Historia Economica De Europa 2

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CarIo M. Cipolla, ed. Historia económica de Europa (2) Siglos XVI y XVII La Europa del siglo XVIII era totalmente distinta de la de dos siglos antes. En este volumen se estudian los cambios decisivos que se produjeron en los siglos XVI y XVII principalmente en la esfera tecnológica y económica, sin prescindir de su integración en las transformaciones que tienen lugar en los campos del pensamiento, del arte, de la política y de la vida social.

Cario M. Cipolla, ed.

HISTOR1A ECONÓMICA DE EUROPA SIGLOS XVI Y XVII En este segundo volumen de la Historia Económica di El/ropa, dirigida por C. M. Cipolla, eminentes especialistas estudian la evolución histórica de Europa en los siglos XVI y xvn, en los que se produjo una transformación radical o cuando menos Una decisiva aceleración de algunos procesos fundamentales iniciados en siglos anteriores. La investigación se centra en los cambios ocurridos en la esfera tecnológica y económica, pero sin limitarse exclusivamente a esta perspectiva metódica, ya que toma en consideración que estas realidades básicas difícilmente pueden ser comprendidas sin verlas como parte integrante de un cambio más amplio en los diversos ámbitos de la cultura. A partir del análisis preciso de las formaciones históricas y de las estructuras sociales en los diversos territorios europeos, se llega a resultados que representan una innovación reSpecto a la imagen de este período que nos presenta la historia convencional. La Europa del siglo XVID era totalmente distinta de la de dos siglos antes. Pero no sólo cambió el equilibrio de fuerzas en relación con el resto del mundo sino que se produjo también una revolución en los equilibrios internos de la misma Europa. Entre los estudiosos de la historia económica y social se ha considerado el siglo XVI como una edad de oro, y el XVII como un período de crisis económica. Esta simplificación no rorresponde a la realidad, ya que la evolución económica llevó a una situación desigual en los diversos países. El siglo XVII fue un período negro para España, Italia y Alemania, y para Francia por lo menos gris. En cambio en Holanda e Inglaterra el desarrollo económico tuvo caracteres altamente positivos. Si en la época de Leonardo un europeo hubiera podido prever la Revolución industrial. la habría situado probablemente en italia. A fines del XVII era claro que un cambio eco(COIIIimía

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HISTORIA ECONÓMICA DE EUROPA SIGLOS XVI Y XVII

ARIEL- HISTORIA

HISTORIA ECONÓMICA DE EUROPA Dirigida por Cario M. Cipolla 1. La Edad Media

2. Siglos XVI J XVII

3. La Revolución industrial 4. El surgimiento de fas sociedades industriales (Partes 1 y 2)

5. El siglo XX (Partes 1 y 2) 6. Economías contemporáneas (Partes 1 y 2)

CARLO M. CIPOLLA, ed.

HISTORIA ECONÓMICA DE EUROPA Siglos XVI Y XVII

EDITORIAL ARIEL BARCELONA - CARACAS - MÉXICO

Título original: THE FONTANA ECONOMIC HISTORY OF EUROPE The 5ixteenth and 5eventeenth Centurles Collins / Fontana Books Traducción de ALEJANDRO PÉREZ I a edición: Febrero de 1979

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1974: Carlo A. Cipolla 1972· Roger Mols S. J 1974: Walter Minchinton 1974: H ermann Kellenbenz J 970: A1do de Maddalena 1970: Domenico Sella 1971 Kristof Glamann (0 1974:. Geoffrey Parker © 1979 de la traducción castellana para España y América Arie!, S. A., Tambor del Bruch. s/n. - Sant Joan Despi (Barcelona) Depósito legal: B 2.401 - 1979 ISBN: 84 344 6522 I (obra completa) 843446523 X (tomo 2) Impreso en España 1979 - 1. G. Seix y Barral Hnos., S. A. Av. J. Antonio, 134, Esplugues de Llobregat (Barcelona)

INTRODUCCiÓN Es ya convencional sostener que la Edad Moderna empezó al final de! siglo xv. Las líneas de delimitación, como todo el mundo sabe, son por su misma naturaleza arbitrarias y artificiales, pero es casi indiscutible que e! siglo XVI inauguró un período que fue testigo de un cambio decisivo, o por lo menos de una decisiva aceleración de algunos procesos de cambio fundamentales iniciados en siglos anteriores. La Europa del siglo XVIII era un lugar totalmente diferente de la Europa de dos siglos antes. En los capítulos que siguen el lector encontrará principalmente ejemplos y pruebas de determinados cambios ocurridos en la esfera tecnológica y económica. Es de la mayor importancia poner aquí el acento en que estos fenómenos difícilmente pueden ser entendidos históricamente a menos que se los vea como parte integrante de un cambio mucho más amplio que incluyó simultáneamente cambios en los campos del pensamiento, del arte, de la política y de la vida social. Hacia principios del siglo XVIII la ciudad-estado y el pequeño principado habían dejado de jugar un papel importante en la vida política europea. En su lugar crecía el estado nacional con fuerza cada vez mayor. En la historia interna de los distintos países movimientos paralelos llevaron e! poder a los gobiernos centrales a costa de la jurisdicción local. Los ejércitos y armadas nacionales se hicieron cada vez mayores y, como la tecnología transformaba e! arte de la destrucción de! mismo modo que e! de la producción, e! coste económico de los ejércitos y armadas aumentó en proporción aún mayor que su tamaño. Los gastos militares absorbían con mucho la mayor proporción de los presupuestos estatales. Los costes cada vez mayores de ejércitos y armadas llevaban corno consecuencia impuestos mucho mayores. Una proporción progresivamente mayor de! producto nacional iba a parar al gobierno central y era controlada por él. Al mismo tiempo e! dominio de la artillería y de las armas de fuego individuales, tanto en alta mar como en e! campo de batalla, implicaba lazos más estrechos entre e! poderío militar y el potencial de fabricación. A los más altos niveles del pensamiento los "modernos" se enfrentaban a los "antiguos"I La experimentación se ganó un respeto hasta enton-

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SIGLOS XVI Y XVII

ces reservado a la especulación filosófica. La descripción de fenómenos empezó a ser considerada como una actividad intelectual tan respetable como la de formular hipótesis para explicar las causas finales. La medición de los fenómenos observados se extendía cada vez más. Como se ha dicho, los vir/uoJi y los estudiosos del siglo XVII "sobrevaloraban la observación y el cálculo [, .. 1 Continuaban sin fin y sin objeto registrando, catalogando y contando. Las mejores cabezas de Inglaterra malgastaban su talento registrando minuciosamente, hora tras hora, la temperatura, el viento y el aspecto de los cielos".2 Gran parte de esa actividad llevaba únicamente a una acumulación de datos inútiles. Pero era la actitud mental que había detrás de la compilación de esos datos lo que daba importancia a la experimentación y a un enfoque sistemático de las cosas. Esa energía se aplicó también a la medición de dimensiones económicas y sociales de diversos tipos. "Mi virtud y mi vanidad están en hablar interminablemente de números, pesos y medidas", escribía Sir William Petty a su amigo Sir Robert Southwell. Como ha señalado el profesor Lawrence Stone: "uno de los subproductos de la revolución del pensamiento humano que tuvo lugar en el siglo XVI en la Europa occidental fue el desarrollo del enfoque estadístico. Por fin, lo mismo para el profano culto que para el empleado del gqbierno, los números empezaban a tomar una forma de realidad. La actitud mental que llevaba a los cronistas medievales a decir tan/os miles cuando no querían decir más que un número muy grande empezaba a desaparecer".3 Progresivamente la gente aprendió y se dio cuenta de que el valor de la medición dependía totalmente de ciertos niveles de precisión en las cifras empleadas (parece que un número alarmantemente grande de econometristas e historiadores econométricos del presente todavía no se han dado cuenta de esa conquista del pensamiento).4 La concepción básica de la ciencia quedaba por lo menos establecida. Gracias a la aplicación de las matemáticas, la mecánica y la física se hicieron con un lugar en el campo del saber. Los adelantos y descubrimientos en esas disciplinas eran realmente tan importantes e impresionantes que, correcta o incorrectamente, su metodología fue adoptada en un número de campos cada vez mayor. De este momento data lo que ha sido llamado, correctamente, "la mecanización de la visión del mundo" -un proceso que había de continuar hasta nuestros días-o A! nivel de la cultura general, los siglos XVI y XVII vieron, particularmente en los países septentrionales, un aumento excepcional de la alfabetización, aumento que fue sustentado por la invención de la imprenta y por la predicación de la religión reformada. A lo largo del siglo XVII incluso en un país católico como Francia el hábito de la lectura se hizo lo bastante común como para hacer de la producción en masa de libros en rústica un proyecto económico provechoso.) N o obstante, en lo que se refiere a alfabetización, a finales del siglo XVII los dos países más desarrollados de Europa eran Holanda e Inglaterra. 6 Su difusión entre capas cada vez más amplias de la sociedad tenía una significación económica sobre la que nunca se

INTRODUCCIÓN

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insistirá lo suficiente. Debe tenerse presente que la verdadera diferencia entre un país desarrollado y un país subdesarrollado no consiste tanto en la presencia en el primero de un pequeño número de mandarines culturales, sino más bien en la difusión más paritaria de la educación entre la gener~li­ dad de la población. A principios del siglo XI Europa era una zona atrasada -ahora diríamos "subdesarrollada"- no sólo en comparación con los niveles de nuestro tiempo sino también por comparación con los niveles de desarrollo cultural, tecnológico y económico de aquel período en otros lugares. Europa, comparada con el imperio bizantino, con el imperio árabe y con el imperio chino, estaba subdesarrollada. A partir del siglo XIII el equilibrio de potencial económico y de perspectivas tecnológicas fue cambiando progresivamente en favor de Europa. A finales del siglo xv Europa era indiscutiblemente la parte del mundo que disponía de la tecnología más avanzada, y su ventaja relativa continuaba creciendo con celeridad cada vez mayor. En cuanto a su número, los europeos representaban alrededor del 2 02 5 por ciento de la población mundial 7 y se encontraban incurablemente divididos entre ellos, pero una tecnología superior les daba un poder totalmente desproporcionado con respecto a su número. Es inevitable que las naciones con la tecnología más avanzada tengan que acabar teniendo la sartén por el mango, pacíficamente o no. La expansión a ultramar de la Europa atlántica y la expansión de Rusia por las estepas en los siglos XVI y XVII fueron resultado inevitable de un equilibrio de poder tecnológico que ya a finales de la Edad Media se había inclinado demasiado a favor de Europa. Entre los subproductos de esa expansión deben señalarse por lo menos los siguientes: l. La introducción en Europa de nuevos productos, como el café, el chocolate, la porcelana, el té, las patatas, los tomates, el maíz, etc. 2. La importación de las Américas de grandes cantidades de plata, la cual trajo consigo un enorme aumento de la liquidez internacional, y a resultas de él: 3. Un enorme aumento del comercio internacional. 4. Un señalado desarrollo de las industrias de fabricación de barcos y de las industrias metalúrgicas. En particular, el desarrollo del comercio internacional y de los diversos medios bancarios y de cambio fue tal que, al menos por lo que respecta a Holanda y a Inglaterra durante el período de 1550-1700, tiene su sentido usar la expresión de "revolución comercial". Esa revolución comercial ayudó a producir gran parte de la leña que se quemó en la revolución industrial. Permitió una notable acumulación de riqueza, favoreció la formación y el crecimiento de las clases medias, estimuló la expansión y diversificación de la demanda y por último, pero no con menos importancia, alimentó un espíritu de empresa contrario al tradicional y conservador, y una actitud mental y un tipo de valores favorables al desarrollo económico.

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SIGLOS XVI Y XVII

Mientras ocurrían todos estos cambios, Inglaterra empezaba a sufrir una fuerte escasez de madera. Como observaba alguien de la época: por lo que cualquiera podía recordar, parecía imposible que en Inglaterra hubiera escasez alguna de madera. Pero e! enorme gasto de ella para la navegación, el infinito aumento de la construcción de casas y e! gran consumo para la fabricación de mobiliario doméstico, de toneles y otros innumerables recipientes y de carretas, carros y carrozas son tales que, aparte de! enorme desperdicio en la fabricación de hierro y e! cocido de ladrillos y teja" en el presente así nos encontramos, por ese gran consumo y el abandono de la repoblación de bosques, en tan gran escasez de madera en todo el reino. La escasez de madera actuó como desafío. La inventiva y e! abundante suministro de carbón fácilmente conseguible hicieron posible una respuesta positiva. La adopción de! carbón como combustible, no sólo para la calefacción doméstica sino para toda una serie de actividades de fabricación, puso a Inglaterra en buen camino para la revolución industrial. Entre los estudiosos de la historia económica y social está ahora de moda hablar de! siglo XVI como edad de oro de la historia económica y social de Europa y pintar en tonos sombríos e! siglo XVII, con oscuros murmullos sobre "las crisis de! siglo XVII". En el fondo de toda simplificación hay siempre un punto de verdad, pero las simplificaciones deben también considerarse siempre con cierta reserva. Para Italia el período de 15001 5 5O no fue realmente una edad de oro, sino que en ese tiempo, por el . contrario, e! país fue un campo de batalla en e! que se batieron franceses, españoles y alemanes, y pasó por guerras, pestes, hambres y pobreza difíciles de referir. Por razones similares, la segunda mitad de! siglo tampoco fue realmente para el sur de los Países Bajos una edad de oro. Para entender la importancia de esas dos excepciones debe recordarse que e! sur de los Países Bajos y la Italia central y septentrional eran a principios de! siglo XVI las dos zonas más desarrolladas de Europa. Por otra parte, e! siglo XVII fue un siglo negro para España, Italia y Alemania, y para Francia por lo menos gris. Pero para Holanda fue la edad de oro, y para Inglaterra si no fue de oro lo fue de plata. Estas particularidades no se exponen aquí por puro placer pedante. Si se considera e! siglo XVI como un período de bienestar general y e! XVII como un siglo de crisis constantes resulta aún más difícil percibir y entender uno de los hechos principales de la historia de Europa en los dos siglos en cuestión. Los desastres sufridos por e! sur de los Países Bajos eran la base de la edad de oro de las provincias de! norte. El hecho de que e! siglo XVII fuera un siglo de crisis en España e Italia y en cambio un período de expansión en e! norte de los Países Bajos y en Inglaterra llevó consigo la decadencia de todo e! mundo mediterráneo y trasladó e! centro de gravedad económico de! Mediterráneo al mar de! Norte. Entre 1500 y 1700

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INTRODUCCIÓN

no sólo cambió el equilibrio de fuerzas entre Europa y el resto del mundo; hubo también una revolución en los equilibrios internos de la misma Europa. Si en la época de Leonardo y Martini un europeo hubiera podido prever la revolución industrial, es casi seguro que la habría situado en Italia. Al final del siglo XVII era daro que un cambio económico próximo, a cualquier escala, sólo era posible en los países que daban al mar del Norte. CARLO

M.

CIPOLLA

NOTAS

1. Sohre la hisroriJ. y significación de la lucha entre "antiguos" y "modernos" en el siglo XVII véa't A I/cielll( al/d Muderm: a Sludy uf Ihe Rúe af Ihe Sciel/fI[ic M avemenl, Sto Louis, 1961. Este libro, muy erudito. ~(' refiere en panicular a Inglaterra. pero debe tenerse presente que en Francia, Italia y otras partes de Europa también habían tenido lugar procesos similares. 2. W. Letwin. The Ortgill.l of Scienli[ic EcollomicJ, Londres, 1963. pp. 99-100. 3 L. Sume;', "Eliubethan Overseas Trade", en The Economic Húlory Ret'ieh'. ser. 2. vol. 2 ( I 949), pp. 30- I 8. 4. Todo ('.. tudiante de economía. econometría e historia económica debería leer v meditar el lihro de O. Morgenstern. On ¡he Accurary o[ Economú ObJerl/tltionJ, Princeton. 1963. E~ estos tiempos l:'~tá de moda adquirir Lima de ser "cu