nempe fore in proximum in illo­ rum scilicet dogma cadere universum populum. Quibus compertis 25 presbiter sollicite perrexit ad christianissimum comitem eiusdem civitatis Richardum: exposuit ei omnem rei ut compererat ordinem. Qui videlicet comes protinus misit celeriter ad regem, palam ei faciens clandestinam in regno proprio Christi ovium pestem. Ut autem cognovit rex, scilicet Rotbertus, ut erat doctissimus ac chris30 tianissimus, tristis ac merens nimium effectus, quoniam et ruinam patrie revera et animarum metuebat interitum. Idcirco quantotius Aurelianis properans, convocatis plurimis episcopis et abbatibus ac religiosis quibusque laicis, acerrime cepit perscrutari qui essent auc­ tores huius perversi dogmatis vel qui parti illorum iam decepti con35 sentirent. Facta igitur perscrutatione inter clericos quomodo unus­ quisque sentiret et crederet ea que fides catholica per doctrinam apostolicam incommutabiliter servat et prédicat, illi duo, videlicet Lisoius et Heribertus, statim se, aliter sentire non negantes, quales diu latuerant manifestaverunt. Deinde vero plures post illos se parti 40 istorum profitebantur herere, nec ulla ratione se posse affirmabant ab illorum segregare consortio.

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27. Quibus compertis tam rex quam pontifices tris effecti interrogaverunt illos secretius utpote viros hactenus in omni morum probitate perutillimos, quorum unus Lisoius in monasterio Sancte Crucis clericorum carissim us habebatur, alter idem Heribertus Sancti Petri ecclesie, cognomento Puellaris, capitale scole tenebat dominium. Qui, dum interrogati fuissent a quo vel unde eis ista presumptio accidisset, huiusmodi dederunt respon­ sum: «Nos enim diu est quod sectam, quam vos vel iam tarde agnoscitis, amplectimur; sed tam vos quam ceteros cuiuscumque legis vel ordinis in eam cadere expectavimus, quod etiam adhuc fore credimus». His dictis continuo palam exposuerunt omnium antiquarum stultissimam ac miserrimam, nempe sui deceptricem heresem. Cuius videlicet ratiocinatio tanto minus erat idoneis ser21. cupientes sue A 24. dogmate V I populum universum A 26, exposuit Wint. 31. quantovis V 41. segregari dub. Wint. 44. peru­ tili mos V I Lisoius unus V 54. heresim V I ratiocinatio Loisel : raticinatio A : rationacio V

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hasta que, deseando hacer partícipe de su locura a un sacerdote sano en la ciudad de Ruán, tras haberle enviado mensajeros para que le enseñaran y explicaran todos los secretos de esa perversa doctrina, afirmaron que pronto el pueblo entero acabaría abrazando su doctrina. Sabido esto, el sacerdote se dirigió rápidamente a Ricardo, el muy cristiano conde de esta ciudad; le expuso todo el asunto tal como lo había conocido. El conde inmediatamente envió con rapidez un mensaje al rey, revelándole el mal oculto de las ovejas de Cristo en su propio reino. Cuando lo supo el rey Roberto, como era muy culto y muy cristiano, se puso muy triste y afligi­ do, porque temía la ruina de la patria y la perdición de las almas. Por ello, dirigiéndose rápidamente a Orléans, tras ser convocados un gran núme­ ro de obispos, abades, religiosos y algunos laicos, comenzó a investigar con minuciosidad quiénes eran los autores de esta perversa doctrina y quiénes, ya engañados, se adherían a su facción. Así pues, realizada una investigación entre los clérigos sobre cómo pensaba y sentía cada uno las normas que la fe católica conserva y predica inmutablemente por medio de la doctrina de los apóstoles, aquellos dos, es decir Lisoio y Heriberto, inmediatamente, sin negar que pensaban de forma diferente, hicieron públicas las ideas que habían ocultado durante largo tiempo. Después de éstos, muchos reconocían estar adheridos a su partido y afirmaban que no podían apartarse de su comunidad por ninguna razón.

27. Tanto el rey como los pontífices se entristecieron bastante co estas revelaciones y les sometieron a un interrogatorio privado por tratar­ se de hombres hasta entonces muy útiles por sus cualidades morales; uno de éstos, Lisoio, era el más querido de los clérigos en el monasterio de la Santa Cruz, y el otro, Heriberto, detentaba la dirección de la escuela en la iglesia de san Pedro, llamada Puellier. Éstos, mientras eran preguntados de quién o de dónde les habían venido esas atrevidas ideas, respondieron del siguiente modo: «Hace mucho tiempo que nosotros abrazamos la secta que vosotros conocéis ya tarde; pero esperamos que tanto vosotros como otros de cualquier ley o condición caigáis en ella, cosa que creemos que todavía puede suceder». Dicho esto, a continuación describieron abiertamente la herejía que les había engañado, la más estúpida y misera­ ble de todas las anteriores. Su argumentación estaba basada en discursos

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monibus obnixa, quanto constat esse t illi ter t veritati contrariam. Dicebant ergo delinamenta esse quicquid in veteri ac novo canone certis signis ac prodigiis ceterisque testatoribus de trina et una Deitate beata confirmat auctoritas. Celum pariter ac terram, ut cons­ piciuntur, absque auctore inicii semper extitisse asserebant. Et cum universarum heresum insanientes canum more latrantes dete­ rrima, in hoc tamen Epicureis erant hereticis similes, quoniam voluptatum flagitiis credebant non recompensari ultionis vindic­ tam. Omne Christianorum opus, pietatis dumtaxat et iusticie, quod estimatur precium remunerationis eterne, laborem superfluum iudicabant esse. Interea, his aliisque quamplurimis insaniis impu­ denter ab eisdem prolatis, non defuere fideles atque idonei testes veritatis qui illis sufficienter, si vellent tam veritati quam proprie adquiescere saluti, respondere de suis cecis atque erroneis assertio­ nibus valerent. 28. Sed et nos quoque, secundum exiguitatem nostri intellec­ tus, his quos prenotavimus illorum erroribus vel perpauca respon­ dere decrevimus. Primitus tamen fideles hortamur universos ut interim mentes illorum presagium serenet apostoli, qui previdens in futuram huiusmodi cautelam intulit: «Oportet, inquit, hereses esse, ut hii qui ex fide sunt probentur». In hoc igitur permaxime istorum insipientia deprehenditur atque ipsi omni scientia ac sapientia vacui pernoscuntur, cum negent creaturarum auctorem universarum, scilicet Deum; quoniam manifestum est quod omne, quantecumque sit molis vel magnitudinis, si cuiusquam superatur magnitudine a maximo omnium cognoscitur processisse. Pari quo­ que ratione sciendum est tam de re corporea quam incorporea. Sciendum etiam quoniam quecumque res, sive corporalis seu incor­ poralis, per quodlibet accidens vel motione vel cuiuslibet alternitate fit diversa, ab immobili rerum preceptore constat eam processisse, per ipsumque, si forte quieverit, finem expetere. Cum enim totius conditor creature propria essentia sit immobilis, propria essentia bonus sim ulque verax, sua omnipotentia naturarum modos distribuens ordinansque ineffabiliter, non extat preter eum 55. cruces apposuit Orlandi : illam ter Wint. 57. ceterisque Orlandi : veterisque AV : veteribusque Loisel 60. lac. coni. Orlandi: an latrarent? 65. iudi­ cabant AV2 : credebant V 68. atque A : ac V 73. servet V 74. fu tu ­ rum Wint. 79. cuiusque AV corr. Orlandi 80. cognoscitur om. V 82. seu A : sive V 84. sit A

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tan poco válidos que sin duda resultaba contraria a la verdad. Decían que eran delirios todo lo que la sagrada autoridad del Antiguo y el Nuevo Testamento afirmaba sobre la unidad y la trinidad de Dios, con indicios seguros, milagros y otros testimonios. Aseguraban que el cielo y la tierra, tal como se ven, existieron desde siempre y sin un creador de su inicio. Y aunque aquellos locos, ladrando como perros, (recogieron) los peores aspectos de todas las herejías, sin embargo se asemejaban a los epicúreos en que creían que no merecían un castigo por las acciones vergonzosas propias del placer. Cualquier acto de piedad y de justicia que los cristia­ nos consideraban el precio para la recompensa eterna, ellos creían que era un esfuerzo inútil. Mientras éstos proferían locuras de ese tipo y muchas otras sin ningún pudor, no faltaron fieles y dignos testigos de la verdad que habrían sido suficientemente capaces de responderles acerca de sus ciegas y erróneas afirmaciones, si hubieran querido admitir la verdad y su propia salvación.

28. También nosotros, de acuerdo con la pobreza de nuestra ment hemos decidido responder, aunque sea brevemente, a sus errores ya men­ cionados. Pero primero exhortamos a todos los fieles para que serene entretanto sus mentes la profecía del apóstol, el cual, siendo previsor, con vistas a una futura defensa les advirtió de este modo: «Conviene que haya herejes para que se reconozcan los que están de parte de la fe». Con esto se pone de manifiesto su estupidez y ellos mismos se reconocen privados de todo conocimiento y sabiduría sobre todo cuando niegan a Dios, el autor de todas las criaturas; pues resulta evidente que cualquier cosa, por grande que sea su volumen o tamaño, si es superada por la magnitud de otra, ésta debería proceder de una más grande que todas las demás. Con idéntica argumentación se pueden tener conocimientos sobre lo corpóreo y lo incorpóreo. Hay que saber también que cualquier cosa, corpórea o incorpórea, que por cualquier accidente, movimiento o cambio de cual­ quier tipo se vuelve distinta, es obvio que ésta procede del Maestro inva­ riable de todas las cosas, y que en El desea encontrar su propio fin, si algu­ na vez consiguiera descansar. Puesto que el Autor de todas las criaturas es inmutable por propia esencia, bueno y al tiempo veraz por su propia esencia, distribuyendo los caracteres de las especies naturales y ordenán-

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ubi quietem expetant, nisi unde processerant redeant. 90 Manifestumque est nichil in universis factori deperisse, nisi illud quod procaciter ab illo constitute transcendit ordinem nature, et idcirco omnis res tanto melius veriusque est quod illam constat esse, quanto solidius firmiusque in proprie nature consistit ordine. Sicque fit ut universa que illius dispositioni incommutabiliter obe95 diunt, continue serviendo auctorem predicent. Si qua vero res pro­ caciter ab eo deviando in deterius cecidit, ceteris iure manentibus documentum prebuit. In predictis videlicet creaturis quoddam medium continet genus hominum, potius scilicet cunctis animanti­ bus atque inferius celestibus spiritibus. Quod utique genus, ut dixi100 mus, velut medium superorum inferorumque, si cui parti plus adheserit, illi efficitur conformius; ideoque tanto infimis potius atque melius efficitur, quanto supernorum spirituum naturam imi­ tatur. Soli etiam homini datum est pre ceteris animantibus fore sese beatius, quoniam quidem et illum dumtaxat , si caruerit 105 fieri, omnibus devenire miserius. Quem videlicet conditionis ordi­ nem caute ab inicio providens omnipotentis bonitas conditoris, cernensque sepius undem videlicet hominem, deserendo supera, involvi nimium infimis, fecit proinde plura idemtidem pro tempo­ re d eruditionem illius gratia erectionis prodigia. 110

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29. Huius quoque rei testis vel documentum extat omnis ivinarum liber vel pagina litterarum; que scilicet littere psius omnipo­ tentis referte magisterio, cum eius specialiter ultimoda gerant testi­ monia, mentem etiam seu intellectum ominis in eisdem eruditi ad cognitionis respectum sui erigunt onditoris; denique dum eidem homini disposite ostendunt uper que sit constitutus aut sub quibus positus, inexplebile ngerunt ei desiderium, quoniam tantum ei inci­ piunt isplicere universa que adsunt, quantum incalescit ad amorem illorum que desunt, fitque tanto melior atque pulchrior, quanto his per amorem heserit vicinior, atque in quantum melior, in tantum illi, qui summe bonus extat, creatori similior. Et idcirco patenter datur intelligi quoniam quisquis hominum huius amoris vacuus 89. ubique quietem expetent V I processerunt V 101. conformis AV corr. Holford-Strevens 104. illud Wint. I Orlandi 105. fieri post omnibus transp. A 108. post idemtidem iterum accedit textus primitivus codicis P 112. reperte P corr. Orlandi 117. universa s.l. Rod I adsunt ex absunt P

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dolos de manera inefable con su omnipotencia, no hay un lugar donde puedan buscar su tranquilidad, excepto en El, a no ser que vuelvan al lugar de donde habían salido. Y es evidente que ninguna cosa, entre la totalidad, ha desaparecido para su Creador, excepto la que ha transgredi­ do con insolencia el orden de la naturaleza establecido por El, y por ello está claro que cualquier cosa es tanto mejor y más verdadera cuanto más firme y sólida se mantiene dentro del orden de su propia naturaleza. Y así, todos los seres que invariablemente obedecen su mandato, sirviéndo­ le de forma continua, dan testimonio de su Creador. En cambio si alguna criatura, desviándose de Él con insolencia, cae en el mal, sirve de adver­ tencia para los que permanecieron dentro de la ley. Entre estas criaturas, el género humano ocupa un puesto intermedio, por encima de todos los animales y por debajo de los espíritus celestes. Este género humano, como punto intermedio, según hemos dicho, entre los de arriba y los de abajo, si se aproxima más a una u otra parte, se adaptará más a ella; y por eso resulta tanto más elevado y mejor que los seres inferiores, cuanto más imita la naturaleza de los espíritus superiores. Sólo al hombre le ha sido concedida, por delante de los demás seres animados, la posibilidad de ser más feliz, sin duda porque solamente él se convierte en el más desgracia­ do de todos, si no lo consigue. La bondad del omnipotente Creador, al prever desde el principio este orden de la naturaleza sabiamente, y al observar que con demasiada frecuencia el hombre, descuidando las cosas de arriba, se implicaba demasiado en las de abajo, por ello, de vez en cuando realizó varios prodigios para instruirlo y elevarlo.

29. Cualquier libro o página de las Sagradas Escrituras es un test monio y una prueba de eso; palabras que, inspiradas por el magisterio del Todopoderoso, puesto que aportan de manera especial múltiples testimo­ nios, elevan la mente y el intelecto del hombre versado en ellas hacia el respeto producido por el conocimiento de su propio Creador; y esas pala­ bras, preparadas para el hombre mismo, mientras muestran sobre quién y debajo de quién ha sido situado, le inspiran un deseo inagotable, pues­ to que le empiezan a disgustar todas las cosas que están a su alcance en la misma medida que se inflama de amor por las que le faltan, y se vuelve tanto mejor y más bello cuanto más se aproxima a ellas por medio del amor, y cuanto mejor sea, tanto más se asemeja a su Creador que es el bien supremo. Por eso se puede comprender con claridad que cualquier hom­ bre que carezca del deseo de ese amor, sin ninguna duda será más desgra-

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fuerit desiderio, omni procul dubio fiet pecude miserior ac deterior; quippe qui solus pre cunctis animantibus aeternitatis potuit conse­ qui beatitudinem, nullum preter eum corporale animal proprii erro125 ris vel flagitii aeterna sentiet vindictam. Sed et si cuius hominis animus sui conditoris agnitionem desiderat, expedit ut primum stu­ deat qualiter sese ut prevaluerit intelligat; quoniam, sicut non comtemnenda testatur auctoritas, quod in ea parte precipue gerit homo speciem conditoris, qua valet pre ceteris animantibus dono atque 130 virtute rationis. Sed et sicut huius rationis bonum custodiunt sui moderamen et auctoris dilectio, id est vera humilitas et perfecta caritas, ita illius adnullant utilitatem nequam concupiscentia et furor. Hisque non repugnando efficitur homo bestiis similis, illis inserviendo conformatur ad speciem vel imaginem conditoris, ut 135 videlicet per humilitatem sese quid sit intelligat, per dilectionem vero in boni conditoris similitudinem transeat. Ob id etiam consti­ tuuntur ei solummodo ab hominibus preces et donaria, ut vel illis donum rationis servet integrum, seu, quod minus est, aut deprava­ tum conditoris bonitas augeat et reformet. Simul etiam laus et bene140 dictio exibentur eidem conditori, ut fiant hominibus sana mente ac ratione vigentibus illius testimonium cognitionis. Et quanto plus cuique contigerit in conditoris cognitionem proficere, tanto magis reperiet isdem homo seipsum per eandem cognitionem et plus et melius effectum esse. Nec isdem poterit in aliquo conditoris sui 145 opere existere blasphemus, qui illius cognitione omnimodis melior quam extiterat fuerit effectus. Atque ideo manifestum est quoniam quicumque illius operationis blasphemus extitit, eius cognitionis alienus fuit. Unde etiam certissime comprobatur quoniam, sicut ad summum bonum deducit omnem hominem creatoris cognitio, sic 150 demergit ad extremum malorum illius ignoratio. Nam plures illius beneficiis per insipientiam ingrati ac misericordiae operibus illu­ dentes atque increduli, pecudibus deteriores effecti, qui etiam in sue cecitatis caliginem perpetuo sunt demersi. Et quod plerisque contigit factum in sue salutis maximum remedium, exinde sibi alii 155 adquisiere preeunte culpa aeternum detrimentum.

125. aeterna P corr. A

128. testatur ex testaur P

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ciado y peor que una fiera; ciertamente, sólo él entre todos los seres ani­ mados pudo conseguir la felicidad eterna, ningún animal, excepto el hombre, sufrirá el castigo de sus propios errores y crímenes. Pero si el alma de un hombre desea conocer a su Creador, conviene que en primer lugar se esfuerce en comprender de qué manera ella resultó superior; ya que, como atestigua una autoridad nada despreciable, el hombre repro­ duce la imagen del Creador sobre todo en la parte por la que prevalece sobre los demás seres animados, gracias al regalo y valor de la razón. Pero, del mismo modo que custodian el bien de esta racionalidad el auto­ dominio y el amor al Creador, es decir la verdadera humildad y la cari­ dad perfecta, así también lo inutilizan el vicio de la concupiscencia y de la ira. Si no rechaza éstos, el hombre se vuelve semejante a las bestias, si se pone al servicio de aquéllos, se adapta a la imagen y semejanza del Creador, para que comprenda qué es él por medio de la humildad, y para que llegue a ser semejante al buen Creador a través del amor. Por eso, solamente los hombres le ofrecen plegarias y ofrendas, para que les con­ serve íntegro el don de la razón o bien para que la bondad del Creador lo aumente si disminuye y lo corrija si está torcido. E igualmente, alabanzas y bendiciones se tributan al Creador, para que den testimonio del conoci­ miento de El entre los hombres dotados de una mente sana y de capaci­ dad de razonar. Y cuanto más le toque a cualquiera avanzar en el conoci­ miento del Creador, tanto más reconocerá ese hombre que él mismo se ha hecho más rico y mejor mediante ese conocimiento. No podrá ser blasfe­ mo contra obra alguna de su Creador aquél que se volvió mejor de lo que había sido en cualquier aspecto, gracias a su conocimiento. Por eso es evi­ dente que cualquiera que blasfeme contra su obra, es ajeno a su conoci­ miento. De ahí se deduce con total seguridad que, del mismo modo que el conocimiento del Creador conduce a cualquier hombre hacia el sumo bien, así, su desconocimiento lo sumerge en el fondo de los males. Pues muchos, desagradecidos por ignorancia para con sus beneficios, escépti­ cos y con desprecio hacia las obras de misericordia, se volvieron peores que las bestias y también fueron precipitados para siempre en las tinieblas de su propia ceguera. Y el don que a la mayoría les ha tocado en suerte como el mayor remedio para su salvación, después algunos, dejándose guiar por el pecado, lo convirtieron en su eterna perdición.

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30. Hoc perspicacissime et permaxime claret in omnip patris singulari gratia, sponte de celo hominibus ab eo in mundo missa per suae maiestatis atque Deitatis coaeternum filium, videli­ cet Iesum Christum. Qui scilicet, cum patre aeque origo omnis vite et veritatis atque bonitatis, exibuit plane sibi credentibus quibusque a seculis incognitum, occultis enigmatibus involutum, de se etiam testimoni[or]um perhibentium Scripturarum adimplebile docu­ mentum; in quo etiam veracibus verbis et prodigiis ostendit seipsum et suum patrem atque eorum spiritum in tribus discrete certissimis personis unum idem esse, id est unius aeternitatis et poten tie uniusque voluntatis atque operationis et, quod id ipsum totum est, unius bonitatis et per omnia coaequalis essentiae, ex quo scilicet et per quem et in quo sunt omnia que vere esse habent, plenum sem­ per et aequale subsistens ante omnia temporum curricula rerum principium, cuius etiam tota plenitudo per omnia et finis omnium. Sed cum ipse omnipotens in quodam creaturarum medio, videlicet in homine, suam expressisset imaginem illumque proprio dimisis­ set arbitrio, insuper et omnia mundi optima illius ditioni subdidis­ set, neglecto proprie constitutionis moderamine ac plus quippiam vel aliud quam auctoris voluntas illum decreverat sese existimans fore, continuo tanto deterior est effectus, quanto presumptior. Ad cuius potiorem etiam reformationem isdem conditor personam filii sue Deitatis misit in mundum sui preformatam sumere imaginem. Que scilicet missio quanto utilior ac decentior, tanto subtilior ac mirabilior. Quam etiam plerique hominum non valentes seu minus volentes credere vel amare, ut sic tandem in illa sue salutis suffi­ cientiam potuissent intellectam repperire, potiusque diversis impli­ citi erroribus, tanto extiterunt veritatis rebelles, quanto probantur illius cognitionis expertes. De quorum procul dubio sorte sunt universe hereses vel quorumcumque errorum sectae in toto terrarum orbe. Quibus scilicet omnibus, nisi conversi sequantur Iesum gesta penitudine, melius fuerat non fuisse. At quorum mens plena fide amando et credendo illi obedivit, tanto meliores ex eo effecti, quan­ to perfectius adheserunt illi qui est initium ac perfectio totius boni. Ex his nempe constat tota beatorum laudabilis summa, quorum 162. testimoniorum P corr. Duchesne

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30. Esto resulta muy claro y evidente en la singular gracia d Padre todopoderoso, enviada por Él espontáneamente a los hombres desde el cielo sobre la tierra, a través del hijo co-eterno de su propia majestad y divinidad, Cristo Jesús. Éste, que junto con el Padre es princi­ pio de toda vida, verdad y bondad, expuso con claridad a todos los que creen en Él a partir de los testimonios que dan las Escrituras el ejemplo a seguir, desconocido durante siglos y envuelto por ocultos enigmas; en éste, mediante palabras verdaderas y milagros demuestra que Él mismo, el Padre y su Espíritu son un mismo ser en tres personas claramente dis­ tintas, es decir, de una sola eternidad, potencia, voluntad y acción y, lo que es completamente lo mismo, de una única bondad y de la misma esencia en todos los aspectos; a partir de él, por medio de él y en él están todas las cosas que poseen una existencia real, permaneciendo siempre completo e idéntico antes de cualquier transcurso del tiempo, como prin­ cipio de las cosas, él que posee la total y absoluta plenitud y el fin de todo. Pero cuando el Omnipotente había reflejado su propia imagen en el hom­ bre, el ser central de todas las criaturas por decirlo de alguna manera, y le había dejado a su libre arbitrio y además había sometido a su jurisdicción todas las mejores cosas del mundo, éste olvidó las limitaciones de su pro­ pia naturaleza, y creyendo ser algo superior o distinto de lo que la volun­ tad de su Creador había decidido, muy pronto se volvió peor a medida que se hacía más soberbio. Para su regeneración el mismo Creador envió al mundo a la persona del Hijo de su Divinidad para tomar la imagen pre­ establecida. Esta misión resultó tanto más misteriosa y sorprendente cuanto más útil y conveniente era. La mayoría de los hombres no pudie­ ron o no quisieron creer en ella y amarla, cuando así habrían podido des­ cubrir lo suficiente para su salvación, y más bien siguieron implicados en sus diversos errores, y se demuestra que fueron tan rebeldes a la verdad como privados de su conocimiento. A la categoría de éstos pertenecen sin duda todas las herejías y las sectas, cualquiera que sea su error, en todo el orbe de la tierra. Para todos ellos habría sido mejor no haber existido, a no ser que, una vez convertidos, sigan a Jesús tras el arrepentimiento. Pero llena de fe su alma, le obedecieron amándole y creyendo en El, y les hizo mejores cuanto más plenamente se adhirieron a Él, que es el principio y la perfección de todo bien. De estos fieles está formado el loable grupo de

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venerabilis memoria universa seculorum ornat tempora; quibus etiam datum est cum universorum creatore perhenne et feliciter esse et vivere, illiusque semper agnitionis visione beatiores fore. Nos igitur tandem credimus, ut spoponderamus, his paucis illorum dampnatorum insaniae sufficienter respondisse.

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31. Preterea, cum a pluribus omni sagacitate elabo fuisset qualiter, deposita mentis perfidia, veram et universalem reciperent fidem, atque illi omnimodis se facere denegarent, dictum est eis quoniam, nisi celerius ad sanam fidei mentem redeant, regis iussu et universe plebis consensu igne essent protinus crematuri. At illi, in sua male confisi vesania, nil pertimescere se lactantes seque evasuros ab igne inlesos promittentes, quin potius ad meliora sibi suadentibus spernendo illudebant. Cernens quoque rex et universi qui aderant minus posse illos revocari ab insania, iussit accendere non longe a civitate ignem permaximum, ut vel eo forte territi a sua malignitate desierent; ad quem cum ducerentur, rabida adacti dementia se omnimodis hoc velle proclamabant ac sese ultro ad ignem trahentibus inferebant. Quibus ad ultimum numero XHIcim igni traditis, cum iam cepissent acrius aduri, ceperunt voce qua poterant ex eodem igne clamare se pessime deceptos ante diabolica nuper de universorum Deo ac Domino male sensisse et ob hanc ab eisdem inlatam ei blaspemiam illos temporali atque aeterna ultione torqueri. His vero plures e circumstantibus auditis, humanitatis pie­ tate permoti, accedentes ut vel semiustos ab igne illos eriperent, minime valuerunt, quoniam, vindice flamma consúmente illos, con­ tinuo in pulvere sunt redacti. Si qui vero postmodum huius perver­ sitatis fuerunt sectatores reperti, simili ultionis vincdicta ubique sunt perditi. Preterea venerabilis catholice fidei cultus, exstirpata insanientium pessimorum vesania, ubique terrarum clarior emicuit.

206. desierent P corr. Pithou : desierent Gualandri coni. Pithou

216. pulverem

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los beatos, cuya venerable memoria adorna todas las épocas; a ellos les ha sido concedido estar y vivir eternamente en felicidad junto con el Creador de todas las cosas, y ser cada vez más felices viéndole y conociéndole. Nosotros creemos haber respondido suficientemente con estas breves reflexiones, tal como habíamos prometido, a la locura de aquellos desven­ turados.

31. Además, cuando muchos con toda su sagacidad se ocuparon d mostrarles de qué modo podían recibir la fe verdadera y universal, una vez apartada la maldad de su mente, y ellos se negaron a hacerlo de cual­ quier modo, se les advirtió que, si no volvían rápidamente a una conside­ ración sana de la fe, por orden del rey y con el acuerdo de todo el pueblo, inmediatamente serían arrojados al fuego. Pero ellos, confiando errónea­ mente en su locura, se jactaban de no temer nada y prometían que esca­ parían ilesos del fuego; es más, a los que Ies aconsejaban para su bien, los insultaban, despreciándolos. Al darse cuenta el rey y todos los que esta­ ban presentes que aquéllos no podían ser apartados de su locura, ordenó encender un enorme fuego cerca de la ciudad, para que tal vez atemori­ zados por esto, desistieran de su maldad; al ser conducidos ante el fuego, presas de una rabiosa demencia, gritaban que ellos querían precisamente esto y se entregaban voluntariamente a los que los arrojaban a la hogue­ ra. Entregados a las llamas hasta el último de un total de trece, cuando ya habían empezado a quemarse cruelmente, comenzaron a gritar todo lo que podían desde dentro del fuego que habían sido engañados por el dia­ blo con sus peores artes y que se habían equivocado con respecto al Dios y Señor de todas las cosas y que, a causa de la blasfemia proferida por ellos contra El, estaban siendo atormentados con un castigo temporal o eterno. Habiendo oído estas palabras muchos de los que estaban alrede­ dor, impulsados por la piedad humana, se acercaron para arrebatarlos del fuego, incluso medio quemados, y no pudieron porque al consumirlos la llama vengadora, inmediatamente se convirtieron en polvo. Si después fueron descubiertos algunos seguidores de estas perversidades, fueron eliminados en todos los lugares mediante un castigo del mismo tipo. Además, una vez extirpada la locura de aquellos malvados dementes, el culto de la fe católica resplandece más brillante en toda la tierra.

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IX. De filiis

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32. Suscepit igitur prefatus rex de suprascripta coniuge sua filios quattuor; providusque de regni successu, elegit regnare post se illorum primogenitum Hugonem nomine, puerum adhuc, claris­ sime indolis illustrem. Cumque de ipsius sacrando sublimio primates regni sagaciores consuluisset, tale ei dedere responsum: «Sine puerum, rex, si placet, crescendo procedere in viriles annos, ne, veluti de te gestum est, tanti regni pondus infirmae committas aeta­ ti». Erat autem isdem puer ferme decennis. Qui minime illorum adquiescens dictis, matre precipue instigante, regio in Compendio adscitis regni primoribus coronam, ut decreverat, ex more a ponti­ ficibus puero fecit inponi. In processu quoque temporis, cum adole­ visset, cernens se nil dominii rei peculiaris preter victum et vesti­ tum ex regno, unde coronatus fuerat, posse mandare, cepit corde tristari atque apud patrem ut ei quippiam dominii largiretur conqueri. Quod eius mater comperiens, ut erat avarissima maritique magistra, fieri renitens, insuper convitiis ac maledictis iuvenem lacessibat; et sicut quidam ait: «Novi ingenium mulierum; cum velis, ipsa nolit, at si nolis, cupiet ultro». Nam que prius, ne fastu regni careret aliquo ingruente mariti infortunio, contra omnium sola decretum sublimavit puerum, postea toto mentis nisu ac si hos­ tem alienigenam turpabat illum verbis et operibus. 33. Ille vero, cernexis se non posse diutius talia aequanimiter tolerare, iunctis secum aliquibus suae aetatis iuvenibus, cepit infes­ tari ac diripere ad libitum res genitorum. Tamen paulo post Dei nutu in se reversus, ad genitores rediens, humili eos satisfactione benivolos erga se reddidit. Tunc demum ab eisdem largitur illi, ut optimum decebat filium, ius ubique ac potestas regni. Sed qualis et quantus postmodum extitit, presentí stilo num quit explicari? Quam humilis ac dulcis eloquio, patri ac matri servis oboedientior, pauperum largus dator, monachorum et clericorum consolator, necnon apud patrem cunctorum rogantum fidelissimus interventor, quam affluenter in cunctis optimis melior, quis valet exsequi relaIX 18. nolit P : nolet dub. Wint.

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IX. Los hijos de ese rey 32. El mencionado rey -Roberto II- tuvo con su mujer cuatro hijos; y haciendo previsiones sobre la sucesión del reino, decidió que reinara después de él Hugo el primogénito, todavía un niño, conocido por su excelente carácter. Cuando consultó a los nobles más sagaces del reino sobre el hecho de consagrar su ascensión al trono, le dieron la siguiente respuesta: «Rey, por favor, deja al niño que crezca y alcance la edad viril para no confiarle el peso de un reino tan grande a su más tierna edad, como te sucedió a ti». Pues el muchacho tenía casi diez años. El rey, sin hacer caso a sus palabras, a instancias de la madre sobre todo, convocó a los más importantes personajes del reino en el palacio real de Compiégne, tal como había decidido, e hizo que le fuera impuesta la corona al niño por los obispos según la costumbre. Al pasar el tiempo, cuando se hizo adulto y se dio cuenta de que él no podía decidir nada sobre la adminis­ tración del patrimonio del reino en el que había sido coronado, a excep­ ción del alimento y el vestido, comenzó a entristecerse y a lamentarse ante su padre para que le concediera algo de poder. Al descubrirlo su madre, como era muy avara y dominaba al marido, se negó a hacerlo y atacaba además al joven con insultos y maldiciones; como dijo uno: «Conozco el talante de las mujeres: cuando quieres, ella no quiere, pero si tú no quie­ res, espontáneamente ella lo desea». Pues ésta antes, para no verse priva­ da de la dignidad del reino por alguna desgracia inminente del marido, elevó al trono al muchacho ella sola en contra de la opinión de todos, y después le insultaba de palabra y de obra con toda su alma, como si fuera un enemigo extranjero. 33. El, comprendiendo que no podía tolerar por más tiempo tales afrentas con ecuanimidad, en compañía de unos cuantos jóvenes de su edad, empezó a atacar y robar a su capricho las propiedades paternas. Sin embargo poco después, por voluntad divina, se enmendó, y volviendo a casa de sus padres, con humildes excusas recuperó su cariño. Entonces ellos le concedieron por fin el derecho y el poder en cualquier lugar del reino, como correspondía a un hijo perfecto. Pero ¿se puede explicar con esta pluma cuál fue su calidad y su grandeza posteriormente? ¿Qué escri­ tor puede describir en su totalidad cuán humilde y agradable era en la conversación, más obediente a su padre y a su madre que los esclavos, generoso con los pobres, qué consuelo proporcionaba a los monjes y clé­ rigos, además de su lealtad como mediador de todos los que le rogaban a

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tor? Huiusmodi enim fama ubique provintiarum percitus preoptabatur a multis, precipue ab Italicis, ut sibi imperaret in imperium sublimari; nam et ex cognomento proavi Magnus Hugo dicebatur a cunctis. Dum igitur incomparabili mentis simul ac corporis decore floreret, exigentibus maiorum flagitiis repente illum mons invida mundo subripuit. Sed quale iusticium contigit universis, nullo ser­ mone valet exprimi. De cuius etiam funere subséquentes iambicos rogatus a fratribus cecini:

Plasmator, parce mestis mundialibus, Succurrat fletus intimis doloribus, Pascat merentes singultuum gemitus, Humanum decus dum rapit interitus. 45

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Annis florebat mundo iuvenilibus Ter denis minus excreverat duobus, Regnorum lumen Hugo, regum maximus; Quem nex funesta invidit hominibus. Non alter nostro talis emicat aevo, Regnis spectatus, adscitus imperio, Bellorum tanto decoretur triumpho, Vigore pari valeat corporeo; Quo gens Francorum vigebat letabunda Fideique pace tota simul Gallia; Omnis quem prona poscebat Italia, Cesar ut iura promeret regalia. Sed te non nostra, iuvenum pulcherrime, Heu pro dolor! tempora meruere; Quibus inundant malorum miserie Vires bonorum corruunt assidue.

46. bis denis coni. Haudiquier (prob. France)

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su padre, y cuánto mejor era que todos los mejores? Con esa fama, era muy nombrado en todas las provincias y muchos, especialmente los ita­ lianos, deseaban que fuera elevado al trono imperial para que reinara sobre ellos; pues según el sobrenombre de su bisabuelo, todos le llamaban Hugo el Grande. Cuando estaba en la cúspide de sus incomparables cua­ lidades mentales y físicas, de repente, en castigo por las faltas de sus ante­ pasados, la muerte envidiosa lo arrebató de este mundo. No se puede expresar con palabras qué luto sobrecogió a todos. A petición de sus her­ manos, yo canté los siguientes versos yámbicos por su muerte: Oh creador, apiádate de los afligidos mortales, que el llanto alivie su profundo dolor, que los gemidos y sollozos sacien a los que están tristes, mientras la muerte arrebata la vanagloria de los hombres. Brillaba en el mundo en sus años juveniles, había cumplido veintiocho (treinta menos dos), Hugo, la luz de los reinos, el más grande de los reyes; La funesta muerte se lo arrebató a los hombres. Ningún otro brilla en nuestra época como él, estimado entre los reinos, deseado para el Imperio, ninguno se ha condecorado con tantas victorias en las batallas, ni le puede igualar en su fortaleza física; Con él el pueblo franco era próspero y feliz así como toda la Galia entera, en la paz y la lealtad; Toda Italia inclinada ante él le pedía que ejerciera los derechos reales en calidad de César. Pero a ti, hermosísimo joven, por desgracia, no te merecían nuestros tiempos; Estos se ven inundados de miserias y males, continuamente se arruinan las fuerzas del bien.

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Tu dolor matris calamitasque patris, Crudele nimis monimentum germanis, Meror communis cunctis in palatiis, Iusticiumque populorum ultimis. 65

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Leone presso, Virgo Solem coeperat, Tua cum dirus membra pallor occupat. Denis diebus sorte fit lux septima: Te patri fama perdidisse nuntiat. Iam seculorum cerne rector optime, Gentem Francorum qui regat tutissime Hostemque sevum valeat repellere; Pactum quietis illi da perpetuae. Qui in eadem qua primitus coronatus fuerat ecclesia, Beati martyris Cornelii videlicet, regio in Compendio est sepultus.

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34. Post cuius obitum coepit iterum isdem rex tractare, quis potissimum ex residuis filiis post se regnare deberet. Constituerat autem secundum Burgundie ducem, Heinricum nomine, post Hugonem natum, ipsumque decrevit pro fratre in regnum sublima­ re. Sed rursum mater, muliebri animositate agitata, tam a patre quam a ceteris, qui parti illius favebant, dissentit, dicens tertium ad regni moderamen prestantiorem fore filium, qui et Rotberti patris nomine censebatur. Hoc quippe inter fratres seminarium discordiae fuit. Coadunatis denique rex metropoli Remis regni primatibus, sta­ bilivit regni corone Heinricum quem delegerat. 35. Tunc demum post aliquod temporis spatium illi duo fra­ tres, firmato amicitiae foedere, precipue ob insolentiam matris cepere vi invadere vicos et castella sui patris ac circumcirca diripe­ re quae poterant bonorum eius. Nam ille, quem regem fecerat, Drogas illi castrum subripuit, alter vero in Burgundie partibus Avalonem atque Bellemsem. Pro quibus rex gravi turbatus merore, 80. dissensit Gest. And.

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Tú causas dolor a tu madre, desgracia a tu padre, un recuerdo demasiado cruel a tus hermanos, tristeza compartida en todas las cortes, luto hasta en los más lejanos pueblos. Derrotado Leo, Virgo había iniciado su conjunción con el Sol cuando una palidez mortal invade tus miembros. El día diecisiete por deseo del destino sucedió que a tu padre le llegó la noticia de que te había perdido. Ahora ya, óptimo rector del mundo, elige a quien gobierne con más seguridad al pueblo franco y que pueda rechazar al cruel enemigo; a él concédele la promesa de la paz eterna. Fue enterrado en el palacio real de Compiégne, en la iglesia del Beato mártir Cornelio, la misma donde en otro tiempo había sido corona­ do. 34. Después de su muerte el rey comenzó de nuevo a pensar cuál de los hijos restantes debería reinar preferentemente después de él. Había establecido como duque de Borgoña al segundo, nacido después de Hugo, de nombre Enrique, y decidió que subiera al trono ése mismo en el puesto de su hermano. Pero de nuevo la madre, impulsada por una ener­ gía propia de las mujeres, mostró desacuerdo tanto con el padre como con los otros que se ponían de su parte, sosteniendo que el más idóneo para dirigir el reino sería su tercer hijo, que se llamaba Roberto como el padre. Esta fue, sin duda, una semilla de discordia entre los hermanos. Al final, una vez reunidos los grandes del reino en la ciudad metropolitana de Reims, el rey apoyó a Enrique, a quien había elegido, para ceñir la coro­ na. 35. Después de un tiempo, los dos hermanos, tras ser firmado un pacto de amistad, sobre todo a causa de la insolencia de su madre, empe­ zaron a invadir con violencia las aldeas y los castillos de su padre y a saquear todos los bienes de alrededor. El hijo al que había hecho rey le robó el castillo de Dreux, y el otro el de Avallon y el de Beaume, en la zona

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colligens exercitum ascendit Burgundiam; bellum plusquam civile patratur. Interea, cum super his venerabilem patrem Willelmum consuluisset apud Divionensi castro quid agere deberet, oransque, ut erat vir totius mansuetudinis et pietatis, qualiter tam pro se quam pro illis Dominum exoraret, tale responsum ab eodem susce­ pit: «Meminisse te, o rex, convenit iniuriarum obprobriorumque patri ac matri a te illatorum in tua iuventute, quoniam talia tibi, iusto îudice Deo permittente, a filiis ingeruntur qualia tu ipse geni­ toribus ingessisti». Haec audiens rex patientissime tulit seque ultro culpabilem clamans non negavit. Deinde post obsidionem ac depo­ pulationem utriusque provintie ad pacem redeuntes paulisper quieverunt. 36. Anno quoque sequenti, mense iulio, Rotbertus rex apud castrum Meledunense diem clausit extremum, delatumque est corpus eius ad ecclesiam Sancti Dionisii martyris ac in eadem sepultum. Tunc rursus oritur inter matrem et filios rediviva discordiae crudelitas, ac preteritarum irarum frena laxant inveterata odia. Diu multumque vastando res proprias debacatum est, donec Fulco Andegavorum comes, cognatus scilicet ipsorum, matrem redarguens cur bestialem vesaniam erga filios exerceret, utrumque parentem in pacem reduceret. Sequenti vero anno, eodem mense, atque in eodem castro quo rex obierat, et ipsa obiit, indeque porta­ ta est ad Sancti Dionisii basilicam ac iuxta regem sepulta. 37. Henricus nempe rex, paternis rebus potitus, germanum suum Rotbertum constituit Burgundie ducem. Preterea, cum isdem rex rempublicam vivaci mente et agili corpore regni sui discuteret, tunc contigit ut Letoericus Senonum archipresul obiret. Ilico vero unum de sue gentis nobilibus consecrari mandavit atque in eius loco subrogari. Sed Odo, rerum ditissimus licet fide pauper, alterum e contra delegerat ne ius regium hac in parte foret integrum. Nam qui viventi patri Rotberto multa tam vi quam calliditate subri­ puerat, arte simili filiis facere cupiebat. Cum enim primitus civita­ tes, Trecorum videlicet ac Meldorum, cum multiplicibus castris illi

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de Borgoña. Afectado de una grave tristeza por estos hechos, el rey, reu­ niendo a su ejército, entró en Borgoña; se produjo una guerra más que civil. Entre tanto, en el castillo de Dijon, el rey consultó al venerable padre Guillermo (de Volpiano) qué debía hacer sobre estos asuntos, y le pidió, como hombre manso y piadoso que era, que rogara al Señor tanto por él como por ellos; recibió esta respuesta: «Oh rey, conviene que tú recuerdes las injurias y ofensas infligidas por ti a tu padre y a tu madre en tu juven­ tud, puesto que, con el consentimiento de Dios, justo juez, tus hijos te oca­ sionan los problemas que tú ocasionaste a tus padres». Al oír estas pala­ bras el rey las aceptó con sumisión y no lo negó, reconociendo más bien que era culpable. Después del asedio y la devastación de ambas provin­ cias, volvieron a la paz y permanecieron tranquilos durante un tiempo. 36. El año siguiente, en el mes de julio, el rey Roberto acabó sus días en el castillo de Melun, fue trasladado su cuerpo a la iglesia del már­ tir san Dionisio y en ella fue sepultado. Resurgió entonces entre madre e hijos la renovada crueldad de la discordia, y los viejos odios desataron los frenos de iras pasadas. Se produjeron durante largo tiempo ataques fero­ ces devastando sus propios bienes, hasta que Folco el conde de Anjou, su pariente, recriminando a la madre por ejercer una furia bestial contra sus hijos, reconcilió a unos y otros. Al año siguiente, el mismo mes y en el mismo castillo en que había muerto el rey, murió ella también, y desde allí fue llevada a la basílica de san Dionisio y sepultada junto al rey. 37. El rey Enrique, tras haber tomado posesión de las propiedades de su padre, nombró duque de Borgoña a su hermano Roberto. Después, mientras resolvía el gobierno de su reino con lucidez y con energía, falle­ ció Leoterico, el arzobispo de Sens. El rey ordenó que fuera consagrado y ocupara su lugar un noble de su gente. Pero Odón, muy neo en propieda­ des pero pobre en lealtad, había elegido a otro para que los derechos del rey no fueran completos en ese aspecto. Pues él, que había arrebatado con violencia y con engaños muchos bienes al rey Roberto estando vivo, dese­ aba hacer lo mismo a los hijos con procedimientos similares. En efecto, habiéndole sustraído ya las ciudades de Troyes y Meaux, junto con múl­ tiples castillos, tras su muerte les quitó a su esposa e hijos la ciudad de

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preripuisset, post mortem eius coniugi et filiis illius Senonicam subripuit urbem, quam etiam tunc adversus illos infamis possessor vallaverat. Quod cernens Heinricus aera animi ferocitate tamdiu illum insecutus est debellando, quousque genu flectens ei se subde­ ret eiusque ditioni oboediens pareret. Erat enim isdem Odo natus ex filia Chuonradi regis Austrasiorum, Berta nomine, licet a patris sui proavis obscure duxisset genus lineae. Et quoniam regi Rodulfo, avunculo scilicet eius, non erat proles ulla que foret regni heres, presumpsit ipso vívente vi potius quam amore regni abenas preripere, conferens insuper multa donaria, ut ei assensum preberent, primoribus patriae; sed nequicquam. «Domini enim est regnum et cuicumque voluerit dabit illud». Est etiam proverbium: «Secundum fidem hominis erit amicus illius». Gens enim precipue regni eius­ dem assertionem fidei floccipendit et foedus pro nihilo ducit.

38. Extitit igitur post mortem Heinrici imperatoris, q nepos regis Rodulfi, Chuonradus, de quo in subsequentibus narrabimus, habens in coniugio neptam prefati Rodulfi. Ob hoc maxime valenter resistens contradicebat Odoni; quorum etiam lis acerrima regni utriusque maximam fecit depopulationem.Ad ultimum deni­ que, cum iam in conspectu Dei excederet mensura tanti mali, collec­ to undecumque exercitu permaximo conscendit Odo in Tullensem pagum, quem iam sepius depopulaverat, ibique oppugnans coepit Bannense castrum cum magna tamen diremtionis eversione totius provintiae cumque in eodem castro locatis militibus ad custodiam ferme quingentis, ut tamen ipse quamtotius ad propria repedaret, utpote qui curis agitabatur innumeris. Prestolabantur itaque illum legati ex Italia directi, deferentes ei arram principatus, ut agebant, totius Italie regionis. Contempserant enim suum principem, predictum videlicet Chounradum, Mediolanenses, coniuratione facta adversus eum, iunctis sibi quos poterant ex civitatibus in circuitu. Existimabant quoque eundem Odonem posse percipere regnum Austrasiorum atque ad eos transire ut illis gereret principatum. Sed, sicut ait manufortis insignis precemtor bellorum Domini: «Deiecisti

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Sens, que el infame usurpador incluso había fortificado para luchar con­ tra ellos. Al darse cuenta de esto Enrique, con furor y encarnizamiento no cesó de atacarle durante largo tiempo hasta que se puso de rodillas ante él llorando y se mostró obediente a su autoridad. Este Odón había nacido de la hija de Conrado, rey de Austria, llamada Berta, aunque su oscuro origen dinástico se remontaba a los antepasados de su padre. Puesto que el rey Rodolfo, su tío materno, no tenía descendientes a quienes dejar su herencia, pensó que podía apoderarse de las riendas del reino por la fuer­ za en vez de con cariño, cuando estaba aún vivo el soberano, y repartien­ do además muchos regalos a los grandes señores del país, para que le mostraran su apoyo; pero fue en vano. «El reino es del Señor y se lo dará a quien quiera»15. El proverbio dice también: «Según la lealtad de un hom­ bre será su am igo»16. La gente de este reino generalmente hace poco caso a las promesas de lealtad y no toma en consideración los pactos.

38. Tras la muerte del emperador Enrique, que fue nieto del re Rodolfo, quedó Conrado, de quien hablaremos a continuación, que tenía por esposa a una nieta de Rodolfo. Especialmente por eso, contradecía a Odón, oponiéndosele con tenacidad; su terrible disputa ocasionó una enorme devastación en ambos reinos. Por último, cuando ya a los ojos de Dios estos grandes males excedían toda medida, habiendo reclutado de todas partes un enorme ejército, Odón subió al territorio de Toul, ya devastado por él con demasiada frecuencia, y allí tomó al asalto el casti­ llo de Bar, en medio de una gran destrucción de toda la provincia; colocó en ese castillo una guarnición de casi quinientos soldados para regresar lo antes posible a su propio país, pues estaba preocupado por numerosos problemas. Le esperaban legados procedentes de Italia, que le ofrecían, según decían, la promesa del principado de toda la región de Italia. Los milaneses habían despreciado a su señor, el mencionado Conrado, tras haber planeado una conjuración contra él, y haberse aliado con las ciuda­ des de alrededor que habían podido. Creían también que el mismo Odón podía asumir el reino de Austrasia y después pasarse a ellos para desem­ peñar su dominio. Pero, como dice el hombre de la mano fuerte, el ilustre cantor de las guerras del Señor, así sucedió: «Los destruiste mientras lo celebraban»17. Pues de repente Gocilón, duque de toda la primera región 15Salmos 21,29. 16 Eclesiástico 6, 17. 17Salmos 72, 18.

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eos, inquiens, dum allevarentur», ita contigit. Nam subito Gocilo, dux totius primae Retiae regionis cis Renum, cum exercitu nimio in eum inruens omnem Odonis exercitum in fugam vertit, licet ex utraque parte plurima multitudo moriens curruerit; tunc denique et ipse Odo miserrime interiit. Cuius lacerum cadaver Rogerus, Catalonorum presul, habens secum virum venerabilem abbatem Richardum, a cede suscipiens uxori reddidit. Quae accipiens direxit illud Turonis ibique sepultum est iuxta patrem suum in atrio Sancti Martini superioris cenobii. Et quidem finis Odonis talis extitit; quem idcirco huic seriei intexere voluimus, qualiter in presentiarum cognosceretur rerum creator iustissimus potenter explere quod olim tesmoforo suo Moysi promisit: «Ego, inquiens, Dominus qui iudico peccata patrum in filiis in tertiam et quartam generationem». 39. Tertius namque hic Odo, de quo a nobis sermo superior est habitus, trinepos fuit illius Tetbaldi Carnoti comitis, cui cogno­ men Tricator fuit. Hic nempe quondam, iunctus Arnulfo Flandrensi comiti, expetens per legatos Willelmum Rothomagorum ducem velut ad familiare pacis colloquium, promittens se ex parte regis Francorum seu Ugonis Magni, qui fuerat filius Rotberti regis, quem Otto dux Saxonum postea vero imperator Romanorum Suasionis interfecit, ei utilia esse dicturum. At ille quoque, ut erat vir innocens licet potentissimus, ubi illi constituerat per fluvium Sequane evec­ tus navigio velociter illo affuit. Qui dum simul convenientes inruunt in amplexus, unus simplicitate revera, ceteri dolo illecti, simulate pacis atque amicitie miscuere colloquia. Post finem vero insimulatorum verborum, cepto recessu, iam longiuscule progrediente Willelmo, revocavit eum Tetbaldus, quasi secretiora adhuc ei loquens crediturus seu carius valedicturus. At ille remum dextra accipiens prohibuit ut nemo suorum exiens illum sequeretur; exilivit ad ripam. Tetbaldus quoque, illum adpropinquans quasi aliquid locuturus, ilico exertam quam ad hoc tulerat sub pallio spata uno ictu caput a corpore decussit. Quod cernentes qui cum Willelmo venerant, remigando fugam arripiunt; nuntiavere Rotomagensibus ut contigerat. Erat enim Willelmo filius ex concubina, Richardus nomine, tamen adhuc adolescens. Quem accipientes sui statuerunt pro patre principem regni. Tetbaldus nempe patrato scelere conci158. cirrenum P corr. Duchesne exertam s.l. P : exer/a A

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de la Retia del lado de acá del Rin’a, se precipitó sobre Odón con un gran ejército y puso en fuga a todas sus tropas, aunque pereciendo una gran multitud de ambas partes; el propio Odón murió entonces también de forma miserable. Rugiero, obispo de Chálons, junto con el venerable abad Ricardo, recogiendo su cuerpo mutilado de entre los cadáveres, se lo devolvieron a su esposa. Ella lo tomó y lo hizo llevar a Tours, y allí fue sepultado junto a su padre, en el atrio del monasterio de san Martín de arriba. Este fue el final de Odón; hemos querido insertarlo en este relato para que se sepa ya cómo el muy justo Creador de todas las cosas, con su poder, cumplió lo que en otro tiempo había prometido a su legislador Moisés: «Yo soy el Señor que castigo los pecados de los padres en los hijos, hasta la tercera y cuarta generación»19.

39. Este tercer Odón, de quien hemos tratado en el capítulo ant rior, fue nieto de aquel Tebaldo, conde de Chartres, a quien se le puso el sobrenombre del Engañador. Éste en una ocasión, unido a Arnolfo, conde de Flandes, invitó por medio de unos legados a Guillermo, duque de Ruán, a una aparente reunión amistosa de paz, prometiéndole que le iba a proporcionar información útil de parte del rey de Francia Hugo el Grande, que había sido hijo del rey Roberto, y a quien Otón, duque de Sajonia y después emperador romano, mató en Soissons. Aquél, como era un hombre ingenuo aunque muy poderoso, desplazándose en barca por el río Sena se presentó rápidamente donde se le había emplazado. Al encontrarse, se abrazaron, el uno con total ingenuidad, los otros impulsa­ dos por el engaño, y celebraron confusos coloquios de paz y amistad fic­ ticia. Tras el final de las conversaciones engañosas, emprendió el regreso y cuando había avanzado ya bastante Guillermo, le volvió a llamar Tebaldo, como si tuviera la intención de confiarle de palabra cosas más secretas todavía o de despedirse más afectuosamente. Él, tomando un remo con la mano derecha, prohibió que ninguno de los suyos desembar­ cara y le siguiera, y saltó a la orilla. Tebaldo, aproximándose a él como si fuera a decirle algo, allí mismo desenvainó la espada que había llevado a propósito bajo el manto y de un golpe separó la cabeza del cuerpo. Al ver esto los que habían acudido con Guillermo, se dieron a la fuga remando y contaron en Ruán cuanto había sucedido. Guillermo tenía con una con­ cubina un hijo llamado Ricardo, pero todavía adolescente. Los suyos le lfiRaúl utiliza la denominación de Retía para referirse a Lotaringia, posiblemen­ te por la etim ología del Rin, pero en todo caso hasta ahora desconocida. Éxodo 20, 5; Números 14, 18; Deuteronomio 5, 9.

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tus perrexit ad Heribertum Trecorum comitem, petens ab eo soro­ rem ipsius dari sibi in coniugium, uxorem scilicet predicti Willelmi quem interfecerat. At ille statim promisit dari. Vocans eam ad collo­ quium sui, que nondum genuerat prolem, quasi consolaturus ex dampno mariti, tradidit illam Tetbaldo detestabile satis in coniu­ gium. Ex qua genuit Odonem, patrem videlicet istius cuius finem teterrimum supra diximus. Illud etiam commemorari in calce tertii libelli placuit: qualiter vindex divina potestas, totius boni modera­ trix, insolentiae humani generis ultrix vel in presentiarum extiterit.

40. Olim igitur circa millesimum incarnati verbi annum, cum rex Rotbertus accepisset sibi reginam Constantiam a partibus Aquitanie in coniugium, coeperunt confluere gratia eiusdem reginae in Franciam atque Burgundiam ab Arvernia et Aquitania homi­ nes omni levitate vanissimi, moribus et veste distorti, armis et equo­ rum faleris incompositi, a medio capitis comis nudati, histrionum more barbis rasi, caligis et ocreis turpissimi, fidei et pacis foedere omni vacui. Quorum itaque nefanda exemplaria, heu pro dolor! tota gens Francorum, nuper omnium honestissima, ac Burgundionum sitibunda rapuit, donec omnis foret nequitie et turpitudinis illorum conformis. Si quislibet vero religiosus ac Deum timens talia geren­ tes compescere temptavisset, ab eisdem insania notabatur. Sed vir integerrime fidei ac constantiae, pater videlicet Willelmus, quem iam supra commemoravimus, reiecto pudore sumptaque spiritali invectione regem pariter ac reginam cur talia in suo regno permit­ terent fieri acerrime increpans, quippe quod ceterorum honestissi­ mum honore et religiositate diutius claruerat regnorum. Ceteros quoque inferioris gradus seu ordinis ita redarguens comminabatur, ut plerique, monitionibus illius coerciti, relicta superstitiosa vanita­ te in pristinum se reformarent usum. Asserebat igitur isdem abba hec omnia molimina calteria esse Sathane ac, si quis hominum tali­ bus insigniis calteriatus ex hoc seculo migrasset, difficulter a diabo­ li vinculis posse eripi. In pluribus tamen nequam usus convalut; cuius etiam detestans elogium paucis heroicis pernotavi:

201. vel ultrix P corr. Wint.

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llamaron y le pusieron al frente del reino, en lugar de su padre. Tebaldo, una vez cometido el asesinato, se encaminó rápidamente hacia Heriberto, conde de Troyes, pidiéndole que le entregara en matrimonio a su herma­ na, esposa de ese Guillermo al que había asesinado. Aquél prometió que se la daría sin dilación. Llaínó para conversar a esa mujer, que todavía no había tenido hijos, y, como para consolarla por la pérdida del marido, se la entregó a Tebaldo en un matrimonio muy detestable. De ella nació Odón, el padre de ése cuyo tristísimo fin hemos contado antes. Al final del tercer libro me ha parecido conveniente recordar cómo el poder vengador de Dios, que guía todo bien, castiga la insolencia del género humano incluso en la actualidad.

40. En una ocasión, en torno al año mil de la encarnación del Seño cuando el rey Roberto había tomado en matrimonio a la reina Constanza de Aquitania, por causa de ésta empezaron a afluir hacia Francia y Borgoña desde Auvernia y Aquitania hombres muy frívolos y vanidosos, extravagantes por sus costumbres y su manera de vestir, excéntricos por las armas y los arreos de los caballos, con los cabellos rapados desde la mitad de la cabeza, con la barba afeitada como los actores, con calzados y perneras feísimos, incapaces de mantener cualquier pacto de lealtad y de paz. Por desgracia, todo el pueblo de Francia, hasta entonces el más vir­ tuoso de todos, así como el de Borgoña, se apoderaron con avidez de los peores ejemplos de aquéllos, hasta que se adecuaron a toda su perversión e inmoralidad. Si alguno piadoso y temeroso de Dios intentaba reprimir a los que llevaban a cabo tales prácticas, era tachado por ellos de loco. Pero un hombre de fe y firmeza íntegra, el abad Guillermo, a quien hemos recordado antes, rechazando cualquier miedo y aceptando un impulso del espíritu, increpó con dureza tanto al rey como a la reina preguntando por qué permitían que sucedieran tales cosas en su reino, que durante mucho tiempo había destacado como el más ilustre de entre los otros rei­ nos por su honorabilidad y religiosidad. Recriminaba y amenazaba de esa manera a los otros de rango y orden menor hasta tal extremo que muchos, presionados por sus reproches, tras haber abandonado la vanidad supers­ ticiosa, volvieron a las antiguas costumbres. Afirmaba el abad que todos estos esfuerzos eran huellas de Satanás y, si algún hombre se marchaba de esta vida marcado con tales insignias, difícilmente podría ser arrancado de las cadenas del diablo. Sin embargo, en muchos prevaleció aquella malvada costumbre; por detestarla compuse un elogio en pocos versos heroicos:

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Anno post Dominum terris de Virgine natum Milleno, gravibus homines erroribus acti. Dum cupimus rerum species intendere plures, Preteritis placet et studiis componere mores, Obiectat sese novitas incauta periclis. Ecce priora sibi rident cum tempora nostri Ludicra queque probris sociant tumque usibus aptant, Turpia nec horrent animis et seria calcant Que iustos rexere viros et honesta refutant. Corpore perverso creat haec nunc vita tyrannos, Trunca veste viros, sine federe pacis, ineptos. Consilio muliebre gemit respublica laxa: Fraus, raptus, quodcumque nefas dominantur in orbe; Nullus honor sanctis, nulla est reverentia sacris. Hinc gladius pestisque fames populantur ubique, Nec tamen impietas hominum correcta pepercit. Ac nisi magna Dei pietas protenderet iram, Infernus hos terricrepo consumeret ore. Hoc habet infelix peccandi consuetudo, Quod plus quis peccat minus hic peccare pavescat, Quisque minus peccat magis hic peccare tremescat.

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Mil años después de la venida al mundo del Señor, nacido de la Virgen, los hombres fueron inducidos a graves errores. Mientras deseamos conocer la mayoría de las cosas, y nos gusta comparar nuestras costumbres con las preocupaciones [del pasado, una incauta novedad es expuesta a los peligros. He aquí que, cuando nuestros hombres se ríen de los tiempos [pasados, relacionan cualquier entretenimiento con prácticas reprobables y [las adaptan a las costumbres; Las cosas vergonzosas no hacen estremecer sus ánimos, pisotean la seriedad que dirigió a los hombres justos y rechazan la honestidad. Ahora este tipo de vida genera tiranos de aspecto perverso, hombres con la ropa cortada, necios, incapaces de mantener [pactos de paz. La sociedad debilitada sufre con las tendencias afeminadas: dominan en el mundo el fraude, el hurto y cualquier actividad [delictiva; No existe ninguna veneración a los santos, ni reverencia a las [cosas sagradas. A partir de aquí, la espada, la peste y el hambre destruyen todo por [doquier, y sin embargo la impiedad de los hombres ni se corrige ni se [modera. Y si la gran piedad de Dios no detuviera su cólera, el terrorífico infierno engulliría a éstos. La funesta costumbre de pecar tiene ese resultado: quien peca más, menos teme pecar, y quien peca menos, más teme pecar.

LIBRO IV

1. Después de los múltiples prodigios que acaecieron en todo el mundo tanto antes como después del milésimo año del nacimiento de Cristo Señor, se sabe que hubo varios hombres inteligentes y sagaces que predijeron sucesos no menos importantes en torno al año mil de la pasión del Señor; y esto se cumplió con total evidencia. Una vez muerto, como ya dijimos, el muy piadoso emperador Enrique, que no tuvo ningún hijo que le sucediera en el reino, algunos de los personajes más importantes inten­ taron adelantarse, pero más para brillar con la corona del reino que para hacer progresar el imperio y administrar la justicia; entre todos destacó un tal Conrado, al que antes nos hemos referido, hombre audaz y de gran fortaleza física, pero de lealtad poco firme. Cuando se hubo discutido con profusión durante largo tiempo sobre el nombramiento del primero del reino, especialmente entre los prelados, les pareció que debían elegir al propio Conrado, con un único impedimento por el que Enrique le había odiado mucho: que tenía una esposa que era pariente de él, porque con ella se había casado anteriormente un familiar suyo. Después los obispos le preguntaron qué prefería, o conservar tal matrimonio, que contradecía con total claridad a la autoridad sagrada, o ceñir la corona del imperio tras haber abandonado esa unión. Él inmediatamente prometió que des­ haría ese incestuoso matrimonio, que obedecería con gran diligencia sus palabras y escucharía sus consejos. Escribieron después al papa de Roma para que les diera el consentimiento a lo que habían decidido. Éste asin­ tió de buen grado y le recomendó además que se dirigiera cuanto antes a Roma, una vez ceñido el cetro de Germania, para ceñir la corona de toda Italia. Una vez adquiridas las insignias reales, Conrado se dirigió a Italia en compañía de su esposa con la que se había casado mediante un matri­ monio ilícito, como hemos dicho. Inmediatamente, en la pendiente de los

INCIPIT LIBER QUARTUS

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1. Post multiplicia prodigiorum signa, que tam ante q post, circa tamen annum Christi domini millesimum in orbe terra­ rum contigere, plures fuisse constat sagaci mente viros industrios, qui non his minora propinquante eiusdem dominicae passionis anno millesimo fore predixere; quod utique evidentissime contigit. Mortuo quoque, ut iam diximus, Heinrico piissimo imperatore, cui scilicet nulla proles extitit qui in regnum post illum succederet, non­ nulli sese inferre temptantes de primatibus, qui tamen potius ut regni corona fulgerent quam profectum reipublice moderamenque iustitie exercerent, prae cunctis ergo quidam Chounradus, quem superius taxavimus, audax animo et viribus ingens sed fide non multum firmus. Cum enim diu multumque de constituendo regni principe, ac precipue inter presules, retractatum fuisset, visum est eis ipsum Chounradum debere eligere, nisi quod unum intererat propter quod Heinricus etiam illum valde exosum habuerat: habe­ bat enim coniugem que illi erat affinis, quam etiam primitus qui­ dam cognatus ipsius duxerat. Preterea innotuerunt ei pontifices quid potissimum vellet, aut tale coniugium, quod manifestissime sacrae auctoritati nimium repugnabat, tenere, seu eo dimisso coronam imperii sumere. Qui protinus dimittendum promisit talis incesti coniugium seque parere diligentissime illorum dictis et obedire consiliis. Deinde vero mittunt ad papam Romanum, ut eis in hoc quod decreverant consentiret. Qui statim libentissime annuit, mandans insuper ut quantotius suscepto Germanie sceptro Romam pergeret suscepturus totius Italiae coronam. Interea indeptus regni infula Chounradus Italiam perrexit secumque ducens uxorem quam, ut diximus, inlito ceperat matrimonio. Cui protinus in Prol. 13. retractatum ex retractum Rod infula Waitz I Chounradus ex Counradus P

26. infula P (tuetur Lôfstedt) : 27. inlito P corr. A

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H istoriarum IV, 1-2

descensu Alpium, quem Curiam Gallorum licet corrupte vocant, in oppido Cumis occurrit cum summo apparatu papa Romanus, ut ante spoponderat. Fuere tunc quidam de marchionibus Italiae qui minus ei assensum prebuerunt. Sic enim illis facere mos est, ut iam supra taxavimus, in mortibus imperatorum. Nam et Papienses, ceterorum superbissimi, palatium regis in sua civitate operoso sumptu constructum destruxerant usque ad solum. Ille vero, ut comperit, ferociter irruit, Yporeiam primitus civitatem capiens, deinde ceteras cum castris universis proprie subiciens ditioni; sicque Romam deveniens coronam ex more sumpsit imperii. Cui dum episcopi suggererent ut auctoritate Romani pontificis, qualiter illis promiserat, repudium inliciti faceret coniugii, graviter accipiens dixit se imperatorem creatum nullo modo debere uxore viduari, ac sicut inepte ceperat tenuit.

I. De universalitate aecclesiae a Constantinopolitanis iniuste requisita

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2. Circa annum igitur Domini millesimum vicesimum tum, Constantinopolitanus presul cum suo principe Basilio aliique nonnulli Grecorum consilium iniere quatinus cum consensu Romani pontificis liceret ecclesiam Constantinopolitanam in suo orbe, sicuti Roma in universo, universalem dici et haberi. Qui statim miserunt qui deferrent multa ac diversa donorum exenia Romam tam pontifici quam ceteris quos suae parti favere conspicerent. Ubi convenientes exposuerunt apud pontificem sue profectionis quere­ llam. Sed quid non pertentat cecus amor habendi? Estque proverbium: aureo pugillo murum frangere ferreum. Ac licet pro tempore Filargiria mundi regina queat appellari, in Romanis tamen inexple­ bilis cubile locavit. Mox namque, ut videre Grecorum sibi deferri fulgidas opes, versum est cor illorum ad fraudulentie diverticula, pertemptantes an forte clanculo concedere quirent quod petebatur; sed nequicquam. Non enim potest falli summa Veritas que spopon36-37. sicque ex sique P 39. facere Orlandi : faceret Duchesne I Tit. 1. universalitate ex universitate P 12. deferre P corr. Haudiquier 14. quirent coni. Orlandi : quiverant P 15. nequaquam P corr. Orlandi

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Alpes que llaman, aunque erróneamente, la Curia de los galos1, en la ciu­ dad de Como le salió al encuentro con gran suntuosidad el papa de Roma, tal como antes había prometido. Hubo algunos marqueses de Italia que le negaron su aprobación; pues ellos tienen costumbre de actuar así ante la muerte de los emperadores, como ya dijimos antes. Los de Pavía, los más soberbios de todos, habían destruido hasta los cimientos el palacio real, construido en su ciudad con gran esfuerzo y lujo. Tan pronto como lo supo, Conrado irrumpió con dureza, tomando primero la ciudad de Ivrea y sometiendo después a su jurisdicción las restantes ciudades con todos los castillos; y así llegó a Roma y ciñó la corona imperial, según la costum­ bre. AI sugerirle los obispos que deshiciera2 su matrimonio ilícito valién­ dose de la autoridad del pontífice romano, como les había prometido, lo tomó a mal y dijo que él, nombrado ya emperador, no debía de ningún modo ser privado de su esposa, y la mantuvo inapropiadamente tal como la había tomado. I. Injusta petición de universalidad para la iglesia de Constantinopla 2. En torno al año 1024 del Señor, el patriarca de Constantinop con su emperador Basilio y algunos otros griegos decidieron que, con el consenso del pontífice romano, se le perm itiera a la Iglesia de Constantinopla ser denominada y tenida como universal en su mundo, del mismo modo que lo era Roma en el mundo entero. Inmediatamente enviaron legados a Roma para entregar múltiples y variados regalos tanto al pontífice como a los que demostraran estar a favor de su partido. Al lle­ gar expusieron ante el pontífice la reclamación, que era la causa de su viaje. Pero, ¿qué no intenta la ciega avidez? Hay un proverbio que dice: «con un puño de oro se rompe un muro de hierro». Y, aunque según el momento, el amor al dinero pueda llamarse el rey del mundo, ese vicio insaciable se ha instalado entre los romanos. Luego, cuando vieron pasar ante ellos las espléndidas riquezas de los griegos, el ánimo de los roma­ nos se volvió hacia los caminos del engaño, por si podían casualmente conceder lo que se les pedía a escondidas; pero fue inútil. Pues no puede ser engañada la Suprema Verdad que prometió: «Las puertas del infierno 1Esta denominación podría aludir a Coira, situada en el camino que lleva al lago de Como. 2 Nos parece que la lectura correcta debe ser faceret, pues la conjunción lit debe ir con subjuntivo y nunca con infinitivo.

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dit: «Portae inferi non prevalebunt adversus eam». Dum ergo adhuc leni sub murmure huiusce machinatores in conclavi sese putarent talia tractavisse, velox fama de ipsis per universam Italiam decucu­ rrit. Sed qualis tunc tumultus, quam vehemens commotio per cunctos extitit qui audivere, dici non valet. 3. Precipue tamen vir prudentissim us, pater vid Willelmus, de quo iam diximus, ad Romanum pontificem de hac re m isit epistolam corpore brevem sed materia ingentem ac sermone pongentem, talia continentem: «Gratia Dei et reverentia beati apostolorum principis Petri sedium in orbe terrarum excellentissima indepto pape Iohanni Willelmus crucis Christi servus sedem iudicii cum apostolis et regni coronam. Magistri gentium dictis instruimur, seniorem non increpandum; isdem tamen alias dicit: 'Factus sum insipiens, vos me coegistis'. Idcirco igitur filiationis diligentia hortamur communem vestram paternitatem qualiter in uno imitemini cogitiones hominum pervidentem Dominum salvatorem, ut dicatis ad aliquem vobis unanimem, quemadmodum ipse Petro: 'Quid dicunt homines de me?'. Si vero responsum illius ex fide fue­ rit, animadvertite qualiter sonuerit: si autem clare, custodite ne offuscetur; si vero obscure, lux mundi oranda est qualiter ita fulge­ atis, ut universis in gremio ecclesie constitutis ad viam mandato­ rum Dei gradiendam lumen prebeatis. Sed est fama rei qui nuper erga vos accidit, de qua quis audiens non scandalizatur, nove­ rit se longe ab amore superno disparari. Quoniam, licet potestas Romani imperii, que olim in orbe terrarum monarches viguit, nunc per diversa terrarum innumeris regatur sceptris, ligandi solvendique in terra et in celo potestas dono inviolabili incombit magisterio Petri. Atque ista idcirco diximus, ut animadvertatis non aliter Grecos quam cenodoxia huiusce quae audivimus apud vos requirere imperavisse. De cetero quoque optamus, uti universalem decet antistitem, vos acrius in correctione ac disciplina sancte et apostolicae ecclesie vigere aeternoque ac feliciter in Christo valere».

25. excellentissimo P corr. Orlandi (cf. Lofstedt) 26. Iohanni ex Gregorio s.l. P 31 .cogitiones P corr. A 37. qui P : quae Hugo Flav. fortasse recte 38. quis Orlandi I si post audiens suppi. Hugo Flav. 44. Grecos Hugo Flav. : Grecis P I quae Orlandi : quam P 45. im peravisse P corr. A

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no prevalecerán frente a ella3». Mientras todavía los intrigantes creían haber tratado tales cuestiones secretamente en un lugar cerrado, la noti­ cia corrió veloz por toda Italia. No se puede referir qué tumulto, qué vio­ lenta conmoción se produjo en todos los que lo oyeron. 3. Especialmente un hombre muy sabio, el abad Guillermo, quien ya hemos hablado, envió al pontífice romano una carta sobre ese asunto, breve por su forma pero enorme por el contenido, y mordaz por el tono, que decía lo siguiente: «Al papa Juan, que alcanzó la sede más ele­ vada de la tierra por la gracia de Dios y por la veneración de san Pedro, el príncipe de los apóstoles, Guillermo, siervo de la cruz de Cristo, que aspi­ ra a tener un puesto con los apóstoles el día del juicio y la corona del Reino. Por las enseñanzas del maestro de los gentiles sabemos que no hay que reprender a uno más anciano4, pero él mismo dice en otras ocasiones: «Me he vuelto estúpido, y vosotros me obligasteis»5. Por eso, con amor filial os exhortamos, padre de todos, a imitar en una sola cosa al Señor sal­ vador, que ve los pensamientos de los hombres, a decir a alguno de los vuestros, como hizo el propio Pedro: «¿Qué dicen los hombres de mí?»6. Si su respuesta es sincera, prestad atención a cómo suena: si es clara, vigi­ lad que no se oscurezca; si, por el contrario, es oscura, hay que suplicar a la luz del mundo para que resplandezcáis de tal manera que podáis ilu­ minar a todos los incluidos en el seno de la Iglesia para recorrer el cami­ no ordenado por Dios. Existe el rumor de un suceso reciente entre vos­ otros que, cualquiera que al oírlo no se escandalice, debe saber que está muy lejos del amor del cielo. Pues, aunque el poder del imperio romano, que en otra época gobernó solo en el orbe terrestre, ahora es ejercido por múltiples reinos a través de diversos territorios, la capacidad de unir y separar en la tierra y en el cielo incumbe al magisterio de Pedro por invul­ nerable prerrogativa. Hemos dicho eso para que comprendáis que, lo que hemos oído que los griegos os pidieron, lo hicieron únicamente por vana­ gloria. Por lo demás, deseamos también que, como conviene a un jefe uni­ versal, seáis más riguroso al corregir e imponer la disciplina de la santa Iglesia apostólica, y que disfrutéis en Cristo de una eterna felicidad».

3 Mateo 16, 18. 4I Timoteo 5, 1. 5II Corintios 12, 11. 6Marcos 8, 27.

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4. Erat quippe Iohannes iste, cognomento Romanus, illius Benedicti cui in episcopatum successerat largitione pecunie: repente ex laicali ordine neoffitus constitutus est presul. Sed inso­ lentia Romanorum huiusmodi adinvenit palliate subdolositatis ridi­ culum, scilicet ut, quemcumque pro suo libitu in presentiarum ad pontificatus officium delegerint, mutato nomine quod illi prius fue­ rat, aliquo magnorum pontificum nomine illum appellari decernunt; revera quem, si non meritum rei, saltem nomen extollat. Preterea, Constantinopolitani ad propria remeantes, confutata illo­ rum undique tumida presumptio conquievit.

II. D e heresi in Italia inventa

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5. Castrum igitur erat per iddem tem pus in Longobardorum, quod ut erat vocabatur, Mons videlicet Fortis, ple­ num etiam ex nobilioribus eiusdem gentis. Hos nempe cunctos ita maculaverat heretica pravitas, ut ante erat illis crudeli morte finiri quam ab illa quoquo modo possent ad saluberrimam Christi domi­ ni fidem revocari. Colebant enim idola more paganorum ac cum Iudeis inepta sacrificia litare nitebantur. Sepissime denique tam M ainfredus, m archionum prudentissim us, quam frater eius Alricus, Astensis urbis presul, in cuius scilicet diócesi locatum habebatur predictum castrum, ceterique marchiones ac presules circum­ circa creberrimos illis assultus intulerunt, capientes ex eis nonnullos quos, dum non quivissent revocare ab insania, igne cremavere. Contigit ergo in vicino haberi aliud castrum nostre religionis et fidei, in quo quidam miles aliquando egrotans ad extremum pene devenerat. Ad quem utique visitandum ex hereticorum castello illo­ rum precipua iuxta morem veniens mulier, revera potius ut evidentior fieret secta eiusdem nequitie: nam protinus ut egrediens domum, in qua eger decubabat, intraret, repente prospiciens is qui languebat vidit intrare cum eadem muliere ad se innumerabilem exercitum in nigerrimis vestibus faciebusque teterrimis. Qua vero 48. Iohannes ex Gregorius s.l. P

49. Benedicti ex Iohannis s.l. P

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4. Era Juan, de sobrenombre Romano, hermano de aquel Benedic al que había sucedido en el episcopado por una generosa suma de dine­ ro: de forma inesperada, un neófito de origen laico fue elegido obispo. Pero la insolencia de esta clase de romanos ha planeado un ridículo modo de ocultar su astucia: a cualquiera que elijan para el cargo de pontífice de improviso y a su gusto, tras serle cambiado el nombre que tenía antes, deciden denominarlo con el de un pontífice famoso; en realidad, para que le confiera prestigio, si no el mérito de la acción, al menos el nombre. Después, los de Constantinopla volvieron a su tierra y su desmesurada pretensión, rechazada en todas partes, fue olvidada.

II. Descubrimiento de una herejía en Italia

5. Por la misma época había en el país de Lombardia un castill que, tal como estaba, era llamado Monforte, lleno de los más nobles de esa gente. Había contagiado a todos ellos una depravada herejía hasta el extremo de que preferían acabar con una muerte cruel que apartarse de ella de cualquier modo posible para volver a la salvación de la fe de Cristo Señor. Rendían culto a los ídolos a la manera de los paganos y procura­ ban ofrecer sacrificios inútiles al igual que los judíos. Tanto Manfredo, el más sabio de los marqueses, como su hermano Alrico, obispo de la ciudad de Asti, en cuya diócesis estaba situado ese castillo, así como los demás marqueses y obispos de los alrededores les dirigieron frecuentes y abun­ dantes ataques, capturaron a algunos a los que, no habiendo conseguido apartarlos de esa locura, los mandaron a la hoguera. En las proximidades había otro castillo de nuestra religión y nuestra fe, en el que en una oca­ sión un caballero enfermo había llegado casi al final de su vida. A visitar­ le se encaminó, según la costumbre, una ilustre mujer del castillo de los herejes, verdaderamente para poner más en evidencia la maldad de su secta: pues mientras entraba en la casa donde el enfermo yacía, de repen­ te, éste que ya languidecía, al echar una ojeada vio entrar hacia él junto con esa mujer un gran número de personas vestidas de negro y de rostros horribles. Cuando entró ella, después de haber explorado con la mano la

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ingressa, postquam languentis frontem ac pulsum pectoris et cete­ ra, ut usus habet, manu perlustravisset pronuntiaretque illum convaliturum in proximum, domo egressa est, totaque simul familia cum illa solum reliquere infirmum. Statim quoque adfuit illi nigrorum quem viderat globus, cui ita qui videbatur illorum princeps infit: «Agnoscis me, inquiens, Hugo?». Hoc enim erat illius aegri vocabulum. Cumque ille respondens diceret: «Tu quis es?», dixit ei: «Potentissimus potentum ac ditissimus divitum ego qui occurro tibi. Si me tantum credideris facere posse ut te a morte, que presens inminet, eripiam, longoque vivas tempore; et ut certissime credas quod spondeo, noveris meo auxilio meaque industria Chounradum hoc tempore imperatorem esse creatum. Tu quippe bene nosti quod nullus imperatorum ita velociter omnem Germaniam atque Italiam, sicuti iste, sue Longo subiugavit ditioni». «Novi, inquiens aeger, et mirum diu mihi cum ceteris fuit». Deinde vero prime fraudis auctor adiecit: «Nonne etiam in transmarinis partibus regnum Grecorum post Basilium Michaheli mihi oboedienti tradidi? Idcirco, inquit, crede mihi, et faciam tibi multo maiora quam sperare queas, teque ipsum sanitati restituam». Erat quippe fama tunc temporis quod isdem Mihahel cubicularius fuisset Basilii clamque illi venenum in potu ad necem dedisset, cuius procul dubio imperii post mortem eius sumpsit coronam; cuius etiam, ut par erat, imperii regimen non satis utile fuit. Interea memoratus Hugo in sese reversus dextera signum venerabilis crucis exprimere temptans dixit: «Ego vero Iesum Dei filium testor, quem adoro, credo et confiteor; non alium te omnino credidero nisi, ut fuisti et es, fallacem diabolum». Tunc demon continuo hanc vocem edidit: «Queso ne brachium contra me erigas». Sicque continuo omnis ille globus ut fumus evanuit. At ille exclamans voce qua potuit, occurrunt quippe domestici; narrat illis ex ordine que vidit et audivit. Quibus dictis, ipso die ante solis occa­ sum obiit. Nulli denique dubium quoniam ista et sibi et nobis vidit.

II ex credo P

24. relinquere P : reliquere A 49. quippe s.l. P

40-41. im pôtu P corr. AV

46. credidero

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frente del enfermo, el latido del corazón y las demás cosas, como es cos­ tumbre, y de afirmar que pronto iba a estar curado, salió de la casa en compañía de toda la servidumbre y dejaron7 solo al enfermo. Inmediata­ mente se le apareció la multitud de seres vestidos de negro que él había visto, y el que parecía su jefe le dijo así: «Hugo, ¿me conoces?», pues ese era el nombre del enfermo. Al responderle él diciendo: «¿Tú quién eres?», le contestó: «Está delante de ti el más poderoso de los poderosos y el más rico de entre los ricos. Si tú creyeras solamente que yo puedo conseguir arrebatarte de la muerte que ahora te amenaza, vivirías durante largo tiempo; y para que creas con más firmeza lo que te prometo, has de saber que en la actualidad Conrado ha sido elegido emperador con mi ayuda y mi participación. Tú bien sabes que ningún emperador ha sometido a su autoridad a toda la Germania e Italia tan rápidamente como éste». «Lo sé, dijo el enfermo, y hace tiempo que nos ha sorprendido tanto a mí como a los demás». A continuación, el autor del primer engaño añadió: «¿Acaso no he entregado también yo, en los países de ultramar, el reino de los grie­ gos a mi seguidor Miguel después de Basilio? Por eso cree en mí y haré en tu favor mucho más de lo que puedas esperar, y te devolveré la salud». Corría el rumor en esa época de que ese Miguel había sido mayordomo de Basilio y que le había asesinado suministrándole a escondidas veneno en una bebida; es cierto que, tras su muerte, él se ciñó la corona imperial y también que su gobierno no resultó suficientemente provechoso, como era debido. Entretanto Hugo, vuelto en sí, intentó hacer la señal de la santa cruz con la mano derecha y dijo: «Yo doy fe de que Jesús es el hijo de Dios, al que adoro, reconozco y en el que creo; a ti no te consideraré otra cosa que el diablo engañoso, tal como has sido siempre y eres. Entonces el diablo pronunció estas palabras: «Te ruego que no levantes el brazo contra mí». A continuación toda aquella multitud se desvaneció como el humo. Entonces el enfermo llamó con la voz que pudo, acudieron corriendo los criados y les contó punto por punto lo que había visto y oído. Una vez acabado el relato, murió ese mismo día antes de la puesta del sol. Ninguno tuvo duda de que vio esas cosas en provecho suyo y nuestro.

7 presente.

Consideramos que debe ser reliquere, un pretérito perfecto, y no el infinitivo

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Historiarum IV, 6

III. Quod peccatis hominum exigentibus, Deo perm itiente, a nequam spiritibus aliquando fiant miracula

6. Divina igitur auctoritas per Moysen Iudeis prolata ta illos monuit dicens: «Si fuerit, inquit, propheta inter vos loquens in nomine alicuius deorum gentium et predixerit quippiam futurum, et fortuito evenerit, non credatis ei, quoniam temptat vos dominus 5 Deus vester, ut sciat si diligatis eum annon». Habemus ergo in presentiarum in re dissimili non dispar exemplum. Fuit enim prescripto tempore homo plebeius, mangonum callidissimus, innoti tamen nominis et patriae, quoniam, pro diversitatibus locorum querens latebram, ne agnosceretur fraudulenter imponebat sibi vocabula vel 10 de qua foret provintia. Effodiebat quoque e tumulis clancule ossa evellens a cineribus nuperrime defunctorum hominum, sicque imposita in diversis apoforetis venditabat apud plurimos pro sanc­ torum martyrum seu confessorum reliquiis. Hic vero post innume­ ras huiusce inlusiones in Galliis patratas perfuga venit ad loca 15 Alpium, ubi persepe brute gentes inhabitant habentes in arduis plu­ rima domicilia. Ibi nempe se Stephanum nuncupavit, qui alias Petrus alias Iohannes dictus fuerat. Illic ergo more solito noctu colli­ gens a loco abiectissimo innoti ossa hominis, que posuit in cassella et feretro, dicebat sibi angelica ostensione revelatum fuisse quem 20 fingebat esse sanctum martyrem nomine Iustum. Mox quoque vul­ gus, ut se in talibus habere solet ignavum quicquid rusticane plebis fuit, totum ad hanc famam confluit; penitet insuper si non est sibi morbus quo curari deposcat. Tunc ducit debiles, confert munuscu­ la, pervigil tenet excubias, prestolans repentina fore miracula, que, 25 ut diximus, aliquotiens permittuntur fieri a malignis spiritibus temptatorie, peccatis hominum precedentibus; quod tunc procul dubio evidentissime claruit. Multimode quippe membrorum refor­ mationes ibidem vise sunt extitisse ac insignia pendere oscillorum multiformia. Nec tamen Morianne vel Utzetice seu Gratinone 30 urbium presules, in quorum diocesibus talia profanabantur, dili­ gentiam huius inquirende rei adhibuere; quin potius conciliabula I I I 14. patratas ex perpetratas P ex inhabitabant P

I

loca ex locum P

15. inhabitant

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III. Los espíritus malignos a veces realizan milagros, con el consentimiento de Dios, para castigar los pecados de los hombres

6. La autoridad divina transmitida a los judíos a través de Mois les aconsejó diciendo: «Si hubiera entre vosotros un profeta que, hablan­ do en nombre de algún dios de los gentiles, predijera un suceso futuro y por casualidad se produjera, no le creáis porque vuestro Señor Dios os pone a prueba para saber si le amáis o no». Pues en este momento tene­ mos un ejemplo similar en una situación distinta. Hubo en la época men­ cionada un hombre de origen humilde, el más astuto de los mercaderes estafadores, de nombre y patria desconocida porque, en función de los diversos lugares donde buscaba refugio, se ponía nombres falsos para que no se supiera ni siquiera de qué región procedía. Sacaba los huesos de las tumbas arrancándolos a escondidas de los restos de personas fallecidas recientemente, y una vez colocados en varias cajitas los vendía a mucha gente como reliquias de santos mártires o de confesores. Después de per­ petrados innumerables engaños de este tipo, ese individuo llegó huyendo a la zona de los Alpes, donde habitan a menudo pueblos rudos que tienen sus viviendas en lugares abruptos. Allí se hizo llamar Esteban, él que había sido unas veces Juan y otras Pedro. Según tenía por costumbre, en ese lugar recogió de noche de una tumba muy humilde los huesos de un desconocido, los depositó en una cajita y en una urna, y mentía diciendo que mediante la aparición de un ángel le había sido revelado que ése era un santo mártir de nombre Justo. Luego el pueblo, como en tales circuns­ tancias suele tener la indolencia propia de la gente del campo, acudió en masa ante esta noticia; se lamentaban incluso de no tener una enfermedad de la que pudieran solicitar ser curados. Llevaron inválidos, ofrecieron regalos, estuvieron vigilantes durante la noche esperando que se produ­ jeran milagros repentinos que, como hemos dicho, a veces se les permiten realizar a espíritus malignos con intención de poner a prueba a los hom­ bres que han cometido pecados; cosa que resultó entonces muy clara y sin ninguna duda. Parece que se produjeron allí diversas curaciones de los miembros y que colgaban singulares y variados exvotos. Y sin embargo los obispos de las ciudades de Maurienne, Uzès y Grenoble, en cuyas dió­ cesis se realizaban tales profanaciones, no se preocuparon de averiguarlo;

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statuentes, in quibus nil aliud nisi inepti lucri questum a plebe, simul et favorem fallacie exigebant.

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7. Interea Mainfredus, marchionum ditissimus, huiusmodi famam comperiens, misit e suis qui, vi rapientes illud quod coleba­ tur simulachrum, sibi deferrent quem aestimabant martyrem vene­ randum. Ceperat enim isdem marchio construere monasterium in Seutie castro, quod est inter Alpes antiquissimum, in honore Dei omnipotentis eiusdemque genitricis Mariae semper virginis, in quo etiam post expletionem operis illum cum aliis quamplurimis sanc­ torum pignoribus locare decreverat. Post paululum quoque, com­ pleto ecclesie opere statutoque dedicationis die, acersitis episcopis in gyro degentibus, cum quibus etiam sepe nominatus abba Willelmus, nonnullique abbates adfuerunt. Erat autem tunc ibidem predictus mango, iam dicto marchioni percarissimus effectus, quip­ pe quoniam spondebat se multo preciosiora sanctorum pignora in proximo revelaturum, quorum scilicet gesta et nomina atque pas­ sionum certamina ut cetera fallaciter confingebat. Qui cum a doctio­ ribus quibusque interrogaretur qualiter talia pernosceret, minus verisimilia blatterans personabat; nam et egomet cum sepius nomi­ nato abbate illuc deveniens intereram. Aiebat namque: «Apparet, inquiens, mihi noctu angelus narratque ac docet quecumque me velle scire noverit et tamdiu apud me manet usque dum ego rece­ dere compello». Cum vero ad hec respondentes sciscitaremus an vigil seu in somnis hoc cerneret, subiunxit: «Per singulas pene noc­ tes eripit me angelus a lectulo, uxore mea ignorante, qui post multa colloquia salutans me atque deosculans recedit». Nos quoque, expoliatum calliditatibus intelligentes mendacium, cognovimus virum non angelicum, quin potius fraudis ac malignitatis ministrum. 8. Preterea pontifices, rite peragentes ob quam venerant ecclesie consecrationem, intromiserunt cum ceteris reliquiarum pig­ noribus ossa illius profani astu adinventa, non tamen sine magna utriusque plebis exultatione, que innumerabilis illuc convenerat. 45. marchionum P corr. Duchesne 56. mea s.l. P 59-60. post minis­ trum usque ad finem libri IV periit primitivus textus codicis P; ad textum cons­ tituendum accedunt AV 64. illao A

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más bien organizaban conciliábulos en los que no se exigía otra cosa que obtener beneficios inútiles del pueblo y al mismo tiempo favorecer el fraude. 7. Entretanto Manfredo, un marqués muy rico, al enterarse de eso, envió a algunos de sus hombres para que arrebataran por la fuerza aquel falso objeto al que se rendía culto y le llevaran a él los restos del que con­ sideraban un santo venerable. El mismo marqués había empezado a cons­ truir un monasterio en el castillo de Seucia, que es el más antiguo de los Alpes, en honor de Dios omnipotente y de su madre, María siempre vir­ gen, en el cual había decidido colocar, tras la finalización de la obra, aque­ llas reliquias junto con las de numerosísimos santos. Poco después, una vez concluida la edificación de la iglesia y fijado el día de la consagración, se invitó a los obispos de las zonas limítrofes con los que acudió el abad Guillermo, citado a menudo, y algunos otros abades. Estaba entonces allí aquel impostor, ya muy querido para el marqués, porque le prometía que en breve él iba a descubrir reliquias de santos mucho más preciosas, cuyas vidas, nombres, pasiones y demás datos inventaba. Éste, al ser pregunta­ do por algunos de los más doctos de qué modo llegaba a saber tales cosas, parloteando emitía respuestas inverosímiles; pues yo mismo estaba pre­ sente acompañando al abad tantas veces mencionado. En efecto decía: «De noche se me aparece un ángel y me cuenta e informa de cualquier cosa que sepa que yo deseo conocer y permanece junto a mí hasta que le ordeno retirarse». Respondiendo a estas palabras, cuando le preguntamos si lo veía despierto o en sueños, añadió: «Casi cada noche el ángel me saca del lecho, sin que mi mujer lo sepa, y después de largas conversaciones, despidiéndose y besándome se marcha». Nosotros, al reconocer el enga­ ño carente de habilidad, supimos que no era un ángel, sino más bien un hombre al servicio del engaño y de la maldad. 8. Después los obispos, celebrando según el rito la consagración de la iglesia, para lo cual habían acudido, introdujeron junto con las otras reliquias los huesos descubiertos por el engaño de aquel sacrilego, no sin gran entusiasmo de parte de una y otra gente (clérigos y laicos) que había acudido allí en masa. Esto se celebró el día 17 de octubre, puesto que los

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Contigit ergo ista fieri die XVI kalendarum novembrium, idcirco nempe quoniam fautores huius erroris asserebant esse eadem Iusti martyris ossa, qui eo die Belvaco Galliarum passus urbe, cuius etiam caput Autissiodoro, ubi natus et nutritus fuerat, relatum est et habetur. Sed ego, qui rei veritatem noveram, frivolum quod dicebatur asserebam; elegantiores tamen virorum persone, cognoscen­ tes figmenta fallatie, fidem dabant assertioni quam protuleram. Nocte denique insecuta visa s a quibusdam monachorum seu aliorum religiosorum monstruosa in eadem ecclesia fantasmata, atque a locello, quo inclusa habebantur ossa, formas nigrorum Ethiopum exisse necnon ab ecclesia recessisse. Et licet plures sane mentis detestabile figmentum abhominandum clamarent, vulgus tamen rusticane plebis, mangonem corruptum, iniusti nomen pro Iusto venerans, olim in suo permansit errore. Nos autem idcir­ co ista retulimus, ut a multi formis demonum seu humanorum errorum, qui in orbe passim habundant, precipue in fontibus seu arboribus, ab egris incaute veneratis caveatur.

IV. De fame validissima que contigit in orbe terrarum

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9. Imminente igitur anno incarnati Christi millesimo tr mo tercio, qui est a passione eiusdem salvatoris millesimus, obiere viri in orbe Romano famosissimi sacreque religionis signiferi: Benedictus videlicet, papa universalis; ac rex Francorum, ut iam diximus, Rotbertus; Fulbertus quoque Carnoti presulum incompa­ rabilis, vir sapientissimus; necnon prenominatus pater monacho­ rum fundatorque cenobiorum eximius Willelmus, de quo etiam perplura forent dicenda utilia, nisi quod in libello, quem de vita et virtutibus illius edidimus, prolata dudum fuisse noscuntur. Unum restat tamen quod novi ibidem minime contineri. Migravit enim predictus pater a seculo ad beatorum requiem in Neustrie partibus, in Fiscamnense videlicet monasterio, supra mare Occeanum consti72. visas AV corr. Duchesne 74. allocello V 77. suppi. Orlandi ! mangone V 79. multi form is coni. Orlandi : multiformis AV 80. erro­ rum Orlandi : erroribus France

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instigadores de este error afirmaban que eran los mismos huesos del már­ tir Justo que en esa fecha había sufrido el martirio en la ciudad gala de Beauvais, y cuya cabeza se llevó y permanece en Auxerre, lugar donde había nacido y crecido. Pero yo, que conocía la verdad del asunto, soste­ nía que era absurdo lo que se decía; los personajes más destacados, com­ prendiendo el engaño, apoyaban mi aseveración. La noche siguiente fue­ ron vistos por algunos monjes y otros religiosos unos monstruosos fantas­ mas en esa iglesia, figuras de negros etíopes salir de las urnas donde esta­ ban encerrados sus huesos y alejarse de la iglesia. Y aunque muchos de mente sana proclamaran que se trataba de una detestable y abominable ficción, sin embargo una multitud de la plebe rural, corrompida por el impostor, perseveró en su antiguo error, venerando el nombre de alguien ilegítimo, en lugar de Justo. Nosotros hemos referido estas cosas para que se tenga cuidado con las diversas apariciones de los demonios o con las ilusiones8 de los hombres, que abundan por doquier en la tierra, especial­ mente en las fuentes o en los árboles, y que son venerados incautamente por los enfermos.

IV. La terrible hambruna que asoló toda la tierra

9. En fechas próximas al año 1033 de la encarnación de Cristo, q es el milésimo de la pasión del Salvador, fallecieron en el mundo romano hombres muy célebres y guías de la sagrada religión: Benedicto, el papa universal; Roberto, el rey de Francia, como ya señalamos; Fulberto de Chartres, obispo incomparable y hombre muy sabio; y también el padre de los monjes y fundador de monasterios, el insigne Guillermo, ya men­ cionado y de quien se deberían contar muchas otras cosas de utilidad, si no hubieran sido dadas a conocer ya en un opúsculo que he editado sobre su vida y sus cualidades1'. Queda sin embargo un aspecto que no está recogido en él. Este padre abandonó el mundo hacia la paz de los santos en la zona de Neustria, en el monasterio de Fécamp, situado a orillas del 8 La construcción sería: a multis form is demonum seu (a) erroribus humanorum; es decir: erroribus, en ablativo y no en genitivo. ’ Se refiere a la Vita Willelmi abbatis a la que hemos aludido en la Introducción, es decir, la biografía de Guillermo de Volpiano, el impulsor de la redacción de las Historias.

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tuto, quod a Rotomagense urbe quadraginta fere milibus distat; sepultusque est, ubi tantum condecebat virum, in loco optimo eiusdem ecclesie. Post aliquot vero dies contigit ut puerulus ferme decennis valida confectus egritudine ad sepulchrum illius gratia recuperande sanitatis duceretur, ibique a parentibus dimissus decu­ babat solus. Qui subito respiciens vidit super eundem sepulchrum insidentem aviculam formam columbe preferentem; quam diu intuens obdormivit. Dehinc leni expletus somno evigilans ita se repperit incolumem ac si nichil egritudinis persensisset. Suscipiunt ita­ que leti parentes suum; fit omnibus commune gaudium. 10. Sequenti itaque tempore cepit in universo orbe ter fames convalescere ac interitus pene universi humani generis imminere. Nam temperies aeris sic intempestiva effecta est ut nullius sationis proveniret tempus congruum nec messioni precipue ob inundantiam aquarum foret oportunum. Videbantur enim inter se pugnam ipsa elementa discordie agere, cum procul dubio vindic­ tam exercerent humane insolentie; assiduis enim imbribus ita compluta erat universa tellus, ut in spacio trium annorum nulli repperirentur sulci utile seminibus. Tempore quoque messis herbe agrestes atque infelix lolium totam operuerant superficiem agrorum. Modius quoque sementis, ubi maius proficiebat, reddebat in messe sextarium, ipseque sextarius vix referebat pugillum. Ceperat enim primitus hec sterilitas ultionis in partibus orientis; depopulando Greciam devenit in Italiam, dehinc infusa per Gallias transiit ad uni­ versos Anglorum populos. Tunc vero constricta tota gens indigentia victus, maiores ac mediocres fame pallebant cum pauperibus; cessit enim raptus potentum universali inopie. Si quid ergo victus venundatus repperiebatur, arbitrio vendentis pro libitu erat excedere seu accipere precium. Nam in plerisque locis fuit modii precium sexaginta solidorum, alias quoque sextarius solidorum quindecim. Interea post esum bestiarum et volucrum, urgente fame acerrima, ceperunt homines preripere in cibum morticina queque ac dictu horrenda. Quidam vero fecere confugium evadende mortis ad radi­ ces silvarum herbasque fluviorum, sed nequicquam; non ergo aufuIV 14. ubi V : uti A 20-21. reperit V 27-28. inter se ipsa elementa pugnam ex inter se ipsa elementa inter se pugnam A 28-29. vindictam A : ne dicam V 29. exercent V 40. reperiretur V 45. vero om. V 46. est post non add. V

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Océano, que dista casi cuarenta millas de la ciudad de Ruán10; fue enterra­ do en el lugar más destacado de la iglesia, donde correspondía a un hom­ bre de tal categoría. Unos días después un muchachito de casi diez años, afectado de una grave enfermedad, fue llevado junto a su sepulcro con intención de que recuperara la salud, y dejándole allí solo sus padres, se quedó tumbado en el suelo. Este, al echar una ojeada, de repente vio que se apoyaba sobre el sepulcro un pajarito que ofrecía el aspecto de una paloma; contemplándola durante largo tiempo se durmió. Después, al despertar de un ligero sueño, se encontró tan sano como si no hubiera sufrido ninguna enfermedad. Los padres contentos recogieron a su hijo y la alegría fue compartida por todos. 10. Posteriormente, el hambre empezó a extenderse en todo mundo y a amenazar de muerte a casi todo el género humano. El clima se volvió tan intempestivo que no llegaba el momento adecuado para ningu­ na siembra ni oportuno para la recolección, sobre todo a causa de las inundaciones. Parecía que los propios elementos luchasen entre sí, cuan­ do sin duda ejecutaban el castigo a la soberbia de los hombres; toda la tie­ rra había sido empapada de tal manera por las asiduas lluvias que en el espacio de tres años no se podía encontrar ningún surco que sirviera para la simiente. En la temporada de la recolección la maleza y la dañina ciza­ ña habían cubierto toda la superficie de los campos. Un modio de simien­ te, cuando producía más, en la siega daba un sextario, y ese mismo sextario apenas llenaba un puño. Esta improductividad vengadora había comenzado en la parte oriental; devastando Grecia llegó a Italia y, difun­ diéndose desde allí a través de la Galia, pasó a toda la zona de Inglaterra. Afectada entonces toda la población por la falta de alimento, los ricos y los de mediana condición estaban demacrados al igual que los pobres; la extorsión de los poderosos cedió ante la indigencia de todos. Si se encon­ traba algo de comida a la venta, dependía del gusto y arbitrio del vende­ dor elevar o aceptar su precio. En muchos lugares el precio del modio fue de sesenta sólidos, en otros un sextario fueron quince sólidos". Entre tanto, después de comidos los animales y los pájaros, con la presión del ,0Neustria es el término utilizado hasta el siglo VI para referirse a la zona occi­ dental de Francia; aquí abarca la parte noroccidental. El monasterio de Fécamp, que fue confiado a Guillerm o de Volpiano para su reforma, estaba situado en la costa del estrecho, entre Le Havre y Dieppe. " S e trata de unidades de medida para cereales. El m odio en la Antigüedad equi­ valía a 8' 75 libras y a 16 sextarios, pero esas medidas se m odificaron en las distintas épocas. El sólido, tras la reforma carolingia, equivalía a 1/20 de libra y a 12 denarios.

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gium ire ultionis Dei nisi ad semetipsum. Horret denique referre que tunc generi humano corruptiones acciderunt. Heu proh dolor! quod olim raro audiri contigerit, tunc rabida inedies compulit vorari ab hominibus humanas carnes. Arripiebantur autem viantes a se prevalentibus menbratimque dividebantur igneque decocti vora­ bantur. Multi quoque de loco ad locum famem fugiendo pergentes hospiciis recepti noctuque iugulati, quibus suscepti sunt in cibum fuerunt. Plerique vero, pomo ostenso vel ovo pueris, ad remota circumventos trucidatosque devoraverunt. Corpora defunctorum in locis plurimis ab humo evulsa nihilominus fami subvenerunt. Que denique rabiei insanies in tantum excrevit, ut tutius moraretur soli­ tarium absque raptore genus pecudum quam hominum. Nam veluti iam in usum devenire deberet carnes humanas comedi, quidam decoctas detulit venundandas in forum Trenorchii, ac si fuissent ali­ cuius pecudis. Qui deprehensus crimen flagitii non negavit, deinde artatus loris igne crematus est. Carnem autem illam humo abscon­ sam alter effodiens noctu comedit pari modo, et ille igne combustus est. 11. Est nempe ecclesia a civitate Matisconense tribus fere milibus distans, in silva Castanedi sita, sine plebe, solitaria, sancto Iohanni dicata, iuxta quam locaverat quidam feralis homo tugu­ rium, qui ibidem multitudinem transeuntium vel ad se diverten­ tium trucidans in nefandissimum sumsit edulium. Contigit siquidem una dierum ut vir quidam cum muliere illuc divertens ad hospicium paululum conquievit. Dehinc, cum duceret oculos per angu­ los tugurii, perspexit detruncata capita virorum ac mulierum atque infantium. Qui protinus palluit, egredi cupiens; sed pestifer ille pos­ sessor tugurii renitens vi manere compellebat. Sed ille pertimescens mortis decipulam prevaluit concitusque ad civitatem cum uxore perrexit. Ad quam veniens quod compererat Ottoni comiti ceterisque civibus indicavit. Qui protinus mittentes viros quamplurimos, qui rei veritatem inquirerent; pergentesque velocius, reppererunt illum crudelissimum in suo tugurio cum quadraginta octo capitibus trucidatorum, quorum carnes ore beluino voraverat. Quem dedu48. acciderint A 72. prospexit A

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62. aratus V

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hambre terrible, los hombres comenzaron a coger como alimento todo tipo de carroña y otras cosas repugnantes de mencionar. Algunos, para escapar de la muerte, recurrieron a las raíces silvestres y a las hierbas de los ríos, pero fue inútil; no hay refugio para la ira vengadora de Dios, sino dirigiéndose hacia El mismo. Horroriza referir las corrupciones que soportó el género humano. ¡Ay, qué dolor!, el hambre furiosa impulsó entonces a los hombres a devorar carne humana, cosa que raramente se oyó decir en otras épocas. Los caminantes eran asaltados por individuos más fuertes que ellos, desmembrados y devorados una vez cocinados al fuego. Muchos que iban de un lado a otro escapando del hambre, acogi­ dos en los hospedajes y degollados durante la noche, sirvieron de alimen­ to para los que los habían hospedado. Muchísimos, enseñando un fruto o un huevo a los niños y llevándolos engañados a lugares apartados, los masacraban y los devoraban. En numerosos lugares los cadáveres, exhu­ mados, aplacaron también el hambre. Este loco furor se desarrolló hasta tal extremo que estaba más seguro y libre del rapto el ganado que se que­ daba solo, que el hombre. Pues como si ya debiera convertirse en habitual el consumir carne humana, uno la llevó cocida para venderla en el merca­ do de Tournus, como si fuera de algún animal. Detenido éste, no negó su ignominioso delito y, atado después con correas, fue condenado al fuego. Aquella carne fue sepultada y otro individuo que la desenterró y se la comió también fue quemado. 11. Hay una iglesia que dista casi tres millas de la ciudad Maçon, en el bosque de Chátenet, sin gente, solitaria, dedicada a san Juan; al lado de ella había situado un tugurio un hombre funesto que, asesinan­ do a la multitud de gente que pasaba por allí o que se dirigían hacia su casa, los consumía como horrible alimento. Sucedió en una ocasión que un individuo que pasaba por allí con su mujer buscando alojamiento, se detuvo a descansar un poco. Después, al dirigir su mirada por las esqui­ nas del tugurio, descubrió las cabezas cortadas de hombres, mujeres y niños. Inmediatamente palideció e intentó salir; pero el funesto propieta­ rio de la cabaña le retenía y le obligaba a quedarse. El, temiendo esa tram­ pa mortal, venció y a toda prisa corrió a la ciudad con su esposa. Al llegar allí, relató lo que había descubierto al conde Otón y a los otros ciudada­ nos. Se envió inmediatamente el mayor número posible de hombres para que averiguaran la verdad; cumpliéndolo con rapidez, encontraron a aquel individuo inhumano en su cabaña con cuarenta y ocho cabezas de personas asesinadas, cuyas carnes había devorado con su boca de bestia.

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centes ad civitatem, in quodam horreo religatum ad stipitem, ut ipsi postmodum conspeximus, igne combusserunt.

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12. Tunc etiam pertemptatum est in eisdem partibus quod nusquam comperimus quempiam fecisse. Effodiebant enim plerique albam humum argille similem: permiscentes quantum erat fari­ ne vel cantabri exinde panes conficiebant, ut vel sic inedie mortis succurrerent. In hoc conficiendo spes tantum erat evadendi, sed profectus inanis. Tenebat igitur pallor et macilentia ora cunctorum, cutisque distensa inflatione in plurioribus apparebat; ipseque voces humane, perexiles effecte, garritus morientium avium imitabantur. Tunc nichilominus e cadaveribus mortuorum, passim pre multitu­ dine sepultura carentibus, lupi adescati post longum tempus predam cepere ex hominibus. Et quoniam, ut diximus, sepeliri singulatim ob multitudinem non quibant, constructa s in quibusdam locis a Deum timentibus que vulgo dicuntur carnaria, in quibus quingenti et eo amplius, seu quantum capere poterant, permixtim absque ordine proiecta sunt seminuda vel absque tegminibus defunctorum corpora; trivia quoque et agrorum sucsiciva pro cimiteris habebantur. Si qui vero auditu compererant quod melius haberent si ad alia transirent arva, perplures in itinere deficientes morie­ bantur. 13. Desevit enim in orbe terrarum, peccatis hominum exigen­ tibus, predicte pestilentie clades in spacium trium annorum. Tunc in expensis egenorum distracta sunt ecclesiarum ornamenta dispertitique thesauri, qui ob hoc in decretis patrum invenitur ibidem pri­ mitus fuisse repositos; sed, quantum supererat vindicte iuste ultio­ nis, excessit nimietas egenorum in plerisque locis thesauros eccle­ siarum. Nam et ipsi famelici, nimia affecti inedia, si contigisset eos repleri cibo, distenti inflatione protinus moriebantur. Alii autem, cibos manibus contrectantes, ori temptantes imponere, sed conqui­ niscendo deficiebant, non valentes explere quod cupiebant. Quantus enim dolor tunc, quanta mesticia, qui singultus, qui planc­ tus, que lacrime a talia cernentibus date sint, precipue a viris eccle84. quepiam V 86. cantabro Orlandi : cantabri coni. France 94. cons­ tructa s Orlandi : constructas V : constructa A 97. vel A : e t V 105. lit post hoc add. V 106. repositus A 108. effecti V 113. su n tV

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Llevándole a la ciudad, fue atado a un tronco dentro de un granero y le quemaron, tal como nosotros mismos lo vimos después. 12. En esa misma zona se intentó lo que no tenemos conocimiento que se haya hecho en ningún otro sitio. Muchos extraían una tierra blan­ ca similar a la arcilla y, mezclándola con la harina o el salvado'2que había, elaboraban con ello panes, para remediar así la mortal escasez de alimen­ to. Al hacer esto tenían solamente la esperanza de sobrevivir, pero el éxito fue nulo. La palidez y la delgadez invadía los rostros de todos, y en muchos la piel aparecía tirante por la hinchazón; las propias voces de las personas se habían vuelto muy débiles e imitaban el lamento de los pája­ ros moribundos. Además los cadáveres, que carecían de sepultura debido al gran número, atraían por doquier a los lobos y después de tanto tiem­ po, fueron de nuevo depredadores de los hombres. Puesto que, como aca­ bamos de señalar, no se podían sepultar los cadáveres de forma indivi­ dual a causa del gran número, fueron construidos en algunos sitios por los temerosos de Dios unos lugares denominados vulgarmente "carna­ rios", en los que fueron arrojados sin orden ni concierto cuerpos de difun­ tos semidesnudos o sin nada de ropa, quinientos o más, cuantos cabían; también eran tomados como cementerios los cruces de los caminos y las zonas estériles de los campos. Algunos, si habían sabido de oídas que estarían mejor trasladándose a otros campos, se marchaban y la mayoría, al faltarles las fuerzas, perecían en el camino. 13. Esta calamidad castigó con furia a toda la tierra durante tres años, por culpa de los pecados humanos. Entonces, para subvencionar los gastos de los necesitados fueron vendidos los adornos de las iglesias y distribuidos los tesoros que originariamente habían sido depositados allí para este fin según los decretos de los Padres; pero, la gran cantidad de necesitados superó en muchos lugares los tesoros de la Iglesia en la misma medida en que se excedió el justo castigo divino. Pues los propios famélicos, que sufrían una necesidad extrema, si se presentaba la ocasión de saciarse de comida, se hinchaban y morían inmediatamente. Otros, al coger la comida con las manos, intentaban llevarla a la boca, pero desfa­ llecían al agacharse y no podían realizar lo que deseaban. Ninguna pluma puede expresar con palabras qué gran dolor, cuánta tristeza, qué sollozos, lamentos y lágrimas eran emitidos por los que contemplaban esas cosas, 12 De acuerdo con la lectura de France, consideram os que debe ser un genitivo partitivo, cantabri, al igual que farine, y no un ablativo.

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siastice religionis, episcopis videlicet atque abbatibus, monachis et sanctimonialibus, simulque omnibus in commune utriusque sexus et ordinis Deum metuentibus, non valet stilus quispiam explicare caracteribus. Estimabatur enim ordo temporum et elementorum, pretérita ab initio moderans secula, in chaos decidisse perpetuum atque humani generis interitum. Illud preterea stupore nimio permirabillimum, quoniam in tam clandestina divine ultionis calamita­ te rarissime repperiebantur qui pro talibus contrito corde et humi­ liato corpore, ut expediebat, levarent corda cum manibus ad Dom inum sibique subveniendum interpellarent. Tunc nempe Esaianum illud elogium nostro impletum est tempore, quoddixit: «Populus non est conversus ad percudentem se». Erat enim in hominibus quedam duricia cordis cum ebetudine mentis, [et] quo­ niam ille summus iudex et auctor totius bonitatis dat velle rogare se, qui novit quando debeat misereri.

V. De pace et habundantia anni m illesim i a passione D om ini

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14. Anno a passione Domini millesimo, memorate c penurias subséquente, sedatis nimborum imbribus respectu divine bonitatis et misericordie, cepit leta facies celi clarescere congruisque ethereis flare placidaque serenitate magnanimitatem conditoris ostendere; telluris quoque tota superficies amicabiliter virens fru­ gum abundantiam funditus inopiam expellendo portendere. Tunc ergo primitus cepere in Aquitanie partibus ab episcopis et abbati­ bus ceterisque viris sacre religionis devotis ex universa plebe coa­ dunan conciliorum conventus, ad quos etiam multa delata sunt corpora sanctorum atque innumerabiles sanctarum apoforete reliquia­ rum. Dehinc per Arelatensem provintiam ac Lugdunensem sicque per universam Burgundiam usque in ultimas Francie partes per universos episcopatus indictum est qualiter certis in locis a presulibus magnatisque totius patrie de reformanda pace et sacre fidei ins114. atque A : ac V 117. estimatur V I etenim V 121. reperibantur V 126. [et] dei. Orlandi V 1. igitur post anno add. V 3. ceperit V 9. consiliorum V

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sobre todo por los hombres de Iglesia, obispos y abades, monjes y mon­ jas, y en conjunto por todos los que temen a Dios, de ambos sexos y órde­ nes. Se creía que el orden de las estaciones y de los elementos, que desde el principio gobernaba los acontecimientos de siglos anteriores, había caído en un caos perpetuo que significaba el final del género humano. Y la cosa más sorprendente en medio del gran estupor era que, en una mis­ teriosa calamidad provocada por el castigo divino, muy raramente se encontraba quien, con el corazón contrito y el cuerpo humillado ante tales desgracias, como era conveniente, elevase su ánimo y sus manos hacia Dios y le pidiese ayuda. En nuestra época se cumplió aquella sentencia de Isaías que decía: «El pueblo no se ha vuelto hacia aquél que lo golpea»13. Había en los hombres cierta dureza de corazón junto con la ceguera de su mente, pues el sumo juez y autor de toda bondad, que sabe cuándo debe apiadarse, nos concede la posibilidad de rogarle.

V. Paz y prosperidad en el milésimo año de la pasión del Señor

14. En el milésimo año de la pasión del Señor, el siguiente de e desastrosa hambruna, cesadas las lluvias tormentosas por consideración a la bondad y misericordia divina, el plácido rostro del cielo comenzó a aclararse, a exhalar vientos favorables y a mostrar, apacible y sereno, la magnanimidad de su Creador; y toda la superficie de la tierra, cubriéndo­ se generosamente de verde, empezó a producir frutos en abundancia y expulsó de raíz la escasez. Entonces por primera vez, en la región de Aquitania los obispos, abades y otros hombres dedicados a la sagrada religión empezaron a reunir concilios con gente de toda extracción social, a los que eran llevados muchos cuerpos de santos e innumerables urnas de reliquias sagradas. Después, a través de las provincias de Arles y de Lyon, y así por toda la Borgoña entera hasta las zonas limítrofes de Francia, fue ordenado que en todas las diócesis los superiores y señores de todo el país celebraran concilios en ciertos lugares para restablecer la paz y para regular la sagrada fe. Al conocer esto toda la gente de las dis­ ais. 9, 13.

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titutione celebrarentur concilia. Quod etiam tota multitudo univer­ se plebis audiens, letanter adiere maximi, mediocres ac minimi, parati cuncti obedire quicquid preceptum fuisset a pastoribus ecclesie, non minus videlicet quam si vox emissa de celo hominibus in terra loqueretur. Terrebat enim universos preteriti clades temporis, instabatque metus ne adipiscerentur opulentiam future ubertatis.

15. Erat quippe descriptio capitatim digesta, qua contin tur tam illa que fieri prohibebantur quam ea que devota sponsione omnipotenti Domino offerre decreverant. In quibus potissimum erat de inviolabili pace conservanda, ut scilicet viri utriusque conditionis, cuiuscumque fuissent antea rei obnoxii, absque formidine procederent armis vacui. Predo namque aut invasor alterius facul­ tatis, legum districtione artatus, vel donis facultatum seu penis cor­ poris acerrime mulctaretur. Locis nichilominus sacris omnium ecclesiarum honor et reverentia talis exiberetur ut, si quis ad ea cuiuscumque culpe obnoxius confugium faceret, inlesus evaderet, nisi solummodo ille qui pactum predicte pacis violasset; hic tamen captus ab altare prestatutam vindictam lueret. Clericis similiter omnibus, monachis et sanctimonialibus, ut, si quis cum eis per regionem pergeret, nullam vim ab aliquo pateretur. 16. Plurima autem in eisdem conciliis constituta sunt que perlongum duximus referre. Illud sane memorandum quod omni­ bus in commune placuit, qualiter omnibus ebdomadibus sanctione perpetua sexta die abstineretur a vino, et a carnibus septima, nisi forte gravis infirmitas compelleret aut celeberrima sollempnitas interveniret; si vero effectio aliqua intercederet, ut hic tenor paulu­ lum laxaretur, tres proinde pauperes victu sustentarentur. Tunc innumere sanitates patrate sunt infirmantium in eisdem conventi­ bus sanctorum. Sed et ne cui frivolum videretur, in multis disrupta cutis discissaque caro crurium et brachiorum, nuper curvorum, erigendo in statum pristinum, plurimus sanguis effundebatur; quod utique in ceteris que dubitari poterant fidem prestabat. Quibus uni­ versi tanto ardore accensi, ut per manus episcoporum baculum ad 15. consilia V 18. non A : nam V 19. clades preteriti A 25. antea fuissent A 29. exhibetur V 35. consiliis V 36. perlongum Orlandi : per longum AV 41. perinde V 46. dubitari coni. Gualandri : dubitare AV

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tintas clases, importantes, de nivel medio y humildes llegaron con júbilo preparados todos a obedecer cualquier precepto de los pastores de la Iglesia, igual que si una voz venida del cielo hablase a los hombres en la tierra. A todos aterrorizaba la hambruna reciente y les atenazaba el miedo a no alcanzar la riqueza de la futura abundancia. 15. Fue distribuida una lista por capítulos en la que se recogían tanto las cosas prohibidas como las que debían ser dedicadas al Señor omnipotente en piadosa promesa. Entre éstas, la principal versaba sobre el mantenimiento de una paz inviolable de forma que, los hombres de uno y otro estado, religiosos y laicos, culpables de cualquier delito, pudie­ ran andar desarmados sin ningún temor. El ladrón o invasor de la propie­ dad ajena, sometido por el rigor de las leyes, sería multado duramente con donaciones de sus propiedades o con castigos físicos. A los lugares sagrados de cualquier iglesia les sería tributado tal honor y reverencia que, si alguno, culpable de cualquier delito, se refugiaba allí, podría salir impune con la única excepción del que hubiera violado ese pacto de paz; éste en cambio, capturado incluso desde el altar, sufriría el castigo estable­ cido. E igualmente a todos los clérigos, monjes y monjas, de forma que, si alguno andaba por la zona en su compañía, no sufriera ninguna violencia por parte de nadie. 16. En estos concilios se decidieron muchas cosas que considera­ mos demasiado largas de contar. Sin duda es preciso recordar aquello que en su conjunto pareció bien a todos: que el sexto día de todas las semanas, por una decisión valedera para siempre, había que abstenerse del vino, y el séptimo de la carne, a no ser que les obligara una grave enfermedad o con ocasión de una festividad muy solemne; si interviniera alguna cir­ cunstancia para que esta disposición se relajara un poco, después serían alimentados tres pobres. Se practicaron entonces numerosas curaciones en estas reuniones de reliquias de santos. Para que a nadie le pareciera frí­ volo, en muchas ocasiones la piel abierta y la carne separada de piernas y brazos recientemente encogidos, estirándose volvían a su antiguo estado, y salía mucha sangre; esto otorgaba credibilidad sobre todo a otros casos que podían suscitar dudas. Ante estos episodios, todos fueron invadidos de un entusiasmo tal que a través de las manos de los obispos elevaban hacia el cielo el báculo y con las manos tendidas a Dios gritaban al uníso­ no: «Paz, paz, paz», para que fuera el signo del pacto perpetuo que habí-

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celum elevarent, ipsique palmis extensis ad Deum: «Pax! pax! pax!» unanimiter clamarent, ut esset videlicet signum perpetui pacti de hoc quod spoponderant inter se et Deum, in hac tamen ratione ut evoluto quinquennio confirmande pacis gratia id ipsum ab univer­ sis in orbe fieret mirum in modum. Eodem denique anno tanta copia abundantie frumenti et vini ceterarumque frugum extitit, quanta in subséquente quinquennio contigisse sperari non potuit. Aliquis enim victus humanus preter carnes seu deliciosa pulmenta­ ria nullius erat precii; erat autem instar illius antiqui Mosaici magni iubelei. Sequenti vero anno tercio et quarto non minus provenit.

17. Sed heu pro dolor! humana denique stirps, imm beneficiorum Dei, ab initio prona ad malum veluti canis ad vomitum vel sus lota in ceni volutabrum, irritum in multis fecere proprie sponsionis pactum; et, sicut scriptum est, «impinguatus et dilatatus recalcitravit». Nam ipsi primates utriusque'ordinis in avariciam versi ceperunt exercere plurimas, ut olim fecerant vel etiam eo amplius, rapinas cupiditatis; deinde mediocres ac minores exemplo maiorum ad immania sunt flagitia devoluti. Quis enim umquam antea tantos incestus, tanta adulteria, tantas consanguinitatis inlicitas permixtiones, tot concubinarum ludibria, tot malorum emulationes audiverat? Insuper ad cumulum tanti mali, cum non essent in populo vel rari qui ceteros corrigentes talia redarguerent, impletum est prophète vaticinium quod ait; «Et erit sicut populus sic sacer­ dos», presertim cum tunc in seculari potestate, tum etiam in eccle­ siastica religione, totius regiminis persone constiterant in puerili etate. Propter peccata enim populi contigit tunc illud Salomonicum, quod ait: «Ve tibi terre». Nam et ipse universalis papa Romanus, nepos scilicet duorum Benedicti atque Iohannis qui ei precesserant, puer ferme decennis, intercedente thesaurorum peccunia eiectus extitit a Romanis; a quibus exinde frequenter eiectus ac inhoneste receptus, nulla potestate viguit. Et, ut iam superius taxavimus, cete­ ros tunc temporis ecclesiarum prelatos aurum potius vel argentum exaltabat quam meritum. Proh pudor! De his evidentissim e Scriptura ait, immo os ipsius Dei: «Principes extiterunt et non cog­ novi». 54. sperari ex spirari Loisel : spirari AV

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an contraído entre ellos y Dios, en la idea de que, una vez transcurridos cinco años, sería celebrada en todas las partes del mundo la misma cere­ monia extraordinaria para ratificar la paz. Ese mismo año hubo tal abun­ dancia de trigo, vino y de otros frutos como no se podía esperar que se produjera en los cinco años siguientes. Cualquier alimento humano, a excepción de la carne o de comidas más refinadas, casi no costaba nada; era similar a aquel antiguo gran jubileo de Moisés. El año siguiente, el ter­ cero y el cuarto fueron no menos fecundos.

17. Pero, por desgracia, la estirpe humana, olvidándose de l beneficios otorgados por Dios, desde el principio proclive al mal como el perro al vómito o el cerdo bañado en el lodazal de cieno, en muchas oca­ siones anuló el pacto contraído; y, como está escrito, «engordó, creció y se enfrentó»14. Los propios jefes de ambos órdenes, inclinados a la avaricia, comenzaron a practicar numerosas rapiñas por codicia, como lo habían hecho en otro tiempo o incluso más; después las personas de clase media y las de la más baja, según el ejemplo de los de clase superior, se precipi­ taron a acciones extraordinariamente vergonzosas. ¿Quién había oído antes mencionar alguna vez tantos incestos, adulterios, uniones ilícitas entre consanguíneos, tantos concubinatos vergonzosos y tan grandes deseos de rivalizar con el mal? Además, para cúmulo de males, como no había entre el pueblo, o eran escasos quienes corrigieran a los demás y les reprocharan tales desmanes, se cumplió el vaticinio del profeta que dice: «Como sea el pueblo, así será el sacerdote»15; sobre todo porque entonces tanto en la autoridad civil como en la eclesiástica se habían apoderado del gobierno adolescentes. A causa de los pecados del pueblo se verificó aquel dicho de Salomón: «Ay de ti, tierra»16... El propio papa universal de Roma, nieto de sus dos predecesores, Benito y Juan, un muchacho de ape­ nas diez años17 fue elegido por los romanos por mediación de donaciones de dinero; después fue rechazado frecuentemente por ellos y de nuevo aceptado de manera indigna, y no tuvo ninguna autoridad. Como ya antes hemos apreciado, a los otros prelados de la Iglesia de entonces el oro y la plata los elevaba más que el mérito. ¡Qué vergüenza!, sobre éstos NDeuteronomio 32, 15. 15Oseas 4, 9. l6Eclesiastés 10, 16. 17 Benedicto IX (1032-45), sobrino de Benedicto VIII y de Juan XIX, e hijo de Alberico III. Más adelante (Lib. V, 26), Raúl dice que fue elegido a los doce años, y no a los diez como en este párrafo. Tal vez, de acuerdo con la corriente más aceptada entre los críticos modernos, se trataría de un joven adulto.

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VI. De confluentia populi totius orbis que ad Sepulchrum Domini Hierosolimis facta est

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18. Per idem tempus ex universo orbe tam innumer multitudo cepit confluere ad Sepulchrum salvatoris Hierosolimis quantam nullus hominum prius sperare poterat. Primitus enim ordo inferioris plebis, deinde vero mediocres, post hec permaximi quique, reges et comites, marchiones ac presules, ad ultimum vero, quod numquam contigerat, mulieres multe nobiles cum pauperio­ ribus illuc perrexere. Pluribus enim erat mentis desiderium mori priusquam ad propria reverterentur. Contigit enim ut quidam a Burgundie partibus, ex Augustidunense territorio, Letbaldus nomine, cum ceteris illuc pergens deveniret. Qui, prospectis locis omnium sacerrimis, cum ad illum locum montis Oliveti devenisse contigit, ex quo salvator ad celos ascendens, tot cernentibus idoneis testibus, venturus inde iudicare vivos et mortuos repromissus, proiciens se in crucis modum, toto prostratus corpore cum lacrimis inenarrabile mentis iubilo exultavit in Domino. Reerigens se idemtidem, palmis ad celum extensis, nisu quo poterat corpus librabat in altum ac in voce huiusmodi aperiebat mentis desiderium; aiebat namque: «Domine Iesu, qui propter nos de sede maiestatis tue ad terras descendere dignatus es ut genus humanum salvares, quique ex hoc loco, quem oculis intueor, carne vestitus remeasti ad celos unde veneras, obsecro tuam omnipotentissimam bonitatem ut, si hoc anno est mea anima ex hoc corpore migratura, non hinc rece­ dam sed in conspectu loci tue ascensionis fieri contingat. Credo enim quoniam, sicut te secutus sum corpore, qualiter ad hunc devenirem locum, sic anima mea inlesa et gaudens post te sit ingressura ad paradisum». His peroratis reversus est cum sociis ad hospicium. VI Tit., 3. Hierosolimam V 24. sicut om. V

13. est post mortuos add. A

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dice con total evidencia la Escritura, o más bien la boca del mismo Dios: «Han sido príncipes, pero yo no los he reconocido»18.

V I. Los pueblos de todo el mundo acuden al Sepulcro del Señor, en Jerusalén

18. Por esa época, comenzó a acudir al Sepulcro del Salvador, e Jerusalén, una multitud tan inmensa procedente de todo el mundo, como ningún hombre había podido esperar hasta entonces. En primer lugar se dirigió allí la clase más baja, después los de clase media, luego todos los más importantes, reyes y condes, marqueses y obispos, y, por último, muchas mujeres de la nobleza en compañía de otras más pobres, cosa que no había sucedido nunca. Muchos deseaban morir antes de regresar a su patria. Un individuo de la Borgoña, de la zona de Autun, de nombre Letbaldo, llegó allí haciendo el trayecto en compañía de otros. Éste, al con­ templar los más sagrados lugares, cuando llegó al monte de los Olivos desde donde el Salvador subió a los cielos ante tantos testigos creíbles y prometió que volvería a juzgar a vivos y muertos, se echó al suelo y tum­ bado con todo el cuerpo en forma de cruz se regocijó en el Señor sollozan­ do por el indescriptible júbilo de su corazón. Levantándose y volviéndo­ se a postrar continuamente, con las manos extendidas al cielo, lanzaba el cuerpo hacia lo alto con todas sus fuerzas y con palabras revelaba de este modo el deseo de su corazón, diciendo: «Señor Jesús, que por nosotros te dignaste descender a la tierra desde el trono de tu majestad para salvar al género humano y que, desde este lugar que contemplo con mis ojos, revestido de carne volviste a los cielos de donde habías venido, suplico a tu omnipotente bondad que, si mi alma va a emigrar del cuerpo este año, no me separe de aquí sino que eso se produzca contemplando el lugar de tu ascensión. Pues creo que, como te he seguido con el cuerpo para llegar hasta este lugar, así mi alma sana y salva entrará detrás de ti en el Paraíso». Una vez concluida esta súplica, regresó al hospedaje con sus colegas. Era ya la hora de la comida. Mientras los otros se sentaban a la

18Os. 8, 4.

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Erat autem iam hora prandii. Ceteris vero discumbentibus, conver­ sus ipse ad lectulum vultu alacris, ac veluti gravi sopore paululum requieturus, ilico nempe obdormiscens ignoratur quid viderit. Protinus tamen dormiens exclamavit: «Gloria tibi Deus! gloria tibi Deus!». Socii quoque hec audientes monebant illum ut surgens comederet. Qui noluit, sed vertens se in latus aliud dixit se pati ali­ quid incommodi; recubansque usque ad vesperum, convocatis sui itineris sociis, vivifice eucharistie requirens accepit viaticum, illisque dulciter salutatis emisit spiritum. Iste procul dubio liber a vani­ tate, ob quam multi proficiscuntur, ut solummodo mirabiles habe­ antur de Hierosolimitano itinere, in nomine domini Iesu fideliter petivit patrem: quod et accepit. Cuius socii revertentes nobis ea que diximus retulerunt positis tunc apud Besue monasterium. 19. Eodem quippe tempore, Odolricus, Aurelianorum pre­ sul, illuc pergens, quid viderit nobisque narraverit non pretermittendum videtur miraculum. Die igitur magni illius sabbati, quo ignis mirabili Dei potentia veniens ab universo populo prestolabatur, ibi cum ceteris isdem presul adstabat. Iamque dies ipsa in vesperum transiens, repente penes horam qua sperabatur ignis adfuturus, unus Sarracenorum scurra impudentissimus, ex plurima illo­ rum multitudine que annuatim semper unacum Christianis adesse solet, exclamavit, ut Christianis mos est, cum primum videtur: «Aios kyrrieleison!», cavillanter cachinnum emisit, extensaque manu arripuit cereum de manu cuiusdam Christiani, aufugere temptans. Qui ilico arreptus a demonio turpiter nimium vexari cepit. Prosequens Christianus cereum abstulit; ille vero, tortus ace­ rrime, protinus inter Sarracenorum manus exspiravit. Quod factum omnibus in commune terrorem immisit, Christicolis tamen gaudium et exultationem prebuit. Statim vero, ut adsolet, Dei virtute erumpens ignis ex una lampadarum, que septem ibidem pendere cernuntur, cursim eructuando ceteras inflammavit. Quam etiam cum suo oleo prefatus episcopus emens auri libra a Iordano, qui tunc preerat patriarcha, secum detulit, atque in sede propria reponens, plurima infirmis contulit beneficia. Detulit etiam Rotberto 29. nempe V : namque A 30. tamen om. A 31. monenebant V 40. tem­ pore quippe A 43-44. prestolatur A 48. mos est A : morem V 50. cuiusdem V 52. cereum A : certum V 56-57. cernuntur pendere V

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mesa, él se dirigió hacia el lecho con el rostro alegre y, como si se dispu­ siera a descansar un poco a causa de un pesado sopor, se ignora qué vio allí al quedarse dormido. Pero, nada más dormirse, gritó: «¡Gloria a ti, Dios, gloria a ti, Dios!». Sus compañeros al oírlo le recomendaban que se levantara y fuera a comer. El no quiso y, dándose la vuelta hacia el otro lado, dijo que se sentía algo indispuesto; permaneció tumbado hasta la tarde y, habiendo llamado a sus compañeros de viaje, solicitó y recibió el viático de la vivificante Eucaristía, y tras ser despedidos dulcemente, expiró. Este hombre, sin duda libre de la vanidad por la que muchos emprenden el viaje, sólo para ser admirados por su peregrinación a Jerusalén, rogó con fe al Padre, en nombre del Señor Jesús, y lo consiguió. Al volver sus compañeros nos refirieron los hechos que hemos contado, estando en ese momento en el monasterio de Bèze.

19. Nos parece que no debe pasarse por alto el milagro que vio nos contó Odolrico, el obispo de Orléans que se trasladó allí por esa misma época. El día del gran sábado en que todo el pueblo esperaba el fuego que llega por causa de la milagrosa potencia de Dios, el obispo esta­ ba allí presente junto con los demás. Ya el día se aproximaba al ocaso, de repente, casi a la hora en que se esperaba que llegaría el fuego, un sarra­ ceno, bufón desvergonzado, de entre la enorme multitud que anualmen­ te se suele reunir con los cristianos, exclamó: «Hagios Kyrieleisón» (Santo Señor, ten piedad), como es costumbre entre los cristianos, tan pronto como se percibe el fuego; emitió una risotada burlona y, extendido el brazo, arrebató un cirio de la mano de un cristiano, intentando huir. De repente éste, poseído por el demonio empezó a retorcerse de forma obs­ cena. Al seguirle el cristiano le arrebató el cirio; aquél, tras haber sufrido cruelmente, a continuación expiró en brazos de los sarracenos. Este hecho infundió terror a todos en general, pero a los cristianos causó alegría y regocijo. Inmediatamente, como suele suceder, por la gracia de Dios el fuego salió de una de las siete lámparas que cuelgan allí y difundiéndose rápidamente encendió las otras. El obispo mencionado (Odolrico) compró esa lámpara con su aceite por una libra de oro a Jordano, que era enton­ ces el patriarca, y se la llevó consigo colocándola en su propia sede, y pro­ porcionó enormes beneficios a los enfermos. Llevó también al rey Roberto

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regi partem pregrandem venerabilis crucis Domini salvatoris mis­ sam a Constantino imperatore Grecorum cum multitudine pallio­ rum olosericorum; cui isdem rex miserat per eundem episcopum spatam, capulum habens aureum tecamque auream cum gemmis preciosissimis. 20. Tunc etiam inter ceteros Rotbertus Normannorum dux, cum ingenti multitudine sue gentis Hierosolimam proficiscens, detulit secum plurima auri et argenti donaria erogandi gratia. Qui, dum rediret, apud Niceam obiit urbem, ibidemque sepultus quievit. De quo maximum apud suos idcirco extitit iusticium, quoniam non fuerat ei proles ex matrimonio aliqua ad regimen suscipiendum provintie. Quamlibet sororem Anglorum regis Canuc manifestum est duxisse uxorem, qua odiendo divortium fecerat; ex concubina tamen filium genuerat, Willelmi nomen atavi ei imponens, cui, antequam proficisceretur, universos sui ducaminis principes milita­ ribus adstrinxit sacramentis, qualiter illum in principem pro se, si non rediret, eligerent. Quod etiam statim, ex consensu regis Francorum Heinrici, unanimiter postmodum firmaverunt. Fuit enim usui a primo adventu ipsius gentis in Gallias, ut superius pernotavimus, ex huiusmodi concubinarum commixtione illorum principes extitisse; sed et hoc ne supra modum putetur abhominabile, libet comparationem de filiis concubinarum Iacob inducere, qui ob hoc non caruere paterna dignitate, inter ceteros fratres cons­ tituti patriarche. Et longo post inferiore tempore singularis monarchie, magnus imperii prothochristicola Constantinus ex concubina Helena legitur genitus fuisse. 21. Preterea, dum quidam de sollicitioribus, qui eo tempore habebantur, consulti a pluribus fuissent, quid tantus populorum concursus ad Hierosolimam designaret, olim seculi inauditus preteriti, responsum est a quibusdam satis caute non aliud portendere quam adventum illius perditi Antichriste, qui circa finem seculi istius, divina testante auctoritate, prestolatur adfuturus; tuncque gentibus universis via orientis plage, unde venturus est, patefacta, 63. odosericorum V 73. quam A 79. usui a primo adventu ras. A 81-82. abhominabile A : execrabile V 86-87. genitus fu isse preterea dum quidam ras. A 88. quid ex quod A: quid ex quidam V 90, satis caute A : sacrifi­ cante V

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un trozo muy grande de la venerable cruz del Señor salvador enviada por el emperador griego Constantino junto con gran cantidad de palios de seda; el rey había enviado al emperador, a través del obispo, una espada con la empuñadura de oro y la funda de oro con piedras preciosas. 20. Entonces, entre otros, Roberto, duque de Normandía, se enca­ minó también a Jerusalén en compañía de gran multitud de su gente, y llevó consigo muchas donaciones de oro y plata para distribuirlas. Cuando regresaba, murió en la ciudad de Nicea y allí mismo fue sepulta­ do. Por ello el luto entre los suyos fue inmenso, sobre todo porque de su matrimonio no había tenido ningún descendiente para asumir el gobier­ no de la provincia. Es sabido que se había casado con la hermana del rey Canuto de Inglaterra, de la que se había divorciado porque la detestaba; sin embargo sí tuvo un hijo con una concubina y le puso el nombre de su antepasado Guillermo, y, antes de partir, había comprometido a todos los señores de su ducado con éste mediante juramentos de caballeros, en el sentido de que, si él no volvía, elegirían a aquél como señor en su lugar. Inmediatamente después cumplieron la promesa de forma unánime, con el consentimiento de Enrique, el rey de Francia. Pues, desde su primera llegada a la Galia, como hemos señalado antes, fue habitual para ese pue­ blo que sus señores nacieran de la unión con concubinas; y, para que esto no se considere excesivamente reprobable, se puede establecer una com­ paración con los hijos de las concubinas de Jacob, que por eso no se vie­ ron privados de la dignidad de su padre, al ser considerados patriarcas junto con los otros hermanos. Y mucho después, en el último periodo del imperio, se dice que el gran Constantino, el primer emperador cristiano, nació de la concubina Helena. 21. Mucha gente preguntó a algunos de los hombres más despier­ tos que había en ese momento, qué significaba tan gran afluencia de gente hacia Jerusalén, desconocida en la etapa anterior, y algunos respondieron con bastante cautela que no significaba otra cosa sino la venida de aquel malvado Anticristo que, según el testimonio de la Sagrada Escritura, se esperaba que se produjera hacia el final de este siglo; y que, una vez abier­ ta a todos los pueblos la vía de Oriente de donde vendrá, todas las nació-

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obviam illi incunctanter cuncte nationes sint processure, revera ut illud dominicum adimpleatur presagium, quoniam tunc in tempta­ tionem incident, si fieri potest, etiam electi. Huius hic meta verbi; ceterum non negamus devotum laborem fidelium exinde premium seu mercedem percipere a iusto iudice.

VII. De preliis Sarracenorum adversus Christianos in Affrice partibus

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22. Sub hisdem vero tem poribus consurgens re Sarracenorum in Affrice partibus adversus Christianorum populum perfidia, persequendo eos terra marique, quosquos repperire pote­ rant, quosdam excoriabant vivos, alios trucidabant; et cum iam diu multumque inter utrosque debacatum plurima cede fuisset, pluresque strages ab utrisque partibus date, contigit ut ex deliberatione partis utriusque incomminus illorum acies pugnature devenirent. Illi presumentes confidebant in rabida feritate immense sue multi­ tudinis, victores sese fore existimabant, nostri vero, licet admodum pauci numero, Dei omnipotentis auxilium invocantes, per interven­ tum genitricis ipsius Marie sanctique apostolorum principis Petri omniumque sanctorum sperabant fiducialiter de illis obtinere triumphum: precipue quoque in voto quod in ipsius procinctu belli voventes sese obstrinxerant, ut, si videlicet manus Domini valida gentem illam perfidissimam in manus illorum concluderet, potito de illis triumpho, quicquid auri argentique seu cetere suppellectilis ex eisdem capere contigisset, totum omnino ad locum Cluniaci apostolorum principi Petro destinarent. Iam olim namque, ut supe­ rius pernotavimus, plures ipsius gentis viri religiosi, in eodem cenobio sacri instituti habitum suscipientes, totam gentem ad amo­ rem eiusdem loci consciverant. Sed quid plura? Inito pugne certa­ mine, diu multumque congressum est; Christiani tamen omnino 94. cuncte nationes incunctanter A VII Tit., 1. advesus V 1. iisdem V

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nes indudablemente le saldrán al encuentro y en realidad se cumplirá la predicción del Señor de que caerán en la tentación, si es posible, incluso los elegidos. Aquí termina este discurso; pero no negamos que la devo­ ción y el sufrimiento de los fieles reciben del justo juez un premio o recompensa por ello.

VII. Luchas de los sarracenos contra los cristianos en Africa

22. Por esa misma época resurgió con nueva fuerza en zona afric na la perfidia de los sarracenos contra el pueblo cristiano, y, persiguién­ dolos por tierra y por mar, a cuantos podían encontrar o bien los desolla­ ban vivos o los mataban. Cuando ya durante largo tiempo se había pro­ ducido un gran enfurecimiento entre unos y otros, con grandes masacres infligidas recíprocamente, se llegó a decidir por acuerdo de ambas partes que sus tropas lucharían cuerpo a cuerpo. Presuntuosos ellos, confiaban en la ferocidad salvaje de su inmensa multitud y creían que serían los ven­ cedores; por otra parte, los nuestros, aunque muy pocos en número, invo­ cando la ayuda de Dios omnipotente, por mediación de su madre María, de san Pedro el príncipe de los apóstoles y de todos los santos, esperaban firmemente conseguir la victoria sobre ellos. Esta esperanza se basaba especialmente en la promesa que habían hecho cuando estaban ya dis­ puestos para la guerra, comprometiéndose a que, si la poderosa mano del Señor ponía a su disposición a aquella pérfida gente, tras haber consegui­ do el triunfo sobre ellos, destinarían a la sede de Cluny, en honor de Pedro, el príncipe de los apóstoles, todo el oro, plata y otros objetos que hubieran podido conquistar. Ya desde hace tiempo, como antes hemos señalado, muchos religiosos de la misma zona, que revistieron el hábito de monje en ese mismo cenobio, habían concienciado a toda la gente del amor por ese lugar. Pero, ¿para qué añadir más? Una vez iniciado el com­ bate, lucharon de manera encarnizada y durante largo tiempo; los cristia-

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inlesi victores apparebant. Ad ultimum quoque tantus horroris tre­ mor invasit Sarracenorum exercitum ut, veluti pugne obliti, fugam arripere temptantes, quamvis nequicquam: propriis irretiti iaculis, immo virtute Dei, stupentes heserunt. Christianorum vero quantus erat cuneus, divino fortificatus auxilio, tanta eosdem cede prostra­ vit, ut ex innumerabili multitudine illorum vix pauci evaderent. Motget nempe princeps illorum, qui quasi Moyses ita confuse nominatur, illo prelio dicitur defuisse. Collectisque spoliis, confece­ runt ex eisdem plurima argenti talentorum pondera, memores voti quod Deo spoponderant. Est namque mos Sarracenorum ad prelia euntium, ut sese faleris argenti vel auri plurimum perornent; quod tunc etiam devotioni nostrorum prestitit augmentum. Qui protinus miserunt quicquid exinde provenit, ut voverant, ad Cluniense monasterium. Ex quibus venerabilis eiusdem loci abba Odilo cibo­ rium super altare sancti Petri perhonestissimum fieri precepit; cete­ ra vero liberali dispensatione famosissime, ut decebat, erogari indi­ gentibus usque ad assem mandavit. Sarracenorum nichilominus tumultuatio ad presens conquassata quievit.

VIII. De Leuticorum prelio adversus Christianos in partibus Aquilonis

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23. Germania igitur, que a Reno flumine sursum versus ad aquilonarem orbis plagam tendens sumit exordium, gentibus inco­ litur quamplurimis, ferocissimis tamen atque promiscuis, inter quas una ceteris crudelior commanens in ultima parte secunde Retie. Nam prima Retia, licet a Reno utreque dicantur, in parte eiusdem Reni coniacet occidentali; que scilicet corrupte regnum Lotharii vulgo nuncupatur. In altera, ut diximus, gens Leuticorum barbara, omni crudelitate ferocior, cuius vocabulum a luto dirivatur. Est enim omnis illorum habitatio circa mare aquilonare in paludibus sordentibus, et idcirco Leutici quasi lutei vocantur. Hi quoque, anno a passione Domini millesimo de suis egressi latibulis, vicinas sibi 30. collectis V 36. abbas V 36-37. ciborum V V III Tit., 1. de preliis Leuticorum ex de preliis Sarracenorum Leuticorum V 2. aquilonem V 10. leutei V

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nos ilesos aparecían ya como vencedores. Por último, invadió al ejército de los sarracenos tan gran estremecimiento de terror que, como si se hubieran olvidado de la lucha, intentaron alcanzar la huida, aunque en vano; enredados por sus propias armas, o más bien por la potencia divi­ na, se detuvieron atónitos. Tan pequeño como era el ejército de los cristia­ nos, fortificado por la ayuda divina, les causó tan gran masacre que de aquella innumerable multitud apenas unos pocos escaparon. Se dice que en aquel combate cayó el jefe de ellos, Moget, que es llamado así por con­ fusión en lugar de Moisés. Una vez reunido el botín, acordándose de la promesa que habían hecho a Dios, los cristianos recogieron una enorme cantidad de talentos de plata. Pues los sarracenos que parten a la guerra tienen costumbre de adornarse en exceso con placas de plata y oro, lo que aumentó la devota promesa de los nuestros. Como habían prometido, inmediatamente enviaron el botín al monasterio de Cluny. Con parte de esa donación el venerable Odilón, abad de ese lugar, ordenó realizar un espléndido sagrario encima del altar de San Pedro; e hizo distribuir el resto a los indigentes hasta la última moneda en un acto de generosidad que se hizo muy famoso, como era justo. Tras haber sufrido ese revés, la agresividad de los sarracenos se tranquilizó por el momento.

VIII. Guerra de los leuticios contra los cristianos en las regiones del Norte

23. Germania, que parte desde el Rin ascendiendo hacia la zon septentrional del mundo, es habitada por numerosos pueblos, muy fero­ ces y de razas mezcladas, uno de los cuales, más cruel que los demás, se situó en la parte más lejana de la segunda Retia. La primera Retía, pues ambas poseen el nombre derivado del Rin, se sitúa en la parte occidental del río, que comúnmente es llamada "Reino de Lotario" por corrupción del término. En la otra, como acabamos de decir, habita el bárbaro pueblo de los leuticios, de enorme crueldad, cuyo nombre deriva de lutus, fango. Éstos, habiendo salido de sus refugios en el milésimo año de la pasión del Señor, devastaron con enorme crueldad las provincias vecinas de los sajo-

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provintias Saxonum ac Baioariorum nimium crudeliter devastantes, Christianorum res ad solum usque deleverunt, viros ac mulieres trucidantes exterminabant. Adversus quos imperator Chounradus, cum exercitu permaximo egrediens, multoties plures ex illis cede prostravit, non tamen sine dampno suorum. Ob quam rem totius ecclesie clerus ac plebs regni sui, semet affligentes, Dominum roga­ verunt, ut ultionis vindictam de tanta barbarorum vesania illi con­ cederet, et ad sui nominis honorem Christianis foret ex illis victoria. Dehinc vero irruens super eos maximam illorum partem contrivit; ceteri fuge presidium arripientes ad loca suarum paludum inacces­ sibilia nimium perterriti evaserunt. De qua victoria isdem impera­ tor accepta confidentia, rursum collecto exercitu, Italiam pergens, ad ipsamque urbem Romam progrediens universos rebelliones, qui contra eum insurgere temptaverant, anno integro ibidem degens, proterendo compescuit. Pactum etiam securitatis et amicitie, veluti Heinricus cum patre illius egerat, cum rege Francorum Heinrico, filio Rotberti, statuit, cui etiam leonem pergrandem amicitie gratia misit. Qui postmodum uxorem nomine Mathildem, moribus egregiam, de regno eius ex Germanie nobilioribus accepit.

IX. De signo quod in sole apparuit

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24. Anno igitur eodem dominice passionis millesimo, di cio kalendarum iuliarum, sexta feria, luna vicesima octava, facta est eclypsis seu deliquium solis ab hora eiusdem diei sexta usque in octavam nimium terribilis. Nam sol ipse factus est saphirini coloris, gerens in superiori parte speciem lune a sua reinluminatione quar­ te. Intuitu[s] hominum in alterutrum velut mortuorum pallor cons­ piciebatur; res vero quecumque sub aere croci coloris esse cerne­ bantur. Tunc corda humani generis stupor ac pavor tenuit inmensus, quoniam illud intuentes intelligebant portendere quiddam fore superventure cladis humano generi triste. Nam eadem die, natale videlicet apostolorum, in ecclesia Beati Petri quidam de principibus 19. et V : ut A 24. ipsam A IX 1. die post eodem add. A dam V

28. amicie V I gratis AV corr. Loisel 6. intuitus AV corr. Orlandi 9. qui­

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nes y los bávaros, destruyeron completamente las propiedades de los cris­ tianos y masacraron a hombres y mujeres. El emperador Conrado, que salió contra ellos con un poderosísimo ejército, en repetidas ocasiones masacró a gran número de ellos, pero no sin pérdidas de los suyos. Preocupados por eso todo el clero y el pueblo de su reino, rogaron a Dios que le permitiera al emperador vengarse de la enorme violencia de los bárbaros y que los cristianos consiguieran la victoria en honor de su nom­ bre. Después se lanzó contra ellos y los destruyó en su mayor parte; los restantes que buscaron su salvación en la huida, aterrorizados escaparon hacia sus inaccesibles pantanos. Adquiriendo confianza en sí mismo por esta victoria, el emperador reunió nuevamente a su ejército y se dirigió a Italia llegando hasta la propia Roma; reprimió y sometió a todos los rebel­ des que habían intentado levantarse contra él durante el año que pasó allí. Firmó un tratado de seguridad y amistad con Enrique el rey de Francia, hijo de Roberto, como lo había establecido el emperador Enrique con su padre, y le envió un enorme león en señal de amistad. Este a continuación se casó con Matilde, una mujer de su reino y de virtud intachable, proce­ dente de la más alta nobleza de Germania.

IX. Aparición de un signo en el sol

24. El viernes día veintinueve de junio de ese mismo milésimo añ de la pasión del Señor, el vigésimo octavo día de la luna, se produjo un terrible eclipse, o falta de sol, desde la hora sexta hasta la octava. El sol se volvió de color zafiro, llevando en la parte superior el aspecto de la luna en cuarto creciente. Al mirarse los hombres unos a otros, contemplaban la palidez de los muertos; cualquier cosa expuesta al aire parecía de color azafrán. Un estupor y un pánico inmenso se apoderaron entonces del corazón de los hombres porque, al observar aquel fenómeno, comprendí­ an el presagio de que algún suceso funesto, desatroso recaería sobre el género humano. En efecto, el mismo día del aniversario de los Apóstoles, algunos nobles romanos, que tramaban una conjura, se presentaron en la iglesia de san Pedro y se sublevaron contra el Papa, pretendiendo asesi-

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Romanorum conspirantes insurrexerunt in papam Romanum, cupientes illum interimere; sed minime valentes, a sede tamen pro­ pria expulerunt. Sed, ut premisimus, tam pro hac re quam pro aliis insolenter patratis, imperator illuc proficiscens proprie sedi resti­ tuit. 25. Necnon et alia passim in orbe cum in ecclesiasticis tum etiam in rebus secularibus multa contra ius fasque patrata contige­ runt. Instinctu nempe rapide cupiditatis pene nullius tuta fides in altero, que est fundamentum et columen totius boni, repperiebatur. Et ut evidentius foret quod peccata terre celos pulsarent -sicut pro­ pheta clamat, propter creberrimas populi iniquitates: «Sanguis, inquit, sanguinem tetigit»-, nam postmodum, pene in universis mortalium ordinibus insolentia pullulante ac vigore iuste severitatis tenorisque tepescente, ut illud apostolicum nostre genti rectissi­ me potuisset improbari elogium, quod ait: «Auditur inter vos nefas quod nec inter gentes»; nam, impudentissima avaricia humana pec­ tora invadente, periclitabatur fides in cunctis. Exinde procedebant rapine et incestus, litigia cecarum cupiditatum, furta et adulteria inmanissima; pro pudor! horrori erat cuique referre de se quod sen­ tiebat. Nemo tamen propter hoc a nefario malitie usu sese corrige­ bat. 26. Iterum quoque post annos quatuor facta est eclypsis solis undecimo die kalendarum septembrium, feria quarta, hora sexta atque, ut semper fit, luna vicesima octava. Eodem nichilominus anno Chounradus, cuius superius mentionem fecimus, apud Saxoniam Romanorum obiit imperator. Cuius filius, Heinricus nomine, quem ipse vivens regem pro se constituerat, imperavit. Willelmus etiam Pictavorum comes, multis peccuniis liber a captione qua filius Fulconis, Gozfredus cognomento Martellus, illum in prelio capiens spacio trium annorum tenuerat, ad propria remeans, ipso in anno finem vite habuit. Hugo quoque, Autissiodorensis episcopus, vir nom inatissim us, vivendi finem fecit. Sim iliter Rainaldus, comes eiusdem civitatis, Landrici comitis filius, qui filiam Rotberti regis duxerat uxorem, ipse quidem audax a quodam 18. multra V 26. improbari AV : imputari dub. Orlandi A : quod V I quatuor AV : sex coni. France 35. fît ex fit hora V se regem A

33. quoque 38. pro

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narle; pero al no conseguirlo, lo expulsaron de su propia sede. Ahora bien, como antes hemos indicado, tanto por esta circunstancia como por otras insolencias cometidas, el emperador se presentó allí y le restituyó su pro­ pia sede. 25. Además, en todas las partes del mundo, tanto en los asuntos eclesiásticos como seculares, se produjeron muchos sucesos en contra de la justicia humana y divina. Debido al deseo de ganancias rápidas, casi nadie encontraba la plena confianza en el prójimo, que es el fundamento y el apoyo de toda bondad. Para que fuera más evidente que los pecados de la tierra se proyectan hacia el cielo, -como clama el profeta a causa de las infinitas maldades del pueblo: «La sangre ha caído sobre la sangre»1')y para que, al propagarse la insolencia en casi todos los órdenes de la humanidad y debilitarse el rigor en la justicia y en la severidad de con­ ducta, se pudiera atribuir apropiadamente a nuestra gente aquella acusa­ ción del apóstol que dice: «Se escuchan muestras de impiedad entre vos­ otros que no se mencionan ni siquiera entre los gentiles»20; pues, invadien­ do los corazones de los hombres la más desvergonzada avaricia, peligra­ ba la fe de todos. De ahí derivaban las rapiñas, incestos, las disputas de las ciegas pasiones, los robos y los más vergonzosos adulterios; ¡qué horror!, a cada uno le avergonzaba reconocer lo que pensaba de sí mismo. Pero ninguno se corregía de este nefasto hábito del vicio. 26. A los cuatro años de nuevo se produjo un eclipse de sol, el miér­ coles día veintidós de agosto, a la hora sexta, el vigésimo octavo día de la luna, como siempre.21 Ese mismo año murió en Sajonia el emperador romano Conrado, a quien hemos mencionado antes. Asumió el poder su hijo Enrique, a quien él mismo, aún vivo, había destinado como rey en su lugar. Ese año llegó también al final de su vida Guillermo el conde de Poitiers, al regresar a su patria liberado por una gran suma de dinero de la prisión en la que le había tenido durante tres años el hijo de Folco, Gofredo, llamado Martillo, que le cogió prisionero en un combate. También acabó sus días Hugo, obispo de Auxerre, un hombre muy cono­ cido. Igualmente Rainaldo, conde de la misma ciudad, hijo del conde Landrico y casado con la hija del rey Roberto, él que era un hombre teme19Oseas 4, 2. 201 Corintios 5,1. 21 El 22 de agosto que cayó en miércoles no fue en el 1037, com o dice Raúl, sino en el 1039; por otra parte, el eclipse de sol se produjo igualmente en el 1039.

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milite generis infimi audacter interemptus est. Is quoque, pertimes­ cens ob audatiam, sicuti contigit prepropere, sibi funus imminere, dum adhuc viveret abbatiam in honore Domini salvatoris construc­ tam monasterio Beati Germani ex integro perpetualiter possidendam restituit, quo etiam sepultus quiescit. Preterea Fulco, Andegavorum comes, de quo superius quedam retulimus, ter Hierosolimam iam perrexerat, veniensque Metensem urbem ibi­ dem obiit. Cuius corpus Lucacense ad monasterium, quod ipse construxerat, delatum est atque in eodem sepultum honorifice. Explicit liber quartus

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rario, fue temerariamente asesinado por un soldado de la más baja condi­ ción. Éste, temiendo que le sucediera alguna desgracia a causa de su audacia, como rápidamente ocurrió, cuando estaba aún vivo restituyó la propiedad de una abadía construida en honor de Dios salvador, íntegra­ mente y para siempre, al monasterio de San Germán, donde reposa ente­ rrado. Finalmente Folco, conde de Anjou, del que hemos referido antes algunas hazañas, había ido en peregrinación a Jerusalén tres veces, y al llegar a la ciudad de Metz, allí murió. Su cuerpo fue trasladado al monas­ terio de Loches, que él mismo había mandado construir, y allí recibió sepultura con todos los honores. Final del libro cuarto

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1. Rerum diversarum permutationibus ac variorum casuum eventibus attonite aures mentesque obtunse seu hebetate universo­ rum tunc temporis pene mortalium, tum etiam infestationibus sinistrorum spirituum; aliquibus tamen revelationum utilium fantasie manifestate fuisse creberrime ferebantur. Cuidam namque monacho una noctium visum est, hora qua matutinale agitatum est signum, adfuisse sibi quendam teterrimum, qui eidem plura per­ suadendo inferebat huiusce colloquium: «Cur, inquiens, vos mona­ chi tot labores tot vigilias atque ieiunia necnon afflictiones et psalmodias pluresque alias humiliationes exercetis extra communem aliorum hominum usum? Nonne innumerabiles secularium homi­ nes, usque ad vite terminum in diversis flagitiis perseverantes, ean­ dem tamen percepturi quam vos expectatis requiem? Sufficeret enim unus dies vel una hora ad promerenda premia aeterne beatitudinis vestre iustitie. Nam et tu ipse miror qua de causa tam solli­ citus, mox ut audis signum, velociter exsurgis a lecto rumpisque dulcem somni quietem, cum posses quieti indulgere vel usque ad tertium signum. Est etiam quod tibi pandam secretum valde memo­ rabile, licet nostre sit partis dispendium, vestre quoque salutare remedium. Nam constat omnibus annis, die qua Christus resurgens ex mortuis vitam reparavit humani generis, ab eodem universa spo­ liari tartara et suos quoque reduci ad supera; pro qua re nil vobis pertimescendum. Quicquid libuerit voluptatum carnis ac desiderio­ rum securi agere potestis». Hec naempe et alia perplura, sicuti erat falacissimus demon, eidem monacho illudens frivola retulit, adeoque illum illexit, ut communi fratrum sinaxi matutinali defuerit. Illud sane, quod de dominica resurrectione seductorie confinxit, Inc., hinc usque ad finem operis iterum accedit textus primitivus codicis P, manu ipsius Rodulphi exaratus Prol. 1. variarum Rod. corn Orlandi

LIBRO V

1. A causa de trastornos de diversa índole y diferentes desgracia incluidas las apariciones de espíritus malignos, fueron aturdidos los oídos y sorprendidas y consternadas las mentes de casi todos los mortales de aquella época; sin embargo, se decía que esas visiones tan frecuentes habí­ an sido para algunos útiles revelaciones. Una noche, a la hora en que la campana tocaba a maitines, a un monje le pareció tener a su lado, inten­ tando convencerle de muchas cosas, a un ser horrible que le decía lo siguiente: «¿Por qué vosotros los monjes realizáis tantos esfuerzos, vigi­ lias, ayunos, cantos de salmos y múltiples humillaciones, fuera del uso común de los otros hombres? ¿Acaso no es cierto que innumerables per­ sonas de mundo, que perseveran en diversos pecados hasta el final de su vida, van a recibir sin embargo el mismo descanso al que vosotros aspi­ ráis? Bastaría un solo día o una sola hora para merecer el premio eterno de la felicidad que os corresponde en cuanto justos. Me pregunto con admiración por qué tú mismo, tan solícito, tan pronto como oyes la cam­ pana, rápidamente te levantas del lecho e interrumpes la dulce tranquili­ dad del sueño, cuando podrías abandonarte al descanso hasta el tercer toque. Además, voy a desvelarte un secreto muy digno de recordar, aun­ que signifique un perjuicio para nuestra causa y un remedio salvador para la vuestra. Cada año, el día en que Cristo, resucitando de entre los muertos, devolvía la vida al género humano, él mismo vaciaba por com­ pleto el infierno y conducía a los suyos hacia el cielo; por tanto, no debéis temer nada. Podéis entregaros tranquilos a cualquier deseo y a cualquier placer carnal que os apetezca». Estas y otras muchas tonterías le dijo el diablo, pues era muy insidioso, burlándose de ese monje, y le sedujo de tal manera que no asistió a la oración matutina con sus hermanos. Aquello que había inventado con intención engañosa sobre la Resurrección del

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verba sacri redarguunt Evangelii, que dicunt: «Multa corpora sanc­ torum que dormierant surrexerunt». Non inquiunt omnia, sed multa; et ita revera profitetur fides catholica. Licet enim aliquoties, vera omnipotentis prescientia disponente, fallacissimi omnino demones minus irrita prenuntient, tamen, quantum ex illorum deli­ beratione fit, perfunctoria ac seductoria constant; vel, etiamsi conti­ gerit ex parte que presagantur ab eisdem fieri, non plane saluti humane sunt profutura, nisi forte divina fiat providentia ob correc­ tionis sollertiam.

2. Huiusmodi igitur mihimet nuperrime multoties Deo pitiante palam est contigisse. Nam, dum aliquando in Beati marty­ ris Leodegarii monasterio, quod Capellis cognominatur, positus degerem, nocte quadam ante matutinalem sinaxim adstitit mihi ex parte pedum lectuli forma homunculi teterrime speciei. Erat enim, quantum a me dignosci potuit, statura mediocris, collo gracili, facie macilenta, oculis nigerrimis, fronte rugosa et contracta, depressis naribus, os exporrectum, labellis tumentibus, mento substricto ac perangusto, barba caprina, aures irtas et preacutas, capillis stanti­ bus et incompositis, dentibus caninis, occipitio acuto, pectore tumi­ do, dorso gibato, clunibus agitantibus, vestibus sordidis, conatu aestuans ac toto corpore preceps; arripiensque summitatem strati in quo cubabam, totum terribiliter concussit lectulum, ac deinde infit: «Non tu in hoc loco ultra manebis». At ego territus evigilansque, sicuti repente fieri contingit, aspexi talem quem prescripsi. Ipse vero infrendens idemtidem aiebat: «Non hic ultra manebis». Ilico denique a lectulo exiliens cucurri in monasterium, atque ante altare sanctissimi patris Benedicti prostratus ac nimium pavefactus diutine decubui, cepique acerrime ad memoriam reducere quicquid ab ineunte aetate offensionum graviumque peccaminum procaciter seu neglegenter commiseram. Tum precipue, quoniam pene nulla penitudinis satisfactio ob amorem seu timorem Divinitatis a me exinde successerat, ita quoque miser et confusus iacens non habebam quid potissimum dicerem nisi tantum: «Domine Iesu, qui venisti peccatores salvos facere, secundum magnam misericordiam tuam miserere mihi». 39. Cupellis Rod. corr. Orlandi 44. subtracto («receding») France 53. in iter. Rod.

sabstracto Rod. corr. Orlandi:

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Señor lo rebaten las palabras del santo Evangelio que dicen: «Muchos cuerpos de santos que se habían dormido se levantaron».1No dicen todos, sino muchos; y así lo reconoce ciertamente la fe católica. Aunque a veces, por disposición de la verdadera presciencia del Todopoderoso, los insi­ diosos diablos no realicen predicciones inútiles, sin embargo, en la medi­ da en que son producto de su reflexión, resultan superficiales y engaño­ sas; e incluso si se produjeran en parte las predicciones efectuadas por ellos, no servirían para la salvación de los hombres, a no ser que la provi­ dencia divina las utilizara para nuestra redención.

2. Apariciones de este tipo me han ocurrido a mí mismo recient mente y varias veces, por voluntad de Dios. En una ocasión, mientras yo estaba alojado en el monasterio del beato mártir Leodegario, que se llama Champeaux, una noche, antes de la reunión matutina, se me apareció a los pies del lecho la figura de un hombrecillo de aspecto repugnante. Por cuanto pude discernir, era de estatura media, de cuello delgado, rostro demacrado, ojos muy negros, frente fruncida por las arrugas, nariz aplas­ tada, boca saliente, labios abultados, barbilla estrecha y afilada, barba caprina, orejas hirsutas y puntiagudas, pelos de punta y desgreñados, dientes caninos, cráneo alargado, pecho hinchado, espalda con joroba, nalgas temblequeantes, ropas sucias, estaba jadeando por el esfuerzo y con todo el cuerpo doblado; cogiendo una punta del jergón donde yo dor­ mía, sacudió de forma terrible todo el lecho entero y después dijo: «Tú no permanecerás en este lugar por más tiempo». AI despertarme sobresalta­ do por el susto, como suele suceder, vi al ser que acabo de describir. Él repetía rechinando los dientes: «No permanecerás aquí por más tiempo». Finalmente, saliendo del lecho corrí hacia el monasterio y, postrado ante el altar del santísimo padre Benito, permanecí tumbado durante largo tiempo aterrorizado; con gran concentración empecé a traer a la memoria todas las ofensas y faltas graves que, voluntariamente o por negligencia, había cometido desde mi infancia. Puesto que ninguna disculpa ni arre­ pentimiento por ello se había suscitado en mí a causa del amor o del temor a Dios, yacía tumbado, atormentado y confuso sin tener nada mejor que decir excepto lo siguiente: «Señor Jesús, tú que viniste a salvar a los pecadores, por tu gran misericordia, apiádate de mí». 1Mateo 27, 52.

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3. Interea confiteri non erubesco me non solum in peccatis parentum meorum genitum fuisse, verum etiam moribus inportunum et actibus intolerabilem plusquam narrari queat extitisse. Vi etiam cuiusdam monachi, mei scilicet avunculi, abstractus a perver­ sissima quam pre ceteris agebam secularis vite vanitate, cum essem ferme duodennis, atque monachili indutus habitu, heu pro dolor! quoniam veste solummodo non mente mutatus, Quecumque enim a patribus vel spiritalibus fratribus modesta et sancta caritative mihi suggererentur, truculenti animi inflatione turgidum scutum cordis gerens, dictante superbia, ne salubria me contingerent opponebam. Dehinc senioribus non oboediens, coequalibus molestus, iuvenioribus onerosus, atque, ut vere fatear, universis mei presentía gravedo erat, levamen abscentia. Preterea his et huiusmodi predicti loci fra­ tres instigati expulerunt me a contubernio sue habitationis, tamen scientes non defore mihi locum quempiam commanendi, tantum ob Iiteratoriam notionem. Hoc etiam persepe expertum fuerat. 4. Post hec igitur, in monasterio Sancti Benigni Divionensis martyris locatus, non dispar, immo isdem mihi visus est in dormi­ torio fratrum. Incipiente aurora diei currens exiit a domo latrina­ rum taliter inclamando: «Meus bacallaris ubi est? meus bacallaris ubi est?». Sequenti quoque die, eadem fere hora, aufugiens abiit exinde quidam frater iuvenis, mente levissimus, Theodericus nomine, reiectoque habitu per aliquod temporis spacium seculariter vixit. Qui postmodum corde compunctus ad propositum sacri ordi­ nis rediit. 5. Tercio quoque, cum apud cenobium Beate semperque vir­ ginis Marie cognomento Meleredense demorarer, una noctium, dum matutinorum pulsaretur signum et ego labore quodam fessus non, ut debueram, mox ut auditum fuerat exsurrexissem, mecumque aliqui remansissent, quos videlicet prava consuetudo illexerat, ceteris ad ecclesiam concurrentibus, egrediens autem post fratrum vestigia hanelus ascendit gradum presignatus demon, ad dorsum manibus reductis, herensque parieti bis terque repetebat dicens: 75. his s.l. Rod.

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3. No me avergüenzo de confesar que fui concebido por mis padres en el pecado y además que he sido intratable por mi carácter e insoporta­ ble por mi conducta, más de lo que se pueda contar. Cuando tenía casi doce años, un tío materno monje me arrancó por la fuerza de la deprava­ da vida mundana e inútil que yo llevaba por encima de otras cosas, y me revistió con el hábito de monje, pero, ay qué dolor, sólo cambié de hábito, no de carácter. Cualquier consejo de moderación y santidad que mis supe­ riores o mis hermanos espirituales me dieran por caridad hacia mí, como llevaba alrededor del corazón un escudo hinchado por el orgullo y la fero­ cidad, y tenía la soberbia como guía, me oponía a aceptarlo para mi sal­ vación. Era desobediente con los más ancianos, inoportuno con los coetá­ neos, una carga para los más jóvenes y, a decir verdad, mi presencia sig­ nificaba una pesadez para todos, un alivio mi ausencia. Instigados por estas y otras cosas semejantes, los hermanos de ese lugar me expulsaron de su comunidad, sabiendo sin embargo que no me faltaría un sitio para vivir, a causa únicamente de mis conocimientos literarios. Esto se había verificado ya en muchas ocasiones. 4. Después de ese suceso, habiéndome instalado en el monasterio del mártir san Benigno de Dijou, se me apareció en el dormitorio de los hermanos un ser no diferente sino más bien el mismo. Al amanecer, salió corriendo de las letrinas gritando de la siguiente manera: «¿Dónde está mi bachiller?, ¿mi bachiller dónde está?» Al día siguiente, casi a la misma hora, huyó de allí un joven hermano, de ánimo muy inconstante y de nombre Teodorico que, arrojado el hábito, pasó un periodo de tiempo en la vida mundana. Después, arrepentido de corazón, volvió a la regla de la santa orden. 5. En tercer lugar, cuando yo vivía en el cenobio de la santa y siem­ pre virgen María, llamado de Melleraye, una noche, cuando sonaba la campana de maitines yo, agotado por un trabajo, no me había levantado tras haberlo oído, como debería, y conmigo se habían quedado algunos monjes a los que había seducido esa mala costumbre, mientras los demás corrían a la iglesia; saliendo tras los pasos de los hermanos el demonio subió jadeando las escaleras y, sujetas las manos en la espalda, pegándo-

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«Ego sum, ego sum, qui sto cum illis qui remanent». Qua voce exci­ tus caput elevans, vidi recognoscens quem bis dudum iam videram. Post diem vero tertium unus ex illis fratribus qui, ut diximus, clancule cubitare soliti fuerant, procaciter a monasterio egressus, prefato demone instigante, sex dies extra monasterium cum secularibus tumultuose mansit; septima tamen die correptus recipitur. Profecto, ut beatus Gregorius testatur, quibusdam hec apparent ad sui detri­ mentum, aliquibus vero ad emendationis emolumentum, quod mihi contingat ad salutem orari ac provenire opto per dominum Iesum redemptorem nostrum.

6. Illud nempe attentius est memorie commendandum niam, dum manifestissima prodigia in corpore adhuc constitutis sive per bonos seu per sinistros spiritus ostententur, non illos diu­ tius in hac carne victuros quibus huiusmodi videre contigerit. Huius quoque assertionis experimenta multa comperimus, ex qui­ bus etiam nonnulla memorie commendari placuit, ut, quotties eve­ nerit, cautelam inferant potius quam deceptionem. Apud castrum Tarnoderensem erat quidam presbiter religiose degens, Frotterius nomine, tempore quo Bruno Lingonum presulatum tenebat. Hic vero una dierum dominica iam vesperascente, cum cenaturus esset, exivit paululum se relevandi gratia ad fenestras domus sue, prospiciensque vidit a septentrionali parte egredi acies equitum velut in prelium innumere multitudinis pergentes ad occidentem. Quas cum diu multumque intuitus fuisset, estuans vocare quempiam e suis ad testimonium tanti ostentus; dum autem cepit clamare ut occurreretur, rarescendo protinus disparuerunt. Ipse quoque, tanto animi terrore perculsus ut vix a lacrimis se continere posset, dehinc cepit infirmari, eodemque anno, ut optime vixerat, obiit. Portento denique subtractus quod vidit, illi qui persensere testes fuerunt. Nam sequenti anno filius regis Rotberti Heinricus, qui post illum regnavit, ad eundem castrum ira permotus veniens cum ingenti excercitu, multa ibidem hominum cedes ab utraque parte patrata est.

102. testaur s.l. Rod.

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se a la pared repetía por dos o tres veces: «Soy yo, soy yo que estoy con aquéllos que se quedan aquí». Fui despertado por esta voz y, levantando la cabeza, reconocí a aquél que había visto ya dos veces. Tres días des­ pués, uno de aquellos hermanos que, como dijimos, tenían la costumbre de quedarse en la cama a escondidas, tuvo la osadía de escapar del monasterio por instigación de ese demonio y permaneció fuera seis días viviendo desordenadamente con la gente del mundo; el séptimo día fue detenido y devuelto. Sin duda, como atestigua el beato Gregorio, estas apariciones se producen a algunos para su perdición, a otros en interés de su enmienda; que esto me proporcione la salvación, deseo que se pida y que se produzca por mediación del Señor Jesús nuestro redentor.

6. Debe ser recordado con especial atención que, cuando se mue tran prodigios muy evidentes a las personas que están todavía vivas, bien sea mediante espíritus benignos o malignos, quienes han tenido visiones de este tipo no vivirán mucho tiempo en su cuerpo carnal. Conocemos muchas pruebas de esta aseveración, de entre las cuales nos pareció con­ veniente recordar algunas para que, cada vez que se produzcan, induzcan a la cautela más que a la decepción. En el castillo de Tonnerre, en el tiem­ po en que Bruno era el obispo de Langres, había un presbítero, de nom­ bre Froterio, que vivía santamente. Éste, un domingo ya al atardecer, cuando estaba a punto de cenar, salió un momento hacia las ventanas de su casa para distraerse y, al asomarse, vio salir de la parte norte una tropa de jinetes que se dirigían en gran número hacia occidente, como a un com­ bate. Tras haberlos contemplado atentamente durante largo rato, se le ocurrió llamar a alguno de los suyos como testigo de tan gran prodigio; pero, cuando empezó a llamar para que acudieran, la imagen se fue debi­ litando e inmediatamente desapareció. El se sintió estremecido por un terror tan grande que apenas podía contener las lágrimas, después comenzó a ponerse enfermo y, ese mismo año, murió santamente como había vivido. Quienes lo sufrieron después fueron testigos del prodigio que él vio pero al que no pudo asistir. Pues el año siguiente, Enrique, el hijo del rey Roberto, que reinó tras él, impulsado por la ira acudió a ese castillo con un ingente ejército, y allí se produjo una gran matanza por ambas partes.

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7, De hoc profecto constat quoniam ea que viderat et sibi prospexit et aliis. Licet dissim iliter, m irifice tamen, apud Autissioderum, in ecclesia Beati Germani contigisse meminimus. Erat ibidem frater Gerardus nomine, cui mos erat post sollemnes matutinales in oratorio remorari. Huic contigit quodam mane ut inter orationes obdormisceret. Qui protinus gravi somno depressus, velut exanimis, delatus est foras monasterii, sed qualiter aut a qui­ bus hucusque nescitur. Qui expergefactus repperit se in claustro extra monasterium eiectum, admirans indicibiliter quod factum de sese cernebat. Simili quippe modo contigit cuidam presbítero in eodem monasterio pernoctanti: dum in subterioribus criptis, ubi multa sanctorum requiescunt corpora, obdormiret, circa galli can­ tum repperit semet asportatum post chorum monachorum. Nam et de eadem ecclesia certa relatio constat quoniam, si contigerit noctu luminare extinguí, quousque reaccendatur custodes eiusdem ecclesie nullam quietem posse consequi. Preterea fuit ibidem quidam frater, qui solitus erat ad altare Sancte Marie, quod excellentissime constat, frequenter orare ac gemitus et compunctionis lacrimas fun­ dere; unum ergo ei erat, quod pene universis accidit, inter oratum frequenter spuere ac delumbe salivam emittere. Contigit vero ali­ quando ut somno depressus obdormiret. Apparuit ei stans iuxta altare quidam candidis indumentis circumdatus, preferens in mani­ bus pannum candidissimum atque in huiusmodi erumpebat verba: «Cur me, inquiens, sputis propriis verberando inlinis? Nam ego, ut cernis, suscipio munus tuarum orationum, deferens illud ad cons­ pectum misericordissimi iudicis». Qua visione correptus frater me et sese continuit, et ceteros, ut se, in quantum valerent, in sacris locis continerent, ammonere curavit. Et licet hoc natura dictante prove­ niat, tamen in plerisque locis gentium omnimodis abstinetur in ecclesia ab screationum sputis, nisi forte suscepta fuerint, delatura exinde foras, in quibusdam receptaculis, et precipue apud Grecos ubi semper tenor ecclesiasticus cautissime viguit. 8. Clarere igitur locum predictum diutine, meritis beati Germani ac ceterorum sanctorum ibidem quiescentium signis et 148. salivi Rod. corr. A

155. sacris ex lacris Rod.

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7. De esto se deduce que la vision de aquel hombre fue una premo­ nición para sí mismo y para los demás. Recordamos un suceso sorpren­ dente aunque distinto que tuvo lugar en la iglesia de san Germán, en Auxerre. Allí estaba un monje, de nombre Gerardo, que tenía por costum­ bre permanecer en el oratorio después de la oración de maitines. Una mañana le sobrevino el sueño mientras rezaba. Sumido de repente en un pesado sopor, como muerto, fue llevado fuera del monasterio, pero hasta ahora no se sabe cómo ni por quién. Al despertar se encontró arrojado en el recinto exterior del monasterio, indeciblemente sorprendido al ver lo que le había sucedido. De manera similar, a un presbítero que pasaba la noche en ese monasterio le ocurrió lo siguiente: dormía en la cripta infe­ rior, donde descansan los restos de muchos santos, y al canto del gallo se encontró trasladado detrás del coro de los monjes. Sobre esta iglesia hay una información creíble: si por la noche se apagaba una lámpara, hasta que fuera de nuevo encendida, los vigilantes de esa iglesia no podían con­ seguir el descanso. Además, hubo allí un monje que solía rezar frecuente­ mente ante el altar de santa María, que es el más distinguido, y derramar lágrimas y gemidos de arrepentimiento; éste tenía un solo defecto, que les ocurre a casi todos, el de esputar frecuentemente durante la oración y echar saliva. En una ocasión se durmió vencido por el sueño. Se le apare­ ció de pie junto al altar un individuo envuelto en blancas vestiduras, que llevaba en sus manos un pan muy blanco y decía estas palabras: «¿Por qué me manchas golpeándome con tus propios esputos? Yo, como ves, recibo el don de tus oraciones, llevándolo ante la presencia del juez misericor­ dioso». Corregido por esta visión, aquel hermano se reprimió de su vicio y se ocupó de recomendar a los demás que se abstuvieran de esputar cuanto pudieran en los lugares sagrados. Aunque esto provenga de una necesidad natural, sin embargo en muchos países la gente se abstiene de esputar en la iglesia, a no ser que los esputos sean recogidos en unas escu­ pideras para llevarlos fuera de allí; esto sucede sobre todo entre los grie­ gos, donde siempre la normativa eclesiástica se mantuvo vigente con gran fidelidad. 8. Está claro que desde hace tiempo ese lugar, debido a los méritos del beato Germán y de los otros santos que descansan allí, es muy cono-

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prodigiis, tam in donis sanitatum quam in ultionum vindictis ad se pertinentia diripientium, manifestissimum est. Si qui nempe de primatibus patrie huius loci rerum invasores seu diremptores increve­ runt, Deus exinde ultor ipsorum genus cum suis rebus in obprobrium et pene ad nichilum redigere consuevit. Huius enim testimo­ nium inter cetera nostre assertionis evidens extat ultio generis cuidam Bovonis necnon et filii eius Alwalonis, creberrimaque confusio Silliniaci sacrilegissimi castri. Preterea egomet quondam rogatus a conservis et fratribus nostris eiusdem loci, ut altariorum titulos, qui a scolastici viris compositi olim fuerant, sed vetusta­ te, ut pene cuncta, fatescente minime comparebant, reformarem; quod, ut competens erat, libenti animo quomodo valebam adimplere studui. Sed priusquam ad cepti operis calcem opus perducerem, ex nimia corporis statione, ut reor, nocte quadam in strato conqui­ niscens ita contractus menbris omnibus hicterica passione, ut non erigere memet neque in latus aliud vertere ullomodo valerem. Post triduum vero insecuta nocte nimiis detento angustiis apparuit mihi vir canicie venerandus, qui me in somnis per brachium erigens aie­ bat: «Exple quantotius quod cepisti, dolere ultra ne paveas». Ilico vero expergefactus, admirans, memet excutiensque a lectulo, cucu­ rri ad altare victoriosorum m artyrum Victoris videlicet Apollinarisque ac Georgii, quoniam illorum oratorium contiguum erat domui infirmorum; ibique universorum Deo humillimas grates referens, alacer matutinales explevi sollemnes. Die vero insecuta, toto integerrime valens corpore, eorundem martyrum nominibus propriis ibidem conposui titulum. Ecclesie denique maioris erant altaria numero viginti duo, quibus, ut decens erat, titulis synopide versibus exametris convenienter digestis sanctorumque epitaphiis reparatis, religiosorum etiam virorum quorundam tumulos itidem perhornare curavi. Quod sane mentis hominibus admodum placa­ bile fuit. Sed, ut pater Odilo sepius plangere solitus fuerat, ita con­ tigit: «Heu pro dolor! inquiens, quoniam nevum invidentie, licet in ceteris grassetur hominibus, tamen in sinibus aliquorum monachiliter vivere professis cubile sibi locavit». Nam quidam a sui monas­ terii fratribus exosus discedens venit ad nostros; a quibus, ut mos 169. cuidam Rod. eorr. A cente Rod. corr. Orlandi

172. scolastici Rod. A corr. V

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cido por los presagios y los prodigios, consistentes en curaciones y tam­ bién en castigos infligidos como venganza a los que roban los bienes que le pertenecen a esa iglesia. Si algunos potentados de la región se enrique­ cieron por invadir o saquear las propiedades de este lugar, Dios se vengó sistemáticamente por ello reduciendo a su estirpe junto con sus bienes al oprobio o casi a la nada. Un testimonio evidente, entre otros, de esta afir­ mación nuestra es el castigo de la familia de un tal Bovón y también de su hijo Alvalón, y además los frecuentes desastres del sacrilego castillo de Seignelay. Además, yo mismo lo puedo testificar ya que, en una ocasión, me fue solicitado por mis compañeros y hermanos de ese lugar que res­ taurase las inscripciones de los altares, en otro tiempo realizadas por hombres sabios pero que, agrietadas por el tiempo, como sucede a casi todas las cosas, apenas se leían; tarea que yo con mucho gusto me afané en cumplir, en la medida que me fuera posible, como correspondía. Pero antes de que concluyera la obra emprendida, a causa de haber estado en pie demasiado tiempo, creo yo, una noche que me acurrucaba en el jergón sentí que todos los miembros se me contraían por una conmoción nervio­ sa tan intensa que de ningún modo podía ponerme en pie ni darme la vuelta para el otro lado. Tres días después, durante la noche, estando yo impedido por enormes dolores se me apareció un hombre venerable por sus canas que tomándome por un brazo en sueños me decía: «Termina lo antes posible lo que has empezado y no tengas miedo de sufrir más dolor». Me desperté inmediatamente maravillado y, levantándome del lecho yo mismo, corrí hacia el altar de los victoriosos mártires Víctor, Apolinar y Jorge, puesto que su oratorio era contiguo a la enfermería; y allí, dándole las gracias con toda humildad al Dios del universo, cumplí fervoroso el rezo de maitines. Al día siguiente, completamente recupera­ do en todo el cuerpo, realicé allí una inscripción con los nombres propios de esos mártires. Los altares de la iglesia mayor eran veintidós, para los cuales, como era conveniente, pinté con almagre2 los epígrafes compues­ tos adecuadamente en hexámetros; reparé también los epitafios de los santos y adorné igualmente las tumbas de algunos religiosos. Esto resul­ tó muy satisfactorio para los hombres razonables; pero, sucedió lo que solía lamentar con bastante frecuencia el padre Odilón, que decía: «¡Ay de mí!, la lacra de la envidia, aunque ataca a los demás humanos, sin embar­ go ha colocado su nido en el seno de algunos que han hecho profesión de la vida monástica». Un monje, odiado por los hermanos de su monaste2Óxido de hierro que se utiliza en pintura.

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illorum semper fuit, devote susceptus est. Is autem veneno invidie infecit abbatem cum aliquibus monachis, conpellens in tantum adversum me odium ut prescriptos altariorum titulos destruerent universos. Sed protinus Deo ultore adfuit illi, ve! vindex, qui incen­ tor exstiterat fraterne discordie. Multatus enim ilico damnabili ocu­ lorum cecitate, offendens pedibus inrecuperabiliter usque in finem vite sue. Cuius denique rei eventus tam vicinis quam longe positis non minimam prebuit ammirationem. 9. Contigit ibidem ipso in tempore ut aliqui e fratribus subin­ de migrarent ab hac luce. Quorum unus, nomine Walterius, cogno­ mento, ut erat statura, Pusillus, ac natura simplicissimus, incipien­ te nocte magni sabbati resurrectionis dominice et ipse obiit. Apparuit enim in hora sui exitus innumerabilibus viris ac mulieri­ bus columna lucis ignea a culmine monasterii ad celum usque per­ tingens. Quibus nempe non dubium fuit misericordissimi Dei actum largitione, qui animam fratris istius sue gloriose resurrectio­ nis voluit participem fore ac viventibus innocentie viam demonstrare. 10. Queri solet a nonnullis cur tempore nove legis vel gratie non manifeste sicut antiquitus fiunt visiones divinitus ac rerum miracula. Quibus paucis respondendum est ex ipsius divine Scripture testimoniis, si tamen cor illorum capax fuerit sancti spiritus donorum. Libet quoque ut Deuteronomium evidens primitus exhibeat testimonium. Postquam enim populus Hebreorum, pastus quadraginta annorum celeste manna, Iordanem transiens in terram venit Chanaan, cessavit celum pluere illud nec ultra usi sunt tali cibo filii Israhel. Quid igitur in hoc facto nobis innuit, quibus pene omnia in figura contingunt, nisi quod transito nostro Iordane, id est Christi baptismate, non ultra presagiorum celitus signa debere inquiri, sed potius nobis debet panis vivus ille sufficere, quo quis vescetur vivet in eternum possessurus terram viventium? Rursus vero ex precepto Domini constitutum est a Moyse, ut queque vasa ex preda hostium illi populo provenirent, lignea aqua expiarentur 211. ad ex corr. s.l. Rod.

224. innuitur dub. Wint.

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rio, alejándose de allí vino hacia nosotros; como era nuestra costumbre, lo acogimos afectuosamente. Pero éste contagió al abad y a otros monjes con el veneno de la envidia, induciéndolos a tal grado de odio contra mí que destruyeron todas las inscripciones de los altares que yo había restaura­ do. Pero inmediatamente el Dios vengador castigó al instigador de la dis­ cordia entre hermanos: fue condenado a una vergonzosa ceguera, trope­ zando al caminar irremediablemente hasta el final de su vida. El resulta­ do de este episodio causó una gran admiración a los pueblos vecinos y a los más alejados. 9. Por la misma época, se produjo en ese lugar el abandono sucesi­ vo de este mundo por parte de algunos hermanos. Uno de éstos, de nom­ bre Gualterio, apodado el Pequeño a causa de su estatura, y de carácter muy simple, falleció al inicio de la noche del sábado santo. En la hora de su partida, una llameante columna de luz que alcanzaba desde la parte alta del monasterio hasta el suelo se les apareció a un gran número de hombres y de mujeres. A ellos no les cupo la menor duda de que el fenó­ meno se había producido por la generosidad del Dios misericordioso, que quiso que el alma de ese hermano fuera partícipe de la gloria de su resu­ rrección y que mostrase el camino de la inocencia a los vivos. 10. Algunos suelen preguntar por qué en el tiempo de la nueva ley, o de la gracia, no se producen, como antiguamente, visiones y milagros por la evidente intervención divina. A éstos, si su corazón ha sido digno de los dones del Espíritu Santo, hay que responderles con pocos testimo­ nios extraídos de la divina Escritura. Puede que el testimonio más antiguo lo proporcione el Deuteronomio. Después que el pueblo hebreo, habién­ dose alimentado del maná celeste durante cuarenta años, llegó a la tierra de Canaán atravesando el Jordán, cesó de llover ese alimento y los hijos de Israel no se alimentaron más con él3. ¿Qué significa este hecho para nosotros, que consideramos casi todas las cosas impregnadas de metáfo­ ras, excepto que, una vez atravesado nuestro Jordán, es decir tras el bau­ tismo de Cristo, no deben buscarse más signos de presagios en el cielo, sino que más bien debe bastarnos aquel pan vivo con el cual vivirá eter­ namente quien se alimente de él, y poseerá la tierra de los vivos? Y de nuevo, según el precepto del Señor, fue establecido por Moisés que cual­ quier vaso procedente del botín enemigo que llegara a aquel pueblo, fuera 3Deuteronomio 8, 3-10; 29, 5-6.

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et enea igne. Simili quoque modo figuraliter exprimit quoniam vasa idest homines qui ex preda hostis antiqui in partem cesserunt salva­ toris, aqua baptismatis atque igne martyrii purificandi essent. Non minus etiam virgeus me serpens, qui Moysi pavorem incussit ita ut fugeret illum, et rursus, accipiens illum caudetenus, aeffectus est virga, typice in hoc facto perspiciendus est. Signatur per serpentemex virga factum Deitatis potentia ex sancte Marie virginis carne induta. Per Moysen enim Iudaicus populus, qui cernens dominum Iesum verum Deum et hominem, fugit ab eo incredulus; sed recipiet illum circa finem seculi, quod exprimitur per caudam serpen­ tis. Ille quoque transitus maris Rubri, in quo illud mare divisum vel exsicatum est, deinde gentes ex precepto Domini gladio extirpate, evidenter signant regnum Israhelitice gentis temporaliter subsis­ tens marcescendo adnullari. In initio quippe nove gratie vel regni Christi stans dominus Iesus atque ambulans super fluctus maris, ac Petro quem ecclesie sue prefecerat secum ambulare concessit; sed quid hoc facto fidelibus universis innuitur nisi quod, subactis gen­ tibus universis et non funditus perditis vel extirpatis, ex eisdem sta­ bilietur Christi regnum per secula mansurum? Est enim frequens adtestatio divini sermonis, quod videlicet mare figuram gerat pre­ sentís seculi. 11. Sepe igitur, dum aliquis rem permaximam verbis re cupit, in sese deficiens minuit, ut Scriptura dicit: «Qui scrutator est maiestatis, opprimitur a gloria». Sed cur ista premisimus, breviter intimabimus. Constat enim mysterium eucaristie paucissimis perspicuum, dum sit pene mortalibus univrersis incognitum, sicuti cetera que fide constant et intuitum oculorum non exposcunt. Illud precipue commonendum, quod corporis et sanguinis domini Iesu Christi vivificans confectio existimetur nullatenus in sese pati dispendium aut casu aliquo incurrere periculum. Si quando autem videtur conlabi seu deperire per neglegentiam sibi tractantium, res­ tat eisdem, si non alacriter penituerint, damnationis iuditium. Ac cum Dominus dixerit: «Qui manducat meam carnem et bibit meum sanguinem, habet vitam aeternam, et ego resuscitabo eum», nullo 232. ide Rod. : idem AV : iidem Duchesne 264. aeternam ex aecernam Rod

253. minuitur Wint.

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purificado con agua si era de madera y con fuego si era de bronce. De modo similar expresa en sentido figurado que los vasos, es decir, los hom­ bres, que pasaron del botín del antiguo enemigo a la parte del Salvador, deben ser purificados con el agua del bautismo y con el fuego del marti­ rio. Igualmente debe ser visto alegóricamente el hecho de aquella serpien­ te que surgió de un bastón y que asustó a Moisés hasta el punto de hacer­ le huir, y que se convirtió de nuevo en bastón al cogerla por la cola4. Por medio de la serpiente transformada a partir de un bastón se señala el poder de la divinidad revestida con la carne de la santa virgen María. Por medio de Moisés se simboliza al pueblo judío que, al ver al Señor Jesús, verdadero Dios y hombre, se apartó de él incrédulo; pero lo aceptará al final de los siglos, como es expresado mediante la metáfora de la cola de la serpiente. Aquel paso del mar Rojo, en el que el mar fue separado o secado, y después los gentiles aniquilados con la espada por orden del Señor, indican evidentemente que el reino de Israel, subsistiendo de forma temporal y debilitándose llegará a desaparecer5. Al inicio de la nueva gracia o del reino de Cristo, el señor Jesús, caminando por encima de las olas del mar, le permitió andar con él a Pedro, al que había coloca­ do al frente de su iglesia; ¿qué otra cosa se señala con este hecho a todos los fieles excepto que, una vez sometidos, no destruidos o aniquilados, todos los gentiles, entre ellos se establecerá el reino de Cristo que perdu­ rará por los siglos de los siglos? Pues es un testimonio frecuente de la palabra divina que el mar represente al mundo terrenal.

11. A menudo, mientras se desea aclarar un asunto de suma impo tancia por medio de unas palabras, perdiéndose en su grandeza, se vuel­ ve menos importante, como dice la Escritura: «El que indaga en la majes­ tad, se ve oprimido por su gloria»6. Pero explicaremos brevemente por qué hemos adelantado estas consideraciones. Se sabe que el misterio de la Eucaristía es totalmente comprensible para muy pocos, mientras que resulta desconocido para casi todos los mortales, como otras cuestiones que forman parte de la fe y que no requieren el testimonio de la vista. Es preciso advertir ante todo que la acción vivificadora del cuerpo y la san­ gre del Señor Jesucristo se considera que en absoluto sufre deterioro en sí misma ni corre ningún peligro en cualquier circunstancia. Pero si, a veces, parece que se deteriora o que desfallece a causa de la negligencia de los 4 Éxodo 4, 3-4. 5Ibidem 14, 15-18. 6 Proverbios 25, 27.

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modo putare debemus ut quodquam animal, preter hominem, car­ nis resurrectionem percipiat; sic nec nisi fidelis etiam eucaristiam percipit ad salutem. Denique exstitit quidam nostro in tempore in clericali habitu: dum iure culparetur quodam crimine, contigit ut sumeret audacter iuditio examinationis donum eucaristie, calicis videlicet sanguinis Christi. Cui protinus per medium umbilici egre­ di visa est pars candidissima quam sumserat eiusdem sacrificii, dans procul dubio evidens inditium reatus se indigne percipientis; ilico vero confitens quod prius negaverat, digne penituit. In Cabilonensi quoque pago ob imminentem cladem vidimus qui videre ex pane sacrato veram carnem effectam. Apud Divionem castrum eodem tempore, dum a quodam deferretur cuidam egrotanti, casu excedit e manu ferentis, qui attente querens repperire minime potuit; post annum vero evolutum repertum est iuxta[m] viam publicam ubi sub divo ceciderat, ita candidum atque incontaminatum ac si hora eadem cecidisset. Lugduni denique, in monas­ terio Barbarense, dum quidam, ut credi debet, inconvenienter bustulam vel pixidem, in qua servabatur, ut mos est, adtractare vellet, e manibus illius sese eripiens longius in aere stetit.

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12. De crísmale etiam, quod a quibusdam corporalis a tur, plurimum expertum est prestare remedia, si fides exigentium non fuerit dubia. Nam contra incendia sepius elevatum, aut extinguendo compescuit, aut retrorsum pepulit, seu in partem alteram retorsit. Menbra quippe egrorum dolentia multoties sana restituit, febricitantibus nichilominus impositum salutem contulit. Apud monasterium Reomense, tempore venerabilis Willelmi abbatis, casu contigit ut incendium circumiacentia monasterii depopularetur. Arripientes autem eiusdem loci fratres crísmale conto impositum, elevaverunt illud contra incendii flammas dire flagrantes. Statim vero isdem ignis in sese retorquens minime amplius quam invaserat arrippere valuit. Pannus tamen ille dominicus, aura fiante a contulo elapsus, plus minus duobus miliariis avolavit usque ad villam, cui Tivalgas vocabulum est, ibique super domurn cuiusdam veniens sidit; quo prosecutus ad monasterium dignanter est delatus. 277. excidit Wint. 278. iuxta Rod. corr. Pithou sidem Rod. 287. sed Rod. corr. V

282. pixidem ex pis-

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que se ocupan de ella, si no se arrepienten con rapidez, recae sobre ellos un juicio de condena. Aunque el Señor dijo: «Quien come mi carne y bebe mi sangre tiene la vida eterna y yo lo resucitaré»7, de ninguna manera debemos pensar que cualquier animal, a excepción del hombre, consigue la resurrección de la carne; y si no es un hombre fiel, no recibe la eucaris­ tía para su salvación. En nuestra época hubo un individuo con hábito ecle­ siástico que, mientras era acusado justamente de cierto delito, durante la investigación del proceso tuvo la audacia de recibir el don de la eucaris­ tía, es decir, del cáliz de la sangre de Cristo. De repente, pareció que le salía por medio del ombligo una porción blanquísima del sacrificio que él había tomado, evidenciando sin ninguna duda la culpabilidad del que la recibió indignamente; confesando de inmediato lo que antes había nega­ do, se arrepintió como era justo. En el territorio de Chalón conocimos a algunos que, a causa de algún desastre inminente, vieron que el pan con­ sagrado se convirtió en carne verdadera. Por la misma época, en la forti­ ficación de Dijou, cuando un hombre le llevaba la eucaristía a un enfermo, se cayó por casualidad de la mano del que la llevaba, y la buscó atenta­ mente pero no pudo encontrarla. Transcurrido un año, fue encontrada al aire libre en la vía pública donde había caído, tan blanca e impoluta como si hubiera caído en ese momento. Finalmente, en Lyon, en el monasterio de Ile-Barbe, cuando indebidamente, debemos creer, uno quiso coger la cajita o píxide donde se guardaba la eucaristía, se le escapó de las manos y estuvo suspendida en el aire bastante tiempo.

12. Acerca del crismal, que algunos llaman corporal8, está bi comprobado que presta ayuda si la fe de los que la solicitan es verdade­ ra. Con bastante frecuencia, si se mantenía en alto frente a los incendios, o bien los detenía, extinguiéndolos, o los empujaba hacia atrás o los des­ viaba hacia otra parte. Muchas veces a los miembros doloridos de los enfermos los volvió sanos y, colocado sobre los que tenían fiebre, les devolvió la salud. En el monasterio de Reome, en la época del venerable abad Guillermo, por casualidad un incendio estaba devastando los terre­ nos circundantes. Entonces los monjes del lugar, cogiendo el crismal, lo colgaron de una pértiga y lo elevaron frente a las llamas que ardían con violencia. Inmediatamente el fuego se volvió sobre sí mismo y no pudo destruir más de lo que había invadido. Sin embargo, el paño del Señor fue 7Juan 6, 56. 8 Se trata de un paño blanco de lino, cuadrado, sobre el que se coloca la ostia durante el ofertorio.

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Contigerat enim ipso anno die Pasce in ecclesia que monasterio adiacet, beati Pauli nomini dicata, ut calix vivifici sanguinis de sacerdotis manibus in terram laberetur. Sed ut predictus pater comperit, ut erat vir sollertis ingenii, tribus e suis monachis huius delic­ ti culpam penitere precepit, videlicet pertimescens ne forte culpa insipientis presbiteri involveret suos cum illo ad vindictam ultionis; quod etiam fecisset, si non obstitisset providentia sagacis viri, ut rei probavit eventus. Atque idcirco ista premisimus, ut intimaremus fidenter credere quoniam, sicubi casus huius sacri ac vivifici doni neglegenter evenerit, ultionis cladem divinitus imminere ac subse­ qui; quemadmodum versa vice, quolibet in loco condigne illud tractari contigerit, habundare bonorum commodis universis.

13. Sed et illius magnifici misterii celebratio quantum animabus defunctorum fidelium, cum in multis sit probatissimum, libet tamen e diversis presentialiter producere ad medium unum. In remotioribus Africe partibus erat quidam anachorita, de quo ferebatur quod spatium viginti annorum tenebat illum omnino segrega­ tum a conspectu ullius hominis. Vivebat enim labore manuum et radicibus herbarum . Contigit ut hom untio quidam, civis Marsiliensis, unus ex illis circuitoribus regionum qui numquam saturantur experientia et novitatibus locorum, illuc pergens deveniret; qui famam illius anachorite comperiens, aggressus solitudinem ardore solis peruste regionis, diu multumque illum inquirens si forte repperiret. Tandem ille prior solitarius se inquirentem aspi­ ciens vocavit eum ut ad se diverteret. Qui veniens ad illum, interro­ gare eundem cepit, quis aut unde esset seu cuius rei gratia illuc devenisset. Cui protinus respondit, ipsius desiderio conspitiendi accensus illuc devenisse nihilque preter eum aliud querere. Deinde vir ille theologus subsequutus ait: «Novi te, inquiens, a partibus Galliarum huc devenisse; sed, queso, dic mihi si cenobium Chuniense, quod in eisdem partibus habetur, aliquando vidisti». At ille dixit: «Vidi, inquit, et optime cognitum est mihi». Tunc dixit ei: «Scito, ait, pre cunctis Romani orbis illud valere precipue in libera­ tione animarum a demonica dominatione. Tanta enim viget in eo

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arrancado de la pértiga por el soplo de una ligera brisa y voló unas dos millas hasta un pueblo que tiene por nombre Tivauche, y al caer sobre una casa, allí se detuvo; lo siguieron y fue trasladado al monasterio con toda dignidad. Ese mismo año, el día de Pascua, en la iglesia contigua al monasterio, dedicada a San Pablo, sucedió que el cáliz de la sangre vivi­ ficadora cayó de las manos del sacerdote al suelo. Pero cuando lo supo el mencionado abad, hombre de agudo ingenio, ordenó que tres de sus monjes pagaran la culpa de este delito, temiendo que la culpa del descui­ dado presbítero envolviera con él a los suyos en el castigo de la vengan­ za; cosa que hubiera sucedido si no lo hubiera impedido la previsión de ese hombre sagaz, como el resultado del suceso demostró. Y por eso hemos descrito estos acontecimientos, para que nos convenzamos firme­ mente de que, si en algún lugar, se produce por negligencia la caída de este sagrado y vivificador don, el castigo de la venganza divina seguirá de forma inmediata; e igualmente, en caso contrario, en cualquier lugar que sea tratado con la debida dignidad, habrá abundancia de bienes y de todo tipo de ventajas.

13. Aunque en muchas ocasiones ha sido demostrado cuánto ben ficia a las almas de los fieles difuntos la celebración de aquel grandioso misterio, sin embargo, me apetece exponer ante todos uno sólo de los diversos casos. En la zona más remota de África había un anacoreta, de quien se decía que desde hacía veinte años se mantenía apartado de la vista de cualquier hombre. Vivía del trabajo de sus manos y de raíces de plantas. Sucedió que un ciudadano de Marsella, uno de ésos que recorren los países y que nunca se cansan de experimentar las novedades de los distintos lugares, llegó allí; al conocer la fama de aquel anacoreta, se enca­ minó hacia el desierto de esa región abrasada por el ardor del sol, buscán­ dolo con insistencia y durante largo tiempo por ver si lograba encontrar­ lo. Al final, el solitario vio al que lo buscaba y le llamó para que se acer­ cara. Al aproximarse a él, empezó a preguntarle quién era, de dónde venía y para qué había llegado hasta allí. Inmediatamente le respondió que había ido hasta allí impulsado por el deseo de verlo en persona y que úni­ camente lo buscaba a él. Intervino después aquel estudioso de Dios diciendo: «Sé que has llegado aquí desde la Galia; dime, por favor, si has visto alguna vez el monasterio de Cluny que se encuentra en ese país». Y él respondió: «Lo he visto y lo conozco muy bien». Entonces le dijo: «Has de saber que, por encima de todos los cenobios del mundo latino, ése des­ taca por su capacidad de liberar las almas de la dominación del diablo. En

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vivifici sacrificii frequens immolatio, ut nulla pene dies pertranseat, in qua non de potestate malignorum demonum tale commertium animas eripiat». Erat siquidem, ut ipsi perspeximus, mos illius cenobii a prima diei aurora usque in horam prandii, propter fra­ trum copiam, continua missarum celebratio; que videlicet tam digne pureque ac reverenter fiebat, ut magis angelica quam huma­ na exibitio putabatur.

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14. Anno igitur millesimo quadragesimo primo incarnationis dominice extitit terminus paschalis duodecimo kalendarum aprilium, et ipse dies undecimo, atque idcirco adnotare placuit quo­ niam nec communis umquam fit temperior nec embolismus septimum kalendarum maiarum diem aliquando excedit, sed inter ipsos triginta quinque dies legittime dies sacerrimus Pasche coartatur. Obiit quoque eodem anno Chonradus imperator, cui successit in regnum Heinricus, filius ipsius, iam ab eodem patre rex constitutus. 15. Contigit vero ipso in tempore, inspirante divina gratia, primitus in partibus Aquitanicis, deinde paulatim per universum Galliarum territorium firmari pactum, propter timorem Dei pariter et amorem, taliter ut nemo mortalium a ferie quarte vespere usque ad secundam feriam incipiente luce ausu temerario presumeret quippiam alicui hominum per vim auferre neque ultionis vindictam a quocumque inimico exigere nec etiam a fideiussore vadimo­ nium sumere. Ouo si ab aliquo fieri contigisset contra hoc decre­ tum publicum, aut de vita componeret, aut a Christianorum consor­ tio expulsus patria pelleretur. Hoc insuper placuit universis, veluti vulgo dicitur, ut treuga Domini vocaretur; que videlicet non solum

4-5. septimo Rod. corr. Migne

16. quo Rod. corr. AV

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él la celebración del sacrificio vivificador es tan frecuente que casi no pasa un solo día sin que tal mediación arrebate almas al poder de los demonios malignos». Pues existía la costumbre en aquel cenobio, como nosotros mismos hemos comprobado, de celebrar continuas misas desde la prime­ ra luz del día hasta la hora de comer, a causa del gran número de herma­ nos; la celebración se realizaba con tanta dignidad, pureza y reverencia que era considerada una representación más angelical que humana.

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14. El año 1041 de la encarnación del Señor, el término de la Pascua cayó el 21 de marzo y la Pascua el 22, y he decidido anotarlo porque esa fecha, en el año común no es nunca anterior ni en el "embolismo" sobre­ pasa en ninguna ocasión el 25 de abril, sino que la sagrada celebración de la Pascua está comprendida por ley dentro de esos 35 días9. Ese mismo año murió el emperador Conrado, a quien sucedió en el reino su hijo Enrique, ya instituido como rey por su padre10. 15. En la misma época, por inspiración de la gracia divina, inicial­ mente en la zona de Aquitania, después poco a poco a través de todo el territorio de la Galia, se firmó un pacto motivado igualmente por el temor y el amor a Dios, que consistía en que ningún mortal, desde el miércoles por la tarde hasta el lunes al amanecer, se atrevería en un acto temerario a arrebatar por la fuerza cualquier cosa a otro, ni a reclamar la venganza de cualquier enemigo, ni siquiera a apropiarse de la fianza de un garante. Si alguno hubiera actuado en contra de este decreto, o bien pagaría con la vida, o sería expulsado de la comunidad cristiana y exiliado. Se decidió por parte de todos denominar a esto "tregua de Dios", como se dice 9 El término de la Pascua (terminus Paschalis) coincide con el plenilunio y se empieza a contar a partir del 21 de marzo, equinoccio de primavera; la Pascua es el primer domingo después de esa fecha, de forma que, si en el año 1041, el plenilunio coincidió con el 21 de marzo, sábado, el domingo día 22 fue la Pascua. Los conceptos de (annus) communis y embolismus se refieren al año de 12 meses lunares (de 354 días) y al de 13 meses lunares (con 384 días) respectivamente, cuyo equilibrio se sitúa en los 365 días del año solar. 10Cf. Lib. IV de esta obra, donde nos ha dicho el autor que Conrado II murió en el 1037, en cambio ahora la sitúa en el 1041. Ni una ni otra coinciden con la fecha ver­ dadera, que fue el 1039.

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humanis fulta presidiis, verum etiam multoties divinis suffragata terroribus. Nam plerique vesani audaci temeritate prescriptum pac­ tum non timuere transgredi, in quibus protinus aut divina vindex ira seu humanus gladius ultor ex[i]titit. Et hoc passim tam frequen­ ter contigit, ut pre sui multitudine singulatim non queant adnotari. Et hoc satis iuste: nam, sicut dies dominicus propter dominicam resurrectionem venerabilis habetur et octavus cognominatur, ita quintus, sextus et septimus ob dominice cene et eiusdem passionis reverentiam debent ab iniquis actionibus esse feriati. 16. Contigit enim ut dum pene, sicut iam diximus, per totas Galias hoc statutum firmiter custodiretur, Neustrie gens illud susci­ pere recusaret. Erat enim huius rei occasio dissidium superbissimi litigii quod exortum fuerat inter Heinricum regem, filium Rotberti, et filios supradicti Odonis, qui vicissim incendiis bella miscentes intestina, sibimet dampna inferentes non modica, plurima suorum strages dederunt. Deinde quoque occulto Dei iuditio cepit desevire in ipsorum plebibus divina ultio. Consumpsit enim quidam mortifer ardor multos tam de magnatibus quam de mediocribus atque infimis populi; quosdam vero truncatis menbrorum partibus reservavit ad futurorum exemplum. Tunc etiam pene gens totius orbis sustinuit penuriam pro raritate vini et tritici. 17. Eodem vero anno, id est quinto post quadragesimum atque m illesim um dom inice incarnationis annum, antedictus Heinricus, filius Chonradi, rex Saxonum iam in re, Romanorum vero imperator in spe, duxit uxorem filiam Willelmi Pictavorum ducis, nom ine Agnetem, quam etiam desponsavit in civitate Crisopolitana, que vulgo Vesüntio vocatur. Illuc denique ob amoris ac benivolentie gratiam utriusque convenit maxima nobilium mul­ titudo, episcoporum vero numero viginti octo. Provenerat enim in deditionem predicti regis regnum Austrasiorum, quod illi a progenitoribus competebat. Simul etiam genti Hunorum proprio modera­ mine regem Abbonem nomine instituerat. Unanimiter enim univer­ si marchiones ac comites tam ex Italia quam ex Germania longe lateque eiusdem regis dominium semet super excercere gratanter 23. exititit Rod. corr. AV 34. plurima Rod. corr. A iam Rod. 46. ob corr. AV : ab Rod.

37. tam corr. A :

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comúnmente; ésta fue garantizada no sólo por la protección de los huma­ nos, sino también confirmada muchas veces por los terribles presagios de procedencia divina. Pues no temieron transgredir de forma temeraria ese pacto muchos locos insensatos sobre los cuales cayó inmediatamente la ira de la justicia divina o la espada vengadora del hombre. Esto sucedió en todas partes tan frecuentemente que no se pueden señalar los casos uno por uno a causa de su gran número. Y fue bastante razonable, pues lo mismo que el domingo se considera venerable a causa de la resurrec­ ción del Señor y se llama octavo día, así también el quinto, sexto y sépti­ mo, es decir, jueves, viernes y sábado, deben ser para descansar de las acciones hostiles, por respeto a la última cena y a la pasión del Señor. 16. Mientras estas normas eran vigiladas con firmeza en casi toda la Galia, como ya dijimos, el pueblo de Neustria se negaba a asumirlas. Favoreció esa situación la terrible disputa que se había producido entre el rey Enrique, hijo de Roberto, y los hijos del mencionado Otón, los cuales, haciendo estallar la llama de la guerra civil y ocasionándose recíproca­ mente daños importantes, dieron lugar a enormes masacres entre los suyos. Después, por oculto designio de Dios, empezó a recaer con dureza sobre sus propios pueblos el castigo divino. Una fiebre mortal consumió a muchos personajes importantes, de clase media y del más bajo nivel; libró de ella a algunos mutilados como ejemplo para el futuro. También en esa época la gente de casi todo el mundo sufrió hambre por la escasez de vino y de trigo. 17. El mismo año, el 1045 de la encarnación del Señor, Enrique, el hijo de Conrado, ya de hecho rey de Sajonia y esperando llegar a ser emperador de los romanos, se casó con Inés, hija del duque Guillermo de Poitiers, con la que se había comprometido en la ciudad de Crisópolis, lla­ mada comúnmente Besançon. Allí acudieron en reconocimiento de su cariño y su dedicación una enorme multitud de nobles y unos veintiocho obispos. Se había sometido a este rey el reino de Austrasia11, que a él le correspondía por herencia. También, por decisión propia, había impuesto al pueblo de los hunos un rey, de nombre Abbón; unánimemente todos los marqueses y condes a lo largo y ancho de Italia y de Germania reclama­ ban gustosos que el dominio de este rey se ejerciera sobre ellos, y no sin "A ustrasia es la Borgoña, reino heredado por Conrado II el Sálico del rey Rodolfo III.

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expetebant, et non inmérito. Erat enim affabilitate gratissimus ac 55 liberalitate perspicuus atque humilitatis gratia preditus, nec cuius­ piam extollentie nutu notabatur indeptus; atque idcirco universis circumcirca existebat amabilis. Ipso itidem anno predicta gens Ungrorum eius imperio rebellis extitit; quam me hostiliter aggres­ sus potenter devicit sibique tributariam subiugavit. Tamen, pro 60 pudor! unum in eo erat nimium reprehensibile, quod incontinentia carnis luxurie infamabatur. Illud enim vitium plus ceteris in genere humano rerum ordinem turbat.

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18. Sequenti igitur anno, id est quadragesimo sexto millesimum, facta est per loca magna vini sterilitas et leguminum. Post hec vero sexto idus novembrii mensis, luna quarta decima, nulla cúrrente epacta, cumcurrente septimo, facta est eclypsis lune hominibus valde tremenda. Nam octava hora noctis -inter solem et ipsam lunam sive patratum a Deo ostensum, seu interveniente spera alterius syderis, qualiter evenerit manet notum scientie conditoris- ipsa quoque luna primitus pene tota facta est sicut teter san­ guis, paululum evadendo usque ad auroram supervenientis diei. Eodem nihilhominus mense apud castrum Sancti Florentini, quod est super Armentionem fluvium, circa medium cuiusdam diei ceci­ dit de celo quod grece dicitur selas vel casma seu palmecie, dum fulgor etherei splendoris insolito ad terras emittitur; insulsum enim vulgus perhibet stellam de celo cadere. Tunc ergo predicto mense novembrio perducte sunt in quibusdam locis Galliarum preter soli­ tum ad maturitatem segetes prime saccionis augusti mensis, collec­ te mense octobrio; quod non sine magna admiratione contigit fieri.

55. liberitate Rod. corr. A 56. nutu Rod. (tuetur Lôfstedt) 58. exti­ tit ex exstitit Rod. 61. en in Rod. corr. AV 76. ergo ex eego Rod.

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razón. Pues era muy agradable por su afabilidad, destacaba por su gene­ rosidad, estaba dotado con el don de la humildad y no parecía afectado por ningún indicio de orgullo; por eso era querido por todos los que le rodeaban. Ese mismo año el pueblo húngaro se rebeló a su autoridad; él lo atacó, lo derrotó con dureza y lo sometió a su sistema tributario. Sin embargo, ¡ay de mí!, tenía un solo defecto extremadamente reprobable: era famosa su incontinencia carnal, vicio que perturba la armonía del género humano por encima de los demás.

18. El año siguiente, el 1046, se produjo en algunos países una gra escasez de vino y legumbres. Después, el ocho de noviembre, el decimo­ cuarto día de la luna, -sin ningún "epacta", "concurrente" el séptimo- tuvo lugar un eclipse de luna muy espantoso para los hom bres12. A la octava hora de la noche -bien haya sido intercalado por Dios un prodigio entre el sol y la luna, o bien interviniendo la esfera de otro astro, pues sólo la sabi­ duría del fundador conoce cómo se produjo- primero la propia luna se tiñó casi toda entera de un horrible color sangre, desvaneciéndose des­ pués poco a poco hasta la aurora del día siguiente. Ese mismo mes, en el castillo de san Florentino, sobre el río Armançon, en torno al mediodía cayó del cielo lo que en griego se llama selas, chasma o palmatias, cuan­ do el fulgor de un resplandor etéreo irradia hacia la tierra de forma insó­ lita13; el pueblo ignorante cuenta que cayó una estrella del cielo. Ese mes de noviembre maduraron en algunas zonas de la Galia de manera insóli­ ta los cereales de la primera siembra del mes de agosto, que se recolectan en octubre; esto sucedió en medio de una gran admiración.

12 Los términos epacta y concurrente se utilizaban en la Edad Media para datar documentos oficiales y se refieren a determ inados números: el epacta indicaba el día lunar que coincidía con el 22 de marzo, el concurrente era una fecha convencional que se establecía contando los días que habían transcurrido desde el último domingo del año anterior hasta el primer día del año en curso. Por otra parte, el año en que se pro­ dujo un eclipse lunar coincidiendo con el 8 de noviembre es el 1044, y no el 1046, como afirma el autor. 13Los significados de selas, chasma y palmatias son básicam ente coincidentes, con distintas acepciones, tanto en la Antigüedad com o en la Edad Media: aluden a mete­ oros, cometas, hendiduras en la tierra..., en definitiva, a los vestigios que dejan los meteoros al caer.

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II. De bello mire gesto

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19. Sub eodem quoque tempore fuerat orta grandis disc usque ad effusionem multi sanguinis inter Heinricum Francorum regem, Rotberti filium, et filios suprataxati Odonis, Tetbaldum videlicet atque Stephanum. Contigit enim post multas strages cladis utrarumque partium ut isdem rex, ablato ab eisdem dominio Turonice urbis, daret illud Gozfredo, cognomento Tuditi, filio scili­ cet Fulconis iamdicti Andegavorum comitis, qui collecto magno excercitu ipsam civitatem anno uno et eo amplius obsidione cir­ cumdedit; adversus quem tandem hostili manu pergentes dimicaturi, revera ut aflicte indigentique alimoniis succurrerent urbi, ambo predicti filii Odonis. Quod Gozfredus conperiens expetivit auxilium beati Martini: promisit se humiliter emendaturum quidquit in ipsius sancti confessoris ceterorumque sanctorum possessio­ nibus raptu abstraxerat. Indeque accepto sigillo, imponens illud proprie haste, cum exercitu equitum peditum que m ultorum obviam perrexit adversum se dimicaturis; dumque venirent utreque partes incomminus, tantus terror invasit excercitum duorum fratrum, ac si vincti ligaminibus omnes pariter imbelles exstiterunt. Stephanus autem arrepta fuga cum aliquibus militibus evasit, Tetboldus vero cum cetera multitudine totius exercitus captus ad Turonensem civitatem deducitur ipsamque Gozfredo reddidit atque cum suis omnibus huc illucque dispersis in captione reman­ sit. Nulli dubium est beato Martino auxiliante, qui illum pie invoca­ verat, suorum inimicorum victorem extitisse. Referebant enim aliqui ex acie fugientes quod tota falanx militum Gozfredi in ipso procintu belli, tam equites quam pedites, candidissimis indumentis videbantur adoperti. Nam ex rapina pauperum eiusdem confesso­ ris ferebant supplementum suis filii Odonis. Prebuit enim universis audientibus formidolosum stuporem quod mille septingenti et eo amplius viri armis instructi absque sanguinis effusione in prelio capti sint.

II 25.figientes Rod. corr. A

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II. Una guerra concluida de forma m ilagrosa

19. Por la misma época se había producido una enorme discordi que desembocó en el derramamiento de mucha sangre, entre Enrique, rey de Francia, hijo de Roberto, y los hijos de Odón, Tebaldo y Esteban. Después de numerosos desastres y matanzas por ambas partes, el rey, tras quitar a ésos el dominio de la ciudad de Tours, se lo entregó a Goffredo, de sobrenombre Martillo, hijo de Folco, conde de Anjou, que reclutó un gran ejército y mantuvo asediada esa ciudad durante un año o más; final­ mente, los dos hijos de Odón se dirigieron contra él para luchar, o más bien para ayudar con alimentos a la ciudad abatida y necesitada. Al saber­ lo Goffredo, invocó la ayuda de san Martín; prometió humildemente que devolvería todo lo que había arrebatado con violencia de entre las propie­ dades del santo confesor y de otros santos. Habiendo cogido la insignia del santo y colocándola sobre su lanza, con un ejército de jinetes y muchos infantes salió al encuentro de aquéllos que se disponían a combatir; cuan­ do ambas partes se enfrentaron cuerpo a cuerpo, invadió al ejército de los dos hermanos un terror tan grande que fueron incapaces de luchar, como si todos los soldados hubieran sido atados. Una vez emprendida la huida, Esteban escapó con algunos soldados, pero Tebaldo fue capturado junto con el resto del ejército y conducido a la ciudad de Tours, que devolvió a Goffredo, permaneciendo prisionero junto con todos los suyos dispersos aquí y allá. Nadie dudó que había conseguido vencer a sus enemigos con la ayuda de san Martín, al que había invocado piadosamente. Contaban algunos que escaparon de la batalla que, en el mismo momento del encuentro, toda la tropa de soldados de Goffredo, jinetes e infantes, pare­ cían cubiertos por unas ropas blanquísimas. Los hijos de Odón abastecían a los suyos robando a los pobres del santo. Provocó un terrible estupor a todos los que escuchaban, el hecho de que más de mil setecientos hom­ bres armados hubieran sido capturados en combate y sin derramamiento de sangre.

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III. De tertia eclypsi solis

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20. In prescripto quoque mense novembrio, decimo kal rum decembrium, hora tertia eiusdem diei facta est nostro in tem­ pore tertia eclipsis solis, luna dumtaxat vicesima octava, quoniam neque solis aliquando eclipsis nisi in vicesima octava luna nec lune nisi in quarta decima luna proveniet. Dicitur enim eclipsis, defectus sive defectio, non quod sibimet res sed nobis impedita potius defi­ ciat. Ipsis quoque diebus, referente Widone Remorum archipresule, didicimus quod visa sit a suis stella Bosforus, que et Lucifer, vespe­ re sursum atque deorsum agitari: quasi comminans terrigenas + idemtitabat t. Huiusmodi quippe ostentis celitus emissis terruerunt quamplurimos sue pravitates ut ad correctionis viam penitendo redirent. Tunc inter ceteras rerum inopias vini tanta raritas extitit ut viginti quattuor soldorum foret precium unius modii.

IV. De dissensione Lugdunensis presulatus

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21 . Fuit igitur in suprataxatis diebus dissentio permax post mortem Burcardi archipresulis Lucdunensis, de presulatu ipsius sedis, quam plures non iustis appetebant meritis sed instictu superbe elationis. Primus omnium predicti Burcardi nepos, eiusdem equivocus, supra modum superbissimus, relicta sede propria Augustane civitatis procaciter Lugdunensem arripuit. Qui post multas perpetratas nequicias, captus a militibus imperato­ ris, perpetuo est condemnatus exilio. Post ipsum vero quidam comes Geraldum suum filium puerulum quendam arroganter ibidem, sola presumtione auctore, substituit, et ipse post modicum, non ut pastor ovium, sed veluti mercennarius in fugam versus deli­ tuit. Que omnia dum perlata fuissent Romano pontifici, suggestum est ei a viris fidelibus ut sua auctoritate patrem Odilonem, Cluniensis monasterii abbatem, ibidem eligeret consecrari pontificem. Sic enim totius cleri ac plebis optans acclamabat devotio. Qui I I I 10. cruces app. Orlandi IV 4. instictu Rod. corr. A

8. condemnnatus Rod. corr. AV

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III. El tercer eclipse de sol

20. También en el mismo mes de noviembre, el día 22, a la hora te cera se produjo el tercer eclipse de sol de nuestra época, justamente el vigésimo octavo día de la luna, porque un eclipse de sol se producirá siempre el vigésimo octavo día de la luna y un eclipse de luna el decimo­ cuarto día lunar. Se llama eclipse, es decir carencia o falta, no porque el astro en sí mismo falte, sino más bien porque para nosotros resulta invi­ sible. Hemos oído referir a Guido, arzobispo de Reims que, por esos días, fue vista por sus fieles la estrella del Bosforo, también llamada Lucifer, agitándose sin cesar arriba y abajo como amenazando a los habitantes de la tierra. Al ser enviados prodigios de ese tipo desde el cielo, a mucha gente les atemorizaron sus pecados hasta tal punto que, arrepintiéndose, volvían al camino de la enmienda. Entre otras privaciones, hubo entonces una escasez de vino tal que el precio de un modio fue de veinticuatro sóli­ dos.

IV. Disputa por el arzobispado de Lyon

21. En esos días, tras la muerte de Burcardo, el arzobispo de Lyon hubo una enorme disensión por el arzobispado de esa misma sede, a la que aspiraban muchos no por sus propios méritos sino inducidos por una soberbia vanagloria. El primero de todos, nieto de ese Burcardo, de su mismo nombre, soberbio por encima de la medida, tras abandonar su pro­ pia sede de la ciudad de Aosta, tuvo la osadía de adueñarse de la de Lyon. Habiendo perpetrado muchas maldades, fue capturado por soldados del emperador y condenado al exilio para siempre. Después un conde, impul­ sado únicamente por la presunción, colocó de manera arrogante en el lugar de aquél a su propio hijo Geraldo, un niño aún, y él también, muy pronto fue puesto en fuga no como el pastor de ovejas, sino como el mer­ cenario, y desapareció.14 Cuando fueron referidos todos estos sucesos al pontífice romano, los fieles le sugirieron que decidiera consagrar con su autoridad al padre Odilón, abad del monasterio de Cluny, como obispo de aquel lugar. Así lo aclamaba gustoso el voto de todo el clero y del pue14 Juan, 10, 11-12: «El buen pastor da la vida por las ovejas, no com o el asalaria­ do (mercennarius) que ni es verdadero pastor ni propietario de las ovejas. Éste, cuando ve venir al lobo las abandona y huye. Y el lobo hace presa en ellas y las dispersa».

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protinus mittens eidem patri palleum simul et anulum, imperavit eundem predicte civitatis fore archiepiscopum. Sed vir religiosus, sue humilitatis adtendens propositum, omnimodis renuit fieri. Palleum tamen et anulum suscipiens illi qui Deo dignus existeret reservavit futuro pontifici eiusdem sedis. Habetur enim antiquitus ipsa civitas index veri luminis maxime partis Gallie, quoniam illuc primitus precones christiane fidei a sancto Policarpo, discipulo Iohannis apostoli, missi devenientes universam illustraverunt regionem. 22. Contigit enim postmodum, ut superius diximus, ut Heinricus rex, recepto regno Austrasiorum, dum comperisset huius dissensionis cladem, condoluit, perquirens quid exinde agere debe­ ret. Cui, dum apud Vesoncionem devenisset, suggestum est tam ab episcopis quam ab omni plebe, ut virum eque tali ministerio dignum, Odalricum scilicet Lingonensis ecclesie archidiaconum , Lugduni constitueret pontificem. Qui protinus, ut suggestum fue­ rat, speciosissimis adhornatum indumentis ad prefatam illum des­ tinavit sedem. Ilico nempe restituta est totius provintie requies et pax diu optata cum gaudio. 23. Postmodum vero gens Hungrorum, iam secundo predicto regi rebellis existens, adversus eundem preliari disposuit. Contra quam egressus, licet impar numero, confidens tamen in Dei auxilio confligere cum ipsis non timuit. Non enim erant in exercitu ipsius plusquam sex milia virorum, cum in Ungrorum falangibus estimarentur ducenta milia armatorum. Erant etiam cum rege quamplures episcopi cum clericis multis, qui pietatis gratia inermes cum eo in certamen introierunt. Initoque certamine tanta caligo ac tenebre occupaverunt Ungrorum partem, ut vix iuxta se positum quis illo­ rum posset agnoscere; exercitus quoque regis videbatur clarissimo sole circum et infra perlustratus. Qui fortiter dimicans innumerabi­ li cede prostravit adversarios fugavitque, cum de suis perpauci corruissent. Capta vero preda hostium ac regno, ut primitus cepe­ rat, ordinato, triumphanter rex devenit ad propria. 19. corr. Rod.

qui ex que Rod.

44. poscet Rod. corr. AV

45. perlustratus ex

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blo. Inmediatamente el Papa, enviándole al abad el palio y el anillo, orde­ nó que fuera nombrado arzobispo de esa ciudad. Pero él, que era un hom­ bre muy devoto y fiel a su promesa de humildad, rechazó absolutamente aceptarlo. Tomó sin embargo el palio y el anillo y lo reservó para aquél que fuera considerado por Dios digno de ser el pontífice de esa sede. Desde antiguo esa ciudad es considerada guía de la luz verdadera para la mayor parte de la Galia, porque allí llegaron originalmente, enviados por san Policarpo, discípulo del apóstol Juan, los misioneros de la fe cristiana e iluminaron a la región entera. 22. Después, cuando el rey Enrique, tras haber asumido el reino de Austrasia, como dijimos antes, se enteró de las consecuencias desastrosas de esa disputa, le causó dolor y se preguntó qué debería hacer. Cuando hubo llegado a Besançon, los obispos y todo el pueblo le sugirieron que nombrara pontífice de Lyon a un hombre muy digno de tal ministerio, a Odolrico, archidiácono de Langres. El rey, tal como le había sido sugeri­ do, inmediatamente asignó para esa sede a Odolrico, ataviado con sus más hermosos atuendos. Pronto, con la alegría de toda la provincia, fue recuperada la tranquilidad y la paz, largo tiempo anhelada. 23. A continuación el pueblo húngaro, rebelándose de nuevo, se dispuso a luchar contra el rey. Aunque inferior en número, él salió al encuentro de esa gente y, confiando en la ayuda de Dios, no temió entrar en combate. En efecto, en su ejército no había más de seis mil hombres, mientras que en las tropas de los húngaros se calculaban unos doscientos mil hombres armados. Iban con el rey numerosos obispos y muchos clé­ rigos, que entraron en combate junto a él desarmados a causa de su fe. Al comienzo de la batalla, a los húngaros les invadió una niebla y oscuridad tan espesa que cualquiera de ellos difícilmente podía reconocer al que estaba a su lado; el ejército del rey parecía iluminado alrededor y por den­ tro con un sol resplandeciente. Luchando con valentía, abatió a sus adver­ sarios en medio de una gran masacre y los hizo huir, mientras que de los suyos cayeron muy pocos. Una vez recogido el botín de los enemigos y reorganizado el reino tal como lo había recibido al principio, el rey volvió triunfante a su patria.

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Historiarum V, 24

24. Contigit ergo tunc temporis ut abba cuiusdam mo 50 rii honeste possessionis eidem imperatori equum valde optimum presen ta re t, quatenus sibi ac loco sibi commisso illius liberalitatis amicitiam conciliaret. Fuerat denique isdem equus, ignorante abba­ te, cuidam militi clam sublatus sibique precio venundatus; at impe­ rator gratanter illum suscipiens suim et evectioni mancipavit. 55 Quodam igitur die eidem equo insidens iter agebat, obviam fuit ei miles cui prefatus equus furtim ablatus fuerat. Qui prudenter aggrediens im peratorem in huiusm odi prorupit verba: «Tu, inquiens, o rex, qui censuram debes tenere totius iustitie, equum mihi fraudulenter abstractum cerneris possidere». Cui ilico rex tale 60 protulit responsum: «Si tuus, inquit, est equus, ut ais, accipe illum cum sessore et duc tecum quo melius optas, et habeas utrumque quousque persolutionem furti suscipias». Miles quoque, existimans sibi inludi, herebat stupens. Enim vero rex compulit eum ut manu iniecta duceret utrumque in suum dominium. Aspicientes vero qui 65 circum stabant ingenti am m iratione stupuerunt. «Que grates, inquiens rex, referende sint illi viro qui me tam subdole in hanc impulit captionem?» Qui dum ab universis horribiliter detestaretur, ait rex: «Adducite illum, ut secundum inlusionem quam in me ges­ sit in eo vindicetur». Dumque prefatus abba accersitus fuisset, ait ei: 70 «Depone baculum regiminis pastoralis, quem credis largitione mor­ talis hominis debere gestari». Quem cum a se proiecisset, suscipiens illum rex imposuit dextere immaginis salvatoris: «Vade, inquiens abbati, et suscipe illum de manu omnipotentis regis, nec sis ultra pro eo debitor alicuius mortalis, sed libere utere eo, ut decet culmen 75 tanti nominis». At ipse gaudenter illum suscipiens plurimis de tali facto alacritatem contulit, ac dehinc omni cum libertate viguit.

55. suppi. Duchesne

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24. En aquella época, el abad de un monasterio que poseía un pa monio considerable, ofreció un caballo extraordinario al emperador para atraerse su amistad y generosidad hacia sí mismo y hacia el lugar que se le había encomendado. Ese caballo había sido robado a un caballero y se le había vendido al abad sin él saberlo; pero el emperador lo aceptó gus­ tosamente y se lo apropió para su transporte personal. Un día en que hacía el camino a lomos de ese caballo, le salió al encuentro el caballero al que le había sido sustraído furtivamente. Éste, acercándose con sabiduría al emperador, le espetó estas palabras: «Tú, oh rey, que debes mantener la rigurosidad de la justicia, te exhibes como propietario de un caballo que me fue arrebatado a mí de manera fraudulenta». Inmediatamente el rey le respondió: «Si este caballo es tuyo, como afirmas, cógelo junto con su jine­ te, llévalo a donde prefieras y mantén contigo a ambos hasta que recibas satisfacción por el hurto». El caballero, pensando que se mofaba de él, permanecía inmóvil y sorprendido. Entonces el rey le obligó a poner su mano sobre ellos y a conducirlos hacia sus dominios. Al verlos los que estaban en los alrededores, se quedaron estupefactos por la sorpresa. Dijo el rey: «¿Qué gratitud merece aquél que me impulsó a esta esclavitud de forma tan astuta?». Mientras todos le maldecían, el rey replicó «Traedlo para que sea castigado de manera proporcional al escarnio al que me ha sometido». Cuando el abad se hubo acercado, le dijo: «Depon el báculo de la autoridad pastoral, que crees deber llevar gracias a la generosidad de un mortal». Cuando lo había apartado de él, el rey lo cogió, lo colocó a la derecha de una imagen del Salvador y le dijo al abad: «Ve y tómalo de la mano del rey todopoderoso, y en adelante no te sientas deudor de un mortal por ello, sino úsalo libremente, como conviene a la dignidad de un título tan importante». Y él mismo, tomando el bastón con alegría, comu­ nicó a muchos su satisfacción por tal acontecimiento y en adelante gober­ nó con total libertad.

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V. De extirpatione Simoniaca

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25. Dignoscens igitur isdem H einricus per univ Galliam atque Germaniam Symoniace philargirie crassari cupidita­ tem, coadunari fecit ex omni imperio suo tam archipresules quam ceteros pontifices; tale eis intulit colloquium: «Lugens vobis incipio loqui, qui vice Christi in eius ecclesia constituti estis, quam ipse sibi desponsavit ac precio sui sanguinis redemit; sicut enim ipse gratui­ ta bonitate de sinu Dei patris per Virginem ad nos venire dignatus est redimendos, ita suis precepit, mittens eos in orbem universum, atque ait: 'Gratis accepistis, gratis date'. Vos enim avaricia et cupiditate corrupti, qui Domini benedictione conferre deberetis, in huiusmodi transgressionibus dando et accipiendo secundum sacerri­ mum canonem maledicti estis. Nam et pater meus, de cuius anime periculo valde pertimesco, eandem damnabilem avariciam in vita nimis excercuit. Idcirco quicumque vestrorum huiusce macula sese norunt contaminati, oportet ut a sacro ministerio secundum dispo­ sitionem canonicam arceantur. Patet ergo manifestissime quoniam propter hanc offensam venerunt super filios hominum diverse cla­ des, fames videlicet atque mortalitas necnon et gladius. Omnes quippe gradus eclesiastici a maximo pontifice usque ad hostiarium opprimuntur per sue damnationis precium, ac iuxta vocem domini­ cam in cunctis crassatur spiritale latrocinium». His denique ab imperatore accerrime prolatis, stupefacti pontifices quid illi respon­ derent non habebant. Pertimescebant enim carere ob hanc culpam propriis episcopatuum sedibus, et quoniam non solum in Gallicanis episcopis hec pessima pululaverat nequicia, verum etiam multo amplius totam occupaverat Italiam. Omnia quippe ministeria eccle­ siastica ita eo tempore habebantur venalia, quasi in foro secularia mercimonia. Cernentes quoque episcopi gravi sese invectionefm] irretitos, misericordie operam implorabant; at ipse princeps miseriV 2. hinc usque ad finem libri V quae in Rod. perierunt, ultimis foliis in A excisis, ex V restituimus 2-3. cupiditatem V : tatem dep. in Rod. 4. pon­ tifices V: tifices dep. in Rod. I et tale A 2 5. in eius dep. in Rod. 6. rede­ mit V : emit dep. in Rod.7. nos venire dignatus V : nos venire dig dep. in Rod. 9. atque ait gratis V : que ait gratis dep. in Rod. 10. benedictione dep. in Rod. 11. transgressionibus V : transgressionis Orlandi : transgressione Hugo Flav. 11-12. secundum sacerrimum dep. in Rod. 13. pertimesco eandem V : esco ean­ dem dep. in Rod. 14. huiusce macula V : ce macula dep. in Rod. 24. Callicanis Rod. corr. V 28. invectionem P corr. V

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V. Extirpación de la simonía

25. Al conocer Enrique que la simonía, por la codicia del diner aumentaba en toda la Galia y Germania, hizo reunir a los arzobispos y a los otros pontífices15 de todas las partes del imperio y les dirigió el siguiente discurso: «Llorando me dirijo a vosotros, que habéis sido nom­ brados ministros de Cristo en su Iglesia, a la que El tomó por esposa y que redimió al precio de su sangre; como Él con su gratuita bondad se dignó venir del seno de Dios padre por medio de la Virgen para redimirnos, así a los suyos, al enviarlos a todas las partes del mundo, les recomendó: «Gratis lo habéis recibido, dadlo gratis»16. Vosotros, que deberíais repartir los bienes con la bendición del Señor, corrompidos por la avaricia y la codicia, ofreciendo y aceptando transgresiones17 de ese tipo, sois malditos según el sagrado canon. Pues también mi padre, cuya alma temo que esté en serio peligro, ejerció en vida esa misma reprobable avaricia. Por eso, cualquiera de vosotros que sepa que está contaminado por una falta de ese tipo, conviene que sea apartado del sagrado ministerio de acuerdo con la disposición canónica. Resulta muy evidente que, a causa de esta ofen­ sa, recayeron sobre los hijos de los hombres diversas calamidades como el hambre, la mortandad y la guerra. Pues todos los grados eclesiásticos, desde el sumo pontífice hasta el ostiario, se ven sometidos a pagar el pre­ cio de su condena; y según la palabra del Señor, está extendido en todos el bandidaje espiritual». Ante estas palabras pronunciadas por el empera­ dor de forma muy áspera, los prelados, estupefactos, no sabían qué res­ ponderle. Temían ser privados de sus sedes episcopales por esta culpa y también porque esta pésima costumbre no sólo se había difundido entre los obispos galos, sino mucho más extensamente, invadiendo toda Italia entera. En esa época, todos los ministerios eclesiásticos se consideraban en venta como las mercancías mundanas en la plaza pública. Al verse los obispos envueltos en esa grave invectiva, imploraban un acto de miseri­ cordia; y el propio emperador, movido por la compasión, les dedicó estas-

15Se refiere al concilio de Pavía, celebrado en el 1046, que, junto con los de Sutri y de Roma, llevó a la deposición de Benedicto IX, Silvestre II y Gregorio VI, y a la elec­ ción de Clemente II. 16Mateo 10, 8. 17La lectura más correcta nos parece que debe ser transgressionibus, concertando en ablativo con dando y accipiendo, y no en genitivo como establece Orlandi.

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Historiarum V, 25-26

cordia motus tale consolationis protulit verbum: «Ite, inquiens, et quod illicite accepistis, bene disponere satagite, ac pro anima patris mei, qui hac noxa reus vobiscum tenetur, attentius intercedere mementote, quatinus ei indulgentiam huius facinoris a Deo possitis adquirere». Tunc proposuit edictum omni imperio suo, ut nullus gradus clericorum vel ministerium ecclesiasticum precio aliquo adquireretur; at si quis dare aut accipere presumeret, omni honore destitutus anathemate multaretur. Spopondit insuper promissum huiusmodi dicens: «Sicut enim Dominus mihi coronam imperii sola miseratione sua gratis dedit, ita et ego id quod ad religionem ipsius pertinet gratis impendam. Volo, si placet, ut et vos similiter facia­ tis».

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26. Ipso quoque in tempore Romana sedes, que universali iure habetur in orbe terrarum, prefato morbo peste fere per viginti quinque annorum spacia miserrime laboraverat. Fuerat enim eidem sedi ordinatus quidam puer, circiter annorum XII, contra ius fasque, quem scilicet sola pecunia auri et argenti plus commendavit quam etas aut sanctitas; et quoniam infelicem habuit introitum, infeliciorem persensit exitum. Horrori est quippe referri turpitudo illius conversationis et vite. Tunc vero cum consensu totius Romani populi atque ex precepto imperatoris eiectus est a sede, et in loco eius subrogatus est vir religiosissimus ac sanctitate perspicuus Gregorius natione Romanus. Cuius videlicet bona fama quicquid prior fedaverat in melius reformavit.

42. prefati morbi peste fere Orlandi : prefati morbi pestifere Rod. corr. Orlandi : praefato morbo pestifero coni. Pithou 44. fasqu e V: fa dep. in Rod. 46. sanctitas V : sane dep. in Rod. 47. horrori est dep. in Rod. I referre Rod. corr. Orlandi 48. tunc vero dep. in Rod 49. imperatoris eiectus V : toris eiect dep. in Rod. 50. ac sanctitate dep. in Rod. 51. fam a quicquid V : fam a quic dep. in Rod.

Historias V, 26

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palabras de consuelo: «Id y tratad de utilizar bien lo que conseguisteis de manera ilícita, y acordaos de interceder con especial atención en favor del alma de mi padre, que junto con vosotros está acusado de esa falta, para que podáis obtener de Dios indulgencia para él por este delito». Luego emitió un edicto para todo su Imperio, según el cual ningún cargo o ministerio eclesiástico podría ser adquirido a ningún precio; y si alguno se atrevía a darlo o a aceptarlo, desposeído de todo cargo, sería castigado con la excomunión. Prometió además lo siguiente: «Como el Señor me entregó de forma gratuita la corona imperial, sólo por su misericordia, así también yo concederé gratuitamente lo que corresponde a su religión. Deseo que también vosotros, si os parece bien, actuéis de igual forma». 26. Por el mismo periodo la sede de Roma, considerada en todo mundo como universal, y con razón, se había visto seriamente afectada por esa funesta epidemia18 durante veinticinco años. Para esta sede había sido ordenado un muchacho de unos doce años19, en contra de cualquier norma, al que había recomendado su abundancia de oro y plata más que su edad o su santidad; puesto que tuvo un comienzo desgraciado, sufrió un final peor. Me estremece referir la inmoralidad de su vida y de sus cos­ tumbres. Con el consenso de todo el pueblo romano y por disposición del emperador fue expulsado de la sede, y en su lugar fue elegido Gregorio, romano de nacimiento, un hombre muy religioso y de santidad reconoci­ da. Su buena fama dignificó todo lo que su predecesor había envilecido.

18De acuerdo con Pithou, consideramos que prefato morbo pestifero es el comple­ mento de lavoraverat y por ello iría en ablativo, no en genitivo como opina Orlandi, y sin separar pesti-fere. 19 Ya hemos señalado que el papa en cuestión era Benedicto IX, de quien Raúl dice en el Lib. IV, 17 que fue ordenado a los 10 años.

APÉNDICE PROSOPOGRÁFICO Y TOPOGRÁFICO ABO (A bón ) - Nació entre el 940 y el 945; era un monje benedictino que se con­ virtió en abad del m onasterio de Fleury-sur-Loire en el 998 y fue asesinado en el 1004. (III, 11, 28) ABBO (Abón)- Rey de Hungría del 1041 al 1044, se casó con Sama, hermana de Esteban I de Hungría. (V, 17, 55) ACHARDUS (Acardo) - M onje y prelado de Saint-Germ ain d'Auxerre, fue abad de ese m onasterio cuando murió Helderico, en el 1010, y él falleció en el 1020. (II, 20, 89) ADALBERTOS (Adalberto) - Duque de Lombardia; hijo de Berenga-rio II, rey de Italia. Compartió el trono con su padre desde el 950 y murió en el 968. (III, 6,18) ADALBERTOS (Adalberto) - Arzobispo de Praga, m urió en el martirio a manos de los prusianos en el 997, siendo emperador Otón III. (I, 10, 85) ADALRADUS (Etelredo) - Rey de Inglaterra desde el 978, era hijo de Eduardo II de Inglaterra; se casó con Emma de Normandía, hija de Ricardo I. Fue depuesto del trono en el 1013 y al año siguiente lo volvió a asumir; murió en el 1016. (II, 3, 60 y 66; III, 8, 90) ADELEDA (Adelaida) - Hija de Ricardo II, duque de Normandía, y esposa de Rainaldo I, conde de Borgoña. (III, 6, 26) AFRICA (Africanae partes) - En la Edad Media con este término se referían al norte de Africa (Túnez, Argelia y Marruecos), el actual Magreb, e incluían a menudo también el sur de España. (I, 8,9; II, 18,12 y 20; V, 13, 340; IV, 22,2; II, 13,7) AGNES (Inés) de Poitou - hija de Guillerm o V el Valiente, se casó en el 1043 con el emperador Enrique III de Franconia; fue regente de su hijo Enrique IV del 1056 al 1061, y murió en el 1077.

(V, 17, 49)

ALGALIF - Transcripción errónea de "Al Khalifa" (= "el califa"), seguramente "el califa" de Córdoba. (I, 17, 2)

290 A LLANTUS (A illant) - Pequeña ciudad del distrito de Sens, en Borgoña. (II, 21 ,1 8 ) ALM UZOR (A lmanzor) - M uhammad Am ir al-Mansur, más conocido como Almanzor, fue maestro de palacio del califa de Córdoba y, a partir del 978, señor absoluto de ese califato. El m ayor exponente del expansionismo árabe en la península ibérica, llevó a cabo varias campañas contra los reinos cristianos, la más conocida fue la del 997, en Barcelona y Santiago de Compostela, saliendo victorioso. M urió en el 1002. ( 1 ,1 7 ,1 4 ; II, 18, 12) ALRICUS (A lrico) - Obispo de Asti del 1008 al 1034. Hermano de O lderico Manfredi, marqués de Turin. Arnolfo, arzobispo de Milán, se opuso a su elección y, tras asediar Asti, le obligó a someterse a él. En el 1029 participó en la consagración del monasterio de San Justo de Susa, mandado construir por su hermano. (IV, 5, 9) ALWALON (A lvalón) - Hijo de Bovón, de una familia señorial de la Borgoña. Disputó con la abadía de Saint-Germ ain d'Auxerre la propiedad del castillo de Seignelay.

(V, 8,183)

ANDEGAVUM (Anjou) - Antiguo condado francés, cuya capital era Angers; está situada entre la Bretaña, el Poitou y la Turenne y por ella pasa el río Loira. Habitada por los galos Andegavos, formó parte de la provincia III Lionese. Tras ser conquistada por los francos, en el 870 se convirtió en un con­ dado bajo Ingelger, fundador de la I dinastía de Anjou, de la cual descienden los plantagenetos, que reinaron en Inglaterra del siglo XII al XV. A partir de Folco el Rojo, hijo de Ingelger, y sus sucesores, Folco III el Negro y Goffredo Martillo, el condado continuó extendiéndose. (II, 4, 20; III, 6, 16 y 50; III, 36, 115; IV, 26, 54; V, 19, 7) AUGUSTA Pretoria (A osta) - Colonia romana fundada en el 25 a.C. por el cónsul Terencío Varrón Murena. Sede episcopal desde el s. V y ciudad prin­ cipal de un condado fundado por los lombardos. Formó parte del reino franco, del de Borgoña y, a partir del s. XI, con Umberto el de la Blanca Mano, del dominio de los Saboya. (V, 21, 6) AQUISGRAN IS (Aquisgrán) - Denominación latina de Aachen, ciudad de la actual Renania-W esfalia, famosa por las fuentes termales descubiertas por Cario Magno; junto a ellas hizo construir el em perador una auténtica ciudad, residencia habitual de los carolingios y sede del Imperio. (I, 7, 18; y 15, 212)

291 AQUITANIA - Antigua región de Francia com prendida entre Poitou, la Garonne, los Pirineos y el golfo de Vizcaya. Fue conquistada por los romanos en el 56 a.C.; en el 419 pasó a ser de los visigodos y en el 507 anexionada al reino franco de Clodoveo. En el 877 Ludovico el Tartamudo la convirtió en un ducado. (III, 7, 42; y 18, 55; IV, 14, 8; V, 15,11) ARDUINUS (Arduino) - Nació en el 955 y era hijo de Dardón, conde de Pombia; en el 989 se convirtió en marqués de Ivrea. Fue excomulgado por asesinar al obispo Pedro de Vercelli. En el 1002 fue coronado rey de Italia en Pavía, pero, tras duros enfrentamientos con Enrique II, renunció al trono en el 1014 e ingresó como m onje en el m onasterio de Fructuaria, donde murió en el 1015. (Ill, 1, 16). ARELATE (Arles) - Ciudad francesa situada sobre el Ródano, era A relate para los galos y Theliné para los griegos. Tras su cristianización, fue sede de importantes concilios como el del 314, que condenó el donatismo. Constantino la convirtió en la capital de las Galias, y en ella estableció después Cesáreo de Arles su monasterio (503543); fue conquistada por los visigodos y en el 879 se convirtió en la capital del reino de Borgoña-Provenza, llamado de Arles, que Rodolfo III transmitió en el 1032 a Conrado II el Sálico. (I, 9, 80; III, 6, 24) ARLEBAUDUS (Arlebaudo) - Personaje noble de la región de Borgoña. (II, 21,

3) ARNULFUS (A rnolfo) - Arzobispo de Reims desde el 988 hasta el 991, en que fue expulsado, pero volvió a su sede cinco años más tarde; murió en el 1021. (I, 13,177) ARNULFUS (A rnolfo) - Obispo de Orléans desde el 972 al 1003; participó en el 991 en el Concilio de Saint-Basle de Vérzy, donde pronunció una violenta invectiva contra los papas de la época. (II, 9, 34) ARNULFUS I (A rnolfo) "el Viejo" - Conde de Flandes, fue hijo de Balduino II el Calvo, a quien sucedió en el gobierno del condado hacia el 919, muriendo en el 964. (III, 39, 187) ASTA (Asti) - Antiguo municipio romano, sede episcopal desde el s. V. Fue devastada por las invasiones de los godos, se convirtió en ducado con los lombardos y en condado franco en el s. VIII; Federico Barbarroja la destruyó en el 1155. (IV, 5, 9) ASTINGUS (Astingo) - Jefe normando, de origen humilde, nacido en la locali­ dad de Trancault, cercana a Troyes. (I, 19, 29 y 53) AURELIANA (Orléans) - Primitivo centro de los galos carnuti, se denominaba Cenabum. En el 55 a.C. César la destruyó y en el 273 d.C. el em perador Aureliano la reconstruyó y le dio su nombre. Tras la conquista de los francos en el 498 se convirtió

292 en la capital del reino merovingio; en el 865 y en el 895 fue saqueada por los normandos y, en el 999, destruida por un incendio y reconstruida por Roberto el Pío, que la convirtió en su lugar de residencia. (II, 1, 34; 8, 2 y 18; 9, 71; III, 24, 10; 25, 52; 26, 2 y 34; IV, 19, 44) AUSTRASIA - Uno de los reinos francos surgidos a la muerte del rey merovingio Clotario I, en el 561. Correspondía a la región de la Champagne y su capital era Reims. En el 687 Pipino II de Heristal venció en Tertry al rey de Neustria-Borgoña y unificó el reino. (III, 38, 166; V, 17, 54; 22, 27) A U G U STO D U N U M (Autun) - C iudad de Francia fundada por Augusto en el año 12 a.C., que fue residencia del prefecto de las Galias y sede de una importante escuela de retórica. Fue reconstruida por el em perador Constantino tras su saqueo, a finales del siglo III. En el s. X se convirtió en la ciudad principal de un condado que dependía del ducado de Borgoña. (III, 6, 33; IV, 18, 10) AUTISSIODORUM (Auxerre) - Ciudad francesa de gran relieve duran­ te el Imperio romano por ser el centro de los galos senones, y sede episcopal a partir del s. III. En el 451 fue saqueada por los hunos, conquistada por Clodoveo en el 486, y convertida en condado dependiente de la casa de Nevers en el s. X. (II, 15, 3; 20, 66; 21, 20; III, 6, 35; IV, 8, 73; 26, 45) AVALO (A vallón) - Castillo situado al sureste de Auxerre. (III, 35, 95) BASILIUS (Basilio) II (957-1025) - Emperador bizantino (976-1025) lla­ mado el "asesino de búlgaros" (bulgaróctono). Su gobierno estuvo caracterizado por una serie de guerras contra los búlgaros que concluyeron en el 1014. Luchó contra los árabes y penetró en Georgia, Armenia y el Cáucaso. (III, 2 ,1 3 ; 4, 7981; IV, 2, 2; 5, 44) BAVOBERCH (Bamberg) - Ciudad de Baviera, conocida ya en el s. X, que surgió en torno al castillo de un conde. El em perador Enrique II la elevó a sede de un principado episcopal en el 1007 y siguió siéndolo hasta el 1803. (III, 1, 26; 4, 122) BED A "el Venerable" - M onje e historiador inglés, nacido en el 673, que ingresó de niño en el monasterio de san Pedro y Pablo, en Wearmouth, y vivió en él toda la vida. Es considerado el mayor erudito de la época alto-medieval. Su obra fundamental se titula Historia Ecclesiastica gentis A nglonim y abarca desde la llegada de César a Inglaterra hasta el 730. Murió en el 735 y ya en ese

293 siglo se le otorgó el título de Venerable; en el 1899 fue santificado por el papa León XIII. ( 1 ,1, 9) BELLEM SIS (Beaune) - Castillo situado entre Dijon y Chalón sur Saône. (III, 35, 95) BELLOVACUM (Beauvais) - Ciudad francesa a 70 Kms. de París, que fue un centro de gran importancia en la época medieval. (IV, 8, 72) BEND AN U S (Bendano o Brendano) - M onje irlandés (484-577) que, según una leyenda, navegó durante siete años con 60 m onjes en dirección a occidente llegando a visitar la isla del Paraíso. (II, 2, 23) BENEDICTOS (san Benito) - Nació en Nursia hacia el 480 y se retiró a una cueva en el monte Subiaco a una edad temprana, llevando una vida de auténtico ere­ mita. Después (529) se trasladó a Montecasino donde fundó su célebre monasterio; en tom o al 540 redactó la Regla de los monjes, de influencia trascendental en épocas suce­ sivas. De acuerdo con esta obra, la vida m onástica debe perseguir ante todo la glori­ ficación de Dios: por eso, la jornada del monje se centra básicamente en la recitación del Oficio divino y en la celebración de la Misa. Además, es importante la lectura de la Biblia y de los Santos Padres, y el trabajo m anual (opus manuum), que garantiza la independencia económ ica del monasterio y sirve para vencer el ocio, "enemigo del alma". Murió en M ontecasino en el 547. (III, 12, 58; 17, 30) BENEDICTUS VIII (Benedicto) - Juan, de la familia de los condes de Túsculo, elegido papa en el 1012, a pesar de la oposición de los Crescencios, familia que eligió un antipapa. En el 1014 coronó al emperador Enrique II de Alemania, que lo había reconocido como legítimo pontífice y con el que colaboró en la reforma de la Iglesia, condenando el concubinato eclesiástico y la simonía en el Concilio de Pavía del 1022. Murió en el 1024. (I, 23, 129; III, 1, 14 29; 3, 25; IV, 4, 54; 9, 4). BENEDICTUS IX (Benedicto) - Hijo de Alberico de Túsculo, sobrino de Benedicto VIII y de Juan XIX, fue elegido papa a los 12 años. Expulsado de Roma en el 1036, volvió al año siguiente, gracias a la intervención del emperador Conrado II, cuya política en Italia había apoyado. Fue nuevamente expulsado en el 1044, despo­ seído de su cargo en el 1046 y murió en el 1056. (IV, 17, 83) BERNOVALLIS (Berneval) - Berneval "el Grande", próximo a Caux, en el dis­ trito del Sena Inferior; el antiguo Brittenevalle, famoso por las propiedades del monas­ terio de Saint-Denis. (II, 2, 3)

294 BERNO (Bernón) - M onje de la Borgoña. Prim ero fue abad del m onas­ terio de Baum e-les-M essiers (887), reform ador de muchos cenobios y finalmen­ te el prim er abad de Cluny (909), donde m urió en el 927. (III, 18, 54 y 64). BERTA - Hija de Conrado, rey de Borgoña, se quedó viuda de Odón I de Chartres y se casó en el 996 con Roberto II, rey de Francia. En el 999 se tuvie­ ron que separar debido a la anulación del m atrim onio efectuada por el papa Gregorio V, por razones de consanguinidad. (III, 37, 139) BO VO (Bovón) - Padre de Alvalón, de una fam ilia señorial de la Borgoña. (V, 8, 182) BRUN O - Obispo de Langres, una de las más importantes diócesis del ducado de Borgoña, que abarcaba también el territorio de Dijon. Era pariente del duque Otón-Guillerm o y del abad de Dijon, Guillermo de Volpiano. Murió en el 1016. (III, 6, 21; V, 6, 124). BURCARDUS (Burcardo) - Obispo de Aosta; hijo de Um berto SaboyaBelley y cuñado del rey Conrado, padre natural del obispo de Lión Burcardo II. A la muerte de éste, en el 1033, Burcardo de Aosta ocupó la sede de Lión por algún tiempo. Cuando fue expulsado, se retiró a San M auricio de Agauno, monasterio del que fue abad hasta su muerte, en el 1046. (V, 21, 2 y 5) CANUC (Canuto) "el Grande" - Rey de Dinam arca (1018), de Inglaterra (1017) y de Noruega (1028), hijo de Sven Tveskàgg y de Gunilda de Polonia. Terminó la conquista de Inglaterra, iniciada por su padre, y se casó con Emma de Normandía, la viuda del rey inglés Etelredo. Favoreció a la Iglesia y al m ovi­ miento monástico, y llevó a cabo una peregrinación a Roma en el 1027, con motivo de la coronación del em perador Conrado II. A pesar de ser fiel a sus tra­ diciones vikingas, Canuto supo intuir el valor de la civilización occidental cris­ tiana e intentó difundirla en sus dominios ayudado por la Iglesia. (II, 3, 63 y 72; IV, 20, 79) CARNUTUM (Chartres) - Cabeza de distrito del Eure-et-Loire, antigua capital de los galos Carnuti y centro del culto de los druidas; fue conquistada por Julio César. En el s. X fue sede de condado, asignada a la casa Blois. (II, 14, 31; III, 5, 6; 39, 185; IV, 9, 6) CLUNIENSE monasterium (Monasterio de Cluny) - Cenobio situado en la región de Maçon, en la Borgoña, fundado en el 909 por Bernón, que fue su primer abad. Centro neurálgico de la cultura en época medieval, que gozó tam­ bién de gran poder político y económico. A él se debe la trascendental reforma

295 monástica cluniacense llevada a cabo por sus abades, extraordinarios personajes que mantuvieron la primacía de su monasterio hasta bien entrado el s. XII. (I, 9, 30 y 23, 151; II, 15, 26; III, 12, 70 y 18, 48; IV, 22, 19 y 39; V, 13, 356 y 21 ,1 4 ) CONANUS (Conano) I el Torcido - Hijo de Juhel Berenger, conde de Rennes, fue conde de Bretaña en el 952, a la m uerte de Drogón. Murió en Conquereux luchan­ do contra Folco el Negro, duque de Anjou, en el 992. (II, 4 ,1 5 y 49) CONSTANTIA (Constanza) - Hija de Guillerm o I, conde de Arles y de Adelaida de Anjou. Se casó con Roberto II, rey de Francia, en el 1005, con quien tuvo 4 hijos: Hugo, Enrique, Roberto y Odón; cuando su m arido murió (1031) se opuso a que le sucediera su hijo Enrique, apoyando a Roberto. En el 1032 éste ocupó el duca­ do de Borgoña y su madre murió y fue sepultada junto a su esposo en la basílica de Saint-Denis, en París. (III, 7, 41; 32-36; 40, 220) CONSTANTINUS (Constantino) VIII - Em perador de Bizancio. Era hijo de Romano II y heredó el reino junto con su hermano Basilio II, quedando com o único soberano a la muerte de éste. Murió en el 1028. (IV, 19, 67) CONSTANTINOPOLIS (Constantinopla) - Ciudad fundada por el emperador Constantino en el 330, com o capital del imperio oriental; previam ente fue colonia grie­ ga denominada Bizancio, y en la actualidad su nombre es Estambul. (1,16, 221; III, 2, 13; 3, 44; IV, 2, 2 y 4, 61) CRESCENTIUS (C rescendo) II - Patricio romano que ejerció gran influencia sobre el papa Juan XV, pero el siguiente pontífice y el em perador Otón III lo procesa­ ron y fue exiliado, siendo después perdonado. (1 ,12,116; 120; 138; y 15, 203) CURIA GALLORUM (Coria) - Ciudad suiza del alto valle del Rhin, en el s. V fue sede episcopal y Otón I concedió a sus obispos el título de condes y la jurisdicción temporal. (IV, 1, 30) CHUONRADUS (Conrado) el Pacífico - Rey de Arles, hijo de Rodolfo II, ocupó el reino a la muerte de su padre, en el 937, y m urió en el 993. (III, 37, 137) CHUONRADUS (Conrado) II el Sálico - Hijo de Enrique, duque de Franconia, fue nom brado rey en el 1024, y consagrado emperador en Roma en el 1027. En el 1032 se anexionó el reino de la Borgoña y el de Arles, y murió en el 1039. (III, 3 8 ,1 4 9 ; IV, 1, 11 y 28; IV, 5, 34; 23, 16; 26, 38; V, 14, 7 y 17, 47) DIVIONENSE CASTRUM (Dijon) - Cabeza de distrito de la Côte d'O r y capi­ tal histórica de la Borgoña, fue en la Antigüedad campamento de Julio César. Fue saqueada por los sarracenos y por los normandos, conociendo un gran esplendor bajo los duques de Borgoña. En esta localidad se encontraba el monasterio de Saint-

296 Benigne de Fructuaria, de origen tardo antiguo, reform ado en el s. IX por la regla benedictina y posteriorm ente, en el 989, por Guillerm o de Volpiano, que introdujo las costumbres cluniacenses. (III, 16; y 35, 99; V, 4, 86; y 11, 297) EMMA - Hija de Roberto I, rey de Francia, y esposa de Rodolfo, duque de Borgoña y después rey de Francia. M urió en el 935. (I, 6, 3) EMMA - Mujer de Etelredo II, rey de Inglaterra desde el 978 al 1016, y herm ana de Ricardo II el Bueno, duque de Normandía. (II, 3) EVURTIUS (S. Euverte) - Obispo de Orléans en el s. IV, fue revalorizado en el s. IX, gracias a una biografía legendaria escrita por Lucifer, que lo pre­ sentaba com o el responsable de la edificación de la catedral de Sainte Croix. (II, 9 ,5 2 ) FISCA M PU S (Fécam p) -

Ciudad francesa del distrito de Seine

Maritime, sobre el canal de la Mancha, que se desarrolló en torno al célebre monasterio donde se guarda la reliquia de la sagrada sangre. (II, 14, 35; IV, 9, 13) FLORIACENSE monasterium (Fleury) - Pequeña ciudad bañada por el río Armaçon, donde se sitúa el m onasterio de Saint-Benoít-sur-Loire, cuyo abad fue Abón. (III, 11, 29) FULCO (Folco) el Negro - Conde de Anjou desde el 987 hasta su muer­ te, en el 1040. Asesinó a Conano I en el 992; en el 1025 devastó la ciudad de Saumur, luchando contra Odón de Champagne. Fundó numerosos m onaste­ rios para expiar sus culpas. (II, 4, 20, 28, 42 y 50; 5, 1; 6, 32 y 42; 7, 56; III, 6 ,1 6 ; 7, 49; 36, 115; IV, 26, 54; V, 19, 7) FROTM UNDUS (Frotmundo) - Conde de Sens del 999 al 1012. Le suce­ dió su hijo Rainardo II. (III, 20, 23) FROTTERIUS (Froterío) - Sacerdote de la iglesia de Saint-Michel, en Tonnerre. (V, 6, 123) FULBERTUS (Fulberlo) - Obispo de Chartres desde el 1007 al 1028, año en que falleció. (IV, 9, 5) GERBERGA - Hija de Enrique el Cazapájaros y hermana de Otón I, se casó primero con Gisleberto, duque de Lorena, y a su muerte, en el 939, contra­ jo m atrimonio con Ludovico IV. Falleció en el 969. (I, 7 ,1 0 ) GERBERTUS (Gerberto) de Aurillac, o el papa Silvestre II - Nació en el 945 e ingresó en el monasterio de Saint-Geraud d'Aurillac siendo muy joven. En el 967 estuvo en Cataluña, donde estudió con los mejores maestros del

297 lugar. Fue abad de Bobbio, monasterio del norte de Italia fam oso por su biblioteca, y en el 998 fue nom brado arzobispo de Rávena. Al año siguiente m urió el papa Gregorio V e inm ediatam ente le sustituyó Gerberto adoptando el nombre de Silvestre II; su política religiosa no fue del agrado de los romanos, que lo expulsaron de Rom a junto con el em perador Otón III en el 1001, y, aunque volvió al año siguiente, tras la muer­ te de Otón, él falleció en el 1003. (1 ,13, 170 y 172) GISLEBERTUS (Gilberto) - Obispo de París desde el 988 al 992. (II, 14, 39). GISLEBERTUS (Gísleberto) - Duque de Lorena desde el 916 en que sucedió a su padre Reginaro; se casó con Gerberga, hermana de Otón I. M urió en el 939. (I, 7,10) GOCILO (Gocílón) - Duque de la Baja Lorena, adquirió también la Alta (Lorena) en el 1033, a la muerte del duque Federico II; m urió en el 1044. (III, 38,169) GOZFREDUS (Gozfredo) M artillo - Hijo de Folco el Negro, fue conde de Anjou desde el 1041 hasta su muerte, en el 1060. (IV, 26, 42; V, 19, 12 y 23) GRATINONA (Grenoble) - Ciudad francesa que en sus orígenes era el centro de los Allobrogi y después fue enriquecida por Graciano en el s. IV; de ahí su otra deno­ minación en latín, Gratianopolis; fue sede episcopal a partir del s. IV y, desde el s. IX su historia ha estado relacionada con la de la Borgoña. (IV, 7, 32) GREGORIUS I (Gregorio) Magno, papa - Fue elegido en el 590, en un momen­ to en que Italia sufría las invasiones bárbaras y la peste. En el 592 firmó la paz con los longobardos y los preparó para su conversión al Cristianismo. Afirmó la primacía de Roma frente a las aspiraciones ecuménicas del patriarca de Constantinopla. Luchó contra la corrupción de la Iglesia y nos permitió conocer la vida de san Benito de Nursia gracias a su obra Los Diálogos. Murió en el 604. (III, 12, 60; V, 5,110) GREGORIUS VI (Gregorio) papa - Juan de los Gracianos, sacerdote romano, fue elegido papa en el 1044. En el 1046 fue depuesto por el emperador Enrique III, junto a Benito IX y a Silvestre III. Le sustituyó en su sede Clemente II. Por tanto, es errónea la afirmación de nuestro autor de que Gregorio VI había sido elegido papa por orden del emperador. (V, 26, 55) HADUIDES (A duides) - Hija de Enrique el Cazapájaros, herm ana de Otón I, rey de Germania, y esposa de Hugo el Grande, duque de Francia. (I, 8, 4) HEIMARDUS (A imardo) - Tercer abad de Cluny desde el 942 al 965. (III, 18, 71) HEINRICUS (Enrique) el Grande- Duque de Borgoña. hijo de Hugo el Grande y herm ano de Hugo Capeto, fue duque de Borgoña desde el 965 hasta su muerte. Dejó el cargo a Otón-Guillermo, hijo de Adalberto, rey de Italia, y de Gerberga, pues no

298 tuvo descendientes. A su muerte, en el 1002, se produjo una gran disputa por la sucesión. (II, 1, 22; 15, 2; III, 6 , 18) HEINRICUS I (Enrique) - Rey de Francia, hijo de Roberto II el Pío, fue rey de Francia desde el 1031 al 1060, fecha de su muerte. Se enfrentó a la opo­ sición de su madre, Constanza, y de los vasallos que preferían a su hermano Roberto, a quien cedió el ducado de Borgoña. En el 1051 se casó con Ana, hija de Iaroslav, el príncipe de Kiev. (III, 34, 81 y 89; 37, 121; IV, 20, 85; 23, 30; V, 6, 136; 16, 35; 19, 2) HEINRICUS II (Enrique) "el Santo", em perador - Hijo de Enrique II, duque de Baviera, y de Gisela de Borgoña, fue duque de Baviera desde el 955 hasta el 1002, en que fue elegido rey de Germ ania, sucediendo a Otón III. Fue coronado com o em perador en Roma en el 1014. En el 1007 fundó el episcopa­ do de Bam berg y favoreció la reforma m onástica. Se casó con Cunegonda, hija de Sigfrido, conde de Luxem burgo, y no tuvieron hijos. M urió en el 1024 y fue canonizado en el 1146; su mujer lo fue en el 1200.

(I, 1, 24; 16, 214; 17, 15; 23,

140; II, 1, 16; III, 1 ,1 5 ; 3, 65; 4, 80; 8, 63 y 80; III, 38, 148; IV, 1, 6; 23, 29) HEINRICUS III (Enrique) "el Negro", em perador - Hijo de Conrado II el Sálico, sucedió a su padre en el 1039. Convocó un concilio en Pavía, en el 1046, del que salieron algunos cánones contra la simonía. Murió en el 1056. (IV, 26, 40; V, 17, 47; 22, 27; 25, 1) H EINRICUS I (Enrique) "el Cazapájaros" - Duque de Sajonia en el 912, fue elegido rey de Germ ania en el 919. Fue el padre de Otón I y murió en el 936; dio origen a la dinastía de Sajonia, con cuatro em peradores sucesivos: Otón I, II, III y Enrique II. (I, 8, 3) H ERIBERTUS (Erberto) - Conde de Vermandois, perteneciente a la dinastía carolingia y uno de los parientes de Carlos III el Simple que participa­ ron en su deposición. (I, 5 ,1 2 9 y 153; 7, 3) HERIBERTUS (Eriberto) - Hereje de Orléans y colaborador de Lisoio, estuvo al frente de la escuela de la iglesia de San Pedro "le Puellier". Fue con­ denado a m orir en el fuego en el 1022. (III, 26, 16 y 41; 27, 50; 31) HERIBERTUS II (Eriberto) - Conde de Troyes, era hijo de Eriberto I el Viejo y nieto de Erberto de Vermandois. A la muerte del padre, heredó el con­ dado de Troyes, Meaux y de Champagne en el 985 y m urió en el 995. (II, 14, 31; III, 5, 12; 22, 67; 39, 209)

299 HERIVEUS (Hervé) de Buzançais - N ació entre el 960 y el 970; estudió en Fleury bajo la dirección de Abón, y pasó la mayor parte de su vida como tesorero en el m onasterio de San Martin de Tours. Fue un personaje de gran influencia cultural y eclesiástica; fundó el monasterio femenino de Beaumont-les-Tours, y mandó recons­ truir desde los cimientos el de San M artín de Tours, destruido por un incendio hacia el 994/97. (III, 14 ,1 3 ; 15, 61 y 83) HILDERICUS (Hilderico) - Abad de Cluny. Había dejado a su familia y sus pro­ piedades para ingresar en el monasterio de Cluny, a instancias de Maiolo. En el 989 se convirtió en abad de Saint-Germain d'Auxerre y murió en el 1011. (II, 15, 31) HUGO (Hugo) - Marqués de Tuscia, hijo de Hurberto y nieto de Hugo, el rey de Italia; cuando murió su padre, en el 961, heredó el marquesado de Tuscia; después se adueñó del ducado de Espoleto. Fue consejero de Otón III y m urió en el 1001. (II, 14, 299) HUGO (Hugo) - Hijo de Roberto II el Pío, rey de Francia, y de Constanza, nació en el 1007 y ocupó el trono a los 10 años, en el 1017; murió en el 1025. (III, 32, 3; 33, 38 y 51) HUGO (Hugo) Capeto - Rey de Francia, hijo de Hugo el Grande, heredó el ducado de Francia a la muerte de su padre, en el 956. En el 970 se casó con Adelaida de Poitou y en el 987 fue elegido rey de Francia, con el apoyo del obispo Adalberón de Reims y de Gerberto de Aurillac. Otorgó numerosas concesiones al clero para asegu­ rarse su apoyo; murió en el 996. (I, 13, 176; II, 1, 20, 24 y 38; III, 5, 4) HUGO (Hugo) de Beauvais - Conde de palacio y

amigo personal del rey

Roberto II, fue asesinado ante los ojos de éste en el 1008, por mandato de Folco el Negro, conde de Anjou. (III, 7) HUGO (Hugo) de Chálons - Obispo de Auxerre entre el 999 y el 1039. Era hijo de Lamberto y de Adelaida, hermana de Constanza, la mujer de Roberto II. Ejerció una especie de protección sobre la abadía de Saint-Germain d'Auxerre y tuvo buenas relaciones con Guillermo de Volpiano. (II, 16, 36; III, 6, 30; IV, 26, 45). HUGO (Hugo) de Cháteaudun - Arzobispo de Tours del 1007 al 1023. (II, 6, 24) HUGO (Hugo) "el Grande" - Hijo de Roberto I, rey de Francia, a la muerte de su padre, en el 923, hizo nom brar rey a su cuñado Rodolfo de Borgoña; en el 936 le sucedió Ludovico IV de Ultram ar y éste le nom bró duque de Francia. En el 937 se casó con Aduides o Edviges, hermana de Otón I. A la muerte de Ludovico, en el 954, hizo elegir rey a su hijo Lotario. Fue denominado también "el creador de reyes". (I, 6, pas­ sim; 8, 4; II, 1, 21; III, 5, 4; 33, 38; 39, 189)

300 IEBOINUS (Geboino) - Obispo de Châlons-sur-M arne desde el 948 al 997, fue sucedido por su nieto Geboino II. (II, 14, 39) IEBOINUS II (Geboino) - Sucesor de Geboino I en la sede de Chálons desde el 997 al 1004. (II, 22, 26) IOHANNES XV (Juan) papa - Hijo de un sacerdote, fue elegido para el cargo en el 985 y expulsado de Roma el año siguiente; volvió a la sede por deci­ sión del em perador Otón III. Fue un papa culto, relacionado con la reforma cluniacense, y murió en el 996. (II, 14, 29) IO HANNES XVIII (Juan) papa - Fue elegido en el 1003 y restableció la unión con la Iglesia de Oriente. Falleció en el 1009. (II, 6, 36) IOHANNES XIX (Juan) papa - H erm ano y sucesor de Benedicto VIII, fue elegido en el 1024 por presión de su otro hermano, Alberico. Era un laico y fue ordenado simultáneamente sacerdote, obispo y papa. Negó el título de ecum énico al patriarca de Constantinople, rom piendo así la unidad con la Iglesia oriental; m urió en el 1032. (IV, 3, 28; 4, 53; 17, 83) IOHANNES (Juan) - Abad de Saint-Bénigne de Fructuaria, en Dijon, fundado en tom o al año 1000. (III, 16,17) IORDAN US (Jordano) - Patriarca de Jerusalén en torno al 1024. (IV, 19, 64) IAUNNIACUM castrum (Joigny) - Localidad francesa sobre el río Yonne, entre Auxerre y Sens. (II, 21, 2) KAROLUS MAGNUS (Carlo M agno) - Hijo de Pipino el Breve y de Bertrada, en el 768 heredó el reino de los francos junto con su hermano. Coronado em perador de Roma en el año 800, murió en Aquisgrán en el 814. (I, 4 ,1 1 6 ; II, 1, 12) KAROLUS HEBES (Carlos III "el Simple")]- Rey de Francia. Hijo de Ludovico II el Tartamudo y nieto de Carlos el Calvo, fue proclam ado rey cuan­ do era todavía un niño (884), tras la muerte de sus hermanos mayores. Pero no era del agrado de los señores del reino, que en realidad eran los grandes vasa­ llos, entre ellos Roberto, conde de París y Eriberto, conde de Vermandois. En el 922, esos vasallos se rebelaron contra Carlos y eligieron rey a Roberto, conde de París; tras su muerte, a Rodolfo, duque de Borgoña (923). Carlos el Simple fue hecho prisionero por Eriberto de Vermandois y cuando éste fue derrotado le tomó bajo su mando Rodolfo de Borgoña; y murió en prisión en el 929. (I, 5, 128; 7, 2)

301 LAM BERTUS (Lamberto) - Conde de Châlon, m urió en el 988. (Ill, 6, 31) LANDRICUS (Landrico) - Conde de Nevers, era yerno de Otón-Guillermo, pues estaba casado con su hija Matilde; éste le apoyó durante la guerra del 1033, para defender el ducado de Borgoña contra el rey Roberto II. Estuvo asediado durante tres meses en Avallon, pero al final capituló. Murió en el 1028. (II, 15, 23; III, 6, 20; IV, 26, 47) LEOTERICUS (Leoterico) - Arzobispo de Sens del 1001 al 1032. (III, 19, 10; 37, 124) LINGONUM (Langres) - Ciudad francesa del distrito de la Haute-M am e, anti­ gua Andomatunnum de los Lingoni, que experimentó un gran desarrollo durante la época romana. Sede episcopal desde el siglo IV, en el 407 fue conquistada por los ván­ dalos y en el 551 por los hunos. Posteriormente fue la capital de condado y formó parte del reino de Borgoña. (III, 6, 21; V, 6 ,1 2 4 ; 22, 31) LISOIUS (Lisoio) - Clérigo del m onasterio de Sainte-Croix de Orléans, que m urió en el fuego, condenado por hereje. (III, 2 6 ,1 6 y 41; 27 y 31) LOTHARIUS (Lotario) - Rey de Francia, que nació en el 941 y era hijo de Ludovico IV de Ultram ar y de Gerberga; fue coronado a los trece años, en el 954, con el apoyo de Hugo el Grande, Otón I y Bruno, arzobispo de Colonia. Murió en el 986. (I, 7 ,1 1 y 27; II, 1,19) LUCACENSE castrum, monasterium (Loches) - Localidad francesa del distrito de la Indre-et-Loire. (II, 5, 1 y 21) LUDOW ICUS PIUS (Ludovico Pío), emperador - Tercer hijo de Cario Magno, fue elegido rey de Aquitania a los tres años. A la muerte de su padre fue coronado emperador por Esteban IV en Reims, en el 816. M urió en el 840. (I, 4 ,1 1 7 ; II, 1,12) LUDOW ICUS IV (Ludovico) de Ultramar, rey de Francia - Hijo de Carlos el Simple, nació en Reims en el 921 y fue rey hasta el 954, fecha en que murió. Estuvo casado con Gerberga, herm ana de Otón I. (I, 5 ,1 6 1 ; 7 ,1 0 ) LUDOW ICUS V (Ludovico) rey de Francia - Era hijo de Lotario y ocupó el trono a los 19 años, en el 986, pero murió el año siguiente. Su breve gobierno estuvo caracterizado por la injerencia continua de su madre, Emma. (I, 7, 29; II, 1 ,1 2 ) LUGDUNUM (Lyon) - Ciudad francesa, cabeza de distrito del Ródano, fue fundada en el 43 a.C. por Lucio M unacio Planeo, lugarteniente de César. En el 197 fue destruida por el em perador Septimio Severo; en el 843 fue asignada a la Lotaringia y posteriorm ente pasó a formar parte del reino de Borgoña-Provenza. (IV, 14, 12; V, 21, 2)

M AIOLUS (M aiolo) - Cuarto abad de Cluny, fundó un monasterio cluniacense en Pavía en el 967. Reform ó varios m onasterios en Italia; Otón II le ofreció la posibilidad de ser papa, pero él la rechazó. En el 972 fue hecho pri­ sionero por los sarracenos y, tras ser liberado, continuó su labor de reformador monástico en Francia, teniendo entre sus discípulos a Guillermo de Volpiano y a Odilón, su sucesor en Cluny a su muerte, en el 994. (I, 9, 32 y 71; II, 14, 55; III, 16, 2; 18, 74) MATHILDIS (M atilde) - Esposa de Enrique l, rey de Francia. (IV, 23, 32) MATISCO {Maçon) - Ciudad de Francia, cabeza de distrito de la Saôneet-Loire; antiguo centro habitado por los edui y transform ado por César en un importante enclave militar. En la Edad M edia era punto de paso para Cluny y para España; y en el s. X fue sede episcopal y capital de condado. (III, 18, 55; IV, 11, 70) MELCULO (M alcolm ) - Hijo de Kenneth II, fu e rey de Escocia del 1005 al 1034. ( II, 3, 69) MELDUM (M eaux) - Ciudad de Francia, en el distrito de la Seine-etMarne. Sede episcopal en el siglo IV, fue capital del condado de Champagne en el s. X. (II, 14, 32; III, 5, 11; 37,131) M IHAHEL IV (M iguel) - Emperador de Bizando, camarero personal del em perador Rom ano IV (y no de Basilio, com o afirma Raúl Glaber), se hizo amante de la emperatriz Zoé, con quien se casó tras asesinar al marido, siendo nom brado em perador en el 1034. Después abdicó y se retiró al monasterio de los Santos Anárgiros, donde murió en el 1041. (IV, 5, 40 y 43) M OTGET - Jefe sarraceno cuyo nom bre sería Mudjahid, gobernador de Dénia y de las Baleares. Murió en el 1044/45. (IV, 22, 31) NAVARRIA (Navarra) - Reino español fundado hacia el 830, en la zona nororiental de la península; en tiempos del rey Sancho III el Grande (1000-1035) abarcaba desde los Pirineos hasta el Ebro. (II, 18, 16; III, 8, 92) NEUSTRIA - Reino franco que correspondía a la zona noroccidental de la Galia. (IV, 9, 12; V, 16, 33) ODALRICUS (Odalrico) - Obispo de Langres hasta el 1045, fecha en que fue asesinado, a continuación le sustituyó Alinardo. (V, 22, 31) ODILO (Odilón) - Fue canónigo de Saint-Julien de Brioude y en el 991 se hizo monje de Cluny, pasando a ser abad de ese m onasterio en el 994 por designación de Maiolo. Am plió el poder de Cluny en Europa, desempeñando

303 un importante papel en la diplomacia internacional. Fue amigo de Hugo Capeto, de Enrique II y de Rodolfo III de Borgoña. Difundió la institución de la "paz de Dios" en Europa e introdujo en la liturgia el día de "Todos los Santos”. M urió en el 1049. (II, 15, 25; ΙΠ, 12, 74; 18, 76; IV, 22, 39; V, 8, 209; 21, 14) ODO (Odón), abad de Cluny - Nació en Tours en el 879 y fue canónigo de San M artín de Tours; en el 909 entró en la abadía de Baume, bajo la dirección de Bernón, el fundador de Cluny. A su muerte le sucedió en el puesto de abad de Cluny y refor­ mó numerosos monasterios de Francia e Italia. Murió en el 942. (III, 18, 65) ODO I (Odón) - Conde de Tours, de Chartres y Blois, en el 983 se convirtió también en señor de Troyes, Meaux y Provins. Entre el 991 y el 992 conspiró contra el rey Hugo Capeto, aliándose con Otón III. M urió en el 995. (II, 14, 31; III, 5, 5 y 10; 38, 173 y 178; 39, 184 y 214) ODO II (Odón), conde de Blois - Hijo de O dón I, llegó a ser conde de Cham pagne en el 1019. Cuando murió Roberto II, apoyó la revuelta de la reina Constanza contra su hijo Enrique I, por quien fue asediado en Sens entre el 1032 y el 1033. Puesto que Enrique I se alió con Conrado II el Sálico, Odón debió entregar al em perador el reino de Borgoña y someterse al rey de Francia. Murió en el 1037. (III, 5, 9; 3 7 ,1 2 6 y 137; 38, passim; V, 16, 36) ODOLRICUS (Ulrico) - Obispo de Augusta, en Baviera, del 924 al 973, fue uno de los héroes de la resistencia contra los húngaros en el 955. Está enterrado en Augusta. (II, 14, 53) ODOLRICUS (Odolrico), obispo de Orléans (1021-31) - Construyó la basílica dedicada a San Am ano, antiguo obispo de Orléans en el siglo V. (IV, 19, 44) OLDERICUS MAINFREDUS II (Olderico M anfredo) - Hijo de Manfredo I, fue marqués de Turin del 1001 al 1034 y de Ivrea en el 1013. (IV, 5, 8; 7, 37) OTTO I (Otón) el Grande, rey de Germania (936) y emperador (962) - Nació en el 936 y era hijo de Enrique el Cazapájaros; impuso su tutela de emperador al papado, depuso a dos pontífices y controló la elección de los sucesores. Luchó contra los bizan­ tinos en Italia meridional y en el 972 consiguió casar a Teófano, nieta de un empera­ dor bizantino, con su hijo Otón II. Murió en el 973. (I, 7, 14, 16, 21 y 25; 8, 3 y 5; 10, 82; II, 1, 15 y 26; III, 39, 190) OTTO II (Otón) - Hijo de Otón I y de Adelaida; en el 972 se casó con Teófano, una princesa bizantina. En su afán de conquistar el sur de Italia, fue derrotado en una expedición a Calabria en el 982 y murió en Roma al año siguiente. (I, 7, 15; 10, 82; 11, 106; II, 1, 15)

304 O TTO III (Otón) - Hijo de Otón II y de Teófano, fue emperador a los tres años, bajo la tutela de su madre y de su abuela Adelaida. En el 996 consiguió reprimir en Roma la revuelta de Crescencio y elegir papa a un prim o suyo, con el nom bre de Gregorio V; a la muerte de éste, eligió a su m aestro Gerberto para sustituirle con la denom inación de Silvestre II (999). M urió en el 1002, a la tem­ prana edad de 22 años. (I, 12,122; 1 3 ,1 8 0 ; 16, 213; II, 1 ,1 5 ) O TTO (Otón) conde de M ácon - Hijo del conde Guido y nieto de OtónGuillermo, estuvo al frente del condado de M acón en torno al 1030. (IV, 11, 82). PETRUS (Pedro) de Piperno - Legado papal que fue a Francia en una misión en el 1008. (II, 6, 41) PETRUS VI (Pedro) - Arzobispo de Ravena del 927 al 971. Celebró dos sínodos, en el 954 y en el 970. (II, 23, 14) PHISON, GEON, TIGRIS, EUFRATES (Fisón, Geón, Tigris y Eufrates) Ríos del Paraíso, utilizados como m etáforas de las virtudes principales: la pru­ dencia, la fortaleza, la templanza y la justicia. (I, 3) PICTAVUM (Poitiers) - Ciudad francesa, capital del actual distrito de Vienne; la antigua Lemonum de los galos pictavi, fue residencia de los reyes visigodos e importante centro religioso de los merovingios. Fue saqueada repe­ tidas veces por los norm andos y se convirtió en capital del Poitou en el siglo IX. (II, 14, 36; III, 6, 24; V, 17, 49) RAINALDUS (Rainaldo) - Conde de Nevers y de Auxerre, era hijo de Landrico y esposo de Advisa, la hija m ayor de Roberto el Pío. Murió en el 1038. (IV, 26, 46) RAINALDUS I (Rainaldo) - Conde de la alta Borgoña, era hijo de OtónGuillerm o y se casó con Adelaida, hija de Ricardo II, duque de Normandía. Sucedió a su padre en el condado en el 1027, e hizo acto de sumisión al rey Enrique I en el 1044. (III, 6, 25) RAINARDUS II (Rainardo) - Conde de Sens del 1012 al 1055. Hijo del conde Frotmundo, heredó su cargo cuando el padre murió; luchó frecuente­ mente contra el rey Roberto II, que en el 1055 le arrebató el condado. (III, 21, 39; 23, 92 y 97) RICHARDUS (Ricardo) "el Justiciero" - Duque de Borgoña, era el padre de Rodolfo el rey de Francia. Fue elegido duque hacia el 893 y murió en el 921. (I, 6, 1; 20, 62)

305 RICHARDUS I (Ricardo) "el sin miedo", duque de Normandia en el 943. Hijo de Guillerm o Largaespada, heredó el ducado con diez años, a la muerte de su padre. Ayudó en la subida al trono de Hugo Capeto, con cuya hermana, Emma, estaba casa­ do. M urió en el 996. (I, 21, 75; II, 14, 33; III, 39, 206) RICHARDUS II (Ricardo) "el Bueno", duque de N ormandia y conde de Ruán Hijo de Ricardo I, le sucedió en el ducado al m orir éste, en el 996; otorgó a Normandía su m áxim o esplendor y apoyó el movimiento de reforma monástica promovido por Guillerm o de Volpiano. Su hermana Emma estuvo casada con Etelredo II, rey de los anglos, y después con Canuto. Murió en el 1026. (I, 21, 75 y 91; II, 3, 62 y 75; 1 5 ,1 2 ; III, 3, 22 y 51; 4, 120; 6, 25; 26, 28) RICHARDUS III (Ricardo), duque de N ormandía - Hijo de Ricardo II "el Bueno" y nieto de Ricardo I "el sin miedo", sucedió a su padre en el ducado, cuando murió, en el 1026. (I, 21, 75) RICHARDUS (Ricardo) - Abad de Saint-Vanne, en Verdun, y de Saint Pierre en Chálons, m urió en el 1046. (III, 38,175) RODULFUS (Rodolfo) Drengot - Jefe norm ando que participó activamente en las luchas contra los bizantinos en la Italia meridional. En el 1022 luchó en compañía del em perador Enrique II durante el asedio de Troya. (III, 3 y 4) RODULFUS III (Rodolfo)- Rey de Borgoña, hijo de Conrado "el Pacífico", suce­ dió a su padre en el 993 com o rey de Borgoña. No tuvo hijos y por ello cedió su dere­ cho de sucesión a Conrado II "el Sálico"; m urió en el 1032. (III, 8, 91; 37, 139; 38, 149150) RODULFUS (Rodolfo) - Rey de Francia, hijo de Ricardo "el Justiciero", duque de Borgoña, heredó el ducado en el 921. Se casó con Emma, hija de Roberto I, conde de París y rey de Francia; a la muerte del suegro, en el 923 fue elegido rey de Francia. M urió en el 937. (I, 6; 20, 62) ROGERUS (Rugiero, Rogelio) - Obispo de Chálons sur M am e del 1008 al 1042. (III, 38, 174) ROTBERTUS (Roberto)- Duque de Borgoña, hijo del rey Roberto II y hermano del rey Enrique I, consiguió el ducado en el 1032, tras algunas guerras civiles. Murió en el 1076. (III, 34, 86; 37 ,1 2 2 ) ROTBERTUS I (Roberto) Rey de Francia, hijo de Roberto "el fuerte" y hermano de Odón el rey de Francia, tras destronar a Carlos "el simple", en el 922 se hizo elegir rey en Reims. Fue hijo suyo Hugo "el grande", conde de París; m urió el año siguiente. (I, 6, 15; III, 36, 109; y 39, 190)

306 ROTBERTUS II (R oberto) "el Pío" - Rey de Francia del 987 al 1031, hijo de Hugo Capeto y de Adelaida de Poitiers, se casó en el 988 con Rósala, hija de Berengario el rey de Italia y al año siguiente la repudió, casándose con Berta, su prima, hija de Conrado el Pacífico, porque así tenía asegurados los derechos sobre la Borgoña. El papa Gregorio V declaró ilegítima esa unión y, como Roberto se oponía, lo excomulgó; hacia el 1003 se separó de Berta. Se volvió a casar por tercera vez con Constanza de Arles, hacia el 1005. Tras su muerte, debido a las intrigas de su esposa, Borgoña se apartó del dominio del rey y le fue asignada a su hijo Roberto. (1 ,1, 25; II, 1, 32 y 35; 1 5 ,1 0 ; III, 1, 11; 5 ,1 ; 7; 8, 85; 14, 40; 26, 31; 32; 36, 109; 40, 220; IV, 9, 5; 19, 66; 23, 30; 26, 47; V, 6, 136; 16, 36; 19, 3) ROTOM AGUS (Ruán) - Ciudad francesa cabeza de distrito de la Seine M aritime y capital histórica de Normandía. Fue sede episcopal a partir de fina­ les del siglo III. Tras la conquista de los francos, en el 497, fue un importante centro religioso de los merovingios y se hizo famosa por la actividad desarro­ llada por San Ouen como difusor del monacato. En el 911 se convirtió en la capital de los duques de Normandía. (I, 21, 76 y 88; II, 3, 62 y 80; 14, 33; 15,12; III, 6, 25; 26, 22; 3 9 ,1 8 7 ; IV, 9, 14). SANCTUS III (Sancho) "el Grande" - Rey de Navarra (1000-1035) y Aragón, y conde de Castilla, en Hispania. Logró considerables éxitos contra los árabes, en torno al 1010. (III, 8, 92) SIEFREDUS (Sigfredo) de Luxem burgo - Duque de Sajonia, fue el padre de Cunegunda, esposa del rey Enrique III. M urió en el 998. (III, 1, 22) SILVINIACUM cenobium (Souvigny) - Ciudad francesa del distrito de Allier, donde fundó Aimaro de Borbón, en el 916, un priorato cluniacense. Allí falleció Maiolo, abad de Cluny, en el 994, y fue sepultado Odilón. (II, 14, 41) STEPH ANUS (Esteban) - Impostor que descubría falsas reliquias. (IV, 6 ,1 8 ) STEPH ANUS (Esteban) - Rey de Hungría, hijo de Geiza, fue bautizado en el 995 y coronado rey por el papa Silvestre II en el año 1000. Fundó im por­ tantes sedes episcopales y monásticas; murió en el 1038 y fue canonizado en el 1083. (III, 2) STEPH AN US I (Esteban) - Conde de Troyes, hijo de Erberto II, conde de Champagne, murió en el 1020 sin herederos. Com o prim o suyo, Roberto II reclam ó su herencia. (III, 5 ,1 1 )

307 STEPH ANUS II (Esteban) - Conde de Blois, hijo de Odón II de Blois y herma­ no de Tebaldo III; los dos hermanos lucharon largo tiem po contra Enrique I, rey de Francia, disputándose Tours, y contra Goffredo Martillo, hijo de Folco de Anjou, (V, 16; 19, 4 y 20) SUA SSIO (Soissons) - Ciudad francesa del distrito de Aisne, fue el campo for­ tificado romano de Augusta Suessionum; desde el s. IV fue sede episcopal. Famosa sobre todo por la batalla que allí se libró en el 923, donde murió el rey Roberto I. (III, 39,191) TETBALDUS (Tebaldo) "el Engañador" - Conde Chartres y de Blois antes del 930; era el padre de Odón I y murió en el 975. (III, 5, 6; 39, 185 y 208) TETBALDUS

III (Tebaldo) - Hijo de Odón II, fue conde de Blois y de

Champagne y herm ano de Esteban II, conde de Blois. (V, 16, 36; 19, 4 y 21) TRECAE (Troyes) - Ciudad francesa, cabeza de distrito de Aube; centro habi­ tado por los galos tricassi en época romana, y sede episcopal desde el s. IV. Desde el s. X fue capital del condado. (I, 19, 29; II, 14, 38; III, 5, 11; 22, 60; 37, 131; 39, 209) TURONUS (Tours) - Ciudad francesa, cabeza de distrito de la región del Loira. Antiguo centro de los galos turoni, fue cristianizada en el s. IV y en ella fundó Martín de Tours el célebre monasterio, a cuya tumba acudían en masa los peregrinos de toda Europa. En el s. IX se convirtió en condado perteneciente a la casa de Champagne y posteriorm ente a la de Anjou. (II, 6, 24; 14, 53; III, 14, 12; 18, 66; 38, 176; V, 19, 6) VESONTIO, VISUNTIO, CHRYSOPOLIS (Besançon) - Cabeza de distrito del Doubs, antigua capital de los galos sequani, y sometida por César en el 58 a.C. Fue des­ truida por los burgundios en el 456 y por los húngaros en el 957. Hasta el 1032 perte­ neció a Borgoña y después se convirtió en ciudad imperial. (V, 17, 50; 22, 29) VULFERIUS (Vulferio) - M onje de la abadía de Moutier Saint-Jean, o de la Réome, en la zona comprendida entre Auxerre y Dijon, que tuvo una visión premoni­ toria de su muerte. (II, 19 y 20) W IDO (Giiido) de Chátillon - Obispo de Reims del 1033 al 1055. (V, 20, 8) WILLELMUS (Guillermo) de Volpiano (962-1031) - Personaje de gran relevan­ cia en el movimiento de reforma monástica entre el s. X y el XI. Abad del monasterio de Saint-Bénigne de Dijon, mantuvo una estrecha relación con Raúl Glaber, para quien fue un padre en el más amplio sentido de la palabra. Después de su muerte escribió su biografía, Vita Willelmi abbatis. (III, 16, 2; 18, 80; 35, 98; 40, 233; IV, 3, 24; 7, 47; 9, 8; V, 12, 314).

W ILLELM US (Guillermo) "el Pío" - Conde de Auvergne desde el 898 al 918, fundó la abadía de Cluny en el 910. (Ill, 18, 54) W ILLELM US (Guillermo) "el Santo" - Sancho Garcés II fue nombrado rey de Navarra en el 970 y m urió en el 995. Llevó a cabo numerosas campañas contra los árabes, y se casó con Urraca, heredera de la corona de Aragón. (II, 18, 16) W ILLELM US I (Guillermo) "el de la Larga Espada" - Hijo de Rolón, fue duque de Normandía desde el 927 y asesinado por Arnolfo I, conde de Flandes en el 942. (I, 21, 74; III, 39, 198 y 211) W ILLELM US II (Guillermo) "el Bastardo" - H ijo natural de Roberto I, fue duque de Normandía en el 1035 y rey de Inglaterra en el 1066 con el nom ­ bre de Guillerm o I el Conquistador. Llevaba el m ism o nom bre que su bisabue­ lo el duque Guillerm o I de la Larga Espada, y m urió en Rouen en el 1087. (IV, 20, 81) W ILLELM US I (Guillermo) - Conde de Provenza e hijo de Bosón II, a quien sucedió en el 968; se casó con Adelaida de Anjou y tuvo a Constanza, esposa de Roberto II. En el 972 derrotó a los sarracenos en Frasineto; murió en el 992. (I, 9, 80; III, 7, 41) W ILLELM US II (Guillermo) - Conde de Provenza desde el 1008 hasta el 1018 en que murió. Era hijo de Guillermo I y se casó con Gerberga, la tercera hija de O tón-Guillermo. (III, 6, 23) WILLELMUS IV (Guillermo) Fierabrás - Conde de Poitiers y duque de Aquitania, heredó el ducado en el 963 y abdicó a favor de su hijo Guillermo V en el 990; murió en el 995. (II, 14, 35) W ILLELM US V (Guillermo) "el Grande" - Conde de Poitiers y duque de Aquitania. Nació en el 960 y era hijo de Guillerm o IV. Cuando su padre abdi­ có, en el 990, se convirtió en duque; se casó, en terceras nupcias, con Inés, hija de O tón-Guillermo. En el 1024 rechazó la corona de rey de Italia, y en el 1029 abdicó y se retiró a la abadía de Maillezais, donde murió el año siguiente. (III, 6, 23; V, 17, 48) W ILLELM US VI (Guillermo) "el Gordo" - Conde de Poitiers y duque de Aquitania; era hijo de Guillerm o V el Grande, y asumió el poder en el 1029. Se enfrentó con Goffredo Martillo en la batalla de M oncourt y fue cogido prisio­ nero en el 1034. Liberado, previo pago de un importante rescate, m urió en el 1038. (IV, 26, 41)

309 WILLELMUS (Otón-Guillermo) - Conde de M açon desde el 982, murió en el 1026. Era hijo de Adalberto de Ivrea y de Gerberga, y su madre se casó en segundas nupcias con Enrique I el Grande, duque de Borgoña. A la muerte de éste, OtónGuillerm o heredó el ducado. Tenía estrechas relaciones de parentesco con Guillermo de Volpiano. (III, 6 ,1 8 ) YPOREIA (Ivrea) - Colonia romana fundada por Mario en el 100 a.C.; en el s. VIII fue capital de un ducado longobardo y del s. IX al XII de un marquesado. Fueron m arqueses de Ivrea Berengario II, rey de Italia, su hijo Adalberto y Arduino. (IV, 1, 38)