Historias De New York

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El Barón Visa

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Epílogo "Oh, por supuesto que lo harás," dijo ella. Estaba de pie detrás de mi, su pelo susurraba en la brisa, puso sus brazos alrededor de mi y junto sus manos sobre mi pecho. Entonces hablo mas de ella misma de todo lo que lo había hecho por la mañana. Hablo claramente, despacio, su voz apenas se elevaba sobre el sonido de la brisa, levemente sobre el susurro de los arboles y del fluir del río. "Cariño, puedes medir solo un metro setenta y usar lentes, pareces dulce e inocente... pero tienes un gran poder dentro de ti. Tienes una intensidad que es... que a veces asusta. Se que es así porque lo he visto, lo he sentido. Y yo se muy bien que es eso, Esteban, porque yo también lo tengo en mi. Esta semana supe, lo que probablemente siempre supe... esa intensidad nos ha ligado durante mucho tiempo. Descubrí que si no pudiera expresarla contigo me sentiría ahogada, me sentiría sofocada. Y cuando nosotros nos sofocamos, esa intensidad nos controla y hacemos cosas que nunca, pero nunca deberíamos hacer. Haciéndonos daño de maneras sutiles y ocultas. O siendo demasiado buenos uno con el otro hasta que alguno explota. Tomando del otro sin saber que lo estamos haciendo. O... haciendo promesas que ninguno puede cumplir. Esteban, no dejes que ellos hagan eso contigo cuando vuelvas a tu casa. Cuando te sofocan tu fuerza se vuelve rabia, se vuelve odio y eso puede ser muy cruel para ti. Pero tu eres del tipo que exterioriza eso, no dejes que esa crueldad y ese odio se vuelva hacia los otros. Que no se vuelva contra ti. No te sofoques, cariño. Entiéndete. Úsalo, de la manera que me dijiste que lo quieres. No te remontes a la manera que eras, o vas a odiarte, y tus necesidades se volverán contra ti. O incluso contra mi. Si nada sucede, cuando te vuelva a ver, quiero verte de la manera que estas aquí y ahora, hoy." Me abrazo fuerte por detrás. "Este es mi ultimo discurso, vaquero. La ultima tarea para el semestre. Ya estas listo para partir?" "No," dije. "Lo se, mi amor. Ven aquí." Dijo y me abrazo fuertemente. Alicia, Ronnie y yo íbamos en el taxi. Ronnie sonreía apenas semi despierta, incluso a las tres de la tarde. Alicia estaba contenida. Yo pretendía que no pasaba nada. Los tres íbamos fumando a pesar de la cara de desaprobación del chofer. Alicia, Ronnie y yo llegamos al aeropuerto de LaGuardia. Alicia y Ronnie hablaban. Yo me paseaba mirando hacia fuera por las ventanas y fumando. El tiempo corrió rápidamente. La ultima semana parecía como si fueran unos pocos segundos, unos viles segundos. El cronometro corría y se notaba en mi cara. No podía detenerlo, no podía reducir su velocidad. Cuanto mas pensaba en eso, mas rápido corría el reloj. "American Airlines anuncia la partida del vuelo 54 a Washington, D.C., Atlanta, Georgia..." "Ese es el mío," dije junto a la ventana. Camine hacia los asientos donde Alicia y Ronnie estaban de pie con mi mochila y el Sunday Times. "Mira esa azafata," dijo Ronnie. "He oído que son mujeres bastante liberales." Agite mi cabeza, agradablemente. "Ronnie, tu si que me haces reír." Ella dio una bocanada a su cigarrillo, exhalo el humo sensualmente y me guiño un ojo. "Oye, tal vez puedas conquistarla, usa tu manera sureña de ser, y quien te dice, tal vez..." Me puse la mochila al hombro y me acerque a Ronnie y le di un apretón de manos. Entonces ella tiro de mi mano fuertemente y me abrazo contra su pecho. Mantuvo su abrazo firme y suavemente dijo a mi oído. "Gracias, Esteban. Nunca te podré agradecer lo suficiente." Aflojo su abrazo y me dio un beso en la boca. "Vuelve pronto, okay?" "Seguro estarás casada cuando vuelva." Dije sonriendo. "Si, seguro. Dame otro beso, vamos." Le di otro beso y ella sonrío y pellizco mi cachete y con un guiño dijo, "Hmn, MMM!" me di vuelta y mire a Alicia. Mi lengua quedo congelada. Ella serenamente sonrío. Sus ojos de avellana estaban brillosos y corrían algunas lagrimas. Alicia miro a Ronnie y esta se alejo ondeando su mano con un pequeño adiós y tirando besos hacia mi. "Esteban," dijo Alicia. Ella frunció sus labios y trago saliva. "Maldición, que paso con esos diez días que tuvimos hace unos días.?" "Si, lo sé" mire por encima de su hombro y vi los pasajeros que se encaminaban despacio hacia la puerta de entrada. "Tengo otro minuto, sin embargo." dije sonriendo. "Cariño," ella empezó diciendo. Suspiro y mordió sus labios mientras sostenía sus manos detrás de su falda. "Oh Dios, porque nunca es suficiente el tiempo." "No lo sé," dije. "Parece que somos buenos cojiendo, no es verdad?." "Esteban, yo... Esteban, no se que decir excepto... yo se que tu esperabas mas..." No, no esperaba mas." Dije gentilmente. Ella tenia la mirada hacia el suelo. "Esteban, te estoy decepcionando. Tu no lo dices pero yo se que lo estoy haciendo. Pero no puedo decir que esta todo bien si no lo esta." "Hey, yo pense que las clases por el semestre ya habían terminado." Ella se ruborizó. "Maldición, tu si que sabes ser bueno. Gracias. Es que a veces yo tengo tanto miedo que tu digas esas cosas solo por decirlas." Ella sonrío mientras secaba una lagrima sobre la esquina de su ojo con el dorso de la mano. "Me perdonas, Esteban?" Imposte mi voz al mejor estilo Cary Grant. "Porque, nena?" Ella dijo suavemente, "Por no haberte dado todo." Suspire profundamente al ver que delgada era la línea en la que debía ubicar mis palabras. No tenia mucho margen. "Bien, veamos... no mentiste, no engañaste, no estafaste. Me ayudaste a librarme de mis granos y me ayudaste con el corte de cabello. Me arreglaste una cita con una niña agradable y compartiste a Ronnie conmigo. Tomaste mi ignorancia y me diste conocimiento. Tu, eres mi amiga, mi maestra, mi hermana, incluso eres mi padre y hermano. Eres mi madre y mi confesante. Mi novia, mi amante y mi amor. Veamos, me diste afecto, pasión, anhelo pero lo mas importante es que me diste amor." Suspire nuevamente y agregue. "Pero supongo que solo puedo perdonarte por haber gastado tanto dinero en esa maquina de escribir." "Para, Esteban," apenas gimió ella y me abrazo tan herméticamente que me corto la respiración. "No me hagas llorar aquí o te daré una bofetada." Y luego de esas palabras rompió en lagrimas sobre mi hombro. Estuvo así abrazada a mi por un largo minuto. "Adiós, Speedy. Adiós, ahora. Vete de prisa." dijo mientras seguía abrazada a mi. Sus ojos estaban rojos, pero sonreía abiertamente. "Bueno, ya vete. Antes que el dueño del departamento averigüe que estas aquí y me aumente la renta." Me quede mirándola, "Me llamaste Speedy?" Ella se ruborizo nuevamente y dio un paso hacia atrás. "Sabes cuando estabas conmigo temprano esta mañana, tu me llamaste Alicia Jane." Ella vio la sorpresa en mi cara y aflojo la tensión con una risa ligera. "Lo hiciste!, anda apúrate o perderás tu avión!" Mientras yo la miraba ella retrocedió unos pasos. Un poco alejada Ronnie ondeaba su mano en señal de saludo. Mis ojos estaban fijos en Alicia. Mis ojos no la dejarían. "Esteban," Insistió llorando. "Vete, Esteban." Dejo de retroceder cuando le tire un beso. Ella ondeo su mano y con la otra se limpio la mejilla. Me volví sobre mis pasos y me encamine hacia la puerta para abordar el avión. Cuando llegue a la puerta me detuve y la mire nuevamente. Ella sonrío tristemente alzo la palma de su mano y la ondeo débilmente. "Vete!" Cuando atravesé la puerta le mostré el boleto y el ticket de embarque a la azafata. Ella sonrío amablemente y dijo gracias. Baje por una escalera corta y me dirigí a otra puerta. Camine bajo el sol por el corredor hacia la rampa del avión. Con la mochila sobre el hombro bajo ese sol deslumbrante llegue hasta otra azafata al pie de la escalerilla de metal y el DC-4. Adelante estaba Memphis. A medio camino por la escalerilla me detuve. Porque ella me había llamado Speedy nuevamente? Porque tenia que perdonarla? Un peso inadvertido, ominoso me detenía en medio de la escalera. Espere. Tres de mi esperaron: uno detrás de mi, otro delante de mi y yo en el medio observando a los dos. Porque tenia que marcharme? Porque no podía volver y quedarme con ella? Me di vuelta y vi la gran terminal, sus sombras y sus grandes ventanales. Solo veía el reflejo de los aviones y de la pista. Donde estaba Alicia? Donde estaba ella? Porque tenia que subir a este avión? La azafata muy sonriente me dijo amablemente, "estamos embarcando, señor." Mire hacia delante, perdido en el medio de la escalinata. Con una amable sonrisa ella me decía que estaba llevándome de vuelta a casa. De vuelta al lugar de donde había salido. De vuelta a lugar donde todo había comenzado. De vuelta al hogar que no era un hogar. De vuelta al calor sofocante y a los santos sangrantes. A los cristos de plástico y a las mujeres y hombres adultos que me hostigaban con un paraíso que no existía. "Abordando, por favor," insistió amablemente. Sin ser yo mismo, di un paso hacia delante. Un escalón mas arriba. Un segundo escalón y luego mas y mas en esa escalera interminable. Otra vez el universo se agrandaba y achicaba a mi alrededor. Pero esta vez no era un sueño. Yo crecía y me encogía. Una persona avanzaba y otra se movía detrás mío. Mi cara era una pálida mascara que se esforzaba por subir esa escalera. En la puerta otra amable azafata. El largo pasillo con asientos a cada lado. Mi asiento. Torpemente deje caer mi cuerpo sobre el asiento. Miraba fijamente por la ventana, pero no podía enfocar claramente la vista. Alicia no estaba allí. De pronto la tierra se movió, se arrastraba bajo mis pies y de a poco se fue alejando. Y Nueva York con sus edificios apareció en mi ventana. Uno de mi se quedo en la tierra, sin provisiones o esperanza a la vista. Se negó a subir. En Memphis yo fui, por supuesto, el ultimo en bajar del avión. Llevaba mi valija y la mochila sobre mi hombro cuando salí a la húmeda y la luz de ese día tan cálido. La familiaridad de todo lo que me rodeaba me dejo pensando: quince años tarde para llegar a alguna parte y en tres horas y media volvía a ser todo igual. Mi madre, tía Francisca, mi hermana y la tía-abuela María me estaban esperando del otro lado de la verja de entrada. Abrace superficialmente a cada uno de ellos. Como de costumbre la tía Francisca estaba desorientada y no sabia muy bien donde había estado yo los últimos diez días. Yo no estaba sonriente ni feliz de verlos, lo sabia pero no hacia nada por evitarlo. "Viste el Empire State?" pregunto mi hermana. "No," respondí. Nunca estuve allí. Solo lo vi desde afuera." "Compraste algo en Sack’s en la Quinta Avenida" chillo tía Mary. "Ellos siempre tienen alguna oferta" "No, nunca entre en Sack’s" dije. Mientras íbamos por el Bulevar Airways pasamos frente al Holiday Inn que lo estaban refaccionando. Mientras observaba el edificio, pense: cada edificio y cada calle de este pueblo me recuerda a Alicia. Miraba fijamente por la ventanilla del auto. La igualdad. El fastidio. El entorpecimiento. El sol palideciendo. La enervante y agobiadora humedad. Las aceras vacías. Las tiendas vacías. Las iglesias, iglesias, iglesias. Las señales de transito indicando el camino a la casa de Elvis Presley.

"Viste la estatua de La Libertad?" quiso saber mi hermana. "Si," respondí secamente. "Y que te pareció?" siguió indagando. "Una estatua grande, alta que esta parada en el medio del Puerto de Nueva York en una isla diminuta." "Tuviste buen tiempo?" pregunto mi madre. "Si," fingí débilmente un poco de entusiasmo. Mi madre hablaba mientras manejaba a cuarenta kilómetros por hora en una zona de cien kilómetros por hora, con las dos manos aferradas al volante de tal manera que sus nudillos estaban blancos. "Bien, no lo parece. Pero estoy segura que lo tuviste. Mírate. Puedo estar segura que lo tuviste, pero no lo dirás. Así que supongo que has tenido un buen tiempo allá junto a Alicia. Quieres saber lo que sucedió aquí mientras no estuviste?" No me dio tiempo a decirle que no me importaba nada de lo que hubiera sucedido aquí. "Me salió un furúnculo, que me estaba matando, dolía tanto que tuve que ir al Doctor Stabnik y le dije que me lo opere antes que me vuelva loca del dolor. Hizo mucho calor por aquí. Tu padre esta trabajando en la tienda, por supuesto, para el no sucedió nada nuevo. Tu tía Margarita tuvo otro bebe. Y veamos, que mas paso?" "Estabas en Nueva York, Speedy? Es ahí donde fuiste?" Chillo tía Francisca desde el asiento trasero. "He oído que en Nueva York esta lleno de negros, es eso cierto? Viste algún negro allá?" Maldición, tengo que salir de acá pensaba. Por lo menos terminare el día con una llamada a Alicia para hacerle saber que llegue bien a casa. Durante dos días nadie noto que estaba usando lentes nuevos, ni que tenia otro corte de cabello.

Capitulo Uno Tratare de contar esto lo mejor que pueda, ocurrió durante unos de mis tantos viajes a la ciudad de Nueva York en esa época del año. Era invierno. El frío, la lluvia y la nieve son una característica de la ciudad de Nueva York. Así que para refugiarme de las inclemencias del tiempo todas las tardes iba al pub de mi amiga Kristen, una hermosa alemana de unos 27 años, que apenas me veía entrar, servia el vaso de J&B en el mismo rincón que ocupaba todos los días. La comida era excelente, el cocinero, con las espaldas mojadas aun, trataba de agradar a la clientela y a la atenta mirada de Kristen. Todos los días era la misma rutina, entraba al pub, bebía mis whiskys, comía una deliciosa (puaj...) hamburguesa, y seguía bebiendo hasta las diez u once de la noche. Un detalle de los bares de Nueva York es que nadie bebe sin pagar, uno pone el dinero sobre la barra y le van sirviendo en la medida que el dinero sobre la barra alcance, cuando el dinero se acaba o se vuelve a poner dinero o no se bebe más. El primer día que entre al bar de Kristen ella estaba esperando para servirme hasta que yo pusiera mi dinero sobre la barra. La mire a los ojos y le pregunte "Que esperas?" Cuando yo sabia muy bien que era lo que esperaba, "Que pongas tu dinero en la barra" Dijo ella. Saque mi billetera y le mostré que tenia suficiente dinero y tarjetas como para pagar todo lo que pudiera beber, "Aquí esta mi dinero, pero prefiero pagar la cuenta antes de irme y no cada vez que bebo una copa". Sirvió el whisky y se fue a la otra punta de la barra. Al rato volví a llamarla para que me sirva otro whisky, tomo la botella y lleno mi vaso nuevamente. Así fue durante los próximos cuatro whiskys. Cuando vino a servirme el quinto whisky se paro frente a mí y pregunto "De donde eres?." Me quede pensando en la pregunta, realmente ya no sabia de donde era no por efecto del whisky, sino que tantos años viviendo en diferentes lugares del mundo, habían dejado huellas en mi, con rasgos y características de cada uno de ellos, haciéndome perder mi propia identidad. "Un poco de aquí, un poco de allí y un poco de acullá." Respondí. "Ya veo," Contesto ella. A partir de ese momento, nació algo entre nosotros. Pedí la cuenta y salí a calle. Caminé por Atlantic Avenue, hacia el lado este del río Hudson, cruce Tompkins Place, y entre en el bar de Pepe, un español que estaba a cargo del bar de su madre, quien siempre estaba sentada en un rincón de la barra bebiendo su vino. Había llegado a Nueva York luego de la guerra civil en España, y parecía que no había parado de beber desde entonces, era una anciana de mas de 80 años por demás agradable, no mediría mas de un metro sesenta, y siempre estaba encorvada bebiendo en su rincón. A veces se quedaba dormida un rato y cuando despertaba lo primero que hacia era tomar su copa y beber su vino. Su nuera permanentemente llevaba broncas cuando despertaba y veía que su copa estaba vacía y ella no la había llenado. Me gustaba ver como ella pagaba cada copa que bebía, e inclusive pagaba las que invitaba. Apenas entré salude a todos, en ese bar éramos una gran familia de despojos alcoholizados, me senté al lado de la madre de Pepe y su nuera me sirvió mi habitual vaso de J&B. Así pasaba mis tardes hasta la madrugada. El bar de la mama de Pepe, tenia al fondo un billar donde hombres sin escrúpulos pescaban incautos para que paguen la ronda de bebidas, antes de llegar al billar estaba la puerta del baño, camino que mis riñones se encargaron de mostrarme rápidamente. En unos de esos tantos viajes al baño, en la mesa que estaba frente a su puerta estaban sentadas cuatro personas tres mujeres que normalmente acostumbraban a ofertar su cuerpo a cambio de dinero, y uno prefería pagarle la bebida antes que llegar a usarlo, y un hombre que estaba sentado con ellas, muy cercano a mi edad aunque un poco menos estropeado, me saludo con la cabeza y yo respondí el saludo de la misma manera. Al salir del baño una de las mujeres me dijo, "Oye, quiero presentarte un amigo!". Mire detenidamente al sujeto y obviamente no lo conocía. Extendió su mano para saludarme. "Mucho gusto!" Dije secamente. Debo reconocer que soy un poco antisocial. Y mucho más cuando ya he pasado un largo rato bebiendo, y ese día había empezado muy temprano y para el momento del saludo serian las once y media de la noche. Faltaba solo media hora para que sirvan la comida. Desde la época en que su madre instalo el bar y era atendido por ella y su marido, a las doce de la noche servían siempre un plato de comida que era gratis. Un día hablando con la mama de Pepe le pregunte el porqué de esta costumbre. "Los que son bebedores como tú o como yo" Dijo en su medio tono "Les interesa mas beber que comer. Pero si no comen, se enferman, y no pueden volver a beber y gastar su dinero aquí". Toda una filosofía pense. "Además estoy segura que si tienen un dólar, prefieren gastarlo en bebida y no en comida." Eso era verdad. "Y como tu bien sabes hijo" Agregó "Cuando estas bebiendo por mucho tiempo. Es mejor hacer una base de comida, para poder seguir bebiendo." Mire a la anciana con la sonrisa de los cómplices. Cuanta verdad había en sus palabras, cuantas veces había necesitado comer algo para poder seguir bebiendo. Estaba bebiendo sentado al lado de la anciana (ella no permitía que nadie ocupe esa butaca, la reservaba para mí), cuando se acerco el hombre que me habían presentado anteriormente a saludarme, la anciana lo miro y pregunto "Lo conoces?." Mirando a la anciana le respondí "Ya me lo han presentado" Y agregue "pero no lo conozco." La anciana se sonrío, y me dijo, "Es un buen chico." Me sonreí y agregue, "Yo también lo soy! Nunca le he pegado a usted!." Ahora con una risa franca en sus labios me dijo, "Es buen chico. Puedes beber con él." Hay códigos que son iguales en todas partes del mundo, la frase de la anciana, me hizo acordar de otra parecida de mi amigo el Vizconde Federico. "Una persona es buena, solo si puedes beber con esa persona." Tan distantes y tan unidos el Vizconde y la anciana. Se sentó a mi lado y comenzamos a beber y a hablar de una cosa y otra, nos hicimos preguntas mutuas acerca de uno y otro, nada profundo por supuesto, casi siempre evitábamos las preguntas personales profundas, al fin de cuentas iba a beber y no a una sesión de sicoanálisis. Pero no parecía lo mismo para él, ya que era afín a contar sus historias intimas. De a poco fue formándose una amistad entre nosotros dos, nos encontrábamos y bebíamos sentados siempre al lado de la anciana, compartiendo con ella cuando estaba despierta, y tratando de no molestarla mientras dormía. Un día cuando estaba bebiendo en el bar, se acerco a mí y me dijo, "Me trajeron unas botellas de vino blanco francés." Sabia que era una de las bebidas que más me gustaban. "Hay que beberlas." Respondí inmediatamente. "Cuando quieras vamos a mi departamento y las bebemos." Me sonó a invitación de marica pero hasta ese momento siempre me pareció que le gustaban las mujeres, pero... uno nunca sabe. Lo mire fijo a los ojos y parece haberse dado cuenta de mis sentimientos porque respondió a mi mirada con un, "Dale Che!, me gustan las mujeres!" No creo que me haya tranquilizado mucho esa frase, entonces sugirió llevar un par de los dinosaurios que aparcaban su osamenta para beber en ese bar. "Mira... si vamos a beber un buen vino blanco... de ninguna manera deberíamos desperdiciarlo con estas mujeres." Dije con un tono enérgico. Habré levantado un poco la voz porque la anciana se despertó y arqueando una ceja, pregunto que pasaba. "Esteban, recibió unas botellas de vino blanco... y quiere invitar a dos de los dinosaurios." Le explique. Vayan a beberlos ustedes dos solos y después regresan dijo la anciana. Mire a Esteban. "Hagamos caso de la voz de la experiencia." Dije. Me coloque mi abrigo, el gorro, la bufanda y los guantes, le di el ultimo trago a mi whisky y encare la puerta para salir, detrás de mí salió Esteban, que había ido a despedirse de las mujeres que estaban con él. Cuando salió a la calle le pregunte si era lejos donde vivía, ya que nunca antes había ido a su casa. "No. Es arriba del mercado hindú." Dijo. Me quede mirándolo para ver si era verdad lo que decía o era una broma. "Pero eso es como a seis cuadras de aquí." Le dije y agregue "Tomemos un taxi." Me miro riendo y empezó a caminar. "Esto es Brooklyn, y es la una de la madrugada." Dijo. Mientras caminaba esas cuadras maldecía el haber aceptado la invitación, pensaba que por un par de botellas de vino, estaba arriesgándome en el mejor de los casos de morir de una pulmonía, las otras opciones eran violación reiterada seguida de muerte por parte de una patota de negros, y maldita sea ni una sola pelota de basquet con nosotros como para evitar la violación. O resbalón en la nieve, golpe con la cabeza en el asfalto y muerte por conmoción cerebral. Era tal el frío que no podía ni siquiera encender un cigarrillo, cuando saque la mano del guante para poder usar el encendedor, falto poco para que pierda los dedos por congelamiento. Llegamos al mercado hindú, ya desde una cuadra antes se sabia que estabamos cerca por el olor, era una mezcla de perfumes, especias aromáticas, incienso y porque no una mezcla de marihuana y orina. Cuando entramos en su departamento corrí a la estufa y me senté arriba, de a poco me fui sacando el gorro, la bufanda y luego el abrigo. "Cómo puedes soportar el olor que sale de ese mercado?." Pregunte. "Por 70 dólares a la semana." En ese momento me pareció poco lo que le pagaban, pero después me di cuenta que era el alquiler que él pagaba por el departamento. El departamento era una habitación grande con un sofá cama abierto y totalmente desordenado en una esquina al lado de la ventana, después de un montón de objetos desparramados por el suelo, había una mesa y un par de sillas, con claros síntomas de necesitar una limpieza, había botellas, vasos, resto de comida en platos y un cenicero que rebasaba de puchos, una lampara en un rincón de la habitación se encargaba de iluminar la estancia. "Siéntate que ya traigo unos vasos y el vino." Dijo Fue hasta la pileta del baño y lavo dos vasos, lo hizo en la del baño porque en realidad la de la kitchenette estaba tan llena que era imposible meter las manos ahí. Se debería notar por mi cara el desagrado que sentía al estar en ese lugar, que a modo de disculpa dijo. "Hay una mujer que viene una vez por semana a limpiar." No pude contener la risa. "De veras!." Pregunte con ironía. "Si... pero cuando viene pasamos el tiempo en la cama... y no le quedan muchas ganas de limpiar." Contesto riendo. Puso los vasos limpios sobre la mesa y fue hasta la ventana, la abrió y entro un viento helado que casi me mata. "Que haces!." Dije en un grito. Saco el cuerpo por la ventana y volvió a entrar con una botella de chardonay en la mano. "Esto es mejor que la heladera." Dijo. Se sentó en la otra silla y abrió la botella, la dejamos un rato abierta para que el vino respire un poco después de haber estado tanto tiempo encerrado, pero en honor a la verdad no fue tanto lo que esperamos, ya que Esteban sirvió los vasos y chocándolos brindamos a la salud de las mucamas que vienen a limpiar una vez por semana. Después del primer sorbo, dijo Esteban, "Te voy a contar una historia que nunca antes le conté a nadie." Me pregunte en ese momento que pecado había cometido para pasar por los tormentos que estaba pasando, primero la caminata bajo un frío infernal, después el olor insoportable, la ventana y ahora una historia de ebrio de esas de nunca acabar. A decir verdad las historias me gustan, en innumerable cantidad de veces le he pagado a las prostitutas solo por oír sus historias. Estaba habituado a escuchar todo tipo de historias y me gustaba mucho oírlas, pero cuando una persona esta ebria y pierde el hilo de la historia me molesta, o cuando repite tres o cuatro veces la misma parte. Pero sin duda alguna estaba predestinada a ser una noche especial esa, solo deseaba que por lo menos no terminase con mis huesos en un hospital. "Adelante Esteban!" Lo alenté. Esteban comenzó diciendo: "Esto paso hace muchos años. Ocurrió durante los años 1948-50. Algunos incidentes continuaron durante 1952 al 58." Dijo. Y yo pense que debía armarme de paciencia, porque si yo no recordaba lo que había hecho la noche anterior, Esteban quería contarme una historia que había sucedido hace cuarenta años. Parece que ni se dio por enterado de mis cavilaciones porque siguió adelante con la historia y yo seguí adelante con el vino, pense que si entorpecía un poco mas mi cerebro me seria más llevadera la situación. Ajeno a lo que yo pensaba Esteban siguió: He vuelto a vivir estos hechos incontables veces en mi memoria, reconstruyendo cuidadosamente cada detalle en mi mente, muchas veces he recurrido a experiencias de hipnosis para poder recordar los detalles olvidados, o hechos que quedaron enterrados en lo profundo de mi memoria, por hechos mas recientes u otros intereses. Después de esta apertura, sin duda logro captar mi interés, así que lo seguí alentando, y llenando nuestros vasos. Esteban continuo: Yo era mental y sexualmente precoz. No quiere decir que fuera un Einstein o un 'niño prodigio', pero siempre fui bastante claro y mentalmente muy activo. Ya cuando comencé a gatear metía mis narices en todo cuanto era lugar y a mi madre se le hacia difícil controlarme, nunca encontraba paz para mis interminables preguntas y hábitos de andar observando todo lo que sucedía a mí alrededor. Cuando entraba en algún cuarto lo primero que hacia era hurgar en los cajones y armarios, también acostumbraba a mirar debajo del sofá o entre los cojines (así encontré una gran cantidad de monedas y hasta el anillo de casamiento perdido por uno de mis tíos en sus visitas). También crecí con la música, escuchando los discos de 78rpm de pasta de mi madre en el Philco de mesa que había comprado, en muchas ocasiones el Philco fue motivo de admiración por algunos de nuestros parientes - a pesar de que nunca me compraron un disco para chicos, o tal vez no existieran en la época - fue así que siempre escuche música sinfónica, la Octava de Dvorak's era mi favorita, pero también escuchaba los albunes de Peggy Lee. Sabia mas del Philco que cualquier otro, hasta hice un dibujo con mis crayones de cómo el viejo tubo de vacío 'tunning eye' trabajaba, por supuesto que ella nunca lo entendió, pero yo quede muy satisfecho con mi dibujo. También mi oído se fue desarrollando, podía distinguir claramente cuando la púa comenzaba a estar gastada antes que ella pudiera notar la diferencia, y aprendí a cambiarla, algo para lo cual ella nunca fue hábil. Antes de comenzar la escuela primaria, por las mañanas leía el periódico para mi madre mientras ella preparaba el desayuno. Eso fue algo que aprendí de mi abuelo, quien cada Domingo me leía las tiras cómicas, apuntando cada letra con el dedo mientras leía, un inmigrante Italiano quien nunca había finalizado la escuela primaria, él era un lector lento que siempre leía de esa manera, con su dedo índice recorriendo palabra por palabra a través de la pagina. Resultaba curioso ver como las letras impresas se correspondían con las palabras que él pronunciaba con su voz gruesa, cada vez que él me leía las tiras cómicas, lo hacia parar en las palabras que él iba apuntando, así rápidamente fui aprendiendo a poner las palabras juntas por mí mismo. Recuerdo que las primeras palabras que logre juntar por mí mismo para armar una frase fueron: "Hey tu, Red Ryder", frase que use hasta que todos los que me rodeaban se enfermaron de tanto escucharla. Mi tía abuela Francisca, me pesco un día en su jardín trasero tratando de levantar una vieja y pesada maquina de escribir Underwood, de esas de fundición, que alguien había dejado abandonada. Tendría yo por esa época unos 6 años, y la añeja maquina de 1920, era mas pesada que yo. A toda costa ella quería que dejase esa maquina en la basura, pero insistí tanto con la maquina en mi regazo, que no tuvo mas remedio que llevarme de vuelta a casa de mi madre con la maquina acunada en mis brazos, quien mirándome sorprendida no podía entender que quisiera semejante trasto de basura. Pero la vieja maquina me había fascinado y fue así por muchos años. Rápida y fácilmente aburrido por las tiras cómicas, empece a dibujar mis propias tiras cómicas de las que yo era el héroe principal (la mayoría de policías y guerras espaciales). Recuerdo una vez haber llenado la casa de humo y haber estropeado una olla de la cocina al querer hacer mis propios crayones - por varios días el olor a parafina permaneció dentro de la casa dejando a mi madre enferma. Estas y otras hazañas de mi osada niñez hicieron que la mayoría de mi familia pasase a considerarme una maldición bíblica que había caído sobre ellos, considerando mi comportamiento como raro e inescrutable. Y una carga que como buenos cristianos debían soportar si querían que las puertas del cielo se abrieran a su llegada al paraíso.

La mayoría de estas actividades eran el resultado de mi aburrimiento y aislamiento. En rigor de la verdad yo era tan impaciente con los adultos como ellos lo eran conmigo. Trataban de manejarme como si yo fuera idiota, mascullando entre sí, como si yo no entendiera que estaban hablando - algunos de ellos sabían que yo sabia que estaban hablando de mí, entonces comenzaban a rumiar en Italiano para que no entendiera lo que hablaban, lo cual me ponía mas frenético y hacia que mi comportamiento fuese peor aun. Ellos normalmente respondían a mis preguntas con mitos religiosos, fantasías o viejas historias de viudas que nunca acepte, especialmente aquellas de cigüeñas que entregan niños por las chimeneas, o mujeres que tienen la barriga hinchada de tanto comer pochoclo. Rápidamente aprendí que en los mayores - especialmente en mi muy religiosa madre - no se podía confiar. Empece a ser emocionalmente e intelectualmente extraño para ellos a muy temprana edad, mas que pedir respuestas comencé a hacer mis propias investigaciones, cosa que a menudo me traía serios problemas: una vez investigando la maquina de lavar Westinghouse que había en un rincón de la cocina, metí la mano entre esos gruesos rodillos de goma que tenia en la parte superior y que servían para escurrir la ropa, con una mano entre los rodillos y la otra accionando la manija que tenia a un costado logre que la maquina comenzara a funcionar amenazando con pasar todo el resto de mi cuerpo por los rodillos, mis gritos fueron tan atroces, que mi madre llego corriendo sin aliento a la cocina justo a tiempo para levantar la palanca y rescatarme. Desdichadamente no aprendí nada de este incidente. Y me reserve el derecho de seguir dudando de los consejos de los mayores y continuar con mis propias investigaciones y experimentos. Mi espíritu activo era tan impredecible que mi madre hacia arreglos para poder enviarme los fines de semana a la casa de mis abuelos o padrinos para pasar el tiempo y ella poder descansar de mi un poco. Les di a esta muchedumbre puritana suficientes motivos para creer en la calma que precede a la tormenta, así que a su vez ellos para descansar de mí, me daban suficiente cantidad de dinero para revistas, libros de historietas, películas o cualquier cosa que me mantuviera calmo en un rincón por un tiempo. Nunca fui de espíritu animoso o destructivo, de hecho consideraba a otros niños insensibles, densos, egoístas, y frecuentemente brutales, mis sentimientos eran heridos fácilmente si gritaban mi nombre o me pellizcaban los brazos. Siempre tuve un miedo nauseabundo hacia la violencia, sea esta dirigida hacia mi persona o hacia cualquier otro. A pesar de ser físicamente bastante muscular y grande para mi edad, mi tendencia era a gastar el tiempo en juegos riesgosos como caminar de aquí para allá en la avenida principal de mi ciudad, altamente transitada por camiones en la época, o mis excursiones al centro de la ciudad sin la más mínima idea de cómo encontrar el camino de vuelta a casa. Recuerdo haber vagado por el centro de la ciudad hasta que verdaderamente sentí que me había perdido, ese día no encontré el camino de vuelta hasta pasadas las 9 de la noche, cuando llegue a casa mi madre había llamado a todos nuestros parientes; muchos de ellos estaban pastando en nuestra sala hablando con los policías que también habían acudido al llamado de mi madre. Entre casualmente por el frente de la casa y salude a todos con un informal "Hola, gentes", inmediatamente cayeron sobre mí con gritos, amenazas, gemidos y lagrimas de consternación. Duramente aprendí que este seria siempre el resultado si salía a vagar nuevamente por la ciudad, cosa que seguí haciendo de todas maneras; pero no sin antes estudiar un mapa de la ciudad, las líneas de colectivos y las rutas que estos hacían para no perderme nuevamente (aunque me sucedió en otras ocasiones), pero de esa manera podía llegar a casa a tiempo para evitar su histerismo. Mi barrio era un proyecto Federal. Pero no tenia mucho que ver con los proyectos modernos, por eso es difícil describirlo. El lugar estaba en el centro de Memphis, Tenneesse, y fue construido en 1930 como casa de retiro para veteranos, sus viudas e hijos y empleados del gobierno que necesitaban casa. La Segunda Guerra Mundial hizo que ese vecindario fuese accesible a viudas de guerra, veteranos, lisiados y sus familias. El alquiler de esas casas era de 30 dólares mensuales, que en 1940 era una suma bastante alta para una viuda o un lisiado de guerra. La mayoría eran pequeñas unidades de un solo piso, con un dormitorio de 4 por 6 metros cada una. El proyecto se extendía a lo largo de 8 manzanas por 6 de ancho. Cada apartamento tenia su propio patio trasero, que algunos inquilinos cerraban con cercas de madera y dentro conservaban un jardín con flores o una pequeña huerta. Los inspectores federales cada 30 días hacían una recorrida por los departamentos para asegurarse que los inquilinos los mantenían en condiciones. Los terrenos estaban rodeados de aceras con arboles y plantas, había bancos aquí y allá. Esos que eran tan familiares en la vida de Elvis Presley y que el mismo reconociera haber vivido en el comienzo de los años '50 al mismo tiempo que yo había vivido. Esteban hizo una pausa. Se quedo inmerso en sus recuerdos. Aproveche su pausa para llenar nuevamente los vasos de vino. Bebimos unos sorbos y Esteban prosiguió su relato: Mi madre era viuda de guerra. De muchas maneras esto contribuyo a mis sentimientos tempranos de aislamiento hacia ella. Recibí claramente la impresión, que desde la muerte de mi padre yo había sido una carga para ella. Ciertamente, mi madre repentinamente me dejo que creciera solo y mi hermana mas joven debe haber sentido también este efecto en ella. Ella nunca hablo abiertamente sobre esto, pero recuerdo claramente haber recibido este 'mensaje' subliminal de parte de ella en muchas ocasiones. Mi hermana casi dos años mas joven y yo, era demasiado para mi madre en ese pequeño departamento; sucedió que por esa época yo tenia alrededor de 5 o 6 años y mi hermana no se la veía a menudo por la casa, había sido tomada bajo el ala tutora de su madrina, quien pasaba largos meses con ella y su marido. Mi hermana no era una enamorada del barrio, por el contrario prefería la vida junto a su madrina que le consentía todo lo que ella deseaba. Mi hermana a quien la llamábamos Señorita Princesa solía estar en nuestra casa solo por un rato, y comenzaba a preguntar si podía volver a la casa de su madrina, hasta la edad de 12 años ella prácticamente vivió permanentemente con su madrina. Esta madrina de mi hermana era a su vez nuestra tía abuela, una mujer insoportablemente chillona, y nuestra relación creo que sobrevivió únicamente por el afecto que ella sentía por su sobrino favorito, o sea mi fallecido padre. Encontraba a esta mujer demasiado sofocante y minuciosa para mi gusto. Por lo tanto yo pasaba mas tiempo con mi madre, alguien en quien yo no confiaba. Siempre tuve el sentimiento de estar en su camino. Era una mujer atractiva y tranquila, pero una mujer triste y malhumorada, comúnmente demasiado cansada o preocupada como para pasar mucho tiempo conmigo. No puedo culparla por eso, se caso muy joven y con la viudez trato de hacer las cosas lo mejor que pudo para arreglarse. Con mi hermana comúnmente lejos de casa y la mayoría de los chicos del barrio demasiado idiotas para mi gusto. Me fui haciendo a mí mismo desde muy corta edad, tal vez esta misma actitud fue la que me llevo a dejar mi casa a la edad de 18 años, para comenzar a vivir mi propia vida. El único brillo de luz, provenía de la casa vecina a la nuestra. Otra viuda con sus dos hijas vivía en ella. Esa mujer y mi madre eran muy amigas, una relación que continua hasta estos días, a pesar de ella haberse mudado a otra ciudad hace varios años. La hija mayor era una joven morocha, alta y atractiva, cerca de sus veinte años en la época y a quien raramente veía. Poseía un diploma secundario que era muy valuado en la época, permitiéndole conseguir un buen empleo y poder de esa manera ayudar a sostener a su familia. En esa época una mujer no podía tener muchas expectativas, solo las mínimas de conseguir un trabajo de oficinista o algo similar, pero ella ganaba lo suficiente como para poder mantener a su hermana menor en la escuela secundaria también. Esta hermana menor era Alicia. Los primeros recuerdos que tengo de Alicia eran de cuando tenia 6 años y ella 15 años. Yo tuve un gran 'metejon' con ella. No quiero decir con esto que un chico de 6 años tenga esa clase de metejones centrados en fantasías sexuales. No recuerdo haber tenido ninguna fantasía sexual a esa edad con Alicia. Simplemente un gran afecto por ella. Y ella un sentimiento similar al mío, años después recuerdo a mi madre decirme, "Si, recuerdo a Alicia, ella simplemente te amaba, pensaba que eras la cosa mas dulce y mona sobre la tierra!. Ella era la única que lograba que te comportes." Era verdad. Con pocas palabras o algún llamado de atención que pueda recordar, Alicia lograba apaciguar la bestia salvaje que había dentro de mí. Yo no haría nada a sabiendas que la trastornase, las acciones que sabia que le disgustaban, automáticamente las filtraba de mi comportamiento con ella. Por la misma razón ella siempre me trató como una persona y no como un imbécil. Siempre me dio una respuesta honesta y practica a mis interminables preguntas y ella tenia un afecto especial para las historias, ciencia, y películas parecido al mío. Obviamente mis interrogatorios insistentes y el comportamiento penoso eran los intentos de mi parte para conseguir su atención y establecer algún tipo de comunicación significativa con una compañera mental del alma. La mayoría de mi gran familia eran semi instruidos, trabajadores - gente de clase media- no hay nada inmoral al respecto, por el contrario algunos lo llaman a menudo 'la sal de la tierra', si bien para mí son los que con su sudor han abonado la tierra y otros los que han recogido los frutos, pero esa es otra historia. (Tal vez algún día la escriba). No había carencias en nuestra familia, pero entre ellos y yo había lo que se llama carencia de compatibilidad y entendimiento. Alicia aparentemente lleno muchas de esas necesidades y compartió mis intereses mentales, a veces sentándose durante horas contándome historias, leyéndome otras, o simplemente escuchando las mías. Después de pasar algún tiempo con ella normalmente me sentía sereno por unos cuantos días. Mis combates frecuentes al aburrimiento y mi hiperactividad, por un tiempo quedaban reducidas al mínimo. Alicia recíprocamente recibía por tratarme con inteligencia, una muestra de afecto interminable, así fue como establecimos entre nosotros un instantáneo 'rapport'. Los mayores eran aburridos y molestos: ella nunca lo fue. Alicia jamas levanto su voz o su mano hacia mí, nunca tuvo razón para hacerlo, nunca le di motivos a ella para tal cosa. A los 15 años, tenia un rostro bronceado, adolescente, de maneras equilibradas y pelo castaño tan claro que a menudo parecía rubio. A menudo usaba lentes negros, su pelo era medio largo y rizado, como la mayoría de las chicas en su época. Tenia ojos fuertes, que alternaban entre el color avellana y un nítido color verde, dependiendo de la luz y de su genio. Usaba muy poco maquillaje, y tenia un tono suave y musical en su voz que yo encontraba hipnótico. Nariz respingada, delicada, y con un brillo en la cara que resaltaba unas pocas pecas, era el tipo de adolescente de los años '50, ella tenia la tonada particular del sur, cosa que su hermana parecía no tener. Alicia nunca paso gran parte de su tiempo conmigo o en casa de mí de mi madre. Ella era una estudiante ávida. En esa época los chicos pobres que querían ser algo en la vida - especialmente salir del barrio - debían estudiar duro y obtener como mínimo un diploma secundario. Era así de simple. Nosotros nos veíamos comúnmente en la puerta de entrada de nuestras casas, y nos saludábamos al entrar o salir, era siempre un cambio ameno de palabras, si bien no recuerdo cuales eran exactamente. Recuerdo que ella me abrazaba frecuentemente y besaba mi nariz al estilo esquimal. Frotando la suya contra la mía, y dejaba que yo la bese, o de alguna otra manera intentaba expresar sus sentimientos hacia mí. En pocas ocasiones ella visitaba a mi madre por las tardes. Ellas se sentaban en la pequeña cocina a charlar en tanto bebían café o té y yo jugaba en algún rincón del departamento. Alicia y yo no pasamos mucho tiempo juntos hasta que estaba por cumplir los 7 años, cuando mi madre comenzó a salir con quien eventualmente seria mi padrastro. Esto comenzó a finales del año 1948. Mi madre y mi futuro padrastro no tenían citas a menudo, a pesar que se veían regularmente cuando ella hacia sus compras en el supermercado que él era administrador - dueño del lugar con otros integrantes de su familia. Ellos tenían citas cada pocas semanas; como Católicos conservadores fieles que eran ambas familias, ellos tuvieron un largo y ocioso noviazgo que se prolongo por años. Cada vez que mi madre tenia una cita 'de gala' como ella solía llamar a las citas para las cuales se vestía especialmente; buscaba una niñera para que me cuidase. Originalmente mi niñera era mi abuela materna o alguna de las hermanas mas jóvenes de mi madre, eso fue así hasta que mi abuela se mudo a los suburbios de la ciudad, y dos de mis tías encontraron marido. Mi madre solo ocasionalmente podía afrontar el gasto de pagarme una niñera, y se rehusaba a aceptar aunque fuese un dólar, de parte de mi futuro padrastro (ahora sé de donde viene esa independencia que me acompaña y la misma que la mantuvo a ella por tanto tiempo en ese barrio). Luego de la muerte de mi padre ella estaba demasiado avergonzada como para aceptar ayuda y se determino a construir su vida sobre la base de su trabajo. Desdichadamente ese tipo de decisión no fue tan favorable para mí. De resultas de todo eso Alicia comenzó a ser mi niñera quien ofreció sus servicios gratuitos a mi madre. De todas maneras mi madre siempre trato de deslizarle algún billete que otro, pero ella siempre se rehuso a aceptarlo. "No necesita pagarme para que me quede con él" Decía ella. "Amo a Speedy". Porque siempre me resulto avergonzante este apodo es algo que aun no lo sé. Pero a partir de ahí pase a ser conocido como 'Speedy'. Hay varios mitos acerca del porque de ese apodo, pero la mayoría coincide en era por la velocidad que tenia al escapar cuando era encontrado en alguna situación desfavorable. Alicia solía llamarme por mi apodo 'Speedy' o a veces también lo hacia por mi nombre, Esteban Ser llamado 'Speedy' por la mayoría era algo que me molestaba profundamente, pero no era lo mismo cuando lo hacia Alicia. No encuentro una explicación razonable para hacer una excepción por ella cuando me llamaba por ese apodo, a su vez ella decía que le gustaban los dos nombres, y para mí era suficiente. Durante el tiempo que ella estaba en casa cuidándome, acostumbraba a estudiar. A veces ella limpiaba un poco u ordenaba las cosas simplemente para ayudar un poco a mi madre y yo la ayudaba a ella. De esa manera sentía el 'derecho' de decir que había ayudado a mi madre con cualquier cosa que hiciéramos juntos. Recuerdo un día de esos en que ella estaba cuidándome que la trastorne: Estaba en el pequeño cuarto. Había un teléfono negro en el cuarto, y quería saber desesperadamente que sucedía cuando marcaba el 110. En la guía ese numero figuraba como de información publica. Así que levante el auricular y marque el numero. Del otro lado un operador contesto. "Numero por favor" Dijo la voz del otro lado. "Oh", le dije indiferentemente, "No quiero ningún numero. Simplemente quiero hablar con Usted". Alicia debe haber escuchado esa ridícula conversación, porque escuche su grito en cuanto venia directo hacia mi "Speedy? Que estas haciendo?" Se precipito dentro del cuarto y parada en el marco de la puerta aturdida y escandalizada repitió "Que estas haciendo" entonando las ultimas palabras. Quede aturdido y asustado, era la primera vez que veía a ella así de ese modo inmediatamente dije por el auricular "Lo siento, no quería molestarla señorita" Y colgué el teléfono. Alicia se acerco rápidamente y puso el teléfono fuera de mi alcance. Entonces le dije que había marcado el 110 y que estaba hablando con el operador. Ella me miro pálida, y sin poder contenerse comenzó a reír. "Hiciste QUE?" Todo lo que pude hacer fue observarla sin decir una palabra, tome el dobladillo de su pollera intentando subir hasta ella, si bien era mas alta que yo, en ese momento parecía inalcanzable; estaba realmente asustado por haberla ofendido. Y continuaba pidiendo perdón por ello. Ella se arrodillo para estar a mi altura y pacientemente me explico como los operadores de teléfono trabajaban y como los pobres

realmente asustado por haberla ofendido. Y continuaba pidiendo perdón por ello. Ella se arrodillo para estar a mi altura y pacientemente me explico como los operadores de teléfono trabajaban y como los pobres operadores sobrecargados de trabajo haciendo horas extras para poder sustentarse debían aguantar las llamadas que muchos idiotas les hacían. "Puedo llamar a alguna de mis amigas en cualquier momento, ok? Y tu y yo podemos hablar con ella si es lo que quieres." Le dije que estaba bien, la abrace y me disculpe nuevamente, ella acepto y me abrazo fuerte y me preparo para acostarme. El hecho es, que Alicia era una chica derecha, bien comportada, socialmente equilibrada y podría decirse una dama joven de clase. Nunca se la veía enfadada, o chismorreando o haciendo criticas sobre otras personas. Así como puedo recordarlo ella era concienzuda y una acicalada y muy bonita joven. Ella tenia una naturaleza activa y juguetona, pero debía comportarse con el tipo de gentileza que distinguía a las niñas de su edad y con los preceptos 'debidos' y 'sociales' según su madre. Obviamente Alicia tenia su otro lado. En raras ocasiones durante el periodo en que ella me cuidaba la buscaba con la mirada y ella estaba mirándome. No mirándome a 'mí' sino mirando 'hacia' mí, como pensando en algo mas profundo y lejano. O de vez en cuando ella me dirigía una mirada seria y penetrante, pero no decía nada en absoluto, solo su mirada y el silencio. En esas ocasiones dejaba lo que estaba haciendo y me quedaba inmóvil, petrificado ante su mirada, entonces ella volvía a sus cosas y yo volvía seguir con lo que estaba en ese momento. Nunca pude tener idea que era lo que pasaba por su cabeza en esos momentos, o en que estaba pensando. Uno de esos incidentes ocurrió, poco antes o después del Día de Acción de Gracias. Yo tenia 6 y Alicia 15. Ella entro a casa por la puerta trasera, alrededor de las 7 de la tarde mientras mi madre se empolvaba y terminaba de arreglarse. Yo estaba en el suelo de la sala y había esparcido periódicos viejos a mí alrededor para poder trabajar con mí atesorada pero rota maquina de escribir Underwood que había rescatado de la basura solo unas semanas antes. Alicia saludo, me abrazo y fue a hablar con mi madre al cuarto. Escuche cuando mi madre le decía "Deja que juegue donde esta, y no te traerá ningún problema." Alicia se río y dijo "Beatriz, Speedy nunca da problemas," A lo cual mi madre rezongo "Dale tiempo!". Alicia se paro delante mío y pregunto que estaba haciendo. Mi madre interrumpió y dijo, "No sé que esta haciendo con esa vieja maquina de escribir. No veo porque no la quiere tirar a la basura de donde la saco, no es otra cosa que un.... pedazo de basura." Alicia se inclino con una sonrisa y viendo el desparramo de resortes, teclas y piezas de repuesto que había sobre los periódicos. "Hey," Me pregunto, "estas desarmando eso o estas armándolo?" "Ambos," Sin sacar la vista de mi trabajo. "Voy a hacer que esto vuelva a funcionar nuevamente." "Pero que vas a hacer con ella, Speedy, después que funcione?" "Ya pensare en algo," Dije arrogantemente. "Tienes suficientes piezas para inspirarte." Mi madre entro en la sala colocándose un pendiente. "No hagas un basural y vuelvas loca a Alicia. Que ella necesita estudiar esta noche." "Oh, Beatriz," Dijo Alicia, "él dejara todo en su lugar." Mi madre continuo, "No sé para que quiere esa cosa, debe tener mas de veinte años. Su madrina le ha comprado trenes de juguete, y todo tipo de juguetes, pero él sigue con esa maquina!" Ella termino de vestirse en el cuarto. Yo me arrodille, estaba estudiando cuidadosamente el rompecabezas que tenia frente a mí, profundamente absorbido en mis pensamientos cuando sentí una respiración profunda detrás mío. Me volví tan rápidamente que ella apenas tuvo tiempo para cambiar la expresión estudiada con que ella estaba mirándome. Rápidamente, ella sonrío y me guiño un ojo. Masticando las palabras, "Esta todo bien" Mi madre salió minutos después. Alicia se sentó en el sofá junto a una pila de libros y estudiaba silenciosamente mientras yo seguía arrodillado en pugna con mi proyecto de hacer funcionar la maquina. Usando una pinza y un destornillador trataba de enderezar los brazos de las letras, pero algunos seguían torcidos. Seguí intentándolo hasta que la furia se apodero de mí y tire la pinza y el destornillador haciendo pucheros ante mi frustración. "Que pasa?" Pregunto ella, mientras venia a sentarse junto a mí en el suelo. Le mostré como algunas de las teclas estaban aun fuera de posición y no podía arreglarlas, cuando alineaba una, se corría la que estaba al lado. Alicia suavemente me pregunto, "Porque no la llevas a un taller de reparación?" "Porque es demasiado vieja," Le dije. "Además nadie querría perder tiempo con ella" "Bueno, tal vez tu tía Francisca te pueda comprar una nueva." "Ella no quiere" "Porque, si ella te compra todo lo que le pides." "No!" Dije furioso. "Ella dice que soy un chico aun para tener una maquina de escribir." "Muy joven?" Se sorprendió. "Probablemente sepas mas de maquinas de escribir de lo que ella podría aprender, querido." "Además," Agregue cargando el viejo albatros negro por el pesado rodillo, "es mía! Yo la encontré." "Bueno," Cavilo "nadie la quiere excepto tu." Ella se encorvo a mi lado observando el daño. "Tal vez pueda ayudarte." Suspire, "Esta vieja y muy dañada." "Bueno, Speedy, se paciente y veamos que podemos hacer. Estoy segura que algo se nos ocurrirá. Muéstrame cual es el daño." Estaba poco dispuesto y pesimista al principio, pero cuando Alicia se puso sus lentes e hizo que le muestre cual era el problema. Ella estudio de cerca y me mostró como poner las teclas en su lugar una por una, y que debía hacer eso repetidamente hasta lograr que todas funcionaran. Me enseño como hacerlo de a una pieza por vez, en lugar de todas al mismo tiempo como yo quería. Finalmente tuvimos la maquina en una sola pieza nuevamente y le mostré como moviendo uno de los brazos varios de los otros quedaban fuera de posición. Alicia se sentó detrás mío rascándose su cabeza. Yo me mantenía de pie junto a ella. "Alicia," Le dije, "no necesitas hacer esto. Tienes que estudiar." Ella dijo, "No... Ahora estoy tan intrigada como tu." Rápidamente se mordió los dedos y salió disparada para la cocina. Volvió con algunos palitos de madera de los que mama usaba para hacer helados de jugo. Me mostró como mantener las teclas en línea con los palitos de madera, y trabajar con cada tecla a la vez y mantener las otras en su lugar. "Hey," Exclame, "Perfecto! Es muy inteligente para una niña eso." "Hmn... chicos!" Resoplo con una sonrisa y volvió al sofá y sus libros. Después de una hora de trabajo febril, la maldita cosa estaba funcionando! Corrí hasta el mueble que había en la esquina para agarrar un papel y ponerlo en la maquina, usando un palito logre mantener la cinta en posición. Entonces empece a escribir y mirando sorprendido como se iban llenando las líneas de palabras por primera vez. Estaba realmente satisfecho, llene la pagina del principio al final con palabras y algunas letras al azar. Observaba como mágicamente las palabras se iban desplegando ante mi mirada asombrada. Continúe tipeando hasta que no quedo mas lugar en la pagina, saque la hoja de la maquina y corrí hasta el sofá. Alicia se sorprendió con el salto que di al caer sobre el sofá. "Mira!" Le dije poniendo el papel bajo sus narices. "Bueno," Dijo ella impresionada. "Es muy bonito. Viste? Sabia que lo lograrais." Un poco avergonzado, le dije, "Mira la ultima línea." A lo largo de la ultima línea había escrito "Gracias Alicia Gracias Alicia Gracias Alicia." "Oh.. que dulce!." Exclamo. Me dio un fuerte abrazo. "Puedo quedarme con el?." "Seguro." Dije. "Esta todo bien? Es tuyo, lo hiciste tu. Estas seguro que no quieres guardarlo para mostrárselo a tu mama?." "A ella no le interesa." Replique. "Porque dices algo así de tu madre?." Sacudí mi cabeza. "A ella no le interesa. No lo hice para mi, lo hice para vos. Me ayudaste a que funcione." "Pero, querido, a tu madre le interesa lo que haces." Sacudí mi cabeza negándolo. "Si le interesa!" Insistió Alicia. Otra vez sacudí mi cabeza. "Ella me dice cosas de chicos tipo... que los niños los trae la cigüeña colgando en su pico. Siempre esta diciendo cosas por el estilo."

"Y tu no crees eso?" Otra vez negué con mi cabeza. "Ese no puede ser el lugar de donde vienen los chicos." "Bueno," Dijo, "Tal vez deberías hablar con tu madre sobre eso." Otra sacudida negando con mi cabeza. "Y... de donde crees que vienen?." "No lo sé, pero no vienen de las cigüeñas." "Probablemente estés en lo cierto." Murmuro. Me miro por un largo rato en forma inescrutable, durante el cual, me baje del sofá y quede de pie con mi barbilla en el codo apoye la cabeza en los brazos del sofá a su lado. Entonces miro nuevamente la escritura al pie de la pagina y sonriendo. "Es muy dulce de tu parte. Lo voy a guardar, pero... lo tendrás de vuelta cuando quieras." "Ok." Paso su mano por la parte posterior de mi cuello y llevo mi cara hacia la de ella y me dio un beso en la nariz. "Gracias!." "Gracias." Repetí. Sonreí y me ruborice y mire sus finos dedos, su cabello castaño, las suaves líneas de su rostro. Ella no podía ignorar la manera en que mis ojos quedaban pegados en ella. Me sonrío nuevamente. "Bésame," Dijo apuntando a su nariz. "Me gusta tu nariz." Le dije. "Si?." Dijo. Y me guiño un ojo. "Me gustas mucho." Fingí estar ruborizado como un niño "Ah... puaj.." "No seas tonto..." Sonriendo apunto hacia mi maquina de escribir. "Odio tener que decir esto, querido, pero son las nueve en punto. Y tienes que limpiar eso y tomar tu baño antes de ir a dormir." Acomode todo rápidamente mientras ella preparaba el baño para mi. Era la hora del ritual del baño. Todos los departamentos tenían unas bañeras grandes en los pequeños baños azulejados. Alicia llenaría la bañera con la temperatura justa del agua para un baño de burbujas rosadas. El momento mágico vendría cuando agitaba el agua desnudo hasta que las burbujas alcanzaran lentamente el nivel exacto. Alicia sostenía en lo alto el paquete de polvo de burbujas. "Listooo..." Ella cantaba mientras yo esperaba. "Esta bien..." Le dije. "Nooo... un poco mas... un pocooo..."y finalmente "Ahí comienzannn.. las burbujas..." Había volcado la cantidad justa de polvo para que hicieran las burbujas en la cantidad que a mi me gustaban. Brincaba y salpicaba dentro de la bañera hasta que las burbujas desbordaban. Los baños de burbujas eran mejores con Alicia que con ninguna otra persona, porque los otros insistían en pocas burbujas y menos tiempo dentro de la bañera. Pero Alicia era una amante de los baños de burbujas y sabia exactamente como prepararlos para que fueran mas divertidos. En mi caso era la cantidad suficiente de burbujas no solo para cubrir la bañera sino para que alcancen hasta mi cabeza. Alicia no me secaba ni me vestía. Eso corría por mi cuenta. Como todo chico impaciente, me gustaba vestirme por mis propios medios. Generalmente ella permanecía en la sala escuchando la radio o estudiando mientras tomaba el baño me secaba y me vestía y vaciaba la bañera. En algunas ocasiones ella permanecía en el baño 'supervisando', lo hacia para asegurarse que todo lo que hacia era correcto. Cuando esto sucedía, Alicia se quitaba la pollera y su blusa, y quedaba solamente en bombacha y corpiño, o algunas veces una enagua fina de seda; si yo estaba en la bañera esto la protegía de las salpicaduras mientras yo jugaba con las burbujas o en alguna de nuestras ocasionales peleas de burbujas. Pulcra como era Alicia siempre insistía en limpiar hasta el ultimo resquicio de burbujas después de estas peleas. Esa noche ella estaba en el baño totalmente vestida, hasta que entre en la bañera. Se mantuvo parada en el rellano de la puerta y me miraba contemplativamente. Después de un minuto mas o menos entro en el baño y comenzó a quitarse su pollera y su blusa. Ella estaba a punto de quitarse su bombacha cuando debajo de la montaña de espuma que llegaba hasta mi nariz, anuncie que quería hacer pis. "Bueno adelante," Dijo ella. Insistí, "Pero TU estas aquí!" "Oh, vamos Speedy, no me molestara." Pero yo no quería hacer pis delante de ella, ni tampoco quería hacer pis dentro de la bañera. Permanecí escondido bajo la montaña de burbujas. Al ver que permanecía en el lugar ella dijo, "Esta bien, no quiero molestarte. Tienes que hacer solo pis o lo otro también?." "Solo pis." Dije. "pero debo hacerlo ciento sesenta veces." "Oh..." Dijo, "Bueno que sean solo cincuenta, Mr. Burbujas, y no te pases toda la noche. Haz lo que tienes que hacer y me llamas cuando termines." Ella salió del baño y cerro la puerta, luego que acabe de hacer pis volví a la bañera y le grite que no había moros en la costa. Cuando ella habría la puerta, estaba solo con su bombacha y el corpiño. Por un momento ella me miro desde la puerta, mientras yo jugaba y salpicaba con el agua, cuando ya era hora de terminar mi baño ella se acerco a la bañera y se arrodillo cerca de ella, observándome como antes. No recuerdo bien que fue lo que le dije, pero recuerdo que ella comenzó a reírse cuando por accidente tire del tapón de la bañera y comenzó a vaciarse. Luego que la parte superior de mi cuerpo estaba seca salí de la bañera como de costumbre para secar mis piernas y los pies en la pequeña alfombra rosada que estaba en el medio del baño. Alicia estaba arrodillada y observaba con mirada aprobadora. Estaba secándome cuando ella puso dos de sus suaves dedos alrededor de la cabeza de mi pene. "Esto también?" Pregunto ella sonriendo. "Sip," Conteste inocentemente. Ella continuo mimando mi pene con sus dos dedos, gentil y suavemente, apretándolo muy suavemente o dando vueltas alrededor con sus dedos. Termine de secarme, y miraba hacia abajo lo que ella estaba haciendo. Estudiaba sus dedos y el movimiento placentero que estos me brindaban con su toque. "Te gusta?" Pregunto, estudiando mis reacciones. Su voz cayo en un murmullo. Una semi sonrisa apareció en sus labios que parecía de gran interés, curiosidad e incertidumbre. "Si.." Murmure. Nuestras voces eran tan bajas que el goteo de la bañera era el doble de fuerte. Recuerdo el sonido sordo del goteo, pensando que la canilla de agua caliente debía ser ajustada. Pero su toque me saco de mis pensamientos. Mi pene se sentía peculiarmente extraño, y la piel de mi glande parecía quedarse pegada a sus dedos suaves. "Te gusta así?" Susurro. "Si. Mucho." "Te gusta cuando te aprieto aquí?" Pregunto haciendo referencia a mi glande. "Si. Continua haciéndolo." Constantemente observando mis reacciones, ella continuo mimándome y haciéndome preguntas. Ella hablaba sigilosamente, susurrando de manera tal que nadie podía escuchar excepto nosotros dos, y entre dentro de ese juego de hablar sigiloso con mis respuestas. Mientras ella jugaba conmigo, yo notaba que cada vez crecía mas, una sensación nueva para mi, que nunca antes había sentido. Luego de un momento ella me acerco al borde de la bañera y me sentó en el. Comenzó a mover sus dedos alrededor de mi pene hacia atrás y adelante explicándome que de esa manera iba a crecer mas aun. Así como conseguí la erección de mi pene ella lo agarro con su mano y comenzó su rítmico vaivén hasta lograr que cada vez estuviese mas duro. Todavía en un susurro furtivo, ella estaba encantada con el tamaño de mi pene y hacia comentarios de cómo desde el tamaño de una uña podía llegar a medir diez centímetros y engrosar tanto. Yo era demasiado joven en esa época como para tener un orgasmo, algo que ella descubrió luego de varios minutos de incesante actividad. Pero continuo masajeando y dándome mas y mas placer. Vagamente recuerdo que ella quiso dar una explicación (Me pareció eso mucho mas sensible que esa basura de las cigüeñas), pero en ese momento estaba mas interesado en las sensaciones físicas amenas de su toque y peculiarmente atraído por la intimidad de su voz. Ella estudiaba mis reacciones faciales a medida que jugaba de diferentes maneras con mi pene, y con cada nuevo toque o cambio de técnica, me preguntaba como me sentía. Recuerdo haberle dicho que me gustaba mucho y que me sentía muy bien con la clase de movimientos que mas me gustaban. Ella dijo, "Bueno, de esto no debes decirle nada a nadie. Es un secreto entre nosotros." Mientras que esto podía haber parecido un pedido normal a cualquier otro muchacho no lo resulto para mi. Desde el comienzo, la manera sigilosa de transferir sus conocimientos y el aire de descubrimiento deliciosamente pícaro, le dieron a nuestra relación el gusto por los secretos compartidos. Obviamente yo no haría nada que Alicia no quisiese o que pudiera dañarla. Mi natural desconfianza en la etapa de crecimiento en general me hizo adepto al desarrollo de muchas actividades ocultas de la injerencia de los adultos que me rodeaban. Me intrigaba saber si Alicia también tenia secretos para los adultos que compartiría conmigo. Ligeramente vi en ella una piel suave y un cuerpo mullido invitándome debajo de su corpiño, pase mis dedos sobre el, "Porque las mujeres usan eso?" Le pregunte. Alicia me explico que eran para mantener las 'tetitas' firmes (la palabra 'tetitas' comparada con senos, era un termino muy usado por la gente del sur. Senos o pechos sonaba demasiado clínico, y podía aplicarse mucho mas a productos envasados. La gente con la cual me críe, la mayoría provenía de familias rurales que habían llegado al país después de la guerra. La palabra tetas o tetitas era totalmente aceptada entre ellos. A menudo podía escuchar historias relacionadas con animales, perros, gatos o vacas, o mamaderas y pezones). Pero desde el principio de nuestra relación, las palabras referidas al cuerpo tenían connotaciones especiales entre Alicia y yo. Eran pronunciadas en un tono vocal difícil de describir. Estas mismas palabras en boca de otros sonaban completamente diferentes cuando eran pronunciadas por ellos. El uso de ciertas

palabras, de ciertas maneras paso a ser parte de nuestra relación desde el inicio. El singular significado que le dábamos a esas palabras paso a ser parte nuestra como lo fue nuestra relación. Pasaron a tener facultades propias. Ella se abrió su corpiño y me dejo tocar sus tetitas y sus pezones. El contacto con ellas me acelero las pulsaciones. Me explico como los bebes se alimentaban. "Los bebes chupan en los pezones." Me dijo, "Y que gusto tiene?." Pregunte. Nunca tuve un bebe respondió ella, así que nunca tuve leche, pero me explico que para los bebes chupar la leche de los pezones de su madre era lo mas importante en la fase de crecimiento. Me pregunto si yo había amamantado de los pechos de mi madre. Le respondí que no lo sabia y que probablemente no lo había hecho (teniendo en cuenta el fiel puritanismo de mi madre, era lo mas probable). Le pregunte como era y si podía hacerlo. Tomo su pecho con la mano y me lo ofreció para que lo chupara en un gesto que nunca olvidare . Así lo hice. La sensación de su suave carne en mi lengua nunca mas volvió a repetirse en mi vida. Estaba consciente de la sonrisa de ella mientras la chupaba tímidamente. Ella era deliciosa. Le di otra larga chupada. Escuchaba su respiración, como se volvía singularmente profunda y placentera. Nuevamente volvía a chuparla. Fue un momento inolvidable. Dejo en mi la impresión que también había sido un momento único para ella. En el susurro acostumbrado de su voz, me dijo que haber chupado sus tetitas había sido algo muy, muy personal y nunca dejaría que otro lo hiciera. No solo estaba en una condición de calidez física, sentía una sensación de gratitud hacia ella por haberme revelado acciones y placeres que siempre serian nuestro secreto. Ella estaba sorprendida del tamaño de mi erección y rápida disposición para nuestros juegos indecentes. "Bueno, lo haremos nuevamente mas tarde, ok?" Dijo, agarrando mi pene duro con sus tibias manos. "Pero no debes contarle a nadie, querido, porque... eh..." Hizo una pausa. Como buscando las palabras. "Bueno, ellos van a decir que es asqueroso, algo sucio e indecente. A ellos no va a gustarle y nosotros estaríamos en serios problemas." "Porque ellos creen que es asqueroso?." Pregunte. "Ellos así lo piensan. Hay mucha gente a la que esto no le gusta." "A mi me gusta!." Exclame. "De veras?" "Si me gusta hacerlo con vos!" "Bueno, déjame ayudarte a vestirte, y nosotros lo haremos nuevamente alguna otra vez." No recuerdo otra cosa acerca de esa noche. Pero estoy seguro que fue una conversación importante con su propio colorido y asociaciones, un conjunto propio de gestos y respuestas, y una pesada carga de secretos en la atmósfera que nos introdujo en nuestra relación. Como un buen chico, me vestí. Ella también lo hizo y me puso en la cama, me dio un beso de buenas noches y volvió a la sala a seguir estudiando mientras yo quede placenteramente dormido. Estaba contento. No eran las nuevas sensaciones físicas las que me dejaron así, era como una nueva serenidad, un sentimiento de acercamiento a la única persona en el mundo en quien podía confiar. Ese fue el comienzo. No pase mucho tiempo pensando acerca de los detalles, no era tan 'viejo' como para vivir en constante anticipación del próximo evento. Solo sé que sentía un profundo cariño por Alicia. Era consiente en ese momento de la aprehensión y tensión que había en ella. Ella no tenia porque preocuparse; desde luego, nunca le contaría a nadie nuestro secreto, nunca estuve tentado a hacerlo. Ese era nuestro secreto, un remanso entre la frialdad y la inconstancia del mundo exterior. Bajo ninguna circunstancia haría algo para lastimar a Alicia, o traerle algún problema del cual yo pudiera mantenerla alejada. Inconscientemente, nosotros habíamos firmado un pacto. Creo que Alicia, al igual que yo, lo hacia por curiosidad al principio. Y parece que mi sorpresa y el placer de nuestra intimidad se equipara únicamente a su sorpresa y placer con mi entusiasmo y cooperación. Pero nunca mencionábamos nuestro secreto uno al otro en las visitas que ella hacia a mi madre o cuando nos encontrábamos en la vereda y nos saludábamos al pasar o en nuestro camino a la escuela a la mañana siguiente. Varias semanas mas tarde, unos días después de la Navidad, la ciudad estaba abnegada por una pesada nieve invernal, algo que las ciudades del sur raramente experimentaban. La ciudad entera sabia el tiempo que se avecindaba, y mi madre tenia una cita para ir a un baile en una de esas fantásticas salas de baile de los hoteles que eran tan populares en los años '50. Era un viernes a la tarde. Alicia oscureció el dormitorio y se sentó a mi lado, mirando la nieve a través de la ventana. La cama estaba en la posición usual en el pequeño cuarto, longitudinalmente contra la pared próxima a la ventana doble. Inclinados sobre el alféizar de la ventana hablábamos y mirábamos la nieve caer. No recuerdo acerca de que hablábamos, pero ella me contaba una historia acerca de algo y asombrado le dije, "De veras?", y ella me dijo, "Si, realmente sucedió así.", chille nuevamente "De verdad?.", y ella abrió sus grandes ojos para respaldar su historia y dijo, "Si, de verdad!", y ambos terminamos riendo. No tengo idea acerca de que hablábamos, pero recuerdo perfectamente la esencia del momento placentero, confiado y cálido. Ella apoyo su cara en la mano sobre el alféizar de la ventana, y yo hice lo mismo. Dijo en tono muy bajo, "Escucha. Quédate muy, muy quieto, y escucha." "Bueno." Dije a los gritos, sonriendo. "Shh!." Dijo, y nos reímos nuevamente, y entonces nos sentamos. Murmure. "Hay mucha nieve, pero esta todo muy tranquilo." "No," Murmuro. "Puedes oír como cae la nieve. Escucha." Estabamos perfectamente suspendidos en el tiempo. Afuera la nieve cubría todo el barrio con un grueso manto blanco de nieve. La nieve caía con una lentitud perezosa, pero era tan densa, que los edificios de ladrillos rojos parecieran moles grises. Y había oscurecido completamente el contorno de acceso a la carretera detrás de nuestro edificio. Me acerque mas a la ventana para poder escuchar. Después de un corto tiempo podía escuchar el amortiguado batir, apenas audible del caer de la nieve. "La escuchas?." Pregunto "Siii." "No me engañarías verdad?. Realmente la escuchas?" "Siii." Respondí fascinado. "Puedo escucharla." Nos inclinamos aun más sobre nuestras barbillas y seguimos escuchando. Me volví hacia ella excitado por esta revelación de escuchar los copos de nieve caer, pero cuando mis ojos se encontraron con los de ella me derretí sin aliento. Me encontré con una mirada cálida, afectuosa y cautivantemente tierna. Todo lo que pude hacer ante esa mirada en sus ojos fue mirarla desválidamente hasta que, avergonzado sorprendido de mis sentimientos, hice un gesto cómico con mi cara, que nos hizo reír a los dos. Ella arrugo su nariz. "Y eso es todo?." Dijo. Entonces salto de la cama. "Es hora del baño!." Y los dos juntos nos encaminamos a el. Cuando llegamos al baño ella se quito la bombacha, el corpiño y se dejo la enagua puesta, con el paquete de polvo de burbujas en su mano, comenzó a esparcirlo en la bañera. Salte dentro de ella y comencé a salpicar para hacer la usual montaña de burbujas hasta mi nariz. No me percate hasta poco después que ella estaba parada observándome por un tiempo antes colgar su pollera y su blusa en el gancho de la puerta del baño. Se quito su enagua y se arrodillo junto a la bañera totalmente desnuda. Luego de mi baño salí de la bañera y me seque. Nuevamente luego de una larga vacilación, ella puso sus dedos en mi pene. Volviendo atrás en mi memoria, recuerdo que estaba parado y miraba como ella jugaba conmigo. Tuve una erección, sentía un cosquilleo en mi estomago. La mire y parpadee, y sus ojos se encontraron con los míos con una amplia mirada de reconocimiento, satisfacción y placer. "Que buenooo!" Murmure. "Sí? Te gusta mucho esto?" Le dije que si, y hubo algo que hizo que moviera mi pelvis ligeramente (un movimiento totalmente inconsciente hacia sus dedos, la fuente de mi placer), lo cual hizo que ella me mirase nuevamente con sorpresa y un tipo extraño de regocijo. Los dos parecíamos urgidos por alguna extraña razón, que nos impulsaba a hacer gestos y a decir las palabras que nos decíamos. Mientras ella seguía masajeando mi pene, mirábamos como se endurecía y sacudía. Ella dijo que si nos sentábamos en la bañera como la otra vez estaríamos más cómodos. Así lo hicimos y ambos mirábamos como ella bombeaba suavemente mi pene hasta mi erección. Puse mi mano en sus tetitas, y acaricie su pezón, y cambiamos sonrisas de complicidad mientras lo apretaba suavemente. Ella estaba asombrada como mi órgano de 'niño' podía crecer tanto y engordar de esa manera. Rápidamente mi pene estuvo totalmente duro y ella se río lascivamente y le devolví la risa. Estas miradas y los contactos simultáneos ocurrían tan frecuentemente que parece que nunca cesaron. Eran otra parte integral de nuestra comunicación. Eran parte continua de nuestra retroalimentacion y lo que nos mantenía unidos. A menudo reemplazaban miles de palabras que podían ser usadas para describir un sentimiento o un instante de nuestra relación. Esto empezó a suceder desde el comienzo de nuestra relación. Por supuesto, no llegue a gozar. El incidente termino rápido y volvimos al dormitorio. Continuamos viendo como caía la nieve desde la ventana por un largo rato. Me incline soñoliento sobre el alféizar de la ventana y escuche su mágica voz. Hablaba sobre algo acerca de la escuela y lo que iba a hacer. De pronto fui superado por la paz lánguida de estar con ella, totalmente ausente de la relación con mi madre y el mundo. Cuando abrí mis ojos era el Sábado por la mañana. Mi madre estaba de regreso en casa molestando y Alicia se había ido. Varios meses siguieron su curso, y junto con ellos mi séptimo cumpleaños. Era mayo del '49, y varios encuentros mas se sucedieron. Para ese entonces, ya salía solo de la bañera y Alicia arrodillándose y esperando a que yo le dijera "Hazlo." Ella me colocaba en el borde de la bañera y comenzaba a masturbarme hasta que lograba mi erección, la que había aprendido a mantener cada vez por periodos mas prolongados. No tengo claro en mi memoria lo que sentía físicamente en esos momentos, pero si recuerdo a nosotros tratando de lograr que cada vez fuese mejor. Alicia se maravillaba con mis respuestas a sus toques. "Como me gusta sentirla latir", decía ella, y rápidamente descubrió que mi pene se ponía mas duro con los primeros intentos de usar su boca y su lengua en el. Constantemente hablábamos sobre lo que nos gustaba y como hacerlo. Su truco favorito era meter mi pene enteramente en su boca, mi pene extendido dentro del canal estrecho de su garganta, y suavemente cerrar su boca sobre mi pene, de esa manera ella podía sentir como mi pene palpitaba contra su lengua. Yo era demasiado joven para tener un verdadero orgasmo, pero nunca tuve sentimientos de frustración por eso. No estaba particularmente ansioso acerca de cuando ella vendría nuevamente a cuidarme. Los aspectos de nuestra relación que penosamente extrañaba cuando estabamos separados por un largo periodo, eran nuestro

estaba particularmente ansioso acerca de cuando ella vendría nuevamente a cuidarme. Los aspectos de nuestra relación que penosamente extrañaba cuando estabamos separados por un largo periodo, eran nuestro afecto de uno para con el otro y el simple 'derecho' de estar con ella y escuchar su arruyante voz y la suave risa aniñada. Hubo algo durante el verano que cambio nuestra rutina del baño. Fue el cuarto o quinto episodio. Salí de la bañera y me pare con mi pene erecto y haciendo movimientos obscenos para que ella juegue conmigo, cosa que por supuesto hizo. Ambos mostrábamos nuestra felicidad y cuchicheábamos en nuestra picara manera mientras ella me masturbaba, entonces ella soltó su corpiño y pude hacer pequeños círculos alrededor de sus pezones. Observaba sus dedos sobre mi pene y murmure, "Cosquillea." "Quieres que lo haga más rápido o más despacio?." "Despacio." "Así esta bien?. Cariño." "Sí." "De esa manera?" "Si... se siente 'asqueroso'" "Quieres decir mejor, eso es lo que significa 'asqueroso'" "Siii. Se siente muy bien." Ella dijo, "Eso es lo que dirían los adultos, cariño, ellos dicen si te gusta es porque es asqueroso." Y agrego tristemente, "ellos siempre piensan que cualquier cosa que se disfruta es horrible." Realmente no entiendo. La gente ya tiene suficiente tristeza y dolor para agregar más. Era un concepto que mencionábamos a menudo. Parecía algo que a ella la aterrorizaba a menudo; de vez en cuando ella interrumpía todo, me miraba desconsolada y me abrazaba muy fuerte. Esa fue una de las primeras ocasiones. Después le seguirían otras. Pero esa noche fue la primera vez que sucedió. Ella me dijo, "Aprieta mi pezón solo un poco, suavemente, de la misma manera que yo aprieto tu pene... humn... que bien se siente. Me gusta mucho cuando me aprietas y me rozas el pezón." Pase suavemente la yema de mis dedos por sus pezones y ella cerro sus ojos soñadoramente. "Humn... humn... si... si... así mi amor, lo haces tan bien..." Me sorprendió la reacción de sus pezones. "Están duros." Dije "Te duele cuando están duros?." "No, amor, significa que me siento bien. Así como cuando tú la tienes dura te sientes bien." Jugamos y cuchicheamos por un rato. Entonces Alicia paro. Abruptamente y completamente, ella bajo sus manos y paro todo. Se sentó con las piernas plegadas sobre el piso y puso sus manos sobre la cara. Ella hizo eso por pocos segundos levanto su mirada hacia mi solo porque yo me había agachado cerca de ella. Vi que ella se entristeció repentinamente, se volvió hacia mí con una mirada de dolor y tristeza en su cara. Hablo suave y melancólicamente, y lo mejor que puedo recordar, fue que dijo: "Tu sabes quien eres? Eres el mas despierto, el más hermoso, el más adorable muchacho en el mundo. Sabes eso? Cariño. Pero vas a crecer". Ella paro y me retuvo mas cerca de su cara, hasta que nuestras frentes se tocaron. "Vas a crecer en un mundo muy extraño, sin padre, como yo. Y una mama que no puede vivir para otra cosa que no sea morir e ir con Dios. Oh... por favor Speedy, no crezcas así. Me oyes?. No crezcas con miedo, sospechas y una mente estrecha. Estoy segura que cuando crezcas serás bueno, dulce, inteligente y sensitivo, pero te sentirás como si estuvieras en el infierno, porque eres confiable y sexy y.. los otros no toleran mucho eso, todo es malo para ellos y ellos siempre dirán que eres diferente y..." Debe haber sido la confusión en mi cara lo que hizo que parase. Estoy seguro que fue eso. No recuerdo todas sus palabras exactamente, pero sé que en ese momento sus palabras tenían sentido solo parcialmente. Ella beso mi nariz. El episodio finalizo rápidamente cuando ella se paro y dijo, "Vamos, cariñito. Hora de ir a la cama." Me condujo al dormitorio y salte sobre el colchón, como lo hacia siempre, y espere que ella apagara la luz y acomodara mi almohada, como siempre lo hacia. Pero esta vez ella se paro muy sosegadamente en la oscuridad cerca del borde de la cama. Se quito el corpiño y la bombacha. La había visto desnuda demasiadas veces, pero ahora era totalmente desnuda. Recuerdo como ella lucia, sus ojos verdes y su cabello castaño rizado reflejaban la luz de la luna. Era delgada pero no flaca, ligeramente rellenos sus muslos para terminar en unas piernas delicadas. Tenia senos normales, con los pezones levemente rosados, que tenían la misma apariencia de la aureola que los rodeaba. Alicia tenia 16 años entonces. Su montículo era pequeño, pero se destacaba a causa de la suave ondulación de sus caderas y su vientre liso y el espacio entre sus muslos delgados. Tenia un pequeño, ligero mechón de pelo castaño alrededor del grueso labio de su vagina. No necesito decir, que no sabia para que eran muchas de esas partes de su cuerpo. Recuerdo que ver su desnudez por primera vez fue más placentero y apaciguador que la excitación que sentía cuando estabamos en el baño. Su cuerpo me impresiono de tal manera que siempre pense que ese debía ser el cuerpo ideal que una mujer debía tener. Para mí la excitación estaba radicaba en el hecho de haberme permitido ver la Alicia secreta que ningún otro podía ver. "Ven aquí, amorcito." Me insto dulcemente. "Al borde de la cama." Me arrodille en el borde de la cama junto a ella. Se sonrío y tirando sus hombros hacia atrás, levanto un seno con su mano izquierda, mientras con la otra mano tomo mi pescuezo por atrás, acercando mi cara a su seno. En la oscuridad susurro, "Chúpame... mi... tetita... amor." Esa noche cuidadosamente y gentilmente me introdujo al resto de su cuerpo mientras permanecía parada al borde de la cama. Todavía recuerdo como me enseño a chupar sus tetitas de la manera correcta, cosa que disfrute inmensamente. Ella susurro, "pon tu lengua en mi pezón y apretalo con tus labios... Mmn hmn, lo estas haciendo muy bien... Oh... eres tan sensitivo como me gusta, amor... ahí, justo ahí... chupa... chupa, exactamente así." Cuando le mamaba y pellizcaba el pezón la escuchaba tragar saliva fuertemente, uno de los varios indicios de que había alcanzado un pico y estaba próxima a otro nivel de los nuevos y prohibidos placeres. Tiernamente me observaba 'lactar' y lamer de un seno a otro y me pregunto si esto me gustaba, con mi habitual diligencia le conteste que si, que me gustaba muchisimo y si lo estaba haciendo bien y si ella lo estaba disfrutando. Ella respondió que si, que siempre hacia las cosas correctas y de la manera que a ella le daban placer. Esto ocurrió por un largo rato en una oscuridad sensual. Lo que más recuerdo fue haberle dado puro placer físico. Ella parecía un caso clínico al principio, parecía examinar sus propios sentimientos y reacciones mas que cualquier otra cosa. Mientras estaba parada disfrutando como mamaba sus senos, tomo una de mis manos y la llevo a su vagina y me dijo que en poco tiempo mas estaría muy húmeda y sensible ahí pero que aun no lo estaba y después que lo estuviera quería que la toque, para sentir como era su vagina cuando estaba mojada. Ella se acostó en la cama y yo a su lado, acunado sobre su lado izquierdo, chupando sus tetitas. Ella encontró mis bolas y comenzó a rascarlas con sus uñas. Hizo esto por un rato, dándome un cosquilleo erótico que me hizo abrir las piernas para que ella las pudiera acariciar mejor. Después su mano mimaba suavemente mi pene, su mano caliente alrededor del tronco subía y baja en rítmico compás, y su dedo hacia círculos alrededor de la cabeza. Su voz era maternal, mullida como el algodón, mágica en la oscuridad, conjuntamente con su piel lechosa y sus pezones y su profunda respiración: "Quieres que te mame la leche, amor?." Asentí con mi cabeza, dando a sus senos los mordiscos que le gustaban y que hacían latir sus brazos. Había escuchado el termino 'leche' antes, pero no sabia lo que ella quería decir con mamar la 'leche'. Luego esas dos palabras fueron mis favoritas cuando despertaba. Yo era un poco más 'viejo' entonces, estaba cerca de los 8 y tal vez algunas hormonas comenzaban a hacer su trabajo: un fuerte desvanecimiento sexual había encontrado su camino en mis respuestas. Y nuevas palabras habían encontrado su camino en nuestro universo. Ella las agregaba continuamente, como si su naturaleza prohibida endulzase aun más nuestro inusual comportamiento. Lo que sucedía ahora era menos intelectual y más emocional, y claramente sexual. El placer que acompañaba mi erección lograda rápidamente por Alicia, fue mostrándome que un pene puede ser desde luego, cálidamente, voluptuosamente y amorosamente ordeñado. Ella seguía susurrando mientras buscaba nuevas forma de tocar y bombear a diferentes velocidades y ángulos de movimiento. Ella aprendió que me gustaba una intensidad gradualmente ascendente, y disfrutaba demorando en una meseta sensual por largos intervalos antes de acabar. Esa fue una técnica que aprendí rápido para sorprenderla. Entonces un nuevo giro se introdujo, aparentemente sin la intervención o sugerencia por parte de ella, de la misma manera que los nuevos placeres se hacían siempre presentes cuando estabamos juntos. Sin ser requerido, sentí que era tiempo de devolverle las delicias que ella me había brindado. Había sentido ganas de hacerlo por algún tiempo; pero no haberla visto antes desnuda, y no tener un mapa de su cuerpo para mi inspiración. Como y porque realice esas cosas esa noche esta mas allá de mi entender y probablemente mas allá del de Alicia también. Nadie me había explicado la anatomía de una mujer antes. Senos y el pelo largo eran las únicas partes conocidas por mí hasta esa noche, excepto por la sencilla explicación de Alicia acerca de donde vienen los niños y su temprana revelación de cómo el lugar entre sus piernas su humedecería cuando yo lo tocase. De algún modo paso por mi mente que el centro absoluto de placer de Alicia seria justo ahí entre sus piernas, como lo era el mío. Me levante un poco, tratando de dejar mis brazos y manos libres, y esto permitirme cariñosamente poner mi cara en su cuello, besando su garganta y saboreando y sintiendo la esencia de su piel ahí. "Oh. Dulce." Suspiro. Estaba emocionado que ella lo hubiera disfrutado. Entonces comencé a descender por su pecho y estomago hasta su ombligo, y entonces a través de la cima y dentro de sus muslos. Sentí la necesidad de ir despacio como ella lo hacia conmigo. En realidad no estaba muy seguro de lo que debía hacer o donde debía ir. Gradualmente deslice mis manos en círculos aquí y allá hasta que encontré sus pelos púbicos. Ella no se movió, pero su respiración se paro. La acción de su mano descendió hasta mi pene. Me maraville con la forma y textura de su monte. Firme y redondeado lo suficiente como para cubrirlo con la palma de mi mano; el pelo de su pubis sedoso y los rulos que se entrelazaban con mis dedos. Mis dedos descendieron y encontraron sus pliegues húmedos; su mano inmóvil dio un apretón en mi pene. Sus ojos estaban cerrados. Parecía estar concentrada enteramente en lo que yo estaba haciendo. No decía nada. Ciegamente y con un cuidado extremo, exploraba su humedad. Su carne parecía extremadamente delicada. La oí contener su respiración cuando mi dedo encontró el camino entre los labios húmedos e hinchados de su vagina. Su mano permaneció firma en mi pene, mientras que la otra mano seguía acunándome. Fui rápido al encontrar el lugar y los movimientos que le daban placer, aunque desde mi posición ventajosa sobre sus pechos podía ver muy poco de su humedad mas allá del tímido pelo púbico que cubría su monte. Sus muslos se abrían y levantaban, lentamente, paso a paso y a razón de dos o tres centímetros cada vez, hasta que sus rodillas estaban ligeramente sobre sus piernas y hacia fuera abriendo sus desnudos secretos a mi mano. Cuidadosamente mis dedos aprendían a abrir y separar los labios de su vagina, rápidamente encontraron su clítoris. En ese momento dio un suspiro profundo y en un murmullo ronco apenas perceptible "Sí..." Milímetro a milímetro comencé a aprender como era su misterioso clítoris. Sus ojos permanecían cerrados. Su cabeza estaba inclinada hacia atrás en la almohada. No parecía dormida sino en otro mundo. La escuchaba respirar débilmente, y por largos periodos parecía contener la respiración. Es muy posible que ella supiera mucho mas sobre su cuerpo de lo que yo sabia (aunque hoy, sospecho que ella se masturbaba, algo que yo todavía no había descubierto). No me ofreció ninguna instrucción, debía guiarme solo por sus infantiles susurros de "Sí... amor" Y "ahh, así esta bien. Hmn...". Pero rápidamente supe como tocar su clítoris, y sus gruesos labios y sus delgados pétalos interiores como ella quería. En el momento que toque su punto más sensible, ella dio un sorpresivo susurro, "Ahí. Amor." Repetí el ultimo movimiento, y ella dijo nuevamente, "Ese es el punto!... ahí... no pares!" Seguido de mi aprendizaje anterior con sus pechos, aplique una suave presión en eso que parecía un botón, que ella agradeció con un largo "Aaahh" Y un ruidoso sonido salió de su garganta. Sus muslos cayeron a los lados y ella hizo unos movimientos con su cadera sobre el colchón como para dejar mas abierta su vagina para mis dedos. Lo que ella quería era un movimiento lento de mi dedo, alisando gentilmente sus pliegues, desde la base de su vagina hacia arriba. Cuando llegaba a su clítoris, le gustaba que lo tome entre dos dedos y lo moviese suavemente arriba y abajo y a los lados, como a menudo ella hacia con mi pene, con la diferencia que su clítoris era más pequeño. Despacio y ejerciendo presión sobre su clítoris era como le gustaba; aprendí que ella llegaba a la cima de esa manera, entonces deliberadamente con mi dedo medio comenzaba a dibujar círculos alrededor de su clítoris sin tocarlo. Para luego ejercer presión sobre él. Durante todo este tiempo su cara permanecía ligeramente fuera de mi vista, los ojos cerrados, su cabeza hacia atrás para revelar su majestuosa garganta me permitía no solo ver sino escucharla tragar con nervioso placer. Repetí estos movimientos hasta que ella empezó a poner duros sus brazos, sus piernas y luego todo su cuerpo empezó a tensionarse. Baje el ritmo para mantener el nivel de su excitación por un momento, y volví a los pequeños círculos alrededor del clítoris para darle un respiro. Pero cada vez, que volvía a su movimiento preferido lo hacia por intervalos mas prolongados e intervalos más cortos entre uno y otro. No tengo idea de donde estas ideas me vinieron. De vez en cuando su respiración se volvía normal, pero las sacudidas eran cada vez mayores, y su respiración más rápida e irregular.

Hubo otro sorprendente descubrimiento: de vez en cuando mientras Alicia me 'ordeñaba', exprimiendo suave desde la base hasta la punta de mi pene, y apretaba el tronco con dedos suaves y cálidos. En esos bombeos de mi pene, vi que en la punta de la cabeza, había gotas de un liquido transparente. Había una cantidad pequeña, de lo que parecía un liquido pegajoso. No sabia bien de que se trataba, y en ese momento pense que tenia que ir al baño. Lo que más me interesaba era el misterio y la belleza de su crecimiento involucrado con su placer, y mis respuestas a ello. Por supuesto yo no tenia idea que lideraba esa intensidad de sentimientos; yo solo sabia que lo que estaba haciendo a ella la hacia sentir muy, muy bien y que a cada minuto era mejor para ella. Y los minutos desde luego que pasaron. Cuando mire el reloj eran las once, habían pasado dos horas desde el inicio de nuestro juego en la bañera. A medida que Alicia estaba más quieta y tensa, descubrí una variación que le gustaba inmensamente. Con el movimiento favorito de mi dedo a lo largo de su vagina y clítoris, aprendí que si a lo largo de su vagina le metía dentro un dedo hasta la mitad, antes de comenzar el camino ascendente hasta su clítoris, esto le daba mas placer. No hacia esto rápidamente, pero aumente la velocidad y la presión ligeramente, una vez que descubrí que ella disfrutaba mas así. Me asuste con la textura interior de su increíblemente cálida abertura y la manera en que apretaba mi dedo a medida que entraba. Cada entrada dentro de su vagina estaba cada vez más húmeda. Entonces ella comenzó rápidamente a llegar a su clímax. Me tenia acunado con su brazo izquierdo, pero este ahora estaba detrás de su cabeza. Su otra mano, con la que estaba 'ordeñándome', la llevo a los labios de su vagina en un puño tan tenso que sus nudillos estaban blancos. Su cabeza hacia atrás y su cuello rígido. Como siempre hizo cuando su excitación aumentaba intolerablemente, retuvo el aliento, dejándolo salir en un delicado jadeo para luego retenerlo nuevamente. Entonces sentí su clítoris magnifico; el calor de su vulva húmeda subió dramáticamente. Sus rodillas cayeron mas abiertas aun, estirando sus muslos y arqueando su pubis en mi mano; observaba esto con una total fascinación. El recuerdo de sus muslos abiertos, y las caderas ligeramente levantadas como ella tenia en ese momento, la inmersión total en el placer continuo, después de todos estos años, me ha servido para clarificar y redefinir el verdadero significado de la palabra 'desnuda'. Y rápidamente, eléctricamente, vino una serie de jadeos rápidos y temblorosos, que pararon cuando ella tomo el ultimo trago de aire, retuvo el aliento justo antes de proferir un ultimo frenético y desesperado deseo: "Oh... no pares!." Ciertamente no iba a parar, irresistiblemente animado como estaba por darle un placer tan intenso. Ella empezó a temblar, en cortos espasmos en su vientre en su cintura y hasta sus brazos. Ella gimió, y hundió su cabeza en la almohada. Entonces quedo totalmente inmóvil, de la cabeza hasta los dedos del pie, retuvo el aliento nuevamente. Su clítoris estaba enorme. Un tendón temblaba en sus muslos interiores. Pense que un movimiento lento prolongaría su éxtasis y así lo hice. Sus caderas se balancearon e hicieron un movimiento circular contra mi mano, y se endureció, rígida, y permaneció rígida por una alarmante cantidad de tiempo, con su floreciente centro de excitación humedeciendo mis dedos - hasta que al final y repentinamente comenzó a relajarse. Primero sus caderas dieron tres o cuatro ondulaciones, su cuello se suavizo, entonces respiro fuerte y profundo y su cabeza se inclino al otro lado de su hombro. En cuanto ella comenzó a respirar normalmente pero profunda y temblorosamente, pare el movimiento de mis dedos y solo mantuve la presión, sobre su todavía endurecido, clítoris. Su gozo había empapado mi mano. Sus ojos se abrieron. Parpadeo y jadeo, respirando y asombrada pregunto. "Dónde aprendiste a hacer eso?." Me encogí de hombros. "Pense que era eso lo que querías." "Quiere decir que nunca antes lo hiciste?." Empalidecí. "Lo hice mal?." "Oh. Mi dulce bebe," Murmuro casi gritando. De hecho se incorporo en la cama y me abrazo fuertemente. "Oh... mi bombón." Grito en mi oreja. Ella grito por varios minutos, pero suavemente, en delicadas exhalaciones (Alicia siempre fue una persona muy calma, muy femenina, era elegante hasta para gritar. Nunca pude olvidar ese detalle). Por unos instantes me retuvo arrullándome y frotando mi espalda, y sollozando. Se incorporo tomo un pañuelo de la mesa de noche, sonó su nariz y secando sus lagrimas. Dijo, casi para sí misma, "Estamos yendo directo al infierno!." "Alicia?. Lo hice correctamente?." Pregunte nuevamente, interesado. Cuando se sentó nuevamente me acuno una vez mas y dijo, "Sí muy bien". "Perfectamente lo has hecho." Y puso su mano en mi pene nuevamente y comenzó a moverlo hacia arriba y abajo. "Fue muy bueno?" Pregunte. "Speedy... fue deliciosamente indecente." Esa era una de nuestras frases preferidas (y quizás la más significativa), conjuntamente con todas las otras que usábamos para excitarnos. Aunque estudiosa y concienzuda y pulida, Alicia usaba un vocabulario limitado y grosero cuando estaba desnuda. Le daba a las palabras una connotación lujuriosa. Parecía saber como y cuando usar la palabra exacta. Pronto aprendí a hacer lo mismo. Poco tiempo después aprendí el significado de ellas. Ella comenzó a masajearme nuevamente y a acunarme mientras miraba profundamente a mis ojos, me explico que ella no solo había tenido sexo con una parte de su cuerpo. Lo había hecho con su cara, sus ojos, sus palabras, su respiración, sus movimientos, con cada parte. Me explico que ella había 'gozado', una palabra que pronuncio con un deletreo lascivo, lo que hizo que la respuesta a sus masajes sea rápida, mi pene estaba duro nuevamente, aunque la palabra 'gozado' era un poco abstracta para mí en ese momento, ella pronto abandono la intención de describirlo. En todo caso yo estaba contento de haberle dado esa 'gratificación intensa' a la que ella hacia referencia. Le describí lo que yo había sentido en ese momento, lo que había escuchado, sentido, visto, oído, y todo lo que había pasado hasta que ella había 'gozado', sus ojos relampaguearon sexualmente y lascivamente mientras escuchaba mis palabras. Estabamos cansados, pero con las palabras y las miradas prolongamos la excitación sexual como si estuviéramos en las nubes por un largo rato. Ella trato de demostrarme como era 'gozar' masturbándome brevemente. Ambos supimos rápidamente que no sucedería (no podía) conmigo todavía. Pero estar cerca de ella era tan satisfactorio para mí como si hubiera 'gozado'. En cuanto comencé a quedarme dormido, ella salió de la cama, y empezó a vestirse. Mi madre llegaría pronto de su cita. Ella se puso su pollera, paro se acerco a la cama, me dio un beso en la nariz y un fuerte abrazo. Mientras ella se vestía yo estaba dormitando. Gire sobre mi lado, acomode la cabeza en la almohada, miraba la luz de la luna caer sobre el alféizar de la ventana a unos pasos de mí. Me sentía excepcionalmente en paz y cuidado. Sentía que lo mejor era haber sido capaz de darle ese espectacular placer. Sentía que los demonios que hay en nosotros habían tomado su lugar y habían jugado, reído, cantado, compartido, y de alguna manera esa noche habían dado rienda suelta a sus instintos. Me sentía como un ángel ahora. Me preguntaba como podía ser verdad, había escuchado en la escuela, que los ángeles viajaban de un mundo a otro a través de los rayos de la luna. Trataba de imaginar cuan pequeños serian los ángeles para poder deslizarse a través de los rayos que ahora daban sobra el alféizar. Imaginaba como seria viajar de un mundo a otro en los rayos de luna que daban sobre el cuerpo desnudo de Alicia cuando ella estaba 'gozando', o en los rayos de luna sobre sus pezones duros. Alicia se vistió silenciosamente. La suave curva de su espalda y sus tersos muslos susurraban bajo sus ropas. Sus brazos y manos susurraban a medida que abotonaba los botones de su camisa. Su respiración era un susurro, todavía un poco tembloroso después de haber 'gozado'. Siempre recuerdo esos sonidos cuando veo la luz de la luna a través de una ventana. Los escucho en mis sueños. Recuerdo esa noche como la noche que abrimos y pasamos una puerta que pronto se cerro detrás nuestro, no teniendo salida. Me quede profundamente dormido.

Capitulo Dos Había caminado bajo la nieve toda la tarde, recorrí buena parte de Unión Square en Manhattan. Parecía que la maldita nieve no iba a parar nunca. Hice varias paradas por algunos bares de la ciudad a tomar unos whiskys que me quitaran el frío, que a esta altura ya me llegaba hasta los huesos. Ya eran casi las seis de la tarde y cada vez se hacia más difícil tomar un taxi. Era el maldito horario en que todos los choferes cambian el turno y no aceptan pasajeros a menos que uno vaya en dirección al garaje donde cambian de chofer (la próxima vez voy tener la prudencia de alquilar un departamento por la zona). Cada vez que paraba un taxi y le pedía que me lleve a Brooklyn salían disparados como si hubieran visto el diablo, algunos de ellos hasta llegaron a maldecirme. Estaba en la calle 21 y la Segunda Avenida, a pocas cuadras del parque Gramercy, tenia tres opciones, caminar hasta la Calle 23 y Park Avenue unas cinco manzanas para tomar el metro, o ir hasta la Primera Avenida y la Calle 23 para tomar el ómnibus, o buscar un bar y esperar que pase la hora fatal de New York. Me decidí por esto ultimo. Mire alrededor y a unos cincuenta metros sobre la Calle 21 vi el cartel de un bar, camine hasta él y entre. La atmósfera dentro del bar estaba cargada de humo, era un lugar pequeño, con una barra larga donde había mas gente de la que podía albergar, al fondo había una maquina de expender cigarrillos y un teléfono publico. Me dirigí hacia el fondo y acercándome a la barra pedí un J&B. La mujer que atendía la barra parecía un mal sueño. Tenia tanto maquillaje en la cara y de tantos colores que parecía una mascara. La música estaba en un volumen que hacia que todos en la barra gritasen para entenderse, de hecho tres veces tuve que repetir mi pedido porque la mujer no escuchaba, o tal vez era sorda y por eso la música estaba a ese volumen. Sin duda, por la edad esta mujer había estado presente cuando Peter Minuit compro la isla por 24 dólares. Seguramente ella era una de las que firmo como testigo. Nota al pie Me acomode como pude y empece a beber mi whisky, tenia por lo menos dos horas al frente, así que me arme de paciencia y me dispuse a beberme las dos horas que tenia por delante. No paso mucho tiempo hasta que me sentí fuera de lugar en ese ambiente, después del segundo whisky me acerque a la mujer y le pregunte si podía conseguirme un auto para llevarme a Brooklyn. No entendí lo que la mujer dijo, pero señalo hacia el teléfono publico que estaba al lado de la puerta del baño, así que una de dos, ó me había mandado a cagar, o que llame por teléfono. Me incline por lo ultimo. Me dirigí al teléfono y encontré unas cuantas tarjetas de compañías de autos, elegí la primera y llamé, al cabo de un momento una voz con acento extranjero se escucho del otro lado del auricular. "Servicio de autos" Dijo la voz. "Por favor podría mandar un auto a la Calle 21 entre la Segunda y Tercera Avenida" Le dije. "¿Adónde se dirige?" Pregunto. "Al 210 de la Avenida Atlantic, en Brooklyn." Le respondí. "En cinco minutos esta ahí." Dijo y colgó. Ni tiempo a darle las gracias me dio. Salí a la calle a esperar el auto. A los pocos minutos apareció un vetusto Lincoln, color blanco, con un chofer que parecía turco. Cuando subí le indique que vaya a la Avenida Atlantic en Brooklyn. El tapizado estaba sano y limpio, algo poco usual en ese tipo de autos de servicio. Le dije que prefería ir por el Puente de Brooklyn, de esa manera salíamos a la Avenida Adam Smith y a dos cuadras a la izquierda estaba el Docker's Pub donde seguramente Kristen me estaría esperando para servirme el whisky y las hamburguesas. Hay algo que me gusta de este tipo de servicio, los autos son más cómodos y el precio es mas bajo. Parece mentira que los taxis Neoyorquinos con el tamaño que tienen sean tan incómodos. Mientras pensaba en esto íbamos atravesando el puente. Me gustaba cruzar por ese puente mucho más que por cualquiera de los otros, era un puente con historias. Me gustan las cosas con historia, tienen un valor especial para mí. Me recline en el asiento y cerré los ojos, recordé la historia de Sebastián: Poco antes de mi noveno cumpleaños mi abuela y mi tía abuela Francisca me compraron un traje nuevo color marrón oscuro y zapatos nuevos para mi ceremonia de Confirmación en la Iglesia de la Escuela Católica de Santa María. Era un domingo oscuro y nublado afuera; pero adentro estaba iluminado, el alto cielo Gótico, cientos de velas en los bancos daban una gloriosa calidez sobre cada uno en la iglesia. Mama y tía Francisca y la madre de mí fallecido padre, abuela Rosa, me llevaron hasta la entrada principal y esperaron en la vereda que tía Francisca estacionase el Buick detrás de la iglesia. Me quede parado observándome a mí mismo, con mi inmaculado traje, los zapatos nuevos brillantes, mi cabello con una sustancial porción de perfumada gomina. Me pregunte si era realmente yo el que estaba dentro de ese disfraz. Doble el brazo y unas arrugas aparecieron en la manga de mi saco, pero al enderezar el brazo nuevamente desaparecieron, dejando parecer mi brazo como un caño. Vestía una ajustada camisa blanca con pechera almidonada que mi tía había elegido. La corbata y el cuello grueso me molestaban en la garganta. Me sentía fuera de lugar, como emocionalmente de una ceremonia inconclusa, que bien podría haber sido el funeral de un perro cualquiera. Subí los escalones de mármol y entre en el vestíbulo, un imponente salón de oscuros paneles, donde estaba con otros chicos en medio de una bulliciosa algarabía. Las niñas revoloteando y chillando como gorriones, alineadas del otro lado del vestíbulo, en sus esponjosos vestidos de comunión y zapatos blancos. Enseguida aparecieron las monjas en sus almidonados hábitos blancos, haciéndonos callar. Caminaron entre nosotros con el gesto adusto y dieron un cabeceo de aprobación. Sus pisadas sobre el piso encerado de madera eran paralizantes, como las de mi maestro, la Hermana María José, la más adusta y temida de todas las monjas, irrumpió en el vestíbulo. Su expresión imperiosa, y los largos pasos le daban un aire de comandante. Se paro exactamente en el medio del largo y estrecho vestíbulo, sus brazos plegados firmemente antes de ocultarlos dentro de las amplias mangas de su habito. A medida que sus ojos pasaban su mirada sobre cada uno de nosotros, sus delgados labios hacían un gesto de aprobación. De pronto todo la iglesia se hizo eco del sonoro estornudo de unos de los niños, que fue rápidamente seguido del eco de cuatro monjas con un brusco y agudo "Shh!". La Hermana María José, comenzó su anuncio en su manera usual, con su cabeza erguida y una larga y profunda inhalación. "Niños." Dijo, "ustedes están a punto de convertirse en soldados de nuestro Señor Jesucristo." Hizo una pausa. "Como participantes de la Sagrada Ceremonia de Confirmación hoy, ustedes recibirán un escapulario con la imagen de su Santo Patrono." Otra pausa. "Usarán ese Escapulario todo el tiempo. Es su protección contra los peligros y tentaciones en su pugna contra Satán. Muchos sagrados mártires de la Iglesia prefirieron la pena de muerte antes de perder la posesión de la sagrada imagen que ustedes recibirán hoy." Pausa. "Ustedes son afortunados y honrados que vuestros escapularios sean bendecidos por Monseñor Kearny, de la escuela del Sagrado Corazón. Él nos ha honrado con su visita y acepto dar la bendición y el sermón de hoy." Pausa. "Ahora todos irán a sus asientos en silencio." Pausa. "Espero se comporten como niños de Cristo, como les fue enseñado en sus ensayos. No se olviden de arrodillarse y pararse debidamente durante la Santa Misa. Y recuerden que en todo momento Monseñor los esta observando. Y ahora ustedes lo harán sentir orgulloso de todos y cada uno de ustedes." Ella dio una señal a otra monja que estaba en la puerta, quien de un empujón abrió las grandes puertas de madera tallada que conducían al interior. El lugar se lleno con el murmullo de zapatos nuevos y ropas almidonadas a medida que entrábamos en doble fila, primero los muchachos y luego las niñas, y tomamos lugar en los asientos que teníamos asignados en una línea de asientos de madera a la derecha de la Iglesia. Me entremezcle despacio en línea con el estrecho pasillo y pase frente a mi familia, la tía Francisca y Mama sonrieron orgullosas a mi paso, y mi abuela me guiño el ojo. Su obvio placer fracaso en el intento de mejorar mi humor. La única satisfacción que encontraba en la situación era el pesado humo de las velas y el olor de la parafina en el aire, el dulce canto del coro en el ático detrás nuestro. Como esta seria una Santa Misa, sabia que por lo menos tendría el placer de oír a la Hermana Alberta acompañando al coro en los Cantos Gregorianos como requería la solemnidad de la ceremonia. Como de costumbre yo pensaba que la misa avanzaba tortuosamente lenta. Y como de costumbre ocupaba mi tiempo en el estudio de las diferentes estatuas a lo largo de la pared de la Iglesia de Santa María. San Cristóbal: escabroso, un hombre barbudo, musculoso, que se inclinaba pesadamente sobre su persona, y pugnado con su cabeza hacia delante a través de no sé que indefinida tempestad, cargando sobre sus hombros al niño Jesús. San Esteban el Mártir: envuelto en sus harapos, que más tarde supe que eran las ropas usadas por los campesinos Romanos, atado por sus muñecas y tobillos a un poste de madera, con su mirada elevada al cielo, hecho con un sensacional y exacto detalle anatómico. Mi mirada nunca demoraba en caer sobre la imagen de San José, cuyo nombre era el que yo tenia como segundo nombre y quien había sido elegido como el Santo Patrono de mi Confirmación. No tan hercúleo como San Cristóbal, era una figura con largas piernas y larga barba también, sentado en su banco de carpintero, con un martillo en su robusta mano, su otro brazo alrededor del hombro de un joven campesino Jesús, quien estaba absurdamente dependiente a su lado. Estudiaba la cara de San José interminablemente, afanoso por imaginar que se podría sentir al tener un padre con fuertes, cincelados rasgos, y guiadores ojos debajo de espesas cejas. Como se sentiría su barba. Y la Virgen María, pequeña mujer de caderas rellenas, con una simple túnica blanca, con un mantón azul sobre su cabeza y hombros. Su delgada mano derecha se alzaba confiriendo al espectador la bendición con dos dedos, como había visto en las películas hacerlo al Papa Pío XII desde el balcón. En su mano izquierda acunaba un niño semidesnudo, con su cabeza vuelta hacia el espectador con una mirada de divina aprobación que parecía descaradamente impropia para la cara del menor. Siempre mis ojos se fijaban sobre la cara oval y aniñada de María. El escultor había adaptado para ella un par de encantadores y gentiles ojos oscuros. Su expresión era delicada, sabia, perdonadora. No podía comparar la cara de mi madre con la de ella, ni la de mis tías o mi abuela. Pensaba que se sentiría tener una madre así. En muchas maneras su expresión me recordó la que había visto en Alicia. Mis ojos se movieron hacia los pequeños senos de María, y cálidamente recordé los senos de Alicia y como sentía sus pezones en mi lengua. Me pregunte si la mujer que estaba en la estatua se escandalizaría de mi familiaridad ilícita con el gusto real, cálido, de las tetitas al ser besadas. ¿Me ofrecería ella un pezón para mamar?. Estaba totalmente consciente de la naturaleza blasfema de estos pensamientos. A medida que la Misa avanzaba agónicamente, nosotros nos preparábamos para la confesión uno por uno. Agobiado, atravesé las cortinas para entrar en el pequeño confesionario, y hable a través de las cortinas que me separaban del sacerdote al que no podía ver en la oscuridad, pero que reconocí inmediatamente por la bondadosa y acogedora voz franciscana, el Padre Eduardo. Lleno de pesar, me las ingenie para poner voz de penitente. Recite el mismo repertorio de pecados que confesaba siempre y de los que estaba verdaderamente arrepentido: decir cosas malas de mi gorda tía María, que no me gustaba aun después de confesarlo; hablar a espaldas de mi madre, desobedecerla o trastornarla con mi comportamiento; no haber hecho la cama el sábado. Tomar en vano el nombre de Dios cuando estaba furioso con otro chico jugando en el patio trasero, y le pedí a Jesús que corte su lengua y lo envíe al infierno donde seria devorado por enanos viscosos; y por quedarme dormido durante la misa. Descaradamente, no hice mención de preguntarme como serian los senos de la Santa Madre. Ni tampoco hice ninguna mención a los senos de Alicia, o sus muslos o como la había hecho gozar. Descarada y obstinadamente me rehusaba a traicionar nuestra confianza. Del otro lado de la reja, el Padre Eduardo, se inclino y pude ver el cuero marrón de su asiento. Dio sus suspiros acostumbrados y la pregunta usual: "Muy bien, mi niño, ¿es todo lo que tienes para confesar?." "Sí, Padre." "Sabes que debes honrar a tu madre, y que no debes tener malos sentimientos con tu tía, porque ellos te aman y te cuidan de una manera que tu no puedes entender. Y para tu penitencia. Quiero que reces diez Ave Marías y diez Padrenuestros." "Sí Padre." "Y recuerda mantenerte alejado de las tentaciones y los pecados de la avaricia, envidia y la lujuria." "Sí Padre" Y el acostumbrado, ritual de despedida: "Te perdono de tus pecados. Ve en paz, y no vuelvas a pecar." "Gracias, Padre." Salí sin mencionar a Alicia. Esperaba que su bendición, me perdonase también por eso como por los pecados que había confesado. Me parecía que la penitencia estaba un poco fuera de lugar, por no querer a mi tía María. Aparentemente la mitad era por desobedecer a mi madre, pero me parecía mucho el resto solo por no querer a mi tía. Volví a mi asiento, las paredes de la Iglesia de Santa María, retumbaban con la ronca voz, amplificada de Monseñor Kearny. Desde el ornamentado púlpito al frente de la Iglesia, totalmente disgustado, con su voz de barítono anunciador de la fatalidad: "... y sean cautos mis niños, de la naturaleza perversa de los pecados de la carne, pecados que someten vuestras preciosas almas, y son repulsivos a la vista de nuestro Señor." Hizo una pausa. "Para Jesús y su Santa Madre María, los pecados de la carne, son verdaderamente los pecados más ofensivos de todos. A causa de ellos nos arriesgamos al castigo más terrible, quemarnos en el purgatorio por diez mil años, y después de eso caer en las llamas del infierno por toda la eternidad..." Justo delante mío estaba sentada la Hermana María José, asintiendo lentamente con la cabeza cada palabra con las que Monseñor Kearny nos fulminaba. Suspire impacientemente, mis ojos vagaban hasta que cayeron en la estatua de Jesús, horriblemente colgado de una cruz, sobre el centro del altar. Clave mi vista en los clavos sangrientos... No tengo idea de cuanto de esa diatriba absorbí o no, pero conscientemente lo rechazaba, eso no se aplicaba entre lo que Alicia y yo experimentábamos. Encontraba otros aspectos de la vida que tenían mas maldad que eso que estaba escuchando: maldad era la paliza que los chicos de otro vecindario le dieron a uno de nuestro barrio. Maldad era la de aquellos que querían tirar una bomba atómica para matarnos a todos, incluida mi madre y mi tía. Maldad era la de los hombres que pedían comida en las calles. Pero de ninguna manera yo podía asociar la maldad con la imagen de las tetitas de Alicia, o sus piernas abiertas para permitir que mi mano tocase su vagina mojada. Para usar una frase moderna: la ecuación no computaba en mi cerebro. Sin embargo, yo no era un rebelde o anarquista como para no apreciar la majestuosidad del edificio y el interior de la Iglesia de Santa María y la solemnidad de la ceremonia. Los cantos Gregorianos y su cualidad hipnótica, así como el ritual del purpurado Monseñor moviéndose entre la fila de niños piadosamente arrodillados para recibir la cinta con el escapulario en sus cuellos.

Cuando se acerco a mí, estaba propiamente arrodillado y rígido. Detrás mío, mi madre estaba parada con su mano en mi hombro izquierdo como lo requería la ceremonia. Monseñor entonó, "¿Cual es su nombre?." "Esteban," Respondió mi madre. "¿Y quien?." El monseñor entono. "¿Es su santo patrono?." "San José." Respondió ella. Monseñor se dio vuelta y un monaguillo le alcanzo un escapulario - una fina cinta de tela con una pequeña medalla del santo patrón - entonces monseñor la paso por mi cabeza y la dejo en mi cuello. "Esteban, yo te confirmo como soldado del ejercito de Cristo bajo la guía de tu patrón, San José." Fue seguido de un rápido canto en Latín mientras se movía hacia el otro niño en la línea. Aunque yo, insolente y pecador como lo era, tuve que admitir que la autoridad teatral de esta pompa era altamente efectiva. Por supuesto, mis parientes desacostumbradamente me alababan en el camino de regreso, el cual misericordiosamente era a unas pocas cuadras de allí. Mama había arreglado todo para una pequeña comida en casa con mi tía Francisca y la abuela Rosa, quien había comprado ravioles, ensaladas y pan trenzado para la ocasión. La cocina era demasiado pequeña, comimos en la sala comedor en bandejas de aluminio y platos de papel. Yo había tenido que ayunar para asistir a la ceremonia de comunión, y ya era el mediodía bien pasado; me senté en un rincón y comí como un hambriento hombre de las cavernas. "No derrames salsa en tu camisa." Grito mi tía en su usual estado de pánico, y mi madre me saco el saco y me coloco una servilleta en mi ajustado cuello. La servilleta apretaba mucho, pero estaba demasiado hambriento para quejarme. "No comas tan rápido!." Grito mi madre. Le replique llenando mi boca de ravioles hasta que me salían por las comisuras de mis labios. "¡Mira!." Gruño mi tía, levantado sus brazos. "¡Mira lo que él hace!. Porque no obedeces a tu madre." Mi madre me advirtió, "Mejor cuidas ese traje. Alicia pronto estará aquí. Ella quiere verte con él." No comí mas despacio, pero si lo hice cuidadosamente, tratando que la servilleta cubriera lo más posible mi almidonada camisa. Hacia el final del día Alicia todavía no había llegado. Cuando estaba oscureciendo, salí afuera y me acerque a la ventana de su casa, pero no había ninguna luz adentro. De vuelta en casa le pregunte a mi madre que había pasado con Alicia. Mi madre respondió, "Pienso que ella no habrá tenido tiempo. Probablemente este en el hospital con su madre y su tío José. El siempre esta enfermo del estomago, sobre todo cuando llega de altamar." Una vez mas antes de ir a dormir, controle la casa de Alicia pero no había nadie allí. Reluctante volví al dormitorio y me quite mi traje, vistiendo mi pijama para dormir. Mama estaba en su camisón, apagando todas las luces. Yo estaba tendido en la cama, cerca de la ventana y estudiaba la figura de San José en mi escapulario. El retrato había sido hecho al óleo, probablemente en la época Victoriana. El hombre tenia una barba espesa, piadosamente mirando al cielo con una mirada virtuosa. El escapulario en sí mismo era simple, una cinta de tela negra de rayón, el paño del retrato era de una tela similar. La pintura había sido hecha al óleo como el cuadro que una vez nos mostró en la clase la hermana María José, quien lo había encontrado en un libro que ella consideraba la verdadera representación de las llamas del infierno. Ella esgrimió el libro ante los desorbitados ojos de los niños y dijo que eso seria los que nos pasaría si éramos enviados al infierno. Mostró una oscura caverna poblada de reptantes serpientes y diabólicas nubes de humo. Ladrando y observando, perros pelados con dientes de cocodrilo comían a su paso los intestinos, las piernas y brazos de aterradas y aullantes víctimas. Sosteniendo el escapulario delante mío, yo esperaba que sus poderes mágicos me protegieran de ese tipo de hechos. Realmente había hecho un trabajo muy pobre para protejerme de la tentación. No podía imaginar como algo podría mantenerme alejado de mis indecentes intimidades con Alicia en el futuro. La imagen me hizo sentir una lúgubre aprehensión de tener que proteger el escapulario con mi vida. Supongo que seria como la Hermana Angélica del cuarto grado había dicho semanas antes, cuando los Comunistas Chinos invadieron el país y arrestaron a todos los católicos y estrangularon sus niños. Me encontraría usando un escapulario, sin duda un obsequio mortal, y ser sádica y lentamente estrangulado si yo no lo entregaba. Estos mórbidos pensamientos siguieron hasta que mi madre llego a la cama. Luego cuando crecí un poco mas mi madre dormiría en el sofá cama de la sala, pero en esos días dormía en la cama conmigo. Mi lugar era el del lado de la ventana, porque frecuentemente disfrutaba de apoyarme en el alféizar y mirar dentro de la oscuridad antes de caer dormido. Ella dijo buenas noches, dio media vuelta y se durmió. Por un largo rato me quede tendido boca arriba, cavilando en la magnitud de mis responsabilidades como soldado del ejercito de Cristo, con un escapulario oficial que debería usar siempre para confirmar mi identidad. Tarde en la noche me desperté y me encontré solo en la cama. Sentía que algo se movía debajo mío, me arrodille y mire dentro de las sabanas. Horrorizado, vi docenas y cientos de cucarachas negras enormes corriendo en todas direcciones. Frenéticamente agite el cobertor y hice movimientos con las palmas de mis manos para alejarlas de mí. Ellas seguían viniendo hacia mí, multiplicándose, trepando por todos lados, no podía pararlas... De repente me desperté. Estaba arrodillado en la cama. Mi madre dormía en su lado cerca mío. Moví las manos debajo de las sabanas pero no había cucarachas. Solo las limpias sabanas blancas. Mi corazón estaba agitado. Espere que se calme un poco. El único objeto sobre las sabanas ante mí era el encintado escapulario. Lo levante y lo puse sobre el alféizar de la ventana. Cuando lo hice, mi brazo fue alcanzado por un estrecho rayo de luz de luna. Furtivamente me moví al borde de la cama, y de ahí al piso. Mi corazón todavía estaba agitado con el recuerdo del terror, despacio abrí un poco la cómoda y tome una sabana nueva, que lleve conmigo a la cocina, cuidadosamente mirando hacia atrás, para ver si mi madre aun seguía dormida. Envolviendo la sabana alrededor mío, abrí la puerta trasera y salí reculando hacia fuera. Mire nuevamente atrás, y vi que nadie me seguía. Camine por el patio trasero, claramente iluminado por la luz que provenía de la lampara ubicada varias puertas mas delante de la nuestra. Un grillo cantaba cansadamente. Me moví cerca de la curva de la ruta de acceso a nuestros edificios y mire a través del patio trasero de la casa de Alicia. No se veía ninguna luz. Estaba demasiado oscuro para ver por la ventana de su dormitorio. Me pregunte dónde estaría. Cuando ella volvería?. Mi madre apareció en camisón en la puerta trasera, frotándose soñolienta en la oscuridad sus ojos hinchados. "Speedy? Speedy?." Renuente camine hacia ella, arrastrando mi blanca mortaja a mi paso. "Que estas haciendo aquí afuera en medio de la noche?." Se inclino sobre mí examinándome. "Estas caminado en tus sueños? Ugh? Estas dormido?." Viendo que ella me había provisto de una excusa que yo jamas en mi vida podría inventar por mí mismo, moví la cabeza asintiendo. "Estas dormido?." Pregunto ella nuevamente. Cabecee nuevamente. "Estoy dormido," Dije en la esperanza de que hubiera alguna posibilidad que me creyera. "Bueno entra en la casa. Vamos entra y metete en la cama." Me condujo gentilmente a la cocina, me acaricio la cabeza. "Estas despierto ahora?. Responde estas despierto ahora?." Asentí con la cabeza, y continúe caminando con mi enorme sabana hacia el dormitorio, deje la sabana en el piso y me metí en la cama. Con mi madre de nuevo en la cama, me acosté en la almohada boca arriba y miraba con la vista perdida los rayos de luna que caían sobre la ventana. Irritada mi madre pregunto, "Que fue lo que soñaste" "Cucarachas" Musite. "Que?." "Cucarachas. Las cucarachas del escapulario." "Cucarachas?" Repitió incrédula. "Bueno. Vuelve a dormir. Estas bien ahora?" Asentí varias veces con la cabeza. "Vuelve a dormir, entonces." Ella se dio vuelta y cubrió sus hombros con la sabana. Rápidamente ella estaba respirando profundamente. Yo estaba tendido mirando los rayos de luna, escuchando los ecos de Alicia en el cuarto. La mujer que estaba durmiendo al lado mío, era un extraño objeto que en nada se parecía o sentía igual que Alicia, como para que yo le explicase mi sueño. Observando los rayos de luna y pensando en ella me quede dormido nuevamente. Por varias semanas solo vi a Alicia aquí y allá, mientras ella caminaba por la vereda cuando entraba o salía del barrio. Ella me vio una vez desde lejos y agito su mano y me saludo con una sonrisa. Mientras tanto, parecía que mi madre y mi futuro padrastro habían entrado en un breve receso. Hasta que ella tuvo una nueva cita para la siguiente semana. Pero mi niñera no fue Alicia. De hecho yo tenia dos niñeras al principio. La primera no debía ser interesante porque no tengo un solo recuerdo de ella, o como ella era. La identidad de la segunda también esta en blanco, pero recuerdo haber pasado las tardes no en casa sino en el departamento de ella, cruzando la calle y en diagonal a nuestra casa. Por la ventana trasera de su cocina recuerdo una noche haber visto la puerta trasera de nuestra casa. Y justo a la izquierda estaba la casa donde Alicia y su familia vivían. En cierto momento de la noche la vi en la ventana de su cocina, no había forma de confundir su hermosa cara y sus rizos castaños. La salude. Por supuesto, ella no me vio. Volví mas tarde y me quede esperando un rato, pero ella no volvió a aparecer. Y cuando la niñera me cruzo de regreso a casa todas las luces de la casa de Alicia estaban apagadas. Después de no verla por varios días mas, me tropecé con ella accidentalmente, cuando salía por la puerta del frente para la escuela. Ella salía al mismo tiempo con sus libros escolares bajo el brazo. "Hey, cariño." Dijo, mientras cerraba la puerta de su casa. Dirigió su mirada hacia mí y con su mejor tonada sureña. "Dónde has estado, dulce?." "Donde-has-estado-tu," Respondí en una mímica cómica. "Bueno," Dijo con una cara de tonta "Donde TU estuviste" "Bueno," Respondí imitándola "Donde TÚ estuviste" Ella se rió, y me dio un empujón con su mano libre. "Oh, niño tonto." Sacudió su cabeza. Usaba una falda larga, haciendo juego con su blusa blanca. Recuerdo perfectamente como lucia esa mañana; brillante, limpia, sencilla, sin pretensiones, muy pero muy bonita de una manera simple y sencilla. Caminamos juntos un par de cuadras. Parecía haber adelgazado. Lucia cansada, pero alegre. Resultado de haber estado trabajando duro en la escuela y ansiosa por hacerlo bien. "Tu no sabes lo que es eso," Dijo "aun estas en tercer grado." "En que grado estas tu." Le pregunte. "Parece que fuese el infinitesimo."

Infinitesimo era nuestro código privado, que significaba que era interminable, algo semejante a para siempre o infinito. "Vuelvo el sábado." Dijo. Se había parado y estaba seria y me miraba constantemente sin que yo me moviera. Le dije, "Oh... bárbaro!." Con un brillo en los ojos. Ella siguió mirándome de esa forma misteriosa. No se porque ella no dijo nada. Parecía preocupada, aprensiva. "Bueno," Dijo después de un minuto y un corto suspiro, "Yo supongo que estaré contigo el Sábado, de cualquier manera." No supe que era lo que deseaba o a donde quería llegar, o porque ella enfatizo la palabra supongo. Recuerdo claramente el momento. Me puse muy tenso; me sentía por un instante alejado de ella y no sabia que era lo que estaba errado. "Todavía somos amigos, verdad?." "Seguro." Respondí. "Digo... si todavía somos realmente, realmente amigos?." Me ruborice. "Eres mi amiga especial, la única, mi muy enésima amiga." "Y tú eres mi muy especial hombre, cariño." Pero ella no se reía, excepto débilmente, patéticamente. Hablamos un poco mas, pero no recuerdo lo que dijimos. Ella parecía estar ausente. No fue sino hasta el sábado a la tarde que supe lo que ella estaba pensando. Era un poco complicado. Al menos para Alicia lo era. Ahora como adulto lo puedo entender, pero como un niño de 9 años yo no podía comprenderlo. Veía las cosas simplemente. Al sábado siguiente, Alicia y yo estabamos sentados hablando después de la cena que había preparado y después de lavar la vajilla. Entonces ella se sentó en el sofá a estudiar un rato. Me pregunto una serie de cosas, aparentemente sin importancia, ninguna de las cuales recuerdo. No estaba afectiva como siempre y parecía remota, aunque no totalmente fría Nuestros intercambios eran mas bien formales. Me pregunto por algunos de mis tíos que no habían vuelto de la guerra, también me pregunto por mi tío Francisco, el hermano de mi madre y uno de los pocos parientes varones de mi familia que había sobrevivido y regresado a casa. Le conté que no había vuelto a ver al tío Francisco desde que finalizo su misión en la Fuerza Aérea y decidió regresar a los Estados Unidos para reclutarse en la Infantería de Marina. Le conté que había sido herido en un B-26 en el Pacifico pocos años atrás, como el se levanto su pantalón y me mostró las cicatrices de tres agujeros de bala que tenia en su muslo inferior. Ella frunció el ceño, "Ugh." Dijo firmemente, "No quiero oír nada acerca de ello. Ya oí bastantes historias de guerra." Así que no dije mas nada. Me senté en el suelo observándola, tratando de ver como podía acercarme a ella. "Mi tío Juan murió en la guerra, sabias" Dijo de repente. "Sí." Le dije, "mi madre me contó." "Estuvo enfermo mucho tiempo, por sus heridas de guerra. Vivió mucho más de lo que esperábamos, pero... fue muy duro para mi madre. La guerra tomo dos de sus hombres, su marido y su hermano." Movió su cabeza pensativamente, entonces dijo, "Bueno... suficiente con eso." Le dije seriamente a través de la sala, "Lo siento mucho, Alicia." Ella me dirigió una sonrisa cálida. "Gracias, amor, sé que lo sientes. Esta todo bien." Volvió a su libro y se puso a garabatear en su cuaderno. Por largo rato - tal vez toda la tarde - estuvo estudiando y permaneció callada. Luego esa noche pense que ella estaba apenada, a pesar de no decirlo. Había visto el barrio entero de lleno de pesar, gente apenada y trágica: viudas, discapacitados, paralíticos, heridos, los despojos de la guerra. Había visto la hermana de mi madre, la joven y hermosa tía Marta, cuando ella vino corriendo a casa en medio de la noche, golpeando y pidiendo ayuda hasta que nos despertó. Mi madre salto de la cama, y yo en medio del pasillo que daba al dormitorio, observando como mi madre le abría la puerta a mi tía Marta, quien se precipito en la sala llorando y se derrumbo sobre el sofá gimiendo. Su marido le había pegado nuevamente. Mi madre y la tía Marta trataron de ocultar sus moretones pero yo ya los había visto, en su cara y sus brazos, sabia lo que eran esas marcas sin que nadie me lo dijera. Viéndola, quería gritar y abrazarla aunque ella, desafortunadamente, fuera uno de los adultos en quien no confiaba. Ella era aun más puritana y estricta que mi madre y una fundamentalista que consideraba cada cosa una ocasión para el pecado. Pero entendía su dolor, ambos, el físico y el emocional, sin necesidad de que alguien me lo explicase. Eso ocurrió algunos años antes, cuando yo tenia unos seis años. La conmoción despertó a nuestros vecinos, Alicia y su familia. Ella y su hermana llegaron en salto de cama y con pijamas. Alicia corrió directo hacia mí porque mi madre aterrada gritaba "Saca a Speedy de aquí!." Alicia me metió dentro del dormitorio nuevamente, mirándola le dije en voz baja, "Lo vi todo!." "Hiciste que?." Repetí, mirando hacia atrás, para asegurarme que los otros no escucharan, "Vi todo lo que paso Alicia! Sé que fue lo que ocurrió." Ella se arrodillo arrugando su bata y mirando dentro de mis ojos con sus profundos ojos verdes. "Entonces," Dijo mirándome seriamente "entendiste todo lo que ha pasado?." Asentí. Entonces agregue, seguro que los otros no escuchaban, "Tío Roberto le pego nuevamente." Nosotros estabamos solos en el cuarto. Todavía tenia en mi mente la imagen de sus labios sangrando, el ojo hinchado, y la aureola azul - morada en sus brazos. Comencé a llorar. No podía para las lagrimas que caían por mi cara, a pesar de mis intentos por permanecer calmo. "Oh, mi amor," Imploro Alicia, "no te asustes y comiences a llorar ahora." "No estoy asustado," Sollocé. "Yo se como tía Marta sufre. Eso me hace llorar." "Tú" Sus ojos miraron suavemente dentro mío y parecía tan sensibilizada "Oh, eres tan dulce, mi bebe." "Porque él hace esto con ella." "No lo sé, querido. Pero tú eres tan, pero tan dulce." Cerro la puerta del dormitorio, aislándonos de la sala donde gimoteaban y sollozaban. Y me acostó nuevamente. Me dijo que todo estaría bien por la mañana y entendió mis sentimientos. Me dijo que no debería sentirme mal por no estar con los otros en la sala y que realmente no quería que me sienta desplazado de la sala. Dijo "Me quedare aquí un rato si quieres? No estarás solo." "Esta bien si me quedo aquí, porque conozco a tía Marta. Se como es ella. Ella no quiere que estemos pendiente de ella, se siente horrible y apenada. Me quedare aquí solo para no avergonzarla. Pero... ellos no tienen que gritarme. Ellos siempre ocultan todo y actúan como si yo no entendiese nada." "No, querido. Ellos están asustados, eso es todo. Están trastornados." Acaricio mi cabeza. Me dijo que después hablaría con mi tía Marta y le explicaría mi interés por ella. "No, no le digas nada a ella" Le dije. "Porque no, cariño?. Yo sé que ella lo apreciara." "No quiero que lo hagas" "Pero, Speedy... cariño, porque no?." "No quiero que lo hagas!." "Cariño..." "Si lo haces, cada vez que ella me vea, se sentirá avergonzada. Recordara esta noche. Ella es así." No sé cuanto tiempo estuvo sentada mirándome y acariciando mi cabeza, con esa mirada de asombro en su cara. Finalmente dijo, "Debo ir a la sala y ayudar, estarás bien?." "Sí." Ella suspiro y se dirigió hacia la puerta, pero antes de salir me soplo un beso con su mano. "Eres mi pequeño hombre, de aquí en adelante, cariño." Y cerro la puerta. Esa noche había ocurrido algunos años antes y fue uno de los primeros incidentes que me encariñaron con Alicia y a ella conmigo. Ahora años después. Alicia había llegado a ser mas que solo una vecina. Mas que una amiga. Ahora veo que ella era la única que parecía dolida. O, a lo mejor, preocupada por ello. No sabia que hacer al respecto. Yo era bastante bueno como payaso, lo soy, deseaba poder hacerla reír. A las nueve en punto me empujo dentro del baño (nada de burbujas esta vez, ya estaba un poco 'grande' para eso) y se quedo en la sala mientras yo me bañaba. Me seque y me dirigí a la sala, atisbe desde la puerta. Ella estaba en el sofá estudiando intensamente. Pero alcance a ver un pañuelo en su mano y sus ojos enrojecidos. Una ola de empatía casi me hace llorar junto a ella. Había un armario cubierto por una cortina en el pasillo entre el baño y el dormitorio. No podía verse desde el sofá donde estaba Alicia. Salí de la bañera, me seque y me puse a revolver dentro del armario, buscando alguna idea divertida. Alicia me escucho revolviendo en el armario. "Speedy, espero que estés yendo a la cama." "Estoy buscando algo." Le respondí. Encontré mi revolver y mi sombrero de vaquero. Me puse uno de los vestidos de mi madre, con mi revolver y las pistoleras hacia atrás. Había visto suficientes películas de John Wayne como para hacer una aceptable imitación de el. Cuando termine con esto, me ate unas espuelas de juguete en los tobillos. Bajando el ala de mi sombrero sobre mis ojos, camine hacia la sala. Realmente lucia ridículo. Estaba ahí parado mientras ella no sacaba su vista del libro. Paso un minuto hasta que ella noto que yo estaba ahí parado, cuando ella se percato, grite con mi mejor voz al estilo John Wayne: "Oye, tu forastero."

Ella parpadeo. Su boca se abrió y se cubrió con el pañuelo. Atravesé la sala con grandes pasos al estilo John Wayne. "Disculpe, pero... esta ciudad no es tan grande como para dos de nosotros. Uno tendrá que irse" Ella comenzó a reírse, sacudía su cabeza, no era una gran risa, pero sí pequeños espasmos repetidos. En medio de su carcajada pregunto, "Piensas ir a dormir vestido así?." "Sí. Porque?." Respondí estilo John Wayne. Con mi pulgar sobre el hombro indicando hacia un invisible objeto a mi espalda. "Yo y mi caballo." "Oh, no," Dijo ella. "Eres tan mono." Se seco un ojo con la punta del pañuelo, tratando de ocultar sus ojos enrojecidos. Pienso que ella sabia que ese gesto no podía pasar inadvertido para mí. Entonces dijo, "tengo algo en el ojo, cariño. Ahora ve deja eso y prepárate para dormir. Ve ahora que es tarde ya." "Bueno... esta bien." Dije disgustado por no haberlo hecho demasiado bien mi papel de John Wayne. Volví al armario con una de mis espuelas de aluminio arrastrando por el piso, me saque mi disfraz y lo guarde en el armario. Mientras hacia esto vi a Alicia acomodar las ropas de cama en el dormitorio. Me desvestí y quede en calzoncillos como usualmente lo hacia para dormir. Alicia acomodo las almohadas y apago la luz. Se quedo parada al lado de la cama. "Estas listo para dormir, vaquero?." "Sí, señora." Ella se quedo en silencio. Mirando hacia el piso. Vi lagrimas en sus ojos. La habitación estaba en penumbras, la luz provenía de la sala. "Nunca conociste a tu padre, verdad, cariño? Nunca lo viste. Lo mataron sin que tú lo conocieras." No sabia que responder, cada pariente que encontraba y había muchos en mi enorme familia, mencionaban la muerte de mi padre en cada visita, en cada Misa, en cada picnic, en cada juego de bingo, cada maldito día feriado que nos visitaban. Y ahora Alicia hacia lo mismo. No estaba indignado por ello, pero era incapaz de comprender ese constante regreso a la memoria de los muertos que nunca llegue a conocer. Alicia comenzó sosegadamente. "Mi padre fue muerto en la guerra, también. Él fue uno de ellos, también, esos... muertos, asesinados." Tomo aliento profundo, y suspiro. "Yo creo que has sido afortunado, Speedy, nunca conociste a tu padre, pero yo conocí al mío. Yo quería..." Ella paro nuevamente, respiro profundamente, y cuando comenzó lo hizo con la voz quebrada y rota. "Yo quería verlo todo el tiempo. Todos los días. Tu no sabes lo que es eso, cuando un Sargento del Ejercito al nunca antes habías visto, llega con una carta en la mano..." Ella comenzó a llorar y hablar al mismo tiempo "golpea la puerta con una carta." Repentinamente tuvo un colapso y cayo sobre sus rodillas, sus manos en la cara y apoyadas en el borde de la cama. Ella comenzó a llorar, desde el fondo de su corazón, con un llanto infantil. "Lo extraño...! Oh..., como lo extraño! Porque no esta aquí para ayudarnos?." Instintivamente, me acerque a ella, sujetando su cabeza, la única parte que podía alcanzar. No sabia que decir, lo único que podía hacer era acariciar su cabeza. Ella se calmo, y me devolvió un fuerte abrazo con sus brazos entrelazados con los míos. Tomo un pañuelo de la mesa de noche y se seco sus lagrimas y se quedo mirándome. "Sabes lo que siento?. Lo sabes vaquero?." Asentí "Tú eres... un pequeño 'pícaro'." Dijo sonándose la nariz. "Sabes que es un 'pícaro'?." "Creo que sí." "Bueno eres un dulce 'pícaro'. Ahora vamos..." Ella se paro y arreglo las sabanas nuevamente. "Ya esta listo ahora, yo voy a estudiar y tu vas a dormir. Vamos John Wayne." "Alicia?." Comencé. Pero no sabia como decirle lo que estaba desesperado por decirle. "Sí, cariño." "Yo... uh... Hmm." Me rascaba la cabeza. Ella se acerco a la cama. "Que quieres decirme?." "Bueno... yo nunca..." "Mm... Hmn, vamos, tu nunca. Nunca hiciste que?." "Nunca le dije a nadie lo que nosotros hicimos juntos." Se quedo petrificada y silenciosa, mirando al suelo, con las manos en las caderas. Apretó sus labios. No decía nada. Estaba seguro de haberla ofendido. "Yo pienso..." Trate de ser cuidadoso con las palabras "en caso de que estés preocupada por eso. Pienso que por eso estás preocupada." "Oh." No se movió ni me miro. "Oh." Dijo nuevamente. "Eso." "Quería que tú lo supieras," Dije encogido y volviendo a la cama. Ella movió su cabeza, parecía cavilar hondamente. Abruptamente salió del cuarto. Me recosté aturdido, pensando que había hecho algo que la había ofendido de la peor manera. Entonces el cuarto se oscureció. La única luz provenía de la luna a través de la ventana. Escuche los pasos de Alicia que se dirigían al cuarto. Me volví y apenas pude verla al principio, pero rápidamente apareció en la penumbra al costado de la cama. Ella dijo severamente. "Ven acá, Speedy." Me acerque al borde de la cama. Ella estaba usando ropas oscuras, una blusa azul y una falda azul tableada. Todo lo que podía ver eran sus ojos. "Tú eres un chico inteligente." Me dijo. "Si, estaba preocupada por ello. Quería que mi padre me sacase de todo esto." Hizo una pausa y dijo algo, casi para sus adentros, que solo años después yo entendería. "Iré al infierno. Ambos iremos al infierno." Entonces me atrajo hacia ella con una mano, estaba parada al borde de la cama y yo arrodillado cerca del borde. Miro profundamente dentro de mis ojos, y me abrazo fuertemente. Era algo serio y desesperado, como me apretaba contra ella. Así que no hice ningún movimiento. Simplemente me deje abrazar, con mis brazos alrededor de su cuello. Cuando ella no hizo ningún movimiento después de un momento le di un abrazo y espere. Pero ella estaba inmóvil al costado de la cama, silenciosa, envolviéndome con un brazo y con el otro acariciando mi cabeza apoyada en su hombro y recostada contra su cuello. Permanecí un largo tiempo con mi cara apoyada en su hombro y su mano acariciándome, durante ese tiempo, levante una mano y comencé a acariciar su cuello, para hacerle saber que podía esperarla, que fuese lo que fuese lo que estaba sucediendo, o lo que estaba pensando, en ese abismal minuto en la oscuridad. Ella movió sus labios; débilmente en un pequeño suspiro, como fuera a hablar, pero paro. Espere por sus palabras en la oscuridad. Movió sus labios nuevamente, esta vez produjeron un sonido seco, pegajoso. Ella respiro profundamente y espero y espero, como si algo dentro de su interior fuera a salir despacio, lentamente pugnando por encontrar el lugar en su respiración y en su voz. Trago saliva. "Cariño?." Comenzó, tentativamente, apenas audible. Sus labios estaban cerca de mi oído, y podía sentir la humedad de su aliento en el lóbulo de mi oreja. "Quieres ser 'indecente' conmigo." Con mi cabeza enterrada en su cuello, la moví suavemente en señal de asentimiento. Hizo una nueva pausa, y pude sentir nuevamente su respiración entrecortado en mi oreja. Continuo suavemente, "Consideraste que dije 'indecente' pero igual quiero que lo hagamos?." "No me preocupa." "Lo que quiero decir... quiero decir que yo sé y tu sabes que todos dicen que es incorrecto y se supone que no debemos hacerlo, pero... quiero hacerlo. Quiero que lo entiendas: Sé que es indecente... pero es por eso que lo quiero. Y no puedo entenderlo." "Pero a mí me gusta, también." Murmure. Ella relajo sus brazos y me abrazo mas suavemente. "Bueno," Susurró en mi oído. "Bien." Acaricio mi espalda y le dio a mi cabeza un abrazo afectuoso contra su cuello. Entonces sus dedos se deslizaron al frente de mi calzoncillo, trato de encontrar el camino dentro de la abertura pero no pudo, entonces su mano se deslizo por el elástico de arriba. Susurro, "Tu pene, cariño..." Rápidamente sus dedos lo encontraron y envolvieron cálidamente. "...aquí esta él..." Ella abrazo mi pene gentilmente. Entonces murmuro suavemente, apenas audible, aunque sus labios estaban aun contra mi oreja: "A mí también me gusta, cariño. Nosotros somos tan parecidos." En la época, mucho de lo que pasaba superaba mi nivel de conciencia, pero claramente entendía que ella estaba inquieta. Sabia que debía hacer algo de alguna manera debía hacer algo para estar con ella, creer en ella y ayudarla. Quería brindarle un placer y comodidad indescriptibles. Ella me hacia sentir amado y un hormigueo en mi cuerpo me hacia desear brindarle lo mismo. Encontré los pliegues de su pollera y trate de deslizar mis manos por ellos, pero no lograba hacerlo, mis manos eran pequeñas. Ella se separo un poco y uso su mano libre para aflojarla. Abrió sus piernas y miro hacia abajo mientras yo pasaba mi manos sobre su bombacha a la altura del pubis. "Ah..., cariño," Murmuro. "Recuerdas exactamente como me gusta que hagas eso." Así como lo hizo, deslice mi mano por debajo del elástico de su bombacha, y encontré rápidamente sus pelos púbicos y sus suaves pliegues. Ella no estaba húmeda todavía. Pero ella deslizo un pie para abrir mas sus piernas y así pude encontrar su vagina. Murmure, "Quiero hacer que te sientas bien." Ahora deseaba aprender a hablarle a ella como lo hacia conmigo. Estaba comenzando a comprender la naturaleza de mi joven sensualidad, realizando tanto cuanto era reflejado por Alicia, y aprendiendo a tratar y llamar esos elementos dentro de ella. Pero ahora tenia un urgente chisporroteo tumultuoso de adrenalina generado por el dulce placer prohibido que nos mantenía en nuestro secreto mundo juntos. Y estaba comenzando a comprender el paradójico, inexplicable confort que ambos experimentábamos con el placer mutuo, resistiendo nuestro apetito voraz. En resumen, estaba creciendo y adquiriendo mas experiencia sexual, y aprendiendo mas que nunca como eran de complejas las emociones y las necesidades físicas que nos envolvían. Estaba asustado. En cierta manera se parecía mucho a precipitarse ciegamente a una avenida como yo solía hacerlo, él trafico dirigido hacia mí en sus seis carriles, sin saber como llegaría al otro lado pero seguro que de donde estaba parado en ese momento, no podría volver atrás. Alicia movió su cabeza ligeramente, hacia mí. Sus labios tocaron mi oreja. Su boca abierta, pude escuchar como la fina saliva se quebraba al contacto con el lóbulo de mi oreja. Y luego mi cuello. Sentía la piel de su cuello moverse y doblarse, en la palma de mi mano, cuando ella paso su lengua por detrás de mi oreja, luego abajo y nuevamente en mi pescuezo. En mi otra mano ella estaba empezando a mojarse.

Ella tiro su cabeza hacia atrás, sonriendo y mirando hacia abajo para observar como mi mano trabajaba entre sus piernas en la oscuridad. Separo un poco más sus rodillas. Suavemente pidió, "pone tu dedo dentro mío..." Encontré su vagina caliente, ahora humedeciéndose, y suavemente puse mi dedo mas largo dentro de ella. Ella pidió sosegadamente "Todo adentro, mi amor, todo." Sus ojos se cerraron mientras suspiraba temblorosamente, "Aaaahh..." "¿Así te gusta?" "Si, mi bebe." Doble mi dedo dentro de su vagina. Nunca terminaba de sorprenderme la manera en que el interior de su vagina chupaba mis dedos. "Se sentía tan bien!." "Dobla tu dedo nuevamente, dentro... Si... Sigue haciéndolo..." Continuamos un rato, pero pronto se hizo incomodo continuar parados. Ella se aparto y comenzó a desvestirse. Luego de meterse en la cama me saco mi camiseta y el calzoncillo, acomodo la almohada contra la cabecera y me sentó sobre ella. Entonces, desnudos a la luz de la luna, ella se deslizo a mi lado sobre su estomago, con su cabeza apoyada en mi regazo comenzó a chuparme. Ella me mamaba gentilmente, despacio, hundiendo su boca caliente y manteniendo mi pene dentro de ella. Lentamente comenzó a retirar su boca mamando hacia la punta de mi pene, y dejo mi pene afuera con un sonoro chasquido de sus labios. Volvió a mamarme el pene así entrando y saliendo de su boca, sintiendo la humedad y respirando lascivamente. "Se siente tan bien tu pene en mi boca. Entra toda dentro mío." Se lamió sus labios y me siguió chupando de la misma manera que lo venia haciendo, gentil pero plena, aplastando su lengua a lo largo de mi pene, y presionando nuevamente. Comenzó a agitar su cabeza suave y rítmicamente. Estaba sorprendido e hipnotizado. Comencé a ser consciente de su belleza física y las profundidades de la desesperada lujuria que se escondía en nosotros, en el eje de luz que caía sobre su espalda mientras ella me mamaba y lamía el pene. Ella paro y pregunto "Sabes lo que estoy haciendo?." Simplemente la mire. Por supuesto que sabia lo que estaba haciendo, a pesar que nunca lo había hecho tan glotonamente. Pero no sabia como se llamaba lo que hacia. "Te la estoy chupando. Te gusta cuando digo eso.?" Una vez mas, sus ojos tenían ese extraño destello y su voz sonó realmente malvada. "Si," Susurre, rápidamente note como estaba sin aliento. Y estaba haciendo un duro esfuerzo por tragar mi saliva. "Tu sabes que me gusta. Especialmente la manera en que lo dices." Estaba verdaderamente sobrepasado de saber que había tantas maneras para darnos placer uno al otro. Volvió a su mamada, la que continuo por un largo rato, luego agarro mi pene con su mano y comenzó a moverla hacia abajo y hacia arriba en mi húmedo pene. La sensualidad de sus movimientos y sus lascivas palabras me llevaban a sonreír malévolamente mientras veía como me mamaba el pene. "Eso esta muy bueno." Suspire. Ella volvió su miraba hacia mí. "Sí?." Y sonrió. Le devolví la sonrisa también, mirando dentro de sus ojos. "Si... sigue haciéndolo." "Sí, cariño." "Siente como te la mamo, mi bebe... disfrútalo..." Una vez mas, sus ojos y sus palabras y su voz me dejaron hipnotizado. Ella misma parecía hipnotizada del desarrollo de mi vocabulario. Nosotros entramos en una mezcla puramente diabólica, como si los demonios que habitaban dentro nuestro hubieran generado una reacción en cadena imposible de parar. Nunca dejaría de presionarnos. La lujuria en sus ojos y su voz se encontraban con la mía y se fusionaban. Estabamos pegados, enredados. Todavía escucho las voces de las monjas, los tíos y los parientes advirtiéndome, pero todas sus voces chillonas juntas nunca podrían ahogar los susurros de Alicia. Y cuanto más mis ojos se iluminaban, mas lo hacían los de ella y más gozaba. Ella dio una risa lasciva y pregunto nuevamente, "Te gusta?. Te gusta estar así conmigo.?" Ella mantenía la mirada fija en mis ojos, directamente en ellos, en mi cornea y mediante el nervio óptico dentro de mi cerebro. Ella humedeció mi pene con su saliva y siguió masturbándome, yo solo escuchaba el húmedo sonido de su mano recorrer de abajo hacia arriba mi pene y sus interminables susurros. "Te gusta tanto a ti como a mí hacerlo, verdad?. No sé no puedo explicarlo. Me gusta mucho. Me gusta ver tu cara mientras te hago sentir bien. Me gusta tu pene. Me gusta tocarlo, ordeñarlo y mamarlo..." Ella me masturbaba y me mamaba alternativamente. Me estaba sintiendo extraño y mareado. Una oscura y malévola onda pareció entrar dentro del cuarto, y lamerme el escroto y debajo de mis bolas, lamer a lo largo de mi espina y acabar atrás de mi cerebro. Puede ver el reflejo de ese nuevo impulso en sus ojos, aun puedo escuchar los ecos de su voz cuando la oleada volvió a descender de mi cerebro hasta la punta de mi pene, y la leche salto de mi pene hacia fuera. Ella sujeto mi pene con su mano suavemente ahora. Sentí y vi sus ojos atrapando la lujuria que había en los míos, y ella me miro y siguió rítmicamente subiendo y bajando a lo largo de mi pene y se mantuvo susurrando. "Sentí tus latidos, sentí como saltaba la leche, en mi mano. Que hermoso, duro y dulce pene. Y como crece, que grande se vuelve. Como se vuelve tan grande desde tan pequeño." "Me gusta como lo haces crecer en tus manos." Trae de susurrar mientras peleaba por un poco de aire para mis pulmones. Respire profundamente y boquee descaradamente. "Me gusta ver cuando me mamas la verga." Sus ojos subieron, sorprendidos y halagados me había unido a ella en ese remolino hipnótico. "Estoy tan feliz de que te haya gustado." Dijo ella, y luego agrego usando mis palabras "Quieres que te mame un poco más la verga?." "Si, se siente tan bien." "Quiero mamarte y que tu me cojas con tu dedo, como la ultima vez." Wow!, una nueva palabra se agregaba al vocabulario. Me tomo por sorpresa. Otra palabra de Alicia. Sabia que pronto vendría la explicación de la misma. Contento, y aprendiendo por primera vez lo que la palabra 'clímax' mas tarde vendría a ser. Deje que ella siga mamándome y continuamos nuestros susurros y miradas. Por supuesto, yo no había 'acabado'. Eso era bastante afortunado, en cierto modo, así que literalmente no sabia lo que me estaba perdiendo. Pero en un momento un dolor sensual subió a lo largo de mi pene, y sentí salir algo desde adentro que se mezclo con su saliva mientras me mamaba. Me preguntaba si eso quería decir 'acabar'. Pero ese sentimiento paso muy rápido como para parar y preguntar. Marta se incorporo un poco y quedo semi sentada a mi lado contra la cabecera. Su pierna izquierda reposaba sobre el acolchado entre nosotros, doblando su rodilla hacia mí, para que su muslo interior dejase expuesto aun más su tajo; y doblo su rodilla derecha hacia arriba, manteniendo su pie dentro de la cama y usando su talón para alejar el acolchado y exponer toda su desnudez. Empujo sus caderas hacia el frente, para que yo que estaba a su lado, pudiera ver sus pelos castaños y los anchos y suaves labios de su vagina. Con una mano separo los pelos sedosos que cubrían parcialmente su vagina y maliciosamente me instruyo como tocar su clítoris y como meter mi dedo adentro y buscar dentro de ella hasta encontrar los mágicos músculos y nervios que le hacían arquear sus caderas y mirar lujuriosamente y hacían que sus pezones se agranden y endurezcan en mi boca. Muchos años después los sexólogos llamarían a eso punto 'G', algo que nosotros habíamos descubierto en nuestra niñez. Ella miraba hacia abajo, velando y observándome darle placer y manteniendo su vagina abierta para mí, diciéndome que esa era su 'concha' y ella decía eso sintiendo realmente que era obsceno como lo decía y quería que yo también la llamase 'concha' de la misma obscena manera. A medida que tocaba su clítoris y empujaba dentro de su húmeda concha mi dedo en busca de sus músculos mágicos, sus palabras, suspiros y miradas se deslizaban dentro de un casi inaudible torrente de obscenidades. Recuerdo haber hecho esto antes y haberla hecho gozar también, pero ahora sé que lo que ella quería era que yo diga esas palabras. Le gustaba oír esas palabras en mis labios y entonces yo lo hacia, le gustaba observarme con mi dedo dentro de ella, una pierna sobre nosotros y la otra con la rodilla doblada hacia arriba manteniendo separadas sus piernas y levantado sus caderas dejando más accesible su concha a mis dedos y a nuestra vista. Le gustaba ver el espectáculo, de mi dedo cojiéndola hasta que su pierna caía pesadamente a un lado y se deslizaba hacia abajo hasta apoyar su cabeza en la almohada. Quedaba tendida por un largo rato disfrutando. Finalmente le daba el paralizante orgasmo que ella quería, su cabeza se apretaba contra la almohada, y su cuello, brazos y piernas se ponían rígidos contra las sabanas blancas, sus pezones se erizaban mientras pasaba esa dulce agonía que le brindaba, tiesa y rígida por un tiempo que me parecía peligrosamente largo. Sus caderas daban pequeños estertores y espere a que se desvanecieran en su condición relajada. Pero su cabeza giro y mordió la almohada y mostrando sus dientes en la oscuridad ella susurro "Oh!." Y en una súbita sorpresa, "Ahh!." Y siguió una vez mas, y más, y más, a medida que movía mi dedo de la manera que sabia que le daba placer, cuidando de ella, protegiéndola en su total desnudez, esmerándome por hacerlo perfecto para ella. Finalmente con una gran suspiro y gemido que estaba seguro que podían oírlo desde el otro lado de la ventana, ella se relajo con ultimo sacudón de sus caderas, y comenzó a respirar en oleadas, después respirando regularmente y profundamente, y hacia los mismos sonidos que hacia cuando lloraba, pero ahora eran sonidos de agotamiento y relajación. Lamí sus pezones, mis manos húmedas ahora masajeaban sus labios exteriores y sus pliegues, ella puso su mano en mi brazo y sollozó, "Que bien!", y deslizando su mano hacia abajo encontró mi pene húmedo, algo que había salido de adentro de el, ella abrió sus ojos y me miro, y mirando hacia mi pene se agacho y beso la cabeza de mi pene, gimiendo "Oh, tu leche, tu dulce leche!." Ella lamió todo y me dio un cosquilleo terrible y sentí en lo profundo de mis bolas otro goteo viscoso, que ella se encargo de sacar afuera apretando desde abajo hacia arriba y con su boca lo bebió todo con gran delicadeza como si mis pequeños comienzos de eyaculación fueran un liquido tan precioso como el agua para una garganta sedienta. Entonces, sin aliento y con un jadeo final, ella literalmente cayo sobre mí y me abrazo y me retuvo estrechamente para dormir. Nos dormimos así un rato, con ella desparramada sobre mí como si estuviera inconsciente. Ella se despertó sobresaltada y miro el reloj. "Mi dios!" Grito frenéticamente "ellos están por llegar!." Se vistió rápidamente. Mientras lo hacia me pesco riéndome de ella desde mi almohada, y me dijo, "Speedy, eres notable. Mi dios, como quisiera poder contarle a alguien esto. Nunca me creerían..." Me miro en estado de shock. "Cómo hiciste eso?. Dónde aprendiste a hacerlo?." "Hacer que?" Pregunte confundido. "Sabes bien de lo que hablo," Me regaño suavemente, saltando para encontrar sus zapatos. Se sentó en el suelo y ato sus cordones. "Y gozaste en mi boca, también, lo recuerdas?." "Bueno... eso creo." "Escucha," Dijo seriamente, terminando de atar sus zapatos y levantándose. "Quiero que crezcas y goces." Dijo mientras arreglaba las sabanas. "No sabia que algo así fuera posible... donde has aprendido a hacerlo?." "Tu me enseñaste!." Respondí "Oh... no me hagas caso mi amor, solo estoy hablando. Ahora duerme que tu madre llegara pronto." Ella volvió a la sala y a sus libros. Yo me di vuelta en la cama y mire por la ventana. No entendía el significado de esto o el problema que podría causar. Pero había tenido experiencias de un nivel de erotismo que me asustaban, algo aparentemente nuevo y exótico para mí como para ella. La luz de la luna inundaba el cuarto y un fuerte sentimiento de placer y relajación me invadía, me quede profundamente dormido.

Capitulo Tres "Llegamos" La voz del chofer me saco de mis pensamientos. Mire por la ventanilla del auto. Estabamos estacionados en doble fila frente al pub de Kristen. La vereda estaba tapizada de nieve. Le deslice un billete de diez dólares y me baje del auto. Entre al pub y Kristen estaba atendiendo a unas persona en la parte más cercana a la puerta, saludo con su cordial sonrisa, mientras me dirigía a mi rincón. Como siempre puso un vaso con hielo y el otro con whisky frente a mí, note que tenia algo en su muñeca izquierda, algo parecido a lo que usan los que practican patinaje. A modo de broma le pregunte si pensaba atender el pub en patines como lo hacían en California. Lamentablemente no era así, se había caído en la nieve y se había luxado la muñeca. Saque de mi bolsillo un paquete de tabaco y el papel para armar los cigarrillos. Cuando vio el paquete se le iluminaron sus ojos, "Oh... tienes tabaco del bueno." Dijo. "Quieres?." Pregunte. "Bueno." Dijo mientras salía de atrás de la barra y se acercaba a mi lado. Saque un poco de tabaco del paquete, y comencé a armar un cigarrillo. Lo pase sugestivamente por mi lengua para humedecer el pegamento del papel, frente a la atenta mirada de Kristen. Cuando vio el cigarrillo que le ofrecía, ella tomo un poco de tabaco del paquete, y con una sola mano, hizo un cigarrillo. Saco su húmeda lengua, y la paso por el papel. En infinidad de oportunidades había visto armar los cigarrillos de esa manera en Europa. Con una sola mano. Algo que por más que había practicado nunca logre hacer. Tomo el cigarrillo que había hecho yo y me dio el que había preparado ella. "Nunca pude hacerlo con una sola mano," Dije a modo de disculpa. "Bueno... si hubieras empezado de niña como yo... Cuando era niña, mi abuelo me sentaba en sus rodillas y me pedía que le arme sus cigarrillos mientras él me contaba historias." Dijo ella con la mirada perdida en el pasado. "Te gustan las historias?" Le pregunte. "Me encantan!." Respondió vivamente. "Quieres sentarte sobre mi regazo para que te cuente algunas?." Dije pícaramente. "Ja... ja... ja..." Con una risa franca, que hizo dar vuelta a los otros que estaban en el bar, se volvió detrás la barra. Tenia una sonrisa limpia, pura, de niña. A pesar de sus 27 años parecía una niña, tenia el pelo rubio muy corto, mas corto que el mío inclusive, su melena terminaba a la altura de su nuca, mientras que la mía ya había superado el largo de mis hombros, y usaba siempre una cinta para atarlo a la altura de mi nuca. Estaba vestida con un conjunto deportivo de color negro, sin ningún tipo de inscripciones. Hacia un lindo contraste con su cabellera rubia y su piel blanca. Siguió con su trabajo y yo seguí fumando y bebiendo, aun no había terminado mi primer whisky, cuando se acerco a mí con un vaso y la botella de J&B en la mano, puso el vaso al lado del otro que todavía no estaba vacío, y sirvió una generosa medida. La mire a los ojos interrogativamente. "Este lo invito yo" Dijo. "Y a que se debe?" Pregunte. "Hacia rato que no reía así!." Dijo. "Bueno... si por hacerte reír así, me gane un vaso de whisky." Dije "Me gustaría saber que me darías a cambio de una buena historia?." Se alejo nuevamente con esa sonrisa tan agradable en sus labios, y yo me quede contento con otro vaso a mi lado. Termine uno, y le puse hielo al otro. Me gustaba beber el whisky con poco hielo, por eso siempre pedía otro vaso aparte con hielo, para poder ponerlo a mi gusto, era difícil encontrar quien lo sirviera como me gustaba, casi siempre le ponían hielo como para hacer un iglú. Estaba bebiendo tranquilo, cuando entro un grupo de personas, bastante ruidosas, dejaron sus abrigos y se pusieron a mi lado. Y comenzaron a hablar en voz alta entre ellos, no era habitual en este bar ese tipo de casos, y uno de los motivos por el que lo había elegido era por su tranquilidad. Al poco rato llegó otro grupo de unas seis personas que se saludaron con el grupo que había entrado antes y aumentaron el bullicio. Kristen se acerco a mí y pregunto. "Te mando a preparar tu hamburguesa?." Me quede pensando un momento. "Realmente no sé si ordenar mi hamburguesa, Kristen." Le dije. "Lo dices por ellos?." Pregunto dirigiendo su mirada al grupo. "Sí... mucho ruido para mi gusto..." Conteste. Mientras hablaba con ella, llego el encargado del bar que tenia su turno desde las ocho de la noche hasta la hora de cierre. Cuando paso a mi lado me palmeo suavemente en la espalda a modo de saludo, y yo le respondí moviendo mi cabeza. Fue detrás de la barra y se puso a hablar con Kristen como era su costumbre de todos los días. No paso mucho tiempo hasta que Kristen tomo su abrigo y su bolso para irse. Se sentó en la butaca que estaba a mi lado, tomo tabaco y papel, empezó a armar un cigarrillo y con una sonrisa en sus labios, y mirándome a los ojos. "Bueno me vas a contar esas historias?." Pregunto. "Por supuesto... si te sientas en mis rodillas..." Otra vez la risa franca broto de su boca. "Termina tu whisky que voy a buscar el auto." Dijo y salió hacia la calle. Era la primera vez que teníamos ese tipo de intimidad. Y debo decir que me sorprendió un poco. Me puse la bufanda y con el abrigo en mi brazo me dirigí a la puerta. Mire a ambos lados de la calle y no vi ningún auto, solo aquellos que hacia rato estaban estacionados. Un coche azul se paro en la mano de enfrente e hizo sonar su bocina, Kristen bajo la ventanilla y agito su mano. Cruce la calle y subí dentro del auto. "Disculpa la demora." Dijo. "Siempre dejo el auto en el garaje del hospital, es seguro y gratis!." Dijo haciendo referencia al hospital que estaba a la vuelta del pub. "Bueno... lo que importa es que sea gratis." Dije riéndome. Subió por Atlantic Avenue hasta Ashland Place, y doblo a la izquierda hasta la Avenida Myrtle donde lo hizo a la derecha, pasamos frente al parque y doblo a la izquierda en la calle Hall, a unos metros se estaciono y apago el motor. Estaba oscuro y la nieve no favorecía la visión. Pero no veía ningún restaurante a la vista, esa no era zona de restaurantes. "Dónde vamos?." Pregunte. "Hay un restaurante alemán en el segundo piso de este edificio." Dijo ella tranquilamente. Bajamos del auto y nos dirigimos a la entrada del edificio, con las llaves en su mano, abrió la puerta de entrada del edificio. "Parece que el restaurante es tan exclusivo que los clientes tienen llave!." Le dije. Y otra vez apareció su risa plena y franca inundando el vestíbulo del edificio. Subimos los dos pisos por las escaleras y entramos en una de las dos puertas que había en el piso. En una puerta había una letra A y en la otra una letra B, lo que indicaba que ese era un semi piso. Caminamos por un pasillo angosto, hasta un living bastante amplio. Donde presidía la sala un sofá de tres cuerpos y frente a el un hogar. Todos los detalles de la sala y la atmósfera que había en él, me recordaban al apartamento donde había vivido en Alemania. Estaba de pie observando la sala cuando ella vino por detrás silenciosamente y tomo mi abrigo, también le di la bufanda, los guantes y el gorro. "Te gusta?." Pregunto. "Me recuerda a un apartamento que vivía en Hamburgo." Le dije. "Viviste en Hamburgo?." Pregunto animada. "Sí... durante un tiempo." Conteste. Se quedó parada con mi ropa en su brazo observándome, había algo en su cara de niña, era una mezcla de picardía e ingenuidad. La mire de arriba hacia abajo y me gusto lo que veía. Y mucho más me gusto cuando se dio vuelta para llevar mi ropa a otro cuarto contiguo al que estabamos. "Sírvete algo para beber." Grito desde el otro cuarto. Lo primero que había visto cuando entre a la sala fue una mesa pequeña con ruedas, cargada de diferentes bebidas. Pero no vi ninguna botella de J&B en ella. "Donde esta el J&B" Pregunte. "En la heladera!." Contesto ella. Ahora sabia que había algo profundo que nos unía, y era que los dos teníamos la misma costumbre. Siempre tenia el whisky en la heladera. Fui directo a la cocina y abrí la heladera, ahí estaba en la puerta, igual como estaba en mi casa. Abrí el congelador saque hielo y con la botella en la mano fui a la mesada, tome dos vasos y empece a servir. "No sirvas para mí!." Dijo detrás de mí. No la había escuchado llegar, estaba descalza. "Prefiero beber vino." Dijo, mientras buscaba algo en la alacena superior. "Bueno, entonces te acompañó y dejamos el whisky para después." Dije mientras volví a poner la botella en la heladera. Mire y no vi ninguna botella dentro de la heladera y en ese momento me acorde de Esteban, que la ponía afuera de la ventana. "Por casualidad el vino esta del lado exterior de la ventana?." Pregunte con un poco de ironía. "Estas loco?. Cómo voy a dejar el vino en la ventana?." Dijo con sorpresa. "Bueno... tengo un amigo que lo deja enfriar en la ventana." Replique. Sacó una botella de la alacena, y mostrándomela dijo "Es un Chianti Bolla!, como piensas que lo voy a dejar afuera." Dijo esto como si yo hubiera cometido un pecado mortal. "Bueno y con que vamos a acompañar a ese Chianti?." Pregunte. "Con espaguetis!." Dijo. Me quede mirándola, estaba radiante, parecía estar disfrutando mucho de este momento. Se había quitado la parte de arriba del conjunto y tenia una camisa enorme puesta, que estaba por fuera del pantalón, sus pies descalzos eran pequeños y delicados. Se manejaba dentro de la cocina con total soltura. "No quiero perderme esos espaguetis hechos por una alemana." Le dije burlonamente. "Porque? Piensas que no soy capaz de hacerlo?." En un tono entre ofendida y desafiante. "La verdad... que viéndote en la cocina... te creo capaz de eso y mucho más...!" Murmure. Serví dos copas de vino, y le alcance una. Acerque mi copa y la choque contra la de ella a modo de brindis, y la lleve a mis labios mientras le guiñaba un ojo. "Porque no pones un poco de música?. Que esto va a demorar un poco..." Dijo dejando la copa y devolviendo el guiño. Me acerque al equipo de música y comencé a buscar en los discos compactos. Y encontré uno que me resulto especial para la ocasión, Tannhäuser de Richard Wagner. La ópera romántica que produjo en Dresden en Octubre de 1845. Este trabajo con innovaciones en la estructura y la técnica, demasiado complicada para el auditorio, acostumbrado a la ópera convencional de la época, le trajo una verdadera tormenta de criticas adversas. No obstante, se estreno en Weimar, Alemania, tres años después por el compositor Húngaro y que muchos años después seria el suegro de Wagner, Franz Litz. Con los años este se volvió un entusiasta de la música dramática Wagneriana. Con los primeros acordes escuche su voz desde la cocina. "Oh... Tannhäuser... parece que estas romántico hoy?." Dijo con un tono alegre. "Bueno se supone... que esta es una velada romántica..." Le conteste. "De donde sacaste que esta es una velada romántica?... o que te hace suponer eso?" Escuche su voz desde la cocina, mezclada con la música de Wagner. "Bueno... una mujer bonita... invita a un hombre a su casa... prepara espaguetis... y destapa una botella de Chianti... no es eso una velada romántica acaso?." Dije esperando una respuesta que me diera un indicio de que seria una velada romántica. Me acerque a la cocina para ver su rostro y la expresión que me diera ese indicio. "Tu fuiste invitado acá por tu promesa de contarme una buena historia." Dijo burlándose. La mire a los ojos y supe que seria una velada romántica. "La promesa de contar una buena historia era si te sentabas sobre mis rodillas!." Le retruque con una sonrisa. Mientras ella terminaba de preparar la cena, volví a la sala y comencé a colocar la vajilla en la mesa. Sobre un mueble vi que había un pequeño candelabro con velas, pero no me anime a encenderlas, sabiendo que la costumbre alemana era que el anfitrión es quien enciende las velas. En Alemania cuando uno recibe en su casa una visita que es de su agrado enciende unas velas, esto le hace saber al invitado que es bien recibido en esa casa. Me dejo cavilando un poco eso, tal vez no las había encendido porque se olvido, o simplemente no era tan bien recibido en su casa. Pero si así fuera porque me había invitado. Estaba cavilando estas y otras cosas mas cuando apareció en la sala con una fuente de espaguetis en la mano. Dejo la fuente sobre la mesa y fue a buscar la botella y su copa. Yo había dispuesto los cubiertos para cenar uno frente al otro, dejo la botella en la mesa y se dirigió al candelabro y lo coloco sobre la mesa. Volvió a la cocina y todas mis cavilaciones fueron vanas. Me recibía con agrado en su casa. Traía una caja de fósforos y encendió las velas. Hasta ese detalle había tenido en cuenta. Tomo mi plato y sirvió una buena porción de espaguetis. Tenían una salsa liviana. Sirvió su plato y se sentó. "Malzait." Dijo. No pude dejar de sonreírme, "Malzait... fraulien Kristen." Le respondí. Escuchaba a Wagner, tenia una hermosa fraulien sentada frente a mí en un apartamento decorado con estilo alemán y estaba comiendo espaguetis con vino Chianti. No era una mala combinación aunque pareciera lo contrario, se juntaban la belleza, el buen gusto y la fogosidad. Cenamos en silencio, con la música de la opera Tannhäuser como fondo. "Te gusta Wagner?." Pregunto. "Si... bastante... pero más me gusta la locura de Mozart." "Porque te gusta Mozart?." Pregunto intrigada. "Tenemos muchas cosas en común con Mozart." Replique. "Cuales?." Pregunto asombrada.

"Bueno nacimos el mismo día con 200 años de diferencia... o sea somos acuarianos... vivía en su país esporádicamente como yo. Y lo más importante... le gustaban las mujeres más jóvenes que él igual que a mí. Prueba de ello fue Aloysa con 14 años cuando la conoció." "Esa no era una joven!... era una nena!." Dijo indignada. "Bueno una masita..." Dije tratando de defender a Mozart. "Acaso te gustan de esa edad?." Pregunto algo molesta. Viendo el cariz que tomaban los acontecimientos y no queriendo perder la noche. Mentí. "No!!!... Me gustan las de 27!" Respondí en tono conciliador. Creo que no quedo conforme con la respuesta. Porque su cara estaba tensa. "Tienes que pensar musicalmente, como hacia Mozart." Le dije. "Para acostarte con una nena, tienes que pensar musicalmente?... Vamos por favor..." Dijo aun enojada. "Vamos, no te digo que lo justifico... pero presta atención a 'Eine Kleine Nachtmusik' desde el comienzo es el amor con una niña, presta atención a los toques cortos de violín, son como si el violinista estuviera tocando un seno pequeño. Además si prestas atención veras que empieza con el mismo ímpetu que con el que termina, eso significa que por mucho que ella haya llegado a una meseta de placer, no pudo lograr el orgasmo. Para mí a 'Eine Kleine Nachtmusik' es la representación sexual de una niña de senos pequeños." "Ja... Ja... Ja..., que loco estas mi amigo." Dijo con una risa franca y sonora. "Y para ti yo que seria?." Pregunto. Mire detenidamente a esta hermosa mujer que tenia frente a mí, miraba dentro de sus ojos, trataba de pensar como seria musicalmente en la cama. Trataba de traer a mi memoria acordes que se pareciesen a la imagen que tenia de esta mujer. Mientras pensaba en sus había ansiedad. Fue eso lo que hizo decidirme. "No tengo ninguna duda que serias el Allegro Assai de la Sinfonía Numero 40 en G menor." Dije muy seguro. "El Allegro Assai... porque?" Pregunto con los ojos abiertos. "Porque estoy seguro que eres una mujer multiorgasmica como el Allegro Assai. Si prestas atención veras la cantidad de orgasmos que tiene el Allegro Assai hasta llegar a un último y total orgasmo que la deja exhausta." Dije convencido de mis palabras pero no muy convencido del efecto. Se levanto de la mesa en silencio y comenzó a retirar la vajilla, me levante para ayudarla. Llegue a la cocina detrás de ella. Estaba poniendo los platos sucios en la pileta, y yo hice lo mismo. Me mantuve en silencio. No sabia si la había ofendido, o había dicho algo impropio. De lo único que estaba seguro era que mis palabras habían causado efecto en ella, lo que no sabia era que tipo de efecto. "Deja eso... yo me encargo." Dijo, con un tono un poco distante. Cuando estaba saliendo de la cocina, escuche nuevamente su voz, "Lleva la botella de whisky y los vasos a la sala." Dijo, y volví a respirar tranquilo. Al menos iba a poder beber un whisky. "No te olvides que tienes que contarme una buena historia!." Agrego cuando estaba abriendo la heladera para sacar la botella. La mire a los ojos, y había vuelto a su estado normal. Era la misma de antes de toda esta conversación. Fui a la sala serví los vasos y me senté en el sofá a esperarla. Enseguida llego y se paro frente al equipo de música, hacia rato que 'Tannhäuser' había dejado de sonar. Estaba de espaldas a mí, la luz que provenía de la lampara hacia que su camisa se trasparentase y podía ver una silueta agradable. Comencé a escuchar la inconfundible apertura de la Sinfonía N° 40 en G menor. Tomo el vaso con las dos manos y bebió un sorbo, camino lentamente hacia el sofá y se sentó a mi lado. "Bueno... ahora quiero la historia." Dijo con una mirada mas que picara. "Siéntate en mis rodillas..." Le respondí. No dudo un segundo, es mas parecía que estaba esperando la orden. Se sentó sobre mis rodillas, y paso un brazo por detrás de mi cuello apoyándolo en el respaldo del sofá. O sea que mi brazo izquierdo quedo en su espalda, abrazando su cintura. De los parlantes se escuchaba el Andante, sin duda una música que prepara el clima para una buena historia. "Sabes... esta no es una historia personal, es una historia que me contaron, pero estoy seguro que te va a gustar," Dije. "Me la contó mi amigo Esteban:" Era un verano sensual. Las relaciones de mi madre con mi futuro padrastro corrían suavemente por el momento, el no la invitaba frecuentemente pero sí regularmente. Cada vez, Alicia venia a tiempo para cuidarme, preparábamos la cena, limpiábamos, hacíamos la tarea escolar, nos desvestíamos el uno al otro en el diminuto cuarto. Enseguida el cuarto se hacia eco de nuestras miradas, susurros y gemidos de placer y lujuria. La única vez que tuvimos sexo fuera de ese cuarto, fue una vez que Alicia vino a casa, un raro sábado a la tarde que no había sido enviado a la casa de mis parientes por el fin de semana. Alicia trajo té helado y se sentó a charlar con mi madre un rato, cuando de repente le pidió si yo podía ir a su casa para ver el tocadiscos que su hermana Elena le había enviado para ella y su madre. Ella me llevo a su departamento y tan pronto como estuvimos en él me metió en el dormitorio. Le dije que ella quería que revise el tocadiscos y ella confundida e impaciente me dijo que el tocadiscos no necesitaba nada, que funcionaba perfecto, que solo quería que estemos solos en el cuarto. "No sé lo que me sucede hoy!" Exclamo, visiblemente temblorosa. "Me siento tan indecente. Dios espero que no nos pesquen." Se acostó al borde de la cama con sus piernas colgando al costado. Levantando su pollera, dijo "Meteme el dedo, cariño. Rápido. Alguien puede llegar." Metí mi mano por la cintura de su bombacha y rápidamente comencé a meter mi dedo dentro y moverlo como le gustaba. Ella gozó casi de inmediato. Después ella nerviosa y torpemente, me recostó sobre la cama de la misma manera, y me masturbo con el cierre de mi pantalón abierto, hasta que sentí un cosquilleo en la cabeza de mi pene y una gota salió de adentro, ella se inclino y la bebió toda, pasando su lengua varias veces por la cabeza y haciendo círculos alrededor de ella. Nos vestimos rápidamente y fuimos a la sala donde nos sentamos. Justo a tiempo: cerca de diez minutos mas tarde llego su hermana Elena inesperadamente. Hable con ella brevemente y mientras estaba en la cocina preparando limonada Alicia me acompaño hasta la puerta y antes de cruzarla murmuro "Estuvo cerca. Pero fue tan bueno!." Después ella me dijo que no deberíamos intentarlo de nuevo en su casa, porque era impredecible, cualquiera de las amigas de su madre o de su hermana llegaban sin previo aviso. Y ella nunca, nunca quería arriesgarse a que mi madre lo supiera. El sexo había pasado a ser el único aspecto de nuestra relación, dudaba un poco acerca de que ambos pronto nos cansaríamos de nuestra rutina y buscaríamos placeres mas variados en otro lugar o con otras personas. Pero fuera del cuarto nuestra relación también era especial, y se agregaba a nuestros sentimientos de intimidad, devoción y placer en el dormitorio. El patio trasero de mi casa era una pequeña franja de terreno del tamaño de un garaje para un auto grande. Estaba en la curva que era el acceso al barrio y cerca del estacionamiento en la esquina de nuestro edificio. Cerca de la curva había un gran roble negro. Pasábamos muchas tardes los días de semana al anochecer después de cenar. Fue debajo del frondoso roble que le conté sobre mi extraño sueno de las cucarachas. Ella dijo que no tenia idea porque había soñado tal cosa, pero sospecho que las monjas me habían asustado tanto con el infierno, que por eso había tenido ese sueno. Alicia y yo discutíamos nuestros sueños frecuentemente en las cálidas tardes de verano debajo del frondoso roble. Ella a menudo soñaba con su padre viniendo hacia ella en la noche, pero era pequeño del tamaño de un chico, un chico muy pequeño, casi infantil. Su cabeza ensangrentada y desfigurada (él había muerto en Okinawa en combate). Él imploraba por ayuda, pero cuando ella se acercaba a el, veía el resto de la casa lleno con otros como él, miles de ellos, gimiendo y procurándola. En el sueño su madre hacia té, absorta de todo y aparentemente sorda e incapaz de oír, pero a medida que bebía su té decía que no quería escuchar y parecía un poco insana. Superada por la indiferencia y la saña, se despertaba transpirando. Ella me dijo que un día había soñado conmigo. Yo estaba parado en un cuarto oscuro sonriéndole. Me dijo que mis ojos eran grandes, enormes y muy oscuros, casi gigantes, y que relucían en la oscuridad. A medida que ella se acercaba a mi se volvía pequeña y se sentía mareada. Y de repente yo era más grande y más viejo que ella y me acercaba a ella con un vaso de vino, acunaba suavemente en mi brazo su cabeza y le daba el vino a beber. El vino estaba cálido y estaba en un cáliz de plata. Ella decía que la parte más llamativa del sueño eran mis ojos notablemente oscuros que parecían inundar la sala. Eran bondadosos y cariñosos, pero había algo asustadizo y despiadado en ellos también. Atravesando el acceso estaba el pequeño patio trasero del edificio que estaba detrás del nuestro. Nunca conocí a nuestros vecinos personalmente. Ocasionalmente miraba por la puerta de nuestra cocina y veía una de nuestras vecinas hablar con Alicia a través de la calle. Una de ellas era la Sra. Johnson. Todas las tardes abría su puerta trasera poco antes de oscurecer, y cuidadosamente deslizaba en bata, su parapléjico marido en su silla de ruedas, por los cuatro escalones de cemento, hasta su patio trasero. Ella trataba de que el se sintiera confortable en ese pequeño rectángulo de pasto, leyéndole el diario, o sintonizando una estación en la radio portátil ubicada entre la silla de ruedas y su reposera de aluminio. Muchas tardes, Alicia y yo nos sentábamos en la curva y observábamos el ritual. Saludábamos a la señora Johnson y al señor Johnson, y ella respondía el saludo y se inclinaba sobre su marido para decirle que nosotros estabamos ahí. El señor Johnson era incapaz de responder. Ni de mover sus piernas o brazos o su cuello o sus ojos. Estaba limpio en su silla de ruedas, vistiendo pijamas rayados y una bata marrón, sus ojos mirando hacia la nada y un pequeño hilo de baba eterno cayendo por la comisura de su labio y con un gesto inexpresivo. El señor Johnson había sido casi literalmente volado en Taiwan. Incluso a mi edad no recuerdo haber visto hablar o al menos levantar una cuchara de sopa hasta su cara. Alicia miraba la escena pacíficamente, mientras ellos realizaban el casi diario ritual, de salir al aire libre. Observe que ella tragaba saliva, por una razón diferente ahora, y murmuraba, "Dios, dale paciencia a esa pobre mujer." Le conté a ella lo que había escuchado de Taiwan y Guadalcanal. Entonces se puso seria y me contó como había muerto mi padre: Él era ingeniero de vuelo en un B-27 en su vigésima primera misión cuando el avión fue alcanzado por las balas. Apenas pudieron regresar a Inglaterra donde se dieron cuenta que el tren delantero estaba dañado y no podía usarse para aterrizar. Como ingeniero en esta emergencia mi padre ordeno a todos menos al piloto que fueran a la parte trasera del avión, donde la mayoría se quedo acurrucada incapaz de saltar en paracaídas. Con el piloto llevando el avión hacia la pista, mi padre se deslizo hacia el tren de aterrizaje manual, literalmente sujetando con su mano la palanca y manteniéndola mientras el avión aterrizaba. Las ruedas salían lo suficiente como para que el avión aterrizara, y así lo hizo suavemente, hasta que el tren se derrumbo, aplastándolo. El resto de la tripulación resulto ilesa. "Tu te pareces mucho a el," Me dijo al final de la historia. "Tu intentas todo, solo para ver que sucede. Eres como un pequeño delincuente." Permanecimos sentados hasta que el cielo oscureció, viendo ante nosotros como los demás se habían ido, hablando vagamente cuan lejos se habían ido. "A veces creo que los únicos que estamos enteros somos nosotros," Suspiro, con su barbilla apoyada en las rodillas. "A veces pienso que fuimos puestos acá para saber cuanto hay para perder. Así poder salvar lo que sea que quede." Sacudió su cabeza y remato. "Y a veces pienso que hay tan poco para salvar." El 4 de Julio me llevo al cine del barrio, el Suzore's, un raído, viejo, y desvencijado edificio si había uno. El lugar era una reliquia en decadencia de los años 1900, pero tenia un típico cuidado domestico y el mejor pochoclo de la ciudad. Con las manos tomadas compartíamos el paquete de pochoclo, mientras nos reíamos de los Bowery Boys, y tapándonos los ojos cuando Charlie Chan gateaba por los pasillos ocultos de una casa embrujada. El camino de regreso a casa eran unas siete u ocho cuadras, camino abajo. Era una de esas cálidas noches Sureñas, húmeda pero refrescando, en esas noches se podían ver un montón de estrellas sobre nuestras cabezas. A medida que caminaba apuntaba con mi dedo para mostrarle a ella la constelación de Orion, y Alpha Centauro. O el punto rojo cerca de la cúpula de la iglesia de Santa María era Marte. Estabamos parados en la oscuridad sobre el césped del edificio da la administración del barrio. Ella escuchaba mientras yo apuntaba a las constelaciones, por un instante pare y la mire. Estaba casi a su altura, para esa época. La luna flotaba justo enfrente de ella, resaltando su rostro. Incapaz de resistirlo, suavemente apoye mi mano en una de sus tetas. Ella miró mi mano sobre su seno. No la quito, pero susurro en forma cómplice, "Alguien podría vernos." "No me importa" Le respondí. Se río y dijo, "Pero a mi sí!." "Esta bien," Dije retirando de mala gana mi mano. Ella tomó mi mano y la sostuvo el resto del camino a casa. "No es eso lo que no quiero." Comenzó diciendo. "Es solo que... no quiero que nadie nos vea... y trate de parar lo que nosotros hacemos..." Ese verano nos brindo muchas noches juntos, noches de abrazarnos cálidamente y suavemente, el uno al otro desnudos. Con Alicia debajo mío o con ella moviéndose sobre mí. Y murmurando secretamente sus necesidades y placeres, enseñándome algo nuevo. Aprendí a mantenerla sobre el filo de su sensualidad cada vez mas y más tiempo, para hacerla luego gozar varias veces, rápida e intensamente. Ella casi siempre caía dormida o desvanecida después de eso, y yo tenia que pugnar por estar despierto y poder despertarla con tiempo suficiente como para arreglar las cosas antes que llegase mi madre. Alicia cumplía 17 años en setiembre, de 1950. Había muy poco dinero para gastar, pero ella invito unos amigos cercanos e hizo una pequeña fiesta en su departamento. Yo estaba ahí atacando instintivamente el helado y la torta casera. Alicia hizo cuestión de presentarme personalmente a cada uno de los invitados. Estaba sorprendido de que la mayoría de sus amigos no fueran compañeros de clase, sino que fueran adultos. Esto me puso un poco nervioso, especialmente cuando ella insistía en presentarme a todos como "Speedy, Mi novio." Y cada vieja que me presentaban decía algo así como "Que monada de chico." Mi malestar era obvio. En determinado

momento me retire a un rincón y me senté enojado por un largo rato. Alicia se acerco y me pregunto que era lo que estaba pasando. Me senté petulantemente, golpeando mis talones sobre las patas de la silla y sosteniendo su mirada. Ella se inclino sobre mí. "Speedy, tú eres demasiado inteligente y demasiado querido por todos aquí para actuar de esa manera. Que pasa contigo, no te gusta esta gente?." "Todos piensan que soy una monada," Dije haciendo puchero. "Y odio el nombre, Speedy." Ella se río y dijo, "Speedy, deja que piensen lo que quieran, coopera un poco. Además que diferencia hace?." Fuertemente apreté mis brazos contra el cuerpo. Ella se enderezo y dijo, "Hmn..." Con sus manos en la cadera. "Mírate, cariño, eres tan lindo." "Hmn..." Conteste. "Cómo voy a conseguir que tengas mas experiencia estando con otra gente que no sea tu familia? Hmn... dímelo?." No respondí nada pero la patee con mis talones. "Muy bien, amargado," Dijo. Sacudiendo su cabeza impacientemente, ella volvió con el grupo. Pase el resto del día ignorando a todos hasta que pense que era hora de volver a casa. Cuando deje el apartamento vi que ella estaba observando por el rabillo de sus ojos mientras hablaba con otras personas. El resto del día lo pase en la sala, el peor lugar para mí. Escuche el Philco por un rato, y me puse a escribir en la Underwood. Y para el anochecer estaba total y completamente aburrido. Salí al patio trasero, me dirigí hacia el roble. Por un rato me senté debajo del roble, escuchando sus pesadas y frondosas extremidades, susurrar en la brisa. Anochecía y el cielo se había vuelto rojo. Luego de un rato, escuche el batir de la puerta en la casa de Alicia. Mire hacia atrás. Seguro que era ella. Ella me vio y se dirigió hacia mi, su cabeza gacha y sus manos entrelazadas en la espalda. Me senté en el cordón de la vereda, con mis piernas extendidas sobre la calle. Ella se sentó a mi lado. "Que es lo que pasa mi amor?." "Nada," Dije. "Mírame!." "No!" Ella bajo su voz y dijo, herida, "Speedy, porque me haces esto?." Mire hacia delante y levante mis rodillas para apoyar mi barbilla. "No lo sé." Y realmente no lo sabia. "Siento mucho que no hayas tenido un buen día. Yo deseaba que lo fuera" Me encogí de hombros como para decir que no me importaba. "Puedes decirme que es lo que te pasa?" "No lo sé." "Por favor inténtalo!." Me encogí de hombros nuevamente. "Inténtalo, amor. Háblame. No te has portado bien conmigo en todo el día. Y tengo todo el derecho de no hablar contigo. Pero quiero que me digas que hay de malo." Me encogí de hombros un poco, y finalmente pude decirle lo que pensaba, "No... no me gusta la gente que espera que sea una monada todo el tiempo." "Speedy, ellos no esperan que seas una monada. Tú 'eres' una monada. Realmente lo eres. Tú eres una persona inusual, tu no eres como los otros chicos de tu edad. Tienes una fuerte inteligencia, además de una diferente apariencia y personalidad con respecto de ellos. Y la gente nota eso en ti." "Pero... yo no sé que decirle a la gente." "Solo debes decir hola, cariño. Como esta usted. No tienes que decir nada especial." "Bueno..." Me encogí desamparado. "La gente siempre espera que haga ciertas cosas. Que actúe de cierta manera." Alicia suspiro profundamente. "Eso es lo que crees. Te refieres a 'ciertas' personas. Cómo tu tía Francisca y el resto de ellos? Y tu madre?." Asentí. Por un rato Alicia se quedo mirando el pasto silenciosamente. Extendió sus piernas enfundadas en un pantalón vaquero, sobre la calle y reclino hacia atrás su cuerpo apoyándose en sus codos. "Speedy, sabes que pienso ser cuando termine el colegio?." Sacudí mi cabeza. "Voy a estudiar para ser profesora. Una profesora especial. Quiero enseñar chicos que... que sean diferentes de otros chicos. Alguno como vos podría llegar a ser uno de esos chicos. Pero tu crecerás para cuando yo comience mis estudios. Estarás en la escuela secundaria para entonces. Pero sabes algo? Mírame, cariño." Hice lo que pedía. Ella continuo, "Hay una cantidad pavorosa de cosas que podría aprender de ti. Tú eres realmente un caso duro." "Caso duro?" Dije, "que es un caso duro." Levanto sus ojos, mirando al cielo. "Tú eres tannn... adelantado. Eso es lo que tú eres, un adelantado." Levante mis hombros en señal de incredulidad. "Oh." "Vas a llevarme al cine, el día de mi cumpleaños?." "Al cine?." Pregunte desaprobando la idea. "No tengo dinero." "Yo pago." "Pero eso no es justo" Dije. "Si lo es. Yo pregunte primero." "Bueno... si tu preguntas, yo no estoy invitando, tu estas invitando." "Oh... basta, porque tienes que ser tan correcto?. Escucha. Empecemos de nuevo. Ahora, yo te pregunto si tu quieres invitarme a mí al cine. Y se supone que tienes que decir que sí." "Ok." "Ahora, quieres llevarme al cine por mi cumpleaños." Hice una pausa. No estaba muy de acuerdo con la política de este juego. "Pero la que tiene el dinero eres tu." Interrumpió abruptamente, "Responde sí, o no!." "Empecemos de nuevo," Dije. "Esta vez lo voy a hacer bien." "Oh... Bueno. Quieres llevarme al cine para mi cumpleaños?." "Sí." Me levante rápido y le di un beso en la mejilla. "Sí." Y la bese nuevamente. "Sí." Y volví a besarla. Ella se río. "Que estas haciendo?." "Te estoy besando y diciendo sí." "Tres veces?" "Para compensar las veces que no lo hice bien." Y una vez mas, le di un beso sonoro en su mejilla. "... Y este es por ser tan infantil en tu cumpleaños. Te prometo no volver a hacerlo nunca más." "Oh... mi pequeño rompe corazones." Dijo dando me un fuerte abrazo. Alicia parecía mas una joven mujer que una adolescente. Su cuello, brazos y piernas se habían estirado en curvas más graciosas. Fue perdiendo esa gordura infantil en su cara y su cuello, y estilizando su figura en general. Yo estaba cerca de mi noveno cumpleaños y era algo musculoso y ligeramente alto para mi edad, pero ciertamente no tan sustancial como otros chicos de mi edad. Era apenas unos cuatro dedos mas bajo que Alicia. Como mi padre y su hermano, había algo delicado en la familia nuestra por parte de mi abuela paterna.

que Alicia. Como mi padre y su hermano, había algo delicado en la familia nuestra por parte de mi abuela paterna. Digo esto porque por esa época comencé a ser mas y más consciente de mi propia dimensión física y del lado físico de esta relación apasionada. Note este cambio de nuestras apariencias unos pocos días después del cumpleaños de Alicia. Ella estaba cuidándome, mientras mi madre asistía a una fiesta de Día de Brujas. Fuera del apartamento los chicos jugaban al Día de Brujas, cambiando caramelos por el truco o trato, su bullicio y sus maracas se escuchaban en la noche. En ese momento Alicia y yo estabamos desnudos en el pequeño cuarto. Estabamos sonrientes y contentos, acostados en la cama totalmente desnudos, pero justo debajo del alféizar de la ventana para que cualquiera que mirase solo vería nuestros codos y caras. Por un rato estuvimos hablando y mirando lo que sucedía afuera. Entonces fuimos al baño para maquillarnos y disfrazarnos para el Día de Brujas, a medida que nos maquillábamos nos reíamos uno del otro. Esa fue una de las pocas veces que pude ver a Alicia desnuda fuera de la cama. Parada mirándose delante del espejo del baño o caminando en puntas de pie por la sala. Vi como se habían vuelto delgadas y firmes su cintura, su espalda y sus piernas. Le dije esto a ella y se quedo parada midiéndome con la vista. Dijo que mi pecho estaba comenzando a expandirse ahora, mi espalda comenzaría a ensancharse, y probablemente seria como la de mi tío Francisco algún día, y mis piernas se alargaban y alineadas, y ya tenia pelusa en ellas. Le dije, "Te estas volviendo bonita, y más bonita cada vez. Alicia." "Para con eso." "Pero es verdad," Insistí. "Tus ojos están más bonitos. Ellos están más bonitos y grandes de lo que normalmente eran. Y mucho más azules." "Si... bueno déjame mirarte." Me tomo por un brazo y empezó a mirarme de arriba abajo. "Mira. Estas perfectamente proporcionado. Ni muy grande ni muy pequeño." Puso sus manos en la cintura y continuo la inspección de mi desnudez, murmurando ausente. "He visto gran cantidad de cuadros de estatuas en los libros de arte. Así que sé muy bien de lo que hablo. Mírate. Perfecto. Una pequeña estatua griega. Lo único que te falta es una hoja de higuera." "Tu luces perfecta también," Respire despacio, observando su cuerpo desnudo, la cuesta garbosa de sus senos, los muslos ligeramente separados, y sus delicados tobillos. "Adivina que?." Pregunte. "Que?." "Mirándote así, me excitas." Ella pestañeo "Oh... vamos." Abandonamos nuestro maquillaje y volvimos a la cama, estaba con su cabeza sobre mi vientre y mamaba mi pene lánguidamente hasta que la punzada cada vez más familiar en mi pene envía una gota a la punta de la cabeza que ella se bebió. Me sentía sin aliento, disfrutando sus cada vez más expertos labios y manos. "Puedo saborearlo!." Dijo, intentando sorber las gotas que salían de mi pene. "Puedo beber tu leche, cariño, estas comenzando a eyacular?." "No lo sé, eso creo.... no estoy muy seguro." "Oh... mi pequeño... no sabes de que te estoy hablando?." Le dije que no sabia muy bien de que se trataba. Ella trato de explicarme el orgasmo y la eyaculación en los hombres. Entendí la idea general, pero estaba sorprendido de encontrar una mejor explicación y más realista acerca de los bebes que todas las que había escuchado de mis parientes. Alicia me explico como hacían las mujeres para evitar quedar embarazadas haciéndoles usar a los hombres un 'forro' (ella nunca uso la palabra preservativo. Decía que esas palabras no la excitaban. 'Forro', sonaba sucio, y era la palabra que le gustaba usar). Le hice notar que si yo había eyaculado, y había tenido un orgasmo, deberíamos usar un 'forro'. Desaprobó la idea, y dijo resueltamente, "No. Nunca te voy a hacer usar un forro." "Pero vamos a estar en problemas, si no uso el 'forro'." No respondió. Continuo masajeando mi pene, ahora prolongando la estimulación. Me miro y luego miro hacia fuera por la ventana. Pregunte "Que pasa?." "Espera un minuto", siguió mirando por la ventana, parecía que estaba pensando profundamente. Luego de un rato se sentó en la cama y se apoyo en el respaldo, corrió el cabello de su cara, y dijo. "No. Nada de forros." La mire confundido. "Porque..." Continuo, sacando una hebilla de su pelo y poniéndola en su boca, mientras se acomodaba el pelo hacia atrás. "Porque, ugh..." Continuo, asegurando el pelo con la hebilla. Y abruptamente dijo "Porque." La mirada en mi cara le dijo que sabia que no quería responder, pero yo sabia por su cara que ella no quería responder. Ella se acostó a mi lado y puso mi cabeza en su pecho, y nos abrazamos uno al otro, por un rato ella solo acaricio mi cabeza y mi cuello, y se agacho para pasar su lengua detrás de mi oreja. Permanecimos quietos escuchando los chillidos y risotadas de los chicos afuera. Después de un rato empezó a acariciar mi pene mientras yo le chupaba los pezones. Con su cara apoyada en mi cabeza mientras le chupaba los pezones, podía sentir su sonrisa. Ella pregunto dulcemente, "realmente te gusta chuparme los pezones, verdad cariño?." "Sí. Me gusta sentirlos en mi boca." "Me alegra que te guste. A mí también me gusta que lo hagas. Me gusta tenerte así mientras me chupas las tetitas. Me gusta la manera en que disfrutas haciéndolo." "Es divertido," Bromee pasando de un pezón a otro. Ella se río. "Si, es divertido, es realmente divertido, no? No sé... supongo que no harías esto si fueras un muchacho de mi edad." Por un largo rato permaneció en silencio, pero masturbándome juguetonamente y mirando como yo disfrutaba sus tetas. Murmuro. "Es difícil imaginar que la gente quiera lastimarnos por esto. La mayoría no tiene esto. No creo que lo comprendas." Me sujeto por la barbilla, levanto mi cara y me dio un sonoro beso en los labios. "Espero que nadie te lastime. Pero va a ser muy, pero muy difícil encontrar una mujer que entienda como eres." Le pregunte que quería decir con eso, pero ella no me contesto. En cambio ella se puso a juguetear con el pelo alrededor de mi pene. "Tiene una forma bonita." Contemplando dijo, "Espero que no te crezca demasiado pelo." Se deslizo hacia abajo pasando su cabeza por mi pecho, luego mi estomago y paro en mi vientre. Comenzó a mamarme nuevamente. Retenía el tronco de mi pene con su mano y pasaba la lengua por la punta. Y luego lo metía dentro de su boca. "Eres tan 'mamable'." Dijo contenta. No le llevo mucho tiempo dejarme sin aliento nuevamente. Debo admitirlo, orgasmo o no, nunca he sido físicamente satisfecho por las manos de una mujer como Alicia había aprendido a hacerlo. No mucho antes mi endurecido pene pareció desarrollar su vida propia. Mis piernas quedaron rígidas, los dedos del pie se estiraron, mire hacia abajo y vi que Alicia seguía moviendo su cabeza. Y de repente otra de esas extrañas oleadas de puro placer se disparo dentro de mi pene y me pareció que se derretía. Después de unos segundos de esta tensión sentí un fluido salir de mi pene. Alicia se dio vuelta y me miro asombrada. "Amor. Gozaste?." Intente decir algo, "No sé... no estoy seguro... pero me sentí bien de repente." Me estudio. Seguramente había gozado nuevamente. No puedo llamarlo un orgasmo, al menos no un orgasmo propio de un adulto, pero ella me había dado un placer sorprendente, ambos física y emocionalmente. Me sentía seco y cansado. Ella subió para acariciar mi cara. "Te lastime, cariño?. Te he lastimado? Lo hice?." Moví mi cabeza negativamente. No podía hablar, se hacia difícil respirar, mucho menos hablar. Tenia la boca seca. "No me lastimaste... al contrario... es tan bueno... se siente tan bien." Ella me abrazo. "Oh tu casi, tu casi! Oh... que bárbaro." Me sentía muy bien había sido demasiado para mí en ese tiempo. No recuerdo bien en que punto de la noche me inspire para dar mi próximo paso, Alicia estaba recostada de espalda tranquilamente disfrutando como le chupaba los pezones mientras tenia un dedo en su vagina y lo movía lentamente dentro de ella. Entonces decidí darle a ella el mismo placer que ella tan generosamente me había dado, estaba inspirado para darle el placer oral que ella me había dado. Fui bajando lentamente por su estomago y su vientre como ella lo hacia conmigo. Baje un poco mas y comencé a besar sus muslos, degustaba el sabor y la textura de sus suaves muslos, los pliegues de su ingle que llevaban derecho a su concha, pellizque los tendones de sus labios con mis labios, mientras ella separaba sus piernas para que yo pueda acercarme mas a su concha. Le gustaban esos pequeños besos en los muslos interiores. Una vez que se percato de lo que yo estaba por hacer, miro asombrada y con un brillo en los ojos pregunto. "Vas a hacer, lo que yo pienso que vas a hacer? Oh mi amor..." Exclamo y dejo caer su cabeza sobre la almohada. Ella se sonreía mirando al techo mientras yo buscaba con mi lengua los movimientos y las acciones que le dieran placer. Según puedo recordar, ella no tenia ningún olor, a excepción de un almizcle tímido que era algo así como leche tibia. Pero tenia un gusto sutil e indescriptible, como si fuera crema batida sin azúcar. Ella nunca menciono que yo bajara a su pesebre, después de todo estabamos en los años 50 y no eran tan comunes las libertades orales como lo son ahora. Inmediatamente ella se sorprendió agradablemente; podía escuchar sus gimoteos súbitos y alegres, podía sentirlo en la rigidez de su estomago y su jadeo a medida que mi lengua probaba su humedad y encontraba su clítoris. Paso un tiempo hasta encontrar lo que le gustaba. Aparentemente ella nunca había considerado este acto antes, así que no tenia instrucciones especificas para darme. No recuerdo todos los detalles después de tantos años, pero ella estaba impresionada y encantada de cómo la chupaba y del obvio placer que esto me producía. La intensidad de sus reacciones me sorprendió, lo que era usual por esa época. Sabiendo como ella me mamaba y lo placentero que me resultaba, aprendí rápidamente a mamarle la concha hasta hacerla gozar. Aprendí a retardar su gozo pero no por mucho tiempo. Después de casi media hora de practica ya estaba preparado para hacerla gozar. En cambio ella hizo algo inesperado. Me tomo por las axilas y me dijo "Ven... sube, cariño." En un suspiro deliberadamente bajo. Había una nueva urgencia, una tensión diferente en su voz que nunca antes había escuchado. "Vamos... sube." Dijo nuevamente, tirando hasta que quede sobre ella, abrió sus muslos y extendió sus rodillas a cada lado y quede entre medio de ellas. Me apoye con las manos sobre el colchón para ver que era lo que ella quería. Su cara estaba tiesa. Fijo sus ojos en los míos y susurro. "Levántate un poco." Y siguió manteniendo su mirada fija en mi y mordiendo su labio inferior, metió su mano entre nosotros y agarro mi pene por el tronco. Sentí un cosquilleo extraño cuando ella empezó a refregar mi pene por su húmedo tajo, mojándome mi pene. Ella vio la sorpresa en mi cara y la suya estaba más intencionada y decidida. "Lo sientes?." Pregunto sin aliento. "Si... esta mojado y pegajoso." Ella pareció nerviosa unos segundos. "Levántate un poco," Murmuro. Ahora su voz era temblorosa, de una manera que nunca antes lo había sido. Y entonces sentí mi pene entrar dentro de su vagina. Sus facciones se suavizaron, y sonrío delirantemente, pero todavía había urgencia en su voz. "Muévete, hacia delante, hacia mí." Así lo hice. Sus ojos estaban fijos en los míos. Vi, oí y sentí como pi pene duro se deslizaba profundamente dentro de ella. El sentimiento era maravilloso. Yo estaba boquiabierto, sin palabras. Sabia que ella disfrutaba cuando movía mi dedo dentro de ella así que si movía mi pene ella iría a disfrutarlo también. Me moví hacia fuera un poco y luego hacia adentro todo lo mas que pude. Ella se apretó contra mí acomodando su cuerpo, entonces me moví hacia fuera y hacia adentro nuevamente. No me movía hacia arriba y hacia abajo, sino hacia adentro y hacia fuera. Cuidadosamente me movía, evitando salir de adentro de ese lugar que tanto placer me daba y tanto placer le estaba dando a ella. Nuestros estómagos estaban pegados, cuando yo me movía hacia atrás, ella acompañaba el movimiento para no perder contacto con mi pene, y cuando lo hacia delante ella levantaba sus caderas y hacia mas presión sobre mi pelvis. Intuitivamente sabia que ella no quería que perdiese el contacto con su clítoris.

Estaba asombrado y asustado, sus ojos miraban dentro de los míos y los míos dentro de ella. Sus ojos se iluminaron, "esta bien, amor... no pares... esta bien como lo estas haciendo... te quiero." Una mano agarro mi hombro y tembló, mis piernas se sacudieron. Sus ojos seguían buscando dentro mío. Y yo buscaba en los de ella algo que me sirviera de guía, vagamente pero con miedo realizaba lo que estabamos haciendo. Estaba sobrepasado por el impensable hecho de estar dentro de ella, su oscuro y más secreto lugar. Ella podía ver la desorientación y precipitación en mi cara, podía sentir mis movimientos inseguros. Trate de decir algo. "Estoy?... estoy... dentro... tuyo?." Mitad risa mitad llanto ella grito. "Sí! Si, mi amor estas dentro mío. Quédate dentro mío. Te quiero dentro mío..." "Es bárbaro!." "Sigue moviéndote... despacio y profundo... Así de esa manera... no pares... así mi amor, así esta bien... lo estas haciendo correcto... como es que sabes hacerlo tan bien... Sabia que esto iba a suceder tarde o temprano, pero nunca imagine que seria así..., no sabia que podía ser tan bueno... Oh... tu pene dentro mío, y nosotros estamos cojiendo... estamos cojiendo, amor, y quiero que sientas eso. Quiero que lo disfrutes conmigo. No quiero ningún 'forro' entre nosotros porque quiero sentir tu pene dentro mío. Quiero ver tus ojos mientras me cojes por primera vez. No quiero que pares, Oh... por favor no pares..." Jadeando constantemente sobre ella dije. "No voy a parar... no puedo." Sus ojos se movían velozmente, buscando los míos y cada rincón de mi cara, como si quisiera grabar cada detalle de ese momento, cada movimiento, cada mueca que hacia, cada agitación de mi cara. Una mano agarro mi cuello y la otra mano la deslizo hacia abajo y con dos dedos agarro mi tronco húmedo y resbaladizo, y siguió hablando en un murmullo mientras sentía en sus dedos como la cojía y como cada vez estaba mas mojada. "... es tan bueno y tan... no puedo creer lo bueno que es... no puedo creer el amante que eres... lo haces sentir tan bien." "Alicia... me gusta estar dentro tuyo." "Si mi bebe, dentro mío, en mi! ... nunca pense que seria así... oh... quiero hasta la ultima gota, estoy esperando... pero no puedo parar de gozar... quieres parar mi amor? Estas cansado? Quieres parar y descansar un poco?" "No. No quiero parar." "Oh... mi bebe..." "Quiero hacerte gozar." "Que dulce eres, quieres hacerme gozar... yo no pense que seria así, no pense que me harías gozar tan rápido." Sus ojos se agrandaron, sorprendidos, y su voz se hizo mas alta y furiosa. "Oh... mi Amor, esto es bárbaro! Estooo es bárbarooo! Esto es maravilloso!." Sus ojos perdieron el foco, parecía que miraba hacia la nada, aunque miraban hacia mí. Sus ojos revolotearon y se cerraron, su cabeza cayo de lado y puso una mano en sus labios. Ella no quería hablar mas y no quería que yo lo hiciera. No me había movido desde que sus temblores comenzaron y se puso rígida. Esta vez parecía totalmente perdida, temerosa pero incapaz de hacer algo excepto seguir haciéndolo. Sus movimientos y acciones parecían diferentes esta vez, como si esta vez hubiese perdido el control y su cuerpo y su concha y su destino estuvieran enteramente a mi cargo. Ella estaba tendida totalmente desvalida. Apenas se movió, pero su movimiento se centro en una pequeña área desde sus muslos hasta el ombligo, y solo lo hizo como para mantener su concha a la altura y el ángulo exacto para que mi pene entrase todo dentro de ella a la manera que ella quería, con su clítoris hinchado suavemente rozando en el tronco de mi pene. No sé si ella lo había planeado así, o si habíamos encontrado el punto justo, o simplemente esto sucedía como otras tantas cosas sucedían de alguna manera inevitablemente cuando estabamos desnudos. Su concha succionando el centro de la cabeza de mi pene y sus caderas parcialmente giradas, su clítoris precisamente a lo largo de mi pene que se adapto exactamente a los pliegues de su vagina, graciosamente conectadas nuestras barrigas. Entonces ella se endureció terriblemente, temblando, endurecida y levantando sus muslos y caderas del colchón, temblando y gritando, y una vez mas una rigidez mortal por un largo periodo. Sabia que ella estaba en otro mundo. Si bien todavía no sabia exactamente lo que era un orgasmo, tenia el ejemplo perfecto yaciendo bajo mi cuerpo, mamando el placer de mi verga con una quieta locura desde un invisible lugar dentro de ella. La entrega total y la vista de su cuello elegantemente tirado hacia atrás como en una dulce muerte, me lleno del conocimiento del éxtasis que solo una entrega completa a la lujuria puede alcanzar. Sin pensarlo, me metí profundamente dentro de ella, y sentí su clítoris rozando mi pene, moví mis caderas en lentos, rítmicos círculos, en oposición a los de su concha. Apreté mis dientes ante el cosquilleo insano de sus músculos internos alrededor de mi glande y el húmedo latir de sus labios exteriores, acariciándome el tronco de mi pene, y demostrando por la tensión en su concha y sus muslos a cada lado mío, que ella estaba profundamente inmersa en un placer que nunca antes había estado. Ella se quedo así por lo que pareció una eternidad mientras yo gruñía sobre ella en mi primer consiente revolcón en el placer animal de lo que estaba haciendo con ella. Todo el tiempo que duro su gozo, no deje de mirarla. Nunca voy a olvidar la vista de ella bajo la luz de la luna mientras estaba apoyado en mis codos y la primera vez que había usado mi pene, mi pija, mi verga para hacerla gozar. Todo sucedió demasiado rápido. Todavía no sabia de las implicaciones de la palabra que describía lo que nosotros habíamos hecho (ella se encargaría mas tarde, en su inimitable manera). Entrar dentro de ella, cojerla, gozar, todo parecía haber sido por accidente, un accidente que nos adelanto, completamente, velozmente y absolutamente. Ella gozó tan rápida y profundamente que ambos permanecimos quietos como si estuviésemos petrificados. Después de un rato ella dijo. "Tu y yo, ciertamente, estamos llenos de sorpresas, mi amor." Se inclino sobre mí. "Me diste mucho placer, ...como sabes hacer eso tan bien?. Oh... ni siquiera puedo pensar..." Ella paso su brazo por debajo de mi cuello, y sujeto mi hombro, con la otra mano comenzó a masturbarme nuevamente. Disfrutaba de eso, y una vez mas consiguió que salga algo de mi pene. Acerco su cabeza a mi pene y lo bebió todo. Era una sensación perversamente satisfactoria. Puse mis manos detrás de la nuca y cerré los ojos. Dormí como un saco de huesos con la luz de la luna sobre parte de la cama donde había tenido la increíble experiencia de descubrir enteramente su cueva secreta y explorarla con mi pene. Por la mañana mi carne la recordaba y parecía que aun tenia su humedad pegada a mí, por varios días pude sentirla en mi pene. Y si la memoria no me falla, después de todos estos años, vague todo el día en un sueño, o en un shock, o en ambos.

Capitulo Cuatro Hice una pausa en el relato, entonces ella se levanto y sirvió nuevamente los vasos. Me dolían las piernas, realmente ya no era una niña como para tenerla sobre el regazo tanto tiempo. Fue hasta la cocina a buscar mas hielo. Escuchaba los ruidos que hacia dentro de la cocina tratando de adivinar que era lo que estaba haciendo. Mientras tanto me levante del sofá. Tenia algunas urgencias que había postergado por el relato. Y mi vejiga no estaba dispuesta a postergar mucho más. Me acerque a la cocina en el momento en que ella salía. "Dónde esta el baño?.'" Pregunte. "Esa puerta que esta ahí." Respondió señalando la segunda puerta que había a mi derecha. Con el brazo apoyado en la pared y mi frente apoyada en el brazo, orine hasta vaciar la ultima gota. Me quede un momento en esa posición, vieja costumbre de alcohólico que no me podía sacar. Debía tomar una decisión, o me quedaba con ella acá o pedía un taxi para volver a mi departamento. Me acerque a la pileta a lavarme las manos y la cara que me devolvió el espejo, francamente estaba lejos de ser una buena cara. Me moje un poco la cara, me peine y salí. Quería alejarme de la visión que me había dado el espejo. Cuando volví a la sala una música de flauta llenaba el ambiente, eran acordes conocidos pero no podía distinguirlos bien. Reconocí al autor, "Vivaldi?." Pregunte en tono más afirmativo que de interrogación. "Sí." Contesto ella. "Cual es?. No puedo recordarlo en este momento." Pregunte. "El fiel pastor". Respondió con una sonrisa. Me reí a carcajadas, y ella acompaño mi risa. Era una mujer muy inteligente. "El viejo fauno tocando la flauta queriendo conquistar a la inocente doncella. Verdad?." Le dije a medida que me acercaba. "Bueno... hay algo de eso? Acaso?." Pregunto irónicamente. "Creo que la pobre y desvalida e inocente doncella..." Hice una pausa buscando las palabras que expresaran lo que sentía en ese momento. "No es tan pobre... ni esta tan desvalida y hace tiempo que perdió la inocencia. Por el contrario, pienso que la doncella, hace rato que esta jugando con el viejo fauno." Dije. Van a pasar muchos años, pero no creo poder olvidar jamas la cara que puso en ese momento. Estaba sentada en el sofá, con las rodillas juntas, sostenía el vaso de whisky con las dos manos y tenia los codos afirmados sobre sus piernas. Cuando dije estas palabras escondió su cara detrás del vaso, de modo que solo podía ver sus ojos, que pestañeaban incesantemente. Parecía una niña que había sido sorprendida en una travesura y esperaba el castigo. "Porque juegas así con este viejo fauno." Pregunte, mientras me sentaba en una esquina del sofá. "No estoy jugando." Respondió, y luego agrego "Además no eres un viejo fauno." "No soy viejo o no soy un fauno?." Pregunte. "Ni lo uno, ni lo otro. No eres viejo y no eres un fauno." Dijo seriamente. Mientras ella hablaba, pase mi brazo por su hombro y la atraje hacia mi haciendo que se recueste sobre mis piernas. Su cabeza quedo apoyada en mi regazo, y mi mano sobre su vientre. Me incline y acerque mis labios a los suyos. Cuando apoye mis labios sobre los de ella, pareció no sorprenderse. De a poco fue abriendo su boca y mi lengua se entrelazo con la de ella. Lentamente comencé a desabotonar los primeros botones de su camisa. Pase la mano dentro de la blusa y pude sentir en mis dedos la suave carne de sus tetas, sus pezones estaban duros. Desabroche el resto de sus botones, para poder acariciar generosamente esos pechos duros. Estaba en una posición incomoda, tenia que tener el torso completamente doblado para poder besarla. Me moví de lado para salir de esa incomoda posición y quedar tendido a su lado. Seguí besándola mientras le sacaba la blusa muy despacio. Su piel era blanca, suave y cálida. La luz de la lampara proyectaba la sombra de sus pechos sobre su vientre. Una aureola rosada rodeaba sus pezones. Moví mi cabeza hasta llegar a su cuello y pasar delicadamente mi lengua por él. Su respiración se agitaba mas, mientras intentaba vanamente en quitarme la camisa. En realidad era un buzo que simulaba una camisa, así que había que sacarlo por la cabeza y no desabrochando los únicos tres botones que tenia. "Quiero sentir tu piel contra la mía. Quítate la camisa." Me incorpore un poco, me saque la camisa y la abrace, el contacto con su piel era agradable, cálido y placentero. Note que ella me besaba con avidez, con una oculta urgencia que la hacia ser un poco torpe en sus movimientos. Sin duda estaba muy excitada. Mientras ella me besaba comencé a bajarle el pantalón, por suerte era de esos que se usan para hacer gimnasia y tenia solo un elástico. Lo baje hasta sus rodillas y ella ayudo moviendo sus piernas para bajarlo hasta los tobillos y sacárselo sin mi ayuda y sin la ayuda de sus manos. Subí mi mano por la cara interior de sus muslos, un suave vello los cubría, llegue hasta su vagina que estaba completamente húmeda. Los pelos que la cubrían eran largos y más bien lacios, no tenia gran abundancia de pelos en su pubis, pero resultaba un poco difícil separarlos para poder meter mis dedos dentro de su vagina, que era lo que estaba procurando hacer. Sin parar de besarme, bajo sus manos y separo expertamente los pelos que cubrían la entrada, mientras yo peleaba con el cinturón y el cierre de mi pantalón para poder sacármelo. Pensaba en lo ridículo de la situación. Fingiendo una irrefrenable pasión luchaba por bajarme los pantalones. Mande todo al carajo. Me puse de pie y me baje los pantalones y el calzoncillo con comodidad, no había llegado a los 40 años para estar peleando con un cierre como si fuera un adolescente desesperado por sexo. Me quede parado viendo su cuerpo tendido en el sofá, mientras ella acariciaba mi pierna esperando que vuelva a su lado. Sorprendentemente mi erección continuaba intacta. Me agache con mi cabeza hacia su vagina y arrodillándome en el suelo comencé a besar su vientre, y seguir los pliegues que formaba su piel en la zona de la ingle, hacia su vagina. Escuchaba sus gemidos y sentía su mano moverse en mi nuca, con sus dedos entrelazándose con mi pelo. Estaba incomodo en esa posición. Seguí un poco mas pero no aguante lo suficiente como para siquiera llegar con mi lengua a su clítoris. Me incorpore y tendiéndole la mano hice que ella también se incorporase. "Vamos al dormitorio, es más cómodo." Dije mientras no dejaba de sorprenderme ante mi permanente erección. Caminamos desnudos por la sala tomados de la mano en dirección al cuarto. Cuando pasamos frente a la mesa me detuve y llene los vasos con whisky. Abrió la puerta del cuarto y entramos, había un perfume dulce en el aire que era bastante agradable, la cama estaba en un rincón, apoyando un lado y la cabecera contra la pared. Estaba cubierta con un plumón color beige, con flores pequeñas. Había una sola mesa de noche y un estante a lo largo de la cama sobre una de las paredes. De ese estante salía una lampara que iluminaba el cuarto. Apoye los vasos en la mesa de noche mientras ella corría las sabanas para entrar en la cama. La cama estaba fría, y unos temblores recorrieron su cuerpo mientras se fregaba las manos a los lados de sus brazos. "Entra rápido que esta helada la cama". Dijo con la voz temblorosa. Me metí en la cama y la abrace, tenia razón la cama estaba helada. Nos cubrimos con las sabanas y el cobertor de plumas por encima de nuestras cabezas. Abrazados comenzamos a besarnos, acariciaba su espalda mientras la besaba. Era agradable el contacto de su piel, mientras nos besábamos y acariciábamos nuestras piernas se entrelazaban. Mi pene erecto se aplastaba contra su vientre. En cuanto la cama se entibio un poco, comencé a descender por su cuerpo con mis labios, pasaba la lengua alrededor de sus pezones en círculos. Saque la mano fuera de la cama y metí los dedos dentro del vaso de whisky y los pase por sus pezones, la respuesta fue inmediata "Ay!. Esta helado!" Sus pezones también reaccionaron y se pusieron duros, los apreté con mis labios y los mordía suavemente mientras mi lengua les daba unos rápidos golpeteos. Parecía ser uno de sus puntos de placer. Instantáneamente comenzó a gemir y tener contracciones en su vientre. Deslice una mano hacia sus muslos y me encontré con la de ella. Estaba masturbándose. Como me excitaba ver una mujer dándose placer a sí misma. Mi pene estaba tan duro que comenzaba a dolerme. Seguí chupando sus pezones, mientras oía sus gemidos y sentía las contracciones de su vientre. Ahora sus gemidos eran más fuertes y sus contracciones pasaron a ser temblores, todo su cuerpo se estremecía, tuvo una serie de temblores seguidos que hicieron que arquee todo su cuerpo y luego se relajo. Lo único que se escucha de ella ahora era su agitada respiración, y como esta chupando sus pezones con mi cabeza apoyada en su pecho, podía escuchar lo acelerado que latía su corazón. A medida que bajaba el ritmo de sus latidos comencé a bajar el ritmo con el que le daba los golpes de lengua a sus pezones, para cuando su cuerpo se relajo, comencé a descender por su pecho, pasando por su vientre. Cuando llegue a sus muslos metí mi cabeza entre sus piernas, ella levanto sus rodillas y abrió sus piernas tanto como pudo. Con mis dedos abrí los labios de su vagina enrojecida y húmeda. Con el pulgar y el índice hice presión y apareció su clítoris. Comencé a hacer con su clítoris lo que un poco antes había hecho con sus pezones, lo apretaba con mis labios y le daba golpes con la lengua. La reacción fue inmediata. Primero elevo su pelvis para ajustar la posición de su vagina con respecto a mi cabeza, y luego comenzó a dar pequeños movimientos circulares con sus caderas. No demoro mucho hasta que puso sus manos en los riñones y afirmándose sobre los codos, levanto las caderas y los movimientos fueron más rápidos, acompañados de gemidos y de una respiración entrecortada. Mientras mi lengua jugueteaba con su clítoris, mis manos estaban en sus senos con mis dedos apretaba sus pezones, como si estuviera dando cuerda a un reloj antiguo. Parecía que los pezones junto con su clítoris eran los botones que activaban sus orgasmos ya que comenzó a gemir mas fuerte, su vientre comenzó a tener contracciones y su cuerpo a temblar. Podía sentir el sabor de su gozo en mi boca. Los gemidos se hicieron más intensos y su voz temblorosa, "Ven... por favor" Gemía entre temblores. Con mi cuerpo entre sus piernas ahora totalmente abiertas y su mano guiando mi pene la penetre. Estaba totalmente mojada y caliente su vagina. No fue difícil la penetración, al contrario. Apenas hice dos o tres movimientos en esta posición, enseguida cambie. Jamas me gusto estar arriba. Así que gire en la cama y ella quedo arriba mío. Se afirmo con las manos en mi pecho y levantándose levemente corrió sus rodillas hacia delante, movió hacia los lados su cintura para acomodarse y así mi pene entro totalmente dentro de ella. Con mis manos la sujetaba de las nalgas, mientras ella arqueaba su cuerpo hacia atrás y movía las caderas atrás y adelante. Sus manos estaban en sus pechos y se los acariciaba y apretaba los pezones. A poco de esto comencé a darle unas palmadas suaves en las nalgas mientras se movía. "Sí!. Mas... eso es lo que quiero." Gritaba mientras sus movimientos se hacían más violentos. Una serie de temblores recorrió su cuerpo, y con la palma de su mano apoyada en mi pecho me clavo las uñas. El dolor que me produjo fue intenso, pero era tan intenso como el placer que sentía, y como la satisfacción de saber que le estaba brindando placer. Un grito gutural salió de su garganta anunciando su orgasmo, y fue bajando el ritmo de sus movimientos hasta quedar totalmente quieta apoyada en mi, su pecho contra el mío, su cabeza al lado de la mía, me permitía escuchar su respiración agitada en mi oreja, la mía también lo estaba para que negarlo, pero todavía no había gozado. Así que continúe los movimientos de mi pene dentro de su vagina sintiendo como esta latía fuertemente. Poco a poco comenzó a responder a los movimientos, primero lamiendo mi oreja y susurrando palabras indecentes en mi oído. Eso me excitaba. No se como lo había descubierto ella. Pero no demore mucho en hacer lo mismo. Sin duda la excitaba decirlas y también escucharlas. Se fue incorporando lentamente mientras movía sus caderas acompañando mis movimientos. Cuando estuvo erguida sus movimientos pasaron a ser golpes de caderas cortos y secos, para que la penetración fuera mas profunda, sentía su pelvis chocar contra la mía a cada movimiento. Cada uno de sus músculos estaba tensado, los pezones estaban duros y la aureola alrededor se había oscurecido un poco. Podía sentir como corría su gozo por mi pene y llegaba hasta mis testículos. Era como lo había previsto, multiorgasmica como la Sinfonía N° 40 en G menor. Sentía en mi cuerpo el galope de las cuarenta mil hormigas que preanunciaban que estaba a punto de gozar. La tome de sus muñecas y ella me tomo de las mías y seguimos moviéndonos hasta que sentí que estaba gozando totalmente fuera de control. No sé si gozamos juntos o si ella venia gozando y siguió haciéndolo. Pero apretó fuerte mis muñecas y dejo caer su cuerpo sobre mí. No encontraba aire por mas que abría la boca. La respiración de ella estaba tan agitada como la mía. Y su corazón latía tan acelerado como el mío. Estiro sus piernas y se acostó a mi lado con su cabeza en mi pecho, acomodo su hombro bajo mi axila y le pase el brazo por la espalda. Estire mi mano y alcance el vaso de whisky, necesitaba un trago. Tome su cabeza y le ofrecí un trago. Lo llevo a sus labios apoyando el vaso en mi pecho. "No tengo fuerzas... para sostenerlo." Dijo con lo que parecía su ultimo aliento. Permanecimos en silencio un largo rato, hasta que nuestra respiración se normalizo. Yo acariciaba su cabeza mientras ella acariciaba mi pecho. "Quiero pedirte algo." Dijo en medio del silencio que reinaba en la habitación. "Bueno," Respondí no muy seguro de poder cumplir con lo que iba a pedirme. "Sigue contándome la historia de tu amigo." Lo pidió con una voz tan dulce que era imposible negarse, a pesar del cansancio. Fui hasta la sala y llene el vaso de whisky, cuando volví al cuarto ella había acomodado las sabanas y estaba cubierta con el plumón. Me metí debajo de las sabanas junto con ella y la abrace. "Bueno. Ahora si puedo seguir." Me hubiera sido imposible sin el whisky. Continúe con la historia: Tenia un fuerte resfriado. Envuelto en una pesada salida de baño color marrón, estaba sentado contra la cabecera de la cama mientras Alicia estaba sentada al estilo indio al lado mío. Tenia una botella de un jarabe color verde en su mano, era una botella de aceite de hígado de bacalao, y una botella más pequeña de gotas para los oídos en la otra. "Bueno, cariño, hora del postre." "Eso no es postre." Me queje. "Este es el postre que toman los enfermos." Ella acomodo sus caderas dentro del acolchado para estar mas cómoda. "Bueno, déjame ver, a ver que dice esto...?" Examino la etiqueta de la botella. "Una cuchara de sopa. Muy bien." Con una sonrisa malévola, tomo una cuchara que estaba sobre una toalla blanca sobre la cama. Levanto la cuchara. "Una cucharada!" Anuncio. Parecía disfrutar cada minuto de esto, destapo la botella y la

lleno de un liquido verde oscuro, y lentamente fue acercando la cuchara a mi boca. "Muy biennn... todo adentro... Glup... glup" "Glup... glup..." Repetí haciendo puchero. "Vamos, cariño, no vas a querer estar tosiendo toda la noche como lo hiciste ayer, verdad?" Mantenía mi boca cerrada. "Vamos. Es rica." "Ya lo he tomado antes y sé que no es rico, es horrible, deja un gusto horrible en la boca por horas." "Bueno, Speedy, si no tiene rico gusto es porque es un remedio. Y se supone que los remedios no tienen rico gusto." "Porque no lo hacen con rico gusto." "Porque si la hicieran rica la tomarías toda y te haría mal." "Si es un remedio, como me va a hacer mal." "Bueno, basta de tantas vueltas, cariño y abre la boca." Abrí la boca y ella empujo la cuchara dentro. Trague y retorcí la cara del asco. "Sabia que te iba a gustar. Y ahora... el hígado de bacalao." Fruncí la cara en una mueca de oreja a oreja de disgusto, y la mantuve de esa manera como si estuviera congelado. "Oh... para con eso, que no puede ser tan feo." Cuidadosamente vacío el gotero del aceite color ámbar en la cuchara, y le exprimió jugo de naranja encima. Mientras ella hacia esto yo estaba petrificado contra el respaldo de la cama, con la mueca en mi cara. "Speedy, para con esa horrible cara. Vamos... acá esta el aceite de bacalao. Vamos para de hacer esa cara y traga esto." La mire directo a los ojos, con la misma cara. "Speedy, esa es la cara más horrible que he visto. Para y terminemos con esto." Relaje mi cara pero seguía mirándola severamente, abrí mi boca. El jugo de naranja no podía disimular el gusto amargo del aceite dentro de mi boca. "Muy bien, cariño, ya van dos de tres. Ahora deja que saque todo esto de acá, así te puedes acostar para curar tus oídos." Se arrodillo en la cama, sosteniendo la botella con las gotas para los oídos. "Acuéstate de lado, ya tuviste antes lo mismo así que sabes como es. Además tus oídos no pueden saborear esto." "Por supuesto que sí!." Insistí. "Acuéstate hacia el otro lado primero. Muy bien..." Se inclino sobre mí, puso la punta del gotero en mi oído. El contacto con la punta del vidrio frío me hizo sacudir la cabeza involuntariamente. "Oh!." Retiro su mano rápidamente. "Te lastime el oído?." Negué con la cabeza. "Arde" "Oh!. Basta de hacer eso conmigo, me vas a dar un ataque. Pense que te había lastimado." Me enrolle como una pelota y fingí que estaba gimiendo. "Compórtate! Eso no es nada cómico." Me estire de costado y ella coloco el frío liquido llenado mi oído con un pequeño rugido. "Arde!. Eso arde." "Es hasta que entra, después pasa." Dijo ella colocando un tapón de algodón en mi oído. "Date vuelta, amorcito, así puedo hacerlo en el otro oído. Voltea." Permanecí sin moverme. "Speedy, date vuelta, así puedo terminar con esto." Me senté en la cama simulando que estaba como tonto. "Que? Dijiste algo? No puedo oír. Dónde estoy?." Sosteniendo la botella en una mano y el gotero en la otra, empezó a reírse, resistiéndolo, y cerro sus ojos pacientemente. "Speedy, por favor... me haces reír y voy tirar el remedio en la cama. Ahora... por favor... para." "Okay," Me di vuelta en la cama hacia el otro lado. Estaba débil, pero simulaba una debilidad mayor, me movía despacio, espasmódicamente, como si cada movimiento fuese él ultimo. "Oh... Ugh... por favor... llame al doctor, son las mortales... envenenadas gotas para el oído... ugh, ugh." "Speedy, si me haces volcar esto..." Comenzó a reírse apretando los dientes. "Para o te voy a dar palmadas, hasta que las nalgas te lleguen al suelo." Moviéndose sobre sus rodillas, se acerco a mí. "Honestamente, nunca en mi vida vi a alguien así... Ahora, esta es la ultima." Una vez mas, el liquido frío entro dentro de mi oído. Otra vez el irritante ruido y Alicia puso el tapón de algodón. "Estoy agotada. Eres peor que una sala llena de mascotas enfermas." Me sonreí angelicalmente. "No sonrías así, eres un pequeño diablo." Ella se recostó cerca mío y murmuro en mi oído. "Cariño. Tienes que mejorarte. No podemos cojer mientras estas enfermo, estas muy débil, así que ya sabes." Ella salió de la cama y llevo las botellas y la toalla a la cocina. Mientras escuchaba el agua corriendo en la cocina, me acomode en mi lado de la cama y subí las frazadas hasta mi cuello. Temblaba un poco por el resfrío pero enseguida las cobijas me calentaron y me relaje. Alicia apago las luces, excepto la pequeña lampara en la sala. Entonces entro en el dormitorio y apago la luz del techo desde el interruptor al lado de la puerta y se acerco a la lampara de la mesa de noche y la apago también, quedamos en penumbras, iluminados por la tenue luz que provenía de la sala. Ella se desabotono su pantalón vaquero y bajo el cierre para estar mas cómoda, se acostó a mi lado en la cama. Puso la palma de su mano en mi frente. "Tienes un poco de fiebre, amorcito." Susurro. Me acomodo las sabanas y la almohada, sintió que temblaba un poco. "Tienes escalofríos?." Acostado de lado, asentí. "No te preocupes, cariño, ya va a pasar." Acomodo las sabanas, las estiro y aliso, sacando los pliegues que se habían formado cuando me estuvo dando los medicamentos. "Bueno... quédate quieto y abrigado... que antes de que te des cuenta el resfrío va pasar y volverás a estar como nuevo." Se apoyo sobre su codo mirándome. "Ya vas a dormir?." Asentí. En ese momento otro temblor me invadió. Apreté mis brazos para tratar de espantarlo. "Quieres que te abrigue?." Pregunto. Asentí. Se acerco mas a mí, paso un brazo por debajo de mi cabeza levantándola un poco y acunándome contra sus senos. "Así esta mejor?." Pregunto y apenas acomode mi cabeza contra sus senos ella desabotono su camisa y la abrió suavemente. Levanto el corpiño dejando libres sus tetitas y encorvándose de manera que un pezón quedo en mi cuello y el otro cerca de mi boca. Pase mi lengua por la aureola rosada y puse el pezón en mi boca. "Muy bien... duerme así, cariño." Un estremecimiento hizo una pasada leve por mi cuerpo y me quede dormido contra su suave cuerpo. ...Una semana después mas o menos, estaba parado en la cocina de la casa de Alicia, junto a su madre, una mujer delgada que parecía mayor que mi madre y se parecía mucho a su hija a pesar de tener el cabello más oscuro que Alicia. Cuidadosamente me paso una cuchara llena con un jarabe verde oscuro. Su madre siempre hablaba bajo y con un ligero carraspeo, nunca se había recuperado de sus pulmones después de la larga y severa enfermedad que siguió a la muerte de su marido en la guerra. "Acá tienes," Me dijo, "ahora ve al dormitorio y dásela a Alicia, y asegúrate que tome hasta la ultima gota." "Sí, señora." Dije. Y caminado cuidadosamente con la cuchara frente a mí a lo largo de la sala entre en el dormitorio de Alicia. Ella estaba sentada en la cama, una sabana de algodón color rosa hasta su cintura, el lugar estaba cubierto de pañuelos de papel usados y sus libros escolares. Sus ojos y la nariz estaban enrojecidos. Tenia un pañuelo de papel en la mano. Entre cantando diabólicamente, "Glup... glup..." Se echo hacia atrás. "No me hagas Glup... glup... a mí. Otra vez ya es hora de esa porquería!." "Glup... glup..." Repetí. Ella grito hacia la cocina, "Mama, ya tome esa porquería!." "Tres veces por día, Alicia." Le respondió su madre.

"Oh... no." Se quejo. Subí a la cama, y sobre mis rodillas, me moví mas cerca de ella, sosteniendo la cuchara con una mano y con la otra debajo por si se derramaba. "Tenias razón," Digo gimiendo. "Esta porquería es asquerosa. Y tú la tomaste por una semana." "Glup... glup." Dije, acercando la cuchara a su boca. "Oh... para por favor!." Asentí. "Me duele mas a mí que a ti Alicia." "Muy bien." Dijo, mirando la cuchara con terror. "Esta bien, que sea de una vez." Abrió la boca e introduje la cuchara dentro de ella. Rumiando y sacudiendo la cabeza, tomo todo, paso su lengua por los labios. "Como puede ser tan asqueroso esto. Se supone que estamos en la era atómica. No pueden hacer algo mejor!." Su madre entro en el cuarto y tomo la cuchara. Se quedo parada al lado de la cama y comenzó a sacudir la cabeza. "Mira esto," Dijo, señalando los libros y papeles sobre la cama. "Mira, ni siquiera puede parar cuando esta enferma como un perro. No sé que hacer con ella, Speedy. Se paso despierta hasta la madrugada estudiando." "Tengo que graduarme," Dijo petulante. "A tiempo!." "Pero, Alicia, si no descansas, no puedes aprender, necesitas descansar." "Si, mama ya lo sé." Nerviosamente se seco los ojos y sonó fuertemente su nariz en el pañuelo. "Odio que estén alrededor mío cuando estoy enferma, estoy horrible." "Muy bien, vuelvo a la cocina, y tu Speedy, quédate un rato trata de que entre en razón." Su madre salió del cuarto y yo me senté en el borde de la cama, "No te acerques tanto," Dijo poniendo una mano en mi pecho para alejarme. Estornudo repentinamente y me señalo la caja de pañuelos cerca mío. Tome la caja y se la pase. "Odio esto." "Lo siento," Dije y me senté mas lejos. Me estire para darle un beso. "No!" Puso su mano en mi pecho nuevamente. "Te vas a contagiar." Dijo mientras sonaba su nariz. "Bueno, solo uno aquí en la mejilla." Y movió su cara para que pueda darle un beso. Me adelante y le di un sonoro beso en la mejilla mientras ella sostenía el pañuelo en su nariz. "Gracias, mi amor, no te enojes, estoy enferma." "Esto te aleja de la escuela?." Pregunte. "No, solo me atrasa un poco. Tengo que trabajar como loca para mantenerme. Y estoy trabajando a muerte yendo a la escuela un año adelantada al que me corresponde. Espero que esto no arruine mi graduación." Se apoyo en la almohada que tenia en la espalda. "Tengo que terminar esos grados que me faltan. Tengo que salir de aquí. Tengo que salir de 'Lauderdale Courts U.S. Government Housing Project'." Aunque yo deseaba lo mejor para ella, el pensamiento de que podía dejar nuestro barrio me perturbaba. Afortunadamente para ella el receso de Navidad estaba cerca y no perdería muchas de sus clases. Y todavía le quedaba el invierno y la primavera por delante antes de graduarse. Algo que ella comenzó a mencionar frecuentemente y yo empecé a sentirme más cómodo. Vacilantemente trate de pensar las preguntas que me darían mas información acerca de que pasaría en el futuro próximo. "te iras de aquí tan pronto como te gradúes del secundario?." Pregunte. "Oh no, mi amor, todavía tengo que graduarme en la universidad. Tu puedes tener un buen trabajo con el secundario, pero una chica no. No en todo Memphis, Tenneesse. Mi pobre hermana obtuvo su diploma de secundaria y apenas gana para comprar maníes. Ella esta esperanzada en ganar mas y poder alquilar un lugar para nosotras tres. Pero apenas pude mantenerse a sí misma, y además le da dinero a mi madre para que podamos seguir nosotras." Ella suspiro otra vez largamente y sacudió su cabeza. "Porque ella no se casa con un estúpido millonario que la saque de aquí y la llene de bolsas de dinero?. Oh, bueno, Elena no haría eso. Ella nunca se casaría por dinero." "Tú lo harías?." Pregunte, mitad riendo y mitad no. "NO," Dijo firmemente, sonó su nariz y agrego. "Pero no me molestaría que tuviera algo." No tenia idea que sucedería cuando terminase el secundario, fuera a la universidad y se marchase. Pero sabia que ella seria infeliz donde estuviera. Desatento al hecho de que las fuerzas del tiempo y las necesidades económicas y todo el resto estaban muy lejos de mi control, estaba determinado durante las próximas semanas a complacerla de tal manera que pensaría dos veces acerca de no verme nunca más. En pocos días ella se recupero del resfrío, y aprovecho el descanso de Navidad para trabajar febrilmente y recuperar sus estudios. Intente volverme indispensable para ella, la veía todos los días durante las vacaciones para ver si ella necesitaba algo. Si ella necesitaba un papel o un lápiz o lo que fuera, corría hasta la tienda a traérselo. También iba a la biblioteca a traerle los libros que precisaba. Una semana después de Navidad, mi madre tuvo una cita y Alicia vino a cuidarme, pero pase toda la noche atendiéndola, calenté la cena, lave los platos, limpie todo y tome un baño mientras ella estudiaba. Hasta prepare la cama yo mismo, así que a las nueve en punto ella entro en el cuarto para ver si todo estaba correctamente. "Bueno!." Dijo, metiéndose dentro de la cama y cubriéndome con una gran sonrisa. "No me necesitas mas para nada esta noche, verdad?. Has hecho todo tu solo." "Tu estabas ocupada," Le dije. "Si, lo estaba. Y tu también. Te agradezco mucho que me hayas dejado estudiar, amor, lo necesitaba. No pienses que no lo note. Ahora, que puedo hacer ti, cariño?." No le respondí. Pero pude ver una lasciva mirada en sus ojos. Mas de lo que pense, en la pausa mientras nos mirábamos ella pudo ver algo similar en la mía. Ella murmuro en mi oído, "Estoy toda transpirada, voy a tomar un baño y vuelvo. Espérame aquí, no vayas a ninguna parte." Entro en el baño y cerro la puerta. Escuche el agua corriendo por unos cinco minutos, luego abrió la puerta, apago la luz del baño, y entro dentro del cuarto vistiendo su vieja bata, la misma que había usado por años. El departamento, como muchos otros no era muy cálido en invierno. Su bata ya no le quedaba igual, parecía mas una salida corta que aquella que en alguna época había llegado a sus tobillos. Quedaba muy ajustada a su espalda, así que aunque la mantuviera cerrada al frente, las solapas se abrían, y dejaban ver sus deslumbrantes senos. Estaba a punto de meterse en la cama cuando salte afuera, quedando al pie de la cama. "Un momento, 'madame'." Dije con un tono de voz formal y elegante. "El servicio de este establecimiento, va mas allá del lavado de platos y de preparar las camas." "De verdad?." Ella pregunto con un inocente pestañeo. "Incluye el apagado de luces," Camine hasta la mesa de luz y apague la lampara. En la oscuridad continúe, "Y muchos otros servicios para asegurar un descanso placentero durante su estadía con nosotros." Me quite el calzoncillo. Ella pregunto presurosa, "Y el servicio incluye que el gerente se desnude?." Le respondí, "Sí, madame. También incluye desnudar a las visitas." "Oh... estoy escandalizada." Murmuro. "Y complacida." Extendí mi mano hasta alcanzar la de ella, y la atraje hacia mí. Note que ahora los dos teníamos casi la misma altura. Ella era apenas un poquito más alta que yo. Con un solo movimiento, pero gentilmente, le desate su bata y esta cayo al suelo. Esta fue la primera vez que había desnudado a Alicia por mí mismo. Susurre, "Todo lo que 'madame' debe hacer ahora es acostarse." "Y entonces... que sucederá?." "El administrador... administra." "No puedo esperar." Se metió en la cama, moviéndose al otro lado para hacerme lugar, y yo la seguí. Estaba parado en mis rodillas, mirando por un momento como ella yacía acostada sobre su espalda, moviéndose para acomodarse. Sus manos estaban detrás de su nuca, y su cuerpo esbelto estirado bajo la luz de la luna. Abrió sus muslos ligeramente, lo suficiente como para mostrarme en la oscuridad que ella había comenzado a humedecerse y abrirse. La miraba, sorprendido de cómo, mas y más, estaba profundamente afectada por su figura. Me apoye en mis codos cerca de ella. Ella movió un brazo para pasarlo alrededor mío, pero la pare. "No. No te muevas." Ella permaneció tendida y esperando. Comencé, suavemente, lentamente y húmedamente a besarla, su nariz, su cara, su cuello. "No necesitas hacer nada." Susurre. Me tomo unos quince minutos para mover mis labios desde su cuello hasta los dedos de sus pies, y subir hasta sus muslos nuevamente. Para entonces ella ya estaba temblando y suspirando. Cada vez que ella intentaba ayudar, debía decirle que se mantenga quieta. Una vez me pregunto. "No quieres que te haga algo yo a vos?." Respondí simplemente. "Ya lo estas haciendo." Desde el momento que dejaba que mis manos y mi boca estuvieran en ella. Finalmente me acosté entre sus muslos, mi boca pellizcando la sensible piel de sus muslos y tendones. Escuche una pequeña serie de ahogos muy suaves a medida que mis labios pasaban por su vagina. La miraba desde abajo, acortaba el tiempo entre uno y otro beso a medida que me movía hacia arriba. Acercándome. No tengo idea de donde saque esas técnicas ni como llegaron a mi cabeza. Creo que simplemente aprendí de sus respuestas. Podía ver sus puños firmemente apretados a medida que mis labios se acercaban al centro. Sabia que cuando ella contenía la respiración, estaba totalmente preparada para el toque de mi boca con los labios de su vagina. Tan pronto como esto pasaba. Ella permanecía tensa, conteniendo la respiración, sus muslos y su vientre endurecidos a la expectativa. Retire mis labios de su vagina por solo un segundo o dos, entonces metí mi lengua entre los pliegues de su vagina, y fui directo a su clítoris. Ella exhaló el aire en un suspiro, y sus caderas se balancearon. Retire mi boca nuevamente, haciendo una pequeña pausa, para luego volver a apoyar mis labios en los pliegues internos y con mi lengua buscar su clítoris, cuando lo encontré dirigí mis labios hasta él y apretándolo suavemente comencé a chuparlo. Sorpresivamente, incluso para mí, ella susurro desválidamente y comenzó a gozar inmediatamente. Esto sucedió mucho antes de lo esperado, pero no iba a interrumpir por causa de ello. Continúe chupándola, mantenía su clítoris apretado con mis labios, mientras pasaba mi lengua alrededor de el, haciendo una leve presión en la punta. Se puso rígida, y sus caderas se elevaron suavemente. Su cabeza se recostó lánguidamente sobre un costado. Y emitió un extraño sonido, un sonido que solo puedo describir como el sonido de una mujer joven, hermosa, gozando, podía sentir su vientre duro y sus muslos tiesos apretando mi cabeza. Pronto sus caderas cayeron y largo un largo y profundo suspiro, "Oh! Dios!". Continúe chupando gentilmente su clítoris, esperando esas sutiles sensaciones que me decían que su clítoris había disminuido su hinchazón y pronto sus muslos dieron esos pequeños temblores que indicaban que ella había vuelto a la tierra. Pare un poco hasta que ella recobro el aliento, y luego pase mi lengua por los pétalos de su vagina, oliendo el perfume de su gozo, pellizcando suavemente los muslos, fui subiendo reptando por su cuerpo, sentía el calor de su piel contra la mía, apoyado en mis codos llegue a la altura de sus pezones y pase mi lengua por ellos y subí hasta besar su cuello. Entonces apoyado en mis codos dirigí mi pene a su vagina y la penetre de una sola y certera estocada. "Oh cariño," Ella murmuro, mientras respiraba con dificultad. "Como me gustas, mi amorcito." No me moví. Pude sentir como me apretaba el pene con su vagina por varios segundos, y luego varias contracciones seguidas en el tronco que iban menguando su fuerza.

Apoyado sobre mis codos. Lentamente, el joven animal que había dentro mío iba creciendo gradualmente hasta que me encontré inesperadamente respirando fuerte con los dientes apretados mirando hacia abajo y viendo como nuestros cuerpos habían tomado un ritmo febril y apasionado. Seguí ese frenético movimiento hasta que ella gozo una vez más. No dije nada hasta que ella tuvo un temblor final y se quedo enteramente rígida y mientras estaba suspendida y congelada en su placer, moví mis labios cerca de su oído "Así... si..." Varias veces, mientras sentía un cosquilleo inigualable correr por dentro de mi pene y que se depositaba en su vagina. No podía resistir decirle con sorprendente placer que estaban fluyendo gotas mías dentro de ella. Para cuando ella se relajó, los dos lo estabamos. Ninguno de nosotros se podía mover. Ella mantenía sus ojos cerrados, mientras paso un brazo por debajo de mi nuca, acariciándola y diciendo, "Eres un maravilloso amante." Con mi cabeza apoyada en su seno le respondí. "Eso es porque tuve ayuda." Con su mejilla apoyada en mi cabeza, pude sentir su rostro hacer una amplia sonrisa. Sin mirarla, podía ver sus dientes brillando en la oscuridad. "Mentiroso," Ella dijo, sonando pecadoramente complacida.

Capitulo Cinco No estaba muy seguro de que ella había escuchado la historia, creo que a poco de empezar a contarla se quedo dormida. Mientras ella tenia su cabeza sobre mi pecho y yo la acariciaba, me quede pensando en otra parte de la historia que Esteban me había contado: Dos tecnicismos ocupaban particularmente mis pensamientos en esa época: que había pasado con la virginidad de Alicia? Y que usaba ella para prevenir un embarazo. Suponía que mi joven equipo sexual no se había desarrollado lo suficiente como el tamaño que se requería para romper un himen. Esto parecía razonable, a pesar que no era tan pequeño en esos días y de acuerdo a lo que había visto y oído de los otros chicos de mi edad, yo estaba dentro del promedio en materia de tamaño. En la piscina publica del vecindario, muchos chicos se mostraban desnudos mientras se cambiaban de ropa para ponerse la de baño, y por todo lo que había visto yo era un buen contrincante. Para los ojos de Alicia yo era el mejor sin duda alguna. El control del embarazo era una cosa diferente. Yo había hecho mis investigaciones, ante la considerable consternación del bibliotecario que veía mis pedidos de material medico como algo inusual en un chico de mi edad. La mejor información que pude recoger y descifrar me condujo a la conclusión, que era médicamente posible que hubiera hecho algún daño y que ante la duda debía consultar un urólogo para confirmarlo. En adición a la oficial, recopile información de otras fuentes: las historias mundanas de mis compañeros y del mujeriego del grupo que ya contaba con doce anos y era el experto. No recuerdo el nombre de el, por ser mayor que yo no prestaba mucha atención pero me dejaba participar del ritual donde este muchacho de cabello colorado y bien parecido contaba los secretos del manoseo y la seducción a un auditorio de chicos desde cuatro años hasta doce años mas o menos. Para esa época había decidido participar de esas sesiones, durante las cuales había escuchado los rumores habituales acerca de la perdida de la virginidad a menudo sin darse cuenta y otras veces sangrando, o algunas veces practicando deportes. El tenia su personal manera de contar estas historias, y a menudo incluían detalles médicos sorprendentes, que a través de la experiencia con Alicia, me convencieron de que podían ser ciertos. Probablemente la virginidad de Alicia haya sido rota por mí, pero no podía decir ni como ni cuando, y probablemente haya estado envuelta en el ardor y la pasión. Mi recorrida del mundo no se limitaba solo a lo que podía encontrar en los aburridos libros o en las sesiones del barrio. También me encontraba con compañeros aquí y allá, especialmente en los recreos de la escuela. No tenia muchos amigos ni frecuentaba mucho con ellos. El único compañero que tenia en la época era Steeper. Pasamos cerca de un año caminando por ahí juntos. Él era negro, de mi edad. No nos veíamos con frecuencia porque él vivía del otro lado de la ciudad, cerca de la casa de mi tía Francisca. Conocí a Steeper en uno de mis paseos por el centro comercial de la ciudad. Había sido empaquetado por el fin de semana a la casa de mi madrina. Había pasado la mañana dando vueltas cerca del restaurante de Estación Unión. Era habitual que los fines de semana que pasaba con mis padrinos o con mis abuelos paternos, debía pasar todas las tardes con ellos; pero como ellos no dejaban niñeras conmigo o alguien que me cuide y como cada uno de la familia manejaba sus negocios durante el día, ellos me llevaban a la ciudad cuando abrían en la mañana el Tremont Café. La mitad del día la pasaba comiendo helado y galletas y todo lo que había en el menú hasta hartarme, y el resto lo pasaba dando vueltas por los alrededores del ferrocarril, jugando juegos de guerra cerca de los terrenos del enorme edificio de correos vecino, o leyendo historietas cómicas y tomando licuados. La provisión de historietas de ese día se había agotado y estaba sentado mirando alrededor aburrido, cuando mi madrina (que era también la gran tía Francisca) me dio dos dólares para comprar mas historietas. Buscando en los puestos de diarios cercanos de la Estación Unión o de la Estación Central, no descubrí nada nuevo. Así que me dirigí al centro de Memphis, donde descubrí un gigantesco puesto de diarios en un hotel cercano a la calle Beale. En 1950 con dos dólares se podía comprar un saco lleno de revistas y tiras cómicas, precisamente un saco lleno era lo que llevaba debajo del brazo mientras volvía al restaurante de tía Francisca. Poco mas allá de la esquina de Beale y la calle Principal escuche una banda de jazz. Siguiendo el sonido, encontré un pequeño grupo escuchando una banda de tres miembros tocando en la vereda de Beale. Era un evento en Memphis, ya que había ordenanzas en contra de esto. Los tres miembros de la banda eran negros, un baterista, un bajo y un trompetista con un sombrero de paja con una pluma amarilla. El cuarto miembro era Steeper, parecía un pandillero negro con esas ropas sueltas moviéndose y bailando tap. Su estilo me cautivo. Parecía muy calmado y experto; había visto demasiado a Fred Astaire en el Suzore's para reconocer su fantástico trabajo con los pies. Después de varios números, paso entre la gente y se recostó sobre la pared del edificio para descansar mientras la banda seguía tocando sin él. Fue en ese momento que me acerque a el, un poco avergonzado de no saber como iniciar una conversación con él. Daba vueltas sin decir nada hasta que el se percato de una de las revistas que sobresalía del paquete que tenia bajo el brazo. "Oye," Dijo, apuntando a la revista, "tienes al Hombre Elástico ahí?." "Sí. Conoces al Hombre Elástico." "Si lo conozco?. Es mi favorito. Has visto sus lentes lo cómicos que son, y su pescuezo como gira alrededor de su cuerpo. Si, es cómico, es una obra de arte." Establecimos un inmediato rapport entre nosotros. Encontré curioso que un chico que bailaba con tal diligencia y precisión podía tener esa soñolienta y perezosa manera de hablar. Había mucho de el que me intrigaba. Tenia un estilo para el baile y un sentido que nunca había encontrado en ninguno de los chicos que había conocido. El tenia un duro aprendizaje de viveza callejera que yo envidiaba. Y al mismo tiempo tenia algo así como una actitud infantil para un chico de su edad. Antes de irme le ofrecí mi revista del Hombre Elástico. Él lo agradeció pero dijo que no tenia tiempo de leerla en el momento. "Puedes quedártela. Es tuya. Yo comprare otra." Me brindo una amplia sonrisa y me lo agradeció. Me pregunto si yo siempre andaba por el vecindario, le dije que solo los fines de semana. Mientras me iba él dijo, "Hey, cada vez que andes por aquí, búscame. Pregunta por Steeper. Ese soy yo." Pocas semanas después volví a ver a Steeper bailando en la calle con la banda. Mientras hablaba con él en su descanso, me sorprendió ver que de una bolsa de papel, sacaba la revista que le había dado semanas antes. Dijo que esperaba que no estuviera demasiado dañada, ya que se la había pasado a su hermano menor e inclusive su hermana de cinco años también la había leído. Cuando Steeper termino su día dimos un corto paseo por la calle Beale, que no había cambiado mucho desde principios de siglo. Esta calle era el 'centro' de la ciudad para los negros que vivían en el área, a pesar que la mayoría de los negocios eran atendidos por blancos. Era algo así como el Fulton Mall de Brooklyn. Su nombre real era Franklin, pero no le gustaba mucho. Por eso insistía en que lo llamasen Steeper. Se divirtió cuando le conté que conmigo sucedía totalmente lo contrario, y que odiaba mi apodo. Steeper vivía en una pequeña casa cerca de la calle Beale con su madre, un tío, su hermana de cinco años, un bebe y su perro Agnes. Su casa estaba cerca de la casa de mis tía Francisca y su vecina mi tía Josefina Sansone. Steeper dijo que esos nombres le resultaban familiares. Me dijo que su tío era recolector de basura y empleado para todo trabajo en el vecindario. Recorría el barrio con su mula y su carro haciendo entregas o retirando gomas usadas, heladeras rotas o cocinas o todo aquello que se pudiera reparar y vender nuevamente. La zona de comercio estaba reducida a un pequeño supermercado, una casa de bebidas, una lavandería y un restaurante además de una pequeña cervecería en la esquina de la calle Linden. Mis parientes eran propietarios de ese lugar y manejaban el negocio. El área era una parte decadente del Memphis del siglo pasado. Las dos casas más antiguas de esa parte de la ciudad que se mantenían habitadas por blancos, eran parientes míos. Algunos cercanos y otros un poco más lejanos. El otro lado de la ciudad era literalmente una villa miseria poblada de familias negras pobres que vivían en pequeñas casas o ranchos. Steeper llego a ser mi guía imprescindible por los peligros de la ciudad y de algún modo me evito caer en ellos. Parado en una esquina un día él apunto a una mujer elegante que había estado haciendo compras y caminaba en dirección a nosotros. "Ves esa mujer que viene ahí," Murmuro señalando a la mujer. "Fíjate, tiene dos bolsas sostenidas por un brazo y la otra colgando de su lado izquierdo. Puedes verlo?. No cuesta nada dar un pequeño empujón en esas bolsas y ver como caen a la vereda. Puedes agarrar tres o cuatro cosas de ellas y salir corriendo de manera tal que para cuando ella se dé cuenta lo que sucedió tu ya estarías muy lejos." Me mostró como los transeúntes eran vulnerables y como hacer una huida rápida y segura. Le pregunte dónde había aprendido todos esos trucos. "Mi hermano mayor tiene diecinueve años, y tiene un amigo Juan. Una vez él me trajo aquí y me enseño todo este tipo de trucos. Me pidió que los hiciéramos juntos. Pero yo no quería hacerlo." "Hiciste alguna vez algo así?." "No. Nunca. Y me alegro de no haberlo hecho. Porque él esta en la cárcel ahora y yo no. Pero espero no tener que llegar nunca al punto de tener que robar." "Porque deberías robar?." "Porque tienes hambre. Porque no tienes hogar. Porque no tienes nada. Entonces lo haces. Porque no hay otro camino." Steeper me oriento por muchos de los lugares inverosímiles de la ciudad. Igual que yo era inveteradamente curioso. Nos veíamos seguido, y cuando lo hacíamos, salíamos a explorar juntos áreas de la ciudad que aun no habíamos descubierto y que no habían sido visitada por otros en años. Reptábamos por los húmedos depósitos de algodón abandonados hace años. Por el viejo distrito de embarque y la red abandonada del ferrocarril que conectaba con los muelles. Seguíamos la línea del ferrocarril por la parte vieja de la ciudad que pasaba por la ribera y cruzaba el Mississippi a través del puente Harryman que unía con Arkansas del otro lado. Cruzar por ese puente era temeroso, no tenia senda peatonal, solo las vías y delgado cable de acero a los costados a modo de pasamano, por lo tanto no había escapatoria, a no ser tirarse al río si algún tren venia. Pero el oxido que había en los rieles era evidencia de que no pasaba un tren por ese puente desde hacia décadas. A pesar de encontrarlo seguro para nuestros juegos siempre el camino de regreso lo hacíamos por el puente DeSoto que tenia senda peatonal. Nos tomaba cerca de una hora el regreso a Memphis. A lo largo del camino, Steeper se entretenía poniendo sus dedos en los labios e imitando el sonido de una 'trompeta' me enseñaba a tocar un blues. Cuando estabamos entre la gente no se sentía tan cómodo haciendo eso. Un caliente y pegajoso día de verano fuimos con Steeper hasta el patio trasero de mi casa, y le pedí que me espere un poco mientras iba a buscar un poco de limonada. Mi madre estaba exprimiendo el limón, cuando noto la presencia de Steeper esperándome afuera. "Ese chico que esta afuera... esta contigo, Speedy?." "Si, es Steeper. Puedes preparar para el también?." "Bueno," Comenzó un poco irritada. Se volví y tomo dos vasos altos de la alacena y metió hielo dentro de ellos. "Muy bien, pero quiero que me escuches..." Ella se inclino y susurro en mi oído, como para que Steeper no pudiera oír, me previno, "voy a darle esta vez porque creo que no te previne antes. Pero no debes traer negros a casa nuevamente. Oíste?." Confundido, mire a través de la ventana y podía ver a Steeper, que estaba completamente ajeno de espaldas a nosotros y a lo que mi madre estaba hablando acerca de el. Me volví hacia mi madre y le pregunte, "Porque?." "Porque nosotros no nos juntamos con ellos." "Pero porque no?."

"Porque él es..." Ella bajo aun más el tono de su voz hasta que se torno casi inaudible, 'negro'. "Si, lo sé, pero porque no?." "Porque no lo hacemos. Ahora ya lo sabes, Speedy, no me preguntes porque no, simplemente no vuelvas a hacerlo." Me dio los dos vasos sin ocultar su desagrado. Perplejo ante la severidad de tales reglas y lo porfiada que estaba mi madre, camine hacia fuera y le di el vaso a Steeper. Tomo un trago rápido y le grito a mi madre que estaba en la cocina, "Gracias, señora, esta muy buena." Mi madre asomo la cara por la ventana y con una sonrisa dibujada en su cara dijo. "Gracias." Y volvió a su trabajo. Steeper bebió la limonada, en una larga serie de sorbos ruidosos y se relamió. Sin cambiar su modo habitual dijo tranquilamente, "Toma rápido la tuya y vámonos de aquí." "Adonde?." Pregunte. "Estas en problemas, yo lo sé." Me tome la limonada. "Estas en problemas, verdad?." Repitió. "Que te hace pensar eso?." "Yo lo sé." Dijo él. Me encamine a la cocina y deje los vasos en la pileta. "Gracias, mama," Dije angelicalmente y salí nuevamente. "Quiero que estés aquí a las seis" Dijo ella. "Si mama." Steeper y yo decidimos que de aquí en adelante debíamos encontrarnos en alguna parte del barrio fuera del alcance de la vista de mi madre y sobre todo de la parte trasera de mi casa. Mas adelante sucedió un suceso similar en la casa de mi tía Francisca. Un domingo por la mañana mientras ella limpiaba los platos del desayuno antes de salir para trabajar en el restaurante, ella me llamo adentro. Yo estaba jugando en el jardín con Steeper y su hermana tirándole una pelota a su perro Agnes. Tía Francisca estaba parada en la cocina con sus manos en sus anchas caderas y con su enorme cara desaprobadora. "No dejes entrar a ninguno de esos chicos dentro de la casa cuando estés solo aquí. Entendiste?." "Si, señora," Dije mintiendo, por supuesto, Steeper y yo habíamos recorrido el inhabitado y desamoblado segundo piso de su vieja casa Victoriana. "Hmn... hmn..." Murmuro para sí misma, mostrando su disgusto. "Fíjate bien con quien juegas. Esos chicos pertenecen a la villa de negros de la calle Linden. No tienen nada que hacer por aquí." "Sí, señora." Dije responsablemente. Naturalmente, la desobedecía. Los fines de semana cuando estaba con la tía Francisca y ellos estaban en casa, me encontraba con Steeper detrás de la casa. El jardín tenia un garaje de madera, y una verja de madera que rodeaba a lo largo del terreno, separando la casa de tía francisca de las demás. Justo detrás del garaje estaba nuestro lugar favorito de juegos. Un día estaba ahí esperando, comiendo una galleta que había sacado de la gran bandeja que Tía Francisca había preparado para llevar al restaurante. Steeper llego rodeando la esquina y entrando por un pasadizo que había en la verja antes que termine mi galleta. "Eso parece estar bueno. Que galletas son?." "Galletas de avena," Dije. "Espera. Voy a buscarte una." "Esta bien, no quiero que tengas problemas." "No te preocupes." Respondí. "Solo espera." Entre por detrás a la casa, tragando el ultimo pedazo de galleta, y fui a la cocina. Tía Francisca estaba con un delantal blanco en el centro de la cocina amasando mas galletas. Y le pedí otra galleta. "Te acabo de dar una. Ya la comiste?." "Sí tía." "Bueno toma otra, pero es la ultima, no quiero que dejes tu almuerzo después." "Gracias." Dije obedientemente. Y una vez afuera salí corriendo hacia el garaje. La hermana de Steeper estaba parada a su lado. Le di la galleta a Steeper y le dije, "Ahora es ella la que no tiene." "Deja le doy parte de la mía." Dijo él. "No, espera." Y salí hacia la cocina nuevamente. "Puedo tomar otra?." Tía Francisca me miro desconfiada. "Que? Acabo de darte una!." "Ya la comí." "Ya la comiste? Acaso no la masticaste?." Mi tío Juan estaba en la sala leyendo el diario. El hablo en su suave tono "Cual es el problema. Francisca?." Tía Francisca respondió con su voz chillona, "Tu sobrino come las galletas más rápido de lo que puedo cocinarlas!." "Bueno, dale otra." "Es que ya se comió dos!." "Es un niño, comen todo el día. No hace daño eso." Tía Francisca me dio otra, con una severa advertencia: "Ahora esta si es la ultima. No debes comer tantas galletas. No es bueno eso." "Sí tía, gracias." Corrí nuevamente hasta el garaje y cuando llegue estaba el hermano menor de Steeper, que había venido con Agnes el perro. Le di la galleta a la hermana de Steeper y salí corriendo a la cocina nuevamente, antes de entrar, me quede parado un rato calculando el tiempo que demoraría en comer una y entre a la cocina. Mi tía Francisca estaba amasando mas galletas. Pero esta vez en lugar de pedirle una galleta aproveche un descuido de ella y tome una. Volví corriendo al garaje y le di la galleta a su hermano y le conté a Steeper lo que había hecho. Esto me valió que me presentase a su tío Roberto, el hombre que andaba con el carro y su mula juntado chatarra. Junto a Steeper y su hermana, recorríamos en el carro del tío Roberto la calle Linden de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba y también por las calles de Lauderdale todos los fines de semana. Un domingo que pase en el rancho del tío Roberto, preparo el más sabroso, crocante y grasoso pollo que he comido en mi vida. El siempre me llamaba 'Señor Speedy' y me mostraba como juntar y limpiar la chatarra. Íbamos en el carro del tío Roberto, Steeper su hermana y yo. Íbamos alegres cantando y bromeando por las calles de Lauderdale, cuando pasamos frente a la casa de mi tía Francisca, cuando estabamos pasando por el frente mi hermosa prima Josefina, venia caminando desde la casa de su madre que era vecina de mi tía Francisca. La saludamos todos al unísono en medio de gritos y risas. Al principio ella pareció no escucharnos, pero cuando gritamos su nombre, se volvió a hacia nosotros y su cara se ilumino. Mi prima Josefina era una criatura de una belleza mágica. Su amplia boca sensualmente roja, su sonrisa amplia y enorme como sus ojos casi tan hipnóticos como los de Alicia. Ella sonrío y saludo. "Hola Speedy, te estas divirtiendo?." "Si" Grite a medida que nos alejábamos con el carro. "Cuídate, y no te metas en problemas." Y me hizo un sensual guiño. A medida que el carro se alejaba, con su ruido de latas y el golpeteo de los cascos de la mula sobre el pavimento. Vi como se dio vuelta Josefina y siguió hacia su casa. Si alguna vez yo había estado realmente caliente de joven, la causa de ello había sido Josefina. Ese fue el día proverbial en que la mierda cayo sobre el proverbial ventilador que estaba apuntando a Steeper... Al otro día, domingo, estaba dando vueltas por el garaje, esperando la llegada de Steeper. El llego caminado desde la villa y juntos fuimos al encuentro del tío Roberto. Ambos esperábamos su cordial sonrisa, y su buen humor. En cambio, tenia la cara larga y seria. "Steeper... ven p' ca," Llamo sombríamente desde unos pocos metros. Se quedo parado esperando que Steeper fuese hacia él. Por el tono triste de su voz pudimos ver que de algo desagradable sucedía. Steeper se volvió para decirme, "Espera aquí, el tío Roberto tiene algo que decirme. Ya vuelvo." Pero tan pronto como el se acerco a su tío, este tomo su mano y la mantuvo. Se inclino y miraba a Steeper seriamente. "Steeper, hijo, tengo algo que decirte. Es serio, esto. Tienes que prestar atención y meterte en la

Pero tan pronto como el se acerco a su tío, este tomo su mano y la mantuvo. Se inclino y miraba a Steeper seriamente. "Steeper, hijo, tengo algo que decirte. Es serio, esto. Tienes que prestar atención y meterte en la cabeza lo que te diga." "De que se trata, tío Roberto." Roberto hizo una pausa, "Tu y tu amigo, no pueden jugar juntos nuevamente. Nunca más. Le he dado mi palabra a la Señora Sansone. Ella me llamo a casa, y cuando ella llama a casa sé que es algo serio. Ella nos vio juntos en el carro ayer y me dijo... que ella no quería volver a verlos juntos al Señor Speedy y a ti." "Pero porque?." "Bueno, entiende. Debemos hacer lo que la Señora Sansone dice." Dirigiéndose a mí el tío Roberto dijo, "Ahora escucha, y trata de entenderme. Señor Speedy, a mí tampoco me gusta esto. Pero debemos hacer lo que su tía quiere que hagamos." Mire a sus ojos y le dije, "Pero tío Roberto, no tienes que llamarme señor. Se supone que yo debo llamarlo señor." "Aprecio lo que dices, y sé lo que quieres decir, pero... la señorita Josefina, y su tía lucia y la tía Francisca están muy alborotadas con todo esto... y yo no tengo ninguna opción." "Pero quien contó?. Fue mi prima Josefina?." "No, su prima Josefina es adorable, ella no tiene nada que ver con esto. No te enfades con ella. Es la mujer mas dulce que conozco. Además no interesa quien le dijo, que diferencia hay?. El asunto es que tus tías no quieren que te juntes con Steeper. Y me dijeron que te diga que es peligroso que andes dando vueltas por la villa." Steeper interrumpió furioso, "Speedy, nos encontraremos detrás de la Iglesia de San Patricio." "No, Steeper!." Dijo firme el tío Roberto. "Por favor, chicos, entiendan. Escucharon lo que yo dije?." Dirigió su mirada hacia mí. "Lo siento mucho, señor Speedy." "Se como son ellos tío Roberto. Entiendo." Dije maduramente. "Bueno, sé que eres un chico inteligente, y un buen chico, y sé también que sabes lo que esta pasando. Yo quisiera que las cosas sean diferentes, y no quisiera tener que decir esto, pero..." "Yo sé que no es correcto!" Dije desafiante. "No es honesto." "Señor Speedy, por favor. Todos sabemos como son las cosas aquí, así que dejemos que sigan así, no hay nada que nosotros podamos hacer. La señora Sansone y ellos son tu gente, tu familia y tu debes hacer lo que ellos digan. Así que no te metas en problemas. Te confieso que vi a tu prima Josefina esta mañana cuando iba a trabajar, y ella ya sabia lo que estaba pasando, y estaba muy apenada. Yo sé lo que tu sientes y lo que ella siente por todo esto, pero... nosotros vivimos de tu tía Francisca y del resto como ellos... así que nosotros vamos a hacer lo que tenemos que hacer. Vamos Steeper, es hora de irnos, dile adiós a tu amigo." Silenciosamente vi como se alejaban, entre la pena y la compasión por Steeper y su tío, mi disgusto era tan grande por los mayores, por los niños, por la posibilidad de que Alicia me abandonase al terminar la escuela, por los tíos que odiaban dar una galleta, por las madres que sin ninguna aparente razón echaban a mis amigos. Cuando Steeper y su tío se alejaban, el se dio vuelta y me guiño un ojo, dando un vuelco a mi corazón. Entendí el mensaje, esa no seria la ultima vez en que nos veríamos. Me volví a la casa arrastrando los pies. No tenia ganas de pasar el resto del domingo con los adultos por los cuales ahora tenia mas resentimiento y no podía ocultarlo. Pocas semanas después, el vino a mi vecindario. Traía consigo lo que era un premio y una joya para él, una bolsa repleta de bolitas 'ojos de gato' que le había dado su tía Enriqueta para su cumpleaños. Estoy seguro que era un premio, porque una bolsa con veinticuatro bolitas 'ojos de gato' no era algo que muchos negros pobres podían comprar. Costaban mas de lo que una familia podía ganar en una semana. Nos reunimos con otros chicos en el parque de polvo anaranjado alejado de los jardines de mi edificio, cerca de una arboleda. Estabamos a salvo de la vista de mi madre y al alcance de la vista de los otros chicos del barrio. Llamábamos a este terreno la cancha de bolitas. La superficie era perfecta para jugar. La creencia popular decía que solo los tontos jugaban en ese tipo de cancha, pero acertar y hacer rodar una bolita en polvo fino requería de una gran habilidad. Cinco chicos de mi edad, Steeper y yo, y otros chicos y chicas más pequeños que miraban estabamos en la cancha de bolitas. Sorprendidos con la habilidad de Steeper para jugar. Estaba a punto de iniciar apuestas desde afuera como había visto en algunas películas de vaqueros. El sol estaba bajando, y ya se estaba haciendo la hora de la cena, estabamos haciendo nuestros últimos tiros, cuando cuatro chicos más grandes que nosotros entraron corriendo a la cancha. Por sobre el hombro pude reconocer a dos de ellos, que ya los había visto antes en una pelea callejera. Uno de ellos se paro al lado mío y acercándose dijo, "Hola, Speedy" Llamándome por mi apodo, sabiendo que no me gustaba. "Es mejor parar el juego e irnos. Ellos siempre están buscando pelea." Los otros chicos parecieron no notar la presencia de los cuatro y prestaban atención a un de los chicos que había hecho un tiro perfecto. Trate de parecer indiferente, pero un escalofrío me recorrió la espalda cuando escuche sus pisadas en el pasto acercándose. Entonces uno de los cuatro grito, "Hey, miren esto!" Repentinamente apareció uno de ellos delante mío. Uno de los otros cuatro grito, "Hey, TJ, que esta pasando?." "Espera un minuto," Grito el corpulento TJ, "quiero ver algo." "Oh, que pasa!" Grito otro de ellos. "Siempre estas perdiendo el tiempo, TJ, siempre eres el mismo." TJ camino pesadamente entre el grupo que jugaba a las bolitas. Los chicos pararon y se rajaron inmediatamente. Solo Steeper y otro muchacho quedaron ahí. "Oye negro, de donde sacaste eso?." Steeper permaneció ahí sin moverse, mirando hacia arriba cautelosamente con los ojos bien abiertos y blancos. "Dónde conseguiste esos ojos de gato, negro? Hey escuchen, este negro tiene bolitas ojos de gato. Y unas muy bonitas por cierto." "Estas bromeando?." Grito el otro. "Vamos, no pierdas tiempo, que tenemos que irnos." TJ se paro con sus manos en la cintura, mirando de arriba a Steeper con una sonrisa. "Son tuyas esas bolitas? Te pertenecen?." "Si," Dijo suavemente, mientras se incorporaba. "Son mías." "Muy bien, negro, ahora ya no son mas tuyas," Dijo TJ, y tomo el puñado de bolitas. Steeper no tuvo alternativa; TJ era el doble de grande que él, y casi el doble de mí. Los otros chicos desaparecieron de la cancha de bolitas, alejándose rápidamente. Los otros tres un poco mas alejados, seguían gritando mientras caminaban. "Oh, vamos, TJ, no vamos a esperar todo el día." TJ miro a Steeper con una mirada amenazante llena de falsa amistad, mientras Steeper se alejaba de su alcance. "Gracias negro!" Dijo mientras jugaba con las bolitas de una mano a la otra. Yo estaba a pocos metros de TJ. Había calculado que si corría rápido, como si pretendiese llegar recién y le daba un empujón, desparramaría las bolitas de sus manos. Si las bolitas se desparramaban y sus amigos lo apuraban para irse, se olvidaría de todo y se iría con ellos. Me desesperaba pensar que Steeper perdería esas bolitas ojos de gato. Antes de darme cuenta, ya estaba corriendo en dirección a TJ, con la cabeza hacia delante. Le di un golpe en sus manos con mi brazo y mi hombro desparramando las bolitas por toda la cancha. "Oh, disculpa, no te vi." Dije mientras me agachaba para juntar las bolitas, que en su mayoría habían ido a parar al pasto. "Hey, muchachos, vieron lo que esta mierdita me hizo?" Lanzo una temerosa risa. No sé que fue lo siguiente que hizo, porque estaba de espaldas a el y no podía ver. No tuve que esperar mucho para saberlo. Sentí un violento golpe en lado izquierdo de mi cara que hizo que junto con mi cuello se inclinara a la derecha y todo mi cuerpo aterrizara de estomago en el suelo. Mi boca y mi nariz se llenaron de polvo anaranjado. Una de las niñas que estaba ahí observando desde lejos pego un alarido y salió corriendo. Estaba todo nublado y un terrible miedo se apodero de mí. Que estupidez había hecho! Otro de los muchachos se acerco corriendo. "TJ, que mierda hiciste? Vamos muévete, deja estos chicos y vamos." "Esta bien, esta bien, pero viste lo que esta mierdita, amante de los negros me hizo? Sé penso que no sé lo que quiso hacer." Otro de los muchachos que estaba alejado grito, "Acaba con él, vámonos!" Me quede tendido en el piso, tal vez él pensaba que estaba desmayado y se iría. Entonces escuche el ruido de sus pasos acercándose, por el rabillo del ojo pude ver sus torpes zapatos. Se movieron tan rápido que no pude hacer nada, solo escuchar el ruido que hicieron al sonar los huesos de mi brazo y las costillas del lado izquierdo. El golpe fue terrible. Sentía como comenzaba a hincharse mi cara y el dolor en mi costado izquierdo era insoportable, sabia que me había dado una buena patada, poco a poco mi visión se fue nublando y escuchaba las voces en un tono lejano. Todo daba vueltas en mi cabeza. Me quede paralizado, esperando que siga pateándome. Pero no me pateo. TJ me grito, "Bueno, ahora sabes que pasa cuando defiendes a un negro!" Y se alejo de mí. "Ya voy amigos, esta mierdita, no va a defender negros la próxima vez." Mi terror inicial había pasado, la capacidad de moverme había vuelto a mis músculos. Mientras me incorporaba vi las gotas de sangre que caían al suelo y la nariz me dolía terriblemente. Rápidamente el temor fue desplazado por la furia y sentí que estaba fuera de control. Temblaba mas de bronca que de dolor. Me incorpore sobre las rodillas y los codos, y un creciente dolor me recorrió la cabeza y la cara. Sabia que el muy bastardo me había roto la nariz o la quijada o alguna de mis costillas. Mas sangre seguía saliendo de mi nariz y se mezclaba con el polvo. Steeper se acerco a mí. "Hey, Speedy, estas bien?" Pregunto asustado. Escuchaba alguien llorando a mi lado. Abrí los ojos y vi que era Steeper. "Speedy, habla! Estas bien? Dime algo. Estas bien?" "Si estoy bien" Dije sorprendido de que podía hablar. Pero el dolor en mi nariz y la quijada seguía. "El esta bien!" Grito uno de los chicos. "Vamos a levantarlo."

Hice un movimiento brusco para soltarme de sus manos, y grite violentamente "No me toquen! No quiero que me toquen. Déjenme solo!" Vi que los otros se paralizaron y se alejaron cautelosamente. Todos menos Steeper. El permaneció a mi lado con su mano sobre mi espalda. "Por favor, Speedy, dime que estas bien." Me pare sobre mis rodillas y quede así un momento. "Estoy bien, Steeper, sangrando pero bien." "Fue mi culpa" "A la mierda con eso" Dije. "No quiero escuchar eso" "Te dio una trompada en la cara, y una buena patada, no tenia porque hacer eso." "Bueno," Dije furioso, "no tenia que hacerlo, pero te aseguro que lo hizo!" Intente reírme. Mi costado izquierdo ardía del dolor. La sangre corría por mi cara y mi ropa ahora. "Voy a matar a ese hijo de puta. Voy a matarlo." "No, Speedy, vamos a buscar alguien que te ayude." "No!" Repetí monótonamente. Sentí algo irracional creciendo dentro de mí. Comenzaba en mis entrañas y subía por mi cuerpo hasta mis brazos. Era la furia de sentirme golpeado, atrapado e indefenso. Tambaleando trate de mantenerme en pie. Steeper me ayudo. Trato de rodear mi cintura para sostenerme. Pero recule y pegue un grito. "Lo siento, me olvide." "Esta bien." Dije medio borracho e incapaz de mantener el equilibrio. Steeper trataba de ayudarme, pero lo empuje gentilmente. "Déjame solo, Steeper, yo puedo hacerlo." Dije. Era lo que deseaba pero no estaba seguro de conseguirlo. Tropezando y moviéndome como un borracho di unos pasos. A mi izquierda vi una niña con un vestido celeste, era tan pequeña que parecía un títere. La vi corriendo tan rápido como sus cortas piernas le permitían hacia el edificio donde yo vivía. La puerta anterior a mi edificio se abrió y apareció Alicia, vi que la niña y otros dos que habían corrido junto con ella hablaban y hacían señas hacia donde yo estaba. Otros chicos que estaban jugando en el pasto se precipitaron a la cancha de bolitas donde yo estaba sangrando y manchado mi camisa verde de franela. Mi furia estallo. No solo alguien me había dado una patada y un puñetazo que me hacia sangrar, sino que cada niño y cada madre de todo el vecindario vendría a verme tambalear y sangrar. Mis ojos estaban nublados, pero vi que Alicia tomo la mano de la niña y se dirigía rápidamente a donde estaba parado. Su madre estaba parada en la puerta y miraba en nuestra dirección. Estaba doblemente mortificado, una por haber sido golpeado y otra por ser visto como me habían golpeado. Era demasiado tarde para que alguien pudiera parar esa fuerza irracional que me invadió rápidamente. Salí corriendo hacia los arbustos que rodeaban la cancha y empece a arrancarlos con una furia demencial, estaba buscando un palo o algo que me permitiese matar al otro. Un grito furioso salió de mi garganta. Me abrace a un arbusto enorme y quise arrancarlo. Era imposible por mas que lo intentaba y gritaba. Escuche que Alicia me rogaba detrás mío, "Para! Speedy, para por favor." Y al pobre de Steeper atrás de ella rogándole, "No señorita, déjelo solo. Por favor. El esta bien. El no quiere ni que usted, este aquí." "Speedy, pero que es lo que estas haciendo!" Después de eso yo fui consiente de mi furia ciega. Sacudí el arbusto hasta que mis brazos no dieron más. Entonces pisotee los arbustos y tropecé con una rama que había caído del roble tal vez hacia varios años. La tome con las dos manos, era casi tan alta como yo. La levante y comencé a pegarle al árbol, pero no era el árbol lo que veía, delante mío estaban esos cuatro malvados que pegaban, mentían y pateaban. A cada golpe que le daba al árbol, saltaban astillas de la rama que tenia en las manos. De repente el palo se quebró y quedo un pedazo muy pequeño en mi mano con el cual ya no podía seguir golpeando. Me di vuelta agitado y sin aliento. Tropezando volví a donde estaba el grupo. Una suave voz, trémula, cauta, la voz de una mujer joven, justo detrás mío. "Speedy, puedo tocarte, amor? Solo quiero llevarte de vuelta a casa. Solo quiero cuidarte, amor. Puedes oírme?" "Porque no me dejan que los mate!" Dije sollozando. "Puedes oírme, amor?" Mis extremidades estaban exhaustas. Mis rodillas se doblaron y me desplome. Estaba muy cansado para moverme, solo tenia ganas de dormir. Alicia puso una mano sobre mi hombro y como no me resistí, puso la otra sobre el otro hombro. Una mujer alta y delgada con un vestido floreado se acerco. Apenas podía verla. Estaba horrorizada. "El esta bien? Oh Señor que ha pasado con este pobre niño?" "No lo sé," Le respondió Alicia. "Pero él esta bien ahora. Puedo tocarte, amor?." "Oh Señor!" Dijo la mujer con su chillona voz para mi disgusto. "Por favor, señora Ferguson." Dijo Alicia firmemente. "Yo voy a cuidar de el. Por favor no se quede aquí." "Bueno." Dijo la mujer y se alejo hacia su casa. Alicia se sentó en el suelo, y apoyo mi espalda contra su pecho, con sus brazos rodeo mi cuerpo y acariciaba mi cabeza. "Recuéstate, amor. Apóyate en mi. Yo te sostendré." Me relaje totalmente. Su voz me arrullaba. Acunaba mi cabeza en sus senos mientras mi nariz manchaba de sangre su blusa. "Quédate así, mi bebe... descansa." Decía estas palabras mientras su mano seguía acariciando mi cabeza. Steeper paro de llorar. Estaba sentado frente a mí. "El ya hizo esto antes." Le dijo a Alicia. "Unos chicos en la avenida del parque, le robaron la bicicleta a una niña. Y Speedy enloqueció, agarro un tacho de basura y comenzó a golpearlo hasta que deshizo su fondo. Después de eso se calmo." "Ya veo," Dijo Alicia y levantando mi cara por la barbilla para ver en mis ojos pregunto. "Estas mejor ahora, cariño?." Estaba demasiado aturdido como para responder. Steeper lo hizo por mí, "El esta bien ahora, señorita. El solo tiene que sacar afuera todo." Yo trataba de estar despierto. Sabia que el lado derecho de mi cara se estaba hinchando y mi ojo se estaba cerrando. Mire hacia abajo y vi mi sangre en la blusa de Alicia. Intente en vano querer limpiarla, sin saber como hacerlo. "No te preocupes por eso. Descansa." Mire en sus ojos. Eran nítidos, de un verde intenso, llenos de interés y temor. "Quiero pelearlos" Dije en un murmullo. "Lo sé mi, amor. Escúchame. Yo lo sé. Pero ahora estas lastimado y tienes que descansar." Ella llamo a la niña pequeña que había ido a buscarla. "Margarita!, Margarita va a decirle a mi madre, que le diga a la madre de Speedy que venga. Ve a decirle por favor." "Quiero sentarme." "Estas seguro?." "Sí." Ella me ayudo a sentarme sobre mis rodillas. Steeper se arrodillo delante de mí. "Tu madre esta por venir, no quiero meterte en mas problemas. Ya es la tercera vez que lo hago." El tomo las bolitas y las puso en el bolsillo de mi camisa. Me apretó la mano con sus dos manos fuertemente. Y rápidamente se marcho corriendo a través del terreno. "Steeper" "Déjalo ir, amor." "Pero... el nunca volverá. Yo lo conozco no volverá jamas." Mi madre y la pequeña Margarita llegaron corriendo. Mama estaba histérica, gritando y agitando sus brazos. "Oh, mi pequeño. Que paso con mi hijo. Que le hicieron a mi pequeño." Todo lo que podía decir a mi mismo era, "Oh, no. Mierda." Ahora aparecerían parientes de todas partes. Como si con los golpes no hubiese tenido suficiente!. Alicia y mi madre me ayudaron a llegar hasta nuestra casa, me sentaron en el sofá y pusieron un trapo húmedo en mi cara. Mama llamo a nuestros parientes más cercanos, la abuela Rosa, llego rápidamente y me llevaron en su coche hasta el hospital San José, cercano a casa. Pero estaba muy agitada y ansiosa, así que llamo a la tía Francisca que llego rápidamente pero que también estaba muy agitada y ansiosa por lo que llamo a la tía Josefina quien como no podía ser de otra manera estaba muy agitada y ansiosa llamo a su sobrina, mi prima Josefina quien todos sabíamos manejaba como el viento a toda hora. Luego de treinta minutos mi prima llego a casa en el viejo Dodge de la tía Francisca, estaciono el auto con todos los parientes alrededor como si fuera un acto circense. Entraron en la sala, sacudiendo las paredes con su histeria. Alicia pasaba el paño húmedo por mi frente, observando calmada, mientras otros dos autos llegaron, la abuela Rosa y los Ricci y todos los Gaglianos. Rápidamente la sala se lleno y no se podía caminar dentro de ella. "Oh, mi Dios," Susurro Alicia en mi oído. "Cuantos más faltan aun?."

"Nunca lo sabré" Respondí secamente. En medio de las quejas, llantos histéricos, gritos y mi tía Francisca rezando en una silla. Mi tío Juan llamo la atención de todos, "Acaso se olvidan de porque estamos aquí? Vamos a llevar a ese niño al hospital o vamos a seguir aquí parados y rezando?." Todos comenzaron a dar instrucciones y sugerencias al mismo tiempo. Comenzó una fuerte discusión entre ellos. Mi madre y mi prima me cargaron una por los brazos y otra por las rodillas. "Vamos, Speedy." Dijo mi prima, "Mientras ellos deciden nosotros estaremos en el hospital San José. Vamos Beatriz." Le dijo a mi madre con verdadero disgusto, ella se abrió paso por la sala, atravesó la cocina y salió afuera donde estaba estacionado su auto. Seguidas de mi tío Juan, con su sombrero en la mano. Lo ultimo que escuche de ellos eran sus gritos y reproches unos a otros en la sala. En el hospital San José, fui curado, limpiado, vendado, me sacaron rayos-x, me pusieron en una silla de ruedas y me transportaron hasta una habitación que desde la ventana se podía ver mi barrio. Un doctor dijo que yo era un chico muy robusto y que no tenia grandes daños, pero que debía tener mi brazo en un arnés por uno o dos días para proteger los músculos alrededor de mis costillas izquierdas, y que mi mejilla seguiría hinchada, por lo que tenia que usar una venda con un relleno por varias semanas para evitar los movimientos en ese lugar. Y también fui prevenido de no volver a atacar arboles. Permanecí dos días en el hospital, envuelto en un ajustado corset para evitar los movimientos de mi torso y monitoreado permanentemente por un desfile inacabable de tíos, padrinos, tías y tíos abuelos, y la bisabuela Nifa y sus dos mórbidas hermanas, primos cercanos y lejanos y un numero de gente que no conocía y a la cual nunca había visto en mi vida y que decían ser parientes míos. Las enfermeras gemían y se movían como podían en medio de esa turba de gente dentro de la habitación y en la sala de espera, tratando de contener a los que pugnaban por entrar y a los que no querían salir. Fui besado en la mejilla por innumerable cantidad de tíos ancianos, la mayoría de ellos tan afligidos como si estuviera en un ataúd en lugar de una cama. Estaba obligado a 'ser bueno' y 'apreciativo' con todos ellos. Mi prima Josefina susurro en mi oído con su lasciva, roja y magníficamente sensual boca, "Mira si tuvieras una enfermedad mortal, Speedy. Imagina el melodrama que harían todos estos Victorianos." Alicia me visito los dos días, pero difícil poder decirnos dos palabras entre nosotros. El segundo día tuvo un poco mas de tiempo cuando los otros fueron a tomar café. Tuvimos una charla muy corta. "Estoy segura que estas adorando toda esta atención," Dijo ella. "Alicia, tu sabes que es mentira. Ellos siempre hacen las mismas preguntas: hola, Speedy, como estas? Que edad tienes ahora? Cómo te esta yendo en la escuela? Que quieres ser cuando crezcas? Te duele mucho? Y toda esa basura." Ella me interrumpió tomándome de la mano. "Debes agradecer a esas personas, ellos se preocupan mucho por ti. La abuela Rosa a sido muy buena, ellos querían mandarte a casa hace dos días, pero la abuela pago todos los gastos para que te atiendan aquí, y puedas estar más cómodo." "Pero..." "Pero nada, Speedy. Ella es muy generosa y te quiere mucho." Culpable por sus palabras, le dije, "Bueno, yo también la quiero mucho, es a la única que quiero." "Y tu pobre tía Francisca y el tío Juan?" Golpee mi frente y dije, "No, no, no tía Francisca no." "Para con eso!." Me reprendió, "yo sé que ella es un poco histérica y que critica todo lo que ve, pero ella te quiere y mucho. Eres un diablo desagradecido. Te han dado mas afecto en estos dos días del que otros reciben en toda su vida." "Esta bien, disculpa." "No digas que esta bien, si no lo piensas así." "Esta bien!." "Tengo que irme a estudiar, cariño." Tomo su blusa y se la puso sobre sus hombros, miro hacia la puerta de entrada para asegurase que no venia nadie. Y murmuro, "Tienes que ponerte bien. Me oíste?." "Esta bien" "Porque..." Paso la lengua por mi oído. "... te extraño." Sonreí. "Yo también." Me dio un beso en la mejilla y se alejo. Justo un segundo antes de que lleguen todos mis tíos, abuelos, primos y ... Para el final del segundo día me sentía lo suficientemente bien como para estar intolerablemente aburrido. Cuando cambiaba de posición mi lado lastimado me dolía y se acalambraba. Excepto por las visitas al baño y a la sala de café, el tío Juan y la tía Francisca permanecían el día entero en la sala. Tío Juan de tanto en tanto me guiñaba un ojo en reconocimiento mutuo de nuestro aburrimiento. La peor parte de la tarde paso cuando la tía francisca comenzó a hostigar a mi madre para salir de nuestro barrio. "Pero yo quiero que los niños y yo tengamos intimidad," Objeto mi madre, tratando de ser tan dulce como podía serlo en ese momento. "Dónde iríamos? Yo no quiero tomar dinero de mi familia. No puedo vivir de esa manera." "Pero, Beatriz," Dijo mi tía Francisca. "Tu y Speedy, pueden vivir con nosotros." Escuchando eso, eleve mi mirada al cielo. Por favor Jesús. No me hagas eso. Mi madre dijo que no, que eso no iría a funcionar. Ella le agradeció a tía Francisca. Ella le dijo que tenia una buena relación con el que seria mi padrastro, y que probablemente en un año o dos se casarían. Yo estaba agradecido de su persistencia. No solo era por estar siete días a la semana bajo la atenta mirada de mi tía Francisca, sino que salir del barrio significaba alejarse de Alicia. Tía Francisca insistía y mama no aflojaba y todo parecía que iba a terminar en un empate. Por lo que estaba completamente agradecido a Dios. Tres o cuatro semanas después, cuando Alicia estuvo conmigo nuevamente, mi mejilla estaba totalmente curada, pero la venda acolchada continuaba en mis costillas, sujeta con cinta y con una venda alrededor de mi torso. Alicia apago las luces temprano. Yo estaba en la cama recostado con mi ropa puesta y las manos en la nuca cuando ella apago la ultima luz y se metió en la cama conmigo. Vestida con su pantalón vaquero y su camisa blanca se acostó a mi lado y comenzó a desvestirme en la oscuridad. Cuando saco mi camisa contorneo la venda con sus dedos. "Es terrible lo que esas ratas te hicieron." "Puedo soportarlo." Dije estoicamente. "Se-gu-ro, que puedes, vaquero." Dijo. "Estoy segura que puedes. Sabia que eras de temer... pero no sabia cuan temeroso eras." Me senté en la cama mientras ella me sacaba la camisa. Ella desabrocho mi cinturón y bajo el cierre de mi pantalón. Se puso de pie mientras tiraba de las piernas de mi pantalón para sacármelo. "Espero que nunca te enloquezcas tanto que desates esa furia pavorosa conmigo, Speedy." "No, no puedo lastimar a la gente." "Que quieres decir, con que no puedes lastimar a la gente?." "No puedo lastimar a la gente. Solo a las cosas. No podría lastimarlos aunque los odiara." "Porque no, mi amor?. Tienes todo el derecho de hacerlo si ellos te lastiman." Ella se detuvo repentinamente, y continuo sacando mis medias. "Lo siento mi amor, no debía haber dicho eso, tienes todo el derecho, pero no debes hacerlo. Porque tú eres muy dulce. Aunque odies a todas esas personas no debes lastimarlos. Se necesita mucho valor para ser dulce. Y tú lo eres. Tú eres mi príncipe valiente." "Ellos me pusieron furioso." Dije. "Porque la gente tiene que tomar las cosas de los otros?. Pobre Steeper, él es tan pobre que no tiene casi nada. Y el no puede hacer nada porque es negro!. Porque el mundo es así?." "No lo sé mi amor, quisiera tener la respuesta." Ya había quitado las medias y ahora iba a hacerlo con mis calzoncillos. "Levántate un poco." Me saco el calzoncillo y quede desnudo. Ella se quedo parada mirando mi desnudez. No tenia vergüenza de su mirada. Silenciosamente se fue desabotonando su blusa, mirando con una suave e intencionada mirada. Cuando aflojo el ultimo de los botones, movió sus hombros hacia atrás y la blusa se deslizo por su cuerpo hasta los pies. Llevo sus manos a la espalda y desabrocho su corpiño, con cada mano bajo los breteles, para dejar libres sus senos a la luz de la luna que entraba por la ventana. Desde mi posición podía ver como sus tetas se hinchaban con cada vez que respiraba. Sus pezones rosados brillaban a la luz de la luna. Se aflojo el cinturón y luego el botón del pantalón, lentamente bajo el cierre de su pantalón y pude ver su bombacha blanca apareciendo por la abertura. Lentamente bajo sus pantalones y deslizo la blanca bombacha por sus hermosas piernas. Los pelos castaños de su pubis, parecían una pequeña montaña de algodón reluciendo a la luz de la luna. Comencé a sentir la erección de mi pene ante la visión de su hermoso cuerpo desnudo. Sentía una suave sensación de paz en todo el cuerpo excepto en mi pene que cada vez estaba mas duro. Alicia comenzó a arrodillarse lentamente, con su mano agarro mi pene, dejando solo la cabeza fuera de su puño. Paso gentilmente su lengua por la cabeza de mi pene, para lamber una gota que había en la punta. Lambiendo mi pene dirigió una mirada hacia mí, casi ausente dijo, "No se porque la gente es tan mezquina. No se porque, tiene que lastimarse unos a otros. Cuando pueden darse cariño y afecto." "Yo nunca te lastimaría, Alicia." "Yo sé que nunca me harías daño, cariño. Y espero nunca hacerte daño yo a ti." Dijo mientras pasaba su lengua por la cabeza de mi pene, entonces llevo su mano a mis testículos y metió todo mi pene dentro de su boca. El calor y la humedad de su boca hacían que mi erección fuese mas dura. "Eres tan dulce, mi amor." Mi pene latía dentro de su boca. Y agrego "Parece, con sus latidos, hablar dentro de mi boca." Ella se acostó a mi lado, entre la ventana y yo. Apoyada sobre un codo, me acariciaba el pecho. Y yo suavemente le acaricie un pezón. "Basta de penas," Susurro. "Basta de dolor, basta de odio. No seria maravilloso que fuera así?." "Es lo que sucede aquí," Murmure, "cuando estoy contigo." "Que cosas tan dulces dices, Speedy." Suspiro, sus ojos parpadearon. "Que tierno y amoroso eres." Ella sostuvo mi cara con sus manos y apretó fuerte su mejilla contra la mía. Sus labios cerca de mi oído, susurraron, "Como puedo hacerte feliz, mi amor? Tenemos que tener cuidado con ese parche que tienes ahí. No puedes moverte mucho."

"No sé," Dije tímidamente. "Yo quiero hacerte sentir bien, también." "Tu siempre me haces sentir bien, mi amor." Dijo, mientras se arrodillo a mi lado. Beso mi nariz, mis labios, paso su lengua por mi oreja y suavemente, en un murmullo casi inaudible me dijo, "Voy a hacer todo para que te sientas bien, mi amor." Paso su lengua por mi garganta, por mis labios, y mientras hacia esto un pezón suyo rozó un pezón mío. Sentí que todo mi cuerpo se erizaba con el toque de su pezón. Continuo besando mi cuello y mi pecho, sus labios recorrían mi pecho dando besos con la parte interna de sus labios, eran besos húmedos y cálidos. Puso su boca en mi pezón, y suavemente paso su lengua como yo hacia con los de ella. Cada pasada de su lengua hacia que mi pene se pusiera mas duro. Mientras pasaba su lengua por mi pecho sus dedos estaban entrelazados con los míos, apoyados contra la almohada inmovilizándome. Ella paso su rodilla por encima de mi cuerpo y quedo arrodillada sobre mí a la altura de mi pecho, teniendo cuidado de no tocar mi vendaje con sus muslos. A medida que pasaba su lengua por mi pecho se iba deslizando hacia atrás, y su vagina húmeda, con sus pelos rozaba mi vientre. Estaba quieto, con los ojos cerrados. Ahora sabia porque ella daba esos suspiros, porque temblaba, porque su cuerpo se estremecía cuando yo le hacia lo mismo que ella estaba haciéndome ahora. Es algo que reemplaza las palabras, porque no hay palabras que puedan expresar el placer que ella estaba brindándome en ese momento. Mirando intencionalmente mi pene, se movió lentamente, su mirada era lujuriosa. Abrió su boca. Bajo su cabeza y enterró su boca enteramente en mi pene. Lentamente comenzó a mover su boca hacia arriba y hacia abajo, hasta que sus labios rozaban mis pelos. Sus labios se cerraban contra mi pene y su lengua daba vueltas alrededor de la cabeza de mi pene. Hizo esto tres o cuatro veces, fue suficiente para que las primeras gotas salieran comenzaran a salir de mi pene. Lentamente se incorporo y tomando mi pene por el tronco con su mano dejando solo la cabeza afuera de su puño, comenzó a pasarla por los labios de su vagina. No podía entender lo que murmuraba. Era una especie de sonido animal, muy bajo casi inaudible que salía de su boca. Con sus ojos cerrados, fue bajando lentamente su cuerpo, introduciendo mi pene en su vagina y guiándolo con su mano. A medida que bajaba podía sentir la humedad y el calor de su vagina, era una humedad y calor diferente a la de su boca, era una humedad viscosa. Luego que puso todo mi pene dentro de su vagina, comenzó a hacer unos suaves movimientos hacia arriba y hacia abajo, como había hecho anteriormente con su boca. A poco sus movimientos comenzaron a ser diferentes; se movía un poco hacia los lados hasta casi dejar que los labios de su vagina rodearan la cabeza de mi pene. Levantaba su cintura haciendo que su clítoris rozara mi cabeza y lo metía nuevamente todo adentro. Mientras hacia esto fue bajando su torso hasta que sus pechos se apoyaron en mi pecho y frotaba sus pezones contra los míos y su boca en mi oído murmura las palabras más obscenas que había escuchado en mi vida. De a poco fue siendo menos cuidadosa y sus movimientos más bruscos, su vagina estaba tan húmeda que podía sentir como estaba siendo mojados por los flujos que salían de su vagina. Las contracciones dentro de su vagina eran más fuertes. Ahora tenis su cuerpo erguido y sus manos apretaban sus senos, y dos dedos sujetaban fuertemente sus pezones. Del suave murmullo paso a los gritos. Una furia loca se había apoderado de su cuerpo y ahora sin ningún reparo en mi vendaje, sacudía su cuerpo y movía su cabeza al compás rítmico de los movimientos de su vagina. Su respiración estaba agitada. Sus movimientos eran tan bruscos que la cama también se quejaba. La intensidad de los movimientos parecía algo que ella no podía controlar. Entonces comenzó a gritar, "Si... si... si..." Y luego de eso un largo grito "Aaahhh..." Y su cabeza cayo hacia atrás, y frotaba furiosamente su clítoris contra mi pene, manteniendo la respiración. Yo movía mis caderas en oposición a sus movimientos, y ella respondió con un suave gemido, "Si... así, muévete así." Y su vagina me apretó fuertemente por un momento. Entonces ella paso por su pico, echo la cabeza hacia atrás y se relajo un poco, reteniendo el aliento, boqueando hondamente, tratando de llenar sus pulmones con la mayor cantidad posible de aire. Sus dientes apretaban el labio inferior. Apoyo su cuerpo sobre el mío, sus latidos eran tan fuertes que podía sentirlos a través de su cuerpo. Puso su cabeza a mi lado y gentilmente pase mi lengua por su cuello. Estaba caliente y salado por el sudor, acaricie su pelo como si estuviera esparciendo por su cuerpo un placer angustioso. Ella descanso un momento así, mientras sentía los latidos de su vagina rodeando mi pene. Estaba caliente y su humedad rodeaba mi pene. Dos veces mi pene había sentido el suave cosquilleo por dentro. Dos veces sentí inundar su vagina con el placer que salía de dentro de mi cuerpo para agradecer el placer que ella me brindaba con el suyo. Ambos estabamos exhaustos y nos adormecimos en esa posición.

Capitulo Seis Entonces llego el día en que mi madre anuncio su casamiento y que pronto dejaríamos el barrio. Ese día Alicia también pareció desaparecer. Y yo también. Me encerré en mi cuarto la noche del anuncio de mi madre. Me quede mirando apoyado en el alféizar de la ventana la luz de la luna. Trataba de alejar de mis pensamientos a Alicia. Alicia se había graduado en la escuela, y había comenzado sus estudios terciarios. Ella comenzó las clases inmediatamente ese verano en uno de las facultades más grandes, la del Estado de Memphis. Se había propuesto terminar su carrera en menos cuatro años. Mi madre tenia sus citas los fines de semana en esa época, y como yo pasaba los fines de semana con mis tíos, no necesitaba de nadie para que me cuidara. Eran días grises, monótonos. Me aburría cada quince segundos. Vi a Alicia una o dos veces ese verano. Y para el final del verano ella había desaparecido. Una vez fui a la casa de su madre y golpee la puerta, con la esperanza de que su madre me diera alguna respuesta. Pero nadie abrió. Mi madre no hizo ninguna mención. Parecía que se la había tragado la tierra, no estaba en ningún lado. Otra vez fui a buscarla a Woolworths's, por casi todo un día, sin ningún resultado. Sabia que ella estaba en las clases de verano, y pensaba que en algún momento tendría un descanso probablemente al final del verano. Pero el fin del verano llego y Alicia no apareció. Extrañaba a Alicia. Extrañaba su sexualidad por supuesto, pero a mi edad eso era secundario. Principalmente la extrañaba a ella, su calidez y su forma simple de ser. A la edad de doce años la veía mas claramente como un objeto sexual que años anteriores, aunque tenia bastante por delante antes de sentir el verdadero impacto de la atracción sexual. En esa época yo quería su fraternal, su maternal forma de ser, quería a esa niña mujer mas emocionalmente e intelectualmente que físicamente. En Diciembre de 1953 mi madre se caso con mi padrastro, y nos mudamos a un departamento temporario hasta que ellos buscaban una nueva casa. La ceremonia fue solo una pequeña reunión en la casa de recepciones de la Iglesia de Santa María. Era el segundo matrimonio de mi madre, ella penso que una larga ceremonia no era lo apropiado, y mi conservador padrastro estuvo de acuerdo. Ellos tomaron el dormitorio de la casa y para mi quedo el sofá cama de la sala, el cual hasta ese momento nunca me había percatado que había una cama en su interior. Los problemas en encontrar una nueva casa los obligaron a posponer su luna de miel. Pero cerca de la Pascua de 1954, anunciaron que habían encontrado una casa y la habían comprado, y que antes de mudarse ellos iban a pasar la luna de miel en San Luis. El concepto de luna de miel era raro para mí, vagamente tenia idea de lo que era. Mi madre dijo que eran unas 'vacaciones' que se tomaban las personas después de casarse. Hasta con mis pobres conocimientos del matrimonio sabia que era lago mas que eso. De hecho mi relación con mi madre no había mejorado mucho. Regrese a casa como siempre, después de la escuela, justo el día anterior al comienzo de las vacaciones de Pascua. En la cocina sentada junto a mi madre, tomando un café y charlando amenamente estaba Alicia. "Hola!" Dijo y mis ojos salieron de las órbitas rebotaron en el suelo y volvieron a su lugar. Pude notar inmediatamente que su acento sureño se había espesado un poco. Era la misma voz musical, un poco robusta ahora, un poco mas fuerte y segura. Pero los mismos ojos; los brazos y el cuello más esbeltos y definitivamente una figura más adulta. Ella tenia 20 ahora. Su cabello era el mismo, tal vez un poco mas claro. "Bueno, guapo, no vas a hablar?." Lo hice, pero no recuerdo que fue lo que dije. Estaba shockeado. Era Alicia pero no era Alicia. Era la misma persona pero no lo era. Ella ya no era mas una adolescente. Y fumaba cigarrillos. Tenia uno entre sus dedos cuando estaba cruzada de piernas hablando con mama. "No le dices hola a Alicia," Dijo mi madre riendo. "Te has olvidado de ella?." "Ya dije hola". Las dos sacudieron su cabeza y esperaron divertidas. Yo dije vacilantemente. "Bueno, esta bien, hola." Y me encogí desválidamente. Alicia se levanto de la silla. "Que clase de bienvenida es esa?." Atravesó la sala ruidosamente con sus zapatos de tacos altos y vino directo hacia mí, moviendo el cigarrillo de una mano a la otra para darme un abrazo sin quemarme con el. Estaba agradecido por el abrazo. Profundamente agradecido. Pero mis sentimientos estaban ocultos, especialmente cuando estaba frente a mi madre, por eso me reprimía el lujo de una respuesta a ese abrazo. "Déjame mirarte!" Exclamo ella. "Estas mas alto que yo ahora! No podías haber crecido más rápido!" Yo me encogí y me ruborice. "Solo tengo doce años" Dije. "Bueno, no durara para siempre, cariño, no te preocupes." Tomo mi mano y se inclino hacia mí, "Como estas, Speedy? Te has olvidado de mí? Después de todo lo que puse en ti?." "No me olvide," Dije sonriendo. Estaba siendo superado por un terrible ataque de rubor que trataba fuertemente de resistir. Ella vio mi problema, e inmediatamente dio un simpático, "Aaaaaw, ven acá." Paso sus brazos alrededor mío, y me dio un abrazo mas fuerte y más afectuoso. "Cómo has estado? No te veo desde hace tanto tiempo." Vi que mi madre nos observaba complacida, pero yo no confiaba en ella, me separe de Alicia y simplemente incline mi cabeza. "Alicia perdió su trabajo" Anuncio mi madre. Alicia se encogió de hombros y mirándome dijo. "No es nada." Y siguió "Cual es el problema, al final, todo lo que tengo que hacer ahora es tomar la pensión del ejercito, de mi padre. Todo lo que tengo que decir ahora es, 'Gracias Tío Sam!'." Las palabras de Alicia divirtieron a mi madre. "Alicia llego justo cuando la necesitábamos. Mientras tu padre y yo estemos en San Luis la semana próxima tu tía Ivana se suponía que vendría cada tanto aquí para ver que este todo bien y fijarse que te comportes correctamente. Bueno, ahora que Alicia esta aquí, será ella quien tome su lugar y se encargue de eso." Mi madre movió su cabeza y señalando a Alicia. "Tu vieja vecina esta de vuelta" Solo atine a mirar a Alicia. Se apunto a si misma con un pulgar. "La vieja supervisora en persona, cariño. Ivana ha sido despedida y yo contratada. Todo volverá a ser como antes nuevamente, porque debería venir ella a cambiar las cosas aquí?." Ella se movió hacia mí nuevamente y apuntando con un dedo sobre mi pecho dijo, "Voy a estar controlándote de cerca. Es mejor que te fijes en tus actos." Mis actos, considerando lo poco que había revelado de mí mismo hasta ese momento, no podían ser más antisépticos. Mis sentimientos estaban confundidos. Ella no parecía sentir lo mismo. Ella hablaba y se movía con una agresividad y una soltura que yo encontraba difícil de aceptar. No era fácil para mi cambiar mis emociones después de dos años de estar sin verla, habiendo pasado mi tiempo rodeado de gente en quien yo no tenia la más mínima confianza emocional. Al otro día, sábado, mi madre y mi nuevo padre dejaron la Estación Unión con rumbo a su luna de miel. En el gran edificio victoriano se había reunido un gran numero de gente para despedirlos. La mayoría de ellos eran parientes de mi nuevo padre. Eran gente buena y amistosa, pero ver la cantidad de gente que era intimidaba un poco, el solo tenia catorce hermanos entre mujeres y hombres. Por el solo hecho de mi madre haberse casado con él, gane mas de trescientos nuevos primos y un numero desconocido de tíos y tías. A quienes todavía no conocía, una tarea que me tomaría años en realizar. Pase el sábado con mis abuelos, los Riccis, el abuelo José, el padre de mi padre me metió en su Oldsmobile el domingo por la mañana para llevarme de vuelta a casa. Mientras manejaba me dijo, "No veo porque no puedas pasar el resto de la semana con la abuela Rosa y conmigo." "Tengo muchas cosas que hacer en casa, abuelo. Tengo una docena de libros en casa y varias tareas que hacer antes que mama y papa vuelvan." "Tu 'papa'!" Grito con su voz ronca y gruesa. "El no es tu 'papa'. Tu padre fue Esteban José. Y él esta muerto." "Mi padrastro." "Así esta mejor." No estaba seguro si realmente quería ver a Alicia o no. Ella había llamado desde la casa de una amiga y me dijo que estaba terminando de empaquetar todas sus cosas para mudarse nuevamente al barrio, luego dijo que debía cambiarse e ir a un funeral. Dijo que se pasaría todo el día lunes buscando trabajo. Pero que el domingo por la noche y el lunes por la noche también estaría en casa para hacer la cena para mí. Yo estaba de vacaciones por las Pascuas, una dudosa ventaja de ir a un colegio católico. No tenia amigos y nada particular que hacer. Pase la mayor parte del domingo dando vueltas por el departamento, que parecía relativamente grande sin nadie mas que yo. Todos esos años había pasado mucho tiempo solo y había comenzado a conocer y apreciar ciertas ventajas: tenia absoluta libertad de movimientos, y estaba libre de ser incomodado por las fobias y las demandas de los otros. Pero a medida que la tarde iba dando paso a la noche, estaba considerando, quedarme en casa a esperar que Alicia venga para la cena. No estaba muy seguro de que viniera. Pero siempre quedaba la posibilidad de tomar un ómnibus y volver a la casa de mis abuelos o a la de mis padrinos por el resto de la semana... En mi mente ella había cambiado. Ya no era la primitiva y simple chica que había conocido. Ahora usaba tacos altos. Fumaba. Hablaba mas fuerte. Y se movía con mas soltura. Ella apareció poco antes de las seis de la tarde. Me saludo con un abrazo y cuando noto que yo estaba un poco aturdido, insistió en que le dé un beso en la mejilla a modo de bienvenida. Dejo su bolso en la mesa y se fue directo a la cocina a preparar la cena. Me quede observando su cartera. Era una de esas finas carteras de cuero legitimo que las mujeres adultas solían llevar. Parecía moverse más rápido, también, o podía ser una ilusión creada por sus piernas y los tacos altos. Desde la cocina pregunto que era lo que quería comer. Le dije que me daba lo mismo. Mientras preparaba la comida en esa cocina pequeña con una vieja heladera y una cocina de dos hornallas, ella hacia bromas y parecía estar de buen humor. "No quieres tomar el boleto rosa y salir de este pequeño lugar para aterrizar en la gran casa de la calle Macón? Tiene una gran cocina ahí, yo la vi. Tu madre me la mostró la semana pasada." "La semana pasada?" Pregunte confundido. No sabia que por casi una semana ella estaba por aquí y yo no la había visto. "Sí, mi amor, la semana pasada. No pude verte. Pregunte por ti y me dijeron que pasarías todo el fin de semana con tus abuelos." "Y mi madre no me aviso!." Murmure. Mi madre me había traicionado nuevamente. "Bueno tal vez no pudo, y yo no iba a estar mucho tiempo de cualquier manera. El alquiler estaba vencido, Speedy, y tenia que dejar el departamento. Tenia que juntar toda la chatarra que tenia en él y buscar otro." Ella se sentó en la pequeña mesa y guiñándome un ojo dijo. "Te va a gustar mucho esa casa. Es nueva, todo nuevo, ni una ralladura hay ahí adentro. Hasta el pasto es nuevo!. Y tiene tres cuartos, cariño." Levanto sus dedos sobre mi cara. "Tres cuartos dormitorios! Vas a poder tener tu propio cuarto, al diablo con ese viejo sofá cama que esta ahí." No estaba muy convencido. "Bueno, me imagino que será bueno," Murmure mientras me acercaba a la mesa para sentarme. "Deberé aprender como es eso." Ella se acerco. Ella se agacho un poco. Tome conciencia de sus senos, ya no eran los senos de una adolescente, ahora eran las tetas de una hembra adulta los que había debajo de su blusa y su corpiño. Ella me

abrazo de costado y sentí la dureza de sus tetas contra mi brazo, bajo el tono de voz y me dijo. "Tu necesitas tu propio cuarto, cariño. Tu ... necesitas... un... dormitorio." Enfatizo las ultimas palabras. "Oh... Dios! Que edad tienes, cuarenta y cinco?" "Infinito," Respondí desganado. Ella río. "Es así como te sientes?." "Y vos?." "Infinito," Respondió, con una risa franca de dientes luminosos. "Cerca de veinte, realmente. Speedy te ves maravilloso. Estas tan guapo. Pienso que deberías crecer solo un poco más. Acaso no comes tu espinaca?." No respondí. "Te pareces mucho a la foto de tu padre." "Sí, lo sé." Dije. "Apuesto a que cada tía y tío que conoces te dice lo mismo por lo menos una vez cada quince minutos, no es así?." "Sip." Dije, consiente del tono brusco de mi voz. "No todos vuelan un B-17 y ganan una Estrella de Plata, cariño." Mastico la comida y las palabras, su cara y su voz se pusieron serias. "Eso no significa que tu tengas que ganar una Estrella de Plata, también." No supe que responder. No sabia exactamente que era lo que quería decir, pero intuía que ella sabia mas de mí de lo que yo mismo sabia. Ella dijo con la boca llena de espinaca. "No me has dicho si me extrañaste todo este tiempo." "Bueno," Dije. "Lo hice, solo que no soy tan locuaz como solía serlo." "Dime algo que no me has dicho." Ella sonrío. "Ya no sonríes tanto como antes. Por supuesto no quiero que seas un payaso, o que andes saltando de aquí para allá. Eso se improvisa, de todas maneras. Te estas poniendo tan buen mozo para ser un joven que dolorosamente me elude. Estas creciendo. Supongo que todos tenemos que crecer tarde o temprano." "Lo supongo." "Y como te va con eso?" "Con que?" "Con la madurez." "Va bien." "Dios mío!, Que respuesta." Ella sacudió la cabeza. "Tienes razón, no todo es como debería ser." Rápidamente cambio de tema. "Tan pronto como termine de cenar, debo salir, tengo que comprar una maquina de escribir usada a alguien del otro lado de la carretera. Realmente necesito una." "Yo tengo una." Le ofrecí. "La vieja Underwood? Aun la tienes? No Speedy, tú la necesitas. Yo necesito una pequeña, portátil." Ella miro el reloj pulsera. "Pero volveré a eso de las ocho u ocho y media." "Esta bien." Ella comía y me miraba. Masticaba y me miraba. Comía y me miraba. Pasaba de un tema a otro rápidamente. Curiosamente sonaba como una de mis tías. Pero su constante esfuerzo por encontrarme me dejo un sentimiento de que ella estaba casi tan incomoda como yo. Después de la cena ella salió. Me senté en la sala frente al Philco, pasando de una estación a la otra. Aburrido fui a tomar un baño. Me vestí nuevamente con un vaquero y una camisa limpia, y me senté a mirar los albunes y escuchar uno y otro. Justo a las ocho y media en punto ella apareció. Parecía cansada y no se movía tan rápidamente. Se desplomo en el sofá y cansadamente dijo. "Wow. Cómo estas, cariño?." Ignorando su pregunta, le pregunte. "Que hay de tu maquina de escribir?." "La deje en casa." Ella se acomodo entre los almohadones del sofá. Se quito los zapatos con los pies. "Odio esto!. Los odio." "Hacen mucho ruido cuando caminas" "Es verdad!" Se quedo observándome por un rato. "Que pasa, cariño. Te has quedado mudo a los doce años? Tienes doce ahora, verdad?" "Si, doce" Dije sin levantar la vista de los discos. "Solo un poco cansado, supongo." "Tu mama y tu nuevo papa no vuelven hasta el próximo viernes a la noche. Puedes hacer lo que quieras aquí, ya eres adulto para tener una niñera. Pero yo estaré cerca. Solo tienes que limpiar todo justo antes de que mama y papa lleguen el viernes a la noche." "El no es mi papa" Dije rotundamente, sin sacar la vista del álbum. "Por supuesto que él es tu padre. Que piensas." "Mi padre esta muerto," Dije sin emoción, como lo había hecho el abuelo José. "Speedy, que cosa tan mórbida dices." "Es lo que el abuelo José me dijo." "Conozco a tu abuelo José, es una persona muy buena, que ha hecho muchas cosas por ti y por tu madre. Pero él es un hombre infeliz que vive en el pasado, y quiere que los otros hagan las cosas a su manera. Tu tienes que respetarlo y hacer las cosas que él dice, pero no tienes que dejar que el te diga como pensar." "Esta bien," Dije hojeando el álbum del disco. Por un largo rato ella se quedo en silencio. Podía sentir su mirada sobre mí. En un momento dijo, "Quieres ir al cine conmigo esta semana?. Digo... no sé que harás toda la semana?." Mire hacia ella indiferente. "Esta bien," Dije. "Me gustan las películas, conozco cada centímetro de cada cine de Memphis." "Oh, sí? Debes haber pasado mucho tiempo en ellos." "Cada fin de semana." Ella se levanto del sofá y se sentó en el suelo cerca mío. Empezó a sacarse las hebillas del pelo. "Has pasado mucho tiempo solo, verdad? Eso no ha cambiado, o sí?." "No," Dije. Ella se inclino hacia mí. "Dame tu cara," Dijo. Me acerque a ella. Me beso suavemente los ojos, y luego mi nariz. "Estuve corriendo como una gallina desde las seis de la mañana que salí de casa hasta ahora. Me prometes que no saldrás corriendo de aquí mientras tomo un baño?" "Lo prometo," Dije. Ella me estudio, su cara estaba muy cerca de la mía. Puso un brazo alrededor de mi espalda. Sonrío. "Que ha pasado contigo?" La mire a los ojos y le pregunte, como casualmente. "Tienes novio todavía?." Su sonrisa desapareció. "Si," Dijo. Y luego de una pausa agrego. "Él es un 'nardo'. Sabes lo que es un nardo?." Sacudí la cabeza. Ella se arrodillo y se sentó sobre sus tobillos mientras sacaba otra hebilla de su pelo. "Es una palabra latina, pienso. La aprendí en New York. Un muchacho que esta en las clases conmigo en New York me la enseño, él es Argentino, y usa esa palabra." "Pero que es un nardo?." Pregunte. "Un nardo," Dijo despacio, mientras buscaba las palabras, "es... un... nardo...! Alguien lento. Un pajero, un estúpido." Ella sacudió la cabeza. "Puedes imaginártelo." Entonces dijo firmemente. "Ser un nardo es lo que tu abuelo quiere que seas cuando dice esas horribles cosas sobre tu padre." Ella se levanto y me beso en la frente. "Ya vuelvo. No te vayas." Ella se metió en el baño. Estuvo un largo rato ahí adentro bañándose. Estaba soñoliento, entonces coloque otro disco. Obviamente ella me veía como un viejo amigo después de tanto tiempo. Pero ella no era tan vieja, realmente. No había esa diferencia. Seguíamos siendo camaradas. Pero ella tenia un novio!. Una voz interior me dijo: por supuesto ella tiene novio, estúpido. Ella tiene veinte años. Cuando yo tenga veinte años también tendré una novia. Ella merece tener un novio.

Una voz interior me dijo: por supuesto ella tiene novio, estúpido. Ella tiene veinte años. Cuando yo tenga veinte años también tendré una novia. Ella merece tener un novio. Aleje el álbum y me senté en el suelo, mirando la puerta cerrada del baño. El agua seguía corriendo. Nada había cambiado en su forma de mantenerse limpia, ella siempre odiaba estar pegajosa o transpirada. Mientras ella permanecía detrás de la puerta cerrada del baño, yo trataba de juntar coraje para pedirle disculpas. Estaba parado en el medio de la sala con mis manos en los bolsillos. Yo todavía tenia mi orgullo, por supuesto. No quería parecer desalentado y desolado como me sentía. Escuche abrirse la puerta del baño y vi la luz apagarse. Ella entro en la sala con un pijama de seda, de un color rosa pálido. Estaba secándose el pelo con una toalla cuando me vio ahí parado con mis manos aun en los bolsillos. "Que haces ahí parado?." Pregunto. "Un nardo es una persona que ha sido ruda, o un aguafiestas y cosas por el estilo?." "Si, yo diría que una persona así califica para nardo." Ella froto la toalla en su cabeza. "Es algo así, como... ser impertinente." "Sip." Buscaba por otra palabra. "Alguien que actúa como si él estuviera acertado y todos los demás errados?." "Sip." "...algo así como actúe yo hoy?." "Sip. Eso es un nardo definitivamente." "Entonces yo he sido un nardo." "Bueno esa es una de las muchas cosas que un nardo hace." Ella dejo la toalla y tomando mi mano me llevo al dormitorio. "Vamos. Hora de dormir. Son las diez en punto." Me resistí. "Se supone que estoy de vacaciones." "Las vacaciones no significan que estés despierto toda la noche. De cualquier manera, jovencito - mi joven nardo - has sido bastante maleducado todo el día conmigo, y si quieres pasarla bien conmigo esta semana y que sea tu compañía, es mejor que descanses todo lo que puedas." Me quede parado al pie de la cama mientras ella corría las cobijas. "Esta bien, esta bien, pero tengo doce años. Y puedo acostarme solo." "Correcto," Dijo. "Bueno, no eres tan viejo. Además quiero hacerte una pregunta antes de meterte en la cama." Ella se acerco y comenzó a sacarme la camisa. "Tu madre me dijo, nardo, que fuiste a Woolworths's a buscarme y no pudiste encontrarme." "Ella te dijo eso?. Puedo sacarme la camisa solo. Es acaso un nardo una persona que no puede sacarse la camisa solo, también." Ella permaneció observándome severamente con sus manos en la cadera. "De todas maneras eso fue hace varios meses." Le dije, molesto por la nueva traición de mi madre. "Ella me contó. Dijo que estabas muy desilusionado. Ella dijo que estabas por el suelo. Todo... el... día..." "Seguro, que estaba desilusionado. Que tiene de malo estar desilusionado? O también soy un nardo por haber estado desilusionado." "No, no, nardo no. No desilusionado. Ella dijo que estuviste abatido por una semana." Eleve mi vista al techo. Porque las madres no saben cuando callarse la boca. Me saque la camisa y comencé a sacarme los pantalones sin decir nada, esquivando su mirada. "Eso fue así?" Continuo. "Yo no estaba ese día. Pero fue así como sucedió? Cuál es tu versión de la historia?." Estaba ruborizado. Quería que el infierno me tragase. Ella quiso ayudarme con el cinturón. Bruscamente retire su mano. "Yo puedo hacerlo." Ella dio unos pasos hacia atrás. "Muy bien, disculpa. Pero metete en la cama que ya es tarde." "Yo pense que podría estar despierto toda la semana. Son las vacaciones de Pascua." Ella me miro con una cómicamente severa mirada, los labios firmes, y apuntando dramáticamente hacia la cama. Yo hice una mueca de disgusto y quede en calzoncillos frente a ella. Estaba mas alto y desarrollado desde la ultima vez que habíamos estado juntos. Tenia un poco de pelo en mis piernas, no mucho, pero era visible. Tenia debajo de mis calzoncillos un incipiente vello púbico que había reemplazado la pelusa rubia que tenia antes, y que pensaba que podía verse a través de la tela fina de mis calzoncillos. Apresuradamente me metí en la cama, con mas vergüenza aun, por haber desarrollado otras áreas también, las cuales serian notadas por ella, no el pequeño bulto que ella conocía, sino uno más grande y mejor formado. Rápidamente me acosté y me cubrí con las sabanas hasta la cintura. Dio una mirada oficial de satisfacción y alcanzo la lampara de la mesa de noche para apagarla. Se dirigió hacia la puerta, y cuando ya estaba por salir se arrepintió y dio media vuelta. Se metió en la cama y me empujo para acostarse a mi lado. Mirándome con la cabeza apoyada en una de sus manos me dijo. "Quieres hablar?." Pregunto. Me encogí de hombros. "Digo, seriamente. Quieres hablar?." Me encogí de hombros nuevamente. "No." "No importa, voy a hablar igual." Me puse en la misma posición que ella. Con el codo en la cama y mi cara apoyada en mi mano. Mirándola a los ojos. "Esta bien, pero no necesito una niñera que me meta en la cama." "No sé que hacer contigo. Eres incontrolable y demasiado independiente. Sé que no te gustan tus tías y tus tíos, ellos son unos viejos exigentes, pero tienes que admitir que harían cualquier cosa por ti. Yo quiero ayudar. Pero tú eres tan extraño. De muchas maneras tú eres mas adulto que yo, de la manera que te conectas con ciertas cosas pero como un chico extraño." "Un chico" Repetí secamente. "Bueno, Speedy, tú eres un chico... No, no tú eres algo que se parece a un chico, tienes los hábitos de los chicos, haces las cosas que otros chicos hacen. Pero realmente no eres un chico. La guerra ha sacado el chico que había en ti. Y de mí también. Yo voy a morir e ir al infierno por ello." "Oh, es lo mismo que las monjas dicen todo el tiempo..." "Tu sabes bien que quiero decir cuando digo que voy a ir al infierno?." "... y tú lo dices todo el tiempo, también." "Lo sé, pero tu sabes lo que quiero decir?." "Supongo que no." "Vivo en el infierno por ello ahora, Speedy. Estoy en el infierno cada día que pienso en ello y que pienso en nosotros." "Te refieres a.. 'ello' y 'nosotros' por...?" Ella murmuro la palabra s-e-x-o, y asintió. Sentí un golpe, una cortante desilusion. Todo lo que atine a decir fue: "Oh." "Pienso que lo que hicimos juntos fue muy inusual. Totalmente fuera de control. Pienso que nunca podré volver a estar con otra persona otra vez, en toda mi vida." "No sabia que te sentías tan mal por eso." "No, no... no mal," Susurro, golpeando su puño contra las sabanas. "No mal!" Ella golpeo su puño con cada palabra "Tu... no... entiendes..." "Explícamelo" "Es lo que estoy haciendo!" "Ok." "Tu no entiendes eso... yo... eso me gusta. Eso me gusta mas que cualquier otra cosa. Estoy tratando de decirte eso. Yo sé, que mirándote aquí y ahora, sé nunca será posible para mí hacerlo con otra persona."

"No...?" Ella me interrumpió. "No. Ni siquiera con mi novio." "Hmn." "Créeme, ni siquiera con él." Me encogí de hombros: en una especie de puede ser. "Estoy intentando decirte, Speedy, mi querido dulce pequeño hombre, mi de alguna manera adulto, de alguna manera no adulto, pequeño hombre. Oh mi, mi hombre en la cama. Eres tan raro. Estoy tratando de decirte que me gusta pero que tengo miedo por vos. Tengo miedo de mi misma. Tu has hecho algo en mi, nosotros tenemos algo, nosotros hemos hecho algo el uno al otro que..." Ella se interrumpió. "Es verdad que tengo ese novio pero no es lo mismo, no lo es." Ella se interrumpió casi con lagrimas en los ojos. "Oh, Dios." "Crees que no fue correcto?." Pregunte. Ella sacudió negativamente su cabeza, impacientemente desechando la pregunta. Entonces ella suspiro. "Yo tengo ese problema." "Problema?." "Sí. El problema es... que no puedo olvidarlo." "Oh." "Sí, 'Oh'. Lo recuerdo, y.. es tan complicado." Me senté en la cama. De alguna manera estaba mas allá de mi alcance. En otra extraña manera yo entendía lo que ella estaba diciendo. "Tal vez no deberíamos haberlo hecho." Ella miro rápidamente y profundamente dentro de mis ojos. Había consternación, frustración e impaciencia en sus ojos y su cara. "No sé, si todo lo que hicimos te hace sentir mal y piensas que vas a ir al infierno por ello, no deberíamos haberlo hecho." "Oh...!?" Ella pestañeo. "Dime algo: pensaste que volveríamos a hacerlo cuando nos encontrásemos nuevamente?." "No precisamente." "Se honesto." "Mmn, no." "Pero tenias alguna esperanza que sucediera," Pregunto. "Mmn, sí" "Pero si piensas que lastimaría mis sentimientos, tu no me lo pedirías?" "Correcto." Me miro por un largo rato, un muy largo rato. "Debería saber que dirías eso. Debí haberlo sabido." Ella se puso a jugar con su pelo mojado, y se recostó sobre la almohada. "Déjame hacerte otra pregunta. Te sucedió de estar pensando en ello? Digo... pensando mucho en ello?." "Supongo... No he pensado mucho en ello, pero me pone triste pensar que no volverá a pasar nuevamente." "Ya veo... pero piensas en ello." "Seguro que pienso, a veces." Ella sonrío. "Espero que no crezcas como un apuesto muchacho de esos que yo no quiero que seas. Esto tan extraño entre tu y yo, y yo contigo... si solo no fuera tan bueno lo que hay entre nosotros, ninguno de nosotros estaría tan pendiente como se supone que estamos todo el tiempo." Ella sacudió su cabeza tristemente. "Tienes alguna idea de lo que debes hacer para seducirme, para hacer que lo haga?." "Quieres decir... como realmente hacer que tú lo hagas conmigo?." "Sí." "No seria lo mismo." "Porque?" "Porque tu no quieres hacerlo." "Ya veo," Dijo cavilando nuevamente. Ella parpadeo. "Desearía que tuvieras veinte... treinta años..." Paro repentinamente, buscando mis ojos. Estaba mirando hacia abajo, jugando con una arruga de las sabanas. Ella se agacho hasta forzar su vista con la mía. "Te has masturbado tu solo?." Me ruborice y me encogí de hombros. "Lo has hecho? Dime. He quitado tu niñez pero no te he dado suficiente hombría. Y tu me lo hacías tan bien a mí." La conversación me estaba aburriendo. Las conversaciones con adultos era algo que nunca, simplemente nunca había disfrutado. Ellos tenían una manera desconcertante de complicar las cosas. Así como lo hacia con otros adultos cuando querían una conversación 'adulta' trate de parecer atento. Ahora, a medida que Alicia hablaba conmigo esa noche, el cuarto parecía apretada y demasiado pequeña para albergar todos los pensamientos que yo tenia de ella. Me sentía alienado por ella, especialmente ahora que obviamente había dejado de ser una adolescente para ser una mujer, una mujer que trabajaba por un salario, estudiaba en la universidad, salía con gente de su propia edad que vivía en un mundo totalmente distinto al mío. Era una inquietante y extraña sensación para mi sentir eso por Alicia. Ella comenzó con dificultad. "Yo no sé que es lo que hay entre nosotros... que nos hicimos uno al otro." Ausente ella comenzó a pasar su mano por mi muslo, pero paro. "Quieres que yo te pregunte a ti si quieres hacerlo?" Todavía apoyado en mi codo, dije, "Algo así... supongo, la única manera que yo sé que quieres hacerlo es cuando tu dices que lo haga." "Ya... veo..." Dijo ella, mientras miraba sus manos y parecía en problemas por mi respuesta. Ella se apoyo sobre el estomago y cruzo sus tobillos en el aire. Pregunto. "Porque te sentiste tan mal cuando no me encontraste en Woolworth's? Quiero saber la verdad, Speedy. Es verdad lo que dijo tu madre?" Por milésima vez me encogí de hombros. "No lo sé. Fue hace mucho tiempo." "Oh, cariño, vamos! Esa no es una respuesta. Vamos, cuéntame." "No lo sé. Solo no supe que hacer." Ella interrumpió con una voz cantarina, "Podrías haber vuuu-el-tooo... otro diaaaa." No respondí nada. Ella tenia razón, podría haber vuelto y preguntar por ella nuevamente. No sabia como encontrarla. En el mismo tono de voz agrego: "Podías haber... hmn... llamado a mi madre... o a mi hermana." Me ruborice nuevamente, todo esto me estaba poniendo hostil. Lo único que hice fue bajar mi cabeza y decir, "Esta bien..." "Speedy, porque no me llamaste después que me fui de casa y me mude al departamento?." Ese comentario me erizo un poco. "Te llame! Tu hermana me dio el numero, pero cuando llame, me dijeron que te habías mudado a otro lugar." "Porque no buscaste por mí nuevamente? Estaba muy ocupada al principio, estaba tan ocupada que ni dormía. La mayoría de las veces desayunaba o almorzaba entre clase y clase. Después de unos meses ya no escuchaba nada. Me decía a mi misma, bueno el chico solo tiene diez años, como va a saber que hacer? Que puedo esperar de el? Conocí otros muchachos, lindos, gente interesante, amigos, por primera vez en mi vida. Después de un tiempo me dije que bueno... el esta creciendo, él tiene sus propias cosas, su propia vida. Tal vez no quiera volver a verme, tal vez ni siquiera recuerde quien soy. Nosotros nos veíamos periódicamente. Nosotros debíamos haber hablado. Aunque sea decir hola. Nosotros éramos amigos, aun lo somos, verdad?" Ella me miro a los ojos, y a modo de confesión dijo: "Nosotros éramos tan íntimos, estabamos tan unidos, por tantas cosas. Que ha pasado entre nosotros? Porque nunca tuve noticias tuyas? Hasta mi madre dijo que no sabia nada de ti. Ni una vez." Le recordé el día que había ido a su casa a buscar noticias sobre ella, golpee la puerta y nadie atendió. "Speedy, cuantas veces fuiste a casa a buscarme? Cuantas veces caminaste hasta mi casa a preguntar por mí? Para saber donde estaba?." Me encogí. Sin dar ninguna respuesta. "Vamos dime, cuantas veces?" "Una."

"Una?" Asentí. Levante un dedo. Evite su mirada. Entendí lo que quería decir. Ella repitió, furiosa, incrédula, "Tu fuiste a mi casa una vez? Eso es todo? Una?" Asentí. Note que ella se estaba poniendo furiosa. Quería salir del dormitorio. Nunca la había visto furiosa conmigo. Di vueltas tratando de encontrar una excusa para salir de ese lugar. Quería aflojar la tensión que había en el lugar, "Creo que debo ir al b..." "NO! No iras!" Sostuvo mi brazo con su mano, apoyándolo contra el colchón y haciendo fuerza hacia abajo. "Deja que me calme un poco." Dijo ella mientras daba dos largos y profundos suspiros. De a poco fue liberando la presión en mi mano hasta soltarla. Cerro sus ojos y froto su frente, "Oh, cuanto trabajo tengo que hacer contigo. Eres un chico salvaje creciendo sin padres, sin amigos, sin..." Sacudió su cabeza. Pacientemente, toco una de mis manos y comenzó a acariciarla. "Porque no peleaste un poco por mí, cariño? Porque no trataste de encontrarme? Quiero saberlo, necesito saberlo, realmente necesito saberlo. Puedo frustrarme con tu necedad y tu alejamiento, a veces, pero no puedo enojarme contigo. Te quiero demasiado. Tu significas mucho para mí. Que paso por tu cabeza con respecto a mí? Quiero saberlo. Puedes decírmelo? Quieres decírmelo?" Mi cabeza estaba hirviendo y mi corazón también. Por un tiempo yo la había olvidado, y había crecido acostumbrándome a su falta. Y ahora ella trataba de volver a crear esa dependencia nuevamente. Hice una cara de atorrante, una lúgubre mueca. Me sentía y actuaba como el chico que era. Ella ignoro mi cara, y continuo seriamente, "Me buscabas en lugares donde yo ya no estaba, verdad? Tu irías a un cuarto, y si yo no estoy ahí, esperarías a que yo llegue, verdad? Y no haces nada por buscarme." "Supongo." Dije avergonzado, porque me había atrapado. "Tú lo 'supones'... tu nunca me encontraste porque nunca estuve ahí." Ella apoyo sus codos y apoyo la barbilla en sus manos. Su voz se volvió dulce, y gentilmente dijo, "Tal vez no querías encontrarme? Tal vez... querías que yo te busque. No es así? No te preocupaste en buscarme porque querías que yo venga a buscarte. Porque siempre fue de esa manera, no es así? Yo siempre te he buscado, tu nunca tuviste que buscarme." Algo estaba brotando dentro mío. No sabia muy bien que era. Trate de pensar una respuesta ingeniosa. Pero no podía. Súbitamente, fui consciente de cuanto esta hermosa mujer me conocía y lo poco que yo sabia de mí mismo. "Cariño?" Pregunto. "No es eso lo que ha sucedido? Es eso lo que yo he hecho contigo?" Silenciosamente llore. Una gruesa lagrima rodó por mi mejilla. Me di vuelta para evitar que la viera. Ella se acerco, paso un brazo por mi espalda y apoyo su mejilla contra la mía. "Dime, cariño. Por favor dime. Que pasa?" "Lo siento," Sollocé, con las lagrimas corriendo por mis mejillas. "No. No quiere que te pongas así. Solo quiero que me digas que te pasa." "Pero yo lo siento así. Tú estas enojada conmigo, y yo hice todo mal." "No, no, no, cariño. Siéntate. Siéntate y mírame, seca esas lagrimas y para de llorar. Ok? Si no fuera que rehusas hablar conmigo, tu vieja amiga y confidente, nunca hubiéramos llegado a esto, lo entiendes?" "Supongo que no." Dije mientras me limpiaba la nariz con la camiseta. "No uses la camiseta, cariño. Eres tan inteligente y a veces tan puerco." Ella seco mis lagrimas con un pañuelo. "Yo pienso que no quieres verme nunca más." "Amor mío, yo no puedo verte tan seguido como antes, cuando éramos vecinos. Algún día iras a la universidad y veras que no hablas con tus amigos por meses. Incluso en la universidad las cosas son diferentes; no hay monjas que te lleven a misa a las ocho en punto todos los días." "Pero tu no volviste..." Tomo mi cara entre sus manos y coqueteo con disimulada firmeza. "Ahora ves lo que sucede cuando no tenemos fe, cuando no hablamos el uno al otro? Todo es una confusión, entiendes? Ahora para de llorar. Para. Quiero decirte algo." "Ok." "Presta atención y para de moquear." "Ok, ok." Dije pasando la manga de mi camiseta por mi cara y mi nariz. Ella dio un golpe en mi brazo y puso el pañuelo en mi nariz para que suene los mocos. "Cariño, no quiero que crezcas solitario. Me estas escuchando? Sabes de lo que estoy hablando?" "Supongo." "Tu?" Ella soplo y se rasco la frente. "Oh, como puedo hacer para decirte todo lo que quiero que sepas." "Inténtalo," Dije voluntariosamente. "Adelante. Inténtalo." Ella se quedo pensando un largo rato. "Tu sabes lo mucho que te quiero, Speedy? Te quiero mucho, pero eso no tiene mucho sentido. No para cualquiera!. No he conocido a nadie, a quien pueda hablarle de ti. No me importa de ellos, realmente, o lo que ellos piensen. Eres tú el que me importa." Ella hizo una pausa. "Si se supone que nosotros somos amigos, entonces yo quiero que tu alguna vez me busques, entendiste? No quiero que crezcas pensando que toda la gente a tu alrededor estará siempre pendiente de ti o que ellos siempre van a venir hacia ti. A veces tendrás que ir tu hacia ellos y pedir lo que desees. Sabes lo que quiero decir?" "Supongo." "Si dices una vez mas supongo, solo una vez mas..." Le di una sonrisa, una amistosa sonrisa. Ya había parado de llorar. "Bueno, tengo noticias para ti, estuve pensando todo el día en ti y la semana pasada también. De la semana pasada debemos olvidarnos, ya paso. Pero tenemos que ver el presente. Estoy contenta de verte, y estoy preocupada a su vez, porque trato de enseñarte y tu te alejas de mí, y te escondes dentro de ti mismo. No puedes seguir haciendo eso." "Ok." Ella estaba creciendo un poco petulante, nerviosamente jugaba con sus uñas. "No digas ok, si realmente no lo sientes así. Ok." "Ok." Resistió la risa, hasta que finalmente no aguanto mas, tomo su cabeza en sus manos en una disimulada frustración, y empezó a dar puñetazos en las sabanas. "Para... de... hacerme... reír..." "Tu quieres decir... lo que tu quieres decir es que debería haberte buscado más." "Lo que trato de decir..." Dijo pacientemente, "Tu tienes que tener alguna fe. No en los otros, en ti mismo. Lo que quiero decir es que estas creciendo y que tienes que aprender a buscar por ti mismo las cosas que realmente quieres, y no esperar que ellas vengan a ti." Hizo una pausa. Bajo el tono de su voz y continuo suavemente. "A veces, quisiera que me vengas a mí. Quiero que aprendas a pedirme que yo haga lo que tu quieres que haga. Quiero que aprendas a acercarte a mí." "Oh." "Quiero que me pidas. Para variar. Quiero que tú tomes la iniciativa, quiero que me hables. No quiero que te enfades y te alejes de mí, o de cualquiera, solo porque ellos no están detrás de ti todo el día tratando de saber que quieres. Cariño, tú eres muy sensible. Algunas veces perderás, otras te sentirás frustrado. Pero tienes que intentarlo." "Ok." "De veras lo piensas así?" "Sí." "Mírame a los ojos. De veras?" "Sí, señora" Puso su mano sobre mi espalda y la froto. "Escucha, vaquero. Quiero que lo entiendas. Me intereso mucho por ti y tú lo sabes. Aquellos que saben lo que quieres, a veces no te dan lo que tu quieres, entonces tienes que pedirlo." "Ok." Levanto sus manos hacia el techo. "Oh Dios, otra vez ok!" Se levanto de la cama. "Bueno, ya es hora de que te duermas. Tal vez puedas dormirte ahora, y te sientas mejor después. Yo me voy a dar una ducha." Salió rápidamente del cuarto y se metió dentro del baño. Me recosté sobre la almohada y me quede pensando en todas sus palabras y en todo lo que me había dicho. Un poco demasiado adulto, pense. Pero también supe de todos los avatares del crecimiento que me esperaban, todo lo que había observado de las tragedias del vecindario y en mi familia. Yo sabia que ahora tenia doce años. Pero algún día crecería. Y todos esos que se preocupaban y me proveían, algún día no

estarían más; ciertamente, había visto muy a menudo suceder ese tipo de cosas a otros. Todavía no estaba preparado para eso. Pero estaba prevenido de que eso algún día ocurriría. Y supe con certeza que Alicia no era una compañera en la cama solamente, era mi amiga. Si ella había crecido, yo también lo haría. Apago la luz del baño y salió al pasillo, pero se paro frente a la puerta del dormitorio. Con la puerta entreabierta metió su cabeza dentro. "Estas listo para dormir?" "Sip." Dije desde la cama. Entro dentro del cuarto y apago la luz de la mesa de noche. En la oscuridad vi que se agacho y sentí sus labios en mi mejilla. "Buenas noches, cariño. Voy a estar en la sala si necesitas algo." No respondí. No era eso lo que esperaba. "Ok?." Pregunto nuevamente. Asentí. "Buenas noches." La bocamanga de su pijama rozaba el suelo a medida que ella se alejaba hacia la puerta. Escuche los ruidos de los resortes del sofá cama de la sala mientras ella se preparaba para dormir. Poco después las luces se apagaron. Permanecí acostado unos quince minutos. Miraba por la ventana. Seguían dando vueltas sus palabras en mi cabeza. Ella quería que yo vaya hacia ella. Trataba de escuchar en la oscuridad pero todo era silencio. Ni un sonido provenía de la sala. Trate de quedarme dormido. Pero un torrente de pensamientos se apodero de mí, pugnando fuertemente dentro de mi cabeza y mi pecho. La inundación era tan caótica, que puse mis ojos contra la almohada fuertemente apretados para tratar de sacarlos de adentro. Entre ellos surgió un nuevo pensamiento, un impulso que ensordeció a los otros pensamientos con su grito: La quiero. Y quiero que ella me quiera. Yo quiero ser deseable de la manera que ella había hablado esta noche. Sus palabras me hicieron preguntar que había pasado con el rebelde, infatigable e independiente chico de solo unos pocos años. Note que algo había cambiado en mi. Me habían cambiado el abuelo, las tías, los profesores y las monjas. Tanto me habían cambiado ellos?. Con cada pregunta llegaba una cantidad enorme de conflictivas respuestas. Yo notaba que no había obrado recíprocamente con los demás, para saber como manejarme a mí mismo con mis propios términos. No podía expresarlo con palabras a la temprana edad de doce años, pero podía sentirlo. Sabia que había absorbido una gran cantidad de información, había acumulado incontables observaciones. Pero me sentía impotente cuando tenia que realizarlo. Me senté en la cama. Me acosté nuevamente. Di vueltas para un lado y para otro. Estará ella dormida? Me estará esperando? Estas y otras preguntas daban vueltas en mi cabeza mientras trataba de dormir. Rápidamente me sentí impaciente con todas estas conjeturas. Me levante de la cama y envolví la sabana en mi cintura y camine en la oscuridad hacia la sala. La sabana hacia ruido sobre el piso al arrastrarla, esperando una respuesta de su parte si estaba despierta. En la penumbra vi que ella se incorporo y pregunto. "Speedy?. Eres tu?" "Si," Respondí. "Soy yo." "Pense que ya estabas dormido." "Estas despierta?" "A ti que te parece?" Pregunto irónicamente. "Por supuesto que estoy despierta. Estoy despierta y preocupada por ti." En ese momento pense que tenia que hacer algo, demostrarle algo. Las palabras no salían de mi boca. Estaba parado frente a ella y no sabia que decir. Me arrodille en el suelo, y nuestros ojos quedaron a la misma altura. "Speedy, vas a decirme algo? Que es lo que quieres?." "Estoy intentando." "Estas intentando? Intentando que?" "Intentando. Tu quieres que sea mas duro para mí." "Bueno... eso no es exactamente lo que quiero, ángel." "Que es lo que quieres?." "Tú debes saberlo." "Hmn... quiero darte un beso." "Besarme?" "Besarte." "Bueno, bésame." Empalideció. Tal vez porque noto, al igual que yo, que nunca antes nos habíamos besado, románticamente besado. "Correcto?" "Bueno... seguro. No se supongo." "Estas segura?" "Porque no habría de estarlo? Que es lo que piensas hacer?." "Besarte." "Entonces bésame de una vez." Respire profundamente para tomar coraje. "Ok." Eso era algo que nunca había hecho, nunca había imaginado hacerlo, y no tenia la más mínima idea de cómo hacerlo. Pase el cuerpo sobre el borde del sofá cama y acerque mi cara a la de ella. Parecía un poco aprensiva e insegura pero no se acobardo. Un paso a la vez, suavemente tome el brazo sobre el que ella estaba apoyada, lo que la obligo a acostarse de lado. Tome sus caderas y la gire hasta dejarla acostada de espaldas, mientras ella sonreía indulgente y me observaba atentamente. Me incline hacia delante y puse mi mano derecha en su mejilla, entonces deslice mi brazo izquierdo debajo de su cuello. La tenia acunada en mis brazos al mejor estilo romántico de las películas, la retuve un poco así y la atraje un poco hacia mí. Ella se movió para acomodarse y yo espere hasta que estuviera cómoda. La mire a los ojos. Al principio pense hacer esto con delicadeza, con ternura, con una mirada anhelante como Charles Boyer. Pero sus ojos y su cara me atraparon. Inmediatamente, caí víctima de su efecto sobre mí, y la mirada falsa desapareció. Sus párpados entrecerrados, la suave y lechosa esculpida cara, sus ligeramente abiertos labios, con ese barniz húmedo y sus lucidos, penetrantes, expectantes ojos azul verdosos. Toda la vanidad desapareció. Yo quería, mas que cualquier otra cosa en el mundo, darle a Alicia el gran beso de su vida. Un gran beso. Un beso que fuera único para mí. El beso del siglo. Le devolví la mirada con la ternura picara que se apodero de mí. Gentilmente acerque mis labios a los de ella, milagrosamente moviéndome en mi primer esfuerzo por conseguir juntar nuestras caras correctamente. Espere un momento antes de tocar su boca con la mía. Nunca antes mis labios habían sentido los suyos, y nunca antes había sentido algo así. No encontré resistencia, apoye mi boca suavemente al principio, tomando conciencia de la forma y textura de sus flexibles pétalos. Sorprendido, sentí que ella me devolvía el beso con una delicada, tentativa, presión contra mi boca. Apoye mis labios en los suyos, hasta que casi imperceptiblemente, ella devolvió los movimientos que se ajustaron con los míos hasta que nuestros labios encontraron el más agradable, el más perfecto contacto. Mis labios comenzaron a fundirse con los de ella, en su cremosa suavidad. Aprendí a leer y responder como una imagen de espejo a cada gesto oral. Esclavizado, permití que mis labios acariciaran los suyos con una presión ligeramente mas fuerte y una serie de pequeños lentos movimientos ovales que me parecían tan naturales como respirar. Ella respondía a la presión y a los movimientos con su propia presión y movimientos. Un estremecimiento recorrió mi cuerpo cuando ella paso su mano por detrás, alrededor de mi espalda. Un hambre salvaje se apodero de mí; pero lo controle y me calme, expresándolo con mi mano en su mejilla a modo de caricia y un abrazo tierno, un movimiento sutil de su cabeza permitió que estuviéramos mas cerca aun. Levante ligeramente los labios, pero todavía apoyados en los de ella, comencé a acariciar los suyos, suavemente como si fuesen tocados por una pluma. Sentía como ella respondía a mis labios. Moví mi boca mas cerca nuevamente, esta vez con seguro pero cuidadoso ardor, simplemente deje que mis labios se desintegrasen con los suyos. Suavemente retorcimos nuestras bocas uno contra el otro, por otro largo rato, aumentando gradualmente la presión y luego liberándola con lentitud. Así hasta que lentamente abrí mis ojos y vi los de ella todavía cerrados, dichosa, tranquila. Nunca antes había estado tan cerca de su boca o de su cara de manera tal que llenase toda mi visión y dejase afuera toda la interferencia del resto del universo. Mis labios se humedecieron aun más con los suyos; mis labios se sentían suyos, se sentían como los de ella, mis labios parecían haber desaparecido y los de ella tomado su lugar. Acaricie su mejilla. Ella abrió sus ojos soñolientamente. Al principio interrogaban inciertos. Entonces ella pareció despertarse y apartándome suavemente. "Dónde," Pregunto escépticamente, "aprendiste a besar así?" "Es la manera en que yo beso." "No, Speedy, nadie besa así. Estoy segura que aprendiste eso de las películas. Me besaste como lo hubiera hecho William Holden." "Esa," Insistí, "es la manera en que beso." "No. Esa es la manera en que William Holden lo haría."

"Bueno... él aprendió de mi" Dije dando por terminada la explicación. "Oh... ya veo. Bueno, eso si que fue un beso." "Gracias." Y agregue rápidamente sin pausa, "Quiero dormir aquí contigo." "No hay lugar para dos aquí." "Entonces, ugh..." Mis ojos daban vueltas, estaba tratando de saltar el ultimo obstáculo. "Esta bien, puedo dormir encima de ti." "Eso seria muy incomodo mister Holden." "Bueno, entonces... supongo que tendré que dormir en el dormitorio." Ella sonrío. "Bueno... supongo que sí." "Bueno, eh..." Repetí, esperando. Pero ella no se movió. Después de una pausa ella me interrogo con sus grandes, sonrientes ojos. "Bueno... Y?" Dijo con una voz muy suave. Me incline hacia ella y le tome la mano que estaba apoyada cerca del borde del sofá cama. Recordé la escena de una película. "Quiero que tu duermas conmigo en el otro cuarto, porque no te he visto en los dos últimos años. Y porque lo primero que quiero ver cuando me despierte quiero que seas tu. Y porque tal vez nunca tenga la oportunidad de hacer esto nuevamente." Sus ojos se suavizaron. "Eso esta mejor." Susurro. Movió su cabeza y mirándome cálidamente, tiernamente. "Eso es mucho más de lo que esperaba oír de parte tuya." Entonces ella salió de la cama y se dirigió al dormitorio en sus pijamas de seda. Perplejo, salí caminando detrás de ella. "Bueno... porque no me dijiste desde un principio que era eso lo que querías que dijera?" "Oh... que poco romántico..." "Pero porque no me dijiste?" "Porque todo este tiempo lo hice muy fácil para vos. Porque quería que aprendas algo. Porque estaba haciéndolo difícil para ti." Se sentó en la cama cerca de la lampara de mesa, recostándose con las manos en la nuca en la oscuridad. "Esa es la manera en que las chicas se comportan en la vida real, cariño. Ellas quieren que tu te esfuerces por conseguirlo." Parado cerca de la cama. "Pero porque las chicas lo tienen que hacer difícil?." "Porque son chicas." "Pero los chicos no lo hacen difícil." "Lo sé. Ellos son chicos." "Ya veo... las chicas lo hacen difícil... y los muchachos se esfuerzan." Ella pestañeo graciosamente. En los dos años que había estado alejado de ella me había olvidado como era mirar su hermoso cuerpo en la oscuridad. Mientras permanecí parado observándola desde el borde de la cama todos los recuerdos volvieron. Y volvieron con una venganza. Sin pausa, siguiendo un impulso, me metí en la cama por el lado de los pies, con un movimiento suave estuve acostado encima de ella, totalmente vestidos los dos. Ella sonrío, abrió sus brazos, y yo me acomode en su pescuezo. "Espero que la lección no haya sido demasiado dura para ti. Lo fue?." "Te gusto mi Clark Gable?" "No." "Ugh." "Me gustas tu. Y como besas!." Ella me abrazo fuertemente. La abrace yo también. Levante mi cara y la mire. Sentí que estaba haciendo lo correcto. Desplace mi cuerpo hacia un costado, dejando mi brazo derecho debajo de su cuello. Mire hacia sus senos. Sus pezones estaban rígidos debajo del pijama. Eran diferentes ahora, menos aniñados y más femeninos. O tal vez yo era dos años mas viejo, tenia nuevos jugos corriendo por mis glándulas y la veía diferente. Pase mi mano por su seno derecho y tome el pezón con dos dedos por encima de la ropa y comencé a acariciarlo. Ella se movió ligeramente, apoyándose contra mí. Miro mis dedos y luego a mí. Pase mis manos por su pecho y fui descendiendo por su estomago y alrededor de sus caderas. Ella estaba diferente, mas firme, más esbelta, mas suavemente esculpida. A la altura de la pelvis, el relieve de sus pelos y su monte se revelaban mas bruscamente. Su monte era distinto, más femenino, los contornos mas eróticamente atrayentes. Pase mi mano por sus muslos y entre sus piernas magnificas. En ese momento note que no tenia puesta su bombacha. Sentía su calor. Sus pelos púbicos eran más gruesos y más crespos. Hice un pequeño circulo con la palma de mi mano sobre su vagina, y pude sentir como sus gruesos labios exteriores se plegaban y se separaban. Mientras yo continuaba haciendo círculos en su vagina, sentí su mano ir directo a la abertura de mi calzoncillo y meter su mano adentro. Con tres dedos formo una especie de cono con el agarro la cabeza y buena parte del tronco de mi pene. Ahuecando la mano, ella comenzó a apretarlo imperceptiblemente, con un ritmo lento. Sentí una picazón tremenda en el interior del tronco de mi pene. Mientras la acariciaba por encima del pijama sus muslos se apartaron. La mire a los ojos. "Se siente diferente con ropa." Murmure. Ella asintió lánguidamente, deslizando su labio inferior bajo sus dientes. "Se siente bien." Comente sonriendo. Sus ojos se achicaron. Volví a asentir lentamente. Continúe frotando su vagina hasta sentir la humedad en su pijama bajo mi mano. Su tajo estaba muy abierto y mi pene erecto. "Crees que te gustaría que meta mi dedo en tu vagina y te masturbe como solía hacerlo?." Ella se encogió de hombros. "Supongo," Dijo, pestañeando impúdicamente. Sonreí con su broma. Me acosté y levante mis caderas para poder sacarme el pijama y el calzoncillo, lo empuje con los pies afuera de la cama. Pense que ella iba a demorar en desabrochar los botones de su pijama, pero incorporándose un poco se lo saco por la cabeza como si fuera un suéter. Se acostó y arqueo su cuerpo y se saco los pantalones. Ella estaba núbil y desnuda. Estaba hermosa. Su vello púbico se había espesado, oscurecido y extendido mas arriba del tajo de su vagina. Sus pezones eran más grandes y de un rosado más oscuro. Tan pronto como la vi supe que debería aprender todo sobre ella nuevamente. Apoyándome sobre un codo cuidadosamente acaricie los pliegues externos, los cuales ya estaban abiertos como una flor invitando a mi dedo a jugar con su clítoris. Cuando encontré su clítoris, su cuerpo tuvo un temblor y sus deslumbrantes ojos se cerraron lentamente. Comencé a frotar suavemente en círculos minúsculos y lentos. Inmediatamente comenzó a lubricar y endurecer, y sus muslos se separaron... Ella murmuro, "Sí..." Volvió a poner sus dedos en cono sobre mi pene y se encontró con una buena erección. Sus dedos buscaban en mi pene, encontrando que ya no tenia mas la pelusa que ella conocía, ahora eran crespos pelos púbicos, ella investigaba mis testículos y mi pene. Sus dedos encontraron unas gotas en la cabeza de mi pene. "Speedy," Susurro. La mire. "Hmn." "Ya no eres mas un niño, cariño." Murmuro. Mientras daba círculos alrededor de la cabeza de mi pene con un dedo húmedo y pegajoso. Ella sacudió su cabeza y sonriendo repitió para sí misma, "No ya no eres mas un niño..." "Sigamos así un rato," Murmure. "Solo así, ok?." "Sí." Respondió ella. Por un largo rato estuvimos en silencio disfrutando de las caricias que nos dábamos uno al otro en nuestras zonas más erógenas. Descubriendo todas las cosas que habían cambiado en nosotros. Luego de un largo rato de silencio, comenzamos a hablar mientras seguíamos tocándonos. Le conté acerca de los juegos, las películas y la fotografía que habían cautivado mi vida. Ella me hablo de sus clases, su trabajo, y todo lo que había aprendido. No tome la iniciativa enteramente; no sabia como hacerlo aun. Pero no fui tan pasivo como en el pasado. Estaba maravillado como había crecido tan garbosa. Ella estaba maravillada con mis nuevos hombros, mis bien formados muslos, mi creciente pene, el pelo sobre mis piernas, pecho e ingle. A medida que la noche pasaba ella llego a ser juguetona y seria, obscena y virginal, tierna y agresiva. No puedo recordar todo lo de esa noche. Frecuentemente quiero recordar todo pero los recuerdos se mezclan. Nuestros viejos demonios habían entrado en el cuarto y se habían instalado en él, con fuerza sobrenatural. Durante esa noche cada uno de nosotros trato de demostrarle al otro quien era capaz de la mayor sensualidad, del gesto más pícaro, de quien podía hacer la caricia más tierna. Dejamos afuera el estrecho mundo y la estrecha gente que nos rodeaba, y el mundo dentro del cuarto se expandió. En cierto momento ella se sentó y abrió los labios de su vagina, mientras miraba como pasaba la lengua por su clítoris. En otro momento yo estaba de pie y ella acostada de lado en la cama mientras yo miraba como metía todo mi pene dentro de su boca. Ella paraba de vez en cuando para jugar con mis testículos y preguntaba si me gustaba lo que estaba haciendo. En otro momento yo estaba acostado y ella arrodillada sobre mí con mi cabeza entre sus piernas mientras escuchaba las instrucciones para chupar mejor su vagina hasta casi gozar. Ella paro no queriendo gozar aun. Nos acostamos uno al lado del otro y comenzamos a masturbarnos nuevamente. Nuestros demonios estaban en ebullición en lento pero constante fluir como arroyo de montaña. Permanecimos calmos, por alguna sutil motivación auto impuesta no queríamos ir demasiado lejos y demasiado rápidamente. Nosotros nos manteníamos en un borde intenso, como si lo que necesitábamos y sentíamos podía ser realizado y satisfecho por su propia intensidad y su propio fuego, un paso por vez. Porque había pasado tanto tiempo desde que había sido tocado o excitado, la naturaleza de mi excitación era nueva para mí. Por primera vez sentí una rigidez y dolor en mis testículos que antes no había sentido. Estaba más consciente de lo que significaba estar físicamente juntos, y entendía plenamente los misterios y las implicaciones de lo que nosotros hacíamos. Me arrodille sobre ella, mientras ella permanecía acostada y le puse mi pene en su boca para que lo mame.

"Estas goteando," Dijo ella. Mientras pasaba la cabeza de mi pene por su pezón y con el dedo tocaba el liquido viscoso que había quedado en su pezón. "Sabias eso?" Sabias que estas goteando un montón." "Tu estas gozando, cariño. Sientes los testículos rígidos?" "Si, están... muy rígidos." Ella río con delicia y expectativa. "Quizás estés gozando. No has gozado nunca antes, verdad?" "No lo sé... realmente no lo sé." "Tú eres más grande y más caliente de lo que eras." Ella suavemente toco y apretó mis testículos. "Duele?." "Un poco. Sii... arde un poco." "Inclusive cuando apenas las toco, como ahora?." "Sí." "Oh, Speedy," Dijo ella riendo para sí misma. "Yo pienso que tenemos una oportunidad que no debemos dejar pasar. Se honesto. Nunca gozaste antes. Ni siquiera por ti mismo, masturbándote?." Sacudí mi cabeza. "Nunca lo intente. Otros muchachos dicen que lo hacen, pero... no veo que pueda tener de bueno hacerlo uno mismo." Mire hacia abajo y vi la cantidad de liquido que había en su mano y que había sacado de mí. "Puede ser... que este gozando." "Eso creo." "Que sucede? Digo, como lo sabré." "Ya lo sabrás, cariño." "No... no lo sé." "Quieres cojerme y ver si es que gozas?." Asentí. "No hemos cojido en mucho tiempo. Si quiero." Ella se acostó en la cama y acomodo las almohadas bajo su cabeza, levanto un poco las rodillas y acomodo las caderas y abrió las piernas. Llevo sus manos a la vagina y abriendo los labios dijo, "Cojeme, cariño." Me acosté sobre ella, sintiéndome físicamente mas largo de lo que recordaba. Esto hizo parecer que ella era más pequeña que yo, más delicada. Ciertamente mi erección era más grande de lo que era antes. Estaba apoyado en mis manos y los dedos de mis pies, mirando hacia abajo, mientras intentaba poner mi nueva rigidez en su monte oscuro. La cabeza de mi pene podía sentir sus labios húmedos, una sensación que no era tan nítida en el pasado como ahora. Pare un momento ahí, incapaz de impedir un fuerte suspiro ante la sorprendente intensidad de esta nueva sensación. "Asiii? Me sientes?." Pregunto en un susurro. Sonreí y asentí. "Mójame." Ella sabia lo que quería. Quería mantener mi erección en la boca de su vagina mientras ella hacia pequeños círculos con sus caderas, bañando mi pene con los labios de su vagina. Desde el primer momento, sentí una punzada que me indico que esta vez era diferente de las anteriores. Fui dolorosa y temerosamente consciente de la piel resbaladiza de sus labios internos moviéndose sobre mí. Mis brazos temblaban un poco, y a pesar de mi esfuerzo por permanecer calmado, sentí una corriente de adrenalina que demandaba mas aire en mis pulmones. Escuchaba mi respiración acelerar y tambalear nerviosamente. "Me sientes en tu pene? Sientes como me muevo?." "Si, lo siento... diferente... muy raro... muy bueno." "Bien... bien." "Sigue haciéndolo," Le dije y ella continuo. Sus movimientos eran suaves, lo necesario como para mantener la sensación de placer. Podía sentir como mi pene crecía y se ponía cada vez más rígido. Muy lentamente comencé a moverme hacia delante mientras ella mantenía sus movimientos. Gradualmente fui entrando dentro de ella, escuchando sus murmullos: "Métela toda dentro mío, déjala entrar... despacio, despacio. Quiero que nosotros, ambos, podamos sentirlo..." Me incline para ver como entraba dentro de ella. "Se siente tan bien..." "Yo también lo siento así." Dijo ella. Muy gradualmente deslice todo mi pene dentro de ella, pude sentir los músculos de su vagina apretar alrededor de mi pene. "Oh." Dije y mi cabeza cayo involuntariamente. Mi pene se curvaba extasiado con la sensación de sentirse cálidamente envuelto en su nuevo mundo almibarado. Estaba gratamente sorprendido y gratamente alarmado; sentía algo mas allá de mí que trataba de tomar el control. Tratando de para un poco el remolino, suavemente la saque. Ella mantuvo las caderas levantadas. Y nuevamente la penetre, pero esta vez sin pausa, entrando dentro de ella de una sola vez. Ella respiro profundamente y dejo salir su cálido aliento con un murmullo, "Ahhhh" Mientras mi pene entraba totalmente dentro de su vagina. "Speedy," Murmuro, "como has crecido. Nunca te había sentido tan dentro mío." Me obligue a hacer una pausa, para acomodar mis brazos extendidos, y darme el tiempo a mí mismo para absorber todo lo que estaba pasando. Había mas de mí ahí ahora, mas carne, mas nervios, mas para sentirla a ella. Estaba totalmente encajado en ella, cálidamente encajado. Esto era casi enteramente nuevo, nunca antes me había aventurado a algo así. A pesar de mis mejores esfuerzos mentales para querer parar hasta asimilar lo que estaba pasando, comencé a deslizarme dentro de ella, manteniendo la penetración profunda, ajustando el cuerpo al ángulo que me era familiar para rozar su clítoris contra mi pene. "Ah, cariño... todavía sabes como hacerlo...?" La mire, sus ojos destellaban con lo que parecía ser un placer casi doloroso. Ella me miro como si fuera a gritar de un momento a otro. Ella cojía con la concha, los ojos, la respiración y el alma. "Estas bien?." "Sí... muy bien. Perfectamente." Dijo. Comencé a bombear mas profunda y motivadamente. Un instinto animal se apodero de mí. Lo puramente físico comenzó a afirmarse a sí mismo, gastando mi resistencia a cada movimiento. Aunque quisiera parar no podría, por el momento no podía. Después de varios movimientos, ella murmuro sin aliento, "Métela toda adentro mío, toda... Si, métela y déjala adentro... así de esa manera, sí. Déjala adentro. Déjame mojarte dentro mío." Ella apretó su vientre contra el mío, su vagina suavemente apretando mi pene. Nuestras miradas se encontraron, ella estaba sonriendo, sus ojos entrecerrados con lujuria. "Te gusta?." "Es maravilloso... tu concha se siente tan bien..." "Acércate mas, cariño. Quieres darme tu leche, cariño?" "No... no todavía. Te siento demasiado." "Me gusta que te sientas bien... como extrañaba esto, te extrañaba... quiero hacerte gozar tan bien como siempre me hacías gozar a mí." Alarmado por un súbito y sobrenatural oleaje de placer, me separe ligeramente. "Espera." Dije "Espera un segundo." Ella disminuyo y paro. Ella, también, estaba un poco sin aliento. "Estas bien?." "Solo un minuto." No era meramente las sensaciones físicas que estaba resistiendo. Era otra cosa, algo nuevo, que no era familiar y que parecía fuera de este mundo. Sentía que podía tomar mejor control de mí mismo si me movía mientras ella permanecía acostada disfrutando. Finalmente retome algo de aire y me recompuse. "Deja que yo me mueva. Tú disfruta." "Ok." Ambos mirábamos hacia abajo, mientras yo bombeaba constante y profundamente dentro de su vagina. Sentía que si iba demasiado rápido, esto terminaría demasiado pronto. Mi existencia se centro mas y más estrechamente en Alicia. En su humedad y dulzura. En sus muslos abiertos. En sus cuchicheos y jadeos irregulares. La picazón en mis testículos se esparció a mis muslos; mis bombeos dentro de ella llegaron a ser menos controlados, su propia personalidad los dirigía. Podía sentir mi glande calentarse dentro de ella. Algo nuevo y maravilloso recorría mi cuerpo desde mis testículos hasta mi nuca y volvía. Después de muchos, muchos golpes mire hacia abajo. No podía sacar mis ojos de esa visión. Ella me miraba directo a mí y yo miraba profundamente dentro de ella. Podía saber que por la rigidez de su pescuezo ella y la fuerza con que sus músculos interiores apretaban mi pene y los espasmos de su vientre ella había comenzado a gozar. "No pares..." Murmuro, apenas podía mover su boca. Sus ojos y su cara estaban llenos de placer. Parecía intentar parar su orgasmo y no quería parecer perdida como usualmente sucedía con ella. Gozando o no, ella parecía determinada a estar en contacto con lo que estaba sucediendo conmigo. Su cuello estaba totalmente tieso. Gradualmente estaba poniéndose rígida debajo mío. Sonreía, salvajemente y contenía la respiración. Ya no se movía debajo mío. Seguí moviéndome con el mismo ritmo mientras la opaca luz en su mirada señalaba que ella se estaba hundiendo profundamente, cada vez mas profundamente en un silencio total, por varios segundos, durante los cuales el canal de su vagina apretaba mi pene con latidos cada vez más fuertes. Mi pene crecía increíblemente con mi excitación. Su cara y sus ojos se cerraron en una mirada alegre, y penetre sus ojos con los míos. Quería intensificar su placer y su lujuria con palabras, de la misma manera que ella intensificaba el mío, en el medio de su gozo me agache y le dije "Así..."contra sus labios. Inmediatamente ella sollozó y comenzó a emitir los sonidos que hacia con su boca, cuando gozaba, con la vagina apretada, los tendones de su cuello hinchados, y las venas latiendo. Me acerque a su oído y le murmure. "Te estoy sintiendo gozar." Sus ojos se abrieron enormes por un segundo, su mirada parecía estar fuera de foco. Y entonces con un largo suspiro gradualmente comenzó a relajarse, se sacudió e hizo un profundo gimoteo, apretó sus ojos, y aflojo sus manos que apretaban fuertemente mis muñecas y clavaban sus uñas, soltó su cabeza contra la almohada y respiro profundamente. "Oh." Y rápidamente recupero el aliento. Paso su brazo por la frente entonces volvió a aferrar mis muñecas nuevamente, volviendo sus ojos, su cara y su atención hacia mí, ella comenzó sus ondulaciones debajo mío. Sus ojos semi cerrados se quedaron pegados con los míos como si ella no quisiera perder nada de lo que estaba sucediendo mientras yo estaba en medio de mi nuevo y (para mí) casi aterrorizante placer.

"Sigue moviéndote, cariño." "Cada vez te siento mas," Murmure casi sin aliento. Sus ojos se abrieron enormes, "Sí?." "Si, mucho... no se como describirlo." Viendo que me quedaba sin palabras, ella comenzó un maternal canturreo. "Esta bien, amor mío. Solo siente. Disfrútalo." "Alicia... yo..." "Esta bien. No pares, esta todo bien." A medida que me movía, ella paso suavemente una mano por mi espalda y agarro la base de mi cuello. "Deja que suceda." Mis movimientos comenzaron a ser más deliberados, profundos, y fuertes. Era una fortaleza que nunca antes había sentido. Yo no podía dirigirla, ella me dirigía a mí. No me movía más rápido pero sí con mas urgencia. Mi pene hinchado buscaba mas de ella. "Listo...?." Pregunto. Ella apenas podía hablar. Y yo ni eso podía hacer. En la incertidumbre de perderme completamente, me aferre a sus ojos desesperadamente para mi seguridad. Una plenitud increíble empujaba dentro de mis testículos, conjuntamente con una ola electrizadora, que me recorría con lujuria. Ella susurro, expectante, "La tienes tan dura... dentro mío..." Deslizo su mano hacia abajo y ligeramente envolvió la base de mi pene con dos dedos. Su toque era todo lo que yo podía pedir. Algo me decía, entonces, que estaba perdido y no había nada que podía hacer al respecto. Aparentemente ella sabia, así como toco la base de mi pene, sus dedos deben haber recibido mis primeros latidos. Yo no pense que su risa obscena podía ser más amplia, pero de algún modo hizo, y sus cejas se alzaron en sorpresa, deliciosa victoria, cuando miro mi cara. "Sí. Si, estas por gozar. Goza en mi." Apenas pude murmurar, "Oh, yo...." Levanto aun más las cejas. "Ah, ya comenzaste a gozar." "Oh." Su vagina estaba mamando mi pene. Un cosquilleo intenso, insano. Los movimientos circulares de sus caderas deslizaban las paredes interiores de su vagina contra mi exultante pene, que asumió el control completamente. Mi cuerpo temblaba y totalmente sorprendido, sentía la torsión incontrolable y misteriosa de gozar por primera vez dentro de ella. Mi pene seguía bombeando esperma, salpicándola. Un bajo, corajudo gemido salió de mí. Ella lloro felizmente, "Sí, mi amor... sí!" Una ola de placer me invadió. El universo se redujo a un punto dentro del cual solo estaba mi galopante pene y su anhelante vagina. Todo lo que podía hacer era gemir y eyacular, una dos o tres, rápidamente, pegajosamente, violentamente. Su cara se inundo de regocijo mientras me miraba por los entrecerrados ojos. Lo único que escuchaba era su letanía, "Goza, amor... aahhh, tan caliente... mas..." No podía mas, me cegué. Mas oleadas de esperma salían de mi pene a las paredes de su vagina. Me comencé a desplomar bajo una oleada final de dicha y el resto de mi pegado en ella, en sus ojos, en su voz, en sus pezones, en su vientre, en sus piernas abiertas, en sus pendejos castaños, mientras los últimos remanentes de mi virginidad desaparecían para siempre dentro de la cálida, húmeda y dulces profundidades de Alicia. Acabe, temblando sobre su cuerpo, agotado. Estaba completamente sin aliento, sin fuerzas, sin esperma, sin mente. Pero ella no me dejo tomar aire; me abrazo por el cuello y me apretó contra su cuerpo. Me apretó tan fuerte que no podía respirar. Pero no me importaba. No podía abrazarla tan fuerte como quería. Si moría en ese momento esta bien para mí. Mi pene palpito una vez mas y ella respondió los latidos con una sonrisa y un apretón de las paredes de su vagina. Los dedos que ella había usado para hacer el pequeño pero catalítico circulo alrededor de mi pene, ahora más flácido, seguían apretando desde la base del pene hacia arriba. Con la mitad del pene adentro de su vagina ella alcanzo a cuchichear en mi oído, "Dame toda tu leche..." Y firmemente cerro el circulo sobre mi pene y comenzó a subir, "Toda tu leche..." Apenas pude murmurar entre sus senos, "Hmn... sí." "Esta bien, cariño. Esta bien." Solo podía pensar para mí mismo: estoy fuera de control. Estoy completamente fuera de control. Estoy camino al infierno. Si esto es tan bueno y a los dos nos gusta tanto porque tiene que ser pecado. Soy Adán en el Jardín del Edén y he tomado con placer la manzana. Todo es diferente ahora y lo será para siempre. Me levante un poco para poder ver su cara. Ella sonrío, entonces hizo pucheros, y se sonrojo, y sus ojos se abrieron enormemente. "Oh, mi amor, acabaste dentro de mi vagina... Ohhhh." Una lagrima rodó por su mejilla. Bese su mejilla mojada, y ella me dio un fuerte abrazo. "Cómo te sientes mi amor?" "Yo estoy..." Y pregunte. "Voy a ir al infierno?" "Ambos iremos al infierno, mi amor." Lentamente sacudió su cabeza y abrazándome fuertemente agrego. "Pero no puedo evitarlo."

Capitulo Siete La luz del sol entraba por la ventana, aunque tenue era bastante molesta. Me encontraba solo en la cama, mire dentro de la habitación para ver algo que pudiera reconocer y orientarme donde estaba en ese momento. Me levante y encamine hacia la puerta, cuando atravesé el vano de la puerta reconocí que aun estaba en el departamento de Kristen, cuando me dirigí al baño ya era pasado el mediodía. Salí del baño y me dirigí a la cocina. Encontré a Kristen preparando el desayuno, vestía solamente una camisa larga de dormir, que resaltaba sus pechos. Me acerque a ella y metiendo la mano por debajo de la camisa acaricie su hermoso culo a modo de saludo. Ella volteo su cara y apoyo sus labios en los míos. Estaba preparando unos huevos fritos, el tocino ya estaba frito, así que puse unas rebanadas de pan en la tostadora y fui a la heladera para ver si había alguna botella de vino para poder desayunar. Encontré un vino blanco que estaba por la mitad y lo saque. Lleve la botella a la mesa y vi que la vajilla estaba dispuesta, así que me serví un vaso y espere que ella viniese con el desayuno. Me esperaba un largo día por delante, tenia que ir a Staten Island, a Manhattan y a Brooklyn. Estaba pensando en eso cuando ella llego con el desayuno. "En que estas pensando?" Pregunto. "En el día que me espera hoy. Teengo que ir al Pier 7 en Staten Island, a Manhattan y a Brooklyn hoy." Dije. "Todo un paseo!" Respondió. "Si, pero voy a dejar Brooklyn para el final, así de esa manera me queda cerca el Docker's para ir a beber." Dije. "Hoy es mi día libre." Dijo ella. "En realidad no pensaba ir al Docker's a visitarte, sino a beber como lo hago todos los días." Respondí. Pareció no haberle gustado mucho mi respuesta, porque se quedo en silencio tomando su desayuno. Termino de beber su taza de café y me ofreció una taza. "Gracias, cuando termine el vino si te voy a aceptar el café." Le dije. Y seguí tomando el desayuno en silencio. El ambiente estaba un poco tenso así que decidí cortar un poco la tensión. "Que tienes pensado para tu día libre?" Pregunte. "Voy a ir al gimnasio y luego de compras." Dijo ella. "Te propongo algo." Le dije "Que?" Pregunto. "Ya que tienes el día libre y yo tengo que trabajar, que te parece si nos encontramos después de las 8 y vamos juntos a beber y a cenar?." Dije. "En mi día libre no quiero volver al Docker's." Respondió ella. "No era en el Docker's que estaba pensando." Dije. "En que estabas pensando?." Pregunto intrigada. "En el restaurante de la calle Fulton para cenar y el bar de Atlantic para beber." Dije. "El bar donde vas todas las noches?." Pregunto. "Si, vas a poder conocer a Esteban en persona." Dije. "Nada me gustaría mas." Respondió ella. "Bien, a las 8 te encuentro en el restaurante entonces." Dije. "Hecho." Respondió ella. Acabe el desayuno y me dirigí al cuarto a vestirme. Ella entro al cuarto y me ayudo terminar de hacerlo. Me coloco el gorro y la bufanda y tirando de la bufanda acerco mi cara a la de ella y me dio un largo beso. Coloque una mano en cada una de sus nalgas y apreté su cuerpo contra el mío. Lo único que podía sentir eran sus nalgas tibias en mis manos y su lengua caliente en mi boca, del resto no sentía nada con toda la ropa que tenia puesta. Salí a la sala y llame un auto por teléfono, y mientras esperaba el auto me serví un café. Estaba terminando el café cuando sonó el timbre del departamento. "Tu auto." Dijo ella. "Así es." Me dirigí a la puerta y le di en beso de despedida. "En el restaurante a las 8 no te olvides." Dije. "Ok, ahí estaré." Respondió y se quedo en la puerta mientras bajaba las escaleras. Al llegar a la puerta había un Buick Regal color azul estacionado, cuando me dirigía al auto el chofer se bajo y me abrió la puerta. "Hoy nos espera un largo día." Le dije. "Por donde empezamos?." Preguntó el chofer. "Por Staten Island, al Pier 7." Dije. "Por donde vamos?." Pregunto el chofer. "Crucemos con el ferry, es mas rápido." Dije "Muy bien Señor." Respondió el chofer. Arranco el auto con dirección a la 278, pero antes de subir a la autopista le pedí que compre unos cigarrillos y el New York Times, no era precisamente el tipo de diario que me gustaba pero servia para entretenerme hasta llegar a Staten Island. El trayecto era largo y aburrido así que nada mejor que un diario aburrido para poder aburrirme aun mas. Cuando llegamos a Staten Island eran mas de las dos de la tarde, y yo todavía no había empezado mi trabajo, dudaba de poder llegar a tiempo al restaurante. Salimos con rumbo a Manhattan a las cinco de la tarde, y si todo iba bien no llegaría a Brooklyn a las 8 así que decidí suspender mi ida a Manhattan e ir directamente a Brooklyn. Si suspendía Manhattan e iba a Brooklyn directamente tenia una hora de tiempo antes de ir al restaurante que podría aprovecharla bebiendo en algún bar. "Al bar de Fulton y la calle Bond." Le dije al chofer. "Y Manhattan?." Pregunto el chofer. "Que los Algonquin se queden con ella, mañana será otro día." Respondí. "Muy bien señor." Dijo Había empezado a nevar fuertemente, y el trafico cada vez se hacia mas lento. Ibamos a demorar un poco en llegar al bar. Era un bar tranquilo donde se podía beber a gusto, iba a ese bar algunas veces. La barra era cómoda y el barman servia generosas medidas. Llegamos a la puerta del bar y le dije al chofer que ya no era necesario que me espere. De ahí al restaurante había solo dos cuadras y podía caminarlas. Entre al bar que estaba semi vacío, me senté en la barra y pedí un J&B, era la primera bebida desde el desayuno, y la verdad es que me estaba haciendo falta. Casi sin notarlo estaba pidiendo el segundo whisky, lo bebí pausadamente, haciendo tiempo hasta que llegase la hora de ir al restaurante. Mientras bebía el whisky no podía dejar de pensar en Kristen, era una mujer muy bonita y sexualmente complaciente. De a poco el bar había comenzado a poblarse de gente, era la hora que la mayoría se reunía a tomar un aperitivo luego del trabajo. Mire el reloj, marcaba las 7 y 45 así que decidí ir caminando despacio hacia el restaurante y encontrarme con fraulien Kristen. Salí a la calle, el viento soplaba del este y traía el frío del Hudson directo a mi cara, eran como alfileres que se clavaban en el rostro a medida que caminaba. Estaba un poco arrepentido de haberle dicho al chofer que se retire. Entre en el antiguo restaurante de la calle Fulton, apenas puse mis pies adentro del restaurante el maitre vino solicito a ayudarme a quitarme el abrigo, me acerque a la recepción donde estaba la misma agradable muchacha de siempre. "Buenas noches, Señor." Dijo atentamente. "Buenas noches, Grace, hoy quiero una mesa para dos, al fondo." "Espera a alguien?." Pregunto sonriente. "Ya que tu no aceptas, tuve que buscar otra pareja." Respondí con ironía. Su sonrisa mostró unos dientes perfectos. Pero no agrego ninguna palabra. "Cuando llegue la Señorita Kristen, puedes conducirla a mi mesa." Dije. "Hmn... creo que la Señorita Kristen se adelanto y esta esperándolo." Dijo ella.

"Joven, bonita y puntal, no son condiciones que abunden en una mujer." Ironice. La muchacha dio una indicación al mozo para que me acompañe hasta la mesa donde ella estaba esperando. Iba caminando entre las mesas siguiendo los pasos del mozo, me gustaba ese restaurante por lo antiguo y bien conservado que estaba, era increíble que en el corazón de un barrio de negros existiera ese restaurante y lo mas increíble era que no hubiera ninguno adentro, exceptuando los que seguramente trabajaban en la cocina. Esas son las sorpresas que a veces brinda la ciudad de Nueva York. Las lamparas antiquísimas, de bronce reluciente con sus cristales brillando, las paredes con boiserie, las mesas de madera robusta, que no se mueven cuando uno esta sentado a ella, los manteles blancos impecables y la vajilla de alpaca junto a copas de cristal. La atmósfera del lugar era placentera, una muy suave música de fondo y la conversación de los comensales que era un murmullo muy apagado. El mozo se paro frente a una mesa donde una señorita sola estaba sentada, no la reconocí al primer golpe de vista, el pelo que a la mañana era lacio, ahora estaba convertido en un peinado ondulado con un flequillo sobre su frente, el jogging azul se había convertido en un hermoso vestido negro escotado, que dejaba ver la parte superior de sus hermosas tetas, su fino cuello estaba rodeado por un collar de perlas, que empalidecía contra su blanca piel. "Vaya que cambio!." Dije, no sin sorpresa. "Te gusta?." Pregunto, esperando mi aprobación. "Mucho," Dije sinceramente. "Es mas de lo que esperaba." Agregue. "Y que esperabas?." Pregunto. "No sé, tal vez algo mas sencillo. Pero definitivamente me gusta mucho lo que veo." El mozo vino con la carta y entrego una a cada uno, pedí que me traiga un whisky, mientras deje que ella eligiera la cena, era la invitada. Mire esas hermosas tetas y pedí una botella de vino blanco. Tal vez parezca extraño la relación entre las tetas de una mujer y el vino blanco, pero para encontrarla habría que remitirse a las palabras de mi amigo, ese amigo que tenia un equipo igual al que usaba Jacques Cousteau. Recuerdo una a una sus palabras: Te digo\\ que el secreto es, si señor, el vino, bebida milenaria. Todos los productos de la noble uva me sientan bien: vinos, champanes, coñacs... El vino blanco es pal boludeo, para la charla amable, sin compromiso, ideal para humedecer una mujer de quien solo te interesan las tetas. Y realmente esta tenia una tetas prodigas. El Borgoña y el C.S. son para morfar, pero el Nebiolo, hermano... El nebiolo es oscuro, funerario. Repta hacia el cerebro con lentitud fría, pegajosa. El Nebiolo evoca a los monstruos internos, a los biomecanoides gigerianos. Se desatan entonces los horrores, los aullidos, el dolor y el espanto. Viene a ser la Salamanca en una botella, la licuación de las sangres prohibidas y maléficas, la incitación a cometer los pecados más oscuros, un vino ideal, en fin, para invitar a esa morocha pálida, de labios negros, a un siniestro viaje de sexo, sangre y delirio. El nebiolo fue el que quemó mi mente con la revelación terrible de la verdadera procedencia de la raza humana. Menos mal que tenía un Syrah a la mano. Lo abrí como pude y ya a las primeras gotas sentí un estremecimiento, un latigazo que electrocutó hasta la más recóndita de mis papilas gustativas. Sentí cómo mi sistema nervioso se envaraba como una sola cuerda tensa, potente. Oí un trueno interior y luego, un lejano crepitar, un sonido metálico, festivo. Al segundo trago el sonido se resolvió en música, una cadencia nocturna, una Luna que se alzaba sobre los almenares y los torreones de Avila. Promediando la botella ya danzaban odaliscas enajenadas, absorbidas por el pulsar frenético de las cuerdas. Los tambores sembraban olas en la carne de esos abdómenes ravanescos. Otro buen vino, el syrah. No tanto un antídoto, te diría, sino un complemento, un desviador de viaje. Úsese con precaución. (") Texto Original de Fabián Casas "En que estas pensando?." Pregunto. "En algo que una vez dijo un amigo respecto al vino." Dije. "Y que es?." Pregunto. "Humn... algo así como que eres la mujer ideal para tomar un vino blanco." Dije. "Porque?." Pregunto nuevamente. "Porque tienes unas hermosas tetas" Respondí sonriente. "Hmn... Creo que tu amigo es tan o mas loco que tu." Dijo. "Gracias por el halago." Dije. La cena discurrió tranquila, en un tono de amable conquista, parecía extraño que una mujer con la que ya me había acostado, estuviese intentando seducirla, por su parte ella intentaba ser lo suficientemente agradable como para captar mi inteligencia. Pobre mujer tanto esfuerzo en vano. Si la energía empleada por las mujeres para agradar a los hombres, pudiera se reciclada, estoy seguro que la represa de Aswán no hubiera sido necesaria construirla. Pensaba esto mientras comía y miraba como sus pezones se endurecían y sobresalían como dos timbres en su vestido. Extendí mi mano por sobre la mesa, hasta tomar su mano. Acerque mi cara hacia ella y ella respondió de la misma manera. Pensando que iba a besarla. Acerque mi boca a su oído y susurre suavemente, "De que color es la bombacha que estas usando?" Le pregunte. Sus ojos se abrieron en signo de interrogación. "Porque lo preguntas?" Dijo. En un tono inquieto. "Porque quiero que te saques la bombacha y me la des". Dije secamente. "Debes estar loco si piensas que voy a hacer eso aquí." Y agregó "Esta lleno de gente". "Precisamente es lo que lo hace interesante." Dije sonriente. "Estas loco!." Repitió. "Tal vez... pero para cuando termine de beber esta botella de vino." Dije calmadamente, "Quiero secarme los labios con tu bombacha." Agregué. La cara de ella se transformo por un momento, creo que se dio cuenta que mis palabras no eran una broma, y que realmente quería secarme los labios con su bombacha. La miraba fijo a sus ojos, eran hermosos, también podía ver como se inflaban sus tetas cada vez que respiraba. "Se que te gustan las historias," Comencé, "Así que haremos algo, yo te cuento una historia y tu me entregas tu bombacha aquí en el restaurante." Agregué. "Bueno... puedo ir al baño?." Pregunto. "Si tu vas al baño y te quitas la bombacha..." Pense la frase "Seria lo mismo que yo te cuente el cuento de Caperucita." Y continúe diciendo. "De que serviría que te cuente algo que ya conoces?." "Me da vergüenza hacerlo acá!." Dijo ella un poco molesta. "Si no supiera que es así, no te lo pediría!" Agregué sarcásticamente. "Sabias que eres un degenerado?." Dijo "Tal vez... pero es tanto el interés que tienes en escuchar la historia que no te molestara darme tu bombacha aquí." "Que te hace pensar eso?." Pregunto. "Que te conozco más de lo que crees." Dije "Voy a comenzar a contarte la historia y tu vas a ir sacándote la bombacha." "Que historia vas a contarme?." Pregunto. "La de mi amigo Esteban" Dije. "Humn... puedes empezar." Dijo ella sonriendo. Sabia que no iba a poder resistirse, la noche anterior en su casa había estado atenta a cada una de las palabras que decía, la historia la había excitado, y tal vez hoy quería repetir la sensación. O tal vez era solo una excusa para no entregarme su bombacha sin nada a cambio, de pequeñas se las educa a las mujeres para el trueque. Me das ese juguete te dejo ver mi bombacha, me das el chupetón te doy un beso, me prestas el triciclo te dejo tocarme una tetita. Y así hasta que son adultas y el trueque alcanza valores mayores. Pero en definitiva nunca deja de ser una relación de trueque la del hombre y la mujer. En muchos casos el trueque se establece mediante el uso del vil metal. En fin... la carne es débil. Estaba dispuesto a hacer el trueque con ella, su bombacha por la historia de Esteban. Así que comencé a contarle la historia: Ni mis padres ni los de Alicia estaban en casa esa semana. Ella durmió conmigo por primera vez. Cuando me desperté, mas temprano que lo usual, el sol matinal estaba sobre las azoteas de los edificios vecinos al mío. Los rayos de luz entraban por la ventana del cuarto. El agua estaba corriendo en el baño. Golpee la puerta del baño con los nudillos, y Alicia me invito a pasar y tomar un baño con ella. Le dije que nada me gustaría mas que ello. Camine dentro del baño y me quede parado frente a la pileta, mirándome en el espejo. Vio lo que estaba haciendo y dijo, "Pasas mucho tiempo mirándote así?." "No veo nada diferente," Dije, observando el mismo de siempre en el espejo. "Oh," Sonrío, enjabonando sus piernas. "pero como te SIENTES" Respire profundamente, mis hombros hacia atrás y mi pecho hacia fuera, extendí mis brazos hacia fuera, los mas alejado a cada lado, y comencé a entonar gritos como mejor podía entonar, cada vez mas fuertes y mas profundos, al mejor estilo de barítono Tejano del Teatro de la Opera, "Esteeee-bannnn!" Y golpee mi pecho gruñendo varias veces como un gorila. Y volviendo a mi estilo operístico entone la famosa aria del Barbero de Sevilla: Lala Lalala Lalala Lalala Lala... Fígaro! Fígaro! FigaroFigaro Fiiii-gaa-ro! "Te refieres a la noche anterior?" Dijo ella.

Yo parpadee "Muuuy adulador." Ella se movió a un lado en la bañera para hacerme lugar para entrar. "Ven acá mi amor, déjame darte un baño y sacarte el sueño." Entre en la bañera y ella me entrego el jabón, pero antes que comience a enjabonarme ella me acerco a su burbujeante y vistosa desnudez y me abrazo. "Tu estabas dormido cuando yo desperté," Dijo ella. "Eres un maravilloso amante." Y beso mi frente. Después de haberme enjabonado ella tomo el jabón y enjabono sus manos, entonces descendiendo comenzó a lavar mi pene. Ella pestañeo. "Te acuerdas de esto?" "Mmn hmn." "Yo nunca pense que usaría un jabón en ti, cuando comenzó todo esto. Por supuesto que eres mucho más grande ahora." Ella me enjuago y me paro fuera de la bañera para secarme, como lo hacia cuando era un niño. Ella tenia que hacer una infinidad de cosas ese día, dijo, pero tenia tiempo para un desayuno y una pequeña charla. Vi una pequeña bolsa azul en un rincón del cuarto y pregunte, "Eso es todo lo que usas?" Según ella en esa bolsa azul había suficiente espermicida como y polvos como para detener la tasa de nacimiento en la India. Ella se ruborizo y dijo, "Has eyaculado dentro mío una gran cantidad de leche." Después que me quede dormido ella se ducho dos veces, y otras dos veces antes que yo llegara al baño. "Cuatro veces!" Pregunte sorprendido. "Es una larga historia... mi amor. Luego." Y se ruborizo nuevamente. Entonces recordé lo que había dicho ella. "Oh. Tu dices, porque no hemos usado forro?" Impacientemente respondió. "Si." "No me molestaría usar uno." Dije. "No!" Dijo firmemente, desparramando potes de maquillaje por toda la superficie de la pileta. "Y es mejor que te olvides que esas porquerías existen." Entonces pregunte, "No te hacen doler o te secan ese tipo de cosas dentro tuyo?" "Siempre podemos usar alguna loción," Dijo ruborizándose nuevamente. Estaba sorprendido con su modestia. Después de una noche de furiosa pasión, ella se ruborizaba y evitaba mi mirada continuamente. Se puso su corpiño, la bombacha y las medias de la misma manera que había comenzado unos años antes. Mientras me secaba la observaba, fascinado y encantado de la manera que ella se ponía el maquillaje. "Que estas mirando?." "Como haces cosas de mujeres." Se sonrío débilmente, empolvando su cara. "Estoy contenta que lo encuentres agradable. Nosotras las mujeres pensamos que es una punzada en la nuca." "Me gusta mirar." "Como puedes conseguir tal emoción, al mirar como una mujer se pone una cobertura para tapar su apariencia real y poner una mascara a los ojos de todos?" "Me gusta ver las mujeres haciendo cosas de mujeres." "Ya veo" Hice una pausa. "Me gusta verte a ti haciendo cosas de mujer. No es solo mirar. Es verte a ti." "Speedy. Tu eres un amor. Lo digo muy en serio." "Puedo preparar el desayuno." Dije, colgando la toalla. "Has agregado la cocina, a tus muchos talentos?" "Por supuesto," Dije "he pasado mucho tiempo en el restaurante." "Bueno... comería cualquier cosa. Solo espero que sobrevivamos." Estuve un poco molesto por eso, pero me las ingenie para que los huevos estuvieran dorados, el pan tostado lo puse en un plato aparte. Tome del jardín unas flores salvajes que crecían como maleza y las puse en un pequeño vaso con agua sobre la mesa. Ella entro en la cocina en bombacha. "Wow," Dijo "mira que cuadro perfecto! Eres demasiado amable conmigo. Luce de maravilla, se puede comer?". "Por supuesto." Comimos y hablamos. Me comento acerca de las cosas que tenia que hacer esa semana. Solo de escuchar lo que tenia planeado hacer, yo ya estaba exhausto. "Yo soy una loca del trabajo," Confeso. "me siento culpable si no trabajo hasta morir cada día." Me hablo acerca de sus clases, del tipo de proyectos que estaba haciendo, los problemas que había encontrado con la enseñanza especial. "Pero es lo que te gusta," Le dije y ella asintió. "Si," Dijo, masticando una punta de la tostada, "no es porque sea muy dedicada, es porque soy una neurótica. Me aterroriza la idea de volver a la pobreza." Le pregunte mas acerca de ella, de las personas que conocía en la escuela, y de cómo era el colegio al que iba. "Lo primero que debes saber es que..." Hizo una advertencia llena de sarcasmo, "cada profesor en Memphis es un Comunista. Y que cualquiera que se muestra patéticamente expectante en una clase es un cabeza de huevo. Todas las chicas son vírgenes, independientemente de cuantos muchachos se hayan acostado con ellas." Continuo con esa letanía de definiciones, exagerando cada ítem y aparentemente teniendo el tiempo suficiente para hacerlo; pero luego de un rato concluí que se estaba definiendo a ella misma como una dura trabajadora, y dedicada forastera en ese ambiente. Ella paro en un punto y mirándome hesitante. "Speedy, quieres pasar una tarde conmigo e ir al Colegio Estatal de Memphis? Son vacaciones, pero al menos la biblioteca esta abierta. No suena muy excitante pero..." Contuve el aliento. "De veras?" "Quieres hacerlo?" "Esa seria la aventura mas excitante desde que el tío Juan me dejo pasar dos horas en los autitos chocadores, en el parque de diversiones." "Bueno... creo que no seria tan interesante para alguien aventurero como tu." "Pero es lo que tu haces." Dije rápidamente. Me miro reluctante. Entusiasmado dije, "Es tu mundo, como el mío son las películas y los juegos. Y lo tuyo es aprender para ser una profesora. Por supuesto que quiero verlo." Ella pestañeo y aclaro su garganta, apoyando sus codos en la mesa y su cara en las manos. "Speedy, sabes la cantidad de muchachos de tu edad y mayores que tu - mucho mayores- que quisieran pasar una tarde conmigo y meterse dentro de mi bombacha?" "Dentro de tu bombacha? Suena gracioso, nunca antes lo escuche. Tu quieres decir sacarte la bombacha?" "Yo quiero decir que eso es todo lo que quieren." "Pero nunca lo han hecho ellos?" "Muchos de ellos, Speedy, no. Sabes lo trágica que esta mi vida como para sumarle un muchacho a ella. Tengo trabajo para hacer y no tengo tiempo para perder. Ellos piensan que voy a revolcarme en su cama y expresarle mi gratitud por haberse fijado en mí y acompañarlos a sus partidos de fútbol y aplaudir y gritar por ellos cuando hagan sus jugadas. Y verlos beber cerveza e idiotizarse a si mismos." "Y," Dije temeroso, "... y tu haces eso?" "Por supuesto que no. No he escuchado nada acerca de ellos por dos semanas o un mes. Hasta que ellos se calientan nuevamente, y desarrollan rápidamente un gran interés en que es lo que estoy haciendo con mi vida y con mi tiempo." "Que idiotas" Dije. "Es una descripción apropiada." "Te diré que haremos," Dijo, estirando su mano sobre la mesa y tomando la mía, "Tu vienes conmigo, el Jueves por la tarde, y te mostrare muchas de esas cosas, te gustaría?" "Por supuesto!" Limpiamos un poco, deje algunos discos desparramados por ahí, Alicia hizo unas llamadas por teléfono, mientras lustraba sus zapatos y los míos. Todavía en bombacha, entro al cuarto y arreglo la cama. Cuando entre al cuarto para ayudarla ella casi había terminado de hacerlo, entonces me pidió que me sentara en la cama y comenzó a sacarme los pantalones. Le dije que ella debía vestirse porque se le haría tarde para sus entrevistas, pero ella dijo que aun tenia tiempo, y que quería estar en bombacha por ahora. "Siempre tuve curiosidad por algo," Dijo, sacando mi pene afuera. "Tenemos algo de tiempo antes de irme. Quiero enseñarte algo acerca de tu cuerpo." Por supuesto que no puse ninguna objeción. Con las piernas colgando de la cama y Alicia arrodillada delante mío, ella comenzó a lamer y chupar mi pene hasta que estuvo duro entonces comenzó a masturbarme rápidamente, sus manos subían y bajaban a lo largo de mi pene. Nuevamente comencé a sentir las cosas que había sentido la noche anterior a medida que me acercaba al orgasmo. Ella podía ver como empezaba a temblar erráticamente. Cuando estaba cerca de eyacular ella tomo una de mis manos y la puso el la bolsa de mis testículos. "Siente aquí, debajo," Dijo. "deja tu mano ahí. En un minuto sentirás tus músculos palpitar." Bastante seguro que era así, comencé a sentir como los músculos de mis testículos comenzaban a moverse. Entonces ella deslizo su bombacha y se quito el corpiño y adelanto sus tetas hacia mi pene. Mientras seguía con su mano en mi pene murmuro, "Vamos cariño, siempre quise saber como se siente, vamos amor..."

Rápidamente comencé a sentir esos músculos secretos moviéndose debajo de mis dedos, mientras boqueaba frenéticamente, "Voy a gozar sobre tus tetas!" Y ella respondió "Esta bien, hazlo, es lo que deseo..." Con mis párpados cerrados y la vista fuera de foco, pense que mis reservas de energía estaban agotadas después de la noche que habíamos pasado, comencé a gozar sobre sus hermosas tetas. Dándome fuerzas ella susurro, "vamos cariño, vamos dame tu leche sobre mis tetas... así... así..." La primera gota salto sobre su seno izquierdo, y luego otra mas. Ella comenzó a mover su mano lentamente, mientras apretaba mi pene a medida que su mano se acercaba a la cabeza. El resto quedo sobre su mano, mientras seguía moviendo rítmicamente hacia arriba y abajo, cuando la ultima gota salió de mi pene, inclino su cabeza y sacando lujuriosamente su lengua, lamió hasta la ultima gota. Caí de espaldas sobre la cama, sin aliento. Ella se paro y se inclino sobre mi, riendo. Una ultima gota salió de mi pene y corrió por su seno, debajo del pezón. "Estuvo bien?" Pregunto. "Ahora has aprendido a gozar?". Le dije que me gustaba que, pero que era un poco doloroso. "Speedy, no puedo creer que tengas miedo de algo así?." "No," Dije, "no ese tipo de dolor. Es solo... una cosa diferente. Es algo que me supera y viene todo al mismo tiempo." "Bueno, mi amor... se supone que es la manera como debe ser, cariño." Se estiro hasta la mesa de noche y tomo una toalla de papel y se limpio sus tetas. Estaban duras hermosas, el pezón en punta y los rayos del sol iluminándola. "No te preocupes. Ya te acostumbraras a ello, y lo harás por tu mismo cuando yo no este. Me gusta verte acabar. Nunca pense que disfrutaría tanto, pero es muy duro e intenso para ti. Me gusta eso de ti." Hizo un bollo con la toalla de papel y se acerco a darme un beso en la nariz. "Esa es una de las tantas cosas que me gustan de ti." Hice una pausa en el relato, para poder ver a los ojos a Kristen, estaba notablemente excitada, también pude observar, que mientras le relataba la historia su cuerpo se contorneaba suavemente en la silla. Habíamos terminado la cena ambos, los langostinos estaban bien cocidos, aunque la salsa estaba demasiado picante para mi gusto. Así que pedí otra botella de vino para mitigar el gusto que había dejado en mi boca. Me quede mirando fijamente a los ojos de ella, me gustaba ver como una mujer podía excitarse con una historia. Mientras la miraba, bajo sus manos y las puso sobre su falda, y luego las volvió a poner sobre la mesa, y dejo su bombacha negra sobre la misma. Antes de secarme los labios aspire su perfume, era el perfume de una hembra en celo. Olía a jugos íntimos, y tenia aun un poco de la humedad que había estado corriendo por su vagina mientras el relato la excitaba. Ahora estaba excitada y nerviosa ante la posibilidad que los otros comensales pudieran descubrir su maniobra. Parecía una niña esperando la reprimenda por alguna travesura. El mozo se acerco tan silenciosamente a la mesa que no note su presencia. "Llamo Ud. Señor" Dijo a mi espalda. "Si," Dije, "tráigame otra botella de vino blanco." Y cuando estaba por retirarse agregue, "y por favor, tome esto" Alcanzándole la bombacha negra. "Se le debe haber caído a alguna clienta, y no es bueno que anden sin bombacha en el local." Dije irónicamente. El mozo hecho una mirada a Kristen y se retiro. "Eres un maldito hijo de puta." Dijo con un color rojo sangre en la cara. "Acaso pensaste que iba a guardar tu bombacha como trofeo?." Respondí calmadamente. "Eres un bastardo!" Siguió acaloradamente. "Eso y muchas cosas mas," Dije mirándola a los ojos, "tal vez..., podrías ser un poco original a la hora de insultarme, porque esos son todos halagos." Agregue. "Maldito bastardo." Dijo y tiro la servilleta sobre la mesa, se puso de pie, tomo su cartera de la silla que estaba al lado y se fue caminando por entre las mesas. El mozo llego con la botella de vino, "La abro señor?". Pregunto viendo que ella se alejaba entre las mesas. "Por supuesto, el vino se hizo para beberlo." Sirvió la copa y se retiro, me puse a beber calmadamente. Que hacia que una mujer se comportase así, nunca lo sabría, así que no quise perder tiempo analizándolo, prefería disfrutar el vino antes que malgastar mi tiempo en tareas fútiles. Era bueno desde un principio demostrarles de lo que uno era capaz, antes que pudieran querer tomar el control. Había conocido diferentes tipos de mujeres y diferentes reacciones ante un mismo estimulo, no era esta la vez que iba a sorprenderme por una actitud así. Bebí lentamente la botella de vino hasta que llego al final. Me levante de la mesa y me encamine a la salida, a mi paso el mozo saludo con una sonrisa en los labios, "Señor," Dijo y detuve mi camino. "No encontramos la dueña de esta prenda, tal vez usted lo haga." Y me entrego la bombacha en la mano. "Tal vez..." Dije y deslice un billete de diez en su mano. Cuando pague la cuenta y mientras esperaba que trajesen mi abrigo del guardarropas, observe que Grace tenia en sus labios una sonrisa. Sin duda el mozo le había contado lo sucedido en la mesa. Le pedí que llamase un auto para poder retirarme del lugar. Mientras esperaba que llegase, me quede al lado de ella. "Ha disfrutado la cena?." Pregunto irónicamente. "Más de lo que esperaba." Respondí con la misma ironía. "Me imagino..." Agrego. "Tal vez algún día te invite a cenar." Dije maliciosamente. "No creo que a mi novio le guste eso." Dijo ella. "Sin duda..., pero tal vez seria más excitante que cenar con él." Dije "Tal vez..." Dijo pensativamente. En ese momento el maitre se acerco, "Su auto lo espera, señor." Dijo con esa sonrisa que todos tienen dibujada en la cara. "Gracias" Salí a la calle y un taxi estaba parado en la puerta. "Ashland Place, a la calle Hall y la Avenida Myrtle." Dije. El taxi demoro unos diez minutos en llegar, pague y descendí del taxi. La luz de entrada del edificio estaba encendida, me dirigí a la puerta y toque el timbre numero 2, demoro un poco en atender el portero. "Quien es" Se escucho la voz metálica. "Bueno, saliste del restaurante sin escuchar el final de la historia." Dije. "Muérete!" Grito. "Lo haré algún día, pero no sin antes terminar de contarte la historia." Dije impaciente. "No quiero verte." Grito nuevamente. "Bueno, si sigo aquí con este frío, moriré antes de que escuches la historia." Dije "Entonces muérete." Contesto. "Te perderás el final." Dije. Se escucho el sonido de la chicharra que habría la cerradura, empuje la pesada puerta y me dirigí a las escaleras. Subí lentamente los dos pisos, cuando llegue al vano de la puerta, esta estaba abierta. Empuje la puerta y ella estaba en el pasillo interior, metí la mano en el bolsillo del abrigo y saque la bombacha, "se te olvido esto en el restaurante." Dije sonriente. "Maldito bastardo." Dijo furiosa. Y vino directo hacia mi furiosa, con toda la intención de darme un sopapo, por suerte mis reflejos estaban alertas, y pude sujetar sus muñecas. "No te pongas furiosa, amor." Trate de calmarla. Mientras sujetaba sus muñecas pude besarle la mejilla. "Vamos cálmate," Dije conciliadoramente. Había un gusto salobre en sus mejillas. Había estado llorando. "Te odio imbécil!". Dijo y unas nuevas lagrimas rodaron por su mejilla. "Sírveme un whisky, mientras me quito el abrigo." "Sírvetelo tu." Dijo aflojando la fuerza que estaba haciendo para liberarse. Solté sus muñecas y comencé a quitarme el abrigo, mientras ella se dirigía a la cocina. Aun estaba con el vestido negro y seguramente sin bombacha, porque se le notaba perfectamente cada nalga a medida que caminaba. No solo hermosas tetas tenia, su culo también merecía un párrafo aparte. Deje el abrigo colgado en el perchero que estaba cerca de la puerta y me dirigí a la cocina. Cuando entre en la cocina, ella estaba calentando agua para un café. "Vas a tomar café?." Pregunto. "Si." Dije y me acerque lentamente hacia ella, rodee su cintura y la atraje hacia mi. Suavemente bese su mejilla y luego volteándola bese su boca. Corrí los breteles de su vestido a cada lado de sus hombros y lentamente los fui bajando. Un hermoso par de tetas estaba enmarcado por un corpiño negro transparente de pasamanería que sin duda era parte del conjunto del cual yo tenia la bombacha. Subí mis manos hasta el cierre del corpiño y libere sus tetas. Sus pezones rosados estaban duros, tal vez por el frío o tal vez por la excitación. El silbido de la cafetera anuncio que el agua estaba hirviendo. Esto corto el clima que había comenzado entre nosotros. Ella puso en una bandeja un par de tazas, la cafetera y se dirigió a la sala, yo tome la botella de whisky de la heladera y el hielo y salí detrás de ella. Acomodo la bandeja sobre la mesa frente al sofá y se sentó, deje la botella y el hielo sobre la misma mesa y fui a poner música. 'Las cuatro estaciones' de Vivaldi. Nada mas merecido para esta noche que ya habíamos pasado por tres de las estaciones. La primavera de la cita en el restaurante, el tórrido verano de la escena de la bombacha, el otoño de la reconciliación y pronto pasaríamos al invierno sexual. Al compás del suave sonido del violín ejecutado por John Holloway me senté en el sofá y serví los whiskys, la taza de café ya servida humeaba en la mesa. Pase mi brazo por el hombro de ella y la atraje hacia mi. Mientras bebía los primeros sorbos de whisky le dije, "Vamos, mi amor, no estés tensa." "Porque me hiciste pasar esa vergüenza en el restaurante? Porque me humillaste así?" Dijo con voz triste. "Bueno... si sabes la historia del escorpión y la rana, entonces entenderás que lo hice por instinto. Esta en mi naturaleza ese tipo de cosas." Dije recordando la fábula en la que el escorpión le pide a la rana que lo ayude a cruzar la laguna. La rana sabiendo de lo que era capaz el escorpión, se negó, diciéndole que si dejaba que el se subiese a su lomo este la mataría. El escorpión muy convincente le dijo que como iba a hacer semejante cosa, ya que si mataba a la rana el también se hundiría y se ahogaría. La rana penso un momento y se convenció de las palabras del escorpión. Lo subió a su lomo y comenzaron a cruzar la laguna. Cuando estaban en el centro, el escorpión le clavo el aguijón. La rana muriéndose, le pregunto al escorpión porque había hecho eso. Y el escorpión le respondió que era su instinto. "Nunca me habían humillado así en toda mi vida." Dijo con rabia.

"No te pongas tensa, o no disfrutaras de la historia." Dije en tono conciliador. "Es por lo único que te abrí la puerta." Dijo con un tono hiriente. "Me imagino..." Dije y continúe con la historia de mi amigo: No nos vimos en los próximos tres días, hasta el Jueves. Donde estuvo esos tres días no lo sé, y no se lo pregunte. Ella llamaba una vez al día, y por las noches cuando estaba en la cama sonaba el teléfono y era ella para preguntar como estaba. El teléfono sonó el Jueves a las 21:30. Atendí "Hola," Comencé, "este es el Museo del Louvre. Quiere comprar alguna postal?" "Speedy, que pasa si es otra persona la que llama?" "Diría numero equivocado y colgaría." "Llamo tu madre hoy?" "Si" "Y como la están pasando?'" "Sonaba como si la estuviera pasando bien." "Solo 'ella'? que hay acerca de tu nuevo padre?" "El nunca me habla." "Será que tal vez tu nunca hablas con él." "Pienso que el no sabe como usar un teléfono aun?" "Speedy, vas a tener que aprender a vivir con él." "Suena extraño, saber que estas en la puerta de al lado y me hablas por teléfono. Vas a venir a dormir conmigo hoy?" "... No puedo, cariño." "Porque?, que pasa?." "Solo que no puedo. Se que suena mal pero no puedo. Tengo que hablarte sobre ello." "Okay." "Estas en la cama ya?" "Si." "Bueno, duérmete, y no tengas miedo de llamarme si pasa cualquier cosa." "Correcto, madame" "Buenas noches, cowboy." "Buenas noches, Señorita Scarlett." En años posteriores, pasar las vacaciones solo no hubiera sido mi elección. Pero esa semana mi mente parecía estar particularmente activa y sensitiva. Caminando, caminando por la ciudad, entrando a un cine y regresando a casa, siguiendo el camino del amanecer y la puesta de sol, como nunca antes lo había hecho. Ya muy entrada la tarde me hice un sándwich y junto con unas fetas de queso los envolví y los puse en mi mochila y salí a defender el mundo trepando por el filo de la Calle Exchange hasta el zenit, al final de la avenida, me senté en un montículo elevado a observar el río. Dura batalla para un joven después de trepar por esas seis manzanas hasta lo alto de la colina. Comí el sándwich que saque de la mochila y lo acompañe con una gaseosa. Miraba como el sol se ponía sobre la planicie distante de Arkansas. El cielo cambiaba de color minuto a minuto, gradualmente era una sorpresa cuando miraba el horizonte nuevamente y veía como el silencioso panorama se transformaba. A medida que el sol se apagaba el cielo pasaba del naranja al púrpura, y los rayos de sol ya no se podían distinguir. Soñaba con poder seguir esos rayos de sol que habían desaparecido, pasar esa oscuridad y encontrar nuevas luces, nuevos ríos, nuevos puentes y nuevas ciudades, pero siempre la misma Alicia en todas ellas. Lo que me trajo de vuelta de mis sueños no fue estar de vuelta en casa, pero si estar de vuelta en la cama cuando Alicia llamase. El teléfono sonó puntualmente a las 21:30 "Porque, Alicia, suena tu voz tan clara en este invento, del señor Bell, si tu estas justo en puerta contigua a mi casa?." "Tonto, te has portado bien hoy?." "No." "Bueno... ese es el espíritu. Llamo tu madre hoy?" "Si, están bien. Llamo temprano." "Ellos vuelven el Viernes, entonces. Y la próxima semana saldrás del vecindario para siempre. No es maravilloso?." "Supongo." "No pareces muy feliz." "Bueno..." "Ya lo estarás. Además tendrás ese maravilloso cuarto para ti solo y todas tus cosas." "Si... tal vez..." "Oh vamos... te encantara." "También tendré diferentes vecinos!" "... Tengo que hablar contigo acerca de ello mañana. Todavía quieres venir conmigo al Colegio?" "Estoy listo ya!" "Estoy aquí con libros hasta la nariz, pero mañana estaré lista temprano, así que es mejor que duermas bien esta noche. Estas metido en la cama?" "Si, señorita Scarlett." "No has dejado la pileta llena de trastos sucios, verdad?" "No, señorita Scarlett." "Estas enojado conmigo por pasar la noche contigo?" "No, señorita Scarlett." "Bueno... muy bien. Estaré ahí a las diez de la mañana." "Si, señorita Scarlett." "Estarás listo para salir." "Si, señorita Scarlett." "Para con eso!. Buenas noches." Tarde en la noche, permanecía en medio del universo y tenia la sensación de achicarme y agrandarme a la vez, mientras el universo se encogía y expandía a la vez, y la parte de mí que encogía no era tan rápida como la parte del universo que se encogía y la parte de mí que se dilató no se dilataba lo suficientemente rápido y la parte del universo que encogía guardaba mi cuerpo dilatable en la parte que encogía, y nada cambiaba en ningún sentido. Mientras trataba de comprender esta situación un fuerte zumbido creció más y más fuerte, y pronto era un ensordecedor zumbido que amenazaba aplastar mi pensamiento. Me desperté, literalmente equilibrado como para saltar por el techo. Estaba boqueando y sudando. No estaba en la cama, permanecía parado en el pasillo entre el cuarto y la sala. Aparentemente había saltado de la cama sin tocar el suelo, vagamente recuerdo haber contenido el aire justo para el salto. En la cocina, me prepare un vaso de agua con hielo y me fui a la sala, donde me senté en el sofá y bebí el agua.

Ese era un sueño que ya había tenido, tal vez unos años antes. Nunca le había contado a nadie ese sueño; no sabría como describirlo. De vuelta en la cama me quite el calzoncillo y quede desnudo bajo la luz de la luna que entraba por la ventana. Recostado sobre mi espalda con la piernas abiertas y mirando mi creciente, delgado y sorprendentemente fuerte y joven cuerpo. Trate de recordar como era la sensación de gozar. Era inimaginable a medida que sucedía, fue ahí cuando trate de recordarlo. Una pequeña maquina chirriaba en mi pecho, urgiéndome a hacer algo. Mi cerebro no podía interpretar lo que la maquina estaba diciendo. Miraba el claro de luna afuera sobre la ciudad, todas las cosas que quería hacer estaban ahí esperando. Un grillo cantaba debajo de la ventana, escuchaba la dulce primavera sureña en el aire nocturno del otro lado de la ventana, el jardín, el árbol y en la puerta vecina Alicia en su cama, y nuestro camino de tierra que nos conducía a nuestro propio universo. Lentamente mi mano descendió hasta mi pene que ya estaba erecto. El Jueves amaneció nublado y frío. Alicia y yo hicimos un largo viaje en dos ómnibus locales hasta la ciudad Universitaria del Estado de Memphis, que era mucho mas lejos de lo que yo me había aventurado en mis exploraciones por la ciudad. Cuando llegamos estaba excitado y aprensivo. Era demasiado para mi. Rodeado por un hermoso suburbio y edificios estilo Georgianos y dormitorios esparcidos sobre un paisaje rústico que alternaba entre el ancho verde césped y la pesada forestación de pinos, arces, robles y magnolias. Ciertamente debía parecer un niño hechizado. La lengua afuera y caminando a su lado como una mascota, mientras Alicia cargaba en su brazo una bolsa del mercado llena de libros y anotadores, me introdujo dentro la larga rampa que conducía a la biblioteca principal. Caminaba estirando el cuello y girando la cabeza de un lado a otro para no perder detalle de nada de lo que dejábamos a nuestro paso. Finalmente Alicia tomo mi mano y arrastro con ella. En las columnas de entrada de la biblioteca corrí hacia la puerta y tire de ellas para abrirlas a su paso. Sorprendido por su peso, fui empujado hacia atrás, y tuve que hacer una fuerza descomunal para poder abrirlas. Riéndose ella dijo, "No te apures tanto." Dentro, me sentí sobrecogido por la solemnidad y el silencio en el largo y espacioso edificio. Era mucho mas imponente que la pequeña biblioteca que conocía en mi vecindario. Alicia camino delante de mi hasta el escritorio que había en la recepción. La seguía con mi cuello levantado y mis ojos observando las paredes altas llenas de estantes con libros. Mis zapatos repicaban suavemente sobre el mosaico y hacían eco al caminar. Estaba completamente apabullado caminando detrás de ella hasta que llego a la recepción y mostró su bolsa a la mujer que estaba detrás del escritorio. Rápidamente Alicia le dijo a la recepcionista, "El viene conmigo. No es estudiante ni nada de eso, no tiene identificación." La recepcionista, con aspecto de matrona, sonrío a Alicia y le devolvió su bolsa con los apuntadores. Lucia como siempre había imaginado que la bibliotecarias debían ser. "Esta bien." Dijo cálidamente la mujer. Y desde los lentes bifocales miro hacia mi y dulcemente dijo, "Bien, jovencito, esta debe ser tu primera visita?" Alicia sonrío y se ruborizo. "Si, es la primera. Tengo miedo que termine tropezando con todo a su paso..." "Oh, no te preocupes, ya encontrara lo que busca. Si te interesa, hay una sección para jovencitos, en aquella esquina, detrás de los catálogos." "Donde están los diarios?" Pregunte, "Me gustaría ver el New York Times de los años 20." La mujer me miro y luego a Alicia un poco sorprendida. "Le gustan los diarios." Se apresuro a decir. "Que interesante. Es su hermano?" Pregunto. "No, el es mi alumno." Dijo rápidamente, y en cierto punto era verdad. "Oh, ya veo. Que bien que una maestra traiga su alumno. Es una muy buena idea." "Gracias, señorita." Dijo Alicia, y tomándome de la mano me condujo hasta los anaqueles donde se encontraban los periódicos. "Así que soy tu alumno?." Ella se ruborizo. "Técnicamente podría decirse que si. Podría haber dicho que eras mi amante, pero estoy segura que ella no lo hubiera creído." El tono de su voz y la ironía en sus palabras me hicieron reír. "Bueno, vaquero. Ya has estado en bibliotecas antes, así que sabes como es el manejo. Yo voy a estar trabajando aquí cerca, si necesitas algo la mujer del escritorio puede ayudarte." Se inclino a besarme la mejilla y se retiro al centro del inmenso salón lleno de pupitres. Quede solo, parado en ese inmenso salón. Una mujer joven frente a un escritorio me dio un mapa de la biblioteca y un folleto. Lo primero que note, es que tenia que volver hacia atrás. Cientos de cajones. Y en cada cajón cientos de índices. Algunos en apretados paquetes que ni los dedos se podía poner. No sabia por donde comenzar. Había tantas posibilidades. El problema era, que quería ver todo al mismo tiempo. Deje los cajones de catálogos, era mucho para poder absorberlo. Me dirigí directamente a los estantes. Miraba los títulos, no podía imaginar como un índice o un titulo o un libro podía perderse en ese edificio. Siguiendo los estantes llegue a las puertas de un ascensor, abrí la puerta y subí al piso siguiente. Y nuevamente encontré cientos de estantes y cajones y miles de libros. El aroma a papel llenaba la enorme sala. En el piso siguiente encontré el mismo olor y el mismo laberinto de cajones y estantes. Lo mismo en cada piso que subía, hasta que al final di con una escalera metálica que conducía a otra ala del edificio. Caminado por esa ala vi un libro que se destacaba del resto. Era un enorme volumen de fotografías del siglo pasado. Abrí sus paginas amarillentas que estaban separadas cada una por un papel transparente, ajado y amarillento también. Quede misteriosamente fascinado con la cara de las personas en las fotografías. Aunque rigurosos y tiesos en la pose, sus ojos parecían vivos y consientes, una extraña y escalofriante sensación, de que estaban posando para fotografías en 1870. Había gente vestida de largo, hombres con botas parados frente a las puertas de los bancos y oficinas de correos, o en las esquinas de las calles. Había también fotos de las calles. La ciudad de New York en 1876. El interior de un lujoso restaurante, con los rayos de sol entrando por la ventana, y esparciéndose por el piso y las mesas, dejando profundas sombras en los rincones. Podía oler los marcos de madera de las ventanas, escuchar al fotógrafo preparando cuidadosamente la foto para la larga exposición que requerían en esos días, los mozos vestidos de negro, con una falda blanca alrededor de su cintura. Las mujeres con sus coquetos sombreros. Las calles, los edificios y el restaurante me golpearon como siendo singularmente familiar; no me sorprendió verlos, a través del papel no veía nada nuevo. Todo parecía estar exactamente en el lugar debido. La sorpresa era mi conocimiento de que era así, que había visto esos edificios, las grandes ventanas y las enormes sombras antes. Un susurro de ropa me sorprendió. Mire alrededor. Alicia venia hacia mi. Había estado mirando el libro tan concentrado y con la vista tan fija en esas fotografías que mis ojos estaban hinchados y mi pescuezo estaba tieso. "Has desaparecido por horas!" Dijo en un tono alto. "Te busque por todos lados. Tienes alguna idea de la hora que es?" "Lo siento mucho." Dije, con mi garganta seca. "Que encontraste de interesante?" "Esto," Dije, mostrando con ambas manos el libro abierto. Puse mi dedo sobre una fotografía a pagina entera del centro de Manhattan, tomada en 1881. Ella miro la foto. "Que hay con esa foto?" Comencé con las palabras en un tono monocorde. "Yo... yo estuve aquí." "Aquí?. Tu has estado en esta calle antes?." Asentí. "Speedy, esta es... cariño, esta calle es Nueva York. La foto fue tomada sesenta o setenta años atrás. Tal vez te recuerde algo de la calle Adam Smith en Memphis. Se parece mucho a ella." Sacudí mi cabeza lentamente, no creyéndome a mi mismo. "No," Murmure. "yo se lo que siento... yo estuve aquí, sobre esta misma calle. Esta calle." "Quieres decir, algo como 'deja vu'. Tienes la impresión de haber estado o experimentado algo antes? Sabes lo que 'deja vu' significa?." "Si. Lo recuerdo bien." Dije, "es exactamente eso." Permaneció a mi lado mirando la foto. Vi como sus pestañas revoloteaban mientras miraba la foto de punta a punta. Me sentí avergonzado. Era verdad: la foto era del siglo pasado y de un lugar en el que yo nunca había estado y que no había visto nunca. Me miro con sus penetrantes ojos azul verdosos, "Sientes que has estado ahí? Realmente?" Asentí "A veces tengo esos sentimientos también, cariño." Dijo ella pensativamente. Sus palabras me dejaron pasmado e intrigado. Por un momento los dos nos quedamos mirando la fotografía. Entonces ella dijo, "Ven conmigo. Quiero mostrarte algo." Me condujo por la escalera metálica y luego otra mas, hasta un piso donde se encontraban pilas de revistas y docenas de estantes metálicos con papeles apilados y folletos. Me llevo hasta un rincón donde, de uno de esos estantes extrajo una revista vieja del National Geographic. "Mira esto." Dijo misteriosamente, y abriendo la revista comenzó a pasar las paginas hasta que se detuvo exactamente en la pagina que estaba buscando. Sostuvo la revista abierta y me la entrego en la pagina que quería que yo viese. "Mira," Dijo suavemente. Era una fotografía en blanco y negro, con un marco dorado. La mujer tenia un mantón sobre su cabeza y acunaba pesadamente un niño en sus brazos del cual solo podía verse la frente. El fondo de la foto aparecía algo que podía ser un desierto. La foto había sido tomada desde las rodillas hacia arriba. La mujer vestía algo que parecía ser una túnica gris clara, o azul pálido o amarillo pálido, sujeta con un cordón en su cintura. Los pliegues y las sombras del vestido suelto revelaban que la mujer era delgada y delicada. Mirando sospechosamente la cámara, sus ojos nítidos proyectaban una mezcla de temor e interés. Su brazo izquierdo acunaba el niño estrechamente; pero el brazo derecho se extendía a través del niño envolviendo su cuerpo, encarando la cámara, y la manga de su vestido descubría un brazo blanco delgado con dedos largos que cubrían la cabeza del niño en actitud protectora. Alicia suspiro, "Soy yo." Mientras yo seguía estudiando la mujer, que en nada se parecía a Alicia a no ser por sus penetrantes ojos, Alicia extendió su mano derecha a través de la pagina y puso sus dedos en la misma posición que estaban en la foto. Quede mudo, aturdido. Sus brazos y manos eran iguales.

Hablo en un tono suave, "Probablemente no haya nada en la foto. Es solo un sentimiento que tengo cuando veo esta foto. La he visto cientos de veces. Pero siempre, tengo el mismo sentimiento. He visto el desierto y esas montañas en el fondo." Dijo tomando la revista de mis manos. "O tal vez solo me este volviendo loca..." Devolvió la revista a su lugar y agrego de manera soberbia "O tal vez este tomando las cosas muy seriamente." Me sentía mareado ante la perspectiva de que yo no era la única persona en este mundo de tener sensaciones extrasensoriales. Alicia reforzó eso cuando dijo, "Speedy, espero que no pienses que soy rara por sentir esas cosas todo el tiempo." Rápidamente conteste, "Yo siento lo mismo a veces." Mientras me conducía fuera de la sala, confidencialmente me dijo, "Speedy, tu eres la única persona en el mundo con quien he compartido esto." "Que crees que significa que ambos tengamos esos sentimientos?." Ella puso un dedo sobre sus labios y susurro malévolamente, "Shh. Eso significa que ambos estamos locos." Y murmure como un cómplice, "No dejare que la mujer del escritorio lo sepa." "Vamos a la cafetería antes de que cierre y sea tarde para comer. Te introduciré en el maravilloso mundo de la comida institucional." Dijo irónicamente. Como era de esperar por la hora en que arribamos la cafetería estaba cerrando, solo pudimos tomar unos sándwichs fríos y unas gaseosas en vasos plásticos y salir a sentarnos en los inmensos escalones de la entrada del edificio. Desde allí podía verse casi la totalidad de la ciudad universitaria, tanto como podía verse mas allá de una tupida arboleda de magnolias. Una brisa de primavera, pasaba entre las magnolias y nos traía su aroma. Algunos gorriones y otros pájaros brincaban cerca nuestro en las escaleras, mientras le tiraba algunas migas de mi sándwich. Alicia dio el ultimo sorbo a su taza de café, a la que se refirió como 'jugo de paraguas'. "Es horrible," Dijo dando un sorbo. "Es adictivo. Arruina el estomago. Y te da insomnio." "Porque lo bebes entonces?." "Porque es necesario, cariño. Cuando entres a la universidad veras cuan necesario es. Te quedaras despierto tomando notas toda la noche en la biblioteca. Algunas veces pensaras que vas a caer en coma, pero seguirás estudiando." Junto sus rodillas y rodeándola con sus brazos apoyo su mentón en ellas. Con la mirada al frente sin un punto fijo de referencia dijo. "Finalmente vas a dejar el vecindario. Daría cualquier cosa por dejarlo, se que algún día lo haré. Mi madre esta saliendo con alguien ahora. El tiene una hermosa casa fuera del vecindario, cerca de donde tu y tus padres se mudaran. Pensaba que estarías feliz de mudarte, pero tu no lo estas." Solo pude sacudir mi cabeza. "Porque no?." Pregunto gentilmente. No pude responder, me reservaba la verdadera respuesta. "Es porque no seré mas tu vecina?" Asentí. "Speedy, es muy bonito de tu parte. Pero no puedes abandonar todo solo por que no seré mas tu vecina. Yo no estaré ahí nunca mas, de cualquier manera. Y cuando pueda me mudare nuevamente. Entonces tu que harás?." "Bueno... estaré en el barrio hasta que tu vuelvas nuevamente." "Y luego que?" Me encogí de hombros. "Y luego...?" "No lo se!" "Speedy, escúchame por favor." Trate de parecer casual. Torpemente dije, "Tu eres mi amiga..." "Lo se, cariño. Pero tarde o temprano ambos dejaremos ese lugar. Ambos necesitamos nuestro propio lugar." "Tu eres mi amiga," Repetí nuevamente. "Ya lo se, pero tu también tienes otros amigos. Todo el vecindario esta lleno de ellos, no como esos salvajes que te maltrataron." "Tu eres mi amiga" Dije nuevamente y obstinadamente mientras arrojaba otra miga a los pájaros en la escalinata. "Algún día iras a la escuela secundaria y luego a la universidad, y tendrás otros amigos como tu." "No me hagas gritar!" Demande, llorando y tratando infructuosamente de parar una lagrima que corrió por mi mejilla. Mi nariz moqueaba y no podía pararla. "Oh, mi amor" susurro asombrada, "Aquí." Ella tomo un pañuelo del bolsillo de su suéter y lo puso en mi nariz. Tome bruscamente el pañuelo de sus manos. "No!" Dije y soné fuerte mi nariz. "No quiero llorar. No debo... llorar. Ya soy grande para llorar." Ella quiso incorporarse, pero con una mano en su hombro la detuve. Solo alcanzo a sentarse mas cerca mío. "Mi bebe," Dijo suavemente. "has guardado esto por mucho tiempo. Verdad?" "No hay nada para guardar. Tu eres mi amiga. Eso es todo. Ya he perdido amigos antes. Y también he querido gente la cual no me ha querido. Y me dices cosas acerca de personas que no te gustan y lo mucho que has tenido que trabajar y como no puedes pasar tu tiempo con ellos. Y ahora resulta que quieres irte. Te quiero en casa conmigo. Cerca mío. Se que algún día tendrás que dejar ese lugar. Esta semana camine hasta la orilla del río y me senté a mirar el sol como se ponía, y vi el mundo entero frente a mi y pense lo grande que era, cuanto de lo que veía había hecho y cuanto debería hacer. Todo lo que aun debería aprender. Es tu mundo también. Se que tu debes irte o que algún día yo lo haré. Pero nunca tratare de detenerte. Nunca tratare de quitar eso de ti y nunca te maldeciré por hacerlo, como lo hice la ultima vez. Porque yo se que no es por causa mía, es porque tu debes hacerlo y porque es lo que tu quieres hacer. Y porque..." Soné fuertemente mi nariz de una vez y para siempre. "Porque se que no te gustan los 'nardos' y yo no quiero ser un 'nardo' de esos." Por un largo minuto ella no dijo nada, y yo trataba de evitar que ella viese mi cara hasta que me encontrase nuevamente controlado. Sentí su brazo pasar por mi espalda. Puso su mejilla contra la mía, "Mírame," Dijo. "Por favor, cariño." Voltee hacia ella y su vi en su rostro una sonrisa juguetona, feliz. "Vamos, ven aquí." Y puso sus brazos alrededor de mi cuello y me atrajo hacia ella hasta que nuestras frentes se tocaron. "Dime una cosa, vaquero." "Si?." "Tu pensaste todo eso que acabas de decirme?." "Si." "No lo escuchaste en alguna película o algo así?." "No." "Speedy... Esteban... no dejes que nunca mas te llame pequeño nuevamente. No dejes que siquiera lo piense. Si por acaso lo olvido recuérdamelo. Tu ya no eres mas un niño." Nos pusimos de pie y lentamente nos dirigimos a la salida de la ciudad universitaria para tomar el ómnibus que nos llevaría de vuelta a casa. A medida que nos acercábamos a la salida el cielo cada vez estaba mas oscuro, y antes de llegar a la parada del ómnibus comenzó a lloviznar. La llovizna paso a ser una lluvia liviana cuando faltaba poco para llegar a la parada, extendí mis brazos, "es como Gene Kelly en 'Cantando bajo la lluvia'" Dije. "No empezaras a bailar tap, o si?. Speedy , ven debajo del paraguas conmigo, o te empaparas todo." Camine delante de ella, "No quiero. Es drama... es Hollywood." "Es una idiotez." Dijo secamente. Me pare delante de ella, mojándome mas aun. De vez en cuando miraba hacia ella que venia caminando cerca de un jardín. "Venga aquí señorita Scarlett! Donde esta su sentido de la aventura?" "Justo aquí debajo de mi paraguas" Un hombre con un con un impermeable y un sombrero para la lluvia paso al lado nuestro. Me miro y le devolví la mirada con una sonrisa. Entonces miro a Alicia que estaba detrás mío y le brindo una sonrisa. Ella me llamo nuevamente, "La gente te esta mirando." "Alicia, nada puede pararme hoy."

"Neumonía, será lo que te pare. Has visto muchas películas cariño." Seguí con mi baile bajo la lluvia. "Ven debajo del paraguas inmediatamente." Grito enojada. Sorprendido camine hasta ella. "Que hay de malo?." "Lo que hay de malo es que estoy usando un suéter de lana y no puedo estropearlo bajo la lluvia, porque no puedo comprar otro!" dijo en tono furioso. Por un momento no supe que decir, tome el paraguas en mi mano, ofreciéndome a llevarlo. "Gracias, eres un caballero." Y caminamos juntos bajo el paraguas. Mire hacia ella. Su mirada estaba fija hacia delante y no me miraba. Luego de un minuto ella tomo mi brazo y llegamos así hasta la parada del ómnibus. Nos sentamos hacia el final del ómnibus. "No es tu culpa." Dijo suavemente, casi hablando para si misma mas que para mi. "Es mi culpa. Algunas cosas me recuerdan que soy pobre. Y que debo trabajar muy duro. Tengo que usar el mismo suéter por seis años y los mismos zapatos, y recibo ropas de otras chicas mas afortunadas, con mas dinero y así puedo buscar trabajo. Y todo lo que hago es trabajar duro. Y ahora no tengo un trabajo y estuve buscando uno toda la semana. Pero no quiero dejar la universidad para tomar un empleo de tiempo completo. Ayer fui a buscar trabajo y el hombre que me atendió, el jefe, me llevo a su oficina y empezó a decirme cuales eran las demandas que ese trabajo requería, y que tal vez tendría que cortar algunas de mis clases si quería el empleo. Bien... le dije que no estaba dispuesta a cortar mis clases, y el dijo que podíamos hacer un pequeño arreglo. Un pequeño arreglo dijo. Seria algo extra fuera del horario de trabajo, y que el podría pagarme por ello. Que podía pagarme muy bien por ello. Y por la manera en que me miraba... sabia que yo estaba desesperada. Sabia que necesitaba el empleo. Así que quería hacer un pequeño trato conmigo. Un pequeño trato fuera de hora. Oh, Speedy, a veces odio tanto ser bonita. Odio sentirme atrapada. Le dije gracias y salí, pero no era gracias lo que quería decirle. Lo que quería decirle era que se meta su pequeño arreglo fuera de horas en el culo. Pero no puedo hacerlo sin perder el empleo. Así que deje pasar ese empleo. Pero aun así no me daría ninguna satisfacción. Todo lo que puedo hacer es olvidarme de ello y procurar otro empleo." No supe que decir, solo atine a poner mi mano sobre la de ella y permanecer en silencio a su lado. Cuando tomamos el segundo ómnibus las luces de la ciudad ya estaban encendidas. El viaje fue en silencio hasta llegar al vecindario. Caminábamos por la acera que nos conducía a mi casa. Cuando le dije, "Tengo un álbum de Hank Williams en casa que me dio mi tía Francisca." Ella me sonrío, "Tu si que sabes cambiar de tema. No eres ningún tonto." Me encogí de hombros, "Acerté lo que deseabas hacer?" Ella me abrazo fuertemente. "Sabes algo. Eres un muchacho genial. Me gustas mucho." Le guiñe un ojo. Ella me devolvió la guiñada, "Así que quieres escuchar a Hank Williams, apagar las luces y ver caer la lluvia?" "Suena bien." "Y quieres que lo haga desnuda?" La mire fijamente, y aclare mi garganta. Estaba ruborizado. "Que sucede?" Pregunto. "Oh no me digas que te avergoncé! Oh, por favor debes estar bromeando." "Hmn... Algo así, después de lo que me has contado." "Oh, vamos, Speedy, estaba hablando de un idiota que se aprovecha de las chicas como yo por su necesidad, tiene una oficina llena de ellas, todas prácticamente de la misma edad. No estaba hablando de ti. Tu eres diferente, nosotros somos diferentes. Y tu sabes eso." Sacudí mi cabeza, "Tal vez yo sea muy joven. A veces las chicas son, ugh, muy muy misteriosas." "Tu no pareces tener demasiados problemas para entenderme... casi siempre." "Casi siempre?" "Okay. Vamos a casa. Apaga las luces. Pon Hank Williams. Desnudémonos. Y te diré todo lo que quieras saber acerca de las chicas." "Trato hecho." Dije entusiasmado. Tiempo después, estabamos en el apartamento de Alicia desnudos escuchando la lluvia golpear contra la ventana de su cuarto. El álbum de Hank Williams había pasado una y otra vez, mientras ella me los detalles acerca de las mujeres, diferentes clases de chicas y mujeres, y de cómo ella aprendió acerca del sexo y los muchachos cuando tenia mi edad. Entonces ella quiso saber acerca de los muchachos; específicamente quería saber exactamente como era y lo que yo sentía cuando ella me mamaba el pene, y después de decirle ella lo hizo tal cual como le había dicho que me gustaba. Comencé a sentir el familiar placer del endurecimiento de mi pene mientras ella lo recorría con su lengua, la lujuriosa picazón en el interior de mis testículos. El endurecimiento de los músculos debajo de la bolsa de ellos. Cuando comencé a sentir que la primera oleada de esperma estaba por salir de mi pene, la advertí para no eyacular dentro de su boca, pero lejos de parar ella continuo chupándolo con una suave caricia de sus labios, mientras su lengua la pasaba por la cabeza de mi pene. Sentía que era inminente el chorro de esperma, y en un acto reflejo sujete su cabeza mientras eyaculaba dentro de su boca. Con sus manos y su lengua dreno hasta la ultima gota de mi pene. Entonces se acostó a mi lado nuevamente. "Ahora ya conoces otra manera de gozar." Dijo pasando la lengua por sus labios. "No sabia que querías tragarte la leche." "Algunas chicas no quieren. Nunca me trague la leche de mi novio. Pero quería tragarme tu leche. Porque es tuya. Porque eres tu." Dijo. "Oh, si tu novio." "No estés celoso, cariño. Ya no lo veo mas." "Tu y el..." "Si, no muy seguido. Y siempre le hacia usar forro. Lo odiaba." Ella acaricio gentilmente mi brazo y apoyo su cabeza contra mi pecho. "No te preocupes por el. No es lo mismo que entre tu y yo. Además me gusta tu pene sin forro, lo siento tan bien dentro de mi, y me gusta tanto chuparlo." "Si?" "Si, tonto." "Yo pense que había terminado, pero cuando sentí que te estabas tragando la leche, comencé a gozar mas." "Así fue como sucedió, yo también pense que habías gozado, y seguiste haciéndolo." No todo había concluido, le dije que era mucho mas, lo que quería saber acerca de las mujeres. Específicamente acerca de ella. Específicamente que era lo que mas placer le producía, cuales eran los puntos que le gustaba que le chupe y como le gustaba que lo hiciera. Otra media hora paso por lo menos mientras ella abría sus piernas y me educaba en el arte de tocar sus pezones con pequeños golpes de lengua. Ella era técnicamente superior en explicar los detalles, mucho mejor de lo que yo lo había sido con ella al explicar mis sensaciones. A medida que mis dedos recorrían los labios de su vagina mi lengua seguía el camino indicado por ella. El murmullo de sus palabras en mi oído me excitaba tanto como ella lo estaba en este momento. En un punto hizo que me detuviera. Cuando pregunte si lo estaba haciendo mal ella dijo, "No cariño, es tan intenso lo que siento, que estoy volviéndome loca. Te estas volviendo terriblemente bueno en esto." Luego que ella descanso un poco, pidió que continúe, y a su vez continuo explicándome mas acerca de cómo encontrar su clítoris y sujetarlo con mis labios mientras mi lengua le daba los mismos golpes que antes había dado en sus pezones. Sus palabras ahora eran un poco incoherentes, no tenían mucho sentido las frases que decía, a medida que su cuerpo se endurecía y los músculos de su estomago comenzaban a contraerse, mi lengua pasaba de los pequeños golpes al clítoris a una profunda entrada dentro de su vagina, lentamente descendí desde la vagina hasta la puerta de su culo y volví a subir hasta su clítoris. Las palabras dieron lugar a pequeños gritos. Ahora sus manos aferraban mi cabeza mientras todo su cuerpo se estremecía. Mis manos acariciaban sus muslos, de arriba hacia abajo. A medida que pasaba las manos por ellos podía sentir la rigidez de su cuerpo. Cada músculo era como la cuerda tensa de un piano que al pasar la mano hacia que su garganta emitiera una nota diferente. Su cuerpo estaba arqueado tensamente ofreciendo su vagina en todo esplendor para mi boca ávida de darle tanto o mas placer del que ella me hubiera dado. Quería en una sola mamada agradecerle todas las noches de placer pasado y futuro. Su cuerpo perdió toda rigidez y cayo en lo que parecía ser un letargo, pero no era mas que un prolongado orgasmo. Con sus manos en mi cabeza aun, me atrajo hacia arriba, subí reptando por su cuerpo hasta quedar tendido a su lado. Ninguno pronuncio palabra alguna, solo su respiración entrecortada se confundía con el ruido de la lluvia que golpeaba contra la ventana. "Oh, cariño, como me haces gozar." Dijo débilmente entre suspiros. Cuando hubo recuperado el aliento. Me explico las diferencias entre como se sentía cuando la hacia gozar con mis manos o mi boca, y como sus labios internos de la vagina se ponían especialmente sensibles justo después de gozar. Mientras mi pene estaba duro aun comencé a penetrarla lentamente, me dijo lo maravilloso que era sentir mi pene dentro de su vagina mientras me movía lentamente dentro de ella. Me pregunto si sentía alguna diferencia ahora que yo ya había gozado antes, le dije que lo sentía mas sensible pero que a su vez me sentía mas en control. Intentamos practicar decirnos uno al otro cuando alguno de nosotros estuviera a punto de gozar y de cómo parar manteniendo el placer hasta que estuviéramos listos para gozar nuevamente. Ambos comenzamos un ascenso largo por el camino del placer hasta la cima de donde no quisimos parar o no pudimos y yo empece a eyacular cuando ella estaba en medio de su orgasmo, las fuertes contracciones de su vagina ordeñaron hasta la ultima gota de semen de mi pene. Por un largo rato permanecimos abrazados uno al otro sin movernos, solo sintiendo las contracciones de su vagina y los latidos de mi pene dentro de ella. Así estuvimos hasta que ella se levanto y tomo la bolsa azul y se fue al baño. Cuando volvió dijo que se sentía bien, y me pregunto como me sentía yo, no había palabras en este mundo para describir como me sentía. No me tomo mucho tiempo tener mi pene duro nuevamente gracias a la gentil ayuda de su boca. El tronco apretado por su mano y la parte superior dentro de su boca que con movimientos rítmicos subía y bajaba mientras su lengua acariciaba cálidamente la cabeza. Menos urgente e histéricos ahora, ambos éramos mas clínicos a medida que nos hablábamos y excitábamos uno al otro. Cuando mi pene estuvo lo suficientemente duro la penetre de la manera que ella quería que lo hiciese, llevándola hasta el borde mismo del orgasmo y cambiando mis movimientos hasta hacerla bajar. Finalmente dijo que quería gozar, entonces comencé a moverme de la manera que ella quería y no pare hasta que gozo. Deje que ella retomase el aliento y comencé nuevamente, manteniéndola siempre al filo del orgasmo, y finalmente ella gozo de nuevo y casi se desmayo. Yo estaba completamente excitado en ese momento pero no podía gozar, estuve a punto varias veces, estaba totalmente sensibilizado pero no salía una gota de mi pene. A ese punto necesitaba mas descansar que otro orgasmo. Comencé a moverme dentro de ella a un ritmo frenético, mientras sus piernas rodeaban mi cintura, quería dejar hasta la ultima gota de semen dentro de su ardiente vagina. A cada empellón sentía mis testículos apoyarse contra sus nalgas. Las ultimas gotas de semen salieron de mi pene en un chorro furioso, desatando una tormenta de calambres en mi cuerpo que me hicieron desfallecer sobre ella. La respiración agitada y los latidos de mi corazón eran mas fuertes que el ruido de la lluvia que provenía de la ventana. "Estas bien, cariño?." Dijo suavemente en mi oreja pegada a su boca.

Asentí con la cabeza, las palabras no venían a mi garganta. Por un rato hablamos soñolientos, escuchando el batir de la lluvia en la ventana acompasando nuestros latidos, que habían vuelto a la normalidad. Ella apoyo su cabeza en mi pecho, y lentamente fue quedándose dormida. La acariciaba de esa manera hasta saber que estaba dormida. Verla dormir sobre mi era maravilloso. Lleno de ternura, continúe tocándola y acariciándola, siguiendo la forma exacta de sus hombros, jugando con su pelo entre mis dedos, aprendiendo lo maravilloso de las cavidades y curvas de su cintura y su portentosas caderas. Su respiración profunda y constante llego a ser música para la noche, conjuntamente con la lluvia que no menguaba. No quería caer dormido ahora mismo. Quería seguir despierto y retenerla conmigo. Quería que la noche siguiera eterna. Pensaba estar despierto toda la noche velando su sueño, de esa manera la noche seria mas larga y por la mañana no me importaría. Pero quede dormido antes de saberlo. Me encontraba en medio del universo nuevamente. Estaba flotando. En algún lugar distante escuchaba el zumbido, casi imperceptible, pense que en ese momento despertaría y prestaría atención para saber de donde provenía. Pero entonces la oscuridad que no tenia formas comenzó a cambiar y tomar diferentes formas: no, no aquí nuevamente. Estaba parado en su cocina. Jadeando. Tratando de imaginar como había llegado hasta allí. Detrás mío escuche sus pasos corriendo hacia donde me encontraba parado. Ella pregunto frenéticamente. "Donde vas? Speedy, que estas haciendo?." Volteándome vi que ella venia apresurada por el pasillo. Tropecé con ella y cuando sentí su desnudez quise desaparecer entre sus tetas. "Cariño, que te pasa? Casi me tiras de la cama. Saliste corriendo tan rápido! Nunca vi a nadie correr así rápido!." "Tuve ese sueño antes" Murmure. "Por supuesto que estabas soñando, cariño. Estas bien ahora." "Soñé ese sueño antes." Repetí, y la abrace mas estrechamente. Una mano en su espalda y la otra apretando fuertemente sus nalgas presionándola vorazmente. Ella retribuyo mi abrazo y quedamos fundidos en medio de la cocina. Su cuerpo dúctil se adapto a mi cuerpo como si su carne y sus huesos fueran parte de mi cuerpo. Mi pene estaba increíblemente duro contra el vello de su pubis. "Mi amor, tu corazón esta muy acelerado! Que sucede?." "He tenido ese sueño antes." Fue todo lo que podía decir. La tome de la mano y la conduje a través del pasillo hasta el cuarto nuevamente. Aun con su mano tomada le indique que se acostase sobre la cama. Cuando estuvo acostada, abrí sus piernas lo suficiente para meter mi cuerpo entre ellas y la penetre furiosamente. Dejo escapar un grito. Pero no prestaba atención a sus reacciones, solo quería penetrarla profundamente, mis movimientos eran frenéticos, entraba y salía en una loca carrera hacia el orgasmo. Sentía mis testículos duros a punto de reventar. Mis manos sujetaban sus nalgas y hacia presión a medida que entraba y salía. Mi cabeza apoyada entre sus tetas. Sentí que un interminable chorro de esperma inundaba su vagina. Poco a poco fui relajándome hasta caer exhausto sobre su cuerpo. Acariciando mi cabeza dijo, "Oh, cariño, nunca antes me habías cojido con esa furia animal." No pude responder. Estaba paralizado. Sorprendido por como la había cojido tan plenamente y rápido. Ella acariciaba mi cuello. "Que sucede?." Murmuro en mi oído. "No lo sé." Susurre en su cuello. "Pero que fue lo que soñaste." "No lo se." Repetí nuevamente. "Estas bien ahora?" "Si." "Duerme, no te dejare nunca solo, mi amor." Dijo eso mientras ponía una mano en mi cuello y otra en mi espalda apretando contra su dúctil y cálido cuerpo. No solo me dormí, caí inconsciente. Me desperté mucho después de que los pájaros comenzaron su canto para indicar que el sol había salido. La lluvia había parado. Alicia estaba dormida a mi lado con un brazo rodeando mi cintura. Su cara hacia mi, con los ojos cerrados, los labios suavemente cerrados, su cabello suelto en la almohada. Bese su mejilla suavemente para no despertarla. Débilmente podía oler su cuerpo sobre mi, era un olor a hembra. Sentía sus jugos secos entre mis piernas. Puse mi mano sobre su cintura y dormí nuevamente. Cerca del mediodía nos levantamos y tomamos un baño juntos. Yo hice el desayuno nuevamente. Mientras desayunábamos me fue imposible explicarle mi sueño por mas que lo intente. Ella se vistió y fue al supermercado y yo volví a mi casa y prepare la cama para esperarla. Volvió mas tarde y nos fuimos a la cama, esta vez en mi lugar. Me guiño un ojo mientras decía, "Lo haremos una ultima vez en el lugar donde todo comenzó antes de que te mudes." Yo estaba un poco cansado, así que cuando ella se acostó desnuda en la cama comencé a masturbarla lentamente con mis dedos hasta que ella tuvo un prolongado orgasmo durante el cual sus calientes y frenéticos gemidos nunca pararon. Me acosté a su lado y con el pene duro ella se subió sobre mi. Tomando mi pene con su mano lo introdujo en su vagina y comenzó dando círculos con su cintura, mi pene rozaba contra las paredes internas de su vagina. "Déjame hacer algo que hace mucho quiero hacer." Dijo. Y levantándose un poco agarro mi pene con su mano, y mitad dentro de su vagina y la otra mitad masturbándolo. Comenzó un movimiento rítmico hasta que goce dentro de ella. Se tendió en la cama a mi lado. Mirando nuestros cuerpos desnudos con una mano debajo de su cabeza y la otra masajeando mi pene. Pase una mano hasta su vagina totalmente húmeda, sus jugos y mi esperma eran una mezcla viscosa que se adhería a los dedos. "Estas bien?" Pregunto sin dejar de masajear mi pene. "Si. Muy bien." "Sabes una cosa?" "Que?" "Me gusta mucho hacerlo contigo." "A mi también." "Me das mas placer del que podía imaginar." "Tu también." A medida que hablábamos nos excitábamos uno al otro. Mi pene estaba tan rígido como los labios de su vagina. "Estas listo nuevamente?" "Si." "Déjame hacer algo que nunca antes hicimos". Dijo mientras se incorporo. No sabia de que se trataba, pense que ya habíamos hecho todo lo que se podía hacer. Paso sus piernas entre mi cuerpo y quedo sentada sobre mi pene pero dándome la espalda. Cuidadosamente aparto los labios de su vagina y guío mi pene con su mano hasta dentro de ella. Cuando todo mi pene estuvo dentro tomo mis testículos con su mano y comenzó a masajearlos a medida que su cuerpo subía y bajaba. El panorama desde mi punto de vista no podía ser mejor, su hermoso y redondo culo en primer plano se movía arriba y abajo, podía ver como a cada movimiento su ano se contraía y dilataba. Su portentosa espalda acompañaba rítmicamente sus movimientos, su cabellera rubia extendida a lo largo de la espalda parecía flotar en cada movimiento. Sus manos hacían presión en mis testículos a cada embate de su vagina. Seguramente si existía algo mejor Dios se lo había guardado para él. Con mis dos manos cruzadas detrás de la nuca observaba como esa hermosa mujer cabalgaba sobre mi pene como una experta amazona. Los músculos de mi cuerpo y del suyo cada vez mas tensos preanunciaban el orgasmo que no demoraría en llegar. "Oh, ya estoy cerca." Grito. "Mi amor, no puedo creer que sea tan maravilloso." Apretó un poco mis testículos, no fuertemente, justo lo suficiente para llevarme a un casi dolorosamente demorado, irresistiblemente largo y libidinoso orgasmo. Suavemente ordeño hasta la ultima gota de esperma de mis testículos dentro de su inundada vagina. Sus dedos apretaban mis testículos y las contracciones de su vagina apretaban la cabeza de mi pene. Estaba completamente vacío. Y totalmente sin aliento. "Oh, mi amor, es sorprendente!." No podía decir una palabra, quería decirle lo mucho que era para mi, pero no podía hablar, todo lo que podía hacer era tratar de meter la mayor cantidad de aire dentro de mis pulmones. Todo el aire que inhalaba parecía poco. Hasta que di un profundo suspiro e hinche de aire mis pulmones. Luego lo fui exhalando lentamente hasta lograr equilibrar la respiración y los latidos de mi corazón. "Tu... siempre... me haces... sentir... tan bien." Pude completar la frase. Ella susurro, "Si, y quiero hacerlo, porque tu también lo haces conmigo. Tu siempre haces que mis fantasías sexuales sean realidad. Es muy especial la manera en que nos damos placer uno al otro. La manera en que tu pareces siempre saber lo que deseo. Y como realizarlo." Incline mi cabeza y le di un largo beso en sus labios. Por la tarde, cuando empezamos a ordenar todas las cosas, esperando la llegada de mis padres, ambos inconscientemente pensábamos que no tendríamos otro orgasmo por muchos meses. Por supuesto que ambos estabamos equivocados.

Capitulo Ocho Caminaba por la Avenida Atlantic en dirección al Hudson, el viento soplaba del río y traía un frío húmedo. La vereda estaba tapizada de una fina capa de nieve, que a medida que la gente la pisaba, se hacia cada vez mas resbalosa. Entre en la peluquería de Amelia, una portorriqueña con unas tetas soberbias, que tenia la costumbre de apoyarlas en sus clientes. Junto a ella se encontraban dos ayudantes, un chico alegre, orgulloso de haber participado en la ultima parada gay que había recorrido las calles de New York y que mostraba su foto, a quien quisiera verla, cuando hablaba mas de dos palabras con el, así que cuando se acerco solo dije, "Buenas Tardes" Dos palabras nada mas. La otra ayudante era una joven bonita, de la que me gustaba la delicadeza que tenia en tomar las manos, para hacer la manicura en ellas. A veces fantaseaba si tenia la misma delicadeza, para tomar un pene en sus manos y tratarlo con tanto esmero. "Buenas tardes Barón." Dijo Amelia con su acento portorriqueño. "Buenas tardes Amelia, como has estado." "Oh , muy bien y usted?." Dijo en su tono cantarino. "Muy bien," Dije. "Hace mas de una semana que no lo veo por aquí." Dijo en tono de reproche. Era verdad, todas las semanas al llegar el viernes, solía ir a su peluquería, para hacerme la manicura, una limpieza de cutis y arreglar mi barba. "Es verdad, mi querida Amelia, mi espalda te estaba extrañando." En obvia alusión a su costumbre de apoyar sus tetas en ella. "Solo su espalda?." Dijo reprobando mi respuesta. "Oh, bueno... tus manos también." Dije Me senté en el sofá y extendí mis brazos para que ella pudiera pasar la bata que siempre me colocaba. Anudo la bata detrás de mi cuello y paso sus manos por mi barba a modo de caricia. Pude ver su sonrisa por el espejo. Estaba sentado cuando escuche que daban unos suaves golpes sobre la ventana del local. Ambos volteamos la cabeza para ver de que se trataba. Era Kristen. Saludo desde la ventana y se dirigió a la puerta. "Hola," Dijo a modo de saludo, mientras se acercaba a mi. Amelia y los dos ayudantes contestaron el saludo. Inclino su cabeza y me beso en la mejilla, "Vas a pasar por el pub, luego?" Pregunto. "Es algo que hago todos los días." Dije. "Si lo sé, solo quise entrar a saludarte." "Gracias." "Debo irme ya, es hora de que reemplace al barman, estoy un poco atrasada." "Bueno, que bonito perfume tienes." "Te gusta?" "Mucho." "Es francés." Dijo ella halagada. Pasando una mano por su cuello la atraje hacia mi, para poder hablar suavemente en su oído. "Me refería al perfume a sexo, que hay en tu cuerpo." Giro su cabeza, y apoyo sus labios en los míos. Se retiro saludando con la mano a todos. "Hasta luego" Dijo alejándose. "Bueno, parece que el Barón y la walkiria, están enamorados." Dijo burlonamente Amelia. "Es solo una historia, Amelia." "Oh, si. Se muy bien que a usted le gustan las historias, Barón." Dijo mientras pasaba la crema de afeitar por mi cara. "Acaso a ti no te gustan?" Pregunte. "Por supuesto que si! Sobre todo esas que me cuenta cada semana." "Así como mi espalda te extraña, tu extrañas las historias verdad?" "Algo de eso hay." Dijo observándome por el espejo. Es un tanto rara la relación que se siente en una peluquería. Dos personas se hablan y se miran a los ojos a través de un espejo. Es como si ambos estuvieran viendo una película de la cual son los protagonistas. Cada uno en su papel. "Además quiero saber como continua la historia de su amigo." "Te refieres a Esteban?" "Si, el mismo." "Donde había quedado?" "Estaba por mudarse con sus padres" "Ah, si... lo recuerdo:" Mi madre estaba con el ceño fruncido, parada el la puerta de mi nuevo cuarto, en nuestra nueva casa y nuevo vecindario de la calle Macón Road. En tono de advertencia dijo, "Es mejor que ordenes este cuarto antes que llegue tu padre a casa." Cuando se dio vuelta para salir, dije, "Puedes cerrar la puerta antes de salir?." "Porque siempre estas con la puerta cerrada?." "Porque así lo deseo." Conteste, mientras juntaba todas las cosas que había recolectado el los últimos meses y estaban esparcidas por mi amplio cuarto. Cerro la puerta tras de si, impaciente. Permanecí, mirando todas la cosas desparramadas en el suelo, y viendo como podía ordenarlas. Había libros, historietas, revistas, artículos de dibujo, discos, diarios, revistas de teatros, folletos, copias de escenas de obras de teatro, papeles y memos de películas. Ahora y antes compraba el New York Times de los domingos en el escaparate de la Estación Unión camino a casa de mis padrinos, cosa que hacia casi todos los fines de semana. Gran cantidad de copias del Times, con todas sus secciones intactas, estaban apiladas en un rincón del cuarto. Por todos lados había papeles, tareas de la escuela, notas del club de teatro, novelas e historias que había comenzado a escribir antes de mudarnos a nuestra nueva casa. Desafortunadamente, tenia solo un mueble con cajones, y una pequeña biblioteca de dos estantes, mi cama con dos cajones, una pequeña mesa con un tocadiscos y un escritorio lo suficientemente amplio como para albergar un libro y mi cuaderno de tareas, un mueble de veinte centímetros atornillado a la pared cerca de una de las dos ventanas de mi cuarto. Sabiendo que mi padre llegaría a casa en una hora, comencé a acomodar las cosas dentro de cajas de cartón, que fui apilando dentro del placard. Aun así muchas cosas las puse debajo de mi cama, y algunos libros quedaron alineados en el piso al lado del escritorio. Justo en el momento que estaba buscando un lugar para mi preciada maquina de escribir Underwood con las que había escrito muchos de esos papeles, algunas historias y novelas, escuche el ruido de la puerta de la cocina abrirse. Mi padrastro Antonio, o Tony, como mi madre solía llamarlo había llegado, con el familiar tranco pesado al caminar, que hacia retumbar las ventanas de mi cuarto a medida que se acercaba. "Has terminado de limpiar esto, ya?" Pregunto, su tono de voz era molesto y profundamente resonante. Lucía cansado e impaciente, sus fuertes y oscuramente peludos brazos colgando por la camiseta blanca de mangas cortas, sus grandes manos estacionadas en su cadera. Sudoroso por haber trabajado rápidamente, estaba arrodillado en el suelo, empujando la vieja maquina a lo largo de la habitación. Pare y mirándolo dije, "Ya, casi termino." "Parece que aun hay mucha basura aquí." Entro pesadamente en mi cuarto y se dirigió al placard. Abrió la puerta de un tirón seco, que el aire llego hasta mi. Comenzó una especie gruñido disconforme con lo que veía. "En la Armada, te darían una patada en el culo, por haber ordenado un armario así." Dijo, para luego agregar, "En la Armada no atiborramos las porquerías debajo de las camas." Había visto las cosas que había puesto debajo de la cama. Sin pausa, me miro y apuntando con el dedo cada cosa comenzó a decir, "Muy bien, señor... todo esto se va. Esto a la basura... y esto... esto también... toda esto apilado en el piso del placard también." Sorprendido y shockeado, trague duramente. "Tirarlo todo?." "Esto no es Lauderdale Courts," Dijo "Y no vas a convertirlo en ello. Tira todas esas cajas, esos periódicos viejos, y deja este lugar ordenado. Antes de cenar!." Sin decir una palabra mas, salió del cuarto. Habiendo vivido con este intratable hombre por seis meses, sabia que la resistencia era inútil. Ya lo había dicho, que tarde o temprano debería deshacerme de la basura que guardaba en mi cuarto.

Me senté en el suelo, por cinco minutos, mirando cada cosa que debía tirar. Sabia que no tenia elección. Mientras estaba pensando acerca de ello, pasando los últimos minutos con mis pertenencias, Tony grito desde la sala, "Rápido, señor. Apúrate con esa basura o te quedaras sin comer." Con la carga de periódicos bajo el brazo, salí de mi cuarto y atravesé la sala donde mi padrastro estaba mirando al Obispo Fulton J. Sheen hablando contra los comunistas en la televisión. Pase el salón comedor, atravesé la cocina, salí por la puerta de aluminio al patio trasero y por un estrecho corredor llegue hasta la gran caja verde oscura donde arroje los diarios. De vuelta en la casa, pase nuevamente frente a mi padrastro que seguía acaparado por el Obispo Sheen, y sus advertencias contra los enemigos de Dios. Cuatro viajes hice así, sin decir una palabra entre nosotros mientras arrojaba mis pertenencias dentro del gran tacho verde oscuro. El se paro en el pasillo frente a la puerta de mi cuarto, observando como cargaba otra pila de diarios. Detrás de el se encontraba mi madre mirando por encima de su hombro. "Todos esos viejos discos, también." Dijo, "deben tener mas de veinte años ya." "Es mejor no tirar eso, Tony," Dijo mi madre. "La mayoría de ellos se los ha dado la tía Francisca." "Entonces la próxima vez vayas a lo de tu tía, se los devuelves." "Si, señorrrr." Respondí en el tono militar que tanto le gustaba." "Y todos esos papeles también, si es que no hay en ellos alguna tarea escolar." "Si, señorrrr." Mirándolo de frente, le dije. "Pero todo esto es mi trabajo, lo he hecho yo." "Esa es basura que no necesitas, y no hay lugar para esa basura aquí." "Si, señorrrr." El tono de su voz y su cara, me decían que no había nada que hacer, mas que obedecer sus ordenes. Con una terrible resignación respondí suavemente. "Si, señorrrr." "No sé, porque no eres como los demás muchachos, y juegas a la pelota con ellos. No es bueno para un muchacho de tu edad llegar de la escuela y encerrarte en este cuarto todos los días. Tira toda esa basura artística y crece como cualquier otro muchacho." "Si, señorrrr." "Tienes tarea escolar para hacer, y no toda esa basura que se supone que haces." "Pero... mi promedio en la escuela es bueno, tengo un A." "Que? Que has dicho?." "... nada ...señorrrr." "Tu no estas aquí para responder, solo para obedecer. Limpia este cuarto." "Si. Señorrrr." Ambos dejaron el cuarto, mi madre caminando detrás de el. Pase varias veces frente a ellos con los brazos cargados de mis pertenencias, mientras ahora ambos miraban al Obispo Sheen y cambiaban opiniones acerca de cómo los comunistas hacían trucos para quedarse con el mundo. En cada viaje llevaba parte de mi historia y mi pasado, para ser volcados a un tacho de basura enorme. Parado frente al tacho de basura, sudando, mirando esa pila, y tomando un respiro. Bueno... podría vivir sin eso, quizás no estuviera tan equivocado con respecto a la falta de futuro en eso. Pase frente a ellos una vez mas y me encerré en mi cuarto. Luego de un momento mi padrastro abrió la puerta del cuarto nuevamente y mirando a la belleza negra dijo. "Eso también" "Pero... es mi maquina de escribir..." Trate de argumentar. "Es chatarra, tírala también." No dije nada. Lo mire directamente a los ojos, seguro de que era capaz de saltar a su garganta y destrozarla. Obstinadamente escondía cada cosa y cada sentimiento. "Me oíste?" Dijo gravemente. "Si, señorrrr." Dije. Me pare, pretendiendo estar cansado mucho mas de lo que mi cuerpo lo estaba. Tome la Belleza Negra entre mis brazos, pesadamente, la levante como si fuera un niño pesado contra mi pecho, acunándola. Camine por la sala de estar, atravesé el comedor, entre en la cocina, y de una patada abrí la puerta de aluminio que daba al patio trasero. Silenciosamente estaba preparado para el momento cuando su peso, sus teclas, sus palabras y memorias, y todos los secretos que había tipeado en ella sobre papel, iban a desaparecer para siempre dentro del gran tacho de basura. Me movía bajo la noche silenciosa como un niño obediente que sabia que no lo era. Mi verdadero yo estaba mirándome desde la oscuridad y furioso observaba como dejaba mi pasado dentro de ese enorme tacho de basura. En lugar de entrar nuevamente en la casa, me dirigí a las rejas del frente, a ver pasar los automóviles, llenos de gente que ignoraba completamente lo que había sucedido y quienes no podían hacer nada de cualquier manera. Luego de un rato ya no podía distinguir los autos que pasaban a través de las lagrimas que había en mis ojos. Tan pronto como sentí una lagrima rodar por mi mejilla, la seque con el dorso de mi mano, y murmurando suavemente, me dije, "Tienes que ser fuerte." "...Speedy, cada vez que te llamo, no estas en casa," Dijo Alicia del otro lado del teléfono. "Que has estado haciendo todo este tiempo?." "Te he llamado varias," Respondí, mirando a todos lados para asegurarme que nadie estaba escuchando nuestra conversación, no por que esperaba una conversación intima o vergonzosa con Alicia, sino mas bien porque mi aislamiento iba siendo progresivo. "Tu madre me ha dado diferentes números de teléfonos y direcciones." "Lo sé," Dijo Alicia, los sonidos y movimientos del otro lado de la línea, indicaban que estaba haciendo algo mientras hablaba. "Estoy tan, tan patéticamente ocupada. Moviéndome de un lado a otro sin dirección, como una gallina que le cortaron la cabeza." Dijo con la respiración agitada. "Me he mudado dos veces en un mes, estaba compartiendo un cuarto con una amiga, que no sabia que no pagaba la renta por varios meses, y nos sacaron de una patada a la calle a ambas. Justo cuando recién me había mudado, y ahora debo mudarme de nuevo. No puedo creerlo!. Estoy empacando mis libros y mis cosas ahora. Pero dime como estas tu?" "Yo estoy bien," Mentí. "Cuando podré verte de nuevo?" "Oh, Dios mío no lo sé, las próximas semanas estaré muy ocupada. Oh Dios, solo quisiera tener un día libre." "Necesitas ayuda para mudarte? Me gustaría ayudarte." "Speedy, estos libros pesan como un demonio, te partirás la espalda." "Pero quiero ayudarte." "Muy bien, si quieres que pasemos un día juntos, o algo así, seria bueno después de todo, pero como vas a hacer para llegar hasta aquí desde Macón Road?." "Yo llegare, no te preocupes." "Como?" "En ómnibus," Dije. Ella río, "Ómnibus? Speedy, te tomara horas. Y yo no puedo ir a buscarte, la Princesa me presto su auto solo por unas horas" Dijo en referencia a su hermana. Mi voz sonaba temblorosa, con una necesidad que no podía ocultar, "Yo quiero verte, y ayudarte." Ella hizo una pausa del otro lado del teléfono, su voz se endulzo, "Que sucede, cariño?". "Yo solo quiero ayudarte, tu nunca me dejas ayudarte." "No es eso, dime que sucede?." "Tu estas tan lejos... y yo solo quiero ayudarte. Quiero saber que puedo ayudarte." "Bueno... he estado muy ocupada todo este tiempo, y no tengo a nadie que me ayude. Podría pedirle a alguno de los muchachos de aquí que me ayude, pero seria como darle un boleto de entrada a mi vagina." "Bueno," Dije rápidamente, "Yo estoy aburrido aquí, este es un vecindario muy aburrido. Quiero hacer algo. Y tu no tienes porque mudarte sola." "Oh, eres tan tierno... bueno... estas seguro que con el ómnibus llegaras?" "Si, puedo hacerlo." "No te perderás?" "No." Ella me dio la dirección y algunas indicaciones de cómo llegar. Tenia que tomar dos ómnibus locales hasta tomar otras dos ómnibus en dos ciudades distintas. Tenia que encontrarme con ella el Viernes a la tarde en el centro de estudiantes de su colegio. "Estas seguro, que esta todo bien?" "Si," Mentí. "Estoy muy bien." "Ok, el próximo Viernes. Ya sabes donde encontrarme."

"Ok, el próximo Viernes. Ya sabes donde encontrarme." El Viernes parecía estar a un mes de distancia y el tiempo no parecía correr tan aprisa como lo hubiera deseado. Los días en casa comenzaban como todos los días desde que nos habíamos mudado. Mi madre con su bata y sus pantuflas, hacia panqueques en la cocina, y los servia con un jarabe que la tía Jazmín nos enviaba. Recuerdo haber remarcado que ese desayuno era solo azúcar y almidón sin nutrientes, a lo cual mi madre visiblemente irritada dijo, "Que es lo que quieres? Carne? Debemos comer lo que podemos pagar." No volví a mencionar mis dudas nuevamente, ya que por alguna razón ella día a día, parecía mas irritable. Trate de sacar con una cuchara el jarabe y comer el resto de lo que quedaba en el plato, mirando a mi padrastro sentado enfrente, tomando su café mientras se ataba los zapatos y se preparaba para su trabajo. Una mañana mi madre dejo la mesa, y pronto la escuche vomitando en el baño. "Mama esta enferma?" Le pregunte a mi padrastro. El desecho obviamente mi pregunta. "Ah, esos problemas de mujeres, todo esta en su cabeza." Dijo eso y sin agregar otra palabra se levanto y se marcho a su trabajo. Mi madre volvió poco después de el ya se había retirado, sentada con su café en la mano y mirando perdidamente por la ventana. No hubo palabras entre nosotros, hasta que salude y me fui a la escuela. El viernes, exactamente a la dos treinta de la tarde, luego de mi clase de gramática, salí corriendo de la escuela. Con mi mochila colgada a la espalda y golpeándome a cada tranco, llegue a la parada el ómnibus a tres cuadras de la escuela. Los suburbios de los cuales nos habíamos mudado estaban a veinte kilómetros al este del viejo vecindario. Veinte kilómetros de largos, estrechos, impávidos e indiferentes bulevares municipales. El camino comenzaba con unos seis kilómetros de estaciones de servicio, heladerías, restaurante, parrillas y autoservicios. Otros seis de complejos escolares, edificios de oficinas, los restantes kilómetros de casas prefabricadas del ejercito. Pero cuando subí al tercer y ultimo ómnibus, y cuando el motor se puso en marcha después que todos los pasajeros habían subido, una nueva ciudad apareció ante mis ojos. Esta era la vieja Memphis, la Memphis del apogeo de los años '20, las calles gallardas y elegantes, con añosas arboledas. El Memphis en el cual mi padre había crecido, con viejos chalets, y bares en las esquinas, con calles ondulantes. El inicio de la ciudad universitaria apareció ante mi vista, los arboles de magnolias, el verde césped y los edificios Georgianos llenaron pronto mi vista y mis sentidos. Sabia que Alicia vivía cerca de la ciudad universitaria, tal vez a una o dos cuadras del lugar. A medida que el ómnibus pasaba por las calles, trataba de imaginar como Alicia se sentiría al caminar entre los arboles de cerezas, entre las viejas y pulcras casas, en su camino a la universidad. Me imaginaba que como seria caminar rodeado de idealistas, artistas, maestros y alumnos. Me parecía una visón tan exótica como la de una isla en el pacifico. El ómnibus chirrío al frenar en la Avenida Patterson. Salte afuera y comencé a caminar las tres cuadras que restaban hasta llegar al centro de estudiantes. Rápidamente el camino comenzó a poblarse de estudiantes yendo en todas direcciones, gritando, hablando, o solos caminado de prisa con los brazos llenos de libros. Nuevamente, comencé a sentirme muy, pero muy joven e infantil comparado con toda esa gente. Me encontré fascinado ante la vista de un hombre a cruzo mi camino, con una pipa en su boca y dos libros bajo su brazo. Un hombre con una chaqueta de paño deportiva y refuerzos de cuero en sus codos. Un hombre que aprobaba con mi pensamiento. Porque su imagen permaneció en mi pensamiento, no lo sé. Pero años mas tarde me veía en ese colegio y tomando clases dictadas por ese hombre. Sabia que el seria mi profesor en años posteriores. Quizás, ahora pienso que vi en él la imagen del padre que no alcance a conocer, o tal vez era la imagen del hombre que yo quería ser. A pesar de conocer el camino, me encontraba perdido. Estaba sitiado por la visión y los sonidos del mundo donde me encontraba, en ese día, completamente diferente a lo que era mi vida a diario. El perfume de pino y magnolia casi me hacían sentir drogado. Estar rodeado de tanta gente era desorientador, y todos ellos eran extraños a mis experiencias con otros. Eran adultos que hablaban acerca de conceptos y eventos de los cuales no podía ni siquiera imaginarme. Me sentía completamente fuera de mi elemento, y todavía siento que estaba en un mundo que me empujaba a entrar y explorarlo. Camine lentamente por ese mundo, adoptando la misma manera que tenían los habitantes de ese planeta. Pero advertía las miradas de ellos a medida que caminaba. Entonces escuche su voz, llamando desde la escalinata del edificio de la administración. Mire hacia arriba y la vi, vestida con un saco gris largo hasta las rodillas, con su hermosa sonrisa y un brazo agitándose hacia mi. Me moví hacia ella, sonriente, tratando parecer impávido y casual. Me sacudió en ese momento , comencé a simular y pretender que no me había afectado haberla visto, cuando en realidad casi salte de mis zapatos al verla. Ella se acerco a medio camino entre las escaleras y el camino, y con un fuerte abrazo y un beso me saludo. "Al fin, llegaste." Dijo, "Justo a tiempo, tenia miedo que tuvieras algún problema en el ómnibus. Ven conmigo al centro de estudiantes, tomaremos y café o algo y comenzaremos." Asentí y me mantuve a su lado a medida que entrábamos en el centro de estudiantes. Ella vio como miraba todo a mi alrededor y los estudiantes que pasaban a nuestro lado. Mirándome de arriba abajo ella sonrío y dijo, "Pareces un turista." Me ruborice, "Alicia... pienso que no debería estar aquí." "Yo sé muy bien lo que piensas, pero no te dejes intimidar por ellos, algún día tu también estarás aquí, tomando tus clases, y veras como la mayoría de ellos son unos estúpidos." Ya era tarde, y la cola de estudiantes en la cafetería era pequeña. Alicia me condujo hasta una larga mesa en el centro del amplio y resonante salón y sentada frente a mi abrió su saco y pregunto. "Que quieres, Speedy? Café? Una gaseosa? Ya se me olvido lo que te gusta." Profundice mi voz en un tono bien macho y dije, "Café!" "Estas seguro? El café aquí se parece al petróleo, es como una patada al estomago, y tu no necesitas que te pateen." "Café," Repetí, y ella se dirigió a la barra donde servían las bebidas, para volver con dos tazas plásticas humeantes, de una cosa muy, pero muy negra que no parecía ser café. Ella me sorprendió mirando dentro de la taza antes de beber. Se sonrío y dijo, "Solo respira profundamente y trágalo." Ella dio un sorbo y se sentó nuevamente frente a mi en su silla. "Speedy, me gustaría que crezcas rápido y vengas a esta universidad. Ciertamente mejorarais la especie dentro de la población masculina. No mires ahora, pero detrás de ti hay un muchacho , caminando hacia nosotros, esta viniendo hacia aquí, y tratara de poner sus manos sobre mi. Mira atentamente, y observa lo que las clases inferiores hacen." El muchacho al que ella hacia referencia, apareció por mi izquierda. Era alto y musculoso, cerca de un metro ochenta, con amplias espaldas. Su voz era fuerte, usaba una chaqueta deportiva color azul y blanca que hacia parecer su espalda mas ancha aun. Se acerco a la mesa y dijo fuertemente, "Hola, Alicia, muñeca espléndida, como estas!" Levanto un pie y lo puso sobre una silla, y el otro bien cerca de Alicia. "Hola, Francisco." Dijo Alicia gentilmente. Con arrolladores movimientos, y ostentosos contoneos, Francisco tomo una silla y se sentó hacia atrás extendiendo sus brazos y piernas. "Como estas, ricura?" Dijo y mirando hacia mi le pregunto, "Dime, Alicia, este es tu amigo?" "El es Esteban," Dijo Alicia. Inmediatamente note que no me había presentado como Speedy, y le brinde una semi oculta mueca a lo Groucho Marx en agradecimiento. Y ella me guiño un ojo. "Esteban, eh? Como estas muchachito, pareces que eres nuevo por estos lados." Antes que pueda decir algo, Alicia le dijo que yo era su mejor alumno, y que estaba mostrándome la universidad. Francisco continuo hablando con ella, su voz era masculina como todo el resto. Finalmente pregunto, "Vendrás a la fiesta? Quieres que pase a buscarte?" Alicia le dijo que estaba atiborrada de trabajo. El sacudió su cabeza. "Alicia, eres la muñeca mas bonita, que jamas he visto. Vamos, no has aceptado una invitación mía en los últimos tres meses." Y guiñándome un ojo se me dirigió a mi, "Siempre es difícil hacerlo con ella, amigo." "Ella es una chica muy ocupada." Dije, tratando de disimular mi voz para parecer mas adulto. El hizo otro intento de obtener una cita, insistiendo, y Alicia gentilmente desechando su oferta. Le dijo que ese fin de semana lo pasaría haciendo su tarea para el final de semestre. Eventualmente el se paro como para irse. Antes de irse bromeo, "Estas segura que quieres perderte la fiesta?" "Es tentador, Francisco" Dijo "Y estoy segura que lo lamentare el resto de mis días. Pero tengo mucho trabajo que hacer." "Sigues preparando alumnos?" "Si," "Bueno, eso esta bien, puedes tomar un buen empleo después de graduarte. Pero una muñeca como tu no necesita esforzarse tanto, algún muchacho se encargara de ti antes de que te des cuenta de lo que ha sucedido." "Es verdad, sucede todos los días." "Bueno, hasta luego, adiós muchacho." Fuera del alcance de sus oídos, Alicia dio un fuerte suspiro. "Has visto lo que te decía?. Orgullo de la universidad, ese enorme gorila. Podríamos usar toda esa masa de músculos para cargar las cosas... pero... es muy alto el precio." "Parece un muchacho agradable," Dije "Speedy, el no es agradable. Intento cojerme en la primera cita, ostentando el dudoso mérito de pertenecer al equipo de fútbol de la universidad, sin mediar palabra acerca de lo que yo sentía en ese momento. Se sorprendió muchisimo cuando le dije que no! Como si fuera la primera vez en su vida que una mujer no se desvestía un minuto después de haber estado con él." Ella sacudió su cabeza. "Odio que me llamen muñeca, como signo de afectación, por un buen chico de Arkansas, que solo sabe hablar de cerveza, fútbol y el dinero de su padre." Nuevamente me guiño el ojo y dijo, "Así que piensa bien, antes de ser como ese imbécil, el primer día que entres en esta universidad, porque tu tienes mas poder en tu mente que toda esa masa de músculos." Terminamos el café y atravesamos el parque en dirección al departamento de Alicia, unos cuadras mas adelante. Ella dijo que no había mucha prisa, que ya tenia todo empacado y no había mucho que mover. El sol se iba ocultando lentamente detrás de los techos de los edificios, y el cielo estaba comenzando a cambiar de colores. Ella encendió un cigarrillo mientras caminábamos. Estaba en el ultimo año de su graduación y le faltaban aun tres mas para el posgrado y de tener que aguantar a esos "Imbéciles, que huelen a lujuria a un kilometro de distancia." "Eso es porque tu eres muy bonita, realmente bonita, Alicia." Aspiro su cigarrillo profundamente, y exhalando el humo, dijo, "Tu lo dices de una manera agradable, pero... en Memphis, ser bonita significa, que eres una especie de premio y los muchachos te quieren mostrar como un trofeo. Tener hijos y cocinar. Algunas veces deseo no ser tan bonita. Deseo ser algo intermedio, mas mundana como mi hermana Elena. Ella luce tan sofisticada, los muchachos la miran y saben que tienen que tomarse su tiempo. Pero por alguna razón ellos me miran y quieren llevarme a la cama y suponen que debo estar agradecida por ello. A veces deseo no ser tan bonita como ellos piensan que soy. He tenido entrevistas de trabajo, para

enseñar alumnos, y el hombre que hacia la entrevista tenia escrito en su cara lo que pensaba. Ellos solo miran mi figura, su mirada no sale de mis tetas, solo eso. Nada acerca de los nuevos métodos de enseñanza, nada sobre las investigaciones que he hecho, ni un minuto gastan en saber sobre los problemas con chicos abusados o precoces. Nada de eso. Solo 'hola belleza que bonitas tetas' y nada mas allá de eso." El lugar del cual ella se estaba mudando era un apartamento de dos ambientes, típicamente moderno con alfombra delgada y paredes delgadas también. Su compañera de cuarto había sido desalojada, dejando solo un colchón en el cuarto y algunas cajas con basura y una silla de madera pintada en la sala. El resto de las cosas, ropas, un viejo baúl, y una docena de cajas con libros eran las pertenencias de Alicia. Resoplando y sudando fuimos cargando el Pontiac que Elena le había prestado. Alicia tenia razón, esas cajas con libros eran realmente pesadas. Pero me las ingenie para realizar la tarea sin que ella lo notase. No paso mucho hasta que la mitad de las cosas ocuparon el Pontiac y nos pusimos en camino hacia el nuevo departamento de Alicia, varias cuadras mas allá, del otro lado de la ciudad universitaria. En la parte vieja del vecindario. Alicia condujo hasta una casa vieja, pero bien mantenida de color bordo con ventanas blancas. Estaba en el medio de un terreno en el que había un inmenso roble al costado de un garaje para dos autos. Su apartamento estaba al fondo, arriba del garaje y se entraba por detrás. Mientras cargaba la primera caja de libros por la escalera que conducía arriba, quede inmediatamente sorprendido al entrar al departamento por la quietud y la soledad del lugar. Tenia una cocina minúscula que contrastaba con la amplia sala y el dormitorio. Las ventanas con cortinas daban todas hacia fuera y podía verse el jardín, los arboles y el resto del vecindario. "Hermoso!" Murmure mientras dejaba la caja en el piso y observaba todo. "esto es muy lindo!" Estaba amoblado con antiguos recuerdos, simples, daban un encanto especial. Una pared tenia una biblioteca de con estantes de madera pintada con barniz, un viejo sofá tapizado a nuevo con una tela floreada, una mullida silla cubierta con el mismo tapizado del sofá, un antiguo escritorio de esos que tienen una tapa que se enrolla. La alfombra había conocido mejores días, y parecía estar hecha de pequeños retazos. Pero le daba un cierto carácter bohemio a la estancia. Sus cejas estaban perladas de sudor a pesar del aire fresco, Alicia entro detrás mío cargando otra caja y la deposito en el piso con un fuerte ruido. Ella se acerco a mi tambaleando y la abrace fuertemente. "Wow! De donde saque todos esos LIBROS!" Ella se quedo abrazada a mi, relajándose y tratando de recuperar el aliento. "Speedy, estoy sin aliento! Como lo has logrado tu! Wow!" La retuve ligeramente, queriendo aplastarla contra mi. Ella usaba un suéter de cuello alto, vaqueros y zapatillas. El suéter enmarcaba su espalda que parecía delicada, pero bajo mis manos podía sentir la firmeza de su cuerpo. Su mejilla sudorosa estaba apoyada contra la mía, mis labios cerca de su esbelto cuello. Poseído por una súbita oleada de pasión y afecto, la aparte de mi y le dije, "Descansa, yo traeré el resto." "Oh, no!." Protesto, "Yo puedo cargar mi propio peso en este trabajo, señor. Tan pronto como recupere el aliento." Me abrazo y beso en la mejilla. "Te agradezco mucho que me ayudes." Hizo otro viaje cargando otra caja. Dejo la caja en el suelo y se zambullo en el sofá. "Wow!. Como me he puesto tan vieja en poco tiempo." Dijo sin aliento. Me dirigí a la puerta y desde ahí le dije, "Quédate ahí, yo traeré el resto." "Tu no lo harás sin mi!." Dijo débilmente mirando al techo. Pero yo ya estaba saliendo por la puerta y escaleras abajo, llegue al auto y tome otra caja, mientras escuchaba los gritos de Alicia detrás de mí, "No lo hagas!." Empujando la cerca de madera subí por las escaleras y me encontré con Alicia en medio de ellas, "No cargues eso tu solo!." "Tu descansa un minuto, yo seguiré!" Dije insistentemente. "Oh si, tu siempre piensas que puedes hacer las cosas solo." No demoramos mucho, que el auto estaba vacío, y nos sentamos en el sofá uno al lado del otro, mirando al techo, con los pies extendidos. "Hemos terminado?" "Solo queda una caja en el auto." "Oh mi Dios, debemos apurarnos, Elena vendrá a buscar el auto pronto y no hay tiempo para llevarte hasta tu casa." "No... no quiero ir a mi casa." "No seas infantil, tienes que volver a tu casa Esteban." Me quede pensando en sus palabras. Me había llamado Esteban!. No me había llamado Speedy, como era su costumbre. Era la primera vez que usaba mi nombre para llamarme, y la primera vez que recordaba que alguien me hubiera llamado por mi nombre. Estaba sorprendido, me había quedado mudo. Luego de un minuto ella se paro, con sus manos apoyadas en su cintura, dijo, "Que desastre. Terminaran alguna vez estas infinitas mudanzas. Estoy cansada de ellas." Me estire en el sofá, pensando si ella había notado que me había llamado Esteban. Estirando sus manos al cielo, se movió lenta y pesadamente hacia la puerta. "Ok, vaquero, vamos por la ultima." En el camino de vuelta a su viejo apartamento, me dijo lo preocupada que estaba acerca de cómo volvería a mi casa. "Escucha, tengo algo de dinero. Te conseguiré un taxi. No creo que cueste mas de diez dólares el viaje. Odio pedirle a la Princesa Elena, que te lleve de vuelta a tu casa." "Puedo tomar el ómnibus." Dije despreocupado. "Ómnibus! Tu madre tendrá un ataque antes de que tu llegues a casa. Oh, es mi culpa, no deberíamos haber perdido tiempo en la cafetería. Tendríamos que haber venido directo aquí." "Solo estuvimos diez minutos en la cafetería." "Pero ya esta oscuro, ahora" "Alicia, tómalo con calma, terminaremos rápido, estará todo bien, además me estoy divirtiendo." "Si, divertido!" Exclamo. "es mi culpa, tratando de hacer todo en un minuto. Dios sabe que lo he hecho tantas veces que ya debería saber que no se puede hacer así." "Alicia, esta bien, no te preocupes." "Nada esta bien!" Dijo enojada consigo misma. "Terminare metiéndote en problemas por mi culpa." No conteste, por lo que podía ver, continuar esta conversación solo haría que ella se preocupase mas aun. Arribamos al viejo departamento nuevamente. Salió rápidamente del auto y se dirigió a la recepción del edificio y apretó nerviosa el botón del ascensor. Cuando llegue a su lado cerro las puertas del ascensor y apretó varias veces el botón del tercer piso, mientras el ascensor se ponía en movimiento. "Debemos darnos prisa." Dijo nerviosamente. "No nos tomara mucho tiempo" Dije, pero ella repitió, "Debemos darnos prisa." Lo hicimos verdaderamente rápido, terminamos en menos de media hora. Tomamos las cajas y las dejamos todas frente al ascensor, luego metimos todo dentro y bajamos a la recepción, ella estaciono el auto frente a la puerta y pronto estabamos de vuelta hacia el nuevo departamento. En el camino ella encendió un cigarrillo y aspiro fuertemente, luego largo el humo en una larga bocanada. Paro frente a señal de transito, "Lo siento," Dijo mientras reanudaba la marcha, calle abajo. Entonces soltó una sonrisa nerviosa y dijo, "Oh, cariño, espero no tener un ataque de nervios." Me miro y sorprendida dijo, "Tu piensas que ya lo tengo." No respondí nada, solo levante mis cejas. "Deja que lleguemos y me pueda bajar, mientras estacionas el auto. Entonces te lo diré." "Ok," Dijo dando una carcajada. "Mientras estaciono, tu corres." Me miro y se ruborizo, "Estoy histérica, verdad?" No demoramos mucho en descargar el resto de las cosas, las cajas eran menos pesadas y podía llevar de a dos. Estabamos terminando de bajar las cosas cuando alguien trajo en un auto a la hermana de Alicia. Elena agradeció al chofer, un amigo de ellas que intercambio un rápido saludo con Alicia y conmigo y se alejo. Elena siguió nuestros pasos por las escaleras mientras cargábamos el resto de las cosas. Estaba vestida con un pulcro y caro traje color marrón que parecía que de algún modo había evitado las arrugas después de un día de trabajo. Lucia perfectamente prolija y ajena a cualquier aspecto de la vida que no fuera ella misma, era lo que pude percibir. "Bueno," Dijo mirando todo el lugar. "Es ciertamente acogedor. De donde sacaron esta alfombra?" Alicia resoplo mientras colocaba algunas ropas en la gran silla, "Elena, por 45 dólares al mes. De todos modos que hay de malo con la alfombra." "Es muy delgada, querida." Dijo ausente. Entro en la pequeña cocina y miro todo, "Bien, es suficiente para una persona, pero dos es imposible aquí." Alicia revoleo sus ojos y dirigiéndose a mi, dijo, "Vamos, solo falta un viaje mas." "Espera," Grito Elena desde la cocina. "Tu tienes las llaves, y tengo que encontrarme con gente importante a cenar, y si me quedo dando vueltas por aquí, llegare tarde. Además ustedes ya casi terminaron aquí." "Si," Asintió Alicia, con sus manos en las caderas y el gesto duro, "Si, ya casi terminamos. No quiero que llegues tarde. Tus llaves están puestas en el auto." Elena se paro en la puerta de salida, "Speedy, eres tu? No te había reconocido, has crecido bastante. Has estado ayudando en la mudanza?" Asentí, "Si, pero todo el trabajo lo ha hecho ella, Señorita Elena." "Estoy segura," Dijo riéndose con su risa seca, levemente despreciativa, de una mujer exitosa. "Alicia, el domingo vendré por ti. Tendremos un almuerzo en casa con el novio y futuro marido de nuestra madre." Alicia quedo boquiabierta. "Marido? Futuro marido dijiste?" Elena río fuertemente. "Si. Van a anunciarlo. Pero no digas nada aun. Entiendes? Se supone que será una sorpresa."

Alicia quedo flotando, atónita. "Ella va a casarse con él. Ella... se... casara... con él..." "Porque no?" Dijo Elena alegremente, acentuando su pequeña sonrisa erótica. "Pero... no digas nada. Hasta después. Adiós Speedy." Elena salió por la puerta, cuidando de no estropear sus tacos altos en la madera de los escalones, Alicia detrás de la puerta grito, "Gracias por el auto, hermana. Espero que no haya estropeado nada." "Esta bien, no te preocupes, Alicia," Dijo Elena, mientras caminaba cuidadosamente para no ensuciar sus inmaculados zapatos. Miro rápidamente dentro del auto, satisfecha de que la ultima carga estaba fuera del auto, sonrío y agitando su mano se metió en el auto y se marcho. Seguí detrás de Alicia por las escaleras, para traer las ultimas dos cajas y la bolsa plástica con ropa que habían quedado sobre la vereda, en medio de la nube de polvo que levanto Elena con su Pontiac. "Bueno, así que mi madre va a casarse." Dijo Alicia. "No han estado saliendo, desde siempre. Tu me hablaste de el hace mucho tiempo." "Si, el es bueno, y bastante rico, pero... Oh, olvídalo. Mejor llevemos eso arriba. Estoy muy cansada. Ya me estoy quedando sin fuerzas." Espere mientras ella ponía dos cajas en mis brazos, y a su vez ella tomaba la bolsa plástica. Escuche a Alicia resoplando detrás mío, cuando me di vuelta, vi que estaba arrastrando la bolsa por el suelo con mucho esfuerzo. "Estas bien?" Pregunte y la respuesta de ella no se hizo esperar. "Siii, seguro." "No levantes eso, yo vuelvo y te ayudo." "No, yo lo haré." "Alicia..." Comenzaba a impacientarme. Pare para dejar las cajas en el suelo y acercarme a ella, tomando sus manos las saque de la bolsa plástica. "Tu estas cansada, deja que yo lo haga. Yo puedo hacerlo." Su cara estaba pálida y sus ojos en blanco, por sus cejas corría el sudor. Con una voz muy débil, Alicia dijo, "Llévame arriba." "Que?" "Ayúdame a subir las escaleras." Pase su brazo por mi hombro y tomándola de la cintura, comenzamos a subir los escalones. "Estas bien?" Pregunte preocupado, "Si, solo un poco cansada y algo mareada." Tomándome del pasamanos, fuimos subiendo lentamente los escalones. "Estas bien?" "No, nada esta bien. Debería haber tomado mas tiempo para hacer esto. Y Elena ni siquiera ofreció llevarte." "Ella tenia una cena importante." "Ella y sus malditas cenas importantes." Llegamos arriba, Alicia se paro en el medio de la sala, mirando el desorden que había, y mirándome dijo, "Estoy tan cansada de esto." Repentinamente comenzó a pestañear y su gesto era de duro reproche. Sus ojos se cerraron y por los lados comenzaron a rodar pequeñas perlas que corrían por su mejilla. "Estoy tan cansada de esto." Dijo llorando y cubrió su cara rápidamente con sus manos. Fui hacia ella, la retuve suave pero firmemente. Por un minuto ella se sacudía y lloraba mientras en silencio le acariciaba su cabeza. "Soy tan estúpida," Murmuro mientras pasaba el dorso de su mano por la nariz. "Tu estas muy cansada," Dije. Firmemente, la aparte de mi y mirando en su enrojecida, sudorosa, cansada y absolutamente hermosa cara. "Siéntate en el sofá y relájate, yo traeré el resto de las cosas." "Oh, mi independencia, mira que bien puedo manejarla. Lo siento, creo que merezco que me des una cachetada." Me fui hacia la puerta y moviendo un dedo amenazador, "No te muevas de ahí hasta que yo termine." Luego de tres viajes arriba y abajo por las escaleras, termine el trabajo. Apoye la ultima caja en el piso y mire hacia ella que parecía dormida en el sofá, con un almohadón abrazado contra su pecho. Tomando unas toallas de papel de una de las cajas, me acerque a ella y arrodillado en el suelo a su lado, le seque el sudor de su frente. Sus ojos se abrieron y sonrío débilmente. "Oh, mírame. Me siento como si necesitase una enfermera. No hagas eso." Y tomando la toalla de papel de mis manos la doblo y con ella comenzó a secar el sudor de mi frente y de mi cara. Ella murmuro dulcemente, "Gracias cariño. Has hecho tanto por mi. Perdona por haber organizado todo tan mal." "Tu lo hiciste bien," Dije, "En poco mas de una hora hicimos dos viajes completos." "Para de ser tan bueno conmigo, cariño. Tu siempre eres bueno conmigo, no veo porque no te desatas y gritas cuando ves las cosas mal." "Tu estas cansada." "Tu eres demasiado bueno, yo no solo estoy cansada, estoy sobrecargada y desorganizada. Y un tanto loca. Esta debe ser la quinta vez que me mudo en este año. No puedo depender de nadie, cada cosa que hago sale mal, me meto en problemas antes de darme cuenta que existen, trabajo hasta quedar muerta, me anoto en todas las clases que puedo durante el semestre. Oh, cariño soy un desastre." "No, solo otra mujer genial buscando su camino." "Para!. Se como Clark Gable y dame un sopapo para volver a la realidad." "Nunca podría hacer eso." Ella sonó fuerte su nariz, "No, espero que no lo hagas. Probablemente te lo devolvería." "Y... tu eres mas grande que yo." "Ya no tanto..." "Bueno... pero eres mayor que yo." Sonó nuevamente su nariz, "Si, pero tu te estas acercando." Tiro la toalla de papel al piso y tomo la toalla limpia que yo tenia en mis manos. "Mira que mujer adulta soy yo. No puedo creer que haya roto en llanto, solo por que me siento al final del camino." "Para de ser tan dura contigo." "Como diablos haremos para mandarte de nuevo a casa, muchachito." "No quiero ir a casa." "Llamare un taxi." "Eso es muy caro." "Puedo pagarlo, de todas maneras te debo algo por lo que has hecho." "No!. Tomaré el ómnibus." "Pero no llegaras antes de las diez a tu casa." Me encogí de hombros, "Quiero estar aquí un rato." "Y hacer que? Ya has hecho bastante." "Me gusta este lugar. Es un hermoso departamento. Ahora solo quiero..." Me detuve. "Tu quieres?" No respondí. De pronto me di cuenta de cómo, en los meses anteriores, o tal vez en el año anterior, me había vuelto indirecto y tímido. Estaba pensando en eso y en como respondería a su pregunta cuando ella se río abiertamente y sonó su nariz de nuevo. "Cariño, no podemos... ugh... estoy avergonzada de admitir esto, nunca lo he admitido delante de ti, pero... bueno, no podemos." "No podemos que?" "Tu lo sabes. Es que... estoy mestruando. Comenzó hoy." Repentinamente tapo su cara con la toalla de papel. "oh, mi Dios, después de todo lo que hemos hecho juntos tu y yo, porque siento vergüenza de confesar que estoy con la regla." Débilmente dije, "Pero no es eso, en lo que estaba pensando." "Como? En que pensabas entonces?" "No estaba pensando en eso, no es eso lo que quería."

"Oh, perdona," Rió mientras revoleaba sus ojos, "Oh, bueno... ahora ya sabes donde mi mente esta. Oh, mi amor! Lo siento, que es lo que quieres." "Bueno..."dije mientras me incorporaba. "Yo solo quería..." Pare, no me salían las palabras ante la visión de esa mujer tan hermosa acostada en el sofá delante de mí. Mire profundamente en sus interrogantes ojos, entonces pase mis manos alrededor de su cuello y apoyando mi cabeza entre sus hermosas tetas, la abrace fuertemente. Ella pregunto, sorprendida, "Esto es lo que quieres?" Asentí con mi cabeza sin decir palabra alguna. Sentí sus dedos en mi cabeza acariciando mi pelo. "Es todo lo que querías, cariño?" Asentí, "Solo un momento." "Eres tan tierno." Ella acaricio mi cabeza por otro rato y entonces dijo, "espera un minuto, cariño, déjame sacar las zapatillas." Me incorpore y ella se saco las zapatillas, y dijo, "Tu también, cariño." Me saque las mías mientras ella se estiraba en el sofá, apoyando su cabeza sobre el rincón entre el respaldo y el apoya brazos. Ella estiro sus brazos hacia mí y dijo, "Ven aquí, déjame acunarte en mis brazos." Me acosté mitad sobre su cuerpo y mitad sobre el sofá, ella se acomodo de manera tal de abrazarme y dejar que mi cara quedase contra su cuello, mientras su mano acariciaba mi cuello y cabeza. Luego de un momento, dijo, "Este lugar me gusta, es muy lindo ver los arboles a través de las ventanas. Es el primer lugar confortable que encuentro desde que empece la universidad.'' '"Me gusta la brisa en las hojas de los arboles." Dije. "Si..." Hablamos sin movernos, no hable mucho acerca de mi mismo. No estaba seguro de lo que sucedería conmigo o lo que seria en el futuro. Ella hablo de su madre y como su salud había ido mejorando gradualmente, desde que era festejada durante estos años por su novio, el señor Buchanan. Tenia una oficina de repuestos y estaba bien financieramente, tenia una casa en Memphis al este de la ciudad. Alicia dijo que no le gustaba mucho. Pero que el había sido bueno con su tiempo y su dinero y sus muestras de afecto hacia ella. Y paciente, él había esperado por muchos años que su madre dejara de lado sus temores, aprensiones y sentimientos sobre su salud. Pero el señor Buchanan era un caballero a la antigua, muy estilo 'Memphis' y muy estrecho de mente con respecto a las mujeres. El adoraba a su madre, pero las únicas virtudes que era capaz de reconocer, eran la servidumbre y la belleza. Gentil pero constantemente urgía a mi hermana Elena a que dejase su exitoso trabajo y se buscase un marido. El la respetaba, pero tenia un magro convenio, con la independencia de Alicia y su política liberal. Él estaba convencido que el lugar de la mujer era con los niños y en la cocina cocinando pavos para Navidad. Había contribuido indirectamente a los estudios de Alicia ayudándola financieramente en varias oportunidades, pero lo que él realmente deseaba era casarse con su madre y que Elena y Alicia vivieran con ellos, no en sus propios departamentos; él quería que estuvieran en casa hasta que se curasen de sus ambiciones de carreras y poder casarse para formar una 'familia como es debido', según sus propias palabras. "No hay modo que pueda hablar con él," Dijo mientras acariciaba mi cabeza, "El concuerda en las palabras, y hace lo contrario en los hechos, porque no soporta nada de lo que yo pienso o creo. Y si el me dice solo una vez mas lo bonita que yo soy y el marido que podría tener, pienso que no voy a poder soportarlo y decirle algo estúpido que luego lamentare, y que probablemente no sirva para cambiar nada en el. El ha sido muy bueno con mi madre, y ella desafortunadamente concuerda con el. Debo soportarlo por ella." Estuvimos un buen tiempo los dos callados, sin decir palabras. Escuchando el ruido que hacia el viento al filtrarse entre las hojas del árbol. "No has hablado mucho." Dijo ella Sacudí mi cabeza en señal de un no. "Hay algo que quieras decirme?" Negué nuevamente con la cabeza. "Cariño, esa luz sobre la mesa me da directo en los ojos, puedes apagarla?." Me levante y apague la única lampara que iluminaba la sala. Me quede parado hasta que mis ojos de acostumbraron a la oscuridad. Solo la pálida luz de la luna iluminaba la sala junto al resplandor de la pequeña lampara de la minúscula cocina. Desde el sofá, ella estaba mirándome, sus ojos eran dos pequeños puntos de luz que se movían en la oscuridad. "Siento tanto, estar con la menstruación." "Ni siquiera he pensado en ello. Yo solo quería pasar una tarde contigo haciendo las cosas que tu usualmente haces." "Seguro?" "Si, seguro." "Ven aquí, acuéstate a mi lado." Llegue al sofá pensando acostarme a su lado como antes, pero ella se paro y dejo todo el sofá para mi. "Anda, acuéstate." Me acosté de espaldas, con la cabeza en el apoya brazos, ella se arrodillo a mi lado y apoyo su cabeza en mi pecho. "estaba un poco acalambrada con la otra posición," Dijo ella. "Lo siento, debías haberme dicho algo." "No, no. Estaba bien." Levanto su cabeza y me miro. Su voz tomo ese extraño tono, que tomaba siempre que quería decirme algo importante, algo realmente intimo. "Nunca antes te había dicho que estaba teniendo mi periodo de menstruación. Esta es la primera vez que lo admito delante de ti. No se porque me siento avergonzada por ello. Cada una de las mujeres que conozco, solo maldicen y parlotean acerca de su periodo cuando ellas están mestruando. Y lo hacen sin vergüenza alguna." "Esta bien" "Te avergüenza que yo hable de ello?" "Por supuesto que no." "Se esta haciendo tarde" "Si." Levanto su cabeza de mi regazo y rápidamente alcanzo los pliegues que escondían el cierre de mi pantalón. Ella prolijamente separo los pliegues de la tela, y con dos dedos de la otra mano corrió la cremallera del cierre. "Pronto deberás volver a tu casa." "Si," Murmure, mi voz era temblorosa y gruesa. Trague saliva con dificultad. "Si, supongo que si." Con la cremallera en sus manos, ella continuo, "Esa vez, hace unos meses atrás, cuando pasamos la semana entera juntos, y tus padres estaban de luna de miel... yo tuve mi menstruación por tres días. Normalmente no tengo periodos muy largos. Pero ese fue el motivo por el que desaparecí los tres días." Suavemente con dos dedos encontró la abertura de mi calzoncillos. "Tenia temor que me vieras en esa condición..." Uso los mismos dos dedos, para sentir el contorno de mi órgano que se dilataba rápidamente. Diestramente tomo y retuvo la punta de mi pene, enviando un auto destructivo cosquilleo que a través de mi pene me llego hasta la espina. Mi pene estaba parado, rígido, y cada vez mas duro. Podía sentir cada célula de sangre en mi cuerpo volverse del tamaño de una moneda y comenzar un viaje a través de mis venas. "Que forma bonita," Murmuro para si misma, y suavemente pasaba los dedos alrededor de mi pene. "La piel es tan suave, pero debajo de la piel es tan duro... tan cálido en mi mano." Apretó suavemente sus dedos sobre la base de mi pene y deslizo sus dedos hacia arriba y hacia abajo, lentamente mientras pasaba un dedo por la punta del pene cuando llegaba a la cima. Una gota inundaba la cabeza de mi pene. Trague saliva nuevamente, dije, "No esperaba esto," "Eso es lo que lo hace excitante," Dijo ella, casi para si misma. Ella me miro y dijo, "Se que no lo esperabas, pero... no te molesta verdad?" Me sonreí y respire hondamente, para tratar de meter en mis pulmones la mayor cantidad de aire posible que me permitiera una respuesta y lo que vendría luego. "Bueno... no esperaras que haga un gran escándalo para proteger mi virtud... O si?" Ella volvió a contemplar mi pene, y a estudiarlo, como si estuviera contemplando la posibilidad de por donde empezar y como hacerlo. "Tienes un hermoso pene." Dijo dulcemente, y lo próximo que recuerdo que hizo fue abrir su boca y engullir enteramente mi pene. Sus dedos índice y pulgar hacían un circulo alrededor de la base del mi pene mientras la palma de su mano frotaba suavemente mis testículos. Subía y bajaba su cabeza a lo largo de mi pene, mientras su lengua dejaba una cálida y húmeda sensación a medida que acompañaba el trayecto de su cabeza. Tenia la sensación de escuchar que alguien tragaba saliva duramente y todo indicaba que en ese cuarto esa persona era yo. Levanto su cabeza y comenzó a pasar la lengua por mi pene, una y otra vez, suavemente recorriendo el contorno de mi pene con su lengua. Para la cuarta pasada de su lengua por mi pene, yo estaba flotando en el aire con los ojos cerrados, sentía que me elevaba cada vez mas con cada pasada de su lengua. Solo escuchaba el suave sonido de su respiración a través de su nariz y el sonido de mi respiración irregular. Suavemente ella repetía las largas y lascivas pasadas de su lengua por mi pene, sus labios y boca y lengua relajando la presión cuando iba hacia abajo y aumentándola cuando subía. Una y otra vez, una y otra vez hasta que mis testículos estaban endurecidos. "Así, ya viene, no demora." Murmure entre convulsiones. Apenas termine de decirlo, un caliente, urticante chorro de esperma inundo su boca, su lengua estaba haciendo torturantes círculos alrededor de la cabeza de mi pene cuando el chorro de esperma la sorprendió. Impávida, ella continuo sin pausa cuando el segundo chorro de esperma subió desde mis testículos con destino final en su cálida boca, yendo directamente a su garganta. Se trago toda el esperma ruidosamente, golosamente, sin pausa. Ahora sus labios apretaban fuertemente mientras su lengua hacia círculos en la cabeza de mi pene, entonces sentí tres cálidos chorros de esperma salir nuevamente de mi pene en una rápida sucesión y ella se los trago como si fueran uno. Movía tan hábilmente su lengua por la cabeza de mi pene que todo mi cuerpo empezó a temblar y sacudirse al ritmo de su lengua, cada golpe de su lengua era acompañado de una suave caricia en mis testículos, continuo así hasta que un ultimo chorro de esperma inundo su boca y lo trago despacio saboreándolo, pasando su lengua por los labios y levantando la mirada hacia mi hizo un gesto de placer, "Humn!". Con un trago final y un suspiro contento ella quito su boca y apretó su puño sobre mi pene, dándole el ultimo estirón largo para sacar hasta la ultima gota de semen, saco su lengua y la paso por la cabeza de mi pene para lamerla. Con un tono lascivo e infantil dijo, "Humn. Que delicioso." Estaba sin aliento, me costaba respirar. Ella observaba mi pene como lentamente iba poniéndose flácido entre sus dedos. Se lamió los labios nuevamente y sonrío, cuando noto que la estaba observando. Hizo un fuerte ruido con sus labios, y sonriendo dijo, "Mírame, parezco un pastor alemán lamiéndome los labios. Me gusta tanto tu esperma, es cremosa y caliente y ... ligeramente salada... es lo que mas me gusta." Se incorporo, su voz cayo en un murmullo suave mientras observaba su mano moviéndose rítmicamente en mi pene, "Es el placer de lo prohibido que siento, cuando acabas en mi boca." Fue en ese momento que note que mi cuerpo tenia la rigidez del acero, y que no había respirado durante todo el orgasmo. Aun estaba sin aliento. Mi cuerpo se relajo con un súbito hundimiento. Respire profundamente.

profundamente. Entonces su increíblemente lisa y suave mejilla toco la mía, y me beso en el cuello. "Me gusta la manera en que gozas." Susurro en mi oído. Incontrolable la abrace tan fuerte como pude y hundí mi cara en su cabello, ella me devolvió el abrazo con un gemido placentero. Quería gritar en ese momento. No tanto por el placer físico que me había brindado, sino por la naturaleza erótica y amorosa con que lo había hecho. Pero no encontré o no supe con que palabras decírselo. Nunca supe porque. Me opuse a la idea de gastar su escaso dinero en un taxi para volver a mi casa. Tome el ómnibus, y afortunadamente pude hacer las combinaciones a tiempo para llegar justo a tiempo. Los pocos pasajeros y la menor cantidad de trafico en el trayecto hicieron el viaje de vuelta mucho mas rápido. Era un poco mas tarde de lo usual cuando llegue a casa pasadas las nueve, pero no tuve que dar excusas por llegar a esa hora. Cuando entre en casa note que el televisor no estaba encendido como de costumbre. La primera impresión que sentí era de que no había nadie en casa, sabia que mi padre trabajaba hasta tarde y mi hermana estaba en la casa de su madrina, pero parecía que mi madre no estaba en casa. No fue hasta que llegue al pasillo que conducía a los dormitorios que encontré a mi madre curvada sobre su cama vomitando pequeñas cantidades de sangre. Tenia una pequeña vasija al costado de su cama donde vomitaba y sobre la mesa de noche al lado de su cama había unas toallas de papel manchadas de sangre al secar sus labios. Cuando me vio parado frente a la puerta de su cuarto, con un doloroso suspiro intento incorporarse sobre la cama. "Que pasa?" Pregunte corriendo al lado de su cama. Limpio sus labios y trato de tomar aliento, sin responder a mi pregunta. "Que pasa? Que ha pasado?" "Estoy enferma, Speedy. Vino de repente." "Pero que pasa? Cuando empezó?." "Llame a tu padre, pero dijo que tenia que trabajar hasta tarde." Estaba atónito ante sus palabras. "Tenia que trabajar hasta tarde? Trabajar hasta tarde? Que esperaba que hagas, que demores tu enfermedad.?" "No lo sé... tal vez penso que era algo pasajero." "Cuanto hace que estas así?" Ella tosió y dio un largo suspiro, paso una nueva toalla de papel por sus labios. "Un par de horas, supongo." "Has estado así por horas y el solo dijo que tenia que trabajar hasta tarde?" Apreté mis puños de la furia, y daba vueltas en un pequeño circulo de confusión. "Que puedo hacer?" Ella sacudió la cabeza, tratando de ocultar su cara y su mirada hacia mi, no queriendo decirme lo que realmente estaba sucediendo. "No lo sé... llama a tu padre nuevamente y ve que es lo que te dice." Corrí a la cocina, y llame a su negocio. Mi padrastro atendió el teléfono con una voz cansada y aburrida. "Mama esta muy enferma! Ella esta vomitando sangre." "Diablos, es una de esas cosas de mujer, es su estomago, ha estado así por semanas." "Pero esta vomitando sangre!, nadie vomita sangre solo por estar mal del estomago." "Yo sé lo que te digo, son cosas de mujer. Toda la enfermedad esta en su mente." "Bueno... que es lo que puedo hacer?" "No hagas nada, yo estaré en casa en una o dos horas. Dile que tome un poco de agua." "Pero ella esta como si estuviera realmente enferma." "Ya sabes como es ella, siempre exagera las cosas. Dile que tome agua o soda, yo iré a casa mas tarde." Su indiferencia me dijo que estaba perdiendo el tiempo. Le dije adiós y volví al cuarto de mi madre, me quede parado. Me sentía inútil y frustrado. "Dijo que tomes un poco de agua o soda. Que mas tarde vendrá a casa." "No puedo beber agua," Dijo dificultosamente. Entonces hizo un ruido extraño desde lo profundo de su garganta y una nueva convulsión la sobrevino, mas sangre salió de su boca y fue a parar a su pañuelo. En ese momento su cuerpo tembló todo y comenzó a gritar y gemir. Apoye mi mano en su espalda, pero no sabia que hacer. Ella se levanto nuevamente y se relajo. "Mama... que puedo hacer?" Oculto su cara pero con una mano alcanzo mi brazo y lo apretó fuertemente. Sus dedos temblaban y todo su cuerpo tiritaba. Hablo sofocadamente, "Ve calle abajo... a la casa de tía Catalina. Yo trate de hablar con ella pero la línea estaba ocupada... tráela aquí." Tía Catalina era una de las hermanas de mi padrastro. Vivía en una casa a pocas puertas de la nuestra. Rápidamente el temor por el dolor de mi madre me dio la suficiente adrenalina como para salir corriendo hasta la puerta vecina. "Ponte la chaqueta!" Grito mi madre. "Esta frío afuera." "Al diablo con la maldita chaqueta!" Me precipite en la noche y corrí calle abajo hasta la casa de tía Catalina tan rápido como pude. Cuando golpee la puerta de su casa estaba sin aliento. Trate de no entrar en pánico. Le pedí a Tía Catalina que venga a casa que mi madre estaba mortalmente enferma, y que estaba empeorando. Parada en el vano de la puerta observándome sorprendida, pregunto "Porque Speedy, que es lo que pasa?" "No lo sé, ella necesita ayuda urgente!" "Pero que es..." "Ahora! Ella necesita alguien ya mismo!." Rápidamente se puso un abrigo sobre los hombros. "Quédate aquí," Dijo tratando de calmarme y calmarse así misma. "Yo iré a tu casa y tu cuida de mi bebe, Speedy, no quiero dejarlo solo." Dijo eso y salió corriendo en medio de la noche rumbo a mi casa, con su abrigo flameando en el viento. Observe su hijo durmiendo por mas de media hora. Varias veces me acerque a la puerta y mire calle abajo para ver que estaba sucediendo. Entonces una ambulancia con sus luces intermitentes y su sirena irrumpió en el silencio de la noche. Quería ver mas de cerca que sucedía pero tenia miedo de dejar al bebe solo, volví a observar al niño y este estaba durmiendo, para cuando volví a la puerta dos hombres con uniforme de enfermeros estaban cargando una camilla dentro de la ambulancia. No pude ver muchos detalles. Las luces volvieron a parpadear en forma intermitente al tiempo que la sirena comenzaba a sonar nuevamente mientras la ambulancia se alejaba hacia la calle principal. Mi madre había sufrido un aborto. Yo estaba profundamente afectado y pasaba los días pensando en como esto la podía haber afectado física y emocionalmente. Pero al mismo tiempo estaba furioso al descubrir que mi familia puritana no mencionaba detalles acerca de ello y ni siquiera la palabra aborto era mencionada en mi presencia. Descubrí lo que había sucedido por fragmentos de conversación que escucha aquí y allá. Durante la estadía de mi madre en el hospital fui enviado a la casa de mi abuela materna a pocos kilómetros de distancia, a soportar sus monólogos interminables y sus horribles chistes cada vez que me llevaba a la escuela en su desvencijado Ford del año 50. Siempre evadía mis preguntas acerca de lo que había pasado con mi madre, pero me imagine lo que había pasado, cuando la escuche hablando con una vecina acerca de que 'el niño había muerto'. Estaba preocupado acerca de lo que sucedería conmigo, cuando un día al llegar de la escuela por la tarde, mi abuela dijo que me llevaría de vuelta a casa porque mi madre regresaría ese día del hospital. Mientras nos dirigíamos a casa mi abuela cayo nuevamente en esas pavorosas bromas, yo pensaba que este infortunado incidente estrecharía la distancia que había entre mi familia y yo. Esperando que mi madre y mi padrastro volvieran, estuve inquieto en la sala de estar hasta ver el auto llegar poco antes de la puesta de sol. Mi madre llego con un camisón y el abrigo de mi padrastro sobre los hombros, que ahora la trataba con mas deferencia y atención de lo que había visto antes, abrió la puerta del automóvil y lenta y cuidadosamente la condujo a nuestra puerta. Mama lucia cansada, pero feliz de estar nuevamente en casa, dirigiéndose hacia mi, me dio un fuerte abrazo. "Bueno," Dijo, "ya estoy de vuelta." "Que fue lo que te paso?" Pregunte. "Estas bien ahora?" Ella advirtió mi mirada y dirigiéndose hacia su cuarto dijo, "Bueno, estuve realmente mal, muy mal... Speedy." Mi padrastro la sostenía por un brazo mientras ella se movía lentamente por el pasillo que conducía al dormitorio. El me ignoro completamente, tal como yo lo esperaba. Observe a mi madre entrar en su alcoba apoyando su brazo contra el marco de la puerta mientras Tony guiaba sus pasos bajo la atenta mirada de la Virgen y el Sagrado Corazón y San Judas en el pasillo. Mire como ella se alejaba y alejaba cada vez mas de mi. Mas lejana que nunca. Podía sentir su dolor. Podía sentir su perdida. Sentía la distancia que nos separaba y la poca esperanza de poder acortarla nuevamente. Mas tarde en mi cuarto pude escuchar a los dos hablando, mi madre sollozando suavemente. Mi padrastro hablando en una manera consoladora que nunca antes había usado. "Su alma estará protegida, se que lo estará." "Pero, Tony, yo estaba inconsciente," Lloraba mi madre, "nadie lo ha bautizado. El estará en el limbo eternamente." El incidente había cambiado la manera en que mi padrastro generalmente trataba a mi madre. Pero nada hacia aquietar enfado ni mermar mi hostilidad hacia el. Estaba disgustado con la manera que el había ignorado su dolor por semanas hasta que el resultado fuera el desastre y la rotura de su corazón. Yo estaba contento que el hubiese aprendido de la manera mas dura. Sabia que el rígido fervor religioso de mi madre significaba que nunca podría compartir con ella mis ideas blasfemas o mi certeza que las respuestas a los misterios del universo no eran las mentiras de cuentos de hadas que solían contarme. Podría haber fingido y decir que su todo misericordioso Dios no consignaría para siempre un feto en el limbo. Pero no había manera, en esa casa cuyos muebles y las paredes estaban salpicas de cuadros de figuras virtuosas y sufridos

mártires y plásticos figurines de Jesús, que podían comunicarse a través de la pared sus mitos y supersticiones. Podía entender sus temores. Pero no podía perdonarlos por dejarme solo en un mundo tan diferente y tan distante del de ellos. Cerca de mi cumpleaños numero trece, Alicia me llamo y dijo que el regalo de pascuas para ella y su hermana Elena seria el casamiento con su madre después de las Pascuas y que todos se mudarían su casa al Este de Memphis. Alicia tenia sentimientos mezclados con respecto a eso. "Estoy contenta por mi madre." Me dijo por teléfono. "Pero no se si podré vivir en esa casa. El es bueno. Pero es un poco anticuado y no se si podré soportar eso." "Al menos no tendrás que pasar el resto del tiempo moviéndote de un lugar a otro." "Es verdad, pero deberé mudarme una vez mas." "Oh no. No de nuevo!" "Si, pero es solo salir de aquí para mudarme a su enorme casa. Bien, al final seré su futura hija, así que el contratara alguien para la mudanza." "Ser su hija tiene alguna ventajas" Bromee. "Puedes venir a ayudarme a empacar?" "Cuando?" "Tengo dos fines de semana para hacerlo, el primer y el segundo sábado de Abril, cual prefieres?" "Los dos," Dije "Cual?" "Los dos," Repetí. Su voz en el otro lado de la línea siempre sonaba como si ella estuviera bromeando. "Muy bien." Dijo, "Esta vez tendremos mas tiempo para jugar. Además tengo un auto para usar. No es el de Elena esta vez. Mi futuro 'papito' va a comprarme uno." Un sábado semanas después, Alicia apareció conduciendo un brillante Chevrolet azul. Pero no parecía muy feliz al volante. "Wow, que auto!" Dije luego de sentarme a su lado. "No es mío!" Se quejo. "Este traga nafta NO ES MÍO! Speedy, estoy asustada. Realmente. Debería estar contenta, pero no lo estoy, lo detesto. Me siento como si me estuviera vendiendo. Además tardo una hora en estacionarlo." "Bueno... siempre puedes devolverlo." "Pero es terrible, no te das cuenta? Me siento deshonesta. Paso todo el tiempo pensando como seré castigada por esto... por este terrible pecado! Pase todo mi tiempo declamando que era auto suficiente y que tenia mis propias ideas, y ahora estoy tirando todo eso al demonio al aceptar este auto." Pase toda la tarde con ella ayudándola a empacar sus ropas y sus libros. Ella se paso todo el tiempo lamentándose y yo tratando de hacer bromas y queriendo suavizar la situación entre ella y el señor Buchanan. Intentaba convencerla de que al menos su vida se asentaría por un tiempo. "No se que ira a suceder conmigo," Dijo ella en cierto punto. "Tenia el sentimiento de tener mi vida bajo control y que podía mantenerme a mi misma. Y ahora tengo que pasar los días en esa casa pretendiendo que estoy de acuerdo con todos, cuando en realidad no lo estoy. Siento que me estoy traicionando." "Lo sé," Dije entendiendo lo que quería decir. "No sabes lo bien que lo se." "Cariño, puedo preguntar algo?" Dijo, mientras se sentaba en el suelo con sus piernas cruzadas y una pila de libros sobre su falda. "Puedes preguntar lo que usted quiera, señorita Scarlett." "Algo... malo sucede contigo?" "Malo? Que quieres decir?" "Porque siempre estas evitando hablar de ti y ya no me cuentas nada de lo que sientes o piensas. Eres bueno conmigo acerca de todo y cada cosa, con la total exclusión de ti mismo." Me reí. "No te gusta que te preste atención? Estoy pasando un día genial contigo. Realmente. Honestamente." "Como están las cosas con tu madre y tu padrastro? Nunca los mencionas. No tengo la mas mínima idea de cómo son las cosas entre tu y ellos." No sabia que decir. Mis propios sentimientos acerca de la manera en que estaba viviendo y lo desvalido que me sentía, eran bastante confusos. Y no quería desperdiciar mi tiempo con Alicia hablando de ello. Apenas masculle algo, un descuidado. "Nada importante que decir o contar," Y ella se quedo mirándome fijamente por un rato. Por algún tiempo luego de esta conversación no hablamos mucho entre nosotros excepto para decir que otra caja había sido empacada, o para empacar otra. Alrededor de las seis ella decidió que debíamos parar por hoy así tendría tiempo de preparar algo para comer. "Estas seguro que estas tranquilo?" Pregunto luego de que pase los últimos cinco minutos comiendo sin hablar una palabra. "Supongo que este trabajo me abrió el apetito." Respondí. "Si, a mi también." "Así que... estas viviendo la excitante vida social del pequeño Este de Memphis desde ahora..." "Por favor no me hables de ello mientras estoy comiendo." Seguí masticando y tratando de pensar en que otra cosa decir. Pero lo único que podía pensar era que Alicia no estaría en esa universidad para siempre, que algún día enseñaría, quizás muy lejos de aquí. De hecho, lo único que podía pensar era que la única persona en la que confiaba, en la única que había depositado todo mi amor y confianza seguramente se iba a marchar de aquí tarde o temprano. Y ese día en particular quería desvestirla y tenerla desnuda frente a mi, pero temía decir algo o hacer algún movimiento en esa dirección. Parpadee y me quede observándola. Entonces ella comenzó con las preguntas. "Estas en trance?" Pregunto. "No," Dije. Ella me miro escépticamente. Me ruborice y confesé. "Si." "Te pregunte si tenias alguna amiga en la escuela." La pregunta me dio una punzada en la espina. "No," Respondí. "Alguien tan activo como tu, y no tiene una chica dando vueltas a su alrededor.?" Sacudí mi cabeza negativamente. "Porque no, cariño?" "Porque no me interesa ninguna." "Ya veo..." Se levanto y se sirvió un poco de gaseosa en su vaso medio vacío. Calladamente volvió a sentarse a la mesa. Después de un momento de silencio, mirando su vaso dijo lentamente, "Yo pregunto... Speedy... oh, no hagas caso." No sabia que era lo que ella estaba pensando. Mire hacia ella y la encontré observándome nuevamente. Tome una gran porción de ensalada. Desesperadamente buscaba algo de que hablar que no tuviera que ver con mis pensamientos. Apunte con mi cara y con la boca llena dije, "Rica ensalada... esta buena." Con una sonrisa triste ella dijo, "Speedy, no estas hablando conmigo. Solo estas diciendo palabras a través de la mesa." "Estoy comiendo," Dije, con un pedazo de lechuga saliendo del costado de mi boca. "Eres un miserable perdedor como mentiroso, tu sabes eso." "Que mentira dije, señorita fiscal de distrito?" "Sobre lo mismo que yo estoy mintiendo." "Tu? Sobre que estas mintiendo?" Abrió sus labios para hablar, pero no lo hizo. "Sobre que estas mintiendo y porque?" Repetí.

Ella respiro profundamente y me miro directo a los ojos. "No estoy mintiendo, realmente. Es solo algo de lo que no estoy hablando." "Bueno, amiga, gracias por decirme que hay algo que no me estas diciendo." Bromee. "Tu estas haciendo lo mismo. Pero tu ni siquiera me dices que no me estas diciendo eso." Sacudí mi cabeza y me moví en la silla. "Eso es muy complicado señorita Scarlett." "Speedy, que es lo que tengo que hacer para que tu no te encierres en ti mismo como lo estas haciendo. Tu eres inteligente, pero siempre eres tan distante cuando te comportas así, y es algo que haces una y otra vez." Dijo ella. "No," Dije rápidamente. "No, Alicia, es que son cosas... que no se como hablar todavía." "Oh! Parece que di en el blanco! Que? Que cosas?" "No." "Que cosas?" "No!" Insistí agresivamente. "Bueno, esta bien... si así quieres que sea." Dijo ella reluctante. "No quiero incomodarte." "Vamos a empacar algunas cosas mas." Dije levantándome. "No." "Alicia, supongo que estoy un poco cansado y aburrido, es solo eso." "Estas seguro?" "Mm Hmn." La expresión de su cara me dijo que no me creía demasiado. Pero todo lo que ella dijo fue, "me prometes no escapar mientras tomo una ducha? Estoy llena de polvo de este trabajo." "Puedo hacerlo yo primero? Me has hecho sudar bastante hoy." "Muy bien, primero tu y luego yo." Me duche primero, rápidamente, no porque no estuviera muy transpirado y sucio, sino porque quería darle una sorpresa mientras ella tomaba su ducha. Después de haberme secado ella entro en la ducha. Mientras ella tomaba su ducha yo desnudo, limpie la cocina y apague todas las luces, acomode las sabanas y me acosté en la cama cara arriba con mis manos cruzadas detrás de la nuca y mi pene erguido. Ella salió del baño secándose el cabello con una toalla. Se paro en la puerta del dormitorio y se quedo observándome. Sus ojos enormes y su sonrisa. "Bueno, Bueno! Puedo entender por esto que eres tu el que hace los movimientos?" "No es mi turno?" Ella se sonrío, "déjame limpiar la cocina y vuelvo." "Ya lo hice." "Oh," Dijo impresionada. "Todo esto y además limpia los trastos!" Dejo la toalla a un lado y entro en la cama a mi lado. "Ven aquí, amor." Casi una hora después ella estaba tendida desnuda debajo mío con sus rodillas levantadas mientras la fornicaba rápidamente sobre el mullido colchón en la oscuridad de su dormitorio. Ella gozo dos veces, una en mi boca y otra cuando la estaba penetrando. "Mas lento," Pidió con sus ojos fijos en los míos. "Hazlo despacio." "Esta bien así? Ya estas por gozar nuevamente." "Déjame sentirte así, cariño. Mírame." Sostuvo mi cara con sus manos suave pero firmemente. "Déjame mirar tus ojos." Fije mi mirada en la de ella. Sus órbitas avellana escudriñaban los míos. Acariciaba mi cara mientras yo me movía dentro de ella. Estaba físicamente cerca del clímax pero emocionalmente distante y Alicia tenia maneras sobrenaturales de saberlo. "Me has estado ocultando algo desde hace mucho." Dijo. "No." Trate de evadirla dando vuelta mi cara. "No, no hagas eso. Tienes que contarme lo que es. No quiero que cargues ese peso sobre tu espalda cuando me estas cojiendo. Dímelo. Dime lo que sea, así puedes disfrutar realmente cuando me cojes." Su oferta derritió mi resistencia, no pude impedir que mi cara y mis ojos se suavizaran con gratitud, una reacción que ella admitió con una pequeña mueca de reconocimiento. Pare de moverme. Intentando decirle, "Estoy pensando... y no se como decírtelo..." "Shh. No pienses. Son tan raras las veces que podemos estar juntos así. Se que estoy siendo egoísta. Pero quiero darte un goce maravilloso. Quiero que pares de pensar te relajes y goces." Comencé a moverme nuevamente dentro de ella., pero acunando mi cara en sus manos dijo, "Despacio, cariño. Hazlo despacio hasta que dejes de pensar." Baje el ritmo de mis movimientos, prolongando mi bombeo dentro de su vagina hasta casi salir afuera y entrando profundamente dentro de ella hasta que mis testículos hacían tope en sus labios. "Así," Dijo. "Si... toma tu tiempo. Así bien profundo." Temía que ella lo hiciera tan bien que me olvidaría completamente, que mis temores y mi indignación me llevarían a gritar o llorar cuando acabara. Pero sus ojos y su voz me atrajeron fuera de mi a pesar de mi reticencia. Sentía que mis emociones brotaban hasta equiparar el intenso placer que sentía al penetrarla. Ella me urgía con cuchicheos lascivos en mi oído y un don ingenioso para mantenerme sobre el borde mismo del orgasmo y demorar la descarga de semen mientras las defensas que encarcelaban mi placer detrás de una pared de saña y aislamiento eran testadas. Por un largo tiempo ella no me dejo acabar hasta que estaba sobre cargado de lujuria, que con un sollozo inútil, perdí todo control sobre mi espalda y mis caderas y comencé a bombear en una condición insensata de crudo placer. Ella recibió mi rendición con una sonrisa dulce. Todo desapareció. Grite. Y lentamente un chorro cálido de esperma salió de mis entrañas. Ella también grito, "Siiii... si, cariño... hmn! Así!... si mi amor!... así disfrútalo, que hermosa acabada..." Cuando sintió mi esperma caliente dentro de ella, enrolló sus piernas en mis caderas y comenzó a moverlas en círculos hasta que las ultimas gotas de esperma quedaron dentro de su vagina. Como de costumbre, ella me destruyo completamente y seco hasta la ultima gota de semen de mis testículos. Caí dormido en sus brazos hasta que me despertó para llevarme a casa. En el camino me pregunto si me sentía mejor. Y le respondí que si. Pero lo que no le dije es que nada había cambiado. La semana precedente al ultimo fin de semana de empaque antes que ella dejase su encantador departamento cerca de la universidad de Memphis fue larga y tediosa. Tanto como yo sabia, esta seria la ultima vez que tendría oportunidad de estar con Alicia, lejos de la atenta mirada de su nuevo padre. Aunque hablamos por teléfono brevemente y organizamos todo para mi visita el sábado, no hicimos mención alguna a lo que iría a pasar o no después de ese fin de semana. Estaba demasiado temeroso de lo que sucedería. Cuando Alicia llego en su flamante Chevy azul me sentía distraído y torpe. Mis endebles intentos de parecer alegre fueron infructuosos. Cuando yo no podía pensar en nada que decir me senté silbando una vieja canción y mirando hacia fuera por la ventanilla del auto, pretendiendo estar encantado con el escenario transitorio. Una vez en su departamento me puse a empacar, haciéndolo rápida y eficientemente no dejando para Alicia mas trabajo que el de observar. Cerca de las tres de la tarde ya estaba todo empacado y no había mas nada por hacer. "Bueno," Dijo ella forzando una sonrisa sobre la tensión que había en su rostro desde que habíamos llegado. Miro las cajas que estaban sobre la pared de la sala de estar. "Eso es todo. Buen trabajo, vaquero, terminamos dos horas antes de lo previsto." "Si," Dije, sabiendo que sonaba tenso y hosco. Pero no sabia que hacer. Camine hacia la cocina y me lave las manos. "Bueno, que haremos ahora?" Pregunto ella desde la sala de estar. "Podemos escuchar música o algo. Ya esta todo empacado." Dije desde la puerta de la cocina secándome las manos con una toalla de papel. "Odio ver que dejes este lugar." Alicia aclaro su garganta y dijo con un aire de misterio, "Bueno, hay una cosa mas por hacer. No se lo que tu pienses de ello... pienso que es un poco tonto." Le brinde un débil pero indulgente sonrisa. "Inténtalo..." Se ruborizo antes de dirigirse al dormitorio, "Sígueme... no te voy a defraudar." Dijo. Ella me condujo al dormitorio y a través de el al baño trasero. Sus enceres de baño estaban en dos pequeñas mochilas sobre el piso. Ella se acerco a la bañera y abrió el grifo de agua caliente. "Primero, necesitamos una tina cálida..." Ella ajusto el flujo de agua y se volvió hacia mi con una picara sonrisa. "Puedes adivinar?"

"Se parece mucho a una bañera llenándose de agua, señorita." Ella pestañeo y movió su dedo. "No... tanto." Dijo mientras alcanzo una de las mochilas y saco de adentro un paquete azul de burbujas de baño y me lo enseñó. "Recuerdas esto?" Un torrente de sangre fluyo en mi cabeza, y en buena parte de mi cuerpo. Me sonreí un poco inseguro, y trate de alcanzar el paquete de burbujas. Ella salto hacia atrás juguetonamente. "No, no, esta es mi parte. Yo debo abrir el paquete y tu parte es quedar desnudito primero." "Se supone que es para recordar lo que yo pienso que se supone que debo recordar?" Ella pestañeo. "Si. Ves.. te dije que era un poco tonto." Un repentino y urticante pensamiento paso por mi mente, pero no quería matar su ilusión, me guarde la pregunta para mi mismo: este ritual significaba que no la vería nuevamente? Desabroche mi camisa. Ella se acerco a mi con un destello juguetón en sus ojos y me ayudo a desvestirme, deteniéndose aquí y allá para tocar mi cuello y mis lados, ayudándome a bajar el cierre de mi jean. Ella comenzó a esparcir el polvo dentro del agua. Observaba las burbujas azules expandirse y crecer. Cuando se volvió, yo estaba parado desnudo en medio del cuarto. Observándome, sus ojos se iluminaron y camino hacia mi. Su cara cerca de la mía. Su mirada estaba fija en mis ojos mientras sus dedos recorrían mi estomago en dirección a mi pene. "Recuerdas esto, también?" Murmuro. "Humn... Si." "Te gusta?" Pregunto, mientras dos dedos en circulo apretaban la cabeza de mi pene. "Si. Como la primera vez." "Humn. Que puerquito eres." Dijo sonriente mientras su mano seguía acariciando mi ahora rígido pene. "No tienes idea cuan a menudo he recordado la primera vez que hicimos esto." Me beso en un ojo y luego en el otro, y susurro en mi oído, "Y desde entonces, pequeño Speedy, te has convertido en un cálido, adorable y sensible joven. Y un excelente amante." Hice todo lo posible para no romper en lagrimas. Resolví que si esa seria nuestra ultima vez, esta seria de la manera que ella quería que lo fuera. Pero mis mudas preguntas persistían en mi mente, y cuanto mas pensaba mas difícil de resolver era. Le di un húmedo beso, con mis labios abiertos y mi lengua pasando suavemente por su cuello, podía ver y sentir como sus latidos aumentaban y su respiración se agitaba. "El agua esta lista." Le dije. "Oh, si," Dijo ella. Miro la tina llena hasta la mitad con burbujas azules. "Ahora los dos hemos crecido y necesitamos un poco mas de espacio del que antiguamente. Entra tu primero." Apuntando a mi pecho con un dedo pregunte, "Yo?", y ella respondió con un parpadeo sensual de sus pestañas y yo asentí. Entre en la bañera, y las burbujas comenzaron a cubrir mi cuerpo. Ella comenzó a quitarse la ropa. "Cierra la canilla cuando las burbujas lleguen a su altura ideal." "Que tan alto?" "Hasta la nariz." "Muy bien." En un momento ella estuvo desnuda. Mi pene comenzó a palpitar debajo de las burbujas cuando la vi desnuda. Estaba esbelta y firme; sus piernas un poco largas para una mujer de su estatura, una ilusión causada por sus cincuenta centímetros de su cintura, sus caderas eran de un estilo moderadamente frondoso en armonía con la redondez de sus muslos. Sus senos se inclinaban suave y velozmente en redondos globos que terminaban en pezones de color rosa oscuro. Su pubis estaba cubierto con un fino y casi transparente monte de pelos enrulados color castaño que coronaban los labios exteriores de su vagina y se extendían a lo largo de ellos, ligeramente separados ahora, justo para ver el color rosado de su interior. Toda la hermosura de su cuerpo, la gracia de su cuello, coronado por su cabellera, enmarcando ese rostro que era una mezcla de niña mujer, prostituta y ángel. La sonrisa picara a medida que se acercaba a la bañera y entraba en ella. "La tienes dura debajo de las burbujas." Dijo metiendo su mano debajo del agua y tocando mi pene. Asentí. "Bueno," Dijo, sentándose con las burbujas hasta su nariz y de frente a mi, "espera s-o-l-o un poco mas." Tomo la barra de jabón y se restregó las manos y entonces por debajo del agua tomo mi pene con sus manos resbaladizas. "Ahh," Suspire. "Te gusta?" "Mmn." "No acabes, cariño." "No temas, no lo haré." "Shh. Solo lo acariciare," Y agrego. "Tengo algo que decirte. Las nuevas reglas." "Que? Reglas?" "Esta te gustara." Bajo el tono de su voz hasta un punto donde pareció ser mas seria. "De aquí en adelante, no serás nunca mas Speedy." "No?" "No. Serás Esteban. Ya no luces mas como 'Speedy'. Ya no piensas como 'Speedy' ni cojes como 'Speedy'. Ya no tiene mas un pequeño pene como 'Speedy', ahora tienes un hermoso pene, con un suave y delicado pelo púbico color marrón oscuro en la cantidad y el lugar exactos. Un corazón cálido y una mente despierta y unos ojos muy guapos. Tu eres Esteban ahora. Y nunca mas volveré a llamarte Speedy. Ok?" Al final de su pequeño discurso yo era una burbuja azulada, con una pizca de sensiblería estúpida, el corazón derretido y el pene extremadamente duro. Si ella me hubiera pedido que mate al Papa y tomara su nombre, lo hubiera hecho en ese mismo instante. Me acerque a ella y ella se movió hacia mi, pase mis brazos por su espalda mullida y húmeda, cuando iba a besarla ella dijo, "Espera aun hay mas." "Oh. Mas?" "De aquí en adelante yo seré Alicia, yo soy Alicia. Ya no soy mas una muñequita adolescente, no soy un gatito ni una belleza sureña. Soy Alicia. Para ti y para todo el resto. Ya tengo veintiún años de edad. Dentro de poco seré una profesional y me vestiré como tal, no como una colegiala. Quiero que todos sepan que me llamo Alicia y que me llamen así. Insistiré sobre todos para que así lo hagan. Uso ese nombre en mis resúmenes, en mis cheques y en todo lo que haga de aquí en adelante. Pero a ti Esteban no quiero pedírtelo, quiero que lo hagas por tu propia voluntad, que de aquí en adelante me llames Alicia." Demasiado shockeado para contestar, solo pude asentir con la cabeza firmemente, entonces la abrace bajo las burbujas y ella me devolvió el abrazo. Luego de un momento de estar abrazados ella golpeo mi espalda con un dedo. "Esteban?" "Si?" "Aun no te escuche llamarme Alicia." "Lo haré. En un minuto." "Quiero que lo hagas ahora. Quiero escucharte decirlo." "Bueno... tu tienes nuevas reglas, yo también tengo una." "Cual es?" "Te llamare por tu nombre muy pronto, dentro de un tiempo, cuando sea el momento correcto para hacerlo." "Cuando?" "Ya veras. Pronto." Nos enjabonamos y fregamos uno al otro, agregando algunos toques juguetones y caricias. Ella dijo que era la primera vez en su vida que sus pezones y su vagina eran enjabonadas por otras manos. Cubiertos de burbujas salimos de la bañera. Ella permaneció un rato mas en el baño mientras yo salí y apague todas las luces del apartamento, dejando filtrar un poco de luz por las cortinas. Cuando ella entro al dormitorio, yo estaba sentado en el borde de la cama con los pies apoyados en el suelo. Ella se paro cerca de la puerta con una toalla en la cabeza secándose el pelo. "Porque estas sentado en el borde de la cama y no dentro de ella?" Pregunto. "Ven aquí, párate frente a mi." Pedí. Cuando ella se acerco a la cama dejo caer la toalla y tomando su cabeza con mis manos la incline para hablarle al oído, "Te acuerdas de esto?" "De que?" "De la primera vez que te vi desnuda. De la primera vez que me mostraste como excitarte."

"Oh," Murmuro. "Si lo recuerdo." Ella retrocedió un paso y abrió sus piernas un poco y movió su pelvis hacia delante para que su vagina estuviera a mi alcance. "Deja que lo haga nuevamente con mis dedos." Le dije. Mientras sus manos acariciaban mis testículos y mi pene, abrió un poco mas sus piernas. Entre sus suaves muslos había una pequeña alcoba donde la palma de mi mano calzaba perfectamente. Acaricie su montículo, que me saludo con una humedad resbaladiza a lo largo de mi palma. Ella separo aun mas sus piernas, permitiéndome deslizar un dedo a lo largo de los labios de su vagina. Inclinándose hacia mi y levantando un pecho con sus manos acerco un pezón a mi boca, murmurando suavemente, "Chupa mis tetitas, cariño." Bese y lamí sus tetas, mientras ella suspiraba gratamente a medida que su pezón entraba en mi boca que suave y golosamente lo mamaba. Al contacto con mis dedos los labios de su vagina se hinchaban y abrían, ella doblo un poco sus rodillas y levanto su pelvis para ofrecerme enteramente su vulva. "Pon tu dedo dentro. Despacio... muy despacio. Ah..." "Aprieta mi pene. Solo un poco. Dale un pequeño movimiento." "Así te gusta?... Así... moja mi mano así." Muchos años atrás cuando era la primera vez que esta escena sucedía, podía mantenerla durante horas. Pero esta vez, podía llamarme dichoso si había durado mas de medio minuto antes de gozar en su mano. Ella hacia círculos alrededor de la cabeza de mi pene con las primeras gotas de esperma que había esparcido sobre sus dedos. El intervalo se había acortado seriamente. Con mi mano libre sujete la suya sobre mi pene, "Espera... todavía no." "No?" "Déjame un rato mas con mi dedo en tu vagina." Ella pestañeo y con un suave movimiento de su cabeza se saco el flequillo de la frente para poder ver mejor como mi dedo entraba y salía de su vagina, acariciando las paredes laterales y la parte superior. "Muy bien, cariño. Cuando tu digas." Por unos minutos seguí masajeando sin mirarla, suavemente acariciaba su clítoris y hacia una ligera presión sobre el, pausando para meter mi dedo dentro lenta y hondamente, buscando las paredes laterales interiores y moviéndolo hacia arriba buscando la curva áspera mas allá de la entrada de su vagina que le hizo soltar un gemido de placer y apretar mi dedo. Mientras su cabeza flotaba y se reclinaba hacia atrás, con sus ojos cerrados dijo, "Cariño, eres tan bueno..." Tenia el pene tan duro que parecía que iba a estallar si se ponía un poco mas duro. Ella se apoyo en la cama, "Mis piernas ya no me sostienen, cariño." "Acuéstate." Obedientemente se acostó en la cama con las manos sobre la nuca y la piernas bien abiertas, mientras sonreía lánguidamente. Ella estaba mojada y lo suficientemente abierta de piernas como para que empiece a cojerla, todo indicaba que yo iba a hacer justamente eso, cuando me deslice hacia abajo y comencé a besar su vientre y lentamente descender hasta los mojados labios de su vagina. Cuando mi lengua toco su clítoris, su cuerpo se estremeció y murmuro roncamente, "Sssi." Retirando un poco mi cabeza de entre sus piernas le dije, "Avísame cuando estés por gozar." "Si mi amor." Replico, moviendo suavemente su cabeza. "Cuando estés muy, pero muy cerca." Ella encogió su pierna y la dejo caer sobre un lado. Podía verla suspirando con sus ojos cerrados. "Si, cariño." Le pase la lengua por los labios de la vagina delicadamente. Cuando toque nuevamente su clítoris todo su cuerpo tembló ligeramente. A veces colocando sus labios enteramente en mi boca y chupando su clítoris y dándole suaves golpes con la lengua de la manera que a ella le gustaba. Sus manos detrás de la cabeza se apretaban contra el respaldo de la cama y empujaba su cuerpo hacia mi. Pocos minutos después su cuerpo comenzó a temblar y los músculos interiores de su vagina a ponerse tensos. Ella abrió sus piernas totalmente y su clítoris duro tenia el casi el tamaño de un dedo pequeño. Comenzó a susurrar acaloradamente, "Así... chúpame así... justo ahí cariño. Suave. Mmn... chúpame así." Sentía los comienzos de su rigidez y los temblores que preanunciaban su orgasmo; solo esperaba que ella recordase mi pedido de avisarme antes de gozar. No quería quitar mi lengua para recordárselo, pero sabia que ella estaba peligrosamente cerca de gozar. Yo confiaba que ella era lo suficientemente egoísta como para gozar cuando y como quisiera. Y justo cuando parecía que iba a gozar, levanto su cabeza y mirando hacia mi dijo, "Ya estoy a punto de gozar, cariño." Inmediatamente subí, y la sorpresa en su cara solo se equiparaba por el placer en sus ojos a medida que la penetraba rápida, honda y suavemente con mi mirada fija en sus ojos. Ella me miraba con salvaje lujuria mientras la penetraba con el ritmo lento y constante que ella prefería. Suavemente murmuro, "Cojeme." Entonces las paredes interiores de su vagina comenzaron a latir y a contraerse, se puso rígida, sus ojos se entrecerraron y sus dedos se clavaron en mis brazos, y sollozó suavemente, "Estoy gozando, cariño." Todo su cuerpo quedo tieso, mientras los chorros de esperma que salían de mi pene inundaban su vagina. Era la primera vez que gozábamos los dos juntos, al mismo tiempo, en harmonía y conjunción con nuestros cuerpos y nuestros sentidos. Demore mis movimientos para prolongar su placer y el mío, otro chorro de esperma me quito un gemido y entre jadeos propios y de ella le dije, "Yo también, Alicia." Mis eyaculaciones menguaron y ella llego a su clímax, se acomodo en la cama con un gimoteo infantil de placer y agotamiento. Sus ojos se cerraron y me abrazo fuertemente. Su respiración de a poco comenzó a normalizarse. Bese su oreja, su garganta y hundí mi cara en su cuello. Sentí su mano recorrer mi estomago y llegar hasta mi pecho, la deslizo hasta mi espalda y se fundió en mi cuerpo con un fuerte abrazo. Nuestros cuerpos permanecieron unidos, estabamos tan calientes y húmedos que nos hubiera venido bien un nuevo baño de burbujas. Abrazados respiramos profundamente y descansamos. "Mi amor..." Susurro en mi oído con una voz casi inaudible. Ya estaba oscuro afuera cuando comenzamos a vestirnos. Me senté en la cama mientras la observaba peinarse. Ella me observaba por el espejo. "Estas mirándome?." Bromeo. "Te estoy preguntando." "Preguntando que?" "Alicia..." "Humn, sonó bonito. Tu si sabes elegir el momento perfecto." "Alicia?." "Siii." "Nos veremos nuevamente?." Lentamente dejo de peinarse, y una pesada carga pareció caer sobre ella. Después de un momento dijo, "Oh, Esteban." "Solo estoy preguntando." Su cara estaba sombría, y continuo cepillando su cabello. Mirándome a través del espejo respondió. "Si. Nos veremos la semana próxima en el casamiento de mi madre." Su respuesta y su manera torpe de decirlo me dijo que mi pregunta la había molestado, así que evite volver sobre el tema. Apoye el dorso de mi mano sobre la almohada y cerré mis ojos. Escuche cuando apoyo el cepillo sobre la mesa y el ruido de su jean al caminar, sentí la cama moverse cuando ella se sentó y apoyo su cabeza sobre mi pecho. "Esteban, la respuesta a esa pregunta yo también quisiera tenerla. Pero no se como ni cuando." "No necesitas responder." Ella sostuvo su cara sobre la mía, con sus ojos fijos en los míos. "Esteban, hay algo que quiero decirte, desde hace mucho tiempo, demasiado. Pero no puedo decírtelo ahora, no ahora. Pero algún día te lo diré. Cuando sea el momento preciso." "Lo prometes?." "Prometido." "Cuando?." "Oh, diablillo. Te lo diré, cuando sea preciso. Es una promesa. Y yo cumplo mis promesas, tu lo sabes bien." Ella se paro nuevamente y dijo, "Pero, algo te diré en el casamiento de mi madre. Solo necesito tiempo para encontrar las palabras. Trato hecho?." Sonreí débilmente. "Trato hecho." Cuando termino de arreglarse se acerco a la cama y extendió sus brazos para ayudarme a incorporarme. Me dio un beso en la frente y dijo, "En marcha, nos vamos." La observe moverse por el lugar, podía ver que ella estaba ocultándome algo. Penosamente lamentaba haberme permitido hacer esas preguntas que habían puesto una sombra sobre nosotros. Resolví que nunca volvería a mencionar nada que pudiera poner sombras sobre nuestra relación, nunca pondría nuevamente una sombra sobre su rostro. Nunca mas volvería a hacerlo.

Capitulo Nueve La boda de su madre era un asunto festivo, atestado, caro y tan adornado como el Sr. Buchanan se podía permitir el lujo de pagar. Asistí a la ceremonia desde un banco delantero en la catedral mientras Alicia, como un miembro de la fiesta nupcial, permanecía de pie e intranquila en un vestido azul pálido, formal. Después de la ceremonia ella se acerco a mí durante el ritual de apretón de manos en la escalinata de la iglesia y me confió, "Malgastador y barbárico." Ella suspiró con impaciencia. "Ciento de personas, decenas de miles de dólares, toda esa ropa, todo este despliegue, sólo para que un hombre y mujer puedan dormir juntos." La muchedumbre se dirigió esa tarde a la cena formal y recepción en el Club Colonial. El Sr. Buchanan, finalmente casado, presumió de su novia y sus dos hijastras. "Las tres mujeres más bonitas de la ciudad de Memphis," Alardeó durante los canapés que se sirvieron antes de la cena. Alicia me sentó al lado de ella en una mesa larga aparte, de la que durante la tarde ocuparon su hermana, su mamá y su padrastro. Bailé el vals una vez con ella, ambos nos ruborizamos cuando yo intenté dominar una erección insistente bajo mi esmoquin alquilado para esa ocasión. Cuando nosotros intentábamos charlar sentados en nuestra mesa, fuimos interrumpidos por una demanda después de la otra para la mano de Alicia en la pista de baile. Finalmente, cuando el fin de la tarde se dibujaba en el horizonte, ella y yo salimos fuera para dar un silencioso paseo entre los arboles de cereza y pinos en los jardines detrás del vestíbulo de la recepción. Una brisa débil se filtró a través de los brotes de las cerezas. Permanecí de pie cerca de ella cuando se apoyó en una rama baja de un cerezo. Débilmente, distraído por el miedo de que mientras ella estuviera viviendo en la casa del Sr. Buchanan nosotros no seríamos libres vernos íntimamente. "¿Algo en tu mente, no es así?" Preguntó, sus ojos que investigan los míos. Su voz ansiosa y seductora flotó a través del dulce aire primaveral. Su belleza, el perfume de las cerezas florecientes y la luz de la luna trabajó implacablemente en mí. Ella dijo, "Es muy duro para mí decirte lo que yo quise decir la semana pasada, si te escondes de mí. Me hace sentir que estoy sola aquí, cariño." Mi esfuerzo de ocultación casi ahoga mi voz, entrecortadamente, le dije que estaba sintiendo lo mismo en ese momento, en ese lugar, parecía extraño. "Incluso un poco raro," Le dije. "Dime de que se trata. Déjame decidir si es extraño o no." Después de pegar durante algún tiempo alrededor del arbusto, yo confesé duramente que yo deseaba que ella hubiese sido mi madre. O mi hermana. Pero que tendría que conformarme con ser su 'mi amigo'. Oyendo esto, sus ojos se ablandaron y ella, también, se ruborizó profusamente. "Cómo extraño, Esteban," Meditó. "Qué cosa tan... tan extraña." Juvenilmente, tímidamente, ella confesó casi culpablemente: "Cariño, me sorprendo de admitirte esto a ti. Pero quise decirte lo mismo. Yo también, deseo que hubieras sido mío. Mi hermano. O incluso... mi hijo. ¿No es una cosa ultrajante, de decir? ¿Habríamos dormido juntos? No lo sé. Pero si alguna vez tuviera un hijo, querría que él fuera como tu." Mortalmente asustado de revelar más, me quedé callado. En lo más profundo de mi interior, quería gritarle mis emociones al mundo. Parcialmente aliviado por el sonido, en alguna parte más allá de nosotros, de la muchedumbre que en la cena cantaba a coro. Embozado por la distancia, el sonido de sus voces cantando un vals lastimero flotó a través de los árboles. Las voces lejanas cantaron: La noche del sábado pasado yo me casé. Yo y mi esposa nos establecimos... "Es el último baile," Dijo ella. "La opción de la novia. Mi madre escogió esa canción. Es su favorita. Semejante canción triste. Pero tan bonita." Me volví hacia ella, asintiendo en reconocimiento de la letra agridulce. En ese momento nuestros ojos se encontraron. Ella sonrió dulcemente, sus ojos mirando profundamente en los míos, profundos y anhelosos. Me pregunté a mi mismo ¿anhelando que? ¿Había visto yo, en alguna parte dentro del afecto caluroso de esos ojos color avellana, un mensaje aun más significativo? En lo más profundo del brillo de sus claros ojos había algo mas, algo tenso, enigmático, hipnótico. Buenas noches Irene, buenas noches... Buenas noches Irene, te veré en mis sueños. "Cariño," Susurró renuentemente, "Me tengo que ir. El baile ha terminado y ellos estarán buscándome." Rápidamente me besó en la mejilla y me abrazó, entonces se alejo hacia el vestíbulo de la recepción. Quede de pie paralizado, viéndola desaparecer entre los cerezos. Despacio me dirigí al edificio, sin prestar atención a que mis padres me descubrieran o no. Olvidado de la muchedumbre que recogía sus pertenencias y se preparaba para salir. Crucé el inmenso vestíbulo y llegue al estacionamiento, a la espera de una ultima visión de ella cuando pasase en el automóvil de su familia. Quizás podría verla antes de que saliera; había quedado mucho por decirnos. Quizás tendría la fuerza para decirlo. Pero el momento ya había pasado, y Alicia no se veía por ninguna parte. En junio de ese año, ella se graduó con honores y obtuvo su titulo de Bachiller en educación especial. La ceremonia fue un domingo después del mediodía. Yo estaba en el restaurante de mi padrino en centro de la ciudad Memphis en ese momento y pude conseguir que Tía Francisca me lleve a la Universidad de Memphis luego de refunfuñar por tener que hacer un viaje especial hasta allí. Cuando llegamos al bulevar principal que bordeaba el campus de la Universidad, Tía Francisca frunció el entrecejo desconcertada. "¿De dónde salieron todas estas personas que están aquí?" Echando una mirada alrededor, vi estudiantes que pululan alrededor nuestro. "Esta muchedumbre, son estudiantes, Tía Francisca." "¿Esto es lo que ellos visten para estudiar? ¿No tienen que llevar uniformes los domingos?" "Tía Francisca, no llevan uniformes en la universidad." "¿Las monjas les permiten ir a clases sin los uniformes?" "Las monjas no enseñan aquí, Tía Francisca." "Oh," Dijo y sus ojos se agrandaron más aun, del susto y la confusión. "¿En cuál de estos edificios viven las monjas?" "No hay monjas, Tía Francisca. ¡Ninguna monja!" "Mira la manera que estos muchachos vienen a estudiar. Hmn. Ni una corbata, ningún buen zapato. ¡Parece, que ese muchacho allí, es el único con corbata!" Durante más de cuarenta años ella había manejado arriba y abajo por las mismas calles para trabajar, ir a Misa y a casa de nuevo, olvidando el crecimiento y los cambios en otras partes de la ciudad; no podía imaginar una institución educativa que no fuera otra cosa que la Escuela Elemental de Señoritas Católicas, escuela a la que ella había asistido por ultima vez en 1918. Cuando ella me dejo cerca de la administración, le expliqué cómo debía hacer para volver a la Avenida Central unos bloques mas adelante. La calle que ella conocía solo porque la Catedral de la Inmaculada Concepción estaba en ella, aunque esta era la primera vez que ella había salido mas de diez millas, al este de la extensión que se había construido en 1940. Dejé de intentar explicarle la universidad a ella. Después, sentado en el balcón de la sala de conferencias, descubrí a Alicia en la procesión de estudiantes en gorra y toga, así como a su madre y Elena y otra pariente mujer que estaban sentadas entre el público. No había visto a Alicia en varias semanas; ella parecía contenta, si no se veía visiblemente después de la ronda de exámenes finales. Cuando caminó hacia el podio para aceptar su certificado especial de honor, me pregunté qué tan pronto dejaría la Universidad de Memphis, o si ella dejaría la ciudad en total. Al final de la ceremonia la encontré entre el público e intercambie gentilezas con sus parientes. Ella se ofreció a llevarme de vuelta al centro de la ciudad, algo que yo acepté alegremente, aunque mientras ella manejaba su Chevy, me encontré que yo estaba ocultando mas de lo que realmente quería decirle. Si lo noto o no, eso no lo supe. Ella parecía relajada, alegre de haber terminado finalmente. Hasta ahora, no había tenido noticias sobre su pedido de ayuda para graduados. Llegando al restaurante de la calle de Calhoun, ella sonrió cansadamente y me agradeció que me hubiera presentado a su graduación. Intenté parecer tan alegre como pude. Cuando salí del automóvil ella dijo, "Espera un minuto! ¡No te atrevas a dejarme sin un abrazo!" Ella salió del automóvil y me encontró en el lado del chófer, donde ella puso sus brazos alrededor de mí y me dio un apretado, largo, y gimiente abrazo. "Pronto estaremos juntos nuevamente," Dijo. "Por fin, yo tendré algún tiempo libre." De la calle nosotros vimos a mis parientes dentro del restaurante, Tía Francisca y la Abuela Rosa y un par de tías que estaban de visita. Ellos nos observaban a través de la ventana del frente del restaurante. Nosotros también los observábamos, y cuando Alicia volvió a su automóvil, me soplo un beso y una sonrisa simpática. "No dejes que te vuelvan loco, cariño." Entonces ella se alejo y me dejo sintiéndome bastante solo pero sabiendo que ella estaba alejándose temporalmente, y que ella se dirigía hacia un bien merecido descanso. Unas semanas después yo estaba pasando la tarde del sábado nuevamente en el Café Tremont. Estaba totalmente desprevenido, de su llamada telefónica tan entusiasmada. "¡No lo creo!" Ella chilló agitadamente en la línea. "¡Esteban, no puedo creerlo! ¡Llego el correo, esta tarde! ¡Columbia! ¡Universidad de Columbia en Nueva York! ¡No lo creo! ¡Ciudad de Nueva York!" No recuerdo el resto de la conversación telefónica. Ese había sido el premio a sus estudios, una beca y un trabajo como asistente de graduados en la Universidad de Columbia. Ella no lo esperaba y yo recordé cuando ella envió su sobre por correo sin muchas expectativas. Dudando que tuviera alguna respuesta. Esto fue una semana antes de que ella me recogiera en el Café Tremont para pasar la tarde del domingo juntos. Ella manejo hasta el Parque Estatal Shelby, donde estaciono su Chevy en el lugar destinado a los turistas que visitaban el lugar. Nos encaminamos dentro del bosque profundo para dar un paseo. Yo estaba familiarizado con el lugar a través de mi gira breve de muchacho explorador con la escuela San Miguel. Estabamos un poco tensos, pero alegres de vernos. Durante algún tiempo mientras caminábamos no quería hacerle la pregunta que tanto deseaba, pero finalmente tome coraje. Estabamos en una colina pesadamente arbolada y de la cesta saco un pollo frito que yo había traído del Café Tremont. "¿Para que cuándo estarás viajando a Nueva York?" Sonrió calurosamente, toco mi mejilla y apretó mi brazo. "Realmente no lo sé, Esteban, pero tendrá que ser pronto. Muy pronto. No tienes ninguna idea, las confrontaciones que tendré con el Sr. Buchanan. Pasó simplemente ayer, cuando le dije que iba a dejar la casa para tomar el trabajo de asistente. Pareció un fósforo como se encendió y comenzó a gritar. ¿Cómo 'puedes' irte a Nueva York cuándo tienes una casa aquí en Memphis y la obligación de casarte y construir una familia?". Me quede paralizado, mirando el valle distante. No tenia idea de que ella encontraría esa resistencia por parte de su padrastro. Hizo que la distancia con mi propia familia pareciera secundaria, al menos por el momento. Ella siguió. "El se opone mortalmente a mi partida. Sobre todo a Nueva York, 'la grande y perversa ciudad', según sus palabras. Sabes cómo son las personas en Memphis, ellos piensan que Memphis es el mundo entero, la única opción posible. ¿Por qué habría que ir a otra ciudad, cuándo todo lo que uno podría necesitar en la vida esta aquí en Memphis?" "Pero no puedes dejarlo. Es para lo que trabajaste. Lo ganaste. Te rompiste la espalda para conseguirlo y lo lograste." "Me trató como si yo fuera algún tipo de reina de belleza ingrata. Igualmente ofrecí devolverle el Chevrolet. En primer lugar nunca lo quise, siempre supe que el maldito automóvil sería tarde o temprano un símbolo de problemas." "¿Entonces entrégalo de vuelta?"

"El no quiere. ¿Puedes creerlo? Quiere que me quede con el auto. Piensa que puede comprarme con un auto. Piensa que el automóvil es importante para mí cuando en realidad, solo es importante para él." Ella bajó su cara y puso su mandíbula firme. "Pero no funcionará. Ya encontré a un amigo que puede venderlo, el dinero en efectivo lo necesitaré en un lugar como Nueva York. No he ahorrado ni diez centavos y el Sr. Buchanan no va a ayudarme ciertamente. Mi madre se ofreció quitarle algún dinero, pero no lo permitiré. Ya sé que parece loco, pero todavía quiero llevar adelante esto, por mi misma." Ella se detuvo y me miraba. Sus ojos de avellana eran fraternales e inteligentes. "¿Tu tampoco quieres que me vaya, verdad?" "Yo nunca dije eso." "Esteban, ya sé que nunca dijiste eso, pero..." Ella miraba hacia abajo y jugueteaba con una hoja caída. "Si es algo súbito para mi, me imagino como lo será para ti." Me buscaba con su mirada. "No será para siempre." "No es para siempre?" "No, solo hasta obtener un Master. Son solo dos años. Estaré enseñando y trabajaré. Me tomara solo dos años completos hacerlo. No será tanto tiempo. Además encontraras alguna novia, tu sabes. Te olvidaras de mi." Solo pude soltar una risa por lo bajo y una mueca. "Correcto." "Cariño, estas convirtiéndote en un joven apuesto. Pronto estarás en la escuela secundaria y tu vida social habrá cambiado. Serás mas adulto y mas alto también. Serás diferente. Si, muy diferente para entonces." "Y tu encontrarás a alguien, también," Cuando dije esto, ella evito mi mirada. Suspiró y agitó su cabeza, parecía fuera de la escena bucólica ante nosotros. "No lo sé, cariño. No pienso en eso. No estoy planeando eso. En lo que estoy pensando es en el trabajo duro que tendré por delante. Una universidad de primera clase como Columbia no es fácil. No es en absoluto un paseo, por lo que he escuchado." Ella me miraba, al parecer para verificar mi reacción ante sus palabras. Me encogí de hombros y me reí. Mientras jugaba con una hoja larga de césped que arranque de la tierra. "Y bien?" Insistió, "cómo te sientes realmente, Esteban?" "Es tuyo, te lo ganaste" Contesté estoicamente. "Trabajaste duro por ello. Debes ir." Investigó mis ojos y entonces sonrió débilmente y lejana. "Bien, si eso es lo que realmente quisiste decir. Eres innecesariamente valiente sobre esto." "Porque?" Pregunte. "Oh, no lo sé. Esperaba algo más de ti. Quizá algo poético. O incluso que te enfadaras. Pero no revelas mucho sobre ti, como es tu costumbre. Realmente te sientes tan noble y seguro de ti... ¿o estás aceptándolo simplemente para mi beneficio?" Consideré mi respuesta rápida, pero cuidadosamente. Me pregunté si ella intuiría que mi respuesta no coincidía con mis sentimientos exactamente. Mentí: "Soy este noble. Estoy seguro de mí." Entonces dije la verdad en parte: "Y estoy haciéndolo para tu beneficio." Ella sonrió. Ampliamente. Amorosamente. Puso su mano en mi brazo y apretó. "Gracias, Esteban. Gracias por eso." Cuando dejamos el parque y volvíamos a la ciudad y al Café Tremont, sentía que ella y todo lo concerniente a ella se marchaba. Mi ansiedad latía violentamente, y la ocultaba con tal dificultad que mi pecho y mi cabeza se sentían físicamente aplastadas. Miraba fijamente, ciegamente fuera por la ventana abierta de mi lado, asustado que si yo le expusiera mi cara ella sabría todo lo que yo sentía y pensaba. El mundo que pasaba por mi vista a cincuenta millas por hora en la carretera parecía ir un poco más de prisa, objetos extraños, amenazaban tragarme y sofocarme en cualquier momento. Me debatía entre decirle que la necesitaba y permitirle hacer lo que era legítimamente suyo. Tuve miedo que cualquier expresión abierta de mis temores e impotencia serían una afrenta para ella, revelaría que yo realmente tenia sólo trece años y que no sabría qué hacer sin ella. No dijo mucho. Manejaba con la vista fija en la carretera. Quería retenerla desesperadamente. Entonces descubrí que no sólo estaba Alicia fuera de mi vida, lo estaban también los lugares donde nosotros estabamos solos e inadvertidos. Fort Lauderdale se había ido, su apartamento se había ido. No conocía un lugar donde nosotros pudiéramos estar juntos. Pensaba con cuidado encima sobre lo que ella pensaría si yo le preguntara si nosotros pudiéramos ir a alguna parte y podríamos estar juntos de nuevo. ¿Pensaría que estaba intentando retenerla? En el pasado, no siempre habíamos tenido sexo cuando nos encontramos; en el pasado me sentía seguro que pasaría de nuevo. Ahora, de repente, comprendí que no había 'después'. Me movía inquieto en el asiento, con los brazos cruzados sobre mi pecho y apretándolo fuertemente, en un esfuerzo por parecer sólo ligeramente afectado por lo que sucedía, qué por supuesto, sólo revelaba la tormenta que había dentro de mí. Era un efecto extraño, como estar de pie lejos de mí, y observar con turbación cómo me movía y hablaba. Era algo que sucedía cada vez mas a menudo y estaba volviéndose un modus operandi que me dejaba sintiéndome sumamente furioso conmigo mismo. Con gran esfuerzo pregunte, "Puedo... puedo verte de nuevo... ¿antes de que viajes?" Para mi sorpresa, ella sonrió perversamente. "Quieres decir... ¿tú y yo los dos juntos en alguna parte?" "Si" Sonrío afectadamente. "Me estaba preguntando cuanto tiempo tendría que esperar hasta que me lo propusieses. Bien... veré que es lo que podemos hacer." Después unos días ella me llamó y dijo que estaría viajando en dos semanas. Saldría por tren hacia a Nueva York. Tenía una amiga de la universidad que vivía en Nueva York y quién la ayudaría a establecerse. Por avión sería más rápido pero mucho más caro; la tarifa del tren era más barata y el dinero en efectivo de la venta de su Chevy tendrían que bastar hasta que el dinero de su premio en Columbia se materializase en el otoño. Toda esta información la revelo como si fuera secundario, o quizás demasiado desagradable para el momento. Rápidamente cambió de asunto y me dijo que todos sus amigos de la universidad habían dejado Memphis durante el verano, por lo que no conocía a nadie que pudiera prestarnos su apartamento donde poder escondernos por un día. No era posible para nosotros pasarse una noche entera; ninguno de nosotros podría pensar en una buena excusa aceptable a mis padres o los de ella para pasar fuera toda la noche. Por lo que ella alquilaría un cuarto en el nuevo motel Holiday Inn al sudeste de Memphis en el Bulevar Airways, en una parte del pueblo que nuestros conocidos no frecuentaban nunca, y donde incluso su automóvil en el parque de estacionamiento del motel no se reconocería. La tarde del sábado ella paso a buscarme por el Café Tremont. No les dije a mis padres sobre eso; mi aislamiento de ellos se había intensificado al punto donde solo unas palabras eran masculladas a la mesa en la hora del desayuno, era todo lo que había entre nosotros. Pero a mi abuela Rosa, a mi Tía Francisca y a Mamá y los otros en el restaurante, les dije que Alicia y yo daríamos un paseo por Riverside y luego iríamos al cine, por que no estaríamos de vuelta hasta tarde. Me deslice dentro de su automóvil, sonreímos y saludamos a los espectadores en la ventana del frente, entonces se dirigió hacia el Bulevar Airways. Por varias cuadras no hablé. "¿Qué sucede?" Preguntó. "Estás tan callado." Pestañeó. "¿Tienes miedo que nos atrapen?" "Oh, nada," Murmuré embotadamente. Por primera vez en mi relación con ella, sentía que nosotros estábamos siendo engañosos y furtivos. En el pasado, nuestros encuentros siempre ocurrieron de un modo natural, como la lluvia ocasional o un cambio de estación. "Cada vez más, siento que estoy llevando una vida oculta de la que nadie sabe algo sobre ella." "Esteban," Dijo seriamente y mirando el camino mientras giraba para tomar el ancho Bulevar Airways, "He estado haciendo eso con mi familia durante mucho tiempo." Suspiró pesadamente cuando apretó el acelerador y se unió con el tráfico en el ensanche de la carretera a Birmingham. "No he tenido tiempo para preocuparme si eso es correcto, o no. Pero para ser honesta... era necesario. No soy yo, y no eres tú. Es el mundo así." Pronto las casas y negocios a lo largo de la carretera fueron quedando atrás. Pasamos el área del aeropuerto y la extensión ancha de tierra ocupada por el auto cine. Más allá de ese punto, yo estaba en una parte totalmente poco familiar de la ciudad. Cuando nosotros entramos en el estacionamiento del Holiday Inn, me sentía perdido e inseguro. Siempre habíamos estado solos en un ambiente familiar, en lugares cómodos; el edificio que estaba delante nuestro era impersonal, macizo, y fríamente público en el sol de Junio de ese mediodía duro. Ella estaciono el auto en la parte de atrás del edificio, cerro el auto y se volvió hacia mi. Riendo dijo, "Pareces muerto de miedo." "No lo estoy" Mentí. "Esta bien este lugar? Ya se que no es una casa pero..." "Si," Dije, abriendo la puerta y entrando corajudamente. "Andando." Nuestro cuarto en el segundo piso, era limpio y espacioso. Olía a desinfectante. Los colores estaban tan meticulosamente combinados en marrón oscuro y naranja pálido, que parecía monocromático. Alicia cerro la puerta con dos vueltas de llave y se encamino hacia la ancha cama. "Ven, siéntate" Dijo, "Pruébala." Cuando me senté sobre la firme cama ella dio un tirón de las cobijas y los tiro al piso, dejándonos encerrados en un perímetro amurallado de blancas sabanas, apenas iluminado por los remanentes de la luz del sol que se filtraba por las ventanas y moría en el suelo junto a las cobijas. Tenia una bolsa de papel con unos bocadillos y unas gaseosas en mi regazo, extendí mi brazo hasta la silla que estaba cerca mío y puse la bolsa ahí, mientras Alicia se quitaba su mochila de la espalda y la colocaba en el escritorio cerca de la pared. Sentándose a mi lado en la cama, ella mantuvo su respiración mientras se acomodaba un mechón de pelo que había caído sobre su cara. "Bien..." Dijo, soltando su respiración. "Es un poco antiséptico." "Creo que podré acostumbrarme a el." Ella se estremeció y frotó su brazo desnudo. "Bajamos ese acondicionador de aire antes de que nos convirtamos en arvejas heladas aquí." Me levante y me acerque al aire acondicionado, buscando los controles en medio de la tenue luz. Cuando me puse de pie, la vi sentada en la cama en medio de ese ambiente que nada tenia que ver con nosotros. Su desagrado se notaba tanto como el mío. Mientras la observaba ella me retribuyo la mirada y por la expresión de sus ojos supe que pensaba lo mismo que yo. Sonrío cómplice. Le devolví la sonrisa, "Bueno... es tranquilo. Solo un poco diferente." "¿Un poco diferente?" Pregunto graciosamente. "Que dices si tomamos un ducha antes y nos quitamos todo este sudor de encima. El automóvil estaba muy húmedo y siento todo el cuerpo viscoso." En el enorme baño dejamos correr el agua caliente de la ducha, mientras nos desvestíamos, mirándonos uno al otro, con un creciente sentido de intimidad y anticipación. Lo incomodo del lugar y del cuarto pronto se disipo por nuestras risas, primero tímidas y luego abiertas y francas, por el roce de nuestros cuerpos bajo la ducha. Sacamos el jabón del hotel de su envoltorio y comenzamos a pasarlo por nuestros cuerpos y luego uno al otro provocativamente, Alicia cerraba sus ojos y gemía suavemente mientras pasaba las yemas de mis dedos enjabonados por sus pezones ya endurecidos.

uno al otro provocativamente, Alicia cerraba sus ojos y gemía suavemente mientras pasaba las yemas de mis dedos enjabonados por sus pezones ya endurecidos. Ella se seco rápidamente y salió del baño hacia dormitorio. Cuando apague la luz y deje el baño, vi que ella había encendido un cigarrillo y estaba sentada en la cama apoyada contra el respaldo, sus rodillas levantadas y apoyadas contra su pecho y su brazo rodeándolas. Desnuda ella parecía delicada y diminuta. Sus tetas firmes contra sus muslos, se agitaron cuando entre en la cama. Exhalo el humo de su cigarrillo en una voluta gris y sensual. Sonrío furtivamente y yo le devolví la sonrisa. Ante mi, entre sus muslos semi ocultos, estaba es suave monte abovedado de su concha, escasamente cubierto por sus pelos pubicos de un color castaño rojizo. Los labios de su vagina brillaban con el pequeño rocío que la cubría. Primario, su carácter animal, se presentaba en atrevido contraste con su escultural elegancia. Aspiro nuevamente su cigarrillo, su voz sonó gutural, secreta, en un tono conspirativo. "Esto empieza a ser bastante indecente," Dijo. "Te refieres a toda esa gente caminando por ahí," Dije en su mismo tono de voz, "y nosotros aquí desnudos" "Si." Exhalo el humo complacida. Tomo otra bocanada y agrego, "Después de hoy, deberás ir a confesarte." "Yo no me confieso. Solo simulo que lo hago." "No te sientes mal por eso?" "Un poco. Pero es lo que debo hacer." "Es un pecado," Dijo ella probándome. "Solo para los demás." "Esto es... un pecado," Dijo ella en tono divertido ahora. Extendió su mano hasta el cenicero y apago su cigarrillo contra el vidrio transparente, varias veces hasta que el ultimo resquicio de ceniza quedo totalmente extinguido. "Es el mayor de los pecados, el mas inaceptable, el mas reprochable... el mas delicioso de todos." "Puedo tener uno de esos?" Pregunte intencionadamente. "Uno de que?" Pregunto apoyándose contra el respaldo. "Uno de esos." Dije moviendo mi cabeza hacia el cenicero. "Ni te atrevas a decirlo. Es uno de mis pocos vicios. No soy perezosa, no soy prejuiciosa, no soy odiosa. Nunca he robado a nadie, no he matado a nadie, no odio a nadie, no soy una fanática racista. Pero fumo. Y soy una hipócrita, y muy dentro mío también soy cruel." "Lo eres?" Pregunte sorprendido, pensando que estaba bromeando. "Si. Lo soy. Tengo esa dulce e inocente mirada de gatita. El señor Buchanan piensa que Elena y yo, las dos somos vírgenes. Pero tanto Elena como yo, fornicamos y lo hacemos con placer." Luego de esto se quedo mirando inexpresivamente, estudiándome. Avergonzado por su mirada, solo atine a decir, "Pero eso no es ser pecador." "Oh, si lo es. Es un pecado porque me gusta mucho. Nada en esta vida te puede gustar tanto y darte tanto placer, sin que sea pecado. Es muy difícil explicar con palabras cuanto me gusta. Es tan bueno contigo, incluso contigo a veces... siento temor de mi misma, es tan bueno... tan inesperado. Algunas veces, cariño, siento una gran tensión dentro de mi. De veras. No siempre es sencillo para mi hacerte saber lo que siento. Soy una terrible pecadora cuando estoy desnuda contigo" "De veras? Luego de todo lo que hemos hecho?." "Si." Dijo mientras tapaba su cara juguetonamente con una mano. "Oh Dios, no puedo creer esto que estoy diciendo. Porque me siento tan avergonzada. Es como si te estuviera hablando de mi menstruación. Es tan estúpido todo esto." Luego de una pausa, pregunte. "Es ese el secreto que querías contarme? Que piensas que esto es un pecado?" "No, mi amor, no. Mi gran secreto es otra cosa, que no puedo decirte por ahora." Quito su mano de la cara y me miro fijamente a los ojos. "Pero algún día te lo diré, no te preocupes." "Esta bien." Dije un poco desilusionado. "Tu piensas que es un pecado?." "Bueno... algo así." "Algo así? Como?." "Bueno... solo porque todos piensan que lo es." "Si, ya se lo que quieres decir." Se quedo pensativa un momento, froto sus piernas y con una voz infantil dijo. "Mi amor, quieres pecar conmigo?." "Si. Eso me hace mas pecador a mi que a ti." "Bueno... entonces no hay redención para nosotros," Dijo sonriendo abiertamente mientras bajaba sus piernas, "Si hemos de ir al infierno, que sea con tu lengua en mi concha." Mientras movía mi cuerpo sobre el de ella para besar los carnosos labios de su vagina, ella miro hacia abajo y fastidiosamente aparto los pelos pubicos que cubrían la entrada de su hermosa concha, "Chúpala, cariño, chúpame bien la concha." Gradualmente ella se fue poniendo ingobernable, susurrando y gimiendo lujuriosamente, en un estado de lasitud y abandono que no había visto antes en nuestras noches de Fort Lauderdale. No tenia idea que era lo que la incitaba a esa efusión de lujuria cruda, casi animal; solo podía suponer, que como yo, ella pensaba que esto se acabaría pronto. Parecía haber dejado atrás sus dieseis o diecisiete años, cuando todo era nuevo e inalterable por los cambios o la necesidad. Comprendí que no era el único en ese cuarto que se sentía asustado y amenazado. A medida que chupaba su concha, ella movió mi cuerpo de manera tal que su cabeza quedo entre mis rodillas y mi pene entro fácilmente en su boca. Comenzó a chuparlo suave y lujuriosamente. Sus caderas daban pequeñas sacudidas cada vez que mi lengua pasaba por su clítoris. Ya no podía soportar la lujuria que invadía mi cuerpo, sentía que todos mis músculos se endurecían, rápidamente me di vuelta y la penetre salvajemente, con golpes largos y profundos. Con su cabeza erguida y apoyada sobre el respaldo de la cama ella sonreía abiertamente y observaba como la estaba cojiendo. Pronto su cuerpo comenzó a ponerse tieso y a punto de llegar a su clímax, tirando su cabeza atrás y a un lado. Ella llego a su orgasmo sacudiendo sus caderas, con la boca abierta y susurrando, "Cojeme… Oh si, cojeme." Levantando sus rodillas, metió su mano entre nuestros cuerpos y agarro mi pene con su mano y sintió como los chorros de esperma que salían a borbotones de mi pene inundaban su vagina. Su miraba era de satisfacción y placer mientras las ultimas gotas salían de mi pene. Dormimos la siesta en esa posición, mi cuerpo de lado sobre el de ella y su mano en mi pene. Cuando despertamos ya era media tarde. Susurrando lascivamente en mi oído y masturbando mi pene ella me despertó, "Vamos, cariño, dame tu leche…" Medio dormido sentía como mi pene iba poniéndose rígido con los vaivenes de su mano, lo movía despacio arriba y abajo, hasta que cuando tuvo la suficiente rigidez, lo introdujo en su boca, y golosamente lo chupaba, "Ahg... dame esos chorros calientes en mi boca..." Decía mientras su lengua hacia círculos en la cabeza de mi pene. Mi cuerpo estaba rígido y mis músculos también, la lujuria que había en sus palabras me excitaban, pronto comencé a sentir como desde mis testículos subía el placer que ella estaba pidiendo. Bebió golosamente las gotas de esperma que salían de mi pene, haciendo ruidos lascivos mientras lo tragaba y apretó el tronco de mi pene hacia arriba, para asegurarse de beber hasta la ultima gota, que sorbió con su lengua de la cabeza de mi pene. Descansamos un poco mas, y luego ella manejo calle abajo por Howard Johnson, hasta un pequeño restaurante. Comía como una cavernícola, devorando su comida. Mientras se reía tontamente y hablaba de cosas sin sentido. "Pásame la sal, cariño." Y entonces se apoyaba sonriente en la mesa y cuchicheaba, "...y lanza un chorrito en mis tetas." Nos divertíamos con eso, en un momento le dije, "Acábame en la oreja" Y eso le dio un ataque de risa que la dejo retorciéndose. Ella dijo, "El Sr. Buchanan tendrá un ataque. Elena tendrá un ataque. Mi madre tendrá un ataque. Las paredes de la Primera Iglesia Bautista de Memphis sufrirán un temblor y sus puertas se caerán en un abismo." Volvimos al cuarto y el atardecer nos encontró pecando y anhelando como animales, lamiendo su concha lentamente y sintiendo sus muslos endurecerse y temblar mientras gozaba, entonces la penetraba, y otra vez la penetraba, y una vez mas. Cada orgasmo suyo era mas profundo, mas duro, mas paralizante que el anterior. Cada vez ella se abrazaba a mi espalda y susurraba en mi oído, "De nuevo Esteban... cojeme otra vez." Hasta que su cuarto orgasmo fue un forcejeo largo y húmedo, cuando llego, sentí mi propio orgasmo crecer lentamente desde espalda hasta la cabeza de mi pene, que se encontraba en toda su longitud acariciado por las paredes húmedas y viscosas de su vagina, que lo apretaban con avaricia y recibieron el ultimo chorro de esperma caliente que aun quedaba en mis testículos. Grite, gemí, entonces la fatiga en mis brazos extendidos y las rodillas temblorosas y su cuerpo retorciéndose bajo el influjo de una lujuria sublime con nuestro ultimo y prolongado orgasmo; hizo que mi cuerpo se apoyara con todo su peso sobre ella. Durante casi una hora estuvimos así, silenciosamente, solo escuchando la respiración agitada en los oídos de cada uno de nosotros con nuestros cuerpos exhaustos. Entonces ella rodó su cuerpo y apoyo su cabeza en mi pecho, luego cambiamos las posiciones y fue mi cabeza la que quedo en sus tetas. En un momento dado, ella se irguió y apoyo su espalda en el respaldo y encendió un cigarrillo. Con mi cabeza en sus muslos miraba como inhalaba y luego lentamente exhalaba el humo de su cigarrillo. En un momento ella murmuro, "Esteban..." Me quede mirándola y esperando. Hizo una pausa y tomo una nueva bocanada de su cigarrillo. Sacudió su cabeza negativamente y murmuro, "Nada..." Finalmente llego la hora de vestirnos y dejar el lugar. Ella condujo hasta la casa de mi abuela Rosa. Llegamos a las once, una hora después que el Café Tremont ya había cerrado. "Pórtate bien con tu abuela Rosa," Dijo desde la ventanilla de su auto sin bajarse, "Ella es muy dulce." "El próximo sábado iré a la Estación Unión a despedirte." "Estas seguro?" "Ahí estaré," dije guiñándole un ojo, pero en realidad no estaba seguro de ello, pero quería que ella pensase que si lo estaba. Ella respondió el guiño y encendió el motor. Lentamente ella y su automóvil fueron convirtiéndose en un punto pequeño calle abajo. Yo estaba de pie en la acera y me preguntaba que infiernos iba a hacer.

De todas las semanas que Alicia y yo habíamos pasado separados, esa semana antes de su partida fue la mas larga que puedo recordar. El recuerdo que tengo de esa semana, es el de estar parado en la vereda de nuestra casa una bochornosa tarde con la pegajosa humedad en el aire mientras observaba el inmenso suburbio alrededor mío. Como una fotografía vieja, descolorida y mal tomada. Nada se movía. Pero yo sentía como la tierra se movía; como se movía el tiempo, despacio e implacablemente. Durante el desayuno, el viernes por la mañana, mi madre me dijo, "Este fin de semana, que viene, será el ultimo sin hacer nada, mientras no tengas escuela. Tu padre quiere que trabajes en su negocio, durante la semana, comenzaras el lunes." "Tienes que aprender el valor de un dólar," Gruño mi padre, mientras se acercaba a la mesa para tomar su café. Tomo un sorbo y se agacho a atarse los cordones de sus zapatos. "Aprenderás como se lleva un negocio. Cargando comestibles. Acomodando las mercaderías. Te compraremos una bicicleta grande para hacer el reparto y con eso ganaras algunos centavos. Diez centavos por cada entrega que hagas en Lauderdale Courts, no será un trabajo duro, pero te ayudara a poner algunos músculos en ese cuerpo, te hará tomar un poco de sol y aire fresco." Hice mención de que una nueva obra estaba por comenzar en la Iglesia de San Miguel y que me habían asignado un papel. Debería dejar el negocio cerca de la cinco de la tarde para poder tomar el ómnibus a tiempo para los ensayos. Inmutable, él continuó. "Esa basura de teatro de aficionados de la escuela tendrá que esperar. La tienda esta abierta hasta las siete durante la semana y hasta las nueve el sábado. Tus juegos en la escuela pueden esperar hasta septiembre." "...Sí Señor." Dije en el tono militar que tanto le gustaba. "Solo les dices que lo sientes, pero que tu tiempo pertenece a la tienda de comestibles de la calle Liberty Cash número 23 hasta que comience la escuela nuevamente." "Si Señor." "Esa mierda dramática, es un montón de idioteces, de cualquier manera.." "Si Señor." "El dinero que ganes, será tuyo. Lo depositare en una cuenta a tu nombre, en el banco. Llevare un control sobre ella. Puedes gastar de ahí, pero en cosas que necesites y puedas usar en la escuela. Pero no para gastar en basura." "Si Señor." La conversación termino. Ese fue quizás, uno de los más largos diálogos que había tenido con mis padres en los últimos meses. El resto del día lo pase abatido en mi cuarto. Cerca del crepúsculo fui con mi infantil bicicleta al parque Gaisman. La bicicleta era una pequeña maquina azul que me había regalado mi tía Francisca para Navidad cuando tenia nueve años. Pensar que podía ganar mi propio dinero para comprar una hermosa bicicleta era un consuelo, después de todo. A los trece años necesitaba mas movilidad que esa bicicleta infantil; por ahora estaba limitado a los ómnibus o mis propios pies. La idea de comprar una bicicleta, de lujo a mi medida, me hacia tener esperanzas en mi futuro. Y, unos meses de trabajo duro en el negocio en mi viejo vecindario, y en el corazón de la ciudad, me darían otra cosa en que pensar, que no fuera la ausencia de Alicia. Para el ocaso ya estaba de vuelta en casa y le dije a mi madre que no iba a cenar. Tome un ómnibus e hice un largo viaje hasta la casa de mis abuelos Rosa y Joe Ricci. Usualmente alternaba mis fines de semana entre la casa de mis abuelos y la casa de mi tía Francisca y su marido el tío Juan. Estar con mis abuelos era mas llevadero y familiar que pasar los fines de semana con mi desorientada tía Francisca y su cansado y afligido aunque afectuoso tío Juan. Los Ricci vivían en una casa nueva, un dúplex de 1920, ocupado en un lado por mis abuelos y del otro por su hija mi tía la niñera, a quien llamaba así para distinguirla de resto de las tantas tías Catalinas que había en la familia. Los Ricci tenían una distribución de su vivienda, que aun en mi niñez consideraba inusual. El tío Juan y la tía Francisca con todo el espacio que tenían en su enorme casa victoriana, dormían juntos en el mismo cuarto y en la misma cama; pero el abuelo Joe y la abuela Rosa, a pesar de su pequeña casa vivían en cuartos separados. El cuarto de la abuela Rosa estaba en el medio de un vestíbulo largo que había en medio del dúplex. Detrás de su cuarto estaba el dormitorio que alguna vez perteneció a mi tío Francisco y a mi padre. El tío Francisco nunca estaba en el, había aprovechado su tarjeta de recluta para entrar a la Universidad Vanderbilt en Nashville, y cuando salió de ahí, obtuvo un empleo en un banco local y tuvo su propio departamento que compartía con su esposa, la glamorosa y vivaz tía Lisa. Pasando el cuarto del tío Francisco había un agregado que era el pequeño dormitorio del abuelo José. Gentil, sumisa, de hablar suave, la abuela Rosa me saludaría desde la esquina, parada en la puerta de su casa, cuando baje del ómnibus. Mirando cuidadosamente en ambas direcciones, mantendría su ceño de preocupación hasta que yo cruzara la senda peatonal de la transitada calle Peabody, y entonces ella sonreiría con su sonrisa maternal, cálida, mientras caminaba los pocos pasos que separaban del cordón de la vereda hasta la entrada de su casa. Al igual que sus hermanas mayores, la tía Francisca y la madrina de mi hermana la tía María, la abuela Rosa tenia una voz chillona; pero su tono era sereno y parejo, como su fisonomía diminuta. Como mi difunto padre, ella tenia el pelo negro, pero sus tiernos ojos azules, eran tan brillantes, que podían verse en la oscuridad de su cuarto. Había una serena alegría en ella cuando me saludaba y me llevaba a la cocina para darme una taza de leche con algunas galletas que ella misma cocinaba. Cuando yo le decía que no quería comer nada, ella insistía y daba vueltas por la cocina como una gallina, con su paso débil y cansado, parecía mucho mas vieja de la edad que tenia, era como si arrastraba algún peso que se hubiera atado a ella en el pasado. Siempre tenia a mano un comentario dulce, sobre como yo me parecía a mi padre. Siempre. Y casi siempre, en algún punto de la conversación ella me llamaba por el apodo de mi padre, o me llamaba por el nombre de mi tío Francisco. Y siempre era la misma disculpa. "Oh, lo siento mucho. Francisco. Lo siento querido, te llame Francisco?. Que tonta soy." Después de la leche y las galletas cuando preguntaba por el abuelo José y una sombra imperceptible caería sobre su cara, un relámpago escasamente visible de tristeza. Ella se recuperaría y diría "Oh, el esta en su cuarto, donde siempre esta. Ve a verlo. Sabes que el te ama y se pondrá feliz de verte. El siempre quiere verte, ve con el mientras yo limpiare todo esto aquí. Luego iremos a dormir, para ir por la mañana al Café Tremont. Anda, ve con el." Al final del largo y poco iluminado vestíbulo, estaba su cuarto y el adentro. El era pequeño, amable e inquieto que hablaba y se movía constantemente, a veces eran movimientos bruscos e imprevisibles. Yo tenia un placer extraño de estar con el. No era el mismo caluroso y afectivo que sentía con la abuela Rosa, era un afecto mezclado con cautela, por su estilo nervioso y su cinismo ocasionalmente amargo, que parecía estar detrás de sus reacciones y de lo que lo rodeaba. Como de costumbre, él estaba sentado en el pequeño cuarto, con las ventanas totalmente abiertas, sentado en su pesada silla de cuero color castaño, con sus piernas cortas apoyadas en un pequeño banco. Tenia en su regazo el periódico, y en su mano un ejemplar del National Geographic, arrollado como un tubo. Alrededor de él los trofeos que adornaban las paredes del cuarto. Un enorme calendario de 1948 con fotografías a color de carreras de caballo legendarias, como la de Citation y Sea Biscuit; un cuadro amarillento con una pagina original del New York Herald anunciando la caída de Wall Street, en un rincón una pila de mas de tres décadas de revistas del National Geographic; un telégrafo antiguo del Ferrocarril de Frisco, donde él trabajó durante muchos años en su juventud; un barra de ejercicio con dos grandes y oxidados pesos; una fotografía de Charles Atlas arrastrando un tranvía en los años 30; retratos de Theodore y Franklin Roosevelt. El me saludaría con una mueca y un "Aahhaa" Tosco pero íntimo, un tipo de áspero reproche juguetón acompañado un rizado firme de mi pelo y un tirón en mi oreja. Entonces un abrazo rápido, sus mejillas rojas siempre raspando y pinchando contra las mías. Y las preguntas de siempre: cómo estaba? Si pensaba seguir creciendo mas alto? Como estaba en escuela? Y siempre, sin tener en cuenta mis respuestas, un "Aahhaa" Cuando él se levantaba inesperadamente de su silla y rizaba mi pelo nuevamente. Nunca supe realmente cuando él iba saltar y hacer ese jugueteo conmigo. Nunca pude anticipar su acción. Nuestras conversaciones eran más como un esfuerzo de mi parte por encontrar que él realmente estaba, mientras él permanecía huidizo pícaramente. Mencioné que había recibido una tarjeta de cumpleaños del tío Francisco y él preguntó, "Sí? Ves alguna vez a tu tío Francisco?." Le contesté que no, y él hizo un ademan rudo con su mano, "Ah, tu tío Francisco. Al infierno con él, Speedy. Ok? Nunca viene a verme, Speedy." Como de costumbre, él cambió el asunto inmediatamente y preguntó por mi Mamá. Le dije que mi madre y mi padre estaban bien y él murmuró, "Tu 'padre'. Hmn. Tu padre esta muerto." Un comentario frecuente para el cual yo nunca tenía una respuesta y él gruñía "Aahhaa" Y rizaba mi pelo de nuevo y entonces confundiéndome preguntaba alegremente si la abuela Rosa me había alimentado bien cuando llegue. "Tu abuela Rosa es dulce contigo, Speedy. Tú eres su muchacho, sabes eso? Ella es dulce, si es muy dulce tu abuela Rosa." Esta conversación incoherente e inconclusa raramente varió. Ni duró mucho, excepto cuando el abuelo José pasaba algún tiempo revisando las cotizaciones de las acciones en el periódico. El prologo siempre era el mismo, mencionaba sus planes de retiro del Café Tremont, cobraría sus acciones y se mudaría a Hot Springs, Arkansas, donde él iría a las carreras de caballos todos los días y 'viviría como un hombre blanco.' Luego el me enviaba a las cariñosas manos y maternales sonrisas de mi abuela para que esta me ponga el pijama y me cubra con el cobertor en el cuarto del tío Francisco. Me daba un beso en la mejilla y me cantaba una canción, "Oh, mi pequeño niño, Oh mi pequeño amor." Luego apagaba las luces del cuarto y yo quedaba solo con el fantasma de mi padre y las reliquias del misterioso tío Francisco, largamente ausente. Me preguntaba a menudo, como hubiera sido yo, de haber estado ellos presente en mi niñez, como hablaría con ellos, o que me aconsejarían ellos en mi situación. Como serian ellos, hombres adultos y aparentemente sensatos? Porque habían desaparecido? Seria yo como ellos? Podría hablarles acerca de Alicia y yo? Ciertamente, a pesar de su afecto, ni la abuela Rosa ni el abuelo Joe ni nadie más podría ser alguien a quien confiar la historia entre Alicia y yo. Cuando desperté vacilante en la casa de la abuela Rosa, la mañana del sábado, 2 de julio de 1955, había estado soñando con mi padre mientras dormía en ese cuarto. Yo me preguntaba cómo mi padre se comportaría en mi situación, el era un héroe, un ganador de la Medalla Aérea, dos Corazones Púrpura y la Estrella de Plata. Había enfrentado el terror de la guerra contra los Alemanes veintidós veces. Había intentado unir el tren de aterrizaje de un B-17 con solo sus manos desnudas. Si él pudo hacer eso, entonces como su hijo yo podría hacer lo propio en la Estación Unión. Tenía frente a mi el modelo que debía seguir, y cómo debía comportarme luego en la Estación Unión para decirle adiós a Alicia... Cuando llegué al Café Tremont con la abuela Rosa, tome un abundante desayuno allí. Salí de allí antes de las once y camine dos cuadras hasta la Estación Unión. Era un ostentoso edificio Romancesco de proporciones macizas, una reliquia de la época dorada, con una inmensa galería principal adornada con lamparas de un blanco pálido en arracimados candelabros gigantescos. La atmósfera era mas calma de lo que yo había imaginado; esperaba una muchedumbre ruidosa con personas moviéndose en todas direcciones. En cambio, todos estaban callados y sosegados, con pocas personas esperando en los largos bancos de caoba. Alicia estaba sentada con una falda negra plisada y la blusa blanca cerca del quiosco de periódicos en el centro de la galería. Estaba leyendo una revista. Al sonido de mis pasos ella levanto su vista y sonrío, aparto la revista, y nos encontramos a medio camino. Ella me dio un abrazo caluroso y largo. Ella susurró feliz "Hola, cariño." Y yo, casi lloré. Pero no lo demostré. Los héroes no lloran. Y los hijos de los ganadores de la Estrella de Plata tampoco lloran. Ni William Holden ni Bogart hicieron esa clase de cosa en sus películas. Su hermana Elena estaba ahí, junto con una amiga a quien no conocía y que me presentaron con el nombre de Tasha. Me sentía incapaz de decir lo mucho que quería decir y de todos modos, dudo que hubiera sido capaz de decir algo, sin embargo. Alicia me dijo que había vendido su auto. Cuando se lo dijo al Sr. Buchanan este se puso furioso. Habían tenido una discusión muy fuerte. Él la apoyaría en Memphis, pero no en Nueva York. Nueva York era Sodoma, la ciudad del pecado, llena de desechos humanos, arribistas y pervertidos. Si ella quería podría enseñar en Memphis, encontrar un marido y tener una buena familia cristiana. Todos en Nueva York eran drogadictos, la mafia poseía todo, y el que no era un gángster era un puertorriqueño, un espaldas mojadas o un judío. Incluso Elena que estaba sentaba esperando infeliz junto a Alicia y su amiga en la estación, pensaba que los delirios de su padrastro eran el resultado de una histeria estridente, y que ciertamente ella no pensaba que Nueva York pudiera ser tan horrible. La preocupación por mis propios problemas desapareció cuando noté que Alicia mantenía un claro optimismo frente a su futuro, mientras sostenía mi mano oculta de los otros sobre los pliegues de su falda. Ella esperaba herméticamente, casi frenéticamente. Una y otra vez ella dio un apretón firme a mi mano, y de vez en cuando ella frotaba su dedo pulgar nerviosa y firmemente por mis nudillos. Al principio pensé que ella estaba haciéndolo para consolarme; después de un rato pude darme cuenta de la tensión que había en su cuerpo. Pero los demás estaban presentes, y era poco lo que me atrevía a decir, incluso en un cuchicheo, para que no lo notaran. En un momento dado Elena mencionó que el anuncio de la partida del tren se oiría pronto, ella y su amiga se dirigieron a la 'sala para señoras'. Sentado con Alicia a mi lado, mirando alrededor en la inmensa estación del ferrocarril que tan bien conocía y donde había pasado tantos fines de semana vagando y jugando. "Esteban, estoy asustada." Oí que me decía. Gire la vista y la detuve sobre mi mano, que ella apretaba y frotaba nerviosamente. "Estoy muy asustada. No pense que tendría tanto miedo. No puedo tener a mi padre aquí, hace ya mucho tiempo que el se fue. Ha pasado tanto tiempo desde su muerte. Se que el señor Buchanan solo estaba diciendo palabras sin sentido, fruto de su ignorancia. Pero nunca pense que el explotaría de esa manera. A veces pienso que entiendo porque el detesta lo que estoy haciendo. Pero no tenia idea de que me odiara tanto. Me asusta, de algún modo. Y ni siquiera me puedo permitir que Elena lo note, ella es tan fuerte, tan exitosa, ella encaja tan bien en todo. Pero incluso Elena tuvo que mentir para venir aquí a despedirme, el piensa que esta en su oficina. Todo esto me asusta, no se por que."

Con la cabeza erguida, murmure. "Yo no tengo miedo." Ella me miro con una enternecida mirada, llena de amor. "Estoy orgulloso de ti. Te lo ganaste. Lo mereces. Y después que te vayas de aquí hoy, estarás en el lugar por el que tanto luchaste para ser tu misma. Y no estará el señor Buchanan dando vueltas por ahí, haciéndote sentir una delincuente" Su mirada se desvío hacia un lado y murmuro en mi oído, "Elena y su amiga están regresando." Froto tiernamente mi brazo y con una sonrisa cómplice agrego, "Gracias, cariño." Las paredes de la sala central de la estación se llenaron con los ecos del anuncio de la partida del tren. Gimiendo y suspirando Alicia Elena y Tasha tomaron el equipaje y todos nos encaminamos hacia el anden, donde el tren esperaba entre nubes de vapor y pitidos. Estabamos cerca del fin de la era de los largos trenes de pasajeros y todo su colorido tal como lo recordaba de mi infancia. Pero los porteros negros con su uniforme todavía estaban ahí, corteses y sonrientes dando la bienvenida a los pasajeros y ayudándolos a subir al vagón. "Puedo ver su boleto señora? El maletero cargara su equipaje. Jorge, estas maletas son para el vagón 4111." Todavía era la época en que se quitaban la gorra y hacían una reverencia inclinándose hacia los pasajeros y saludaban con una sonrisa amistosa. Caminamos juntos por la plataforma hasta el vagón 4111, solo las personas con pasaje podían subir al vagón. Nos despedimos de ella en la plataforma. "Adiós hermana," Dijo Elena con los ojos llenos de lagrimas, mientras abrazaba a Alicia. Entonces su amiga tomo la mano de ella y mirándola a los ojos solo atino a murmurar entre sollozos, "Alicia... voy a extrañarte tanto..." Ellas se abrazaron y Alicia dijo algo a su oído que no pude escuchar. En respuesta Tasha asintió con la cabeza y dio un paso atrás. Entonces fue el momento en que Alicia se acerco a mí, con una sonrisa valerosa y extendió sus brazos hacia mí para un abrazo. Fui hacia ella y me agarro como si fuera una sandía, me abrazo tan fuerte que me levanto en el aire. Tenia la certeza de que Alicia no iba a llorar, pero no estaba tan seguro de que yo no lo hiciera. Yo era escasamente mas alto que ella, sus labios como de costumbre cuando nos abrazábamos quedaban justo debajo de mi oreja. "No voy a llorar, si tu no lo haces," Dijo murmurando en mi oído. "No lo haré." Entonces con su cabeza apoyada en mi hombro comenzó a llorar. Casi aterrado mire a los otros para ver si lo habían notado. Por supuesto que lo habían notado, pero no de la manera que yo pensaba. Elena con una sonrisa triste en los labios, le decía a su amiga que Alicia y yo habíamos crecido juntos. Mi preocupación estaba al sentir que Alicia estaba llorando. Con una respiración profunda y una separación súbita hacia atrás, se quito las lagrimas de sus ojos con la mano. "Perdona, no pense que iría a llorar así." Con un beso en la mejilla y una amplia sonrisa, le dije que estaba todo bien. "Pórtate bien, vaquero. Y no olvides de escribirme." Me beso en la mejilla rápido y se subió al vagón, mientras el ultimo llamado del guarda anunciaba la partida. "Todosss a bordooo." Entre el rechinar de las ruedas, las nubes de vapor y un silbato estridente, el tren se puso en movimiento. Lentamente en medio de un ruido infernal el tren comenzaba a alejarse con Alicia en la ventanilla. Sus ojos llenos de lagrimas le daban aun mas brillo del que siempre tenían. "No se olviden de escribirme! O volveré!." La otra muchacha que estaba con nosotros grito: "Cuídate de los taxistas en Nueva York!." Lo ultimo que vi fue su mano agitándose por la ventanilla. No quería ver mas nada. Por cortesía, solo dije adiós a las otras dos muchas y me di vuelta, para alejarme del lugar. Sentía que debía irme de allí a cualquier parte. Estaba exhausto de contener mis sentimientos. Caminé bajo la fría sombra de la galería central de la estación hasta la salida. El ruido de los trenes se oía detrás de mí y escuchaba como se alejaba llevándose a Alicia. Me acerque al quiosco de periódicos, estaba de parado con las manos en los bolsillos de los pantalones elegantes que vestí para la ocasión. Una respiración profunda. Otra respiración más profunda. Pretendía mirar fijamente las revistas mientras reunía el coraje suficiente para atravesar la estación y parecer absolutamente normal delante de las personas que entraban y salían a través de los arcos principales. Mi mente estaba vacía, completamente en blanco. No donde ir o que hacer.. Mi impulso era saltar dentro del tren, con boleto o sin boleto, con equipaje o sin equipaje. No podía creer que estaba teniendo tales pensamientos imposibles. Abruptamente, me sentí harto de esta escena. Me volví y en una serie larga de movimientos durante los que luché para mantener la cordura y no correr detrás del tren, salí afuera de la estación. Llegue rápidamente al Café Tremont. Entré por la puerta del frente del Café Tremont, ahora lleno a la hora del almuerzo, con los hombres del ferrocarril, viejos habitúes, un manojo de mis tías, parientes y las dos camareras de mediana edad que trabajaban allí. Bill Hailey y los Cometas estaban sonando en la Wurlitzer de luces parpadeantes con 'Rock Alrededor del Reloj'. Era un disco que estaba desde hacia mucho tiempo en la vitrola, y producía un ruido chirriante y molesto. Sin decir una palabra fui detrás de la barra donde se servían los almuerzos, tome un cucharón grande y me serví una buena porción de helado Forrest Hill de vainilla. Aunque sin lagrimas, yo sabia que estaba llorando. Tenia un sabor salado en mi garganta. Pasaba los platos a la parte trasera de la cocina, donde mi bisabuela Nifa, sonreía con su boca sin dientes, mientras revolvía una cacerola con un guiso de carne humeante. Le sonreía a cada uno que me sonreía y saludaba a cada uno que me saludaba. Estaba callado tomando el helado y con mi mente fuera de ese lugar. Wanda, una camarera pelirroja, pequeña y tiesa, que siempre hablaba de costado por su boca delgada, entro en el cuarto de descanso con una taza de te en su mano, "Hola dulzura, nos vas a escribir el menú hoy?" Pregunto desde el costado de su boca. Busque dentro de mi repertorio, mi mejor sonrisa, "Seguro." "Aquí tienes," Dijo ella, tomo una silla delante de mi, y saco varias paginas escritas a mano del bolsillo de su delantal. "Aquí están todos los platos y los precios, puedes escribir esto en la maquina para nosotros? Tu sabes que yo no puedo deletrear una palabra en esa maquina." Puso los papeles sobre la mesa, encendió un cigarrillo y bebió su te. La mire, ya estaba llegando al final de sus treinta y por lo que sabia era divorciada. Era delgada, de cuello largo, bastante atractiva a pesar de su nariz larga y un poco encorvada. Siempre había visto algo seductor en sus pequeñas tetas y brazos delgados. De cintura fina y piernas largas, siempre era amistosa y sin ceremonias para conmigo desde la primera vez que la vi. Ahora estaba sentada frente a mi otra mujer quien podía ser sexualmente atractiva para mi y que podía compartir conmigo algo de lo que con Alicia era prohibido y sexualmente atractivo. Pero Alicia se había ido. Esos dos hechos, la presencia física de Wanda y la ausencia de Alicia me daban un nuevo e indefinido sentimiento. Repentinamente por primera vez desde que me había iniciado sexualmente, no había manera de expresar mi sexualidad. Lo encontraba como algo extrañamente desorientador. Wanda aspiro el humo de su cigarrillo, y mientras lo exhalaba dijo, "Que pasa? No pareces muy feliz hoy." Descaradamente respondí sin un pestañeo, "Es que perdí a mi novia hoy." "Que importa eso!, búscate otra." "Es que no conozco ninguna otra" "Y eso que? Eres joven. No como yo!. El ultimo que tuve me dejo. Me volvió vieja antes de tiempo!." Ella dio un bostezo cansado, ese movimiento hizo que sus pezones pequeños se marcaran en su delgado delantal. Me pareció que no estaba usando corpiño debajo de su uniforme de camarera. "Bueno, debo volver a trabajar. Dale los menúes a la jefa, ya sabes a tu tía Francisca, cuando termines. Te envidio, tan joven y tan inteligente para tu edad." Se levanto de la mesa y salió del cuarto, con la mirada de un excitado muchacho de trece anos viendo como movía sus caderas y sus largas piernas mientras salía del cuarto. Tome la máquina de escribir Smith Corona, del armario donde estaban también las escobas, la cargue con papel y carbónicos para escribir los platos del día y sus precios, que luego pondría dentro de las tapas de plástico de los menúes. Mientras escribía me preguntaba como seria cojer a Wanda. Pero no era Wanda lo que yo quería. Sabia que solo me encontraba solitario y que realmente extrañaba a Alicia, y que tarde o temprano ella estaría al lado mío con sus gemidos y sus caricias. Pero eso no sucedería. Y un nuevo y súbito dolor en mis testículos y en mi intestino, comenzó a sacudirme de repente, con la fuerza del viento de una explosión atómica. Supe que mis necesidades sexuales no serian satisfechas. Inquieto y crecientemente ansioso y enfadado me dispuse a teclear los menúes. Tenia que poner una hoja y cinco copias. Tía francisca me daría cinco dólares por todo el trabajo. No mucho, pero cinco dólares eran cinco dólares, además de un par de dólares que me daba cada semana y otros dos o tres que me daba la abuela rosa mas alguno que me daba el abuelo Joe hacían mi presupuesto. Mi cerebro comenzó a sumar esto. Eran alrededor de nueve a once dólares a la semana. Si continuaba mintiendo acerca de mi edad y pagaba entrada de menor en el cine, y si mantenía el gasto en la escuela en un limite bajo durante la semana, podría ahorrar cerca de veinte y cinco o treinta dólares al mes. Tal vez mas. Y si continuaba entregando mercaderías en el negocio de mi padrastro, ganaría mas dinero cada semana. Mientras escribía, me puse a pensar. ¿Cuánto tiempo tomaría para ahorrar bastante dinero para llegar a Nueva York?

Capitulo Diez Escuche la voz agitada de Alicia por el teléfono: "Pienso, que ya es hora que vengas a New York, si es que aun lo deseas?" "Porque este cambio repentino" Pregunte. "Repentino? Estuve pensando en ello por meses. Me imagino que ahora estas preparado para el shock de New York." "Oye!, la maquina de escribir que me enviaste, prometo usarla hasta gastarle las teclas, pero es un regalo muy caro, no puedo dejar que pagues por ella. Cuando pueda te la pagare." Me dijo que la había comprado a un precio muy bajo, uno que nunca encontraría en Memphis. Dijo que si realmente lo deseaba, podía recuperar el costo de la maquina de escribir. "Intente ahorrar algún dinero para cuando vengas, pero me fue imposible. Pero tu tienes suficiente con tu dinero como para pasar unas vacaciones en vez de solo un viaje. Y puedes devolverme el regalo tratándome bien, de vez en cuando." "Trato hecho!" "Y prométeme, Esteban... que mientras estés aquí... serás mi amigo." No tenia idea del porque de su pedido. Tendría mucho trabajo? Estaría muy ocupada con sus cosas, o muchas cosas para visitar? "Muy bien, lo prometo." Ir a New York requería de un plan, y de una cierta política de engaño con Tony. Al principio se había rehusado a dejarme gastar mi dinero en el viaje. Había mascullado "Si tanto quiere verte esa amiga, porque no viene ella y de paso visita a sus parientes y a ti con su propio dinero." Desalentado por sus palabras, llame a Alicia unos días mas tarde, para explicarle el problema. Ella se desilusiono. "Ya veo que ustedes dos siguen teniendo problemas todavía." Dijo con voz triste. "Hubiera deseado saber mas sobre esto antes de dejar Memphis. Pero no entres en guerra contra el, porque llevaras la peor parte. Por lo que estas diciendo, pienso que realmente necesitas estar lejos durante algún tiempo de esos problemas. No te preocupes Esteban, solo ten un poco de paciencia. Encontraremos alguna solución." Estaba tan furioso ante la negativa de Tony por no permitirme viajar con mi propio dinero, que me senté en mi escritorio y escribí una larga lista de las muchas cosas que odiaba de el, además de una historia detallada de los actos delictivos que había cometido en contra mío. Era un documento acerbo que escondí en mi escritorio. Desgraciadamente, fui bastante tonto como para no destruirlo después de dar salida mi bronca. Mi madre encontró mi invectiva mientras limpiaba mi cuarto. Un día cuando regrese a casa después de la escuela, ella entró en mi cuarto con una oscura mirada de reproche y se sentó conmigo en mi cama. Nosotros teníamos nuestra primera - y última - larga e íntima charla juntos. Ella me instó que fuera mas comprensivo con Tony. Él realmente no me odiaba. Había crecido en una familia italiana grande y muy pobre en la zona de pobre de Memphis y literalmente tuvo que luchar duro para que el y sus hermanos y hermanas tuvieran comida. Trabajó mucho tiempo y muy duro, él nos saco del barrio en que vivíamos y nos había traído aquí, con mucho sacrificio. Dejando de lado sus propias necesidades para pagar mi matricula en la escuela de Los Hermanos Cristianos, en lugar de enviarme a una escuela pública con un nivel académico inferior y normas sociales inferiores. Entonces ella me dijo la verdad sobre mi propio padre. Cuando estaba entrenando en 1943 en Tucson, Arizona, él vivía con otra mujer. Escribió una carta a casa diciendo que quería el divorcio, que no quería tener nada que ver conmigo. Cuando yo tenia 18 meses, mi madre y el abuelo Joe me llevaron a Tucson. Instaron a mi papá a que mantuviera su responsabilidad y esperar por lo menos hasta que la Guerra termine para ver si todavía quería disolver el matrimonio. Ellos le recordaron que como católico que era, estaba obligado a intentar que las cosas funcionen moralmente. Mi padre cedió. Él regresó a Memphis del frente europeo y dejo a mi mamá embarazada de mi hermana. Meses después, escribió una carta la noche antes de su misión fatal en el bombardero, diciendo que temía que iba a morirse porque había estado ofreciéndose voluntariamente para demasiadas asignaciones peligrosas, a fin de lograr su vuelta más rápidamente. Él comprendía que su conducta había sido un deseo de muerte; no quería ver crecer a su hijo e hija. Mientras ella me decía esto, yo estaba sentado rígido y silencioso. . Después de que ella me dejó solo en mi cuarto, lloré. El modelo en quien yo había basado mi propia resistencia contra mi padrastro había sido destruido para siempre. Y toda la confianza que había puesto en mis parientes que habían hablado tan favorablemente de el. Pero esto no ayudo en nada para reconciliarme con Tony. Lo detestaba tanto como lo había hecho siempre, y mas ahora después de su negativa de permitirme visitar a Alicia. Unos días mas tarde, mientras desayunábamos, después que Tony había salido para el trabajo. Mama se levanto de la mesa y mientras se dirigía a la cocina dijo, "Adivina que? Tony dijo que puedes ir a Nueva York, si prometes no gastar hasta el ultimo centavo que has ahorrado en ese viaje." Me quede mirándola sorprendido, feliz y confundido. "Que fue lo que lo ha hecho cambiar de parecer?" "Alicia me llamo y me dijo lo bueno que seria para ti una visita a Nueva York. Me pregunto si ella podía hablar con Tony al respecto. Así que..." Ella termino riéndose por primera vez en muchos meses, "la dulzura de tu amiga hizo el resto." Le agradecí. La idea que era incapaz de negociar con Tony por mi mismo, me tenia preocupado, se lo agradecí. Cuando Tony vino casa esa noche, le di un gracias algo más sumiso que incluyo un apretón de manos superficial. Pero estos gestos eran lo máximo que yo estaba dispuesto a conceder a mis padres. Pase el resto de ese verano planeando el viaje y trabajando en mis tres trabajos para ahorrar más dinero para el viaje. Finalmente, mis parientes me llevaron al Aeropuerto Municipal de Memphis para mi vuelo a Nueva York el viernes, 16 de agosto. Acostumbrado a ocultar mis sentimientos, oculté mi excitación detrás de una máscara de calma y reticencia mientras mi equipaje era etiquetado en el mostrador. No había esperado que el comité de despedida estuviera en el aeropuerto. Un viaje en avión a Nueva York era un evento exótico para mi familia por esos días, como un crucero transatlántico. Tía Francisca, tío Juan, la abuela Rosa, la prima Josefina, varias tías y tíos, una docena de primos por parte de los Ricci y otros de la familia de mi padrastro había venido a despedirme y habían ocupado buena parte de la sala de espera. La tía Francisca no tenia ninguna concepción de lo que era un viaje en avión. Mientras todos hablaban, ella estaba sentada en un sillón secando sus lagrimas con un pañuelo mientras las lagrimas corrían por su rostro. Cuando le pregunte porque estaba llorando, ella señalo por la ventana uno de los aviones que estaba estacionado cerca del edificio de la terminal. "Tu padre murió en uno de esos." Dijo entre sollozos. "Oh por dios... Francisca." Dijo el tío Juan y paso el resto del tiempo consolándola. "No pareces estar muy excitado por el viaje, Speedy" Dijo mi padrastro. "Yo sé que el no parece muy excitado, pero puedes estar seguro que lo esta. Míralo bien, cuando el parece no estar pensando en algo, eso significa que su mente esta andando a mil kilómetros por minuto." Dijo entre risas mi madre. Pronto fue la hora de embarcar. En la puerta de embarque había tantos parientes para abrazar y besar, que mi adorable prima Josefina tuvo que recordarles a todos, "Paren con tanto beso y abrazo que va a perder su avión." Bese a la tía Francisca que todavía seguía llorando. La ultima que bese y abrace fue a mi prima Josefina. Ella susurro en mi oreja, "Cuídate, y no pierdas tu virtud en la gran ciudad!" Sonreí abiertamente y pensando: si ella supiera!. Di el ultimo adiós a todos con mi mano, me puse el bolso de viaje que había pedido prestado al hombro y me dirigí hacia el avión. Encontré mi asiento junto a la ventanilla, doble el saco que llevaba puesto y me afloje la corbata. Cuando el avión comenzó a carretear y elevarse, me pregunte como se sentía mi padre cuando despegaba su B-17. Pero casi todos mis pensamientos estaban centrados en Alicia. Debería dejar que ella me viera usando mis lentes?. Pensaba que no. Me los quite y los guarde en su estuche. Estaba preocupado por los granos de adolescente que había intentado erradicar por mas de dos semanas. Quizás ella no lo notaria. Después de un rato, el piloto anuncio por los parlantes que estabamos volando a no se que altura y a no se cuantos kilómetros por hora. No podríamos ir mas rápido? Pense. Tres largas horas después, me enfrente con el bullicio inimaginable del Aeropuerto de LaGuardia. Salí del avión y entre una enorme, atestada área de llegada, que era un pandemonio. Estire mi cuello como una jirafa en todas las direcciones buscando a Alicia. ¿Cómo la encontraría en medio de esa muchedumbre?. Consideré ponerme mis lentes, pero no quería que Alicia los viera. Ella estaba de pie sobre un anaquel en una ventana panorámica, su cabeza sobresalía varios centímetros sobre la muchedumbre. La descubrí en el mismo momento que ella estaba mirando hacia mi. Cuando nuestras miradas se encontraron ella gritó "Esteban, Quédate allí!" Ella salto al suelo y desapareció en el océano de cabezas y hombros moviéndose presurosamente hacia mi con los brazos extendidos. Llevaba su pelo recogido atrás, y una sonrisa feliz en su rostro. Tenia puesta una blusa blanca almidonada y una falda color rojo oscuro que hacían juego con sus zapatos de taco alto. Lucia fresca y pura como la nieve. Su mirada ávida y feliz, con sus hermosos ojos color avellana, me derritieron. Casi me derribo cuando me abrazo y dijo, "Estoy tan feliz de verte!". Rompiendo nuestro abrazo furioso con un gruñido alegre, ella me sostuvo por las manos y me examinó. "Nada de eso acá, muchacho.! Esa no es manera de comenzar las vacaciones. Guarda tus lagrimas para cuando estés de vuelta en Memphis. Quédate ahí, permíteme verte. Mírate! Y mira esos hombros! Esteban, estas hermoso." Recobrando la calma, puse mis manos alrededor de su delgada cintura. "Unas horas a la semana en la bicicleta de reparto de 'Liberty Cash Grocery' es todo lo que se necesita." "Bueno!." Dijo apretándome fuertemente. "Te olvidas de la bicicleta de reparto y todo eso, mientras estés aquí, solo habrá ruido y edificios... y basura y ladrones." Ella me condujo al área de equipaje. "Este es el arte de espera por tu equipaje de Nueva York," Dijo sarcásticamente. "No importa lo que haces o donde entras en Nueva York, siempre hay una fila de espera delante de ti." Después de recuperar mis dos maletas ella se adelanto y se dirigió a buscar una ubicación en la serpenteante fila de personas que había esperando por un taxi. "Y éste es el arte,de espera por un taxi en Nueva York." Dijo. "No estamos en la ciudad aun?" Pregunte, sobrepasado por la visión de tanta gente, tantos autos, tanto ruido y movimiento. "Estas en Queens, ahora Esteban. Queens es el barrio habitado por los primos. Cada persona que vive en Nueva York tiene un primo en Queens." Mientras esperábamos en la fila ella apuntaba a todo y me explicaba lo que estaba pasando. Yo estaba de pie a su lado, boquiabierto. Cuando subimos dentro del taxi, ella me previno. "Agárrate de donde puedas y sujétate firme." Antes de que pudiera hacerlo, las puertas se cerraron con un fuerte golpe y el taxi se puso en movimiento, comprimiendo mi cuello contra el respaldo del asiento. "Este es un taxi Neoyorquino, cariño." Dijo tambaleándose en el asiento, "Sujétate de esa correa que hay sobre la puerta, antes que salgas disparado por la ventanilla. La primera cosa que aprende un taxista en Nueva York es a mantener un permanente estado de rabia que lo ayuda a cortar camino a través del trafico." Pasamos por tantas salidas, dimos vueltas por tantas curvas que perdí todo el sentido de dirección. De pronto delante nuestro apareció una larga hilera maciza de rascacielos que se extendía en el horizonte. La ciudad. Manhattan. La miraba fijamente. Escuchando, con la boca abierta. Alicia iba apuntando. "Ese es el edificio de la Chrysler, el delgado de estilo Art deco, el que parece que tuviera una concha en la cima. Ese que ves ahí es el Empire State, el que tiene esa antena alta en el tope. Y todo esto hasta el final sobre la izquierda es Wall Street. Y ves esa aguja color castaño oscuro? En medio de ese racimo de edificios, justo frente a nosotros? Bueno esa es la Iglesia de San Patricio." Mis ojos y mi cerebro no podían asimilar todo lo que recibían. La ciudad y el taxi eran una cosa y Alicia era otra. Su perfil y sus labios pintados suavemente me cautivaron. Después de señalar el ultimo rascacielos ella se relajo en el asiento y sonrío calurosamente. Hice un esfuerzo supremo para no saltar sobre ella en el taxi. "Me acompañas al supermercado a hacer las compras conmigo? No tenia idea que comprar de comida, así que espere a que tu estuvieras aquí. Todo lo que tengo en la heladera es un poco de queso de campo, echado a perder."

Me quede mirándola. "Estas cambiado" "Tu estas cambiada." Dije convencido. "Y para mejor." Ella se rió. "Espera hasta que averigües como Nueva York me ha convertido en una neurótica total. Luego de dejar las cosas en casa, vendrás conmigo al supermercado. Tendrás tu primera lección de depresiones nerviosas múltiples." El taxi cruzo el East River por el puente de la calle 59, conocido como Queensboro, zigzagueando entre el trafico por varias manzanas, hasta que se detuvo frente a un edificio de apartamentos que parecía tener no menos de cien años. Era una manzana de edificios viejos pero limpios en la Calle 87 Este. Alicia le pago al chofer y le dijo que se guardara el cambio. Mientras bajábamos el equipaje a la acera, Alicia me dio un rosario de explicaciones e instrucciones. "Debes aprender a dar propinas mientras estés aquí," Dijo ella y agarro una de las maletas. "Dar propinas es todo un arte, es parte de una ciencia inexacta. Todo depende si te gustó el servicio. Si te gusto, le das una buena. Si no, sé tacaño. De cualquier modo, siempre consigues una mirada de perro muerto, no importa cuánto des de propina. Si no le das nada en absoluto, podrían dispararte, pero es seguro que los oirás maldiciendo en muchos idiomas exóticos. Aquí está las llaves de este lugar... hice copias para ti. Esta es la llave principal de la puerta delantera, la llave de la casilla de correo, dos llaves para las dos cerraduras de la puerta del apartamento, y una llave para el cuarto de lavado. Si pierdes cualquiera de estas llaves, estás muerto; nadie te ayudará y es imposible para cualquiera excepto para un ladrón profesional forzar la entrada a través de una ventana. Esta es la entrada y aquí están los buzones. Este es el intercomunicador - un verdadero lujo en un edificio viejo como este. Nunca, pero NUNCA, le abras a cualquiera, a menos que ellos se identifiquen por el intercomunicador; cuando lleguemos arriba te mostraré cómo funciona. Este es el primer piso, yo vivo en el tercero. No hay ascensor, tienes que ser un atleta olímpico para subir todos estos escalones. ¡Ten cuidado, ahora! ¡No golpees tu equipaje contra las paredes! ¡Ya sé que no hay espacio para tus codos, pero cada ruido que hagas el administrador, te lo recordara durante MESES! Este es el segundo piso, aquí es donde mi amiga Ronnie tiene su apartamento, es el número 2C, pero ella no vuelve hasta la noche y quiere conocerte. No dejes que te asustes, ella es simplemente otra típica, muy presionada neoyorquina, totalmente demente. El tipo que vive al lado de ella es muy bueno y muy callado, pero Ronnie insiste que él es un asesino serial los fines de semana. Este es el tercer piso ahora nosotros doblamos a la derecha, hasta el final de este vestíbulo y este ático es mi hermoso departamento. Numero 3C, justo sobre el de Ronnie. Esta es la llave de la cerradura de arriba y esta es la de abajo. No prestes atención al chirrido horrible que hace la puerta... y aquí mi humilde cueva." Entramos dentro del apartamento y ella cerro la puerta detrás nuestro. Los dos estabamos sin aliento. "Porque estamos tan apurados todo el tiempo," Pregunte. "Todos están apurados en Nueva York." "Pero Porque?" "Nadie lo sabe." Dijo caminando hacia el centro de la pequeña sala. "Esta es la sala, ahí esta el baño, ese es un armario. El dormitorio esta ahí, y es del mismo tamaño que la sala, lo que significa que no es un verdadero dormitorio. Este es el comedor, apenas hay espacio para una mesa y dos sillas, Esteban. No es maravilloso? Tengo mi propio comedor. Esa es la cocina, y esa cosa atroz cubierta con un plástico en el frente, es la ducha." Ella tomo aliento nuevamente, puso sus manos en la caderas. "Wow! El paseo termino. El lugar es tan pequeño que solo tienes que dar una vuelta a la redonda para verlo todo." "Bien... es pequeño, pero me gusta." Dije mientras mi cerebro intentaba absorber toda la información que estaba recibiendo. "Solo espero no atravesarme en tu camino." "Lo harás," Dijo mientras iba hacia el armario, "no hay modo de evitarlo. Pero nos acostumbraremos a ello." Comenzó a buscar dentro del armario y extrajo unas bolsas. "Estas... son bolsas de compra de Macy's. Debes proteger estas bolsas con tu vida. No se puede sobrevivir en Manhattan sin una buena bolsa de compras. Y lo mas importante en Manhattan no es el goce de la vida, sino sobrevivir. La mayoría de las bolsas de compras son tan malas que se rompen en pedazos inmediatamente después de salir del comercio. No hay nada mas descorazonador que un Neoyorquino parado en una esquina bajo la lluvia con una bolsa de compras rasgada, de pie y sollozando allí mientras su vida entera se va por la alcantarilla." No entendía nada de lo que me estaba diciendo. Pero igual asentía con mi cabeza. "Esteban, no vas a llamar a tu madre?" Pregunto. "En cualquier momento, cuando andemos por ahí." "Que?" Dijo con el ceño fruncido, "Que quieres decir? Acaso no vas a llamar a tu casa?" "Ellos nunca se preocupan por mi." "Por supuesto que lo hacen! Llámala ahora mismo. El teléfono esta allí." Dijo indicando una mesa pequeña junto a la ventana de la sala. Indiferente, marque el numero de mi casa en Memphis. Mientras hablaba, Alicia recogió y plegó un par de bolsas de compras y fruncía el entrecejo de tanto en tanto hacia mi. Cuando colgué ella se dirigió a mi. "Esteban, esa es una manera vulgar de tratar a tus padres. Sabes bien, que ellos no tenían porque permitirte venir aquí, y sin embargo lo hicieron." "Bien... ya los llame, les di las gracias... que mas?" "Bueno, creo que debemos tener una charla al respecto... Oh, mejor olvídalo, maneja eso como tu quieras." Dijo ella mientras tendía la mano hacia mi, "Aquí están tus llaves, este es el dinero, y aquí están las bolsas para las compras, mejor nos apuramos antes que llegue la fiebre del viernes por la tarde al supermercado." El supermercado estaba a cinco cuadras de distancia de su edificio, en la Tercera Avenida. Tenia dificultad para mantenerme a la par de ella mientras caminábamos calle abajo hacia el supermercado. "Porque vamos tan a prisa?" Volví a preguntarle. "Porque te pisotean, sino te mantienes delante del trafico." Dijo ella. "Pero si aquí no hay trafico!" Le dije, y ella largo una carcajada. "En el momento que te detienes, ellos te pisotean!" El supermercado estaba bien abastecido, pero era intolerablemente estrecho. Los pocos clientes que había en el lugar, pasaban la mayor parte del tiempo tratando de evitar las colisiones entre si. Como un perdiguero experimentado, Alicia se condujo entre las góndolas y me introdujo en el mundo de las comidas empaquetadas. Algo que nunca antes había visto en Memphis. La comida estaba apilada desde el suelo hasta el techo. No había siquiera un centímetro de espacio libre. Esto era algo que Tony no hubiera imaginado nunca en su Tienda de Comestibles de Memphis. "Siempre revisa los huevos," Me previno mientras abría un cartón. "Revisa cada uno de ellos. Los repositores los tiran como si fueran de acero." Ella encontró dos huevos mas rotos en ese cartón, y reviso otros cuatro hasta que estuvo satisfecha. Entonces fuimos aprisa a la caja y pagamos, luego salimos de prisa del supermercado, y caminamos aprisa hasta su edificio, subimos las escaleras aprisa y entramos dentro del departamento aprisa. Acomodo las compras de prisa. "Bien" Exclamo finalmente. "Ahora podemos relajarnos." Nosotros estábamos de pie en la diminuta cocina, conmigo supervisando el cuarto rápidamente, para ver donde se ubicaba cada cosa. "Y bien?" Dijo con una sonrisa cansada. "Que piensas de esto?." La mire fijamente. Y ella me devolvió la mirada. Ahí estaba ella de pie con su metro sesenta y cinco, sofisticada, adulta y encantadora. La adolescente que alguna vez se sintió fea frente a su hermana mayor ahora hacia parecer a Elena descartable comparada con ella. Tome el valor suficiente para preguntar. "Puedo darte un beso de hola?" "Hazlo." La tome de su cintura y me incline para darle un beso tímido. De repente nos abrazamos. La bese, con toda la boca y profundamente, explosivamente considerando que con Alicia solo en dos ocasiones nos besamos románticamente en toda nuestra relación. Cuando terminamos, ella se aparto de mi. "Nosotros nunca actuamos de esa manera antes." "Lo se." Sus ojos estaban ávidos, pero en alguna parte detrás de su mirada, me pareció ver aprehensión, presentimiento. Entonces ella tomó mi mano y me saco de la cocina. "Sígueme." A poco, estabamos los dos desnudos en la pequeña alcoba apenas iluminada, observándonos mutuamente en el atardecer. Pase mis labios por sus hombros y ella me aparto ligeramente. "Mírate," Dijo. "Como creciste. Tan suave y firme. Eres bonito, Esteban." "No creo que este mas alto." "No es eso a lo que me refería. Mira que hermoso pene. Justo el tamaño y la forma correcta. Y tan duro." Había imaginado este encuentro muchas veces, lo visualizaba largo y enternecedor, con un coro celestial de fondo mientras nosotros nos descubríamos de nuevo mutuamente. Pero ahora agobiado, la empuje sobre la cama inmediatamente. Rápidamente ella se reclino y abrió sus piernas. Me puse delante de ella y abrió sus rodillas para recibirme. La bese, ardientemente. Cuando mi pene ciego encontró su portal y entro lentamente la bese nuevamente. Los labios exteriores de su vagina le dieron la bienvenida a mi pene con la calidez de su humedad interior. Ella suspiraba y me buscaba. Su vagina me abrazaba. La saque un poco y volví a introducirla lentamente, mientras ambos suspirábamos. Estaba húmeda y caliente y ya empezaba a contraerse. Envolvió sus piernas en mi cintura y la penetre mas profundo. Inmediatamente, mi mente exploto de asombro y placer al ver los resultados asombrosos del desarrollo físico de mis últimos dos años: mi pene estaba increíblemente duro, llenándola plenamente, y por primera vez sentía que mi pene tocaba con la punta la entrada de la suavemente nudosa entrada de su útero. Electrizado, mis testículos empezaron a batir contra la puerta de su vagina. Debajo mío, pude ver en su mirada el mismo sentimiento de sorpresa ante esta nueva sensación. "Oh... Esteban..." Murmuro. "No creo que pueda aguantar mucho mas..." Dije jadeando. "Ni yo tampoco...' dijo apenas abriendo su boca. Mirándonos, ambos comenzamos a gozar. Sus labios se abrieron, sus ojos se nublaron y su cuerpo comenzó a endurecerse. Segundos después parecía que me estaba cocinando a fuego lento. Entonces un cálido chorro de esperma inundo su vagina en medio de fuertes contracciones de sus labios y latidos de mi pene. Así es como recordaba que debía sentirlo. Prolongamos nuestro orgasmo entre las convulsiones de su vagina, mientras ella lloriqueaba y yo gemía. Cuando acabe, apoye mi cara en su cuello, y descansamos así un largo rato. Descanse sobre mi lado con Alicia abrazada a mi. Mirando fijamente por la ventana que daba a la calle 87 Este, volví gradualmente a la tierra. Estaba sorprendido por lo rápido que había llegado al clímax y gozado. Intentado recordar cada detalle pasado, sentía que había perdido el control y los conocimientos; recordaba poco de eso. Alicia deslizo una mano arriba y abajo por mi brazo desnudo, como si estuviera reconociendo las nuevas texturas bajo sus dedos. "Como extrañaba gozar así."

"Estoy sorprendido de recordar lo que debía hacer." "Odio decir esto, pero... no hay descanso..." "Otra vez?" "Vamos a comer un bocado ahora. Tomaremos un poco de ese te que compramos en la tienda, para que nos de animo. Te mostrare donde poner tu ropa y tus cosas, nos vestiremos e iremos a encontrar a Ronnie en el Stage Deli, cuando ella salga de su trabajo. Debemos darnos una ducha antes, Ronnie tiene un radar en la nariz, y puede olfatear sexo a un kilometro de distancia." Rápidamente hicimos nuestros quehaceres, Alicia anotando en su agenda los horarios para este fin de semana y la semana que venia. Ella no podía pasar la semana entera conmigo, tenia reuniones el lunes, martes y jueves. Pero dejaría la oficina temprano, alrededor de las cuatro de la tarde. Yo podría hacer lo que quería esos tres días hasta que ella volviera. Me hablo de los vecinos del histórico edificio, para que yo supiera quienes eran ellos y que ellos no pensaran que era un intruso cuando me vieran por la escalera. Me dio una serie de detalles acerca de la ciudad y como comportarme. También me dio un mapa de los ómnibus locales y uno del metro, una guía turística y un par de revistas sobre Nueva York. Tenia entradas para el estreno de la película 'West Side Story' para el lunes por la noche. Entradas para Ronnie y nosotros para ver una obra under en Broadway, y otros para una conferencia en Columbia... "También quiero mostrarte lugares donde puedes comprarte ropa nueva," Dijo mientras tomaba unas toallas y los cosméticos para su baño. "También quiero que conozcas el edificio de la Naciones Unidas, iremos a Columbia para presentarte algunas personas que trabajan conmigo... iremos al Museo de Arte Moderno, es mi lugar favorito. También va a haber un encuentro beatnik en el East Village al que iremos..." Cuando ella salió del baño nos metimos juntos en la diminuta ducha de la cocina. Bajo la fina lluvia de agua caliente juntamos nuestros cuerpos, pie con pie, pezón con pezón, en ese reducido espacio. como estudiando un espécimen de laboratorio examino el cuerpo y la cara que no veía desde hacia dos años. "Tienes mechones rubios." Dijo mientras pasaba sus dedos por mi cabello. "Te quedan muy bien. Pero mientras estés aquí te buscare el corte de cabello correcto. Cualquiera corta tu cabello en Memphis sin tener la menor idea de lo que esta haciendo." Frunció el ceño cuando vio una marca sobre mi mejilla, "Que es esta cicatriz?." "Un grano, que tuve hace unos meses." "Genial!" Dijo secamente. "Cualquier doctor que extrae un grano facial de esa manera, estaría mejor atendiendo una carnicería. No permitas que vuelvan a hacer eso contigo." Sostuvo mi cara entre sus manos mientras el agua corrí a entre nosotros y me beso en la nariz "La has estado pasando duro en Memphis, verdad? Pero todavía eres tu..." Me abrazo fuertemente "Si cada tipo en Nueva York fuera como tu..." Beso mi nariz nuevamente. Ella me miraba. Y yo la miraba. Nuevamente, muy despacio beso mi nariz. Sus manos acariciaban mi cara. Con el agua caliente cayendo sobre nuestros cuerpos nos besamos, nuestros labios se buscaban con un hambre amorosamente manso. Abruptamente ella se apartó. Cerró sus ojos y se apoyo contra mí, con su frente apretó flojamente mi pecho húmedo y puso sus manos encima de mis hombros. Respiro profundamente. "Esteban," Dijo, "yo no estoy acostumbrada a esto." "Ni yo," Dije, y acaricie el lóbulo de su oreja con mi lengua. Ella comenzó a enjabonar mi pecho vivamente. "Nosotros debemos aprender a controlarnos. Tenemos mucho por hacer y quiero que estemos despiertos y comportados para cuando nos encontremos con Ronnie." Me miro nuevamente y parecía que iba a decir algo. Sin embargo me dio un ruidoso beso en la frente y siguió enjabonando mi cuerpo en silencio. Terminamos de ducharnos, Alicia estaba callada y controlada, como si estuviera preocupada por algo. Nos secamos y nos vestimos. A las cinco de la tarde salimos para Midtown a encontrarnos con Ronnie en el Stage Deli. Fuimos caminando por Park Avenue hasta la Calle 51 donde entramos al restaurante. La comida en restaurante era toda una revelación. Engullí el sándwich de carne salada como si mi vida dependiera de ese plato. Mientras lo hacia ni dije una sola palabra. "Esta bueno?" Pregunto ella en tono divertido. "Delicioso!" gruñí con la boca llena. "Apuesto a que nunca habías comido una carne así en Memphis" Dijo golpeando la punta de su cigarrillo en el cenicero. "Memphis? La carne salada en Memphis es de lata." "No te atragantes con eso, que aun no hemos pedido el pastel de queso y Ronnie estará aquí en un minuto." Satisfecho con el sándwich, empuje mi plato e hice una pausa para poder respirar. Inconscientemente, metí la mano en el bolsillo de la camisa y saque un cigarrillo que encendí, incluso sin pensar en eso. "Que estas haciendo?" Pregunto, tomándome desprevenido. "Esteban, no lo puedo creer, cuando empezaste con eso." "No lo sé, hace un tiempo ya." Frunció el entrecejo en forma reprobatoria, entonces ella sonrío afectadamente. "Bien no voy a sentarme aquí con un cigarrillo en mi mano a predicar. Pero veo que aun estas lleno de sorpresas. Espero que no te conviertas en una chimenea. Ronnie de vez en cuando fuma también, y yo... en fin no puedo resistirlo." "Lo tengo bajo control," Mentí. "Puedes hacer algo por mi?" "Seguro." "Ves ese cartel, la del menú escrito en azul con letras grandes en el espejo. Al costado de la puerta del baño? Lo ves?" "Si." "Me puedes decir que es lo que dice ahí?" Me di vuelta hacia el cartel. Las letras eran de tamaño grande, escritas a mano. Pero no podía descifra la primera palabra del menú. "Pienso que dice hmn... estofado de ostras?" "Porque no estas usando tus lentes?." Pregunto, su rostro endurecido y con una perceptible impaciencia. "Como sabes que uso lentes? Mi madre te lo dijo?." Pregunte intrigado. "Porque en tu maleta había un estuche con lentes. Porque no estas llevándolos?." "Porque son lentes de lectura, simplemente por eso." Dio una bocanada nerviosa a su cigarrillo y exhalo rápidamente el humo, "Son lentes demasiado gruesos para ser de lectura. Entornas todo, y cuando íbamos caminado calle abajo ibas tropezando. Porque no llevas tus lentes?... Además en cartel dice ensopado!" "Oh... bueno..." Comencé, su insistencia me estaba desquiciando. Deseaba que ella no hubiera visto el estuche. Ausente, comencé a pasar mi dedo por un grano que tenia en la cara. "Esteban, no hagas eso. Deja tu cara en paz." Dijo dando un golpe a sus cenizas de nuevo. Entonces soltó una risa pequeña y exasperada mientras agitaba su cabeza. "Escúchame tonto. Lo siento. No dejes que te vuelva a incomodarte así, pero esto es tan desagradable en ti." "Lo sé," Dije moviéndome inquietamente en el asiento. "Esteban... me estabas mintiendo acerca de los lentes? De que se trataba de una pequeña mentirita?" "Si." "Por favor, no vuelvas a hacer eso." Su mirada parecía estar más allá de mí. Ella enderezó en su asiento y sonrió. "Prepárate. Aquí viene Ronnie" Ronnie, se acercaba apresuradamente en un traje sastre de color gris, llevando una cartera al tono sobre su hombro y una bolsa de compras de la farmacia en un brazo. Se acerco a nosotros en medio de un fuerte ruido producto de los tacones altos de sus zapatos. Tomo la silla que estaba entre Alicia y yo. "Oh... al fin." Dijo jadeante. "Una silla, Oh dios!. A ver pies, solo unos pasos mas, ustedes pueden hacerlo. Hola gente, hola hola. Oh por favor permítanme sentarme. Permítanme sentarme!." Puso la chaqueta de su traje en el respaldo de la silla y se sentó despacio con una mueca de dolor prolongado. "Aaaahhh!. Oh dios, no mires debajo de la mesa Alicia. Simplemente me quite los zapatos." Ronnie era una morena joven, de la edad y el tamaño de Alicia. Su pelo largo hasta la mitad de la espalda, estaba peinado hacia atrás y caía en ondas sobre sus hombros y espalda. "Y tu debes ser, Esteban." "Ronnie," Dijo Alicia "Te presento a Esteban." "Esteban. Si" Sonrío tímidamente. "Si si si." Giro seriamente hacia mi y puso su mano en mi brazo. Hablando en voz baja, me dijo "No te asustes, Esteban, solo me estoy recuperando de una semana de trabajo que quisiera olvidar por el resto de mi vida." Tenia una boca pequeña, la nariz era delgada, algo puntiaguda, tenia unos suaves y grandes ojos color azul zafiro. "No te preocupes por mi, sigue con lo que estabas." "Esteban, por si no te has dado cuenta esta es Ronnie." Dijo Alicia en todo irónico. "Hola Esteban, yo soy Ronnie. Es genético, nada ayuda. Donde esta el mozo que siempre nos atiende? Cual es su nombre? Marco? Esta por aquí? Necesito una taza de café desesperadamente." Ronnie agito su mano por sobre la mesa para llamar la atención del mozo. Ella pidió café. "Negro," Le dijo, "Y ese vino blanco con vermouth que ustedes preparan aquí, sabes lo que quiero, Marco? Solo llena el vaso con vino blanco helado, y entonces apoyas la botella de vermouth y le das un pequeño beso, entendiste? Con tus labios a unos centímetros de distancia? Y le susurras 'Vermouth'. A ver susurra ahora en mi oído. Y además un pastrami caliente con ensalada de repollo. Recuerda: el café negro, si es de esta mañana mejor. Y no te olvides, susurra el vermouth. Y no se te ocurra ponerle limón! Necesito el efecto del vino blanco con un sutil toque de vermouth en mi boca. Gracias Marco. Eres una muñeca." Seguimos charlando mientras fumábamos. Alicia le pregunto a Ronnie por la cita que tenia con un tipo, un tal Andrés a quien Ronnie había conocido hacia poco tiempo en una fiesta. "Andrés? Seguro. Necesito tanto a Andrés como un cáncer de mamas. Es un pajero. Me llevo al cine a ver una horrible película de Pat Boone, creo se llama 'Bernardine" O algo así. Esteban te puedes imaginar a Pat Boone y un manojo de cuarentones aparentando ser jóvenes de tu edad? Oye no tengo nada contra tu edad Esteban, por favor no estoy hablando de años. Estoy hablando de un grupo de retrasados mentales haciendo el ridículo en una película. Y toda esa parodia estúpida de un operador telefónico meloso. Y Andrés totalmente entusiasmado me dice esto es mejor que 'Lo que el viento se llevo'. Y el imbécil se piensa que yo estoy pasando el mejor momento de mi vida a su lado, se cree tan seductor y atractivo, que me pregunta si podemos ir a algún lugar donde podamos estar los dos 'so-l-os'. Ni siquiera había terminado las palomitas de maíz!. Entonces se acerca y me dice que somos dos adultos ya. Entonces le dije: Andrés, no, aquí solo hay un adulto que se llama Ronnie y un PAJERO!."

A la hora del postre, Ronnie me advirtió que era ilegal permanecer en Nueva York sin una buena porción de pastel casero de ricota. Los tres pedimos una porción del empalagoso postre. Tenia abundante ricota, las cortezas eran de obleas de vainilla crocantes. Alicia apenas comió la mitad de su porción, mientras Ronnie y yo dábamos gemidos con cada mordisco. Termine ayudando a Alicia a terminar el suyo. A esa altura, el cuarto vaso de vino de Ronnie había empezado su trabajo. "Alicia, hazle probar la crema de huevo de este lugar." Dijo Ronnie. "Esteban, amaras eso. Crema de huevo. Yo no puedo ni mirarlos siquiera, como uno detrás del otro hasta eructar espuma." Cuando Ronnie vio como yo disfrutaba la crema de huevo miraba alegremente y comenzó a reírse tontamente sin sentido. "Ronnie, quizás tu debas comer una de esas en lugar de ese vino." Dijo Alicia delicadamente. "Alicia, no empieces con eso. Son adictivos y engordan. Esteban, mira a esta mujer. Mi amiga Alicia. Yo mataría por las citas que ella rechaza. Ella rechaza a todos. Dios del Cielo. Puedes creer eso?. Ella recibe todos los regalos y las citas. No es hermosa? Una masita de Georgia, verdad? O de Tennessee, o de donde sea. No es dulce e inteligente. Me alegro tanto de ser su amiga, pero cada vez que la miro digo esta pequeña plegaria: Dios? Por que tanto a ella y a mi tan poco?." Después de casi tres horas de estar en ese lugar, Ronnie fue al baño por segunda vez. Mientras ella fue al baño, Alicia empezó a recoger las cosas de Ronnie y llamo al mozo para que vacíe el cenicero que ella había llenado dos veces con las colillas de sus Pall Malls. "Esteban," Dijo Alicia avergonzada, "Ronnie no es siempre así. Pienso que ese tipo Andrés toco algunos botones. Hubiese querido que nunca lo hubiera encontrado. Lo siento mucho, y encima fui yo quien planteo el tema." "Quizás ella tenga demasiados Andrés en su vida, o demasiados susurros de vino con vermouth, en su cuerpo." "Eso es muy profundo, Esteban. Puede que tengas razón." Dijo, mientras echaba un vistazo hacia el lado del baño de mujeres. "Por favor ayúdame a sacarla de aquí cuando regrese. No la fuerces. Ella odia eso. Pero es hora de que haga una buena siesta." Después de otra media hora en ese lugar, Ronnie capto las indirectas de Alicia y pidió que nos fuéramos a casa. Cuando salimos a la calle ella se tambaleo un poco sobre sus tacos aguja y uso a Alicia de apoyo. Después de unas cuadras se apoyo en mi. "Esteban, tu eres un buen tipo, sabes?." Dijo dando unos golpes en mi espalda. "Bueno, callado, refinado, esa educación que tienes, lo cortés que eres y todo..." Ella bostezo y apoyo su cabeza en mi hombro. "Oh pienso que estoy un poco entonada. Que buena manera de conocer a alguien, verdad Esteban?." Dijo soltando una carcajada. "Te aseguro que lo que has visto hoy es lo que eufemisticamente llaman 'un mal momento'". De nuevo apoyo su cabeza en mi hombro y rodeo mi cintura con su brazo y el otro alrededor de Alicia mientras caminábamos calle abajo por la Calle 87 Este. "Mnn, Alicia no es una maravilla tener dos amigos como ustedes. El tiene algo así como una buena onda, no es verdad? Algo así como, que no necesitas conocerlo para saber que el es bueno. Alguien que te da calor y confort y que dan ganas de apoyarse en el, tu sabes?." Me ruboricé. Alicia miraba para asegurarse que Ronnie no tropezara y nos arrastrase a los tres en su caída. Le guiñe un ojo a Alicia para que supiera que yo podía manejar la situación. Así como ella caminaba y se tambaleaba sobre mi hombro pude notar su levedad física que estaba de acuerdo con su delicada voz y su risa. Sus cumplidos me hacían preguntar si tenia idea de lo que sucedía entre Alicia y yo. Media cuadra mas adelante Ronnie se quedo callada y su cabeza parecía flotar en mi hombro. "Hey, Ronnie." Dijo Alicia secamente, cuando nos paramos frente a las escaleras del frente del edificio. "Tendremos que cargarte por las escaleras?" Ronnie se despertó, ruborizada. "Oh dios. Estaba haciendo una hermosa siesta. Porque me despertaron." Abriendo la puerta con su propia llave, Ronnie se disculpó y dijo que esperaba que no me hubiera avergonzado. "Alicia, tenias razón sobre Esteban. El es una dulzura. Tan paciente." Ella dijo que podía subir por sus propios medios. Después de una pequeña batalla con la cerradura de la puerta principal, ella empezó a subir los escalones con sus zapatos en una mano. Nosotros nos quedamos observando hasta que ella llego al segundo piso, entonces salimos afuera. "Es temprano aun," Dijo ella, "Vamos a caminar un poco. Te mostrare el East River. Vamos, podremos hablar un poco mientras." Mientras caminábamos, Alicia me dijo que Andrés había sido una de la larga serie de citas desastrosas que había tenido Ronnie últimamente. Le pregunte porque Ronnie pensaba que no era atractiva, si ella me parecía muy bonita. Alicia dijo que ella siempre se sentía así, que pensaba que no era atractiva. Unos años atrás, Ronnie vivió con un ebrio que le pegaba constantemente, cuanto mas tiempo pasaban juntos, mas tiempo el le pegaba y peor la trataba. Esa relación fue seguida de otra muy similar aunque no tan violenta. Ronnie se culpaba por esas relaciones y pensaba que si hubiera sido mas atractiva y encantadora, las cosas hubieran sido diferentes. "Intente decirle una y otra vez, que su enfoque esta errado, esas limitaciones están solo en su imaginación y que ella merece algo mejor." Dijo Alicia mientras íbamos por el largo paseo sobre el lado este del río Hudson. La noche estaba clara y estrellada. Una brisa fuerte nos despeinaba mientras caminábamos a lo largo del susurrante río. El rugido de la ciudad era bloqueado por los altos edificios a lo largo del paseo. Alicia me hizo preguntas sobre Memphis, lo que nos llevo a una larga serie de reminiscencias de cómo habíamos crecido juntos. Recordamos el barrio en el que habíamos nacido, la gente que conocíamos, como ellos habían crecido y como habíamos perdido contacto con ellos. Ella menciono sus recuerdos y sus anhelos, de cómo su trabajo había reemplazado todo lo que había perdido en su infancia. "No puedo explicarme como es que crecí tan disciplinada y recta." Dijo ella, "habiendo semejante lado malo en mi. Tan malo. Tu eres el único que sabe de esto. Entiendes. Incluso los pocos muchachos con los que salí saben de esto. Tu eres el único que sabe todo de mi." Ella hablo abierta y francamente por mas de una hora. Ahora ella se había detenido y mirándome melancólicamente dijo, "Esteban, no has hablado nada sobre ti." "No hay mucho para decir," Dije distante, mirando el río. "No voy a aceptar eso." Dijo rotundamente. Me encogí de hombros, un gesto que la hizo fruncir el ceño. Dio un largo suspiro y puso su mano en mi brazo, apretándolo fuerte. "Esteban, te pasaste mas de tres horas conmigo y con Ronnie y no dijiste una palabra. Que el lo que esta mal?" Le quite importancia a su pregunta con una mueca. "estoy intentando acostumbrarme a todo esto simplemente. Es todo tan nuevo, tan deferente. Y yo soy tímido..." "No. Hay una diferencia entre ser un joven tímido y esconderse de los demás. Puedo verlo y sentirlo eso. Estabas tan tenso que ni siquiera te permitías reírte con Ronnie y conmigo. Yo trato con jóvenes tímidos de tu edad todo el tiempo... los que se esconden de la manera que tu lo haces son los temerosos, los asustados. Los deprimidos y enfadados." No respondí. En primer lugar porque no sabia por donde empezar. Lo único que podía hacer era encogerme de hombros y con una mueca de dolor mover mis pies incómodamente. Alicia dijo firmemente. "No voy a permitir que te escapes con eso." Luego de un momento agrego con una sonrisa en los labios. "Ven." "A donde vamos?" "A comprar algo bueno." Dijo. Caminamos hasta la tienda de bebidas de la Calle 56 Este. Dentro de la tienda, Alicia atrapo mi interés de inmediato al darme una educación rápida sobre los diferentes vinos, los tipos de vinos básicos y sus variedades. El cambio de asunto mejoro mi humor y me hizo sentir bien, de momento había evitado su interrogatorio con éxito. Alicia se asombro al oír que varios miembros de mi familia italiana, servían vino en la mesa cuando los niños estaban presentes. Le dije que no conocía lo que eran los canelones o los ñoquis que anunciaban en los carteles de algunos restaurantes en Nueva York. Que había platos italianos en esos menúes de los cuales yo nunca había oído. Ella dijo, "Tienes que aprender tanto de Nueva York. No puedo esperar a ver tu reacción cuando veas 'La pequeña Italia' o que demos un paseo por el Broccolino, como llamaban los italianos a la parte que quedaba bajo el puente de Brooklyn y que en su mayoría era habitada por italianos." Ella sugirió que si yo podía permitirme el lujo de comprar cuatro vinos representativos, podríamos probar cada uno durante la semana. "La mayoría de estas cosas nunca las importan en Memphis. Y en el camino de regreso a casa podremos pasar por la quesería de Sutton Square. Una tienda llena solo de quesos!." Cuando le dije que me gustaba la idea, ella se acerco a mi oído y dijo en voz baja, "Dame el dinero para el vino y espérame afuera. Me olvide que aun no tienes edad para entrar aquí. Espero que el dueño no lo haya notado. Con ese saco y esa corbata pareces mayor de lo que eres y probablemente el no te pida identificación, pero no debemos tentar a la suerte." Mientras ella terminaba de comprar las botellas de vino, me quede esperando afuera fumando viendo el teatro humano que desfilaba por la atestada calle 87 Este a esa hora de la noche un día viernes. Los neoyorquinos me parecían unas personas enérgicas, en armonía con la ciudad, diferentes del lánguido y parsimonioso andar que tenían las personas en Memphis. Incluso los adolescentes parecían ser mas listos, y tener un vocabulario del cual yo me sentía bastante distante. Mirándolos, me sentía un pueblerino consumado, torpe y lento. Alicia a quien yo siempre había visto como segura y experta, parecía haberse puesto al corriente y unirse a ellos de la mejor manera. Quería que la tierra se abriese en ese momento y me tragase. Mi ignorancia, la torpeza y todos mis fracasos debían ser evidentes para cada uno que pasaba, incluso para Alicia. De regreso al apartamento, paramos en la quesería. "Que te parece este lugar?" Pregunto cuando entramos. Delante mío había una amplio salón con estantes en las paredes llenos de quesos, había quesos en el suelo, y por donde uno mirase había quesos y un fuerte olor a queso. Había quesos en envoltorios, quesos en cajas, cortados en trozos pequeños, quesos colgando del techo. Estaba boquiabierto. "Nunca vi tanto queso junto en mi vida." Después de dejar la tienda con una bolsa de quesos que jamas hubiera imaginado que existían, me sentía mareado y agobiado. Permanecí junto a Alicia, siguiendo sus pasos y aprendiendo a esquivar a las personas que venían de frente por la acera. A mi lado, Alicia se rió entre dientes. "Esteban, no estés tan asustado! Tienes que aprender el modo de andar neoyorquino, antes de que te aplasten. Solo mira hacia adelante." "No es fácil ver por donde se camina, cuando mis ojos están dando vueltas mirando todo lo que hay alrededor." Dije a modo de disculpa. Ella me tomo fuerte del brazo y me apretó contra su cuerpo. Mientras caminábamos a prisa hacia su apartamento, ella dijo, "Tienes que sacarte el 'estilo Memphis' si piensas pasar los próximos nueve días conmigo. Tienes mucho que aprender, cariño, yo te ayudare. Empezando ahora mismo..." A las diez y cuarto de la noche, la mesa estaba servida, tres clases diferentes de quesos, una botella de vino y dos cajas de galletas importadas. Nos quitamos los zapatos y sentamos a la mesa. Alicia estaba teniendo una dura batalla entre el sacacorchos y la botella mientras yo preparaba dos copas. "Listo" Dijo Alicia cuando por fin pudo sacar el corcho de la botella. "Sabes, esto es algo que tu deberás aprender a hacer." Casi dos horas mas tarde yo estaba tartamudeando mis palabras plácidamente en la sala con una copa de vino en la mano y un cigarrillo en la otra. No estaba borracho pero si 'liberado' por primera vez en mi vida. No sospechaba que tan poca cantidad de vino extraería de mi una biografía detallada de los dos últimos años. Indefenso y escuchando mis propias frases, largas y con detalles vagos de todo lo que había sucedido. Me sentía como si me estuvieran quitando algo. Alicia permanecía absolutamente sobria y atenta, sentada en el sofá con su copa y unas galletas. Le dije todo, empece a descargar mi mochila; mis tres trabajos, con el solo propósito de financiar mi viaje a Nueva York, sacrificando todo lo demás. El aislamiento de mis padres y mi falta de amigos, mis esfuerzos y aventuras en la bicicleta de reparto; mis actividades en la escuela y mi desconfianza en todos. La negativa a aceptar mis faltas, incluso la aversión que tenia de mi propia apariencia e incluso con mi forma de hablar. La incapacidad para vivir tolerablemente con mis padres, todo daba vueltas en cada detalle estólido, seco, como si estuviera hablando de otra persona, en lugar de estar haciendo una reseña de mi vida. Todo parecía suceder en una galaxia lejana a Memphis y a mi mismo. Estaba ligeramente bebiendo y hablando de mi mismo, y a la vez parecía que estaba describiendo la vida de otra persona ajena a mi.

Alicia escuchaba serena y solemnemente, haciendo preguntas ocasionales solo para mantener el relato coherente. Justo antes de la una de la madrugada, me puse soñoliento y acabe mi historia con una risa sardónica sentado en una silla frente a Alicia que se acomodaba el flequillo sobre su frente. "Parece todo tan distante." Dije, mirando los edificios en la ciudad dormida, por la ventana que daba a la calle 87 Este. "Estoy tan lejos ahora de todo eso, que me pregunto si él realmente pasaron esas cosas." "Tal vez necesitabas alejarte físicamente de todo eso, antes de poder hablar acerca de ello." Dijo. "No." Replique sarcásticamente. "Primero tenias que recibirme a dos mil kilómetros de mi casa y poner una botella de Zinfandel delante mío." Ella rió indulgente. "No estas tan ebrio aun. Y además no es Zinfandel. Pero si, te he ayudado un poco con el vino, cariño. Lo siento. Aunque en realidad no lo siento mucho, ha pasado mucho tiempo sin verte. Un largo tiempo." Ambos bostezamos. Alicia sugirió, "Pongámonos nuestros pijamas." Ambos lo hicimos, Alicia se puso un pijama azul pálido mientras yo me puse una camiseta de dormir liviana y un par de boxers con los que normalmente dormía. Pero cuando estabamos limpiando la mesa, Alicia dijo que no podía dormir. "Preparare un poco de café." "Café? A la una de la madrugada?" Pregunte sorprendido. "Si," Contesto francamente. "Quiero hablar contigo. Hazme un favor, mientras preparo el café quiero que te pongas tus lentes." "Oh, Alicia, por favor odio hacer eso." "Cariño, por favor ve a ponerte los lentes." Lo hice, de mala gana. En la cocina ella me examino y decidió que era culpa de los lentes en si mismos. Proteste y me negué a seguir usándolos. Ella me hizo prometer que la acompañaría a una óptica y reemplazaríamos el barato marco de plástico por otros mas acorde con mi cara, mas atractivos. Ella insistió, "No aceptes pasivamente, lo que otros te inducen a usar. Tu eres bonito, solo necesitas un marco mas decente para esos lentes." Pero ella no me forzaría a llevarlos públicamente hasta que yo no me aceptara con lentes. Mientras nos sentamos a tomar el café en la sala, ella tomo el control de la conversación. "Nosotros crecimos sin padres." En su caso, ella tenia una madre que al menos quería estar al lado de ella, aunque no compartían los mismos valores ni nunca lo harían. Alicia recordaba a su padre como un hombre alto, afectuoso e independiente; nunca había tenido mucho éxito; pero era muy hombre. Estaba cerca de sus hijas y les había enseñado a pensar por si mismas. Fue muerto en altamar cuando ella tenia ocho años. Pero en mi caso las cosas habían tomado un rumbo diferente. Alicia veía a mi madre como una mujer buena, consciente y amable. Alicia me dijo que yo no debía pensar que mi madre no me amaba; pero debía aceptar el hecho de nunca seria la madre que yo necesitaba. Ni yo tenia recuerdos de mi padre, que había fallecido cuando yo solo tenia dos años. En mi familia había pocas figuras masculinas competentes; muchos de ellos resignados a vivir las vidas dictadas por otros. Mi padrastro representaba el extremo opuesto de la masculinidad intolerante. Al parecer yo estaba viviendo un vacío emocional e intelectual; vivía clandestinamente y solo permitía a los otros ver una copia de lo que ellos esperaban ver de mi. "Los odio a todos ellos," Dije displicentemente y concordando con ella. "Desconfío y detesto a cada uno de ellos." "No!" Dijo enérgicamente. Golpeo en la mesa con el puño. "No Esteban, no odies. Entiende. Ellos hicieron lo que pudieron. No fue mucho, en mi humilde opinión, pero fue lo mejor que ellos pudieron hacer. Y les debes respeto. Pero nada ni nadie dice que debes amarlos. Sin embargo, no pienso que puedas. Ni yo soy capaz de amar a todos los que de alguna manera están relacionados conmigo de la manera que ellos quisiera que lo haga." Ella dijo que nosotros habíamos crecido como si estuviéramos en una isla desierta. Desarrollando nuestros propios medios de supervivencia, nuestras propias ideas y nuestro propio punto de vista sobre el mundo, nuestra propia moralidad. En la mayoría de los casos los niños crecen como espejo de sus padres, pero en nuestro caso nosotros crecimos como espejo de nosotros mismos, en medio de nuestro propio aislamiento. "Si nosotros nos sentimos sin amor, no es porque nosotros no fuimos amados. Es porque nosotros no somos amados por como nosotros somos." La noche siguió avanzando y nosotros no podíamos parar de hablar. Cambiamos de asunto hacia nuestra relación. "Solo sucedió," Dijo Alicia, mientras encendía otro cigarrillo y abrazaba sus rodillas contra su pecho poniendo los pies sobre la silla, como yo recordaba que era su costumbre. "es tan extraño como sucedió. Ninguno de nosotros tenia las ligera idea de lo que estabamos haciendo. No podíamos confiar en lo que los otros decían, porque ya habíamos aprendido que era diferente. Lo que ellos decían, solo tenia sentido para sus vidas, no para las nuestras. Apenas sucedió de esa manera." Dijo, mientras golpeaba su cigarrillo contra el cenicero. "Alguna vez tuviste miedo de morir e ir al infierno?" Inhale y apague mi cigarrillo con un enfado y sabor amargo. "No existe el infierno," Dije. No pensaba que era yo el que estaba equivocado, sino todos los demás eran los que lo estaban. "Yo siempre tuve miedo." Dijo ella mirando hacia abajo, como si estuviera recordándolo. "Miedo de que?" Pregunte. "No lo sé," Dijo ausente y triste. Hizo una pausa. Froto sus rodillas. "Siempre tuve miedo de muchas cosas. Pero siempre lo intente. Siempre tuve miedo de no ser lo suficientemente inteligente como para ser profesora. Pero ese temor, de alguna manera me ayudo a serlo. Trabajar con la bicicleta de reparto fue algo así también. Físicamente, no era tan fornido. Los otros muchachos estaban mejor preparados que yo. Cuando tome ese trabajo la primera cosa que aprendí fue que no debía ser así. Lo que logre con eso fue hacerlo." Ella hizo una mueca que pareció una sonrisa, "Tu no perteneces a ese mundo. Tu perteneces al mundo del teatro. Lo tuyo es crear y hacer. Solo deseo que tu no seas como los demás quieren que seas. Tu no eres como los demás, Esteban. Tu eres diferente, no puedes y no debes ser como los demás. Tu no puedes ser como cualquiera, ni yo puedo serlo, a pesar de lo que los demás exijan sin tener en cuenta lo que nosotros queremos ser." Aplasto su cigarrillo. "Ese es el problema de Ronnie. Ella quiere ser como yo, ella quiere los mismos muchachos que las otras tienen. Ella quiere parecerse a cualquiera. Yo no puedo ser lo que mi madre quiere, ni seré lo que el Sr. Buchanan desea que yo sea. No soy sumisa ni soy una santa. Soy terca y diferente. Aprendí a estar sola y ver lo que otros hacen sin envolverme en sus rollos. Quizás es por eso que puedo tener una amistad con tu madre, sin sentir culpa por lo que hay entre nosotros. Soy diferente, rebelde y mala pero no puedo evitarlo. Supongo que podría intentarlo y ser lo que los otros desean, hasta incluso podríamos ser buenos con ellos. Pero nos sentiríamos sofocados." Ambos bostezamos y nos estiramos en nuestras sillas lamentándonos de lo tarde que ya era. A través de la ventana de la sala vimos como el día empezaba a clarear. Se escuchaba a los pájaros chirriar afuera. Bostece nuevamente. "Espero poder dormir un poco." Dije. "Después de todo esto? Que podría mantenerte despierto?" Pense sobre esto; estaba cansado, pero también estaba tenso e impaciente. "Pensar en todas las cosas que estuvimos hablando. Preocupado, supongo. Esperando poder cambiarlas, o... deseando que las cosas sean diferentes." "No puedes cambiar el pasado." Dijo ella. "No. Supongo que no." Dije bostezando. "Tu estas en desventaja, no conociste a tu padre. Y yo no se lo que eso significa, como la mayoría de las personas lo entiende. Pero soy una profesora, y aprendí muchas cosas que me ayudaron a soportarlo. No se como puede ser eso para ti. Ciertamente, no puedo reemplazar las personas que hay en tu vida. Pero puedo enseñarte como hacerlo... si tu me prometes algo." Frote mis ojos soñolientos. "Otra promesa? Cual ahora?" "Prométeme que aceptaras el hecho de que tu no eres estúpido, que no eres horrible y que no eres un incompetente. Solo eso y no lo tomes a mal, cariño. Son solo las cosas que debes aprender. Prométeme que no te devanaras los sesos tratando de ser lo que no puedes ser." "Es fácil para ti decir eso." Dije secamente, mientras pasaba mis dedos por un grano sobre la barbilla. Alicia tiro de mi mano suavemente, "No hagas eso, cariño." "Me molesta!" "No importa!" Dijo ella tomando mi mano, esta vez fuerte y sujetándola. "Escúchame, si no te gusta como luces, podemos hacer algo al respecto. Te mostrare como hacerlo. Esta mañana iras conmigo al gimnasio. Te parecerá un poco excéntrico, pero quiero que escuches muy bien lo que el te diga. Quiero que aprendas de el. Su nombre es Federico, pero todos lo llamamos Fede. El entrena atletas y bailarines. Prométeme que lo escucharas." "Esta bien," Dije petulante. "No digas, esta bien, si realmente no lo deseas." "Esta bien," Dije indiferente. "Tu piensas que tengo una cintura de sesenta centímetros de tanto enviar cartas por correo? Fede me enseño como lograrlo y quiero que el te enseñe a ti también. Promete que escucharas y harás todo lo que el te diga." "Esta bien," "Y tienes que trabajar duro." "Esta bien, esta bien lo prometo." "Oh Esteban, no hagas pucheros." "Que sentido tiene? Parece una causa perdida." "Dime una cosa? De donde sacaste esa baja opinión sobre ti mismo?" "Humn... de ciertos hechos con los que me he enfrentado. Eso es todo. No soy bonito, no soy nadie, no soy muy inteligente, soy torpe y me meto en un agujero cuando tengo gente a mi alrededor y ..." "Oh, cariño." Dijo con voz fuerte. Había enojo y desilusion en su voz. Agarro mi mano y frunció el entrecejo, su mirada hermética. Entonces dejo caer mi mano sobre la mesa, "Esteban, que ha pasado contigo?". Gimiendo con frustración se levanto de la silla y se fue hacia la ventana. Siguió diciendo esas palabras y suspirando tres o cuatro veces. Se apoyo contra el marco de la ventana y con sus brazos plegados se quedo mirando fijamente hacia afuera. "Lo siento..." Comencé diciendo.

"Por favor... no hables." "No quería..." "Para, Esteban. No pienso caer en tu trampa de hacerme sentir pena por ti. Ni quiero que sientas pena por ti mismo, tampoco. Quédate en silencio un minuto." Me quede mudo mientras ella miraba por la ventana, sus brazos apretados fuertemente mientras sus pies se movían inquietos. Estuvo así por un rato hasta que finalmente después dar un suspiro profundo dijo, "Cariño, debo decirte algo. Quise decirte esto varias veces, pero nunca supe como hacerlo. Aun continuo sin saberlo. Recuerdas el ultimo día que estuvimos juntos en Memphis? En el Holiday Inn... antes de mi viaje... quería decírtelo. Pero no sabia como ibas a tomarlo. Y todavía no se como hacer posible que entiendas lo que te digo. Una vez te dije que había ciertos momentos secretos que quería compartir contigo, y nada deseaba mas que hacerlo. Pero no pude. También intente decírtelo el día que mi madre se caso, lo mismo que intente decírtelo el día de mi partida en la estación de tren de Memphis. Y hubo otras muchas ocasiones en las que intente hacerlo. Pero siempre tuve miedo de que tu no lo entiendas." Ella paro para tomar aliento. "Si es tan duro," Dije suavemente. "entonces no lo digas." "No!, maldición." Dijo mientras se frotaba la frente contra la ventana. "tu necesitas saber esto. Una cosa es que tu pienses que nadie te ama y otra muy diferente es que no seas amable. Solo estoy pensando la manera en que decírtelo. Se lo que se siente. Trabajo todos los días con jóvenes que se sienten así todo el tiempo." "Alicia, paso todo el tiempo escuchando eso en la escuela." "No, no lo haces, Esteban. Y para de intentar adivinar lo que estoy por decirte. Por favor, solo para de pensar y escucha lo que quiero decirte. Es demasiado difícil para decir lo que voy a decirte, así que no lo compliques mas." Abrí la boca para decirle que estaba bien, pero no dije una sola palabra. Ella se abrazaba y frotaba los brazos. Pense que ella se sentiría menos presionada si yo desviaba mi vista. Volví la cara y me puse a mirar hacia la cocina. Después de una pausa ella dijo seriamente, "Te amo Esteban... siempre te he amado. Desde la primera vez que te vi, cuando escasamente llegabas a mi cintura, te ame. Eras la mas tierna, dulce, abierta y cálida persona que jamas había visto en mi vida. Tus ojos tenían una luz tan bonita... tan ávida, tan valerosa. Que me enamore de ti. Eras tan libre que yo simplemente no pude resistirme a enamorarme de ti. Nunca pude. Y aun no puedo resistir el amor que siento por ti." Cubrió su cara con ambas manos por un momento, se quedo mirándome fijamente. "No se que tipo de amor es... no es del tipo romántico, no es un estilo Hollywoodense de amor, no es el amor de un matrimonio, no es maternal. O quizás son todos esos tipos juntos. O quizás es el tipo de amor al que hacen referencia los filósofos, el tipo de amor que no se puede definir por ninguna norma conocida, el tipo de amor que no se puede encasillar. Siempre que intento controlar mis sentimientos o racionalizarlos, o moralizar sobre lo que nosotros hemos hecho, simplemente no puedo. Una vez fui a ver a uno de mis consejeros, intentando describir lo que sentía, otra vez fui a ver un psicólogo. Pero no podía empezar a explicarles a ellos algo que no tenia explicación para mi. Todo lo que obtuve de ellos fue el mismo discurso moralizador que podía obtener de cualquiera en la calle. No se como vas a tomar esto que te estoy diciendo, o como te explicaras esto a ti mismo, o si sabes acaso de que diablos te estoy hablando. Ni siquiera se explicar que es lo que me sucede cuando estoy contigo, o porque me siento tan primitiva, tan libre, tan maravillosamente... viva. Todo esto me sucede, por alguna razón, solo cuando estoy contigo. Intente justificar mis acciones, pero no puedo. Intente condenarlas, pero no puedo. Intente hacer planes, tratando de resistirlo, intentando analizarlo. No puedo. Esta ahí. Solos tu y yo, y no puedo concebir la idea o experimentarlo de otra manera que no sea así." De nuevo ella suspiro y busco las palabras. "Es simplemente tu y soy simplemente yo... es lo que haces, y quien eres o como piensas. No pienso en ti todo el día ni todos los días. No parece afligirme que estés lejos, no de la manera en que extrañaría un novio o un padre. Pero cuando estas frente a mi soy una mujer completamente diferente... o quizás pienso que hay una parte secreta de mi que es esa, que no puedo definir ni describir. Por favor quiero que entiendas, que no tengo idea de lo que va a suceder entre tu y yo. Cada vez que intento controlarlo, es como querer cambiar el mundo de forma. A veces pienso que encontraras a alguien y eso me pondría muy feliz por ti. No tengo ningún deseo de poseerte. Se que cambiaras con el tiempo y no tengo idea de lo que pensaras de mi cuando el tiempo pase. Tengo miedo... Esteban, tengo miedo que algún día nosotros cambiemos, que cada uno tome su camino, que cada uno haga su propia vida y se que será así. No hay nada que tu y yo podamos hacer para impedir eso." Su voz se quebró un poco e hizo una pausa para secar una lagrima de sus ojo. "Oh mi amor... si alguna vez hiciera algo que rompiera tu corazón, se que no lo haré... jamas haría algo así." Se quedo mirando hacia fuera por la ventana. Rápidamente se recompuso. "Tal vez te este dando un mensaje ambiguo. Esta mal sentir lo que siento? Estamos equivocados al romper las reglas? Tal vez este esperando algo de ti, de lo cual no tengo el derecho de esperar? Aprendí mucho desde que deje Memphis. Cambie mucho. Fue una agonía pensar en si debía pedirte que vengas o no. Pero debía traerte aquí y ver que sucedía conmigo y que sucedía contigo. Yo confío en ti. Siempre he confiado en ti, porque creo en lo que sentimos uno por el otro. Porque veo honestidad y cuidado de la manera en que te conduces conmigo, de la manera que me tratas y cada actitud que tienes conmigo. Puedo verlo y sentirlo." Sacudió su cabeza lenta y tristemente. "Ambos éramos tan inocentes, Esteban. Inocentes hasta que nos dimos de cara con la otra moralidad. La moralidad de los otros. Mi hermana se acuesta con hombres cada vez que lo siente así. Se ha acostado con tantos que ni siquiera recuerda el nombre de algunos de ellos. No se acostaban con ella porque la querrían, solo lo hacían porque les gustaba. Ella era tan amable y tan dulce, tan fácil. Yo no tenia esa actitud. Tenia que trabajar duro por todo lo que quería. Pero yo a los hombres no les gustaba, ellos me querían poseer. Ellos pensaban que esperar era demasiado moral. Pero no tu, Esteban. Siempre hubo amor en tus ojos, en tu mirada y en tus caricias. Tu mirabas dentro mío y no a mi. Mi padre hacia eso también. No si el alguna vez supo lo que yo estaba pensando. Pero cuando el me miraba y hablaba conmigo, cuando me abrazaba, yo sentía amor por el. Y el también me amo... el nunca quiso que yo fuera alguien mas o como alguna otra persona, el siempre quiso que yo fuera yo misma. Y eso me hizo quererlo completamente. Yo nunca quise poseerlo, ni quería que el me poseyera. Solo quería tener la experiencia entera de el. Y el a su manera me lo permitió. Y es de la misma manera que siento sobre ti. Puedo ir mas allá de eso? Debemos cortar nuestras muñecas y unir nuestra sangre? Que podemos hacer nosotros? De que manera podemos mostrarles a todos cuanto nos amamos? Cuanto podemos amarnos sin poseernos? Como podemos inclusive casarnos sin poseernos?. Esteban, hace unos años tu madre horrorizada me contó que tu tía Ivana dormía regularmente desnuda con su marido. Y escandalizada me dijo 'Dios sabe, que yo nunca he permitido que ninguno de mis maridos me viese desnuda. Ella es una buena mujer, muy sufrida, Esteban... pero como alguien puede vivir una vida así? Que tipo de moral es esa? Y el Sr. Buchanan cansado de salir con tantas mujeres, a las que el llama prostitutas, decide casarse con mi madre, una mujer sumisa con la que el puede establecerse y que siempre estará disponible para el, pero no deja de ver en las esquinas a sus prostitutas. Que tipo de moralidad es esa? Todas esas esposas que fingen sus orgasmos, y se embarazan para poder ser respetables, tener una casa en los suburbios y un nuevo Chevrolet cada dos años. Pero que tipo de respeto es ese sin amor, sin alegría? Le pedimos a Dios que nos proteja del alza de nuestras acciones, que nos ayude a producir mas automóviles y tostadoras, que podamos producir bombas mas grandes y mas destructivas. Que nos ayude a ganar el campeonato mundial. Pero nadie reza una plegaria para pedir que aprendamos a amar, para que aprendamos a entender y aceptar a los demás. Moralidad. Me sentía tan extraña hablando con tu madre y preguntándole si te permitirían hacerme una visita, ver la ciudad, el arte, la nueva vida y nuevas personas. Las nuevas ideas y la nueva vida que ellos realmente no quieren que tu veas. Semejante teatro y omisiones, tantas mentiras piadosas, para congeniar con su moralidad. La moralidad de mi madre, de mi maestro y la de mi supervisor. Como podría su moral concebir el placer y la alegría que sentí como adolescente la primera vez que compartí mi cuerpo contigo. Su moralidad se los prohibe. Su moralidad prohibe el abuso, el abandono, pero todavía somos abandonados y abusados. Que clase de honestidad es esta, teniendo que ser honestos de frente y traicionando por detrás? Que tipo de moral es esa que prohibe el placer, la intimidad y el éxtasis?. Esa no es mi moralidad. Las esposas golpeadas no son mi moralidad, los niños abusados no son mi moralidad, las mujeres frígidas no son mi moralidad, los hombres impotentes no son mi moralidad. La horda de fanáticos que impulsan los linchamientos en Mississippi o promueven las guerras no son mi moralidad. Mi moralidad es la de no mentirme a mi misma. Mi moralidad es la de ser honesta conmigo misma." Ella sacudió su cabeza, bajo el tono de su voz y dijo, "Pero no puedo mentirte a ti, mi amor. No se cariño... lo que tu esperas de mi. Creo tener una idea al respecto. Pero no se si puedo realizar todas tus expectativas. Si puedo realizar tus sueños. Ni siquiera si tu puedes llenar los míos. No si alguien en algún lugar puede llenar los sueños y las aspiraciones de otro." Sacudió su cabeza nuevamente. "Lo se, se muy bien que iré al infierno por todo esto. Y el infierno existe, Esteban. El infierno es todo lo que esta alrededor nuestro. Todo lo que hagamos u omitamos hacer, si estamos acertados o errados, si dañamos a alguien o nos dañan. Puedo tolerar eso. Puedo tolerar saber que lo que estoy haciendo es lo mejor que puedo hacer. Puedo tolerarlo porque ni aun con mis pensamientos seria capaz de hacer algo para dañarte. Siempre, siempre haré lo mejor que pueda para ti. Y siempre confiare en que tu harás lo mejor que puedas por mi. Pero si no puedo lograrlo, o si no puedes tu lograrlo, puedo aceptarlo. Puedo vivir en medio de ese infierno." Ella se detuvo. Levanto su cabeza y suspiro profundamente. La brisa nocturna débilmente susurraba por la ventana y movía las cortinas. "Oh mi amor, espero no haberte decepcionado." Dijo y suspiro nuevamente. Aclaro su voz, paso de un tono lastimero a uno enfatizado. "Pero hay una sola cosa que no voy a aceptar. No aceptare pensar que pude haber hecho algo, o decir algo que te haga sentir que no eres capaz de que te amen. Algo que te haga sentir que no eres capaz de depender de tu propio esfuerzo o de tus propias ideas. Si te sientes de esa manera, quiere decir que te he fallado. Ahora mismo, en este mismo instante, yo no sabría que hacer. Pero aun tengo nueve días por delante y voy a intentar lo que sea. No. No es que voy a intentarlo, voy a hacerlo." Por primera vez desde que se movió de la ventana, me miro directo a los ojos. "No tienes idea de lo difícil que me ha resultado decirte todo esto. Era una agonía que soporte durante años. Por favor, Esteban, no lo uses en mi contra nunca. Pienso que eres lo suficientemente adulto como para entender que es lo que quise decir." Sus ojos y sus palabras me dejaron mudo. Aclare mi garganta y trate de sobrellevar mi estado de shock, solo atine a asentir con mi cabeza en señal de haber entendido todas y cada una de sus palabras. Me movía nervioso en mi silla. Ella me observaba atentamente, casi aprehensiva. Parecía resulta y vulnerable al mismo tiempo. "Espero que no te hayan saltado los fusibles." Dijo suavemente. "No hay fusibles, son llaves térmicas." Dije con una pequeña sonrisa. "se reponen después de unos minutos." Ella rió dulcemente. "He pinchado todos tus globos, cariño? Ni siquiera puedo saberlo. Escondes tan bien tus sentimientos. Muy bien, Esteban." "No soy tan bueno como tu, para expresar los sentimientos," Dije sintiéndome culpable por ello. "Pero no, no quiero mantenerlos ocultos contigo. Solo que no puedo responder ahora. Pero lo haré." Ella camino hacia mi y me dio un ligero abrazo. "No tienes que responder nada, cariño." "Si lo haré... pero mis fusibles necesitan un poco de tiempo." "Muy bien, mi amor. Esta todo bien. Vamos a dormir ahora." Con otro bostezo, apagamos las luces de la sala y nos dirigimos al dormitorio. Nos acostamos de lado, mirándonos de frente, al claro de las primeras luces del día que se filtraban por las cortinas de la ventana. Cerré mis ojos, detrás mío, la ciudad se movía lentamente. Era un sonido poco familiar, un sonido que nunca antes había escuchado en Memphis. Un ruido vago y distante, un indefinido ruido de ir y venir. Un sonido sordo de eventos que sucedían en todas direcciones. Me moví en la cama para acomodarme de espaldas. Abriendo mis ojos vi que ella estaba observándome. "No puedes dormir?" Pregunto. "Estoy pensando." "No pienses, cariño. Duerme." Ella acaricio mi espalda, dando suaves caricias. "Todo va a estar bien, Esteban. Ya lo veras." Cerré mis ojos. Estaba demasiado agotado para cuestionarme el futuro, que no podía ver ni definir claramente. Confiaba en ella. Sentía que no tenia otra opción.

Capitulo Once Salí de la peluquería de Amelia con la placentera sensación de sus tetas en mi espalda. Camine los pocos metros que separaban un local del otro y entre en el Docker's. Estaba casi vacío, a no ser por las dos personas que se encontraban en la barra charlando con Kristen. Los salude a ambos, eran un hombre delgado y alto que usaba lentes, que siempre estaba en el lugar. La otra persona era una mujer de unos 35 años que también era cliente del pub. Camine hasta la otra punta de la barra y me senté en mi lugar. Esperando que trajeran mi whisky. Había estado contándole la historia a Amelia y eso me había dejado la garganta seca. Necesitaba beber algo. Desde mi lugar observaba a los tres como se reían y parecían personajes ficticios de una novela. El tipo hacia mas de un año que frecuentaba el lugar y estaba interesado en Kristen, la mujer era compañera de él en el trabajo y estaba interesada en el. Kristen, según sus propias palabras no venia nada en el como hombre que le interesase y la mujer bebía para embotar su cerebro y no darse cuenta que era una imbécil. Paradójicamente todo esto tenia mucho en común con la historia de Alicia, Ronnie y Esteban. Estaba armando uno de mis cigarrillos cuando Kristen se acerco con la botella en la mano y me distrajo de mis pensamientos. "En que estabas pensando?" Pregunto. "En lo paradójica que resulta la vida a veces." Dije, pasando la lengua por el papel. "Y cual es la paradoja?" Dijo, sirviendo el vaso. "Alicia, Ronnie, Esteban, tu, ella, él y yo." Esa es la paradoja. "Quién es Ronnie?" "No te hable de ella? Es una amiga de Alicia, que Esteban conoció en su viaje a Nueva York." "No, no me hablaste de ella." "En realidad no importa Ronnie, lo que importan son las Ronnies que hay en esta vida." Dije pensativo. "Hay tantas Ronnies en el mundo..." Mientras encendía mi cigarrillo, ella dio la vuelta a la barra y se paro a mi lado, "Aquí no puedo sentarme sobre tus rodillas, pero me gustaría que me hables de ello." "Sucedió el primer fin de semana que Esteban paso en Nueva York." Comencé diciendo. Ese sábado por la tarde poco después de la una, me desperté en mi primer fin de semana en Nueva York y la primera resaca de mi vida. La dulce y fastidiosa voz de Alicia retumbaba en mi cerebro mientras sus suaves manos frotaban mis hombros y mi espalda. "Levántate, ya paso de mediodía." No había tenido tiempo de meditar sobre sus palabras de la noche anterior. Alicia había preparado el desayuno, huevos revueltos y un té de menta fuerte, que dejo mi boca y mi nariz cosquilleando, además de un jugo que parecía de apio. Nos vestimos apresuradamente, y salimos a la calle antes de que supiera lo que estaba ocurriendo. La deslumbrante luz, del fuerte sol del mediodía me encandilo. Esa fue la primera lección en mi estadía en Nueva York: Nunca se debe combinar la luz del sol con una resaca. "Date prisa!" Grito Alicia mientras me empujaba por un brazo en dirección a la Segunda Avenida. "Llame a Fede mientras estabas durmiendo como un oso y dijo 'que deja el gimnasio a las tres' así que apúrate!." "Estas segura que él puede hacer algo, con alguien que esta en mi estado?" Pregunte, dado que apenas podía caminar, mucho menos hacer algún tipo de gimnasia. "Sacúdete esa resaca!" Dijo cuando dimos la vuelta a la esquina y nos encaminamos hacia el centro de la ciudad. "Si tienes un par de dólares, podemos tomar un taxi." "Genial!" Dije levantando mi mano para parar el primer taxi que venia de frente a nosotros. "Flojo!, eres un flojo." Dijo. La meteórica carrera del taxi hasta Lexington y la Calle 47 me ayudo a despabilarme. Alicia me presto su pase para el club y me dijo como encontrar a Fede en el sexto piso del edificio. "esta es solo una evaluación," Dijo "después de esto, y porque Fede es mi amigo además de querer mi cuerpo, estuvo de acuerdo en solo cobrarte veinticinco dólares la sesión. Toma mi palabra, cariño, es una pichincha. Pero no lo fastidies sino piensas trabajar con él." Alicia fue de compras mientras yo estaba en manos de su amigo Fede. Estaba sorprendido de su estatura, quien se suponía debía ser mi entrenador era mas bajo que yo!. Pero tenia una fuerza y agilidad increíbles. Durante los primeros diez minutos examino cada parte fuerte y débil de mi cuerpo con rápidas miradas sobre mi torso y los miembros. "Quítate la ropa!" Dijo golpeando sus manos lacónicamente, y me dio un par de pantalones cortos color azul. "Ponte estos pantalones!" Antes de que pudiera decir una palabra agrego, "A la mesa de masajes! Rápido!." Desconcertado, me caí intentando sacarme mis zapatos. Fede se rió alegremente. "Puedes sentarte en una silla para quitarte los zapatos." "Todos tienen tanta prisa aquí?" Murmure por lo bajo. "Por supuesto! Estas en Nueva York! Si no te das prisa estas muerto!." Siguió riéndose hasta que estuve sobre la camilla de masajes. Durante los minutos que siguieron me trato como si fuera una bolsa de papas. "Tienes buen aspecto, Esteban. Muy bueno! Pero tus espaldas son débiles y tus caderas también. Que tipo de trabajo haces?" Le conté sobre mi ruta del periódico y la bicicleta de reparto. "No, no," Me previno. "No es bueno como te mueves, cuando termine aquí iremos a la bicicleta y te enseñare como hacerlo. No es nada bueno la manera en que lo haces." Durante una hora el me enseño como debía manejar la bicicleta de reparto. Y como eso ayudaría a reforzar mis partes débiles. A esa altura ya estaba jadeante y apenas podía contestar sus preguntas con gruñidos. "Muy mala coordinación! Tengo ejercicios para eso. Aquí! Así no! No des tirones de esa manera. Pedalea suave, pero con toda la fuerza! Así esta mejor! Capisce?" "Que clase de comida Italiana te prepara tu madre?" Me pregunto mientras me estaba vistiendo sin una sola gota de aire en mis pulmones y sin fuerzas en mis músculos. "Pan? Pasta?" Le dije que si con la cabeza. "Aha!" Grito como enloquecido. "y tienes granos y flacidez por todo tu cuerpo. Escúchame bien, nada de pan, nada de harina!, basta de pastas. Si alguien te cocina con algo de eso, lo matas!, entendido?" Seguía moviendo mi cabeza en señal de asentimiento. "Si alguien te da un panqueque le quiebras las piernas, si te ofrecen azúcar le retuerces los dedos!, entendiste?" Otro movimiento de cabeza. "Eso es basura, mi amigo. Basura en tu cuerpo y granos en tu cara!." Escribió una larga lista de las cosas que debía comprar. "Hoy mismo!" Dijo enérgicamente. "Hay una tienda de comidas dietéticas a dos cuadras de aquí, por Lexington! Comienza hoy mismo. Y vuelve el lunes a las diez en punto!" Me dio una palmada en la espalda. Tenia una risa franca y amable después de todo lo que me había torturado. No pude evitar toser cuando me palmeo. "Que es ESO!" Grito enloquecido. "Nicotina en tus pulmones, acaso fumas?" Solo atine a bajar la vista, me sentía avergonzado. "Escúchame, no es bueno que fumes, nada de cigarrillos, nunca tendrás una buena piel ni una buena salud si fumas. Y cuando veas a Alicia le das las gracias por enviarte conmigo. Te haré un precio especial, solo por tener una mujer tan bonita a tu lado!." Mientras me dirigía a la salida del club, me di cuenta que no solo Alicia tenia un bonito cuerpo en Nueva York. Había varias modelos y bailarinas, algunas de ellas tenían una figura tan perfecta que nunca había visto algo así. Sus logros me incentivaron a seguir adelante, aunque mas no sea a tomar el ascensor y salir de ese club de enajenados hacia una calle Lexington repleta de gente mas enajenada aun. Para cuando Alicia volvió de hacer sus compras, me encontró parado esperándola de la manera que había aprendido. "Y... cual fue el veredicto?" Pregunto. "Estas segura que Steve Reeves empezó así? Creo que puedo hacerlo si descanso lo suficiente entre sesiones." "No de la manera en que nosotros 'cojemos', cariño!" Dijo riéndose ante la mirada sobresaltada de un par de transeúntes que pasaban por el lugar. Le mostré la lista de cosas que me había dado Fede, para comprar. "Puedes gastar ese dinero?" "Cuánto costara?" "Entre treinta o cuarenta dólares, supongo." "Bueno, de todas maneras iba a gastar ese dinero en comida chatarra, la gastare en este tipo de comida." Alicia me acompaño en mi primer viaje a una tienda de comida dietética. Salimos de la tienda con una bolsa llena de botellas y comidas y píldoras de las que nunca antes había oído hablar en mi vida. De vuelta en su departamento, ella inspecciono las compras. "Por lo que veo, te ha dado demasiada vitamina B6. No pense que era tanta, seguramente piensa que tu lado materno tiene alguna deficiencia. Hum... y además levadura de cerveza! Oh mi amor, estoy segura que me vas a odiar por esto. Pero de alguna manera vas a tener que tomar tres cucharadas de levadura de cerveza por día." La mayoría de los tés y las vitaminas no eran difíciles de ingerir, pero la levadura de cerveza era sencillamente asquerosa. A la tarde comencé con el régimen, vitaminas, minerales, tés, jugos, la levadura y algunas hierbas. Como premio y para descansar un poco fuimos hasta el Central Park, donde vagamos por las colinas y los bosques de pino hasta el crepúsculo. En el camino de vuelta a casa, antes de salir del parque vimos un kiosco de panchos. "Hey Esteban," Dijo revoleando los ojos. "Esteban, tienes que comer uno de estos panchos." "No!," Dije firmemente, imitando a Fede. "Basura en tu cuerpo y granos en tu cara!." "No puedes estar en Central Park y no comer uno de sus panchos" "No. No. Y no." "Wow, veo que te has tomado las cosas a pecho. Estoy orgullosa de ti." La sesión agitada con Fede y el paseo por el Central Park hicieron su efecto. Para la cena Alicia preparo hamburguesas 'desnudas' (la carne cocida con una rebanada de queso y crema de hongos encima.) y una ensalada preparada con el vinagre especial que Fede había prescrito, y otro manojo mas de píldoras. Según palabras de Alicia, "Los Gourmets nunca comen la carne sola, siempre la aderezan. Sabes que es un Gourmet?" Pregunto. "No." Respondí. "Un conocedor de la comida fina y las buenas bebidas. Es del viejo francés 'groumet' o sea grumete, el que servia el vino en los viejos barcos mercantes." La cena se prologo con una cucharada de levadura de cerveza que ayude a digerirla con un te oscuro y aromático. Después de cenar me quede sentado indiferente, casi a punto de desmayarme.

"Que sigue, ahora?" Pregunte. "Al baño, voy a enseñarte a lavarte la cara." "Lavarme la cara? Acaso piensas que no se como lavarme la cara?" "Voy a enseñarte como lo hacen los profesionales." Dijo mientras me conducía hacia el baño, con una lata de polvo en la mano y una de aceite en la otra. Pregunte alarmado, "Voy a tener que lavarme la cara con eso?" "No, tonto. Primero tenemos que limpiar la piel. Mira y aprende." Nuevamente otra revelación. En el diminuto baño Alicia me enseño como preparar mi cara con una delgada capa de aceite vegetal antes de usar el jabón especial y el vapor de agua caliente. Fruncí el ceño al ver el vapor de agua y mi cara engrasada en el espejo, con un creciente escepticismo. "Ahora, quien pasara por todo esto, simplemente para lavar su cara?" "Las personas que no aceptan la manera usual de hacer las cosas." Dijo. "Las personas que no creen en los cuentos de hadas. Hazlo, Esteban. Abre tu mente y prueba algo diferente." Seguí el procedimiento en forma renuente pero exactamente como ella lo dijo. Contando hasta veinticinco en voz alta y salpicando mi cara con el agua caliente cada vez. Después de eso ella me hizo mirar en el espejo. "Siente tu piel," Dijo con una voz que había perdido la rigidez. "Mira tu cara. Suave, verdad? Y la piel tersa. Su piel tiene el equilibrio justo de acidez ahora, tus poros están limpios. Y esos condenados granos se abrieron y están desapareciendo." Me observe en el espejo, cuidadosamente. Ella tenia razón. No podría creerlo sino lo hubiese visto. "Confías en mi?." Dijo ella mofándose. "Estaba en lo cierto? No es ciertamente una bruja mala tu amiga." Tuve que rendirme ante la evidencia, "Si," Murmure. "Te sientes mejor?" "Si." Ella me abrazo. "Tengo que sacarte ese 'estilo Memphis', cariño. No dejes que esos espumantes romanos te digan lo que debes hacer. Quiero que averigües las cosas por ti mismo. Prueba cosas nuevas. Confía en ti mismo. Todo lo que necesitas es un poco de trabajo y coraje. Okay?" La abrace. "Tienes que amarte." Dijo. "ya sabes como, no es así?" "Si." Ella se metió en la cocina y comenzó a limpiar todo. "Y ahora que sigue?" Pregunte desde el baño, todavía asombrado de lo que veía en el espejo. "Al cine, si quieres." "Nadie descansa en Nueva York?" "Ocasionalmente, pero nadie lo admite en publico. Es malo. Pero después de lo de anoche, supongo que podríamos tener una pequeña siesta." Después de limpiar la cocina, nos tiramos de espaldas en la cama para una ligera siesta. Me quede dormido de inmediato. Cuando me desperté, Alicia estaba sentada al borde de la cama, sonriéndome. "Pareces cansado," Dijo ella. "Alicia, lo siento, pero creo que lo estoy." "Esta bien, cariño. Apenas puedo creer que solo hace veinticuatro horas que estas aquí." "Solo eso?" Dije medio soñoliento. "Parece que hace una semana. Pero tienes razón hace solo dos noches que estoy aquí." "Te vi dormir tan pesadamente, que te deje hacerlo una hora. Que dices de saltearnos la película e ir hasta la Segunda Avenida y cenar afuera. Ronnie llamo, y quiere agradecerte por haber sido tan paciente con ella, que te parece?" "Esta bien." Empece a levantarme de la cama, pero Alicia me detuvo. "Tengo que decirte algo." "Mas revelaciones?" Pregunte incrédulo. "Si," Dijo y bajando su voz a un tono casi inaudible. Hizo una pausa y paso un tiempo largo jugando con el cuello de mi camiseta. Escondió su mirada. "Esteban... Ronnie es mi mejor amiga, muy intima, mi única amiga." "Adelante," Dije cálidamente. "Adelante, sacúdeme." "Bueno... Esteban... cariño... ella sabe lo nuestro." Se dio cuenta que me había puesto tenso. "No todo," Agrego rápidamente, "no... cariño, la parte donde cojemos, esa no se la conté. Nunca podría contarle eso, solo le dije que entre nosotros había algo, que jugábamos... en fin tu sabes." "Y ella que dijo?" "Nada." Asombrado, pregunte de nuevo. "Nada?" "No, ella no dijo nada en absoluto. Yo estaba sorprendida. Me pregunto de nuevo, y le dije que hace mucho tiempo tu fuiste quien me dio mi primer orgasmo. Ella penso que era una cosa tan dulce y que era tan buenos uno con el otro. Pienso que ella sintió un poco de envidia. Ella creció en Michigan, de la misma manera que nosotros lo hicimos. Pero ella no tuvo ningún amigo, Esteban. Ni uno siquiera. Ella tuvo que pasar por tres padres, una madre que la atormentaba y dos hermanos que eran unos gusanos antes de que la enviasen a un colegio que ella realmente odiaba. Ella salió un día de la escuela y nunca mas volvió a su casa. Ella dejo todo y se fue con un novio del colegio, a vivir con el... hasta que el le dio un puntapiés en el trasero y le dijo que ella no era suficiente cosa para el después de haberla cojido durante todo ese tiempo. Termino en la calle. Y fue recogida por un tipo en un bar. El le pidió que se quedara en su casa y ella estaba tan desesperada por un lugar... el era el tipo que te conté que abusaba y la golpeaba. ella lo soporto hasta que termino la escuela y consiguió su primer empleo. Cuando ella contesto mi anuncio pidiendo una compañera de cuarto, llevaba dos días durmiendo en la estación de ómnibus." Sacudí mi cabeza e hice un gesto de dolor. "Muchas personas lo han pasado mas duro que nosotros, cariño. Muchos de los cuales no son tan sensibles como Ronnie y se vuelven fríos y calculadores. Pero Ronnie aun sigue intentándolo. Como tu y como yo ella sabe que no encaja en este sistema. Pero ella no puede vivir en una botella, tampoco. Pero no pienses que ella es una pesada y siempre se comporta como lo hizo la otra noche. Ella es afectuosa y sensible un poco desorganizada tal vez, pero sigue intentándolo. A veces pienso... que las personas como Ronnie, que la vida les ha pegado tan duro y que son tan diferentes, son las únicas personas a las que puedo acercarme. Ella intenta tanto agradar a los demás, esta tan desesperada por que la quieran. Y al igual que tu es muy dura consigo misma cuando no lo logra. A veces tiene ataques de desesperación por causa de eso. Pero ella es muy buena. Y por favor no menciones nada de esto frente a ella. Estoy segura que ella sabrá que yo te he dicho algo sobre ella, pero no dejes que ella lo sepa. Ella se deprime mucho con eso. Okay?" "Okay." "Espero que no lamentes haber venido aquí, y verte mezclado en todo esto." "No, no te preocupes. Me gusta." "Te que?" "Quiero decir... es la vida, es lo que sucede. Puedo entenderlo. No es una reunión para vender Tupperwares. No es el show de 'Yo amo a Lucy' o ir de compras a 'Sears'. Me gusta el tipo de cosas que me hacen pensar y sentir. Quiero decir..." Desesperadamente buscaba las exactas palabras para decirle lo que pensaba. Ella paso su mano por mi cabeza y dijo, "Se lo que quieres decir." Sonrío con admiración y sorpresa. "No creo que tengas muchos problemas para entender las cosas que pasan aquí." "Ronnie no es un problema," Dije desperezando, con una mueca de dolor. "El problema va a ser sobrevivir a Fede." Nuevamente con su metódica crueldad, Alicia me forzó a tomar otra cucharada de levadura de cerveza un te de hierbas y un rápido baño. Un rato después estaba lo suficientemente lucido y despierto como para pasear mis penosos músculos por la ciudad de Nueva York. "Vamos!," Dijo ella delante mío. "Esta bien, esta bien. Siempre de prisa." Encontramos a Ronnie dos cuadras mas abajo, en la Segunda Avenida. Ella se ruborizo al verme, pero eso no impidió que me brindase una cálida sonrisa y se iluminasen sus ojos azules. "Te acuerdas de mi?" Dijo bromeando, mientras extendía su mano. También ruborizado acepte su apretón de manos. Como su cara, su mano era pequeña y delicada. Ella tenia una mano larga, de dedos delgados y cálidos. Sin sus zapatos de taco alto, ella tenia la misma altura que Alicia y parecía mas delgada con esa sencilla falda en lugar del traje que tenia la noche anterior.

Ronnie nos guío hasta un atestado restaurante, donde ella y Alicia se debatían tormentosamente por el uso y propósitos de la psicología. Ronnie no aceptaba la frase de los que decían "La ciencia es la perdición de vida," Mientras atacaba hambrienta una costilla de cerdo. "poniendo los sentimientos de las personas en gráficos y mapas!" "Tienes sus ventajas" Insistía Alicia. "Entonces es cianuro!," Dijo Ronnie. "El cianuro también puede usarse con buenos fines o con malos!" Dijo Alicia levantando el tono. "Yo no estoy de acuerdo con la manera en que son usados esos gráficos y mapas. Se hacen para trazar normas, y las normas no son solo consideradas normales y deseables, sino requeridas para cada uno. Tienes razón, esa es la parte que no tiene sentido." "Cuidado, estas al borde de coincidir conmigo." Dijo Ronnie sonriendo insolente, mientras metía un bocado de carne en su boca. Sin que pudiese notarlo, ya habían cambiado de tema y estaban hablando de moda. Alicia estaba a mi lado y Ronnie sentada frente a mí. Escuchaba atento su conversación con los codos sobre la mesa y mi mano en la barbilla. Mirando con una sonrisa divertida como pasaban del debate sarcástico a la charla sin sentido. "Ronnie," Dijo Alicia en tono enérgico. "Eso es lo que yo no entiendo de tu trabajo. Que derecho tiene un diseñador de moda trasnochado en un café, para decidir que es lo que debo o no comprar el año próximo? El no sabe nada de mí." "Oh, por favor Alicia, no es así como funciona." "Si, es exactamente así como funciona." "Genial!, Hagamos un boicot a Bloomingdale's. Todo lo que yo hago es diseñar lo que ellos me piden, no apuntes tu dedo hacia mi." "Es exactamente eso" Enfatizo Alicia. "El negocio se estructura para que unos pocos le digan al resto como mantenerse dentro de la línea. Tu creatividad y mi libertad no encajan en el cuadro. Porque los mercaderes saben que la mayoría de las personas son ovejas. Los genios de la Avenida Madison, no le dan la información necesaria para que ellos decidan por si mismos." Ronnie me guiño un ojo, despreocupada por la polémica de Alicia, "Y bien Esteban... aprendiste algo de esta conversación?" Me encogí de hombros y dije, "Si... cenar con muchachos y no usar ropa de mujer." "Bárbaro!, Aplausos!, sabias Alicia que Esteban era un tipo genial. Te estamos aburriendo con esto?" "En este instante... si." Respondí. "Bien!" Grito Ronnie, "Muy buena respuesta! Vamos a parar con toda esta basura filosófica y hablemos sobre algo realmente tonto. Dime Esteban, te ha enseñado esta amiga mía, algo de Nueva York que no podrías aprender en Memphis?" Le conté a Ronnie sobre como aprendí a lavarme la cara. Sus ojos se achicaron con un serio interés en mis palabras. Ella quería mas información. "Porque nunca me enseñaste ese truco para limpiarse la cara, Alicia? Todo este tiempo siendo amigas y nunca me dijiste eso." Alicia levanto sus manos, "Oh, no puedo creerlo! Estas evitando mi discusión por eso! Voy a ir al baño. Por favor no hagas llorar a Esteban mientras tanto." "Okay, cariño, okay," Dijo Ronnie ausente, volviendo a mi. "Esteban, desde que conocí a Alicia, debes saber que la llamo 'cariño'. Puedes creerlo? Bueno dejemos eso de lado. Ahora seriamente, háblame mas acerca de la limpieza de cutis. Puedes ver, aquí tengo esta mancha debajo de mi oreja, y también tengo estos poros aquí..." Minutos después, Alicia regreso del baño y nos encontró enfrascados en nuestra conversación. "No puedo creerlo," Dijo sarcásticamente, "ustedes dos hablando de cosméticos." "Sabes que este muchacho es fascinante, Alicia. Nunca conocí a nadie que vaya tan a fondo en las cosas. Eres para todo igual, Esteban." La charla paso del cuidado de la piel a la relación entre el cuerpo y la mente. Y como la aceptación de sus faltas afecta su voluntad para cambiar la situación o resignarse a ser siempre una víctima. Pronto, Alicia estaba bostezando nuevamente. "Oh por favor Alicia, ahora que se estaba poniendo bueno." "Han sido dos días duros," Dijo Alicia. "Esteban," Dijo Ronnie poniendo su mano en la boca simulando un susurrar, "Alicia siempre hace lo mismo, cuando pierde el argumento conmigo." Dejamos el restaurante. Ronnie caminaba a la par nuestra por la Primera Avenida. En el camino pasamos frente a una tienda de mascotas. El negocio estaba cerrado, pero se podían ver unos loros blancos y un tucán en la vidriera. "Fascinante," Murmure, mi aliento dejo un pequeño circulo empañado en la vidriera, "que hermoso loro, nunca vi uno igual antes." "Es deprimente," Dijo Alicia, "los que no están en jaulas, tienen la alas cortadas. Quien es el que puede hacer una cosa semejante con un ave de tal belleza. Vamos, Ronnie, Esteban. Por favor. No puedo estar parada aquí viendo eso." De vuelta en el edificio, Ronnie paro en su departamento y nos agradeció. "Esteban, que linda velada. Esto compensa la estupidez que hice la otra noche?." Me hice el desentendido. "Que estupidez?" "Que dulce eres," Dijo Ronnie cargando sus palabras con un tono sentimental. Me dio un ligero beso en la mejilla, "En Memphis, son todos como tu?." Después que Ronnie dijo buenas noches y hubo cerrado su puerta, me volví para ver a Alicia sonriéndome. "La ultima experiencia por esta noche en Nueva York." Dijo ella. "Y Ahora que?" Pregunte incrédulo. Bajamos por la Calle 56 Este. A pesar de que ya era muy tarde, no dejaba de asombrarme la cantidad de trafico que circulaba por la Avenida Lexington. seguían caminando frenéticos como durante el día. Alicia me llevo hasta un kiosco de diarios, donde había tanta gente que tuvimos que empujar a algunos para conseguir el Sunday Times. "Así no es como llega a Memphis," Dijo ofreciéndome el pesado periódico con ambas manos como si fuera un regalo precioso. Ella me miro a los ojos y agrego sonriente, "El New York Times, completo. Incluyendo las secciones de la ciudad y los clasificados." Mis ojos estaban fuera de las órbitas. "Caliente de la rotativa, aun." Dijo complacida por mi reacción. "Ten cuidado. La tinta esta fresca todavía." Volvimos a casa con el Times bajo el brazo. Mi cuello levantado como una garza, para apreciar todo el movimiento alrededor a esa hora de la noche en Manhattan. "Quien pudiera creerlo," Dije satisfecho, "Que comprar un periódico a la noche, seria todo un evento." "Nueva York esta llena de esos pequeños placeres." Dijo ella disfrutando de mi excitación. "Pero no iras a pasarte toda la noche con el. Tienes tiempo de sobra luego. Recuerda que Fede te recomendó descansar." Mas tarde, estabamos en la cama, yo acostado sobre mi lado y Alicia leyendo un libro, con sus almohadas en la espalda. "Realmente lo disfrutaste esta noche?" Dijo ella sin quitar la vista del libro. "Si." "Existe una gran diferencia cuando estas rodeado de personas que comparten tus sentimientos. Ronnie estaba muy impresionada contigo. Lo ves? Existen personas a las que tu le gustas." "Bueno, creo que lo hice bien, para un chico de quince años." Dije de mala gana. "Lo hiciste bien y punto. Para con esa costumbre de menospreciarte. O acabare pegándote." Alicia dejo su libro de lado y se acostó para dormirse, como normalmente lo hacia cuando estaba sola. Mire fijamente por la ventana y escuche la ciudad. Alicia tenia razón, estar con personas afines es una gran diferencia. Pense como me comportaría cuando volviese a Memphis. La sola idea de volver a Memphis era un panorama amenazador. Me hacia ver los próximos ocho días como ocho minutos. Cuanto pensaría Alicia que yo seria capaz de aprender en ese corto tiempo. Me di vuelta en la cama enfrentando a Alicia cara a cara. "Ya vas a dormir, cariño?" "Así parece," Dije bostezando. Apago la luz de la mesa de noche a su lado. Y se acostó de lado mirándome a los ojos. Sus ojos de avellana brillaron en la oscuridad cuando ella sonrío soñolienta. "Me alegro que estés aquí, cariño." Dijo. "Yo también," Dije dándole un ligero beso en los labios. "Buenas noches," Susurro. Cerré mis ojos mientras intentaba detener mis pensamientos. El beso que acababa de darle a Alicia me recordó el beso amistoso que me había dado Ronnie al darnos las buenas noches. Todavía sentía sus pequeños labios pintados, calientes, en mi mejilla. Una apacible excitación subió de no se donde y se extendió como un zumbido vago por mi cuerpo cansado. Este era un nuevo sentimiento, puramente físico y aparentemente ajeno a cualquier emoción. Me pregunte si la levadura de cerveza, o mi estomago lleno de vitaminas eran responsables por esto. Me pregunte si los esfuerzos de Fede, conmigo estaban empezando a dar resultados. Me pregunte que tipo de respuesta podía darle a la confesión de Alicia.

Abrí mis ojos y ella estaba ahí, observándome. "Estas pensando nuevamente?" Pregunto. "Mmn..." se quedo mirándome por un largo rato. Su mirada soñolienta cambio a un apacible ceño. "Es terrible lo que me contaste, cuando tu madre te pescó masturbándote. Realmente ella actúo de esa manera?" "Ya lo supere." "No. No creo que lo hayas hecho" Dijo bostezando. Movió torpemente sus manos hacia la bragueta de mi calzoncillo y encontró la punta de mi órgano flácido. "Tal vez deba verificarlo nuevamente y asegurarme que no fue dañado." Cuidadosamente abrió la bragueta y saco mi pene afuera. "Te dije que era mala, no puedo evitarlo. Me gusta tanto 'tocarte'". Ella miraba hacia abajo, hacia mi pene que movía lánguidamente entre sus dedos. "Puedo acunarlo? Se siente tan bien en mi mano cuando tienes sueño." Sonreí, flojo y cansado, excepto por mi pene que tenia una comezón agradable en respuesta a sus caricias. "Si." "Debes pensar que soy terriblemente pervertida, por hacer esto ahora," Dijo tímidamente. "Tal vez lo sea." "Tal vez yo también lo sea, ya vez como me resisto valientemente." Quizás era el beso afectuoso de Ronnie. O la falta de sueño. Cualquier presentimiento que podía tener sobre lo extraño del momento o por las razones de su necesidad de masturbarme, se diluyeron por las cosquillas calurosas de sus dedos. "Me sentía tan sola esta madrugada, diciéndote todo sobre mi. Tal pienses que te estoy presionando o alejándote." "No." Dije. Mi pene lentamente se estaba volviendo irracional. "Esteban..." Empezó entrecortadamente, su mano acariciando y acariciando el tronco de mi pene. "No fue fácil para mi... abrirme de esa manera." "Lo se," Dije, consciente del mismo problema conmigo. Mientras estaba de lado mirándola note sus cuidadosos, urgentes dedos y su tono inquieto, nuestra necesidad mutua de halagarnos y darnos placer a pesar de nuestra carne cansada. Noto que yo podía estar un poco torpe por mi adormecimiento, que tomo una botella de loción, con un suave perfume a frutas, de la mesa de noche. Mojando sus dedos, ella untó la loción en mi pene y siguió masturbándome. Suspiré gratamente a medida que su mano diestramente movía hacia arriba y hacia abajo completando cada movimiento con una ligera presión de sus dedos en la cabeza de mi pene. "Esta bien, así?" Pregunto. "Si, estoy cansado, pero necesito esto." "Lo se, mi amor." Rápidamente consiguió poner mi pene duro. Y cuando ella comenzó a mover su mano sobre mi pene metódicamente, puse mi mano por debajo de la cintura de su pijama. A su vez, ella levanto una rodilla para que yo pudiera alcanzar mejor su clítoris. Perezosamente hacia círculos con mi dedo alrededor del clítoris y de tanto en tanto lo metía dentro de su vagina. Durante un largo rato nos masturbamos así, sin ninguna prisa por gozar. Jugábamos lánguidamente entre gemidos y suspiros. Ella gozo primero, cerro sus ojos y relajo su cuerpo después de un largo gemido. Su mano hizo una pausa en sus suaves movimientos, mientras su cuerpo se endurecía y disfrutaba el orgasmo. A medida que llegaba a su fin, movía ondulante sus caderas y daba unos pequeños estertores, hasta que finalmente se quedo quieta. Salió de su orgasmo respirando dificultosamente, con la boca abierta. Metí mi dedo profundamente cuando ella acabo. Poco antes de que yo gozara, se levanto la camisa de su pijamas dejando al descubierto un poco mas arriba de su ombligo. Así como salieron los chorros de esperma de mi pene, los paso por su vientre. "Hmn, hmn, hmn." Dijo, mirando los hilos delgados de esperma que se unían a sus ondulados pendejos. Cuando salió la ultima gota de mi pene, ella tomo una toalla de papel y limpio mi pene. Con nuestros brazos flácidamente entrelazados nos dormimos. Desperté temprano ese domingo, y permanecí un rato en la cama mirando como Alicia dormía. Ella estaba hecha una pelota en la cama, sus pijamas ajustados enmarcaban la redondez de sus caderas y muslos. Una mano cerrada en un puño cerca de su mejilla. Ella estaba con su cara de lado, la boca apenas abierta y los ojos suavemente cerrados. Tenia un sueño placentero. Parecía conmovedoramente inocente. Habían pasado varios años desde la ultima vez que la había visto dormir. Durante un largo rato no hice ningún movimiento por temor a interrumpir su sueño y mi visión. Solo tenia unos pocos días para verla así. Mi cerebro se devanaba en una sola pregunta, como pudo esta mujer, esta mujer crecida, tan encantadora, tan inteligente, tan bonita, de apariencia tan infantil, dormir a mi lado. Moví suavemente mi cabeza hasta que mis labios apenas rozaron los de ella, y como siempre me pareció sentir que su carne se fundía con la mía. Sabiendo que no me dormiría nuevamente, con cuidado salí de la cama y fui hasta la cocina, donde busqué intensamente los elementos para preparar el café. Entonces encontré papel, lápiz y me senté a la mesa del comedor. Miré fijamente por la ventana de la sala donde Alicia me había confesado sus pensamientos y sentimientos la madrugada del sábado. Empece escribiendo una palabra o frase por vez. A los quince años que podía escribir que aliviase la ansiedad que ella había expresado. Me veía como un hombre, como un muchacho, o como un hombre que tenia quince años. ¿Cómo podría esperar yo que ella respondiera de alguna otra de la que lo había hecho estando de pie junto a la ventana? Cómo podía yo esperar que ella abrace un futuro incierto e indefinido con un compañero cuya mayor fama era la ruta de entrega de periódicos y la bicicleta de reparto del almacén de su padrastro en Memphis, Tennessee. Debía proclamar un amor eterno por ella? Mi corazón juvenil había idealizado su amor pero un poco mas cínico mi cerebro sabia que mi corazón juvenil era susceptible a la indulgencia fácil e impracticable. Las palabras escritas estaban juntas y separadas al mismo tiempo. Las tachaba y las volvía a escribir, y empezaba de nuevo. Después de una hora lo que había escrito era lo siguiente: Tu eres siempre la que ofrece primero. ¿Soy yo el que sólo recibe? Lo que yo no puedo ni imaginar, tu lo haces. Lo que no puedo tener, tu lo das. Solo puedo decirte que eres más que amada. Pero como mi secreta personalidad, la tuya lo es. Yo no puedo ser pero estoy, tu eres una dulzura. Amorosamente Esteban. Antes de que pudiera terminar, escuche unos suaves golpes en la puerta de entrada. Ladrones? El propietario del departamento? El administrador tal vez? Rápidamente saque los pantalones de una percha que estaba en el baño y me los puse. Nuevamente otros dos golpes suaves. Aclare mi garganta. Silencio. Nuevamente aclare mi garganta. "Esteban?" Una voz femenina susurro del otro lado de la puerta. "Eres tu?" Era Ronnie. Comencé a abrir la puerta y recordé que estaba usando los lentes, me los saque y abrí la puerta. Estaba de pie en el vestíbulo, usando unos pijamas y una salida de cama que llegaba hasta el suelo. Su cara estaba brillante como recién lavada. "Hola," Sonrío tímidamente y movió su mano. "Alicia esta despierta?" "No todavía," Dije en voz baja. "Esteban, me quede sin café." Dijo juntando sus manos suplicantemente y haciendo una mueca dócil, "Por favor?" "Seguro, pasa." Dije tomándola de un brazo y haciéndola entrar al departamento. Sostuve un dedo sobre mis labios fruncidos, "Shhh," Ronnie asintió con la cabeza y me siguió en puntas de pie. Me acerque a la puerta del dormitorio y la cerré. Alicia aun dormía. Ella tomo media taza de café de la cocina. Se quedo parada en la puerta de la cocina, sonriendo soñolienta, con el pelo cayendo en ondas sobre su cara. Me moví rápidamente y le abrí la puerta. "Tu has acomodado todo muy temprano," Murmuro. No entendí lo que quiso decir y me quede mirándolo interrogativamente. Con la cabeza apunto hacia el sofá de la sala de estar. "El sofá esta hecho y plegado a menos hayas dormido en el suelo." "Oh, si. Me levante muy temprano." Dije a modo de disculpa. Ella me palmeo en la espalda. "Buen muchacho. Ustedes los sureños son auto suficientes." Dijo imitando la tonada sureña. Haciendo una mueca de dolor y divertida, dijo, "Shhh." Y abrió la puerta para salir. Sujete la puerta mientras ella pasaba y estaba listo a cerrarla cuando de pronto ella se dio vuelta. "Oh, a propósito." Estiro su cuello y me dio un beso en la mejilla. "Gracias." Se fue, hizo un pequeño gesto de adiós con sus dedos y se fue en puntas de pie por el vestíbulo. Apenas cerré la puerta escuche murmurar soñolientamente detrás mío a Alicia, "Esteban, hay alguien ahí?" Ella estaba de pie en la puerta de la sala, soñolienta, con su habitual cabello ondulado, todo despeinado. Una tinte castaño rojizo en sus ojos y marcas de almohada en su frente. Sin maquillaje y ninguna compostura, con las mangas de su pijama que le cubrían las manos. Lucia deliciosamente infantil. "Ronnie," Dije apuntando a la puerta, "Se quedo sin café," "Siempre se queda sin café," Dijo medio dormida. Arrastrando su pijama se metió en la cocina. Rápidamente tome el papel que había escrito de la mesa y lo metí en mi bolsillo. Abrí el Sunday Times y me senté a la mesa, pretendiendo que hacia rato que lo estaba leyendo. Al momento, Alicia apareció en la sala casi cayéndose, entorno los ojos hacia mi y pregunto, "Hiciste café?" Asentí con la cabeza. Ella hizo una pausa, sacudiendo su cabeza y frotándose los ojos, murmuro, "Eres tan dulce." Dio un bostezo y se dirigió al baño, parando a mi lado para darme un beso en la mejilla, "Gracias." Antes de meterse en el pequeño cuarto y cerrar la puerta detrás de ella. Después de un rato la escuche ruidos en el baño. Dejo caer un envase plástico que hizo ruido al dar contra el suelo. Volvió a pasar a mi lado con cosméticos y toallas en la mano, hizo una pausa y me dio otro beso en la mejilla antes de meterse en la ducha que estaba en la cocina. Se quito su pijama, en un rápido vistazo pude ver su culo encantadamente redondo mientras ella se inclinaba. Mientras la visión de su cuerpo desnudo permanecía en mi retina, me quede pensando: como se diría en palabras comunes, o en términos científicos para referirse a algo tan perfecto, algo tan bellamente formado. Se metió dentro del cubiculo y abrió la ducha, escuche un grito cuando el agua toco su piel. Mientras ella tomaba su ducha, yo volví al mi preciado Sunday Times hasta ahora mi primer domingo en Nueva York era todo un éxito. Aun no eran la nueve de la mañana, había sido besado por dos bellas mujeres y estaba totalmente excitado por la desnudez de Alicia. Afuera los gorriones trinaban, y dentro mío también. Durante mi ducha breve, Alicia se maquillo rápidamente y peino su cabello. Estaba asombrado de ver minutos después como ella se había transformado de una soñolienta muchacha en pijamas, en una elegante y fascinadora mujer en falda, blusa y sandalias.

Después que me vestí salimos a la calle y comenzamos a andar por la Segunda Avenida. Varios bares y restaurantes anunciaban sus 'Brunch' en la entrada o en carteles tipo sándwich sobre la acera. Alicia se rió cuando le pregunte que era un 'Brunch'. "Es lo que vamos a hacer nosotros, cariño." Me indico cuales eran los restaurantes que tenían buen servicio y los que tenían buena comida. "Tienes que elegir entre servicio y comida. Es una institución en Nueva York, nunca puede tener todas las cosas a la vez." Elegí la comida al servicio, entramos en un lugar donde ordenamos huevos a la Benedictina en panecillos Ingleses (otra rareza en Memphis) y carne cocida a la plancha, además pedí una versión sin alcohol del Bloody Mary. "Este es tu primer 'Brunch', cariño. Una mezcla de desayuno - almuerzo." Pase la mayor parte del tiempo observando la apariencia y conducta de los otros clientes. Los neoyorquinos entran a un restaurante y se dirigen rápidamente a una mesa. Mientras que en Memphis normalmente se detienen, fruncen el ceño y hasta parecen agonizar antes de tomar una decisión, se mueven a un lado y otro y parecen cambiar varias veces de opinión antes de decidirse. También note las miradas que los hombres le dirigían a Alicia. "Sabias que hay dos hombres que están observándote," Dije secretamente mientras comíamos. "Eso es lo que los neoyorquinos hacen" Dijo con desagrado. "Ellos miran. Son entrenados desde la infancia en el arte de mirar. Pero no miran hacia atrás, sin embargo. A veces son hasta impertinentes. Si crees que esos tipos están mirando, espera a ver lo que sucede en el subterráneo, entonces." Volvimos a su departamento después del 'Brunch'. La primera tarea del día fue llenar mi boca de nutrientes y vitaminas, incluso una cucharada de levadura de cerveza, que benditamente estaba poniéndose fácil de tomar. Entonces Alicia preparo comida para un picnic en el Central Park. Ella hablo un poco mas acerca de Ronnie y como se conocieron y entablaron su amistad. También me hablo de las cosas que hicieron juntas. Alicia preparo varias rodajas de pan con fetas de jamón y queso, algunos los unto con mayonesa y otros los dejo sin untar, obviamente esos serian los míos. "Siempre pense que Ronnie es muy bonita," Dijo, mientras le agrado que yo asintiera. Siguió hablando a medida que preparaba los sándwich. "Quieres que la invitemos?" "No seas tonta, no me gusta ella de esa manera. De todos modos soy muy joven para ella." "Esteban," Dijo impaciente, pero continuando con su trabajo. "Ronnie es tu amiga, porque ella es mi amiga. Tu le gustas. Además no creo que ella grite de horror si le pides de salir con ella a dar un paseo. Por favor deja de lado ese estilo Memphis de ver todas las cosas, cariño. Ella no es una de tus tías, se parece mas a tu prima Josefina, a la que siempre miras con los ojos salidos de las órbitas. De todas maneras no necesitas pedirle que venga con nosotros hoy, ya que el miércoles ella vendrá con nosotros a la isla Fire. Pienso pedirle si puede encontrarte mañana para almorzar después de tu sesión con Fede, y te muestre en la Calle 34 donde puedes comprar un par decente de lentes para ti." Paro de sonreír mientras seguía trabajando, hablando de una manera amarga y casi para consigo misma. "No me gusta la manera que estas creciendo allá. Tu has demostrado que puedes trabajar duro, has demostrado que eres inteligente y sensible, has demostrado que puedes pasar los grados en tu escuela sin problemas. No veo porque ellos quieren someterte y hacerte sufrir de la manera que lo hacen. Tantas personas, para determinar lo que tu debes hacer... no es bueno." Ella me miro, sorprendida de sus propias palabras, "Lo siento, cariño. Son buenas personas, solo que no te entienden. Y me han dejado un enorme trabajo para hacer contigo y tan corto plazo para hacerlo." Ella me guiño un ojo, envolviendo los sándwich. "te estoy presionando demasiado? Porque estas tan callado?" "Sabes que no hablo mucho," Dije a modo de disculpa. "Acostumbrabas a hablar hasta por los codos conmigo hace unos años. Bueno, cariño, esta bien. Simplemente se tu mismo, no te preocupes por eso. Sin embargo tengo noticias para ti. Te arregle una cita." "Una que?" Dije asombrado. "Una cita. Con una alumna mía. Marilyn. Ella tiene dieciséis años, te gustara. Es brillante, dulce y bonita. Le gusta el teatro como a ti. Le hable de ti y quiere conocerte." "Y que hay si no le gusto?" "Tu ya le gustas, Esteban. Ella pidió verte." "Pero que hay si no le gusto?" "Si no le gustas," Dijo seriamente, "entonces deberás aprender a resolver una situación de esas. Con gracia, confianza e inteligencia... ya veo que no estas muy feliz por ello. Correcto, no voy a forzarte. Podemos hablar mas tarde de eso. Pero mientras tanto quiero que pienses en ello. No es sino hasta el próximo viernes, yo los acompañare, y... piénsalo, esta bien?" "Esta bien, probablemente... diga que si." Dije de mala gana. "Cariño," Dijo ella francamente, mientras apilaba los sándwichs en la bolsa. "Se que no es una tarea fácil, puedes decir que no si no lo deseas." No respondí. Pensaba que era lo que ella intentaba hacer? sacándome de encima y enviándome a los brazos de otra. "Ya termine!" Dijo Alicia terminando de poner los bocadillos que estaban el la bolsa en su cartera. "Ya estamos listos para ir al Rockefeller Center, luego al Central Park y finalmente al cine. Veras una película que te dejara loco." Se paro frente a mí y se quedo mirándome. "Estas tan bonito, Esteban. Por favor piensa en la cita con Marilyn. Lo harás?" Dijo mientras se encamino hacia la puerta. Cerro la puerta después que salí, y mientras íbamos por el vestíbulo hacia las escaleras continuo diciendo, "Hay muchas personas que trataran de deprimirte por no ser lo que ellos esperan que seas. Pero tu eres diferente en cierto modo, en cierto buen modo. Francamente, Marilyn hace ya un tiempo que espera conocerte. No puedo imaginar una persona cuidados e inteligente que no le gustes tu. Piensa en ello, cariño vamos." Sus palabras podían haber servido para apuntalar mi alicaída confianza. Pero congele mis pensamientos de que sus esperanzas a largo plazo fuesen en el mismo sentido que las mías. Por otra parte, yo tampoco estaba muy seguro de mis esperanzas a largo plazo. Nunca se habían definido en mi cabeza; cuando yo intentaba ver como seriamos Alicia y yo en un plazo de aquí a diez o veinte años, solo conseguía dibujar un espacio en blanco. Era como si viviera una antigua presunción de cuando Alicia y yo estabamos creciendo: Ella siempre había estado allí y de algún modo siempre lo estaría. Esa tarde fuimos al Rockefeller Center, a Radio City y de ahí al Central Park. Nos quedamos en el parque hasta la puesta de sol, sentados en el pasto y comiendo los sándwich. Cuando ya casi era hora de ir al East Village para ver la película, ella comenzó a juntar las sobras que habíamos dejado y se sentó observándome, con su falda extendida en el césped. "Se que estas disfrutando de todo hoy," Comenzó diciendo fastidiada. "pero quiero saber en que has estado pensando todo el día, cariño. Vamos dímelo. Te estas escondiendo nuevamente." Vacilante, tome la nota que estaba en mi bolsillo, la que había escrito por la mañana y se la entregue. "Yo no soy tan bueno con las palabras como tu," Comencé diciendo. "No puedo decirlo. Pero lo he escrito, toma." Dije entregándole el papel. Ella desdoblo el papel y lo leyó, con su cabeza baja y ocultando su cara de mi, mientras permanecí a su lado. El papel lentamente cayo a su regazo. No escuchaba nada, ni una palabra de sus labios, apenas pude tartamudear. "Son solo palabras... no es definitivo o algo..." "Lo entiendo Esteban," Dijo calmadamente. "Se lo que las palabras significan." "Bueno, no es lo que estaba pensando. Es... lo que estaba sintiendo." Por un largo rato ella permaneció en silencio mirando el papel. Yo no podía ver su cara. "Cariño," Dijo ella seriamente, "espero no decepcionarte." Moví nerviosamente mis pies sobre el césped. "prometí que seria tu amigo mientras estuviese aquí. Un amigo no pondría un lazo alrededor tuyo. Un amigo no querría eso..." Ella ni se movió o hablo. "Lo que quiero decir... tu sabes, un amigo no te cortaría las alas." La mire a la cara. Casi horrorizado, vi como una lagrima rodaba por su mejilla e iba a parar en la hoja de papel que yo había escrito. Ella estaba muda. Yo estaba muy tenso, no había esperado esto! Suavemente, limpio la gota del papel y toco una esquina. "Cariño..." Susurro, "estas son las palabras mas hermosas que leí en mi vida." "Bueno, son un poco... torpes." "No me interesa," Dijo firme. Me busco con la mirada. Sonrío dulcemente, agradecidamente, alegremente. Seco sus ojos, "Es encantador. Y estas palabras... y lo que dijiste... el lo mas bonito que tu jamas has hecho. Mírame, llorando como un bebe. Nadie en esta vida ha hecho algo semejante por mi. Es tan altruista, es el Esteban que yo conozco." Ella se puso de pie y se acerco a mi. "Ven aquí," Dijo y me dio un abrazo firme, que lo sentí desde la punta de los pies hasta la cabeza. Ella lloriqueo de nuevo y soltó una risa infantil. "Oh Dios, tu no dices mucho. Pero cuando lo haces, sabes como hacerlo. Te amo, Esteban." Yo estaba pasmado. Ella me abrazo hasta que casi no podía respirar. "Vamos," Dijo alegremente. Tomo mi brazo y apretándolo fuertemente nos encaminamos a la salida del parque. Tenia mi brazo apretado muy fuerte mientras caminaba, "Vamos a disfrutar el resto de tus vacaciones." Dijo. La miraba sonriente mientras tomábamos hacia la salida sur del parque. Ella sonreía alegre, su pelo era agitado por la brisa, atrás el sol estaba poniéndose. Ella dijo contenta, "Esteban, tu no eres solo un amigo. No solo eres dulce. Eres el tipo mas romántico que conocí en mi vida. Estoy tan feliz de tenerte aquí conmigo." Mire hacia atrás y sonreí interiormente. En ese momento pense en el sabor dulce de la victoria. Estaba sentado enmudecido mientras miraba asombrado mi primera película en un idioma extranjero, que al principio no note cuando Alicia me tocaba con su codo en el oscuro teatro hasta que lo hizo insistentemente. Me volví hacia ella. Ella sonrío y movió sus dedos en mi cara. Entendiendo lo que quería, sujete su mano entre la mía, con los dedos entrelazados y la mano apoyada en su falda. Ella froto mi brazo cariñosamente hasta el final de la película. Nunca había visto esa película, era 'El ladrón de la Bicicleta', que había sido estrenada unos años antes. El ritmo vivaz del idioma Italiano original, sin editar, que se veía en los labios de los actores, lo novedoso de sus actitudes y el terrenal estilo que tenían. Todo eso, como había sucedido en otras ocasiones desde que estaba en Nueva York, me había dejado con los ojos fuera de las órbitas y la boca abierta. Cuando dejamos el cine estaba deslumbrado. Todo lo que había aprendido sobre actuación, producción y puesta en escena de una obra había sido ampliado mucho mas allá de mis expectativas. Estaba sentado sin palabras en un café beatnik del East Village cenando con Alicia. "Sucede algo malo?" Pregunto Alicia, "Pareces perdido," Con dificultad pude decirle, "Mi cerebro esta trabajando a mil por hora." Y así era. Tantas cosas me estaban sucediendo, intentaba vanamente ordenarlos en mi cerebro. Quería guardar huella de todo. Dimos un largo paseo, subimos por Irving Place, atravesamos el Gramercy Park y de ahí seguimos por la Tercera Avenida hasta el Midtown y de ahí al departamento de Alicia. Durante el paseo, inspeccione cada una de las vidrieras de los comercios que encontramos a nuestro paso. Parecía que cada centímetro de la tercera Avenida tenia algo nuevo y exótico para mi. Alicia estaba contenta de verme así encantado. "Es un poco intimidante," Medite en voz alta, mientras Alicia frotaba mi brazo a medida que caminábamos. "Pero eso no te asusta, o si?"

"Es como estar parado en medio de algo que no tiene principio ni fin. Y esa película, ahora debo aprender todo sobre teatro y actuación nuevamente. Tengo que empezar desde cero. Y todo eso... apenas sigue andando... nunca se detiene." "Bueno, en realidad para. Cerca de las cuatro de la madrugada" Dijo riéndose. En su departamento mientras nos preparábamos para ir a la cama, Alicia me dijo la rutina para mañana. Tenia que estar en lo de Fede a las diez, y Ronnie me encontraría al mediodía cerca de donde ella trabajaba, en la Calle 33 y la Avenida Madison. Ella me acompañaría hasta una óptica donde me ayudaría a elegir mis nuevos lentes. Después quedaría libre hasta las cinco aproximadamente, que seria la hora en que Alicia regresaría a casa. Alicia haría una siesta hasta las seis, se prepararía para ir a una reunión en la Universidad de Columbia alrededor de las siete. "Odio esas cosas," Dijo mientras se quitaba la falda. "Tan políticas, tan artificiales. Todos son números, burócratas y comités. A pesar de su educación, parece ser que ninguno es capaz de tomar una decisión por si mismo." Estaba observándola. Se saco el corpiño y la bombacha. Estaba de pie, desnuda, su piel brillaba bajo la luz de la lampara. Metió la mano en un cajón y saco el pijama, color azul. Mis testículos me dolían. Estaba acostumbrado a que ella fuera la que hacia los primeros movimientos. De pie, estaba tembloroso. Miraba como mis manos se movían. Cuanto tiempo mas, me pregunte, continuaría estando inseguro frente a una mujer que sabia que me deseaba. O solo era el efecto de las vitaminas? O tal vez era mi verdadero yo, mi nueva sexualidad mas activa de lo que era en Memphis. Casi siempre las relaciones sexuales con Alicia, eran precedidas por momentos de conversación y toques cálidos y llenos de dulzura. Eso me decía a mi mismo, era el precalentamiento. Pero lo que sentía ahora no estaba estimulado por la emoción, era puramente físico. Parado en calzoncillos, miraba su desnudez mientras ella hablaba acerca del encuentro y preparaba su pijama para colocárselo. Ella estaba deliciosa. Sus hermosas tetas se movían libremente mientras sus dedos desabotonaban la prenda para colocársela. Estaba con un pie en el suelo y una rodilla sobre la cama. Tenia puesta la camisa del pijama desabotonada, cubriendo sus rosados pezones. Camine hasta la lampara y apague la luz. Ella paro de hablar y se quedo mirándome. La mire osadamente a la cara mientras me acercaba a ella. Zambullí mi cabeza en medio de esas hermosas tetas y comencé a pasar la lengua por la punta de sus pezones. Escuchaba sus murmullos suaves, "Hmn. Cariño." Decía mientras tomaba sus tetas en la mano y apretaba sus pezones para que los chupe ávidamente como a ella le gustaba. Levante mi cabeza y puse mis labios sobre la piel de su cálida garganta. Ella suspiraba gratamente mientras besaba y lamía su largo cuello. Cuando la mire, ella estaba sonriendo, sus ojos estrechos en una mirada lasciva y ardiente. "Me gusta sentir tu boca en mi cuerpo. Se siente tan bien." La tome por los hombros y la ayude gentilmente a acostarse de espaldas en la cama. Ella se acostó con las piernas abiertas, sonriendo lánguidamente en la oscuridad mientras yo me sacaba el calzoncillo. Ella observo que ya tenia el pene duro. Camine hacia los pies de la cama balanceando mi pene en la oscuridad del cuarto. Me arrodille en el colchón. Ella sonrío abiertamente, abrió sus muslos y espero. Me moví hacia delante y metí mi cabeza entre sus piernas. Abriendo suavemente los labios de su vagina con mis dedos, le di un largo, lento y húmedo beso en su clítoris, desde abajo hacia arriba. "Así cariño." Murmuro suavemente, "Así es como me gusta." Quizás fue el hambre lujuriosa de mi boca y mis movimientos lo que la calentaron tan rápidamente. Sujetando los labios abiertos de su vagina, pude ver su clítoris hinchado y duro. Mantenía sus labios abiertos dejando expuesto su clítoris indefenso. Ella miraba hacia abajo como pasaba mi lengua por su entumecido clítoris. Di un par de círculos alrededor de el, lo que motivo que ella profiriera un grito de placer, "Ahh!" Y rechino sus dientes. Entonces sus ojos se cerraron, su cuerpo se tenso, sus rodillas cayeron flojas de lado, y sus muslos se aflojaron. Pase mi lengua de nuevo, pero esta vez no lo hice por el clítoris, sino por los labios hinchados de su vagina. Después de un momento le chupe el clítoris suavemente. Ella soltó el aire de sus pulmones, con un largo suspiro, "Ah. Que bien..." Apoye mi boca en su vagina. Anhelante comencé a chupar su clítoris de la manera que ella chupaba mi pene, apretándolo con los labios en cono y pasando la lengua por la punta. A medida que hacia esto subía y bajaba mi cabeza a lo largo de su clítoris. Sus muslos se atiesaron nuevamente y los tendones comenzaron a latir. Ella murmuro con sorpresa, "Oh..."cuando su cabeza cayo hacia un costado y comenzó a respirar irregularmente, arqueando sus caderas. Tenaz, chupe y acaricie sus húmedos labios internos a un ritmo firme, mientras sentía la hinchazón de su pelvis contra mi cara y sus muslos temblaban a medida que sus cadera se encorvaba aun mas. Pronto escuche sus gemidos, "Oh... que BUENO..." No faltaba mucho para que ella llegara a su orgasmo. Su cuerpo entero tembló por unos segundos, entonces sus muslos se abrieron mas aun y comenzó a mover sus caderas lenta y sensualmente. Ella siguió moviéndose lentamente. Me subí encima de ella con mi pene erecto. Seguí avanzando con las rodillas a cada lado de su cuerpo y que a horcajadas sobre su cabeza. Me tome del respaldo de la cama con ambas manos mientras movía lentamente las caderas balanceando mi pene frente a su boca. Ella miro sorprendida. Sus ojos se achicaron lascivamente. "Si!" Murmuro. Acomodo la almohada detrás de su cabeza para estar mas confortable. Ella movió las pestañas vivamente cuando el chorro de esperma que salió de mi pene fue dentro de su garganta. Entonces paso su lengua suavemente alrededor de la cabeza de mi pene, mientras que con su mano lo apretaba desde el tronco hacia la punta para beberse hasta la ultima gota de semen. Me quede mirándola fijamente. Mientras susurraba lujuriosamente, "Chúpame, trágate todo... así... trágate toda la leche..." Con un simple movimiento hacia delante, ella metió todo mi pene dentro de su boca. Suspire profundamente, sentía el placer que daba la comezón que sentía al eyacular. Mi pene latía dentro de su boca. Apenas pude murmurar algo cuando ella retiro mi pene de su boca. Casi sin aliento dijo, "Como me gusta esto..." "Chúpamela..." Fue lo único que pude murmurar. Sus ojos se agrandaron lujuriosamente cuando escucho mis palabras, entonces ella comenzó un nuevo cabeceo lento y regular, de succiones prolongadas. Su boca apenas se movía unos pocos centímetros hacia atrás y adelante, los labios flojos humedecían mi pene mientras pasaba su lengua por la parte de abajo del tronco haciendo una ligera presión, que daba una sensación de placer a todo mi cuerpo. Mientras la observaba como me mamaba, pensaba que lo que Alicia hacia no era mamarme, lo que ella hacia era cojer con la boca. Pura y simplemente eso. Estoy seguro que ella sabia como hacer para que su boca pareciera exactamente una cálida, placentera, y experimentada vagina. Su habilidad no había disminuido con el tiempo; pronto mi pene empezó a latir fuertemente contra la parte superior de su paladar y sentía los primeros síntomas de una nueva eyaculación. Me aparte suavemente mientras ella dio un ultimo sorbido a mi pene. Con mis ojos fijos en los de ella, fui bajando lentamente por su cuerpo hasta que mis piernas quedaron entre las de ella. La sorpresa en sus ojos se suavizo cuando vio que apoyado en mis brazos buscaba la abertura de su vagina con la punta de mi pene. Ella continuaba con la boca abierta, su respiración entrecortada y sus ojos desválidamente, suplicando para ser penetrada, me dieron la pauta que ella estaba también próxima a un nuevo orgasmo. Mi pene rozo sus húmedos labios exteriores. Sus muslos se abrieron nuevamente, sus pelvis se encorvo hacia mi, y los labios de su vagina le dieron la bienvenida a mi pene besándolo. Me moví hacia delante. Sus ojos brillaron y yo exhale de placer cuando me introduje dentro de ella, el calor familiar, la humedad de sus paredes internas, la cálida bienvenida, el amoroso consuelo de la carne conmovedora que mi pene tan bien conocía. Mi pene entraba y salía, saludando amablemente cada lugar secreto de su vagina, y esta respondía con un cálido abrazo. Entonces comencé a moverme dentro de ella lujuriosamente, con movimientos largos y profundos, golpes lentos y firmes, mi pelvis estrechándose fuertemente contra sus pelos pubicos. Mi vientre rozando contra el de ella. "Cojeme..." Murmuro alegremente, mientras sus ojos permanecían cerrados, "Cojeme." Observaba sus espasmos. Sentí sus espasmos húmedos alrededor de mi pene. Apreté mi estomago ligeramente y subí con fuerza, buscando su clítoris hinchado en cada movimiento. Sus mirada estaba llena de placer. Mientras me movía, le pregunte, "Estas a punto de gozar?" Ella asintió, rápidamente, sus ojos cambiando y su respiración estremeciéndose. "Mírame," Le dije, "quiero verte gozar, quiero ver en tus ojos mientras gozas." Sus ojos se abrieron nuevamente, excitada. Seria y casi en trance, intento hablar, pero no pudo. Ella comenzó a jadear intensamente. Sus ojos anhelantes, tenían una mirada desvalida. Sus uñas se clavaron en mi espalda. Sus brazos tensos comenzaron a temblar. Apoyado en mi brazo derecho y aun moviéndome dentro de ella, pase mi brazo izquierdo por debajo de su cintura y la atraje con fuerza hacia mi. Sentía los músculos de sus caderas latir bajo la palma de mi mano. Susurre en su oído, "Goza," Alentándola, y susurrando nuevamente, "goza," Mirando sus ojos, su boca, su mirada y los labios de su boca como se movían y tensaban, rápidamente como la cuerda de un arco que se tensa. Su pelvis frotando la mía y su clítoris rozando contra el tronco de mi pene. Entonces un súbito gemido salió de su boca, "Si!," Y ella comenzó a gozar, su vagina apretando salvajemente mi pene, su cuello estirado hacia atrás, su cara moviéndose en espasmos pequeños, sus uñas lacerando mi espalda. Acariciando su mejilla con mi mano, fraternalmente le susurre en el oído, "Si, así te quería ver gozar..." Su cara y sus ojos febriles, se aquietaron de placer, después de un momento mientras ella aun estaba gozando, su garganta profería ese característico sonido, que parecía el de un animal, era algo entre un gemido y el lloriqueo de un bebe desvalido. Sostuve su cara y demore un poco mi orgasmo para que el de ella se prolongue un poco mas. Ella se estremeció, se endureció, y se estremeció nuevamente, hasta que finalmente su cara cayo de lado y sus brazos se aflojaron. La abrace fuerte y su boca contra mi hombro parecía gritar calladamente sobre mi carne. Se relajo y lloriqueo hasta que con un suspiro se aparto un poco, con lagrimas en sus ojos, se quedo mirándome fijamente mientras sus manos suaves acariciaban mi cara. Entonces susurro melancólicamente, "Goza dentro mío.... dame toda tu leche...." Apoyado en mis brazos, observe su cuerpo debajo del mío, y comencé a dar movimientos mas enérgicos. Firmemente, profundamente y temblorosamente bajo el influjo de una lujuria que hasta entonces nunca había sentido. Sentía como la entrada de su útero acariciaba la cabeza de mi pene, como las paredes de su vagina apretaban implorantes mi pene. Sentía que pronto la inundaría con el esperma caliente que tanto ansiaba. Como suaves movimientos de su cadera y un susurro suave en mi oído, goce dentro de ella. A medida que los chorros de esperma salían de mi pene en pequeñas convulsiones, su cadera se movía acompañando mis movimientos. "Si..." Apenas podía abrir la boca, caí sobre su cuerpo, estaba sin aliento. Ella me abrazo cálidamente y me acuno contra su cuerpo. Mi respiración caliente humedeció su cuello. A medida que mis espasmos menguaron también lo hizo ella con el movimiento de sus caderas. Ella levanto sus pierna y con ellas me abrazo por la cintura, su cuerpo ahora estaba completamente pegado al mío y fundido en un cálido abrazo, con la fragancia húmeda del sexo flotando entre nosotros. Todavía estaba tratando de tomar aliento. Su boca pegada a mi oreja, dio una risita de agrado, "Señor usted si que sabe cojer!." Yo estaba jadeando, con mis testículos vacíos. Después de un rato, murmure, "No tienes que ir al baño?" "No te preocupes, estamos en la época correcta del mes." "Tal vez debas asegurarte," "Me gusta dormir con tu leche dentro mío," Dijo ella, dejándome caer de lado. "A la madre Naturaleza, también!." "Esta bien, pero déjame estar un rato mas así. Esperare a que te duermas." Por la ventana entraba una cálida brisa de verano, que hacia que las cortinas susurrasen levemente. Por algunos minutos pense que Nueva York, estaba en calma. Mi mente murmuraba silenciosa: Quédate. Quédate aquí. Quédate con ella. Guarda este momento.

Capitulo Doce Desacostumbrado a dormir mas de cinco o seis horas, el lunes desperté poco antes de las seis de la mañana. Alicia había cambiado sus pijamas azules, mientras yo dormía. Roce apenas su mejilla con mis labios y salí de la cama. Fui a la cocina a preparar café. Apenas había estado unos minutos en la cocina, cuando escuche el mismo suave golpe del día anterior. Yendo hacia la puerta, aclare mi garganta como lo había hecho antes. "Esteban?" Escuche la voz de Ronnie del otro lado de la puerta. Me quite los lentes y abrí la puerta. Ronnie estaba con el mismo pijama y la salida de baño de ayer. "Hola Esteban," Dijo, mientras hacia el mismo gesto de suplica que ayer junto a una mueca tímida. "Azúcar?" "Seguro, pasa." Dije señalando con mi brazo la dirección a la cocina. Entro en puntas de pie y se dirigió a la cocina. Me senté a la mesa de la sala hasta que ella salió nuevamente en puntas de pie de la cocina llevando media taza de azúcar. Abrí la puerta de salida para ella. Ella echo un vistazo al sofá que como ayer estaba intacto. "Vaya... que rápido," Susurro mientras se deslizaba hacia el vestíbulo. Cerré la puerta y me volví al oír a Alicia susurrar en el dormitorio. En unos segundos ella apareció en la sala de la misma manera que lo había hecho ayer. Rascándose la cabeza, con la misma maraña rizada de cabello cayéndole en su frente. "Ronnie de nuevo?" Pregunto. Asentí, "Esta vez fue azúcar," Dije. "Dios... es tan desorganizada." Dijo dirigiéndose al baño. Ella tropezó al querer entrar al baño. Yo estaba en la mesa leyendo el Sunday Times del domingo que aun no había leído. Después de unos minutos escuche los mismos sonidos que Alicia había hecho ayer. En pocos minutos mas ella salió cargando los cosméticos y las toallas y se dirigió a la ducha. Se detuvo y olfateo en el aire. Se volvió hacia mí, sus ojos todavía entornados, detrás del mechón de pelo sobre su cara. "Hiciste café nuevamente?" Pregunto. "Sí." Respondí sin levantar la vista del periódico. Ella hizo una pausa, en la que parecía estar dormida por unos segundos, entonces se dirigió hacia mí y dejo caer los cosméticos sobre la mesa. Con la cadera empujo la mesa y se sentó sobre mi falda, paso sus manos alrededor de mi cuello y enterró su cara en mi cuello. Beso mi cuello. Ella se quedo acurrucada en mi hombro por un instante, su respiración era todavía ruidosa y soñolienta. Hecho su cabeza hacia atrás y mirándome a los ojos dijo, "Bésame," Murmuro ebria de sueño. Nos besamos, cálidamente. Ella se aparto. Todavía soñolienta, miro fijamente sin expresión mi boca. Se acomodo en mi regazo, mas cerca, y sus brazos mas apretados a mi cuello. "Bésame de nuevo," Dijo. Lo hice, por un largo minuto. Se aparto nuevamente. Hizo una pausa. Hizo un sonido con sus labios, como en señal de frustración. "Bésame de nuevo." Repitió. Lo hice, mas largo esta vez, pasando la lengua por mis labios para humedecerlos antes de besarla. Separándose, ella paso la lengua por sus labios. "Hmn... esta mejor." Dijo, entornando sus ojos, "Nunca lo hiciste de esa manera antes." "No lo hice?" Sacudió su cabeza negativamente, "Bésame de nuevo," Murmuro. Lo hice. Esta vez ella invadió suavemente mi boca con su lengua, que lucho húmedamente con la mía por unos segundos. Cuando se separo, dejo su frente apoyada contra la mía. "Sabes lo que me hiciste anoche?" Susurro. "Tengo un vago recuerdo," Dije. "Trata de recordarlo. Quiero que me hagas lo mismo cuando regrese esta tarde." "Bueno, deberé consultar mis apuntes." "Muy bien," Dijo frotando nuestras narices, "Recuerda. Fede a las diez. Ronnie a las doce. Descansas. Y luego yo." "Muy bien," Dije obedientemente. "Estuviste tan bien anoche." "Gracias, señorita Scarlett." "Iremos a ver West Side Story esta noche, no lo olvides." "Tendremos tiempo para eso y para ti cuando regreses?" Pregunte. "Hmn... bésame de nuevo." Dijo inclinando su cara y abriendo sus labios. Finalmente ella se levanto, dio unos golpecitos en mis hombros y comenzó a recoger los cosméticos de la mesa. "Que boca deliciosa. Tendremos tiempo para eso y mucho más..." Dijo encaminándose al baño. Una vez mas se quito la bata antes de entrar a la ducha como lo había hecho ayer y me ofreció la maravillosa vista de su cuerpo desnudo. Con un dolor en la ingle por los últimos tres idas pense: Fede ayúdame con esto. A las diez de la mañana puntualmente Fede estaba observándome con sus manos en las caderas, "Y como va eso. Aun tienes humo en tus pulmones? No te preocupes, yo te lo voy a sacar. Por suerte para ti, hoy tendrás un trabajo liviano, a medida que pasen los días iremos aumentando. Hoy te estiraras como si fueras de goma. Te mostrare como hacerlo. Sube a la tabla." Una vez mas, Fede se arrojo encima mío sobre la tabla de masajes, mostrándome que músculos y que tendones estaban firmes y cuales necesitaba trabajar. Entonces me mostró los ejercicios que hacían los bailarines en su gimnasio. Y después de todo eso, "Ahora sube a la bicicleta y pedalea hasta que quedes sin aliento." Dijo. "Esto es trabajo liviano?" Pregunte horrorizado mientras subía a la bicicleta de ejercicio y comenzaba a pedalear. "No!" Grito Fede. "Vas a destruir tus rodillas moviéndote así. Recuerda lo que te enseñe. Empieza de nuevo." Una hora mas tarde, inhalando y exhalando fuertemente, estaba cansado pero totalmente despierto. Tome el consejo de Fede, cuando caminaba hacia la Avenida Madison por la Calle 32 para encontrarme con Ronnie y me compre un buen par de zapatillas deportivas. Ella apareció a las doce en punto, vistiendo un traje color gris y caminando rápido por la recepción del edificio donde trabajaba. Cargaba un portafolio grande, de esos que usan los artistas. Ronnie tenia aspecto juvenil a pesar de sus mandíbulas fuertes. Era joven y bonita con unos enormes ojos oscuros. No sonreía permanentemente, su expresión era seria, reflexiva, adulta, con una pizca de tristeza tácita en sus ojos. Cuando ella me vio, sonrío. Una sonrisa juvenil, contagiosa, que iluminaba su rostro. Le devolví la sonrisa, consciente que su sonrisa amistosa comenzaba a afectarme. "Hola Esteban," Dijo dándome un ligero beso en la mejilla. "Dejo algo Fede?" Pregunto. "Oh si, estaré bien apenas pueda sentarme y comer algo." "No hay problema," Dijo riendo entre dientes, "No cobran recargo por las sillas en ese lugar." Caminamos a lo largo de la atestada Avenida Madison hacia un restaurante de la Calle 35. Mientras caminábamos ella me pregunto por mi entrenamiento con Fede. Le describí los movimientos que Fede me había enseñado y la dieta que me había asignado. "Ugh... levadura de cerveza," Dijo haciendo una mueca de asco. "El me hizo tomar eso una vez. Tres cucharadas por día." "A mí también." Ella me miro sonriendo, "Y tu no lo engañas? Lo haces?" "Nope." "Wow, que dedicación!. Yo tuve que dejar eso de lado. Me hacia muy saludable pero estaba excitada todo el día. No podía resistirlo." Nos sentamos en una mesa pequeña cerca de la ventana, en el segundo piso del restaurante que ella había elegido. No faltaba tema para hablar. Teníamos muchas cosas en común. Note que Ronnie era bastante alegre, a pesar de sus ocasionales comentarios desacreditándose. "No puedo creerlo," Dijo mientras salaba su comida. "Trabajaste noche y día por dos años para venir aquí. Debes ser muy determinado, Esteban." Ella estaba interesada en cada detalle de lo que hablaba, hasta de lo que yo consideraba tedioso, ella quería saber minuciosamente sobre eso. Entonces ella me pregunto como era vivir en Lauderdale Courts. "Sabes, Elvis Presley creció allí, también." Le dije que había visto a Elvis en el barrio y que algunas veces él había ido de vez en cuando al supermercado de mi padrastro acompañado por una larga fila de Cadillacs rosas detrás del. "Oh... los Cadillacs! Casi tan malos como sus películas, y algunos de sus cosas tan pequeñas... pero lo amo cuando interpreta algún viejo blues." Dijo agregando crema a su segunda taza de café y cantando suavemente, "No eres mas que..." Y concluyo subrepticiamente "Soy horrible acaso? O me vio menear la cola?." Nos reímos a carcajadas.

Cuando caminábamos por la acera, ella me pidió que me ponga los lentes. Me rehuse. "Oh vamos, Esteban, déjame ver que es lo que tenemos que cambiar. Somos amigos." Me puse los lentes y deje que ella echase una mirada. Me miro estudiándome. Pense que ella era bastante lista, con un casual encanto juvenil y una clara aceptación de mi persona. "Si," Acepto ella, "Alicia tiene razón, los nuevos marcos harán una gran diferencia. Iremos a un lugar que no mucha gente conoce." Mientras nos dirigíamos al lugar, ella me pregunto sobre mi trabajo en el teatro. Fastidiando, ella quiso que le interprete uno de los roles que había tenido en las obras de la escuela. Para cuando llegamos al cuarto piso del edificio cerca de Macy's me sentía confortable a su lado. No pensaba que ella era una amiga de Alicia. Ella fue la primera mujer joven que sin ser Alicia había expresado un serio interés y un conocimiento de las artes que había dejado de lado por el reparto de periódicos. En la óptica, me probé varios marcos diferentes, mientras Ronnie daba sus impresiones para cada uno de ellos. "Realmente, me gustan cada uno de los que escogiste. Pero me mejor me dices tu cual te gusta." Me puse mis favoritos y ella me examino cuidadosamente. "Perfectos, Esteban. Ahora pareces un Neoyorquino con esos lentes." Los lentes me costaron sesenta dólares, una gran suma por esos idas, teniendo en cuenta que los otros habían costado solo quince en Memphis. El hombre que nos atendió dijo que podía montar mis lentes en esos marcos por cinco dólares mas si quería esperar una hora. Estuve de acuerdo. Ronnie y yo nos sentamos en una esquina y conversamos mientras él hacia su trabajo. "Te involucras en tantas cosas fascinantes," Dijo ella sentada a mi lado y mirando pensativamente hacia el suelo. Ella tenia una figura finamente estilizada y una manera elegante de moverse y sentarse. "Daría cualquier cosa por tener tu cerebro y tu paciencia. Yo soy tan haragana. Ni siquiera sé a donde estoy yendo. Tengo veintidós años y parece que tuviera sesenta." "Tú estas en el diseño de ropa, sin embargo. En Memphis las mujeres ni siquiera saben que ese trabajo existe." "Si, Alicia me hablo de Memphis. La capital mundial del salario mínimo, verdad? Dios, mama y el pastel de manzana?." Asentí. "Corbatas rojas, medias blancas y la cerveza Blue Ribbon. En Memphis desperdiciarías tu talento y tu personalidad." "Ahhh. Pero ese acento sureño es tan simpático. Nunca lo corrigen en las películas. El tuyo es débil, pero me gusta. Alicia casi lo ha perdido." Me acerque a ella, y ella se acerco para escucharme. "Dime una cosa," Pregunte secretamente. "Todos los vendedores en este lugar... porque usan ese pequeño gorro en su cabeza?" "Ese que?" Pregunto ella acercándose más. "Esa pequeña gorra negra." Abrió sus ojos enormemente y tapo su boca con ambas manos, riendo fuertemente. "Esa cosa negra...?" Comenzó, pero no pudo continuar por la risa, mientras yo la miraba desconcertado. Ella se recompuso y le tomo un minuto calmarse. "Oh, esto es genial! Tengo que contárselo a Alicia." "El sombrero negro pequeño," Ella susurro, "es un yarmulke; los vendedores son judíos Hasidicos. Un movimiento popular místico fundado en Europa oriental cerca de 1750." Termino diciendo. Me ruborice completamente. Me sentía como un campesino idiota. "Eres tan divertido, Esteban. No puedo esperar hasta el miércoles para estar juntos de nuevo." Ella me dio otro de sus inocentes besos en la mejilla y se despidió para su trabajo. Pronto mis lentes estuvieron listos. Me los puse, compre un nuevo estuche rígido para ellos y salí a la calle. Los nuevos lentes se sentían mejor que los anteriores. La ciudad parecía mejor. Ronnie era mi amiga y eso me hacia sentir mejor. No estaba usando esos marcos de hueso horribles y eso me hacia sentir mejor. En lugar de tomar el ómnibus, me coloque mis zapatillas nuevas y comencé a caminar. La Tercera Avenida estaba atestada de gente. A medida que caminaba por la Avenida, estaba sorprendido de que nadie lo notara. Pense que me gustaría Nueva York. No parecía dejarme intranquilo pensar así sobre Nueva York. Subí las escaleras hasta el apartamento de Alicia y mire mis nuevos lentes en el espejo. No estaba mal. El marco era demasiado fino, casi invisible. En la cocina me tome la ración diaria de yoghurt, píldoras y levadura. Y de paso me tome una ración extra de levadura pensando en las palabras que había dicho Ronnie. Sentado en el sofá leyendo el New York Times, espere a Alicia. Ella volvió tarde, alrededor de las seis menos cuarto. Lucia triste y furiosa en ese traje de dos piezas color castaño en el que ella había estado tan bonita unas horas antes. Abrí la puerta para que ella entre y sonreí abiertamente con mis nuevos lentes. Ella entro perezosamente y tiro su cartera sobre la mesa. Estaba de pie detrás de ella, esperando, con mis nuevos lentes puestos en el ángulo correcto sobre mi cara. "Y bien, que piensas?" Pregunte mientras ella avanzaba. Ella se dio vuelta y me miro directamente a los ojos, se acerco a mí y puso sus manos sobre mis hombros. Mirándome fijamente, me empujo contra la puerta y pregunto, "Que debo pensar sobre que?" Acercando sus labios a los míos. "Los lentes," Dije. Ignorando los lentes, ella toco mis labios con su mano, y murmuro guturalmente, "Excelentes," "Ni los miraste," "Si lo hice, son muy lindos. Esteban, odio el sistema educacional de Nueva York. Odio la política, y los estrechos de mente. Pero amo tu boca. Pase todo el día pensando en tu boca." Sin quitar su vista de mi boca, comenzó a desabotonar su chaqueta. Yo no había esperado que ella fuera tan directa y estuviera tan dispuesta después de un día de trabajo. Aclare mi garganta y le dije, "Aprendí lo que es un yarmulke." "Un que?" Pregunto extrañada. "Vas a empezar a usar uno?" Dijo mientras dejaba deslizar la chaqueta hasta el suelo dejando sus hombros al descubierto. "Y además tuve una charla excelente con Ronnie." Gentilmente metió una pierna entre mis muslos. "Fede te dejo muy cansado? Lo hizo?" "No," Dije y agregue, "estoy bien." Su voz suave, lasciva, murmuro. "Esteban, exijo que me forniques inmediatamente!" "Aquí? Ahora? De pie?" Pregunte tímidamente, nunca antes la había vista así. "Hmn... no me interesa donde. Podemos hacerlo aquí parados o donde sea." "Bueno, supongo que si los caballos lo hacen de pie, nosotros también podemos." "Si, pero no mirándose a la cara." Dijo ella sonriendo. "Bien ellos son caballos, que saben? Estoy seguro que nosotros podremos. Hasta ahora hemos sido hábiles para hacerlo." "Hábiles, sí. No necesariamente afortunados." Yo miraba su cara y ella miraba mi boca. Levante su falda y pase mi mano por su pierna. "Cuidado, no rompas mis medias, son carisimas." Dijo en voz baja, casi suspirando cuando metí mi mano dentro de su bombacha y alcance a tocar los suaves pendejos y la húmeda abertura de su vagina. "Aquí, cojeme aquí. Déjame sacarme esto y tu sácate tus pantalones." Dijo separándose. "Afortunado? Porque dijiste afortunado?" Pregunte, mientras ella hacia ruidos sacándose la falda. Ella quedo totalmente desnuda antes que yo y apoyo su cuerpo desnudo contra el mío. Mirando a mis ojos y a mi boca, con sus labios casi rozando los míos. "Pienso," Dijo ella mientras sus manos bajaban mis calzoncillos, "que las partes deben encajar de una manera particular, tu sabes, para cojer entre humanos que están parados." "Bueno, nosotros somos la raza superior, nosotros nos diferenciamos de las otras especies por nuestra habilidad para andar de pie." "Pienso que nosotros andábamos de pie para cazar, no para cojer, Esteban. No, no hagas eso." "... Solo quería encender la lampara. Así podíamos..." "No. Ninguna visión. Simplemente el tacto, y el oído. Hay demasiada luz que proviene de la ventana. Me gusta cojer en la oscuridad." "Humn.... que pervertida. Entiendes que estas seduciéndome?" "Pienso que hacerlo parados fue tu idea." "Yo soy ingenuo e inocente. No supe que llegaríamos a esto." Ella suspiro cuando mi pene rozo su vagina. "Parece que ya esta húmedo. Yo hice que estés húmeda, lo hice? Te esta excitando esto? No es así? Y tu dices que no es buena idea? Tú eres tan pervertida como yo!." "Tú eres el que habla? Mira como esta duro tu pene. Anda vamos metelo adentro mío. Un poco... solo un poco... la punta apenas. Oh cariño, no puedo creerlo." "No abras tanto tus piernas, porque te pones demasiado baja, y no puedo entrar bien." "Déjame apoyarme contra la puerta, así yo puedo abrir mis piernas. Prueba de nuevo, cariño. Despacio, mas abajo. Hmn... ahí." "Tu vagina esta muy caliente." "Despacio, cariño. Esto es demasiado extravagante e inmoral como para dejarlo pasar rápido. Así... mas profundo ahora. Me puedes sentir?." "Es muy extraño, estamos desnudos y el único lugar donde podemos... sentirnos... es donde estamos cojiendo."

"Si, pero... no puedes meterla bien adentro." "Lo sé, ni el mejor de los caballos lo hace de esta manera." "Tienes razón, la yegua siempre esta en cuatro patas, verdad?" "Será interesante ver como lo hacen," "Lo sé, se siente muy bien de esa manera." "Sí? Y como lo sabes?" "Hmn... Ronnie." "A Ronnie le gusta así?" "No cariño, hemos hablado al respecto." "Ya veo, las putas malas de la Calle 87 Este." "Esta bien, probemos... el estilo caballito. Anda cariño. Sácalo, siempre se pone tan triste cuando sale de mi vagina. Pobrecito." "Ya volverá." "Muy bien quédate ahí caballito. Oh, yo deje ese pene así mojado? De veras? Humn... Bueno se supone que debo ponerme de rodillas y apoyarme en mis manos verdad?. Así esta bien? Ahora tu arrodíllate detrás de mí. Muy bien caballito espera un poco... humn... donde vas? No es ahí, un poco mas abajo... ahí... justo ahí caballito... Ahora quiero que la metas bien adentro... así... así... coje a tu yegua... caballito." "Espera, espera un poco... déjame apoyarte en ti..." "Si así, mas adentro... mas cariño." "Tienes que levantar un poco mas tu cola, potranca." "Así me gusta amor mío, eso me excita mucho... dime esas palabras..." "Te siento tanto así!. Es tan depravado." "Oh, Alicia estas segura que es legal?" "Estoy segura que si da placer y lo disfrutas, no es legal." "Ah... no diré nada si tu no lo haces. Mnn estas tan firme y húmeda de esta manera." "Así, bebe... hmn... como no lo hicimos antes?" "Estabamos demasiado ocupados... haciendo otras cosas. Oh, que bueno. Ya estoy sin aliento." "Todo lo que yo puedo ver desde aquí abajo, son tus testículos moviéndose. Que dulce. Que perfectos. Que hermosamente obscenos son tus testículos golpeando contra mi carne. Así Esteban, metelo todo adentro y déjalo ahí... así de esa manera. Quiero sentir tus testículos contra mi cuerpo. Así deja que ponga mi mano hacia atrás para tocarlos." "Alicia, no hagas eso..." "No quieres que los acaricie? Son tan hermosos. Se sienten tan pasados en mi mano. Nunca pude sentirlos así cuando cojemos en la otra posición." "Por favor, Alicia. No aprietes..." "Solo un poco. Son tan frágiles, calientes y peludos." "Oh... así..." "Estas eyaculando? Que hermoso! Estas eyaculando y puedo sentirlo en mis manos. Puedo sentir como se tensan tus músculos." "... Hmnn..." "Así cariño. Dame toda tu leche. Deja que me mueva un poco yo también." "... Hmnn..." "Que bien se siente, cuando me muevo. Así mi caballo, así cojeme como un animal! Uh!.. uh!.. Esteban, como me gusta esto..." "Wow! Si... si... así." "Oh Dios, que placer efímero. Mírate, pareces que estas por desmayarte. Nunca antes te vi gozar tan rápido cariño. Vamos a tener que demorarlo un poco más la próxima vez. Te gusto? Lo disfrutaste?" "Oh si madame, ya lo creo. Mucho... Wow!" "Quieres hacerlo de nuevo?" "Déjame recobrar el aliento?" "Quieres hacerlo de nuevo?" "Esta bien, dame cinco minutos. No mejor diez." "No tonto, después del cine. Oh, tengo que lavarme, mira como estoy goteando. Goce mucho!. Muy bien tienes derecho a una pequeña siesta aquí en el suelo yo me daré prisa en el baño y después de que descanses un poco comeremos algo. No tendremos tiempo de comer afuera. Puedes hacerme gozar así de nuevo cuando volvamos? Lo harás?" "Que? No puedo escucharte con el ruido de la ducha." "Yo pensaba que gozar demasiado podía dejarte ciego, no sordo. Dije que si podías cojerme así cuando volvamos, estilo caballito." "Es estilo perrito... no estilo caballito." "Oh bien, como tu quieras, estilo caballito, perrito, estilo rana, lo que sea. Quiero hacerlo de nuevo y mirarnos en el espejo. Será muy bueno." "Correcto..." Después de ver 'West Side Story' volvimos directamente al departamento de Alicia. Apenas entramos ella me hizo chuparle la vagina sobre el sofá y con la ropa puesta hasta alcanzar el orgasmo. Ella gozo enseguida. Pero eso apenas fue suficiente para satisfacerla solo un momento. Nos desnudamos y fuimos al dormitorio, donde ella cerro la puerta, para que el espejo que había en ella nos permitiera vernos mientras la fornicaba estilo perrito. Mirando como la fornicaba por detrás como un perro durante un tiempo, ella lo encontró excitante, pero des pues de unos minutos le pareció artificial y distractivo. Y prefirió mirar mis ojos y hablar en la oscuridad. Mi espalda y la cintura estaban sintiendo el efecto de los últimos idas con Alicia, Fede y la ciudad de Nueva York. Salí de encima de ella y deje que ella subiese arriba mío, una posición que muy raramente usábamos. Tenia mis manos sobre sus caderas y dirigía sus movimientos con cierto cuidado mirándola fijamente a los ojos, intentado interpretar sus sensaciones para ayudarla a llegar al tope de su clímax. Cuando ella comenzaba a agitar sus caderas y encorvar su cuerpo, yo movía lentamente sus caderas para evitar el roce de su clítoris con mi pene y así demorar su orgasmo. Finalmente, cuando ella estaba tan agitada que parecía incoherente, me encorve firmemente debajo de ella hasta que entro en un prolongado orgasmo, con la boca abierta y lloriqueando. Ella cayo con su cabeza sobre mi pecho y respiro agitadamente durante varios minutos. Pronto, todavía ligeramente jadeante, levanto sus brazos. "Wow! Piensas que es correcto lo que haces? Me sujetas de las caderas y me fornicas hasta volverme loca..." "No te gusta?" "Wow!... por supuesto que me gusta!" Irguió su cuerpo sobre mí, observando mi cara. "Tu no gozaste? Verdad?" "No." "Quieres?" "Sí." "Ahora? Hmn? Quieres gozar ahora?" Permanecí acostado, sospechaba que algo estaba por hacer, pero no tenia idea que seria. "Bueno..." Dije tímidamente. Había algo diabólico en su mirada. "Así que tu quieres gozar ahora, eh?"

Había algo diabólico en su mirada. "Así que tu quieres gozar ahora, eh?" "Bueno... tal vez no este tan seguro..." "Sii?" "Tal vez me haya apresurado un poco." Dije siguiendo su juego. "Sí? Un poco?" Dijo mientras comenzaba a moverse lentamente sobre mí. No movía su cuerpo, movía los secretos músculos y tendones internos de su vagina. Se sonrío placenteramente. "Piensas que fue un error de calculo? Tal vez?" "Humn." Sabiendo que estaba duro como una piedra, ella hizo un movimiento diminuto dentro de su vagina, y diestramente apretó mi pene en toda su longitud. Mi sensibilizado e hinchado bulto se estremeció. Di un pequeño sacudón. "Oh!" "Parece que encontré el punto, eh?" "Wow! Parece que sí." "Al fin lo encontré." Dijo con una sonrisa triunfal en su rostro, cuando me sacudí nuevamente con otro movimiento que ella hizo. "Creo que estas por gozar? No?" "Bueno..." "Creo que sí." Dijo mientras se apoyaba en sus codos y miraba hacia abajo, para ver el tronco húmedo de mi pene. Apenas fue levantado su cuerpo hasta que los músculos de la entrada de su vagina quedo apretando la cabeza de mi pene. Se detuvo ahí, "No todavía..." Apenas salía un gemido de mi boca abierta. Suspendida sobre mi cuerpo, ella comenzó a apretar la cabeza de mi pene rítmicamente, sin mover su cuerpo. Solo con los músculos internos. "No todavía" Canturreo ella con su cara cerca de la mía. Su vagina latía metódicamente sobre la cabeza de mi pene. De a poco iba bajando su cuerpo y apretando con los músculos mi tronco. Siguió así hasta que mi pene estuvo enteramente dentro de su vagina, sus pelos pubicos entrelazados con los míos. Después de permanecer por un largo minuto en esta posición, dio un leve movimiento circular con sus caderas. Y se acerco aun más a mi cara. Con todo mi pene anhelante dentro de ella. "No acabes todavía," Dijo en voz baja. Ella se movía observando mi rostro y sonriendo a medida que su cuerpo subía y bajaba. "No acabes," Repitió, "te siento tanto en este momento..." Ella siguió trabajando delicadamente sobre mi pene por aproximadamente diez minutos, nunca cambio el ritmo o la fuerza de sus movimientos. Solo murmuraba, "No todavía," Mientras apoyaba su peso sobre un brazo y con la otra mano acariciaba mi cara. Cinco minutos o diez o tal vez media hora estuvimos así, no tenia idea del tiempo. Cada vez que ella bajaba y apretaba sus músculos, yo la sentía desde la punta de mi pene hasta la cervical. Finalmente, cuando ella noto que todo mi cuerpo estaba rígido como un poste, comenzó a besarme suavemente los párpados y pasar su lengua por mi cara, secando las gotas de sudor que tenia. "Estas listo," Pregunto con sorna. "... Si," Gemí, y mi voz sonó como si estuviera en la otra punta del cuarto. Era esta mi voz? Mis piernas se estiraron tan tensas que pense que derrumbaría la pared que tenia de frente. "Tus testículos están duros y listos?" "... Si..." Continuo acariciando mi cara con su mano, sus labios apenas separados de los míos. "Te siento tanto, Esteban... tanto..." Temblé. Sus palabras y sus movimientos habían entrado en una nueva e inimaginable galaxia erótica. Sabia que en algún lugar recóndito de mis testículos aun quedaba un poco de esperma. Dónde estaba? Buscaba desesperadamente la fuente huidiza de mis orgasmos. Desesperadamente necesitaba perder el control en medio de gemidos y gritos. Temía que todo el edificio escuchase mis lamentos por el orgasmo que no llegaba. Todo su cuerpo esperaba con pequeños temblores el encuentro con mi orgasmo, su vagina estaba presta a recibir los chorros de esperma caliente, como un animal sediento. Sentí un temblor en todo mi cuerpo, arquee mi espalda y un súbito chorro de esperma salió de mi pene. Parecía que junto con el se me iba la vida... Uno. Otro. Caliente. Fuerte. "Si," Murmuro ella. "Si..." Gimiendo de placer me sentía flotar en un oscuro lugar, como subir a una superficie y moverse en ella. Sentía su mejilla rozar contra la mía, la escuchaba reírse entre dientes en mi oreja, "Así," Canturreaba, "Así, mi bebe..." Sus caderas lentamente fueron parando sus movimientos. Sus manos sostenían firmemente mi cara. Ella dio una sonrisa de satisfacción y apoyo sus labios en los míos. "Dios." Murmuro ella dejando caer su cabeza de lado. "Wow!," Dije removiendo el sudor salado de mis labios, con la lengua. "Te gusto así?" Me quite el pelo de la frente y me encogí de hombros con un gesto de indiferencia mientras abría la boca en busca de aire. "Si, estuvo bien. Tu sabes..." "Fue el mejor!, O acaso no lo fue?" La mire seriamente a los ojos, "Si, lo fue. Me diste vuelta los sesos." "Queda algo todavía?" Ella pregunto sin quitar la vista de mis ojos. Pero su mente estaba en su vagina, que seguía latiendo. "No tengo mas leche, ni uñas en los pies, ya." "Oh vamos, después de semejante cojida, quiero escuchar algo deliciosamente sucio en gratitud, por lo menos." "Hmn." "Vamos, anda." La mire. Sus ojos estaban estudiándome traviesamente. Separe el cabello de su frente. "Vamos, dilo." Me alentaba. "Ordéñame con tu concha, saca toda mi leche." "Siii..." "Cada gota, putita de la Calle 87 Este." "Cada gota?" "Si..." "Ahí," Pregunto apretando su vagina, "queda algo aun?" "No lo creo." "Seguro?" Asentí con la cabeza. Sus labios brillaban. Sus ojos estaban iluminados. "Dios, como me gusta hacer esto contigo." Ella apoyo su cabeza en mi cuerpo, y con su boca cerca de mi oreja paso su lengua húmeda por mi lóbulo mientras su vagina apretaba mi pene. "Tal vez un poquito... alguna otra gotita más. Una pequeñita gota mas para mi sedienta concha. Eh...?" Su lasciva voz en mi oreja y un apretón de los músculos de su vagina lograron que mi flácido pene soltara una ultima y definitiva gota de semen. No abrí mis ojos ese martes por la mañana hasta que escuche los ruidos de Alicia mientras se vestía en el lado opuesto a la cama. Me di vuelta en la cama y lo observe mientras estaba pasando un cinturón por su falda. Ella me miro, "Hola cariño. Estas vivo?" "Si, eso creo." Dije medio dormido. "Podrás descansar esta noche." Saco los zapatos del armario y se sentó en el borde de la cama para colocárselos. Después que se puso los zapatos se dio vuelta me abrazo y dejo su cabeza acurrucada en mi cuello. "Tu realmente me has dejado con un excelente humor para enfrentar a los burócratas hoy. Por lo menos podré escapar un poco a la tarde y enseñar algo serio antes de llegar a casa. Es mejor lidiar con adolescentes que con adultos." Agrego giñandome un ojo. "Alicia," Dije cuando se alejaba hacia la puerta. "Sí." Dijo dándose vuelta.

"Tienes idea de lo buena que eres en la cama?" Pregunte. "Sí." Respondió alegremente. "Oh, bueno. Entonces no tengo que decírtelo." "Dilo de todos modos. Quiero escucharlo de tus labios." "Ya lo hice." "Dilo de nuevo." Me acerque hasta ella, y le di un beso en el cuello. "Alicia," Murmure en su oído. "Eres muy buena en la cama." Con un profundo suspiro, ella dijo, "Es tan bueno oír que estas cambiando." Ella termino de vestirse y metió algunas cosas en su portafolio. En toda mi vida en Memphis, Tennessee, jamas había visto una mujer usar portafolio. Alicia Alicia me recordó que tenia una cita con Fede a las diez, que tenia que tomar las vitaminas, la levadura y que si lo deseaba podía encontrar a Ronnie al mediodía para almorzar con ella. Me recordó también que esa noche asistiríamos a un concierto de Artur Rubinstein. "Nosotros tenemos que descansar," Agregó, "el miércoles temprano, a las cinco y media de la mañana, partiremos para la Isla Fire. No podemos llegar tarde, porque el tren sale puntualmente. Y a Ronnie le toma una eternidad estar lista." "Pense que Ronnie trabajaba," Dije asombrado de saber que ella vendría con nosotros. "Si, trabaja, pero no todo el mundo lo hace de nueve a cinco. Esto no es Memphis, Esteban, esto es Nueva York y la gente aquí toma su tiempo libre cuando lo necesita." Ella me tiro un beso con la mano mientras se dirigía a la salida, dejándome en calzoncillos en la sal y mirando como la mujer que me había introducido en un mundo diferente de placeres y agonías, se alejaba hacia su trabajo. Escuche el ruido del trafico que entraba por la ventana. Me estaba acostumbrando a ese ruido. Nueva York podría llegar a gustarme pense. Mientras buscaba las vitaminas y escucha ese ruido, pensaba que de verdad podría llegarme a gustar ese ir y venir frenético de gente, ese estimulo constante, la variedad, el exceso de oportunidades. Estaba pensando en eso cuando escuche unos golpecitos en la puerta. "Esteban?" Era la voz de Ronnie. Fui hasta la puerta y abriéndola, "Azúcar? Café?" Ella se rió. "No, no. Vine para saber si quieres almorzar conmigo." "Sí, seguro." "Recuerdas el lugar?" "El mismo de ayer?" "Sí." "Ahí estaré, al mediodía?" "Si," Dijo ella alejándose. Escuche el fuerte ruido de sus tacos aguja bajando por las escaleras. Este lugar también me gustaba. Pense. El ruido de los tacos por la escalera me parecía excitante. Sentí un cosquilleo en los testículos. No sé si había una nueva sexualidad en mi o era la levadura de cerveza que producía el mismo efecto en mi que en Ronnie. Fede trabajo conmigo hasta el agotamiento. Preparo unos ejercicios de coordinación y aeróbicos que me hicieron saltar y correr por el pequeño cuarto. Recoger las pelotas que él iba arrojándome a medida que corría y saltaba. Cada vuelta él tiraba mas pelotas, más rápido, y más lejos. El comenzó a tirar mas pelotas de las que yo podía atrapar. Una de las pelotas que me tiro tuve que correrla hasta una esquina para agarrarla. Le devolví la pelota con furia. La pelota fue a dar contra una pared haciendo un ruido seco contra la misma. "Muy bien, amigo. Muy bien!" Dijo. "Estaba preguntándome cuanto tiempo mas demorarías en conocer tus limites. Admítelos." Se fue acercando hacia mí con sus manos en la cintura. "Tienes que aprender a conocer tus limites, sino lo haces nunca podrás controlarlos. A medida que construyes tu cuerpo, tienes que construir tu conocimiento. A medida que desarrollas el conocimiento desarrollas tu cuerpo. Mente y cuerpo amigo! Trabajan juntos!." Me dio una palmada en la espalda, tan fuerte que tuve que hacer un esfuerzo para quedar de pie. "Descansa un poco, luego seguiremos." Mas tarde, cuando iba caminando por la Avenida Lexington, pensaba: Estoy rodeado de genios. Rodeado de artistas, escritores, pensadores, maestros, visionarios, fabricantes, luchadores. Cada tienda, cada frente de edificio, cada rascacielos ofrecía nuevas posibilidades, nuevas libertades y crisis, con poco espacio para la lentitud que había en Memphis. Nueva York era veloz al extremo. Las personas parecían tener cierta destreza, una dureza que los obligaba a ser más profundos y someterse a pruebas más duras cada día. Estaba intimidado, pero eso en sí mismo me incitaba a mirar mas profundo dentro de mí mismo, escuchando mis impresiones. Nueva York me golpeo al principio como un rompecabezas caóticos, de una violencia inmanejable. Pero tomando separadamente algunos pedazos, estudiándolos, calculándolos, aprendiendo de ellos, podía armarse otro rompecabezas. Unido, todo parecía desordenado. La gente parecía saber a donde estaba yendo y como llegar hasta ahí. Los pocos que se paraban para leer una señal de transito era empujado por los que venían detrás, les tocaban bocina o era mirado con el ceño fruncido por aquellos que de repente se encontraban con un alma perdida que impedía su propio progreso. De alguna manera intentaba explicar esto a Ronnie durante el almuerzo mientras estabamos sentados en la ventana del restaurante chino de la Séptima Avenida, mirando hacia fuera. "Es así Esteban," Dijo ella mirándome fijamente, "tu tienes que vivir aquí. Eres realmente de Memphis? Ojalá yo tuviera tu cerebro. He pasado mucho tiempo sacando fuerza de mis tripas. Supongo que estoy muy ocupada tratando de encontrar donde deje la boleta de la lavandería. Pero es verdad, en Manhattan sino aprendes a caminar, eres pisoteado o pierdes las cosas. En mi caso ambos." Ella me contó sobre su pequeña ciudad natal en Michigan, donde ella había crecido. "Parecía tan buena cuando era joven. Tan serena. Pero entonces cometí un grave error: cumplí doce años. Y la tierra ya no era serena, simplemente era chata. Los arboles parecían no crecer. Las personas apenas entraban y salían de mi vida como si yo no estuviera allí. Mientras yo no hacia nada y no iba hacia ninguna parte. Me mantenía diciéndome a mi misma, hey, tiene que haber algo en algún lugar. Debe haber algo para mí en algún lugar. Que es lo que debo hacer? Me preguntaba. Así que me vine a Manhattan y empece a tocar bocina y empujar gente como lo hacen todos los demás." "Pero eso no te ha detenido." Dije sonriéndole. Ella se ruborizo. "Esteban, no hay tantos pensadores alrededor tuyo como te imaginas. La mayoría de las personas supone que tu debes ser hábil, pero... hábil como?. No existe una formula para ser hábil, entonces como no hay formula, te dan una palmada en el hombre y todo sigue igual. Pero una cosa muy distinta es querer ser un conocedor. Un buscador." Ella dio un golpe a su cigarrillo contra el cenicero para dejar su ceniza, se apoyo en los codos y mirándome fijamente, "Tú eres un buscador, tu no quieres saber la formula, tu quieres saber de donde proviene la formula. Tu no quieres encontrar el océano, tu quieres saber porque el océano esta ahí, y como llego hasta ese lugar. Y que es lo que hay debajo de él." "Bueno, supongo que sí. Que así soy yo." "Para que infiernos estas viviendo en Memphis? Tienes que mudarte aquí y comenzar tu vida como el resto de nosotros. Aunque nosotros no la hayamos encontrado aun." Su mirada estaba perdida hacia fuera, sujetaba su barbilla con una mano. "Esta ahí afuera, en algún lugar. Lo sé. Esta a unos pasos delante nuestro. Si logro estar en el lugar indicado en el momento exacto, sé que lo atrapare. Sé que atrapare mi sueño." Chasqueo los dedos en el aire. "Así lo atrapare, como un mosquito en el aire." "No es un poco arriesgado, acaso?" Le pregunte. "Es como probar todas las formulas hasta encontrar la correcta." "Acaso no es eso lo que todos hacen?" Pense un segundo lo que ella me había dicho, "Yo no confío en formulas. No confío en ellos porque... hasta ahora, la formula no es la respuesta, es un reemplazo de las respuestas. Es como los malditos libros de autoayuda. Tus lees las respuestas de algún otro y ellas funcionan durante algún tiempo, pero tu nunca miras profundamente dentro tuyo." Ella hizo una mueca, "No me sorprende que le gustes tanto a Alicia. Siempre dije que ella era muy meticulosa. O quizás solo tenga buen gusto." Después de darme su habitual beso en la mejilla, se levanto para volver a su trabajo. La observe hasta que ella me saludo con la mano y dio vuelta la esquina. Mientras camina por la Avenida Lexington de vuelta al departamento, pensaba que tendría algunos pequeños problemas tratando de sobrevivir en una ciudad donde la gente hablaba conmigo y no a mí. Esa tarde, Alicia me llevo a una 'delicatessen' en la Sexta Avenida. Jamas había visto una de ellas en Memphis. Una tienda solo de golosinas. Se me hacia agua la boca ante tantas delicias, había matzos, esos que en Memphis solo se comían en Pascua, aquí en esta época del año había cantidades, también los blintzes, esos cucuruchos rellenos de queso de cabaña y aderezados con crema agria. Los ataque tan vorazmente que me sentía un poco avergonzado delante de Alicia que estaba sentada frente a mí fumando un cigarrillo y mirándome envidiosamente. "Actúas como si no hubieras comido en un año. Si comiera así mi cintura de sesenta pasaría a noventa centímetros antes de que tuviera tiempo de salir de este lugar. Eso si pudiera caminar." Mas tarde fuimos a una sala en el West Side, donde Artur Rubistein ejecuto a Rachmaninoff's 'Rapsodia sobre un tema de Paganini.' Durante el concierto estabamos tomados de la mano y parecía tan natural como comer o hablar. Era diferente del confabulado toque de manos entre adolescentes que había visto en los cines o al volver de alguna fiesta. Era simple, cómodo y cálido. Cuando bajaron las luces. Nuestras manos se acoplaron automáticamente, en el ángulo correcto y la presión exacta inmediatamente. No fue un concierto largo. Elegido deliberadamente por Alicia para poder volver a casa temprano y descansar para nuestro viaje a la Isla Fire. Tenia una lista de cosas para preparar y mientras lo hacia, Alicia estaba sentada en el sofá en pijamas cociendo un pequeño botón en su traje de baño color amarillo. Tenia puestos sus lentes de lectura. Me explico que la Isla Fire, era una larga y estrecha franja de tierra en la orilla sur de Manhattan y que iba desde el lado este de Brooklyn hasta Montauk. La isla solo tenia unas pocas cuadras de ancho. Y estaba salpicada con pequeños edificios. Las casas que había allí eran de las mejores, pero lamentablemente estaba volviéndose la Meca para los turistas durante el verano. No se permitía le transito de vehículos en la zona; las personas se movían a pie o en bicicleta. Las calles eran de tierra y en algunos casos las casas se conectaban entre sí por tablones de madera. "Estará bien que use estos pantalones cortos?" Pregunte. Mostrándole unos viejos pantalones vaqueros a los que les había cortado las piernas por encima de la rodilla. "Me olvide de poner mi traje de baño y no hay tiempo para comprar unos." "Esta bien," Dijo ella levantando la aguja en el aire. "A ninguno le importara, Esteban. Es normal ahí. Además estamos yendo un día de semana, cuando no hay tanta gente. En ese lugar no hay baños para cambiarse, pero la mayoría de los lugares tienen duchas para poder quitarte la arena de encima. La gente usa los trajes de baño debajo de la ropa y se la quita en la playa. De cualquier manera tal vez ni necesites tus shorts." "Acaso se bañan con la ropa puesta?" Alicia sonrío satisfecha cuando vio la costura que había hecho. "Algunos se bañan sin ropa." La mire sorprendido. "Cuál es el problema?"

"Cuál es el problema?" "La isla Fire es una colonia nudista?" Ella soltó una risa divertida. "Cariño, me sorprendes. Nosotros vamos a una parte de la Isla Fire que es propiedad federal, de aproximadamente cuatro o cinco hectáreas a lo largo de la playa. Esta apartada y a veces custodiada por guardias. La mayoría de las personas que encontraras ahí son viejos abogados luciendo sus barrigas y sus rechonchas esposas que no vale la pena mirar." Y guiñándome el ojo agrego, "crees que podrás comportarte?" Me encogí de hombros. Sentí mi cara caliente. "Si a ti y a Ronnie, no les importa, a mí tampoco." "Ronnie y yo vamos siempre a ese lugar. Pero cuando fuimos en junio, los activistas cristianos habían cerrado el lugar. Ellos lo hacen de vez en cuando, pero como el municipio local no tiene jurisdicción en ese lugar, lo vuelven a abrir. Pero por si acaso, las almas puras que velan por nuestras buenas costumbres hayan alzado sus brazos al cielo pidiendo protección, es mejor que lleves tus shorts." "Lo haré," Dije con la esperanza que los activistas cristianos estuvieran allí. "Tu nunca has visto el océano. Te va a gustar. No es como el Lago Rainbow de Memphis, esa pequeña pileta de natación. No hay nada que se parezca al océano. Nada como el." Dijo mirándome, mientras sentado en el suelo yo colocaba las toallas de playa dentro de la bolsa. "Todo el paganismo de Nueva York en ebullición," Me encogí de hombros. No entendí muy bien lo que quiso decir. "A propósito de tu cita para el viernes? No me dijiste lo que quieres hacer. O debo decirle ahora a Marilyn que quieres cancelarla?" "Iré." "Humn... no parecer saltar de alegría." "Bueno... tal vez ella vea que no soy tan genial." "O tal vez lo opuesto. Tal vez seas tú el que piense que ella no es tan genial. Aunque dudo que ese sea el caso." Corto el hilo de su traje de baño y observo su trabajo. "Ella es la dulzura en persona, una joven brillante. Te la presentare durante el almuerzo, y después de un rato ustedes pueden ir al Museo Metropolitano de Arte y de ahí ella ira a su casa. Simple, sin complicaciones, nada rebuscado." "Esta bien... esta bien." "Es simplemente alguien que quiere conocerte, solo eso." Dijo. "Cada vez que te encuentras con alguien, no tiene que ser un evento mayor." Ella dio un vistazo hacia mí cuando se quito los lentes. "Tal vez te gustaría algo más familiar," Y soltó una carcajada, "Quieres que arregle algo con Ronnie? Vamos. Ustedes se llevan muy bien." Dijo mientras caminaba hacia el escritorio donde puso los lentes en un cajón. Llevaba la misma sonrisa burlona en su rostro. "No. Ella es demasiado vieja." "Oh, de veras? A los veintidós años? Ahora si que escuche lo que quería." Me puse de pie totalmente ruborizado. Me senté en una silla al otro lado de la sala. "No quise..." La mire un poco fastidiado cuando ella puso su traje de baño en el sofá. "Que es esto? Acaso una prueba para ver si puedo volar por mis propios medios?" Alicia sonrío afectuosamente. "Bien, estoy fastidiándote. Oh, mírate. No estés tan a la defensiva. No has querido a otras chicas? No es así?" "No." Mentí. "Oh, vamos Esteban." Dijo escépticamente. "No vas a decirme ahora que no piensas en otras chicas." "A veces." "Bueno, por lo menos te has abierto lo suficiente como para admitirlo." "Esta bien. Ronnie es bonita. Se parece mucho a ti." "Muy conveniente. Usamos nuestra ropa mutuamente." "Pero ni aun usando tu ropa," Dije sonriendo. "Y con otras? Lo has intentado?" Mis ojos seguían evitando su mirada. "Sí, bueno..." "Bueno que?" "Tu sabes," "Si tu no me lo dices, no lo sabré." Dijo un poco enfadada. "No funciono bien." "Que quieres decir?" "Que no funciono." "Que quieres decir con que no funciono?" "Solo eso, que no funciono." Dije molesto. "... Bueno, Esteban, eso a veces pasa. Pero me alegro que hayas sido honesto conmigo. Me alegro mucho. Yo también lo intente, cariño, sabes que lo hice. Todos lo intentamos. A menudo intente y no funciono tan bien para mí, lo sabes. Pero es como debe ser, Esteban. Para de pensar que ha sido tu culpa." "Esta bien." Dije de mala gana. Se acerco a mí y se apoyo en la silla. Paso su brazo alrededor de mi hombro y pregunto, "Quieres hablar sobre eso?" "No." Entonces se arrodillo a mi lado y dijo, "No pienses que me estabas engañando." Con un tono franco y tranquilo. "Estabas solo y necesitabas a alguien, eres joven y saludable. Ninguno de nosotros sabia lo que iba a suceder. Todavía no lo sabemos. No pienso que lo hayas intentado solo porque querías acostarte. Te conozco, Esteban, eres demasiado sensible. Necesitas mas que eso. No estés avergonzado de tus necesidades, Esteban, por favor. Esta permitido que seas tu mismo y esta permitido que seas egoísta alguna vez si nadie te esta atendiendo." "Esta bien." "Mírame." "No." "Esteban, mírame!" La mire en silencio. "Estas callado, pero eres muy intenso. Sé que lo eres. Puedo sentirlo. Te doy mi palabra que nunca nadie me hizo el amor como tu me lo haces. Nunca nadie me hizo gozar de la manera que tú lo haces, porque siempre piensas en mi placer, tu recibes placer dándome placer. No creas que no lo sé. No hay muchos hombres que tienen sexo de la manera que tú lo haces y no quiero por nada en esta vida que estés avergonzado por ello. Recuerda, no todas las mujeres son como tu madre. Yo no lo soy. Muchas mujeres lo son, pero no yo. Y hay otras que no son como ella, también." Se levanto y se dirigió a la mesa, donde comenzó a poner sus cosméticos y la loción en el bolso. "Y si alguna vez me conociste o no, cariño, tienes que aprender a volar por ti mismo. No bajo su poder, bajo el tuyo." Miraba hacia otro lugar, no quería encontrarme con su vista. Ella se acerco a mí y me tomo de la barbilla. Mirando directamente a los ojos dijo, "Y bien... no vas a decir nada?" "Si... antes de dejar Nueva York, podrías escribir una carta de recomendación para mí." "Seguro. La quieres certificada por escribano?" "Se necesita mas que eso en Memphis" "Tu no te quedaras para siempre en Memphis. Y no estas en Memphis ahora." Ella comenzó a apagar las luces de la sala. "Lo que estoy tratando de decirte es que Ronnie puede pasar un rato contigo. Deja de pensar que cada persona que te conoce quiere acostarse contigo. Mucha gente querrá hacerlo, pero Ronnie no es una de ellas. Tu realmente le gustas a ella. No creo que sea de una manera sexual, pero le gustas. Ella podría ir y retozar contigo en el heno, pero creo que es algo mas que eso. Me imagino los orgasmos que lograría contigo. Ustedes dos con ese carácter tan afligido que tienen, con las citas que ella tiene y sus resultados. Estoy segura que gozaría mucho contigo. Sin embargo, no es así. No evites a las pocas personas que quieren conocerte, cariño. No hay muchas oportunidades de ese tipo para nosotros. Y para la mayoría de nosotros es difícil aceptarlo. Somos personas raras, cariño. Muy raras por cierto." Mas tarde estaba acostado de espaldas en la cama mientras Alicia coloco un pequeño ventilador en la habitación, para mitigar un poco el calor. Era una cálida noche de Agosto. Ella se coloco su pijamas y me ofreció nuevamente una visión de su escultural desnudez. Su lujurioso cuerpo se deslizo en la cama a mi lado. "Cinco y media mañana, muy temprano." Dijo y me dio un beso en la mejilla. "Siempre hacen eso los Neoyorquinos para salir de la ciudad?"

"Siempre, Esteban. Es en lo único que piensan. Y cuando están fuera de la ciudad solo piensan en las cosas que pierden cuando ellos están fuera de la ciudad. Es fácil de entender: los Neoyorquinos están locos." Le di un beso cálido de buenas noches y ella me lo devolvió. Me di vuelta hacia mi lado y observe fijamente hacia fuera por la ventana. Levemente escuchaba los ruidos de la ciudad. Pensaba que infiernos iba a hacer en la playa con dos mujeres desnudas? Como iría a ocultarme si tenia una erección si yo iba a estar tan desnudo como ellas. No tenia problemas con Ronnie, no conocía su cuerpo desnudo, pero el cuerpo de Alicia era irresistible. Por otra parte ellas podían ir desnudas y yo conservar mis pantalones puestos. Eso seria inútil, por supuesto: porque debería hacerlo en primer lugar. Que era lo que me hacia tan temeroso?. Cada día en Nueva York era una diferente y fascinante experiencia que no había imaginado en Memphis. Y este miércoles no seria la excepción. El ferrocarril de Long Island era un mundo en si propio. Subimos a las cinco treinta en punto. Alicia Ronnie y yo tomamos un desayuno grasoso en la estación Pennsylvania antes de hacer el transbordo al tren que iba a la Isla. A medida que avanzábamos nos cruzábamos con trenes repletos de gente que iban en dirección a Manhattan. Estaba asombrado de ver que era verdad los rumores que había escuchado que la gente era metida en los trenes y apretada hasta el punto que sus caras quedaban contra las ventanas de los vagones. Alicia y Ronnie, en pantalones vaqueros y remeras estampadas, estaban sentadas fumando y mirando por la ventana los trenes que pasaban rugiendo hacia Manhattan. "Dios!" Dijo Ronnie y agito su cabeza cuando paso un tren atestado de gente. "Nunca podría hacer eso! Me moriría antes! Si yo supiera que la primera cosa que debo hacer por la mañana es subir a un tren de esos, metería la cabeza en el horno y abriría la llave del gas." Cerca de las ocho y media de la mañana llegamos a la estación de Bay Shore. De ahí tomamos un taxi hasta la estación del transbordador que llevaba los pequeños grupos de gente a los distintos desembarcaderos de la Isla Fire. Alicia y Ronnie llevaban los bolsos y yo llevaba unas sillas de aluminio que alquilamos en una tienda cerca del embarcadero. Pronto abordamos una barca y nos sentamos en el nivel superior, sobre unos bancos rígidos de color blanco que reflejaban el sol que empezaba a calentar. Alicia se puso los lentes de sol. Ronnie sentada a su lado se peinaba su cabello negro que la brisa del océano insistía en despeinar. "No mires ahora," Le dijo Ronnie por lo bajo a Alicia, "pero hay uno que te esta echando el ojo." "Que bien," Dijo Alicia sin darle importancia, con su mano en la barbilla, aburrida esperando que el viaje terminase. "Uno de ellos te esta mirando a ti, también." "Cual? El gordo sudoroso con el cinturón de municiones en su pecho?" Sonreí por su comentario, "Es verdad Ronnie. Dos tipos en el banco detrás nuestro están magnetizados por tu belleza." "No están magnetizados, pimpollo, es insolación," Dijo mientras dejaba su peine en la bolsa. "No. Realmente todos en esta cubierta están mirándote." Ella se acerco a mí y arrugo mi cara, apretando mi mejilla y mi mandíbula. "Ahh. Que dulce eres, sigue mintiendo, bebe." En medio de ruidos y una nube de vapor el barco comenzó a moverse. Cruzo despacio por una entrada estrecha de aproximadamente quinientos metros. Pronto el se abrió el cauce en una inmensa extensión, interminable. Era el mar. Las gaviotas estaban por todas partes. Seguían la estela del barco chillando, con sus alas totalmente abiertas, parecían flotar en el aire. El espectáculo era simplemente maravilloso. Estaba alegre. No pude evitar ponerme de pie y apoyarme en la baranda, observando todo. Mi pelo estaba revuelto por la brisa del mar. El cielo era límpido y azul. Parecía que el mundo se abría alrededor de nosotros. Mire a Alicia. "No es hermoso?" Pregunto ella mirando, con sus ojos ocultos por los lentes de sol. "Te dije que te iba a gustar." "Me gusta, esto es inmensamente maravilloso." Dije con la boca abierta. El viaje hasta la isla duro unos veinte minutos. Me pase todo el tiempo maravillado con las gaviotas que estaban alrededor nuestro. Cuando llegamos al muelle de la isla había muchos mas. Las gaviotas y las golondrinas revoloteaban alrededor nuestro. El muelle estaba a los pies de un barrio pequeño de solo tres o cuatro bloques, salpicado con casa aquí y allá. Los que descendían del barco se encaminaban por el malecón de madera con sus sombrillas, sillas y bolsos. "La playa es hacia delante." Dijo Ronnie, "Sigue andando. No te puedes perder. Cuando empieces a hundirte, es que has llegado." Caminábamos por la pasarela de madera, Ronnie y Alicia charlando animadamente. No escuchaba lo que ellas decían. Al igual que mi primera caminata por Manhattan, aquí también estaba con la boca abierta. Casas con ventanas de madera se alineaban a lo largo de la pasarela, algunas con un pequeño jardín detrás, con flores silvestres o plantas cultivadas. Cada casa tenia en el jardín pelotas de goma, botes inflables, sillas playeras, sombrillas y algunas hasta una perrera de madera. Toallas de playa secándose colgadas de una cuerda. Estaba sereno, parecía un espejismo. Llegamos a la cima de la pequeña colina, que mas tarde vine a saber que era una pequeña duna de arena suave. Ante nosotros el océano azul, con olas que se arrastraban perezosamente hacia la orilla. "Quítate el pantalón, Esteban." Dijo Alicia. En ese momento pense que aquí era el lugar donde nos desnudaríamos. Pero Alicia y Ronnie se quitaron el pantalón y la blusa, debajo de ella tenían sus trajes de baño. El traje de baño de Alicia era el amarillo de una sola pieza que había estado cociendo la noche anterior, el de Ronnie era azul oscuro con una franja rosa atravesada en el frente que comenzaba en sus pechos y terminaba en sus caderas. Me quite los pantalones y quede con los otros vaqueros a los que les había cortado las piernas. Pusimos la ropa en nuestros bolsos y seguimos caminando por la orilla de la playa. "Nuestro lugar esta a un kilometro mas o menos hacia delante," Dijo Alicia. "Esteban, camina aquí por el agua. Caminando por la arena blanda te agotara." A medida que caminábamos los pájaros que estaban en la orilla levantaban vuelo en medio de graznidos. Algunos se zambullían estrepitosamente en el agua. Caminábamos por la orilla con un sol radiante de frente. La playa estaba escasamente poblada, tal como Alicia lo había dicho, algunos tramos bastante largos totalmente vacíos. Ellas dos iban hablando mientras caminaban dejando sus huellas húmedas en la arena. Caminando detrás de ellas, no podía escuchar su conversación por encima del sonido de las olas y lento movimiento del océano. Nunca había visto a Alicia en traje de bañó. Siempre la había visto desnuda o vestida. Tenia un andar airoso, balanceado y provocador, casi como si se hubiera entrenado para hacerlo así. Ronnie era más impertinente, daba puntapiés en la arena, dejando salpicaduras detrás de su andar. Considerando que Alicia tenia un musculoso, firme cuerpo de bailarina, el de Ronnie era sinuoso, sus piernas un poco mas largas y suaves. Tenia un torso estilizado, compacto de hombros delicados. Tenia la misma altura que Alicia, pero Ronnie parecía mas alta, por sus miembros delgados, sus piernas mas largas y menos musculosas. Lisas y suaves se iban afinando proporcionalmente a medida que llegaban a sus delgados tobillos. A medida que caminaban y hablaban, Alicia llevaba su bolsa abrazado contra el pecho, mientras que Ronnie la llevaba en una mano y con la otra dibujaba siluetas con su mano a medida que hablaba. Siempre gesticulaba mucho con las manos mientras hablaba. Estaba demasiado fascinado para hacer algo mas que mirar y escuchar el Atlántico. Anduvimos un rato hasta que apuntando hacia delante, Ronnie dijo, "Es ahí!" Y Alicia agrego, "Vamos, esta abierto!." Las alcance. Mas adelante, había unas parejas de personas mas viejas, había un joven con ellos. Estaban acostados sobre grandes toallas de playa estiradas sobre la arena. Algunos acostados de espaldas y otros sobre sus estómagos. Estaban todos desnudos. Alicia y Ronnie encontraron un lugar, extendieron las toallas y se quitaron los breteles de sus trajes de baño. "Oh, esta genial hoy, aquí." Dijo Ronnie mientras se quitaba el traje de bañó. "Es un paraíso hoy, elegimos el día perfecto!". Estoy seguro que el tamaño de mis ojos se triplico, cuando las suaves tetas de Ronnie con una aureola rosada oscura en sus pezones, entraron en contacto con mi vista. Un par de sus costillas sobresalían. Su estomago era liso; comparado con el de Alicia, era más chato. A pesar de tener la misma altura, Ronnie era mas atractivamente delgada. El monte de Alicia se destacaba en forma prominente bajo el manto de pelos castaño rojizos. En cambio el de Ronnie era negro, ligeramente inclinado y enrulado, formando pequeños caracoles hacia el centro que permitían una visión limitada de su vagina. Era la tercera mujer que veía desnuda en mi vida, la Primera había sido Alicia, le seguía rápido e incompleto vistazo a Karen y ahora todo el esplendor del cuerpo desnudo de Ronnie. Sorprendentemente, sentí que Ronnie comenzaba a agradarme. Parecía una adolescente, se veía mucho mas joven desnuda que vestida. Desnudas, se sentaron sobre las toallas, con las rodillas plegadas y buscaron sus botellas de loción en el bolso. Mientras yo de pie me desabotonaba mi camisa, nerviosamente trataba de sacarme mis zapatos. "Ven aquí!" Llamo Ronnie. Agarre mis zapatos y camine hacia ella. Puse las sillas en la arena. Pero cuando comencé a desplegarlas Alicia dijo, "Colócate la loción primero, Esteban. Rápido! O te quemaras todo antes de que te des cuenta." Ronnie sonriendo afectuosamente, bromeo, "Desnúdate. Vamos esta perfecto. Usa mi loción." Ella me dio su botella de loción para el sol. Me quede mirando su cuerpo desnudo, y ella mirando el mío vestido. El momento de la verdad había llegado. Valientemente me quite la camisa, y baje el cierre de mis pantalones mirando para cualquier lado, tratando de parecer normal, intentando pretender que Alicia y Ronnie no estaban ahí. En segundos estaba desnudo. Me arrodille en la arena de frente al mar, para no permitir que ellas vieran que mi pene ya estaba medio duro. Puse loción en mis brazos y comencé a pasarla, luego por el pecho. Lo frotaba tratando de poner mi mente en blanco. Luego pase mas loción por mi cara y por las piernas también. Alicia se inclino hacia delante, "Anda, Esteban termina de una vez y ponte cómodo. Nunca lograras un tostado así en Memphis." Ronnie pregunto, "Porque? No hay agua en Memphis?" "Por supuesto que no, Ronnie. Memphis esta a setecientos kilómetros de distancia del golfo, tierra adentro." "Yo no podría vivir en un lugar que no tuviera océano. Me secaría y me moriría." "Y desde cuando Michigan tiene océano?" Pregunto con ironía Alicia. "El lago Michigan es grande como el océano." Dijo Ronnie enfatizando sus palabras. "Pero no es el océano." Remarco Alicia. "Esteban, corazoncito, puedes pasarnos loción en la espalda? Después te paso yo a ti." Dijo Ronnie. "Seguro," Dije y me arrodille sosteniendo firmemente la botella en mis manos para que ellas no notaran mi temblor. Le agradecí a las estrellas que las dos me dieran la espalda. De esa manera mi órgano tendría tiempo para calmarse un poco. Le pase la loción primero a Alicia, de quien ya conocía su suave espalda. Pero cuando frote la espalda de Ronnie, su piel poco familiar a mis manos y suavemente cálida parecía derretirse bajo la presión de mis dedos. "Hmn..." Gemía Ronnie a medida que frotaba la loción en su espalda y poco ayudaba para que mi pene dejase su terca erección. "Esteban, que buenas manos. Ya te ha hecho masajes en la espalda?" Le pregunto ella a Alicia. "No," Respondió "Las mujeres que piden masajes en la espalda gratis son un caso." "Por Dios, no recibía un masaje en la espalda desde la ultima vez que fui de Fede. No sabes lo que te estas perdiendo aquí, Alicia." "Ronnie, el ya me paso loción antes." "No es maravilloso?"

"Esteban, tiene buenos dedos." Dijo Alicia, y pude sentir el mensaje de sus palabras. "Porque no me dijiste eso antes?" "Basta Ronnie," Dijo Alicia fastidiada. "Esteban, termina con su espalda. Ella solo esta fastidiándote." "No, Esteban, no lo estoy. Eres maravilloso de verdad. Realmente. Estaba tan tensa. Siempre me pongo tensa en la ciudad. Es tan bueno venir aquí y relajarse. Acaso no lo es?" "Es muy bueno." Dije y comencé a frotar rápidamente su espalda para terminar. "Muy bien," Dijo ella. "Es tu turno. Siéntate." Me acosté boca abajo a su lado, en su misma toalla. "Adelante, prefiero así," Dije tratando de ocultar mi erección en esa posición. "Como quieras," Dijo ella. "Primero la pasare por mis manos, así no te da un ataque cuando sientas la loción fría sobre tu piel caliente. No se como han hecho para poner esta basura dentro de la botella y que salga tan helado." Sus suaves manos acariciaban mi espalda. No había señales de que mi erección fuese a disminuir. Mucho menos al suave contacto de sus manos con mi piel. "Alicia, viste la figura que tiene este tipo?. Puedes creerlo?" "Creer que?" Pregunto Alicia, mientras se acomodaba en su toalla, mirando al cielo. "Mira este cuerpo! Esteban, de donde sacaste un cuerpo así? Alicia míralo!. Sabias que tenia este cuerpo?" "Lo sé, Ronnie. Esteban es muy afortunado. Tiene proporciones perfectas. Anchos hombros, cintura delgada. Voy a desplegar las sillas, las toallas ya están llenas de arena. Y por favor Ronnie, deja de molestar a Esteban. El es muy tímido. No te olvides que es de Memphis. No esta acostumbrado a esto." "Oh... Esteban, te estoy molestando? Alicia es solo loción bronceadora... Dios, me moriría antes de clavarle un colmillo." Podía ser solo loción, pero eran las largas, resbaladizas manos de Ronnie, con dedos suaves y delgados. Sus manos eran más anchas y sus dedos más largos que los de Alicia. Deseaba que los masajes de Ronnie fuesen más vigorosos. Sus manos eran la extensión de la calidad sensual que ella tenia, a diferencia del toque directo que tenían las manos de Alicia. Por suerte, ella termino de pasar la loción y fue a ayudarle a Alicia con las sillas. "Ah..." Dijo Alicia cuando se estiro sobre las sillas, "mucho mejor." "Esteban, no quieres una silla?" Pregunto Ronnie. "No," Murmure, de cara a la arena, ocultando mi erección, "Prefiero estar así un rato." "Como quieras," Dijo. Cerré mis ojos, me sentía libre y limpio, con mi espalda y mis nalgas cocinándose al sol. La suave brisa acariciando mi piel. Las nuevas sensaciones me llegaban agradablemente. Lentamente mi erección iba disminuyendo. El sonido de las olas golpeando contra la playa me fueron adormeciendo. Antes de que me diera cuenta ya estaba dormido. "Hey!," Dijo Alicia sacudiendo por el hombro. Me desperté con ella arrodillada a mi lado. Y los pies de Ronnie cerca de mi cabeza. "Date vuelta o te quemaras de un solo lado." Dijo ella. Me di vuelta y abrí los ojos. Ronnie sonreía abiertamente hacia mí, con sus manos en la cadera, su tajo apenas abierto, y sus pechos erguidos. Eran un poco más pequeños que los de Alicia, no tan redondos, con la aureola de los pezones un poco más oscura. "No debemos olvidarnos que Esteban, nunca estuvo en una playa de verdad," Dijo Alicia mirando a Ronnie. "Sino se va a freír al sol." Ronnie dijo que ellas estaban juntando coraje para ir al agua. Me levante y observe como se alejaban hacia la orilla. El culo redondo de Alicia balanceado graciosamente y el de Ronnie un poco más delgado moviéndose suavemente. Alicia puso la punta del pie en el agua y dio un paso atrás saltando y riendo. "Oh! Vamos Alicia, no puede estar tan fría." Dijo Ronnie mientras ella también saltaba y se reía cuando la probo. El agua lucia incitadora. Estaba ansioso de sentir lo que era nadar en un océano. Me levante y camine hasta el agua, donde ellas dos jugaban y se salpicaban sin aventurarse mas allá del tobillo. "Esteban, esta fría!" Grito Alicia cuando la salpique. El agua estaba fría, pero era soportable. Camine despacio dentro del agua hasta mis tobillos y luego hasta las rodillas. Les dije a los dos que caminaran lentamente mientras su cuerpo se acostumbraba a la temperatura del agua. Los tres lo hicimos juntos, y pronto estabamos dentro del agua hasta la cintura. Con las manos moje mi pecho y la cara. Realmente el agua de mar era salada como decían que era. Otro nuevo descubrimiento se agregaba a la larga lista. Era agradable, nuevo y confortante. Exactamente eso era, confortante. Las olas débilmente movían mis caderas y tocaban mis codos enfriándolos. Sentía una excitante calma alrededor mío. Pero dentro mío, siempre existía esa pesadumbre que no me permitía disfrutar a pleno de cada placer: Debía volver a Memphis. Porque demonios no podía ahuyentar esos pensamientos?. Sentí una mano que tocaba mi espalda y un par de pezones que se apoyaban contra ella. Debajo del agua la sangre llego rápidamente a mi pene. Era Alicia que sonriendo dijo, "Es bonito, eh?" Mire hacia el mar. "Es hermoso. No quiero irme de aquí. Puedo levantar una choza aquí en la isla?" "Seguro!" Dijo riéndose. "Por cuarenta o cincuenta mil dólares puedes hacerlo." Delante nuestro paso una lancha a motor, camino a la ciudad. A su paso iba dejando una estela y formando pequeñas olas. "Hey!," Escuche a Ronnie, "Nunca había estado tan lejos de la costa." Ella aprecio por mi derecha y camino delante de nosotros. Alicia la siguió, metiendo su cabeza en el agua. "No esta tan mal una vez que estas dentro." Dijo. Miraba el cuello de ambas mientras permanecían dentro del agua. Alicia se dejo flotar en el agua, se puso de espaldas y comenzó a patalear moviéndose hacia la orilla. Di un paso hacia delante y sentí como el agua daba contra mi pecho. Estaba disfrutando la sensación de las corrientes que serpenteaban alrededor de mi cuerpo, cuando vi las olas que producidas por la lancha llegaban hasta nosotros. Le grite que se vuelvan. Alicia me miro interrogativamente y le señale la ola que venia en dirección a nosotros. Ella le aviso a Ronnie, pero esta riéndose abrió los brazos y comenzó a gritar. "Aquí estoy! Ven a mí!." Gritaba alegre mientras movía sus brazos. Unos segundos después la altura de la ola era mayor de lo que parecía y levanto a Ronnie tirándola de espaldas contra mí. El surco de sus nalgas encajo justo contra mi pene, su carne caliente y suave parecía querer aferrarse a mi tronco. Tuve un súbito shock eléctrico en la ingle. Ella dio tirones violentamente y salió del agua boqueando con cara de susto. "Esteban!, Por Dios, pense que alguien estaba tocándome! No sabia que eras TU!" Como la primera ola, la segunda la empujo sobre mí de frente. Su barbilla dio de lleno en mi cara. La sujete por los hombros para sostenerla. Ella seguía chillando. Mi pene creció al sentir el contacto de mis manos con sus suaves hombros y sus delicados pezones se frotaban contra mi pecho. "Dios, que frío esta!." Dijo de nuevo e intento alejarse, pero la próxima ola nos empujo a los dos hacia atrás. Sus muslos delgados abrazaron mi pierna izquierda y sentí claramente la impresión en mi cerebro del tamaño exacto, la forma y la textura de su concha en mi muslo superior. Ella se paso la mano por la cara y sacudió sus brazos en el agua, intentando alejarse. "Lo siento, Esteban. Demonios, no esperaba esto!. Te golpee fuerte en la cara?" "Esta bien, no te preocupes." Dije levantado mis manos. Tenia el pene del tamaño y la dureza de un choclo. "Estas seguro? No te lastime?" Pregunto nuevamente, pasando su delicada mano por mi rostro. "No, no," Insistí. "No hay problema." "Wow, esa ola estaba fría! Déjame salir de aquí, quiero calentarme un poco!" Camino hacia la playa tan rápido como pudo mientras yo permanecí en el lugar con el agua hasta el ombligo. A través del agua podía ver mi pene firme como un mástil. Tendría que esperar en ese lugar hasta que las cosas se calmasen. "Ven aquí," Grito Alicia desde la orilla, "esta frío para que te quedes ahí. Vamos Esteban, almorzaremos algo e iremos a caminar un poco." Levante un dedo en señal de un minuto. Las olas producidas por la lancha estaban mermando, el nivel del agua estaba por debajo de mi ombligo. Camine hacia atrás. "Anda, vamos!" Grito Ronnie. "Estoy hambrienta!" Sonreí tímidamente mientras movía mis brazos en el agua y mantenía el cuerpo encorvado. "Esteban! Sal de ahí!" Grito Alicia impaciente, "cual es el problema?" Levante la mano nuevamente. Dos ninfas desnudas saltando frente a mí hacían muy poco para calmar la situación. Nunca antes en mi vida había tenido una erección tan dura. Con las tetas de Alicia en mi espalda hubiera sido suficiente, pero la percepción de la carnosa concha de Ronnie aun estaba latente en mi pierna y demasiado fresca en mi mente. El agua retrocedió rápidamente y yo me deje caer de rodillas, sonreí abiertamente y quede tambaleando en el agua. "Que pasa?" Grito Alicia cada vez mas impaciente. Levante mi mano una vez más. Ronnie estaba con las manos apoyadas en la cadera y sonreía afectada y sarcásticamente. "Alicia..." Dijo, haciéndome una señal con su pulgar hacia arriba por encima del hombro de ella. "Creo que Esteban, se encontró con algo muy duro en su camino."

Alicia se dio vuelta hacia ella, "Con que?" Entonces ella se tapo la boca y sus ojos se abrieron enormes. Se dio vuelta para mírame sin parar de reírse. "Oh, Esteban! Oh, pobrecito, jajaja!." Ronnie dijo secamente, "Lo siento, Esteban." Sonreí estúpidamente. Alicia grito nuevamente, "Quieres que te lleve tus shorts?" Negué con la cabeza. Su humor y la aceptación franca de mi condición por parte de Ronnie, creo una intimidad entre nosotros que lejos de perder mi erección la mantuvo y la reforzó. Camine un poco hacia adentro del mar, con mi pene balanceado en el agua, saltando en el aire, sintiéndome contento, sexy atrevido y vigoroso. De pie con los brazos estirados y mi pene duro, aullé al mar y al cielo. Ninguna madre pegando con aversión, ninguna tía chillando de horror, ninguna monja agitando un puño sobre mi culpa. No tenia idea de lo que los otros estaban haciendo, pero yo estaba disfrutando mi erección, el día, el sol. Cerré mis ojos y vi la imagen de Alicia, desnuda y riéndose en la playa y recordé lo increíblemente bueno que era sentir la concha de Ronnie en mi muslo. No quería analizar eso, solo quería disfrutarlo. Algunos eventos son como sueños. Su causa, su significado, su lugar en nuestra historia, permanece inexplicable para siempre. Ocurren una vez cada tanto; pero en nuestra memoria se repiten eternamente, con fronteras vagas y siempre misteriosas en una inexacta sucesión. Todo lo que uno puede saber es que sucedieron y desafiar a la memoria para recordarlos en fragmentos, pero nunca su fuente o su razón. Bajo el sol brillante, Alicia y Ronnie se pusieron sus trajes de baño y yo mis pantalones. Atravesamos un pequeño bosque para llegar a un barrio, donde nos sentamos a tomar te helado con limón y comer los bocadillos. Ellas dos hablaban y debatían, mientras yo miraba absorto el desfile de gente por el malecón. Los adolescentes pasaban, los drogadictos con su aspecto foráneo y sus tatuajes pasaban, las familias de Nueva Jersey pasaban, los ejecutivos de Manhattan pasaban, los dueños de yates pasaban, las prostitutas pasaban, todos pasaban. En mi mente mientras el resto del mundo giraba en esa coctelera alrededor nuestro, sentía que nosotros tres, el de mechones rubios yo, Alicia bronceada y Ronnie con sus ojos oscuros, de alguna manera estabamos aislados de todo, absolutamente. Mirando desde que comenzó el día, nosotros parecíamos caminar en una dirección diferente a los demás, a paso diferente. Después de un largo almuerzo, salimos a caminar. Subimos una duna y nos internamos en medio de un barrio de casa de madera como las que habíamos visto al llegar. Dejamos atrás ese barrio y salimos por una calle de arena a la playa nuevamente. Hablábamos entre nosotros de nuestras experiencias y de nuestros deseos, sin importarnos la gente que pasaba cerca nuestro, como tampoco nosotros les importábamos a ellos. Caminando por la playa hacia el embarcadero vimos el comienzo de la puesta de sol en las postrimerías de la tarde. Cuando abordamos el barco que nos llevaría de regreso, vimos como el sol pinta la tierra de rojo y oscurece el océano. Desde la cubierta del barco sentados en los bancos de madera vimos finalizar el día. Las estrellas comenzaban a aparecer en el firmamento. Es tren llego al muelle y nos metimos en un taxi que nos llevo a la estación y de ahí el camino de regreso a Manhattan en el sentido opuesto que habíamos hecho muy temprano por la mañana. Dos horas mas tarde arribábamos a la estación Pennsylvania. Los tres juntos tomados de la mano decidimos caminar desde la estación hasta el departamento de Alicia. Mirábamos las mismas vidrieras y hacíamos los mismos comentarios, los tres teníamos el mismo cansancio y la misma satisfacción de estar juntos. Cuando llegamos al departamento de Alicia preparamos te y nos sentamos en el suelo frente al sofá, en circulo alrededor de una cena de galletas y queso. Sentados en el suelo charlando, fue Ronnie la que sugirió que había demasiada luz, entonces apago las luces excepto por la pequeña lampara de la mesa que dejo encendida. Fue entonces que Alicia prendió su primer cigarrillo y Ronnie la siguió, después lo hice yo. Abrí un poco la ventana y cuando estaba de pie Alicia me pidió que conectara el pequeño ventilador que estaba sobre la silla. Exhalando una voluta sensual de humo, ella dijo que habíamos comenzado a ser unos endiablados fumadores. Ronnie hablo de Michigan y sus malos parientes cuando Alicia se levanto y encendió dos velas, que puso en cada esquina de la sala, luego de apagar la lampara de mesa. "Que bien!" Dijo entusiasmada Ronnie, mientras la luz se transformaba en una palpable sensación de intimidad. Alicia se sentó nuevamente en el pequeño circulo que formábamos los tres alrededor del mantel donde estaban el te las galletas y el queso. Mientras la conversación seguía animada, me levante de improviso lo que motivo la pregunta de Alicia. "A donde vas?" Pregunto intrigada. Dirigiéndome a la cocina, tome una botella de vino de las que habíamos comprado con Alicia y tres copas. "Una sorpresa," Dije y aparecí en la sala cargando las cosas. "Que agradable," Dijo Ronnie. Mientras Alicia descorcho la botella Ronnie dijo, "hace mucho que no enciendes velas." "Es verdad, la ultima vez fue cuando pasamos toda la noche hablando... Cuanto hace? Tres meses?" Dijo Alicia mientras servia las copas. "Es verdad, después del fabuloso Jorge," Dijo Ronnie lamentándose. "Cómo fui a dar con ese tipo? Te imaginas, Esteban? Testosterona pura, hablando acerca de la hecatombe nuclear." Dijo y alzo su copa. Alicia soltó la risa, mientras pasaba queso a su galleta. "Te la pasas saliendo con esa clase de tipos, lo único que cambia es el nombre." "Son todos iguales, de todas maneras. O acaso no lo son? O sea que la única idea fija que tienen es el sexo." "No." Dijo Alicia. "Es así. Esteban, tú eres hombre, verdad? Conoces de hombres, verdad? No es biológico? Acaso no es la única cosa que tienen en mente?" Moví mi cabeza, "La idea es dar placer." Alicia sonrío y asintió. "Esta bien, dulzura, tú eres diferente." "Esteban, es muy diferente," Se apuro a decir Alicia. Ronnie se inclino hacia Alicia y dijo, "Ah mi Dios, su masaje de espalda es diferente. Tienes que dedicarte a eso, Esteban. Nunca sentí unas manos tan cálidas. Son siempre así de cálidas tus manos?" Alicia sonrío abiertamente y bajo el rostro, sus ojos me estudiaban secretamente. "El tiene una manos muy cálidas. Y muy intuitivas." "Déjame ver," Dijo Ronnie tomándome la mano. "Dame tu mano. Alicia, no puedo creer lo cálidas que son. Tienes fiebre, querido? Ven aquí. Dios, sus brazos también están calientes. Será la sangre Italiana?" "Esteban no es de sangre caliente, es de corazón cálido." Dijo Alicia enfatizando las palabras para dejar asentada la diferencia. Me ruborice y retire mi mano, disimulando tome otra galleta. "Wow, mira como se puso." Dijo Ronnie. "Se ruborizo." "Ronnie déjalo en paz, quieres. Lo has estado avergonzando todo el día hoy." "De veras? Esteban te avergoncé? Lo siento. Pense que era bastante cómico." "Ronnie hay una diferencia muy grande entre tener la sangre caliente y ser de corazón cálido. Y no necesariamente deben ir juntos." Dijo Alicia fastidiada. "Eso es verdad!" Dijo Ronnie. "He tenido citas con tipos de sangre caliente y el corazón helado." "Tu mereces cosas mejores, Ron." Dijo Alicia. "Esteban, me gusta tu actitud." Dijo Ronnie exhalando el humo y apuntando un dedo hacia mí. "Porque no puedo conocer a alguien con una actitud como la de el?." "Porque..." Dijo Alicia y suspiro. "porque creciste con personas agresivas que no te querían y tu aun sigues intentado que te..." "Lo sé, lo sé," Interrumpió Ronnie. "Alicia, te dije que no vuelvas a repetirme eso o te lavaré la boca con jabón." Alicia la importuno con una sonrisa pequeña y furtiva. "Porque no puedo encontrar a alguien bueno? Todos los que conozco tienen el mismo problema. Siempre termino con pesos pesados que solo... quieren patear a personas atormentadas." Dijo y aplasto su cigarrillo contra el cenicero con furia. "Quizás no prestas atención a las personas que son buenas contigo. Es fácil tomarlos a la ligera" Dijo en tono reprobatorio Alicia. "A ti te presto atención. Tú eres buena conmigo." "Quizás tengas problemas para aceptar la amabilidad en los hombres, no en las mujeres." "Esteban es bueno, no es así? Me gusta Esteban. Y tu también tienes problemas en encontrar personas buenas, Alicia. Eres muy meticulosa." "Fui mal acostumbrada temprano," Dijo Alicia. "Mi primer amante fue... muy, pero muy bueno conmigo." Las palabras de Alicia me erizaron la piel, levante mis ojos al techo. Ella me sonrío furtivamente. "Esteban, estoy segura que tu no tienes problema en encontrar gente buena." Dijo Ronnie mientras tomaba el vino de su copa. "No sucede a menudo." Dije. "De veras? Pero tú eres tan interesante y sensitivo." Me miro y con una sonrisa divertida, agrego, "eres tan bueno pasando loción." Cerro sus ojos escépticamente. "No puedo creer que tengas problemas en encontrar a alguien." "Solo sucedió una vez hasta ahora." Ronnie no dijo nada, se quedo un momento en silencio, mientras untaba queso, ausente, en una galleta. "Cómo es?" Pregunto en voz baja. "Cómo es encontrar a alguien que realmente es bueno contigo?" "Maravilloso." "No, Esteban, yo quiero decir en serio como es? Cómo pasa? Cómo haces que suceda?" "Tu no haces que 'suceda', Ronnie." Se interpuso Alicia. "Apenas sucede. Y no muy a menudo."

"Tu no puedes hacer que alguien sea bueno contigo si el no quiere serlo," Dije. "Yo he sido criado por personas que no eran buenas conmigo. No eran buenas de la manera que yo necesitaba, quiero decir. Los parientes me compraban cosas. Mis padres me dieron un lugar donde vivir. Pero no puedo decir que fueron buenos conmigo. No es algo que tu haces para alguien, es algo mutuo que está o no." "Mutuo," Medito despacio, como digiriendo la palabra. "Mutuo? Eso es algo que nunca tuve." Se quedo mirando la galleta en su mano y murmuro con un tono de voz amargo. "Eso es algo que estoy segura que no he tenido experiencia en Michigan. Ni en Nueva York." Hubo un largo silencio en la sala. Alicia se apoyo en sus brazos y se levanto rápidamente. "Hemos terminado con esto? Con el queso y todo lo demás?" "Si, estoy llena," Dijo Ronnie haciendo ruido con una galleta en su boca. "Sácalo de mi vista, o no parare hasta terminar con todo." Alicia comenzó a juntar las sobras, "Esteban, ayúdame a llevar esto a la cocina." Dijo. En la cocina mientras acomodábamos las cosas, ella dijo en voz baja, "Esteban, tenemos que sacarla de este asunto. Ya sabes como se pone cuando se deprime y toma alcohol. No quiero permitir siquiera que comience." Ella me miro fijamente. "Te gusta ella?" Pregunto. "Seguro," Dije. "Quiero decir... como una amiga. Te gusta ella?" "Me siento cómodo con ella," Dije tranquilizándola, "no como con las personas de Memphis." Cuando terminamos, Alicia me detuvo con una mano en mi brazo, "Espera." Dijo. En el centro de la cocina ella estiro la mano para alcanzar el interruptor de la luz. En la penumbra tenue de la luz de las velas que provenía de la sala, con una mirada fija y tomándome de los hombros ella pregunto nuevamente, "Dime si ella te gusta?." "Que pasa?" Pregunte. "Nada, solo contesta." Dijo. "Si, me gusta." "Muy bien." Dijo. Volvimos a la sala y nos sentamos en el mismo circulo que estabamos anteriormente. Ronnie encendió otro cigarrillo. Lucia sombría con su espalda apoyada contra la pata del sofá. Alicia se quito los prendedores que sujetaban su cabello, "Estuvo bueno en la playa hoy, verdad? Esteban, nunca había visto el océano antes, ni había tomado sol desnudo. No hay ningún lugar así de donde venimos, a no ser en Arkansas." Ronnie dijo que ella no podría vivir sin la libertad de estar desnuda aquí y allá tomado sol. El invierno, dijo, era tan largo en Nueva York y los veranos tan cortos. Alicia contó que el primer día que ellas descubrieron el área de nudistas ellas tenían reparo en desnudarse, lo hicieron hablando en broma y riéndose tontamente. Ronnie me pregunto si me sentía avergonzado y le dije que no, y Alicia sarcásticamente dijo que tenia 'mucho' para estar avergonzado. Ronnie riéndose, un poco chocada pregunto, "Alicia, y tu como sabes que tiene 'mucho' de que estar avergonzado?" Con una sonrisa enigmática dijo, "Lo sé," Ronnie la miro a ella, luego a mí y con una sonrisa lujuriosa dijo "Alicia, estas asumiendo las cosas que has hecho antes con él y lo callaste durante tanto tiempo, y lo dices ahora mientras estamos sentados mirando fijamente la luz de las velas?" "La luz de las velas es bonita, o no?" Dijo Alicia. Interrumpí la pregunta de Ronnie dando un soliloquio breve sobre la luz de las velas como algo natural y porque durante siglos la humanidad vio algo espiritual en la luz de las velas. Aun en tiempos de la electricidad la luz de las velas tenia algo de ceremonioso y pomposo. Ronnie penso acerca de ello y coincidió conmigo que la luz de las velas tenia algo de espiritual, además de una silenciosa calidad erótica. Alicia se levanto y fue al dormitorio. Ronnie le pregunto que era lo que estaba haciendo con tanto ruido que se escuchaba desde la sala. Alicia regreso envuelta en una bata y con una botella de loción en las manos que había sacado de su bolsa de cosméticos. Dijo que quería pasarse una capa de loción sobre la piel para evitar pelarse. "Tomamos mucho sol hoy." Dijo y deslizo la bata de sus hombros y se sentó con los pechos desnudos mientras se pasaba la loción por los hombros el cuello y la cara. Ronnie coincidió con ella que era una buena idea y le pidió para pasarse después que ella hubiera terminado. "Es mejor que tu también lo hagas, Esteban." Dijo Ronnie. "No querrás pelarte. Tu no estas acostumbrado al sol fuerte de la isla Fire." Ella deslizo los breteles de traje de baño fuera de sus hombros y comenzó a frotar la loción por sus brazos y hombros. Alicia dijo que era tonto estar sentados en trajes de baño después de haber pasado todo el día juntos en una playa desnudos, a lo que Ronnie agrego que, era bastante extraño que nosotros después de haber pasado el día mirando nuestros cuerpos desnudos, ahora estabamos sentados en trajes de baño como tres puritanos. Habiendo mostrado nuestros cuerpos desnudos a la luz del sol, ahora ocultábamos nuestros cuerpos a la luz de las velas. Alicia bromeo acerca de cómo la civilización nos había hecho tan salvajes respecto de nuestros cuerpos. "Cómo reaccionarían los cavernícolas a esto?" Pregunto Ronnie, encendiendo un cigarrillo y luego otro que me paso, "Quiero decir, nosotros no siempre nos cubrimos con pelo." "Eso es basura Bíblica," Dijo Alicia, "El pecado original. Recuerda lo avergonzados que estaban Adán y Eva cuando supieron que estaban desnudos?" Ronnie soltó una carcajada, "Cuanto tiempo les habrá tomado deducirlo?" Pregunto riéndose. "Es tonto, verdad?" Dijo Alicia. Alicia se rió tontamente cuando noto que ella estaba casi desnuda con su bata por la cintura y sus pechos desnudos al igual que Ronnie. Pregunte en voz alta si un baño de luz de velas seria tan edificante como un baño de sol. "Hey, quieres tomar un baño de luz de velas? Oh Dios, que estúpido es sentirse avergonzado. Esteban ya me vio completamente desnuda." "Son nuestras actitudes. Nuestro acondicionamiento, Ronnie." Dijo Alicia. Entonces Alicia se quito totalmente la bata y se acostó boca abajo en el piso. Y me pidió que le pase loción por la espalda. Mientras le pasaba la loción por la espalda Ronnie le pregunto. "No tiene unas manos barbaras? Te dije hoy por la mañana, que te estabas perdiendo algo bueno." Mientras le pasaba la loción por la espalda a Alicia, ella se levanto y fue hasta el baño. Volvió con desnuda y con una toalla en la mano, la extendió en el piso y se acostó al lado mío. Quede en el medio de las dos. Acostada boca abajo Ronnie me pidió que cuando termine con Alicia si podía pasarle loción por su espalda. Cuando termine con Alicia y me di vuelta para comenzar con Ronnie. Ella giro su cabeza y me pregunto, "Tienes vergüenza?" "No," Dije rápidamente, sin pensar. "Entonces porque tienes tus pantalones puestos, todavía?" Pregunto. Por un minuto fracase intentando hallar una respuesta. Me preguntaba si podría ocultar una repetición de mi erección. "Ves? Te das cuenta como estamos condicionados? Me pregunto si los hombres se avergüenzan mas de su desnudez que las mujeres." Dijo Ronnie. "La concepción popular es que los cuerpos de las mujeres son más bonitos y el de los hombres no," Agrego Alicia. "Según las revistas, las mujeres son diez veces más exhibicionista que el hombre." Dijo Ronnie. "Lo que quiero decir es que, si te fijas en todas esas revistas, la portada y los anuncios, solo tienen cuerpos de mujeres desnudas. Ninguno de hombre." Observe a las dos acostadas sobre sus vientres, con sus dos hermosos culos hacia arriba y hablando tan naturalmente desnudas. Poniéndome de pie dije, "Esta bien, ustedes ganan," Y me saque el pantalón y el calzoncillo. Alicia sonrío afectadamente cuando vio que mi pene estaba medio duro. No tanto como por la mañana, pero estaba un poco morcilloso. Ronnie también lo vio y giro su cabeza hacia el otro lado, "Esta bien, no te preocupes, no mirare." Dijo con su habitual sarcasmo. "Simplemente no te olvides de mi espalda." Me arrodille nuevamente y unte mis manos con la loción para pasarla por la espalda de Ronnie. Cada vez que mis manos subían por su espalda o bajaban ella soltaba un gemido. "Humn..." En nada contribuía Ronnie a que no tuviera una nueva erección. "Oh, yo pensaba que era el sol que estaba caliente, pero ahora veo que eran las manos de Esteban!" Dijo. "Conozco bien las manos de Esteban," Dijo Alicia, "No te estamos exigiendo demasiado? Ronnie y yo nos pasamos la loción una a la otra cuando tomamos sol en la playa." "No," Dije disfrutando lo que estaba haciendo. Alicia se apoyo en los codos y observo como pasaba la loción por la espalda de Ronnie. "Bueno, ustedes dos no parecen ser exactamente extraños uno al otro." Dijo Ronnie. Alicia se quedo muda y yo sorprendido por sus palabras. El ritmo de mis manos cambio sobre su espalda. "Alicia, dije algo equivocado, nuevamente?" "No querida, esta todo bien," Ronnie giro su cabeza hacia ella, y dijo "Ronnie ya tenia que abrir su gran bocaza." "No te preocupes, esta todo bien." La calmo Alicia, y mirando si yo había tenido alguna reacción ante las palabras de Ronnie. Sonreí levemente y moví mi cabeza para indicarle a Alicia que no me importaba lo que

"No te preocupes, esta todo bien." La calmo Alicia, y mirando si yo había tenido alguna reacción ante las palabras de Ronnie. Sonreí levemente y moví mi cabeza para indicarle a Alicia que no me importaba lo que Ronnie había dicho. El tiempo paso y las velas se consumían. Ronnie seguía gimiendo bajo mis manos mientras pasaba la loción por sus piernas. Ella sonreía y murmuraba, "Humn..." Termine rápidamente de frotar sus nalgas, sentía que la sangre estaba yendo muy aprisa hacia mi pene. Alicia sonrío y moviendo sus pies dijo, "Yo también quiero, Esteban." Era lo único que me faltaba. "Seguro, no vamos a dejar que tu culito se pele." Dije bromeando. Ronnie se rió tontamente de lo que yo había dicho. Comencé a frotar la loción por las piernas de Alicia y luego por la firme redondez de su culo. Pasaba la loción demorando el masaje sobre ese culo hermoso, la sensación que sentía en las manos húmedas por la loción y el contacto con las nalgas de Alicia ayudaban a bombear mas sangre hacia mi pene. Del estado morcilloso había pasado a una leve erección y seguía el camino de la mañana hacia una firme erección. Ronnie se dio vuelta para mirar a Alicia y ella le devolvió la mirada con un guiño de su ojo y sonrío tímidamente, Ronnie se rió entre dientes y dijo, "Viste? Tiene unas manos maravillosas." "Lo sé, Ronnie, conozco las manos de Esteban." Dijo Alicia. Ronnie se ruborizo un poco, y apoyándose en su codo se levanto un poco. Sus tetas firmes quedaron casi rozando la toalla. Inclino un poco su cuerpo para mirar a Alicia mientras yo le pasaba la loción por las nalgas. Miro a Alicia y luego a mí, volvió a mirar a Alicia y a mí nuevamente. Su cara estaba llena de interrogantes. Cuando miro a Alicia nuevamente, ella sonrío y cerro los ojos. Alicia se apoyo al igual que Ronnie en sus codos y dijo, "Muy bien, Esteban. Es tu turno. Acuéstate." Me acosté boca abajo, agradeciéndole la oportunidad que me había dado de ocultar mi erección. Cerré mis ojos y cruce los brazos debajo de mi cara. Alicia puso la loción en sus manos y comenzó a pasarla por mi espalda lánguida y suavemente. No estaba contribuyendo en nada Alicia para que mi erección bajase. "A Esteban, le gusta que el masaje sea suave." Le dijo Alicia a Ronnie. "Así tienes que hacerlo." Entonces Ronnie puso la loción en sus manos y sentí la suave caricia de sus largos dedos y su mano cálida, trazando surcos en mi espalda. Mientras Ronnie me pasaba la loción por la espalda, Alicia con sus delicadas manos pasaba loción por mis nalgas y mis piernas, dejando descuidadamente llegar la punta de sus dedos a mis testículos cuando pasaba la mano entre mis muslos. Mi cuello esta rígido y mi pene se puso tan duro como por la mañana. Ronnie se acerco a mi oído, cuando sentí su larga cabellera tocar mi espalda toda la piel se me erizo. Con una voz suave y lujuriosa pregunto, "Te gusta así?" "Por supuesto que le gusta," Dijo Alicia riéndose. Después de frotar mis nalgas durante un largo minuto, bajo sus manos a mis pantorrillas y apretando fuerte comenzó a subir las manos hacia mis muslos. "Esto ayuda a que la sangre de las piernas llegue al corazón. Fede me lo enseño" Dijo Alicia. Lo que menos necesitaba yo en ese momento era mas sangre en mi corazón. Sentía que en cualquier momento mi pene iba a explotar de la erección que estaba teniendo. Solté un gemido de aprobación, ahogado por mi antebrazo. Entonces Ronnie unto nuevamente sus manos con loción y sus dedos largos y delicados se estiraron por mis nalgas. Ella froto ligeramente la loción por los cachetes antes de apretar un poco. "Me moriría por tener un culito así, redondito y duro." Susurro Ronnie. "Viste que lindo? Le envidio tanto ese culito." Dijo Alicia. Entonces sus dedos se demoraron haciendo surcos en mis nalgas y la parte trasera de mis muslos, mas que un masaje lo que hacia era una caricia suave que cada vez me excitaba más. Sus dedos acariaban mis nalgas y tocaban furtivamente los pelos de mis testículos, haciéndome gemir de placer, y dando pequeños sacudidas a mi cuerpo. "Lo siento, corazoncito." Dijo Ronnie quitando sus finos dedos de mis testículos. "No estoy acostumbrada a pasar loción en los testículos." Dijo sonriendo un poco ruborizada. "Son tan misteriosos y asombrosos, nunca antes los había visto desde este ángulo," Y las dos se rieron disimuladamente. Alicia se encorvo sobre mi cuerpo apoyando sus pezones en mi espalda y masajeandome el cuello dijo, "Tocar es bueno, es tranquilizador y reconfortante. No es así, cariño?." Asentí. "Sí. Es el mejor de todos los sentidos. El sentido del tacto es el que más placer da." Dijo Ronnie. "Me gusta tocar," Dijo Alicia. "No importa donde. A Esteban también le gusta. Verdad cariño?" Agrego. Asentí nuevamente con mi cabeza. La presión de mi pene contra la toalla era placentera. "Sabes Ronnie, Esteban y yo nos tomamos de la mano en las películas, como viejos amigos." Dijo Alicia. "De veras? Es tan dulce eso. Ustedes dos son muy dulces uno con el otro." Dijo tiernamente. "Es tan bueno, poder sentarse y tomarse de las manos." Dijo ella. Aclare mi garganta y me incorpore un poco para decir, "Sujetar la mano de Alicia es una clase diferente de placer. Ella sabe muy bien como sujetar las manos." Ella se rió y el movimiento hizo que sus pezones se apretaran con mas fuerza sobre mi espalda. "Tu también, sabes que hacer con tus manos," Dijo burlonamente. Ella bajo más su cabeza hasta que sentí su cabello en mi espalda y el suave roce de sus labios en mi piel. "Los labios también son buenos para sentir." Dijo Alicia mirando a Ronnie. "Ellos pueden llegar a ser muy excitantes cuando lo haces correctamente." Y haciendo un poco de presión con sus labios me dio un beso en la espalda. "Que linda piel." Dijo. "A Esteban, le gusta que lo hagan así," Dijo mirando a Ronnie. "Cómo lo sabes?" Pregunto Alicia. "Solo lo sé. Tiene una hermosa piel. Prueba Ronnie." Dijo Alicia alentándola. "Quién yo?" "Sí tú, quien más?" "De veras?" "Si, Esteban no te va a atacar por hacer eso." "Puedo Esteban?" Pregunto Ronnie. "Sí." Dije tembloroso. Segundos después, los cálidos y sensuales labios de Ronnie se apoyaron suavemente en mi espalda. Mi pene se revolvía bajo mi vientre. La humedad de su boca era un bálsamo. "Humn. Que suave," Dijo Ronnie, "y huele tan bien. Dios, estoy acostumbrada a tipos que huelen a sudor y cerveza." Dijo Ronnie pasando la lengua por sus labios. "A Esteban no le gusta la cerveza," Dijo orgullosa Alicia. "No soporto el gusto de la cerveza," Dije casi sin voz. "Mejor para ti, corazoncito." Dijo Ronnie. Y acercándose, puso su brazo cerca de mi nariz, "Y yo huelo a algo?" Pregunto. "A loción para el sol, Coppertone," Dije burlonamente. "Eso es todo!" Dijo ella y puso su brazo nuevamente en mi nariz. "Humn... no lo sé. No sé que olor es pero me gusta. Es dulce." Dije. "Parecemos un grupo de esquimales en un iglú olfateándonos unos a otros," Dijo Ronnie riéndose. "Tal vez debamos usar aceite de ballena en lugar de Coppertone." Agrego Alicia. En medio de la risa generalizada, ella dijo, "Muy bien, ahora date la vuelta, Esteban." Ni me moví siquiera, permanecí rígido en mi lugar. "Vamos, Esteban, date vuelta. O quieres que se te pele todo el pecho?" Dijo impaciente. Seguía rígido en mi posición, entonces escuche una risita sarcástica de Alicia, "Vamos date vuelta, cual es el problema?" "Humn... Alicia creo que Esteban esta, 'al dente' con todo ese besuqueo que le dimos." Dijo Ronnie burlonamente. Alicia se rió nuevamente y con un obvio sarcasmo pregunto, "Esteban, la tienes dura?" Asentí con la cabeza. Las dos soltaron una carcajada. Alicia dijo, "Vamos date vuelta, no será nada que ya no hayamos visto." Y siguió riéndose. "Oh, vamos Alicia, no lo presiones. A mi no me importa que la tenga dura. Pero el esta avergonzado como hoy en la playa. Déjalo!" Dijo Ronnie. "Oh, vamos Esteban, no tengas vergüenza de sentirte bien." Imploro dulcemente Alicia.

Sacudí mi cabeza negativamente. No pensaba darme vuelta. "Y si Ronnie cierra sus ojos?" Pregunto con ironía Alicia. Negué nuevamente. Entonces los labios de Ronnie se acercaron a mi oído y susurro suavemente, "Quieres que esperemos un minuto? Sé que ustedes los hombres son más vergonzosos que las mujeres con estas cosas. Para nosotras es más fácil ocultarlo. Efecto visual, tu sabes? Quieres que esperemos? Por favor di que sí." Asentí. Su mano toco mi espalda y acaricio mi cuello. "Realmente da placer acariciarlo," Dijo Ronnie. "Ronnie, no creo que de esa manera ayudes a que se le baje." Dijo Alicia. "Es verdad. Lo siento, corazoncito." Dijo Ronnie retirando su mano. "Esta bien, Esteban, esperaremos si lo deseas. Sabes que no quiero avergonzarte. Tú lo sabes, cariño." Dijo Alicia dando un suspiro. "No te preocupes, corazoncito, puedo entenderlo." Agrego Ronnie. Entonces escuche sus risitas embozadas. "Espero no que nos hayamos sobrepasado, cariño." Dijo Alicia. "Eso no puede haberlo ofendido." Dijo Ronnie. "Ronnie, has visto como es diferente cuando tú eres tierna, amorosa, y tu cuerpo es agradable para otro?" Dijo seriamente Alicia. "Es verdad, estoy acostumbrada a que me usen y me tiren." Dijo amargamente Ronnie. "Algunas personas hacen eso," Dijo Alicia. "Estoy cansada de que me traten como una pelota." Dijo tristemente. "Esteban, tiene lindo cuerpo, y tu también. Debes hacer que lo quieran." Agrego Alicia. "Ya esta, Esteban?" Pregunto Ronnie. "Casi." Dije. "Oh, vamos no puede ser tan grande!" "Esteban, la tiene grande, querida." Dijo Alicia. "Y tu como sabes tanto de Esteban?" Dijo impaciente Ronnie. "Ustedes dos se sientan aquí, hacen muecas secretamente y no me dejan participar. Esteban, como puedes ver Alicia no es ninguna alcahueta. Puedes estar orgulloso de ella." "Sigue suponiendo," Dijo Alicia astutamente. "Seguro!, Estoy suponiendo" Dijo Ronnie sarcásticamente. "Esteban, vamos. No se te ha bajado aun?" Dijo Alicia. Negué con mi cabeza. "Ni un poco?" Se quejo. "Que tan grande, Alicia? Vamos dime," Pregunto Ronnie. "El tamaño no importa Ronnie, lo que cuenta es la forma." Dijo Alicia. "La forma?" Pregunto intrigada Ronnie. "Ya veras, vamos Esteban, date vuelta." Dijo Alicia. "Esta bien," Dije reluctante. Y me di vuelta. Mi pene seguía tan prominente casi como en la playa. Ambas mujeres sonrieron. "Así esta mejor," Dijo Alicia. Con voz suave e intima Ronnie dijo, "Esta muy bien." Mientras Alicia untaba sus manos con loción para pasarla por mi pecho, me acomode en mi posición, poniendo las manos detrás de la nuca, y dejando que pasen la loción por mi cuerpo. Alicia y Ronnie se acomodaron una a cada lado mío. Cerré mis ojos y me dispuse a disfrutar de sus caricias. Mientras Alicia frotaba mi pecho, la cintura y mi pierna izquierda. Ronnie le pidió el frasco de loción, "Pásame la loción, Alicia." Dijo y untándose las manos comenzó a frotar mi pierna derecha. A medida que pasaba la loción por la parte interna de mi muslo, mi pene se comportaba educadamente manteniéndose caído sobre un lado. Pero no podía evitar el urgente caminar de la diez mil hormigas por la cabeza de mi pene. Alicia pasaba la palma de su mano suavemente por mi vientre, rozando los pelos de mi pubis descuidamente, y a lo largo de la parte superior de mi muslo. "Te gusta?" Pregunto seductoramente. Asentí. "Esteban, es tan liso aquí," Dijo pasando la mano por mi vientre. "Y tiene unos muslos tan torneados. Mira Ronnie, hasta sus rodillas son bonitas." "Puedo verlo Alicia, lo estoy frotando." Susurro, "me moriría por tener una figura así, y eso que no soy un hombre." "Lo estoy haciendo bien, Esteban." Pregunto Ronnie, "te gusta así?" Asentí. "No le gusta que lo aprieten, Ronnie." Dijo en voz baja Alicia dirigiéndose a ella. "Le gusta que lo acaricien así, suavemente." Mientras pasaba la yema de los dedos unidas y ligeramente en círculos por la parte superior de mi muslo y el vientre. Mientras yo sentía que mi pene iba de un lado a otro. "Mira!" Dijo Ronnie admirada. "Lo veo!" Dijo Alicia riendo. "Es lo que yo creo?" Pregunto divertida Ronnie. "Si, es lo que tu crees." Dijo Alicia. Abrí mis ojos y Ronnie estaba mirando fijamente una gota en la cabeza de mi pene que brillaba a la luz de las velas. Entonces ella limpio con dos dedos la punta de mi pene. Ambas rieron abiertamente. "Humn... esta pegajoso." Dijo juntando sus dedos. Entonces miro a Alicia, se rió francamente y se ruborizo, "Oh, lo sé, esto esta comenzando a ponerse un poco ilícito." Dijo un poco avergonzada. Los ojos de Alicia se iluminaron y asintió con la cabeza, miro la mancha que Ronnie tenia entre los dedos y los frotaba. Ronnie medito un poco antes de decir, "Ya lo creo! Yo también me estoy mojando!" "Yo también!," Dijo Alicia riéndose. Ambas se miraron y rieron abiertamente. Ronnie mirando mi pene erguido, dijo, "Tienes razón, Alicia, tiene la forma perfecta." Y sujetándolo con sus dedos largos y cálidos. "Esteban, la naturaleza ha hecho un buen trabajo contigo." "No es bonito?" Dijo Alicia. "Muy bonito!," Dijo mientras sentía la textura de mi pene en su mano. "Puedo?" Dijo pidiéndole permiso a Alicia. "Cuidadosamente, muy cuidadosamente," Autorizo con una sonrisa. "Porque no le preguntas a Esteban, tal vez él tenga que decir algo?." "Puedo, Esteban." Pregunto sarcásticamente Ronnie. Con mis brazos en la nuca acomode mi cuerpo en el suelo para lo que venia. No hizo falta que abra la boca. Antes de poder decir algo, ya estaba sintiendo su cálida mano untada con loción subir y bajar a lo largo de mi pene. Solo gemía mientras disfrutaba de su caricia, "Ahh..."

mi pene. Solo gemía mientras disfrutaba de su caricia, "Ahh..." "Ahora entiendo lo que querías decir con la forma," Dijo Ronnie, "es verdad, la forma lo es todo." "Pienso que ya es suficiente Ronnie," Le advirtió Alicia. Comprendí que Alicia decía eso porque yo ya estaba arqueando mi cuerpo y relajándome totalmente. "Estas bien, corazoncito?" Pregunto Ronnie. "Sí... muy bien." Dije suspirando "Oh, de veras?" Dijo Alicia, "se te nota tan preocupado." Mientras se agachaba a darme un beso en la mejilla. "No te preocupes, cariño, todo esta bien." Dijo en mi oído. "Si tú lo dices," Dije. "Lo está, no te preocupes." Dijo y dirigiéndose a Ronnie agrego, "basta ya, Ronnie, es hora que Esteban, nos pase loción en el pecho a nosotras." "Muy bien," Dijo Ronnie. "Ya me estaba sintiendo un poco ridícula haciendo esto." "Vamos, Esteban, pásame la loción por el pecho." Dijo Alicia impaciente. Alicia se acostó en el suelo sobre la toalla y yo me puse de pie. Estaba de espaldas con una mano en su nuca, en la misma supina y relajada posición que yo había estado antes. Sus ojos se encontraron con los míos y su rostro estaba relajado y distendido. Sostenía la botella de loción en la mano indiferentemente. "Yo tampoco quiero que mis 'tetitas' se pelen" Dijo en tono cómplice, sabiendo que la palabra 'tetitas' tenia un significado especial para nosotros. Sostuve la loción en una mano y me apoye en el codo del otro brazo. Estaba extendido a lo largo del cuerpo de Alicia. Unte la loción en su pecho y las costillas. Alicia tiro hacia atrás su cabeza y cerro los ojos. Frote la loción suavemente sobre su pecho y le di un masaje suave alrededor de los pezones, entonces pase la palma de mi mano en círculos sobre la punta de sus pezones, mientras ella gemía de placer. Puse un poco mas de loción en mi mano y comencé a pasarla por sus muslos y pantorrillas. Ligeramente pase la mano por la cara interna de sus muslos. Ronnie se puso a mi espalda y se arrodillo. Podía sentir el calor de su cuerpo contra el mío, sus pechos apoyados contra mi espalda mientras observaba como masajeaba el cuerpo de Alicia. Entonces los suaves y delgados dedos de Ronnie comenzaron a recorrer gentilmente mis muslos, y tocar mi pene, que ya estaba endureciéndose de nuevo. Alicia abrió los ojos y sonrío complacidamente con la escena. Unos suaves golpecitos fueron suficiente para que ella abriera sus muslos y me permitiera ver su vagina en todo su esplendor. Puse un poco mas de loción en mis dedos y comencé a pasarlos por los labios exteriores de su vagina, mientras Ronnie observaba sin parar de pasar su mano por mis muslos y acariciar suavemente mi pene. Puse mi mano sobre su pelvis, con los dedos hacia abajo y con un dedo recorrí todo el largo de su vagina, deteniendo la yema de mi dedo en su clítoris. Nuevamente deslice mi mano hacia abajo y apenas casi imperceptiblemente toque los labios interiores de su vagina, lo que hizo que Alicia soltase un gemido de placer. Abrió sus ojos y mirándome con ternura murmuro, "Así, Esteban..." Sentía la mano cálida de Ronnie acariciar mis muslos, los testículos y mi pene. Alicia separo un poco sus muslos y yo también, para permitir que la caricia sea mas sensual. Ella apretó su vagina sobre mi dedo, y su respiración comenzó lentamente a perder el ritmo. Ronnie observaba mi pene y como mis manos acariciaban la vagina de Alicia. Muy, pero muy lentamente comencé a mover mi dedo en círculos pequeños alrededor de su clítoris, mientras escuchaba la respiración entrecortada de Ronnie en mi nuca. Por un momento el único sonido audible en la habitación era la respiración entrecortada de estas dos hermosas mujeres. Mientras masajeaba el clítoris de Alicia, la lengua de Ronnie en mi nuca me hizo erizar hasta los pelos de la nuca. Su lengua era caliente y húmeda, tanto como la de Alicia o más. Su respiración entrecortada en mi oído me excitaba mas de lo que la escena podía hacerlo. Mi pene estaba duro como nunca antes entre sus cálidos dedos. No era la misma caricia suave de Alicia era algo más instintivo, algo más visceral. Cuando la excitación estaba llegando a un punto sin retorno, Alicia dijo, "No todavía, Esteban. Se gentil con Ronnie, también." Me di vuelta y la cara de Ronnie estaba frente a la mía, sus labios rozaron los míos. Gentilmente la tome de los hombros y la ayude a acostarse. Ella también puso un brazo bajo su nuca y el otro sobre su vientre sonriendo letárgicamente hacia mi cerro sus ojos. Le devolví tímidamente la sonrisa y unte mis manos con la loción. Empece pasando la loción despacio sobre sus lados, luego por la cintura y después por los hombros. Mi pene estaba más rígido que antes, apenas apoyado contra la cintura de Ronnie, mientras mi cerebro era un torbellino de pensamientos. Mis manos sentían las nuevas sensaciones de un nuevo cuerpo, más suave y más caliente aun que el de Alicia. La carne caliente de Ronnie menos sedosa y firme que la de Alicia pero tentadora no obstante, su piel de bebe recubierta de una firmeza superior a la de Alicia por debajo, parecía fundirse con mi mano y aferrarse a mi palma cuando le di un masaje entre sus pechos. Su cabeza cayo hacia un lado y cerro los ojos, cuando cubrí su pecho con mi mano. Dos globos suaves que se inclinaban ligeramente hacia abajo un poco mas que los de Alicia, pero sólidamente más redondos, generosos y húmedos. Puse una gota de loción sobre sus pezones y pase la yema de mis dedos por la punta. Entonces Alicia se apoyo contra mi cuerpo y levemente susurro, "Le gusta que le pellizquen los pezones," Sorprendido por sus palabras me volví un poco hacia ella, "Y tu como lo sabes?" Pregunte intrigado. "Lo sé, cariño. Solo lo sé." Lejos de despejar mis dudas, su respuesta me trajo mas dudas a mi mente, pero no era el momento de disiparlas. Apreté los pezones de Ronnie un poco mas determinadamente, pero cuando vi que nada sucedía, apreté un poco mas, cuidadosamente, no queriendo lastimarla. Los ojos cerrados de Ronnie temblaron un poco y dio un leve cabeceo. Le di unos tirones suaves en sus pezones, firmes. Todavía con los ojos cerrados ella soltó un suspiro, "Así..." "Ves?" Dijo Alicia suavemente en mi oído. Asentí y seguí trabajando sobre los oscuros pezones de Ronnie hasta que ellos florecieron y se pusieron duros. Entonces aplique un poco de loción sobre sus muslos y frote suavemente la parte superior de los muslos, la cadera y el vientre. Lentamente, tantalizando a lo largo de sus muslos fui recorriendo la parte interna. Con delicada fineza hice el primer acercamiento de mis dedos a su concha. Cuando mis dedos tocaron sus labios exteriores, la escuche contener la respiración. La observaba en silencio como ella movía suavemente su cabeza. Pase un poco mas arriba la yema del dedo y sentí que Alicia estaba observando por encima de mi hombro, agregando a mi excitación una fascinación extrañamente agradable cuando descubrí que su muslo era tan delicado y delgado que mi mano podía envolverlo con facilidad. Alicia suavemente tomo mi mano, y fue guiando mi brazo hasta que me acerque a la parte superior de sus muslos y acaricie la carne tierna y húmeda de los labios de la vagina de Ronnie, la palma de mi mano apoyada sobre el monte de rizos negros que suavemente cedían a la presión de mi mano. Lentamente pase un dedo a lo largo de su vagina intentando separar un poco los húmedos labios. Cuando mi dedo toco su clítoris ella dio un pequeño sacudón a sus caderas y Alicia soltó la presión sobre mi brazo. "Ahh..." Musito apagadamente Ronnie. Roce una o dos veces mas los labios exteriores húmedos con mi mano, mientras sentía un pequeño temblor de su carne bajo la palma de mi mano. Entonces subí mi mano y la apoye en su estomago haciendo una ligera presión. Demore mi mano unos segundos sobre su estomago y los espasmos casi imperceptibles al principio iban aumentando. Alicia seguía atentamente la escena por encima de mi hombro, su respiración levemente agitada, y su aliento húmedo, estaban excitándome cada vez más. Lentamente fui bajando mi mano por su estomago, la punta de mis dedos se abría pasos entre las huestes rizadas de sus pendejos, hasta llegar a la fortaleza de sus labios exteriores donde se ocultaba su indefenso clítoris. Los músculos de sus muslos se tensaron bajo la palma de mi mano, su cadera se arqueo y comenzó a moverse muy lentamente en círculos. Abrió sus ojos y sonriendo, dijo "Hazlo, por favor..." Levantado un poco más sus caderas. Metí mi dedo dentro de su vagina, "Ahg... así corazoncito." Dijo susurrando casi imperceptiblemente. Mi dedo bombeaba suavemente hacia adentro y afuera. Su vagina era mas estrecha que la de Alicia, más pequeña, menos lubricada pero más pegajosa. Suavemente retire mi dedo arrancando un "Hmn..." Suave de su garganta. Encontré su clítoris con mi dedo, era corto y pequeñisimo, pero muy duro y caliente. Hice círculos alrededor de el. Ronnie parecía hundirse en el suelo, separo un poco mas sus piernas. "Así... corazoncito..." Dijo Ronnie alegremente. Hice un circulo mas firme sobre su clítoris y Ronnie con sus ojos entornados me miro fijamente y susurro agitadamente. "Así, corazoncito. Es tan bueno. Así me gusta." "Lo esta haciendo bien?' Pregunto Alicia, apoyándose sobre su estomago y con su cara cerca de la de Ronnie. "Si," Dijo Ronnie mirando como mi dedo hacia círculos alrededor de su clítoris. Alicia paso una mano por la cara de Ronnie acariciándola, "Te gusta?" Pregunto suavemente, con su cara muy cerca de la de Ronnie. "Alicia, nunca antes nadie me había hecho esto así." Dijo sonriendo. "Es hermoso, verdad?" Ronnie asintió con la cabeza. "Ya lo creo, es tan... sencillamente... tan lujurioso..." Di unos círculos mas alrededor de su clítoris y volví a meter mi dedo dentro de su vagina. Lo mantuve dentro por mas de un minuto, apenas moviéndolo. Permaneciendo así para hacerle entender que había finalizado con ella por el momento. Sus caderas suavemente se aflojaron y ella retomo la respiración. Entonces con mucha delicadeza retire mi dedo de su vagina y ella sonriendo dijo, "Hmn..." Satisfecha momentáneamente. Mire a Alicia cuyos ojos se encontraron con los míos, estire mi cuello y le di un beso suave en los labios. Después de besarla. Alicia, se quedo un largo momento mirando mis ojos, entonces puso su mano en mi mejilla y emocionada, escasamente emocionada me dio un beso. Ella se acostó sobre su espalda y desde esa posición me llamo con un dedo. Me di vuelta y apoyado sobre ella, la interrogue con mi mirada. Ella tomo uno de sus senos en la mano y apretándolo suavemente para que el pezón apareciera en todo su esplendor, dijo, "Tus labios... quiero tus labios en mis 'tetitas'." Incline mi cabeza sobre su cuerpo y humedeciendo mis labios con la lengua, los apoye sobre su pezón. El contacto húmedo de mis labios en sus pezones, le hizo soltar un suspiro de placer, "Sí, cariño." Estaba acostado sobre uno de mis lados, con la cabeza en el pecho de Alicia y la boca en un pezón, ella me acunaba con un brazo y con la otra mano sujetaba su seno maternalmente, como una madre amamanta a su hijo. Observando por encima de mi cabeza ella miro a Ronnie y le susurro, "El lo hace tan bien..." Su voz era suave y despojada de todo. Como si no quisiera quebrar el aire. Sentía que Ronnie se apoyaba en mi, sentía la presión de sus pezones en mi espalda y su vientre en mis nalgas. "Y se ve tan relajado. Luce tan pacifico con tu pecho en su boca, como un bebe." Dijo Ronnie.

Me reí entre dientes, con el pezón duro de Alicia en mi boca. "Al le gusta mucho esto," Dijo Alicia. "Y a ti también, por lo que veo." Dijo sonriente Ronnie. "Oh, sí. Realmente disfruto cuando él me chupa las tetas. Esteban hizo esto por primera vez hace años y todavía me sigue gustando. Es tan dulce y su boca tan cálida. Que lo amo por eso." Dijo Alicia, mientras tomo su otro seno en la mono y lo puso en mi boca. Lamía y chupaba su pezón, dando golpes con la punta de mi lengua en la punta de su pezón. A cada golpe que daba en pezón, su cuerpo respondía con un ligero espasmo. "El nunca tiene que decirme como le gusta. Su boca me lo dice," Dijo Alicia. "Dios, ustedes dos son tan dulces entre sí," Dijo Ronnie. Comencé a mover mi cabeza, primero hacia sus costillas, dando lengüetadas cortas y apretando con mis labios su carne. Luego baje hacia su estomago y me detuve a dar un circulo con mi lengua alrededor de su ombligo, entonces un poco mas abajo sus pendejos rozaron mi barbilla y pase la lengua por ellos también. "Mejor así, cariño." Dijo Alicia y levanto una pierna en el aire y la paso por encima de mi cabeza, dejándome en medio de sus piernas, con su vagina frente a mi cara. Mis brazos quedaron por debajo de sus piernas y con mis manos acariciaba sus nalgas. Alicia levanto las rodillas y abrió sus piernas. Alce la vista y vi que estaba sonriendo traviesamente, con sus dedos aparto los pelos que cubrían la entrada de su vagina y abrió los labios exteriores. Ella se apoyo en los codos para ver el momento en que mi lengua subía desde comienzo de su abertura hasta la parte superior, deteniéndome en el clítoris. "Hmn... así, cariño." Dijo lascivamente. Ronnie estaba al lado de Alicia apoyada en su cadera y con el codo apoyado en el suelo, miraba la escena silenciosamente, con un intenso interés cuando metí la lengua dentro de la vagina. Alicia dejo caer su cabeza hacia atrás y suspiro, "Humn..." "Por Dios, Alicia, nadie me hizo eso a mí, tampoco," Dijo Ronnie. "Es tan bueno, para esto Esteban," Dijo suspirando mientras yo seguía trabajando sobre su clítoris. Ronnie se quedo mirando cuando metí una larga e introductoria lengüetada nuevamente en la vagina de Alicia. Entonces apoye mi lengua sobre el borde de los labios exteriores y di círculos con la lengua alrededor del clítoris. Alicia comenzó a mover sus caderas suavemente, irguió su cabeza y mirando hacia mí me dio sonrisa afectuosa, de niña contenta. Ronnie se dio vuelta y se apoyo sobre su estomago. Con la cabeza cerca de Alicia y un poco avergonzada, "Es bueno?" Pregunto tímidamente. "Oh, sí Ronnie. Es... muy... bueno." Dijo Alicia sin dejar de mover sus caderas. "Cómo se siente?' Quiso saber Ronnie. Alicia se rió entre dientes, "Ronnie, no tengo la menor idea de cómo describirlo," Ronnie me miro y dijo, "Esteban, no temas." "Ronnie, cálmate, luego te lo haré a ti, okay?" Dije. "Pero no sé lo que debo hacer. Nunca hice eso antes." Dijo Ronnie nerviosa. "Solo tienes que decirle lo que te gusta, querida," Dijo Alicia mientras suspiraba. "Es que no sé que decirle," Respondió Ronnie. "No te preocupes, Ronnie, Esteban sabrá como guiarte," Dijo Alicia un poco impaciente mientras sujetaba mi cabeza por el cuello a medida que mi lengua subía por su vagina. "Y no se le cansa la boca?" Pregunto Ronnie. Alicia negó con su cabeza y soltó un suave murmullo, "Espera, cariño, espera un minuto... solo un poco mas... ya llega," Dijo cuando vio que hacia movimientos como para incorporarme. "Realmente estas gozando?" Pregunto Ronnie sorprendida. "Por Dios, sí!" Dijo Alicia masticando las palabras. Su cuerpo comenzó a sacudirse suavemente, sus caderas hacían movimientos ondulantes y se arqueaba mientras gemía. Sentía en mis manos las nalgas totalmente rígidas de Alicia, su orgasmo estaba llegando con una intensidad que no había visto antes. Los espasmos de su vientre eran cada vez más fuertes. Arqueo su cuerpo y dio una sacudida a sus caderas, con un gemido ahogado, "Ahg..." Gozo. Seguí pasando suavemente la lengua por los labios húmedos de su vagina, a medida que su cuerpo se iba relajando. Lentamente los espasmos fueron cesando y los gemidos también. Alicia paso su mano por mi cabeza y luego toco mi hombro. "Esta bien, cariño." Dijo Ronnie estaba a su lado, observándola con los ojos muy abiertos, sorprendida de ver como Alicia había tenido un orgasmo tan pleno solo con mi lengua en su vagina. Me levante un poco y me puse al lado de Ronnie. Alicia estiro su mano y la paso por mi boca, limpiando un resto del jugo de su vagina que había quedado en la parte superior de mis labios. "Por favor, Esteban, se buen chico con Ronnie." Los ojos de Ronnie me miraron con un brillo anticipado mientras se recostaba en el suelo, apoyando su espalda y acomodando la toalla debajo de su nuca. Me acerque a ella y la bese tiernamente en el hueco que había entre su garganta y el hombro. Un nuevo lugar y un nuevo placer para mis labios cuando exploraron la suave y flexible carne de Ronnie. Entonces le bese su delgado y pequeño hombro izquierdo, ella rodeo mi cuello con sus brazos y puso su hombro derecho en mis labios. Lamí su hombro, su fino cuello y di un suave apretón a su garganta con mis labios. Ella tiro su cabeza hacia atrás y estiro su cuello. Lamí su cuello en medio de sus gemidos, "Ahh... corazoncito," Fui bajando mi cabeza lentamente, sin dejar de lamer su cuerpo hasta llegar a sus pechos, pase la lengua delicadamente por sus pezones. Abrí mi boca y la puse en su teta, note que el tamaño de las tetas de Ronnie eran menor que las de Alicia, pero más fibrosa. Con la boca en su seno apreté su pezón con los dientes, sabiendo que le gustaba que le pellizquen fuerte los senos, pero sin lastimarla en ningún momento. Con su pezón entre mis dientes pase la lengua por la punta, dándole pequeños golpecitos ascendentes. Solo un leve gemido salía de la boca de Ronnie, "Ahh..." Mientras acariciaba mi cabeza. Su pezón se endureció ligeramente incentivado por mis dientes y mi lengua, Ronnie murmuraba apagadamente, "Si, esa es la manera, corazoncito." Mientras yo atendía gentilmente su pezón, Alicia se acerco a ella y acariciaba su cara, que seguía con los ojos cerrados. Cuando sintió las caricias de Alicia, abrió sus ojos, "Alicia, esto es muy placentero." "Si, te gusta?" Dijo Alicia acercando aun más su cara a la de Ronnie. "Sí, mucho." Dijo Ronnie mirando hacia abajo como mis labios chupaban su pezón. Estaba saboreando la novedosa y única percepción de los oscuros y cálidos pezones de Ronnie, sus largos y cálidos brazos que rodeaban mi cabeza y espalda mientras ella me acunaba contra su cuerpo. Comencé lentamente a lamer y besar hacia abajo su torso. Ella se tenso un poco y su respiración se entrecorto cuando gentilmente bese su cuerpo alrededor del ombligo. Sus manos se apoyaron en mis hombros y comenzó a respirar nerviosamente, mientras susurraba, "Esteban..." "Que pasa?" Le pregunto Alicia, acariciando gentilmente su cara. Ronnie trago saliva, "Nadie alguna vez me hizo esto. Dios, Jorge incluso nunca me calentó," "Esteban, esta haciendo eso contigo, porque darte placer le da placer a él." Dijo Alicia. Ronnie apretó los dientes cuando lamí los rizos sedosos de sus pendejos. Su olor era agradable como una esencia silvestre. Ella abrió su boca y se relajo un poco cuando pase mis labios por sus muslos internos. Me sorprendió ver lo diferente, húmeda y adherente que su piel estaba ahí. Moví mis labios mas cerca de su vagina, ella se tenso nuevamente y me tomo de los hombros. Levante la vista y su mirada se encontró con la mía, con cautela baje nuevamente mi cabeza entre sus piernas y ella aunque relajada comenzó a respirar agitadamente. Lamí tentativamente el borde de su vagina y ella se atieso. Abrió la boca y respiro profundamente. Lamí de nuevo, ella abrió su boca y alzo la pelvis. Extendí mi lengua y penetre en su abertura dándole una lengüetada larga hacia arriba que termino en una caricia suave a su clítoris. Cuando la punta de mi lengua rozo su clítoris, ella soltó un gemido, "Ah... que bueno." Dando círculos alrededor de su clítoris con mi lengua, mientras mis manos acariciaban sus nalgas y subían por su torso hasta los pezones, a los que les daba pequeños pellizcos ella comenzó a morder su labio inferior suavemente y murmurar, "Así... dulzura, sigue así..." Mientras arqueaba lánguidamente su cuerpo al contacto de mi lengua con su clítoris. Deje de pasar la lengua por el clítoris y lo sujete con mis labios. Lo apretaba mientras le daba golpes con la lengua como había hecho antes con sus pezones. Ella abrió la boca y gimió temblorosamente, "Oh, Dios. Esto es muy bueno Alicia." Alicia puso una mano en las temblorosas espaldas de Ronnie y acariciaba su cara mientras la confortaba, "Si, querida. Sigue gozando así." Hice una pausa, para retomar nuevamente su clítoris con mi lengua. La voz insegura y tensa de Ronnie creció, "Oh, Esteban, eres la primera persona que me hace tener un orgasmo," Dijo con sus ojos vidriosos, "Solo lo había logrado masturbándome. Nunca nadie me trato así," Y las lagrimas rodaron por su mejilla. Alicia seco sus lagrimas con la mano y acariciaba su rostro, "Relájate amorcito, disfruta tu orgasmo," Dijo mientras besaba su mejilla.

Mientras pasaba la lengua por su clítoris, levante la vista y vi como su cuerpo estaba bajo las convulsiones agitadas de su orgasmo. Mi mirada se encontró con la de Alicia que tenia una piadosa mirada. Por algún recóndito motivo la imagen me hizo recordar las figuras que había visto en la escuela Católica, en los libros donde mostraban el arte renacentista y aparecía la escultura de Miguel Angel, 'La piedad'. Cuatrocientos sesenta años habían pasado desde que Miguel Angel había esculpido su obra y Alicia evocaba el mismo sentimiento profundamente emocional que la estatua. Con la voz temblorosa por el llanto, Ronnie dijo temerosamente, "No pares, por favor. No todavía." "El no te dejara, Ronnie." Dijo piadosamente Alicia. Apoyo su mano en mi hombro y sentí sus uñas clavarse en mi carne, entonces con ambas manos hizo fuerza hacia abajo y volvió poner mi boca en su vagina. "Sigue, corazoncito," Dijo con voz trémula. Cubrí su vagina con mi boca y aplaste mi lengua contra su abertura, mi lengua aplanada toco con la superficie su clítoris y su portal quedo totalmente desnudo para que yo pudiera lamer su concha enteramente, de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba. Mi lengua encontró el cálido gusto salobre y almibarado de su vagina. Podía sentir la diferencia entre la abertura lisa y firme de Alicia y la sabrosa carne fibrosa de Ronnie. Ronnie gemía e imploraba, "Por favor, Esteban. Se buen chico conmigo." Mi lengua acariciaba anhelante y ella hacia esfuerzos por tragar su saliva. Echo atrás su cabeza y yo solo podía ver su garganta arqueada y su barbilla, mientras lloriqueaba suavemente, "Oh... se bueno conmigo." Los muslos de Ronnie se separaron un poco mas y sus tendones comenzaron a latir hambrientos buscando algo mas que mi lengua. Con sus manos agarro mis hombros mas firmemente y yo apreté mi boca contra su vagina y puse su resbaladizo clítoris entre mis labios. Con el labio inferior apoyado en la raíz de su clítoris y mi lengua acunándolo en todo su largo, lo apreté y chupe. Ronnie abrió la boca y un desvalido sonido salió de ella, "Uh..." Entonces di un golpecito suavemente en su cautivo clítoris y ella gimió débilmente. Su cuerpo se puso tenso. "Más rápido... rápido... no tanto... un poco mas lento." Dijo con su voz quebrada por los sollozos. "Así... así esta bien," Dijo cuando encontró el movimiento justo de mi lengua. "Oh, Dios. Ese es el punto." Grito en un arrebato. Todo su cuerpo tembló cuando di un golpecito en clítoris con la velocidad que ella le gustaba, sus jugos mojaron mi barbilla, por un largo momento ella contuvo la respiración. "Oh mi Dios!" Grito ruidosamente. "Oh Dios, ya viene!" Gimió roncamente. Todo su cuerpo se tenso nuevamente, con el mismo miedo e indefensión sus gritos llenaron la sala, "Oh Dios, ya viene." Alicia sonreía y simplemente dijo, "Mm-hm," Con los ojos muy abiertos. Las caderas de Ronnie se arquearon y todo su cuerpo se tenso. Su pelvis dio dos espasmos que golpearon mi barbilla y sus uñas se clavaron dolorosamente en mis hombros. Sus ojos lagrimeaban y en una rapsodia jubilosa dijo, "Sí!." Y grito nuevamente "Sí!". Sus manos me aferraron tan fuerte que sus brazos temblaron. Un entonces un temblor violento recorrió todo su cuerpo y con un espasmo final languideció. Su respiración estaba totalmente agitada y apenas podía tomar aire. Comenzó a aflojar la presión de sus manos sobre mis hombros. Sus caderas se movieron y su vagina se fue retirando de mi boca a medida que su clímax menguaba. Sabia que debía dar un descanso a su clítoris, sostuve mi lengua contra el sintiendo como latía débilmente. Levante mi cabeza y vi como ella abría la boca. Vi que ella era una niña jadeando con los ojos herméticamente cerrados, cuando hizo una mueca de dolor. Me levante y limpie mi barbilla con el antebrazo. Me acerque a ella para acunarla en mis brazos. Puse su cabeza contra mi pecho y la rodee con los brazos, su cuerpo cálido temblaba contra el mío. La bese en la frente y en los párpados. Ella levanto sus suaves y delgados brazos para abrazarme. Su cuerpo se sentía tan bien contra el mío, tan amistoso. Alicia paso su mano por mi hombro y quedamos los tres así abrazados en silencio un rato. Ronnie jadeando, levanto su vista y mirando tímidamente a mis ojos dijo, "Wow!," Y agrego jadeando después de una pausa, "bueno... ahora se como sueno cuando gozo," "Fuiste muy bueno con ella, Esteban," Dijo sonriendo Alicia y agrego, "Gracias." Sostuve a Ronnie en mis brazos sintiéndome fuerte y protector mientras su delicado cuerpo descansaba contra el mío. Ella cerro sus ojos nuevamente e hizo esfuerzos para tomar aire. "Fue muy bueno, Esteban." Respiro profundamente y agregó, "me pareció que estaba fuera de mí." "No, tu parecías muy dentro de ti." Dije. A la luz de las velas, el pequeño cuarto parecía detenido en el tiempo. La tierra había parado su movimiento. Como si una espesa y húmeda niebla de sensualidad se deslizara por el suelo y de a poco fuese envolviendo nuestros cuerpos. Alicia paso suavemente su mano por mi espalda mientras Ronnie seguía acunada en mis brazos, su lengua rozo el lóbulo de mi oreja humedeciéndolo. Con una voz que delataba su ansiedad, dijo, "Cariño, por favor. Estoy muy excitada, no me dejes así." Suavemente deje el cuerpo de Ronnie sobre la toalla y me di vuelta hacia Alicia, que ya se había tendido de espaldas y murmuraba, "Estoy toda mojada," Y cuando deslizaba mi cuerpo hacia abajo, moje sus muslos con unas gotas de esperma, que salían de mi pene. Con sus dedos sostenía abiertos los labios de su húmeda vagina, y lujuriosamente dijo, "Chúpame, cariño." Cuando mi lengua encontró su vagina e hizo contacto con su clítoris ella soltó un murmullo sofocado por la excitación, "Ahh..." Alce mi vista y sus ojos parecían un valle entre las colinas de sus hermosas tetas. Respiraba con la boca abierta y la punta de su lengua recorría sus labios, "Sí..." Ronnie un poco jadeante aun, se dio vuelta y apoyo su mano en el brazo de Alicia. Cuando apreté el clítoris de Alicia con mis labios, su cuello se estiro, sus ojos se cerraron y sus labios murmuraron con voz hueca, "Oh, es tan bueno." Por la cálida dureza de su clítoris, más grande que el de Ronnie y más fácil de encontrar y por sus latidos al apretarlo con mis labios, supe que Alicia estaba muy próxima al orgasmo. Lo apreté suavemente, mientras mi lengua daba círculos alrededor de el, ella arqueaba su cuerpo y gemía. Ronnie la miraba tiernamente y acariciaba su brazo. Alicia puso una mano en el hombro de Ronnie y apretó un poco. Entonces Ronnie tomándole la mano, inclino su cabeza y beso los labios de Alicia. Fue un beso tierno y demorado. Cuando despego sus labios, Ronnie susurro, "Ahora sé lo que se siente." "Ya estoy por gozar... Ronnie." Dijo Alicia. Y casi sin aliento agrego, "Me tiene al filo del orgasmo. Estoy tan cerca..." Ronnie se dio vuelta y mirando perpleja hacia mi pregunto, "Dios, corazoncito, como sabes eso?" Y Alicia susurro, "El solo lo sabe..." Ronnie, sonrío abiertamente y dijo, "La próxima vez quiero así también, Esteban." Los latidos de mi pene acompañaban mi pensamiento y me preguntaba cuanto tiempo mas podía seguir con mi boca y mi lengua en su vagina sin eyacular mientras Alicia susurraba, "Ya casi, cariño. Ya casi..." Y Ronnie con una mano sobre el pecho de Alicia, le decía, "debe sentirse tan bien..." Mirándola a los ojos. Alicia cerro sus ojos, estiro su cuello y con una mueca feliz dijo, "Si... él lo hace muy bien..." Su respiración comenzó a agitarse y murmuraba, "Ahh..." Mientras jadeaba y todo su cuerpo se ponía rígido. Entonces mi corazón y mi pene se inflaron de alegría porque sabia que ella solo podía resistir unos segundos mas su orgasmo. Con la punta de mi lengua recorrí su clítoris acariciándolo muy suavemente desde la raíz hacia arriba, sabia que al llegar a la punta de su clítoris ella explotaría en un orgasmo. Su vientre tenia espasmos cada vez mas fuertes y mas seguidos, su cuerpo rígido comenzó a arquearse, su mano sostenida por la de Ronnie tenia los nudillos blancos de la fuerza que hacia al apretarla. Entonces un grito ahogado escapo de su boca, "Ahhgg..." Su clítoris estaba inflamado bajo mi lengua su mano temblaba sujetada por Ronnie, que se sorprendió al ver que la cabeza de Alicia cayo hacia un lado y su cuerpo tembló una vez, dos veces y una vez más. Ronnie susurraba, "Si, amorcito..." Y acariciaba su mano. Alicia dio un suspiro profundo, largo y su cuerpo se relajo totalmente. Sus caderas se apoyaron nuevamente contra el suelo y su clímax llego al final. Ella comenzó a acariciar mi cabeza y yo fui subiendo hasta tener mi cara junto a la de ella. Ronnie miraba sorprendida como nosotros nos abrazábamos y besábamos. Alicia beso mi cuello y hombros mientras sujetaba mi cara tiernamente y me besaba nuevamente. Ella miro hacia abajo y dijo, "Mi Dios, que ha pasado con el?" Viendo mi pene medio caído. "Pienso que estuvo duro tanto tiempo, que se canso." Dije. "No podemos dejarlo colgando así," Dijo Ronnie y agrego con una sonrisa, "Podemos?" Alicia se arrodillo a mi lado y Ronnie lo hizo frente a mí. Beso mi pecho y dijo, "Me gustaría guardar eso en mi alcancía, corazoncito. Seguramente me harías muy feliz." Sus labios se deslizaron por mi pecho, por mí estomago y paso su lengua por mi ombligo. "Parece que tiene la cantidad exacta de pelo, en los lugares correctos," Dijo ella. "Quieres que Ronnie te haga gozar, cariño." Pregunto Alicia cabeceando, como para que yo respondiese que si. Dude cuando Alicia me hizo esa pregunta, pero la lengua de Ronnie en mi cuerpo se sentía bien, además ella estaba instándome a que dijera que si. Un poco dubitativo dije, "Bueno..." Alicia paso la mano por la espalda de Ronnie y le dijo, "Tu turno, Ronnie." Ronnie agarro mi flácido pene entre sus cálidos y delgados dedos lo que me hizo soltar un suspiro de placer. Inclinando su cabeza sobre mi pene, saco la lengua y la paso por la punta, para limpiar las gotas viscosas que había en el. "Ya veras corazoncito, lo que hago contigo." Dijo Ronnie, como si estuviera hablándole a mi pene, mientras sus dedos comenzaban un rítmico vaivén, hacia arriba y hacia abajo. Cuando sus cálidos dedos llegaban al tronco de mi pene, su palma rozaba mis testículos. No podía evitar un suspiro de placer. "Hmn..." "Puedo chuparlo, corazoncito?" Pregunto Ronnie. Sonreí abiertamente, "Estaba esperando eso," Dije.

Con una mirada tranquilizadora, Ronnie dijo, "Puedes gozar en mi boca, corazoncito." "Okay," Dije. Y Alicia agrego, "Su leche tiene un sabor suave y agradable, querida." Ronnie indago a Alicia con la mirada, "Y tu como sabes eso?" Dijo. Alicia sonrío calladamente. "Ocultándome cosas nuevamente?" Dijo pícaramente Ronnie. Sus dedos me masturbaron un poco, entonces abrí mis piernas mas cómodamente y ella acomodo su cuerpo entre mis muslos. Puso mi pene en su boca y dio una chupada fuerte, haciendo ruido con su boca cuando mi pene salió de ella. Gemí un poco y ella sonrío. Entonces puso mi pene en su boca y comenzó a chuparlo apretando fuertemente sus labios y moviendo su cabeza rápida y bruscamente. Gemí y sostuve su cabeza, "Hmn... no, no, espera un minuto." Dije y ella alzo su cabeza mirándome interrogativamente. "Que estas haciendo, Ronnie." Pregunto Alicia. "Que te parece que estoy haciendo?" Dijo irónicamente. Alicia se rió y dijo, "Cuando te dicen, 'trágatela'. No quieren decirlo literalmente." Yo me reí y Ronnie también. "Pense que esa era la manera que se supone que debes hacerlo." Dijo Ronnie. "Tal vez a algunos hombres les guste esa manera ruda de hacerlo. Pero Esteban prefiere que sea suave y lasciva." Dijo Alicia. "Oh... y como es eso?" Dijo Ronnie. "Oh, vamos Ronnie. Se bueno con él. Cuando la chupas de esa manera, la sangre de su pene se va y los nervios terminales pierden sensibilidad." Le explico Alicia. "Así es como los tipos me dijeron que lo haga, los pocos tipos a los que se lo hice. 'hey muñeca lústrame esta cosa, sácale brillo con tu boca'" Dijo Ronnie defensivamente. "Oh, sí. Los muchachos y sus brillantes pijas. Esteban es muy sensible. Mira, comienza suavemente, el secreto es que tu boca este realmente húmeda. Tu boca se debe sentir suave y húmeda" Dijo Alicia. Ronnie levanto su cabeza y dijo, "Muéstrame cómo?" "Hmn... Dame tu dedo. Me siento una idiota haciendo esto." Dijo Alicia y chupo el dedo de Ronnie por unos segundos. "Oh, ya veo... realmente no chupas, apenas lo agarras con tu lengua. Hmn... si mi dedo pudiera gozar..." Dijo sonriendo Ronnie. "A Esteban le gusta cuando tu boca apenas se desliza por su pene, ya sabes, no lo estrangules con tus labios." Dijo Alicia. Ronnie dirigió su mirada hacia mí y dijo, "Listo para un nuevo intento, corazoncito?" Asentí con la cabeza. Ella comenzó nuevamente bajo la atenta mirada de Alicia. Después de unos segundos, levanto su vista y pregunto, "Esta bien así?" "Si, esta bien... pero..." Dije tímidamente. "Oh vamos, Ronnie. Espera un minuto." Dijo Alicia impaciente. Ronnie levanto su cabeza y le pidió a Alicia que le mostrara nuevamente. Con impaciencia Alicia dijo, "Ronnie, él acabara antes que nosotras hagamos algo!" "Esta bien, muéstrame como." Dijo Ronnie apenada. "No es una ciencia, es un arte. Mira, primero moja bien tu boca y entonces recién ahí meto su pene en mi boca. Entiendes? Bien húmeda." Dijo Alicia y se inclino sobre mi pene y lo puso en su boca, haciendo un suave movimiento hacia arriba y abajo. "Esta bien, esta bien, ya se como hacerlo." Dijo Ronnie deslizando su cuerpo nuevamente entre mis piernas. Sostuvo mi pene con su mano y suavemente puso la cabeza de mi pene en su boca totalmente húmeda. Cuando su boca hizo contacto con la cabeza de mi pene, una sensación placentera recorrió mi cuerpo. "Hmn... así, Ronnie." Dije. "Que bien hueles..." Dijo Ronnie. "Gracias..." Dije. "Nunca probé de esta manera." Dijo ella y humedeciendo bien su boca comenzó un rítmico movimiento hacia arriba y hacia abajo, mientras su lengua recorría la cabeza de mi pene. "Te gusta?" Pregunto Alicia con una sonrisa en los labios. Me ruborice. Era la primera vez que mi pene estaba en la boca de otra mujer que no fuera ella y por si fuera poco, bajo su atenta supervisión. "Disfrútalo, cariño." Dijo ella y dirigiéndose a Ronnie le susurro, "Lentamente hacia abajo, cuando él empieza a gozar, Ronnie." Ella sacudió la cabeza asintiendo. Ronnie comenzó un movimiento lánguido y suave a lo largo de mi pene, dejando siempre la cabeza dentro de su boca y humedeciéndola con su lengua. Alicia sonreía traviesamente y miraba como yo disfrutaba la boca húmeda de Ronnie. Llego el momento en que Ronnie encontró el ritmo justo, la profundidad, la humedad y la succión adecuada. Entonces sonreí mansamente a Alicia cuyos ojos se encontraron con los míos y su cabeza hizo una sensual y misteriosa inclinación de aprobación. Mis sentimientos no eran la dulzura punzante que sentía cuando Alicia me chupaba, era algo carnalmente deliberado, original y lascivo bajo la mirada cómplice de Alicia mientras Ronnie deslizaba suavemente sus labios hacia arriba y hacia abajo a lo largo de mi pene. No le llevo mucho tiempo a Ronnie satisfacerme. Al principio temía no poder gozar bajo la mirada de Alicia. Pensaba que podía ser demasiado tímido, pero el trabajo realizado por Ronnie con una eficacia infalible me dejo rápidamente al borde del orgasmo. Cuando ella noto que era inminente mi eyaculación, retardo su paso por el medio de mi pene y dio varias succiones como Alicia había sugerido. Mientras estaba al borde de la eyaculación, movía mis caderas y sonreí hacia Alicia. Ella me devolvió una sonrisa cómplice y mi pene lanzo el primer chorro de esperma, que Ronnie trago ruidosamente. Cuando Alicia escucho a Ronnie tragar ruidosamente supo que estaba gozando en su boca y con un pestañeo cómplice lance un segundo chorro de esperma caliente en su boca. Finalmente con una succión firme y la punta de su lengua sobre la cabeza de mi pene ella se trago hasta la ultima gota. Levanto su cabeza y limpiando la comisura de sus labios con la lengua intercambio muecas secretamente maliciosas. Quien le dio una inclinación de aprobación y Ronnie contenta acaricio tiernamente mi pene. Relaje mi cuerpo que estaba tenso como la cuerda de un arco y extendí mis brazos, "Ahg..." Musite. "Estuvo bien?" Pregunto Ronnie Jadee un par de veces antes de contestar, "No," Y ellas dos se rieron. Descansamos, nos acariciamos y hablamos. Ronnie confeso que ella no tenia ni las mas mínima idea de cómo había comenzado todo esto y le pregunto a Alicia, "Tenias idea que algo así pasaría esta noche?" Con una sonrisa traviesa Alicia dijo, "Lo tuve en cuenta, cuando estabamos en la playa, pero no sabia que pasaría." Ronnie dijo alegremente, "Pero fue bueno, verdad?" Yo estuve de acuerdo con ella. "Tuviste vergüenza?" Pregunto Alicia. "Si un poco, pero...' dije y mirando a Ronnie agregue, "Pero eres demasiado bonita como para resistirme." Ronnie se rió entre dientes, "Todo fue demasiado bueno como para resistirse" Nos quedamos acostados bajo la luz de las velas. Una de las velas se apago con un ruido suave y un siseo. Entonces Alicia le pregunto a Ronnie, "Sentiste esa vieja culpa católica cuando comprendiste lo que estaba pasando?" Ronnie confeso que sentía mas turbación que culpa, pero que mi boca le había dado tanto placer que fue tomada por sorpresa cuando llego al clímax. "Paso todo tan rápido, que ni siquiera recuerdo como paso." Dijo ella. Se acerco a mí y me dio un pequeño beso, "Gracias, Esteban." "Fue un placer," Respondí sonriendo. "Alicia, tú si que no tienes problemas para gozar," Dijo Ronnie incomodando un poco a Alicia.

Ella se ruborizo un poco y dijo, "Fue una situación muy erótica." "Por Dios, ya lo creo. No si hubiera podido hacerlo con otras personas. Me sentí muy segura." Dijo Ronnie. Seguimos hablando de nuestras sensaciones físicas y emocionales que experimentamos por un largo rato. Ronnie dijo que ellas frecuentemente discutían con Alicia sobre sexo, pero que nunca había sido tan franca y experimental. Ronnie quería saber como se sentía mantenerse al borde del placer por el tiempo que deseábamos. Alicia y yo le dijimos a Ronnie que a los dos nos gustaba de esa manera. Que era un placer peculiarmente intenso poder detener el orgasmo por un tiempo. "Como sabes cuando tu compañero esta listo," Pregunto Ronnie. Alicia y yo le explicamos que había varias señales para saberlo. "Por supuesto, que siempre puedes decírselo," Dijo Alicia. Ronnie miro fijamente a la vela, extasiada dijo, "Paso tan rápido para mí. Supongo que fue porque era la primera vez que alguien me hacia gozar en mi vida. Como se siente... lo que quiero decir es... como hacer para que dure mas tiempo." Alicia le dijo que era algo así como dejar que el orgasmo dure mas tiempo. "Dios, debe ser fantástico." Dijo Ronnie pensativa. Le pedimos que explicara como ella supo que su orgasmo estaba próximo, pero ella dijo que todo era tan nuevo y misterioso que no podía explicarlo. Entonces decidimos que debía comerla nuevamente tomándome mi tiempo para hacerlo, así ella podía aprender a describir lo que sentía y decirme como quería que yo lo hiciese. Pacientemente, comencé a servirla con mi boca bajo la atenta instrucción de Alicia y Ronnie. Esta vez tomo mucho mas tiempo, y pronto, en lugar de lamer con una proporción firme como lo hacia con Alicia, aprendí a leer las respuestas que el cuerpo de Ronnie daba y acelerar a medida que ella lo requería. Descubrí que ella no quería que le chupe el clítoris hasta que estuviera lista para gozar. Con ella y Alicia incitándome, mantuve a Ronnie al borde del orgasmo por varios minutos, mientras ella usaba ambas manos para sujetar sus piernas y mantenerlas abiertas para que yo pudiera meter mi boca en su vagina. Cuando ella estuvo a punto, chupe su clítoris y di unos golpecitos rápidos con mi lengua. Ella tuvo un orgasmo ruidoso y placentero. Todo su cuerpo se relajo y la tensión que había en sus tendones, poco a poco fue aflojándose. Alicia acariciaba su rostro mientras ella jadeaba agitadamente. Pronto la otra vela se consumió y quedamos los tres abrazados en la oscuridad.

Capitulo Trece Deje el bar de Kristen cerca de la medianoche, con la promesa de ella que pasaría a buscarme por el bar de Pepe cuando cerrase el suyo. Los viernes por lo general siempre había mas gente de lo habitual, a pesar de ser el ultimo día de la semana y el que se supone que se esta mas cansado, es el día en que todos salen de las oficinas o sus empleos para ir a los bares y pasar el tiempo bebiendo y conversando. A veces con compañeros de trabajo y otras veces con las personas solas que están en los bares. Es el día que mucha gente sola aprovecha para iniciar una nueva relación. Los Estados Unidos, tan afectos a las estadísticas, si hicieran una estadística de cuantas son las relaciones que se inician los viernes, se sorprenderían del resultado. Salí a la calle, lo que era una fina capa de nieve por la tarde, ahora se había convertido en una espesa capa y sobre las paredes donde la gente no pisaba se había acumulado la cantidad suficiente como para que por la mañana hubiera que sacarla con pala. No era mucho lo que debía caminar, apenas unos cincuenta metros hasta la esquina de Sidney Place y de ahí, solo era cruzar la calle y entrar al bar de Pepe. Por costumbre, a pesar que por esa calle no circulaba trafico mire hacia ambos lados. Del otro lado de la avenida Atlantic estaba parada una mujer con un abrigo negro, largo mas allá de sus rodillas. Me llamo la atención porque su abrigo negro se destacaba en contraste contra el blanco de la nieve y además porque a esa hora no era habitual ver gente por la calle. Entre en el bar de Pepe y me dirigí a mi rincón, donde la madre de Pepe estaba cuidando como todos los días mi lugar al lado de ella. Mientras me sacaba el abrigo para colgarlo en el perchero que estaba sobre la pared lateral salude con la cabeza al marido de la anciana que estaba sentado en su mesa de todos los días. "Hola," Le dije a la anciana y me senté en la butaca. Como era habitual, la copa de vino tinto estaba frente a ella. Carmen, la mujer de Pepe que atendía detrás de la barra se acerco a mi con una botella de whisky J&B y dos vasos en la mano, uno con hielo y el otro vacío, "Hola," Dijo poniendo el vaso sobre la barra y sirviendo el whisky sin necesidad de pedirle que lo haga. El bar, como todos los viernes, estaba lleno. "Con frío, le decía a tu suegra." Dije. Mientras ella servia el whisky la puerta se abrió y la mujer del abrigo negro entro. Tenia el cabello suavemente ondulado, que le llegaba a la altura de los hombros. Sus ojos de un nítido color verde eran sencillamente hermosos. Se paro a mi lado y cuando Carmen se acerco a ella, pidió una copa de vino. Me sorprendió. No es habitual ver mujeres hermosas en Nueva York, por mas que las películas muestren lo contrario, menos habitual es que entren en este tipo de bar, pero lo que mas me sorprendió fue que pidiera vino y no la habitual cerveza 'Bud' como acostumbran a llamar al pis de gato nacional. Pareció notar que estaba mirándola, porque se dio vuelta y me taladro con su penetrante mirada. "Hola" Dijo secamente. "Hola," Dije y agregue, "Te vi venir del hospital, trabajas ahí?" "No, solo deje mi auto estacionado allí." Dijo. "Parece que todos por aquí usan el estacionamiento del hospital." Dije. "Un amigo me dijo que podía estacionar ahí, mientras lo esperaba." Dijo ella. "Si lo sé... no eres la única." Dije sonriendo. "Tu también lo usas?" Pregunto con una sonrisa. "No, yo no... pero una amiga sí lo hace." Recordando la costumbre de Kristen. "Es gratis y seguro," Dijo ella, "Por lo menos es lo que dijo mi amigo," Agrego. "Y quien es tu amigo?" Pregunte. "Esteban se llama, lo conoces?" Dijo mirándome fijamente a los ojos. "Tal vez... no debe ser el único Esteban en este lugar. Y tu como te llamas?" Pregunte. "Alicia." Dijo "Bonito nombre... Tan bonito como tus ojos." Dije. Como explicar con palabras la sensación que sentí al tener frente a mi a la mujer que había imaginado por tanto tiempo a través de las historias de Esteban. Solo recuerdo la punzada que sentí en el estomago cuando ella pronuncio su nombre. Esteban no había exagerado en absoluto cuando dijo que tenia una mirada penetrante y unos ojos verdes hermosos. Las facciones en su rostro permanecían intactas a pesar de los años que habían pasado. Conservaba algo de niña todavía. "Gracias," Dijo ella mientras bebía su copa de vino. "De donde eres?" Pregunte para saber si era la Alicia de la que tanto había escuchado hablar. "De Memphis, Tenneesse. Y tú?" "Un poco de aquí y un poco de allá." Dije. "Ya veo," Contesto ella. "Hace mucho que conoces a tu amigo?" "Crecimos juntos," Dijo pensativa. Ya no tenia duda alguna que se trataba de la misma Alicia. "Antes que termines tu copa de vino, seguro que el estará aquí." "Entonces lo conoces," "Creo que si, al menos conozco un Esteban que es de Memphis, Tennessee y que viene siempre a este bar." No pude evitar recordar cuando Esteban me contó lo sucedido al otro día de haber estado los tres juntos: El jueves por la mañana me desperté para encontrar Alicia con la mirada nublada y preparándose apresuradamente para ir a su trabajo. Me vestí rápidamente y me di prisa en la cocina para hacer un el desayuno de tostada y jugo. Cuando ella terminó de vestirse devoro una tostada y rápidamente guardo las cosas en su cartera y me recordó que tenía que ir de Fede a las diez y luego me encontraría con el en el Uptown cerca de Columbia para el almuerzo. Ella garabateo apresuradamente la dirección y me la dio. "El metro llega hasta allí?" Pregunte. Ella bebió el jugo de un trago, tomo su cartera y apuntándome con un dedo dijo, "No tomes el Metro tu solo. No en ese vecindario. Toma un taxi, cariño. Por favor. Dile al taxista que te deje justo delante del edificio." Resonando en sus tacones altos, se dirigió a la puerta, "Debo irme." Me apresure a cerrar la puerta detrás de ella, se dio vuelta y me dio un beso rápido en la mejilla. Cerré la puerta. No hubo ninguna mención de Ronnie o la noche anterior. Y yo no tenia mucho tiempo para pensar en eso. Me vestí. Limpie lo que había quedado de la noche anterior y acomode los almohadones en el sofá de la sala. Cuando bajaba me detuve en el piso de Ronnie, frente a su puerta, pero no pude escuchar nada. De camino a lo de Fede me detuve en un banco a cambiar mis cheques de viajero. Tenia dinero de reserva, pero el almanaque del banco me indico que el tiempo era demasiado corto. Tenia el resto de ese día, entonces dos días y medio mas de permanencia en Nueva York. Llegue en una corrida al gimnasio. Fede me tuvo en un infierno durante una hora. Pero yo ya estaba logrando el nivel de los otros en su club. "No, no, concéntrate!" Refunfuño cuando alce las pesas por encima de mi cabeza. "Mira tu forma! Toma mas tiempo si lo necesitas! Concentración! Mente y cuerpo juntos mi amigo! Juntos!" Trabaje arduamente. Seguía pensando que me quedaban menos de cuatro días en Nueva York antes de mi partida hacia Memphis. Sabia que había perdido un poco de la grasa que había traído, que los granos casi habían desaparecido y que podía correr dos veces mas rápido de lo que era capaz unos días antes. Pero me sentía impulsado a hacer mas. Trabaje en la bicicleta de ejercicios hasta que no podía respirar. Estaba descansado apoyado sobre el manubrio, cuando Fede se acerco a mi con su manos en las caderas y mofándose de mi con su perpetua mueca. "Al principio no podías hacer bastante y ahora intentas hacer demasiado!" Dijo. "No puedes recuperar lo que perdiste ayer haciendo el doble hoy! No se puede ir para atrás amigo! Solo hacia delante. Nunca intentes ir hacia atrás! Ahora descansa. Y empieza de nuevo!" Descanse. Pero de nuevo comencé a trabajar hasta el agotamiento. Sentía que el tiempo me apuraba. Fede se acerco a mi y poniendo una mano en mi brazo dijo, "Detente amigo. Estas trabajando muy duro por hoy" Y sostuvo un dedo sobre mi cara, "Y mañana trabajo ligero, liviano, entiendes?" Asentí y mientras respiraba dificultosamente. "Entandido?" Repitió. sus ojos me escudriñaron, "Liviano mañana." "Bien," Dije. Baje de la bicicleta y fui a las duchas. En mi camino eche un vistazo de nuevo a los bailarines y los otros que estaban en la sala. Envidiaba su físico perfecto, su gracia y su agilidad. Me sentía un haragán comparado con ellos. Una vez afuera en la Avenida Lexington, respondí al impulso de trabajar mas duro, trotando. Estaba determinado a llegar hasta el Uptown a pie para encontrarme con Alicia. Al llegar a la Calle 59 ya estaba corriendo desenfrenadamente. Llegue al departamento de Alicia y me puse una ropa mejor para el almuerzo. Fede tenia razón, pense mientras me anudaba la corbata frente al espejo: Tenia mucho que aprender todavía, y un largo camino a recorrer. Pero mi piel estaba clara. Al menos estaba cambiando algo, aunque no fuera demasiado. En la cocina tome las vitaminas y la levadura. Pensaba que en ese almuerzo tenia que estar con adultos a mi lado y debía lucir bien. Tome otra cucharada de levadura. Tenia que parecer afilado. El taxi me dejo sobre la Calle 130 West, frente a un antiguo edificio de oficinas. En cuanto baje del taxi supe que estaba en uno de los barrios pobres de Nueva York. Era diferente a los barrios de casa bajas o los de las clases trabajadoras de Memphis. La calle hedía fuertemente a basura y grasa. Había basura por todas partes. Me encontraba rodeado de miradas pendencieras, había hispanos desgreñados, la acera estaba ocupada por negros y algunos orientales y eurasiáticos se mezclaban con algunos estudiantes que llevaban libros bajo sus brazos. Un tipo barbudo estaba sentado en el frente del edificio sobre un montón de cartones y las

por negros y algunos orientales y eurasiáticos se mezclaban con algunos estudiantes que llevaban libros bajo sus brazos. Un tipo barbudo estaba sentado en el frente del edificio sobre un montón de cartones y las moscas pululaban sobre el. Mire hacia arriba y abajo por la calle, Brooklyn estaba a una gran distancia de aquí, lo mismo que el limpio y esplendoroso Manhattan. Delimitado por el Uptown hacia el Riverside y por el puente George Washington a la distancia, comprendí que el barrio no se limitaba a la calle donde estaba parado. Había algunas áreas mas limpias que había visto en el camino en mi viaje en taxi. Rápidamente me las arregle para pasar entre el hombre que estaba sentado en el frente y entre en un vestíbulo limpio, pero anticuado, con paredes amarillentas por la humedad. Camine hasta una oficina que en la puerta tenia el numero '109'. Golpee. "Adelante" Escuche que decía la voz de Alicia desde el interior. Antes de que yo pudiera abrir la puerta, Alicia la abrió y estaba de pie con su traje en un cuarto rodeada de macizos muebles metálicos y armarios de archivos. Ella sonrío. "Bienvenido al Distrito Norte de Educación Especial" Dijo y agrego con ironía "Yo estaré contigo. Te gusta? Comparto este lugar con otras seis personas, que están en una reunión ahora, pero que ya casi termina. Dos de ellos están esperando en la calle. Ven conmigo, quiero presentártelos." Ella era metódica y realista. Era una profesional seria la que yo veía ahora. Tomo su portafolios y una lista impresa y me condujo por el pasillo hasta el vestíbulo, explicando breve y concisamente que era cada una de las oficinas que pasábamos. Cuando salimos a la calle me llevo hasta un muy pequeño restaurante. "Este es el Nueva York que no habías visto todavía." Dijo lúgubremente. "La parte trabajadora." Hizo una pausa y agrego. "La parte dolorosa." "Es aquí donde la gente de la Universidad de Columbia te envió?" Pregunte mientras cruzábamos la calle. "No, peor que eso. Soy voluntaria aquí. Vamos ellos nos esperan adentro. Ten cuidado con el café." Me advirtió, "Puede dejarte despierto por varias semanas." En el comedor Alicia sonrío cansadamente y saludo a dos hombres que estaban sentados en una mesa para cuatro frente a la sucia ventana. Uno de ello tenia aspecto viril y estaba cerca de los treinta años. El otro un poco escuálido con lentes en una armazón negra vestía un traje gris. El mas alto hablo con un tono de voz lacónico que me recordó los vaqueros que había visto en muchas películas. El mas joven era mas reservado y parecía aburrido mientras leía un informe en una carpeta de cinco centímetros de alto que tenia frente a el. El mas alto me dio un fuerte apretón de manos y dijo "Un placer conocerte, Esteban." El otro apenas sonrío débilmente y metió la mano en su saco para sacar un paquete de cigarrillos. Alicia también encendió un cigarrillo y pidió café y unos bocadillos. "Bienvenido a Nueva York" Dijo el mas alto, cuyo nombre era Marcos. Alicia le dijo que yo era un viejo amigo de Memphis y que ella me había traído para mostrame que ella no estaba jugando cuando decía que tenia una paga y que cuando volviese a casa supieran de lo que ella estaba hablando. Nuevamente descubrí que no tenia experiencia como para iniciar una conversación. Me sentía un poco cohibido, incluso cuando Marcos dijo graciosamente, "Las personas del Sur parecen un poco lentas y holgazanas. Pero yo se muy bien que no es así. Alicia vino aquí con su sonrisa sureña, su manera dulce de ser y pronto se convirtió en nuestro capataz." El mas joven rió sardónicamente y dijo, "eso es para engañar a los postgraduados" Y con un tono amable agrego, "hablando figuradamente, por supuesto." Ellos me preguntaron que había estado haciendo en Nueva York y cuando les dije que asistía a la Escuela de los Hermanos Cristianos, quisieron saber todo al respecto. Habían escuchado hablar muy bien del trato y los métodos de enseñanza que ellos usaban. "los hermanos tienen escuelas aquí, también." Dijo Marcos. "Pero no en barrios como este. Estuve considerando seriamente unirme a ellos, pero me gustaría seguir casado." Entonces le dije que los Hermanos Cristianos era una de las pocas ordenes religiosas que aceptaban el matrimonio, Marcos dijo, "Eh, no parece nada malo." sonrío abiertamente y agrego, "Tienes su dirección ahí, contigo?" "Esas son las asignaciones?" Le pregunto Alicia al mas joven. "Sí, quieres verlas." Dijo secamente Alicia extendió su mano y tomo la carpeta, "Veamos que es lo que nos están haciendo." "No te gustara, Alicia." Contesto secamente. Ella examino la primera y luego la segunda pagina, "Tienes razón, no me gusta nada." "Que puedo decir yo? No somos los que tomamos las decisiones, apenas timoneamos la barcaza," Dijo resignadamente. En pocos minutos el comedor estaba atestado por la hora del almuerzo. Otro hombre y una mujer vestidos con traje se dirigieron a nuestra mesa. Cuando Alicia noto su presencia se acerco a mi y pregunto, "Cariño, te importaría mucho sentarte en otra mesa? Es solo un rato, nosotros debemos discutir algo importante. Solo tomara un minuto. Realmente no te molesta? No hay suficiente lugar aquí para todos." "Por supuesto, que no!" Dije sintiendo como un adulto. Me levante de la mesa y encontré otra vacía a unos pasos de donde estaban ellos. Termine mi sándwich mientras ellos hablaban, los dos recién llegados arrimaron un silla a la mesa y se sentaron. Todos entraron en una seria discusión de la lista de asignaciones que Alicia estaba leyendo. Miraba al grupo a través de un espejo que había frente a mi. Sentía envidia de ellos. Parecían encajar íntimamente uno con otro y expresaban sus opiniones con vehemencia sobre las asignaciones de educación que al parecer se habían hecho en la reunión. Alicia objeto abiertamente las decisiones y me dio la impresión que sus razones eran valederas y sus opiniones bien consideradas por los otros. No era la misma amiga indulgente que perdonaba todo a su viejo amigo. Ella ahora era insistente, a menudo inexorable y a veces apasionada para expresar sus opiniones. En un momento dado ella dijo calurosamente, "Deben estar bromeando! Honestamente! Que piensan ellos que están haciendo!" Dijo. "Ahora sabes como el sistema trabaja." Dijo Marcos de mala gana. "El sistema apenas trabaja, vamos!" refunfuño Alicia. "Bueno, se asigna por habilidad," Dijo Marcos "Se asigna por raza! Y nosotros lo sabemos." Dijo Alicia. El mas joven se encogió de hombros y dijo, "Bueno, así es como es." Alicia se quedo callada un momento jugando con la ceniza de su cigarrillo en el cenicero, y luego dijo, "Muy bien, correcto, se supone que no puedo hacer nada contra eso." La mujer joven sonrío afectadamente y dijo, "Se que es injusto para nosotros, pero por lo menos seremos capaces de..." Alicia la interrumpió, "No me importa que sea injusto para nosotros. Es injusto para los niños y eso es lo que importa." "Bien, bien, nosotros sabemos que..." Dijo la mujer y fue interrumpida nuevamente por Alicia. "Bien, si nosotros lo sabemos, porque lo permitimos, una y otra vez?" Pregunto Alicia con vehemencia. El debate siguió durante varios minutos. Pronto Alicia estaba de acuerdo renuentemente a lo que los otros habían acordado en la reunión y los demás parecieron sentirse aliviados. Alicia le pidió al mas joven si podía hacer una copia para ella, entonces se levanto de la mesa y vino hacia mi. "Vamos, cariño, salgamos de aquí." Dijo con la voz entristecida. Salude a los demás con la mano y ellos respondieron amablemente mi saludo. Cruzamos la calle y volvimos al edificio. "Vamos hasta el tercer piso. Quiero mostrarte algo." Entramos en un ascensor que tambaleo violentamente cuando se puso en marcha. "Mi Dios!" Dije alarmado, mientras me sujete de las paredes. "Es solo otro ascensor de Nueva York," Dijo Alicia mientras miraba la lista que ella había escrito. "Lo arreglaran inmediatamente. En cuanto un montón de personas se mate en el. Mantenimiento por desastre, se llama." El vestíbulo del tercer piso estaba atestado de personas sentadas en un larga hilera de sillas de aluminio plegables de color gris. Las madres con niños en brazos que gimoteaban. Alicia me llevo hasta una oficina pequeña a través de un estrecho corredor, mientras caminábamos me dijo que tenia que encontrarse con uno de sus estudiantes por aproximadamente una hora. "No se que pensaras de todo esto, pero quería que lo vieras con tus propios ojos." Ella saco una carpeta de su portafolios y lo puso sobre el escritorio de esa sala pequeña. "Esta es una sección del servicio social. La mayoría de las personas que están afuera, esta esperando por un visitador social, un abogado laboral, o un terapeuta. Tuve mucha suerte al conseguir este pequeño cuarto para algunos de mis estudiantes. De hecho, Marilyn me encuentra a menudo aquí. Hoy voy a entrevistar a uno de los otros. Uno de los mas desafortunados." Ella dio vuelta al escritorio y se paro de frente hacia mi. "Quieres esperarme? Puedes hacerlo en el vestíbulo. O si lo deseas puedes volver al restaurante y esperarme ahí. Pero quiero que tu veas el otro lado del mundo." Luego de una pausa, agrego, "Cariño, no todo es como has visto durante la semana pasada. No todo es como anoche. Espero... que te sientas diferente sobre ti mismo cuando veas en medio de que enredo viven otros. Estas listo para eso?" La mire directamente y asentí. "Muy bien. Olvídate todo ese romanticismo superfluo de 'West Side Story' que viste la otra noche. El verdadero West Side esta en el vestíbulo. Ven conmigo." Me condujo a la sala de espera directamente a una silla libre que había al lado de una mujer hispana con un joven de once o doce años al lado de ella. era un joven apuesto, pero pense que el podía ser mucho mas apuesto si no fuera por su mirada vacía y sus grandes ojos oscuros desorbitados. Su madre estaba sentada indiferentemente al lado de el, parecía aburrida y desinteresada. Alicia sonrío y los saludo en español. Me presento a ellos. La madre me dio una mirada soñolienta y con un dedo en la mejilla movió su cabeza. Nunca antes en mi vida había visto un saludo así. El chico simplemente me miro. Vi el remanente de un moretón debajo de su nariz. Alicia dijo algo en español a la mujer y ella muy indiferente contesto varias veces que "Si." Alicia tendió su mano hacia el muchacho y sonriendo dulcemente dijo, "Carlos? Vienes conmigo?" El chico la miro fijamente, inexpresivamente y tomo su mano. "Muy bien," Dijo ella suavemente y comenzó a caminar con el chico de la mano de vuelta a su pequeña oficina. Luego de unos pasos ella se dio vuelta, y dijo "Bienvenido a Nueva York, cariño." Y siguió su camino hablándole maternalmente al chico. La puerta se cerro. Alrededor mío los niños gritaban y lloraban. Mire a la mujer que estaba a mi lado, la madre del muchacho, y le sonreí educadamente. Ella solo respondió con un pestañeo lento y fijo su vista en la revista que tenia sobre el regazo mientras se rascaba el lóbulo de la oreja ausentemente. Por mas de una hora estuve sentado en ese cuarto observando la gente. Algunos de ellos me miraban fijamente por varios minutos. La fragancia que se respiraba en toda la sala era de enfermedad mezclada con la de ropa sucia. Podía ver las plantas de los pies, a través de sus zapatos, del hombre viejo que estaba sentado a pocos pasos de mi. Los niños gemían y gritaban. Algunas madres gemían con ellos desválidamente, otras reñían y gritaban advertencias y otras sencillamente estaban sentadas con una frialdad exasperante. Un muchacho mantenía un ritmo de conversación continua con la madre que lo ignoraba. Algunos solo miraban el suelo fijamente y otros dormitaban. Un hombre leía un periódico deletreando una a una en voz baja las palabras. De vez en cuando un hombre o una mujer en traje, saludaban a alguna de esas personas y los conducían a una oficina. Después de un rato, comencé a vagar por el corredor y note cuan enfermo estaba el edificio, aunque parecía barrido recientemente. Las paredes amarillentas se estaban descascarando en muchos lugares, algunas ventanas tenían vidrios rotos. Donde ponía la vista se podía ver paredes resquebrajadas, pintura saltada, o simplemente dañada de alguna manera. Al final de la hora volví a la sala de espera. Alicia salió de su oficina, sonriendo con el muchacho de su mano y hablando con el mientras lo guiaba hasta su madre. Alicia hablo brevemente con ellos, la madre solo parecía interesada en recoger sus cosas y marcharse de ese lugar. Ellos dijeron adiós y Alicia se quedo mirándolos hasta que tomaron el ascensor. Cuando se fueron, Alicia dijo, "Voy a tomar mis cosas. Vayamos a algún lugar."

En la calle camino al metro, yo no tenia nada que decir. O mas bien, no podía pensar en nada que decir que no me hiciera sentir aplastantemente incompetente o estúpido. La imagen que tenia grabada en la mente era la de la madre limpiándose las uñas y masticando chicle haciendo oídos sordos a las preguntas y la conversación de su hijo. Mire a Alicia mientras caminábamos. Su gesto era serio, hizo una mueca de fastidio y se quito un mechón de cabello que había sobre su frente. Me preguntaba si alguna vez en la vida podría sentarme en una mesa de pares y manejarme con la claridad y efectividad que Alicia parecía hacerlo. Me preguntaba a mi mismo porque no le hablaba tan completamente e íntimamente como quería. Me preguntaba si el sexo era el único contacto intimo que yo permitía. Me preguntaba si esconderme de mi familia había dado como resultado ser desesperadamente incapaz de comunicarme con los otros, excepto de un modo superficial. "Ese muchacho," Dijo Alicia mientras caminaba, "es muy talentoso. Su madre quiere que aprenda ingles y matemáticas tan rápido como pueda, para poder ser tenedor de libros y mantenerla a ella y a los bebes que ella siga teniendo. Es difícil creer que yo me paso rezando todo el día para que algún asistente social lo saque de ese hogar. Cada vez que el baja el ritmo o comete algún error, su madre le da una paliza infernal." Eso fue todo lo que ella dijo, con la mirada fija hacia delante. Ella me llevo a mi primer paseo en metro. La hora de la 'locura' no había empezado todavía, pero el tren estaba lleno y no había asientos disponibles. Estabamos de pie juntos en el pasillo y sostenidos de un poste central, mientras el tren a toda velocidad recorría las entrañas de la ciudad, por debajo de la avenida Broadway. Alicia permanecía malhumorada y silenciosa. Su pelo castaño rojizo peinado hacia atrás, con algunos mechones rubios estaba y sujetado en su nuca por un lazo y formaba un cola. Su bonito y elegante rostro, ahora estaba con el entrecejo fruncido, casi como un bebe fastidiado. Eso me hizo querer besarla y abrazarla. Me pregunto porque no lo hice en ese momento. Ella se dio cuenta que la estaba mirando, "Y bien? Aprendiste algo?" Asentí. "De veras?" Pregunto. Mantuve mis ojos fijos en los de ella, "Estas pensando en Lauderdale Courts," Dije melancólicamente. Ella sonrío afectadamente, apoyándose en el poste, dijo, "Si el lugar de donde vengo. Mas que nunca. Algo mas?" Suspire y dije, "Seré alguna vez bueno para algo?" "Lo serás si trabajas para serlo. Y si tu familia te permite serlo." Dijo penetrándome con la mirada. "Bueno, no hay mucho que yo pueda hacer por eso, ahora." "Lo sé, Esteban. Pero algún día..." Dijo El tren hizo un brusco movimiento pero nuestras miradas continuaron fijas uno en el otro. Me preguntaba que era lo que ella veía cuando me miraba tan inexplicablemente, sin la menor señal de lo que pensaba en su cara, que me diese alguna pista. Sabría ella lo que yo pensaba cuando me miraba a los ojos? Se sentiría intimidada o pensaría que estaba siendo posesivo si se lo dijera? Estaba realmente enamorado o solo era una infatuación infantil, una compulsión, una fantasía como en las películas, que me había transportado a Nueva York? Era afecto pero con algo de lujuria cruda lo que Ronnie genero en mi? Era su cara bonita, su voz musical, sus ojos vivaces ojos? Era su talento, su cerebro, su franqueza? "Que mas?" Pregunto sosteniendo su mirada. "Aprendí lo buena que eres en lo que haces." Dije con entusiasmo. "Oh, no soy buena," Dijo con desdén y su mirada pareció alejarse. "Soy totalmente inhábil para esto. No soy psicóloga. No soy una terapeuta. Ni siquiera he trabajado en este caso. Solo soy una profesora. Un principiante, en todo esto. Todos los días soy un principiante, no mas que eso. Quisiera hacer un gran trabajo, un gran esfuerzo. Quisiera detener las guerras, el abuso y las palizas. Pero no se detienen. Nunca se detienen. Me siento impotente. No hay nada que yo pueda hacer." Con el ceño fruncido y una mueca de dolor se apoyo contra el poste y con la voz fatigada, agrego, "No hay una maldita cosa que yo pueda hacer." Una lagrima rodó por su mejilla y ella la limpio con un dedo. Suspiro pesadamente. Rápidamente se enderezo y apretó sus mandíbulas. "Basura," Dijo furiosa. "Bueno, hiciste un buen trabajo conmigo." Dije tratando de conciliar. Ella me miraba. Le ofrecí mi pañuelo y ella sonó su nariz, "Si yo solo pudiera convencerte de que fueras tu mismo y creyeras en ti. Te sientes inferior porque tratas de ser como algún otro, no tu mismo... bueno, sin embargo tus granos se han ido... y estas usando los lentes. Los marcos son muy bonitos, simplemente correctos para ti. Y luces muy guapo." "Bueno, ya es algo? No te parece? Una docena de tubos de Clearsil no es mucho por unos pocos días con usted, señora." Ella siguió mirándome y tambaleándose a medida que el tren entraba en una estación, con el ceño fruncido y un poco impaciente ella dijo, "Porque eres bueno conmigo todo el tiempo? Siempre eres bueno conmigo, tu nunca has criticado algo de mi desde que me conoces. Nunca. Porque?" "Porque eres hermosa, inteligente y perfecta," Dije mientras el tren disminuía su velocidad. "Qué desesperadamente romántico," Dijo ella devolviéndome mi pañuelo. "Que tonto e infantil. Que adulador, Esteban." Entonces toco suavemente mi cara y agrego, "Y que dulce." El tren en medio de ruidos y sacudidas paro en la estación. Descendimos cerca del departamento de Alicia. Y pasamos el resto de la tarde en el ferry de Staten Island. Ella me mostró lo que a su criterio era la recorrida turística de Nueva York. La estatua de La Libertad, Wall Street, City Hall. A medida que el crepúsculo llegaba nos dirigimos al Greenwich Village, donde Alicia me llevo a una peluquería muy cara a cortarme el cabello. Gradualmente Alicia fue animándose, mientras yo gradualmente me fui malhumorando. Paseamos por la Universidad de Nueva York y nos detuvimos en algunas librerías de Broadway. "Quieres llevar alguno?" Pregunto Alicia cuando toque un volumen sobre una pila de libros en una mesa en la 'Librería Strand'. Apunte uno de los libros, una copia del la agotada edición de 'Gregorio, El Grande'. Mirando a Alicia, le dije, "El Hermano Martín, le clavaría los ojos si lo viera." "Porque no lo compras y se lo das cuando regreses?" Pregunto ella. "Yo lo quisiera para mi. El hermano Martín, me presto uno de la biblioteca de la escuela como un proyecto especial. El dijo que no quería hacerme perder el tiempo con el ingles básico, así que me dio un crédito extra por escribir un informe sobre este libro. Es grande. El que escribió semejante biografía del primer Papa de la Iglesia Católica, ese si que fue bueno. Yo seria grande si pudiera..." Me detuve y suspire. "Si pudieras que? Cariño." "Si pudiera absorber todo eso. Quedarme aquí y leer cada uno de ellos. Hay libros e ideas que se remontan a cientos de años." Agite mi cabeza y "Nunca podré leerlos todos." "Ni tu ni nadie, puede eso Esteban," Dijo ella. "Pero yo quisiera poder." Insistí. "Nadie puede, cariño." "El problema, es que yo ni siquiera se por donde empezar. Porque empezar por uno, cuando hay miles, decenas de miles e incluso cientos de miles de libros aquí. No terminaría el capitulo uno cuando ya tendría que poner un pie en un avión de vuelta a Memphis." Ella sonrío afectadamente, "Así que es en eso en lo que has estado pensando. Era lo que pensaba." Suspire y con las manos en los bolsillos me encogí de hombros, "Sip!" dije. "Vamos, cariño." Dijo alegremente. "Busquemos un lugar donde comer algo." Encontramos un pequeño café bar en el Greenwich Village y comimos unos bocadillos con café. Tomamos el autobús de regreso a su casa. Yo me senté en el sofá y Alicia lo hizo en la vieja silla junto a la pequeña chimenea. "Que haremos esta noche? ni siquiera son las ocho y yo no hice planes para esta noche porque quería que te sientas libre de elegir por ti mismo. Ya sabes un poco como moverte por la ciudad, así que pense que podías elegir tu. Tanto como para cambiar un poco." "Tu siempre lo haces bien, Alicia." "Esa no es una respuesta. Solo dime que es lo que quieres hacer." "No lo sé," Dije encogiéndome de hombros. "Esteban... he pasado una semana entera llevándote por toda la ciudad. De hecho te he conducido toda tu vida. No te traje a Nueva York, para arrastrarte en una camilla. Te traje aquí para mostrarte que el mundo entero no es solo Memphis y no siempre te castigan por decir lo que tu quieres o por lo que tu haces." Sonreí agradecido y me encogí de hombros. "Vamos, cariño. Dime lo que quieres hacer." Insistió ella. "Que quieres que diga?" Pregunte. Ella me miro impaciente. "No es lo que yo quiero que tu digas, es lo que TU quieres decir. El lo que tu quieres hacer." "Yo no se lo que quiero hacer." "Simplemente quieres sentarte aquí abatido acerca de tu regreso a Memphis? No estas en Memphis todavía, Esteban. Estas en Manhattan. Conmigo. Estas aquí y ahora. Entiendes? Para de mirar hacia atrás y preocuparte por el futuro. Ya viste lo que hice esta tarde sobre mi trabajo. Dije lo que tenia que decir y seguí adelante." "Esta bien... primero de todo, estoy un poco cansado." Dije. "Humn... suena razonable. Yo también lo estoy un poco."

Hice una pausa. Y ella seguía esperando. "Esteban" Dijo tranquilamente. "Háblame. Quieres solo hablar? Un sosegado jueves por la tarde me vendría bien, después de todo. Tengo que hacer contigo un montón de cosas pero aun puedo hacer que hables. No me he olvidado de quien eres tu, Esteban. Se que aun eres joven e inseguro. Que Nueva York te intimida, lo mismo me sucedía a mi cuando llegue. Pero todavía tienes sentimientos e ideas. Me gustaría poder imaginarlos como son por mi misma, pero no puedo. Esteban por favor, habla conmigo, solo una charla sosegada." Me quede pensando por un momento. "Y bien?" Dijo ella. Me levante y fui directo hacia ella, "Vamos, tomemos una ducha." Dije. Ella se rió, "Eso es lo que quieres hacer? Tomar una ducha." Arrastrándola de la mano le dije, "Vienes," Tomamos una ducha juntos. "Que excitante," Dijo Alicia sarcásticamente mientras se enjabonaba las manos. "Este es el preludio de lo que vendrá luego," Dije misteriosamente, mientras enjabonaba mis hombros y mis brazos. "Cariño, todo es un preludio de lo que vendrá y esto me da probablemente una idea de lo que será. Pero tienes que tomar una ducha para hablar?" "Ya veras," Dije. Al final de nuestra ducha, le pedí que se enjabone nuevamente las manos y que haga una espuma espesa y resbaladiza. "Ahora," Dije sosteniendo mi pene, "Acaríciala hasta que este bien dura, realmente dura." Ella sonreía perpleja, mientras enjabonaba mi pene. "Esteban... esta es una manera un tanto extraña de iniciar una conversación." "Ya veras. Vamos sigue así." Dije determinado. Cuando mi pene estuvo realmente duro en sus manos, le pregunte, "Estas mojada?" "Por supuesto, que crees?" Dijo ella. "Okay," Dije. Me enjuague rápidamente, entonces con un suave y rápido movimiento la cargue hasta el cuarto. "Esteban, todavía estamos húmedos de la ducha," Se quejo ella. "No me importa," Dije y la acosté sobre la cama. Ella me miraba interrogativamente mientras apagaba la luz del cuarto. Apoyada de espaldas contra la cama, ella abrió sus piernas y comencé a penetrarla lenta y profundamente. Sus ojos se agrandaron y ella susurro, "Hmn Esteban, creo que debo agradecerle a Fede por algo mas que cintura." Me deslice dentro y afuera un par de veces. Murmure un poco jadeando y mire como sus caderas se ajustaban a mi cintura. "Adoro la cintura que tienes. Y también me gusta cuando la tengo dura y bombeo dentro de tu vagina." Cuando sentí que estaba lo suficientemente lubrificado, la penetre profundamente, y me quede en esa posición abrazado a ella. un brazo alrededor de su cintura y el otro alrededor de su cuello. Ella me abrazo y anido su cara en mi cuello. Estaba inmóvil, mi pene profundo, cómodo, duro y húmedo dentro de ella. "Ahora," Dije, "Podemos hablar." Ella se sonrío calladamente y movía sus brazos alrededor de mi cuello. "Y yo pense que habías dicho que no eras muy conversador." Me dio un beso en la mejilla, "esta es una manera muy sexy, de iniciar una conversación." Bese su cuello. "Escucha. No se decirte lo que estoy pensando, porque no estoy pensando en este momento. Estoy sintiendo. Estoy sintiendo lo bueno que es estar en tus brazos y estoy sintiendo lo bueno que es estar dentro tuyo. Estoy sintiendo lo bueno que es caminar por el Central Park contigo, o entrar en una fiambrería y llenarme la boca de 'matzos'. Simplemente estoy sintiendo lo bueno que es sentirse bien contigo. No me gusta perder tiempo hablando mucho de cómo yo me siento. Tengo que hacer algo al respecto. Tengo que poner mis sentimientos a trabajar. No quiero pasarme el tiempo analizando y hablando sobre ellos, quiero hacer algo sobre ellos. No quiero simplemente mirar películas, obras de teatro o leer libros. Quiero hacerlos. Quiero hacer mis sentimientos realidad, quiero transformarlos en algo que yo pueda tocar, ver, oír y sentir su sabor. No quiero simplemente mirarte o pensar en ti, quiero tenerte, lamerte y cojerte. Tu eres mis sentimientos. Cuando pongo mis dedos en tu cintura, yo siento que soy tu cintura. Y cuando toco tu piel es porque tu piel son mis sentimientos. Y cuando te cojo, lo que tu sientes cuando estoy dentro de ti, es lo que yo estoy sintiendo. Anoche estaba un poco asustado con Ronnie y contigo, porque lo que tu y Ronnie estaban sintiendo era lo que yo estaba sintiendo. Cuando Ronnie estaba triste, yo estaba triste. Cuando Ronnie tuvo miedo que yo no le diera todo el placer que ella quería, yo también tuve miedo. No quería ser simplemente su amigo, quería darle placer, quería sentir junto con ella cuando ella liberase todo ese placer. Y cuando te vi que querías el mismo placer, yo quise el mismo placer para ti y quise sentir ese placer en mi. Quiero hacerlo placentero de tal manera, que nunca pueda olvidarlo y que tu nunca puedas olvidarlo, tampoco. Lo quiero porque sentía que lo estabas esperando. Lo quiero porque es la manera en que me lo haces sentir. Cuando estabas disgustada hoy por la tarde yo no lo vi, simplemente lo sentí. Cuando estas contenta, yo no lo veo, simplemente lo siento. Cuando estas al borde, casi gozando, yo puedo sentirlo también." La abrace. "No quiero simplemente pensar en volver a casa, quiero volver a casa y hacer algo. No quiero mirar Nueva York y pensar en Nueva York, quiero estar en Nueva York. No lo quiero después, no me hará nada bien después, lo quiero ahora. Lo necesito ahora. No quiero pensar. No me gusta pensar. Yo quiero sentirlo y hacerlo." Lamí su oreja, "Amo tu oreja y amo tu cuello," Y lamí su cuello. "Amo tus pezones y tus pies y tu vagina. Cuando estoy dentro tuyo, no solo esta mi pene dentro tuyo, yo estoy dentro tuyo. Yo pongo mi cuerpo, mis pensamientos, mis sentimientos, mi pasado, mi presente y mi futuro dentro de ti. Cuando estoy gozando, la única cosa en que pienso, la única cosa que siento y la única cosa en todo el mundo que existe para mi en ese momento es estar gozando y no hay nada mas que eso. Y no quiero nada mas que eso." Saque mi brazo de debajo de su cuello para acariciar su cabeza. Me mantenía dentro de ella pero sin moverme. "Oh, mi bebe." Susurro ella en mi oído abrazándome. Hablamos durante una hora. La mayor parte de la charla estuvo por mi cuenta, mientras la abrazaba, besaba y acariciaba, ella escuchaba atentamente. De vez en cuando, mi pene aflojaba su dureza y ella moviendo los músculos internos de su vagina volvía a dejarlo duro nuevamente. Por un momento pare de hablar y nos dedicamos a cojer por unos minutos, lenta y amorosamente. Fue una de las pocas veces que coji a Alicia sin mirarla a la cara. La penetraba suave y rítmicamente en estocadas profundas mientras mi cara descansaba sobre su cuello y la escuchaba respirar. Cuando el placer llego mas allá de una penetración amistosa, me detuve. Ella hacia una pregunta o un comentario y yo comenzaba nuevamente a hablar. Principalmente ella lo que hacia era escuchar, mirarme y hacerme sentir con los músculos de su vagina lo que ella estaba pensando en ese momento. Le hable de las cosas que anhelaba hacer, de la persona que yo anhelaba ser. Entonces ella me pidió que describa la persona que yo quería ser. Extendí tanto la explicación y use tantas palabras para hacerlo que llegado a un punto ella me pidió que pusiera un nombre a esa persona. Que le pusiera el nombre a esa persona con alguien con quien yo identificaba a la persona que quería ser. Y le mencione a Gregory Peck. Ella se rió fuerte y dijo, "Pero, cariño, no lo ves? Estas describiendo a otra persona, no a ti." Quiso saber con precisión, cuales eran exactamente los planes que yo tenia, al volver a casa. Le dije que pensaba seguir trabajando. Ella me pregunto porque yo era así, capaz de sacrificar las cosas que yo realmente quería por un estúpido reparto de diarios. Le dije que quería un automóvil y la libertad para moverme en el. También quería la ropa, amigos y la independencia que otros tenían. Ella dijo que, teniendo lo que otros tenían, no era lo mismo que ser yo mismo. Que yo debería seguir con el teatro, que inclusive eso me daría mejores oportunidades para entrar a la universidad en el futuro y que debía pasar mas tiempo en mis actividades con los Hermanos Cristianos. Le dije que no me importaba la escuela secundaria ni la universidad. Que lo que yo quería estar era en cualquier otro lugar. Ella estaba un poco divertida y temerosa por mi buena disposición por arriesgar todo lo que yo tenia por algo que no tenia. Ella dijo que yo debía trabajar con lo que tenia a mi alcance. Ella dijo que yo estaba duramente intentando ser alguien, pero no yo mismo. "Me gustaría ser," dije seriamente, "como tu." Ella se rió y dijo, "Como yo?" Entonces ella frunció el entrecejo y acaricio mi pelo. "Esteban, yo no quiero que tu seas como yo. Yo quiero que seas tu mismo. No quiero que trabajes tan duro como yo lo hice. Seguro que tendrás que trabajar duro en tu vida, pero no necesitaras hacer cuatro años en tres como lo he hecho yo. No es necesario que trabajes los fines de semana como yo debía hacerlo. Y tu sabes bien lo que me costo. Todo eso me costo ser excluida. Aun no tengo veinticuatro anos y me siento excluida y frustrada en mi trabajo. He debido acostumbrarme a tomarme mi tiempo, mirar lo que me rodea y tratar de hacer todo perfecto. Toma mi palabra, tienes que parar un poco, echar una mirada alrededor y comprender que el mundo entero no va a prestarte atención solo porque trabajes a reventar." "Pero tu saliste de Memphis," Dije. "Y tu también lo harás. Pero fue parte suerte, parte trabajo duro y parte coraje. También podía haber sido escogida por otra escuela, pero fue Columbia la que me acepto. Fue así como sucedió. Pero algunas cosas Esteban, no suceden. Tu no puedes hacer que las cosas pasen, solo puedes estar disponible para cuando sucedan. No puedes contar con las cosas que suceden que tu no puedes controlar. Recuerdas lo que le dijiste a Ronnie, no puedes hacer que alguien sea bueno contigo si no lo desea. Tu pareces muy pasivo y superficial por fuera, pero eres muy agresivo. O acaso no lo eres?" Salimos de la cama para comer algo y volvimos nuevamente. Permanecimos un tiempo abrazados y Alicia comenzó a chuparme hasta que logro que tuviera una nueva erección y la penetre nuevamente. Ella me pregunto por Karen. Le dije lo que podía acordarme sin entrar en detalles. Ella dijo que la desilusión era una norma cuando se tenia intimidad con una persona. "No todos son compañeros perfectos" Dijo y pensativamente agrego, "Y algunos son unos idiotas. Todo depende de con quien te encuentres. Recuerdas lo que te dije de volar por ti mismo, Esteban? No siempre tendrás a alguien a tu lado para enseñarte. Es por eso que tu tienes que ser tu y tener lo que tienes, no tratar de ser otro y tener lo que otros tienen. Lo único que deseo con todo mi corazón es que tu creas en ti mismo. Solo espero que tus parientes te den un respiro y un poco de reconocimiento a lo que haces. Pero ellos no quieren, no mas que el Sr. Buchanan o Elena, lo hacen conmigo." El placer de estar dentro de ella fue creciendo. Empece a hablar menos y a moverme un poco mas. La conversación duro unos minutos mas hasta que me apoye en mis brazos y comencé a moverme rítmicamente dentro de ella. "No te detengas, Esteban. Te siento tanto..." Susurro. "Hable mucho, verdad?" Pregunte y ella dijo, "Ahora quiero que me cojas mucho, también." La miraba mientras me movía y ella puso sus brazos alrededor de mi cuello y miro hacia abajo como rítmicamente entraba y salía de su vagina. "Cariño, es tan bueno verte así." Dijo mientras me miraba y veía el placer que había en mi rostro. Ella sonrío suavemente y movió sus caderas acompañando mis movimientos. Sentía sus músculos internos apretar mi pene. Cuando gemí, ella sonrío alegremente y susurro, "Sabes, lo que quiero que tu seas? Quiero que tu seas tu mismo. Quiero que siempre tengas quince años, seas fuerte y lleno de esperma para mi. Me gusto verte con Ronnie, ver a los dos descubriéndose y agradándose. No quiero que envejezcas y te vuelvas malhumorado. Quiero que siempre seas joven, apuesto y puro. Que sigas así, tan sensual e intenso. Y dándome placer como solo tu sabes hacerlo. Quiero que seas tu mismo y me disfrutes. Que no pienses en lo que paso o lo que vendrá. Consérvate joven para mi. Yo me siento tan joven cuando tu me cojes así. Fue tan bueno la primera vez." "Si sigues así, vas a hacerme gozar," Dije. "Eso es lo que quiero. Quiero que goces cuando tengas ganas de hacerlo. Que goces. No que estés esperando a que yo goce para hacerlo tu. Quiero que goces solo porque quieres gozar." Ella comenzó a apretarme con los labios de su vagina y a sonreír mientras me miraba. Pare un poco para tomar aliento.

"Que sucede?" Pregunto ella. "Te estoy sintiendo, mucho...' dije casi sin aliento. "Es como se supone debe ser, Esteban!" Dijo, y comenzó a mover sus caderas de arriba abajo, deslizando su vagina por mi pene. Los músculos de su vagina apretaban fuertemente creando una succión en mi pene con cada movimiento. "Vamos, Esteban. Quiero que seas egoísta por una vez. No hay nada de malo en ello." Ella mantenía el ritmo de sus movimientos y comenzó a alentarme, "Vamos, Esteban." Dijo en un susurro sensual. "No soy tu madre, cariño. No me perderás por no darme placer primero, sabes eso? Ahora mismo, quiero que seas egoísta y goces primero. Déjame darte placer a ti, no pido nada a cambio. Quiero que goces porque se que tu haces eso conmigo." Abrí la boca para poder respirar mejor y cerré mis ojos para sentirla mejor. Apoyado en mis brazos comencé a moverme, mientras ella ceso las ondulaciones de su cadera y sostuvo su pelvis apretada contra mi y su vagina apretando herméticamente mi pene. "Si, cariño." Susurro. "Oh, si. Tómalo. Toma lo que quieras de mi." Empece a penetrarla profundamente. Mi pelvis golpeaba contra la de ella en cada entrada, saboreaba las cosquillas que su vagina hacia en la cabeza de mi pene. "Yo soy las otras chichas, Esteban." Murmuro excitada. "Soy cada una de las que siempre has querido. Soy todas esas otras y te estoy diciendo que si ahora. Soy tu prima Josefina. La que siempre quisiste cojer y no pudiste. Soy ella y no te estoy diciendo que no. Soy Karen y quiero que goces dentro mío. Soy Ronnie. Soy tuya y me gusta. Lo soy por que lo quiero y me gusta." Fui mas profundo dentro de ella de lo que nunca lo había hecho. Sentía mi pene mas grande, mas duro que nunca. La coji profunda y deliberadamente salvaje como nunca. Pronto el calor interior de su vagina cambio y sus movimientos se hicieron menos rítmicos, menos determinados y mas erráticos. Ella estaba caliente como nunca antes la había visto. Sus ojos estaban cerrados y la sonrisa de su rostro se había borrado. Cada palabra que salía de su boca me excitaba mas aun. "Dios," Dijo de repente, "La tienes tan grande." Me apoye en mis brazos y levante un poco el cuerpo mientras apoyaba la punta de mis pies y con las uñas hacia fuerza sobre el colchón. Empece a bombear suavemente y profundamente hasta que conseguí el equilibrio justo que quería. Cada vez iba aumentando el ritmo y la presión. Me volví una verdadera maquina de fornicar. Era eso todo lo que quería. Cojerla sin pensar en nada. Solo dos cuerpos sudorosos y agitados. Puro instinto animal entrando y saliendo de su vagina cálidamente lubricada. Sentía que estaba al borde del orgasmo y quería mantenerme ahí. No me importaba cuan cerca o no Alicia estaba de su orgasmo; solo quería cojerla y mantenerme así tanto como pudiera. Seguía susurrando palabras acerca de mi prima Josefina, de Ronnie y de todas aquellas que sabia que yo había deseado alguna vez. Sus seductores susurros se implantaron en mi mente. me olvide del cuerpo de Alicia y enfoque todo mi universo en su vagina. En sus músculos pélvicos fatigados y temblorosos debajo mío. En el interior caliente y lubricado de su vagina. Alicia no estaba allí, solo era una prístina vagina mirando de soslayo como la penetraba incansablemente. La bestia interior que había en mi estaba insaciable. Exigía el delicioso, cálido y lubricado placer que me brindaba. Vagamente la escuche decir, "Oh Dios, que dura la tienes!". Entonces escuche sus gemido ronco. La sentí gozar, sentí su calidez y los espasmos de su vagina apretaron mi pene. Regocijado y mas fuerte aun, con la fuerza que me daba saber que estaba gozando seguí cojiendola, quería seguir así para siempre. No quería, ni podía parar. Sentí que ella se relajaba un poco pero no me importo. La seguí cojiendo. Seguía bombeando dentro de ella, mi pene buscaba mas placer, mas lujuria y mas satisfacción. Pronto ella atieso su cuerpo nuevamente y entre jadeos murmuraba, "Esteban,". No la escuchaba. Quería mas y mas. Mi pene parecía ponerse mas duro cada vez que entraba dentro de ella. Su vientre dio unos espasmos y se relajo nuevamente. Había gozado de nuevo. No me importaba. Gruñía y sentía mi cara feliz de saber que mi pene estaba rozando la parte superior e inferior de su vagina. Sentí la cabeza de mi pene rozar la abertura de su útero y un chorro de esperma caliente inundo su vagina. Mi pene seguía latiendo y soltando esperma dentro de su vagina, hasta que un ultimo chorro salió y desde algún lugar de mi intestino, la bestia que había en mi sonreía feliz y decía, Si!, Si!. Saque la punta de mi pene bruscamente, entonces oí que Alicia grito. Un grito sordo y desvalido. Mi pene victorioso prolongo cruelmente su agonía hasta penetrarla nuevamente. Con una estocada certera y profunda se abrió paso entre los labios viscosos de su vagina. Aun sentía el cosquilleo de las ultimas gotas de semen saliendo de mi pene. Sentía como latía contento y suavizado por los flujos de su vagina y mi semen. El cuerpo de Alicia estaba tembloroso debajo mío y ella gozo nuevamente entre gemidos de placer. Mi cuerpo entero se relajo y mis testículos tenían un vacío dolorosamente agradable. Abrí mis ojos y vi su rostro. Tenia los ojos entornados y la boca abierta procurando aire. Fue entonces cuando comprendí que sus uñas se habían clavado en mi cuello. Pero se sentía bien, era un dolor agradable. Era agradable haberla llevado completamente fuera de si y verla temblar y cojer y clavarme las uñas como si estuviera asustada de sus propios orgasmos. Di un largo suspiro de placer y la abrace. Ella también me abrazo y dio un largo beso en mi boca, entrelazando su lengua con la mía e intercambiando nuestra agitada saliva. Cuando nos separamos saque mi pene de adentro de su vagina y pude ver como la cabeza de mi pene brillaba y goteaba. Lo empuje de nuevo adentro de su vagina y maravillado disfrute de lo bueno que era entrar dentro de su vagina una vez mas. Entonces ella se ovillo como una pelota en la cama y comenzó a lloriquear, era casi un maullido, como el llanto de una niña. Con sus rodillas contra mi cuerpo me abrazo sin dejar de llorar, mientras yo acariciaba tiernamente su cabeza. Las húmedas lagrimas rodaban por mi pecho. Lloro un poco mas y luego comenzó a relajarse. Parecía descansar pero su cuerpo seguía tembloroso. La cortina susurro contra el marco de la ventana, agitada por la brisa. Permanecimos un tiempo así, hasta que ella levanto la vista y dijo, "Eso fue muy bueno!." Asentí con mi cabeza apoyada en la de ella. Ella respiro nerviosamente, "Esteban, fue tan bueno que me asusto." En su voz escuche el alivio infantil que uno siente cuando un temor a pasado. Ella parecía infantil y diminuta apoyada suavemente contra mi. Pronto ella se durmió. Estuve despierto mucho tiempo escuchando la brisa en la ventana. Recuerdo haber escuchado a Alicia gritar en la oscuridad. Flotaba en medio de un sueño. Sentía que algo había cambiado. No sabia porque me sentía de esa manera. El olor a semen y a leche tibia todavía era muy fuerte dentro del cuarto.

Capitulo Catorce Ella no había terminado su copa de vino, cuando yo pedí otro whisky. La madre de Pepe tocando mi brazo pregunto, "Que pasa que estas tan callado?" Mire a la mujer que tenia a mi lado. Y volviéndome hacia la madre de Pepe le dije, "Estoy recordando una historia que me contaron." "Siempre te han gustado las historias, verdad?" Dijo con su voz serena. "Si, pero esta tiene algo de especial." Dije pensativo. Alrededor de las cinco de la mañana ya estaba despierto. Mi primer pensamiento fue que ese Domingo estaba a dos días de mi partida. Le di un beso a Alicia mientras dormía y salí de la cama. Fui a la cocina y tome mis vitaminas. Necesitaba moverme, correr. Me vestí con mis ropas de gimnasia y salí escaleras abajo hacia el Central Park. Los primeros rayos de sol eran tibios y radiantes. A medio camino hacia el Central Park me detuve en un semáforo. Mientras los autos pasaban, me detuve a pensar como seria ver esa imagen de Manhattan todos los días. Quería memorizarlo; no había nada en Memphis para recordarme esta calle, esta ciudad, este sentimiento o esta vista. Quería grabarlo todo en mi mente, quería mantenerlo y recordarlo tanto como pudiera hacerlo. La luz del semáforo cambio e irrumpí en una carrera hacia el parque. Estaba jadeante cuando llegue y me senté en un banco. Frote mis tobillos y pantorrillas. Estaba sin aliento. Fede tenia razón: debía trabajar dentro de mis limites. Muy bien, me dije, dentro de mis limites. Lo acepte a pesar que dolía conocer que no eran lo suficiente. Mi limite en este momento era mi cuerpo. Mi limite estaba a dos días. Mi limite era el tiempo. Mi limite era Alicia. No había nada que pudiera hacer al respecto. Mi cuerpo me dijo lo que sucedería si yo iba mas allá de mis limites. Algo en mi corazón y en mi mente me dijo lo que podía pasar si presionaba demasiado sobre Alicia. Di una vuelta mas y estire mis piernas, tratando de sacar mas fuerza de ellas. Pero ellas también habían alcanzado su limite. A mi alrededor el parque estaba sereno. Solo perturbado por algunas ardillas y el chirrido de los petirrojos y los gorriones o el arrullo de las palomas. Ni siquiera una brisa soplaba entre los arboles. Dentro mío algo se estaba cociendo a fuego lento. Cansado, emprendí el regreso al departamento de Alicia. Miraba todo dos veces, memorizándolo. Cuando llegue al departamento ella se estaba duchando. Me quite las ropas y entre a la ducha junto con ella. "Y bien. Intentando conquistar el mundo?" Pregunto. "Seguro," Respondí. "Y quien gano?" "El mundo." "Ya te lo dije antes cariño y te lo digo de nuevo, bienvenido a Nueva York." Dijo sonriendo. Me recordó mi agenda para el día. Fede a las diez. Marilyn a la una. Luego ir con Marilyn al Museo de Arte Moderno y después a donde quisiera con ella. después encontrarme nuevamente con Alicia en la pequeña delicatessen de la pequeña Italia. Ella había invitado a Ronnie a cenar con nosotros, pero se disculpo porque tenia una cita después del trabajo. Durante mi entrenamiento, Fede me observo durante un tiempo y parecía satisfecho al ver que yo no intentaba lograr en una hora lo que a sus discípulos les había llevado meses o años lograrlo. Interiormente, yo estaba luchando contra mis limites. No sabia como hacerlo, así que seguía los movimientos e indicaciones de Fede. Sentía que no era lo suficiente. Cuando llegue al departamento de Alicia me puse un saco sport y una corbata y salí caminando hacia el restaurante de la avenida Madison, cerca del Museo de Arte Moderno. Alicia ya estaba ahí cuando llegue y pedimos un te mientras esperábamos a Marilyn. Me arregle el nudo de la corbata. "Me siento como si tuviera quince años y mis padres me llevaran a un baile." "Esteban, tu tienes quince años," Dijo ella. "Ya lo sé, solo que no me hace feliz sentirme así." "Disfrútalo mientras puedas, solo sucede una vez." "Gracias a Dios. No sé porque estoy haciendo esto." "Porque Marilyn quiere conocerte. No pasemos de nuevo por lo mismo. Es tarde para echarse atrás. De todas maneras ahí viene Marilyn." Ella era ligeramente mas alta que yo. Llevaba gruesos lentes de marco negro y el pelo color castaño le llegaba casi hasta la cintura. Y era como Alicia había dicho, bonita. Era de cintura alta, tenia un poco de pelusa en las piernas. Sus facciones eran suaves y dulce como su voz y su sonrisa amplia en todo momento. La voz era un poco nasal, pero suave y además ella hablaba con facilidad. Ante todo, ella era irritablemente cortes. Al principio me pareció que era una pose, pero a medida que transcurría el almuerzo pude ver que su personalidad y sus suaves maneras eran algo genuino. No tuvimos problema en iniciar una conversación. Marilyn quería saber todo acerca del Sur. Cuando me escucho decir que la escuela de los Hermanos Cristianos había construido un millonario teatro y sala de conciertos, la conversación se desvió a las artes y permaneció allí la mayor parte del tiempo. Alicia miraba satisfecha como nosotros hablábamos. Después de casi una hora ella salió y camino con nosotros hasta el museo, donde ella me dejo con Marilyn por el resto de la tarde. "Encuéntrame en el restaurante a las siete," Dijo Alicia. Le dio un beso a Marilyn y le dijo, "no dejes que se pierda," Era un ejercicio asustadizo relacionado a alguien que era bonita, amistosa, luminosa, de una dulzura incurable y alguien para con quien yo no tenia sentimientos fuertes en absoluto. El intervalo entre las dos de la tarde y las seis y media, fue el mas largo que había pasado en compañía de una joven mujer cuya presencia me dejaba vagamente solitario y por alguna extraña razón, excitado. Pero aprendí. Aprendí a mantenerme hablando y aprendí también lo irritado que me sentía al lado de alguien que hacia un sin fin de preguntas sobre mi. Encontraba difícil poder hacer que ella hablase sobre Marilyn y me preguntaba si era una falta mía o suya. Marilyn no tenia reparos en tocarme, poniendo su mano sobre mi brazo para señalarme algo, o agarrándome la mano y arrastrándome por un corredor para ver otra exhibición o sosteniendo mi mano en un momento dado, inconscientemente durante unos minutos cuando nos sentamos un momento a descansar un poco. Entonces decidimos dar un paseo rodeando el Central Park y nos sentamos en un banco a charlar, ella toco mi rodilla, al parecer sin darse cuenta. Si ella estaba excitada por algo de todo esto, no revelaba nada. Por mi parte intente tocarla, ya sea en un brazo durante la charla o acercando mi pierna a la de ella mientras estabamos sentados, pero no note ninguna reacción por parte de ella. Estar cerca de ella me hizo dejar de pensar un poco, en que el domingo estaba tan cercano. Marilyn dijo que tomaría el metro hasta su casa y cuando hice hincapié sobre eso, ella dijo, "No, no te preocupes, así es como se hace aquí, aunque no tengas prisa. Pero me gusta la cortesía del Sur. Es realmente un brisa de aire fresco. Escucha, te gustaría mantenerte en contacto? Pienso que eres muy interesante, y tenemos muchas clases de teatro aquí, así que si decides ir a alguna puedo ayudarte." Intercambiamos nuestras direcciones mientras caminábamos hasta la estación de subte de Lexington y la Calle 86. Ella me apretó fuerte la mano y se despidió con una suave, dulce y educada sonrisa. Decidí ir caminando hasta el restaurante de la Calle 57 para encontrarme con Alicia. Mientras caminaba pensaba que no había sido tan malo. No realmente. En absoluto. No conocía a nadie en Memphis de la que pudiera decir que era agradable. Y entonces pense: no conocía a nadie en Memphis, en ese periodo. Faltaban unos pocos minutos para las siete cuando entre al restaurante de la Calle 57. Mientras barría el cuarto con la vista, vi dos pares de brazos agitándose en el aire por encima de las cabezas de los clientes. Mientras avanzaba hacia la mesa, me preguntaba a quien pertenecía el otro par de brazos. A medida que me acercaba a la mesa Alicia y Ronnie estaban de pie y sonreían abiertamente y gritaban, "Yaaaay" Mientras aplaudían. "Felicitaciones," Dijo Alicia. Ronnie grito, "Bravo! Bravo! Signore Estephano! Bravissimo!" Increíblemente, fueron pocas las personas que se dieron vuelta a mirar. Trate de caminar serenamente hacia la mesa, mientras con el dedo índice debajo de mi palma, hacia la señal de 'un minuto'. "Gracias. Sobreviví." "Ya la pusiste de espaldas?" Bromeo Ronnie. "Si, dos veces." "Bravo, Signor Estephano." "Y?" Pregunto Alicia, "Como fue?" "Agradable," le dije, "muy agradable." Además le dije que habíamos intercambiado nuestras direcciones. Y que Marilyn me había confundido con su manera de tocarme. "Si," Dijo Alicia, "Ella hace eso. Siempre esta tocando tu mano o tu brazo. Ella es muy dulce. No es acaso alguien agradable de conocer, cariño?" "Tenias razón... como de costumbre." Dije. "No es enfermante? Ella siempre tiene razón. Incluso cuando esta equivocada." Dijo Ronnie. "Ronnie fue plantada." Anuncio Alicia. "Que? Ronnie! No puedo creerlo! Quien fue el idiota que te dejo plantada?" Pregunte asombrado. "Eh, no es la primera vez, corazoncito." Dijo Ronnie. "No puedo creerlo! Porque alguien te dejaría a ti plantada? Te dejaron plantada en la calle o algo así?" Pregunte sin salir del asombro. "No, yo estaba esperando en mi edificio." Hizo como que tocaba el violín con la mano. "Yo los elijo, siempre es igual. De todas maneras no estaba tan entusiasmada con el. Probablemente intente disimular demasiado mi entusiasmo, que tal vez tuve éxito y el lo noto. Y... que se vaya a la mierda." Dijo eso y bebió su te helado. "Ronnie ya te lo dije antes, es algo muy común en eso Nueva York. Pasa todo el tiempo, solo que en esta ciudad parece ser mas a menudo." Dijo Alicia.

"Porque hacen algo así?" Pregunte con espanto. "Solo cambian de idea," Dijo Ronnie molesta. "El te llamo o algo así?" Pregunte. "Si ellos cambian de idea y no aparecen, se supone que tu debes saberlo." Dijo Ronnie encogiéndose de hombros. Por un largo rato me quede sentado mirando como ellas dos hablaban y hacían chistes sobre la situación. Finalmente, tratando de parecer tan casual como pude, dije, "Vienes con Alicia y conmigo?" "No por favor, ustedes tienen planes," Dijo Ronnie rechazando con su mano. "No," Dije. "Vienes. Te estoy invitando. Déjame invitarte a cenar." Alicia agrando sus ojos sorprendida, mientras miraba a Ronnie y luego a mi. "Esteban! Le estas pidiendo a Ronnie una cita?" Pregunto casi sin aliento. "Oh, Ronnie, esto es un comienzo!" Ronnie pestañeo, "A mi? Ahora? Me he ganado eso?" "No, pero puedes venir sin embargo." Dije sonriendo. Alicia me miraba y sonreía afectadamente mientras yo hablaba con Ronnie. Cuando subimos al taxi para ir a Little Italy, Alicia susurro a mi oído, "Buena movida, vaquero. La tarde con Marilyn parece que te enseño algo. Me alegro mucho." "Por fin ella esta contenta," Exclame alzando mis brazos al cielo y Alicia me dio un codazo en las costillas. Visitamos tres restaurantes en Little Italy. Una vez mas fue una asombrosa aventura para mi en Nueva York. En mi excitación, pedía todo lo que veía en el menú, Alicia y Ronnie me advirtieron, que si bien los precios eran moderados no era barato y que las porciones eran abundantes. Riendo y bromeando probamos los platos y cantamos una canción en italiano cuando el violinista se acerco a nuestra mesa en la Gruta Azzurra. "Corazoncito," dijo Ronnie en la calle, "Yo te amo por esto. Mi cita nunca habría sido tan buena como esto. Vamos Alicia, déjame llevarlo a Ferrara y engordarlo realmente." "Ten cuidado, Ron, porque Esteban es un verdadero goloso." Dijo Alicia. "Muéstrame el camino," Le dije a Ronnie. En la panadería de Ferrara, Ronnie me compro un 'canole' y unos 'profiteroles al rhum' que me hicieron agua la boca y me hincharon el estomago. La única cosa que me impidió pedir una segunda ronda fue la imposibilidad absoluta de empujar mas comida en mi estomago. "Te tomara una semana de ejercicios y trabajo eliminar toda esa grasa." dijo Ronnie riendo abiertamente y agitando su cigarrillo. "Oh, Ronnie," Dije tomando aliento y limpiando mi boca del ultimo resto de 'canole', "Esto es... nunca antes había probado algo así. Gracias por corromperme y traerme a este lugar." "No lo entiendo," Dijo Ronnie, "acaso los italianos en Memphis no comen estas cosas?" "La mayoría de ellos nunca oyó hablar de ellos. Estrictamente carne asada y arvejas en conserva, allí abajo." Dijo Alicia. Ronnie miro hacia mi, "No esta nada mal, verdad?" "Decadente," Gemí y suspire con el estomago totalmente lleno. Ronnie sonrío y aplasto su cigarrillo contra el cenicero. "Si!. Es el mejor sentimiento. O acaso no lo es?. Si... el estomago lleno. Es lo único que me mantiene en Nueva York. Es mi lado oscuro. Mi yin o mi yang, no sé cual de los dos, el que sea. Ahora soy yo la que va a ordenar uno para mi." "La cintura Ronnie, recuerda?" Le previno Alicia. "Al diablo con la cintura," Dijo Ronnie agitando su mano hacia el camarero. "Quiero uno." Después, cuando salimos de Ferrara, caminamos los tres tomados del brazo por el Greenwich Village, hasta la Quinta Avenida, por la Quinta subimos hasta Unión Square y de ahí por Broadway hasta Time Square, de ahí subimos por la Sexta Avenida hasta el Centro Rockefeller y seguimos hasta llegar al lado sur del Central Park. Nos sentamos en un banco cerca del lago de la Calle 59 y calculamos cuantas cuadras nos faltaban para llegar al departamento de Alicia y cuantas habíamos caminado en total.. "Podemos tomar un taxi?" Pregunto Alicia. "No!," Grite, "Caminemos." "Tu puedes caminar, si quieres," Dijo Alicia. "Son casi veinte cuadras mas." Agrego mientras miraba a Ronnie que estaba bajo un claro de luz cerca del lago. Parecía triste y perdida en sus pensamientos. "Que hay dentro de esa pequeña mente retorcida, Ron." Le pregunto Alicia. Con la mirada perdida en el lago, Ronnie dijo, "No lo sé... solo no lo sé, Alicia." "Sigues preocupada por lo que paso esta noche? Vamos Ronnie, eso le sucede a cualquiera. Esteban también lo esta. El lo tomo bastante duro, también." Dijo Alicia. "No, no es eso." dijo Ronnie sin sacar la vista del lago. "Es que lo pase muy bien esta noche, realmente bien. Pero siempre sigues pensando, tu sabes, porque las personas hacen eso. Y porque ellos se las arreglan como para encontrarme." "Vamos, Ronnie, olvídate de eso. Por favor." Imploro Alicia. "Bien, yo solo estaba pensando." dijo Ronnie. Mientras se apoyaba hacia atrás y mirando hacia abajo pregunto, "Esteban, hiciste eso simplemente porque sentiste compasión por mi?" "Ronnie, pasamos una noche agradable, o no?" Dijo Alicia. "No fue eso lo que pregunte, fue una noche muy agradable, realmente lo fue. Aun cuando fue una noche espléndida, sentiste compasión por mi?" Pregunto nuevamente Ronnie. "Tal vez un poco, efectivamente. Porque eras tu. Pero lo principal era que yo quería que tu estuvieras con nosotros. Tu eres una persona agradable. Eres buena. Quisiera conocer en Memphis personas tan buenas como tu." No fue fácil para mi decir estas palabras, lo dije muy nerviosamente. Ronnie dirigió una mirada escéptica a Alicia y le pregunto, "Dime una cosa Alicia, tu que lo conoces mejor, Esteban es el hombre mas dulce sobre la tierra o solo es el mejor embustero del mundo?" Alicia dijo con una sonrisa, "Lo primero. Pero no se lo digas porque se avergonzara y desaparecerá." Ronnie sonrío calladamente y se ruborizo. Ella recogió una ramita que había debajo de sus zapatos y mirando hacia el lago con una sonrisa, dijo, "Muy bien... que les parece si esta noche vienen a mi apartamento." Levanto sugestivamente sus cejas y dirigiéndose hacia mi agrego, "Podré mostrarte mis grabados." Tomamos un taxi hasta su departamento. En el camino mi joven mente estaba inundada con imágenes de otra noche de imperturbable erotismo. En su departamento Alicia preparo té mientras Ronnie me mostraba su tablero de diseño y el equipo de aerografía que tenia en un rincón de la sala. Ronnie pidió que nos sentemos en circulo en el piso de la sala. Por mas de una hora ella fue mostrando uno tras otro sus trabajos y diseños. Aunque su departamento era limpio y ordenado, los grabados, cuadros y placas parecían salir de la nada. Salían de debajo del sofá, detrás de la biblioteca, de los armarios o de algunos estantes. Muy pronto el suelo quedo cubierto con sus trabajos. "Esto no es lo que hago en la oficina," Explico Ronnie tímidamente. "Este es mi propio trabajo. Es algo que he estado haciendo durante años. Alicia es la única persona que ha visto la mayoría de ellos. Jorge destruyo muchos de ellos, pero volví a hacer la mayor parte." Sus trabajos eran o muy oscuramente o muy brillantemente coloreados, pero todos ellos eran de un detalle muy meticuloso. "Los mas oscuros, son mi lado oscuro," Dijo ella, mientras mostraba algunas pinturas al óleo de un feto rodeado por negro y humo carmesí que ella había poblado con caras de animales extraños y aterradores. Tenia un gran lienzo que parecía poblado de flores multicolores del tamaño de la palma de una mano, pero cada pétalo estaba cuidadosamente detallada. El titulo del cuadro era 'Lujuria'. Según sus palabras, "Este es el mas difícil de explicar para mi. Simplemente estaba pensando en la palabra y pase semanas dibujando flores." Ella tenia una gran cantidad de trabajos hechos a lápiz que mostraban parejas desnudas en diferentes posiciones sexuales. "Pase muy poco tiempo haciendo sus cuerpos, pero sus caras están completas en todos los detalles. Tu ves, el hombre nunca penetra a la mujer. Ni se besan tampoco. Siempre es el momento previo, porque nunca supe como era el momento después. Y solo sus caras tienen detalles, porque quería pintarlos como personas y no como cuerpos. Las caras dicen que ella es una mujer, una persona, y que otra persona esta por entrar dentro de ella. No un pene, una persona." Entonces ella mostró una serie de pinturas pequeñas de una joven, de ojos oscuros y cabello también oscuro muy largo, en vestidos color pastel. La muchacha sentada en una hamaca en un jardín, tenia un gato en su regazo y miraba dulcemente al espectador. En otros estaba cosiendo los vestidos de su muñeca. En todas las pinturas la muchacha parecía serena, a menudo feliz, a veces pensativa. "Esa no soy yo," Dijo Ronnie, "Esa era una muchacha que conocía en Michigan. Yo siempre quise ser ella. No se si ella era tan feliz como la he pintado... pero parecía serlo cuando la conocí." Durante un largo rato después de mostrarnos la muchacha, Ronnie se quedo mirando fijamente los cuadros en silencio. Durante ese largo rato, Alicia me miraba cautamente y le dijo a Ronnie, "Vamos Ronnie, guarda esas pinturas. Veamos algo mas." "No," Dijo Ronnie ausente. "Déjame mirarla. No he visto estos cuadros en mucho tiempo. Normalmente los escondo de mi." Ella miro uno de los cuadros y paso su dedo por el rostro de la muchacha. "No es bonita? Siempre me pregunto como ella se sentiría. Siempre me pregunto como seria sentir como ella se sentía, tener a alguien que te haga sentir como ella se sentía, hacerme sonreír de esa manera apacible como ella sonreía... Tal vez algún día alguien me haga una llamada telefónica. O me trajera una flor. O simplemente me besaría sin intentar invadirme. Tu sabes, solo un pequeño beso y decir 'Hola Verónica' como estas tu, me alegro de estar a tu lado." "Ronnie" Dijo Alicia mas fuerte. "Esta bien, los guardare." Dijo Ronnie y cerro su carpeta de dibujos. Alicia hablo sobre cualquier cosa durante ese momento. Después de guardar sus cosas ella se sentó en el circulo con nosotros y con sus manos en el regazo dijo, "No se suponía que esperaba demasiado. Imagine una noche tranquila, sabes. Un pequeño restaurante, bueno pero barato, donde no tienes que preocuparte por lo que pareces o por lo que los demás están haciendo. El tipo hablaría conmigo y no usaría palabras de las que luego se arrepentiría. Yo le creería..." Su voz cayo en un suave murmullo. "Oh, mírame. La gran Ronnie. Oh Esteban, lo siento." Tomo su cabeza con las manos y lloro silenciosamente. Paso su mano por los ojos y sollozo. "Es solo una cita. Okay. Solo una cita. Ni siquiera conozco bien al hijo de puta." Ella se levanto rápidamente y corrió a su cuarto.

"Mierda!" Dijo Alicia, parándose rápidamente, "Lo siento Esteban, ella es tan impredecible." Cuando Alicia se dirigía al cuarto, la tome por un brazo. "Mira, es mejor que vayas adentro, tu la conoces mejor que yo. Yo saldré por un par de minutos así ustedes pueden estar a solas." Alicia se disculpo nuevamente, pero le dije que estaba todo bien y salí del departamento dejando la puerta abierta detrás de mi, para poder entrar al volver. Camine hasta una tienda de esas que están todo la noche abiertas, que había visto en uno de mis paseos por el vecindario. La tienda quedaba sobre la Calle 86 Este. En el frente de la tienda siempre había flores en pequeñas macetas. Parado frente a ellas me quede pensando si seria demasiado presuntuoso o demasiado sentimental. Entre en la tienda y le pedí al vendedor que me diera solo una rosa amarilla, que el envolvió en un fino papel de regalo. Volví caminando despacio hasta el departamento de Ronnie. Cuando entre, Alicia salió del dormitorio y dijo, "Ella esta bien. Ven, vamos a casa. Ella esta por dormir." Cuando vio la flor que sostenía en la mano, ella dijo, "Esteban, que bueno." "Un poco demasiado?" Pregunte. "No," Dijo mientras iba en puntas de pie hacia la cocina. "Las pondré en un vaso sobre su escritorio. No te preocupes, ella la vera." De vuelta en el departamento de Alicia, ella me dijo, "Esteban, no te dije todo sobre ella. No quería que hicieras accidentalmente alguna referencia. Ella es casi una alcohólica, cariño. Ella es muy desdichada. Pero lo intenta duramente, pero a veces ella simplemente, es miserable. Fue muy bueno lo que tu hiciste. Significa que escuchaste lo que dijo y que le prestaste atención." Me tendí en la cama mientras Alicia se ponía sus pijamas. "Pensaste que algo decididamente indecente sucedería en el piso de abajo? Se honesto. Quiero saberlo." "Si... estuve pensándolo" Dije un poco ruborizado. "Te sientes defraudado?" Me quede pensando un poco. "No... pense que la flor era mucho mas... significativa." "Lo fue, Esteban." dijo ella. "Convertiste una desilusion de colegial en un gesto muy altruista. Me alegro mucho de lo que hiciste. Me alegro de saber que comprendes que lo que Ronnie necesita no es sexo, lo que ella necesita es amor. Desgraciadamente, a pesar de lo que ella piensa sobre si misma, es una mujer joven muy bien parecida, suave y sexy... y los hombres la ven como una presa fácil. Y para su propia desgracia, Ronnie se lo hace demasiado fácil a ellos." Ella se deslizo en la cama a mi lado y se apoyo en mi. "Quieres recuperar conmigo lo que te perdiste?" Pregunto suavemente. "No perdí nada." Dije. "Lo que termine haciendo fue mejor que lo que podía haber deseado hacer." Ella me dio un suave beso en la boca. "A veces, Esteban, es necesario borrarse. Me gusto lo que hiciste, solo porque quisiste hacerlo y no porque esperabas algo a cambio." Suspire, "Sin embrago, esta semana tu me agotaste. No quedaba mucho para Ronnie." "Tu afecto es inagotable, Esteban." Dijo ella abrazándome fuerte. "Me gusta dormir a tu lado, Alicia." Dije bostezando. Ella sonrío, una cálida y suave mirada había en sus ojos, "Voy a extrañarte mucho, Esteban." Impulsado por una punzada de ardiente afecto, le di un largo beso. Me acurruque en ella y me relaje. A medida que el sueño se apoderaba de mi, pense: esta parte de nosotros también es buena. Tan buena como cualquier otra. Sábado Estaba profundamente dormido cuando Alicia me despertó alrededor de las nueve y dijo que era hora de la ultima sesión con Fede. "Oh, por favor, déjame dormir." Dije tapando mi cabeza con la almohada. "Ahora si que pareces un Neoyorquino!. Vamos levántate!" Dijo ella tirando la almohada de mi cabeza. De nuevo, trabaje desesperadamente en el gimnasio. De nuevo Fede sonreía mientras me observaba. "Esta muy bien por solo una semana! Pero no lo estropees el ultimo día! Reduce la velocidad!" Al final de la sesión, el me dio un firme apretón de manos, que me hizo temblar hasta la mandíbula. "Trabajaste duro. ¡me gusta eso! Si regresas te haré un precio especial. Entendido. No porque me gustes tanto, sino porque estoy enamorado de Alicia! Tu también lo estas, verdad? Solo alguien enamorado trabaja tan duro!" "Fede," Dije mirándolo fijamente a los ojos. "Gracias." El se rió con una risa cordial, la risa del conocimiento. Entonces levanto su famoso dedo de advertencia. "Atento a tus limites, mi amigo. Y buena suerte!" Me tome mi tiempo para volver a lo de Alicia. Saliendo de mi camino habitual, me desvié hacia el Central Park y comencé a trotar. Pronto cambie el paso a una caminata ligera y luego a un andar cansado. Un día. Un día mas. "Nunca trates de ir hacia atrás," Había dicho Fede, "Solo hacia delante." Sus palabras daban vueltas en mi cabeza. "Observa tus limites!" Oía sus palabras y evocaba sus instrucciones. Estaba cansado y de momento estancado. Torturándome por superar mis limites a ultimo minuto, no me llevaría mucho mas lejos. Me dije que tendría que tener cuidado. No debía presionarme. No podía presionarme demasiado. Pero podría evitar presionar a Alicia las ultimas veinticuatro horas? Mientras volvía observaba todo y trataba de memorizarlo. Cuanto tiempo me tomaría volver a Nueva York? Estaba a un día de distancia del aeropuerto y ya estaba pensando en como volver a Nueva York. Mientras subía las escaleras hasta el departamento de Alicia, escuche que la puerta de Ronnie se abría. "Hey, tu," Llamo Ronnie cuando pase. Me pare y me volví. Ella me apunto con un dedo. Estaba de pie con los labios fruncidos, y sus ojos me acusaban ligeramente. "Lleno de sorpresas, verdad?" Dijo con la otra mano en la cadera. Me sonreí de su actitud, "No tienes que decirme nada." "Escucha, corazoncito," Dijo esto y pestañeo, "Te debo una." "No me debes nada, tu ya me diste una." Dije levantando mis cejas. "Entonces te voy a dar los dividendos," Dijo sonriente. "Sube rápido, Alicia te esta esperando." Ella pestañeo una vez mas y antes de meterse en su departamento estiro los labios formando un beso mientras cerraba la puerta. Alicia había preparado una gran ensalada para el almuerzo. Habiendo salido de la cama demasiado tarde como para un desayuno, devore la ensalada. Alicia estaba reservada. En un momento dado, era tal el silencio en la sala que podía escuchar como ella masticaba y tragaba. Era la comida mas sombría que jamas hubiera tenido. "Que quieres hacer esta tarde?" Pregunto ella sin mirarme mientras jugaba con su tenedor en la ensalada. "Ahora mismo? Me gustaría una siesta." Me estire y gemí un poco. "Fede no me dio respiro ni en el ultimo día." Bostece. "Quieres hacer la siesta conmigo?" Le pregunte. "Duerme tu. Tengo mucho trabajo para preparar para la semana que viene. Mañana no tendré mucho tiempo de hacerlo, a mediodía tendré que ir contigo hasta Laguardia para tu partida." Dijo mientras jugaba con un tomate en su plato. "Desearía que cuando regreses a tu casa puedas hacer lo que desees." "Estuve pensando en ello." Dije. "No pienses en ello, Esteban." Dijo solemnemente. "Hazlo. Tu sabes que quieres hacerlo. O..." "O... que?" Pregunte. Ella sacudió su cabeza negativamente. Su actitud me recordó como se había comportado cuando estuvimos juntos durante los últimos minutos juntos en el Holiday Inn, en Memphis. "No predicare. Ya tuve bastante de eso esta semana y también con Ronnie. No es nada bueno eso." Dijo ella. "No te estoy ignorando. Escuche cada palabra que dijiste." "Eso espero." Replico. Me levante y le di un beso y un abrazo. "Podemos pensar en algo para hacer después. De cualquier manera me gustaría hacer ese paseo de medianoche hasta el quiosco y comprar el Sunday Times, si no tenemos otra cosa para hacer. Pero estoy realmente fatigado ahora. Esta semana fue demasiado. Tu y Fede. Y Nueva York. Y Ronnie." Ella no dijo nada. Permaneció en silencio. "Ha sido una semana maravillosa. Realmente. No soy la misma persona. Hiciste un trabajo infernal conmigo y no estoy olvidándome nada de lo que vi o aprendí." Ella tomo mi mano. "Bien, Esteban. Me alegra escuchar que hubo un cambio en ti. Ve a tomar tu siesta así podremos salir esta noche." Me quede en calzoncillos y me metí en la cama. Una brisa fuerte soplaba dentro del cuarto y traía el aroma del río. Empuje la sabana sobre mi cuerpo. En menos de medio minuto ya estaba dormido. Soñé que estaba en casa. Veía las caras de toda mi familia, mis padres, los tíos, tías, los Ricci, los Lobianco. Ellos sonreían amablemente, algunos de ellos con una sonrisa amorosa en los labios. En el sueño les preguntaba de que se sonreían. Nadie contesto. Entonces en el sueño escuche que Alicia hablaba por teléfono. Abrí mis ojos. Las sombras largas en los edificios de enfrente me dijeron que ya era tarde. Me di vuelta y me desperece en la cama. Alicia estaba hablando por teléfono en la sala. "Ronnie, no sé, ya te dije... Pero no hay bastante tiempo, y sabes cómo algo así... Sí, correcto... Yo no sé, es... No, yo no hago... No, Ronnie, no hagas. ¿Bien? Por favor?... Eso es mejor... Bien, yo te llamaré después, quizá... Quizá... Después, Ron..." Alicia colgó el teléfono. La escuche moverse por la sala. Después de un minuto ella miro dentro de la sala y vio que estaba despierto. Ella se sentó en la cama, seria. "Y bien?" Dijo ella.

"Supongo que me quedare aquí en la cama y mirare tu belleza durante un buen rato." "Ah si?" Dijo frunciendo el entrecejo. "Si. Que hay de malo en ello. Porque debo levantarme el ultimo día. Me pase toda la semana corriendo de un lado a otro. No se supone que sean así las vacaciones. Las vacaciones son para descansar y tomar fotos. Tengo suficiente dinero para una cámara. Porque no compramos una de esas cámaras baratas y vamos al Central Park a tomar algunas fotos?" "Te gusta realmente ese lugar, verdad?" Pregunto ella sonriendo. "Seguro. Tal vez hasta comamos un pancho. Fede no estará observando." Con la mirada baja hacia sus manos y apretando la yema de los dedos unas con otras suspiro y se movía inquietamente sobre la cama. Dejo caer sus manos en su regazo y se lamento, "Oh, cariño, porque es tan difícil decir esto?" "Nunca supe que tuvieras problemas para decir lo que querías decir. Te envidio en eso. Eres mucho mas clara que la mayoría de las personas." "No, cariño, no es eso." Dijo mirando hacia fuera por la ventana con una mirada de frustración dolorosa. "Oh, yo..."ella suspiro y miro hacia abajo. "Bueno, supongo que lo que sucede es que no quiero que te vayas." No dije nada. "Oh, mi bebe, hay tanto que me gustaría hacer. Parece que siempre nos estamos despidiendo, siempre estamos haciendo algo mas, y todavía... aun cuando yo hiciera todo lo que quiero hacer, tu tienes que irte. Sin embargo, no pude hacer todo lo que hubiera querido. No quiero que vuelvas con esas personas. Eso es lo que realmente yo no quiero. Yo no te quiero con ellos. Quiero tenerte aquí, aprendiendo y creciendo, pero no puedo tenerte aquí conmigo y simplemente tengo que dejarte ir así, sin mas ni mas. Sé que no tengo ningún derecho a llenarte la cabeza con estas ideas salvajes que no podrás usar en tu hogar. Yo realmente quiero que te desarrolles por ti mismo, que seas tu... siempre tu mismo." Ella se detuvo por un momento e hizo una mueca de dolor. Apretó los nudillos con la palma de la mano. "Oh, maldición, porque simplemente no puedo decir todo esto. Maldición!" "Sé lo que estas intentando decir," Dije francamente y me levante. "Vienes conmigo? Me vestiré e iremos al Central Park. Quieres?" "Ya hemos visto el Central Park." Dijo ella frunciendo los labios. "Oh, vamos. Puedo comprar una cámara en algún lugar. Barata, realmente barata. Solo para tomar unas fotos." Dije mientras me vestía. "Supongo que si." Dijo ella. "Vamos," Dije mientras me ponía la remera. "No quiero que estemos tu o yo sentados aquí como si estuviéramos asistiendo a mi funeral. Quiero que te diviertas conmigo. Vamos." Sobre la misma Calle 86 compre una cámara realmente barata, algunos bulbos de flash y película de 18x24 en unos carretes plásticos que nunca había visto antes. El atardecer estaba cercano. Le saque una foto a ella en la estatua de Hans Christian Andersen y ella tomo algunas mías en Pilgrim Hill. Ella estaba un poco mas animada, pero no mucho. Pronto el sol se puso y caminamos de vuelta hacia casa. Para la cena comimos el resto de la ensalada. Tome la tercera ronda de mis vitaminas y la levadura. Una segunda cucharada y luego una tercera. "Que crees que estas haciendo con toda esa levadura?" Pregunto asombrada. "Fortificándome," Dije mientras metía la cuchara dentro del frasco por cuarta vez. "Dios mío!" Suspiro Alicia. Me sentía bien. Estaba descansado. Y además estaba ebrio de deseo por Alicia. Estaba secretamente desesperado por ella. si esta iba ser nuestra ultima noche por lapso indeterminado de tiempo, quería que fuera el día mas memorable de la semana. "Esta oscuro afuera, oscurezcamos un poco aquí adentro, también." Dije mientras ella seguía sentada en la silla observando como yo iba caminando por el departamento cerrando las cortinas y apagando todas las luces. Ella entendió la idea y se mantuvo sentada con una picara sonrisa en los labios. Muy pronto el interior del departamento tomo el color de la tinta. Atravesé la oscuridad hacia ella. Escuche el ruido de su ropa al deslizarse por su cuerpo. Cuando la abrace tenia puesto solo el corpiño y la bombacha. La bese y acaricie. Suavemente desprendí su corpiño y lo deje caer al suelo. Sentía su suave piel en mis labios. "Aquí en la oscuridad. Tomémonos nuestro tiempo. Tenemos toda la noche. Te sientes tan bien. Alguna vez te dije lo bien que se siente tu piel?" "Si," Murmuro. "Pero, dímelo de nuevo." Se lo dije mientras ella ayudaba a desnudarme. Se lo dije, estando de pie y abrazándola suavemente, pasando mis dedos alrededor de sus pezones y a lo largo de sus caderas, por la deliciosa y cálida curva de su vientre. Suavemente susurre en su oído, "No me hagas gozar, todavía." "Muy bien, cariño." Dijo ella. "No quiero gozar por un largo tiempo." "Bien," Susurro. Pero lo único que yo podía oír, o lo único que podía percibir era su boca en mi. Cuando la tenia firmemente dura, lo que no tomo mucho tiempo, ella tomo mi mano y me llevo hasta el dormitorio. Mientras caminábamos tropezamos con algunas cosas hasta que nos deslizamos dentro de la cama. Alicia se acostó sobre mi poniendo sus pezones en mi boca para que los besara. Estuve un largo rato besando sus pezones y acariciando su cuerpo. Entre caricias y susurros las palabras fueron subiendo el tono hacia una calidez sensual. Nos pusimos boca abajo los dos y nos acariciamos mutuamente. "Te gusta así?" Pregunto, mientras pasaba las uñas de los dedos a lo largo de mis testículos. "Si, mucho. Y a ti?" le pregunte pasando la uña por los labios de su húmeda vagina y por el medio de sus nalgas. "Ah... si." Dijo ella en un suave murmullo. Ella se subió arriba mío, apoyando su húmeda vagina en mis nalgas y frotando sus pechos en mi espalda. Beso mi cuello y paso su lengua por el lóbulo de mi oreja humedeciéndola por completo. "Quiero mas," Dijo metiendo dentro de mi oído su lengua. "Te daré mas, no te preocupes." "Esteban, me estas excitando mucho." "Que bien," "No, es diferente, es como... si quisiera algo mas." "Mnn. Déjame ver que cosas indecentes puedo pensar." "Quieres algo indecente? Verdaderamente indecente?" "Si, Alicia." "Realmente indecente, Esteban?" "Si," "Esteban..." Ella paso la lengua por mi otra oreja. "Si, dime." Hizo una pausa y paso su lengua nuevamente. "Le dije a Ronnie que no viniera hoy, que te quería todo para mi sola." "Tu tienes suficiente en tus manos, no te preocupes." "Esteban." "Si?" "Fue bueno con ella?" No respondí enseguida. "Tu estuviste ahí." "Pero te sentiste bien? Digo, diferente? De algún modo te sentiste bien?" "Si." "Esteban... cariño... estaba muy excitada esa noche." "Yo también." "De veras?" "Si," "Mnn. Tu pene esta mojado. Esas gotas son porque hablamos de ello, verdad?" "Si,"

"Espera, no te muevas." Dijo ella y se levanto de la cama. Mi pene palpitaba fuertemente en la oscuridad. Oí sus pasos torpes por la sala. Oí que marcaba un numero de teléfono y hablaba brevemente en voz baja. Sentí que entraba nuevamente en el cuarto por el roce de sus manos contra las paredes. Se deslizo dentro de la cama y apoyo su cuerpo tembloroso contra el mío. "Cariño, Ronnie esta subiendo. Ella estará aquí en un minuto. Si no te parece correcto dímelo ahora. Lo siento, estoy... asustada. Me siento tan... perversa. Puedes detenerme, aun estamos a tiempo de llamarla y decirle que estamos arrepentidos." Apenas podía ver su rostro en la oscuridad. "Llámala si quieres hacerlo." "Yo no quiero hacerlo." Dijo ella "Y tu?" Pregunto. "No," La escuche respirar nerviosamente. Humedeció su boca y cuando volvió a hablar su voz sonó ronca. "Porque estoy tan asustada? No es como algo que no hicimos nunca antes. Esteban, yo no he estado así en mucho tiempo... y solo contigo." "Muy bien. Si tu quieres, yo la llamare. Cual es su numero?" Dije. "No," "No quieres que lo haga?" "Abrázame, cariño. Por favor, abrázame fuerte." Puse mis brazos alrededor de ella y ella se apoyo totalmente en mi. Sostuvo mi cara con sus manos y de repente me dio un beso largo, profundo, amoroso y pasional. El beso fue ininterrumpido, ella respiraba por la nariz mientras sus labios se fundían con los míos. Seguía con sus labios apoyados en los míos cuando se escucho abrirse la puerta de entrada. La voz de Ronnie se resono en la sala, "Alicia? Esteban? Por Dios que oscuro esta esto." Alicia interrumpió el beso y grito, "Estamos en el dormitorio, Ronnie." Lentamente Alicia comenzó a deslizar su cuerpo sobre el mío hacia abajo y comenzó a lamer mis piernas y mis testículos. Ronnie golpeo contra algo en la sala y cayo al suelo. Parecía un libro. Afligida Ronnie dijo, "Lo siento, esta muy oscuro aquí. Lo bueno que este apartamento es igual al mío." "Espera." Dijo Alicia. Ella salió de la cama y me dio una hermosa visión de su culo cuando salió rápidamente a la sala para ayudar a Ronnie. Entro en el dormitorio guiada por la mano de Alicia hasta la puerta. Parecía que estaba usando una bata. "Esteban?" Pregunto tímidamente. "Aquí." Conteste yo. "Que infiernos esta haciendo Alicia?" Dijo. "No lo sé" Dije. Ronnie se deslizo apoyándose en la pared hasta que llego a la cama. Con su mano empezó a tantear en la cama hasta que dio con mi pie. "Oh!" Exclamo y se rió tímidamente. "Este eres tu, verdad?" "Mi pie, en realidad." Dije bromeando. "Esto es una locura," Dijo ella, pero parecía como si ella estuviera sonriendo. "Ya estoy empezando a acostumbrarme a la oscuridad." Su mano se deslizo por mi pierna. "Dios, no puedo acostumbrarme al cuerpo cálido que tienes. Que rayos están haciendo ustedes en medio de esta oscuridad?" "Planeando un nuevo ataque contra el mundo." "Ooooh, a veces yo también lo hago en mi tiempo libre. Que tan lejos han llegado?" Mientras hablaba, su mano fue subiendo por mi pierna hasta que llego a mi pene y se cerro sobre el. "Hmn. Veo que no llegue demasiado tarde. Justo a tiempo." Dijo mientras comenzó a subir y bajar su mano rítmicamente. "Despacio, Ronnie." Le pedí. "Muy bien, corazoncito, discúlpame." Ella retiro su mano y se puso de pie. "Alicia?" Llamo. En la sala escuche el sonido de un fósforo encenderse y pronto la suave luz de una vela inundo el cuarto. Ronnie estaba de pie con una bata de toalla y sonreía hacia mi. Miro hacia abajo y cuando vio mi pene apuntando directamente hacia ella y totalmente rígido, su sonrisa se ensancho. "Oh, ahí estas?" dijo mientras dejaba deslizar la bata por sus hombros. En la semi penumbra su torso pequeño, delgado, sus piernas largas y sus brazos, sus pequeñas y suaves tetas se perfilaban débilmente en color amarillo. La luz de la vela bailaba y fluctuaba en su carne suave. La escena entera era de ensueño, algo no terrenal. Estaba tendido en una niebla de incertidumbre, respirando duramente, mientras una ola de sensaciones raras, indefinibles se apoderaba de mi. "Alicia me dijo antes que te quería solo para ella, todo para ella." Dijo Ronnie mientras ponía una rodilla en la cama y se apoyaba en mi. Ella me brindo una sonrisa pequeña, amable, sus ojos oscuros brillaban como dos puntos diminutos, ardientes de luz. "Pero yo insistí. Todavía te debo una." Alicia dejo la vela sobre la mesa de la lampara y se sentó en la cama a mi lado. Su rostro estaba apacible, serio. Pero sus ojos tenían un intenso y oscuro temor. Me volví hacia ella y ella se agacho un poco y poniendo sus labios en mi boca, me beso muy suavemente. "Quieres todavía?" Pregunto atemorizada. Le devolví el beso con la misma suavidad, "Por ti." Susurre. "Por ti, cariño. Nosotros. Por nosotros tres." Murmuro ella. "Ustedes dos son tan románticos uno con el otro." Dijo Ronnie. "Todavía asustada?" Le pregunte a Alicia. "Un Poco" Contesto ella. "La oscuridad, Alicia. Tu oscuridad, recuerdas? Siempre tienes miedo de la oscuridad." Dijo Ronnie. "Lo sé," Dijo Alicia un poco inquieta. Sus labios tocaron los míos ligeramente y dejaron un leve hilo de humedad entre nosotros. "Pero Esteban, no le teme. Al menos, no piensa en eso. Fue el quien apago las luces." "Esteban, tu si que estas lleno de sorpresas," Dijo Ronnie mientras pasaba una pierna por encima de la mía y quedaba apoyando su húmeda vagina en mi rodilla. "No tienes fin, siempre nos sorprendes con algo nuevo," Dijo y deslizo su cuerpo hacia abajo hasta que sus labios tocaron mi muslo y húmedamente resbalaron por la cabeza de mi pene. Bese a Alicia. Ella sostuvo mi cara con sus manos y me devolvió el beso. Me miraba con la misma cara seria, pero sus ojos parecían cocinarse a fuego lento con un calor suave. "Ronnie, no lo hagas gozar, todavía." Dijo sin dejar de mirarme. Alicia susurro en un tono casi inaudible, pero su voz tenia un tono imperativo y una intensidad que nunca antes había escuchado en ella, "Quiero verte cojer a Ronnie." Dijo. Ronnie tenia condones en el bolsillo de la bata. Ella me miraba mientras yo permanecía acostado entre sus piernas y sonrío traviesamente cuando desenrollo el condón cerca de mi pene que estoicamente seguía firme y esperando. Lo iban a encapuchar por primera vez en su vida, pero no se resistía, seguía firme afrontando lo que viniera. Sus dedos se deslizaron suavemente por mi pene mientras me ponía el 'forro'. Su sonrisa se fundió en una mirada firme mientras la cojia despacio. Ella dijo que era bueno mirar a los ojos a alguien que la estaba cojiendo tan suavemente. "Intenso... muy intenso." Según sus palabras. Así como el miércoles mi dedo había encontrado su vagina estrecha, mi pene también descubrió que era estrecha pero mas profunda. El condón no me permitía sentir realmente como era la parte interna de la vagina de Ronnie, tenia la sensibilidad muy restringida por el 'forro'. No solo eso sino que también disminuyo mi erección a pesar de que había sobrados motivos para seguir erecto. Ella dijo que tenia el tamaño y la forma correcta para encajar en su vagina y que se sentía muy cómoda. Sin embargo yo tenia dificultad en hacer contacto con su clítoris porque ella tenia las piernas rodeándome y se movía demasiado ligero y sin ritmo. A pesar de todo sentí que pronto iba a gozar, así que salí de dentro de ella y descanse por un minuto. Pronto Alicia estaba lista y anhelante. Se rehuso a usar 'forro'. La monte en pelo. Ronnie dijo que ella no podía entender como Alicia podía tomar el riesgo de cojer sin protección y Alicia le contesto que era un día seguro del mes y que además tenia métodos adicionales para después. Ronnie se mofo de ello y dijo, "Dios, Alicia como puedes confiar en el método papal? Esta bien que seas católica, pero además eres inteligente." Para asombro de Ronnie y mío, Alicia gozo casi inmediatamente y ruidosamente. Comencé a moverme muy despacio, pero sabia que yo no iba a poder resistirme por mucho tiempo mas. Ronnie dijo que nunca había visto eyacular a un hombre. Entonces Alicia me pidió que saliera de dentro de ella para que Ronnie me masturbara y ella pudiera ver. Me mantuve arrodillado y Ronnie delante mío comenzó a masturbarme y a mirar mi pene atentamente. Muy pronto un chorrito de esperma salto hacia su antebrazo y Ronnie quedo totalmente asombrada, "Ohh," Chillo encantada cuando un segundo chorro dio en su hombro y luego otro sobre su pezón izquierdo. Entonces ella comenzó a disminuir el movimiento de su mano sobre mi pene. Se acerco a mi y con un tono sensual dijo, "Gracias, corazoncito," Y me dio un beso en la boca. Aun sujetando mi pene con su mano, con la otra rodeo mi espalda y me apretó contra ella mientras metía su lengua dentro de mi boca. Mientras descansábamos, Ronnie le pregunto a Alicia como se sentía gozar durante la penetración, aunque ella se esforzó por describirlo, no lo logro. Las dos me acariciaron y me chuparon hasta que estuve nuevamente listo. Algo que tomo mas tiempo del que yo esperada, dada la excitación que tenia en ese momento. Ronnie tomo otro condón de su bata y me lo puso, "Precaución, chicos." Dijo con una amable sonrisa. "No sé como vas hacer para hacerme gozar, Esteban. No tengo la mas mínima idea de que es lo que debo hacer." Dijo tímidamente mientras yo me ponía entre sus piernas. Alicia y yo le indicamos que no levantase sus piernas por encima mío y que tratase de aprender a colocar su pelvis en el ángulo ideal para que mi pene a pesar del 'forro' pudiera entrar en contacto con el. Después de un rato ella comenzó a darse cuenta de sus propias necesidades y sonrío con sorpresa cuando lo noto. "Oh, si. Si ya veo ahora. Oh, ahora lo 'siento'! Oh, si. Sigue haciendo eso! Corazoncito, es tan bueno sentirte así!" Alicia le pregunto a Ronnie si se sentía cómodo y Ronnie cuya agitación estaba creciendo rápidamente le respondió, "A quien le importa si estoy cómoda? Funciona! Oh, Dios, es muy bueno." Ronnie observaba mientras la penetraba, miraba mi cuerpo entrar y salir de su cuerpo. "Lo sientes ahora?" Le pregunte sin sacar la vista de sus ojos. "Si," respondió ella. "Simplemente así?" "Si," y sin dejar de mirar a mis ojos ella pregunto, "Sientes la oscuridad? Corazoncito." "Si," le respondí. Y sus ojos brillaron con un profundo, oscuro y húmedo azul. Ella olía húmedamente como la salvia.

"Yo también, es tan bueno. Tan dulcemente bueno." Dijo. Alicia me miro fijamente, sostuvo mi cara en sus manos y con una sonrisa en sus labios, dijo, "Hay diablos danzando en tus ojos, Esteban." Los ojos de Ronnie se cerraron y ella susurro soñadoramente, alegremente, "Soy una muchacha pequeña... suave... mojada... si soy una pequeña niña cojiendo y mi oscuridad y la de Esteban están cojiendo. Es tan bueno esto Alicia. Si es muy bueno ser cojida así." Y ella apretó mi pene con su vagina, fuertemente. La coji profundamente, metódicamente durante varios minutos mas, hasta que comencé a disminuir el ritmo cuando vi que ella abría su boca y sus labios temblaban. Hizo una mueca de dolor y gozo ruidosamente. Su delgada cadera dio unos fuertes sacudones que casi me sacan de la cama y su pelvis se afirmo contra la mía temblorosamente. Todavía estaba sobre ella cuando suspiro, "Jesús!" y seguí sobre ella durante un tiempo mas mientras Alicia me besaba. Yo quería a Alicia. Ya había cojido a Ronnie suave, con una fina, pura y extrañamente mansa lujuria. Pero necesitaba el amor de Alicia, la pasión y la intensidad cruda de nuestro amor. Penetre nuevamente a Alicia sin 'forro'. Incontroladamente ella murmuraba obscenidades mientras la cojia y Ronnie se abrió paso entre nosotros dos y se acostó al lado de Alicia poniendo su cara al lado de la de ella y besándola y diciendo las mismas obscenidades la alentaba en su orgasmo. Alicia comenzó a gozar, y lo hizo ferozmente, rechinando sus dientes y gritando, "Si!... Si!... Si!." Mi pene estaba tan duro que pensaba que iba a estallar si se ponía un poco mas duro. Ronnie me pregunto, "Quieres gozar dentro mío?" mientras se abrió de piernas y alzo sus rodillas de la manera que a ella le gustaba, me puso un nuevo 'forro' para que la penetrase. No podía acabar con el 'forro' puesto. Alicia se echo de espaldas y la penetre a ella nuevamente sin el 'forro'. Mi movimiento se volvió arduo y furtivo dentro de su cuerpo. Entonces ella le dijo a Ronnie, "Ya esta a punto de gozar, el esta muy cerca." Ronnie le pregunto como era que ella lo sabia y Alicia respondió, "Yo lo sé, eso es todo." Y le dijo a Ronnie que pusiera sus dedos en mis testículos y sintiera mis músculos. "Hazlo, Ronnie. Apúrate! El ya esta por gozar!." Dijo Alicia y sentí los dedos de Ronnie investigar en mis testículos. En el momento que ella encontró el nudo de mis músculos largué el primer chorro de esperma dentro de la vagina de Alicia. Oí que Ronnie abría la boca y largaba una exclamación, "Dios, si Alicia!" dijo, mientras Alicia sonreía abiertamente a mi y sus ojos estaban ardiendo en una mirada extraña y loca. "Estas bien?" Me pregunto, mientras su vagina me apretaba fuertemente. "Si!, muy bien. Quiero cojerte así! Quiero cojerte!" grite y comencé a mover mi cuerpo furiosamente, mientras los dedos de Ronnie seguían en mis testículos y sus labios besaban mis nalgas. Mi cuerpo se movía frenéticamente sobre el de Alicia y ella con una mirada salvaje me alentaba a seguir cojiendola así. Durante un lapso eterno los ojos de Alicia y los míos se convirtieron en una sola mirada, una mirada ciega y salvaje. Jadeante ella comenzó a gritar, "Oh, si! Estoy gozando de nuevo!. Sigue así mi amor!" sus ojos se cerraron y su concha me apretó fuertemente. Aunque yo ya había gozado, seguí moviéndome hasta que ella termino de gozar. Descansamos nuevamente, entramos en una larga y poética sesión de Ronnie susurrando en la oscuridad acerca de sus dibujos. Alicia dormito un poco mientras Ronnie y yo seguimos hablando en la oscuridad con mi mano en su vagina moviéndose suavemente. Sus caderas comenzaron a moverse al ritmo de mi mano y ella gozo nuevamente. Puso su mano en mi cara y me acaricio dulcemente, "Nunca me hicieron gozar así" dijo. Nos quedamos los tres dormidos. Cuando desperté en medio de la oscuridad vi que Ronnie tenia su bata puesta y estaba de pie junto a la cama. "Esto fue muy bueno. Fue muy bueno, muy oscuro y muy maravilloso. Pero te quiero dejar solo con Alicia, ahora. Ella te ama, Esteban, lo sabes? Así que me voy, ahora." Me dio un largo beso en la boca. Su lengua se entrelazo con la mía y ella suavemente, en puntas de pie, se retiro del departamento. Alicia dormía. La abrace en la oscuridad y me quede dormido junto a ella. Abrí los ojos. El cuarto estaba oscuro. La vela se había apagado. Vagamente escuchaba unos gorriones distantes. Vagamente sentí un cálido, suave, como si una mano estuviera descansando en mi mejilla y apenas tocando mi piel. Vi unos labios acercarse y una cara cerca mío que mis ojos soñolientos no podían enfocar. Antes que viera cualquier rasgo o me diera cuenta de cualquier otro signo, supe que la mano y la cara eran de Alicia. Yo estaba de espaldas pero ligeramente apoyado sobre mi lado derecho, mi brazo estaba extendido hacia la mesa de noche. La única cosa que podía ver claramente era el dial luminoso del reloj. Faltaban cinco minutos para las cinco de la mañana. Sin decir palabra, Alicia se acostó a mi lado. Un pezón se apoyo suavemente sobre mi hombro derecho. Cerré mis ojos flotando dentro y fuera del sueño mientras mi cerebro soñoliento trataba de poner el cuarto en orden. Su brazo izquierdo acuno mi cabeza contra su hombro, su cuerpo extendido a lo largo del mío le daba su calor. Sus pelos pubicos daban un suave calor y una placentera sensación a mi cadera. Su pierna derecha subida sobre la mía cubría mi pierna izquierda. Ella no dijo una sola palabra, solo su dedo pasaba sobre mi frente. Ella repetía el movimiento una y otra vez. Sentía que sus ojos me miraban fijamente. Una pequeña ráfaga de aire hizo susurrar las cortinas. Abrí mis ojos brevemente y encontré su mirada fija en la mía. Una cálida, calma y fraternal mirada había en sus ojos. Cerré mis ojos nuevamente y me preguntaba si esta parte de la noche era la prolongación de un sueño. La lujuria que antes había inundado la habitación, se había evaporado. Había dado paso a una paz silenciosa. Sentía su calidez flotar y el calor de su cuerpo contra el mío, su pierna sobre la mía y su dedo sobre mi frente. El tiempo paso. Su mano que acariciaba mi frente ahora acariciaba mi mejilla. Su dedo acariciaba suavemente mi ceja. Mis ojos se cerraron. Sentía el calor de su cara cerca mío y su mirada fija. Su dedo pulgar le hacia el amor a mi ceja tiernamente. Su dedo pulgar paro y su mano apretó mi mejilla casi imperceptiblemente, sus labios cálidos y muy húmedos se apoyaron contra los míos para darme un beso extrañamente asexuado, indeseado, un simple toque. Hizo esto varias veces, levantado su cabeza y apoyando sus labios contra los míos un beso genuino, fácil, afectuoso. Levanto su cabeza e hizo lo mismo con mi mejilla, con mis párpados, con mi otra mejilla, con mi barbilla y con mi cuello. Sin demanda. Sin urgencia. Solo un simple toque de sus labios. Hizo una pausa. Yo la sentía mirar fijamente, la escuchaba respirar serenamente. Estaba mirando y esperando. Entonces su labios se apoyaron nuevamente sobre los míos, mas húmedos y mas calientes, esta vez era mas un beso que un toque, sus propios labios se abrieron un poco mas húmedos sobre los míos y los apoyo un poco mas esta vez pero sin apretar. La parte interna de sus labios rozo los míos. Durante un largo rato ella le hizo el amor de esa manera a mis labios. Entonces su boca se encontró con la mía, pellizcándola, encendiéndola, resoplando entre sus besos. Lentamente comenzó a arrastrar su boca hacia mi cuello, luego hacia mi hombro y siguió su camino hacia abajo con la boca abierta, dejando la humedad de sus labios por mi cuerpo. Sin movimientos bruscos, permaneciendo en el lugar, suavemente saboreando mi carne. Cuando abrí los ojos nuevamente el reloj marcaba las cinco y veintinueve. Ella retiro su lengua y alzo su cabeza. Acaricio la parte húmeda de mi cuerpo que su lengua había dejado y volvió a los besos suaves. Me beso las tetillas, pellizcándolas ligeramente con los labios. Sus manos se movieron y acaricio mi cintura. Sus labios recorrieron mi cuerpo hacia abajo mientras su mano me acariciaba. Ella me besaba tan dulcemente y tan calladamente que en el silencio podía escuchar su respiración. Daba círculos anchos sobre mi cuerpo que se fueron cerrando lentamente sobre mi ombligo y se deslizaron hacia mi cadera y luego por el muslo izquierdo. El circulo cada vez era mas y mas pequeño. Por un largo rato dio besos en un circulo pequeño alrededor de mi pene, que colgaba flácido hacia un lado. Abrí los ojos nuevamente y el reloj marcaba las cinco y cincuenta. Inexplicablemente, no había lujuria en su boca, parecía angelical, maternal e inocente. Ella meramente me toco y me amo con su boca. Cada vez el circulo se cerraba mas y los besos eran mas demorados, con poca frecuencia pasaban por mis pelos pubicos y mi pene. Unos pocos segundos pasaban entre sus besos y una lánguida pasada de lengua por mi pene flácido desde el tronco hasta la cabeza. Ella se detuvo y acerco mas su cabeza a mis muslos. Con su mano tomo mi pene y lo miraba fijamente, descubriendo una nueva sensualidad en su toque y en su mirada, estudiándolo con la vista mansa y juvenil. Entonces ella bajo su cabeza y lamió la punta de mi pene. Lo miro nuevamente con la misma mirada de antes y haciendo una 'o' con sus labios lo metió dentro de su boca. Suavemente su lengua recorrió la abertura de la cabeza de mi pene. Hizo esto por varios segundos. Entonces ella quito sus manos y sus labios y volvió a empezar todo de nuevo, desde mi ombligo en un circulo ancho. Fue cerrando el circulo lentamente y fue besando desde el tronco a la cabeza a mi pene que si bien antes había recibido sus caricias indiferente, ahora respondía a sus labios con una incipiente erección. Una lengüetada y el cálido abrazo de sus labios apretando la cabeza de mi pene nuevamente. Maternalmente, sin carencia o demanda alguna. Sin hambre sexual. Solo un aprendizaje. Solo amor. Mire el reloj nuevamente, ahora marcaba las seis y dieciséis. Yo pensaba que solo Alicia era capaz de esto. Solo Alicia podía pensar así. Solo Alicia podía amar en cierto modo con una lujuria ardiente y luego con una calma angelical. Solo Alicia conocía el desenfreno de la pasión y la caricia maternal. Sus labios besaban la punta de mi pene. Despacio, milímetro a milímetro. El único sonido que había en la habitación era el de su respiración por la nariz. Después de unos minutos de estar así, ella metió mi pene medio duro totalmente dentro de su boca. Pareció que pasaron otros minutos mientras su boca subía lentamente con su lengua apoyada contra el tronco de mi pene hasta la cabeza. Saco mi pene de su boca y se quedo mirándolo fijamente hasta que volvió a meterlo todo dentro de su boca nuevamente. Repitió esto hasta que mi pene estuvo totalmente rígido dentro de su boca. Cuando saco su boca de mi pene rígido, comenzó a acariciarlo cálidamente de arriba hacia abajo. Calmadamente, pausadamente, serenamente mientras me miraba con agrado a medida que mi pene se ponía mas rígido en su mano. Entonces comenzó a chuparme suave y sutilmente. Una chupada, dos, tres y entonces sus labios se detenían húmedamente en la punta de mi pene. Y con su lengua rodeaba la parte sensibilizada de la cabeza. Sin prisa, sin anhelar nada mas, sin pensamientos próximos, pero siempre con una lenta y demorada humedad presente. Entonces supe lo que ella estaba haciendo. Como había hecho yo con las calles y los edificios, ella estaba memorizando mi pene. Ella parecía alimentar, proteger, saborear y grabar cada momento, cada sensación y cada respuesta. Sus ojos nunca dejaron mi pene. Cuando ella sintió los latidos de mi pene endurecido en su mano una sonrisa de satisfacción ilumino su cara. Fue en ese momento que ella se puso a horcajadas de espaldas sobre mi. Lentamente fue deslizando su cuerpo hasta que sus labios tocaron mi pene y su vagina quedo en mi boca. Sus pechos estaban apoyados en mi estomago y podía sentir la dureza de sus pezones contra mi carne. Levante mis brazos y apoye mis manos en sus nalgas. Con la punta de los dedos separe los labios de su vagina y le di una larga lengüetada desde el clítoris hasta la puerta de su ano. Sentí como su cuerpo tembló cuando pase la punta de mi lengua sobre el rosado aro de su ano. Apoyada en sus codos y sosteniendo mi pene con su mano comenzó nuevamente el rítmico succionar que me había llevado a esa erección. Era la primera vez desde que nuestra historia comenzó que nos dábamos placer uno al otro en esta posición. Mi mente aturdida por el sueño y las sensaciones que recibía no podía distinguir muy bien entre cada sensación. Por un lado estaba el placer que ella me brindaba con su boca y por otro la sensación de placer que sentía, al saber que le estaba dando placer, con mi lengua en su vagina. Todo era una mezcla confusa en la oscuridad. Lo mismo que ella hacia con mi pene yo lo replicaba en su vagina. Si ella me lamía la cabeza del pene yo le lamía el clítoris. Si ella metía mi pene en su boca y lo rodeaba con su lengua, yo apretaba su clítoris con los labios y le daba golpecitos con mi lengua. Si ella pasaba su lengua a lo largo del tronco, yo pasaba mi lengua a lo largo de los labios de su vagina. Pronto entendí el juego. Darle placer al otro de la manera que queríamos recibirlo. Ese era el fin del juego. Así también lo entendía ella. Cada beso, caricia con la lengua o toque con los dedos era lo que queríamos uno del otro. De a poco así como tantas veces yo había gozado en la boca de Alicia, sus jugos comenzaron a mezclarse con mi saliva. Un jugo dulce, almibarado y pegajoso había en mi boca. A medida que pasaba mi lengua por su vagina, ella movía lentamente sus caderas y yo movía mi pelvis acompañando sus movimientos. Entonces ella levanto su cuerpo y se dio vuelta quedando esta vez a horcajadas pero de frente hacia mi. Me abrazo y beso suavemente en la boca, apoyando sus tetas contra mi pecho. Sus labios cubrieron totalmente los míos y su lengua entro húmeda dentro de mi boca. Sin hambre, sin anhelo. Con una paciente necesidad. Sin apetito pero con condimento. Sus labios dejaron los míos y sujeto mi cara con sus manos y dijo, "Bebe, mi bebe." Con una ternura maternal. Irguió un poco su cuerpo y miro hacia abajo. A lo largo de nuestros cuerpos. Ella levanto un poco su estomago cuidadosamente y permitio que mi pene quedase erecto. Levanto un poco mas su cuerpo y los labios de su vagina encontraron la cabeza de mi pene y lo rodearon. Permitieron la caricia del aro exterior de sus labios pegajosos sobre la cabeza de mi pene, envolviendolo con su vagina, como antes lo había hecho con su boca. Ella subió y bajo minuciosamente, escasamente perceptible era su movimiento, cuando sus labios vaginales humedecieron la cabeza de mi pene. Sus labios condujeron mi pene al interior de su vagina, que lo saludo con un imperceptible abrazo. Ella sostenía y se concentraba en su respiración y en mis propios suspiros. Apoye mis manos en sus caderas y deje caer mi cabeza hacia atrás y disfrute del amor, no de la lujuria. Íntimamente y sabiamente acunado, uteralmente abrazado y confortado. Cada movimiento, cada sensación de placer, tenia su vida propia. Parecía que cada movimiento o cada sensación no estaba impaciente por la que venia. Su vagina acaricio la cabeza de mi pene por un tiempo, ella levanto un poco su cuerpo y su respiración se volvió ligeramente irregular a medida que su vagina se alejaba de mi pene. Sentía el tronco de mi pene pegajoso por sus jugos vaginales. Con la respiración entrecortada, ella apoyo los labios de su vagina a lo largo del tronco de mi pene, afirmando su clítoris contra la cabeza y haciendo una ligera presión sobre ella, hasta que yo sintiera en la punta de mi pene la dureza de su clítoris. Con la mirada fija en la mía, ella movió su pelvis dándole un masaje a la abertura sobre la cabeza de mi pene y su respiración comenzó a ser mas agitada. La humedad y el placer de su clítoris hicieron que mi pene estuviera mas rígido aun. Ella levanto un poco su cuerpo y volvió a aferrar la cabeza de mi pene. Con un suspiro profundo y una cara de placer autentico, metió profundamente mi pene dentro de su vagina y apretó su estomago suavemente contra el mío. Relajando su cuerpo sobre sus codos, agarro mi cara entre sus manos y me beso. Su respiración era interrumpida por ocasionales murmullos de placer. Ella comenzó así, a cojerme lánguidamente. Tal vez deba decir, a hacerme el amor, porque eso era lo que ella estaba haciendo. Simplemente hizo una pausa para memorizar cada movimiento, cada respuesta, cada sensación. Sus ojos se cerraron y su boca serenamente se apoyo en la mía. Cuando mi respiración comenzó a agitarse y mi pene a moverse rítmicamente, ella se detuvo, hizo una pausa, levanto su estomago y comenzó a repetir nuevamente lo que había hecho antes. Repitió esto hasta que cuando lo estaba haciendo por quinta vez, sentí que se ponía tensa. Su espalda estaba rígida y sus muslos duros. Ella no hizo ninguna pausa y su clítoris rozo el tronco de mi pene a todo lo largo una y otra vez, hasta que ella abrió la boca y su cara se acerco a la mía con la respiración totalmente entrecortada. Frunció el entrecejo como si estuviera en medio de una profunda concentración. Su clítoris estaba duro como el pico de un gorrión cuando su jugo fluyo sobre mi pene y ella gozo, calladamente, con un suspiro tembloroso y largo. Sus manos apretaron mi cara y su clítoris contra mi pene fuertemente. Su cuerpo dio unos pequeños espasmos y desde lo profundo de su garganta salió una palabra, "Hmn.". aflojo la presión de su clítoris y sus manos y apoyando su cara contra la mía, lloro. Estuvo llorando así por un rato hasta que su respiración poco a poco se fue normalizando. Entonces ella miro hacia abajo, hacia nuestros cuerpos. Me abrazo y sostuvo mi cara tiernamente entre sus manos. Y empezó de nuevo. El reloj marcaba casi las siete antes de que yo lograra la fuerza del clímax. Finalmente la dichosa agonía empezó. Sentí el primer tirón en mis cansados testículos. Alicia miraba hacia abajo como mi pene entraba y salía de su vagina y disminuyo su ritmo pero no se detuvo. Su vagina me ordeño en cada movimiento. Unos finos hilos de esperma era todo lo que podía salir de mi pene. Pero cálidos y ávidos brincaban dentro de su

salía de su vagina y disminuyo su ritmo pero no se detuvo. Su vagina me ordeño en cada movimiento. Unos finos hilos de esperma era todo lo que podía salir de mi pene. Pero cálidos y ávidos brincaban dentro de su vagina como un salmón. Seguí gozando aun después que las ultimas gotas de mi pene hacia rato habían salido. Me movía jadeante y con mi pene latiendo dentro de ella. pienso que el ruido que hacia era fuerte, pero yo no podía escucharlo. Fue un orgasmo largo y profundo, agonizante. Ella me ordeño cómodamente y me dejo disfrutar de mi orgasmo tanto como pude. Entonces ella fundió su cuerpo contra el mío. Apretó sus codos y sus rodillas, sus brazos y su torso se apretaron contra mi como si fuera un capullo al que protegía maternalmente. Ella me beso apasionadamente. Acaricio mi pelo y beso mi cara. "Oh bebe, mi bebe." Decía incesantemente. Después del almuerzo dimos un breve paseo a lo largo del río, cerca de la Mansión Gracie, me apoye en la baranda y mire hacia la ciudad de Manhattan. "Veré esto nuevamente?" Pregunte.

Advertencia El Autor Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Epílogo

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Advertencia MUY IMPORTANTE: Esta historia contiene descripciones de actos sexuales de mutuo consentimiento entre adultos. Además, contiene descripciones de actos sexuales entre jóvenes menores de 18 años. Si por algún motivo de índole personal, religiosa, o porque las reglas morales de la sociedad, en que usted se desarrolla y vive, le prohíbe leer este tipo de material, entonces deje de leer esto

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